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English Pages [406] Year 2016
Nota del editor Escribí la nota introductoria del volumen anterior en inglés. Me parece apropiado que escriba esta en español, dado que Cuban Studies publica artículos en los dos idiomas. Este número va a imprenta en un momento verdaderamente histórico: al tiempo de escribir esta nota, delegaciones de alto nivel de los gobiernos de Cuba y de los Estados Unidos se hallan reunidas en la Habana, discutiendo temas de interés común. El hecho de poder poner común, Cuba y Estados Unidos en la misma oración es indicación suficiente de que asistimos al comienzo de otro comienzo en las relaciones entre los dos países. Digo otro porque las relaciones Cuba-Estados Unidos han sido redefinidas y reimaginadas en más de una ocasión. Desde una perspectiva histórica de larga duración, las declaraciones de los presidentes Barack Obama y Raúl Castro del 17 de diciembre del 2014 recuerdan hitos anteriores, uno de esos abrazos (Resolución Conjunta) y desencuentros (Enmienda Platt) que han caracterizados las relaciones de ambos países desde el siglo XIX. Estos cambios deben facilitar nuestro trabajo, pero no afectan la esencia de nuestra misión, que sigue siendo la misma: la diseminación de resultados de investigación serios, metodológicamente sólidos y bien documentados, sobre distintos aspectos de la sociedad, la historia, la economía y la cultura cubanas. Hubo un tiempo en el que Cuban Studies era percibida, desde el oficialismo cultural y académico insular, como un baluarte o vocero de la entonces llamada “cubanología”. Son tiempos y recelos superados. La revista seguirá acogiendo contribuciones académicas serias desde cualquier latitud y desde cualquiera de las disciplinas que hoy contribuyen a los estudios cubanos. El presente número incluye un dossier especial dedicado a las reformas económicas que se han venido promoviendo en el país durante los últimos años. Este dossier es fruto de la colaboración y el esfuerzo de un grupo de investigadores y economistas del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de la Habana y de la Universidad de Harvard. Tuve el privilegio de participar en algunas de las discusiones preliminares que hicieron posible el dossier y aprovecho la oportunidad para agradecer a los participantes por su profesionalismo, rigor y colegialidad. También para invitar a otros colegas a que nos envíen sus propuestas para futuros dossiers temáticos. A partir de este número empezamos a publicar una sección dedicada a “fuentes” donde daremos acogida a materiales que puedan ser de interés general para nuestros lectores pero que sean de difícil acceso para los mismos.
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x : Nota del editor Es una innovación que debe mucho a la iniciativa de uno de los miembros de nuestro equipo editorial, la profesora Lillian Guerra. Con gusto recibiremos cualquier sugerencia de publicación de materiales que nuestros lectores y colaboradores consideren digno de interés. Y para cerrar, una felicitación merecida: a Lázaro Saavedra, Premio Nacional de Artes Plásticas 2014, un artista que, fiel a la creencia de que el arte es, en sus propias palabras, “una de las formas para cambiar los problemas,” lleva varias décadas invitándonos a repensar a Cuba, a su gente, su historia y su cultura. Su sorna, irrespetuosa y osada, abre caminos hacia nuevos pasados, los pasados por hacer del futuro de Cuba. Gracias, Lázaro, por tu obra toda.
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JORGE I. DOMÍNGUEZ
La economía de Cuba ingresa al cuarto quinquenio del siglo XXI: Introducción al dossier RESUMEN Este artículo trata sobre el diagnóstico de los problemas económicos de Cuba en particular a partir de 2010, reflexiona sobre las ventajas comparativas que posee el país, describe algunos de los cambios de política económica, formula un análisis crítico de problemas que surgen de, o que persisten en, estas nuevas políticas, y caracteriza ciertas resistencias frente a ellas. Se fundamenta en los demás artículos en este dossier pero sus errores son la exclusiva responsabilidad de su autor. Presenta conclusiones propias. La combinación de una herencia económica mala y una coyuntura peor en el momento de arranque de las reformas, con los limitantes propios de las nuevas políticas, sus contradicciones internas, y las resistencias que generan, explican lo que pasó en el tercer quinquenio de este siglo, que es insuficiente para un despegue de la economía cubana, pero que apunta a un futuro mejorable, si se acelera el proceso de cambio, se eliminan las medidas contraproducentes que también han sido adoptadas en años recientes, y se vencen las resistencias que impiden un progreso rumbo a una economía próspera y sostenible, sin pausa pero con mucho más prisa.
A B S T R AC T This article focuses on a diagnosis of Cuba’s economic problems principally since 2010, considers the country’s comparative advantages, describes some of the changes in economic policy, formulates a critical analysis of the problems that stem from—or persist in—these new policies, and characterizes some resistance to these policies. It draws from the other articles in this dossier, but its mistakes are this author’s sole responsibility; its conclusions are the author’s own. The combination of a bad economic legacy and a worse set of circumstances when the reforms started, along with the limitations of the new policies, their internal contradictions, and the resistance they provoke explain what happened in this century’s third five-year period. The results are insufficient for an economic takeoff for Cuba but point to a better future, provided that the process of change accelerates, the counterproductive policies adopted in recent years are terminated, and there is success in overcoming the resistance that prevents progress toward a prosperous and sustainable Cuban economy, without delay but with much greater speed.
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4 : Jorge I. Domínguez Cuba abre un importante ciclo de cambios de política económica a partir de febrero de 2008, cuando comienza a ejercer Raúl Castro como presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros. Esos cambios de política económica van acompañados de modificaciones de estilo de gobernar, cambio de equipo en la cúpula del Estado, del gobierno, y del Partido Comunista de Cuba, y cambios de diversas políticas sociales. Sufre Cuba y el mundo, ya en 2008 y en particular en 2009, una grave crisis económica que impide lograr resultados positivos de los primeros cambios de política económica, pero a su vez esa crisis motiva y subraya la urgencia de cambios adicionales. Una importante respuesta fue la publicación en septiembre de 2010 de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, modificados y en lo esencial aprobados en el VI Congreso del Partido, celebrado en abril de 2011.1 La publicación en septiembre comunicó la intención de un cambio; la aprobación en abril sentó las directrices para el futuro. Al concluir el primer quinquenio desde el lanzamiento del proyecto de “actualización”, según la caracterización oficial, los resultados son, al mismo tiempo, positivos así como decepcionantes —positivos, porque se arranca en una nueva dirección, prometedora a mediano y largo plazo, pero decepcionantes, porque los resultados del quinquenio distan mucho de resolver los urgentes problemas económicos y sociales del país—. Los artículos en este dossier en Cuban Studies presentan un análisis de algunos aspectos fundamentales de los cambios de política económica, sus resultados preliminares, y los retos previsibles. Este dossier es la tercera ocasión en este siglo que se realiza una publicación colectiva de los frutos de la colaboración académica entre el Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC) de la Universidad de La Habana y el David Rockefeller Center for Latin American Studies de la Universidad de Harvard. Las primeras publicaciones conjuntas fueron dos libros, publicados ambos en inglés y en español.2 La Fundación Ford facilitó nuestros encuentros en talleres de trabajos para mejorar las versiones preliminares. Agradecemos el apoyo de los dos centros, las dos universidades, y la Fundación Ford para continuar esta cooperación académica. Este artículo introduce los seis artículos que siguen, y presenta una interpretación propia.3 Los temas de este artículo son el diagnóstico de los problemas económicos de Cuba, una reflexión sobre las ventajas comparativas que posee el país, una descripción de algunos de los cambios de política económica, un análisis crítico de problemas que surgen de, o que persisten en, estas nuevas políticas, y una caracterización de ciertas resistencias frente a ellas. Un diagnóstico de algunos problemas económicos Al comenzar el segundo quinquenio del siglo actual, la economía de Cuba mostraba un ritmo de crecimiento económico, medido por su tasa de creci-
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La economía de Cuba ingresa : 5 TABLA 1.1. Tasa de crecimiento del PIB a precios constantes de 1997 (%)
América Latina/Caribe Venezuela Cuba
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
5,6 9,9 12,1
5,5 8,8 7,3
4,0 5,3 4,1
–1,6 –3,2 1,4
5,8 –1,5 2,4
4,3 4,2 2,8
3,1 5,6 3,0
2,6 1,2 2,7
Fuente: Balance preliminar de la economía de América Latina y el Caribe 2013, http://www.eclac .cl, y artículos en este dossier.
miento del producto interno bruto (PIB) a precios constantes de 1997, que dependía en parte importante de sus estrechos vínculos económicos con Venezuela. Como señala Antonio Romero en su artículo en este dossier, Cuba y Venezuela firman un acuerdo en octubre de 2000 para coordinar sus relaciones comerciales primero y, con el tiempo, para coordinar diversos elementos de sus respectivos procesos económicos. Los ritmos de crecimiento en Cuba y Venezuela en 2006 y 2007 se parecen más entre sí de lo que se parecen al ritmo general de crecimiento latinoamericano (tabla 1.1). Venezuela se beneficia de los altos precios internacionales del petróleo, y le transmite esa bonanza a Cuba. Durante la posterior crisis económica originada en Estados Unidos y los países del Atlántico del Norte, el comportamiento de la economía cubana es alentador. Acostumbrada a resistir los embates internacionales, Cuba en 2009 registra un leve crecimiento de su PIB mientras que en el resto del continente la tasa es negativa, inclusive en Venezuela. En 2010, Cuba excede la tasa de crecimiento de Venezuela, aunque queda rezagada en comparación a América Latina y el Caribe. Sin embargo, a partir de 2011 Cuba registra una tasa de crecimiento de su PIB que no se beneficia del repunte venezolano, a diferencia de los años anteriores a la crisis, y se acopla al mediocre crecimiento que caracteriza al continente en estos años. ¿Qué pasó? La crisis económica mundial comienza en 2008, el primer año del primer periodo presidencial de Raúl Castro, y se agudiza en 2009. Hereda Raúl Castro una doble vulnerabilidad económica. Primero, la economía de Cuba ha sido estructuralmente débil desde mediados de los 1980s, con tasas bajas de crecimiento económico, excepto el breve auge generado por el entrelazo con Venezuela entre 2005 y 2007. Esa debilidad estructural es la antesala de la catástrofe económica del primer quinquenio de los 1990s, a raíz del derrumbe de los regímenes comunistas en Europa, debilidad que no resuelve la bonanza exógena 2005–2007 y que por tanto dificulta salirse de la crisis económica después de 2009. Las debilidades estructurales incluyen, aunque no se limitan a, • Bancarrota de la industria azucarera, pilar económico de la nación por más de dos siglos
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6 : Jorge I. Domínguez • Estancamiento agrícola y dependencia de importación de alimentos básicos • Industria manufacturera con tecnología obsoleta y bajos niveles de eficiencia • Dependencia de la exportación de recursos naturales (minería y turismo de sol y playa) pero pocas exportaciones de productos con gran valor agregado de conocimiento • Por tanto, treinta años de bajo crecimiento del PIB
Segundo, esa crisis económica en 2008–2009 empeoró el marco económico y exigió respuestas puntuales que también dificultaron la recuperación posterior. Fue una crisis financiera en su entorno mundial, y también en Cuba. Al comenzar el 2009, el sistema bancario cubano congeló las cuentas en moneda convertible de todas las empresas que operaban en Cuba, tanto las nacionales como las extranjeras, impidió que diversas empresas del Estado y mixtas pagaran sus obligaciones internacionales, y suspendió los pagos internacionales de la República de Cuba. El Banco Central resultó ser incapaz de cumplir con su promesa de cubrir el valor de los depósitos en pesos convertibles (CUC), perdiendo así su liquidez y combinando una crisis cambiaria con una crisis bancaria.4 Fue imprescindible asignar nuevos recursos para resolver poco a poco este problema más coyuntural, ya que de otra manera no se podría enfrentar el problema estructural. Llega a la presidencia Raúl Castro, pues, en un mal momento para esta mala economía. Omar Everleny Pérez Villanueva, en su artículo en este dossier, añade otros factores estructurales de esa mala herencia económica: entre otros, prolongado proceso de descapitalización de la economía y la industria, alta centralización económica, pobre diversificación del perfil exportador, baja productividad en las empresas del estado, circulación de dos monedas en el país manteniendo así segmentados a sus mercados e impidiendo una contabilidad eficaz de las empresas y su supervisión por parte del Estado, distorsiones de precios que impiden una asignación adecuada de las inversiones, altas y persistentes prohibiciones que inciden adversamente sobre el comportamiento económico, y galopante transición demográfica en un país cuya población envejece y deja de crecer. Ricardo Torres, en su artículo, argumenta que la asignación de inversiones en Cuba ha sido un factor clave del desaliento económico y de la lenta y difícil recuperación a partir de 2008–2009. La tasa de inversiones desde 1990, aparte de un par de años excepcionales, ha sido tan baja que si acaso llega al nivel de reposición de capital sin crear las bases para un nuevo crecimiento. En 2010, la formación bruta de capital fijo en Cuba fue la mitad de lo que se observa en el resto de América Latina. Torres demuestra no solamente el incumplimiento sistemático e ininterrumpido del plan de inversiones desde el inicio de este siglo, sino además un rendimiento muy bajo de la eficiencia de las inversiones en Cuba. Por su parte, la baja inserción de Cuba en los mercados financieros ha
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La economía de Cuba ingresa : 7 impedido atraer suficiente inversión internacional para dinamizar su economía; Torres estima que la inversión extranjera directa per cápita en Cuba equivale a un diez por ciento de la de Costa Rica, un 20 por ciento de la de República Dominicana, y menos de la mitad de la de Nicaragua, para comparar a Cuba con vecinos pequeños. (Por supuesto, un factor que sigue limitando esa inserción es la política del gobierno de Estados Unidos, que retuvo la mayoría de sus sanciones económicas sobre Cuba, inclusive después del restablecimiento de relaciones diplomáticas en 2015.) La infraestructura en Cuba es particularmente inadecuada; el número de líneas telefónicas móviles es la décima parte del promedio latinoamericano. Un obstáculo para la planificación de la economía cubana es la deficiencia estadística. Es cierto que, en comparación con décadas anteriores, la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) brinda una mayor cantidad y variedad de datos, y que los resultados generales de los censos nacionales más recientes se han hecho público. Pero el sistema de recopilación, distribución, y aplicación de la información, que requiere una mejor planificación en Cuba —como señala en su artículo Oscar Fernández Estrada— exige un gran salto para subsanar los vacíos anteriores y el “secretismo” que ha caracterizado el manejo de las estadísticas oficiales inclusive sobre asuntos carentes de importancia. El Presidente Raúl Castro ha denunciado frente a la Asamblea Nacional, el “exceso de secretismo a que nos habituamos durante más de 50 años”.5 Fernández Estrada en su artículo anota que una bien desarrollada planificación se basa en una matriz de insumo-producto (input-output). El creador de la metodología para este tipo de matriz, Wassily Leontief, ganador de un Premio Nobel en Economía, viajó a Cuba para promover su uso pero, casi cinco décadas después de su visita, a pesar de distintos intentos y medidas parciales, el desarrollo de esta matriz ha sido demorado.6 Además, la ONEI sigue sin explicar qué metodología utiliza Cuba para calcular sus cuentas nacionales, que son incompatibles con el sistema universalmente utilizado en casi todos los demás países del mundo. El sector externo de la economía cubana, que en este dossier estudia Antonio Romero, también presenta elementos preocupantes. Señala Romero que la apertura de la economía cubana aumentó perceptiblemente entre 2007 y 2012, llegando al 46 por ciento del PIB en ese año. Un cuello de botella frente a esta apertura es la limitada exportación de bienes, que en 2013 escasamente excedía la tercera parte del valor de la importación de bienes. A cuatro años después del comienzo de la crisis económica, en 2012 no se habían recuperado las exportaciones de minería, tabaco, y pesca, tres de los cuatro principales rubros de exportación de bienes de Cuba; las exportaciones azucareras se recuperaron solamente por la subida del precio mundial.7 La muy limitada diversificación del perfil exportador de bienes de Cuba se extiende al sector del turismo, en el cual la oferta de Cuba es la más simple y de menor valor agregado: sol y playa,
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8 : Jorge I. Domínguez equivalente a una mercadería sin mucho procesar (commodity). El perfil de socios comerciales exhibe también limitada diversificación. Desde la crisis del 2008, se depende más sobre Venezuela, y se comercia menos con otros que han sido socios comerciales importantes como China, Canadá, y España. Hay, además, un conjunto de problemas microeconómicos que identifica Ileana Díaz Fernández en su artículo en este dossier. En 2013, se mantenían cincuenta empresas con pérdidas por dos años consecutivos, a pesar de la modesta recuperación económica en curso. El subsidio empresarial por pérdidas aumentó por más de un 51 por ciento entre 2009 y 2013. Las empresas sufren de los factores ya señalados, es decir, la descapitalización sobre todo en la industria, la obsolescencia tecnológica, y una política salarial que incide negativamente sobre la motivación, generando muy bajos índices de productividad. Las empresas carecen de autonomía; entregan al Estado gran parte de sus utilidades, y no hay incentivos fiscales o crediticios al mejor desempeño. Y los malos gerentes son protegidos en su mal comportamiento empresarial al concedérseles un monopolio en su sector, su producto, o su servicio. Díaz Fernández también nos informa en su artículo sobre algunos rasgos importantes de los gerentes en empresas involucradas en el comercio exterior, que necesariamente deben comportarse con cierto dinamismo (este estudio fue realizado en 2008). Ella señala que los tres rasgos más comunes entre estos gerentes son: buscan soluciones dentro del marco aceptado, son cuidadosos de las tradiciones organizacionales, y aceptan los paradigmas vigentes. Los tres rasgos menos comunes son imparcialidad al otorgar méritos, tomar decisiones rápidas, y utilización de procedimientos operativos para resolver problemas. Es un perfil marcadamente conservador que cunde en los gerentes más expuestos al mercado mundial. La debilidad estructural de la economía cubana, la terrible coyuntura económica mundial de 2008–2009, la persistentemente mala asignación de inversiones, la falta de capacidad estadística y planificadora del Estado, las múltiples insuficiencias del sector externo, y la ineficaz política de incentivos empresariales contestan a la pregunta, ¿qué pasó?, que orienta este diagnóstico. Pasemos, pues, a lo que se puede hacer. Algunas ventajas comparativas de Cuba La más antigua ventaja comparativa de Cuba durante cinco siglos fue su ubicación geográfica, como llave del Caribe para las flotas de España imperial, y posteriormente receptora de inversiones directas y financieras de gran envergadura durante la primera mitad del siglo XX. Esa misma ubicación, sin embargo, también subraya su vulnerabilidad: los piratas, la ocupación británica de La Habana en 1762, las (ocupaciones) de Estados Unidos a comienzos del siglo XX, y la Crisis de Octubre en 1962 nos recuerdan que estar ahí y sin po-
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La economía de Cuba ingresa : 9 der mudarse también posee desventajas. Una apuesta hacia el futuro, con base a esa misma ubicación, es la gran inversión en la modernización y ampliación del puerto de Mariel. Si bien puede justificarse en función de la construcción de un nuevo Canal de Panamá, tiene más lógica si en algún futuro hay un cambio fundamental en las relaciones económicas entre Cuba y Estados Unidos. Las ventajas comparativas, por tanto, no son estáticas. La ubicación geográfica fue, después dejó de ser, y la inversión en Mariel implica que el gobierno de Cuba piensa que puede volver a ser, una ventaja comparativa en la relación entre Cuba y otros países. En todo caso, hay que construir tal ventaja; no se trata de una inerte herencia. Al comenzar el cuarto quinquenio de este siglo, Cuba ya posee no menos de cuatro ventajas comparativas adicionales: Capital humano La notable inversión realizada por Cuba en la educación, salud, y experiencias vivenciales de su pueblo deben permitirle una aceleración del ritmo de crecimiento de su PIB. Hasta el momento, sin embargo, Cuba ha sido ejemplo de lo contrario, es decir, es uno de los muy pocos países del mundo con tanta inversión en capital humano y tan pobres resultados económicos de esa inversión. Una vez que exista una adecuada política de incentivos al esfuerzo y la calidad laboral, esa inversión en capital humano será por fin económicamente productiva. Tecnología bioenergética El uso de la caña de azúcar como insumo para generar energía es una vieja tecnología bien conocida en Cuba desde hace más de un siglo. El uso de la caña de azúcar para propulsar vehículos masivamente es, sin embargo, de más reciente aplicación, notablemente en Brasil. Estas nuevas aplicaciones de subproductos de la caña explican en parte por qué los precios internacionales del azúcar han sido altos, aunque siempre volátiles, en años recientes. Una recuperación de la producción de caña de azúcar cubana puede generar empleo y actividad económica sobre todo en la mitad oriental del país, cuyo desarrollo económico sigue siendo rezagado. Una recuperación de la industria de la caña de azúcar cubana miraría hacia el futuro bioenergético, libre de las trabas que condujeron a su bancarrota al comienzo de este siglo. Turismo El turismo aumenta notablemente en Cuba desde comienzos de los años 1990, cuando se autoriza la inversión extranjera en este sector. La oferta se ha basado principalmente, como indica Romero en su artículo en este dossier, en viajes donde está “todo incluido”. Tal oferta se ha orientado hacia los renglones inferiores del turismo internacional que no demandan servicios adicionales y resultan en poco valor agregado, y generan débiles incentivos para mejorar la
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10 : Jorge I. Domínguez calidad de la oferta turística o para diversificarla. La oferta turística aparte de sol y playa sigue siendo subdesarrollada en Cuba. Una política turística que comprenda que lo más interesante y lucrativo para Cuba en su desarrollo turístico es Cuba puede generar resultados económicos similares a los del turismo europeo caro. Destreza empresarial Desde comienzos de los años 1990, una franja importante de la población cubana descubre sus destrezas empresariales en la actividad criminal, y otra parte en el cuentapropismo. La falta de un mercado mayorista amplio y flexible implica que inclusive empresas del Estado recurren a mercados “grises” y “negros” para cumplir deficiencias de los mercados oficiales, en particular para obtener insumos que de otra manera no se encuentran. La ampliación de las posibilidades del cuentapropismo a partir de fines de 2010 permite suponer que se comprende mejor que los talentos empresariales de la población son y deben ser un recurso para el desarrollo del país. Cuba debe desarrollar estas ventajas comparativas. Sin embargo, los cambios en la política económica, por lo general, han hecho poco para estimular que se utilice mejor la tecnología bioenergética y, más allá de la importante decisión del presidente Fidel Castro a fines de los 1980s de autorizar el turismo internacional masivo y la inversión extranjera en el sector turístico, no han ocurrido nuevas decisiones estratégicas que modifiquen la política turística cubana. Sin embargo, como se anotó, se invierte en capacitar el puerto de Mariel para un futuro posible, y sí hay políticas que inciden sobre la utilización del capital humano y del potencial empresarial. Identifiquemos, por tanto, algunos elementos de lo que se ha venido realizando. Algunos cambios en política económica Los primeros cambios de política realizados por Raúl Castro, ejerciendo como nuevo presidente, incidieron sobre la utilización del tiempo personal y profesional de la población. Se redujo el número de marchas y movilizaciones al mínimo prescrito para las efemérides patrias y revolucionarias. Se desmanteló el equipo encargado de promover la “Batalla de Ideas”, ya que era el que generaba tales trastornos movilizativos. Se permitió que los estudiantes de secundaria y preuniversitarios vivieran con sus familias, cerrando así muchas escuelas internas. En la provincia de Pinar del Río, por ejemplo, entre 2008, cuando se adopta la medida, y 2014, se cerraron cuarenta y cinco de las ochenta y siete escuelas internas que existían y se abrieron treinta y siete escuelas en zonas urbanas en todos los municipios de la provincia, por lo menos un preuniversitario en todas las cabeceras municipales, algo que anteriormente no existía. En 2014,
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La economía de Cuba ingresa : 11 solamente el 4.4 por ciento de los educandos de la provincia eran becados en escuelas internas.8 Y el Presidente Raúl Castro sentó el ejemplo personal que sus discursos comenzarían a la hora prevista y serían por lo general más breves, todo en aras del respeto al tiempo de los ciudadanos. El lanzamiento de los Lineamientos en septiembre de 2010 fue acompañado, al mes siguiente, de medidas microeconómicas adicionales que autorizaron la creación de un mayor número de más variadas empresas no-estatales, principalmente el “empleo por cuenta propia” ya en forma de pequeñas empresas aunque no se use esa designación en las comunicaciones oficiales. En un país de población aproximadamente estable, con 11,2 millones de personas, el número de cuentapropistas, desde octubre de 2010 hasta octubre de 2014, subió de 157 mil a más de 442 mil, llegando a 471 mil en julio de 2014, según nos informa Pérez Villanueva en este dossier.9 Esta medida liberó las destrezas empresariales. Pérez Villanueva, en su artículo, menciona otras medidas útiles: la autorización de cooperativas no agropecuarias en julio de 2013 y la otorgación de créditos a la población, aunque en un inicio se han utilizado principalmente en reparación y construcciones inmobiliarias. Tanto Romero como Pérez Villanueva toman nota del gran crecimiento en la exportación de servicios profesionales intensivos en conocimiento, de los que los mejor conocidos son la exportación de servicios de salud a Venezuela. Tales exportaciones de servicios son un valioso doble fruto de la evolución de las relaciones entre Cuba y Venezuela durante las presidencias de Fidel Castro y Hugo Chávez. Si bien se enmarcan como “solidaridad”, han generado, primero, la posibilidad que Cuba sufrague sus importaciones de petróleo venezolano y cubra su déficit global en el intercambio de bienes con un superávit global en el intercambio de servicios, que produce además un saldo positivo global en la balanza comercial del país a partir de 2009, como indica Romero. Pero hay una segunda ventaja. Estas exportaciones de servicios profesionales preparan a Cuba —sus hospitales, clínicas, técnicos de la salud, enfermeras, médicos— para un futuro en que la exportación de servicios (que ya se amplía, por ejemplo, hacia Brasil) asuma un papel aún más importante como dinamizador de la economía cubana, que todavía no se ha logrado en parte por el marco estrictamente oficial de los intercambios, que impide que predomine un criterio económico. Obstáculos al crecimiento, creados o persistentes, en las nuevas políticas económicas El proceso de autorización de cambios en política económica ha adolecido desde un principio de trabas que impiden que el gobierno logre los frutos que se propone, frenando así el potencial dinámico de la economía. El gobierno limitó las actividades que se abrirían en el ámbito cuentapropista a categorías que, por
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12 : Jorge I. Domínguez lo general, no utilizan los recursos del capital humano cubano y que tienden a excluir actividades que dependen de educación universitaria y experiencia profesional compleja: mecánicos sí, médicos no. Además, el gobierno decidió autorizar las actividades por nombre, reduciendo las opciones. Por ejemplo, las regulaciones permiten ejercer en el sector no estatal a maestros de música, arte, mecanografía, taquigrafía, e idiomas, así como de repasador de materias, pero siguen prohibiendo ejercer a maestros en cualquier otro tipo de docencia.10 Aunque se ha ampliado el número de actividades permisibles, las categorías siguen siendo pocas y simples, y las prohibiciones se mantienen. Así, por ejemplo, el gobierno emitió nuevas regulaciones para retener la prohibición de la comercialización minorista de artículos importados, la reventa de los adquiridos en la red comercial estatal, la exhibición cinematográfica de salas de 3D, y el desempeño como modista o sastre.11 Este microcontrol del comportamiento económico desestimula a quien pretenda emprender nuevas actividades por temor a salirse del ámbito limitado de la apertura económica, genera incertidumbre en los pequeños empresarios que temen lógicamente que los frutos de sus actividades aparecerán prohibidos, y estimula el recurso a la comercialización fuera de la ley y por tanto a la criminalidad para obtener los insumos y servicios necesarios. La nueva política fiscal ejemplifica los frenos al cambio y al dinamismo económico que surgen de las mismas nuevas políticas económicas. Al autorizarse un sector no estatal, se requiere lógicamente diseñar una nueva política fiscal. El artículo de Saira Pons Pérez en este dossier presenta nueva información y análisis al respecto. Como indica Pons, todos los impuestos que establece la Ley Tributaria No 113 no han sido aplicados desde el primer momento, ni han sido aplicados a toda la población susceptible a ser gravada, en aras de la flexibilidad. Los resultados de este enfoque son nocivos: • El contribuyente fiscal no sabe cuáles tributos se le aplicarán, ni conoce el momento en que se le puedan aplicar algunos tributos o tasas que no se aplicaban. • La decisión de aplicar qué, cuándo, y cómo queda en manos de un funcionario que puede caer fácilmente en la arbitrariedad y el favoritismo, y quizás en la corrupción. • La planeación de una actividad empresarial se torna imposible por ser incalculable cuál sería la carga fiscal a largo plazo.
Además, el impuesto por la utilización de la fuerza de trabajo va incrementando la base imponible en la medida en que se contrata un mayor número de empleados, como explica Pons. Los que empleen a cinco trabajadores quedan exentos; aquellos que emplean entre seis y diez personas pagan el 15 por ciento sobre 1,5 veces el salario medio de la provincia; entre once y quince
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La economía de Cuba ingresa : 13 empleados deben considerar una base igual a dos veces el salario medio de la provincia, y a partir del trabajador número dieciséis se considera tres veces el salario medio de la provincia. El propósito es restringir la acumulación de propiedad en manos privadas.12 El resultado es directo e impactante, es decir, la penalización de la creación de empleo y el simultáneo freno al dinamismo económico en una circunstancia en que el gobierno afirma su deseo de disminuir el número de empleados del Estado y de acelerar el desempeño económico. La política fiscal socava y contradice la política de estímulo al empleo y de crecimiento económico. En abril de 2014, Cuba promulga su Ley No 118 sobre la inversión extranjera. Como indica Romero en su artículo en este dossier, la nueva ley responde a la reducción en este siglo del número de las empresas mixtas establecidas entre el Estado cubano y empresas extranjeras. Por tanto, esta ley autoriza por primera vez el establecimiento de empresas de capital totalmente extranjero, según previa y precisa autorización por parte del Estado; orienta la inversión extranjera hacia sectores de exportación inclusive la agricultura; se hace más ágil el procedimiento para la evaluación y aprobación de negocios; se reduce la tasa fiscal aplicable; y se fortalecen las garantías concedidas a la inversión extranjera contra la posibilidad de expropiación. Romero argumenta, con razón, que las modificaciones en cuanto a garantías y beneficios fiscales buscan en particular compensar algunos de los obstáculos que frenaban la llegada de más inversión extranjera a Cuba; son nuevas medidas útiles. Una gran sorpresa para mí, lector asiduo de Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, fue cómo este periódico manejó su publicación del texto de esta ley de inversión extranjera. En el Granma digital, el periódico publicó comentarios electrónicos de quienes formulaban críticas clave a la nueva ley; es decir, Granma fue simultáneamente portavoz del gobierno en la promulgación de la nueva ley y portavoz de las críticas a la ley. Un hilo conductor de estas críticas, que sintetizo al seguir, es que la nueva ley fue excesivamente tímida en su modificación de las regulaciones que dificultan la inversión extranjera y frenan el crecimiento económico: • Los empleados de las empresas mixtas (capital extranjero y del Estado cubano) solamente pueden ser contratados mediante una “entidad empleadora” del gobierno, que le propone a las empresas los nombres de quienes éstas pueden contratar. Es decir, las empresas no pueden contratar su personal directamente (artículo 30.1) • Los pagos a los trabajadores cubanos en empresas mixtas se efectúan en pesos cubanos (artículo 30.4) a pesar de que las operaciones de la empresa se realicen en pesos convertibles, con una tasa de cambio de un ratio 24:1 desfavorable al peso cubano. • El nuevo sector privado cubano no puede, por sí sólo, establecer una empresa mixta con capital extranjero.
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14 : Jorge I. Domínguez • La injerencia del gobierno en los detalles operativos de la empresa es contraproducente. Una alternativa conceptual pudo haber sido una ley que fije la tasa de impuestos y el nivel del salario mínimo, permitiéndole a la empresa mixta desarrollar un mejor enfoque a los incentivos para su personal. • La ley retiene una alta cuota de “subjetivismo en los innecesarios procesos de ‘aprobación’, privilegios, secretividad, [y] burocracia”.13
Por otra parte, como señalan Oscar Fernández Estrada e Ileana Díaz Fernández en sus respectivos artículos en este dossier, el contexto actual de las empresas del Estado tampoco es bueno. La planificación central, según Fernández Estrada, por su lado formal tiene un marcado acento directivo y dogmático, sin tener en cuenta que las condiciones cambian, y por tanto cambian también las oportunidades y los desafíos de las empresas. Por su lado más informal, la planificación central deriva más bien en una negociación. Las empresas subestiman su capacidad de producción y sobredimensionan sus necesidades de recursos, mientras que los órganos centrales asignan recursos por debajo de lo solicitado y exigen metas de cumplimiento superiores a lo que propuso la empresa. Díaz Fernández añade que la nueva legislación empresarial sigue exigiendo que las empresas entreguen el 50 por ciento de sus utilidades, igual para todas las empresas, sin tomar en cuenta las necesidades prudentes de inversión por parte de cada empresa. Además, las Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial, que a partir de 2014 agrupan a las empresas y serán atendidas por los ministerios, arriesgan que se reduzca aún más los ya muy exiguos niveles de autonomía de las empresas; en su constitución, no toman en cuenta las características particulares de las empresas y verticalizan el proceso de toma de decisiones. En resumen, el pobre crecimiento económico que resulta después de adoptadas las nuevas políticas económicas se explica, además de los factores ya señalados en las secciones anteriores, por las trabas que introduce o retiene la nueva legislación, cuyo impacto acumulado obstruye el crecimiento económico de las actividades de nuevos emprendedores, genera incertidumbre con relación a la política fiscal, penaliza la creación de empleo no estatal, evita resolver los principales estorbos a un mayor flujo de inversión extranjera, y ahoga a los gerentes de empresas estatales utilizando nuevas excusas. Así no se crece. Resistencia frente a las nuevas políticas económicas Si bien los cambios de política económica se caracterizan por su alcance limitado, la resistencia a su aplicación ha sido notable en estos años recientes. Uno de los primeros cambios que buscó dinamizar un sector de la economía cubana
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La economía de Cuba ingresa : 15 fue la decisión en julio de 2008 de entregar tierras ociosas en usufructo para mejorar la producción agrícola y su eficiencia. No fue una medida radical; la propiedad de estas tierras seguía en manos del Estado. El usufructo se entrega solamente por diez años, aunque se puede reanudar el plazo, y no se distingue entre tipos de cultivo, lo cual implica un desestímulo a aquellos cultivos cuyo retorno económico requiera más tiempo para que madure la inversión. Al concluir el periodo del usufructo, el usufructuario entregará todos los resultados de sus inversiones, dependiendo que el Estado pague por ellas, con el riesgo que se le compense poco, y por tanto que invierta lo mínimo necesario. El usufructuario no será compensado por la construcción de su vivienda, lo cual le impide que se asiente en su campo; sin embargo, la actividad agrícola exige una presencia permanente que estas reglas dificultan. En el momento de autorización de entregas de tierra en usufructo, el Ministerio de la Agricultura registró 1.758.962 hectáreas de tierras ociosas, si bien el Anuario estadístico al cierre de 2007 solamente registraba 1.232,8 miles de hectáreas.14 A pesar de todas estas limitaciones, hubo resistencia burocrática a la aplicación de esta modesta medida. Como señaló con evidente frustración Raúl Castro en su primera función oficial como primer secretario del Comité Central, en la clausura del Sexto Congreso de Partido Comunista de Cuba, “aún persisten miles y miles de hectáreas de superficie cultivable esperando por brazos dispuestos” a explotarlos, en un marco de las cada vez más costosas importaciones agrícolas.15 Al cierre de 2013, cinco años después de su aprobación inicial, según nos informa el artículo de Pérez Villanueva en este dossier a partir de las cifras del Anuario estadístico, al cierre de 2013 seguían ociosas 1.046,1 miles de hectáreas (al cierre de 2012, la cifra de ociosas fue 975,5 miles de hectáreas).16 El avance durante ese quinquenio deja mucho por hacer y, entre 2012 y 2013, la situación empeoró. Otro ejemplo de resistencia a las políticas de cambio fue el intento de lograr que el “proceso de disponibilidad laboral” logre “la reducción de las actuales plantillas infladas y la consiguiente reorientación de unos 500.000 trabajadores del sector estatal en los próximos meses”.17 En pocas palabras, un despido, con reubicación laboral. Esa cifra se precisa, según exposición frente a la Asamblea Nacional por parte ministro de Economía y Planificación, Marino Murillo, así: “una disminución de los empleados en entidades estatales (unos 497 mil)”, con un incremento en el sector no estatal.18 Dos meses después, sin embargo, frente a la resistencia y dificultades prácticas, el presidente Raúl Castro se vio obligado a anunciar, frente a una reunión del Consejo de Ministros, que “el proceso de disponibilidad laboral que se efectúa para reducir las plantillas infladas en el sector estatal [. . .] no puede enmarcarse en plazos inflexibles”.19 Canceló así la urgencia del cambio. Sin embargo, a pesar de la resistencia, el resultado fue positivo y cercano al objetivo inicial: el número de empleados del Estado se redujo en casi 423.000 del 2010 al 2011.20
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16 : Jorge I. Domínguez Otros ejemplos combinan resistencia con simple indisciplina y falta de incentivos en el sector agrícola: • Frente a la Asamblea Nacional en diciembre de 2010, en respuesta a una pregunta, el Ministro de Agricultura admite que, de catorce empresas de acopio, doce arrojaban pérdidas.21 • Frente a la Comisión Agroalimentaria de la Asamblea Nacional en julio de 2012, se informa que “de las casi 12 mil cooperativas que firmaron contratos con el Estado, más de cuatro mil incumplen con la entrega” requerida.22 • Las cadenas de impago —empresas que no cumplen con sus obligaciones de pago— en el sector agrícola en 2013, tomando en cuenta tanto cuentas por cobrar como cuentas por pagar, equivalían a la cuarta parte del producto interno bruto agrícola.23
Con razón le explicaba el presidente Raúl Castro a la Asamblea Nacional que “el mayor obstáculo que enfrentamos [. . .] es la barrera sicológica formada por la inercia, el inmovilismo [. . .] Seremos [. . .] perseverantes ante las resistencias al cambio, sean estas conscientes o inconscientes. Advierto que toda resistencia burocrática al estricto cumplimiento de los acuerdos del [VI] Congreso [del Partido Comunista] [. . .] será inútil [. . .] Sin cambiar la mentalidad no seremos capaces de acometer los cambios necesarios [. . .] Limpiémonos de tonterías de todo tipo, no olviden que ya concluyó la primera década del siglo XXI, y es hora”.24 ¿Qué pasó?: Conclusión Los artículos en este dossier presentan un diagnóstico bien documentado de las dificultades y los retos de la economía cubana, los sensatos cambios de rumbo de política económica adoptados durante la presidencia de Raúl Castro, y los nuevos problemas que surgen y que son endógenos de la forma específica en que se adoptan estas nuevas políticas. Se enmarca este análisis en un contexto que exige pensar una vez más en las ventajas comparativas de Cuba para su desarrollo económico, así como considerar la resistencia que encuentran inclusive las más modestas instancias de cambio. Hay retos importantes que persisten y que merecen un futuro análisis más detallado, tales como las desigualdades sociales y económicas entre las provincias occidentales y orientales, o la relación entre Cuba y su diáspora, que ha venido financiando informalmente las actividades microempresariales en Cuba en ausencia de una banca nacional que lo haga. La combinación de una herencia económica mala y una coyuntura peor en el momento de arranque de las reformas, con los limitantes propios de las nuevas políticas, sus contradicciones internas, y las resistencias que generan, explican lo que pasó en el tercer quinquenio de este siglo, que es insuficiente para
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La economía de Cuba ingresa : 17 un despegue de la economía cubana, pero que apunta a un futuro mejorable, si se acelera el proceso de cambio, se eliminan las medidas contraproducentes que también han sido adoptadas en años recientes, y se vencen las resistencias que impiden un progreso rumbo a una economía próspera y sostenible, sin pausa pero con mucho más prisa. N O TA S 1. La versión aprobada fue publicada: VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, Información sobre el resultado del debate de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución (La Habana: mayo de 2011). 2. Jorge I. Domínguez, Omar Everleny Pérez Villanueva, Mayra Espina Prieto y Lorena Barberia, eds., Cuban Economic and Social Development: Policy Reforms and Challenges in the 21st Century (Cambridge, MA: David Rockefeller Center for Latin American Studies y Harvard University Press, 2012); Jorge I. Domínguez, Omar Everleny Pérez Villanueva, Mayra Espina Prieto y Lorena Barberia, eds., Desarrollo económico y social en Cuba: Reformas emprendidas y desafíos en el siglo XXI (México, DF: Fondo de Cultura Económica, 2013); Jorge I. Domínguez, Omar Everleny Pérez Villanueva y Lorena Barberia, eds., The Cuban Economy at the Start of the Twenty-First Century (Cambridge, MA: David Rockefeller Center for Latin American Studies y Harvard University Press, 2004); Jorge I. Domínguez, Omar Everleny Pérez Villanueva y Lorena Barberia, eds., La economía cubana a principios del siglo XXI (México, DF: El Colegio de México, 2007). 3. Soy el único responsable por las opiniones expresadas en este artículo. Todos los errores son exclusivamente míos. Todas las buenas ideas surgen de los artículos que me acompañan en este dossier. Agradezco, además, las sugerencias de Alejandro de la Fuente, Jorge Pérez-López, y Rainer Schulz. 4. Naciones Unidas, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Preliminary Overview of the Economies of Latin America and the Caribbean 2009 (Santiago de Chile: CEPAL, 2009). 5. Raúl Castro en Granma, 19 de diciembre de 2010, http://www.granma.cubaweb .cu/2010/12/19/nacional/artic10.html (acceso 19 de diciembre de 2010). 6. Conocí a Leontief, conversamos sobre sus experiencias en Cuba, y su buena disposición, pero no hubo una contraparte en Cuba capaz de promover ese proyecto. 7. Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), Anuario estadístico de Cuba 2011, tabla 8.7, http://www.one.cu (acceso 20 de junio de 2014). 8. Granma, 30 de abril de 2014, http://www.granma.cu/cuba/2014–04-30/ (acceso 2 de mayo de 2014). 9. Granma, 2 de noviembre de 2013, http://www.granma.cubaweb.cu/2013/11/02/nacional/ (acceso 5 de noviembre de 2013). 10. Ministerio de Justicia, Gaceta Oficial de la República de Cuba 108, no. 12 (8 de octubre de 2010), 119–127. 11. Granma, 2 de noviembre de 2013, http://www.granma.cubaweb.cu/2013/11/02/nacional/ (acceso 5 de noviembre de 2013). 12. Esa fue la justificación pública de Lina Pedraza, ministro de finanzas y precios, frente a la Asamblea Nacional durante la discusión sobre la aprobación de la ley. Granma, 16 de diciembre de 2011. 13. “Texto de la Ley No. 118 de la Inversión Extranjera”, Granma, 21 de abril de 2014, http://www.granma.cu/cuba/2014–04-16/asamblea-nacional-del-poder-popular (acceso 21 de abril de 2014).
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18 : Jorge I. Domínguez 14. Armando Nova González, El modelo agrícola y los lineamientos de la política económica y social en Cuba (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2013), 57–60; Organización Nacional de Estadística e Información, Anuario estadístico de Cuba 2011, tablas 9.2 y 9.3 (La Habana, 2012), http://www.one.cu (acceso 29 de agosto de 2014). 15. Raúl Castro en Granma, 20 de abril de 2011, http://www.granma.cubaweb.cu/ secciones/6to-congreso-pcc/artic-23.html (acceso 20 de abril de 2011). 16. Oficina Nacional de Estadísticas e Información, Anuario estadístico de Cuba 2013 (La Habana, 2014), tabla 9.2; Anuario estadístico de Cuba 2012 (La Habana, 2013), tabla 9.2, http:// www.one.cu (acceso 29 de agosto de 2014). 17. “Proteger al trabajador disponible pero sin recargar económicamente al Estado”, Granma, 27 de octubre de 2010”, http://www.granma.cubaweb.cu/2010/10/27/nacional/artic02.html. 18. Marino Murillo en Granma, 19 de diciembre de 2010, http://www.granma.cubaweb .cu/2010/12/19/nacional/artic12.html (acceso 19 de diciembre de 2010). 19. “Sesionó reunión ampliada del Consejo de Ministros”, Granma, 1 de marzo de 2011, http://www.granma.cubaweb.cu/2011/03/01nacional/artic06.html (acceso 1 de marzo de 2011). 20. Calculado utilizando las cifras en Anuario estadístico de Cuba 2011, tabla 7.2, http:// www.one.cu (acceso 23 de junio de 2014). 21. Granma, 18 de diciembre de 2010, http://www.granma.cubaweb.cu/2010/12/18/nacional/ artic06.html. 22. “Espíritu crítico prevalece en debates de la Asamblea Nacional”, Granma, 22 de julio de 2012, http://www.granma.cubaweb.cu/2012/07/22/nacional/artic16.html (acceso 22 de julio de 2012). 23. Calculado utilizando las cifras en Organización Nacional de Estadística e Información, Anuario estadístico de Cuba 2011, tabla 5.5, http://www.one.cu (acceso 23 de junio de 2014). 24. Raúl Castro frente a la Asamblea Nacional en Granma, 2 de agosto de 2011, http://www .granma.cubaweb.cu/2011/08/02/nacional/artic03.html (acceso 2 de agosto de 2011).
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La economía cubana: Evolución y perspectivas RESUMEN El trabajo sobre la economía cubana y sus resultados está estructurado en un examen de variables clásicas de análisis económico, especialmente la evolución de indicadores macroeconómicos, junto a los de los sectores agrícola e industrial, más la evolución del sector externo. En el análisis de esos indicadores económicos seleccionados, se muestra que los resultados aún no son alentadores. Las autoridades han planteado la resistencia al cambio que han enfrentado en las primeras etapas de los cambios, tanto de directivos como de la población, acostumbrados a un estado con inclinaciones paternalista, y lo que se evidencia es la necesidad de un cambio de mentalidad. El documento refleja que el 2013 y 2014, el gobierno cubano continúo poniendo en práctica transformaciones económicas de cierta magnitud. Pero implementaciones de cambios muy graduales que supone un plazo y una secuencia en la aplicación del procedimiento que se desconoce públicamente, lo que ha contribuido a que se produzcan reclamos desde la población, la academia, y el sector empresarial, entre otros, a fin de que se acelere la implementación de lo previsto, ya que una parte significativa de la población, le ha sido difícil palpar su mejora individual después del 2011.
A B S T R AC T This study on the Cuban economy and its results examines classic variables of economic analysis, especially the evolution of macroeconomic indicators. It also offers a number of recommendations regarding the necessary measures that Cuba’s authorities should enact in the immediate future. The analysis of selected macroeconomic indicators shows how the results achieved so far by Cuba are encouraging but not good enough. The first stage of the ongoing economic reform process has faced resistance from some government officials and part of the population, which highlights the need for a true change of mentality. And even if this change remains difficult to accomplish, it is beyond question that new ways to conceive the economy and make it work must be considered. It should be recognized that the Cuban government has carried out a significant transformation of the island’s economy. But change has come rather slowly through a gradual process whose terms and sequence remain largely unknown to the general public. It is therefore imperative to accelerate the implementation of reforms, as many Cubans have not seen tangible improvements in the quality of their life since 2011, when Cuba’s policy makers, following grassroots consultations, vowed to change all that is slowing down the economic progress of the country.
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20 : Omar Everleny Pérez Villanueva El presidente cubano Raúl Castro Ruz lleva más de seis años en las riendas del gobierno cubano, y sus resultados pueden catalogarse de positivos, pero esto no significa que el país muestre resultados destacados en sus indicadores económicos y sociales, y mucho menos que hay una demostración del cumplimiento de metas precisas para darle respuestas a lo que el presidente desde el inicio de su mandato, llamó “problemas estructurales”. Sin embargo no es menos cierto que ha basado sus planteamientos en torno a la llamada “actualización del modelo económico”. Debe tenerse en cuenta que esos problemas debían resolverse en el menor plazo posible, para lo cual se había planteado como un horizonte optimo el año 2015, pero a la vez se arguye en que existen factores objetivos y subjetivos de conducción económica que frenan el desarrollo económico cubano. Cuando se pasa un inventario simple, no detallado, de esos problemas estructurales, se demuestra lo complejo de su erradicación y que el horizonte para cumplirlo no es de corto plazo, ni incluso de mediano plazo. Es de largo plazo, pero ese plazo tiene que empezar con un periodo más reducido donde las decisiones sean más radicales y hasta ahora no parece ser así. La mención de los mismos nos lleva a la comprensión de la magnitud de las reformas que deben realizarse. Así se tiene una estructura del producto interno bruto (PIB), con una elevada expansión de los servicios, especialmente los profesionales, mientras que la agricultura y la industria se mantienen rezagadas o con baja prioridad, dada que ambas sufren de un prolongado proceso de descapitalización. Aún es alta la centralización económica a pesar de que se aboga constantemente por la descentralización. Permanece una pobre diversidad del comercio exterior donde la balanza de pagos recae en la exportación de servicios profesionales, especialmente personal de salud, cuyo efecto de arrastre al resto de la economía es aún bajo. Es baja la productividad en gran parte del sector empresarial estatal, lo que incide en una baja eficiencia económica en general; permanece una dualidad monetaria (dos monedas circulando en el país) con los consiguientes mercados segmentados; elevada distorsión en la relación consumo-acumulación e ingresos-consumo; elevadas prohibiciones en la sociedad para adquirir determinados bienes y servicios que impiden el desarrollo de las formas no estatales de la economía; dificultades en el mediano y largo plazo con la fuerza de trabajo, por la baja natalidad, una elevada población de más de sesenta años, y una emigración que sobrepasa las 38.000 personas por año. Son problemas muy interrelacionados, que se despliegan en una economía con un mercado interno pequeño; es decir, la demanda es aún precaria para una parte importante de la población —especialmente para el llamado sector presupuestario del Estado cubano— y no se puede soslayar que se tiene que lidiar aun con el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos, a pesar del restablecimiento de relaciones diplomáticas ocurridas recientemente entre ambos países.
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La economía cubana : 21 Los cincuenta y cinco años transcurrido en el proyecto socialista cubano, más el análisis de las experiencias de otros países socialistas asiáticos como China y Vietnam, colocan al Estado cubano ante la imperiosa necesidad de agilizar la actualización de su modelo económico, donde el mercado deba tener un papel cada vez más creciente en la economía cubana, aunque se manifieste por los documentos del Sexto Congreso del Partido que prevalecerá la planificación, pero teniendo en cuenta el mercado. Hay que resaltar que el Estado cubano se ha desprendido de actividades productivas que no le son estratégicas y que son capaces de absorber una gran cantidad de trabajadores que quedarán disponibles en los próximos años, en la nueva reorganización en curso en las empresas y en las unidades presupuestadas. Sin embargo en la práctica aun las fuerzas productivas se mantienen atadas, tanto por falta de insumos, como determinadas regulaciones, y de la presión de una burocracia que entorpece decisiones tomadas desde arriba. En el análisis de los indicadores económicos seleccionados, se muestra que los resultados no son alentadores. Las autoridades han planteado la resistencia al cambio que están enfrentando en la etapa inicial de los cambios, tanto de dirigentes actuales como de la población, acostumbrados a un estado más paternalista, interesado más en los gastos que en los ingresos al estado y los necesarios cambios de mentalidad. Y aunque es complejo la concreción de este tema, lo que sí es cierto es que hay que desaprender formas de hacer y de pensar la economía. El trabajo que se presenta está estructurado en un examen de variables clásicas de análisis económico, especialmente la evolución de indicadores macroeconómicos. Se analiza la evolución de los sectores agrícola e industrial, se presenta la evolución del sector externo y se concluye con reflexiones que pueden llevar a una ruta necesaria de las acciones que se deberán tomar en el futuro mediato. Política económica En el 2013 y 2014, el gobierno cubano continúo poniendo en práctica transformaciones económicas, previstas en los lineamientos aprobados en abril de 2011 por el VI Congreso del Partido. Esas aprobaciones muy graduales suponen un plazo (antes del próximo Congreso del Partido en el año 2016) y una secuencia en la aplicación del procedimiento que se desconoce públicamente, lo que ha contribuido a que se produzcan reclamos desde la población, la academia y el sector empresarial, entre otros, a fin de que se acelere la implementación de lo previsto, ya que una parte significativa de la población le ha sido difícil palpar su mejora individual después del 2011, cuando se indicó el interés de cambiar todo aquello que frena el avance económico del país. En el sector agropecuario, la entrega de tierras ociosas avanzó hasta
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22 : Omar Everleny Pérez Villanueva completar 1.588.000 hectáreas en octubre de 2013, pero quedando aún pendientes 1.046.000 hectáreas de tierras ociosas.1 Sin embargo todavía no se aprecia un impacto significativo en el incremento de la producción, y sí se observa una elevación de los precios minoristas. Igualmente, desde noviembre del 2013 se realizaron experimentos en varias provincias de un mecanismo de comercialización directa por parte de los agricultores, en un esfuerzo por abaratar los precios al reducir los márgenes de la intermediación en el comercio (Rodríguez 2013). En septiembre del 2013 se dictó el nuevo “Reglamento para el Ejercicio del Trabajo por Cuenta Propia”, y se precisó el contenido de las actividades previamente aprobadas. Se aprobaron diez nuevas ocupaciones, y a finales de año se amplió puntualmente el número de las autorizadas. Así hasta el momento hay aprobadas 201 actividades donde se puede ejercer el trabajo privado. También se publicó el 4 de octubre del 2013, el Decreto Ley 315 sobre “las infracciones personales de las regulaciones del trabajo por cuenta propia”, donde se fijaban las medidas a aplicar a los infractores de alguna violación de lo establecido en el decreto. Se amplió el 1 de octubre del 2013 el Reglamento para el Sistema de Gestión Económica con arrendamiento de locales para el trabajo privado de los servicios gastronómicos, donde amplia el nomenclador de productos o servicios a ofertar. Entre las medidas de política económica de 2013 resultó muy significativa la implementación de las cooperativas no agropecuarias a partir del mes de julio. A finales de diciembre del 2014 se alcanza la cifra de 314 cooperativas que han comenzado el proceso experimental, aunque estaban aprobadas unas 200 cooperativas más. Resulta interesante la expectativa de la población de que el surgimiento del trabajo por cuenta propia, así como en el de las cooperativas no agropecuarias, traería aparejado una reducción de los precios al consumidor. Sin embargo, la ausencia de un mercado mayorista en cualquier moneda tanto la moneda cubana convertible (CUC, o la moneda nacional en pesos cubanos llamada, CUP), y por ende la prevalencia de una base de costos en CUC de las mercancías y servicios de este sector, la segmentación de mercados y los precios de monopolio que los acompañan ponen de manifiesto la ausencia de competencia y, por tanto, la escasa probabilidad de una reducción de precios a corto o mediano plazo, lo cual resiente su gestión a los ojos de la opinión pública (Rodríguez 2013). En el 2013 se anunció la aprobación de un cronograma para iniciar el proceso de reunificación monetaria del país, y se aclaró que se trata de un proceso gradual, que tomará al menos un tiempo en completarse. Supone la devaluación del CUP para todas las operaciones entre personas jurídicas, y después se debe trabajar en la convergencia de la tasa de cambio resultante de
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La economía cubana : 23 esa devaluación con la que rige las relaciones entre el Estado y la población a través del mecanismo de las Casas de Cambio (CADECA). En la nueva política crediticia se tiene que entre 2011 y el 2014 se habían otorgado a la población 218.400 créditos, por un monto superior a los 1.773 millones de pesos; aproximadamente unos 5.000 pesos por crédito como promedio, aún insuficiente para los precios existentes, estos créditos se han concentrado en acciones constructivas con más de 1.139 millones de pesos del total. Es decir se aprecia la baja participación de los trabajadores por cuenta propia en la recepción de créditos bancarios, y, en su lugar, el papel de las remesas y otras fuentes de ahorro interno. A la inversión en la terminal de contenedores del Mariel culminada en enero del 2014 se sumó en septiembre del 2013 el Decreto Ley 313 que regula todo lo concerniente a la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), y implica un relanzamiento de la inversión extranjera directa en Cuba al ofrecer ventajas adicionales en el régimen especial de la misma. El Decreto Ley 313 ofrece palpables ventajas tributarias como la exención del pago del impuesto sobre la fuerza de trabajo, del impuesto sobre utilidades (en este caso, por diez años) y del impuesto sobre las ventas por un año. Al propio tiempo, las tasas impositivas resultan ventajosas e incluyen un gravamen sobre utilidades que se fijó en 12 por ciento y en el 1 por ciento de las ventas. En marzo del 2014 se aprobó la Ley 118 sobre la inversión extranjera en Cuba, modificando la Ley 77 de Inversión Extranjera de 1995. Siendo las principales modificaciones las siguientes: el estándar de compensación regulado en la Ley 77/95 (previa indemnización) como garantía en casos de expropiación de bienes de los inversionistas extranjeros fue adecuado al precepto constitucional (debida indemnización); en relación con las tres modalidades de inversión extranjera establecidas en la Ley 77/95 (empresas mixtas, empresas de capital totalmente extranjera y contratos de asociación económica internacional) se amplió el alcance de los contratos de asociación económica internacional, incorporando la administración productiva y de servicios, la administración hotelera y los servicios profesionales. Se modifica el régimen de aprobación redefiniendo niveles de aprobación de los negocios en correspondencia con sus características; se amplía el capítulo referido a la protección del medio ambiente, incorporando los aspectos relativos a la tecnología e innovación. Se prevé el tratamiento a la inversión extranjera en el momento de la unificación monetaria; se modifica el procedimiento para la evaluación y aprobación de los negocios, haciéndolo más ágil, donde se definen sesenta días hábiles a partir de la presentación de la documentación. El impuesto sobre utilidades será de 0 por ciento durante los primeros ocho años y excepcionalmente por un periodo superior, posteriormente será un 15 por ciento y sobre las utilidades reinvertidas será de 0 por ciento. Se exime del pago del impuesto por la utilización de la fuerza de trabajo y de la contribución al desarrollo local, este último durante la
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24 : Omar Everleny Pérez Villanueva recuperación de la inversión; se mantiene la exoneración del pago del impuesto sobre ingresos personales a los socios extranjeros en empresas mixtas o partes extranjeras en contratos de asociación económica internacional; se exonera del impuesto sobre las ventas o servicios durante el primer año de operaciones, posteriormente se establece una bonificación del 50 por ciento a las ventas mayoristas y los servicios; se exime del pago del impuesto aduanero durante el proceso inversionista. Las principales garantías que se le otorgan a los inversionistas, es que los mismos gozan de plena protección y seguridad y no pueden ser expropiados, salvo por motivos de utilidad pública o interés social, en concordancia con la Constitución, los tratados internacionales suscritos por Cuba y la legislación vigente, con la debida indemnización por su valor comercial establecido de mutuo acuerdo. El Estado garantiza la libre transferencia al exterior en moneda libremente convertible, sin pago de tributos u otro gravamen, de los dividendos o beneficios que obtenga el inversionista extranjero. El inversionista extranjero puede vender o transmitir sus derechos al Estado, a las partes en la asociación o a un tercero, previa autorización gubernamental. El Estado cubano garantiza que los beneficios concedidos a los inversionistas extranjeros y a sus inversiones se mantienen durante todo el periodo que sean otorgados. El andamiaje legal que acompaña a la Ley 118, deberá permitir que Cuba reciba unos US$2.500 millones anuales, cifra mínima si se aspira a que el país avance hacia el desarrollo económico, y esto Cuba no lo puede hacer con bajas tasas de inversión y por ende con bajas tasas de crecimiento. Se espera que esta vez se alineen en Cuba todas las instituciones que podrían permitir ese acceso de capitales externos y se superen los errores cometidos en el pasado.
Variables macroeconómicas Producto interno bruto Un diagnóstico económico de la situación actual muestra resultados muy desfavorables, en indicadores tales como el PIB, donde se crece a tasas muy bajas para las condiciones de Cuba, por lo general por debajo del 3 por ciento en los últimos años. Con una estructura del PIB, donde hay una tendencia a la reducción del peso relativo en la composición del PIB de los sectores de bienes (agricultura e industria), y de servicios básicos como la construcción y transporte, y se destaca un incremento importante de los “otros servicios” especialmente por la salud, el comercio, entre otros, donde en general los servicios aportaron al PIB el 81 por ciento en el 2013. Especialmente en el año 2014 la economía creció un 1,3 por ciento, cifra inferior a lo que el gobierno había planificado. El promedio anual de creci-
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PIB a precios constantes
FIGURA 2.1. Tasas de crecimiento del PIB a precios constantes de 1997 en porcentaje
miento desde el 2008, da como valor resultante un 2,1 por ciento anual, muy bajo para las necesarias transformaciones que deben acometerse (figura 2.1). Formación bruta de capital La formación bruta de capital es unas de las variables que propicia un crecimiento económico futuro, ya que representa el valor de los activos fijos adquiridos por las unidades de producción residentes para ser utilizados repetidamente en procesos de producción, además comprende aquellas mejoras que aumentan el rendimiento y la productividad o la vida útil de los activos; es decir, es una variable que logra un cambio cuantitativo y cualitativo de las inversiones, y por ende permite un avance hacia el desarrollo económico. En Cuba esta variable se encuentra muy deprimida, y está muy distante de aquellos países asiáticos que han emprendido una ruta acelerada hacia el desarrollo partiendo del mismo sistema socioeconómico, como es el caso de China y Vietnam, pero también es válido comparar a Cuba con Corea del Sur, o con Costa Rica, entre otros. La formación bruta de capital en Cuba mermó de una cima del 25,6 por ciento del PIB logrado en 1989 a un 5,4 por ciento en 1993, en pleno Periodo Especial, producto de la caída del bloque socialista (Mesa Lago 2012). Aunque después ocurrió una recuperación, en el 2013 era del 7,8 por ciento. Reconociéndose con ella además la persistencia de la baja efectividad del proceso de inversiones en el país. En una comparación con la región en la cual se está insertando nuestras relaciones económicas como es América Latina, Cuba está muy por debajo de esa región, ya que la tasa de inversión bruta fija en el continente, medida en
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26 : Omar Everleny Pérez Villanueva 23,2 20,5
21,5
10,90
10,60
21,9
21,9
8,30
8,60
2011
2012
21,7
14,80
2008
2009
2010 Cuba
7,80
2013
America Latina y Caribe
FIGURA 2.2. Financiamiento de la Formación Interna Bruta de Capital (como porcentaje del PIB)
dólares corrientes como porcentaje del PIB, fue de 21,7 por ciento en el 2013 (figura 2.2). Más aún, en el caso cubano las inversiones se hallan en ramas de lenta recuperación productiva, no en la agricultura, la industria manufacturera, o el azúcar, sino que en la construcción, en los servicios como los hoteles, en la administración pública y en obras de infraestructura, que son necesarias, pero que absorben recursos escasos y que podrían tener mayor rendimiento en los sectores claves. Una reflexión que debe tenerse en cuenta es saber cómo es posible emprender un proceso de desarrollo sobre la base de crecer solo en sectores de servicios de baja productividad, como es el caso de la salud, comercio, educación, entre otros. Aunque se han indicado las áreas en los que el país debería priorizar el crecimiento económico, aún no está muy bien identificado cuáles son los sectores que repuntarían ese despegue económico al futuro; es decir, el país está actuando para su estabilización económica, pero eso no significa que ya están definidas las rutas del desarrollo económico de Cuba o esté completamente analizado con cuales productos se va a insertar Cuba en esta economía globalizada. Aunque es evidente que tener en cuenta la economía del conocimiento, es un horizonte viable para el destino económico cubano, por el nivel alcanzado en la formación de los recursos humanos y las inversiones realizadas en este sector después de 1990. El llamado sector real de la economía como la industria y la agricultura tienen un papel muy débil en el aporte al crecimiento del PIB, incluso en los
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La economía cubana : 27 tres últimos años sus desempeños muestra estancamiento, y esto está relacionado con el bajo por ciento de las inversiones que el gobierno realiza en estos sectores. Cuba es quizás única en haber invertido tanto, en capital humano y sin embargo genera tan limitado crecimiento económico, contrario a las experiencias internacionales de desarrollo económico en otros países, después de la década de los años 60. Presupuesto estatal El déficit fiscal se mantiene en el balance presupuestal del país, pero con cifras manejables por el Estado, y se cubre con emisión monetaria sin generar, aparentemente, presiones inflacionarias. En términos de política fiscal, ha continuado el proceso de reducción de gastos y de mayor control en el manejo de los recursos, y se ha logrado un pequeño aumento de la proporción de ingresos presupuestarios que provienen de impuestos por formas no estatales. El déficit presupuestario fue de 1.2 por ciento sobre el PIB al cierre del 2013, cifra inferior a lo previsto debido a la contracción en un conjunto de actividades; es decir, no se debe a una mejoría o eficiencia del gasto estatal, sino a una inejecución de partidas aprobadas, que son necesarias para el incremento del bienestar de la población, lo cual se aprecia en que los gastos presupuestados alcanzaron el 62,9 por ciento del PIB en comparación con 71 por ciento en 2012, en tanto que los ingresos bajaron al 58,3 por ciento desde 67,3 por ciento en el ejercicio precedente. Se plantea por las autoridades gubernamentales que el financiamiento del déficit presupuestario se hará a partir del 2014, sólo con el 30 por ciento con emisión monetaria, mientras que el 70 por ciento se cubrirá con bonos de deuda pública a pagar en veinte años, con una tasa de interés de 2,5 por ciento, unas metas ambiciosas, técnicamente aceptable, pero con cierta incertidumbre por la incursión en un tema no utilizado (figura 2.3). La Ley Tributaria aplicada a partir del 2013 se aplica anualmente de manera flexible, lo cual se aprecia, por ejemplo, en la exoneración del Impuesto sobre Ingresos Personales a los productores agropecuarios individuales, en la disminución del tipo impositivo del Impuesto por la Utilización de la Fuerza de Trabajo, y la exoneración del Impuesto sobre Utilidades a las Cooperativas de Crédito y Servicios, así como a las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), a las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA) no cañeras, fijándose un aporte mínimo del 5 por ciento sobre las ventas a estas últimas. Pero aún es imprecisa de cómo se aplicaría en el futuro, conociendo que en repetidas ocasiones se ha expresado por las autoridades su rechazo a la concentración de los ingresos por parte del sector no estatal y que además pone a funcionarios en poder de una elevada discrecionalidad en el futuro. También
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28 : Omar Everleny Pérez Villanueva 0 –1 –2 –3 –4 –5 –6 –7 –8
2008
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2014
FIGURA 2.3. Estructura porcental con relación al PIB del saldo fiscal
puede impedir a las empresas que sepan con anticipación cuanto es lo que tendrán que pagar por impuestos, y eso dificulta la planeación a mediano y largo plazo de las empresas. También es importante la sustitución del Impuesto de Circulación por el Impuesto sobre las Ventas para un conjunto de productos, lo cual ofrece la posibilidad de influir positivamente sobre la relación de cobros y pagos al gravar el producto en el momento de su realización. En general, no se aplicaron en el 2013 un total de nueve diferentes tributos en aplicación del principio de gradualidad, incluyendo entre ellos el Impuesto sobre Ingresos Personales referido a los salarios, así como el Impuesto sobre la Propiedad en el caso de las viviendas. Indicadores monetarios En la actualidad se mantiene la existencia de la doble moneda en la circulación, el peso cubano (CUP) y el peso convertible (CUC). Las autoridades bancarias cubanas trabajan en propuestas para la unificación, pero aún no han divulgado el momento, aunque oficialmente se planteó que existe un cronograma para ello (existiendo un programa que tiene un día cero), y no cabe duda de la complejidad del tema, pero esto se relaciona con la necesidad de un mayor avance en la esfera productiva de la economía; es decir, es necesario destrabar los nudos que frenan el desarrollo de las fuerzas productivas del país, con medidas más radicales. La duplicidad del tipo de cambio del peso cubano es el principal factor que ha complicado la eliminación de la doble moneda en la economía cubana. Para las personas naturales veinticuatro pesos cubanos equivalen a un peso convertible, mientras que para las empresas e instituciones un peso cubano equivale a un peso convertible.2 Por tanto, la principal medida que deberá tomar el Banco Central para eliminar la doble moneda y la duplicidad de tipos de cambios es comenzar con la devaluación del peso cubano en el sector empresarial.
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La economía cubana : 29 El Estado está realizando algunos ensayos en un grupo de empresas que funcionan con diferentes tasas de cambio, más reales, desde 1 CUC = 5 CUP a 1 CUC = 10 CUP, aparecen también las autorizadas por la Resolución 9 del 2013 del Ministerio de Finanzas y Precios a las entidades turísticas para el pago a los productores agrícolas, que fija una compensación de 9 CUP a las instalaciones turísticas por cada CUC destinado a la compra de productos agropecuarios.3 La dualidad de monedas y de tipos de cambio tiene enormes costos para el sector empresarial, aunque en un principio trajo aspectos positivos para el gobierno. Sin embargo la dualidad monetaria ha tenido efectos negativos ya que han afectado las producciones de bienes y servicios que se cotizan en CUP, ha tenido un debilitamiento del papel estimulador del salario, especialmente por ser bajos y con poco poder adquisitivo lo que ha llevado a los trabajadores a la búsqueda desesperada de ingresos en divisas, y además ha deformado la medición económico-financiera empresarial y por tanto de las decisiones económicas que de esta se derivan; genera una ineficiente asignación de recursos, ya sea a través de asignaciones centralizadas u otorgamiento de créditos. Con esa dualidad además es difícil realizar un análisis riguroso de las finanzas públicas del estado, sumado a la deformación de los precios relativos y su consiguiente efecto sobre la competitividad; también ha subvalorado el aporte económico de las empresas exportadoras y reduce artificialmente el costo de las importaciones. Una cosa muy importante es que opaca la medición de las cuentas nacionales, incluyendo el cálculo del PIB, y entonces coloca a Cuba artificialmente en posiciones económicas a nivel mundial. La eliminación de la dualidad monetaria ha planteado como objetivo final la restauración del peso cubano como único signo monetario. La preferencia del gobierno por el peso cubano radicaría en varios factores (Vidal y Pérez 2013): 1. Es la moneda histórica. 2. La mayor parte del ahorro de las familias está en pesos cubanos; y la población mantiene la confianza en esta moneda, que se refuerza con la expectativa popular de que volverá a ser la única moneda en circulación. 3. Los salarios están nominados en pesos cubanos; pagar el equivalente en pesos convertible pondría más aún en evidencia el bajo nivel de salario real en el sector estatal. Ello no tiene impacto económico efectivo pero sí político y psicológico en las personas. 4. Las cuentas nacionales, el presupuesto del Estado y sectores decisivos como el agrícola operan en pesos cubanos.
Una idea que no se puede desechar es pensar en el mediano plazo en la emisión de nuevos bonos de la República de Cuba. Hace más de diez años, aunque tímidamente se incursionó en esos temas, y los resultados fueron favorable al país.
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30 : Omar Everleny Pérez Villanueva Agricultura En el sector agrícola la aplicación de los Lineamientos ha generado importantes medidas. Destacan la ampliación del microcrédito agrícola, la descentralización paulatina de la comercialización, el incremento de precios para algunos productos que se pagan a los campesinos, así como un aceleramiento del proceso de entrega de tierras en usufructo que comenzó en 2008 con el Decreto Ley No 259 y continuó en 2012 con el Decreto Ley No 300, con la intención de promover la sustitución de importaciones de alimentos. En el 2011 se sustituyó el sistema tradicional de contratación a productores, que los obligaba a vender al organismo estatal de acopio el 80 por ciento de su producción por un sistema más flexible, que se aplicaba a veintiún productos agropecuarios, de contratos negociados individualmente donde el monto contratado depende del suministro de insumos y se permite vender en el mercado libre la producción no contratada. A fines de 2011 también se autorizó la venta directa de productos agropecuarios a hoteles y restaurantes del sector turismo (Gaceta Oficial Extraordinaria No 38) de unidades productivas de la agricultura. La agricultura en Cuba absorbe el 20 por ciento del empleo total, y su aporte directo al PIB es de menos del 5 por ciento, ya que tiene la más baja productividad del país. Aún falta un largo camino a recorrer, porque hasta ahora no se corresponden las medidas tomadas con los resultados productivos, así en el 2013 la producción agrícola no cañera crece en un 5.9 por ciento y la ganadería en 7,4 por ciento, pero hay producciones importantes que decrecen, como la producción de plátanos, que decrece en un 25 por ciento, la de papas disminuye, 14 por ciento, y así entre otras producciones importantes. Algunas de las acciones tomadas en este sector después del 2010 fueron la actualización del balance de uso de la tierra, que permitió detectar la cantidad de tierras ociosas que existían en el país, para su entrega a productores. También el Estado disminuyó precios a ciertos insumos agrícolas, se permitió las ventas directas al turismo y la gastronomía, y se realizó experimentos para la comercialización agrícola en provincias como Artemisa y Mayabeque. Se desarrolló el otorgamiento de ciertos créditos agrícolas. Debe destacarse que en la nueva ley tributaria al sector campesino se le dio un régimen especial tributario con incentivos fiscales o beneficios para cada uno de los tributos que con carácter general están establecidos y se modificó y se le dio más facilidades a las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC). Quedan aún acciones pendientes para que de forma sostenida se aprecien los resultados de la agricultura, ya que hoy los mismos son insuficientes. Entre ellas están la definición del nuevo sistema de gestión agrícola, la impostergable creación de los mercados mayoristas de aprovisionamiento o insumos,
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La economía cubana : 31 junto a ello la implementación de las cooperativas de segundo grado, que ya fueron anunciadas, la solución de la transportación de los productos agrícolas, la posibilidad de la adquisición de nuevos transportes para el traslado de las mercancías por parte de los productores, la creación de las cadenas productivas y, por último, la imperiosa necesidad de la asociación con capitales extranjeros en sus distintas formas y con todas las formas de producción existente es decir privadas, cooperativas y estatales (García 2013). En el caso del sector agropecuario no cañero, en los últimos años las producciones agrícolas han retrocedido, con la excepción de algunos productos, como el arroz, frijoles, y carne de cerdo. En producciones sensibles en la dieta del cubano como es la mayor parte de las hortalizas y verduras, los resultados no son alentadores. Los magros resultados agrícolas en comparación con su potencial, obliga a las autoridades a importaciones cercanas a los US$2.000 millones en alimentos anualmente. La producción azucarera, por su parte, alcanzó 1.513.000 toneladas en 2013, para un crecimiento de 8,1 por ciento en relación con la campaña anterior, donde los precios en el mercado mundial promediaron 16.43 centavos de dólar la libra. El precio del azúcar sí está fluctuando, pero se mantiene alto, y es previsible que se mantenga así, ya que la utilización de la caña de azúcar se desplaza más a ser fuente de energía (etanol). Cuba tiene que aprovechar más su potencial azucarero, y podría llegar a promediar hasta cuatro millones de toneladas de azúcar. Esto le permitiría disponer de algunos miles de millones de dólares, para su proceso inversionista, que le permita ampliar sus producciones como el etanol y que además se logre incrementar la producción de energía eléctrica a partir del bagazo y sus residuos. Está de más decir que la caña es el producto clave a producir, pero de ahí se sacan decenas de productos, donde por supuesto el azúcar, es el producto de excelencia, pero no el único. Pero Cuba debe invertir más en caña, pero aparejado a ello debe hacer cambios para mejorar los incentivos a los productores, y estimular a los gerentes y sus equipos de trabajo. Industria manufacturera No es ocioso recalcar que una variable que ha sido muy dinámica en los países que han elevado la competitividad en los últimos años, especialmente las economías asiáticas, ha sido el aporte decisivo de la industria manufacturera, tanto en la generación de bienes como en el número de ocupados en la economía. Sin embargo en el caso cubano esa participación está en franco estancamiento (tabla 2.1). No solo el aporte de la manufactura es bajo, sino que además se encuentra concentrado en ramas donde es baja la presencia de recursos laborales con
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32 : Omar Everleny Pérez Villanueva TABLA 2.1. Aporte de las industrias azucarera y manufacturera al PIB a precios de mercado y constantes en millones de pesos Concepto
2008
2009
2010
2011
2012
2013
Industria azucarera Industria manufacturera (excepto la azucarera)
225 6134
222 6195
193 6294
203 6540
218 6673
237 6812
Fuente: Tabla 5.7, capítulo 5, de Cuentas Nacionales, Anuario Estadístico de Cuba 2012, edición 2013; Panorama Económico y Social, 2013, edición abril del 2014
elevada calificación. Más bien se concentran en productos alimenticios y refinación de petróleo, entre otros. La producción de petróleo decreció en el 2013 en un 0,7 por ciento, aunque se incrementan en 9,5 por ciento las exportaciones sobre la base de la restricción en el consumo interno, con las afectaciones y molestias correspondientes. Turismo El turismo continúa siendo una importante fuente de divisas. En el 2013 a pesar de no alcanzarse los ingresos planificados ni la cifra prevista de visitantes extranjeros, se logró un crecimiento del número de visitantes del 0.5 por ciento con respecto al año anterior al arribar 2.852.019 visitantes. Los ingresos brutos ascendieron a 1.803 millones de CUC, un crecimiento en el 2013 con respecto al 2012. La ocupación habitacional es del 44,8 por ciento, algo baja con respecto a la región. Los arribos de estadounidenses en el 2013 cierran con una de las cifras más altas de los últimos veinte años —92.346 visitantes—, sumados a los cubanos del exterior, que totalizaron unos 373.458 visitantes, y que junto al tradicional mercado canadiense que totalizó 1.105.726 visitantes, representan el 41,2 por ciento del total de visitantes internacionales. El incremento de turistas procedentes del Canadá, Alemania, México y Reino Unido compensó con creces la reducción del número de turistas procedentes de España, Italia y Francia debido a la crisis económica en estos países. Hubo decrecimiento del segmento de los cubanos residentes en el exterior, lo cual se debió esencialmente a la reducción de los viajes de “mulas” y al envío de remesas a los familiares en Cuba para financiar los nuevos pequeños negocios, que aceleradamente se crean en todo el país (Perelló 2013). Por su parte el ingreso medio por turista muestra una tendencia declinante que se ha acentuado a partir del 2008, como promedio, cada turista que llega a Cuba gasta menos. Ello resulta preocupante ya que indica que el desarrollo del
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La economía cubana : 33 turismo ha descansado en un modelo de crecimiento extensivo que está dando ya señales de agotamiento. Y eso está relacionado con que la oferta turística es aun baja y los servicios han perdido calidad en comparación con los destinos caribeños. Un hotel de tres estrellas en República Dominicana ofrece mejores servicios que un hotel de más categoría en Cuba. Hay que desarrollar nuevas fuentes de oferta turística, tanto en lo que se ofrece como todo incluido así como inversión en nuevos restaurantes, permitir turismo donde no se depende de todo incluido, pero además puede haber turismo caro y puede ser turismo de “todo incluido” con tal que lo que se incluya sea de lujo, o que sea por lo menos más caros y por supuesto de mejor calidad que el turismo barato que caracteriza a los flujos actuales. Algo importante son las nuevas políticas para el desarrollo del turismo no estatal y el vínculo con el turismo estatal como rector. Las agencias de viaje del turismo ya están contratando con restaurantes y arrendadores de viviendas, servicios para llevar grupos de turistas, elementos que estaban prohibidos anteriormente. La Resolución 45 del 2013 del Ministro de Turismo define tanto las formas de pago del estado a privados, así como la forma de contratación de las agencias de viaje del sistema de turismo a los restaurantes (paladares) o casas de alquiler privadas. También hay que destacar el crecimiento del turismo nacional que paga en CUC y se hospeda principalmente en hoteles de sol y playa, en épocas vacacionales, especialmente en los principales polos de desarrollo turístico, como es Varadero y la Cayería Norte de Villa Clara y Ciego de Ávila. Y no menos sobresaliente es el incremento de las rentas de automóviles por parte de cubanos residentes en el país, que en el 2008 arrendaron vehículos con un importe de 1,7 millones de CUC y ya en el 2013 este ascendió a 14,2 millones de CUC (figura 2.4).
900000 800000 700000 600000 500000 400000 300000 200000 100000 0 2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
FIGURA 2.4. Indicadores físicos de turistas nacionales que pagan en CUC
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34 : Omar Everleny Pérez Villanueva En Cuba, el crecimiento del turismo, se centra en sol y playa, con la mayoría de hoteles operando con el sistema “todo incluido”. A pesar que la tasa de ocupación de los hoteles de sol y playa desciende cada año, se continúa construyendo hoteles. Lo anterior lleva a reflexionar sobre la necesidad de concentrar las inversiones en actividades de recreación al turista, que actualmente retornan a sus países sin gastos adicionales, es decir es vital el desarrollo de la industria extra hotelera, ya que no cuenta Cuba con parques acuáticos en los polos de sol y playa ni parques temáticos en las ciudades. Por ende es necesario cambiar la política respecto a la inversión extranjera directa en el turismo, diversificando la misma y canalizándola hacia nuevos productos innovadores, aunque no sean grandes hoteles ni enormes instalaciones. En este ámbito, vale la pena destacar el creciente papel del sector privado en los servicios de alojamiento, pues ya existen más de 4.220 habitaciones y 900 casas para la renta. A ello se añaden más de 1.700 restaurantes privados (paladares). Lo interesante al parecer es que ya se hacen intentos para que al analizar el turismo se vea el mismo como uno solo —es decir el estatal y el no estatal—, y se eliminen los comportamientos estancos de hace algunos años. Sector externo En los análisis sobre la evolución de la economía cubana, especialmente en el desempeño de su comercio exterior, debe destacarse el contexto adverso en que siempre se desenvuelve la misma, ya que siempre pesan fuertemente los factores externos como el bloqueo de Estados Unidos, el deterioro de los términos de intercambio por la propia estructura tanto de las importaciones como de las exportaciones. Pero también en el país persisten problemas estructurales de una buena parte del periodo revolucionario, especialmente la escasez de divisas por las magras exportaciones, las deudas comerciales con un grupo de países, entre otros, que influye en los niveles de producción y esto evidentemente tiene un fuerte impacto en el comercio exterior del país. Comercio exterior de bienes El comercio exterior de bienes ha constituido una de las áreas de la economía que ha experimentado transformaciones posteriores a 1990, tanto por la readaptación gradual de la economía al nuevo entorno internacional derivada de la desarticulación de sus vínculos históricos con el antiguo campo socialista como a los cambios de la centralización a la descentralización a partir de 1994, posteriormente de nuevo de la descentralización a la centralización a partir del 2004 con efectos muy adversos, hasta el paso a partir del 2011 de una ligera “descentralización”, aunque sea selectiva en el corto plazo. Sin embargo, las transformaciones relacionadas con problemas de naturaleza estructural han ex-
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La economía cubana : 35 perimentado poco avance, especialmente los relativos al saldo deficitario del balance comercial de bienes, los problemas relacionados con la elevación de la competitividad de las exportaciones, así como las restricciones existentes para lograr la modificación del perfil exportador de bienes. El desbalance comercial de bienes tipifica el desempeño del comercio exterior cubano a partir de 1959, y se mantiene hasta la actualidad, aunque los efectos reales son más serios a partir de 1991, por lo complejo en la obtención de créditos comerciales, y que las exportaciones no crecen con el dinamismo necesario por la caída de las producciones especialmente el producto típico cubano “el azúcar”, unido a que las importaciones se mantienen elevadas sobre todo de alimentos (por la incapacidad de la agricultura para producirlo). La dinámica negativa que mantiene el saldo del balance comercial constituye uno de los problemas que tiene que ser objeto de una mayor atención por las autoridades gubernamentales, ya que este crecimiento de la brecha comercial deficitaria, objetivamente es la que provoca tensiones en los resultados de la balanza de pagos del país, para hacer frente a la cuenta de capital (figura 2.5). En el 2012 la mayor parte del intercambio comercial de bienes se realizó con Venezuela, China, Canadá, España, Brasil, Holanda y Estados Unidos (por las compras de alimentos de Cuba). Es necesario ponerle atención a la concentración del comercio de bienes con Venezuela, donde el intercambio comercial con el mismo supera el 44 por ciento del intercambio total del país, elemento típico tradicional del comercio exterior cubano, donde el intercambio comercial con un país, absorbe un peso significativo del comercio exterior cubano. El desempeño de la economía cubana durante los últimos años evidencia 20.000 15.000 10.000 5.000 0 –5000 –10.000 –15.000
2008
2009
ExportaciÓn
2010
2011
ImportaciÓn
2012
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Saldo Comercial
FIGURA 2.5. Comercio Exterior de Bienes de Cuba 2008–2014 en millones de pesos
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36 : Omar Everleny Pérez Villanueva que, es muy complejo recuperar, en el corto y mediano plazo, las exportaciones cubanas. No obstante, el aprovechamiento al máximo de las potencialidades del sector exportador tradicional, conjugado con otras reservas existentes en otras ramas de la economía, pudiera ser decisiva en el relanzamiento futuro de la economía cubana y en la auto-sustentabilidad de este proceso. Razones de naturaleza estructural, unida a prioridades de política económica, han determinado que los alimentos, medicamentos, combustibles y una amplia variedad de bienes intermedios hayan mantenido una participación superior al 60 por ciento en el total de las importaciones, sin posibilidad en el corto plazo de cambiar esa estructura. Otro asunto de marcada importancia es que la adquisición de estos rubros ha requerido de la utilización de la mayor parte de los ingresos en divisas del país. En general, una solución a fondo de la situación que confronta el país con las importaciones de bienes exige alcanzar un mayor nivel de integración entre la industria y la agricultura, introducir de forma gradual variaciones en el patrón de consumo energético, lograr un mayor control y eficiencia en la utilización de los recursos, así como aprovechar al máximo el potencial económico existente y especialmente darle mayor autonomía a la empresa cubana. Exportación de servicios Una de las características de la economía en los últimos años es el peso de los servicios en el intercambio del país, lo que hace que los déficits presentados en la balanza comercial de bienes se conviertan en superávit con la inclusión de los servicios. El sector de los servicios se mantiene como el primer generador de ingresos a partir del 2004, ocurriendo cambios cualitativos importantes, pues los servicios intensivos en conocimiento han desplazado al sector turístico como máximo generador de ingresos. Debe destacarse que ya más de 50 por ciento de las exportaciones de servicios, corresponden a servicios profesionales especialmente personal médicos y paramédicos, por lo cual las autoridades cubanas tienen que cambiar la visión que existe de ver al mismo como un sector presupuestado, ya que en términos más reales, los trabajadores de la salud se están autofinanciando, por lo cual los trabajadores del sector pudieran exigir un alza de sus ingresos de forma significativa. La realidad mundial y cubana ha demostrado que las propias universidades pueden contribuir a su autofinanciamiento, no solo ofreciendo cursos de toda índole, sino aprovechando sus investigaciones en todas las ciencias, especialmente en naturales y exactas, aceptando financiamiento para sus investigaciones, etcétera. Pero el entorno institucional actual no le permite aun su despegue, por lo que en el futuro mediato, estas reglas deberán cambiar. La situación financiera externa cubana (figura 2.6), debe llevar a que se tomen decisiones para estimular la obtención de divisas por parte de las empresas
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La economía cubana : 37 14000 12000 10000 8000 6000 4000 2000
19 9 19 0 9 19 1 9 19 2 9 19 3 9 19 4 9 19 5 9 19 6 9 19 7 9 19 8 9 20 9 0 20 0 0 20 1 0 20 2 0 20 3 0 20 4 0 20 5 0 20 6 0 20 7 0 20 8 0 20 9 1 20 0 1 20 1 1 20 2 1 20 3 14
0
FIGURA 2.6. Exportación de servicios en Cuba en millones de pesos
o instituciones, ya que hoy no es suficiente, y a pesar de la exhortación oficial a la búsqueda de incrementar la producción y por ende de la exportación, aún se está en presencia de una elevada centralización, lo que sí es evidente, que si no cambian las reglas, o cambia el entorno en que operan las empresas, se estará en presencia del mantenimiento de esos desequilibrios externos por un tiempo mayor. Empleo y salarios En el año 2013 continuó la reducción gradual del empleo estatal, que bajó 1,5 por ciento en comparación con el incremento de 6 por ciento en el sector no estatal. La tasa de desempleo fue de 3,3 por ciento (figura 2.7). En cuanto al sector no estatal, en julio del 2014 existían ya unos 471.085 trabajadores por cuenta propia, ocupados en las actividades aprobadas, de ellos el 69 por ciento de los acreditados declaró que anteriormente no tenían vínculos laborales. En este caso, la cifra crece 2,8 veces en relación con 2010. A ello se suma la existencia de quinientos nuevas cooperativas no agropecuarias aprobadas hasta el 2014, todo lo cual muestra un importante crecimiento del sector privado y cooperativo en 2013 y 2014.
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38 : Omar Everleny Pérez Villanueva 4500 4000 3500 3000 2500 2000 1500 1000 500 0
2008
2009
2010 Estatal
2011
2012
2013
2014
No Estatal
FIGURA 2.7. Ocupados en la economía según situación del empleo (miles de trabajadores)
Un análisis de la estructura del empleo sectorial, evidencia claramente, que donde habría mayores posibilidades de dejar trabajadores disponibles es en el llamado otros servicios que es donde fueron aumentando los empleos en los últimos años, a la vez que disminuían los ocupados en el sector de bienes. No se debe olvidar que a partir de los programas asociados a la “Batalla de Ideas” se generaron muchos empleos en los sectores salud, educación, administración pública, entre otros que ahora es necesario sincerar. El tema no es la dicotomía empleo estatal y no estatal, sino que por diversas causas, incluyendo las ideo-políticas, el estado prefirió el incremento de las plantillas estatales aunque estuvieran sobredimensionadas por los niveles productivos existentes en los mismos, que permitir elevadas cifras de desempleo, lo que conlleva en un escenario que está cambiando a rectificar esas decisiones. Hubo actividades que no se justificaban que estuvieran en manos del estado, especialmente la gastronomía y servicios técnicos de reparación, entre disimiles actividades. En este interés de la “actualización” del modelo cubano, sería viable el reanálisis de las llamadas pequeñas y medianas empresas (PYMES), cuya eventual implementación se previó a mediados de los años 90 del pasado siglo, en un proceso que quedó interrumpido por diversos factores. Las mismas caben dentro de las propuestas de expansión del trabajo por cuenta propia que se deben expandir. Las ventajas de las PYMES están relacionados en que son una alternativa de empleo, tan necesarios en la actualidad, produce un mejoramiento del nivel de vida e incremento del ingreso de sus integrantes, permite la descentralización de ciertas producciones y servicios y permite un incremento de oferta de bienes y servicios.
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La economía cubana : 39 Lo interesante es que ese término no es derivado de la coyuntura que atraviesa la economía cubana, es una tendencia mundial que se está imponiendo de estructurar la producción sobre la base de pequeñas y medianas empresas, que son de mucha flexibilidad, de alto nivel de calificación de fuerza de trabajo (es uno de los mayores acervos con que cuenta Cuba en estos momentos) y además resultan muy competitivas. Es cierto que en la actualidad el gobierno cubano implementa algunas de las variantes de las llamadas PYMES, especialmente las llamadas cooperativas por la socialización de la producción y los beneficios que la misma trae consigo. Pero también pueden estudiarse otras formas como las empresas que pudieran estar formadas por trabajadores por cuenta propia y el estado, o trabajadores individuales y las cooperativas. Es de todos conocido que muchas de estas actividades o asociaciones existen, de lo que se trata es de hacer explicita y abierta esta relación laboral, fijando las responsabilidades sociales que correspondan, ordenando y controlando estas actividades por parte del Estado. Existe un grupo de actividades que fueron propuestos en el pasado por la academia cubana pero que no aparecieron en el reglamento vigente de actividades por cuenta propia que se aprobó a mediados de los años 90, otras que funcionaron y desaparecieron posteriormente, que sería viable su rescate en esta actualización del modelo. Además dada la alta calificación de la fuerza de trabajo y que existe un alto por ciento de jóvenes que no están incorporados a un trabajo, se debería estudiar el tipo de empresas que tengan un mayor uso del conocimiento, lo que evita la descalificación de esa fuerza de trabajo que tiende a emigrar hacia otras trabajos donde se obtienen mejores ingresos, pero el nivel de calificación del puesto es más bajo que su preparación, y en el caso extremo están emigrando hacia el exterior. Ellos podrían ser del tipo de consultorías, auditorias, oficinas de arquitectura o diseño, y otros que incluso vengan propuestos por los propios ciudadanos; es decir, debe aceptarse las iniciativas de los ciudadanos en general. Educación no es simplemente un consumo sino, que es un posible instrumento productivo. No se puede ver como un gasto del estado, es una inversión en posible crecimiento. El estado pierde cuando da formación a sus ciudadanos y después no le puede ofrecer un empleo de acorde tanto a la aspiración de los individuos como de la sociedad. El nuevo proceso de incrementar el sector privado debe superar las insuficiencias que fueron lastrando el papel de los trabajadores por cuenta propia en el pasado entre ellas las dificultades con las compras de sus insumos, la política fiscal contractiva, el reglamento de subcontratación de fuerza de trabajo, por solo citar los más importantes.
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40 : Omar Everleny Pérez Villanueva Perspectivas A pesar de que Cuba es una “economía abierta” (economía exportadora) muy diferente a China, la expansión del mercado interno es una condición imprescindible para el desarrollo de cualquier tipo de economía, y que por tanto, debe ocupar un papel prominente en cualquier estrategia de desarrollo. Este ha sido obviamente un componente que estuvo ausente en las políticas económicas cubanas de los últimos años, y aunque tímidamente se ha identificado como una prioridad de los planes de desarrollo en la actualización del modelo económico cubano, aun no se incentiva el despliegue a plena capacidad de las potencialidades del cubano común. Cuba tiene que estimular a las fuerzas productivas en esta nueva etapa, sumado a la potenciación del crecimiento industrial en los megaproyectos de infraestructura e industriales en curso, como el desarrollo de la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), el proyecto petroquímico de Cienfuegos, el desarrollo del níquel, entre otros, más el incentivo al desarrollo de formas no estatales de producción tanto en la agricultura como en los servicios, podrían contribuir al crecimiento de los principales indicadores económicos del país. La ZEDM pudiera permitir que Cuba se acerque a una coyuntura favorable para renovar su estrategia de desarrollo y para reconfigurar su diplomacia internacional. Un economista cubano, funcionario actual de la UNESCO expreso lo siguiente: Cuba parece estar aproximándose a un tipo de oportunidad muy poco frecuente, de las que toman más de un siglo en aparecer. Se trataría de lo que pudiera denominarse como la era Postpanamax, es decir, la eventual transformación que importantes segmentos del comercio internacional y la organización de la producción mundial experimentarían con la entrada en funcionamiento del nuevo canal de Panamá, previsto para el año 2015, con efectos que se pronostican particularmente intensos en el entorno geográfico cercano a Cuba. (Monreal 2013, 2)
En este sentido el desarrollo de la terminal de contenedores en el puerto de Mariel involucra lo que probablemente sea hoy unos de los mayores proyectos inversionistas de Cuba, y sin duda se enmarca en un contexto más amplio de reconfiguración internacional, pero lo que debería quedar claro es que ello sería apenas la punta del iceberg. Lo que está en juego tiene un alcance mucho mayor, pues la eventual participación de Cuba en ese proceso formaría parte de una dinámica central de la acumulación de capital contemporáneo y este es un detalle muy importante que debe ser tenido en cuenta cuando se trata de pensar en el futuro de Cuba, ya que es por primera vez en mucho tiempo, que el país pudiera ser parte de un proceso central de la producción mundial. La inversión es una variable clave para generar un proceso de desarrollo orientado al cambio estructural en cualquier economía subdesarrollada, y si
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La economía cubana : 41 Cuba pretende dar un salto hacia el desarrollo y ubicarse en una posición más favorable a nivel mundial, no puede obviar ese indicador. En ese indicador la inversión extranjera directa es uno de los instrumentos idóneos para el desarrollo de sectores o ramas, especialmente la industria, dado que contribuye al dinamismo exportador, a la creación de empleo de calidad y a la trasferencia de tecnología. Ninguna de las bondades de la inversión extranjera directa (IED) funciona bien, si no existe un acompañamiento de los gobiernos a la misma, son disimiles los casos en que no se han logrado los resultados esperados, y esto está relacionado con los países que han permitido una mayor liberalización de la movilidad de los capitales externos. Se deben promover políticas e instrumentos macroeconómicos, pero medidas que faciliten la IED no que la entorpezcan. La nueva ley de inversión extranjera está dirigida a que se produzca una llegada masiva de capitales extranjeros, para eso las experiencias de Corea del Sur, Singapur, Costa Rica, China y Vietnam, son dignas de tenerse en cuenta, pero para eso la IED no puede verse como algo complementario, la Oficina Nacional para el desarrollo de la IED debe reconocer que no se pueden repetir los errores del pasado en el tratamiento a la IED en el país. Es importante observar el ritmo creciente de las remesas ya no solo como remesas desde el punto de vista clásico es decir como consumo, sino como la financiación a las empresas privadas en el país que se está produciendo. Por lo que el estado debería estar en disposición de atraer esos recursos y darle un fin más ordenado, vía hipotecas de viviendas, apartamentos, terrenos, negocios, etcétera. El programa de cambios en Cuba ha sido divulgado con el título Actualización del Modelo Económico; sin embargo no se puede actualizar un modelo económico que ha tenido enormes fallas estructurales a lo largo del tiempo. Más bien lo que se necesita es un nuevo modelo económico que debe estar en ciernes en estos momentos; es decir, en el futuro mediato debe aprobarse el modelo económico y social que quiere edificarse. Pero se necesita de cambios de mentalidad o de cambios de los decisores económicos, y de riesgos que ellos deben tomar necesariamente para que Cuba se incorpore a los circuitos internacionales de comercio. La gradualidad es la variable escogida por las autoridades cubanas, pero la misma tiene también que tomar en paralelo cambios más radicales, y dentro de ello configurar una nueva forma de centralización y de planificación económica, que hoy como se implementan las mismas no ayudan al despegue empresarial de las instituciones cubanas, más bien son una limitante. N O TA S 1. ONEI, Anuario estadístico de Cuba, 2013 (2014), capítulo agricultura, tabla 9.2, 2014. 2. Las empresas e instituciones tienen prohibido acudir a las casas de cambio y arbitrar con
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42 : Omar Everleny Pérez Villanueva las diferencias cambiarias, lo que de por sí es difícil dado que las casas de cambio sólo realizan operaciones de pequeños montos en efectivo. 3. Procedimiento para la compensación y contabilización de las ventas directas por los productores agropecuarios a los establecimientos hoteleros y gastronómicos del sector turismo.
BIBLIOGRAFÍA Castro, Raúl. 2013. Discurso pronunciado en la clausura de la Sesión Constitutiva de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en su Octava Legislatura, celebrada en el Palacio de Convenciones de La Habana, el 24 de febrero de 2013. Comisión Económica para América Latina y Chile (CEPAL). 2012a. Balance preliminar de Cuba. Santiago de Chile: CEPAL. ———. 2012b. Informe macroeconómico. Santiago de Chile: CEPAL. CEPAL y Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). 2011. Perspectivas económicas de América Latina 2012: Transformación del Estado para el desarrollo. Santiago de Chile: OECD. García, Anicia. 2013. “El sector agropecuario en Cuba: Necesidad de actualización”. Presentación en Agencia Suiza de Cooperación (COSUDE), La Habana. Mesa Lago, Carmelo. 2012. Cuba en la era de Raúl Castro: Reformas económico-sociales y sus efectos. Madrid: Editorial Colibrí. Monreal González, Pedro. 2004. Mercado interno y desarrollo. Material inédito, La Habana. ———. 2013. “La era Postpanamax: ¿Una oportunidad para Cuba?” Revista Espacio Laical 10 (34, abril-junio): 62–66. Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). Anuarios estadísticos de Cuba, 2000 al 2012. La Habana: ONEI. Partido Comunista de Cuba. 2011. Lineamientos de la política económica y social del partido y la Revolución. VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, 18 de abril del 2011, La Habana. Perelló Cabrera, José L. 2013. Informe del turismo cubano en el 2012. La Habana: Centro de Estudios Turísticos, Universidad de la Habana. Pérez, Omar Everleny, y Ricardo Torres. 2014. Cuba: La ruta necesaria del cambio económico. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales. Pérez Villanueva, Omar Everleny. 2012. Miradas a la economía cubana: El proceso de actualización. La Habana: Editorial Caminos. Rodríguez, José Luis. 2013. La política económica en Cuba: Un balance del año que concluye. Cuba contemporánea, 18 de diciembre. Vidal, Pavel, y Omar Everleny Pérez. 2013. “La reforma monetaria en Cuba hasta el 2016: Entre gradualidad y big bang. Foreign Policy at Brookings Institution, Washington, DC.
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RICARDO TORRES PÉREZ
Inversión y asignación de recursos: Una discusión del caso cubano RESUMEN El estancamiento económico secular de la economía cubana y sus causas probables constituyen un tema recurrente de los académicos dentro y fuera de la isla. Este trabajo ubica a las menguadas fuentes de inversión y, especialmente, al mecanismo de asignación de recursos como una de las razones principales. Se analiza la evolución de varias dimensiones asociadas a esta problemática, tanto domésticas (baja productividad, hipertrofia de la administración pública) como externas (credibilidad externa, remesas, inversión extranjera). Se concluye que es impostergable una mutación radical en el mecanismo de asignación de recursos, lo que no puede ser sustituido por una mejoría temporal del contexto externo.
A B S T R AC T Cuba’s long-term economic stagnation and its likely causes are recurrent in academic discussions both inside and beyond the country’s borders. This work points to low investment levels and especially the resource allocation mechanism behind them as a key reason for the island’s economic decline. It analyzes the interplay of several dimensions related to the problem, both domestic (low productivity, hypertrophied public administration) and external (international credibility and creditworthiness, remittances, foreign investment). It concludes that a radical change in the resource allocation mechanism should be at the center of economic reform, and more important, a temporary improvement in external conditions is no substitute for the former process.
El anémico crecimiento económico que exhibe Cuba desde 2009 no debe ser analizado solo bajo la lupa de aspectos coyunturales. Si se analiza la trayectoria desde 1985, la situación no es mucho mejor. Existen elementos de gran peso que tienen una presencia de larga data en el escenario económico de la nación. Este artículo argumenta que los bajísimos niveles de acumulación constituyen una de las causas fundamentales de este pobre desempeño. A su vez, esto responde no solo a la escasez de fuentes de financiamiento sino también con al mecanismo de asignación de recursos, que genera notables ineficiencias sistémicas. Este trabajo se propone analizar el proceso de acumulación en Cuba y sus determinantes, incluyendo el mecanismo de asignación de recursos. El trabajo
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44 : Ricardo Torres Pérez se estructura en siete secciones principales. Después de esta introducción se hace un breve repaso de la teoría relevante para el tratamiento del tema. Seguidamente, se analizan las tendencias principales a partir de un conjunto de indicadores descriptivos. A continuación se presenta un esquema general del proceso de acumulación y después se caracteriza de forma sucinta el mecanismo subyacente de asignación de recursos, resaltando sus debilidades sistémicas. En la siguiente sección se repasan varios de los cambios que han tenido lugar en este ámbito, derivados del actual proceso de transformaciones en el modelo económico cubano. Finalmente, se resumen los hallazgos fundamentales y se extraen reflexiones sobre los mismos. Aspectos conceptuales y metodológicos La acumulación de capital físico ha sido identificada por las teorías modernas del crecimiento como uno de los factores claves para explicar el desempeño de las economías a largo plazo. Ella desempeña un rol crítico como un componente de la demanda agregada y medio para la expansión de la capacidad productiva. Se ha probado que en naciones de alto crecimiento los niveles de inversión se ubican alrededor del 25 por ciento del producto interno bruto (PIB) o más (Banco Mundial 2008). Su volumen y estructura deben garantizar no solo el aumento cuantitativo del PIB sino una transformación productiva coherente con las ventajas comparativas naturales y adquiridas del país. Un volumen suficiente garantiza la reposición oportuna de los medios de producción así como el crecimiento sostenido de la dotación de capital físico por trabajador. Al propio tiempo, se debe observar un equilibrio entre diferentes dimensiones como la ampliación de capacidades y el mantenimiento, las infraestructuras básicas respecto a los sectores productivos, sectores líderes en relación al resto de las actividades económicas, entre otras. Las teorías de crecimiento endógeno explican una función adicional. El nuevo equipamiento viene acompañado de tecnologías más modernas, lo que a su vez, contribuye a la difusión de nuevos conocimientos. Por otro lado, como complemento de otros factores de producción, la inversión contribuye a crear nuevos empleos y mejora la productividad del resto de los factores productivos. Por otra parte, la composición de la inversión también es relevante. Su calidad es lo que explica un proceso de crecimiento y desarrollo “balanceado”. Uno de los candidatos que tiende a generar desbalances o “cuellos de botella” es la infraestructura. Esta se asocia a los elementos que permiten la circulación de bienes, servicios e información, conectando a los distintos agentes (productores, consumidores, ciudadanos) en las diferentes etapas de la producción y la vida social. En este gran conjunto se pueden incluir los medios
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Inversión y asignación de recursos
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y vías de transporte, la producción y distribución de energía incluyendo electricidad, acueducto y alcantarillado y las modernas redes de información y comunicaciones. La teoría económica describe diversos beneficios para el crecimiento y la equidad provenientes del desarrollo adecuado de las infraestructuras físicas. En concreto, estos efectos se recogen en una mejoría de la eficiencia general de la economía a partir de dos dimensiones fundamentales (Fourie 2006). En primer lugar, los servicios de infraestructura contribuyen a disminuir los costos de ciertos insumos y factores productivos necesarios para el proceso de producción. Asimismo, ellos tienen un efecto favorable sobre la productividad de los factores productivos. Un sistema eficiente de transporte público contribuye a aumentar la productividad laboral a través de la reducción del tiempo de traslado, lo cual significa menor gasto energético y mayor satisfacción personal. El acceso a telecomunicaciones de alta calidad a bajo costo contribuye a la mejor difusión de información y datos necesarios para la operación de las entidades. Para la discusión del caso cubano, no obstante, es insoslayable adentrarse en aspectos vinculados con el mecanismo subyacente de asignación de recursos, dado que, como se probará más adelante, una parte de los problemas que enfrenta el país en este ámbito no se circunscriben a la disponibilidad de recursos, sino a la forma en que estos se asignan. De acuerdo a la literatura, existen dos mecanismos básicos para realizar esta función: el mercado y la planificación central. El mecanismo de mercado basado en las señales que proveen los precios, permite trasmitir mucha información de una forma sencilla y a muy bajo costo, aunque los precios pueden estar sujetos a distorsiones. Asimismo, bajo ciertas condiciones estos no reflejarían adecuadamente las asimetrías existentes en las condiciones de partida, lo que puede dar lugar a una asignación poco equitativa, lo que puede ser contraproducente desde el punto de vista social. Teóricamente, la planificación central trata de lograr una mejor y más completa utilización de los recursos productivos a lo largo de la economía a través de la compatibilización de medios y fines alternativos, mediante el control directo de los precios, incluyendo precios claves como el tipo de cambio o la tasa de interés. Esta tarea se facilita a través del control de los medios fundamentales de producción, lo que brinda la posibilidad de dirigir administrativamente el proceso de asignación de recursos productivos. En este mecanismo, las preferencias de los planificadores son las que establecen las prioridades y con ellas la distribución de recursos. Ya en los años treinta del pasado siglo, se discutieron los desafíos que enfrentaría una economía socialista con planificación central para sustituir eficientemente un mecanismo descentralizado basado en el funcionamiento adecuado del sistema de precios (Lange 1938; Hayek 1935). En Cuba, el modelo
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46 : Ricardo Torres Pérez asumió implícitamente la superioridad de la planificación central, aunque el debate acerca de los resultados prácticos ha estado siempre presente y se ha convertido en un elemento central del actual proceso de transformaciones. Dinámica y estructura de las inversiones Como consecuencia de la crisis de principios de la década de los noventa, los niveles de inversión disminuyeron bruscamente para luego recuperarse solo parcialmente. Una de las características distintivas de la recuperación posterior a 1994 ha sido la persistencia de niveles de acumulación muy deprimidos, lo que ha comprometido la posibilidad de aumentar significativamente las tasas de crecimiento. Si bien en las etapas iniciales esta dificultad fue atenuada por una mejoría razonable de la eficiencia global a partir de las medidas de reorganización implementadas como respuesta a la crisis (Doimeadiós 2007; Palacios 2013), en períodos recientes este problema se ha convertido en una debilidad estructural que afecta las perspectivas de crecimiento de la economía a largo plazo. En la figura 3.1 se puede apreciar a partir de 1993 el descenso relacionado con el impacto inicial de la crisis, y la posterior recuperación que no alcanza a convertirse en un factor dinamizador del crecimiento. Los montos nominales no alcanzan todavía los niveles pre-crisis, y en todo caso la dinámica ha
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6000 5000
12
4000
10 8
3000
6
2000
4
1000
tasa de acumulación
2012
2011
2010
2009
2008
2007
2006
2005
2004
2003
2002
2000
2001
1998
1999
1997
1995
1996
1994
1993
2 0
millones de pesos
porcentaje del PIB
14
0
inversiones
FIGURA 3.1. Indicadores asociados a la inversión, Cuba (1993–2012) Fuente: ONEI (varios años)
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sido muy variable, reflejando el comportamiento de la restricción externa.1 El mecanismo de planificación reacciona a estas dificultades regulando administrativamente las importaciones y congelando las inversiones “no esenciales”, para restablecer a corto plazo el equilibrio externo y la capacidad de pago. Los períodos 2001–2003 y desde 2009 en adelante, muestran claramente esta forma de funcionamiento. La tasa de acumulación se ha mantenido muy baja en todo el período, oscilando entre el 9 y el 15 por ciento del PIB. Estos valores son muy cercanos a la inversión de reposición, por lo que la acumulación neta es extremadamente baja, lo que supone que las capacidades productivas de la economía crecen a un ritmo muy lento, con el correspondiente impacto negativo en la evolución del PIB. Téngase en cuenta que dado el brusco giro del patrón tecnológico de referencia a principios de los noventa, los montos de inversión requeridos son elevados pues se multiplicaron las necesidades de sustitución de equipamiento a partir del desmontaje de sistemas tecnológicos completos que fueron descontinuados en los países de origen, con elevado grado de obsolescencia técnica. Por otra parte, la eficiencia del proceso inversionista se mantiene por debajo de lo requerido, máxime en un contexto de escasez de recursos. En la tabla 3.1 se captura el rendimiento de los fondos básicos puestos en explotación (FBPE) y el cumplimiento del plan de inversiones, cuyos comportamientos reflejan claramente esta problemática.2 En el caso de los FBPE, valores por debajo de la unidad indican que hay recursos inmovilizados que no se transforman en incrementos de la producción o la prestación de servicios. Los datos muestran el incumplimiento sistemático de los compromisos y la baja efectividad económica de lo invertido, lo que sugeriría que las funciones de coordinación y previsión teóricamente asociadas a la planificación central no logran materializarse en la ejecución de la inversión productiva. Un aspecto llamativo es que esta situación tiene lugar aún con modestos niveles de acumulación. Entre los factores recurrentes que estarían detrás de este pobre desempeño están la deficiente planificación, al sobreestimar las posibilidades reales de ejecución y su preparación técnica, problemas en la gestión de las importaciones y en la obtención de financiamiento externo, incumplimiento de los cronogramas de ejecución de las obras y la ausencia de reclamación en los contratos, baja productividad, déficit de fuerza de trabajo en el sector de la construcción así como la baja calidad del proceso constructivo (Murillo 2013). Conviene resaltar que este no es un fenómeno nuevo, sino que ya era considerado una de las debilidades más importantes del modelo económico hacia finales de los ochenta (Figueras 1999). Algunos estudios que han profundizado en este tema (Villar y Rodríguez 2012) indagan en las deficiencias durante las distintas fases del proceso inversionista (preparación, ejecución y operación), encontrándose problemas relacionados con la metodología empleada, la baja calidad y disponibilidad de las
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0,71 70,8
0,80
70,2
2001
74,4
0,73
2002
77,6
—
2003
70
—
2004
53,5
—
2005
50
—
2006
75,4
—
2007
75,2
—
2008
78
0,58
2009
—
0,48
2010
—
0,46
2011
Fuente: Elaboración propia sobre la base de los informes del Ministro de Economía a la Asamblea Nacional y notas en el diario Granma.
Rendimiento de los fondos básicos Cumplimiento del plan de inversiones (porcentaje)
2000
TABLA 3.1. Indicadores relativos a la eficiencia de las inversiones en Cuba (2000–2013)
—
0,73
2012
—
0,55
2013
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fuentes de información e insuficiente preparación técnica de la fuerza de trabajo que tiene que ver con estos estudios, entre otros. A partir de los aspectos comentados anteriormente, se pueden identificar elementos que están relacionados con el funcionamiento del sistema económico y las distorsiones que este incorpora en la generación de señales adecuadas (precios, comportamiento de la demanda, escasez de factores e insumos) para los agentes productivos. Otro elemento relevante a considerar es la estructura de la acumulación por sectores. Como parte de la estrategia anticrisis, algunas ramas lograron captar montos notables, como el complejo asociado al turismo internacional (hotelería, actividades extrahoteleras e infraestructuras conexas), la minería del níquel, la exploración y explotación de hidrocarburos, la generación eléctrica y la biotecnología. Excepto este último, el resto han sido sectores que han acogido montos sustanciales de la inversión extranjera directa (IED) que acudió al país en las últimas dos décadas (Pérez 2012). Por el contrario, otras ramas antaño prioritarias como la industria en general, y agroindustria cañera en particular, han mostrado niveles de inversión muy por debajo de lo necesario para mantener sus niveles de actividad. Esta última, por ejemplo, contribuyó decisivamente a financiar la acumulación en el turismo y el clúster biotecnológico. Este patrón desigual, junto a montos globales muy reducidos permite concluir que en buena parte del aparato productivo se ha estado verificando un proceso sostenido de descapitalización (Palacios 2013). Aquí se agruparían una serie de ramas industriales como la de materiales de la construcción, estructuras metálicas y bienes de equipo, las cuales muestran una evolución negativa en estos años (Torres 2014). No obstante, es preciso destacar que a partir del año 2000 se otorgó una mayor prioridad al sector social, específicamente la educación y la salud pública, lo cual se reflejó en un incremento notable de los recursos asignados a partir del 2001. Para ello se combinaron un nuevo esquema de asignación de recursos junto a los acuerdos con Venezuela en el marco de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA).3 Asimismo, luego de la crisis energética en el verano del 2004, se invirtió un monto apreciable de recursos en la recuperación, mejoramiento y ampliación del complejo de la energía eléctrica, el cual ha venido ampliando la capacidad instalada. Uno de los destinos en que se pueden distinguir notables desbalances es la infraestructura. En las últimas décadas, la infraestructura relacionada con las tecnologías de información y las comunicaciones (TIC) ha aumentado sostenidamente su papel relativo respecto a otras más tradicionales como carreteras o vías férreas (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE, 2006). En la Figura 3.2 se muestra la dinámica de tres componentes relevantes.4 Es evidente que hay un retraso en áreas importantes y no ha habido mucho progreso en veinte años, algo que será necesario atender en lo adelante. Incluso
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50 : Ricardo Torres Pérez 1,40 1,20 1,00 0,80 0,60 0,40 0,20
19 96 19 97 19 98 19 99 20 00 20 01 20 02 20 03 20 04 20 05 20 06 20 07 20 08 20 09 20 10 20 11 20 12
0,00 Ferrocarril
Energía eléctrica
Telefonía fija
Telefonía general
FIGURA 3.2. Evolución de sectores seleccionados de infraestructura en Cuba (1995 = 1). Fuente: Elaboración propia sobre la base de ONEI (varios años).
en el área donde se han obtenido mayores progresos (telefonía general), la dinámica se ha ubicado muy por debajo del promedio latinoamericano (Perrotti y Sánchez 2011). No se pudo obtener una serie completa para las carreteras, pero la tasa de crecimiento estimada también se encuentra por debajo de la región, aunque el punto de partida para Cuba era más favorable a inicios de los noventa (tabla 3.2), a partir del avance alcanzado en las tres décadas anteriores. Un perfil de desempeño comparado con la región latinoamericana (tabla 3.2) revela que existe un retraso en áreas como las redes de trasmisión de datos, acceso a Internet y otros servicios avanzados. Los costos futuros de mantener la inversión a estos niveles son muy altos, ya que se estaría comprometiendo el desarrollo en el mediano y largo plazo, por su efecto nocivo en la productividad laboral, el mantenimiento de “cuellos de botella” crónicos en la producción y el encarecimiento de la distribución y el comercio internacional. Aunque la especialización productiva de la nación se ha movido consistentemente hacia los servicios transables,5 la infraestructura específica que la acompaña no ha mostrado el mismo avance. La educación, las telecomunicaciones, transporte aéreo y conectividad son claves para este tipo de actividades. De hecho, el crecimiento acelerado de las exportaciones de servicios se asocia al despliegue de avanzados sistemas de trabajo en red, que facilitan la interacción con los clientes y los proveedores (Ghani 2010). Sin embargo, el estado de esta infraestructura en el país no acompaña un proceso de crecimiento acelerado de este tipo de actividades. Todavía la
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Inversión y asignación de recursos
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TABLA 3.2. Indicadores seleccionados de inversión e infraestructura
Formación bruta de capital fijo (% del PIB) Inversión en infraestructura (% del PIB) Carreteras (km por km2 de superficie) Energía eléctrica (MW por mil ocupados) Líneas telefónicas fijas (por 100 hab.) Líneas telefónicas móviles (por 100 hab.) Usuarios de Internet (por 100 hab.) Índice de logística (1 a 5)
Cuba
América Latina
9,9 1,6 (1996–2012) 0,475 (2005) 0,91 (2005) 10,6 11,7 23,2 2,2 (2012)
20,1 1,8 (1996–2010) 0,144 1,02 18,5 106,7 39,4 2,7
Fuente: Elaboración propia sobre la base de ONEI (varios años), Calderón y Servén 2010; World Development Indicators 2013. Nota: Los datos corresponden a 2010 a menos que se indique lo contrario.
brecha que separa al país de los mejores estándares internacionales es grande (Torres 2013). En particular, al acceso a conexiones de banda ancha es un soporte indispensable para la prestación de servicios informáticos, que ha sido el segmento más dinámico dentro del mercado global. Esto requerirá una atención prioritaria en los próximos años, no solo por su impacto en un grupo de actividades terciarias sino por el papel que desempeñan en el acceso y difusión del conocimiento. Para ello se necesitará no solo acudir a nuevas fuentes de financiamiento, sino introducir nuevos esquemas que han permitido, en otros contextos, atender las particularidades de esta esfera. Una vez que se ha realizado un breve diagnóstico de los principales indicadores relacionados con la inversión, conviene integrar en un esquema único los distintos determinantes y procesos que intervienen en la acumulación. Esto permitirá indagar en los factores que están detrás de los escasos niveles de inversión y la baja eficiencia del proceso. En la figura 3.3 se presenta un esquema que recoge los elementos más relevantes. En lo adelante se discuten tanto el estado de las fuentes de financiamiento como el mecanismo de asignación de recursos. No se ha incorporado el sector de la construcción a este análisis debido a la escasez de datos y la naturaleza específica de los problemas en esa rama, lo que alejaría innecesariamente el análisis del eje principal. Análisis del comportamiento de las fuentes de inversión Un determinante inmediato de la acumulación tiene que ver con sus fuentes de financiamiento. En los pequeños países en desarrollo, de forma general, al acceso al ahorro externo es clave dada la insuficiencia de recursos domésticos. Cuba no es la excepción. Una vez que desapareció la generosa compensación
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52 : Ricardo Torres Pérez fuentes de inversión
mecanismos de asignación
ahorro doméstico
planificación central
ahorro externo
sistema financiero
ejecución
sector construcción
informal
FIGURA 3.3. Elementos del proceso de acumulación
externa que proveían los vínculos con el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), los montos de inversión han permanecido muy deprimidos. No obstante, aun cuando constituye una fuente de menor importancia relativa en las condiciones actuales, es posible incrementar el volumen y la eficiencia en la utilización del ahorro doméstico. Se ha comprobado que ciertos factores como las características demográficas de la población, la estructura sectorial y el tamaño de la administración pública ejercen una influencia determinante sobre su nivel y dinámica. Una mayor disponibilidad interna de recursos también depende del incremento de la productividad global de la economía, un proceso al que deben contribuir los cambios en el modelo económico cubano. El perfil demográfico de Cuba augura una contracción futura pero no lejana de la fuerza laboral, aumentando la población en edad no laboral y la presión sobre las finanzas públicas. El envejecimiento de la población y la fuerza laboral —y el aumento del índice de dependencia (desde 55.4 en la actualidad hasta 67.7 en 2025)6— son aspectos distintivos de este proceso. Esto impone costos adicionales en términos de la seguridad social e impone una reflexión sobre el financiamiento del sistema educativo, sanitario y los servicios de apoyo a la familia, además de la incorporación de infraestructuras específicas para atender las necesidades de un segmento creciente de la población. En las condiciones actuales, parece impensable comprimir aún más el consumo, por lo que la reorganización de la administración pública emerge como una necesidad para asegurar recursos adicionales. Esto debe incluir una mayor racionalización y eficiencia en las prestaciones universales y una mayor focalización de la política social en determinadas esferas, un aspecto que genera cierta ansiedad en algunos estratos de la población cubana, pero en el que
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es posible introducir elementos de sostenibilidad sin renunciar a mantener los logros alcanzados (Castro 2009; García, Gratius y Íñiguez 2013). Un especial esfuerzo debe realizarse en el redimensionamiento de la burocracia estatal y de gobierno a todos los niveles, incluyendo las estructuras de las organizaciones políticas, de masas y sociales. Esto, a su vez, depende estrechamente del mecanismo de asignación de recursos. Un esquema muy centralizado requiere un gran despliegue de recursos humanos y materiales para el procesamiento de información, coordinación y redistribución de factores, una labor que en otro contexto es asumida de forma descentralizada por los distintos agentes económicos y por el sistema de precios. Otro elemento que influye en los niveles efectivos de ahorro es la estructura económica, específicamente el perfil sectorial. Como elemento distintivo de Cuba, la composición de las actividades terciarias está muy segada hacia los servicios sociales y la administración pública. Los datos muestran una desviación importante respecto a otros países y regiones de similar nivel de desarrollo o que otorgan gran prioridad a la agenda social (Torres 2014). En el caso cubano, el financiamiento de los servicios sociales y buena parte de los comunales es asumido por el Estado, a través del presupuesto central. Este esquema se agota rápidamente en ausencia de un aumento significativo de la productividad global. En este sentido, este es un determinante de mayor interés por sus efectos dinámicos. Asimismo, es aún más importante el desempeño del sector exportador, el que asegura la disponibilidad de moneda extranjera para el pago de las importaciones y el cumplimiento de los compromisos externos. En las últimas décadas la evolución de este sector ha estado por debajo de las necesidades de la economía, lo que se puede verificar comparándolo con sus similares en América Latina (Torres 2013). Este ciclo implica que se haya mantenido un precario equilibrio externo,7 con crisis de balanza de pagos recurrentes,8 una situación que se agudizó después de 1990, con la pérdida de la favorable compensación externa que proveía el CAME. Si bien las exportaciones de servicios han crecido sustancialmente de la mano del turismo y más recientemente de los servicios médicos y educativos, esto solo ha compensado parcialmente el estancamiento de las ventas externas de bienes, las que han sido muy inferiores a la dinámica mundial (Torres 2014). Teniendo en cuenta las restricciones anteriores y la etapa de desarrollo en que se encuentra el país, es razonable pensar que el ahorro externo será clave en los esfuerzos por elevar notablemente los niveles de acumulación actuales, incluso representando en su conjunto un aporte superior a lo que se podría lograr a través de fuentes nacionales. Una combinación de factores adversos ha obrado para que la percepción de riesgo financiero asociada a Cuba sea muy elevada en las últimas dos décadas, un factor negativo que incluso se ha
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54 : Ricardo Torres Pérez deteriorado después de la crisis de 2009. Entre ellos se halla el pobre historial crediticio, fundamentado a partir de la suspensión unilateral de pagos en 1986 a los acreedores del Club de París, situación que todavía no se ha normalizado. También está el hecho de que Cuba no es miembro de ningún organismo financiero multilateral,9 incluso de aquellos de carácter regional como la Corporación Andina de Fomento o el Banco del Sur. Por esta misma razón, la nación no cuenta con un garante de última instancia ante crisis de balanza de pagos, lo que perjudica su posición externa y reduce los grados de libertad del Banco Central. Esta apreciación se hace tangible a través de algunas valoraciones y señales proporcionadas por los mercados. Las agencias calificadoras de riesgo soberano incorporan estas percepciones a sus evaluaciones. En el caso de Cuba, de las tres agencias más conocidas (S&P, Fitch, Moody’s) solo esta última comenzó a valorar la posición financiera del gobierno cubano a partir de 1999. La calificación emitida inicialmente (Caa1), rebajada en abril de 2014 hasta Caa2, se incluye dentro de la categoría de “deuda basura”, que implica que se considere de alto riesgo cualquier exposición a este deudor. Otro ejemplo del impacto probable en la calidad de los flujos se relaciona con las primas de riesgo que se asumen cuando se accede de forma abierta al financiamiento externo. Entre 2006 y 2008, el Banco Central de Cuba emitió bonos en el mercado abierto de Londres, pagando intereses que oscilaron entre 7 por ciento y 9.5 por ciento, un costo mayor al que se han enfrentado los países europeos más afectados por la crisis financiera. Téngase en cuenta que en aquel momento, la economía cubana mostraba altas tasas de crecimiento, y no había entrado en la crisis de los años siguientes. La existencia de mercados muy especializados donde se intercambian obligaciones de muy baja calidad, usualmente por una pequeña fracción de su valor nominal, indica que existe una probabilidad real para la restructuración de la deuda cubana, aunque un asunto sensible sería el costo de la misma. Si la ausencia de credibilidad y transparencia emerge como un obstáculo, se podría considerar la emisión de bonos vinculadas con proyectos específicos. Esto requiere, no obstante, el ofrecimiento de toda la información que los mercados consideren suficiente. Por ello, emerge como una estrategia atractiva la captación de IED, por su rol en el acceso a capitales frescos, tecnologías, conquista de nuevos mercados e inserción en cadenas internacionales de valor, creación de empleo, transformación de la estructura productiva y ampliación de la infraestructura, compartición de riesgos, aumento de la confianza en la estrategia económica de la nación, entre otras contribuciones. Pero ello requiere una política de largo alcance, que permita compatibilizar los requerimientos del desarrollo económico a largo plazo.10 Aun cuando Cuba adoptó una ley de inversiones extranjeras en 1995, el rol de la IED ha estado muy por debajo de las necesidades y de lo que han ob-
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TABLA 3.3. Inversión extranjera en economías seleccionadas (1990–2012)
Chile Costa Rica Cuba República Dominicana Irlanda Nueva Zelanda Singapur Uruguay Vietnam
IED acumulada per cápita
Flujos de IED anuales (% del PIB)
FBKF (% del PIB)
IED (% de la FBKF)
Tasa de crecimiento del PIB
10577 3484 454 2319
5,9 4,0 0,5 3,3
23,3 19,5 11,6 17,2
26,1 20,2 8,0 19,3
5,1 4,6 1,8 5,3
63493 16131 140101 4952 798
7,0 2,6 15,3 2,7 6,0
19,5 20,4 28,9 16,2 27,1
43,0 13,0 57,1 15,5 23,4
4,3 2,6 5,8 3,1 6,9
Fuente: Cálculos del autor sobre la base de UNCTAD 2014; Pérez 2014.
tenido otros países en el mismo lapso (tabla 3.3). Como componente esencial y promisorio en las condiciones actuales, se hace imprescindible concebir una nueva estrategia para la atracción de IED. Otra fuente de financiamiento corriente que ha incrementado su importancia relativa en las últimas dos décadas son las remesas. En proporción a las exportaciones corrientes al cierre del 2013, las remesas estarían representando alrededor del 10 por ciento de las mismas,11 lo que no es poco, teniendo en cuenta que es un flujo sin contrapartida, al que habría que agregarle los envíos en especie. Esto remite a la necesidad de considerar el diseño de esquemas para utilizarlas con fines productivos y de esta forma potenciar su impacto en el tejido económico. Ello ya está teniendo lugar de manera informal de todas maneras (Morales 2013). Teniendo en cuenta la importancia creciente de estos flujos para los países en desarrollo y en particular en la región latinoamericana, las autoridades de estos países han desarrollado iniciativas para reorientar parte de los flujos de remesas hacia los sectores productivos, que incluyen programas para impulsar proyectos de inversión en inmuebles, cuentas de ahorro y fomento a pequeñas y medianas empresas (Barceló 2013). En cualquier escenario, hay que considerar las consideraciones políticas de este tema en el caso cubano. Por otro lado, la definición de derechos de propiedad más claros respecto a la vivienda, automóviles y otros activos, junto a la flexibilización de la actividad privada, han permitido movilizar volúmenes no despreciables del ahorro de la diáspora cubana hacia emprendimientos de diverso tipo, aunque de pequeña escala. Siguiendo esta lógica, condiciones políticas y jurídicas más favorables a ambos lados del Estrecho, permitirían la atracción de volúmenes de
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56 : Ricardo Torres Pérez inversión significativos, que apoyarían positivamente una senda de crecimiento más vigorosa de la economía cubana. Mecanismos de asignación de recursos El otro elemento relacionado intrínsecamente a la problemática de la acumulación es el mecanismo subyacente de asignación de recursos, el que se convierte en causa esencial de los problemas de eficiencia y eficacia de las inversiones. Cuba, como otros países socialistas, utilizó un sistema de planes a corto, mediano y largo plazo hasta 1989, después de 1990 se han combinado un conjunto de mecanismos donde se integran aspectos materiales y financieros. Dentro de las instituciones que cumplen esta función se hallan el Plan Anual de la Economía Nacional, el presupuesto del Estado, Caja Central de Divisas y el propio sistema monetario y cambiario dual.12 A partir de estos se administran y asignan centralmente las divisas extranjeras, los insumos y se dirige la acumulación de capital. En el caso de la fuerza de trabajo, lo que se regula es su nivel de calificación, a través de las plazas disponibles en la educación superior y otras enseñanzas de nivel medio-superior, previsiones que son elaboradas con anticipación por los distintos organismos. Esta se ha consolidado como la respuesta institucional ante un contexto caracterizado por necesidades productivas y sociales que exceden la capacidad del país para garantizar su satisfacción. Con ello se asume que este tipo de administración central supera al sistema de precios, las decisiones de muchos agentes descentralizados y los mecanismos de regulación indirecta. Esta solución supone que la compatibilización de fines y medios se logra en el corto plazo y que esta secuencia anual garantiza automáticamente la eficiencia dinámica en el uso de los recursos. Los resultado prácticos, no obstante, presentan una evidencia mixta. En su operación, este mecanismo tiene elevados requerimientos de información para el planificador central junto a grandes costos de procesamiento y coordinación, y se generan incentivos que no estimulan que se provea este tipo de información a los planificadores. Para elaborar el plan anual, el proceso de intercambio de información y retroalimentación entre las empresas y el ente central comienza usualmente con más de seis meses de anticipación. En ese momento, los agentes tienen información muy limitada sobre las condiciones que imperarán en sus mercados respectivos en el período siguiente. Luego, los planificadores imponen ciertas restricciones basadas en sus estimaciones sobre la escasez relativa de recursos claves, que van desde la divisa extranjera hasta el agua, el cemento, el acero, la fuerza de trabajo en el sector de la construcción, el combustible, entre otros. Además, considérese que el planificador tiene un conjunto de preferencias y objetivos, que no tienen que coincidir necesariamente con las empresas o lo consumidores en cada momento del tiempo. Por
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ejemplo, priorizar las inversiones en hospitales o escuelas frente a la construcción de un mayor número de viviendas. A esto se agrega el hecho de que la ausencia de un sistema funcional de precios implica que incluso los mismos agentes no tienen una información precisa de su propio entorno. Adicionalmente, la vulnerabilidad del sistema contable, las distorsiones monetarias y la dimensión de la economía informal sugieren que la información que es traspasada en cada momento al planificador central no es suficiente ni refleja las condiciones reales en que opera la economía. Esto por sí solo explicaría el elevadísimo grado de incumplimiento de los planes año tras año. Desafortunadamente, el diagnóstico que ha prevalecido adscribe estos fallos a la insuficiente exigencia y disciplina en el cumplimiento de lo establecido. Valdría la pena considerar la posibilidad de que en la práctica es sencillamente imposible que un mecanismo de ese tipo funcione adecuadamente. Una situación similar se puede describir para el presupuesto central y la administración central de las divisas. Adicionalmente, en ausencia de un sistema de contrastación adecuado,13 los precios fijados centralmente pueden no reflejar la escasez relativa de insumos, costos de oportunidad o variaciones en la demanda, por lo que los cálculos relativos a productividad y otras magnitudes están sesgados y las decisiones de inversión o consumo se tornan dinámicamente ineficientes. Para la elección entre diferentes opciones, la planificación material es insuficiente. No hay forma de saber cuál es la mejor alternativa. Lo anterior, junto al propio sistema de planificación, los mecanismos de formación de precios y el esquema monetario existente sugieren que el sistema de precios actual contiene información falseada, revelando una estructura de costos desvirtuada que da lugar a malas decisiones en la asignación de recursos a nivel empresarial, sectorial y global. Aunque el mecanismo de asignación central es el dominante en Cuba, existen algunos espacios de asignación descentralizada de ciertos recursos, aunque su importancia sea marginal en términos del impacto económico. En ese caso se sitúan los créditos que otorgan los bancos comerciales para inversión y en menor medida para el consumo. Esta posibilidad se ha ampliado a partir de 2012, a partir de la denominada “nueva política crediticia” que establece los procedimientos para un mayor acceso del sector no estatal y agropecuario al crédito. También contempla aumentar los créditos al consumo, lo que se ha materializado mayormente en el financiamiento para la adquisición de materiales de la construcción.14 Dado que los bancos estarían en mejores condiciones de seleccionar los proyectos de mayor rentabilidad y menor riesgo, es de suponer que mejore la eficiencia en la asignación de recursos temporalmente libres. No obstante, teniendo en cuenta que esta expansión aumentaría la demanda de productos e insumos importados, sin una correspondencia en la capacidad de importación, esto se traduciría en escasez recurrente. Es válido
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58 : Ricardo Torres Pérez recordar que los importadores reciben las divisas de acuerdo al plan anual, la que a su vez depende de la disponibilidad real en el país. Por ello, la liberalización interna de la economía debe correr en paralelo a una promoción efectiva de la exportación. Otro aspecto a tener en cuenta está relacionado con la capacidad real del sistema bancario cubano para acompañar los cambios en la economía cubana y el crecimiento previsto en las transacciones financieras. De acuerdo a Morales (2013), “No se han logrado los avances esperados en la calidad de los servicios bancarios . . . debido a que la demanda de servicios rebasa la capacidad de los bancos, evidenciando que las estructuras y la organización de las propias instituciones no resultan totalmente funcionales y en sintonía con los cambios que se están operando en la economía nacional”. Este tipo de situaciones eran previsibles, pero ilustran la magnitud de las transformaciones y los desafíos que enfrenta el sistema financiero cubano en las nuevas condiciones. Ello refuerza la necesidad de construir un sistema financiero que permita utilizar mejor el capital doméstico, a la vez que canalizar eficientemente el ahorro internacional. Esto estaría ligado a su progresiva actualización y modernización, facilitando el dominio de nuevos instrumentos y el despliegue en el futuro de una banca que cuente con instituciones y/o servicios especializados en segmentos como banca de desarrollo, agropecuaria, micro-finanzas y capital de riesgo. El uso adecuado de las reservas existentes también depende de la unificación monetaria y cambiaria junto a la transformación del esquema de política monetaria, para permitir la eliminación gradual de la segmentación de mercados por tipos de monedas y agentes económicos. Una propuesta en este sentido tiene que con la puesta en funcionamiento de un mercado interbancario, que posibilitará una utilización más eficiente del dinero en la economía nacional (Roselló 2013). También es decisivo el entrenamiento a los recursos humanos, junto a un uso más extendido de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones. Cambios recientes y su impacto probable en el proceso de acumulación En los últimos años, se percibe una mayor sensibilidad hacia los desafíos que plantea la evolución de las variables demográficas en el país, y su impacto multidimensional en las perspectivas de desarrollo. En 2008 se modifica la Ley de Seguridad Social, la que, entre otros cambios, extendió la edad mínima requerida para la jubilación (sesenta y cinco para los hombres y sesenta para las mujeres) y los años de trabajo necesarios para reclamar una pensión. Estas tienen como objetivo dilatar en el tiempo la disminución absoluta de la fuerza de trabajo total, a la vez que aligerar el impacto sobre las cuentas públicas. Otra modificación importante tuvo lugar en las regulaciones migratorias. Bajo
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los mecanismos actuales se espera que la emigración definitiva se contenga, creando condiciones para que un número significativo de cubanos mantenga una relación económica más estrecha con su país de origen. Esto reviste gran importancia por el perfil migratorio que se consolidó desde la crisis económica de fin de siglo,15 y la posibilidad de que una parte de los que se han establecido en el exterior participen en actividades económicas dado el nuevo contexto productivo que está emergiendo. Si bien no se han hecho públicos los detalles del proceso de transformación en la administración pública de las dos nuevas provincias cubanas (Artemisa y Mayabeque), este apunta hacia la búsqueda de mayor eficiencia en las actividades de gobierno, a través de una mayor racionalidad en el gasto público que incluye compactación de instalaciones y servicios conexos junto a la reducción del personal administrativo. Asimismo, observando la evolución del gasto público total (tabla 3.4) se aprecia claramente un esfuerzo significativo en su adecuación a las posibilidades económicas reales de la nación.16 Por otra parte, el personal del Ministerio de Salud Pública se redujo casi un 16 por ciento en 2013 respecto a 2007, mientras que también ha habido reducciones en la esfera de la educación.17 Dado que no se cuenta con información específica acerca del tipo de personal que se ha reducido, es difícil hacer una valoración exhaustiva entre los beneficios inmediatos de un mejor balance fiscal y el impacto (si existe) en la calidad de los servicios. En el ámbito educativo cabe apuntar que desde el punto de vista del desarrollo es una inversión a largo plazo, probablemente la más estratégica que puede hacer una nación. En Cuba, de acuerdo a la opinión prevaleciente, no debe haber habido reducciones en el personal docente, quizá todo lo contrario, y sí en puestos redundantes. En este caso, el beneficio puede ser doblemente positivo. Un peso menor del gasto público puede contribuir positivamente a incrementar el ahorro nacional y la eficiencia en su uso a través de dos mecanismos fundamentales. Por una parte, se estaría reduciendo el efecto “expulsión o crowding-out” sobre el consumo y, sobre todo, la inversión productiva. En la práctica, esto equivale a liberar recursos que pueden ser destinados a
TABLA 3.4. Evolución de los gastos fiscales en Cuba (% del PIB)
Gastos totales Actividades presupuestadas Educación Salud Asistencia social
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
68,2 46,8 12,1 9,9 2,0
78,1 52,2 14,2 10,3 2,1
75,6 52,3 13,2 11,3 1,5
70,0 49,0 12,9 9,7 1,1
66,7 44,5 12,8 10,1 0,5
70,0 40,8 12,0 8,1 0,4
60,2 39,6 10,9 8,0 —
Fuente: Elaboración propia sobre la base de ONEI (varios años).
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60 : Ricardo Torres Pérez inversiones necesarias en otros sectores. Asimismo, es previsible que una parte de ellos puedan ser asignados a través de circuitos descentralizados en el sector privado y cooperativo, lo que podría mejorar significativamente la eficiencia en su asignación.18 En relación al acceso al ahorro externo, el país ha tomado una serie de medidas desde la crisis financiera de 2009–2010, orientadas a poner al día las finanzas externas. Un componente central de esta estrategia ha sido el cumplimiento estricto de las obligaciones externas, incluyendo acreedores, proveedores e inversionistas. Ante la imposibilidad de ampliar sustancialmente el acceso a los mercados financieros externos y la insuficiente dinámica de las exportaciones, el control administrativo de las importaciones y las nuevas deudas han permitido generar continuos superávits en la balanza comercial, que se han erigido como la fuente primaria de financiamiento de esas obligaciones. Asimismo, se ha conseguido la restructuración de una parte sustancial de la deuda externa de la nación. Hasta mediados de 2014, se han alcanzado acuerdos con cuatro de los acreedores más importantes: China, Japón, Rusia y México. Se logró la condonación de una proporción significativa del principal (entre 70 y 90 por ciento) y la reprogramación en condiciones favorables de los pagos. En octubre de 2013 se mantuvieron negociaciones informales con el Club de París. Esta serie de acontecimientos, si se sostienen en el tiempo, marcaría el inicio del gradual retorno del país a los mercados internacionales de capital. No obstante, un acceso pleno depende de la reincorporación a los organismos financieros multilaterales, como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo o el Fondo Monetario Internacional. También pueden contemplarse al inicio alternativas menos ambiciosas como la Corporación Andina de Fomento o el Banco del Sur. Por el momento, el mayor control se tiene sobre las políticas domésticas que giran en torno a la inversión extranjera. En marzo de 2014, la Asamblea Nacional cubana aprobó una nueva ley de inversión extranjera, que representa un paso positivo importante hacia la consolidación de una visión más actual sobre el tema. La nueva normativa amplía el rol de la inversión extranjera dentro del desarrollo del país, destacándose su papel en la diversificación de la matriz energética, el cambio tecnológico, la creación de infraestructura, la promoción de exportaciones y el completamiento de cadenas productivas. Todo esto habla de un papel cualitativamente superior, vinculado a la transformación de la estructura productiva y se plantea que su contribución será decisiva en áreas específicas. En línea con lo anterior, se establecen políticas específicas hacia determinados sectores (once en total), lo que debe permitir potenciar su desarrollo. Asimismo, se concibe la participación de las cooperativas (si bien de forma excepcional), lo que otorgaría mayores oportunidades para proyectos de pequeña escala. Aunque se mantiene la aprobación caso a caso, ahora se establecen
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tres niveles con plazos menores. Ello debe incidir en la agilización y mayor transparencia en todo el proceso, sobre todo teniendo en cuenta la experiencia anterior, que fue desfavorable. Otro aspecto que debería ser tenido en cuenta es asumir la actividad de promoción con mayor rigor. Aunque se propone la elaboración de una cartera de oportunidades de inversión, la labor de atracción de inversiones se disgrega entre varias entidades como la Cámara de Comercio, el Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, las misiones diplomáticas en el exterior, el Centro para la Promoción del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (ProCuba) así como otros órganos “patrocinadores”, que no se especifican. La tendencia internacional, particularmente en los países subdesarrollados muy dependientes de estos flujos, favorece la creación de entidades especializadas, enlazadas estrechamente con el sector productivo. Conclusiones El análisis anterior muestra que el proceso de acumulación en Cuba exhibe una combinación de problemas estructurales que han mantenido las tasas de inversión en niveles muy deprimidos. Un primer grupo de dificultades tienen que ver con la escasez de recursos de inversión, derivados de bajos niveles de ahorro doméstico y un limitado acceso a recursos externos. El segundo factor se asocia a la baja eficiencia y eficacia de las inversiones, lo que exacerba el problema anterior. Estos dos aspectos, a su vez, son la consecuencia de las propias insuficiencias del mecanismo de asignación de recursos, que genera un aprovechamiento deficiente de los escasos recursos disponibles, tanto por la pobre elección de los destinos como por las rigideces del proceso en sí mismo. Estas interrelaciones explican un mecanismo de auto-reforzamiento o “círculo vicioso” que magnifica sus efectos perjudiciales en la economía. La ineficiencia en el uso de los recursos, disminuye el retorno esperado de las inversiones, lo que genera menor productividad y crecimiento económico, y por lo tanto, menos recursos disponibles para acumulación en el período siguiente. Esto hace que se incumplan reiteradamente los compromisos externos, y esto a su vez, aleja aún más al país de las fuentes externas, lo que continúa alimentando el ciclo. En este contexto de baja efectividad en el uso de los recursos, un aumento súbito de la inversión puede terminar siendo un gran desperdicio, con impacto probable mínimo en crecimiento económico.19 Por ello, no solo es pertinente considerar el conjunto de opciones en cada esfera, sino la secuencia en su implementación. Cierta precedencia razonable del ordenamiento doméstico sería aconsejable, máxime en un escenario donde la mayoría de las instituciones de una economía moderna, o son muy jóvenes, o están por crearse. El programa de cambios instrumentado a partir de los Lineamientos ha comenzado a romper ese ciclo perverso. No obstante, se han producido cambios
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62 : Ricardo Torres Pérez muy tímidos en el mecanismo de asignación, por lo que una parte esencial de alimentación del ciclo permanece casi intacta, lo que augura una trayectoria difícil, con bajo crecimiento e innecesaria prolongación de las penalidades para el pueblo cubano. La crisis financiera de 2009–2010, reveló claramente las debilidades del modelo de acumulación cubano. Una vez más, los hechos mostraron que la mejoría de las condiciones externas, de la mano de los lazos con Venezuela, no sustituye a las imprescindibles transformaciones en el modelo económico cubano. Aquellas solo traen un alivio perecedero, estas pueden catapultar a Cuba hacia un nuevo status económico. La magnitud de los problemas parece abrumadora, por lo que será necesario poner en práctica pragmáticamente todas las políticas que movilicen efectivamente todas las reservas internas y externas, recorriendo el conjunto de aspectos que han sido abordados anteriormente. N O TA S 1. La restricción externa remite a la escasez crónica de divisas extranjeras que padece Cuba, lo que se ha identificado como uno de las restricciones claves al crecimiento económico. Este fenómeno tienen muchas causas, domésticas y externas. Entre las primeras, la escasa dinámica secular de las exportaciones, la ineficiente asignación de recursos, la baja eficiencia económica. En el ámbito externo, se hallan el aislamiento del sistema Bretton Woods y otras instituciones financieras multilaterales, el bloqueo de Estados Unidos, el historial crediticio de la nación, entre otros. 2. El rendimiento de los fondos básicos puestos en explotación refleja la razón entre el monto de los fondos incorporados a la producción y el total invertido en un período de tiempo, generalmente un año. Es una medida de la eficiencia del proceso inversionista. 3. Se refiere al período 2001–2008, en el que vuelven a utilizar mecanismos ortodoxos de planificación central, con un margen reducido de autonomía de parte de las empresas. En ese marco se creó la denominada “Cuenta Única” de ingresos del Estado, a partir de la cual un órgano central asignaba discrecionalmente los recursos a los diferentes agentes económicos. 4. Las cifras han sido normalizadas para eliminar el efecto de la escala. En este caso, los ferrocarriles mediante la superficie territorial, y la energía y comunicaciones a través de la fuerza de trabajo. Esta es un método estándar en este tipo de trabajos (Calderón y Servén 2010). 5. En este aspecto es preciso apuntar que el modo predominante en las exportaciones cubanas de servicio (envío de profesionales) no requiere un gran despliegue de infraestructura nacional, dado que la actividad económica se realiza fuera de las fronteras. Asimismo, el volumen de comercio de bienes ha crecido a tasas muy bajas, lo que implica que tampoco por este canal se crea una fuerte demanda de infraestructura física. El análisis debe realizarse en término de las oportunidades perdidas, el impacto en la eficiencia general y la posibilidad de que estas tendencias se modifiquen a partir de los cambios actuales al modelo económico cubano. 6. Describe la cantidad de personas en los rangos 0–14 y 60-más años respecto a la población en edad laboral. 7. Esto ha sido un factor decisivo para justificar el controvertido esquema monetario del país, con tipos de cambio múltiples y base monetaria dual (De la Torre y Ize 2013; Vidal y Pérez 2013). 8. El último de estos episodios tuvo lugar a partir de 2009, lo que forzó a una suspensión de pagos “de facto” y la renegociación de varios compromisos externos (Mesa-Lago y Vidal 2010). 9. Una evaluación de la importancia de la reincorporación de Cuba a instituciones como el
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Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional y algunos mecanismos para hacerla posible a mediano plazo se halla en Feinberg (2011). 10. La inversión extranjera ha sido el flujo más dinámico en la economía mundial en los últimos treinta años, independientemente de la región o nivel de desarrollo de los países. Ha aumentado incluso más rápidamente que el comercio, entre otros aspectos, porque ella misma arrastra otro tipo de flujos, en la medida en que se crean y consolidan cadenas globales y regionales de valor. 11. Este cálculo se hace sobre la base de lo recomendado en Guilarte (2014), una vez que se revisaron varias fuentes que estiman los envíos hacia Cuba, las que varían significativamente. Por ejemplo, según Havana Consulting Group (http://www.thehavanaconsultinggroup.org), el valor de los envíos monetarios alcanzó los 2,605 millones de dólares en 2012, con un monto similar estimado en especie (insumos, etc.). 12. Este tipo de esquema constituye en última instancia una respuesta ante un problema esencial asociado a la escasez crónica en la oferta de divisas convertibles, lo que a su vez se deriva de un desajuste en la balanza de pagos. El esquema permite, por un tiempo, asignar centralmente las divisas en función de la importancia “sistémica” del demandante, por ejemplo, importación de alimentos, energía, productos básicos. Estos arreglos se han ensayado en otros contextos en el pasado, incluso en 2014 existen otros dos países en América Latina (Argentina y Venezuela) que usan dualidad cambiaria y control de cambios. La evidencia empírica (De la Torre y Ize 2013) sugiere que son métodos muy costosos e ineficientes y que deben ser abandonados tan pronto como sea posible. La dificultad del caso cubano radica en que su uso se ha dilatado considerablemente en el tiempo y forma parte de un conjunto más amplio de mecanismos centrales para la asignación de recursos, lo que implica que la economía ha estado sujeta a profundas distorsiones durante un período prolongado, con nefastos efectos no solo en términos estáticos sino dinámicos (comportamientos, preferencias, informalidad). 13. Se dice que un día Stalin, bromeando acerca de las perspectivas de la revolución socialista, pronosticó que esta sería victoriosa en el mundo entero excepto en Nueva Zelanda. Interrogado acerca de esta peculiar excepción, dijo que se necesitaría un lugar del cual tomar los precios de referencia (Hausmann 2008). 14. Estos representaron el 90 por ciento del monto total concedido al cierre de 2012 (Morales 2013). 15. Una gran proporción de los migrantes son personas en edad laboral y reproductiva, precisamente el segmento que tiene un mayor impacto en el crecimiento natural de la población y la producción. 16. No obstante, es necesario tener en cuenta la existencia de cuasi-fiscalidad en el caso cubano, lo que hace menos creíble el análisis de los indicadores fiscales disponibles como vía para determinar la posición fiscal del Estado (Hidalgo y Doimeadiós 2012). 17. Anuario estadístico de Cuba (La Habana: Oficina Nacional de Estadísticas e Información, ONEI, varios años). 18. Se debe tener en cuenta que estos requiere una modificación en los circuitos de asignación actuales, y una mejoría en las señales que reciben estos agentes económicos. 19. Junto a ello, pueden reproducirse otros males como la corrupción y toda clase de delitos económicos, con efectos deplorables sobre el tejido social e institucional.
BIBLIOGRAFÍA Banco Mundial. The Growth Report: Strategies for Sustained Growth and Inclusive Development. Washington, DC: Commission on Growth and Development, 2008. Barceló, Anabel. “Institucionalización del mercado de remesas en América Latina y el Caribe: un
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SAIRA PONS PÉREZ
Balance de cuatro años de reformas en el sistema tributario cubano RESUMEN En este trabajo se realiza una sistematización de la reforma tributaria que ha acompañado al proceso de descentralización y ampliación del sector no estatal en el período 2010–2014. Algunos elementos abordados son el impacto de estos cambios en el presupuesto y sus implicaciones para la distribución del ingreso; las distorsiones generadas por la nueva estructura de incentivos y el reparto de beneficios fiscales; el impacto real de la reforma en los gobiernos locales; y los cambios generados en materia de instituciones tributarias, con especial énfasis en los determinantes de la evasión.
A B S T R AC T This article tracks the key aspects of tax reform in Cuba from 2010 to 2014. Some of the topics considered are the impact of reform on national budget and the redistribution of income, the allocation of special treatments and its implications for investment and competition, fiscal decentralization versus real decentralization, and the determinants of tax evasion.
Es un hecho ampliamente reconocido que el desarrollo de los sistemas tributarios está condicionado por la forma en la que se reparte la propiedad en una sociedad. En el caso cubano, el predominio de empresas estatales y la administración centralizada de los recursos mediante el sistema nacional de planificación, habían relegado a los tributos a un plano formal y secundario. Por un lado perdían importancia como mecanismo de financiamiento del gasto público, al existir la posibilidad de recaudar también las utilidades después de impuestos y los diferenciales de precios. Por otro no tenían sentido como instrumento regulador del comportamiento de empresas y ciudadanos, al no estar extendidas las relaciones de mercado. Es así como durante décadas se fue acumulando un deterioro profundo de las instituciones relacionadas a la tributación. Dicha situación comienza a cambiar en el año 2010, cuando, en respuesta a una necesidad de reducción de los empleados estatales, se emiten una serie de resoluciones que facilitaron la expansión del sector no estatal. En particular, la Resolución No 32 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), publicada en la Gaceta Oficial No 12 del 2010, amplió las posibilidades del empren-
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Balance de cuatro años de reformas : 67 dimiento privado con la autorización de nuevas categorías de actividades para el otorgamiento de licencias y el levantamiento de una serie de importantes restricciones (Garcimartin, Pérez y Pons 2013).1 El número de emprendedores privados —conocidos en Cuba como “cuentapropistas”— se duplicó en menos de un año y ha continuado creciendo hasta alcanzar los 504 mil a inicios del 2015, más del 8 por ciento del empleo en el país.2 Otras esferas del sector no estatal también han sido impulsadas. En diciembre de 2012 fue autorizada por primera vez la creación de cooperativas no agropecuarias mediante el Decreto Ley No 305, en el que también se establecen una serie de garantías e incentivos, que expresan la voluntad política de fomentar esta forma de organización. Más recientemente fue aprobada una nueva Ley de Inversión Extranjera —la Ley 118 de 2014— con el propósito de ampliar la captación de capitales y aumentar su participación en la economía. Además se está a la espera de algunas resoluciones del Ministerio de Finanzas y Precios, que transformarán las relaciones de las empresas estatales con el Presupuesto del Estado, otorgando a las primeras mayor autonomía en el uso de las utilidades después de impuestos.3 El objetivo de este trabajo es sistematizar la reforma tributaria que ha acompañado al proceso de descentralización antes descrito, considerando el período 2010–2014. La presentación se ordenará de acuerdo a los diferentes regímenes establecidos por grupos de agentes, en aras de facilitar la comprensión del impacto que estos cambios han tenido sobre los actores económicos. Siendo así, la segunda sección presenta a modo de introducción un breve análisis de los aspectos más generales de la Ley No 113 del Sistema Tributario. Luego la tercera sección es dedicada a los regímenes especiales para el sector no estatal de origen cubano. En la cuarta se evalúan de forma comparada las obligaciones de empresas estatales, extranjeras y aquellas que se ubicarán en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel. En la quinta sección se hace un breve análisis de las fuentes de financiamiento de los gobiernos locales y el papel de la nueva contribución territorial para el desarrollo local. Seguidamente se aborda el problema de la evasión tributaria y por último las conclusiones. La Ley No. 113 del Sistema Tributario como marco general de la reforma Para comprender los cambios que propone la Ley No 113 del Sistema Tributario de 2012, es necesario analizarla a la luz de las condiciones de partida y los objetivos perseguidos con la aplicación de esta. En primer lugar, la ley surge en un momento en el que es necesario preparar condiciones para la paulatina sustitución de los ingresos no tributarios por tributarios, con vistas a la mayor participación del sector no estatal en la economía y la relativa independencia de las empresas estatales. Aún en 2013, el peso que tenían las captaciones de origen no tributario en los ingresos del Estado era
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68 : Saira Pons Pérez el 40 por ciento. De ello el 30 por ciento explicado por la retención de las utilidades después de impuestos de las empresas estatales —más conocido en Cuba como el Rendimiento de la Inversión Estatal— y el 70 por ciento asociado a ganancias por diferenciales de precios en el comercio exterior (ONEI 2014). Adicionalmente, el control de precios en el mercado interno aportaba otro 30 por ciento por concepto de impuestos de circulación. Siendo este último la diferencia entre el precio de venta dictado por el Ministerio de Finanzas y los costos de producción, menos un pequeño margen de ganancia autorizado para la empresa. De esta manera, el proceso de descentralización atenta contra las vías tradicionales para captar no menos del 70 por ciento de los ingresos públicos (40 por ciento no tributarios y 30 por ciento impuestos de circulación) y hace que un objetivo fundamental de la reforma sea la creación de nuevos canales de financiamiento (ONEI 2014).4 La Ley No 113 establece diecinueve impuestos, tres contribuciones y tres tasas. En ocasiones se afirma que incorpora nueve tributos en relación al régimen anterior (Ley No 73 de 1994), sin embargo muchos de estos ya eran considerados aunque con un menor grado de desagregación (ver anexo 4.1). En realidad el limitado alcance que había tenido el sistema se debió en parte a que muchos de los impuestos legislados nunca habían sido implementados. Ejemplo de ello era el impuesto sobre la propiedad de determinados bienes y el impuesto para la protección del medio ambiente. Siendo así, la reforma actual parece estar basada no tanto en la proposición de nuevas figuras o hechos imponibles, como en la creación de mecanismos para llevarlas a efecto y en su aplicación sobre los nuevos actores económicos. En la última sección se analizará el avance de los cambios institucionales necesarios, entre ellos el rediseño de los procesos de gestión de la administración tributaria y las acciones para la educación fiscal. Un principio fundamental en la implementación de la ley ha sido la gradualidad, lo que responde por un lado al escaso desarrollo de las instituciones tributarias y por otro a los cambios que se desarrollan en el resto del sistema económico. Durante 2013 fueron implementados dieciocho de los veinticinco tributos reconocidos y ya en 2014 solo permanecían completamente inactivos tres impuestos relativos a la propiedad. Sin embargo, quizás lo más significativo en la gradualidad es que los tributos no están siendo aplicados sobre todos los sujetos susceptibles a ser gravados, lo que tiene importantes implicaciones como se verá más adelante. Aún en la liquidación del presupuesto del Estado para el año 2013 no se constata un cambio importante ni en la recaudación de origen tributario ni en la estructura global de los ingresos (anexo 4.2). Hay que considerar que si bien las transformaciones del régimen para cuentapropistas comenzaron en el 2010, no es hasta 2013 que se inicia la reforma integral del sistema con la implemen-
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Balance de cuatro años de reformas : 69 tación de la Ley 113. Durante 2013 la recaudación tributaria total de hecho decreció un dos por ciento respecto al año anterior, producto de la contracción de las ventas minoristas y la consecuente disminución en un cinco por ciento de la recaudación por impuesto de circulación, que como habíamos mencionado representa casi el 30 por ciento de los ingresos al presupuesto. La Ley 113 retoma la sustitución del impuesto de circulación por el de ventas, algo que ya había sido planteado en la legislación de 1994 sin resultados. Ello implicaría pasar a un impuesto convencional sobre el total de ingresos por ventas, que sería el 10 por ciento en el caso del comercio minorista y el dos por ciento en ventas mayoristas. La diferencia fundamental respecto al IVA es que no permite descontar el impuesto pagado en el precio de los insumos. Ya en 2013 este impuesto fue aplicado sobre las nuevas figuras no estatales y en la comercialización minorista estatal de algunos productos alimenticios, tabacos y productos industriales. En la Ley del Presupuesto para el año 2015 el impuesto sobre ventas se generaliza a la comercialización minorista de bienes en pesos (CUP), las ventas minoristas y servicios a la población en pesos convertibles (CUC) y a las ventas mayoristas. Otro tributo cuya recaudación total se reduce un 17 por ciento en 2013, es el impuesto por la utilización de la fuerza de trabajo. Que es aplicado sobre la nómina salarial de empresas tanto estatales como no estatales y antes de la reforma representaba el nueve por ciento de los ingresos presupuestarios. En este caso la propia Ley 113 establece un cronograma para la reducción general de la tasa impositiva, que pasó del 25 por ciento en 2012, al 20 por ciento en 2013 y así paulatinamente hasta llegar al cinco por ciento a partir de 2017. El impuesto sobre las utilidades y la contribución a la seguridad social, que son otros tributos directos que ya eran aplicados sobre el sistema empresarial y no fueron sujetos a una reforma general, mantuvieron un comportamiento estable. En el caso particular del impuesto sobre utilidades, no obstante, se definen un conjunto importante de beneficios y regímenes especiales que podrían suponer una pérdida significativa de recaudación en el futuro. Varios de estos fueron anunciados en la Ley No 118 para la Inversión Extranjera, que apenas inició su aplicación a finales de junio de 2014. Varios de los tributos que son aplicados por primera vez en esta reforma —tales como los impuestos medio ambientales y la contribución territorial para el desarrollo local— son agrupados en las cifras oficiales bajo la categoría de otros impuestos y derechos. El crecimiento que esta categoría experimentó en 2013 fue de un 19 por ciento, aun con una implementación muy limitada en pocas regiones del país. Ello no alcanzó a impactar significativamente la estructura del presupuesto pues apenas representó el tres por ciento de los ingresos totales. Algo similar ocurre con la recaudación del impuesto sobre los ingresos
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70 : Saira Pons Pérez personales, que fue reformado desde el 2010 para el caso de los cuentapropistas y desde entonces ha acumulado un crecimiento del 88 por ciento. En 2013 aún el peso de esta figura en el presupuesto no sobrepasaba el dos por ciento, pues solo había sido aplicado sobre las rentas provenientes del trabajo por cuenta propia y las gratificaciones obtenidas en empresas extranjeras, que enfrentan además importantes restricciones para el crecimiento como se observará más adelante. A este grupo se suma en 2014 la remuneración de los artistas y otros trabajadores de la cultura, y en 2015 se extiende hacia los ingresos de atletas y especialistas del deporte, así como a las remuneraciones que en adición al salario básico reciben los trabajadores de empresas estatales. Pareciera ser que aún existen amplias posibilidades de aumentar la recaudación, solo a través de la implementación universal de los impuestos contemplados en la Ley 113. No obstante es importante señalar que hasta 2013 la carga tributaria en la economía cubana (recaudación tributaria como porcentaje del producto interno bruto, o PIB) aproximaba el 40 por ciento, muy por encima de la media de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) (25 por ciento) y por supuesto de América Latina y el Caribe (17 por ciento) (ONEI 2014; Corbacho, Fretes y Lora, 2012). Lo anterior sugiere dos alertas. En primer lugar que el límite al incremento de los ingresos presupuestarios está más determinado por el estancamiento del propio PIB que por el sistema tributario. Existe el riesgo de que un énfasis en el aumento de las obligaciones limite en demasía los recursos que quedan disponibles en el sistema empresarial y los hogares para realizar inversiones o consumo privado. En segundo lugar, dicha cifra obliga a evaluar cuidadosamente la distribución de la carga fiscal, para lo cual es necesario partir del principio de equidad y progresividad, que indica —a grandes rasgos— que aquellos que tienen una mayor capacidad contributiva deben soportar una carga fiscal superior, de la misma manera en que los grupos con capacidad contributiva similar realizan aportaciones equivalentes. Ambos son elementos que intervienen en el desarrollo del contrato social y ofrecen legitimidad al Estado. En el caso de Cuba un primer elemento es que alrededor del 30 por ciento de los ingresos del Estado provienen de impuestos indirectos, que son pagados por los consumidores en el precio de los bienes y servicios adquiridos, con independencia de la capacidad contributiva de cada cual. En segundo lugar, como ya fue advertido, el impuesto sobre la renta personal es aplicado solo de forma selectiva sobre determinadas fuentes de ingresos, ello debido a la incapacidad objetiva de la administración tributaria para determinar y verificar la renta global de todos los contribuyentes potenciales. Algunos estudios empíricos realizados en el año 2007, sugerían que los núcleos familiares con cuentapropistas presentaban como promedio ingresos
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Balance de cuatro años de reformas : 71 superiores a la media nacional en un 24 por ciento, de la misma forma en que aquellos que tenían acceso a divisas por diversos medios, mostraban ingresos superiores en un 40 por ciento (Rosales 2007). Siendo así podría considerarse que las fuentes que están siendo gravadas se relacionan en términos generales a los estratos de mayor capacidad contributiva. No obstante el problema de equidad persiste pues no todos los que tienen altos ingresos contribuyen. En una situación ideal, para valorar efectivamente quienes tienen mayor poder adquisitivo habría que considerar todas las fuentes de ingresos, lo que también incluye remesas, intereses por depósitos bancarios e incluso las pensiones y jubilaciones. Evidentemente la persona que vive solo de su jubilación tendrá menor capacidad contributiva que aquella que recibe una jubilación, más remuneraciones por contratos de trabajo, más remesas u otros. Lo que hace la diferencia y define el poder adquisitivo no es la fuente del ingreso, sino el monto recibido por diversas vías. Por otro lado, los gastos mínimos necesarios para vivir de forma decorosa varían en cada caso, no siendo los mismos para un adulto soltero que para un padre de familia por solo citar un ejemplo. Por ello, algunos países permiten optar por declaraciones familiares, y toman en cuenta situaciones especiales como accidentes y desastres naturales (ver Vázquez 2013). El tipo de tributación individual y selectiva aplicada actualmente en Cuba, si bien responde a las condiciones de la administración tributaria, afecta la percepción de justicia del sistema, pues el impuesto es asimilado como una penalización sobre determinadas actividades, que no siempre tuvieron aceptación en el entorno de la revolución. Ello perturba el papel que debería cumplir este tributo desde el punto de vista de la educación cívica, en cuanto a comprender los impuestos como una obligación de todos los ciudadanos. En el caso de las empresas se establece una serie de regímenes especiales con beneficios diferenciados, en aras de incentivar la inversión en determinados sectores y la adopción de ciertas formas organizativas. Este tipo de diferenciación y sus efectos será parte central del análisis en secciones posteriores. Es importante resaltar aquí una orientación similar a los regímenes latinoamericanos que tienden a imponer una carga menor en aquellas rentas con mayor capacidad de movimiento, en particular hacia el exterior del país. Lo anterior sucede tanto en la tributación de las empresas, como de las personas naturales. Por ejemplo, en el caso del impuesto sobre utilidades la carga tributaria es menor para las empresas extranjeras, mientras que en el régimen del impuesto sobre ingresos personales se exonera a las remesas y existe un tipo impositivo menor para los ingresos obtenidos en el exterior. De esta manera, aquellos que más capacidad de contribución tienen, son precisamente quienes pagan menos. En las próximas secciones se analizarán los diversos regímenes especiales
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72 : Saira Pons Pérez establecidos en Cuba, agrupados de acuerdo al tamaño actual de los negocios. La sección tres estará dedicada a los contribuyentes pequeños y medianos y la sección cuatro a las empresas de mayores dimensiones. Regímenes especiales para el sector no estatal de origen cubano Para los cubanos residentes en el territorio nacional existen cuatro vías fundamentales a través de las cuales desarrollar un proyecto o negocio independiente. Estas son ser un cuentapropista, conformar una cooperativa no agropecuaria, ser un agricultor privado o cooperativista y ser un artista o creador del sector de la cultura. En el caso de los cuentapropistas existe una lista de doscientas y una actividades para el otorgamiento de licencias, enfocadas en producciones y servicios que no requieren en su mayoría una alta calificación profesional, como son la elaboración y venta de alimentos, la transportación de pasajeros y de cargas, el arrendamiento de casas y habitaciones, peluquerías, sastrerías y otros (Resolución No 32 de 2010, Ministerio del Trabajo y la Seguridad Social). Para las cooperativas no agropecuarias no se establecen restricciones en cuanto al tipo de actividad, si bien hasta el momento también se han concentrado en sectores que no requieren una alta calificación. Parte importante de las mismas han sido conformadas a través de la decisión del gobierno, de transformar una empresa estatal en cooperativa. Aunque también existe la posibilidad de presentar proyectos ante las instancias municipales del Poder Popular, donde, tras un proceso de evaluación, se eleva la propuesta a la Comisión de Implementación y al Consejo de Ministros para la autorización final. Hasta mayo de 2014 habían sido aprobadas 498 cooperativas no agropecuarias, de las cuales el 77 por ciento es de origen estatal (Decreto Ley No 305 de 2012, Consejo de Estado) (Piñeiro, 2014). De conjunto, los cuentapropistas, cooperativistas y agricultores privados, representaban en 2012 el 25 por ciento del total de ocupados en el país. En el caso del sector de la cultura no se cuenta con información desagregada, si bien junto al deporte genera aproximadamente el cuatro por ciento del empleo (ONEI 2013). Los grados de independencia respecto a las instituciones estatales varían entre estos cuatro grupos. Podría decirse que los cuentapropistas encabezan el ranking, en tanto las únicas obligaciones establecidas son cumplir con las regulaciones y el pago de los impuestos. En algunos casos se ejerce la posibilidad de brindar servicios o arrendar locales a entidades estatales, pero siempre mediante contratos de mutuo acuerdo. Le siguen las cooperativas no agropecuarias, pues si bien pueden tomar decisiones de forma autónoma, tienen mayores vínculos con el Estado. En primer lugar, aquellas que resultan de la transformación de una empresa estatal
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Balance de cuatro años de reformas : 73 en cooperativa, nacen con un encargo social bien definido. Por esta razón, se creó el “Fondo de Fideicomiso Público” destinado a aquellas que por sus condiciones iniciales no sean sujeto de crédito y pueden continuar accediendo a los insumos que le eran asignados a través del Plan. Otras características de su tratamiento especial en relación al resto del sector no estatal es que disfrutan un 20 por ciento de descuento en precios mayoristas y minoristas, pueden asociarse con capital extranjero y se proyecta la posibilidad de que realicen exportaciones e importaciones.5 Los artistas comúnmente se asocian a una empresa estatal que es la encargada de comercializar las obras y en algunos casos facilitar el acceso a insumos. Dicha empresa suele tener carácter de monopolio y es por esto que establece una relación jerárquica —más que de libre acuerdo— en la que determina los términos de cada contrato, los precios de comercialización y las respectivas remuneraciones. De acuerdo a la legislación, si se trata de la venta de una obra original de las artes plásticas, la empresa puede retener hasta el 50 por ciento del precio de venta en el caso de que haya sido adquirida en firme por una galería y hasta el 40 por ciento si la obra fue entregada en consignación a la galería y vendida a través de ella. En el caso de obras por encargo, ventas en ferias y otros, puede retener hasta el 30 por ciento (Resolución No 374 de 2013, del Ministerio de Finanzas y Precios). Asimismo, retiene hasta el 30 por ciento del valor de los contratos de servicios artísticos en las manifestaciones de la música y las artes escénicas (Resolución No 70 de 2013, del Ministerio de Cultura). Por último los agricultores —y en particular las cooperativas agropecuarias— también quedan subordinados a las empresas del Estado. Con las cuales establecen compromisos para la entrega de determinados volúmenes de producción y reciben insumos que serían totalmente inaccesibles por otras vías. Los precios que se establecen para este intercambio suelen ser muy inferiores a los de mercado, sin embargo los compromisos no son opcionales para gran parte de los agricultores. Estos solo pueden acudir a mercados de libre oferta y demanda una vez que hayan cumplido con el Estado. En términos de tamaño, aun cuando en ningún caso existan límites para la contratación de fuerza de trabajo, sí ha sido manifestado explícitamente que “en las formas de gestión no estatales no se permitirá la concentración de la propiedad en personas jurídicas o naturales” (Lineamiento No 3, VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, PCC). Esta restricción se manifiesta con menor fuerza en el caso de las cooperativas, por considerarse “una forma socialista de propiedad colectiva” (Lineamiento No 25, VI Congreso del PCC). De la misma manera en que recae con más fuerza sobre los cuentapropistas, por tratarse de una forma de propiedad privada con alto grado de independencia. Desde el punto de vista legal, solo las cooperativas son consideradas personas jurídicas y el resto de las formas no estatales constituyen personas naturales,
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74 : Saira Pons Pérez TABLA 4.1. Impuesto sobre la renta en el sector no estatal de origen cubano Cuentapropistas y artistas Ingresos netos anuales
Tipo impositivo
Hasta 10 mil 10 mil–20 mil 20 mil–30 mil 30 mil–50 mil Exceso de 50 mil
15% 20% 30% 40% 50%
Cooperativas no agropecuarias Utilidad fiscal per cápita anual Hasta 10 mil 10 mil–20 mil 20 mil–30 mil 30 mil–50 mil El exceso de 50 mil
Sector agricultura
Tipo impositivo
Ingresos netos anuales
Tipo impositivo
10% 15% 25% 35% 45%
Hasta 12 mil 12 mil–24 mil 24 mil–48 mil 48 mil–72 mil 72 mil–100 mil
10% 15% 20% 30% 35%
100 mil–150 mil El exceso de 150 mil
40% 45%
Fuente: Ley No 113 del Sistema Tributario, Gaceta Oficial de Cuba, 21 de noviembre de 2012.
lo que tiene importantes implicaciones para la tributación, el acceso a créditos bancarios y otros.6 Uno de los principales mecanismos para regular el tamaño de estos sectores ha sido el establecimiento de impuestos progresivos. En el caso de los cuentapropistas, agricultores privados y artistas, se utiliza el impuesto sobre los ingresos personales, acorde a su condición de personas naturales. Mientras que para las cooperativas se utiliza un régimen especial, también progresivo, sobre las utilidades netas del negocio. En la tabla 4.1 se presenta un resumen de dichas obligaciones. Para calcular los ingresos netos (y las utilidades netas per cápita) que son llevados a la escala, se sustraen de los ingresos brutos a los siguientes elementos: los gastos deducibles autorizados en cada caso; el resto de los tributos pagados; un umbral de diez mil pesos exentos de impuestos, que en el caso de las cooperativas sería multiplicado por el número de socios. En primer lugar llama la atención el monto de ingresos netos (o utilidades) donde se alcanzan las escalas máximas. Para los cuentapropistas, los artistas y las cooperativas no agropecuarias, dicho monto es cincuenta mil pesos cubanos (CUP), que serían equivalentes a dos mil pesos convertibles (CUC) en un año. Muchos de estos negocios adquieren insumos en mercados en (CUC), donde la formación de precios está determinada por el tipo de cambio oficial (1 CUC = 1 USD) y amplios márgenes comerciales; lo que hace que en la práctica parte importante de los artículos deban ser adquiridos a precios elevados en relación a su media internacional. Tal incongruencia entre escala de ingresos y niveles
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Balance de cuatro años de reformas : 75 de precios, es un primer factor que limita significativamente las posibilidades para la inversión. Otro elemento que resalta, es el diseño de incentivos en función del tipo de organización y sectores que se desea promover. En particular el régimen de la agricultura es el que presenta una menor carga impositiva, a lo que se adiciona —mediante la Ley No. 117 de 2014— el establecimiento de una exención temporal sobre el pago de todos los impuestos, exceptuando aquel por la ociosidad de las tierras. Por otro lado el tipo impositivo aplicado a la utilidad fiscal per cápita de las cooperativas no agropecuarias, es un cinco por ciento inferior a las tasas que deben pagar los cuentapropistas y los artistas por sus ingresos personales. Esta última diferencia aumenta considerablemente si se evalúa la deducción de gastos. Mientras a las cooperativas le son reconocidas las erogaciones que reflejan sus sistemas contables, a los cuentapropistas y a los artistas solo se les permite deducir determinados porcentajes estandarizados en relación al total de ingresos. Específicamente los artistas, los restaurantes (paladares) y las cafeterías deducen un monto equivalente al 50 por ciento de sus ingresos brutos, siendo este el mayor porcentaje permitido (Resolución 21 de 2013, Ministerio de Finanzas y Precios). La estandarización de los gastos condiciona de antemano el margen de utilidad mínimo que debe tener el negocio y por ende, genera un alto grado de incidencia sobre los precios. Las cafeterías, por ejemplo, no podrían permitirse menos de cincuenta centavos de ganancia por peso de venta, pues la carga fiscal aumentaría más allá de la escala oficial e incluso podría superar el 100 por ciento. En el caso de los artistas existe el agravante de las retenciones de la empresa comercializadora estatal. El motivo de este tipo de métodos estandarizados en pequeños contribuyentes, es que resultaría demasiado costoso para la administración tributaria verificar mediante registros contables los gastos —e incluso ingresos— reales de cada caso. Es una forma de reducir los costos de recaudación y cumplimiento. Un problema que enfrenta el régimen aplicado a las cooperativas es que genera inequidad en la carga tributaria hacia el interior de las mismas. La utilidad fiscal per cápita se determina a partir de dividir la utilidad neta de la empresa entre la cantidad de miembros, a lo que se le aplica la escala progresiva mostrada en la tabla 4.1. El resultado se vuelve a multiplicar por la cantidad de socios y es así como se llega al monto a pagar por concepto de impuestos. De esta manera la obligación es repartida por igual entre los cooperativistas, cuando en realidad hay socios que reciben mayores beneficios que otros. Aquellos que menos ganan perciben una carga tributaria superior y por ende se convierte en un sistema regresivo. Una posible solución al problema anterior sería exigir a los miembros de
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76 : Saira Pons Pérez TABLA 4.2. Otras obligaciones del sector no estatal de origen cubano en 2014 Impuesto sobre ventas Cuentapropistas
10% ventas minoristas
Artistas Cooperativas no agropecuarias Agricultura
No se aplica 10% ventas minoristas 2% ventas mayoristas Exención temporal
Por la utilización de la fuerza de trabajo 15% sobre base progresiva No se aplica 15% Exención temporal
Fuente: Elaboración propia a partir de la Ley No 113 de 2012, la Resolución No 427 de 2012 y la Resolución No 382 de 2013, ambas del Ministerio de Finanzas y Precios.
la cooperativa el pago de impuestos sobre los ingresos personales en lugar de las utilidades per cápita, lo que les permitiría presentar declaraciones juradas independientes. Otras obligaciones comunes son el impuesto sobre ventas y por la utilización de la fuerza de trabajo, que pueden observarse en la tabla 4.2. El impuesto sobre ventas tiene una aplicación bastante homogénea en aquellos agentes donde tiene lugar. La diferencia radica en el derecho a participar o no, de los diferentes tipos de mercado. Ello no sucede con el impuesto por la utilización de la fuerza de trabajo, pues en el caso de los cuentapropistas se considera una base imponible que va incrementando en la medida en que se contrata mayor número de empleados. Esta es otra manera de restringir la acumulación de propiedad en manos privadas si bien penaliza la creación de empleos de forma legal.7 En síntesis podría decirse que el diseño de los regímenes especiales para el sector no estatal de origen cubano responde fundamentalmente al objetivo de controlar el crecimiento de los negocios, sobre todo en los cuentapropistas. Como se verá más adelante, una consecuencia ha sido altos niveles de evasión. Asimismo se establecen tratamientos diferenciados en aras de incentivar la formación de cooperativas y el sector agropecuario. El costo de estos incentivos es cierto grado de inequidad en la distribución de la carga fiscal, un desbalance en el terreno de juego que afecta la formación de mercados competitivos y una ventana para la eludir parte de las obligaciones tributarias, bajo la fachada de una cooperativa. Empresas estatales, inversión extranjera y Zona Especial de Desarrollo Esta sección presenta y compara los regímenes impositivos que afectan a las empresas de mayores dimensiones en la economía cubana. Las que en conjunto explican el 96 por ciento de los ingresos en el Presupuesto del Estado.
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Balance de cuatro años de reformas : 77 En 2011 había 2697 empresas de este tipo en todo el país, con una cantidad de empleados promedio igual a 575. De estas, unas 170 constituían asociaciones con capital extranjero (ONEI 2013; Vidal, Pérez y Pons 2012). Una característica que es relevante desde el punto de vista del diseño de la política tributaria, es que suelen tener poder de monopolio (u oligopolio) en los segmentos del mercado interno en los que operan. Lo que les permite, entre otras cuestiones, el traspaso de la carga fiscal hacia los precios finales que enfrenta el consumidor. En el caso de las empresas estatales dicha situación ha permanecido controlada mediante la determinación centralizada de los precios, sin embargo, este puede ser un tema que cobre fuerza a partir de las transformaciones en curso. Por otro lado han comenzado a variar las condiciones que hacían que los impuestos tuvieran un efecto limitado sobre las decisiones de inversión y la asignación de recursos. Adquieren importancia dilemas tales como la determinación de sistemas óptimos, que apoyen el crecimiento y la competitividad de las empresas, a la par que amplíen la recaudación tributaria. También cómo competir por la inversión y minimizar los costos fiscales asociados a los sistemas de incentivos. Las principales obligaciones tributarias de las empresas estatales pueden ser observadas en la tabla 4.3, junto al régimen para empresas extranjeras y aquellas localizadas en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel (ZEDM). Como es apreciable, las empresas estatales perciben la mayor carga tributaria. En particular el impuesto sobre utilidades (35 por ciento) resulta elevado en relación a la media de América Latina y el Caribe, que era 28 por ciento en 2010 (Corbacho, Fretes y Lora 2012). Por otro lado no se establece ningún método que favorezca la inversión, como podrían ser créditos fiscales o planes de amortización acelerada, a través de los cuales se reduciría la tasa efectiva. Otras obligaciones son el impuesto sobre ventas, por la utilización de la fuerza de trabajo, por la explotación de recursos naturales, la contribución territorial para el desarrollo local y los aranceles de importación. Todos ellos reducen las utilidades netas (o son traspasados hacia el precio final o hacia el nivel de salarios) y en ninguno se establece un período de gracia o incentivo que alivie la carga tributaria en las empresas estatales. En particular el impuesto por la utilización de la fuerza de trabajo resulta altamente regresivo (la carga tributaria es mayor en los que tienen menor capacidad contributiva), dado que no varía en función del nivel de ventas o de ingresos. Considerando todas las obligaciones, la carga tributaria promedio en empresas estatales es del 45 por ciento. Esto es, entregan al Estado 45 centavos por cada peso de ingresos brutos. Por otro lado, en aproximadamente el cinco por ciento de las empresas, las obligaciones tributarias superan a los ingresos, debido a la existencia del impuesto sobre la fuerza de trabajo. Estos casos comúnmente han sido subsidiados por el Estado, lo que genera una evidente
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78 : Saira Pons Pérez TABLA 4.3. Principales impuestos aplicados a empresas estatales, extranjeras y ZEDM Impuestos
Empresas estatales
Sobre ingresos personales
Exención temporal
Sobre utilidades
(35%)
Sobre ventas
(2%) mayorista (10%) minorista Reducción progresiva hasta 5%
Por utilización de fuerza de trabajo
Inversión extranjeraa (0%) inversionista (15%) técnico extranjero (Escala progresiva) trabajador residente permanente en Cuba (0%) los primeros 8 años (15%) a partir del 9o año Exención sobre utilidades reinvertidas en casos aprobados En el caso de explotación de recursos naturales el Consejo de Ministros puede incrementar la tasa hasta 50% (0%) mayorista, 1er año (1%) mayorista, después Exento
ZEDM (0%) inversionista (15%) técnico extranjero (5%) trabajador residente permanente en Cuba (0%) los primeros 10 años (12%) a partir del 11o año Exención sobre utilidades reinvertidas en casos aprobados En el caso de explotación de recursos naturales el Consejo de Ministros puede incrementar la tasa hasta 50% (0%) mayorista, 1er año (1%) mayorista, después Exento
Fuente: Elaboración propia a partir de la Ley No 118 de 2014 y el Decreto Ley No 313 de 2013. a Exceptúa a empresas de capital 100 por ciento extranjero, contratos de administración hotelera, productiva o de servicios y la prestación de servicios profesionales. Estas formas tributan con arreglo a lo dispuesto en la Ley No 113 de 2012, que se muestra en la columna de las empresas estatales.
contradicción: el Presupuesto entrega subsidios para que las empresas estatales paguen impuestos. La comparación de dicho régimen con el de empresas extranjeras sugiere que no existe la intención de promover competencia en el mercado interno. De lo contrario, las empresas estatales estarían en una situación de evidente desventaja. Resulta curioso además, que no se establecen regímenes especiales para aquellas empresas estatales cuyo objetivo fundamental es exportar. Tampoco en los casos que requieren amplias inversiones en investigación y desarrollo (I+D), biotecnología es un ejemplo. Para las empresas extranjeras, además de las exenciones temporales mostradas, se ofrece una bonificación del 50 por ciento en el impuesto por el uso o explotación de recursos naturales y una exención del pago de la contribución territorial para el desarrollo local, ambos durante el período de recuperación de la inversión. Así como exención de aranceles sobre la importación de ma-
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Balance de cuatro años de reformas : 79 quinarias, equipos y otros medios para la inversión. Lo primero coloca en una situación de desventaja a las empresas ya establecidas (cuyo período de recuperación de la inversión inicial ya pasó), respecto a las nuevas empresas. El uso de incentivos fiscales para la atracción de capital extranjero es un método cuestionado en la actualidad. En primer lugar porque supone un costo fiscal que lleva implícitamente a aumentar la presión tributaria sobre las demás empresas, para compensar la pérdida de recaudación. En el caso cubano, las empresas estatales estarían pagando la recaudación que no se hace en empresas extranjeras. Por otro lado existen diversas variables que influyen en la atracción del capital. Las empresas pueden decidir invertir en otro país por el tamaño del mercado local, la disponibilidad de insumos o la calidad de la mano de obra, aun ante la existencia de impuestos. En ocasiones se pueden otorgar beneficios a inversiones que se hubieran efectuado de todos modos, o se favorece la inversión en activos de corta vida útil con el establecimiento de incentivos temporales. De cualquier manera a nivel internacional no se verifica una carrera hacia tipos impositivos iguales a cero, al menos en términos nominales (Corbacho, Fretes y Lora 2012). Desde el punto de vista del diseño de política, establecer incentivos por tipo de agente (o escoger ganadores a priori), puede ser menos eficaz que otorgar bonificaciones por resultados: de exportación, de innovación tecnológica, de inversión en determinadas zonas con condiciones menos competitivas, lugares de difícil acceso, etc. Tipos impositivos iguales a cero dejan poco margen para este tipo de incentivo. Como ya se explicó, el tratamiento especial a las empresas extranjeras podría responder al hecho de que estas tienen una mayor capacidad de movimiento en sus rentas. A diferencia de las empresas estatales estas pueden decidir invertir dentro o fuera de Cuba en función de diversos elementos y entre ellos los impuestos. El criterio de la movilidad del capital no es exclusivo de Cuba pero existe una diferencia fundamental y es que en parte importante del mundo las empresas nacionales tienen tanta libertad de movimiento como las extranjeras. En el caso de Costa Rica, por ejemplo, también se utiliza el criterio de movilidad, pero enfocado a las exportaciones. La lógica seguida es que una empresa puede producir y vender a Bélgica (por ejemplo), lo mismo desde Costa Rica, que desde Cuba o Tailandia y por ello es importante ofrecer beneficios. Sin embargo, si el objetivo es vender en el mercado interno, siempre va a ser mejor desde el territorio nacional. En este último caso se tiene menor capacidad de movimiento. Por esa razón Costa Rica otorga régimen de zona franca solo a las exportaciones no tradicionales. Para estar acordes a las normas de la Organización
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80 : Saira Pons Pérez Mundial de Comercio, se aplica un ocho por ciento de impuestos sobre las utilidades, menor que el 30 por ciento aplicado con carácter general. Este ocho por ciento permite otorgar créditos fiscales adicionales en caso de investigación aplicada y capacitación. En el caso de Cuba aún es muy pronto para poder verificar la eficacia de las exenciones concedidas en materia de atracción de nueva inversión. Sin embargo, encuestas realizadas en 2012 indican que antes de la reforma los inversionistas consideraban al régimen fiscal como un elemento neutral en la decisión de invertir dentro del país. Existían otras variables de mayor peso como el régimen laboral, el sistema financiero, la estabilidad macroeconómica, los procedimientos para la autorización de los nuevos negocios y los costos de establecimiento, que en ese orden se presentaban como las mayores limitaciones. Por otro lado los atractivos que resultaban significativos eran la seguridad personal, las posibilidades de expansión y la calidad de la fuerza de trabajo (Vidal, Pérez y Pons 2012). La nueva Ley de Inversión extranjera, y en particular el régimen especial de la ZEDM, propone algunos ajustes en los elementos que eran considerados limitaciones. Entre ellos, establece límites de tiempo para la autorización de los nuevos negocios y flexibiliza, en el caso de la ZEDM, el régimen laboral. No obstante, estos problemas no desaparecen del todo. En el caso del régimen laboral lo que afectaba y aún afecta a los inversionistas es que no tienen la oportunidad de contratar directamente a sus empleados, seleccionarlos y decidir su salario, pues existe una empresa empleadora estatal que de forma invariante recluta, selecciona y suministra al personal. Antes, dicha empleadora establecía el precio por el servicio de la fuerza de trabajo que era cobrado a la empresa extranjera de acuerdo a unas tarifas estandarizadas y de forma independiente, pagaba salarios a los trabajadores por un valor que equivalía aproximadamente al cinco por ciento del precio inicial al inversionista. Funcionaba como un impuesto implícito por la utilización de la fuerza de trabajo. Con el nuevo régimen se introducen dos transformaciones: (1) el precio que paga el inversionista por el suministro de la fuerza de trabajo es determinado de mutuo acuerdo, y (2) en la ZEDM, el salario del trabajador es el 80 por ciento del precio pagado por el inversionista, llevado a pesos cubanos (CUP) a un tipo de cambio especial (1 USD = 10 CUP). De esta manera se reduce el impuesto implícito por la utilización de la fuerza de trabajo, si bien no desaparece, lo que resta relevancia a otras exenciones nominales que han sido brindadas en la ley. En resumen, se tiene que las empresas estatales enfrentan una elevada carga tributaria que atenta contra sus posibilidades de acumulación en un entorno de mayor autonomía y que los nuevos incentivos brindados a la inversión extranjera suponen importantes costos fiscales de una dudosa eficacia.
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Balance de cuatro años de reformas : 81 La contribución territorial para el desarrollo local La Ley No 113 de 2012 introduce una contribución territorial, que grava el uno por ciento de los ingresos brutos por ventas de las personas jurídicas (empresas estatales, extranjeras, mixtas y cooperativas). En esta sección se hace un breve análisis de las finanzas públicas locales, en aras de esclarecer el impacto potencial de esta nueva figura. Las fuentes de recursos financieros de los presupuestos locales en Cuba son fundamentalmente tres: (1) ingresos cedidos, provenientes de impuestos, tasas y contribuciones, que si bien son normados por el nivel central, el monto de la recaudación se atribuye a las localidades; (2) participación en ingresos del presupuesto central, en las cuantías aprobadas por la Asamblea Nacional del Poder Popular y (3) transferencias directas o subvenciones, que pueden tener un objetivo general de nivelación o un destino específico. Hasta 2012, alrededor del 49 por ciento de los ingresos de las localidades estaba explicado por los impuestos al consumo (de circulación, sobre ventas y sobre servicios) que le eran cedidos. En particular, el impuesto sobre ventas aplicado en el mercado agropecuario, el impuesto de circulación de los panes y los caramelos, y el impuesto sobre los servicios de gastronomía, alojamiento y recreación que brindan las empresas estatales. También han sido beneficiarias de la recaudación íntegra del impuesto sobre los ingresos personales, el impuesto por la utilización de la fuerza de trabajo, por la transmisión de bienes y herencias, por la radicación de anuncios comerciales y el impuesto sobre las utilidades de las empresas de subordinación local. Las que en conjunto, aportan el 34 por ciento de los ingresos del territorio. Aún existen reservas en cuanto a la ampliación de la recaudación por vía de la implementación de los impuestos sobre la propiedad y la extensión de la contribución territorial para el desarrollo local. No obstante es importante señalar que la carga fiscal asociada a estos presupuestos no ha sido pequeña, aproximadamente el 20 por ciento del PIB nacional. Lo que indica, una vez más, que las restricciones fundamentales a la recaudación provienen del dinamismo de la actividad económica y no del sistema tributario. Otro grupo de impuestos que por sus características también podrían ser cedidos al territorio, son aquellos que gravan la explotación y el uso de los recursos naturales, actualmente captados por el presupuesto central. Ello podría contrarrestar en parte la tendencia a concentrar la recaudación en aquellos municipios más urbanizados, donde se agrupan las casas matrices que declaran de forma consolidada las utilidades y ventas de sus dependencias. Nótese que la contribución territorial para el desarrollo local también se aplica sobre los ingresos brutos por ventas, por lo que habrá municipios en los que no tendrá un impacto significativo.
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82 : Saira Pons Pérez Según las cifras oficiales, desde 2009 y hasta 2014 el equilibrio presupuestario de los gobiernos locales ha sido superavitario, tanto de forma global como en la mayoría de las provincias. Solo dos, Guantánamo y Granma, han mantenido gastos superiores a los ingresos. Ello ha sido el resultado de un incremento del 80 por ciento en la recaudación del impuesto sobre los ingresos personales, que permitió un crecimiento de los ingresos públicos locales del dos por ciento, a pesar de la contracción del impuesto por la utilización de la fuerza de trabajo y las utilidades del sistema empresarial. Por otro lado, el incremento de los ingresos no estuvo acompañado de un crecimiento en el gasto y la inversión pública, que se contrajo un diez por ciento (ONEI 2013). Lo anterior sugiere un elemento clave en las finanzas públicas cubanas y es que las inversiones realizadas por los territorios no dependen totalmente de la voluntad y la decisión de los gobiernos locales, sino que se subordinan a los sistemas centrales de planificación y asignación de recursos. De esta manera una mayor cantidad de impuestos o contribuciones cedidas no necesariamente implica mayores grados de libertad en la utilización de este capital. Por otro lado, la recaudación que se hace en moneda nacional (ya sea CUP o CUC), no necesariamente tiene convertibilidad en divisas y permite la importación de bienes y servicios para la realización de los proyectos. Ello depende de las prioridades que hayan sido definidas a nivel central para el uso de las divisas durante el año. Todo ello tiene un reflejo en el resultado de la aplicación experimental de la contribución territorial para el desarrollo local, durante 2013, en las provincias de Artemisa y Mayabeque. Donde parte de los ingresos recaudados no fue ejecutado, por no tener marco en el plan de la economía nacional. En síntesis podríamos decir, que la contribución territorial para el desarrollo local sin dudas constituye una nueva e importante fuente de ingresos para los gobiernos locales, sin embargo presenta algunas limitaciones. En primer lugar solo será significativa en aquellas provincias o municipios que agrupen la mayor cantidad de casas matrices, por lo general las capitales de provincia. En segundo lugar, una mayor recaudación no necesariamente implica mayores inversiones, pues estas últimas siguen siendo controladas centralmente. Dado que la principal restricción al crecimiento en los gobiernos locales no ha sido financiera sino real, el nuevo flujo financiero que supone la recaudación territorial podría quedar ocioso o convertirse en un exceso de gastos en determinados rubros, todo lo que supone una mala asignación de recursos a nivel nacional. La evasión tributaria La evasión tributaria constituye uno de los principales problemas que enfrenta la política fiscal alrededor del mundo. Esta reduce los niveles de recaudación, afecta la provisión de servicios públicos y presiona a la continua subida de los
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Balance de cuatro años de reformas : 83 impuestos, con importantes implicaciones para la distribución del ingreso. El análisis de sus determinantes exige recorrer un conjunto amplio de elementos institucionales en adición a los aspectos técnicos que se han venido analizando. Es por ello que esta última sección se ha reservado para un estudio más detenido de temas como la administración tributaria, la cultura tributaria y el contrato social. Actualmente en Cuba existe una tendencia importante a la evasión, como indican algunas informaciones ofrecidas por declaraciones oficiales. En 2013 la fiscalización del 30 por ciento de las declaraciones juradas, arrojó una deuda estimada de 130 millones de pesos por subdeclaración en el impuesto sobre los ingresos personales. Cifra que equivale al 12 por ciento de toda la recaudación realizada por ese concepto durante ese año.8 La muestra fiscalizada se concentró fundamentalmente en dos actividades por cuenta propia: la transportación y la elaboración y venta de alimentos, quienes en media presentan mayores niveles de ingresos. Estudios más puntuales, realizados a nivel provincial, reflejaron que más del 90 por ciento de estos cuentapropistas incurrían en subdeclaración. Fue el caso de la provincia Granma, con un 92 por ciento de subdeclarantes y la provincia de Sancti Spíritus, con un 90 por ciento.9 Un estudio reciente, basado en una encuesta aplicada a trescientos cuentapropistas de la Habana, verificó que el tipo de actividad ejercida no es una variable que afecte significativamente la probabilidad de incurrir en evasión. Ello resulta consistente con otro resultado que ofrece el mismo estudio y es que la propensión a evadir es independiente al nivel real de ingresos del contribuyente.10 De esta manera podría esperarse niveles similares de evasión en el resto de las declaraciones que no fueron verificadas (Sarduy, Pons y Traba 2015). Los avances en el proceso de declaración del año 2014, indican que al menos el 60 por ciento de las cincuenta mil declaraciones realizadas hasta mediados de febrero, muestran indicios de subdeclaración. Por otro lado la indisciplina fiscal también se extiende a las empresas estatales, que se atrasan en los pagos y en la realización de la declaración jurada. En 2014 solo el 51 por ciento de las empresas habaneras presentó y pagó en tiempo sus obligaciones fiscales.11 En el trabajo de Sarduy, Pons y Traba (2015) se realiza mediante encuesta un estudio de los determinantes de la evasión en el caso cubano, considerando variables asociadas a los aspectos técnicos del sistema tributario y a las instituciones. Se parte del hecho de que a nadie le gusta pagar impuestos y que las personas siempre van a desear tasas menores. No obstante, llama la atención que el 95 por ciento de los encuestados expresara inconformidad con la carga tributaria, lo cual de alguna manera corrobora el análisis realizado en la tercera sección. De ellos el 57 por ciento declaró que era un sistema muy rígido, que no deja espacio para la inversión u otros gastos extraordinarios y el 35 por
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84 : Saira Pons Pérez ciento dijo que los impuestos eran muy elevados. El 55 por ciento de las personas declaró que es necesario evadir. Desde el punto de vista técnico, además, no existen mecanismos que permitan cruzar información entre los contribuyentes. Como sería por ejemplo dejar que los cuentapropistas deduzcan todos sus gastos y por ende declaren los pagos que hicieron a otros agentes. El 77 por ciento considera que existe complejidad en los procedimientos para el pago de los impuestos y que la administración tributaria debería hacerle más viables y rápidas estas operaciones. Ciertamente hasta la actualidad el grado de automatización en el proceso de pago es nulo. Apenas en junio de 2014 se publicó la noticia de un nuevo servicio mediante el cual es posible obtener en formato digital el modelo para la declaración jurada, que antes solo podía ser adquirida mediante la compra en correos o en las propias oficinas de la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT). Según la nota esta medida evitaría la reventa de los modelos por terceras personas.12 En 2014 la administración tributaria avanzó en la construcción de un sistema que facilita el control de las declaraciones y automatiza varios de los procesos de gestión al interior de la oficina. Sin embargo, ello no ha implicado una reducción del tiempo que los contribuyentes invierten en la declaración y pago, pues esta debe hacerse mediante una hoja impresa y de forma presencial en el banco o las oficinas de la ONAT. El poco acceso a internet en la sociedad cubana limita el desarrollo de otras opciones. La fuerza de trabajo en las oficinas de la administración tributaria presenta las mismas limitaciones de otras áreas de la administración pública. El salario básico es 345 pesos cubanos, a lo cual se adicionan diez pesos convertibles (240 pesos más) por concepto de estimulación. En suma ello constituye una remuneración ligeramente superior al salario medio del país pero a todas luces insuficiente para satisfacer las necesidades de una familia. Ni el salario ni la estimulación varían en función de la cantidad de las fiscalizaciones realizadas. Para comenzar a trabajar en una de estas oficinas basta presentar un certificado que acredite doce grados de escolaridad terminados y demostrar habilidad manejando una computadora. Los cursos de superación por lo general son tomados una vez que se comienza a trabajar. Existen problemas con el completamiento de la plantilla laboral, algo que ha sido señalado incluso en dictámenes de la Asamblea Nacional del Poder Popular.13 Quizás una de las mayores limitaciones en términos de administración tributaria es la imposibilidad técnica de verificar los ingresos reales de los contribuyentes. Como se ha explicado ello ha llevado a la adopción de métodos presuntivos de tributación, pero también a la creación de reglas generales para la estimación de los ingresos reales y las subdeclaraciones. El criterio seguido es que resulta inadmisible una actividad económica en la que se trabaje para perder y por ende se asume que los ingresos de los contribuyentes deben ser su-
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Balance de cuatro años de reformas : 85 periores a los gastos al realizar el balance de un año. Si en la declaración jurada un cuentapropista declara ingresos inferiores a la suma de las contribuciones que realizó durante el año, más uno y medio veces el salario de la región (entre otros elementos que puede agregar la ONAT de acuerdo a sus estudios), se declara automáticamente subdeclarante. Estas reglas generales han provocado gran malestar entre los contribuyentes. Las multas pueden ser establecidas en porcentajes o cuantías fijas. En el primer caso tienen un límite máximo del 30 por ciento del principal adeudado y en el segundo caso de 10 mil pesos. Las multas por atraso en la declaración jurada oscilan entre 500 a 5 mil pesos, mientras que en el caso de subdeclaración puede ascender hasta 10 mil pesos. También puede ser considerada la retirada temporal o definitiva de la licencia y el embargo de los bienes y derechos de propiedad. Un incumplimiento que se convierta en delito, puede ser penado con prisión de hasta ocho años de privación de libertad. Desde 2012 han sido procesados setenta y siete casos por delito de evasión fiscal.14 De acuerdo a la encuesta realizada en Traba (2014) el 78 por ciento de los individuos planteó que alguna vez había sido inspeccionado por determinados funcionarios, sin embargo no lograron distinguir si estos correspondían a la administración tributaria. Ciertamente, algunos grupos de cuentapropistas más que otros, sufren el asedio de inspectores provenientes de diversas entidades públicas, si bien los fiscalizadores de la ONAT no son los más activos. Por ejemplo, a inicios de 2014 el municipio de Centro Habana tenía 17 mil contribuyentes y solo nueve fiscalizadores. Ello disminuye la probabilidad de que el monto real de evasión sea detectado, aun cuando al finalizar el año sean fiscalizadas el 100 por ciento de las declaraciones juradas. Las respuestas ofrecidas en la encuesta sobre la percepción de si otros cuentapropistas evaden, el criterio de la familia y el carácter de deber social de los tributos, reflejan que aún no se ha establecido una norma social respecto a la evasión. A pesar de la fuerte tendencia a la subdeclaración que demuestran los resultados prácticos, el 58 por ciento de los encuestados afirmó saber que el pago de los impuestos es un deber social y el 77 por ciento expresó preocupación de llevar un mal ejemplo a su familia a través de la evasión. En cambio, solo el tres por ciento declaró que no considera que el resto de los cuentapropistas evadan. Aun más contradictorio resulta el hecho de que el 68 por ciento declara sentirse satisfecho respecto a los servicios públicos (en particular salud y educación), sin embargo una cifra similar, el 72 por ciento, dice que no existe retribución alguna por parte del Estado. Se evidencia de esta manera que aún existe incomprensión respecto a la forma en la que operan las finanzas públicas, lo que es resultado de una escasa participación e insuficiente información. Estos elementos, junto a la inequidad en la distribución de la carga, constituyen un determinante fundamental de los actuales niveles de incumplimiento.
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86 : Saira Pons Pérez Conclusiones Los primeros cuatro años de reformas en el sistema tributario no reflejan cambios significativos en el monto de la recaudación de origen tributario, ni en la estructura global de los ingresos. Ello debido en parte a que aún no se ha producido la implementación de todos los tributos considerados en la nueva ley, ni la aplicación homogénea de los mismos sobre la población sensible a ser gravada. Si bien también es un reflejo del estancamiento del propio PIB, sobre el cual ya desde antes de la reforma existía una carga fiscal superior al 40 por ciento, entre las más elevadas del mundo. Aunque en este artículo no se realiza un análisis riguroso del impacto de la nueva ley tributaria en la distribución de la carga fiscal, se exponen algunos elementos que indican un problema de inequidad. Entre los más relevantes está el peso elevado de los impuestos indirectos al consumo y la no aplicación homogénea de los tributos directos a la renta personal y empresarial. Por otro lado se tiene que la estructura del sistema de incentivos deja en situación de desventaja al sector cuentapropista y a las empresas estatales. Mientras los beneficios otorgados suponen costos fiscales de una dudosa eficacia. ANEXO 4.1. Sistema Tributario Cubano, Ley 73 de 1994 y Ley 113 de 2012 Ley 73 de 1994 Impuestos 1. Impuesto sobre ingresos personales 2. Impuesto sobre utilidades 3. Impuesto sobre las ventas 4. Impuestos especial a productos 5. Impuesto sobre los servicios públicos 6. Impuesto sobre la propiedad o posesión de determinados bienes 7. Impuesto sobre el transporte terrestre 8. Impuesto sobre transmisión de bienes y herencias 9. Impuesto sobre documentos 10. Impuesto por la utilización de la fuerza de trabajo
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Ley 113 de 2012 1. Impuesto sobre ingresos personales 2. Impuesto sobre utilidades 3. Impuesto sobre las ventas 4. Impuestos especial a productos y servicios 5. Impuesto sobre los servicios 6. Impuesto sobre la propiedad de viviendas y solares yermos 7. Impuesto sobre la propiedad o posesión de tierras agrícolas 8. Impuesto por la ociosidad de tierras agrícolas y forestales 9. Impuesto sobre la propiedad o posesión de embarcaciones 10. Impuesto sobre el transporte terrestre 11. Impuesto sobre transmisión de bienes y herencias 12. Impuesto sobre documentos 13. Impuesto por la utilización de la fuerza de trabajo
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Balance de cuatro años de reformas : 87 11. Impuesto sobre la utilización o explotación de los recursos naturales y para la protección del medio ambiente -
14. Impuesto por el uso o explotación de las playas 15. Impuesto por el vertimiento aprobado de residuales en cuencas hidrográficas 16. Impuesto por el uso y explotación de bahías
-
17. Impuesto por la utilización y explotación de los recursos forestales y la fauna silvestre
12. Impuesto aduanero Contribuciones 1. Contribución a la Seguridad Social
Tasas 1. Tasa por peaje 2. Tasa por servicios de aeropuertos 3. Tasa por la radicación de anuncios y propaganda comercial
18. Impuesto por el derecho de uso de las aguas terrestres 19. Impuesto aduanero 1. Contribución a la Seguridad Social 2. Contribución especial a la seguridad social 3. Contribución territorial para el desarrollo local 1. Tasa por peaje 2. Tasa por servicios de aeropuertos 3. Tasa por la radicación de anuncios y propaganda comercial
Fuente: Ley No. 73 del Sistema Tributario, Gaceta Oficial de Cuba, 4 de agosto de 1994, y Ley No 113 del Sistema Tributario, Gaceta Oficial de Cuba, 21 de noviembre de 2012. ANEXO 4.2. Estructura de los ingresos en el presupuesto del Estado cubano Porcentaje del total de ingresos Estructura de los ingresos en el presupuesto
2002–2011
2012
2013
Ingresos netos totales Tributarios indirectos Impuesto circulación y sobre ventas Impuesto sobre los servicios Tributarios directos Impuesto sobre utilidades Impuesto por la utilización de la fuerza de trabajo Impuesto sobre ingresos personales Contribución a la Seguridad Social Otros impuestos y derechos No tributarios Aporte de empresas estatales Otros ingresos no tributarios De capital
100
100
100
35 4
29 4
28 3
8 9 1 7 3
7 8 2 6 2
9 7 2 6 3
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Fuente: Oficina Nacional de Estadísticas e Información, Anuario estadístico de Cuba (varios años).
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88 : Saira Pons Pérez En el caso de la descentralización fiscal se demuestra que las restricciones al crecimiento de los gobiernos locales son más de carácter real que financiero, razón por la cual aún la contribución territorial para el desarrollo local no ha tenido un impacto significativo. Por último se verifica una tendencia importante a la evasión que tiene como determinantes a aspectos tanto técnicos como institucionales. Entre ellos una elevada carga tributaria, poca automatización y mecanismos para verificar los ingresos y gastos de los contribuyentes, problemas con la fuerza de trabajo en la administración y elementos que afectan la cultura tributaria y el contrato social, tales como la poca participación, una insuficiente información y una mala distribución de la carga. N O TA S 1. Ministerio de Justicia, Gaceta Oficial, http://www.gacetaoficial.cu. 2. En Cuba se reconoce con el término cuentapropista tanto a los dueños de los negocios como a sus empleados. Ambos grupos son iguales ante la ley. 3. Gaceta Oficial Extraordinaria No 53 de 2012 y No 20 de 2014, http://www.gacet aoficial.cu. 4. Vale señalar que el presupuesto del Estado cubano registra solo una parte de las transferencias entre las empresas y el Estado. Existe un mecanismo paralelo conocido como Caja Central de Financiamiento, a la cual las empresas entregan todos sus ingresos en divisas y desde la que se asignan puntualmente los montos necesarios para las importaciones previstas en el plan y el pago de las deudas. 5. Periódico Granma (Cuba), “Hacia la actualización del modelo económico”, 11 de diciembre 2012. 6. Los cuentapropistas, campesinos privados y artistas, nunca llegan a ser considerados empresas, aun cuando contraten fuerza de trabajo. 7. Para un análisis más detallado del régimen tributario que afecta a los cuentapropistas véase Pons (2013). 8. “Pagar los tributos, ineludible responsabilidad social”, Cubadebate, 23 de enero 2014, http://www.cubadebate.cu. 9. Granma (Cuba), 29 de noviembre 2013; Trabajadores (Cuba), 22 de julio 2013. 10. Para la estimación se utilizó un modelo tipo “Logit-ordenado”, que contemplaba trescientos individuos en un mismo período de tiempo. 11. Juventud Rebelde (Cuba), 25 de febrero 2014. 12. Agencia Cubana de Noticias (Cuba), 11 de junio 2014. 13. Dictamen del Parlamento, 5 de julio, 2014, http://www.cubadebate.cu. 14. “Pagar los tributos, ineludible responsabilidad social”, Cubadebate, 23 de enero 2014, http://www.cubadebate.cu.
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Balance de cuatro años de reformas : 89 ¿Quo vadis, Cuba? La incierta senda de las reformas, editado por José A. Alonso y Pavel Vidal, 148–188. Madrid: Cataratas, 2013. Oficina Nacional de Estadísticas e Información. Anuarios estadísticos de Cuba, varios años, consultados en diciembre de 2013, http://www.one.cu. Piñeiro, Camila. “Diagnóstico preliminar de las cooperativas no agropecuarias en La Habana”. Ponencia presentada en el Seminario Anual sobre Economía y Gerencia en Cuba, del Centro de Estudios de la Economía Cubana, La Habana, 2014. Pons, Saira. “Hacia una nueva fiscalidad en Cuba”. En Miradas a la economía cubana: Entre la eficiencia económica y la equidad social, editado por Omar E. Pérez y Ricardo Torres, 41–56. La Habana: Caminos, 2013. Rosales, Susset. “Determinantes de los ingresos monetarios de los hogares en Cuba: Un estudio econométrico”. Cuba: Investigación Económica, no. 2 (2007): 104–123. Sarduy, Mariuska, Saira Pons y Maday Traba. “¿Por qué evaden impuestos los trabajadores por cuenta propia?”. En Miradas a la Economía Cubana, editado por Omar E. Pérez y Ricardo Torres. La Habana: Caminos, 2015. Vázquez, Maira. “La equidad en el impuesto cubano sobre los ingresos personales”. Tesina de maestría en economía, Universidad Rovira I Virgili, 2013. Vidal, Pavel, Omar E. Pérez y Saira Pons. La inversión extranjera y de la Unión Europea en Cuba. http://eeas.europa.eu/.
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OSCAR FERNÁNDEZ ESTRADA
Hacia una nueva visión de la planificación en Cuba RESUMEN El proceso de cambio social que se instaló en la agenda pública cubana a partir de 2011 ha venido centrándose en la modificación de las reglas de juego imperantes en la economía y la sociedad. Estas nuevas reglas inducen a una reconfiguración del sistema de actores y sus interacciones, y son contentivas de una visión implícita que se distingue del modelo anquilosado previo: en un horizonte próximo podríamos estar asistiendo en Cuba a una economía con mercados funcionando en relativa plenitud, con una amplia participación de un sector privado doméstico y foráneo, pero con predominio de la propiedad estatal. De ello se desprende la necesidad de reconfigurar las bases epistemológicas de la planificación económica, si se quiere que continúe desempeñando un papel rector ante las nuevas condiciones. La impostergable liberación de ciertas dosis de laissez-faire para todos los agentes, combinado con la aprehensión de nuevos métodos de intervención y conducción indirectos, se instalan como dos grandes retos para los planificadores en Cuba.
A B S T R AC T The process of social change that has been installed in the Cuban public agenda since 2011 has been focusing on modification of game rules prevailing in the economy and society. The new rules lead to a reconfiguration of the system of actors and their interactions, and content an implicit view that differs from previous ossified model: in the near term we may witness a market economy in Cuba operating in relative fullness, with the broad participation of domestic and foreign private sector, but with the predominance of state property. Hence if economic planning is to continue to play a leading role under the new conditions, then the need to reconfigure its epistemological basis is clear. The urgent release of a certain dose of laissez-faire for all agents combined with the apprehension of new methods of intervention and indirect driving are presented as two major challenges for planners in Cuba.
La sociedad cubana está enfrascada probablemente en uno de los procesos más complejos y definitorios para su propia existencia de las últimas cinco décadas. Se aproximan a su nivel crítico un grupo de factores múltiples que han constituido durante mucho tiempo el cuerpo mismo del proyecto cubano: la institucionalidad que caracteriza el modelo de socialismo practicado se
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muestra disfuncional en diversos ámbitos, e incluso incapaz de garantizar algunos de los principios básicos que propugna; concepciones y procederes, más allá de las circunstancias, se erigen visiblemente como tozudos obstáculos para el desarrollo de las fuerzas productivas; las fuertes tensiones macroeconómicas acumuladas por más de dos décadas y la débil integralidad en el diseño de políticas impactan de forma lacerante en la cohesión social; la alta dependencia externa de la economía encuentra asideros muy frágiles, dada la convulsa configuración geopolítica regional y ante la inamovilidad del cerco económico de Estados Unidos; pareciera inminente, por razones biológicas, la sustitución en el ejercicio del gobierno de la generación de líderes que fundaron y acometieron la etapa de la Revolución en el poder. En este contexto se ha emprendido un abarcador proceso de cambio social, que comenzó a enviar mensajes claros en 2007 a partir de la asunción interina de la presidencia por el General de Ejército Raúl Castro,1 pero que adoptó un carácter explícito y ejecutivo a partir del amplio debate popular y los acuerdos derivados Congreso de abril de 2011.2 En esta etapa inicial la problemática de lo económico se muestra como elemento central, como hilo conductor del cambio, al disponer los primeros esfuerzos hacia la modificación de las reglas de juego que han funcionado en la economía y por extensión en la sociedad toda. Estas nuevas reglas, que inducen a una reconfiguración del sistema de actores y sus interacciones, son contentivas de una visión específica (consensuada hasta cierto punto) sobre cómo superar el modelo anquilosado previo.3 A partir de analizar los derroteros actuales así como la ebullición emergente en diversos sectores de la sociedad, se puede sostener la hipótesis de que, en un horizonte temporal de no más de diez años, asistiremos en Cuba a una economía con mercados funcionando en relativa plenitud, con una relativamente amplia participación de un sector privado doméstico y foráneo, pero con tres elementos distintivos esenciales. Primero, a pesar de que se reforzarían las relaciones horizontales entre todos los agentes económicos (estatales o no) para avanzar en la construcción de mercados y reducir los espacios de asignación directiva centralizada de recursos, y que se potenciará una estructura de propiedad mucho más heterogénea, con una presencia extendida de actividades privadas y cooperativas, domésticas y foráneas, todo ello es factible aun conservando la hegemonía de la forma de propiedad estatal, de modo que se garantice la condición mínima para el aprovechamiento social —y no privado— del proceso de acumulación. Segundo, el Estado redefiniría sus mecanismos de intervención, para acotar o conducir estos mercados por una senda de progreso deseablemente coherente con las esencias históricas de consenso presentes en el proyecto cubano.4 De ello se desprende la necesidad de edificar una nueva noción de planificación, si se quiere que continúe desempeñando un papel rector ante las
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92 : Oscar Fernández Estrada nuevas condiciones, que demanda no un simple perfeccionamiento del proceso actual sino una reconfiguración general de sus bases epistemológicas. La impostergable liberación de dosis imprescindibles de laissez-faire para todos los agentes económicos, combinado con la aprehensión de nuevos métodos de intervención y conducción indirectos, se instalan como dos grandes retos para los planificadores en Cuba. De esta forma, aunque no se presente como un objetivo, constituye prácticamente un hecho que el proceso de transformaciones económicas en marcha debatirá en los próximos años con más fuerza acerca del papel del mercado en la asignación de recursos en la economía. La necesidad de corrección de las inconsistencias que surgen entre las prácticas habitualmente imperantes en materia de planificación y la combinación de nuevos factores que se vienen impulsando, obligaría a Cuba a irrumpir con su praxis en el añejo debate sobre el mercado en una economía socialista. Desde las incursiones en los años veinte del siglo pasado en Rusia en el contexto de la Nueva Política Económica impulsada en ese entonces, los llamados “modelos de reforma” establecidos a partir de la segunda mitad del siglo XX en algunos países socialistas de Europa del Este (Hungría, Checoslovaquia y otros),5 hasta la progresiva configuración del modelo chino a partir de 1978, y el vietnamita desde 1986, el mercado ha sido concebido de una forma mucho más protagónica a como lo asumía la corriente principal (académica y política) a nombre del marxismo en el resto de los países de orientación socialista. En el contexto de la reforma soviética de finales de los ochenta, se reedita este debate de la mano de algunos autores como Alec Nove, Ernest Mandel y Diana Elson.6 El modelo cubano actual “El sistema de planificación socialista continuará siendo la vía principal para la dirección de la economía nacional, [. . .] debe transformarse en sus aspectos metodológicos, organizativos y de control (para tener) en cuenta el mercado, influyendo sobre el mismo y considerando sus características, [. . .] y abarcará todas las formas de propiedad y gestión” (Partido Comunista de Cuba 2011). Así rezan los primeros dos lineamientos aprobados por el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba en abril del 2011, responsabilizados con aportar la luz sobre las transformaciones a acometer en el ámbito de la conducción de la economía. Sin embargo, solo ofrecen posicionamientos de principios: la economía continuará siendo conducida centralmente por el Estado, aunque los métodos de planificación actuales tienen que transformarse sustancialmente, porque el mercado es un fenómeno objetivo y deberá ser tenido en cuenta. Hasta el momento no se ha avanzado en una discusión suficientemente profunda sobre qué aspectos deben cambiar para garantizar el carácter rector de una nueva planificación ante las nuevas condiciones. Mientras tanto, se
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puede argumentar sin mayores contratiempos que la forma en que se regulan actualmente los procesos productivos a escala nacional, si bien constituye un esfuerzo por manejar las presiones de los constantes desequilibrios generados por las debilidades estructurales latentes, a su vez se convierte en un factor que atenaza el despliegue pleno de las fuerzas productivas, con lo cual constituye un cabestro para el crecimiento económico y el desarrollo. En la historia de todos los intentos de construcción socialista que siguieron el modelo soviético aparece como una regularidad la forma altamente centralizada y a la vez detallada que adoptó la intervención del Estado. Entonces, esa noción de planificación, difundida como principio sistémico desde la ortodoxia marxista y legada a lo largo de muchos años, contiene una severa inconsistencia con la realidad socioeconómica en que ha tenido que aplicarse en Cuba, sobre todo en las últimas décadas. La concepción de planificación en el modelo actual tiene muchas características que provienen de métodos de economía de guerra, y otras que constituyen deformaciones de la práctica socialista. La dificultad comienza cuando esos métodos de economía de guerra se identifican con la esencia del socialismo y se les trata como inseparables de este (Lange 1957). Esto conlleva a un proceso costoso incluso para la viabilidad y legitimación del propio socialismo como sistema. El carácter directivo atribuido a la llamada planificación socialista, y que ha sido aceptado como la diferencia fundamental respecto a cualquier intento de planificación desde economías capitalistas, ha supuesto el intento de dirigir directamente desde un centro único una amplia y compleja gama de detalles de la vida económica de la nación. De esta manera se ha entendido por planificación una lógica que predetermina a priori la gran mayoría de las relaciones a establecer entre los actores económicos, normando y restringiendo proveedores, clientes, cantidades a producir y a consumir, variedades, precios, estándares tecnológicos, inversiones, condiciones de financiamiento, estructura de costos, estructuras organizativas, plantillas, formas y montos de retribución, entre otros muchos elementos. Esto conlleva a rigideces insalvables ante la coexistencia de actores económicos heterogéneos. Constituye, además, una expresión de la subestimación del papel de los incentivos económicos, que conduce a sobrestimar la capacidad de optimización de los planificadores centrales y estimula en ellos la discrecionalidad administrativa por encima de cualquier tipo de racionalidad económica. Para el modelo cubano constituye un error común asociar la planificación con la administración directa de los recursos escasos que operativamente tiene lugar en nuestro sistema económico. Esta lógica sugiere, equívocamente, que habrá más planificación mientras más recursos se encuentren sujetos a una regulación directiva central, basada en la asignación física de productos.
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94 : Oscar Fernández Estrada Esta modalidad concreta de asumir la planificación tiene una severa inconsistencia para la conducción de la economía cubana, ya que la mayoría de las restricciones fundamentales que enfrenta el país son esencialmente de carácter financiero, y no de carácter genuinamente material.7 Por lo tanto ante la identificación de un desequilibrio entre la oferta que se dispondrá y la demanda estimada, no debería reaccionarse automáticamente restringiendo en términos materiales los consumos del producto en cuestión, sino evaluando los impactos de trasladar al precio la responsabilidad del ajuste. Sin embargo, la inexistencia de un sistema de precios, que mida coherentemente los hechos económicos y logre conectar las operaciones de la economía externa con las internas, eterniza el proceder instaurado. Por otra parte, la elaboración de los planes transita por un mecanismo tergiversado que convierte en un campo de batalla el proceso económico más importante del sistema. En este las autoridades de las empresas y organismos — empleando los más disímiles ardides— compiten por obtener la mayor cantidad posible de recursos de los niveles superiores, resguardadas en la legitimidad de la defensa de los intereses sociales por los cuales responden. La práctica común ha implantado un proceder a través del cual, con el propósito de asegurarse de recursos para llevar a cabo el cumplimiento de las metas asignadas, las unidades de base informan capacidades productivas subestimadas y necesidades de recursos sobredimensionadas. Mientras, los niveles centrales, asignan recursos por debajo de lo solicitado y exigen metas superiores a las planificadas por la base. Los principales argumentos para la discusión se construyen básicamente tomando como referencia del desempeño del año anterior, el cual se exige sea perennemente superado y siempre con una reducción en el empleo de recursos.8 Cada parte es consciente de la filosofía de la otra, con lo cual el proceso se convierte en realidad en un acto de negociación, con una correlación de poder muy desigual, por lo que el resultado final es determinado centralmente de forma administrativa. Por otra parte ha predominado, por lo general en los últimos veinticinco años, una vocación extrema por el corto plazo. Los estrangulamientos que enfrenta la economía cubana han captado la atención permanentemente e impedido una reflexión global de largo plazo. Otros procesos de cambio institucional han tenido lugar a lo largo de los más de cincuenta años de la Revolución cubana. Sin embargo, ninguno como el actual ha tenido por delante la magnánima tarea de dinamizar justamente esas más de cinco décadas de concepciones y prácticas, herederas a su vez de muchos años previos de predominio de la visión rectora del modelo soviético en las experiencias socialistas internacionales que antecedieron al proceso cubano.
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Elementos para una nueva concepción Conservar la centralidad de la planificación aceptando la presencia creciente de formas descentralizadas (incluyendo las privadas) implica un profundo cambio en su concepción y práctica a todos los niveles. El primer problema a afrontar radica en el previsible —y ya palpable en cierta medida— advenimiento de un contexto con una mayor heterogeneidad de agentes y con una mayor autonomía general de estos. Para poder abarcar todas las formas de propiedad y gestión, estatales y privadas, como parte del proceso de planificación, las autoridades deberán reconocer el carácter autónomo de estos agentes. Con ello no se renuncia a la conducción de la economía, pero se requiere el desarrollo de mecanismos indirectos de regulación para influir decisivamente sobre sus comportamientos. Por otro lado, tampoco es preciso abandonar la función de balancista central. Esta puede ser ejercida sobre todas las formas productivas, pero con un carácter proyectivo en lugar de directivo. Esto significa estimar sus niveles de actividad y demandas futuras, a través de variados instrumentos (encuestas, declaración jurada, censos industriales, estimaciones macroeconómicas, etc.), para contemplarlos en la elaboración de los balances de la economía, identificar embotellamientos o importantes objetivos sin cobertura. El sistema de planes, por su parte, debe concebirse articulando los distintos horizontes temporales. Pero, la transformación estructural para el desarrollo debe asumirse como el sistema principal de objetivos y, por lo tanto, el largo plazo tiene que imponerse como horizonte determinante de la planificación. El propio Carlos Rafael Rodríguez —prestigioso economista cubano de la segunda mitad del siglo veinte, uno de los más influyentes en la política económica de la revolución— afirmaba en este sentido que “toda verdadera planificación centralizada [. . .] ha de ser planificación del desarrollo” (Rodríguez 1980, 1215). Los planes de largo plazo deben caracterizarse por un enfoque normativo, o sea, definir el punto de llegada deseado y concebir entonces la disposición de los medios para alcanzarlo. En el entendido de un tipo de desarrollo que persista en el empeño de avanzar hacia una economía no capitalista, este punto de llegada presupone una característica fundamental en la formulación de los objetivos: su expresión en términos de la satisfacción de necesidades sociales (valores de uso), para luego determinar los niveles de actividad económica que se requieren, la estructura productiva, la estructura socioeconómica, así como el modelo de funcionamiento que haría posible esos objetivos. En correspondencia con ello, a mediano plazo se requiere sean concebidos programas cuyo término y evaluación de impactos coincida con los ciclos de mandato de las Asambleas Nacional y Locales del Poder Popular, así como con
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96 : Oscar Fernández Estrada los Congresos del Partido. Es necesario también evolucionar hacia esquemas presupuestarios plurianuales que brinden mayores horizontes y holguras en el manejo del gasto público. El ciclo del presupuesto anual es una camisa de fuerza demasiado estrecha para una gestión efectiva, entre otros aspectos, por los sesgos que genera en contra de los gastos de capital que requieran más de un año de programación. El sistema de planes debe centrarse en las dimensiones ramal y territorial en lugar de continuar asentándose en una lógica institucional.9 Actualmente es a través de las estructuras de los organismos del Estado que se definen los objetivos y tareas, y que son asignados los recursos. Estas a su vez definen y reasignan objetivos y recursos a sus respectivas dependencias verticalizadas a lo largo de todo el país.10 Con ello los objetivos centralmente definidos se traducen en directivas vinculantes institucionalmente. Esto impide una visión coherente del papel de las diferentes ramas en el desarrollo nacional, y genera desbalances y falta de integralidad en las acciones que desde las respectivas instituciones se ejecutan en cada territorio. A pesar de que en teoría cada ministerio ramal supuestamente engloba a la mayoría de las empresas que corresponden a su rama, la práctica es mucho más rica. La tendencia histórica consolidada en los últimos años, ha sido a que cada institución busque internalizar bajo su subordinación todas las actividades principales y secundarias de las que se nutre para cumplir sus tareas. Como consecuencia se generan grandes organismos semiautárquicos que no fomentan las relaciones horizontales, no confían en la tercerización, y por tanto, desarrollan muy bajos niveles de especialización. Además, ello conlleva a que los ministerios se concentren en dirigir sus sistemas empresariales en detrimento de sus funciones estatales. Con la creación paulatina de las diferentes organizaciones superiores de dirección empresarial (especie de gran conglomerado), y con la consecuente eliminación de la subordinación a los ministerios de estas organizaciones empresariales, se contribuye a la separación de las funciones estatales de las empresariales, pero no se soluciona el carácter institucional de la planificación, y con ello los incentivos a la autarquía antes mencionados. Finalmente, para evitar problemas que hoy afectan severamente, los planes elaborados han de caracterizarse por una rigurosa coherencia sistémica. Esto significa que su desagregación esté compatibilizada en sus diferentes horizontes temporales; que la observancia estricta de las interdependencias ramales garantice la inexistencia de embotellamientos y descalces productivos; que la distribución territorial de las actividades previstas no resulte contradictoria entre sí, ni respecto a las características y necesidades de los territorios. Garantizar coherencia simultáneamente en tantas dimensiones es poco menos que imposible si no se realiza algún tipo de modelación sobre la base de datos input-output (I-O) que ofrezca las interdependencias ramales-institucionales-
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territoriales. Sin embargo, en Cuba no se dispone de una construcción estadística que refleje estas interrelaciones desde hace más de veinticinco años.11 Construir una matriz I-O, o al menos el cuadrante que refleja las relaciones intersectoriales de consumos intermedios, constituye una condición para la elaboración coherente y viable del Programa de Desarrollo Económico y Social de largo plazo anunciado por las autoridades cubanas.12 De lo contrario será excesivamente complejo formular objetivos de política industrial articulados. De la asignación material a la regulación financiera La nueva concepción de planificación que se recomienda requiere instaurar un marco regulatorio con predominio de una regulación de tipo financiera, cuya superioridad más evidente radica en su capacidad para reducir complejidad y rigidez en los procesos de asignación de recursos. Esto significa construir un diseño en el cual los productores, para su función en la economía y la sociedad, enfrenten restricciones financieras fuertes y tengan un rango amplio de libertad para decidir el destino de sus gastos. Aún ante las restricciones de oferta que puede presentar nuestra economía, lo que en última instancia determina estas restricciones en la gran mayoría de los renglones es la limitada capacidad financiera para adquirir en el exterior lo que no puede ser producido internamente. Por lo tanto, una nueva noción debería privilegiar el empleo de mecanismos financieros y no materiales para conducir estas actividades. Por ejemplo, si las restricciones para la producción de energía eléctrica vienen dadas por la elevación de los precios de importación del combustible y no por la capacidad de generación instalada, entonces se debe establecer un sistema de precios finales que cubra el costo real de producción y eliminar las asignaciones físicas de kilowatt-hora. De esta forma se permitiría a las entidades que autorregulen su consumo eléctrico en función de sus necesidades y capacidades de financiarlo, y a la vez se garantizaría el equilibrio en el balance financiero en divisas del país. La generalización de esta práctica, sumada al otorgamiento de plenas facultades a las empresas para su gestión, debe conducir a que los objetivos de desarrollo de largo plazo y sus expresiones en el mediano y corto plazos se traduzcan en el predominio para las empresas de un conjunto de metas financieras como el aporte al Estado por utilidades netas. Luego, se requiere establecer un marco regulatorio que garantice que los resultados financieros de las entidades se correspondan con los resultados aspirados en el sector real. Uno de los aspectos medulares en esta propuesta radica en la necesidad de reinterpretar las funciones de balance y asignación delimitando sus fronteras. Por un lado, la elaboración de balances en la economía tanto materiales como financieros y humanos, constituye una herramienta para visualizar de manera anticipada la disponibilidad de recursos a partir de sus posibles fuentes y destinos, y resulta un elemento imprescindible que de hecho debe ser fortalecido.
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98 : Oscar Fernández Estrada Estos balances, sin embargo, no deben emplearse como un mecanismo directo de asignación de recursos o como una orden directa de ejecución para los agentes. Solo deben constituir un referente indicativo, básico para movilizar a los actores a través de la activación de otros instrumentos de política. Uno de los objetivos, en correspondencia con esta lógica, sería transitar de manera paulatina a que la asignación de la mayoría de los recursos a lo largo de toda la economía tenga lugar mediante relaciones de mercado, observadas por el Estado y reguladas cuando sea preciso. Una vez que queden liberados la mayoría de los intercambios, el Estado adquiere la responsabilidad de velar por que estos se correspondan con los objetivos centralmente planificados, que habrían sido identificados a través de los balances. Ello se debe garantizar a través de instrumentos fundamentalmente indirectos, con políticas de incentivo, asignaciones presupuestarias y marcos regulatorios flexibles. Aprender a regular indirectamente estos intercambios por parte del Estado constituye una condición para que la descentralización no culmine en impactos socialmente indeseables. En las modificaciones al funcionamiento del sistema empresarial estatal, implementadas a partir de abril del 2014, se identifican importantes avances en este sentido (Ministerio de Justicia 2014). Anterior a ese anuncio, las esperanzas de descentralización aguardaban por los llamados “experimentos empresariales” que se estaban diseñando e implementando de forma controlada, básicamente en tres grupos empresariales. Estas directivas recientes pretenden generalizar a todo el sistema empresarial un nivel de autonomía que ataca directamente aquella noción de planificación que hasta ahora ha enredado a la economía cubana en una telaraña administrativa, carcelera de la iniciativa y la innovación, y mordaza para la productividad. En estas normas se define, entre otros elementos, la transformación del concepto de objeto social, que en lugar de continuar definiendo de forma explícita lo que puede o no hacer cada entidad, en lo adelante enunciará solamente cuál es su actividad fundamental. Todo lo demás que se pretenda producir sería decisión de la directiva de la empresa. En paralelo aparece un concepto nuevo, el de encargo estatal, que estaría definido por las cantidades y tipos de producciones que el Estado va a encargar a la empresa para satisfacer los objetivos prioritarios. El resto de las producciones se podrán comercializar en el mercado, supuestamente a cualquier agente económico, a precios mutuamente convenientes.13 Este concepto constituye una traslación al sector empresarial no agrícola de lo que ha estado funcionando durante muchos años en la agricultura, donde una entidad estatal se responsabilizaba de acopiar los “encargos” realizados a los productores. Lo positivo de esta lógica radica en que —por primera vez en varios años— se pretende generalizar la posibilidad a todo el sistema empresarial de que comercialice excedentes productivos sin necesidad de regirse por arreglos centralmente establecidos.
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En este punto es donde el mercado encuentra la semilla de su desarrollo, cuando para adquirir un insumo basta con establecer contacto con los oferentes y acordar los términos, sin que medien barreras ni permisos administrativos supra-económicos. En la medida en que se logre que los objetivos prioritarios sean satisfechos a través de ese mercado, entonces el encargo estatal debería ir cediendo espacio como mecanismo directo de regulación de la producción, al comprometer cada vez una menor parte de la capacidad productiva de la empresa. He aquí una importante transformación conceptual que, de generalizarse adecuadamente, puede tener resultados muy positivos. Súmese a esto que las empresas conservarán el 50 por ciento de las utilidades, las que podrán distribuir o invertir; y que conservarán las reservas creadas a partir de los débitos atribuidos a la depreciación de los activos, montos que hasta ahora habían sido cedidos a los niveles centrales. Visto en una perspectiva temporal, deberían reducirse progresivamente las solicitudes de producciones físicas a las entidades estatales —y por tanto las asignaciones físicas a otras entidades— y dejar libre cada vez una mayor parte de la capacidad productiva de los oferentes para que puedan realizarla en el mercado, mientras se obliga a los demandantes a completar su cartera de insumos cada vez más a través del mercado. Las asignaciones materiales o las normativas sobre restricciones físicas de recursos, sólo deberían dirigirse a aquellos renglones realmente limitados desde el punto de vista de la disponibilidad física, que no puedan importarse aun teniendo financiamiento, que impliquen restricciones de capacidad no solubles a corto plazo, y que no sea recomendable su limitación a través del incremento de los precios. Por otra parte, el Estado no debería enajenar la capacidad legal de asignación central de recursos físicos en situaciones excepcionales, dado las ventajas que ello ofrece en cuanto al alto grado de selectividad, inmediatez y maniobrabilidad, cuando se le concentra solo en aspectos claves. Otro tema trascendente es el que se refiere al diseño de las interacciones horizontales entre los diversos agentes que proliferan en la economía. En este sentido comienzan a establecerse transacciones regulares entre los emprendimientos privados, las cooperativas y el sector estatal, sin límite de facturación preestablecido, como ocurría anteriormente. Ese es otro arquetipo que se va rompiendo, no sin una gran resistencia. Las normativas que rigen este asunto no determinan montos máximos para la contratación de bienes y servicios a los privados por parte de instituciones estatales.14 Solo establece dos principios esenciales: convocar a un proceso de licitación pública y que la decisión se adopte por un órgano colectivo de dirección. En intervenciones públicas realizadas por autoridades de elevado nivel,15 se ha hecho referencia a algunas distorsiones generadas con la aplicación de esta medida. Se han producido ejemplos de pagos irracionales y se ha enfatizado por las autoridades en la necesidad de corregir la aplicación, pero no de revertir el concepto.
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100 : Oscar Fernández Estrada El concepto es claro: tienen que estar conectadas todas las formas productivas, tienen que poder comerciar entre ellas, tienen que partir de condiciones de igualdad relativa, tienen que competir o integrarse espontáneamente en cadenas de valor, en fin, tienen que construirse los mercados con sus oferentes y demandantes, sean formas productivas o consumidores finales. Luego, en paralelo debe potenciarse el sector estatal, pero sobre la base de ventajas competitivas naturales o adquiridas y no de ventajas administrativas artificiales. Lo que había ocurrido hasta el momento es que las empresas estatales tienen —por decreto administrativo— control monopólico artificial en muchas actividades, pero a la vez están mucho más atadas que las formas no estatales para producir con eficacia —también por disposiciones administrativas—. Ambas cosas hay que corregirlas. Finalmente, la gestión presupuestaria debe convertirse en la herramienta fundamental del Estado para la asignación y control de los recursos a todas las entidades estatales. Cuando estas puedan concurrir al mercado en igualdad de oportunidades respecto a cualquier otro agente económico, no será preciso asignarles recursos de forma física. En el caso de las empresas (estatales), el Estado debe tender a exigir como meta fundamental los aportes que realicen al presupuesto por el rendimiento de la inversión estatal a corto, mediano y largo plazo (aporte al Estado como dueño). Cederían protagonismo otro tipo de indicadores que deben ser manejados únicamente por la dirección de la organización empresarial para acometer su gestión. En el caso de las instituciones de servicios sociales (unidades presupuestadas), todas sus necesidades deberán depender solo del presupuesto y no de asignaciones físicas de recursos, con lo cual se les impone el reto de acometer, en lo adelante, los procesos de presupuestación de todas sus actividades. Cambios institucionales requeridos para la nueva planificación Una de las funciones primeras de la planificación está relacionada con la definición de la función que corresponde desempeñar en la economía y la sociedad a cada entidad económica estatal clasificándolas por tipo. En correspondencia con ello se erigen ciertas reglas para conducir los comportamientos de cada una. Actualmente en Cuba las entidades económicas estatales se clasifican en dos tipos: empresas y unidades presupuestadas (estas últimas por lo general son entidades creadas para la prestación de servicios sociales). Se catalogan como empresas a aquellas que tienen capacidad de cubrir sus gastos con sus ingresos; y como unidades presupuestadas a aquellas que no pueden hacerlo. Utilizar este criterio es inapropiado. La posibilidad de obtener un saldo económico positivo en una entidad puede depender de múltiples elementos. Entre ellos son la eficacia de su gestión, las condiciones de mercado que enfrenta, el precio internacional de sus insumos, la tasa de cambio y las regulaciones que se le impongan por el Es-
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tado. Ninguno de ellos se corresponde estrictamente con la naturaleza de su función en la sociedad. Esto genera vacíos reglamentarios que requieren ser ocupados con intervenciones discrecionales. Por otra parte existe una gran confusión en torno a la categoría de “empresa socialista”, la cual se supone debe ser rentable y eficiente pero a la vez hacerse cargo de misiones sociales independientemente de los costos que impliquen. Con ello no se concibe la empresa como una organización optimizadora, lo cual confisca, desde su propia concepción, una gran parte de los incentivos a la innovación y a su desarrollo constantes. Una de las transformaciones a acometer en este sentido sería revisar en todas las entidades estatales cuál es su función en la sociedad y utilizar ello como criterio de clasificación, a los efectos de configurar las reglas que van a regir sus comportamientos. Como resultado se obtendrían al menos tres tipos de entidades con funciones de optimización y reglas bien diferenciadas: 1. Entidad maximizadora de rentabilidad, sujeta a metas de bienestar público (Sociedades Mercantiles). Su misión fundamental en la economía será obtener la mayor cantidad de beneficios netos posibles, que combine una perspectiva de corto plazo con la sostenibilidad y crecimiento a largo plazo. Sus resultados se medirían por el aporte neto que realizan al presupuesto del Estado como propietario (no como fisco). Estarían acotadas por normas de producción socialmente responsables, al igual que el resto de los actores productivos. Como principio no se le regularían las producciones físicas ni tampoco deben asignárseles insumos materialmente, aunque puede exigírseles —como encargo estatal— un determinado nivel de producción de algún renglón específico de interés nacional, el cual debe comprometer solo una parte de sus capacidades productivas. Funcionarían en condiciones de mercado, con plenitud de autonomía sobre la todas las decisiones de la gestión de la empresa, con totales facultades para exportar y sin restricciones para el acceso a recursos importados. Tendrían que interactuar competitivamente tanto en el mercado doméstico como en el externo. El Estado no las protege de la quiebra. Se regirían metodológicamente según las normas emitidas por todos los organismos centrales que regulen sus actividades. 2. Entidad maximizadora de bienestar social sujeta a niveles preestablecidos de rentabilidad (empresas sociales). Su misión fundamental en la economía sería maximizar el bienestar público, expresado en la producción de bienes o servicios altamente sensibles para el desarrollo del país. Su función no radicaría en buscar el máximo de rentabilidad posible, aspecto que la distingue del primer grupo. Estaría sujeta a determinadas metas de rentabilidad —a planificar y negociar a priori— con lo cual pueden o no ser rentables. La sociedad no está dispuesta a cerrarlas aunque ocasionen pérdidas económicas sostenidas. El Estado puede financiar parcial o totalmente sus actividades, aspecto que podría variar de un período a otro. Se regirían metodológicamente según las normas emitidas por todos los organismos centrales que regulen sus actividades.
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102 : Oscar Fernández Estrada 3. Entidades de la administración pública (unidades presupuestadas). Corresponderían solamente al aparato administrativo del Estado. Son las únicas que se subordinarían económicamente a los ministerios. Sus funciones económicas se reducirían a la administración operativa de la entidad. Su misión fundamental estriba en la optimización del cumplimiento de las funciones de administración pública asignadas. Dependerían completamente del presupuesto.
Con esta nueva configuración quedaría clara la función en la sociedad de cada tipo de entidad económica y con ello la variable a optimizar. Se esclarecerían las reglas. Una vez definido esto debería permitirse a las entidades estatales que ejerzan su capacidad de establecer sistemas de planificación interna ajustados a sus características, que les permita responder con eficacia al cumplimiento de su responsabilidad social y a las exigencias del mercado. Esta característica constituye condición necesaria para que la autonomía en la gestión de estas entidades se desarrolle eficientemente. Otro aspecto relevante tiene que ver con la estructura de la oferta en los mercados cubanos. Por lo general la producción de cada renglón se concentra en una o muy pocas empresas, persiguiendo supuestos beneficios de escala derivados de la especialización. Este contexto monopólico, aunque encierra un sentido esencialmente diferente al que adquiere bajo condiciones de propiedad privada, representa también un poder de mercado virtualmente absoluto que profundiza una relación de fuerza favorable al productor respecto al consumidor. Para contrarrestar esto, los órganos estatales superiores han intentado suplantar el inexistente control horizontal de los consumidores, con un diseño que sobredimensiona los mecanismos de control vertical de la economía, y por tanto tiende a la reducción de la autonomía de las empresas. Una estructura monopólica de la oferta tiende a conducir a una forma de gestión centralizada y lo mismo ocurre a la inversa. La concentración de la producción y la gestión centralizada son dos aspectos independientes aunque muy estrechamente relacionados. El proceso en marcha de ampliación de las atribuciones a las empresas y reducción del andamiaje regulatorio centralizado, no alterará demasiado las condiciones de déficit de oferta. Lo que sí permitirá es rendimientos extraordinarios a las entidades productivas, si no se modifica la estructura monopólica que hoy caracteriza los mercados de bienes y servicios. En los últimos años se observa una tendencia al incremento en la concentración especialmente de las empresas, lo cual se puede constatar en la significativa reducción de entidades económicas que se muestra en la figura 5.1. La reducción de la cantidad de empresas que se pone de manifiesto en la figura 1 no se explica por un proceso de cierre de entidades, de quiebras u otro similar. Constituye un resultado de la reestructuración de los organismos centrales que, en busca de simplificar su gestión, han tendido a la fusión de sus
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Empresas y Sociedades Mercantiles
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Unidades Presupestadas
FIGURA 5.1.
entidades y a la consiguiente concentración de la producción. Se apuesta por empresas grandes monopólicas en la mayoría de los casos y no alcanza consenso aún la necesidad de crear estructuras de mercado más competitivas. Este fenómeno constituye una de las posibles inconsistencias en la configuración del nuevo modelo. En lo adelante, para que puedan funcionar coherentemente los elementos del sistema ante las nuevas condiciones, se requiere organizar la producción de forma tal que se evite la concentración artificial16 de altas cuotas de mercado en uno o pocos productores aunque estos sean estatales.17 Ello supone que como condición para la descentralización de facultades a las empresas estatales, se debe desconcentrar la producción entre varias entidades (estatales o no), sobre todo en las que su mercado relevante es el doméstico,18 propiciar las condiciones para que afloren la cooperación y la competencia, y evitar así situaciones de control monopólico y de arbitraje, que tanto afectan al consumidor final. De lo anterior debería exceptuarse la producción de renglones considerados estratégicos, de bienes de capital o donde sus características tecnológicas, costos de producción, o requerimientos de especialización presenten condiciones de monopolio natural. Una gran parte de los esfuerzos debe concentrarse en lograr que en los mercados de bienes y servicios la mayoría de los productos estén determinados por la demanda y no por la oferta, para superar la situación actual conocida como “tiranía de los productores” (Brus 1969). Además, para un mismo bien o
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104 : Oscar Fernández Estrada servicio el Estado debería evitar la creación de parcelas especiales con precios diferenciados, que comúnmente estimulan procesos de arbitraje o especulación generadores de fuentes privadas de acumulación no deseada. Ello implica que la protección a grupos sociales vulnerables debería realizarse fundamentalmente mediante subsidios monetarios y no a través de entregas físicas de productos. Como colofón en este aspecto es preciso diseñar en los próximos años las instituciones requeridas para la defensa de la competencia y la protección efectiva al consumidor. Para ello se requiere iniciar cuanto antes un proceso de calificación de funcionarios en cuanto a mecanismos de regulación de mercados. Otros cambios institucionales se requieren para acompañar este proceso. Por ejemplo, es imprescindible disponer de una institución o dependencia que se dedique permanentemente a la realización de estudios de futuros y el diseño de propuestas estratégicas para la economía y la sociedad cubanas, desde un enfoque multidisciplinario. Es imprescindible fortalecer la función prospectiva de la planificación como instrumento fundamental para la evaluación ex-antes de los impactos de las políticas previstas. En Cuba, desde años recientes, se ha venido gestando alguna experiencia en el uso de las técnicas de prospectiva estratégica y dentro de ella, las de construcción de escenarios. Sin embargo, para avanzar en este sentido es importante que una organización, agencia o conjunto de estas, se dedique a desarrollar esta actividad de forma sistemática y permanente. Esta organización o grupo debe velar además, por la formación de capacidades para internalizar la función prospectiva en todos los niveles de la planificación. En este sentido es importante señalar que por primera vez en muchos años el largo plazo aparece en el discurso —y también en el diseño de políticas— como horizonte determinante en el proceso de planificación. Han aparecido referencias públicas sobre la eventual elaboración de un plan de desarrollo económico y social hasta el 2030. En los últimos años no se había contado de forma explícita con un sistema de objetivos estratégicos integralmente concebidos que sirvieran de guía. Ahora se trata de superar el enfoque cortoplacista de administrar crisis y colocar la mirada en un horizonte más lejano. Transformaciones en las funciones de coordinación y evaluación Que la sociedad cubana avance hacia un estadio superior de desarrollo, conservando una lógica no capitalista, no es un proceso que se garantice solo con la conservación de los medios fundamentales de producción en poder del Estado. Se requiere alcanzar progresos objetivos en variados ámbitos y que estos a su vez sean percibidos y ponderados favorablemente por la población. La política económica de una economía cuya naturaleza pretende ser distinta debe concebirse como un todo armónico con lo social, debe medirse por sus impactos
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en el ser humano y no supeditar estos a los equilibrios per se que persigue el paradigma convencional. Esto nos lleva a otro asunto también conceptual: ¿pueden considerarse óptimos los indicadores convencionales de la macroeconomía para evaluar el desempeño de la economía cubana? Varios periodos que experimentaron notables crecimientos del producto interno bruto (PIB) —como las etapas 1975– 1985 y 2004–2007— generaron a su vez grandes desbalances en la estructura económica, además de otras distorsiones. El paradigma del PIB se ocupa de modo estricto de contabilizar transacciones monetarias. Por este camino, se legitiman y promueven asuntos tan sensibles para la supervivencia de la humanidad como la obsolescencia programada, la producción bélica, el “extractivismo” de recursos naturales, o la comercialización de los derechos de emisión de contaminantes. La producción solidaria, por ejemplo, no es reconocida como un bien ante las cuentas del PIB. La dinámica de la economía constituye un aspecto crucial en el contexto cubano actual, por lo que el PIB como indicador cumple una importante función. No obstante, en este sentido, deben ser evaluadas de manera continua y pública al menos las siguientes cuatro dimensiones: avance percibido por la sociedad en su calidad de vida, o su nivel de satisfacción general;19 mejoría relativa de los trabajadores, como principio distintivo socialista esencial (puede medirse a través de la evolución de la capacidad adquisitiva de los ingresos provenientes del trabajo); transformación estructural para el desarrollo (puede evaluarse a través de diversas medidas de productividad u otra forma que se considere; sostenibilidad social y ambiental, como medida del respeto por la calidad de vida de las futuras generaciones. Sin embargo, en cualquier caso, el punto de partida básico de todo proceso de planificación requiere disponer de sistemas estadísticos de calidad, o sea, abarcadores, confiables y oportunos. Esto es un tema aún pendiente de solución en Cuba. Los anuarios estadísticos nacionales, por ejemplo, han salido a la luz pública con casi dos años de retraso durante el último lustro. Existen muchos temas de interés sobre los cuales se capta información pero no se publica por razones múltiples.20 Una parte importante de la información necesaria para la toma de decisiones no fluye a través de los circuitos del sistema estadístico nacional. Los organismos crean sus propios mecanismos de captación de información con lo cual se generan en ocasiones datos duplicados e inconsistentes. Sobre innumerables aspectos importantes de la realidad socioeconómica cubana aún no se han diseñado sistemas eficaces de recolección de datos. En conclusión, los sistemas estadísticos tienen que articularse con los objetivos de la política económica planificados. No puede avanzarse en una política concreta si no están diseñados los mecanismos para captar la información que permita evaluar los impactos de dicha política.
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106 : Oscar Fernández Estrada Esto nos conecta con el siguiente elemento clave en estos procesos: la función de evaluación de las políticas. El proceso de “actualización”, en términos generales, se viene implementando a partir de la lógica de experimentos controlados. De esta forma, las nuevas medidas se experimentan primero con un número reducido de actores para luego generalizarlas a toda la sociedad. Este es un proceder controversial por varios factores. Por una parte, garantiza a las autoridades la cautela requerida para no perder el control político de los cambios, pues la transformación pasa muy cerca de puntos neurálgicos para el sistema, como la propiedad. Por otra, pudiera pensarse que ralentiza innecesariamente la implantación de medidas que de antemano ya se sabe serán generalizadas. En cualquier caso, sea para los experimentos o para las medidas generales, se requiere fortalecer y democratizar la función evaluadora. El consenso real que se logró en los albores del Sexto Congreso pudiera llegar a eclosionar si no se mantiene abierto un diálogo nacional, que contraste los impactos de las políticas con sus objetivos declarados y participe de forma efectiva en las decisiones. En este momento la función evaluadora en buena parte de los casos corre a cargo de los mismos organismos responsables por el diseño y la implementación de las medidas. Se deberían crear agencias evaluadoras con incentivos para ofrecer análisis fidedignos y evaluar rigurosamente los impactos, separadas de las instituciones que desempeñan funciones administrativas de ejecución de presupuestos públicos o de acciones de política. Otro aspecto clave en el proceso de planificación, en correspondencia con las funciones que le atribuye el Instituto Latinoamericano y Caribeño de Planificación Económica y Social (Martín 2005), es el relacionado con los mecanismos de coordinación de políticas que deben generarse. Esta coordinación en Cuba tiene que fortalecerse —y en algunos casos construirse— en dos dimensiones: la coordinación al interior de los organismos de gobierno; la concertación de las instancias gubernamentales con los restantes actores económicos y sociales. La asignación de recursos públicos (presupuestarios o de otra índole), así como el resto de las decisiones deben responder a un proceso técnico pero también a un proceso político de coordinación. El aparato gubernamental por lo general se organiza sobre la base de instituciones especializadas (ministerios, institutos). Sin embargo, los problemas que enfrenta la población requieren soluciones que normalmente no se estructuran bajo una lógica institucional, sino que son transversales a varias instituciones. Se requiere buscar arreglos para mejorar la coherencia intersectorial de los diferentes programas y acciones. En algunas experiencias internacionales en la región se observa la existencia de estructuras de coordinación al menos en tres áreas fundamentales: desarrollo social,21 desarrollo productivo,22 y desarrollo territorial.23 Por otro lado, fortalecer el protagonismo de los representantes públicos
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en los procesos de planificación, por ejemplo, a través del diseño de formas de decisión más transparentes y efectivas de las Asambleas Nacional y Locales sobre las políticas y presupuestos. Comentarios finales Las transformaciones desatadas en los últimos años contienen importantes elementos de cambio que avizoran resultados positivos si se consigue su instrumentación. La planificación tiene que dejar de entenderse como el mecanismo sacrosanto a través del cual los niveles centrales del Estado deciden con precisión las fuentes y los destinos de casi todos los recursos que se ponen en movimiento en la economía, por una sencilla razón: aún si fuera deseable, es imposible conseguirlo. Es imposible desplegar un proceso de asignación centralizada de recursos y tareas a los actores económicos sin que ello provoque despilfarros o escasez artificiales en muchas ocasiones. El sistema no puede funcionar a partir de un diseño en el que los actores tengan que interactuar con algún nivel central —buscando una liberación de un recurso, una excepción en una regla o política, o simplemente un visto bueno— para ejecutar cada operación con los restantes actores, algo que debería ser totalmente horizontal, muy sencillo y automático. El Estado tiene que aprender a regular los procesos económicos utilizando mecanismos indirectos. Esto significa menos presencia de regulaciones administrativas, que por lo general son las que prohíben u obligan determinados comportamientos, y más empleo de políticas de incentivo. La planificación debe sobrepasar su papel como regulador-coordinador cortoplacista de la producción para mirar, con un horizonte más lejano, hacia los objetivos integradores de un desarrollo socialista. El embrión de estas ideas está presente en las transformaciones en marcha y no supone una complejidad excesiva. Sin embargo, por un lado resulta un enorme reto acometerlas en medio de una coyuntura económica tan desfavorable a escala de la economía nacional, y por otro, se requiere de un entorno monetario ordenado y un sistema de precios coherente capaz de reflejar con objetividad los hechos económicos internos y externos. En resumen, en el estado actual en que se encuentra la reforma cubana cuatro enunciados conceptuales requieren atención: 1. La asignación directa de recursos materiales por un agente central no es sinónimo de planificación, y esto a su vez no es un principio de las economías socialistas. La planificación debería entenderse más como una necesidad para la conducción estratégica e integral del sistema hacia la consecución de objetivos de largo y mediano plazo.
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108 : Oscar Fernández Estrada 2. Mercado no es sinónimo de propiedad privada. El mercado es una institución objetivada en el mundo contemporáneo, funciona como elemento coordinador de las interacciones inevitables que se producen entre millones de agentes económicos, no es exclusivo de economías capitalistas y su expansión no requiere o conduce necesariamente al control privado sobre la actividad económica. 3. La proliferación del mercado no es un fenómeno inocuo: sí tiende a apuntalar la reproducción de un sujeto individual desmarcado del proyecto colectivo, pero la planificación practicada tampoco evita este individualismo. Dado el contexto general actual la sociedad cubana no se salva del egoísmo como fenómeno social optando por uno u otro modelo económico más o menos mercantilizado. Si se quiere evitar el proceso en curso de precarización de los valores históricamente edificados, se requiere un rediseño mucho más riguroso desde la educación y cultura. 4. No es posible transformar las bases de la planificación, sin transformar los mecanismos de dirección de la sociedad —entiéndase el sistema político en su conjunto— hacia diseños más participativos.
N O TA S 1. A finales de 2006, cuando el entonces presidente Fidel Castro se ve obligado a delegar su responsabilidad por razones de salud, asume la presidencia interina Raúl Castro, quien en ese momento fungía como primer vicepresidente. Este último es posteriormente ratificado como presidente en las elecciones generales de 2008. 2. Se refiere al VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), celebrado en abril del 2011. 3. Como antesala al VI Congreso del PCC se desarrolló un amplio debate que abarcó todos los sectores de la sociedad, con el objetivo de construir consensos en torno al programa de reformas impulsado posteriormente. Es loable afirmar que este proceso consiguió un elevado contenido movilizador y aglutinador alrededor de las ideas esenciales del cambio, pero no quedaron diseñados los mecanismos para institucionalizar el escrutinio social sobre el decisivo momento de implementar las decisiones de política correspondientes. 4. Se refiere a aquellos aspectos que el autor considera constituyen éxitos de mayoritario consenso a nivel social atribuibles al período de Revolución, tales como el acceso universal a servicios básicos de calidad, la seguridad ciudadana, los niveles de equidad, la soberanía y autodeterminación, entre otros. 5. Más concretamente entre la década del cincuenta y finales de los ochentas. 6. Esta idea hace referencia al debate generado en torno al libro de Alec Nove, La economía del socialismo factible (publicado originalmente en inglés en 1983) y ante el cual autores como Ernest Mandel (1986) y Diana Elson (1988) argumentaron posiciones diferentes. Se destacan también los aportes a lo largo de muchos años del académico húngaro Janos Kornai. Varias de sus principales publicaciones aparecen listadas en http://economics.harvard.edu/people/j%C3%A1nos-kornai. 7. Entre las restricciones de carácter genuinamente material pudieran mencionarse por las de capacidad. Por ejemplo, capacidades constructivas en el corto plazo, capacidades instaladas para la generación de electricidad. Ante la identificación de un desequilibrio entre la oferta de que se dispondrá y la demanda estimada, no debe reaccionarse automáticamente restringiendo en términos materiales los consumos del producto en cuestión. 8. Aspecto que resulta matemáticamente imposible, sobre todo en condiciones generales de ausencia de cambio tecnológico.
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9. En este caso específico el término instituciones está haciendo referencia a los organismos de la administración del Estado, sean centrales (como los ministerios o agencias) o territoriales (como los gobiernos locales). 10. El sistema económico en Cuba está estructurado de forma tal que prácticamente todas las entidades se encuentran subordinadas a algún ministerio o agencia gubernamental, lo cual es condición para el funcionamiento del modelo vertical de asignación de recursos. 11. Cuba fue el segundo país en América que logró tener una matriz input-output, luego de Estados Unidos. Esta se realizó en el año 1965, impulsada por el Ministerio de Industrias de aquel entonces, y que fue presentada al propio Vassily Leontief en su visita a La Habana del año 1969. Se hicieron dos versiones, una primera con 171 actividades, solamente para la industria, y una segunda versión con 97 sectores, que sí incorporaba en el cuadrante de las relaciones intersectoriales a la agricultura, la construcción, el transporte, la administración, etc. El trabajo requirió casi dos años de trabajo de un equipo de alrededor de cincuenta personas. Posteriormente, no es hasta inicios de los años 80 que se emprende nuevamente una encomienda similar, con la obtención del llamado Balance de Relaciones Intersectoriales Estadístico, que abarcó 750 productos de 179 actividades con base en 1981. Este balance fue actualizado entre 1989–1990. Los datos arrojados por ambos estudios no han sido publicados hasta la fecha. Aunque algunos pequeños grupos de expertos han realizado estimaciones a inicio de los 2000, ejercicios de este tipo no se han vuelto a organizar desde el arribo de la crisis de los años noventa y el consiguiente impacto sobre la capacidad institucional de acometerlos. 12. Existen las condiciones para acometer este trabajo a través de un censo industrial u otro método que al menos ofrezca una aproximación a las interrelaciones, sin que constituya un proceso excesivamente costoso. 13. De esto se deriva que si las producciones “encargadas” por el Estado se contratan a precios inferiores a los de mercado, entonces este “encargo” funciona de la misma forma que un impuesto a las empresas. 14. Sin embargo, por el momento solo se fomentan las relaciones en un solo sentido: las entidades estatales pueden acceder a servicios o bienes privados, pero —por lo general— los productores privados no pueden adquirir insumos en empresas estatales (excepto como consumidores o compradores al detalle). 15. Específicamente se refiere a la intervención en la Asamblea Nacional del Poder Popular en julio de 2013 de Marino Murillo Jorge, vicepresidente del Consejo de Ministros y responsable de conducir el proceso de “actualización” (Murillo 2013). 16. Por lo general la concentración de altas cuotas de mercado constituye un fenómeno no deseable en cualquier contexto. Esto es peor aún si ella no es resultado de procesos económicos sino de decisiones de política. 17. En los últimos años en Cuba se han visto sobrados ejemplos de ineficacia y hasta errores empresariales con impactos sustantivos sobre el consumidor final, reflejados incluso en los medios de prensa, cuya causa fundamental está en el control artificial absoluto del que disponen sobre el mercado y la consiguiente ausencia de competencia, así como la ausencia de incentivos adecuados al interior de estas empresas (por ejemplo, Servicios de Telefonía móvil de ETECSA, Empresa de Correos de Cuba, entre otros). 18. Cuando el mercado relevante de una empresa es el externo entonces es probable que sí se justifique la presencia de una gran entidad concentradora que adquiera más fuerza para enfrentar a los competidores exteriores. 19. Está demostrado en varios estudios internacionales que no existe una dependencia lineal entre el crecimiento de la riqueza de los países y la felicidad promedio de las personas (paradoja de Easterling). Esta paradoja ha abierto preguntas muy pertinentes sobre el impacto que pueden tener las políticas públicas sobre el bienestar de los individuos, y la necesidad de regularizar medidas subjetivas científicamente validadas (Ramírez Gallegos 2011).
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110 : Oscar Fernández Estrada 20. Algunas pueden estar asociadas a razones de seguridad nacional pues, teniendo en cuenta el asedio de la política de los Estados Unidos hacia Cuba, las autoridades cubanas guardan secreto sobre aspectos que usualmente se disponen como información pública en cualquier otro país. Por otra parte, también ocurre que determinados resultados desfavorables políticamente son enmascarados en información agregada o en nuevas categorías que impiden análisis rigurosos. 21. Varios países de la región han adoptado distintos arreglos institucionales para forzar la coordinación en el área social, como la conformación de una autoridad social o de consejos de política social (Martín 2005). 22. El área de desarrollo productivo debe armonizar temas como el acceso a factores productivos, la conexión con mercados externos, la generación y adopción de innovaciones, la provisión de infraestructura y la potenciación de encadenamientos productivos, entre otros, se encuentra fragmentada en distintos ministerios e institutos cuyas acciones requieren un espacio efectivo de coordinación. 23. El ámbito del desarrollo territorial, particularmente en procesos que apuesten a formas de gestión local descentralizadas, como en la actualización del modelo económico cubano, requiere: una distinción precisa de las atribuciones y responsabilidades de los diferentes niveles de gobierno; el diseño de mecanismos reales de concertación y negociación respecto a objetivos contradictorios emanados de los diferentes niveles; la construcción de una institucionalidad de reglas estables que garantice control y permita a su vez operar con flexibilidad.
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ILEANA DÍAZ FERNÁNDEZ
Los cambios en la empresa estatal cubana en el contexto de la actualización del modelo RESUMEN En el marco de la actualización del modelo económico el artículo centra la atención en las medidas adoptadas para la empresa estatal y muestra sus incoherencias y falta de incentivos para elevar la eficiencia y eficacia. Entre los aspectos más debatidos se encuentra el proceso actual de reestructuración de las organizaciones empresariales. El artículo analiza los cambios y reestructuraciones de las empresas estatales cubanas desde 1959 y el contexto económico en el que se desenvuelven en la actualidad.
A B S T R AC T This article studies the current measures adopted by the Cuban government for the functioning of state-owned companies within the context of the actualization of Cuba’s economic model. It shows how the measures are afflicted by incoherence and lack of incentive, which prevents the improvement of efficiency and effectiveness of the said state-owned companies. The article focuses on the current restructuration of business organizations as a continuation of a process of change that began in 1959.
Cuba se encuentra inmersa en la actualización de su modelo económico, el mismo dirige su interés a introducir cambios en el sistema empresarial, ante todo lo referido a los cambios de propiedad, es decir, la inclusión de cooperativas no agropecuarias y el trabajo por cuenta propia, de hecho propiedad privada. Estas nuevas formas de propiedad supuestamente le permiten a las empresas estatales y al sector estatal en general despojarse de las actividades menos productivas y que al mismo tiempo absorban empleo. Sin embargo la proporción fundamental y decisiva del producto interno bruto (PIB) sigue siendo aportada por la empresa estatal, de ahí la importancia de las medidas que se adopten en este sector. El trabajo no discutirá la concepción de empresa desde una perspectiva teórica, más allá de tener presente que allí es donde se crea la riqueza material de la sociedad y se realiza la forma de propiedad. El propósito es realizar un análisis crítico de los cambios acaecidos, hasta el momento, en la empresa es-
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Los cambios en la empresa estatal cubana : 113 tatal dentro de la actualización del modelo que se relacionan con su gestión en consonancia con las pautas definidas en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución (en lo que sigue lineamientos). Se estructura en cuatro grandes aspectos: primero los antecedentes de la empresa en Cuba, en segundo lugar: el contexto en que las mismas actúan. El tercer epígrafe y el central, son los cambios realizados a las empresas en el proceso de actualización y por último algunas conclusiones generales. Antecedentes La empresa cumple un destino económico, al buscar eficiencia y eficacia en la función de producción, mediante una gestión apropiada a sus características y competencias y todo ello persiguiendo que el trabajo sea cada vez más social con la participación de los trabajadores en las decisiones y sin perder su impronta social, es decir, trabajar para satisfacer, en última instancia, las necesidades sociales. El recorrido histórico de la empresa estatal desde el triunfo de la revolución pasa inicialmente por las empresas consolidadas, las mismas agrupaban todas aquellas entidades con características homólogas de producción, que producían lo mismo y tenían un carácter nacional. Todos sus ingresos pasaban al presupuesto del estado y éste asignaba las cantidades requeridas para que las empresas funcionaran. La eficiencia se medía por los costos y por tanto era muy importante el registro contable de la actividad económica. En el año 1966 el 100 por ciento de la actividad industrial se realizaba en 56 empresas consolidadas que agrupaban un total de 1051 fábricas, de las cuales un 57 por ciento producían el 90 por ciento de toda la producción industrial, integradas en alrededor de 14 empresas. Esta producción estaba concentrada en las ramas de alimentos, bebidas y tabaco (que incluye el azúcar), textiles, calzado y vestuario y química y derivados del petróleo.1 Las empresas consolidadas jugaron un papel importante al agrupar un conjunto disperso y de muy baja productividad de pequeñas entidades productivas que de alguna manera fueron reestructuradas, sin embargo no se lograron los resultados económicos esperados. Las empresas consolidadas de hecho existieron hasta inicios de los años 70, sin embargo desde 1965, el sistema de dirección se modifica, eliminándose la contabilidad, toda relación mercantil (excepto el salario y la compra-venta de la población) y por tanto la medición de la eficiencia se realizaba por el cumplimiento del plan en forma material. Esta etapa representó un retraso en el desenvolvimiento económico y la gestión de las empresas, que se manifestó en el deterioro de la economía nacional. En 1975 tras la celebración del I Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) se comienza a aplicar el Sistema de Dirección y Planificación de la Eco-
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114 : Ileana Díaz Fernández nomía (SDPE) que se basaba en el cálculo económico al estilo soviético. Este sistema fue el más completo aplicado hasta ese momento, cuya concepción era la más sistémica y su finalidad “el aumento del volumen de la producción social . . . el propósito de satisfacer las crecientes necesidades del pueblo y ofrecer nuestra ayuda solidaria . . . y la exigencia de utilizar del modo más racional y con mayor eficiencia los recursos materiales, laborales y financieros” (PCC 1982, 92–93). Por su parte el Decreto No 42 de 1979 define a la empresa como “una entidad económica con personalidad jurídica propia que constituye el eslabón primario y, como tal, la base del complejo sistema de relaciones de la economía nacional” (Vilariño y Domenech 1986, 143). Las empresas se concebían como una unidad con cohesión técnico-económica interna y objetiva del proceso de producción, unidad territorial que permitiera mayor racionalidad en su planificación, control y administración como un todo orgánico e independencia relativa que las diferenciara de los restantes núcleos de la economía y donde se concretara una determinada autonomía económico-operativa en su gestión.2 El eje de la gestión de las empresas era el plan que se elaboraba a partir de los indicadores directivos. Disponía cuenta bancaría única de ingresos y egresos y podía recibir créditos de corto y largo plazo. Poseía contabilidad propia y balances financieros independientes. Debían ser autofinanciadas y de la ganancia obtenida realizar aportes, formar fondos de la empresa y otra parte quedaba a su disposición. Entre 1977 a 1982 se reduce el número de empresas estatales del país en un 27 por ciento en todos los sectores (la construcción el de mayor reducción), excepto en silvicultura y comunicaciones.3 Al finalizar el año 1982 se contaba en el país con 2,231 empresas. En realidad no se logra una estabilidad en el sistema empresarial, en la mayoría de los casos, por razones de carácter organizativo que no siempre estuvieron fundamentadas económicamente y que con frecuencia no generaron mayor eficiencia. El proceso de ordenamiento y creación de empresas generó una uniformidad excesiva, que imponía estructuras tipo y un aparato de dirección con funciones vinculadas al aspecto técnico, productivo y económico, al mismo tiempo que se reproducían los aparatos funcionales de los ministerios, como una forma cómoda de dirigir y obtener información por los organismos superiores. En general las empresas poseían un tamaño grande como herencia del gigantismo soviético y del verticalismo que condujo la falta de confianza en el cumplimento de los contratos. En realidad el SDPE debió implementarse sin las condiciones propicias para ello, toda vez que el sistema precedente eliminó bases indispensables como la contabilidad, la desvinculación del salario a los resultados y las mismas gratuidades, males, alguno de los cuales, subsisten hasta hoy y otros aún
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Los cambios en la empresa estatal cubana : 115 arrastran insuficiencias no salvadas como la contabilidad. El SDPE por su propia concepción hacía complejo, engorroso y burocrático todo el proceso de planificación, lo que conducía a un plan con rasgos de rigidez muy fuertes al no contemplar la diversidad empresarial ni dejar espacio a la toma de decisiones por las empresas, es decir, solo una autonomía relativa. El año 1986 fue el inicio de la rectificación de errores e intentar mejorar el sistema. En esta etapa surgieron tipos de organizaciones como los contingentes, también se venían desarrollando la experiencia del Polo Científico con la vinculación ciencia-producción-comercialización y en 1989 se establece la primera empresa mixta en el turismo. Sin embargo los noventas representaron una crisis profunda con la caída del campo socialista y por tanto con la pérdida de los principales clientes y suministradores y condujo a lo que según Juan Triana fue la estrategia de supervivencia, por tanto poco se hizo en términos de establecer un sistema de dirección empresarial coherente sino definir y aplicar líneas de acción para la salida de la crisis. Lo anterior conduce a que se estructure un sector llamado emergente cuyo centro era el turismo, además del níquel, tabaco, ron, algunas comercializadoras, etc., y que operaban en divisa, ya fuera como empresa mixta con capital extranjero o como sociedad anónima 100 por ciento cubana. Al mismo tiempo no existía una regulación coherente para el otro sector de la economía que operaba en pesos, todo ello en medio de una economía en crisis. En 1996 se alcanza el primer crecimiento sustantivo de la economía desde que había entrado en crisis y en 1998 se comienza a introducir el Perfeccionamiento empresarial (a partir del 2007 se denomina Sistema de Dirección y Gestión Empresarial Cubano), que establecía algunas condiciones de partida a las empresas para que pudieran comenzar el proceso. Desde finales de los años 90 hasta la actualidad el número de empresas han ido decreciendo producto de las reestructuraciones del aparato de administración central. Al cierre del primer semestre del 2014 existen 2096,4 que representa una reducción del 22 por ciento en relación al 2011.5 En el 2013 se mantienen con pérdidas por dos años consecutivos 50 empresas, cifra inferior al 2011 pero ni con mucho aceptable. Si se analiza el subsidio por pérdidas, entre el 2009 y el 2013 creció en un 51,6 por ciento, concentrado en el Ministerio de la Agricultura, Ministerio de la Industria Alimenticia y el grupo empresarial de la industria azucarera (AZCUBA).6 Contexto actual en que se desempeñan las empresas Las empresas cubanas se desenvuelven en una economía que en los últimos cuatro años ha crecido como promedio alrededor de un 2 por ciento (a precios de 1997), donde la formación bruta del capital continua siendo baja, entre un
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116 : Ileana Díaz Fernández 10 y un 11 por ciento, y las exportaciones de servicios son las más significativas, mientras que en las de bienes el petróleo y los productos biotecnológicos,7 son los más importantes. Esta situación se mantiene en el primer semestre del 2014 que el PIB creció un 0,6 por ciento. Lo anterior muestra un panorama que induce a restricciones en las inversiones y la búsqueda de ahorro a toda costa, pero ello no permite revertir la obsolescencia tecnológica y descapitalización del sector productivo, sobre todo la industria, ni tampoco a incrementar salarios, lo cual conspira negativamente sobre la motivación, que unidos al sobrante de fuerza de trabajo, conducen a niveles muy bajos de productividad. Las empresas han poseído fuertes restricciones de autonomía, entre otros factores, al entregar, hasta el 2013, parte de su depreciación y prácticamente todas sus utilidades, no existir ningún incentivo fiscal, ni crediticio a mejores o destacados desempeños, ni a la exportación, que por demás se encuentra fuertemente influenciada de forma negativa por la sobrevaluada tasa de cambio. Por otra parte el atractivo del monopolio empresarial es muy fuerte y las empresas se sienten dueña de productos y servicios que la población, y en buena medida otras instituciones y empresas, se encuentra obligada a comprarles. El obtener utilidades o pérdidas, el poder pagar sus deudas a terceros o incumplirlas sistemáticamente, no tiene ninguna implicación, hasta el momento, en la supervivencia de la organización. El mercado entre empresas es totalmente fragmentado debido a que el análisis del plan no está en función de la cadena productiva con todos sus eslabones que permitan un producto final, sino que tiene un enfoque administrativo de control y por tanto institucional. De ahí que cada ministerio establezca las regulaciones para sus empresas de a quién le puede comprar y vender y bajo qué condiciones. Según el criterio de funcionarios del Ministerio de Economía y Planificación “existe poca participación de los diferentes niveles (en la elaboración del plan), ausencia de planificación financiera, falta de coordinación entre los organismos decisores de políticas macro y falta de coordinación entre lo horizontal y lo vertical, lo ramal y lo territorial” (Pérez 2013, 16). El plan tiene un marcado acento directivo, perfeccionista y dogmático. Es rígido y se exige su estricto cumplimiento, sin tener en cuenta que las condiciones cambian (desde que se planea hasta que se ejecuta), por lo que plan el puede haber previsto objetivos demasiado ambiciosos o limitados, y la pobre de autonomía empresarial, no le otorga capacidad de maniobra a las empresas y desestimula a la mismas en sus posibilidades de participación en la elaboración del plan. El plan no cumple su función reguladora, sino administrativa. Por otra parte en el país existen diversas formas de gestión tales como empresas en perfeccionamiento (regidas por un decreto ley), empresas mixtas, sociedades mercantiles, cooperativas agropecuarias y no agropecuarias,
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Los cambios en la empresa estatal cubana : 117 empresas estatales (no en perfeccionamiento) y los trabajadores por cuenta propia (a los cuales aún no se les considera personas jurídica), las cuales se regulan mediante reglamentaciones diversas, no existe una ley de empresa, solo una ley de cooperativa agropecuaria (ya que la ley sobre cooperativas no agropecuarias regula los experimentos), por tanto impera la fragmentación en las regulaciones. El mercado entre empresas es complaciente, pasivo y nada pro activo. Este fue un mercado que en un tiempo floreció con exigencias en sus demandas, sobre todo para el turismo y empresas mixtas, pero estas últimas se van reduciendo y el turismo no ha logrado los encadenamientos hacía el resto de la economía, como en su momento propició la industria azucarera. En sentido general no existe ningún incentivo ni por el exceso y tipo de las regulaciones, ni por la ausencia de autonomía, para que se mejore el intercambio en este mercado. Al acercarnos al mercado de consumo se observa qué el salario medio nominal pasó de 188 pesos en 1989 a 448 en 2010, pero al mismo tiempo el salario medio real, para ese mismo período de tiempo, pasó de 188 a 90, es decir el 27 por ciento.8 Lo anterior es más que demostrativo del bajo poder adquisitivo del salario, en una economía donde varios productos deben obtenerse en la red de tiendas en divisa con un cambio de 1 CUC = 25 pesos. Al mismo tiempo que se va dando una estratificación de la sociedad por su poder adquisitivo y ya no es posible analizar el mercado como homogéneo. Se conoce que los ingresos de la población no en todos los casos es solo el salario, puede existir estimulación en divisa en ciertos sectores, remesas que recibe la población y otros ingresos obtenidos por el desvío y robo de recursos al estado, que se estimula sobre todo por tres factores: el bajo poder adquisitivo del salario, la escasez de productos en el mercado y la no existencia del mercado mayorista. A lo anterior se une el hecho de que se observa un aumento de algunos precios, si se analiza el índice de precios al consumidor, que solo se calcula para los mercados en pesos cubanos, se reporta un 1,6, 1,4 y 2,1 para los años 2010, 2011 y 2012 respectivamente, lo que muestra un incremento, sin contar la existencia de precios en servicios del estado muy por encima de lo establecido en el listado oficial de precios. Para esos mismos años el consumo efectivo de hogares en la práctica no crece (ver figura 6.1) y como se observa caen los servicios suministrados por el gobierno.9 La no existencia de un mercado mayorista implica que los trabajadores por cuenta propia compren en el mercado minorista de bienes (en divisa y pesos) y la producción o las importaciones no crecen o no lo suficiente, entonces lo hará el precio. Por tanto una pobre oferta (pobre crecimiento del PIB y de las importaciones), incremento de precios, un mercado de consumo estratificado (con
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118 : Ileana Díaz Fernández 12,0 10,0 8,0
Consumo final efectivo de los hogares
6,0
En el mercado Servicios individuales suministrados por el gobierno
4,0 2,0 0,0 –2,0 –4,0
2007 2008 2009 2010 2011 2012
FIGURA 6.1. Tasa de crecimiento anual Fuente: ONEI (2013) Anuario Estadístico de Cuba 2012. Cuentas Nacionales.
30% 20%
2013
2012
2011
2010
2009
2008
2007
2006
2005
2004
2003
2002
2001
2000
1999
1998
1997
1996
1995
1994
1993
1992
1991
–10%
1990
0%
1989
10%
–20% –30% –40% PIB
ocupados
productividad
FIGURA 6.2. Crecimiento anual (%) Fuente: Anuarios Estadísticos de Cuba 1985, 1989, 2005, 2010 y 2012.
personas que poseen recursos para gastar y otras que viven de un salario estatal deprimido) y un mercado organizacional fragmentado y débilmente articulado, muestra un cuadro bastante desolador y raquítico de la economía que se termina de completar con el análisis de la productividad (ver figura 6.2). Como se observa la productividad (de un 5 por ciento a un 2 por ciento) y el PIB (de un 3 por ciento a un 2 por ciento) caen respecto al 2012 y se incrementa ligeramente el empleo que pasa de –2 por ciento a 1 por ciento,
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Los cambios en la empresa estatal cubana : 119 por tanto sin un análisis más profundo, el crecimiento del PIB pareciera que es resultado del incremento del empleo más que por el incremento de la productividad. Del análisis hasta aquí realizado se hace evidente la necesidad de que la economía crezca y mucho mejor si se desarrolla, pero para ello, entre las muchas medidas a tomar, son indispensables aquellas que se dirijan al sistema empresarial y en particular las empresas estatales, para que eleven sus niveles de eficiencia y eficacia y por tanto aporten las riquezas que la sociedad espera y necesita de ellas. Los cambios a las empresas La empresa para tributar al crecimiento y desarrollo debe ser dirigida, lo que implica que los directivos deben tomar decisiones oportunas, estratégicas y puede que arriesgadas, lo cual requiere de la lógica autonomía en el modo de organizar la producción y motivar a los trabajadores; de liderazgo empresarial, así como de una relación dialógica con el Estado. La transformación empresarial debe buscar el cambio de aptitudes, en función de su razón económicosocial: creación de riqueza. Los Lineamientos incluyen un conjunto de propuestas que se dirigen a realizar cambios en las empresas, incluyendo en ello el propósito de dar mayor espacio al trabajo por cuenta propia y a las cooperativas, al mismo tiempo que mayor autonomía a las empresas estatales. Las medidas más relevantes aprobadas para las empresas estatales se encuentran referidas a dos aspectos fundamentales: la reestructuración organizativa y la gestión de recursos. Referidas a la reestructuración organizativa La creación de las Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial (OSDE), que ya se concebía en Decreto 281/2007, pero que ahora se retoma con renovado énfasis toda vez que se desea reestructurar el aparato estatal. Las OSDE agrupan un conjunto de empresas y a estas se subordinan las Unidades Empresariales de Base (UEB). Las funciones de OSDE, empresas y UEB se encuentran recogidas en el Decreto 323/2014 y en el Decreto 281/2007 (Reglamento para la implantación y consolidación del sistema de dirección y gestión empresarial estatal). También aparece la figura de Juntas de Gobierno por el Decreto 302/2012 (De la creación, estructura, organización y funcionamiento de las juntas de gobierno).
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120 : Ileana Díaz Fernández Referidas a la gestión de recursos En el 2013 la resolución 134 del Ministerio de Economía y Planificación autoriza la flexibilización de los objetos sociales, lo que faculta a las empresas en decidir qué actividades secundarias y de apoyo, derivadas de su objeto social están en condiciones de realizar para aprovechar al máximo sus potencialidades. En el 2014 el decreto 323 del Consejo de Ministros y las resoluciones 125 del Ministerio de Economía y Planificación, las 181 y 203 del Ministerio de Finanzas y Precios y la 17 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, proponen un conjunto de cambios, entre los más significativos se encuentran: • El encargo estatal como la producción de bienes y servicios priorizada por el Estado mediante el aseguramiento en el plan. • Venta de los excedentes del encargo estatal y los inventarios ociosos, a precios formados por la oferta y la demanda. • Las empresas con utilidades deben pagar el impuesto sobre utilidades y además deducir un monto para incrementar las reservas para pérdidas y contingencias, después de lo cual realizaran el aporte por el rendimiento de la inversión estatal del 50% como mínimo. • Las empresas podrán crear y utilizar reservas voluntarias a partir de las utilidades (después de las deducciones antes mencionadas), si están debidamente autorizadas. • La amortización no se aporta, queda en la empresa • Eliminación del límite del 30% del pago por resultados a los trabajadores.
De igual forma se estableció en las indicaciones metodológicas de elaboración del plan 2014 que solo existieran siete indicadores directivos (encargo estatal, ventas netas totales, ventas por exportación, utilidad del período, aporte por el rendimiento de la inversión estatal, aporte en pesos convertibles, rotación del capital de trabajo) e indicadores limitantes. Si se analizan tales medidas diríamos que son adecuadas, pero ¿son suficientes? Hay que comprender la naturaleza económica de las empresas en el desarrollo de las fuerzas productivas, las mismas son agentes económicos que deben tomar decisiones sin ataduras mayores que las regulaciones que establezca el gobierno, eso significa “dejarlas hacer” bajo la observancia, mediante reglas y normas claras y transparentes, que ordenen las relaciones con el gobierno y con el Estado como dueño. ¿Acaso es lo que sucede?, el análisis debe comenzar por la reestructuración del aparato empresarial, las relaciones entre juntas de gobierno, OSDEs, empresas y UEBs. Al estudiar lo dispuesto para las Juntas de Gobierno por el Decreto 302 de agosto 2012, las mismas representan los intereses del Estado para controlar,
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Los cambios en la empresa estatal cubana : 121 exigir eficiencia y atender a las empresas. Es correcto que las Juntas controlen lo estratégico, la asignación de recursos del plan, sin embargo parece exagerada la evaluación trimestral del plan. La mentalidad controladora en el país es tan fuerte, que todas las funciones se enfocan desde ese punto de vista y no se plantea el análisis y discusión entre las partes para el aprovechamiento efectivo de la asignación de recursos. Entre las funciones de la Junta aparece exigir por los indicadores directivos de las empresas, en particular el origen y la distribución de las utilidades, aprobando esta última. Esto parece innecesario y desmedido. Lo innecesario radica en que la gran distribución ya viene dada, el 50 por ciento se aporta y no hay discusión. Al mismo tiempo que la repartición de las utilidades restantes no debería ser responsabilidad de la Junta sino de la empresa o las OSDE. Las Juntas tienen que evaluar que la inversión estatal rinda los frutos necesarios con la eficiencia y eficacia requerida. Es de suma importancia los aspectos relativos a gobernanza de las corporaciones, ya que establecerían las bases de las relaciones entre las empresas y su dueño, sin embargo a pesar de ser en Cuba tan formales, descriptivos y detallistas hasta lo innecesario (ver Decreto 281/2007 y el Decreto 323/2014) nada se plantea sobre ese respecto, pues así las decisiones del dueño queda en lo turbio de la discrecionalidad. Se establece que las Juntas estén integradas por funcionarios de los ministerios globales eso implica más de lo mismo, ¿dónde está la representación de los trabajadores (no de los sindicatos), que son, en última instancia, los dueños?, ¿qué sentido tiene que los mismos que establecen las regulaciones (es decir que cumplen funciones de gobierno) sean los que velen por los derechos como dueños? La separación de las funciones estatales y productivas puede ser un paso importante para que los ministerios realicen las funciones que les correspondan en términos de políticas, etc., sobre las que deberá orientar, controlar y evaluar su aplicación en el mundo organizacional, pero ello no significa que deban ser parte de las Juntas, ya que se volverían a involucrar en funciones productivas. Las Juntas si deben discutir, dialogar y participar de forma activa en las acciones estratégicas productivas en las cuales se van a invertir los recursos del Estado y su forma de recuperación. Las Juntas tienen que actuar como dueños. Según el Decreto 302 las empresas serán atendidas por las Juntas sin embargo, según la intervención de Leonardo Andollo en julio del 2013 en la Asamblea Nacional (así como en algunos artículos del Decreto 323/2014), las OSDE serían atendidas por los ministerios y se trabaja en un documento que define lo que se entiende por “atender”, cuya base es orientar, coordinar y controlar. La coordinación lleva implícito la dirección, al organizar las actividades y
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122 : Ileana Díaz Fernández sus recursos para el logro de los objetivos propuestos, en este caso en el plan. Si los ministerios “atenderán” bajo estos principios a las OSDE ¿dónde queda la separación de las funciones estatales y productivas? No se puede ser juez y parte. El análisis que continúa es ¿qué es una OSDE? y ¿para qué existen? En la Gaceta Oficial Extraordinaria No 21 del 28 de abril del 2014 el Decreto 323 se proponen modificaciones al Decreto 281 sobre “el reglamento para la implantación y consolidación del sistema de dirección y gestión empresarial estatal” en el artículo 57 plantea “La organización superior de dirección surge por una necesidad de la dirección que se sustenta en: la separación de las funciones estatales de las empresariales, organizar las empresas en correspondencias a intereses estatales, semejanzas tecnológicas y productivas, flexibilizar los procesos de dirección, lograr urgencia en la solución de los problemas y la necesidad del control” (Consejo de Ministros 2014, 243). Analicemos tal artículo paso a paso: primero plantea que “La organización superior de dirección surge por una necesidad de la dirección que se sustenta en: la separación de las funciones estatales de las empresariales”, pero dicha necesidad no es de la empresa, sino de los Organismos, ellos son los que deben separar las funciones estatales de las productivas, las empresas tienen una función muy clara y precisa producir o brindar bienes y servicios. Por tanto las OSDE se crean para el control de los niveles superiores, no por una necesidad productiva en sí. Las estructuras no existen per se, sino por imperativo de la división social del trabajo, la especialización o como diría Henry Mintzberg y sus colegas (2003, 387): “estados sucesivos de configuración y periodos de transformación pueden ordenarse en secuencias regulares . . . describiendo ciclos vitales de las organizaciones”. Sin embargo lo segundo que plantea el artículo es “organizar las empresas en correspondencias a intereses estatales, semejanzas tecnológicas y productivas”, como se observa lo esencial son los intereses estatales y esto queda constatado en los ejemplo de OSDE que se han organizado. Se crea el nuevo Ministerio de Industria que conduce tres grupos empresariales: Grupo Empresarial de la Industria Ligera (incluye todas empresas del que fuera Ministerio de la Industria Ligera), Grupo Empresarial de la Industria Sidero-Mecánica (incluye todas las empresas del antiguo Ministerio de la Industria Sideromecánica) y Grupo Empresarial de la Industria Química. También se crean OSDE en la agricultura, una de las cuales une el grupo frutícola, de granos, empresa de acopio y más de 30 empresas de cultivos varios de todo el país (éstas últimas son intermediarias para los suministros de las cooperativas). Tales ejemplos muestran una sumatoria de actividades productivas, que no en todos los casos son tecnológicamente semejantes, no es lo mismo la producción de confecciones y de perfumes o productos de higiene del hogar. No es igual una siderurgia, que es una empresa de producción de electrodomésticos
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Los cambios en la empresa estatal cubana : 123 o de mecánica, tampoco es igual el tratamiento de los cultivos varios con lo especializado de las frutas. Si se observan otros ejemplos como Cuba-Petróleo (CUPET), Unión Eléctrica (UNE) y Cuba-Níquel e incluso el caso de AZCUBA y del grupo empresarial bio-farmacéutico (BioCubaFarma), donde al menos existen ciertas semejanzas tecnológicas y productivas. Sin embargo, en el caso de AZCUBA y BioCubaFarma, de nueva creación, habría que preguntarse si los ciclos vitales y estadios de desarrollo de sus empresas, si sus estrategias de expansión, diversificación y cooperación, conducía a la conformación de tales Organizaciones Superiores. Por ejemplo en BioCubaFarma se sumaron la industria biotecnológica con la farmacéutica, la primera con una fuerte cultura de calidad y actividad científica y la segunda con un bajo perfil de I+D y descapitalizada. La última parte del artículo 57 que se viene analizando plantea “flexibilizar los procesos de dirección, lograr urgencia en la solución de los problemas y la necesidad del control”. El sistema empresarial no se flexibiliza, se verticaliza, pues la empresa tendrá por encima a la OSDE y posiblemente a la Junta de Gobierno o a los ministerios y quién sabe si ambos. Por otra parte según el Decreto las OSDE deben ser aparatos pequeños de dirección, sin embargo BioCubaFarma, cuenta con tres vicepresidentes y subordinados al presidente: dos grupos de trabajo, seis direcciones funcionales (que reproducen el homologismo de los Ministerios Globales) y cinco departamentos independientes, tal estructura no parece cumplir el cometido de ser reducida, ni flexible y de igual particularidad es AZCUBA y otros. La OSDE reduce los ya exiguos niveles de autonomía de las empresas, mucha de las cuales pasan a ser Unidades Empresariales de Base (UEB) subordinadas a las empresas y sin personalidad jurídica, por ejemplo antes los centrales azucareros eran empresas hoy son UEB y pertenecen a una empresa provincial. La reducción de empresas desde 2005 al primer semestre del 2014 es de un 44%, siendo los sectores más afectados: azúcar (84 por ciento), transporte (62 por ciento), industria manufacturera (56 por ciento) y agricultura (38 por ciento).10 Algunos ejemplos son claros: el Grupo Empresarial de la Industria Sidero-Mecánica de 175 empresas pasó a 41 y el de la Industria Ligera de 103 queda en 22. En la Asamblea Nacional de julio 2013 al analizar los experimentos de Mayabeque y Artemisa se señala que de 24 empresas, 22 pasan a ser unidades empresariales de base (UEB) (PCC 2013, 13). En resumen: • Las OSDE se crean por la separación de las funciones estatales y productivas, con la necesidad de control de los niveles superiores • La conformación de las OSDE en su mayoría es sumatoria de empresas
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124 : Ileana Díaz Fernández decididas de antemano, que no toma en consideración ni el sector al que pertenecen, ni el grado de desarrollo, ni las características técnico-productivas de las mismas. • Las OSDE verticalizan aún más a las empresas, le agregan un nivel o le mantienen el mismo y reduce los niveles de autonomía de las empresas, al reducirse el número de las mismas a favor de las Unidades Empresariales de Base, que no poseen ni personalidad jurídica.
Todos esos cambios estructurales impuestos y que no surgen de la propia lógica productiva, no propician estabilidad en la producción, ni de gestión, etc., lo que es una de las causas que genera ineficiencia económica. No siempre se tiene claridad de la importancia de los aspectos estructurales y los problemas que en materia de costos provocan (costos de coordinación, de ajustes organizativo, de los procesos, laborales, etc.), que requieren de tiempo para su solución, si es que la tienen, pues como diría Peter Drucker (1957, 256–257), “una estructura equivocada dañará seriamente a un negocio y puede llegar a destruirlo”. En esta reestructuración no se aprecia que se produzcan reducciones de costo, pues la OSDE incrementa los costos de coordinación de las carteras de negocio con características de conglomerados y entre los niveles de mando (lo cual financiarán las empresas, artículo 53 Resolución 203/2014); incrementa o mantienen igual los costos de transacción de las empresas y por último las UEB, muchas de ellas antiguas empresas, deben incrementar sus costos de transacción ya que ahora muchas autorizaciones y decisiones no se toman a su nivel. Ninguna de las funciones que se le otorgan a las OSDE está relacionada con la gobernanza corporativa. Todos los reglamentos, normas y procedimientos a elaborar son de carácter operativo. El proceso de cambio de las empresas estatales se encamina por el llamado Sistema de Gestión y Dirección Empresarial Estatal (conocido como perfeccionamiento empresarial), cuya aprobación para cada empresa debe ser por el Grupo Gubernamental, es decir que ni siquiera es prerrogativa de la empresa, ni de las OSDE el sistema de gestión a implantar y el mismo obliga a establecer 18 sistemas predeterminados. Las OSDE como entidad corporativa que incluye diversos negocios debería ser un facilitador de las sinergias entre ellos, del desarrollo de los mismos, en la creación de condiciones para ganar el mercado interno o externo, etc., bajo el supuesto de que poco a poco se irá creando en el país una suerte de entramado empresarial estatal y no estatal cuyo cometido sea satisfacer el mercado y la sociedad. La empresa debe gobernarse a sí misma y asumir autoridad y responsabilidad, riesgos y beneficios en diálogo con sus propietarios, el Estado, mediante las Juntas de Gobierno.
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Los cambios en la empresa estatal cubana : 125 Lo analizado hasta aquí no muestra una clara ganancia de autonomía para las empresas, por lo que es preciso detenerse en las medidas relacionadas con la gestión de recursos. Los objetos sociales como esencia de la definición de la naturaleza de la empresa deja de ser un listado detallado de los bienes y servicios que oferta la empresa, incluyendo tipo de moneda, destino y actividades auxiliares, para que solo se establezca la actividad principal de la empresa. Esto es un real paso adelante, pues se rompe una de las mayores ataduras para el desarrollo de las empresas. La existencia de siete indicadores directivos es un cambio significativo positivo, aunque son necesarias algunas acotaciones: 1. Es muy significativo que la productividad no sea uno de los siete indicadores directivos teniendo en cuenta que es vital la búsqueda de eficiencia. 2. El encargo estatal es la prioridad que el Estado garantizará, es un cifra a cumplir, pues se supone que se dirige a destinos estratégicos y socialmente básicos ¿será así en todos los casos?, ¿qué precios se establecerán?, ¿no provocará diferencias entre empresas y de qué tipo?, ¿le dejará margen a la empresa para obtener excedentes y utilidades?, ¿no estaremos en presencia de una forma de “impuesto”? 3. Será importante observar si los clientes “amparados” por el encargo estatal, que son predeterminados, actúan como verdaderos clientes en términos de exigencias por la calidad y responsabilidad contractual. 4. Las empresas después de cumplir el encargo pueden vender a terceros, sobre la base de precios definidos por la oferta y demanda o por comparaciones con el mercado, y además pareciera que los suministros pueden contratarlo con cualquier entidad, sin embargo el reto lo representa el grado de fundamentación de los costos de las empresas y de eficiencia de las mismas, más allá de que el plan deje margen para la contratación de estos bienes y servicios.
¿Qué sucede con las utilidades? Las empresas de las utilidades lo primero que deben crear es la reserva para pérdidas y contingencias tomando como base la utilidad antes de impuesto, después se deducen el impuesto sobre utilidades (30 por ciento) y de lo que resta hay que entregar como mínimo el 50 por ciento como aporte por el rendimiento de la inversión estatal, pero ¿por qué tiene que ser el 50 por ciento?, ¿por qué de nuevo una cota mínima igual para todos si las empresas son diversas, con grados de desarrollo diferentes?, ¿por qué siempre habrá que aportar el 50 por ciento y no se puede valorar la posibilidad de que se reinvierta una parte?, ¿por qué de nuevo se reincide con el igualitarismo a pesar de que los Lineamientos expresamente se oponen a ello en otras esferas de la sociedad? Si se analiza en la sección segunda de la Resolución 203/2014 sobre la
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126 : Ileana Díaz Fernández declaración de dividendos, se observará que el mismo se obtiene después de crear la Reserva obligatoria para pérdidas, pagar el impuesto sobre utilidades y la utilidad autorizada para reservas voluntarias (si las va a crear), es decir, no es una cifra fija, por qué no se puede dar igual tratamiento al aporte por el rendimiento de la inversión estatal que en definitiva vendría siendo como los dividendos en una empresa privada, es decir, lo que se le paga a los accionistas, en este caso el Estado, por arriesgar su dinero en las inversiones, entonces ¿por qué decidir a priori la magnitud y frecuencia del mismo? Los supuestamente representantes de los accionistas, en este caso el Estado, son las Juntas de Gobierno ¿para qué están si ese tipo de decisión ya viene dada de arriba? La retención de utilidades para la creación de las reservas voluntarias, que en definitiva es la parte de las utilidades que puede usar la empresa para diversos destinos (amortización de créditos para inversiones, incremento del capital de trabajo, inversiones aprobadas, desarrollo de investigaciones, capacitación, financiamiento de pérdidas contables de años anteriores, fondo de compensación, pago por la eficiencia económica de los trabajadores y otras reservas para aportar a la OSDE), según el artículo 18, debe ser autorizada y así se ratifica en el artículo 26, sin quedar esclarecido cual es la estructura organizativa que lo aprueba ¿la OSDE, la Junta de Gobierno, Ministerio? Si se incumple algún indicador directivo la empresa no puede crear reserva voluntaria destinada al pago por la eficiencia económica de los trabajadores, sin embargo nada se expresa sobre qué pasaría con esa misma reserva a nivel de las OSDE. La posibilidad de incumplir el plan es elevada cuando se opera en una economía tan restrictiva, con planes rígidos y se otorga poca autonomía a las empresas. A todo lo expuesto sobre las utilidades es necesario precisar el destino del fondo de compensación y el de reserva para aportar a la OSDE. El primero se crea para cubrir desbalances de las empresas de la OSDE, el segundo posee otras aristas que comentamos a continuación: 1. Las OSDE pueden crear reservas voluntarias de las utilidades de sus empresas. 2. En los casos que se autoricen la OSDE puede financiarse a partir de los recursos de las utilidades de las empresas.
Las preguntas serían ¿cuánto dinero se destinará y si estaría compensado por los beneficios que le reportará a la empresa la existencia de las OSDE? y ¿alcanzarán las utilidades? Habría que ver cuánto es lo que representa para cada empresa el 50% que retienen de utilidades de donde deben pagar créditos, incrementos de capital de trabajo, I+D, pago por la eficiencia económica a los trabajadores, etc. Entre los aspectos positivos de las medidas se encuentra la no devolución de la amortización y la posibilidad de realizar inversiones menores. De igual
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Los cambios en la empresa estatal cubana : 127 forma se elimina el tope del 30 por ciento para el pago por resultado y la Resolución 17/2014 acepta que sean las empresas o las organizaciones superiores quienes decidan las formas de pago a aplicar. Todo lo que hasta hoy se ha aprobado es lo más elemental para el desempeño de una empresa, no hay nada trascendente, ni que propicie un cambio de aptitud ni en líderes, ni trabajadores. No se está analizando la empresa como un sistema, la empresa no interactúa con el entorno, el entorno establece, prescribe y predetermina de antemano, el entorno se traga a la empresa y no la deja actuar como ente económico, regulado mediante diversas formas económicas incluyendo incluso, si es necesario, el cierre, la liquidación o fusión de las empresas que no aporten riqueza a la sociedad (tal y como se plantean en los Lineamientos). Se han expuesto los cambios que se han introducido en las empresas, pero también es importante una mirada a los directivos empresariales en Cuba, sobre quienes recae el peso de las decisiones, de las obligaciones y de las exigencias del entorno. A continuación presentamos un análisis de diversos estudios sobre los directivos empresariales en diferentes épocas y empresas, donde se utilizan metodologías distintas, pero su valor no radica en que sus resultados sean generalizables, pues dichas investigaciones no le dan seguimiento a las mismas empresas, ni la cantidad de éstas es estadísticamente representativa, pero si muestran, para cuatro períodos de tiempo, rasgos semejantes, lo que es significativo. Un trabajo realizado en el 1993 sobre los directivos empresariales, en lo fundamental de Ciudad de La Habana, teniendo en cuenta los cambios acaecidos en el entorno cubano de aquellos momentos, de mayor apertura y flexibilidad, se identificaron ciertas características que deberían poseer los directivos para enfrentar los mismos, tales como brindar reconocimiento, creatividad, flexibilidad, comunicación, participativo, responsabilidad con resultados, actitud de superación, asumir riesgo, complejidad cognitiva y proyección de futuro.11 Sin embargo el estudio mostró que los líderes en ese momento en Cuba poseían las siguientes características: habilidad organizativa, sentido crítico, dinamismo en la acción, objetividad en el juicio, sentido del deber, determinación cumplimiento de las reglas y subordinación a la jerarquía, análisis, pericia profesional y integridad personal, las cuales son favorables, pero no las necesarias para el momento. Un estudio concluido en el año 2002 sobre más de 400 directivos se llegan a conclusiones muy similares al comentado.12 Las habilidades en las que se obtuvo los más altos resultados fueron: dar cumplimiento a las tareas (90 por ciento), administración del uso de recursos materiales, humanos y financieros (86 por ciento), generar crítica constructiva (82 por ciento), conocimiento de las políticas y normas de la organización y habilidad para explicarlas (92 por
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128 : Ileana Díaz Fernández ciento), sortear situaciones difíciles (90 por ciento), trabajar bajo presión (88 por ciento) y capacidad para aceptar la crítica (86 por ciento). Una investigación doctoral (año 2008) en ocho organizaciones del Ministerio de Comercio Exterior y de la Corporación de importación-exportación (CIMEX), se obtuvo una caracterización de los estilos de dirección que es marcadamente orientado a las tareas.13 Si se tiene en cuenta que hoy Cuba se enfrenta, según la letra y espíritu de los Lineamientos, a cambios que apuntan a una mayor autonomía y flexibilidad para las empresas estatales, en su propio funcionamiento y en su relación con formas de propiedad no estatal, es de suponer que son necesarias las cualidades apuntadas en el estudio de 1993 (el primero al cual se hizo referencia). Para tener un acercamiento a las características de los líderes hoy, se tomó del primer estudio referido las cualidades generales (que permiten clasificarlas en características específicas) y se elaboró una encuesta que se le aplicó a 90 cuadros de los Organismos de la Administración del Estado y los Consejos de la Administración Provincial, para que valoraran cuáles de ellas estaban presente en los directivos empresariales que se subordinaban a sus instituciones. En la tabla 6.1 se muestran las cualidades resultantes frente a las características de agrupación. Tomando las cualidades con resultados del 70 por ciento o más se observa que una proporción importante de las mismas está referida a mantener las normas, las reglas y paradigmas, a lo operativo de la administración de los recursos, etc. También se muestran cualidades como: esforzados, firmes y determinados, con sentido de la crítica, que son positivos siempre y cuando puedan expresarlo en un marco de flexibilidad. No se debe dejar de señalar que el 100 por ciento consideró estar convencidos del compromiso social de su trabajo. Además otros resultados interesantes fueron los siguientes: • • • • •
Resistentes al cambio, 64 por ciento Poco innovador, 53 por ciento Puede no notar cosas nuevas que necesitan ser hechas, 53 por ciento No buscan opciones fuera del marco aceptado, 53 por ciento Simplificación de las situaciones para poner orden y dar sentido a la información, 64 por ciento • Respaldan acciones que solo impliquen acciones incrementales a la situación actual, 64 por ciento
Al mismo tiempo se les reconocen que no tienen estrechez de miras, que se proyectan a futuro, que no rechazan soluciones novedosas y que no trabajan cómodos con un plan.
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Los cambios en la empresa estatal cubana : 129 TABLA 6.1. Características que poseen los directivos Característica
Cualidad
Sentido de la crítica
Ejercicio de la crítica (70%)
Habilidad organizativa
Diseño, organización y control de sistemas (58%) Disposición para controlar recursos (70%) No cometen errores operativos (70%) No dejan cabos sueltos (70%) Creación de estructuras, orden y predictibilidad (58%) Imparcialidad al otorgar méritos (53%) Responde al pensamiento de las personas más que a las emociones (58%) Orientado al análisis y asuntos prácticos (58%) Decisiones rápidas (53%) Acometen acciones de inmediato (64%) Cuidadosos de las tradiciones organizacionales (82%) Buscan soluciones dentro del marco aceptado (88%) Aceptan paradigmas vigentes (82%) Se atienen a la subordinación (64%) Comportamiento adaptable a las reglas y valores organizacionales (76%) Esforzados, constantes y confiables (70%) Convencidos de la importancia social de su trabajo (100%) Aplican la lógica a las decisiones (70%) Utilizan procedimientos operativos para resolver los problemas (53%) Decididos y firmes (70%)
Objetividad de juicio
Dinamismo en la acción Cumplimiento de las reglas y subordinación a las jerarquías
Sentido del deber
Análisis
Determinación
Si bien al analizar los resultados de los diferentes estudios, estos no son generalizables, si se observan semejanzas, léase fuertes rasgos respecto al cumplimiento de lo establecido, seguir las normas, disciplina, sentido crítico y objetividad. Todo lo cual visto en un continuum desde 1993 hasta 2012, nos indica que ese directivo se ha visto obligado a cumplir con fuertes exigencias reguladoras. Se observan más como operativos y prácticos que propiciadores del cambio, sin embargo se les reconoce que poseen cualidades, que en ambientes propicios, podrían ser inductores de cambio. Las regulaciones del entorno no aceptan errores e incumplimientos, por lo que pareciera que ello induce a que el directivo no posee interés en buscar el cambio, arriesgarse a aplicar soluciones no típicas a los problemas, entre ellos, la baja productividad, sino más bien a examinar las vías tradicionales y usuales ampliamente aceptadas.
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130 : Ileana Díaz Fernández A modo de conclusiones La empresa estatal cubana ha padecido de sistemáticas reestructuraciones desde inicios de 1959, lo que les ha propiciado inestabilidad organizativa para una gestión eficiente y eficaz. El entorno económico de Cuba requiere con urgencia de ritmos de crecimiento más elevados y sostenidos, para lo cual se necesita incrementos de productividad y ello exige perder el miedo a la descentralización y desatar a las empresas. Las empresas producen los bienes y servicios para la sociedad y entrega al Estado el 30 por ciento de las utilidades en impuestos y del resto el 50 por ciento como aporte por el rendimiento de la inversión estatal y a cambio se les otorga una autonomía cautiva por el plan y las regulaciones y por tanto su papel en el incremento de la productividad se reduce. Los directivos sólo administran activos y recursos, no dirigen. Deben cumplir lo establecido y normado, no arriesgarse, limitándose sus posibilidades de decisiones a las meramente operativas. El estado en su doble papel de dueño y gobierno establece las regulaciones centralmente sin dejar capacidad de maniobra a las empresas, aunque estas deben asumir toda la responsabilidad. Las empresas estatales tienen un dueño, el Estado, pero es necesario esclarecer el tipo de vínculo entre ellos y dejar atrás la confusión de la función del Estado como dueño y gobierno para con las empresas. El país necesita crecer y desarrollarse, para ello a la gestión empresarial se le debe proveer de autonomía que genere las condiciones para la creación de bienes y servicios con eficiencia y eficacia de forma sostenible. Este es un imperativo que no vemos aún reflejado en las decisiones tomadas respecto a las empresas estatales, sino más bien preocupación por las medidas asumidas. N O TA S 1. Ver “El desarrollo industrial de Cuba” en Cuba Socialista (1966). 2. Partido Comunista de Cuba (1975). 3. Díaz (1983). 4. Esta cifra incluye las uniones, grupos empresariales, empresas de organismos de políticos y de masa, los bancos y grupos empresariales. 5. Oficina Nacional de Estadísticas e Información (2014). 6. Rodríguez (2014). 7. Triana (2013). 8. Vidal (2012). 9. Oficina Nacional de Estadísticas e Información (2013). No existen cifras más actualizadas. 10. Oficina Nacional de Estadísticas e Información (2014).
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Los cambios en la empresa estatal cubana : 131 11. Calderón (1993). 12. Gutiérrez (2001). 13. Echevarría (2008).
BIBLIOGRAFÍA Calderón, Lillian. “Liderazgo y competitividad”. Tesis de maestría, Universidad de La Habana, 1993. Comité Estatal de Estadísticas. Anuario estadístico de Cuba 1985 . La Habana: CEE, 1987. Comité Estatal de Estadísticas. Anuario estadístico de Cuba 1989. La Habana: CEE, 1991. Consejo de Ministros. “Decreto 281 Reglamento para la implantación y consolidación del Sistema de Dirección y Gestión Empresarial Cubano”. Gaceta Oficial de la República de Cuba. La Habana: Ministerio de Justicia, 17 de agosto de 2007. ———. “Decreto 302 De la creación, estructura, organización y funcionamiento de las juntas de gobierno”. Gaceta Oficial de la República de Cuba. La Habana: Ministerio de Justicia, 7 de noviembre de 2012. ———. “Decreto 323 de la modificación del decreto 281: Reglamento para la implantación y consolidación del Sistema de dirección y gestión empresarial estatal”. Gaceta Oficial de la República de Cuba. La Habana: Ministerio de Justicia, 28 de abril de 2014. “La industria cubana se reorganiza buscando productividad y eficiencia”. CubaDebate. http:// www.cubadebate.cu/especiales/2013/10/24/la-industria-cuabana-se-reorganiza-buscando -productividad-y-eficiencia/. “El desarrollo industrial de Cuba”. Cuba Socialista, no. 57 (1966): 94–127. Díaz, Gilberto. “El sistema empresarial estatal en Cuba”. Cuba Socialista, nº 8 (1983): 74–106. Drucker, Peter. La gerencia de la empresa. Buenos Aires: Suramericana, 1957. Echevarría, Dayma. “Estilos para dirigir: Los factores personales y la cultura organizacional desde la perspectiva de género”. Tesis doctoral, Universidad de La Habana, 2008. Gutiérrez, Orlando. “cubasigloXXI”. 2001. http://www.nodo50.org/cubasigloXXI/economia/ gutierrez1_310302.htm. Mintzberg, Henry, Bruce Ahlstrand y Joseph Lampel. Safari a la estrategia: Una visita guiada por la jungla del management estratégico. Buenos Aires: Granica, 2003. Ministerio de Finanzas y Precios. “Resolución 203 Procedimiento para el Sistema de Relaciones Financieras entre las empresas estatales y las sociedades mercantiles ciento por cinto (100%) cubanas”. Gaceta Oficial de la República de Cuba. La Habana, 28 de abril de 2014. Oficina Nacional de Estadística. Anuario estadístico de Cuba 2005 . La Habana: ONE, 2006. ———. Anuario estadístico de Cuba 2009. La Habana: ONE, 2010. Oficina Nacional de Estadísticas e Información. Anuario estadístico de Cuba 2012. La Habana: ONEI, 2013. ———. Organización institucional: Principales entidades. Enero-Junio 2014. La Habana, 2014. Partido Comunista de Cuba. Intervención de Leonardo Andollo en Asamblea Nacional Poder Popular. Material de Estudio, La Habana: Política, 2013. ———. Plataforma programática del Partido Comunista de Cuba. La Habana: Editora Política, 1982. ———. Tesis y resoluciones I Congreso PCC. La Habana: Política, 1975. Pérez, Carlos. “Bases para la actualización de la metodología para la elaboración del plan en condiciones de unificación monetaria”. Tesina de diplomado de administración pública, Escuela Superior de Cuadros del Estado y el Gobierno, La Habana, 2013. Rodríguez, José L. “Cuba y la compleja transformación de la empresa estatal (III)”. CubaDebate,
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132 : Ileana Díaz Fernández 28 de julio de 2014. http://www.cubadebate.cu/especiales/2014/07/28/cuba-y-la-compleja -transformación-de-la-empresa-estatal-iii/. Triana, Juan. “Cuba: Un balance de las transformaciones”. En Memorias Seminario Anual del Centro de Estudios de la Economía Cubana, 7–14. La Habana, junio de 2013. Vidal, Pavel. “Desafíos monetarios y financieros”. En Miradas a la economía cubana: El proceso de actualización, 99–111. La Habana: Caminos, 2012. Vilariño, Andrés, y Silvia Domenech. El sistema de dirección y planificación de la economía en Cuba: Historia, actualidad y perspectiva. La Habana: Pueblo y Educación, 1986.
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A N T O N I O F. R O M E R O G .
Los desafíos de las relaciones económicas externas de Cuba RESUMEN Como resultado del crecimiento extraordinario de los ingresos por exportaciones de servicios profesionales, los recursos generados por el turismo y el nivel significativo de remesas recibidas; desde el año 2009 se registra una mejora en los saldos de la cuenta corriente del Balance de Pagos de Cuba. Sin embargo, en años recientes se observa una menor sustitución de importaciones, el sector exportador tiene escasas conexiones con la producción interna, y además las ventas externas de servicios no generan el efecto multiplicador sobre el ingreso que tuvieron las exportaciones industriales y de azúcar. Los ingresos por turismo se han desacelerado; hay problemas en términos de la calidad de los servicios y una incrementada competencia regional. Lo anterior está relacionado directamente con los problemas en la estructura productiva del país, con la configuración sectorial de la economía nacional, y los consiguientes retrocesos en términos de innovación, productividad y competitividad. Este artículo realiza un análisis del sector externo de la economía cubana en los últimos tiempos, resaltando el amplio espectro de modificaciones requeridas para poder avanzar de manera sostenible en la rearticulación del patrón de inserción económica internacional del país.
A B S T R AC T The outstanding increase in professional services export revenues, plus international tourism income and remittances from abroad, are the most important factors explaining the significant improvements in Cuba’s external account balance since 2009. However, recent years have observed a very low import substitution ratio, the export sector has maintained low linkages with domestic production, and services exports have not been able to generate the multiplier effect on income as the sugar industry and manufacturing did in past years. Tourism revenues have reduced, and the sector is facing some regional competitive problems; at the same time there is an increase in tourism competition in the geographical area. These elements are directly related to the structural limitations of Cuban production, to the landscape of the national economy, and to the concomitant backwardness concerning innovation, productivity, and competitiveness. This article analyzes the external sector of the Cuban economy during recent years, highlighting the required modifications to advance, sustainably, in the rearticulation process of Cuba’s international economic relations.
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134 : Antonio F. Romero G. Como resultado del crecimiento extraordinario de los ingresos por exportaciones de servicios profesionales, los recursos generados por el turismo y el nivel significativo de remesas recibidas; desde el año 2009 se registra una mejora en los saldos de la cuenta corriente del Balance de Pagos de Cuba. Sin embargo, un análisis más detallado del sector externo de Cuba revela que todavía el 32,2 por ciento de las ventas externas del país en el 2012 estaban constituidas por productos básicos y materias primas tradicionales, mientras que sólo 16,3 por ciento eran productos químicos, máquinas y equipos y manufacturas diversas. Por otra parte, se verifica en años recientes una menor sustitución de importaciones, el sector exportador tiene escasas conexiones con la producción interna, y además las ventas externas de servicios no generan el efecto multiplicador sobre el ingreso que tienen las exportaciones industriales y de azúcar. En el caso del turismo, los ingresos por visitante se han desacelerado; hay problemas en términos de la calidad de los servicios y una incrementada competencia regional. Lo anterior está relacionado directamente con los problemas en la estructura productiva del país, con la configuración sectorial de la economía nacional, con el proceso de descapitalización sufrida por la planta industrial cubana y los consiguientes retrocesos en términos de innovación, productividad y competitividad. Existen además, otros cuellos de botella institucionales y en cuanto a logística que limitan el crecimiento de las exportaciones y la sustitución eficiente de importaciones. El presente artículo realiza un análisis del sector externo de la economía cubana en los últimos tiempos, resaltando el amplio espectro de modificaciones requeridas para poder avanzar de manera sostenible en la rearticulación del patrón de inserción económica internacional del país. Introducción La economía cubana se ha caracterizado por ser altamente dependiente de las importaciones. El continuo incremento de estas y el déficit en el comercio exterior de bienes entre los años 2000 y 2008,1 se constituyó en uno de los problemas neurálgicos del país, que precisaba soluciones urgentes y cambios profundos en las visiones y el modo de dirigir y gestionar la economía nacional. Al propio tiempo, para obtener sus ingresos Cuba depende esencialmente de los recursos generados por sus exportaciones de bienes y servicios, en gran medida como resultado del acceso restringido a fuentes de financiamiento internacional y los niveles muy deprimidos de inversión extranjera. Esta doble tensión explica, en circunstancias en que se iba incrementando el déficit externo, por qué las consideraciones relativas a la “restricción externa” estuvieron en la base de las modificaciones estructurales, institucionales y de política
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Los desafíos de las relaciones económicas : 135 económica que decidieron emprender las autoridades cubanas a partir de inicios de la actual década. En efecto, tanto en el diagnóstico realizado como en todos los capítulos (con la excepción del capítulo 2) en que se subdividen los Lineamientos de la Política Económica y Social, aprobados por el VI Congreso del PCC en abril de 2011 —los que constituyen la hoja de ruta para la transformación en el modelo económico— el objetivo general o la referencia básica de los mismos, es lograr la reducción del desequilibrio externo a través de la promoción de exportaciones y/o la sustitución de importaciones. El presente artículo tiene como objetivo fundamental realizar un análisis del sector externo de la economía cubana en los últimos años. Como parte de este propósito, se resumirán en el artículo, las modificaciones más importantes que han tenido lugar en el comercio exterior de bienes y servicios de Cuba, así como algunas de las limitaciones que tiene el sector externo, las que explican en gran medida los obstáculos al crecimiento y el desarrollo económico de la nación en los momentos actuales. Si bien se constatan algunas modificaciones significativas en la estructura material de los intercambios comerciales con el exterior de Cuba a partir de 2009 y, como producto de ello, una reversión en los saldos negativos del comercio exterior total del país; la economía cubana está urgida todavía de avanzar decididamente en términos de una mayor descentralización de su marco regulatorio y por otra parte, la implementación de medidas de política industrial y comercial dirigidas a mejorar la competitividad de las exportaciones cubanas y la calidad de la inserción internacional del país. Lo anterior se justifica, porque a pesar de esas transformaciones observadas recientemente en el comercio exterior cubano, no se ha producido una efectiva modificación en el patrón de especialización productiva que le permita a la nación asegurar una inserción internacional beneficiosa y que garantice la sostenibilidad de la reproducción ampliada de la economía. Este documento se estructura en tres acápites. En el primero se hace una caracterización del sector externo y de su papel en el proceso de reproducción económica del país. En un segundo momento se resumen los principales problemas que se observan en la dinámica del sector externo de Cuba en los últimos años, mientras que al final, se presentan en el tercer epígrafe algunos elementos que pudieran considerarse en el necesario proceso de rearticulación del patrón de inserción económico externo de Cuba. El sector externo y su papel en la dinámica económica cubana Dado el carácter abierto de la economía cubana, la evolución del entorno externo ha sido siempre una variable clave que explica los problemas y desafíos
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136 : Antonio F. Romero G. que ha enfrentado la misma, determinando en muchos casos las perspectivas a futuro del país. Varios economistas, profesionales de las relaciones internacionales e instituciones especializadas han publicado trabajos sobre la problemática del sector externo de Cuba en tiempos recientes. La mayoría de ellos, han abordado elementos no sólo de índole coyuntural que afectan la inserción internacional de la economía cubana, haciendo énfasis en especial sobre la muy alta propensión a importar que estructuralmente exhibe el entramado productivo nacional y el práctico estancamiento de las exportaciones de bienes.2 Otros análisis han abordado con relevante seriedad metodológica las restricciones al crecimiento económico que impone la rigidez del comercio exterior cubano, así como los problemas asociados a la sostenibilidad del déficit externo.3 Por último, es de destacar los estudios especializados en la problemática del sector agropecuario cubano y su relación o capacidad para promover exportaciones y/o sustituir importaciones4. En la mayoría de estos análisis se encuentran sistematizadas varias propuestas de política para enfrentar los problemas —tanto de índole estructural como institucional— que se visualizan en las relaciones económicas externas del país. De acuerdo al Anuario Estadístico de Cuba del 2012, la tasa de apertura de la economía ha aumentado perceptiblemente desde el año 2007, pasando de un 38,0 por ciento del producto interno bruto (PIB) a casi el 46 por ciento en el 2012.5 No obstante este perceptible aumento, si se compara este coeficiente con el de otros países latinoamericanos, la mayoría de ellos exhiben grados mayores de apertura externa que Cuba.6 Otro elemento importante al abordar el análisis del sector externo de Cuba es que en el caso cubano cualquier variación en el producto ha estado aparejada a cambios más que proporcionales de las importaciones (por cada 1 por ciento de aumento en el PIB, las importaciones han crecido entre 2 y 3 por ciento). Hay evidencias de una débil sustitución entre las importaciones y la producción nacional, como reflejo de la limitada capacidad de reacción de la producción ante el alza de precios de bienes importados.7 Asimismo, se observa en general una muy reducida capacidad de transformación de la producción doméstica en bienes exportables, lo que se manifiesta en una escasa respuesta de la producción nacional ante las oportunidades del entorno externo, como las presentadas en el período más reciente.8 A pesar de ciertas modificaciones en la estructura de los intercambios externos de Cuba en los últimos años, el país está urgido de incrementar el monto de sus exportaciones de bienes y servicios, proceder a un cambio en la estructura material de sus ventas externas e instrumentar de manera eficiente un proceso de sustitución de importaciones. Como se observa en la tabla 7.1, y a pesar del esfuerzo realizado a partir del 2008 para reducir las importaciones y sustituir algunas con producciones
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Los desafíos de las relaciones económicas : 137 TABLA 7.1. Cuba: Comercio exterior de bienes y servicios, 2008-2013 (en millones de US $ corrientes)
Exportaciones de bienes Importaciones de bienes Saldo de la balanza de bienes Exportaciones de servicios Importaciones de servicios Saldo de la balanza de servicios Saldo balanza comercial (bienes y servicios)
2008
2009
2010
2011
2012
2013a
3.940,0 14.312,3 −10.372,3
3.020,4 8.937,8 −5.917,4
4.754,0 10.689,3 −5.935,3
6.340,4 14.022,9 −7.682,5
5.900,5 13.943,6 −8.043,1
5.587,7 14.778,0 −9.190,3
8.566,4 493,8 8.072,6
7.818,5 655,6 7.163,0
9.455,5 711,3 8.744,2
10.816,7 776,1 10.040,6
12.757,9 944,4 11.813,5
13.250,0 1.104,9 12.145,1
−2.299,7
1.245,6
2.808,9
2.358,1
3.770,4
2.954,8
Fuente: ONEI, Anuario estadístico de Cuba, 2012 (La Habana: Panorama Económico y Social de Cuba, 2013, edición abril de 2014). a Datos de exportaciones e importaciones de servicios son estimaciones del autor.
nacionales, el aumento de los precios internacionales de muchos de los productos importados y la crónica voracidad importadora de la nación, impidió reducir la factura por concepto de compras externas, lo que ha arrojado un continuado (y creciente desde 2009) déficit en el comercio exterior de mercancías. En cuanto a la composición material del intercambio exterior de bienes de la economía cubana, si bien se mantiene un perfil muy concentrado en pocos productos de exportación, se han producido cambios perceptibles en los últimos tiempos. Mientras en el año 2007 los productos de la minería (en particular las ventas de níquel cubano) representaron más de la mitad del total de exportaciones de bienes (56,5 por ciento de las ventas externas de ese año); en el año 2012 las ventas de este tipo de productos sólo representaron el 18,1 por ciento de los ingresos por exportaciones de mercancías. Por su parte, se mantenía en niveles deprimidos la proporción en las ventas externas de Cuba de los productos de la industria azucarera (5,5 por ciento del total en 2007 y 8,5 por ciento en 2012) y de la industria del tabaco (6,4 por ciento y 4,0 por ciento del total de ingresos por exportación de mercancías en igual período). La caída en el peso de los productos de la minería y del tabaco entre 2007 y 2012 fue compensada por el ligero incremento del azúcar y de otros “productos no tradicionales” donde se incluyen en especial los de la industria médico-farmacéutica cubana, pero también de los clasificados dentro del grupo de maquinaria y equipo de transporte, que han incrementado relativamente su participación dentro de la canasta exportadora del país. En el año 2012, los ingresos por ventas externas de productos de estas dos agrupaciones, representaron el 12 por ciento de las exportaciones totales de bienes del país.9
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138 : Antonio F. Romero G. La ampliación de los productos generados en el sector de la industria médico-farmacéutica y de los productos de la biotecnología ilustra con creces la importancia que tiene un proceso inversionista maduro, como parte de un esfuerzo estratégico de desarrollo sectorial, que cree capacidades en términos de conocimientos, tecnologías y productos para convertirlos en bienes exportables. Esta industria constituye la única incursión significativa de Cuba en ramas de alta tecnología con un valor científico y comercial demostrado.10 No obstante, una evaluación más acabada respecto al verdadero impacto económico-comercial de la industria médico-farmacéutica y de la biotecnología cubana debería incluir en el análisis la discusión de la recuperación lograda —hasta el momento— de la inversión realizada, lo cual no resulta posible por la falta de información estadística al respecto. En los años 90 este sector sólo contaba con tres productos reconocidos, y en el 2012 alcanzó la cifra de 38. La expansión en la certificación de procesos y productos (vacunas, equipos, kits, etc.) registrados en cincuenta y dos países constituye un avance importante para este sector que generó poco más de US$550 millones en el 2012;11 si bien todavía subsisten restricciones de acceso en algunos de los mercados más importantes por las dificultades con las certificaciones, pero sobre todo porque se trata de mercados altamente monopolizados por empresas transnacionales.12 Por el lado de las importaciones también se ha mantenido una concentración muy significativa de las compras externas de Cuba en bienes intermedios, que representaron más del 60 por ciento del total de importaciones de mercancías entre 2007 y 2012; y con tendencia al aumento; mientras que las compras de bienes de consumo y sobre todo de bienes de capital resultaban mínimas y con tendencia a la disminución en el período analizado.13 Esos bajos niveles de compras externas de maquinarias y equipos se vinculan directamente con los reducidos coeficientes de inversiones en capital fijo que ha exhibido la economía cubana en estos tiempos. La tendencia a la caída en las compras de bienes de capital deberá revertirse en el mediano plazo para que se produzca el necesario proceso de recapitalización del país. Este es determinante fundamental para detener el deterioro de la competitividad y el atraso tecnológico relativo que muestran varios sectores productivos cubanos. En términos del balance global del comercio exterior, como muestra la tabla 2, desde el 2009 ha sido superavitario, determinado por el significativo excedente de las exportaciones netas de servicios —no tanto de turismo, sino de servicios profesionales cubanos— hacia varios países en desarrollo. Como se sabe, este superávit se ha concentrado en Venezuela, dados los acuerdos de cooperación existentes al respecto, aunque hay presencia de cooperación profesional cubana (no sólo médica) en más de sesenta países. Sin embargo, el turismo continúa siendo una importante fuente de divisas para la economía cubana. En el período 2007–2012 la tasa de crecimiento
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Los desafíos de las relaciones económicas : 139 promedio anual de arribo de turistas fue de 5,7 por ciento, y de acuerdo a estimaciones en el año 2013 llegaron al país un total de 2.852.572 visitantes extranjeros, lo que representó un aumento del 0,5 por ciento respecto al año anterior (véase anexo 1). Al respecto debe resaltarse la consolidación de Canadá (37,7 por ciento del total), como principal mercado emisor de turismo; así como la inclusión de varios países europeos (Reino Unido, Alemania, Italia, Francia y España), dentro de los principales mercados. No obstante lo anterior, entre el año 2007 y el 2012 los cinco países emisores de turismo para Cuba que más han crecido fueron: Perú (26,1 por ciento), Rusia (24,5 por ciento), Argentina (20,1 por ciento), Estados Unidos (19,3 por ciento) y Chile (13,0 por ciento), los que han jugado un papel amortiguador de la reducción perceptible en el número de turistas que llegan a Cuba desde la Unión Europa. No obstante lo anterior, debe considerarse que el ingreso medio por turista muestra una tendencia a la disminución, la cual se ha visto más acentuada a partir de 2008, y la tasa de ocupación habitacional es de sólo un 45 por ciento, baja con respecto a la región, al tiempo que los arribos de turistas muestran un fuerte sesgo estacional.14 Ello resulta preocupante ya que indica que el desarrollo del turismo ha descansado en un modelo de crecimiento extensivo que da señales de agotamiento. El producto turístico “todo incluido”15 —que es en el que se ha especializado Cuba al igual que la mayoría de los países de la Cuenca del Caribe— se ha convertido prácticamente en un commodity, tal como el azúcar crudo, el níquel, el mineral de hierro, y el cobre; pero en el caso cubano la oferta es poco diversificada y los servicios han perdido calidad. Por ello, captar mayores cuotas de mercado hace que se recurra con frecuencia a bajar los precios frente a la competencia. El análisis del sector externo de Cuba tiene necesariamente que considerar el peso que tienen las remesas, como elemento importante en la actual dinámica económica de Cuba. Las mismas resultan significativas no sólo como aporte a los ingresos personales de ciertos sectores de la sociedad cubana — contribuyendo a amortiguar el impacto negativo sobre el consumo privado derivado de los bajos salarios— sino también como fuente de acumulación, y canal de financiamiento importante que explica en cierta medida el incremento experimentado por emprendimientos privados como parte de las medidas de apertura a formas no estatales de propiedad y gestión en el país.16 No hay cifras oficiales sobre el nivel de las remesas, sólo estimaciones que en todo caso siempre hay que tomar con extrema cautela ya que la parte mayoritaria de estas transferencias unilaterales que recibe la población cubana son “entregadas a mano” por familiares que residen en el exterior. La CEPAL (2011) consideraba en el año 2000 que el monto total anual de remesas oscilaba entre los 1000 y 2000 millones de dólares, mientras que una reciente estimación de la Havana Consulting Group (THCG), plantea que los cuba-
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140 : Antonio F. Romero G. nos residentes en Estados Unidos enviaron o llevaron artículos a la isla por US$3,500 millones en 2013 y unos $2,600 millones en efectivo.17 De acuerdo a THCG, el movimiento comercial que generan los viajes desde y hacia la isla —vinculados los mismos también a las remesas— favorece también a la economía del estado de la Florida. En términos generales, y como resultado de la interacción de diferentes factores (el crecimiento extraordinario de los ingresos por exportaciones de servicios profesionales, los ingresos generados por el turismo, y el nivel significativo de remesas recibidas; todos los cuales compensan el crónico déficit en el comercio exterior de bienes) desde el año 2009 se registra una mejora en los saldos de la cuenta corriente del balance de pagos de Cuba. Ello ha permitido la regularización de pagos a los acreedores extranjeros que se ha verificado entre el 2011 y el 2013. En efecto, se han levantado las restricciones a las transferencias desde bancos cubanos al exterior, a favor de proveedores extranjeros. Principales socios comerciales de Cuba Los diez principales socios comerciales de Cuba —en términos del comercio exterior total de bienes— son Venezuela, China, España, Canadá, Holanda, Brasil, México, Estados Unidos, Italia y Francia, en ese orden. Los tres primeros socios comerciales de Cuba daban cuenta del 45,7 por ciento del total del comercio exterior cubano en el año 2007, y para el 2012 esos tres países habían elevado dicha ponderación hasta el 58,9 por ciento del total. Obviamente, el mercado venezolano es el destino fundamental de las ventas externas cubanas y el más importante suministrador de mercancías para Cuba. En el 2007 el intercambio total con Venezuela representó el 19,6 por ciento del comercio exterior de bienes de Cuba, pero en el 2012 esta relación había escalado al 44,2 por ciento.18 Pudiera llamar la atención, la inclusión de Estados Unidos dentro de los principales socios comerciales de Cuba. Desde 2001 el comercio entre Cuba y los Estados Unidos consiste esencialmente en la exportación de alimentos a Cuba como resultado de una enmienda en 2000, bajo la administración del Presidente George W. Bush, a la ley que regula las sanciones del comercio norteamericano con Cuba (Trade Sanctions Reform and Export Enhancement Act). No obstante ello, la ley Helms-Burton de 1996 impide la exportación de otros productos desde Estados Unidos así como cualquier importación de bienes o servicios cubanos hacia los Estados Unidos.19 Como parte de la normativa excepcional vigente, en un principio Cuba debía pagar en efectivo al exportador estadounidense previo al embarque de los alimentos, pero desde 2009 se permite el pago en efectivo cuando la carga arriba a un puerto cubano, siempre antes de desembarcar la mercancía. Según expertos cubanos, los Estados Unidos se han convertido —merced a esta excepción a las reglas del embargo— en el principal abastecedor a Cuba de alimentos y bebidas, como
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Los desafíos de las relaciones económicas : 141 TABLA 7.2. Cuba: Diez principales mercados de exportación de bienes (en millones de US $ y en %) Exportaciones hacia
2008
2009
2010
2011
2012
Venezuela Holanda Canadá China España Nigeria Brasil Federación Rusa Rep. Dominicana Alemania Exportaciones totales (%)
413,8 288,6 756,7 677,1 194,8 173,5 41,7 56,0 46,0 27,0 73,0
527,8 238,0 431,5 516,3 153,9 62,8 63,1 87,7 20,8 29,4 74,4
1.716,7 353,2 604,0 680,6 160,7 20,4 57,8 57,5 23,2 28,2 81,4
2.273,1 655,0 718,6 778,2 164,8 100,9 82,1 55,8 29,4 39,9 83,4
2.483,9 697,6 551,0 459,0 149,8 111,7 108,0 89,6 84,1 42,8 85,6
Fuente: ONEI, Anuario estadístico de Cuba, 2012, La Habana.
soya, pollo congelado, maíz, cerdo congelado, trigo y frijoles.20 Las compras de productos agropecuarios y de alimentos por parte de Cuba a Estados Unidos resultan muy competitivas, dados los menores costos en transporte y seguros, los precios más bajos y la elevada calidad de los productos; compensando los problemas de la oferta doméstica por los niveles deprimidos de producción agrícola en Cuba.21 Como se observa en la tabla 7.2, Venezuela es el primer socio comercial para las exportaciones cubanas. En promedio para el período 2008–2012, el mercado venezolano absorbió más del 35 por ciento de las exportaciones cubanas de bienes, casi duplicando el peso relativo del mercado holandés y canadiense, que eran en el año 2012, el segundo y tercer destinos más importantes para las ventas externas de Cuba. La reducción experimentada por los niveles de exportación de bienes de Cuba hacia China y Canadá entre el 2011 y el 2012, se explica en gran medida, por la caída en los ingresos generados por las ventas de azúcar y níquel —dos de los principales productos con ese destino— en parte por la disminución en los precios internacionales de esos productos, que no pudieron ser compensadas por un aumento proporcional de los volúmenes entregados. Por el lado de las importaciones, como se aprecia en la tabla 7.3, Venezuela es también el socio más importante para Cuba. En efecto, entre el 2008 y el 2012, el mercado venezolano suministró en promedio el 32,6 por ciento del total de las compras externas cubanas. Desde China se importaron en promedio el 8,9 por ciento de todas las compras cubanas, mientras que los bienes importados desde España representaron el 6,7 por ciento de total. Por el lado de las importaciones se verifica una mayor concentración del comercio exterior cubano, lo que se evidencia en el hecho de que los tres principales suminis-
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142 : Antonio F. Romero G. TABLA 7.3. Cuba: Diez principales mercados de importación de bienes (en millones de US $ y en %) Importaciones desde
2008
2009
2010
2011
2012
Venezuela China España Brasil EE.UU. México Canadá Italia Francia Argelia % de import. totales
4.473,2 1.480,8 1.232,5 600,1 962,8 369,1 655,8 488,4 226,7 243,7 75,4
2.607,6 1.171,2 752,4 507,9 597,9 322,8 309,9 324,5 140,4 169,1 77,5
4.301,9 1.223,2 785,4 444,4 406,1 360,0 331,4 292,1 189,6 213,2 80,3
5.902,0 1.281,7 1.019,7 643,8 433,8 449,7 478,8 387,8 343,9 308,7 81,5
6.078,9 1.236,8 1.006,3 648,2 508,6 486,7 387,2 380,5 359,7 330,9 82,8
Fuente: ONEI, Anuario estadístico de Cuba, 2012, La Habana.
tradores daban cuenta del 48,2 por ciento del total de las compras externas de mercancías realizada por la economía cubana entre el 2008 y el 2012.22 Como se ha evidenciado con anterioridad, las relaciones comerciales de Cuba con la República Bolivariana de Venezuela, resultan determinantes para la economía cubana. Es de destacar que en el período 2008–2012 se ha dado un aumento considerable tanto del monto de las ventas externas de productos cubanos a Venezuela como de las compras cubanas de mercancías venezolanas.23 Aunque no hay datos específicos, pareciera que las ventas de productos cubanos hacia Venezuela se han diversificado, incluyendo en proporción significativa producciones de la industria médica y farmacéutica cubana, así como bienes de mucha mayor complejidad tecnológica. Respecto a esto último, es de destacar que Cuba ha vendido a la República Bolivariana de Venezuela buques cargueros multipropósitos destinados a la armada de ese país, los cuales se han construido en los astilleros DAMEX de la ciudad de Santiago de Cuba. De acuerdo a información de esa empresa cubana, la entrega de la cuarta barcaza multipropósito está prevista para el año 2014 así como la construcción de dos patrulleros que serán operados igualmente por la Armada Bolivariana.24 Según el Acuerdo Integral de Cooperación entre Cuba y Venezuela firmado en octubre del 2000 por los presidentes Fidel Castro y Hugo R. Chávez, las relaciones económicas entre los dos países se basan en el principio de la solidaridad. Mediante dicho convenio integral, Cuba suministraría servicios profesionales y bienes pagables por Venezuela, a cambio —en lo fundamental— del suministro de petróleo y derivados. Venezuela garantiza el suministro de 115.000 barriles diarios (petróleo y derivados) a Cuba: 92.000 para el consumo doméstico cubano (62 por ciento de la demanda total cubana) y 13.000 para su refinación en Cienfuegos. Como el resto de los países miembros de Petro-
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Los desafíos de las relaciones económicas : 143 caribe, Cuba debe pagar el 50 por ciento de su factura petrolera en los noventa días posteriores al arribo, y el 50 por ciento restante en veinticinco años, con un período de gracia de dos años, y una tasa de interés del 1 por ciento. Este financiamiento se amplía en caso de que se incrementen los precios del petróleo en el mercado internacional.25 El convenio de cooperación en vigencia actualmente cubre el período de 2010 a 2020. Según CEPAL (2011), el valor de los servicios exportados por Cuba hacia Venezuela es indizado al precio del petróleo en los mercados internacionales. De todas formas, resulta importante señalar que no todos los servicios profesionales que Cuba exporta tienen como destino a la República Bolivariana de Venezuela aunque este es el mercado más importante para las ventas externas de estos servicios cubanos en los últimos años. Una parte significativa de dichos profesionales, se concentran en el sector de la salud pública, donde Cuba tiene experiencias muy destacadas de cooperación internacional26. En abril del 2013, tuvo lugar la XIII Comisión Mixta Intergubernamental Cuba-Venezuela, en la ciudad de La Habana, y en la misma se firmaron cincuenta y uno proyectos de colaboración entre los dos países. En esta reunión se ratificó por los dos gobiernos que las relaciones mutuas se basaban en un modelo que tiene como principios básicos —al igual que en el ALBA— la cooperación y la solidaridad. En esta reunión de la Comisión Mixta Intergubernamental, se firmó el Memorando de Entendimiento para la conformación y adopción de una agenda económica a mediano y largo plazos.27 La última reunión de la Comisión Mixta Intergubernamental Cuba-Venezuela, sesionó en Caracas el 20 de febrero de 2014, y en la misma se revisó la agenda de cooperación concertada, en la cual sobresalen proyectos de asistencia técnica, seguimiento y fortalecimiento de programas de agricultura familiar, y el asesoramiento técnico-metodológico a diversos actores sociales venezolanos en el ámbito cultural. Un elemento central dentro de esta comisión mixta fue la firma de un plan para la construcción en Cuba de ocho buques cargueros multipropósitos portacontenedores, con vistas a dar solución a problemas logísticos de la navegación de cabotaje en Venezuela, y un convenio para garantizar el mantenimiento de 1.600 equipos médicos en veintiocho hospitales venezolanos.28 Como se ha observado, se registra un peso creciente en la ponderación del mercado venezolano dentro de las transacciones económicas externas del país. Por ello, la diversificación de las relaciones económicas externas de Cuba, sin lugar a dudas constituye en la actualidad una preocupación central de la agenda exterior cubana, como resultado del aprendizaje del pasado histórico, en que la concentración de los flujos de comercio, inversión y cooperación en uno o muy pocos mercados, fueron —entre otros factores— causas esenciales de la vulnerabilidad externa del país. En este contexto, es de resaltar los esfuerzos que realiza la diplomacia cubana para fortalecer las relaciones con otros socios externos relevantes, además
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144 : Antonio F. Romero G. de con Venezuela. Ejemplo de ello fueron las visitas a La Habana de Xi Jiping y Vladimir Putin —entre fines de julio y principios de agosto de este año— y la firma de numerosos convenios con esas dos economías emergentes,29 lo que ha puesto de relieve la importancia que ha adquirido para el país el proceso de recomposición geopolítica que está teniendo lugar a nivel mundial. Al propio tiempo, subraya la significación que ello puede tener para la “actualización del modelo económico cubano” que ha entrado, como ha enfatizado el Presidente Raúl Castro, en una etapa de creciente complejidad.30 En este mismo sentido, debe entenderse el incremento notable que han experimentado los vínculos con Brasil, y también los esfuerzos con vistas a ampliar las relaciones económico-comerciales con la República Popular de Angola. Además del aumento del comercio exterior de bienes entre Cuba y Brasil, y el aporte de este último país para el desarrollo de las inversiones en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel (ZEDM), es de resaltar el incremento observado en los últimos meses en la exportación de servicios profesionales cubanos (servicios médicos) al gigante sudamericano como parte del programa “Más Médicos” impulsado por el gobierno de ese país. En el caso de Angola, también como resultado de la visita que el presidente angoleño, José Eduardo dos Santos, cumplió recientemente a Cuba, se trazaron estrategias en el ámbito de la colaboración bilateral, destacándose —entre otros— los sectores de la salud, educación, energía y agua, como prioritarios en la cooperación. En esas ramas más de cuatro mil colaboradores cubanos contribuyen actualmente al desarrollo de ese país africano.31 Las inversiones extranjeras en Cuba Todo análisis sobre el sector externo de la economía cubana, tiene que considerar no sólo la esfera relativa a las transacciones internacionales de bienes y servicios, sino también a las finanzas externas de la nación, y en particular, a los flujos de inversión extranjera. Como se sabe, a partir de la desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista, Cuba incorporó la atracción de flujos de inversión extranjera directa (IED) como parte de su estrategia de enfrentamiento a la profunda crisis de principios de los años 90 y del proceso subsiguiente de reestructuración de sus relaciones económicas externas. Diversos estudios se han realizado sobre la experiencia cubana de tratamiento a la IED desde los 1990s, concluyendo la mayoría de ellos en que (1) la política de atracción de flujos de IED en el país privilegió la búsqueda de mercados externos, la obtención de capital y el acceso a nuevas tecnologías como principios rectores de la misma; (2) en la segunda mitad de la década de 1990 se observó un perceptible dinamismo en la atracción de recursos de inversión externa en el país, destacándose los sectores de turismo, minería (producción de níquel y exploración petrolera) y algunas ramas de la industria ligera y agroalimentaria, como los principales receptores de este tipo de flujos; (3) se
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Los desafíos de las relaciones económicas : 145 dio una concentración importante —en términos de países de origen de las inversiones pero también en cuanto a la distribución territorial dentro de Cuba— de los flujos de IED en Cuba; (4) las empresas de capital mixto o asociaciones económicas con capital extranjero mantuvieron un peso creciente en las ventas en divisas (CUC) dentro del mercado cubano y también en las exportaciones totales de mercancías; y (5) desde mediados de la primera década del actual siglo se ha venido reduciendo el número total de joint ventures o contratos de asociación con capital extranjero, que funcionan en el país.32 El nuevo escenario en que se desarrolla la economía nacional, el propio proceso de reestructuración a partir de la actualización del modelo económico y social, y la constatación de errores cometidos en la aplicación de la política para atraer inversiones extranjeras hasta el momento; determinó la discusión y elaboración de una nueva política y una nueva ley para la inversión extranjera en Cuba, aprobadas el 29 de marzo de 2014 por la Asamblea Nacional. Según las autoridades cubanas, la aprobación de la Política para la Inversión Extranjera es una de las acciones de mayor connotación estratégica en el proceso de implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social.33 Dentro de los principios de la nueva política aprobada sobresalen, entre otros, los siguientes: 1. Concebir la inversión extranjera como una fuente de desarrollo económico para el país a corto, mediano y largo plazo. 2. Promover la inversión extranjera sobre la base de una amplia y diversa Cartera de Proyectos, enfocando la promoción por etapas y sectores o actividades potenciales, y favoreciendo la diversificación en la participación de empresarios de diferentes países. Al respecto se considera necesario priorizar la promoción de las Zonas Especiales de Desarrollo, comenzando por la del Mariel. 3. Incentivar el desarrollo de proyectos integrales que generen encadenamientos productivos. 4. Orientar la mayor parte de la inversión extranjera hacia sectores de exportación, y también a eliminar los cuellos de botella en la cadena productiva, favoreciendo la modernización, infraestructura y el cambio del patrón tecnológico en la economía, así como la sustitución de importaciones. 5. Autorizar el establecimiento de Empresas de Capital Totalmente Extranjero para la ejecución de inversiones cuya complejidad e importancia lo requieran. 6. Contribuir al cambio de matriz energética del país mediante el aprovechamiento de fuentes renovables de energía. 7. Garantizar la participación mayoritaria cubana en aquellas asociaciones que se destinen a la extracción de recursos naturales, a la prestación de servicios públicos, al desarrollo de la biotecnología, al comercio mayorista y al turismo. 8. En los negocios con inversión extranjera no habrá libre contratación de la fuerza de trabajo por lo que se mantendrá la figura de la entidad empleadora. 9. La inversión extranjera podrá orientarse con carácter excepcional al desarrollo de actividades por organizaciones económicas de propiedad no estatal con
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146 : Antonio F. Romero G. personalidad jurídica, con la participación de sociedades mercantiles de capital estatal cubano. 10. El déficit de la capacidad constructiva del país no puede frenar el desarrollo del proceso inversionista con capital extranjero, por lo que podrán evaluarse las alternativas que se requieran para evitarlo. 11. No se otorgarán derechos de exclusividad sobre el mercado cubano al socio extranjero. 12. No se transferirán en propiedad bienes estatales, salvo en los casos excepcionales en que se destinen a los fines del desarrollo del país.
Por su importancia, se han definido principios específicos de políticas para once sectores: agrícola y forestal; industria agroalimentaria; energía y minas; industria azucarera; industrias sideromecánica, ligera, química y electrónica; industria farmacéutica y biotecnológica; comercio mayorista; salud; construcción; turismo; y transporte. El nuevo marco legal de esta política está constituido por lo siguiente: 1. La Ley de Inversión Extranjera que establece las garantías, los sectores destinatarios, las modalidades, el régimen de autorización, las normas relativas a la protección del medio ambiente y el uso de recursos naturales, la solución de conflictos y los regímenes especiales (bancario, de exportación e importación, laboral, tributario y de reservas y seguros) 2. El reglamento que se emitirá como Decreto y que incluirá los procedimientos para la presentación, negociación, seguimiento y control de los negocios, estableciendo la composición y funciones de la Comisión de Evaluación de Negocios con Inversión Extranjera 3. Dos acuerdos del Consejo de Ministros, el primero de los cuales será la publicación de la política aprobada y el otro mediante el cual se delega la facultad de autorizar algunos contratos de asociación económica internacional a los ministros del Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera (MINCEX) y del Ministerio del Turismo (MINTUR) 4. Dos resoluciones del MINCEX que regularán el funcionamiento de la Comisión de Evaluación de Negocios con Inversión Extranjera, y establecerán las bases metodológicas para la presentación de la factibilidad técnico económica de los proyectos 5. La resolución del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) que reglamentará el régimen laboral de la inversión extranjera 6. Dos resoluciones del Banco Central de Cuba (BCC), una de las cuales regula la apertura de cuentas bancarias para el depósito de los montos en efectivo destinado a aportes de los inversionistas extranjeros, y la otra norma la transferencia al exterior de los haberes de las personas naturales extranjeras.
La nueva Ley aprobada presenta algunas diferencias significativas respecto a su antecesora, la Ley No 77 del año 1995. Entre estas se destacan:
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Los desafíos de las relaciones económicas : 147 1. En relación con las tres modalidades de inversión extranjera establecidas en la Ley No 77 (empresas mixtas, empresas de capital totalmente extranjero y contratos de asociación económica internacional) se amplió el alcance de los contratos de asociación, para incorporar la administración productiva y de servicios, la administración hotelera y los servicios profesionales. 2. Se modifica el régimen de aprobación de los negocios en dependencia de sus características: (a) el Consejo de Estado aprobará los negocios relacionados con la explotación de recursos naturales no renovables (excepto los contratos a riesgo), la gestión de servicios públicos y la realización de obras públicas o la explotación de bienes de dominio público; (b) el Consejo de Ministros aprobará las empresas de capital totalmente extranjero, los negocios en que haya transmisión de la propiedad u otros derechos sobre bienes estatales, los negocios vinculados con los recursos no renovables a riesgo, cuando participe una empresa pública extranjera, cuando estén dirigidos al desarrollo de fuentes renovables de energía, y las inversiones en los sistema empresariales de la salud, la educación y las instituciones armadas; y (c) se establece que el Consejo de Ministros puede delegar la facultad de aprobar y autorizar en jefes de Organismos de la Administración Central del Estado, otros negocios con participación del capital extranjero. 3. Se dispone otorgar preferencias en materia de comercio exterior, a la compra de productos nacionales en condiciones de competitividad. 4. Se introduce un capítulo que regula las acciones de control a las modalidades de inversión extranjera, y se amplía el referido a la protección del medio ambiente, incorporando en este acápite aspectos relativos a la tecnología y la innovación. 5. Sobre el régimen de solución de conflictos se realizan precisiones referidas, en particular, a la intervención de los tribunales nacionales. 6. Se modifica el procedimiento para la evaluación y aprobación de los negocios, haciéndolo más ágil. 7. Se prevé el tratamiento a la inversión extranjera en el momento de la unificación monetaria. 8. Se establece que a la inversión extranjera le es aplicable la Ley Tributaria No 113 de 2012, con las adecuaciones señaladas en el régimen especial de tributación previsto en la Ley para las empresas mixtas y los inversionistas nacionales y extranjeros partes en los contratos de asociación económica internacional.
Los elementos asociados a los beneficios tributarios y las garantías concedidas a los inversionistas constituyen los mecanismos centrales de la nueva ley para estimular la llegada de flujos de inversión extranjera hacia el país. En cuanto al régimen especial tributario se destacan, entre otros, (1) la exoneración del impuesto sobre utilidades durante los primeros ocho años y excepcionalmente por un período superior a las inversiones con capital extranjero; impuesto que con posterioridad a este período de gracia, será de 15 por ciento y 0 por ciento sobre las utilidades reinvertidas;34 (2) se exime a la inver-
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148 : Antonio F. Romero G. sión extranjera del pago del impuesto por la utilización de la fuerza de trabajo; (3) se eximen a los negocios con capital extranjero del pago de la contribución territorial para el desarrollo local durante el período de recuperación de la inversión; (4) se mantiene la exoneración del pago del impuesto sobre ingresos personales a los socios extranjeros en empresas mixtas o partes extranjeras en contratos de asociación económica internacional; (5) se exonera del impuesto sobre las ventas o servicios durante el primer año de operaciones estableciéndose posteriormente una bonificación del 50 por ciento a las ventas mayoristas y los servicios; (6) se exime del pago de los impuestos aduaneros durante el proceso inversionista; y (7) se bonifica en un 50 por ciento el pago de los impuestos por la utilización o explotación de recursos naturales y la preservación del medio ambiente. Las garantías al inversionista extranjero concedidas por la nuevas ley son las siguientes: (1) gozan de plena protección y seguridad y no pueden ser expropiados, salvo por motivos de utilidad pública o interés social, en concordancia con la Constitución, los tratados internacionales suscritos por Cuba y la legislación vigente, con la debida indemnización por su valor comercial establecido de mutuo acuerdo; (2) se garantiza la libre transferencia al exterior en moneda libremente convertible, sin pago de tributos u otro gravamen, de los dividendos o beneficios que obtenga el inversionista extranjero; (3) el inversionista extranjero puede vender o transmitir sus derechos al Estado, a las partes en la asociación o a un tercero, previa autorización gubernamental; (4) el Estado garantiza que los beneficios concedidos a los inversionistas extranjeros y a sus inversiones se mantienen durante todo el período por el que son otorgados; y (5) las nuevas regulaciones se aplican a la inversión extranjera que se establezca en las zonas especiales de desarrollo, con las adecuaciones que dispongan las normas especiales que para ellas se dicten y siempre que no se opongan a su funcionamiento. Sin perjuicio de lo anterior, los regímenes especiales concedidos en la ley serán de aplicación a esas inversiones, siempre que les resulten más beneficiosas. Al margen de las críticas que se le hacen al nuevo marco legal para la inversión extranjera en Cuba, pudiera señalarse que la política y la ley de inversión extranjera recientemente aprobada por el parlamento cubano, incorpora elementos —sobre todo en cuanto a garantías y beneficios fiscales— que intentan compensar los diversos obstáculos que frenan la participación del capital extranjero en la economía cubana.35 Obviamente, el marco regulatorio resulta vital para hacer atractiva una economía para los inversionistas extranjeros, pero hay un sinnúmero de factores —económicos y sociales, de naturaleza interna y externa, de corto y de largo plazo, coyunturales y estructurales, de dimensión macroeconómica pero también microeconómicos, etc.— que determinan en última instancia el entorno general para la atracción del capital extranjero de cualquier país. En este sentido, y más allá del progreso normativo real repre-
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Los desafíos de las relaciones económicas : 149 sentado por la nueva política y ley cubana de inversión extranjera, sólo avanzando en el proceso de transformaciones institucionales y en los mecanismos de gestión y dirección de la economía delineadas en los Lineamientos, se podrá impulsar efectivamente un mayor flujo de recursos externos hacia Cuba bajo la forma de inversiones extranjeras. Otros elementos vinculados al sector externo de la economía cubana Dos elementos adicionales, deben considerarse en el análisis del sector externo de Cuba en la actualidad: el estado actual de las relaciones de Cuba con la Unión Europea y ciertos avances en términos de regularización del pago de las obligaciones financieras externas del país. Como se sabe, la Unión Europea finalmente acordó a principios de febrero de 2014, iniciar negociaciones para el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación con Cuba. Dicha propuesta fue aceptada por las autoridades cubanas, lo que se comunicó a la Comisión Europea mediante nota oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, de marzo de 2014. La importancia de este proceso de negociación con la Unión Europea para la economía y para la rearticulación de las relaciones económicas externas de Cuba en el futuro mediato, resulta evidente. Téngase en cuenta que —a pesar de la crisis reciente— el intercambio con la Unión Europea representa más del 20 por ciento del total de exportaciones e importaciones cubanas de bienes, alrededor del 22 por ciento de los ingresos por turismo internacional que recibe el país provienen de Europa, y una parte importante de las inversiones y negocios conjuntos con empresas extranjeras en Cuba se ejecutan con contrapartes europeas. Además, según datos comunitarios, desde el año 2008 más de US$80 millones han sido canalizados como ayuda al desarrollo por parte de la Unión Europea hacia Cuba.36 Según funcionarios de la Unión Europea, la conclusión del acuerdo daría a Bruselas un papel más relevante en la matriz de relaciones externas de Cuba, inmerso en “importantes reformas orientadas al mercado”.37 La aceptación por la parte cubana del reto que implican las negociaciones y la posible firma de un acuerdo con Europa, debe entenderse en el marco de la estrategia de búsqueda de nuevos socios, sobre bases predecibles, que coadyuven a la diversificación de la matriz de relaciones económicas externas cubanas. La primera ronda de las negociaciones Unión Europea-Cuba concluyó el 30 de abril de 2014 en La Habana, y según las dos delegaciones, dicho encuentro constituyó un importante paso para la total normalización de las relaciones entre ambas partes, acordándose la hoja de ruta de las negociaciones y otros aspectos organizativos del diálogo.38 De acuerdo al jefe de la delegación europea, Christian Leffler,39 el instrumento que se negocia con Cuba tiene una estructura similar a los de su tipo con otros países. Durante los días 27 y 28 de agosto de 2014, tuvo lugar en Bruselas la se-
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150 : Antonio F. Romero G. gunda ronda de negociaciones para la firma de un Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación entre la Unión Europea y Cuba. En esta ocasión, y de acuerdo a información oficial, Cuba ratificó su voluntad de avanzar sobre “bases de respeto e igualdad” en las negociaciones con la Unión Europea para normalizar los vínculos bilaterales, y calificó las discusiones como “constructivas”.40 Este segundo encuentro permitió a las partes iniciar el análisis de uno de los componentes fundamentales del Acuerdo, concerniente a la cooperación y al diálogo sobre políticas sectoriales. La nota oficial del MINREX reseñada por Granma señaló que la próxima ronda se celebrará en La Habana antes de concluir el presente año. Debe destacarse que Cuba es el único país de América Latina con el que la Unión Europea no tiene un acuerdo bilateral, y al que aplica la llamada “Posición Común” aprobada en 1996 por iniciativa del entonces jefe del gobierno español José María Aznar, la cual condiciona la relación con La Habana a cambios políticos que el bloque considere pertinentes. A pesar de que desde 2008 —comenzando por el gobierno de España— se han eliminado varias de las sanciones impuestas en 2003; Cuba exige que se derogue por completo la “posición común”, al considerarla una política “injerencista” y el “escollo principal” para un mayor acercamiento. La Unión Europea expresó que mantendrá esa política mientras se negocie el nuevo acuerdo.41 De acuerdo a un experto en las relaciones entre Cuba y Europa,42 la negociación no está exenta de riesgos. Tiene adversarios que harán lo posible por llevarla al fracaso de una u otra forma, y ella —de hecho, la relación misma entre la Unión Europea y Cuba— es particularmente sensible a la acción de actores externos, y en particular de la política estadounidense. En definitiva, Cuba busca la normalización de sus relaciones con la organización europea; no la busca a toda costa y a cualquier precio, pero para ella, lograrlo tiene un valor político que se superpone a cualquier otra consideración. Si se concreta el acuerdo, Cuba gana políticamente, a la vez que obtiene un beneficio económico, aunque sus términos solo sean los de institucionalizar en el largo plazo lo que existe en la materia en el momento actual.43 Respecto a las obligaciones financieras externas de Cuba, y en particular de su deuda externa, se han dado pasos positivos en los últimos años, que según reportes de agencias internacionales de prensa,44 pudieran apuntar hacia la reanudación de negociaciones entre Cuba y los países acreedores del Club de Paris. En los últimos tres años, Cuba reestructuró sus deudas comerciales con China, Japón, México y Rusia,45 logrando recortes sustanciales de lo que debía, a cambio de planes de pago. En particular ha recibido especial atención por los medios de información especializados y otros interesados en el tema, la condonación del 90 por ciento de la deuda que Cuba mantenía con Rusia (de US$30.000 millones, y que no se estaba pagando) lo que implica a partir
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Los desafíos de las relaciones económicas : 151 de ahora el compromiso de honrar el 10 por ciento restante. Sin embargo, en la negociación se incluyó la posibilidad de que dicho por ciento se aportara como contraparte de capital cubano en futuras inversiones que realicen intereses económicos rusos en el país. Tan importante como este elemento, es el impacto muy favorable que tendría este acuerdo en la posible negociación de Cuba con el Club de Paris —del cual es miembro Rusia— por cuanto, de facto, el acuerdo ya implicó, de hecho, la reducción de la parte mayoritaria de los adeudos que Cuba mantenía con acreedores oficiales. Según Reuters, Cuba ha expresado interés en una fórmula de renegociación con el Club de Paris que incluiría la condonación de parte de su deuda, el pago de otra en un período de diez años, y el canje del resto por participaciones accionarias en empresas conjuntas. Al mismo tiempo, se ha venido cumpliendo con el pago de las obligaciones de deudas reestructuradas y se ha normalizado la situación con las obligaciones en divisas que el Estado mantenía con suministradores extranjeros; lo que sin lugar a dudas, comporta una mejoría en la credibilidad externa del país. Principales problemas del sector externo de la economía cubana y propuestas de política A pesar de que en los últimos años se observan cambios positivos en la estructura material de las exportaciones cubanas, el 32,2 por ciento de las ventas externas del país en el 2012 todavía estaban constituidas por productos básicos y materias primas tradicionales (níquel, azúcar, tabaco, ron, pescado, minerales brutos), mientras que sólo 16,3 por ciento son productos químicos, máquinas y equipos y manufacturas diversas, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI 2012). Por otra parte, las compras externas de combustibles y productos alimenticios representan una proporción muy elevada del valor total de las importaciones. Según análisis realizados, en los últimos tiempos ha habido una menor sustitución de importaciones, el sector exportador tiene escasas conexiones con la producción interna, y además las exportaciones de servicios no generan el efecto multiplicador que tienen las exportaciones industriales y de azúcar. En el caso del turismo, sin lugar a dudas han habido algunos ejemplos que dan cuenta de un mayor potencial para encadenarse con la producción nacional, lo cual se ha tratado de estimular entre 2011 y 2013 a través de las medidas de política adoptadas para facilitar y promover la relación entre las entidades turísticas y el emergente sector no estatal (privado y cooperativo) de la economía. Sin embargo, debe tomarse cautela respecto a las posibilidades de que el turismo en el corto plazo pueda “arrastrar” al resto de la economía, pues como se ha señalado los ingresos por visitante se han desacelerado; hay problemas en términos de la calidad de los servicios y una incrementada competencia regional.46 Por otra parte, el níquel tiene un bajo efecto multiplicador porque
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152 : Antonio F. Romero G. se refina en el exterior,47 que sería la etapa del proceso productivo con mayor capacidad para agregar valor y difundir progreso tecnológico. Queda claro que las restricciones que enfrenta el comercio exterior cubano están relacionadas —en parte importante— con problemas en la estructura productiva del país, con la configuración sectorial de la economía nacional, con el proceso de descapitalización sufrida por la planta industrial cubana en las últimas dos décadas y los consiguientes retrocesos en términos de innovación, productividad y competitividad. Además, en el diagnóstico del sector externo de Cuba en años recientes debe considerarse la falta de capacidad para aumentar la oferta de productos básicos en los que el país se había especializado (azúcar y níquel) en momentos en que las cotizaciones internacionales de los mismos subían. Debe recordarse que Cuba cambió la desproporcionada concentración en la producción y exportación de azúcar por las exportaciones de servicios profesionales que en estos últimos años han aportado más del doble del total de ingresos por exportaciones de mercancías. Sin lugar a dudas, esta transformación en el perfil de especialización internacional del país ha generado importantes ingresos en divisas en el corto plazo que han posibilitado enfrentar en muchas mejores condiciones los compromisos financieros externos. Sin embargo, se percibe un bajo efecto multiplicador de dichos ingresos por servicios sobre el sector productivo cubano, y además hay preocupaciones justificadas acerca de la sostenibilidad a largo plazo de tales exportaciones de servicios profesionales; sobre todo porque los mismos han estado excesivamente concentrados en el mercado venezolano. Existen además, otros problemas institucionales y en cuanto a logística que, también limitan el necesario crecimiento y diversificación de las exportaciones y la sustitución eficiente de importaciones en Cuba. Dentro de estos se podrían destacar el muy alto nivel de centralización en las operaciones de comercio exterior, lo que se relaciona directamente con los reducidos márgenes de autonomía empresarial, que no promueve el vínculo directo entre los productores nacionales con el mercado internacional; el acceso restringido al financiamiento internacional, y ausencia de mecanismos financieros domésticos que promuevan el fomento de las exportaciones, y la sustitución de importaciones;48 acentuadas distorsiones en términos de precios relativos, en gran medida como resultado de los efectos derivados de la sobrevaluación del peso cubano convertible y de la dualidad monetaria; el deterioro de la infraestructura física vinculada con el comercio exterior (puertos, viales, aeropuertos, capacidades de almacenamiento); y una inadecuada red de servicios especializados de apoyo al sector exportador (telecomunicaciones, acceso a internet, asesoría legal y asistencia técnica), así como relativamente bajos niveles de eficiencia del sistema aduanero. Por lo anterior, el espectro de las modificaciones requeridas es muy am-
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Los desafíos de las relaciones económicas : 153 plio, y va desde las medidas que redefinen la gestión operacional, como los incentivos para que las empresas puedan disponer de los ingresos en divisas con mayor autonomía, hasta la facilitación de acceso de las empresas a formas alternativas de financiamiento y la flexibilización de las regulaciones para poder exportar e importar. Esta última es precisamente una de las áreas claves para potenciar el sector externo, pues sin cambios en las políticas sobre las concesiones de licencias para realizar operaciones de comercio exterior, difícilmente se puedan desatar las reservas de productividad latentes en las empresas, que son hasta ahora excluidas. Como señala un experto cubano, la cultura heredada está por ahora en plena contradicción con lo requerido en este tema: hasta la fecha, la tendencia ha sido a concentrar y reducir el número de empresas con licencias para exportación, porque se asume que esta “especialización por designación” garantiza una menor dispersión de recursos y facilita los controles y la aplicación de incentivos. Esta es una práctica que se ha demostrado ya a nivel internacional que, salvo muy raras excepciones, deriva siempre hacia relaciones de clientelismo, las cuales con frecuencia terminan generando lo que se conoce como rent-seeking.49 De todas formas, va emergiendo un consenso a nivel nacional en el sentido de que la sostenibilidad de un modelo de crecimiento que garantice prosperidad en un contexto de equidad social, exige la consolidación de un patrón de inserción internacional basado en una estructura exportadora mucho más diversificada que la exhibida hoy por la economía cubana, con una creciente incorporación de bienes y servicios basados en el conocimiento y las tecnologías. Ello casi siempre es funcional con el cierre de la brecha externa y la reducción de la vulnerabilidad de la economía mediante un proceso simultáneo y eficiente de sustitución de importaciones. La diversificación del sector externo cubano, comporta también una dimensión geográfica, que se ha dado desde principios de la década de los 90s del pasado siglo, cuando el país sufrió la pérdida abrupta de su principal aliado político y económico; y tuvo que transitar aceleradamente por la senda de la rearticulación de su matriz de relacionamiento externo. Como parte de esto, Venezuela ha adquirido un peso muy relevante en las relaciones económicas externas de Cuba.50 La evolución general de la economía cubana sigue estando muy determinada por su capacidad de importar, que esencialmente es una variable dependiente de sus ingresos por exportación. Hay además como se ha dicho, una débil sustitución entre las importaciones y la producción nacional, y una muy limitada capacidad de transformación de la oferta interna en bienes exportables. Por lo anterior, se impone, aumentar la oferta exportable de Cuba incorporando nuevos rubros con mayor contenido de conocimientos; y al mismo tiempo tratar de diversificar los mercados de exportación e importación para la economía cubana.
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154 : Antonio F. Romero G. Para coadyuvar a la diversificación y dinamización del sector externo cubano, se requieren cambios estructurales y sectoriales —como los que se han venido aplicando a partir del 2011— y también algunos de naturaleza normativa o institucional. Dentro de estos últimos pudiera valorarse la conveniencia de las cosas siguientes: 1. Revisar y/o flexibilizar las concepciones que justifican el elevado nivel de centralización del comercio exterior cubano de tal forma que se proceda a una descentralización de las operaciones de comercio exterior, y la modificación de algunas normativas para que entidades productivas y pequeñas y medianas empresas (estatales y las que están surgiendo en el sector no estatal de la economía cubana) comiencen a vincularse directamente a los mercados internacionales. 2. Continuar los esfuerzos recientes en el plano normativo, para que efectivamente se propicie una más activa participación del país en los flujos internacionales de inversión extranjera directa, que pueden mejorar la capacidad exportadora de empresas existentes en Cuba. Estas inversiones extranjeras son claves para acceder a tecnologías de avanzada, incorporar métodos gerenciales modernos, estimular la innovación en procesos y la capacitación del personal cubano, generar encadenamientos virtuosos con sectores productivos domésticos, y en definitiva revertir el agudo proceso de descapitalización experimentada por la economía nacional. 3. Estimular encadenamientos crecientes de empresas nacionales (incluyendo las micro, pequeñas y medianas empresas, MIPYMES, con actividades de exportación o sustitutivas de importaciones, para lo cual no sólo debieran continuarse aplicando medidas como las tomadas respecto a la satisfacción de las demandas del turismo por parte de entidades del sector no estatal, sino también impulsar los encadenamientos de productores nacionales con las empresas mixtas, con presencia de capital extranjero, que se establezcan en el país. 4. Promover una mayor utilización por parte de entidades económicas cubanas (tanto del sector público, como del no estatal) de mecanismos e instrumentos existentes de la cooperación internacional, de tal forma que puedan acceder a recursos externos que apoyen proyectos de “facilitación del comercio” en Cuba.
Obviamente hay otros elementos de política, que resultan fundamentales para dinamizar el sector externo de la economía cubana. En particular sobresalen, por una parte la unificación y modificación de la política cambiaria, y la creación de ciertos mecanismos innovadores de financiación —por el sistema bancario nacional, pero también utilizando fondos de la cooperación externa— para potenciar operaciones de comercio exterior, incluyendo las que podrían realizar las MIPYMES cubanas. Conclusiones 1. En el período analizado se han producido algunas modificaciones en el sector externo de la economía cubana. Junto a la diversificación relativa de la
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Los desafíos de las relaciones económicas : 155 canasta exportadora —sustitución del azúcar por el níquel como principal producto de exportación, y el incremento de las ventas de productos de la industria médico-farmacéutica— se ha producido un aumento notable de los ingresos netos por la exportación de servicios. Además de los ingresos generados por el turismo, se verifica un aumento muy importante en la exportación de servicios profesionales; que ha compensado con creces el déficit crónico en el comercio exterior de mercancías del país, generándose superávits en el saldo global del comercio exterior cubano desde el año 2009. 2. Se ha verificado también en estos años una modificación en el perfil geográfico de intercambios externos de Cuba. Aunque no comparable con la situación al respecto que mostraba la economía cubana en la década de los años 80 del siglo pasado, se observa cierta tendencia a la concentración del comercio exterior de bienes y servicios en unos pocos países, sobresaliendo Venezuela como principal socio económico externo del país. No obstante, debe resaltarse el peso también de China, Holanda, Canadá y España como socios comerciales importantes, e incluso estos dos últimos con presencia importante de sus empresas dentro de las inversiones extranjeras establecidas en el país. También debe señalarse el significativo incremento en el número de turistas que han venido arribando a Cuba procedentes de varios países de Latinoamérica —en especial de Argentina, Colombia, Chile y Perú— y el importante protagonismo que va ganando Brasil en el comercio exterior y en la cooperación económica externa de Cuba. 3. Sin embargo, en los últimos tiempos ha habido una menor sustitución de importaciones, el sector exportador tiene escasas conexiones con la producción interna, y además las ventas externas de servicios no generan el efecto multiplicador que se requiere. Al mismo tiempo, cualquier variación en el producto ha estado aparejada a cambios más que proporcionales de las importaciones. Hay evidencias de una débil sustitución entre las importaciones y la producción nacional, como reflejo de la limitada capacidad de reacción de la oferta interna ante el alza de precios de bienes importados; y una muy reducida capacidad de transformación de la producción doméstica en bienes exportables. Parte importante de las restricciones que enfrenta el comercio exterior cubano están relacionadas con problemas en la estructura productiva del país, con la configuración sectorial de la economía nacional y con el proceso de descapitalización sufrida por su planta industrial en las últimas dos décadas. Por ello la superación de estas restricciones del sector externo cubano tomará tiempo, pues requieren la profundización y maduración de cambios estructurales, pero también resultan necesarias modificaciones institucionales y esfuerzos mayores en todo lo relacionado con la logística del comercio exterior. 4. Si bien hay consenso respecto a que se impone aumentar la oferta exportable de Cuba, incorporando nuevos rubros con mayor contenido de conocimientos; y al mismo tiempo diversificar los mercados de exportación e
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156 : Antonio F. Romero G. importación para la economía cubana; ello solo será posible alcanzar de manera efectiva cuando maduren las transformaciones económicas en curso o las necesarias todavía por implementar. 5. Cuba está inmersa en un proceso de cambios profundos en su economía —en términos estructurales, institucionales y de política económica— enfrentando muchos desafíos de carácter institucional y también social. Dada la ubicación geográfica de Cuba y el nivel alcanzado por naciones latinoamericanas como socios comerciales y de cooperación; resultaría viable —y conveniente— continuar ampliando y diversificando en los próximos años las relaciones económicas entre Cuba y América Latina, sin desestimar potencialidades importantes con el área del Caribe. También sería muy útil, avanzar en el proceso de diálogo para la firma de un acuerdo de cooperación con la Unión Europea, dado el peso significativo de las naciones de este bloque dentro de la economía mundial, el liderazgo tecnológico que exhiben empresas europeas en ciertas ramas a nivel mundial, y la ponderación elevada que países de la ANEXO 7.1. Llegada de turistas a Cuba, 2007–2012 Arribo de visitantes a Cuba
Total
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2.152.221
2.348.340
2.429.809
2.531.745
2.716.317
2.838.607
945.248 174.343 93.136 112.298 80.470 63.046 58.612 56.245 104.948 66.650 30.965 31.787 20.624 17.521 16.095 16.049 11.247 14.367 13.049 11.486
1.002.318 175.822 95.124 110.432 94.370 73.566 75.968 78.472 101.631 76.326 34.096 32.402 24.873 23.527 18.143 15.188 14.749 14.507 14.266 11.803
1,071.696 153.737 108.712 103.290 101.522 98.050 94.691 86.944 81.354 78.289 36.376 35.284 33.343 27.551 20.254 19.737 18.836 16.174 14.414 13.250
Principales emisores 1. Canadá 2. Reino Unido 3. Alemania 4. Italia 5. Francia 6. EE.UU. 7. Argentina 8. Rusia 9. España 10. México 11. Venezuela 12. Holanda 13. Colombia 14. Chile 15. Suiza 16. Perú 17. China 18. Brasil 19. Bélgica 20. Austria
660.384 208.122 103.054 134.289 92.304 40.521 37.922 29.077 133.149 92.120 33.593 33.605 18.594 14.951 18.588 6.179 10.864 12.165 17.256 14.492
818.246 193.932 100.964 126.042 90.731 41.904 47.405 40.621 121.166 84.052 31.931 33.548 22.178 18.895 17.140 9.598 11.252 13.865 15.681 13.450
914.884 172.318 93.437 118.347 83.478 52.455 48.543 37.391 129.224 61.487 28.657 33.123 21.287 18.205 15.339 14.708 12.352 13.498 15.722 12.004
Fuente: ONEI 2012.
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Los desafíos de las relaciones económicas : 157 Unión Europea han consolidado dentro del comercio de bienes, el turismo y las inversiones extranjeras en Cuba. Obviamente, la ampliación y diversificación de las relaciones económicas externas de Cuba, y la calidad de este proceso, estará determinado, por el tipo de transformación productiva que se de en la estructura económica cubana (en la cual deberán jugar un papel muy importante los flujos de inversión extranjera que el país pueda absorber), y por la capacidad que la misma tenga de explotar eficientemente ciertas ventajas que exhibe la nación cubana respecto a otros países en desarrollo. Al respecto, resulta sin embargo paradójico constatar que en comparación con otras áreas o dimensiones de política económica, donde ya se han introducido importantes cambios a fin de fortalecer la autonomía de gestión, con avances para desmontar progresivamente los excesivos controles y distorsiones de tipo burocrático, el caso del sector externo cubano parece estar caracterizado todavía por una elevada inercia en términos institucionales. N O TA S 1. Entre el año 2000 y el 2008, el déficit en el comercio exterior de bienes del país pasó de US–$3167,1 millones a $–10.569,9 millones. Datos obtenidos a partir de ONEI (2013), Anuario estadístico de Cuba, sector externo. 2. Dentro de estos trabajos, se destacan, entre otros, CEPAL (2000), Quiñones y Mañalich (2003), Cribeiro y Triana (2005), Quiñones y Rubiera (2008) y Sánchez (2012). 3. Entre estos se encuentran los estudios de Palacios (2013), Sánchez (2013) y Quiñones (2013). 4. Véase Anaya (2013) y García y Guerra (2005). 5. De acuerdo a ONEI, la tasa de apertura externa se calcula como el monto del intercambio comercial de bienes y servicios con el exterior dividido entre el PIB. 6. En efecto, el coeficiente de apertura comercial de Cuba sólo era superior al de Brasil y Colombia, dos economías mucho más grandes que la cubana, y por ende con mayor diversificación productiva y amplios mercados internos. Los datos sobre la apertura externa de países de América Latina y el Caribe están en World Bank (2013). 7. Véase, entre otros, CEPAL (2000), Quiñones y Mañalich (2003), Cribeiro y Triana (2005), Quiñones y Rubiera (2008) y Sánchez (2012). 8. En 2010 los precios mundiales de níquel y azúcar superaron las cifras inicialmente previstas, pero las producciones físicas cubanas no lograron alcanzar los volúmenes planificados, por lo que el país no fue capaz de beneficiarse de esa coyuntura favorable (Intervención de Marino Murillo, vicepresidente del Consejo de Ministros y Ministro de Economía y Planificación, en el VI Período de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, diciembre 2010). 9. Cálculos del autor a partir de las estadísticas del capítulo 8 del Anuario estadístico de Cuba, 2012. 10. Torres (2013a). 11. Véase el capítulo 8 del Anuario estadístico de Cuba, 2012. 12. Sánchez (2013). 13. En el 2007, las compras de bienes de consumo representaron el 21,17 por ciento del total de importaciones de bienes, mientras que las de bienes de capital equivalían al 18,56 por ciento del total. Cinco años después, en el 2012 estas proporciones se habían reducido al 12,27 por ciento y 8,1 por ciento del total respectivamente.
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158 : Antonio F. Romero G. 14. Véase Pérez y Torres (2014). 15. Esencialmente, en el caso cubano, se localiza en los polos de sol y playa. 16. Al respecto debe considerarse que la nueva política crediticia implementada desde el 2011 por el gobierno, ha implicado que desde ese momento y hasta diciembre de 2013 se hayan otorgado a la población un total de 218.400 créditos, por un monto superior a los 1,773 millones de pesos. Estos créditos se han concentrado en un 65 por ciento en el financiamiento de acciones constructivas, evidenciando la baja participación de los trabajadores por cuenta propia en la recepción de créditos bancarios, los que han financiado en lo fundamental sus emprendimientos a partir de las remesas y otras fuentes de ahorro interno. Véase Pérez Villanueva y Torres Pérez (2014). 17. Véase “Restricciones de viaje amenazan intercambios entre Cuba y EEUU”, El Nuevo Herald, 24 de agosto de 2014. 18. Cálculos del autor a partir de ONEI (2012), Anuario Estadístico de Cuba. 19. Véase SELA (2012). 20. Véase García (2010). 21. Sánchez Egozcue (2011). 22. Cálculos a partir de datos del cuadro No. 8 de información del sector externo en ONEI, 2012 Anuario Estadístico de Cuba, La Habana. 23. Entre 2008 y 2012, las exportaciones cubanas a Venezuela se incrementaron a una inusitada tasa promedio anual de 56,5 por ciento, mientras que en el caso de las importaciones, las compras cubanas de bienes venezolanos aumentaron en el mismo período a un ritmo promedio anual del 7,95 por ciento. Toda la información está referida al Anuario Estadístico de Cuba del 2012, publicado por la ONEI. 24. “Botada al agua la tercera embarcación multipropósito construida para Venezuela”, Granma, Primera plana, 20 de marzo de 2013. 25. Véase www.petrocaribe.com 26. El ministro de salud de Cuba Roberto Morales Ojeda señaló que existen programas de cooperación médica en más de sesenta países, y ratificó que a los países que no puedan pagar esos servicios médicos, se les mantendrá la ayuda, como en el caso de Haití. Al mismo tiempo señaló que el incremento de los ingresos obtenidos permitía compensar los gastos en que se incurren en varias naciones. “Analizó el Consejo de Ministros asuntos vitales para la economía nacional”, Granma, Sección Nacionales, 3 de junio de 2013. 27. “Cooperación entre Cuba y Venezuela trasciende los tiempos”, Granma, Sección Nacionales, 9 de abril de 2013. 28. “Cuba solidaria con Venezuela ante agresión de la ultraderecha”, Granma, 21 de febrero de 2014. 29. Con la República Popular China se firmaron en La Habana un total de veintinueve acuerdos; mientras que durante la visita del presidente de Rusia se firmaron diez acuerdos de colaboración económico-financieros. 30. Alzugaray Treto (2014). 31. Información de la embajadora cubana en Luanda, publicado por la Agencia Prensa Latina, vía Google Noticias, y referida por el Servicio Informativo del SELA (Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe), 2 de septiembre de 2014. 32. Véase al respecto Pérez (2006, 2008). 33. Véase discurso del ministro Rodrigo Malmierca, en la presentación del Proyecto de Ley de Inversión Extranjera ante sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 29 de marzo de 2014. Periódico Trabajadores, 31 de marzo de 2014, 4 y 5. 34. Este impuesto podrá elevarse en un 50 por ciento en los negocios en que se exploten recursos naturales. 35. Las autoridades gubernamentales reconocen, entre otros al bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba, el nivel de endeudamiento externo de la
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Los desafíos de las relaciones económicas : 159 economía cubana, las restricciones provocadas por la escasez de divisas, y los errores cometidos en el pasado, dentro de los obstáculos fundamentales para un mayor acceso de Cuba a los flujos de inversión internacional. Véase el discurso del ministro Rodrigo Malmierca en la presentación del Proyecto de Ley de Inversión Extranjera ante sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional, el 29 de marzo de 2014. 36. Datos sobre peso de la Unión Europea en comercio y turismo cubano a partir de información estadística de la ONEI. El dato sobre la cooperación europea hacia Cuba, tomado de Granma, 1 de mayo de 2014, 4. 37. Información cablegráfica de Reuters, 24 de febrero de 2014. 38. “Cuba y la UE avanzan en la normalización de sus relaciones”, Granma, 1 de mayo de 2014, 4. 39. El jefe de la delegación de la Unión Europea a esta primera ronda fue recibido por el canciller cubano, quien le reiteró la voluntad de Cuba de avanzar en este proceso, sobre la base de igualdad y respeto acordados con la Unión Europea en el año 2008, las cuales mantienen plena vigencia. 40. Véase “Se realiza segunda ronda de negociación entre la Unión Europea y Cuba”, Granma, 29 de agosto de 2014, 7. 41. No obstante, debe tenerse en cuenta que para que la Unión Europea retire la “posición común” es necesario un acuerdo unánime de los veintiocho estados miembros, y algunos países —como República Checa y Suecia— condicionan la supresión de esta hasta que no se produzcan lo que ellos consideran como avances en materia de derechos humanos en la isla. 42. Perera Gómez (2014). 43. Ibíd. 44. Reporte cablegráfico, de la agencia Reuters, 22 de abril de 2014. 45. El acuerdo de renegociación de la deuda alcanzado con Rusia en el 2013 incluyó la condonación de un 90 por ciento de la deuda acumulada por Cuba con ese acreedor. 46. Véase Figueras (2013). 47. Véase Monreal (2006). 48. No obstante debe resaltarse que en el 2012 se adoptaron medidas para estimular el vínculo de productores nacionales con el sector turístico para coadyuvar a la sustitución de importaciones —sobre todo de productos agropecuarios— lo que incluyó la aplicación de un tipo de cambio diferenciado entre el CUC y el peso cubano a favor de los cooperativistas y productores agrícolas independientes. 49. Sánchez Egozcue (2013). 50. Parte importante de la disminución del peso relativo de los productos tradicionales, la incorporación de bienes con mayor valor agregado en las exportaciones y el crecimiento acelerado de los ingresos externos por la exportación de servicios profesionales; están explicados esencialmente por las relaciones que Cuba ha venido consolidando con Venezuela en los marcos de la ALBA.
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VELIA CECILIA BOBES
Reformas en Cuba: ¿Actualización del socialismo o reconfiguración social? RESUMEN El trabajo discute los impactos sociales del proceso de actualización del socialismo. Partiendo de que los cambios sociales acumulados como efectos de los ajustes del Periodo Especial generaron una desconfiguración del “modelo del hombre nuevo socialista”, se argumenta que, dado que las reformas actuales radicalizan y refuerzan la estrategia de ajuste, hacen más permanentes los cambios y potencian nuevas socialidades cuya estabilización conduce a la configuración de un nuevo modelo social cuyos rasgos empiezan a despegarse del modelo “revolucionario del hombre nuevo socialista” que prevaleció en Cuba hasta finales de los años 80. El proceso se presenta como una secuencia, desconfiguración-reconfiguración, y analiza los cambios en la estructura social, la expansión del sector no estatal; las disparidades de consumo e ingresos que generan no sólo un aumento de la desigualdad y la pobreza sino el surgimiento de grupos sociales diferenciados; así como los nuevos principios de relación entre sociedad y estado. De este análisis se concluye que uno de los retos principales que ha de asumir el gobierno en el futuro cercano dimana de la desconexión entre la continuidad del modelo político y sus fundamentos de legitimación y la nueva realidad de una sociedad diversa, re-estratificada y reinstituida simbólicamente.
A B S T R AC T This article discusses the social impact of the process of updating socialism. The accumulated social changes that are a consequence of the Special Period created a deconfiguration of the model of the new socialist man. Therefore, reforms radicalize and strengthen adjustment policies, make changes more permanent, and reinforce new social relationships. Their stabilization leads to the configuration of a new social model whose characteristics depart from the revolutionary model of “the new socialist man” which prevailed in Cuba until the late-1980s. The process is presented as a sequence, deconfiguration-reconfiguration, and analyzes the changes in the social structure, the expansion of the nongovernment sector, the disparities of consumption and income generated not only by an increase in inequality and poverty but also by the appearance of differentiated social groups and new principles in the relation between the state and society. The study concludes that one of the most important challenges the government must face in the foreseeable future is the disconnection between the continuity of the political model and its legitimizing foundations, and the new reality of a diverse society, restratified and symbolically reinstated.
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166 : Velia Cecilia Bobes El modelo de actualización del socialismo que se está implementando en Cuba, responde (según palabras de Raúl Castro) a la necesidad de realizar “cambios estructurales y de concepto” para enfrentar graves problemas de la economía; para ello se ha propuesto una nueva estrategia cuyos principales objetivos son: priorizar el crecimiento económico, aumentar la descentralización estatal, ampliar las formas de propiedad no estatal, transformar la producción agropecuaria; eliminar “gratuidades indebidas” y racionalizar subsidios y seguridad social. Según Mesa Lago (2012) la “actualización económica” comprende tanto cambios administrativos, reformas no estructurales y reformas estructurales. Estas últimas son las que constituyen el cuerpo de la reforma de Raúl y abarcan desde la eliminación de prohibiciones (acceso a hoteles, compra de celulares, compraventa de casas); la revisión de mecanismos de relación entre productores privados y el estado; modificaciones en los sistemas salarial y de pensiones, hasta cambios mayores en la distribución de la tierra, el empleo, el comercio y la propiedad. Aunque la gran mayoría de las reformas incumben a la esfera económica, también ha habido transformaciones políticas, entre ellas la limitación (a un máximo de dos períodos consecutivos de cinco años) al desempeño de los cargos políticos y estatales y la reorganización territorial (creación de dos nuevas provincias). Fuera de esto, la otra innovación no económica de importancia ha sido la aprobación (en octubre de 2012) de una nueva Ley de Migración que entró en vigor en enero de 2013. Esta nueva Ley elimina el Permiso de Salida para los viajes al exterior y la Carta de Invitación (que abarata costos y reduce el control y las restricciones); deroga la confiscación de bienes, autoriza los viajes de menores de edad, aumenta el tiempo de permanencia en el exterior y flexibiliza las condiciones para la entrada de los cubanos residentes en el exterior (aumentando el tiempo de permanencia en Cuba y permitiendo a los emigrados solicitar autorización para volver a residir en Cuba).1 La importancia de esta ley dentro del modelo de “actualización del socialismo” no puede comprenderse cabalmente sin tener en cuenta su sinergia con las medidas económicas y el contexto general de la migración en el mundo actual, donde prevalece una tendencia de los estados expulsores a la creación de incentivos para potenciar las contribuciones de sus migrantes a las economías domésticas. En este sentido, la expansión del sector privado que impulsa la reforma económica, abre una brecha para la entrada de la iniciativa y la participación de la diáspora en el nuevo sector empresarial. La estrategia actualizadora (plasmada en los “Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución” aprobados por el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba de 2011) da continuidad a un proceso de cambios iniciado con las medidas de ajuste del Período Especial cuyos impactos para las distintas dimensiones sociales son mucho más que epidérmicos. El
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Reformas en Cuba : 167 ajuste de los años 90 buscaba garantizar “la supervivencia de la revolución” en condiciones de máxima dificultad, e incluyó medidas de ajuste (macro y microeconómicas) como la aceptación y promoción de la inversión extranjera (mixtas y de capital privado) en diversos sectores; el estímulo a la inversión en el turismo, legalización del trabajo por cuenta propia y la tenencia de divisas (aparición del doble mercado y la doble moneda más la posibilidad de envío de remesas desde la emigración); apertura del mercado interno; cooperativización masiva de la producción agropecuaria; racionalización del aparato estatal y reducción de puestos de trabajo; y la aplicación de una política fiscal. A pesar de que durante los últimos veinte años, estas estrategias han experimentado diversos ritmos, dinamismos y vaivenes relacionados con las disímiles coyunturas políticas y económicas,2 la reforma actual (de “actualización del modelo”) no sólo constituye una profundización y radicalización de esta estrategia sino que ha sido refrendada como política de estado por el Congreso del PCC. De esta manera, la introducción de mecanismos de mercado como fórmula para resolver los graves problemas de la economía socialista (aunque conservando la planificación centralizada y la empresa estatal, y viendo a la inversión extranjera como “complemento” de la estatal), se perfila ahora no ya como un plan coyuntural para “mantener a flote el sistema” sino como una política económica destinada a “rehacer su funcionamiento” (Hernández y Domínguez 2013). Lo que hace pensar no sólo que esta es la reforma más importante de todas las realizadas hasta el momento (Mesa Lago 2012) sino que sus impactos sociales serán de mayor envergadura y más permanentes. Lo que me interesa recalcar aquí es que si bien a finales de los años 90 ya era posible advertir cambios en la sociedad cubana, las reformas actuales radicalizan y refuerzan la estrategia de ajuste, por lo cual hacen más permanentes los cambios ya que potencian nuevas socialidades cuya estabilización conduce a la configuración de un modelo social cuyos rasgos empiezan a despegarse del modelo “revolucionario del hombre nuevo socialista” que prevaleció hasta finales de los años 80.3 Por ello, el proceso puede analizarse como una secuencia: si los cambios acumulados como efectos de los ajustes del Periodo Especial generaron una desconfiguración del “modelo del hombre nuevo socialista”, con las reformas actuales estamos viendo el comienzo de la reconfiguración de un nuevo modelo de sociabilidad instituido a partir de nuevos valores, criterios y prácticas.4 Por “modelo social del hombre nuevo socialista” estoy entendiendo una configuración social (interacciones, relaciones, actores e imaginarios)5 basada en solidaridades y lealtades apegadas a las codificadas como “revolucionarias” en el discurso e imaginario oficial (identidad sociedad estado, entrega al trabajo, altruismo, colectivismo, rechazo al dinero y al consumo).6 Tal modelo generó una sociedad cuasi homogénea e indiferenciada cohesionada en torno a las metas y objetivos fijados por el gobierno —tanto a partir de los valores
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168 : Velia Cecilia Bobes sustantivos de igualdad, soberanía y justicia social como a partir de las trasformaciones en las relaciones sociales asociadas a los cambios en la estructura económica, la política y el repertorio simbólico del país después de 1959—. Este modelo social se mantuvo con muy pocas variaciones hasta la llegada del Período Especial. Proceso de desconfiguración y reconfiguración En términos económicos, los cambios introducidos por las reformas constituyen, de hecho, una modificación de la estrategia y el modelo de desarrollo, ya que desplazan los objetivos de industrialización hacia una economía de servicios. Antes de los años 90 el proyecto de desarrollo para Cuba se centró en la industrialización acelerada, ahora la estructura económica cubana transita a “una diversificación de los motores de crecimiento desde la producción y exportación de azúcar a la exportación de servicios turísticos [recepción de] remesas y el capital extranjero, y luego a la exportación de níquel y de servicios intensivos en conocimiento a partir de 2004” (Pérez Villanueva 2009, 17) y hacia otros servicios comerciales y productivos (encauzados en zonas espaciales de desarrollo).7 Desde el punto de vista social, se está produciendo un proceso de reconfiguración de la sociedad. Las medidas de ajuste del Período Especial generaron una desconfiguración de la sociedad homogénea e igualitaria instituida entre 1959 y 1990, siendo el elemento más desestructurante el crecimiento y aumento de la visibilidad de numerosas formas de desigualdad que pone en cuestión el discurso legitimante del sistema político, anclado en la justicia social y la igualdad. La desconfiguración del “modelo socialista del hombre nuevo” resulta del profundo efecto diversificador de las medidas de ajuste (empresas mixtas y trabajo por cuenta propia, fragmentación del mercado y remesas, etc.) que conllevan a la aparición de nuevos sujetos económicos (empresarios extranjeros, cuentapropistas, usufructuarios de tierras), la potenciación de la diferenciación de los consumos, el regreso de fenómenos “del pasado” (pobreza, prostitución, etc.), y la emergencia de nuevas formas de sociabilidad asentadas en valores y prácticas ajenas a la “sociedad socialista de obreros y campesinos”. A partir de este escenario de desconfiguración, en el momento actual se están articulando los elementos de una reconfiguración social. Entre estos elementos, el primero que me gustaría analizar es la desproletarización de la sociedad. Por tal neologismo estoy entendiendo el proceso a través del cual la clase obrera (que había sido el principal actor económico, social y simbólico) pierde peso no solo cuantitativa sino cualitativamente, lo que se evidencia tanto en el decrecimiento de su participación en la estructura de empleo como en su desactivación simbólica como sujeto principal del proyecto.
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Reformas en Cuba : 169 A nivel cuantitativo, esta desproletarización se asocia a cambios en la estructura económica, particularmente al decrecimiento del sector industrial y el tránsito a una economía de servicios a partir de los años 90.8 Ya que el nuevo proyecto económico tiene como pilares la exportación de profesionales de la salud y la educación, el desarrollo del turismo y la biotecnología; y estimula el trabajo por cuenta propia como mecanismo para proveer servicios y empleos; sus sujetos principales no son obreros sino profesionales y trabajadores de los servicios. Según los principales estudios sobre la “estructura socio-clasista” en Cuba, entre 1959 y 1990 el país pasa de una estructura socio clasista conformada por latifundistas y burguesía agraria,9 burguesía industrial azucarera, gran burguesía comercial, pequeña burguesía (urbana y rural), intelectuales, clase obrera y campesinos a una estructura más simplificada compuesta por la clase obrera, la capa de los trabajadores intelectuales, la clase campesina, una pequeña capa de trabajadores no estatales y los cooperativistas (Espina 1997). En esta estructura, la clase obrera aparece como el componente principal y la que más sostenidamente crece en proporción: para 1970 del 87,4 por ciento del total de empleados en el sector estatal, el 70,4 por ciento eran obreros;10 no obstante, ya para 2005 la proporción de obreros disminuye a un 37,3 por ciento (Espina 2008, 136). Este descenso de los obreros en la estructura de empleos resulta del proceso de desindustrialización pero también de la disminución de los obreros agrícolas, que con la creación de cooperativas, Unidades Básicas de Producción Cooperativa, y entrega de las tierras en usufructo, han comenzado a convertirse en campesinos, usufructuarios de tierras y cooperativistas. Al calor de la nueva política económica crecen los campesinos, abandonándose así el objetivo del anterior modelo que buscaba eliminar los campesinos y reemplazarlos por obreros agrícolas. A esta disminución de su peso en la estructura del empleo se suma el hecho de que como efecto de la crisis ha descendido el ingreso real de los trabajadores.11 Más aún, en los estudios sobre los grupos con mayores desventajas en la sociedad actual aparecen los obreros y el estar empleado en el sector estatal en posiciones de baja calificación figura entre los rasgos asociados a la pobreza (Espina 2008). Con ello se produce una pérdida de prestigio social y un desplazamiento de esta inserción laboral al extremo inferior de las preferencias (antes ocupada por el trabajo en el campo). Estudios recientes revelan que en las percepciones de los cubanos de hoy “los obreros se caracterizan por [. . .] sus condiciones de vida con grandes necesidades, razón por la cual no resulta un grupo al que se desea pertenecer” (Hernández y Domínguez 2013, s.p.). Desde el punto de vista simbólico el imaginario social va expulsando al obrero de su sitial de sujeto principal y motor del desarrollo y médula de la sociedad. La pérdida de centralidad del obrero se evidencia las reformas constitucionales de 1992, cuando se modifica el artículo 1 respecto a los fundamentos
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170 : Velia Cecilia Bobes del Estado. Este artículo —que en la constitución de 1976 definía a Cuba como “un Estado socialista de obreros y campesinos y demás trabajadores manuales e intelectuales”— en 1992 se redefine como “un Estado socialista de trabajadores” (eliminando la referencia al obrero y sustituyéndola por la categoría más amplia de trabajadores). También el artículo 5, “El Partido Comunista de Cuba”, se redefine como “vanguardia organizada de la nación cubana” (y no de la clase obrera como aparece en la versión de 1976). A pesar de que en ambos textos constitucionales se mantiene el referente al socialismo y al comunismo, la nueva versión de socialismo no se identifica, como la anterior, con la clase obrera. Por otra parte, ya que la exportación de trabajadores de la salud y la educación se ha convertido en un importante rubro de ingresos para el estado, también se modifica el valor del internacionalismo proletario (y el sentido subjetivo de “cumplir una misión” en el extranjero).12 Este proceso de desproletarización se acompaña por un crecimiento del sector no estatal de la economía.13 Desde que se aprobó el trabajo por cuenta propia en las reformas de los años 90 pudo apreciarse un crecimiento de este sector en la estructura del empleo14 (Espina 1997 reporta un alza desde un 6 por ciento en 1988 a un 30,2 por ciento en 1994).15 No obstante, con la reforma actual este proceso ha experimentado un nuevo y mayor impulso. A todo lo largo de los Lineamientos aparece la decisión del gobierno de fomentar y estimular el sector no estatal de la economía (en los servicios, transporte de carga y pasajeros, construcción y reparación de viviendas, comercio minorista, etc.). Más aún, este sector está llamado por la nueva política a absorber a medio millón de trabajadores que serían despedidos del sector estatal.16 Así, el crecimiento ha sido rápido; ya para 2011 se podían contar 338.280 trabajadores por cuenta propia (un aumento del 215 por ciento en un año) (Piñeiro, Pastori y Díaz 2012, 7), y el dato más reciente los ubica en 467 mil.17 Según Mesa Lago (2012) el sector crecerá a un estimado de 158,9 por ciento en 2015 (cuando llegarían a ser un 35,2 por ciento de la fuerza de trabajo del país). La expansión del sector privado (en la modalidad de “trabajo por cuenta propia”) en presencia de la nueva ley migratoria, abre una brecha para la entrada de la iniciativa y la participación de la diáspora en el nuevo sector empresarial. La nueva pauta de relación, aunque de manera informal y en muchos casos clandestina y sumergida, comienza acercar a la comunidad cubana al tipo de contactos transnacionales que se han observado en otros grupos migrantes.18 Estos contactos se han multiplicado con la aparición de “familias trasnacionales”19 asociada al incremento (desde los años 90) de hombres jóvenes entre los migrantes20 ya que para la mayoría de ellos tanto la motivación para emigrar —en un contexto de grave crisis económica y depauperación de las condiciones de vida— como sus proyectos de vida como migrantes se orientan hacia la familia dejada en el país de origen.
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Reformas en Cuba : 171 Entre estos lazos transnacionales el más común es la remesa familiar, destinada al consumo y a la sobrevivencia,21 pero también se encuentran emprendimientos económicos transnacionales —incipientes e informales— como el envío de dinero y artículos de consumo a través de mulas,22 la existencia en Miami de tiendas especializadas en artículos para Cuba y empresas de envíos por Internet (con entregas en Cuba).23 La mayor parte de los propietarios de estos negocios son cubanos, como lo son también los de las decenas de agencias de viajes a Cuba y de las compañías que operan vuelos chárter desde Miami, Los Ángeles y otras ciudades estadounidenses. Más recientemente, después de 2010, se ha estado produciendo la llegada —subrepticia— de pequeños capitales de inversión para la creación de micro empresas privadas (restaurantes, salones de belleza, tiendas, talleres de reparaciones, etc.) donde los migrantes proporcionan dinero, insumos o mercancías para el negocio. El empleo en el sector no estatal comprende diferentes tipos de autoempleo y trabajo para un pequeño empresario. A pesar de que se reporta que los ingresos medios de los trabajadores por cuenta propia son muy superiores a los de los trabajadores del sector estatal (Togores y García 2004), las actividades del trabajo por cuenta propia son muy diversas, por ello pienso que esta media estadística está ocultando el hecho de que junto a personas que están acumulando capitales y ubicándose en los grupos de mayores ingresos, también están proliferando actividades muy precarias de ingresos a nivel (y por debajo) de la subsistencia que no son más que estrategias de supervivencia (vendedores ambulantes, limpiabotas, servicio doméstico). Por otra parte —como se ha demostrado en otros contextos— los pequeños emprendimientos personales en forma de micro empresas son inestables y muchos cierran después de poco tiempo de operación, debido —en el caso cubano— a diversos factores como son el escaso margen de ganancias, la falta de materias primas, las dificultades para comercializar, los altos impuestos, el asedio de los inspectores y la falta de experiencia y habilidades empresariales. Por otra parte, la mayoría de las micro y pequeñas empresas privadas son de baja inversión y proporcionan empleos de poca calificación (en los Lineamientos se advierte que se velará porque no se produzca concentración del ingreso y excluye del trabajo por cuenta propia a profesionales, actividades industriales, de comercio mayorista y servicios de salud). Si se atiende a la lista de ocupaciones autorizadas por la nueva legislación,24 salta a la vista la ausencia de las que demandan habilidades profesionales y educativas. También la mayoría de las nuevas cooperativas aprobadas son comercializadoras de productos agrícolas, materiales de construcción, reciclaje o transporte, pero no existen cooperativas de manufactura (Hernández y Domínguez 2013). Como resultado, el mundo del trabajo por cuenta propia y el sector no estatal es un mosaico que abarca desde la informalidad más precaria hasta emprendimientos de gran acumulación.
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172 : Velia Cecilia Bobes Por esta razón, las consecuencias de la expansión de este sector son diversas y contradictorias; por una parte, más allá de sus beneficios para la economía no se puede olvidar que el trabajo por cuenta propia, en las condiciones en que se plantea en la reforma, también conduce a un agrandamiento de la informalidad y a la precarización del trabajo con su consecuente aumento de incertidumbre, inseguridad y pobreza. Esto tiene importantes consecuencias para la configuración social ya que las medidas de racionalización del empleo precarizan e informalizan a una buena parte del sector trabajador, lo cual lleva a un crecimiento de la marginalidad social. A esto se añade como otro efecto negativo la pérdida del valor social de la calificación y el trabajo calificado, la creciente migración de profesionales a empleos de menor calificación, pero con mejores ingresos (turismo, cuenta propia etc.); lo que conlleva a una pérdida de interés por los estudios superiores que se refleja en el descenso en las matrículas en la educación superior (lo que a la larga puede revertir uno de los grandes logros del proyecto de la revolución). En términos más macro, el efecto principal del crecimiento del trabajo por cuenta propia es la modificación del lugar del Estado en las relaciones sociales, ya que esta nueva estructura de empleo le quita capacidades movilizativas al Estado (que antes tenía todo el poder para decidir a donde iba la fuerza laboral y a dónde los movilizaba), por ello la socialidad se hace más autónoma. Al aumentar la proporción de los trabajadores no sometidos directamente en la esfera laboral al control del estado, aumenta también la libertad de elecciones para los actores y la posibilidad de decisiones más autónomas, y —con las nuevas relaciones entre los nuevos sujetos económicos— se diversifican también las solidaridades y los universos simbólicos (Bobes 2000). La diversificación de las formas de organización del trabajo y de las formas de propiedad, también potencian la desigualdad, tanto de los ingresos como de los consumos, a nivel espacial y territorial, en las condiciones de la vivienda, el acceso a los servicios y el prestigio social. Las diferencias de ingresos afectan tanto a su cuantía como a sus fuentes (salarios y pensiones estatales, estimulación en divisas de algunos empleados, trabajo por cuenta propia y remesas), lo cual implica dos consecuencias importantes para el modelo social; la primera tiene que ver con el aumento en la brecha entre los que más y lo que menos ganan; la segunda refiere a su desconexión con el valor del trabajo y los niveles de calificación. Respecto a lo cuantitativo, el coeficiente de Gini que se calculaba en 0,24 para 1988 subió a 0,38 en los 2000,25 y aunque el dato no está actualizado, es de presumirse que este indicador de desigualdad ha aumentado en los últimos años.26 Respecto a las fuentes de ingreso, si antes del Periodo Especial el 80 por ciento de los ingresos de las familias provenía del salario (y en una relación
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Reformas en Cuba : 173 de 4,5 veces entre el mayor y el menor), hoy han aparecido otras fuentes no reguladas ni ofrecidas por el Estado (CEPAL, PNUD e INE 2004).27 En la esfera del consumo —antes homologado por el racionamiento— la desigualdad se asocia tanto los bajos salarios como a la segmentación del mercado. Existe uno en moneda nacional (CUP) y otro en divisas (CUC), y dentro del primero hay una división entre los productos normados y subsidiados y los que se venden a precios mayores en el mercado liberado (cuyos precios han aumentado de manera continua). La existencia de dos monedas complica más esta situación, ya que no todas las familias tienen acceso a divisas (CUC) por lo que la diferencia entre unos y otros se instala como un importante parámetro de desigualdad.28 Por otra parte, este acceso a divisas en su gran mayoría no depende de los ingresos salariales (sólo una pequeña porción de los trabajadores estatales tiene estímulos en CUC) sino de las remesas, el trabajo en empresas mixtas o extranjeras,29 propinas y algunos servicios del trabajo por cuenta propia (por ejemplo renta de casas). Esto implica que si antes de los años 90 la sociedad cubana consumía de manera homogénea a partir de la regulación estatal, el nuevo escenario es el de un consumo heterogéneo, regulado por el dinero, y por lo tanto se ha disociado la relación consumo/trabajo y se ha introducido una nueva racionalidad a la distribución. Otra dimensión de la desigualdad que se revela asociada al nuevo escenario de diferenciación del consumo y acceso al bienestar, es la territorial.30 Los procesos de desindustrialización así como la aparición de zonas emergentes y polos estratégicos (turismo, industria biotecnológica, zonas francas, etc.) han desafiado la política de homologación territorial y de acercamiento del campo a la ciudad (centro de la política del modelo anterior).31 La crisis de la industria azucarera y otros grandes proyectos industriales, han provocado el surgimiento de “pueblos fantasmas” y muchas localidades y municipios (al margen de los nuevos proyectos) enfrentan la falta de empleos bien remunerados y otras oportunidades. Esta es una de las razones por las cuales (a pesar de los controles estatales) ha aumentado la migración interna.32 Asimismo, estas desigualdades territoriales también se evidencian en la distribución del empleo por cuenta propia, que tiende a concentrarse en La Habana y otras ciudades importantes o turísticas. Piñeiro y otros (2012) muestran que en 2005, mientras en la capital se concentraba el 14,5 por ciento de licencias para ejercer el trabajo por cuenta propia, las cifras para Holguín y Villa Clara eran de 6 y 5 por ciento, respectivamente. Otros estudios muestran que del total de 310 mil trabajadores cuentapropistas registrados al final del primer cuatrimestre de 2011, el 21 por ciento se concentraba en La Habana (CEPAL 2012). Al interior de los diversos territorios también se producen diferencias, especialmente en las ciudades, donde las condiciones de la vivienda y el acceso
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174 : Velia Cecilia Bobes a servicios sanitarios comienzan a reflejar las disparidades de ingreso y la ubicación en la estructura social de sus ocupantes. Aunque en general el deterioro constructivo y de los servicios urbanos es generalizado, con el paso del tiempo y los efectos de la crisis, más el saldo de años de desinversión estatal en el ámbito constructivo, los antiguos barrios pobres se marginalizan cada vez más, resintiendo el aumento de la migración interna, el hacinamiento, el deterioro de las edificaciones, la ocurrencia frecuente de derrumbes, y la proliferación de construcciones precarias (tipo llega y pon) que carecen de los servicios elementales y son cada vez más vulnerables a los daños de los fenómenos naturales. En contraste con ellos, existen zonas privilegiadas (sitios turísticos, antiguos barrios residenciales, “enclaves de modernidad”) que se mantienen en mejor estado. Otras diferencias son las que se producen entre las viviendas que han sido reparadas o construidas con recursos propios y las de los que (por tener bajos ingresos) dependen del apoyo del Estado para su reparación.33 Estas desigualdades hacen una sinergia con la expansión de las formas de propiedad no estatales para reproducir oclusiones a las posibilidades de acceso a las vías principales de elevar los ingresos familiares, ya que las familias que viven en las zonas marginales no cuentan con la infraestructura requerida para ciertos emprendimientos lucrativos (arrendamiento de alojamientos para turistas o restaurantes, bares y cafeterías). Por último, la diversificación de los ingresos, en su peor cara, está mostrando además la aparición (y estabilización) de una franja de la sociedad que vive en condiciones de pobreza. Esta pobreza se ha definido como específica y diferente de la que se da en otros contextos, ya que se relativiza a partir de la existencia de formas de protección derivadas de las transferencias de recursos provenientes de la política y la seguridad sociales a estos grupos, por lo que se les llaman “grupos vulnerables”, “población en riesgo de pobreza” o “grupos en situación de pobreza parcial”, o “pobreza con protección y garantías” (Añé 2005). No obstante, los diversos estudios coinciden en que son grupos cuyos ingresos son insuficientes para satisfacer sus necesidades básicas y acceder a los parámetros mínimos del bienestar, y en que la población en esta condición aumentó del 6,3 por ciento en 1988 al 20 por ciento hacia el 2000 (Espina 2013; Domínguez, Pérez Villanueva y Barbería 2004; Mesa Lago 2012; Zabala 2008) y se ha convertido en una franja “resistente y difícil de remover” (Espina 2013). Por otra parte, debido a los recortes en los productos subsidiados y la nueva política de seguridad social, es muy posible que la pobreza haya aumentado y siga creciendo vis-à-vis la aplicación del modelo de actualización.34 Si se considera además el descenso tanto de la calidad de los servicios de protección como de los recursos que se transfieren por la vía de la política social (salud, educación, asistencia social, etc.) —que constituyen prácticamente el único
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Reformas en Cuba : 175 activo de los grupos pobres—; la extensión de prácticas mercantiles (como los pagos a repasadores para conseguir aprendizajes efectivos que posibiliten el ingreso a la educación superior, o los pagos a personal de la salud para conseguir una atención de mejor calidad) y la ausencia de programas focalizados para superar la pobreza, el resultado es que estos pobres son hoy más pobres que nunca antes y su situación comienza a asemejarse a la de otros grupos similares de América Latina.35 Con la aplicación del propósito de “eliminar las gratuidades indebidas y los subsidios excesivos, bajo el principio de compensar a las personas necesitadas y no subsidiar productos, de manera general” y de “implementar la eliminación ordenada y gradual de la libreta de abastecimiento, como forma de distribución normada, igualitaria y a precios subsidiados (Lineamientos 26), las poblaciones en riesgo se agrandan a la vez que se achican las transferencias sociales que se cuantifican como ingresos indirectos.36 Un elemento que agrava la situación es que este segmento de la población se está “racializando”, ya que los deciles poblacionales de menores ingresos están compuestos por familias negras y mestizas y que estos grupos son además minoría en los sectores de empleo de mejores oportunidades de crecimiento —como el agrícola privado, las cooperativas, las empresas privadas así como entre los receptores de remesas (Zabala 2008; De la Fuente 2011)—. Al igual que en otras partes del mundo donde la pobreza afecta mayormente a jubilados, mujeres y minorías étnicas, en Cuba está adquiriendo rostros en los jubilados, los afrocubanos, las madres solteras, los migrantes procedentes de las regiones orientales, los habitantes de barrios marginales y los que viven excluidos del mundo del CUC (Mesa Lago 2012a). Reconfiguración (gentrificación) A partir de todos estos cambios se está produciendo la reconfiguración hacia un nuevo modelo de sociabilidad basado en nuevos criterios, solidaridades, valores y prácticas, que puede apreciarse en diferentes ámbitos sociales. Este nuevo modelo se manifiesta en la emergencia de una nueva estructura social cuyos estándares, jerarquías y parámetros de organización poco tienen que ver con el “modelo socialista del hombre nuevo” y su discurso de legitimación basado en la igualdad y la justicia social. La nueva estructura social se erige desconectada de las formas de organización de la producción y la inserción en la estructura productiva y más bien se establece a partir de la aparición de estilos de vida diferenciados por el ingreso y el consumo. Como he discutido antes, la potenciación de la desigualdad de ingresos y consumos radicaliza la reproducción de las pequeñas desigualdades gestadas antes y durante el Período Especial. Las medidas de “cambios no estructurales” introducidas en 2008 como antesala del modelo de actualización, eliminaron
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176 : Velia Cecilia Bobes exclusiones y prohibiciones como el acceso a hoteles y sitios turísticos para los cubanos, autorización de compraventa de casas, autos, teléfonos celulares y otros bienes de consumo (antes regulados por permisos estatales), abriendo así nuevos ítems de consumo para los grupos más privilegiados de mayores ingresos; mientras que la nueva Ley Migratoria abrió la posibilidad de viajar al extranjero sin necesidad de otro requisito que disponer de un pasaporte y los recursos necesarios para sufragar los gastos.37 Todo esto amplió el patrón de consumo, y con ello, elevó el estándar del estatus y el prestigio social. Así, la reforma actual eleva la expectativa y diversifica el consumo; eliminando la “estandarización regulada” del modelo anterior y la homologación social que había funcionado como mecanismo de control (Bobes 2000). A la vez, esta nueva forma de distribución y consumo, también aumenta la distancia entre los de mayores y menores consumos, lo que implica la negación del igualitarismo como ideal social e implícitamente impugna el estilo de vida “revolucionario”. En las nuevas circunstancias, se generan estilos de vida muy distintos que empiezan a instituirse como el criterio principal de una “re-estratificación”. La nueva estructura social se diversifica con la presencia de diferentes capas y estratos, al interior de los cuales también se pueden apreciar diferencias. En ella aparecen nuevos grupos asociados a las nuevas formas de propiedad (como los pequeños empresarios) y se reorganiza la pirámide social. También la estructura se transnacionaliza con el ingreso de la diáspora al entramado social (en la sinergia de la expansión del sector no estatal con la Ley Migratoria) vía su presencia tanto a través de las remesas como en inversiones ocultas. Esto implica que la estructura social simplificada, clasista y homogénea existente a finales de los años 80 (Espina 1997), está transitando a la reconfiguración de una más diversificada y segmentada que empieza a distanciarse de “la estructura socio clasista del socialismo” (objetivo y finalidad de la dictadura del proletariado). El componente principal de aquella estructura (los obreros), se ha reducido en cantidad y se ha diferenciado en lo interno por las diferentes inserciones ya sea en el sector estatal tradicional o en el sector “reanimado” (con recursos en divisas) cuyas condiciones laborales, ingresos y valores son diferentes. Los cambios en el sector agropecuario generan la aparición de una capa de campesinos individuales enriquecidos, junto con cooperativistas, usufructuarios e intermediarios (comerciantes); entre los cuales existen grandes diferencias de ingresos y consumos. Asimismo, “la capa de los trabajadores intelectuales”, profesionales y técnicos de alta calificación también se encuentran diferenciados por su inserción o no en los polos científicos u otros empleos que reciben pagos o estímulos en divisas; y algunos artistas (especialmente los plásticos y los músicos) se han enriquecido, ya que sus ingresos se ubican muy por encima de la media de los demás trabajadores, mientras que otros permane-
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Reformas en Cuba : 177 cen en situación semejante a los profesionales que no reciben divisas. También ha surgido una modalidad para los deportistas de alto rendimiento que pueden contratarse en el deporte profesional de otros países y recibir remuneraciones (a veces millonarias). En cuanto al sector no estatal, una pequeñísima fracción que está empleada en las empresas mixtas o extranjeras, obtienen sus ingresos en divisas, el resto son cuentapropistas muy diversos,38 entre los cuales existen desde empresarios exitosos con altos niveles de acumulación (dueños de restaurantes, arrendadores de viviendas, comerciantes, etc.) hasta propietarios de “timbiriches”, quioscos, y otros pequeños negocios que apenas alcanzan ingresos para la supervivencia (vendedores callejeros, tallercitos de reparación de calzado, etc.). Entre los auto empleados también hay diferencias entre los de mayores y menores ingresos (taxistas, carretilleros, plomeros, cuidadores, repasadores, etc.) y finalmente, hay que mencionar dentro de este sector a los empleados de otros cuentapropistas que perciben un salario (mayor o menor en dependencia del éxito de su empleador, tamaño del negocio, etc.) y el servicio doméstico que ha continuado creciendo desde el Período Especial. La nueva estructura social sigue incluyendo obreros, campesinos, cooperativistas, trabajadores de los servicios y trabajadores intelectuales, e incorpora nuevas capas: pequeños y medianos propietarios (empresarios), usufructuarios, comerciantes. Las diversas categorías están distribuidas (de manera desigual) entre el sector estatal y el no estatal y como una de sus características relevantes se aprecia la existencia de subdivisiones dentro de cada estrato: élites con ingresos muy superiores a la media (sobre todo en los grupos emergentes, empresarios, artistas y deportistas), sectores medios y bajos (más el crecimiento de una masa de marginales y lumpen). En el plano urbano, con la aprobación de la compraventa de casas y la privatización de la construcción y reparación de las viviendas impulsadas por los Lineamientos, se está modificando la composición social de los barrios. Al menos en La Habana, las élites de mayores ingresos están comprando las viviendas más caras y concentrándose en ciertas zonas privilegiadas (cercanas a los circuitos turísticos o de mejor infraestructura), desplazando a muchos de sus antiguos moradores que hoy venden sus propiedades.39 En el nuevo mercado inmobiliario ha surgido un sector de lujo cuyos precios están muy por encima de los ingresos medios40 que está reinstituyendo las fronteras sociales que la ley de Reforma Urbana y la entrega de viviendas a los trabajadores contribuyeron a difuminar.41 “La diferencia entre los barrios mejor valorados y los menos considerados es tan marcada que en un futuro cercano, si no es ya, podrían escucharse en la población términos como “barrios de ricos” y “barrios de pobres” (Almeida y Pérez 2014, 4). En muchos de estos barrios se están produciendo también modificaciones del espacio urbano ya que una parte de las casas y apartamentos se están
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178 : Velia Cecilia Bobes convirtiendo en negocios y comercios, dejando de ser espacios residenciales; también empiezan a verse anuncios lumínicos y otras formas de publicidad urbana. Otro elemento que modifica el paisaje es la reconversión de antiguas edificaciones del patrimonio industrial para usos culturales o empresas privadas;42 elementos estos que redundan en incipientes segregaciones espaciales, a menudo reveladoras de la estratificación social. Los estilos de vida generados por todas estas diferencias son muy dispares y casi contrapuestos y generan un proceso de acercamiento de las élites, no sólo simbólico sino material, espacial y de relaciones sociales. Así, hoy es común ver en los mismos espacios a las mismas personas (tanto en los privados como en los públicos) y la clientela de los restaurantes y bares está compuesta por las élites de artistas, empresarios exitosos y empleados de empresas mixtas y extranjeras.43 Esta cercanía, favorece socialidades de semejantes basadas en apropiaciones espaciales, tipos de consumo, solidaridades intragrupales, y acceso a formas de ocio y recreación vedadas a los otros (como el turismo nacional e internacional); pero también genera nuevas distancias entre capas y grupos sociales. En la medida que las elites se han convertido en un grupo acomodado cuyos estilos de vida son añorados y perseguidos por los de las capas inferiores, se torna un paradigma que eleva las expectativas de consumo y calidad de vida del resto de la población. De manera que la cúspide de la pirámide social se renueva: en lugar de dirigentes, militares y obreros y profesionales destacados (élite del modelo socialista del hombre nuevo) vemos a empresarios, artistas y campesinos enriquecidos, acomodarse en la cima a partir de estándares y parámetros muy alejados del Estado y sus criterios de estimulación y promoción.44 El nuevo criterio de inclusión/exclusión en los espacios privilegiados es —como en cualquier otra sociedad— el dinero (antes satanizado por el discurso oficial y ahora convertido en el medio de distinción por excelencia), lo que modifica los procesos de movilidad social, tanto en cuanto sus criterios para el ascenso como en cuanto a sus vías y mecanismos de selección. La movilidad ascendente de los obreros y campesinos ocurrida antes de los 80 se revierte y ocurre un descenso en su estatus, calidad y estilo de vida; apareciendo una nueva forma de movilidad asentada en otros criterios. Los estímulos a la productividad y el compromiso político (casa, carros, electrodomésticos, vacaciones en la playa) han desaparecido, y los obreros destacados y “héroes del trabajo” no pueden acceder (con sus medallas y diplomas) a lo que ahora se obtiene con dinero. Esta movilidad descendente se produce por la pérdida de peso (real y simbólico) de la clase obrera, por el aumento del desempleo, por el paso de ocupaciones de mayor a menor calificación. Este problema se agrava para la juventud,45 los no blancos y las mujeres (Espina 2008; Domínguez 2004; Zabala 2008) ya que estos grupos específicos encuentran mayores obstáculos para alcanzar una movilidad como la que tuvieron las generaciones anteriores.
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Reformas en Cuba : 179 Esta modificación a los criterios de movilidad unida a la oclusión de accesos para ciertos grupos vis-à-vis la diferenciación y aumento en la expectativa de consumo ha generado la proliferación de estrategias de inserción en el estrato de más altos ingresos por cualquier vía. Por ello, a pesar de los continuos llamados de la dirigencia a combatir estos flagelos, no es previsible que la delincuencia y la corrupción disminuyan en el mediano plazo, ya que son producidos por la dualidad de una configuración que mientras promueve el enriquecimiento como meta, no ofrece suficientemente los medios legítimos para obtenerla.46 La nueva movilidad incluye tramas ascendentes y descendentes que muestran un sesgo positivo para el ascenso de aquellos grupos cuya posición inicial era ya más privilegiada (dirigentes, militares de alto rango) y otro sesgo negativo de reproducción de la pobreza, ya que las nuevas oportunidades de ascenso social y económico están vedadas a aquellos que no poseen viviendas de calidad, remesas o redes que les acerquen a buenos empleos. En el nuevo modelo, dado que las conexiones y redes personales parecen ser las que determinan las posibilidades de insertarse en los empleos de mayores ingresos (turismo, empresas mixtas, etc.) y que las redes familiares son determinantes para recibir remesas (que pueden ser tanto altos ingreso como capitales de inversión en negocios privados), las vías de movilidad comienzan a apegarse más a lo informal que a criterios institucionales. En este sentido el impacto de la reforma sobre el imaginario social puede compararse con un proceso de gentrificación. Con esta metáfora lo que trato de evidenciar es la profundidad del proceso de cambio en los estándares valorativos a partir de la pérdida de importancia social del trabajador estatal, el obrero, el campesino y el dirigente; a favor del ascenso de los empresarios, artistas y propietarios. Extendiendo la metáfora a las diferentes etapas de los procesos urbanos de gentrificación (inversión, filtrado residual, renovación y redesarrollo) (Checa-Artasu 2011), la sociedad cubana se encuentra hoy en el momento de filtrado, etapa en la cual los cambios de la estructura social y los imaginarios reflejan el ascenso de un nuevo sujeto en expansión que, aunque todavía es numéricamente muy pequeño, tiene una gran visibilidad y un valor simbólico enorme, porque se ha convertido en paradigma de éxito y ascenso social. Así, el imaginario trastoca el “modelo del hombre nuevo”, donde el éxito equivalía a conformidad, integración, altruismo y austeridad, por una nueva ética donde la racionalidad económica codifica el éxito como consumo. Conclusión Para una sociedad que había vivido más de tres décadas de absoluta centralización y planificación estatal, y cuyo discurso igualitario basado en la homogeneidad social legitimaba la ausencia de pluralidad política, el impacto de la
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180 : Velia Cecilia Bobes nueva estrategia económica es tal que empieza a producir una “reconstitución imaginaria de la sociedad”. Si consideramos que los imaginarios —en tanto constituyen modos en que la sociedades construyen su identidad a partir de su autopercepción en la distribución de roles y posiciones sociales— no sólo evidencian sino que imponen las creencias comunes, y por lo tanto, fijan tipos de socialidad; la nueva constitución imaginaria está empujando a la expansión de una reconfiguración del modelo social. En este proceso de diferenciación social animado por el ingreso y el consumo, se van generando nuevas redes de relaciones que instituyen estructuras latentes que serían el origen de otra socialidad. Los nuevos patrones de interacción generan nuevas relaciones de jerarquía, cooperación, solidaridades grupales y relaciones afectivas, todas ellas con significación social importante y capacidad de reconfigurar la sociedad. La dinámica de este nuevo modelo se nutre de la reformulación de la relación Estado-sociedad, expresada tanto en lo simbólico como en las nuevas prácticas y cuyos impactos son múltiples: la definición del socialismo como “igualdad de derechos y de oportunidades para todos los ciudadanos, no igualitarismo” (Lineamientos 2011, 6) modifica el papel del Estado como proveedor y promueve el individualismo al dejar en manos de los individuos la solución de sus problemas vitales y reconocer la autonomía individual, lo que supone el abandono de los valores colectivistas centrales a la fundamentación del Estado cubano. A su vez, las nuevas directrices de política social (basadas ahora en la preservación de las “conquistas de la revolución”: acceso gratuito y universal a la educación, la salud, la cultura, el deporte, la seguridad social) critican el paternalismo y reformulan el principio de universalidad, ya que se orienta la disminución de la participación relativa del presupuesto de Estado en la protección social a favor de un aumento en la participación de la contribución de los trabajadores (Lineamientos 2011, 26); garantizar la protección a “las personas que realmente la necesitan” (Lineamientos 2011, 26), la sustitución de gratuidades y subsidios excesivos por la compensación a los necesitados y el subsidio de personas en vez de productos (Lineamientos 2011, 27), la atención específica a poblaciones vulnerables o en riesgo alimentario (Lineamientos 2011, 27). Esta reorientación de la política social, introduce criterios selectivos que refuerzan la diferencia sobre la igualdad y la uniformidad. Con todo esto, el nuevo discurso propone una versión restrictiva de la justicia social que modifica el concepto de las necesidades del pueblo y acorta los parámetros de bienestar. Por otra parte comienzan a coexistir dos imaginarios contrapuestos; por una parte los valores que sirven de fundamentos de legitimación del sistema siguen anclados en el socialismo, la igualdad y la justicia social, mientras que las actuales prácticas y políticas sociales evidencian una racionalidad más económica que política o ideológica (meritocracia y desempeño). Tales prácticas han alentado el regreso de fenómenos y procesos que el discurso había definido
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Reformas en Cuba : 181 como superados por el socialismo (servicio doméstico, prostitución, pobreza, formas de discriminación, deporte profesional, juego y apuestas). Este proceso de dualidad imaginaria parece prevalecer en la dinámica de las relaciones formales e informales); tanto en la vida cotidiana (donde de alguna manera siempre estuvo presente)47 como en las instituciones y en el discurso que fundamenta la compatibilidad de la reforma con el socialismo y el sistema de partido único. Las nuevas relaciones laborales rechazan al igualitarismo y con el sector no estatal regresa la contraposición patrón-empleado.48 El regreso del dinero como regulador racional de las preferencias y vía de movilidad social, modifica el imaginario del “hombre nuevo” (altruista y entregado a la construcción del socialismo), trastocando las jerarquías de los valores (de “macetas” perseguidos a nuevos ricos paradigmáticos), se legitima el sector privado (que asciende de rezago y rémora del pasado a motor del dinamismo de la economía), con lo que implícitamente se acepta la riqueza y se mercantiliza la vida social. Estas reformulaciones marcan nuevos desafíos a la ideología legitimante del sistema, ya que la reforma ha puesto en marcha un profundo proceso de transformación social, que a mediano o largo plazo alcanzará también al sistema político. En este sentido, pienso que, si en los años 90, como resultado de las medidas de ajuste, la sociedad cubana comenzó a mostrar indicios de complejidad social (Bobes 2000) ahora podríamos estar en presencia de la formación de clivajes.49 Hablo de clivajes para relevar la posible aparición de líneas de ruptura basadas en intereses sociales particularistas que reten la incapacidad del sistema político actual para procesar tales particularismos. Estos clivajes pueden en el futuro originar conflictos sociales, pero sobre todo incrementan la distancia entre la sociedad esperada y la sociedad real. Las divisiones sociales que se comienzan a delinear conllevan la posibilidad de que algunos de estos nuevos grupos de élite se empoderen y logren articular discursos de reivindicación de sus intereses privados frente al interés común definido por el Estado. En este caso las medidas económicas y sus efectos hacen una sinergia desbloqueadora que puede conducir a una apertura hacia la constitución de actores sociales. El retraimiento del Estado y la contracción de sus mecanismos (igualitarios) de protección y distribución, no sólo favorecen la constitución de nuevos actores sino también el despliegue de la sociedad civil (con la articulación de intereses anclados en las nuevas realidades económicas), y potencia su necesario rol de contrapeso y escenario de articulación de demandas diferenciadas. Por ello, más allá de lo económico, la profundidad de la reforma debe evaluarse también como un reto a la integración social y un desafío al modelo político y sus fundamentos de legitimación. No obstante, uno de los más grandes obstáculos para esta sinergia es la inmutabilidad del sistema político y su diseño institucional y el tipo de ciudadanía que florece a su amparo. El modelo de ciudadanía que prevalece hoy sigue
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182 : Velia Cecilia Bobes estando más apegado al modelo social del hombre nuevo socialista que a la nueva configuración social, ya que esta ciudadanía “militante” se define (tanto en lo procedimental como lo simbólico) ante todo como un conjunto de derechos sociales que, por su cantidad y calidad, subalternizan a los civiles y los políticos (Bobes 2007),50 generando un identidad ciudadana pasiva, no autónoma, dependiente del estado y carente de poder real. Esto, unido a la desconexión de las vías de ascenso social y acceso al bienestar de los mecanismos estatales y el abandono del ideario del culto al trabajo y la trabajador (efectos de la reforma), obstruye la acción colectiva y refuerza el desinterés hacia la política. Por último, la disminución de la calidad de los servicios de salud y educación y la aplicación de los nuevos principios de los Lineamientos que llevan a la pérdida de algunos derechos sociales, en sinergia oclusiva con la no aparición de derechos políticos, produce una erosión y un deterioro de la ciudadanía que potencia los impactos negativos de estas medidas. La no existencia de espacios autónomos de articulación de reivindicaciones de la sociedad frente al Estado restringen las sinergias desbloqueadoras que fortalecerían la autonomía social mientras aumentan la vulnerabilidad y la subordinación del individuo y los grupos respecto al Estado.
N O TA S 1. Aunque se mantienen elementos de control como la no admisión de la doble ciudadanía, el no reconocimiento constitucional del derecho al libre tránsito, la categoría migratoria “salida definitiva” y el requisito del Permiso de Entrada para los emigrados. 2. Varios son los analistas que se han referido a momentos de paralización de la estrategia reformista o contrarreformas (Espina, Pérez Villanueva, Mesa Lago), y el regreso a esquemas “movilizativos” y centralizadores asociados, entre otras cosas, a la aparición de nuevos socios comerciales como Venezuela y China (ver Mesa Lago 2012). 3. Uso el concepto de socialidad (y a veces también sociabilidad), para denotar lo social desde una perspectiva que incluya tanto lo estructural, lo formal y lo instituido, como la vida cotidiana (mundos de la vida), lo informal y lo instituyente; así como sus dinámicas y lógicas; las interrelaciones y las sinergias entre realidades establecidas y entidades emergentes. Esta noción está inspirada y fundamentada en las propuestas de Michel Maffesoli (aunque no retomada literalmente). 4. Es preciso destacar que la nueva configuración no constituye un cambio revolucionario, sino un paulatino declinar de lo anterior y un ascenso de lo nuevo, por lo que en esta “transición” (des configuración-reconfiguración) las anteriores relaciones y valores sociales perviven en coexistencia con los nuevos, lo que no sólo genera múltiples tensiones, sino que todavía se trata de procesos que podrían revertirse ante otra “vuelta de tuerca” del espíritu reformador (lo que ha ocurrido ya en ocasiones anteriores, por lo que no puede descartarse del todo) 5. Uso el concepto de configuración porque permite dar cuenta del carácter procesual y aprehender procesos de cambio con dinámicas ambivalentes (no definitivas) y no supone un proceso lineal teleológico que aluda a momentos superiores (de desarrollo), tampoco se apunta con este concepto a la “totalidad”, sino que permite revelar los cambios en algunas esferas y las permanen-
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Reformas en Cuba : 183 cias en otras; lo cual es especialmente importante al incorporar lo emocional y simbólico. El uso que le estoy dando aquí al concepto, se inspira en la definición de Norbert Elías pero no la toma literalmente; lo que retomo es la concepción a la vez global y dinámica de la vida social, donde las acciones y a las relaciones reciprocas forman un “conjunto de tensiones” (Elías 2008). 6. He caracterizado ampliamente este modelo social en Bobes (2000a). 7. Se refiere a la exportación de profesionales de la salud y la educación. 8. “El aporte de la industria al PIB menguó de 28% a 16% entre 1989 y 2002” (Mesa Lago 2012, 106). 9. En este caso estoy retomando la noción de estructura socio clasista tal y como aparece en los estudios que me han servido de fuente para este apartado. No obstante, para el análisis que realizo aquí, prefiero utilizar el de estructura social. Como se verá más adelante, el tipo de reconfiguración de actores que describo a continuación, no refiere precisamente a clases en el sentido marxista, sino a pautas de interacción entre individuos y grupos, de modo que me inclino más por la propuesta de Giddens (1979) de no considerar las clases en el sentido de posiciones, sino más bien estudiar la articulación de grupos, a partir de sus comportamientos y relaciones, sus formas de consumo particulares, y el prestigio compartido que se asocian a ellas. 10. Cifra que experimenta un ligero descenso para 1988, momento en el cual aumentan discretamente los técnicos, dirigentes y administrativos (Espina 1997, 89). 11. Ya que a pesar de los aumentos recientes al salario nominal, los salarios reales aún se encuentran por debajo de su nivel antes de la crisis (Mesa Lago 2012). 12. De hecho, estas “misiones” funcionan hoy para los trabajadores como medios de ahorro y acumulación de CUCs que pueden usarse para complementar los ingresos y acceder a consumos que los salarios no permiten (como automóviles, reparación de viviendas, etc.). 13. Por “sector no estatal” el nuevo proyecto económico entiende diversos tipos de actividad privada que van desde el trabajo por cuenta propia, la cooperativa y el usufructo. 14. En este trabajo he consultado fuentes muy diversas no siempre coincidentes respecto al número de trabajadores por cuenta propia. He optado por citarlas en diferentes momentos del texto, aunque sus cifras no sean consistentes porque quiero también referir (aunque no discutir) estas discrepancias. En todo caso, en lo que todos coinciden para el momento actual es en el incremento de los cuentapropistas. 15. Después de esa fecha, hubo un ligero descenso (la misma autora señala que para 2006 su peso era de 21,5 por ciento (Espina 2008, 135) que coincide con momentos de retroceso de la estrategia de mercado. 16. Según el Informe Central al XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC, celebrado en febrero de 2014), como resultado del proceso de “reordenamiento laboral” encaminado a modificar el paternalismo en el ámbito del trabajo (que combina tanto el anunciado despido de trabajadores del sector estatal como el congelamiento de las plantillas), “desde el 2009, disminuyó la ocupación laboral en el sector estatal civil en 596 mil 500 trabajadores, y, por otra parte, se incrementó el número de ocupados en la economía en el sector no estatal en más de 450 mil trabajadores” (Informe Central al XX Congreso de la CTC, 19). En cuanto al futuro de esta política, en ese mismo documento se advierte que ésta continuará “aplicándose bajo el concepto ‘sin prisa pero sin pausa’ como señalara el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz, a partir del principio de la idoneidad demostrada” (Informe Central al XX Congreso de la CTC, 19). 17. Según el vicepresidente Mariano Murillo en la reunión del Consejo de Ministros celebrada en junio de 2014 (Granma, junio de 2014). 18. Algunos autores han advertido estas formas incipientes de transnacionalismo “persona a persona” (Eckstein y Barbería 2002) y han destacado la formación de un capital social transnacional (Eckstein 2010).
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184 : Velia Cecilia Bobes 19. Este es un tipo de familia donde los roles parentales y/o conyugales se ejercen a distancia y las remesas adquieren centralidad en la vida del hogar (Ariza y D’Aubaterre 2009). 20. Rodríguez Chávez (1997). 21. Lo que parece ser el objetivo de la política recaudadora del gobierno cubano. 22. Algunas estimaciones sitúan en más del 80 por ciento, los envíos a través de mulas (Wells 2011); estrategia usada para burlar controles. (También lo hacen dominicanos, salvadoreños, mexicanos, colombianos y otros latinos desde Estados Unidos, y los africanos desde Europa.) 23. Aunque la mayoría de estas “empresas trasnacionales” están en Miami, existen agencias de envíos desde Panamá, Canadá, México y Europa. 24. Afinador de instrumentos, aguador, albañil, decorador, pintor, etc. Ver la lista completa en Piñeiro, Pastori y Díaz (2012, 50). 25. Si el Gini de 0,24 colocaba a Cuba (junto a Canadá) en el grupo de mayor igualdad (menor de 0,32) del continente americano, el nuevo valor lo reclasifica hacia el grupo medio (entre 0,48 y 0,35) junto con Jamaica, Guyana, Trinidad y Tobago, Estados Unidos entre otros (CEPALUNICEF 2002). Es interesante también notar que es ligeramente más alto que el de 1962 (cuando era de 0,35). 26. “Cuba no publica estadísticas de distribución del ingreso. El coeficiente Gini estimado por académicos extranjeros, aumentó al 64 por ciento en 1989–1999 (de 0,250 a 0,407) y solo basado en CUP, excluyendo el CUC y las remesas; si estos fuesen incluidos, el Gini sería mayor (Espina, 2008). No hay cifras recientes, pero existe un consenso en que la desigualdad se ha agravado y aumentará con las reformas estructurales” (Mesa Lago 2012a, 17). 27. A partir de 1981 funcionaba un sistema salarial único con un calificador de cargos uniforme, cuyo criterio de remuneración era la calificación y la experiencia laboral. 28. Aunque como parte de las últimas reformas se han implementado varios procesos de aumentos de salarios y pensiones, éstos no compensan las distancias entre el poder adquisitivo de una y otra moneda ya que los aumentos salariales recientes son todos en CUP. 29. Estos empelados reciben un salario en CUP de las empresas contratadoras (estatales) y una pequeña remuneración en CUC por parte del empleador extranjero, pero en realidad la mayor parte de sus ingresos son “comisiones” o “compensaciones” en CUC que no se reportan legalmente. 30. “El efecto de la contracción de la economía se reflejó con mayor agudeza en la región oriental del país, donde vivía 30% de la población urbana, de la cual 22% se encontraba en riesgo de no satisfacer necesidades básicas” (Álvarez y Mattar 2004, 80). 31. Sobre esto he discutido en Bobes (2011). 32. Y con ello (sobre todo en la Ciudad de La Habana) ha aparecido una forma muy peculiar de discriminación a los inmigrantes. Sobre esto, ver Dilla (2005). 33. Las casas construidas por esfuerzo propio representaron un 47,7 por ciento del total de edificaciones, y en La Habana sólo se concluyeron 3.099 viviendas nuevas (ONEI 2014). 34. En septiembre de 2014, varios medios digitales reseñaron la publicación de un nuevo estudio sobre la pobreza en cuyo prologo, Juan Valdés Paz, afirma que “en la actualidad 25 por ciento de los 11,2 millones de habitantes están sumidos en la pobreza” (Diario de Cuba, 4 de septiembre de 2014; IPS, 20 de septiembre de 2014), lo que parece confirmar esta tendencia a la alza. 35. Es curioso constatar que mientras en el resto de América Latina tanto la pobreza como la desigualdad han disminuido en los últimos años como resultado de la aplicación de políticas públicas y programas sociales focalizados; en el caso de Cuba la tendencia parece ser la contraria. 36. “El gasto social (como porcentaje del presupuesto del estado se redujo en 2010 (de 55,3% en 2007 a 53,1%) en 2010”, a pesar de lo cual, éste “sigue siendo el mayor de la región” (Mesa Lago 2012a, 21, 42). 37. También ha aparecido recientemente al amparo de esta legislación una nueva modalidad de migración orientada al ahorro e inversión.
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Reformas en Cuba : 185 38. Hernández y Domínguez (2013) señalan tres grupos: sobrevivencia (vendedores de maní, domésticas), trabajadores autónomos y pequeños empresarios (patronos y asalariados). 39. “Un estudio de The Havana Consulting Group identificó varios tipos de vendedores según sus necesidades: Personas que deciden emigrar y llevarse el dinero obtenido de la venta del inmueble. Otros sacrifican su vivienda actual por una más pequeña para obtener un capital que les permita vivir más holgadamente; o simplemente porque esta se encuentra en mal estado y no cuentan con los medios para repararla. Algunos deciden impulsar un negocio particular y no poseen otra fuente de financiamiento” (Almeida y Pérez 2014a, 4). 40. Entre cien mil y hasta un millón de CUC. Este mercado de lujo está concentrado en los antiguos barrios de las clases altas antes de 1959 (Miramar, Siboney, El Vedado) donde el valor medio de un inmueble es superior a los 200 mil CUC (Almeida y Pérez 2014a). 41. Estas fronteras nunca desaparecieron del todo, ya que, aunque después de 1959 el gobierno entregó viviendas a los trabajadores en todos los barrios, en las zonas residenciales de clase alta se entregaron predominantemente a dirigentes, militares de alto rango, etc. Hoy esta situación coloca a estos grupos y sus descendientes en mejores posiciones para ingresar al mundo de las pequeñas empresas y la obtención de mayores ingresos. 42. Por ejemplo, la antigua fábrica de aceite El Cocinero, convertida en restaurante privado de lujo con un anexo reciente, la Fábrica de Arte, espacio cultural establecido en sociedad entre el Estado y particulares (pero donde se paga para entrar), o la antigua Talabartería Habanera que es hoy Factoría Habana (galería de arte) (Fornés 2013). 43. Además de por turistas extranjeros. 44. Es interesante resaltar que no hay forma de llegar al grupo de elite trabajando para el estado, sin importar cuán exitosa sea la actividad de la empresa (biotecnología, etc.). 45. “La situación económica y social que se ha creado en Cuba a partir de 1990, ha acercado un tanto la problemática de su juventud a la de otras regiones. Digamos, por ejemplo, el problema del empleo; la incorporación al sector informal de la economía; la restricción de oportunidades para el acceso a la enseñanza superior, los desajustes entre aspiraciones y posibilidades de satisfacerlas, en particular las referidas al consumo material que compulsan a la emigración hacia el norte y la reaparición de fenómenos erradicados hace ya mucho tiempo como la prostitución” (Domínguez 1997, 81). 46. Estas “desviaciones sociales” parecieran funcionar hoy en la sociedad cubana como innovaciones (en el sentido mertoniano). 47. Sobre esto he discutido extensamente en Bobes (2000). 48. La nueva política laboral propone 169. Desarrollar un proceso de reordenamiento laboral en el país que, bajo el principio de la idoneidad demostrada, contribuya a eliminar las plantillas infladas y los tratamientos paternalistas, para estimular la necesidad de trabajar y reducir los gastos de la economía y el Presupuesto del Estado (Lineamientos 25, mi énfasis). 49. A pesar de que la definición clásica de clivaje propuesta por Martin Lipset y Rokkan Stein (1967) refiere fundamentalmente a divisiones históricas (específicamente en cuatro dimensiones: clase, religión, etnia y cultura), el uso que le estoy dando aquí es un poco más laxo y lo he “estirado” en función de establecer una diferencia entre las condiciones de diversificación y complejización social de finales de los años 90, respecto a la situación actual. 50. La reflexión sobre estos derechos es de la mayor centralidad ya que mientras los derechos sociales asumen al ciudadano como consumidor o receptor pasivo de derechos que el estado les concede (salud, trabajo, seguridad social, etc.), los derechos civiles y políticos permiten la libertad individual y el empoderamiento, por lo cual constituyen la base genética y procedimental de los otros derechos ciudadanos, de la constitución de un espacio público plural y de una sociedad civil vigorosa y diversa.
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JOEL G. THOMAS
Historical Reflections on the Post-Soviet Cuban Health-Care System, 1992–2009 A B S T R AC T An extensive literature on the Cuban health-care system has traditionally emphasized the link between health outcomes in Cuba and select health strategies, including the Area Polyclinic, the Family Doctor Program, and mass vaccination campaigns. While these strategies represent only a portion of general Cuban health initiatives, they are critical public health strategies arguably linked to a range of important health indices. This article begins by documenting the degree to which these health strategies were institutionalized in the post-Soviet era and the extent to which they corresponded to positive trends in health improvement. Focusing on the Cuban health system from the severe economic depression of the Special Period until the beginning of the Cuban domestic crisis, the article provides both a historical review of the efficacy of Cuban health strategies and suggests that a broader account of the success of the system in this period can be explicated by six key idea-based and agenda-based guiding principles. It asserts that beyond the pursuit of a collection of sound public health strategies; the survival, adaptability, and resilience of the Cuban health-care system during the post-Soviet era is better understood within the context of these foundational political features.
RESUMEN La extensa literatura sobre el sistema de salud cubano ha enfatizado tradicionalmente el vínculo entre los resultados obtenidos por el sistema y la implementación de ciertas estrategias de salud como los policlínicos, el Programa de Medico de la Familia y las campañas de vacunación masiva. Si bien estas estrategias sólo representan una parte de las iniciativas generales implementadas en el país, podría decirse que ellas son un aspecto crítico vinculado a una gama de importantes índices de salud. Este artículo propone analizar el grado en que estas estrategias de salud fueron institucionalizadas en la era pos-soviética y en qué medida éstas correspondían a tendencias positivas en la mejora de la salud. Centrándose en el periodo comprendido entre la depresión económica del Periodo Especial y la crisis domestica de Cuba, este articulo proporciona una revisión histórica de la eficacia de las estrategias de salud implementadas y sugiere que su éxito se explica por seis principios claves fundamentados en la ideologia y la agenda politica de la epoca. Se afirma que más allá del diseño e implementación de un conjunto de estrategias bien pensadas de salud pública; la supervivencia, la adaptabilidad y la resiliencia del sistema de salud cubano durante la era pos-soviética se entienden mejor en el contexto de estas características políticas fundamentales.
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190 : Joel G. Thomas In the wake of the disintegration of the former eastern bloc (1989) and eventual collapse of the Soviet Union in 1991, a group of scholars who had been studying Cuba’s aggressive and innovative public health strategy and its simultaneous strides in health achievement were faced with a new question: will Cuba’s health system survive? Much to the surprise of many in the academic community, the answer a decade later was a resounding yes. Despite the disappearance of Soviet subsidies, major issues with regard to the acquisition of medications, and financial constraints on medical research and medical diplomacy; the Cuban health system not only continued to function but also persisted in making significant progress in terms of positive health outcomes. This article integrates primary and secondary sources (including two months of field interviews conducted in Havana and Cienfuegos from June to July 2002) to argue that beyond the link between health strategies and health outcomes, the success of the Cuban system remained tied to six guiding principles: socialist ideology, a unique ideology of health ethics, Castro’s fiat, integration with the international medical community, domestic Cuban research, and the bottom-up organization of the health bureaucracy. Using the schematic shown in figure 9.1, the first section of the article describes Cuba’s major health strategies and links them to key health outcomes and indicators through the use of secondary sources and an analysis of Cuban Ministry of Public Health (MINSAP) data from the Special Period. This analysis will provide strong evidence for the institutionalization of these strategies and their importance for Cuban health achievement in the postSoviet era. In the second section of the article, primary data from informal interviews will be analyzed in terms of the six hypothesized idea-based and agenda-based guiding principles listed above. It will be argued that these foundational political features are critical in fully explaining the adaptability of the health system in the years between the severe economic depression of the Special Period and the beginning of the Cuban domestic crisis (1992–2009). Linking Health Strategies to Outcomes and Indicators The Cuban Special Period (1990s–2000s) began following Soviet collapse and the subsequent termination of preferential trade agreements, causing Cuban Principles guiding health strategies Foundational features driving adaptability of health strategy
Health strategies
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Area Polyclinic
Health outcomes/ indicators →
Infectious disease
Mass Vaccination
Rural care
Family Doctor Program
Infant mortality
FIGURE 9.1.
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Historical Reflections : 191 gross domestic product (GDP) to drop by 35 percent between 1989 and 1993.1 Exports fell by 67 percent and imports by 73 percent during the same threeyear period and the budget deficit increased sharply.2 The physical production of all key agricultural and industrial products in Cuba (with the exception of crude oil production) fell between 1989 and 1993, leading to sharp reductions in consumption and population standard of living.3 The severe crisis reached its peak in 1993 and resulted in the deterioration of almost all social indicators (excluding health care). Market reforms instituted between 1993 and 1996 allowed for a modest recovery that was then reversed around 2003, subsequently leading to the deterioration of a few health indicators as well (e.g., maternal mortality).4 By 2006, however, Cuba’s growth rate was on a positive trajectory and led to a partial alleviation of certain shortages, including access to basic medications that lasted until the domestic crisis of 2008–2009.5 The health data presented in this section of the article provides evidence for the institutionalization of three major public health strategies that persisted through this period of economic recession: the Area Polyclinic, mass vaccination campaigns, and the Family Doctor Program. In the early 1960s, rural medical facilities were established in Cuba, providing a minimum of basic care throughout the country. By 1975, fifty-six rural hospitals had been built in the least accessible regions of Cuba such as mountainous areas.6 The Area Polyclinic strategy came alongside these developments in 1970 as an innovative response to a complex set of issues affecting Cuban health care, including political disdain for private practice, technical disdain for the “archaic” small clinic, and bottlenecks that plagued rural hospitals (increasing outpatient demand, and the inconvenience of travel and waiting lines) throughout the 1960s.7 With a commitment to not substitute nonphysicians for physicians and a desire to integrate primary care with sophisticated hospital care, the Area Polyclinic instead served as a go-between for patients and hospitals and focused heavily on outpatient services. All adults within each geographic region would have the same internist (all children the same pediatrician) and each physician-nurse horizontal team were joined by a vertical and interdisciplinary team when working on a psychological, social, or environmental issue within each sector.8 Figure 9.2 demonstrates the primary objective of the Area Polyclinic program of “moving standard health services from over-crowded hospitals to outpatient regional Polyclinic facilities.”9 The sustained commitment to substituting polyclinic care for hospital services is evidenced by a change from 69.6 percent polyclinic and 24.6 percent hospital consultations in 1970 to 84.5 percent and 14.7 percent respectively in 2000. The commitment deepened even further over the 2000s with a polyclinic consultation rate of 88.9 percent and hospital rate of 10.4 percent in 2009. Apart from an analysis of the effectiveness of the transition in terms of health outcomes,
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192 : Joel G. Thomas
% of Total Consults
90
72 54 36 18 0 1970
1980
Year
Polyclinic Consultations
2000
2009
Hospital Consultations
FIGURE 9.2. Hospital/Polyclinic Consultations in Cuba from 1970–2009
the data indicate a consistent degree of expansion of the program throughout the Special Period. A second critical public health strategy simultaneously pursued by the regime includes the utilization of mass organizations to conduct vaccination campaigns. The creation and institution of this health strategy involved an amalgam of influences including international organizational advice from Czechoslovakian health ministers, the use of political mass organizations such as the Committees for the Defense of the Revolution (CDRs) and Cuban Women’s Federation (FMC), and the specific national directives of Fidel Castro.10 A key example is the role of mass organizations (e.g., CDRs, FMC) in the 1962 polio vaccination campaign.11 Utilizing its mass organizations to mobilize and vaccinate virtually every Cuban citizen, the “campaign was prototypical (and was repeated, with improvements, every year thereafter).”12 By the most severe years of the Special Period (early 1990s), Cuba had “successfully conducted thirty-five national polio campaigns and provided more than 64 million doses to the Cuban population” and by the end of the century had “immunized more than 90% of children and adults on the island.”13 Reported cases of polio in Cuba after the 1962 polio campaign dropped to virtually zero just a year later. In contrast, reported cases of polio in South, Central, and North America remained significant well into the 1970s. Chile and Costa Rica were the only countries in Latin America that had immunization rates slightly higher than Cuba in 1979 and 1980, and by 1988 no Latin American country could boast of surpassing Cuba.14 The regime continued to organize and execute national immunization campaigns throughout the post-Soviet era that have demonstrated remark-
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Historical Reflections : 193 TABLE 9.1. Impact of the Cuban Immunization Campaign Disease
Status
Year
Polio Malaria Neonatal tetanus Diphtheria Post-mumps meningoencephalitis Congenital rubella syndrome Measles Mumps and rubella Tetanus
Eliminated Eliminated Eliminated Eliminated Eliminated Eliminated Eliminated Eliminated Rate lower than 01/100,000 inhabitants Rate lower than 01/100,000 inhabitants Mortality reduced by 93% Mortality reduced by 98%
1962 1968 1972 1979 1989 1989 1993 1995 1996
Whooping cough Meningitis Hepatitis B, 15 years of age
1996 1998 1998
Source: Reproduced from Christina Perez, Caring for Them from Birth to Death (Lanham, MD: Lexington Books, 2008), 15.
able efficacy.15 The impact of the immunization campaigns on other infectious illnesses continued well into the Special Period and is demonstrated in table 9.1. The Confederation of Cuban Workers (CTC) secured regular medical examinations for workers in food service, health centers, and hospitals; the National Association of Small Farmers (ANAP) collaborated in the control of animal brucellosis and tuberculosis; and the FMC organized examinations for early detection of cancer in women.16 As neighborhood empowerment implies unimpeded access to information, scholars noted that “no other political revolution seems to have been quite so successful in implementing policy.”17 A final major public health strategy institutionalized throughout the Special Period is the Family Doctor Program. Based on the study of international health systems, the program was first initiated in 1984 as a new cornerstone of the Cuban medical system and focused on placing a doctor and nurse team on every block. Many family doctors and nurses live in apartments above their offices, and often adjust their hours to fit the needs of their population. Family doctors are trained in social and comprehensive general medicine, and focus on both cure and prevention. Some results indicate that the Family Doctor Program cut costs through decreased hospitalization and emergency room use, improved patient monitoring, improved patient fitness through the promotion of exercise and proper diet, and has resulted in more effective prevention.18 Evidence suggests the program was instrumental in contributing to the success
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194 : Joel G. Thomas Indexing Unit (Defined in Legend)
70 56 42 28 14
08
06
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04
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20
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80
19
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70
0 Year Infant Mortality Per 1,000 Live Births Neonatal Mortality Per 1,000 Live Births Doctors/1,000 Habitants
Perinatal Mortality Per 1,000 Live Births Maternal Mortality Per 100,000 Live Births
FIGURE 9.3. Number of Doctors and Select Epidemiological Data for Cuba from 1970–2009
of the health-care system in the post-Soviet era.19 The institutionalization of the program is witnessed by the consistent increase in the number of health workers per population well into the Special Period (figure 9.3). The concomitant decrease in infant, perinatal, and neonatal mortality remains significant. Through the use of regression analysis, a specific correlation between the increase in number of health workers and decline in mortality can be determined and a formal test of significance calculated. Appendix 1 documents the results of a linear regression model defining infant and perinatal mortality as a function of the natural log of number of health workers from 1995 to 1999, controlling for province and time (through the use of dummy variables). The regression therefore controls for all variables such as scientific knowledge and technology that vary within this time period across the island and all variables such as wealth and urban demography that vary instead within each province during a single year. Variables not controlled for, that is, factors changing within a single province over time (e.g. increase in wealth in Havana from 1995 to 1999), should minimally affect the correlation because the regime’s strategy has been to move human capital toward rural localities that demonstrate medical need. In other words, the allocation of health-care workers to provinces with already-low in-
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Historical Reflections : 195 fant mortality rates, because of these uncontrolled variables, contradicts the historical reality of the regime’s movement of health-care personnel to areas of greatest need throughout the 1990s. The data indicates a statistically significant negative correlation. A 1 percent increase in number of health workers over this period resulted in a decrease in the infant mortality rate of 0.17 per 1,000 live births (a decrease of 0.09 per 1,000 live births in perinatal mortality). The steady decline of child mortality throughout the 1990s offers strong evidence that the regime’s public health strategies were in fact able to produce a return on investment. While the greatest gross reduction in infant mortality occurred between 1970 and 1985 (from 38.7 per 1,000 live births to 16.5 per 1,000 live births, for a 57 percent reduction), the rate has continued to decline through the Special Period, from 16.5 per 1,000 live births in 1985 to 7.2 per 1,000 live births in 2000 (56 percent reduction), and 4.8 per 1,000 live births in 2009 (33 percent reduction). The three Cuban health strategies covered in this section, the Area Polyclinic, mass vaccination campaigns, and the Family Doctor Program, represent major public health initiatives that were deepened in the post-Soviet era. The following section develops a more nuanced description of the foundational political features that created a fertile context for the adaptation of these strategies from the Special Period to the beginning of the Cuban domestic crisis. Foundational Political Features of the Cuban Health-Care System Despite the array of previously published literature on the mode of operation of Cuba’s public health strategies, many questions regarding the strength and resilience of the system throughout the post-Soviet era remained. How was the regime able to maintain its heavy human resource commitment to rural care and maintain health worker morale? How was medical knowledge and epidemiological research updated at a reasonable pace? What forms of health agenda and fiscal coordination proved so successful? What type of structural organization was utilized to coordinate health efforts around the country? The second section of this article explores six foundational political features that offer clearer means of addressing these important questions. Idea-Based Features Three foundational political features (socialist ideology, a unique ideology of health ethics, and Castro’s fiat) capture the role that ideas, both ideological and personal, played in giving the Cuban health-care system its sustenance throughout the Special Period. These features emphasize the power that values, beliefs, and ideologies wield in shaping the general system under which health care was produced and delivered.
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196 : Joel G. Thomas Socialist Ideology Morale of health-care workers throughout the 1990s and 2000s remained high despite economic collapse, and the Cuban medical service ethic, approach to health-care innovation at the local level, and community participation in health activities intensified. Much of this dynamic energy can be traced to socialist values and their historic centrality to the Cuban culture of health. In a very concrete sense, an investigation of socialist ideology, manifest in health care, begins with recognition of the duties and objectives of Cuban doctors. Most basically, every graduating physician initially completes a two-year social service commitment in a region of medical need identified by the national health bureaucracy.20 A Cuban doctor’s career essentially begins “in service of the country.” Physicians working in rural cities usually fit within three categories: those that grew up in the area, those completing their two-year service requirement, and those wishing to extend their stay past their required two-year commitment. Physicians practicing beyond the two-year service requirement must apply to the government if interested in transfer to any other locale.21 The strict controls on movement and allocation of physicians undoubtedly provided the regime with a powerful way in which to place doctors where they were needed most. Rural health needs were met with a constantly increasing number of health-care workers, physicians with mandatory service requirements, and shifts in the ways physicians work. During the Special Period this system protected against the movement of physicians to more attractive urban centers. The legitimacy of the policy is commonly maintained through reference to socialist ideals. A physician away from his family, while practicing in the Escambray Mountains, stated, “This is my social service requirement, this is where the country needs my help at this time, and this service is part of what it means to practice medicine here in Cuba.”22 The specific nature of clinical practice ushered in by the family doctor system also proved critical in the general efficacy of the program and can be linked to the actualization of particular socialist principles. Many family doctors live above their office and adjust their hours to the needs of the population they serve.23 Apart from these logistical considerations, what remains remarkable is the fact that physicians continued to work long hours at their respective posts despite little compensation.24 In 2002, the monthly income of a state worker was around 100 pesos ($4); a university professor, 300–560 pesos ($12–22); and a doctor, 350–600 pesos ($12–$25).25 A Cuban dentist remarked, “It is a very stressful job, low pay, long hours, and I don’t feel very appreciated.”26 When asked about this paradox, an epidemiologist at the National School of Public Health (ENSAP) stated, “The philosophy of the revolutionary doctor never changes—we even have competition for needed spots.” He explained that the socialist ethic is inculcated in every child in Cuba at an early age, even workers such as car mechanics being sent to areas of local need. He continued,
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Historical Reflections : 197 “Throughout the country, one witnesses professionals who work where they are the most needed; therefore, the physician has this ethic instilled in him early on and his decision to pursue a career in medicine is an expression of that desire to serve.”27 The argument must have a degree of merit for while the regime did not add any tangible take-home benefits for physicians, the number of doctors produced each year throughout the post-Soviet era continued to increase.28 Nonetheless, Castro continuously praised health-care workers and applauded their service for the revolution in a time of dire need.29 Family doctors were heralded as the fighters for the revolution and Castro used the classic imagery of physicians who deserted Cuba “in the greatest time of need” (subsequent to revolutionary victory in 1959) to applaud a new wave of doctors that would serve Cuba during a contemporary crisis.30 Perhaps most significant, despite the market reforms that created a burgeoning tourist industry in the early 1990s, the country did not see a significant decrease in workers devoted to the health-care sector. While individuals renting out rooms to tourists and running restaurants out of their homes were making several times the amount of money that a health worker could, the regime was able to maintain and even increase the number of physicians and health workers while simultaneously spreading them throughout the country. Embedded within the culture itself, are several important symbolic mechanisms that effectively make synonymous achievement in health care with the professed revolutionary and socialist ideals of nation. Despite the prominent display of portraits of Fidel and Che in many hospital and clinic facilities, it is important to remember that the creation of an internationally renowned public health system was not a significant piece of the revolutionary leaders’ initial concerns (most were graduates of the university who became skilled primarily in fighting guerilla warfare).31 Health care in fact is only mentioned once in Fidel’s “History Will Absolve Me” speech (1954), and it is simply cited among a list of services lacking at the time in rural Cuba. Nonetheless, in a contemporary context, the revolutionary leaders are commonly referenced in relation to their foundational commitment to health care. A physician in Havana stated, “Fidel spoke of the need for health care as early as his ‘History Will Absolve Me’ speech,”32 while Guevara’s roots in medicine are often cited by health-care workers as a historical origin of the regime’s emphasis on health. Health administrators commonly reference Carlos Finlay, a pioneer in infectious disease in the 1800s,33 as a source of pride and early innovation in Cuban medicine. These symbols create a form of historical memory that grounded the “culture of medicine” in the minds of health workers across the country. What is consummated is a specific cultural bond between the Cuban revolution and contemporary health-care activity. As these symbolic influences provided a certain ideological energy for
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198 : Joel G. Thomas health-care activity, moral incentives, while largely abandoned in the economic sector, created a space for competition and innovation within the health-care domain. Awards from authorities such as the Pan-American Health Organization (PAHO), regional health ministers, and Fidel Castro grace the walls of many medical institutions across the country, and researchers proudly point to the awards as proof of the high level of work that their institution has achieved.34 Cuban television documents the construction of new hospitals and clinics, and inauguration ceremonies for newly built health institutions are commonplace. In Cienfuegos, the celebratory ceremony at a hospital for the treatment and education of children with diabetes included the regional health minister, doctors practicing in the area, and children who would be patients at the new facility.35 Despite the relatively small size of the hospital, a strong sense of camaraderie and solidarity was felt through the singing of the national anthem and the patriotic play put on by some of the children who would be patients at the institute. In a system where health workers receive little financial compensation, these moral incentives and ceremonial modes of creating pride in the practice of public health galvanized the desire to push development and innovation in the health-care sector. The socialist impulse toward the use of moral incentives is further concretized in various forms of community participation. A family doctor at the Palacio de Salud described a new antismoking campaign being vigorously pursued in her locale. Modeled on the World Health Organization’s approach, the campaign asks smokers to complete a program to reduce their smoking, signatures of witnesses determining which residents in Cienfuegos win the competition.36 Prizes were awarded to individuals in the community documenting the longest smoke-free period. More broadly speaking, as early as the 1965 polio vaccination campaign the regime used the CDRs to conduct nation wide immunization measures.37 The association is explicit—an organization constructed around the defense of socialist revolution is simultaneously utilized as an instrument in the delivery of health care. By the 1990s, an additional organization was created to integrate the concerns of local populations with changes in the health sector. The consejos populares formalized a system of community-based groups that meet on a monthly basis to discuss community concerns regarding services such as health care.38 A Unique Ideology of Health Ethics The ideology driving the adaptability of the Cuban health-care system through the 1990s and 2000s, while heavily rooted in socialist revolutionary consciousness, also displayed a unique health ethics of its own. This foundational political feature articulates a particular set of values, beliefs, and objectives distinct from the history of Cuban socialism. As a means of explaining the seemingly fixated interest in infant mortality rate, scholarship has shed light on its likely inner symbolic logic: “Fewer
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Historical Reflections : 199 babies will die in Cuba than in the United States. Fewer black babies will die in Havana than in Washington, D.C. Whatever it is, this is our goal. There will be all sorts of other problems with the health-care system, but this we won’t give up.”39 This form of selective priority regarding particular health endeavors pervades the system of public health, particularly during the Special Period. It created definite returns for the regime in the international political scene: in 1999 the regime announced the reduction of the infant mortality rate below that of the United States (Cuba: 6.5; United States: 7.2) and a decade later, in 2009, the gap was wider (Cuba: 4.8; United States: 6.3).40 Perhaps the most fundamental ethic included the constant increase in number of physicians across the country despite the fact that the Family Doctor Program had already placed a doctor in every neighborhood. When asked whether resources could be allocated in a more useful or efficient way, the vice director of environmental health objected: “the number of doctors is not only increasing, but the ways in which they work is increasing.”41 The further addition of physicians in schools and workplaces, she explained, emphasizes the important role they play in providing medical services that approach disease within its environmental context. She stated, “Aside from the structure of the health system, we believe that you must know the environment that you are working in.”42 While the 1990s witnessed serious shortages in the provision of basic medications (perhaps the regime believed that the exile community or external humanitarian groups would fill the void), the number of physicians per capita indeed increased throughout the decade and general health indicators continued to improve. Even in the 2000s, when offices were moved because of mass mobilization of physicians for countries like Venezuela, the increase in number of physicians per population was maintained.43 A second ethic involves a critique of Barbara Steinfeld’s contention that the best structure for health systems in the developing world consists of an infrastructure where a patient must enter the health bureaucracy at the primary level before being referred upward through the system. A family doctor at MINSAP argued that the regime’s health philosophy in this regard has nothing to do with socialism per se but rather is a logical deduction about the efficacy of health services: “Cuba’s system would allow for patients to proceed to the most proximal health center and would therefore create a system for addressing disease in a timely manner.”44 In addition, because of the wide range of procedures that the outpatient polyclinic and family doctor offices could handle, after a period of extended patient exposure to the system, unnecessary patient buildup at hospitals would be avoided. The result was the maintenance of this principle both early in the history of the public health system and into the Special Period. A third unique Cuban emphasis included the high levels of integration present throughout various levels of the health-care bureaucracy. Coopera-
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200 : Joel G. Thomas tion and standardization of services was evident in virtually every facet of the health-care delivery apparatus. Great pride existed among health workers visà-vis their participation in iterative “reunions” (on the regional, provincial, or municipal level) that allowed them to coordinate and analyze health efforts within the larger health bureaucracy. At the Puentes Grandes Policlínico (a regional polyclinic in Havana), a health worker described the reunions as formal gatherings where information from one area is communicated to another, where interlevel communication occurs (i.e. municipal/provincial), and where ideas for improvement are articulated in a face-to-face context.45 At the municipal level, one can review the annual “Carpeta Metodología,” a published document of the discussions and decisions of reform reunions as they relate to the next year of health sector development. The exhaustive nature of the publication reveals the high priority and practical reality of intra- and interlevel integration within the public health system. The smaller integrative events boasted even more frequency than the annual reunions; health workers at a rural clinic in the Escambray Mountains (El Nicho) convening with members of other clinics in the area on a monthly basis.46 In contrast to the coordination, integration, and standardization evident in the levels of the public health system, a dynamic of flexibility is added through protected space for local, community innovation. In addition to experiments such as the smoking cessation program presented earlier (one where socialist ideology plays a special role in incentivization), local clinics in the Escambray bring smokers and former smokers together with alcoholics and former alcoholics to create an interaction that may reduce associated health risks for community members. They expose the following philosophy: “If we can get members of this community who have overcome these vices to share their experiences with those that are still struggling, we believe we can address the problems of the community more effectively.”47 This form of localized innovation with community emphasis provided the system with a vibrant medical culture felt on an individual basis. Castro’s Fiat In addition to the normative role ideology plays in informing health-sector development, a special political role was played by the system’s champion, Fidel Castro. As early as the exodus of physicians in the 1960s, Castro’s public speeches consistently used symbolic narrative to frame the importance of the remaining “revolutionary health-care workers”: “What do the ones who left signify, speaking in medical terms of which I know very little? It is the same thing as squeezing a tumor [as heard]. Those who have left are the pus. The pus that was extracted when the Cuban Revolution squeezed that society. [Applause] How well the body feels when pus is eliminated!”48 The public declarations are made to audiences of all kinds, in a 1961 speech for writers and artists Castro denounced physicians who leave “the country when
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Historical Reflections : 201 for the first time medicine is being given to the poor, when hospitals are being built for the poor, when medical service is free.”49 The development of this early revolutionary narrative created a context for understanding Castro’s contemporary influence on the health bureaucracy. The revolutionary leader’s ongoing rhetorical praise and defense of the regime’s health-care commitment evolved throughout the 1990s, and at times the political leader engaged in outright micromanagement of the health system. Castro’s fiat power, in this context, refers to the leader’s ability to issue health declarations, order health directives, define the system’s broader objectives, and engage in forms of explicit control over the health bureaucracy. This type of executive control played a key role in explaining the resilience of the system throughout the Special Period. The revolutionary defense is predictable, continually linking health strategy with socialist ideals and Cuban ingenuity. In 1989, at the thirtieth anniversary of the Cuban Revolution, the leader announced: “I believe that the institution of the family doctor, within the conceptual framework of the Cuban primary health-care system, is unique in the world. This idea came up some years ago. It was tested and then implemented. It developed and now the most remote mountains in the country’s east have family doctors. This institution is having incredibly good results. It is also a creation of the revolution.”50 Quite often acting as a health minister himself, Castro’s public health declarations were ubiquitous; a search for “family doctor” in the Castro Speech Database produces 105 public announcements in 1980s and 56 in the 1990s (those during this period postdating the institutionalization of the Family Doctor Program).51 The regime’s major achievements in infant mortality are mentioned in sixty-one public announcements and in life expectancy in twenty-one over the same period.52 Because these indicators were already relatively strong prior to the Special Period, Castro’s emphasis reveals the extent to which the leader’s rhetorical persistence may be linked to the creation of more intensified focus among health workers on these particular epidemiological variables. In addition to the executive articulation of the regime’s health objectives and achievements, concrete control was exercised through the mobilization of resources toward specific health crises. During natural catastrophes including the island’s seasonal hurricanes, the revolutionary leader ordered brigades of health workers and other personnel to the specific region affected, describing the mobilization as a moment for the population to “serve their nation in a time of need.” In the wake of Hurricane Michelle in 2002, hundreds of health workers were present in the area in just a few days. 53 Similarly on an international level, the regime’s leader deployed health workers to needy nations including regions in Latin America, Europe, and Africa. In a more explicit fashion, the health bureaucracy was intermittently micromanaged by Castro, the political leader appointing ministerial and administrative
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202 : Joel G. Thomas positions, sometimes dismissing and replacing personnel at will. In 2002, nine health ministers were dismissed without defense. This political feature of the health system limited divergent opinions on policy and reducing the possibility of professional careers being formed in the health sector. This element of the system, Castro’s partial control over the development of the system throughout the period of financial crisis, in this sense undoubtedly affected its ability to develop in a manner that the political leader felt suited to contemporary challenges. Agenda-Based Features In contrast to the idea-based features that capture the role ideological values and ethics play in the political constitution of Cuban public health, concrete modes of agenda setting also contributed to the stability and sustenance of the system and explain its survival throughout the Special Period. The embedding of the regime’s public health initiatives within coordinating agendabased political features provided the system with a solid and responsive form of adaptability in the post-Soviet era. The International Medical Community Castro’s 1998 speech at the World Health Organization (WHO) begins: “All praise to the World Health Organization, which together with UNICEF, has helped to save the lives of hundreds of millions of children and millions of mothers.”54 The speech ends with a declaration of the nation’s shared commitment to health: “The WHO is fighting heroically against these realities and it also has the duty of being optimistic. As a Cuban and a revolutionary, I share their optimism. With a current infant mortality rate of 7.2 per thousand live births during the first year; a doctor for every 176 inhabitants—which is the highest level in the world—and a life expectancy of more than 75 years of age, Cuba has fulfilled the WHO Health for All program for the year 2000 since 1983.”55 The regime was simultaneously a key player in the founding of the Pan American Health Organization (PAHO), and a close relationship between the two organizations developed with PAHO standards often guiding domestic health objectives within the country.56 At the Alma-Ata Conference of 1978, Cuba adopted international health standards and was able to achieve all of the objectives five years later in 1983.57 This historic coordination of health initiatives with the international medical community extended into multiple facets of institutionally driven public health strategy throughout the Special Period. The Instituto Nacional de Higiene y Alimentos (INHA) in Havana played an integral part in an in-depth study of nutritional levels in Chile and Mexico, eventually revising WHO recommendations for daily food intake to tailor public health initiatives more closely to the particular populations studied.58 The institute also maintained an intimate relationship with the Programa Mundial de Alimentos, engaging
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Historical Reflections : 203 in significant coordination in several specific health projects.59 The Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología (INHEM) typically has represented the country as a research center for a study on living conditions in an array of Latin American countries.60 The antismoking campaign at the Palacio de Salud in Cienfuegos was actually an extension of a program originally conceived by the WHO.61 This active integration of the regime’s health institutes with the international medical scene allowed for the co-optation and adaptation of international health agendas in a manner appropriate for its particular domestic health concerns. Collaboration with international medical venues further provided a means for the importation of hard currency into the country. The financial constraints of the 1990s necessitated an innovative approach to funding of domestic health projects. A research director at INHEM described a specific methodology for designing public health proposals, deliberately framing such proposals in a manner that conforms to broader agenda of institutions such as PAHO, assuring that domestic research will also be valuable to the international medical community.62 A PAHO office was located in her institute, enabling a delegate of the organization to communicate directly with researchers and officials at INHEM. The need for convertible currency placed at a premium this form of collaboration that creates incentives for organizations such as WHO and PAHO to invest in Cuban research.63 This approach to finance characterized the operation of institutes and health centers throughout the country. A 1996 project on diagnostic testing in Havana conducted by the Ministry of Public Health (MINSAP) was funded by PAHO,64 while the rural Provincial Pediatric Hospital in Cienfuegos engaged in a collaborative study with a group from Italy to secure donations from the Italian institute necessary for the financing of technology that was badly needed at the rural health center.65 In addition, the export of health workers abroad has become one of the most significant sources of income for the government (with biotechnology and pharmaceutical products, it accounts for around 37 percent of the Cuban total export market in 2007).66 The regime’s integration with the international medical community also allowed for the effective use of medical knowledge and health system design from abroad. As mentioned earlier, public health strategies as diverse as the Area Polyclinic, Family Doctor Program, and mass vaccination campaigns, though developed and instituted domestically, are fundamentally based on public health approaches studied in international settings. The Czechoslovakian system played an important role in providing a framework for health system development in the early decades of the Cuban Revolution, and the vice director of environmental health at INHEM stated plainly, “The science itself is based on international medicine.”67 A physician at MINSAP recounted, “Our principles in essence are international principles; we have simply instituted in
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204 : Joel G. Thomas an innovative way what books on public health will tell you.”68 At the time that the island had met the “Health for All in 2000” (circa 1983) doctors were sent abroad to seek advice for a further deepening of Cuban health strategy. The commission studied health-care delivery in demographic regions as diverse as England, the United States, Canada, Latin America, and Australia.69 Twenty to thirty physicians from the Escuela Nacional de Salud Pública (ENSAP) brought back research on medical school curricula across the globe that proved essential for the development of a new medical curriculum at ENSAP.70 The commitment to using international medical methodology continued at Lima Quirúgico, a general provincial hospital in Cienfuegos that implemented a triage system modeled on a color-coded scheme initially created by an Italian health center workers at the hospital they had visited.71 Domestic Cuban Research The regime’s fairly impressive health record before the Special Period necessitated a form of “epidemiological surveillance” to maintain and improve health indicators throughout the ensuing decade of economic recession and into the millennium.72 The resource constraints issued by fiscal crisis were in part dealt with through an aggressive form of localized domestic research with primary emphasis on the health of country’s own population. A major component of this decentralized approach to the maximal use of limited resources included the system by which health workers monitored health indicators and outcomes across the country. Autonomous research institutes included sectors for endocrinology; nutrition, hygiene, and food; vascular and heart surgery; hematology and immunology; and tropical medicine.73 Additional major departments of research included neuroscience, pharmaceutical chemistry, drug and medical equipment approval, a coordinating center for clinical trials, and a center for development of epidemiological pharmacology, among others.74 By avoiding the development and financing of cost-intensive basic science research, these research venues were able focus scientific investigation more specifically toward the creation of medical knowledge that would improve epidemiological data.75 A physician at the Cuban Ministry for Science, Technology, and the Environment explained, “While the research is of course valuable to those outside of our country, our objective in the past years has been to produce research that places our country’s health concerns first.”76 Cuban research was published and widely circulated through medical magazines of food and nutrition, cardiology and cardiovascular surgery, endocrinology, stomatology (dental medicine), biomedical investigations, obstetrics and gynecology, oncology, medicinal plants, public health, and general integrated medicine.77 The methodology for creating such a research-intensive environment is impressive. A physician at INHEM explained, “The unique thing about Cuba is that every one of our health workers has also been trained as researchers.”78
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Historical Reflections : 205 Travel to polyclinics or offices of regional, provincial, and municipal health administration throughout the country demonstrated a fairly consistent presence of ongoing studies, both major and minor, conducted with data collected at the particular facility. According to an epidemiology professor at ENSAP, the 2001 dengue outbreak provided a perfect opportunity for students to conduct firsthand studies of a major health epidemic. Consequently, a collection of students and professors were sent to work side by side to gain exposure to the management and containment of a specific outbreak high on the radar of the regime’s system of epidemiological surveillance.79 The changing needs of the population have been of paramount concern to the regime, particularly in the post-Soviet era. A doctor at INHEM describes a study conducted at her institute that found iron as a vitamin consistently below recommended intake in an area of Havana. Subsequently, a new program of iron-fortified foods was established by the National Food Registry.80 Her epidemiological findings were later confirmed in studies of populations in other areas of the country, and billboard signs advocating the consumption of fortified foods were visible throughout the island. A study that found mortality rates for the elderly 70 percent higher in institutions than for individuals who stay with their family led to the creation of a support and educational program surrounding the needs of the elderly, as well as the institution of new day-care facilities known as grandparents’ clubs.81 What remained quite interesting during the Special Period was the fact that, despite the regime’s decision to avoid investment in cost-intensive basic science research, the nation maintained a vigorous commitment of research into and production of biotechnology. The substantive production of vaccines and diagnostic technologies served two fundamental purposes: one, to supply advanced health technologies essential to the health needs of the country’s own population, and two, to export these technologies internationally (particularly to Latin America) as means of bringing in hard currency. Table 9.2 outlines some of the nation’s major institutes of biotechnological research and products that these institutes produced. As table 9.2 documents, the regime’s ventures in biotechnology were diverse and significant. The research and development of these products not only provided the health delivery system with technological support but also secured critical revenue for the system as a whole via the exportation of these technologies in an international context.82 Bottom-Up Organization of the Health Bureaucracy Finally, the structure of the health bureaucracy itself provided a means for a general centralization of normative functions and decentralization of administrative functions. Operationally speaking, the articulation of desired health agenda began at lower levels and was approved via movement up through the health bureaucracy.83 This
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TABLE 9.2. Cuban Research Institutes and Leading Products Center
Staff
Center of Genetic Engineering and Biotechnology
1,087 employees
70,000 m2
National Center of Scientific Research
1,011 employees
35,000 m2 (5 production plants)
Finlay Institute
921 employees
National Center of Bioproducts
720 employees
21,654 m2 (3 research areas and 3 production plants) 33,414 m2
Center of Molecular Immunology
326 employees
15,354 m2
Immunoassay Center
244 employees
9,000 m2 (and a nation-wide laboratory network)
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Facilities
Leading products
Research focus
Recombinant Hepatitis B Vaccine, Natural and Rec. Interferon, Transfer Factor, Epidermal Growth Factor, Recombinant, Streptokinase, Diagnostic Kits, restriction Enzymes and Other Vaccines Ateromixol (PPG) Natural hypocholesterolemic, Medical Equipment, Biocompatible
Molecular and Recombinant Vaccines, Drugs, Diagnostic Products, Agriculture and Industrial Biotech, Proteomes and Bioinformatic
Neisseria Menengitides Vaccine, Leptospirosis Vaccine, Conventional Vaccines Recombinant Hepatitis B Vaccine, Culture Media for Microbiology, Allergens, Trofin (antianemic) Therapeutic Anti-CD3 Monoclonal Antibody, Tumor Imagin Monoclonal Antibodies (nuclear medicine), Rec. Erythropoetin (EPO), GranulocyteColony, Stimulating Factor (G-CSF) Ultra Micro ELISA Kits for: Neonatal and Prenatal Diagnosis, Blood Certification and Epidemiological Surveillance
Natural Products, Medical Uses of Ozone, Molecular Biology in Agriculture, Neurosciences Combined Vaccines, Haemophilus Influenzae, Cholera, Recombinant BCG New Culture Media, Allergens, Protein Hydrosylate
Cancer Immunotherapy, Cancer Vaccines, Autoimmune Diseases, Recombinant Monoclonal Antibodies
New Version of SUMA Devices, New Ultra Micro Elisa Kits for Infectious Disease and Neonatal Screening
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Historical Reflections : 207 “Pedro Kouri” Institute of Tropical Medicine
520 employees
30,000 m2, including a hospital
National Center for Plant and Animal Health
402 employees
30,000 m2
National Center for Production of Laboratory Animals
414 employees
74,040 m2
Main Activities: Established in 1937, new facilities in 1993, Collaborative Center PAHO/WHO for Virology, Vector Controls, TB and Medical Malacology, Diagnostic, Confirmation and Control of Infectious and Emergent Disease, Clinical Trials (HIV and others) Diagnostic Systems for Animal and Plant Diseases, Diagnostic kit for Human Vaginitys, STABILAK and SURFACEN Laboratory Animals (15 species) and Food Supply, Toxicology Services, Mouse Ascites for MoAB-Production, Animal Vaccines, Isolation Systems for Gnotobiology
Diagnostic and Control of Animal and Plant Diseases
New Animal Models for Research Toxicology, Animal Nutrition, Intensive Systems for Production, and Animal Protein
Source: Reproduced from Barberia and Castro (2003), A27, A28.
bottom-up process of creating a lower-level health agenda and its movement to the Ministry of Public Health may be obscured by the formal schematic of the national health system, presented in figure 9.4. The right portion of figure 9.4 documents the progressive level of authority in the national health system: the Ministry of Public Health, institutes of health, provincial administration, provincial hospitals, municipal level administration, municipal hospitals, and the family doctors who serve designated areas. Counter to this structure of formal approval, ideas and proposals for novel health agendas arose from the experience of those involved in the delivery of primary health care. The director of the Palacio de Salud explained that while the number of health workers and the number of required meetings for its area of health is designated by MINSAP, the numbers are obtained through the presentation of the health needs determined by the local administration.84 At the municipal level, a specialist in Havana recommended a specific program
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208 : Joel G. Thomas L e v e l o f
Ministry of Public Health Central Authority
Council of Ministers; Council of State; Natonal Assembly
Institutes of Health Provinicial Assembly of the People’s Power
A u A t d h m o Municipal Assembly i r of the People’s n i Power i t s y t r a Basic Working Group t in the Local Council of i the Popular Power v e
Provincial Health Authority Provincial Hospitals Health Municipal Health Office Municipal Hospitals Health Area of Health
Area of Health Basic Working Group in the Local Council of the Popular Power
Family Doctors FIGURE 9.4. The National Health System. Source: Reproduced from Barberia and Castro (2003), A10.
to meet the needs of the elderly demographic, later approved by MINSAP and implemented at the local level.85 A physician at INHEM recounted the process by which she receives particular research projects. While MINSAP provided her institute with a list of specific health services needing evaluation, she and her colleagues presented the ministry with their own recommendations for critical studies in the health system; the result of this interchange is a composite agenda to be approved by the ministry.86 As mentioned, a system of cyclical health reunions allowed for the inter-level exchange of ideas critical for creating astute and pragmatic health agenda.87 In a bottom-up fashion, these reunions (which occurred at all levels of the health system) allowed for levels of the health bureaucracy to bring appraisals of population health, ideas for new health programs, and resource commitment issues to higher levels of administration.88 This form of collaboration remained consistent even within the educational sector: curriculum at the National School for Public Health was revised and updated by a collaborative team of top professors from around the country, giving the curriculum development the necessary ability to continuously concentrate its resources
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Historical Reflections : 209 and expertise directly towards the specific needs of the population within a given time period.89 Comprehensive coordination of the fiscal budget occurred through an intimate relationship between national health institutes and the Ministry of Health. This system of national-level budget approval maximized a form of efficient deliberation regarding the full scope of national health-care delivery. A director at INHEM described the major guiding principles for the annual proposals: “First, an identification of problem areas; second, a definition of necessities; and third, projects that can be realistically funded.”90 With these general objectives framing the institutes’ proposal, the Ministry of Public Health evaluated the proposal with a group of individuals including specialists in the economy, experts in hygiene and epidemiology, and officials of medical attention and social assistance.91 Each annual proposal included a program for national emergency, and through the constant interchange between health institutes and the Ministry of Public Health from July to November, a final prospectus was created and approved for the following year through coordination between the Ministry of Public Health and the Ministry of Economy. Conclusion The Special Period is a unique point in time for a deeper analysis of the Cuban health-care system and the foundational features that allowed for its continued success through the 2000s. Given the structural reforms instituted by Raúl Castro that have led to a deterioration of physical and health-care resources since 2009, this article provides historical reflections on the success of Cuban health system in the post-Soviet era, when health care was not subordinated to other fiscal concerns. The disaggregation of these foundational political features in the postSoviet era may prove useful for informing the development of health-care systems in other less-developed countries. While the regime’s socialist economy and ideological mode of social organization previously made “lessons to be learned” from the Cuban health system a problematic endeavor, differentiation of the regime’s health ideology, ethics, and philosophy from its concrete modes of agenda setting provide a means of extracting potentially exportable political features of the health system. The nation’s socialist ideology, unique ideology of health ethics, and Castro’s fiat may represent political elements of the system of little practical use for other health systems in developing nations. By contrast, the system’s historical integration with the international medical community, its comprehensive system of domestic research, and the bottom-up structure of the health bureaucracy represent components of the system that are likely to be valuable in informing other countries that want to work toward similar levels of health-care efficacy. Disaggregation of the health system’s
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210 : Joel G. Thomas foundational political features therefore permits a selective evaluation of its most principle features. Indeed, many of its features have since been implemented abroad, most recently in Venezuela, where Hugo Chávez had requested the complete construction of a Cuban-style public health system, and even in developed countries such as Canada, which was interested in the transferability of the Cuban approach to preventative vaccination. In a time of uncertainty with regard to the provision of social services in Cuba, historical reflections on the survival, adaptability, and resilience of the post-Soviet health-care system from the Special Period to the domestic crisis provide a means of reconsidering those features of the system that were so critical for its success. NOTES 1. Lorena Barberia and Olivier Appaix, “Economic Reforms and Cuban Health Care: Cuba in the 1990s” (lecture, Cuban Health Seminar, Harvard Medical School, Boston, April 16, 2002). 2. Ibid. 3. Jorge Pérez-López, “The Cuban Economy in an Unending Special Period,” in Cuba in Transition (Washington, DC: Association for the Study of the Cuban Economy, 2002), 509. 4. Carmelo Mesa-Lago, “Social and Economic Problems in Cuba during the Crisis and Subsequent Transition of the 1990s,” CEPAL Review 86 (2005): 177. 5. Archibald Ritter, “Cuba’s Economic Reorientation,” in Cuba in Transition? Pathways to Renewal, Long-Term Development and Global Reintegration, ed. Mauricio A. Font (New York: City University of New York–Bildner Center, 2006), 7. 6. Sergio Diaz-Briquets, The Health Revolution in Cuba (Austin: University of Texas Press, 1983), 106. 7. Ross Danielson, Cuban Medicine (New Brunswick, NJ: Transaction Publishers, 1979), 212. 8. Julie Feinsilver, Healing the Masses, Cuban Health Politics at Home and Abroad (Berkeley: University of California Press, 1993), 36. 9. Danielson, Cuban Medicine, 168. 10. Feinsilver, Healing the Masses, 33. 11. Danielson, Cuban Medicine, 175. 12. Ibid., 148. 13. Linda M. Whiteford and Lawrence G. Branch, Primary Health Care in Cuba (Lanham, MD: Rowan & Littlefield, 2008), 30. 14. Feinsilver, Healing the Masses, 56. 15. Whiteford and Branch, Primary Health Care, 15. 16. Danielson, Cuban Medicine, 175. 17. Theodore MacDonald, A Developmental Analysis of Cuba’s Health Care System since 1959 (Lampeter, UK: Edwin Mellen Press, 1999), 221, 224. 18. Feinsilver, Healing the Masses, 147. 19. Linda Whiteford, “Children’s Health as Accumulated Capital,” in Small Wars: The Culture of Politics of Childhood (Berkeley: University of California Press, 1998), 188. 20. El Nicho clinic, interview by Joel G. Thomas, June 18, 2002. 21. Municipal Direction at Cumanayagua, interview by Joel G. Thomas, June 18, 2002. 22. El Nicho clinic, interview. 23. Feinsilver, Healing the Masses, 40. 24. Jorge Pérez-Ávila, “An Overview of the Cuban Health System with an Emphasis on the
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Historical Reflections : 211 Role of Primary Health Care and Immunization” (lecture, Cuban Health Seminar, Harvard Medical School, Boston, September 25, 2001). 25. Elise Andaya, “The Gift of Health,” Medical Anthropology Quarterly 23, no. 4 (2009): 366. 26. Celia Sosa Rodríguez del Rey (Cuban dentist), interview by Joel G. Thomas, July 16, 2002. 27. Héctor Gómez (professor at National School for Public Health, ENSAP), interview by Joel G. Thomas, July 11, 2002. 28. Oficina Nacional de Estadística e Información, Anuario estadístico de Cuba 2009, available at http://www.one.cu. 29. Fidel Castro, “Castro Speaks to Medical Congress,” Havana, February 25, 1963, http:// lanic.utexas.edu/project/castro/db/1963/19630225.html. 30. Ibid. 31. Jorge I. Domínguez, “The Cuban Health Care System: Some Political Considerations” (lecture, Cuban Health Seminar, Harvard Medical School, Boston, March 5, 2002). 32. Gómez, interview. 33. Danielson, Cuban Medicine, 69. 34. Anna Maria Ibarra (sociologist of environmental health, INHEM), interview with Joel G. Thomas, July 8, 2002. 35. Center for Youth with Diabetes, interview by Joel G. Thomas, July 18, 2002. 36. Vivian (family doctor and director of the Palacio de Salud, Cienfuegos), interview by Joel G. Thomas, July 15, 2002. 37. Feinsilver, Healing the Masses, 55. 38. Francisca Diego Olite (assistant at INHEM), interview by Joel G. Thomas, July 7, 2002. 39. Dominguez, “Some Political Considerations.” 40. World Bank, “World Development Indicators,” http://data.worldbank.org/data-catalog/ world-development-indicators?cid=GPD_WDI. 41. Maricel García Melián (vice director of environmental health, INHEM), interview by Joel G. Thomas, July 7, 2002. 42. Ibid. 43. Andya, “Gift of Health,” 364. 44. Guillermo (family doctor, MINSAP), interview by Joel G. Thomas, July 4, 2002. 45. Puentes Grandes, interview by Joel G. Thomas, July 3, 2002. 46. El Nicho clinic, interview. 47. Ibid. 48. Fidel Castro, “Inauguration of the Basic Science and Preclinical Institute at Cubanacan,” Cubanacan, October 18, 1962, http://lanic.utexas.edu/project/castro/db/1962/19621018.html. 49. Fidel Castro, “Writers and Artists Congress,” Havana, August 23, 1961, http://lanic .utexas.edu/project/castro/db/1961/19610823.html. 50. Fidel Castro, “Castro Meets Romanian Official—30th Anniversary,” Havana, January 4, 1989, http://lanic.utexas.edu/project/castro/db/1989/19890104.html. 51. Latin American Network Information Center, “Castro Speech Database,” http://lanic .utexas.edu/la/cb/cuba/castro.html. 52. Ibid. 53. Red Cross, “Hurricane Michelle in Cuba,” November 2001, http://www.elca.org/dgm/ disaster/archives/cubamichelle.html. 54. Fidel Castro, “Health for All Medal” (speech, World Health Organization, May 14, 1998), http://www.ldb.org/castro.htm. 55. Ibid. 56. Guillermo, interview.
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212 : Joel G. Thomas 57. Castro, “Health for All Medal.” 58. Olga Sánchez Reguerio (director of research and teaching, INHA), interview by Joel G. Thomas, July 9, 2002. 59. Ibid. 60. Ibarra, interview. 61. Vivian, interview. 62. Ibarra, interview. 63. Ibid. 64. Municipal director of public health in Havana, interview by Joel G. Thomas, July 17, 2002. 65. Hospital provincial general (Lima Quirúgico) in Cienfuegos, interview by Joel G. Thomas, July 16, 2002. 66. Archibald Ritter, “Cuba: Current Changes and Alternate Economic Futures” (paper presented at the international symposium “A Changing Cuba in a Changing World,” City University of New York–Bildner Center, New York, March 12–15, 2008). 67. Melián, interview. 68. Guillermo, interview. 69. Ibid. 70. Gómez, interview. 71. Hospital provincial general (Lima Quirúgico), interview. 72. Julie Feinsilver, “Three Decades of Health Care Reform: 1960–1990” (lecture, Cuban Health Seminar, Harvard Medical School, Boston, December 11, 2001). 73. See the website of the Cuban Health Network, at http://www.infomed.sld.cu. 74. Ibid. 75. Roberto Castellanos, “The Production of Medicines and Cuba’s Biotechnology Sector” (lecture, Cuban Health Seminar, Harvard Medical School, Boston, February 20, 2002). 76. Castellanos, “Production of Medicines.” 77. See the website of the Cuban Health Network, http://www.infomed.sld.cu. 78. Melián, interview. 79. Gómez, interview. 80. Reguerio, interview. 81. Ruby Greene, “Effective Community Health Participation Strategies: A Cuban Example,” International Journal of Health Planning and Management 18 (2003): 113. 82. Feinsilver, Healing the Masses, 134. 83. Pedro Mas (director, INHEM), interview by Joel G. Thomas, June 15, 2002. 84. Vivian, interview. 85. Municipal Direction of Public Health, interview. 86. Ibarra, interview. 87. Ana Bertha Navarro (director of provincial-level administration, Havana), interview by Joel G. Thomas, July 2, 2002. 88. Puentes Grandes, interview. 89. Gómez, interview. 90. Mas, interview. 91. Ibid.
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APPENDIX 1 Regression of Infant Mortality Rate and Ln (number of health workers) Controlling for Year and Province from 1995 to 1999 SUMMARY OUTPUT Regression Statistics Multiple R R Square Adjusted R Square Standard Error Observations
0.6125804 0.3752548 0.3666966 1.1420599 75
ANOVA df Regression Residual Total
1 73 74
SS
MS
F
57.1905 95.21396 152.4045
57.1905 1.304301
43.84763
Coefficients
Standard Error
t Stat
P-value
Intercept 0.0209604 X Variable 1 −17.344467
0.131874 2.619316
0.158943 −6.62175
0.874153 5.2E-09
Significance F 5.2E-09
Lower 95%
Upper 95%
Lower 95.0%
−0.24186 0.283785 −0.24186 −22.5648 −12.1242 −22.5648
Regression 1 Regression of Perinatal Mortality Rate and Ln (number of health workers) Controlling for Year and Province from 1995 to 1999 SUMMARY OUTPUT Regression Statistics Multiple R R Square Adjusted R Square Standard Error Observations
0.2497462 0.0623732 0.0495289 1.8263171 75
ANOVA
Regression Residual Total
Intercept X Variable 1
df
SS
MS
1 73 74
16.19731 243.4867 259.684
16.19731 3.335434
Coefficients
Standard Error
0.0001563 −9.2303983
t Stat
0.210885 0.000741 4.188661 −2.20366
F
Significance F
4.856132
0.030703
P-value
Lower 95%
0.999411 0.030703
−0.42014 −17.5784
Upper 95% 0.42045 −0.8824
Lower 95.0% −0.4201371 −17.578393
Regression 2
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G U S T AV O P É R E Z F I R M AT
La Habana de Wallace Stevens RESUMEN En 1945 Wallace Stevens le envía a José Rodríguez Feo un ejemplar de Ideas of Order, su segundo poemario, que había aparecido diez años antes. Al agradecerle el regalo, Rodríguez Feo elogia en particular un poema del libro, “Academic Discourse at Havana”. Publicado en traducción al español la Revista de Avance en 1929, el poema de Stevens ha marcado la obra de escritores como Jorge Mañach y José Lezama Lima. No obstante, el interés de parte de escritores cubanos en el poema de Stevens surge de un malentendido. El que “Discurso académico” transcurra en La Habana no significa que Stevens discurra sobre La Habana. Ciertamente, La Habana incide en el poema, pero en menor grado de lo que se ha pensado. Su presencia, fugaz y accesoria, se reduce a un par de rasgos cuya función dentro del poema tiende a desvirtuar los vínculos con la ciudad donde Stevens disfrutó un fin de semana. En lo que toca a La Habana, podría aplicársele al “Discurso académico” el título de otro poema de Stevens: “Description without Place”.
A B S T R AC T In 1945 Wallace Stevens sent José Rodríguez Feo a copy of his second book of poems, Ideas of Order, published ten years earlier. Thanking him for the gift, Rodríguez Feo praises one poem in particular, “Academic Discourse at Havana.” It is well known that Stevens’s poem, which had appeared in translation in Revista de Avance in 1929, has left its imprint on writers as different as Jorge Mañach and José Lezama Lima. Nonetheless, the interest in Stevens’s poem on the part of these and other Cuban writers arises from a misreading of the poem. The fact Stevens that places his poem “at Havana” does not mean that he speaks “about” Havana. The Cuban capital figures in the poem, but in a less pervasive way than has generally been thought. Its presence is limited to a few references whose function in the poem tends to undermine its connection to the city where Stevens spent a weekend. As regards its relation to Havana, “Academic Discourse” is, to borrow the title of another of Stevens’s poem, “Description without Place.”
En 1945 Wallace Stevens le envía a José Rodríguez Feo un ejemplar de Ideas of Order, su segundo poemario, publicado diez años antes. Al agradecerle el regalo, Rodríguez Feo elogia en particular un poema del libro, “Academic Discourse at Havana”, por captar “la esencia de La Habana” (Coyle 45). Varios años después, en otra carta a Stevens, le cuenta que ha estado comentando el
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La Habana de Wallace Stevens : 215 nuevo poemario de Stevens, Auroras of Autumn, con Lezama Lima, a quien el título le pareció “muy stevensiano”, y añade que Lezama admira su poesía desde que leyó “Academic Discourse at Havana” en la Revista de avance (Coyle 178). En efecto, el poema de Stevens había aparecido en la revista en noviembre de 1929, probablemente traducido por Jorge Mañach.1 Lezama, quien a la sazón tendría 18 ó 19 años, nunca olvidaría la lectura del poema. Cuatro décadas después, en 1969, Ciro Bianchi Ross le pregunta acerca de los amigos y poetas que lo han apoyado en su carrera. Lezama responde con una lista previsible: Juan Ramón Jiménez, María Zambrano, Gustavo Pittaluga, Luis Cernuda —todos colaboradores de Orígenes—. Pero al final añade el nombre de otro colaborador de Orígenes que, a diferencia de los primeros, Lezama nunca conoció en persona: Wallace Stevens, de quien explica: “tiene un hermoso poema que se llama ‘Discurso académico en La Habana,’ nos mandaba sus libros, nos escribía cuando nosotros le enviábamos los nuestros, y mostró siempre gran interés por las imágenes que el recuerdo de lo cubano despertaba en él” (Simón 14). En una conferencia reciente, “La poesía del imperio”, Rafael Rojas ha destacado la estela que el poema de Stevens, o más bien la traducción del poema de Stevens, dejó en la obra de Lezama y otros poetas de su generación. Como sugiere Rojas, tanto “Rapsodia para un mulo” como “Pensamientos en La Habana” dialogan con “Discurso académico”. Ya desde el título, “Pensamientos en La Habana” evoca el poema norteamericano. En Stevens el título es una ironía, ya que el frívolo ambiente habanero, tal como se retrata en el poema, no concuerda con la solemnidad de un “discurso académico”. Lezama responde a Stevens con sencillez y sin ironía: más valen “pensamientos” que “discursos académicos”. Y en “Sucesiva o las coordenadas habaneras”, él mismo suministra una glosa de su poema: “La ciudad muestra el orgullo de un pensamiento que se crea, que se hace creación, y de un crear centrado por el gobernario del hombre” (Tratados en La Habana 222) Otro poema marcado por la lectura de Stevens es “Una oscura pradera me convida”, el segundo poema de Enemigo Rumor (1941). Al comienzo del poema, el poeta está en su balcón, atento a la invitación de la noche: Una oscura pradera me convida Sus manteles estables y ceñidos giran en mí, en mi balcón se aduermen. (Poesía 86)
Esta escena tiene un antecedente en los últimos versos de “Academic Discourse”, en los que Stevens también describe al poeta asomado a su balcón: Dejad al poeta que en su balcón hable y los que duermen se despertarán y se moverán en su sueño, se despertarán y contemplarán la luna en el piso. (328)2
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216 : Gustavo Pérez Firmat La diferencia es que el poema de Lezama comienza donde el de Stevens termina. Acudiendo a la terminología de Harold Bloom, podríamos decir que Lezama acomete el tipo de reescritura o misreading que Bloom denomina Tessera, una revisión del original mediante la cual el “efebo” completa el poema del “precursor”. En este caso, el movimiento más allá del poema de Stevens es casi literal, ya que Lezama abandona el balcón y se dirige al “centro henchido” de la pradera, mientras que Stevens, inmóvil en su balcón, se limita a conjeturar sobre el posible “encantamiento” de la poesía: Esto puede ser bendición, sepulcro y epitafio. Puede, sin embargo, ser, un encantamiento definido por la luna —por mero ejemplo— opulentamente clara. (328)
Si hay “ansiedad” en la relación entre Lezama y Stevens, tendría que colocarse no en el efebo sino en el precursor. De ahí la vacilación de Stevens al describir la palabra del poeta, que podría ser “bendición, sepulcro y epitafio”, o podría ser, por el contrario, encantamiento lunar. En Lezama no hay titubeos: penetra en la pradera “ufano”, “despacioso”, y comunica lo que allí ve y oye: “ilustres restos, cien cabezas, cornetas, mil funciones”. De haber llegado a conocer The Anxiety of Influence, que se publicó tres años antes de su muerte, Lezama seguramente hubiera reaccionado de la manera en que reacciona en La expresión americana a T. S. Eliot, para quien el escritor moderno ha llegado demasiado tarde al banquete de la cultura occidental. A diferencia de Eliot, Lezama no se siente opacado o apocado por los precursores, esos “ilustres restos” que yacen “en mitad de cien caminos”, en la encrucijada que congrega los heterogéneos materiales que el poeta funde y transfigura. En este sentido Lezama se asemeja más a Emerson, que según Bloom nunca padeció la ansiedad de la influencia, que a Stevens, heredero ansioso de los grandes poetas de la lengua inglesa. No hay duda que el interés que “Discurso académico” ha despertado entre escritores cubanos como Mañach y Lezama proviene de la referencia a La Habana, ciudad que Stevens visitó brevemente en 1923. De acuerdo a la lectura convencional del poema, las dos primeras partes bosquejan un paisaje a la vez festivo y decadente que el título del poema induce a emparejar con la capital cubana: I Canarios en la mañana, orquestas en la tarde, globos por la noche. Al menos ya no se trata de ruiseñores, Jehovah y la gran serpiente marina. El aire
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La Habana de Wallace Stevens : 217 no es tan elemental ni ya la tierra tan cercana. Pero el sustento de los bosques no nos sostiene en las metrópolis. II Es la vida un casino en un parque. Los cisnes descansan sus picos en el suelo. Un viento desolado ha aterido a la Roja Fátima y en el frío se posa una gran decadencia.
Además del ambiente habanero, tal vez exista una razón más que explique el interés por el poema de Stevens, y más en concreto por qué Mañach decidió traducirlo. “Discurso académico en La Habana” aparece en Revista de Avance precedido por otro discurso académico, “Crisis de la ilusión”, un ensayo donde Mañach también se lamenta de una gran decadencia, la que resulta cuando “el hombre de la plaza y el del gabinete coinciden en la pérdida de la ilusión patriótica” (322). Sin ésta, “la temperatura cívica media decae” (322), metáfora que le hace eco a un verso del poema: “Y en el frío se posa una gran decadencia” (la correspondencia es aun más estrecha con el original: “And a grand decadence settles down like a cold”).3 No es inverosímil suponer que cuando Stevens, más adelante en el poema, describe Cuba como una “parodia de maní / para gente de maní” (“a peanut parody / For peanut people”), Mañach haya leído una alusión a la corrupción de la República, y que en el “Rey Maní” (“goober khan”) mencionado en el poema haya visto una caricatura de Gerardo Machado, que un año antes había extendido su mandato presidencial. Tampoco hubiera sido difícil trasladar a la vida nacional la crítica en el poema del “hombre político” y de los valores falsos que alberga “el pecho del burgués”. No quiero decir que Mañach haya creído que Stevens aludía al machadato, sino que el poema, fortuitamente, le “pegaba” a la actualidad cubana. Insertado en el contexto insular, “Discurso académico” se convertía en una reiteración del discurso de la frustración republicana (Rojas, “El discurso”), frustración expresada no sólo en el texto que precede el poema, sino en multitud de conferencias y ensayos de esos años, entre ellos La decadencia cubana (1924) de Fernando Ortiz, así como La crisis de la alta cultura en Cuba (1925) e Indagación del choteo (1928) del propio Mañach. El número siguiente de la Revista de avance, correspondiente a diciembre de 1929, incluiría otro apartado de este discurso: “Sobre la inquietud cubana”, de Juan Marinello. En estos diagnósticos de la crisis de la República la injerencia política y económica de los Estados Unidos desempeña un papel decisivo. Al colocar la traducción del poema norteamericano como apostilla a su ensayo, Mañach enfila “la poesía del imperio” contra el imperio. De este modo, el ejecutivo de la compañía de seguros de Hartford se suma (sin él saberlo, por supuesto) a la
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218 : Gustavo Pérez Firmat nómina de cubanos que, como Mañach y Marinello, denuncian la interferencia de los Estados Unidos en Cuba. Dos ligeras alteraciones en la traducción subrayan la lectura “cubana” del poema norteamericano. En el original, la frase que Mañach traduce como “gran decadencia” es “grand decadence”. La traducción no es inexacta, mas no capta la connotación de nobleza o elegancia en el calificativo “grand”, en particular porque Mañach se sirve del mismo adjetivo a propósito de la serpiente marina, que sí es materialmente “grande” (“great sea worm”). En Stevens, la grandeza se origina en la refinada atmósfera creada por los cisnes y por la estatua de Fátima.4 La decadencia cubana, sin embargo, es grande sin grandeza. Otro cambio: al verter al español el primer verso de la segunda sección Mañach omite una palabra. Stevens escribe: “Life is an old casino in a park”. Mañach traduce: “La vida es un casino en un parque”. Si al leer el poema en Hound & Horn Mañach asume que Stevens se refería al Gran Casino Nacional, el adjetivo estaba de más, sobre todo porque el Casino Nacional acababa de ser remozado. Y aunque Mañach no lo sabía, una carta de Stevens a su esposa escrita desde La Habana, citada con frecuencia por los estudiosos del poema, parece confirmar su hipótesis de lectura, ya que Stevens dice que esa noche iba a asistir al Casino, “one of the show places of the city” (Letters 235). Hasta aquí, dos de las lecturas cubanas del poema: la estética, de Lezama; la política, de Mañach. Pero tanto la una como la otra, en mi opinión, surgen de un malentendido. El que “Discurso académico” transcurra en La Habana no significa que Stevens discurra sobre La Habana. El poema no capta “la esencia” de la ciudad, como quería Rodríguez Feo, no porque la esencia sea inefable, aunque tal vez lo es, sino porque las esencias que Stevens persigue son otras. Ciertamente, La Habana incide en el poema, pero en menor grado de lo que se ha pensado. Su presencia, fugaz y accesoria, se reduce a un par de rasgos cuya función dentro del poema tiende a desvirtuar los vínculos con la ciudad donde Stevens disfrutó un fin de semana. En lo que toca a La Habana, podría aplicársele al “Discurso académico” el título de otro poema de Stevens: “Description without Place”. Volvamos a las dos primeras secciones del poema. La identificación del casino en el parque con el Casino habanero parece obvia, pero la dificultad no es sólo que el viejo casino no refleja el lujo del showplace habanero, el “Montecarlo de las Américas”, sino que sus alrededores —lagos con cisnes— tampoco son los del Casino Nacional, ubicado en la playa de Mariano. Es posible que el casino “stevensiano” tenga otro modelo. En Reading, Pennsylvania, donde Stevens nació y se crió, hubo un parque de diversiones llamado Carsonia Park, fundado en el 1894, cuando Stevens era adolescente. Carsonia Park contaba con un casino, un pabellón para funciones de orquestas, un tiovivo y otros entretenimientos para niños: o sea, los elementos que configuran la escena inicial del poema. Además, estaba junto a un lago, y en el lago, durante los años en
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La Habana de Wallace Stevens : 219 que Stevens lo hubiera visitado, había cisnes. Una breve nota aparecida el 10 de septiembre de 1897 en el periódico local, el Reading Eagle, informa: “The large swans which have been added to the attractions at Carsonia park have been greatly admired. They were imported from Germany and are very tame. The birds are the gift of Mr. and Mrs. Nathaniel Ferguson”.5 Si la escena inicial del poema se inspira en el parque de diversiones de Reading, ello explicaría la transición de la primera a la segunda sección. La primera dibuja un paisaje estival —Carsonia Park en verano—; la segunda, un paisaje invernal —Carsonia Park en invierno—. Por eso, los cisnes están abatidos, la Roja Fátima está aterida y la decadencia desciende como un frío. No es ésta, por cierto, la primera vez en la poesía de Stevens que unos cisnes moribundos anuncian la llegada del invierno. Lo mismo ocurre en “Invective against Swans”, un poema escrito dos años antes que “Discurso académico”, donde “la muerte del verano” produce el abatimiento de los cisnes de un parque (CPP 3). Tanto en un poema como en el otro la transición del verano al invierno es una metáfora del fracaso del mundo moderno, un tema recurrente en la poesía de Stevens: “Today is today and the dancing is done” (CPP 130). A diferencia de “Invective against Swans”, que no va más allá de la constatación del fracaso, en “Discurso Académico” el abatimiento de los cisnes prepara una nueva fase en el desarrollo expositivo del poema. Después de consignar la llegada del invierno, Stevens se evade del presente remontándose a un momento antes de la decadencia: III Los cisnes . . . Antes de que sus picos se abatieran sobre el suelo y antes que la crónica de afectados homenajes disimulase tantos libros, ellos vigilaron las pálidas aguas de los lagos y los doseles de islas que estaban unidas a aquel casino. Mucho antes que la lluvia arrasara sus ventanas de tabla y que las hojas llenasen sus incrustadas fuentes, ellos ataviaron los crepúsculos del mítico Rey Maní. Los siglos de excelencia por venir surgieron de la promesa y devinieron augurio de trombones flotantes en los árboles. La fatiga de pensar trajo un paz excéntrica para el ojo y tintineante para el oído. Ásperos tambores elevaron su ruido sin que la plebe se alarmara. Las indolentes progresiones de los cisnes hicieron que la tierra se ajustara; una parodia de maní para gente de maní. (326–327)
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220 : Gustavo Pérez Firmat Es aquí, con la referencia al Rey Maní, donde aparece Cuba por primera vez. En la misma carta en que Stevens menciona el Casino Nacional, describe sus impresiones de La Habana, una ciudad más grande y populosa de lo que había pensado. En particular queda sorprendido por la numerosa población china: “There are a good many Chinese here. They sell cakes, fish, etc. One came up to me with a big box swung over his shoulder and said ‘Hot Peanuts!’ That’s the life” (Letters 235). No está claro si la última frase —“That’s the life”— delata envidia del manisero o si, lo que es más probable, expresa el agrado del turista norteamericano que, como Stevens, no hablaba español. El modelo del “Rey Maní” sería, entonces, ese chino manisero que lo interpela en inglés. Años después Stevens añadiría que el “Rey Maní” ocupaba un quiosco: “a fantastic little building where they sell peanuts” (Ragg 44).6 Parece evidente, entonces, que al hablar de “una parodia de maní para gente de maní”, Stevens se inspira en su visita a La Habana. En el original, Rey Maní es “goober khan”: el orientalismo de “khan” remite al chino cubano, mientras que “goober” es sinónimo de maní en el dialecto del sur de los Estados Unidos (el vocablo, de origen bantú, fue introducido por esclavos africanos a principios del siglo XIX). Asimismo, “goober” es un apodo aplicado a los sureños de poca educación. El “goober khan” no sólo es el “kan” del maní sino un personaje rústico, inculto. Varios comentadores del poema también han vinculado al “goober khan” con el “Kubla Khan” de Coleridge (Ragg 44; Rehder 100; Voros 99). De ser así, el emperador mongol ocuparía un eslabón en una cadena homofónica más extensa, pues “Kubla Khan” a su vez sugiere “Cuba Khan” y “Cuba Khan” sugiere “Cubanacán”, el nombre indígena de la isla, que le hizo pensar a Colón que había arribado a las tierras del Gran Kan. Más de cuatro siglos después del Descubrimiento, el Gran Kan reencarna en un chino manisero que pregona en inglés.7 Puesto que el “mítico Rey Maní” —“mythy goober khan”— pertenece a una época previa a la gran decadencia, debería intervenir en el poema como una figura positiva, pero no es así. Lo “mythy” no es lo “mítico” (en inglés, “mythic” o “mythical”), como en la traducción de Mañach, sino lo seudomítico o casi-mítico, una falsificación o simulacro de lo mítico. Stevens emplea el mismo adjetivo en “Sunday Morning” cuando alude a la “mythy mind” de Júpiter (CPP 54). Aquí también el sufijo rebaja, ya que Júpiter, una deidad sin vigencia, no es mítico sino mitológico. El tono despreciativo de “mythy” se hace patente unos versos más adelante cuando Stevens introduce otra instancia de lo mítico: un “urgido, sabio, más sereno mito” posterior a la Edad del Maní. Lo mítico se distingue de lo “mythy” por su sabiduría y serenidad, ambos conceptos clave en la obra de Stevens. Este “más sereno mito” podría remitir —puesto que también pasa, como el Rey Maní— a un momento de esplendor que ha perecido; o podría ser la poesía misma, “la ficción suprema” de “Notes toward a Supreme Fiction”. Lo significativo es que ni el parque de diversio-
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La Habana de Wallace Stevens : 221 nes ni el imperio del Rey Maní satisfacen las “ideas de orden” de Stevens. El viejo casino está destartalado; la Edad del Maní, a más de pecar de inauténtica —“una parodia de maní para gente de maní”— instaura una paz espuria: “excéntrica para / el ojo y tintineante para el oído” (en el original “tintineo” es “tinkling”, que insinúa ejecutar mal una pieza musical). Ahora bien, el empleo de un término del argot sureño —“goober”— para describir a un manisero cubano insinúa que las referencias a La Habana participan de un contexto más amplio que el insular. Como se ha señalado repetidas veces, tanto Harmonium (1923) como Ideas of Order (1935) ofrecen abundantes ejemplos de tropicalismo, que en el caso de Stevens abarca regiones semitropicales como el Sur de los Estados Unidos, y en especial la Florida.8 El corpus tropicalista incluiría, entre otros poemas, “The Comedian as the Letter C”, “O Florida Venereal Soil”, “Fabliau of Florida”, “Nomad Exquisite”, “Hibiscus on the Sleeping Shores”, “Sea Surface Full of Clouds”, “A High Toned Old Christian Woman”, “Two Figures on a Dense Violet Night”, “Floral Decorations for Bananas”, “Farewell to Florida”, “The Idea of Order at Key West”, “Waving Adieu, Adieu, Adieu” y “Nudity in the Colonies”. Estos poemas conforman lo que Stevens en “A Word with José Rodríguez Feo” llama “that simplified geography” (CPP 293). En esta geografía imaginaria, La Habana es intercambiable con Cayo Hueso y Cuba es intercambiable con la Florida (o con África, como indica la etimología de “goober”). Es posible, inclusive, que Stevens haya empezado a escribir el poema antes de su Weekend in Havana en febrero de 1923. En una carta a Harriet Monroe de septiembre de 1922, Stevens explica que cuando regrese de sus vacaciones piensa escribir un poema largo: “When I get back from the South I expect to do some short poems and then to start again on a rather longish one” (Letters 230). El poema largo a que se refiere es “Discurso académico”, el único poema de cierta extensión que Stevens escribe después de “The Comedian as the Letter C” y antes de dejar de escribir poesía por varios años. En base a esto se ha propuesto, inclusive, que “Academic Discourse” es un “episodio suprimido” de “The Comedian as the Letter C”, ya que, a pesar de que el itinerario de Crispin incluye La Habana, no hay referencias concretas a Cuba en el poema (Longenbach 98). La conjetura no es sostenible, al menos en la forma en que Longenbach la propone, porque Stevens ya había terminado “The Comedian as Letter C” en el verano de 1922 y “Academic Discourse” indudablemente refleja el viaje a La Habana que ocurre varios meses después, en febrero de 1923. Más probable es que Stevens haya comenzado a escribir el poema antes del viaje a Cuba y que lo haya terminado después. Cuando dice en la carta a Monroe que piensa “empezar otra vez” (“start again”) un poema más largo, la afirmación podría significar dos cosas: o que piensa escribir otro poema al estilo de “The Comedian...”. o que ya había comenzado a escribir “Discurso académico”. Si el poema se empezó a escribir antes del encuentro con el chino manisero, o si ya
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222 : Gustavo Pérez Firmat estaba casi escrito, ello explicaría por qué La Habana figura de manera tan difusa en el poema. En otros poemas tropicalistas de Stevens, como los ambientados en Cayo Hueso, las descripciones del paisaje son mucho más concretas. Contestando una pregunta de Rodríguez Feo sobre “Attempt to Discover Life”, un poema en que se menciona a San Miguel de los Baños, Stevens responde: “the San Miguel of that poem is a spiritual not a physical place” (Coyle 91). La Habana de “Discurso académico”, otro de esos “lugares espirituales”, tiene tanto y tan poco que ver con la capital cubana como el San Miguel de los Baños de “Attempt to Discover Life” con los famosos manantiales. No nos debe sorprender, además, que al describir a un chino cubano Stevens aúne lo sureño (“goober”) con lo oriental (“khan”). Debido a la influencia de Orientalism de Edward Said, se ha tendido a definir el exotismo como una mirada de Occidente a Oriente. Sin embargo, tan generador de exotismo como el binomio Occidente-Oriente es el binomio Norte-Sur. El sujeto exotizante, ya sea inglés, alemán o norteamericano, mira hacia abajo. Como ya explicó Victor Segalen al principio del siglo pasado, todo exotismo es tropical. Por eso, añade Segalen, no hay tal cosa como un “exotismo ártico” (13).9 Antes de que Cuba tuviera una considerable población china, las referencias orientalistas ya abundaban. En uno de los libros más alucinantes jamás escritos sobre la isla, GanEden: Pictures of Cuba (1854), el periodista norteamericano William Henry Hurlbert comienza su relato comparando a Cuba con la India, como si Colón, en efecto, hubiera llegado a las tierras del Gran Kan: “Within three days’ sail of our southern ports, lie scenes than which India itself offers nothing more thoroughly strange to our eyes” (3). Esta correspondencia se elabora a lo largo de toda la narración: el castillo del Morro le recuerda el faro de Malta; la arquitectura de La Habana se asemeja a la de Bagdad; la Condesa de Merlín es “una entretenida Scheherazade cubana” (171); Cuba toda es una “bella Odalisca”, la “lujuriosa hija del Sur” (235). Para colmo, el epígrafe del libro proviene de una pieza teatral inglesa de corte orientalista, Noureddin and the Fair Persian: “The place was called Gan-Eden, the Garden of Delight; and it belonged to the Caliph Haroun-Al-Rasechid, who, when his heart was contracted, used to come to that garden and sit there; so his heart became dilated, and his anxiety ceased” (Hurlbert, i). Para Hurlbert, como para otros viajeros decimonónicos, viajar a La Habana significaba trocar longitud por latitud: “So it seems to me, that to have reached this stately panorama of Havana, we must have traversed many miles of longitude instead of a few degrees of latitude” (90). Las coordenadas habaneras de “Discurso académico” hacen del “mythy goober khan” un engendro moderno de este “orientalismo occidental”.10 Y, dicho sea de paso, Stevens coleccionaba chucherías chinas con el mismo afán con que le pedía a Rodríguez Feo noticias sobre Cuba.
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La Habana de Wallace Stevens : 223 Al igual que Cayo Hueso, La Habana de Stevens pertenece a uno de los polos en la oposición entre lo septentrional y lo tropical que recorre toda su obra. “The Comedian as the Letter C”, el poema de Harmonium escrito varios meses antes que “Discurso académico”, ilustra cómo Stevens formula y dirime la antinomia. En el poema Crispin, el alter-ego de Stevens, emprende un viaje al Nuevo Mundo. “Raro descubridor”, comparte la inicial de su nombre con El Descubridor; aficionado tanto a lo español como a lo oriental, viste una capa china y un sombrero español: “cloak / of China, cap of Spain” (CPP 22). Su itinerario: de Burdeos a Yucatán, de Yucatán a La Habana, de La Habana a las Carolinas. Al iniciar su viaje de descubrimiento, Crispin se fija en el contraste entre la civilización europea y la naturaleza americana. Una vez en el Caribe, lo que le llama la atención son las diferencias entre la América tropical y la norteña, diferencias que lo llevan a oscilar “up and down between two elements” (CPP 28). La estadía de Crispin en el trópico suscita imágenes de fecundidad y exuberancia, pero que le provocan malestar: That earth was like a jostling festival Of seeds grown too fat, too juicily opulent, Expanding in the gold’s maternal warmth. So much for that. (CPP 26)
El participio del primer verso insinúa el origen del malestar: el festival del trópico es “jostling”, desordenado, caótico. La disonancia aumenta con el verso que sigue: las semillas son “demasiado” gordas, “demasiado” opulentas. Poco importa que su germinación se deba al abrigo maternal de la tierra. Crispin se siente incómodo y desvía la mirada: “So much for that”. También se da cuenta de que la estética del trópico— “un barbarismo verde convertido en paradigma” [“Green barbarism turning paradigm”] (CPP 25)— requeriría un lenguaje desconocido para él: “a speech belched out of hoary darks / No way resembling his” (CPP 24). Como señala Helen Vendler en un trabajo fundamental, Stevens quisiera acogerse, asimilarse al trópico —pasearse por él ufano y despacioso, como Lezama por la oscura pradera (los “hoary darks” de “The Comedian”)—. Pero su temperamento, más afín al del hombre de nieve de otro célebre poema de Harmonium, “The Snow Man”, se lo impide (Vendler 52). Crispin concluye su periplo resignándose a una vida doméstica en el Norte, rodeado de esposa e hijas. Sólo allí, en el Norte, logra entablar una “gozoza relación” con su entorno: America was always north to him, A northern west or a western north, but north, And thereby polar, polar-purple, chilled [. . .]
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224 : Gustavo Pérez Firmat Perhaps the Artic moonlight really gave The liaison, the blissful liaison, Between himself and his environment. (CPP 27–28)
De esta oposición entre Norte y Sur en la geografía personal de Stevens se deriva el “maní-queísmo” de “Discurso académico”. Si el hombre de nieve de “Snow Man” es una personificación de lo nórdico, el “goober khan” lo es de lo tropical. Y si el Norte representa el presente, la contemporaneidad, el Sur representa un mundo no sólo más primitivo sino más antiguo. El enigma del Rey Maní y su séquito surge de este retroceso. Stevens presenta el “aquí y ahora” habanero como un “ayer y allá”. En uno de los aforismos recogidos en “Materia Poetica”, Stevens enuncia uno de los postulados de la literatura exoticista: “A journey in space equals a journey in time” (CPP 918). Y esto es lo que sucede cuando Stevens desplaza su mirada de Carsonia Park a La Habana, de los cisnes abatidos a la gente de maní. Mirar hacia abajo es mirar hacia atrás. La actualidad es el viejo casino (no hay contradicción: la antigüedad del casino refleja la obsolescencia de las creencias tradicionales). Pero la gente de maní existe antes que los cisnes, antes que el parque de diversiones, antes de que la historia se encerrara en libros. Esta fantasía de una Cuba remota y anacrónica persistirá: años después, Stevens le pide a Rodríguez Feo fotografías del “paraíso” donde vive y ordena que no le hable de literatura sino del mulo Pompilio (Coyle 179). Y sin embargo, nada más ajeno a Stevens que la “curiosidad barroca” del sujeto metafórico lezamiano. A diferencia de éste, Stevens no asimila, destila; no suma, sustrae. Tanto Stevens como Lezama sostienen que la poesía constituye una segunda naturaleza. Stevens: “The poem is a nature created by the poet” (CPP 905). Lezama: “Hay inclusive como la obligación de devolver la naturaleza perdida. De fabricar naturaleza, no de recibirla como algo dado” (Tratados en La Habana 145). Pero conciben esta segunda naturaleza de manera antitética. Mientras que la de Lezama se define por la sobreabundancia, la inclusividad, la de Stevens se funda en la selección. El “no rechazar teresiano” que nutre la escritura del cubano está reñido con el temperamento ascético, renuente al exceso, de Stevens. Suya es la “mentalidad invernal” (“the mind of winter”) del hombre de nieve que contempla impasiblemente la escarcha y el hielo. El trópico nunca desaparecerá de la poesía del autor de “A Farewell to Florida”, pero a medida que pasan los años, y en particular a partir de 1940, cuando Stevens va a la Florida por última vez, cambiará de aspecto. Tocado por el hielo, se volatiliza, se torna incorpóreo. Dejará de ser la “panoplia abigarrada y turbulenta” de “The Comedian” (CPP 24) para convertirse en esencia, en una “idea de orden” congruente con la poética de Stevens. Uno de sus últi-
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La Habana de Wallace Stevens : 225 mos y más bellos poemas, “Of Mere Being”, esboza esta actualizada y, para él, definitiva imagen del trópico: The palm at the end of the mind, Beyond the last thought, rises In the bronze decor, A gold-feathered bird Sings in the palm, without human meaning, Without human suffering, a foreign song. You know then that it is not the reason That makes us happy or unhappy. The bird sings. Its feathers shine. The palm stands on the edge of space. The wind moves slowly in the branches. The bird’s fire-fangled feathers dangle down. (CPP 476–477)
El poema abre y cierra con la palma, icono por excelencia del trópico, y con un pájaro con plumaje dorado que podría recordarnos los canarios de “Academic Discourse”. El que la palma esté situada “on the edge of space” concuerda con el excentricismo del trópico visto desde el Norte (la paz del imperio del Rey Maní también es “excéntrica”); el que el deleite que ofrece no sea racional, con el cliché del trópico como reino de los instintos. Pero a diferencia de los momentos tropicalistas en “Discurso académico” o “The Comedian as Letter C”, esta palma existe “at the end of the mind”. Es una palma mental, o quizás meta-mental, ya que está más allá de lo racional (“without human meaning”) y de los sentidos (“without human feeling”). Difiere, por lo tanto, de las palmas que recurren en los poemas de Harmonium. En “The Comedian” Crispin repara en el “salvajismo de las palmas” (“savagery of palms”) (CPP 25). En “Nomad Exquisite”, el amanecer en la Florida propicia una visión de palmas y enredaderas “rabiando por la vida”: “the immense dew of Florida / Brings forth / The big-finned palm / And green vine angering for life” (CPP 77). En “Architecture”, “a gorgeous palm / Shall tuft the commonplace” (CPP 67). Estas palmas poseen una materialidad ausente en la palma que es “mero [o “puro”] ser”, o sea, que posee la modalidad de existencia de los objetos poéticos. Más afín a la palma de “Of Mere Being” es la que aparece en otro poema tardío, “Description without Place”, incluido en Transport to Summer (1947): “a palm that rises up beyond the sea, / a little different from reality” (CPP 300). Este proceso de desrealización no significa, sin embargo, que el trópico
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226 : Gustavo Pérez Firmat pierde su extrañeza. El canto del pájaro sigue siendo “foráneo”. Sus plumas se asemejan a colmillos de fuego: “fire-fangled feathers”. La pregunta: ¿hacia dónde apunta esta extrañeza? ¿Dónde se ubica el “allende el mar” de “Description Without Place”? Una respuesta posible: se ubica en el trópico de habla española, en Cuba. En uno de sus versos más citados, Stevens acude a un hispanismo para nombrar la poesía: “I call you by name, my green, my fluent mundo” (CPP 351). Este mundo remite al trópico abstracto, esencializado, de “Of Mere Being”. Desechado el barbarismo verde que agobia a Crispin, Stevens lo sustituye con un verdor sin barbarismo, la diáfana pradera de su hábitat poético. El posesivo “my” es clave: la poesía instaura un realidad aparte, otro mundo, pero creado por el poeta. La pegajosa aliteración de “my . . . my . . . mundo” sella la continuidad entre creador y creación. Si el mundo es otro, su autor es él mismo. Y el calificativo “fluent”, que se usa mayormente en un contexto lingüístico, confirma la condición discursiva de su mundo. La trayectoria de Stevens —del interés en lo concreto de Harmonium a la abstracción de su obra posterior— se podría trazar rastreando las mutaciones de la instancia tropicalista en sus poemas. Al igual que en “Of Mere Being”, en “Discurso académico” el referente fundamental es la poesía, y no La Habana o Reading. En las tres primeras secciones del poema Stevens postula la inviabilidad del Norte y del Sur para abrirle paso a una tercera opción, elaborada en la cuarta y última parte del poema, donde encontramos al poeta en su balcón. Esta opción es la poesía, un “mundo” que existe más allá, o más acá, del fluir temporal: ente y no antes, diría Lezama. Estemos de acuerdo o no con la afirmación de Stevens que “la teoría de la poesía” es “la teoría de la vida” (CPP 415), el situar el balcón en La Habana aporta un indicio más del sesgo hispanizante de su imaginación poética: “the mundo of the imagination” (CPP 679). Ese balcón es un mirador desde el cual el poeta avizora las palmas al final de la mente. Pero nada tiene que ver el mundo del balcón con el mundillo habanero evocado en la “parodia de maní para gente de maní”. Este es una caricatura intrascendente; aquél revela la notable huella que dejó en Stevens su real y virtual contacto con Cuba. Epílogo en forma de cucurucho En 1927, cuatro años después de que Stevens termina “Discurso académico”, Moisés Simons, inspirado por el pregón de otro “goober khan”, compone “El manisero”, la canción que inicia la moda de la música cubana en los Estados Unidos. En abril de 1930, en el teatro Palace de Nueva York, la orquesta de Don Azpiazu estrena el son en Estados Unidos. Poco después Azpiazu lo graba y “El manisero” se convierte en un éxito en todo el país. Se venden millares de discos y más de un millón de ejemplares de la partitura, traducida al inglés como “The Peanut Vendor” por Marion Sunshine, la cuñada de Azpiazu. En
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La Habana de Wallace Stevens : 227 abril de 1931, la revista Time dejaba constancia del fenómeno en un artículo titulado “Cuban Invasion”, donde describe el ritmo “caliente” de “El manisero” como una mezcla de “jig” y “tango”. El son de Simons es el tema de la primera película musical de asunto cubano, The Cuban Love Song (1931), donde figura, inexplicablemente, como la “canción de amor” del título. Tal era la popularidad de “El manisero” que hasta le sale una hija, “The Peanut Vendor’s Daughter”, cuya letra también fue escrita por Marion Sunshine. Cuando en 1935 Stevens publica Ideas of Order en una edición limitada, y un año más tarde en una edición comercial, los lectores del poemario, al toparse con “Academic Discourse at Havana”, bien podrían haber pensado que la “parodia de maní para gente de maní”, acompañada en el poema por el sonido de tambores y trombones, aludían al famoso manisero de Simons. Para alentar la suposición estaba el nombre de la orquesta de Don Azpiazu: “Havana Casino”, que no tenía nada que ver con el viejo casino en el parque, aunque sí con el Casino Nacional, de cuya orquesta Azpiazu había sido director. Es incluso posible que Stevens haya escuchado la orquesta de Azpiazu durante su visita al Casino habanero en 1923. En el poema Stevens pregunta si la función del poeta en Cuba es “mero sonido . . . para rellenar el oído”. Me complace pensar que los lectores de Ideas of order, al leer esta frase, se pusieran a tararear “El manisero” —un ejemplo de lo que Lezama, en La expresión americana, llamaría “causalidad retrospectiva”. N O TA S 1. La traducción de “Academic Discourse at Havana” no está firmada, pero está basada en la versión del poema que apareció en Hound & Horn (octubre-diciembre 1929), una revista editada en Harvard, la universidad a la que Mañach había asistido. Ello, además de otrás razones que aduciré más adelante, hacen probable que haya sido Mañach el traductor. Sobre la autoría de Mañach, ver también Rojas, “Dos Havardians en La Habana”. El poema de Stevens ya había aparecido en 1923 en la revista Broom (vol. 5, núm. 4), pero con un título distinto: “Academic Discourse in a Cantina at Havana”. La única diferencia entre las dos versiones es el título. Quisiera agradecer a Jorge Olivares y a José Prats Sariol su lectura del borrador de este ensayo. 2. Cito el poema, aquí y en lo adelante, por la traducción que apareció en Revista de Avance (326–328). 3. Las citas en inglés de la poesía de Stevens remiten a Collected Poetry and Prose (en adelante CPP). “Academic Discourse at Havana” ocupa las páginas 115 a 117. 4. Según Stevens, Fátima, una de las hijas de Mahoma, está en el poema como símbolo de una mujer bella. Originalmente había nombrado a Elena de Troya, pero le pareció demasiado trillada la imagen. Un rastro de la elección original se haya en la referencia más adelante en el poema a una mujer “para quien se alzan las torres” (327). Sobre la sustitución de Helena por Fátima, ver Brazeau (210). En la traducción el nombre aparece sin acento (“Fatima”), tal vez para evitar confusión con Nuestra Señora de Fátima. 5. Lombardi ofrece una descripción de Carsonia Park y de su posible relación con el casino de “Discurso académico”. La información sobre los cisnes del parque se la agradezco a Google. A pesar de que Lombardi ofrece argumentos, en mi opinión concluyentes, sobre el trasfondo biográ-
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228 : Gustavo Pérez Firmat fico de “Discurso académico”, la idea de que la escena inicial de “Discurso académico” describe La Habana sigue arraigada en los comentarios sobre el poema (ver, por ejemplo, la reciente lectura de Ragg [39–50]). 6. Stevens no fue el único en registrar el efecto que tenían los maniseros en los turistas. Un año antes de la publicación del poema en Revista de Avance, Benito Rivadulla Pascual se lamentaba de que los norteamericanos que visitaban la isla se formaran una idea equivocada de Cuba por la multitud de vendedores de maní, quienes creaban la impresión de que La Habana no era una ciudad moderna y refinada (citado en Pérez 215). 7. En su reciente traducción del poema, Enrico Santí acertadamente traduce “goober Khan” como “Cubanacán” (Santí). 8. Sobre el tropicalismo referido al Sur de los Estados Unidos, ver Lowe y Greeson. Sobre el exotismo en la obra de Stevens, ver Matterson y Rieke. 9. Arnold, Littlewood y Sheller (“Natural Hedonism”) han estudiado la relación entre exotismo y tropicalismo. 10. Sobre el orientalismo caribeño, ver Sheller (Consuming the Caribbean), Wahab y Pérez Firmat.
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R A FA E L E . TA R R A G Ó
Fitzhugh Lee, U.S. Consul in Havana from 1896 to 1898: An Ally of the Cubans? A B S T R AC T General Fitzhugh Lee, U.S. consul general at Havana from 1896 to 1898, has been considered by some as an ally of the Cubans who sought the independence of Cuba from Spain. This article, based on primary sources, analyzes the behavior of General Lee during his tenure as U.S. consul general at Havana, and the duration of his commission in the U.S. Army during the American military occupation of Cuba after the War of 1898, from December 1898 to November 1900. The author notes the difference between what Lee said to his superiors in Washington about Cuban incapacity for self-government and his encouragement of Cuban separatists to struggle for their independence from Spain, challenging the accuracy of what Lee reported to Washington and his being truly an ally of the Cubans pursuing the independence of Cuba.
RESUMEN El General Fitzhugh Lee, cónsul general de los Estados Unidos de América en La Habana de 1896 a 1898, ha sido considerado un aliado de los cubanos que buscaban la independencia de Cuba de España. Este artículo, basado en fuentes documentales, analiza la conducta del General Lee en Cuba durante su gestión como cónsul en La Habana, y durante su comisión en el ejército de ocupación de los Estados Unidos en Cuba desde diciembre de 1898 hasta noviembre de 1900. El autor nota la diferencia entre lo que Lee decía a sus superiores en Washington sobre la incapacidad de los cubanos para gobernarse y sus animadoras expresiones de apoyo a los cubanos que luchaban por la independencia de Cuba. Sus conclusiones cuestionan la aceptación como verdad infalible y sin reserva de los reportes de Lee a Washington y que éste era aliado de los cubanos que buscaban la independencia de Cuba.
The U.S. consul general in Havana from 1896 to 1898, General Fitzhugh Lee, is not a historical figure familiar to many Cubans today. Today few Cuban historians mention him, and most historians of Cuba outside the island do not say much about him either. In a recent analysis of the Cuban War of Independence of 1895, which preceded the war of the United States with Spain in 1898, John Lawrence Tone refers briefly to Lee as “one of the Cubans’ most important allies.”1 Historians of the United States writing about the war with Spain in 1898 mention him quite often.2
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234 : Rafael E. Tarragó I have been able to identify three biographies of General Fitzhugh Lee written by North Americans. These biographies do not present him as someone who had a high opinion of Cubans or favorable to the absolute independence of Cuba. James L. Nichols says in his biography of Lee that the consul general predicted in 1898 that when the Cubans became independent from Spain, their effort at self-government would fail, because “the Cubans are not capable of self-government, and this generation will never be able to take care of themselves.”3 Edward Longacre says in his biography of Lee that in 1898—during the military occupation of Cuba by the United States—Lee had advised giving self-government to Cubans in order to honor the word pledged by U.S. Congress to not annex Cuba, but that Lee believed that at some future date the United States would annex Cuba, if only because of the countries’ mutual economic interests.4 Harry Warren Readnour says that Lee had little hope that the Cubans would be very successful in self-government, and that after their failure they would join the United States.5 Gerald G. Eggert, in his article about Lee in Cuba, “Our Man in Havana: Fitzhugh Lee,” published in Hispanic American Historical Review in November 1967, quotes Lee advising President Cleveland in 1897 to act in Cuba like President Jackson had treated the Texas question in 1836.6 In the 1930s two prominent Cuban historians wrote extensively about the activities of General Fitzhugh Lee in Cuba. Ramiro Guerra Sánchez, in his La expansión territorial de los Estados Unidos a expensas de España y de los países hispanoamericanos, shows the influence that Lee’s alarmist reports of mutinies in Havana on January 12, 1898, had in the sending of the USS Maine to Cuba, and in the decision of President McKinley to declare that the Cuban autonomous government established in Cuba on January 1, 1898, had failed.7 Herminio Portell Vilá, in his Historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España, writes of Lee as someone favorable to Cuba’s independence of Spain and to the annexation of the island to the United States, once its separation from Spain had been accomplished.8 It seems, however, that some Cubans who met Lee considered him to be their ally, because on November 24, 1900, the Cubans assembled at Havana to draft a constitution for the Republic of Cuba took time away from this endeavor to draft and present a resolution honoring him for being the loyal friend of the Cubans.9 This article is based on the analysis of the reports of Lee to his superiors in the State Department, in his private correspondence with Richard Olney (secretary of state under the administration of President Cleveland) and Daniel S. Lamont (secretary of defense under the same administration), and in the correspondence of the delegation of the Cuban Revolutionary Party in the United States. In the course of my research I have found that Fitzhugh Lee was not an ally of the Cubans—if by ally one means someone who favored and advocated the total independence of the island—because he favored expelling Spain
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from Cuba but in order to bring about the gradual annexation of the island to the United States. These aims required discrediting the viability of the Cuban autonomous government established in Cuba in January 1898 and provoking a conflict between the United States and Spain. One can argue that Lee encouraged those Cubans fighting for Cuba’s independence from Spain to continue their struggle and not to compromise with their mother country and the Cubans loyal to it, because that course of action would lead them to welcome the intervention of the United States that he wanted to take place, as they did in 1898. It is likely that the resolution of the Cuban Constitutional Assembly in 1900 to honor General Fitzhugh Lee as a loyal friend of the Cubans was based on perceptions held by some of its members because of what he had told Cuban separatists with whom he had contact during his tenure as consul of the United States in Havana, as well as his public condemnation of those they perceived as common enemies, such as General Valeriano Weyler or the Cuban autonomous government. They were not aware of what he said about Cuban incapacity for self-government in his reports to his superiors in Washington or in his private correspondence with Olney and Lamont. Lee’s correspondence with Olney and Lamont illuminates his deception of Cuban separatists, because in it he does not show support for the complete independence of Cuba, for which he had encouraged them to struggle. The duplicity shown by Lee in this correspondence has made me wonder about the reliability of his reports to his supervisors in the State Department concerning the failure of the Cuban home-rule government, as well as that of his testimony before the U.S. Senate Committee on Foreign Relations in April 1898 and what he wrote about Cuba in an article published by two American magazines in June of that same year. Fitzhugh Lee was a man of his times. In the 1880s a nativist movement developed in the United States that attributed the economic and military successes of this country—as well as the soundness of its political institutions—to what its adherents called the “Anglo-Saxon race” (defined as the northern European ethnic groups that first settled the English colonies of North America: English, Scottish, Scots-Irish, Germans, Scandinavians, and Dutch).10 Their glorification of the English and other Anglo-Saxon peoples went hand in hand with disdain of southern Europeans. Just as the racialist theories of AngloSaxonism began to be taught by historians at Harvard and Columbia in the 1880s, a book was published in the United States that excited expansionist ambitions among educated elites in the Eastern Seaboard to a level comparable to that of the theory of manifest destiny in the South during the 1840s and 1850s. In 1890, retired U.S. Navy Captain Alfred Thayer Mahan published The Influence of Sea Power upon History, a book that became a best seller because of its conclusions: a suggestion to the United States about what its future course should be concerning armament and foreign policy.11 Several months after the publication of that book, in December 1890, Mahan published an
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236 : Rafael E. Tarragó article in the influential magazine Atlantic Monthly that left no doubt about his message to the governmental and the financial leaders of the United States. In “The United States Looking Onward,” Mahan foresees that world trade routes were going to change dramatically once the canal across Panama that was being dug at the time were completed, and he warns the United States of the importance for its interests of islands in the Caribbean held by weak or unstable states.12 Prominent Americans like U.S. Senator Henry Cabot Lodge and Theodore Roosevelt studied at Harvard, where they were influenced by Anglo-Saxonist historians, and in 1890 they became enthralled by Mahan and his theories on sea power, embracing his suggestion about the importance for the United States of constructing a big navy and expanding overseas.13 There is an extensive bibliography about the interest in acquiring Cuba of various groups in the United States from the 1840s to 1898, ranging from the proposal for the purchase of the island from Spain in 1855 by Pierre Soulé to the war with Spain in 1898.14 Cubans who considered being part of the United States as in the best interest of Cuba participated in those projects, as documented by José Ignacio Rodríguez in his history of the idea of the annexation of Cuba to the United States.15 Fitzhugh Lee Goes to Havana Fitzhugh Lee was born on November 19, 1835, in Clermont, Virginia, into an illustrious Southern family (he was a nephew of the leading Confederate general Robert E. Lee). Like other young men of his class in his state, he attended West Point, where he excelled in sports and showed himself a leader.16 At the outbreak of the American Civil War in 1861, Fitzhugh Lee joined the Confederate Army and distinguished himself as an officer. After the defeat of the Confederacy he returned to civilian life and tried to become a farmer.17 After the federal government of the United States in 1884 abandoned the reconstruction of the states that had formed the Southern Confederacy, Southern men from illustrious families reentered political life. Fitzhugh Lee joined the Democratic Party, and as a Democrat he was elected governor of Virginia in 1886.18 Lee’s career as a politician did not last long; he was not reelected in 1890. But during his years as governor he became a champion of interstate harmony and reconciliation, which may have endeared him to the national leadership of the Democratic Party. Lee had never traveled outside the United States, and he could not understand, read, or speak Spanish; nevertheless, in April 1896, President Grover Cleveland appointed him consul general of the United States at Havana.19 It seems that this was a political appointment in as much as it may have been made because Lee was a supporter of Cleveland among Virginia Democrats, and President Cleveland wanted in Havana someone he trusted to inform him about what was really happening in Cuba.20 The political aspect of
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Lee’s appointment may have been a reason Cleveland did not recall him once he became disappointed with his performance. To have recalled Lee risked offending him and the Southern Democrats whom Cleveland wanted to attract, as well as derailing the reconciliation effort that motivated his appointment. In February 1895 Cubans seeking Cuba’s independence from Spain had risen up in arms, and by the middle of 1896 they were still battling the colonial armed forces of Spain on the island. Although the February 1895 uprising began in Cuba, it was organized in the United States, and the command for its initiation was given from the United States by the journalist and poet José Martí, a resident of New York City since 1880. Three months after the beginning of the uprising, Martí landed in Cuba, and on May 5, 1895, he gave an interview and wrote a letter to the New York Herald in which he presented the reasons for a Cuban war of independence, expressing his hope that the Cuban cause would be supported by the freedom-loving people of the United States, and pointing out that, once independent from Spain, Cuba would be opened to exports and investment from its northern neighbor.21 In 1891 José Martí had founded the Cuban Revolutionary Party, a group that brought together all Cubans in the United States who wanted Cuba independent from Spain. From 1891 to 1894, Martí was elected annually delegado (president) of the Cuban Revolutionary Party, a position that he held when he left the United States to go to wage war in Cuba in 1895. Before leaving the United States in February of that year, however, Martí entrusted his friends Tomás Estrada Palma and Gonzalo de Quesada with the direction of the party in the United States, and after Martí was killed in Cuba on May 19, 1895, Estrada Palma was named delegado of the Cuban Revolutionary Party by the civil government of the Cuban Republic in Arms. Estrada Palma and Quesada opened party offices in New York City and in Washington, DC, from where they collected funds to send weapons and supplies to the separatist rebels in Cuba, and lobbied U.S. congressmen to take positions favorable to the insurrection, such as officially recognizing the civil government of the Cuban Republic in Arms and granting the status of “belligerency” to the Cuban Liberation Army.22 Because Spanish colonial authorities in Cuba did not allow reporters into the hinterland of the island, American reporters at Havana and other Cuban cities depended on Cuban insurgent sources for reports on what was happening with the rebellion. In New York City the delegation of the Cuban Revolutionary Party, which came to be known as the Cuban Junta, handed out press releases to reporters that allegedly gave the true story of what was happening in Cuba.23 The news reports distributed by the Cuban Junta were highly favorable to the Cuban separatist cause. What Martí did not tell the New York Herald on May 5, 1895, was that at that time there was a strong home-rule movement in Cuba, weary of a struggle for Cuban independence, because of the fragmented nature of Cuban society— Spanish-born, Cuban-born white, Cuban-born citizens of African ancestry, and
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238 : Rafael E. Tarragó recently freed Africans—and of the possibility that a war in Cuba would provoke armed intervention of the United States in Cuba. A reform program presented early in 1895 before the Spanish parliament (Cortes) by the Cuban-born Spanish minister of overseas provinces (ministro de ultramar) Buenaventura Abarzuza, and approved on February 13 of that year by the Spanish parliament, was thwarted by the uprising of February 24, used by the conservative government that came to power in Madrid shortly thereafter as a reason not to implement those reforms “until peace had been restored.”24 Although some Cubans who had favored home rule embraced the separatist cause after the February 1895 uprising, most rejected it. In April 1895 a group of prominent members of the Cuban home-rule party signed a manifesto condemning the uprising as the work of Cubans settled abroad for a long time, and so ignorant of what had been happening in the island for many years.25 In September 1895 Rafael Montoro, one of the leaders of the Cuban home-rule party, while on private business in New York City, gave an interview to the New York Times in which he stated that the Cuban uprising of February 24 had been planned outside Cuba, and that most Cubans in the island did not want to break away from Spain or to be annexed to the United States.26 After the death of José Martí in Cuba on May 19, 1895, the insurgent generals Máximo Gómez and Antonio Maceo implemented a scorched-earth strategy meant to provoke the withdrawal of support for the Spanish monarchy in Cuba and to deprive the royal government of revenue from Cuban exports.27 The Spanish governor-general Arsenio Martínez Campos resigned after the troops that he led were surprised by the Afro-Cuban general Antonio Maceo at Peralejo. He recommended as his successor general Valeriano Weyler, whom he described as the only officer in the Spanish army capable of dealing in kind with the brutality of the Cuban insurgent generals. General Martínez Campos left Cuba, and General Weyler arrived as governor-general of the island in February 1896. After Weyler’s arrival in Cuba, violence escalated on account of his adopting the scorched-earth methods of the insurgents, which forced the rural population to relocate into cities and villages. Contrary to common opinion, General Weyler did not set up concentration camps like those established by the English in South Africa during the Boer War of 1900–1902, or by the United States in the Philippines during the Philippine-American War of 1898–1902. Nevertheless, the suffering brought about by his policy of reconcentración (the forced relocation of the rural population of Cuba into fortified towns) without the material resources to feed and shelter them, and the deaths caused by hunger and disease resulting from it, were devastating.28 The withholding of the implementation of the Abarzuza reforms by the Madrid government disillusioned many Cuban loyalists, and the implementation of Weyler’s repressive policies made many of them switch to the separatist cause.29 General Weyler’s policies were successful as far as they broke the insurgent hold on western
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Cuba and began a slow repulsion eastward of the Cuban Liberation Army in the middle of 1896, which was consolidated after the death of the Afro-Cuban general Antonio Maceo on December 7 of that year, although insurgent bands without the strength to burn towns continued roaming the countryside in western Cuba.30 But while effective militarily, General Weyler’s repressive methods to end the rebellion in Cuba made the Spanish royal government odious to those who suffered from them and provided the insurgents with sympathizers inside and outside Cuba, oblivious of or ignoring the fact that the insurgents in Cuba had started the scorched-earth tactics that they criticized when practiced by the Spanish general. Before war broke out in Cuba in 1895, the U.S. government had had a longstanding interest in the island because of its strategic position at the entrance of the Gulf of Mexico and its proximity to Florida. By the 1890s trade relations between the United States and Cuba had become important, as consumers and industrialists in the former began to rely on the importation of Cuban sugar and on Cuban demand for American manufactures and agricultural products, such as wheat flour (wheat bread being a staple of the Cuban diet since its conquest by the Spaniards in 1512, and wheat not growing easily in the island). The Spanish government addressed this situation, and the demands of socioeconomic groups in Cuba of various political persuasions organized into a quasi political movement called Movimiento Económico, signing an agreement with the U.S. government in 1891, the Foster-Canovas Treaty. This treaty facilitated the entry into Cuba of American manufactured goods and agricultural products, and in reciprocity allowed the entry into the United States of tobacco leaf and raw sugar from Cuba.31 The scorched-earth policy of the Cuban insurgents in 1895 upset the tobacco leaf and raw sugar supply of American manufactures of cigars and refined sugar, and the violence against civilians intrinsic to Weyler’s policy of forced relocation of the rural population provoked strong criticism in the United States against the brutality of the Spanish government. By early 1896 President Grover Cleveland and his secretary of state Richard Olney began to consider mediating between the Spanish government and the Cuban insurgents. Confronted with the conflicting information being received about Cuba in the United States—the reports of Cuban insurgent victories printed in the press releases issued by the Cuban Junta in New York City and the declarations of Cuban loyalists such as Rafael Montoro and of Spanish officials such as Spain’s minister (ambassador) in Washington, DC, Manuel Dupuy de Lôme questioning the imminent separatist triumph announced by the Cuban Junta—President Cleveland decided to send to Cuba General Fitzhugh Lee, a man with military background, to observe the situation on the island and report to him and to his secretary of state what he saw. Unfortunately for the success of Cleveland’s aims, although Lee had military experience as a former Confederate Army officer, he spoke no Spanish, knew little about Cuba or
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240 : Rafael E. Tarragó Spain, and had never before held a diplomatic assignment.32 These handicaps alone would have prevented Lee from undertaking the thorough investigation of what was happening in Cuba that President Cleveland claimed to want him to undertake, but in addition to his ignorance about Cuba and Spain, Lee had strong predetermined opinions about Cuba and Spain, which tainted the reports from secondhand sources that he sent to his superiors. In one of his early reports to Secretary of State Olney, a letter of June 24, 1898, Lee included observations that he had made inspecting the military defenses of Havana and Havana harbor and expressed his belief of an easy conquest of that city if the United States considered it in its interest to intervene militarily in Cuba.33 In this report he also informed Olney that his office was daily crowded with American citizens, principally Cubans.34 Shortly after, he wrote to Olney that the United States ought to intervene in Cuba, purchasing the island or fighting a successful war.35 His reports were strong in opinion—Spaniards opposed reforms, Cubans did not want reforms but independence, and the home-rule party was formed by four people in Havana—and although he claims to have conducted extensive interviews with Spanish officials and representatives of the insurgents about the aims, intentions, and political and military tactics of both forces, his commentaries are usually general statements. Given Lee’s linguistic limitations, it is probable that most of his sources were selfselected, in that they must have come from the minority of English-speaking Spaniards and Cubans in Havana whom it was possible to assume had business or trade interests with the United States. Secretary of State Olney commented to that effect in his reply of June 29, 1896, to one of Lee’s reports: “I observe that you have hardly been out of Havana, and I presume the interior continues closed to you . . . so your knowledge of affairs must be derived second hand.”36 Enclosed in a letter of June 24, 1896, Lee sent to Olney a signed manifesto of rejection of the administration of General Weyler by Cubans of several political affiliations, among them some affiliated with the Cuban home-rule party.37 Reading the correspondence of the Cuban Revolutionary Party in New York City, one finds a letter of June 23, 1896, from Andrés Gómez to Tomás Estrada Palma, telling him how he had drafted a manifesto for Fitzhugh Lee stating that Cubans would not accept a proposal of home rule under Spain and how he had convinced Cubans not in favor of the separation of Cuba from Spain to sign it by using ambiguous phrasing in his document. Thus, it seems that the one detailed report about the political views of Cubans from Lee, who was supposed to be President Cleveland’s impartial observer in Cuba, was based on a document prepared by a Cuban separatist attached to him with the intention of making him favorable to his cause. In this letter to Estrada Palma, Andrés Gómez assures him that Consul Lee was on the side of the Cuban separatists from the day of his arrival in Havana, and that separatists were his constant
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companions. Gómez’s letter is a reply to a letter from Estrada Palma dated June 13, 1896, in which the latter tells him that the new American consul could favor the separatist cause by sending to his superiors in Washington, DC (State Department) reports favorable to their cause and recommending to provide him with news that would present the separatists as the winning side in the war in Cuba, and the colonial authorities in the island as their cruel oppressors. Estrada Palma reiterates in this letter that the influence that separatists might have in Lee would be very valuable to their cause: “El general Fitzhugh Lee, cónsul general de los Estados Unidos en La Habana puede con sus informes apresurar una decisión favorable a nosotros por parte del presidente Cleveland. Importa, pues, que se le faciliten las noticias de hechos positivos que puedan demostrarle el estado de la guerra por nuestra parte y la manera inhumana y cruel con que la hacen los españoles. La influencia que se ejerza en el general Lee, procediendo con moderación y acierto puede ser muy valiosa a los intereses de Cuba en estos momentos críticos.”38 President Cleveland and his secretary of state Richard Olney wanted to restore peace in Cuba and thought this could be possible if Spain granted home rule to the Cubans. Although the Abarzuza reforms mentioned earlier were not a home-rule charter, they were a concession to a strong home-rule movement in Cuba led by the Cuban Partido Liberal Autonomista, founded in 1878 after the end of the Ten Years’ War of Cuban independence begun in 1868. That war ended only because Spain gave Cubans political representation in the Spanish parliament. Political representation brought to Cuba between 1878 and 1895 the formation of political parties and the development of party politics in the island. The political spectrum in Cuba was more complex than the Cubans-Spaniards dichotomy reported by Lee, because Cuban society was not so clearly divided. Most white families in Cuba included individuals born in Spain related to them by marriage, like that of José Martí, whose father was a Spaniard from Valencia and whose mother was a Spaniard from the Canary Islands.39 Multiracial families in Cuba included Spaniards too. The father of the prominent Afro-Cuban journalist Martín Morúa Delgado was a Spaniard from the Basque country who married a woman from Africa.40 Luis Miguel García Mora documented that by 1894 the Partido Liberal Autonomista was the Cuban Party in Cuba in the broadest sense of the word, because it included Cubans of all economic and ethnic sectors.41 Cubans of African ancestry, like Martín Morúa Delgado, became autonomistas after that party began agitating for the extension of universal male suffrage to Cuba in 1890. Although political life was on hold in Cuba after the uprising of February 24, 1895 (because of the declaration of a state of emergency and the cessation of civic freedoms in the island decreed by General Emilio Calleja at that time), and after the arrival of General Valeriano Weyler in February 1896 his repressive policies provoked
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242 : Rafael E. Tarragó many autonomistas to leave Cuba, home-rule aspirations were alive in Cuba in June 1896, when General Fitzhugh Lee arrived in Cuba. President Cleveland sought to obtain home rule for Cuba from Spain before he sent Lee to Havana. On April 4, 1896, he had sent a diplomatic note to the prime minister of Spain, Antonio Cánovas del Castillo, through Secretary of State Olney, offering to mediate with the Cuban separatists a negotiated peace in exchange for Cuban home rule. Olney’s diplomatic note was rejected by the Spanish government. This refusal has been condemned by historians as proof of Spanish obtuseness, but if one thinks of Spain at that time as a respected sovereign nation-state, like France or Italy, then the administration of Cánovas del Castillo had reasons to consider the unrequested offer of mediation in what was purported to be a Spanish province proposed by President Cleveland through Secretary of State Olney an unacceptable interference in Spain’s internal affairs and a violation of sovereignty. In addition, it would not have been in Spain’s interest to have granted to Cuba home rule under circumstances that would have created a Cuban autonomous territory owing its existence to the United States. Lee opposed the plan of Cleveland and Olney for Cuban autonomy under Spain. After two weeks in Havana he wrote to Olney arguing that Cuban autonomy would not end the separatist insurgency and declaring that there was no longer a home-rule party in Cuba willing to accept reforms or self-government from Spain. Nearly all Cubans, he said, wanted independence or annexation to the United States. Nowhere in Lee’s correspondence does one get the impression that he was aware that the loyalist Partido de Unión Constitucional represented the Cubanborn aristocracy as well as most of the Spanish-born population, and that in 1893 the most radical elements of that party had split from it to form a new party called Partido Reformista, whose platform included economic policies favorable to free trade for Cuba, which would have entailed a tariff system favorable to trade between Cuba and the United States. It is possible that he may have misunderstood his sources and interpreted expressions of desire for free trade with the United States as desire for being part of the United States. He was never able to produce a document with names and signatures of Cubans or Spaniards in favor of the annexation of Cuba to the United States similar to the document allegedly rejecting Spanish sovereignty that the Cuban separatist Andrés Gómez drafted for him to present to Secretary Olney in June 1896 as proof that there was no Cuban in the island who favored home rule under Spain. Although Lee argued consistently that the strength of the separatist movement in Cuba made it impossible for Spain to defeat it, he was not consistently supportive of Cuban independence. When pressed by Olney to present evidence of the existence and efficacy of a civic government of the Cuban Republic in Arms his evidence of a Cuban Republic government was not fully convincing,
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consisting of post-office stamps supposedly used in a Cuban Republic mail service and paper money allegedly used in Cuban territory controlled by the Cuban Liberation Army.42 From the moment of his arrival in Havana he concluded that neither the colonial forces (which he considered corrupt) nor the rebels (which he considered disorganized) had the capabilities to achieve a lasting victory. He argued that the standoff was productive only of tremendous losses in human life and material resources and that a climate of peace would make Cuba a major trading partner with the United States. In July 1896 he proposed to Olney a project to purchase Cuba from Spain and then grant it independence through an arrangement that would entail Cuba’s gradual return to the United States of the sum that it had paid Spain for it.43 After Lee saw his direct efforts to make the Cleveland administration intervene in Cuba fail, he began to take up the defense of Cubans who had become naturalized American citizens taken to prison for conspiring or under suspicion of conspiring for the independence of Cuba. Lee took up this cause with such passion that one is tempted to suspect that he wanted to provoke the Spanish authorities in Cuba into taking measures that would bring about a crisis between Spain and the United States, and precipitate the armed intervention of the latter that he had proposed as the solution to the conflict in Cuba. This activity was noticed by Secretary of State Olney, who wrote to him a message stating, “You are wholly mistaken in thinking prisoners necessarily entitled to U.S. protection. By return to country of origin forfeiture of U.S. citizen rights may be considered.”44 Lee wrote about Cuban affairs not only to President Cleveland and to Olney. He also began to send unrequested reports from Cuba to Secretary of War Daniel S. Lamont. There is no evidence that Lamont had requested such reports or that either Olney or Cleveland knew about them. Lee wrote to Lamont about opportunities for investment in a Cuba where Spain was absent and the United States was in charge. It could be argued that these projects were made with the presumption that in a not-distant future Cuba would be annexed to the United States or would become a client state dependent on it but independent in name. As early as February 3, 1897, Lee was writing to Lamont proposing to him a plan for land speculation in Havana “as soon as things have settled.”45 This documentary evidence suggests that Lee had a personal interest in the cessation of Spanish sovereignty in Cuba. Authors like Hugh Thomas and John Lawrence Tone have concluded that by the beginning of 1897, the military tactics of General Weyler had been successful in suppressing the rebellion in most of western Cuba, after the separatists were severely handicapped by the death in combat of General Maceo.46 These changes were not noticed by Lee, and he kept sending reports to Olney about the failure of Spain in Cuba, and of an unchangeable stalemate that could be broken only by the intervention of the United States. President Cleveland
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244 : Rafael E. Tarragó realized through other sources that Lee’s reports were inaccurate, and he lost his trust in him. On February 28, 1897, he told Frederick Coudert that a war of the United States with Spain was bound to come about because of the activities of the Americans in Cuba, whose ringleader was Fitzhugh Lee.47 President Cleveland did not intend to go to war with Spain over Cuba, although it seems that he wanted to increase the political influence of the United States in the island. The economic influence of the United States in Cuba had grown since the signing of the Foster-Cánovas reciprocity treaty between Spain and the United States in 1891. Proof of the importance of that treaty and of the economic influence that it gave to the latter is the economic crisis caused in Cuba by its unilateral abrogation by the United States in late 1894.48 Cleveland’s proposal for U.S. mediation in Cuba in early 1896 may be interpreted as an effort to bring about a Cuban autonomous government that would owe its inception to its powerful neighbor, and thus to bring Cuba closer to the United States, but he was opposed to the projects of annexing Cuba to the United States by military intervention or purchase proposed by Lee, and before leaving office he warned his successor, William McKinley, about the unreliability of his consul at Havana.49 Cleveland sent Lee to Havana in June 1896, and six months later he was disappointed with his performance. One might wonder why Cleveland did not recall Lee before leaving office, but one can surmise that he was weary to dismiss a man whom he had appointed partly to court Southern Democrats, and left that decision to the discretion of his successor, a Republican. Given Cleveland’s anti-annexation posture toward Cuba, it is ironic that while in office he made a decision that changed the balance of power in the Caribbean in favor of U.S. hegemony. This decision was the message sent in the second half of July 1895 by Secretary of State Olney to the English government in relation to claims made by England over territory in Venezuelan Guyana. On July 20, 1895, responding to a Venezuelan request for U.S. mediation in that dispute, Olney sent a note to the English government stating that England had no rights over Venezuelan Guyana, because according to the Monroe doctrine, European powers had no right to expand their territories in the Americas, and that the wishes of the United States were fiat in the Western Hemisphere.50 Cuban historian Ramiro Guerra y Sánchez described the importance of Olney’s message to the British government for Cuba’s future in his book La expansión territorial de los Estados Unidos a expensas de España y de los países hispanoamericanos: “When, in 1896 Great Britain accepted the pretensions of President Cleveland and his Secretary of State Richard Olney that the Monroe Doctrine gave to the United States hegemony in the Americas . . . from that moment American expansionism could continue its course free of the only obstacle that it had encountered thus far [the British Navy].”51 The decision made by England not to confront the United States—made for practical reasons, because it wanted the nascent Anglo-American power as a po-
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tential ally against the nascent naval power of imperial Germany—was a tacit concession of hegemony over the Gulf of Mexico and Caribbean region to the United States.52 British acquiescence in 1895 was interpreted by some in the United States as a sign of the weakening of European powers, and encouraged those like Massachusetts senator Henry Cabot Lodge and New York politician Theodore Roosevelt, who since the publication of A. T. Mahan’s article “The United States Looking Forward” in the December 1890 issue of the Atlantic Monthly wanted the United States to expand overseas.53 Lee in Havana under President McKinley The presidential election of 1896 in the United States was won by Senator William McKinley, the candidate of the Republican Party. Fitzhugh Lee, a Democrat, assumed that he was going to be relieved of his office at Havana. During the first months of the McKinley administration his reports from Havana were calm. But as soon as he received word from the new president to the effect that he was both assured of his “devotion to American interests,” and “convinced of his earnest desire to guard the rights of American citizens,” and that “he would be pleased if he continued in his duties,” the American consul in Havana restarted his complaining to Spanish colonial officers about alleged unjust imprisonment and ill treatment of American citizens, and his encouragement of Cuban insurgents in contact with him to continue fighting against Spain, and his reports to Washington advising the military intervention of the United States in the island.54 Ramiro Guerra y Sánchez concludes that President McKinley did not want the Cuban home-rule movement to succeed, and this assumption is supported by the fact that the new president kept Lee at Havana despite Cleveland’s warnings about his unreliability as an impartial observer, as mentioned earlier. John L. Offner has argued that McKinley did not want to go to war with Spain in 1898, but H. B. Rickover demonstrates that he was ready to go to do so.55 If President McKinley wanted Cuban autonomy to fail, as Guerra y Sánchez says, then it bears assuming that the American president kept Lee at Havana because he was the perfect man for him to have there, to keep the Cuban separatists fighting and putting pressure on Spain.56 On March 1, 1898, the Spanish government requested Lee’s recall through the U.S. minister at Madrid, on the grounds that his activities in Havana undermined the progress of the Cuban autonomous government, and less than twenty-four hours after this request was presented, the president of the United States refused to consider it, expressing his belief that “General Lee had borne himself with great ability, prudence, and fairness.”57 Lee’s keeping contact with Cuban insurgents, and his open condemnation of the Cuban autonomous government after it was established on January 1,
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246 : Rafael E. Tarragó 1898, encouraged the insurgents to think that the U.S. government supported their cause and was far from being proper diplomatic behavior. From the perspective of Cuban separatists, Lee’s protection of the rights of Cubans who had become American citizens conspiring against a colonial regime was meritorious, but anyone in Cuba active in the war against the Spanish was breaking the law of the land, and Lee’s demands were often based on the assumption that American citizens had the right to do whatever they wanted under a foreign flag, even to take up arms against the government represented by that flag. Lee demanded for Cubans who had become U.S. citizens immunity from prosecution by the government established in Cuba. One of the most egregious examples of this is the case of naturalized U.S. citizen Julio Sanguily, who had been imprisoned on February 24, 1895, after taking up arms.58 Julio Sanguily was tried, convicted, and condemned to prison. Fitzhugh Lee demanded the release of Sanguily despite this conviction. His concept of the rights of U.S. citizens contrasts markedly with that of Abraham Lincoln, who in a lecture delivered at the Springfield Scott Club in Illinois on August 24 and 26, 1852, defended the right of Spain to try and execute Cubans naturalized as U.S. citizens and captured while participating in an expedition to overthrow the Spanish regime in Cuba organized in the United States by Narciso López in that year. Abraham Lincoln said, “The position that they assumed was that they were oppressed Spanish subjects and as such, had a right to revolutionize the Spanish government in Cuba. They had renounced our authority and our protection; and we had no more legal right to demand satisfaction for their treatment, than if they had been native born Cubans.”59 The logical inference from most of the activity of Lee on behalf of American citizens imprisoned by colonial authorities in Cuba is that he had contempt for the Spanish government that those authorities represented. One may agree with Lee and think that the Spanish government in Cuba was contemptible, but Spanish authorities in Cuba were justified in considering his behavior undiplomatic. I see in Lee’s provocative behavior during the two years when he represented the United States in Cuba a precedent of those diplomatic representatives of the United States to the Republic of Cuba who have acted like imperial proconsuls, such as Sumner Wells in 1933, or as “agents provocateurs” advocating regime change, such as the Honorable James Cason between 2002 and 2006.60 Once the McKinley administration had shown its will to keep Lee in Havana, the American consul general resumed his correspondence with Secretary of War Lamont about making money in Cuba after Spain was off the island. In a letter to Lamont dated July 10, 1897, Lee says, “The present condition must be changed and will be changed in the near future, and then there will come a great appreciation of all values in this city, and on this island.”61 These words may be dismissed as exaggerations made by a promoter only if one ignores Lee’s position in Havana and the influence that his reports might have
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either persuading the U.S. government in following a certain course of action or providing it with justificatory documentation to follow what course of action it chose to follow. Given the contents of Lee’s correspondence with Lamont, it seems justifiable to say that he had a personal interest in provoking a conflict between the United States and Spain over Cuba, and that his questionable reports to Washington had motivations beyond love for his country or for the Cuban separatist cause. Lee expected personal gain for himself and those whom he was trying to make interested in investing in a Cuba without Spain. McKinley’s secretary of state was John Sherman, but Lee began writing to his assistant secretary, William R. Day. In his reports to Day he advised that the United States ought to intervene in Cuba, just as he had advised in his reports to Richard Olney. In all the reports sent by Lee to the State Department since his arrival at Havana in June 1896 he had said that the Spanish government was too predatory to grant autonomy to Cuba. He argued that under President Cleveland, and he continued doing so under the McKinley administration. In a letter to Assistant Secretary of State William R. Day dated June 8, 1897, he said that Spain would not grant to Cuba anything like Canadian autonomy, “because England is not Spain, or are the Canadians Cuban.”62 But events challenged Lee’s pronouncements, after August 1897, when the president of the Spanish government, the conservative Antonio Cánovas del Castillo, was murdered, and his successor, the liberal Práxedes Mateo Sagasta, recalled Weyler from Cuba and granted home rule to Cuba and Puerto Rico. Lee’s pronouncements about the incapacity of Spain to bring about meaningful political reforms were further challenged in November 1897, when the Spanish government granted to Cuba a home-rule charter that expressed the demands that the Cuban Autonomist Party had made since 1878 and extended universal male suffrage to the island. Instead of admitting the facts that confronted him, he chose to categorize these momentous changes as deceit. Lee’s reports described the new Spanish governor in Cuba, General Ramón Blanco, as a gentleman and anticipated better relations with him than he had had with Weyler, but concerning Cuban autonomy, he considered it a failure even before it was implemented. In a letter to Day in June 1897 he had said that he was not aware of any reform party in Cuba, except for an autonomist group never strong, which had gone to pieces. Confronted with the imminent establishment of a Cuban autonomous government, on November 17, 1897, he wrote to Day that events in Cuba would be unchanged, for he observed that more and more Spaniards were becoming resigned to the withdrawal of Spain from the island.63 One wonders how it was that Lee had not met any member of the Reformist Party—many of whose followers were born in Spain—who since 1896 had abstained from participation in government, and had been active in lobbying in Madrid for a return to political normalcy from that time
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248 : Rafael E. Tarragó until November 1897, when it considered that it had attained success, and its members returned to political action. Lee’s allegations that the Spanish-born population of Cuba supported the annexation of Cuba to the United States were proven inaccurate by the support that Spanish immigrants gave to the Spanish government—to the degree of participating in the Cuban autonomous government—until the very end of Spanish sovereignty in Cuba. It is possible that after the United States conquered Cuba from Spain, and it signed a peace treaty with Spain in December 1898, guaranteeing the property rights of Spaniards in Cuba, the majority of the latter may have taken that position. But the behavior of the Spaniards in Cuba between January and April 1898, when Lee was writing those reports, belies the veracity of his allegations about their support for the annexation of Cuba by the United States. After President McKinley delivered his annual message on December 6, 1897, in which he stated that the autonomous government of Cuba should be given a reasonable time to become operative before it was considered failed, Lee recommended that the United States tell Spain that thirty days would constitute a “reasonable time” in which to bring peace to Cuba.64 Lee further recommended that if at the end of that period, the Spanish supported regime was unable to give liberty to the citizens and succor to those in need on the island, the United States must proceed to do both, and should the U.S. Congress decide to intervene, he asked that two warships be sent well in advance for prevention—according to his sources they would be received as messengers of peace and protection to life and property.65 On January 1, 1898, GovernorGeneral Blanco swore in a provisional Cuban autonomous government to implement Cuban autonomy and to prepare elections for a Cuban autonomous legislature. When these elections took place, universal male suffrage was to be implemented in Cuba. Two weeks later, on the night of January 12, there were violent protests against the new regime at Havana by Spanish soldiers and supporters of the loyalist Partido de Unión Constitucional. These disturbances were controlled swiftly by Governor-General Blanco, but Lee reported to Washington that they were living proof that Cuban autonomy had failed, and asked again that U.S. battleships be sent to Havana.66 After making this request for a warship Lee retracted himself, but the deed was done, and on January 25, 1898, the USS Maine arrived unannounced in the harbor of Havana. The Cuban autonomous government installed in January 1898 was remarkably well qualified. It was not a group of sacarócratas (sugar barons), but a group of intellectuals, professionals, and men of affairs, like Francisco Zayas, Laureano Rodríguez, Rafael Montoro, and José María Gálvez. An article of February 7, 1898, in the New York Times quotes José María Gálvez, president of this provisional government, saying that the government was preparing for elections to be held to constitute a Cuban Chamber of Deputies. The Cuban autonomous government was also active in the negotiation of commer-
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cial treaties with European banks.67 While all this was happening, Lee continued reporting that autonomy had failed. It seems that he considered a failure of autonomy that the leadership of the Cuban separatists had not responded to the overtures of the Spanish government and of their fellow Cubans in the Cuban autonomous government and had not disbanded the Cuban Liberation Army, a curious judgment since at the same time he was encouraging the separatists to resist and advising to the U.S. government to intervene militarily in Cuba to expel Spain—something that the separatists knew. He also encouraged them to resist until the United States intervened in Cuba, and to assume that it would intervene as their ally. A shadow of a doubt was cast over the institutional basis of the Cuban autonomous government and the commitment of the Spanish government to Cuban autonomy on February 8, when the New York Journal published a private letter written by the Spanish minister to the United States Enrique Dupuy de Lôme to his friend Antonio Canalejas, in Havana. In this letter Dupuy de Lôme called President Cleveland a low politician and intimated that the Madrid government was not sincere in its relations with the Cuban autonomous government. In context, the letter written by Dupuy de Lôme expresses his personal opinion, but at the time of its publication in English translation by the Journal it was interpreted as proof of complicity between the Spanish diplomat in Washington and the Spanish government in Madrid to deceive the Cubans and the government of the United States.68 Contrary to this interpretation, however, the Cuban autonomous government was assertive and demanded further concessions from the Spanish government, which were granted in March 1898.69 There is still a lively debate on whether the Cuban separatists were winning or losing on January 1, 1898. John Lawrence Tone argues that they were losing until Weyler was recalled in August 1897, but that after the granting of home rule to Cuba they began to regain strength.70 Other authors argue that the situation existing in the separatist camp as described by the Generalissimo of the Cuban Liberation Army, Máximo Gómez, in his Diario de campaña (where Gómez wrote entries in early 1898 describing cases of massive desertions among the soldiers under his direct command), and by Aníbal Escalante in his chronicle of the military deeds of Major General Calixto García (whom Gómez had placed in charge of the Cuban Liberation Army in eastern Cuba) as late as March 1898, does not warrant that interpretation.71 The Cuban separatist forces that assisted the landing of the U.S. intervention forces in June 1898 were described as half-starved, half-naked, and barely armed by most of the officers in the American armed forces whom they assisted, including Theodore Roosevelt, colonel in the American volunteer force “The Rough Riders.”72 It seems that the civil government of the Cuban Republic in Arms perceived autonomy as a threat to the separatist cause: on December 5, 1897, its assembly of representatives decided to add to its penal code an article stating that anyone
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250 : Rafael E. Tarragó speaking in favor of ending the insurrection under any condition other than the independence of Cuba from Spain was a traitor and should be condemned to death.73 Also in December 1897, Major General Calixto García issued a decree condemning to death anyone who approached the separatist army in the name of the Cuban autonomous government.74 The Cuban autonomous government had not failed by May 1, 1898, when Major General Calixto García wrote in a letter to Dr. Domingo Méndez Capote, vice president of the Cuban Republic in Arms, that the Cubans who were with Spain had a working government, with a popularly elected legislature “better than anything that we have.”75 The latter phrase is an admission by Major General García of the fact that the Cuban Republic in Arms assembly had been selected by the soldiers in the Cuban Liberation Army, while the deputies of the Cuban autonomous government had been elected by the civilian population in Cuban towns and cities where the autonomous Cuban government elections of March 1898 took place, and it is significant that he says that the Cuban autonomous government legislature was better situated than the assembly of the Cuban Republic in Arms. Consul General Fitzhugh Lee never made a similar concession to reality. In his reports to Washington he always dismissed the Cuban autonomous government as a fiction and when called to testify before the U.S. Senate Foreign Affairs Committee on Cuban Affairs in April 1898, he declared under oath that as of that date all Cubans were in favor of independence from Spain.76 After war broke out in Cuba in 1895 President Cleveland stopped the U.S. Navy from making its customary courtesy calls to Cuban ports, weary of the possibility of unleashing a chain of events that he could not control.77 On December 2, 1897, Lee wrote to the State Department asking for a naval vessel or two to be sent to Havana to protect American lives and property. He had made similar requests before, which had been denied by the Cleveland administration, but this time, under the McKinley administration, his request was accepted. The USS Maine was designated to keep contact with him and to be ready to go to Havana if Lee asked for protection. The captain of the USS Maine, Charles D. Sigsbee, kept daily contact with Lee.78 The USS Maine was sent to Havana in response to Fitzhugh Lee’s request for a U.S. warship after the January 12, riots. Although he countermanded his request, by the time this second message arrived, the USS Maine was on its way to Cuba, and on that account one may say that the American consul general at Havana was directly responsible for the arrival of that U.S. warship at Havana harbor on January 25, 1898. The arrival of an unannounced American warship at Havana was not reassuring for the colonial authorities in Cuba, or for the Cuban autonomous government, but both welcomed the officers of the USS Maine. The arrival of the USS Maine was a triumph for Lee, who wrote, “I am so happy that we
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have reached and quietly crossed over the bridge which for a long time we have seen in front of us.”79 For several days the American vessel stayed off Havana harbor, and two weeks passed without any turmoil in the city. Captain Sigsbee thought that too much importance had been given to the January 12 riot.80 The navy planned to move the battleship to New Orleans, but Lee opposed its departure, arguing that to withdraw the battleship would be “to lose all that had been gained.”81 On February 15 the USS Maine blew up in Havana harbor, and Lee’s first reports about the blowing up of the vessel were calm, counseling not to make hasty conclusions about the cause of the explosion.82 After a Spanish request for a joint investigation was declined, two investigating commissions were established: one conducted by the U.S. Navy and the other by the colonial authorities in Havana. The Havana commission concluded that the explosion had been caused by internal combustion. The U.S. Navy commission reported on 21 March 1898 that there had been two explosions: the explosion of a mine beneath the hull that blew the keel upward and the resulting detonation of the powder store above. By that time Lee had begun to speculate about the authors of the explosion. He never accused the Spanish authorities in Cuba of direct involvement in the explosion, but he hinted the authorship of subaltern Spanish army officers in Havana and blamed Spain for the sinking of the Maine, because of its inability to ensure its safety, when called to testify before the U.S. Senate Foreign Affairs Committee on Cuban Affairs in April 1898.83 Fitzhugh Lee and the War of the United States with Spain In February and March 1898 several American independent investigators visited Cuba to judge with their own eyes what was happening there. Their alleged purpose was to find out by themselves how genuine the Cuban autonomous government was, what the prospects were for peace returning to the island either by the acceptance of that government by the Cuban insurgents or by their defeat by the royalist army, and the extent of the material needs and suffering of Cuban civilians. These alleged impartial observers invariably reported their findings before the U.S. Congress. Senator Gallinger of New Hampshire depicted the horrors of Spanish oppression in Cuba before Congress with vivid words, and Senator Thurston of Nebraska described the dreadful scenes that he had witnessed and wept, while the galleries in the U.S. Capitol broke into applause.84 The most influential among the congressional observers that went to Cuba and testified before Congress was Redfield Proctor, the Republican senator for Vermont. Senator Proctor’s testimony before Congress was a cool and deliberate speech that caused a deep impression among his colleagues. Proctor did not take recourse to emotive rhetoric, like senators Gallinger and Thurston, but
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252 : Rafael E. Tarragó gave a precise account that logically led to the conclusion that the United States ought to intervene in Cuba in the name of humanity to end the destruction of property by the Cuban separatists and the cruel oppression of Cubans by Spain. At the beginning of his speech, Proctor thanked Fitzhugh Lee for his guidance during his visit to Cuba. That Proctor had gone to Cuba without a set opinion, and that what he saw in the island changed his mind, was the assumption made by his audience in Congress. This opinion has been commonly held by historians and commentators on the war of the United States with Spain as diverse as Henry Russell, a contemporary and author of the war account favorable to U.S. intervention An Illustrated History of Our War with Spain, published in 1898, and later a reviewer writing a review of a book about American expansionists of 1898 for the popular English weekly the Economist on April 24, 2010, issue.85 There is a different interpretation of Proctor’s speech, however, in its analysis by Michelle Bray Davis and Rollin W. Quimbly published in Quarterly Journal of Speech in 1969. Davis and Quimbly conclude that Proctor was far from transparent in his address, because before going to Cuba he already favored military intervention there. Americans accepted the conclusions of his speech partly because he was considered an honest man who could be believed and partly because he expressed views that they had previously accepted and found comfortable.86 After the U.S. Navy Commission created to investigate the reasons for the blowing up of the Maine reported on March 21, 1898, that there had been two explosions and that one of them was the explosion of a mine beneath the hull, the Spanish government proposed to submit the report of its investigative commission and the American report to an international arbitration commission. But the U.S. government refused and began to put overt pressure on Spain to leave Cuba. In March 1898 the U.S. minister in Spain made an indirect proposal to purchase the island, which was refused by the queen regent of Spain. Then in early April 1898 President McKinley decided to send an ultimatum to the Spanish government demanding that it declare an armistice in Cuba, which the Spanish government accepted after some hesitation. On April 9, 1898, a unilateral armistice was declared by the colonial authorities in Cuba. But this action did not prevent President McKinley from addressing Congress on April 11 to request support to prepare for war. On April 19 Congress issued a joint resolution supporting the request from President McKinley and demanding that Spain leave Cuba at once. Lee, who advised for two years intervention in Cuba, became concerned about his safety if war opened while he was still in Cuba. On April 6 he wrote to Assistant Secretary of State William R. Day, requesting a delay in McKinley’s sending of his ultimatum to the Spanish government, to make provision for the safety of American citizens in Cuba.87 Day secured that delay, and on April 10, 1898, Lee left Cuba for the United States with the last boat of Ameri-
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cans.88 During his last two months in Cuba Lee had continued his contacts with the Cuban insurgents, playing for them the role of magnanimous supporter. At least once he acted as a go-between for Generalissimo Máximo Gómez and President McKinley, when he forwarded to the latter a letter from the Generalissimo expressing his gratitude to the United States and his desire that, once free from Spain, Cuba would become bound to it by closer relations than with any other nation.89 Lee also kept his correspondence with prospective partners in possible opportunities for investment in a Cuba without Spain. On March 1, 1898, he wrote to Assistant Secretary of State Day a letter that he marked “Personal,” in which he wrote: “If a change of any sort should come in the government of the Island, I do not apprehend much difficulty in settling future questions, if there is a guarantee of some sort by the United States that order, peace, and respect for life and property should be insisted upon. All other matters would gradually settle themselves, and in that case American capital and push and enterprise would soon Americanize the Island, and the immigration would be so great that the question of annexation would have to be considered, and by that time the Cuban population would not be much of a factor in the problem.”90 After Lee returned to the United States in April 1898, he became a celebrity, the American who had stood up to Weyler. He undertook a public speaking tour through the states, becoming a highly paid figure in the conference circuit while the war with Spain became imminent. Between April and May 1898 his reputation as the highest authority on Cuban affairs in the United States increased, and he became the highly respected source of newspapers and author of an influential article published in June of that year by both Fortnightly Review and McClure’s Magazine. In that article Lee dismissed the Cuban autonomous government as a system of home rule with a string attached to every sentence, and he claimed that if the insurrection against the Spanish monarchy in Cuba ceased, the condition of the Cubans would speedily be the same as it was at the commencement of the war—thus suggesting that the autonomy granted to Cuba by Spain was not a serious constitutional step. He claimed that all Spanish merchants and citizens in Cuba (not realizing that at the time of his writing the law of the land in Cuba stipulated that all those born there were Spanish citizens) opposed Cuban home rule and favored instead Cuba’s annexation to the United States. Furthermore, in that article he claimed that U.S. intervention in Cuba was a necessity as an act of humanity. The article ended with the ambiguous statement: “Cuba, whether an Independent Republic or later Americanized and annexed to the United States, is destined at last to emerge from the dark shadow of the past, and stand side by side with those countries who have their place in the broad sunlight of peace, progress, and prosperity.”91 If the state of underdevelopment that Lee claims Cuba suffered under Spanish sovereignty in this article had been true—he claims that there
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254 : Rafael E. Tarragó were no population settlements in Cuba except along the coast, and neither railroads nor roads in the island with the exception of some American financed lines—then all we know about Cuban economic history from 1790 to 1890 is fantasy.92 In the following year his book Cuba’s Struggle against Spain with the Causes of American Intervention, spinning the tale of economic backwardness, and political oppression in Spanish Cuba contained in his article of 1898, was published by the New York American Historical Press and sold well.93 Although immediately after the blowing up the USS Maine Lee had recoiled from openly advising war with Spain, after his return to the United States on April 10, 1898, he became an advocate of war. It was in this spirit that he made his declarations before the Senate Foreign Relations Committee on April 12, 1898.94 His declarations were included in the Report on Affairs in Cuba published by that committee shortly after, which concluded with the recommendation that the United States ought to intervene in Cuba. That report included extensive documentation, including written documentation and the testimony of individuals interviewed by the committee. The written documentation included reports of Cuban separatists like Tomás Estrada Palma (delegate of the Cuban Revolutionary Party after José Martí left the United States in January 1895) and Enrique José Varona (who had been for a short period in the 1880s a member of the Cuban home-rule party but had been throughout the 1890s a supporter of Cuban independence from Spain). It also included correspondence of the State Department from 1875 to 1878 related to Cuban affairs, correspondence concerning the death in a Cuban prison of the naturalized U.S. citizen Charles Govin, claims for financial compensation made by citizens of the United States owning property in Cuba against the Spanish government since the 1895 uprising, and papers relating to the vessel Competitor, captured in April 1896 by Spanish colonial forces while carrying an expedition of Cuban separatists, some of whom had become naturalized U.S. citizens. This vast written documentation does not include any of the decrees related to the establishment of the Cuban autonomous government or the implementation of universal suffrage in Cuba under that government. The individuals interviewed by the Senate Foreign Relations Committee included businessmen, professionals, clergymen, and newspapermen, as well as Consul General Fitzhugh Lee. But this committee did not interview any member of the Cuban autonomous government. Most of those that it interviewed stated that General Weyler’s reconcentration policy had caused great human suffering and cost thousands of civilian lives. Only one of the newspapermen interviewed, George Bronson Rea (who was fluent in Spanish and had been in Cuba in 1896 as a reporter for the New York Herald) testified that comparable effects had been caused by the war tactics of the separatist generals and that the Cuban separatists had initiated the concentration of the rural population in fortified towns long before the arrival of Weyler in Cuba, when they
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burned the houses of those inhabitants of the Cuban countryside whom they suspected of loyalty to the Spanish monarchy, to eliminate from the Cuban countryside those who did not support their cause. Contrary to what was said by the other eyewitnesses interviewed by the Senate committee, Rea attested that many Cubans remained loyal to the Spanish monarchy. He also reported that nonfortified towns in Cuba had been burned by Cuban separatist forces, citing the example of Fomento, burned by order of Generalissimo Máximo Gómez, and that atrocities had been committed by the Cuban Liberation Army too.95 Rea explained that separatist forces never stayed long near a Spanish colonial column, and he esteemed their success against the Spanish colonial army to be only apparent, because “you cannot lick a man if he runs away from you all the time.”96 Rea estimated that if Weyler had started to operate in eastern Cuba, conditions there would have been the same as in the pacified western part of the island. The account of Cuban affairs given by Consul General Fitzhugh Lee differed dramatically from that given by Rea. Lee expected the Cuban separatists to continue their struggle forever and emphasized the heroic aspect of their guerrilla tactics. He estimated that the Cuban Liberation Army had at least thirty-one thousand well-armed men. When asked if any Cubans opposed the separatist cause, Lee answered that he never saw one who did and that all Cubans were friendly to it. He gave his testimony before the Senate committee on April 12, 1898, when a Cuban autonomous government had been established in Cuba for three months and elections for a Cuban Chamber of Deputies had taken place, a government that had received support from representatives of the Afro-Cuban population in a “Manifiesto del pueblo de color” published in several Havana newspapers.97 Under oath he asserted that at the time of his speaking, the political situation in Cuba was what it had been in June 1896, the time he arrived on the island. When presented with a copy of a letter that he had sent to Assistant Secretary of State Day on December 13, 1897, in which he said that autonomy would not be a solution for Cuba because Cubans did not want it and Spaniards in Cuba preferred the annexation of the island by the United States to suffer a government by Cubans, even under Spanish sovereignty, Lee claimed that what he had said then was still true.98 But contrary to what he had written in his reports to the State Department in 1896 about a Cuban Republic in Arms issuing stamps and paper money, before the Senate committee on April 12, 1898, Fitzhugh Lee declared that the Cuban insurgents had only a skeleton form of government and not the real civil government needed to found the Cuban Republic. Before the Senate committee he also said, “I never had any communication with the insurgents in any way, shape, or form, while on the island, except when, to save Colonel Ruiz’s life I wrote a letter to Aranguren, the insurgent chief.”99 This statement was false: he had corresponded with Máximo Gómez, generalissimo of the Cuban Liberation Army,
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256 : Rafael E. Tarragó and socialized with Andrés Gómez and his Cuban separatist friends from the very beginning of his tenure as U.S. consul general at Havana in June 1896. In February 1898 he had forwarded to Washington a letter from Generalissimo Gómez to President McKinley expressing his gratitude to the United States and his desire that once free from Spain Cuba would become bound to its northern neighbor by closer relations than with any other nation. Wherever Lee lectured in the United States in April and May 1898, he told to his audiences that he was going to return to Cuba to liberate her from Spanish oppression. Indeed, Lee offered his services to the U.S. Army, and he was given a commission as commander of the Seventh Army Corps, destined to go to Cuba. But the Seventh Army Corps arrived in Cuba in December 1898, after the war was over, and it never saw battle. It was assigned to occupy and police the city of Havana in January 1899, when Spanish sovereignty came to an end in Cuba, and the United States—whose occupation of the island had been until then limited to eastern Cuba—occupied the whole island. Lee stayed in U.S.-occupied Cuba from December 1898 to November 1900. During his stay in occupied Cuba, Fitzhugh Lee continued his efforts to convince former secretary of war Lamont to finance a moneymaking project that he would oversee in Havana. Before leaving for Cuba at the end of 1898, he wrote to Lamont that he had not yet taken steps “to advance the matters” that they had discussed in New York.”100 But only four days later, on December 3, 1898, he wrote another letter to Lamont and enclosed with it a letter sent to him by one of his aides in the Seventh Army Corps, Lieutenant Carlos Carbonell, a naturalized U.S. citizen born in Cuba who had been educated in New York and had been a member of the banking house of Zaldo & Co. in Havana. Lee had instructed Carbonell to “quietly make investigations in reference to certain properties that he thought must largely increase in value by the time he had reached Havana.” In the letter from Carbonell to Lee, the young Cuban American reports from Havana that everyone to whom he talked wanted to sell his house, but in an unspecified section of Havana, projects for building a trolley were being made that would soon increase the value of houses in that section, and he encouraged Lee to write to his friends and try to have them go to Havana with him, as the longer their deal was delayed, the more it would cost.101 Lee urged Lamont to join him in investing in Cuba: “There is more money along there now than any place I know, and does not seem to have attracted the attention of anyone. . . . If a few of us can pick these properties up now, and build the trolley line, there are millions in it.”102 It seems that nothing came out of Lee’s moneymaking scheme with Lamont, because on March 3, 1899, the U.S. Congress passed a law prohibiting the granting of any property franchises or concessions of any kind whatever during the American occupation of Cuba. That the moneymaking scheme of Lee’s was obstructed by this law can be surmised from the fact that in Novem-
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ber 1899 he wrote to Joseph Benson Foraker, the senator who had sponsored it, urging its immediate repeal: “Not having inside resources, outside capital must be employed for Cuba’s development. Public improvements require labor. The Cubans at work will be much more easily managed than the idle Cubans, who, doing nothing, are waiting for something to turn up.”103 In occupied Cuba Lee was given an administrative position by the first American military governor of the island, Edward Brooke, with whom he seems to have had a good rapport. But he was unhappy with General Leonard Wood, the man who succeeded Brooke as military governor of Cuba. From January 1899 to April 1900 Lee participated in the military occupation of Cuba, and during this second long stay in the island, his appraisal of Cuban capacity for self-government did not change, as it can be surmised from his letter of November 1899 to Senator Foraker. In this letter, written one year after Cuba became free from Spanish oppression, he advises against withdrawing any troops from the island until the experiment of free government had been tried and failed.104 Some Cubans, however, must have thought that he was their ally, because on November 24, 1900, shortly before he left Cuba for good, the Cuban Constitutional Assembly elected to draft a constitution for the Republic of Cuba made time to draft a resolution honoring Lee as a loyal friend of the Cubans.105 Conclusions Fitzhugh Lee is not mentioned today by most Cuban historians and historians of Cuba outside the island, although he is generally mentioned by American historians of the war of the United States with Spain in 1898. But even historians who mention him do not consider him influential in the course of events that led from the Cuban separatist uprising in February 1895 to the military occupation of Cuba by the United States in January 1899. Gerald G. Eggert concludes his article “Our Man in Havana: Fitzhugh Lee,” with words dismissive of his subject and of his influence in the course of events during his tenure of as consul general of the United States in Havana: “In the end, Lee’s boldness won him the admiration of the jingoist press and a portion of the population, but his overreaching reduced his influence in shaping the nation’s Cuban policy. He was never as important as he or his admirers thought that he ought to be.”106 Richard F. Hamilton, Evan Thomas, and Warren Zimmermann have argued that the driving force in the turn of the United States toward an expansionist foreign policy in 1898 was the influence of some politicians and intellectuals members of the American Northeast elite.107 Fitzhugh Lee was not influential in the U.S. government like those men, and the foreign policy of this country was not determined directly by him; however, his reports from Havana
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258 : Rafael E. Tarragó were very useful to influential men like Henry Cabot Lodge and Theodore Roosevelt, who argued that Spain was incapable of either bringing reforms to Cuba acceptable to a majority of the population of the island or of crushing the separatist rebellion by the force of arms. Lee’s reports that autonomy had failed before it was established supported those claims. Furthermore, his reports alleging cruel treatment of prisoners by Spanish colonial authorities, the horrors of the resettlement policy implemented by General Weyler, and the failure of Spain to impede the destruction of U.S. property in Cuba were used by the proponents of intervention in Cuba as exhibits for a casus belli. Eggert’s analysis of Lee’s activities in Cuba showed him that Lee had invented events instead of reporting them, which made him reach his dismissive conclusions about the influence that Consul General Lee had. But Lee’s contemporaries believed him to be a reliable source, thus what he reported could be used by those who wanted to move public opinion to favor armed intervention in Cuba. Even today, an author like Warren Zimmermann shows trust in Lee’s reports when he says, “While Woodford in Madrid believed that autonomy could work, Lee in Havana and closer to the insurgency saw no possibility of a negotiated settlement on that basis.”108 My analysis of Lee’s reports and letters, and of his articles and his book about Cuba, has made me consider him a partial and questionable source, because, as Eggert said, he invented events. But his inventions were believed, and thus they brought about or facilitated that others brought about events that he wanted to happen. By reporting continuously about the alleged sufferings of naturalized American citizens in Cuban prisons he fostered tensions between the United States and Spain. By reporting that Cuban autonomy had failed, even when it was becoming established in March 1898, he bolstered the myth that Spain was incapable of reform. By not reporting about the steady progress of the Cuban autonomous government from January 1898, he supported his claims that Cubans were incapable of self-government and provided the McKinley administration with a strong argument to intervene in Cuba without acknowledging any of the Cuban governments existing at that time. By keeping contact with Cuban separatists to whom he expressed support for their cause, he discouraged them from accepting the peace proposals of the Spanish government and their fellow Cubans in the Cuban autonomous government, and he led them to believe that the United States was going to intervene in Cuba as their ally. Thus, Lee had a direct influence in the course of events in Cuba, by fostering in the United States opinions and decisions that brought about the events that in his letters and reports he had foretold. In the second decade of the twenty-first century, most historians are aware that in 1898 the government of the United States did not intervene militarily in Cuba to help the Cuban Liberation Army and to make the island a truly independent republic. But the myth of U.S. benevolence as opposed to Spanish tyr-
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anny has become part of U.S. and Cuban historiography.109 That myth denies that by the 1890s Cuba had modernized and that constitutional evolution had taken place to the extent that a political life existed in the island underpinning strong political parties with clear rights and possibilities. Hugh Thomas has argued that Cuban independence could have sprung from a Cuban autonomous government, and if that had happened, Cubans would have been spared U.S. intervention and military rule.110 Some authors think that U.S. intervention in 1898 gave Cubans the ambiguous experience of being granted formal independence by a nation that in fact did not allow them to be truly independent and did everything possible to continue to have control over their destinies.111 The correspondence of Fitzhugh Lee, his testimony before the Senate Foreign Relations Committee, and his writings from 1898 and 1899 have become useful sources to support the myth of U.S. benevolence and of the utter backwardness of Cuba in 1898. Although Fitzhugh Lee was considered an ally by many Cubans, his activities in Cuba must be seen in the light of U.S. objectives in the Caribbean in the last decade of the nineteenth century. His aim was the conversion of Cuba not into a genuinely independent republic but into a de facto protectorate of the United States. His plans for financial gain from the opportunities for American investors that he foresaw in that republic were never realized, but he may have felt satisfied when he died in 1905, because at that time it seemed as if the destiny that he had envisioned for Cuba as a dependency of the United States was in the process of becoming reality.112
NOTES 1. John Lawrence Tone, War and Genocide in Cuba, 1895–1898 (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2006), 222. 2. H. G. Rickover, How the Battleship Maine Was Destroyed (Annapolis, MD: Naval Institute Press, 1995), 10; see Philip S. Foner, The Spanish-Cuban-American War and the Birth of American Imperialism, 1895–1902, 2 vols. (New York: Monthly Review Press, 1972); Louis A. Perez Jr., Cuba between Empires, 1878–1902 (Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 1983). 3. James L. Nichols, General Fitzhugh Lee: A Biography (Lynchburg, VA: H. E. Howard, 1989), 168. 4. Edward Longacre, Fitzhugh Lee: A Military Biography of Major General Fitzhugh Lee, C.S.A. (Cambridge, MA: Da Capo Press, 2005), 217. 5. Harry Warren Readnour, “General Fitzhugh Lee, 1835–1905: A Biographical Study” (PhD diss., University of Virginia, 1971), 263. 6. Gerald G. Eggert, “Our Man in Havana: Fitzhugh Lee,” Hispanic American Historical Review 47, no. 4 (1967): 469. 7. Ramiro Guerra y Sánchez, La expansión territorial de los Estados Unidos de América a expensas de España y de los países hispanoamericanos (Havana: Cultural, 1935), 339. 8. Herminio Portell Vilá, Historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España, 4 vols. (Havana: Jesús Montero, 1939), 3:222.
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260 : Rafael E. Tarragó 9. Nichols, General Fitzhugh Lee, 171. 10. John Higham, Strangers in the Land: Patterns of American Nativism, 1860–1925 (New Brunswick, NJ: Rutgers University Press, 1955), 35–68; see Reginald Horsman, Race and Manifest Destiny: The Origins of American Racial Anglo-Saxonism (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1981). 11. A. T. Mahan, The Influence of Sea Power Upon History, 1660–1793, 25th ed. (Boston: Little, Brown, 1915), 537–541. 12. A. T. Mahan, “The United States Looking Onward,” The Atlantic Monthly , Dec. 1890, p. 822. 13. Evan Thomas, The War Lovers. Roosevelt, Lodge, Hearst, and the Rush for Empire, 1898 (New York: Little, Brown, 2010), 42–43, 127–148, 190. 14. See Stanley Urban, “The Ideology of Southern Imperialism: New Orleans and the Caribbean, 1845–1860,” Louisiana Historical Quarterly 39 (1956): 48–73; see Amos Aschbach Ettinger, The Mission to Spain of Pierre Soule, 1853–1855: A Study in the Cuban Diplomacy of the United States (New Haven, CT: Yale University Press, 1932); Richard Hamilton, America’s New Empire: The 1890s and Beyond (New York: Little, Brown, 2001); Warren Zimmermann, First Triumph: How Five Americans Made Their Country a World Power (New York: Farrar, Straus and Giroux, 2002); Evan Thomas, The War Lovers: Roosevelt, Lodge, Hearst, and the Rush to Empire, 1898 (New York: Little, Brown, 2010); Richard H. Immermann, Empire for Liberty: A History of American Imperialism from Benjamin Franklin to Paul Wolfowitz (Princeton, NJ: Princeton University Press, 2010), 128–162. 15. See José Ignacio Rodríguez, Estudio histórico sobre el origen, desenvolvimiento y manifestaciones prácticas de la idea de la anexión de la Isla de Cuba a los Estados Unidos de América, facsimile of Havana 1900 edition, with introduction by Rafael E. Tarragó (Miami: Editorial Cubana, 2001). 16. Longacre, Fitzhugh Lee, 5–12. 17. Ibid., 189. 18. Ibid., 202–206. 19. Eggert, “Our Man in Havana,” 466. 20. Readnour, General Fitzhugh Lee, 219. 21. José Martí, “Letter to the New York Herald of 2 May 1895,” in José Martí, Obras completas, 2 vols. (Havana: Editorial Lex, 1946), 1:267. 22. See George W. Auxier, “The Propaganda Activities of the Cuban Junta in Precipitating the Spanish American War, 1895–1898,” Hispanic American Historical Review 19, no. 3 (August 1939): 286–305. 23. See Joseph E. Wisan, The Cuban Crisis as Reflected in the New York Press, 1895–1898 (New York: Columbia University Press, 1934). 24. Rafael E. Tarragó, “Cuba and Cubans through the Pages of The New York Times in 1898,” Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas 39 (2002): 342. 25. See Junta Central del Partido Autonomista, “Al pueblo de Cuba (4 April 1895),” in El problema colonial contemporáneo, by Rafael María de Labra and others (Madrid, 1894), ed. Marta Bizcarrondo (Oviedo, Spain: Universidad de Oviedo, 1898), 293–297. 26. “Views of an Autonomist: Don Rafael Montoro Talks of the Cuban Revolution,” New York Times, September 29, 1895, 9. 27. See Nicolás Heredia, Crónicas de la Guerra de Cuba: Reproducción de la edición de “El Fígaro” hecha en 1895 y 1896 en doce cuadernos, introduced by Enrique Gay-Calbo (Havana: Academia de la Historia de Cuba, 1957). 28. Philip S. Foner, Spanish-Cuban-American War, 1:111; T. R. H. Davenport, South Africa: A Modern History, 3rd ed. (Toronto: University of Toronto Press, 1991), 195–196; Brian McAllister Linn, The U.S. Army and Counterinsurgency in the Philippine War, 1899–1902 (Chapel Hill: Uni-
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versity of North Carolina Press, 1989), 25–27; see Francisco Pérez Guzmán, Herida profunda (Havana: Ediciones Unión, Unión de Escritores y Artistas de Cuba, 1998). 29. Bartolomé Masó, “Carta a Gonzalo de Quesada de 5 de mayo de 1896,” in Archivo de Gonzalo de Quesada: Epistolario, by Gonzalo de Quesada (Havana: Academia de la Historia de Cuba, 1948), 2:68. 30. Thomas, Cuba, 339–347; Tone, War and Genocide in Cuba, xii. 31. Juan Torrejón Chaves, “El nuevo comercio colonial español en el siglo XIX,” in Historia económica de España, edited by Agustín González Enciso and Juan Manuel Mates Barco (Barcelona: Ariel, 2006), 344–346. 32. Eggert, “Our Man in Havana,” 464–466. 33. Fitzhugh Lee to Richard Olney, Havana, June 24, 1896, Library of Congress, Manuscript Division, Washington, DC (hereafter cited as LCMD), Papers of Richard Olney, reel 20. 34. Fitzhugh Lee to Richard Olney, Havana, June 24, 1896, LCMD, Olney, reel 20. 35. Fitzhugh Lee to Richard Olney, Havana, July 22, 1896, LCMD, Olney, reel 21. 36. Richard Olney to Fitzhugh Lee, Washington, DC, June 29, 1896, LCMD, Olney, reel 20. 37. “Manifesto of Cultured Cubans,” signed by over a dozen signatures, including that of Dr. Diego Tamayo, member of the Junta Central of the Cuban Autonomist Party, enclosure to Fitzhugh Lee to Richard Olney, Havana, June 24, 1896, LCMD, Olney, reel 20. 38. Andrés Gómez to Tomás Estrada Palma, Havana, June 23, 1896, in Partido Revolucionario Cubano, La Revolución del 95 según la correspondencia de la Delegación Cubana en Nueva York, 5 vols. (Havana: Editorial Habanera, 1932), 4:294–296; Tomás Estrada to Andrés Gómez, New York, June 13, 1896, in Partido Revolucionario Cubano, La Revolución del 95, 4:291. 39. Jorge Mañach, Martí, el Apóstol (Buenos Aires: Espasa Calpe Argentina, 1942), 12–13. 40. See Leopoldo Horrego Estuch, Martín Morúa Delgado: Vida y mensaje (Havana: Editorial Sánchez, 1956–1957). 41. Luis Miguel García Mora, “Quiénes eran y a qué se dedicaban los autonomistas cubanos,” in El Caribe y America Latina: El 98 en la coyuntura imperial, ed. María Teresa Cortés Zavala et al., 2 vols. (Michoacán, Mexico: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1999), 2:53–92. 42. Fitzhugh Lee to Richard Olney, Havana, July 11, 1896, in record group (RG) 59, National Archives, Dispatches from U.S. Consuls in Havana 1783–1906, reel 125. 43. Fitzhugh Lee to Olney, Havana, July 8, 1896, in RG 59, National Archives, Dispatches from U.S. Consuls in Havana, reel 126. 44. Richard Olney to Fitzhugh Lee, Havana, February 23, 1897, LCMD, Olney, reel 60. 45. Fitzhugh Lee to Daniel S. Lamont, Havana, February 3, 1897, LCMD, Papers of Daniel S. Lamont, vol. 67, fols. 12789–12793. 46. Thomas, Cuba, 339–347; Tone, War and Genocide in Cuba, xii. 47. Christopher Harris, “Edwin F. Atkins and the Evolution of United States Cuba Policy, 1894–1902,” New England Quarterly 78, no. 2 (June 2005): 215–219; Allan Nevis, Grover Cleveland: A Study in Courage (New York: Dodd, Mead & Company, 1932), 719. 48. Leland Hamilton Jenks, Our Cuban Colony (New York, 1928), 40. 49. Grover Cleveland, “Letter to Richard Olney of 16 February 1897,” in Letters of Grover Cleveland, 1850–1908 (Boston: Houghton Mifflin, 1933), 495n1. 50. Steve J. S. Ickringill and Sylvia L. Hilton, “Cleveland and the Anglo-Venezuelan Dispute in 1895: A Prelude to McKinley’s Intervention in the Spanish-Cuban-War,” in Antes del desastre, ed. Juan Pablo Fusi and Antonio Niño (Madrid: Universidad Complutense, 1996), 337–339. 51. Guerra y Sánchez, La expansión territorial de los Estados Unidos, 315. 52. See Stuart Anderson, Race and Rapprochement: Anglo-Saxonism and Anglo-American Relations, 1895–1904 (Rutherford, NJ: Farleigh Dickinson University Press, 1981).
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262 : Rafael E. Tarragó 53. See A. T. Mahan, “The United States Looking Outward,” Atlantic Monthly, December 1890, 816–824. On the importance of A. T. Mahan as the inspiring voice of American expansionists in the decade of the 1890s, see María del Rosario Rodríguez Díaz, “La guerra hispanoamericana en el ideario de Alfred T. Mahan,” in Siete vistas de Cuba: Interpretación de su independencia, ed. Enrique Camacho Navarro (Mexico City: Universidad Nacional Autónoma, 2002), 181–205. 54. Eggert, “Our Man in Havana,” 477. 55. See John L. Offner, An Unwanted War: The Diplomacy of the United States and Spain over Cuba, 1895–1898 (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1992); Rickover, How the Battleship Maine Was Destroyed, 17–33. 56. Guerra y Sánchez, La expansión territorial de los Estados Unidos, 337–338. 57. William R. Day, telegram to Mr. Woodford of March 2, 1898, in U.S. House of Representatives, 55th Congress, 3rd Session, Document 1, Papers Relating to the Foreign Relations of the United States with the Annual Message of the President Transmitted to Congress, Dec. 5, 1898 (Washington: Government Printing Office, 1901), 676. 58. See José Ignacio Rodríguez, The Case of the Arrest, Trial and Sentence in the City of Havana, Island of Cuba of Julio Sanguily, a Citizen of the United States of America (Washington, DC: Press of W. F. Roberts, 1897). 59. Abraham Lincoln, “Speech to the Springfield Scott Club,” in Collected Works of Abraham Lincoln, ed. Ray P. Basler, 9 vols. (New Brunswick, NJ: Rutgers University Press, 1953), 2:153. 60. Luis E. Aguilar, Cuba 1933, Prologue to Revolution (Ithaca, NY: Cornell University Press, 1972), 200–218; “U. S. Works for Regime Change in Cuba Too,” USA Today, October 23, 2002, A10. 61. Fitzhugh Lee to Daniel S. Lamont, Havana, July 10, 1897, LCMD, Papers of Daniel S. Lamont, General Correspondence, unbound, container 82. 62. Fitzhugh Lee to William Day, Havana, June 8, 1897, in RG 59, National Archives, reel 129. 63. Fitzhugh Lee to William Day, Havana, November 17, 1897, in RG 59, National Archives, reel 131. 64. Fitzhugh Lee to William Day, Havana, December 15, 1897, in RG 59, National Archives, reel 131. 65. Fitzhugh Lee to William Day, Havana, December 22, 1897, in RG 59, National Archives, reel 131. 66. U.S. Senate Document 230, Consular Correspondence Respecting the Condition of the Reconcentrados in Cuba, the State of the War in that Island, and the Prospects of the Projected Autonomy (Washington, DC: Government Printing Office, 1898), 17–20. 67. Rafael María de Labra, Aspecto internacional de la cuestión de Cuba (Madrid: Tipografía de Alfredo Alonso, 1900), 63. 68. “De Lome on the President,” New York Times, February 9, 1898, 1; “Letter by Dupuy de Lome,” New York Journal, February 8, 1898, 1. 69. Andrés María Lazcano Mazón, Las constituciones de Cuba (Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, 1952), 497–499. 70. Tone, War and Genocide in Cuba, xii. 71. Máximo Gómez, Diario de campaña 1868–1898 (Santo Domingo: Editora Alfa y Omega, 1975), 348; Aníbal Escalante y Beatón, Calixto García. Su campaña en el 95 (Havana: Editorial Caribe, 1946), 287–288. 72. Theodore Roosevelt, The Rough Riders, ed. Marifeli Pérez-Stable (New York: R. R. Donnelly & Sons, 2003), 97. 73. Cuba (Republic in Arms), Asamblea de Representantes, Actas de las Asambleas de Representantes y del Consejo de Gobierno durante la Guerra de Independencia, 6 vols. (Havana: Imprenta y Papelería de Ramblas, Bouza y Cia., 1927), 3:63–64.
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Fitzhugh Lee, U.S. Consul in Havana from 1896 to 1898
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74. Calixto García, “Letter to the Commanding Generals of the First, Second, and Third Army Corps of Eastern Cuba of 6 November 1897,” in U.S. Senate Doc. 230, Consular Correspondence, 33. 75. Calixto García, “Letter to Domingo Méndez Capote of 1 May 1898,” in Los americanos en Cuba, by Enrique Collazo (Havana, 1972; reprint of Havana, 1905), 95–98. 76. Lee, “Statement of Hon. Fitzhugh Lee, April 12, 1898,” in U.S. Senate, 55th Congress, 2nd Session, Report 885, Report of the Committee on Foreign Relations, United States Senate, Relative to Affairs in Cuba, April 13, 1898 (Washington, DC: Government Printing Office, 1898), pt. 1, 540. 77. Rickover, How the Battleship Maine Was Destroyed, 9–10. 78. Ibid., 27–28. 79. Ibid., 34. 80. Captain Charles D. Sigsbee, The Maine: An Account of Her Destruction in Havana Harbor (New York: Century, 1899), 12. 81. Fitzhugh Lee to William Day, Havana, February 4, 1898, in Papers Relating to the Foreign Relations of the United States, 1898 (Washington, DC: Government Printing Office, 1901), 1027–1028. 82. Fitzhugh Lee to William Day, Havana, February 28, 1898, in U.S. Senate Doc. No. 230. Consular Correspondence, 90–91. 83. ________, Statement of Hon. Fitzhugh Lee, April 12, 1898, in Report of the Committee on Foreign Relations, United States Senate, Relative to Affairs in Cuba, pt. 1, 35–53. 84. Henry Russell, An Illustrated History of Our War with Spain (Hartford, CT: A. D. Worthington & Co., 1898), 448. 85. Redfield Proctor, “Speech of Senator Proctor,” in Real Condition of Cuba (n.p., n.d.); Henry Russell, An Illustrated History of Our War with Spain, 446; “The Sweet Smell of Gunpowder,” Economist, April 24, 2010, 80. 86. See Michelle Bray Davis and Rollin W. Quimbly, “Senator Proctor’s Cuban Speech: Speculations on a Cause of the Spanish American War,” Quarterly Journal of Speech 55, no. 2 (April 1969): 131–141. 87. Fitzhugh Lee to William Day, Havana, April 6, 1898, in RG 59, National Archives, reel 132. 88. Eggert, “Our Man in Havana,” 482. 89. Máximo Gómez to President William McKinley [undated],” enclosed with Fitzhugh Lee to William Day, Havana, February 15, 1898, in U.S. Senate, 55th Congress, 2nd Session, Doc. 230, Consular Correspondence Respecting the Condition of the Reconcentrados in Cuba, the State of the War in that Island, and the Prospects of the Projected Autonomy (Washington, DC: Government Printing Office, 1898), 25–26. 90. Fitzhugh Lee to William Day, Havana, March 1, 1898, in RG 59, National Archives, reel 132. 91. Fitzhugh Lee, “Cuba and Her Struggle for Freedom,” Fortnightly Review,” June 1, 1898, 866. 92. See Oscar Zanetti Lecuona, Sugar and Railroads in Cuban History, 1837–1959 (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1988); Antonio Santamaría and Consuelo Naranjo Orovio, Más allá del azúcar: Política, diversificación y prácticas económicas en Cuba, 1878–1930 (Aranjuez, Spain: Doce Calles, 2009); Laird Bergad, Cuban Rural Society in the Nineteenth Century: the Social and Economic History of Monoculture in Matanzas (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1990). 93. Fitzhugh Lee, Cuba’s Struggle against Spain (New York: American Historical Press, 1899). 94. __________, “Statement of Hon. Fitzhugh Lee, April 12, 1898,” in U.S. Senate, 55th Congress, 2nd Session, Report 885, Report of the Committee on Foreign Relations of the United
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264 : Rafael E. Tarragó States Relative to the Affairs of Cuba (Washington, DC: Government Printing Office, 1898), pt. 1, 548. 95. George Bronson Rea, “Statement of George Bronson Rea on the 11 Day of June 1897,” in U.S. Senate, 55th Congress, 2nd Session, Report 885, Report of the Committee on Foreign Relations of the United States Relative to the Affairs of Cuba, pt. 1, 375–383. 96. Ibid., 381–383. 97. Fitzhugh Lee, “Statement of Hon. Fitzhugh Lee, April 12, 1898,” in 55th Congress, 2nd Session, Report 885, Report of the Committee on Foreign Relations of the United States Relative to the Affairs of Cuba, pt. 1, 540–541; María del Carmen Barcia Zequeira, “La vía reformista en Cuba; de la sociedad a la política,” in Cuba y Puerto Rico en torno al 98 (Valladolid: Universidad de Valladolid, 1999), 39. 98. Fitzhugh Lee, “Statement of Hon. Fitzhugh Lee,” 544–545. 99. Ibid., 545. 100. Fitzhugh Lee to Daniel S. Lamont, Savannah, GA, November 29, 1898, MLCD, Lamont, General Correspondence, 1865–1917, container 83. 101. Carlos Carbonell to Fitzhugh Lee, Havana, November 30, enclosed with Fitzhugh Lee to Daniel S. Lamont, Savannah, GA, December 3, 1898, MLCD, Lamont, General Correspondence, container 83. 102. Fitzhugh Lee to Daniel S. Lamont, Savannah, GA, December 3, 1898, MLCD, Lamont, General Correspondence, container 83. 103. Fitzhugh Lee to Senator Joseph Benson Foraker, Havana, November 20, 1899, reprinted in Joseph Benson Foraker, Notes of a Busy Life, 2nd ed. (Cincinnati: Steward & Kidd, 1916), 2:48. 104. Ibid., 2:49. 105. Cited in Nichols, General Fitzhugh Lee, 171n57. According to this note, from a newspaper clipping without mast found in Lee’s archives at the University of Virginia. 106. Eggert, “Our Man in Havana,” 485. 107. See Hamilton, America’s New Empire; Zimmermann, First Triumph; Thomas, War Lovers. 108. Zimmermann, First Triumph, 255. 109. See Lars Schoultz, “Benevolent Domination: The Ideology of U.S. Policy toward Cuba” Cuban Studies 41 (2010): 1–19. 110. Thomas, Cuba, 412–413. 111. Rafael E. Tarragó, “The Thwarting of Cuban Autonomy” Orbis 42, no. 4 (Fall 1998): 517–531; Miriam Fernández Sosa, “El intervencionismo norteamericano en Cuba y su reflejo en el pensamiento político cubano de principios del siglo XX,” Arbor 144, no. 567 (March 1993): 117–119. 112. Carmen Diana Deere, “Here Come the Yankees: The Rise and Decline of United States Colonies in Cuba, 1898–1930,” Hispanic American Historical Review 78, no. 4 (1998): 729–765.
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ALFRED J. LÓPEZ
Myth, Martyrdom, and the Many Deaths of José Martí A B S T R AC T The myth of José Martí’s heroic death is so central to his standing as Cuba’s national icon that no less a prominent figure than Abel Prieto—Cuba’s former minister of culture—has wondered what would be left of his myth of martyrdom if it were ever proven less than glorious. Yet one would be hard pressed to find a historically significant event in Martí’s life about which less is concretely known, or that has been subjected to more speculation and outright invention. Perhaps the very fact of the historical vacuum surrounding Martí’s death has even enabled fabrication: historical contingency molded into myth and hardened over time into unquestioned orthodoxy. This essay presents Martí’s death as part of a larger discursive process of national invention, by which the historical real is transformed in the act of narration into a myth of origins. An indispensable step in this naturalization of contingency into manageable myth is suppression of elements that challenge the myth’s internal coherence, thus threatening to unravel the national imaginary at the crucial moment of self-creation. My work shares the broader objectives of recent scholarship that seeks to demystify Martí by revealing the narrative machinery binding his myth to the nation-building project.
RESUMEN El mito de la muerte heroica de José Martí lleva tanta importancia para su posición de icono nacional cubano que hasta Abel Prieto —ministro de cultura de Cuba— se ha preguntado que nos quedaría del mito de martirio sin él. Pero sería difícil encontrar un evento histórico en la vida de Martí del cual sabemos menos en concreto, o que ha sido expuesto a mas especulación y hasta invención. Quizás el hecho del vacío histórico que envuelve la muerte de Martí ha inclusive habilitado fabricación: contingencia histórica moldeada en mito, endurecido con el tiempo en ortodoxia incuestionable. Este ensayo presenta la muerte de Martí como parte de un proceso discursivo de invención nacional, por el cual acontecimientos son transformados por el acto de narrar en un mito de orígenes. Un paso indispensable para esta naturalización de contingencia en mito manejable es la supresión de elementos que desafían la coherencia interna del mito, lo que amenaza con desatar el imaginario nacional en el momento crucial de la auto-creación. Este trabajo es parte de un proyecto mas amplio, que pretende demistificar a Martí al revelar la maquinaria narrativa que ata su mito al proyecto de construcción nacional.
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266 : Alfred J. López La fama es un mito útil. José Martí1
The myth of José Martí’s heroic death at Dos Ríos is central to his standing as Cuba’s preeminent patriarch and national icon, so much so that no less a prominent figure than Abel Prieto—Cuba’s former minister of culture—has wondered what would be left of his myth of martyrdom if it were ever proven less than glorious.2 Yet one would be hard pressed to find a historically significant event in Martí’s life about which less is concretely known, or that has been subjected to more speculation and outright invention. As Rolando Rodríguez succinctly puts it, “Any effort to reconcile all the narratives would be in vain” (“Vano sería pretender conciliar todas las narraciones”), for beyond the fact of the death itself, they share little in common (Rodríguez 7). Perhaps the very fact of the historical vacuum surrounding Martí’s death—of the impossibility of ever knowing beyond a reasonable doubt what exactly happened—has enabled and even abetted fabrication: historical contingency molded into myth and hardened over time into unquestioned orthodoxy. In this essay I read Martí’s death as part of a larger discursive process of national invention, by which the historical real is transformed in the act of narration into a myth of origins. An indispensable step in this naturalization of inaccessible contingency into manageable myth is the process of suppressing those elements that challenge the myth’s internal coherence, thus threatening to unravel the national imaginary at the crucial moment of its self-creation. Perhaps this step is not even distinguishable from the larger process of national founding, except retroactively, by reading the constructedness of the national imaginary as it reveals itself in the scene(s) of its own creation. If poststructuralism has taught us anything, it is that every act of erasure always already leaves a trace—if not of the erased itself, then at least of the act of erasing. To read texts produced in the aftermath of Martí’s death that contradict the nowcanonical reading of that death as an act of martyrdom is not the same as uncovering the final facts of that death, which remain forever beyond our grasp. Nor is it only, or even necessarily, the same as reading “against the grain” of the myth of Martí’s martyrdom. This essay shares the broader objectives, though not necessarily the methodology, of recent scholarship by Rafael Rojas, Lillian Guerra, Antonio José Ponte, and others that seeks to demystify Martí by revealing the narrative machinery binding his myth to the larger project of nation building.3 Emilio Ichikawa’s claims to the contrary notwithstanding, this project of interrogating the constructedness of the Cuban national imaginary is far from exhausted, its future indeterminate but hardly closed.4 Rojas’s description of the relation between mythmaking and nation building is especially cogent:
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In this sense, the first step toward the invention of the Cuban republic is the narrative of an epic past, the deployment of a historical density or, to in Eric Hobsbawm’s terms, the “invention of a tradition.” . . . And here it is worth noting the transference of the national mythology of the United States onto the invention of Cuba, since Martí attributes to Céspedes the role of Washington, the father of the country, a sort of republican Moses, and reserves for himself the mission of Lincoln, the Christ, the son sacrificed for the completion of nationalism. When the Martían republic is not realized, the roles are displaced and the figure of Martí is read prophetically, which enables the appearance of other messiahs, new Christs, others anointed by the Martían holy oil. (Rojas 133)
Here, as throughout José Martí: The Invention of Cuba, Rojas emphasizes the “deployment” (despliegue)—in other words, the setting to work—of mythmaking as a discursive strategy whose end is the construction of a national imaginary. Although I share Rojas’s view of the crucial importance of such theoretical interrogations of national discourses, this essay is based less on a theoretical proposition or cultural analytic than on examining the process by which the historical contingency of Martí’s death has been deployed in the service of national mythmaking. One crucial part of this deployment has been the suppression of contradictory accounts of that death that challenged the mythic narrative as others strove to consolidate its hegemonic and canonical status. Power, influence, and access to journalists also played crucial roles in the establishment of a consensus narrative, as what came to be recognized as the official account of Martí’s death largely echoes Máximo Gómez’s version of the event. As a highly respected figure who after the war achieved something close to mythic status himself, the deferential treatment Gómez enjoyed from journalists and biographers, along with his considerable political skills, allowed him to both disseminate the story of Martí’s heroic death and suppress any version that would render him culpable for it.5 Gómez also enjoyed the support of key surrogates such as Colonel José Miró, whose published account of Martí’s death confirmed Gómez’s in nearly every detail.6 Gómez understood immediately that as the commanding officer of the forces at Dos Ríos, as well as military head of all Cuban forces, he was in danger of being blamed for Martí’s death. As a skilled military commander and savvy politician, he also grasped that his continued ability to lead the revolution militarily and politically depended on his ability to avoid taking direct responsibility. His accounts of Martí’s death in a number of interviews as well as his published war diaries, along with supporting accounts from Miró and others, accomplished Gómez’s twin goals of promoting the narrative of Martí’s heroic death and avoiding personal responsibility for it. Behind the scenes of Gómez’s public manipulations, however, he knew precisely who he believed bore the blame for Martí’s death. It had taken Gómez a great deal of persuasion to convince Martí to remain in New York during the war, as much to keep the civilian leader out of harm’s way as to fully leverage
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268 : Alfred J. López his talents as a political organizer and strategist. When Martí’s own newspaper, Patria, published a false report that Martí had already joined Gómez on the island, however, he felt duty bound to join the General on the trip. Gómez later described Martí’s response to the report in a letter to Benjamin Guerra: “After this, General . . . I cannot possibly appear in New York.”7 Gómez held Tomás Estrada Palma, who had served as president of the Republic in Arms during the Ten Years’ War, responsible for leaking the false report of Martí’s landing, and he expressed his deep displeasure in a letter to Palma shortly after Martí’s death.8 Gómez’s efforts notwithstanding, however, the available evidence regarding Martí’s death at Dos Ríos does not necessarily support the myth of a heroic ride into martyrdom and glory. The multiple accounts of Martí’s death agree on very little beyond the identity of the fallen, and the immediate negative impact his death made on the momentum and morale of the war effort. The existence of these conflicting accounts, however, at the very least calls into serious question the long-cherished myth of Martí’s heroic death, so crucial to the larger narrative of Martí as Cuba’s founding martyr. What we know for certain is that on the afternoon of May 19—less than two hours after Martí’s final inspirational address to the troops at Vuelta Grande—Cuban and Spanish forces clashed at nearby Dos Ríos, and Martí died in combat. From these sketchy facts has grown the myth of Martí’s heroic, even glorious martyrdom, a composite of which might read like this: On the afternoon of May 19, Gómez’s and Masó’s combined troops, which numbered approximately three hundred men, came under surprise assault by a Spanish force over twice its size. Unprepared for the sudden ferocity of the Spanish onslaught, Gómez hastily assembled a counterforce and charged into the fray. Before riding off to fight, Gómez admonished Martí to stay behind and out of danger, but the latter disobeyed the Generalísimo’s order and charged into battle.9 Within minutes Martí had charged directly in front of a strategically concealed Spanish position, revolver in hand, at which point he was fatally shot and fell from his horse. A young officer named Ángel de la Guardia, who had been accompanying Martí and was riding close behind him, escaped injury, but proved unable to either prevent his death or retrieve his body. After Gómez’s own failed attempt to rescue his fallen comrade, Martí’s body was carried off by Spanish soldiers, who did not immediately know the victim’s identity but suspected they had killed someone important.10 And so, unwilling to stand on the sidelines while others risked their lives, Martí chose spontaneously to lead by example, thus leaving his own death as the greatest, highest model of Cuban patriotism and nationalist ardor. Other versions circulated in the decades following the event that far surpass this one in their disregard for basic historical accuracy. I will discuss one such
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apocryphal account, alongside the more credible narratives, in the next section. In the century-plus since Martí’s death, however, the account that I have paraphrased has passed into conventional received wisdom, legend, and national myth. To this day, the historical accounts of Martí’s death that Cuban schoolchildren find in their textbooks, and workers read in their state-produced inspirational texts, remain unyielding in their adherence to the narrative of Martí’s heroic death in battle.11 In a rare example of agreement between Havana and the Cuban exile community, these official Cuban texts find their counterparts in similar accounts published in New York and Miami for Cuban American children and adults.12 The consistency among these accounts—in effect, the constant repetition of a single, unvarying mythic narrative—has come to eclipse the historical record. The account of Martí’s death in Jorge Mañach’s widely praised 1932 biography, Martí, el apostol, faithfully reproduces Gómez’s version by then generally accepted; although the book does not provide notes, the narrative clearly relies on one or more of Gómez’s published accounts as its primary source(s). The biography’s popularity among Cuban readers and its acceptance in journalistic and academic circles in effect marked the coalescence of a popular and scholarly consensus around Martí’s death in battle at Dos Ríos, completing the process of canonization—and suppression—begun by Gómez thirty-seven years earlier. Subsequent biographical studies, particularly those published around the time of the 1953 centennial celebrations of Martí’s birth, invariably ratified Mañach’s narrative of Martí’s life and heroic death, further reinforcing the myth of Martí as national hero and even saint (note the word apostol in Mañach’s title) that remains more or less undisturbed to this day.13 It is worth noting, however, that as early as 1921 the Cuban Congressional “Ley que Glorifica al Apostol” (Law That Glorifies the Apostle) fixed January 28, Martí’s birthday, as a national holiday and further stipulated that the title apostol henceforth belonged exclusively to Martí.14 Although widely accepted, however, the canonical account of Martí’s death has surprisingly little basis in historical fact. There is, in fact, evidence both within Gómez’s own accounts and those of other eyewitnesses that directly contradict the canonical narrative—a fact that implicitly calls into question Gómez’s and his surrogates’ motivations in disseminating it. Regardless of whether Martí charged to his death because he felt ashamed for inciting others to fight without doing so himself, or actually courted death because of some long-held martyrdom fantasies, or simply got caught up in the fervent of the moment and forgot his own lack of military training and skills—in short, whether it was a snap decision or some deeper desire that drove Martí on to the battlefield—his death may not have been nearly as heroic or picturesque as the myth avers. The demystification of Martí’s martyrdom by a reduction to the available historical evidence would leave us with a death whose suddenness
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270 : Alfred J. López and utter banality may instead stand as a poignant and paradoxical anticlimax to a life otherwise filled with truly eventful and heroic moments: a relative whimper compared to his short but outsized life. We may most usefully organize the discrepancies between Gómez’s now-canonical account of Martí’s death and credible conflicting versions under three general sets of questions: (1) Ángel de la Guardia’s role in Martí’s death, and how much Gómez knew of the young man’s reputation as a brave but headstrong, and occasionally insubordinate, warrior; (2) Gómez’s actions and decisions leading up to the Battle of Dos Rios, in particular whether the Cubans themselves, under Gómez’s leadership, actually initiated the fighting; and most important, (3) whether Gómez actually instructed Martí to stay behind at Vuelta Grande before riding off to battle, as he claimed. Significant correspondence and other circumstantial evidence regarding Ángel de la Guardia’s character and personal history, his role in Martí’s death, and his direct and familial ties to Gómez himself cast doubt on the veracity of the canonical Gómez narrative. And at least two eyewitness accounts by Cuban officers directly contradict Gómez’s version of events regarding the two latter questions. Before turning to these accounts, however, it is important to note that not all the narratives of Martí’s death necessarily demystified it, some arguably heightening the image of Martí as romantic poet-warrior-martyr. The most widely circulated of these alternative versions had Martí killed while on his way to depart the island, having agreed to return to the United States and his role as expatriate civilian leader. This version seems to have arisen from an interview attributed to Gómez in the New York Herald, but which Gómez denied having ever given.15 In this apocryphal story, Martí and a small group of fellow mambis live to make a heroic last stand against a larger Spanish force: While Gómez set out for Camagüey, Martí turned toward the southern coast, intending to go first to Jamaica, whence he could take an English steamer for New York or any other destination he might select. Martí had with him an escort of only fifty men, and soon after parting company with Gómez he was led by a treacherous guide into a ravine where he was trapped by a Spanish force outnumbering the Cubans twenty to one [!] The Cubans fought with desperate valor, Martí himself leading a charge which nearly succeeded in cutting a way through the Spanish lines. But the odds were too heavy against them, and without even the satisfaction of taking two or three Spanish lives for every life they gave, the Cubans were all slain, Martí himself being among the last to fall. Word of the conflict reached Gómez, and he came hastening back, just too late to save his comrade, and was himself wounded in the furious attack which he made upon the Spaniards in an attempt at least to recover Martí’s body. (Johnson 4:16)
This apocryphal story of Martí’s heroic “last stand” persisted well into the 1930s, despite having no basis in reality. Martí himself explicitly rejects the
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idea of quitting the island when Antonio Maceo demanded he do so in their May 5 summit with Máximo Gómez, a fact he emphasizes in his written account of that meeting (Martí 19:228–229). Nor was this the only such fiction to circulate in the aftermath of Martí’s death. Along with the story of Martí’s romantic last stand, rumors circulated that the revolutionary leader had been shot while sleeping in his hammock; that he had been gunned down from behind; that he and de la Guardia had run into enemy fire utterly by accident, riding casually “with an air of tourists.”16 Although Gómez’s account of Martí’s death undoubtedly took liberties with the known facts, versions such as this one fabricated the desired “glorious” death outright. The single most overlooked element in the many examinations of Martí’s death has been the role played by his would-be protector Ángel de la Guardia, the sole eyewitness to the chaotic moments preceding Martí’s fatal charge. (In perhaps the most poignant irony surrounding Martí’s death, de la Guardia’s name in Spanish literally means “guardian angel.”) For most commentators, de la Guardia has been little more than a youthful foil for Martí’s final heroic moments, following his brave leader into the breach only to witness his death—and conveniently positioned to testify to Martí’s last selfless act of courage and patriotism.17 It appears from the available evidence, however, that de la Guardia’s place in Cuban history was entirely a product of happenstance: Gómez asserts in his May 19 diary entry that Martí “had found himself alone, with a child who had never seen combat: Miguel [sic] de la Guardia” (“se encontraba solo, con un niño que jamás se había batido; Miguel [sic] de la Guardia”) (Gómez 285). Far from being a novice, however, de la Guardia had joined Masó’s troops six weeks before, and in his first combat experience had led forty mambis to capture a Spanish convoy and demolish its escort of more than one hundred men. Impressed with his bravery and skill in battle, Masó immediately promoted him to officer status, and the younger de la Guardia joined his older brother Dominador as one of the general’s personal assistants. The de la Guardias’ father, Miguel (of whom Gómez was perhaps thinking when he misidentified the son), also had a long history of supporting the Cuban independence struggle. Thus, by the time of de la Guardia’s arrival at Dos Ríos, as his biographer Enrique Gay-Calbó affirms, “he had experience and knew well the sound of gunfire” (“tenía ya experiencia y conocía bien el sonido de las balas”) (Gay-Calbó 13). The younger Guardia rose quickly through the ranks, and had ascended to the rank of colonel by the time of his death in 1897. Gómez himself promoted him to the rank of lieutenant shortly after Martí’s death, praising him for his valor at Dos Ríos (Gay-Calbó 14–15). However reliable Gómez’s claim of ignorance regarding Ángel de la Guardia’s military skills and experience, then, the fact is that by the time of the
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272 : Alfred J. López Battle of Dos Ríos the young man had established a reputation as a formidable fighter. What de la Guardia’s superiors did not yet know about him, and would become apparent only after Martí’s death, was that his passions on the battlefield often overrode his sense of self-preservation, sometimes to the point of insubordination. Gay-Calbó presents this element of de la Guardia’s personality in a relatively sympathetic light: [Because] he was convinced of the need to fight, he considered wasted those moments in which there was no fighting. His notion of war found itself in contradiction to that of his commanders. . . . Angel de la Guardia obeyed [his superiors] with his rigid sense of discipline, although he took advantage of every opportunity to make war as he conceived it, and then he was at the head of his favorite machete charge, at the head of his men, the first to strike, the most tireless in battle, always the conqueror. (Gay-Calbó 15–17)
Unbeknownst to Gómez and Masó, then, de la Guardia was far from the ideal candidate to keep Martí away from the fighting. In their defense, de la Guardia’s love of danger and disregard for orders did not fully emerge until after Dos Ríos. But on at least three different occasions after Martí’s death—the last of which cost him his own life—de la Guardia made risky, even foolhardy assaults on Spanish forces in direct contradiction of his superior’s orders.18 By the time of his death, at least one general, Calixto García, had grown sufficiently concerned that he privately counseled de la Guardia to temper his passions, to be able to serve his country longer. De la Guardia promised his commander that he would henceforth be more prudent, but his promised discretion continued to fail him at crucial moments. This was partly because de la Guardia’s seemingly spontaneous battlefield decisions did not stem entirely from youthful exuberance or love of country: On at least one occasion, the young mambi shared with his comrades his desire to reach the rank of general. The young mambi longed to wear the ceremonial belt that signified the general’s rank and distinguished them from their troops. De la Guardia’s favorite slogan, in fact, was known to be “La faja, o la caja,” or in English, “The belt or the box”—to make general’s rank or die trying (Gay-Calbó 11). Whatever discrepancies later arose between Gómez’s account of Martí’s death and those of others at Dos Ríos—most pointedly Masó’s—none of the principals ever disputed that Martí chose to charge into battle. It would be reasonable to expect that Ángel de la Guardia’s subsequent history of impulsive, even foolhardy aggressiveness on the battlefield—of which, by 1897, the entire Cuban leadership would have been well aware—would have led them to question how Martí came to find himself charging straight into enemy fire while supposedly in de la Guardia’s care. Yet no such statements of doubt have ever appeared. Leaving aside the reticence of Martí’s contemporaries to question the he-
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roic narrative that they helped construct, it is more than reasonable to wonder, based on the available evidence, whether Martí’s sudden headlong charge into the teeth of an enemy position resulted not from his own stirred-up passions but from de la Guardia’s. Yet doing so necessarily casts doubt upon the most indispensable component of the most central story in the myth of Martí: that he died a hero’s death. Simply put, if Martí did not choose to charge into battle, if in fact he was simply following the ill-advised whim of his supposed guardian, then his death was not the final testament of a hero but the sad and untimely end of a man whose final epiphany—that the battlefield was really not his place—came too late. The question of what really happened during Martí’s final minutes of life will likely never be definitively resolved. This is partly because there would have been little motivation for his associates and contemporaries to present the unvarnished truth, and a great deal at stake for the revolutionary movement that compelled the construction and preservation of a heroic death story. Perhaps for that reason, the only written eyewitness account of Marti’s final minutes was deliberately destroyed. The only eyewitness to the entire period, beginning with Martí’s alleged disregard of Gómez’s order and culminating with the bullet wounds to the face and chest that instantly killed him minutes later, was Ángel de la Guardia. Miguel de la Guardia later confessed to having burned the letter from his son containing his testimony of what happened in those final minutes. His explanation for destroying the letter was that as a known insurgent sympathizer, he had been under constant surveillance by Spanish authorities, and subject to unannounced searches of his person and property at any moment. Miguel de la Guardia’s situation was so precarious as to have narrowly escaped execution only by the intercession of a Spanish priest.19 The risk of being caught holding such a letter, he reasoned, was thus too great, and he chose to burn it. This explanation seems perfectly reasonable at first glance, especially given that the only correspondence between Miguel and Ángel de la Guardia, as well as letters to and from other mambi leaders, that has survived dates from after his 1897 exile to Santo Domingo. Ángel de la Guardia’s son in fact donated these and other letters to the Academia de la Historia de Cuba, to encourage a biography of his father.20 Ángel de la Guardia himself never wrote another account of Martí’s death, although several secondhand anecdotal accounts survive.21 The destruction of the letter itself, however, does not explain why Miguel de la Guardia never divulged its contents in any other venue. If doing so after 1897 would no longer have placed him or his family in danger, why did he maintain his silence regarding such a crucial matter? We will never know. We do know, however, that Miguel de la Guardia took the contents of his son’s letter to the grave with him—he never wrote down himself what Ángel de la Guardia revealed in that letter, nor did he ever divulge
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274 : Alfred J. López the circumstances of Martí’s death to any interviewer, biographer, or journalist. Why would Miguel de la Guardia, as the only known reader of the only known firsthand account of Martí’s death, suppress that account? Given that he did not reveal the contents of the letter even after he was personally out of danger, it is reasonable to wonder whether his own personal safety was really the only or even the primary reason for the letter’s destruction. Another possibility would seem to be that it portrayed Martí’s death in a less-than-flattering light, or at least in a way that contradicted Gómez’s account, which by then was well known. Given how hard Spanish ideologues and apologists had for years worked to discredit Martí in the eyes of both the Cuban population and exile communities, evidence that his death had been anything less than heroic would constitute a significant victory in the battle for public opinion, as well as significantly undermine the military authority and public reputation of its supreme military commander. In the absence of definitive testimony from Ángel de la Guardia, the most complete single account of Martí’s death remains Gómez’s. The Generalísimo never addresses the question of whether Martí led the charge that killed him. His initial account of Martí’s death does, however, otherwise serve as a sort of first draft of what would become the accepted narrative: [We] were desperately battling a column of over 800 men, at a league’s distance from our camp; at Dos Ríos. Never had I found myself in a more compromising position—our first approach swept away the enemy vanguard, but immediately slackened, then of course the enemy stood firm with strong firepower; and Martí, who did not stand by my side, fell injured or dead at a point where he could not be recovered and remained in the enemy’s power. When I learned of this I advanced alone up until I could see him. This loss of a friend, a companion, and a patriot; the slackening and little brio of my people, all of this crushed my spirit to such an end, that leaving a few shooters upon an enemy that we could no longer defeat, I retired with my soul saddened. . . . When Martí fell, he had abandoned me and found himself alone, with a child who had never before seen combat: Miguel [sic] de la Guardia. And this, despite that when we were about to confront the enemy, I ordered him to stay behind; but he did not want to obey my order and unable to do anything else, but march ahead to drag my people along, I could no longer occupy myself with Martí. I soon found myself nearly alone, 50 paces from the enemy on our left flank; and turning toward the Center I find Guardia retiring with his horse injured, and he gives me the sad news of Martí dead or injured.22
Whatever Gómez’s prevarications regarding other aspects of Martí’s death, he always maintained that the civilian leader died because he had disregarded Gómez’s order to stay out of the fray.23 In later versions Gómez would elaborate on this basic sequence of events, always implicitly blaming Martí’s
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death on his own insubordination and ill-advised choice to “abandon” Gómez. It is curious that Gómez never moved to resolve the logical inconsistencies inherent in his story, not the least of which is the paradoxical claim that Martí abandoned Gómez even as the latter rode ahead and instructed him to stay out of the fight—in effect, abandoning him. Even more confusing is the question of how, if in fact Gómez left Martí behind, Martí and de la Guardia could have charged so far ahead of Gómez that he had to mount his own charge into enemy fire in his attempt to retrieve him. Given the distance between the Cuban camp at La Vuelta Grande and the battleground at Dos Ríos—“a league,” according to Gómez, roughly equivalent to three miles—the idea that Martí and de la Guardia somehow ended up as much as fifty meters in front of Gómez’s charge is at best questionable.24 Aside from these inconsistencies, the question remains of whether Gómez ordered Martí’s retreat as he so often claimed, and as has become part of the official legend. Eyewitness accounts flatly contradict each other on this crucial point: José Miró’s supports Gómez’s claim while others, such as Dominador de la Guardia’s and José Masó Parra’s, contradict it. Both accounts have Martí riding out in front with the other leaders and their assistants, and Masó Parra’s narrative takes pains to place Martí by Gómez’s side in front of 150 riders.25 Although the inconsistencies in Gómez’s timeline and sequence of events contribute most significantly to rendering his account unreliable, these are not the only errata worth noting. Gómez also persisted in referring to Martí’s fellow rider as “Miguel” de la Guardia, even long after his true identity was widely known. It is certainly plausible that having just joined forces with Masó himself, Gómez would have no idea of the young man’s identity or how experienced he was—mistakenly referring to him as “Miguel” would seem to confirm the idea that Gómez was unfamiliar with many of those alongside whom he was now fighting. It is nevertheless curious, given how circumspect Gómez is with names, dates, and other facts elsewhere in his diary, that he would venture to describe de la Guardia as “a child who had never seen combat” if in fact he did not know him. As Gómez’s first written account of what happened—essentially a first draft for the more polished, if equally inaccurate, descriptions he would later provide—it is a telling slip. Along with his undisputed expertise as a military strategist and tactician, Gómez was a savvy enough politician to have immediately grasped the danger of being scapegoated for Martí’s death. He was also sufficiently powerful within the mambi leadership—and influential enough among both the Cuban population and the exile community—to persuade or compel others to disseminate his preferred version of events. This small but curious discrepancy in Gómez’s initial account of Martí’s death signals a desire to distance himself from the younger de la Guardia—and more important, given the young man’s reputation later as a headstrong and erratic fighter, from any responsibility for having placed Martí in his care. More so than the larger mis-
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276 : Alfred J. López representations of time and distance in his diary entry, this smaller discrepancy indicates Gómez’s keen awareness of the importance of shaping the story of Martí’s death—and especially of who would be blamed for it.26 Given Gómez’s formidable stature in Cuban war and politics during his lifetime, it is perhaps not surprising that the most substantial rebuttal of his now-official account of Martí’s death did not surface until after his death. Dominador de la Guardia waited until 1911, six years after Gómez died a national hero, to write down his eyewitness account of Martí’s death in a letter to Eligio Palma—an account that directly contradicted much of Gómez’s bythen canonized version. The elder de la Guardia brother explicitly denies that Martí ever stayed behind at camp, and that Gómez ever asked him to do so. In de la Guardia’s account, Martí rode at the head of a column of troops alongside Gómez and General Francisco (Paquito) Borrero. After a difficult and illadvised crossing of the Contramaestre River, in which the Cuban forces were forced to break formation, and their initial successful attack of the Spanish vanguard, Dominador de la Guardia describes Martí’s first and final charge: At General Gomez’s order, we halted our advance; at that moment General Masó was at General Gómez’s side. Gómez said to Martí: “Here!” and gestured behind himself, as if to guard him with his own body. I was next to General Masó, with my brother Angel with me and next to Martí; when they opened fire against the column, Martí invited my brother Angel to continue with him ahead, and so they did. With the smoke from the gunfire we did not notice their advance and they rode about 50 meters ahead of us. At that distance they made a magnificent target for the Spanish forces and these fired upon them at close range. Martí took a bullet in the neck and fell to the ground, and my brother Angel’s horse was shot three times.27 Angelito tried to carry Martí; but he could not manage it: he was too much of a boy and Martí too corpulent. Then he gestured for me to come to where he was, and I, not understanding what he was doing that far ahead, insisted he come back to where we stood in the firing line. Barely had Angel turned his back on the enemy to come to us, when the Spanish began their advance. It took Angel some time to get back to us, as his horse could barely walk, so by the time he gave Gómez the news of Martí’s death and where he had fallen, the Spanish at those very moments were arriving at where Martí was.28
We do not know why the elder de la Guardia brother chose to suppress his account of Martí’s death for so many years before his 1911 letter—six years after Gómez’s death in 1905. Given that others, most notably his erstwhile commander Bartolomé Masó, did publish divergent accounts, it is also not clear why de la Guardia shared his memory of the event only in the letter to Palma rather than a more public venue. Perhaps he wished to avoid a public confrontation with Gómez, for political or personal reasons, or perhaps he sim-
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ply did not want to tarnish the iconic aura of Cuba’s greatest living hero of the postwar era. Whatever his reasons, de la Guardia’s account contradicts Gómez’s on at least two important points. First, it does not contain Gómez’s claim—crucial to both the myth of Martí’s heroic death and Gómez’s lack of implication in it—that the Generalísimo explicitly ordered Martí to refrain from battle. This point is partly assuaged by de la Guardia’s emphasis on Gómez’s “Here!” command, which though at variance with his version at least allows that he made some attempt to protect Martí. De la Guardia’s description of the confusion of the battle scene, as well of the smoke and sound of gunfire that surrounded the fighters, also allows for the possibility that Gómez’s order would have gone unheard by Martí, who in de la Guardia’s account was far enough away to have perhaps missed it. De la Guardia’s own positioning would seem to undermine that possibility, however, as according to his account he would have been close enough to hear both Martí invite his brother Ángel to advance and Gómez’s “Here!” command. De la Guardia’s second divergence from Gómez’s account, however, is more troubling. For regardless of whether or when Gómez ordered Martí to keep himself out of danger, de la Guardia’s account emphasizes that Martí not only did not remain at the camp but also was among the first few fighters to arrive at the battle scene—and that Gómez did nothing to prevent or discourage his doing so. Nor is de la Guardia’s account on outlier on this point, as Masó Parra concurs that the first group to reach the battleground included “Gómez, Masó, and Borrero. . . . Martí was with that group and was among the first to fall.”29 De la Guardia’s account also confirms that “[G]enerals Borrero and Martí went with General Gómez. No one stayed behind in any prefecture.”30 Moreover, the three miles (five kilometers) between Dos Ríos and the Cuban camp at La Vuelta Grande, and the presence between the camp and the battleground of the Contramaestre River, which was higher than usual that day because of recent heavy rains, would seem to further contradict Gómez’s claim that he ordered Martí back before advancing. It is at the very least unlikely that the inexperienced Martí, having initially stayed behind, would have overtaken the more experienced riders’ charge, much less cross a swollen river without the guidance of even Ángel de la Guardia, whom by all accounts he did not encounter until just before his final charge. Much more than the question of Gómez’s alleged order to Martí or his actual words, then, it is de la Guardia’s (and Masó Parra’s) assertion that Martí rode with the initial group that more seriously calls into question the veracity and reliability of Gómez’s now-canonical version of Martí’s death. These discrepancies, combined with the further evidence of Gómez’s undeniable status and influence in postwar Cuba—and his documented attempts to both distance himself from the event
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278 : Alfred J. López and even blame others for it—cast a deep shadow over the myth of Martí’s heroic death in battle. However little we can know with any certainty at this remove from the event, the available evidence nevertheless suggests the strong possibility that Cuba’s most beloved national hero did not die the glorious death of legend. If “lie” seems too strong a word, then perhaps “myth” will have to do. For as Martí himself once wrote: “Fame is a useful myth” (“La fama es un mito útil”) (Martí 10:25).31 The sentence appears near the end of his April 17, 1884, column in La Nación on the funeral procession for the crew of the USS Jeannette who had perished during a polar expedition. Martí goes on to assert that “[duty], which brings pleasure, rules men. It guides, it saves, and it is enough” (“El deber, que deleita, rige a los hombres. Él guia, él salva, él basta”) (10:25). The adjective useful (útil) and the noun duty (deber) appear often in Martí’s work, words that signaled his commitment to a life not just of thought but of thoughtful action. If Martí’s final act in this world was not a thoughtful one, and if because of it he died less a martyr than a victim, that fact could never diminish what was by any measure a useful—and heroic—life. NOTES 1. Epigraph: see Martí 10:25. For the full text of Martí’s essay “La vuelta de los heroes de la ‘Jeannette’” (The return of the heroes of the ‘Jeannette’), see Martí 10:21–25. All translations are my own unless otherwise specified. 2. Prieto puts the question most succinctly: “If it was not a hero of Cuban and Latin American independence who died at Dos Ríos, “but a suicide, a hallucinator seeking a romantic end . . . what remains to us of Martí?” (“Si en Dos Ríos no murió un héroe de la independencia cubana y latinoamericana, sino un suicida, un alucinado que quería un final romántico . . . ¿qué nos queda de Martí?”). See Prieto. For a range of responses to Prieto’s rhetorical question, and approaches to the examination of Martí’s death more broadly, see Solis. 3. See Rojas. See also Bernabé and Guerra. 4. See Ichikawa. 5. Gómez became a revered figure in postwar Cuba, famously declining to run for president and supporting eventual winner Tomás Estrada Palma. It helped that, unlike Martí and Maceo, Gómez survived the war and lived to receive a grateful nation’s adulation. No serious biography of Gómez exists, but several hagiographical texts have appeared over the years. See, for example, Infiesta and Souza. 6. See Quesada 27–45. 7. See Primelles 1:70–71. 8. For the full text of Gómez’s August 22, 1895, letter to Estrada Palma, see Primelles 1:67. 9. Gómez claims in his May 19 diary entry to have ordered Martí to stay out of the fight, and Miró’s account confirms the General’s final words to the civilian leader: “When the Cubans departed for battle, Gómez charged the Master with these words: ‘Martí, retire. This is not the place for you’” (“Cuando los cubanos partieron a batirse, Gómez requirió a Martí con estas palabras: ‘Martí, retírese. Este no es el lugar de usted’). See Gómez, Diario 285. 10. According to Jorge Mañach, the soldiers who retrieved Martí’s body did not know his identity but believed him to be someone important due to his manner of dress and some unspecified
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papers he was carrying. Those papers apparently have not survived, for there is no record of their contents having been published or of their being placed in any archive. See Mañach 241. 11. Consider, for example, this account, from an educational textbook for adult workers: “[At] a place called Dos Ríos, the Spanish awaited the Cuban cavalry in their strategic positions and greeted them with a close volley, forcing their retreat. Gómez rode ahead to organize the defense and recommended that Martí retire, but the latter, enthused by the long-awaited opportunity to fight for his country, face to face with the enemy, advanced until he reached the line of fire, where a mortal gunshot knocked him from his horse.” (“[En] un lugar llamado Dos Ríos, los españoles esperaban en posiciones estratégicas y recibieron a la caballería cubana con una descarga cerrada, obligándola a retroceder. Gómez se adelantó para organizar la defensa y recomendó a Martí que se retirara, pero este, entusiasmado por la oportunidad largamente esperada de combatir por su patria, frente a frente con el enemigo, avanzó hasta llegar a la linea de fuego, donde un balazo mortal lo derribó del caballo.”). See Historia 87. Similar, if less detailed, accounts appear in textbooks throughout the Cuban educational curriculum, with the first substantial narratives appearing as early as the fifth grade. See, for example, various editions of Historia published between 1989 and 1995. 12. See, for example, Márquez. For a textbook that stirred considerable controversy by deviating from the exile community’s view of Cuban history and contemporary condition, see Schreier. 13. The best example of this phenomenon is undoubtedly Alberto Baeza Flores’s Vida de José Martí, which won a national award from the Cuban committee organizing festivities to mark the centennial of Martí’s birth in 1953 and appeared the following year. See Baeza Flores; see also Lizaso and Muñoz. To cite just two other recent studies, see Vitier and Cabrera. 14. See Guerra 251–253. 15. For the allegedly fraudulent Gómez interview, see Gómez “Interview.” 16. For a slightly less elaborate variation on the same story, see Piñeyro. See also Mañach 241–242. Colonel José Ximénez de Sandoval, commander of the Spanish forces at Dos Ríos, vehemently decried all such false representations of Martí’s death in a July 4, 1908, letter Gonzalo de Quesada y Miranda, to which he had attached a number of the false reports cited here. Sandoval also later wrote a detailed, point-by-point rebuttal of Gómez’s account, which appeared in 1911. See Quesada 13–26. See respectively “Cubans” 2; “Martí”; and Quesada 62–63. 17. This is invariably the role to which Martí’s biographers relegate de la Guardia, most famously in Mañach. See also Fernández 9–60, although it is worth noting that even Fernández’s otherwise laudable book on Martí’s death hardly mentions de la Guardia’s role at all. 18. Calixto García was a close friend of Miguel de la Guardia, which in addition to the other commanders’ concerns gave him a further incentive to guard the life of his young officer. See Gay-Calbó 16. García included the news of de la Guardia’s mortal wound received in battle on August 29, 1897, and of his death the following day, in his September 3, 1897, letter to Gómez. For the text of García’s letter to Gómez, see Gay-Calbó 25–30. The section specifically referencing de la Guardia’s injury and death is on p. 28. 19. See Gay-Calbó 17. 20. For a sampling of the letters that Angel de la Guardia Rosales donated to the Academia, see Gay-Calbó 21–30. Gay-Calbó’s brief acknowledgment of the donation is on p. 21. 21. Ángel de la Guardia’s only other written reference to Martí’s death occurs in a May 13, 1897, letter to his family, in which he assumes that they will already have heard of the event and his subsequent promotion: “You will already know about Dos Ríos, I was promoted there to lieutenant and received a strong embrace from Gen. Gómez” (“Ya Uds. sabrán lo de Dos Ríos, allí fuí ascendido á tte. y me dió un fuerte abrazo el Gral. Gómez”). For the text of the entire letter see Gay-Calbó 21–22. De la Guardia’s older brother Dominador also wrote his own account in his March 11, 1916, letter to Eligio Palma. The elder de la Guardia brother nevertheless admits in his
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280 : Alfred J. López letter that he missed crucial moments due to excessive smoke on the battlefield and his own distance from his brother and Martí and had to rely on what his brother later told him. Colonel Enrique Céspedes Romagosa later shared his eyewitness account of Martí’s death, which largely confirmed the elder del la Guardia’s version; it is similarly limited, however, due to Céspedes’s having been standing with de la Guardia at the time. See respectively Ubieta 290–293 and Céspedes. 22. Like many other details regarding the Battle of Dos Ríos, reports of the size of the Spanish forces vary from 600 to more than 1,100. Ibrahim Hidalgo Paz estimates that Sandoval’s troops numbered more than 600, significantly fewer than Gómez’s claim of more than 800. See Hidalgo 224. Gómez would repeat this account many times until his death in 1905, never substantially departing from the template he created in his May 19 diary entry: [Nos] batíamos a la desesperada con una columna de más de 800 hombres, a una legua del campamento; en Dos Ríos. Jamás me he visto en lance más comprometido— pues en la primera arremetida se barrio la vanguardia enemiga, pero en seguida se aflojó, y desde luego el enemigo se hizo firme con un fuego nutridísimo; y Martí, que no se puso a mi lado, cayó herido o muerto en lugar donde no se pudo recoger y quedó en poder del enemigo. Cuando supe eso avancé solo hasta donde pudiera verlo. Esta pérdida sensible del amigo, del compañero y del patriota; la flojera y poco brio de la gente, todo eso me abrumió [sic] el espíritu a tal término, que dejando algunos tiradores sobre un enemigo que ya de seguro no podia derrotar, me retire con el alma entristecida. Cuando Martí cayó, me había abandonado y se encontraba solo, con un niño que jamás se había batido; Miguel [sic] de la Guardia. Y esto, no obstante que cuando ya ibamos a enfrentarnos con el enemigo, le ordené que se quedase detrás, pero no quiso obedecer mi orden y no pudiendo yo hacer otra cosa, que marchar adelante para arrastrar a la gente, no pude ocuparme más de Martí. A poco me encuentro casi solo, a 50 varas del enemigo por nuestro flanco izquierdo; y dirigiéndome al Centro encuentro a Guardia que se retiraba con su caballo herido, y me dá la triste noticia de Martí muerto o herido. See Gómez Diario 284–285. 23. Gómez asserts in his May 19 diary entry that Martí’s death occurred because he “refused to obey my order” (“no quiso obedecer mi orden”), and that, recognizing the imperative to lead his forces into battle, was forced to leave Martí behind. Gómez’s difficult choice notwithstanding, it is nevertheless curious that he simultaneously describes Martí as having “abandoned” him (“me había abandonado”) and that it was he who rode ahead and left the civilian in the rear. See Gómez Diario 285. 24. According to Dominador de la Guardia’s eyewitness account, Martí and Ángel de la Guardia were roughly fifty meters ahead of the rest of the Cuban troops when Martí was killed. See Ubieta 290. 25. See Ubieta 289–290. See also Masó. Gómez and Masó Parra had long loathed each other, so much so that Gómez later tried to have Parra tried and executed on charges of desertion. The charges were dismissed, but Parra eventually did abandon the mambi cause and join the Spanish side. More interesting than Gómez’s apparent vendetta against Masó Parra, however, was his interest in having his file—which included the letter in question—sealed with the aim to salcocharlo (cook it), an obvious euphemism for its destruction. Such an act would not have been beyond Gómez, whom some have suspected of destroying the missing May 6 entry from Martí’s war diary. See Loynaz 58. See also Fernández 36–37. 26. Gómez did in fact take pains to implicate at least one other commander in Martí’s death, explicitly accusing Bartolomé Masó of negligence that led to Martí’s being left alone with de la Guardia, who at the time served alongside his brother Dominador as Masó’s personal assistant.
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Cuban patriot and lifelong Martí friend Fermín Valdés Domínguez writes in his August 29, 1896, diary entry that Gómez had actually blamed Masó for Martí’s death. According to Valdés, Gómez accused Masó of having left the civilian leader alone with de la Guardia, who he now called un loco (a madman), and of keeping himself out of danger rather than follow the other two into battle. See Valdés 1:136–137. 27. Martí’s autopsy, performed by Dr. Pablo A. de Valencia y Forns, confirms that among the deceased three bullet wounds was one to the neck. This contradicts conflicting reports that Martí was shot in the face, either in active battle or as he lay wounded. See Ripoll 8. 28. “A la orden del general Gómez, de alto, nos detuvimos; en ese momento el general Masó estaba del general Gómez. Este le dijo a Martí: ‘¡Aquí!’, y le señaló detrás de él, como para ampararlo con su cuerpo. Yo estaba al lado del general Masó y mi hermano Angel al lado mío y junto a Martí; al romper el fuego contra la columna, Martí convidó a mi hermano Angel para seguir adelante, y así lo hicieron. Con el humo de los disparos no nos dimos cuenta de su avance y se adelantaron a nosotros como cincuenta metros. Al llegar a esa distancia presentaron un blanco magnífico a las fuerzas españolas y estas les hicieron una descarga cerrada. “Martí recibió un balazo en el cuello y cayó al suelo, y al caballo de mi hermano Angel le dieron tres balazos. Angelito trato de cargar a Martí; pero no pudo lograrlo: era demasiado niño y Martí muy corpulento. Entonces me hacia señas para que yo fuese donde él estaba, y yo, no comprendiendo que hacía tan adelantado, lo llame insistentemente para donde estábamos en línea de fuego. Apenas Angel dió espaldas al enemigo para venir donde nosotros estábamos, iniciaron los españoles su movimiento de avance. Angel tardó algo en llegar a nosotros, pues el caballo casi no podía caminar, así es que cuando le daba al general Gómez la noticia de la muerte de Martí y de dónde había caído, los españoles en esos mismos momentos llegaban a donde estaba Martí.” See Ubieta 288. 29. Masó Parra specifically identifies “los generales Gómez, Masó, y Borrero . . . . Martí íba en ese grupo y cayó de los primeros.” See Masó. 30. “Los generales Borrero y Martí iban con el general Gómez. Nadie se quedó en ninguna prefectura.” De la Guardia uses the term prefectura (prefecture) to refer to the area of the camp itself, which as a territory of the free Cuban state-in-arms would have been provisionally under Gómez and Martí’s joint command. See Ubieta 288 31. See Martí 10:25. For the full text of Martí’s essay “La vuelta de los heroes de la ‘Jeannette’” (“The Return of the Heroes of the ‘Jeannette’”), see Martí 10:21–25.
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A N I T A C A S AVA N T E S B R A D F O R D
Remembering Pedro Pan: Childhood and Collective Memory Making in Havana and Miami, 1960–2000 A B S T R AC T This article makes use of a transnational historical lens to interrogate the entangled politics of childhood and memory in postrevolutionary Havana and Miami. Drawing on oral histories, government, civic and church documents, memoirs, films, news and magazine articles, and other forms of cultural production, it critically analyzes the form and content of the stories told by and about the more than fourteen thousand Pedro Panes during the forty years between Fidel Castro’s assumption of power on the island and the international custody battle sparked by the rescue of five-year-old balsero Elián González off the coast of Florida in November 1999. During this time, influential memory workers on both sides of the Florida Straits have promoted an increasingly institutionalized series of narratives about Operation Pedro Pan, structured by mutually opposed “frames of remembrance.” The article concludes that this dialectical process of memory making has obscured the lived experiences of the actual boys and girls who came alone to the United States, even as it has served the shifting social, cultural, psychological, and political needs of revolutionary leaders and powerful sectors of the Cuban American community and their Anglo-American allies.
RESUMEN Por medio de una perspectiva trasnacional este artículo se propone cuestionar las enzarzadas posiciones acerca de la memoria histórica de la infancia cubana en Miami y La Habana después de 1959. En base a historias orales, documentos gubernamentales, cívicos y religiosos, recuerdos personales, filmes, artículos y noticias extraídos de periódicos y revistas, así como otras producciones culturales, la autora pondera, de manera crítica, el contenido y la forma de los relatos acerca de los catorce mil Pedro Panes, ora narrados por algunos Pedro Panes, ora por otras personas, durante los cuarenta años que distan entre la subida al poder de Fidel Castro y el conflicto sobre la custodia del niño balsero Elián González luego de su rescate en la costa de la Florida en 1999. Durante dicho período influyentes constructores de memorias, tanto en Cuba como en la Florida, promovieron diferentes apreciaciones sobre la Operación Pedro Pan, caracterizadas por contrarios “marcos de recuerdos”. El artículo concluye que tal proceso dialéctico de construcción de memoria ha oscurecido las experiencias reales de los niños que llegaron solos a Estados Unidos, a la vez que ha servido para satisfacer las cambiantes posiciones sociales, culturales, sicológicas y políticas tanto de líderes del
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284 : Anita Casavantes Bradford gobierno cubano como de importantes sectores de la comunidad cubano-americana y sus aliados en Estados Unidos.
Between the fall of 1960 and October 1962, the parents of more than fourteen thousand Cuban children made the difficult decision to send their children alone to the United States, where they were cared for by friends, relatives, and foster parents, as well as in camps and orphanages. The reasons parents did this were varied: many feared for the spiritual well-being of their Catholic children after an increasingly radicalized Cuban Revolution began to repress religious expression, closing Catholic schools and expelling priests and religious orders from the island. Others feared the revolutionary state’s growing interventions in family life and grew panicked after a series of rumors began to circulate that Castro intended to deprive parents of patria potestad, legal authority over their children. Parents also sought to prevent their children from being exposed to communist indoctrination in revolutionary schools, as volunteers in an islandwide literacy campaign, or as members of Soviet-inspired groups like the Pioneers and Rebel Youth. With the help of James Baker, an American school headmaster in Havana, the support of a clandestine group of CIA-supported anti-Castro Cubans, and in Miami, the young Irish immigrant priest Monsignor Bryan Walsh, Cuban parents began spiriting their children off the island and into the care of the Catholic Church in the United States. They believed their separation would be temporary, since few believed that the United States would allow Castro’s increasingly left-leaning revolution to survive. After the failure of the Bay of Pigs invasion in April 1961 and the October 1962 missile crisis destroyed their hopes, most of the parents of these children fled to southern Florida and reclaimed their sons and daughters in exile. However, a number of them did not see their children again for five, ten, or fifteen years. Some of them were never reunited. This account of what has since become known as Operation Pedro Pan is largely accepted by most Cubans. However, those residing in the United States and on the island have come to attribute very different meanings to the children’s exodus. Beginning in the 1990s, debates over the operation’s origins, the motives that underwrote it, and the consequences of the loss of home and homeland for young Cuban refugees increasingly assumed prominence in both the island’s state-controlled media and in their exile and mainstream American counterparts. Those debates have been understandably bitter, given their roots in traumatic childhood experiences of familial separation, cultural dislocation, fear, loneliness, and homesickness. However, the fact that public debate does not appear to have become less bitter with the passage of time, despite the fact that most Pedro Panes have entered their seventh decade and have called the
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Remembering Pedro Pan : 285 United States home for more than fifty years, suggests that much more is at stake in disagreements over how to remember Pedro Pan than competing individual claims on how to represent the past.1 In this article, I expand on my earlier analysis of the role played by children in the 1959 Cuban Revolution and the subsequent formation of the Cuban exile community in southern Florida, making use of a transnational historical lens to interrogate the entangled politics of childhood and memory in postrevolutionary Havana and Miami.2 Drawing on oral histories, government, civic and church documents, memoirs, films, news and magazine articles, and other forms of cultural production, I critically analyze the form and content of the stories told by and about the more than fourteen thousand Pedro Panes during the forty years between Fidel Castro’s assumption of power on the island and the international custody battle sparked by the rescue of five year old balsero Elián González off the coast of Florida in November 1999. I argue that, during this time, an increasingly institutionalized series of narratives about Operation Pedro Pan, structured by mutually opposed “frames of remembrance,”3 have been promoted by influential memory workers on both sides of the Florida Straits. Moreover, I argue that this dialectical process of memory making has obscured the lived experiences of the actual boys and girls who came alone to the United States, even as it has served the shifting social, cultural, psychological, and political needs of revolutionary leaders and powerful sectors of the Cuban American community as well as their Anglo-American allies. On the island, I argue that the official memory of Operation Pedro Pan that began to emerge in the late 1970s has assumed the form of a tragedy, one in which a CIA-directed plot aimed to destabilize a nascent people’s revolution by kidnapping Cuban children and destroying Cuban families. In accordance with this framing, revolutionary narratives of the children’s exodus have highlighted the neglect, abuse, racism, and social isolation purportedly experienced by the majority of the young Cuban refugees in the United States; moreover, they have often been accompanied by the claim that many former child refugees have been unable to overcome the emotional wounds resulting from their unwilling separation from home and homeland. In line with a number of Cuban American scholars and writers, I argue that island power elites have frequently returned to this tragic story to stoke the flames of anti-yanqui nationalism, to support demands for an end to the U.S. embargo and other policies that seek to produce regime change on the island, and to unite an increasingly disaffected citizenry in support of the revolution’s stalled socialist project.4 In contrast, I argue that, beginning in the early 1960s, Cuban exile and Anglo American memory workers have consistently promoted triumphalist narratives of Operation Pedro Pan, adopting a frame of remembrance that necessarily insists on the humanitarian motives of the program and minimizes the hardships experienced by unaccompanied Cuban children in the United States,
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286 : Anita Casavantes Bradford while highlighting their eventual well-being and successful integration into the economic, social, and political life of their host nation. I demonstrate that Miami elites have framed recollections of the children’s migration as a story of triumph over tragedy to reinforce their shared identity as members of a singular exile, whose unprecedented suffering in their communist-enslaved patria and unequivocal success in the land of liberty serve both to refute revolutionary denigrations of those who fled after 1959 and to highlight the self-proclaimed virtues of the Cuban exile community—strategically reinforcing their political and religious affinities with conservative middle-class white Americans and their racial, cultural, and socioeconomic distance from other U.S. Latinos and Latinas. At the same time, I argue that the eagerness of the American public to embrace the exile community’s triumphalist narratives of Operation Pedro Pan must similarly be understood as fulfilling fundamental psychological, cultural, and political needs, to the extent that those narratives have worked to reinforce a self-affirming belief in the United States as both a land of unparalleled opportunity and a historical haven for oppressed peoples in search of freedom. Remembering Pedro Pan: Personal Recollections and Public Narratives Beginning in the 1990s, Cuban Americans have produced an extensive cultural record of their experiences as refugees and unaccompanied children in the United States. However, despite sustained public interest in Operation Pedro Pan, a surprisingly small body of scholarship has examined the children’s exodus. The first of only two scholarly monographs on the topic is Victor Andres Triay’s Fleeing Castro: Operation Pedro Pan and the Cuban Children’s Program (1999), which describes the flight of Cuban children from their island homes and their experiences in foster care in the United States. The second, María de los Angeles Torres’s The Lost Apple: Operation Pedro Pan, Cuban Children in the U.S., and the Promise of a Better Future (2003),5 broke new ground in uncovering the why and how of the children’s exodus. The Lost Apple also reflects on the profound political interests that underlie conflicting exilic and revolutionary narratives of the event and its aftermath, arguing that the unaccompanied migration of Cuban boys and girls can be understood only within the competing rationales of twentieth-century democratic-capitalist and communist nation-making projects. Torres’s exhaustive study concludes that the ongoing contest over the meaning of Operation Pedro Pan is similarly an inevitable outflow of the Cold War struggle between the United States and Cuban governments to control the minds of Cuban children and, through them, the destiny of the island nation.6 Building on the foundational insights of The Lost Apple, this article offers the first empirical study of the dynamics of collective memory making about Operation Pedro Pan. However, I depart from Torres by arguing that the
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Remembering Pedro Pan : 287 competing narratives of the children’s exodus that have emerged in Havana and Miami are more than the predetermined outcome of the mid-twentieth century’s global “contest of ideas over the future of nations”;7 instead, I focus on the specifics of when, where, and how private recollections of Pedro Pan have moved into public spaces, evolving over time into mutually exclusive representative memories that continue to occupy center stage in performances of revolutionary and exilic political identities. I analyze the roles played by influential memory workers, as well as by key cultural texts, genres, and social practices, in the complex series of public transactions through which individual recollections of the past have been transformed into diasporic and island collective memories of the children’s exodus.8 This article accordingly draws on the work of scholars who have explored the intersections between the politics of childhood and processes of collective memory making. It builds upon recent scholarship that has traced the emergence in the twentieth century of representations of childhood as an ostensibly “prepolitical” time of innocence, vulnerability, and dependence while simultaneously revealing the extent to which pictures and narratives of children have become politicized, serving as “attempts to secure meaning within a structure of [adult] power.”9 Other scholars have argued that the tropes of child rescue and kidnap that were so central to postwar international child sponsorship and adoption campaigns—and which I argue have been equally central to narratives of Operation Pedro Pan in both Havana and Miami—fail to adequately represent children’s multivalent historical experiences.10 I also draw on the theoretical insights of scholars of memory studies, who have similarly acknowledged the important dialectics of experience and representation and remembering and forgetting that are central to the dynamic transactional process by which people negotiate the production of knowledge about the past.11 Central to this understanding of collective memory is the belief that it is constructed via an ongoing interaction of personal recollections, which often shift in response to changing circumstances, and the equally ephemeral public narratives, myths, and folktales that circulate in “objective” academic histories and within the mainstream media and other popular spaces.12 Scholars have analyzed the powerful role of storytelling in the construction of community identities and in mobilizing support for political and social movements.13 These scholars have argued that access to collectively agreed-on histories help children and adults alike to “grasp and re-enact political grievances as if they were of today,” thereby “appropriating the past for the purposes of the present.”14 Finally, I draw on recent studies of the ongoing boom in childhood autobiographies, of which the growing number of post-1999 Pedro Pan memoirs forms an important part. In seeking to explain the enduring appeal of stories of difficult boy- and girlhoods, cultural theorists have uncovered the ways in
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288 : Anita Casavantes Bradford which the conventions that structure commercially produced early-life writing, in particular the genre’s insistence on narrative closure, work to reinforce metanarratives of individual virtue and triumph over adversity that absolve state and society of responsibility for children’s suffering—and, indeed, to draw attention away from the unhealed psychological wounds or ongoing difficulties of adult narrators.15 These scholars highlight the powerful role of government officials, community leaders, and market forces in shaping collective memory by enforcing normative limits on both the form and the content of cultural productions in which knowledge of the past is contained. In conversation with this multidisciplinary body of scholarship on the politics of childhood and memory, I view the distinct retellings of Operation Pedro Pan that gained currency in Havana and Miami between the 1960s and the new millennium as the product of a multivalent and historically contingent process of memory making, embodied in the state-controlled narratives of the revolutionary media and the strategically mediated narratives that have secured widespread acceptance in Miami and mainstream America. Thus, while reaffirming Torres’s insight that public debates about the children’s exodus have been powerfully constrained by the philosophical parameters of the global Cold War, I also argue that the sanction or suppression of memories of Operation Pedro Pan has also responded to a range of previously unexplored and locally specific political, social, cultural, and psychological factors. This more nuanced understanding of the dynamics of memory making helps explain shifts over time within revolutionary and exilic narratives of the children’s exodus as a creative response to changing individual and collective needs; at the same time, it sheds new light on the tensions produced by the not-always-unspoken demand that Pedro Panes frame their memories in ways that reinforce the historical myths and metanarratives by which the revolutionary and exilic Cuban communities continue to define themselves. Remembering Pedro Pan: Collective Memory Making in Miami and Havana As early as 1960, North American political leaders and intelligence agents had identified the politics of childhood as a powerful site for contesting the radicalization of the Cuban Revolution. By encouraging the flight of middleclass Cuban families, U.S. officials hoped to deprive the revolution of the expertise of technicians and professionals and drive the island’s economy and infrastructure to the breaking point, thereby destabilizing the revolutionary regime. Moreover, they also sought to create a growing pool of refugee men for recruitment into covert anti-Castro programs. In line with those goals, they sought to stimulate emigration from the island by exacerbating Cuban parents’ already heightened anxieties about the safety and well-being of their children.
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Remembering Pedro Pan : 289 Thus, even as counterrevolutionaries on the island increasingly responded to increasing political repression, social upheaval, and economic deprivation by taking up arms against the Castro regime, Catholic and middle-class families, frightened by the rumors that the government intended to deprive parents of custody of their children, prepared to flee. When parents themselves were unable to obtain visas, many chose to send their unaccompanied children (who were eligible for a special visa waiver authorized by the State Department) to the United States. Once in the United States, Cuban refugees and especially their children earned a starring role in propaganda supporting the nation’s Cold War policy goals. As early as March 1960, in line with President Eisenhower’s approval of a CIA plan to overthrow the Castro regime, the White House also instructed the U.S. Information Agency to focus on “exploiting” the propaganda value of Cuban refugee children to stir up anti-Castro sentiment within the United States and throughout Latin America.16 In collaboration with the federal government and the Cuban Refugee Center, the primary agency charged with overseeing refugee settlement in Miami and around the country, the American media also energetically disseminated child-centered stories and photographs that provided tangible evidence of Castro’s turn toward communism. They worked hand in hand with exiles to frame the revolution as a threat to Cuban children, seeking to discredit the Castro regime in the United States as well as in Cuba, Latin America and around the world.17 Exiles eagerly shared their personal experiences, second- and third-hand anecdotes, and rumors with U.S. newspaper, magazine, television and radio reporters, contributing to the ever-increasing barrage of stories that described their flight from the island as a heroic effort to protect their sons and daughters from communist indoctrination and deprivation.18 This early news coverage provided the foundation for the emerging “creation myth” that explained the origins of the Cuban exile community in child-centered terms, giving voice to anti-Castro Cubans’ sense of betrayal by a Revolution many had once actively supported and expressing their deeply held anti-communist values and sincere fears for their children and for their nation.19 At the same time, it is likely that exiles also made strategic use of moral and emotionally resonant stories about children to align their need for preferential immigration status and resettlement assistance with the hardening of Washington’s opposition to the Castro regime. In doing so, refugees hoped to secure the conditions of their immediate survival during what most hoped would be a short stay away from their island homes.20 However, even as Cuban children had come to occupy a starring role in the U.S. government’s most evocative anti-communist messages, the U.S. media remained silent about the clandestine multinational program that had begun spiriting young girls and boys off the island in December 1960. Even after
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290 : Anita Casavantes Bradford President Kennedy established the federally funded Cuban Children’s Program in January 1961, program director Monsignor Bryan Walsh and an extensive network of volunteers strove, with tacit government support, to keep the unaccompanied minors out of the news—believing that media attention might threaten the viability of the program and put children and their parents on the island in danger.21 The decision to limit media coverage of the children’s exodus nonetheless represented the exception to the norm; North American journalists continued to seek opportunities to write stories that described Castro’s sinister designs on innocent Cuban children. These stories were complemented by those that increasingly appeared in a growing number of U.S.-funded exile periodiquitos that similarly portrayed the revolution as a danger to the young and lauded selfless Cuban parents who had fled the island to protect their children.22 Given the importance assigned to Cuban children by both North American and exile journalists—not to mention Cold War America’s intense interest in communist threats to family life—it was almost preordained that the children’s exodus would become news.23 The story finally broke on February 22, 1962, at the height of efforts to spirit children off the island, when the Cleveland Plain Dealer introduced its readers to the unaccompanied Cuban children being cared for in Miami and around the nation. On March 9, the Miami Herald ran a front-page story of their own on the young “refugees from Castro’s Red Cuba.” Herald reporter Gene Miller described the clandestine program an “underground railway in the sky” and named the exodus “Operation Pedro Pan,” a reference to the J. M. Barrie novel about a boy who flew away to Neverland to live with a band called the Lost Boys. However, he declined to provide further details about how Cuban children were leaving the island. “No one is telling exactly how it is done,” he stated; then, unable to resist the opportunity for a rhetorical flourish, he continued: “No one will. The risk of reprisal is too great.” Even though his own depiction of Operation Pedro Pan and the Cuban Children’s Program was entirely laudatory, the Herald journalist was aware that not everyone was likely to understand the program in exclusively positive terms. Introducing the dichotomous tropes of child rescue and kidnap that would come to define collective memories of the exodus, Miller noted, “The Communists are sure to call it child-smuggling.” His implication—that such a claim was too absurd to warrant discussion—would have been clear to American readers. Subsequent articles that appeared throughout the 1960s newspapers, although they did not adopt Miller’s literary moniker for the children’s exodus, nonetheless echoed his heroic depiction of Operation Pedro Pan. They praised the humanitarian motives of those who cared for the small refugees, downplaying any political motives that might have underwritten the Cuban Children’s program, as the New York Times did on May 27 of the same year,
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Remembering Pedro Pan : 291 when it described the Catholic Church–led efforts to shelter young Cubans as the “largest peacetime program for homeless children in the country.” Other articles described Cuban children in foster care as grateful, welladjusted children who were eager to adapt to U.S. culture and felt a growing patriotic attachment to their new nation. One such article, “Political Haven Fits Like an Old Shoe for Two Children from Cuba,” appeared in the Washington Post. In it, an American mother takes great pleasure in claiming that her Cuban foster children, “Eileen” and “Henry,” “are getting to be just all-American kids.” Positive human interest articles like this one, while featuring the voices of U.S. foster parents who “opened their doors and arms to homeless refugee children from Cuba,” rarely included the perspectives of the actual children whose lives had been uprooted by their participation in Operation Pedro Pan.24 During the 1960s, U.S. and exile journalists thus set the parameters within which anti-Castro Cubans and their American allies would construct an emergent collective memory of Operation Pedro Pan. Relying on generalized and invariably positive descriptions of the children’s exodus at the expense of telling individual stories, the media reinforced the exile community’s child-centered creation myth, an increasingly hegemonic narrative of Cuban Miami’s origins that claimed that Cubans had left the island not primarily because of their ideological objection to the revolution’s radicalization or because of the dispossession of the island’s middle and elite classes, but in response to a much more urgent moral and spiritual imperative: to save their children from communist and atheistic indoctrination and to ensure their upbringing in accordance with Christian democratic values. Throughout the 1960s and 1970s this narrative, widely promoted by both the exile and mainstream American media, served to suppress political differences within an originally pluralistic refugee population in the name of a shared effort to defeat Castro and restore the Cuban nation to their sons and daughters. It also distanced Cubans from other Latin American immigrants who presumably had come to the United States strictly in search of economic opportunity, without admitting the possibility that they might also be fleeing to protect their own children from violence or oppression at the hands of dictators—albeit U.S.-allied ones—in their homelands. Equally important, these early Pedro Pan narratives also harmonized with Americans’ own self-affirming notions of their nation as a sanctuary for the oppressed, as well as with the belief that U.S. foreign policy was motivated primarily by humanitarian rather than ideological or strategic concerns. More complex memories of the exodus nonetheless remained alive in the hearts and minds of a small number of former child refugees. These began to find public expression in the late 1960s and 1970s, with the founding of the Instituto de Estudios Cubanos in Washington, DC, and its publication Cuba Update, along with the creation of the journals Nueva Generación, Joven
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292 : Anita Casavantes Bradford Cuba, and Areíto. These new journals and centers for Cuban studies sought to provide a space for ideologically diverse (though mostly left-leaning) analyses of the revolution and to establish dialogue with Cuba—public discussions that had previously been largely impossible for Cubans in the United States.25 They also offered Pedro Pan children the opportunity, for the first time, to articulate their experiences of family separation, unaccompanied migration, and cultural estrangement and adaptation in ways that offered a direct challenge to the triumphalist narratives featured in earlier news coverage of the exodus. In 1978, Grupo Areíto, associated with the journal of the same name and consisting largely of Cuban American youth who had come to identify with the revolution, collaborated with Casa de Las Américas in Havana to publish Contra viento y marea. The book offered anonymous testimonies about group members’ alienation from both the American mainstream and the exile community and their subsequent radicalization. The first section of testimonies described members’ experiences of leaving Cuba, which, although they did not refer to Operation Pedro Pan by that name, included many stories of unaccompanied migration to the United States. Unlike early U.S. and exile media stories, which tended to skip over these details, the Contra viento y marea testimonies revealed the sadness, pain, and fear that children experienced in Havana’s airport, especially in the pecera, a glass-enclosed waiting room where those who were leaving were separated from those who stayed in Cuba.26 Instead of representing their parents’ decision to send them away as a deeply principled and selfless sacrifice, the Areíto youth criticized their parents’ supposedly unthinking anti-communism, their reflexive Catholicism, and their naive belief in the patria potestad rumors being spread by the CIA and a reactionary Cuban clergy.27 Other testimonios took these critiques much further, asserting that their parents were self-interested opportunists who had supported the revolution until their own property and wealth were taken away; only then did their anti-revolutionary commitment surface, along with the determination to protect their custodial rights over their children by sending them alone to the United States.28 Others, less openly critical of their parents, insisted that the United States government and the CIA held ultimate responsibility for the destruction of their families, having created “an immense machinery of manipulation” to convince Cuban children to send their children away from home. Despite their varied feelings about the decision their parents had taken on their behalf, the Areíto youth were nonetheless largely united in their claim to having been sent away unwillingly or under protest—and in insisting that, given the suffering they had experienced in the United States, “they might as well have sent us to Russia or Patagonia.”29 These claims offered a direct challenge to previous portrayals of Operation Pedro Pan as a child-rescue operation and of the exodus’s children as grateful, well-adjusted, and happy with their new lives in the United States.
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Remembering Pedro Pan : 293 The Areíto testimonies recalled in overwhelmingly negative terms the experiences of Pedro Pan children once they had arrived in the United States. They described the unceasing pain of parental separation and complained about poor conditions and substandard educational programs in the reception camps where children had been housed. More seriously, they also alleged physical, emotional, and sexual abuse at the hands of fellow campmates, house parents, and even priests and nuns charged with their care. In doing so, they challenged the exile community’s frame of remembrance that depicted revolutionary Cuba as dangerous and violent and the United States as a place of safety for children, casting into doubt the extent to which parents’ decision to send their children to the United States had, in fact, provided them with protection from harm. Among the most damning critiques contained in Contra viento y marea were those that claimed radicalized Cuban American youth had become alienated from their families and from the values of the exile community as a result of their negative experiences in the very camps and foster homes where they had been sent to prevent their indoctrination as atheistic communists.30 In 1977, a small number of these radicalized Pedro Panes had traveled to Cuba with the Antonio Maceo Brigade. A precursor to the highly controversial dialogue between revolutionary Cuba and the exile community in November 1978, the brigade’s mission was implicitly linked to the memory of the children’s exodus, since one of its goals was recapturing a sense of connection to Cuba for youth who had been torn from their homeland.31 However, the decision of Pedro Panes to visit the island provoked pain and conflict within families already strained by years of separation, especially among parents who felt that their children’s choice to return to communist Cuba rendered meaningless their parents’ sacrifices on their behalf. Their return to the homeland provoked even greater anger within the exile community. Names of brigade participants were broadcast on exile radio stations; they received telephone death threats, and so did some of their parents. They were picketed at airports and the planes they flew on were inspected by the FBI after bomb threats were phoned in.32 In Cuba, however, political leaders saw the visit of the Antonio Maceo Brigade as an opportunity to reinvigorate an increasingly institutionalized revolution and as a means to combat a growing wave of disillusionment and apathy among Cuban youth.33 After more than a decade of official silence about the fate of the exile community, Cubans’ dormant memories of the children’s exodus were unearthed to explain the homecoming of the brigadistas who, through no fault of their own, had been unwillingly separated from the homeland. The individual stories of more than fourteen thousand Pedro Panes were reframed as a collective national tragedy, in which the main protagonists were not Cuban parents or their sons and daughters but rather the CIA and its island conspirators, united in a plot to destroy Cuban families and rob the nation of its youthful patrimony.
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294 : Anita Casavantes Bradford Thus, while the revolutionary government did invite brigadistas to discuss the painful circumstances of their unaccompanied migration and its aftermath, they were permitted to publicly articulate their memories of Operation Pedro Pan only to the extent that their negative stories reinforced the revolution’s critical interpretation of the children’s exodus. This official revolutionary memory of the exodus was enshrined the following year in the documentary 55 hermanos, which portrayed the 1977 visit of the first group of brigadistas as a revolutionary effort to ameliorate the painful separation of Cuban families due to U.S. intervention in the nation’s domestic affairs. 34 In spite of this family-centered rhetoric, the first Pedro Panes who returned the Cuba received little assistance from state-led tour organizers to locate relatives still on the island. Many later came to the painful realization that it was their political instrumentality to the Castro regime, not their desire to reconnect with their homeland and families, that had earned them the reentry permits they required to visit the island.35 For some Pedro Panes, however, the need to reconnect with their lost childhoods outweighed any doubts they might have felt about the self-serving narratives through which the revolutionary government publicized their return. Perhaps the best known of these was artist Ana Mendieta, who visited the island in 1978 and again in 1980. Interpreting Ana’s yearning for Cuba as prorevolutionary, Fidel Castro welcomed her home to exhibit with other national artists. She would become celebrated on the island, where her art played a key role in sustaining the revolution’s official memory of Operation Pedro Pan through its critical portrayals of the Cuban exile experience.36 It should be noted that only a small number of Pedro Panes visited Cuba in the 1970s and 1980s; even fewer contributed to the Grupo Areíto book project. However, their trips to the island and their critical testimonies challenged earlier U.S. and exile media portrayals of the children’s exodus and motivated Cuban Americans to actively recuperate and defend a collective memory that more closely reflected the perspectives of many Pedro Panes, their exile family members, and the American mainstream. Thus in 1978, the same year that Contra viento y marea was published in Havana, a group of then-adult unaccompanied child refugees established the Pedro Pan Foundation in Miami. For its first event, the foundation planned a tribute to Father—then Monsignor— Bryan O. Walsh, to honor him for his selfless years of service to Cuban refugee children. The banquet and celebration on February 24 was attended by hundreds of exiles and Pedro Panes, all of whom reinforced with their presence the Cuban American community’s largely agreed-on memory of Operation Pedro Pan as a humanitarian and largely successful child-rescue operation. Following the event, Miami’s Spanish-language newspaper Diario las Américas described the “well-deserved tribute” to Monsignor Walsh as a fitting means of thanking the priest for overseeing the “generous and Christian program,” a “noble and positive work” by which unaccompanied Cuban children,
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Remembering Pedro Pan : 295 “so painfully parted from their parents because of the terrible situation created by communism, found in Greater Miami a warm home-like environment.”37 The following month, the Miami Voice newspaper reinforced these unfailingly positive recollections of the exodus, publishing an interview with Monsignor Walsh in which he stated that most Pedro Pan children rapidly overcame their homesickness and adjusted to their new surroundings, and praising the priest for providing “loving care, understanding and discipline when needed to unaccompanied Cuban youngsters.”38 After the Pedro Pan Foundation’s homage to Monsignor Walsh, however, the organization and discussion of the children’s exodus would fade into temporary obscurity as the exile community’s attention was diverted by a growing political backlash in Miami. In 1980, just as the first wave of Mariel refugees began to arrive in Miami, local residents led a successful campaign to voice their displeasure with what they deemed the exile community’s disproportionate political, economic, and cultural power in the city, culminating with the passage of a county ordinance that eliminated local funding for multicultural programs or services and required government business to be conducted exclusively in English. Arriving during a moment of heated public debate over language policy and bilingual education programs in local schools, this latest wave of refugees exacerbated the upsurge of anti-Cuban sentiment in Miami.39 Moreover, the federal government’s reluctance to provide asylum or assistance to a simultaneous influx of Haitian and Central American refugees quickly made it apparent that the universalistic moral claims on which public narratives about Operation Pedro Pan—and indeed the broader exile community’s claims to a preferential immigration status—had been based, could not be effectively used to demand humanitarian treatment for detained marielitos and their families without suggesting the need for a refugee policy that accorded primacy to the well-being of all children, regardless of their race, class, or national origin. Throughout the first half of the 1980s, the U.S. media published almost nothing about the Cuban children’s exodus at exactly the moment that it struggled to explain the humanitarian calculus behind the deportation of hundreds of thousands of Haitian and Central American refugees fleeing social upheaval and political violence—a particularly indefensible practice, especially given that return often meant death or destitution for their sons and daughters.40 At the same time, despite Monsignor Walsh’s calls for the exile community to demonstrate their solidarity with Haitian and Central American would-be asylees, Cuban Americans put aside their long-standing preoccupation with Cuban politics and dedicated their energies to defending their community’s more immediate interests in Miami.41 They became U.S. citizens, successfully won electoral contests for several municipal offices, and joined the Republican Party in large numbers. Cuban American migration narratives, and especially
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296 : Anita Casavantes Bradford those related to Operation Pedro Pan, thus took a temporary back seat to what both exiles and U.S. political leaders deemed more pressing debates in the first half of the 1980s. However, with the passage of more than twenty years since the end of the children’s exodus, as many Pedro Panes began to form their own families and establish themselves as political, civic, and cultural leaders in Miami, a growing number began to feel the need to revisit their childhood memories. They increasingly possessed the psychological readiness to reflect upon their early separation from their families, as well as the financial, political, and social resources necessary to launch self-directed projects to commemorate the Cuban children’s exodus.42 In 1986, a group of 2,500 Miami Cubans organized as the “Thank You America” Committee. In June of that year the committee held a picnic to raise funds for Catholic Charities programs—administered since the late 1950s by Monsignor Walsh—that served abandoned and neglected children in Greater Miami. Thank You America members understood their philanthropic efforts as an expression of gratitude to the United States for offering them refuge as children fleeing communist Cuba. The Miami Herald reiterated their memory of Operation Pedro Pan by running an article on the committee’s work titled “300 Cuban Americans say Thanks for Welcome as Child Refugees” in its June 9, 1986, edition.43 However, Thank You America committee members, along with the media, stopped short of drawing any parallels between the experiences of Pedro Panes and those of the growing number of unaccompanied Central American children—many of whom were in the care of Catholic Charities—that had begun to arrive in Miami in the 1980s. In 1988, Reader’s Digest offered its own narrative of the exodus; however, they also stuck closely to the frames of remembrance that structured previous recountings of the operation. The article accordingly emphasized the humanitarian principles that had motivated a “number of major American companies” that “contributed generously” to transporting the children off the island, as well as those underlying U.S. immigration policy, claiming that the nation had demonstrated its commitment to keeping families together by offering parents of Pedro Pan children first priority on the Freedom Flights that began transporting anti-Castro Cubans off the island in 1965. This version of the exodus did not address the fact that many Cuban parents had sent their children alone into exile since they themselves had been unable to obtain visas to travel to the United States. Nor did it raise the question of why, if the United States was so concerned with the well-being of Cuban children, the visa waivers granted to Cuban children could not have been made available to entire families. The Readers’ Digest article also repeated the version of children’s experiences in Catholic Charities homes that the exile community and the American mainstream had agreed on in the first 1960s news articles discussing the operation. It claimed that Pedro Pan children enjoyed “the same sense of security
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Remembering Pedro Pan : 297 that they had known in their own homes,” since “brothers and sisters were kept together” and because Walsh kept “close track of all of his children,” paying loving attention to “their health, morale, grades, behavior.” The article conceded—a fact that had first appeared in Contra viento y marea—that the priest’s concern for the children was also sometimes expressed through corporal punishment. “Walsh kept a leather paddle,” the journalist wrote, “and was not reluctant to use it.” However, while Grupo Areíto testimonies that referred to children being spanked by Father Walsh or other priests appeared within narratives of neglect and abuse, Readers’ Digest concluded that Walsh’s commitment to discipline produced positive results. After describing Walsh’s punishment of Moisés Hernández, an adolescent Pedro Pan who had been caught sneaking out at night, it pointed out that “Moises Hernandez . . . is now a prominent Miami physician.” Indeed, the article asserted, “Large numbers of the Pedro Pan children went on to college”: “Many entered the professions . . . others became highly successful businessmen. One is Armando Codina. . . . Codina considers his adopted country a land of unparalleled opportunity. ‘Where else in the world,’ he asks, ‘could a young kid go alone, with nothing, and grow up to do the things I have done? There is no other place!’”44 Featuring Codina’s testimony under the subheading “Land of Opportunity,” the article implied that Cuban children benefited from possibilities for advancement available to people of all ages seeking refuge in the United States. However, in celebrating one Pedro Pan’s success, Reader’s Digest failed to address a much broader historical reality: that of the tens of thousands of “young kid[s] alone” from other Latin American and Caribbean nations who, upon their own arrival in el norte, were not offered sanctuary—let alone financial support or opportunities to study and establish successful careers in the United States. On November 23, 1990, a group of Pedro Panes headed by Elisa Chovel gathered at La Ermita de la Caridad shrine in Miami to ask for Monsignor Walsh’s blessing on the formation of a new Pedro Pan organization. Speaking on behalf of all Pedro Pan children, they offered a “pledge of thanksgiving” to their parents, for making the “ultimate sacrifice . . . by sending us away from our homeland to freedom” to “this noble nation, whose compassion is unlimited,” and to “the American People, who embraced us.”45 Motivated by members’ gratitude for the shelter they had received in the United States, they established Operation Pedro Pan Group Inc., a Florida nonprofit organization, and began fund-raising efforts in support of Boystown, a Catholic shelter for abused and homeless adolescent boys at the site of former Pedro Pan camp Matecumbe. They also committed themselves to supporting unaccompanied migrant children—including a small number of young Cuban balseros—who continued to arrive in Florida.46 In an interview with El Nuevo Herald, Ely Chovel explained the motives underlying the group’s concern for vulnerable
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298 : Anita Casavantes Bradford boys and girls. “We came to this country, thousands of children alone, without knowing the language, and they embraced us,” she said. “We became men and women and we have triumphed here. It’s very little anything we might do to help and protect little ones in similar situations.” Operation Pedro Pan Group’s laudable concern for needy migrant children was nonetheless expressed in terms that failed to publicly acknowledge the contrast between the preferential treatment accorded Cuban refugee children in the 1960s and the widespread denial of asylum to Haitian and Central American children and families beginning in the 1970s and continuing into the 1990s.47 At the same time, the Miami media continued to frame Operation Pedro Pan as an unprecedented historical event, reiterating the triumph-over-tragedy narrative structure that framed the exile community’s increasingly institutionalized memory of the children’s exodus and reinscribing the notion that Pedro Panes owed gratitude to the American government and people for selflessly opening their arms to shelter them after their flight from Cuba. El Nuevo Herald took this triumphant narrative one step further, claiming that Pedro Pan children had been “protagonists of one of the most beautiful pages in the history of the Cuban exile and they are aware of it. . . . [M]any of them have earned names for themselves in business, in the arts, but they don’t forget. It isn’t possible to forget the generosity and support of one’s fellow man.”48 In its zeal to recognize the real achievements of many of Miami’s Pedro Panes, the Herald overlooked the fact that most had not been protagonists of their childhood flight from the island. In most cases, the decision to come to the United States was one that was made by parents, and while many children accepted their fate, it is also true that others, as Grupo Areíto testimonies revealed, were in fact sent to the United States against their wishes. In spite of this triumphant public discourse, among themselves the members of Operation Pedro Pan Group understood that remembering their exodus from Cuba also implied providing support for Pedro Panes who were still struggling to overcome the psychological wounds of their separation from their families and, in some cases, their extended stays in less-than-adequate facilities or foster homes. In March 1992, the group held its first national conference. More than one hundred former refugee children and their parents, together with Monsignor Walsh, came from across the United States to share their experiences. This conference gave participants permission to speak about their less positive memories. Moreover, coverage in Éxito, a Catholic periodical, admitted that “for some of the bigger kids, coming [to the United States] was like going to summer camp: it went very well for them; others, especially the littlest ones, lived a nightmare.” However, the article did not elaborate on the nightmarish conditions that some children endured, which, as Pedro Panes themselves recalled in confer-
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Remembering Pedro Pan : 299 ence discussions, included the separation of siblings, neglect and abuse by foster parents and institutional caregivers, and even some cases of sexual assault. Instead, it concluded with a happy ending, one that simultaneously reinforced the expectation of narrative closure implicit to media human interest stories as well as the triumphalist framing of the dominant exile memory of the children’s exodus. Speaking as one of the former child refugees, the article’s author claimed, “We are survivors, and today, the immense majority, responsible citizens and useful members of the society we live in.” Minimizing the significance of a presumed minority who had yet to find success and happiness in the United States—a reality a number of Pedro Panes testified to in letters to Monsignor Walsh, recounting experiences of depression, divorce, substance abuse, and even incarceration—Éxito concluded that the outcome of Operation Pedro Pan “was positive” because “we grew up in freedom, and we are grateful for that.”49 Throughout the 1990s, Operation Pedro Pan Group, in collaboration with the Miami media, played an essential role in the institutionalization of the exile community’s dominant memory of the children’s exodus. The group’s small but influential membership have continued to speak on behalf of the more than fourteen thousand former refugee children residing in the United States, assuming a central role in representing Pedro Panes as successful, well adapted, and grateful to their parents, the Catholic Church and the United States for guaranteeing their religious and political liberty. Moreover, the group has clung tenaciously to an ahistorical belief in the singularity of Cuban refugee children’s shared experience, proclaiming Operation Pedro Pan the “largest recorded exodus of unaccompanied minors in the Western Hemisphere”—a claim it maintains today, despite the unceasing flow of Mexican and Central American migrant children crossing the U.S. border alone during the two decades since the group’s founding.50 However, Operation Pedro Pan Group was not solely responsible for memory making during the 1990s. During this decade, two new volumes of juvenile fiction brought the story of the exodus—a tale of triumph over adversity with, of course, a happy ending—to a new generation of Cuban and AngloAmerican readers.51 Cuban American playwright and author Miguel González Pando also launched an ambitious oral history project between 1990 and 1998, interviewing prominent figures linked to Operation Pedro Pan. These, along with other oral histories collected by Eloisa Echazábal and Carmen Romañach, were archived in the Cuban Living History Collection housed at Florida International University’s Green Library. Although some of these interviews shed light on Pedro Panes’ more painful experiences, they remain largely faithful to triumphalist frame of remembrance that have structured exile and mainstream American media recollections of the children’s exodus. Nonetheless, in at least
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300 : Anita Casavantes Bradford one oral history, former refugee children spoke about social pressures within the exile community that have discouraged them from speaking more openly about their memories of abuse or neglect.52 Despite these pressures, a small number of Cuban Americans have attempted to tell more complex stories about Operation Pedro Pan. In 1995, Mario Ernesto Sánchez, founder of Miami’s Teatro Avante, produced a play entitled Matecumbe: El vuelo de un Pedro Pan. The play depicted a nameless refugee boy struggling to adjust to his new life in one of the Catholic Charities reception camps for Pedro Pan children. In line with the dominant collective memory of the exodus in Miami, the play laid the blame for the boy’s painful separation from his mother unequivocally at the feet of Castro’s revolution and presented the care he received in the United States as inspired by humanitarian motives; but it also portrayed the boy’s experience as difficult and lonely and highlighted the inability of inadequately prepared American caregivers to provide meaningful emotional support to terrified new arrivals.53 Sanchez’s opening-night tribute to guests of honor Monsignor Walsh and Ely Chovel anticipated and softened the critiques of his less-than-glowing portrayal of Operation Pedro Pan. Both Monsignor Walsh and Chovel nonetheless expressed their disappointment with the production.54 In an equally telling display of displeasure, the Operation Pedro Pan group opted not to feature the play on their website’s select list of cultural productions exploring the experiences of Cuban refugee children. Growing attention to Operation Pedro Pan in Miami produced a ripple effect, and interest grew on the island as well, where political leaders, journalists, and filmmakers similarly recommitted themselves to disseminating the revolution’s official memory of the children’s exodus. In 1996, film producer Marina Ochoa, whose brother Frank had left Cuba in 1963 when he was ten years old, produced a documentary, El otro lado del cristal, in which she interviewed Cuban American women who had been Pedro Pan children. Conceding the material well-being these women enjoyed in the United States, the documentary portrayed them as struggling unsuccessfully to overcome psychological wounds, unable to overcome the emotional trauma of their early separation from family and homeland. Following Pope John Paul II’s unprecedented 1998 visit to Cuba, as debates reemerged on both sides of the Florida Straits about the possibility of dialogue between the revolutionary and exilic communities as well as about the changing relationship between the Castro government and the Catholic Church, Cuban filmmaker Estela Bravo traveled to Miami to begin a new documentary project. While in the United States, she interviewed a number of Pedro Panes, including Ely Chovel, as well as several of the operation’s directors, including Monsignor Walsh and James Baker. The first exile academic study of the topic, Víctor Andrés Triay’s Fleeing Castro: Operation Pedro Pan and the Cuban Children’s Program, was also
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Remembering Pedro Pan : 301 published in 1999. Triay’s book offered a detailed and richly documented description of the exodus and the program that sheltered Cuban children in the United States; however, while acknowledging that experiences varied widely, Triay nonetheless chose to only briefly touch on the stories of sibling separation, neglect, and abuse that he had encountered during his research. The book’s selective emphasis on Pedro Panes’ positive experiences was consistent with Triay’s desire to counter critical narratives of the program that had emerged in the 1970s. In a June 13, 1995, letter to Monsignor Walsh, Triay shared his perspective on his book—then a doctoral dissertation—reassuring the priest that his analysis of the operation was “very favorable. . . . I think that is academically important in light of the negativity I found in some sources, particularly that of Grupo Areíto’s Contra Viento y Marea and the Center for Cuban Studies publication Cuba Update. In both cases, I believe the authors presented a twisted interpretation of the facts.”55 Triay’s decision to gloss over stories of refugee children’s suffering in the United States avoided any challenge to the increasingly institutionalized collective memory of Operation Pedro Pan that had, by the late 1990s, become so central to the exile community’s identity. In 1999, freelance journalist Yvonne M. Conde, herself a Pedro Pan, also released a mass-market book titled Operation Pedro Pan: The Untold Exodus of 14,048 Cuban Children.56 Conde’s book delved in much greater depth into the range of refugee children’s experiences, including the most painful stories of neglect, abuse, and family separation. However, Conde echoed Triay in asserting that Cuban parent’s fears for their children had been justified and that their choice to send them into exile had been the correct one. She concludes, “When asked if I think my parents made the right decision, I always answer ‘Yes, because I was given choices.’ Once in this country, any one of us could have chosen to return to Cuba or to be communist.”57 In fact, the historical reality was another: the few Pedro Pan children who did choose to return to Cuba beginning in the late 1970s, earning the wrath of their families and the entire exile community, were summarily denied the right to reestablish residency on the island.58 Like Triay’s book, Conde’s memory of the past fit neatly within the frame of remembrance adopted by the exile community, obscuring the more complex reality of children’s choice—and lack thereof—in first becoming unaccompanied refugees and later anti-communist exiles in the United States. “La historia de 14,000 Eliancitos”: The Politics of Memory in Havana and Miami In November 1999, on the eve of the new millennium, a small shipwrecked boy was rescued off the coast of Florida. Since his mother had died during the dangerous crossing from Cuba, Elián González was taken to the home of his relatives in Miami. Cuban leaders on both sides of the Florida Straits immediately
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302 : Anita Casavantes Bradford mobilized, seeing in this traumatized orphan child the latest manifestation of a forty-year-long contest over the meaning of Cuban children’s migration to the United States. The ensuing transnational battle for custody of Elián would infuse the contest over competing memories of Operation Pedro Pan with a painful new urgency.59 In Cuba, young Pioneers marched through the streets of cities and towns, carrying placards demanding that the boy be returned to his classroom, to his home in Cardenas, and to his distraught father. Cuban leaders and journalists linked emotionally resonant stories of Elián to the island’s official memory of Operation Pedro Pan in order to rekindle support for a revolution mortally wounded by the collapse of the Soviet Union. Operación Pedro Pan: Un caso de guerra psicológica contra Cuba, an ostensibly scholarly study hastily put into production in 2000, proclaimed itself the “story of 14,000 Eliancitos.”60 Poorly organized and riddled with inaccuracies, the book nonetheless served its primary purposes, that of underscoring the regime’s interpretation of the Elián custody battle as the latest manifestation of American efforts to destroy the revolution by stealing its children. However, its depiction of Cuban children as passive victims of northern aggression coexisted less comfortably with the revolution’s long-standing efforts to frame Cuban boys and girls as autonomous and competent political actors, capable of exerting control not only over their own destinies but also over the future of their nation. Perhaps unsurprisingly, not everyone on the island was convinced. Declining to join the public demonstrations demanding the boy’s return were an untold number of disaffected youth who saw the young balsero’s story in a different light and created a rallying cry of their own: “¡Elián, amigo! ¡Queremos estar contigo!”61 In Miami, Elián simultaneously became “the poster child” for the exile community, as second- and third-generation Cuban Americans united with their elders to demand that the boy remain with his Miami relatives.62 The ensuing custody battle sparked a heightened interest in the stories of an earlier generation of unaccompanied Cuban child migrants, as the media frequently recurred to the memory of Operation Pedro Pan to shed light on Elián’s plight. Even the small minority of Cuban Americans intellectuals who called for the young balsero’s return to his father on the island based their arguments in favor of the boy’s repatriation on the assumption of a close association between Elián and the fourteen thousand Pedro Panes who had arrived in the United States almost forty years earlier. In a letter published in El Nuevo Herald, University of Michigan sociologist Silvia Pedraza argued that the Juan Miguel González’s right to reclaim his son “was based upon the same notion of patria potestad on which the parents of the 14,000 children who came alone into exile had relied[,] . . . the right of parents (and not the state) over their minor children.” María del los Angeles Torres similarly insisted in the Miami Herald that “Elián belongs with his father”; however, she also evoked the exile community’s memory of
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Remembering Pedro Pan : 303 Operation Pedro Pan, acknowledging that the idea of returning a child to the island “threatens to unravel the most basic premise of why we are here.”63 In a PBS documentary, Father Francisco Santana argued along similar lines that “Elián is so important, because the exile community . . . began precisely by the concept of ‘Save the Children.’”64 Though unable to reach unanimous agreement about the boy’s fate, Cuban Americans were nonetheless united in framing Elián’s story as an extension of the exile community’s increasingly institutionalized memory of Operation Pedro Pan. However, changing U.S. foreign policy priorities in the post–Cold War era prevented the U.S. government and media from endorsing the exile community’s efforts to link the transnational custody battle to earlier narratives of the Cuban children’s exodus. U.S. public opinion—which forty years earlier had largely supported exiles’ commitment to saving their children from communist indoctrination and oppression—now favored returning the small boy to Cuba. Americans sympathetic to the exile community nonetheless saw their passion for Elián as anachronistic, failing to understand the extent to which the Cuban American identity revolved around a child-centered creation myth that demanded the continuation of struggle against the Castro regime on behalf of sons and daughters forced to grow up in exile. Then, before dawn on April 22, Immigration and Naturalization Service agents stormed the home of Lázaro González and retrieved the boy at gunpoint. In doing so, they demonstrated a shocking disregard for the safety and well-being of a five-year-old child, offering perhaps the most compelling challenge yet to the exile community’s memory of Operation Pedro Pan as inspired by U.S. humanitarian concern for Cuban children. As Cuban Americans wept for Elián and said masses in his name, on the island, tens of thousands of Cubans took to the streets, joyfully hailing the imminent return of the small boy who had been snatched from the jaws of the imperialist monster. Elián’s first day back at school and his reunion with his jubilant classmates was televised across the nation; photographs of Fidel Castro embracing the small boy appeared in every newspaper. The shipwrecked boy who had unwittingly come to symbolize the fourteen thousand Cuban children spirited off the island between 1960 and 1962 had been returned to the loving arms of the socialist patria. The state-controlled media ignored the glaring contradiction within the official memory of Operation Pedro Pan— namely, Fidel Castro’s claim that the children’s exodus was a U.S.-sponsored mass kidnapping, denying any possibility that Cuban parents had been active participants in the program. In failing to recognize the conscious choice made by Cuban parents to exile their sons and daughters, revolutionary reliance on the trope of kidnapping implied that it was Fidel Castro’s refusal of consent for children’s departure that rendered Operation Pedro Pan a crime against Cuban sovereignty. Performing a symbolic usurpation of parental authority—the very
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304 : Anita Casavantes Bradford action that Cuban parents had feared in the early 1960s—the island’s officially sanctioned recollections of Pedro Pan during the battle for Elián remade the child as property of the state and Fidel as father of Cubans of all ages. Operation Pedro Pan: Closing the Circle? In 2001, the year after Elián returned to Cuba, Monsignor Bryan Walsh passed away in Miami. However, collective memories of the Irish immigrant priest’s program to care for the more than fourteen thousand unaccompanied Cuban children who grew to maturity in the United States persist in both Havana and Miami. On both sides of the Florida Straits, scholars and artists have continued to tell the story of the children’s exodus in ways that meet the shifting political, social, and psychological needs of their respective communities. While the official narrative of Operation Pedro Pan—faithfully reproduced in Estela Bravo’s 2010 documentary Operación Pedro Pan: Cerrando el círculo en Cuba—remains largely unchanged on the island, in the United States scholars and artists have begun to offer richer and more complicated interpretations of the experiences of Cuban refugee children and the motives that underlay their flight to the United States.65 As a result, some of the more difficult aspects of Cuban refugee children’s experiences, first publicly acknowledged by a group of radicalized Cuban American youth in the late 1970s, have been accepted—albeit not without discomfort—by many in the exile community. Despite this incremental opening, remembering Pedro Pan remains a highly contested process in Cuba and the United States, as government and community leaders alike continue to reshape narratives of the children’s exodus in ways that reinforce the mutually antagonistic identities and political projects of the revolutionary and exilic communities. The competing memory projects that have emerged in Havana and Miami work to confine Cuban and Cuban Americans’ memories of Operation Pedro Pan within equally reductive frames of remembrance, thereby producing mutually exclusive narratives of collective tragedy or triumph that allow little room for questioning, ambivalence, or contradiction.66 Indeed, Operation Pedro Pan can be “remembered” only as political versus humanitarian, selfless versus self-interested, beneficial versus injurious, by flattening the individual experiences of the more than fourteen thousand Pedro Panes—all of whom possess intensely emotional and deeply personal memories of the exodus that are far too complex to be forced into simplistic binaries. As María de los Angeles Torres argued more than ten years ago, there are “as many stories [of the exodus] as there are Pedro Pan children.” 67 Allowing greater space for the voices of these former child refugees in public narratives about Operation Pedro Pan will necessarily challenge the accepted parameters
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Remembering Pedro Pan : 305 of collective memory in both Havana and Miami. In doing so, it will shed powerful new light on this defining event in Cuban and Cuban American history. Equally important, it will offer all Pedro Panes, regardless of how they remember their departure from the island, the freedom their parents hoped to secure for them when they made the heartbreaking decision to open their arms and let their little ones fly away. NOTES 1. As but one example, see the debate following the author’s June 2014 lecture, “Remembering Pedro Pan,” at Florida International University, broadcast July 20, 2014, on C-SPAN 3, available at https://archive.org/details/CSPAN3_20140720_171000_Legacy_of_Operation_Pedro_Pan. 2. Anita Casavantes Bradford, The Revolution Is for the Children: The Politics of Childhood in Havana and Miami, 1959–1962 (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2014). 3. Iwona Irwin-Zarecka, Frames of Remembrance: The Dynamics of Collective Memory (New Brunswick, NJ: Transaction Publishers, 1994), 4–7. 4. See Silvia Pedraza, Political Disaffection in Cuba’s Revolution and Exodus (New York: Cambridge University Press, 2007), 139–141; and María de los Angeles Torres, “Donde los fantasmas bailan guaguancó,” in By Heart/De memoria: Cuban Women’s Journeys in and out of Exile, ed. María de los Angeles Torres (Philadelphia: Temple University Press, 2003), 25–35. 5. Victor Andres Triay, Fleeing Castro: Operation Pedro Pan and the Cuban Children’s Program (Gainesville: University Press of Florida, 1999); María de los Angeles Torres, The Lost Apple: Operation Pedro Pan, Cuban Children in the U.S., and the Promise of a Better Future (Boston: Beacon, 2003). 6. Torres, Lost Apple, 251–254. 7. Ibid., 251. 8. Katharine Hodgkin and Susannah Radstone, eds., Contested Pasts: The Politics of Memory (New York: Routledge, 2003), 146. 9. Viviana A. Zelizer, Pricing the Priceless Child: The Changing Social Value of Children (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1985); Patricia Holland, Picturing Childhood: The Myth of the Child in Popular Imagery (London: I. B. Tauris, 2004), 12. 10. Karen Dubinsky, “The Fantasy of the Global Cabbage Patch: Making Sense of Transnational Adoption,” Feminist Theory (2008): 339–345. 11. See, among others, Raphael Samuel, Theatres of Memory, vol. 1, Past and Present in Contemporary Culture (London: Verso, 1994); Eviatar Zeruvabel, Time Maps: Collective Memory and the Social Shape of the Past (Chicago: University of Chicago Press, 2003); Daniel Wegner, “Transactive Memory: A Contemporary Analysis of the Group Mind,” in Theories of Group Behavior, ed. Brian Mullen and George R. Goethals (New York: Springer-Verlag, 1987). 12. Susan Engel, Context Is Everything: The Nature of Memory (New York: W. H. Freeman, 1999). 13. Francesca Polletta, It Was Like a Fever: Storytelling in Protest and Politics (Chicago: University of Chicago Press, 2006). 14. Helen Brocklehurst, Who’s Afraid of Children?, 158–159; Begoña Aretxaga, Shattering Silence: Women, Nationalism and Political Subjectivity in Northern Ireland (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1997), 38; Marina Warner, From the Beast to the Blonde (London: Chatto and Windus, 1994), 410. 15. Kate Douglas, Contesting Childhood: Autobiography, Trauma and Memory (Piscataway, NJ: Rutgers University Press, 2010); Engel, Context Is Everything, 12.
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306 : Anita Casavantes Bradford 16. Jon Elliston, Psywar on Cuba: The Declassified History of U.S. Anti-Castro Propaganda (New York: Ocean Press, 1999), 15–22, 81–82, 105. 17. See, for example, U.S. News and World Report, March 21, 1960; New York Times, June 8, 1960. 18. Torres, Lost Apple, 10. 19. On the relationship between myths of origin and collective identity, see Anthony D. Smith, The Ethnic Origins of Nations (Oxford, UK: Blackwell, 1986); Eric Hobsbawm and Terence Ranger, eds., The Invention of Tradition (New York: Cambridge University Press, 1983). See also Torres, Lost Apple, 10, 17, 229. 20. Casavantes Bradford, The Revolution Is for the Children, 127–130. 21. Monsignor Bryan O. Walsh, “Cuban Refugee Children,” Journal of Interamerican Studies and World Affairs 13, nos. 3–4 (1971): 379. 22. See, for example, “Las patrullas juveniles,” El Avance, July 8, 1960, 2; Armando Garcia Sifredo, “Magdalena,” Patria (Miami), September 27, 1960, Cuban Heritage Collection, University of Miami. 23. Elaine Tyler May, Homeward Bound: American Families in the Cold War Era (New York: Basic Books, 1988). 24. Carolyn Lewis, “Political Haven Fits Like an Old Shoe for Two Children from Cuba,” Washington Post, February 20, 1966, F5. 25. See Pedraza, Political Disaffection, 139–141; and Román de la Campa, Cuba on my Mind: Journeys to a Severed Nation (New York: Verso, 2000), 81–83. 26. Grupo Areíto, Contra viento y marea (Havana: Casa de las Américas, 1978), 21. 27. Ibid., 21, 27, 23. 28. Ibid., 23, 26. 29. Ibid., 40, 41. 30. Ibid., 39. 31. Pedraza, Political Disaffection, 139. 32. Torres, Lost Apple, 16. 33. Julie Marie Bunck, Fidel Castro and the Quest for a Revolutionary Culture in Cuba (University Park: Pennsylvania State University Press, 1994), 11. The expression “Our youth is lost” circulated widely among disaffected young people during the 1970s; see Granma Weekly Review, May 6, 1990, 12, and September 23, 1990, 12. Miguel De la Torre, La Lucha for Cuba: Religion and Politics on the Streets of Miami (Berkeley: University of California Press, 2003), 3. 34. De la Campa, Cuba on My Mind, 19, 85–91. 35. Torres, Lost Apple, 224–227. 36. Kimberly Ramírez, “The Lost Apple Plays: Performing Operation Pedro Pan,” PhD diss., City University of New York, 2009, 36–38. 37. “A Well-Deserved Tribute to Monsignor Bryan Walsh,” Diario las Américas, February 22, 1978. 38. Marjorie L. Donohue, “Operation Pedro Pan: How Thousands of Children Shuffled Under Castro’s Nose,” Miami Voice, March 3, 1978. 39. Marvin Dunn, Black Miami in the Twentieth Century (Gainesville: University Press of Florida, 1997), 321. 40. María Cristina García, Seeking Refuge: Central American Migration to Mexico, the United States, and Canada (Berkeley: University of California Press, 2006), 114, 118, 162. 41. See Bryan O. Walsh, “Statement on Nicaraguans: New U.S. Asylum Policy,” July 21, 1987, Monsignor Bryan O. Walsh Papers, box 35, folder 10, Barry University Archives, Miami; and “Let the Cuban Community Aid Its Haitian Brothers,” Miami Herald, August 2, 1990.
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Remembering Pedro Pan : 307 42. Scholars have explored the psychological, social, and economic factors that explain why collective memory projects often emerge between twenty and thirty years after an event. See James W. Pennebaker and Becky L. Banaski, “On the Creation and Maintenance of Collective Memories: History as Social Psychology,” in Collective Memory of Political Events: Social Psychological Perspectives, ed. James Pennebaker, Dario Paez, and Bernard Rimé (Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum Associates, 1997), 3–19. 43. Clem Richardson, “300 Cuban Americans Say Thanks for Welcome as Child Refugees,” Miami Herald, June 9, 1986. 44. John G. Hubbell, “Operation Pedro Pan,” Reader’s Digest, February 1988. 45. Operation Pedro Pan: A Leap of Faith for the Sake of Freedom, book 2, Historic Committee, The Division of Social Sciences and Life Skills, in cooperation with Operation Pedro Pan Group, Operation Pedro Pan Group Historic Committee, and Miami-Dade County Public Schools, n.d., Green Library Special Collections, Florida International University, Miami. 46. Letter from Ileana Ros-Lehtinen to Monsignor Bryan O. Walsh, August 29, 1994. Monsignor Bryan O. Walsh Papers, box 22, folder 2, Barry University Archives. 47. “Los ‘niños de Pedro Pan’: No pueden olvidar,” El Nuevo Herald, June 9, 1992. 48. Ibid. 49. “Pedro Pan: Se compromete a devolver el Favor,” Éxito, November 25, 1992, Monsignor Bryan O. Walsh Papers, box 11, folder 10; see also personal correspondence, box 22, folder 9, Barry University Archives. 50. The group’s membership today represents approximately two thousand of the former child refugees. See the organization’s website at http://www.pedropan.org/category/history; see also Jacqueline Bhabha and Susan Schmidt, Seeking Asylum Alone: Unaccompanied and Separated Children and Refugee Protection in the U.S. (Cambridge, MA: Harvard University Committee on Human Rights Studies, 2006). 51. María Armengol Acierno, Children of Flight Pedro Pan (New York: Silver Moon Press, 1994); Mathieu Nguyen, Kiki: A Cuban Boy’s Adventure’s in America (Coconut Grove, FL: Pickering Press, 1992). 52. See Miguel González Pando’s 1997 interview with musician Willy Chirino and wife Lissette Alvarez Chorens, VHS recording, Cuban Living History Project Collection, Green Library Special Collections, Florida International University. 53. Ramírez, “Lost Apple Plays,” 84–97. 54. Ibid, 135. 55. Letter from Victor Andres Triay to Monsignor Bryan O. Walsh, June 13, 1995, Bryan O. Walsh Papers, Barry University Archives, box 54, folder 12. 56. Yvonne M. Conde, Operation Pedro Pan: The Untold Exodus of 14,048 Cuban Children (New York: Routledge, 1999). 57. Conde, Operation Pedro Pan, 216 58. Torres, “Donde los fantasmas bailan,” 35. 59. De la Campa, Cuba on My Mind, 50; Torres, Lost Apple, 1. 60. Ramón Torreira Crespo and José Buajasán Marrawi, Operación Pedro Pan: Un caso de guerra psicológica contra Cuba (Havana: Política, 2000). 61. I heard this chant on the streets of Havana in December 1999. 62. De la Torre, La Lucha for Cuba, 3. 63. See Silvia Pedraza, “La perspectiva desde la isla,” El Nuevo Herald, March 27, 2000; María de los Angeles Torres, “Media’s Stereotype of Cuban Exiles Shifts Yet Again,” Miami Herald, May 7, 2000. 64. Ofra Bikel, “Saving Elián,” PBS Frontline, transcript, February 6, 2001, www.pbs.org/ wgbh/pages/frontline/shows/elian/etc/script.html.
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308 : Anita Casavantes Bradford 65. Carlos Eire’s Learning to Die in Miami: Confessions of a Refugee Boy (New York: Simon & Schuster, 2010) and Nilo Cruz’s 2001 play, Hortensia and the Museum of Dreams, both offer more complex retellings of the children’s exodus. 66. Dubinsky, Fantasy of the Global Cabbage Patch, 342. 67. Torres, Lost Apple, 251.
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ABEL SIERRA MADERO
“El trabajo os hará hombres”: Masculinización nacional, trabajo forzado y control social en Cuba durante los años sesenta RESUMEN Este texto indaga sobre los modelos de control social y político que se desplegaron en Cuba durante los años sesenta del siglo XX, contra aquellos sujetos que no se adecuaban al marco revolucionario. En específico, examinaré la creación y emplazamiento de campos de trabajo forzado al interior del país y que se conocieron con el nombre de Unidades Militares de Ayuda a la Producción. Estas unidades creadas bajo la cobertura del Servicio Militar Obligatorio se utilizaron para la “rehabilitación” homosexuales, artistas, religiosos, delincuentes y muchachos de ascendencia burguesa. Estas unidades van a ser abordadas aquí como parte de un sistema policial dentro de un proyecto más amplio de “ingeniería social”, basado en la intervención sistemática en todos los niveles de la vida, en el control de la sexualidad y en una pedagogía que descansaba en los programas de rehabilitación política.
A B S T R AC T This text explores models of social and political control deployed in Cuba during the 1960s against individuals who did not conform to the revolutionary framework. Specifically, I examine the implementation of labor camps known as Military Units to Aid Production. These camps were created under the umbrella of compulsory military service, with the goal of “rehabilitating” homosexuals, artists, people of various religious beliefs, criminals and young men of bourgeois descent. These units will be addressed here as part of a policing system, within a broader project of social engineering based on the systematic intervention at all levels of life, the control of sexuality, and a pedagogy that rested on the political rehabilitation programs.
En un pequeño ensayo publicado en 1969 bajo el título de “Revolución y sexo”, el historiador británico Eric Hobsbawm se burlaba de aquellos que conectaban a los movimientos revolucionarios con la “permisividad en el comportamiento sexual público u otras formas de comportamiento personal”.1 Algo similar pensaba Susan Sontag. Para la intelectual estadounidense, el puritanismo estaba
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310 : Abel Sierra Madero enraizado en la “naturaleza de la izquierda”,2 y formaba parte de uno de los vacíos que tenían que tomarse en cuenta para su propia evolución. Hobsbawm veía con cierto pesar, una “afinidad persistente” entre revolución y puritanismo. “No conozco ningún movimiento o régimen revolucionario, sólido y organizado”, señalaba, “que no haya desarrollado acentuadas tendencias puritanas”.3 La ecuación establecida por Hobsbawm incluía curiosamente a Cuba. Sin embargo, las políticas implementadas por el nacionalismo revolucionario cubano durante la década de los sesenta y los setenta con respecto a la sexualidad, no pueden leerse sólo desde una perspectiva moral puritana, sino que hay ubicarlas dentro de una lógica más compleja. Un análisis de este tipo nos llevaría a entender la Revolución cubana no como un modelo “excepcional” y “original” como la historiografía tradicional y el discurso político oficial han tratado de presentarla recurrentemente, sino como un proyecto transnacional de construcción del socialismo en el que la isla se insertó desde inicios de la década de los sesenta. La noción de totalitarismo que ofrece Emilio Gentile, parece ser útil, también, para entender el caso cubano. De acuerdo con este autor, el totalitarismo más que un régimen, es un experimento de dominación política implementado por un movimiento revolucionario, que articulado en una disciplina de tipo militar, trata de destruir o transformar un sistema anterior fundando un nuevo Estado que se basa en un modelo de partido único.4 Asegura Gentile que el principal objetivo de este tipo de organización del poder es lograr la homogenización social a través de un proceso que descansa en una ideología institucionalizada y que tiene forma de religión política. De acuerdo con esta lógica, en la base del totalitarismo subyace la intención de moldear individuos o masas a través de una revolución antropológica que pretende la regeneración humana y la creación de un hombre nuevo.5 Lo más interesante de ese argumento es la lectura del totalitarismo como experimento y no como un régimen establecido, es decir, como proceso continuo que no puede usarse sólo para definir un sistema de poder o un método de gobierno. Así, el régimen totalitario es entendido como gran laboratorio que se basa en el “voluntarismo experimental” de un movimiento o un partido, que persigue la homogenización social y la construcción de una colectividad moralmente unida por su fe en la religión política.6 Desde esta perspectiva, y a través de una lectura desde la sexualidad, el proyecto de creación del “hombre nuevo” implementado en los años sesenta va a ser entendido aquí como un ejercicio “totalitario” de depuración y homogenización social. Dentro de ese proceso, en el que la isla se convierte en un gran “laboratorio”, me interesa específicamente el análisis del experimento social conocido como Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP).
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Las UMAP fueron un híbrido entre campos de trabajo forzado y unidades militares adonde fueron enviados miles de sujetos entre 1965 y 1968 bajo la cobertura del Servicio Militar Obligatorio (SMO). Estas unidades van a ser abordadas aquí como parte de un sistema policial dentro de un proyecto más amplio de “ingeniería social”, basado en la intervención sistemática en todos los niveles de la vida, en el control de la sexualidad y en una pedagogía que descansaba en los programas de rehabilitación política de sujetos considerados fuera del canon revolucionario. Para el análisis de estas unidades resultan útiles dos conceptos elaborados por Michel Foucault. En cierto sentido las UMAP pueden ser descritas desde la lógica de los “emplazamientos funcionales” porque al tiempo que servían como un espacio disciplinario y de vigilancia, tenían una utilidad social productiva y “reeducativa”.7 Al mismo tiempo, a partir de su descripción de las “instituciones de secuestro”,8 se puede asegurar que las UMAP fueron centros punitivos y de corrección dentro de una economía política, en la que el cuerpo se inscribió en un marco de relaciones encaminadas a cercarlo, someterlo, a forzarlo al trabajo y a la participación en unas ceremonias y rituales políticos.9 Hasta el momento muy pocos son los textos publicados que contemplan a las Unidades de Ayuda a la Producción como objeto de estudio. El más conocido de ellos es La UMAP: El gulag castrista del historiador autodidacta Enrique Ros (2004), un texto que aunque utiliza valiosos documentos, imágenes y fuentes orales, opera muchas veces con nociones preestablecidas y no sobre la base del rigor historiográfico. Regularmente, los historiadores que estudian Cuba han evitado la investigación sobre las políticas estatales de control social articuladas en el trabajo forzado, la concentración y el aislamiento de miles de ciudadanos en granjas creadas durante los años sesenta. Asimismo, han rechazado la utilización de estos términos, como si no aplicaran al caso del socialismo cubano o su uso no fuera “políticamente correcto”. Aunque estas unidades no pueden ser solamente descritas y analizadas a partir de un simple relato único y universal, el rechazo de estos términos ha oscurecido también la investigación sobre el papel, la estructura y la función de las UMAP dentro de un proceso de ingeniería social más amplio. Sin embargo, una emergente historiografía, casi toda producida desde los Estados Unidos, parece estar cambiando el modo de pensar y escribir sobre Cuba. En ese sentido se destacan las contribuciones de Lillian Guerra, Visions of Power in Cuba: Revolution, Redemption, and Resistance (2013), y las recientes tesis doctorales de Jennifer Lambe, “Psychiatry, the State and Popular Culture in Cuba, 1890s1980s” (2014) y de Rachel Hynson, “Sex and State Making in Revolutionary Cuba, 1959–1968” (2013). Aunque estos trabajos no se enfocan propiamente en el estudio de las UMAP, ofrecen nuevos marcos de interpretación y fuentes
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312 : Abel Sierra Madero para el análisis y el estudio del control social y político, desestabilizando las nociones tradicionales que los académicos han estado manejando. En el origen de la insuficiente producción historiográfica sobre el tema, influye el hecho de que los discursos sobre las UMAP generalmente han estado bajo sospecha y sujetos a contestación, dentro y fuera de Cuba, aunque intelectuales de cierto renombre internacional, como Graham Greene, entre otros, se hayan pronunciado en su contra. Para el autor de Our Man in Havana (1958) quien visitó la isla en 1966, las UMAP era una “sombra oscura” sobre Cuba, “peor que el bloqueo norteamericano y la cartilla de racionamiento”10 que se había implantado debido a la crisis en los abastecimientos. En el texto se lee: “UMAP, una palabra que suena como algo de ciencia ficción, como si la humanidad fuera enterrada en ella”.11 Más tarde, Graham Green iniciaría una campaña internacional junto a otros escritores contra las UMAP. Sin embargo, otros intelectuales de izquierda como Susan Sontag habían pasado por alto el pasaje de las UMAP a la hora de valorar la Revolución cubana. En 1969, un año después de desmanteladas las unidades, Sontag escribía para la revista Ramparts, “Some Thoughts on the Right Way (for Us) to Love the Cuban Revolution”, un texto en el que animaba a la izquierda estadounidense a pensar la isla a partir de los conceptos y categorías generados por la propia sociedad cubana y no en Estados Unidos. Según Sontag, que admitió sentir desconfianza por el “puritanismo radical de las revoluciones de izquierda”, los estadounidenses “deben ser capaces de entender que un país conocido fundamentalmente por la música, el baile, los tabacos, las prostitutas, los abortos, el turismo y los filmes pornográficos, se muestre un poco preocupado por la moralidad sexual”.12 En otro momento Sontag hace una pequeña referencia a las UMAP y a los miles de homosexuales que fueron enviados para ser rehabilitados, pero la escritora rápidamente aclara que eso había sido superado porque “desde hace mucho tiempo han sido devueltos a casa”.13 Al mismo tiempo, la opinión internacional se mostró un tanto incrédula con los testimonios sobre las UMAP que empezaron a difundir exiliados cubanos. Así sucedió con los textos que José Mario Rodríguez, fundador de “Ediciones El Puente”, comenzó a publicar en la revista Mundo Nuevo y Exilio, tras pasar nueve meses en las UMAP y exiliarse. Rodríguez aseguró en el documental Conducta Impropia (1984), de Néstor Almendros y Orlando Jiménez Leal, que sus primeros artículos sobre este asunto, fueron leídos “con un poco de escepticismo, con un poco de incredulidad”.14 Asimismo, Carman Cumming de la Agencia Canadiense de Prensa afirmó en 1967 que “historias horrendas de tortura” sobre las UMAP y en general sobre las prisiones en Cuba que ofrecían esos exiliados, eran “usualmente descartadas y ridiculizadas”.15 La mayoría de los “observadores neutrales”, aseguró,
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creían que “probablemente la situación de las cárceles en Cuba no era peor que en muchos países de América Latina”.16 A las historias sobre las UMAP se les adjudicó cierta parcialidad y las unidades pasaron a formar parte de una narrativa anticomunista a la que supuestamente los exiliados tenían que acudir para poder sobrevivir fuera de Cuba. Al menos eso pensaba Ambrosio Fornet, uno de los intelectuales más reconocidos en el campo cultural cubano, cuando en 1984 fue entrevistado para el Gay Community News. Aunque Fornet reconoce que las UMAP fueron una suerte de academia “para producir machos”,17 critica las visiones sobre la represión que ofrecen escritores y artistas cubanos exiliados en el documental Conducta impropia. De acuerdo con Fornet, la mayoría de los testigos que aparecen en el filme mintieron sobre las UMAP y que los escritores estaban diciendo lo que deben decir, porque estaban viviendo del anticomunismo:18 “La idea de un estado policial represivo que persigue personas es totalmente absurda y estúpida”.19 El vacío historiográfico sobre las UMAP se complementa con el “terror de archivo” manifestado históricamente por el gobierno cubano. El archivo, como señala Kirsten Weld, representa un espacio peligroso para algunos gobiernos porque puede convertirse al mismo tiempo en una tecnología para la justicia y en un componente de la (re)formación del propio Estado.20 Sin embargo, recientemente las UMAP han comenzado a ser asimiladas dentro de lo que he denominado “travestismo de Estado” que tiene que ver con un reajuste discursivo orientado fundamentalmente hacia el exterior y que utiliza la noción de diversidad cultural para ofrecer una imagen de cambio.21 El travestismo de Estado es una política que ensaya nuevos modos de gestionar el control político y la transición que la envejecida élite política cubana está llevando a cabo. Al tiempo que ofrece un nuevo marco ideológico a las reformas económicas del general Raúl Castro, está inscrito también en un proceso de reconstrucción y de reescritura de la historia. El nuevo escenario de reformas demanda una política de la memoria, que pueda reacomodar algunos sucesos históricos que conectan a la revolución con procesos de discriminación y que erosionan la credibilidad de los discursos de la tolerancia y la diversidad en el que descansan las reformas. El “deshielo” de las UMAP en el discurso oficial empezó en 2010 cuando Fidel Castro “asumió” su responsabilidad en el emplazamiento de esos campos de trabajo.22 Pocos meses después, era desmentido por su sobrina Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX). Castro Espín prometió que llevaría a cabo una investigación sobre las UMAP y descartó “pedir perdón”, pues, “sería una gran hipocresía”. Han pasado algunos años y hasta el momento, no ha sido publicado resultado alguno sobre esa investigación. En contraste con el silencio que ha rodeado a este asunto dentro de la
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314 : Abel Sierra Madero isla, cubanos exiliados han prestado gran interés en preservar su versión de las UMAP; pero la mayoría de los textos producidos en el exilio son testimonios de tipo autobiográfico. Tales son los casos de La mueca de la paloma negra (1987) de Jorge Ronet y UMAP: Cuatro letras y un motivo, destruirnos (1993) de Nelson Noa. A esa tradición se suman los textos UMAP: Una muerte a plazos (2008) de Jorge Caballero y Agua de rosas (2012) de René Cabrera. A excepción de estos libros, Dios no entra en mi oficina: Luchando contra la amargura cuando somos víctimas de la injusticia (2003) de Alberto I. González Muñoz, es el único que aunque fue publicado en Estados Unidos, está escrito por un autor residente en la isla. A este corpus narrativo pertenecen el cuento “El Stadium” (1970) de José Mario Rodríguez, la obra de teatro El loco juego de las locas (1995) de Héctor Santiago y la novela Un ciervo herido (2003) de Félix Luis Viera. Estos son textos de ficción, pero tienen igualmente un alto componente autobiográfico y testimonial. Las narrativas de memoria son procesos creativos y no meramente reproducciones de los hechos, y en ellos interviene, siguiendo a Mary Louise Pratt, un “contrato testimonial”, por el cual los sujetos toman decisiones estratégicas sobre qué contar y cómo hacerlo.23 En ese sentido —señala—, los testimoniantes pudieran llegar a narrar episodios ajenos y procesos colectivos como si fueran experiencias personales, para ampliar el espectro referencial, aumentar la fuerza y garantizar la veracidad de sus narrativas.24 Las UMAP no pueden ser entendidas como una institución aislada, sino como parte un proyecto de “ingeniería social” orientado al control social y político. Es decir, una tecnología que involucró al aparato judicial, militar, educacional, médico y psiquiátrico. Para el emplazamiento de las unidades se emplearon complejas metodologías encaminadas a la identificación y producción de conocimiento de determinados sujetos, su depuración dentro de las instituciones y organizaciones políticas y de masas, hasta el reclutamiento e internamiento. Para dar cuenta de esta conjunción de discursos y dispositivos, este texto va a estar dividido en dos partes. La primera analiza los discursos movilizados para caracterizar a los sujetos de estas políticas de reeducación y justificar las UMAP. En esta sección se incluye, además, una descripción de las tecnologías de identificación y producción de los sujetos a reeducar (purgas, depuraciones, reclutamientos). La segunda parte se centra en el análisis de la institución y las experiencias de los sujetos en ella. En esta sección se examina a las UMAP como instituciones de trabajo forzado y centros de experimentación de terapias psicológicas y producción de “saber” sobre los sujetos homosexuales. También se incluye un epígrafe sobre las versiones “oficiales” de las unidades en la prensa oficial cubana. En ambas secciones se utilizan como fuentes, testimonios y entrevistas
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a exconfinados en estas unidades, pues me interesa, siguiendo a Kirsten Weld, una concepción de la Historia a partir de dos dimensiones: la “que pasó” y aquella que “se dice que pasó”.25 Estos discursos participan en la reconstrucción de la memoria, como corpus narrativo del trauma y participan en lo que Julie Skurski y Fernando Coronil denominaron “geopolítica de la verdad”.26
La producción de la “otredad” en la justificación de las UMAP Masculinización y militarización de la sociedad cubana: El emplazamiento de las UMAP Desde el inicio, el nacionalismo revolucionario hegemónico estableció una conexión de los discursos de la sexualidad con las nociones sobre la soberanía y la colonización imperial y la nación comenzó a pensarse como un espacio femenino, vulnerable y susceptible a la penetración extranjera.27 La idea de la nación como espacio penetrado empezó a complementarse con la figura del guerrero que encarnaba el propio Fidel Castro. Como bien señala Frances Negrón, durante el período heroico de la Revolución, el cuerpo físico de Fidel Castro, “erecto, impenetrable y vestido de verde oliva, militarizado y listo para la guerra contra el imperialismo yanqui”, se sintonizó con el cuerpo político cubano.28 De este modo se estableció una conjunción entre nacionalismo y “heteronormatividad”29 y se instituyeron una serie de nociones que definieron la ciudadanía, no como un estatus conformado de antemano por un conjunto de derechos, sino como una obligación, una identidad ideal basada en una serie de atributos.30 Así, aquellos sujetos con configuraciones de género y prácticas sexuales no normativas comenzaron a ser percibidos como enemigos políticos dentro del proyecto revolucionario. “La Revolución necesita al enemigo, el proletario no rehúye al enemigo, necesita al enemigo [. . .] El revolucionario para desarrollarse necesita su antítesis que es el contrarrevolucionario”31, había expresado Fidel Castro en marzo de 1963. En agosto de 1965, tres meses antes de que se emplazaran las UMAP, el líder de la revolución cubana, en conversación con el periodista estadounidense Lee Lookwood, expresó: No podemos llegar a creer que un homosexual pudiera reunir las condiciones y los requisitos de conducta que nos permitirían considerarlo un verdadero revolucionario, un verdadero militante comunista. Una desviación de esta naturaleza está en contradicción con el concepto que tenemos sobre lo que debe ser un militante comunista [. . .] Bajo las condiciones en que vivimos, a causa de los problemas con que nuestro país se enfrenta, debemos inculcar a los jóvenes el espíritu de la disciplina, de lucha y trabajo. En mi
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316 : Abel Sierra Madero opinión debe estar promocionando todo lo que tienda a favorecer en nuestra juventud un espíritu fuerte, actividades relacionadas de algún modo, con la defensa del país, tales como los deportes.32
Aunque la operación ideológica de insertar a los homosexuales en el terreno de la otredad nacional, sirvió para justificar el emplazamiento de las UMAP, otros criterios políticos, más allá de la sexualidad, intervinieron en el reclutamiento. La masculinidad revolucionaria estuvo asociada a un campo ideológico más abarcador en el que la moda, prácticas de sociabilidad, credos religiosos, tributaron a lo masculino de una manera más general. Por lo tanto, la manera de armonizar con la visión normativa oficial fue fundamental en la distribución de cuotas de masculinidad, hombría y virilidad que se concedieron desde el poder y las instituciones. De ese modo la masculinidad, inscrita en una lógica heteronormativa, se conectaba a la nueva ciudadanía que consistía en la producción y la reproducción del socialismo. De ahí que no resulte extraño que a las UMAP no sean enviados solamente los homosexuales, sino otros sujetos como delincuentes, religiosos, intelectuales o simplemente muchachos cautivados por el movimiento hippie norteamericano.33 La más leve pose, el mínimo gesto disonante de la marcialidad revolucionaria fue leído como un síntoma que ponía en peligro todo el proyecto. Las UMAP fueron visualizadas como una “forja de ciudadanos útiles a la sociedad”34 donde el trabajo pasa a formar parte del discurso masculino de la guerra contra el imperialismo norteamericano y las batallas de la Revolución. La metáfora de la fragua —proveniente de la industria del acero y del hierro— fue ampliamente utilizada por los líderes de la revolución para recrear la masculinidad revolucionaria y los procesos de control social. Dentro de esta lógica, el concepto de “hombre nuevo” funcionó como un molde y los que no se ajustaran a ese ideal, eran considerados escorias o desechos de la fragua, es decir, contrarrevolucionarios y “blandengues”. En abril de 1965, Raúl Castro Ruz aseguró que los objetivos de la revolución sólo se podían alcanzar con “una juventud con un carácter templado”, con un “carácter firme”, “forjado sobre el sacrificio”, alejado de las “blandenguerías” y que se inspirara “no en los bailadores de twist ni de rock and roll, ni tampoco en las manifestaciones de alguna seudo intelectualidad”, una juventud que se alejara “de todo lo que debilita el carácter de los hombres”.35 Para Luis Pavón Tamayo, dirigente político y director de la revista Verde olivo, órgano oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), el SMO posibilitaba “una educación adecuada y asegura una correcta formación moral y física de nuestros jóvenes. Los prepara para la vida, los hace más firmes; los educa en las heroicas tradiciones de nuestras Fuerzas Armadas
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Revolucionarias”.36 Por otra parte, señalÓ que las UMAP acogieron a “algunos jóvenes que no habían seguido la mejor actitud ante la vida” y que “habían tomado la senda equívoca ante la sociedad”.37 De acuerdo con Pavón, las UMAP tenía la finalidad de ayudar esos muchachos “a encontrar un camino acertado, de facilitarles un desarrollo que les permita incorporarse a la sociedad plenamente”.38 Ya en 1964, Fidel Castro se vanagloriaba del impacto que el SMO estaba teniendo en la juventud cubana y resaltaba el fracaso de instituciones como la familia y de la escuela en la educación de los jóvenes: “Pues bien, lo que no pudieron enseñarles en la casa lo que no pudieron enseñarles en la escuela, lo que no pudieron enseñarles en el instituto, lo aprendieron en el ejército, lo aprendieron en una unidad militar”.39 El Estado y sus instituciones armadas participaban del proceso pedagógico masculinizador que he venido describiendo. Castro detallaba la manera en que el ejército se convirtió en un dispositivo de control social, corrigiendo gestos y prácticas a partir de la inserción de los jóvenes en un sistema disciplinario. En ese sentido, el máximo líder agregaba: Y con seguridad que ese soldado, con seguridad que ese joven, habituado a los rigores de una disciplina militar, a las responsabilidades de la disciplina militar, no se convierte en un pepillito, no se convierte en un Elvis Presley —¿cómo se llama?—, un “Elvispreslito”. Ese joven comienza porque se pela corto; cuando entra en la unidad militar adquiere otra figura, adquiere otro porte, adquiere otra estampa, adquiere otro carácter, adquiere hábitos, adquiere hábitos que son muy distintos de esos hábitos que se pueden ver en algunas esquinitas, que se pueden ver en algunos parquecitos; tonterías, cosas peregrinas, fantasías, desaparecen de la mente de ese joven, y se prepara esa mente y se fortalece contra la influencia de todas esas cosas extravagantes y estrambóticas.40
El proyecto de masculinización nacional va a estar aparejado al mismo tiempo de un proceso de proletarización de la sociedad; el trabajo intelectual comenzó a depreciarse simbólicamente y los intelectuales van a estar bajo sospecha no sólo de tipo ideológica sino también de carácter sexual. El mismo término intelectual va a ser sustituido por el de “trabajador de la cultura” y los artistas e intelectuales tendrán que participar del trabajo físico para poder ser reconocidos por las instituciones, y admitidos dentro del terreno de lo masculino. Como se sabe, muchos intelectuales y artistas fueron sacados de sus proyectos o centros de trabajo para ser enviados a las UMAP. En 1964, Carlos Rafael Rodríguez, uno de los ideólogos más importantes de ese momento, llegó a asegurar que aún cuando el trabajo “productivo” de los jóvenes no resultase imprescindible a la producción, se continuaría empleando el trabajo juvenil no sólo como un elemento del proceso formativo y de “responsabilidad social”, sino para “impedir que caigan en el intelectualismo deformador que ha sido uno de los saldos negativos de la sociedad occidental”.41
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FIGURA 14.1. Caricatura de Antonio Mariño Souto (Ñico) sobre el Servicio Militar Obligatorio en la portada del semanario humorístico Palante, no. 24, La Habana, 9 de abril de 1964.
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Nacionalismo, higiene social y heteronormatividad Podría decirse que a inicios de 1959 el pánico moral fue el encuadre ideológico en el que se basó la campaña de regeneración nacional a la que fue convocada toda la nación para liquidar los “vicios” del pasado y consolidar el poder revolucionario. Muy pronto ese marco de tipo religioso fue complementado con los discursos de higiene y la noción de enfermedad social. En un artículo publicado en la Revista del Hospital Psiquiátrico de La Habana, en 1959, el presidente de honor de la Liga Cubana de Higiene Mental, el doctor Julio Reymondez, señalaba: “La higiene mental tiene la obligación de reducir estas cifras alarmantes de enfermedades que no matan al individuo, pero que destruyen la sociedad, atentando contra su organización por medio del alcoholismo, de la delincuencia, de los divorcios, de la prostitución y de tantos otros males que a veces no tiene otro origen que una alteración del psiquismo”.42 De este modo, prostitutas, alcohólicos, homosexuales pasaban a formar parte de las agendas de las instituciones psiquiátricas y pedagógicas; porque eran conceptualizados como enfermos sociales que debían ser rehabilitados o reeducados. El manejo de esta noción en el discurso político permitió legitimar una serie de intervenciones en cuerpos y prácticas no normativas de modo científico y racional. Los que constituían un ruido dentro del proyecto revolucionario, pasaron a considerarse no sólo como sujetos peligrosos sino como enfermos sociales. El 15 de abril de 1965, varios meses antes de que se hiciera el primer reclutamiento de las UMAP, el escritor Samuel Feijóo publicó en el periódico El Mundo un texto que da cuenta de estas tensiones entre la conjunción del discurso religioso político con el discurso higiénico. El texto hace un inventario de los “vicios heredados del capitalismo” y aseguraba que el tráfico de drogas, la prostitución, los juegos de azar, y la “holgazanería” ya habían desaparecido casi totalmente. Entre los vicios que quedaban por liquidar, el escritor señalaba al alcoholismo y el “homosexualismo campeante y provocativo” con el que había que acabar porque era uno de los “funestos legados del capitalismo”.43 “No se trata de perseguir a homosexuales, aseguraba, sino de destruir sus posiciones, sus procedimientos, su influencia. Higiene social revolucionaria se llama esto”.44 Samuel Feijóo recupera una tradición insular de escritura nacionalista insertada en procesos de inclusión y exclusión social a partir de la crítica a la sexualidad no normativa. En ese sentido, recicla algunos discursos que vienen del siglo XIX y principios del XX para asimilarlos al marco revolucionario. Asimismo, su discurso se encuentra en el epicentro de una lucha, la de la representación de la nación/revolución: “Porque ningún homosexual representa la Revolución que es asunto de varones, de puños y no de plumas, de coraje
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320 : Abel Sierra Madero y no de temblequeras, de entereza y no de intrigas, de valor creador, y no de sorpresas merengosas”.45 En otra parte del texto el escritor parece sintonizar con los preceptos del líder de la revolución cubana sobre estas cuestiones. “En una ocasión— recordaba Feijoó— Fidel [Castro] nos advirtió que en el campo no se producen homosexuales, que allí no crece este vicio abominable. Cierto. Las condiciones virilidad del campesinado cubano no lo permiten. Pero en algunas ciudades nuestras aún prolifera. Allí se unen, se apiñan, se protegen, se infiltran”.46 El discurso de Fidel Castro al que Feijóo hace referencia, tuvo lugar en la escalinata de la Universidad de La Habana, el 13 de marzo de 1963. En esa ocasión Castro señalaba: Muchos de esos pepillos vagos, hijos de burgueses, andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos [risas]; algunos de ellos con una guitarrita en actitudes “elvispreslianas”, y que han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre. Que no confundan la serenidad de la Revolución y la ecuanimidad de la Revolución con debilidades de la Revolución. Porque nuestra sociedad no puede darles cabida a esas degeneraciones [aplausos]. La sociedad socialista no puede permitir ese tipo de degeneraciones. ¿Jovencitos aspirantes a eso? ¡No! “Árbol que creció torcido . . .”, ya el remedio no es tan fácil. No voy a decir que vayamos a aplicar medidas drásticas contra esos árboles torcidos, pero jovencitos aspirantes, ¡no! Hay unas cuantas teorías, yo no soy científico, no soy un técnico en esa materia [risas], pero sí observé siempre una cosa: que el campo no daba ese subproducto. Siempre observé eso, y siempre lo tengo muy presente. Estoy seguro de que independientemente de cualquier teoría y de las investigaciones de la medicina, entiendo que hay mucho de ambiente, mucho de ambiente y de reblandecimiento en ese problema. Pero todos son parientes: el lumpencito, el vago, el elvispresliano, el “pitusa” [risas].47
Con esta arenga, Fidel Castro sentaba un precedente que luego se traduciría en políticas concretas. Como se sabe, la estructura y el tono de sus largas alocuciones se asemejaban a los sermones de tipo religioso, con altos matices de adoctrinamiento y alfabetización política. En esa ocasión, el líder establecía una “cadena de equivalencia”48 negativa apelando al resentimiento de clase como recurso movilizador, en la que sujetos de ascendencia burguesa o muchachos con prácticas urbanas de sociabilidad, son etiquetados como escoria, gusanos, lumpen. Los homosexuales se conjugaron también en esa ecuación. Al parecer la aversión al músico estadounidense Elvis Presley no fue exclusiva del discurso fidelista, sino de la comunidad comunista internacional. El 3 de noviembre de 1959, el periódico Revolución publicó un cable que aseguraba que en la República Democrática Alemana (RDA) habían sido arrestados quince admiradores del cantante y que recibieron condenas que iban desde los seis meses hasta los cuatro años de cárcel.49 Como se sabe, en Cuba, además
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de censurar a Elvis Presley y en general la música en inglés, se desató una campaña contra la banda británica de rock and roll, The Beatles.50 Por otra parte, en el discurso de Castro hay una alusión a una prenda de vestir, el “pitusa”, una marca de jeans “Pit” made in USA que circuló en Cuba por esa época. El uso de esta prenda, así como la afición por la música en inglés como el rock and roll, se consideró como una tendencia extranjerizante, una desviación que después sería conceptualizada como “diversionismo ideológico”. Así, el “pitusa” pasó a ser considerado como un artefacto muy peligroso, por lo que el máximo líder le pareció oportuno censurarlo públicamente. Para entonces, todos los medios estaban en manos del gobierno y las palabras de Fidel Castro tenían un gran peso en la vida del país y en la política editorial, por lo que no es de extrañar que el semanario humorístico Palante, emprendiera también contra el “pitusa”. ¡Señor! ¿De dónde surgió esa palabra “pitusa”? Creo que de pito y tusa tal palabra se formó. Por eso pregunto yo, al extraño jovencito de estrecho pantaloncito: si no eres por tu labor sereno ni agricultor. ¿Por qué tusa y por qué pito? Sí; no me puedo explicar ¿por qué tales muchachones usan unos pantalones que se quieren reventar? Acaso quieren marcar sus líneas, en mala andanza, con esos pasos de danza por peligrosos terrenos . . . Pueden ser muchachos buenos pero no inspiran confianza. ¿Por qué el mundo en la copa Las cosas se han invertido? Mujer con ancho vestido y hombre con estrecha ropa. Yo no formo en esa tropa Y esa moda no me alcanza, Pues quien con tal moda tranza Y usa modo tan ajeno, Puede ser muchacho bueno, Pero no inspira confianza.51
El nivel de intervención del Estado en la conducta y la imagen pública de las personas fue tal en esta época, que en 1966, Carlos Rafael Rodríguez, quien como dije anteriormente, fue uno de los ideólogos más importantes en Cuba, sostuvo una conversación con algunos estudiantes en la que expuso la
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322 : Abel Sierra Madero conexión de las sandalias con la homosexualidad en el imaginario popular. Era el pueblo, según Rodríguez, quien rechazaba las sandalias “porque la mayoría de las sandalias están en los pies de homosexuales que hacen ostentación de su homosexualismo, y es natural que esas cosas provoquen en la población una actitud hostil”.52 Estos temas debían llevarse a debate para “que un día todos vayamos con comodidad con sandalias y ahorremos piel y esos homosexuales exhibicionistas se tengan que poner otras prendas, tal vez se pongan zapatos entonces, ¿comprenden?”, recalcó.53 Dispositivos de identificación: El SMO y las “depuraciones” Aunque el emplazamiento de las UMAP se realizó a fines de 1965, estas unidades se crearon bajo la cobertura de la ley 1129 del 26 de noviembre de 1963 que estableció el Servicio Militar Obligatorio durante un período de tres años para los hombres comprendidos en las edades entre dieciséis y cuarenta y cinco años.54 Para camuflar los objetivos reales del reclutamiento, y desligar estas instituciones del marco y la tradición de los campos de trabajo forzado y de un sistema abiertamente punitivo, el gobierno revolucionario cubano utilizó el SMO para justificar la organización y el régimen disciplinario a que estaban sometidos los confinados. En la fundamentación de la ley, se describía el SMO “como un deber de todos los ciudadanos servir con las armas a la Patria y defender con ellas a la Revolución cubana”.55 De este modo la trilogía conformada por la patria-nación-revolución se convertía una sola entidad, cargada de sentido simbólico y político. El capítulo VI, artículo 23, de la ley 1129 del SMO de 1963 describe las causas que pudieran aplazar el enrolamiento de un sujeto y de las que pudieran exceptuarlo del mismo, entre las que se destacan las “enfermedades” y “defectos físicos”. Además, la ley exceptuaba del llamado al SMO a aquellos que fueran el único sostén económico para sus padres, esposa e hijos. Asimismo, el inciso C permitía el aplazamiento a los jóvenes que estuvieran terminando el último año de estudios secundarios, preuniversitarios o universitarios.56 Sin embargo, estos acápites se utilizaron discrecionalmente con un criterio político por parte de las autoridades cuando se trataba del reclutamiento para las UMAP. Algunos jóvenes que constituían el único sostén familiar, fueron reclutados sin importar las consecuencias en esas economías domésticas. Asimismo, muchos estudiantes de diferentes niveles educacionales que estaban a punto de graduarse, se convirtieron en elegibles para incorporarse al SMO porque fueron expulsados de sus centros de estudios a través de un proceso de “depuración”. Este proceso que comenzó a mediados de 1965, -a unos pocos antes meses del primer llamado a las UMAP-, tuvo un carácter de “purga”, de cruzada
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social. Estas purgas fueron encabezadas por la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) contra aquellos que no eran percibidos como “revolucionarios”, entre los que se encontraban los religiosos y los homosexuales. En un comunicado publicado en la revista Mella, el 31 de mayo de 1965, la UJC conminaba a los estudiantes de la enseñanza media superior, a expulsar de los planteles a los “elementos contrarrevolucionarios y homosexuales” en el último año para impedir su ingreso a las universidades.57 En el texto también se menciona a aquellos que demuestren “desviaciones” y “algún tipo de blandenguería pequeño burguesa y que sean apáticos a las actividades revolucionarias que realiza el estudiantado”. Estos debían integrarse al Servicio Militar Obligatorio para “ganarse el derecho” de ingresar a la universidad.58 Resulta interesante el modo en que se distribuyeron cuotas de complicidad y responsabilidad al interior de la sociedad, no sólo para hacer más eficiente el control y garantizar las hegemonía de determinados sectores, sino para crear una opacidad sobre la naturaleza del poder, cómo opera y cómo circula. Así, el comunicado distribuía la responsabilidad de “aplicar” las medidas: “Ustedes tienen la palabra, a ustedes corresponde aplicar estas medidas, en su aplicación nuestra función ha de ser de orientación, de organización de la actividad, pero deben ser los estudiantes, los que la apliquen”.59 Y se agregaba: “Ustedes saben quiénes son, los han tenido que combatir muchas veces [. . .] apliquen la fuerza del poder obrero y campesino, la fuerza de las masas, el derecho de las masas contra sus enemigos [. . .] ¡Fuera los homosexuales y los contrarrevolucionarios de nuestros planteles!”60 Muy pocos días después de este comunicado, la revista Alma Mater, el órgano oficial de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), se sumaba a esta política y aseguraba que la depuración era el resultado del momento histórico y una “necesidad para el desarrollo futuro de la Revolución”. En una parte del texto se lee: “Los futuros técnicos, científicos e intelectuales deben ser necesariamente revolucionarios, firmes ante el enemigo imperialista, sus variadas formas de penetración y agresión [. . .] No son ni los elementos desafectos a la Revolución ni los homosexuales capaces de cumplir esa tarea y por tanto no debe invertirse en ellos el producto del sudor y la sangre de nuestro pueblo para darles armas y herramientas para que puedan volver contra la sociedad”.61 El documento insistía en que las depuraciones contra los contrarrevolucionarios y los homosexuales no debían entenderse como dos procesos aislados, sino como uno solo. “Tan nociva es la influencia y la actividad de unos como de otros en la formación del profesional revolucionario del futuro”, se sentenciaba. Aunque estos documentos son de mayo de 1965, el 5 de abril, Mella publicó unas declaraciones de Orlado Rosabal e Ileana Valmaña, dirigentes de la UJC y la FEU, respectivamente, quienes explicaron que la depuración consistía en un proceso de saneamiento social y formaba parte de una lucha ideológica, al tiempo que constituía, según Valmaña, “un perfecto derecho
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324 : Abel Sierra Madero revolucionario”62 contra “esa escoria pública que son los homosexuales de escándalo, ya sean nacidos hombres o mujeres”.63 Sobre el método empleado en las depuraciones Ileana Valmaña señaló: Las asociaciones de estudiantes valoran aula por aula dentro de las respectivas escuelas. El análisis que se hace resulta sumamente objetivo, sereno y profundo para evitar errores extremistas; discutiéndose hasta que el resultado sea unánime [. . .] Sino no hay unanimidad no se toma la decisión al respecto. Por nuestra parte aplaudimos la iniciativa, el método y sus resultados; él nos llevará a lograr buenos técnicos y científicos con una actitud revolucionaria ante la vida y a forjar y pertrechar ideológicamente nuestro estudiantado frente a la blandenguería burguesa, las ideas extrañas y el oportunismo, el homosexualismo y los enemigos del pueblo.64
Una vez que estas purgas finalizaron, esos muchachos quedaron expuestos y susceptibles para ser intervenidos por el Estado. Su entrada a las UMAP y a otros programas reeducativos era cuestión de tiempo. Inmediatamente que
FIGURA 14.2. Carnet expedido por el “Centro Nacional de Información” vinculado a los Comités de Defensa de la Revolución en los años sesenta. Este documento constituye una valiosa fuente para el estudio de la vigilancia y el control social y político en Cuba. En la esquina superior derecha del carnet se puede leer la palabra “secreto” y también las instrucciones a los informantes. Estos debían comunicarse con el Centro al “conocer todo hecho o indicio de actividad enemiga” y usar una clave para mantener “la clandestinidad”. Foto cortesía de María Antonia Cabrera Arus.
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terminaron las depuraciones a las que se ha hecho referencia, a través de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), una de las instituciones de vigilancia más efectivas creadas para el control social y político en Cuba, se hicieron censos para identificar a los jóvenes que no trabajaban ni estudiaban. Esa información se le suministraba al Ministerio del Interior (MININT) y al Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR), las entidades encargadas del reclutamiento de las UMAP. Benjamín de la Torre fue uno de los tantos jóvenes enviados a las UMAP después de haber sido depurado de su centro de estudios. Su reclutamiento se debe a una delación de la presidenta del CDR, según cuenta su hermana Carolina de la Torre quien es psicóloga y profesora de la Universidad de La Habana. Benjamín, al igual que Carolina y sus hermanos Salvador y Liz, son descendientes del científico cubano Carlos de la Torre y Huerta. Pero las UMAP se integraron a esa familia de una manera terrible: poco después de salir de esas unidades, Benjamín se suicidó el 11 de octubre 1968 con decenas de pastillas de fenobarbital. La entrada de Benjamín a las UMAP impactó a todos, pero especialmente a su madre, la poeta Blanca Molina. El joven había sido maestro en las intrincadas zonas del oriente del país durante la gran Campaña de Alfabetización de 1961, había estudiado pintura en la escuela de San Alejandro y música. En cambio, su hermano Salvador con trece años ya se había estado relacionado con el Directorio Revolucionario, una de las organizaciones que lucharon contra la dictadura de Fulgencio Batista antes del triunfo revolucionario en 1959. Salvador, además fue artillero, “niño héroe” durante la invasión militar de Bahía de Cochinos en 1961. Ambos hermanos tenían biografías distintas, Salvador encajaba en el modelo del hombre nuevo y Benjamín “era exactamente lo opuesto a eso”, señala Carolina y agrega: “El era débil y de contra asmático, vivía muerto de asma; era débil en el sentido de que era sensible, yo lo recuerdo así; era un artista, no tenía nada que ver con el modelo de joven revolucionario, no era ni siquiera ‘elvispresliano’, él era nietzscheano en todo caso; él estaba en otra cosa más allá”.65 Benjamín de la Torre se vestía de negro, siempre andaba con un libro debajo del brazo y sus amigos eran artistas e intelectuales que después tuvieron gran impacto en la cultura cubana, entre ellos el pintor Manuel Mendive y el teatrista Huberto Llamas, aunque ninguno de ellos fue a las UMAP. Carolina de la Torre no puede recordar el día en que Benjamín fue reclutado, sin embargo, puede describir el viaje y el encuentro con su hermano cuando fue a visitarlo con su madre al campamento donde se encontraba en la provincia de Camagüey. Así lo describe: “Después de un viaje infernal en tren, como todavía son los viaje en tren en Cuba, y de otro viaje infernal para llegar a esos campos retiradísimos de caña, llegamos a un lugar desolado, soleado, malo y encontramos a mi hermano esquelético, te lo puedo decir sinceramente, deprimido”.66 Carolina dice que Benjamín no contaba muchas de las cosas que
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FIGURA 14.3. Benjamín de la Torre, uno de los confinados de las UMAP. Una vez reclutado en noviembre de 1965, este muchacho perdió su nombre para convertirse en el recluta No. 50, Compañía 4, Batallón 7, Unidad “La Ofelia”, Camagüey. Benjamín de la Torre se suicida en octubre de 1968, poco tiempo después de salir de las UMAP. Foto cortesía de Carolina de la Torre.
pasaban en el campamento para no preocupar a su madre, pero si insistía en el trato degradante que recibía de parte de los guardias y los oficiales. Los castigos en las UMAP podían ir desde los insultos verbales hasta el maltrato físico y la tortura. Varios de mis entrevistados aseguran que una de las modalidades de castigo empleadas por algunos oficiales, consistía en enterrar al confinado en un hueco y dejarlo con la cabeza fuera durante varias horas. A algunos los introducían en un tanque de agua hasta que perdieran la conciencia, a otros los ataban a un palo o a una cerca y los dejaban durante la noche a la intemperie para que fueran presa de los mosquitos. De acuerdo con Héctor Santiago, uno de los teatristas vinculados a “Ediciones el Puente” y que fue enviado a las UMAP, a esa modalidad de castigo se le llamó “El palo”. El atormentamiento y la mortificación del cuerpo tenía una función de amedrentamiento y formaba parte de una narrativa en la que los castigos recibían nombres como “El trapecio”, “El ladrillo”, “La soga” o “El hoyo”, entre otros.67 Benjamín de la Torre salió de las UMAP con altos niveles de depresión y de estrés, porque además, fue detenido en la calle por la policía en reiteradas ocasiones. Su hermana que había estudiado psicología, lo llevó a consultas psiquiatría para tratar de ayudarlo a salir de la crisis: “Pero todo eso es muy paradójico porque algunos de esos psiquiatras fueron de los que también pensaron que a los homosexuales había que rehabilitarlos o reeducarlos de alguna forma muy especial”.68
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Coincidentemente, Héctor Santiago estuvo en “La Ofelia”, la misma unidad que Benjamín de la Torre. Así lo describe Santiago: “Benjamín era un chico adolescente muy gracioso, muy sensible, él quería ser pintor, escritor, actor, no estaba muy seguro de lo que quería, estaba en la etapa de la adolescencia, era lo que ellos [los revolucionarios] llamaban los chicos bitongos”.69 Héctor Santiago asegura que Benjamín era atormentado sexualmente por los guardias y quedó marcado de tal manera que no pudo recuperarse. Una vez en el exilio, Héctor Santiago escribió una obra de teatro titulada “El loco juego de las locas” la cual está dedicada a Benjamín. La versión de Santiago concuerda con la Reynaldo García Reina,70 uno de los que estuvo también en “La Ofelia” y a quien tuve la oportunidad de entrevistar también para este proyecto. Pero la intervención del Estado sobre los artistas e intelectuales, no se produjo de manera uniforme en todas las instituciones. Al parecer, la cercanía de algunos dirigentes a los círculos de poder, influyó en los modos en que los dispositivos funcionaron. De acuerdo con Alfredo Guevara, director del Instituto Cubano de Arte de Industria Cinematográficos (ICAIC), y muy cercano a Fidel y Raúl Castro, estos procesos sólo ocurrían en determinados espacios. Así lo describe: “El famoso quinquenio gris se produjo en el Consejo Nacional de Cultura pero sólo en un sector de la intelectualidad, en el ICAIC no pudieron tocar a nadie, en Casa de las Américas no pudieron tocar a nadie y en el Ballet de Cuba no pudieron tocar a nadie. ¿Por qué? Porque Alicia Alonso tenía unos ovarios que le zumbaban, Yeyé [Haydé Santamaría] tenía ovarios y cojones al mismo tiempo y a mí no me podía tocar nadie”.71 Sin embargo, Guevara reconoció que las UMAP fueron algo trágico, “lo más horrible que ha pasado en el proceso de la Revolución, porque eso es lo más horrible en el campo no de la cultura, en el campo global de la sociedad”.72
Las UMAP como instituciones de trabajo forzado “El trabajo os hará hombres”: Rehabilitación y utilización económica del cuerpo A través de los procesos de militarización que se han venido describiendo se trataba no sólo de corregir gestos y posturas, sino reorientar y reintegrar esas fuerzas y cuerpos a un aparato económico. De acuerdo con Foucault, una “institución de secuestro” establece un cerco sobre el cuerpo que va aparejado a su utilización económica por lo que el trabajo se convierte en un instrumento político. “El cuerpo sólo se convierte en fuerza útil, señaló, cuando es a la vez cuerpo productivo y cuerpo sometido”.73 El discurso de la guerra se va a integrar al discurso ideológico y económico en forma de campañas de tipo militar y los trabajadores serán visualizados como héroes y soldados, no sólo para in-
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328 : Abel Sierra Madero sertarlos en una ritualidad política de control social, sino para utilizarlos como fuerza de trabajo sin tener que compensarlos económicamente. En un artículo de 1969, el economista Carmelo Mesa-Lago hacía un análisis de las formas de trabajo no pagado durante los años sesenta en Cuba y entre esos modelos mencionaba a las UMAP. De acuerdo con Mesa-Lago, el gobierno logró ahorrar por concepto de trabajo no pagado, alrededor de $300 millones de pesos, entre 1962 y 1967.74 La noción de trabajo socialmente útil que se manejó a todos los niveles de la sociedad cubana fue fundamental en ese proceso. Muchos de los ideólogos de la revolución empezaron a reproducir la concepción marxista-leninista que descansaba en modelos pedagógicos de rehabilitación o de reducación a partir del uso del concepto de “lumpen proletario”. Esta noción había sido utilizada en la Unión Soviética, en el Bloque Socialista del Este, así como en China, para contraponerlo al ideal de esos regímenes: el hombre nuevo representado casi siempre por la figura del obrero y del campesino trabajador. La doctrina marxista-leninista le otorgaba a la ideología revolucionaria una base filosófica, científica y racional, necesaria para justificar y legitimar este tipo de políticas. En 1961, la Editorial Nacional, un proyecto editorial creado por el gobierno revolucionario para distribuir masivamente materiales políticos y de propaganda comenzó a publicar y a difundir una serie de textos soviéticos y chinos, que tienen que haber influido notablemente en la élite política. Uno de esos textos fue Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo de Mao Tse-Tung, que contó con una tirada de cincuenta mil ejemplares. En ese texto, Mao señalaba que a “los enemigos se les obliga a trabajar y a transformarse en hombres nuevos por medio del trabajo”.75 Esta concepción fue implementada rápidamente en Cuba. El 16 de marzo de 1962 se emitió la Resolución No. 934 sobre la rehabilitación social y la reeducación de delincuentes. La ley estipulaba la creación de Granjas Agropecuarias de Rehabilitación Penal, que serían manejadas por el Ministerio del Interior. Así, el trabajo adquirió un carácter pedagógico y comenzó a ser conceptualizado como un deber de todo ciudadano para “contribuir al desarrollo de la producción nacional”76 y al abastecimiento del país. En la argumentación de la ley puede leerse: “Por cuanto: El trabajo es un medio eficaz para transformar a los sancionados por errores y violaciones cometidas, propiciando que los mismos reconozcan y rectifiquen dichas faltas honestamente, adquiriendo el hábito de trabajo y la capacitación para desempeñar debidamente su puesto en la nueva sociedad socialista que surge”.77 A esas granjas agropecuarias del MININT y también a las UMAP, fueron enviados una serie de sujetos que el gobierno consideraba que debían ser rehabilita-
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dos o que debían hacer contribuciones a la economía nacional. Entre ellos, se encontraban aquellos que manifestaran un interés explícito por salir del país. José Mario Rodríguez —fundador de “Ediciones El Puente”, uno de los más controvertidos proyectos culturales de los sesenta en Cuba—, aseguraba que en la entrada del campamento al que fue asignado, “había una pancarta enorme en la que se leía: Unidad Militar 2.269 y un letrero con el lema ‘El trabajo os hará hombres’, una frase de Lenin. Entonces fue cuando yo me acordé de aquella frase que cita Salvatore Quasimodo y que estaba a la entrada del campo de concentración de Auschwitz: ‘El trabajo os hará libres’”.78 A mediados de los sesenta, la economía cubana estaba subordinada al azúcar; pero la mecanización del corte de caña no estaba generalizada, por lo que el éxito de las zafras dependía del corte manual. En ese período las zafras azucareras empezaron a formar parte del gran salto ideológico que Fidel Castro tenía previsto para 1970 y que era una copia de intentos similares en China y la Unión Soviética. El líder revolucionario pretendía llevar a la isla a una etapa superior de construcción del socialismo con una zafra de diez millones de toneladas de azúcar. Este proyecto comenzó a planearse desde 1964 y adquirió tal importancia y envergadura, que la revista ANAP del Ministerio de la Agricultura, lo denominó como la “bomba atómica de azúcar”.79 Para lograr el golpe de efecto, Castro necesitaba movilizar y desplazar gran cantidad de fuerza de trabajo hacia las zonas donde existían plantaciones de caña. La provincia de Camagüey, ubicada en la región central del país y con grandes extensiones de tierra y poca mano de obra, fue escogida de modo estratégico para el emplazamiento de las UMAP a fines de 1965. De este modo, estos campamentos se insertaron dentro de la economía planificada socialista al igual que había sucedido en la Unión Soviética con el Gulag (Dirección General de Campos de Trabajo). Vladimir Chernavin, uno de los que logró escapar de un gulag soviético, describe cómo en 1930 esa institución se convirtió en una gran empresa de trabajo forzado con apariencia de institución correctiva, que permitió establecer planes de desarrollo en lugares donde hubiera sido muy difícil sin utilizar ese instrumento.80 Señala Chernavin que el gulag presentó una estructura y funciones similares que una empresa estatal, y que estaba organizado en forma de unidades militares y los detenidos recibían un pago miserable por el trabajo. Los prisioneros que accedieran a trabajar más allá de la norma, se consideraban como “trabajadores de choque” y se les reducía el tiempo de estancia en la institución. De modo que para estos “entusiastas”, dos meses podían ser considerados como tres.81 Algo similar sucedió con las UMAP. Los confinados de estas unidades, así como otros reclutados por el SMO, recibían un pago de sietes pesos mensuales y eran compelidos a participar dentro de lo que se conoce como “emulación
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330 : Abel Sierra Madero socialista”, un especie de competencia para incentivar la producción en la que los “vanguardias” o “trabajadores de choque”, no recibían compensación económica, sino diplomas o reconocimientos en actos políticos y de masas. En el caso de las UMAP, a los que se consideraba que habían tenido un buen comportamiento y una buena “actitud ante el trabajo”, se les rebajaban, al menos en teoría, diez días de cada mes del tiempo reglamentado.82 Intervenciones psicológicas y producción de saber en los programas de rehabilitación En la primera parte me referí a los usos del discurso de la higiene social y la psicología para la justificación de las UMAP y la construcción de sujetos susceptibles a la reeducación. Pero las unidades se convirtieron, además, en un espacio de cuarentena que permitía no sólo mantener a los confinados aislados, sino también la oportunidad de estudiarlos. Durante los años sesenta, los psicólogos cubanos utilizaron la clasificación internacional de enfermedades que consideraban a la homosexualidad una patología, y al homosexual un desviado sexual. Múltiples tratamientos clínicos y terapias se emplearon en Cuba para tratar de incidir en el deseo, las configuraciones y las prácticas de los homosexuales, tales como la ergoterapia, la reflexoterapia, la conductoterapia, entre otras. En las páginas de la revista del Hospital Psiquiátrico de La Habana se publicaron desde inicios de los sesenta, una serie de artículos sobre esta temática, y muchos de ellos tributaron directamente a los intereses del Estado. Por ejemplo, para el doctor Jesús Dueñas Becerra, el SMO era “un magnífico canal” para encauzar a la juventud. Incluso, llegó a decir que algunos jóvenes “se han salvado de caer en la más completa degeneración social por un oportuno reclutamiento militar”.83 Para Edmundo Gutiérrez Agramonte, uno de los profesionales de más autoridad en esa época, la homosexualidad en realidad era “una respuesta desadaptativa”.84 Resulta interesante la lectura de los debates que se sostuvieron al interior de esas disciplinas y ver cómo estas trataron de ajustar sus marcos interpretativos y de acción al nuevo escenario revolucionario, a sus exigencias y coyunturas políticas. La noción de afeminamiento fue ampliamente utilizada por parte de las instituciones psiquiátricas y pedagógicas. El afeminamiento fue percibido como un síntoma de debilidad y falta de carácter, y con una proclividad hacia a la homosexualidad, en un ruido para el ideal masculino revolucionario encarnado en el “hombre nuevo”. Así, se estableció todo un campo de estudios en Cuba y se crearon grupos de trabajo para intervenir en esos cuerpos “extraños” y sospechosos. La narrativa que se producía sobre el afeminamiento en el niño generalmente culpaba a los padres y a la familia. Las hipótesis más recurrentes desplegadas por los psicólogos sugerían que la ausencia del padre era un factor
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fundamental y que el afeminamiento generalmente estaba asociado a la histeria y la sobreprotección de la madre. El niño afeminado era considerado dentro de una lógica familiar educativa fallida, así se justificaba la intervención del Estado y la necesidad de su estudio, su rehabilitación y la corrección de sus gestos. La idea sobre el deporte, el trabajo rudo y la sociabilidad en ambientes masculinos para torcer los destinos del niño o sujeto afeminado, tomó mucha fuerza en ese momento. Aunque los discursos psicológicos y psiquiátricos se constituyeron en una herramienta fundamental para la creación de identidades sociales “enfermas” y “peligrosas” y crearon métodos de estudio e intervención, van a estar subordinadas a otras instancias que tenían una mayor jerarquía política, entre ellas el Ministerio del Interior (MININT) y las FAR. En mayo de 1966, a unos meses de emplazadas las UMAP, María Elena Solé estaba a punto de terminar la carrera de psicología de la Universidad de La Habana, cuando integró un equipo de psicólogos y médicos que formó parte una operación secreta organizada por la dirección política del MINFAR, para diseñar y trabajar en programas de rehabilitación y reeducación de homosexuales en las UMAP. El equipo de trabajo era dirigido por Josette Sarcá, una francesa de la que se conoce poco y que aunque no estuvo físicamente en las unidades, trabajaba en el diseño de la metodología y en el procesamiento de la información. Por la parte cubana estaban además los psicólogos Noemí Pérez Valdés, Antonio Díaz y Juan Guevara. De acuerdo con Solé, el trabajo del equipo en esas unidades consistía en “evaluar desde el punto de vista psicológico a estas personas” y había otro equipo encargado de la parte pedagógica. Esa fue la primera vez —señaló—, “que yo tuve que ver con homosexuales”. El trabajo comprendió dos ciclos; uno de investigación y otro de tipo asistencial. Durante la primera fase, asegura Solé, el equipo entrevistó un centenar de homosexuales y después se pasó a una etapa de clasificación. Cuando el equipo de psicólogos regresó en 1967, fueron entrevistados e investigados alrededor de ochocientos homosexuales. Con el paso de los años la psicóloga sonríe cuando habla de la ingenuidad en la que estuvo montado el proceso de investigación en las UMAP. La idea “de los que nos mandaron, era reincorporarlos a la vida social y que no mostraran lo que entonces nosotros llamábamos su defecto”,85 es decir que se “comportaran normalmente”. “Nosotros lo que queríamos era que ellos siguieran siendo homosexuales, porque yo, al menos —ya estaba graduada y había leído mucha literatura— estaba convencida de que eso no se cura. Yo sabía que ninguno de los intentos que aquí en Cuba se hicieron con el conductismo, ninguno de los intentos que se hicieron logró transformar eso”.86 La clasificación no se basó exclusivamente en aspectos relacionados con la configuración genérico-sexual de los individuos, sino que intervino también un criterio ideológico. La noción de “afocancia” fue la que utilizó el equipo
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FIGURA 14.4. La psicóloga Liliana Morenza, una de las integrantes del equipo de investigación de psicólogos en las UMAP, junto a dos homosexuales pertenecientes a la Compañía 4, Batallón 7, Unidad de Ayuda a la Producción. “La Violeta”, Camagüey, 1967. (Cortesía de la doctora María Elena Solé).
FIGURA 14.5. La psicóloga Liliana Morenza, una de las especialistas que integró el equipo investigación de psicólogos de las UMAP, junto a varios homosexuales y cabos. Compañía 4, Batallón 7, Unidad de Ayuda a la Producción “La Violeta”, Camagüey. 1967. (Cortesía de la doctora María Elena Solé).
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FIGURA 14.6. Foto tomada por el equipo de psicólogos durante una sesión de hormonoterapia a homosexuales de las UMAP, 1967. (Cortesía de la doctora María Elena Solé).
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334 : Abel Sierra Madero de psicólogos para clasificar a los homosexuales en las UMAP. Esta palabra es un cubanismo que aunque no está recogida por la RAE, viene del término foco y se ha utilizado para describir de modo negativo a personas que se distinguen públicamente por determinadas características físicas o morales. En ese sentido, se utilizó para referirse a los homosexuales que exteriorizaban su identidad sexual en los años sesenta. Así se diseñó un patrón A, es decir afocante, para distribuir a los homosexuales en esquema de clasificación comprendido en un rango de cuatro escalas: A1, A2, A3 y A4. Como “afocantes” tipo 1 se consideraba a aquellos “que no hacían ostentación de su problema y eran revolucionarios —en el sentido de que no se quisieran ir del país—, se comportaran normalmente, y estuvieran más o menos integrados a la sociedad”. En cambio “el que soltaba las plumas y que además no tenía ninguna integración revolucionaria ni le interesaba” y hubiera manifestado un interés por salir del país, era considerado como “afocante” tipo 4. “Allí había revolucionarios, explica María Elena Solé, pero si hacía ostentación de su problema, nosotros no lo clasificábamos como A1 sino como A4. Sobre este asunto la psicóloga apuntó: Clasificar siempre es muy difícil, pero los elementos esenciales de esa clasificación eran esos: cómo manejaban su problema y cuál era su participación social, esto incluía si estudiaba o trabajaba; si ni estudiaba ni trabajaba, se iba acercando a la 4; si estudiaba o trabajaba y tenía una valoración más o menos positiva de la Revolución, era una persona tranquila, pasaba a la A1. El A2 es un A1, pero que le faltaba algo un poco, y el A3 era más A4, pero tenía algo bueno que se acercaba a la A1. Eso era un poco subjetivo, ¿no?87
Al principio, los homosexuales estaban distribuidos en todas las unidades, pero cuando el equipo de psicólogos decidió separarlos sobre la base de las categorías que se han descrito más arriba, les crearon un grave problema: “Nos dimos cuenta que lo que hicimos fue separar las parejas; entonces se robaban los caballos para ver a los otros, eso fue la debacle”, señaló Solé. El campo de psiquiatría y la psicología estuvo marcado también por tensiones ideológicas y aunque oficialmente las teorías y enfoques aceptados provenían de la Unión Soviética y de Europa del Este, lo psicólogos escogían sus propios métodos, aunque en los artículos que publicaran siempre tenían que predominar un autor del campo socialista. La doctora Solé aseguró durante la entrevista que la metodología de clasificación empleada en las UMAP fue una invención del equipo de psicólogos cubanos y que no estaba relacionada en modo alguno a literatura soviética. Sus lecturas, me comentaba, abarcaban un amplio espectro teórico en el que el psicoanálisis tenía un peso importante, pero su especialidad era la psicopatología, lo que vendría a explicar su concepción sobre la afocancia. La psicopatología fue una disciplina que tuvo un papel importante en la
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historia de la psicología revolucionaria.88 Dentro de este enfoque la homosexualidad era considerada como “un trastorno de la necesidad de reproducción”, mientras que el homosexualismo, ligado a una noción pública de la identidad homerótica, era considerado “una alteración de la personalidad”89 por lo que debía ser considerado una psicopatía. De este modo, la homosexualidad se integraba a los discursos de las enfermedades y los homosexuales fueron recreados como sujetos perversos que atentaban contra “el tesoro más preciado”,90 los niños y los jóvenes. Aunque la psicóloga Solé reconoce el bajo nivel de los guardias y en ocasiones se refirió a ellos en términos de salvajes, me aseguraba que “no todos estaban tan mal”, porque todo dependía del jefe de la unidad y de los guardias, “que a veces se sentían “más castigados que los propios reclutas por estar allí. ¿Tú sabes la cuota que ellos tenían de caña? Eran treinta arrobas. Treinta arrobas las corta cualquiera; en las unidades normales treinta arrobas no es nada”. Del mismo modo, Solé admite que para mucha gente la experiencia de las UMAP fue traumática pero aseguró “que en ningún momento hubo la intención deliberada de dañarlos a ellos; todo el tiempo era rehabilitarlos, incorporarlos a la sociedad, hacerlos mejores. Yo creo que fue una ingenuidad de las más grandes, pero nunca hubo un rechazo”. Felipe Guerra Matos, el oficial que estuvo a cargo del desmantelamiento de las UMAP, me comentó en una entrevista que la idea del equipo de psicólogos en las unidades había sido suya y que en esos campamentos se llegó a recluir unos treinta mil sujetos, entre ellos 850 homosexuales, aproximadamente. En un momento de la conversación Guerra Matos apuntó: “Cometimos errores graves, castigos con los mariconcitos y se hicieron veinte cosas ahí . . . Los ponían a mirar el sol, a contar hormigas . . . Ponte a mirar el sol fijo pa’ que tú veas. Cualquier barbaridad que se le pudiera ocurrir a un oficial de poco cerebro. Yo tengo culpa también porque yo firmé reclutamientos”.91 Algunos de los ex confinados de las UMAP insisten en que el equipo de psicólogos hizo varios experimentos y pruebas de tipo conductista y reflexológico, en las que se llegó a emplear el electroshock. Solé asevera que las pruebas que se hacían estaban solamente encaminadas a “medir inteligencia” en las que se le daba frases y los confinados tenían que complementarlas. Esta versión concuerda con la del pintor Jaime Bellechase. Al parecer, los psicólogos distribuían “unos dibujos, y había que decir la sensación o la imagen que uno veía en ellos. Además teníamos que dibujar una mujer en un papel y dibujar un hombre en otro papel. Después había un test de asociación de preguntas y respuestas”.92 Sin embargo, Héctor Santiago asegura que los tests del equipo de psicólogos tuvieron otro carácter. Si algo destaca Santiago, tanto en conversaciones telefónicas y electrónicas que hemos sostenido, como en varios de sus papeles que se conservan en el Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami,
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336 : Abel Sierra Madero es el manejo por parte de psicólogos y psiquiatras, de técnicas conductistas como shocks con electrodos y comas inducidos con insulina. Muchos homosexuales en las UMAP, asegura, fueron objeto de experimentos pavlovianos que consistían en la aplicación de corriente alterna “mientras nos mostraban fotos de hombres desnudos para que en el subconsciente los rechazáramos, volviéndonos a la fuerza heterosexuales”.93 Esta descripción concuerda con varios artículos que describían este procedimiento y que circularon en revistas especializadas cubanas de psicología y psiquiatría durante los años sesenta. Al parecer, Edmundo Gutiérrez Agramonte, fue uno de los médicos que importó a Cuba el modelo reflexológico. Esta terapia que había sido desarrollada en Praga por K. Freund, consistía en crear reflejos condicionados y se le ponía al sujeto una inyección emética por vía subcutánea, para que tan pronto este empezara a experimentar náuseas, se le mostraran diapositivas de hombres vestidos y desvestidos para matar el deseo y provocar la aversión.94 La segunda fase comenzaba siete horas después de haberle sido administrado al paciente una inyección de 10 miligramos de propionato de testosterona. En ese momento, se le mostraban diapositivas de mujeres desnudas y semidesnudas.95 En Cuba, este tratamiento empleado por el doctor Edmundo Gutiérrez Agramonte utilizaba estímulos eléctricos dolorosos, en lugar de la mezcla emetizante; y tampoco usaba la inyección de propionato de testosterona.96 Sin embargo, cuenta Santiago, que cuando los homosexuales empezaron a recibir “corrientazos”, como parte de los experimentos de “reconversión sexual”, muchos fingían para que los psicólogos, sexólogos y psiquiatras vieran el progreso de los tratamientos para que les acortaran las sesiones a las suspendieran. Asimismo, señala, una de las estrategias consistía en cambiar “las maneras y gestualidad de las locas”, a través de la “corrección” de la voz, del andar y los movimientos formaba en muchos casos de un proceso de representación o de parodia de la masculinidad oficial”. La “comunidad” homoerótica dentro de las UMAP desarrolló varias estrategias para contrarrestar el proceso de masculinización surgió una especie teatro de resistencia en las algunas unidades. Las “locas”, dice Santiago, hacían shows de travestis en los que se representaban películas mejicanas y algunos imitaban a las vedetes nacionales como Rosa Fornés y las del ámbito internacional como Tongolele, Ninón Sevilla y Carmen Miranda. La creatividad era tal que tendían mosquiteros con sustancias médicas como el mercurocromo, violeta genciana y azul de metileno. De esta manera decoraban el rústico escenario y se auxiliaban de otros materiales como sacos de yute y sogas para hacer pelucas, manillas hechas de semillas, latas de aceite en función de tambores y se maquillaban las pestañas con betún negro para limpiar zapatos y la sombra la recolectaban del hollín de las cazuelas, polvo de ladrillo.97
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Narrativas en conflicto: La construcción de “la verdad” sobre las UMAP en la prensa oficial cubana Cuando los informes sobre el carácter de las UMAP comenzaron a llegar a la opinión pública internacional, la propaganda revolucionaria lanzó una campaña en la que se hacía ver que a los reclusos se les compensaba con artículos materiales provenientes del campo socialista como electrodomésticos y motocicletas, y que tenían derecho a vacaciones.98 Además, se enfatizaba en el carácter humanista de este experimento, para desmentir las versiones que conectaban a las UMAP con el trabajo forzado y el trato deshumanizado. Estos artículos presentan una historia del éxito económico y del “milagro” de las UMAP como modelo educativo a través del uso de varios testimonios. Alberto Insua, uno de los galanes más populares de la radio y la televisión cubana en la década de 1950, fue una de las tantas voces que se utilizaron para legitimar los campos de trabajo. En 1966 se encontraba en uno de los campamentos de las UMAP y en julio de ese año, el periódico Juventud Rebelde publicó un reportaje con algunas declaraciones de Insua, en las que aseguraba estar arrepentido de los errores que había cometido. Estas declaraciones están inscritas en el modelo narrativo de la “autocrítica”, una narrativa binaria que se mueve entre la culpa y el perdón en la que el sujeto sabe lo que debe decir, lo que el poder vigilante espera que diga: Sé que los gusanos y demás elementos indeseables han propagado infinidad de bolas sobre mi persona. Ya ven ustedes donde estoy. Uno como hombre, comete errores; pero considero que solo el estar consciente que los cometió y el arrepentimiento sincero le sirve de purga. Donde uno encuentra buenos jefes con deseos de ayudar y encuentra comprensión, se siente estimulado. Para quien jamás ha hecho este tipo de trabajo, es muy duro. Pero esto no mata a nadie [. . .] He conversado con algunos compañeros y hemos llegado a la conclusión que muchas veces que los errores que se comenten son producto de la ignorancia política en que vivía uno sumido. Uno se abstraía estudiando libretos y se olvidaba que había también otras cosas que estudiar [. . .] puedo decir que solo quien estudia la Revolución y llega a comprenderla, puede evitar fallos que puedan lesionarla.99
A las confesiones del actor Alberto Insua, se sumaron las de Pedro Antonio González un muchacho de diecisiete años procedente de una familia burguesa. Sus palabras están precedidas del subtítulo “Donde muere un ‘bitongo’, nace un combatiente” y el muchacho que había sido ascendido a cabo en las UMAP, ofrece una pequeña nota biográfica que está articulada también en la narrativa de la redención y del cambio de actitud ante la vida. Dijo que nunca trabajó y que antes de entrar en la UMAP “sólo pensaba en la diversión, estar siempre en la calle, en mi carro, con mujeres mayores que yo, vaya, una especie de ‘dulce vida’, ¿me entiende? . . . Con esa mentalidad llegué aquí”.100 De acuerdo con este muchacho, las primeras jornadas de trabajo le “resul-
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338 : Abel Sierra Madero taron horribles” y estaba muy flaco porque la vida que llevaba era muy diferente. En ese sentido aseguraba: “Ahora lo veo todo distinto. Ya puedo hacer cualquier trabajo por duro que sea. Y créame, me será difícil no pensar en el trabajo cuando salga de aquí . . . ¡Cómo no voy a pensar así, si gracias al trabajo ahora peso 140 libras!”101 El joven terminaba sus declaraciones haciendo una oda a los oficiales de las UMAP: “Quien no comprende la función de un Jefe militar, puede, incluso, llegar a odiarlo. Pero el que como yo aprendió a entenderlo, lo admira tanto que quiere llegar a ser como él [. . .] Ese amor a las FAR, lo debo al haberme puesto a observar a mis Jefes. Todos han sido muy buenos y sencillos, y a la vez, duros, exigentes”.102 Con el subtítulo “De ‘batiblanco’ a patriota”, fue presentado Florencio Marín, un joven religioso perteneciente a los Testigos de Jehová que “milagrosamente” había decidido reconvertirse en militante comunista. Los testigos de Jehová tienen preceptos y creencias que les impide insertarse dentro de la disciplina militar y rechazan el uso de las armas. Estos religiosos no adoran imágenes, no rinden tributo a la bandera ni entonan el himno nacional. Por estas cuestiones, los Testigos de Jehová fueron de los sujetos más violentados y mortificados dentro de las UMAP, porque constituían un elemento disonante dentro del aparato disciplinario revolucionario. Sin embargo, Florencio Marín señaló en el reportaje que he venido describiendo, que a su llegada a las UMAP decidió cambiar de vida. “Comuniqué a mis Jefes mi decisión. Alegres, me entregaron el uniforme y comencé a marchar como los demás. A hacer todo como ellos. Empecé a tomar conciencia de que las armas sí eran necesarias y que en un momento determinado, también servían para luchar por la paz”.103 Esta versión difundida por la prensa oficial, contrasta enormemente con los testimonios que han sido recogidos en algunos libros y con aquellos que he logrado recuperar en mis entrevistas. Parece haber un consenso en cuanto a la violencia a que estos religiosos fueron sometidos. Juan Pita Vento, otro de los ex confinados de las UMAP, describe el modo en que eran tratados: Los testigos de Jehová fueron los que peor lo pasaron. Les daban culatazos con las armas para obligarlos a saludar la bandera y a cantar el himno y ellos podían marchar pero no saludaban la bandera. Eso era increíble, ellos era valientes, se fajaban con nosotros pero no se le reviraban al guardia, porque decían que Cristo cuando estaba en la cruz no lo hizo. Había gente de todo tipo, delincuentes, músicos, artistas, religiosos y todo eso se hizo diciendo que era un llamado al SMO, yo no quiero ni hablar de eso, sólo estoy hablando contigo porque eso alguien tiene que escribirlo y ya estoy viejo y las cosas se me van olvidando.104
Esta secta religiosa, junto a los del Bando de Gedeón y los pentecostales habían sido descritos por el discurso revolucionario como instrumentos del
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FIGURE 14.7. Portada de ¡Sin tregua! Boletín informativo de la sección política de las UMAP, No. 6, 1967.
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340 : Abel Sierra Madero imperialismo y enemigos políticos. Ya en 1963 Fidel Castro descargaba toda su ira sobre ellos. En esa ocasión, el máximo líder señalaba que no se podía tolerar a “nadie que predique esa irreverencia contra la patria, esa irreverencia contra la bandera” 105 y esa falta de patriotismo. Esta sentencia, recibió gran acogida por la multitud que exclamaba eufóricamente “¡paredón, paredón!”. Aunque la vanguardia revolucionaria cubana se erigió proclamando una doctrina ateísta y anti religiosa, manejó una serie de dogmas ideológicos para lograr el poder absoluto e instaurar su propia religión política. “El partido es inmortal”, afirmaba una vieja consigna; de este modo se sincretizaba el materialismo científico con el mesianismo de Fidel Castro. La figura del máximo líder se articuló en la repartición “equitativa” de los panes y los peces, y se construyó sobre la base de la promesa y el milagro. La reconversión de religiosos y homosexuales en “hombres nuevos”, dentro de las UMAP se manejó como uno de esos milagros. Las historias sobre las unidades empezaron a filtrarse dentro y fuera de Cuba poco tiempo después de su emplazamiento y la prensa cubana empezó a establecer un control de daños. El 14 de abril de 1966, el periodista Luis Báez reconocía a través de las páginas del periódico Granma, el órgano oficial del Partido Comunista, que cuando comenzaron a llegar los primeros grupos a las UMAP “que no eran nada buenos, algunos oficiales no tuvieron la paciencia necesaria ni la experiencia requerida y perdieron los estribos. Por esos motivos fueron sometidos a Consejos de Guerra, en algunos casos se les degradó y en otros se les expulsó de las fuerzas armadas”.106 Ese mismo día, El Mundo publicaba un artículo en el que mostraba una imagen idílica de las unidades, pero en uno de los párrafos, casi de pasada, se hacía una pequeña referencia a los “errores” cometidos por algunos oficiales. Así lo describe el periodista: “Al principio la situación era tan tirante, que algunos oficiales cometieron el error de perder los estribos. Por ejemplo, se registraron varios casos de tenientes que exasperados por lo negativo de la conducta de ciertos muchachos, los abofetearon. Estos oficiales fueron sometidos a Consejo de Guerra y, en muchos casos sancionados con la separación de las Fuerzas Armadas inclusive”.107 Resulta curioso el cambio de perspectiva en el discurso oficial respecto de los oficiales a cargo de las UMAP. Tan sólo un mes antes de ese artículo, Luis Pavón había asegurado que “los cuadros de mando de las UMAP” eran “prestigiosos compañeros de las FAR”.108 Así mismo, señalaba que los jefes de nivel intermedio eran “todos viejos miembros del Ejército Rebelde, esforzados combatientes casi todos de origen campesino” y que conocían “las dificultades y características del trabajo agrícola”.109 El 29 de agosto de 1966, el propio Fidel Castro hizo una referencia indirecta a las UMAP y pareció distanciarse de los métodos empleados por los oficiales, como el uso de cercas de púas propias del campo de concentración y
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del trabajo como un instrumento económico. En esa ocasión Castro expresó: “¿Acaso van a convertir el país en un campo de concentración? ¿Y cuando van a hacer un plan de cualquier cosa, presos para allí con una cerca de alambre de púas? No, que la Revolución no significa el trabajo esclavista [aplausos]. Los presos trabajan para su rehabilitación y para que, incluso, mejoren sus condiciones de vida, no tengan que vivir metidos en una reja, para que las cárceles no sean almacenes de hombres, para que el trabajo sirva como instrumento educador”.110 Lo discursos violentos y excluyentes que los líderes de la revolución habían estado activando previamente al emplazamiento de las UMAP tuvieron calado en los oficiales, e incidieron en el tratamiento deshumanizado que recibieron miles de reclutas. Esta experiencia estaba teniendo costos políticos para el proyecto revolucionario que ni el mismo Fidel Castro pudo prever. Como parte de la estrategia de cambiar la imagen de las UMAP, muchos oficiales fueron reemplazados, incluso, el Comandante Ernesto Casillas, quien había estado al mando desde el inicio, fue sustituido por Quintín Pino Machado. De ahí en adelante los confinados empezaron a ser tratados de un modo menos violento. Sin embargo, las cercas de púas se mantuvieron hasta el desmantelamiento de las unidades en octubre de 1968. De acuerdo con el cantautor Pablo Milanés, quien fue enviado a las UMAP en 1966, los campamentos estaban rodeados por una cerca compuesta por catorce pelos de alambres de púas, distribuidos de manera tal que se elevaban a unos seis metros de altura. A esa alambrada y al encierro está dedicada una breve canción pero muy conmovedora titulada “14 pelos y un día”. En comunicación electrónica, Pablo explicó que la canción no fue grabada en aquellos años sino más tarde en los estudios del ICAIC en los años setenta, pero no recuerda con exactitud el año. Posteriormente la canción aparece como bonus track en el disco de Pablo “Canta a Nicolás Guillén” (1974) pero en una edición de los años ochenta y no de ese año 1974:111 14 pelos y un día me separan de mi amada, 14 pelos y un día me separan de mi madre, y ahora sé a quién voy a querer cuando los pelos y el día los logre dejar.
No obstante, las FAR y sus órganos de prensa seguirán tratando de subvertir la imagen negativa de las unidades. A finales de octubre de 1966, la revista Verde Olivo, publicó una nota sobre un acto de premiación en las UMAP. El texto, acompañado de fotografías, aseguraba que los “compañeros” destacados en el corte de caña, fueron premiados con motocicletas, refrigeradores,
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342 : Abel Sierra Madero radios y relojes.112 En la ceremonia, José Q. Sandino, jefe del Estado Mayor de las UMAP, hizo un pequeño discurso, en el que señalaba que ese acto de premiación, “desbarataba una vez más la sarta de mentiras echadas a rodar por los enemigos de la revolución” que trataban de presentarla como una “institución de sometimiento”.113 Epílogo Las Unidades Militares de Ayuda a la Producción no pueden verse como un elemento aislado dentro del aparato estatal, sino como parte de complejos procesos de control social y político que se desarrollaron en Cuba durante los años sesenta. La historia de esta institución se inscribió en una serie de luchas ideológicas por la representación de la Revolución —tanto dentro como fuera de la isla—, por lo que cualquier proyecto de reconstrucción debe enfrentar varios retos. Más allá de la imposibilidad de accesos a los archivos oficiales, los historiadores deben analizar rigurosamente las nociones de verdad ofrecidas por los distintos actores involucrados en este asunto para distinguir lo factual de la propaganda. Esto no resulta nada fácil si tomamos en cuenta que las UMAP se politizaron muy rápidamente y que la institución fue utilizada tanto por el gobierno cubano como por el exilio. Como se sabe, el discurso revolucionario hegemónico ha negado constantemente el carácter de estos campos de trabajo forzado y ha tratado de borrar del imaginario colectivo todo lo relacionado con este tema. Algunas leyendas urbanas aseguran, incluso, que los archivos relativos a esta institución fueron destruidos. En cambio, para muchos cubanos exiliados, las UMAP han servido para el reclamo de identidades políticas. Como parte de ese proceso surge en Miami a mediados de los años noventa, la “Asociación de Ex Confinados de la UMAP”, una organización encaminada a “divulgar todo lo que aconteció en los campos de concentración de la UMAP”.114 Entre los logros que se adjudica esta asociación, está el haber logrado “que el Departamento de Estado reconociera a los ex confinados de la UMAP como presos políticos”.115 En contraste con esta postura, la izquierda internacional ha preferido ver esta institución como un error propio de los movimientos revolucionarios. En este ejercicio ideológico ha influido el modo en que la figura de Fidel Castro se convirtió en una de las representaciones más poderosas de la revolución. Por lo tanto, una vez que comenzaron las críticas y las campañas internacionales pidiendo el desmantelamiento de las unidades, se hizo indispensable una narrativa que deslindara al máximo líder de estos procesos, para poder justificar las UMAP como una excepción que no debía identificarse con la revolución. Uno de los que contribuyó a este relato es Ernesto Cardenal. En su libro En Cuba publicado por primera vez en 1972, el poeta y teólogo nicaragüense
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dijo haber sido visitado por dos jóvenes interesados en complementar su visión oficial de la isla. Uno de ellos se había desempeñado como “carcelero” en las UMAP, y le aseguró que fue Fidel Castro quien suprimió esos “campos de concentración”116 aplicando a veces la Ley del Talión. De este modo lo describe el muchacho: Yo vi los malos tratos pero nosotros sólo hacíamos guardia. A Fidel le contaron lo que allí había. Una noche asaltó una posta de guardia y la capturó y se metió dentro, como que fuera preso, para ver qué trato les daban. Se acostó en una hamaca. Los presos dormían en hamacas. Los despertaban golpeándolos con sables; o si no, les cortaban las sogas de las hamacas. Cuando el que los despertaba levantó el sable, se encontró con la cara de Fidel; casi se muere. Después en otro lugar vio a uno que hacía caminar descalzo a un preso sobre pedazos de vidrio. Ordenó que al hombre le hicieran el mismo castigo que le estaba haciendo al otro. En otro lugar se presentó cuando desayunaban. Y así fue viendo cosas. Después hizo castigos. Se dice que hasta hubo un fusilado. Esa es otra de las hazañas de Fidel. Fidel es el hombre de los asaltos. Es una figura de leyenda que ha cautivado la imaginación de la gente.117
Esta pintoresca viñeta de Ernesto Cardenal sobre el “asalto” de Fidel Castro a las UMAP, es en realidad la única fuente en la que se hace este tipo de descripciones. En otra parte del texto, Cardenal reproduce de una de sus libretas de apuntes otro testimonio, esta vez el un “joven revolucionario marxista” que habla de una investigación secreta en las UMAP. “A cien muchachos de la Juventud Comunista, aseguró, se les quitó el carnet y toda otra identificación y fueron entregados como presos al UMAP. A ver cómo los trataban. Fue una operación secretísima. Ni sus familiares supieron de ese plan de la JC. Ellos después contaron lo que les hicieron. Eso hizo que el UMAP acabara”.118 Félix Sautié Mederos, uno de los cuadros de la Juventud Comunista más cercanos al poder durante los sesenta, rebeló algunos detalles sobre esta operación en una conversación que sostuvimos en su casa en La Habana en 2012. Sautié Mederos había sido enviado a las Unión Soviética en delegaciones diplomáticas cubanas para estudiar los programas de rehabilitación, y había visitado algunos campos de trabajo como el de Novosibirsk, en Siberia. Además, había estado a cargo de publicaciones como Mella, El Caimán Barbudo y en el periódico Juventud Rebelde. Al parecer, su labor dentro de esta publicación no fue mirada con buenos ojos y fue enviado a mediados de 1968 a la granja de rehabilitación “Juventud Heroica” en Ciego de Ávila a recoger bejucos de boniato. Durante un año, Félix Sautié supo de los rigores del trabajo agrícola, los programas que había ayudado a diseñar y a desarrollar, se habían vuelto también en su contra. Asegura Sautié que en 1967, el Estado Mayor de las FAR comandado por Raúl Castro, le ordenó al Buró de la Juventud Comunista que preparara unos hombres para infiltrarlos en las UMAP. La operación consistía en recoger in-
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344 : Abel Sierra Madero formación dentro de las unidades para elaborar un informe que sería evaluado por la dirección del país. De esta manera lo describe: A nosotros nos dieron la tarea especial y escogimos un grupo de jóvenes con características especiales y los preparamos en una de las casas que está en “El Laguito, que cuando aquello era de la Marina de Guerra. Le hicimos una preparación y una caracterización y esos cincuenta tipos se buscaron líos y cayeron presos en distintos campamentos de la UMAP. Esa gente en un momento determinado se mandó a sacar, nos reunimos en esa misma casa y corroboramos la mayor parte de las cosas que se saben. La tarea de nosotros fue prepararlos y recoger el impacto. A los tipos los seleccionaron los aparatos, los seleccionaron, los pusieron allí y después los aparatos se encargaron de darles palos, complicarlos, castigarlos, sancionarlos y meterlos. Esa parte sí yo no sé cómo se hizo; el que sí sabía eso era [Carlos] Aldana, porque el responsable militar de la UJC en aquella época era el secretario de la UJC, que eso era el vínculo directo con el Estado Mayor General.119
Una vez que el informe es enviado a Raúl Castro, señala Sautié, a Felipe Guerra Matos se le dio la tarea de desmantelar las unidades. Hasta ese momento, Guerra Matos era el jefe de la Sección de Movilización y Organización del Ministerio de las Fuerzas Armadas y había trabajado conjuntamente con la máxima autoridad en las UMAP, Quintín Pino Machado. En junio de 1968 la revista Verde Olivo, órgano oficial de las FAR, publicaba una carta abierta “destinada” a los jóvenes que iban a ser desmovilizados del SMO. La carta estaba firmada por el Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y expresaba: “Conocemos que en algunas ocasiones no se han usado los métodos más correctos y se han presentado dificultades en el transcurso del SMO. La necesidad de defender al país nos ha obligado a crear un gran ejército donde no todos los cuadros de mando han podido superarse con igual rapidez. Nos interesa saber cuáles han sido los problemas que se han presentado, por lo que te interesamos contestes el cuestionario que acompaña esta carta, con el mayor interés y sinceridad”.120 Esta sería la última vez que una publicación oficial reconocía que no se habían utilizado los métodos más correctos” por parte de los oficiales. Las UMAP quedaron oficialmente disueltas a través de la Ley 058–68. Aunque estas unidades habían desaparecido como institución, otros dispositivos e instituciones más sofisticadas las sustituyeron, manteniéndose intacto, el espíritu y las motivaciones ingenieriles que las crearon. La década del setenta aún estaba por venir. N O TA S 1. Para Benjamín de la Torre. A todos los que alguna vez estuvieron en las UMAP. Una versión de este texto fue presentada en la conferencia “New Histories of the Cuban Revolution” efectuada en la Universidad de Yale el 3 y 4 de octubre de 2014. Agradezco a los profesores Lill-
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ian Guerra y Alejandro de la Fuente por la lectura que hicieron de este trabajo. Sus comentarios me ayudaron a refinar aún más los argumentos y a incorporar otras fuentes. Un agradecimiento especial merecen los amigos y colegas Walfrido Dorta y Mirta Suquet. Asimismo agradezco a mi esposa, Nora Gámez Torres, por su ayuda con la edición y organización del texto. Eric Hobsbawm, “Revolution and Sex”, en Revolutionaries: Contemporary Essays (Londres: Phoenix, 1994), 216. 2. Reflexiones de Susan Sontag, en Conducta impropia, ed. Néstor Almendros y Orlando Jiménez Leal (Madrid: Editorial Playor, 1984), 91. 3. Hobsbawm, 218. 4. Gentile Emlio, Politics as Religion (Princeton, NJ: Princeton University Press, 2006), 46. 5. Ibíd. 6. Ibíd., 48. 7. Michel Foucault, Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión (México, DF: Siglo XXI Editores, 1991), 145–147. 8. Michel Foucault, La verdad y las formas jurídicas (Barcelona: Editorial Gedisa, 1996), 134. 9. Michel Foucault, Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión (México, DF: Siglo XXI Editores, 1991), 32–33. 10. Graham Greene, “Shadow and Sunlight in Cuba”, Weekend Telegraph (Londres), 9 de diciembre de 1966, 10. La traducción es mía. 11. Ibíd.. 12. Susan Sontag, “Some Thoughts on the Right Way (for Us) to Love the Cuban Revolution”, Ramparts 7, no. 11 (abril de 1969): 14. 13. Ibíd. Dos años más tarde, en 1971, Sontag firmaría una declaración de protesta junto a otros escritores por la actitud asumida por gobierno revolucionario contra el escritor Heberto Padilla. A partir de ese momento, la autora sería demonizada como una intelectual “anticomunista”. 14. Testimonio de José Mario Rodríguez. Néstor Almendros y Orlando Jiménez Leal, eds., Conducta impropia (Madrid: Editorial Playor, 1984), 142. 15. Carman Cumming. “Uniform Change in Cuban Jails: Victory for Castro”, Medicine Hat News (Alberta), 14 de noviembre de 1967, 8. 16. Ibíd. 17. Laura Gotkowitz y Richard Turits, “Fiction or Documentary? Screenwriter Ambrosio Fornet on UMAP and Improper Conduct”, Gay Community News 12, no 11 (1984), 9. 18. Ibíd. 19. Ibíd. 20. Kirsten Weld, Paper Cadavers: The Archives of Dictatorship in Guatemala (Durham, NC: Duke University Press, 2014), 29. 21. Abel Sierra, “Del hombre nuevo al travestismo de Estado”, Diario de Cuba (Madrid), enero de 2014, http:/ /www.diariodecuba.com/cuba/1390513833_6826.html. 22. Carmen Lira, “Soy el responsable de la persecución a homosexuales que hubo en Cuba: Fidel Castro”, La Jornada, 31 de agosto de 2010, http://www.jornada.unam.mx/2010/08/31/index .php?section=mundo&article=026e1mun. 23. Mary Louise Pratt, “Lucha-libros: Me llamo Rigoberta Menchú y sus críticos en el contexto norteamericano”, Revista Nueva Sociedad (Buenos Aires) (1999): 193–194. 24. Ibíd., 194. 25. Weld, Paper Cadavers, 28. 26. Julie Skurski y Fernando Coronil, “Country and City in a Colonial Landscape: Double Discourse and the Geopolitics of Truth in Latin America”, in Views beyond the Border Country: Raymond Williams and Cultural Politics, ed. Leslie G. Roman (New York: Routledge, 1993), 231–259.
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346 : Abel Sierra Madero 27. Abel Sierra Madero, Del otro lado del espejo: La sexualidad en la construcción de la nación cubana (La Habana: Fondo Editorial Casa de las Américas, 2006). 28. Frances Negrón-Muntaner, “Mariconerías de Estado: Mariela Castro, los homosexuales y la política cubana”, Nueva Sociedad, no. 218 (noviembre-diciembre de 2008): 169. 29. Sobre la noción de heteronormatividad, puede verse Michael Warner y Laurent Berlant, “Sex in Public”, Critical Inquiry 24, no 2, (1998): 547–566. 30. Para esta discusión sobre la ciudadanía puede consultarse Margot Canaday, The Straight State: Sexuality and Citizenship in Twentieth-Century America (Princeton, NJ: Princeton University Press, 2009), 8. 31. Fidel Castro, “Del discurso del Comandante en Jefe ante los núcleos del PURS”, Verde olivo 4, no. 12 (1963): 28. 32. Lee Lockwood, Castro’s Cuba: Cuba’s Fidel (New York: Macmillan, 1967), 124. 33. Al parecer las UMAP fueron instituciones diseñadas exclusivamente para hombres. Sin embargo, Vicente Baez, quien estuvo a cargo de la propaganda del Movimiento 26 de Julio a fines de los años cincuenta, le aseguró a la historiadora Lillian Guerra que al menos una de las Unidades de Ayuda a la Producción en Camagüey fue destinada para mujeres. De acuerdo con Baez, una amiga fue enviada a esta unidad, aunque su identidad no fue revelada. Esta constituye hasta el momento la única referencia acerca de mujeres en las UMAP y coincide con una nota de la National Environment Agency publicada el miércoles 10 de mayo de 1967 por el periódico Morning Herald de Hagerstown, Maryland. En la nota “Castro’s Tough, but Can He Handle His Women?” (¿El duro de Castro no puede manejar a sus mujeres?), el periodista Ray Cromley dice que uno de sus contactos en Cuba le aseguró que se estaban instalando campos de concentración para mujeres y que uno ya había sido completado en Camagüey. Se hablaba incluso de “Unidades Femeninas de Ayuda a la Producción”. Esta nota fue difundida por varios periódicos norteamericanos; pero hasta la fecha no he podido encontrar más información ni en Cuba ni en Estados Unidos. 34. Gerardo Rodríguez, “UMAP: Forja de ciudadanos útiles a la sociedad”, El Mundo (La Habana), 14 de abril de 1966, 4. 35. Raúl Castro Ruz, “Discurso pronunciado en la base aérea de San Antonio de los Baños el 17 de abril de 1965”, en “La formación del hombre nuevo. Extractos de discursos”, Granma, 9 de julio de 1966, 2. 36. Luis Pavón Tamayo, “¿Qué es la UMAP? El Servicio Militar en las Unidades de Ayuda a la Producción”, Verde olivo 7, no 12, 27 de marzo de 1966, 8. 37. Ibíd. 38. Ibíd. 39. Fidel Castro, “Discurso en la celebración del IV aniversario de la integración del movimiento juvenil cubano, en la Ciudad Escolar ‘Abel Santamaría’,” Santa Clara, 21 de septiembre de 1964, http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1964/esp/f211064e.html. 40. Ibíd. 41. Carlos Rafael Rodríguez, “Problemas del arte en la Revolución” Conferencia y conversatorio con estudiantes de la Escuela Nacional de Arte (ENA) en 1964, en Letra con filo (La Habana: Ediciones Unión, 1987), 3:523. 42. Julio Reymondez, “Higiene mental”, Revista del Hospital Psiquiátrico 1 (1959): 4. Este texto aunque se publicó en 1959, forma parte de una conferencia que dictó el doctor Reymondez en el curso de higiene mental ofrecido en 1957 en el Club de Mujeres Profesionales y de Negocios de La Habana. 43. Samuel Feijóo, “Revolución y vicios”, 4. 44. Ibíd. 45. Ibíd. 46. Ibíd. 47. Fidel Castro Ruz (1963), “Discurso en la clausura del acto conmemorativo del VI aniver-
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sario del asalto al Palacio Presidencial, en la escalinata de la Universidad de La Habana”, http:// www.cuba.cu/gobierno/discursos/1963/esp/f130363e.html. 48. Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista: Hacia una radicalización de la democracia (Madrid: Siglo XXI, 1987), 152. 49. “Condenaron a admiradores de Elvis”, El Mundo (La Habana), 3 de noviembre de 1959, A-2. 50. Para ver cómo la imagen y la música de este grupo de rock and roll británico formaron parte de las tensiones dentro de la política cultural de Cuba en los sesenta pueden verse los libros de Ernesto Juan Castellanos Los Beatles en Cuba: Un viaje mágico y misterioso (La Habana: Ediciones Unión, 1997) y John Lennon en La Habana: With a Little Help from My Friends (La Habana: Ediciones Unión, 2005). 51. Miguel Angel Collazo, “Pantalones pitusa”, Palante 4, no 3 (1964): 15. 52. Carlos Rafael Rodríguez, “Problemas del arte en la Revolución”, en Letra con filo (La Habana: Ediciones Unión, 1987), 3:548. 53. Ibíd. 54. El rango de edad comprendido entre los diecisiete y los cuarenta y cinco años de edad, superaba a países militaristas como Estados Unidos e Israel. Hasta el año 2006, en Estados Unidos la edad máxima para ser llamado al servicio militar en era de treinta y cinco años. En 2006 el Congreso aprobó una ley que aumentaba la edad a cuarenta y dos años. En Israel, el rango de edad militar es hasta los cuarenta y dos años. 55. “Ley 1129 del 26 de noviembre de 1963 del Servicio Militar Obligatorio (SMO)”, en Leyes del gobierno revolucionario de Cuba: Folletos de divulgación legislativa, no 50 (1963): 9. 56. “Ley 1129 del 26 de noviembre de 1963 del Servicio Militar Obligatorio (SMO)”, en Leyes del gobierno revolucionario de Cuba: Folletos de divulgación legislativa, no 50 (1963): 13. 57. UJC-UES, “La gran batalla del estudiantado”, Mella (La Habana), no 326 (31 de mayo de 1965): 3. 58. Ibíd. 59. Ibíd. 60. Ibíd., 3. 61. “Nuestra opinión”, Alma Mater, no. 49 (5 de junio de 1965): FEU, 2. Este texto es un editorial y no aparece firmado por una persona en particular; pero en ese momento el director de esa publicación era Félix Sautié Mederos y Miguel Martín era el Secretario Nacional de la UJC. Es muy probable que el texto haya siso escrito por ambos. 62. Félix Sautié y Ramón E. Perdomo, “La depuración en la Universidad de La Habana”, Mella (La Habana), no. 318 (5 de abril de 1965): 2. 63. Ibíd. 64. Ibíd. 65. Entrevista del autor a Carolina de la Torre el 3 de marzo de 2012 en La Habana. 66. Ibíd. 67. Entrevista telefónica del autor con Héctor Santiago el 22 de enero de 2014. 68. Entrevista a Carolina de la Torre. 69. Entrevista a Héctor Santiago. 70. Entrevista del autor a Reynaldo García Reina, el 22 de febrero de 2012 en La Habana. 71. Entrevista del autor a Alfredo Guevara el 29 de febrero de 2012. Este fragmento que no había sido publicado hasta ahora, forma parte de una entrevista más larga. Una versión de ese material fue publicada en mayo de 2014. Para más información puede verse Abel Sierra Madero y Nora Gámez Torres, “No creo que mi pueblo valga la pena: Confesiones de Alfredo Guevara”, Letras Libres (México, DF), mayo de 2014, 66–71, http://www.letraslibres.com/revista/entrevista/ entrevista-con-alfredo-guevara?page=full. 72. Ibíd., ver audio adjunto a la entrevista.
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348 : Abel Sierra Madero 73. Foucault, Vigilar y castigar, 33. 74. Carmelo Mesa-Lago, “Economic Significance of Unpaid Labor in Socialist Cuba”, Industrial and Labor Relations Review 22, no. 3 (abril 1969), 350. 75. Mao Tse-Tung, Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo (La Habana: Editorial Nacional, 1961), 15. 76. “Resolución No. 934 sobre la rehabilitación social y la reeducación de delincuentes”, en Leyes del Gobierno Revolucionario de Cuba 42 (La Habana: Editorial Nacional de Cuba, 1963), 172. 77. Ibíd. 78. Testimonio de José Mario, en Almendros y Jiménez Leal, Conducta impropia, 37. 79. “La ‘bomba atómica azucarera’: 10 millones de toneladas de azúcar para 1970”, ANAP 4, no. 1–2 (enero-febrero), contraportada, tomado de Lillian Guerra, Vision of Power: Revolution, Redemption, and Resistance, 1959–1971 (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2012), 190. 80. V. Chernavin, “Life in Concentration Camps in USSR”, en Slavonic and East European Review 12, no. 35 (1934): 393. 81. Ibíd., 407. 82. Luis Tamayo Pavón, “¿Qué es la UMAP?”, 9. 83. Jesús Dueñas Becerra, “El homosexualismo y sus implicaciones científicas y sociales”, Revista del Hospital Psiquiátrico de La Habana 11, no 1 (1970): 60. 84. Edmundo Gutiérrez Agramonte, “La homosexualidad: Contribución al estudio de su etiología”, Revista del Hospital Psiquiátrico de La Habana 9, no 1 (1968): 73. 85. Entrevista del autor a la doctora María Elena Solé Arrondo, 20 de marzo de 2012 en Guanabacoa, La Habana, Cuba. María Elena Solé murió en noviembre de 2013. 86. Ibíd. 87. Ibíd. 88. Para una descripción más amplia del campo de la psiquiatría y la psicología en la etapa revolucionaria puede verse Pedro Marquéz de Armas, Ciencia y poder en Cuba: Racismo homofobia, nación (1790–1970) (Madrid: Editorial Verbum, 2014). 89. Francisco Villa Landa, Psicopatología clínica: Introducción semiológica a la psiquiatría (Revista del Hospital Psiquiátrico de La Habana) 8, número extraordinario (1968): 117. 90. Fidel Castro, “Discurso ofrecido en el centro vocacional para maestros Sierra Maestra, en Minas del Frío”, el 17 de junio de 1962, http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1962/esp/ f170662e.html. 91. Entrevista del autor a Felipe Guerra Matos en La Habana el 5 de junio de 2014. 92. Testimonio de Jaime Bellechase, en Almendros y Jiménez Leal, Conducta impropia, 147. 93. Héctor Santiago, “José Mario: ‘El Puente’ de una generación perdida”, manuscrito, Nueva York, 27 de octubre de 2002, 22. En Héctor Santiago Papers, Cuban Heritage Collection, Universidad de Miami, 5176, caja 3–4. 94. Edmundo Gutiérrez Agramonte, Las personalidades psicopáticas (La Habana: Editorial Neptuno, 1962), 71. 95. Ibíd., 72. 96. Ibíd. 97. Ibíd. 98. José Armas, “Premios en las UMAP”, Verde Olivo 7, no 43 (1966): 14–16. 99. Alfredo Echarri, “Donde trabajar se hace un hábito: La UMAP”, Juventud Rebelde, 16 de julio de 1966, 8. 100. Ibíd. 101. Ibíd. 102. Ibíd.
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103. Ibíd. 104. Entrevista realizada por el autor a Juan Pita Vento, 11 de marzo de 2012, La Habana. 105. Fidel Castro, “Discurso en la clausura del acto de conmemoración del VI aniversario del Asalto al Palacio Presidencial”, La Habana, 13 de marzo de 1963, Departamento de Versiones Taquigráficas del Gobierno Revolucionario, http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1963/esp/ f130363e.html. 106. Luis Báez, “Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP)”, Granma, 14 de abril de 1966, 6. 107. Gerardo Rodríguez, “UMAP: Forja de ciudadanos útiles a la sociedad”, El Mundo (La Habana), 14 de abril de 1966, 4. 108. Tamayo, “¿Qué es la UMAP?”, 8. 109. Ibíd. 110. Fidel Castro, “Discurso pronunciado en la clausura del XII Congreso de la CTC-R el 29 de agosto de 1966”, en Versiones Taquigráficas del Consejo de Estado, http://www.cuba.cu/ gobierno/discursos/1966/esp/f290866e.html. 111. Comunicación electrónica con el cantautor Pablo Milanés. 112. José Armas, “Premios en las UMAP”, en Verde Olivo 7, no. 43 (1966): sup. 14. Entrevista a Felipe Guerra Matos. 113. Ibíd., sup. 15. 114. “Asociación de ExConfinados de la UMAP”, http://umapcuba1965.wordpress.com/ asociacion-2/. 115. Ibíd. 116. Ernesto Cardenal, En Cuba (Buenos Aires: Editorial Pomaire, 1977), 30. 117. Ibíd. 118. Ibíd., 278. 119. Entrevista del autor a Félix Sautié Mederos, el 27 de junio de 2012 en La Habana. 120. Raúl Castro Ruz, “Carta a los jóvenes que se desmovilizan”, Verde Olivo 9, no 26 (1968): 3.
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LÁZARO SAAVEDRA GONZÁLEZ, PREMIO NACIONAL DE ARTES PLÁSTICAS, 2014
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La difícil travesía de los griegos por la cultura popular y el Internet Por Lázaro Saavedra, 2012 Acrílico, lienzo, plumas y marco con foto Dimensiones 170 cm × 120 cm Foto 30 × 40 “Sagrado Batallón de Tebas” Foto cortesía del artista
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E N T R E V I S TA D A P O R A B E L S I E R R A M A D E R O EL 20 DE MARZO DE 2012 EN GUANABACOA, LA HABANA, CUBA E D I TA D A P O R L I L L I A N G U E R R A Y A B E L SIERRA MADERO
Lo de las UMAP fue un trabajo “top secret”: Entrevista a la Dra. María Elena Solé Arrondo N O TA I N T R O D U C T O R I A D E L I L L I A N G U E R R A Psiquiatra destacada por su larga carrera al servicio de la Revolución cubana y profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad de la Habana, la Dra. Maria Elena Solé (1941–2013) ofrece su experiencia como miembro de un equipo de investigación creado por el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR) para el estudio y la “rehabilitación” de homosexuales confinados en los campamentos conocidos como Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). En esta entrevista, la Dra. Solé manifiesta su convicción de haber querido ayudar a los reclusos a integrarse socialmente mediante la aceptación de ciertas “reglas” de comportamiento y actitudes políticas consideradas necesarias a la formación de una nueva Cuba. Sin embargo, la doctora también admite ciertas inquietudes con respecto a la “identidad de grupo” que observó entre los homosexuales que se encontraban en los campamentos. Vistas de otra óptica, estas expresiones de los confinados se pueden entender como modo de protesta, resistencia colectiva y hasta evidencia de una respuesta contracultural de parte de ciudadanos que se encontraban marginalizados y reprimidos por su mera forma de ser y no como ella misma confirma, por su actuación en contra del proceso revolucionario. María Elena Solé murió en La Habana a fines de 2013. Abel Sierra Madero (ASM): María Elena, yo estoy haciendo un libro sobre el tema del hombre nuevo y una de las aristas que yo quiero explorar es el de la pedagogía revolucionaria y los procesos de rehabilitación de determinadas identidades dentro del espectro revolucionario. [Tengo entendido que] usted estuvo al frente de un equipo de investigación que fue a las UMAP. Entonces, nada, me gustaría conversar al respecto: ¿de cómo fue?, ¿cuándo llegaron? Si tiene algún resultado de esa investigación que pueda ver, fotos . . .
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358 : Abel Sierra Madero María Elena Solé Arrondo (MES): No, lo que pasa es que eso fue un trabajo top secret. ASM: Me imagino. MES: Porque ese primer trabajo fue en mayo del [19]66, por ahí, es decir, a los cinco o seis meses de haber comenzado la UMAP y fue un trabajo pedido por la dirección política del MINFAR [Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias]. La idea era hacer una evaluación de estas personas, es decir, de los homosexuales en particular, porque allí en las UMAP había otras personas que no eran homosexuales. Entonces de estas personas en particular. Yo cuando eso, prácticamente me acababa de graduar . . . No, yo era alumna. El grupo que fuimos éramos todos estudiantes de psicología clínica, porque ese trabajo tenía dos partes; una parte era evaluar desde el punto de vista psicológico a estas personas, y otra parte era evaluar la parte pedagógica; yo fui a la parte psicológica que aplicamos pruebas psicológicas. Ahí también estaba un equipo de médicos, que eran médicos psiquiatras del Hospital Naval, que fueron un poco los que participaron en la coordinación del trabajo; ellos eran tres. Ya te digo, yo era alumna en esos momentos, y estuvimos quince días o un mes, no recuerdo bien, evaluando a esas personas. Y el resultado de esta evaluación —estamos hablando del año 66–67— [fue que] la mayoría de ellos tenían muy bajo nivel cultural; [el número de] los del nivel universitario, que yo recuerdo, era mínimo. Y también ver las condiciones de vida, el desarrollo de la pedagogía en esos lugares y a ellos en sí mismos. Yo me quedé un poco asombrada con todo aquello, cosa que yo no imaginaba lo que iba a oír y lo que iba a ver. Esa fue la primera vez que yo tuve que ver con homosexuales. Después, al año siguiente, eso más o menos en marzo del 67, sí marzo del 67, nosotros hacemos un segundo trabajo; que no era un trabajo de investigación, sino asistencial. Ahí estuve alrededor de siete meses entre ir y venir . . . Nosotros hacíamos el trabajo en un CV deportivo en Morón; traían a los reclutas, y nosotros los entrevistábamos allí. Y el grupo que evaluaba la parte pedagógica sí iba a los campamentos . . . a las aulas donde ellos daban clases. Y entonces en la segunda parte, nosotros prácticamente entrevistamos a todos los que estaban allí; era una cifra alta: alrededor de ochocientos. Y la idea de la segunda vez era, un poco clasificarlos, porque nosotros pensábamos ingenuamente . . . era la idea de los que nos mandaron: la idea era reincorporarlos a la vida social . . . algo que a mí me parece un poco ingenuo, pero estamos hablando de hace alrededor de cuarenta y cinco años, ¿no? [O sea, la idea era] que ellos no demostraran lo que entonces nosotros llamábamos “su defecto”. Nosotros lo que queríamos que ellos siguieran siendo homosexuales, porque yo al menos ya estaba graduada hacía muy poco y había leído mucha literatura, estaba convencida de que eso no se cura. En ese entonces eso [la homosexualidad] estaba en la clasificación internacional de enfermedades como una patología, o sea, antes se consideraba que el homosexual era una desviación sexual y estaba dentro de la clasificación de enfermedades. Y también todos sabían que eso no se podía curar; o sea, que ninguno de los intentos que aquí en Cuba se hicieron, inclusive con el conductismo . . . el doctor Acosta [Carlos Acosta Nodal] y se hicieron muchos intentos realmente de transformar eso. También ellos mismos [los homosexuales], porque en ese entonces la mayoría de ellos no querían ser homosexuales, sobre todo los que venían de una familia integrada, con un hogar más o menos estable y nosotros
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pensábamos que lo ideal sería que esas personas que sí lo eran se comportaran normalmente. Esa era la idea. Entonces con esa idea los clasificamos. Los que no hacían ostentación, así era como se decía, que no hacían ostentación de su problema y eran revolucionarios, revolucionarios en el sentido de que no se quisieran ir del país, no era que se comían el azúcar cruda como decíamos nosotros en aquella época, sino que se comportaran normalmente, estuvieran más o menos integrados a la sociedad, que no se quisieran ir del país y que no hicieran ostentación de su problema. Y en el otro extremo nosotros los clasificábamos en 4 A1, A2, A3 y A4 y toda la locura esa. ASM [con sorpresa]: ¿La A1, la A2, la A3, la A4? ¿Me puede explicar un poco más sobre esto? MES: Sí. Eso me parece a mí ahora una gran locura, pero te estoy diciendo lo que ocurrió, no puedo negarlo. Entonces el A4 era el “afocante”, el que soltaba las plumas y que además no tenía ninguna integración revolucionaria ni le interesaba; no era que se quisieran ir tampoco, pero muchos de ellos decían que si les dieran la oportunidad ellos se iban del país. Entonces el A2 era más A1, y el A3 era más A4. ASM: ¿Y el A1 que cosa era? MES: Bueno, el A1 era, bueno todos eran homosexuales. El A1 no hacía ostentación de su problema, no manifestaba hostilidad hacia la Revolución, no quería decir que fuera revolucionario, que además no era contradictorio porque allí si había muchos revolucionarios, inclusive los A4, pero sí . . . si eran poco útil[es] nosotros no lo poníamos en A1 sino en A3, o sea, si eran revolucionarios, seguían vagos y hacían mucha ostentación de su problema, o sea, siempre fue difícil pero los elementos esenciales de esa clasificación eran esos: cómo manejaban su problema, en aquella época, y cuál era su participación social . . . esto incluye si estudiaba o trabajaba; si ni estudiaba ni trabajaba, se iba acercando a la A4; si estudiaba o trabajaba y tenía una valoración más o menos positiva de la Revolución y era una persona tranquila, pasaba a la A1. ASM: ¿Y el A2 qué cosa es? MES: El A2 es un A1, pero que le faltaba algo, un poco. ASM: ¿Y el A3? MES: El A3 era más A4, pero tenía algo bueno que se acercaba a la A1. Eso era un poco . . . subjetivo, ¿no? ASM: ¿Y de dónde salía esa metodología? MES: La inventamos nosotros . . . .A mí me preguntaron mucho si eso venía de la Unión Soviética. Mira que yo leí literatura sobre eso en aquel momento, y en mis manos nunca tuve nada, ninguna traducción soviética sobre eso. Nada, nada, nada soviético . . . . ASM: ¿Qué literatura más o menos leía? MES: Literatura sobre todo del psicoanálisis, libros que tienen que ver con la sexualidad en general. Libros científicos. Yo, por ejemplo, estudié [Alfred] Kinsey sobre la conducta sexual en el hombre, la conducta sexual en la mujer, claro, ese es un libro . . . del año 51, uno de los mejores estudios que se han hecho.1 . . . Entonces yo me mantuve actualizada en relación con las distintas tendencias en relación con la etiología, porque a mí siempre me preocupó mucho la etiología de todo eso. Yo también, siendo alumna en el año 65, hice prácticas en el hospital “William Soler”, y allí yo atendía niños amanerados, y el afeminamiento no tiene absolutamente nada
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360 : Abel Sierra Madero que ver con la homosexualidad. Y entonces yo trabajaba con el Doctor [René] Vega Vega que era profesor mío, y allí yo estuve trabajando con esos niños y yo hice una investigación; claro, como yo era estudiante la dirigía ese profesor y Noemí Pérez Valdés. Y niños que iban a esa consulta porque los padres estaban preocupados porque eran afeminados. A partir de esa investigación, nosotros detectamos algunas cosas comunes, que esos niños en su medio familiar habían sido o bien tenían alguna enfermedad que demandaba más atención, o niños que estaban muy centrados en su medio familiar sin tener vínculo con otros niños de la calle, o que el padre era una figura aunque estuviera presente pero era ausente, o sea, no ausente físicamente, pero era ausente emocionalmente. ASM: ¿Digamos, familias disfuncionales o algo así? MES: No exactamente, porque los padres se pudieran llevar bien, pero un padre un poco que no se preocupaba por esos niños; también porque, claro, el hombre cubano en ese entonces —estoy hablando del año 65— rechazaba mucho a un hijo que tuviera amaneramiento. Y casi siempre las madres pizpiretas, coquetas, más centradas en sus arreglos y ese tipo de cosas. Eso fue lo que yo vi aquí en Cuba . . . eran como cuarenta niños. A partir de todo eso, yo siempre pensaba que el aspecto de orden biológico tenía menos peso que el que realmente tiene; mucho menos peso porque en aquella época la literatura tampoco se sabía más de lo que se puede saber ahora alrededor de todo eso . . . . Entre esas personas que nosotros entrevistamos entre ellos había una relación muy particular, porque ellos se sentían como un grupo; ellos se identificaban como un grupo y además tenían cosas comunes: tenían un vocabulario común; había una serie de cosas que entre ellos se entendían, por ejemplo, a la perseguidora le decían “Gina León” para decirte algo de lo que recuerdo, o la palabra esa misma “afocante”, o “tiene la bayamesa por dentro” —eso se lo decían a las mujeres homosexuales— que llevan la bayamesa por dentro. ASM: ¿Se acuerda si estaban concentrados en alguna granja en específico? MES: No, ellos estaban diseminados por todos los campamentos en Camagüey, pero sí estaban solo ellos; podía haber alguno equivocado, pero ellos estaban allí por homosexuales, porque cuando comenzó la UMAP, que fue en noviembre del 65, ellos no fueron segregados; ellos no fueron a la UMAP por homosexuales: es decir, ellos fueron como reclutas que no podían coger armas o que tenían algún tipo de limitación que los llevara a ir al Servicio Militar Regular. Porque hay mucha confusión alrededor de esto: la gente se piensa que cogieron a los homosexuales y los metieron ahí; eso no es para nada así, eso me consta. No es que yo lo esté imaginando. ASM: Entonces, usted dijo que en un inicio, no fue que los habían llevado . . . MES: Para nada. Mira, esa es una cosa que no está muy divulgada y yo quisiera, ¿no? que pusieras esto: hay un discurso de Fidel en La Chorrera donde él —porque en realidad él fue el que creó las UMAP— él lo que planteó en ese discurso, que yo no lo tengo, yo lo leí en su momento, que nunca he visto jamás divulgado, era lo que [inspiró] actualmente la EJT [el Ejército Juvenil del Trabajo], esa fue la idea inicial.2 Fue un discurso muy cortico en La Cabaña donde él planteó que él creía que todos los jóvenes debían pasar el Servicio Militar,3 que eso era una necesidad, un deber —lo mismo que se dice hoy— y que además en Camagüey había mucha falta de trabajo agrícola y que, por tanto, era necesario que aquellas personas —esas razones él no las dijo, jamás— que por determinadas razones no podían pasar el servicio militar activo
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con armas pasaran a integrar, el nombre lo dice, las Unidades Militares de Ayuda a la Producción. Esa fue la idea inicial. Ahora, ¿cómo se tergiversa esa idea? Yo tengo mi hipótesis, porque yo en aquel momento era una culicagada que me acabada de graduar . . . Entonces yo pienso que si al triunfo de la Revolución, efectivamente, la mayoría del pueblo era analfabeta o tenía cuarto grado o quinto grado, es decir, el nivel de escolaridad era muy bajo y pienso también que el nivel cultural y social era también muy bajo, muchísimo más bajo todavía el nivel político, para que la gente tuviera una determinada ideología acerca de las cosas. Los comités militares empiezan a reclutar a todo el mundo . . . que eso fue en el año 64 . . . yo calculo que de esos que ellos no pudieron reclutar, que tenían la edad. Cuando eso la edad era mayor, era de diecisiete a veinticinco.4 Yo pienso que cuando llegó un pajarito todo partido ahí, el guardia ese dijo: ‘Ay, ¿ese pajarito con un arma? No, no, no.’ Los fueron zumbando para el otro lado, sin pensar lo que estaban haciendo —pienso yo— cosa que es normal, porque en definitiva, a ellos en los Estado Unidos no los dejaban entrar. Ahora sí, pero en el ejército tampoco podían entrar; en el mundo en general ha habido siempre cierto rechazo a estas personas. Entonces esa persona que tiene un segundo grado o tercero o cuarto, que es un guardia es menos flexible que el resto de la población, para ellos una orden es una orden . . . .Yo no le puedo asegurar si ellos tenían [cierto prejuicio]: “Bueno, si es un homosexual, mándalo para la UMAP”, eso yo no lo puedo asegurar. Pero yo no pienso que haya habido deliberadamente una intención de mandar a los homosexuales para las UMAP, ni creo que había una intención de mandar a los gusanos5 para las UMAP tampoco; no lo creo, pero eso sí no lo puedo afirmar. ASM: Pero es interesante cómo coexisten en las UMAP religiosos . . . [MES: De todo. Ahí había de todo.] . . . gente con problemas políticos, delincuentes y homosexuales. MES: Efectivamente, estaban las jackelinas, las que se iban del país. ASM Qué dijo, Jaquelines? MES: Eso se les decía porque Jacqueline era la mujer de Kennedy. Entonces se les decían las jackelinas que eran las que se iban del país y que antes de irse del país las mandaban para granjas a trabajar. ASM: ¿Y eran heterosexuales . . . ? MES: No, yo no tuve que ver con ellas. Yo sé que se llamaban las jackelinas. Y sé, porque eso existió bastante tiempo . . . primero la mandaban para una granja y no se si fue todo el mundo, eso no lo sé . . . realmente nunca había averiguado eso, no me interesaba. Entonces dentro de ese conjunto de esas personas a lo largo del país, porque yo me imagino que estamos hablando de la capital; pero . . . a los orientales esos cuando les apareció una persona medio afeminada dijo . . . ASM: ¿Usted podría decir que el criterio de selección tiene que ver con una visibilidad homosexual? MES: Con una visibilidad de exclusión de lo que ellos consideraban que era el non plus ultra que es el servicio militar activo normal. Cuando mi hermano estuvo ahí, él me dijo: “La mayoría de la gente que está ahí son estudiantes universitarios o son bachilleres o son gente que más o menos tienen una integración”. Yo creo que a los que seleccionaron no fue a estos, a los que seleccionaron fue a los otros, y lo que quedó, es lo que mandaron para allá [UMAP]. Que esa nunca fue la idea inicial . . . . ASM: ¿Eran ochocientos, más o menos, me dice usted?
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362 : Abel Sierra Madero MES: Al principio no; en la primera vuelta eran ciento y pico, estoy hablando de mayo del 66; ya en el 67 eran ochocientos, setecientos y pico. ASM: ¿Usted no tiene fotos ni nada? MES: Fotos sí tengo, te las puedo mostrar . . . .Y entonces estas personas fueron a dar a las UMAP; eso fue en noviembre del 65, más o menos. Yo los encuentro por primera vez en mayo del 66, no había oído hablar de las UMAP; las UMAP, una cosa común y corriente. Cuando yo vuelvo al año siguiente, ya sí ellos estaban segregados en distintos campamentos dispersos por todo Camagüey . . . .por lo menos seis o siete unidades que estaban dispersos por todo Camagüey. Ellos tenían un régimen de allí, de estudio y trabajo. Es decir, ya en la segunda vuelta el nivel cultural era un poquitico más alto, pero de todas maneras, tampoco estaban muchas personas con mucho nivel, eso no lo recuerdo mucho. Y allí, lo que te decía inicialmente, ellos un poco se empiezan a identificar entre ellos mismos . . . .Yo no te puedo decir, porque sería injusta, que allí todos los que estaban se sentían mal —y si no tú lo vas a ver en las fotos si es que logro encontrar esas fotos, porque esos que tenían conducta tan aspaventosa, ellos hacían allí concursos y nos invitaban a nosotros— los guardias no se tenían que enterar: rompían los mosquiteros, raspaban los ladrillos para echarse en la cara, raspaban las cazuelas para pintarse el pelo de negro, se hacían tremendos trajes con los mosquiteros y hacían desfiles de moda. Allí. Entonces, tú te imaginas. Yo hablé con muchos guardias que eran combatientes que estaban allí; como en todo grupo humano había combatientes muy autoritarios y combatientes, por el contrario, demasiado permisivos. Yo no dudo que estos autoritarios les hayan faltado el respeto, bien de hecho o de palabra a algunas de estas personas. Se ha hablado mucho de . . . . Entonces ellos hacía fiestas, bailes. Por eso yo te digo que ellos, no todos estaban tan mal allí; no todos estaban tan mal allí. También dependía de la unidad, y, ¿de qué dependía la unidad? Del guardia que estuviera al frente. Si tú cogías un salvaje de estos, evidentemente, allí había una represión tremenda. Pero, yo te cuento: ¿tú sabes la cuota que ellos tenían de caña?, porque ellos, en los campamentos la mayoría era cortar caña. Eran treinta arrobas. En medida que treinta arrobas . . . ASM: ¿Había una cuota diferenciada para ellos? MES: Sí, era para todo el mundo. Por eso te digo. Treinta arrobas las corta cualquiera; en las unidades normales, treinta arrobas no es nada. Yo recuerdo que ellos iban para el campo . . . ellos tenían un uniforme que era un pantalón verde olivo y una blusa que era como azul, es decir, no recuerdo, me parece que era azul Prusia, como el uniforme de milicia . . . .Ellos cogían la camisa y cogían el pantalón y se lo apretaban bien apretadito así, cogían un palito con un pañuelo y colgaban ahí sus pertenencias para llevar al campo y se lo tendían aquí. ¡Esa salida valía un millón de pesos! Ver a todos ellos, con sus saquitos, que sé yo, contoneándose . . . ASM: ¿Y no lo hacían para protestar? De alguna manera, se puede decir? MES: No lo creo. ¿Tú te imaginas un guardia . . . ? ASM: Por eso te digo, a lo mejor era para molestar a los guardias. MES: No . . . en un grupo de ochocientos, había de todo . . . y esos guardias con ese bajo nivel, que además se sentirían castigados allí, porque yo creo que ellos estaban más castigados que los propios reclutas, claro que perdían la paciencia con ellos. ASM: ¿Con qué frecuencia los traían cuando ustedes estaban en Morón? MES: Ellos venían un día, se hacían todas las pruebas y no volvían más.
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ASM: ¿Qué tipo de pruebas? MES.: Las pruebas clásicas de psicología [Karen] Machover.6 Esas pruebas para medir la inteligencia, de . . . les das una palabra y tienen que continuar la frase. No sé porque esos expedientes yo nunca los tuve en mis manos. Después con esos datos nosotros hicimos una investigación. Que era un poco esa fue una idea de una francesa que estaba aquí . . . ASM: ¿Jossette Sarcá? MES: Jossette Sarcá. ¿Tú la conociste? ASM: No, no, pero sé que existió . . . . MES: Bueno yo sé exactamente que esa fue la que dirigió ese trabajo. Ella no estuvo allá, ella recibió todos esos datos, pero ella era psicoanalista y la orientación que ella le dio a ese trabajo era de psicoanálisis. ASM: ¿Usted nunca tuvo en sus manos los resultados de ese trabajo? MES: Ese trabajo, te estoy diciendo, fue top secret. Se hizo un informe completo y se entregó al MINFAR, y la escuela [Facultad de Psicología de la Universidad de la Habana] no se pudo quedar con ninguna copia de ese trabajo . . . . Allí no había nombres de nadie, allí no había nombres; se decía: el cincuenta por ciento tiene estas características y el cuarenta por ciento tiene otras características . . . pero eran características psicológicas; no [se les] caracterizó del punto de vista político, ni humano; no, era . . . qué inteligencia, promedio de inteligencia tenían. Ella fue la del invento, ahora que tú me hablas de la Sarcá. Esa mujer estaba medio loquita. Ella fue la que inventó clasificarlos del 1 a 4. Lo que pasa es que ella los clasificó como cualquiera: de rehabilitables, no rehabilitables, algo así, medianamente rehabilitables y muy rehabilitables. Ella decía que había . . . un tipo de homosexualidad que era totalmente irreversible, porque dependía de la relación edípica con los padres, toda esa cosa psicoanalítica . . . pero que había otros que sí, cosa que en la práctica es real, que en definitiva son los bisexuales, que los vimos por su comportamiento lo que había dicho Kinsey . . . . Yo pienso que para las personas que estuvieron allí esa no puede haber sido una experiencia realmente agradable; primero, porque ellos tenían pase, pero no lo podían prácticamente usar, porque, ¿en qué iban a venir a La Habana? Cuando aquello el transporte sí que estaba muy malo. Pero además, además esas personas que muchas no trabajaban y muchos eran humildes, ¿cómo se iban a pagar un pasaje de Camagüey a La Habana y de La Habana a Camagüey? Porque había de todas las provincias, pero yo creo que había una buena parte que eran de aquí de ciudad de La Habana. Entonces eran las madres las que los iban a ver, y yo recuerdo que algunas madres les llevaban colorete, polvo, les llevaban creyones de cejas. A mí lo que más me impresionó es esos que no querían serlo, que ellos lo ocultaron toda la vida —porque de esos hay una buena parte de ellos—, y que el haber entrado en la UMAP los descaracterizó, los puso en evidencia, ante la familia, ante la sociedad. ASM: ¿Cómo si lo habían ocultado llegaron a la UMAP? MES: Porque allí entraron por distintas razones: porque a lo mejor ese muchacho era asmático y como era asmático no podía ir al otro lado o a lo mejor dijo que no le gustaban las armas o era Testigo de Jehová, cualquier cosa qué se yo, y en algún momento descubrieron que eran homosexuales. Al principio esas eran unidades mixtas; ellos se fueron segregando después. ¿Cómo los segregaron? Bueno quizás un guardia encontró una pareja, ahí mismo los sacó porque no los quería ahí. Y ahí es cuando
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364 : Abel Sierra Madero empieza la segregación, porque también había los que decían que no querían estar con homosexuales; algunos hasta homosexuales no querían estar con otros homosexuales, y otros estaban contentísimos entre ellos. Cuando nosotros los separamos —los A1 para un lado, los A2 para otro, los A3 para otro, los A4 para otro; nosotros los pusimos en compañías bastante distantes una de la otra— pero no nos dimos cuenta que lo que hicimos fue separar las parejas; entonces se robaban los caballos —eso fue la debacle— para ver a los otros, y algunos nos decían: “Nos dejaron sin las parejas, ustedes son malísimas . . . ” Unos nos adoraban, y otros . . . nosotras éramos las más adoradas y las más . . . odiadas. Entonces se escribían cartas de amor; no, no, no, eso fue terrible, terrible, terrible. Eso fue una experiencia, grande, grande, grande. Pero sí te puedo asegurar que en ningún momento hubo la intención deliberada —además yo soy una persona bastante humana, bastante sensible, soy incapaz deliberadamente a hacerle daño a alguien— en ningún momento tuvo la intención de a ellos dañarles . . . . Todo el tiempo estuvo la intención rehabilitarlos, incorporarlos a la sociedad, hacerlos mejores. Yo creo que fue una ingenuidad de las más grandes, pero nunca hubo, ¿cómo te voy a decir? un rechazo: “Mira estas personas que no sirven para nada”. No, no, no. Esa no fue la intención ni creo que fue la intención de los que nos mandaron a nosotros —que siempre fue el MINFAR— ni de nosotros mismos. Cuando yo vuelvo la segunda vez ya, la persona que va a dirigir eso, que es [Felipe] Guerra Matos —primero estuvo Quintín Pino Machado, que era el jefe de la UMAP y Guerra Matos era el jefe del Estado Mayor— él va a desactivar la UMAP, él iba ya con la orden de desactivar las UMAP. ASM: ¿Por qué las desactivan? MES: Porque se suscitó un escándalo internacional. ¿Tú no has leído la entrevista esa de La Jornada? Bueno, tú eres muy joven. En aquella época una de las críticas más grandes que le hacían a la Revolución era haber segregado a los homosexuales, pero las fuerzas de izquierda, no de la derecha, porque para la derecha, cualquier cosa que hiciéramos siempre estaba mal. Pero [los] de la izquierda porque no podían imaginarse que si nosotros que estábamos creando al Hombre Nuevo, lo que tú estás [investigando ahora] y si nosotros queríamos que la sociedad fuera justa [enfatiza], fuéramos capaces de segregar a los homosexuales; eso nadie nos lo perdonó nunca. No nos lo perdonó, si en esa entrevista de La Jornada, allí mismo lo dice.7 Fidel [Castro] se echa la culpa, pero Fidel está ahí totalmente trocado, porque las fechas que él da no son, esas fechas no son. Él está equivocado, él se echa un muerto que no le toca; bueno, él no dijo que él las creó de esa manera [que realmente las creó], pero además tampoco las organizó, las organizó el ejército. Entonces, él se echó . . . pero él está equivocado en cuanto a los tiempos; yo me imagino que las críticas le empezaron a llegar de las cosas que pasaron allí y se decidió desactivar esa cosa. Porque yo me imagino que en otros países del mundo a ellos nunca se les segregó de esa manera . . . . El proceso yo digo que está claro a lo largo de todos estos años. A nosotros —que es lo que yo creo que es bueno y al mismo tiempo es malo— la Revolución ha sido . . . vamos a ponerle a Fidel, vamos a ponerle un nombre que es como el papá de nosotros, que nos da lo que él cree que es lo mejor para nosotros, que es lo que hacen justamente los padres, los padres creen que la ropita que te tienes que poner es esta, que el colegio al que tienes que ir es este, que la carrera que tienes que coger es esta,
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siempre con la mejor [intención], pero nunca te han preguntado qué tú quieres. Y yo pienso que ese ha sido a lo largo de la Revolución el hilo. Es decir, a ellos no les preguntaron si se querían rehabilitar o no, los obligaron a rehabilitarse. ASM: ¿Cómo usted ve el cambio de política con respecto a los homosexuales? MES: Yo pienso si te soy sincera que se les ha ido un poco la mano, pero creo que es justo, que es correcto y que hacía falta que esto se hiciera. Yo no dejo de ser psicopatóloga y pienso que una persona homosexual que no quiere serlo sufre mucho, y el que sí se siente homosexual y contento con su otra sexualidad también sufre; yo creo que hay una proporción de ellos que sufre a causa de su homosexualidad; estoy convencida de eso, nadie me lo puede negar porque yo he tenido pacientes que han venido a mí a curarse su homosexualidad; la psicoterapia es para que esa persona acepte su propia homosexualidad. Pero lo que yo vi en aquellos momentos —claro, al tú no sentirte rechazado tu comportamiento cambia— pero en aquel momento cuando ellos estaban de mala, nos decían: “Ustedes aquí pasando tanto trabajo y no saben que esas amapolitas que están naciendo también van a ser homosexuales, porque nosotros nos vamos a encargar de que esas amapolitas se conviertan en homosexuales”. . . . Yo nunca he rechazado a los homosexuales como tal, yo tengo amigos homosexuales, amigas homosexuales y yo los trato normal, pero yo tengo setenta años, no tengo cuarenta. Y a mí me criaron . . . bueno yo tengo un hermano varón y una vez le traje una maleta de la Unión Soviética que era roja y no la quiso. Es decir que hasta ese punto llegaba el machismo loco de este país. ASM: ¿Cuándo usted empezó a escuchar el discurso del hombre nuevo? ¿Usted cree que las UMAP hayan sido parte de ese proceso? MES: No lo creo, no me parece para nada. Yo pienso que eso viene más del Che, porque eso está también en la literatura de Martí, a lo mejor no con esas palabras, pero yo pienso que eso está latente en el espíritu de la Revolución, de hacer que la gente sea mejor. Aunque parece que nos hemos equivocado.
N O TA S 1. Graduado de Bowdoin College y Harvard University, Alfred Kinsey fue un biólogo especializado en zoología que fundó el Institute for Sex Research en la Indiana University en 1947. Aquí se refiere la Dra. Solé a sus más influyentes textos, Sexual Behavior in the Human Male (1948) y Sexual Behavior in the Human Female (1953), aunque comete un error respecto de la fecha en que esa obra fue publicada. 2. Una vez que se desmantelan las UMAP en 1968, el gobierno revolucionario diseñó otras instituciones que estuvieron igualmente supervisadas por las Fuerzas Armadas e integradas a la producción. Entre esas instituciones estuvo la Columna Juvenil del Centenario hasta el año 1973 en que se disuelve. Ese mismo año se crea el Ejército Juvenil del Trabajo (EJT). El EJT aún existe como una institución dentro de las FAR [Fuerzas Armadas Revolucionarias] y constituye una de las modalidades en las que los jóvenes pueden pasar el tiempo del SMO [Servicio Militar Obligatorio]. 3. La editora no ha podido encontrar la transcripción de este discurso. La Dra. Solé vacila en cuanto al sitio donde tomó lugar, si fue en la Chorrera o la Cabaña. Queda la tarea de su descubrimiento en manos de nuestros lectores. 4. El Servicio Militar Obligatorio se impuso en el año 1963, afectando a los ciudadanos
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366 : Abel Sierra Madero masculinos que tuvieran ya catorce años en adelante, aunque no se le llamaba al entrenamiento y servicio como tal hasta alcanzar los diecisiete. Uno de los elementos implícitos en la ley fue la prohibición de la salida del país a todo ciudadano masculino que llegara a cumplir los catorce años por esperar su contribución a la defensa de la patria. 5. Procedente de un ensayo de José Martí en que denuncia a los cubanos que no apoyan la independencia de la patria, la palabra gusano volvió al discurso público a partir del 1959. Se refiere a los ciudadanos que no apoyaban al gobierno revolucionario, dudaban de sus líderes, criticaban las políticas del estado o sencillamente rehúsan integrarse a las organizaciones de masas y estructuras del poder. 6. Graduada de la New York University, Karen Machover se considera una pionera en el desarrollo de la terapia psiquiátrica de grupo y el uso de diversos estímulos clínicos para accede a la subconsciencia del paciente. En Cuba fue ampliamente utilizado su método por parte de especialistas y sicólogos, Para más información, puede verse los números de la Revista del Hospital Psiquiátrico de la Habana de la década de los sesenta. 7. El 31 de agosto de 2010, el periódico mexicano La Jornada publicó una entrevista de Fidel Castro. En esa ocasión Castro reconocía su responsabilidad histórica en la implementación de las UMAP.
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E N T R E V I S TA D O P O R A B E L S I E R R A M A D E R O Y LILLIAN GUERRA EL 24 DE JUNIO Y EL 21 DE JULIO DE 2014, HIALEAH, FLORIDA. E D I TA D A P O R L I L L I A N G U E R R A Y A B E L SIERRA MADERO
“El 10 de marzo fue una herencia”. Entrevista al Capitán Alfredo Sadulé, ayudante de Fulgencio Batista N O TA I N T R O D U C T O R I A Nacido en La Habana el 18 de abril de 1932, Alfredo Sadulé es hijo de un soldado que llegó a ocupar el puesto de chofer personal de Fulgencio Batista en 1934 y luego pasó a ser el jefe de la guardia del dictador a partir de 1952. Educado en el sistema público de la época, Sadulé asistió a la Escuela de Cadetes y trabajó en la Cámara Municipal de Marianao hasta ingresar en la Universidad de Villanueva. A partir de 1952, estudiaba mientras que asumía las labores correspondientes a los guardias de la residencia familiar de Batista en la finca Kuquine. El 4 de enero de 1958 fue ascendido al cargo de ayudante personal de Batista, puesto que ocupó hasta el 31 de diciembre de 1958. Ese día, en horas de la noche, Alfredo Sadulé fue una de las pocas personas que acompañó a Fulgencio Batista en su fuga de Cuba, ante el triunfo inminente del movimiento revolucionario liderado por Fidel Castro. La edición de este material fue conformada a partir de una transcripción de más de 150 páginas que resultaron después de varias horas de entrevistas. Un ejercicio de este tipo conlleva a privilegiar determinados temas que se generaron durante el proceso de las entrevistas y a dejar fuera otros aspectos que aunque resultan de gran interés, no pudieron ser incluidos. La curaduría de este material se hizo sobre la base de este reto metodológico y se trató de preservar aquellos elementos menos conocidos de la vida política y cotidiana de Fulgencio Batista, a partir del testimonio de uno de sus ayudantes personales. Asimismo, se incluyeron discusiones sobre la visión del entrevistado con respecto al modelo dictatorial batistiano y su responsabilidad histórica. El lector podrá tener de primera mano un testimonio que problematiza y complementa la historia de Cuba de fines de los años cincuenta conocida hasta ahora.
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368 : Abel Sierra Madero Lillian Guerra (LG): ¿Por qué usted piensa que [Fulgencio Batista] optó por el camino del golpe de estado el 10 de marzo [de 1952]? Alfredo J. Sadulé (AJS): . . . Batista fue un mal necesario. El 10 de marzo no es de Batista, él fue uno [de los] que se montó en el tren. El 10 de marzo se iba a dar con Batista o sin Batista. Batista reconoció que él era la figura, a tal punto que la fecha no la escogió él, la escogieron ellos [los políticos culpables por la corrupción de la República].1 Yo no pienso, yo te digo lo que . . . porque a los soldados no nos enseñan a pensar, nos enseñan a hacer. El 10 de marzo fue una herencia . . . . Todo el mundo no sabe lo que pasó el 10 de marzo, todo el mundo ve una película y la cuenta muy mal. Un señor con dieciséis amigos y en mangas de camisa llega al Estado Mayor y entra, y le dice a las personas que están allí —que como supondrás, había mucha gente—: “Yo soy Batista”, —pero gente joven, gente de treinta años, no militares viejos, habría cuatro o cinco personas mayores de treinta años— “ayúdenme a resolver el problema de Cuba.” Aplausos, seis llamadas telefónicas a los mandos, unos dijeron que sí y otros que no, los que se quedaron, se quedaron, y los que se fueron, se fueron y no les pasó nada. Al día siguiente no quebró ningún banco, no cerraron ninguna fábrica, el país siguió funcionando, hasta la universidad, los colegios, la primaria, eso es. Y el país siguió eficientemente trabajando, funcionando, y creciendo, a pesar de la guerra que le hicieron a Batista la oposición—las clases vivas de Cuba—que no toleró el golpe de estado. El doctor [Carlos] Prío Socarrás, que fue el llamado presidente cordial [luego de su elección en 1948] en el 50 fue uno de los presidentes más creativos que hubo en Cuba en el mundo de las leyes sociales, en [cuanto a] los derechos a la mujer, en [cuanto a] los derechos al niño, a las empresas . . . no sé cuántas organizaciones, la banca nacional, y sin embargo, él no pudo arreglar el tema de la prostitución, perdón, de la corrupción, el problema de la corrupción y el problema de las pandillas. El presidente Grau creó los grupos del mismo Partido Auténtico y creó pandillas, y se mataban, y él coleccionaba las pistolas, por eso Fidel [Castro] no le hizo nada, no lo sacó de su casa, porque él tenía una pistola que Fidel había usado en algunos de esos atentados. Entonces ese presidente [Prío Socarrás], que fue capaz de crear un hecho tan lindo como fue una legislación social de las mejores del mundo, no solamente de Cuba, no fue capaz de acabar con la corrupción ni acabar con el gangsterismo . . . . [El 7 de marzo de 1952], ese día en la televisión, en [un programa de noticia que se llamaba] Ante la Prensa, Caseros, que había sido alcalde de Santiago de Cuba, una figura limpia del autenticismo, dijo: “Cualquier día Batista se cuela por la Posta 6”, y se coló esa misma madrugada; o sea, que era un secreto a voces . . . . Y después vino el 10 de marzo y entonces me profesionalicé. Yo había trabajado con Batista, empecé a trabajar con Batista en el año 49 en la oficina, en Kuquine, y trabajé en Kuquine en la biblioteca y el primer día que él me vio no sé por qué me dijo: “Oye, yo no tengo que ver con la muerte —fíjate tú—, con la muerte de Guiteras, él murió en un enfrentamiento con las fuerzas armadas”, y yo era un chamaco no tenía . . . . Pero yo aprendí mucho allí con él y él conmigo, los dos aprendimos. LG: ¿Y qué es lo que hacía en la biblioteca usted? AJS: Era bibliotecario, segundo bibliotecario, y la correspondencia, había mucha correspondencia de tipo político, eventos y cosas, qué sé yo, y desde luego Batista
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“El 10 de marzo fue una herencia” : 369 empezó a organizar eventos y a recibir gente. Y allí aprendí yo a tratar gente y sobre todo a periodistas, allí llegaban todos. LG: ¿[Es verdad que el escritor y biógrafo de José Martí, Jorge] Mañach le sirvió de asesor a Batista, o sea, de profesor? AJS: Mañach. El 10 de marzo Batista lo invitó como ministro de educación y no quiso, pero en el período anterior [en la primera presidencia de Batista, desde 1940–44] fue ministro de nosotros . . . enseñaba a Batista todo . . . pero todos los ministros . . . todos en su especialidad, él [Batista] se pasaba horas con ellos siendo coronel, y ellos dictándole cátedra de qué debe hacer y qué no debe hacer. Y bueno, yo creo que también alguien lo enseñó a comer y lo enseñó [a vestir]. Él era muy estricto en el vestuario. Y después en el exilio este de Europa pues se dedicó a aprenderse todos los . . . hasta . . . ¿cómo se llama? hasta francés aprendió, y a estudiarse los museos. Era un hombre que dedicaba muchas horas al estudio. Y toda la biblioteca, toda la biblioteca, todos los libros que estaban allí, él les escribía algo al lado. [Escribía notas] al lado del libro. LG: Quiero que me hable luego de los periodistas que visitaron Kuquine y que fueron a ver a Batista después del 52, su relación con la prensa, porque ese es uno de los temas que más me interesa. AJS: Y venían todos, también los de la Constitución, o los de la Biblia, los de Bohemia . . . LG: ¿Miguel Ángel [Quevedo, editor y dueño de Bohemia y Carteles]? AJS: Bueno, Miguel Ángel no iba, pero venían los cancerberos de él. Y en la campaña del 50, del 54, perdón, se les daba dinero a todos, inclusive, a la revista. LG: Cuénteme de la relación de Batista con la prensa ya después del 52; o sea, Martha Rojas, ciertos periodistas. AJS: Todas esas muchachas iban a Kuquine, y Marta Rojas, y la revista y . . . [Enrique] de la Osa, toda esa gente tenían una asignación. [Eso fue después que Martha Rojas se hace famosa cubriendo los eventos del asalto a Moncada para Bohemia.] Lo del Moncada fue en el 53, esto fue en el 54. Ella cogía dinero, ella y todos, cinco, diez, quince, veinte, las tarifas estaban así. . . . Fidel publicó [los nombres de] todos los periodistas que cogían dinero . . . todos los periodistas de Cuba cogían dinero; de nosotros también. Y yo hacía los sobres, me daban la lista y yo hacía los sobres. Abel Sierra Madero (ASM): ¿Qué cantidad le podía tocar a un periodista, por ejemplo? AJS: Desde quinientos a cinco mil; allí iba . . . LG: ¿Y cómo se le pagaba? AJS: En persona, no? Eso lo hacía el presidente con Silito, con el General [Francisco] Tabernilla [Palmero], Silito, él que fue su secretario. Hubo un periodista que me tiró el dinero, esos eran cuatro mil pesos, era un periódico que se llamaba La Campana . . . hizo así y me lo tiró a la cara . . . . El de La Campana me dijo: “Dígale al presidente que esto no me alcanza para ir a España”, como yo tenía sentido del humor, dígole: “Bueno, pero nosotros no lo estamos ayudando para que usted vaya a España, nosotros le estamos dando una ayuda para que usted nos ayude en la política, España no está en el programa, que yo sepa, ¿o usted habló con el presidente y él le dijo que le iba a pagar el viaje?” Porque yo era un niño preparado para saber cuando esa . . .
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370 : Abel Sierra Madero porque era jovencito, o sea, a mí nadie me enseñó a hacer eso, pero yo tenía que defenderme sin pelearme con el periodista . . . . Y al presidente no le gustaban los chismes, siempre decía: “¿Alguna novedad?”, “No, ninguna”, ni tampoco le decía muchas cosas. LG: ¿Había periodistas que recibían mensualmente? AJS: Sí, ahora de los nombres no me acuerdo. LG: Bueno, déjeme preguntarle por Prensa Libre, porque supuestamente ese fue el único periódico que no recibía dinero, uno de los pocos periódicos que no recibía dinero. Sergio Carbó. AJS: Bueno, tal vez Sergio no, pero Luis Ortega . . . sí. LG: Usted comienza a trabajar como ayudante al Presidente el 4 de enero de 1948 pero antes de eso tuvo muchas tareas en Kuquine, aparte de recibir las visitas del Presidente. AJS: . . . En el 10 de marzo la Primera Dama [Marta Fernández Miranda de Batista] me pidió y entré como taquígrafo-mecanógrafo, documentado, y entonces ahí la Primera Dama me pidió y empecé a trabajar con ella, y viajé, todas las inundaciones que hubo en la Ciénaga de Zapata, todas las epidemias que hubo en Santiago de Cuba, con el antecedente de que ella no montaba avión, había que ir por tierra o por tren . . . . Pero [cuando] íbamos por tierra, claro, siempre pasaba algo, se rompían llantas, se rompían carros; y después íbamos en tren. Y fue una bonita experiencia porque ella iba con sus hermanas y otras. Y entonces fuimos a la Ciénaga de Zapata y la gente, y yo les preguntaba: “¿Sabes quién es?, Sí, la Dama de Palacio”, no decían la Primera Dama. Ella era una gran dama, o sea, no, una gran madre, se preocupaba mucho por los muchachos y por el marido también, o sea, que no era una mujer de sociedad de esas de, a todo se acostumbra todo el mundo, y aceptaba las lisonjas, pero no era de salir en la prensa, salíamos de casualidad . . . . Pero sí, el presidente sí se preocupaba, cuando yo viajara con ella, de que no dejara que nadie se retratara con ella, no por problemas de celos sino por problemas de que él quería desmilitarizar el gobierno, o sea, si el coronel de la provincia se retrataba con ella ya no era la Primera Dama, era el coronel que había invitado a la Primera Dama, entonces él me decía: “No, no, ni el coronel, ni el senador, ni el gobernador”. LG: ¿Tenía que salir ella sola? AJS: Ella solita. LG: Y ella cuando se rozaba con el campesinado ¿cómo era? AJS: No, llevaba a una persona que hablaba, ella no sabía hablar en público, la doctora Nena Méndez, que era la esposa también de otro septembrista, pero una señora educada, universitaria. El team de secretarias que tenían era muy eficientes, pero no eran políticas, no sabían hablar . . . . El jefe de la oficina de ella, que era un coronel de la policía, que era un hombre muy capaz, muy culto . . . . Y siempre se le quitaba la cosa pública, la cosa militar, Batista no quería que saliera rodeada. Tenemos problemas los de seguridad, porque había problemas a veces con ella, que no, en lugares que podían ser peligrosos pues ella no, y él no quería que hubiera gente de uniforme cerca, entonces teníamos la . . . el servicio secreto de Palacio pues tenía mucha gente de civil que iba donde ella iba . . . iba antes . . . un par de horas antes y se tomaba el lugar y entonces la gente; claro, siempre se notaba cuando había, ella siempre se reforzaba en algún hombre de los que conocía, pero no siempre era fácil.
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FIGURA 17.1. Boda del Capitán Alfredo Sadulé a la Señorita Marta M. Vila Couciero, hija de profesores universitarios, 5 de Julio 1955 en la iglesia de la Universidad Católica de Santo Tomás de Villanueva. La prensa cubrió la ceremonia, más por los invitados que por los novios. Entre los asistentes se encuentran el rector de la Universidad de la Habana Clemente Inclán y el propio Presidente Fulgencio Batista. Colección personal de Alfredo Sadulé.
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FIGURA 17.2. El Capitán Alfredo Sadulé acompañando a la Primera Dama en una de sus muchas visitas a pueblos afectados por inundaciones en los años 50. Colección personal de Alfredo Sadulé.
Yo trabajo en la oficina de Martha, ya había estado con Batista en la campaña política del 54 . . . . Entonces Martha quería hacer regalos a la gente que le escribe, para ir a Oriente, a El Cobre no sé qué, y me dice: “Ay, Sadulé, usted que conoce tanta gente no me podrá conseguir unos boletos del tren para dárselos a las amistades que nos piden aquí, a las personas”, “Ay, señora, el que dirige los ferrocarriles es batistiano, y además de amigo de su marido, amigo mío, Parra se llama, Sergio Parra, decentísimo y honestísimo.” “Ay, pues consígame”, “¿Cuántos necesita?”, “No, doce, catorce, veinticinco, no sé.” Yo le conseguí, yo le pedí cincuenta y me dio cien pases
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“El 10 de marzo fue una herencia” : 373 para ir a Santiago de Cuba, que seguramente los habrá malgastado, porque no sabía ella el valor que tenía eso, porque me dio hasta diez que eran literas. A mí todo el mundo me decía Sadulé, nadie me decía el grado, porque estuve mucho tiempo con la Primera Dama también, con los juguetes y la . . . y yo era el poder detrás del trono, porque ella [confiaba mucho en mí]. Había un presupuesto para comprar juguetes y había un presupuesto para comprar no sé qué, y entonces a ella se le quedaban doscientos compromisos, y era usual, todos los proveedores que tenía el gobierno te daban comidas, mordidas, como tú quieras llamarle, y me hacían así, me ponían aquí un paquete de veinte mil dólares con veinte y pocos años, porque yo fue ayudante a los veintiséis; y entonces le decía al individuo, al judío que me daba: “Yo necesito unas muñecas y unas bicicletas”, “Toma”, “Lléname cuatro camiones de estas muñecas”, entonces yo las escondía detrás de Kuquine, y entonces Martha me decía: “Ay, Sadulé, se me quedó la Asociación, la ANDA, la Asociación de los Artistas, me están pidiendo que los ayude y yo quiero mandarles unas bicicletas”, “¿Cuánto usted quiere?,” “Ay, pero”, “Dígame”, y les mandaba camiones . . . y Batista se ocupó de los artistas con cojones. LG: ¿Y cómo era Batista cuando recibía gente? AJS: . . . Había que ver a Batista con la calma con que se bañaba y se vestía, porque era muy rococó, le gustaba peinarse . . . . Se regodeaba a tal punto que se quitaba un pantalón porque no tenía la raya, el tipo era . . . a mí me molesta en un hombre eso, pero bueno, él lo hacía, y a mí me parece que era una de las pequeñas concesiones que puede tener un hombre público, ¿no?; porque no tenía buenos gustos para beber; él fumaba cualquier cosa, bebía cualquier cosa. Fumador de tabacos Partagás de esos que eran una mierda y comía normalito, o sea, no mandaba a hacer cosas raras; un mayordomo le puso un cocinero francés y no duró seis meses. Y un día le dice al hijo . . . estamos comiendo en el salón principal, y le dice al sirviente, él lo llamaba por su nombre: “Fulano, ¿me podrías conseguir un poco de cascos de guayaba?” Los criados se miran y la jefa de mayordomía esas cosas las tenía bajo llave en el despacho de ella y yo me la llevé en la volada, y pedí permiso, me levanté, cosa que no se puede hacer o no se debe hacer si el Presidente está sentado. Bajé al cuartel, cogí un guardia, fui al despacho de la señora y digo: “Dale un culatazo a ese candado.” Me llevé la lata, se la di y regresé y entonces le trajeron el casco de guayaba con queso crema, imagínate tú qué mierda de postre para un tipo que podía pedir lo que quisiera. Era muy simple, muy simple. ASM: No lo dejaron entrar al Miramar Yacht Club por ser mulato. AJS: No . . . . Había un club en Cuba . . . era lo que se llamaba el Big Five, había cinco clubs [que se unían bajo ese nombre]. El Big Five, Vedado Tennis, Miramar . . . el Country Club, el Biltmore, y este, el Yacht Club, y de esos cinco clubs el más caro y el más difícil era ese, el Yacht Club, muy exigente. Entonces hubo un senador de la República que también era medio oscuro y no lo dejaron, Alfredo Hornedo, tocayo mío. Entonces ese tenía el dinero del mundo e hizo otro club, un club que se llamaba El Deportivo, hizo uno en La Víbora que se llamaba Club Deportivo . . . . [A Hornedo le habían negado ser socio del Yacht Club al igual que a Batista.] Hornedo hizo dos clubs, uno en Palatino y otro en la playa, que pertenecían, casi todos los chinos y casi todos los judíos de Cuba entraban allí, pero era muy barato. Y los banqueros, o sea,
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374 : Abel Sierra Madero se habían afiliado en un balneario que había que se llamaba La Concha, se pagaba un dólar para entrar y en los altos pues entonces le alquilaron a los bancarios. Se llamaba Club Bancario de Cuba y también iba mucha gente. Pero en toda la playa de La Habana no había realmente ninguna playa —con excepción de la que se hizo en Tarará y la hizo Batista— para los negros . . . . O sea, hizo un club [Juan Gualberto Gómez] que precisamente era para los negros.2 Batista no iba mucho allí. A él le gustaba más pescar que coger sol. Anjá, ese se lo dio a la asociación de . . . de personas de color, porque había muchas asociaciones, como los Jóvenes del Vals, todas eran personas de la raza negra, doctores en filosofía, gente culta de cuello y corbata, allí no había albañiles ni policías. ASM: Vamos a hablar un poco de la vida nocturna de La Habana, de las prostitutas . . . . AJS: Te voy a contar algo que no sabes tú, estos cuentos de La Habana se las trae . . . . [Un día, cuando la Guerra de Korea] la embajada americana manda una petición al Ministerio de Estado diciendo que viene un portaaviones con cuatro destroyers, pero que todos [eran de] Yale, eran estudiantes de derecho, que a ver si recogían las putas de la calle para que no se fueran a enfermar. Y ellos le dan a Batista esa tarea [al Ministerio del Estado]. Y entonces Batista consulta con el viejo este, con el jefe de la policía, y le dice: “Necesito cinco mil hombres para eso”, y le dice Batista: “¿De dónde coño vamos a sacar cinco mil hombres? Como si eso fuera . . . Si alistar los cincos mil estos nos costó un trabajo del carajo.” [Eran] los famosos casquitos. Entonces, bueno, da la orden a Palacio para que lo hiciéramos nosotros. A mí y al teniente Hidalgo, del Buró [nos tocó] recoger putas y maricones, imagínate tú, no acabábamos más nunca. ASM: ¿Y recogerlas para llevarlas adónde? AJS: Prenderlas, para la cárcel. Los estudiantes iban a estar tres días, entonces imagínate tú, todas, las quince estaciones de policía o diecisiete, diecisiete eran, llenarlas de putas. Y entonces el señor Sadulé, que era el pájaro lindo, tún tún, va para el Malecón, y digo: “Esto hay que arreglarlo a la cubana”, me busco dos putas líderes y les digo: “Miren, si ustedes hacen lo que yo digo, yo las suelto”. Teníamos dos guaguas llenas de putas, dos guaguas de esas de Guanabacoa, que eran largas con cojones. Y así les digo: “Díganme quiénes son las líderes de ustedes que yo les voy a hacer una propuesta.” “No hay problemas”, dicen: “¿Qué hay que hacer?” . . . . Porque los guardias se las van a singar, los guardias las van a hacer trabajar, “Tráeme el sándwich, tráeme esto, límpiale el fondillo”, digo. “Se van esta misma noche” . . . . Yo las embarco para Casablanca, para Regla, para Cojímar, para . . . en el mar, había lanchitas para todos esos lugares, Casablanca, El Morro, Guanabacoa y Regla, se miran ellas: “¿Y no hay que singar con nadie gratis?” [Les respondo:] “No, lo único que tienen que hacer es que mañana por la noche no vienen para acá, ¿estamos de acuerdo?, no pueden venir porque las tengo que ahogar entonces, no puede haber una de ustedes en la calle, ni blanca, ni rubia, ni nadie”, y se fueron todas. Los jefes de las estaciones de allá protestando, metí doscientas putas, doscientas y casi trescientas putas, para esos pueblitos que tienen sesenta policías; limpié La Habana de putas . . . . [Fue un éxito.] Los dos días se los pasaron allá. ASM: ¿Y algunos guardias recibían comisiones, pasaban el cepillo por los prostíbulos?
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FIGURA 17.3. Ayudantes de Fulgencio Batista vestidos en uniforme de gala, el 20 de mayo de 1958 en el despacho presidencial. De izquierda a derecha: Capitán Alfredo J. Sadulé, Comandante Manuel Atorresagasti, Coronel Cosme Varas, Presidente Fulgencio Batista y Zaldívar, Coronel Alfredo Rams, Comandante Carlos M. Serio y Comandante Armando Acosta Sánchez. Colección personal de Alfredo Sadulé.
AJS: Sí, sí, eso fue desagradable. No pasaban comisión, cada guardia tenían que darle un peso al capitán por cada puta de su demarcación. Yo tuve un vigilante . . . . ASM: ¿Y eso lo sabía Batista? AJS: Sí. Todas las estaciones de policía que había en Cuba se hicieron con el juego y la prostitución, desde el treinta y pico. ASM: ¿Y eso usted no cree que erosionó un poco la imagen del gobierno? AJS: Siempre fue así, siempre fue. No quiere decir que estaba bien. El policía ganaba muy poco dinero, en Cuba se le pegaba muy mal a las fuerzas armadas, y el policía, porque no es como el soldado, que se le daba la ropa, la comida . . . . ASM: Venga acá, ¿cuándo fue que usted conoció a Fidel Castro? AJS: Bueno, él fue a Kuquine varias veces y le hacía así al presidente en la barriga: “Hágame no sé qué y yo le resuelvo esto”, pero muy chusma, muy chambón. La palabra que yo tengo con Fidel es que él era chambón . . . . Lo llevaba [Rafael] Díaz-Balart, [el cuñado de Fidel en ese entonces]; Díaz-Balart lo llevó siempre.3 ASM: ¿Y entonces cuántas veces usted vio a Fidel Castro personalmente? AJS: No menos de tres, no más de tres. ASM: No más de tres . . . en Kuquine, ¿siempre en Kuquine? LG: ¿Y siempre en compañía de Rafael Díaz-Balart?
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376 : Abel Sierra Madero AJS: Siempre con alguien, no siempre iba con Rafael, porque a veces iba con el viejo también, con el suegro . . . [Fidel era] un tipo todo chambón, sucio, sin bañar, sin afeitar, muy, y muy, no era la conducta de lo que él quería ser. Yo conocí a toda la [directiva de las alas juveniles de los partidos principales], a Max Lesnik [de la Juventud Ortodoxa], [Armando] Gali Menéndez [el amigo de Fidel desde la Universidad y miembro de la pandilla estudiantil, Unión Insurreccional Revolucionaria] . . . toda la gente de la FEU [Federación Estudiantil Universitaria], toda esa gente . . . [el presidente de la FEU en 1952] Álvaro Barba, [Rolando Cubela] el doctor que quiso hacerle un atentado a Fidel, que estaba en España . . . .4 O sea, todos los del Partido Ortodoxo, Partido Auténtico, todos tenían más personalidad que Fidel, mejor conducta, mejor . . . presencia . . . . Ahora, yo me pregunto, yo vuelvo y te digo, yo que conozco a Castro y a todos los hombres en los que Castro . . . . Eran uno, dos, tres, cuatro cinco, eran Gali Menéndez, Max Lesnik que era el más pobrecito, pero ahí anda y cuando regresa de La Habana no va a su casa, él se baja del avión y va al FBI y ahí canta ópera. Max Lesnik que fue novio de la hija de Batista, era de la Ortodoxia y judío . . . . Tuvo aquí la revista Réplica, la hija se casó con César, el hijo de César Chávez, líder agrícola que le pedía a los mexicanos que no hablaran español; por eso te digo que esto es un ajedrez, ese tipo. ASM: Usted me narró una anécdota, que usted fue una vez a casa de [Mirta Díaz Balart] la esposa de Fidel [Castro]. AJS: Sí, Fidel vivía por el Parque de Trillo. Bueno, nada, yo fui acompañando a un amigo mutuo que era de la Juventud del [partido de Batista], el PAU [Partido de Acción Unida], Jorge Clark, que era muy amigo, camagüeyano, todavía vive, un hombre que vive en Los Ángeles, que por cierto, si quieren, ese es uno de los hombres que más sabe de Fidel porque trabajó con él en la política. Y fuimos a saludar a Mirta Díaz-Balart [la hermana de Rafael], y le dijo: “Ay, por favor, Jorge, tráeme un litro de leche, porque Fidel se ha tomado la leche del niño y no tiene qué comer, y míralo cómo está, que no quiere ir a buscar la leche.” Castro estaba en calzoncillos y camiseta acostado en un sofá leyendo un libro y se había tomado el litro de leche del niño, de Fidelito, y no había leche en la casa, le dijo. Y entonces fui yo a buscar el litro de leche . . . . El Fidel que yo conocí era un Fidel tan chambón, tan poca cosa. Para mí esto es o una obra del diablo o este cabrón aprendió a diablo y lo hizo muy bien. Fidel no debió existir, Fidel no debió existir, ni el Moncada, ni mucho menos el desembarco. LG: Cuénteme de eso. Hay dos decisiones tomadas por Batista que uno se pregunta por qué; una es por qué no mataron a Fidel en lo de Moncada. AJS: A mí me sorprendió lo del Moncada porque yo estaba ajeno . . . acuérdate que yo no estaba en Palacio, yo estaba en Kuquine . . . . Pero tampoco [Batista] se quería comprometer mucho, eso yo oí cuando él dijo que Silito le planteó el tema de que había que caerle atrás a esa gente, él le dijo: “Tú no conoces la Sierra, yo no soy de aquí, yo soy de Oriente, y en la Sierra no hay quien aguante una semana sin recursos, y Fidel es un bon vivant, Fidel es un bon vivant y Fidel no aguanta una semana allá adentro” . . . . Y entonces yo no sé qué le pasó a Batista, si de veras no quería que le echaran el muerto otra vez del hombre que mató a Guiteras, el hombre que mató a Fidel, él no quería matar a Fidel, él quería que Fidel . . . se esfumara, que la Sierra se lo tragara . . . yo nunca estuve en la sierra, pero . . . . En el año 58, yo ayudante del pre-
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“El 10 de marzo fue una herencia” : 377 sidente, yo tenía una oficina mía personal, de contabilidad, en el periódico Avance, en las oficinas del periódico Avance, y enfrente había una galería de antigüedades, cuyo dueño era hermano, se llamaba Ernesto Rodríguez, era hermano de René Rodríguez, el que estaba en la Sierra . . . . Entonces yo, como estaba con Batista y con la Primera Dama pues le conseguí a las hijas de René, que estaba en la Sierra, eran unas niñas, y yo les conseguía muñecas, medicinas, y a la esposa de mi amigo . . . le reconocía su trabajo, su puesto, para que no la botaran, y al papá, que era inspector de carnets de extranjeros de Gobernación, para que no lo botaran, estaban como recomendados míos los tres . . . . Eso fue a mediados del 58. Después [en diciembre] cuando la cosa se puso caliente, tuve una bronca con el embajador [Gardner] Smith, que vino a Palacio y entonces yo lo recibí por la puerta lateral, no lo recibí por la puerta haciéndole guardia ni nada, que es como se recibe a los embajadores, entonces me dijo lo que no está escrito, el embajador: “You know who I am? I am the ambassador of the Unites States of America, and you received me like a mistress. Usted me está recibiendo como una querida”, y el vigilante que estaba en la puerta se había educado en Estados Unidos, en Chicago, y hablaba el inglés maravilloso, y me decía: “Take it easy, captain, take it easy”, y lo subí al segundo piso . . . . Ese día el embajador le dijo a Batista que se tenía que ir . . . . Entonces Batista cuando él le dijo [eso]. Smith le llevó un radiograma descifrado, que es como esas cosas se manejan, y decía “descifrado” con papelitos arriba, y entonces Batista, él le dijo: “Usted tiene que irse y formar un gobierno de coalición, tiene que irse para su casa”, y entonces Batista se levanta —me cuenta allá en Santo Domingo—, y este se cree que Batista le va a pegar, y entonces le agarra el brazo, pero Batista lo que hace es que busca el papel ese y se lo mete en el bolsillo, porque está por escrito, diciéndole, un gobierno a otro diciéndole: “Usted se tiene que ir para su casa” . . . . Batista le dice: “Yo no voy, si ese es el objetivo de su entrevista doy por terminada la misma, porque este país, mi país, no admite injerencias de nadie” . . . . El americano se cree que Batista le va a pegar porque se levantó y le da la vuelta al escritorio, pero Batista se queda con el papel, Batista se queda con él, y el americano aguanta, baja la mano, el americano era siete veces más grande que Batista, más alto, y fíjate si estaba Batista furioso, que el que [lleva] al americano [hasta la salida] es un bedel, o sea . . . un conserje [que se llamaba] Rafaelito. Y yo digo que es [a finales de diciembre] porque recuerdo que Batista después me cuenta que él había [llamado] a este hombre otra vez, al embajador [Smith], pero por el conducto reglamentario, o sea, Andrés Domingo, que era el ministro de la Presidencia, al ministro de Estado, que es Güell. Entonces Güell [llama] al embajador, y entonces el embajador le contesta: “[Tell him] it’s too late. I don’t give a dime for his life.” ASM: ¿Al calor de hoy, usted . . . —desde dentro es más difícil que ver desde fuera—, usted se veía viviendo en una dictadura? AJS: No, porque mi trabajo era ir a sacar a los presos. Allí hablaba el Vaticano, allí hablaba la Cruz Roja, y entonces me mandaban a mí, a mí o al otro ayudante. Yo tuve enfrentamientos con más que un, hasta con el propio Piedra, que era como hermano mío, porque yo fui a sacar a [José] Llanuza [Gobel], que fue el primero que cayó en desgracia.5 Llanuza fabricaba bombas, enseñaba a los niños de catorce años de la Acción Católica que jugaban al baloncesto, en lugar de enseñarles a jugar baloncesto él les enseñaba a hacer una bomba, y echarla en un cine; y en un cine de esos,
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378 : Abel Sierra Madero como el Rody, por ejemplo, una de esas bombas le arrancó las piernas a la hija del embajador de Francia; Llanuza, y después el papá se me arrodilló y me lloró en los pantalones míos, porque era maestro mío, y me pidió que se lo dijera a Batista, y se lo dije a Batista. ASM: Entonces, ¿usted no veía a Batista como un dictador? AJS: No, no lo veía. Primero, que Batista no se ocupaba de la represión. Cuando Fidel desembarca se esconden en la finca de Bush, de Bill Bush, cuando quedan doce se quedan en la finca de Crescencio Pérez; entonces la aviación pide permiso para bombardear, ¿usted ha visto en alguna guerra que alguien pida permiso a Palacio para bombardear?, yo le pregunto a usted, como periodista; es como si Quevedo lo manda a usted a hacer un reportaje y usted le pregunta a Quevedo si lleva lápiz o papel, o computadora, no sé, me parecía. Y Batista, en sus momentos así [era] . . . . Las fuentes de información nuestras eran el ejército, el SIM, no era la policía, era el SIM con fuentes de informes confidenciales; el mejor era el de la CTC, porque la CTC era pueblo por pueblo, sindicato por sindicato . . . en general la información política en toda la Isla la tenía la CTC y no nosotros. Batista no tenía compromisos con ningún político para hacer el gobierno que hizo, no tenía ningún compromiso para crear la inmoralidad esa de que los policías y los soldados tenían que sacar dinero, yo no concebía eso. [Por ejemplo, recuerdo] cuando Batista se entera de la muerte de Pelayo Cuervo. Batista tenía un número telefónico que yo le conocí en Kuquine, que yo creía que era de mujeres, singantes que lo llamaban para tener citas de amor y eso, o solamente para decirle cosas, porque él se escapaba poco. Y después yo me di cuenta que él tenía informantes directos, informantes directos, y un informante directo que él tenía era un chofer de alquiler que usaba Pelayo Cuervo [Navarro], a quien yo conocía, pero lo conocía como batistiano, no como chofer.6 ASM: ¿Y quién mató a Pelayo Cuervo? AJS: El sargento ese que lo mató, que eran enemigos desde el 33. Todos los políticos de Cuba tenían una casa de seguridad en la que se escondían cuando pasaba algo; la mamá de la Primera Dama, el papá de no sé quién, la casa de Anselmo Alliegro. Las casas de la gente del gobierno escondía a personalidades, Pardo Llada, Miguel Ángel Quevedo, toda esa gente se escondía en casas de gente del gobierno, que se llamaban casas de seguridad, porque nadie iba a buscar a nadie allí, a casa de la mamá de la Primera Dama. Entonces a Pelayo lo van a buscar para sacarlo de circulación y que no lo fueran a matar la gente de Fidel y echarnos la culpa a nosotros. Al sargento que le toca eso era, no eran personas que se llevaran bien, se llevaban mal, porque este sargento había sido abogado en el 33 y perdió la carrera, no estudió, y cayó en la policía como cae todo el que no tiene posibilidades de terminar la carrera de abogado. Pelayo era un hombre muy jodido, muy duro. Cuando se terminaba las reuniones decía: “Hay que matar al perro, hay que matar al negro, porque muerto el negro, se acabó la rabia, hay que matar al negro”, siempre, en todas las reuniones, desde que se estaba chequeando por la policía, y ese reporte nos lo mandaba la policía, o sea, la policía, el SIM, el Buró, todas las conversaciones donde él estaba, terminaban: “Hay que matar al negro, que muerto el perro, se acabó la rabia”, pero le decía negro a Batista, él le tenía un odio africano a Batista, Pelayo. ASM: ¿ Batista no lo mandó a matar entonces?
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“El 10 de marzo fue una herencia” : 379 AJS: ¿Por qué?, Batista no necesitaba matar a nadie, ni la reina de Inglaterra mandó a matar a Diana, para eso era un departamento que existía en Londres para matar gente . . . . ASM: Después Bohemia sacó los cuentos de los torturadores. AJS: Yo me reía mucho, y me río, porque. Mira, yo puedo decir, mi secretaria en Cuba va a decir que yo torturaba, pero yo nunca [hice eso]. Las veces que fui a los cuerpos de represión el tipo ya estaba golpeado . . . de aquí a los tobillos tenía el color de su camisa de la leña que le habían dado, leña, pero ni le apretaron huevos ni le cortaron ningún . . . , le dieron leña. ASM: Yo estuve leyendo mucha prensa, y Bohemia publicaba mucha . . . empezaba a publicar las fotos de los muchachos tirados en las cunetas . . . AJS [en tono sarcástico]: ¿Y ponían bombas esos muchachos? ASM: Me magino . . . . Yo estoy mirando la Historia desde una lejanía generacional e histórica también. AJS: Bueno, y me tocó a mí verla. Este hombre, Pilar García, era jefe de la policía, y como era un señor mayor —no tengo nada contra los señores mayores—, pero como era un señor mayor, y era de la vieja escuela, de golpes, y matar, y qué sé yo; en el régimen no estaban de acuerdo con eso . . . . Ninguno de los jefes de represión hablaba con Batista, ninguno, al único que se le permitía que fuera a Palacio, a Kuquine, donde estuviera Batista, era al coronel Piedra, por la amistad que había con la familia de sus suegros, pero Batista no le daba instrucciones a nadie. ASM: Sí, pero era como un saber compartido, cada cual sabía lo que tenía que hacer, ¿no? AJS: Escúchame. Todos esos jefes que estaban en la represión, Carratalá, el propio Salas en su época. Carratalá era tremendo policía, yo pensé que lo iban a hacer jefe de la policía, y se quedó en el mamarracho este de, amigo del general Fernández, que era. ASM: Pero [Esteban] Ventura también. AJS: Nunca veían a Batista. Cuando era el 10 de marzo, el 4 de septiembre, Batista iba a todos los mandos y les daba la mano, esa era la única [interacción]. Y con Piedra eran reuniones de tipo familiar. ASM: ¿Pero no había comunicación entre la presidencia y la policía? AJS: No, ninguna, ninguna. ASM: ¿Pero no era por problema de imagen, de cuidar la imagen del hombre en traje impecable para que no fuera asociado con la represión y el trabajo sucio que hacían los de abajo? AJS: Los que le tocaba hacer el trabajo sucio, porque a mí me hubiera disgustado mucho, me hubiera costado mucho trabajo hacer el trabajo sucio . . . . Después que he crecido y me he puesto mayor pues he buscado fuentes, porque también yo tengo mis dudas, mis inquietudes. Como ayudante militar, o sea, lo único que yo hacía era cumplir órdenes, pero las órdenes que me daban eran: “Vaya y saque a Fulano”, “Vaya y lleve a Fulano a un hospital”, “Coja a este señor y exílielo”, ese era mi trabajo. Además, yo tuve problemas con la gente de represión, porque uno de los jefes de represión, del SIM, Irenaldo García Báez, un día bajando el ascensor le dice a un civil, que era un español que estaba trabajando en el ascensor, le dice: “Mire, yo me juego la vida en la calle y aquí el capitán tomando jugo de toronja entre el aire acondicionado, pues lo que hace es que a la gente con la que yo me juego la vida para arrestarla,
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FIGURAS 17.4 Y 17.5. Documento clasificado del Departamento de Estado de Estados Unidos donde se encuentra el Capitán Alfredo Sadulé entre los principales acompañantes de Batista en su vuelo a Santo Domingo el 31 de diciembre 1958. Colección personal de Alfredo Sadulé.
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382 : Abel Sierra Madero él la saca para la calle y los mete en una embajada o se le van para el Escambray” y le digo: “Bueno, coronel, con todo respeto, permítame mi coronel —siempre respetando el grado—, a usted le pagan por hacer ese trabajo, a mí también, por hacer lo contrario”; y me pasaba con casi todos los jefes de represión. ASM: Entonces llega la noche del 31 diciembre. ¿Cómo se entera que se van? AJS: Cuando Batista nos dijo, “Nos tenemos que ir”, nos vamos. Nosotros estábamos en Kuquine [junto a Batista] y nos agarró las doce de la noche en el camino, llegando a [la sede militar de] Columbia . . . . En Kuquine lo que se hizo fue que se hicieron las listas, que yo me la olí, porque vinieron gente de la oficina de Silito [el General Tabernilla], las tropas de Silito [el secretario de Batista] que son los que hacían los papeles, vinieron, pero todo el mundo con cara mustia y todos, o sea. ASM: ¿Usted se dio cuenta de que algo? AJS: Algo; no, y el otro ayudante todavía más, porque el otro ayudante, la mujer era muy amiga de la mujer de Silito, y sabía que la mujer de Silito venía de Miami todas las semanas, todos los días, a traer dinero . . . . Pero Batista se la jugó a ver si conseguía controlar a los americanos y no tener que irse, porque él le había propuesto a los americanos quedarse de Jefe de Estado Mayor Conjunto, y entregarle a Rivero Agüero, pero los americanos no se lo aceptaron . . . . Batista no me dijo nada [de que nos íbamos del país] hasta que estuvimos en Columbia, que yo me quedo [frío] . . . . Y entonces lo que yo nunca entendí, y a pesar de que estoy buscando la respuesta, por qué nos abandonaron los americanos, ¿qué le incumplió Batista a los americanos?, es lo que nunca supe. Pero Batista nunca fue pro-americano, nunca.
N O TA S 1. Como bien Alfredo Sadulé señala en este comentario, Batista entendió su golpe de estado del 10 de marzo de 1952 como un acto al cual él estaba predestinado y legitimado por los errores y corrupción innegable del Partido Auténtico, al cual había entregado el poder “generosamente” en 1944. Ese año, Batista le concede la victoria electoral a su antiguo enemigo, Ramón Grau de San Martín. Batista evitó el uso del uniforme militar lo más posible durante su mandato dictatorial y casi siempre se vestía de traje de civil. Fulgencio Batista veía su toma de poder en 1952 como continuación de un movimiento auténticamente revolucionario iniciado por él en septiembre de 1933, a pesar de las contradicciones que implicaba la asunción de esta visión histórica. 2. En 1954, Batista decretó la creación de un club nacional de sociedades de color con el nombre de “Juan Gualberto Gómez” en la playa de Tarará, asignándole al proyecto un presupuesto gubernamental de medio millón de pesos. El Consejo de Ministros eligió como director al veterano negro, Generoso Campos Marquetti. Véase Alejandro de la Fuente, A Nation for All: Race, Inequality and Politics in Twentieth-Century Cuba (Chapel Hill, NC: University of North Carolina Press, 2001), 247–248. 3. Primer Ministro del Interior de Batista después del golpe de estado en 1952, Rafael DíazBalart (1926–2005) fue congresista de la época de la dictadura y gran defensor público de las políticas del régimen hasta su exilio a finales de diciembre de 1958. Hasta 1955, fue también cuñado de Fidel Castro. 4. Nacido en Cienfuegos en 1932, Rolando Cubela fue fundador del Directorio Estudiantil Revolucionario, junto al Presidente de la FEU, José Antonio Echeverría. Luego del fracaso del asalto al Palacio Presidencial planificado por el Directorio, Cubela encabezó la guerrilla del Directorio en El Escambray, ascendiendo luego del 1959 a las altas esferas diplomáticas del gobierno
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“El 10 de marzo fue una herencia” : 383 revolucionario. En 1966, fue sentenciado a una pena de veinticinco años por conspirar con la CIA para asesinar a Fidel Castro. Liberado de la prisión en 1979, vive actualmente en Miami. 5. Miembro de la red de activistas clandestinos contra Batista del Movimiento 26 de Julio, José Llanuza Gobel ocupó numerosos cargos en el gobierno revolucionario, desde Ministro de Educación a Ministro de Deportes en la década de los 60. Fue también miembro del Comité Central del Partido Comunista hasta su muerte en 2007. 6. Senador Pelayo Cuervo Navarro fue militante del Partido Ortodoxo desde su fundación en 1947 por Eduardo Chibás. Aprovechando la confusión creada por el fracasado asalto al Palacio Presidencial del Directorio Estudiantil Revolucionario el 13 de marzo 1957, las fuerzas represivas del régimen de Batista asesinaron a Pelayo Cuervo a pesar de no haber tenido vinculo ninguno ni conocimiento del evento.
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Aurea Matilde Muñiz. José y Consuelo: Amor, guerra y exilio en mi memoria. La Habana: Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, 2013. 159 pp. Los horrores de la guerra son muy difíciles de entender desde la frialdad de un libro de investigación histórica, pero cuando son los recuerdos de una niña la que describe la experiencia, otra es la sensación. Este es el caso del libro José y Consuelo: Amor, guerra y exilio en mi memoria, que nos ofrece la historia de una mujer que recuerda la guerra que vivió durante su niñez. Aurea Matilde Fernández Muñiz, profesora de Mérito de la Universidad de la Habana, nos relata a modo de testimonio su vida y la de sus padres entre las décadas del 1920 y 1940. El relato trata acerca de cómo una persona recuerda la relación entre sus padres, la supervivencia en un medio hostil como la Guerra Civil Española, sus efectos en las familias, el exilio y el sufrimiento que dejó el conflicto que dividió a un pueblo. Esta es una historia de vida donde la autora habla del amor de sus padres José y Consuelo, dos maestros republicanos que tenían como meta suprema mejorar la educación en su región, Asturias. La guerra civil española y el sufrimiento por la pérdida de los seres queridos, del hogar y el empleo, son otras de las realidades relatadas. Cómo choca una familia con la polarización de la sociedad donde hermanos quedaban divididos en bandos contrarios y la única solución posible era el exilio obligado. Las circunstancias de esta emigración y la nueva vida en Cuba conforman la segunda sección del texto. Esta etapa también estaba plagada de contratiempos: la vida lejos de Asturias, la nueva familia, adaptarse a un nuevo hogar y a las nuevas costumbres. La vida cotidiana durante la guerra civil española es uno de los principales asuntos del libro, que relata como quedaron atrapados entre los dos fuegos enemigos y lo pierden todo, las persecuciones que sufren, las miserias y sufrimientos. El otro momento de gran significado es el sentimiento del exilio y la adaptación al nuevo lugar. Forjarse un nuevo camino y el siempre presente deseo de volver a la patria perdida, son los incentivos del grupo exiliado en Cuba. Rehacer la vida en un país extranjero y las reacciones de una niña al enfrentarse con lo desconocido enriquecen el texto. Cada capítulo del libro refleja el crecimiento de la protagonista-autora y como ella percibe los sucesos que la rodean, en el ámbito familiar y social. Los más de cincuenta años de experiencia docente ayudan a la perfecta armonía de contextos históricos dentro de la narración testimonial y la belleza del lenguaje, que hacen muy amena la lectura. El examen de las causas de la guerra, su desarrollo y el contexto de la aceptación por parte de Cuba de los exiliados españoles, son ejemplos de la riqueza del libro como apoyo a la labor investigativa sobre la inmigración española a la isla. La vida de esta familia de asturianos puede considerarse un
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390 : Book Reviews modelo de cómo llegaron a Cuba gran parte de los exiliados republicanos luego de la guerra civil. Publicado por Ediciones la memoria del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau en el año 2007, por su aceptación fue que mereció la presente reedición en 2013. Un repertorio de fotografías de la autora y sus allegados contribuyen a ilustrar con imágenes oportunas la narración. BENITO ALBISA NOVO Universidad de La Habana Claes Brundenius and Ricardo Torres Pérez, eds. No More Free Lunch: Reflections on the Cuban Economic Reform Process and Challenges for Transformation. Heidelberg, Germany: Springer, 2014. 260 pp. Written by distinguished academics from Cuba and from outside the country, and informed by valuable insights and research expertise, No More Free Lunch is an impressive collection of scholarly chapters on the far-reaching economic transformations (officially labeled an “update” of the socialist model) that are taking place in Cuba under the leadership of Raúl Castro. The volume offers fresh perspectives on a number of key subjects related to the reform process under way on the island, in particular the unprecedented changes in agriculture, the opening to small private enterprises and the authorization of nonagricultural cooperatives, the promotion of foreign direct investment, the abolishment of food rationing and the elimination of monetary duality, the massive layoffs of public employees and the overhaul of the business model of state firms, and cutbacks in state subsidies and gratuities. The structural problems of today’s Cuban economy and the main challenges facing Havana’s policy makers are also analyzed, along with the reform experience of other countries like China and Vietnam, to draw potential lessons for Cuba. The result is a rigorous intellectual project that sheds substantial light on the Cuban government’s attempts to devise a new economic model aimed at unleashing productive forces, reducing the notorious inefficiencies of the existing socialist system, improving living standards, and fostering sustainable development. Taken as a whole, Raúl Castro’s economic reforms are well conceived and quite significant. Some of the structural market-oriented changes recently introduced in Cuba would have been unimaginable just a few years ago when Fidel Castro ruled the country. However, several major problems continue to affect the Cuban economy, above all the overreliance on exports of professional services with very few backward linkages, insufficient agricultural production and the meager performance of the manufacturing industry resulting in high levels of food imports and a persistent trade imbalance, little capital accumu-
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390 : Book Reviews modelo de cómo llegaron a Cuba gran parte de los exiliados republicanos luego de la guerra civil. Publicado por Ediciones la memoria del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau en el año 2007, por su aceptación fue que mereció la presente reedición en 2013. Un repertorio de fotografías de la autora y sus allegados contribuyen a ilustrar con imágenes oportunas la narración. BENITO ALBISA NOVO Universidad de La Habana Claes Brundenius and Ricardo Torres Pérez, eds. No More Free Lunch: Reflections on the Cuban Economic Reform Process and Challenges for Transformation. Heidelberg, Germany: Springer, 2014. 260 pp. Written by distinguished academics from Cuba and from outside the country, and informed by valuable insights and research expertise, No More Free Lunch is an impressive collection of scholarly chapters on the far-reaching economic transformations (officially labeled an “update” of the socialist model) that are taking place in Cuba under the leadership of Raúl Castro. The volume offers fresh perspectives on a number of key subjects related to the reform process under way on the island, in particular the unprecedented changes in agriculture, the opening to small private enterprises and the authorization of nonagricultural cooperatives, the promotion of foreign direct investment, the abolishment of food rationing and the elimination of monetary duality, the massive layoffs of public employees and the overhaul of the business model of state firms, and cutbacks in state subsidies and gratuities. The structural problems of today’s Cuban economy and the main challenges facing Havana’s policy makers are also analyzed, along with the reform experience of other countries like China and Vietnam, to draw potential lessons for Cuba. The result is a rigorous intellectual project that sheds substantial light on the Cuban government’s attempts to devise a new economic model aimed at unleashing productive forces, reducing the notorious inefficiencies of the existing socialist system, improving living standards, and fostering sustainable development. Taken as a whole, Raúl Castro’s economic reforms are well conceived and quite significant. Some of the structural market-oriented changes recently introduced in Cuba would have been unimaginable just a few years ago when Fidel Castro ruled the country. However, several major problems continue to affect the Cuban economy, above all the overreliance on exports of professional services with very few backward linkages, insufficient agricultural production and the meager performance of the manufacturing industry resulting in high levels of food imports and a persistent trade imbalance, little capital accumu-
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lation and chronic liquidity shortages, the underutilization of human capital, and a restrictive business environment. The contributors do not shy away from pointing out these problems and suggesting deeper reforms to tackle the shortcomings of Cuba’s state-dominated and highly centralized economy. García Álvarez and Nova González call for a more decentralized agricultural management model and a greater presence of market forces in driving production and distribution activities. Torres Pérez recommends the implementation of policy measures specifically designed to boost higher levels of domestic integration (especially between the agricultural and industrial sectors) and to stimulate more complex and knowledge-intensive productive capacities with the involvement of small private businesses and cooperatives. Monreal also suggests a reorientation of Cuba’s highly trained workforce in career paths with increasing technological learning and argues that nonstate entrepreneurs could make a significant contribution to export diversification and development. Regarding small private enterprises, Ritter notes their dramatic expansion since 2010 but warns that these businesses in Cuba continue to be burdened by excessively high taxation rates and ill-advised restrictions and prohibitions. Similarly, Sagebien and Betancourt stress that the Cuban government’s distrust of an independent nonstate sector and of capital accumulation in private hands is hindering the growth of a prosperous entrepreneurial economy, yet they argue that the ongoing transformation of the socialist system with an increased role of market mechanisms provides a unique opportunity to foster the creation of socially responsible and economically viable nonstate enterprises. The insufficient systemic focus of Raúl Castro’s reforms is a common theme throughout the volume. According to Pérez Villanueva, Vidal, and De Miranda Parrondo, the positive experience of other reform processes in countries such as China and especially Vietnam makes it clear that Cuba needs transformations that go beyond a simple update of its socialist model. Necessary changes include renewed efforts and liberalizing measures to attract foreign direct investment (also generated by Cuban residents abroad), monetary and exchange rate reforms, and institutional reforms aimed at reducing state control, fostering a competitive environment, and strengthening the legislative framework. Finally, it is worth emphasizing that Cuban authorities have yet to define clearly the economic model that will ultimately be adopted. On this subject, Fernández Estrada maintains that systemic limits must be rigorously attached to the process of economic transformation to avoid an irreversible transition that would compromise socialist construction. Triana Cordoví instead argues that Cuba must prioritize long-term development solutions and do away with the overly rigid and dogmatic attitudes toward socialism of the past, because in the end it will be difficult to sustain Cuban socialism without growth and development. In the volume’s concluding chapter, Brundenius also contends that Cuban policy makers must abandon their traditional focus on
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392 : Book Reviews short-term solutions to the country’s problems and pursue an alternative economic model that combines the efficiency of a market-oriented system with the search for equity, solidarity, and democracy. To be fair, despite the notable coherence achieved in substance and the inclusion of generally very strong contributions, a certain degree of unevenness and limited connections among the individual chapters must be recognized as important weaknesses of this volume. This is often the case with edited collections that cover different themes and topics. Even so, No More Free Lunch is a must-read for anyone seeking to understand Cuba’s complex economic realities and the reform process initiated by the government of Raúl Castro. PAOLO SPADONI Georgia Regents University Kristina Wirtz. Performing Afro-Cuba: Image, Voice, Spectacle in the Making of Race and History. Chicago: University of Chicago Press, 2014. 344 pp. Kristina Wirtz offers a provocative and polemical look into the meanings of blackness in contemporary Cuba in Performing Afro-Cuba: Image, Voice, Spectacle in the Making of Race and History (2014). Combining recent theories in cultural linguistics with ethnographic fieldwork in Santiago de Cuba, Wirtz argues that Afro-Cuban invocations of African slave speech, known as Bozal, in folklore and ritual performances are a part of a legacy of “discursive blackface” (274). Afro-Cuban performers and the scholars who study them, she concludes, reinforce negative stereotypes about blackness, even as they try to show what they imagine to be authentic representations of Cuba’s African past. This claim, and indeed the entire book, leaves readers with more questions than answers, perhaps the most basic of which is how Wirtz’s analysis would have been affected by including some of the historically rooted debates among AfroCuban artists, scholars, and activists about how to challenge racism. Notably, many of these debates have centered on the issue of representation, providing various perspectives on which aspects of Afro-Cuban culture to highlight and perform. Nevertheless, Wirtz’s unearthing of the racist motivations behind the “enregisterment” of Bozal—“the social processes through which ‘cultural modes of speech’ emerge” (265)—by white Cuban intellectuals in the early twentieth century pushes all scholars of race, racism, and blackness to rethink accepted frameworks and try harder to make apparent the processes that have given and continue to give meaning to racial categories. Wirtz traces the process through which Cubans constitute ideas about blackness using Bakhtin’s notion of chronotope. The author shows how Cu-
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392 : Book Reviews short-term solutions to the country’s problems and pursue an alternative economic model that combines the efficiency of a market-oriented system with the search for equity, solidarity, and democracy. To be fair, despite the notable coherence achieved in substance and the inclusion of generally very strong contributions, a certain degree of unevenness and limited connections among the individual chapters must be recognized as important weaknesses of this volume. This is often the case with edited collections that cover different themes and topics. Even so, No More Free Lunch is a must-read for anyone seeking to understand Cuba’s complex economic realities and the reform process initiated by the government of Raúl Castro. PAOLO SPADONI Georgia Regents University Kristina Wirtz. Performing Afro-Cuba: Image, Voice, Spectacle in the Making of Race and History. Chicago: University of Chicago Press, 2014. 344 pp. Kristina Wirtz offers a provocative and polemical look into the meanings of blackness in contemporary Cuba in Performing Afro-Cuba: Image, Voice, Spectacle in the Making of Race and History (2014). Combining recent theories in cultural linguistics with ethnographic fieldwork in Santiago de Cuba, Wirtz argues that Afro-Cuban invocations of African slave speech, known as Bozal, in folklore and ritual performances are a part of a legacy of “discursive blackface” (274). Afro-Cuban performers and the scholars who study them, she concludes, reinforce negative stereotypes about blackness, even as they try to show what they imagine to be authentic representations of Cuba’s African past. This claim, and indeed the entire book, leaves readers with more questions than answers, perhaps the most basic of which is how Wirtz’s analysis would have been affected by including some of the historically rooted debates among AfroCuban artists, scholars, and activists about how to challenge racism. Notably, many of these debates have centered on the issue of representation, providing various perspectives on which aspects of Afro-Cuban culture to highlight and perform. Nevertheless, Wirtz’s unearthing of the racist motivations behind the “enregisterment” of Bozal—“the social processes through which ‘cultural modes of speech’ emerge” (265)—by white Cuban intellectuals in the early twentieth century pushes all scholars of race, racism, and blackness to rethink accepted frameworks and try harder to make apparent the processes that have given and continue to give meaning to racial categories. Wirtz traces the process through which Cubans constitute ideas about blackness using Bakhtin’s notion of chronotope. The author shows how Cu-
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bans relegate blackness to “a timeless past still among us” by examining the ways Afro-Cuban visual art, religious ceremonies, carnival, and folklore performances invoke a set of common narratives about slavery, slave rebellion, and black participation in the island’s nineteenth-century wars of independence (196). But even as these performances repeat and relive particular aspects of Afro-Cuban histories, Wirtz finds that they also implicitly link long-standing stereotypes of primitive, savage, and dangerous African slaves to present-day black bodies. Wirtz builds her argument about the role Afro-Cuban performances play in constructing the meaning of blackness by comparing the visual and audio components of state-sponsored folklore events with private and semiprivate ceremonies led by local cabildo and religious leaders. She analyzes the African Trilogy performance by Santiago’s Ballet Folklórico and finds that the show’s often overdramatized dance steps, blackface-like costumes, and use of rituals from cabildos “convey Blackness as exotic, superstitious, theatrical and impenetrable” (238). Unfortunately, the book does not provide much insight into how the performers in the Ballet Folklórico understood the character of their show. Unlike the state-sponsored folklore performances, Wirtz finds that private Regla de Ocha and Regla de Palo ceremonies and semiprivate cabildo events invoke Cuba’s African past as a way of forging community, offering advice, and reminding members of their ancestors’ contributions to the nation. However, for Wirtz, despite their potential as “counterhegemonic spaces for alternative histories” (something I wanted to hear more about), these Afro-Cuban religious ceremonies continue to enregister blackness as existing only in the past and to provide fodder for state-sponsored folklore performances (206). The central link that she draws between the various forms of Afro-Cuban expression under examination lie in those forms’ use of Bozal to represent the speech of African slaves and former slaves. Wirtz disagrees with other linguists who attempt to recover Bozal as an authentic Spanish Creole. Instead, she argues that Bozal was not an actual language; rather, it is what one scholar calls a “frozen stereotype” (263) founded on common conjugation and pronunciation mistakes that any Spanish-language learner might initially make. Tracing the enregisterment of Bozal, Wirtz demonstrates how scholars, including Spanish Golden Age literature authors, Cuban minstrel theater (teatro bufo) playwrights, and well-meaning anthropologists and ethnographers like Fernando Ortiz and Lydia Cabrera coded Bozal as black and savage at different moments in Cuban history. Herein lies Wirtz’s final conclusion that twenty-first-century Afro-Cuban performances and ceremonies, which often draw on Lydia Cabrera’s work to establish authentic representations of black speech, song, and religious rituals, are tacitly reinforcing stereotypes that Cubans have long associated with
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394 : Book Reviews Bozal. And although her warning to scholars is clear, her final words to AfroCuban performers are less so. Because even though she ends the book asking what would “recognizing an interdiscursive history of blackface mean for Cuban religious invocations of Bozal” (289), her larger argument implicitly labels Afro-Cuban traditions as racist and leaves little room for an alternative reading. One way around this conundrum would be additional research and dialogue with Afro-Cuban performers and scholars. What does using Bozal do for their performances and religious practices? Are there alternate readings of what these performances mean to Afro-Cubans despite Wirtz’s insight that scholars and blackface playwrights initially studied and performed Bozal as a way to demonstrate what they saw as the primitive nature of former slaves? And what about the interventions of the many Afro-Cuban intellectuals, such as the editors of Afrocubanas: History, Thought, and Cultural Practices (2011), Daisy Rubiera Castillo and Inés María Martiatu Terry, who are now publicly critiquing representations of blacks and mulatos in the Cuban media? What are the implications of their call for an end to the practice of only assigning black women roles as mammies and domestics, for example, on Wirtz’s conclusions about Afro-Cuban participation in the reproduction of stereotypes? Surely, turning to these voices will help scholars of race, performance, and language in the Americas answer some of the questions Wirtz introduces. DEVYN SPENCE BENSON Louisiana State University Mao Xianglin. Sobre el socialismo en Cuba. Beijing: China Intercontinental Press, 2014. 410 pp. Professor Mao Xianglin is a Chinese scholar who for three decades has done research and published two previous books on Cuba. He is adviser to the Center for the Study of Cuba, Institute of Latin American Studies, and researcher in the Center for the Study of World Socialism, both at the Chinese Academy of Social Sciences (CASS), and a foreign correspondent for the U.S. Handbook of Latin American Studies. In 1982 we met in Beijing—he was one of the translators to Chinese of my book Cuba in the 1970s—but his help was not acknowledged (as then was considered vanity). Things have changed for good, and now both the names and biographies of the translators to Spanish of Mao’s book are included. The preface to the book is written by a former CASS vice president and the Cuban ambassador to the People’s Republic of China. Twelve chapters deal with the history of Cuban socialism, the Communist Party, the political system, the armed forces, the economy (1509–2004), education, health care, religion,
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394 : Book Reviews Bozal. And although her warning to scholars is clear, her final words to AfroCuban performers are less so. Because even though she ends the book asking what would “recognizing an interdiscursive history of blackface mean for Cuban religious invocations of Bozal” (289), her larger argument implicitly labels Afro-Cuban traditions as racist and leaves little room for an alternative reading. One way around this conundrum would be additional research and dialogue with Afro-Cuban performers and scholars. What does using Bozal do for their performances and religious practices? Are there alternate readings of what these performances mean to Afro-Cubans despite Wirtz’s insight that scholars and blackface playwrights initially studied and performed Bozal as a way to demonstrate what they saw as the primitive nature of former slaves? And what about the interventions of the many Afro-Cuban intellectuals, such as the editors of Afrocubanas: History, Thought, and Cultural Practices (2011), Daisy Rubiera Castillo and Inés María Martiatu Terry, who are now publicly critiquing representations of blacks and mulatos in the Cuban media? What are the implications of their call for an end to the practice of only assigning black women roles as mammies and domestics, for example, on Wirtz’s conclusions about Afro-Cuban participation in the reproduction of stereotypes? Surely, turning to these voices will help scholars of race, performance, and language in the Americas answer some of the questions Wirtz introduces. DEVYN SPENCE BENSON Louisiana State University Mao Xianglin. Sobre el socialismo en Cuba. Beijing: China Intercontinental Press, 2014. 410 pp. Professor Mao Xianglin is a Chinese scholar who for three decades has done research and published two previous books on Cuba. He is adviser to the Center for the Study of Cuba, Institute of Latin American Studies, and researcher in the Center for the Study of World Socialism, both at the Chinese Academy of Social Sciences (CASS), and a foreign correspondent for the U.S. Handbook of Latin American Studies. In 1982 we met in Beijing—he was one of the translators to Chinese of my book Cuba in the 1970s—but his help was not acknowledged (as then was considered vanity). Things have changed for good, and now both the names and biographies of the translators to Spanish of Mao’s book are included. The preface to the book is written by a former CASS vice president and the Cuban ambassador to the People’s Republic of China. Twelve chapters deal with the history of Cuban socialism, the Communist Party, the political system, the armed forces, the economy (1509–2004), education, health care, religion,
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foreign affairs, Chinese relations with Cuba, and Mao’s reasons “of the vitality of Cuban socialism.” For Chinese readers, Mao’s desire to provide a comprehensive Cuban panorama forces brief treatment in quite complex themes. The author mainly relies on Cuban and Western sources, and only a dozen Chinese books on Cuba or Latin America are in the bibliography, an indicator of the scarcity of Cuban scholarship in the PRC and the rarity of this book.1 Lack of space forces a focus on China-Cuba relations that starts in 1847 when culies (coolies) arrived in Havana and later the Chinese participation in the War of Independence. The author subsequently deals with Mao Zedong’s endorsement of the Cuban Revolution, Fidel’s regional pioneering break in relations with Taiwan and establishment of relations with the PRC, and the latter moral support of Cuba in the United Nations and against the United States. Of particular importance are the conflict in 1964, when the Cuban government asked the Beijing ambassador to stop distributing propaganda (in Cuba’s armed forces), Fidel’s criticism of China in 1966 on trade agreements, Beijing’s answer that deteriorated the bilateral relations, and the 1970s freeze given the conflict with the Soviet Union. (In the ideological struggle for the international socialist movement that Mao analyzes, he fails to specify that China accused the Soviet Union of being a second, “social” imperialist power and that Cuba sided with the Soviets.) In 1984 both countries signed an exchange of experts, and Flavio Bravo, president of Cuba’s National Assembly, traveled to China, the first Cuban high official to visit that country in twenty years. In 1989 there was a swap of visits by the chancellors of both countries. The collapse of the socialist bloc in 1990 provoked a grave socioeconomic crisis in Cuba, including severe oil scarcity, which virtually paralyzed transportation: China sent bikes and a bicycle factory. President Jiang Zemin visited Cuba in 1993 at the worst point in the crisis, then Fidel traveled to China in 1995 and Raúl Castro in 1997. President Jiang went back to Cuba in 2001, gave Fidel a poem “written by his own hand” praising his revolutionary spirit, and signed cooperation agreements. Fidel returned to China in 2003, acknowledging that in the previous decade the two countries had reached most progress in their ties but did not receive more aid. In 2004, however, when President George W. Bush had been elected, the new Chinese president Hu Jintao traveled to Cuba, his first visit abroad, and signed sixteen agreements; thereafter trade and investment rose. Currently, China is Cuba’s second commercial partner, with 9 percent of trade volume, but well behind Venezuela, with 44 percent. Chinese investment is increasing, although its oil exploration in the high seas failed and Beijing withdrew an important ferronickel project. This book is uncompromisingly favorable to the Cuban Revolution and its policies. Mao narrates a conversation with Fidel during his last visit to China in 2003 about how the “Maximum Leader” showed interest in his book and encouraged him to finish it (the Spanish version was expected to be published in
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396 : Book Reviews Havana, but economic troubles impeded that; however, Cuba provided help for the translation). Information on the book ends around 2004, and the Chinese version was published in 2005, before Raúl’s replacement of Fidel in 2006 and his confirmation in 2008 as president of the State Council. To fill this gap, Mao adds a brief epilogue in which he acknowledges some of the severe problems Cuba faced in 2006 that led to economic deterioration and the need for Raúl’s structural reforms. Mao states that the “actualization of the model” advances with firm steps and “visible results,” that “production has risen considerably,” and that “the reforms are already yielding effects and move in tandem with economic development” (387–388, my translation). Actually, Cuba’s annual gross domestic product growth averaged 2.2 percent in 2009–2014; the official rate in 2014 was 1.3 percent, according to the Economic Commission for Latin America and the Caribbean, the fifth lowest among thirty-five countries in that region. Two agrarian reforms (2008 and 2012) have failed so far to raise agricultural output. The deficit in the trade balance of goods in 2013 surpassed US$9 billion, higher than in 2012; Cuba imports US$2 billion in agricultural products annually, tantamount to 85 percent of national consumption, which could be domestically produced. Mao ends his book by saying, “If Cuba is able to fully change the old conceptions of its development model and the role of the market, its path of progress would be wider” (388). In view of the worldwide debate on the subject, it would have been illuminating if Mao had discussed whether speeding up and deepening Cuba’s structural reforms following the Chinese example would eventually result in self-sufficiency in food, generation of an export surplus, and the laying of foundations for sustained economic growth in Cuba. CARMELO MESA-LAGO University of Pittsburgh (emeritus) NOTE 1. In contrast, quotations from the Chinese newspaper People’s Daily related to Cuba provide useful insights.
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Consuelo Naranjo Orovio. Historia mínima de las Antillas hispanas y británicas. México, DF: El Colegio de México, 2014. 343 pp. This latest work by Consuelo Naranjo Orovio is in part the result of the discussions and knowledge gained from the five-volume work on the history of the Antilles published in Spain under her direction as editor in chief over the past five years. Guided by the spirit of that monumental enterprise, Historia mínima de las Antillas hispanas y británicas (A Brief History of the Hispanic and British West Indies), is an unprecedented and very successful attempt to establish a comparative analysis of the economies and societies that emerged from the shadows of the two European colonial enterprises that exercised the greatest degree of influence in shaping the early modern and contemporary history of the Caribbean. The work is unique and particularly praiseworthy not only for its focused approach but also for being a precious exercise in brevity. The key to the enterprise’s success rests in the decision by the author, a renowned expert on Cuba, to limit her treatment of the Hispanic Antilles primarily to Hispaniola and Puerto Rico. Although the “Big Island” is inevitably and necessarily present in the background of every discussion, Naranjo Orovio’s approach is brave and commendable, as it shifts the focus of discussions away from the discourse of Cuban exceptionality to paint a more balanced and nuanced view of a varied colonial and frontier experience in the Spanish imperial enterprise, bringing to life the important and often neglected scenarios East of Havana. This allows for important moments in the book that refocus attention on the early colonial foundations in Hispaniola and Borinken (later Puerto Rico) and the War of Restoration of the Dominican Republic, as well as the Project of the Caribbean Confederation, all of which are often neglected by the emphasis on the rise of Havana as an emporium in the system of the flota, or Spanish Fleet, and a War of Cuban Independence that is so often framed exclusively as a heroic struggle for a national insular state in opposition to U.S. imperial hegemony. The work is also a commendable attempt to redress centuries of antiSpanish discourse and propaganda by looking instead at the ways in which both the Spanish and the British colonial experience and imperial institutions responded to local conditions, as well as broader commercial and territorial disputes among European powers. In every case, Naranjo Orovio emphasizes diversity in a context of cross-pollination between otherwise contrasting models of colonial subjugation and economic exploitation that produced different timings and variations on common themes. The work contains five chapters, preceded by an introduction in which the author makes a strong case for the primacy of the Antillean experience, arguing that the region is a principal platform of the modern experience as well as the
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400 : Book Reviews main mold where the American experience was forged. The first chapter traces the transition between an early Spanish concept of the Leeward Islands as being “useless” and devoid of value to the rise of major nodal points of Atlantic commerce and modern institutions in the West Indies. The second chapter deals with imperial competition for commercial dominance and the tensions of new technologies and modes of production with the political challenges brought about by the spread of revolution. It presents important information on Spanish attempts to counter the rise of British power and the permanent threat of insurrection through military reforms and changes in emigration policies to diffuse perceived socio-racial imbalances. The third chapter, which deals with population and society, is arguably a tour de force. Here, Naranjo Orovio, who is an expert on migration and exiled communities in the Antilles, paints a complex picture of Caribbean diversity within an experience of Creolization that repeats itself, with important variations, island by island. Here is the basis for understanding the complexity of the Antillean experience and being in relation to the rest of the world, which Naranjo Orovio measures against what she terms “the costs of freedom.” It is unusual for such a discussion not to be preceded by a broader explanation of the plantation economy and the role played by sugar cultivation in reorganizing Antillean societies and world commerce. This reversal is particularly engaging and enlightening, as it forces the reader to measure the complexity and blind spots of the Antillean experience while revisiting from that vantage point the economic imperatives that shaped imperial institutions and colonial society. This is a tactical approach that feeds directly into the final chapter, on the inseparable tandem that brings together in the Antilles the unbalanced and incomplete relationship between freedom from bondage and independence as “liberty.” Once again, the purposeful deemphasizing of the “Havana-centric” Cuban historical and political discourse gives the author room to refocus the discussion in other scenarios such as the history of Barbados and Jamaica and the convoluted space of the shared and inseparable Haitian-Dominican experience. Naranjo Orovio shifts away from the standard notions in Spanishlanguage historiographies that tend to emphasize the “Latin American” side of Antillean history by positing the primacy of the struggle against slavery as the constitutional element that has come to define the incomplete project of Antillean emancipation and political independence everywhere in the archipelago and beyond. The chapter ends with a revealing assessment of the failures of the confederative project on both the Spanish- and the Englishspeaking islands. All in all, this brief work, full of complexity and implications, confirms Consuelo Naranjo Orovio as the first Spanish scholar who can claim to be a true and comprehensive expert on the West Indies or the Caribbean experience
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in the broadest of terms. The work is indispensable for any scholar of the region, the hemisphere, and the Atlantic World. JOSÉ F. BUSCAGLIA-SALGADO Northeastern University Imilcy Balboa Navarro. De los dominios del rey al imperio de la propiedad privada: Estructura y tenencia de la tierra en Cuba (siglos XVI–XIX). Colección América 21. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2013. 349 pp. With the expansion of commercial agriculture, between the late eighteenth century and the first decades of the nineteenth century, Cuba maintained a model based on an agro-industrial export economy that acted to consolidate slave planters in the social strata. To consolidate the sugar plantation economy, planters needed slaves but also land. Slavery has been a recurring field of study in the Spanish, Cuban, and particularly U.S. historiography, but issues related to the usage and possession of land have remained a minor topic. Pioneering research on land begin with Francisco Pérez de la Riva and his Origen y régimen de la propiedad territorial en Cuba (1946), but the only work, so far, entirely dedicated to the usage and possession of land is the work by Julio Le Riverend and his series of articles published in Revista de la Biblioteca Nacional, regrouped later in the book Problemas de la formación agraria de Cuba, siglos XVI-XVII (1992).1 Since then, the topic of land has been treated only in works of a general nature or in recent years in so-called regional histories. Balboa’s De los dominios del rey al imperio de la propiedad privada covers this gap and is acknowledged as one of the major works of the historiography of Cuba, particularly in relation to agricultural issues. In contrast to Le Riverend—to whom the author notes she is indebted—Balboa is not limited to the study of the sixteenth and seventeenth centuries. Her research delves deeper into the search for explanations in the sixteenth century to support the dynamics of socioeconomic transformations that took place during the eighteenth and nineteenth centuries; she then addresses the first decades of the twentieth century with the spread of the latifundio. All of this is documented with extensive archives sources located in Cuba and Spain; a documentary appendix is included. Given the depth and scope in the treatment of the issue, this book constitutes a precursor study for Hispanic Caribbean history, along with the works of Roberto Cassá and Michel J. Godreau, and Juan A. Giusti, for the cases of Santo Domingo and Puerto Rico, respectively. De los dominios del rey makes four fundamental contributions in my opinion. First is the combined analysis of social history with economic and legal
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in the broadest of terms. The work is indispensable for any scholar of the region, the hemisphere, and the Atlantic World. JOSÉ F. BUSCAGLIA-SALGADO Northeastern University Imilcy Balboa Navarro. De los dominios del rey al imperio de la propiedad privada: Estructura y tenencia de la tierra en Cuba (siglos XVI–XIX). Colección América 21. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2013. 349 pp. With the expansion of commercial agriculture, between the late eighteenth century and the first decades of the nineteenth century, Cuba maintained a model based on an agro-industrial export economy that acted to consolidate slave planters in the social strata. To consolidate the sugar plantation economy, planters needed slaves but also land. Slavery has been a recurring field of study in the Spanish, Cuban, and particularly U.S. historiography, but issues related to the usage and possession of land have remained a minor topic. Pioneering research on land begin with Francisco Pérez de la Riva and his Origen y régimen de la propiedad territorial en Cuba (1946), but the only work, so far, entirely dedicated to the usage and possession of land is the work by Julio Le Riverend and his series of articles published in Revista de la Biblioteca Nacional, regrouped later in the book Problemas de la formación agraria de Cuba, siglos XVI-XVII (1992).1 Since then, the topic of land has been treated only in works of a general nature or in recent years in so-called regional histories. Balboa’s De los dominios del rey al imperio de la propiedad privada covers this gap and is acknowledged as one of the major works of the historiography of Cuba, particularly in relation to agricultural issues. In contrast to Le Riverend—to whom the author notes she is indebted—Balboa is not limited to the study of the sixteenth and seventeenth centuries. Her research delves deeper into the search for explanations in the sixteenth century to support the dynamics of socioeconomic transformations that took place during the eighteenth and nineteenth centuries; she then addresses the first decades of the twentieth century with the spread of the latifundio. All of this is documented with extensive archives sources located in Cuba and Spain; a documentary appendix is included. Given the depth and scope in the treatment of the issue, this book constitutes a precursor study for Hispanic Caribbean history, along with the works of Roberto Cassá and Michel J. Godreau, and Juan A. Giusti, for the cases of Santo Domingo and Puerto Rico, respectively. De los dominios del rey makes four fundamental contributions in my opinion. First is the combined analysis of social history with economic and legal
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402 : Book Reviews factors. In this way, Balboa interconnects economic structure with the evolution of land tenure and the formation of social groups with the exploration of the political and legal conditions. Second is the consideration of the peculiarity of the island within the Spanish Empire. No previous study has reflected on the profuse Indies laws and the peculiarities of their application overseas. The third contribution is the review and adaptation of the main agricultural figures; this work overcomes the Western perspective to cover the island as a whole and takes into account factors that distinguished the agricultural model in each region of Cuba. Balboa focuses on social history and economic history, as well as on law and fiscal history, to remove coined stereotypes, which still persist in their insights, on the agrarian history of Cuba. Such concepts that have engendered confusion are subject to revision, including realengos, baldíos, propios, haciendas comuneras, censos and arrendamientos, composiciones, and confirmaciones. As the author notes: “no se trata de revisar la estructura agraria desde la perspectiva de la historia del derecho, sino de integrar la particularidad de la isla dentro de la generalidad del imperio español y esclarecer la construcción jurídica de las relaciones sociales” (17). The fourth contribution of this volume is to provide an internal analysis of agrarian transformations from a global perspective, including what was happening not only in Spain but also in the rest of Latin America, with special attention to the Hispanic Caribbean. Balboa’s study also discusses changes in the regime of the land tenure in Cuba as part of the socioeconomic transformations, approaching property relationships as the legal expression of production relationships. This served not only to generate a model of economic development but also to recognize the agricultural groups associated with it and to explain social conflicts, such as the struggle between the Crown and planters, as well as between planters and small landholders. From an analysis of the strategy adopted by each group, the author plunges into consideration of the strategies’ impact on economic development and of the social groups that joined during the process and of those who were excluded, as well as the final result: the triumph of an agricultural model based on the plantation, with planters as the hegemonic class. This process culminated with the impact of the Enlightenment and liberalism and, finally, the consecration of free, full, and absolute property rights in 1819. However, the analysis does not stop there: Balboa shifts focus to the consequences of the consolidation of agricultural property for the rest of the agrarian sector, la agricultura en pequeño, and its impact on the population and social model. Thus, included in the analysis are those who lived outside of the sugar-growing economy, such as cattlemen, who were also large landowners but were condemned to secondary status, especially when the modernization process of ingenios relegated them to the background. De los dominios del rey is an essential work for understanding the agricultural management of the island from an integrative perspective that inex-
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tricably connects the relations of production, the use and possession of land, and social events linked with the agricultural development model. The author stresses Cuba A versus Cuba B. NADIA FERNÁNDEZ-DE-PINEDO Universidad Autónoma de Madrid NOTE 1. Previously released between 1984 and 1986 in the form of articles in Revista de la Biblioteca Nacional 1 (January–March 1984): 155–185; 2 (May–August 1984): 139–176; 3 (September– December 1984): 161–193; 1 (January–April 1985): 177–201; 2 (May–August 1985): 157–180; 3 (September–December 1985): 181–200; 1 (January–April 1986): 93–121; 2 (May–August 1986): 157–194; 3 (September–December 1986): 157–196 (Le Riverend 1992).
REFERENCES Cassá, Roberto. 2005. “Transformaciones del régimen agrario.” Boletín del Archivo General de la Nación 30, no. 13: 447–533. Godreau, Michael J., and Juan A. Giusti. “Las concesiones de la Corona y la propiedad territorial en Puerto Rico: Siglos XVI-XX”. Revista Jurídica de la Universidad de Puerto Rico 62, no. 3: 354–579. Le Riverend, Julio. 1992. Problemas de la formación agraria de Cuba: Siglos XVI-XVII. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.
José Antonio Piqueras. La esclavitud en las Españas: Un lazo trasatlántico. Madrid: Catarata, 2011. 261 pp. Este libro de José Antonio Piqueras, catedrático de la Universidad Jaume I, en España, y destacado especialista en la historia de España, de Cuba y de las Antillas, presenta una síntesis histórica de la esclavitud en el universo español durante el último milenio, abordando de forma unificada el espacio europeo y el americano. Los objetivos del libro son a la vez de carácter historiográfico y político. El autor pretende, por una parte, ofrecer una alternativa a los abordajes que fragmentan el examen de la esclavitud negra en la América española en términos espaciales, temporales, temáticos y metodológicos. Por otra parte, procura demostrar la profunda imbricación de la historia de España con la esclavitud africana, en especial con la que se practicó en Cuba durante el siglo XIX. El libro parte justamente de ese segundo aspecto. ¿En qué medida la construcción de las instituciones liberales de la monarquía española tras la era de las revoluciones, o sea en el período que va de 1810 a 1868, se relaciona con la esclavitud caribeña? El edificio político que sobrevivió a la independencia
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tricably connects the relations of production, the use and possession of land, and social events linked with the agricultural development model. The author stresses Cuba A versus Cuba B. NADIA FERNÁNDEZ-DE-PINEDO Universidad Autónoma de Madrid NOTE 1. Previously released between 1984 and 1986 in the form of articles in Revista de la Biblioteca Nacional 1 (January–March 1984): 155–185; 2 (May–August 1984): 139–176; 3 (September– December 1984): 161–193; 1 (January–April 1985): 177–201; 2 (May–August 1985): 157–180; 3 (September–December 1985): 181–200; 1 (January–April 1986): 93–121; 2 (May–August 1986): 157–194; 3 (September–December 1986): 157–196 (Le Riverend 1992).
REFERENCES Cassá, Roberto. 2005. “Transformaciones del régimen agrario.” Boletín del Archivo General de la Nación 30, no. 13: 447–533. Godreau, Michael J., and Juan A. Giusti. “Las concesiones de la Corona y la propiedad territorial en Puerto Rico: Siglos XVI-XX”. Revista Jurídica de la Universidad de Puerto Rico 62, no. 3: 354–579. Le Riverend, Julio. 1992. Problemas de la formación agraria de Cuba: Siglos XVI-XVII. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.
José Antonio Piqueras. La esclavitud en las Españas: Un lazo trasatlántico. Madrid: Catarata, 2011. 261 pp. Este libro de José Antonio Piqueras, catedrático de la Universidad Jaume I, en España, y destacado especialista en la historia de España, de Cuba y de las Antillas, presenta una síntesis histórica de la esclavitud en el universo español durante el último milenio, abordando de forma unificada el espacio europeo y el americano. Los objetivos del libro son a la vez de carácter historiográfico y político. El autor pretende, por una parte, ofrecer una alternativa a los abordajes que fragmentan el examen de la esclavitud negra en la América española en términos espaciales, temporales, temáticos y metodológicos. Por otra parte, procura demostrar la profunda imbricación de la historia de España con la esclavitud africana, en especial con la que se practicó en Cuba durante el siglo XIX. El libro parte justamente de ese segundo aspecto. ¿En qué medida la construcción de las instituciones liberales de la monarquía española tras la era de las revoluciones, o sea en el período que va de 1810 a 1868, se relaciona con la esclavitud caribeña? El edificio político que sobrevivió a la independencia
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404 : Book Reviews del continente americano fue, en palabras de Piqueras, “un imperio que se caracteriza por su inequívoca impronta esclavista” (15). A lo largo del siglo XIX, los capitales generados por el complejo azucarero-esclavista caribeño fueron cruciales para la manutención de España como “potencia media” en el contexto internacional, y para la propia formación, en la metrópoli, de un sector industrial avanzado. Con todo, con la crisis de la monarquía constitucional, de la esclavitud y del colonialismo a partir de 1868, la centralidad de la esclavitud negra en la trayectoria del orden liberal de España quedó progresivamente desdibujada en la memoria pública del país. La introducción expone de manera explícita esos vínculos y sus implicaciones inmediatas para la política contemporánea de un país nuevamente escindido. Para desarrollar el argumento, Piqueras retoma la trayectoria de la esclavitud en las Españas en la larga duración, esto es, del período medieval hasta el siglo XIX. Los capítulos del libro siguen un orden cronológico y dentro de cada uno, se articulan de forma orgánica las dimensiones económicas, sociales, políticas y culturales del fenómeno analizado. También se destaca la narrativa y habilidad del autor para exponer, de forma clara, los fundamentos teóricos de su interpretación, así como sus implicaciones para la historiografía actual. Aunque las múltiples variaciones de la esclavitud española en el tiempo y el espacio son descritas y analizadas con detenimiento, cerca de dos tercios del libro son dedicados al examen del siglo XIX y en particular al caso de Cuba. Los datos concernientes al tráfico trasatlántico de esclavos, son ilustrativos: de los cerca de 1.552.000 de africanos que fueron llevados a la América española entre 1501 y 1867, casi la mitad, es decir, más de 700.000, fueron desembarcados en Cuba, sobre todo después de 1790.1 De acuerdo con el argumento presentado, la esclavitud cubana del siglo XIX trajo una doble ruptura en relación a las formas anteriores de prácticas esclavistas del mundo español. Por un lado, el tráfico trasatlántico de esclavos pasó a ser comandado por empresarios españoles, que se encontraban articulados en una vasta red de negocios más allá de las fronteras españolas: “su internacionalización alcanzaba niveles no superados por ninguna otra actividad económica de la época, constituyendo el mayor ejemplo de economía global en la era del capitalismo y de la pujante sociedad industrial” (97). La segunda ruptura se conecta directamente con este punto. Las enormes masas de africanos esclavizados introducidos en Cuba en el siglo XIX fueron sometidas a una explotación mucho más intensa en comparación con la esclavitud negra ibérica anterior. En otros términos, el nuevo sistema de plantación surgido en Cuba en el siglo XIX reconfiguró de forma amplia y profunda, no sólo en el terreno ideológico y el campo de la actuación de los propietarios esclavistas coloniales, sino en su interface con los poderes metropolitanos, así como en los parámetros históricamente dados para la vida esclava (redes de sociabilidad, manumisión y resistencia, etc.).
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Libros capaces de articular de forma competente el debate público contemporáneo y el tratamiento riguroso del pasado son relativamente raros. Aún más raros son aquellos que consiguen, en un número reducido de páginas, sintetizar, con equilibrio y precisión, una considerable producción historiográfica que trata un arco de tiempo largo y de vastos espacios geográficos. José Antonio Piqueras atiende notablemente a esos desafíos y es así que este libro deberá marcar nuevos derroteros en el campo del debate público y académico en torno a la esclavitud en las Españas. RAFAEL MARQUESE Universidade de São Paulo, Brasil N O TA 1. Los números que el autor emplea corresponden al estudio de Philip Curtin (The Atlantic Slave Trade: A Census [Madison: University of Wisconsin Press, 1969]), que mantienen cierta actualidad en vista de las dificultades de la reciente base de datos Transatlantic Slave Trade Voyages (http://www.slavevoyages.org) para captar la escala real del contrabando de esclavos en el ámbito del imperio español.
LeoGrande, William M., and Peter Kornbluh. Back Channel to Cuba: The History of Negotiations between Washington and Havana. Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2014. 544 pp. “This is the story of a failure.” So Che Guevara begins his Diaries of the Revolutionary War in the Congo.1 Until mid-December, diplomatic historians LeoGrande and Kornbluh might have easily embossed their own book’s cover with this epigraph, for reading Back Channel to Cuba—an absorbing, intimate account of U.S.-Cuban relations since 1959—served in most ways to retrace a prolonged road to nowhere. Now, following President Obama and Raúl Castro’s historic decision to restore diplomatic relations, LeoGrande and Kornbluh will be heralded for wielding the powers of prophecy. The point of their prodigious study, after all, is to highlight an alternative, underappreciated history of productive dialogue mitigating the ups and downs of bilateral confrontation. From Eisenhower to Obama, the authors demonstrate, every U.S. president has “engaged in some form of dialogue with Castro and his representatives” (2). Several proposed the terms for an explicit modus vivendi, and today President Obama appears closer than any of his predecessors to achieving it. Moments of levity, meanwhile, light the way. Readers will snicker when Cuban diplomats negotiating with the Carter administration steal towels from a Mexican hotel, purposely sticking their gringo interlocutors with the bill. Or when, on a list of “excludable”
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Libros capaces de articular de forma competente el debate público contemporáneo y el tratamiento riguroso del pasado son relativamente raros. Aún más raros son aquellos que consiguen, en un número reducido de páginas, sintetizar, con equilibrio y precisión, una considerable producción historiográfica que trata un arco de tiempo largo y de vastos espacios geográficos. José Antonio Piqueras atiende notablemente a esos desafíos y es así que este libro deberá marcar nuevos derroteros en el campo del debate público y académico en torno a la esclavitud en las Españas. RAFAEL MARQUESE Universidade de São Paulo, Brasil N O TA 1. Los números que el autor emplea corresponden al estudio de Philip Curtin (The Atlantic Slave Trade: A Census [Madison: University of Wisconsin Press, 1969]), que mantienen cierta actualidad en vista de las dificultades de la reciente base de datos Transatlantic Slave Trade Voyages (http://www.slavevoyages.org) para captar la escala real del contrabando de esclavos en el ámbito del imperio español.
LeoGrande, William M., and Peter Kornbluh. Back Channel to Cuba: The History of Negotiations between Washington and Havana. Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2014. 544 pp. “This is the story of a failure.” So Che Guevara begins his Diaries of the Revolutionary War in the Congo.1 Until mid-December, diplomatic historians LeoGrande and Kornbluh might have easily embossed their own book’s cover with this epigraph, for reading Back Channel to Cuba—an absorbing, intimate account of U.S.-Cuban relations since 1959—served in most ways to retrace a prolonged road to nowhere. Now, following President Obama and Raúl Castro’s historic decision to restore diplomatic relations, LeoGrande and Kornbluh will be heralded for wielding the powers of prophecy. The point of their prodigious study, after all, is to highlight an alternative, underappreciated history of productive dialogue mitigating the ups and downs of bilateral confrontation. From Eisenhower to Obama, the authors demonstrate, every U.S. president has “engaged in some form of dialogue with Castro and his representatives” (2). Several proposed the terms for an explicit modus vivendi, and today President Obama appears closer than any of his predecessors to achieving it. Moments of levity, meanwhile, light the way. Readers will snicker when Cuban diplomats negotiating with the Carter administration steal towels from a Mexican hotel, purposely sticking their gringo interlocutors with the bill. Or when, on a list of “excludable”
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406 : Book Reviews migrants from the Mariel boatlift being considered for repatriation, the name Nome Hodes (an Anglicized rendering of no me jodes, “don’t screw with me”) hilariously registers one imprisoned refugee’s defiance of U.S. intake protocol. And yet, in the afterglow of December’s diplomatic breakthrough, LeoGrande and Kornbluh’s work also reminds us of the vicious cycle of wasted opportunities and roads not taken, with the Nome Jodeses of the saga—average Cubans—ending up, for the most part, jodidos. Indeed, because some administrations flirted with success, the story becomes all that much harder to bear. Surely it would be more comforting to think Washington and Havana locked horns all these years over steadfast principles. In fact, as the authors reveal, the difference between stalemate and breakthrough just as often hinged on timing and pride. Emotions aside, Back Channel to Cuba stands among the most important and timely works in the admittedly crowded field of U.S.-Cuban diplomatic history. True, several instances of hidden diplomacy discussed in the book had been exposed previously. Other tidbits, however—like Henry Kissinger’s shocking contingency plans to “clobber” Cuba militarily when secret talks failed during the Ford years—represent fresh revelations. Researchers seeking exhaustive accounts of particular episodes may have to turn elsewhere for the complete picture,2 and opponents of Fidel Castro are likely to find the authors guilty of treating the Cuban government with kid gloves. Nonetheless, Back Channel to Cuba offers an unequaled look into more than fifty years of frustrating give-and-take. Drawing on interviews with virtually every negotiator involved over the years, the authors’ enviable combination of synthesis and new insight is unlikely to be duplicated. One criticism often leveled at the field of diplomatic history is its privileging of high-placed emissaries over popular voices and concerns. Back Channel to Cuba is no exception, tracing conduits of discussion and impasse largely hidden from public scrutiny. A fairer line of critique, though, might examine the extent to which the book uncovers the contending interests and points of view inside rival governments. On this front, LeoGrande and Kornbluh succeed in penetrating the walls of the White House more than they pry open the doors of the Palace of the Revolution. U.S. diplomacy toward Cuba, the authors show, involved contentious negotiations between officials, agencies, and competing priorities. On the Cuban side, however, the picture still echoes journalist Lee Lockwood’s 1967 book: Castro’s Cuba, Cuba’s Fidel.3 Until Cuban government archives are opened to researchers, processes of internal decision making will remain something of a black box. Readers, in the meantime, will struggle to avoid the impression that Cuba after 1959 was anything more than a laboratory for its comandante en jefe’s whims. The lack of attention to grassroots, popular sentiment is significant in an-
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other way. LeoGrande and Kornbluh argue that domestic politics played an important role in shaping diplomatic strategy on both sides. Yet if U.S. policy was long constrained by the need to pursue Cuban exile votes, on the Cuban end the contours of popular pressure remain much harder to trace. Take, for instance, the Cuban government’s military involvements in Africa in the 1970s—the deathblow, rightly or wrongly, for normalization efforts with the Carter administration. Partisans will continue to debate the merits of Castro privileging anticolonial dedication over U.S. demands that Cuba’s troops go home. One wonders, however, how average Cubans would have responded at this crossroads if given the choice. If Angola was not exactly Cuba’s Vietnam (the Cuban side won, after all), hints of the sacrifice to come—with more than 330,000 Cuban soldiers eventually fulfilling two-year tours of duty between 1975 and 1991—might certainly have caused some to think twice. Whatever one’s verdict, the story of the African dispute, like so much of the book, is one of myopic thinking and missed signals. Now, in 2014, those signals seem to have finally connected. Years from now, scholars and Cuba watchers may see Back Channel to Cuba as the definitive history of a bilateral confrontation at long last put to bed. Yet if past is prelude, moving forward in the last year of Obama’s second term, and beyond, will require overcoming new roadblocks to emerge along the way. MICHAEL BUSTAMANTE Yale University NOTES 1. Che Guevara, Pasajes de la Guerra Revolucionaria: Congo (Melbourne, Australia: Ocean Press, 2009). 2. Thomas G. Paterson, Contesting Castro: The United States and the Triumph of the Cuban Revolution (Oxford: Oxford University Press, 1994); Lars Schoultz, That Infernal Little Cuban Republic: The United States and the Cuban Revolution (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2009); Piero Gleijeses, Visions of Freedom: Havana, Washington, Pretoria, and the Struggle for Southern Africa, 1976–1991 (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2013).
Mercedes García Rodríguez. Con un ojo en Yara y otro en Madrid: Cuba entre dos revoluciones. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2012. 364 pp. Desde el punto de vista histórico, el entorno social y político de la revolución de septiembre en España en 1868, al cruzarse históricamente con la primera guerra de Independencia de Cuba, generó disímiles soluciones al problema colonial, en tanto desde la isla nacían otras propuestas surgida al calor de la
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other way. LeoGrande and Kornbluh argue that domestic politics played an important role in shaping diplomatic strategy on both sides. Yet if U.S. policy was long constrained by the need to pursue Cuban exile votes, on the Cuban end the contours of popular pressure remain much harder to trace. Take, for instance, the Cuban government’s military involvements in Africa in the 1970s—the deathblow, rightly or wrongly, for normalization efforts with the Carter administration. Partisans will continue to debate the merits of Castro privileging anticolonial dedication over U.S. demands that Cuba’s troops go home. One wonders, however, how average Cubans would have responded at this crossroads if given the choice. If Angola was not exactly Cuba’s Vietnam (the Cuban side won, after all), hints of the sacrifice to come—with more than 330,000 Cuban soldiers eventually fulfilling two-year tours of duty between 1975 and 1991—might certainly have caused some to think twice. Whatever one’s verdict, the story of the African dispute, like so much of the book, is one of myopic thinking and missed signals. Now, in 2014, those signals seem to have finally connected. Years from now, scholars and Cuba watchers may see Back Channel to Cuba as the definitive history of a bilateral confrontation at long last put to bed. Yet if past is prelude, moving forward in the last year of Obama’s second term, and beyond, will require overcoming new roadblocks to emerge along the way. MICHAEL BUSTAMANTE Yale University NOTES 1. Che Guevara, Pasajes de la Guerra Revolucionaria: Congo (Melbourne, Australia: Ocean Press, 2009). 2. Thomas G. Paterson, Contesting Castro: The United States and the Triumph of the Cuban Revolution (Oxford: Oxford University Press, 1994); Lars Schoultz, That Infernal Little Cuban Republic: The United States and the Cuban Revolution (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2009); Piero Gleijeses, Visions of Freedom: Havana, Washington, Pretoria, and the Struggle for Southern Africa, 1976–1991 (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2013).
Mercedes García Rodríguez. Con un ojo en Yara y otro en Madrid: Cuba entre dos revoluciones. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2012. 364 pp. Desde el punto de vista histórico, el entorno social y político de la revolución de septiembre en España en 1868, al cruzarse históricamente con la primera guerra de Independencia de Cuba, generó disímiles soluciones al problema colonial, en tanto desde la isla nacían otras propuestas surgida al calor de la
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408 : Book Reviews contienda o a partir de los grupos mediadores del exilio. De ese contexto de revoluciones paralelas, esta obra de la autoría de Mercedes García presenta juicios críticos, ofrece originales interpretaciones y formula otras interrogantes que podrían regir futuros trabajos de indagación. A diferencia de otros libros de la autora que se dedican fundamente a temáticas económicas del período colonial, en este caso se pone el foco de atención en la política. Le sirve de pórtico unas consideraciones generales en las que asoman las discordancias en el pensamiento liberal del siglo XIX, en Cuba y en España, agravadas a partir de la llamada Revolución Gloriosa de septiembre de 1868, escenario supuestamente favorable para revertir, a favor de los intereses anticolonialistas de la isla, las contradicciones internas de los colonizadores. El primer capítulo centra la atención en el análisis de la encrucijada histórica entre la metrópoli y la colonia; se contextualiza la realidad política española caracterizada por el fraccionalismo político, que imposibilitó la concreción de un proyecto modernizador que situara a España a la par de otros estados europeos que lograron recomponer la vieja empresa colonial en otra correspondiente a los momentos de la industrialización burguesa. Es interés especial de la autora explicar las paradojas del pensamiento político hispano, imposibilitado para crear sociedades nuevas, al no contar con condiciones estructurales que exigieran de una empresa colonialista de corte más moderno. Se presentan así nuevas formulaciones de las relaciones metrópoli-colonia en la etapa inicial de la guerra de independencia para enmarcar este proceso revolucionario en el contexto liberal español, dentro de un desenvolvimiento histórico más universal. Esto último, representa un enfoque más novedoso en la historiografía cubana, tradicionalmente concentrada en evaluaciones más ensimismadas en lo nacional. El segundo capítulo está dedicado a la fuerza del movimiento integrista frente a las dos revoluciones coincidentes en tiempo. Para su esclarecimiento la historiadora hace un recorrido por los aspectos esenciales manifestados por la reacción contra el movimiento liberal metropolitano y la insurrección insular. En modo alguno se adopta una actitud juzgadora por encima de otras consideraciones; se pretende más bien explicar y comprender, a partir de la lógica de cada grupo, los cambios producidos a tenor de los acontecimientos en ambos países. Este enfoque es otro mérito del trabajo, ya que permite precisar mejor las circunstancias de la corriente contrarrevolucionaria expresada en el integrismo, como herencia del pensamiento reaccionario español. La obra cierra con un análisis de las misiones españolas de pacificación entre 1868 y 1871, al ofrecer aclaraciones respecto a juicios históricamente muy controversiales. Aquí, nuevamente prima la ampliación del esquema explicativo para superar la descripción lineal y presentar el comportamiento recíproco de la llamada doble revolución. La mediación política, donde se mezclan
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los intereses de España, Cuba y los Estados Unidos, queda plenamente argumentada al cotejar las propuestas de entendimiento entre las partes beligerantes, en las que se evidencian las contradicciones a las que tienen que hacerle frente cada uno de los grupos representados por ellos. Con un buen uso de las técnicas de investigación, la historiadora, al revisar las actas de las cortes, la correspondencia personal y las fuentes periódicas, cotejadas estas con la historiografía tradicional, arriba a conclusiones basadas en el espíritu de la época, la mentalidad de cada grupo en pugna y las contradicciones de las personalidades involucradas en la toma de decisiones. No menos acucioso se presenta el análisis de las misiones de paz llevadas a cabo por Domingo Dulce y Juan Clemente Zenea, así como la misión de buena voluntad de parlamentarios como Nicolás Azcárate y Miguel Jorro. En el caso particular de Zenea, se evidencia el amplio dominio de la autora sobre los acontecimientos relacionados con esta figura, así como la polémica desencadenada en la historiografía cubana en torno a su evaluación, bien como patriota o como traidor. En su afán de acercarse a la verdad histórica, Mercedes García se pregunta acerca de las coordenadas histórico-culturales, a la vez que establece nuevos espacios de dudas convertidos rápidamente en provocación para otros estudios que permitan comprender las imposibilidades de cambio en el mundo colonial de una metrópoli de economía, de sociedad y de pensamiento dual, cuestión que resume las razones de la no aplicación del liberalismo como concepción de libertad plena del hombre en el espacio de la España aún dominada por estructuras del viejo régimen feudal y por consiguiente en su colonia. En la explicación llama la atención la flexibilización en cuanto al ordenamiento de las clases sociales, no siempre en correspondencia con los conceptos clásicos ni en España ni en Cuba. En este sentido, aporta a una visión de la historia más abierta a los nuevos métodos y no vista como historia cerrada o concluida. LEONOR AMARO Universidad de La Habana Steven Palmer, José Antonio Piqueras, and Amparo Sánchez Cobos, eds. State of Ambiguity: Civic Life and Culture in Cuba’s First Republic. Durham, NC: Duke University Press, 2014. 376 pp. Cuba’s first republic has been largely understudied, typically understood in relation to the revolutions that preceded and followed it as the betrayal of the promise of the independence struggle or a period of laying the groundwork to the “true” revolution of 1959. With essays on diverse topics from the “social life” of the USS Maine to provincial Rotary clubs, this edited volume makes
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los intereses de España, Cuba y los Estados Unidos, queda plenamente argumentada al cotejar las propuestas de entendimiento entre las partes beligerantes, en las que se evidencian las contradicciones a las que tienen que hacerle frente cada uno de los grupos representados por ellos. Con un buen uso de las técnicas de investigación, la historiadora, al revisar las actas de las cortes, la correspondencia personal y las fuentes periódicas, cotejadas estas con la historiografía tradicional, arriba a conclusiones basadas en el espíritu de la época, la mentalidad de cada grupo en pugna y las contradicciones de las personalidades involucradas en la toma de decisiones. No menos acucioso se presenta el análisis de las misiones de paz llevadas a cabo por Domingo Dulce y Juan Clemente Zenea, así como la misión de buena voluntad de parlamentarios como Nicolás Azcárate y Miguel Jorro. En el caso particular de Zenea, se evidencia el amplio dominio de la autora sobre los acontecimientos relacionados con esta figura, así como la polémica desencadenada en la historiografía cubana en torno a su evaluación, bien como patriota o como traidor. En su afán de acercarse a la verdad histórica, Mercedes García se pregunta acerca de las coordenadas histórico-culturales, a la vez que establece nuevos espacios de dudas convertidos rápidamente en provocación para otros estudios que permitan comprender las imposibilidades de cambio en el mundo colonial de una metrópoli de economía, de sociedad y de pensamiento dual, cuestión que resume las razones de la no aplicación del liberalismo como concepción de libertad plena del hombre en el espacio de la España aún dominada por estructuras del viejo régimen feudal y por consiguiente en su colonia. En la explicación llama la atención la flexibilización en cuanto al ordenamiento de las clases sociales, no siempre en correspondencia con los conceptos clásicos ni en España ni en Cuba. En este sentido, aporta a una visión de la historia más abierta a los nuevos métodos y no vista como historia cerrada o concluida. LEONOR AMARO Universidad de La Habana Steven Palmer, José Antonio Piqueras, and Amparo Sánchez Cobos, eds. State of Ambiguity: Civic Life and Culture in Cuba’s First Republic. Durham, NC: Duke University Press, 2014. 376 pp. Cuba’s first republic has been largely understudied, typically understood in relation to the revolutions that preceded and followed it as the betrayal of the promise of the independence struggle or a period of laying the groundwork to the “true” revolution of 1959. With essays on diverse topics from the “social life” of the USS Maine to provincial Rotary clubs, this edited volume makes
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410 : Book Reviews significant strides toward redressing the weaknesses of the historiography. The contributions are united in their commitment to taking the early republican era seriously, as a significant and authentic period in Cuban history. In this vein, the authors seek to revisit the republican era “on its own terms” (19), without the distorting lenses of failure or teleology that have so often been applied to the period. In the introduction, the editors make a strong case that Cuban exceptionalism has prevented scholars from noting the similarities between the Cuban Republic and the institutions and processes at work in other Latin American nations during the Liberal era (1870–1930), many of which were less democratic and representative than the Cuban system, despite its shortcomings. From this vantage point, the contributors approach the era as a period of continuity in terms of liberal state- and nation-building processes, with an eye toward the participation of Cubans at all levels in defining emerging notions of “democratic modernity” (7). This volume offers an impressively broad look at republican Cuba, with chapters that extend beyond Havana and cover a wide variety of topics. A number of themes run throughout, with labor history and the history of science particularly well represented. Defying a simplistic chronology, several chapters point to links between the colonial and republican eras, as a result of economic continuities, the influx of Spanish immigration, and the goals of modernity and order pursued by the creole elite. José Antonio Piqueras’s study of Havana’s architecture reveals modernity to be the elusive aim of construction and urban design from 1835, with aesthetic forms often associated with the U.S. occupation actually rooted in the last quarter of the nineteenth century, as the island’s elites increasingly looked toward the United States as a model of progress and modernity. Steven Palmer reveals the central role of science at the heart of creole politics in both the colonial and republican eras, as well as the continuities in Cuban scientific leadership, which remained largely unchanged from the 1870s through the 1920s. Reinaldo Funes’s contribution aligns with Palmer’s in identifying the crucial interplay between science and politics. Both Palmer and Funes argue that scientists became protagonists in Cuba’s social transformation following independence, with political legitimacy in the eyes of both foreign and domestic audiences linked to advances in sanitation and hygiene. As Funes reveals, this link carried through the late 1910s and early 1920s, as widespread optimism waned in the face of corruption, bad administration, and economic crisis. With the emergence of “the allegory of the polity as sick organism,” Havana’s “sanitary regression” (121–122) became a symbol of republican decadence in the political arena as well. The focus on local actors, but with an eye toward international circumstances, is a crucial strength of the volume. Rich contributions by Rebecca Scott, Imilcy Balboa Navarro, and Robert Whitney analyze labor relations on the ground, with an eye toward race, citizenship, and degrees of inclusion
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and participation in republican Cuba. In her analysis of ¡Tierra!, a weekly paper published in Cuba but distributed internationally, Amparo Sánchez Cobo reveals the role of anarchists in creating a vibrant radical labor community committed to inclusion, regardless of nationality, race, occupation, or gender. This chapter, too, reveals the continuities across independence, as ¡Tierra! is representative of a period of “Spanification” of Cuban working-class politics that extended beyond the paper’s relatively short run (1908–1915). Alejandra Bronfman’s contribution offers a strikingly original look at broadcasting in early Cuba, by focusing on the emergence of a public audience for these transmissions. While the radio and its listening public undoubtedly became significant political actors, this was not a foregone conclusion. Bronfman traces the assembly of a “fractured, critical, and skeptical public,” arguing that programming was actually an afterthought that developed only after Cubans became interested in building their own radios, attracted to the apparent transparency of the medium as well as the ability to access diverse snippets from far-flung locales (252). Ultimately, this volume is a welcome addition to the historiography, and one can only hope that it is the first of many steps toward reevaluating the republican era, in all of its ambiguity and complexities. ALEXIS BALDACCI University of Florida
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Contributors Velia Cecilia Bobes es profesora investigadora en la FLACSO México. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias y del Sistema Nacional de Investigadores. Es doctora en sociología por El Colegio de México y autora de artículos y libros, entre éstos: La nación inconclusa: (Re)constituciones de la ciudadanía y el cambio social en Cuba (FLACSO México, 2007), Los tecuanes danzan en la nieve: Contactos transnacionales entre Axochiapan y Minnesota (FLACSO México, 2011), Los laberintos de la imaginación: Repertorio simbólico, identidades y actores del cambio social en Cuba (El Colegio de México, 2000) y el volumen editado Cuba ¿Ajuste o transición? Impacto de la reforma en el contexto del restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos (FLACSO México, 2015). Anita Casavantes Bradford is assistant professor of history and Chicano/Latino studies at the University of California, Irvine. She is the author of The Revolution is for the Children: The Politics of Childhood in Havana and Miami, 1959–1962 (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2014). Ileana Díaz Fernández es doctora en ciencias económicas (1981), profesora titular del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana, y especialista en temas empresariales e innovación. Dicta clases y conferencias sobre estrategia empresarial y economía cubana. Posee publicaciones en diversas revistas y libros y es miembro del colectivo de autores que ha recibido dos premios Universidad de La Habana como mejor libro de economía (2013 y 2014) y dos premios de la Academia de Ciencias de Cuba (2013 y 2014). Es integrante del Consejo Científico Universitario, y presidenta del Tribunal de Doctorado en Economía Aplicada. Jorge I. Domínguez is Antonio Madero Professor for the Study of Mexico and vice provost for international affairs at Harvard University. He is a former president of the Latin American Studies Association. He is a coeditor of and contributor to Cuban Economic and Social Development: Policy Reforms and Challenges in the 21st Century (with O. E. Pérez Villanueva, M. Espina, and L. Barberia, Harvard University Press, 2012), and Debating U.S.-Cuban Relations: Shall We Play Ball (with R. Hernández and L. Barberia, Routledge, 2011), and author of Cuba hoy: Analizando su pasado, imaginando su futuro (Editorial Colibrí, 2006). Oscar Fernández Estrada es director del Departamento Docente de Planificación, Facultad de Economía de la Universidad de La Habana. Es doctorado en ciencias económicas por la Universidad de La Habana, 2008, y recibió su diploma de estudios avanzados en la Universidad de Oviedo, 2007. Ha participado como coautor en la elaboración de
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414 : Contributors varios libros sobre economía cubana. Ha impartido conferencias en universidades de varios países, como Estados Unidos, Suráfrica, Vietnam, Venezuela y Jamaica. Alfred J. López is professor of English and comparative literature at Purdue University. He is the author of four books, most recently José Martí: A Revolutionary Life (University of Texas Press, 2014), the definitive biography of Cuba’s greatest founding hero. López’s work has appeared in American Literature, Comparative Literature, and South Atlantic Quarterly, among many others. López is also founding editor of The Global South, the leading journal of globalization studies. He is very pleased to have his work appear in Cuban Studies for the second time. Gustavo Pérez Firmat is David Feinson Professor in the Humanities at Columbia University. His most recent books are The Havana Habit (Yale University Press, 2010) and A Cuban in Mayberry: Looking Back at America’s Hometown (University of Texas Press, 2014). Omar Everleny Pérez Villanueva ha sido doctor en ciencias económicas en la Universidad de la Habana desde 1998. Es master en economía y política internacional realizado en el CIDE, AC México, Distrito Federal, desde 1990. Es licenciado en economía en la Universidad de la Habana en 1984. Es profesor titular de la Universidad de la Habana, y ex director del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de la Habana. Ha impartido más de trescientos conferencias en distintos centros cubanos y en el extranjero, destacándose las ofrecidas en Estados Unidos, Japón, Francia, Canadá, España, Noruega, Brasil, Puerto Rico, México, República Dominicana, China, Malasia y Argentina. Ha sido profesor invitado en universidades de los Estados Unidos, Japón y Francia. Ha publicado más de quince libros como autor o coautor y ochenta artículos en revistas tanto en Cuba como en el extranjero. Saira Pons Pérez es profesora del Centro de Estudios de la Economía Cubana. Licenciada en economía (Universidad de la Habana). Trabajó en el Instituto Nacional de Investigaciones Económicas (INIE) del Ministerio de Economía y Planificación por tres años. En el año 2013 realizó una estancia de investigación en la Universidad de Harvard. Ha visitado e impartido conferencias en universidades y centros de investigación de Chile, España, Noruega y los Estados Unidos. Es autora de varios artículos sobre temas relacionados a las finanzas públicas de Cuba. Ha sido coautora en varios libros, como ¿Quo vadis, Cuba? La incierta senda de las reformas (Editorial Catarata) y Miradas a la economía cubana (Editorial Caminos). Antonio Fidel Romero Gómez es economista cubano, doctor en ciencias económicas, con mención en economía internacional, por la Universidad de La Habana (diciembre 1996). Profesor titular del Centro de Investigaciones de Economía Internacional (CIEI) de la Universidad de La Habana. Se desempeñó como director del CIEI desde enero de 1992 hasta abril de 2002. A partir de abril de 2002 comenzó a trabajar como funcionario internacional en la Secretaría Permanente del Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA) hasta diciembre de 2011. A su regreso a La Habana, se reincorporó
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al trabajo en el CIEI. Actualmente es jefe del Departamento de Comercio Internacional e Integración del CIEI y presidente de la cátedra de Estudios del Caribe de la Universidad de La Habana. Abel Sierra Madero is author, researcher, and scholar and holds a PhD in history from the University of Havana (2009). He is currently pursuing a second PhD in literature at New York University. He has been awarded the Casa de las Américas Prize for his book Del otro lado del espejo: La sexualidad en la construcción de la nación cubana (2006). He has also been awarded an Erasmus Mundus visiting fellowship and two research grants from Ford Foundation. In 2012 he was awarded the prestigious Martin Duberman Fellowship from the Center for Lesbian and Gay Studies, CUNY. Sierra Madero is member of the GEXcel International Collegium for Advanced Transdisciplinary Gender Studies. Rafael E. Tarragó is librarian for history, political science, and Iberian, Ibero-American, and Chicano studies at the University of Minnesota Libraries. He is the author of several books and articles on Spanish American topics, including Early U.S.-Hispanic Relations, 1776–1860: An Annotated Bibliography (Scarecrow Press, 1994), Experiencias políticas de los cubanos en la Cuba española (Puvill Libros, 1996), and “La lucha en las Cortes de España por el sufragio universal en Cuba,” in Colonial Latin American Review (December 2009). Joel G. Thomas is a PhD candidate in the Clinical/Community Psychology Division at the University of Illinois at Urbana-Champaign. His research interests include the trauma model of mental disorders and placebo studies in relation to psychotherapeutic change processes. He completed his master of science in counseling at the University of Wisconsin–Madison and his bachelor of arts in government with a certificate in health policy at Harvard University. Ricardo Torres Pérez es doctor en economía por la Universidad de La Habana y profesor en el Centro de Estudios de la Economía Cubana. Ha publicado artículos en Harvard International Review, Latin American Perspective, entre otras. Entre sus publicaciones se hallan No More Free Lunch: Reflections in Cuba’s Reform Process and Challenges for Transformation (Springer, 2014) y Cuba: La ruta necesaria del cambio económico (Ciencias Sociales, 2014). Ha participado en eventos y seminarios en varios países, como Brasil, Estados Unidos, Chile, Costa Rica, España, Noruega, Suecia, Japón, Vietnam y Sudáfrica.
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On the Cover Douglas Pérez Castro, Vedado 14 (from the Vedado series), 2009, watercolor on cardboard, 27.5″ × 19.6″. Born in 1972 in Santo Domingo, in central Cuba, Douglas Pérez graduated from the Instituto Superior de Arte in 1996 and quickly established himself as one of the leading figures in a new generation of artists who came of age during the so-called Special Period. This was not only a time of economic crisis but also a period in which Cubans were forced to contend with the uncertainties of a future that to many looked like a renewed past of inequality, global capitalism, and consumerism. As critic Abelardo Mena has remarked, “For Cubans, ‘the end of the History’ did not come according to Fukuyama’s neoconservative rhetoric, but in the form of an island that had broken its links with the ‘true’ socialism of Eastern Europe and had gone adrift in the warm waters of the Gulf of Mexico.” In this context, artists such as Douglas Pérez recycled images and techniques of Cuban nineteenth-century costumbrista paintings (borrowing freely from the iconographies of Federico Mialhe, Eduardo Laplante, and Víctor Patricio Landaluze) and of graphic design techniques used in advertising. These visual cues were used to question official representations of the revolution as the culmination, the apex, of the process of national construction. The Cuba of Douglas and other artists of his generation is characterized by multiple and overlapping times and realities, where pasts and futures get connected through displaced objects and landscapes. It is a Cuba that does not conform to the teleological and boring chronology of the nation, the Cuba-after-the-endof-Cuba that the Special Period seemed to announce. Douglas Pérez has participated in countless solo and collective exhibits all over the world, and his work can be found in numerous private and public art collections. He has been a key participant in the vibrant Afro-Cuban cultural movement and, along with artists such as Juan Roberto Diago, Alexis Esquivel, René Peña, and Elio Rodríguez, has used his work to highlight the persistence of racism and racial discrimination in Cuban society. For additional information on Douglas Pérez and his work, see Orlando Hernández, ed., Without Masks: Contemporary Afro-Cuban Art (Johannesburg, 2010), http://www.withoutmasks.org; and Alejandro de la Fuente, ed., Queloides: Race and Racism in Cuban Contemporary Art (University of Pittsburgh Press, 2010), http://www.queloides-exhibit.com.
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