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English Pages [343] Year 2021
Nota del Editor Alejandro de la Fuente
Este número marca un hito en la existencia de la revista, que llega al número 50 de su existencia. Ha transcurrido medio siglo desde que Carmelo Mesa-Lago creara lo que inicialmente fue un boletín bibliográfico, dedicado a compilar y diseminar la creciente producción académica sobre la isla. La tarea, entonces, era no solo facilitar el acceso a lo que se publicaba sobre Cuba en distintas latitudes, incluyendo notablemente lo publicado en la propia Cuba, que apenas circulaba en los Estados Unidos, sino facilitar los intercambios entre académicos que, desde distintos espacios e instituciones, intentaban realizar investigaciones serias relacionadas con temas cubanos. El primer número del Cuban Studies Newsletter (diciembre 1970), publicado desde el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Pittsburgh, anunciaba su misión en términos que aunque ya no totalmente vigentes —“to provide comprehensive and timely communication among those interested in Cuban Studies”— siguen informando el propósito central de la revista: desarrollar el campo y construir espacios de colaboración e intercambio entre los “interesados en los estudios cubanos,” donde quiera que vivan y trabajen. Cincuenta años más tarde, la necesidad de construir esos espacios sigue siendo apremiante y urgente, ante el empeño de aquellos que intentan colorear el 2020 con lápices de 1970. Y no hablo solo de la administración de Donald Trump, que naturalmente recela de cualquier actividad intelectual o creativa basada en la pluralidad, el respeto y la divergencia. La administración Trump no es enemiga de los estudios cubanos; la administración es enemiga de los estudios . . . de cualquier tipo o tema. Es profundamente anti-intelectual, aburrida y carente de curiosidad. Pero también desde Cuba soplan vientos adversos a la producción de conocimientos, un proceso que solo puede florecer cuando hay espacios institucionales seguros y protegidos, en los que es posible articular visiones e interpretaciones dispares o, mejor aún, divergentes. Escuchamos pronunciamientos doctrinarios por parte de autoridades culturales y educacionales cubanas que parecen salidos de los campos de caña del setenta. Como si estuviéramos en plena zafra, la misma que ya una vez condenó al país a un periodo de oscurantismo, intolerancia y estrechez ideológica que no necesitamos repetir. Es imprescindible crear políticas que estimulen el debate y la disonancia, espacios en los que el canje de diferencias genere nuevas agendas de estudio y de investigación. No hay desarrollo del conocimiento sin pluralidad. La zafra es cosa pasada.
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x : Editor’s Note Otra cosa que apenas cambió entre 1970 y 2020 es que el acceso de las colegas y lectores de la isla a la revista sigue siendo limitado y difícil. Aunque el número de cubanos que tiene internet ha crecido en los últimos dos años, la lectura de esta y de otras publicaciones está limitada por el hecho de que las mismas no son de acceso libre y de que las instituciones cubanas no pagan subscripciones a las bases de datos y proveedores digitales (Project MUSE, JSTOR) que las comercializan. Detrás de esto hay dificultades económicas reales, concretas, pero también una falta de cultura de la información, la ausencia de hábitos de búsqueda y de indagación tan necesarios a la producción científica y académica. Cuba estuvo desvinculada de las redes de publicaciones digitales durante décadas y esa desconexión ha terminado por pasar factura, creando limitaciones temáticas y metodológicas a la producción académica de la isla, especialmente en áreas como las ciencias sociales, que frecuentemente investigan problemas y tensiones que las autoridades prefieren ignorar, por incómodas, o descalificar como invenciones enemigas. Pero el 2020 no es 1970. Es posible y necesario crear ahora caminos de acceso a la revista para nuestros lectores, donde quiera que estén. Cuban Studies quiere ser parte de las conversaciones académicas sobre Cuba y contribuir a las mismas con sus contenidos y propuestas. Nuestro reto fundamental sigue siendo el acceso, un tema recurrente en las reuniones del comité editorial, especialmente para los lectores de la isla. Es un reto que puede ser enfrentado ahora utilizando las herramientas del 2020. Ese es nuestro empeño. Pero el propósito es el mismo: crear espacios de intercambio y discusión para los “interesados en los estudios cubanos.” Pongo énfasis en la palabra estudios. Que esta no es —no ha sido nunca, durante cincuenta años— una plataforma para arengas e insultos.
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Nota del Editor Fundador Carmelo Mesa-Lago
Cuando Alejandro de la Fuente me pidió esta nota para el quincuagésimo aniversario de la revista, me quedé atónito: que rápido pasa el tiempo. La revista fue el producto de la “Conferencia Internacional sobre Compras y Bibliografía” celebrada en abril de 1970 por la Fundación Hispana de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. A esta fueron invitados prominentes expertos sobre Cuba radicados en los Estados Unidos y algunos de Europa y Canadá. La razón era la notable escasez de conocimiento sobre bibliografía cubana especialmente de la isla y el objetivo era obtener información y fomentar el intercambio entre los estudiosos de Cuba. Entonces yo era un simple profesor asistente en economía y director asistente del Center for Latin American Studies (CLAS) de la Universidad de Pittsburgh, aunque había organizado en 1968 en dicha universidad una pionera conferencia internacional interdisciplinaria analizando los primeros diez años de la revolución,1 así como un artículo sobre las estadísticas cubanas. En la Conferencia del Congreso presenté la ponencia “The Cuban Economic Collection at the Library of Congress,” basada en una investigación hecha en situ. Para mi sorpresa fui elegido como editor del Cuban Studies Newsletter / Boletín de Estudios sobre Cuba que iniciaría su publicación por CLAS en diciembre de 1970 (hasta 1974); había varios números anuales que listaban por diversas categorías temáticas libros, artículos y tesis doctorales sobre Cuba. Luego hicimos números especializados, por ejemplo, sobre la mujer en Cuba a cargo de Lourdes Casal. En 1974 decidimos, sin abandonar la labor bibliográfica, avanzar publicando artículos académicos sobre Cuba en temas clave de diversas disciplinas, convirtiendo el Boletín en la revista Cuban Studies / Estudios Cubanos que salió hasta 1985 también publicada por CLAS. Además se agregaron: debates que, al igual que los artículos, exigían profesionalismo, objetividad, alto nivel académico y respeto absoluto de todas las opiniones; dossiers, como “Cuba in Africa,” en 1981; análisis periódico de las estadísticas cubanas, como el Anuario estadístico de Cuba y otras fuentes oficiales; y reseñas de libros. Como la revista salía varias veces al año era una labor muy difícil a más de costosa, por ello en 1985 acordamos convertirla en un anuario o yearbook, Cuban Studies (CS), gracias a un acuerdo con University of Pittsburgh Press que continúa hasta la fecha. Los debates se ampliaron, entre ellos uno sobre la cubanología en 1986, un intercambio pionero del autor de esta nota con el destacado economista cubano José Luis Rodríguez después nombrado ministro
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xii : Nota del Editor Fundador de economía y planificación de Cuba: “On the Objectives and Objectivity of Cubanology” (también fue publicado en Cuba en Temas de la Economía Mundial). Otros debates importantes trataron el Proceso de Rectificación, en 1990–1991, con la socióloga norteamericana Susan Eckstein y el modelo de planificación de Cuba entre el economista cubano-americano Sergio Roca y el economista estadounidense Edward Zimbalist. Aunque por muchos años hasta 1990 estuve a cargo del boletín, la revista y el anuario, ocasionalmente había editores invitados para números como fueron Jorge Pérez-López (dos veces), Jorge Domínguez, Lisandro Pérez, Louis Pérez y Enrico Mario Santí. Después de 1990, se hizo una competencia para que Cuban Studies estuviese a cargo de un editor por un período de cuatro años, como Lisandro Pérez (con Uva de Aragón), Damián Fernández y Louis A. Pérez (varias veces hasta 2009). Desgraciadamente después ocurrió un hiato, el anuario quedó sin dirección adecuada y comenzó a decaer. En 2013 Alejandro de la Fuente (entonces profesor en Pittsburgh y después en Harvard) se hizo cargo de la dirección de CS empezando con el número 43 (2015) y, con gran energía, dedicación y espíritu innovador revivió el anuario: expandió el número de páginas y el consejo editorial (que se renueva cada cinco años e incluye destacados miembros de Cuba, actualmente 30 por ciento del total), multiplicó los dossiers sobre temas importantes, así como el número de artículos y su calidad, y le ha infundido un dinamismo ejemplar a la publicación. Al mismo tiempo, Lillian Guerra tomó la edición de las reseñas. Todo esto garantiza la continuidad de CS en un segundo período de cincuenta años y me siento muy feliz y orgulloso de este desarrollo vital y del futuro de la publicación. NOTE 1. Publicado en 1971 como Revolutionary Change in Cuba: Polity, Economy and Society
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La revista Cuban Studies rinde homenaje a Víctor Batista Falla (1933–2020) El domingo 12 de abril, en la tarde, falleció Víctor Batista Falla en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí de La Habana. A principios de marzo, el importante intelectual y editor cubano había viajado por primera y única vez a la isla, después de seis décadas de exilio. La pandemia del coronavirus lo sorprendió en la ciudad donde nació en 1933. Batista Falla perteneció a una de las familias más ricas de la Cuba anterior a 1959. Su padre, Agustín Batista y González de Mendoza, era dueño de uno de los mayores bancos de la isla, Trust Company of Cuba, y su madre, María Teresa Falla Bonet, fue una de las herederas de la fortuna azucarera del santanderino Laureano Falla Gutiérrez. Ambas familias de banqueros, empresarios y hacendados católicos eran conocidas por sus obras filantrópicas y culturales: construyeron el oncológico Hospital Curie del Vedado y financiaron la Orquesta Filarmónica de La Habana, el Patronato Pro Música Sinfónica y la Sociedad Pro-Arte Musical. A fines de los años 50, Víctor Batista ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana y, junto a su hermano Laureano, un intelectual católico cercano al núcleo fundador del Partido Demócrata Cristiano, comenzó a frecuentar los círculos literarios y artísticos de la isla. Por las tertulias de su casa pasaron algunas de las figuras centrales del debate intelectual cubano de aquellos años como Jorge Mañach, Cintio Vitier, Luis Aguilar León y Guillermo Cabrera Infante. Al producirse la radicalización socialista de la Revolución Cubana, los Batista Falla, que no simpatizaron con el régimen batistiano, se exiliaron como tantos jóvenes católicos de su generación. En su primer destino de exilio, Nueva York, Víctor Batista financió y fundó, junto con el escritor Raimundo Fernández Bonilla, la revista Exilio (1965–1973). En aquella publicación, ilustrada con los grabados op-art de Waldo Díaz Balart, colaboraron algunos de los mayores escritores y pensadores cubanos en el exilio: Eugenio Florit, Lydia Cabrera, Gastón Baquero, Lino Novás Calvo, Humberto Piñera Llera, José Mario, Lorenzo García Vega. Batista mostró desde muy joven un gran interés en la historia política y las ciencias sociales de la isla. De ahí que abriera su revista a la producción académica que comenzaban a realizar profesores cubanos instalados en importantes
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xiv : La revista Cuban Studies rinde homenaje a Víctor Batista universidades de Estados Unidos. Un número de Exilio, editado en la primavera de 1970, recogió ensayos de varios de los miembros fundadores del Instituto de Estudios Cubanos: Lourdes Casal, María Cristina Herrera, José Ignacio Rasco, Luis Aguilar León, Mercedes García Tudurí y Carmelo Mesa-Lago. A fines de la década, Batista fundó otra revista, hoy de culto entre la nueva generación de escritores latinoamericanos: escandalar (1978–1984). Dirigida por el poeta, narrador y ensayista Octavio Armand, con Batista encabezando la lista de “asesores” y un consejo de redacción de lujo (Octavio Paz, Guillermo Cabrera Infante, Severo Sarduy, Salvador Garmendia, Julio Ramón Ribeyro, Helena Araújo, Mark Strand . . . ), escandalar propició algunos de los debates centrales de la producción literaria latinoamericana desde Nueva York. Allí se leyeron inéditos de José Lezama Lima y Virgilio Piñera, Lydia Cabrera escribió sobre medicina popular afrocubana, Antonio Benítez Rojo discurrió sobre el Caribe y la plantación azucarera, Natalio Galán describió la “psicosis guarachera,” Julio Miranda habló de los “cubanos invisibles” y Heberto Padilla publicó sus “apuntes sobre Paradiso.” A mediados de los años 80, Víctor Batista se trasladó a Madrid, donde se reencontró con una colonia de exiliados a la que lo unían viejos lazos: Gastón Baquero, Martha Frayde, Mario Parajón, Anabelle Rodríguez, Pío Serrano, Felipe Lázaro . . . Su gran amistad y colaboración con el erudito Mario Parajón dejó un legado tangible : los ocho volúmenes de las Obras completas (1995– 1999) de Jorge Mañach, que siguen siendo de consulta obligada para quienes se tomen en serio la historia de las ideas en Cuba. Aquella colonia madrileña creció entre fines de los 80 y principios de los 90, cuando arribó a España una nueva generación de intelectuales cubanos: Jesús Díaz, Manuel Díaz Martínez, Carlos Espinosa Domínguez, Rafael Zequeira, Carlos Cabrera, Iván de la Nuez. El encuentro de esas dos generaciones de exiliados produjo la que sería la publicación cultural emblemática de la diáspora de los 90: Encuentro de la cultura cubana (1996–2009). Víctor Batista fue uno de los referentes de aquella publicación fundada, en Madrid, por Jesús Díaz. De la experiencia de los primeros años de Encuentro, una revista que siempre concedió un lugar central al ensayo, la historia y las ciencias sociales, surgió la idea del proyecto al que Batista entregaría los últimos años de su vida: la editorial Colibrí. Pensada como una plataforma editorial donde dar cabida a la producción ensayística y académica cubana, fuera de la isla, pero capaz de intervenir en los grandes debates económicos y políticos, culturales y sociales, literarios y artísticos de la nación, Colibrí lanzó una amplia convocatoria a académicos y críticos de todas las generaciones de la diáspora. Una parte considerable del trabajo editorial, que Víctor Batista encabezó con Helen Díaz Argüelles, tuvo que ver con la traducción al español de clásicos de la producción académica cubana en Estados Unidos. Fue así como aquella
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La revista Cuban Studies rinde homenaje a Víctor Batista
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pequeña imprenta de Madrid dio a conocer las únicas ediciones en castellano que existen de libros referenciales de Marifeli Pérez Stable, Carmelo Mesa Lago, Roberto González Echevarría, Jorge I. Domínguez, José Manuel Hernández, Rafael Fermoselle, Gustavo Pérez Firmat, Enrico Mario Santí, Alejandro de la Fuente, K. Lynn Stoner, Anke Birkenmaier y Robin Moore, por sólo mencionar algunos. Desde un inicio, la editorial también se abrió al campo más propiamente ensayístico, como muestra la hermosa antología de escritos del músico Julián Orbón, La esencia de los estilos (2000). Ese flanco se desarrolló mucho más en los últimos años de la editorial con autores como Antonio José Ponte, Jorge Luis Arcos, Jorge Ferrer, Wilfredo Cancio Isla, Ernesto Hernández Busto, Duanel Díaz, Sergio Ugalde Quintana, Enrique del Risco, Alexis Jardines, Orlando Jiménez Leal o Manual Zayas. Las decenas de volúmenes que conforman el catálogo de Colibrí, así como los más de veinte años que Batista dedicó a revistas como Exilio, escandalar y Encuentro, conforman un testimonio estremecedor de la entrega de este intelectual exiliado a su cultura. Una cultura que siempre entendió de manera incluyente, sin desconocer la centralidad de la isla en un territorio que intelectualmente la desbordaba. Quienes lo conocimos sabemos que la interlocución de Batista, en Madrid, con académicos e historiadores de la isla, fue permanente. Muchos de ellos pueden dar fe de lo anterior. También sabemos de sus constantes esfuerzos, como de los de Jesús Díaz con Encuentro, por enviar ejemplares a la isla e incorporar autores residentes en Cuba. Muchos de esos esfuerzos se frustraron, pero a juzgar por la producción intelectual cubana de las dos últimas décadas, no pocos números de Encuentro y libros de Colibrí llegaron a las manos que debían. Constatar que sus libros eran leídos por jóvenes historiadores de la isla fue uno de los mayores orgullos de Víctor Batista al final de su vida. La revista Cuban Studies rinde homenaje a este gran cubano, a este editor exiliado, cuyo epitafio podría ser “por sus libros lo conoceréis.” A propósito de los impresores de libros en Estados Unidos, escribió José Martí: “Una pistola hace temblar . . . Un libro, aunque de mente ajena, parece cosa como nacida de uno mismo, y se siente uno como mejorado y agrandado con cada libro nuevo.” Esa herencia invaluable nos deja Víctor Batista Falla: sus libros. Rafael Rojas, a nombre del Comité Editorial de Cuban Studies.
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C A R M E L O M E S A - L AG O , O M A R E V E R L E N Y P É R E Z V I L L A N U E VA Y PAV E L V I DA L A L E JA N D RO
Nuevos desarrollos en el sector no estatal cubano RESUMEN Este artículo estudia nuevos desarrollos en el sector no estatal en Cuba (SNE) que en 2018 representaba el 32 por ciento de la fuerza laboral, tiene creciente importancia y el potencial de transformar la economía predominantemente estatal (68 por ciento de la fuerza laboral) la cual confronta la peor crisis desde la década del 90. Aquí describimos las características generales del SNE, cuantificamos su número y tendencias, y analizamos avances y problemas en sus tres grupos principales: trabajadores por cuenta propia, usufructuarios, y socios de cooperativas no agrícolas y de servicios.
A B S T R AC T This article studies new developments in the non-state sector in Cuba, which in 2018 embraced 32 percent of the labor force, has growing importance and the potential to transform the still-predominant state sector (68 percent of the labor force) that is confronting the worst crisis since the 1990s. We describe the main characteristics of the sector, estimate its size and trends, and analyze advances and problems in its three principal groups: self-employed workers, usufruct farmers, and members of non-agricultural and service cooperatives.
Grupos del sector no estatal y sus características Una de las reformas estructurales más importantes de Raúl Castro (2006–2017) ha sido la reducción del sector estatal y la correspondiente expansión del sector no estatal (SNE), como nunca antes bajo la Revolución. En 2010 el gobierno declaró que había un vasto empleo excedente o innecesario en el sector estatal que había que despedir para ahorrar recursos, mejorar la productividad laboral y aumentar los salarios. Inicialmente se dijo que 500,000 de dichos empleados serían despedidos entre octubre de 2010 y marzo de 2011; luego se aumentó a un millón en diciembre de 2011; por último, se fijó en 1.8 millones a ser eliminado en 2015 (Mesa-Lago 2016). Los despedidos encontrarían empleo en el Organized by Carmelo Mesa-Lago, Omar Everleny Pérez Villanueva y Pavel Vidal Alejandro
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4 : Mesa-Lago, Villanueva y Alejandro SNE, el cual se divide de forma amplia en privado y cooperativo, ambos con diferencias en cuanto al tiempo de inicio, derechos de propiedad, relación con el Estado, rol del mercado, tamaño y tendencia creciente o decreciente. El subsector privado incluye cuatro grupos: 1. Los propietarios de pequeñas parcelas de tierra (pequeños agricultores) que comenzaron con la reforma agraria de 1959 y continúan, aunque reducidos a menos de la mitad; tienen la propiedad de la tierra, pero sometida a ciertos compromisos con el Estado, tales como la obligación de venderle parte de la cosecha a un precio fijado por el gobierno por debajo del precio de mercado (acopio), aunque las reformas se flexibilizaron un poco, esto hasta 2018. 2. Los trabajadores por cuenta propia (TCP) que han experimentado altibajos desde que comenzaron en el decenio del 70 pero en franca expansión desde 2011 (operan en 123 ocupaciones determinadas por el Estado); la mayoría son dueños de micronegocios o actividades económicas individuales (también pueden ser arrendadores de un negocio cedido por el gobierno), y sus productos o servicios se venden a precio de mercado. 3. Los usufructuarios de tierras estatales ociosas que las reciben para ser cultivadas bajo normas legales (incluyendo el acopio); estos comenzaron en 1995 pero el mayor impulso ha sido desde 2008; no son propietarios de las parcelas, pero las cultivan y se apropian de sus frutos, una vez cumplido el acopio pueden vender el excedente a precio de mercado. 4. Los trabajadores empleados por los tres grupos anteriores que no son titulares (propietarios o arrendatarios) sino asalariados.
El subsector cooperativo que constituye un punto medio entre la propiedad privada y la estatal, tiene a su vez tres grupos: 1. Las cooperativas agrícolas que son las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) —creadas en 1994 por la transformación de las granjas estatales— y las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA); ninguna de ellas es propietaria de la tierra sino que la trabajan de forma mancomunada (el Estado mantiene la propiedad y otorga contratos de arrendamiento indefinido a los socios), ambas son las más dependientes del Estado y han decrecido en número y socios; la mayoría de su producción va al Estado que fija sus precios (acopio). 2. Las Cooperativas de Crédito y Servicios (CCS) en que los campesinos privados se unen para obtener crédito, comprar insumos al por mayor, compartir parte del equipo y mercadear sus productos, son las más independientes y están creciendo en número y socios. 3. Las Cooperativas de Producción no Agrícola y de Servicios (CNAS), —creadas en 2013— se están expandiendo, pero el número de sus socios es todavía pequeño; estas rentan inmuebles al Estado que retiene su propiedad, pero venden sus productos/servicios a precios de mercado; se alega que son más independientes que las cooperativas de producción agropecuaria.
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Nuevos desarrollos en el sector no estatal cubano
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Resumiendo, el sector privado propiamente dicho, se limita a los TCP (o micronegocios), los propietarios de tierras y los empleados por estos dos grupos. Los usufructuarios y las cooperativas no son privados porque carecen de la propiedad de la tierra o de los inmuebles en que funcionan. El VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) en abril de 2016 generó dos documentos: la conceptuación del modelo y un plan de desarrollo hasta 2030. El primero de ellos reconoció la existencia de heterogeneidad de las formas de propiedad y de gestión, adecuadamente interrelacionadas, entre ellas la propiedad privada y la cooperativa; también aceptó el rol del mercado (sin precisarlo) dentro de un modelo en que prevalece la planificación central y la empresa estatal. La propiedad privada sobre “determinados medios de producción” juega un papel “complementario” al Estado; este se “desprende” de la administración directa de aquellas actividades que requieren un grado alto de independencia y autonomía, las cuales además aportan al desarrollo socioeconómico, contribuyen a la eficiencia, la creación de empleo y el bienestar. Esto “provoca el incremento del sector no estatal de la economía,” liberando recursos; no obstante, la gestión por formas de propiedad no estatal, no implica “la privatización o enajenación de estos”; además, “no se permite la concentración de la propiedad y la riqueza en personas naturales o jurídicas no estatales”; por último, el Estado regula estrictamente al SNE, así como la apropiación privada del resultado del trabajo ajeno y las ganancias de estos negocios (PCC 2016, 7–9). Los documentos referidos especificaron dos tipos de emprendimiento privado: pequeños negocios realizados en lo fundamental por el trabajador y su familia, como personas naturales; y empresas privadas de micro, pequeña y mediana escalas, reconocidas como personas jurídicas. Además “los tipos de cooperativas que reconoce el modelo forman parte del sistema de propiedad socialista” y tienen personalidad jurídica, ejerciendo propiedad colectiva de los medios de producción (PCC 2016, 10). Lo anterior constituye la legitimación oficial del SNE, pero este se concibe solo de manera supeditada al Estado y con fuertes restricciones. El Congreso del PCC de 2011 anunció una ley de empresas que regule el sector no estatal (la Constitución no la menciona específicamente) pero hasta agosto de 2019 no había sido promulgada. La Constitución de 2018 reconoció la propiedad privada pero la ordenó penúltima entre las cinco formas de propiedad de los bienes de producción, le asigna un rol complementario y no la garantiza en su articulado (Mesa-Lago 2018). Los cambios introducidos a la Constitución son muy pocos y no permiten cambiar radicalmente una economía que seguirá dependiendo de la empresa estatal y del sistema de planificación centralizada. No es la Constitución la que va a llevar la reforma a una fase nueva y más amplia, es un reflejo del poder que mantienen los sectores más ortodoxos, y cobija las reformas de Raúl ralentizadas en los últimos años.
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6 : Mesa-Lago, Villanueva y Alejandro Cuantificación del sector no estatal y tendencias Es muy difícil calcular el número de personas en el SNE porque falta una cifra integrada con una distribución de todas en dicho sector. El Anuario Estadístico de Cuba (ONEI) ha publicado por varios años el cuadro 7.2 con la distribución de los “ocupados en la economía según situación del empleo,” que los divide en cooperativistas (antes solo las UBPC, CPA y CCS, desde 2013 también las CNAS), los trabajadores por cuenta propia (TCP) y privado. El último desglosa a los TCP y el resto está compuesto por empleados asalariados en empresas mixtas con capital extranjero y propietarios privados de tierra. Pero hay cambios notables en dicha serie. Desde 2011, los empleados por los TCP están incluidos en el número total de estos lo cual explica en parte el gran salto de 166 por ciento en dicho año (Cuadro 1). Es probable que los privados envuelvan un doble conteo (ver abajo). El Anuario de 2018 cambió la serie para cooperativistas y otros privados en el período 2015–2018, aumentando los primeros y reduciendo los últimos; el aumento de los miembros de cooperativas (UBPC y CPA) es opuesto a la tendencia declinante por muchos años; de hecho, en 2018, el número de cooperativas agrícolas disminuyó de 4,916 a 4,873 respecto a 2017 (ONEI 2018a, 2019). Otro cuadro del Anuario (9.4) exhibe “tenientes de tierras por personas naturales” que separa usufructuarios, propietarios privados, arrendatarios y campesinos dispersos; no obstante, dicho cuadro solo está disponible desde 2013, por lo cual no se incluyó a dichos grupos en el Cuadro 1. La fuerza laboral ocupada alcanzó un cenit en 2009 y desde 2012 exhibe una tendencia declinante, de manera que en 2018 era 11 por ciento menor respecto al cenit; ello se debe al envejecimiento poblacional y al intento de Raúl de despedir a 1.8 millones de empleados estatales excedentes en 2015. Entre 2009 y 2015 el sector estatal se redujo en 789.000 trabajadores, 43 por ciento de la meta de 1.8 millones de excedentes.1 El sector estatal se contrajo menos de lo planeado porque el SNE se expandió menos que la meta (Mesa-Lago y otros 2018). El Gráfico 1 muestra que el sector estatal alcanzó su cúspide en 2009 con 83.8 por ciento de la fuerza laboral, mientras que el SNE tenía su mínimo de 16.2 por ciento para el mismo año; a partir de 2011 y hasta el 2018, el sector estatal declinó hasta 68.4 por ciento (27.8 por ciento o 15.4 puntos porcentuales menos que en 2009), mientras que el SNE creció 72 por ciento o 15.4 puntos porcentuales. En el Cuadro 2, unificamos múltiples cifras dispersas para estimar el número de personas en el SNE y su proporción respecto a la fuerza laboral. Debido a los problemas explicados sobre “otros” privados (p. ej., su merma substancial en el Anuario 2018), decidimos hacer cálculos del sector estatal absoluto y en porcentaje de la fuerza laboral, con y sin “otros.” Los números absolutos son 1,175,246 y 1,795,746 respectivamente (la diferencia de
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4,723 4,755 4,868 4,948 5,072 4,984 5,010 4,902 4,919 4,970 4,713 4,591 4,475 4,482
Años Diciembre
2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018
3,786 3,889 4,036 4,112 4,249 4,178 3,873 3,684 3,629 3,592 3,460 3,262 3,088 3,067
(000) 80.2 81.8 82.9 83.1 83.8 83.8 77.3 75.2 73.8 72.2 73.4 71.0 69.0 68.4
(%)
Sector estatal
271 257 242 234 232 217 209 217 229 237 194 189 184 470
(000) 5.7 5.4 5.0 4.7 4.6 4.4 4.2 4.4 4.6 4.7 4.7 4.4 4.1 10.5
(%)
Cooperativasb
169 153 138 142 144 147 392 405 424 483 499 541 583 580
(000) 3.6 3.2 2.8 2.9 2.8 2.9 7.8 8.3 8.6 9.7 10.6 11.7 13.0 12.9
(%)
Cuentapropia c
496 456 453 460 448 442 537 600 640 664 560 598 620 365
(000) 10.5 9.6 9.3 9.3 8.8 8.9 10.7 12.2 13.0 13.4 14.6 13.0 13.8 8.1
(%)
“Otros” privadod
Sector no estatala
936 866 834 836 823 806 1,137 1,222 1,293 1,384 1,253 1,329 1,387 1,415
(000)
Totale
19.8 18.2 17.1 16.9 16.2 16.2 22.7 24.9 26.3 27.8 26.6 28.9 31.0 31.6
(%)
a
Excluye usufructuarios, campesinos privados y arrendatarios de tierras (ver Cuadro 2). b De 2005 a 2010, las cifras se limitan a los socios de cooperativas agrícolas; a partir de 2011 incluyen las CNAS; el Anuario 2018 incrementa a los cooperativistas agrícolas en 2015–2018; al comparar el año 2018 en esta serie con el año 2017 en el Anuario 2017 ocurre un salto de 155 por ciento. c Desde 2011 incluyen a sus asalariados contratados. d “Otros” privado resulta de restar a los TCP del total de privado; de 2005 a 2010 incluye asalariados en empresas mixtas y contratados por TCP y campesinos privados; desde 2011 los contratados por los TCP aparecen en la columna cuentapropia; el Anuario 2018 redujo notablemente a otros privados en 2015–2018; al comparar el año 2018 en esta serie con el año 2017 en el Anuario de 2017 ocurre una caída de 41 por ciento; al parecer pasaron 278,000 de otros privado a cooperativas. e Suma de cooperativas, TCP y otros privados. Fuente: Elaboración propia basada en ONEI, 2010 a 2019.
Fuerza laboral ocupada (000)
Cuadro 1. Fuerza laboral ocupada por situación de empleo, 2005 a 2018 (en miles y porcentajes)
8 : Mesa-Lago, Villanueva y Alejandro 100 90 80
80.2
81.8
82.9
83.1
83.8
83.8
77.3
75.2
73.8
72.2
73.4
71
69
68.4
24.9
26.3
27.8
26.6
28.9
31
31.6
22.7
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
70 60 50 40 30 20
19.8
18.2
17.1
16.9
16.2
2005
2006
2007
2008
2009
16.2
10 0
2010
Sector estatal % fuerza laboral
Series2
GRÁFICO 1. Sector Estatal y No-estatal como Porcentaje de la Fuerza Laboral Ocupada, 20052018
620,500 siendo “otros”), mientras que los porcentajes del SNE respecto a la fuerza laboral son 26.2 por ciento y 40.1 por ciento respectivamente. Debe notarse que “otros” privado en 2017 representaba 34.5 por ciento del total incluyendo dicho grupo, la proporción mayor del SNE (véase abajo más sobre la sobreestimación). Un serio problema con las cifras del Cuadro 2 es que, al sumarse el total de personas en el SNE en 2017, incluyendo “otros” privados (1,795,746), con los empleados en el sector estatal (3,067,000) el resultado de 4,862,746 equivale al 109 por ciento de la fuerza laboral ocupada de 4,474,000, lo que confirma que hay un doble conteo posiblemente entre “otros” privados (además hay TCP que también son empleados estatales). Si se usa el total de 1,795,746 parece que se alcanzó la meta de 1.8 millones de personas excedentes en el sector estatal que tenían que haberse pasado al SNE en 2015, pero obviamente dicho total está sobreestimado y, además, en 2009 antes de comenzar los despidos ya había 823,000 en el SNE, de ahí que el agregado posterior fue 972,746 o 54 por ciento de la meta.2 La distribución de las personas en el sector no estatal por categoría (excluyendo “otros”) es como sigue: 49.6 por ciento TCP, 23.4 por ciento usufructuarios, 14 por ciento cooperativas de producción agrícola, 2.8 por ciento campesinos diversos, 1.6 por ciento CNAS y 0.2 por ciento arrendatarios (Cuadro 2). A continuación, proporcionamos información detallada reciente sobre tres grupos del SNE: TCP, usufructuarios y miembros de CNAS. Trabajadores por cuenta propia y micronegocios privados Como ya se ha visto, los TCP son el grupo mayor del SNE, en su inmensa mayoría son propietarios de sus micronegocios y gozan de utilidades, por lo
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Nuevos desarrollos en el sector no estatal cubano
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Cuadro 2. Estimación de personas en el sector no estatal, 2017 Porcentajes de:d Categorías
Total
Cuentapropistasa Usufructuariosb Propietarios de tierra Cooperativistas UBPC, CPA, CCS CNA Campesinos dispersos Arrendatarios 1. Subtotal Otros empleados privadosc 2. Total 3. Fuerza laboral ocupada Porcentajes 4. 1/3 No estatal Estatal Total 5. 2/3 No estatal Estatal Total
Subtotal (1)
Fuerza Laboral (3)
583,200 274,635 97,963
49.6 23.4 8.3
13.0 6.1 2.2
165,000 18,600 32,655 3,193 1,175,246 620,500 1,795,746 4,474,800
14.0 1.6 2.8 0.3 100.0
3.7 0.4 0.7 0.1 26.2
26.2 73.8 100.0 40.1 59.9 100.0
a Incluye titulares y empleados asalariados. b Incluye los aprobados en el decenio del 70 y los aprobados desde 2008. c Pudiera abarcar empleados asalariados en las empresas mixtas con inversión extranjera, propietarios de parcelas y cooperativistas. d Estas distribuciones porcentuales excluyen a los empleados asalariados. Fuente: Elaboración propia basada en ONEI 2018a; no se calculó 2018 debido a los cambios en la serie.
que constituyen el meollo del subsector privado. Los últimos datos oficiales reportados para dichos micronegocios indican varios problemas. En agosto de 2018 se habían emitido 593,000 licencias para TCP (“¿Qué desea conocer” 2018), pero al cierre de diciembre de 2018 la ONEI (2019) reportó 580,800 TCP, así que en el segundo semestre de ese año cerraron 12,200 negocios. En mayo de 2019, la ministra de Trabajo y Seguridad reportaba una recuperación en el número de solicitudes de nuevos negocios después de la reanudación de la entrega de licencias. Informó que el número de licencias eran 605,948, un aumento de 4,3 por ciento respecto a diciembre (“Nuevas modificaciones al trabajo por cuenta propia” 2019). De acuerdo con cifras ofrecidas por la ministra, las provincias de La Habana, Matanzas, Villa Clara, Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba agrupan el 65 por ciento de los TCP. Al comienzo de 2019 la ministra dijo que se entregaron 185,000 nuevas licencias, principalmente en las actividades de
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10 : Mesa-Lago, Villanueva y Alejandro 13.9% 483
424
405
583
541
499
8.4%
580
605
7.8% 4.3%
4.7% 3.3%
3.3%
2018
2017 Tasa de variación
2019mayo
Número de licencias
2016
2015
2014
2013
2012
–0.5%
GRÁFICO 2. Trabajadores por Cuenta Propia (Microempresas Privadas), 2012 a Mayo 2019 Fuente: Cuba Standard Economic Report, Primer Trimestre 2019 basado en datos de la ONEI.
alimentos, transporte, servicios de belleza, productor o vendedor de artículos varios, y para los trabajadores contratados. Y se devolvieron o cancelaron 77,000 licencias, principalmente en las actividades de alimentos, albañilería, servicios de belleza y trabajadores contratados. Las tasas de crecimiento del número de licencias en el segundo semestre de 2018 y el primer semestre de 2019 son las más bajas en los últimos tres años (ver Gráfico 2). Ello resulta de la menor llegada de turistas, de las medidas de Trump, del congelamiento de las licencias en 2018, del impacto que tiene la escasez de insumos alimentarios para la sobrevivencia de las actividades relacionadas con la gastronomía, y del marco regulatorio restrictivo que todavía agobia al sector. Entre los TCP destacan alrededor de 20,000 casas en arrendamiento y más de 3,000 restaurantes, las cuales sufren con el menor dinamismo del sector turismo y con la escasez de alimentos. En 2019 se espera que se contraigan la llegada de turistas internacionales y los ingresos en divisas del sector. Los modelos econométricos de pronóstico sugieren que el arribo de turistas internacionales podría caer alrededor de 7 por ciento a 9 por ciento en el acumulado del año, lo cual representaría la primera contracción en el volumen de la demanda en los últimos doce años. También se espera que los ingresos externos (exportaciones) del sector turístico se contraigan un 12 por ciento (Cuba Standard Segundo Trimestre 2019).
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Nuevos desarrollos en el sector no estatal cubano
La cancelación de los cruceros por parte de Trump tendrá en 2019 un impacto adicional adverso sobre los TCP. En 2018 arribaron a puertos cubanos 877,000 excursionistas en cruceros, alrededor de un 19 por ciento del total de visitantes internacionales. Los cruceristas estadounidenses llegaron a 171,302 en 2017 y a 341,005 en 2018 (Perelló 2019). La cancelación de la llegada de cruceros va a explicar gran parte de la caída del turismo en 2019, sin embargo, esta no es la única causa. En el primer semestre de 2019 la llegada de visitantes europeos decayó ostensiblemente: Italia (–25 por ciento), Inglaterra (–17.8 por ciento), España (–15 por ciento), Alemania (–10.4 por ciento) y Francia (–10.3 por ciento). Algo parecido ya venía sucediendo desde 2018, año en que, entre los principales mercados, solo creció significativamente la llegada de turistas desde Rusia y México. Por tanto, al sector turístico y a los TCP que se vinculan directa o indirectamente a esta actividad le perjudican tanto las restricciones de Trump como la contracción del mercado europeo. Según la ONEI (2018a) la participación de los TCP en los ingresos turísticos ascendió a US$700 millones en 2017, después de crecer el número de pernoctaciones de forma consecutiva desde 2015. Pero la ONEI (2019) indica que en 2008 el número de pernoctaciones en los establecimientos de TCP cayeron un 28 por ciento y los ingresos un 33 por ciento, es decir, que los TCP dejaron de recibir US$233 millones por la contracción del turismo (ver Gráfico 3).
Pernoctaciones de turistas internacionales Ingresos asociados al turismo internacional (millones US$)
1090
890
810
780 707
670
630 485 365
2013
537
474
379
2014
2015
2016
2017
2018
GRÁFICO 3. Los TCP en el Turismo, 2013 a 2018 Fuente: Cuba Standard Economic Trend Report, Segundo Trimestre 2019, basado en datos de la ONEI.
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12 : Mesa-Lago, Villanueva y Alejandro Evaluación de los TCP El gobierno ha anunciado que está elaborando nuevas medidas para flexibilizar a los TCP. A finales de 2018 detuvo la aplicación de un grupo de legislaciones restrictivas como limitar a solo una el número de licencias permitidas por persona. En 2019 anunció que se permitirán contratos con las empresas extranjeras. Pero la lista de obstáculos que todavía enfrentan los TCP es muy extensa, entre ellas: (sobre las restricciones a los TCP ver Mesa-Lago 2018; Díaz y Barreiro 2019): • Se mantiene la figura del TCP como persona natural y no jurídica, lo que limita sus posibilidades de crecimiento. • A los TCP, tanto los dueños como los empleados contratados, se les otorga la misma figura jurídica cuando ambos tienen responsabilidades diferentes. • La mayoría de las actividades autorizadas son de bajo valor añadido. • Existen muchas y fuertes regulaciones discriminatorias, pues se establecen normas diferentes para el sector estatal y el TCP. • Se requieren veintinueve documentos para la obtención de las licencias. • No se incentiva el empleo, dado que se cobran impuestos progresivos según el número de los trabajadores contratados. • Las tasas impositivas llegan hasta un 50 por ciento y el descuento por gastos para calcular la base imponible es pequeño. • Debido a la falta del comercio mayorista, la compra de insumos debe realizarse en el comercio minorista estatal que se mantiene desabastecido y con altas ganancias, lo cual incentiva la corrupción y el mercado informal o negro. • Se prohíben las alianzas entre los TCP.
A las complicaciones del entorno macroeconómico, del sector turismo y de las restricciones del marco regulatorio, se le han sumado desde agosto de 2019 los topes de precio. El gobierno aplicó un incremento salarial sin respaldo financiero y productivo. Para evitar los impactos inflacionarios ha recurrido a fijar administrativamente un tope de precio a varios productos y amenaza a todo el SNE que pretenda aumentar sus precios. Estas nuevas medidas impulsarán mayor informalidad e inseguridad para los TCP e implican un cambio en las reglas del juego que podría desincentivar las inversiones privadas. Si no se aplican otros cambios más profundos, la expansión salarial promoverá mayor inestabilidad monetaria en los mercados informales, en las tasas de cambio y en exceso de liquidez,3 fenómenos que se habían controlado desde la segunda mitad de los años noventa. Por tanto, los TCP tendrán que aprender a operar en un entorno financiero con mayor incertidumbre. Un avance reciente de los TCP es la expansión de internet, aunque ha sido un proceso muy lento y rezagado en comparación con el resto del mundo. Primero fue internet solo en los centros laborales, luego los puntos wifi, después
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en algunas casas y ahora la conexión en los celulares. La conexión 3G tiene un potencial mucho mayor que las anteriores opciones dado que ampliaría significativamente el número de personas y la frecuencia con que se podrían conectar a la red. La empresa estatal de comunicaciones ETECSA ya ha anunciado que trabaja para pronto abrir conexiones 4G. Los impactos económicos podrían verse con bastante celeridad, sobre todo entre los TCP, los cuales han mostrado una gran capacidad y creatividad para aprovechar al máximo los pocos espacios que les da el gobierno. En especial para los informáticos, programadores y diseñadores gráficos, se abre un abanico infinito de posibilidades de servicios y aplicaciones que se pueden ofrecer en conexión con los smartphones. Con la conexión 3G y la creatividad y formación de los cubanos, este podría ser un campo importante de crecimiento para el sector privado y la pequeña y mediana empresa en el futuro. Una de las mayores acciones ilógicas de la reforma es que abrió a los TCP a actividades de bajo valor agregado, teniendo Cuba un capital humano de calidad. En particular, respecto a los informáticos, en 2002 se fundó la Universidad de Ciencias Informáticas que ha graduado miles de profesionales. Tal vez la conexión 3G sea un punto de inflexión para que esto cambie, y los TCP puedan aportar más a la economía desde el conocimiento y la innovación. Por el lado de las finanzas, no se ha producido la expansión del crédito bancario que esperaba el gobierno. En noviembre de 2011 el gobierno abrió el sistema bancario a los TCP. Tres bancos estatales, el Banco Metropolitano, el Banco de Crédito y Comercio y el Banco Popular de Ahorro han estado encargados de ofertar nuevos créditos, los cuales operan a escala nacional y bajo estrictas normas de la superintendencia. Esta ha sido una apertura a las microfinanzas que se ha programado desde la lógica bancaria (Vidal y Viswanath 2019). Un aspecto negativo es que se trata de microfinanzas por la magnitud promedio de los créditos (alrededor de US$400) y debido al tamaño de los negocios receptores de los créditos (empresas familiares y micro o pequeñas empresas en su mayoría). Sin embargo, se exige un colateral y la presentación de un estudio sencillo de factibilidad, elementos que no son usuales en las microfinanzas a nivel internacional. Tampoco se ha permitido la participación de ONG, cooperativas de crédito u otro tipo de actores que fomenten una expansión desregulada e informal de los microcréditos. El lado positivo de tal estrategia es que se evita el riesgo de sobreendeudamiento y se aprovechan las economías de escala. El uso de colaterales permite ofrecer mayores montos de préstamo y a mayores plazos, lo que posibilita que los recursos no solo los use el sector privado para capital de trabajo, sino que pueden llegar a fomentar las inversiones. Las regulaciones bancarias, al reducir el riesgo, llevan a que los créditos puedan ofrecerse a bajas tasas de interés. La insuficiencia de esta estrategia más bien radica en la poca experiencia
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14 : Mesa-Lago, Villanueva y Alejandro que tienen los bancos cubanos en la selección de proyectos de inversión privados y en su monitoreo. El atraso en la infraestructura de comunicaciones del país tampoco facilita el acceso a los nuevos servicios financieros haciendo uso de la banca online y la banca móvil. Para los cuentapropistas también ha sido complicado acceder a los nuevos servicios financieros, debido a la falta de información y al requisito del colateral. El sector privado además está sujeto a otras restricciones no bancarias (por ejemplo, falta de insumos, altos impuestos, controles excesivos) que les impiden crecer, por lo que se reduce la utilidad de tomar deudas. Como resultado, la demanda por los nuevos créditos ha crecido muy lentamente. Si el gobierno cubano, como ha anunciado, le facilita la personalidad jurídica a los negocios privados y a los contratos con inversionistas extranjeros, y elimina otros obstáculos que frenan la creación de pequeñas y medianas empresas, entonces la demanda por los microcréditos crecerá. Es en este escenario que el sistema bancario cubano va a necesitar mayores apoyos internacionales en capacitación con recursos. Podría pensarse en la necesidad de formar bancos especializados en microcréditos y otros servicios financieros al SNE, en alianza con capitales extranjeros, algo que ahora es posible bajo la nueva normativa bancaria. Si el sistema bancario cubano no logra acompañar el crecimiento del sector privado, una consecuencia previsible es la proliferación de las finanzas informales, fenómeno bien extendido en América Latina que por lo general va acompañado de violencia e inseguridad (Vidal 2019). Usufructuarios y Propietarios Privados de la Tierra En la agricultura hay cuatro formas de propiedad y gestión de la tierra: estatal, cooperativa (UBPC, CPA y CCS), usufructo y propiedad privada. En 2017 la distribución de la superficie agrícola era: 32.2 por ciento estatal, 32.1 por ciento cooperativa, 21.8 por ciento usufructuarios y 13.9 por ciento propietarios, de manera que casi 68 por ciento era no estatal. El aprovechamiento de la tierra, medida como el porcentaje de la superficie agrícola que está cultivada, promedia 27.2 por ciento en el sector estatal y 51.8 por ciento en el SNE, o sea, casi el doble. Gráfico 4. El número de propietarios privados ha caído de manera consistente de alrededor de 200,000 en 1959, cuando la primera reforma agraria otorgó parcelas a los campesinos, hasta 97,963 en 2018, esto debido a la muerte o retiro de los propietarios (si sus herederos no trabajan la tierra, no tienen derecho a esta), su integración en cooperativas y a la compra de sus tierras por el Estado. El usufructo consiste en la transferencia, mediante contrato, de tierra estatal ociosa a personas naturales (individuos) o jurídicas (cooperativas y empresas estatales). El Estado retiene la propiedad de la tierra y permite a los
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Superficie agricola (%) 13.9 32.2 21.8
32.1 Estatal
Cooperativa
Usufructo
Privada
Aprovechamiento (% supeficie cultivada) 27.2
51.8
Estatal
35
32.2
No estatal
32.1
30 25
21.8
20 13.9
15 10 5 0
Estatal
Cooperativa
Usufructo
Privada
GRÁFICO 4. Fuente: Elaboración propia basada en ONEI (2019).
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16 : Mesa-Lago, Villanueva y Alejandro 320000
312752
312296
310000 300000
300810 287107
290000
279021
280000
274635
270000 260000 250000
2012
2013
2014
2015
2016
2017
GRÁFICO 5. Número de Usufructuarios, 2012 a 2017 Fuente: ONEI 2013 a 2018a.
usufructuarios cultivarla y apropiarse de sus frutos, sometidos a específicas obligaciones con el gobierno (salvo si se da otra fuente, esta sección se basa en Mesa-Lago y González-Corzo 2020). La propiedad de la tierra no es transferible y el usufructo solo puede concederse a aquellos que realmente desean y son capaces de producirla, trabajarla y gestionarla de manera personal y directa. Estos derechos son muy limitados, mucho más que en China y Vietnam. El usufructo comenzó en Cuba en 1995 durante la crisis económica, pero se estancó hasta 2009 cuando el gobierno de Raúl reanudó el programa debido al mal desempeño de las granjas estatales. Las estadísticas del número de usufructuarios y la tierra a su cargo sufren muchos vacíos y contradicciones. El número de usufructuarios no se publicó hasta 2012; creció en 2013, se estancó en 2014 y luego cayó en 2015 y 2017 (ONEI no publicó cifras para 2018). En 2017 estaba 12 por ciento debajo de la cima de 2013 (Gráfico 5). En 2016 se informó que 151,000 usufructuarios habían sido aprobados desde 2012, o sea, que antes había 136,107. Evaluación del usufructo El usufructo está regulado por tres disposiciones legales, cada una de ella más flexible que la anterior (debido al poco éxito del programa): 2008, 2012 y 2018.4 La tierra entregada en usufructo aparentemente aumentó solo 7 por ciento entre 2012 y 2017, de 1,471,000 pasó a 1,574,000 hectáreas. ONEI no publica estadísticas separadas sobre el usufructo, su superficie y su producción, los cuales se reportan divididos entre Estado, UBPC/CAP y CCS/privada, aquí se asume que el usufructo se incluye en la última, aunque no es privado ni es necesariamente socio de las CCS, pero es el único que ha recibido tierra ociosa
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del Estado desde 2009. Entre 2007 y 2017, la participación del Estado en el total de superficie agrícola disminuyó en casi cuatro puntos porcentuales y en la superficie cultivada en más de tres puntos; la disminución de la participación de UBPC/CPA fue aún mayor, catorce y diez puntos, respectivamente; por el contrario, la participación del sector CCS/privado aumentó dieciocho puntos porcentuales en superficie agrícola y trece puntos en superficie cultivada. Las tierras ociosas respecto al total de la superficie agrícola bajaron de 19 por ciento a 15 por ciento, mientras que relacionadas con la tierra no cultivada declinaron de 34 por ciento a 26 por ciento. Es probable que estas mejoras se hayan debido al usufructo, pero hay cifras contradictorias, por ejemplo, la superficie cultivada mermó 7.5 por ciento en el período (basado en ONEI 2013 a 2019; ONEI, 207b). Las tres disposiciones legales aumentaron el tamaño de la parcela de 13.42 a 26.84 hectáreas (es posible tener hasta 67 hectáreas siempre que el usufructuario esté ligado a una cooperativa o granja estatal) y también autorizaron a las personas a recibir tierra ociosa para criar y engordar ganado, con la obligación de cultivar forraje para el mismo. El período del contrato se extendió de diez años para personas (muy corto para estimular la inversión) y veinte para cooperativas y entidades estatales, a veinte años (renovables otros 20) y por tiempo indefinido, respectivamente. El gobierno puede cancelar el contrato por necesidad pública o interés social y por incumplimiento de las obligaciones del usufructuario: • incapacidad para mantener tierras en explotación, evitar el mal uso del suelo y la pérdida de productividad; • uso de la tierra de manera racional, que se deja a la interpretación del gobierno; • venta obligatoria al Estado hasta el 70 por ciento de la cosecha a precios oficialmente establecidos por debajo del precio de mercado (acopio); • contratación de más trabajadores que lo permitido; • hacer inversiones o venderlas sin permiso estatal; • uso de financiamiento ilícito; y • negligencia de plantar forraje para el ganado.
En 2015, 43,000 contratos de usufructo fueron cancelados por no cumplir con estos requisitos, lo que causó una merma de 11 por ciento en su número (Gráfico 5). Inicialmente se prohibió a los usufructuarios la construcción de casas y establos en la parcela, así como de la plantación de huertos; más tarde se autorizó edificar una casa o más si hay parientes trabajando la tierra. Originalmente, solo el 1 por ciento de la extensión de la parcela podía dedicarse a la inversión (bienhechuría), dicha proporción aumentó después al 3 por ciento; pero es aún contraproducente porque no debería haber ninguna limitación. No se permite
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18 : Mesa-Lago, Villanueva y Alejandro la inversión extranjera en el usufructo. La razón oficial de estas restricciones es evitar la concentración de la propiedad y la riqueza. Si el contrato no es renovado, el gobierno debe evaluar la inversión hecha y reembolsar su valor al usufructuario (pero es el propio gobierno el que hace la tasación). En caso de muerte o incapacidad del usufructuario, los parientes que trabajan la tierra pueden heredar el usufructo y la inversión. La ley tributaria de 2013 concedió a los usufructuarios una exención de dos años en los siguientes impuestos: sobre la renta, sobre el valor de la tierra y sobre la contratación de trabajadores, así como por un año al impuesto sobre tierras en usufructo que están inactivas. En julio de 2018, el Estado empezó a cobrar el impuesto sobre tierras agrícolas ociosas, de manera diferenciada en base a la eficiencia productiva: entre 45 y 180 CUP (pesos cubanos) según sea poco productiva, productiva o muy productiva.5 El impuesto sobre la renta comenzó en enero de 2019 creciendo de 5 a 45 por ciento, a mayor la producción mayor la tasa (se cobra aún si no hay ganancias). Hay otros impuestos: 2 por ciento a una cuenta sociocultural, 1 a 2 por ciento a la cooperativa a la que están ligados y 1 por ciento para el desarrollo municipal. La carga total oscila entre 9 y 50 por ciento, más de 45 a 180 CUP, obviamente excesiva, lo que ha provocado que muchos usufructuarios devuelvan sus tierras al Estado y otros oculten la producción para venderla al mercado informal (Ramírez 2019). En 2015, tres bancos estatales informaron sobre la disponibilidad de micropréstamos al sector agrícola, incluidos los usufructuarios. Pero el acceso de estos al microcrédito es mínimo; se reporta que 4,000 usufructuarios los han recibido, solo 1.4 por ciento del total. El marabú (una maleza espinosa muy difícil de extirpar) cubre la mitad de toda la tierra en usufructo y debe eliminarse para poder iniciar la producción, pero el microcrédito estatal no puede utilizarse para ese propósito. Los usufructuarios enfrentan dificultades para contratar un tractor con una pala de una cooperativa; incluso después de que el marabú se extrae, hay brotes que deben ser controlados con herbicidas que son muy costosos o imposibles de adquirir. Todos los productores agrícolas, incluyendo a los usufructuarios, pueden vender más al mercado y desde 2013 directamente a las entidades turísticas sin la intermediación de las cooperativas. El decreto 318 de 2013 reformó el sistema de acopio, puso fin a su monopolio sobre la distribución en tres provincias y permitió a la competencia que establezca el nivel de precio de mercado de huevos, pollo, cerdo, verduras y frutas no cítricas. Se informó que esto dio lugar a un aumento discreto en la oferta y su diversificación, pero que la producción todavía es insuficiente y mantiene los precios altos. Pero otro decreto, también de 2013 prohibió la venta de carne de res, productos lácteos, café, cacao y miel y también mantuvo en el acopio al arroz, frijoles, maíz, papas, boniato, ñame y toronja, lo que significa que los productos agrícolas más importantes son excluidos del mercado libre. Alrededor del 57 por ciento de la
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producción agrícola se pudre en los campos debido a la falta de transporte, incumplimiento de contratos por parte del gobierno y la falta de envases. Contraria a la meta de Raúl, que el acopio desaparecería, en enero de 2016 el gobierno parcialmente lo reimpuso, controlando la distribución y venta de productos agrícolas y vendiéndolos a precios subsidiados en los mercados estatales. Los economistas cubanos criticaron estas medidas porque cuatro décadas han demostrado su ineficacia. El gobierno informó que la baja de precios en los mercados estatales había generado un fuerte incremento en las ventas, lo que obligó a la importación de alimentos. Un debate en la Asamblea Nacional en julio de 2016, llegó a la conclusión de que estas medidas disfrutaban de apoyo popular, especialmente entre los sectores más humildes, pero que habían causado efectos adversos y cuestionó cómo lograr su sostenibilidad en el mediano y largo plazo. A los efectos de obtener insumos y servicios, así como transportar sus productos al mercado, los usufructuarios deben estar ligados a una granja estatal o cooperativa, preferentemente UBPC o CPA que tienen el menor nivel de autonomía y eficiencia. Debido a la producción relativamente baja de los usufructuarios y al alto costo de vender directamente en los mercados, en 2018 se añadió la integración de aquellos a las empresas estatales en agricultura, azúcar y forestales, lo cual los obliga a transferir sus tierras al Estado y convertirse en trabajadores estatales. Un grave problema de los usufructuarios y el SNE en general es la falta de mercados al por mayor. El primer mercado mayorista, El Trigal, se creó en 2013 y era muy insuficiente; fue cerrado en mayo de 2016. En 2017 se reinauguró El Trigal y se abrió un segundo mercado mayorista (Berroa). Sin embargo, estos mercados se dirigen principalmente a los cuentapropistas y solo operan en la capital. En 2017, el gobierno asignó 50 millones de CUP (US$2 millones) para abastecer a los agricultores con semilla, tecnología, productos biológicos y químicos; una suma pobre teniendo en cuenta el promedio de 174 CUP o US$7 por usufructuario. Los usufructuarios enfrentan otras trabas burocráticas. Solo pueden contratar miembros de su familia o trabajadores de temporada siempre que sean cuentapropistas o miembros de una cooperativa. Los procedimientos para solicitar tierras de usufructo, firmar y extender un contrato y obtener aprobación para la inversión (incluso construir una casa) son engorrosos. La medición de la parcela puede tomar hasta dos meses, debido a deficiencias en los registros públicos, y miles de solicitudes sufren retrasos debido a la negligencia o la falta de personal especializado. La Contraloría General en sus auditorías sobre la distribución y uso de las tierras de usufructo, ha encontrado irregularidades y violaciones: 63 por ciento de las entidades auditadas fueron calificadas como pobres por no entregar la parcela en el período de tiempo fijado, retrasos en los procedimientos y confusión sobre tierras baldías.
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20 : Mesa-Lago, Villanueva y Alejandro La producción agrícola cubana disminuyó de 19.6 por ciento del producto interno bruto en 2007 a –1.5 por ciento en 2017 (ONEI 2018a). Estimar el impacto directo del usufructo en la producción agrícola es imposible porque las estadísticas oficiales no desglosan al primero. No obstante, la participación del Estado, las cooperativas y los propietarios privados en la agricultura ha disminuido desde 2007, de ahí que el único grupo que ha crecido es el de usufructuarios. Las cifras de producción agrícola se dan para los sectores estatal y no estatal (la traducción de este al inglés impropiamente dice “privado”); este último incluye cooperativas agrícolas, propietarios privados y probablemente usufructuarios. En 2018, el SNE con 68 por ciento de la superficie agrícola y 80 por ciento de la superficie cultivada, produjo entre 90 por ciento y 98 por ciento del tabaco, maíz, tubérculos, frijoles, y otras frutas, así como entre 82 y 88 por ciento del plátano, leche de vaca, hortalizas y arroz (ONEI 2019). Desafortunadamente, ONEI no desagrega las cifras de producción de las cooperativas y las de propietarios y usufructuarios, lo cual impide una comparación más reveladora. Un análisis de la producción en los doce cultivos no azucareros más importantes entre 2009 y 2018 muestra que la producción alcanzó un cenit y luego disminuyó en nueve de ellos y solo creció en tres. Más aún, la producción en 2018 era inferior a la de 1989 en seis de los doce productos y en el ínterin la población aumentó 5 por ciento (Mesa-Lago 2018, actualizado con ONEI 2019). El usufructo, por tanto, no ha mejorado la producción agrícola. Debido a la disminución en la producción agrícola, en 2018 Cuba importó US$1,929 millones en alimentos, equivalentes al 18 por ciento del total importado (ONEI 2019), con el fin de satisfacer el 80 por ciento del consumo nacional, el 60 por ciento del cual podría producirse en el país. La necesidad de aumentar la producción nacional en orden de sustituir la importación de alimentos fue uno de los principales objetivos de las reformas agrícolas de Raúl, los cuales no se han logrado. El valor de las exportaciones de alimentos alcanzó US$570 millones en 2012, pero disminuyó a US$295 millones en 2018, una merma de 48 por ciento, mientras que el valor de las importaciones de alimentos aumentó 17 por ciento en dicho período (ONEI 2013, 2019), lo que sugiere que las reformas han fracasado en estimular la producción agrícola y las exportaciones de la isla. Cooperativas no Agropecuarias y de Servicios En los Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados en el VI Congreso del PCC, así como en la Conceptualización del Modelo Económico y Social se estipularon, basados en una valoración del Estado y problemas de la economía, objetivos estratégicos para: promover la utilización de otras formas
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de gestión no estatal, tales como la CNAS y el TCP, aun cuando la empresa estatal continúa desempeñando un papel preponderante en la economía. En los últimos años se crearon cooperativas en otros sectores no agropecuarios de la economía, con el fin de que fueran gestionados por el SNE, servicios que en la gestión estatal han sido ineficientes, tales como el transporte, la gastronomía, la construcción y los servicios técnicos, personales y del hogar. En 2012 se promulgaron dos Decretos-Leyes reguladores.6 En junio del 2013 el gobierno comenzó de forma experimental las Cooperativas no Agropecuarias y de Servicios (CNAS), se eligió ese nombre para diferenciarlas de las cooperativas agrícolas. Ya se ha visto que los socios de las CNAS son el grupo menor dentro del SNE. Las CNAS pueden ser de primer y de segundo grado; las primeras se forman por la asociación voluntaria de al menos tres personas naturales, y las segundas se integran por dos o más cooperativas de primer grado. El gobierno siempre ha procurado formas de gestión más socialistas en ciertas actividades económicas, frente al crecimiento sostenido del sector privado, sin embargo, no ha aprobado las cooperativas de segundo grado y otras modalidades de cooperativas que podrían ser útiles. A finales de 2017, la ONEI (2018a) reportó que había 498 CNAS aprobadas, de las cuales se habían constituido 403. Si se hubieran seguido aprobando a ese ritmo, el número pudiera haber sido muy elevado, pero el temor y el miedo a perder el control de las mismas, motivó a las autoridades a paralizar el proceso. De las 498 CNAS aprobadas, 384 (83 por ciento) habían sido desde arriba, es decir, promovidas por el Estado en sus propias empresas (sus empleados deben hacerse miembros de la cooperativa o pierden sus puestos) y solo 114 se habían constituido desde abajo, es decir, de manera voluntaria por acuerdo libre de un grupo de trabajadores. Las inducidas por el Estado enfrentan fallas en el proceso de formación, capacitación y educación de los socios. Hubo cuatro grupos de aprobación: en el primero se aprobaron 124, en el segundo 71, en el tercero 73 y en el cuarto, que fue el último, 228. En las 403 aprobadas en 2017, sus actividades se concentraban en gastronomía (30 por ciento), comercio minorista de productos agropecuarios (26 por ciento) y construcción (15 por ciento). El resto eran en pesca y transporte, entre otras. El ritmo en la constitución de las CNAS se ha desacelerado significativamente desde el boom inicial: 198 en 2013, 147 en 2014, 22 en 2015, 30 en 2016 y 42 en 2017, posteriormente comenzó a disminuir. Esto no se debe a falta de propuestas para crear estas cooperativas, sino a que desde marzo de 2014 no se ha aprobado ninguna; se presentaron centenares, pero el proceso se congeló. Un quinto grupo de más de 300 propuestas se quedó en espera de aprobación por el Consejo de Ministros, mientras hay cientos de propuestas adicionales en etapas anteriores del proceso de autorización.
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22 : Mesa-Lago, Villanueva y Alejandro 500 450 400 350 300 250 200 150 100 50 0
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GRÁFICO 6. Fuente: ONEI, 2014 a 2019. 20000
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GRÁFICO 7. Fuente: ONEI, 2015 a 2019.
El Gráfico 6 nos muestra un aumento de las CNAS de 121 por ciento entre 2013 y 2017 con una caída de 1 por ciento en 2018. Por otra parte, el Gráfico 7 indica un aumento de sus socios en 238 por ciento entre 2014 y 2017 y una caída de 3 por ciento en 2018. Uno de los aspectos que más satisface a los miembros de las CNAS son las condiciones materiales de trabajo, las cuales han mejorado considerablemente en la mayoría de las inducidas por el Estado: cuentan con sus propios fondos y autonomía para decidir sobre ellos, deciden inversiones significativas sobre
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todo para mejorar los locales. En muchos casos han adquirido nuevas herramientas y equipos que mejoran la tecnología; y lo harían más si hubiese una mayor oferta de estos bienes productivos. El entorno laboral, por lo general, ha mejorado también en cuanto a las relaciones interpersonales entre los asociados. Ahora no se consideran solo compañeros de trabajo, sino parte de una gran familia y dedican tiempo y recursos para ayudar a aquellos compañeros que enfrentan situaciones difíciles (Piñeiro y Ojeda 2017). A pesar de los problemas que presentan las CNAS (más adelante lo discutiremos), es indudable que ellas constituyen una nueva forma de gestión que genera nuevas opciones de trabajo al tiempo que suplantan servicios inadecuados de las empresas estatales; en la práctica, el servicio de dichas cooperativas es de mayor calidad que el estatal. Los directivos y encargados de los procesos de apoyo a la producción tienen mayor autonomía, motivación y exigencia de los asociados, para garantizar las condiciones y equipos necesarios para producir. Además de estos aspectos organizativos, la mejora en las condiciones materiales y la motivación de saberse realmente dueños, han fomentado un mejor desempeño. Todos los miembros están conscientes que sus ingresos individuales dependen de los resultados que tenga la cooperativa y de su propio desempeño individual. En algunos casos, la productividad material se ha incrementado en un 30 por ciento y los plazos de entrega se han reducido hasta un tercio del tiempo (Ojeda 2016). Los ingresos de los asociados a las CNAS por lo general han aumentado considerablemente. En aquellas inducidas por unidades estatales, los ingresos se han triplicado como promedio, pero esto no es homogéneo para todas. Las CNAS que enfrentan mayor competencia, como las de gastronomía y las que administran mercados agropecuarios, son casi siempre las de menores ingresos, mientras que las CNAS que han encontrado un nicho de mercado con poca competencia y/o gran demanda de empresas estatales, como las de construcción y reconstructoras de vehículos, son las de mayores ingresos (Piñeiro y Ojeda 2017). Evaluación de las CNAS Investigadoras cubanas como Camila Piñeiro, Dayrelis Ojeda, Lien Soto y Yamira Mirabal, han analizado las principales problemáticas que atraviesan las CNAS; ellas aducen que el procedimiento establecido para la autorización de las propuestas enfrenta numerosos problemas. Uno de los principales es el tortuoso camino para la aprobación: las propuestas deben pasar por varios niveles de autorización (gobiernos municipales, provinciales, ministerios, Comisión de Implementación y finalmente Consejo de Ministros), sin plazos de respuesta establecidos y sin criterios explícitos para la aprobación. También hay un problema de incentivos pues debido a que las entidades estatales (gobiernos o
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24 : Mesa-Lago, Villanueva y Alejandro ministerios) son las que autorizan la constitución de las CNAS y además son responsables de su control, ocurre un detrimento de la voluntad expresa de promover el sector. El procedimiento debería cambiar cuando se apruebe la hace años anunciada Ley General de Cooperativas, pero no había ocurrido hasta agosto de 2019 y ninguna autoridad se ha expresado al respecto. Válidas para todo el SNE incluyendo las CNAS son las dificultades para obtener insumos de materia prima y tecnología. En los últimos años ha ocurrido una recentralización en el manejo de los recursos que contradice la meta de liberar las fuerzas productivas y de promover las relaciones contractuales directas entre las empresas estatales y las distintas formas de gestión, en particular las cooperativas. Según las normas vigentes, las CNAS pueden comprar a las diferentes empresas comercializadoras mayoristas estatales en el país. Sin embargo, usualmente estas empresas no cuentan con la mercancía necesaria en cantidad, calidad o variedad; deben cumplir con lo establecido en los planes y, con razón, priorizar a las empresas bajo su subordinación. Las CNAS también pueden importar los insumos que necesitan a través de cualquiera de las empresas estatales importadoras. Pero ello está limitado de dos formas: por el mecanismo para la asignación de liquidez en divisa y por la necesidad de cumplir las exigencias del banco que otorga el crédito (Ojeda 2016). Aunque algunas comercializadoras de ciertos ministerios han alegado que tienen capacidad para dar respuesta a las demandas de las CNAS, en la práctica no ha sido así, y no por falta de gestión de las cooperativas. Incluso algunos ministerios han instruido a sus comercializadoras que dejen fuera de las asignaciones a las CNAS que —según lo establecido en la norma— deberían abastecer. El país ha adoptado una política de promoción de cooperativas: se propone consolidar las agropecuarias y expandir las CNAS como formas más socializadas de propiedad que la empresa privada. Se han adoptado nuevas normativas para el sector, pero no hay una institución encargada de promover su desarrollo, ni una que se especialice —y tenga en cuenta las particularidades de estas organizaciones y sobre todo su dimensión asociativa— en supervisar estas cooperativas. En la actualidad, la responsabilidad de crear cooperativas y controlarlas es de los ministerios y gobiernos provinciales. Esta dispersión en organismos sin vocación para el trabajo con las cooperativas, resulta en que las mismas no se crean de la forma más adecuada y su control sea inadecuado. El experimento con las CNAS ha llegado a un punto crítico. En los años que han transcurrido desde la creación de las primeras se ha confirmado que han realizado aportes significativos tanto al bienestar de sus miembros como —aunque en mucha menor medida de lo que podrían— al de las comunidades donde están ubicadas y a la sociedad en general. La presidenta nacional de la Sociedad Científica Cubana de Cooperati-
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vismo, Yamira Mirabal (2019), apunta las principales debilidades del proceso de implementación y gestión de las CNAS: • Falta de conocimiento de los organismos responsables sobre las particularidades de la gestión cooperativa. • Los directivos y socios no dominan los aspectos contemplados en el marco legal regulatorio. • Predominio de la gestión económica, aun cuando en algunos casos se reconoce y practica la responsabilidad social. • Dificultades en la firma de los contratos con proveedores y suministradores de servicios. • Adquisición de productos en la red minorista y por tanto incremento de los costos y de los precios de venta.
Hay una insuficiente institucionalización de las relaciones entre el Estado y los diferentes tipos de propiedad y formas de gestión cooperativa, al no contar con una estructura que fiscalice, apoye y controle las cooperativas, en correspondencia con su esencia socioeconómica y la reafirmación de la identidad cooperativa en función del desarrollo y consolidación del modelo económico y social. Es necesario aprobar la Ley General de Cooperativas y un reglamento claro para los distintos tipos de cooperativas que permita superar la actual dispersión legislativa y las contradicciones que surgen producto de distintas interpretaciones de las normativas vigentes; y que establezca un procedimiento para la autorización de cooperativas más directo, con criterios claros y tiempos de respuesta, que favorezca la articulación de estas con los gobiernos locales. También hay que crear un sistema de instituciones para el desarrollo del cooperativismo que incluya (Piñeiro y Ojeda 2017): • Un instituto que fomente las CNAS, las facilite y no imponga. • Un departamento de la Contraloría especializado en la supervisión de las cooperativas. • Una comisión interinstitucional que dirija las políticas hacia el sector y coordine a todas las entidades implicadas. • Una organización de representación de todas las cooperativas que las articule desde los municipios.
Es vital establecer vías de aprovisionamiento más eficaces: el mayor cuello de botella de la economía cubana es la dificultad que tienen todas las formas productivas para acceder a materia prima, instrumentos, equipos y tecnología. Aunque es cierto que las producciones nacionales no dan abasto para satisfacer la demanda del mercado interno, deben facilitarse las relaciones de intercambio
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26 : Mesa-Lago, Villanueva y Alejandro horizontales entre las empresas y de estas con las cooperativas, de manera que ambas puedan acceder a bienes producidos domésticamente con mayor agilidad. Para los bienes importados es imperativo establecer variantes de importación en que las firmas extranjeras y las formas no estatales sean decisorias. Hay mucha disonancia entre las regulaciones sobre el sector no estatal con los postulados de los Lineamientos del PCC, la conceptualización del modelo y la constitución, ya que el objetivo principal parece ser controlar más en vez de fomentar el desarrollo, mejorar la economía y la sociedad, y generar encadenamientos. También hay que establecer regulaciones únicas para el sector estatal y no estatal en los temas que competen a los diferentes organismos de la administración central, como son las referidas a salud, uso del suelo, licencias de transporte, publicidad en espacios públicos, etc., para disminuir el grado de excesiva centralización y regulación que se impone al SNE estatal y eliminar la discrecionalidad en las decisiones. Por último, el gobierno de Miguel Díaz-Canel, parece tener voluntad de cambiar las cosas, y favorecer al sistema empresarial no estatal, sin embargo, la vieja mentalidad sigue actuando en su contra. ¿Qué hacer? No es fácil la respuesta, ya que hay personas que se resisten a cambiar su antigua manera de pensar, por lo que hay que cambiar a esas personas, independientemente de sus aportes a la Revolución o haber sido dirigentes. Conclusiones Entre 2010 y 2018, el empleo estatal como porcentaje de la fuerza laboral menguó de 84 a 68 por ciento mientras que el SNE ascendió de 16 a 32 por ciento; en el último, los TCP son los que más crecieron y representan 13 por ciento del empleo total; los usufructuarios aumentaron y luego cayeron, con 6 por ciento del empleo; los socios de las cooperativas agrícolas han mermado pero aún equivalen al 4 por ciento del empleo; los propietarios agrícolas privados han declinado a la mitad y cuentan 2 por ciento del empleo; y los socios de las CNAS han crecido pero aportan solo 0.4 por ciento del empleo. El SNE representaba el 26 por ciento de la fuerza laboral en 2017. ONEI debería publicar series estadísticas del SNE que sean integradas (eliminando el doble conteo en “privados”), consistentes (corrigiendo las contradicciones y cambios anómalos), y con más detalle (desagregando la producción agrícola de todos los grupos en el SNE). A pesar de los vaivenes en la política oficial, los TCP y micronegocios privados tienen capacidad para seguir generando empleos e ingresos a las familias, los cuales son fundamentales para la superación del estancamiento/ recesión que enfrenta la economía y para implementar la reforma monetaria esencial. Pero no está claro qué papel le otorgará el presidente en las reformas,
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así en el segundo semestre de 2018 y el primero de 2019, el crecimiento de las licencias fue el más bajo en los últimos tres años. Esto se debió a las sanciones de Trump, la caída del turismo, el congelamiento de las licencias en 2018 más otras restricciones burocráticas, y la escasez de insumos. Además, desde agosto de 2019 enfrentan la política de topes de precio. Si se eliminan los principales obstáculos del marco regulatorio que limitan su crecimiento, podrían multiplicarse las pequeñas y medianas empresas en la economía, favorecidas además por la conectividad desde los smartphones y por el crédito bancario. Las regulaciones sucesivas del usufructo en 2008, 2012 y 2018, lograron algunas mejoras, pero persisten muchos problemas, como: corta duración del contrato y causas múltiples para terminarlo; falta de un mercado mayoritario de insumos; vinculación o integración de los usufructuarios a una granja estatal o cooperativa, formas ineficientes de producción; obligación de vender la mayor parte de la cosecha al acopio a precios fijados por el gobierno por debajo del precio de mercado; imposición de cinco tipos de impuestos que llegan hasta 50 por ciento de la producción/ingresos; restricciones a la contratación de mano de obra; escaso y difícil acceso al microcrédito; excesivo papeleo para solicitar tierras de usufructo, firmar y extender el contrato y solicitar autorización para las inversiones que se limitan al 3 por ciento de la parcela. Todo esto probablemente contribuyó a la disminución en el número de usufructuarios en un 12 por ciento entre 2013 y 2017. Ha ocurrido un declive en la producción agropecuaria y de las exportaciones de alimentos y a la par ha aumentado la importación de alimentos, de ahí que el usufructo no ha dado resultados. Las CNAS han sido una buena idea del gobierno, pero después de una expansión en 2013–2017, tanto su número como sus socios se contrajeron en 2018, además el ritmo de constitución se desaceleró significativamente en el período, no se han creado las cooperativas de segundo grado y el 83 por ciento de las CNAS han sido inducidas por el Estado y se reportan diversas fallas en su proceso de formación. Esto ha sido resultado de una política gubernamental de congelación de las aprobaciones, argumentando que se están analizando aspectos que no funcionaron correctamente. Las CNAS carecen de una institución propia que las represente ante las autoridades, y es conflictivo que el organismo estatal rector de la actividad es el que aprueba su legalización, por ejemplo, una cooperativa de la construcción debe ser aprobada por el Ministerio de la Construcción. También es contradictorio que aunque los resultados de la mayor parte de las CNAS son exitosos, contribuyen a ofrecer buenos servicios o bienes y sus socios ganan más que en las empresas estatales, el Estado las restrinja en muchos eslabones de la cadena de producción/servicios, especialmente en la garantía de los recursos e insumos económicos que necesitan. Los participantes en el SNE son los principales protagonistas de las reformas y tienen el potencial de cambiar de manera fundamental la economía y la sociedad cubanas en el mediano y largo plazo. La economía necesita más
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28 : Mesa-Lago, Villanueva y Alejandro que nunca al SNE, cuando disminuye el crecimiento, caen las exportaciones, crecen las sanciones de los Estados Unidos y la crisis económica venezolana se agrava cada vez más. La futura unificación de la moneda y la devaluación de la tasa de cambio oficial llevarán a la quiebra a gran parte del empresariado estatal. Este es un shock muy difícil de manejar en una economía estancada, sin suficientes reservas internacionales, con problemas para atraer capitales financieros y sin un prestamista internacional de última instancia (Vidal 2019). El dinamismo del SNE era una opción (junto a la inversión extranjera) para crear empleo, impulsar la producción y los servicios y amortiguar el efecto del shock cambiario en la inflación y el desempleo. Pero hasta ahora, Miguel DíazCanel mantiene puesto el freno al sector. Las primeras regulaciones económicas emitidas al comienzo del nuevo gobierno han reforzado la señal que se vislumbraba en los últimos años de Raúl: se apoya la expansión de la inversión extranjera, pero se restringe al SNE nacional. NOTES 1. El desempleo aumentó de 2.4 por ciento a 3.4 por ciento en 2010–2012 (según el plan para reducir el empleo estatal) pero mermó a 2.5 por ciento en 2015 y 1.7 por ciento en 2018 (ONEI 2015, 2016 y 2019). Era imposible, por tanto, despedir el 36 por ciento de la fuerza laboral, por la insuficiente expansión del sector no estatal, y lograr en 2016 que el 40 por ciento de la fuerza laboral ocupada estuviese en el SNE. Ese año se reconoció oficialmente que ya se había terminado el proceso de despidos. 2. Este cálculo se hace con cifras de 2017, si se hiciese con cifras de 2015 cuando se fijó la meta de 1.8 millones y terminaron los despidos, se habría cumplido la meta en 49 por ciento. 3. La liquidez monetaria en manos de la población (M-2) aumentó de 34 por ciento del PIB en 2004 a 59 por ciento en 2018, el mayor porcentaje desde la cima de 73 por ciento ocurrido en 1993, en el peor año de la crisis (ONEI 1993 a 2019). 4. Decretos-Leyes 259 de 10 julio 2008; 300 y 304 de octubre 22 2012; y 358 de 7 agosto 2018. 5. En Cuba circulan dos monedas: el peso nacional (CUP) y el peso convertible (CUC); 1 CUC=25 CUP y es algo mayor que el dólar estadounidense. 6. Decretos-Leyes 305 de 15 noviembre 2012 y 309 de 28 noviembre 2012.
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JORGE MANDILEGO ALFONSO
CubaEmprende como referente de capacitación de los negocios privados en Cuba, su evolución e impacto RESUMEN Este trabajo tiene como objetivo mostrar los resultados y experiencias del proyecto CubaEmprende en su programa de capacitación empresarial. Para lograrlo se divide el texto en cuatro secciones, en la primera se detallan las características del emprendedor que se beneficia del proyecto, en la segunda y tercera se describen los resultados de la medición de impacto en los emprendedores que cursan los programas y en la última sección se tratan algunos detalles de los próximos cursos, diseñados a partir de las experiencias del proyecto.
A B S T R AC T This work aims to show the results and experiences of CubaEmprende’s project entrepreneurial training program. The text is divided into four sections. The first section details the characteristics of the entrepreneur who benefits from the project, the second and third sections measures the impact of the programs on the entrepreneurs who attend them, and the last section deals with some details of the upcoming courses, building off of the project’s past experiences.
Introducción El 14 de julio de 2017, ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, el entonces presidente de Cuba, Raúl Castro Ruz, abrió la última temporada del accidentado camino de los trabajadores por Cuenta Propia en Cuba al leer: “No vamos a retroceder ni a detenernos, ni tampoco permitir estigmas y prejuicios hacia el sector no estatal, pero es imprescindible respetar las leyes, consolidar lo avanzado, generalizar los aspectos positivos, que no son pocos, y enfrentar resueltamente las ilegalidades y otras desviaciones que se apartan de la política establecida.”
De esta manera el entonces presidente dio un adelanto de una serie de nuevas regulaciones que hasta un año después no se dieron a conocer; sin embargo fueron precedidas con el congelamiento de veintisiete licencias de operaciones y la prohibición para emitir nuevamente otras cinco.
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CubaEmprende como referente de capacitación : 31 Fue casi imposible anticipar estas acciones del gobierno respecto a los cuentapropistas, incluso, economistas cubanos como Ricardo Torres reflexionaba que “Aquel paso atrás provocó que muchos proyectos personales y familiares fueran pospuestos o quedaran truncos para siempre. Aquí ya estuvimos, y no satisfizo a nadie. La muestra más fehaciente de ello es que se retomó con nuevos bríos como eje clave de la reforma actual. Hoy, como entonces, cuesta entender este nuevo retroceso, injustificable salvo por razones muy ajenas a las necesidades de desarrollo de un país como Cuba” (13). Parecía un panorama donde se pretendía anunciar la mutilación de este sector de la economía nacional, similar a la ocurrida a principios de este siglo. El daño económico que provocó la moratoria de dieciséis meses es posible que aún no pueda cuantificarse, pero las regulaciones emitidas, según el economista antes mencionado harán que “los que ya poseen los permisos serán aún más cautos antes de comprometer cantidades adicionales de recursos en un escenario de alta incertidumbre” (13). En el año 2012, cuando surgió el Proyecto CubaEmprende con el propósito de ofrecer capacitación y asesoría empresarial al sector cuentapropista, no era este el panorama que existía en el país, sino que reinaba un ambiente de renovada confianza, incluso con algunos emigrantes cubanos que comenzaban a visitar la isla luego de una prolongada ausencia y con el visto bueno de las autoridades locales. Fue en el seno de la Iglesia Católica donde se hizo realidad esta iniciativa, gracias a la visión y financiamiento de empresarios cubanos —americanos que previeron un escenario positivo, dada la apertura del gobierno de Raúl Castro en pos de la renovación del sector no estatal. Para ello crearon CubaEmprende Foundation, radicada en Estados Unidos y con las licencias necesarias para financiar, con dinero fuera de todos los vicios de confrontación, al Proyecto CubaEmprende. A pesar de que no sería algo novedoso en el ámbito eclesial, la Iglesia católica habanera, encabezada por el Cardenal Jaime Ortega, recibió de buena gana, pero con sabia cautela, un programa de capacitación y asesoría empresarial, diseñado y validado durante diecisiete años por la fundación mexicana ProEmpleo Productivo. De esta manera, la Iglesia tendría la posibilidad de llevar sus programas sociales a otra dimensión, al impactar a los nuevos sectores empresariales no estatales con un esquema de enseñanza y acompañamiento donde el empresario y sus valores tendrían el foco principal. Hoy CubaEmprende se define estratégicamente como un proyecto que persigue incrementar la calidad de vida de las personas que deseen iniciar o mejorar una empresa, y con ello al progreso de la sociedad, y adiestrando y acompañando a emprendedores, a través de un espacio de relaciones que ofrece diversos servicios de capacitación y asesoramiento. A mediados del año 2019 el Proyecto CubaEmprende, en sus tres sedes
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32 : Jorge Mandilego Alfonso —La Habana, Camagüey y Cienfuegos—, había cumplimentado 86 meses de operaciones, impartido más de veintitrés mil horas de capacitación, y ha graduado a más de cinco mil personas , con cerca de veinticinco mil horas de asesorías. CubaEmprende ha tenido varias etapas desde su surgimiento hasta la actualidad, la primera podría estar enmarcada desde enero a abril del 2012, donde se sientan las bases para inaugurar el proyecto e iniciar el primer taller. • La apuesta inicial, y sigue siendo, el lograr una capacitación con las siguientes características: • Contenido útil, de fácil aprendizaje y aplicable. • Estilo taller para que fuese dinámico y para aprovechar la construcción colectiva. • Generar contenido empresarial de las empresas participantes en cada taller y utilizar ejemplos cercanos a la realidad cubana. • La meta de salida del taller es que cada emprendedor culmine con un plan de negocios diseñado, listo para ser asesorado.
La justificación de implementar un taller intensivo de cuatro semanas, de lunes a viernes, cuatro horas diarias, solo fue posible entenderse a partir de las dinámicas de los empresarios privados cubanos: Características del emprendedor “Por su propia naturaleza es característico de cada trabajador por cuenta propia ser emprendedor, seguir adelante a pesar de todos los problemas que tiene que enfrentar. Normalmente, logra mantener su liderazgo ante todos los que lo rodean porque es el que maneja la microempresa y toma decisiones. Ninguna persona puede saber más del negocio que el propio microempresario, maneja muy bien la gestión a nivel empírico y práctico, y conoce personalmente el entorno, pero le falta complementar sus conocimientos técnicos y recursos de planificación estratégica. Es evidente en los trabajadores por cuenta propia un fuerte empuje hacia adelante y un claro deseo de seguir creciendo de manera sostenida, es la meta que tiene cada microempresario. Los trabajadores por cuenta propia buscan ampliar sus mercados, ser innovadores, creativos y siempre están pendientes de las nuevas oportunidades que se les pueda presentar. Su principal fuente de aprendizaje son las caídas y los fracasos que han experimentados y saben cómo sobreponerse y salir adelante. No confían en terceros, por lo que les resulta difícil delegar funciones y asignar responsabilidades. Los que tienen liquidez no necesariamente son rentable, esto no lo tienen claro los cuentapropistas ya que muchas veces no conocen cuál es la rentabilidad de su negocio y lo confunden con la liquidez que tienen.
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CubaEmprende como referente de capacitación : 33 Muchos ya han sido capaces de levantar capital y recursos humanos de familia, amigos e inversores informales.” (1).
Las características arribas descritas justificaban utilizar una modalidad donde se empezara y culminara la capacitación de una sola vez, sin intermedios temporales que pudieran disminuir el esfuerzo por estar presente, debido a las presiones y exigencias presenciales que demandan los pequeños negocios. En la distribución de los intereses de los que entraban al Taller Emprende, el grupo más grande (43 por ciento) eran los que deseaban aprender para el inicio de sus negocios. Algunos de ellos ya estaban en el proceso o bien tenían menos de un año de iniciado, la otra parte solo poseía las intenciones. Otro grupo participaba por mejora de su negocio, es decir, ya tenían un negocio con más de un año de creado, son el grupo menos numeroso (28 por ciento). Las estadísticas internas muestran que del grupo de inicio, realmente lo hace el 49 por ciento, pero el grupo de mejora deja plasmado en las evaluaciones de impacto, que llegan a mejorar, como promedio histórico, en un 90 por ciento. Demográficamente, como se puede observar en el gráfico 1, los beneficiarios del proyecto se han mantenido con las mismas tendencias por más de seis años, solo cambiaron los porcientos de género, que emigraron de una mayoría masculina a una mayor presencia de la mujer en el Taller Emprende. En el gráfico 2 se refleja cómo predomina en el Taller Emprende el grupo de jóvenes, comprendido entre veintiséis y cuarenta y cinco años. Y en el gráfico 3 se puede observar que hoy constituyen la mayoría los que han acabado el preuniversitario o el sistema de enseñanza técnica. Los datos que dispone CubaEmprende parecen arrojar que lo jóvenes con estudios académicos prefieren recibir capacitación antes de empezar una micro empresa. Preguntas a muestras aisladas dan a conocer que este grupo entiende la importancia de invertir tiempo en la capacitación para poder reducir la probabilidad de fracaso en sus emprendimientos. 2425 2009 470 242 246
310
354 347
532 386
371
235
458 334
59 90 2012 Femenino
Masculino
2013
2014 2015 2016 Femenino Masculino
2017
2018
GRÁFICO 1. Distribución por género Fuente: Base de datos CubaEmprende
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34 : Jorge Mandilego Alfonso RELACIÓN DE EDADES
RELACIÓN DE ESCOLARIDAD 2180
2347 1027
990
103
69 18–25
2146
26–45
46–65
más de 65
9no grado
12 grado
Universitario
GRÁFICO 2 Y 3. Relación de edades y relación de escolaridad de los graduados del Taller Emprende Fuente: Base de datos CubaEmprende
856
903
TOTAL 2016
TOTAL 2017
701 488
792
545
149 TOTAL 2012
TOTAL 2013
TOTAL 2014
TOTAL 2015
TOTAL 2018
GRÁFICO 4. Graduados del Taller Emprende por años Fuente: Base datos CubaEmprende
Al culminar el primer año del Proyecto CubaEmprende las principales recomendaciones en el orden de capacitación fueron: • Extender el taller a más semanas. • Profundizar en contenidos dados en las aulas. • Incrementar en temáticas, que por lo ajustado del taller, no podían ser impartidas en este.
A pesar del crecimiento sostenido que tuvo el número de graduados del Taller Emprende durante los años 2012–2017, el último ejercicio, como muestra el gráfico 4, tuvo una caída, que incluso, llegó a ser mayor que la del 2016. Las congelaciones de licencias en agosto de 2017, las resoluciones que lanzara el gobierno cubano para el perfeccionamiento de la actividad cuentapropista y las medidas del nuevo gobierno norteamericano hacia la isla, desmotivaron al sector privado. Las prioridades migraron del crecimiento empresarial a la supervivencia, ya que la principal medida restrictiva —una sola licencia por persona— y la disminución del turismo americano desbarataban los esquemas y modelos de negocios que se fueron implementando durante los siete últimos años.
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CubaEmprende como referente de capacitación : 35 Bajo esa incertidumbre era de esperar que disminuyeran los procesos de inversión que se basaban en la capacitación empresarial. En mayo del 2013 se realizó la primera Expo Feria de emprendedores con motivo del aniversario de CubaEmprende. Las Expo Ferias respondieron a las necesidades de vinculación entre los emprendedores que se graduaban del taller. Para la séptima edición ya se había posicionado como el único evento público en que los emprendedores privados podían exponer sus productos en la modalidad de feria y con el uso de stand. Aunque tenía una intención marcada para los graduados del Taller Emprende, también fueron incorporándose otros negocios fuera del proyecto y de otras provincias del país. La posibilidad de dar visibilidad a las empresas, la presentación de productos, el conocimiento de otros negocios que pudieran generar valor a su cadena, alianzas concretas y ratos de esparcimiento, fueron muy bien recibidos por el sector. Aunque el espacio es pequeño y limita la cantidad de empresas expositoras, esta última edición se preparó con un concepto más colaborativo, para seguir incidiendo en la interrelación de las mismas. Otros espacios de interrelación se fueron implementando y especializando: • Noviembre de Emprendedores: Acercar a emprendedores interesados en un eje temático para poder motivar la realización de alianzas efectivas. • Evento Teórico: Visualizar las problemáticas del sector de las microempresas desde la perspectiva académica. • Encuentro por Sectores: Reunir emprendedores del mismo sector para que expongan sus problemas y construyan colectivamente propuestas de solución. • En enero del 2014 se reinician en CubaEmprende las asesorías especializadas, luego de un proceso de definiciones de áreas y contenidos.
En junio del 2013 se comienza una nueva sede de CubaEmprende en Camagüey. Se inicia la Red CubaEmprende. La experiencia de la sede en La Habana respecto a la contratación y entrenamiento a su personal operativo, permitió el comienzo de aperturas de sedes en las regiones de más actividad cuentapropista. Se pudo definir el organigrama, los perfiles, conocimientos, habilidades y experiencia que requerían los miembros del equipo del proyecto. En enero del 2014 se reinician en CubaEmprende las asesorías especializadas, luego de un proceso de definiciones de áreas y contenidos La poca incidencia en la entrega de planes de negocios con el objetivo de continuar en el proceso de asesorías, preocupó al área de servicios empresariales. La búsqueda llevó a investigar cómo se manejaba en el Taller Emprende el proceso de confección de dicho plan. Los resultados mostraron que los emprendedores no saben cómo adecuar las herramientas brindadas en el Taller Emprende a sus negocios y por tanto no logran completar los planes de negocio.
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36 : Jorge Mandilego Alfonso Se revisaron 124 planes de negocios entregados al proyecto y se entrevistó a cuarenta de sus autores. Las áreas de mayor incidencia negativa fueron las relacionadas a estrategia, marketing, contabilidad y finanzas. Causas: • Los temas de mayor dificultad de aprendizaje eran de contabilidad, finanzas y aspectos legales. • El mapa de distribución física de las instalaciones, mapeo de procesos y diagrama de flujos también tienen un alto incumplimiento en el completado del plan de negocios. • No obstante de evaluarse como positivo el conocimiento teórico del taller, no se sabía cómo completar los puntos del plan de negocios. • Los procesos de negociación para la entrega a tiempo del plan de negocios son demasiado exigentes. • Los espacios creados en el Taller Emprende, para ayudar a los emprendedores a conformar su plan de negocios, son insuficientes.
Como resultado de este estudio se propuso un incremento en la sensibilización alrededor del plan de negocio y se planificaron asesorías, posteriores al proceso de capacitación, para ayudar a completar el mismo. En noviembre de 2014 en la diócesis de Cienfuegos comenzó la tercera sede del proyecto CubaEmprende. Y era de interés del proyecto poder tener una sede en alguna de las provincias orientales. La decisión, al ser un proyecto de la Iglesia católica, estaba en manos de los obispos de las diócesis de esa región del país. En febrero del 2015 se comienza la revisión estratégica de todo el Proyecto CubaEmprende. Se utiliza la metodología Océano Azul. Luego de ocho meses de investigación y dos meses más de planificación, se redimensiona el Proyecto CubaEmprende, donde cambia su estructura organizacional, se rediseñan sus productos y se proyectan otros nuevos en el área de servicios empresariales, sin embargo, permanece intacta la metodología para impartir el Taller Emprende. Durante varios meses del año 2016 se fueron definiendo las líneas que seguiría el Proyecto CubaEmprende para poder existir acorde a los principios de la RSE (Responsabilidad Social Empresarial). También se logró diseñar una metodología para poder medir diferentes indicadores de responsabilidad social empresarial. Desde la experiencia del proyecto, sería la primera vez que se podría medir y premiar a los emprendedores privados en este aspecto, sin embargo, esto no hubiese sido posible si no existiese dentro del equipo personas que con anterioridad ya trabajaban este contenido, y también a la existencia de la Red ESORSE, que introdujo estos temas profesionalmente y acompañó a un grupo influyente de emprendedores en ese sentido.
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CubaEmprende como referente de capacitación : 37 GR AD UA ER EMPREN TALL DE EL SD DO
S/ACELE ADO RA UB NC
NEGO CIO SI 21,070 Clases Impartidas
23.250 Servicio AsesorÍas
OS D
793 4,434 +40% Incremento del empleo GRÁFICO 5. Horas de capacitación, asesorías realizadas y resultados hasta abril 2019 Fuente: Base datos CubaEmprende
En febrero del 2017 se anuncia la primera edición del premio OASIS de responsabilidad Social Empresarial. En mayo del 2017 se emite por primera vez el premio OASIS de Responsabilidad Social Empresarial para los emprendimientos privados cubanos. Su primera y segunda edición se enfoca solo en el entorno habanero. En abril del 2019 se comienzan a impartir los primeros cinco módulos del Taller Emprende II. Estos sumarían créditos para poder participar en las Experiencias Empresariales que complementarían este nuevo programa y que está programado su comienzo para el segundo semestre de este año. Descripción del emprendedor privado participante de los programas de CubaEmprende. Entorno de emprendimiento donde se desenvuelven. El Proyecto CubaEmprende está centrado en la persona. Pretende que todos sus programas sirvan como un entrenamiento en actitudes empresariales. Por esto es que el primer proceso de capacitación es el módulo de Desarrollo Humano. Los resultados de este enfoque muestran que es mayor el bienestar emocional en el corto plazo (seis meses después de graduación del Taller Emprende) que los resultados económicos de las empresas. El objetivo del proceso de capacitación es que las personas que reciban al menos el 80 por ciento de los conocimientos que se imparten en el Taller Emprende, puedan ser capaces de transformar su empresa y el entorno alrededor de esta. En ese sentido el gráfico 6 muestra, a criterio de los graduados, qué fue lo que más le aportó haber sido alumno o alumna del programa principal de capacitación.
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38 : Jorge Mandilego Alfonso 93%
Nuevos conocimientos
90%
Herramientas básicas
87%
Actualización Motivaciones
87%
Relaciones
85%
Consejos Nado nuevo
63% 9%
GRÁFICO 6. Aportes de CubaEmprende para el mejoramiento del desempeño empresarial de los graduados del Taller Emprende. Fuentes: Evaluación de Impacto del Taller Emprende. CubaEmprende Mejores posibilidades de ocio Mejores condiciones materiales Aumento del ahorro Aumento de ingresos personales planificación de los ingresos
16% 26% 33% 41% 56%
GRÁFICO 7. Mejora de la situación económica de los emprendimientos a través de datos indirectos. Fuente: Evaluación de Impacto del Taller Emprende. CubaEmprende
Estos aportes tienen un efecto objetivo en los emprendimientos. En la evaluación de seguimiento a solo seis meses de terminar el Taller Emprende, muestran los siguientes resultados. Como se puede observar, el porcentaje de resultados obtenidos son menores que los aportes recibidos. Es difícil alcanzar buenos resultados a solo seis meses de culminar un curso intensivo de capacitación, más si este es de carácter básico, como lo es el Taller Emprende. La implementación de lo aprendido no es inmediata, esto se comprueba al observar las dificultades que existen en realizar el plan de negocio y a ello hay que sumarle las dificultades propias del ecosistema del emprendimiento privado en Cuba. El gráfico 8 muestra, a criterio de los emprendedores, cuales son las causas que dificultan crecer o empezar un negocio. Son los temas financieros los problemas principales que dificultan iniciar o mejorar un negocio. No se especifica cuáles temas personales pueden dificultar este proceso, pero le siguen los trámites legales y administrativos. Es gratificante para el proyecto poder observar que, seis meses después de terminar el programa de capacitación, la indecisión y la falta de conocimientos
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CubaEmprende como referente de capacitación : 39
Series1
Falta de dinero
Cuestiones personales
18%
15%
Tramites legales/admist Falta de local rativos 14%
9%
Falta de tiempo
Indecision
Falta de conocimientos y habilidades
6%
3%
2%
GRÁFICO 8. Causas que provocan no iniciar o mejorar el negocio Fuente: Evaluación de Impacto del Taller Emprende. CubaEmprende 17%
1%
83%
Capital propio
Capital ajeno
Capital Mixto
GRÁFICO 9. Tipo de capital con que se empezó el negocio Fuente: Evaluación de Impacto del Taller Emprende. CubaEmprende
no son elementos relevantes que dificulten iniciar o mejorar una empresa privada. Los problemas financieros comienzan a despejarse con la observación del gráfico 9. En este se manifiestan que los emprendedores no cuentan con otras fuentes de capital para sus negocios que las que gestionen con sus propios ahorros (83 por ciento) y con préstamos solidarios y sin intereses de sus familiares y amigos. Hay un grupo más pequeño (17 por ciento) que revelan usar fuentes ajenas. Dado el poco acceso que ha tenido este sector a los créditos bancarios, se puede suponer que sus fuentes son préstamos fuera de instituciones financieras. Si se tienen en cuenta las dificultades comunes del micro emprendimiento a nivel global, no son la falta de recursos financieros, las pocas ventas o los asuntos de administración, los principales problemas que sienten los empresarios privados. La dificultad más grave está en adquirir equipos y materias primas, principalmente por la falta de mercados mayoristas y la imposibilidad de importación de las mismas. Impacto del acompañamiento empresarial a través del programa de Asesorías Luego de 6 años de existencia del proyecto, no existían evidencias objetivas del impacto del proceso de asesoría. En consulta a la Fundación ProEmpleo, creadores de la metodología de
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40 : Jorge Mandilego Alfonso asesoramiento, se pudo tener una idea de la importancia de esta etapa, acorde a sus experiencias empíricas: Según ellos, “el mayor impacto se da en el área de consultoría (asesoría), en el Taller Emprende se pueden capacitar a muchas personas, pero ahí acaba la intervención del proyecto en la empresa. Quien continúa las consultorías está comprometido con mejorar o iniciar su proyecto, por lo que el impacto es mayor y su medición es más fácil.” Con estas recomendaciones, los asesores Greter Pupo (administración) y Sergey A. Martínez (marketing) diseñaron e hicieron las pruebas pilotos de una metodología para medir el impacto de las asesorías, tanto para los que terminaron todo el proceso, como para los que solo habían culminado una o más de las áreas especializadas. Se puede leer en el resumen de la investigación a la muestra piloto: El pilotaje actual representa un 43% del total de negocios graduados del proceso total de asesorías, después de 6 meses de haberlas culminado. Para próximos análisis, fuera de la peculiaridad del pilotaje de este instrumento, se prevé incrementar la muestra a la totalidad de los negocios que cumplan con el período previsto en la metodología (de 6 meses a 1 un año). Luego de la tabulación de los resultados en el instrumento se puede mencionar que el 70% de las personas emprendedoras entrevistadas son universitarios, jóvenes y blancos. El 70% de las personas emprendedoras tienen 3 o menos personas dependientes económicamente de su negocio. En los emprendimientos de Inicio como de Mejora, el proceso de asesorías incidió favorablemente en el 100% de ellos, para la apertura y mejora de sus negocios. El 100% de las encuestados expusieron que las asesorías fueron buenas. Fundamentando lo anterior, la eficiencia de los procesos de asesoría alcanzó un 87% de implementación en sus proyectos de negocios. Las áreas de asesorías con menor porcentaje de consumación fueron: implementación del sistema contable (60%), a consecuencia de la preferencia por los emprendedores el subcontratar estos servicios, siguiéndole el plan de marketing, con un 70% de ejecución. Los negocios han alcanzado una consolidación en un 96%, basado en una permanencia en el mercado de un 90%. Las personas emprendedoras han percibido un crecimiento de sus proyectos de negocios sustentado en un aumento de sus ventas con un promedio de 60%, aumento en clientes en un 56,8%, incremento promedio de las utilidades en 53,09% y logrando desarrollar alianzas en un 92,5% de los negocios, luego del proceso de asesorías. Solo el 40 % de las empresas analizadas han generado empleo, con un crecimiento de 45% de nuevos trabajadores contratados. El bajo por ciento en la generación de empleo está fundamentada en que, dentro de la muestra, el 40% son negocios de inicio con aproximadamente 6 meses de apertura, además, un
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CubaEmprende como referente de capacitación : 41 alto por ciento de estos son micro empresas que no requieren de incremento laboral. En un elevado por ciento de los emprendimientos (70%) se han desarrollado acciones de responsabilidad social empresarial. Las asesorías han impactado favorablemente en las personas para su desarrollo personal. Esto se fundamenta, en el planteamiento del 100% de los encuestados, de haber adquirido y profundizado en conocimiento y habilidades que contribuyen a llevar su negocio de forma efectiva, de afianzar competencias emprendedoras como el liderazgo, la capacidad de asumir riesgos, el trabajo en equipo y la proactividad. Tomando en consideración los análisis previos y desde el punto de vista de género, las mujeres, dentro de la muestra tomada, han percibido un impacto positivo de las asesorías, logrando hacer crecer sus negocios, incrementando sus ventas y utilidades. Han consolidado sus competencias emprendedoras, distinguiéndose como líderes dentro de sus proyectos y fuera de ellos, a través del desarrollo de alianzas. Programas futuro inmediato La investigación de mercado más profunda que realizó el Proyecto CubaEmprende fue durante el año 2015. Entre sus resultados se pueden describir las principales necesidades de los emprendedores que han estado relacionados con el proyecto: 1. 2. 3. 4.
Herramientas empresariales para la administración de negocios. Equipamiento y materia prima. Selección del personal. Estudios de mercado.
Durante este proceso investigativo y en posteriores muestreos, se ha propuesto al proyecto que trate de satisfacer estas necesidades a través del desarrollo de diferentes programas. Con todo, el Consejo de CubaEmprende ha mantenido como política no intervenir en soluciones que el mercado y las instituciones deben resolver. Este órgano rector es de la opinión que así habrá más diversidad en las ofertas y que podrán ser las mismas, tanto o más innovadoras para apalancar a este sector. Lo anterior no significa que no se hagan esfuerzos para tratar de satisfacer necesidades que cumplan con la misión de CubaEmprende. En tal sentido las propuestas de programas venideros serán: Taller Emprende II Se implementará para elevar los niveles de formación en materia de emprendimiento en las personas que deseen iniciar o mejorar una empresa, a través de un espacio de capacitación, acompañamiento y relaciones entre emprendedores.
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42 : Jorge Mandilego Alfonso Las temáticas a impartir serán: • • • • • • • •
Habilidades sociales y crecimiento personal para ejecutivos Marketing Entorno y estrategia empresarial Administración y procesos productivos Contabilidad Finanzas y factibilidad financiera de negocios Ventas, negociación y presentación de productos Responsabilidad social empresarial
Y la metodología a implementar consistirá en talleres y conferencias, estudio de casos, trabajos finales de módulos, experiencias empresariales, presentaciones de negocio (con diferentes objetivos según módulos), elaboración del plan de negocio, asesorías y medición de impactos. Plataforma Olla de Grillos: A pesar del peso que el sector privado viene teniendo en la vida económica y social del país, se puede apreciar muy poco apoyo efectivo de instituciones hacia los emprendimientos. En adición, la información legal y educativa al respecto se encuentra muy dispersa. Esto provoca que exista un desconocimiento generalizado sobre cómo emprender y los requerimientos para ello. Otro punto a resaltar es la poca vinculación que existe entre los propios negocios, así como entre ellos y las instituciones y organizaciones que existen para guiarlos, regirlos y apoyarlos. Con la plataforma web y móvil Olla de Grillos pretendemos: 1. Identificar los diferentes actores del ecosistema emprendedor de Cuba e interrelacionarlos. 2. Enlazar los negocios con las necesidades y ofertas de otros. 3. Reunir información de valor para emprender y ofrecer herramientas fáciles de usar.
Dos elementos que le dan atractivo a la plataforma son su acceso (registro) totalmente gratuito y su filosofía de romper con el esquema de trabajadores por cuenta propia por el de empresarios. Programa OASIS de Responsabilidad Social Empresarial (RSE): El proyecto CubaEmprende, desde el año 2013, ha pretendido destinar esfuerzo y recursos para el estudio y desarrollo de las prácticas responsables en los negocios privados. Sus aportes en este sentido se han enfocado en: • Seguir los principios de la RSE. • Promover la RSE como un valor empresarial.
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CubaEmprende como referente de capacitación : 43 • Brindar instancias de capacitación sobre la RSE. • Ayudar a visualizar los ejemplos de RSE que ya existen en Cuba. • Facilitar el acceso a una red de empresas que trabajan en pro de la RSE.
Este programa, con su trilogía metodológica de sensibilizar, capacitar y acompañar, ha trazado objetivos para cumplir en 2020. Ellos son: • Constituir el club Oasis de RSE. • Fomentar tutorías de negocios, con experiencias en gestión responsable, hacia quienes buscan instaurar dicha práctica en sus emprendimientos. • Extender el premio y programa OASIS a otras realidades del país
El programa debe extender su alcance, llegando a los emprendedores del interior del país. Las sedes del proyecto CubaEmprende en Camagüey y Cienfuegos pueden resultar un punto de inicio, para luego fomentar alianzas con otros proyectos. Para ello necesita gestionar las actividades siguientes: • Continuar las acciones de la Campaña “Emprende para todos” hasta la realización de OASIS 2020. • Diagnóstico de las potencialidades en el interior del país para el desarrollo del programa OASIS. • Intercambios y actualización con entidades expertas, sobre metodologías para la gestión de plataformas de RSE. • Desarrollo y gestión del Club Oasis de RSE.
El resultado esperado de este programa es buscar espacios de diálogo entre la empresa y todo lo que la rodea; proveer productos y servicios de calidad y con transparencia; promover el desarrollo de la comunidad vecina; velar por el trato justo y desarrollo del capital humano de la empresa y proteger el medio ambiente. Conclusiones Los programas de capacitación y asesoría que organiza el Proyecto CubaEmprende no fueron diseñados en Cuba, ni pensados específicamente para las condiciones de este país. Sin embargo, su aplicación por casi siete años ha validado el modelo de la fundación mexicana ProEmpleo en nuestro contexto. Desde la primera semana de clases del Taller Emprende, cuando los emprendedores reciben el módulo de Desarrollo Humano, resultan notables los cambios experimentados por ellos en su actitud frente a la realidad que los rodea, con sus compañeros de clases y en su entorno empresarial.
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44 : Jorge Mandilego Alfonso El proceso de capacitación del Taller Emprende tiene como salida, para los emprendimientos que desean iniciar o mejorar, la confección de un plan de negocios. Sin embargo, existen dudas para cumplimentar todas las temáticas que exige este plan, algunas veces no desean o necesitan hacerlo, pero la mayoría tiene dificultades para llevar a negro sobre blanco la realidad que tienen en sus negocios o para encontrar las respuestas que aún desconocen. Los procesos de acompañamiento, dígase otros procesos de superación o asesorías especializadas, son imprescindible para poder llenar los vacíos de conocimientos o prácticas que descubren las personas luego de tener un nivel básico en temas de emprendimiento. El alto nivel escolar que poseen los beneficiarios del proyecto hace que estos demanden otros programas de capacitación para seguir superándose; no obstante, las reglamentaciones cubanas en materia de educación imposibilitan la confección de diplomados y maestrías fuera de las entidades estatales. Dicha situación exige encontrar soluciones más alejadas de la academia, por lo que el Proyecto CubaEmprende implementa un paquete de asesorías especializadas en siete áreas que impactan en la realidad de los negocios. Son muchas las demandas del sector privado cubano en temas de soporte empresarial, también las tentaciones para intentar introducir algunas soluciones desde el proyecto. Las sugerencias de los consejeros de CubaEmprende son que hay que dar paso a que el mercado se haga cargo de estas soluciones, así la diversidad hará que nuevas ofertas, tanto o más innovadoras, puedan florecer y empezar a apalancar a este nuevo sector. No obstante lo anterior, son tres los nuevos programas que sí quiere aportar CubaEmprende al ecosistema del emprendimiento cubano, uno es el Taller Emprende II, para proveer conocimientos demandados por los graduados, junto a un programa paralelo de experiencias empresariales; el segundo, Olla de Grillos, una plataforma digital que proyecta interconectar a un buen segmento de los actores de este ecosistema; y el tercero, el programa OASIS de Responsabilidad Social Empresarial, con la intención de sensibilizar, capacitar y acompañar a los que desean y no saben cómo ser responsables en y desde sus emprendimientos. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Roberto Carthy Correa. El trabajo por cuenta propia en el marco de la actualización del modelo económico cubano. https://www.monografias.com/trabajos97/trabajo-cuenta-propia-marco -actualizacion-del-modelo-economico-cubano/trabajo-cuenta-propia-marco-actualizacion -del-modelo-economico-cubano.shtml Rafael Betancourt. La economía social y solidaria y la actualización del modelo económico cubano. http://www.temas.cult.cu/node/815. 2015/3/3 Narciso Alberto Cobo Roura. Cuentapropismo y pequeña empresa: una mirada desde el derecho.
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WILLIAM BELLO SÁNCHEZ
Los negocios privados en Cuba y sus perspectivas en las actuales transformaciones de la Nación: Un acercamiento desde la impronta de CubaEmprende RESUMEN El proceso de incorporación de la empresa privada a la vida nacional, ha estado marcada por periodos de desarrollo y contracción, bajo legislaciones limitantes y frenos producto de regulaciones temporales. De retos, errores y éxitos de esta forma de gestión económica en los últimos años, discurre este trabajo, mediante los resultados y testimonios de los emprendedores vinculados al Proyecto CubaEmprende.
A B S T R AC T The process of incorporating private businesses into national life has been marked by periods of development and contraction, under limitative legislation and breaks due to temporary regulations. This article studies the challenges, errors and successes of this form of economic management in recent years through the results and testimonies of entrepreneurs linked to the CubaEmprende Project.
Los negocios privados, una realidad constitucional de la Cuba de hoy, fueron retomados en los primeros años de la década del noventa, justo en el epicentro de la crisis económica que vivía el país, luego del descalabro del socialismo en Europa. Bajo el Decreto Ley 141/1993 se estimula el Trabajo por Cuenta Propia (TCP) (como se ha insistido en llamar a esta forma de organización empresarial en el país) y se establecen las actividades a realizar, las cuales llegarían hasta 157 en los siguientes años. En medio de resistencias, que persisten, los negocios privados fueron legalizados, más como un mecanismo de autoempleo que como organización empresarial, aunque los cubanos han sabido armarse con esta última estructura. El proceso de incorporación de la empresa privada a la vida nacional, ha
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Los negocios privados en Cuba y sus perspectivas : 47 estado marcada por periodos de desarrollo y contracción, bajo legislaciones limitantes y frenos producto de regulaciones temporales. Sobre el rol del sector privado en algunos de los desafíos actuales de la nación (por ejemplo, empleo, salario, inversión), de los retos de esta forma de gestión económica en los últimos años, discurre este trabajo, a partir de los resultados y testimonios de los emprendedores vinculados al Proyecto CubaEmprende. La iniciativa fue creada en el seno de la Iglesia Católica, en abril de 2012, con el apoyo de empresarios cubano-americanos, para brindar capacitación, asesoría y facilitar intercambio entre los emprendedores de la isla, buscando un acercamiento a la creación y gestión empresarial. A partir del año 2010 un importante grupo de cubanos venían iniciando sus propios negocios y recomenzaba el paso al nuevo sector. Con importantes retos por resolver (ausencia de mercado mayorista, financiamiento, desabastecimiento, pocos espacios de capacitación, entre otros) y aunque el emprendimiento ha estado marcado por una alta dosis de empirismo, la velocidad con que se han asimilado conceptos de la gestión empresarial ha sido interesante. Muchos negocios cubanos muestran un adecuado concepto de negocio, imagen corporativa, ingresos interesantes, posicionamiento y estrategias que apuntan a la responsabilidad social empresarial, entre otros elementos. En poco tiempo el trabajo por cuenta propia ha ocupado un rol significativo en la matriz laboral del país, es de los sectores que paga los salarios más elevados, e ingresa por concepto de impuestos una interesante suma a las arcas de la isla. Resultados, que acercan a los negocios privados cubanos a una gestión empresarial actualizada y los ponen como un sector potencial en las perspectivas presentes y futuras de la nación. Abordaje metodológico de la investigación Los emprendimiento privados en Cuba, de manera muy frecuente, son tratados desde lógicas macroeconómicas, tomando cierta distancia del impacto que a pequeña escala suele tener en el orden económico, político y social. Llegar a valorar el desarrollo de los negocios privados desde esa perspectiva, evidentemente supone un proceso investigativo complejo, tanto por la búsqueda de información, como por la apreciación cualitativa que del emprendimiento se puede tener, dado el secretismo que impera en torno a las cifras a bajas escalas y el clima de desconfianza imperante en la isla. Un análisis en este sentido debe pasar por la construcción de una relación de confianza como único camino para alcanzar una mayor veracidad en el análisis deductivo de los resultados del sector privado. El proyecto CubaEmprende ha sido un excelente escenario para conseguir evaluar el impacto de los negocios a mayor escala, no solo por los siete años de
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48 : William Bello Sánchez experiencia como centro de referencia para emprendedores, sino por el clima de confianza y rapport que en sus procesos ha sabido construir. Bajo esta premisa, que procura una elevada transparencia en las respuestas recogidas por los instrumentos de investigación y con un importante volumen de información, en este artículo se realiza un análisis más profundo, sobre las perspectivas económicas, políticas y sociales, de los negocios y sus emprendedores. El estudio parte de tres fuentes importantes de información, los datos de matrícula del Proyecto CubaEmprende, la encuesta de seguimiento que se realiza al 60 por ciento de sus egresados (seis meses después de cursar su taller de capacitación) y una entrevista realizada a treinta emprendedores; así como, información recopilada en diferentes medios de prensa asociada a noticias que abordan la temática del emprendimiento. Composición de la Muestra • Base de datos del proyecto CubaEmprende (matrícula de egresados de 4.434 personas) • Encuesta de seguimiento a los egresados del Taller Emprende luego de seis meses de haberlo cursado. La muestra abarca 469 emprendedores que declaran que querían iniciar un negocio, 316 emprendedores que deseaban mejora de negocio, 299 procuraban solo capacitación, para un total de 1.084 emprendedores. • Entrevista a una muestra aleatoria de treinta emprendedores según diferentes sectores.
Empleo y salario: Sector estatal-sector privado El escenario que hoy se dibuja en Cuba respecto a los negocios privados, o el trabajo por cuenta propia, fue dado a conocer por Margarita González Fernández, ministra de Trabajo y Seguridad Social en el III Período Ordinario de Sesiones de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) (julio de 2019). En Cuba, para mayo de 2019, ejercían el trabajo por cuenta propia 605 908 personas, 22 por ciento de ellos son jóvenes, 35 por ciento mujeres y un 10 por ciento de jubilados. Como parte de la posibilidad del pluriempleo que el gobierno del país abriera, durante el proceso de reforma comenzado por el general Raúl Castro y continuado por Miguel Díaz-Canel, el 15 por ciento de los emprendedores laboran también en el sector estatal. El trabajo por cuenta propia hoy representa, si obviamos la diferencia que para ello puede suponer el pluriempleo, el 13 por ciento de la ocupación laboral y el 41 por ciento del empleo en el sector no estatal. En junio de 2019 el salario en el sector presupuestado se incrementó, con valores sin precedentes en el país. El aumento apunta hacia un mejor ordenamiento en la pirámide salarial y a la disminución de los ritmos de salida de per-
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Los negocios privados en Cuba y sus perspectivas : 49 sonal calificado y mano de obra del sector presupuestado, así como a elevar la capacidad de compra de los trabajadores del sector y su bienestar económico. El salario medio ha pasado a ser casi el doble de su valor anterior, 1.067 CUP (US$43) y se aumentó el salario mínimo a 400 CUP (US$16), medida que impacta a 1,5 millones de cubanos; aunque aún queda muy distante al salario real percibido en la década de los 80 del pasado siglo. Las nuevas medidas han sido bien acogidas por la población cubana, por el impacto que sobre el bienestar económico ello pudiera traer; aunque aún no llega a cubrir el costo de la vida con los precios actuales. El proceso de transformación laboral reclama eficiencia en todas las entidades beneficiarias de la medidas, pero este aspecto sigue arrastrando consigo una problemática que con entereza se procuró resolver hace diez años, el exceso de puestos de trabajo en el sector. Una cuestión aún pendiente, si se analiza el burocratismo imperante, que si bien no alcanza las cifras de años anteriores, no deja de perder protagonismo y sigue afectando la eficiencia. En enero de 2011, Cuba inicio un plan de reordenamiento laboral para la reducción de plantillas infladas, para lo cual debían incorporarse al sector no estatal 1.8 millones de trabajadores, en un plazo de cinco años. El proceso constituyó un fuerte motor para el desarrollo de las formas de gestión no estatal y el trabajo por cuenta propia, llamados a solventar el sobreempleo existente en el sector presupuestado y en el empresarial, lo cual pudo solucionarse en cierta medida, bajo un limitado grupo de licencias. Si bien este proceso se inició con fuerza, luego de poco tiempo pareció dejar de ser importante y con ello se deprimió el impulso a las nuevas formas de gestión no estatal. Las nuevas medidas salariales, pudieran haber estado acompañadas, o precedidas por acciones que dieran un nuevo impulso al sector no estatal y especialmente al trabajo por cuenta propia, de modo que estas formas de gestión económica pudieran contribuir a un proceso de aumento de salarios, de forma más sostenible, teniendo en cuenta los resultados que han mostrado a lo largo de casi diez años. En poco menos de una década de un valor cercano 150 mil TCP pasaron a 605 908 en mayo de 2019, un número cuatro veces superior. A pesar de ello, el gobierno aún no dirige su impronta hacia un crecimiento del sector privado, el cual ha mostrado un elevado dinamismo en la última década, siendo el que mayor cantidad de empleos ha generado, con remuneraciones superiores al resto de los sectores de la economía. Incluso, el sector no estatal, del cual forman parte los TCP, incrementó de manera significativa su contribución a las finanzas del país; por ejemplo entre 2009 y 2016, 4,9 veces el aporte entregado, por concepto de impuesto, al presupuesto del estado (Torres 2019). Actualmente los negocios privados pagan a sus trabajadores, como promedio, mejores salarios que los recibidos en el sector estatal, llegando en la mayoría de los casos a cifras por encima de tres veces el valor requerido (848 CUP o US$18). Los negocios privados en Cuba tienen la obligación de pagar
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50 : William Bello Sánchez 12.20% 41.50%
46.30%
848–2400 cup
2400–4800 cup
4800 cup
FIGURA 1. Salario de los trabajadores contratados por negocios privados Fuente: Elaboración propia a partir de entrevistas efectuadas para la investigación. 2019.
a sus trabajadores un monto salarial no inferior al valor medio de cada territorio, considerando que este puede variar en el tiempo. Aunque, con las nuevas medidas salariales en el sector presupuestado es predecible un aumento del salario medio, lo cual no parece afectar las conclusiones del análisis que este trabajo expone. La encuesta realizada a un grupo de treinta emprendedores, permite apreciar que el 41.5 por ciento de los trabajadores contratados por negocios privados, perciben un salario mensual superior a los 4800 CUP (US$200), el 46.3 por ciento inferior a esa cifra pero superior a 2.400 CUP (US$100) y solo el 12.2 por ciento entre este número y 848 CUP (salario medio). Resultado que establece una marcada diferencia entre el sector estatal y el privado, aún con el aumento actual del salario en el sector presupuestado. Una diferencia que pone a los TCP mucho más cerca del costo real de la vida en Cuba, el cual por amplio margen supera hoy los 2.000 CUP (US$80), valor al que hiciera referencia Marino Murillo Jorge, jefe de la Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo, en 2016, único momento en que una autoridad del país, se refiere a esta cuestión (Cuadro 1). Los trabajadores del sector estatal, que deciden comenzar a ejercer como trabajadores por cuenta propia, luego de seis meses han mejorado económicamente en un 46.2 por ciento; mientras que los que deciden mantenerse en el sector estatal lo experimentan en un 30.2 por ciento. En cuanto a los trabajadores por cuenta propia su crecimiento es de 15.4 por ciento; mientras que los vinculados al sector estatal decrecen 25.2 por ciento respecto a la muestra de ocupación inicial de 628 personas en el sector privado y 428 en el sector estatal.
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Los negocios privados en Cuba y sus perspectivas : 51 CUADRO 1. Relación de movilidad entre el sector estatal y privado (238 empleados del sector estatal en la muestra) Migraron a TCP
Se mantuvieron como trabajador estatal
52 46.2
189 30.2
Empleados (total) Mejora económica (%)
Fuente: Datos del seguimiento de los egresados de ce (seis meses después), de mayo de 2019.
1400
1292
1200 953
1000 800 600 339
400 200
339
394
316
482
143
78
0 Total de Negocio
Empleos generados
Empleos asociados
FIGURA 2. Generación de empleos en el sector privado Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del seguimiento de los egresados de CE (6 meses después de su graduación)
En los siete años del proyecto CubaEmprende el 60 por ciento de sus egresados apenas a tan solo seis meses de haber cursado el taller, fueron capaces de generar 482 nuevos empleos en el sector privado, más de la mitad del total de empleados que tenían con anterioridad (Cuadro 2). Entre las personas encuestadas que habían estado desempleadas antes de pasar por el taller de capacitación en gestión de negocios que ofrece CubaEmprende, veintiocho encontraron empleo en negocios privados y veinte en el sector estatal, de un total de 137 desempleados. Los empleados por negocios privados, mejoraron económicamente un 14 por ciento más, frente a los que encontraron empleo en el sector estatal. Un indicador que marca, además, el bienestar económico que son capaces de procurar los negocios privados, frente a otros sectores de la economía. Los resultados muestran que una mayor apertura del sector pudiera contribuir al desarrollo de nuevos puestos de trabajo y una mejora en los salarios de los trabajadores cubanos, que hoy se encuentran empleados en lugares con salarios más bajos. Una medida en este sentido, contribuiría a mejorar
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52 : William Bello Sánchez CUADRO 2. Disminución del desempleo (137 desempleados en la muestra)
Empleados (total) Mejora económica (%)
TCP
Trabajador estatal
28 64.3
20 50.0
Fuente: Datos del seguimiento de los egresados de ce (seis meses después), de mayo de 2019.
la eficiencia del sector presupuestado y la empresa estatal; puesto que, un eventual aumento de la demanda laboral en el sector privado permitiría una reducción de puestos laborales prescindibles para ellos, sin que implicara un aumento del desempleo, o la disminución del bienestar en el país. El incremento del sector privado elevaría los ingresos por concepto de impuesto al presupuesto del Estado. Con ello se aumentarían los recursos para afrontar el propio aumento salarial del sector presupuestado, al cual el Estado cubano se ha encaminado. El incremento salarial en el sector presupuestado supone un desembolso para el estado cubano de 7.050 millones de CUP (US$294 millones), a lo que se agrega una importante suma asociada al aumento del plan de pensiones que ahora alcanza 700 millones de CUP (US$29 millones). Los montos que ello suponen quedan envueltos, dada la situación económica actual, en una gran incertidumbre sobre: ¿de dónde saldrían los recursos para este aumento?, ¿cómo será sostenible en el futuro?, ¿es posible evitar un aumento de la inflación? Por su parte, las formas de gestión privada en orden de asegurar su subsistencia deben lograr su rentabilidad, y para mejorar sus resultados, elevar su eficacia y eficiencia. Esta lógica garantiza que los resultados que han logrado en materia de empleo y salario puedan ser sostenibles en el futuro. Retos para el desarrollo de los negocios privados El sector privado en Cuba, ha logrado desarrollar un enorme ingenio y creatividad, pues ha podido crecer a un interesante ritmo: bajo un limitado grupo de licencias, escases de insumos y materias primas, pocos espacios de capacitación y prácticamente la inexistencia de acceso a recursos financieros, por parte de las entidades bancarias. Estas problemáticas no solo impidieron que los negocios del sector crecieran, sino que otros no llegaran a concretarse. Siguiendo una de las fuentes de esta investigación (encuesta de seguimiento) se encontró que respecto a las personas que recibieron capacitación y tenían el propósito de iniciar un negocio, 349 no lo lograron. La razón por la cual desistieron en el propósito de emprender un negocio, luego de despejar
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Los negocios privados en Cuba y sus perspectivas : 53 disimiles cuestiones y asuntos personales, fue la falta de recursos financieros, siendo este el argumento de un 16.7 por ciento de los encuestados, siendo esta una de las limitantes del desarrollo del sector privado. Las posibilidades para acceder a dichos recursos a través de créditos, o préstamos bancarios, son hoy prácticamente inexistentes. Si bien se realizaron algunas acciones interesantes como microcréditos de hasta 20 mil CUP (US$800), sobre la base de presentar al banco un plan de negocio, la licencia de TCP y otros préstamos mayores, a partir de hipotecar obras de arte, prendas y autos, al día de hoy han dejado de realizarse, dado que el Banco Cubano no cuenta con los mecanismo para su almacenaje y comercialización en caso de impagos. Las remesas que han sido una importante fuente de financiación, las cuales se han visto afectadas a partir de las nuevas políticas hacia Cuba por parte del gobierno del presidente Donald Trump. Si bien existen varias vías por las cuales estas entran al país, una de las regulaciones implantadas a los negocios privados es demostrar el origen del capital, por lo tanto, las vías por las que se puede aclarar su procedencia lícita, irían a chocar con las medidas de la administración norteamericana. La falta de recursos financieros también afecta a los negocios que están en proceso de inicio, aunque en este caso también influyen los trámites legales y administrativos, que son en su mayoría complicados y demorados en el contexto nacional. Muchas veces para que un negocio pueda funcionar se requiere de la combinación de varias licencias, para poder legalizar una actividad en cuestión y en algunos casos se requiere de una aprobación gubernamental a nivel municipal, o provincial, para comenzar sus operaciones.
40.0% 35.0% 30.0% 25.0% 20.0% 16.7% 15.0% 10.0% 5.0% 0.0%
35.8% 32.0% 18.1%
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8.0%
15.7% 12.7%
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12.0%
No inició la empresa (299)
Inició y no concluyó (50)
En proceso de iniciar (127)
FIGURA 3. Causas de no haber lnlclado la empresa Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del seguimiento de los egresados de CE (6 meses después de su graduación)
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54 : William Bello Sánchez Los emprendedores que inician sus negocios y terminan abandonando el empeño, desisten fundamentalmente por dificultades con el espacio físico. La renta de espacios para desarrollar negocios cuenta hoy con una debilidad contractual, que desprotege al arrendador en favor del arrendatario y en ocasiones han terminado perdiendo la inversión realizada en el espacio contratado, por la cancelación arbitraria del contrato. En los últimos años en La Habana la vivienda ha experimentado un importante incremento de su valor, con lo cual hacerse con un local para el negocio requiere de una inversión considerable. Por su parte el proceso de obtención de un local estatal ocioso es un proceso altamente engorroso. Existe un gran número de locales estatales cerrados, subutilizados y deteriorados, pero su liberación para ser empleados por el sector privado es un proceso prácticamente detenido. Aunque los pocos espacios que han sido entregados a las nuevas formas de gestión económica, sobre todo a los TCP, han comenzado a proyectar una imagen favorable y otros han sido rescatados de las ruinas. Los negocios que logran comenzar a funcionar por su parte encuentran sus mayores dificultades en la adquisición de equipos y materia primas, algo que también sucede en los negocios que estando en operaciones lograron mejorar su gestión, aun y cuando estos últimos cuentan con un marcado 20 por ciento superior a las primeros. La ausencia de un mercado mayorista a resultado una problemática constante en el desarrollo de los negocios privados en Cuba, los cuales han tenido que comprar sus equipos y materias primas en la red minorista de tienda. Hace apenas poco más de un año se crearon en el país mercados dirigidos fundamentalmente a los negocios privados en los cuales se concentran productos de gran formato, pero ello no implicó una diferencia en los precios respecto a las 60.0%
52.6%
50.0% 40.0%
32.7%
30.0% 20.0%
20.4%
16.5%
12.1%
10.0% 0.0%
Falta de recursos financieros
Dificultades para adquirir equipos y materias primas
Negocios que Si mejoraron (213)
Mala administración
Pocas ventas
Negocios que No mejoraron (103)
8.4% Trámites legales y fiscales
7.0% Otros
Negocios que Si iniciaron (107)
FIGURA 4. Problematica de los negocios según resultados de las empresas Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del seguimiento de los egresados de CE (6 meses después de su graduación)
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Los negocios privados en Cuba y sus perspectivas : 55 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0
75
75
80
73 58 54
10 Mejora econόmicamente Mejora, con asesoria
Ventas mayores
12
Falta de recursos financieros
Mejora, sin asesoria
12 Dificultades para adquirir equipos y materias primas
Iniciaron con asesoria
Mala administraciόn
Iniciaron sin asesoria
FIGURA 5. Resultado de los negocios de inicio y de mejora, según asesoria
tiendas minoristas. Consecuentemente los TCP deben competir con el sector estatal con márgenes económicos menos favorables, a partir de que su materia prima se encarece. La ausencia de varios equipos y productos necesarios para desarrollo de diferentes actividades que ejercen los negocios privados, así como sus precios elevados, han hecho que muchos TCP tengan que buscar su adquisición fuera del país, a partir de importaciones personales, lo cual resulta engorroso desde todo punto de vista. El desabastecimiento recurrente, de productos de todo tipo en el país, complica sobremanera la gestión privada, no solo viendo con ello afectada su gestión sino que al comprar los volúmenes de materia prima que requieren, terminan siendo criminalizados. Los negocios que no mejoran sus resultados reconocen además como un elemento desencadenante la mala administración. El fenómeno en la mayoría de los casos está asociado al desconsiento por parte de los ejecutivos de la empresa, en cuanto a ¿cómo debe manejarse su empresa? Ese conocimiento, puede lograrse de forma empírica, lo cual supone un camino largo y riesgosos, o como parte de un conocimiento incorporado a través de programas de capacitación y asesoría. Pero justamente, este tipo de programa no se han extendido lo suficiente en Cuba y la cultura cubana tampoco es muy dada a alejarse de la improvisación. En principio, al adquirir conocimientos de gestión de negocios y recibir asesorías y acompañamiento, los emprendedores deberían elevar de forma significativa los resultados de sus negocios. Un análisis al respecto para esta investigación muestra que los negocios que recibieron asesoría no tuvieron los mejores resultados en cuanto a los indicadores evaluados (mejoraron económicamente, ventas mayores); sin embargo si presentan en el caso de los negocios que buscaban mejorar sus procesos dificultades para adquirir equipos y materias primas; y en el caso de los negocios de inicio, evidencian dificultades en cuanto a los recursos financieros. Lo cual hace pensar que en el caso cubano
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56 : William Bello Sánchez las condiciones económicas y financieras bajo las que operan los negocios privados, terminan por imponerse frente a otros criterios. Consideraciones finales Los negocios privados pueden contribuir a la solución de los problemas, entre los que hoy se debate el país, su labor sin duda favorece el desarrollo y el bienestar de los cubanos. El 85 por ciento de los propietarios de negocios, entrevistado para esta investigación, aseguran realizar acciones sociales, ambientales o comunitarias. Una labor que no siempre procura resultados favorables, pues son vistas con suspicacia por los que aún no visualizan las alianzas que con este sector de la economía se pueden realizar. Los trabajadores por cuenta propia llegados a CubaEmprende, ven con añoranza, un eventual cambio en la percepción del rol que pueden jugar en el contexto nacional. Procuran mejorar su gestión, de forman que les permita potencialmente crecer; consolidar su posicionamiento en el mercado para elevar sus ventas, ingresos y contribución tributaria; lograr una estructura eficiente y a diferencia de otros sectores de la economía, ganar en puestos de trabajo. Una eventual flexibilización del marco regulatorio actual pondría en mejores condiciones a los negocios privados, para generar empleos y con ello el poder adquisitivo de los trabajadores que podrán encontrar mayores oportunidades de trabajo en el sector. Nuevas licencias para la creación de negocios, permitiría el desarrollo de empresas que pudieran liberar a otros sectores de la economía de elementos que hoy lastran su progreso (reducir puestos de trabajo innecesarios, mejorar salarios, reducir costos, tercerizar medios de producción y servicios, que hoy asumen innecesariamente la empresa estatal, etc.) En otro sentido un mayor número de negocios implicaría un aumento de la recaudación fiscal, en lo cual pudieran encontrarse parte de los recursos para el desarrollo, o el aumento salarial del sector presupuestado. Una mayor apertura de la empresa privada en Cuba permitiría colocar en la actividad productiva, parte de las remesas que hoy recibe el país, puesto que ese sector goza de mayores garantías, e interés por parte de quienes estarían en condiciones de recibir ingresos del exterior y por aquellos dispuestos a enviarlas. Lo cual pudiera estar conectado con el propósito de crear productos financieros atractivos, que permitan captar parte de las remesas que se reciben hoy en el país y canalizar ese recurso en proyectos de interés económico y social donde haya un beneficio para el que aporta el recurso y también para el país, como planteara Alejandro Gil, Ministro de Economía y Planificación, el 2 de julio de 2019. Si bien el sector privado, o los TCP no están directamente
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Los negocios privados en Cuba y sus perspectivas : 57 vinculados al propósito planteado en cuestión, sí podrían contribuir directa e indirectamente a los propósitos económicos y sociales que se persiguen. Los negocios privados desde toda perspectiva resultan un importante actor en la economía nacional. Aunque algunos se empeñen en verlo como parte de un problema y no como una solución, relacionándolo con el épico Caballo de Troya. Comparación que se aleja de los resultados que hoy presenta el sector en relación con la idea de construir un socialismo próspero y sostenible. El emprendimiento es parte de la historia de nuestra nacionalidad, si se fomenta, se apoya y legitima, pudiera articularse favorablemente en el presente y futuro de la nación. BIBLIOGRAFÍA Díaz, O. (2018, 27 de marzo). Siete prejuicios capitales sobre el sector privado en Cuba. On Cuba News. Recuperado de https://oncubanews.com/cuba/economia/. EFE (2019, 13 de abril). Cuba anunciará medidas para impulsar empresas estatales y flexibilizar a privados. On Cuba News. Recuperado de https://oncubanews.com/cuba/cuba-anunciara -medidas-para-impulsar-empresas-estatales-y-flexibilizar-a-privados/. EFE (2019, 23 de abril). El sector privado genera el 32% del empleo en Cuba. On Cuba News. Recuperado de https://oncubanews.com/?s=El+sector+privado+genera+el+32%25+del+emp leo+en+Cuba. Figueredo, O., Fuentes, T., Pérez, I. (2019, 20 de abril). Empleo, salario y pensiones en la mira del congreso sindical cubano. Cuba Debate. Recuperado de http://www.cubadebate.cu/ noticias/2019/04/20/empleo-salario-y-pensiones-en-la-mira-del-congreso-sindical-cubano/. Figueredo, O., Izquierdo, L. (2019, 13 de abril). Ministro de Economía: Importar menos y producir más. Cuba Debate. Recuperado de http:// http://www.cubadebate.cu/?s=Ministro+de+Econom %C3%ADa%3A+Importar+menos+y+producir+m%C3%A1s. Figueredo, O., Izquierdo, L., Carmona, T. (2019, 2 de abril). Cuba en datos: migraciones, ¿hacia dónde nos movemos? Cuba Debate. Recuperado de http://www.cubadebate.cu/especiales/ 2019/04/02/cuba-en-datos-migraciones-hacia-donde-nos-movemos/. Fuentes, T., Carmona, E. (2019, 17 de abril). Principales inquietudes de los trabajadores cubanos, en datos (+ Infografías). Cuba Debate. Recuperado de http://www.cubadebate.cu/categoria/ temas/sociedad-temas/. Izquierdo, L. (2019, 12 de abril). Ministra de Finanzas de Cuba: Situación económica exige mayor control del presupuesto estatal. Cuba Debate. Recuperado de http:// http://www.cubadebate .cu/categoria/temas/economia-temas. Izquierdo, L. (2019, 20 de febrero). Anuncian cinco nuevas actividades para el trabajo por cuenta propia y otras flexibilizaciones. Cuba Debate. Recuperado de http://www.cubadebate.cu. Labacena, Y., Tamayo, R. (2019, 9 de febrero). ¿Cómo marcha el trabajo por cuenta propia en Cuba? Tras la entrada en vigor el pasado 7 de diciembre de nuevas normas. Juventud Revelde. Recuperado de http://www.juventudrevelde.cu/cuba/2019–02–09/como-marcha-el-trabajo -por-cuenta-propia. Proyecto CubaEmprende (2019, abril). Entrevista realizada a emprendedores. Proyecto CubaEmprende (2019, enero). Encuesta de seguimiento a los egresados del Taller Emprende luego de 6 meses de haberlo cursado. Proyecto CubaEmprende (2019, mayo). Base de datos del proyecto Cuba Emprende (2012– 2019).
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R AY D E L G A R C Í A L Ó P E Z
Posicionamiento de los emprendimientos privados cubanos en el contexto de las transformaciones del país RESUMEN El emprendimiento privado cubano es una realidad, pero su posicionamiento debe sobreponerse al no reconocimiento de sujetos estatales y la predisposición de sectores sociales adaptados a principios anteriores. El sector estatal reconoce sus bondades, pero los tabúes de sus directivos y las restricciones para su contratación limitan la posibilidad de intercambio. Este trabajo demuestra cómo el sector privado comienza a construir un discurso que rompe cánones y logra ganar visibilidad dentro de la sociedad, contribuyendo al abandono de su emergencia y formando parte imprescindible del desarrollo de la nación. Ello se basa en una experiencia de asesoría a más de ochenta empresas privadas en un período de dos años.
A B S T R AC T Cuban private enterprise is a reality, but it must overcome both the state’s failure to recognize it and the history of a society not used to it. Although the state sector recognizes the benefits of private enterprise, taboos and hiring restrictions limit their possibility. This work demonstrates how the private sector has begun to construct an alternative discourse outside of state sanctioned and advertising spaces that breaks barriers and manages to gain social visibility. This discourse has overcome helped overcome the private sector’s crisis and forms an essential part of the national economic development. The research is based on the author’s experience advising more than eighty private companies over a period of two years.
Introducción El sector privado en Cuba deja de ser un fenómeno emergente y comienza a posicionarse de manera permanente en el entramado social, político y económico cubano. Luego de su reapertura, el cuentapropismo crece a pesar de sus detractores y escépticos. Tal es su presencia en el imaginario colectivo que, ha quedado reconocida como una forma de propiedad dentro de la Constitución cubana, además se alude a su figura por parte de los principales dirigentes políticos, si de contribución al desarrollo de la infraestructura, los servicios y la sustitución de importaciones se trata. Ya son recurrentes los llamados al
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60 : Raydel García López sector para solucionar diversos problemas que hoy enfrenta el país, dados por la situación económica que afronta. A pesar de ello no logra la aceptación de muchos directivos empresariales y políticos que ven en el cuentapropismo una amenaza para el sistema imperante. Los primeros tratan de evitar la gran burocracia que se les exige para la contratación de trabajadores privados, sometidos a controles estrictos por parte de las entidades gubernamentales; los segundos por considerarlos vestigios del capitalismo. A nivel discursivo, sin embargo, la dirección política del país aboga por incorporarlos a las dinámicas productivas para el desarrollo. La otra cara de la moneda la experimenta el cubano de a pie. Para ellos el sector privado es una oportunidad de mejora económica y los emprendedores exitosos se vuelven un ícono en el barrio. Muchos han visto una gran oportunidad de ascenso profesional, pues pueden poner en marcha su creatividad, la entrega al trabajo que distingue a los cubanos y, en reiteradas ocasiones, el valor solidario que los caracteriza, pues se piensa en serio en la responsabilidad social empresarial de los negocios. En este contexto se desarrolla el sector privado en Cuba, debiendo realizar múltiples esfuerzos para posicionarse. Téngase en cuenta que en el país la publicidad no es totalmente permitida, por lo que se hace muy compleja la labor de llegar al público objetivo, fundamentalmente si este reside en la isla. Diversas han sido las estrategias, los éxitos, las barreras, pero la comunicación ha experimentado un cambio importante en los últimos años dentro del sector. El presente trabajo pretende compartir una experiencia sobre la evolución del pensamiento estratégico promocional de los negocios privados a partir de la caracterización de un sistema de asesorías que facilitan esta lógica comunicativa en función del posicionamiento. Desarrollo Como se mencionaba con anterioridad hace casi diez años se produjo un renacer del sector privado cubano. La aprobación de nuevas licencias para ejercerlo contribuyó con ello. En ese momento se acentuaba una crisis económica, mientras las empresas, en constante proceso de rectificación, buscaban aumentar su eficiencia despojándose de las grandes estructuras formales y prestando mayor importancia a las vinculadas directamente con la producción. Este proceso de disponibilidad laboral también favoreció el crecimiento de los trabajadores por cuenta propia, pues los profesionales sin trabajo necesitaban una fuente de ingreso que les permitiera sustento a sus familias. Al inicio solo sobresalían aquellos con mayor capacidad de inversión, impulsados, en múltiples ocasiones, con apoyo desde el exterior en forma de remesas o ingresándolos durante visitas a la isla. En ese momento el capital y la administración dominaron los ejes de posicionamiento de los negocios.
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Posicionamiento de los emprendimientos privados : 61 La comunicación, por su parte, se basaba en lógicas importadas sin adaptación, en múltiples ocasiones, a la realidad e idiosincrasia cubana. Tipografías y diseños similares a los ofrecidos por Coca-Cola o McDonald’s, eran recurrentes dentro de la realidad comunicativa; lo eran también los nombres de negocios en inglés, sin importar lo impronunciable e inentendible que pudiera ser para su público objetivo, en su mayoría cubano. Téngase en cuenta que luego del apagón publicitario en 1961, la actividad quedó relegada hacia el exterior del país y solo en algunos servicios como el turismo. Tuvo un renacer en los 90, por la necesidad de atraer capital financiero en el medio del Período Especial, pero disminuyó notablemente con la recuperación que experimentó el país. El estudio de la publicidad quedó casi olvidado, salvo aquella arista destinada a la política y escasos investigadores que continuaron realizando algunos estudios. Con el tiempo comenzaron a diversificarse los servicios y en cada categoría aumentó la oferta, los profesionales cubanos dejaron de ver su tránsito al sector privado como una necesidad básica de empleo y comenzaron a tomarlo como una verdadera oportunidad. Es por ello que el sector comienza a asimilar personal con mayores competencias, aunque poco formado en sus lógicas productivas. La competencia aumenta la necesidad de diferenciación de los negocios, en un contexto de mayor comprensión hacia el sector, pero que mantiene, por parte de algunos segmentos, la resistencia a su crecimiento. Se retoman con fuerza los estudios de marketing y promoción, aunque quedan casi en el plano del autoestudio y la autopreparación, pues no son muchas las entidades que formen al personal en estas temáticas. Por otro lado se produjo una proliferación de medios alternativos, dígase revistas y medios de prensa digitales, el paquete semanal; aumenta considerablemente la presencia de páginas webs. Todo ello unido a las políticas de informatización de la sociedad cubana y el acceso a conexión mundial de los residentes en la isla. La posibilidad de viajar al extranjero ha sido otra fuente de conocimiento importante. Muchos dueños de negocios poseen la capacidad adquisitiva para hacerlo y chocan con otros entornos donde la naturalidad de la publicidad desborda la vida de las ciudades. En tal escenario comienzan a aparecer grupos creativos y pequeñas agencias publicitarias (no reconocidas legalmente como agencias por el gobierno cubano), así como negocios para la producción de soportes comunicativos, lo que impulsa considerablemente la industria de la comunicación publicitaria en el país. En este contexto se ha experimentado un auge importante de la promoción en el sector privado, los productos experimentan un mayor nivel de realización y hoy se concretan, más que en acciones aisladas, en sólidas estrategias
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62 : Raydel García López comunicativas por algunos negocios pioneros en la actividad. No se puede afirmar que ello sea una generalidad en el sector, pues aunque la conciencia y la necesidad comunicativa aumenta, el conocimiento y las prohibiciones atentan todavía contra su desarrollo. El proyecto CubaEmprende, pionero en la capacitación y asesoría al sector privado, ha incorporado dentro de su carpeta de servicios el tema de la comunicación, insertándolo entre el contenido tradicional proporcionado a los emprendedores. En una investigación realizada con emprendedores que han recibido, de una forma u otra, asesoría en temas de negocios, se ha podido corroborar diferentes planteamientos abordados con anterioridad y se ha comprobado el tránsito de una comunicación inexistente o aleatoria, a una estrategia sólida de intervención en los mercados, que contribuye de manera definitiva con el desarrollo del negocio. Durante poco más de tres años se han logrado asesorar, en materia de comunicación, casi cien negocios, sin embargo se ha tomado como referencia la cifra de ochenta, pues esa es la cantidad que ha concluido y aplicado las estrategias resultantes del proceso. La mitad de estos negocios implementaba alguna que otra acción comunicativa. En su mayoría no estaba sujeta a estrategia alguna. Las propuestas no gozaban de creatividad y diversidad. Más del 90 por ciento estaban asociadas a mecanismos racionales de posicionamiento, generalmente asociado a la calidad del producto o se declaraban la solución a todos los problemas del cliente. Los diseños mostrados por estas empresas al momento de iniciar las asesorías no correspondían a los deseos de reconocimiento de los anunciantes, provocando un divorcio entre lo que expresaban gráficamente y lo que pretendía decir. Más del 90 por ciento de los negocios utiliza medios y soportes para comunicarse que no corresponde a sus deseos de posicionamiento. No existen criterios de selección para medios y soportes. Primero, en la mayoría de los casos no se estudia el comportamiento del público objetivo para saber qué medios consumen, luego no se tienen en cuenta las características de los medios y de los productos que se proponen. El 20 por ciento refiere que ha tenido un pensamiento estratégico para realizar una que otra acción, pero solo el 6 por ciento puede mostrar que sus acciones corresponden a una estrategia definida, por lo que en su comunicación prevalece la aleatoriedad y espontaneidad. Solo el 15 por ciento define presupuesto para comunicación, pero en su mayoría no lo planifica, solo lo va utilizando a medida que las ideas y necesidades surgen. Solo el 4 por ciento mide, de una forma muy simple, el impacto que causan sus acciones comunicativas. Ello no busca comprobar el cumplimiento
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Posicionamiento de los emprendimientos privados : 63 de objetivos de comunicación ni el posicionamiento del negocio de manera general, estas acciones van dirigidas fundamentalmente a comprobar cuál es el medio más efectivo para que los clientes conozcan el negocio y cuáles son las opiniones que sobre el negocio tienen estos. Los resultados muestran la inexistencia de estrategias de diferenciación, una comunicación aleatoria, espontánea, con muy poco presupuesto asignado, incapaz de responder a lógicas estratégicas del negocio. La asesoría La asesoría en comunicación de negocios del sector privado ha sido diseñada sobre la base de que los emprendedores sean capases de gestionar su comunicación, influyendo en la imagen corporativa del negocio y con ello en su posicionamiento. Esta asesoría posee principios fundamentales: • • • • •
La comunicación es coordinada y estratégica, tiene que sustentarse en la realidad del negocio, es una inversión, su impacto se mide y debe corresponderse con las características propias del mercado y su público.
La asesoría posee dos salidas fundamentales, una el briefing y la otra la estrategia general de comunicación. El briefing es un documento resumen que contiene aspectos estratégicos de la empresa que servirán como base para el diseño de estrategias y productos comunicativos. Es importante resaltar la importancia de elaboración del briefing , pues constituye una guía para el profesional de la comunicación, pues este debe crear o diseñar en función de lo que la empresa es y quiere lograr. Es recurrente que los diseñadores no tengan una base lógica y estratégica para diseñar los mensajes y símbolos visuales de un negocio. En ocasiones el criterio para realizarlo es una información muy básica: que represente a lo que se dedica el negocio y que quede bonito. Estos poseen la capacidad de diseñar identificadores y productos de comunicación que cumplen con los parámetros técnicos requerido, pero en reiteradas veces no comunican lo que la organización quiere, no llega a expresar cómo la empresa quiere ser vista, cómo o con qué argumento necesita posicionarse. El briefing entonces se convierte para estos emprendedores en una tarjeta de presentación ante los profesionales de la comunicación, los que serán evaluados por su capacidad para representar lo que el emprendedor y su empresa desean transmitir. La lógica es que el empresario construya su presentación a partir de la
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64 : Raydel García López realidad de su negocio, es por ello que el documento tiene como objetivo organizar los principales aspectos que lo definen. Primero se identifica el nombre del negocio, su misión, su visión y los valores declarados, así como el servicio fundamental que presta o el producto fundamental que fabrica o vende. Esto garantiza que se generen ideas sobre la base de la realidad empresarial. Los emprendedores ya han transitado por asesorías de estrategia y marketing , por lo que son capaces de plasmar por escrito estos elementos y otros que se definen a continuación. Luego de la definición de estos indicadores centrales, se lista cada uno de los productos o servicios prestados y se describen en una matriz de doble entrada. Esto incluye la declaración de las necesidades básicas que satisfacen, el beneficio exclusivo que brindan y las ventajas con respecto a la competencia, así como los precios y las diferentes formas de distribución, en el caso de que procedan. Una comunicación basada en la realidad y característica del producto, así como en las ventajas que este ofrece, logrará diferenciarlo de otros similares en el mercado. Se define a continuación el apartado de los públicos, pues los negocios tienen definido ya cuáles son sus mercados. Se insiste en la necesidad no solo de identificarlos sino caracterizarlo para comprender mejor los elementos que los definen así como su comportamiento, en aras de elevar los niveles de persuasión e influir con mayor rapidez en la representación mental que estos se hacen del negocio o sus productos y servicios. La definición de la competencia, los rasgos que la caracterizan, sus debilidades y ventajas con respecto al negocio, así como los argumentos que utilizan para posicionarse; le permiten al emprendedor y los comunicadores conocer cuáles serán los elementos diferenciadores del negocio y cómo no repetir un mismo discurso hacia el público, la idea es ganar lugares cimeros en la dura porfía del posicionamiento. Es importante también definir cuáles son las metas comerciales que se establece el negocio, pues así será el alcance de la comunicación. Puede reflejarse en aumento porcentual de clientes, aumento de la cantidad de servicios por clientes y todo ellos reflejarse en un plan de ventas. Uno de los puntos más complejos a desarrollar con los emprendedores es el referido al criterio de posicionamiento. Téngase en cuenta que esta es la fuente de diferenciación y constituye la génesis de lo que en un fututo la estrategia debe potenciar. Otro de los puntos importantes es el contenido que se estará abordando en el discurso para que los públicos identifiquen y reconozcan el negocio. En esta etapa se trata de que los emprendedores respondan las siguientes preguntas:
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Posicionamiento de los emprendimientos privados : 65 • ¿Qué se espera lograr en el público, desde el punto de vista de emociones, sensaciones e imagen, cuando este reciba el mensaje de su negocio? • ¿Cómo quiere que lo vea? • ¿A través de qué atributos o características pretende que lo identifiquen? • ¿Qué actitud quiere modificar hacia su negocio o hacia un fenómeno determinado?
Para completar esta lógica el emprendedor debe identificar también cuáles son esos atributos que lo identifican, hacen único y constituyen fortalezas que le permita posicionarse sobre su competencia. Estos atributos serán los ejes que marquen el discurso dentro de la estrategia de comunicación. La fuente fundamental para definirlo se encuentra en los puntos que anteceden, dígase beneficios exclusivos, ventajas con respecto a la competencia, posicionamiento de la misma, características de los productos o servicios, así como fortalezas identificadas en comparación con sus competidores. Es una manera simple de organizar las ideas para ser comunicadas. Luego de haber definido estas lógicas se debe de realizar una propuesta de medios y soportes de comunicación para realizarlo. La selección de los medios no será definitiva en este punto, pues el anunciante no posee todos los criterios técnicos para evaluarlo. Sin embargo se guía para que, al menos, propongan aquellos que cumplen con las características para ser utilizados por ese tipo de negocios. Se instruye y acompaña al emprendedor para que comprenda algunos elementos a tener en cuenta para la selección del medio o soporte. Se valora el alcance, permanencia y circulación del medio, su poder de influencia, el contenido que el emprendedor propone, las características del producto o servicio, el nivel de consumo que tienen del medio los públicos estratégicos identificados por el negocio y lo que costará la inserción en el medio o la producción del soporte; téngase en cuenta que unos poseen precios elevados, generalmente por su nivel de impacto o realización. Se trata de garantizar que el emprendedor defina el presupuesto que destina a la comunicación, para tener una referencia de ello. Téngase en cuenta que el diseño, la producción y la inserción en los medios no es gratuita. En esta fase se le sugiere que tenga en cuenta los diferentes medios a utilizar y se ofrece una guía de cómo se cotizan estos medios. De esta manera queda elaborado el briefing , aunque se le comenta a los emprendedores que pueden agregar diferentes puntos, en dependencia de las necesidades a satisfacer de sus negocios. Aunque existen diversos modelos de briefing , la práctica revela que estos son los elementos centrales para quienes no conocen sobre el tema. Una vez finalizado el documento se revisa nuevamente con los empren-
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66 : Raydel García López dedores, en función de que estos se apropien de las ideas y rectifiquen algún detalle que no se haya abordado. El siguiente paso lo constituye la estrategia, la cual utiliza un modelo muy simple, elaborado para expresar y organizar las ideas de manera coherente en función de eliminar la aleatoriedad y espontaneidad de los negocios en este frente. Se define primeramente el objetivo o los objetivos de comunicación. Qué se quiere lograr en el público, cuál es el eje central de posicionamiento. Se vuelve a caracterizar al público, explicando a los emprendedores que estos documentos (briefing y estrategia) son diferentes, elaborados en ocasiones por personas distintas; uno es la carta de presentación y el otro la lógica de intervención; el primero es la base para el diseño del segundo. Luego de la caracterización del público estratégico se concreta, explica y conceptualiza el eje de posicionamiento. Este es el punto más complejo de la asesoría, pues no solo requiere del esfuerzo del emprendedor, sino de la habilidad del asesor para llegar al concepto. La conceptualización es primordial para el posicionamiento, pues lo que el negocio tiene que decir, es mucho menos complejo si se emplea un concepto que el público reconozca fácilmente, que le sea agradable, que lo pueda recordar en todo momento, que lo incentive a tener contacto con el negocio, en fin, lo posiciona. Este es un punto importante para superar los modelos foráneos, para adaptarse a la realidad del público, es por ello que se insiste con los emprendedores en utilizar un discurso que se parezca a su público. Son diversas las experiencias sobre el tema, pero las más recurrentes resultan del abordaje de la cubanía para establecer conceptos. Son los rasgos que nos identifican, lo que personas de otras latitudes buscan, lo que nos diferencia y despierta el interés de muchos, lo que el cubano conoce como nadie. Es por ello que se trata de asociar a mecanismos sentimentales, psicológicos, muchas veces utilizando el humor y la picardía del cubano, creando una razón de marca y rompiendo con el uso de mecanismos racionales como la calidad y la solución, promesas incumplidas en muchas ocasiones. Una vez establecido el concepto, que encuentra su materia prima fundamental en la pregunta ¿cómo quiere que lo vean?, y sustentado en el objetivo de comunicación y la caracterización del público; se identifican los ejes temáticos. Estos son los grandes temas que centrarán el discurso promocional del negocio, sobre lo que no se dejará de hablar. Es la fuente para la elaboración de los textos que aparecerán en los distintos soportes y medios. Para ello se utiliza como fuente los atributos de identidad definidos en el briefing , aquellas fortalezas diferenciadoras definidas desde la etapa anterior. Se definen además, en base al concepto, cuáles son los lemas a utilizar, tanto el central como los complementarios. Estos, como ya se ha mencionado, poseen gran carga de cubanía. La instrumentalización de la estrategia se manifiesta en los puntos que se
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Posicionamiento de los emprendimientos privados : 67 reflejan a continuación. Primero se realiza un levantamiento de las posibles acciones que se deben o pueden realizar. Estas acciones incluyen el diseño y la producción de los soportes, la identidad y toda la base comunicativa. Se organiza en unidades de tiempo en función del comportamiento y las características de público. Se identifican los momentos de mayor demanda en el período y los de menos, para proponer acciones que mantengan estables las ventas. Se incluyen no solo acciones publicitarias, en cada caso se analizan las acciones de relaciones públicas, de promoción de ventas, merchandising u otras que componen la mezcla de comunicación. Se define como parte del programa la responsabilidad de cada miembro dentro de la organización y se habilita una columna para las observaciones en caso de ser necesario. Ello puede permitir, por ejemplo, la descripción de una acción compleja para el emprendedor. De igual forma se elabora un plan de medios, en el que se hace definitivo el uso de los medios para la comunicación, más allá de la primera propuesta realizada en el briefing . Es importante la definición de las fechas de inserción, la frecuencia con que se realizará y el eje que se puede abordar en cada uno. Téngase en cuenta que no todos los medios poseen grandes espacios y su funcionalidad es también diferente. Se insiste en el uso de los medios digitales, aunque solo para aquellos negocios que lo necesiten. Tomando como base las acciones a realizar, el alcance que se quiere lograr y el diseño, producción e inserción publicitaria, se elabora el presupuesto final, el cual se estima. Se analizan las posibilidades reales y los métodos a través de los cuales se puede garantizar el flujo de efectivo para hacerlo. Un punto importante es el establecimiento de los métodos de control y evaluación de la estrategia. Para ello se definen indicadores que permiten comprobar cuán lejos se está de lograr las metas. Para ello se instruye a los emprendedores sobre cómo elaborarlos. Básicamente se parte del eje de posicionamiento y los ejes temáticos definidos en la estrategia. Se supone que estos están elaborados sobre la base de la realidad de la empresa, además responde a la necesidad de identificación de los negocios. En la medida que los públicos identifiquen al negocio con los rasgos que este comunique, mayor éxito está teniendo la estrategia, mientras más se aleje de ello, más tendrá que trabajar y revisar lo planteado. Generalmente se establecen encuestas, en las que se recogen los principales indicadores y se les acompaña de una escala entre el uno y el cinco. En la medida en que las personas se sientan más identificadas con el criterio expresado significa el rango de posicionamiento que ha adquirido esa idea. Todos estos indicadores no tienen por qué medirse en el mismo momento ni con la misma herramienta, pues es posible medirlos de manera oral, directa o no. En ocasiones se elaboran textos generales para que los emprendedores tengan una noción de cómo expresar las ideas que ha plasmado en la estrategia. En dependencia de los medios propuestos se utilizan los componentes del texto. De esta manera se resume la lógica comunicativa de los negocios.
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68 : Raydel García López Constituye una herramienta práctica que ha alcanzado resultados interesantes en diferentes negocios. Todo lo expresado en las estrategias después se traduce en símbolos visuales por personal experto, lo que permite completar las variables fundamentales del proceso. A continuación se ejemplifican algunos de los resultados obtenidos. Caso 1: La caja de Luz. Breve descripción. Taller de producción de lámparas de techo, de pie y de mesa combinando diferentes técnicas, materiales y estilos, con apliques a juego. Diseños tradicionales o modernos para comercializar en tiendas o galerías y vitrales emplomados con diseños pedidos. Principales públicos: propietarios de negocios y grupos gestores de proyectos de decoración. Concepto y fundamentación. Ilumina tu negocio. Se hace una referencia a mecanismo racional pero se utiliza en doble sentido. Se invoca el éxito, la suerte, la claridad de ideas y la religión. Principales resultados. Alta demanda del público objetivo. Aumento considerable de las ventas. Crecimiento del espacio físico del taller. Reconocimiento del negocio por parte de la comunidad de emprendimiento. Asociación con proyectos y organizaciones internacionales. Símbolos visuales. Caso 2: Bellaliss Breve descripción. Peluquería dirigida a las mujeres del municipio Playa especialmente las de cabello afro y químicamente tratados, en la cual se brindan diferentes servicios como lavado, peinado, corte, color, extensiones, tratamientos y otros. Concepto y fundamentación.
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El servicio en esta zona de La Habana suele ser más caro que en otras, pues en él viven muchas personas de un nivel de ingresos superior a la media. Todo ello, sumado al costo elevado de trabajar con productos de calidad y la especialización de esta peluquería, hace que sus servicios poseas precios que superan los ordinarios. Otro elemento importante tenido en cuenta fue la motivación de este público a verse diferente, renovado y la posibilidad de cambiar su estilo en dependencia de la ocasión. Atendiendo a esto se decidió usar como argumento la imagen personal, a partir de lo que la persona desea transmitir, de cómo quieren ellas que otros las vean. Es por ello que se utilizó como discurso retórico una frase inconclusa que todos conocen: “Una imagen vale más . . .” Principales resultados. Hasta su salida del país, la dueña del negocio elevó sus ventas en más del 20 por ciento, incrementando los niveles de recurrencia de sus clientes y haciéndolas partícipes de un proceso de reconocimiento social en la zona. Símbolos visuales. Caso 3: D’Franco. Breve descripción. Diseño, producción y venta de mobiliario. Juegos de sala tapizados, juegos de cuarto, juegos de comedor, mesas de centro, bancos y tapicería de auto. Estos productos poseen como necesidad básica el descanso, la comodidad; además responde a necesidades de estatus y de decoración. Son productos cómodos, originales, poseen gran calidad y acabado, al servicio lo caracteriza la seriedad en tiempo de entrega. Dentro de su público estratégico figuran empresas privadas o estatales y población con un gusto diferenciado.
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Concepto y fundamentación. Como concepto se utilizó la familiaridad. Se trabaja desde diferentes puntos de vista: el buen trato, el respeto y la garantía que ofrece una buena relación con los clientes. El empeño y la calidad máxima para garantizar el cumplimiento de sus expectativas. Sirve para crear alianzas con otros emprendedores. Establece la idea de que en los muebles producidos por el negocio suceden agradables momentos en familia, entre amigos, socios o compañeros. El lema central del negocio surge a partir de otra frase común entre los cubanos: . . . te parece familiar. Principales resultados. D´Franco comienza y consolida su contratación con empresas estatales, logra insertarse en el mercado de las grandes ferias a partir de alianzas con artistas y artesanos. Ha salido de su taller y abrió su primera tienda, elevando considerablemente las ventas en todos los sectores en los que se inserta. Símbolos visuales Caso 4: Servinfo. Breve descripción. Es un grupo de desarrolladores que brindan servicios informáticos y de comunicaciones, innovadores y efectivos a través de soluciones que aportan múltiples beneficios a los clientes. Dentro de sus principales servicios se encuentran: • Electrónica aplicada. • Reparación y mantenimiento.
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Desarrollo de software. Montaje de cableado estructurado de redes de datos y telefónicos. Instalación y configuración de pizarras telefónicas. Reparación de terminales de red. Programación e instalación de sistemas de radiocomunicaciones. Diseño de estructura de seguridad informática. Plan de seguridad informática. Instalación de servidores.
Aunque por la diversificación de sus servicios atiende a una gran variedad de públicos, su estrategia está centrada en empresas estatales y privadas de formatos medianos a grandes, que cuentan con grandes plantillas de personal y un gran número de medios de cómputo, redes de voz y de datos, así como nodos locales de servidores. Concepto y fundamentación. Para conceptualizar la comunicación se tuvo en cuenta el público objetivo. Las empresas en Cuba responden únicamente, por el sistema instaurado, al desarrollo de la sociedad. Es decir, si se garantizan la informatización de dichas empresas aumentará considerablemente la eficiencia y por tanto su contribución social. Servinfo busca alianzas con sus clientes para garantizar el cumplimiento de sus objetivos por lo que también resulta una organización con responsabilidad para con la sociedad. Lema central: “socialmente responsables.” Principales resultados. Incremento acelerado con organizaciones estatales a lo largo de la geografía nacional. Vinculación con grandes procesos de inversión en el país. Alto reconocimiento empresarial. Obtención de premios internacionales. Aparecen reconocidos en la única norma que refiere a sistemas de gestión en empresas privadas en Cuba. Símbolos visuales Caso 5: Fabius Cosplay Breve descripción. Es un negocio que se dedica a la confección y comercialización de cosplay. Un artista de la plástica fabrica los cosplay a partir de material de desecho. Lo hace logrando un alto estándar de calidad y lo dirige fundamentalmente a adolescentes y jóvenes de La Habana, de entre quince y treinta años de edad, los que poseen preferencias o adicción a los video juegos y a las series, en su mayoría gustan de la computación y se encuentran asociados a grandes redes. Concepto y fundamentación. Se trabaja sobre las motivaciones de estatus y reconocimiento, se apela a la fantasía de las personas que buscan este tipo de producto, los deseos que se tiene de adquirir la personalidad del personaje. Como concepto se utiliza la
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posibilidad de vivir el personaje, el disfraz; a lo que se le agrega la posibilidad de que otros lo hagan junto con el cliente al incitarlo a compartirlo mediante imágenes y exhibiciones. Esta invitación a vivir se manifiesta con la frase: Vive tu disfraz. A ello se agrega un sintagma para posicionarlo en las redes: Vive tu disfraz y compártelo. Principales resultados. Las acciones implementadas y el concepto llevaron al negocio al mayor reconocimiento de su público dentro de la ciudad. Ha participado en eventos nacionales e internacionales, logrando diversos premios, en su mayoría, el máximo galardón. Sus cosplays se agotan constantemente, por lo que su reto principal radica en poder asumir esa demanda. Se ha convertido en un negocio muy popular en la red habanera, logrando gran cantidad de interacciones. Las
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ventas se han triplicado y ha comenzado a llamar la atención de algunas revistas extranjeras especializadas en el tema. Símbolos visuales Caso 6: Papicarte. Breve descripción. Es una barbería, cuyos servicios fundamentales son el pelado, peinado de estilo, arreglo de cejas, afeitado, cortes y arreglo de barba. Sin embargo el dueño también hace tatuajes. Se ha propuesto ofrecer un servicio estético con arte, que satisfaga los gustos de sus clientes con profesionalidad y compromiso, marcando tendencias, así como el rescate de la moda, adecuándolo a
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74 : Raydel García López lo moderno. Dice seguir un estilo hipster. Se encuentra ubicado en uno de los municipios más complejos de La Habana, por ser reconocido por su potencial delictivo y antisocial. Aquí son comunes las jergas y el lenguaje callejero. Estratégicamente está centrado en hombres de entre quince y cincuenta años de edad, residentes o trabajadores de San Miguel, los que poseen una necesidad de reconocimiento, de lucir bien y que buscan servicios integrados que se lo garanticen. Concepto y fundamentación. El concepto fundamental está muy vinculado al arte, pues el dueño espera que se le reconozca como tal. El nombre, Papicarte, responde a ello y se mezcla el corte de las tijeras, cuchillas y cabello con el servicio de tatuajes (en Cuba se conoce como picar a una persona). El identificador hace referencia a la imagen visual que proyecta el dueño, ya que constituye un personaje reconocido dentro de su entorno inmediato. Este emprendedor desea que las personas aprecien como arte los servicios que ofrece el negocio. Se sientan parte de ese arte, portadores del mismo. Es por ello que se vinculan las palabras arte y estilo para simbolizar el concepto: “arte con estilo.” Principales resultados. Reconocimiento inmediato en el entorno, amplía las fronteras de su público y logra cubrir más del 85 por ciento de su horario. Incrementa las ofertas a sus clientes a partir de la incorporación de servicios, tales como la reserva telefónica. Las ventas se elevan considerablemente y sus clientes comienzan a reconocerlo como Papi (por la combinación del nombre Papicarte) Símbolos visuales Una conclusión necesaria. El sector privado en Cuba se desarrolla a pesar de medidas internas y externas que han limitado su crecimiento. Se va adentrando en las lógicas
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Posicionamiento de los emprendimientos privados : 75 productivas del país y contribuyendo en su desarrollo. Es un sector que va adquiriendo un reconocimiento por parte de la sociedad pues se lo ha ganado con mucho trabajo. Su principal reto radica en romper esquemas, pues desde el acceso a las materias primas hasta su posibilidad menguada de comunicación atentan contra el buen desempeño organizacional. Su posicionamiento dentro del imaginario colectivo depende, en gran medida, de su capacidad para comunicarse, claro, siempre que se sustente en un comportamiento responsable. La capacitación y el acompañamiento llevan a los propietarios de negocios a comprender las lógicas comunicativas y a expresar, de manera simple, su esencia. Lo anterior, aunado a las diferencias en el discurso, logradas con respecto a la competencia, les permite ocupar un lugar privilegiado en la mente de sus públicos. Logran incorporar una comunicación que se parece más a ellos y a su público, que no es una copia fiel de patrones internacionales, sino que se mezcla con la originalidad del cubano. Ha sido CubaEmprende uno de los pioneros en esta ardua tarea, aunque van siendo más recurrentes las organizaciones que pretenden contribuir con el sector, pues van asumiendo la importancia que tiene para el desarrollo de una nación que se transforma. BIBLIOGRAFÍA Arredondo, L. (2012). “El trabajo por cuenta propia, la micro y la pequeña empresa en Cuba: su potencial para el desarrollo económico.” Tesis de maestría. La Habana: Flacso-Cuba. Caprioti, P. (2013). Planificación estratégica de la Imagen Corporativa. Málaga, España: IIRP —Instituto de Investigación en Relaciones Públicas. Casa, J. M. (2006). La comunicación y la transparencia en las organizaciones no lucrativas. Madrid: Universidad Complutense de Madrid. Codina, A. (2014). Habilidades directivas. La Habana: Editorial Academia. Coffman, J. (2002). Public Communication Campaign Evaluation: An Environmental Scan of Challenges Criticism Practice and Opportunities. Harvard Family Research Project. http:// ccmc.org. ¿Cuáles son las claves para hacer un buen briefing? (21 de marzo de 2017). Recuperado de Jesuites educació. Formación Profesional: http://www.fp.uoc.edu. Fernández, M. P., Saá, Y. L., & Barros, J. A. (2016, abril 19). Cambios en el mapa empresarial cubano: impactos sistémicos y desafíos asociados. Recuperado de Revista Scielo: http://www .scielo.sld.cu. García, G. (2015). Propuesta de Bases Teórica-Metodológicas que relacionen la Gestión del Conocimiento y de Comunicación con la Gestión Empresarial en organizaciones cubanas. La Habana: Facultad de Comunicación. Universidad de La Habana. Isla, I. (4 de agosto de 2017). “que toquen algo, pero bajito.” Recuperado de El confidencial: http:// www.elconfidencial.com. Manuel, J. (9 de diciembre de 2013). Cómo elaborar un briefing de marketing. Recuperado de La cultura del marketing: http://www.laculturadelmarketing.com.
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76 : Raydel García López Mariño, J. (2010). Procesos creativos de manifiestos promocionales. De la síntesis intuitiva a la síntesis intelectiva. Tesis de Doctorado. La Habana: Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana. Rivero, M. (2010). Bases teórico-metodológicas para la evaluación del sistema de comunicación en empresas cubanas y Organismos de la Administración Central del Estado. Tesis de Doctorado en Ciencias de la Comunicación Social. La Habana: Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana. Romero, Y. L. (2018, febrero 1). Camino para una Ley de empresas en Cuba. Recuperado de Cubaahora: http://www.cubaahora.cu. Villanueva, O. E. (2015). PYMES en Cuba: ¿utopía o realidad necesaria? En Miradas a la economía cubana. Análisis del sector no estatal. La Habana: Editorial Caminos.
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WILLIAM BELLO SÁNCHEZ
Responsabilidad social empresarial, una práctica desde los negocios privados en Cuba. La experiencia de Vélo Cuba y Juanky’s Pan RESUMEN Este artículo analiza dos empresas que se han comprometido con un modelo de responsabilidad social empresarial. El artículo ilustra un compromiso social común y una visión para el desarrollo de Cuba entre los nuevos empresarios. Para muchos emprendedores, el abrirse paso en el sector privado ha sido la manera para dotarse de recursos personales que, una vez conseguidos, muchos han estado dispuestos a compartir, pues el éxito para ellos va por esa dirección: la de contribuir a un mejor futuro para Cuba.
A B S T R AC T This work analyzes two businesses that have committed to a corporate social responsibility model. The work illustrates a common social commitment and vision for the development of Cuba among new entrepreneurs. For many entrepreneurs, breaking through in the private sector has been not only the way to gain personal resources, but a vehicle to achieve shared resources to contribute to a better future for Cuba.
Procurar un compromiso social, forma parte importante de la conformación de la empresa moderna. Un número importante de ellas lo materializan como estrategias que promueven su participación activa en la conservación del medio ambiente, protección a los consumidores, el diálogo con sus diferentes interlocutores, la transparencia en su gestión, el bienestar de sus trabajadores, el desarrollo de la comunidad, entre otros muy diversos ámbitos. En Cuba, con el desarrollo del sector privado, muchas personas han percibido un aumento de sus ingresos y ocupado un nuevo rol como actor social. No son pocos los emprendedores, que dentro de este nuevo estatus social, han apostado por una gestión responsable de su negocio, integrándola a una estrategia de desarrollo social y comunitario, promovido fundamentalmente por el espíritu solidario que identifica a los cubanos.
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78 : WILLIAM B ELLO S ÁNCHEZ Sus acciones, han perseguido en lo fundamental: • • • • •
Buscar espacios de diálogo entre la empresa y su entorno. Proveer productos de calidad y transparencia. Promover el desarrollo de la comunidad. Velar por el trato justo y desarrollo del capital humano de la empresa. Proteger el medio ambiente.
Las acciones de responsabilidad social empresarial (RSE) han surgido en la mayoría de los casos, como fruto del empirismo que ha caracterizado la gestión de los negocios privados en Cuba, sin que para ello hayan contado con el debido sustento teórico-metodológico, o una adecuada promoción de sus acciones. Este articulo expone dos experiencias de negocios que enfocan su gestión desde la RSE: Vélo Cuba y Juanky’s Pan. Ambos negocios fueron invitados al espacio “En Plural” que organiza el programa OASIS para la RSE del proyecto CubaEmprende. La entrevista, que este espacio hiciera, ilustra el funcionamiento de dos de las empresas privadas cubanas, más exitosas del contexto nacional. Vélo Cuba, resulta un emprendimiento fundamentalmente femenino el cual ha marcado pautas en el entorno de emprendimiento cubano, teniendo en cuenta que se trata de un taller de reparaciones y renta de bicicletas. Su actitud ante los clientes, trabajadores y la comunidad constituye un excelente ejemplo de una gestión socialmente responsable de un negocio. Brindan un importante grupo de servicios asociados a las bicicletas: renta de modelos de gama alta, rutas por La Habana, restauración, mantenimiento y reparación, buscando que en ello prime la creatividad e innovación como premisa. La bicicleta la convierten en su pasión y han sabido devolver a muchos cubanos el placer de volver a pedalear sobre dos ruedas.
Veló Cuba Entrevista a Nayvis Díaz Labaut, fundadora de Veló Cuba ¿Cómo surge Veló Cuba? Yo estudié ingeniera industrial en la CUJAE y hacia el viaje de la CUJAE al Vedado en bicicleta, unos veinte kilómetros. Luego pase casi quince años como directora de recursos humanos, en instalaciones vinculadas al turismo. Ya para el 2013, con la nueva apertura del trabajo por cuenta propia surge esta licencia de reparador de bicicletas. Aunque no sabía nada de bicicletas, siempre pensé en algo que estuviera vinculado al deporte y las bicicletas serían una
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buena idea; además ya llevaba varios años de graduada y tenía cierta experiencia en la administración, así que decidí hacer mi propio futuro. Realicé un estudio de mercado por casi cinco meses y ahí estuve mirando todas las personas que se habían quedado reparando bicicletas en la ciudad y no llegaban a diez. Los visité a todos, visité otros en Mariel, incluso coincidió un viaje a Cienfuegos y revisé qué hacían allá. En cada negocio que arreglaban bicicletas miraba qué hacían, así saqué por decantación todo lo que le faltaba y que era necesario rescatar para crear un negocio fuerte enfocado en la ciclo movilidad. No solo pensé en reparar bicicletas, también rescatar precios accesibles para que la gente volviera a la bicicleta. Hice un cambio muy fuerte, con muchos riesgos, en ese momento (año 2014), cuando nosotros empezamos, todo el mundo, por apretar una tuerca cobraba 5 CUC. ¿Por qué elegiste hacer un taller de bicicleta? Conozco una muchacha, ciclista profesional y era el recurso humano que hacía falta para emprender un proyecto como este. Yo tenía conocimiento de administración, dar pedales, pero de mecánica como tal no sabía nada. Estuve casi ocho meses siendo su ayudante en el negocio, recogía, limpiaba las bicicletas, las herramientas y repartía flyers, llevaba la contabilidad, todo lo demás. ¿Cómo obtuviste el capital inicial? Yo fui, como había mencionado, jefa de recursos humanos pero parte de ello fue en un crucero durante tres años. Eso me permitió obtener una de las famosas cartas para comprar un carro. Compre, un Peugeot 404, que disfrute unos años, pero cuando vino esta oportunidad era el capital, o el carro. Mi familia me apoyó en esa decisión pero con los temores lógicos de perder un carro, muy difícil de obtener en Cuba. Pero era eso, o ser feliz. Una característica importante de Veló Cuba es el hecho de ser un emprendimiento femenino. ¿Por qué? Lo vimos como un pequeño reto. Teníamos la duda si sería aceptado un taller de reparación de bicicletas llevado fundamentalmente por mujeres, cuando el 80 por ciento de los clientes eran hombre. Pero desde el principio esa inquietud se disipó sin contratiempos, seguimos adelante. Desde un principio la idea fue romper todo tipo de estereotipos, respecto al precio, calidad, brindar servicio a domicilio, garantía de quince días, asistencia técnica, un grupo de cosas que no existían y aún lamentablemente no existen en otros negocios del sector. Empezamos a aplicar descuento, para niños 50 por ciento, para los estudiantes el 30 por ciento, sillones de rueda gratis, cosas diferentes hasta el momento. Pero también nos llamaba mucha la atención de que si una muchacha podía arreglarte la bicicleta muchas más podían hacerlo. Con ello además nos propusimos como objetivos: empoderar mujeres, pues son menos mujeres en el sector privado en comparación con los hombres y en
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80 : WILLIAM B ELLO S ÁNCHEZ ello influye que las actividades aprobadas son fundamentalmente para hombres, o al menos actividades que tradicionalmente las han venido realizando hombres. Si bien hoy esas diferencias son menores, cuando comenzamos, eran visibles y nos propusimos sumar mujeres al sector privado en un área donde no es común. Aunque no excluimos, de hecho, desde el principio incorporamos hombres. Veló Cuba ofrece asesoramiento técnico y servicio post-venta. ¿Qué beneficios les genera? Mi tatarabuelo era hindú y de mi familia pude aprender de la filosofía oriental, que es mejor que muchos clientes, que poco a poco sean las personas que den un buen criterio de VELÓ CUBA y no querer entrar en un mercado ganando mucha cantidad de dinero. Hoy le damos a los clientes muchos consejos —“ven que te engrasamos tu bicicleta y eso no cuesta nada,” “compra una llave tal” o “pon el asiento a tal altura que es más saludable— tips que nos han garantizado clientes desde 2014, pues confían en nosotros y esto les hace regresar. Veló Cuba hace tours en bicicleta. ¿Esa idea siempre estuvo en tu plan de negocio, o simplemente surgió después? Hasta ahora no se ha hecho nada que no se pensara antes de abrir, aunque hoy se me están ocurriendo cosas nuevas, todo se pensó en aquel estudio de mercado, que comenté. Se soñó bastante, pero lo importante es que usted haga la apertura de cada servicio, cuando tenga las condiciones. Durante el primer año y medio sufría porque no podía hacer otros servicios, pero había que ingresar. Ser responsable desde el punto de vista económico, implica poder pagar a los dos, tres, cuatro trabajadores que fueron incorporándose, para después pensar en extenderse y así sucedió. En una entrevista que dieras a Juventud Rebelde en junio de 2017, decías: “queremos que Veló Cuba no solo tenga impacto comercial sino que tenga impacto social.” Medir el impacto en este sentido, es un reto para muchos emprendedores, pero en esa fecha mencionabas que tu impacto se elevaba a los 83 400 CUP. ¿Cómo logras evaluar esto?, en 2019 ¿cuánto es ese número? La cifra actualizada está por encima de 100 300 CUP. Eso se puede visualizar teniendo en cuenta lo que cuesta cada servicio gratuito o cada descuento. Cuando los trabajadores hacen un trabajo asociado a una acción social, yo les pago, pero no le cobro al cliente, también sobre ello hay otros costos asociados que son todos los poquitos que voy teniendo en cuenta y suman mucho, permitiéndome dar valor numérico al impacto. Cuando te planteas hacer un grupo de proyectos, o gratuidades en tu negocio, los recursos para ello deben salir de alguna parte. En mi caso, sale de las utilidades de la empresa, hay una parte de estas que destinado a ello y se contabiliza. No podemos hacer acciones y no saber cómo van nuestras finanzas,
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por mucho interés que tengas en hacer acciones sociales, para ser socialmente responsables, no podemos olvidarnos de los gastos corrientes, los tributos, el salario de los trabajadores, el pago de la renta, que nos ha llevado bien duro, pues nunca hemos tenido local propio. Luego de esto, puedes definir cuanto puedes aportar. ¿Cuál ha sido el beneficio de desarrollar este tipo de estrategia para ustedes? El primer beneficio es que hemos sido capaces de generar empleo, esto para mi me llena de satisfacción. ¿Cuál sería el reto principal de Veló Cuba? Hay un reto fundamental para Veló Cuba y son las piezas de repuesto. Tenga un taller de lo que sea, usted necesita piezas de reposición y aquí se nos hace muy difícil obtenerlas. Siempre que tengo la oportunidad de estar cerca de quienes puede tomar decisiones, explico la necesidad de abrir un mercado mayorista. Cuando me entero que en la red minorista sacan piezas de repuesto, o algún medio de protección para las bicicletas, voy en su búsqueda. Suelo ir muy rápido, para ser de los primeros, pero ya alguien lo compró todo. Esto termina por afectar al cliente, pues las piezas suben de precio y aunque nosotros solo cobramos el servicio de mecánica, él se ve obligado a pagar un precio diferente, pues la pieza termina comprándola en el mercado negro a un precio elevado. El tema piezas, o reparación de bicicletas a diferencia de otros servicios de reparación implica, que un error puede ser fatal pues puede generar sin lugar a dudas un accidente. Como estrategia para superar esas dificultades hemos apostado porque el 50 por ciento de nuestros servicios sea restauración. Hemos logrado restaurar bicicletas sacadas de la inundación del malecón provocada por el ciclón Irma. Entonces restaurar y reciclar son palabras de todos los días en Veló Cuba. ¿Qué es Ha’BiCi? En el 2017 en la entrevista a Juventud Rebelde, yo decía que a mí me gustaría presentar a la oficina del historiador de la ciudad, ideas, me gustaría hacer cosas con ellos. Meses después nos llamaron, interesados en hacer un proyecto de bicicletas públicas, que estaba siendo supervisado desde el punto de vista metodológico por el Ministerio de Transporte. Bicicletas que se tomaran en un sitio y se dejaran en otro, algo que existen en el mundo entero, pero no aquí en Cuba. En ese sentido la oficina del historiador ha sido muy revolucionaria en nuevos proyectos y nos invitaron a sumarnos. Comenzamos a trabajar con ellos en noviembre de 2017 y en noviembre de 2018 se inauguró Ha’BiCi. Hoy ya tiene más de 170 suscriptores que pagan mensualmente 60 CUP y pueden utilizar una bicicleta para moverse con facilidad entre los varios puntos donde se encuentra Ha’BiCi (siete estaciones), por dos horas cada día. Muchas de nuestros usuarios frecuentes, viven o trabajan
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82 : WILLIAM B ELLO S ÁNCHEZ en La Habana Vieja, aunque puedes llegar y rentar una bicicleta por dos horas, por un valor de 50 CUP. ¿Cómo se comporta la rentabilidad del negocio, a partir de incorporar este nuevo servicio con precios verdaderamente bajos? Veló Cuba es un negocio rentable, si no lo fuera lo hubiera cerrado. Todas las cosas que hacemos se pueden hacer para que tengas al menos una mínima rentabilidad. Puede ser que un clientes este pendiente de pago pero los trabajadores siguen cobrando, debido a nuestra acumulación de utilidades. Los impagos no suelen ser frecuentes, hay una relación entrega de la bicicleta lista, contra pago del cliente, con lo cual no se genera deudas. Cuando incorporamos Ha’BiCi a nuestra gestión, asumimos que tendríamos perdidas. Hicimos un estudio el cual mostraba que podíamos asumir números negativos de este proyecto por seis meses. Pero afortunadamente, tal vez por la tremenda promoción que hemos hecho, no ha generado pérdidas que tuviera que asumir Veló Cuba. ¿Qué consideras puede aportar a Cuba este tipo de alianzas entre emprendedores y el sector estatal? Es vital esta alianza, yo pienso que un gobierno que realmente tenga la intención de que su estructura económica funcione, debe apoyar todas las aristas que la conforman. Hoy, se habla mucho del sector no estatal, pero es necesario que los emprendedores cuenten con un mayor apoyo. Desde nuestra experiencia, el hecho que podamos tener sede en un local arrendado al Estado, ha sido muy bueno, pues los costos del mercado son en extremo elevados y hay muchos locales estatales subutilizados. Pagamos el espacio, pero a precios que nos han permito acumular recurso para la actividades que desarrollamos en apoyo a la sociedad. Cuando estableces relaciones con el Estado las puertas se abren, tienes acceso a otros recursos. En el caso de las bicicletas públicas los recursos estaban, pero al Estado le faltaba el elemento de gestión y conocimiento acerca de la actividad, ahí entro Veló Cuba, a una alianza en donde todos ganan. Juanky’s Pan Juanky’s Pan es un restaurante cafetería especializado en comida rápida, aunque paradójicamente ofrece una experiencia al cliente con vista a que disfrute de una mayor estancia en su local. Tiene dos sedes con el mismo nombre, en lugares diferentes de La Habana (Reparto Flores y La Coronela), en las cuales ofrece como especialidad hamburguesa, pizzas y batidos. Es uno de los negocios más innovadores de la ciudad y el de mayor apuesta por la publicidad y la promoción de ventas. Ganador del Premio OASIS 2017 de RSE, ha sabido de manera constante y entusiasta, no solo mantener en sus negocios los principios de la RSE, sino llevarlo con propósito de contagio al resto de la sociedad. Recientemente su
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proyecto de salvar la playa en la desembocadura del Rio Quibú, ha unido a diferentes actores de la sociedad civil, la comunidad e instituciones de gobierno. Entrevista a Juan Carlos Blain Noste, fundador de Juanky’s Pan ¿Qué es Juanky’s Pan? Juanky’s Pan pasó de ser un garaje con todo el mundo de pie, a un espacio en la preferencia de la gente, para pasar un buen rato. Se nos ocurrió que podíamos compartir todo este proceso de gestión y velar por que las practicas positivas del primer establecimiento se mantuviera en el resto. La marca vino a dar respuesta a esto y al propósito de atender varios establecimientos con la misma esencia. Juanky’s Pan quedó entonces en cada punto de venta, donde las especialidades son hamburguesas y batidos, aunque incorporamos otros productos para establecer algunas diferencias entre locales, como las pizzas, pero todos con un entorno en función de un servicio de calidad. Cada punto de venta funciona de manera independiente y es la parte física de Juanky’s Pan, con características y confort diferente. La marca viene siendo la columna vertebral de estos espacios físicos, la parte intangible donde se generan los procesos, las iniciativas, los avances tecnológicos. La marca tiene además asociada la dirección logística y el centro de elaboración, enfocados en resolver uno de nuestros mayores problemas en todos los puntos de ventas, las materias primas. Luego de Juanky’s Pan La Coronela surge Flores. ¿Cómo ha sido el proceso de replicar y mantener los mismos resultados en dos lugares? No es fácil replicar un negocio. Pero si lo pudimos hacer, es porque primero creamos una estructura para lograr este tipo de procesos, que garantiza se replique el mismos sistema de trabajo, la calidad de los productos, la contratación del personal y la logística en general. Ello apoya muchísimo a la administración del nuevo negocio y le permite concentrarse en que salga adelante. Juanky’s Pan se caracteriza por trasmitir una energía positiva sus clientes. ¿Cómo la hacen? Los trabajadores, ellos son los que lo logran, son el motor impulsor fundamental de Juanky’s Pan, sobre todo aquellos que están en la producción. Por mucho control de la calidad que tengamos ellos son fundamental. Una de las estrategias que nosotros tenemos es buscar cómo comprometerlo con el negocio, queremos trabajadores que se sienta parte de Juanky’s Pan. Cuando se entrevista a un trabajador más que la experiencia que puedan tener, buscamos sus valores, personas que además en un futuro puedan crecer en el negocio. ¿Se es primero emprendedor socialmente responsable, o empresa socialmente responsables? Considero que primero comenzamos a ser emprendedores responsables. Por ejemplo: cuando nosotros aplicamos a la primera edición del premio OASIS de responsabilidad social, tomamos la planilla y nos percatamos, que
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84 : WILLIAM B ELLO S ÁNCHEZ aún sin haber pretendido hasta ese momento ser una empresa responsable cumplíamos con los aspectos que se enunciaban. Habíamos eliminado las barreras arquitectónicas, teníamos un baño para discapacitado, las pilas de agua y la iluminación con sensores, etc. Luego fue que lo llevamos a una práctica totalmente intencionada más allá de nuestras propias inquietudes. Nuestras acciones, tras el paso del tornado del 27 de enero de 2019 en La Habana, salieron de forma espontánea, luego la empresa se puso en función de ver cómo podía apoyar más, a partir de una cuenta creada para fines de la RSE, pero primero salió de cada uno de nosotros. Una de las cosas que ha hecho Juanky’s Pan en los últimos tiempos ha sido la organización de la limpieza de playa en la desembocadura del Quibú en Flores. ¿Cómo surge esta idea? ¿Cómo fue su organización? ¿Cómo lograste la articulación con otros actores? ¿Cómo valorarías el resultado? Fue una idea que surge a partir de la apertura del negocio de Flores. Una vez allí, asumimos que éramos parte de ese lugar y en la desembocadura del Quibú era increíble la acumulación de desechos de todo tipo. Fuimos en busca de alianzas con el proyecto de Kcho (Artista de la Plástica) para limpiar la playa, pero en un principio no tuvimos ningún resultado y se quedó como un asunto pendiente. No hasta que participamos en una limpieza del Bosque de La Habana, que logramos encontrar los primeros apoyos, Fábrica de Arte y la Iniciativa Planta. Con esas alianzas pudimos hacer la primera convocatoria por las redes sociales para salvar la playa y fue todo un éxito. En esa primera limpieza de la playa, también estaban varias ONG, diferentes instituciones, gente de la comunidad, otros negocios, mucha gente joven. ¿Cómo lograron su participación y articulación? Juanky’s Pan solo no podía y no puede solo con la enorme contaminación que hay en esa zona. Realmente éramos conscientes que teníamos que hacer una integración de todos los factores, todo el que pudiéramos poner en función de esa actividad, era favorable. Empezamos entonces a tocar puertas. Fuimos al gobierno municipal, el que nos dio su apoyo a través de comunales. Instituciones y proyectos vinculados al tema ambiental como la Fundación Antonio Núñez Jiménez, los Jóvenes Ambientalistas Cubanos, nos facilitaron un poco el saber hacer. Logramos vincular empresas extrajeras, la comunidad, otros negocios, CubaEmprende, etc. Gracias a eso logramos reunir a muchas personas con el objetivo de apoyarnos en la limpieza de la playa. La limpieza de playa del río Quibú, ha sido una acción que va en la línea de lo que el presidente cubano Miguel Díaz-Canel decía hace poco, acerca de los trabajadores por cuenta propia (TCP) son cubanos, en referencia que también les preocupan los problemas de la sociedad. Sin embargo, esta acción que Juanky’s Pan ha liderado, le ha tocado en cierta
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medida desarrollarse en un escenario diferente a este criterio: mediatizado en función de otras instituciones, competitivo, etc. ¿Qué sienten ustedes? ¿Lo volverían a hacer? Sí lo volveríamos a hacer, teniendo un poco de cuidado, con el tema convocatoria en las redes sociales, porque realmente no tenemos la intención de molestar a nadie. Por ejemplo, en un momento hemos molestada a vecinos del negocio, al inicio se propiciaba un ambiente de fiesta y hoy tratamos de concretarnos en otra dirección, pues no era nuestro propósito incomodar a la comunidad. Nuestra filosofía es no generar molestias, en nadie, e ir a lo positivo. Hoy vamos por un proyecto denominado TODOS, para seguir trabajando en la playa de manera menos masiva, pues para la próxima fase no es necesaria. La empresa privada en Cuba, es bastante joven. Hace siete años atrás, cuando nosotros empezamos a funcionar había personas en nuestra sociedad que nos veían como enemigos de la revolución. Yo nunca los entendía, porque nosotros estábamos en otra cosa, en función de desarrollar nuestra empresa, generar empleo, obtener buenos salarios y el crecimiento de nuestro país. El tema de llevar muchas personas a la playa tiene como problema, me imagino, el hecho de concentrar muchas personas en un lugar y tal vez desde el punto de vista político no fue bien visto. Quizás por eso, no fue bien acogido desde el punto de vista mediático, aunque en ningún momento las autoridades dejaron de apoyarnos. Incluso gracias las gestiones con el gobierno se llevaron máquinas pesadas. Yo lo que busco es una integración, mi objetivo como cubano no es otro, una unión entre el Estado cubano y los cuentapropistas. Evidentemente en este camino también hay obstáculos, problemáticas, malos entendidos, pero debemos entonces darnos a conocer, mostrar que estamos para desarrollar nuestro país y hacer la cosas lo mejor posible. Consideraciones Finales La responsabilidad social empresarial en las nuevas formas de gestión económica en Cuba, a diez años de retomar esta forma empresarial, denota la importante conexión que hoy tienen y pudieran tener los emprendimientos con el modelo social cubano y los derroteros del desarrollo del país. Aunque todavía Cuba en su legislación tributaria no favorece a quienes adopten tales posturas, es gratificante para los emprendedores que adoptan estas estrategias, saber que ser socialmente responsable los hace mejores ciudadanos y acreedores de un posicionamiento imperecedero, para el presente y futuro de la nación.
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YOCIEL MARRERO BAEZ Y RO B E RTO S Á N C H E Z M E D I NA
Responsabilidad socio-ambiental empresarial: Oportunidades y realidad desde el emprendimiento en Cuba RESUMEN El articulo presenta un primer acercamiento a los elementos de responsabilidad socio-ambiental empresarial (RSAE) que deben ser aplicados en Cuba para garantizar la continuidad de los logros obtenidos en años precedentes y sustentar el éxito real de los planes de desarrollo económico y políticas sociales que se trazan para el futuro. Se analiza en una primera sección del trabajo los conceptos y elementos de RSAE que se pueden estar aplicando con sustanciales beneficios, y en una segunda parte se exponen algunos ejemplos de emprendimientos responsables que se distinguen por su gestión con RSAE a diferentes escalas.
A B S T R AC T The article presents a first approach to the elements of corporate socio-environmental responsibility (RSAE) that must be applied in Cuba to guarantee the continuity of the achievements obtained in previous years and to support the real success of future economic development plans and social policies. It analyses the concepts and elements of RSAE that can be applied with substantial benefits and in offers some examples of responsible small business that are distinguished by their management with RSAE at different scales.
En la encrucijada socioeconómica que se encuentra Cuba hoy, es inevitable ampliar el alcance de nuestras ideas por caminos más actuales e innovadores para encontrar soluciones e implementar acciones concretas adaptadas a nuestro contexto. El objetivo de este trabajo es presentar un primer acercamiento que abra el debate a los elementos de responsabilidad socio-ambiental empresarial (RSAE) que deben ser aplicados en Cuba para garantizar la continuidad de los logros obtenidos en años precedentes y el éxito real de los planes de desarrollo económico y políticas sociales que se trazan para el futuro. Con este propósito combinamos la presentación en una primera sección del trabajo de los conceptos y elementos de RSAE que ya podemos estar aplicando
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con sustanciales beneficios y posteriormente se exponen algunos ejemplos de emprendimientos responsables que se distinguen por su gestión con RSAE a diferentes escalas. Esta contribución y muchas otras que surjan en el proceso, deben favorecer a que no cometamos errores ya descritos y comprobados en otros países, a no asumir estrategias de desarrollo y crecimiento económico a cualquier precio por viejos caminos y a convertir Cuba por su historia, capacidades y condiciones sociales en el terreno idóneo para poner en marcha las más renovadoras propuestas de funcionamiento económico y financiero desde la responsabilidad socio ambienta empresarial. Elementos de la RSAE necesarios en nuestro contexto La responsabilidad socio-ambiental empresarial es una forma de gestión, que se define por el vínculo ético y transparente de la empresa con todos los públicos con los cuales se relaciona y por la definición de metas empresariales compatibles con el desarrollo sostenible. Para ello preserva los recursos naturales y culturales, respeta la diversidad y promueve la inclusión y la reducción de las desigualdades sociales. Ser socio-ambientalmente responsable significa conciliar los deberes económicos, legales, ambientales y sociales de cualquier entidad e incorporarlos dentro de una estrategia empresarial de carácter activo, voluntario y consciente. Podemos entonces afirmar que la RSAE, es un elemento de gestión económica empresarial imprescindible que debe ser asumido (en un primer momento) por la emergente empresa privada cubana, para de algún modo dar continuidad a los propósitos de justicia social y bienestar económico que se trazó la revolución cubana desde el comienzo y que aún están inconclusos. Como oportunamente plantea la profesora Lien Soto (2015), actualmente la responsabilidad social empresarial es concebida como una nueva forma de hacer negocios, donde el objetivo estratégico de la empresa no solo se enfoca en la generación de utilidades y el rendimiento económico de ésta, sino en la búsqueda de valor para todos los grupos de interés con los cuales interactúa en su gestión, desde una triple dimensión: económico, social y ambiental sostenible; social a partir de la articulación de intereses económicos con intereses sociales de la comunidad donde inserta su gestión el sujeto; laboral, mediante las políticas de empleo, seguridad y salud en el trabajo, capacitación y educación; así como ambiental, mediante la prevención de riesgos ambientales, mitigación de daños, actitudes proactivas ante el cuidado del ambiente, formación y educación, consumo responsable, entre otras. En Cuba, con frecuencia se asume que la redistribución social de las utilidades obtenidas por las empresas de cualquier tipo es la expresión única o suprema de la RSAE. Sin embargo, desde nuestra perspectiva, esta redistribución
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88 : Marrero Baez y Roberto Sánchez Medina de las utilidades, es ante todo una herramienta para concretar el impacto social de la gestión empresarial en los diferentes aspectos antes mencionados. Pero la RSAE debe convertirse, para beneficio de la situación socioeconómica cubana, en el enlace práctico de gestión entre las políticas públicas que se traza el gobierno y las acciones concretas que se ejecutan en los diferentes sectores económicos en favor de la trasformación de los comportamientos de los productores de bienes y servicios a escala local y de los consumidores. Existen normas que pueden considerarse de responsabilidad social y medioambiental establecidas a nivel estatal, que son necesarias, y a las cuales la empresa responde, por tanto, pueden asumirse como externas a la empresa. Muchas de las metas de la RSAE que se proponen empresas en otros países, sobre todo en vías de desarrollo, constituyen conquistas consolidadas de la sociedad cubana. Por ejemplo, derecho a vacaciones remuneradas u obligatoriedad de aportar a la seguridad social de los trabajadores, prohibición del trabajo infantil o el derecho a remuneración igualitaria para hombres y mujeres por igual trabajo. Pero aquellas normas o metas que establece la propia empresa, a lo interno, como parte de su modelo de gestión, forman parte de su perspectiva de voluntariedad y parten de una actitud proactiva. Por ejemplo, en igualdad de condiciones, priorizar empleo para jóvenes o madres solteras jefas de hogar de la localidad donde se ubica la empresa o emplear eco-tecnologías para reducción del impacto ambiental son elementos que ya pueden estar aplicándose en los nuevos emprendimientos No es suficiente lo que se hace, también es importante cómo se hace. El impulso a la RSAE exige establecer herramientas de gestión que permitan medir y evaluar, cada cierto tiempo, no solo el cumplimiento de la ley y los compromisos, sino todas las acciones que tienen un impacto social al interior (trabajadores) y exterior de la empresa (clientes, proveedores, instituciones de relacionamiento, comunidades aledañas y el territorio). Ojalá, se pudiera en Cuba disponer en el futuro cercano, de una certificación de Responsabilidad Socio-Ambiental Empresarial. Ser socialmente responsable significa aceptar que la obtención de ganancias para dueños o accionistas, no es la única función de las empresas en la sociedad. Se puede financiar actividades para la recreación de los jóvenes en la comunidad, a partir de las utilidades generadas por la empresa. Pero también se puede, y es más coherente desde el punto de vista de la gestión, aunque igual de necesario, establecer como política empresarial, la prioridad de empleo para los jóvenes de esa comunidad. No se trata de tener empresarios responsables, sino de construir empresas responsables. Se puede contribuir a recoger la basura del barrio, pero también se puede establecer en la empresa una política de separación de la basura en origen y utilizar, por ejemplo, solo recipientes o embalajes reciclables para los produc-
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tos creados por la empresa o destinar los residuos generados a lugares de reciclado. Una empresa de recogida de basura o recuperación de materias primas no es responsable por realizar esa actividad, sino por la manera en que lo haga. No importa, la naturaleza de nuestros productos o servicios, siempre es posible producir los bienes u ofrecer los servicios de manera responsable. Es necesario cuanto antes establecer metas, estrategias, políticas y prácticas empresariales compatibles con el desarrollo sostenible, para estimular la innovación y el desarrollo de nuevos valores. Podemos entender como buenas prácticas de responsabilidad socio ambiental de nuestros emprendimientos, aquellas técnicas, planes, medidas o acciones concretas que se aplican de forma más o menos sistemática en los emprendimientos para contribuir a • • • • •
Mejorar el ambiente laboral y las condiciones de trabajo Contribuir al desarrollo de la comunidad o localidad Reducir los impactos sobre el medio ambiente y/o recuperar los daños sufridos Promover valores y principios compatibles con el desarrollo sostenible Garantizar el cumplimiento de las leyes, normas y compromisos empresariales
La existencia de empresas socio-ambientalmente responsables (base de la microeconomía) es esencial para el desarrollo de una economía que sirva a las personas y al planeta , compuesta por un conjunto de actores económicos, estatales, asociativos y privados, basada en formas de organización socioeconómicas enfocadas en alcanzar equilibrios sociales, económicos y ecológicos. (Alonso 2009) Aunque todavía hoy en Cuba su influencia no es sustancial, la publicidad constituye una herramienta esencial para garantizar la competitividad empresarial. En este sentido, la comunicación sobre la RSAE impacta directamente en tres dimensiones fundamentales de la empresa: su identidad, su imagen y su reputación, lo que además genera la fidelidad de públicos y trabajadores. Ya existen evidencias en la realidad cubana de cuán importante están siendo estos aspectos en el éxito de las nuevas empresas cubanas. Con estos elementos expuestos, podemos afirmar junto al investigador Rafael Betancourt (2016), que si en la nueva época de socialismo cubano, con diversidad de actores económicos autónomos, no logramos incorporar la sostenibilidad empresarial desde la RSAE en la estrategia y plan de negocio de todos los emprendimientos, se puede producir un divorcio irreconciliable entre una economía orientada exclusivamente a la generación de utilidades y un Estado que sigue cargando todo el peso de lo social con apenas la herramienta redistributiva para lograrlo. Esto puede ser particularmente perjudicial para las comunidades donde están enclavados los negocios.
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90 : Marrero Baez y Roberto Sánchez Medina Ejemplos que asumen el reto Existen diversos sistemas de indicadores y modelos de certificación para evaluar el nivel de responsabilidad socio-ambiental empresarial que no se aplican en Cuba. No obstante, resulta valioso aprender de experiencias que implementan algunos emprendimientos en La Habana (Tabla 1). Vélo Cuba, es un emprendimiento que se propone contribuir a rescatar la ciclo-movilidad en la ciudad. Comenzó por ser un taller de reparación de bicicletas y ya hoy gestiona además el primer proyecto de bicicletas públicas en Cuba. Como parte de su compromiso de responsabilidad para crear un ambiente laboral adecuado, asume la necesidad de propiciar el ejercicio de los derechos laborales de sus empleados, comenzando por cumplir aquellas medidas establecidas en el código de trabajo. Derecho a vacaciones remuneradas y obligatorias, disfrute de la maternidad o paternidad, uso de los medios de protección, derecho a la capacitación, entre otras. Y va más allá, si bien la legislación vigente establece dos semanas obligatorias de vacaciones al año para los trabajadores, una de ellas remuneradas, en Velo-Cuba los empleados disfrutan de cuatro, tres de ellas remuneradas. También se propuso desde un inicio, como parte de su modelo de gestión, favorecer el empleo femenino y empoderar a las mujeres para realizar una labor habitualmente realizada por hombres. El 90 por ciento de quienes conforman la empresa, son mujeres. Los sillones de rueda para discapacitados se reparan gratis, es parte del compromiso social en apoyo a grupos vulnerables. Igualmente es una meta lograr que los clientes se sientan protegidos y valorados, por eso, cada trabajo tiene su garantía o se establece que la reparaciones a bicicletas de jubilados y estudiantes se cobran un 30 por ciento más barato y a los niños a mitad de precio. El precio de los servicios es el mismo para cubanos y extranjeros y está pensado, para el bolsillo de los primeros. Los recursos para realizar actividades comunitarias para niños y personas de la tercera edad provienen de esa parte de las utilidades que, por política empresarial, se separa para esos fines. ¿El negocio es rentable? Sí, dice Nayvis, líder de la empresa, pero para mí también es importante y una satisfacción grande, poder decir que prácticamente no tenemos fluctuación laboral y que quienes aquí trabajan, más que empleadas y empleados, se consideran parte de la empresa. Ciclo, es una empresa familiar que produce artículos de papel reciclado, y además, busca soluciones ambientalmente responsables a los problemas o necesidades de su vivienda y empresa, como demostración de la existencia de alternativas que permiten una transformación positiva de la realidad, al alcance de todos. Para ello:
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[email protected]
Nayvis Díaz Labaut
Yunairy Estrada (Yuyú)
Tito Núñez Abel Hernández
Velo-Cuba (reciclaje y reparación de bicicletas)
Ciclo (confección de papel reciclado)
Eco Romero (restaurante vegetariano)
Entimbalao (taller de pintura y chapistería automotriz)
Restaurante Obdara/ Proyecto Akokán –Los Pocitos
52648347 y 76404375 [email protected]
Anais Triana
La Libertija (Tienda de artesanías)
52661997 y 78835433 [email protected] La Timba
[email protected]
Deborah Vázquez Frank Carlos Porras de la Guardia
53588439 y 72604575 [email protected]
Michel Sánchez
52746425 /7863908 Lamparilla No.362 entre Villegas y Aguacate, Habana Vieja. [email protected]
52825148 [email protected] [email protected]
52622289 y 78323260 Calle 21 esq. N [email protected]
52939758 y 78646842 Muralla y Habana, Habana Vieja [email protected]
Carmen Monteagudo
Oasis Nelva (Crepería)
Contacto
Nombre
Emprendimiento
Capilla y filtros para control de emisión de gases y aerosoles
Negocio establecido para apoyar proyecto sociocultural comunitario con perspectiva ambiental.
Software para diseño de dietas saludables y educación alimentaria
Producción de papel reciclado, reuso de agua, etc.
Empoderamiento de mujeres y apoyo a la tercera edad y niños.
Espacio de confluencia para artistas con enfoque responsable hacia el entorno.
Reutilización y reciclaje de recursos y garantizar proveedores responsables y apoyo a productores orgánicos.
Buena práctica
TABLA 1. Listado de emprendimientos, descripción de su buena práctica y como contactarlos.
92 : Marrero Baez y Roberto Sánchez Medina • Capta agua de lluvia y la utiliza para la elaboración del papel reciclado. Ha construido, con materiales disponibles en el mercado, un filtro para el agua de lluvia captada. • Establece relaciones de compromiso con sus proveedores, escogiendo a aquellos que promueven o aplican acciones compatibles con el desarrollo sustentable, así prefieren recibir el papel de desecho de entidades que luego utilizan productos elaborados por ellos, a los que ofrecen precios preferenciales, como contribución a las estrategias de esas entidades. • Su comunicación y marketing va orientado a destacar los impactos de su trabajo en el medio ambiente. • Una parte de las utilidades se destina a realizar acciones educativas y de sensibilización en una escuela primaria de la localidad, donde se imparten talleres y charlas y se apoya con productos reciclados el trabajo educativo.
Eco-Romero, como negocio, puede decirse que es un restaurante vegetariano. Como parte de las metas empresariales se ha propuesto la promoción de la alimentación sana, a través de la información y la educación alimentaria. Por eso, brinda la oportunidad a los clientes y consumidores de personalizar su plato, no solo atendiendo al costo (ofrecen raciones diversas, grande, median y pequeña), lo que además contribuye a que se deseche menos comida, sino también en función de sus características personales o condición de salud (alergias, enfermedades crónicas, etc.), y el valor nutricional de la ración y cada alimento. Para lo anterior, entre otras herramientas, utilizan y comparten una aplicación, que se ofrecerá gratuitamente a quienes se interesen. Esta dispone de una base de datos y un algoritmo que permite a los clientes realizar sus pedidos a la medida y del huerto a la cocina. La idea es que pueda ser utilizada también en centros de salud y educativos, así como en cualquier centro laboral donde se elaboren alimentos. Esta aplicación promueve/obliga además a la informatización del negocio, lo cual permite una mayor transparencia de la gestión. Entre los compromisos sociales que asume el restaurante, está apoyar la producción local de alimentos, fomentando las cadenas cortas, por eso prioriza la selección de campesinos locales, que producen alimentos sobre bases agroecológicas, como proveedores. Oasis Nelva es una crepería y negocio de jardinería que además de su actividad comercial, se propone, a través del ejemplo, influir en los pobladores del barrio, para que asuman actitudes responsables y respetuosas en su relación con el entorno y en el trato con otras personas. Su eslogan es “respira verde come sano.” • Así, por ejemplo, y no solo con el propósito de reducir costos, desde el diseño inicial utiliza materiales y recursos reciclados para la decoración y acondicio-
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namiento de su local, aprovecha el agua residual de sus equipos de clima y la utiliza para actividades que no requieran agua potable, como alternativa de reducción de consumo del agua de acueducto. Captar agua de lluvia es aún un propósito por alcanzar. • Asume como compromiso con sus clientes, al ofrecer alimentos orgánicos, adquiridos de productores confiables, a los cuáles promueve y apoya. • Una parte de las utilidades, entre el 5 y 10 por ciento, se destina a proyectos de promoción y educación ambiental a nivel local, así como, a la realización de actividades educativas, extra-laborales, con sus trabajadores. • Aquí las palabras de orden son reducir (el consumo de recursos), reutilizar y reciclar.
Entimbalao es un taller de chapistería y pintura que, aunque la legislación no lo exija, asume el compromiso, la responsabilidad, de reducir o eliminar el impacto negativo de su quehacer en la comunidad. • Invirtió en la construcción de una cámara o capilla, con filtros que evitan que las partículas y gases que genera la actividad se diseminen al entorno y afecten a las personas y a la atmósfera. • El horario de trabajo se ajusta a los días y horarios en que el ruido afecte menos a los vecinos. • Establece una política para la adquisición de equipamiento y tecnología que cumple ciertos parámetros medioambientales. Así, la iluminación se diseñó con luminarias LED o los equipos se buscan de bajo consumo eléctrico. • De igual forma es parte de los protocolos de trabajo garantizar que los residuos que se generan, tengan como destino final aquellos establecidos por la legislación vigente.
Restaurante Obdara, es un restaurante, creado para financiar el Proyecto Socio Cultural Comunitario AKOKAN. • Destina no menos del 30 por ciento de las utilidades generadas para financiar acciones del proyecto comunitario, que van desde la siembra de árboles, recuperación de espacios públicos, promoción de actividades artísticas, hasta talleres con niños y jóvenes, entre otras muchas. • Promueven la experiencia de patios solidarios, que ofrecen gratuitamente al restaurante parte de su producción, porque saben que las utilidades en buena parte se revierten en el proyecto local de los cuáles son beneficiarios. • La oferta del restaurante, se enfoca en crear un ambiente solidario y una complicidad en los consumidores que disfrutan de la comida y la experiencia, conscientes de que los ingresos generados se destinan a actividades del proyecto comunitario. No es el clásico restaurante con horario de apertura y cierre, esperando que lleguen los clientes Abre para que los clientes disfruten sabores y saberes a través de la comida sana, orgánica y de origen local.
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94 : Marrero Baez y Roberto Sánchez Medina • El proyecto ha creado, en parte con los aportes del restaurante, un fondo de apoyo a investigadores, que quieran trabajar (investigar) en la localidad. Esperan se sumen a esta idea otros emprendimientos locales, como ya lo hacen para otras acciones.
La Libertija, más que una tienda de arte y artículos utilitarios hechos a mano, pretende ser un espacio donde confluyen artistas con una visión novedosa de la expresión creativa y un enfoque consciente y responsable hacia el entorno. • Los artículos que ofrece, en gran parte, son creados a partir de la re-significación de residuos o piezas en desuso. Su invitación es “Reutiliza y Recicla” y el eslogan “Crear es mejor que desechar.” • Ofrece la oportunidad de comercializar y obtener ingresos a cualquier persona con capacidad creativa y una visión artística que tradicionalmente no puede insertarse en los circuitos convencionales de comercialización de arte.
Conclusiones En la actualidad existen propuestas que surgen a partir de la evidente inoperancia del sistema capitalista dependiente solo del mercado y con insostenibles niveles de consumo, desigualdades sociales y explotación irracional de los recursos naturales; dichas propuestas se engloban dentro de las nuevas economías y están basadas en los conceptos de responsabilidad socio-ambiental empresarial. Dentro de esta denominación se incluyen la economía ecológica, las economías de colores (por ejemplo, verde, azul, naranja, plateada), la economía circular, la economía del bien común, la economía social y solidaria, el fuerte movimiento Ciudades en Transición y otras tendencias con menos basamentos teóricos y posibilidades de implementarse. Otras propuestas más radicales comienzan a plantear que la sociedad contemporánea y en particular las sociedades industriales deben iniciar el proceso ineludible de abandonar la ideología del crecimiento y comenzar a implantar de manera paulatina una economía del decrecimiento. La implementación paulatina de los conceptos que hemos planteado aquí, junto a otros bienes innovadores y la ampliación de las experiencias presentadas, le permitirá a Cuba comenzar a establecer en un futuro no muy lejano un PIBverde desde transformaciones certeras al modelo socioeconómico, que describa en su totalidad las peculiaridades de nuestro modelo y contribuya realmente a ese sistema próspero y sostenible tan enunciado. Los ejemplos presentados demuestran que existe un interés primario en el emergente sector privado por conservar y ampliar los estándares de justicia y bienestar social de la población cubana. Solo hay que divulgar y poner en
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práctica los elementos de la RSAE y los beneficios de todo tipo que se generan aplicándolos. También queda pendiente promover incentivos fiscales a los emprendimientos que se desarrollen desde estos preceptos y establecer foros para el intercambio de experiencias. Cuba resultaría un laboratorio perfecto para practicar muchas de estas propuestas y el emergente sector empresarial privado, teniendo en cuenta la considerable presencia económica que ha alcanzado y su futuro potencial, el consumo de recursos de todo tipo que demandan sus producciones y servicios y los beneficios sustanciales que puede brindar a los territorios su gestión empresarial responsable, está dando muestras evidentes de la influencia que puede tener en transformar el modelo de desarrollo económico cubano. BIBLIOGRAFÍA Alonso, M. de Talavera, S. (2009). Indicadores ADEC-ETHOS de Responsabilidad Social Empresarial. Programa Latinoamericano de Responsabilidad Social Empresarial (PLARSE). Instituto Ethos, Fundación AVINA. Betancourt, R. (2016). La responsabilidad social empresarial en Cuba. Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina 4, nº 2 (mayo–agosto): 43–55. Soto, L (2015). Responsabilidad social empresarial en Cuba: Una visión desde el conocimiento jurídico en pos del desarrollo. Estudos Dereito 25, nº 1: 101–15.
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JENNIFER CEARNS
Introduction to el Paquete Cuba’s peer-to-peer digital file sharing network el paquete (the package) has gained global attention in recent years (Helft 2015; García Martínez 2017; San Pedro 2015; Parish 2018), viewed as a domestic response to a widespread scarcity of internet access, and even an inventive answer to Netflix (Ayuso 2015, see also Farrell, this issue) from an island that remains prohibited from officially consuming much international digital content (by both the embargo and Cuban state internet restrictions). The network has grown and consolidated itself over the past eight or so years to become the primary source of information and entertainment for the majority of Cubans across the island; indeed, some even consider it the island’s largest (unofficial) employer (Press 2015; Fazekas and Marshall 2016). The Cuban poet and essayist Victor Fowler Calzada considers it “one of the most important cultural phenomena the country has experienced in the past quarter century” (Johnson 2015). This curated database of digital content circulates hand-to-hand across the island through USB sticks and hard drives, and it includes everything from last night’s episode of Game of Thrones aired on HBO in the United States to thousands of hours of international TV shows and movies, video games, music and music videos, sports matches, e-books and magazines, cell phone apps, antivirus updates, and classified advertisements. All put together, the content amounts to up to one terabyte at a time, although few Cubans actually purchase the entire thing. The popularity and ubiquity of this network is such that while in 2015, it was distributed on a weekly basis, crossing the island every Monday morning with bus drivers and pilots, by 2017 it had become a daily phenomenon, with content copied, recopied, and sold through networks of paqueteros (packagers), who in turn distribute the material for a profit in their local area. The cost of subscribing to the paquete varies from neighborhood to neighborhood, and dealer to dealer, but prices can be as low as 2 Cuban pesos ($0.10 US) for an episode of a show, thus allowing Cubans to “transform their offline digital devices and television set into the equivalent of cloud-enabled, data-rich smart phones and TVs” (Henken 2017, 433). For the most part, compilers of this digital content toe a delicate line of legality, and the unwritten rule for participation without unpleasant consequences is that no politics or pornography can be included. Meanwhile, revenue comes back through two avenues: payments from subscribers and paid advertisements from local private businesses. Most paqueteros are able to operate legally
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100 : Jennifer Cearns under a set of licenses for self-employed work (Ritter 2014; Henken and Ritter 2014), although many of these licenses were frozen in 2017, and private advertising remains situated within a regulatory gray area, given the combination of a state mass media monopoly and a previous lack of private businesses that consequently meant no specific law was needed in this regard. Alongside its international content, since 2013 the network has also facilitated the distribution of independently produced Cuban content, including journalism, music and domestic TV shows and film, allowing new genres and voices to be circulated more widely through the public sphere (see Henken and Levine, this issue; Duong 2013, Henken 2017, Farrell 2019). While el paquete has been largely fetishized by the wider world as a surprising digital quirk in an otherwise “analogue” place viewed as stuck in the past, it in fact does not represent anything drastically new to Cuban societal organization. Indeed, el paquete is arguably the archetypal Cuban response to a scarcity of digital content, given the degree to which informal networks have been crucial to most aspects of Cuban consumption for decades, becoming the definitive manner in which the problems of everyday life are resolved (Fernández 2000, 29–32; Henken 2005; Pertierra 2011; Cearns 2020; Farrell 2019). The acquisition of goods through informal means remains entirely standard practice to Cubans, who consider it “normal or even admirable behaviour that is not necessarily a disavowal of the Cuban state or of the socialist economy” (Pertierra 2012, 402). This black market bricolage (Levi-Strauss 1966; Derrida 1978; Deleuze and Guattari 2004) dominates myriad aspects in Cuban everyday life, from sourcing groceries to getting from place to place, as has been typical in many post-Soviet economies (Morris and Polese 2014; Ledeneva 2017; Centeno and Portes 2006). In this regard, el paquete arguably represents a recent dénouement of what has long been a domestic approach to obtaining both material and digital goods on the island. A Brief History of Media Sharing in Cuba El paquete’s genesis actually goes back several decades, to the 1970s and 1980s, when Cubans first started to find ways to circulate foreign films, magazines, and music that didn’t air on state-run TV. My thirty-year-old friend Nestor has vivid childhood memories of helping his grandfather, who had a side business renting out books and movies: He had this great passion for cinema . . . so as an alternative means of income he started renting out magazines, books and films in the 1970s. The earliest memory that I have of that part of the business was a big wooden trunk he had for all the magazines. And I remember another person would come from another city to swap with my grandfather. The thing was, you’d have 100 or 150 books and a group of customers, so when your
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Introduction to el Paquete : 101 customers had read everything, you had to do something, so to get round that problem my grandfather would circulate materials with someone in another city. They used to communicate between themselves, like networks, and like that it grew . . . a network to distribute and interchange materials. . . . At that time the other way of getting hold of magazines and so forth was the ones left behind by tourists or visiting relatives in hotels. People would laminate them so they lasted longer and rent them out. . . . At the same time cassette tapes started to circulate, and my grandfather exchanged all 200 of his books for eight VHS tapes. People loved that you could watch something more than once, and from that moment the business started to grow. All of the sections you now see on el paquete, like sport and soap operas, started out on the cassettes, and just like you go to the film banks now, you could go and rent out a tape.1
Throughout the 1980s, ship workers, touring musicians, and plane pilots would bring in Betamaxes from abroad either to sell or to rent out: word would go around as to who had what, and people would copy their own versions.2 In 1991 the Cuban government installed an antenna on the roof of the Hotel Habana Libre so that tourists and diplomats could watch ten American channels, and locals quickly found a way to catch and repeat the signal in the neighborhood and record shows to sell on to others. The Cuban diaspora in Miami also made the most of this development and started broadcasting radio and television programs through satellite dishes facing out across the sea, in the hope of transmitting alternative sources of news to the island.3 This practice continues to this day, with many of the more affluent Havana households owning a parabolic antenna to catch the signal from Spanish-speaking channels in nearby South Florida. Some also repeat the signal to their neighbors and make a profit in the process by charging a monthly fee. Structure and Content of el Paquete Although much of el paquete’s content originally came from abroad, smuggled into Cuba in suitcases and backpacks, nowadays most of the content is actually downloaded in Havana itself. Some is downloaded through special internet accounts granted to university staff, party members, and the like, which are less restricted, while the rest is downloaded on hotel or private computers through the night, when the available bandwidth is typically greater. The matrices (headquarters) of the major producers and distributors of el paquete now have sufficient technical equipment to be able to copy multiple files at the same time, enabling them to reproduce el paquete on a mass scale that was impossible even just a few short years ago. These are then sent across the island with pilots, bus drivers, and so forth, to be copied further in “the provinces.” Meanwhile, as production of el paquete has centralized into four major “houses” or matrices, local artists, filmmakers, and journalists have been able to insert materials into these networks of distribution, and local businesses
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102 : Jennifer Cearns Flows of Digital Content in el Paquete
Content brought in from abroad on hard drives
International content downloaded or streamed/ recorded from the internet in Havana
Locally produced content
MATRICES
1. There are 4 significant matrices: 3 in Havana 1 in Santiago de Cuba
[The hard drives are distributed across the island with intercity bus drivers and domestic pilots, early each morning]
SUB-MATRICES [Each paquetero has his specific supplier, although some ‘mix and match’ from various sources, and then copy all of the data to their own computers and hard drives]
PAQUETEROS [Some paqueteros have premises with menus of content that customers can choose from. Others deliver door-to-door, and curate customers’ USB sticks with content they think they'll like]
SUBSCRIBERS [It's common practice in Cuba to always go everywhere with a USB stick in your pocket, in case you want to swap content with a friend]
NON-SUBSCRIBERS
2. City distributors are in every region, including: Pinar del Rio, Artemisa, Havana, Mantanzas, Colόn, Cienfuegos, Santa Clara, Trinidad, Sancti Spiritus, Ciego de Ávila, Camaguey, Las Tunas, Holguin, Bayamo, Santiago de Cuba, Guantánamo
3. Thousands of local distributors, each of whom has a ‘patch’ of a few streets understood to be their zone of distribution. Competition between paqueteros is fierce to provide a good service to maintain a loyal customer base.
4. Paying customers who either visit their paquetero, or hand over their USB stick to have it delivered back to them later with curated content according to their tastes. Costs vary according to area, anywhere from 2 Cuban pesos for an episode (10 cents) to 1 CUC (1 dollar) for everything.
5. Many (if not most) people don’t actually pay for el paquete but instead share and copy content from relatives and friends onto their own hard drives.
FIGURE 1. Diagram showing flows of digital content into and across the paquete network.
and musicians have also started directly paying the matrices to include their own content. Inclusion of promotional materials starts from around 30 CUC (US$30) a month.4 In this way, content on el paquete is not solely foreign; it now contains domestically produced contributions too. In a paquete that went out on April 1, 2019, for example, almost 5 percent of the content (approximately 40 gigabytes) had been created on the island itself. International content is also not necessarily solely American; in fact, Asian programs (such as Korean dorama, Turkish soap operas, and Japanese manga and anime) are increasingly popular, as are other Latin American genres such as Mexican and Brazilian telenovelas (see also Farrell, this issue).
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FIGURE 2. Handwritten order form requesting particular episodes of various shows, alongside an advert for “the world on your TV or PC: We have the most recent shows from anywhere in the world . . . and we can also look for anything you want to see again” in a paquetero’s office. Author’s photo, Havana, March 2018.
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FIGURE 3. Price list displayed in the window of a paquetero’s home in El Cerro, Havana. Author’s photo, March 2018.
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Introduction to el Paquete : 105 A Parallel Internet Although el paquete has attracted considerable attention from across the world for being an ingenious response to limited internet access, it has also become a trope of the increasing fetishization of Cuba as an analog or “digital detox” destination. “Step back in time,” we are invited, “and leave the stresses of modern life behind” (“Rest, Relaxation & Digital Detox” 2019), while in Cuba, “where Wi-Fi is both slow and terrible, you will be an emissary from the future, a hint of the degeneracy to come” (García Martínez 2017). El paquete has meanwhile been hailed by foreigners as “the internet distilled down to its purest, most consumable, and least interactive form” (García Martínez 2017). Presumably such accounts here take interactive to mean merely “clickable,” as the structure and circulation of el paquete clearly relies heavily on social interaction, as already demonstrated. To Cubans, nonetheless, el paquete is distinct from the internet as the wider world might know it. The internet (in the sense of the World Wide Web, provided in Cuba by the state-owned company ETECSA) is slow, expensive, and is used for communication purposes alone: either for email or internet calls to friends and relatives overseas. El paquete, meanwhile, is a source of information, entertainment, and most importantly, a network of social relations. USB sticks assume the role of “social portable libraries of Cuban identity, where librarians are a latticework of social networks of friends and trusted colleagues” (Astley 2016, 16). As Daniel Miller and Heather Horst point out in their manifesto for a digital anthropology, “the importance of cultural relativism and the global nature of our encounter with the digital” is to negate “assumptions that the digital is necessarily homogenizing,” and thus a digital anthropological lens onto such phenomena as el paquete might allow us to explore “the illusions we retain of a non-mediated, noncultural, predigital world” (Miller and Horst 2012, 3–12). No digital technology exists outside of networks that include analogue and other media technologies, and Cuba’s paquete is a prime example of how digital practices are extensions of preexisting social and material worlds, constructed by agents who are situated in cultural specificities. Perhaps most striking about el paquete as a digital network is its visible reliance upon the material, which is so often presented as juxtaposed to the digital or virtual nature of the online world. Often, especially when working smoothly, the materiality of the digital remains invisible to the user, yet, as danah boyd (2011, 37) emphasizes, “the architecture of a particular environment matters,” and nowhere more visibly (or tangibly) than in the case of Cuba. Vincente Morin Aguado (2015) has seen USBs in Cuba as “the people’s Internet,” but el paquete would perhaps be better understood as a parallel internet which has developed in its own techno-social and economic setting. There was nothing predetermined in the 1990s about the way the World Wide Web
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106 : Jennifer Cearns would develop to become a product through which users’ personal data are harnessed and remobilized for the financial gain of large corporations (Zuboff 2019); nor is there anything inevitable about the proposal that Cuba’s internet will morph into the identical sibling of Google “when things change” (Johnstone 2019). Indeed, el paquete arguably harnesses some features of what the wider world knows as the Internet; its success and profit is also mediated by the harnessing of social data for commercial gain, only in this case, face-toface knowledge of customers by astute paqueteros who serve their surrounding neighborhood. Yet in other regards it manifests itself differently; notions of ownership and property are distinct, as are conceptualizations of authentic or original content, and perhaps too normative ideas of “appropriate” interface of state and citizen through mutual surveillance. As my Cuban friend Carlos once put it to me after a few beers, “You all get so high and mighty about your free internet, but do you think Google is any different? They watch every move you make, and they profit from it. So it’s all a matter of perspective.” He also pointed out that while I was barred from sharing the apps I had paid to download onto my phone with him, through el paquete and similar social sharing networks across the island, Cubans had in fact found a way to promote a greater degree of mass ownership. In this light, el paquete can be considered a situated response to a particular moment in time, where private business licenses are obtainable and yet material (and digital) things still often circulate through older networks of distribution which were consolidated under socialism. El paquete has rendered visible an emerging public space in the Cuban landscape: exchange of information and materials has always been mediated through social relationships in Cuba and beyond, but this process has now manifested in new channels of circulation. El paquete represents an “opportunity to synchronise with trends and conversations outside the island” (Laguna 2017, 159), but also arguably within the island, which is equally as potent. The transformative power of the internet as interpreted in the wider world is “not that it allows access to information, but rather that it provides a public venue that allows ordinary people to . . . tell their own stories, to recontextualise existing knowledge and official narratives, and to create their own social networks for sharing ideas” (Bernal 2014, 9). If in “Western countries,” or the Global North, the digital phenomenon has often been accused of generating alienation among users (Gershon 2010; Turkle 2011), in Cuba, digital access (via el paquete more so than online access) “implies a series of private and relational practices that have contributed to the appropriation of public space by citizens” (Liosi 2017). Indeed, this nascent national public space has galvanized and mobilized new discourses across the island, as has been the case for my friend Nestor, whose own artistic work tells us that “el paquete is, in fact, the Cuban public space today and that
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Introduction to el Paquete : 107 a gallery as well as a public space should be imagined outside the boundaries of the political and cultural elites” (Mónica 2017; see also Cearns, this issue). Introduction to Dossier This dossier draws together various aspects of el paquete and media-sharing practices in Cuba today, focusing on the way new and old communities alike are created, perpetuated, and redefined through emerging digital networks and practices. From its promotion of international content and language-learning materials to the generation of new music genres, independent journalism and visual art, the articles in this dossier together consider el paquete’s wider impact in both domestic and transnational Cuban communities, and what this might mean in an island of supposedly centralized and state-dominated media. The contributions each address a specific aspect of what is not one but many phenomena associated with el paquete. Ted A. Henken provides a comparative study of the political ecology of competing digital media projects, considering how the paquete as well as rival media networks on the island contribute to a growing public space for independent journalists and media outlets. Mike Levine brings us an analysis of how the representation of race and marginality in the platform is negotiated by its different stakeholders, and the way emerging sub-genres of music are shared horizontally courtesy of Cuba’s emerging media sharing platforms, challenging top-down hegemonic systems of reproduction and distribution in audiovisual media. Jennifer Cearns reconsiders Cuban connectivity with the “outside world” by showcasing the transnational networks operating behind and through the paquete phenomenon, and positions these ideas within discussions of copyright, media piracy across the Global South and notions of ownership within ideologies of socialism and capitalism. Finally, Michelle Leigh Farrell contributes an exploration of how el paquete fits into a wider hegemonic landscape of media distribution both in Cuba and internationally in her comparison of the paquete with both Cuban state-produced media distribution networks and international corporate giants such as Netflix. There is much to be gained by bringing such work together to prompt a wider discussion exploring the interrelation between different disciplinary perspectives on the phenomenon of el paquete in Cuba, and the distribution and curating of media more generally. This interdisciplinary dossier draws together a wide array of current scholarship and research into digital sharing practices and media in Cuba and its diaspora, and should be of interest and relevance to scholars and students of anthropology, media studies, cultural studies, sociology, journalism, migration studies, and Latinx studies. Together, the articles highlight how, in spite of hegemonizing and colonializing characterizations of
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108 : Jennifer Cearns Cuba’s digital sphere of production as somehow “backward” or limited, everyday Cubans in fact assert considerable agency not only in producing content on the island but also in mobilizing Cuban media across transnational circuits. All the articles demonstrate how the paquete is in fact galvanizing the rise of new media forms, genres, and voices, the likes of which can arguably challenge both domestic and international hegemonic models of media production, along with our own wider understandings of a digital public space offering new possibilities that are not peripheral but indeed central to cultural production in the modern age. In this regard, this dossier sets out to re-orientate discussions that focus on a sense of lack in Cuba’s digital presence to instead focus on the possibilities for inventiveness, entrepreneurship, creativity, and counterhegemonies that evidently abound in digital Cuban communities and networks. It also considers Cuban media-sharing practices within their historical context and situates the Cuban case within broader discussions of developing economies and Global South connectivity, media piracy in Latin America and beyond, and broader theoretical questions of ownership and sharing within ideologies of state socialism and capitalism. NOTES 1. Interview with author, Havana, February 2018. Film banks, or bancos de discos, are readily visible in Cuba and sell pirated DVDs among other things. 2. Betamax was an analog cassette-recording device popular through the 1970s and 1980s before the invention of VHS, which has been replaced by DVDs and Blu-ray technology. 3. For example, in the early 1980s, the US government planned to create a radio station known as Radio Free Cuba, in the hope of hastening the fall of Fidel Castro. The station—renamed Radio Martí after Cuban independence fighter José Martí—was established in 1983 by President Ronald Reagan and continues running to the present day, along with a sister television station. 4. Although it’s worth noting that some of my interlocutors had started pulling out of such contracts, as—given the number of paqueteros who cut materials out of the paquete judging them not to be of interest to their local customers—it was becoming increasingly difficult to ensure the promotions would arrive on the end consumer’s USB stick.
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TED A. HENKEN
The Opium of the Paquete: State Censorship, Private Self-Censorship, and the Content-Distribution Strategies of Cuba’s Emergent, Independent Digital-Media Start-ups A B S T R AC T Cuba’s famed paquete has been celebrated in recent years for effectively undermining the Cuban government’s historic media monopoly as it erupted in an offline digital response to the rising demand for more diverse and less ideologically charged media content. However, the paquete’s different compilers and distributors have also systematically practiced self-censorship in exchange for continued state tolerance of their growing alegal media enterprise by refusing to distribute political content, especially if it is critical of the government and/or produced by any of the independent digital media start-ups operating on the island today. This article analyzes this phenomenon by comparing the paquete to its two offline digital competitors: the government-sanctioned Mi Mochila, distributed via its network of Joven Clubs de Computación y Electrónica (JCCEs), and the clandestine, politically charged, “sneakernet” complement to the paquete, known as the paketito. The article concludes by highlighting the various ways the founding directors of a number of Cuba’s leading independent digital media outlets solve the problem of the paquete’s self-censorship by developing an array of contentdistribution strategies to fit Cuba’s hybrid online-offline digital media environment.
RESUMEN El famoso “paquete semanal” de Cuba se ha celebrado en los últimos años por socavar de manera efectiva el histórico monopolio mediático del gobierno cubano al irrumpir en una respuesta digital offline a la creciente demanda de contenido multimedia más diversa y menos cargada ideológicamente. Sin embargo, los diferentes compiladores y distribuidores del llamado paquete también han practicado sistemáticamente la autocensura a cambio de la continua tolerancia estatal de su creciente empresa de medios “alegal” al negarse a distribuir contenido político, especialmente si está crítico con el gobierno y/o producido por cualquiera de los nuevos start-ups de medios digitales independientes que operan en la Isla hoy. Este artículo analiza este fenómeno al comparar el paquete con sus dos competidores digitales offline: Mi Mochila, sancionada por el
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112 : Ted A. Henken gobierno y distribuida a través de su red de Joven Clubs de Computación y Electrónica (JCCE), y el clandestino y políticamente cargado complemento al paquete, un “sneakernet” conocido como “el paketito.” El artículo concluye destacando las diversas formas en que los directores fundadores de varios de los principales medios de comunicación digitales independientes de Cuba resuelven el problema de la autocensura del paquete al desarrollar una serie de estrategias de distribución de contenido únicas para adaptarse al entorno híbrido de medios digitales online-offline de Cuba. The Cuban government clearly tolerates el paquete. Even if officials are not being paid off, it satisfies many consumers, making them less likely to press for open Internet access. Had he been writing today, Karl Marx would have said “el paquete is the opium of the masses.” —Larry Press, The Internet in Cuba (blog), September 14, 2015
Cuba’s home-grown “sneakernet,” colloquially known as el paquete semanal, or the weekly package, is an offline, islandwide digital data distribution network that rides on the back of hundreds of thousands of tiny flash drives and external hard drives.1 The paquete has been rightly credited with (and often celebrated for) fundamentally undermining the Cuban government’s longstanding monopoly over the mass media available to the Cuban public on the island. However, while the paquete’s various paqueteros or distributors (working in tandem with one of the island’s four main casas matrices or compilation houses) have indeed successfully won over a Cuban public hungry for a more diverse, higher-quality, and less ideologically charged selection of commercial, technological, and especially entertainment-oriented content, they have also systematically refused to include in their offerings any programming they deem even remotely “political.” This is especially the case if that content is critical of the Cuban government, its policies, or its leaders, and even more so if it is produced by the emergent crop of independent digital media outlets operating on the island today.2 This self-censorship—what might be called an internal blockade against independent locally produced political news (deployed not by state censors but also by Cuba’s private, “alegal” paqueteros and casas matrices no less)—has especially affected the offline availability of the content of the more criticalminded digital media start-ups that practice investigative, watchdog, or adversarial journalism. These include El Toque, El Estornudo, and 14ymedio, each of which has been forced to develop multifaceted content-distribution strategies that attempt to go far beyond el paquete. In contrast, Cuba’s paqueteros have extended much different treatment to the handful of independent digital lifestyle, cultural, sports, and entertainment magazines that have appeared on the island in recent years. As a rule, almost all of these have paid for, depended on, and even been built around an offline, “direct-to-paquete” digital-distribution model. These include the sports magazine Play-Off, the fashion magazine
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Garbos, the start-up business magazine Negolution, and most prominently, Cuba’s premier and pioneering independent entertainment, cultural, and celebrity lifestyle magazine Vistar. Given this complex, contradictory, and dynamic state of affairs, this article begins with a brief description of the history and development of el paquete, linking its initial appearance and eventual shift toward self-censorship of political news to the emergence of its two main sneakernet competitors: the low-cost, government-produced Mi Mochila, a compendium of digital content distributed exclusively via its network of Joven Clubs de Computación y Electrónica (JCCEs) and the clandestine paketito (sometimes referred to as el paketiko or el paketico), a free weekly cache of digital content compiled and distributed by anonymous activists working to make publicly available the very thing that both the government media and mainstream paqueteros censor: independent, critical-minded journalism, some of which is produced by digital media start-ups operating in Cuba today. The concluding section of the article critically compares the various content-distribution strategies of some of these independent digital-media start-ups. Based on a questionnaire circulated among these start-ups’ founding directors, the analysis centers on how they seek to solve the problem of the paquete’s self-censorship by developing an array of content-distribution strategies to fit Cuba’s hybrid online-offline digital media environment.3 Three-Way Sneakernet Throwdown: The Taming (and Contaminating) of El Paquete While many foreign journalists have placed the emergence of the paquete around the year 2014, this offline digital combo clearly existed in various forms much earlier to that. We know this because it was in 2014 that the Cuban government—and especially its cultural officials—began to publicly confront the implications of the emergence and wide popular adoption of the paquete for its hallowed revolutionary política cultural (cultural policy) and its longstanding, but now clearly eroding, monopoly over Cuban mass media. It was also in mid-2014 that the government launched its first, abortive effort to produce an institutional response to the paquete in the form of the competing digital compilation known as Mi Mochila, addressed in greater detail here. Aimed at sounding out a wide group of writers and intellectuals who work in various state cultural institutions (the Cuban Writers’ and Artists’ Union, or UNEAC; the Hermanos Saíz Association, or AHS; and the Cuban Film Institute, or ICAIC), the government’s cultural apparatus organized “Forum of Cultural Consumption in Cuba: Art, Culture, Education, and Technology,” the weekend of October 31–November 1, 2014, at Pabellón Cuba in Havana’s central La Rampa district. Headlined by former minister of culture Abel Prieto,
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114 : Ted A. Henken then a special adviser to President Raúl Castro, the event was an opportunity for participants to reflect on “the impact the technological revolution has” on the changing “habits of cultural production and consumption,” according to the state newspaper Juventud Rebelde (Bedevia 2014; Diario de Cuba 2014a). In their remarks, Prieto and other high-placed government officials shared their growing alarm over the negative impacts of both violent video games and the spate of shallow, consumerist entertainment that dominates the paquete on the revolutionary values of Cuba’s youth. “We cannot exhort our youth to develop a criminal instinct,” Prieto insisted in relation to the growing craze among Cuban youth to play competitive multiplayer video games: “Some are inoffensive, but others are essentially violent and have converted into an addiction.” In specific reference to the paquete, Prieto argued that it slyly gives its users the false “impression that one is choosing what to consume,” when in fact it is the paquete’s compilers who have already curated a set of options that it “imposes on them,” offering the compilation disingenuously as a portal of digital freedom (Diario de Cuba 2014a). “Democracy and diversity are hidden under a trick of the hegemonic agenda of entertainment,” declared Prieto (Bedevia 2014), seemingly blind to the cynicism of such as statement—however on target it might be about the motivations driving the Western capitalist entertainment industry—coming from a representative of a government that has systematically—indeed, hegemonically—controlled the content available to the Cuban public through television, film, radio, and the press for decades, to say nothing of its monopolization of access to the internet on the island (Diario de Cuba 2014a). Shifting the discussion to a potential institutional response to this cultural “crisis,” Prieto obliquely suggested that attendees think of strategies whereby “a more diverse and inclusive paquete could be developed” (Bedevia 2014). “Up to what point should public spaces have some kind of regulation regarding what [media] is included,” Prieto asked rhetorically, reminding his listeners that the government was not about to cede its hard-won control over Cuba’s cultural policy to the private sector. The island is overflowing with initiatives, warned Prieto, “that have nothing to do with what we ourselves are aiming at” (Diario de Cuba 2014a). This line of argument led to a wide-ranging discussion by various attendees about ways the paquete could be “contaminated,” “intervened,” or successfully “invaded” with other, richer content, given the fact evident to all attendees that it certainly could not, and perhaps should not, be eliminated. Indeed, Helmo Hernández, the longtime president of Cuba’s Fundación Ludwig (FLC), which promotes the appreciation of Cuban art and culture, openly declared that, like it or not, the paquete is “the clearest expression of contemporary Cuban culture. . . . It’s what the people in the country like [to consume].” Given this fact, he argued that it was pointless to rail against the
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paquete or try to beat it at its own offline game. Instead, he suggested that government cultural institutions look for ways to add their own content to the paquete as a way of “contaminating” it with content of greater aesthetic value—something he said FLC had already started to do on an experimental basis (Diario de Cuba 2014b).4 The state-led regulatory reaction to the proliferation of the paquete, however, is only one side of the story. Additionally, as the paquete gradually became more lucrative for its compilers, entrenched in Cuban life, and won greater tolerance from the state for its increasingly systematic self-censorship of critical political content, some of its users began to revolt against its evermore “domesticated” and “cowardly” character. In fact, the independent journalist Luz Escobar published an article in 14ymedio based on interviews with longtime consumers of the paquete during the month following Fidel Castro’s death in late November 2016. Entitled “‘The paquete’ between two fires,” the article reports that although paquete compilers had to exercise extreme caution regarding their content selection during this period so as not to inadvertently insult the memory of the deceased leader and provoke a state backlash, they simultaneously came under attack from users who were discontinuing their subscriptions given that the more controversial, interesting, and hard-hitting material they had once counted on was no longer there. Indeed, one couple interviewed by Escobar said they had decided to give up on the paquete and install an illegal satellite dish on their roof so they could regularly see Miami’s Spanish-language news shows and television programs, which were no longer included in the paquete. It has “become annoying,” they told her. “It has become as controlled as the [state run] Cubavisión channel” (Escobar 2016). In an interview conducted in June 2019 via Facebook Messenger with an anonymous source in Cuba who has long been involved in compiling and distributing the more clandestine alternative to the paquete known as the paketito, “Juliana” (a pseudonym) outlined a clear, if gradual, shift in the content available to the public via the paquete. Hard news focused on Cuba and even satire of a politically critical nature gave way to light entertainment as a result of stepped-up pressure from state security on the paquete’s various casas matrices. The paquete initially emerged as a great compendium of digital data aimed primarily at entertainment, but which also included humorous programs that criticized the Cuban government and also news from Cuba and the world that was obtained by foreign media. However, when the weekly “package” became more popular than Cuban television, the political police began to exert psychological pressure on the main people in charge of forming the paquete, so that they eliminated critical content that mocked the revolution and its leaders. From that moment, the creators and distributors of the weekly package began to practice self-censorship.5
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116 : Ted A. Henken Juliana went on to specify that this “tipping point” became most evident in the summer of 2016, perhaps as a result of the biting political satire of Miamibased Cuban humorists like Carlos Otero and Alexis Valdés, who were especially adept at skewering Cuba’s newfound fascination with the “miracle plant” moringa, which had been enthusiastically celebrated by Fidel Castro himself in recent memory. However, Juliana insists that there was no single show or critical article included in the paquete that set Cuba’s censors off. Instead, she attributes the shift to the cumulative effect of the paquete’s growing popularity at the expense of the formerly hegemonic state media and the occasional appearance of critical material on the paquete that made a mockery of the Cuban regime and its leaders. Mi Mochila: If You Can’t Beat ’Em . . . Going a step beyond the suggestion that state institutions should try to “contaminate” the paquete with material of a higher cultural, intellectual, or aesthetic order, in fits and starts between July 2014 and December 2016 the government made what turned out to be an initial abortive attempt to launch its own institutional version of the paquete (Arcos Fernández-Britto 2014). Called Mi Mochila, this digital compendium would be distributed via a pilot project that initially included just thirty-five of the UJC’s network of more than six hundred JCCEs (Bosch Taquechel 2015). A large, perhaps unwieldy group of state institutes, associations, and foundations participated in the production and/or selection of Mi Mochila’s weekly contents, including the Cuban Book Institute, the ICRT (Cuban Radio and Television Institute), ICAIC (Cuban Film Institute), Fundación Ludwig, the Cuban Music Institute, and the National Library (Palma 2015). Mi Mochila would also differ from the paquete in its decidedly more didactic and proudly “revolutionary” content and its (free) price. However, during its pilot phase between 2014 and 2016, Mi Mochila was normally far smaller than the paquete (300 to 350 gigabytes versus 900 gigabytes to 1 terabyte), less reliable as a weekly compendium (there were only fifteen “weekly” editions during its first year of existence), and much less popular (one JCCE reported just sixty-seven downloads during Mi Mochila’s first six months of availability), characteristics that earned it the nickname el anti-paquete and el paquete oficialista at the time (Palma 2015). In other words, this was not a Cuban version of PBS or the BBC! One of the key goals of the Mi Mochila project has been to prioritize “Cuban” cultural content over the foreign entertainment that predominates in the paquete—making it “bien cubana” (very Cuban) in the words of a 2017 issue of Pionero, a state-run magazine for Cuban adolescents. There has also been a strong emphasis on what might be called “family and revolutionary values” in Mi Mochila’s digital content, given the criticisms lodged against the paquete’s
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supposedly “banal” and “vulgar” (chabacanería) offerings (Labacena Romero 2014). Indeed, the official page describing Mi Mochila at Ecured, Cuba’s government-controlled Wikipedia clone, describes the project’s objectives in three brief bullet points: • “To satisfy the tastes and interests of different Cuban publics, • [To distribute materials] that correspond with the principles and values promoted by the Cuban State, [and] • To divulge Cuban culture and secure our national identity.”6 (Ecured 2019)
The project’s initial logo was a simple backpack with the word mochila underneath it. Under that, in smaller type, are the words “para la familia” (for the family). Later, when the project was relaunched in December 2016 after a faulty start, it had a much more attractive graphic interface featuring a photo of a young Afro-Cuban mother smiling in the right foreground while pointing across her chest to the thirteen color-coded and graphically distinct categories of folders included in the compendium. This richly colorful design is augmented by a subtle but powerful image of two smiling Afro-Cuban children in the background who are not readily evident at first glance, because their images have been washed out so they fade into the graphic’s deep purple foundation (Figure 1). During the first two to three years of its five-year existence, the JCCE’s Mi Mochila project had no distribution strategy other than allowing interested users to stop in to their local youth club and download all or part of the latest edition of the Mochila onto their personal flash drive. Similarly, during this period there was no publicity other than signs hung outside some of the clubs announcing the project’s availability at that site (González 2014; Palma 2015; Bosch Taquechel 2015). This lethargy seemed to change in the early months of 2017, after the project was rebooted in December 2016 following the death of Fidel Castro. On December 30 of that year, a special issue of Mi Mochila dedicated to the life and legacy of the deceased leader was released (Ecured 2019; Martínez Hernández 2016; 14ymedio 2016). Then, starting in 2017 it became possible to theoretically access and download the contents of Mi Mochila online via Cuba’s intranet (though reports have noted that limited bandwidth and spotty and expensive internet access have made this option difficult to take advantage of) (Valdés González 2018).7 Later, in April 2018, the JCCEs announced they were implementing a content-delivery service for the first time (perhaps in an effort to match the paquete’s popular home hand-delivery distribution method). However, using this service would cost users 10 Cuban pesos per delivery (D-Cuba.com 2018; CiberCuba 2018). The Ecured page dedicated to the project repeatedly describes Mi Mochila as an “alternative of audiovisual entertainment,” but never directly states the
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FIGURE 1. ‘Mochila . . . for the family,’ screenshot of Mi Mochila graphic interface, circa December 2016.
obvious—that it is intended to be an alternative to the much more popular and widespread paquete (Press 2015b). Given that much of its content comes from the same state cultural institutions that Cubans already have access to, the project cannot be meant as an alternative to that. Indeed, in a frank, if strangely worded, post on the University of Camagüey blog in September 2015, Alexei Nápoles celebrates the availability of the Mochila digital compilation to the university community because it “gives greater emphasis to topics of national interest” and features “cultural products of national provenance” serving “as a response to the paquete semanal, a ghost that separates us from our values and ideology but that exists and also reduces our boredom due to the lack of variety on National Television” (Nápoles 2015; CiberCuba 2018). Expanding substantially on the three-point objective list above, the Mi Mochila Ecured page goes on to lay out a seven-point declaration of principles, including entertainment, versatility, weekly distribution, flexibility, and feedback. However, the final two principles, “fidelity to the values that Cuban society promotes” and “moderation” are worth unpacking a bit more thoroughly. The principle of fidelity is glossed as having an undeniably political meaning: “attachment to the ethical and moral principles and values that underpin the revolutionary process.” The principle of “moderation” is justified as a way to “avoid the reproduction of cultural and social stereotypes imposed
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by other media, alien to our values and aspirations; and that glorify and praise violence, alcoholism, the consumption of legal and illegal drugs, nudity and erotic-sexual scenes, among others” (Ecured 2019). The Cuban Communist Party never sounded more like the Family Research Council, the American fundamentalist Christian activist group. In terms of specific content, the Mochila includes thirteen file categories, including video games, mobile and PC apps, continuing education materials, De mi terruño (a compendium of digital products originating in Cuba’s provinces), Estanquillo (a digital newsstand that includes books and audiobooks, laws and other legal documents, dictionaries and encyclopedias, and copies of Cuba’s principal state-run newspapers and magazines), Me dicen Cuba (a variety of audiovisual materials produced in Cuba including novels, TV shows, sprits, film, music, humor, children’s shows, documentaries, and radio shows), and Somos el mundo (virtually the same variety of AV material as available in Me dicen Cuba but of international provenance). While the Cuba-centered character of the digital selection is to be expected, it is striking that no international Spanish-language newspapers or magazines are included in Somos el mundo to compliment the domestic, official-press-oriented Estanquillo. When a number of the directors of Cuba’s leading independent digital media start-ups were questioned about their take on the government strategy behind Mi Mochila and asked to compare the content of the Mochila to that of the paquete (Press 2015b), there was virtual unanimity that it was motivated by a wrongheaded and ideologically charged didactic strategy that would never appeal to more than a handful of users leading to a failed and arrogant effort to “elevate the level of aesthetic taste of the public” (Rodríguez Ramírez 2017). While Elaine Díaz, the founder of Periodismo de Barrio, was unable to respond to this question directly, she did post a meme on Facebook a few years ago making her assessment of the Mochila versus the paquete abundantly clear: “I don’t want your Mochila. I want my paquete” (Figure 2). El Paketito: Autonomous, Clandestine, and Unknown People like Juliana, the clandestine compiler-distributor of el paketito introduced earlier, face a classic catch-22 in their effort to spread censored material as far and wide as possible within Cuba while also doing so discretely and only among a limited group of trusted friends so as to avoid government censure. Luz Escobar, the first Cuban journalist to publish a report on the paketito, recognized this dilemma. “The secrecy with which the paketito is put together,” she observed, “affects the reach of its distribution, which has been restricted to clients as transgressive as its creators” (Escobar 2017).8 The instinct to fiercely protect one’s anonymity is certainly understandable in a context where strict laws intended to protect “state security” can easily be used to arbitrarily target
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FIGURE 2. Cellphone screenshot of a popular Cuban meme shared on Elaine Díaz’s Facebook feed, circa 2017.
free speech activists. Indeed, in our very last exchange via Facebook Messenger about the paketito, Juliana reminded me: I believe that people like me who share these kinds of [censored] information “packages” must do so secretly, clandestinely, because in publishing about the [existence of] the paketito and showing our identity, we run the risk that the political police will
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accuse us of “spreading enemy propaganda,” a crime against the security of the state [here in Cuba].9
While Juliana is confident that the paketito is more popular and widespread among the Cuban public than Mi Mochila (a project she considers to be nothing more than digital “brainwashing”), perhaps as a result of her need to keep a low profile and circulate the compendium only among a tight, trusted circle of friends, very few of the directors of the twelve to fifteen independent digital-media start-ups interviewed for this article had ever actively consumed or even heard of el paketito. In contrast, they had all heard of Mi Mochila, with many having sampled its contents at least once—which they universally found of little interest. Thus, while Elaine Díaz’s humorous meme “I don’t want your Mochila. I want my paquete” is intended as a backhanded retort to the government’s launch of Mi Mochila as a didactic tool of political propaganda, an even more stinging meme could capture the dilemma faced by the paketito’s compliers: No sé nada de tu paketito. Quiero mi paquete (I’ve never even heard of your paketito. I want my paquete). When asked to compare the distribution strategy and contents of the paquete to those of the paketito, 14ymedio director Yoani Sánchez noted that each one suffered from drawbacks inherent to its public or clandestine character. “In the case of the paquete, there is very little news or informative coverage of Cuba,” she notes. “The paquete is basically for fun, film debuts, soap operas, TV series, and software.” She continued: “While it circulates among a much larger audience than the paketito, unlike this [clandestine] channel, the paquete avoids covering thorny topics because its distribution is very public and visible which also means that it can be very quickly censored. The paketito has a greater variety of materials about Cuba but still suffers from a lack of a stable regularity and an attractive assortment [of material].”10 Although the first public mention in print of el paketito’s existence as an organized information distribution project dates from May 5, 2017 (Escobar 2017), the goal of what has been called “breaking the Cuban government’s information blockade” by engaging in the independent production and distribution of news and information is perhaps as old as the Cuban Revolution itself (Carey 2016). This is perhaps even more true of the independent circulation of data in the digital age since the ease of copying, concealing, and sharing such data have drastically increased as the cost has dropped to almost zero. It was with this awareness that Cuban television director and independent filmmaker Yaima Pardo dreamed up her own “Autonomous Weekly Package” project (Paquete Semanal Autónomo) in 2014. Known during its brief life by its Spanish acronym, PaSA (a play on the word pass or pass along), Pardo’s idea arose quite independently of what would later emerge as the so-called paketito even though she would later regularly collaborate with the paketito’s compilers by
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122 : Ted A. Henken providing them with a digital copy of each of her many documentary shorts to distribute freely to their subscribers (Risco 2014; Press 2014a): Yes, I’ve heard of the paketito. I think it’s interesting to create an alternative to the selfcensorship suffered by the paquete semanal. But in turn, I think that the paketico needs a structure. A network of people who share it systematically is essential to defend this initiative. I personally shared all my work with the paketico manager, but that kind of enterprise cannot be the responsibility of a single person.11
As a longtime subscriber to the paquete, over time Pardo had become acutely aware of the bitterly ironic fact that although the renegade sneakernet network had originally emerged as a way to circumvent state censorship, already by 2014 the paquete’s main distributors were beginning to filter out critical political content. As a creator of independent digital content herself, Pardo saw that others—especially those independent journalists who were doing pioneering investigative reporting in Cuba and about vital Cuban issues—were having their websites blocked by the government online while their digital content was being blocked offline by the paquete’s own censors. Aiming to disrupt this state of affairs, Pardo and her partners envisioned operating PaSA as a kind of “citizen’s journalism report [where] people produce their own content with social objectives.” Given that the paquete as it then existed satisfied neither her political curiosity nor her avant-garde artistic sensibility, she intended PaSA to be an offline grassroots digital community, “the kind of Internet we could create ourselves” if we had regular Internet access. She also faced the question of offline political censorship squarely, insisting that PaSA would include critical material considered taboo by the mainstream paquete, such as the independent digital newspaper 14yemdio, which was launched only a few months prior to PaSA (Risco 2014). In the end, however, the PaSA project never got off the ground and Pardo ultimately immigrated to the United States where she currently lives.12 According to Escobar’s 2017 article in 14ymedio, “The ‘paketito,’ a clandestine rival for the ‘paquete,’” began informally in early 2014 among a small group of friends who sought to fill the information gaps left by the more commercial, entertainment-oriented paquete. The weekly package had become far too comfortable and tame for their tastes, so they began to share archives and files among themselves with an emphasis on censored materials, documentaries, and news. Additionally, the compilers occasionally include old Cuban publications that had been forgotten or suppressed when what they originally reported in their pages later became politically inconvenient or embarrassing for the government. A case in point is a digital edition of the Cuban magazine Bohemia from 1959 in which Fidel Castro denies being a communist. During the paketito’s first few years of existence its producers often found it impossible to update their material with regularity, but they overcame this obstacle
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by early 2017, after which time the clandestine compendium became truly a weekly standard (Escobar 2017; San Martín and Cabrera 2017). The materials that are included in the always-free compilation are usually downloaded from YouTube or other popular social media sites by activists while traveling abroad. In years past, the total size of the paketito was usually no larger than five gigabytes; however, more recently the compendium has grown to between twelve and fifteen gigabytes of new material each week. Some materials come from those who have privileged access to high-speed internet access at certain state-sector jobs. A unique feature of the paketito relative to both the paquete and Mi Mochila is that it is easily “contaminated”; that is, the compilation is originally created with specific content, but its users often freely enrich it as it circulates from person to person. According to the independent journalist Joan Manuel Núñez Díaz (2017), the general rule dictating the content included in the paketito is exactly the inverse of the one that guides the paquete: “Although it’s true that the authorities have managed to get the paquete to leave out the material they consider ‘politically incorrect,’ . . . the paketito has been conceived of to include exactly that.” Therefore, each week the compilation includes a file labeled “prensa escrita prohibida” (prohibited print media), which typically features recent articles from the Spain-based Diario de Cuba, Havana’s 14ymedio, and Miami’s Cubanet. The musical selection also highlights groups known for political protest music that have been banned from stores and state media and are often prevented from performing live, such as the hip-hop duo Los Aldeanos and the punk rock group Porno para Ricardo. Finally, there is a recurring weekly section in the paketito reserved for news about Venezuela and another labeled “represión” in which videos and other news and information about human rights abuses in Cuba can be found (Escobar 2017). This quick inventory reveals that the paketito is indeed awash in political news and information either about Cuba or about Latin America, the very thing paquete compilers assiduously avoid. While Juliana wished to remain anonymous, she did share the general profile of the various kinds of people involved in compiling and distributing the paketito. “Mainly, they are politically curious Cubans who avidly consume information,” she explained. While the core group includes dissidents, activists, and independent journalists and artists, Juliana said that the paketito’s distributors and consumers also include cuentapropistas, college students, college professors, and practicing doctors. Juliana indicated that a typical week might include material from the nightly news broadcasts of Miami’s Radio y Televisión Martí and Colombia’s NTN24, as well as news clips or mini-documentaries from Spanish TV, Euronews, CNN, BBC Mundo, and the Unreported World program produced by Channel 4 in the United Kingdom. There is also typically print and video journalism from Diario de Cuba, Cubanet, and Cibercuba, a
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124 : Ted A. Henken section of recent Spanish-language interviews with world leaders and Latin American newsmakers, the most recent videos from popular Cuban YouTubers like Liu Santiesteban, Alex Otaola, and Juan Juan Almeida, and digital copies of the popular talk shows hosted in Miami by Andrés Oppenheimer, Oscar Haza, and Jaime Bayly. To provide greater insight into the paketito’s content, Juliana also provided a digital copy of the file structure and titles of all the video clips and news articles included in the June 20–25, 2019, edition of the paketito. In this particular compendium, there are 20 separate file folders with a total of 260 files, clocking in at 15.35 gigabytes of data. Perhaps the most striking thing about the collection is that all but 12 of the 260 files are MP4 videos. That is, the paketito is essentially a curated collection of television political news, opinion, and analysis downloaded each week from YouTube, where anyone with a fast-enough internet connection could locate and view the same content. The twelve text files are PDFs of print articles published by Cubanet (six), Diario de Cuba (five), and 14ymedio (one). Thus, while part of the raison d’être of the paketito was supposedly to serve as a channel to domestically distribute journalism independently produced by Cubans who live in Cuba, the vast majority of its content is produced abroad and mostly not by Cubans. Particularly striking were the twenty-one highly produced, deeply critical, and unapologetically obnoxious video rants from the Miami-based Cuban YouTuber Alex Otaola, who gleefully skewers a series of Cuban officials and cultural commissars. There are also file folders dedicated to documentaries and documentary series with the week’s fare including the acclaimed HBO docudrama Chernobyl and an assortment of short docs produced by Deutsche Welle, including “How European Immigrants Populated the United States,” “Rwanda: 25 Years Later,” and “Climate Refugees: The Real Cost of Global Warming.” The interview section includes face-to-faces with former Chilean president Michelle Bachelet (who recently visited strife-torn Venezuela); the director of Human Rights Watch Americas, José Miguel Vivanco; and a firstof-its-kind sit-down between Telemundo anchor José Díaz-Balart and President Donald Trump (subtitled in Spanish). There are also files containing sports videos (twenty-three), humor (four), animated political satire about Venezuelan president Nicolás Maduro (one), and the latest two episodes of a multipart video course on the cultural history of Cuba produced by Miami-Dade College and hosted by Professor Mercedes Cros Sandoval. Distribution Strategies of Cuba’s Independent Digital Media: “Tú no sales en ‘el paquete’” Just five days before launching 14ymedio, her own long-anticipated independent digital daily newspaper on May 21, 2014, Cuba’s best-known blogger
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Yoani Sánchez (2014a) published one of her classic day-in-the-life posts on her widely read blog Generación Y. With the eye-catching title, “Ah . . . tú no sales en ‘el paquete’” (Ah . . . you’ve been left out of “the package”), her fourparagraph post chronicles a recent, overheated ride she took in one of Cuba’s private collective taxis. Pressed in on all sides by sweaty bodies at high noon as the car lurched down the street with little success at avoiding its numerous potholes, she readied herself to endure the cabbie’s inevitable choice of what she considered yet another misogynist reggaeton played at deafening volume. However, instead of disgust at the song’s sexist lyrics, she found herself drawn to the apt sociological lesson embedded in its simple but penetrating refrain: “tú no sales en ‘el paquete.’” “The singer was mocking someone else,” Sánchez explains, “and spit out the words ‘Ah . . . you’ve been left out of ‘the package,’’” confident that such a hyperlocal, technological reference of recent vintage would be understood by all listeners as the hippest and most devastating of put-downs. The vocalist’s barb was likely aimed at a rival musician whose music had not made the curator’s cut and was thus not available to the mass national audience that had by then begun to use the paquete as a popular alternative to the far less raw and much more ideologically saturated programming found on state radio and television stations. To be “left out of the paquete,” Sánchez notes, had already entered the popular Cuban lexicon as the equivalent of “uncool.” “If a certain video, documentary, or film is left out of these compilations,” she observes, “that’s a sign it has little notoriety.” For Sánchez, this explains why state television programs such as the archofficial and über-square Mesa Redonda (roundtable) news analysis series was never included in these privately circulated digital combos at the time. They are the epitome of uncool. “The voice of the Cuban Communist Party,” she concludes her post triumphantly, “has been left out of the ‘paquete’ . . . for being boring, bland, repetitive . . . and for its lack of credibility” (Sánchez 2014a). The great irony, of course, is that—despite being one of its very earliest chroniclers, most enthusiastic boosters, regular users, and even an accidental contributor13—¡Yoani tampoco sale en el paquete! (Yoani isn’t included in the package either!).14 Indeed, there are numerous reports even at this early date of its existence in 2014 that as el paquete became more formalized, centralized, and institutionalized into a structure of four national compilation houses (casas matrices), each presumably with its own growing financial interests and government oversight (if not direct control), its top-level compliers began to self-interestedly selfcensor, wisely steering clear of politics, pornography, and religion (Díaz Torres 2014a, 2014b; Blumenthal and Wise 2015).15 And while perhaps in 2014 the paquete would have been the last place you could find government news or propaganda, in later years its compilers have been quick to systematically in-
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126 : Ted A. Henken clude a file folder containing official Cuban magazines and daily newspapers— including Granma, “the voice of the Cuban Communist Party.” That the paquete not only blocks critical independent “political” voices like hers but also has come to regularly include (a small amount of) state propaganda in the form of official newspapers and magazines is not lost on Sánchez. It would have been impossible to distribute 14ymedio via the paquete at the time she wrote, “Ah . . . tú no sales en ‘el paquete,’” because the digital daily first appeared five days later. Still, eight months later, on February 9, 2015, she wrote admiringly on her blog about how the very use of the independent medium of the paquete—even if writing about topics like popular dance music, celebrity, or entrepreneurship that Cuba’s cultural commissars may tolerate but also consider “banal” or “vulgar”—allows “readers to already imagine a different country. . . . Politics is not spoken of in any of their articles and nevertheless each text published is a negation of the ideology in power.”16 This is her celebratory assessment of the what we might call the “paquete effect” on its consumers, despite the fact that its compilers must—like the underground operators of Havana’s various SNETs, or “street nets”—remain silent about politics and porn “as the rules of the game as a matter of survival”:17 Among its dozens of files filled with TV series and films, there’s a handful of news stories and magazines. However, just one click is enough to show that few want to get in trouble with the government for distributing critical materials. Thus, the distributors . . . pay their toll by including copies of Granma, official news broadcasts, and offline versions of provincial papers. Still . . . as they say in the movies, “hidden among the leaves, there are nuggets of gold.” (Sánchez 2015)18
Hacks, Bypasses, and Work-Arounds19 Given the substantial political, economic, and logistical obstacles to Internet access in Cuba, a visitor to the island today might be surprised to find that most Cubans are not strangers to the worldwide digital revolution. Far from it. Instead, they have invented multiple ways to get around government censorship and gain access to the vast digital content on the web without always having direct access to the web itself. Foreign journalists—especially those writing for US tech or business magazines who have visited Cuba in recent years to take the measure of the island’s peculiar offline-online digital reality—have created a veritable cottage industry, writing pieces aimed at making sense of Cuba’s upside-down Internet for their astonished, “always on” readers back home. Perhaps the most eye-catching headline in this minigenre is Will Fulton’s (2016) amusing piece in Thrillist entitled “Cuba’s Internet is F*cking Insane: And the Ways Cubans Use It Are Genius.” There’s also the provocatively titled
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burb from Barrons, “Popular Piracy: Cuba’s New TV Network” (Blumenthal and Wice 2015), and the deep dives from Forbes, “No Internet? No Problem: Inside Cuba’s Tech Revolution” (Helft 2015); Wired, “Inside Cuba’s D. I. Y. Internet Revolution” (García Martínez 2017); and PC Magazine, “Black Markets and Secret Thumb Drives: How Cuban’s Get Online” (Fenton 2016). What these digital snapshots of Cuba have in common is a collective amazement at the ingenious, home-grown hacks, bypasses, and work-arounds that Cubans have come up with to live—albeit often vicariously—in the digital age. Fenton’s 2016 piece for PC Magazine captures this spirit with the words, “In my eight days on the island, I saw firsthand how ordinary Cubans jailbreak the World Wide Web using a combination of hacked apps, Wi-Fi extenders, and cached websites traded on hard drives. This is how Cuba gets online.” One popular work-around is using one’s email account or SMS service as a proxy for web access by subscribing to e-mailed digests or feeds of news and information regularly sent out by popular websites like 14ymedio and Hypermedia Magazine. This strategy allows users to use e-mail and text messages as proxies for fuller web access, a practical solution for Cuba given that e-mail access has long been far cheaper and thus more common and convenient for Cubans than access to the World Wide Web itself. An editor at Hypermedia, an independent digital Cuban art and culture magazine and book publisher based in Spain, explained that the magazine’s recent decision to revamp its distribution strategy through sending out e-mail digests “arises from the limited access Cuban users have to the Internet and phone messaging services.” According to him, “These limitations have converted e-mail into one of the most popular communication channels on the island.”20 Additionally, since at least 2014, Cubans with a Nauta e-mail address issued by the state telecom monopoly Etecsa have been able to configure their mobile phones so that they can receive messages sent to their addresses ending in “@nauta.cu” without having to have mobile Internet service, which did not become commercially available to the public until December 2018. Another common strategy is to access blocked websites by using proxies or by subscribing to the weekly PDF digests that many Cuban media projects distribute to interested parties using flash drives passed from hand to hand. The rolling proxy strategy was used by Cuba’s most popular classifieds site Revolico until it was unblocked in 2016 after eight years of playing cat-and-mouse with state censors (Fenton 2016; CiberCuba 2016). The indie digital media start-up 14ymedio—which continues to be blocked by the government—systematically uses proxies to reach Cubans on the island, whom the publication considers its primary public. Indeed, 14ymedio’s strategies of diffusion include a wide variety of platforms such as Telegram, WhatsApp, a weekly PDF news digest, and an e-mail bulletin similar to the one described by the Hypermedia editor. They
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128 : Ted A. Henken also employ special digital tools such as virtual private networks (VPNs) and anonymous proxies (that hide the country of origin of the user from detection). Collectively, these work-around distribution strategies can be summed up with these words from Sánchez: “[We aim to] make sure that our content is available to the largest number of readers on the island because the residents of Cuba are our principal reading public.”21 El Estornudo, an independent digital publication started in March 2016 that specializes in long-form, narrative journalism, chronicles, opinion, and analysis has recently been forced to revamp its own distribution strategy given that it was blocked from online island access by the government starting in late-February 2018 (Álvarez 2018, 2019). “Access to the magazine, from the national territory, is impossible,” explained Abraham Jiménez Enoa, one of the start-up’s founding editors. “The government’s decision to veto its access has forced us to rethink our distribution strategy and we decided to upload our content to the Medium platform too (which is not blocked), as well as to strengthen our presence on social networks.”22 Additionally, many of Cuba’s independent digital media start-ups have created their own pages or feeds on popular social media sites like Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp, LinkedIn, and more recently Telegram, allowing readers in Cuba to follow them without their having to go directly to their websites, some of which are blocked from access on the island. For example, given that it has long been blocked from online island access, 14ymedio has pioneered the distribution of its content via a WhatsApp subscription feed (thus circumventing the online-offline divide), and its director Yoani Sánchez records and uploads a ten- to twelve-minute daily “morning news show” available via both Facebook Live and YouTube called Ventana 14. The show began on December 10, 2018, the International Day of Human Rights, with the purpose of reviewing the coming day’s news as covered in the virtual pages of 14ymedio. Sánchez describes her “café informativo” as being like “a quick sip of coffee; intense and sometimes bitter, but necessary” (Sánchez 2018). Transforming YouTube into a podcasting platform is particularly ingenious because the government does not block that popular site even though access to the 14ymedio site itself is blocked. Furthermore, the podcast is purposely set up on YouTube in an audio-only format so it can more easily be accessed by a bandwidth-poor island audience. Others like El Toque, whose website is not blocked from access in Cuba but that is nonetheless censored by two of Havana’s three main offline paquete compilation houses, have even recently designed their own apps that can function and be updated with new content offline via e-mail or text message without a connection to the web. José Jasán Nieves Cárdenas, El Toque’s director, explained his offline distribution strategy to reach the Cuban public on the island this way:
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We developed a mobile app that has the option of being updated without the need of having Internet, with a Nauta e-mail address, an Infomed e-mail address, or even a Gmail address if users prefer, [the app] can be updated [that way]. This means that using institutional networks, using Nauta, users can send us an e-mail and they will receive an [automatic] response from the application showing them our articles.23
Some innovative Cuban techies have even figured out ways to extend the reach of Etecsa’s Wi-Fi hotspots using a “Nano” receptor or by piggybacking on gamers’ local area networks (popularly known as the SNET) so that they and their friends can connect to hot-spot signals directly from their homes or offices (Press 2016). There are also a host of popular smartphone apps that allow for easy person-to-person sharing or quick downloading of digital content. One such app is Zapya, which uses smartphones’ Bluetooth function to allow users to share data among a small, contiguous group of people. Then there are the apps Feedly and Pocket, which work in tandem, with the first set up to automatically download the news feeds of various preselected websites, and the second to allow users to save selected articles for later reading offline. These two apps are especially useful in Cuba’s costly Wi-Fi hot-spot environment, as they allow users to maximize their bandwidth while minimizing their time (and thus money) spent online. Finally, it is important to note that while the now-famous offline paquete sneakernet has become Cuba’s default mass media, it was not the island’s first offline distribution phenomenon, nor is it currently the only one. Indeed, there are many other informal ways of sharing digital information or channels of digital circulation and distribution of content that predate, go beyond, or in the words of Nieves Cárdenas “bypass” the paquete—especially when the news content is of high quality or particularly important or noteworthy, and when the paquete compilers won’t touch it. Indeed, this was the case for what to date has likely been Cuba’s most widely watched and perhaps first truly “viral” (and almost exclusively offline) video phenomenon: the University of Computer Science student Eliécer Ávila’s biting, impertinent public questioning of the then president of Cuba’s National Assembly Ricardo Alarcón, followed by Alarcón’s widely mocked and patronizing answers (Press 2013). Although this episode took place on February 6, 2008, well before the formalization of the distribution networks that would eventually become known as el paquete, the video spread across Cuba like wildfire, quickly making Ávila a minor celebrity. Moreover, had the paquete existed at the time, such an overtly political video would never have passed the self-censorship test routinely applied today by the paquete’s compilers. But that does not mean it would have remained unknown.24 Nieves Cárdenas points out that a similar “virality” occurred after the August 2017 leaking of a closed-door speech given by Cuban first vice presi-
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130 : Ted A. Henken dent Miguel Díaz-Canel to Communist Party cadres in which he condemns a number of independent media start-ups and think tanks by name and justifies their censorship and closure.25 “The leaked video of Díaz-Canel,” notes Nieves Cárdenas, “that type of content has never been included in the paquete. The paquete censors that kind of thing. But it spreads across practically the entire country, and one way or the other, Cubans found out about it.” As the publisher of an independent digital media start-up, Nieves Cárdenas sees a key lesson here that directly affects his distribution strategy: What did that tell us? That when the quality of the product is sufficient, it manages to bypass the barriers that censorship itself and even the self-censorship of the paquete create. In our case, it has happened especially with videos. Although El Toque is blocked in some parts of the paquete, our videos . . . have bypassed that censorship. . . . They were simply distributed . . . from memory to memory, following a virality highly specific to the Cuban context. [Going] from USB to USB, from flash drive to hard drive, or also from phone to phone. Two phones do “Zapya” and content is shared. This has been our first experience, that is: “Betting on quality content guarantees that the content manages to bypass censorship by itself because people understand that the content is very interesting and so share it with other people.”26
Conclusion: ¿Dentro de la revolución digital? Ever since Fidel Castro gave his infamous 1961 speech “Words to the Intellectuals,” establishing the cryptic but still officially enforced política cultural of the Cuban Revolution—“Within the Revolution, everything; against the Revolution, nothing”—Cuba’s creative classes have had to proceed with extreme trepidation in their work, never knowing for sure what was clearly within, without, or against the revolution. As a result of this long-standing and perhaps purposely enigmatic “cultural policy,” Cuban culture has long been doubly mediated by fear. To paraphrase Cuban writer Antonio Benítez-Rojo: first, there is the state’s fear of the artist, that leads to censorship; and then there’s the artist’s fear of the state results in self-censorship (Benítez Rojo 1990). This game of fear, censorship, and self-censorship has led to the development of a deep seated doble moral (duplicitousness) in Cuban culture, negatively affecting the artistic, intellectual, and journalistic production of those working in Cuba’s state-controlled economic and institutional sector. However, it has also cast a shadow over the activities of those—like the digital journalists profiled in this article—who have sought to work independently of (if not necessarily in opposition to) the Cuban state. Indeed, with a few important caveats, the same pair of unwritten rules summarized here can be said to govern the operation, content, and distribution of el paquete, forcing independent, investigative journalists working on the island to bypass it to reach Cuban readers. For
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example, Yoani Sánchez, the founding director of 14ymedio, explained how what was hoped by many independent Cuban journalists to be a new direct-topaquete distribution strategy, has turned out in practice to be another form of censorship: “All our attempts to appear in el paquete have been fruitless based on the premise that [the distributors] can protect themselves more if they refuse to include material that would bother officialdom. They prefer amusement to reflection on current Cuban issues.”27 This frustration is shared by José Jasán Nieves Cárdenas, the founding director of El Toque, who echoes Sánchez’s assessment of the unfortunate content and scope of the paquete: “[There is] a lot of material [in el paquete] that seeks to entertain, a lot of commercial material aimed at selling products, and very little serious and rigorous journalism from Cuba and for Cuba with an understanding of the informational needs of the Cuban audience.”28 As has been chronicled here, easily the best known and most widely used example of the Cuban digital invento (inventiveness) that characterizes digital life on the island is el paquete, a highly efficient, islandwide data-distribution system that has been called Cuba’s “largest private employer” by some (Rodríguez 2015; Press 2015a), a “jailbreak [of] the World Wide Web” by others (Fenton 2016), and a “DIY Internet revolution” by still others (García Martínez 2017).29 To put it more simply, for the vast majority of Cubans, even in the post-3G environment that started in Cuba in December 2018, the paquete is the internet (Cobo 2018). While the paquete has become Cuba’s most popular and easily accessible offline alternative for accessing music, movies, TV series, mobile-phone apps, magazines, and classifieds (San Pedro 2015; Rodríguez 2015; Kessler 2015), the routine self-censorship practiced by its compilers against the content of a host of independent digital media start-ups that practice independent investigative journalism has forced these emergent media outlets to develop multiple, alternative, online and offline content distribution strategies to reach Cuban readers on the island. The paquete has been portrayed in the international media as something rebellious and subversive, a tool of “liberation technology” perhaps (Harris 2015; Kwong 2016). However, the Cuban government is well aware of its existence and has long deployed an unofficial policy of strategic toleration, given that its compilers engage in a policy of strict self-censorship of political—especially dissident or so-called counterrevolutionary—content. Indeed, the state likely appreciates its existence, as the famed sneakernet satisfies its consumers’ entertainment needs in ways that the state media system is either unwilling or unable to do. Thus satisfied, Cubans will presumably be “less likely to press for open Internet access,” in the assessment of Larry Press. “Had he been writing today in Cuba,” Press (2015a) facetiously continues, “Karl Marx would have said that not religion, but ‘el paquete is the opium of the masses.’”
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132 : Ted A. Henken Between 2014 and 2019, Cuba witnessed the appearance of more than a dozen nonstate, “independent” or “alternative” digital media platforms covering a broad, diverse spectrum of themes from a variety of professional and political viewpoints. This grassroots, citizen-led “indie media” phenomenon deepened and broadened during these years reaching an ever-greater portion of the Cuban public on the island, despite a continued government policy of severe restrictions on—and indeed routine repression of—any media outlets not controlled by the Communist Party (Freedom House 2018). While the government still holds a monopoly on the mass media—especially printed matter and television—it has lost that position in the digital sphere thanks to both the paquete and the many, diverse digital projects and their innovative content distribution strategies. Now that more and more Cubans are going online, they are increasingly able to access many of these sites, which makes the sites’ impact even greater. This recent surge in the number of independent digital media sites has developed together with an increase in their reliability, credibility, and professionalism—qualities that have in turn forced state-controlled media to make internal changes to try to compete. Not all independent digital outlets consider themselves dissident operations, but most struggle to survive between the government’s open repression of independent journalists and the lack of a legal framework that would protect them. A notable characteristic of many of these emergent sites is that they are staffed not by political dissidents (as was the case of Cuba’s independent media for many years) but by young graduates from the various journalism programs at Cuban universities who refuse to work for the official media but work as professional journalists at these newly founded independent sites. In sum, Cuba’s independent digital journalism sites have been both innovative and impactful, covering issues omitted in the official press, experimenting with new genres and formats, and diversifying content distribution strategies to function in Cuba’s peculiar hybrid online-offline digital context (Díaz 2018). NOTES Samuel Farber, Harold Cárdenas, Larry Press, Isbel Díaz Torres, Armando Chaguaceda, and an anonymous reviewer each provided valuable feedback on an earlier version of this article. Additionally, writing this article would have been impossible without the collaboration of the founding editors of many of Cuba’s indie start-up digital media sites, most of whom are named in this article. 1. The term sneakernet connotes both the fact that this network—like its cousins in various developing and authoritarian countries around the world—circulates offline and is powered by human feet in proverbial “sneakers,” and the fact that the existence of such networks, even when tolerated by the authorities, often includes a generous dollop of cloak-and-dagger clandestine-
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ness, that is, sneaking around at the margins of legality. Thus, although the paquete is not legal, neither is it clearly illegal. Cubans often describe it with the ironic term alegal, or “unlegal.” While the paquete has benefited from this in-between legal status in the form of a begrudging government tolerance, this is predicated on a kind of sword-of-Damocles observance of unwritten rules on content. And unlike defensible legal rights, official tolerance can be extended or revoked arbitrarily. 2. The paquete assiduously avoids politics and focuses mainly on entertainment, lifestyle, technology, and culture (broadly defined), but it does regularly contain digital versions of daily newspapers and magazines published by the Cuban Communist Party or Cuba’s official mass organizations (virtually the only legally sanctioned publishers of printed material on the island). These include Granma, Juventud Rebelde, Orbe, and Trabajadores. Also, some of the independent magazines included in the paquete occasionally publish individual articles and even entire special editions of a political, pro-regime bent. Vistar’s December 1, 2016, special edition honoring Fidel Castro’s legacy is perhaps the most notable example (see https://vistarmagazine.com/vistar -magazine-edicion-especial/). 3. The author circulated a questionnaire among the founding directors of more than a dozen independent digital media start-ups, nearly all of which were launched in Cuba between 2014 and 2019, and nearly all of whom responded. The questionnaire included eight questions related to strategies of distribution for reaching the on-island Cuban public; measurement and demography of the audience; attempts to place content in el paquete and/or el paketito; opinions about the quality and credibility of the content of the el paquete, el paketito, and Mi Mochila; and assessments of the future of offline data-distribution networks such as el paquete as the number, variety, speed, and quality of paid public online access points increases. Those who responded on the record or on background (not for attribution) to all or part of the questionnaire include José Jasán Nieves Cárdenas of El Toque (2013), Yoani Sánchez of 14ymedio (2014), Elaine Díaz of Periodismo de Barrio (2015), Abraham Jiménez Enoa of El Estornudo (2016), Maykel González of Tremenda Nota (2017), Bárbara Maseda of Inventario (2018), Robin Pedraja of Visitar Magazine (2014), Pedro Enrique Rodríguez Uz of Play-Off magazine (2015), Rebeca Alderete of Garbos magazine (2015), an editor at Negolution magazine (2016), an editor at Hypermedia magazine (2016), Carlos Alberto Pérez of the blog La Chiringa de Cuba (2010), and the independent filmmaker and former organizer of the Paquete Semanal Autónomo (PaSA, 2014) Yaima Pardo. One final respondent, who is active in the creation and distribution of el paketito and who is identified with the pseudonym “Juliana” here, wished to remain anonymous. 4. According to Isbel Díaz Torres, this “contamination” strategy has also been employed by many Cuban artists who have sought to use the paquete as a way to call attention to their work, whether painting, film, music, or art criticism. Díaz Torres notes that this strategy was particularly common during Havana’s 2017 Bienal (personal communication, July 17, 2019). Also see Michael Levine’s contribution to this dossier for an in-depth study of how controversial reggaetoneros use the paquete to distribute their music. 5. This quote is from the author’s interview with Juliana conducted via Facebook Messenger during June 2019. Original Spanish: “El paquete, inicialmente surgió como un gran compendio de información dirigida al entretenimiento pero incluía programas humorísticos que criticaban al gobierno cubano y también noticias de Cuba y el mundo que era obtenida por medios de comunicación extranjeros. Cuando ‘el paquete’ semanal se hizo mas popular que la televisión cubana, entonces la policía política ejerció presiones psicológicas sobre los principales encargados de conformar dicho paquete, para que eliminaran de dicho paquete los contenidos de crítica o burla a la revolución y a sus lideres. Desde ese momento los creadores y distribuidores del paquete semanal se auto censuran.” 6. Original Spanish: “*satisfagan los gustos e intereses de los diferentes públicos cubanos,
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134 : Ted A. Henken *se correspondan con los principios y valores que promueve el Estado Cubano, *divulgue la cultura cubana y afiance nuestra identidad nacional.” 7. Mi Mochila promoters also began to systematically present the digital compendium on popular Cuban TV shows like La púpila asombrada, on other shows aimed at teenagers and young people, on news programs such as Buenos días, and even on family TV shows like De tarde en casa (Isbel Díaz Torres, personal communication, July 17, 2019). 8. Original Spanish: “La clandestinidad con que se confecciona el paketito afecta la ampliación de su distribución, que se ha visto restringida a clientes tan transgresores como sus creadores.” 9. Original Spanish: “Creo que las personas que compartimos este tipo de paquetes de información debemos hacerlo de forma secreta, clandestina pues de publicar sobre el paketito y mostrar nuestra identidad corremos el riesgo de que la policía política nos acuse del delito contra la seguridad del estado ‘difundir propaganda enemiga.’” 10. This quote is from Sánchez’s response to the author’s questionnaire, received from her on June 13, 2019. Original Spanish: “En el caso del Paquete hay muy pocas noticias o temas informativos sobre Cuba. [ . . . ] El Paquete es básicamente divertimento, películas de estreno, telenovelas, series y software . . . Llega a una audiencia mucho mayor que el Paketiko pero, a diferencia de este último, evita tocar temas espinosos porque su distribución es bastante pública y visible por lo que puede ser rápidamente censurada. El Paketiko tiene una mayor variedad de materiales sobre Cuba pero todavía adolece de una periodicidad estable y un surtido atractivo.” 11. This quote is from Pardo’s response to the author’s questionnaire, received from her on June 19, 2019. Original Spanish: “Sí, he escuchado del paketito. Creo que es interesante crear un alternativa a la autocensura que sufre el paquete semanal. Pero a su vez considero que al “Paketico” le hace falta una estructura, una red de personas que lo compartan sistemáticamente es imprescindible para defender esta iniciativa. Yo personalmente le compartí todos mis trabajos al gestor del Paketico pero esa empresa no puede ser responsabilidad de una sola persona.” 12. Since immigrating, Pardo has become involved in the independent news site ADNCuba (Cuba DNA), launched in 2017 and blocked by the government in 2019. 13. Although she did not use the term paquete at the time, Sánchez was among the first observers to write about the clandestine distribution of terabyte-sized caches of digital data in a Huffington Post blog post in October 2012. Sánchez has also chronicled how she and everyone who swaps digital files in Cuba becomes a potential contributor to the content of the paquete, because what they share can be shared by others innumerable times or even taken up by top-level compilers as part of the paquete itself (see Sánchez 2014b). 14. This is not a dilemma faced only by notorious regime critics like Sánchez. Indeed, Harold Cárdenas (personal communication, July 18, 2019) one of the three founders of the criticalminded, independent, yet proudly revolutionary blog portal La Joven Cuba (LJC) noted that his publication experienced an unpredictable, uneven reception from the paquete’s different casas matrices. “La Joven Cuba for several years included successfully its PDF Magazine (https:// jovencuba.com/revista/) in one of [the matrices] and was rejected in others. Apparently, the perception of what is ‘allowed’ changes in time and matrices. We just started including recent magazines and received a warning from one of the organizers of El Paquete explaining that despite their own intentions, ‘inappropriate content’ is blocked, so we can only hope to be ‘appropriate.’” More telling still was the follow-up message Cárdenas sent two weeks later on August 5: “Hi Ted, Things changed, I thought you might be interested,” followed by a link to an article published at LJC two days earlier. The article, written by Dolores Ibárruri and facetiously entitled, “LJC in the Porn Industry,” chronicles the magazine’s unsuccessful attempt to break back into the paquete after having been included in it for a time, followed by a brief period where publication was suspended due to a lack of resources and content. Ibárruri had previously been told by a compiler friend after asking him what his content guidelines were: “Look, dear, except pornog-
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raphy and counterrevolutionary stuff, I include everything. I don’t want any trouble. Don’t you realize if I add any of that they’ll shut down my business? I don’t want any problems with anyone. I just quietly do my thing.” However, in summer 2019, when Ibárruri returned to that same compiler to help facilitate LJC’s reentry, he sang quite a different tune. “Look, don’t even mention those people,” he declared. “I have instructions not to include anything from that magazine.” Ibárruri protested, “Why? What’s the problem?” Her paquetero friend responded emphatically: “I have no idea. But my answer is no. Some officials came to warn me about that and they told me not to do it.” Frustrated with this cryptic, negative response to the inclusion of content from a source she considered to be anything but counterrevolutionary, Ibárruri sardonically concluded her article with the words, “I wish the people behind LJC much success in the X-rated film industry” (Ibárruri 2019). 15. While some observers have claimed that paquete compliers assiduously steer clear of politics, porn, and religion, religion is in fact a very important part of el paquete’s offerings in some matrices, in particular the “Christian section” (Ibárruri 2019). 16. Original Spanish: “[A]l leerlas ya está imaginando un país diferente. [ . . . ] No se habla de política en ninguno de sus artículos y sin embargo cada texto publicado es una negación de la ideología en el poder.” 17. Original Spanish: “aceptan tales pautas como una cuestión de sobrevivencia.” 18. Original Spanish: “Entre sus decenas de carpetas cargadas de series y películas, se cuelan algunas noticias y revistas. Un clic bastará para comprobar que pocos quieren meterse en problemas con el Gobierno por distribuir materiales críticos. De manera que los repartidores [ . . . ] pagan el peaje incluyendo copias del diario Granma, materiales del noticiero televisivo y salvaguardas de sitios digitales pertenecientes a periódicos provinciales. Pero . . . al decir de un personaje cinematográfico, ‘entre la hojarasca brillan pepitas de oro.’” 19. The strategies described here are reminiscent of the early days of the Internet in the United States when users connected to the internet using dial-up modems. Usenet News provided asynchronous, international threaded discussions of all sorts of technical, cultural, and political topics, and using e-mail to retrieve documents was common. For an early Cuban example of this, see Press (2014b). 20. This quote is from a Hypermedia editor’s response to the author’s questionnaire, received on June 6, 2019. Original Spanish: “La decisión parte del acceso limitado de los usuarios cubanos a Internet y a los servicios de mensajería telefónica. Estas limitaciones han convertido el e-mail en una de las vías de comunicación de mayor uso en la isla.” 21. Original Spanish: “‘lograr que nuestro contenido llegue a la mayor cantidad de lectores dentro de la Isla,’ porque los residentes en Cuba son nuestro principal público lector.” 22. This quote is from Jiménez Enoa’s response to the author’s questionnaire, received from him on May 27, 2019. Original Spanish: “El acceso a la revista, desde territorio nacional, es imposible, pues el gobierno decidió vetar su acceso. Eso nos hizo replantearnos nuestra estrategia de difusión. Y decidimos subir nuestros contenidos también a la plataforma Medium (que no está bloqueada), además de fortalecer el trabajo en las redes sociales.” 23. This quote is from Nieves Cárdenas’s response to the author’s questionnaire, received from him on June 14, 2019. Original Spanish: “Nosotros desarrollamos una aplicación móvil que tiene la opción de actualizarse sin necesidad de tener Internet, con correos electrónicos de Nauta, correos de Infomed o correos incluso de G-mail si el usuario quisiera, se puede actualizar. Esto quiere decir que usando las redes institucionales, usando Nauta un usuario puede mandar un correo y recibirá un correo de vuelta que la aplicación le mostrará nuestros artículos.” 24. The various versions of this video available on YouTube have together received well over a million views as of June 2019. See here for one short clip: https://www.youtube.com/ watch?v=vgj3gPbLE4g. “Cuba: preguntas difíciles al gobierno, difíciles respuestas,” February 6, 2008, posted by PepitosGroup, 4:14). Of course, the number of offline views is impossible to
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136 : Ted A. Henken know, yet far more important in the Cuban context—especially at that even more disconnected time. In personal communication with the author, Eliécer Ávila described multiple instances of strangers recognizing and thanking him for his brave words as he traveled in small towns and farflung provinces across Cuba. 25. A version of this leaked video is available at Nora Gámez Torres, “Miguel Díaz-Canel: ‘Cuba no tiene que dar nada a cambio’ a EEUU,” El Nuevo Herald, August 21, 2017, https://www .elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/cuba-es/article168492522.html. 26. Original Spanish: “¿Que nos dijo eso? Que cuando la calidad del producto es suficiente, pues logra hacerle bypass a las barreras que cree la propia censura incluso la auto-censura del paquete. En nuestro caso, nos ha pasado especialmente con videos. Aunque la marca del Toque está bloqueada en algunos aspectos del paquete los videos [ . . . ] han hecho bypass de esa censura. [ . . . ] Sencillamente, se distribuyó por . . . de memoria en memoria, siguiendo un comportamiento de viralidad muy específica en el contexto cubano. [ . . . ] de USB en USB, de flash drive a disco duro, o también de teléfono a teléfono. Los teléfonos hacen Zapya y se comparte un contenido. Esta ha sido nuestra experiencia primero, o sea: “Apostar por contenido de calidad garantiza que el contenido logre hacer por si mismo bypass de la censura porque la gente entiende que es muy interesante y se lo comparte a otras personas.” 27. Despite the vast difference in editorial content between 14ymedio and La Joven Cuba, this is exactly the same dilemma pointed out to me by Harold Cárdenas and highlighted in the article by Dolores Ibárruri. Original Spanish: “Todos los intentos de aparecer en el Paquete han resultado infructuosos bajo la premisa de que se preservan mucho de no difundir contenido que moleste al oficialismo. Prefieren el divertimento a la reflexión sobre temas actuales cubanos.” 28. Original Spanish: “[Hay] mucha información puesta en función de entretenimiento, mucha información comercial en función de la venta de productos y muy poca información de periodismo serio y riguroso hecho desde Cuba para Cuba y entendiendo necedades informativas de la audiencia cubana.” 29. Díaz Torres notes the paquete’s growing economic dimension given that “it has become a significant source of informal employment for thousands of people who work in the distribution of the hard drives or in final sales to consumers.” He also notes that in recent years (2017–2019) commercial ads for all kinds of digital products (software, apps, and updates) have begun to appear in the paquete. According to him, an inventive payment system has developed for these alegal transactions whereby the buyer sends a cell-phone credit equal to the agreed-on price to the seller’s phone. Upon receipt of the credit, the seller then sends the buyer a text message containing the necessary password to unlock the digital product, thus finalizing the transaction (personal communication).
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MIKE LEVINE
Sounding El Paquete: The Local and Transnational Routes of an Afro-Cuban Repartero A B S T R AC T Cuban authorities have accused reggaetoneros of creating “vulgar” and “distasteful” music since the musical style’s introduction to the island two decades ago. As a result, the artists’ work is mainly excluded from both state television and radio broadcasts. Despite these restrictions, reparto, a reggaeton subgenre that originated in outlying Havana neighborhoods, ranks today as one of the most popular musical styles in Cuba. Its broad reach is due to the style’s prominent inclusion on el paquete semanal. El paquete semanal is an informally distributed digital media platform that provides participants with a means to find and create music, and to connect with a transnational network of music fans outside of the purview of the Cuban state. Using archival material from personal interviews and other forms of digital data collection, I address the addition and removal of the music of popular reparto artist Chocolate MC from the paquete as a direct consequence of the shifting decisions of a network of matrices, paqueteros, and subscribers. I argue that Chocolate MC’s mediated path through the paquete sounds a shifting border between acceptable and unacceptable modes of racial representation amid a moment of heightened change in Cuba.
RESUMEN Las autoridades de Cuba han acusado a los reggaetoneros de crear música “vulgar” y “de mal gusto” desde la introducción del género musical a la isla hace dos décadas. Como resultado, el trabajo de estos artistas es excluido de las transmisiones estatales de radio y televisión. A pesar de dichas restricciones, reparto, un subgénero del reggaeton originario de vecindarios de la Habana, es actualmente uno de los estilos de música más populares en Cuba. El amplio alcance del reparto se debe a su inclusión en el paquete semanal, una plataforma de medios digitales de distribución informal que provee a los participantes un medio para encontrar y crear música, así como para conectar con una red transnacional de melómanos sin la injerencia del estado cubano. Utilizando material de archivo proveniente de entrevistas personales y otras formas de recolección de datos digitales, examino la adición y eliminación de la música del popular artista de reparto Chocolate MC del paquete como consecuencia directa de las decisiones cambiantes de una red de matrices, paqueteros y suscriptores. Mi argumento es que el trayecto mediado de Chocolate MC a través del paquete suena una frontera cambiante entre modos
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140 : Mike Levine aceptables e inaceptables de representación racial en medio de un momento de cambio pronunciado en Cuba.
The song was one of the first files listed inside the “Música—Nacional,” “Música—Unrelease Cubano” and “Musicales Video Clip” folders of the “Crazyboy” edition of el paquete semanal released on June 18, 2018. Hundreds of other tracks were inside the folder, but none of these would become as popular as “Bajanda.” Within a few weeks, it seemed as if the reggaeton reparto song by Chocolate MC (whose real name is Yosvanis Arismin Sierra Hernández) was heard everywhere in Cuba: neighborhood parties, sound systems set up at local parks, fixed-rate almendrones, and private taxis. Walking around Havana’s repartimiento districts during December 2018, I heard young people incorporating lyrics like “super asfixiao” and “botan pa’ la calle” from the track into their daily speech. “Bajanda” would become one of the nation’s most popular songs during the summer of 2018, emblematic of reparto’s growing reputation as the soundtrack of Cuban youth. Young Cuban music fans avoid reparto’s ban from national radio and television by relying on el paquete to listen to new songs like “Bajanda.” Considering the polemical relationship that reparto shares with the Cuban state, the musical style’s unlikely rise in popularity through this informal media network signals a shift in public discourse. Does this shift portend what Latin Americanist Devyn Spence Benson (2016, 247) calls “a new revolution inside of the revolution” for Afro-Cuban artistic representations, or does circulation through the paquete require that reparto artists hide behind such a degree of self-censorship in their public behavior and lyrics as to make any effect on the public sphere minimal? I address the question using data gathered during time spent with paqueteros, artists, and music fans while conducting fieldwork in Havana in 2018, coupled with a digital ethnography that highlights how content connected to the controversial repartero Chocolate MC is circulated both through the World Wide Web and the paquete. In his negotiations of natively Cuban and Afro-diasporic musical elements, the path that Chocolate MC takes in his digital journey through the Cuban diaspora provides a compelling case to discuss the margins of acceptable content circulated through this media network. I first focus on the distribution of the paquete from the view of the matrices, paqueteros, and music fans who move his content daily inside of Cuba, and then look at the artist and his connection with the paquete and the World Wide Web in the Cuban diaspora. Placing the paquete’s circulation of reparto within a broader circulation of technology and Afro-diasporic musical practices located throughout the Cuban diaspora, I argue that reparto’s mediated path through the paquete sounds a shifting border between acceptable
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and unacceptable modes of racial representation amid a moment of heightened change in Cuba. Reparto and the Public Sphere For all its popularity, reparto (sometimes referred to as morfa, radamorfa, or rastamemba) is a relatively recent stylistic development.1 Unlike other styles of Cuban-based reggaeton that came to the country through Santiago de Cuba on the eastern shore of the island during the 1990s, reparto music emerged from the barrios of Havana earlier in the early 2000s. The musical style is named for these outlying barrios, or repartimientos. An article in El Toque last year called the style “el reguetón de los pobres” (Curbeo 2018). Chocolate MC, for instance, grew up in the mainly Afro-Cuban, working-class repartimiento of Los Sitios. During interviews, he frequently discusses the difficult time he experienced in the neighborhood as a child. He currently lives in Miami. Reparto contains reggaeton’s trademarks (e.g., dembow backbeat, rapped and sung lyrics, pan-Latin identity expression) and is regularly listed as reggaeton both in the paquete and on YouTube, but it is also infused with expressions from idioms spoken exclusively in the repartimiento wards, clapped rhythms taken from rumba guaguancó, and distorted melismatic vocals suffused with a liberal amount of auto-tune.2 Music videos also display something new. Unlike older subgenres of Puerto Rican imported reggaeton, men now dance as often as women. The style is popular throughout Cuba, but its artists are predominantly Afro-Cuban, male, and from low-income neighborhoods across Havana. As Abel González (2018) explains of the style in Vistar: “La lógica implacable de los barrios, el reguetón callejero.” A statewide prohibition on almost all public performances of reparto, however, stems from a history of complaints lodged against reggaeton’s artistic value. The daily newspaper of the Unión de Jóvenes Comunistas (UJC, or Youth Communist Organization, the youth wing of the Cuban Communist Party), Juventud Rebelde, referred to reggaeton in 2005 as “anticultural, banal, vulgar, and trashy” (Boudreault-Fournier 2008, 337). That same year, Orlando Vistel Columbie, president of the Cultural Ministry’s music institute, banned reggaeton almost entirely from radio and television, declaring that “neither vulgarity nor mediocrity will be able to tarnish the richness of Cuban music” (Bennett 2015). Most recently, the government went a step further. With the passage of Decreto 349 in December 2018, the Cuban state requires all street musicians to professionalize before receiving permission to perform in public spaces. Failure to follow these rules results in fines and possible arrest. Many musicians consider the law a direct attack on reggaeton (14ymedio 2018; Bellaco 2019).3
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142 : Mike Levine These prohibitions make it difficult for reparteros to disseminate music throughout the island. As Havana-based música urbano and reparto producer DJ Unic articulated in the documentary Reggaetón Revolución: “When you have the support of television, logically you get more promotion, it’s the fastest media form that exists. But right now it (reggaeton) has a bad reputation” (Chu 2016).4 Because of these concerns, reparteros primarily circulate work in Cuba through underground distribution channels. Many artists feel they have no choice but to pursue alternative paths of circulation outside of official media. Reggaeton is less acceptable even than other historically controversial Cuban music genres. The musicologist Geoff Baker (2011, 21) claims that compared with contemporary musical styles like hip hop, reggaeton occupies an especially contestatory space: “Given the alliances between hip hop and the state, both ideological and practical, it may be in the sphere of reggaetón, surprisingly, where underground carries more of a contestatory charge, even if (paradoxically) it is framed in resolutely apolitical terms. Underground reggaetón, with its broad focus on hedonism and materialism, occupies a distinctly more antagonistic position than rap in respect to official socialist ideologies.” Owing to these prohibitions, the anthropologist Alexandrine BoudreaultFournier (2008, 345) claims that most reggaetoneros do not attempt to register their music for copyright: “Although artists are aware of issues related to copyright, they rarely register their songs with the local ACDAM (La Agencia Cubana de Derecho de Autor Musical, or The Cuban Agency for Musical Author Copyright).” For reparto’s audience, the “underground” means consuming new material weekly through the paquete’s offline “sneakernet.”5 Through the paquete’s far-reaching distribution circuit, the musical style now ranks among one of the most popular youth-oriented genres in Cuba today. According to paqueteros I have interviewed, and measuring by a collection of the contents of several paquetes released in 2018, reggaeton is the most highly represented genre of music on the paquete.6 Chocolate MC and other Afro-Cuban identified reparteros typically make up the bulk of the artists listed within the paquete’s “Música— Unrelease Cubano” folder. In addition, reparto tracks are promoted further by their placement at the top of file listings inside of the “Música—Nacional” folder (see Figure 1). The requirement of distributing music within unofficial channels places artists into narrow trajectories, but prominent presentation on the paquete also offers an ample perch to communicate within Cuba’s public sphere. The widely traded media network offers the most expansive informal distribution model in Cuba’s post-1959 history. According to a study conducted by the Association for Computing Machinery (Dye et al. 2018), the “community led information network is the primary medium by which Cubans receive and engage with local and international media, news, and entertainment.” Even if its public sphere
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FIGURE 1. Screenshot displays data compiled from a paquete released on April 9, 2018, and produced by the matriz Crazyboy. Typical of this folder’s contents, almost every song featured is in the reparto musical style.
is virtually mediated and dubiously legal, the exposure that reparto receives through the paquete’s reach and distribution has never before existed for an Afro-Cuban music genre. Reparto flourishes within the paquete because of, not in spite of, its pluralist and virtually mediated public sphere. The media network’s files and folders bring together recording artists, studios, distributors and audiences into close (if virtual) contact. In effect, the platform serves as a digitally mediated public sphere that reflects what sociologist Manuel Castells (2008) theorizes as a network society. In network societies, individual- and community-level awareness, adaptability, and innovativeness compete for space in a pluralist organization without committing to any ideologically fixed manifesto or political program. This parallels Sujatha Fernandes’s (2006, 3) work in Cuba Represent!, which theorizes the engagement of multiple contemporary Cuban art forms around artistic public spheres. Artists in public spheres engage with alternative expressions of society alongside (but not necessarily opposed to) the Cuban state’s positions on arts and culture. Artists and audiences engaged in the paquete’s far-reaching virtual communities mark a similar shift away from the centralized power of the Cuban state and toward a varied set of ideological choices. Several competing agendas come together that determine both how one hears new music and which music is heard. The pluralistic approach
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144 : Mike Levine to content curating challenges the musical tastes of consumers but also allows for a fair degree of experimentation in what content is circulated from week to week. This experimentation includes the music that reparteros create, but it also embeds the shifting tastes of the Cuban public. Distributions of Reparto Inside of Cuba The unusual circulation of Chocolate MC’s music distributed on a sample of paquetes in 2018 provides a useful case study in how matrices, paqueteros, and audiences together decide which content to move through the paquete’s informal media channels. Unlike the spread of content via the World Wide Web, the paquete’s distribution model charts a winding path between censorship and consumer appeal. Media consistently disappears and reappears from weekly and daily releases depending on what the state deems offensive or counterrevolutionary, or what content matrices fear will attract scrutiny that paqueteros and other distributors would rather avoid. Under normal conditions, matrices package new songs promoted by artists, labels, and distributors on upcoming editions of the paquete. These songs are then moved down the hierarchy during the distribution process to paqueteros and their subscribers. This process generated one of Chocolate MC’s biggest hits, “Bajanda.” It was added to paquetes on June 18, 2018, two weeks after the song’s initial release on YouTube as a static video (El Paquete 2018a). In addition to its aforementioned inclusion inside the “crazyboy” edition of the paquete, two remixes of the song were also released as mp3 files in a folder labeled “[22–06–18] VIERNES\[22–06–18] !VIERNES OMEGA\Musicales Videos Clip [Exclusiva]\! Noticias & Chismes [Nacional]” inside the June 22 “omega” edition of the daily paquete (El Paquete 2018b).7 Unlike YouTube, users accessed the MP3 from this folder without any commentary or metrics listing how many other users had previously viewed the same clip, or what they thought of its contents. Instead, they found the file listed as a string of text marked “ ```Estreno CrazY_BoyZ-17-Chocolate Mc—Bajanda_Prod_by_ AdvAnceD_StudiO” placed next to dozens of other file names sorted alphabetically within the same folder (see figure 2). The filename gives credit to the matriz that originally premiered the file. In addition, three backticks placed to the left of the filename ( ```) function as a low-tech hack to move the file to the top of the folder in which it is contained. Backticks or exclamation marks, as other examples of this file are labeled in their filenames, come before the letter A in alphabetically arranged file listings. Fans have accessed a number of Chocolate MC’s songs from the musicoriented folders of the paquete since the artist’s first single, “Guachineo,” in 2015. Chocolate MC has become such a popular artist, in fact, that he also frequently occupies the fan-based folders “Pelemicas Y Chismes-Nacional E Inter-
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FIGURE 2. Screenshot of the June 18 “Crazyboy” Edition of the Paquete opened to the search results for “bajanda.” (Taken from http://paquetedecuba.com/listado-del-paquete-semanal-resumen -del-paquete-crazyboy-18–06–2018/).
nacional.” Inclusion in this folder signals an interest beyond the artist’s music, extending to his personal life. This contrasts with the amount of space allotted in paquetes for other content. Movies and video games, for instance, are typically categorized in folders that list only file names (and are more often of foreign origin). Music fans, however, are interested not only in listening to reparto songs; they also want to learn about artists’ personal lives. What are artists talking about during interviews with popular Miami-based YouTube personality Alex Otaola, who is engaged in a tiradera (or rap battle), and who is dating whom?8 These are questions that expand the field of attention for reparto’s audience to include folders dedicated to capturing the intimate details of artists’ private lifestyles. Despite the fact that reparto music is banned from almost all state-run television and radio broadcasts, Chocolate MC and other reparteros remain a consistent staple both in this folder and in the paquete’s many genreand subgenre-categorized music folders in each new release. Having your music and lifestyle become a consistent object of interest can also result in added scrutiny. During March of 2018, Chocolate MC’s music was temporarily removed from el paquete for this reason. Although the actual method of removal remains unknown, a paquetero who made a live video feed claimed that he deleted the artist’s music from the paquete because of Chocolate MC’s “malas palabras, consumiendo drogas y usando armas” (“bad
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146 : Mike Levine words, drug consumption, and weapons use”) (Salinas 2018),9 reflecting the golden rule in paquete’s distribution that, according to Ted Henken (2017, 3), requires that contents contain “no politics and no pornography.”10 The coded lyrics of “Bajanda” are permeated with political significance. Verses center on the lives of skinny mice and sewer rats that party when the carnivals begin (“empiezan los carnavales y la comparsa”). Their actions are juxtaposed to those of powerful cats who aim to sweep the troublesome mice away. Unlike the mice, these cats possess the power of the word: “Gato dice: miau, miau, miau.” Throughout the song, according to Latin Americanist Justo Planas (2019), Chocolate MC pleas for those in power to allow his community space within the constricting geographic and cultural boundaries of Havana’s marginal neighborhoods. The “bad words” to which the paquetero is referring might also reflect discomfort toward other recent events occurring in Chocolate MC’s personal life. These include the artist’s arrest for kidnapping and charges of domestic violence in June 2017. The case was eventually settled out of court, but coverage of the events was captured on social media for at least a year following the initial arrest (Nacher 2017). In March 2018, US immigration authorities arrested the artist for questions about his visa (Cubamax Tv Digital Media 2018). He was released after eleven days, but other controversies soon followed. Given these provocative events, distributors felt uncomfortable placing the artist’s music within the paquete during several months of 2018. Searching through the metadata of paquetes released between March 11, 2018 (when Chocolate MC first accused the matrices of banning his music from the paquete), to November 14, 2018 (when his songs begin appearing regularly again), the text string “Chocolate MC” is missing from almost all search results. This marks a significant shift from his previous popularity. Before the second week of March 2018, Chocolate MC’s music was found in almost every weekly edition of the paquete. Following this date, his name comes up in a significantly less number of releases. The following chart (figure 3) captures the relative lack of content stored under the name “Chocolate MC” from midMarch until July 2018. In the chart, “El Kokito” (a Havana-based repartero of comparable popularity to Chocolate MC) is used as a control to compare the number of files listed for Chocolate MC during the dates recorded. El Kokito released music during the same period, and his music continues to appear semiregularly in the paquete throughout 2018, whereas Chocolate MC’s songs mainly disappear. In addition, data from YouTube during this period shows that Chocolate MC continues to appear in videos released on the popular video-sharing network, revealing a gap between the content that audiences inside and outside of Cuba consume. When asked about these trends, Leo Paquetero (the pseudonym for a pa-
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YouTube
FIGURE 3. The number of files that match the text strings “Chocolate MC” and “Kokito” in all folders taken from a sample of paquetes. (Only results where the text string indicates relevant content are included.) This number is measured against the number of relevant, nonduplicated “Chocolate MC” files added to YouTube between January 2018 and November 2018. (Data compiled from paquete metadata taken from http://paquetedecuba.com/.)
quetero I interviewed and spent time with during a trip to Cuba in December 2018) replied: Distributors can decide what is and what isn’t in the weekly package once they buy it from others distributors or from the sources themselves (matrices). Matrices become angry at them (distributors) when they change things in the music folder. Matrices know about the music, not the distributors, but I can do nothing about it because once they buy the package it is theirs and they can do whatever the hell they want with it. (Leo Paquetero, e-mail message to author, June 16, 2019)
Leo receives the paquete from distributors (or submatrices) who work directly for matrices. These distributors, however, alter which content appears on new releases of the paquete according to decisions that include the tastes of their customers along with the political necessity for self-censorship. Leo does his best to maintain the same set of content as the matrices within each new edition of the paquete that he distributes: I always try to publish the version that is closer to the source. I have changed my provider and sometimes one version is different from the other, but there is no big difference. People from other provinces of Cuba appreciate my work because they can see versions closer to the source, thus they make demands to their local distributors regarding why this or that content didn’t come in the weekly package. (Leo Paquetero, e-mail message to author, June 17, 2019)
The quote highlights the many hands that the paquete passes through on its way to subscribers, Leo’s own attempts to maintain a package that represents the content that the matrices initially provide, and the potential for content to change as the paquete makes its way through a complex hierarchy. Sometimes Leo is unable to maintain the same copy of content as the matrices at the top of
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148 : Mike Levine the hierarchy. This reflects pressures placed on Leo from the matrices and distributors working above him, and the customer base to which he distributes. Leo Paquetero’s “middle management” role, positioned between the concerns of both producers and consumers, is made visible by his relationship with reparto music. Leo does not personally listen to reparto (when asked about his feelings toward the music he often expresses a distaste for reparto’s “vulgarities and the fact that children dance to the music”), but he is aware of the immense appetite for the music shared by a large portion of his customer base. Because of this demand, his job requires that he interact daily both with artists seeking to place their music on the following week’s paquete, the matrices and other distributors who decide which content is added, and how that content is organized. He also monetizes his role in the circulation of the paquete by maintaining an active web presence to alert consumers about new content coming out in the following week’s package. His personal website contains links to pages that list metadata identifying content found in each new release of the paquete. According to Leo, customers pay for internet access either through Wi-Fi or 3G networks. They then browse his website for new content by scanning through the current paquete’s metadata. The website helps customers decide if they want to buy the paquete for the latest week, and from which matriz they are interested in purchasing. Leo also adds music videos for artists he is promoting to prominent positions placed around his website. Artists and promotion companies pay him for hosting these videos and rely on traffic to his website to publicize new content. Leo’s livelihood requires that he distribute content he considers offensive, but he also holds a certain amount of agency when deciding which content to distribute: he chooses which content to promote on the website and takes his subscribers’ preferences, along with his own, back to the matrices to let them know which content his customers prefer. Reparto fans also express their wishes to Leo Paquetero by providing him with information concerning which music they are circulating privately. In response to questions regarding Chocolate MC’s circulations over the past year, Alberto Correa (a pseudonym for a music fan and personal friend who lives and works in the Guanabacoa township of Havana) informed me that when the artist’s music is not found on the paquete, the content continues to be exchanged via privately held USB sticks and through the offline file-sharing phone application Zapya. Cuban youth use Zapya mainly to send files privately to one another through Bluetooth technology (Alberto Correa, WhatsApp message to author, June 13, 2019). As long as users stand within close proximity of one another, they can easily send large files back and forth to each other’s mobile devices. Networks like Zapya and Xender have supplemented sneakernets internationally. Some estimates measure the impact of these “device-
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to-device” applications to include more than four hundred million registered users (Scott 2016). In Cuba, these applications represent a growing source of connectivity for peer-to-peer file-sharing networks. With increased connectivity through 3G available, it is likely that opportunities for private file sharing will increase over the next several years. Private file sharing considerably multiplies the effects of the paquete’s network. The content choices shared through private social networks influence which files matrices add to future editions of the paquete. As Thomas Astley (2016, 21) states, “Many Cuban musicians, filmmakers and writers are willing to disseminate their music via these non-official means as a way to stoke interest and establish an audience.” For many young Cubans, trading content stored on privately held USB memory sticks with a select group of family and friends is a routine daily pattern. Private circulations of content, however, also perform a significant role in determining circulations of content on future releases of the paquete. The media choices of all members of this hierarchy, combined with the biases of the Cuban state, decide what is released and what is left off the paquete. In the next section, I examine the critical role that artists perform in these decisions. Distributions of Reparto in the Cuban Diaspora Chocolate MC’s choices are often a lightning rod for political and musical debates. He released a cover version of Silvio Rodríguez’s 1992 song “El necio” in October 2018, for instance, and the appropriateness of his reparto adaptation of the well-known nueva trova song was hotly debated over social media. He also frequently broadcasts live video streams where he rails against government censorship to his 150,000 Instagram followers, denigrating apolitical reggaetoneros as chivatones (a term negatively denoting an informant for the Communist Party of Cuba). In particular, Chocolate MC has heavily criticized popular Cuban reggaeton group Gente de Zona after the duo sang for president Miguel Díaz-Canel in June 2018. While he remains a controversial figure to many, Chocolate MC has learned that these issues come at a cost. As previously mentioned, his work was removed from the paquete by at least one paquetero during the past year. Matrices have also left his music from the media network several times over the same period. In response to these and similar events, the artist has recently committed to changing his public behavior. In an interview aired on Telemundo in March 2019 (Telemundo 51), Chocolate MC discusses his life in Miami (to which he moved in 2017) and expresses appreciation for his Cuban audience. He also commits to toning down his controversial lyrics, claiming during the interview
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150 : Mike Levine that he has received a lot of pressure to change his words and has decided to act more carefully moving forward. Chocolate MC performed a duet with popular Cuban música urbana singer Lenier Mesa in January 2019. The song and video the two artists recorded together, “A Veces,” was viewed almost eight million times on YouTube and placed on the paquete shortly afterward by three of the most popular matrices. Chocolate MC’s inclusion on the song reflects a desire to take advantage of the international success of música urbana and reach the pan–Latin American audience that Lenier Mesa accesses regularly through his own releases. Chocolate MC’s music has now returned to the paquete. His work appears almost daily in both music and gossip-oriented folders, reflecting reduced scrutiny of the artist and greater acceptance of his work. The episode demonstrates the transnational circulations of Chocolate MC’s music and career. Like many reparteros, the artist works within a transnational field to produce enough income needed to fund his career. This is indicative of larger trends facing Cubans today. Citizens are increasingly encouraged to become cuentapropistas (self-employed entrepreneurs) to supplement the deleterious effects of Cuba’s reduced social programs. Many of these jobs provide services for visiting tourists. But well-paying jobs in tourism predominantly go to fairer-skinned white and creole Cubans, and Afro-Cubans are increasingly forced to turn to both dangerous and physically demanding vocations, including prostitution, folkloric music performance in rumba and batá, and gambling (Perry 2015; la Fuente 2016; Hansing 2018; see also Cearns, this issue). The arrangement provides Afro-Cubans with a place in Cuba’s shifting economy but marginalizes their public role. In the arts, Afro-Cubans frequently perform the role of “authentic” pre–Cuban Revolution music and dance to participate in the tourism economy. As the sociologist Marc D. Perry (2015, 14) surmises, “the tourism industry has enabled a commodification and vending of AfroCuban cultural forms for consumption by foreign tourists and the Cuban state alike.” Afro-Cuban genres including salsa and son cubano are generously endowed with state sponsorship (Buena Vista Social Club is a popular example), while contemporary popular Afro-Cuban genres, including reparto and trap Latino, remain mainly outside formal recognition. Reparto music also shares musical and cultural associations with timba, a contemporary Afro-Cuban musical style that mixes together elements from salsa, US hip-hop and R&B, and son montuno. The genre, according to the sociologist Nora Gámez Torres (2012), shares a history of racialized debates that predates (and predicts) many of the arguments since deployed by the state against Cuban-based reggaetoneros. As the anthropologist Umi Vaughan (2010, 38) states, “This love-hate relationship with black music and black people has helped shape timba, which, like any good son of son, has grown and claimed its space despite initial rejection.” The same argument could be applied today to the growth of reparto. Both before and after the rise of morfa, the Afro-Cuban
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community has long experienced patterns of economic disenfranchisement. These patterns led to the rise of timba, and they similarly animate many of the pressures faced by the reparto community today. This contrasts with the development of rock and hip-hop in Cuba. There is disagreement regarding the degree to which rock and hip-hop have attained mainstream success in Cuba, but these genres have certainly made inroads towards official representation and sponsorship over the past twenty years. State organizations including the Agencia Cubana de Rap (founded in 2002) and Agencia Cubana de Rock (founded in 2007) today control funding and dissemination for hip-hop and rock music on a national level. The funding model and wide mandate of these agencies allows artists a means to fund the production of their music, while curtailing dissent through guidelines that set political limits on acceptable artistic discourse. Reparto, however, continues to be regarded as contra la Revolución. Chocolate MC is better able to take advantage of his cubanidad outside of Cuba where he performs and sells music publicly. His residence in Miami places the artist into what historian Jesse Hoffnung-Garskof (2008, xv– xvii) calls a “transnational social field” where the artist-in-exile continues to share discourses of nationality and citizenship across national boundaries. The Miami-to-Havana transnational “commute” solves the problem of mobility while complicating the role of the nation. The transnational lifestyle promotes a materialist position and social liminality running counter to revolutionary Cuban values, challenging definitions of citizenship for subjects. Living abroad is also less common for black Cubans. According to John Vertovec (2018, 354), “The majority of Cubans living abroad are white and disproportionately send remittances to white Cubans.” The African American studies scholar Alexander Weheliye (2005, 147) notes the pluralist national attachments for artists working in the Afro-diaspora: “global developments necessitate concepts of citizenship that allow for multiple spheres of belonging, rather than merely designating the parameters—both material and discursive—of a particular political community, although clearly we should not neglect the still very much alive strictures of national attachment.” Chocolate MC articulates a plural concept of citizenship later during the interview with Telemundo (Telemundo 51). The artist makes the comment that “the future is decided by the people, and not communism.” Text on the bottom of the screen reads that Chocolate MC “asks that Cubans take the decision in their own hands” (“pide a los Cubanos que tomen la decision en sus manos”). The provocative quote reveals the openness with which he is now discussing political matters from his home in Miami, outside the jurisdiction of the Cuban state. Chocolate MC’s comment, of course, also takes direct aim at Cuban leadership, as it challenges the symbolic force of the Cuban revolution by detangling national identity from the socialist project. The sociologist
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152 : Mike Levine Velia Cecilia Bobes (2003, 24) makes the point that national identity is historically tethered to Cuba’s socialist government in the popular imagination, stating that “in the symbolic realm, from the standpoint of political culture, the most important change for the construction of the nation—and one that had enormous implications for the understanding and exercise of citizenship—was the redefinition of national identity in function of its identification with the socialist project.” Chocolate MC’s provocative public stance has not resulted in his music’s removal from the paquete, but the interview itself was not added to any farandula folders. The artist’s career and residence produce new categories of belonging that decouple Cuban identity from revolutionary values while re-enforcing a transnational bridge with the African diaspora. This brings up larger issues related to movement within the black Atlantic. Paul Gilroy (1993, 193) writes that “the history of the black Atlantic, continually crisscrossed by the movement of black people—not only as commodities—but engaged in various struggles toward emancipation, autonomy, and citizenship, is a means to reexamine the problems of nationality, location, identity, and historical memory.” Reconsiderations of identity and citizenship also animate questions related to Afro-Cuban music’s recent history. One of the first Cuban hip hop producers, Pablo Herrera utilized his “apartment-cum-studio” (which, like many reparto studios, included only a digital beat machine, monitor speakers and an electronic keyboard) to produce the 2001 compilation disc Cuban Hip-Hop All Stars, Vol 1. The album, according to Marc D. Perry (2015, 86), was the first commercial compilation of Cuban hip hop artists, many of whom were local to Havana-based neighborhoods. Herrera views his lineage as intimately tied to the values of the Cuban revolution, but also tied to transnational routes of blackness “by way of hip hop.” Reparteros (and reggaetoneros more generally) also tie their work to a relationship that includes both Cuba and the African diaspora but calls attention to urban forms of blackness disassociated from nationalist models of music performance. In writing about Puerto Rico–based reggaeton, the anthropologist Frances Negrón-Muntaner and sociologist Raquel Z. Rivera (2008, 9) claim that “reggaetón calls attention to the centrality of black culture and the migration of peoples and ideas in (and out of) Puerto Rico, not as exotic additions but as constitutive elements. If Puerto Ricans and other Latin Americans have historically celebrated Spain as the ‘motherland,’ reggaetón redirects the gaze towards Africa’s diasporas.” Reparto expands on this claim by calling attention to the centrality of black culture in Cuba’s urban spaces while similarly redirecting the gaze toward Africa’s diasporas. Natively Cuban and Afro-diasporic rhythms are fused together directly within the music. Reparto uses the guaguancó rhythm borrowed from Cuban rumba. Its backbeat typically features the rhythm as a looped pattern (usu-
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ally played with digital claps, or an electronically modified form of timbales) repeated against the Jamaican dembow pattern common to most reggaeton tracks. While the guaguancó pattern sounds a direct connection to Afro Cubanbased music from the habanera to the danzón and salsa, the dembow backbeat pushes its boundaries outward toward Jamaica and other destinations of Afrodiasporic origin. The juxtaposition of rhythmic forces sounds a counterpoint between the guaguancó pattern that identifies native Cuba and the backbeat that pushes reparto’s musical forces outward into the Caribbean and farther across the black Atlantic. Reparteros also add a liberal degree of auto-tune to their vocal mixes. Although the effect is traditionally used to subtly correct pitch, it is frequently utilized by reparteros to noticeably extend the boundaries of the human voice past the limitations of the flesh (Katz 2010; Provenzano 2018). Better known reparteros, such as Chocolate MC, Chacal, El Kokito, and El Yonki share a penchant for smooth vocal deliveries reminiscent of salsa and timba performances. During the recording process, producers graft digitally rendered auto-tune algorithms onto vocal recordings to add a “robotic” quality to otherwise legato passages. These textures come together to form a highly mediated aesthetic that sculpts the voice of “Chocolate MC.” Detractors point to the pronounced use of auto-tune in music as evidence of a lack of vocal skills, but the heavy use of auto-tune is also frequently criticized on racial grounds. The ethnomusicologist Catherine Provenzano (2018) argues that the effect has become associated with popular black music and is often despised by the general public. Even lyrically, arguably the area most used as an indictment against the quality of reparto music, artists often utilize the Afro-Cuban originated practice of choteo to play with poetic conventions and engage with the absurdities of daily life in Cuba. Chocolate MC engages with humor in his music as a strategy to challenge political boundaries and reassert subjectivity in otherwise challenging situations. Although a number of his detractors focus their criticism on lyrics containing vulgar euphemisms and displays of moneymaking and lovemaking prowess, there is also political impact in lyrics that directly call attention to Afro-Cuban identity. The title of Chocolate MC’s popular song “El Palon Divino” for instance, embraces stereotypes of black male sexual prowess. At the same time, the title alludes to Afro-Cuban religion in a humorous doble sentido (double meaning). Lyrics like “Soy negro, soy feo, pero soy tu asesino” (“I am black, I am ugly, but I am your assassin”) from the chorus of the song likewise center black identity while poking fun at racial stereotypes. In an essay for El Observador (2018), the Cuban linguistics scholar Luis Campo Yumar similarly analyzes many of the doble sentidos found throughout “Bajanda,” suggesting multiple interpretations for the title of the song that challenge the application of any individual meaning for the term, vulgar or otherwise.
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154 : Mike Levine Choteo has a long history in Cuba of framing biting critiques of authority (Firmat 1984; Muñoz 1999; Laguna 2017). The Cuban American queer theorist José Esteban Muñoz (1999, 141) reflects that choteo is useful in “both celebrating what can be emancipatory about crossing borders and identifications and mocking this very practice, foregrounding what can be potentially disastrous, ridiculous, and even toxic about these connecting strategies.” Alan West-Durán (2004, 4) connects this custom to the Afro-diasporic practice of signifying: “Like signifying, it is imbued with a democratic spirit in trying to equalize the powerful and the powerless through humor and mockery.” As these characteristics show, reparteros utilize historically Afro-diasporic practices but also embrace a proudly Cuban identity. This creative self-fashioning challenges political boundaries, and boundaries of public taste in the sonic realm. Circulation of their media is only possible thanks to the recent accessibility of home recording studios, instruments, and digital technologies that allow informal production and distribution to take place (Baker 2011; Torres 2013). As Nora Gámez Torres (2012, 354) asserts: “critical to the developing of the reggaeton scene was the emergence of an informal music economy network boosted by the relative increased availability of music production and reproduction technologies such as MP3s and CD players.” New media platforms like YouTube and the paquete mark only the latest platforms through which Cuban artists decide how best to connect with audiences. Each of these platforms provide a particular set of conveniences, limitations, and affordances that determine transnational expressions of Cuba and the African diasporas. Chocolate MC usually premieres his work by uploading new songs with a static image as videos on YouTube. Comments left under the artist’s video streams, however, are mainly negative. They range from the political: “Eso es para que lo dejen ir a cuba” (“That is so they let him go to Cuba”), to an argument about copyright payments regarding his unlicensed use of songs he has covered, to several commenters insisting that reparto ruins music (La Farandula Cubana 2018). The criticism expressed in these posts is never far from racially tinged polemics. Through the implementation of the paquete’s USB memory stick-based circulations, artists find a means to circulate music directly to audiences without anonymous, racially charged comments placed alongside their content. Unlike music uploaded either to YouTube or other content platforms on the World Wide Web, locally distributed circulations of the paquete allows the device a more direct relationship between the community it serves, and the content choices provided by a complex hierarchy of matrices, distributors, and paqueteros. The offline storage of common file formats ensures that participants are allowed free sharing of new songs with friends and family through the convenience of a small, pocket-sized USB flash drive. Users are not required to share
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personal information, acquire subscriptions to music and video streaming services, or view advertisements to interact with content. Further leveling the browsing experience is the lack of sexualized imagery associated with reggaeton CDs and DVDs traded in previous decades. All users see while browsing content are folders and filenames, allaying ethical concerns that graphic cover art might otherwise cause consumers. In short, the paquete’s model addresses concerns of both individual privacy and community sharing. Unlike YouTube, however, where anyone with an account can upload new work to their channel and comment on other artists’ work, the paquete’s hierarchical ecosystem requires that multiple parties decide which music is appropriate to distribute. The music of Chocolate MC is allowed into semipublic and mediated spaces only when the paquete’s widespread assortment of artists, paqueteros, matrices, and the Cuban state together decide that it belongs in its folders. Music otherwise continues to circulate privately among citizens, leaving open the question of the extent to which Afro-Cuban artists living and working across transnational boundaries can rely upon the paquete to make their music heard. Far from existing in Cuba and for Cubans alone, a negotiated set of tastes coexist within the paquete’s community. These tastes stretch across a transnational space that Jennifer Cearns labels the “Mula ring,” where “circuits of material flow both mirror and actively shape formulations of Cuban identity” (Cearns 2019; see also Cearns, this issue). Reparto and Borders of Technology In discussions on the paquete, the conversation usually centers on the question of whether the media network represents an ideological break from the Cuban state or simply duplicates existing biases within a new outlet operating under a “lowered frequency” model of ideological policing, to borrow a phrase from Robin Moore (2006, 131). Does reparto’s underground circulations throughout Cuba signal larger social and political shifts, or simply a safety valve that allows citizens to continue circulating “vulgar” music within the semilegal boundaries of the paquete’s distributions? Likewise, does the tenuous position of artists like Chocolate MC signal the limitations of the informal network in broadcasting controversial content or a genuine effort by citizens to negotiate emerging boundaries of taste over a grassroots virtual network? These questions highlight many of the concerns asked today in Cuban digital studies (Venegas 2010; Henken 2017). Reparto’s mediated path through the paquete sounds a border between acceptable and unacceptable modes of racial representation in Cuba, but this border continually shifts. The routes taken by Chocolate MC through the paquete over the past year reveal a complicated and constantly shifting set of conditions that ultimately determine which content is added to new releases of
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156 : Mike Levine the paquete, which content is left off, and who makes these decisions. Choices in deciding new content are never made by one person alone. Pressure for these decisions is shared between the Cuban state, matrices, paqueteros, and the subscribers consuming its content. The outcome is a mixed arrangement of new music, movies, and other media that reflects a changing Cuba, along with the questions this brings up regarding what is appropriate to consume and what is not. Chocolate MC’s circulations through the paquete also showcase the increasingly transnational routes in which Afro-Cuban artists travel. Accessing “Bajanda” from the paquete while in Cuba, viewers discover an artist performing from outside of Cuba, looking homeward from a diasporic positionality. The digital mediation of reparto music brings the music of Chocolate MC closer to Cubans while constructing new public spaces that challenge revolutionary models of citizenship and open the door to new trajectories across the trans-Atlantic Cuban diaspora. The consequences of a greater number of musicians living and working outside of Cuba means that “as significant numbers of singer-songwriters have joined the diaspora and in recent years, the process of reimagining Cuba and Cubanness has taken on a new urgency,” according to the musicologist Susan Thomas (2010, 211). The paquete’s digital ecosystem both challenges and reinforces racialized categories of music. These racialized categories echo a larger history of sonic technologies. Jennifer Lynn Stoever (2016, 5) remarks on technology’s powerful historical role in framing bias in The Sonic Color Line, stating, “Its development and trajectory were indelibly shaped by and through the sonic color line’s sonification of race and the racialization of listening.” Similarly, Alexander Weheliye (2005, 19) highlights technology’s role in constructing black music, calling the process sonic Afro-modernity: “If we are to analyze a sounding black modernity, we should strive to understand how technologies have affected the production, consumption, and dissemination of black popular music, and vice versa, an endeavor that is even more pertinent today due to the increasing globality of black musical practices.” Afro-Cuban artists performing as reparteros escape constricting boundaries of nationalism through the creative deployment of novel digital strategies. While embracing a shared sense of cubanidad, they participate in actions that minimize the role of national borders in determining mobilities. Their positionality is discussed instead through lyrics that are untethered to place, while proudly displaying community solidarity with the barrios from which they hail. Similarly, the paquete’s trade operates independently from either government or corporate oversight. Its distribution and content storage model differs significantly from both state-sponsored media (e.g. Mi Mochila) and popular music and video sharing sites like Spotify and YouTube (see also Henken, this issue). Subjects that listen to music through the paquete share a listening
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practice located outside of either of these network models. As Cubans further embrace digital connectivity, these practices promise to contribute to expanded notions of what it means to be both Cuban and connected amidst an increasingly globalized internet community. NOTES 1. It should be noted that the terms reparterismo and reparto predate their contemporary uses as labels for the musical traditions morfa and reparto. According to the Spanish-language scholar Amauri Gutiérrez-Coto, the expressions are historically rooted in racially coded terms utilized in Cuban bufo theater in the early twentieth century. The designations acquired new meanings following the difficult Período Especial that began at the end of the Cold War. Since the 1990s, reparterismo has become closely identified with bad behavior and a lack of education in music and popular culture more generally (Gutiérrez-Coto 2017, 159). Musicians performing reparto music today regularly claim and contest these associations in their music. 2. According to ethnomusicologist Wayne Marshall (2008, 148–49) in “Dem Bow, Dembow, Dembo: Translations and Transnation in Reggaeton,” dembow “now refers simply, at least in Puerto Rico, to the distinctive boom-ch-boom-chick of reggaeton, a rhythmic framework derived from dancehall reggae and specifically from well-worn riddims such as the dem bow, which has long been localized as a Puerto Rican product and, in particular, as a beat associated with courtship, coquettishness, and sex.” 3. According to reporting from 14ymedio (2018), Chocolate MC’s name came up several times during public meetings between artists and government officials where the passage of Decreto 349 was debated. 4. The short documentary connects the careers of reparto artists in Cuba to home recording studios, underground music scenes, and el paquete’s distribution model. It includes interviews with several reggaetoneros, music fans, and producer DJ Unic. 5. Sneakernet is an informal term referring to the transfer of electronic information by physically moving media such as floppy disks, compact discs, USB flash drives, or external hard drives from one computer to another; rather than magnetic tape transmitting the information digitally through a computer network. 6. Interviews conducted both during fieldwork conducted in Havana during December 2018 and via email conversations conducted between March and June 2019. 7. Omega is the name of one of the matrices whose content is distributed via el paquete semanal. The matriz ranks among one of the most popular matrices in Cuba, along with Deltavision and Crazyboy. 8. A term often used in the paquete for files listed in these folders is farandula, which is usually used to describe the gossip and fan culture surrounding the lives of popular musicians. For popular reparteros like Chocolate MC, Manu Manu, and El Kokito, their private lives are continually reported upon both in video and print publications. 9. In response to his content’s removal from the paquete, Chocolate MC released a video on his Instagram page in March 2018 in which he repeatedly exclaimed “Fuck el paquete,” explaining that he did not need its distribution as his music is already popular in the United States. 10. There are a number of examples of dissident political content finding its way onto the paquete’s platform (e.g., subversive content published through the PDF versions of Vistar magazine and the music of Willy Chirino), but there are an equal number of examples of cultural products forcibly removed from it weekly. These include the music of Chocolate MC and episodes from the popular Mexican narco soap opera El señor de los cielos that feature content critical of the Cuban government.
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JENNIFER CEARNS
Connecting (to) Cuba: Transnational Digital Flows between Havana and the Cuban Diaspora A B S T R AC T For several years Cuba’s paquete has attracted international attention for its ability to procure and circulate much foreign digital content, with many supposing that this content is imported to Havana from the nearby diasporic center of Miami. This article explores how the island’s domestic networks of digital media sharing are in fact also exported to the Cuban diaspora as an object both for public exhibition and for personal consumption. Cubans in the diaspora import el paquete as a means of connecting with their homeland and with media that invoke nostalgia for them, but also as a way of maintaining a variety of choice that they once enjoyed in Cuba but that, because of US copyright restrictions, remains prohibitively expensive for them to access in the diaspora. Meanwhile, others in the Cuban diasporic community are seeking ways of inserting targeted advertising for Miami businesses into el paquete, in the hope of drumming up further business via relatives and remittances. This article thus argues that quite apart from being an isolated or unconnected island, Cuba is in fact highly interconnected with multiple transnational communities, and that by tracking el paquete and flows of digital media, we see the island as central in connecting these otherwisedisparate digital communities.
RESUMEN Durante varios años, “el paquete” de Cuba ha atraído la atención internacional por su capacidad para adquirir y distribuir una gran cantidad de contenido digital extranjero, y muchos suponen que este contenido se importa a La Habana desde el centro de la cercana diáspora de Miami. Este artículo explora cómo las redes domésticas de intercambio de medios digitales de la isla también se exportan a la diáspora cubana tanto como objeto para exhibición pública como para consumo personal. Los cubanos en la diáspora importan el paquete como un medio para conectarse a su patria y a los medios de comunicación que invocan nostalgia de ellos, pero también como una forma de mantener una variedad de opciones que alguna vez disfrutaron en Cuba pero que, debido a restricciones de derechos de autor en los Estados Unidos, siguen siendo excesivamente caros para acceder desde la diáspora. Mientras tanto, otros en la comunidad de la diáspora cubana buscan formas de insertar publicidad por empresas de Miami en el paquete, con la esperanza de crear más negocios a través de parientes y remesas. Por
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162 : Jennifer Cearns lo tanto, este artículo sostiene que, en lugar de ser una isla aislada o desconectada, Cuba está de hecho bastante interconectada con múltiples comunidades transnacionales, y al rastrear el paquete y los flujos de los medios digitales, vemos a la isla como central en la conexión de estas comunidades digitales desiguales.
In November 2017 I was asked to give a lecture about el paquete at Florida International University in Miami; it was a lunchtime talk in a small room on campus, and I expected only a handful of attendees. To my surprise, the event was widely attended and was in fact broadcast by several local Spanishlanguage television stations, along with short interviews on the topic recorded immediately afterward (Cearns 2017). As my Miami household couldn’t afford a TV, I never saw the footage, but to my even greater surprise, a friend’s grandmother in Havana saw the coverage later that night on the “local” news, courtesy of a parabólica—a covert antenna she had had installed to receive television signals from Florida. She recorded the program and convinced a neighbor to send me some of the clips via his work email address. And so, in what became a gloriously ironic pièce de résistance to the whole affair, I was ultimately able to see coverage of my own Miami lecture about el paquete courtesy of an elderly lady in Havana and her deftness with a USB stick. For several years Cuba’s el paquete has attracted international attention for its ability to procure and circulate much foreign digital content despite state-imposed media restrictions, which is presumably why my lecture gained such unexpected notoriety. Many suppose the digital content is imported to Havana from the nearby diasporic center of Miami, which, given the constant flows of remittances and material goods from the sizable diaspora located there, is undoubtedly a reasonable presumption. However, this article explores how the island’s domestic networks of digital media sharing are in fact also exported to the Cuban diaspora as an object both for public exhibition and for personal consumption. While much of the media consumed in Cuba is indeed procured from foreign sources, including (but by no means limited to) the United States, this content in fact flows in multiple directions (Laguna 2017; Farrell 2019). Some Cubans in the diaspora import el paquete as a means of connecting with their homeland and media that invoke nostalgia for them but also as a way of maintaining a variety of choice that they once enjoyed in Cuba but that, because of US copyright restrictions, remains prohibitively expensive for them to access in the diaspora. Meanwhile, others in the Cuban diasporic community are now seeking ways of inserting targeted advertising for Miami businesses into el paquete, in the hope of drumming up further business via relatives and remittances. This article thus demonstrates that quite apart from being an isolated or unconnected analog island, as it is so often characterized, Cuba is in fact highly interconnected with multiple transnational communities.
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By tracking el paquete and flows of digital media, we see the island as central in connecting these otherwise disparate digital communities. While the development of a media ecosystem resulting in el paquete goes back decades, as set out in the introduction to this dossier, the Cuban government’s response to the Special Period of economic crisis in the 1990s of opening the island to economic remittances, primarily from the diaspora in Miami, also had the “unwanted effect of creating an opening for ‘cultural remittances’ that fuel[ed] the transnational imaginary on the island” (Laguna 2017, 159), including increased media flows. Cubans had managed to access foreign content before this time (indeed, the socialist revolution had encouraged the consumption of certain art, literature and film from across much of Latin America, Europe, and Africa), but it was during the 1990s that the floodgates were truly opened to foreign media content. This was also when Kike first started to send video content back to his family in Havana from Miami. Kike had been the cameraman who filmed much of my el paquete lecture on behalf of one of the major Spanish-language Miami channels, and once the cameras were cleared away, he quietly passed me his business card and said he had things to tell me, but wasn’t able to do so in front of his colleagues. The following week, he confided to me over a coffee that he had been secretly making copies of television content at work for decades and sending them to Havana. This had begun in 1992, when he had first gone back to Havana to visit relatives; he took with him some cassettes of music and was struck by how delighted they were with them. In fact, a queue formed outside the door as neighbors “booked in” slots to listen to the cassettes of Willy Chirino music.1 Upon his return to Miami, Kike started making short movies of Miami on his camcorder to send back to his relatives, with a voiceover explaining what they were looking at. Episodes included “how to use a microwave” and “planes taking off from the runway across from my office”: Since I worked for Telemundo at the time, I had access to the original tapes, so if I was editing something I thought was good, I’d make a copy to Betamax or VHS and then I put them all together at home. Once I’d got a few together, I’d send them over with someone who was going, and we’d label them as “wedding videos” in case anyone in the airport asked.’2
As there was limited communication between families on and off the island at that time, Kike also expanded into making movies of people talking to camera about their lives, so that they could send “video diaries” to their estranged relatives. “It was very very emotional you know? People hadn’t seen their mother for 25 years, so on camera they’d hold up their new-born baby and say ‘here, this is your grandson,’ Kike told me. Such audio-visual remittances allowed separated families in many cases to see and hear one another
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164 : Jennifer Cearns for the first time in years, but also to confront alternative ‘Cuban’ lives. They become not merely a way of staying in touch, but also ‘an integral part of how Cubans on and off the island produce and negotiate their respective subjectivities” (Knauer 2009, 165). Undoubtedly, then, it was in part thanks to Cuban émigrés like Kike that foreign media consumption began to increase sharply in Cuba from the 1990s. With the expansion of digital technologies through the 2000s, such flows increased in frequency and velocity, to the extent that nowadays many Cubans in Havana at least can access Spanish-language content aired in Miami live, or shortly after, as was the case with my lecture recorded by my friend’s grandmother. Others, however, have taken a greater interest in creating or adapting domestic content and using local digital media forms as a further medium for sharing this content across a wider platform. Curating el Paquete Nestor is a Cuban artist in his early thirties, originally from Camagüey, but now living and working principally with digital and visual media in Havana. His first artistic interaction with what would later become el paquete was back in 2009, when he created a short film exploring the layers of creativity applied to the audiovisual product by all whose hands it passed through, resulting in an quasi palimpsestic digital product with multiple authors: It was about the process my grandfather lived when he rented out disks. He received the film from a matriz in Camagüey, burnt it, watched it, and then chose which genre to assign it, which actor to name, he made the cases and chose the information to put on, and then distributed them around the neighbourhood, so all that post-production process, which had nothing to do with the actual film itself, was what I made the film about.3
As a result of this, Nestor met the organizers of one of the major Havana matrices—Omega—in 2013, and he was invited to place his artwork into el paquete itself: I didn’t like the idea, I wanted to create something more horizontal so that other artists could also participate. So I used the invitation to create an “online” pirate event, the first in Cuba, and I used el paquete like an ‘online’ platform to circulate all the artists’ work.
This project eventually became a folder called “!!!Sección A R T E,” which goes out in the Omega paquete once a month and circulates the latest artwork by various Cuban artists, as well as well-known art from around the world.4 Nestor subsequently met the American artist Julia Weist, and together
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FIGURE 1. !!!Sección A R T E appearing in a January 2018 copy of el paquete
they agreed to curate a project on el paquete at Queen’s Museum in New York in 2017–2018. For this project, the artists created a collection of content to insert into Omega’s paquete and then traveled across Cuba to each submatriz to see how their content was stripped out, altered, or copied in different parts of Cuba. In most cases, the content was removed by local paqueteros who deemed it to not be of interest to their regular clients, but in some cases Nestor discovered he had enthusiastic followers in even the most geographically remote of places across Cuba. They were also able to observe the way the territorial nature of matrices, submatrices, and paqueteros affected how and when content was circulated around emerging power networks. For example, even the controller of domestic flight schedules from Havana airport had considerable agency in this process, and when the first flight to Guantánamo was swapped to arrive before the first Santiago-bound flight, paqueteros realized they could drive their paquete on a motorbike from Guantánamo to Santiago before the latter’s arrival, thus undercutting the market with their own supply of digital content. In this way, Nestor and Julia’s artwork changed as it moved, with each layer of subsequent curating thus altering the end product. Their artistic practice, mediated by the highly material digital landscape of Cuba, became a practice of texts constantly being reinscribed and reinterpreted by new authors. Echoing poststructuralist debates of the twentieth century, the text (or artistic work, or indeed, jpeg file) detaches itself from the author(s) and moves beyond his or her control or intention, assuming its position in a public, co-constituted space (Barthes 1977; Burke 1998; Foucault 1977; Sterne 2016, 826).
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FIGURE 2. Social call via Instagram for help transporting hard drives to New York from Havana, November 2017
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If following these digital and material flows across Cuba was to challenge their ideas of artistic creation and authorship, exporting el paquete to be the centerpiece of their New York exhibition revealed yet further acts of reinterpretation (Hernández Tapia 2017). A further element to their exhibition was to be a sixty-five-terabyte hard drive, displayed in the gallery, with an entire year’s worth of paquetes saved onto what would be the first material archive of this otherwise-ephemeral (unarchived) digital library of Cuban popular culture.5 First, they had to find a way of physically exporting all of this data, which could not be sent by email because of the considerable size of the files. In the end, social media was harnessed to recruit tourists, tour guides, mulas, and visiting scholars to aid in the attempt. Once compiled in the museum, American visitors could for the first time scroll through a year’s worth of Cuban digital content (something that would never be possible in Cuba itself, as hard drives are rewritten again and again to make use of space), and they could even buy a piece of their own paquete in the museum gift shop. In this regard Nestor and Julia exported Cuba’s public material-digital space and exhibited it in a public material-digital space in New York. From the success of this exhibition, another followed a few months later at the Gwangju Biennale in China, and then, having gained substantial recognition outside of Cuba, Nestor and Julia’s curated paquete was in turn exhibited back in Havana
FIGURE 3. Visitor at Queen’s Museum browsing el paquete, wearing a paquete tote bag, January 2018.
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FIGURE 4. Paquete mugs for sale in the gift shop. The design was done by a private agency based in Havana. Photo: Hai Zhang, courtesy of Queen’s Museum.
at the Bienal in 2019. In the process, they, like the paqueteros who redistribute digital media in Cuba, were able to curate their own package, or parallel internet, and through facilitating the flow of this content from one place to another (and in fact back again), they were also able to profit (or benefit) from the process. Moreover, precisely through exporting el paquete and then importing it into Cuba again, the artists were able to convert a phenomenon widely considered a sphere of “low” cultural production into an international recognized work of artistic merit. Piratas del Caribe and eMules While the consolidation of el paquete as the primary source of digital content in Cuba has, as discussed in the introduction to this dossier, fomented an increasing commodification of digital content associated with personal brand, it also simultaneously invokes parallel movements across Latin America, the Global South and beyond, toward decommodification, as consumers find ways to share content among themselves. As Daniel Miller and Heather Horst (2012, 7) point out, “What does seem clear is that the digital is indeed a further twist to the dialectical screw.” Horst’s (2011) own ethnographic work has revealed how open-source software and “free culture” in Brazil is more broadly tied to a culture of resistance to hegemonic global culture and traditional patterns of production and ownership. In Brazil, pirated products are almost everywhere, while the hegemonic national politics of “mixture” or mestiçagem gives piracy a “particular urgency” as a critique of the injustice of the international market (Dent 2012, 32).
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FIGURE 5. !Sección A R T E returns to Havana for exhibition at the 2019 Bienal, after being shown in the United States and China
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170 : Jennifer Cearns The case of el paquete in Cuba has similarly opened up these forms of media piracy to a wider demographic, making digital products available to a broad swath of citizens while also, paradoxically, providing them with lucrative business opportunities that often simultaneously seek to deconstruct this “democratization” of assets. As in the case of media piracy flows across the border into Bolivia, Cuba’s own status as a digitally “poor” country might in fact be “seen to serve the interests of the many traders of contraband goods on both sides of the frontier . . . [who] might be seen as a symptom of Bolivia’s exceptionally informal economy, where money is to be made, even if in very small quantities, from the circulation of goods along trajectories shaped by national imaginaries” (Stobart 2010, 46). Most of the people gaining cultural prestige and financial profit from el paquete in Cuba are currently young men, often of Afro-Cuban (or nonwhite) descent, who traditionally have benefited far less from remittance flows or the expansion of the tourism sector in Havana (Eckstein 2010; de la Fuente 2016; Hansing 2018; see also Levine, this issue). In a sense, the status quo (i.e., a combination of the embargo and Cuba’s strict internet policies) has created opportunity for a whole subsection of society. Discussion of music piracy has often polarized characterizations as, on the one hand, insidious criminal activity that threatens musical creativity and musicians’ livelihoods alongside the production of culture, or, on the other, a legitimate and democratic struggle against hegemonizing corporatism and industry (Knopper 2009; Lessig 2004). In Cuba, el paquete seems to bridge this chasm, both in its capacity to foment public creative production and exchange, and in its disavowal of international notions of ownership and copyright. The complexity of lived social relations surrounding and flowing through such networks as el paquete defies the polarization of such debates, for in reality, actors have their own multiple agendas for participation, which at times can appear contradictory to outsiders. When I asked Nestor, for example, if he saw the rise of el paquete as signaling a nascent American-style capitalism in Cuba, he responded: The problem is, what is capitalism? I imagine it has to do with the idea of consumption. I live in a country where if I want to find a brand of perfume, or shampoo, it’s impossible to consume it, because six months can go by without being able to find it. Everything can disappear in Cuba . . . but if it’s about ownership, well then maybe we have it right after all. I can buy a paquete this week and gift it to my friends; that doesn’t happen in other places. If you bought a cell phone app or a song, your system is made so that you can’t share it with other people. That’s capitalism. It’s complete control, and an impossibility to share. In Cuba, the paquete is a business, and we mustn’t forget that, but it’s also a business that’s so open, not all the earnings are centralized. So talking about consumption in Cuba is a delicate thing.
In so doing, he highlighted two parallel conceptualizations of materiality that coexist in present-day Cuba. On the one hand, private ownership is now
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officially recognized, yet other items are considered bienes en común (goods in common ownership), drawing on socialist notions of public utility and creative commons. Some of my friends viewed el paquete as a daring domestic “up yours” to American corporate hegemony; one even proudly called himself the digital “pirate of the Caribbean” for plundering lucrative channels of material flow monopolized by colonializing powers, invoking a Hobsbawmian notion of social banditry (Hobsbawm 2000) in so doing. Yet in other instances, friends seemed quick to condense circulation networks and prevent flows in an attempt to profit personally. Nestor had also embraced the term pirate, and in fact, as part of his exhibition in Queen’s Museum, he placed a publicly browsable copy of The Pirate Book, which itself contains an essay about el paquete (Maigret and Roszowska 2015), in the exhibition guide. Video piracy has undoubtedly enabled people across the Global South to participate in accelerated circuits of global media flows from which they might otherwise have largely been excluded. Examples abound across Latin America, Asia, and Africa, allowing Nigerian audiences, for example, to watch films contemporaneously with audiences in Bogotá or Bombay (Mattelart 2009). Felicitously, the name of one of the main sites from which international digital content is downloaded in Cuba is “eMule,” a peer-to-peer file-sharing site dating to 2003. The “portable homelands,” to borrow a phrase from the Cuban journalist Luís Ortega (1998, 11), of el paquete thus echo the material packages carried back and forth in the nascent networks of material circulation between Cuba and its diasporas that I have elsewhere called the “Mula ring,” providing a means of sourcing and perpetually re-creating cubanidad from and through another place (Cearns 2020). The Cuban anthropologist Fernando Ortiz (1947, 103) sees his neologism transculturation as “fundamental and indispensable for an understanding of Cuba,” where transculturation describes the process of transition from one culture to another as necessarily involving uprooting and loss (as opposed to acculturation, which would signify acquiring a culture). It is possible to see both the material flows facilitated by the Mula ring and the digital or material flows of el paquete as a continuation of this transcultural practice, which posits cubanidad in the creative process of identity formation that stems from constant encounters with “the other.” Participation in such networks becomes a part of participating in “Cuba,” or a shared project of inventiveness (inventar) and resolution (resolver) that is seen as a defining mutual feature of this shared community. In his ethnography of media piracy in Nigeria, Brain Larkin (2004, 308) points out that while piracy has connected Nigerians to “the globalized world, it does so by emphasizing [their] marginalization at the same time.” Similarly in Cuba, el paquete is more than “just a bunch of bootleg stuff from outside Cuba. It’s a media ecosystem unto itself” (Parish 2018), but by participating in this ecosystem of flow, Cubans are at once both connected to a public font of
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172 : Jennifer Cearns cubanidad and reminded of their own liminality in this network, which operates through those who have the facility of travelling abroad (either in person or online) to procure such content. Nonetheless, a study of the informal economy of digital media reveals the (often underground) channels through which cultural globalization actually operates. The routes taken by pirated cultural products are those of “globalization from below” (Basch, Glick Schiller, and Blanc-Szanton 1994; Portes 1999), and in this regard, everyday Cubans on both sides of the Florida Straits arguably mobilize more agency than might first be thought in shaping transnational circuits of digital media. Copyright, Copyleft A striking characteristic of the digital age is the almost-effortless capability to create multiple identical copies, which in turn has fundamental implications for notions of ownership, copyright, and what it means to copy. Scholars have cited the ontological distinction between original and copy as needing ethnographic development in terms of local conceptions of piracy and originality (Aguiar 2013; Vann 2006). El paquete provides just such an instance where media is copied on a massive scale (see Figures 6 and 7), yet also reauthored in the process, with the individual attributions of the matriz or paquetero attaching themselves palimpsestically to the product through the insertion of branded watermarks, advertising, and subtitles. In this way, many of my Cuban interlocutors advertised un producto original (an original product), despite the fact the vast majority was copied from someone else, who copied it from someone else, who copied it from the internet. The very word piracy suggests an illegal act, yet work by Ana Ochoa (2003), Hsiao-hung Chang (2004), Tanja Bosch (2010), and Jade Miller (2012) has thematized resistance, subversion, and the creation of nonhegemonic circuits for the circulation and flow of culture through the infringement of copyright restrictions. This becomes all the more resonant in the case of Cuba, where copyright as a concept is not granted the same weight as in many other parts of the world, and piracy has long been a “necessary practice” (Farrell 2019, 409–10). If “to oppose copyright is to oppose capitalism” (Söderberg 2002), then Cuba has a long trajectory of either denying copyright as a concept, or not enforcing it in a bid to undermine nearby capitalizing (and possibly colonializing) projects in the United States and beyond. Artistic production has long been fundamental to the revolutionary project in Cuba, and as such it was long considered a communal effort as opposed to an expression of individualism or the sole property of an author. With the advent of electronic and digital technologies of reproduction, “the global reach of the mass media, and the transnational circulation of mass culture, the culture industries—which rely on creative labor and a general respect for intellectual property rights—have become export industries
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FIGURES 6 AND 7. El Paquete being copied onto multiple hard drives in a submatriz in Cienfuegos, Photo Credit: Nestor Siré, March 2018.
fundamental to the expansion of capitalism and related hegemonic projects” (Hernández-Reguant 2004, 10). This confronts the Cuban socialist project with new challenges regarding recognition of individual property. Moreover, the rise of el paquete has proved problematic, insofar as creative work can generate surplus value through further input by additional parties:
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174 : Jennifer Cearns In the case of music, this value is created through its reinterpretation, in “sampling,” “versions,” and “remixes”; through its circulation in broadcasting and advertising; and in some cases, through its mere consumptive use, via a jukebox or Internet downloads. This is all crucial for understanding the intersections of Cuban late socialist structures and capitalist practices, for under neoliberal capitalism, capital is created not only through productive labor, but also through the circulation, use, and consumption of products as well as through speculation—in this case, with mass-cultural products that are also copyrights. (Ibid., 11).
Nonetheless, networks like el paquete also present some advantages to the Cuban state project. On the one hand, they facilitate the marketing of Cuban cultural production, both across the island and abroad (see next section) through transnational commercial networks. Moreover, the consumption and circulation of digital content through new public spaces arguably undermines the hegemonic status of international and capitalizing “intellectual property”; in this regard, the flow of digital products as bienes en común (to borrow Nestor’s earlier phrase), is arguably entirely in line with the revolutionary project, which seeks to disrupt the progression of capitalist power structures (Cearns 2021). Finally, as long as el paquete doesn’t circulate antigovernment content (something that is strictly enforced), its espousal of relatively inoffensive telenovelas and reggaeton ultimately serves as a sort of digital “opiate to the masses,” with the potential to encumber larger-scale collective or disruptive action (see Henken’s discussion of independent media and el paquete, this issue). Ariana Hernández-Reguant (2004, 2) has seen the Cuban culture industries as “a sort of ‘border zone’ (Sassen 2000), ‘zone of contact’ (Lomnitz 2001), or ‘zone of graduated citizenship’ (Ong 1999) structured by the interests of a new array of stakeholders, both state and corporate.” El paquete, as the latest iteration of a “Cuban culture industry,” can be and has been mobilized in multiple directions: both as a litmus test of imported neoliberal capitalist practices and as evidence of resistance to global hegemonic patterns of top-down ownership. If el paquete is a border zone of contact, then it is a contact zone not only between international and domestic, capitalist and socialist, but also between confronting conceptualizations of what it is to be Cuban. The e-Mula Ring Elsewhere I have described how, through what I call the Mula ring, circuits of material flow both mirror and actively shape formulations of Cuban identity (Cearns 2020). These flows connect Cubans on the island with the diaspora, but these flows also move in both directions. Paradoxically, Cubans on the island perform their cubanidad by accessing material items that originate abroad, evidencing their social connectedness in networks of kinship and reciprocity, yet Cubans in the diaspora evoke much the same thing in the opposite way: many
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source items from the island itself to feel a connection their homeland and the Cuban “essence.” Digital media are no exception to this rule. While Benedict Anderson’s (1983, 7) work showed how the invention of print media allowed people to imagine themselves into a modern nation-state through “deep, horizontal comradeship,” this mobilization of media continues through digital practices. The media in el paquete contribute to the imagining of a nation as a shared community through the production of homogeneous discourses of identity and culture, yet in the case of Cuba, the locus of this identity is poised between the island itself and the diaspora. Transnational media “reach a borderless audience of nationals and non-nationals and disrupt that romantic notion of . . . one national media for each national culture” (Alonso & Oiarzabal 2010, 8), exposing a globalizing cultural landscape. Charles Tilly (1990) makes a strong case that it is not people who migrate, but networks, so it is perhaps hardly surprising that more recent Cuban immigrants to Miami (and especially to Hialeah—a working-class district north of Miami with a large population of recently arrived Cuban immigrants) should continue to have a desire to partake of el paquete, which I have here described as the largest current social network on the island. While this is by no means a widespread practice, a few recent arrivals (from circa 2015 to the present) are doing just that, and there are now video stores in Hialeah that mirror the paquetero shops in Havana even down to the aesthetic, with laminated menus of content by genre. Jaynir is originally from Pinar del Río in western Cuba, but he had emigrated to Hialeah eleven years earlier. He runs a small video-rental store in a strip mall next to a Cuban clothing store (of the variety that sells cheap ropa china, or China-made clothing, to mulas), a Cuban coffee ventanita, a shipping (to Cuba) agency, and opposite a botánica selling religious items for santos. His store closely mirrors the aesthetics of paquete stores in Cuba, with products placed in homemade paper jackets with subtitles or dubbing in explicitly Cuban Spanish (“I used to download the standard Spanish ones, but I got complaints about all the ‘th-th-ths’”).6 On the back wall he has a large display of current Cuban shows, including a TV screen playing a recent episode of Vivir del cuento, Cuba’s most popular comedy show, which airs every Monday night on the island. When I asked him how he kept his stock up to date, he replied, “I have trustworthy friends [amigos de confianza] who go back and forth a lot, and they load up hard drives for me so I can copy the stuff here.” At that moment a nurse came in on her lunch break; she was looking for something to take home for her mother to watch: “Do you have any more of those Cuban talk shows? She loved those, she said it made her feel like she was back home again.” It is in this way that some migrants “take advantage of digital technologies to follow the ‘pulse’ of their countries in some cases more closely than many of those who remained at home” (Mejía Estévez 2009).
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FIGURES 8 AND 9. Jaynir’s store in Hialeah, with shelves of recent Cuban cinema and TV shows, as well as price lists and menus based on the el paquete model. Visitors can also pay to copy shows to their hard drives. Author’s photo, July 2018.
It wasn’t only nostalgia for Cuba that brought in customers seeking content imported from the island, however. My filmmaker friends Ana and Rafael, who also lived in Hialeah, had been accustomed to a rich variety of international media content through el paquete back when they lived in Havana. They hadn’t even had to pay very often, as their friends at the prestigious art school Instituto Superior de Arte (ISA) had circulated content among themselves, meaning that they in fact had ample access to both domestic and international artistic content. Ana in particular absorbed everything, from BBC documentaries to “Scandi noir” and thought-provoking French cinema. That kind of content was hard to come by in the United States, but also expensive to access; in reality, it required a cable connection, which was out of their budget, given they were on less-than-minimum-wage jobs while they awaited green-card paperwork, or it required a fast Wi-Fi connection at home, whereas both had access to only small amounts of data through their cell phones. Once Ana’s paperwork came through, she was considering applying for a postgraduate course in documentary film, and so she took to sourcing international content as study material (including, to my surprise, a lot of British content, which explained why she liked my accent) through Hialeah stores and friends who could sell or share the
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content through flash drives, imported from Cuba, where copyright restrictions went unobserved. The gradually emerging import-export business of el paquete between Havana and Miami is only the latest in a chain of events revealing the media landscapes of the two places to be inextricably linked. Albert Laguna (2017,
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178 : Jennifer Cearns 135) has shown how Cubans newly arrived in Miami follow Luis Silva’s (aka Pánfilo) comedy so as not to miss out on what’s going on back home. Indeed, the cultural importance of Pánfilo’s show Vivir del cuento is such that in 2016, Obama chose it as his platform to speak directly to the Cuban people, arguably as much in the Hialeah diaspora as on the island itself. In the show, Obama plays dominoes with the main characters, with various tongue-in-cheek jokes aimed both at Cuba and the United States. For example, one character shows him how to mix the dominoes, or darles agua, but not too much water, as you can’t always find it, alluding to the material shortages on the island. But then he discovers he’s been “blocked” in by a bigger player and the “game has reached an impasse,” alluding to the embargo, or bloqueo, that the United States imposes on Cuba. Pánfilo excitedly says that it’s good that relations are being fixed (as are the streets through which Obama is to be taken to the baseball stadium, he coyly points out). With the help of Obama, the impasse is broken and Pánfilo wins the game, while Obama takes the opportunity to ask him to tell all the Cuban people and their relatives how grateful he is to have been given the opportunity to visit the island—the first American president to do so in sixty years (see Figure 10). The same is true the other way around: many Cubans on the island avidly follow comedy sketches produced by Miami-based Cubans such as Los Pichy Boys (Laguna 2017, 188)—which often draw on social tropes that only those most connected with the cultural landscapes in both places could understand— through el paquete. The humor of Los Pichy Boys depends on intimate and
FIGURE 10. President Obama participating on the Cuban national comedy sketch show Vivir del cuento (2016). It was seen by audiences across the island, but also across the diaspora, thanks to YouTube and peer-to-peer media sharing.
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ongoing ties to the island; one video (“Los Piratas del Caribe”) reenacts Disney character Captain Jack Sparrow stealing a Cuban Caribe-brand television and presenting it to his girlfriend as an expensive plasma TV (Laguna 2017). Another video deals with the experiences of recent Cuban arrivals to Miami, such as the video “iPhone Cubano: asiri” (Laguna 2017, 196), which plays on confusion regarding Apple’s “Siri” feature, and a pun with Cuban (contemporary) slang asere (buddy), alluding to how internet-enabled smartphones might resolve problems in Miami, but in Cuba, one turns to social networks of friends for up-to-date information. In another video Miami Cubans attempt to send their grandmother’s body back to Cuba for burial wrapped up in plastic via a mula, spoofing the volume of mulas carrying goods back and forth and the oftheard desire to be buried in one’s home soil. Increasingly, content producers on both sides of the Florida Straits are aware of a dual audience, as their diasporic content is downloaded from YouTube or Miami television channels for consumption via el paquete, and Cuban shows on the island are imported into Miami for consumption by recent arrivals. In large part, this is a way of staying connected with friends and relatives “on the other side”; all around the world, relatives phone one another to say, “Did you see the latest episode of . . . ?,” and Cubans are no different in this respect. Some Cuban media producers have even started to make a good living from this interaction between island and diaspora; Cuban comedian Robertico has a comedy club in Vedado (Havana) that is beyond the financial means of
FIGURE 11. Los Pichy Boys’ video comedy sketch (sponsored by “Secure Plastic Wrap”) about sending their grandmother’s body for burial in Cuba with a mula (2017)
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FIGURE 12. Valsan advert inserted into a show on el paquete, being played on a TV screen in Havana. Author’s photo, September 2018.
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most locals but attracts a steady clientele visiting from Miami due to his material circulating both on YouTube and through el paquete (downloaded again in Havana from YouTube). Subsequently he is regularly invited to present shows to sell-out audiences in Miami (Laguna 2017, 149). Others have started targeting their advertising to dual audiences, aware that while the diaspora might spend the money in Cuban stores in Miami, it is often on behalf or in support of relatives on the island. Both Valsan and Ño que barato! (stores in Hialeah specializing in selling cheap items for Cubans in the diaspora to send to relatives on the island) place promotions on el paquete in Cuba, and their adverts air on programs that also circulate on the island, to the extent that the owner of the latter store, Serafín, once told me he now regularly has Miami customers coming in saying they received a phone call from a relative in Cuba to let them know there was a special offer on. Evidently, then, migrating in a “space of flows” in fact supposes a “much more continuous reality where the meanings of ‘origin’ and ‘destination’ are blurred” (Ros 2010, 26), and while Cubans on the island may enhance their prestige through obtaining audiovisual materials from overseas, so too do immigrants to the Cuban diaspora evidence ongoing ties to their homeland through consumption of audiovisual materials. Social capital becomes a transnational process, where encounters become a form of reverse ethnography, insofar as information circulates through “immigrant social networks, along with videos and photos” (Knauer 2009, 160–63). A focus on diaspora and digital flows reveals nations and identities as dynamic forms that not only are “increasingly difficult to map as bounded communities” but also operate through various networks (Bernal 2014, 1; Brinkerhoff 2009). Such exchanges take place in all walks of Cuban life, and they are mirrored in a Cuban digital sphere: digital flows are even now being documented as processual in the transnational practice of Santería across the diaspora (Beliso-De Jesús 2015). Conclusion James Clifford’s (1994) apt simile constituting diaspora of both roots and routes calls to mind here the term router, a wired or wireless point of reciprocal connection and digital flow. In the case of digital media in and between Cuba and its Miami diaspora, the two-way flow of information further reveals the mutual formation of Cuban subjectivities also found in the material Mula ring. The digital, as all material culture, “is more than a substrate; it is becoming a constitutive part of what makes us human” (Miller & Horst 2012, 4), a large part of which, for Cubans on and off the island, requires mutual consumption of and participation in social networks of digital circulation. This article has shown how nascent digital networks in Cuba are providing an emerging public space, which both encourages social participation and
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182 : Jennifer Cearns yet is centralizing itself into an increasingly commoditized platform of fewer voices. This reveals a potential clash between the emerging neoliberal capitalist practices and latent socialist ideologies that coexist in Cuban society, something that, to most Cubans nowadays, is not problematic but a matter of mundane life. On the one hand, privatization in the face of austerity is increasing in Cuba, and el paquete fits into this emerging ecosystem well as increasing numbers of entrepreneurs seek new channels to prosperity. On the other, Cuba’s history of media consumption is positioned within a socialist tradition that has promoted international media and the arts, as well as a conceptualization of art as a public utility held in common by the people. It is important to stress here that such theoretical gulfs between a neoliberal capitalism and a centralized state socialism are not necessarily conceived of as incompatibly contradictory on the ground. Notions of ownership in this new landscape of el paquete flex according to context, and indeed, these informal networks of digital circulation build on long-standing pragmatism and flexibility when it comes to acquisition through participation in social networks. This is not to say, therefore, that with the “arrival” of digital content, Cuba is morphing into a pseudo-American model of media consumption. Cuba’s paquete in some ways points to a parallel model for what the internet could have looked like, emerging from its own particular socioeconomic context. This model arguably forces us to reexamine our own notions of the internet and where the boundary lies between public and private, state (or corporation) and citizen (consumer), authorship and authenticity or originality. Moreover, el paquete does not merely signal the absorption of hegemonic or colonializing digital or visual cultural forms from the Global North into Cuban praxis; it is also generating new domestic content (Farrell 2019), and it arguably provides consumers with greater variety than its equivalent in the nearby Miami diaspora. Upon closer inspection, this digital network in fact incorporates the Cuban diaspora in a reciprocal flow of “horizontal comradeship” (Anderson 1983), and indeed, much of the digital content consumed on both sides of the Florida Straits reveals a highly self-conscious awareness of its dual audiences. If “the discussion of national (and diasporic) identity needs to embrace multiple cubanidades” (Knauer 2009, 166), it is surely the examination of reciprocal material and digital flows such as those presented here that provides us with a lens onto the processes of this identity formation. NOTES 1. Willy Chirino (born 1947) is a Grammy-winning Cuban American singer who left Cuba as a child and has had numerous hits in the Miami diaspora, including “Yo no coopero con la dictadura” (“I Don’t Cooperate with the Dictatorship”). 2. Interview with author, Hialeah, FL, November 2017.
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3. Interview with author, Havana, March 2018. 4. The use of the punctuation at the beginning is a common naming device in el paquete, as it moves folders to the top of a hard drive when ordered alphabetically. 5. Michelle Leigh Farrell’s article in this issue considers the possibilities of el paquete as an archiving system. 6. Spanish from Spain pronounces c and z as in the English “th” sound, unlike most Latin American variants, and it is the target of mockery from some Cubans.
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M I C H E L L E L E I G H FA R R E L L
Disrupting the Algorithm: The Streaming Platforms in the Cuban Audiovisual Landscape: El paquete semanal, Netflix, and Mi Mochila A B S T R AC T Since 2013 the Cuban audiovisual distribution platform el paquete semanal has challenged decades of state-centered media and has changed how most Cubans interact with the internet, film, and television. While scorned by the Cuban government for distributing “frivolity,” el paquete has garnered far-reaching national popularity. To challenge the paquete’s impressive success, in 2014, the Cuban government launched a largely unpopular competing offline audiovisual platform known as Mi Mochila. Since 2015 the US-based platform Netflix has also tried unsuccessfully to break into the Cuban market. In this article I analyze the Cuban platform landscape. In particular, I look at the popular paquete in dialogue with both Netflix and the Cuban government’s Mi Mochila to explore their workings as well as their crucial divergences to offer a view of the current way Cubans interact with audiovisual content. I contend that despite comparisons between el paquete and Netflix, it is the Cuban state’s Mi Mochila that has more in common with the Netflix model in terms of user regulations and monitoring. I show that the paquete’s success in the Cuban audiovisual landscape is due to its lack of a cloudbased-algorithm as well as its disruption of the state’s media control.
RESUMEN Desde el año 2013 la plataforma audiovisual cubana conocida como el paquete semanal viene desafiando el dominio que durante décadas el estado ha mantenido sobre los medios centralizados y la forma en la que la mayoría de los cubanos interactúa con internet, el cine y la televisión. Mientras que el gobierno cubano lo desprecia por distribuir “frivolidad,” el paquete ha logrado una gran popularidad nacional. Como respuesta al éxito del paquete, en el año 2014, el gobierno cubano estrenó una plataforma con poco éxito conocida como Mi Mochila. Desde el año 2015 Netflix también ha intentado entrar al mercado cubano sin éxito. Este artículo analiza las plataformas de distribución audiovisual en Cuba. En particular examina la popularidad del paquete en diálogo con Netflix y Mi Mochila para explorar el funcionamiento de las tres plataformas, así como sus divergencias, para ofrecer una perspectiva general de cómo los cubanos interactúan con el contenido audiovisual en la actualidad. Se sostiene que, a pesar de las compa-
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raciones entre el paquete y Netflix, es la plataforma del estado, Mi Mochila, la que es más similar a Netflix en términos de regulaciones y control. Asimismo, se muestra el éxito del paquete en el panorama audiovisual cubano se debe a la falta de un algoritmo basado en la nube, así como a la interrupción del control de los medios de comunicación por parte del estado.
The audiovisual Cuban artist Nestor Siré and US artist Julia Weist focus on creating highly visible international installations on el paquete while also constructing one of the only forms of archive of this important Cuban phenomenon.1 Siré has become a specialist on el paquete, and he describes it to international audiences as “una especie de Netflix sin conexión . . . Un archivo de medios de entretenimiento que las personas consumen en sus casas y se distribuye mano a mano” (García 2019). Siré is not alone in likening el paquete to Netflix. The Cuban journalist Gabriela Esquivada (2016), in her short piece on the platform, also refers to el paquete as “el Netflix cubano que circula de mano en mano.” Off the island in the US-based Vox documentary, the filmmaker Johnny Harris (2015) summarizes the content of this extensive paquete phenomenon in the title of his documentary: “[T]his is Cuba’s Netflix, Hulu, and Spotify all without the Internet: How media smugglers get Taylor Swift, Game of Thrones, and the New York Times to Cubans every week.” Likening el paquete to Netflix has become useful shorthand both on and off the island to explain the complex paquete phenomenon. Similar to Netflix, the homegrown paquete is essential to the way Cubans access and consume audiovisual content. While el paquete is an example of creating an audiovisual platform despite limited internet connection speeds, it also offers users content that the online Netflix does not. Additionally el paquete allows for the curating and creation of audiovisual and print content, which are not possible with Netflix. While the comparisons between Netflix and el paquete deserve further exploration, Cuban audiovisual distribution is not limited solely to these two platforms. The landscape also includes another understudied audiovisual platform: Mi Mochila (my backpack). The Cuban government’s Mi Mochila was first launched in December 2014 to challenge the popularity of the independent el paquete. This government-produced offline platform is available for copying roughly every two weeks in Cuban state youth centers, which are primarily located in cities and towns throughout the island. Mi Mochila is another actor in contemporary Cuba that makes even more evident el paquete’s exceptionalism. In this article I analyze el paquete in dialogue with both the international giant Netflix and the Cuban state’s unpopular Mi Mochila. I examine how the Cuban paquete is not merely a limited audiovisual platform due to Cuba’s restricted internet connection; instead, I share how it offers something different from both Netflix and Mi Mochila. I show how el paquete is distant from the
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188 : Michelle Leigh Farrell often-invisible yet highly manipulative mathematical US-based Netflix formulas that curate, respond, shape, and sell individuals’ data to the private sector and monetize searches through a cloud-based algorithm. Despite Netflix’s open-choice buffet appearance of streaming audiovisual content, it is the invisible online mathematical algorithm shaping choice and access that form Netflix’s economic strength and reach. To contextualize the workings of algorithms in current online platforms such as Netflix, I explore the theoretical framework offered by digital media specialist Roberto Simanowski on the controls of online platform distribution in determining taste and consumer practices. In a poignant analysis of the algorithm’s workings, Simanowski (2016, 56) writes, “One wonders how and under what circumstances the algorithmic analysis and regulation of social behavior [found in Netflix, Google, and Facebook] will, eventually, prove to be different from socialist state paternalism.” Relating the algorithm’s power to the controls of socialist state paternalism brings the discussion full circle to contemplate Cuba’s third platform: the state’s Mi Mochila. This government offline creation offers predetermined access to content while manually registering user’s copying patterns in state youth centers throughout Cuba—not entirely different from Netflix’s algorithm. To create a dialogue between Cuba’s platforms, I turn to Simanowski’s analysis of Netflix. I argue that while different in their workings, both Netflix and the state’s Mi Mochila platforms share some of the same user controls. These parallels between Netflix’s algorithm and the state’s control further echo Simanowski’s aforementioned reflection. Bearing in mind the manipulation of the viewer (either by corporate or by socialist interests), the lack of a similar online centralized and distant algorithm is el paquete’s strength rather than its weakness. Instead, el paquete is curated and shaped by a series of independent paqueteros (packers) that depend on firsthand acquaintances with users and through feedback from users themselves. The content that viewers consume is socially derived in an offline human format distant from both Netflix’s online algorithm and that of the Cuban state. Despite the state’s consistent disapproval of el paquete’s content, which I discuss further, el paquete, Netflix, and Mi Mochila share some of the same audiovisual content offered. Instead of focusing on which content is distributed, I argue that the key divergences in the three platforms are in the user’s role in accessing, curating, archiving, and even creating said content. Platform Distribution and the Netflix Giant Platform streaming services have become primary actors in the way that audiences access film, internet content, television, and web series material. As media and film specialist Christopher Meir (2019) writes, “In an astonishingly short period of time, digital platforms have gone from being fringe players to
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becoming arguably the dominant players in many national media ecologies.” At first glance these internet-based streaming platforms are considered neutral spaces that provide equal access to a plethora of content. Behind the opencontent mirage, though, lie the mathematical algorithms and interconnected web between cloud and online links that control what is visible and invisible to the user. A selection of international audiovisual streaming platforms such as Netflix, Flix Olé, Hulu, and Amazon are neither as open nor as user centered as they first appear. Media specialists Mark Kenney and John Zysman (2016, 61) explain that platform systems in general are a result of two key creations: a cloud to store content, and a series of mathematical algorithms that are applied to said content placing value on specific material over other forms while also monetizing user activity. Despite the democratic user-centered appearance of platforms such as Netflix, Kenney and Zysman reveal that the offerings that consumers see and have access to are not culturally or economically neutral or as they ask “who writes the code, and whose values are expressed in code?” (67). Through the interaction with the code, searches and user activities are monetized, and the subsequent benefits from these streaming platforms are considerably uneven. In this landscape, Netflix, and other platform owners often times located in the Global North, use consumer practices in a highly uneven formula, creating what the authors describe as “a cyberized Downton Abbey replete with a small elite and a new and sizable underclass” (67). The imbalanced distribution of benefits from the most visible platform economies divides the world into a new binary along the lines of content creators and content consumers. Netflix and similar platforms reproduce a rigid neo-imperial power structure that leaves little space for shared benefits. The monopoly of the platform owners stems from the ability to shape audiences’ tastes, as well as to monetize daily online activities. The platform derives its power from measuring online activity, a phenomenon that researcher Shoshanna Zuboff (2015, 75) refers to as surveillance capitalism. Zuboff explains that surveillance capitalism is a “new form of information capitalism [that] aims to predict and modify human behavior as a means to produce revenue and market control.” Zuboff categorizes this monetization through surveillance as “a profoundly anti-democratic threat . . . with a new politics and social relations that replaces contracts, the rule of law, and social trust with the sovereignty of Big Other” (83). While Zuboff’s research focuses on questioning the legality of Google’s reach in her analysis, large international platforms such as Netflix are also designed to monetize users’ online interaction. The media specialist Roman Lobato (2018, 243) analyzes the beyond legality of Netflix itself. Lobato explains that “in certain markets, especially Canada, United Kingdom, Australia, New Zealand, and parts of Western Europe, Netflix is now a mainstream media service competing
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190 : Michelle Leigh Farrell with broadcast and cable TV. Yet it is not (yet) subject to the same kinds of regulation, including local content quotas, that apply to those incumbents.” While some areas of the world, including the European Union, are working to create mechanisms to regulate Netflix’s offerings to impose quotas, Netflix still remains, for the most part, beyond legal frameworks because of the lack of legislation on digital platforms and their monetization of online activity. Despite their roots in capitalism, Google’s and Netflix’s careful monitoring of online interactions begins to mirror the hypervigilance of six decades of surveillance practices of the Cuban Communist Party. While the corporate powers intend to maximize profit and the communist powers may intend to homogenize political beliefs, the end goal of both powers is the same: to exercise control over the viewer. We see this explicit offline monitoring reflected in the creation and circulation of the platform Mi Mochila. The imbalanced relationship between platform owners and consumers not only serves as a benefit to the owners, be they from Google, Netflix or the Cuban state; it also provides users irregular access to material. With a range of distribution contracts and preference for Netflix-produced materials, Netflix does not provide a constant archive of material. Rather, users may have online access on one occasion to a film or series, and they can lose said access without warning as a result of the expiration of a distribution contract, lack of consumer interest, or Netflix’s decision to prioritize one material over another. As such, the virtual platform is an unstable archive on which users cannot depend. This unstable archive reminds users that Netflix is a highly curated dynamic service rather than a user-controlled open-content buffet. In this unstable archive, the algorithm routes are created to encourage users to consume specific streaming materials over others. As the platform researcher Lisa Patti (2017, 182) shares, “Behind Netflix’s catalog of films lies an invisible cinematic map, one that guides viewers along preferred routes.” This maze that guides consumers further decentralizes the platform user’s agency in content selection and emphasizes the platform creators’ control. While reflecting a global disparity in terms of platform ownership and the beneficiaries of monetizing user activity, in the case of Netflix that imbalance is also reflected in the origins of its content. In his book Netflix Nations, the media specialist Roman Lobato reveals that while Netflix has become an extensive international platform, its content itself has not necessarily reflected that same level of diversity. Lobato (2019) explains: Netflix’s internationalization has presented . . . the relative lack of local content within the platform compared to the abundance of U. S. programming. Netflix chief content officer Ted Sarandos has stated on several occasions that the company follows a ‘secret formula’ when curating its international catalogs, involving ‘around 15% to 20% local [content] . . . with the other 80%, 85% being either Hollywood or other international content.
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The disproportionate amount of Hollywood or large-budget international production over local content reinforces the theoretical reflections of Kenney and Zysman in terms of which communities benefit from these omnipresent platforms and which values are shared with the content and designed code. The “secret formula” that Netflix’s Sarandos refers to further highlights the unequal relations between content creators and content consumers. This Netflix control of small screens through the “secret formula” at first appears as a relatively new form of inequality in the audiovisual landscape. However, it is reminiscent of a now-outlawed practice, further strengthening the argument that legal frameworks have not caught up with the likes of Netflix. Netflix’s actions echo that of the illegal practice of block booking used by Hollywood studios before 1948. Hollywood studios’ block-booking practices were a means of strong-arming independent and international theaters. Films were bundled and sold as an expensive single group (or block) to independent movie theaters (who could not purchase films à la carte but rather had to book all films in the block). The high costs caused by block booking put many independent theaters out of business. Often, these now-defunct theaters were then purchased and reopened by the media companies themselves, thus establishing complete vertical integration. This integration of studio with theaters resulted in the US Supreme Court’s outlawing of the practice in 1948 on antitrust grounds in United States v. Paramount Pictures, Inc. While not exactly a return to block booking, Netflix-produced content such as Roma, Orange Is the New Black, and House of Cards does give one pause over the prospect of a return to a single media company’s vertically integrated control over production, distribution, and exhibition. Platform usage on the small screen has been much less regulated and depends on a series of less visible monopoly practices, or as Kenney and Zysman (2016, 67) state, the “law in the books is often difficult to apply or enforce in the digital world.” With made-for-Netflix content distribution, the programmers provide exhibition and distribution of content to users while they also have the ability to terminate access to said content without prior notification, or place it behind a higher paywall for mail access to the platform, or remove said content entirely. Given its role in production, exhibition, and curating practices, the vertical integration of Netflix raises questions about the centrality of users and the future legality of its practices. The Cuban Context: From Netflix to the Paquete While Netflix has an extensive global presence, the online platform lacks any significant presence in Cuba in terms of online and mail distribution. On the heels of the December 17, 2014, announcements by Presidents Raúl Castro and Barack Obama of the beginning of a bilateral thaw, Netflix tweeted “Bienvenida Cuba! Netflix is now available” on its Twitter feed.
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FIGURE 1. Netflix US tweet 2015
Netflix’s tweet and imagery of Cuba reveal two key details for analyzing the platform landscape in Cuba. First, the tweet welcoming Cuba to the platform conversation displays a continuation of decades of the assumed isolation of Havana instead of that of Washington, without acknowledging that, despite US policy, Cuba has not been as isolated as the US government often represents it.2 The December 2014 tweet also ignores the extended reach of the homegrown Cuban audiovisual content platform el paquete established in 2013 or prior similar practices, as well as decades of Cuban television programming of US and international content. Second, the tweet assumes that Cuba as of December 2014 did not already have access to Netflix-produced content, or Netflix-distributed materials, which was not the case.3 In February 2015, two months following Netflix’s welcoming tweet, the company announced expanding service to Cuba with press headlines reading “Netflix Brings Its Streaming Video Service to Cuba” (Liedtke and Weissenstein 2015). With this announcement came the Netflix prices of $7.99 per month fee for Cubans, followed by the requirement that Cuban customers have both a strong home Internet connection for streaming and the use of an international credit card for billing purposes. These stipulations were next to impossible in the context of 2015 Cuba, when Cubans earned an average monthly salary of $25. Access to Netflix would roughly cost more than one fourth of an average monthly salary. Additionally, national internet capability was far below
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the possibility of watching a short low-quality YouTube streaming video, never mind a complete Netflix feature film. Finally there was an almost-complete lack of credit-card payment options with US-based banks because of the remaining financial aspects of the embargo. With Netflix’s decision to “welcome” the island to Netflix content and expand service to the island, the topic of Cuba’s internet connection also hung in the air with promises of rapid changes in internet infrastructure. In 2015 the United Nations’ Information Development Index (IDI) ranked Cuba 129 out of 167 countries on a world scale, and last place in the Americas for internet access and advancement.4 These numbers make Netflix’s announcement not only unrealistic in the country’s Internet landscape; they also reveal a logistical oversight by the US private sector that does not recognize the Cuban internet context. As of 2019, the average Cuban salary has not changed significantly enough to make Netflix’s $7.99 monthly price affordable, nor has the availability increased for US-Cuban credit cards, as the embargo remains a stiff obstacle for US-Cuban banking transactions. What has changed is internet access in Cuba since Netflix’s welcome message to Cuba and the UN report. As of December 6, 2018, Cuba’s sole telecommunications company, Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA) announced the ability to purchase Cuban mobile packages to access the internet directly from cell phones and hand held devices. These 2018 packages range in price and data from six hundred megabytes with a monthly cost of 7 CUC (or roughly US$7) to four gigabytes at the price of 30 CUC, or $30 US. The fastest or largest option of four gigabytes is the equivalent of the average Cuban monthly salary in 2019 and is still not a viable option for many Cubans. While most Cubans have additional informal side earnings to supplement their monthly salaries, these data packages still remain out of reach for many Cubans—particularly those without family living abroad paying their data bills. Despite this advancement in Cubans’ internet access, many Cubans as of 2019 continue to use the 830 public Wi-Fi hot spots located in the majority of cities and towns throughout the archipelago (ETECSA 2019). These Wi-Fi hotspots require a 1 CUC user card for one hour of internet access. Given the public atmosphere and relatively high cost of internet access, Cubans often use these hot spots to send short emails, download information, consult a website, or contact off-island relatives through Facebook and Messenger. Due to bandwidth limitations at these shared hot spots, Cubans are usually unable to stream content files such as films and television programs. Other Cubans have set up a form of local internet, or rent an individual’s internet privileges that they are afforded through their employment. However, neither of these options offers high-speed connections. Despite the 2018 Cuban-based ETECSA changes making access to the
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194 : Michelle Leigh Farrell internet to private cell phones more feasible, the paquete platform still remains as popular as ever. When compared to streaming access packages or Cuban Netflix, el paquete remains a more manageable alternative, at the equivalent of US$2 for the full terabyte, and in some cases even copied for free. The paquete includes current Netflix-produced material such as blockbuster series Orange Is the New Black, House of Cards, and A-level and B-level Netflix films. Additionally, paquete consumers have access to other platforms’ materials and are not limited to Netflix. For the price of US$2, el paquete users receive, for example, HBO’s Game of Thrones, Netflix’s Roma, Hulu’s The Handmaid’s Tale, and a collection of additional Oscar-nominated films prior to the annual awards night event. The paquete’s range of access is in contrast to the rigid paywalls of Netflix, HBO, and Hulu that make direct access to the material from multiple platforms costly for US consumers and nearly impossible for the average Cuban consumer on the island, coupled with the lack of compatible banking infrastructure between the two countries for payment. While the paquete’s versions often include programming from Netflix, HBO, and Hulu, the platform also includes more international programming. In the context of Netflix’s “secret formula” algorithm that determines the global versus local content available to each country, the paquete’s offerings are much
FIGURE 2. El paquete week 50, December 2018
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FIGURE 3. Inside the Novelas folder from el paquete week 50, December 2018
more global. This diversity is not surprising, as Cubans have been brought up with a highly varied international array of media available to them through public television, film festivals, and cinema programming. The el paquete folders contain a plethora of domestic Cuban and international content ranging from Cuban independent short films, archived Cuban television shows, current and archived South Korean soap operas, Nigerian films, US-based television series from various platforms, Cuban domestic want ads, Basque newspapers, Asturian newspapers, UK gossip magazines, Venezuelan soap operas, Turkish soap operas, the Eurovision Song Contest, Brazilian television series, In Style magazines, Spain’s Vogue, and the annual Victoria Secret’s Fashion Show. In the Novelas, or soap operas, folder within a version of Week 50’s December 2018 paquete, we see the presence of dubbed and pirated content from the United States into Spanish. The inclusion of US and European titles has been the focus of el paquete coverage in the United States and European press in terms of censorship and copyright law.5 However, el paquete includes farther-reaching international content. Of the novelas included in week 50, half of the soap operas listed were from Turkey, and much of the remaining content
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FIGURE 4. Image of open folder showing the visibility or hierarchy of the content for week 50, December 2018
from Latin America. The diversity in this folder is not an exception for the paquete’s content, but rather is its weekly strength. Despite being likened to Netflix, the paquete’s content is less-US focused than the materials found in Netflix, Amazon Prime, and Hulu.6 It includes content from a wider range of countries and from various genres, from independent local short films to foreign, national and regional print media, and even phone and antivirus software applications. All of these choices are free of the hierarchical online algorithmic relationship that guides users to prioritized content. The organization of the paquete is significantly different from that of Netflix. Unlike the algorithmic preferences given to made-for-Netflix content over other material, the paquete folders do not prioritize material. Rather, they are organized alphabetically, and organizers use punctuation in the name as a means of prioritization.7 Therefore, in week 50 of the December 2018 paquete originating in Havana, the 2018 Victoria Secret’s Fashion Show—in Figure 4 in the first folder entitled “!Premios” (award shows)—has the same visibility to users as the following folder’s content announcing “!Sitios de Anuncios Clasificados” (sites for classified ads) about buying and selling basic household items. The paquete user’s process in choosing content in this platform is a significant difference from Netflix. Despite completing six years as the most effective audiovisual platform in Cuba, the offline paquete does not conform to the cloud or to online algorithm definition. El paquete also differs from reflections on platform economies forming a “cyberized Downton Abbey” in which audiovisual platforms are divided into a clear binary between content creators and consumers. Challenging a strict creator-consumer binary, the open paquete format
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results in various opportunities for consumers themselves to add to platform content. For example the folder “!Sitios de Anuncios Clasificados,” serves as an example of how paquete consumers, as well as small-business owners and individuals, can pay to contribute to this open platform for inclusion of their materials in the classified folder. Users are also able to add to television and film programming, which is the case of the Cuban made-for-paquete television station MiHabanaTV as well as with the Art Folder that artists Nestor Siré and Julia Weist have created and that has received much attention.8 With made-forpaquete content self-added at various moments in its distribution it becomes an interactive platform experience that users are able to contribute to, copy, and archive as they wish. Furthermore, the open format gives consumers the ability to choose to purchase the entire paquete or to curate a selection of the paquete by requesting only a continuation of the series or folder that they are watching, or a type of content and pay a portion of the total US$2. Individuals often resell their curated paquetes in personal networks in cities and rural communities. Therefore, users have a more central role in curating their paquete and redistributing the curated material. The individual resale has resulted in networks of microentrepreneurial activity, and it is less of a winner-takes-all product typical of platform economies. While the weekly paquete’s content departs from Sarandos’s US-based secret formula, often Netflix material does appear in the paquete. In the folder entitled “Películas estrenos HD” (premiered movies HD), the Netflix-produced B film A Christmas Prince is fully available in two different formats, with subtitles in Spanish for paquete users. Therefore, whereas the paquete has proved to offer a greater range of diverse material, it is open to the inclusion of Netflix content. As a result, the $7.99 monthly Netflix fee is not only a significant financial burden but an unnecessary one as well for Cubans. Because el paquete comprises a series of external hard-drive and content copying, users have the option of recopying and reusing the same hard drive or creating an archive of their favorite material. Unlike Netflix, the paquete format allows users to create a stable archive of materials they would like to keep because of interest or resale value, or to share with others for free. The State’s Response: Mi mochila El paquete, with its wide range of content distribution, is, like many things in Cuba, somewhat legal. Based on Raúl Castro’s approved 2010 and 2013 lists of state-approved emerging cuentapropista (nonstate) sector jobs, the copiers and point of sale of el paquete hover in a gray area of a growing private sector while pushing the limits of state approved practices.9 Despite its somewhat legal status, paquete organizers and users still adhere to a rigid implicit rule
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198 : Michelle Leigh Farrell against including pornography or explicitly political content to avoid attracting unwanted intervention by the state. Alongside this rule, el paquete continues to make government cultural officials wary of its content and far reach. Cultural representatives of the Cuban government have consistently denounced el paquete. While serving as adviser to the State Council and Ministries during the Congress of the UNEAC (Union of Cuban Writers and Artists), Abel Prieto, referred to el paquete a result of the “errors of our educational and cultural institutions, and our media; however the best path of course is not to prohibit the paquete since it is already known what happens when things are prohibited” (Rodríguez 2014). Within this context el paquete is considered a product of a societal failure. The current Cuban president Miguel Díaz Canel, while vice president in 2015, commented: “A nosotros no nos molesta el “paquete” como idea, pero sí los valores, la cultura y los modos de actuación que pueda transmitir” (Labacena 2015). Subsequently in 2015 Prieto, this time in his role as cultural minister, referred to el paquete as “frivolity” (Aznarez 2015). In response to the paquete’s cultural shortcomings, the Cuban government announced the launch of an audiovisual platform of its own called Mi Mochila (my backpack) to alleviate the circulation of the types of culture found in el paquete. In 2015, Raúl Vantroi Navarro Martínez, the general director of the Joven Club de Computación y Electrónica (Youth Computer Club), presented the launch of the state-created competing platform Mi Mochila.10 Navarro Martínez explained that Mi Mochila is like “el paquete but with a more cultural concept in order to confront the cheapness and banal distribution of series, applications, books, movies, cursos, and games that circulate by hand” (Palma 2015). While Mi Mochila was created as a counterbalance to the content in el paquete announced in 2014 and circulating from 2015 on, it is often ignored in local and international press, and has a limited circulation in Cuban society. Despite its objective to compete with el paquete, Mi Mochila is missing key pieces that contribute to the success of the former system, namely the unregulated network of resale, and its implicit respect of, yet distance from, the Cuban state bureaucracy. Mi Mochila is a government initiative directed at families and younger Cubans, as made explicit in its graphic element (Figure 5) that aligns its content with the government. Figure 5. Graphic element from Mi Mochila version 107, February 2019 The graphic element reveals the institutional origin of the platform available for copying at the government-run Joven Club (youth club) in cities and community centers. To copy Mi Mochila, platform users must visit the Joven Club during business hours and register to copy the hard drive’s content. This means that copying is limited to business hours and is subject to state holidays, unexpected closures, and staffing availability. Additionally, because Mi Mochila consumers need to register with the state-run centers to begin the copying
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FIGURE 5. Graphic element from Mi Mochila version 107, February 2019
process, it becomes a state-monitored product. The government-centric platform is not only less popular because of its institutional creation and monitoring; it also has much less of an impact in rural communities, since most youth clubs are in urban areas and towns. It is a limited platform in terms of the content offered. Unlike the weekly, or even daily paquete, Mi Mochila’s content is renewed every fifteen days, which means it takes twice as long as el paquete to access new content. While there are clear differences between the two platforms, there are similarities as well. Despite Mi Mochila’s proposal to combat the “frivolity” of the material available in el paquete, the two platforms surprisingly offer some of the same types of materials. Similar to el paquete, Mi Mochila includes a range of genres such as film, television, web series, computer and antivirus applications, language-course programs for Turkish and English, and written press including Latin American Vogue, among other publications. The Mi Mochila hard drive is also organized into folders under various general topics such as press, films, television series, and computer programs, but it lacks the interactive advertisement and buying and selling folder Revolico that is available
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FIGURE 6. Movie folder for Mi Mochila version 107, February 2019
in el paquete.11 The movies offered in Mi Mochila are Cuban feature films and Hollywood feature films (in particular US horror films), but they also include the Oceans series, A Star Is Born, Boy Erased, and Fifty Shades Freed to name a few (see Figure 6). Considering the government’s original objective to create Mi Mochila to compete with el paquete’s “frivolity,” the film offerings in Mi Mochila do raise questions as to the working definition of the term frivolity. In version 107 of Mi Mochila, mainstream US films such as The Notebook, The Wedding Planner, and Fifty Shades Freed—the third film in the Fifty Shades of Grey trilogy—are included in the state-produced and curated platform. Despite the shared content, frivolous or not, one key difference between
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el paquete and Mi Mochila in terms of offering is in the international focus of the two distribution platforms. While el paquete includes an extensive array of Turkish soap operas and South Korean television shows, Mi Mochila offers more Cuban official and mainstream Hollywood content with less programming from other countries. In addition to a limited offering of international content, Mi Mochila includes a copy of the programming from Cuban State Television and Cuban press with digital versions of both the national newspaper Granma and the youth newspaper Juventud Rebelde (see Figure 7). In Figure 7, the PDF version of both the national newspaper Granma and the youth newspaper Juventud Rebelde are available for users to consult. The inclusion of the two state newspapers also explicitly reminds mochila users that this is an official product—not the independent gray area of el paquete. The replication of Cuban television and press does not increase the platform’s use because there is already wide presence of and access to that content in Cuban society. With its recirculation of content from Cuban press and television, and only a limited selection of Cuban and US films and series, the impact of Mi Mochila is inconsequential. Mi Mochila does not distribute new material to consumers or offer spaces for an interactive open format for users to contribute to the platform directly. Instead, it is a centralized platform cautiously copied in the youth clubs, mirroring the pathways of decades of Cuban press and media practices and state monitoring.
FIGURE 7. Press folder in Mi Mochila version 107, February 2019
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202 : Michelle Leigh Farrell Conclusion While the media specialists Kenney and Zysman propose the two defining characteristics of platform economies as a connection to an online cloud for storage, and the presence of an algorithm that monetizes searches controlling the access to content, the unique Cuban context adds other possibilities to platform distribution. Despite its lack of cloud storage and algorithms to monetize searches, the Cuban paquete redefines the rules of platform distribution and remains the farthest-reaching offering on the island. Unlike the cloud and invisible algorithms, el paquete relies on socially derived data and demographics. Customers interact directly with paqueteros giving and paying for only the content they are interested in. This creates a more tailored pathway for personal preferences. As such, instead of a top-down capitalist algorithm or the use of state paternalism through centralized monitoring, el paquete is an example of a two-way flow of information in which customers have a voice in the product that is circulated, thus curating their own versions of el paquete and archiving the material if desired. Users can also resell or recirculate their paquete, unlike the winner-takes-all Netflix structure. El paquete is not alone in offering a different form of organization. The Cuban state’s Mi Mochila also ruptures the defining internet and cloud-storage connection of audiovisual platforms. But unlike el paquete’s open format, the Cuban state functions as an offline algorithm that predetermines available content on the basis of surveillance and a state-approved struggle against “frivolity.” The Cuban government’s centralized role in curating accessible content, and the official Joven Clubs continue the work of an analog algorithm and a paywall, determining the access of content (which is the ultimate effect of Netflix’s invisible algorithm as well). The workings of the Cuban state in curating Mi Mochila echo the words of the platform researcher Roberto Simanowski (2016, 56): “One wonders how and under what circumstances the algorithmic analysis and regulation of social behavior [found in Netflix, Google, and Facebook] will, eventually, prove to be different from socialist state paternalism.” El paquete continues to offer an unmatched level of access, interaction, and curating that makes it different from the other two platforms, enabling users to become consumers, archivers, and creators. NOTES 1. For more on Nestor Siré and Julia Weist’s work, see Jennifer Cearns’s article in this dossier. 2. For more on the isolation of Washington instead of Cuba, see Sweig and Bustamante 2013. 3. For more on US content in Cuba circulating prior to el paquete, see Pertierra 2012.
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4. For more information on IDI, see table 2.3, “IDI access sub-index rankings and ratings,” in United Nations 2015. 5. For more on this topic, see Farrell 2019. 6. For more on the short Vox coverage on the paquete, see Harris 2015. 7. See Cearns in this dossier to read more about the way paquete creators use punctuation to increase the visibility of their work. However, this is in list form and does not reflect the same personalization workings of Netflix. 8. For more on MiHabanaTV, see Farrell 2019. For more on Siré and Weist, see Cearns in this dossier. 9. For more on the emerging private-sector jobs, See Feinberg 2013. 10. Fidel Castro originally created the Joven Clubs in 1987 as key spaces for the youth of Cuba to learn to use computers. There were originally 32 in the country, and they have since extended to include 644 clubs. These are official spaces where young Cubans can learn computer skills and access Cuba’s official EcuRed among other national platforms, as well as copy mi mochila. These are not independent spaces. See Díaz Meriño (2019) for more official explanation of the clubs themselves. 11. Revolico is the advertisements folder in el paquete as well as an online website that predates el paquete. It serves as a classified advertisement section for the buying and selling of goods by individuals in a country where advertisements remain illegal. For more on Revolico, see Kirk (2015).
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JUAN LUIS BACHERO BACHERO
La deportación en la Guerra Cubana de los Diez Años (1868–1878) RESUMEN El artículo analiza el uso de la deportación en la Guerra de los Diez años, Cuba (1868– 1878). Este método represivo fue empleado profusamente contra disidentes políticos peninsulares desde la irrupción del liberalismo. En Cuba los esclavos y los libres de color eran reprimidos por medios más atroces y la deportación se centró en los criollos blancos, grupo del cual la metrópoli esperaba apoyo, por lo que fue empleada con cautela. Esta política de tolerancia relativa cambió tras el comienzo de la guerra cuando se planteó una deportación de individuos de las clases medias con pretensiones intimidatorias. Las malas condiciones, los decesos de los relegados en Fernando Poo, la posibilidad de atemorizar a este sector social mediante otros mecanismos y la oposición de las autoridades peninsulares hicieron decaer este tipo de deportación para pasar a centrarse en sujetos de las clases más populares que eran llevados a Isla de Pinos donde su situación permanecía más oculta y con mayor precariedad. Los escasos recursos de la isla configuraron una deportación masiva de carácter preventivo, centrada en blancos y negros sospechosos o pobres, que tras un periodo de estancia eran llevados principalmente al occidente para dejar espacio a otros.
A B S T R AC T This article analyzes the use of the deportation in the Cuban Ten-Year War (1868–1878). This repressive method was used profusely against peninsular political dissidents since the emergence of the liberalism. In Cuba, slaves and free people of color were atrociously repressed and white Creoles were deported, though with caution. A politics of relative tolerance changed after the beginning of the war, when deportation of the middle class was planned to intimidate them. Poor conditions, deaths of deportees in Fernando Poo, other possibilities for intimidation, and the Spanish authorities’ opposition led to a progressive decline in deportation. It started to affect the working classes, who were taken to the Isle of Pines, where their situation and worse conditions were easier to hide. The scarce resources island led to a massive and preventive deportation— focused on crime suspects and poor people, whites and blacks, —who after a short period were taken mainly to the west of Cuba to make room for others.
En este artículo pretendemos analizar la política de deportaciones llevada a cabo durante la Guerra de los Diez Años. Esto implica en primer lugar hacer
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208 : Juan Luis Bachero Bachero un estudio preciso sobre el número de deportados en la guerra. A partir de aquí es relevante conocer cómo comenzó y cómo fue modificándose la práctica de la deportación en una colonia en guerra abierta con la metrópoli y bajo mando militar, en un momento en el que en la península se estableció un régimen garantista que había proclamado la soberanía nacional y el sufragio universal y que tenía pretensiones reformistas para la colonia. A su vez, es importante conocer quiénes eran los deportados, es decir, su procedencia geográfica y su estrato social. Finalmente, pretendemos conocer los puntos de estancia para los deportados, en qué condiciones fueron trasladados y residieron en cada uno de ellos y la revocabilidad o permanencia de la medida, ya que todos estos elementos indican el carácter y las pretensiones de los represores. La Guerra de los Diez Años La Guerra de los Diez Años supuso un punto de inflexión en la historia de Cuba, al ser esencial en el desarrollo del nacionalismo cubano que posteriormente ocuparía el espacio social mayoritario.1 Por su importancia, la primera guerra abierta entre el independentismo y la metrópoli, y su duración considerable ya fue objeto de estudios en la época, desde España considerándola un desafío intolerable hacia su soberanía y desde la historiografía cubana exaltando el heroísmo de los patriotas.2 La contienda ha sido objeto de revisiones posteriores, especialmente desde la historiografía cubana que ha hecho las contribuciones más interesantes. El conocimiento de la trayectoria militar de la guerra ha provocado que los estudios recientes se hayan centrado en otros aspectos relevantes de la misma. Entre estos me gustaría destacar los referidos al importantísimo papel de los voluntarios, sobre todo en los primeros momentos de la guerra, a las expediciones navales, al papel de los hacendados cubanos en la conflagración, a la entrada de los aldamistas en la guerra y a las políticas británica y norteamericana respecto a la contienda.3 Paralelamente se han desarrollado otros estudios sobre temáticas que superan las militares o políticas para tener un contenido económico y social.4 Entre estos me gustaría destacar los referentes a la hacienda colonial, a la economía cubana durante la guerra, al análisis de los costos socioeconómicos de la contienda, al desarrollo del movimiento obrero en la misma y a las políticas de reconcentración de la población. Desde una perspectiva más cultural, es interesante el trabajo de Ambio sobre la utilización del término laborante por los independentistas.5 Dentro de estos estudios con mayores implicaciones sociales, aunque en este caso con un fuerte componente político, hay que señalar el de Domingo Acebrón sobre los deportados de la Guerra de los Diez Años.6 Esta investigación fue muy relevante puesto que visibilizó la deportación, pero contiene carencias importantes. En primer lugar, no distingue entre destierro (dentro de
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Cuba), exilio y deportación (o relegación) a una isla o territorio fuera de Cuba que formaba parte del Estado español, esto es, a Isla de Pinos, Fernando Poo o la metrópoli. Además, en el caso de Isla de Pinos califica como deportados tanto a los que efectivamente lo eran, y gozaban por tanto de cierta libertad, como a los del correccional, cuando estos estaban recluidos. Aun así establece la cifra total en 1.377, cuando solamente los deportados administrativos ya fueron unos 2.500. Además, hubo cuarenta y seis a los que la pena se les impuso por los tribunales y 69 a los que el presidio se les conmutó por esta pena. La relegación por sentencia, incluso en juicios parciales y carentes de garantías legales, necesitaba de la aportación de pruebas. Difería de la planteada administrativamente con finalidad preventiva y de atemorización, ya que se trataba de un castigo por hechos efectuados en combinación con una residencia alejada del teatro de operaciones.7 Más allá de las cifras y otros errores u omisiones, su mayor defecto es que explica la deportación a través de casos individuales que en muchas ocasiones no constituyen generalidades, tampoco tiene en cuenta en qué lugares de la isla se utilizó y solamente esboza los sectores sociales a los que afectó, obviando las diferencias en el perfil social de los remitidos a Fernando Poo, la metrópoli e Isla de Pinos. El artículo renuncia a comprender y explicar las motivaciones de los represores, por lo que no entiende la deportación como una política organizada de represión preventiva al margen de los tribunales. Otro texto analiza estadísticamente a los deportados del San Francisco de Borja y explica brevemente sus vivencias, pero entre sus pretensiones no está explicar las deportaciones en esta contienda.8 El inicio de la guerra y el embarque del San Francisco de Borja En los años precedentes a la guerra se fueron produciendo los cambios que la motivaron. La población considerada blanca se incrementó y en 1862 constituía el 56.3 por ciento del total. La denominada “libre de color” se duplicó desde el censo de 1846, hasta representar el 37.2 por ciento de la designada de color, mientras la esclava sufrió un leve incremento y un envejecimiento.9 En Santo Domingo, el ejército español había mostrado su debilidad. Los efectos de la crisis económica mundial se acentuaban en los ganaderos y campesinos de la parte centro-oriental por la importación de tasajo para alimentar a los esclavos y la sequía. Los arrendatarios no prosperaban, muchos campesinos no podían acceder a la tierra y las clases populares urbanas soportaban el alto precio de los alimentos. El impuesto del 10 por ciento promulgado tras el fracaso de la Junta de Información fue considerado abusivo. Pero para que el descontento terminara en una guerra independentista era necesario un sustrato político consistente. Los criollos desarrollaron una identidad propia frente a la exclusión política y la divergencia de intereses con la metrópoli. Los libres de color pretendían el fin de la segregación y ser considerados ciudadanos y los
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210 : Juan Luis Bachero Bachero esclavos aspiraban a la libertad.10 Para todos ellos la patria, por convencimiento o por oposición a España, significaba la consecución de sus aspiraciones. En estos años, el separatismo se fue alejando del anexionismo y de la élite hacendada plantacionista y trató de expandir sus ideas entre estas capas menos favorecidas, incluyendo a los esclavos.11 La guerra constató el fracaso de las reformas: la esclavitud continuaba vigente, los criollos habían sido ninguneados y el poder autoritario del capitán general seguía. Los plantacionistas, tras la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos, se alinearon con la metrópoli. Los liberales se convencieron de que la obtención de derechos pasaba por la independencia, por lo que sucedió lo contrario que en el periodo de 1848 a 1855: los anexionistas se unieron al independentismo como corriente separatista mayoritaria. Los Estados Unidos ejercieron cierta presión sobre España e intentaron la compra de Cuba, pero preferían que permaneciera dominada por una potencia débil hasta poder absorberla y no reconocieron la beligerancia de los insurgentes, lo que les condenó a un embargo de armas.12 La carencia de suministros y de financiación y la disparidad de fuerzas obligaron a los rebeldes a efectuar una guerra de guerrillas en la que las enfermedades mataban a tantos o más soldados españoles que los mal armados partisanos cubanos.13 En sus filas encontramos a independentistas convencidos, a esclavos fugados que luchaban contra el poder que les había oprimido o para asegurarse la subsistencia, a marginados que antes acababan en las filas del bandolerismo y a muchos otros reclutados forzosamente.14 El Grito de Yara en la finca La Demajagua en la noche del 9 al 10 de octubre de 1868, marcó el inicio de la guerra. El capitán general Francisco Lersundi, de tendencia política moderada, contaba con unas fuerzas escasas por lo que armó batallones de voluntarios, unos 35.000 a finales de año, que protegían los núcleos urbanos y las haciendas mientras que las tropas regulares combatían a los alzados. El 4 de enero de 1869, Domingo Dulce asumía la Capitanía general de la isla e introducía reformas: promulgó varios decretos sobre libertad de imprenta y una amnistía para los presos políticos y los combatientes que entregaran las armas. Un aperturismo que no satisfacía a los cubanos y se encontró con la oposición de los españoles intransigentes que le destituyeron a principios de junio.15 Durante su mandato creó las bases de la política represiva durante la guerra. El decreto del 1 de abril de 1869 ordenaba embargar los bienes a los integrantes de la Junta Central de Cuba y Puerto Rico, medida que el 20 del mismo mes se extendió a todos los insurrectos o auxiliadores. El precepto tuvo una connotación fiscal, puesto que los bienes pasarían a ser gestionados por el Estado,16 pero también dificultaba la movilización de recursos hacia la infidencia y hacía patente el coste económico del apoyo a la rebelión, especialmente para los individuos con riqueza. Dulce también planteó la utilización de la relegación: “tengo 350 presos fuerte Cabaña. Sería de grande efecto deportarlos pronto Fernando Poo o
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Ceuta,” decía en telegrama de 27 de febrero al ministro de Ultramar, quien optó por la opción más dura.17 En 1864, durante su anterior mandato, Dulce inició unas deportaciones de “reincidentes y gentes de mal vivir” que influenciarían su actuación. Además, tras las fracasadas intentonas colonizadoras de Fernando Poo por peninsulares, en agosto de 1867 se decidió que esta colonia quedaría para los cubanos.18 Los 250 embarcados el 21 de marzo de 1869 fueron llevados al muelle atados en grupos de cuatro, custodiados por voluntarios que les separaban de la multitud que profería gritos apoyándoles o amenazándoles. Dos acusados de proferir mueras a los españoles y a España fueron juzgados sumariamente y fusilados esa misma tarde.19 La represión, ejemplarizante e intimidatoria, denotaba la extensión del independentismo entre la sociedad criolla. No eran acciones concretas frente a hechos puntuales, sino que se quería limitar el apoyo a una insurrección que había adquirido los visos de guerra abierta en la zona centro-oriental. Allí, la menor importancia de la esclavitud, el trato diferente a los esclavos, la menor presencia de ingenios y la escasa presencia de peninsulares habían determinado una estructura social diferente que difuminaba en muchos aspectos a la del Estado español.20 Del total, 227 eran cubanos, nueve peninsulares, ocho canarios y el resto extranjeros. Todos del fenotipo definido como blancos a excepción de tres mulatos y un esclavo. Había treinta y tres empleados de comercio; treinta y dos hacendados; veinte labradores; dieciocho propietarios; once empleados en el foro; diez carpinteros; ocho escribanos públicos; siete profesores y administradores de fincas; seis médicos cirujanos y empleados de ferrocarriles; y cinco tabaqueros, sacerdotes y maestros de azúcar.21 El independentismo ya comprendía a sectores socialmente tenidos por conservadores como labradores y propietarios. La apariencia racial y las profesiones muestran que era gente de la clase media y en muchos casos con posición social, por lo que recuerda a la represión ejecutada contra los anexionistas, al centrarse en un grupo del que el ejecutivo esperaba apoyo y no lo tenía. Esto significaba enviar un mensaje a la sociedad en su conjunto de que la represión no se detendría ante nada. La mayoría residía en las proximidades de La Habana y entre esta ciudad y Remedios, pero afectaron a un buen número de ciudades, especialmente en el Departamento de Occidente, y en menor medida el Central. Se pretendió que no se sumara a la insurrección una zona de gran importancia económica, en la que se producía la mayoría del azúcar cubano, y política, pues la aproximación a la capital podía suponer un triunfo propagandístico para los insurgentes (Gráfico 1). La relegación en esta primera fase recayó sobre un sector de criollos blancos, al igual que en el caso de los embargos. Estos fueron realizados para debilitar el papel de los criollos, reforzar el inmovilismo de la política peninsular, conseguir recursos para la contienda e imposibilitar que estos afluyeran hacia los mambises. Se centraron en propietario pequeños y medios de las
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GRÁFICO 1. Núcleos con mayor presencia de residentes deportados en el San Francisco de Borja (marzo de 1869) Fuente: Elaboración propia a partir de: Bravo Sentíes, Deportación a Fernando Poo, 99–106. Otro listado con pequeños cambios en Relación nominal de deportados políticos con expresión de profesiones, edad, naturalidad, y fecha de prisión. Fuga y fallecimientos (Nueva York: 1869).
demarcaciones de Santa Clara y Puerto Príncipe, en una política que tuvo como objeto bloquear el avance de la guerra hacia el occidente,22 y que no se intensificara allá donde estaba presente. Por eso se realizaron en una zona mucho más oriental, que socialmente formaba la columna vertebral del independentismo. La deportación, en cambio, se utilizó para atemorizar a la población en una zona donde la rebelión no se había materializado. Las aprehensiones habían empezado a finales de enero y continuaron hasta poco antes del embarque, un momento en que la guerra estaba localizada en la parte oriental, por lo que fue una relegación preventiva. Por otro lado, 82 de ellos residían en lugares en los que el número de deportados era menor de cinco, lo que muestra una represión selectiva, bien estructurada y planificada para incluir a individuos con simpatías independentistas o de los que se creía que eran auxiliadores de la rebelión o podían llegar a serlo. Pero esto no se extendió al Oriente, donde el ejército español controlaba las principales ciudades, con el objetivo de que cerca del teatro de operaciones el apoyo a los rebeldes no se incrementara en un sector social medio; al ser ejecutada por vía administrativa y sin pruebas, que afectara a un número excesivo hubiera sido contraproducente. El San Francisco de Borja en Fernando Poo En 1869 el estado de Fernando Poo era ruinoso, puesto que todas las intentonas colonizadoras de la década habían fracasado.23 Al desembarcar, el 22 de mayo de 1869, el gobernador de la colonia, Joaquín de Sousa, les explicó que su
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permanencia sería corta por la escasez de recursos y les prometió benignidad en caso de buen comportamiento. La fonda de Santa Isabel se llenó y algunos deportados se alojaron en viviendas particulares. Se les permitió deambular libremente por la ciudad y sus alrededores. Los que no obtuvieron hospedaje fueron alojados en el edificio del mercado y se les otorgó ración de comida a cargo del gobierno por la dificultad de encontrar empleo. El gobernador general mandó una expedición a la costa a por víveres y frenó la especulación interviniendo el precio de los alimentos, lo que unido a las frutas tropicales les permitió subsistir. La única atrocidad fue la muerte a palos de un deportado de origen canario que había robado a otro durante el traslado.24 Los nuevos residentes supusieron un gran problema para las autoridades, no ocurrió así con buena parte de la población cuya economía se vio dinamizada por el alquiler de habitaciones y la venta de víveres o de cualquier otro bien y servicio.25 Pronto aparecieron las temidas fiebres, el 16 de junio había 62 enfermos, el día 19 se produjo el primer fallecimiento y a partir de ahí otros catorce durante su estancia. Las carencias, la añoranza, la sensación de injustica, el gran número de confinados y las enfermedades y las muertes determinaron a muchos a fugarse. Los primeros fueron Francisco Javier Balmaseda, partidario de desarrollar una agricultura diversificada y de exportación para no depender del monocultivo del azúcar,26 y otros dos que huyeron el 19 de junio con la ayuda de un ciudadano español, yendo a Aqua y desde ahí a Liverpool. Otros diecisiete lo conseguirían el 21 del mismo mes y trece más el 3 de agosto, en los vapores Biafra y Scotia rumbo a Liverpool. La gran cantidad de bahías en la isla y la escasa guarnición hacían la vigilancia ineficaz, además para el sector social al que pertenecían era fácil comprar la ayuda de barcos extranjeros y tener la simpatía de los británicos.27 La evacuación se produjo el 19 de agosto, 168 fueron embarcados en el vapor San Antonio estando enfermos unos noventa. Las pésimas condiciones del viaje, la escasez de medicamentos y alimentos y el maltrato de los guardianes y del equipo médico determinaron que a su arribo a Mahón el 19 de octubre, dieciséis habían fallecido. Allí se les emplazó en el lazareto para la cuarentena, en donde fueron bien tratados y asistidos, proveyéndoseles de los utensilios necesarios para hacer leña, guisar y una ayuda de dos reales diarios para su manutención. Posteriormente pasaron a la fortaleza de la Mola.28 El resto salieron en la urca Pinta hacia Santa Cruz de Tenerife, aunque en realidad se dirigieron hacia Puerto Rico por disposición del capitán del barco. El 16 de julio llegaron a Mahón habiendo fallecido veintiún hombres de los cuarenta y ocho que transportaba,29 y fueron ubicados en el lazareto en las mismas condiciones del grupo anterior. El 23 de noviembre todos fueron liberados con la condición de no volver a Cuba mientras durara la guerra, siendo diseminados a petición de los mismos.30
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214 : Juan Luis Bachero Bachero La continuación de las relegaciones en una guerra asentada La deportación se institucionalizó y quedó configurada como uno de los medios represivos a emplear durante la contienda. Que fuera por vía administrativa no determina su ilegalidad, puesto que diversas leyes como la Recopilación de Indias, la real cedula de 28 de mayo de 1825, la real orden de 25 de mayo de 1847 y el real decreto de 16 de noviembre de 1867, permitían realizarlas adjuntando las motivaciones para que desde Madrid se aprobara.31 Estas leyes simplemente justificaban la transgresión de otras al castigar a individuos sin ningún tipo de juicio y pretendían avalar jurídicamente los poderes omnímodos de los capitanes generales. El nuevo capitán general desde junio de 1869, Antonio Caballero y Fernández de Rodas, se propuso vaciar las prisiones del fuerte de la Cabaña, donde a su llegada había 300 presos. Aquellos contra los que tenían pruebas serían juzgados por consejo de guerra, a aquellos contra los que únicamente había indicios se les remitiría a la península ya que en su mayoría eran hombres acaudalados e influyentes, y a aquellos contra los que solo había sospechas se les desterraría dentro de Cuba. Aquellos cuya delación estuviera probada que era falsa sería liberados.32 Una categorización que revertía la presunción de inocencia. De los no liberados, los más peligrosos, por tener influencia o dinero, serían relegados a la metrópoli. El carácter despótico de los capitanes generales se incrementó al tener que hacer frente a una contienda militar, pero su autoritarismo era superado incluso por sectores integristas civiles o militares. Los excesos en los embargos, reconocidos por el propio Dulce,33 se reproducirían en el caso de presos y deportados. Las pésimas condiciones en Fernando Poo de los llegados en el San Francisco de Borja provocaron que se decidiera enviarlos a la península o a las plazas africanas. Esto era mucho más económico y sencillo logísticamente, al aprovecharse de los vapores correo que unían a la metrópoli con la colonia. Los mismos barcos que transportaban soldados para la guerra en una dirección, y entre ellos a algunos prisioneros carlistas enrolados forzosamente, servían en el trayecto opuesto para trasladar a los cubanos represaliados administrativamente. Este servicio era desempeñado por la naviera Antonio López, que consiguió unos beneficios grandes y seguros. La naviera estaba estrechamente ligada al tráfico de esclavos y López formaba parte de la élite indiana, partidaria acérrima de la permanencia de Cuba en España como colonia, financiadora de la guerra y del propio cuerpo de voluntarios.34 En total se embarcó a 228 sujetos (Tabla 1) catalogados como independentistas, desafectos, conspiradores, auxiliadores, agentes y reclutadores de la insurrección, cabecillas presentados, masones, periodistas y abolicionistas.35 Los vínculos entre Caballero de Rodas y la naviera son manifiestos, ya que incluso recibió parte del capital de la misma.36 Esto pudo estimularle a realizar
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La deportación en la Guerra Cubana Fecha de salida Nombre del vapor 15-8-1869 España 30-8-1869 Guipúzcoa 15-9-1869 Puerto Rico 18-9-1869 Canarias 25-9-1869 Antonio López 9-10-1869 Comillas 30-10-1869 España 30-11-1869 Antonio López 15-12-1869 Isla de Cuba 15-1-1870 Guipúzcoa 30-1-1870 Puerto Rico 15-2-1870 Antonio López 15-3-1870 Isla de Cuba 30-3-1870 Comillas 15-4-1870 Guipúzcoa 30-5-1870 Isla de Cuba 30-6-1870 Canarias 30-8-1870 Antonio López 15-9-1870 Comillas 15-3-1871 Antonio López 15-6-1871 Antonio López 15-4-1872 Guipúzcoa 15-6-1872 Guipúzcoa 30-12-1872 Puerto Rico 30-3-1873 Isla de Cuba 30-8-1874 Antonio López 15-10-1874 Puerto Rico 15-2-1875 Méndez Núñez 15-11-1876 España Total de deportados
Nº de deportados 45 75 7 8 11 6 5 6 3 2 4 7 3 2 2 2 1 6 1 1 1 1 1 1 2 5 14 2 4 228
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Lugar de destino Santander y Cádiz Santander y Cádiz Santander y Cádiz Santander y Cádiz Cádiz Cádiz Cádiz Cádiz Cádiz Cádiz Cádiz Cádiz Cádiz Cádiz Cádiz Santander Santander Santander Santander Cádiz Santander Cádiz Santander Cádiz Cádiz Santander Santander Santander Santander
TABLA 1. Deportados a la Península desde agosto de 1869 hasta 10 de octubre de 1877. Fuente: Elaboración propia a partir de “Relación de los individuos que en calidad de deportados políticos han sido embarcados en los vapores de la empresa por disposición del Gobierno superior desde 10 de octubre de 1868 hasta la fecha” (10 de marzo 1877). AHN, Ultramar, leg. 3655.
deportaciones, aunque este negocio fue de poca envergadura comparándolo con las remisiones de soldados peninsulares. Fue un gran defensor de este castigo, pero una vez aligeradas las cárceles implicó a pocos hombres. Cuando fue sustituido por Blas de Villate, en noviembre de 1871, las remisiones a la península fueron excepcionales. El perfil social de los deportados ofrecía la ventaja de proporcionar mayores recursos para la guerra. La criminalización de personalidades influyentes de carácter urbano y con recursos no parece muy inteligente a largo plazo, ya que eran los sectores cuyo apoyo era más perentorio para el gobierno. Sin embargo, constataba que en buena medida ya se habían perdido para la causa y que el objetivo fundamental era ganar la guerra, lo que exigía medidas inmediatas, especialmente en los primeros momentos de tensión en que los excesos
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216 : Juan Luis Bachero Bachero eran más fáciles y los que pedían mayor dureza terminaban en muchas ocasiones imponiéndose. El poder, al sentir que las bases sociales sobre las que se sustentaban eran más débiles de lo que pensaba, optó por la represión en la creencia de que la mano dura enderezaría la situación. Las llegadas a la Península En la península, la Revolución Gloriosa de septiembre de 1868 había derrumbado al agotado sistema moderado-unionista y enviado al exilio a Isabel II. Las contradicciones de una revolución realizada por un amplio abanico social que iba desde las clases populares hasta importantes generales unionistas dotaron al sistema de una gran inestabilidad, ya que unos querían una revolución conservadora, y otros cambios radicales y profundos.37 Aun así, en principio todos los sectores pretendían que el régimen estuviera basado en la legalidad y el reconocimiento de derechos. Al llegar los barcos a Santander y Cádiz se producía la primera criba. Los relegados mediante sentencia irían a los puntos estipulados y el resto quedaba a disposición del Ministerio de Ultramar, lo que en la mayoría de los casos significaba que los propios interesados decidían donde establecerse con la condición de presentarse al gobernador de esa provincia. Únicamente a una minoría de estos relegados extrajudiciales se les estipuló la residencia en un recinto más acotado en el que la posibilidad de vigilancia era mayor, Ceuta y Melilla, por considerárseles más peligrosos al creérseles dirigentes o ser incluidos entre los definidos como gente de color que ejercía mala influencia entre los esclavos.38 A la mayoría, dado que no habían sido juzgados, el gobierno les trató bien y se les facilitó el establecimiento en los puntos donde tenían familia o amistades. Esto mejoraba su estancia y aumentaba las posibilidades de encontrar trabajo y de integrarse, pero también facilitaba camuflar su condición de deportados. A los que no disponían de trabajo se les estipuló el abono de una ayuda estatal de 1,50 pesetas para su subsistencia. El auxilio en principio se estableció únicamente para los pobres y a partir del 17 de julio de 1871 se adoptó con carácter general.39 Una vez fuera de la isla no tenía sentido crear un sufrimiento innecesario que aumentara el resquemor entre los criollos. Los deportados estaban autorizados a residir en un punto determinado y en caso de cambio de domicilio debían solicitar autorización y presentarse a la autoridad del nuevo lugar de alojamiento.40 Poco a poco se fueron creando colonias de cubanos en distintas ciudades que actuarían como redes sociales de apoyo. La más importante en Madrid, con ochenta y nueve individuos, pero pudieron alojarse en las provincias costeras: setenta en Barcelona, sesenta y tres en Cádiz, sesenta y uno en Canarias, cuarenta y tres en Mahón y otro tanto en Santander, y por último treinta y nueve en otras provincias litorales,41 desde las que la fuga era más fácil. Esto supuso una diferencia sustancial respecto a los deportados políticos anexio-
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nistas entre 1848 a 1855, a los que se trató de alejar de la capital y de la costa. En la península, la percepción de peligro difería de la que se tenía desde Cuba, donde se conjugaban el carácter autoritario de la máxima autoridad colonial con la guerra. Influiría en la postura del gobierno español la pretensión de recuperar su lealtad y la percepción de que deportación, aunque tolerada, no era compartida por haberse realizado al margen de los tribunales. A partir de marzo de 1870, comenzaron a concederse permisos para instalarse fuera del territorio nacional, política que se mantuvo hasta 1873, con un caso en 1874. En total, veinticinco recibieron autorización para instalarse principalmente en Francia, México y Puerto Rico. Mayor fue el número de los autorizados a regresar a Cuba antes de la finalización de la contienda, 128, lo que supone aproximadamente un tercio del total de deportados por vía administrativa. En este caso no encontramos un límite temporal, si bien la mayoría se produjeron en 1873.42 Con la Primera República, y específicamente en la etapa federal de Pi y Margall, se intentaron reformas en las colonias para incluir a Cuba y Puerto Rico en la nación española.43 Fue una política más inteligente, que trataba de buscar la reconciliación con los relegados y que fue condicionada por el propio devenir de la insurrección, ya que la guerra no se extendió al occidente. La generosidad en los cambios de residencia y la permisividad en salir del país y en los retornos a la isla determinaron que las fugas no fueran muy numerosas. Únicamente cinco huyeron y otros cuatro estaban en paradero desconocido, la mayoría en 1869 antes de la implementación de la posibilidad de salida. Otros preferirían permanecer en la metrópoli y esperar al fin de la guerra para regresar a Cuba. Las condiciones de vida en la península fueron relativamente buenas. Sin embargo, quedaron ocultas y sin visibilidad por la voluntad de los cubanos del San Francisco de Borja de dejar testimonio de sus vivencias con un fin político muy determinado. La remisión a Fernando Poo para causar un golpe de efecto resultó contraproducente y fue un error político grave. Las muertes en la isla africana y las condiciones del trayecto en la Pinta y San Antonio dieron argumentos a los independentistas y les permitieron demostrar la tiranía de España. Esto supuso una victoria de los independentistas en la guerra propagandística, cuando es evidente que el objetivo de las autoridades era alejarles del país y no el de provocar fallecimientos.44 En realidad con los cubanos de alto estrato social se fue muy tolerante. Proporcionalmente los peninsulares sufrieron unas represalias mucho mayores, ya que durante el Sexenio fueron deportados unos 5.540 combatientes carlistas y más de 1.500 cantonalistas, una insurrección, esta última, de importancia limitada y sin posibilidades de victoria.45 La vigilancia, que en un primer momento era muy tenue, fue incrementándose. En diciembre de 1871, se ordenó espiarles tanto en España como en otras ciudades del extranjero, con objeto de acabar con la colaboración que algunos prestaban a la insurrección. En junio de 1872, se ordenaba disolver una junta
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218 : Juan Luis Bachero Bachero creada en Sevilla y que recibía fondos de treinta y cuatro relegados.46 Compaginar el control sin conculcar más sus derechos fue una constante preocupación para las autoridades españolas, ya que en realidad muchos de los deportados eran colaboradores de la sublevación. Isla de Pinos como lugar de deportación En la península, las reformas pretendidas en Cuba se toparon con la inestabilidad interna, la situación bélica y el bloqueo por parte de los intereses de la sacarocracia.47 Además, el gobierno pretendía actuar dentro de la legalidad, por lo que la presencia de revolucionarios les incomodaba. Se mostraba contrario a las deportaciones gubernativas y recordaban la inconstitucionalidad de las medidas al margen de los tribunales, lo que implicaba que teóricamente no podían estar sujetos a la vigilancia de la autoridad.48 Las pretensiones de los capitanes generales de Cuba sobre los relegados chocaban con la actitud garantista del ejecutivo, lo que derivó en el decrecimiento del número de remitidos a la metrópoli y el empleo de Isla de Pinos. El 3 de junio de 1869, comenzaron los traslados a este territorio, que para el 31 de julio de 1870 ya albergaba a 191 relegados por infidencia, cuarenta y tres de ellos de color.49 De ellos, solo treinta y seis procedían de distintas localidades de occidente, 116 de la parte occidental del departamento del centro, treinta y siete de Holguín, uno de Santiago de Cuba y uno de Morón. Fue una variación respecto al San Francisco de Borja puesto que se extendieron hacia el este, en una zona mucho más próxima al teatro de operaciones o en la que se habían producido combates en el pasado. El objetivo continuaba siendo el mismo, la contención de la expansión de la guerra hacia zonas bajo dominio gubernamental. En Isla de Pinos se concentraban extrañados y destinados al correccional. Los deportados permanecían libres, pero aquellos que no observaban buena conducta eran ingresados en el presidio.50 Los deportados eran llevados por cordillera y escoltados por la Guardia Civil hasta Batabanó, donde eran embarcados hasta Isla de Pinos. Una vez allí, el comandante les daba una alocución: Deportados: tenéis la ciudad por cárcel; ninguno podrá alejarse medio kilómetro de ella sin mi permiso escrito. Debéis dar parte dentro de veinticuatro horas de vuestro alojamiento. Los domingos tenéis la obligación de presentaros aquí a las nueve de la mañana a pasar la lista. La isla es pequeña y solo tiene ochocientos habitantes; pero la guarnición a mis órdenes es sobrada para mantener el orden: no hay que soñar con revueltas. Si os conducís bien, el Gobierno será vuestro padre; para que los que cometan faltas seré inexorable! ¡Podéis marcharos!51
En el territorio cada uno debía procurarse su subsistencia, lo que planteaba la dificultad de conseguir trabajo o alimentos en un lugar con una escasez pe-
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rentoria de recursos. Por esto, y a petición del propio teniente gobernador, en mayo de 1870 se adoptó la ayuda para los pobres que se otorgaba a los trasladados a la península . Sin embargo, solo alcanzaba para los relegados por motivos políticos y no a los castigados por vagancia.52 Entre los deportados estuvo José Martí, que pudo alojarse en la hacienda de José María Sardá, amigo personal de su padre.53 Esto constituiría una excepción, dado que en general las condiciones fueron más duras que en la península, ya que la vigilancia era más estrecha y los recursos más escasos, por lo que las autoridades coloniales pensaban que el temor que generaba entre los independentistas la estancia en Isla de Pinos era mayor. Además, la libertad que disfrutaban en la península facilitaba la colaboración con la insurgencia. Allí la vigilancia era más fácil y por estar a cargo de una autoridad militar cercana al teatro de operaciones, más diligente. El inconveniente de los pocos recursos era que el número de los que se podía atender en condiciones aceptables era limitado, lo que determinó que aquellos con un buen comportamiento pasaran a residir en la Antilla mayor: treinta y nueve en septiembre de 1870, y veinte iban a hacerlo en octubre.54 Esto implicaba cambiar de residencia a aquellos cuya presencia en la isla principal no suponía un peligro para aprovechar el espacio y los recursos de la pequeña isla para establecer a otros. En el grupo de treinta y nueve había ocho designados mulatos y tres negros, por lo que no se aprecian diferencias raciales considerables en esta cuestión. Cuatro pudieron residir en Trinidad y uno en Guantánamo, pero el resto lo haría en poblaciones de la provincia de occidente. Fue principalmente un proceso en fases de extracción de gente considerada peligrosa de la zona de riesgo para reubicarlos. Con los relegados políticos considerados vagos, rateros, delincuentes habituales y gentes de mal vivir, esta tendencia se dio aunque no de manera tan estricta. El bloqueo de la península determinó que también personas con estatus pasaran al territorio contiguo. El 19 de noviembre de 1871, fueron llevados 55 individuos, entre los cuales había siete abogados, seis propietarios, cinco empleados en el foro, cuatro escribanos, tres hacendados, tres médicos, tres comerciantes, dos procuradores, dos empleados, un notario y un agrimensor.55 En diciembre de 1873, había 176 relegados por causas políticas, de los cuales 11 eran mujeres.56 La guerra sirvió para desestabilizar las estructuras sociales, lo que sirvió para que un grupo de mujeres comprometidas emergiera. De los 191 que había en la isla en 1870 por causas políticas, únicamente 45, diez de ellos del fenotipo definido como negros continuaban tres años más tarde. Este cierto dinamismo hizo que para muchos Isla de Pinos constituyera un lugar de residencia temporal. El simple hecho de que pudieran regresar facilitaba que se esforzaran en tener una mejor conducta. Entre los infidentes y los de malos antecedentes, hubo una media de aproximadamente 300 relegados en la isla.57 El número de trasladados por su
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220 : Juan Luis Bachero Bachero conducta social se mantuvo generalmente entre 110 y 125 durante estos años. Isla de Pinos fue principalmente un lugar de deportación para gente con pocos recursos, ya que los independentistas con mayores haberes fueron objeto de los primeros embarques y se exiliaron con mayor facilidad.58 Además, podían ser intimidados mediante el miedo al embargo, algo que no funcionaba contra los necesitados. Una media de 10,9 causó baja en los meses en los que tenemos los datos, lo que provocó que las altas tampoco fueran demasiado importantes. Esto suponía que anualmente unos 130 dejaban de estar confinados en la isla. Para la mayoría, exceptuando los más peligrosos, constituyó un lugar de residencia temporal en el que estaban varios meses o años. Las remisiones continuaron con este relativo dinamismo, lo que eleva el número de los que pasaron por la ínsula y dificulta establecer una cifra exacta, aunque a nuestro juicio rondaría los 2.050.59 El estrato social fue esencial para determinar la represión, puesto que a medida que las condiciones de los remitidos en la península mejoraban, se extendieron los castigos a los pertenecientes a las clases más populares en Isla de Pinos. Encontramos diferencias en apariencia racial entre ambos grupos de represaliados. Primaban los blancos, que representaron el 66.43 por ciento y los negros con el 30.04 por ciento. Los mulatos apenas eran una minoría de un 3.29 por ciento, mientras que los asiáticos eran insignificantes a efectos estadísticos. Si bien es cierto que había diferencias entre los dos grupos mayoritarios. Los blancos representaban el 84.9 por ciento de los deportados por infidencia, los negros apenas el 9.2 por ciento y los mulatos el 5.35 por ciento. Respecto a los catalogados de malos antecedentes, los negros representaban el 63.20 por ciento y los blancos el 36.8 por ciento.60 Las autoridades relacionaban a los blancos con la infidencia y a los negros con la peligrosidad social, por lo que se observa claramente que el temor iba focalizado sobre ambos grupos. La guerra supuso la irrupción de un proyecto patriótico de fuerte contenido antirracista, hecho que se produjo con tensiones y contradicciones,61 y que atemorizó a la metrópoli por las implicaciones que podían tener las liberaciones de esclavos en caso de extenderse a occidente. Los jefes mambises prometieron la abolición gradual e indemnizada una vez obtenida la independencia, por convicción o para tratar de extender su apoyo social al occidente cubano. Solo la constatación de que los hacendados no secundaban la revolución produjo una pugna entre los partidarios de la abolición gradual y los que la pretendían inmediatamente. Los esclavos mantuvieron una posición subordinada en el territorio controlado por los rebeldes y en sus propias filas,62 pero el temor que les profesaba el gobierno español era mucho mayor porque para ellos era vital controlar las posibles revueltas de estos para mantener el apoyo de los esclavistas. La posición de los siervos era la peor y por ello, y las promesas de abolición de los rebeldes, eran un grupo que tenía mucho que ganar con la independencia. Las liberaciones de esclavos por
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parte de independentistas fomentaron el desarraigo de parte de este grupo. En la zona central que protegía a la capital, los negros constituían un grupo numérico muy importante al que las autoridades querían someter y que provocó que sufrieran proporcionalmente unas represalias mucho más intensas. Esto explica el carácter mucho más preventivo de la represión que sufrieron, y a falta de constatación o sospechas de infidencia se les relacionaba en mayor grado con la conducta social peligrosa; aun así, duplicaban a los designados como mulatos libres en relación con las conductas revolucionarias, lo que reforzaba el propio castigo profiláctico que sufrían: sobre blancos y negros recayó una represión mayor que excedía las sospechas puramente políticas para englobar a la conducta social; mientras que sobre los mulatos, mujeres y asiáticos el castigo se centró en las conductas políticas por ser considerados menos peligrosos. Los listados de gente de malos antecedentes son muy limitados, pero en todos ellos no había ni un solo mulato. La escasa importancia de los mulatos en comparación con de negros y blancos respecto a los infidentes es producto de la mentalidad de los represores, pero también pone en cuestión la implicación colectiva de este grupo en la guerra. La deportación a Isla de Pinos alcanzaría a muchos inocentes. Dado que el temor de las autoridades fue el elemento determinante de estas deportaciones, cuando este se incrementó los castigos lo hicieron a la par. Por un lado, la táctica insurrecta basada en la guerra irregular contando con conocimiento del terreno, apoyo entre la población y la preparación de los oficiales rebeldes, así como la brillante utilización de la caballería; y por otro lado la guerra carlista y la inestabilidad política en la península, facilitaron las victorias mambises en 1873 y 1874. Las disensiones y la fragmentación militar entre los rebeldes habían retrasado la extensión de la guerra al occidente, un plan que Máximo Gómez había percibido como muy importante desde el primer momento y que ahora pudo implementarse al reforzarse el poder del general dominicano.63 Así, los insurrectos cruzaron la trocha de Júcar a Morón en la noche del 6 al 7 de enero de 1875 y se internaron en la zona de Las Villas. Las autoridades españolas habían situado en la zona a un importante contingente militar, ya que temían la llegada de refuerzos a los pocos que combatían en occidente.64 En octubre de 1875, las actuaciones del grupo de Carlos García alcanzaron a las proximidades de La Habana, por lo que se ordenó la deportación inmediata a Isla de Pinos de 395 individuos blancos y de color, “gente de justificado mal vivir, varios cumplidos de presidio que no hubo posibilidad de conseguir se dedicasen al trabajo y algunos otros todos auxiliadores reconocidos de su partida.”65 Esto constituyó una represión de amplio alcance que determinaría el cenit en cuanto al número de los que había en aquel territorio, 884. A los que habría que añadir los 358 del correccional, en un momento en que la población civil de la isla era únicamente de 1.757 personas.66 El pánico a la extensión de la guerra determinó la expansión de las
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222 : Juan Luis Bachero Bachero represalias que alcanzarían al sector más débil de la sociedad, el primer damnificado por la misma. Durante la guerra se produjo un proceso de reconcentración de población rural en las ciudades, lo que aunado a un aumento de la presión impositiva para atender los gastos de la guerra, hizo necesaria la ayuda pública para garantizar su subsistencia.67 Precisamente sobre este sector de pobres se planteó la deportación preventiva como modo de impedir su adhesión a los combatientes, al considerar los gobernantes que podían hacerlo para mejorar su delicada situación. El fin de la guerra y el retorno de los relegados En 1875, el gobierno revolucionario pasaba por una grave crisis y desde la península se enviaron nuevos efectivos. En 1876, el capitán general Joaquín Jovellar, disponía de 72.000 hombres, a los que pronto se unirían otros por el fin de la guerra carlista.68 Acuciados por los enfrentamientos internos, la feroz oposición de las armas españolas y su superioridad militar y ante la imposibilidad de vencer, los insurrectos se desmoronaron pidiendo en su mayor parte el armisticio. Únicamente Antonio Maceo llamó a continuar la guerra, pero falto de las fuerzas necesarias tuvo que exiliarse. El periplo de la mayoría de los deportados terminaría con las sucesivas amnistías. En febrero, se indultó a todos los de la jurisdicción de las Villas deportados a Isla de Pinos o desterrados en Cuba.69 El 25 de mayo de 1877, el ejecutivo aprobó una disposición del capitán general fechada el día 5 del mismo mes que alzaba todos los destierros gubernativos, pero para retardar el retorno se estipuló que los relegados hicieran frente al pasaje con un 25 por ciento de descuento. Desconocemos a partir de qué momento se les pagaría el importe total, pero teniendo en cuenta los precedentes ocurrió con toda seguridad. Además comenzó un proceso de desembargo de los bienes requisados gubernativamente de los acogidos a indulto, de los que quedarían excluidos los jefes y los reincidentes. Un real decreto de 22 de octubre de 1877 ampliaba a la real orden anterior, comprendiendo a todos los condenados a presidio, a los que se hallaban en rebeldía y a los bienes que se les había embargado. Para todo, era necesario solicitar el perdón y el informe favorable de la máxima autoridad colonial.70 Con la constatación del abandono de la guerra por la mayoría de los combatientes, Martínez Campos dictó un bando el 28 de marzo de 1878 que sobreseía las causas en curso e indultaba totalmente a los represaliados mediante sentencia o providencia gubernativa, a los exiliados e incluso de los desertores del ejército que solo tendrían que cumplir el tiempo que les quedaba de servicio.71 Al finalizar la guerra, el gobierno realizó una política de reconciliación que implicaba que la inmensa mayoría de los relegados regresaran. Esta deferencia no se extendió a los deportados mediante sentencia de los tribunales
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militares, ya que a mediados de 1878 todavía había algunos de ellos en Ceuta.72 Las remisiones se suspendieron, a excepción de Isla de Pinos, donde su número se había reducido drásticamente, 56 en junio de 1878.73 Conclusiones En este artículo he analizado la deportación en Cuba en la Guerra de los Diez Años, el primer desafío colectivo de envergadura al dominio español sobre Cuba. En la isla, a pesar del carácter despótico que ejercían los capitanes generales, la composición social y racial determinó una represión diferenciada en comparación con la que se dio en la península contra los opositores políticos, donde la deportación fue utilizada con mayor profusión. Asegurar la permanencia de Cuba como colonia implicaba no ser excesivamente duro con el sector social y racial del que se esperaba apoyo (pequeña y media burguesía blanca). Con este sector social, una vez fuera del área de peligro, se pretendió que el resquemor hacia España no se exacerbara. Únicamente los de Fernando Poo sufrieron de malas condiciones, por lo que se les traslado inmediatamente a la península, y después de ellos este destino dejó de emplearse. La deportación en la guerra fue instaurada por Dulce y abarcó a un sector social medio en un área delimitada entre la capital y Remedios, con el objetivo de atemorizar y castigar preventivamente a sujetos con simpatías independentistas. La divergencia de opiniones respecto a la deportación entre la autoridad militar en Cuba y el gobierno central varió las deportaciones. la importancia de la península como destino se trasladó a Isla de Pinos, donde resultaba más fácil ocultarlas. Esto permitió extenderla hacia el oriente, en una zona contigua al teatro de operaciones y sobre un sector social más popular. La extensión de la política hacia abajo incrementó el autoritarismo y provocó la extensión hacia este grupo social de la represión. Respecto a los de menor consideración social, algunos de ellos siendo considerados más peligrosos o con reivindicaciones raciales fueron llevados a Ceuta y Melilla. Sin embargo, lo acotado del lugar hacia inviable que se extendiera a un número muy elevado, especialmente por la prolongación de la guerra y la extensión de la deportación a gente de menor estrato social y con una participación en la rebelión menos probada. Isla de Pinos por su lejanía de la metrópoli facilitaba la actuación de las autoridades militares. Junto a los acusados de estar comprometidos políticamente había un grupo de deportados sociales, es decir, pobres o sospechosos llevados allí para evitar que se unieran a los insurrectos empujados por su situación de necesidad. En Isla de Pinos, los deportados permanecían en la isla durante un tiempo determinado y posteriormente pasaban a la Antilla mayor para dejar sitió en el pequeño territorio a otros recién llegados. Allí, la deportación se centró sobre blancos, con mayor
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224 : Juan Luis Bachero Bachero preponderancia entre los considerados infidentes; y negros en mayor proporción entre los considerados de malos antecedentes. La continuación durante todo el conflicto estuvo motivada por su utilidad, pudieron abarcar administrativamente a un gran número de individuos, 478 a la península y unos 2.050 a Isla de Pinos. Si bien en algunas ocasiones se impuso por consejo de guerra o como conmutación de alguna pena, estos hechos fueron de mucha menor importancia. Las ventajas de la relegación administrativa eran evidentes, desactivar preventivamente la posible incorporación a la lucha o colaboración con las filas rebeldes sin necesidad de realización de ningún tipo de juicio que necesitara de la aportación de algún tipo de prueba y sin recurrir a castigos más expeditivos que se reservaban para los infidentes. Además, por su carácter era un castigo ambiguo, ya que a pesar de suponer un cambio de residencia, permitía la libertad combinada con la vigilancia en los puntos de destino. Así, se permitía el alejamiento del la zona de conflicto y la reincorporación al proyecto político de la metrópoli una vez finalizada la guerra. N O TA S 1. Louis A. Pérez, The Structure of Cuban History. Meanings and Purpose of the Past (Chapel Hill: The University of North Carolina Press, 2013), 101–102, 108–114. 2. Antonio Pirala, Anales de la Guerra de Cuba, 3 tomos (Madrid: Editor Felipe González Rojas, 1895–1898); Tesifonte Gallego, La insurrección cubana: Crónicas de la campaña (Madrid: Imprenta Central de los Ferrocarriles, 1897); Enrique Collazo, Desde Yara hasta el Zanjón. Apuntaciones históricas (La Habana: Tipografía de “La Lucha”, 1893). 3. María Dolores Domingo Acebrón, Los voluntarios y su papel contrarrevolucionario en la Guerra de los Diez Años en Cuba, 1868–1878 (Paris: L’Harmattan, 1996) y “Los hacendados cubanos ante la Guerra de los Diez Años”, Revista de Indias 43, no. 172 (1983): 707–727; Milagros Gálvez, Expediciones navales en la Guerra de los Diez Años (La Habana: Verde Olivo, 2000); Dionisio Poey, La entrada de los aldamistas en la Guerra de los Diez Años (La Habana: Ciencias Sociales, 1989); Christopher J. Bartlett, “British Reaction to the Cuban Insurrection, 1868–1878,” Hispanic American Historical Review 37, no. 3 (1957): 296–312; Andrew Priest, “Thinking about Empire: The Administration of Ulysses S. Grant, Spanish Colonialism and the Ten Years War in Cuba,” Journal of American Studies 48, no. 2 (2014): 541–558. 4. Respecto a las obras de contenido político, además de las citadas en el texto me gustaría destacar a Jorge Ibarra Cuesta, Ideología Mambisa (La Habana: Instituto Cubano del Libro, 1972), que entiende la revolución de 1868 como una ruptura radical con la injusta sociedad colonial para conseguir una nación cubana sobre unas bases totalmente nuevas, fundamentadas en la abolición y la inclusión de todas las minorías nacionales. 5. Inés Roldán de Montaud, La hacienda en Cuba durante la Guerra de los Diez Años (1868– 1880) (Madrid: Instituto de Estudios Fiscales, 1990); Emilio López Oto, “La economía cubana durante la guerra de 1868”, Revista de Indias 30, no. 119–122 (1970): 403–429; Alfonso W. Quiroz, “Loyalist Overkill: The Socioeconomic Costs of ‘Repressing’ the Separatist Insurrection in Cuba, 1868–1878,” Hispanic American Historical Review 78, no. 2 (1998): 261–306; Joan Casanovas, “El movimiento obrero cubano durante la Guerra de los Diez Años (1868–1878)”, Anuario de Estudios Americanos 55, no. 1 (1998): 243–66; Andreas Stucky, Las guerras de Cuba. Violencia y
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campos de concentración (1868–1898) (Madrid: La Esfera de los Libros, 2017); Marissa L. Ambio, “Cuba’s Laborante. The Worker as Revolutionary Identity,” Latin American Research Review 50, no. 3 (2015): 157–74. 6. María Dolores Domingo Acebrón, “Los deportados de la Guerra de los Diez Años: Cuba (1868–1878)”, Revista de Indias 52, no. 191 (1991): 143–68. 7. “Sentenciados por los tribunales de la isla de Cuba por delitos de infidencia y destinados a la Península y sus posesiones de África”. Archivo Histórico Nacional (Madrid, en adelante AHN), Ultramar, leg. 4775, exp. 2. “Expediente general de confinados políticos de la isla de Cuba entre los años 1869 y 1878”. La mayoría de deportados por juicio lo fueron a la Península y unos pocos a Ceuta y Melilla. La pena más impuesta judicialmente fue el presidio. Los primeros permutados eligieron su lugar de residencia y a partir de marzo de 1873, los que la obtenían fueron reubicados en Mahón. Este año se produjeron la mayoría de conmutaciones, que cesaron con el golpe de Pavía. 8. María del Carmen Barcia, “Desterrados de la patria. Cuba 1869–1898”, Revista de la Universidad de La Habana, no. 258 (2003): 31–56. 9. Conde Armíldez de Toledo, Noticias estadísticas de la isla de Cuba, en 1862 (La Habana: Imprenta del Gobierno y Capitanía General, 1864), 2, 8; al mencionar razas y categorías raciales empleo la denominación de la época, “mulato,” “negro” y “blanco,” ya que aunque esta no sea una categoría biológica en el periodo los actores actuaban como si lo fuera, y en este caso fue un elemento que influyó en la represión. A pesar de ello, dejo constancia en el texto de que se trata de un constructo social. 10. Jorge Ibarra Cuesta, Patria, etnia y nación (La Habana: Ciencias Sociales, 2009), 3–82. 11. Gerald E. Poyo, With All, and for the Good of All: The Emergence of Popular Nationalism in the Cuban Communities of the United States, 1848–1898 (Durham, NC: Duke University Press, 1989), 15–16. 12. Philip S. Foner, Historia de Cuba y de sus relaciones con Estados Unidos (La Habana: Instituto Cubano del Libro-Ciencias Sociales, 1973), 2:217–245, 265–278. 13. J. R. McNeill, Mosquito Empires: Ecology and War in the Greater Caribbean, 1620–1914 (New York: Cambridge University Press, 2010), 295–296; Mariola Espinosa, Yellow Fever and the Limits of Cuban Independence, 1878–1930 (Chicago: University of Chicago Press, 2009), 1–2. 14. Hugh Thomas, Cuba: La lucha por la libertad (Barcelona: Debate, 2004), 200–201. 15. Acebrón, Los voluntarios y su papel, 41, 83–89. 16. Roldán de Montaud, La hacienda en Cuba, 69–70; además de los bienes monetarios, el Estado dispuso de la administración de los esclavos embargados, algo que tuvo implicaciones militares y políticas y alrededor de los cuales surgió un negocio muy rentable, ver María Elena Meneses, “Los esclavos embargados: Movilidad, espacios y trabajo en la Guerra de los Diez Años,” Cuban Studies, no. 46 (2018): 113–133. 17. AHN, Ultramar, leg. 4777, exp. 2. “Antecedentes y disposiciones de carácter general relativas a los deportados políticos”. 18. Actas de las sesiones de la Junta creada por real orden 17 de agosto 1867. Archivo General de la Administración (Madrid), África-Guinea, caja 81/6946; sobre las deportaciones de marginados ver Juan Luis Bachero, “Colonialismo, deportación de cubanos y raza en tiempos de paz (1864–1867)”. Revista de Indias 79, no. 276, 521–549. 19. Juan B. Saluvet, Los deportados a Fernando Poo en 1869 (Matanzas: Aurora del Yomuri, 1892), 6–7; Oficio de capitán general a ministro de Ultramar, 30 de marzo 1869. AHN, Ultramar, leg. 4777, exp. 2. “Antecedentes y disposiciones de carácter general relativas a los deportados políticos”. 20. José Abreu Cardet, Introducción a las armas, La guerra de 1868 en Cuba (La Habana: Ciencias Sociales, 2005), 43–61. 21. Miguel Bravo Sentíes, Deportación a Fernando Poo. Relación que hace uno de los deportados (Nueva York: Hallet & Breen, 1869), 107.
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226 : Juan Luis Bachero Bachero 22. Alfonso W. Quiroz, “Costos socioeconómicos de la Guerra de los Diez Años. Insurrección cubana”, en Un siglo de España: Centenario 1898–1998, coord. J. G. Cayuela (Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha, 1998), 246, 272–274. 23. Mariano L. De Castro y María Luisa de la Calle, La colonización española en Guinea Ecuatorial (1858–1900) (Vic, España: Ceiba, 2007), 85–86. 24. Francisco J. Balmaseda, Los confinados a Fernando Poo e impresiones de un viaje a Guinea (Nueva York: Imprenta de la Revolución, 1869), 5–7, 10, 12–26; Archivo General Militar de Madrid, Ministerio de la Guerra, sig. 5602.14 “Traslado de deportados políticos desde Cuba a Fernando Poo, con escala en Puerto Rico”. 25. John Holt, The Diary of John Holt, ed. Peter N. Davies (St. John’s, Newfoundland: International Maritime Economic History Association, 1993), 97–98. 26. Leida Fernández Prieto, Espacio de poder, ciencia y agricultura en Cuba: el círculo de Hacendados, 1878–1917 (Madrid: CSIC-Universidad de Sevilla, 2008), 84–85. Estas ideas agrícolas constituyen la denominada “Cuba Pequeña”. 27. “Relación nominal de deportados políticos que se hallan enfermos”, 16 de junio 1869. “Relación de deportados fugados desde 28 de mayo hasta 19 de agosto”, Oficio de Subsecretario de Estado a ministro de Ultramar, 11 de agosto 1869. Oficios de gobernador de Fernando Poo a ministro de Ultramar, 8 y 13 de julio 1869. AHN, Ultramar, leg. 4718, exp. 5. Expediente sobre las deportaciones de reincidentes y del San Francisco de Borja; Hipólito Sifredo y Llópiz, Los mártires cubanos en 1869. La más exacta narración de las penalidades y martirios de los 250 deportados políticos a Fernando Poo: Primeras víctimas propiciatorias de la insurrección en La Habana (La Habana: Imprenta La Prensa, 1893), 24–25. 28. Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, Manuscritos, Ponce, no. 663. Deportados cubanos. Viaje de la isla de Fernando Poo a la ensenada del lazareto de Mahón. Vapor San Antonio. 1869 (por un deportado cubano), 5 y 34 de la versión mecanografiada; Relación de deportados de la isla de Cuba embarcados en el San Antonio. Oficio de capitán general de Baleares a ministro de la Guerra, 26 de octubre 1869. AHN, Ultramar, leg. 4718, exp. 5. Expediente sobre las deportaciones de reincidentes y del San Francisco de Borja. 29. Saluvet, Los deportados a Fernando Poo en 1869, 63–132. 30. Relación de los confinados liberados bajo palabra de no regresar a Cuba, 23 de noviembre 1869. AHN, Ultramar, leg. 4777, exp. 1. “Expediente general de deportados políticos en la Guerra de Diez años”. 31. AHN, Ultramar, leg. 4770, exp. 48. Expediente de deportación de José María Gally. 32. Oficio de capitán general a ministro de Ultramar, 30 de julio 1869. AHN, Ultramar, leg. 4777, exp. 2. “Antecedentes y disposiciones de carácter general relativas a los deportados políticos”. 33. Carlos Sedano y Cruzat, Cuba. Estudios políticos (Madrid: Imprenta de Manuel G. Hernández, 1872), 402, 439–40, 496. 34. Martin Rodrigo Alharilla, Los Marqueses de Comillas, 1817–1925 (Madrid: LID Editorial Empresarial, 2001), 33, 71–99; Elena Hernández Sandoica, “Transporte Marítimo y horizonte ultramarino en la España del siglo XIX: La naviera ‘Antonio López’ y el servicio de correos a las Antillas”, Cuadernos de Historia Contemporánea, no. 10 (1998): 45–70. 35. Relación motivada de diecisiete deportados políticos. Relación de individuos que salen para la Península en vapor de 30 de agosto 1869. Relación de individuos que conduce para la Península el vapor Canarias. AHN, Ultramar, leg. 4777, exp. 1. “Expediente general de deportados políticos en la Guerra de los Diez Años”; AHN Ultramar, leg. 4771, exp. 13. Expediente de deportación de Alejandro Muxo y Pablos; Domingo Acebrón, “Los deportados de la Guerra de los Diez Años”: 154–55; hubo algún caso excepcional como el de dos voluntarios que se excedieron en sus funciones. AHN, Ultramar, leg. 4771, exp. 4. Expediente de deportación de Juan Lleonies y José Alejardo.
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36. Javier Paniagua y José A. Piqueras, Poder económico y poder político (Valencia: Centro Francisco Tomás y Valiente UNED Alzira-Valencia/Fundación Instituto de Historia Social, 1998), 101–02. 37. Antoni Jutglar i Bernaus, “La revolución de septiembre. El Gobierno provisional y el reinado de Amadeo I”, en La era isabelina y el Sexenio Democrático (1834–1874), Historia de España de Menéndez-Pidal, José M. Jover Zamora (dir.) (Madrid: Espasa-Calpe, 1988), 34:645–648. 38. Telegrama de Ministerio de Ultramar a gobernador de Santander, 28 de septiembre 1869. Oficios de gobernador de Santander a ministro de Ultramar, 22 y 29 de septiembre 1870. Relación de individuos que salen para la Península en vapor de 30 de agosto 1869. “Relación conceptuada de individuos que por delito de infidencia se extrañan a los puntos que se expresa”, 25 de septiembre 1869. AHN, Ultramar, leg. 4777, exp. 1 “Expediente general de deportados políticos en la Guerra de los Diez Años”. 39. Nota a informe de teniente gobernador de Isla de Pinos, 19 de julio 1870. AHN Ultramar, leg. 3648; Nota a oficio de subgobernador de Menorca a Ministerio de Ultramar, 12 de octubre 1871. AHN, Ultramar, leg. 4770. exp. 7. “Socorro a deportados”. 40. Cedula expedida a Domingo Bloto. AHN, Ultramar, leg. 4777, exp. 1. “Expediente general de deportados políticos en la Guerra de los Diez Años”. 41. AHN, Ultramar, leg. 4777, exp. 7. Expedientes individuales de deportados cubanos por medida gubernativa. De los 431 casos en los que se conoce el dato, había veintitrés en provincias del interior. 42. AHN, Ultramar, leg. 4777, exp. 7. Expedientes individuales de deportados cubanos por medida gubernativa. 43. Javier Echenagusia, La Primera República: Reformismo y revolución social (Barcelona: RBA, 2012), 35–36. 44. Únicamente nueve fallecieron en la Península. AHN, Ultramar, leg. 4777, exp. 7. Expedientes individuales de deportados cubanos por medida gubernativa. Contiene el deceso de algunos deportados a las Filipinas que eran reincidentes y marginados relegados entre 1864 a 1867. 45. Juan Luis Bachero, “La neutralización del adversario político: La deportación en la España del siglo XIX” (PhD diss., Universitat Jaume I, Castellón de la Plana, 2017), 283–341. 46. Oficio de Ministerio de Ultramar a gobernadores de Cádiz y Santander, 7 de julio 1870. AHN, Ultramar, leg. 4777, exp. 1. “Expediente general de deportados políticos en la Guerra de los Diez Años”; Oficio de capitán general a ministro de Ultramar, 14 de junio 1872. AHN, Ultramar, leg. 4777, exp. 2. “Antecedentes y disposiciones de carácter general relativas a los deportados políticos”. 47 Jose Antonio Piqueras, La Revolución Democrática (1868–1874). Cuestión social, colonialismo y grupos de presión (Madrid: Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1992), 259–313. 48. Oficio de ministro de Ultramar a Gobernador Superior Civil de la isla de Cuba, 28 de agosto 1869. AHN, Ultramar, leg. 4777, exp. 2. “Antecedentes y disposiciones de carácter general relativas a los deportados políticos”; Oficio de Ministerio de Ultramar a gobernadores provinciales, 29 de julio 1870. AHN, Ultramar, leg. 4777, exp. 1. “Expediente general de deportados políticos en la Guerra de los Diez Años”. 49. Relación nominal de los individuos extrañados en Isla de Pinos a 31 de julio 1870. AHN, Ultramar, leg. 3648. 50. Antonio Núñez Jiménez, Isla de Pinos. Piratas, colonizadores, rebeldes (La Habana: Arte y Literatura, 1976), 466–467. 51. Raimundo Cabrera, Mis Buenos tiempos (memorias de un estudiante) (Paris: Sociedad de Ediciones Literarias y Artísticas. Librería Paul Ollendorff, 1891), 73–76, 78 y 99–108. He respetado las cursivas y los signos de puntuación.
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228 : Juan Luis Bachero Bachero 52. Nota a informe de teniente gobernador de Isla de Pinos, 19 de julio 1870. AHN, Ultramar, leg. 3648. 53. Luis Toledo Sande, Cesto de llamas. Biografía de José Martí (Sevilla: Alfar, 1998), 39– 46. Martí estuvo en Isla de Pinos desde el 13 de octubre hasta el 12 de diciembre de 1870, en que a petición de su madre se le concedió estudiar en España. 54. “Relación nominal de 39 extrañados en esta isla por delito de infidencia, que en ese día salen a fijar su residencia forzosa de orden superior a las jurisdicciones que a continuación se expresan”; y “Relación nominal de los 20 individuos extrañados en esta isla por infidencia que optan por pasar a las jurisdicciones que a continuación se expresan”. AHN, Ultramar, leg. 3648. 55. Gil Gelpi Ferro, Historia de la revolución y guerra de Cuba (La Habana: Gaceta Oficial, 1889), 2:96–97. 56. AHN, Ultramar, leg. 3617. Relación nominal de los individuos deportados políticos en Isla de Pinos en 1 de diciembre 1873. 57. Los listados en Archivo Nacional de Cuba (La Habana, en adelante ANC), Asuntos Políticos. leg. 62, exp. 17. “Relaciones nominales de los individuos deportados a Isla de Pinos por infidencia y otros delitos”. Lamentablemente las relaciones son escasas y muchas están incompletas. 58. Justo Zaragoza, Las insurrecciones en Cuba. Apuntes para la historia política de esta isla en el presente siglo (Madrid: Imprenta de Manuel G. Hernández, 1872–1873), 2:374; Herminio Portell Vilá, Historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España (Miami: J. Montero-Minemosyne Publishing, 1969), 2:227. Portell Vila, estableció la cifra de 30.000, rebajando ostensiblemente los 100.000 de Zaragoza. 59. Julián Ajo Jacques, “Memoria histórica, geográfica y política agrícola e industrial de la Isla de Pinos desde su descubrimiento hasta el tiempo presente”, Boletín del Archivo Nacional de Cuba, no. 12 (1912): 295. Estimación en base al máximo de deportados que hubo en la isla, 884, más el número promedio de bajas entre junio de 1869 (fecha del primer envío), y el 1 de abril de 1878. Esto da 2.028, pero en abril y mayo llegaron algunos. La práctica continuó con veintiún llegadas en junio, sin embargo, una vez finalizada la guerra, a pesar de mantenerse la limpieza social, no pueden considerarse deportados de la guerra. 60. Realizado en base a los expedientes de 1 de marzo y 1 de julio 1871, y 1 de marzo, 1 de abril y 1 de septiembre 1872. ANC, Asuntos Políticos. leg. 62, exp. 17. “Relaciones nominales de los individuos deportados a Isla de Pinos por infidencia y otros delitos”. 61. Ada Ferrer, Insurgent Cuba. Race, Nation, and Revolution, 1868–1898 (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1999), 15–69; esto no indica que todos los considerados “de color” simpatizaran con los rebeldes, ya que muchos se mostraron fieles a España como modo de mejorar su posición social o de obtener la libertad en el caso de los esclavos. David Sartorius, Ever Faithful: Race, Loyalty, and the Ends of Empire in Spanish Cuba (Durham, NC: Duke University Press, 2016), 94–127; García da mayor importancia al explicar la rebelión y la lealtad a España a los grupos de interés y la movilización de sus redes sociales, Mercedes García, Con un ojo en Yara y otro en Madrid (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2012). 62. José Abreu Cardet “Esclavos y reclutamiento insurrecto. Cuba 1868–1878” en Juan Manuel de la Serna (dir.), De la libertad y la abolición. Africanos y afrodescendientes en América (México: Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, 2010), 219–240; Raúl Cepero Bonilla, Azúcar y abolición (Barcelona: Crítica, 1976), 112–40. 63. Ramiro Guerra, Guerra de los Diez Años (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1972), 2:283–302. 64. Vanessa M. Ziegler, The Revolt of “the Ever-Faithful Isle”: The Ten Years War in Cuba, 1868–1878 (PhD diss., Universidad de California, Santa Bárbara, 2007), 211–13. 65. “Noticia de las medidas adoptadas para indultar a los deportados de la Isla de Pinos”. AHN, Ultramar, leg. 3655. 66. Ajo Jacques, “Memoria histórica, geográfica y política”, 295. En el correccional en 1874
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junto a 202 condenados por infidencia había 85 por mala conducta, lo que indica una extensión de la represión ejercida por los tribunales hacia lo social. “Relación nominal de los individuos que por el delito de infidencia fueron sentenciados a presidio por el tiempo que a cada uno se le señala”. ANC, Asuntos Políticos, leg. 69, sig. 42. 67. Stucky, Las guerras de Cuba, 43–56. 68. Luis Navarro García, Las guerras de España en Cuba (Madrid: Encuentro, 1998), 89–93. 69. AHN, Ultramar, leg. 4775, exp. 12. “Indulto concedido por el Gobernador general a los confinados políticos en Isla de Pinos y otros puntos de la isla”. 70. R. O. 25 de mayo 1877. Informe a Ministerio de Ultramar del regreso de varios deportados, 6 de junio 1877. AHN. Ultramar, leg. 4777, exp. 1. “Expediente general de deportados políticos en la Guerra de los Diez Años”. Medidas parciales de desembargo se habían producido anteriormente, especialmente para no privar de subsistencia a familiares de los infidentes fieles al gobierno. “Resumen de las órdenes referentes a embargos por infidencia”. AHN, Ultramar, leg. 3655; Gaceta de Madrid, 22 de octubre 1877. 71. AHN, Ultramar, leg. 3655. 72. Telegrama de gobernador de Cádiz a ministro de Ultramar, s/f. AHN, Ultramar. leg. 4775, exp. 1. “Expediente general de confinados políticos de la isla de Cuba entre los años de 1869 y 1878”. 73. ANC, Asuntos Políticos, leg. 62, sig. 17. Estados de deportados en Isla de Pinos.
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A L E JA N D R A B RO N F M A N
Listeners in Revolution: Radio Wars from Havana, 1959 A B S T R AC T This article explores the “radio wars” of 1959 in the Caribbean, when Haitian dissidents broadcast their discontent with Francois Duvalier’s regime from Havana’s Radio Progreso. Louis Déjoie and Daniel Fignolé, drawn to a sophisticated technological infrastructure and a welcoming political climate in newly revolutionary Cuba, worked to mobilize anti-Duvalier sentiment over the course of three months. This project ended abruptly and raises many questions about the complex relationship between Cuba and Haiti in the earliest years of the Cuban Revolution. The article aims to make three contributions to the scholarship on the Cuban Revolution. First, it offers a detailed account of this episode. Second, it argues for decentering Cold War histories, which remain focused on the United States, by highlighting the relationship between Cuba and Haiti. Finally, it makes a case for the relevance of sound and listening in the making of a revolutionary Caribbean.
RESUMEN Este artículo explora las “Guerras de radio” de 1959 en el Caribe, cuando disidentes haitianos transmiten su descontento con el régimen de François Duvalier desde Radio Progreso en La Habana. Louis Déjoie y Daniel Fignolé, atraídos por una infraestructura tecnológica sofisticada y un clima político acogedor en la nueva Cuba revolucionaria, trabajaron para movilizar el sentimiento anti-Duvalier en el transcurso de tres meses. Este proyecto terminó abruptamente y plantea muchas dudas sobre la compleja relación entre Cuba y Haití en los primeros años de la revolución cubana. El artículo pretende hacer tres aportes a histografía de la revolución cubana. En primer lugar, ofrece una descripción detallada de este episodio. En segundo lugar, intenta cuestionar las historias de la Guerra Fría, que siguen centradas en los Estados Unidos, destacando la relación entre Cuba y Haití. Finalmente, intenta señalar la relevancia del sonido y la escucha en la creación de un Caribe revolucionario.
Regional Fevers In January 1959, Haitian dissidents Louis Déjoie and Daniel Fignolé began a series of broadcasts in Haitian Creole from Havana’s Radio Progreso with the aim of mobilizing sentiment against Haiti’s president Francois Duvalier. Although these broadcasts have not attracted much scholarly attention, contempo-
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rary sources heeded them closely. Within a few months, competing narratives, swirling with rumor, offered unconfirmed reports and questionable theories. Writing from Havana, Ruby Hart Phillips, the New York Times journalist with a long career of reporting from Cuba, noted that the “committee for Liberation of Haiti issued a call today to ‘all revolutionary sectors and the citizenry in general’ to aid in the overthrow of the Haitian government.” According to her, the dissidents broadcast in French twice a week, and their intended audience included Haitians in Cuba as well as in Haiti. But the details are fuzzy; she couldn’t say whether Haitians in Cuba were being organized as a fighting force, nor did she provide any details about the broadcasts themselves. She did note that they were threatening enough to provoke an assassination attempt against Déjoie along with other Haitian leaders in exile.1 Other sources tried to discern the appeal and reach of these broadcasts. Jamaica’s Daily Gleaner, for example, noted that the politicians had “already begun clandestine broadcasting, warning Haiti’s 4,000,000 Negro inhabitants to be ready at moment’s notice to put down their tools and launch a general strike against strongman Duvalier.”2 The Gleaner article reveals a wide-ranging information infrastructure at work: news about Cuba traveled to London via New York and then back to Jamaica, suggesting that the “clandestine” broadcasts were not so clandestine after all. US intelligence agencies were also interested in the movements of these Haitian dissidents. In a file listing potential and potentially useful opponents to Duvalier, Fignolé and Déjoie each received an entry, although their information was not particularly concrete and seemed to be derived from hearsay. Déjoie was the subject of a detailed but inconclusive report: By late January Déjoie was in Havana attempting to raise arms and money for a forthcoming invasion of his homeland. While there, he was reported to be making propaganda broadcasts over Cuba’s Radio Progreso which the Haitian government was not completely successful in jamming. Although Déjoie was confident that his movement would obtain arms and money from the Cuban 26th of July movement, he apparently did not receive adequate support from the Cubans to sustain the operations necessary to overthrow Duvalier. In February 1959, while still negotiating for aid from the Cuban government, Déjoie became President of the Democratic League of Haiti, a coalition of Haiti opposition groups.3
About Daniel Fignolé, the agencies had this to say: Fignolé, a black Haitian with Caucasian features, has been described as tainted with Marxist philosophy, but he . . . is not believed to be a communist. He is a sometime rabble-rouser and most of all, notoriously anti-mulatto. A former journalist, Fignolé is intelligent . . . and is considered above average in personal honesty and integrity. . . . In early 1959 he became co-president of the Assembly of Haitian Democratic Forces, a
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232 : Alejandra Bronfman coalition of Haitian opposition groups. He subsequently made a tape recording, which was broadcast to the Haitian people over Radio Progreso in Havana, urging his followers to join with supporters of Louis Déjoie and Clement Jumelle against the Duvalier government, and to stand ready for a general strike. Since that time Fignolé, an advocate of free elections and free functioning of political parties, has continued to oppose Duvalier and seek his overthrow.4
By July, Déjoie and Fignolé had ended their broadcasts and moved on, working fruitlessly to overthrow Duvalier with organizations in New York and eventually Puerto Rico. But the so-called radio wars continued. The press noted this, and wrapped it in metaphors. “The Caribbean Radio War” noted the New York Times, “a reflection of the political conflicts raging in the region, is reaching a fever pitch these hot nights.”5 And indeed, the political conflicts (and the metaphors that described them) multiplied between 1957 and 1962. In Haiti, Francois Duvalier had been elected and begun his rule in 1957. In Venezuela, Rómulo Betancourt had won an election in late 1958, setting off Trujillo’s plans to assassinate him. In the Dominican Republic, Rafael Trujillo’s dominance was increasingly beleaguered, and he was assassinated in 1961. In Cuba, Fidel Castro’s overthrow of Fulgencio Batista inspired dramatic language as the turmoil was cast in terms both epidemiological and hydrographic. While the headline read “Revolutionary Fever Grips Caribbean Area,” the article went on to observe that “the others . . . are bracing themselves in case the revolutionary storm should veer toward them.”6 The metaphors, and the news in general, stress transregional phenomena that traverse national boundaries. As historians have observed, political practice during this interlude was contentious and full of dissent, both clandestine and overt. The example of Fignolé and Déjoie’s broadcasts suggests that it was also noisy and that noise flowed across borders. Radio programs and personalities procured loyalties and attacked regimes. Contemporary accounts drawn mostly from the press conjure an ether full of attacks and critiques, calls to arms, efforts to mobilize and overthrow. They detail radio battles as they were being fought among Venezuela, the Dominican Republic, and Cuba. Trujillo’s radio station, La Voz Dominicana, was broadcasting in Spanish, French, and Haitian Creole, critiquing Duvalier and calling out the planned invasion of the Dominican Republic, which it claimed was backed by Cuban and Venezuelan groups. At the same time, Trujillo welcomed Cuban exiles who wished to set up broadcasts to call for Fidel Castro’s overthrow. During the first few transformative months of the Cuban Revolution, the radio war was a component of the Cuban soundscape, and by extension an indication of Cuba’s entanglement with its Caribbean neighbors. The efforts to mobilize transnational support through broadcasting renders the Cuban Revo-
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lution part of and intrinsic to regional antiauthoritarian strategies defined by a sophisticated use of media and of language as well as by faith—sometimes naïve—in the power of listening. The evidence of the Haiti-Cuba branch of the Caribbean radio wars is scattered and fragmented. Moreover, it can be tinged with journalistic eagerness to render the Caribbean as chaotic and unruly as well as American intelligence agencies’ clumsily racist interpretive gestures. The noise described in the sources emerges only intermittently from silences in the archives.7 By all accounts the broadcasts were exhortatory, mobilizing, and denunciatory. The tapes—if they still exist—could tell us more. With radio in particular, the archival challenge looms large.8 Radio stations tend to tape over rather than preserve sonic archives. For transnational, clandestine broadcasts such as the ones described above, the secretive and politically sensitive nature limited documentation. The largest silence attains when searching for listeners whose reactions were expected and whose loyalties were fought over on the airwaves. Yet it is possible to draw from published sources, the contemporary press, and some archival material from Cuba and the United States to trace this episode and to garner from it some claims about Cuba and the revolutionary Caribbean. First, radio was instrumental to intra-Caribbean politics in the late 1950s. Here I draw attention to the public-facing, sonic registers of those politics. In addition to written statements and secret meetings, right- and left-wing networks deployed radio, as a tool and as a foil. Second, this episode confirms and complicates the relationship between Cuba and Haiti. It deepens the context of ideological uncertainty under which both regimes operated during the late 1950s and adds another dimension to the close and evolving ties between them. Related to this is an opportunity to further decenter the United States in accounts of the revolutionary Caribbean. The approach here turns down the volume on the United States and the Soviet Union especially in relationship to Cuba, and tunes in to the inter-Caribbean radio wars and the changing political dynamics between Cuba and Haiti.9 This line of inquiry is not intended to deny the role of the United States, or the utility of American journalists and writers to the piecing together of this story, as much as to provincialize them and recognize a distinct set of relationships and power dynamics that also shaped this revolutionary moment.10 At the same time, it also moves the historiography of the Cuban Revolution away from its tendency to remain within national boundaries.11 The complex and entangled relationships between Cuba and the islands in closer proximity have received attention in recent scholarship by Aldo Marchesi, Aragon Miller, and Aaron Moulton.12 In contrast to much of the Cold War historiography, which generally maintains a focus on Cuba’s relationship to the United States and the Soviet Union, their research has prompted a shift to a more thorough consideration of transnational, inter-Caribbean movements and mobilizations, and a more careful look at the period just before and just
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234 : Alejandra Bronfman after Castro took power.13 Drawing on Tanya Harmer’s notion of inter-American wars, that shift of attention resonates more fully with this moment. It seems less a cold war with its clarity and entrenchments and more of a noisy, unpredictable, shifting accumulation of tactics and insurgencies. If we think about proximity, and particularly the way that the distance between the islands shaped the possibilities of radio broadcasting, we open ways to think of Cuba not simply as an exporter of revolution but as a pragmatic neighbor involved in messy transactions and playing a delicate balancing act. These stories of clandestine broadcasting offer narratives for this region that look beyond and decenter standard Cold War stories.14 Radio histories get us a little closer to seeing, or listening to, this moment from the ground up, and in so doing, they draw attention to Cuba’s intra-Caribbean relationships during this period.15 By many accounts, these broadcasts failed to remove Duvalier from power, and that might beg the question of why we should work to recover them and retrace their steps sixty years later. Among others, Gary Wilder has argued that it is worth revisiting efforts such as these even if, and perhaps especially because, they have been forgotten or set aside as impossible or failed projects. This particular moment in the Caribbean was one of rapid transformation, much of it dismayingly tending toward authoritarianism and loss of political voice. Within it, however, certain political actors worked to challenge these authoritarianisms. Moulton argues, for example, that “a ‘revolutionary’ network of anti-dictatorial exiles with patron presidents serving as regional proponents carried the ideals of the post-war democratic openings into the 1950s and actively challenged dictatorial and military regimes.”16 The dissident broadcasts took part in the elaboration of “futures that were once imagined but never came to be, alternative futures that might have been and whose not yet realized emancipatory possibilities may now be recognized and reawakened as durable and vital legacies.”17 Even the skeletal outline of this story includes actors depending on a transnational medium for emancipatory purposes, and it broadens the evidentiary base beyond text to the spoken and broadcast word. What the revolution sounded like, complete with intermittent appeals against dictators abroad, needs to be part of the history of Cuba during this period. Media Ecologies and Technological Innovations Radio listening was the primary mode of receiving information in midcentury Cuba and Haiti. As historians (including myself) have argued elsewhere, radio was widespread and becoming cheaper, and over the years since its introduction, it had come to occupy a central role in people’s lives.18 Cubans participated in a dense media environment as producers and consumers of radio.19 The sounds of news, music, radionovelas, and advertising had saturated homes and public spaces in the cities, and increasingly, in rural spaces. Cuban radio
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came to dominate Caribbean airspace, and as Yeidy Rivero has noted, was the foundation of a media empire built on a powerful infrastructure, knowledgeable personnel, robust commercial support, and avid audiences.20 In Haiti, as well, radio came to be a primary mode of communication, a principal source of information and news, and a conduit to the outside world. Soon after its introduction as part of the US occupation in 1915, Haitian radio came to be controlled by Haitian commercial interests and grew in scope and popularity as a medium that appealed to the literate and the nonliterate alike. By 1949 Port-au-Prince had seven radio stations, and the appearance of transistor radios in the 1950s meant that Duvalier’s rise coincided with increased radio access in rural areas as well as urban.21 The elite recognized radio’s power, as did their opponents. Transnational from its inception, radio connected Haitians to diasporic communities and developments overseas.22 In 1959, when Haitian exiles “joined other exiles from all over the Caribbean flocking to the new hope, Castro, for help in overthrowing dictatorships” they turned to broadcasting as a way to proceed.23 Coming from a place where radio had increasingly become the most prominent medium for political communication, they were also entering the Cuban context in which broadcasting had been central to political practice since the mobilizations against President Gerardo Machado in the 1930s. In Cuba, rebels and dissidents had drawn on their technological expertise and formulated plans that sometimes succeeded and other times failed spectacularly. Historians have noted the creation of Radio Rebelde, established in 1958, allegedly on the insistence of Che Guevara, who understood that the way to reach both “la razón y los sentimientos del pueblo” was via radio. The broadcasts challenged Batista’s control over news and information, and offered intimate behind-the-scenes moments with rebels and blow-by-blow accounts of battles that conjured a fighting force and a loyal public simultaneously. Radio Rebelde worked on a transnational level as well. Indeed, since it was short wave it was easier to hear abroad. So rebel groups and the general public began to tune in, in Venezuela, Colombia, and Ecuador. As well, stations in those countries would record and then re-broadcast the programs. At times, those rebroadcasts from abroad were more effectively captured within Cuba than the original broadcasts.24 Tom McEnaney writes about the ways that Radio Rebelde replaced the radionovela with its own fiery rhetoric and impassioned calls to revolution. It also, he points out, both exploited and eventually bypassed the infrastructures that were in place, built by decades of capitalist interest and transnational business proceedings.25 Less frequently acknowledged are the rebel strategies that preceded and enabled the creation of Radio Rebelde. In these, combatants drew from and manipulated existing infrastructures and networks, relying on technological expertise and their access to the entertainment industry to infiltrate some of the most popular broadcasting stations. The Federación de Estudiantes Universi-
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236 : Alejandra Bronfman tario’s (FEU) attack on Batista’s palace and simultaneous broadcast over Radio Reloj was not an isolated incident.26 Attempts leading up to and following it suggest a sophisticated understanding of radio technology, if not always astute assessments of possible outcomes. Rebels were able to rely on colleagues who were employed as announcers and technicians in several stations. This expanded their capacity to work across different forms of media and find ways to circulate their propaganda clandestinely, using the institutions already in place. In one episode recalled by Rolando Álvarez Estévez, the insurgent and musician Carlos Faxas decided to make a recording of the “Himno del 26 de Julio” written by Agustín Díaz Cartaya. He talked his way into studio time by claiming to be recording something else and diverted the staff’s attention long enough to record the song without being caught. He then convinced the owner of a music shop to cut records from the recordings and mailed those records to stations in Venezuela, which broadcast them and also mailed them back to the Sierra Maestra in Cuba, evading the surveillance of Cuban authorities.27 Access to equipment became a key component of rebel strategies. After the FEU’s failed assassination attempt, they used recordings rather than live announcements to propagate messages. Members of the M-26–7 found ways to enter a broadcasting studio, replace the record or tape that was playing with one of their own, and escape before they could be caught. The plans to mobilize for the general strike of April 1958 included this strategy. The rebels made a recording which began with a kind of sonic disguise for the revolutionary messages it contained. Marcelino pan y vino, recorded by the Italian singer Renato Carozone, “lasted 45 seconds, time that allowed the activist to leave the station, mocking the police presence, before anyone heard, after the little song, the vibrant notes of the Himno Invasor and the call for a general strike.”28 The strike failed, but in the course of planning it the rebels had developed media strategies and techniques that would prove useful in the long run. The technological changes that made recordings a regular part of broadcasting became an advantage in the hands of the rebels, allowing them to sabotage planned broadcasts while diminishing the danger to their own lives. Moreover, the writing, recording, and distribution of these records could take place in different places and there were options for distribution to multiple stations. Magnetic tapes replaced fragile and more easily destroyed electrical recording technologies, and also allowed for longer recordings and greater fidelity to voices, which could be more easily recognized.29 When they began their anti-Duvalier broadcasts, Haitian activists understood and adopted these technological tools. Cuban infrastructure thus supported the anti-Duvalier campaign. Fignolé recorded tapes and sent them to Radio Progreso (just after the revolution USCuba traffic continued as usual) for the broadcasts. Radio Progreso was a well-established station that had been founded in 1929 and become the home
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of beloved Cuban bands including Sonora Matancera and singers including Barbarito Díez and Benny Moré. It steadily increased its audiences with radio drama and variety shows, and broadcast its programming over loudspeakers in the midst of Vedado rush hours. It joined the national chain of radio stations in the late 1940s and sustained its popularity through the revolution, eventually nationalized in 1960.30 Programming included radionovelas like La grandeza de los pobres that told “the story of two worlds, of two social classes, where the virtue and tenderness of some people contrasts and conflicts with the pride and vanity of others.”31 They also hosted popular Latin American musicians, including the Chilean singers Lucho Gatica and El Indio Araucano, as well as “Los Reyes del Merengue,” Damiron and Chapuseaux from the Dominican Republic, and the singer Sylvia de Grasse.32 In 1951 they hosted the Haitian band Jazz des Jeunes. The station had also played a crucial role when Batista fled and Castro claimed control of the country. In a January issue of the Cuban newsmagazine Bohemia, the column “Tele-Radiolandia” recounted the events of New Year’s Day in 1959. According to the article, Manolo Fernández, the director of Radio Progreso, responded to an urgent call at 7 a.m. to members of the press to go to Camp Columbia for news of recent events. Fernández soon discerned that rumors that there had been a military coup led by Batista’s general Eulogio Cantillo were false, and he called his station asking them to broadcast a simple message. He knew that Castro would respond accordingly, and when members of the resistance found a way to relay Radio Rebelde’s broadcasts through Radio Progreso’s equipment, they were able to broadcast Castro’s instructions to Camilo Cienfuegos and Che Guevara, and to replay the call to general strike repeatedly. According to “Tele-Radiolandia,” Radio Progreso was, as a result of this and other actions, “an immovable obstacle against which the wild waves of Batistian tyranny crashed.”33 One of the earlier moves of the newly consolidated Castro regime was to take stock of and seek control over the media. The revolutionaries, fascinated by radio both before and immediately after the revolution, moved quickly to claim and protect it. In January 1959, radio stations in Havana formed the “Cadena de Libertad,” or “Network of Freedom,” which broadcast all communications and calls to action produced by Castro. On January 12, they began the process of nationalizing radio stations. By 1960, forty-three stations had been confiscated by the revolutionary regime.34 Moreover, the medium had taken on a distinctive liveness in response to heightened political activism and repression. As remembered by Raúl Garces, “teams of writers and reporters, announcers with a particular talent for reaching audiences, technologies that included high-fidelity recorders for good sound quality and mobile units, all formed part of news programming, which associated success with immediacy and the capacity to cover many events in a short amount of time.”35 Given the
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238 : Alejandra Bronfman demonstrated uses of radio in both Cuba and Haiti as well as the prominence of Radio Progreso in the revolutionary mediascape, the radio campaign against Duvalier was in a sense overdetermined. If the revolutionary and counterrevolutionary networks traced by Moulton functioned mostly through secret, highlevel meetings, the broadcasts and conflicts over them were fought in front of a listening public. The broadcasts were part of broader efforts to challenge Duvalier’s regime. Very soon after Duvalier was elected, a series of broadcasts on La Voz Dominicana, Trujillo’s powerful station, denounced Duvalier in Haitian Creole and suggested that his government was full of communists and posed a threat to the Dominican Republic. The Dominican station also alerted listeners to a clandestine station operating within Haiti. Duvalier failed to find the station despite reports that it was located very near the presidential palace. According to Bernard Diederich, a journalist who worked in the region for many years and recalled the radio battles in his 1969 book, Papa Doc: The Truth about Haiti Today, the station was run by Cuban Castro sympathizer and coordinator of the M-26–7 in Haiti, Antonio Rodríguez.36 Briefly, the Dominican Republic and Cuba expressed common cause against Duvalier through these broadcasts. Duvalier countered by creating his own station, the Voice of the Duvalierist Revolution, whose sole purpose, according to Michel-Rolph Trouillot, was “bombarding the public with radio programs extolling the virtues of ‘The Leader.’”37 More broadly, this station emerged in a context in which the Duvalier regime passed legislation that outlawed any form of political expression, including written, visual, and sonic. In a series of steps leading ultimately to the declaration of a permanent state of siege in July 1958, the silencing of criticism was codified into law. The exercise of emergency powers meant that “general civil liberties, including freedom of speech, assembly, and press were stripped.”38 This definitively muzzled the press, which until then was a vibrant and critical sector of Haitian society.39 These efforts to silence domestic criticism may have primed Haitian listeners to seek other sources of information, if even from abroad. And it seems to have driven the critics to search for transnational alternatives. Haiti and Cuba While Daniel Fignolé and Louis Déjoie jointly orchestrated the Radio Progreso broadcasts, they did not share ideological perspectives. Fignolé had been a union leader and director of Haiti’s Mouvement Ouvrier Paysan during the 1940s and 1950s. A populist known for his oratory skills, he had used his powerful voice, both on the radio and in the street, to mobilize a loyal following. Sliding between Haitian Creole and French, his speeches were known
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to spur crowds to action.40 In particular, he had appealed to the urban poor, in contrast to Duvalier’s brand of noirisme, which linked blackness to rural contexts.41 Louis Déjoie was a wealthy industrialist who had been active in politics since his election as senator in 1946 and again in 1950. Frequently an opposing, if more conservative, voice, he had supported strikes to overthrow Haitian presidents in 1946, 1950, and 1957. He ran against both Fignolé and Duvalier in 1957, and he eventually formed an alliance with Fignolé against Duvalier. Following Duvalier’s election Déjoie went into hiding, fleeing to Mexico and then New York City. The Duvalier regime imprisoned his followers and sentenced Déjoie to death in absentia. When Castro’s revolutionary forces took power, Déjoie traveled to Havana just days after Castro’s arrival there on January 8, 1959. It is not clear how Déjoie and Fignolé sustained their partnership, given that they had enjoyed only a fleeting alliance in the months leading up to the 1957 election. It does speak, perhaps, to the ideological fluidity of the moment in both Cuba and Haiti. In the earliest months the Cuban Revolution was staunchly nationalist but not necessarily hostile to capitalist and reformist perspectives. Duvalier’s regime was also difficult to characterize. He was vocally anticommunist, but he also sought the loyalty of the rural poor and proffered his own version of noirisme against the nation’s mulatto elite. Fignolé was left leaning and popular with Haiti’s urban poor, Déjoie was a wealthy antiauthoritarian, and in Cuba they encountered a nationalist regime that also sought the loyalty of black Cubans. Although the politics were fluid, the infrastructures were welcoming and powerful, and they formed a partnership that facilitated the broadcast of Fignolé’s recorded voice (mailed from Brooklyn) over Radio Progreso during those early months of 1959. Fignolé was aware that Cuba and Haiti shared a long-term, complex relationship. The legacies of slavery and antislavery activism created a circulating economy of ideas and people dating back to the late eighteenth century, if not earlier.42 In the twentieth century, Haitian workers traveled to Cuba, many of them settling there, to work in sugarcane fields. Even after they were officially ejected in 1933, social and cultural ties remained.43 Fignolé had expressed a keen sense of this relationship in a small pamphlet recounting efforts at its sustenance through ties between archives and libraries.44 Published in 1949, it established both Fignolé’s interest in Cuba-Haiti ties and his efforts to make them part of his educational efforts at the Institute Mopique. In correspondence with the head of the Cuban National Archives, Fignolé expressed his enthusiasm for reminding both Haitians and Cubans of political solidarities and cultural exchanges with particular focus on their shared legacies of racism and antiracism. Not only were the two nations geographically proximate; Haiti had several times supported Cuba’s anti-slavery and independence movements. Fignolé
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240 : Alejandra Bronfman documented this with specific references to Haitian president Boyer’s support for Cuban independence and his efforts to combat the slave traffic to Cuba.45 As Fignolé states in the introduction, one of the reasons for this documentation of Haiti’s support of antislavery in other colonies was precisely to demonstrate Haiti’s power and influence in foreign affairs in the nineteenth century. In any event, by returning to that moment Fignolé seems to have wanted to reanimate the connection and extend it to the present, and the future, of the two nations, particularly from the perspective of solidarities among forces fighting tyranny and colonialism. In the late 1940s, when Fignolé wrote the pamphlet, both Cuba and Haiti were experiencing openings in the political system and the advent of powerfully democratic forces.46 Fignolé must have had Cuba in mind as a potential ally as he witnessed Batista’s coup and increasingly antidemocratic second administration, and eventual fall to Castro’s forces. Radio Progreso had also signaled its readiness to strengthen ties between the two countries. In 1954, for example, Amparo Alacán de Portuondo gave a speech that was broadcast over the station. As representative of the “Sociedad Cultural Cubana Amigos de Haiti,” she took part in a commemoration of the 151st anniversary of Haiti’s independence.47 Through multiple venues Cuba and Haiti indicated to each other their interest in nurturing ongoing relationships. These were not necessarily always ideologically aligned, or even internally consistent. In 1952, René Depestre traveled to Havana on Nicolás Guillén’s invitation. Both were driven away from Cuba shortly afterward, fleeing Batista’s regime.48 In 1955, however, an official Haitian mission attended Batista’s third inauguration as president, and then went on to pose for photographs in front of the statues of Antonio Maceo and Alexandre Pétion. After Hurricane Hazel hit Haiti, Cuba offered assistance and aid. Diana Canton Ontaño’s Cuba y Haití lists many such encounters, which included diplomatic missions, cultural exchanges, and relationships between artists and writers, speaking to a dense set of connections and networks, both within and outside of official channels, between the two countries during the 1950s.49 Maneuvers Duvalier was in the process of consolidating his power when the broadcasts began. In recognition of the continuing fragility of his position, he had been maneuvering to secure support or at least neutrality from his closest neighbors. In this moment of political fluidity, the priorities seemed to be more about self-preservation rather than staking and defending ideological positions. Duvalier and Trujillo met in December 1958 to agree “not to tolerate subversive activities of political exiles whose actions prejudice good relations between the states.” They also agreed to consult each other in their dealings with the United
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Nations and Organization of American States, in an effort to practice interAmerican solidarity.50 As soon as control of Cuba passed into Castro’s hands, Duvalier moved to secure that neighborly relationship as well. Very early in 1959, Duvalier surmised the danger the Cuban Revolution could pose for him, and he recognized Castro’s government on January 8, 1959. He also pardoned Déjoie, although that seems to have backfired as Déjoie immediately traveled to Havana and began his campaign to defeat Duvalier. A question that remains unanswered for the moment is whether the broadcasts posed a real threat or merely played into the hands of both Duvalier and Castro as they maneuvered and sought to use the US desire to dominate the region for their own ends. In any case, the broadcasts ceased abruptly and over the long term Haiti and Cuba found ways to coexist for decades, although they were ideologically opposed to one another and though they forged radically distinct relationships to the United States. Castro joined in the noisy attacks on dictators even as he denied support for efforts to overthrow them. In Santiago on March 13, speaking to a crowd estimated at three hundred thousand, he reportedly denounced Duvalier, as well as Trujillo, in “vitriolic” terms.51 Yet he was continually careful not to overtly back the armed uprisings against Duvalier. In public he stated that since Haiti was a friendly country, exiles were free to talk, but they were not permitted to predict or stage invasions from Cuba. Yet others insisted that there were plans for an invasion and training camps for Haitian dissidents run by Cubans. As such, the radio broadcasts might be understood as contributing to a politics of ambiguity, which suited Castro in this moment. They allowed Castro to lend his infrastructures in support of Haitian dissidents, and at the same time publicly deny support for anything more than vocal opposition.52 Beyond the broadcasts, the extent of Haitian dissident operations in Cuba is murky. Some sources note the presence of a military camp run by Haitian exiles that included training by Cuban rebels. The alleged training camp was on a farm thirty kilometers from Havana, and there was an office in the city itself. The broadcasts may have been part of the overall strategy, but they also provided cover to deny military operations. At the time, Déjoie “predicted Duvalier’s downfall but denied plans for an armed invasion.” However years later he would claim that the Cubans had offered them eight hundred soldiers as well as a landing barge that could hold and transport all of them.53 Duvalier seems to have also found ways to use this activity, both rumored and real, to his advantage. Many sources rendered Duvalier a pawn in the larger Castro-Trujillo battle.54 The US government offered support to Haiti in the hopes of stabilizing Duvalier’s regime against threats from both Trujillo and Castro. Duvalier “has many faults” they reasoned, but “he is not a dictator of the same stripe as Generalissimo Trujillo.” Despite the palpable distaste
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242 : Alejandra Bronfman for Duvalier at this point, the United States was working to prevent what they surmised was Castro’s grand plan: to create instability in Haiti and then use it as a launching pad to overthrow Trujillo.55 But behind the scenes Duvalier seems to have been negotiating himself into full authoritarian mode buttressed by continuing US support. In February the Haitian government had convinced the United States to supply loans and payments to stabilize the regime, as a protection against perceived threats, including dissident broadcasts.56 That spring Duvalier continued to forge a relationship with the United States that brought aid and military cooperation beginning in April 1959. This included training complete with weekly parades in front of the National Palace as well a great deal of weapons and other equipment. In addition, assistance to other sectors began flowing in from the United States, in the form of technical training, food aid, and loans for development projects such as irrigation and sugar mills.57 And the broadcasts ended abruptly. As aid poured into Haiti, Radio Progreso silenced the Haitian programs, and Déjoie left Cuba in May 1959. He and Fignolé resurfaced in New York, and then in Puerto Rico, but the broadcasts ended. The silencing of the clandestine radio coincided with Castro’s memorable tour of the United States in April 1959. This was the tour during which he proclaimed “I am not a communist” on Meet the Press and was generally celebrated as an opponent to tyranny. At this point, he seemed to be courting favor from politicians and tourists alike, and radio was part of what appeared to be a strategy to adhere to bourgeois norms. Just as the Haitian broadcasts were being shut down, new laws worked to silence the urban soundscape for the benefit of tourists: “No longer will the tourist be kept awake by the loud playing radio on the corner near his hotel, or awakened by some loud automobile horn. The Government has just approved legislation to make Havana practically a noiseless city.”58 What accounts for this abrupt silencing of the transnational dissident broadcasts? Perhaps it was not as abrupt as it seems. Behind the scenes, Castro and Duvalier appeared to be breaking ties, but they did maintain a consulate in Santiago, and Antonio Rodríguez, the Cuban running a clandestine radio station in Port-au-Prince, became the Cuban ambassador to Haiti. Intriguingly, when Déjoie left Havana he shared his theory, claiming that Duvalier and Castro had made a deal in which Castro would rescind support for Haitian exiles, while Duvalier would allow “communists” to infiltrate Haiti. According to this theory, Castro would gain the appearance of neutrality in the fragile early years of the revolution. And in repressing the infiltrators, Duvalier would adhere to the US demand that he demonstrate his anticommunism and continue to garner US support.59 Alternatively, it is possible that the Déjoie-Castro relationship was ultimately unsustainable and that Déjoie departed in disappointment over Castro’s lack of support.60 While it is difficult to confirm or refute these theo-
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ries, what we are left with is confirmation of the perceived potential of radio and of the shifting politics of the early months of the Cuban Revolution, which brokered an uneasy coexistence between the two regimes. There was an invasion of Haiti in August 1959, by a group of people that many assumed included Cubans: they smoked cigars, had long hair, spoke Spanish, and had a radio, all signs of cubanidad. But the invasion was small and quickly repressed.61 By May 1961, in the wake of the Bay of Pigs, both Cuba and Haiti seemed on a path to consolidate their regimes. May 1, of course, was Castro’s affirmation of socialism, and in Haiti, Duvalier garnered support where he could and intimidated his enemies enough to allow him to defy the constitutional provision against reelection, which would eventually lead to his confirmation as president for life by 1964.62 The two regimes endured side by side for decades, and that relationship awaits further exploration. The silencing of the broadcasts put an end to this particular phase of antiDuvalier mobilizing. The anti-Duvalier dissidents who had looked to Havana through the romantic lens of revolutionary rhetoric or the pragmatic strategy of leaning on enemies of their enemies failed to see that they would be cast aside as the revolution maneuvered to remain afloat. Eventually Castro set his sights on exporting revolution to further away Latin American and African nations. But even as authoritarian regimes in Cuba and Haiti solidified and the radio wars between them silenced, the radio wars, as indicated in the opening of this article, continued to reverberate throughout the region. In the summer months threats and attacks between Cuba and the Dominican Republic filled the airwaves.63 A Legacy of Listeners Radio continued to be a source of connection and at times the voice of opposition. Active efforts to overthrow regimes were stymied, but what remained were listeners attuned to dissenting voices in different registers. Within Cuba the sound of Haiti and of the struggles against Duvalier continued in subsequent years, but they shifted from politicians voicing their plans to remove the dictator to musicians, artists, and writers speaking and singing their opposition to the Haitian condition. The Haitian writer René Depestre moved to Havana in 1960, and in addition to other contributions to the cultural and literary spheres, such as participating in the founding of Casa de las Americas, he began to broadcast in Haitian Creole over Radio Havana. According to Diederich, “In his quiet nasal voice, sometimes the only one Haitians could hear raised against Duvalier, he gave Marxist views of current news and broadcast long historical pieces on the Marine occupation, recalling the Caco wars, and dwelled on what he called US abuses of Haiti’s sovereignty.”64 These broadcasts continued the critique of Haiti in different tones and valences, and while Depestre has said of
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244 : Alejandra Bronfman Duvalierism that it was “one of the most dreadful phenomena of the twentieth century . . . an extraordinary expression of evil, in the Haitian style” they seem to have been allowed to continue unhindered.65 Cuba’s powerful radio stations meant that Cuban stations were available and listened to in Haiti, and they played Haitian music. Perhaps more to the point, artists such as Martha Jean Claude, the Haitian singer who left Haiti in 1952 after a stint in prison, identified with both Cuba and Haiti and simultaneously supported pro-Cuban and anti-Duvalier positions in her art and work. She toured Europe, Latin America, and Africa on behalf of the Cuban Revolution, and she continued to speak out against Duvalier, including appearing in the anti-Duvalierist film Simparele, produced in Cuba in 1971.66 The contours of these listening relationships remain faint and await further research. Through them it may be possible to consider the kinds of relationships and solidarities that extended between Cuba and Haiti as their residents navigated the complexities of the mid-twentiethcentury Caribbean. The radio wars fought by Fignolé and Déjoie were brief and ultimately silenced. But the story points to a series of phenomena relevant to nuanced understandings of the early moments of the Cuban Revolution. They suggest that Cuba’s relationships to the proximate island of Hispaniola, also experiencing political unrest and regime change, were essential to the course the revolution took. The transregional approach of contemporary observers, though not dominant in accounts of the Cuban Revolution, prompts shifts in attention, most notably away from a US-centered narrative. The radio wars also suggest that on some level, listeners were understood as key actors in these political dramas. The necessity to call out to, and to be heeded, was part of all political strategies. And by the same token, the radio wars were the public declarations of the stakes of antiauthoritarian politics. Among those was the relationship between Cuba and Haiti, listening and watching one another across the brief expanse of ocean as they moved in parallel and opposition to each other. NOTES 1. “A Revolt in Haiti Urged from Cuba,” New York Times, March 1, 1959. 2. “Haiti Exiles Announce Plans to Topple Duvalier,” Daily Gleaner (Kingston), March 5, 1959. 3. “Haitians Who Might Contribute Effectively to a Post-Duvalier Regime: Annex,” summary reports on referenced individuals. 1962/07; Department of State; John F. Kennedy Library Declassified under authority of the Interagency Security Classification, E.O. 13S56, Section 5.3 (b) (3). ISCAP Appeal no. 2012-081, document no. 3. https://www.archives.gov/ declassification/iscap/decision-table. 4. “Haitians Who Might Contribute Effectively to a Post-Duvalier Regime: Annex,” summary reports on referenced individuals. 1962/07; Department of State; John F. Kennedy Library Declassified under authority of the Interagency Security Classification, E.O. 13S56, Sec-
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tion 5.3 (b) (3). ISCAP Appeal no. 2012-081, document no. 3. https://www.archives.gov/ declassification/iscap/decision-table. 5. Tad Szulc, “Radio War Rages in the Region,” New York Times, July 9, 1959. 6. “Revolutionary Fever Grips Caribbean Area,” New York Times, May 3, 1959. 7. Michel-Rolph Trouillot, Silencing the Past: Power and the Production of History (New York: Beacon Press, 1995); Ann Laura Stoler, Along the Archival Grain: Epistemic Anxieties and Colonial Common Sense (Princeton, NJ: Princeton University Press, 2008); Carolyn Steedman, Dust: The Archive and Cultural History (New Brunswick, NJ: Rutgers University Press, 2002). 8. Carolyn Birdsall and Viktoria Tkazcyk, “Listening to the Archive: Sound Data in the Humanities and Sciences,” Technology and Culture 60, no. 2 (April 2019): S1–S13. 9. Matthew Smith, “Footprints on the Sea: Finding Haiti in Caribbean Historiography,” Small Axe 18, no. 1 (2014): 55–71. 10. Dipesh Chakrabarty, Provincializing Europe: Postcolonial Thought and Cultural Difference (Princeton, NJ: Princeton University Press, 2000). 11. Michael Bustamante, “Cultural Politics and Political Cultures of the Cuban Revolution: New Directions in Scholarship,” Cuban Studies 47 (2019): 3–18. 12. Aldo Marchesi, Latin America’s Radical Left (New York: Cambridge University Press, 2018); Aldo Marchesi,“Escribiendo la Guerra Fría latinoamericana: Entre el sur ‘local’ y el norte ‘global,’” Estudos Históricos (Rio de Janeiro) 30, no. 60 (April 2017): 187–202; Aragorn Storm Miller, “Season of Storms: The United States and the Caribbean Contest for a New Political Order, 1958–1961,” in Beyond the Eagle’s Shadow: New Histories of Latin America’s Cold War, ed. Virginia Garrard-Burnett, Mark Atwood Lawrence, and Julio Moreno (Albuquerque: University of New Mexico Press, 2013), 76–102; Aaron Coy Moulton, “Building Their Own Cold War in Their Own Backyard: The Transnational, International Conflicts in the Greater Caribbean Basin, 1944–1954,” Cold War History 15, no. 2 (2015): 135–54; Aaron Coy Moulton, “The Dictators’ Domino Theory: A Caribbean Basin Anti-Communist Network, 1947–1952,” Intelligence and National Security 34, no. 7 (2019): 945–61. 13. Greg Grandin, The Last Colonial Massacre: Latin America in the Cold War (Chicago: University of Chicago Press, 2004); Howard Frederick, Cuban American Radio Wars: Ideology in International Communication (New York: Ablex Publishing, 1986); Stephen Rabe, The Killing Zone: The United States Wages Cold War in Latin America (New York: Oxford University Press, 2015); Renata Keller, Mexico’s Cold War: Cuba, The United States and the Legacy of the Mexican Revolution (New York: Cambridge University Press, 2017); Jonathan Brown, Cuba’s Revolutionary World (Cambridge, MA: Harvard University Press, 2017); Patrick Iber, Neither Peace nor Freedom: The Cultural Cold War in Latin America (Cambridge: Harvard University Press, 2015); Gilbert Joseph and Daniela Spenser, eds., In From the Cold: Latin American’s New Encounter with the Cold War (Durham, NC: Duke University Press, 2008). 14. See also Allen Kim, “Rhetoric, Polemic, and Narrative: The Social Life of Political Ideas in Duvalier and Early Post-Duvalier Haiti (1957–1987)” (PhD diss., Princeton University, 2018) for a critique of the Cold War paradigm in the case of Haitian historiography. 15. Tom McEnaney, Acoustic Properties: Radio, Narrative and the New Neighborhood of the Americas (Evanston, IL: Northwestern University Press, 2017). 16. Moulton, “Dictators’ Domino Theory,” 139. 17. Gary Wilder, “Untimely Vision: Aimé Césaire, Decolonization, Utopia,” Public Culture 21, no. 1 (2009): 101–40, 103. 18. Óscar Luis López, La radio en Cuba (Havana: Letras Cubanas, 1981); Reinaldo González, Llorar es un placer (Havana: Letras Cubanas, 2002); McEnaney, Acoustic Properties; Josefa Bracero, Rostros que se escuchan (Havana: Letras Cubanas, 2005); Alejandra Bronfman, Isles of Noise: Sonic Media in the Caribbean (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2016); Jennifer Garcon, “Transnational Politics of the Haitian Press” (PhD diss., University of
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246 : Alejandra Bronfman Miami, 2018); Ian Coss, “Toujou Radyo: The Digital Extensions of Haitian Music Broadcasting” (PhD diss., Boston University, 2019). 19. López, La radio en Cuba; González, Llorar es un placer; McEnaney, Acoustic Properties; Bracero, Rostros que se escuchan; Bronfman, Isles of Noise. 20. Yeidy Rivero, “Havana as a 1940s–1950s Latin American Media Capital,” Critical Studies in Media Communication 26, no. 3 (2009): 275–93. 21. Coss, “Toujou Radyo”; Gage Averill, Day for the Hunter, Day for the Prey: Popular Music and Power in Haiti (Chicago: University of Chicago Press, 1997); Bronfman, Isles of Noise; Garcon, “Transnational Politics of Haitian Press.” 22. Garcon, “Transnational Politics of Haitian Press”; Ayanna Legros, “Documenting Radio Haïti-Inter’s Time in Exile (1981–1986) Using Lè Ayisyen’s Archive,” The Devil’s Tale: Dispatches from the David M. Rubenstein Rare Book and Manuscript Library (blog), July 25, 2019, https://blogs.library.duke.edu/rubenstein/2019/07/25/documenting-radio-haiti-inters-time -in -exile-1981–1986-using-lheure-haitiennes-archive/ 23. Bernard Diederich and Al Burt, Papa Doc: The Truth about Haiti Today (New York: McGraw Hill, 1969), 134. 24. Luis Zaragoza, Voces en las sombras: Una historia de las radios clandestinas (Madrid: Cátedra, 2016), 239. 25. McEnaney, Acoustic Properties, 137–39. 26. Ramón Bonachea and Marta San Martín, The Cuban Insurrection, 1952–1957 (New Brunswick, NJ: Transaction Books, 1974); Samuel Cherson, “José Antonio Echeverría: Héroe y mártir,” Bohemia 51, no. 11 (1959): 98; Faure Chomón, “El ataque al palacio presidencial el 13 de marzo de 1957” (pt. 2), Bohemia 51, no. 12 (1959): 72–74, 96; Julio García Oliveras, “La operación Radio-Reloj,” Bohemia 51, no. 11 (1959): 10–12, 152; Gladys Marel García Pérez, Insurrection and Revolution: Armed Struggle in Cuba, 1952–1959 (Boulder, CO: Lynne Rienner, 1998); Bronfman, “Batista Is Dead: Media, Violence and Politics in 1950s Cuba,” Caribbean Studies 40, no. 1 (January–June 2012): 37–58. 27. Rolando Álvarez Estévez, Testimonios revolucionarios: La clandestinidad en la radio y la television, La Habana (Havana: Editora Política, 2016), 17–28. 28. Álvarez, Testimonios revolucionarios, 72. 29. Gordon Mumma, Howard Rye, Barry Kernfeld, and Chris Sheridan, “Recording,” Oxford Music Online, 2003. 30. “Radio Progreso: institución cultural de la radiodifusión cubana.” Radio cubana, n.d. http://www.radiocubana.cu/glosario-de-terminos-radiofonicos/31-historia-de-la-radio-cubana/ efemerides-de-la-familia-radial/797-radio-progreso-institucion-cultural-de-la-radiodifusion -cubana 31. “’La grandeza de los pobres’ a las 3 de la tarde por Radio Progreso,” Diario de la Marina, November 3, 1957. 32. “Hit Radial,” Prensa Libre, November 7, 1957; Diario de la Marina, November 9, 1957; Carteles, November 24, 1957. 33. “Rebeldía en el éter,” Bohemia, January 1959, 60. 34. Timeline produced by the Instituto Cubano de Radio y Televisión, 2003, Biblioteca del Instituto Cubano de Radio y Televisión, Havana. 35. Raul Garces, Los dueños del aire (Havana: Editorial Pablo de la Torriente, 2005), 76. 36. Diederich and Burt, Papa Doc, 131. 37. Trouillot, Haiti, State against Nation, 160. 38. Garcon, “Transnational Politics of Haitian Press,” 42. 39. Garcon, 42. 40. Matthew Smith, Red and Black in Haiti: Radicalism, Conflict and Political Change, 1934–1957 (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2009).
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41. Clare Payton, “The City and the State: Construction and the Politics of Dictatorship in Haiti (1957–1986)” (PhD diss., Duke University, 2018), chap. 2; Marvin Chochotte, “Making Peasants Chèf: The Tonton Makout Militia and the Moral Politics of Terror in the Haitian Countryside during the Dictatorship of François Duvalier, 1957–1971,” Comparative Studies in Society and History 61, no. 4 (2019): 925–53; Smith, Red and Black in Haiti. 42. Ada Ferrer, Freedom’s Mirror: Cuba and Haiti in the Age of Revolution (New York: Cambridge University Press, 2014). 43. Matthew Casey, Empire’s Guestworkers: Haitian Migrants in Cuba during the US Occupation (New York: Cambridge University Press, 2017). 44. Daniel Fignolé, Cuba et Haiti, Institut Mopique, Cahiers du Mopisme (Port-au-Prince: Imprimerie Moderne, 1949). The copy of this pamphlet that I was able to consult had two missing pages. 45. Fignolé, Cuba et Haiti, “Avant Propos,” n.p. 46. Smith, Red and Black in Haiti. 47. Diana Canton Otaño, Cuba y Haití: La historia de dos pueblos (2008; Montreal, Les éditions du CIDIHCA, 2013), 92. 48. Paul Miller, “Un cubano más? An Interview with René Depestre about His Cuban Experience,” Afro-Hispanic Review 34, no. 2 (Fall 2015): 157–76; Nicolás Guillén, Páginas vueltas: Memorias (Havana: Ediciones Unión, 1982). 49. Canton Otaño, Cuba y Haití, 92–115. 50. Diederich and Burt, Papa Doc, 130. See also Moulton, “Dictators’ Domino Theory,” for a longer history of revolutionary and counterrevolutionary networks. 51. “300,000 Hear Castro Blast at Trujillo,” New York Times, March 13, 1959. 52. Ruby H. Phillips, “Cuba Is Cautious on Aid to Risings,” New York Times, March 18, 1959. 53. Diederich and Burt, Papa Doc, 134–35. 54. Washington Post, “Haiti Invasion Believed Thwarted,” July 22, 1959. 55. “US Fears Chaos in a Haiti Revolt,” New York Times, February 28, 1959. 56. For an extensive look at Duvalier’s communicative strategies, see Kim, “Rhetoric, Polemic, and Narrative”; Payton, “The City and the State”; Chochotte, “Making Peasants Chèf.” 57. “Haiti to ask US to Re-Equip Army,” New York Times, November 8, 1959. 58. Ruby Hart Phillips, “Liberty Carnival in Cuba,” New York Times, April 19, 1959; “Castro Is Quizzed by Senators, Denies Any Link with Reds,” Washington Post, April 18, 1959. 59. Brenda Gayle Plummer, Haiti and the United States: The Psychological Moment (Athens: University of Georgia Press, 1992), 191. 60. Diederich and Burt, Papa Doc. 61. “Invaders in Haiti Elude Army Units,” New York Times, August 16, 1959. 62. Payton, “The City and the State”; Chochotte, “Making Peasants Chèf.” 63. Szulc, “Radio War.” 64. Diederich and Burt, Papa Doc, 344. 65. Mohamed B. Taleb-Khyar, “Depestre,” Callaloo 15, no. 2 (Spring 1992): 550–54, 550. 66. “Singer Martha Jean-Claude Dead at 82,” Haïti Progrès, November 21, 2001. From beyond both Cuba and Haiti’s borders the voices of opposition also grew. Beginning in 1965, Paul Magloire broadcast his opposition to Duvalier from New York City. Broadcasts were from WRUL, a radio station owned by the Church of Jesus Christ of Latter Day Saints, the programs were in Haitian Creole, and reportedly attracted a broad audience. But the ideological tone had been adjusted to accommodate critiques of both Castro and Duvalier as dictators. By the 1980s, many stations and programs broadcast critiques of Jean-Claude Duvalier from New York, Montreal, Boston, and Miami; as Jennifer Garcon and Ian Coss have pointed out, these contributed significantly to the demise of his regime.
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Revolution on Two Wheels: Pains and Pleasures of Women Bicycling in the Special Period A B S T R AC T This contribution investigates bicycling culture in the Special Period with a focus on gender and sexuality. Cuba’s ingenious, radical response to the end of Soviet deliveries of subsidized petroleum products—notably fuels and fertilizers—included rapid, massive, and internationally celebrated deployment of bicycle transportation. I argue that while adult bicycling in Havana had traditionally been an activity associated with men and masculinity, its widespread uptake by the urban populace furthered a broader-based identification with the practice, notably among women. Further, although bicycling came to metonymize the suffering of the Special Period, it also facilitated a nonnormative sensualization and sexualization of (mutual) physical exertion for women as well as men.
RESUMEN Este artículo investiga la cultura ciclística en Cuba durante el período especial desde una perspectiva que enfatiza género y sexualidad. La ingeniosa y radical respuesta de Cuba al fin de las entregas soviéticas de petróleo subsidiado —notablemente combustibles y fertilizantes— incluyó un rápido, masivo, e internacionalmente elogiado despliegue del transporte en bicicleta. Sostengo que, si bien el ciclismo de adulto en La Habana seguía siendo una actividad más asociada con los hombres y la masculinidad, su uso por la mayoría de la población promovió una identificación más amplia con esta práctica, sobre todo entre las mujeres. Además, aunque la bicicleta devino metonimia del sufrimiento durante el período especial, también facilitó un acercamiento no normativo a la sensualización y sexualización del esfuerzo físico tanto de la mujer como del hombre. En Sergio y Serguei (Ernesto Daranas, 2016) sale la clarísima imagen del Período Especial: el tipo todo flaco, con un niño alante y la madre atrás en la parrilla con otro. En ese tiempo, [había que] dar bicicleta de aquí a no sé dónde, sin estar bien alimentado. Esa imagen no debe ser creada de ahora, debe ser de antes, porque la expresión está muy bien creada . . . Era la única manera de llegar a los lugares. SN—female, white, heterosexual, 39 [between 11–16 in austere Special Period], professional También están las personas que bajaron mucho de peso. En el Período Especial había mucha gente como yo estoy ahora [muy delgada]. Y mucha gente que no se
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252 : Jennifer Ruth Hosek sentía bien, de salud ni de ánimo. Y aunque no he hablado mucho de esto, creo que era por la misma bicicleta. O sea, que la bicicleta era la solución a muchos problemas, pero era un problema en sí mismo ¿Cómo te explico? Era complicado el asunto. BR— female, white, heterosexual, 54 [26–30 in austere Special Period], professional
More than sixty years after its birth, the Cuban Revolution’s impact continues in multiple and sustained ways; for many in the Global North, Cuba’s deployment of bicycles during the Special Period is a continuation of the Revolution’s successes. With the breakup of the Soviet Union in the 1990s, Cuba’s trade relations to that country and the rest of the Council of Mutual Economic Assistance nations suddenly dissolved. Deliveries of most goods all but ended, including the subsidized petroleum-based products that sustained power generation, industrialized agriculture, and combustion engine-powered mobility. The Cuban government’s concerted response aimed to sustain social and political stability, basic necessities, and some version of life as usual for the populace. Thanks to an emergency trade deal with its ally China, Cuba promptly imported and distributed robust, top quality cargo- and transport-style bicycles to support mobility in the cities as well as the countryside.1 Small-scale organic gardens were also instituted to augment food production in the absence of petro-agriculture. Especially in the international popular imaginary of solidarian left-thinkers, bicycles and organic gardens—especially in the capital city—epitomize Cuba’s continued revolutionary spirit and practice in the face of difficult circumstances and against the odds after the end of the Cold War.2 Bicycling as Pain and Pleasure This contribution considers bicycling in Havana during the most austere time of the Special Period, circa 1990–1995, particularly in relation to gender and sexuality. My references to the Special Period confine themselves to this time, although the influences that I examine may extend beyond it. By the “most austere time,” I mean from December 30, 1990, when Fidel Castro announced the advent of the Special Period in Times of Peace, and 1996, when “market reforms began to yield results” and more necessities were available.3 Bicycles were strategically and logistically critical to national survival during this time. The Cuba scholar Ariana Hernández-Reguant describes Granma International’s newspaper reporting about an event in early April 1991 at Revolution Square to commemorate the anniversary of the Union of Communist Youth (UJC). Fidel Castro and head of the UCJ Roberto Robaina exhorted the loyalty of the youth during the upcoming difficult times. Hernández-Reguant writes, “The paper also included a short commentary on the event’s distinct atmosphere. ‘Two new things happened,’ observed the journalist. . . . The first was ‘the proliferation of bicycles,’ which during the rally apparently inun-
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dated the surrounding streets. The second was ‘the rebirth’ of a Che Guevara motto: ‘Ever onward to victory’ (In Spanish: Hasta la Victoria Siempre), which Robaina reintroduced.”4 The Cuba scholar Mao Xianglin similarly describes a formation of bicyclists about one hundred thousand strong in the May Day 1993 parade, as well as the featuring of the bicycle in several international and public events.5 I argue that during the austere Special Period the widespread uptake of bicycling by most of the populace who were physically able to do so furthered a broad-based identification with and enjoyment of bicycling among some practitioners, notably some women. Of course, members of the populace experienced and experience bicycling differently. Up to the Special Period, adult bicycling had been primarily associated with men and masculinity, particularly among professional urbanites, who practiced it recreationally.6 Often the only means of transportation during the Special Period, bicycling became necessary, government supported, and frequently government mandated. Commonly undertaken in very difficult conditions, its pains must not be underemphasized; indeed, in this way, bicycling came to metonymize the suffering of the Special Period. Yet bicycling also facilitated a nonnormative sensualization and sexualization of (mutual) physical exertion for women (and men). Indeed, even during the difficulties in the 1990s, health, pragmatic, environmental, and social aspects of bicycling were recognized; these aspects are increasingly articulated today, especially by Habaneros who bicycle by choice. Method and Sources I examine a range of texts to support my contention, deploying a cultural studies approach that understands culture broadly and as broadly expressed.7 These texts are fifteen qualitative interviews with Havana-based Cubans undertaken in 2018, informal discussions and formal interviews that I have held with a plethora of Cuban interlocutors from a range of positionalities over the last ten years; Cuban publications about bicycling published in the Special Period; and two Cuban feature films that thematize bicycling, Madagascar (1994) and Nada (2001). While both films treat Special Period survival strategies, Madagascar features the bicycle largely as pain, whereas Nada casts it as more about pleasure. The qualitative interviews were undertaken between March and October 2018 by the Cuban investigator Camila Cabrera. Cabrera’s work includes projects at Casa de las Américas, where she specializes in Latin American cultural studies from the 1990s to the present. For these interviews, Cabrera asked Habaneros in semistructured, open-ended interviews about what they considered to have been radically shifted lived experience in early 1990s Havana. She sought five men and ten women, to represent a small cross section of the urban
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254 : Jennifer Ruth Hosek populace along intersections of racialization, sexual orientation, education, and occupation who experienced the austere Special Period between youth and middle age (ages ten to forty). Because Cabrera’s interest was particularly women’s experiences, she decided to interview more women than man. The actual cohort of interviewees overrepresent people who are relatively privileged. Most of them have a technical or university degree and work as professionals or cuentapropistas (self-employed small-business owners). Most live centrally—in Old Havana, Central Havana, and El Vedado. These belong to the Cuban middle class, which in Cabrera’s definition means they have more than a high school education and have enough access to hard currency to meet necessities and have something left over for small luxuries.8 The de facto constitution of the cohort, despite Cabrera’s initial aim, is due in part to the snowball technique that she used to select the interviewees and to the voluntary nature of the exercise. Those potential interlocutors with more education and professional jobs were more willing to be involved and more likely to hold opinions about bicycling that they wanted to air. In many cases, they were especially interested in the subject because of their own bicycling experiences. Despite the nonrepresentative sampling, Cabrera and I find that the results offer significant insights into the topic of bicycle use, particularly among relatively privileged inhabitants of central areas of Havana in the past forty years. The interviewees were engaged in and knowledgeable about the subject and the topics and themes that they articulated repeat themselves. Further work would need to be done with other populations, such as poorer people living in less central and advantaged quartiers, in smaller cities, and in rural settings, to enrich and work toward completing knowledge about bicycle use in Cuba. Background: On Motors and Pedals To insert bicycle commuting into Havana in the early 1990s was to force pedal power into a motorized transport culture that had long privileged the automobile.9 The automobile is commonly cast as a machine of masculine privilege,10 (Böhm, Jones, Land and Paterson 2007) “cada cubano sueña con tener auto” a long-standing, popular mantra on the island.11 By the 1950s, the North American middle class had become automobile owners,12 and Havana’s close relationship with the United States meant that cars were liberally imported and marked the transportation landscape, representing both neocolonialism and the “good (American) life.”13 Prior to this proliferation of the car, many privileged Cubans owned bicycles, generally for sport and recreation. There were bicycle clubs, and publications such as El Ciclista were published on the island by the 1890s, a global heyday for the bicycle. In Cuba, as in the United States and many other countries at the time, bicycles were the purview of men, generally non-Black men. Cuban women who bicycled were seen as transgressing
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gender norms by doing so. 14 They were in good company with female riders the world over.15 The Cuban Revolution may be linked to US automobiles in the popular imaginary—with images of officials pulling up at the Revolutionary government headquarters of the Havana Libre hotel in fancy, perhaps commandeered convertibles,16 yet the new government promoted bicycles for mobility, equity, economy, and health.17 The embargo undoubtedly contributed to this decision, clearly spare parts and new US cars would not be available long.18 Indeed, in the first years of the Revolution, leaders may have seen bicycles as fundamental tools for the young nation.19 By the early 1960s, then minister of industry Che Guevara was traveling extensively in Latin America and Europe with many aims, including garnering agreements for factory construction. Two of the first built were the pencil factory Mitico Fernández in Batabanó and the bicycle factory Heriberto Mederos in Caibarién. The perceived need for a pencil factory may be unsurprising. Cuba’s literacy campaign has been well documented and well received even among the Cuban Revolution’s detractors, literacy generally being considered a benefit, if not a right, and also good for business. The campaign aimed to educate for all types of work in this new nation from which many educated people had fled, draw together the citizenry across all lines of difference, and teach principles of the Cuban Revolution. This alphabetization program is widely recognized as central to the Cuban project.20 The revisioning of the bicycle is less well known, yet the government’s decision to prioritize the building of a bicycle factory would seem to speak to its strategic importance initially. Che Guevara gave a customary inauguration address to its workers on July 19, 1964. He spoke generally, about the importance of efficiently producing quality products for domestic consumption and of proving to the world that a new socialist country born in armed struggle could succeed and grow, especially when confronting the United States.21 He also spoke more specifically, emphasizing the importance of the sturdy bicycles, which were seemingly for practical rather than recreational use: La fábrica va a producir por ahora 20.000 bicicletas. Este año producirá solamente 5.000. . . . Ya hay algunas que ustedes podrán ver. Están bastante bonitas. No sé si se desarmarán después que uno ande un poco, pero parece que están fuertes. Ustedes tendrán que decir cómo es el producto. Esta es una fábrica sencilla, pequeña, tendrá un poco más de cien trabajadores, pero evidentemente contribuye a solucionar un problema importante de Cuba.
Other polities have deployed bicycles to facilitate national aims.22 The bicycle is often seen as supportive of egalitarian mobility and by extension democracy.23 This investigation remains agnostic on the question of whether or to
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256 : Jennifer Ruth Hosek what extent the revolutionary government intended to further the well-being of the Cuban people by supporting the bicycle. The government certainly aimed to further the well-being of the new nation. My research to date suggests that Cuba’s emphasis on urban bicycling declined as relationships with the Soviet Union strengthened. Confidence and investment in modernist technological progress ramped up with the Cold War and the space race; automobiles and buses, particularly from the Eastern Bloc came to populate Havana. Cuban bicycle culture did not burgeon again until the 1990s. During this time of shortages of everything, including paper, quite some media resources highlighted the bicycle in the popular imaginary. In 1995, Editora Política in Havana published Che Deportista (William Gálvez) featuring a bicycle on the front cover and including photos of Che as a young man on a bicycle tour. The slim volume describes Che’s multiple-day journey in the reverent tone of subsequent narratives that relate his much more famous motorcycle journey. Che Deportista does not emphasize bicycling more than Che’s other endurance sports, yet its treatment undoubtedly augmented the profile of bicycling as revolutionary physical activity. Throughout the 1990s, René de la Nuez’s bicycle-oriented cartoons graced Cuban newspapers, and in 2003 they were collected and published by Ediciones UNEAC as CubaBici. Many news articles thematized the bicycle as well. There were practical tips on safe bicycling and repair, reports on accidents and traffic systems, and articles about health benefits—personal, social, and national.24 Television also ran educational and promotional spots—few of which are extant. The Cuban armed forces commissioned Luis Deulofeu’s short Forever (1994), whose name references a primary Chinese import brand. Bicycling also featured variously in ICAIC movies of the period. One of few Cuban films made in the 1990s, Fernando Pérez’s Madagascar lyrically articulates Havana’s present and potential future. Pérez talks about expressing Habaneros’ “spiritual lacerations” in this feature, whose length was cut due to the dearth of resources.25 Its surreal and hyperreal narrative explores the subjectivities of a mother and daughter to paint a larger picture of shared urban subjectivity. Striking bicycle scenes that depict both the problem of and a provisional domestic solution to the impossibility of life in the Special Period open and close the tale. In the narrative, the physics professor Laura is completely immersed in managing daily challenges while her teenaged daughter, Laurita, explores ways of tuning out. Laura cannot distinguish wake from sleep; she lives and dreams the same tribulations. Meanwhile, Laurita announces her plans to go to Madagascar, an (internal) dream place where she has never been.26 Laura is so engaged in reality that she cannot imagine any alternative, while Laurita is too disengaged to help create alternatives. Neither life practice is tenable for individual or societal survival.
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The bicycle scenes express and respond to these circumstances. The gripping, slow-motion opening sequence shows men from the waist up moving with surreal, side-to-side locomotion toward the camera. A soft focus evocative of heat, humidity, sweat, and dust, the slight elongation of what a slight zoom out reveals to be bicyclists, and the musical soundtrack that combines breathing, traffic noise, and melodic crescendos lyrically highlight the exertion and resigned determination on each of the rider’s faces and in their movements. With the exception of one female teenager, these are all male workers heading to work, largely in office garb. As the frame opens further, the location is recognizable as the Puente de Hierro bridge between the upscale El Vedado and Miramar neighborhoods. This point of passage was made a pedestrianand bicycle-only bridge during the Special Period and remains an emblematic crossing site for nonmotorized vehicles. This opening sequence’s depiction of primarily one demographic—male workers—and the intensity of their effort suggests an unsustainable situation; that their individual movements work in concert rather than at odds suggests the beginnings of a way forward. The next shot displays a heterogeneous, dense crowd of walking bicyclists. The camera zooms out and up, revealing a long human column inching with resignation and resolve across the bridge, crowding into, below, and past the frame; in that it maintains its frontal focus on these pedestrians, the camera ignores their potential destinations. The striking penultimate scene that features Laurita, Laura, and a crosssection of Cubans with bicycles suggests both suffering and, more clearly than before, a way forward. Laurita has just returned to live with her mother and grandmother—the three generations reference Solás’s 1968 iconic filmic allegory of the nation, Lucia.27 In the opening, side-frontal, midrange shot, the two protagonists wheel bicycles, walking side by side and talking, surrounded by a heterogeneous citizenry also wheeling bicycles through the transbay tunnel between Havana and East Havana (La Habana del Este). As their discussion continues, the moving camera swings and pans out to a static, high-angle shot from behind the continuous, loose column of people continuing to walk through the tunnel. Unlike in the previously described scene in which the shooting elides, even blocks walkers’ presumed trajectories, here the shift in framing offers a glimpse of destination. As uncommon and even dire looking as this scene is, it leaves open a resolutely optimistic trajectory. For one, it references what was an unusual and yet effective solution to the lack of transbay transportation. In 1992–1993, one bore of the tunnel was closed to automotive traffic and opened for foot and bicycle traffic. Shortly after this, a bus for bicyclists and their bicycles began to facilitate mobility through the tunnel.28 While the walk through this shaft was unpleasant—and this scene depicts such claustrophobic, industrial grittiness—the successfully implemented city-planning decision did allow
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258 : Jennifer Ruth Hosek people to reach desired destinations. Further, particularly in comparison with the previous scenes of bicyclists and walkers, this heterogeneous group itself suggests hope. The walkers evidence easy, communicative manners—often touching or talking with one another. They move forward with purpose, but their bodies are relaxed, and they give each other personal space. This scene is unlike the pained exertion of the individual male riders or the crowding of the group that opens the film. Unlike in the previous scenes in which the camera positioning precludes any glimpse of a destination, here the camera tracks the continuous passage of a loose community moving towards an end of the tunnel that, though ill defined and dark, is framed. Furthermore, Laura and Laurita’s dialogue articulates a dialectical solution through a shared synthesis of utopia and reality. The mother and daughter have shifted perspectives. Laura is now planning a trip to Madagascar. Laurita has reengaged in school and has dreams that are the same as her daily life. Thus, between the two of them and over time, these representatives of two of the generations in one tight-knit family that metonymizes society enact a trajectory that engages reality and imagined—hoped for—alternatives while moving forward together. Madagascar’s final, static, low-to-high shot underlines this trajectory. It frames seemingly idle smokestacks behind a set of elevated train tracks, across which a train then slowly moves. Pérez explains that the soundtrack, Cuban Omara Portuondo’s rendition of the popular love song “Quiéreme mucho,” expresses a hopeful “declaration of real love,” for the city and for the country, one intelligible to many domestic viewers.29 In the penultimate scene, the citizens with their bicycles move left to right away from the high-to-low framing of a mobile camera. In this final shot, the train moves right to left across the low-tohigh framing of a static camera. These closing sequences juxtapose to suggest multiple possibilities for movement into the future with concerted effort on the part of all demographics. Discussions on Bicycling in the Austere Special Period Regarding Madagascar, the interviewer Camila Cabrera summarizes comments of one interviewee in this way: “Menciona las escenas de inicio y final de un filme de Fernando Pérez, Madagascar, que hablan mucho de ese período. Muestra cómo se trasladaban las personas, ‘prácticamente como en tribus; una imagen muy particular.’ Siempre recurre a esa imagen, cuando recuerda esa etapa y sus experiencias en bicicleta” (interview with JLBH—male, mestizo, heterosexual, 45 [17–22 in austere Special Period], professional). To that interviewee, the film conjures a sense of bicycling community moving in hard times. What do Cabrera’s interviewees and my interlocutors have to say about women’s experiences on bicycles? Havana residents with whom I have spoken and those whom Cabrera
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interviewed agree that in the 1980s in Havana, bicycling was seen as more suited for men than women. At this time, bicycles were generally toys for children, sometimes a means of recreation, and sometimes a means of transport, particularly for male adolescents. That they were also difficult to obtain speaks to their status as luxury items.30 G, a sixty-one-year-old [33–38 in austere Special Period], heterosexual, college-educated, economically privileged mestiza working as a lecturer, as well as several others, stated that, in the 1980s, woman pedallers were sometimes dubbed marimacho. Frequently translated as “tomboy,” marimacho can also mean, generally pejoratively, a woman who loves women. Therefore, the deployment of this term not only labeled a woman’s bicycling but speculated about her sexual desire and activity. G herself offered an explanation of why—within a normatively gendered Cuban context—the marimacho appellation may be seen as a logical consequence of bicycling. Bicycling engenders the use of practical attire—pants and flat shoes. Women dressed in this manner are seen as less feminine. They are also seen as working less hard to attract the sexual interest of men. For G and others with whom I have spoken, feminine clothing and footwear, makeup, and high-maintenance haircuts were read in 1980s Cuba as markers of femininity and heterosexuality. Symbolically speaking, without these markers a female was less of a woman. As in many state-socialist nations, tensions between more established, bourgeois norms of feminine attractiveness and newer, less consumer-product-oriented models of appearance for women were also at play.31 María A. Cabrera Arús and Mirta Suquet’s recent analysis of 1960s and 1970s Cuba remind of how national tensions and values are so often played out upon the bodies of women. In addition to the term marimacho, which speculates about women pedallers’ sexual preferences, the sexuality of women passengers was also policed more generally. According to G and others, if a woman rode as a parrillera—on the back rack of a bicycle—she was deemed to potentially have romantic and/or sexual interest in the man who was pedaling. When a woman rode entubada—on the top bar of the frame, between the legs of the pedaller—it suggested that their relationship was intimate. G told a humorous tale about her particular tenure as a parrillera. Having been awarded a bicycle at her workplace in 1990 for being an excellent employee, she needed to get it home. Not knowing how to ride, however, she enlisted the aid of a man upon whom she did indeed have a crush and held on to him tightly on the way. I have elaborated G’s narrative here; many of the responses of Cabrera’s and my interlocutors similarly evidence that patriarchally-oriented, gendered, societal determinations of normatively appropriate locomotive and sexual practices interpreted and shaped women’s movement by bicycle. Taking my cue from work done on North America, I assert that in this case, such logics
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260 : Jennifer Ruth Hosek policed women’s mobility when women who undertook gender nonnormative practices such as bicycling were judged on a spectrum ranging from “inadequate” femininity to homosexuality.32 Relatedly, similarly to how by living their sexual orientation, women who love women express and expand what Helen Lenskyj in 1987 calls “sex-role flexibility,” in the Special Period of revolutionary Cuba, women who bicycled and women’s bicycling variously expressed and expanded sex-role flexibility within the patriarchy.33 The meanings of bicycling changed dramatically during the austere Special Period, and while bicycling metonymized necessity and pain, it also held opportunities for liberation and pleasure. Speaking generally, access to other means of transport influenced whether bicycling was seen as liberatory. Interviewees conjectured that particularly adults who had access only to expensive cabs, poor bus transport, and overtaxing walking saw bicycling as liberatory because it better facilitated mobility and the fulfillment of objectives. When speaking of the Special Period and onward if they continued to ride, interviewees emphasized the ease with which they could move themselves, passengers, and cargo through the city with a bicycle. They appreciated such capacitating opportunities and also referenced experiences of freedom while in locomotion. Similarly, some interviewees who had had good access to motorized transport prior to the Special Period reported having had a difficult time accepting bicycling because they recalled a recent past that had required less effort in order to move. BR’s understated words are striking (female, white, 54 [26–31], professional). Having ridden as a young teenager, her interests had turned to more sedentary pursuits: “Nunca más volví a montar hasta que llegó el [Periodo Especial]. Fue un poco difícil para mí aceptar que esa era la alternativa para vivir.” In contrast to the 1980s, interviewees frequently stated that during the Special Period, bicycling became an activity not policed by gender norms because it was undertaken by all: Nunca me sentí discriminada, ni mal vista, ni siquiera vista, por montar bicicleta. En ese momento todo el mundo montaba bicicleta. . . . Tenerla y montar era una bendición, sino ¿como me iba a mover? [ . . . ] Tampoco pensé en cómo me veía en la bicicleta, ni en qué ropa ponerme para eso. Era una necesidad, sencillamente. AC—female, white, bisexual, 54 [26–31 in aSP], professional
This statement that emphasizes how bicycling expressed the trials of the period also highlights how in bicycling, activity became privileged over appearance. Indeed, the speaker explicitly states multiple times throughout the course of the interview that during the early 1990s she did not feel herself to have been subjected to (male) gazes and engagement while cycling. The dire and widely-lived circumstances obviated such social judgment of women, de
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facto expanding their freedom of movement and their subjective experience of that movement. The shifting social meaning of bicycling is one of many changes in the austere Special Period that caused stress, suffering, and discontent, as well as offering opportunities and engendering new lived experiences. Research such as the now-classic work of the sociologist Charlotte Bloch has shown that the repetition of common physical actions and activities furthers bodily and self-recognition. Bloch explores how both women’s new experiences of radical life change and of sport engender in them new experiences of the relationship between what Bloch calls “the inner and the outer self.” Such physical activity draws actors’ attention to the connection between their inner and outer selves. It diverts attention from the relationship between their physical activity and their imagined appearance of their moving body.34 The intense and wideranging social and daily life changes brought by the Special Period made many repetitive, self-stabilizing actions obsolete while new actions (e.g. bicycling) developed that at least for a time became repetitive. In this situation, I argue, bicycling sometimes engendered an appreciation among female riders both for this athletic activity and for body as capacity rather than body as object.35 Consider the narrative of BR, who had been working as a model during that time: Nunca sentí nada [de discriminación]. En aquellos momentos una no se fijaba en esas cosas . . . Yo venía del modelaje, y una imagen (la de modelo) no tenía mucho que ver con la otra (la de ciclista), en la Cuba de aquellos años. Era un poco raro para mí pensarme en una bicicleta al principio, pero fue algo que pronto superé, y que tenía que ver solo conmigo, no con la manera como me miraban los otros. Sobre todo porque yo montaba por necesidad, para solucionar un problema de mi familia. En aquel contexto, fue una decisión difícil, pero yo creo que acertada. Si me pongo a pensar, me siento más completa por haber decidido montar en aquel momento, aunque ahora tenga muchas reservas con montar. Creo que para todas las mujeres en el Período Especial fue parecida la experiencia. Conozco varías mujeres que tuvieron que vencer sus miedos a montar. Para algunas en algún momento llegó a ser divertido, y todavía montan, pero para muchas otras fue una decisión por el contexto.
BR’s recollection is particularly striking in its articulation of the shift that she undertook in thinking about how she looked as a model to how she experienced herself bicycling. She understands the experience as internally driven, as about overcoming (physical) challenges, and as precisely not about objectification by herself or others. BR also deems hers a common experience. Her narrative and those of others express shifts in self-recognition based on physical performance and experience rather than on physical appearance. These shifts occurred despite painful challenges—indeed, they occurred in part precisely through engaging with these challenges.
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262 : Jennifer Ruth Hosek Female interviewees who were adults during the Special Period such as BR felt interpolated to bicycle because of pressures to “resolve” their and their dependents’ problems. They bicycled as an activity shaped primarily by a goal rather than shaped primarily by bodily visibility. These women also reported riding bicycles regularly when they were in circumstances that required more “muscular” physicality of them, for instance, when men were not available to undertake the trip. Through this repeated activity, they had opportunities to experience moving actively, athletically, and capably in the urban landscape as a liberatory pleasure. At the same time, perceptions of danger that were notably shaped by gender and age influenced the experience of bicycling. The mobility challenges in the Special Period went beyond those experienced by the average bicycle commuter in the Global North: streets in very bad repair; “undisciplined” drivers and riders; an inexperienced ridership; defective vehicles; tires, inner tubes, and other parts that quickly wore out in the sun and salty air; and the lack of good and stable lighting in the streets and on the bicycles themselves spelled significant danger or significant perceived danger. Several interlocutors knew people who were in fatal accidents and spoke of fatal robberies involving bicycles. Notwithstanding such challenges, interlocutors who were male teenagers during the Special Period and whose other means of transport were walking and busing reported experiencing bicycling as liberatory. Indeed, the Cuban director of our documentary Rodando en La Habana: Bicycle Stories, Jaime Santos, remembers bicycling as both a physical adventure and a relatively safe way to access potentially dangerous spaces.36 On his bicycle he could travel to and escape from nighttime meetings spots where fights regularly broke out. None of the otherwise demographically similar female interlocutors recounted the relationship between danger and bicycling in this way. Instead, several talked about how their bicycle use was curtailed: Yo empecé desde chiquitica y enseñé a mi hermana: yo con 11 años y ella con 22 ( . . . ) Esa era mi libertad. Mi primera bicicleta me la trajo mi papá; se la había encontrado en una esquina en Japón. Era roja, con una cestica negra, y yo iba con Nani, la perra, para arriba y para abajo. La gente decía: “Mira, por ahí va la chinita de la bicicleta.” Pero hubo un tiempo en el que dejé de montar: cuando estaban matando por las bicicletas, mi mamá me la quitó. Me dijo que me la iban a pintar en el barco en el que trabajaba mi papá [era marino mercante] y nunca más me la devolvieron. Eso fue como en el 1996, ya había cumplido los 15 años. En aquella época en Santo Suárez mataban, debajo del puente de Santa Catalina y Vento: ponían un hilo, una pita, una soga, y te la levantaban y te entraban a palos. Hubo gente a la que dejaron ahí con contusión cerebral, derrame cerebral . . . [Porque] en aquella [época] la bicicleta era el medio para la sobrevivencia. Era un medio de transporte, pero [salir en ella] era jugártela. Y encima la alimentación . . . Y la gente flaca
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. . . Yo sí recuerdo que eran más los hombres que montaban la bicicleta. . . . SMGN— female, white, heterosexual, 38 [10–15], professional
While such parental interventions were not cast in explicitly gendered terms, only females reported their occurrence. As the previous quote highlights, dangers were multiple and sometimes extreme. At the same time, our investigation could not assess their frequency or gendering. Several interviewees reported that, when possible, men opted to bicycle in the stead of women in their circle, seemingly to shield these women. As material conditions became less dire, this remasculinization of bicycling emerged as part of the reinstitution of traditional paradigms under which men perform what are considered more physically challenging activities. Interestingly, none of the interviewees talked about physical or verbal sexual violence as a danger during the Special Period, rather they spoke about robbery assaults. While such sexual violence may have occurred, it seems not to be remembered as a critical danger. If bicyclists were assaulted independently of gender, this norm supports my contention that during the austere Special Period, women were generally not socially policed for riding. It would also support the first part of my argument that the demands of the times opened an opportunity for women to practice the demanding physical activity of bicycling on more equal terms with men than in periods prior to the Special Period and that some of them found this practice empowering and liberating. Although prior to the Special Period, women on bicycles were generally not considered feminine or sexy, some sources indicate that as most of the urban populace began to bicycle, the activity garnered sensual valences. VF—male, black, heterosexual, 59 [31–36], professional—writes “cuando yo llevaba una muchacha en la parrilla, estábamos conectados, íbamos por caminos muy solitarios, mis manos se extendían hacia atrás para tocar/rozar sus . . . muslos.”37 While solitary locations may also spell potential danger, reminiscences such as these articulate sensualities of proximate physical activity. Importantly, however, this example describes a more normatively gendered model of sensuality with the man as actor and the woman as accomplice. She does not significantly further mobility but instead sensualizes it, for the man and perhaps for herself as well. The following quote also suggests that for men, this sensual pleasure involved asserting their gendered status through the physical activity of carrying a parrillera: A mi esposo le encantaban las bicicletas con parrilla, para estar montando a las mujeres. A él le encantaba que yo me montara en la parrilla, así todo el mundo veía que él me llevaba, que él podía conmigo, que él era el hombre de la casa.” CA—female, white, 60 [32–37], professional
Juan Carlos Cremata’s 2001 film Nada, set in Special Period Cuba, sensualizes bicycling through the relationship of two young postal workers. Their
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264 : Jennifer Ruth Hosek friendship, courtship, and romance develop over and on Carlos’s bicycle. Stamping letters in the post office, Carla looks longingly at the courier as he sets off on his rides. Several scenes show the two of them in conversation, walking together with the bicycle alongside, or Carlos riding Carla entubada. The beginnings of their physical intimacy are precisely not sketched in skin, sweat, and sheets. Instead, in a lyrical, playful, and light sequence in which Carlos rides Carla parrillera in the enormous, flat, water-filled basin of the Fuente Luminoso, they topple together from the bicycle into the water, laughingly water fight, and kiss as the camera encircles them in a 360-degree arc shot. While Carla does not pedal Carlo’s bicycle herself, she is comfortable with it and on it. Her practical outfits that do not impede her movements and the pair’s similar names and statures underscore her physical capacity and her parity with Carlos. Nada’s sensually energized bicycling also works against paralyzing dogmatism and regulation in other ways. While in most Cuban texts of the period bicycling features as a revolutionary activity that will save Cuba on the terms officially outlined, in Nada, bicycling is a means by which private citizens achieve their ends, ends that are revolutionary on their own terms. Carla’s impulsive and illegal letter rewriting project brings joy to mail recipients, strengthens interpersonal relationships, and breaks through emotional impasses. These letters that Carla curates and Carlos delivers connect people throughout the city and the world. When their activities become suspect, a lighthearted and resourceful, bicycle-pedaling Carlos handily evades their power-hungry and choleric, automobile-driving superior in a cops-and-robbers chase and successfully hides the evidence. His bicycle ride expresses and furthers the individual involvement whose erotic and loving energies have the potential to change and thereby save Cuba. Although Nada deploys a male rider in this risky exploit, Carlos’s ride furthers what were originally Carla’s aims, and in this sense, the two can be seen as revolutionarily connected and empowered through bicycling. For filmmaker Cremata the bicycle emblematizes the Special Period. However, he also notes that he was often out of the country in the 1990s with his film Viva Cuba! and his foreign earnings bolstered his living standard. Cremata attributes his representation of bicycling in Nada to these particular and rather unique experiences. At that time in Cuba, he frequently observed urban bicycling and appreciated its aesthetic, but he did not bicycle of necessity.38 His lighthearted, lyrical feature articulates sensual pleasures of bicycling within the pain of the period. Sensualities of bicycle culture also feature in René de la Nuez’s collected volume Cubabici. These cartoons culled from Cuban newspapers depict couples sharing a bicycle, riding side-by-side, flirting and having sex during excursions, and female figures with pronounced curves bicycling and sitting parrillera. De la Nuez recollected men outfitting their bicycle racks with cushioning to attract
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female bicycle hitchhikers and women dressing and acting provocatively to improve their chances of getting a ride.39 His stories speak to a culture of sensuality and sexuality that was imagined and developed around the bicycle. Nuez’s female cartoon characters are a varied cast that include sexualized riders and parrilleras, nonsexualized riders and parrilleras, and figures riding alone, in couples, and in families, and engaged in all sorts of tasks. This plethora of representations speaks to how the physical activity of bicycling that incorporated sensuality and sexuality also incorporated women as performers of that activity. Reporting in newspapers sought to defuse the notion of bicycling as marker of underdevelopment. One of these strategies was to depict it as erotic. For instance, an article published on Valentine’s Day that describes the widespread use of the bicycle in the rich country of the Netherlands ends with this phrase: “Montar bicicletas es la forma más romántica y económica de superar cualquier crisis de locomoción.”40 An essayistic, first-person column blends a description of the benefits of bicycling and plans for improving urban transportation in Havana with musings about the pleasures of riding his girlfriend on his bicycle.41 Articles in Cuban news sources also highlight the benefits of bicycling for the entire populace, the ways bicycling practices could be improved, and the pleasures of bicycling for men and women. It is cast as a positive, pleasurable, and revolutionary activity, characteristics that Luis Orlando Deulofeu’s documentary Forever (1994) also ironically articulates. These media images meant to encourage bicycle use also facilitated female ridership by depicting bicycling as appropriate for women and women as attractive while pedaling. The cultural texts and the contributions of the interlocutors analyzed here indicate that at least some women found bicycling liberatory, despite the challenges that it brought. IR, female, white, heterosexual, around 55 [around 27], cuentapropista, is one of many whose words express the phenomenon: Montar bicicleta es riquísimo, me hacía sentir maravillosamente bien. Yo aprendí cuando mi hija mayor (nacida en el 1991) tenía siete meses . . . Y le cogí el gusto, yo no soltaba la bicicleta. Era también mi formar de hacer ejercicio, des despejar . . . Y me sentía independiente, libre.
As the Special Period softened, motorized transport increased and governmental subventions for bicycling decreased; Havana has seen shifts in bicycle culture. It has again become less gender normative for woman to bicycle and their experiences are shaped accordingly. First, despite a short-lived Special Period subculture that considered women in locomotion wearing Lycra sexy, our interlocutors generally agreed that today, again, female cyclists must surrender some portion of their femininity because they generally do not wear styles that express normative femininity when riding. Although a small, upperclass, international culture of women wear sport clothes as feminine fashion,
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266 : Jennifer Ruth Hosek the commercial developments that in North America have created a feminine aesthetic of tight activewear for privileged classes is much less widespread in Cuba. Additionally, in that the Lycra-look is not well accepted in the professional world or outside the casualness of the working-class barrio, in order to conform, a cyclist would need to change clothes upon arrival at her destination. Notions of modesty are another, related way in which discomfort around sex-role expression while bicycling is articulated. Several interviewees spoke to the inappropriateness of wearing a skirt while cycling these days, at least without shorts underneath. ALI, female, mestiza, 30 [2–7], professional, reports that the combination of a skirt and a Chinese Forever bicycle that marked her as a Cuban opened her to all kinds of unwanted sexual commentary from men. Many female interlocutors deem themselves forced to choose between inhabiting a more “masculine” femininity to bicycle in a socially acceptable manner or to maintain a more “feminine” femininity in their appearance and behavior and not to bicycle. Even women who ride parrillera have the sense that they are judged as immodest depending on their clothing and the manner in which they sit and hold onto the person pedaling. Post–austere Special Period, Habaneras on bicycles tend once again to be judged according to normative gender models, and their actions are not seen as normative means of achieving desired ends. They may be considered “heroes” because of the perceived dangers involved with riding. At the same time, and ironically, it is seen as more acceptable for them to give up control of their street destiny by trusting a male bicyclist and riding parrillera. One interviewee who chooses to always be the pedaller reports a variety of verbal sanction from onlookers, including comments to her male parrillero that he “stop torturing her.” Despite such reprobation, several interviewees continue to bicycle and prefer to pedal. One cites a desire to be in control of her safety; another to be in control of her bike, presumedly because of its value. In this shifted context, women experience and deal with policing through verbal and physical sexual harassment and violence. Consider this question and its answer: ¿Alguna vez te sentiste o te has sentido discriminada por montar bicicleta? Para nada. No, al contrario. Lo que sí había era piropos, que la gente se mete contigo . . . Lo que pasa es que los hombres agresivos de aquí . . . Lo mismo te dicen que se te marca . . . [la vagina] en el asiento . . . O de ir en camiseta y sentir que con un poco más cae adentro de mis senos. Pero bueno, yo voy con mis audífonos y si me dicen una barbaridad, yo me hago la que no lo escuché. CA, white, female, heterosexual, 60 [32–37], professional.
Although at first this interviewee responds that she feels equally treated on a bicycle as a woman, upon further reflection she finds that she is subjected to
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objectifying gazes and unasked-for sexualized engagement. She uses the term barbarity. Piropo culture, a culture of aggressive flirting, is commonplace in Havana and generates much debate. Some find it trying; others say that when they do not experience it, they feel invisible. One male interviewee suggests that every woman experiences this flirting when in public independently of whether she is bicycling. Most interviewees believe that it is more pronounced on a bicycle, perhaps, I suggest, because the woman is interpreted as more physically exposed and to be performing a gender-bending activity. The prevalence of piropo culture may explain why the interviewee quoted above at first does not recognize the harassment as such, yet has developed a mitigation strategy of nonengagement: refusing to play the part of attentive audience. Interviewees state that women who bicycle these days again tend to be labelled marimacho as well. This interviewee continues to ride despite such policing. Although the Revolution in Cuba led, as in other state-socialist nations, to a physical valorization of women’s bodies as working bodies, the long-standing Latin culture of gender differentiation and women’s feminization never disappeared in Cuba and has been resurging with the increasing development of capitalist structures. It is well understood that women who practice gender nonnormative activities are often policed (typically by men) through unwanted sexual advances and even sexual violence and Cabrera’s and my interlocutors report experiencing such censure in today’s Havana. Conclusion: Bicycling by Choice in Havana? At the same time, another, perhaps growing, cohort of bicyclists with whom I have variously spoken at length on many occasions, merits further research. These members of the post–Special Period generation report riding for pleasure and to facilitate movement in the city. For many of them, the bicycle is much less connected to the suffering of the Special Period because they themselves lived it primarily or solely through stories. Some younger members of Havana’s growing upper-class in particular bicycle primarily for recreation and sport. They may bicycle commute by choice; their budget enables collective taxis and direct taxis. This younger demographic is also influenced by the bicycle riding that some have experienced while abroad and by observing foreign visitors on bicycles as bicycle tourism expands in Havana.42 Bicycling may be a way to emulate the well-to-do and/or foreigners. These influences tend to normalize and raise the status of bicycling for men and women. A Cuban friend of mine who much enjoyed bicycling in the Special Period when the bicycle infrastructure enabled her to do so cheaply, safely, and easily in the Playa neighborhood wondered out loud why tourists who have the means to choose their transport choose the bicycle. Our subsequent musings on the topic included conclusions that are often heard in bicycle activist circles: pleasure in
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268 : Jennifer Ruth Hosek mildly adventurous physical activity, engaging more closely with the urban environment than would be possible in motorized vehicles, and engaging within a larger geographic area than would be possible on foot. In 2013, the Cuban government published a white paper that promised support for bicycling, such as providing bicycle parts at cost in order to improve urban transportation.43 Few concrete results have been noted, although in November 2018, Ha’BiCi, which advertises itself as the first public bicycle project in the capital, launched. Vélo Cuba, a small, female-run, not-for-profit business that furthers bicycling through projects such as repairs and ride training, operates Ha’ BiCi with the support of the Office of the City Historian, deploying over fifty donated, imported bicycles and spare parts.44 My sustained discussions with Vélo Cuba’s relentlessly optimistic, hardworking coworkers over the past five years, most recently in December 2019, suggest that the project is indeed meant to provide bicycles for city residents’ use, but they left me curious about sustainability, considering that the prices are high for many Cubans and yet Vélo Cuba’s income does not stand to cover costs for the long term without continued donations of bicycles. Meanwhile, the most obvious users are the tourists who fill Old Havana, where the program is primarily located. Studies done with economically disadvantaged populations in North America suggest that bicycle rental and loan programs tend to meet the needs of poor demographics inadequately;45 whether Cuba is different remains to be seen. Since January 2017, the post-Obama retightening of the embargo has brought further strain to the transportation system. More recently—and more than a year after the bulk of this analysis was completed, further embargo restrictions and the COVID-19 pandemic, detected in Cuba in early March 2020, have meant increased, general scarcity and the temporary cessation of public transportation. Two individual-level responses illustrate the increasing divide between the haves and have-lesses. One is a proliferation of electric scooters and some e-bicycles and bicycles purchased and imported from abroad; conveniently for these scooter and e-bike owners, electricity is state subsidized. The other is the resurrection of those few bicycles that have been gathering dust; prices in the classifieds of Revolico are skyrocketing and spare parts remain a problem. Where does the future lead? To my mind, the nearly three-decades-old practices of not-primarily-recreational two-wheeling that continue to today offer Havana a fecund basis on which to again expand the use of nonmotorized transit. Bicycle-friendly policies would resonate with projects in forwardthinking cities in Latin America, North America, and around the world. Such policies can be predicted to be met by voices in the Cuban exile community decrying a broad reintroduction of the bicycle as evidence of governmental failure and mistreatment of the populace.46 Until very recently, the Cuban government justified its relative inaction in part by insisting that Cubans hate bicycles be-
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cause of the legacy of the Special Period.47 While undoubtedly many residents prefer motorized transport, my investigation shows that a pro-bicycling culture grew during the Special Period despite all its pain, and that this culture continues in different permutations today. This suggests that these experiences could be harnessed to further bicycle use in the capital, among women just as much as among men.48 The particular revolutionary story of Cuban bicycling resonates with the global story of bicycling as liberatory practice. Nowadays in the global North of the Americas, urban bicycling remains largely subaltern, even as it is the transport of choice for primarily young, male, hipster antiheroes. Women who express independence by riding risk entrapment in the male gaze when they “put the fun between their legs,” as the bicycle activist slogan goes. Reclaiming the austere Special Period’s broad-based bicycling “culture of necessity” as a “culture of choice” would benefit Havana’s urban communities, could reignite female physical emancipation as capacity rather than object, and function as a model for urban spaces globally. I would like to very especially thank some of the Cubans who bicycled as much or as little as it was possible for them to during the Special Period and who made time to talk with me about their experiences via email, VOIP, and telephone in the spring of 2018: Violeta Cardoso, Sander Zequeira García, Isabel Pacheco, Grisel Garcia Perez, Vivian Rocaberto, Lourdes Suarez, and Victor Fowler. Thank you also to an innumerable plethora of Havana bicyclists and bicycle activists for their long-term friendship and assistance. Thank you to Professors Samantha King and Mary Louis Adams as well as two thorough, knowledgeable readers. Also, to the amazing Laurel Larsen. And to J. Pratt, with whom I shared much pain, pleasure, and bicycling while this article was in gestation.
NOTES 1. E.g., Bruce Petschek and C. Phred Churchhill, “Velorution: One City’s Solution to the Automobile”; Mao Xianglin, Sobre el socialismo en Cuba. 2. E.g., Scarpaci and Hall; Rios. 3. Hernández-Reguant, 4–5; The definition of the Special Period is politicized and debated. I use Pertierra’s term pleno Periodo Especial, translating it as austere Special Period, 9. Difficult to translate, pleno Periodo Especial is variously rendered in English, for instance as the full or the height of or the midst of the Special Period, terms that I find do not capture the scarcity that characterizes these years. Helen Yaffe also uses “austere” to describe this period in her excellent study that was published too recently to be incorporated substantively in this article (page 7). 4. Hernández-Reguant, 3. 5. Xianglin, Mao. Email communication with the author. June 29, 2019. 6. Scarpaci et al., 242. 7. Bennett, Grossberg, and Morris; Turner.
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270 : Jennifer Ruth Hosek 8. For definitions of Cuban middle class see: Espina; Bastian. 9. North and Latin American culture is characterized by the automobile and 1950s Cuba was “a pan-American consumer culture” whose “material culture and lifestyle were similar to that of middle-class U.S. Americans” (Gott 2005, 165, quoted in Pertierra, 19.) See also Louis Pérez. 10. Böhm et al. 11. Santos and Hosek, Rodando en La Habana: bicycle stories. One reader offers the song “un carro, una casa, una Buena mujer,” which is also quoted in the documentary Balseros (Carles Bosch, 2002). To view this documentary, please contact Jennifer Ruth Hosek [email protected] or Jaime Santos Menéndez [email protected] 12. Weiss. 13. Narotzky. 14. Review of extant newspaper and journal items at the Cuban National Library under the key word bicycle (accessed April–May 2015). 15. E.g., Muellner. For a beautiful, activist historical fiction see Parry, Evalyn. Spin. Theatre premiere at Bad Times Theatre. Toronto: OutSpoke Productions, March 2011. 16. Even the socialist East German 1961 feature Und deine Liebe auch (Frank Vogel). Hosek, Sun, Sex, and Socialism. 17. They also privileged the bus over privately owned motorized vehicles. Bobes, 7. 18. Automobiles posed an economic drain in revolutionary Cuba. Sartre. Thank you to Ray Cannon. See also Cluster and Hernández. 19. Hosek, “Beyond Big Buicks?” 20. For an accessible overview, see Lewis, Lewis, and Rigdon. For a beautiful documentary, see Catherine Murphy’s Maestra. 21. Building bicycles required international trade ties; Czechoslovakia provided many bicycle parts. Guevara; Zuloaga Martínez. Thank you to Gerardo Hernández Bencomo. In the 1990s China provided parts (Xianglin). One of my sources, Vivian Rocaberti, reported that these days, the electric bicycles produced in Santa Clara’s Minerva factory are plagued by supply-side bottlenecks. 22. Guroff. 23. Recently: Vivanco; Blue. 24. Review of extant newspaper and journal items. 25. Pérez, Fernando. Interview with Jaime Mendénez Santos and Jennifer Ruth Hosek (March 2016) Havana; Pérez, Fernando. “El cine es la diversidad: Entrevista a Fernando Pérez por Daniel Díaz Torres.” Revista de Cine Cubano. 20 (2011) 26. Cp. Ruffinelli. 27. Chanan. 28. Pérez interview with Santos and Hosek. 29. Kabous, 6. One reader points out that the song is a petition to love Cuba and stand by it. This reading is complementary. In any case, Pérez never gives up on Havana. 30. Suárez; Hosek email and telephone interviews with Special Period bicyclists. These are formal, semistructured interviews; I have spoken to many Havana residents and former Havana residents about this topic. Outtakes from our documentary Rodando en La Habana and the documentary itself also support my statements. 31. Cabrera Arús and Suquet. For an earlier example of politicization of women’s bodies, see Calvo-Peña. 32. Lenskyj. 33. Lenskyj, 382. 34. Bloch. 35. Young.
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36. Yaffe, Helen. We Are Cuba!: How a Revolutionary People Have Survived in a Post-Soviet World. New Haven, CT: Yale University Press, 2020. 37. Santos and Hosek. 38. Email correspondence, May 12, 2018. 39. Cremata, “Interview.” 40. De La Nuez, “Interview.” 41. Riveros Olavarría. 42. Henríquez Lagarde, 3 43. Maëva. 44. De La Cantera and Gómez Figueredo. 45. See Caraballoso. 46. Hoffmann. 47. Hosek, “Beyond Big Buicks?” 48. Sobre uso de la bicicleta en La Habana. 49. On future predictions, see Blanco and Vernez Moudon
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ANTONIO CORREA IGLESIAS
Entrevista a Leonardo Padura: Programa de Filosofía y Ética en Cuba Cuban Heritage Collection Universidad de Miami RESUMEN El Programa de Ética de la Universidad de Miami, invitó en diciembre de 2018 al escritor cubano Leonardo Padura quien amablemente aceptó ofrecer una entrevista que trataba de abordar cuestiones relacionadas con la producción literaria en cuba, sobre el giro sociológico y filosófico que ha ocupado a cierta producción literaria, como sustituto a la carencia que disciplinas como la sociología y la filosofía han tenido en la isla. Al mismo tiempo, Leonardo Padura abordó aspectos relacionados a cómo la literatura narra, expresa y representa un modelo de nación o la nación que se desea, pasando necesariamente por la relación entre literatura y política. Padura abordó también en la entrevista la construcción de sus personajes, en el mayor de los casos sumidos en una profunda crisis existencial.
A B S T R AC T In December 2018, the Cuban Ethics and Philosophy Program at the University of Miami invited the Cuban writer Leonardo Padura for an interview at the Cuban Heritage Collection. During this time, we proposed to him different topics in Cuban literature. In addition, we talked about the sociological and philosophical implications of some of the literary production in Cuba. Padura’s interview addresses aspects related to how literature tells us the story of a nation, as well as how literature expresses and represents a desired model of a nation. We explored the link between literature and politic. He also talked about how he builds his characters, who in most cases are plunged into a deep existential crisis.
ACI: Buenos días, Leonardo Padura, gracias por aceptar esta entrevista para el Programa de Filosofía y Ética en Cuba de la Universidad de Miami. Gracias por permitirnos estar hoy aquí contigo. Sé que estas bastante corto de tiempo y por ello queremos agradecerte mucho más la deferencia que has tenido con la universidad y particularmente con el Programa de Filosofía y Ética en Cuba que pretende, sobre todo, recuperar una memoria histórica en torno
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278 : Antonio Correa Iglesias al pensamiento. Es curioso que sea precisamente en el Programa de Filosofía y Ética en Cuba que te invitemos cuando tú eres un escritor de ficción, pero al mismo tiempo tu obra nos ha motivado esta invitación pues tiene mucho valor filosófico y sociológico. LPF: Gracias a ustedes por la invitación. ACI: Habíamos preparado un grupo de preguntas cuyo objetivo central es conversar y generar algún tipo de reflexión. ¿Qué es para Leonardo Padura la literatura? Sé que es una pregunta bastante sartreana. LPF. Esto se puede responder desde distintos puntos de vistas. Desde un punto de vista práctico, espiritual, como necesidad estética; en fin, tiene muchas posibles respuestas. Para mí la literatura en esencia es la manera que yo he encontrado de conocer un mundo y hacer el intento de expresarlo. Yo como escritor tuve la oportunidad del ejercicio periodístico —quizás no fueron muchos años, pero sí fueron muy importantes para mí— de la crónica, la crónica de un tiempo y de una sociedad. Y por eso indistintamente si escribes novelas que tiene un carácter más policial o novelas que tienen un carácter más histórico —y fíjate que te hablo de carácter y no de novelas policiacas o de novelas históricas porque son falsas novelas policiacas y falsas novelas históricas— en cualquier caso, es un intento de un acercamiento y de una comprensión de una realidad que es muy peculiar, que es la realidad cubana contemporánea vista desde el punto de vista de una generación muy peculiar que es mi generación. Una generación que crece en el periodo revolucionario. Toda su actividad de crecimiento, de estudio, incluso ya de envejecimiento puede ser ubicado indistintamente en este periodo. Y en buena medida la literatura ha sido la manera de comunicarme con esa realidad. La literatura también ha sido una forma de vivir. Esto tiene un lado pragmático y una dimensión espiritual. El lado pragmático es que afortunadamente soy de los escritores que puede vivir de sus libros; es decir yo vivo de lo que escribo, pero, sobre todo, yo vivo para escribir esos libros y ahí está la parte de la necesidad espiritual. Para mí, terminar una novela tiene un carácter muy agónico y cuando digo agónico estoy utilizando todo el sentido de la palabra. Y es que me pasa algo muy curioso y es que cuando estoy terminando una novela —y tengo miedo terminarla— comienzo a sentir una extraña sensación de que esa novela es el fin de algo y ese fin de algo puede ser el fin mío. Puede ser si así se quiere, un acercamiento a la muerte. LPF: Puede ser un acercamiento a la muerte porque me voy a quedar vacío después de estar dos, tres, cuatro años viviendo en un mundo, salir de ese mundo, cerrarlo —aunque después viene todo esto de las promociones, las entrevistas, las reflexiones sobre los libros—, y por eso tiene ese carácter un poco agónico. Pero la literatura también ha significado esa posibilidad de entrar en una manera de entender la vida, de vivir la vida en función de algo tan etéreo, tan difícil de precisar cómo es la creación artística y específicamente la crea-
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ción literaria. Todo eso para mí es la literatura y es —entonces— además de afuera hacia adentro, es el placer de conocer el mundo, conocer y disfrutar la capacidad de otros escritores de contar historias —y si esos escritores escriben en lengua española— de disfrutar cómo cuentan esas historias, cómo utilizan el idioma, cómo crean las estructuras para contar esas historias. ACI: Es curioso que digas que cada novela es un acercamiento a un punto final que puede ser la muerte. Pero en ese proceso creativo que tu describes, ese punto final es la apertura a una caja de resonancias a otros universos. Es precisamente ese elemento, el que me conduce a la segunda pregunta. El crítico norteamericano Mark Greif quien acaba de publicar el texto The Age of the Crisis of Man: Thought and Fiction in America, 1933–1973 plantea que el verdadero impacto en el pensamiento social y filosófico en los EE. UU. está ocurriendo, no en la filosofía sino, en la literatura de ficción. ¿Puesta en perspectiva esta consideración, qué rol tiene la literatura como ejercicio intelectivo en la Cuba contemporánea? LPF: Creo que un espacio muy importante. Tú bien sabes que el hecho de intentar organizar un pensamiento filosófico, expresarlo; o un pensamiento sociológico y expresarlo y hacer lo que en cada disciplina se requiere para preparar ese pensamiento, en Cuba es muy complicado. El espacio de las ciencias sociales tiene un trasfondo político, tiene una presencia política que hace que venga ya de cierta forma prejuiciado. Y cuando este no obedece a la ortodoxia política pues muchas veces es visto como algo dañino, peligroso, escabroso en cualquier sentido. Sin embargo, la literatura tiene un espacio que como es más indefinido, no se llega a conclusiones definitivas. Ninguna novela ofrece conclusiones definitivas sobre una realidad pues siempre está mediando ese elemento subjetivo de la creación artística. La literatura siempre ha tenido un mayor espacio. La literatura y la narrativa en específico ha sustituido otros tipos de reflexiones, otros tipos de acercamientos a la realidad como lo ha sido el periodismo. Hay una serie de asuntos en la realidad cubana que el periodismo no ha investigado suficientemente o lo ha hecho tardíamente y la literatura se ha anticipado. Los ejemplos son muchos; el universo de las relaciones homosexuales, de la corrupción, de los abusos de poder, del exilio, la inmigración, el crecimiento de la prostitución en Cuba; son asuntos que habían estado muy esquematizados o eran temas tabús y la literatura se anticipó y comenzó a trabajar esos temas. Y cuando digo literatura —perdona—, me estoy refiriendo fundamentalmente a la narrativa. La narrativa sabes que crea un discurso que debe tener una cierta lógica con respecto a la realidad diferente a la lógica que establece la poesía o al discurso que se crea para la representación teatral. Y la narrativa cubana de estos años sí ha tenido esa condición de ser un instrumento de conocimiento y de fijación de una realidad. Ocurre en ocasiones que una parte de esta literatura no tiene la divulgación suficiente por razones de carácter económico, de mercado, en ocasiones
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280 : Antonio Correa Iglesias también por problemas de calidad literaria o también —en ocasiones— por razones de promoción. Estas razones de promoción pueden ser muy complicadas pues pueden tener que ver con determinadas consideraciones políticas que están en el fondo con respecto a la promoción de determinados temáticas u obras. Pero creo que hay un cuerpo reflexivo en la narrativa que ha creado una posible lectura de una realidad. Hay un ejemplo que me parece muy visible. En el caso de la narrativa cubana fue fundamental en la construcción del imaginario cubano a partir de la construcción de una ciudad que es La Habana. Y a partir de la construcción de una ciudad se construyó la imagen de un país posible. Estamos hablando de esa novelística que se escribe entre los años 1830–1840, la obra más conocida es, y no es de esa época, de Cecilia Valdez, pues Cecilia Valdez tiene su primera versión en esos años como una novela breve y tiene su versión posterior cuarenta años después con la publicación de la novela que conocemos y que leemos en estos momentos. Cirilo Villaverde, Romero, Palma comienzan a crear una imagen de la ciudad. En los últimos años y después de un proceso de fijación de la ciudad y después de un proceso de construcción de esa ciudad en el que fueron importantes autores como Carpentier con El acoso o El siglo de las luces o Lino Novas Calvo con La noche de Ramón Yendia después la construcción de esa cuidad, de una catedral de palabras como fue el caso de Guillermo Cabrera Infante; pues en los últimos veinticinco o treinta años se está dando un proceso que responde también a una realidad que es el proceso de deconstrucción de la ciudad. Las ruinas empiezan a entrar en la literatura porque las ruinas entran en la realidad. Y creo que ni en la arquitectura, tal vez algo en las artes plásticas —pintores como Carlos Garaicoa— hay una imagen tan precisa de la deconstrucción de la ciudad como la hay en la literatura. Por lo tanto, de alguna forma se anticipa a otras reflexiones a pesar de que la literatura no es una respuesta inmediata a nada. No se puede relacionar la existencia de un fenómeno y su reflejo en la literatura como un proceso de acción y reacción. Las reacciones en este caso pueden tener periodos de maduración, incubación o tardanza, o desfase entre un fenómeno y otro que no son mesurables porque tienen características diferentes por ejemplo a la respuesta periodística, pues debe ser más menos inmediata; en el caso de la literatura depende de todos esos misterios que envuelven a la creación literaria. ACI: Es muy sugestiva toda la capacidad de inferencia y de relación que tú esbozas como respuesta a esta pregunta. Al mismo tiempo, la literatura refleja de alguna manera un modo de pensar, narrar, expresar y representar una nación, un modelo de nación o la nación que se desea. Ahora, teniendo en cuenta los elementos anteriores, siendo, si se quiere, un marco teórico ¿en qué medida tu obra hace evidente esta indagación más allá de una disciplina que puede ser las ciencias sociales? LPF: Mi obra se inscribe en este proceso que te he referido no solo con
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respecto a la deconstrucción de la ciudad, sino a un fenómeno de deterioro de todo un proyecto de pensamiento utópico que se fundó en Cuba y que se sostiene o se trata de sostener todavía hoy. En oportunidades, la palabra crítica no me satisface porque puede tener un matiz casi directamente político. Yo prefiero decir “la mirada indagadora” sobre una realidad; y digo esto porque yo no soy ni sociólogo ni soy político, a pesar de que haga sociología y política en mis novelas. Sin embargo, nunca es la primera intención y no es nunca la primera lectura, la primera lectura es literaria. En la lectura literaria hay esa mediación que te dije que es el elemento subjetivo de la mirada del artista. Y creo que hay toda una serie de fenómenos, de procesos . . . Por ejemplo, estamos en un lugar,1 donde se hace un ejercicio práctico de rescate y conservación de la memoria. Pues esa es una de mis obsesiones a través de mi literatura, evitar la desmemoria. Tengo una novela que se llama Mascaras,2 que se puede leer como una novela policial y esa novela trata de ser un rescate de una memoria que se estaba diluyendo con respecto a una situación que vivieron determinadas personas en Cuba por sus tendencias sexuales, por sus preferencias artísticas, por sus miradas con respecto a la política; y hay esa intención de rescate de la memoria. En una novela como La novela de mi vida,3 me voy al siglo XIX cubano y trato de encontrar a través del interior de personajes posibles que están inspirados en personajes históricos —yo no escribo historia, el Heredia mío, el José María Heredia de La novela de mi vida o el Domingo del Monte, o el Saco, o el Varela no son personajes históricos, son personajes literarios que tiene un basamento histórico de los que yo soy muy respetuoso—,de ahí un intento de fijación, de rescate de la memoria de lo que pudo haber sido ese sentimiento tan importante que es el intento de fundación de una consciencia nacional diferente a la española. En una novela como Herejes,4 yo hablo de esa sensación terrible que es el ejercicio de la libertad, ¿cómo se ejercita la libertad?, y los precios que se pagan por ejercer la libertad. Entonces me voy a otra geografía y a otros momentos históricos para traerlos a una Cuba contemporánea y hacerlo más universal. Hay un problema —Antonio— y es que la estructura social de la política cubana hace que cualquier acercamiento a la realidad tenga una primera lectura política, y yo trato de evadir esa primera lectura política porque las lecturas políticas son muy fugaces y en oportunidades son muy domésticas y hay fenómenos que tienen que ver con la condición humana, con el individuo en la sociedad que tiene un peso y una trascendencia mucho mayor si uno los mira desde un punto de vista más universal y menos local. Y ese es un ejercicio que yo hago como escritor. Por no hablarte ya de una novela como El hombre que amaba los perros,5 donde hay toda una reflexión sobre la utopía del siglo XX. Todo ello solo es posible desde una perspectiva muy generacional. Yo soy un escritor generacional; tengo un personaje que se repite en varias de mis novelas que es el personaje de Mario Conde —el investigador policial— que también es un
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282 : Antonio Correa Iglesias hombre que es muy generacional; y todos estos personajes —curiosamente— siempre están rodeados de un grupo de amigos y a través de ese grupo de amigos se completa una visión mucho más abarcadora de la mirada social que si fuera solamente atreves de un individuo. ACI: Es muy interesante lo que dices con respecto al concepto de la crítica así como la sustitución lógica de este por un concepto como la indagación. Enrique Del Percio quien es sociólogo y abogado argentino en uno de sus libros Política y Destino aborda el agotamiento del concepto de lo critico. ¿A dónde nos lleva el pensamiento crítico? ¿Qué hay más allá de la crítica? ¿Qué pasa cuando el pensamiento crítico se ha agotado? Todo esto me conduce a la siguiente pregunta. Mario Vargas Llosa acaba de publicar un libro titulado Conversaciones en Princeton,6 que fue un ciclo de conferencias sobre literatura y política y coincide perfectamente con lo que estábamos conversando. Un escritor político tiene el riesgo de desinflarse como escritor una vez que el conflicto político se ha disuelto. Pienso sobre todo en un escritor como Milan Kundera que escribió textos fundamentales, pero después del derrumbe del socialismo queda completamente fuera de juego. Ahora, ¿qué pasa con el escritor político o que su obra gira entorno a la indagación política cuando el conflicto que trata de describir en sus obras desaparece? ¿Desde esta perspectiva, cómo Leonardo Padura establece el vínculo literatura-política en su obra? LPF: El caso de Milan Kundera yo he tratado de estudiarlo bastante, pues es un ejemplo a seguir y a no seguir. Toda la etapa checoslovaca de Milan Kundera, así como los primeros años en el exilio escribió una serie de obras en las que está lo mejor de su literatura con un cierto contenido político, pero no abiertamente político. Si tú te lees una novela como La insoportable levedad del ser encuentras elementos políticos, pero prevalece un conflicto existencial; es una novela muy existencialista, una novela muy difícil incluso de poder precisar a nivel de estructura y de dramaturgia; incluso es difícil de precisar quien está narrando la novela: ¿es Kundera o es un narrador? Porque hay toda una serie de interferencias de esa voz narrativa que lo hace difícil. Están novelas como La broma, en fin todas esas novelas que se publican en los años setenta y que son recibidas con gran interés y con gran admiración. Pero desaparece el contexto histórico al que fundamentalmente se refería Kundera . Kundera se quedó prácticamente sin tema para hacer su literatura. Quizás podía volver al pasado, pero parece que no quiso hacerlo y comenzó a escribir estos libros que tienen un carácter muy literario y más filosófico que narrativo. Títulos como La velocidad entre otros, son como cinco novelas muy breves, las publica TusQuets que es la editorial que lo publicó en español y lo dio a conocer y como tú dices, son libros que tienen sesenta páginas de texto, se le pone un puntaje mayor para que llegue a tener cien y tenga lomo. Son libros que uno puede leer porque son los libros de Milan Kundera, pero ya no tienen la misma sustancia. Y lo mejor que ha escrito en los últimos años son textos
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reflexivos. Él tiene un texto sobre el arte de la novela El telón que me parece una aclaración y un aporte al oficio del novelista que es muy importante. Pero te pongo otro caso de un escritor que tú acabas de mencionar: Mario Vargas Llosa. Vargas Llosa es un escritor que tiene una participación política, tanto que aspiró a ser presidente del Perú. Muchas veces esa participación política aparece como un elemento que está dictando la obra del escritor. Su más reciente novela Cinco esquinas es una novela donde él hace un ajuste de cuentas con un personaje terrible y absolutamente macabro que es Montesinos. Pero es una novela que es una respuesta política a lo que significó Fujimori y Montesinos para su propia vida y su propia carrera. Y creo que entonces es ahí donde comienza a confundirse las necesidades de la literatura. La literatura no puede ser un manifiesto político o no debe ser un manifiesto, lo puede ser. Hay novelas muy políticas que cumplen esa función incluso en el caso del propio Vargas Llosa. Conversación en la Catedral por ejemplo es una novela con un fortísimo contenido político, pero es un contenido político que está cubierto y protegido por un ejercicio literario muy importante de creación de personajes, de estructuras de usos del lenguaje que incluso fueron muy novedosos en su momento. Yo pienso en esencia Antonio, que la política está en todos los actos de la vida cotidiana y más en un país como Cuba. Yo siempre pongo un ejemplo. En los años noventa en Cuba no había dinero ni siquiera para que hubiera un pedazo de pan y el gobierno garantizó que hubiera un pedazo de pan por persona; esa fue una decisión política. Es decir, el pan que tú te comías respondía a una decisión política, no a una decisión económica, o alimenticia, o de mercado. Es decir que todo en Cuba puede tener un carácter político; y si tú permites que la política se convierta en el centro de tu literatura; y si tú, de personajes políticos, haces un intento de novelizar o de convertirlo en parte de la reflexión sobre la literatura, estas cayendo en un espacio que puede ser muy complicado. Si tu primera escritura es política, la primera lectura va a ser una lectura política y cuando esa circunstancia política pasa ¿qué ocurre con la literatura? Yo creo mucho más en una mirada desde lo social, en lo humano. Cuando Gustave Flaubert escribe Madame Bovary vamos a decirlo en términos cubanos, la crítica francesa le cayó a palos porque había escrito una novela con un personaje en lo absoluto modélico o ejemplar. Sandolff —quien era uno de los críticos más importantes de la época, era quien santificaba a los escritores— lo machacó. Unos años después George San escribe y dice que “¿Cómo es posible Gustave Flaubert haya utilizado un personaje que no aportaba nada constructivo a sus lectores para escribir sus novelas?.” Y Flaubert —buscando de qué manera defenderse— decía que el solo quería llegar al alma de las cosas. Yo creo que esa es la función de la literatura, llegar al alma de las cosas. Los caminos son diversos y el alma de las cosas esta justamente en las manifestaciones de la condición humana; y la condición humana puede
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284 : Antonio Correa Iglesias estar afectada por la política, pero es supra-política porque nos ha acompañado desde que tenemos conciencia de hombres civilizados. Vivimos en un mundo en el cual se establecen una serie de acuerdos sociales para que la gente no se vaya matando unos a otros. Al ser estos acuerdos sociales permanentes, la política es circunstancial. ACI: Ahora, la figura del sujeto proscripto puede ser rastreada en toda tu obra, tus personajes son escuálidos y conmovedores como las historias que narran. Desde Mario Conde, pasando por Heredia hasta Trotsky, sin perder de vista a los personajes que pueblan una azotea habanera y que hacen balance de su vida. Es un elemento aglutinador en tu obra y es un elemento hasta cierto punto somático. ¿Por qué esta obsesión? LPF: Los ganadores son ganadores y son poco dramatúrgicos, o poco dramáticos. Los perdedores, los derrotados, los jodidos, los aplastados traen una historia que puede ser escuálida y conmovedora. Y a mí personalmente me interesa ese tipo de historia. Recuerda que Hemingway decía que el personaje de Santiago en El viejo y el mar había sido vencido, pero no había sido derrotado. El establecía una diferencia en ser vencido o ser derrotado como algo definitivo. La vida cotidiana —cubana— no solamente nos ha vencido muchas veces, sino que también nos derrotado. Ahí están las historias de personas que conocemos, amigos que han enloquecido, se han alcoholizado en la desesperación, incluso en momentos extremos han salido al exilio sin saber qué es lo que han ido a buscar, y muchas veces lo que han ido a buscar es oxígeno. Es un contexto muy complicado en el que estas derrotas se suceden; al mismo tiempo, la perspectiva de estos perdedores yo creo que enriquece la percepción con respecto a la realidad donde han sufrido sus derrotas. Desde un derrotado histórico como lo es Heredia, un hombre que cuando regresa a Cuba a ver a su madre —sabiendo ya que él está enfermo de muerte— es acusado por sus antiguos amigos de ser el ángel caído, lo acusan de ser el demonio. Domingo del Monte le dice a Heredia “ángel caído.” Esa es una frase que cada vez que yo la leo me provoca una indignación terrible. Heredia regresa a Cuba como ciento cincuenta o ciento sesenta años después —como han regresado muchos cubanos— pidiendo un permiso para entrar en su país. Es decir, es una derrota que nos persigue; y esa idea me interesa. Me interesa el Trotsky que sigue luchando, soñando con que puede hacer algo cuando está completamente derrotado. Y Mario Conde y sus amigos pues son unos derrotados supervivientes que tratan de aferrarse a los valores permanentes, a los que ellos consideran que no se pueden vencer —amistad, fidelidad, la decencia. Y por eso cada vez que hay un desprendimiento de uno de esos amigos, Mario Conde lo sufre como una derrota más profunda. ¿Qué pasa? ¿Nos vamos a quedar solos? Y eso es uno de los elementos que sustenta dramatúrgicamente mis textos. ACI: Al mismo tiempo son personajes que parecen sumergidos en una cri-
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sis existencial profunda y muchas veces asociada quizás a un esfuerzo desmedido por sobrevivir —al destierro, a la soledad, a la muerte, a la incapacidad de escribir nuevamente, a un país que trata de sobrevivirse a sí mismo. La pobreza feliz a la que alude Conde en Las transparencias del tiempo como “tabla de salvación nacional.” ¿Hay alguna salida o hay que resignarse? LPF: Yo creo que tiene que haber una salida. La historia es una rueda que no deja de moverse aunque en ese movimiento generalmente lo que hace es aplastarnos como individuos. La historia es una máquina de moler individuos, de moler sociedades; en ese tipo de espiral todo lo que va pasando bajo la rueda se va destruyendo o deteriorando. En una novela como La transparencia del tiempo,7 trato de hacer esa reflexión del papel del individuo en la historia. Muchas veces se habla del individuo como sujeto de la historia, el hilo constructor de la historia y se habla menos del individuo objeto de la historia. Es decir, el individuo que es movido por la historia y por una serie de elementos que lo superan en su voluntad individual y que tienen que ver con la sociedad, el tiempo, las circunstancias, los contextos en el que esté ubicado ese individuo. Un personaje como Mario Conde quien vive en la sociedad cubana contemporánea ha ido evolucionando, ha ido progresando en el tiempo, pero ese progreso no ha sido ascendente, ha sido más bien descendente en lo físico y en lo social. Yo trato con esto de establecer un reflejo de la realidad, pero siempre dejando una pequeña ventana a las posibilidades de futuro. Yo tengo una gran confianza —tal vez gran confianza es demasiado, debería decir, tengo una confianza— en la capacidad creativa del cubano. Y aunque haya momentos en que esa creatividad del cubano haya sido controlada, disminuida, pospuesta, yo siento que es capaz de recuperarla y que va a existir por esa ventana un resquicio de un mejoramiento social. Un mejoramiento que tiene que ver —tal vez en primer término, con la economía, pero también con algo de lo que hemos hablado antes de llegar aquí y que tiene que ver con los comportamientos éticos. La economía puede —prácticamente— cambiarse de un día para otro, sin embargo, la crisis ética, la crisis de valores es algo mucho más difícil de recuperar. Todo lo que tenga relación con el espíritu, con el comportamiento de los individuos de este contrato social del que hablábamos antes; cuando se rompen esos equilibrios volver a recuperarlos es mucho más difícil. Te pongo un ejemplo muy visible porque tiene que ver con una costumbre, tiene que ver con un rito de la sociedad. Los carnavales de La Habana fueron tan maltratados durante años que ya cuando se intentan hacer —a veces se hacen, a veces no se hacen, no se sabe si es en febrero, si es en junio—, esos carnavales son una caricatura de un carnaval. ¿Por qué? Porque las costumbres, las representaciones, los mitos que crea la sociedad son muy delicados y cuando los quiebras cuesta mucho trabajo volver a reconstruirlos y con decretos no se reconstruyen. Ha pasado en Cuba con los comportamientos sociales. Se habla de que hay vulgaridad, sexismo, de que hay comportamientos homofóbicos; todo eso es
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286 : Antonio Correa Iglesias resultado de una práctica social que ha permitido el desarrollo de esas actitudes; pero también de unas condiciones económicas que han generado que esas actitudes se multipliquen. Recuperar eso es lo que más me preocupa a mí. La economía se recupera en dos, tres años, cambiar con leyes, pero ¿cómo tú creas una ley que sea practicable para recuperar algo que en Cuba era un elemento de caracterización social del individuo que se llamaba “ser una persona decente”? En Cuba durante muchos años una persona que le roba al Estado no es ladrón, el ladrón es el que entra en tu casa y te roba a ti que eres un individuo privado. Pero como lo que tiene el estado es de todos, el que le roba al estado es una persona que resuelve; sin embargo, esa persona que resuelve también tiene que ver con tus necesidades, pues tú te conviertes en un receptador del que resuelve. Todo esto crea una trama ética muy complicada que es la que más me preocupa. ACI: Entrando en algunos aspectos de tu obra. En Adiós a Hemingway fabulas con la idea de que “cuando más lejos va uno cuando escribe, mas solo se queda. Y al final uno aprende que es mejor así y que debe defender esa soledad.” ¿Es Leonardo Padura un solitario? LPF: En lo absoluto, aunque trato de defender mi privacidad en todos los sentidos. Eso está tomado de la entrevista que le hicieran a Hemingway para la revista Paris Review. Hemingway decía que la responsabilidad del escritor que en un momento determinado vive mezclado con la sociedad, siendo una manera de vivir y de escribir porque te vas nutriendo de experiencias con ese contacto social. Pero llega un momento en que el novelista, sobre todo —más que el poeta— necesita un espacio de tranquilidad, de aislamiento para poder hacer su obra. Y eso significa que necesitas estar solo, necesitas alejarte de todo ese contexto en el que tú has participado. Yo, como todo buen cubano soy muy gregario. Mi esposa me critica constantemente por serlo, casi que en exceso. Si tú vas de visita a Cuba y te digo “ven vamos para que vaya a comer en mi casa,” pues yo aprovecho e invito a seis amigos más. Y entonces mi mujer se pone las manos en la cabeza y me dice que no es lo mismo hacer comida para dos que hacer comida para diez. Yo le digo “bueno Lucia, ya que nos vamos a reunión aquí con Antonio, vamos a reunirnos con otro grupo de amigos y la pasamos.” Eso me encanta, pero también la necesidad de escribir, el acto de escribir me obliga a una necesaria soledad. Una soledad que disfruto también. Y sobre todo esa soledad la he blindado en la medida de lo posible con un sentido de que lo privado, que el universo de lo privado; tú sabes cuán importante es eso sobre todo en una sociedad como la cubana donde en muchas oportunidades se pierden los límites. Esto no tiene nada que ver con un sistema político u otro, siempre fue igual, tú vas a la esquina y hablas con la gente y te enteras de la vida de todo el barrio. Quiere decir que el sentido de lo privado en Cuba siempre ha sido muy público. Pero en estos momentos, exponer lo privado es una tendencia, ahí está Face-
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book, ahí está Twitter ahí están todas esas expresiones de las redes sociales en las cuales las personas casi cuentan y dan cuenta de cuanto hacen, incluso en el baño. Pues yo nunca he entrado en Facebook, no sé qué cosa es un twit, no tengo página web porque creo que ese mundo privado que es tan agredido en Cuba, por cuestiones políticas y por cuestiones culturales, no voy a ser yo el que destruya el mío, el pedacito que me queda y lo defiendo mucho porque, además, como escritor lo necesito. ACI: Yo quería referirme Leonardo —y ya casi terminando esta entrevista— a un libro que a mi juicio es fundamental en tu obra y me refiero a La novela de mi vida, porque yo también tengo un vínculo afectivo con la poesía cubana sobre todo con Heredia y con Juan Clemente Zenea. Yo quiero referirme a algunos detalles de La novela de mi vida pues cada vez que la releo, me remite a otras lecturas: Las palabras perdidas y las Iniciales de la tierra de Jesús Díaz, Tuyo es el reino de Abilio Estebes, por ejemplo. Es un tipo de novela que me conecta con otros libros. La novela de mi vida puede ser leída desde una encuadre intertextual en el sentido que lo plantea el teórico alemán Manfred Pfister “visiones vertiginosas de un universo de textos en el que cada texto resuena con los otros en un regresum ad infinitum que desafía toda exégesis controlada..” Los paralelismo, escenarios e insinuaciones a lo largo de la novela lo propician. ¿Fue La Novela de mi vida concebida como ejercicio intertextual o fue naciendo en el desarrollo de la novela? LPF: Las dos cosas. Fue naciendo y había el propósito de lo intertextual. Recuerda que en La novela de mi vida toda la parte referida a José María Heredia, toda la parte donde aparece Heredia como personaje activo está narrada en primera persona. Y por supuesto hay toda una serie de anotaciones, referencias, citas, comentarios de documentos de la época, específicamente de cartas de Heredia o cartas que escribieron contemporáneos de Heredia, por ejemplo, que podían estar en el sector epistolario de Domingo del Monte que me servían para construir —no solamente— la psicología de Heredia sino el contexto en el que vivía Heredia en Cuba o en México. Hay mucha, no hay demasiada pero bueno, la novela mexicana de esa época o novelas posteriores que se refieren a esa época que Heredia vive en México desde finales de los años veinte a finales de los años treinta, Heredia muere en 1839. También en el presente de los personajes que buscan la historia perdida de Heredia, hay elementos de carácter intertextual en los que se cruzan miradas, textos, apreciaciones con respecto a la realidad. Yo creo sinceramente —y no me da pena confesarlo, además creo que me da cierto orgullo— que La novela de mi vida es la novela en la que más cerca yo me he quedado entre lo que he querido decir y lo que he logrado decir. Y esto no tiene nada que ver con censura, ni con política ni con nada. El ejercicio de la literatura en general, así como de todos los géneros, pero especialmente la novela es la lucha entre lo que tu sientes necesidad, deseo,
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288 : Antonio Correa Iglesias urgencia de expresar y lo que logras expresar. Entre ese elemento primario que es esa idea y una novela, pues por supuesto hay un proceso de creación en el que intervienen muchísimas cosas: estructuras, creación de personajes, utilización de lenguajes. Es un proceso larguísimo y ese proceso puede facilitarte la tarea de decir lo que tú quieres decir y yo creo que es donde más cerca estoy realmente fue en La novela de mi vida. Es una novela que a mí me satisface mucho; es mi novela en ciertos sectores menos conocida, en otros sectores más valorada. Tal vez porque su defecto tenga que ver con su gran virtud. La novela de mi vida es una novela que le explica al cubano de dónde venimos. Por eso se convierte en un libro tan visceral. La dedicatoria habitual que le hago a las personas que compran el libro es “para fulano de tal, esta novela de la vida de tantos cubanos.” Porque creo que ahí está la vida de tantos cubanos y eso también es un motivo de satisfacción. Por supuesto, es una novela que se apoya en contextos, no solo estos documentos de carácter personal sino también textos de carácter poético o de carácter narrativo. Hay descripciones de La Habana, las reproduzco a partir de la primera Cecilia Vales. ¿Por qué, cómo era una determinada calle de La Habana en los años 1820? ¿Dónde voy a encontrar referencias? Bueno encontré referencias en textos históricos y en textos narrativos. Y todos esos elementos yo creo que son válidos en el ejercicio de la literatura en la medida que un texto que se convierte en post-texto y vuelve a ser texto en el trabajo que hace el escritor contemporáneo. ACI: Lo curioso es que La novela de mi vida trata determinados aspectos que han sido abordados de otras muy diversas maneras por historiadores, sociólogos. He estado pensando sobre todo en un historiador cubano Rafael Rojas quien en Tumbas sin sosiego, Premio Anagrama 2006, plantea la tesis de que muchos poetas y escritores cubanos del siglo XX han recibido la extremaunción en las postrimerías de su vida o postmortem. Este argumento me conecta con el drama que vive Heredia en La novela de mi vida y uso un fragmento de tu novela para preguntarte: ¿Para un déspota que vale más, un poeta servil o un poeta muerto? LPF: Es una pregunta bien interesante. Voy a comenzar un poco más atrás porque la pregunta que tú haces tiene toda una serie de incitaciones que me parecen muy importantes. Heredia viene a recibir de alguna manera la extremaunción a través de José Martí. Tuvo que esperar casi sesenta años para que Martí reubicara a Heredia en el espacio cultural, histórico y social que tuvo. Esto es una muestra de que es una práctica no solo contemporánea —Lezama Lima y Virgilio Piñera recibieron la extremaunción diez años después—, Heredia casi sesenta años y es muy significativo que quien lo rescata es José Martí. Con respecto al propio Martí ocurre lo mismo. En las primeras décadas de siglo XX Martí es práctica-
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mente un desconocido en Cuba y se tuvo que hacer una labor hasta que llegó a tener su dimensión total. Tu recuerdas que en la novela de mi vida hay un diálogo entre Heredia y el Capitán General Miguel Tacón quien podría ser considerado históricamente nuestro primer dictador. Aunque no es tampoco la categoría que le correspondería pues era un gobernador general colonial; pero durante una buena parte del siglo XIX la burguesía cubana era tan rica que compraba a los capitanes generales. Iban a las cortes españolas e influía por determinados personajes para que fueran los que viniera a gobernar en Cuba y así poder continuar con sus planes económicos y políticos. Hay un documento absolutamente revelador en el que se explica cómo José Antonio Saco va a las Cortes con dos maletas llenas de dinero para comprarlos. No estoy hablando de comprar en sentido figurado, sino en sentido literal. A ese punto llegó la sacarocracia cubana, esos grandes clanes azucareros del siglo XIX que tan bien describe Manuel Moreno Fraginals en El Ingenio así como Cuba España España Cuba historia común también de Moreno Fraginals. Y en esa conversación —que no se sabe qué ocurrió históricamente— Tacón le pidió a Heredia que fuera a su despacho en la capitanía general, cuando Heredia va a Cuba por última vez meses antes de morir. ¿Qué se habló ahí? No hay ningún documento, dato, apunte o registro de esa conversación. Pero bueno, tu sabes que hay un recurso en la literatura que es el dialogo del poeta y el tirano, el poeta y el dictador. Y es ahí donde yo trato de reproducir esa conversación entre Heredia y Tacón; una conversación que ocurre en 1838 pero que pudo haber ocurrido en 1998. Es decir, es esencialmente ubicua en el tiempo. Yo siempre pienso que para el déspota el poeta servil es útil, pero es degradante para el mismo, incluso para el déspota. El poeta muerto también es útil, aunque puede ser incómodo para el déspota. Porque en esencia, lo que creo que puede ser incómodo para el déspota es la poesía más que el poeta. El poeta posee determinados comportamientos —entendiendo como poesía el acto de reflejo y de reflexión sobre una determinada realidad o sobre este fenómeno del que hablábamos antes— y siempre eso es algo que tiene una profundidad en cuanto a sus connotaciones sociales, éticas y políticas que pueden resultar incómodas. Por supuesto hay poetas que son mucho más incómodos. Y estoy hablando ahora de poetas en un sentido más global, estoy incluyendo narradores, dramaturgos. Porque la poesía es la expresión de la creación artística por antonomasia. Siempre puede ser un elemento de disonancia que moleste al déspota que necesita la consonancia con su pensamiento y con su propósito. ACI: Lo curioso de todo lo que me dices es cómo tu argumento se conecta con toda una tradición. Cuando veníamos de camino a la universidad hablábamos de los griegos y escuchándote recordé que fue Platón el primero que expulsa a los poetas de su república ideal. Es un fenómeno perfectamente
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290 : Antonio Correa Iglesias narrable en la historia de la humanidad. En uno de los pasajes de La novela de mi vida uno de los personajes de la novela llega a su primer exilio desde la literatura: Heredia, Casal, Eliseo Diego, Lezama, Carpentier . . . ¿cómo se puede llegar, Leonardo, a un primer exilio desde la literatura como ejercicio creativo y reflexivo? LPF: Eso depende en mucho sentido de la mirada del escritor y de la experiencia que esté viviendo. El caso específico del tema del exilio —tanto es así que estoy escribiendo una novela dedicada al drama del exilio— ya eso aparece en Heredia, aparece en determinados momentos de las novelas de Mario Conde con estos desgarramientos que hay en el grupo de amigos. Pero ahora es el tema central de una novela que tiene que ver con la pérdida de una capacidad de pertenencia y cómo tienes que reinventarte para comenzar a vivir en otra sociedad con otros códigos, con otras estructuras. O cómo puedes anquilosarte en tus códigos, en tu cultura y tratar incluso que la sociedad responda a esas exigencias. Afortunadamente para mí como novelista encontré un lugar donde ese proceso inverso es visible y es un lugar que se llama Hialeah donde los cubanos han tratado de reproducir una manera de ser y de vivir como la de Cuba, pero con un supermercado lleno de comida en la esquina. Entonces creo que las estrategias del exilio, del exiliado para adaptarse o para no adaptarse, para sufrir más o menos son infinitas; y la literatura es una manera de entender este proceso. Hay un excelente ensayista cubano que ha reflexionado sobre esto de una manera mucho más profunda de lo que yo lo pueda hacer en este comentario que ha sido Gustavo Pérez Firmat, en su libro Cincuenta lecciones de exilio y desexilio que son textos muy pensados desde la experiencia de un exiliado. Y el exilio ha sido un elemento que nos ha acompañado a lo largo de toda nuestra historia desde Heredia para acá. El exilio persigue a la cultura cubana y persigue a la nación cubana; una nación que por momentos es receptora de exiliados y que por momentos es productora de inmigrantes. Entonces es una realidad con la cual hemos convivido y desde la cual la literatura ha sido un elemento que participa en ese conflicto y que para mí es una de mis obsesiones a la hora de escribir. Yo soy un escritor que tengo cinco o seis obsesiones y mis novelas tratan de satisfacer algunas de esas obsesiones. El exilio y la pertenencia, la amistad, la fidelidad, la traición, el papel de la literatura en la vida de los individuos, los comportamientos sociales, lo ético, lo que es decente, lo que es corrupto, la memoria, en fin, por ahí están muchas de mis preocupaciones y es muy evidente verlo en mis novelas. ACI: Escuchándote recordaba la pieza de piano Adiós a Cuba de Ignacio Cervantes. Yo sé que tú te defines a ti mismo como un escritor habanero, pero Cuba es algo que está en tu obra. En El hombre que amaba a los perros en esos diálogos de la playa con Ramón Mercader, o el diálogo de Mario Conde
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con sus amigos Cuba está presente. Particularmente en La novela de mi vida le dedicas unas páginas a Eugenio Florit que para mí fueron estremecedoras. Florit, era un hombre que había salido de Cuba hacía más de treinta años, pero Cuba nunca se había ido de él. Eso me llevo a releer Tuyo es el reino de Abilio Estebes. Y hay un momento en que todo el exilio, inxilio, nostalgia, añoranza —que seguramente veremos en tu próxima novela— se refleja en ese momento en que Eugenio Florit llena su habitación de obras de arte cubano. Cuba es “una maldición gravitatoria,” es algo que te persigue, es algo de lo cual tú no te puedes desprender —por eso quizás me sonaba Adiós a Cuba. ¿Qué es Cuba para Leonardo Padura? LPF: Es una pregunta muy complicada y sobre todo desde el punto de vista que tú lo enfocas. Cuando hace dos días mi esposa y yo salíamos de un supermercado que está cerca de casa de mi hermano —yo preferí ir caminando, es el ejercicio que yo hago diariamente—, la cosa es que también cerca del mercado hay otras tiendas y una farmacia pues tenía que comprar unas medicinas para llevar a Cuba pues me las habían pedido. Y al final se me fueron tres horas de la mañana en esa historia. De regreso, solté las bolsas en el piso en un momento —mi mujer se quedó mirándome consternada— y comencé a maldecir con palabras que no voy a repetir aquí, en ese instante comencé a sentir la maldición de Cuba. Porque yo voy a regresar a Cuba y necesito llevar esas cosas. Un paquete de café, unas medicinas para un amigo . . . en fin, nos persigue esa maldición. Pero es una maldición magnética. Primero es una maldición continuada. Cuando llegas al aeropuerto de aquí, de Miami, te pesan y si te pasas media libra tu sabes lo que eso significa. Cuando llegas a Cuba te registran el equipaje, te lo miran, unos perros te lo huelen, un aduanero viene y te pregunta ¿de dónde usted viene? Y ahí uno también siente la maldición de Cuba. Pero regresas . . . En el caso del escritor, del artista —eso me pasó el domingo o el lunes— yo estaba hablando con mis editores en España y les contaba todo este tema de que no sabemos —es que me han llegado informaciones un poco contradictorias del acceso a internet en Cuba— pero parece que se amplió el acceso inalámbrico a internet —parece, no lo sé, no entiendo qué pasa. Un par de meses antes para la novela que estoy escribiendo yo tengo un acceso a internet que me dio el Ministerio de Cultura por la vía del teléfono —por modem— y estaba tratando de entrar en la página del Museo de Bellas Artes de Boston para ver un cuadro de Monet del cual yo quería hacer un comentario y quería saber en qué sala estaba —yo estuve en ese museo el año pasado— y quería tener este detalle pues tengo unos personajes que conversan en esa sala viendo ese cuadro y hacen un comentario del cuadro y nunca pude abrir la página de ese museo. Y es entonces —en uno de esos momentos— que me quejo de esta maldición de Cuba. Pero vuelvo, y regreso y sigo escribiendo. Les decía a mis editores —a partir de esta historia del famoso cuadro de Monet— que cómo el hecho de
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292 : Antonio Correa Iglesias vivir en Cuba me nutre como escritor. Te lo comentaba hace un rato; yo tengo pasaporte español desde el año 2010 me lo concedió el gobierno de España, es un pasaporte honorífico, aunque yo no soy ni hijo ni nieto de españoles, nunca pude acogerme a la ley de nietos y tal. Mi esposa lo tuvo por matrimonio y yo pudiera irme a vivir a España, pero si me voy a vivir a España sería otro exiliado porque nunca sería español, a pesar de que tengo un pasaporte y una ciudadanía española en la medida de que yo soy un escritor cubano. El elemento de la pertenencia —para mí— es muy importante. Y tu decías que yo soy un escritor habanero, y muchas veces he dicho que más que un escritor habanero, yo soy un escritor de Mantilla, de mi barrio. Porque el novelista tiene que tener una conexión muy directa, mucho más estrecha con un contexto específico. Y por eso yo creo que el escritor pertenece a la ciudad y el poeta pertenece al país. Y a través de la ciudad el narrador expresa el país. Y ese es un elemento en el que el hecho de ser cubano y de vivir en Cuba yo lo he asumido de manera consciente. Tal vez si yo viviera en España no tendría la maldición de tener que comprar diez paquetes de café para llevarme para Cuba; ahora mismo me dicen que no hay pan en La Habana, entonces compramos dos paquetes de pan para llevarlos para Cuba. Ahí escribo, ahí encuentro mis temas, mis personajes, mis obsesiones están ahí palpitantes. El sonido del idioma; mis personajes hablan en cubano. Mercader, Trotsky, Rembrandt hablan un lenguaje literario, utilitario tratando de que funcionen poéticamente, pero hablan un idioma completamente inventado. Pero Mario Conde habla en cubano, los amigos de La novela de mi vida del presente hablan en cubano y se dice uno a otro “mi socio,” “chico.” Son expresiones de otra naturaleza que se pueden encontrar en mis libros. Son maneras de construir la frase. Mis editores españoles al principio se asombraban de mi abuso de los pronombres y yo les dije: “( . . . ) miren, no me toquen eso porque me destruyen el sonido de una frase. . . .” Lo lógico sería que en una pregunta, por ejemplo, que yo te preguntara ¿y qué crees? Los cubanos decimos ¿y qué tú crees? Ese “tú” que puede ser más o menos enfático es el que le da un sabor cubano a esa simplísima pregunta que tiene el mismo sentido en los dos casos. Eso es Cuba, una manera de hablar, una manera de decir, una manera de pensar, una maldición que nos persigue o una bendición que nos cubre. Una bendición que nos cubre en qué sentido. Antonio, Cuba siempre ha sido un país culturalmente más grande que su geografía. En el siglo XIX Cuba tuvo a tres de los cinco grandes poetas de la lengua española. Tuvo a Heredia, a Casal y a Martí. Los otros dos grandes son Rubén Darío y Gustavo Adolfo Bécquer. De ahí hacia abajo son poetas de segundo nivel; grandes poetas como puede ser Juan Clemente Senea o como puede ser Espronceda, pero son poetas que no llegan a esta magnitud de estos que te he mencionado. Cuba dio a una bailarina como Alicia Alonso, o a un jugador de ajedrez como José Raúl Capablanca; los campeones de ajedrez excepto Capablanca, casi todos son judíos
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rusos, son los mejores. Es sin lugar a duda un país más grande que la isla. Y eso es una bendición. Saber que detrás de uno esta Alejo Carpentier, José Lezama Lima, Guillermo Cabrea Infante, Lino Novas Calvo, que están Martí, Casal, Heredia; yo creo que todo eso hace que el hecho de ser un escritor cubano entrañe una responsabilidad y que esa cultura —a la que pertenecemos— suma a eso los artistas plásticos, y la música —que fue lo primero que te sonó primero a ti en el oído— que es lo más universal, donde se logra la gran síntesis de la cultura. El béisbol —a mí que me encanta la pelota— encuentro ahí una representación de lo cubano. Si buscas las fotos o los videos de cuando me fui a recibir el Premio Princesa de Asturias, llevaba una pelota de béisbol en la mano. Esto para mí es Cuba. Podemos para cerrar esta pregunta que Cuba es la pelota de béisbol con la que yo jugué cuando era niño y que me sigue acompañando. ACI: Gracias Leonardo por tus palabras, por tu talante, por tus libros, por el amor a Cuba. Te agradecemos profundamente la entrevista, tu tiempo, tu trabajo. Gracias. N O TA S 1. Cuban Heritage Collection CHC, Universidad de Miami. 2. MaxiTusquets, 1997. 3. Tusquets Editores, 2001. 4. MaxiTusquest, 2013. 5. Tusquets Editores, 2009. 6. Alfaguara, 2017. 7. Tusquets Editores, 2018.
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Lesbia Vent Dumois Aunque me corten un ala, yo siempre puedo volar. 2005. (Acrílico sobre tela 130 cm × 100 cm)
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“Exile Memoirs: Beyond the Confines of Obligated Memory” Memoirs Reviewed Cecilia M. Fernández. Leaving Little Havana: A Memoir of Miami Cuban’s Ghetto. Orlando, FL: Beating Winds Press, 2013. Translated to Spanish by Gonzalo Ravelo, 2015. José María de Lasa. My Story: Family, Cuba and Living the American Dream. Miami, FL: Ediciones Universal, 2018. Gerardo González. A Cuban Refugees Journey to the American Dream: The Power of Education. Bloomington: Indiana University Press, 2018. Dania Rosa Nasca. Lights Out: A Cuban Memoir of Betrayal and Survival. Dania Rosa Nasca, 2016. Luis Santeiro. Dancing with Dictators: A Family’s Journey from Pre-Castro Cuba to Exile in the Turbulent Sixties—A Memoir. Luis Santeiro, 2017. Marisella Veiga. We Carry Our Homes with Us. Saint Paul: Minnesota Historical Society Press, 2016. Like all wars, the Cuban Revolution generated carefully constructed narratives of its history with heroes and villains starkly cast and storylines carefully scripted. Inversely, the opposition did the same. For the exile community, the revolution betrayed became a central theme, as did triumphs in exile. We became the golden exiles who thrived despite the loss of nation, family, property, and imagined futures. Our defiance included reproducing Cuba in the United States. And nostalgia was a way of not forgetting. But with this process came an official narrative that demanded unanimity in the renditions of past and present. Paul Ricoeur calls this obligated memory; what we are expected to remember is not necessarily what happened to us, but it is what we must remember. The reality was more complex, as were the human experiences lived through multiple histories, and some of these have found themselves into testimonials and memoirs. Some of the first cracks in the official narrative surfaced when young Cuban exiles started to return to the island, an act that in and of itself defied the official narrative of exile. With this movement came testimonies of life in the United States that for many of us, especially those raised outside the nestled confines of Cuban Miami, included ugly confrontations with racism and discrimination because we were Cubans. In Contra viento y marea, for instance,
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302 : Book Reviews Lourdes Casal and a group of editors from Areíto gathered personal testimonies from those returning to Cuba with the Antonio Maceo Brigade. The stories did not fit neatly into the narrative of the golden exile. Much later Ruth Behar and Juan Leon initiated a project to collect personal narratives of those who did return to Cuba, further constructing alternatives to the tropes of survival and success. Bridges to Cuba, their two-volume publication of personal narratives, poems, and stories established a plurality of experiences. By Heart/De Memoria: Cuban Women’s Journeys in and out of Exile, which I edited, brings together women’s personal narratives of encounters with the island from those of us in exile and with narratives from those on the island. By the 1990s, returning had also generated its own mythologies and acceptable renditions, and these essays complicated the narratives on both sides of the Florida Straits. All these projects have sought to build alternative communities through texts. Other memoirs sought to fill in the personal stories of immigration. Cuban immigration has been periodized by time and method of departure. The dramatic exodus of fourteen thousand unaccompanied minors in Operation Pedro Pan engendered its own deeply militarized memories that reflect the collective coping with the pain arising from the separation of parents and children. Pedro Pans become symbols of the origins of a community born of extreme sacrifice. The narrative called for presenting our experience as heroic, as we were saved from communism. Silence might have been expected about the pain or abuse encountered by the children. Still, memoirs like Carlos Erie’s, Waiting for Snow to Fall in Havana, presented a more complex set of experiences, as did Flora Gonzalez’s essay “House on Shifting Sand: in Bridges. Both the Cuban and the US government complicated the Mariel exodus by casting immigrants as criminals and unwanted escoria. But Mirta Ojito’s Waiting for Mañana gave us the version of traveling through those hate-filled and racialized rhetorical waves from the perspective of a twelve-year-old and her middle-class family. Another set of memoirs focused not on the moment of departure but on the arrival and its aftermath. As Isabel Alvarez Borland suggests in her study Cuban American Literature of Exile: From Person to Persona, these are journeys to negotiate identity. Several works in this genre express the cultural dislocation experienced by young exiles, as explored in Pablo Medina’s Exiled Memories, Gustavo Pérez-Firmat’s Next Year in Havana, and most recently Richard Blanco’s poetic narrative The Prince of Los Cocuyos, which renders Cuban Miami a more complex community than the golden exile suggests. Blanco’s memoir challenges the idea that we are all the same. We are not, and difference whether it be political or sexual orientation is not easily accommodated and oftentimes punished. More recently a new wave of memoirs has emerged, some of them selfpublished by nonacademics, perhaps indicating that the authors are of the generation of teenagers at the time of the revolution, now reaching retirement age
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and timely reflection. Of this latest batch some reedify the themes of betrayal and success. Others begin to take us into the private realm of family pathologies and traumas that happen to play out in this incredibly politicized environment, thus humanizing our understandings of the exile experience. Dania Rosa Nasca’s Lights Out: A Cuban Memoir of Betrayal and Survival is set in Holguín, Cuba, and documents how the revolution changed one family’s life. This memoir, much like Virgil Suárez’s Spared Angola, is set mainly in Cuba. Nasca’s is a childhood forged through the transition. Her family, like most Cubans, supported the revolution, but they broke with Fidel early on and decided to leave. Staying or leaving were litmus tests of loyalty to the regime. Once a declaration to leave was made, entire families became personae non gratae and lost access to a host of services. Suspicion followed them. There are keen observations about how the regime established its power, including through instilling psychological fear. For example, Nasca’s father was imprisoned and his small business confiscated. The author gives us a front-row seat to the disappearance of small businesses over almost eight years. The narrative is most compelling when it stays with the narrator’s lived experiences. Unfortunately, she also drifts into long-winded political harangues that interrupt the connection the reader can make to the narrator. She also loses credibility with her frequent use of a “we Cubans” position that obliterates the plurality of voices and political positions. For instance, she writes, “The world will never understand the enormity and perfidy of Fidel’s destruction of a people. Only a loving God and we, the Cuban people of that time, really understand Fidel’s massacre” (p. 71). Weren’t those who participated in the summary trials, executions, and surveillance of neighbors Cubans too? This is unfortunate because we have so few childhood accounts of how the early institutionalization of the regime was lived. My Story: Family, Cuba and Living the American Dream by José María de Lasa, who I should disclose is a friend of mine, is intended as a testimony for his children and grandchildren, a map to a family album. His brother-in-law, the historian Javier Figueroa, conducted extensive interviews (later transcribed) that explore important historical vignettes. As a young man, Jose Maria, along with his mother and sister, participated in the uprising against Batista. They later joined the opposition to Fidel. This is a window into the participation of young upper-class Catholics in the uprising. It could be said that their political orientation of social justice was a precursor to the liberation theology movement that would come to envelop Latin America—after all, Fidel was a product of Jesuit thought. The schism began, though, when democracy was excluded from the social justice project. Of particular interest to those of us who have studied this period are the candid assessments of the role of the Central Intelligence Agency (CIA) in the opposition to Fidel. There was no love lost between the young opponents and the CIA, despite attempts by some Cuban exiles in
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304 : Book Reviews Miami to glorify everything about the US. Incidentally, Antonio Veciana’s memoir, Trained to Kill: The Inside Story of CIA Plots against Castro, Kennedy, and Che, narrates this complicated relationship as well. Jose Maria’s memoir proceeds to track his own meteoritic rise through the American corporate system, which reads as a story of hard work, luck, and pre-exile social capital. A Cuban Refugee’s Journey to the American Dream: The Power of Education by Gerardo Gonzalez is a 2018 memoir that explores six decades of his personal story. His family from Placetas also left Cuba in the 1960s. Unlike the more privileged background of José María, Gerardo’s father was a mechanic. While the upper and middle classes were overrepresented in the early waves of the revolution, not everyone was of those classes. Once in Miami, Gerardo’s father could not find work and headed off to El Norte. This second dislocation continues to mark Gerardo, as he feels marginalized for being “different” but begins to find community with other Spanish-speaking kids. This early sense of being “Latino,” even though that term had not yet become part of the identity lexicon, would later allow him to situate himself in a broader community and dedicate his life to other Latinos. Upon his return to Miami, Gerardo falls in to a very diverse group of friends. One convinces him to go to college. His existential journey is poignantly and honestly shared, including his foray into eastern religions. He eventually finished a doctorate and embarked on his lifelong journey of education. The less emotionally connected parts of the memoirs are his list of policy accomplishments. It is almost as if two books were merged—one of his personal story and another on educational policy. Still, at the end of the book he returns to Cuba, reconnecting us with his childhood and the familiar reencounters with our homeland. It is here that I wish that the author, an academic, had used some footnotes to make a broader connection to the literature of return. Yet it seems that each memoir needs to be a story unto its own, even as it is reflexive of a broader social phenomenon. Dancing with Dictators: A Family’s Journey from Pre-Castro Cuba to Exile in the Turbulent Sixties, written by Luis Santeiro, bridges memories from Cuba to exile. Like other memoirs his story takes us on a round trip from Cuba, to exile, and eventually back in a visit. Vividly written, the memoir journeys through early Cuban Miami until Santeiro winds up at Villanova University, in northern Pennsylvania, where he spends a lot of time with an uncle who had lived in New York and introduces him to theatre. A broader project underpins this memoir, the reconciliation of his mother’s warm private memories of her father, Gerardo Machado, and the disturbing public record he imprinted on Cuban history. The coming-of-age story shares with other memoirs the typical tug of war between the Cuban and the American sides of his experiences. To this Santeiro adds his own journey to understand his family’s past. This is not done sentimentally but with his own research and difficult discussions with family
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members. At the end, there is no reconciliation between private and public memoires but a deeper understanding that sometimes the two worlds cannot be reconciled, although they should be recognized. Another more nuanced memoir that depicts not the ascendance, but the fall of a middle-class family in exile, is Adiós mi pequeña Habana by Cecilia Fernández. This is the antithesis of the golden exile story, as it documents the downward spiral of a Cuban family gone into exile. Shortly after they arrive in the United States, Cecilia’s father leaves her mother for his lover, whom he had also brought from Cuba. Her mother suffers depression and can barely make ends meet or pay close attention to her daughter. This gives Cecilia atypical room in which to explore Miami and her sexuality without watchful adult eyes. For young women in particular, the Cuban culture of chaperones and policed sexuality clashed with US dating customs. Yet Cecilia had to leave Miami to finally get a hold of what she wanted in life. The university opens a new world, which ultimately brings her into contact with more radical politics. In contrast to coming of age in Miami, Marisella Veiga’s We Carry Our Homes with Us gives us a perspective onto exile outside the enclave. After a short stay in Miami, her parents decided to move to Minnesota. Local backlash against Cubans resulted in a federal relocation program to encourage Cubans to go to other parts of the United States. While she documents encounters with many American families who were supportive of refugees, her family was seeing “as aliens, outsiders.” Cubans created a close-knit community as they lived near one another and gathered for holidays, including Three Kings’ Day. The children, however, quickly incorporated “American ways.” It is the process of becoming bicultural that drives this memoir. This openness to other cultures leads the author to be at ease with an array of students from many parts of the world when she is at university. Cojímar is also always in the background as an anchor for family memories, and she eventually returns to Cuba to visit. This memoir is hard to follow as the timeline is often broken. The author perhaps meant this presentation to show the ways our memories flow in fragments, but that makes it hard to follow. All these memoirs, with the exception of De Lasa’s (as he is a bit older when he arrives in the United States) and Nasca’s (she spends early adolescence in Cuba), focus on coming of age in exile. Life unfolded through times of scarcity, cultural dislocation, and in some cases family disintegration. All suffered family separations. These memoirs also all share a frustration with Americans who romanticize the Cuban Revolution and demonize exiles. The demonization of exiles uses stereotypes like the golden exile and the politically rabid Cuban exile to operate. But on two fundamental policy issues, these writers defy stereotypes. They all return to Cuba for visits and work to bridge the political divides among Cubans. They are all sympathetic to the plight of immigrants.
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306 : Book Reviews Despite their similarities, these memoirs challenge the rigid myths of a uniform exile and, by extension, nation, and the authors come from very different places in Cuba. Their lives yield a variety of human experiences and politics that challenge the existence of a unitary politically obligated memory either of Cuba or of exile. As the present opens up to our writing and reading differences, so the past becomes a more open and inclusive place. REFERENCES Isabel Alvarez Borland, Cuban-American Literature of Exile: From Person to Persona. University Press of Virginia, 1998. Grupo Areíto, Contra Viento y Marea. Casa De las Americas, 1978. Ruth Behar, Bridges to Cuba/Puentes a Cuba. University of Michigan Press, 1995. Richard Blanco, The Prince of Los Cocuyos: A Miami Childhood. Ecco/Harper Collins, 2014. Gustavo Perez-Firmat, Next Year in Havana: A Cubano’s Coming of Age in America. Arte Público Press, 2006. Paul Ricoeur, Memory, History, Forgetting. University of Chicago, 2006. Virgilio Suarez, Spared Angola. Arte Público Press, 1997. María de los Ángeles Torres, By Heart/De memoria: Cuban Women’s Journeys in and out of Exile. Temple University Press, 2003. Antonio Veciana and Carlos Harrison, Trained to Kill: The Inside Story of CIA Plots against Castro, Kennedy, and Che. Skyhorse, 2017.
MARÍA DE LOS ÁNGELES TORRES University of Illinois at Chicago Lisandro Pérez, Sugar, Cigars, and Revolution: The Making of Cuban New York. New York: New York University Press, 2018. In the wake of the British occupation of Cuba in 1762, creole planters and merchants transformed western Cuba into a highly productive export colony. Although Spain maintained political control over the island, the main axis of Cuban economic and cultural life shifted to the United States, which, by the middle of the nineteenth century served as not only the most important market for Cuban goods but also the main source of investment and the point of access to technology, financial services, consumer goods, and other trappings of modern life. In Sugar, Cigars, and Revolution, Lisandro Pérez has written an immensely enjoyable book that significantly reframes our view of this process. He sets out to uncover and map the transnational Cuban communities that formed in New York as the city came to dominate the booming Cuba trade. Drawing on censuses, wills, newspapers, banking records, and correspondence, he builds rich portrait of the earliest Latino settlements in the city. Cuban New York,
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306 : Book Reviews Despite their similarities, these memoirs challenge the rigid myths of a uniform exile and, by extension, nation, and the authors come from very different places in Cuba. Their lives yield a variety of human experiences and politics that challenge the existence of a unitary politically obligated memory either of Cuba or of exile. As the present opens up to our writing and reading differences, so the past becomes a more open and inclusive place. REFERENCES Isabel Alvarez Borland, Cuban-American Literature of Exile: From Person to Persona. University Press of Virginia, 1998. Grupo Areíto, Contra Viento y Marea. Casa De las Americas, 1978. Ruth Behar, Bridges to Cuba/Puentes a Cuba. University of Michigan Press, 1995. Richard Blanco, The Prince of Los Cocuyos: A Miami Childhood. Ecco/Harper Collins, 2014. Gustavo Perez-Firmat, Next Year in Havana: A Cubano’s Coming of Age in America. Arte Público Press, 2006. Paul Ricoeur, Memory, History, Forgetting. University of Chicago, 2006. Virgilio Suarez, Spared Angola. Arte Público Press, 1997. María de los Ángeles Torres, By Heart/De memoria: Cuban Women’s Journeys in and out of Exile. Temple University Press, 2003. Antonio Veciana and Carlos Harrison, Trained to Kill: The Inside Story of CIA Plots against Castro, Kennedy, and Che. Skyhorse, 2017.
MARÍA DE LOS ÁNGELES TORRES University of Illinois at Chicago Lisandro Pérez, Sugar, Cigars, and Revolution: The Making of Cuban New York. New York: New York University Press, 2018. In the wake of the British occupation of Cuba in 1762, creole planters and merchants transformed western Cuba into a highly productive export colony. Although Spain maintained political control over the island, the main axis of Cuban economic and cultural life shifted to the United States, which, by the middle of the nineteenth century served as not only the most important market for Cuban goods but also the main source of investment and the point of access to technology, financial services, consumer goods, and other trappings of modern life. In Sugar, Cigars, and Revolution, Lisandro Pérez has written an immensely enjoyable book that significantly reframes our view of this process. He sets out to uncover and map the transnational Cuban communities that formed in New York as the city came to dominate the booming Cuba trade. Drawing on censuses, wills, newspapers, banking records, and correspondence, he builds rich portrait of the earliest Latino settlements in the city. Cuban New York,
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dominated by merchants, planters, and intellectuals, was a tiny patch in the vast quilt of immigrant New York. But the community served as key point of articulation between the United States and Cuba, and “the premier stage outside Cuba for the unfolding of Cuban political, sociocultural, and intellectual history” (259). Pérez begins with the singular figure of Cristóbal Madan, the unofficial Cuban “consul” in the city in the 1820s and 1830s. As aristocratic Cubans began to travel to the city, Madan greeted visitors at the piers, guided them over icy streets, and helped situate them in lodgings. Meanwhile, the financial firm of Moses Taylor, on South Street, accepted the deposits of Cuban planters and merchants and also received, situated, and supervised the children of wealthy Cuban families—including some not so well behaved—sent to boarding schools in New York. This set of networks, Pérez maintains, made possible the literary interventions of canonical Cuban writers including Félix Varela and Nicolás Heredia, well as the annexationist movement of the 1850s. Madan was married to the sister of the famous Democratic publicist John O’Sullivan, the man who actually coined the phrase “Manifest Destiny.” Thus Pérez is able to use Cuban New York as a window onto the entangled filibustering expeditions of William Walker and Narciso López. The book shifts gears as Pérez describes the transformations brought by the first war of independence in Cuba, from 1868 to 1878. In this period, thousands of Cubans settled in New York, establishing households, newspapers, and social institutions. Pérez offers both an analysis of the Cuban population enumerated on 1870 census and a vivid account of the experience of the leading liberal thinkers in western Cuba in the first years of the war, including their displacement and rapid assumption of leadership in the New York community. In a lively and balanced account, Pérez narrates the conflicts between these newcomers, led by the wealthy planter Miguel de Aldama, and a less opulently wealthy faction represented by the delightfully acerbic pens of Emilia Casanova and her husband, Cirilo Valverde. Here the central argument of the book comes alive again, as Pérez suggests that when Valverde completed and published his foundational novel Cecilia Valdés in New York in 1882, the exceedingly negative depictions of Cuban planters were a reflection as much of his recent confrontations with Aldama as of his evolving views on slavery. Finally, Pérez charts a second transformation when the war ended and many wealthier exiles returned to Cuba to reclaim—or attempt to reclaim— their fortunes. To chart the decline of the wartime community, he lyrically walks readers past the tombstones at Green-Wood Cemetery in Brooklyn, connecting each forgotten crypt with archival sources in order to imagine historical figures whose bodies gave out, whose parents grieved, whose Masonic brothers conducted elaborate rites, or whose heirs battled in court over inheritance claims. The disarticulation of the elite Cuban settlement serves
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308 : Book Reviews as a backdrop for a last chapter in which the poet and journalist José Martí appears as a loner, estranged from his wife and the Cuban nationalist movement, prowling the city’s precincts in search of scenes and episodes for essays to send to Latin American newspapers. This is not, Pérez rightly insists, a book about José Martí. Martí’s became a central figure in the nationalist movement in the 1890s, after the period covered in this study. But Martí’s first decade as a New Yorker serves as a powerful concluding narrative for a transnational social world not so much vanishing as changing shape. The return or demise of many privileged settlers changed the class and racial composition of Cuban New York, leaving behind many working-class emigres, a growing proportion of whom were of African descent, the Cuban New Yorkers would later become Martí’s key constituents. Sugar, Cigars, and Revolution is a captivating account, refreshingly free of polemic and academic jargon. Pérez expertly sets up scenes, weaves together the lives of characters, and introduces and analyzes texts, knowing exactly when and how to step back to summarize the broad sweep of events and politics. Although experts in the field may sometimes wish for more explicit argumentation, especially on questions of race and gender, the book is brimming with insights and is eminently assignable. It would make an excellent gift for readers outside the academy who are interested in Cuban history or forgotten stories of old New York. J. HOFFNUNG GARSKOFF University of Michigan Julio Capó Jr., Welcome to Fairyland: Queer Miami before 1940. Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2017. 383 pp. In Julio Capó Jr.’s fantastic account of Miami before 1940, we are treated to a queer history that puts the popular understanding of Miami as a site for fun, sun, and sex into a fascinating and much-needed context. Early twentieth-century boosters came up with the idea to market Miami as a “fairyland,” where paradise and the pleasures therein could be had in a warm, accessible climate. The fairyland of Miami meant different things to different people, and in this book, Capó privileges “the complex ways queer women and men negotiated their own space, role, and understanding of themselves in this budding international city from the 1890s to 1940 (5). The result is a simply riveting read that takes us through the complex gender and sexual politics that made Miami, well, Miami. Although the book’s primary focus is on gender and sexuality, Capó provides a master class on intersectional analysis and its critical potential. For
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308 : Book Reviews as a backdrop for a last chapter in which the poet and journalist José Martí appears as a loner, estranged from his wife and the Cuban nationalist movement, prowling the city’s precincts in search of scenes and episodes for essays to send to Latin American newspapers. This is not, Pérez rightly insists, a book about José Martí. Martí’s became a central figure in the nationalist movement in the 1890s, after the period covered in this study. But Martí’s first decade as a New Yorker serves as a powerful concluding narrative for a transnational social world not so much vanishing as changing shape. The return or demise of many privileged settlers changed the class and racial composition of Cuban New York, leaving behind many working-class emigres, a growing proportion of whom were of African descent, the Cuban New Yorkers would later become Martí’s key constituents. Sugar, Cigars, and Revolution is a captivating account, refreshingly free of polemic and academic jargon. Pérez expertly sets up scenes, weaves together the lives of characters, and introduces and analyzes texts, knowing exactly when and how to step back to summarize the broad sweep of events and politics. Although experts in the field may sometimes wish for more explicit argumentation, especially on questions of race and gender, the book is brimming with insights and is eminently assignable. It would make an excellent gift for readers outside the academy who are interested in Cuban history or forgotten stories of old New York. J. HOFFNUNG GARSKOFF University of Michigan Julio Capó Jr., Welcome to Fairyland: Queer Miami before 1940. Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2017. 383 pp. In Julio Capó Jr.’s fantastic account of Miami before 1940, we are treated to a queer history that puts the popular understanding of Miami as a site for fun, sun, and sex into a fascinating and much-needed context. Early twentieth-century boosters came up with the idea to market Miami as a “fairyland,” where paradise and the pleasures therein could be had in a warm, accessible climate. The fairyland of Miami meant different things to different people, and in this book, Capó privileges “the complex ways queer women and men negotiated their own space, role, and understanding of themselves in this budding international city from the 1890s to 1940 (5). The result is a simply riveting read that takes us through the complex gender and sexual politics that made Miami, well, Miami. Although the book’s primary focus is on gender and sexuality, Capó provides a master class on intersectional analysis and its critical potential. For
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example, the first chapter explains how the growth and shifting borders of Miami in the early years of its incorporation must be understood through an analysis of the relationship of space, sex, race, and labor—particularly in the context of red-light districts in black neighborhoods. In chapter 2, the labor migrations of Bahamians to Miami are detailed to tell a story about the queering of gender and sex roles in both the Bahamas and Miami. In the chapters that follow, Capó adds another layer of complexity by examining the lives of the white, queer elite men and women who helped to fashion the city as a space where gender and sexual norms could be transgressed through financial investments and by exploring the staging of Miami in both tourist marketing and public entertainment. Of course, this queer fairyland did not go unchallenged, and the book captures the pushback that occurred at various moments to deftly sketch the uneven policing of queerness (a burden that often fell along racial and class lines) in a city that relied on its transgressive image to attract tourist dollars. To do this work, Capó brings together a diverse collection of primary source materials: newspapers, tourism ad campaigns, court cases, migration statistics, arrest records, minstrel performances, literary works, and more. In one of my favorite moments in the book, Capó analyzes watercolors featuring nude black Bahamian laborers by the famed American painter John Singer Sargent. Through these watercolors, Capó further details his history of “the homosocial world of early Miami and the elite’s gaze and fetishization of the black laborer’s body” (74). This expansive collection of sources makes possible a multilayered, thorough historical rendering of this time period that also acknowledges the archival silences around sex and sexuality. Capó’s patient and insightful readings make these silences a key part of the overall analysis. Cuba’s role in the book builds on the work of other scholars like Louis Pérez who have highlighted the relationship between Miami and the island as essential for their respective growth and development. The emphasis here is on the sexual and gender politics of this relationship through an examination of the ways in which Miami was cast as an exotic locale in the spirit of Havana with a lax moral code to compete for visitors. There are many other moments when Cuba factors into this history: improvements in infrastructure as a product of military mobilization in Miami during the Spanish-AmericanCuban War, the visual culture of Miami and Havana, sexual politics and empire, and even Machado-era Cuban migration to the city during and after the dictator’s rule. Cuba’s role in the book goes beyond what I have outlined, but it is crucial to note how Cuba is not at the center of this study—a major strength, in my estimation. Instead, Capó develops the transnational scope of the book by acknowledging the role of Cuba but also insisting on the crucial part played by other Caribbean influences in the development of Miami. The Bahamas and Bahamian migration in particular helped to shape the city as a fairyland in its
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310 : Book Reviews early days. Furthermore, the book provides a deep and illuminating context for understanding the large-scale migration of Cubans to Miami before 1959. Anyone living or working in South Florida long enough will have heard the story of Miami as a kind of backwater transformed overnight by industrious Cubans. Capó’s work naturally shows us that there is much more to Miami before 1959, but it goes beyond that in the epilogue by explicitly providing a more expansive framework to understand the relationship between Republican conservatism and sexual politics in the Cuban exile community. Welcome to Fairyland contributes to a number of fields and will be required reading in graduate seminars on topics ranging from urban history and gender and sexuality to courses on the history of US empire. The clarity of the writing and the pace of the narrative also make it suitable for undergraduates and general audiences. This broad legibility is a major strength because this is a book that deserves a wide readership. ALBERT SERGIO LAGUNA Yale University Hideaki Kami, Diplomacy Meets Migration: US Relations with Cuba during the Cold War. Cambridge: Cambridge University Press, 2018. In recent years, some of the most innovative work in the history of Latin American international relations has moved away from analysis of bipolar relationships between Washington and other actors, and toward a multipolar consideration of the exercise of power. Tanya Harmer’s Allende’s Chile and the Inter-American Cold War, for example, argues forcefully for the importance of Brazil’s foreign policy in the Chilean transition from socialism to military dictatorship. Renata Keller’s Mexico’s Cold War considers the covert and overt aspects of the triangular relationship of Mexico, Cuba, and the United States. Hideaki Kami’s Diplomacy Meets Migration takes a similar approach, but with something of a twist: the third player in his analysis (to go along with the United States and Cuba) is not another country, but Miami. It is a decision that makes a good deal of sense. As Kami puts it, “Because Cuban emigres in Miami intervened in international politics at critical moments, relations between Washington and Havana also intermingled with the political dynamics of the Cuban-American community” (5). After the Cuban Revolution, Miami became the center of many a counterrevolutionary effort, some aided by the Central Intelligence Agency, others independent of it. Who Miami’s Cubans were, what they did, and who might join them were matters of ongoing dispute. And of course, there was (and is) the importance of Miami’s Cubans to Republican politics in a crucial state.
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310 : Book Reviews early days. Furthermore, the book provides a deep and illuminating context for understanding the large-scale migration of Cubans to Miami before 1959. Anyone living or working in South Florida long enough will have heard the story of Miami as a kind of backwater transformed overnight by industrious Cubans. Capó’s work naturally shows us that there is much more to Miami before 1959, but it goes beyond that in the epilogue by explicitly providing a more expansive framework to understand the relationship between Republican conservatism and sexual politics in the Cuban exile community. Welcome to Fairyland contributes to a number of fields and will be required reading in graduate seminars on topics ranging from urban history and gender and sexuality to courses on the history of US empire. The clarity of the writing and the pace of the narrative also make it suitable for undergraduates and general audiences. This broad legibility is a major strength because this is a book that deserves a wide readership. ALBERT SERGIO LAGUNA Yale University Hideaki Kami, Diplomacy Meets Migration: US Relations with Cuba during the Cold War. Cambridge: Cambridge University Press, 2018. In recent years, some of the most innovative work in the history of Latin American international relations has moved away from analysis of bipolar relationships between Washington and other actors, and toward a multipolar consideration of the exercise of power. Tanya Harmer’s Allende’s Chile and the Inter-American Cold War, for example, argues forcefully for the importance of Brazil’s foreign policy in the Chilean transition from socialism to military dictatorship. Renata Keller’s Mexico’s Cold War considers the covert and overt aspects of the triangular relationship of Mexico, Cuba, and the United States. Hideaki Kami’s Diplomacy Meets Migration takes a similar approach, but with something of a twist: the third player in his analysis (to go along with the United States and Cuba) is not another country, but Miami. It is a decision that makes a good deal of sense. As Kami puts it, “Because Cuban emigres in Miami intervened in international politics at critical moments, relations between Washington and Havana also intermingled with the political dynamics of the Cuban-American community” (5). After the Cuban Revolution, Miami became the center of many a counterrevolutionary effort, some aided by the Central Intelligence Agency, others independent of it. Who Miami’s Cubans were, what they did, and who might join them were matters of ongoing dispute. And of course, there was (and is) the importance of Miami’s Cubans to Republican politics in a crucial state.
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The book begins with a chapter on the origins of the Cuban émigré community in Miami in the years after the revolution and proceeds chronologically through to the end of the George H. W. Bush administration, at which point the paper trail ends, presumably on shelves of classified boxes. Kami makes use of a wide range of sources; beyond the US presidential libraries and those located in Miami, he has consulted records from the United Kingdom, Canada, Japan, and Mexico. Many of his most interesting discoveries come from Cuban diplomatic archives. The analysis here is unlikely to radically revise understandings of Cuban-US relations. Though full of sound judgments and based on prodigious research, parts of the book have a rather familiar feel. Perhaps one of the book’s contributions is inherent in its methodology and borne out by its findings, which show all of the ways in which Cuban Miami was not identical to Washington in its interests or its actions. Émigrés were not puppets; they were frequently frustrating to various administrations in Washington. But nor were they, as US diplomat George Kennan wrote in 1977, a lobby capable of “bending us to their purposes.” Consider, for example, the case of the Cuban American National Foundation (CANF), founded in 1981 by Jorge Mas Canosa. Mas Canosa was able to bring Reagan to Miami in 1983 and help lobby for the creation of Radio Martí, and later for the Cuban Democracy Act of 1992. In the 1980s, CANF acted both like a lobby and like a government-in-exile, drawing up plans for a postcommunist Cuba with the assistance of right-wing free-market economists like Arthur Laffer and Manuel Ayau. But even with these ideological points of contact and the background of shared anticommunism, CANF and Reagan were sometimes at odds, especially over issues of migration. The Mariel boatlift had drawn much negative attention in the United States to the issue of Cuban migration. (A 1982 poll showed that Cubans, remarkably, were the least welcome migrants in US history, and popular culture in the 1980s, from Scarface to Miami Vice frequently associated Cubans with criminality.) Kami shows remarkable evidence of harebrained schemes the Reagan administration considered, but never carried out, to dump Cubans deemed criminal or insane back on the island. CANF, by contrast, deemed resistance to migration a betrayal of the cause of freedom. All in all, Kami portrays the triangular dynamic generated by WashingtonHavana-Miami as a kind of a trap. Miami’s Cubans, at least those who were most politically active, were primarily concerned with changing the regime in Cuba. This they have not been able to achieve. The US government shared this goal, sometimes in a more short-term and sometimes in a more long-term way, but had to balance it with other geostrategic priorities. It also wanted to avoid massive inflows of migrants. The Cuban government came to see out-migration as a way to allow its most discontented citizens to escape—but in the process,
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312 : Book Reviews it exported the counterrevolution in a way that entrenched important aspects of US policy. (Kami notes that as early as the mid-1960s, both Cuban and US intelligence observed that departing Cubans lowered the level of discontent on the island that the embargo was designed to increase.) Part of the dynamic was perhaps captured in the erroneous statement of George H. W. Bush, “There are more Cubans in Miami than there are in Cuba.” That was not factually true, of course, but it suggested an emotional truth: in terms of US policy, the Cubans in Miami counted for more. The book opens with the decision of Barack Obama and Raúl Castro to normalize diplomatic relations in 2014—a decision approved by 63 percent of US citizens and 97 percent of Cubans. As the book was going to press, and is mentioned briefly at its end, President Trump has taken steps to reverse much of that opening: suggesting that the trap that Kami describes remains in very much place. Whatever the next years may bring, by combining an analysis of diplomacy and migration, and by taking Miami seriously as a third actor in USCuban relations, this book does much to explain how the dynamic came to be. PATRICK IBER University of Wisconsin, Madison
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Lillian Guerra, Heroes, Martyrs, and Political Messiahs in Revolutionary Cuba, 1946–1958. New Haven, CT: Yale University Press, 2018. 370 pp. Heroes, martyrs, and political Messiahs in Revolutionary Cuba, 1946–1958, de Lillian Guerra, asume con éxito el desafío de trazar un mapa comprehensivo de la cultura política y la acción colectiva en Cuba en las dos décadas previas al triunfo revolucionario de enero de 1959. Su enfoque refuta varias narrativas tradicionales. Entre ellas, destaca la que atribuye la creación de la cultura política revolucionaria al hecho fundador del Moncada, y de salto en salto, a las revoluciones de 1933 y1895 —sin olvidar la de 1868. Esa idea —de la historia como “salto mortal”— ha gozado de gran persistencia. En contraste, Guerra se detiene en las ideas y las acciones de los contemporáneos de las décadas previas a 1959. Examina las actitudes y comportamientos de los líderes, movimientos políticos y actores sociales, con lo que restituye el presente en que fue elaborada la cultura política revolucionaria como proceso político e intelectual. Por ese camino, Fidel Castro aparece en discusión directa con Eduardo Chibás. Guerra sugiere que el primero se inició como “consumado imitador” del segundo. La frase es debatible —algo similar se ha argumentado sobre Antonio Guiteras, siendo muy diferentes Guiteras y Chibás—, pero el método tiene una ventaja incontestable: contribuye a entender mejor la copia, la apropiación, la traición, la novedad, o cualquier otro uso, dentro de procesos políticos dependientes más de sus propios intereses, relaciones de fuerzas y bases sociales, que de las conversaciones con Carlos Manuel de Céspedes. El libro somete a escrutinio cómo fue tomado el camino de las armas frente a la dictadura de Fulgencio Batista, y las ideas que en torno a esa ruta existían en Cuba. Si la revolución se alcanzó a través de la guerra, la guerra no explica la revolución. La autora propone una ampliación del mirador analítico: indagar en la cultura política y las formas de acción colectiva que generaron convicciones revolucionarias en torno a la adquisición y uso de derechos (huelga, libertad de prensa, organización, derechos sociales), en torno a la forma de conseguirlos (movilización y lucha política) y en los valores que los orientaban (participación política, ética cívica, honestidad pública). El libro emplea de modo creativo, a la vez que consistentemente, un amplio repertorio de fuentes. A las tradicionales fuentes primarias de archivo —sin obviar que también las fuentes tradicionales comportan diversos problemas de acceso en Cuba— suma el análisis de historia oral e imágenes y recursos gráficos. Esto último es algo particularmente tan bien tratado en el libro como escasamente explotado en la investigación sobre Cuba. La lectura de Guerra sobre el martirologio y el mesianismo político es
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316 : Book Reviews sugestiva, pero se extraña el repaso de algunas cadenas de sentido, así como de los orígenes de tales tópicos. Dentro de la tradición del nacionalismo romántico, José Martí fue tratado como el primer gran mesías cubano. El mesianismo es una antigua tradición política —latinoamericana— que podría demandar mayor explicación que la ofrecida en el libro respecto a sus causas o sus orígenes —según se prefiera atender una u otra dimensión, si se sigue a Roger Chartier. En cualquier caso, parece útil prestar mayor atención a sus condicionantes estructurales (latifundio, concentración de la tierra, desposesión ciudadana) y a cómo la cultura popular y las creencias religiosas encuadran también por su propia cuenta el mesianismo. El marco teórico del populismo ha sido empleado para analizar procesos que se desarrollan durante las dos décadas previas al triunfo revolucionario. Guerra no hace uso de esa literatura. No es un camino obligado, y la autora no tiene por qué seguirlo. Sin embargo, hacerlo genera dividendos, por ejemplo, al momento de analizar la estructura económica y las estrategias culturales propias del populismo. El primer Batista —de los 1930— ha sido leído como populista por Antonio Annino, Anthony Kapcia y Alan Knight. Lo mismo se ha hecho, y más aún, para Chibás y los gobiernos auténticos, que se han considerado propiamente la versión populista cubana. Esos enfoques teórico-historiográficos aportan una visión sobre las consecuencias de politizar el sentido de la dignidad y de la injusticia incardinada en la desigualdad, que fue central para el populismo latinoamericano, como también para la prédica de Chibás y del campo político que demandó y apoyó esa doctrina. Contribuyen a profundizar la explicación sobre las condiciones materiales que hacían del tema, que apariencia era solo de carácter moral, de la vergüenza, una demanda política tan radical en ese contexto: la corrupción sostenía el sistema y la demanda de vergüenza lo identificaba reciamente. Por lo mismo, quizás hubiese sido útil emplear alguna conceptualización que explicase con aún mayor calado las diferencias entre los programas de los diversos actores y las estructuras económicas y las configuraciones sociales, culturales y políticas de los periodos estudiados. Por ejemplo, para perfilar más específicamente la noción de “cultura política revolucionaria,” que en el libro aparece en ocasiones con un grado de generalidad que hace difícil distinguir contenidos en disputa dentro de ella. Me refiero a contenidos antagónicos dentro del propio campo de las ideas revolucionarias, y entre estas y las reformistas, más allá de nociones compartidas sobre derechos y repertorios de acción política. Heroes, martyrs, and political Messiahs . . . hace un aporte fundamental al conocimiento de la historia social, política y cultural de Cuba en el siglo XX. Confirma a su autora como una académica de referencia en el campo y augura
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nuevos y fascinantes acercamientos al estudio de procesos, que no de momentos ni de hechos. Mientras termino esta reseña, leo que la profesora Guerra acaba de ganar una aplicación a National Endowments of Humanities para continuar la investigación de Heroes, martyrs, and political Messiahs . . . Es otro reconocimiento a su obra, a este mismo libro y una muy buena noticia para los que esperamos sus próximas publicaciones. JULIO CÉSAR GUANCHE FLACSO/Ecuador Lisa Lindquist Dorr, A Thousand Thirsty Beaches: Smuggling Alcohol from Cuba to the South during Prohibition. Chapel Hill: University Press of North Carolina Press, 2018. 312 pp. United States shorelines have long been an invitation to smuggling. They have brought in drugs, munitions, people, plants, animals, and contraband of an infinite variety. One of the most active thresholds has been the coast of the American South. After Thomas Jefferson imposed the Embargo Act of 1807, outlawed goods streamed in through the upper Gulf Coast and northeastern Florida, and with the abolition of the foreign slave trade the next year, the latter turned into a gateway for illegally imported enslaved Africans, perhaps as many as sixty thousand. Smuggled human chattel exacerbated the sectional divide, and after war broke out, the most contested waters were those around the South, where Union forces set up a federal blockade. Human trafficking, for agricultural labor and the sex trade, is a history still unfolding. So too is drug smuggling, by plane and boat. South American cocaine, some have said, revived a languishing economy in Miami in the 1980s. Before narcotics, illegal alcohol was an economic stimulant for the South and vigilantly pursued by authorities. The years of Prohibition in the region evoke popular images of bootleg whiskey, hopped-up fast cars, and the birth of NASCAR. Equally active, even exciting, was what was happening on waters in the South—moonlit and day bright, storm tossed and becalmed—with boozeladen speedboats, sailboats, fishing boats, yachts, and cargo steamers all trying to slip past a government blockade, like no other since the Civil War. And they did; for every shipment intercepted, a dozen others made it to the beach. In fighting the war on spirits on southern waters, the government deployed four hundred vessels, some ten thousand enforcement personnel, and tens of millions of dollars. The South was a ready and eager market for the liquid contraband. The region had a deep tradition in imbibing and an established retail network. It
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nuevos y fascinantes acercamientos al estudio de procesos, que no de momentos ni de hechos. Mientras termino esta reseña, leo que la profesora Guerra acaba de ganar una aplicación a National Endowments of Humanities para continuar la investigación de Heroes, martyrs, and political Messiahs . . . Es otro reconocimiento a su obra, a este mismo libro y una muy buena noticia para los que esperamos sus próximas publicaciones. JULIO CÉSAR GUANCHE FLACSO/Ecuador Lisa Lindquist Dorr, A Thousand Thirsty Beaches: Smuggling Alcohol from Cuba to the South during Prohibition. Chapel Hill: University Press of North Carolina Press, 2018. 312 pp. United States shorelines have long been an invitation to smuggling. They have brought in drugs, munitions, people, plants, animals, and contraband of an infinite variety. One of the most active thresholds has been the coast of the American South. After Thomas Jefferson imposed the Embargo Act of 1807, outlawed goods streamed in through the upper Gulf Coast and northeastern Florida, and with the abolition of the foreign slave trade the next year, the latter turned into a gateway for illegally imported enslaved Africans, perhaps as many as sixty thousand. Smuggled human chattel exacerbated the sectional divide, and after war broke out, the most contested waters were those around the South, where Union forces set up a federal blockade. Human trafficking, for agricultural labor and the sex trade, is a history still unfolding. So too is drug smuggling, by plane and boat. South American cocaine, some have said, revived a languishing economy in Miami in the 1980s. Before narcotics, illegal alcohol was an economic stimulant for the South and vigilantly pursued by authorities. The years of Prohibition in the region evoke popular images of bootleg whiskey, hopped-up fast cars, and the birth of NASCAR. Equally active, even exciting, was what was happening on waters in the South—moonlit and day bright, storm tossed and becalmed—with boozeladen speedboats, sailboats, fishing boats, yachts, and cargo steamers all trying to slip past a government blockade, like no other since the Civil War. And they did; for every shipment intercepted, a dozen others made it to the beach. In fighting the war on spirits on southern waters, the government deployed four hundred vessels, some ten thousand enforcement personnel, and tens of millions of dollars. The South was a ready and eager market for the liquid contraband. The region had a deep tradition in imbibing and an established retail network. It
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318 : Book Reviews also had Florida, with its 1,350-mile shoreline, real-estate boom, population explosion, and thirsty residents and tourists, who included wintering bootleggers from the North. Florida had crooked and uncommitted officials too. Whenever his docket took him to Key West, one federal district judge would adjourn on Thursday afternoons to enjoy a long weekend and “grand time” with other court officers in Havana, where liquor was legally served (117). Florida had proximity. Enforcing prohibition laws and stopping smugglers, as Lisa Lindquist Dorr points out in her superb study, was as much an international as a domestic matter. As slaves and Confederate-bound munitions had come from foreign shores, so too did alcohol. Canada, the Bahamas, Mexico, and Cuba were principal suppliers and smuggler paradises. In none of these places was the sale or export of alcohol illegal. Canada and the Bahamas answered to Great Britain, not to the United States, and refused to give in to the latter’s demands to stop the trafficking at its borders and shores. But Cuba was living with the legacy of the USS Maine and San Juan Hill and with the United States treating it as a perpetual protectorate. A broadly interpreted amendment in the Cuban constitution permitted US intervention in Cuban affairs in the interest of national security, and the Cuban sugar industry, dominated by American businesses, depended heavily on the US market. In no position to do otherwise, the island nation consented to US authorities’ boarding, inspecting, and seizing of Cuban-registered ships in international waters. The Americans expected Cuba to control a flow of liquid contraband they could not. Cuba almost did, for nearly two years, with the aid of “Uncle Sam’s Booze cops,” a contingent of American undercover operators operating in Havana (95). Many were untrained amateurs yet effective. Still, success was fleeting. As with Prohibition across the country, bureaucracy, agency infighting, incompetence, lethargy, and the American desire to drink unstoppered the bottle. The pouring forth continued, but not just with liquor. Spiriting booze across seas was a prelude to smuggling narcotics. Dorr also devotes a chapter to how rumrunners expanded into rustling illegal immigrants into the United States. The chapter recites a fascinating origin story of contemporary relevance. Given the latter, one wishes Dorr would have devoted at least as much attention to Mexico as she does Canada and the Bahamas. The Cuban perspective seems a little thin in places too, but Dorr’s bibliography is impressive, and her limits were likely dictated by available information. She concludes the larger story by arguing that together the enforcement and evasion of Prohibition pushed the American South deeper into a modern age of business, government, and collective sensibilities. The argument is a reasonable one, although Dorr might have built a stronger case for it within the preceding chapters. Overall, her work makes a significant contribution to history of the US South, Latin America, and the Atlantic World. Coming in at 241 pages of nar-
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rative, A Thousand Thirsty Beaches is the ideal length for assignment in an undergraduate class. Some students will surely confuse the title with spring break, but Dorr’s expansive insight and compelling subject might ultimately leave them besotted with the study of history. JACK E. DAVIS University of Florida
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Alison Fraunhar, Mulata Nation: Visualizing Race and Gender in Cuba. Jackson: University Press of Mississippi, 2018. 248 pp. Vexed and multivalent, the visual history of the mulata cubana and the allegories of her representation are the subjects of Mulata Nation: Visualizing Race and Gender in Cuba. Drawing on popular and print culture, theater, and film, the art historian Alison Fraunhar examines the performative identities and embodiments of mulataje from the nineteenth century to the present day. Across five chronological chapters, the body of the mulata functions as a proxy for the emergent and then revolutionary nation, her subjectivity—racialized and stereotyped, hybrid and subaltern—a shifting personification of cubanidad. Siting her study within the field of visual culture, Fraunhar traces “the trope of the mulata in its compliance with and resistance to ideological formations” of nation, race, gender, and sexuality (10). In the book’s first three chapters, the mulata’s recasting from star-crossed seductress to modern subject unfolds against the republican project of nation building. The erotic economy of the mulata—“a young woman who is desirable, graceful, sexually available, materialistic, flirtatious, shallow, and vain” (36)—is codified within the colonial-era iconography of costumbrismo, memorably in Víctor Patricio de Landaluze’s coquettish Mulata del Rumbo (1881) and in the ubiquitous marquillas cigarreras (c. 1855–85), chromolithographed tobacco wrappers, described in chapter 1. A stock character in print culture as well as in vernacular theater, the subject of the following chapter, she drives a familiar melodramatic arc: comely yet naïve, she is romanced by a white suitor only to be abandoned, her dénouement tragically preordained. A protonational heroine at the time of independence, her downfall allegorized as a rebuke of slavery and colonialism, the mulata confronted a more conservative sociopolitical culture by the 1930s, one wary of lo afrocubano and apt to frame her as a prostitute, an identity she assumed in popular zarzuelas (musical theater) and, prominently, in postwar Mexico’s noir cabaretera films. A more stylized sexuality emerged at the same time in the fashionable magazines Carteles and Bohemia, which brought visibility, and new dignity, to the mulata as a national and, moreover, Afro-Cuban icon. The subject of chapter 3, this modernized mulata moved between high and low culture, epitomized in art-deco illustrations and in lauded vanguardia paintings by Mario Carreño and Carlos Enríquez, among others, that came to define Cuba’s national and spiritual identity. The transformation, and empowerment, of the mulata into revolutionary citizen and protean, present-day survivor take up the last two chapters. Focusing exclusively on film, chapter 4 traces the recuperation of the mulata in third-cinema classics Lucía (1968) and De cierta manera (1974), which used documentary and dialectical techniques to portray her as a worker: the “new (wo)man” of the revolution. Her on-screen agency dwindled in later historical
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324 : Book Reviews films, notably Cecilia (1982), which reprised the tropic “tragic/erotic” mulata in otherwise revisionist, postcolonial narratives of Afro-Cuban experience. By the onset of the Special Period, as chapter 5 concludes, she no longer signified the “revolutionary zeitgeist” but rather the practical self-fashioning of the jinetera (prostitute) and transformista (cross-dresser) (167). As Cuba courted tourism, reviving the stereotyped “tropi-erotics” of yore, films like La película de Ana (2012) addressed the stigma of jineterismo and the ambivalence around its transactional economy. Contemporary photographers continue to capture the performative poignance of drag, documenting the means by which “the queer potential of mulataje” transgresses older ideologies of nation and revolution (207). A brief conclusion reflects on the evolved and essential mutability of mulataje. Mulata Nation marshals an impressive, if idiosyncratic, range of visual material in its presentation of modern mulataje. Fraunhar mostly sets aside questions of medium (and omits full image captions), instead probing race and gender through iconography. The comparanda suggest an effort toward inclusiveness on the one hand—a nod to the nonhierarchical approach of visual culture studies—and paradigmatic cases on the other. This tension distinguishes the wide-ranging first three chapters from the last two, which primarily address film and photography and, partly for that reason, curtail more generalized conclusions. A surprising omission is television and what Yeido Rivero, in her book Broadcasting Modernity: Cuban Commercial Television, 1950–1960 (2015), describes as its sanitization of the mulata. But the representation and performance of mulataje are nevertheless well described by examples both iconic and eccentric—the vanguardia and third cinema; Golden Age Mexican film and contemporary diaspora practice—even if broader contexts of image production, circulation, and consumption remain largely unexplored. Recent scholarship on the social and sexual history of mulataje helpfully contextualizes the visual culture chronicled in Mulata Nation, whose timely publication contributes to a new, interdisciplinary generation of scholarship on race and gender in Cuba. Acknowledging foundational work by Alejandro de la Fuente, Vera Kutzinski, and Robin Moore, among others, Fraunhar’s book dovetails with Karen Y. Morrison’s Cuba’s Racial Crucible: The Sexual Economy of Social Identities, 1750–2000 (2015), Tiffany Sippial’s Prostitution, Modernity, and the Making of the Cuban Republic (1840–1920) (2013), and Kristina Wirtz’s Performing Afro-Cuba: Image, Voice, Spectacle in the Making of Race and History (2014). Art historians have long lagged in our attention to the prerevolutionary period and to Afro-Cuban subjects—Wifredo Lam’s excepted—and Mulata Nation begins to redress these oversights, probing the many guises of an oft-beleaguered subject. Inasmuch as representations of the mulata cubana derive from specificity of her local circumstance, expanded comparative work should eventually make possible a trans-Caribbean
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and Atlantic history of visual and performative mulataje that encompasses the southern United States, Mexico, and Brazil. Within Cuban studies, Mulata Nation marks a commendable effort to deconstruct the abiding appeal and telltale survival of its subject within the island’s visual and national economy. ABIGAIL MCEWEN University of Maryland, College Park Jalane D. Schmidt, Cachita’s Streets: The Virgin of Charity, Race and Revolution in Cuba. Durham, NC: Duke University Press, 2015. The title of Jalane D. Schmidt’s excellent history of Cachita, as the Virgen de la Caridad de Cobre, Cuba’s patron saint, is affectionately known, signals the spatial component of the worship of the saint. The streets of Cuba, from Santiago to Pinar del Río, are the contested ground on which social, ideological, and spiritual identities and faith are performed in this analysis. From the occupation of informal social space to the sanctioned performance of ideology and identity, the streets are the stage where secular political and religious affiliations are formed as well as play out. As Schmidt details in her far-reaching study, since the nineteenth century, religious and state authorities have battled for the hearts and minds of the Cuban people, as they authorize some public acts in some public spaces and foreclose on others, asking which forms of observance can be performed in public? Which behind closed doors? Who gets to be on the streets, and who is forbidden public agency? Who is allowed inside, and who must remain outdoors? The point that Schmidt makes over and over, as the book moves through time from the sixteenth century to the present, is how these positions shift over time in response to different political and social conditions, and how symbols play a key role in mobilizing hearts and minds. Schmidt constructs a historical genealogy of Caridad, ably deploying archival records, tracing the early seventeenth-century origins of the cult of the Virgin in the small town of El Cobre in far-eastern Oriente province (the most remote and among the poorer and blackest of Cuban provinces), the growth of the mythology surrounding her, and the spread of her worship from a regional phenomenon to encompass Havana and western Cuba. The worship of Caridad began among free indigenous and enslaved black Orientales who, in Schmidt’s account, proved adroit at navigating colonial and ecclesiastical bureaucracies in Caridad’s name. Thus begins the historical account of Caridad’s association with blackness and her eventual evolution into the spiritual and national symbol of Cuba. In her careful exegesis of Afro-Cuban religious and spiritual practice, Schmidt avoids a binaristic reading, but she deploys the binaries of inside-
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and Atlantic history of visual and performative mulataje that encompasses the southern United States, Mexico, and Brazil. Within Cuban studies, Mulata Nation marks a commendable effort to deconstruct the abiding appeal and telltale survival of its subject within the island’s visual and national economy. ABIGAIL MCEWEN University of Maryland, College Park Jalane D. Schmidt, Cachita’s Streets: The Virgin of Charity, Race and Revolution in Cuba. Durham, NC: Duke University Press, 2015. The title of Jalane D. Schmidt’s excellent history of Cachita, as the Virgen de la Caridad de Cobre, Cuba’s patron saint, is affectionately known, signals the spatial component of the worship of the saint. The streets of Cuba, from Santiago to Pinar del Río, are the contested ground on which social, ideological, and spiritual identities and faith are performed in this analysis. From the occupation of informal social space to the sanctioned performance of ideology and identity, the streets are the stage where secular political and religious affiliations are formed as well as play out. As Schmidt details in her far-reaching study, since the nineteenth century, religious and state authorities have battled for the hearts and minds of the Cuban people, as they authorize some public acts in some public spaces and foreclose on others, asking which forms of observance can be performed in public? Which behind closed doors? Who gets to be on the streets, and who is forbidden public agency? Who is allowed inside, and who must remain outdoors? The point that Schmidt makes over and over, as the book moves through time from the sixteenth century to the present, is how these positions shift over time in response to different political and social conditions, and how symbols play a key role in mobilizing hearts and minds. Schmidt constructs a historical genealogy of Caridad, ably deploying archival records, tracing the early seventeenth-century origins of the cult of the Virgin in the small town of El Cobre in far-eastern Oriente province (the most remote and among the poorer and blackest of Cuban provinces), the growth of the mythology surrounding her, and the spread of her worship from a regional phenomenon to encompass Havana and western Cuba. The worship of Caridad began among free indigenous and enslaved black Orientales who, in Schmidt’s account, proved adroit at navigating colonial and ecclesiastical bureaucracies in Caridad’s name. Thus begins the historical account of Caridad’s association with blackness and her eventual evolution into the spiritual and national symbol of Cuba. In her careful exegesis of Afro-Cuban religious and spiritual practice, Schmidt avoids a binaristic reading, but she deploys the binaries of inside-
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outside and order-spontaneity quite usefully to mark regimes of sanction and authorization. One of the most original moves Schmidt makes is detangling Caridad from Ochun, the Lucumí orisha, or divine being, with whom Caridad shares salient aspects. For many Cubans and Cuban scholars, the doubling of these two seminal figures in Cuban history, spirituality and identity, is accepted as given. Schmidt undertakes the unpacking of their entwined iterations and histories, overwriting the widely accepted reading of religion in Cuba as always-already African with a thin veil of Christianity drawn across it for the strategic purpose of official compliance and self-protection that has dominated the discourse for the past half century. Although the emphasis on Afro-Cuban cultural practices and their contribution to Cuban identity has been vital to overcoming Eurocentric hegemony, Schmidt argues instead that Caridad does not always bear Ochun within, and she marshals an impressive body of research to support a claim that the cult arose out of Christian practice, with the imbrication of African forms of belief and spiritual practice latent until the nineteenth century. Schmidt’s point is not to reassert the acculturation model of Afro-Cuban spirituality (common prior to the mid-twentieth century, this model was rooted in Eurocentric scholarship and validated the European contribution to Cuban culture while denigrating the African) but to refine the scholarly record to reflect more accurately the complexity of the preeminent national symbol. In doing this, Schmidt accounts for African-based spiritual practice and other popular forms of worship, especially Lucumí and espiritismo. While Caridad/ Ochun is not a central figure in either Espiritismo or Palo Monte—nor the male secret society of Abakua (which Schmidt does not address, although this could have been an interesting inclusion in her discussion of the nature and role of cofradías, benevolent societies and brotherhoods)—Schmidt’s contextualization of the spiritual practices brewing in the late nineteenth century is necessary to understand the dynamic and ever-shifting range of religious affiliations, practices, and conceptualizations in Cuban society. Cachita begins to move around the island in the middle of the nineteenth century, a time when black Matanceros (Africans and creoles from Matanzas, one of the principal two centers along with Havana of African spiritual practice) migrate east to Santiago, bringing African orishas with them, and the cult of the Virgin moves west across the island to Matanzas and Havana, comingling and fusing the two. Schmidt stresses the both-and nature of worship for many Afro-Cubans, in which it was natural to worship and venerate both Ochun and Caridad, picking neither one nor the other, or masking worship of Ochun with the image of Caridad. Through her accounts of colonial republican and revolutionary regimes, Schmidt mines military and political history to show how the image and the worship of Caridad have served distinct subjects. Initially the enslaved and
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underclass indigenous and back Cubans in Oriente; then westward expansion, eventually becoming identified with revolutionary forces in the years leading up to the war of independence in late nineteenth century. In 1916, during the early years of the republic, Cachita is named patron saint; her coronation in 1936, during the turbulent Machadato, consolidates her patrimony. Perhaps more surprising is the relationship, comprising both affinity and contest, between Caridad and the barbudos during the revolutionary struggles in the late 1950s. In fact, as Schmidt shows, the crowds who amassed for Fidel’s triumphal arrival in Havana in 1959 were equaled by crowds who gathered for Caridad a few weeks later, a statistic that is generally overlooked. Indeed, after the triumph of the revolution, the relationship between church and state became ever more fraught as religion in all forms was officially disavowed; the papal visit of 1998 represented both the return of the repressed (religion) and yet one more instance of state-church authority struggles. Throughout the book, Schmidt ably analyzes key moments like these, and she finishes up with a close reading of the Pope John Paul’s 1998 visit, bringing together church, state, and popular actors for a cross-island journey. Schmidt’s close attention to the power of public performance to manifest and even change both perception and policy makes an original and persuasive contribution to the literature on Cuban history and identity formation. ALISON FRAUNHAR Saint Xavier University Megan Daigle, From Cuba with Love: Sex and Money in the Twenty-First Century. Berkeley: University of California Press, 2015. 276 pp. Al menos desde los estudios de Margaret Mead en Coming of Age in Samoa (1928), cierta zona de la etnografía se inclina a la exploración de la cultura de las islas tropicales desde la perspectiva de la sexualidad de sus habitantes. Esto significará a menudo atribuir a cuestiones como la identidad de género, o a instituciones como la prostitución, el rol de códigos de privilegio que permitirán al investigador acceder a un conocimiento más o menos global de la sociedad en cuestión. Siguiendo una línea aproximativa similar, From Cuba with Love: Sex and Money in the Twenty-First Century de Megan Daigle propone una informada indagación a la temática de la prostitución durante el Período Especial en Cuba (1990–presente). Más allá de contentarse con trazar la genealogía de figuras como la de la jinetera en el discurso sobre la isla, Daigle va a evocar _algunos de los conflictos básicos surgidos entre el ejercicio del comercio sexual en Cuba y la institucionalización legal y normativa de la moral pública por parte del estado revolucionario.
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underclass indigenous and back Cubans in Oriente; then westward expansion, eventually becoming identified with revolutionary forces in the years leading up to the war of independence in late nineteenth century. In 1916, during the early years of the republic, Cachita is named patron saint; her coronation in 1936, during the turbulent Machadato, consolidates her patrimony. Perhaps more surprising is the relationship, comprising both affinity and contest, between Caridad and the barbudos during the revolutionary struggles in the late 1950s. In fact, as Schmidt shows, the crowds who amassed for Fidel’s triumphal arrival in Havana in 1959 were equaled by crowds who gathered for Caridad a few weeks later, a statistic that is generally overlooked. Indeed, after the triumph of the revolution, the relationship between church and state became ever more fraught as religion in all forms was officially disavowed; the papal visit of 1998 represented both the return of the repressed (religion) and yet one more instance of state-church authority struggles. Throughout the book, Schmidt ably analyzes key moments like these, and she finishes up with a close reading of the Pope John Paul’s 1998 visit, bringing together church, state, and popular actors for a cross-island journey. Schmidt’s close attention to the power of public performance to manifest and even change both perception and policy makes an original and persuasive contribution to the literature on Cuban history and identity formation. ALISON FRAUNHAR Saint Xavier University Megan Daigle, From Cuba with Love: Sex and Money in the Twenty-First Century. Berkeley: University of California Press, 2015. 276 pp. Al menos desde los estudios de Margaret Mead en Coming of Age in Samoa (1928), cierta zona de la etnografía se inclina a la exploración de la cultura de las islas tropicales desde la perspectiva de la sexualidad de sus habitantes. Esto significará a menudo atribuir a cuestiones como la identidad de género, o a instituciones como la prostitución, el rol de códigos de privilegio que permitirán al investigador acceder a un conocimiento más o menos global de la sociedad en cuestión. Siguiendo una línea aproximativa similar, From Cuba with Love: Sex and Money in the Twenty-First Century de Megan Daigle propone una informada indagación a la temática de la prostitución durante el Período Especial en Cuba (1990–presente). Más allá de contentarse con trazar la genealogía de figuras como la de la jinetera en el discurso sobre la isla, Daigle va a evocar _algunos de los conflictos básicos surgidos entre el ejercicio del comercio sexual en Cuba y la institucionalización legal y normativa de la moral pública por parte del estado revolucionario.
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328 : Book Reviews Sin aspirar a ser, como la misma autora reconoce, un estudio antropológico comprehensivo, From Cuba constituye un ejercicio de inmersión en problemáticas que atañen a temas vitales a la cultura y la vida política cubana como raza, género y relaciones internacionales. Lejos de proponer un acercamiento que podría haber sido superficial, Daigle confronta el manejo hábil de las fuentes de archivo, con el saber experiencial: un conocimiento de primera mano que obtiene a través de la inmersión en la isla y en el universo de sus entrevistados. De From Cuba se puede decir casi todo lo que se dijo en su momento de Habana Babilonia: O prostitutas en Cuba (2000), el controvertido volumen de Amir Valle que en los años noventa diera tanto que decir. Daigle retoma con toda intención la perspectiva del texto de Valle, pues es sin duda su más claro antecedente. De haber un lugar común para la jinetera en la literatura cubana, este constituiría un territorio mayormente ocupado por el popular libro de Valle, un volumen que fundó una especie de territorio referencial sobre el tema y que tuvo el acierto de no desdeñar el impacto de la jinetera como una suerte de figura, entre trágica y heroica, que condensaba en el imaginario de muchos cubanos un emblema popular de la resistencia y la supervivencia en tiempos de una crisis social y económica sin referentes previos. Por su parte, Daigle, además de esbozar un abarcador mapa en torno a lo que podríamos denominar las condiciones de posibilidad—histórica, económica, sociológica—para que surja esa figura en el imaginario de la isla, intenta en From Cuba, como antes el mismo Valle, hacer hablar a las propias jineteras. Y ese es un valor que acredita este estudio: el de dar voz a personas cuyas experiencias han sido a menudo malversadas o silenciadas. Otro valor a tomar en cuenta en el texto de Daigle es el de asumir una perspectiva que vincula el ejercicio de las instituciones turísticas con el viejo fantasma del exotismo sexual, una de las fantasías políticas predominantes en el imaginario sobre la isla; imaginario que determinadas prácticas y formas culturales —desde el mercado exhibicionista de lo “afrocubano religioso,” pasando por la formas de lo popular llevadas al límite de lo kitsch— intentarán satisfacer al viajero ávido de experiencias y estereotipos. La incapacidad de las instituciones del Estado para siquiera afrontar la tarea ética de investigar estos temas de otro modo que no sea la negación o la represión es ejemplificada a lo largo de todo el estudio; estudio que, contra la prohibición expresa de las autoridades, se llevó a cabo un metódico trabajo de campo que abarcó más de cincuenta entrevistas con mujeres y hombres cubanos cuyas vidas han estado marcadas por el comercio sexual con extranjeros. Al fin y al cabo, este libro deviene, en la tradición de Michel Leiris o Clifford Geertz, una interpelación del yo y sus convicciones como investigadora y humanista. Se trata de un diálogo interpersonal que la involucra y toma la forma de prosa autorreflexiva. Como autora, Daigle apela a una síntesis equilibrada de trabajo etnográfico y fuentes de archivo que logra construir un
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paisaje poblado de individuos y cuerpos frecuentemente marginados o representados bajo la marca del exotismo, incluidos superficialmente en la forma de carne y espectáculo para el público occidental; un espectáculo a medio camino entre el realismo sucio, la imágenes de la explotación y la institucionalización de la persecución estatal. La iniciativa que nos presenta la autora sigue, quizás sin proponérselo, una tradición históricamente asentada en la producción literaria de Cuba: la captura del color local y de personajes pintorescos, la inclusión de escenarios vívidos, emociones fuertes y hechos triviales que logran con gran acierto informar sus descripciones de la isla caribeña de un estilo casi novelesco. From Cuba es a todas luces un ejercicio investigativo cuyo alcance y profundidad van a estar marcados por una cuestión fundamental: ¿cuáles son las formas que en la Cuba del segundo milenio el cuerpo de hombres y mujeres devino un territorio comercial sostenido por las economías del deseo? Para dar respuesta a esa pregunta, Daigle convoca, mediante entrevistas, a los testigos más fiables posibles, a los protagonistas. ¿El resultado? Un libro que se lee con interés, y que invita a preguntarnos por el pasado, presente y porvenir de una institución social como es el jineterismo. ALBERTO SOSA CABANAS Florida International University Anne Garland Mahler, From the Tricontinental to the Global South: Race, Radicalism, and Transnational Solidarity. Durham, NC: Duke University Press, 2018. 347 pp. From the Tricontinental to the Global South is ambitiously wide ranging and challenging. Although it does throw welcome new light on the 1966 Tricontinental Conference in Havana, Cuba is not the main focus, but rather a key part of the context for its real focus: the contemporary Global South, seen as transnational movement and interlocking network of protest and resistance. What Mahler does essentially is read back from that latter notion to the 1966 conference, seen as the expression of a preexisting movement, and then trace the many evolving radical interpretations of imperialism, colonialism, and anticolonialism in subsequent decades to draw conclusions about the “striking resonances” between that early awareness and the recent and contemporary social movements. The canvas is indeed broad and risky, taking in six decades, several countries and movements, and a range of highly contested theories, but it is a task she carries out with considerable skill and erudition. The risk comes in its breadth and the book’s underlying purpose (to enable the awareness of, and
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paisaje poblado de individuos y cuerpos frecuentemente marginados o representados bajo la marca del exotismo, incluidos superficialmente en la forma de carne y espectáculo para el público occidental; un espectáculo a medio camino entre el realismo sucio, la imágenes de la explotación y la institucionalización de la persecución estatal. La iniciativa que nos presenta la autora sigue, quizás sin proponérselo, una tradición históricamente asentada en la producción literaria de Cuba: la captura del color local y de personajes pintorescos, la inclusión de escenarios vívidos, emociones fuertes y hechos triviales que logran con gran acierto informar sus descripciones de la isla caribeña de un estilo casi novelesco. From Cuba es a todas luces un ejercicio investigativo cuyo alcance y profundidad van a estar marcados por una cuestión fundamental: ¿cuáles son las formas que en la Cuba del segundo milenio el cuerpo de hombres y mujeres devino un territorio comercial sostenido por las economías del deseo? Para dar respuesta a esa pregunta, Daigle convoca, mediante entrevistas, a los testigos más fiables posibles, a los protagonistas. ¿El resultado? Un libro que se lee con interés, y que invita a preguntarnos por el pasado, presente y porvenir de una institución social como es el jineterismo. ALBERTO SOSA CABANAS Florida International University Anne Garland Mahler, From the Tricontinental to the Global South: Race, Radicalism, and Transnational Solidarity. Durham, NC: Duke University Press, 2018. 347 pp. From the Tricontinental to the Global South is ambitiously wide ranging and challenging. Although it does throw welcome new light on the 1966 Tricontinental Conference in Havana, Cuba is not the main focus, but rather a key part of the context for its real focus: the contemporary Global South, seen as transnational movement and interlocking network of protest and resistance. What Mahler does essentially is read back from that latter notion to the 1966 conference, seen as the expression of a preexisting movement, and then trace the many evolving radical interpretations of imperialism, colonialism, and anticolonialism in subsequent decades to draw conclusions about the “striking resonances” between that early awareness and the recent and contemporary social movements. The canvas is indeed broad and risky, taking in six decades, several countries and movements, and a range of highly contested theories, but it is a task she carries out with considerable skill and erudition. The risk comes in its breadth and the book’s underlying purpose (to enable the awareness of, and
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330 : Book Reviews within, the “South”), risking a propensity for generalization and wishful assumption, not least that the Global South is indeed an identifiable and coherent network. Nonetheless, the discussion of the theories leading to the rise of the new interpretation (of a deterritorialized lateral network of race-based, and not class-based, resistance to global network of domination that also transcends nation) is well handled in chapter 1. There it is placed in the context of worldsystem analyses, postcolonialism, coloniality (with Frantz Fanon’s and Richard Wright’s contributions being especially well argued), all set against the rise of neoliberalism. In that context, Mahler locates the Tricontinental, tracing its genesis (from Bandung in 1955 and the Afro-Asian Peoples’ Solidarity Organization of 1957) but also arguing that the interpretation it espoused reflected an existing tendency in radical anticolonial thought and resistance. Chapter 2 addresses the way the posters and periodical production of both the Tricontinental and Organization for Solidarity with the Peoples of Africa, Asia, and Latin America (known as OSPAAAL) represented the black struggles inside the United States. This focus includes one of the book’s real strengths: textual analysis, in this case a subtle critique of the influential film Now! that then, in chapter 3, leads into a more fully text-based study of the similar positioning adopted by the Young Lords (in their polemical texts) and Nuyorican literary production. Chapter 4 brings in the Cuban context itself and the contradictions in Cuba’s hosting of the conference; Mahler engages in a comprehensive survey of the many external and internal critiques of Cuba’s controversial and contested record on racial inequality and racial politics, which includes a fascinating study of the subtleties of the banned film Coffea Arábiga by the marginalized black filmmaker Nicolás Guillén-Landrián. Finally, chapter 5 (the book’s key chapter, toward which everything so far has moved) addresses the contemporary global movements that Mahler sees as interlinked within the Global South, tracing each of their major manifestations and identifying what she sees as the resonances between these latest examples of interconnected deterritorialized resistance and the interpretations of the Tricontinentalist “movement,” a case that is argued by a focus on their respective textual productions. How, then, does the whole study work? There are some disappointments. One is the brevity of the conclusion, which reads more like an appeal than a pulling together of complex strands. Another is Mahler’s treatment of Cuba. Although the precise nature of the 1960s’ revolution is clearly not fundamental to the overall argument, some historical details are either wrong or glossed over; more regrettably, some of the familiar formulaic descriptors tend to be used, not least the continuing assumption of the system’s (apparently monolithic and recognizable) “communism,” of ideology as always “the state’s ideology,” and of an alleged closeness to the Soviet Union that was certainly much more nu-
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anced. It is a pity because that approach misses much of the complexity of the heated internal debates of 1961–1968 and the always-contested nature of the variant of communism or socialism that was being tested. One outcome of those debates was a much more nuanced and variegated approach to cultural policy than is often suggested; another is the 1968 Havana Cultural Congress, somewhat overlooked here in comparison with the more notorious 1971 Congress on Education and Culture, which took that event into new areas. Overall, however, the study works well. Mahler is to be commended for the book’s ambition, scope, wealth of textual evidence, and willingness to rethink boldly. It has all the strengths of a classic academic focus methodologically on the narrow and the unusual: in this case using text, always intelligently and innovatively, as the main source of evidence, and in the hitherto-unseen links between the 1966 conference and the seemingly widespread movements for change in, and from, the Global South. Another valuable service is given by the account of the seminal role in all this played by communist parties in the United States and Latin America, which, despite their tendency toward pro-Soviet orthodoxy, helped generate some of the movements feeding into the 1966 events, and also by emphasizing the role played in the “third world” by the political challenge offered by Cuban Revolution itself. ANTONI KAPCIA University of Nottingham Paul Ryer, Beyond Cuban Waters: África, La Yuma, and the Island’s Global Imagination. Nashville, TN: Vanderbilt University Press, 2018. 226 pp. In the introductory chapter to Beyond Cuban Waters, Paul Ryer lays out the scope: “Core topics of this work include socialism, state bureaucracy, surveillance; the economic and social crisis of the Special Period and resulting everyday struggles of luchando, inventando, and resolviendo; the reproduction and transformation of racism and racial identities; cubanidad, tourism and national: foreign boundaries; Cuban religion/religious revival; reciprocity, socios, and sociolismo; gender divisions and sexuality; socialist theory; and the transformation of production, distribution, and consumption.” The introductory chapter, therefore, leaves the reader adrift in the vast menu of topics the author tells us he intends to cover, thus failing to provide, at the outset, a clear statement of the focus of the work. The introduction is also weighed down by an extensive and detailed review of the literature that, while impressive and laudable, produces a disparate set of conceptual references that do not contribute to a definitive answer to the critical question every introduction should address: what is this book about?
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anced. It is a pity because that approach misses much of the complexity of the heated internal debates of 1961–1968 and the always-contested nature of the variant of communism or socialism that was being tested. One outcome of those debates was a much more nuanced and variegated approach to cultural policy than is often suggested; another is the 1968 Havana Cultural Congress, somewhat overlooked here in comparison with the more notorious 1971 Congress on Education and Culture, which took that event into new areas. Overall, however, the study works well. Mahler is to be commended for the book’s ambition, scope, wealth of textual evidence, and willingness to rethink boldly. It has all the strengths of a classic academic focus methodologically on the narrow and the unusual: in this case using text, always intelligently and innovatively, as the main source of evidence, and in the hitherto-unseen links between the 1966 conference and the seemingly widespread movements for change in, and from, the Global South. Another valuable service is given by the account of the seminal role in all this played by communist parties in the United States and Latin America, which, despite their tendency toward pro-Soviet orthodoxy, helped generate some of the movements feeding into the 1966 events, and also by emphasizing the role played in the “third world” by the political challenge offered by Cuban Revolution itself. ANTONI KAPCIA University of Nottingham Paul Ryer, Beyond Cuban Waters: África, La Yuma, and the Island’s Global Imagination. Nashville, TN: Vanderbilt University Press, 2018. 226 pp. In the introductory chapter to Beyond Cuban Waters, Paul Ryer lays out the scope: “Core topics of this work include socialism, state bureaucracy, surveillance; the economic and social crisis of the Special Period and resulting everyday struggles of luchando, inventando, and resolviendo; the reproduction and transformation of racism and racial identities; cubanidad, tourism and national: foreign boundaries; Cuban religion/religious revival; reciprocity, socios, and sociolismo; gender divisions and sexuality; socialist theory; and the transformation of production, distribution, and consumption.” The introductory chapter, therefore, leaves the reader adrift in the vast menu of topics the author tells us he intends to cover, thus failing to provide, at the outset, a clear statement of the focus of the work. The introduction is also weighed down by an extensive and detailed review of the literature that, while impressive and laudable, produces a disparate set of conceptual references that do not contribute to a definitive answer to the critical question every introduction should address: what is this book about?
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332 : Book Reviews But persist, dear reader, beyond the introduction and you will be rewarded with what may be the best ethnography of contemporary Cuba published in recent years. Starting with chapter 1, the author lays out the results of his research, carried out during an extended period of residence on the island as well as during numerous subsequent return trips. Each of the core chapters has a clear focus and addresses in turn the principal concerns that evidently animated the author’s research: Cuba’s global imagination, the interplay of the national and international, and race and the evolution of national identity. Chapter 1 is on La Yuma and Chapter 2 is on África (purposely denoted in Spanish), both foreign-based constructs that, because of historical processes during the revolution, became part of how Cubans see the world and their own place in it, shaping identity, ideology, and consumption patterns. If those two chapters present fresh approaches to viewing Cuban everyday reality, chapter 3, “Color, Mestizaje, and Belonging in Cuba,” travels a much more worn path of scholarship on Cuba with its focus on race and national identity, fluidity of racial categories, and state discourses on race. Nevertheless, it is an excellent treatment of the subject, especially because it is laced, as is most of the book, with revealing anecdotes and transcripts from the investigator’s audio recorder, which frame the issues in the respondents’ voices and in Ryer’s personal encounters in the field. Those boxed passages are invaluable to the narrative and in establishing the author’s points. Chapter 4 is the most original section of the book. Entitled “Beyond a Boundary,” the chapter is about the “borders of Cubanness,” the process by which Cubanness is manifested in the island’s diasporas. The largest Cuban diaspora, Cuban Americans, is only the starting point for the chapter, providing the conceptual framework for looking at diasporas formed not by leaving Cuba, as is the case with Cuban Americans, but by going to Cuba during formative years, as was the case with Sudanese, Ghanaian, and other young Africans who studied in Cuba and now live elsewhere. Using concepts from the extensive literature on Cuban Americans, such as the “1.5 generation” construct developed primarily by Gustavo Pérez Firmat and Rubén Rumbaut to look at the experience of youth who were displaced from Cuba to the United States during their adolescent years and became bilingual and bicultural, Ryer examines various groups of African adolescents who experienced displacement to Cuba, resulting in the formation of elements of a Cuban identity that survived the students’ residence in the island during those critical developmental years. Nostalgia for Cuba, for example, is one trait shared by both seemingly dissimilar groups: Cuban Americans and Cuban-educated African students. It is a compelling argument for the borderless reach of Cubanness. The book’s conclusion is a succinct reflective summary of the book’s core arguments, the sort of honed presentation that would have been helpful in the introduction. Ultimately, many themes that were pursued too extensively in the
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introduction, such as the culture and practice of surveillance and the Ortezian (as in Fernando) intellectual tradition, proved of marginal utility in advancing the author’s fundamental theses in the core chapters. The introduction would have been put to better use if the author had concentrated on providing a fulsome introduction to the central idea of the book, evident in the title and subtitle: the island’s global imagination. It would have been helpful, for example, to have had some background on the history of that global imagination, the development of which preceded the Cuban revolution by quite a bit, something scarcely acknowledged in the book. It was not called La Yuma in the early nineteenth century, but the United States by that time had started replacing Spain as that other place in the Cuban imagination, the place the criollo elites turned to for models of modernity, progress, technology, consumption, and even slavery. Next time I take my students to Cuba I will consider assigning them this book to read. The solid ethnographic research that undergirds it provides a rich basis for interpreting what they will be experiencing on the ground in the island. But they will be glad to know they can skip the introductory chapter. LISANDRO PÉREZ John Jay College, City University of New York
Decree 349 and Today’s History of Artistic Expression in the Cuban Revolution: A Review Article Books Reviewed Coco Fusco, Dangerous Moves: Performance and Politics in Cuba. London: Tate Publishing, 2015. 192 pp. Rebecca Gordon-Nesbitt, To Defend the Revolution Is to Defend Culture: The Cultural Policy of the Cuban Revolution. Oakland, CA: PM Press, 2015. Yvon Grenier, Culture and the Cuban State: Participation, Recognition and Dissonance under Communism. London: Lexington Books, 2017. 285 pp. Abigail McEwen, Revolutionary Horizons: Art & Polemics in 1950s Cuba. New Haven, CT: Yale University Press, 2017. 264 pp., 68 color and 61 black-and-white illustrations.
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introduction, such as the culture and practice of surveillance and the Ortezian (as in Fernando) intellectual tradition, proved of marginal utility in advancing the author’s fundamental theses in the core chapters. The introduction would have been put to better use if the author had concentrated on providing a fulsome introduction to the central idea of the book, evident in the title and subtitle: the island’s global imagination. It would have been helpful, for example, to have had some background on the history of that global imagination, the development of which preceded the Cuban revolution by quite a bit, something scarcely acknowledged in the book. It was not called La Yuma in the early nineteenth century, but the United States by that time had started replacing Spain as that other place in the Cuban imagination, the place the criollo elites turned to for models of modernity, progress, technology, consumption, and even slavery. Next time I take my students to Cuba I will consider assigning them this book to read. The solid ethnographic research that undergirds it provides a rich basis for interpreting what they will be experiencing on the ground in the island. But they will be glad to know they can skip the introductory chapter. LISANDRO PÉREZ John Jay College, City University of New York
Decree 349 and Today’s History of Artistic Expression in the Cuban Revolution: A Review Article Books Reviewed Coco Fusco, Dangerous Moves: Performance and Politics in Cuba. London: Tate Publishing, 2015. 192 pp. Rebecca Gordon-Nesbitt, To Defend the Revolution Is to Defend Culture: The Cultural Policy of the Cuban Revolution. Oakland, CA: PM Press, 2015. Yvon Grenier, Culture and the Cuban State: Participation, Recognition and Dissonance under Communism. London: Lexington Books, 2017. 285 pp. Abigail McEwen, Revolutionary Horizons: Art & Polemics in 1950s Cuba. New Haven, CT: Yale University Press, 2017. 264 pp., 68 color and 61 black-and-white illustrations.
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334 : Book Reviews On July 10, 2018, Cuba’s Ministry of Culture shocked citizens and international observers alike when it announced Decree 349: the law reversed the previous three decades of reforms that, since 1991, had allowed artists, writers, filmmakers, musicians, and other creative intellectuals to produce, exhibit, publish and sell their work independent of the state. In addition to sanctions that include fines, confiscation of privately owned materials, and the seizure of homes used for artistic production not authorized by a government agency, Decree 349 also enables roving citizen-inspectors to shut down activities taking place in private spaces, such as home-based galleries or recording studios.1 By the time the law went into effect in December, shortly before the sixtieth anniversary of the Cuban Revolution, artists across the island and abroad, as well as concerned curators, museum directors, and critics in Latin America, had openly protested; Amnesty International roundly condemned it.2 Directed at the new minister of culture, Alpidio Alonso Grau, a former official of the Department of Ideology of the Central Committee of the Cuban Communist Party, open letters written in varying tones of outrage from artists on and off the island soon appeared.3 In the four days before its implementation, artists staged a sit-in in front of offices of the Ministry of Culture. As the performance artist and art critic Coco Fusco pointed out at the time, anyone familiar with Cuba’s zero-tolerance policy toward similar acts of political dissent in previous decades was likely impressed: these events and artists’ ability to get away with only days or weeks of jail time—rather than decades-long prison sentences— were unprecedented.4 For many, Decree 349 represents a preemptive strike against the first signs that an internationally organized and self-financed movement of artists had emerged. In the spring of 2018, independent artists in Cuba, Europe, Brazil, the United States, and elsewhere joined forces to stage their own autonomous “##00Bienal” in Havana after Raúl Castro unexpectedly canceled the official one, citing costs arising from the devastation of Hurricane Irma. Although police surrounded participating studios, arrested some artists and turned away many Cuban artists who were resident abroad after interrogating them at the Havana airport (such as Coco Fusco), international and national artists regrouped again in 2019 to stage another “alternative biennial,” this time in protest of Decree 349. It garnered similar results.5 These included more denials of entry at the airport, internationally renowned artist Tania Bruguera’s refusal to participate, and Cuban state security’s multiple arrests of self-taught artist Luis Manuel Otero Alcántara for a performance piece titled Se USA. Both a pun on the Cuban parlance for “it’s fashionable” and a reference to the 2017 arrest of a man who waved a US flag during Havana’s May Day parade, Otero’s performance at the Bienal 2019 featured men running down the street with US flags.6
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Several years ago, Otero Alcántara made his initial mark with a performance in which he embodied the bust of Julio Antonio Mella, a 1920s antiMachado activist who founded Cuba’s first Communist Party, after the government removed the real bust of Mella from its historic place before a newly renovated “millionaire’s mall” at the Gran Hotel Manzana de Gómez before its inauguration in 2017. When police arrested Otero Alcántara before crowds curious to see the hundreds-of-dollars-per-night venue and shops, Cuba’s Communist Youth newspaper Juventud Rebelde justified his arrest on the basis of the artist’s choice of timing and “bad taste.” 7 Indeed, poor timing and bad taste remain the main unifying theme on which the Cuban state has implicitly relied when carrying out such arrests. In previous Havana biennials, Tania Bruguera suffered similar rebuke when she crafted a 2009 piece called Tatlin’s Whisper #6. It invited viewers to speak uncensored remarks into an open mic on a stage flanked by two olive-green uniformed men. The scene mimicked Fidel Castro’s first address to the nation on January 8, 1959, complete with a white dove placed temporarily on each participant’s shoulder.8 According to the prestigious ArtNews, Tatlin’s Whisper #6 had become “the world’s best-known piece of performance art” by December 2014, when Bruguera attempted to reprise the piece in the Plaza de la Revolución. The move prompted her own arrest and that of more than fifty others before the work could be completed.9 Undaunted, Bruguera next performed a hundred-hour-long reading from Hannah Arendt’s Totalitarianism in her home during the 2015 Havana Bienal; she was arrested again and later freed.10 The problem with works like those of Bruguera, Otero Alcántara, and others is not simply their independence but their content: as Cuban government spokespeople have made clear, theirs is not art but activism in the name of art. Yet for the artists themselves and supporters of free expression, no government may reserve for itself the right to define what is and is not art.11 Nonetheless, artists like Bruguera and Otero Alcántara have clearly crossed a political line in Cuba. Their actions are not just remarkable when set against the bright white light of Decree 349; they are significant because the line that they and other independent artists have crossed remained, since at least 1961, far from invisible. In May and June 1961, Fidel Castro addressed the final of three meetings of Cuba’s intellectuals, gathered at the Biblioteca Nacional José Martí, to address whether the government’s recent banning and confiscation of an amateurish short film called p.m. about Havana’s nightlife was emblematic of the revolutionary state’s cultural policy, and if so, why. As many scholars (myself included) have now shown, the film’s basic problem was not that it documented the uncensored hedonism of inebriated citizens in one of the country’s poorest, blackest barrios but that it had the audacity to do so in the wake of the
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336 : Book Reviews CIA-directed Bay of Pigs invasion without so much as a reference to the revolution, Fidel Castro, or the ineffable script of triumph and grateful adherence to the revolution that all good revolutionaries were increasingly required to share. Indeed, it ignored all three elements. The fact that its real-life protagonists identified as revolutionaries and many served in the state’s volunteer militia did not matter because not only was their loyalty unclear, but also its absence “disfigured and nullified” the loyalty of others.12 Today, the story of p.m. occupies the pages of many scholarly volumes for two key reasons: first, because it precipitated a domino effect, leading to the closure of Lunes de Revolución, the post-1959 era’s leading cultural magazine directed by Guillermo Cabrera Infante and Carlos Franqui, as well as their and other top intellectuals’ subsequent alienation; and second, because the dialogue it provoked literally morphed into Fidel Castro’s monologue on the dangers of free expression outside a frame claimed and controlled by a communist state.13 “Within the Revolution, everything; outside the Revolution, nothing” was not just Fidel Castro’s closing remarks to that anxious crowd of creative thinkers on an evening at the national library in 1961; voiced under the advisement of Stalinist stalwarts of Cuba’s Communist Party, this mantra became the state’s only official cultural policy for the duration of Fidel Castro’s and ostensibly Communist Party rule—until, perhaps, today. Understanding precisely what has changed in Cuba and just how committed either the Cuban government or its challengers are to abandoning the apparent arbitrariness of the principle Fidel Castro articulated in 1961 demands an examination of history. That examination must include not only the interaction of creative actors with the revolutionary state or their agency in defying its constraints but also the history of Cuba’s pre-1959 era, when freedom of expression was inscribed in successive Cuban constitutions (1902, 1940) and in the demonstrably fundamental right to protest that defined both the day-to-day workings of civil society and average citizens’ notion of citizenship. Recent works published by scholars of distinct disciplines endow readers with an unprecedented array of evidence, ideas, and material that allows us to contextualize and explain how creative expression, particularly that which is politically engaged, transformed and at turns, conformed to the shifting political tides that engulfed Cuba between its “democratic age” of the 1940s and early 1950s through the Soviet-backed totalitarianizing phase of the 1980s and beyond. Ironically, one of the most salient books to uncover the origins of Cuban artists’ claim to vanguard status in the wake of 1959 as well as the political forces that would ultimately make many yield to government cooperation, cooptation, and control never intended to do so. This book is art historian Abigail McEwen’s meticulously researched Revolutionary Horizons: Art and Polemics in 1950s Cuba. Offering readers a gloriously curated banquet of images, McEwen’s book conveys the transcendence of abstract art in the built reality
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and consciousness of cubanía that became the particular characteristics of a self-congratulatory generation of capitalinos, from Havana’s upwardly mobile and jet-setting classes to the white- and blue-collar workers who identified with development, consumption, and technological advances as a mantra of modern Cuban life. McEwen focuses on the short-lived efforts of Cuba’s internationally acclaimed generation of abstractionist painters and sculptors as they protested political complacency in Batista’s and later, Fidel’s Cuba. “In its most ambitious charge,” she writes, “abstract art possessed the extraordinary potential to intervene in relations of power (its forcework), regardless of its direct engagement in politics or success therein” (67). Convinced of this, twenty-three artists and an art critic launched a movement that seemingly affected every dimension of Cuba’s emergent cultural consciousness when they created a consensus on the social role of art through debate and “the generational solidarity established across disciplines, reinforced by the social spaces—cultural societies, galleries, print magazines— that were beginning to appear” (21) Eventually, this solidarity would not only put modern Cuban art “on the international map”; it would seek to place Cuban abstraction in “a position of authority” in the art world (29, 35). The result, as McEwen shows, was less a shift in the role that Cuban artists ascribed to themselves and more a shift in the role that average Cubans, politicians, government officials, and outside actors assigned to Cuban art. Emerging at the center of this process, a group of like-minded young artists—mostly under the age of thirty—constituted themselves as Los Once (The Eleven) in 1953 and regularly exhibited together through 1955, when they disbanded in the face of increasing political pressure from the batistiano state as well as selectively successful efforts to coopt prominent members of the group with prize money; coveted gallery space; and in the case of Mario Carreño, a powerful post as Batista’s “cultural emissary within the visual arts” (87–93). With archival precision and lyricism, McEwen’s book deftly guides the reader down the many visual and discursive paths that Cuba’s young abstractionists forged to redirect and utterly transform the relationship between their contemporary political landscape and the arts in what amounted to little more than two years of intense creative production and activism. Uniting in the pivotal year of José Martí’s birth when civil society struggled to wrest centennial celebrations away from Fulgencio Batista’s commemorative machine, Los Once combined assertions of cubanía with deliberate cosmopolitanism to renounce the nationalist sentimentalism and academic style they identified in the paintings and sculptures of Cuba’s two previous generations of artists (42). Distancing themselves from “the tropes of tropicalism and underdevelopment,” Los Once posited abstraction as the ultimate aesthetic of a forward-looking Cuban democracy they sought to build amidst the surge of dictatorship and economic contradiction (49). Moreover, argues
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338 : Book Reviews McEwen, Los Once also pioneered the use of artistic exhibitions in Cuba as a platform for both rebuking their own government’s ideological hypocrisy internationally and forging a national dialogue through art itself as form of collective, conscious protest. In 1954, McEwen discovers, Los Once protested “the absurdity of marking Martí’s centenary with an exhibition organized by [Franco’s] Spain” (72). Featuring more than eighty prizes worth two million pesetas, the II Bienal Hispanoamericana went on nonetheless, if belatedly, with Fulgencio Batista himself inaugurating the event (72, 81). Simultaneously, however, abstract artists organized a vastly successful counterexhibit labeled the “Anti-Bienal” at the time. Not only did the seventywork show take Havana’s art-seeking crowds by storm; it traveled as far as Santiago and Camagüey, garnering an unprecedented national audience that defied typically elite bounds and ultimately inspired the University of Havana’s hotbed of activists to sponsor an unprecedented abstract art exhibit of its own (75–78). Brilliantly and cogently, McEwen interprets the Anti-Bienal as “a tableau vivant,” “a prolonged, vanguardia stunt” and “traveling manifesto” all wrapped into one: “Its narrative was not revolution—it could not have been, for there was no consensus about what revolution entailed—and yet it nevertheless encoded, in its discursive and superbly cubanista form, the fractious politics and circumstances of which it was made” (78). When McEwen’s subjects finally turned to revolution in “The Endgame of Abstraction,” the final chapter of Revolutionary Horizons, they found that the consolidation of a communist state would soon equate abstraction with ideological ambiguity at best and imperial sycophancy at worst. While its display and ideation became taboo, however, abstraction’s greatest champions such as the Chicago-trained Raúl Martínez would not abandon their initial conviction that art had a critical role to play in scrutinizing, and indeed, intervening, in relations of power, particularly those crafted according to an authoritarian mold by the state. Indeed, in her discussion of how cultural policing led to increasing restrictions, persecution, and repression of intellectual and artistic autonomy, McEwen is at her best. In analyzing Martínez’s radical turn from abstraction to figurative and pop artistry after 1959, she argues that Martínez, like Sergio Cabrera, encoded homoerotic scenes into tapestries of apparent loyalty. In posters for the iconic, ideologically didactic film on female liberation Lucía, Martínez chronicled his own dissent through the use of psychedelic coloration and an unexpectedly defiant gaze (188–91). McEwen also details the collapse of abstractionists’ commitment to the “democratizing function of art” under the weight of new cultural agencies’ demands for loyalty, peppering her account with brilliant anecdotes, archival documentation and emblematic accounts of how leading abstractionists like Hugo Consuegra found their revolutionary aspirations asphyxiated by the very end which they had sought. If, as Consuegra had once argued, art could not be
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“‘an isolated event’” and still call itself art, then Fidel’s 1961 “notorious formula” of “within the Revolution, everything: outside the Revolution, nothing” suppressed the individual instinct to serve the cause of creative transcendence rather than the prescribed needs of the state. Beginning with the First National Congress of Writers and Artists of Cuba held in August 1961 that took Fidel’s June speech to intellectuals as its official prologue, “the unionization of the artworld limited what remained of its autonomy. Artists were asked to publicly declare themselves Party members, and membership in UNEAC was expected of those who sought the sanction (and spoils) of the new regime” (197). Thus, McEwen explains far more than the demise of abstraction or the fate of its proponents; combining cultural history with art history, McEwen reveals their interconnectedness to political, institutional and personal struggles that tried to pull revolutionary society back from the brink of centralized control as well as the ultimate failure of such efforts by 1965. The political scientist Yvon Grenier brilliantly picks up where McEwen leaves off. In her dynamic, theoretically rigorous and passionate book Culture and the Cuban State: Participation, Recognition and Dissonance under Communism, Grenier takes on the thorniest of questions and case studies in the repeated disavowal of “dissidence” in favor of “dissonance” that defined creative and intellectual production in Cuba from the 1960s through the postSoviet era. Although Grenier insists that the “Cuban Revolution ended in 1961 precisely because leaders and the public culture they sought to build delineated individual as well as “cultural will,” she also recognizes the singularity of creative agency born of such constraints, particularly in the present day. Motivated by the disposition to “recognition and participation,” Cuba’s cultural actors today, as in the past, “may contribute to the detotalitarianization of the collective mind, either by challenging the regime on its own political terrain or simply by opting out of propagandistic schemes. With or without fervor, they appear to be mostly seeking accommodation with the regime in place, and like the rest of Cubans, much of their time and energy is devoted to struggle (luchar), invent (inventar), obtain (conseguir) and resolve (resolver)” (viii). Some of Culture and the Cuban State’s greatest strengths lie in the challenge Grenier poses to the traditional periodization of the Cuban Revolution’s cultural field as “idealist” or liberal in the 1960s, dogmatic in the 1970s, and increasingly open in the late 1980s as the collapse of state legitimacy in the wake of Soviet demise set in. In addition to punctuating her analysis with evidentiary quotes—such as the Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, (UNEAC) president Nicolás Guillén’s 1968 notice that writers and artists’ responsibilities “‘shall not be different from that of our fellow soldiers . . . the defense of our country”), Grenier explains how the expansion of cultural institutions and the creation of a three-pronged intelligence and counter-intelligence system went hand in hand with policies of “openings and closings,” often
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340 : Book Reviews within a particular historical period. This crafted a “yin and yang” logic that granted officials maximum flexibility and kept intellectuals guessing as to what they could do or get away with doing next (32–39, 61–62). Taking arbitrariness and unpredictability as the deliberate nature of state cultural policy allows one to explain the censoring of some playwrights and filmmakers (whom Grenier lists with alacrity) while allowing for “a carefully calibrated thaw that makes possible reconciliation with, and reintegration (even celebration) of, individuals (dead or alive) previously censured on the Procrustean bed of parametración (Anton Arrufat, Miguel Barnet, Pablo Armando Fernández, Reynaldo González, César López, Nancy Morejón, Virgilio Piñera, Delfín Prats, among many others)” (39). Fearless but never careless, Grenier relentlessly names in his analysis, but he also follows through on the promise to historicize the backward-and-forward political evolution of certain high-profile writers’ loyalties to the Cuban state and therefore “the Revolution,” specifically Jesús Díaz and Leonardo Padura, to whom he devotes two excellent chapters (Grenier, 105–26, 161–86). More controversial and at times somewhat objectionable is Grenier’s discussion of contemporary visual artists in a chapter titled “The Curator State.” Bringing himself into the narrative, Grenier describes meeting key figures in the independent and unambiguously critical art community such as Sandra Ceballos, founder in the 1990s of the autonomous cultural space called Espacio Aglutinador, an anchor of the counter-biennials described earlier and the target of near-constant police harassment since 2017. “Ceballos has been censured sometimes, but not always—a good way to keep her ‘participating,’” writes Grenier. Even more cynical is Grenier’s treatment of José Angel Toirac Batista, an artist known for combining mockery and mimicry in ironic, painted, silkscreened or filmic images that highlight the brandification of inescapable revolutionary icons Fidel Castro and Che Guevara. Grenier characterizes Toirac’s widely acclaimed and politically incendiary treatments of Cuba’s Maximum Leader and Guerrillero Heroíco as a “good illustration of [the] low-intensity ‘curatorial’ strategy” of the post-Soviet state. To further this point, Grenier cites his own conversation with Toirac: “His art is ‘critical,’ if you ask him. But it is not explicitly or even deliberately so, which is a good strategy if you are an artist in Cuba—whether he thinks of it this way or not” (135). Thus, Grenier’s obvious disappointment with what he presumes is Toirac’s unwillingness to more overtly attack or condemn the Cuban state undermines an otherwise valuable tour of such artists’ political interventions into public consciousness and discourse in recent years. Nonetheless, although this discussion remains comparatively soft with respect to the rest of the book, Grenier offers no-holdsbarred insights into the myriad means by which fear—of sanction, prestige, social shunning and worst of all, negative political labeling—remains central
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to how artists calculate the degree and tenor of their own creative critiques, let alone their response to the greater artistic dissonance of others. For example, after a long discussion of Tania Bruguera’s “artivism” and her multiple encounters with Cuban state security, Grenier cites a surprising litany of naysayers alongside supporters Pedro Pablo Oliva, Dagoberto Rodríguez Sánchez, and Arturo Montoto. Reticent at best and dismissive at worst, Lázaro Saavedra and Tomás Sánchez reject Bruguera’s efforts to claim greater freedom of expression in Cuba as her art. Grenier continues: “I interviewed many artists in Cuba in 2015 and indeed, none of them had much sympathy for Bruguera. They may not agree with the regime’s line that she is a threat . . . but nothing good for them could come out of a confrontation between one of them and the curator state” (149). Although Grenier’s scrutiny of contemporary artists’ paradoxical condition as “prime movers” and equally prime beneficiaries of the state’s post-1991 economic liberalization schemes is fascinating, she also takes the “willful ignorance” of those who defend the idea that Cuba’s cultural policy “grounded in Fidel’s 1961 speech guaranteed full freedom of artistic expression to all but open enemies of the revolution” as viable. This is possible, says Grenier, only if one accepts that “homosexuals, the fans of the Beatles and the Rolling Stones, Catholics, Jehovah’s Witnesses, filmmakers [like those who made p.m.], young people with long hair, and even cultural ambassadors like singer Pablo Milanés . . . are or were mistakenly ‘open enemies of the Revolution’” (149). Here, in referring to the spectrum of labor camps used to “rehabilitate” politically citizens accused of ideological diversionism in the 1960s, Grenier rebukes as disingenuous the island writer Desiderio Navarro and Doreen Weppler-Grogan (who published in the 2010 volume of Cuban Studies). More generally, though, in repeated citations, Grenier provides a necessary corrective to Rebecca Gordon-Nesbitt’s unapologetically apologetic 2015 book To Defend the Revolution Is to Defend Culture: The Cultural Policy of the Cuban Revolution, published by a small cooperative press with the oddly ironic name “p.m.” In choosing her title, Gordon-Nesbitt not only directly echoed the 1961 First National Congress of Artists and Writers of Cuba’s official slogan, but she summarizes the nature of her enterprise: virtually point for point, the book reiterates the Cuban Communist Party’s official position and mostly self-congratulatory narrative about the Cuban Revolution’s cultural history as one marred only by occasional ideological overreach, a few bad apples (like Luis Pavón Tamayo in the now-undeniably-repressive era of the 1970s), excessive enthusiasm for the goals of “Marxist-humanism,” and what Gordon-Nesbitt identifies as the cowardice of intellectuals themselves who “contrive[d] to feign ignorance about those responsible [for their peers’ repression]” and who maintained “a silence which served to create a semblance of unanimity that detracted from
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342 : Book Reviews proper consideration of the threat to integrity these policies represented” (301). Nowhere does Gordon-Nesbitt consider fear as a factor in generating this “silence” nor the impact that so many examples of intellectuals and average citizens who were purged, publicly scorned, and sentenced to forced labor might have had on the nature of cultural expression. Indeed, she ends her discussion of the Gray Years of the 1970s by emphasizing what she calls their “grey areas,” saying, “It is important to note that the controversies outlined above were largely confined to theatre, film and literature—media having the potential for the widespread distribution of a message perceived to be counterrevolutionary” (301–2). Apparently, Gordon-Nesbitt does not consider the visual arts—easily among the most policed throughout the Revolution’s first three decades—as capable of producing equally critical and therefore, in the parlance of the state, potentially “counterrevolutionary” thinking. By contrast, Coco Fusco assembles a vast array of examples of performative art in Dangerous Moves: Performance and Politics in Cuba, a visually stunning, prize-winning book of art criticism that doubles as a cultural history of free expression and political repression in Cuba, beginning in the 1980s through today. As a form of improvisational activism, Fusco explains, “Performance [art] is cheap to produce and portable—and, unlike painting and sculpture, it is imperceptible to authorities prior to its actualization, making it an ideal means for intervening in unexpected places” (22). The power and the politically “dangerous moves” inherent to performance in Cuba are twofold: first, the artist’s actions leave traces in the mind, compelling witnesses to describe, discuss and explain them; second, assessment of the symbolic content of performance comes as second nature to most Cubans raised after the consolidation of the revolution’s communist state in the early 1960s. How Cubans “actually behave in public is closely monitored and recorded, forming a catalogue of signs of political allegiance from school years onward that determines eligibility for higher education, employment, promotion and other privileges dispensed by the state.” In other words, performance art strikes a heavy political blow on any and all Cubans’ consciousness because performance—of loyalty, of deeply and deliberately embedded scripts—were and remain essential to citizens’ awareness of the everyday presence and, therefore, survival of the state in their minds and reality: “Given the political significance of conduct and its status as currency, it is not surprising that performance, as the art form that most assiduously explores the social construction of behavior, would become an arena for challenging the ways in which conduct was shaped, valued or condemned” (34). Masterfully wedding full-color images of performances by professional artists such as Enema Collective with photographic chronicles of penitents in the annual December pilgrimage to the shrine of Saint Lazarus, Tropicana dancers, and political dissidents on hunger strike, Fusco explains the emer-
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gence of performance in Cuba as by-product of international sensibilities, experimentation, and the desire to protest. Documenting the public’s internalization of surveillance by and on behalf of the state, argues Fusco, formed one of the genre’s central themes. Thus, Fusco describes a 2002 piece by seven students who collectively formed the Grupo DIP (Department of Public Interventions) and discovered that their efforts to provoke citizens’ awareness of newly installed cameras along a major tourist thoroughfare in Old Havana produced greater paranoia in themselves than in observers (62). Similarly, she documents Cuban artists Yeny Casanueva and Alejandro González’s dissemination of a digital dossier entitled Work-Catalogue #1 at the 2009 Havana Biennial. The “forcework” of this art was undeniable as it featured real-life police records showing how high-profile Cuban artists, foreign curators, and diplomatic representatives had been monitored by Cuban state security agents at the 2006 Bienal (63). While Fusco’s narrative is deeply engaging, there is no doubt that the images she displays of performance pieces, especially those of the 1980s and early 1990s, are unprecedented in their scope and largely unknown. The fact that so many of the youngest artists (like Hamlet Lavastida) either focus on taboo historical figures or render taboo the historical figures on which they focus because they do so outside the state’s conventional political paradigm reveals the encyclopedic nature of Cuba’s personal, citizen-based archives of memory. It also demonstrates the power wielded as much by uncontrolled memory as by autonomously curated art. Far more than relevant to present-day debates, Fusco’s contribution matters because it generates knowledge about one of the least documented dimensions of Cuba’s revolutionary past and present: many of the most poignant pieces of performance art in Dangerous Moves authenticate a political climate so extreme in its scrutiny and exigencies that documenting it literally requires one’s suffocation or injury to the performer. Meanwhile, onlookers’ propensity to deny or ignore the public tribulations of others were tested to the limits of its endurance. For instance, Fusco tells of Carlos Martiel, who pinned his father’s revolutionary medals to his chest for “Prodigal Son” (2010), and El Sexto, who tattooed the faces of deceased Cuban dissidents Laura Pollán and Osvaldo Payá on his body for public display (119, 135, 139). Similarly, images show Grupo DIP covered in spiderweb-like plastic wrap, their faces beet-red from asphyxiation, while they sit side by side on a bench in Havana’s Parque de la Fraternidad for a 2002 piece called Fraternity (122–23). Together the works of McEwen, Grenier, and Fusco illuminate just how suddenly and how rapidly the stakes have risen for artists and other creative actors in Cuba: the history of artists’ self-conscious struggle to define their work as a form of public mission that these books reveal shows us the power that autonomous creative expression has. Independent freedom of thought and
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344 : Book Reviews creative expression changes not only how we think about the past or present but also what we think is possible. In so doing, art transcends its creators’ plans for itself to reshape destinies, not just of Cuba but of the world. NOTES 1. For the text of the law, see http://juriscuba.com/legislacion-2/decretos-leyes/decreto-ley -no-349/. 2. Detailed discussions of the repercussions of the law on creative life, artists’ protests and reports on the high-profile arrests and detentions of artists that have transpired since 2018, see Ernesto Hernández Busto, “¿Qué es el Decreto 349 y por qué los artistas cubanos están en contra?,” Letras Libres, December 10, 2018, https://www.letraslibres.com/mexico/cultura/que-es-el -decreto-349-y-por-que-los-artistas-cubanos-estan-en-contra; Coco Fusco, “Looking Back on the Year in Art and Protest in Cuba,” Frieze, December 17, 2018, https://frieze.com/article/looking -back-year-art-and-protest-cuba; Erika Guevara Rosas, Americas director at Amnesty International, “Cuba: New Administration’s Decree 349 Is a Dystopian Prospect for Cuba’s Artists,” August 24, 2018, https://www.amnesty.org/en/latest/news/2018/08/cuba-new-administrations -decree-349-is-a-dystopian-prospect-for-cubas-artists/. 3. For example, see “Artistas contra el Decreto 349 envían carta abierta a Díaz-Canel y al ministro de cultura de Cuba,” Cibercuba, August 14, 2018, https://www.cibercuba.com/noticias/2018– 08–14-u1-e20037-s27061-lo-dice-carta-abierta-artistas-diaz-canel-al-ministro-cultura; and Alejandro Martínez, “Carta abierta de un Cubano al Ministerio de Cultura en Cuba por el Decreto 349,” CubaEnMiami, December 6, 2018, https://www.cubaenmiami.com/carta-abierta -de-un-cubano-al-ministerio-de-cultura-en-cuba-por-el-decreto-349/. 4. Fusco, “Looking Back on the Year in Art and Protest in Cuba.” 5. Svitlana Biedarieva, “The Importance of Havana’s First Biennial for the Cuban Art Scene,” Hyperallergic, May 25, 2018, https://hyperallergic.com/444347/alternative-00-biennial-havana -cuba/; Sarah Cascone, “Cuba Abruptly Turns Away Artists as ‘Dozens of Agents’ Prowl Havana’s Alternative Biennial,” Artnet News, May 9, 2018, https://news.artnet.com/art-world/cuba-deports -alternative-biennial-artists-1282175 ; Nicole Martínez, “Activists to Stage Alternative Biennial in Havana,” Art Newspaper, April 4, 2019, https://www.theartnewspaper.com/news/activists-stage -alternative-biennial; Maximiliano Durón, “Coco Fusco Denied Entry to Cuba Ahead of Havana Biennial,” ArtNews, April 10, 2019, http://www.artnews.com/2019/04/10/coco-fusco-cuba -havana-biennial-2019/. 6. Esther Allen, “The Art of the Possible at Havana’s Bienal,” New York Review of Books, June 15, 2019, https://www.nybooks.com/daily/2019/06/15/the-art-of-the-possible-at-havanas -bienal/. 7. Ernesto Pérez Chang, “A Mella lo quitaron por feo,” Cubanet, May 11, 2017, https://www .cubanet.org/actualidad-destacados/mella-lo-quitaron-por-feo/. 8. “Tania Bruguera, Tatlin’s Whisper #6 (Havana Version),” Guggenheim Collection On Line, https://www.guggenheim.org/artwork/33083. 9. Christian Viveros-Fauné, “How Tania Bruguera’s ‘Whishper’ Became the Performance Heard Round the World,” ArtNews, January 8, 2015, https://news.artnet.com/exhibitions/how -tania-brugueras-whisper-became-the-performance-heard-round-the-world-213637. 10. “Tania Bruguera Detained after Performing a 100-Hour-Long Hannah Arendt Reading,” ArtReview, May 26, 2015, https://artreview.com/news/news_26_may_2015_tania_bruguera _detained_after_reading_performance/. 11. Allen, “Art of the Possible at Havana’s Bienal.”
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12. Lillian Guerra, Visions of Power in Cuba: Revolution, Redemption and Resistance, 1959– 1971 (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2012), 163. 13. A definitive study of P.M.’s suppression and its repercussions was edited by one of its makers, Orlando Jiménez-Leal and a much younger, Cuban-trained documentary filmmaker for whose generation the film was once taboo. See Orlando Jiménez-Leal and Manuel Zayas, El caso P.M.: Cine, poder y censura (Madrid: Editorial Colibrí, 2012). See also Sílvia Cezar Miskulin, Os intelectuais Cubanos e a política cultural da Revolução, 1961–1975 (Sao Paulo: Alameda Casa Editorial, 2009); and William Luis, Lunes de Revolución: Literatura y cultura en los primeros años de la revolución cubana (Madrid: Editorial Verbum, 2003).
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Contributors Juan Luis Bachero Bachero es doctor por la Universitat Jaume I (2017). Ha participado en diversos congresos internacionales y ha realizado estancias en el CSIC (Madrid) y en la Universidad de La Habana. Es especialista en represión política y es autor de varios artículos y capítulos de libro sobre esta temática. William Bello Sánchez es licenciado en geografía y master en medioambiente y ordenamiento territorial por la Universidad de La Habana, y MBA (master en administración de empresas) por la UCAM de Murcia, España. Ha impartido cursos y conferencias en varias universidades, dentro y fuera de su país, sobre las diversas dinámicas de la población y fenómenos de emergencia social. Se desempeña como profesor del proyecto CubaEmprende y coordinador del programa OASIS de Responsabilidad Social Empresarial. Sus investigaciones han abordado desde una mirada holística y geográfica, diversas temáticas sociales, económicas, demográficas y ambientales, las cuales han sido publicadas en libros y revistas de Cuba, Estados Unidos, Argentina, México y España. Alejandra Bronfman is an associate professor in the Department of Latin American, Caribbean, and US Latino Studies at the University at Albany-SUNY, where she studies the social and cultural history of the Caribbean. Her research considers the creation of media circuits in the early twentieth century, with particular attention to imperial dynamics and changing political practices. She asks about the relevance of sound and listening to modes of affiliation and belonging. She is the author of Isles of Noise: Sonic Media in the Caribbean (University of North Carolina Press, 2016) and Measures of Equality: Social Science, Citizenship and Race in Cuba, 1902–1940 (University of North Carolina Press, 2004), among other works. Jennifer Cearns is a postdoctoral researcher at the Department of Anthropology at University College London, and Leach Fellow in Public Anthropology at the Royal Anthropological Institute of Great Britain and Ireland. Her doctoral research in Cuba and its Miami diaspora won the Roseberry Nash Award (Society for Latin American & Caribbean Anthropology), and both the Emslie Horniman Award and the Arthur Maurice Hocart Essay Prize (Royal Anthropological Institute of Great Britain & Ireland). She was Visiting Research Scholar at the Cuban Research Institute at Florida International University from 2017–2018. Recent and forthcoming publications include her first monograph (University of Florida Press, expected 2022), a chapter in Cuba’s Digital Revolution: Citizen Innovation and State Policy (University of Florida Press, 2021), and a recent article in the Journal for Latin American and Caribbean Anthropology (2020).
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348 : Contributors Antonio Correa Iglesias, nacido en 1976, es filósofo, escritor, crítico de arte, coordinador del Programa de Filosofía y Ética en Cuba y Programa de Ética de la Universidad de Miami. Es miembro del Consejo Editorial de la Revista CdeCuba Art Magazine, Tutor Internacional de tesis de doctorado por la Multiversidad Edgar Morin, Mexico. Omar Everleny Pérez Villanueva es doctor en ciencias económicas en la Universidad de la Habana desde 1998 y master en economía y política internacional, realizado en el CIDE, AC México, Distrito Federal, desde 1990. Es licenciado en economía en la Universidad de la Habana en 1984. Es profesor titular y ex director del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de la Habana. Ha impartido más de 300 conferencias en distintos centros cubanos y en el extranjero. Ha sido profesor invitado en universidades de los Estados Unidos, Japón, Canadá y Francia, y visiting scholar en el Federal Reserve Bank of Atlanta, Harvard University y Columbia University. Ha publicado más de ochenta artículos en revistas y ha sido coautor de varios libros, tanto en Cuba como en el extranjero, destacándose los publicados con la Universidad de Harvard, Universidad de Columbia, Universidad de New York, Universidad Sorbonne, Paris 3, Instituto de Países en Desarrollo (IDE-JETRO) Japan, Universidad Complutense de Madrid, y la Universidad de la Habana, entre otros. Michelle Leigh Farrell is an associate professor of Spanish at Fairfield University where she teaches Latin American film, and literature, as well as Spanish and Portuguese languages. In her research she focuses on the contemporary changes in the audiovisual landscapes in Cuba and Venezuela through emerging cinemas and access to digital production. Her articles and video essays can be found in Chasquí, The Latin Americanist, and [In]Transition: A Media Commons Project with the Journal of Cinema and Media Studies, among other journals. Currently she is working on a book-length manuscript on the young generation of Cuban filmmakers, nuevos realizadores, and the resulting boom in women, rural, an LGBTQ digital filmmaking. To conduct the research for her book manuscript she has been awarded support from the American Association of University Women, and the American Philosophical Society. Raydel García López es graduado en comunicación social en la Universidad de La Habana (2007). Es profesor auxiliar de la Facultad de Comunicación (2007–actual). Actualmente es aspirante a doctor en ciencias de la comunicación. Su tema doctoral es un estudio de las bases teórico-metodológicas para el diseño de sistemas de gestión de comunicación en empresas cubanas. Es conferencista en temas de publicidad, comunicación interna, sistemas de gestión de comunicación y otras temáticas asociadas a la comunicación organizacional. Ted A. Henken holds a Ph.D. in Latin American Studies and is an associate professor in the Department of Sociology and Anthropology at Baruch College, City University of New York. He is the co-author of the book, Entrepreneurial Cuba: The Changing Policy Landscape (FirstForum Press, 2015) forthcoming in Spanish by Editorial Hypermedia (2020). Henken is also the co-editor of the forthcoming edited volume, Cuba 2.0: How
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the Digital Revolution is Remaking the Cuban Revolution (University of Florida Press, 2021). Jennifer Ruth Hosek is an associate professor of transnational German studies at Queen’s College, affiliated with Film, Gender, and Cultural Studies. Her publications include Sun, Sex, and Socialism: Cuba in the German Imaginary, coedited anthologies on Berlin and Christa Wolf, and articles on Fernando Pérez. One current larger project investigates cinema and urban movement and includes the award-winning documentary Rodando en La Habana: Bicycle Stories (with Jaime Santos). Mike Levine is a doctoral candidate in musicology at the University of North Carolina. He was a fellow at the Mellon Humanities for the Public Good Initiative from 2018– 2019 and is the 2020 recipient of the Society for American Music’s Eileen Southern Fellowship. He is currently writing his dissertation, Lo encontré en el paquete: Media Piracy and Cultural Exchange in Cuba’s Offline Internet, which investigates el paquete semanal’s informal digital network and relationship to media piracy and music production. He utilizes dual methodologies in ethnography and digital humanities to examine issues of critical race, internet equity and the impact of informal circulations of music through Cuba’s offline internet. Jorge Mandilego Alfonso es ingeniero eléctrico por el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (CUJAE) y MBA (master en administración de empresas) por la UCAM de Murcia, España. Es empresario privado en el sector de la poligrafía, fundador del Proyecto CubaEmprende (PCE) y director ejecutivo del mismo desde 2012 hasta 2019. Ha impartido talleres y conferencias en Cuba, Estados Unidos, México y Chile sobre el desarrollo del sector privado no agropecuario en Cuba. Yociel Marrero Báez es coordinador del Programa Economía y Consumo Responsable de la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y El Hombre. Durante quince años fue director de investigación y desarrollo del Gran Parque Metropolitano de La Habana y coordinador del Programa de Saneamiento del Rio Almendares. Realizó sus estudios de master en la Universidad Humboldt de California, La Mancha, España, y la Tecnológica de La Habana. En el 2008 obtuvo el premio de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de Cuba. Ha trabajado en varios proyectos internacionales y ha impartido conferencias en las universidades de Berkeley, Sao Paulo, Pereira y Buenos Aires. En la actualidad sus investigaciones se enfocan en modelar e introducir elementos de una “nueva economía” armonizando desarrollo y recursos naturales en el proceso de actualización de la economía cubana. Carmelo Mesa-Lago is Distinguished Service Professor Emeritus of Economics and Latin American Studies at the University of Pittsburgh and has been a visiting professor and researcher in seven countries and a lecturer in thirty-nine. He is author of ninetyfour books or monographs and 318 articles or chapters published in eight languages in thirty-four countries, about half on the Cuban economy and social policy. He has been
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350 : Contributors founder-editor for eighteen years of Cuban Studies. His most recent coauthored book is Voices of Change in Cuba (University of Pittsburgh Press, 2018). He was president of the Latin American Studies Association, is a member of the National Academy of Social Insurance, and received the International Labor Organization’s International Prize on Decent Work (shared with Nelson Mandela). He has been nominated to the SSRC Albert O. Hirschman Prize on Social Sciences and selected among the fifty most influential Iberoamerican intellectuals. Visit his website at www.mesa-lago.com. Leonardo de la Caridad Padura Fuentes es un novelista y periodista cubano. A partir de 2007, es uno de los escritores más conocidos de Cuba a nivel internacional. En su español nativo, así como en inglés y algunos otros idiomas, a menudo se lo conoce por la forma más corta de su nombre, Leonardo Padura. Ha escrito guiones, dos libros de cuentos y una serie de novelas de detectives traducidas a diez idiomas. En 2012, Padura recibió el Premio Nacional de Literatura, el premio literario nacional de Cuba y el premio más importante de su tipo. En 2015, fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturia de las Letras de España, uno de los premios literarios más importantes en el mundo de habla hispana y generalmente considerado como el Premio Nobel iberoamericano. Roberto Sánchez Medina es ingeniero agrónomo, graduado de la Universidad Agraria de la Habana en 1992. Tiene diplomados en agroforestería y sistemas silvopastoriles en el trópico y en trabajo comunitario desde la educación popular. Trabajó durante ocho años como investigador en el diseño y evaluación de sistemas agrarios sostenibles y durante diecisiete años como especialista de proyectos en la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre (FANJ), en Cuba, donde actualmente forma parte del Programa Naturaleza y Comunidad. También es coordinador del Área de Expediciones en esa institución. Ha publicado diversos artículos y libros relacionados con el desarrollo local sostenible y tiene experiencia de trabajo comunitario a través de la implementación de una docena de proyectos dirigidos a promover la permacultura como concepción práctica para el diseño de asentamientos humanos sostenibles, así como, la aplicación de diferentes herramientas de educación ambiental en asentamientos urbanos y rurales. Pavel Vidal is a professor at the Pontificia Universidad Javeriana in Colombia. Previously he worked for the Center for the Study of the Cuban Economy at the University of Havana and worked as an analyst in the Monetary Policy Division of the Central Bank of Cuba. He served as a visiting researcher at Harvard University, Columbia University, Universidad Complutense de Madrid, University of Oslo, and Institute for Developing Economies (Japan External Trade Organization). He has been a consultant to the InterAmerican Development Bank, World Bank, Brookings Institution, Atlantic Council, UN Development Program, and Banco de la República de Colombia.
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On the Cover Somebody asked me recently where Sandra Ramos (b. 1969) lives. The question caught me by surprise, as I could not determine its relevance. I suspect it was a question informed by one of those parochial and fetichizing views of what constitutes Cuban art, a view according to which only the art produced by artists who live and reside in the island is true Cuban art. According to this standard, Wifredo Lam would be French, or perhaps Italian. Sandra’s work is as Cuban as it gets, populated as it is by anthological figures of Cuban popular culture—Liborio, Abela’s famous Bobo, and by her own alter ego, a schoolgirl dressed in uniform who witnesses, frequently with helpless astonishment, how Cuba drowns, as she does in her Orilla (Serie Naufragios) (Shore, Shipwrecks Series). In fact, Sandra’s schoolgirl has become, if not the voice, then the visual expression of a generation of Cubans, those who were born after the revolution of 1959, grew up under that revolution, and unavoidably experienced its successes, contradictions, and painful shortcomings. Like Sandra’s schoolgirl, that generation experienced the return of the mighty dollar and of differentiated and highly unequal consumption. Like Sandra’s schoolgirl, that generation also connected with previous generations of Cubans through shared disenchantment, displacement, and experiences of state repression. Sandra developed a personal, peculiar, and singular language to process the enormous tensions that Cuban society experienced during those years, to the point that it is impossible to write about Cuban art since the 1990s without discussing her work. She has posed probing questions through an exquisite combination of irony, humor, and a deep engagement with Cuban republican history, the history that her generation did not get to learn in Cuban schools. Nobody has captured the contradictions experienced by Cuban society since the so-called Special Period better than Sandra Ramos. For a change, this is a great artist whose work has been rightfully recognized by collectors, museums, critics, and galleries. Her works are found in some of the most prestigious art collections of Cuba and the world, including the National Museum of Fine Arts, Havana; the Museum of Modern Art (MoMA), New York City; the Museum of Fine Arts (MFA), Boston; and countless other museums and private collections around the world. No serious collection of Cuban contemporary art can do without her work.
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352 : On the Cover Where does she live? In Cuba, of course, because Cuba has never been the delimited island imagined by government officials and a few dull collectors. On the cover: Sandra Ramos, Orilla (Serie Naufragios), 2004, digital print, edition of 20, 15.75″ × 23.6″
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