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Spanish; Castilian Pages [229] Year 2007
2 Congreso I n t d
Congreso Internacional José Marti en nuestro tiempo
Coordinador
José A. Armillas Vicente
INSTITUCI~N((FERNANDOEL CAT~LICO»(c.s.I.c.) Excma. Diputación de Zaragoza ZARAGOZA, 2007
Publicación número 2.730 de la Institución ((Fernando el Católico)) (Organismo autónomo de la Excma. Diputación de Zaragoza) Plaza de España, 2 50071 Zaragoza (España] Fax [34] 9 7 6 28 88 69 Tels. [34] 9 7 6 2 8 88 78/79 [email protected] http://ifc.dpz.es
Congreso Internacional José Marti en nuesiro tiempo; [celebrado en Zaragoza, 26-28 de enero de 20041 / Coordinador: José A . Arrnillas Vicente.- Zaragoza: Institución ((Fernando el Católico)), 2007 240 p.: ¡l.; 24 cm. ISBN: 978-84-7820-917-0
1 . MART~,José (1853-18951-Congresos y Asambleas. l. ARMILLAS, VICENTE, José A. coord. II. Institución ((Fernando el Católico», ed. Acción especial BFF2002-11967-E del Ministerio de Educación y Ciencia Vicerrectorado de Investigación de la Universidad de Zaragoza Cótedra «José Marti)) de las universidades de La Habana y Zaragoza
O Los autores. O De la presente edición, Institución ((Fernando el Católico». ISBN: 978-84-7820-917-0 DEPÓSITO LEGAL:2-3.787/2007 PREIMPRESI~N: o. + d arte digital. Zaragoza. IMPRESI~N: SOC.COOP. Librería General. Zaragoza
MIGUEL ANGEL RUlZ CARNICER DECANO DE LA FACULTAD DE FILOSOF~A Y LETRAS DE LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA
El conocimiento de los pueblos se basa siempre en un entretejiclo de liistorias personales, que con sus afectos, sufrimientos, encuentros y desencuentros. van forjando una identidad a veces contrapuesta, pero la mayor parte de las veces fkrtil. Las histOricas relaciones entre la vieja Corona espafiola y la isla de Cuba se remontan al iilborear de la Edad Moderna. Y pronto se van a convertir en un afecto y una cercanía personal, por encima de la c1inárnic:l entre la metrópoli y la colonia. Y ello no sólo porque Cuba pernlanezca esp:iiiol:i 1i:ista su independencia a finales del siglo xrx, tras la guerra hispario-nortearnericana, a diferencia de lo que suceclía con el resto ).
JosC Martí se crecia en el gknero de la necrología, como todo aquel que ticne sentido de la historia y busca encontrar su sentido cuando ya no lo tiene ninguna otra cosa. A Unamuno le pasaba lo mismo, quizá porque también propiciaba con los elogios d e sus prójimos los que otros pudieran tributarle en el fiitiiro. Y es que, al igual que Martí, tambi6n Miguel cle Unamuno puede resultar un fiel contraste d e cómo una actitud inicialmente romántica desemboca en la modernidad y en aquellas preguntas que conocieron ambos escritores: qué venirnos a entender al decir JV, cuál es la esencia de nuestra relación con el miindo, etc.. . Se ha liablatio, a menudo, del antimodernismo unamuniano y, sin enlbargo, nadie lo ha hecho del de Martí. ?Por qué? Porque, en rigor, no hay tal antimodernisrrio de Unaniuno sino. a todo tirar, una irritación superficial contra sus tics más insinceros; al respecto de un presunto antimodernisnio, siempre lo desmentirá el verso del ,que precisamente busca (recuérdense los comentarios de Marti a Pérei: Honalde) la espiritualidad de lo terrenal, la consagración por vía de la infinitud de nuestro mundo de cada día: Si el rnón ja és tan formós, Senyor, si es mir:i arnb la pau vostra a dintre de l'ull nostre. qué mCs ens potieu dar en una altra vida? En el ((Elogio de la poesíalb, hlaragall escribió de entrada que ((Poesía es el arte de la palabra; arte es la humana expresión de la belleza; belleza es la revelación de la esencia por la forma; forma es la huella tiel ritmo de la vida en la materia^^ (reparese que hay que leerlo al revés como una suerte de epifanías Es, en el sucesivas: vida-ritrno-~nateria-esencia-forma-l~clleza-p:il:ibr:~-poesíi. fondo, platonismo puro, pero algo que hubiera enamorado a Unamuno y seguramente a Martí). La palabra que Maragdl elogia se I-ia convertido e11 la expresión inmediata de los sentiniicntos y por eso, la mas auténtica es la mas nativa (((lamaravilla mayor del mundo],), como aquellas que Unamu~ioencontraba en el habla salrriantinü de fin de siglo o creía advertir en las quintillas de hfarti~i Aerro. el poema nacional argentino. Los nisticos y los poetas hablan crcadoramente porque la belleza es la que crea el mundo: ellos son conlo enariiorados de todo lo del mundo, y tümbikn miran y se estre~necenmucho antes de hablar)>.La palalxa es el modo personal e intransferible de entender el mundo, porque con ella llevanios nuestra pasión :i lo que está deseando recibir nuestro bautismo: #illo,Samá, Baso, Soler), que la necesitaban para obtener todo el rendiiniento posible a las contratas firmadas con el gobierno, eli~ninandolas prácticas corruptas en el seno de la administración colonial que derivaba una buena parte de los beneficios hacia el f w cionariado de la isla. El coniplemento a esa reforma fue la creación del 13arico Español en 1856, que no será otra cosa que el instrun~entodel control económico financiero del grupo pro español sobre toda la economía de la isla." La creación del Cuerpo de Voluntarios por Gutiérrez de la Concha en 1855, a instancia directa del grupo hispano-cubano, es un reflejo directo del cambio en las relaciones de poder que se había producido en los Gltimos veinte :iíios. Desde 1765 hasta 1830, el cuerpo militar auxiliar o de reserva en la isla Iiahian sido las milicias disciplinadas, compuestas por cubanos y dirigidas por los miembros más prominentes de la elite criolla. Esas milicias eran ahora sustituidas por los Voluntarios, un cuerpo decididamente pro-espaiiol, cuyo establecimiento fue financiado por Julián de Zulixta, que quedó como su coronel o jefe efectivo. Si las milicias cubanas se crearon para la defensa de la is1:i del peligro exterior, los \bluntarios tenían como ímica finalidad el control intcrno de 1:i iski por paste del gsupo español. Y tuvieron ocasión de demostrarlo en su triste actuación durante la guerra de los Diez Años, cuando contribuyeron decisivamente, con sus desmanes, a hacer iiiás prof~indaslas diferencias entre cul->anos y es paño le^.'^ I'or lo demás, las elites cubanas no supieron inodernizar las estructums ecc)nómicas de la isla en estas décadas centrales del siglo. Corno expone muy bien Friedlaender, a fines de los cincuenta, justo cuando comienza 111 crisis mundial del azúcar d e caña, permanecían aún los cuatro rasgos principales q u e hacían d e la cubana una economía extremadamente dependiente de factores externos: la pernlanencia de la esclavitud, la no separación del proceso kibril de la producción primaria en la economía azucarera (lo refleja mejor que nada la serie de litografías de ingenios de Laplante, de 1857), la falta de 01-g:inizaciones empresariales modernas y la dependencia absoluta del comercio refxcionista. '' " Inés Koldán d e Montaud. .,El Banco Espaiiol d e Ecotrcí~t~ica, XIII/2. Madrid, 1995, pp. 281-310. 12
L:i
Halxin:~ (1856-1881)~,,Rci~isttrclc Hislorirr
José G. Cayuela Fernri~idcz,Hahia de Ultrw??znt:pp. 219-226, y Juan R. Aiiioi-es. L l i h r 1868-1898. El,fi?lnl dc ziu szrwio, l'amplon;i, 1998. pp. 79-85.
.). E.paiicr,
'' Hcinrich Friedlaeiider, Hisloria e~»nilidad que se dan nada m i s aprobarse el derecho de asociación, en el vesano de 1878, con la finalidad principal de poner en n~arclialos partidos políticos en la isla. En unos meses se organizaron y registraron decenas de sociedacles asistenciales, lxnéficas, cultu~ales,educativas y recreativas: pronto t a m b i h surgen las primeras asociaciones grerniales, empresariales J J obrcras, incluso de los grupos d e color. Todo ello nos habla de la existencia ya antes de 1878 dc .....
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lí
M x í a P. A~OIISO. C1.1baen
161 E.spc~naliberal.
pp. 36-38
J U A N B AMORES CARREDANO
una sociabilidad rica y compleja, sobre todo en el inundo ~irbano,que refleja los cambios estructurales que se venían produciendo en la isla y que desmiente en buena rncdida la imagen que ofrece la historiografía tradicional cie una sociedad estrictamente dualista -elites y esclavitucl-, estática, pasiva y políticamente ignorante. En los dtimos diez o quince años, una nueva visión historiografica nos está ofreciendo una imagen más acorde con la realidad; iiic refiero a los estudios de Rebeca Scott sobre una evolución natural de la esclavitud que rompe con esos clicl-iés dualistas; los de Eduardo Torres Cuevas 113rnancio la atención sobre la importancia de los sectores intermedios -mestizos en todos los sentidos- en la sociedad cubana, ya desde el siglo X T ~ ;los de Carmen Harcia sobre las formas de sociabilidad moderna desde 1868;los de Joan Cas:inova sobre los inicios del riiovimiento obrero, los estudios sobre el asociacionisrno de color, etc.'" Y es que descle 1850,aproximadamente, el progresivo declive de la esclavitud, el incremento de la inmigración blanca, sobre iodo española. el crecimiento urbano y de los servicios, el aumento de la riqueza general, etc. dio lugar :I la aparición y desarrollo de una auténtica clase media en Cuba. A finales de la época coloniril, el 15% de la población activa censada se dedicaba a la ~nanufacturae industrias rnccánicas, el 48% al sector primario y el 23% i-estante a los servicios, una distribución muy parecida a la que se daba en México, no muy diferente de la de una sociedad más moderna^^ como la ar-gcntina de la época, y muy parecida tanibién a la estructura socioprofesional de la sociedad española". Encontramos así una inultitud de pequeños comerciantes, una notable variedad de artesanos manufacturcros y de peque8;is empresas de servicios diversos, e~npleadosde la adrriinistración y campesinos inedianos, entre los que hay tanto españoles ininigi-antes como cubanos.
Son estas capas mayoritarias de la sociedad. sobre todo en el mundo urbano, las que han de ser estudiacias con mucho más deteniniiento, tanto para :idvestir su auténtica di~iiensiónen la estructura social de la Cuba decimonónica como desde el punto de vista de la evolución de las mentalidades y dc las relaciones sociales: el enorme crecimiento de los rilatrinionios entre csp;iñoles emigranies y cubanas, por ejemplo; o la Iiistoria de la cultura en el x ~ xcubano,
'"
M:I ría del Carmen Barcia y olros, I.a fr11~0rrIc~1rciu en el i.cposo. Czthii 1878-1895. L:i H:ilxin;i. Ciencias Sociales. l')'/H; Rebheca Scott. Slaue Rn~nncipationin Cuba: thc' 'ij.u~~.siiio~i 10 F r c ~LCI~IUI; IS(iO16'9% I'ri~ireroii, l'rinceton Univci-.sity 1'1-ess, 1985; Jo:in Casanovas Codin:~.iO poli, o ploir~o.' 10s truhnjirdores ril-l7u1zo.s.y el colo~rirrli.s~~zo ~spa?iolcn Cublba: 16'50-1898. Madrid, Siglo Veiriiiuno, 2000: 0ilcl:i
'' hht-i;i Atitonia MarquCs Dolz. ,,Einpresai.ios i n s ~ ~ l a r eesn l a C i h a firiisecul:ir", cii Francisco Moralcs Inten.rucio7zrd de H~storic~ de Anzr2+a (AL+/ 199S, I.;is Palmas d e Cr:in Padrón (cditos), LWI LO~z,yr.~?so Canxia. 2000, p. 6.27.
CUBA ANTE LA INDEPENDENCIA
tanto la superior como la cultura popular: disponemos de unas pocas historias de la educación, puramente descriptivas, pero no de aniilisis profundos sobre la evolución de la ensenanza, de las ideas, etc. Lo que sí sabemos es que el régimen colonial no parece que fuera tan estricto o represivo. cuando no pudo impedir u11 notable desarrollo cultural entre las clases altas y nledias cubanas ya antes de 1878. Todos éstos son elementos que han de ser mucho mejor conocidos para poder liablar con más propiedad del grado de clesarrollo de la ide:~ nacionalista en la sociedad cubana. El icleal indepcndentista nunca fue claramente el de la elite, siempre temerosa de la vertiente revolucionaria que implicaba. Por eso negó su apoyo a los patriotas de la guerra grande. Será en las capas rnedias y las pop~11art.sen donde prenderá con más fuerza la idea de la independencia, que la elite tardará :iún mucho en aceptar. Así se explica que para cuando estalla la guerra grande exista ya una o p i n i h pública muy anlplia de carácter nacionalista que apoya 1:i r w o lución. Una ankcdova significativa refleja esta realidad: el jesuit:~ciirector del colegio de Belén de La Habaixi, ctondc estudiaban los hijos de la hurguesía, nluclios de ellos de padres españoles, recordaba en 1880 al gobernador que (,.. . Ila guerra] encontró en muchos de nuestros estudiantes, y quizá en la inayoría. a s i m patizantes de los rebelcles desde los tiempos en que usaban pañales.. .3,.'>' Si la sociedad cuhana experimentó importantes cambios y tr;~nsformnciones en el período 1868-1898 en gran parte se debió o fue reflejo de 1:i transformación que sufri0 la economía, no tanto en su estructura productiva corno en relación con el mercado tnundial y, corno consecuencia, con la n~etrópoli
Después del Z a n j h y la abolición de la esclavitud, la economía cubana sufrirá una serie de dificultades crecientes: elevada fiscalici:~d junto a escasa inversión pública (había que pagar la deud:~ de guerra), descenso del precio del azúcar y pérdida del mercado europeo a favor de los EE.UU. (que prefiere el azúcar crudo al procesado), transforniación de la estructura productiva con el paso de los ingenios a los centrales (lo que a su vez provoc:i un proceso cle concentración industrial y la aparición del colonato, con iriiportantes deriv:iciones sociales).'Vero lo más decisivo f ~ i ecl claro predominio de los Estados LJnidos sobre España corno mercado natural de la isla, un predominio converIX Manuel Maza Miquel, El cllr?iu d d mgocio .y el ~legoclodel nhrla. R?stitiloni«.v sobre icr Iublicaciórimensual de recreo e instrucción dedicada a los niños de Aineiica, para que sepan cómo se vivía antes y se vive hoy, en América y las deriiás tierras; y cOino se h x e n tantas cosas de cristal de hierro y las máquinas de vapor. y los puentes colgantes. y In luz electrica; para que cuando el niño vea una piedra, y qué quiere decir cada color; para que el nifio conozca los libros famosos donde se cuentan las batüllas y las religiones cle los pueblos mtiguos. Les Iiablaremos de todo lo que se liace en los talleres, donde suceden cosas más raras e interesantes que en los cuentos de magia y son magia de verdad, iriás linda que la otra; y le diremos lo que se sabe del cielo, y cle lo hondo del mar y de la tierra; y les contaremos cuentos cle risa y novelas de niños, para que cuando hayan estudiado rn~~clio, o jugado mucho, y quieran descansar. Para los niños trabajamos, porque los niños son los que saben querer. porque los niños son la esperanza del mundo. Y queremos que nos quieran, y nos vean como cosa de su corazón. Por otra parte, Martí ensalza las culturas antiguas d e MesoamCrica y del dtiplano aridino, y dice q u e al igual q u e e n la antigüedad clfisica también aquí h u b o héroes y savtos, enamorados ypuetus, y apóstoles"'. Al referirse a los ritos
1). Alvare~Tallío, «l>iesentaciÓn.. en Jos6 Murtí. A~zlologíutuí?litr~u,La Haban:~, 1972, Ecliciories Políticas. Editorial de Cicnci:is Socinles, toiiio 1, p. XV.
I'uhlicado en Lr* A~nCrica,de Nueva York, no de :hsil de 18%. pp. 332-335 (revista c n fue psimci-o reclacror y pos~eriosriientcdirector).
" José Martí. A?itologin rní~~iina, tomo, 11: pp. 95-97, 'O
/bid., pp. 334-115.
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sangrientos de esas culturas los compara con los que aparecen en el Antiguo Testamento: Hay sacrificios cle jóvenes hermosas a los dioses invisibles del cielo, lo iniscomo el del hebreo Abrnha~nque ato sobre los m o que los hubo e n Grecia, l...] leños a Isaac su hijo, para matarlo con sus mismas manos, porque crey6 oír voces del cielo q u e le inandahan clavar el cuchillo al hijo, cosa d e tener satisfecho con esta sangre a su Dios.
Y llega a mas cuando dice: Hubo sacrificios e n niasa como los había e n la l-'laza M y o r , clelante d e los obispos y clel rey, c u a ~ l d ola Inquisición d e Espana quemaba a los hoinlxes vivos, con mucho lujo d e leha y d e procesicin, y veían In cliieina la s e n o ~ i s riiadrileñas desde los balcones. La sciperstición y la ignorancia I-iacen bárbaros a los hombres d e todos los p~ieblos.
En Marti la naturaleza obser~~able es la úrzica .fuente .fzloso/lca. El hombw obsemzdor es el iinico agente de Iu Filosofía; y distingue la Naturaleza por s u casiicter generador. S u amor por la naturaleza fue proverbial, y no sólo hace apología de la naturaleza física, sino que precisa el influjo dc ella en los h o n bres y d e i n k seres. En su ensayo sobre Emerson, clesenviielve la doctrina metafísica de la unidad del ser o identidad de lo Uno, en un entraniaclo filosófico y crítico, y en el elogio post rnortern que escribel1 lo califica de Sacerdote d e la naturaleza, [...] porque sintió que llevaba sobre los hoinbros el rnanto augusto d e la naturaleza, [. . .] quiso clescubrir 1~1sleyes de la existencia del Universo.
No podemos sustraernos al encanto alquímico que rodea las siguien~cspalabras con que Martí se refiere a la relación que ve Emerson entre la naturaleza y el hombre:'' Él n o ve más que analogías, él n o Iialla co~itratliccionesen 13 natcir;~leza:61 ve q u e todo e11 ella es sírnbolo del hombre, y todo lo que liay en el 1ioiiit)re lo liay e n ella. Él ve que la naturaleza influye en el hombre, y que este hace a 1;i naturaleza alegre o triste, o elocuente, o muda, o ausente. o presente, a sci c:ipi-iclio. Ve la vida humana senora d e la materia universal. Ve que 1;i herinosiii-a fisica vigoriza y dispone el espíritu del hornbre a la hermosura inoial. Ve que el espíritu desolado juzga el Universo desolado.
A lo que se une la idea, no por conocida menos oposturia ahora, de los textos de Alquimia cuando refieren I¿i influencia que ejerce el mundi, supralunar
12 La relación enti-e el pcns:rtiiiento de Emerson y el cle bkirií q u e d a e x p u e r a . rritic otros Iiht-o>.rri R. D. Agrainonte, Afartí y sil concepción del ?xzi?irlo, I'uerto Rico. 1971. Editorial Un¡\-CI-sir;ii'i:i. Uiiivrrsidatl tle Puet-to Rico.
MANUEL CASTILLO MARTOS
sobre el sublunar, cómo lo de arriba se asemeja a lo de abajo. cómo el Iiombre está i~iflciidopor la conjunción en un nioinento dado entre las estrellas, los planetas y denlás astros. Martí se introduce en ideas alquímicas al ver una relación armónica entre el microcosiiio, el lionibi-e, y el n~acrocosrrio,el universo; y hace preguntas: iEstií Dios fuera de la ticrra? iEs Dios la misma ticrra? iEstrí sobre la naturaleza? iLa ilaturaleza es creadora y el inmenso ser espiritual a cuyo seno el alma Iiun~üna aspira, no existe? iNaci6 de sí mismo el mundo en que vivimos? i Y se moverá conlo se mueve hoy perpetuamente, o se evaporara y mecidos por sus w p o res, irenios a confundirnos, en conipenetración augusta y deleitosa con un ser de quien I:I naturaleza es mera zparición? Y dice que Emerson revuclvc- la poderosa mente, y busca con los ojos abiestos e11 la soinbra el cerebro divino, i~ivisible,uniforme y palpitante en la luz, e n la tierra, en las aguas y en sí mismo, y siente que sabe lo que no puede decir, y que el hombre pasará eternamente la vida tocando con sus manos, sin llegar a palparlos jarnss, los bordes de las alas del águi1:i d e oro. en que al fin lia d e sentarse. Martí destaca otra idea de Emerson, que La uida no es md.s que ILW estució!~ e11la untz~mleza;y el artc no es más que la naturaleza creada por el Iiombre. A la pregunta ;,y las ciencias? Martí responde que las ciencias confirman lo que el cspíriiu posee: la analogía d e todas las fuerzas de la naturaleza; la seniejanza de iodos los seres vivos; la igualdad d e la cc)mposicióri d e todos los elementos del Universo; la soberanía del hombre, d e quien se conocen inferioi-es, rilas a quien 1 1 0 se conocen superiores. iY el objeto de la vida? El objeto de la vida es la satisfacción del anhelo de perfecta hermosura; porque conio la virtud hace herinosos los lugares. Pxra Martí, Ernerson no desdefia la ciencia por falsa, sino por lenta, el idealismo lo hizo humano, lo coiisidera una convicción de vida posterior que ha d e iiierecerse con la práctica serena de la virtud en esta vida. El Iiornbre debe consagrar sus potencias a cntender, a estudiar la naturaleza, y es que el ~ j ecic. uisiió~del hombre I Z O coilzcide con el eje de la rzatumleza.
Otro personaje al que Martí ensalza es Cecilio Acosta,'j a quien defiric hon.1bre de cielzcias y letms, gracias .y m-les, que tenía pasiOn por los libros. Qucrí:i liacer la América próspera y no enteca, porque en ella pisan las bestias oro, .y cs p c l ~todo 10 qzLe se toca con las manos, dueña de sus dcstinos y no atada, coii~oreo antiguo a la cola de los caballos europeos. Quería descuajar las univessidades, deshelar la ciencia y liacer entrar en ella la savia nueva: Aristóteles. Huxlcy, Ulpiano, Ilorace Greely y Amasa; del derecho: lo practico y tangible, etc. De la historia dijo que es el ser interior rcprese?ztado.
RECEPCIONDE LAS IDEAS DE CIENCIA Y TECNOLOG~A EN LA SOCIEDAD CUBANA DE M A R T ~
Martí resume en una frase lo que pensaba d e sus coetáneos, lejos d e 1;i admiración que tenía d e Emerson y Acosta: ¡Ruines tiempos, en que no priva más arte que el de llenar bien los graneros de la casa, y sentarse en silla cle oro, vivir todo dorado; sin vcr que la natciraleza li~irnanano ha de cambiar de cómo es? y con sacar el oro afuera. no se hace sino quedarse sin oro alguno adentro! ¡Ruines tie111pos en que son mérito eximio y desusado el amor y el ejercicio de la grandeza! [. . .1 Parece como si Martí estuviera aventurando lo que se avecinaba para un siglo después. Por otra parte, Martí, partidario d e enseñar las nuevas t k n i c a s para cu1tiv:ir la tierra!'" quería que la enseñanza empírica estuviera en manos d e los riicjores profesores, porque el manejo de los instrumentos novedosos n o se aprende en los libros o se aprende mal, n o puede exhibirse en las exposiciones, sólo podría enseñarse en las Esc~ielasde Agricultura, adonde hay que venir :I estudiar para adquirir, e n todos sus detalles, conociriiierito personal y dirccto de las ventajas de los rnetodos e instrumentos modernos. Aquí n o tenemos p ) r in5s que acordarncos del científico cubano Álvaro Reynoso, doctor en ciencias por la Universidad d e I'aris, que se dedicó a investigaciones químic:is y nli3dicas y, e n 1856, publicó sus trabajos sobre la cría artificial de peces d c agua dulce para repoblar los ríos! lagos y lagunas y el método seguido por los indios americanos para ernbalsaniar. En 1861 publicí, Estudiospogresir,os, donde se interroga, a la luz d e los principios agronhilicos, acerca dc los procetiirnientos de la caña y d e otras plantas d e Cuba. Un capitulo interesante d e ese libro es el que denorniní, Kompucsto o mezcla fertilizante., en el que expone con precisión sus criterios sobre la importancia de la iiiateria orgánica en el suelo, así como conceptos técnicos productivos que hoy, 1115s qiic nunca. alcanzan su vigencia plena. Esos putirideros suniinistrarian toda la cantidad de abono necesaria par:i los cl hombre trata de ayudar a la naturalen por medio de cultivos del fundo l...] su trabajo y de las fuerzas químicas y rnecinicas. Al exponer el iilétodo d e fabricación del compuesto o rrie7cla fci-tili/antc., se cxticndc Reynoso en el procedimiento a utilizar en los ingenios. expesando o el cz~ltzvnde la cm% de az~icar(1862): en su B n s a ~ ~sobre 1.a recoleccióri de la cachaza forma parte de nuestro plan genera de :ihonos en los ingenios, plan, digámoslo desde ahora, que si bien no plmteaclo a ú n en la escala y bases que proponemos, Iia sido ya en parte realizado e11 algunas fincas.
MANUEL CASTILLO MARTOS
La fabricación de abonos segíin este método presenta, entre otras ventajas, la conveniencia pasa la salubridad de la finca y que es uno de los abonos más eficaces para el ciiltivo de la caña, además los costos de su instalación sei-ían comparativamente pequeños. Y t a m b i h orienta para la elaboración de una solución estercolizadora: También se podían desleír en las cachazas los excrementos cle los aniimales y así se obtendría una lejía o levadura de abono en extremo activa, para facilitar y determinar la putrefacción de las materias vegetales, que han de sufrir descom posiciones.
Completa el mencionado trabajo con una reflexión interesante: Si felizmente poseemos ya la ceniza de la misma planta, ya la cle otra que presente igual composición, no habría necesidad de apelar a rnezclas arlificiales y desde luego satisfacer todas las necesidades del suelo.
Los consejos de Reynoso, basados en la experimentación cit.ntífic:i y expuestos en su Ensayos.. .. siguen estando vigentes después de mis de iin siglo. El empirisrno representa acaso el único medio fácil, fecundo y perfecto de importar las nuevas prácticas agrícolas, porque, decia Martí, esti condenado a morir un pueblo en el que no se desenvuelven por igual la afición a la riqueza y cl conocimiento de la dulcedumbre, necesidad y placeres de la vida. Los Iiombres necesitan conocer la composición, fecundación, transformaciones y aplicaciones de los elementos materiales de cuyo laboreo les viene la saluclable arrogancia del que trabaja directamente en la naturaleza, el vigor del cuerpo que resulta del contacto con las fiierzas de la tierra y la fortuna honesta y segura que produce su cultivo.
Para Martí la enseñanza no sólo era necesaria para obtener beneficios müteriales, sino que contribuía a que el hombre crezca; y, a la vez, el ejercicio prudente de la razón, el conocirniento del universo, y la práctica constante de la generosidad eran fuente de felicidad. Y apostillaba: ser culto es el liriico modo de ser libre, d e aquí que vea necesaria la existencia del maestro anibulante capaz d e llevar conocin~ientos,una máquina curiosa, el modo de cultivar la planta, etc., adonde aíln n o se habían instalado escuelas. En sumi, decía, se necesita abrir una campaña de ternura y de ciencia, y crear para ella un cuerpo que no existc de maestros n~isioneros.La cscuela ambulante es la única que puede remediar la ignorancia campesina. Y en campo como en ciudades urge sustituir al conocimiento indirecto y estéril de algunos libros por el conocimiento directo y fecundo de la naturaleza. ;Urge abrir escuelas norii~alesde maestros prácticos, para regarlos luego por valles, montes y rincones!, como se cuenta que Iiicieron los indios del Amazonas para instruir a los Iiombi-es y :i las mujeres.
Martí, además, estaba interesado en una enseñanza popular y en una educación para todns;'j pero matiza que instrucción no es lo mismo que educación, aquella se refiere a los sentimientos y esta al pensamiento. aunque no Iiay buena educación sin instrucción. De modo semejante ya lo dijo Félix Varela. Educación popular, en el pensainienlo martiano, no significa exclusivamente educación de la clase pobre, sino que todas las clases, que es lo misrno que el puel->lo,tienen que ser bien educadas: No hay ninguna razón p:m q u e el rico se eduque y el pobre n o . . . Todos son iguales.
Considera que el pueblo mis feliz ser5 aquel que tenga mejor educado :i sus hijos en la instrucción del pensamiento y en la direccih de los sentin~ientos.Al venir a la tierra todo hombre tiene el derecho a que se le eduque, y despues en pago, el deber de contrihuir a la educación de los demás. Un pueblo de lionbres educados será siempre un pueblo de hombres libres. La educación es el único medio de salvarse de la esclavitud. Tan repugnante es un pueblo que es esclavo de hombres de otro pueblo, como esclavo de hombres de sí mismo.
LA
C I E N C I A DE LA E P O C A S E G U N LA F I ~ O S O FMARTIANA ~A
Los temas de la ciencia alcanzaron una excepcional dimensión en los escritos de Martí aparecidos en diversas revistas de Vencziiela, México y Nueva York, en los que su pensamiento acerca de las ciencias se presenta iinido no sólo a la filosofía, sino al destino de las sociedades; y afirma que la cicncia va a las causas de ros fenómenos. Ortega y Casset sostuvo que la filosofía se encarga de las verciades e interpretaciones í~ltin~as, al paso que la verdad científica es una verdad exacta, ambas deben ser integradas; y Marti antes había precisado estas diferenciaciones, y predicho que así c o n ~ oel siglo xrx es el siglo del detalle el m será el siglo de la síntesis. Con metodo seguro fija Masti los fenómenos, los hechos. como la m:iteri:i prinxi de la ciencia. Los hechos son la base del sistema cien~ífico,s6lida e iiiiprescinclible. sin 1:i cual n o es dado establecer, levantar edificio algunos d e razón.
Frase encuadrada en su pensamiento empírico de amplia base, 1 aconseja que No se deben citar hechos aislados -contentamiento ficil d e una erudición ligera e iiifructifera- , sino hechos seriales, d e conjunto sólido, ligados y riiacizos.
15
Ibicr'., pp. 361-362
MANUEL CASTILLO MARTOS
Y completa lo dicho: Pero hay hechos superficiales y profundos. Hay heclios cle flor dc tierra y d e subsuelo. Y a veces, así como el rostro suele ser diverso clrl Iiombre que lo Ileva, así la forrna superficial y aparente del hecho es contraria a su naturaleza más escondida y verdadera. Y hay hechos en el mundo del espíritu.
Así, ieriios que la idea martiana de la ciencia es de penetración del homlx-e en la natiiraleza, perforación cognoscitiva de ella. A este respecto: Las ciencias aumentan la capaciclacl d e juzgar que posee el liorribre, y le nutren d e datos seguros.
Recordemos que dato proviene de datum, a su vez de daw, lo que se cl:i n la observación. Mastí prevé la continuidad en el aumento de descubrimientos científicos e11 el siglo m, y vaticina que Ciencia y libertad son llaves maestras que han abierto las puertas por donde entran los hombres a torrentes, enan~oradosdel mundo venidero.
La ciencia la \,e Martí de suprema utilidad al hombre y le será edificante en sumo gr:ido, porque aparte de su construcción en sí, es aplicación. Las cosas n o han d e estcidiarse en los sistemas que las rigen, sino en ra con qiie se aplican y e n los resultados qiie producen.
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mane-
Aquí sc manifiesta con claridad el pragmatisrno martiano, y nxis cu:indo une cienci:~y técnica: Demostrar, desciibrir, f~indar,crear, aumentar la gigantesca vida del Universo; quebrar montañas, utilizar la vida en los aires, surcar mares -es la niiew obra del hombre.
Para Marti no sólo es la ciencia cuestión de razón, sino también de iri~aginación. y por tanto hay que tener en cuenta el mundo interior del científico para que se una literatura y ciencia. Cuando escribe acerca de la obra dc: Felipe Poey dice: Ya v : ~siendo notabilísimo en los poetas y oradores d e niiestr:i ~iz:z r l afán d e hacerse liornbres d e ciencia. iY l-iaceri bien!
hf:i~-tíserá quien fundir5 filosofía, poesía y cicnci:~y enseñar5 que La poesía d e las naciones libres: la d e los pueblos tlueños, la d e nuestra tierra americana, es la que desentrana y ahonda en el hombre las razones cle la vida, e n la tierra los ghner-ies del ser.
Pensamiento en el qcic van ciencia y filosofía:
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coincidir Martí y Un:imuno. Aquél salx'a aiinar
RECEPCIÓNDE LAS IDEAS DE CIENCIA Y TECNOLOG~AEN LA SOCIEDAD CUBANA DE MARTI
Donde encuentro poesía mayor es en los libros de ciencia, en la vida del mundo, en el orden del mundo, en el fondo del mar; en la verdad y música del árbol, y su fuerza y amores, en lo alto del cielo, con sus familias de estrellas. y en la unidad del universo, que encierra tantris cosas diferentes, y todo es UIIO, y reposa en la luz de la noche del trabajo productivo del día. En otro trabajo. dice: ¿Ni qué mayor poesía que la que, a manera de selva aníirquica, va surgiendo ante los ojos a la lectura de iin libro científico, en que se revela la grandiosidad, armonía y espíritu de la naturaleza?
El propio Martí que ofrecií) en Guatemala conferencias de ciencias naturales, pasa a pertenecer a la categoría de los poetas metafísicos cuando comenta libros en los cuales se habla de Gmceptos y teorias de la fisica moderna.), campo en que trata de delimitar bien el influjo de la metafísica en la física, y de fijar aquellos aspectos de las ciencias que no se han emancipado aún cie aquella disciplina matriz. En sus escritos de caricter científico, Martí se refiere a oceanógrafos piscicultores corno Hair, a arqueólogos como Cadnius o como Brasseur de I3ourbourg, a antropólogos como Baxter. No están ausentes médicos investigadores en los campos de la fisiología y anatomía. Uno de los sucesos científicos que Martí ofrece con más entusiasmo es la serie de descubrirnientos de Pasteur, a quien califica de benefactor de la humanidad, por sus hallazgos en los estudios de ferlnentación, de enfermedades I-iasta entonces desconocidas que venían afligiendo a la humanidad. Nadie ha hecho más que Pasteur para aliviar los dolores de los hombres. Investigó el origen de muchas enfermedades extrañas y mortales, como aquell:~ que arrasó las crías de gusanos de seda en Francia?y cuya superacion se tradujo en un aumento en inillones de la riqueza de Francia. Martí estaba al día en relación a los últimos sucesos científicos y técnicos, algunos a los que dedica su atención son: los instrumentos de precisión para medir las variaciones de calor solar en el observatorio astronómico de Monte Leh, en el Hi~nalaya;los trabajos de Langley, en California, sobre la relación entre el calor y las nlanchas solares. No olvida el aspecto sociológico, y señala los estudios acerca de las correlaciones entre condiciones telúricas y condiciones económico-sociales. Observador de los fenómenos en el mundo de la botánica, estudia las ol->rasde John Lublmck y los experimentos de Shützler sobre las causas del color de las plantas. También prestó su atención al Congreso de Geólogos celebrado en Bolonia en 1881 y al Congreso Geográfico de Venecia, donde se presentó un proyecto para dividir el globo terr5clueo en 24 meridi;~nos de 15 grados cada uno.
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Tiene en mente a hoinbres de valía científica de la America espafiola, y a ellos dedica alguna literatura: Villavicencio, geógrafo del Ecuador: Mariano Rivero, químico, botánico y inineralogista; Triana, naturalista de Colombia; IJriscochc, químico botánico; Pedro Guerrero, botanico ecuatoriano al que llama el obsem~adorde Guayaquil. También va a glosar los irnportantcs trabajos de José de Caldas y Josk Celestino Mutis; del singular botánico de Bolivia José María Bozo; Miguel Bustamante, botánico y ornitólogo de Guanajuato; y no pasar5 por alto la labor docente e investigadora que Andrés Manuel del Río desarrolló en el Real Seminario de Minería de México, introduciendo la moderna mineralogia en aquellas tierras. Un coetáneo de Martí, Enrique Lluria y ~espan,'%dducado en Cuba y establecido más tarde en Madrid donde ejerció la medicina según Rani6n y Cajal, alió la ciencia positiva con las especulaciones ideales del progreso futuro. Enlazando los trabajos de biólogos a los de pensadores y sociólogos, procl:lrnó, en nombre d e la ley de evolución que rige a todos los seres, la socialización de la naturaleza. La actitud de hlartí ante la escuela positivista se nos reveki en el juicio que hace de la obra del hijo de Felipe Poey, Andrks Poey y Aguirre (1826-18791, colaborador de August Comte en París, que tanto infliiyó para la expansion del positivismo en América, espccial~nente en Chile, México y Brasil, con sus dos obras: Le Positivismo y Cumte y Littié ambas escritas en francés y posteriorniente traducidas. Martí sitúa a Andrés Poey al lado de Thornas Payne, de Hüchner, de Voltaire, de Frothingham y del ingles Heber Nenrton, y afirma que El cubano Poey es quien g ~ i í a por , el vigor de su análisis claro, la escuela que sólo pecó, en la pelea justa contra el falso ideal, por su negación inrnorril de la existencia mejorable y permanente.
Martí está aludiendo a una brega con un cspiritualismo insuficiente, y a las veces absolutista, en nombre del espíritu, que nunca puede ser absolutista.
El desarrollo del capitalismo y el crecimiento de la gran industria estin~ularon el progreso de las ciencias naturales y estas a su vez no sólo contribuyeron a incrementar la producción sino que además, minaron la interpretación idealista ..
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J. M. Carboriell y Kiuero, La Ciencia etz Cttba. La Habana, 1928, Imp. ivlontalvo y Cirdenas, p. 314.
y metafísica de la naturaleza. Las conquistas más importantes de las ciencias naturales, físicas y químicas en las décadas centrales del siglo XIX fueron:" 1. El descubrimiento de la ley de transformación de la energía. 2. El descubrimiento de la estructura celular de los organismos vivos.
3. La creación de la doctrina evolucionista: el darn~inismo 1. Los materialistas de la antigüedad habían formulado ya la tesis de que 1:i materia n o puede ser aniquilada ni creada. René Descartes, en el siglo WII, introdujo en la ciencia el principio de la constancia de la cantidad de niovimiento. Un siglo después, Mijaíl Lomonósov y Antoine Lavoisier demostraron experimentalmente y formularon la ley de conservación de la cantidad de sustancia y de movimiento.
A comienzos de la decada d e 1840, el médico alemán Julius Mayer descubri6 la ley d e la conservación y transformaciOn de la energía, según la cual determinada cantidad de nlovimiento en una de sus formas (mecánica, térmica, etc.) se transforma en una cantidad de movimiento igual a ella en c~ialq~iiera otra forma. Esta ley fue fundamentada teorica y experimentalmente por Arniinc Helniholtz y Michael Faraday. Por su parte, Jacob Joule y Enric Lenz establecieron el equivalente mecánico del calor, es decir, calcularon la cantidad de energía mecánica que proporciona una unidad de energía térmica. Se demostró que el calor, la luz y otros estados de la materia son formas determinadas cualitativamente de su movimiento, el cual no surge ni se destruye, sino que se transforma sin cesar. De ahí dimanaba la conclusih de que el movi~nientono puede reducirse al desplaza~nientod e los cuerpos en el espacio y que la transformación de una forma de movimierito de la materia en otra es un cambio cualitativo. Los representantes del materialismo premarxista afirmaban que el movimiento no se introduce en la materia desde fuera, sino que es el modo de existenci;) de la materia. Al descubrirse la nueva ley fue posible demostrar este postulado filosófico sobre la base de las ciencias naturales y comprencler dialécticamente el nexo de la materia y el movimiento. Cierto es que ni Mayer ni otros sacaron conclusiones filosóficas de la ley de la transformación de la energía. Estas conclusiones las formuló por primera vez Federico Engels. La filosofía rnartiana sostiene que las raíces de las leyes universales son los hechos; y todo está regido por una ley de equilibrio o compensación. que es precedida de la ley del impulso. Escindiendo el mundo de la naturaleza del mundo del espíritu, ve Martí la necesidad en el primero, y la libertad y la crea17 W . A A . , Fun~Lumenlosde flosqfia marxista-leninista (parte 11, Afaterialisnio dialéctico.. Moscú. 1975, Traducción al español, editorial Progreso, pp. 46-48.
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tividad en el del espíritu. Emerson. a quien hemos hecho referencia, se propuso dar con las leyes de la existencia del Universo, mientras que Martí canta las de la tierra y las del espíritu:'" . . . liay leyes en la mente, leyes; cual las del río: el mar, la piedra. el astro, 5sper:ls y falales 1.. .1
Cabe referir ahora que en el proceso creador de asimilación de saberes físicos, las contribuciones originales y líneas autóctonas de investigaci6n y desarrollo en Cuba comenzaron a existir en la segunda mitad del siglo sobre e softzuai-e) aplicadas todo en el uso de las microcornputadoras (el h a ~ d u ; ny~ el en equipos de resonancia magnética nuclear para la medicina, tknica que ha sido, y es, uno de los más evidentes aportes sociales, por el ní~merode vicias sa1v:idas y de tranq~iilidadgenerada a seres Iiumanos. 2. Otra conquista no menos importante de las ciencias naturales fue el descubrimiento de la estructura celular de los organismos vivos. el cual llevó de lleno a la concepción materialista dialéctica de la naturaleza orgánica. La existencia de las células es conocida desde que Robert Hooke publicó la primera descripción de la estructura celular de las plantas, en 1665, y dio a conocer que el corcho y otros tejidos vegetales están formados de pequeños huecos poli&dricos que llamó ~cells)~ (celdillas, en latín células) por su semejanza con las celdilla~de un panal. Los progresos en el conocinliento de la célula se iniciaron en 1831 cuando Robest Brown descubrió el núcleo de las células vegetales, y los biólogos alenlanes Mathias Schleiden y Theodor Schwann elaboraron. en 1839, la teoría celular después de que éste descul->rierael núcleo en las c~lulas animales, y se comprobara con investigaciones ~nicroscOpicasque los tejidos de organismos vivos contenían cklulas y gmpos de c6lulas que desempeñan la misrna función fisiológica.
El organismo surge y se ciesarrolla mediante la multiplicación de las células, por su renovación ininterrumpida: nacimiento y extinción. La teoría celular demostró la unidad interna de todos los seres vivos y apunto indirectamente a la unidad de su origen. Engels saco de esta teoría conclusiones materialistas dialécticas en sus obras, como se lee en Dialéctica de la ~Vutumleza. Los diversos campos de las ciencias naturales se desarrollaron en Cuba de la mano de investigadores y estudioso^,'^ entre otros están:
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Agramonrc, op, cit. p. 115.
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Para profundizar e n e l tema consultar: Carboriell
y Kivero, op. cit
¡A EN LA SOCIEDAD CUBANA DE MART¡
Felipe Poey Aloy (1808-18661, naturalista cubano que con su obra Ictiología cubana se anticipó a otros afirinando la existencia del hombre fósil antes de que la prehistoria fuera reconocitia por la ciencia; y antes de que Darwin diera a conocer su teoría evolucionista él estableció la doctrina de ((locontinuo es el transformisrno)~,principio en que descansa la evolución en la forniacih de las especies orgánicas. Juan Cristóbal Giindlacli (1810-1896) escribió el catálogo Ornitologíu czlbczIza -el niás completo de su t i e i n p e de todas las especies de aves de Ciilm tanto indígenas como de paso. Benito J. Viñes, (1837-18931, nacido en Tarragona (España), desarrolló en Cuba su vocación por los estudios meteorológicos y su labor puede y debc encuadrarse entre los científicos cubanos. Tuvo a su cargo el 011sen;atorio Meteorológico del Colegio de Belen y public6 concienzudos trabajos sobre meteorología y después de investigaciones logró descubrir las kyes de circ~ll~zción y traslación ciclónica en los humcaizes de las Antillus. Luis Montan6 (1849-?) fue quien introdujo en la Isla estudios antropol6gicos. y El indio cubano de la ciénaga de Zapata le dio fama definitiva. Creó. con científicos de valía. la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba. de la que fue Presidente: y llegó a ocupar la primera cátedra de Antropología. creada en 1899, en la Universidad de La Habana.
Carlos de la Torre y Huerta (1858-?), después de cursar las carrerlis de medicina, farmacia y ciencias naturales, se especializó en esta: materia en la que descubrió niievas especies de moluscos que llcvan su nonibre: C~~~li~zdoella Torrei ,jl Cuclostonza Ilórreiaizum. Se doctoró con la tesis referente a la Distribz~cióngeogrhj?ca de la j h ~ ~ nrnul~~cológica a terrestre de C~lba.Los ti-akjos más notables que realizo bajo la influencia dc Poey son: Cbnsideracio~m arzatónzicas sobre los huesos de la cabeza del ,1.iIatí,juarí, el cual le sinrió p a n ingresar en la Academia de Ciencias de Cuba; 1nforme.s sobre la enferri~edacide 10s cocoteros y Excfmión antropológicn a las cauerlzas de ilk~isí(Oriente de Cuba) y otros lugares. En 1909 ciilminó su estudio de estmtos jr~r&sicosen la parte occidental de Cuba, mostrando las capas de dioceras), (A?m~o?zites), al que siguió el hallazgo del pleistoceno,f6sil en la región central, cuestiones que revolucionaron la historia geológica de A~nCrica. Tmlbién contrilxiyo a la reconstrucción de Megalocnus Rodens. 3. La teoría evolucionista de Da~winfue el tercer gran descubrimieilto de las ciencias naturales a mediados del siglo xix. Daiwiil puso fin a 1:1 ide:i de que las diversas especies de animales y plantas no están ligadas entre sí por nad:~, son casiiales, cina, 1964, Editorial Nacional de Cuba, tomo 19, pp. 359-370: .Apuntes para los debates solxe el iclealisiiiu y el r~alisinoen el arte", ihid., pp. 409-431; ,,Daiwin lia rriuerlw, en La Opinió?~ i"v'acio?znlde Caracas. julio de 1882. también en ihid., pp. 371-380: .Debate en el Liceo Llidalgo. México. 5 dc :ibril de 1875.8, ibitl., pp. 323-329: Agramonte, op. cit.. pp. 154-161 y 246-249.
LA S I T U A C I ~ NECLESIÁSTICA CUBANA EN TORNO A LA4 INDEPENDENCIA
~ o s É LUIS MORA MÉRIDA UNIVERSIDAD DE SEVILLA
Investigar y hablar de la Iglesia católica cubana en los años que van desde el final de la emancipación d e los territorios continentales bajo control adn~inistrativo español, es decir desde 1825-30 hasta finales del siglo, es tarea harto difícil y compleja. Si nos acercamos a los escasos estudios de conjunto que hay, obsenramos que todos ellos están realizados bajo el meinbrete revolucionario, sea decimonónico, sea de la época castrista. En cualquier caso, el esquema que podríamos alcanzar quedaría de forma que nosotros lo completaríamos, pensamos que de una manera más armoniosa y efectiva, aportdndole los datos que vamos espigando de las llamadas Relationes ad limiiza de los obispos cubanos de la segunda mitad del siglo xrx. Estas son las descripciones que debían enviar cada ciei-to tiempo (5 o 10 años) todos los obispos católicos a la Santa Sede, en las que relatan la situación material y espiritual de su propia diócesis, así como otros comentarios que consideren oportunos acerca de sus feligreses. En estas descripciones, incluso leyendo entre líneas, trataremos de bucear para acercarnos a lo que hemos denominado la situación de la Iglesia católica en Cuba en torno a los años independentistas.
Como sabemos, no era infrecuente en los años finales del siglo xix que hubiera entre los intelectuales españoles un fuerte sentimiento y un gran deseo de que 40 de Cuba)>terminase cuanto antes. Cada vez se hacía más perentoria la necesidad cie ver la luz al final del largo túnel de la guerra. Uno de estos intelectuales era el escritor y diplomático don Juan Valera, quien proponia que Cuba debía alcanzar la libertad, pero sin que la Isla dejase de ser española. Era una forma de solucicín, y también una fórmula, que iba en contra de los intereses norteamericanos y de los de un cierto grupo de independentistas. Mi opi-
JOSE LUIS MORA M E R D A
nión es que entre este tipo de revolucionarios indepenclentistas no se encontratxi José Martí, que es quien hol- nos reúne aquí.Él no qiierki que Cuba c a p se bajo el control norteamericano, pero tampoco deseaba que siguiera siendo espanola En la carta que le escribe desde cl Campamento de Dos Ríos a su buen amigo Manuel Mercado, el 18 cie mayo de 1895 (un día antes ,de su muerte), dice con total claridad al principio de la carta: *que se estab:~proponiendo.
LA
ESCLAVITUD Y A L G O M Á S SOBRE RELIGIOSIDAD POPULAR
Todos sabenlos la complejidad y los altibajos por los que pasaron las Iiiclias abolicionistas y antiesclavistas en la segunda rnitad del siglo xx, especialmente desde que tern~inóla Guerra Civil (de Secesión) de los Estados I:nidos. Nuestro arzobispo, en el cap. VI11 de su relación nos ofrece la siguiente afirn l a c i h al 1-cspecto: Se wtáii intem@cando algzcnas costumbres populares que colubo~~an con Ia impiedad, sohre todo desde que ha cambiado la condición de esta sociedad por la guerru que se libra contra la C7atólicaEspaña, usi como p o ~ Ia abolición de lu esclavitud y por las ltyes politicas j 1 adn7iizistmtiua.s que cstdl~ infestadas de1 pc.stfe)-o liberalismo aduersunz Eccle.siam-. Conw podemos observar, es una especie de (ctotu~nrevolutiim~),en el que se da una fuerte andanada contra el liberalismo abolicionista. Pero, el arzolxspo, de su particular análisis, deducía que ello estaba conducicndo u lu uparzcióf~de mliltiple.~szcpersticionc-\5 tales como acudir a misa los sWbados, por zma excesima y mal entendida deuoc~óiznlarzana. .y no los do177ingos conlo era prt?ceptizio. Adenlás, en las celebraciones que tenían lugar en el campo, los Ilarriaclos campesinos de color (lógicamente los negros), cumplían una extreril:~ observancia cn, por ejemplo, ir muy bien acompañados de arnuletos, oracioncs varias y otros objetos cliic, además de ayudarles a rezar o rczarles a estos objetos, creían los negros, según nos refiere el arzobispo, que también servían para curar enfermedades, alcanzar el perdón de los pecados, encontrar la curación de cualquier maldad, e incluso para alca~lzarb vida eterna. En consecuencia, las prácticas ordenadas por la jerarquía católica y la liturgia al uso apenas se cumplían, y es~iecialinentemuy pocos cumplen cou el precepto de la Conzuizión Pascual. Desde luego, el panorama que estaba presentando resultaba demasiado negativo. Para tratar de lxicerle un guiño al optimismo, dice el arzobispo a rcnglón seguido: No obstante, hajl una parte de los Jleles que conjksu yiib1icame~1hmzestus -y obedientes a la &lesiu. te su ,fe, son m u y piadosos, de costz~?n.hi-es Asisten Ji.ecue~ztemeiltea Misa, qye?z con atenciórr la predicación, recibezl los sacramentos de la Penitencia 3) de la Ezccal-isria j J ejenxrz la caridad; tamhih? colaboran con los misio~zeros,tanto denlro conzo ficem de la ciudad de Suntiago. Pero lo estropea todo cu:indo remata la afirmación con las siguientes palabras: pero ni?guno de &tos es ~zegro,~
LA SITUACIÓN ECLESIASTICA CUBANA EN TORNO A LA INDEPENDENCIA
Y ya, para colmo, e n esta relación d e actos paralelos con la liturgia cristiana que nos va relatando el arzobispo, nos cuenta todo Ir) que se hacía cuando se quería enterrar en el cementerio católico, porque entre otras causas no había otro, salvo un trozo d e tierra para los suicidas, a una persona que se había confesado masón, o incluso espiritista, porque para el arzohispo anilms condiciones eran lo riiisrno. Por lo visto, los familiares iritroducían el cadaver e n la iglesia, sin avisarle a1 párroco ni a ningu~iaotra persona eclesiástica dc. la parroquia; todo ello efectuando mlicchos signos y- sirribolns pi-opi(~)sile los riiasones, aunque n o nos relata ninguno. Procuraban que no tocascn las c:rm panas, ni que se oficiase responso alguno. Todo ello dcctuado con mucho sigilo, pues, recuerda el obispo, los masones tienen prohibido elztwr on las iglesias. Después se volvían a la casa del clifunto y, desde allí, ya llevaban el cadáver al cementerio, .siguie?zdo la costzrmbt*eprofhna. Pero, con gran sorprcsa, en el camino a1 cementerio, ya tenían cont~.atadoa algún sacerdote, o a cualquier simple clkrigo, para que, e11 algún lugar prcclcternlinaclo, que frecuentemente solía ser por los alrededores cte la iglesia d e Santo Toiilás, le recitase un nuevo responso en la niisrna callc. tfisolvikndose allí mismo la coiiiitiva niortuoria.
Todo parecía un entierro católico, y de Iieclio por el relato episcopal así lo era. pues era muy difícil prot,arle a alguien que perteneciese a la masonería o que tuviese, como decía el armbispo, q~rulitasmasso?7omin?,y por descontado esto 110 se podía probar ante un juez. En consecuencia. este asunto traía de cabeza al bueno del arzobispo.
En los años siguientes a la muerte de Martí la sitiiación no cambió mucho.
Cuando se produjo la derrota d e España, los eclesiásticos en general, y los sacerdotes y clérigos espafioles en particular, vieron cómo habían perdido casi toda la credibilidad ante la sociedad cubana; incluso gran parte dcl clero de origen español tuvo que abandonar la 1sl:i. Durante la intervención norteamericana se procuró disminuir en todo lo posible la fuerza moral que tenía la Iglesia católica en la sociedad culxma: se eliminó el ~ilonopoliodel matrimonio canónico, se estipuló la sepasaciím dc la Iglesia y del Estado, se organizaron cementerios civiles, se les retiraron a los eclesiásticos católicos todas las subvenciones, se patrocinó la llegada de los credos protestantes, se aprobó provisionaln~enteuna ley de divorcio. se facilitó 1:i apertura d e escuelas y colegios laicos: etc. Sin embargo. la Iglesia católica cubana, a base d e esfuerzo y de sincericl:~tl, fue consiguiendo poco a poco volver a encontrarse con la socieclad isleña, has-
ta el punto que hacia 1914 la situaci6n num&ica de instituciones y a s a s religiosas, así como de sacerdotes, era muy semejante a la de los últimos años del siglo xrx.
Relación ad litnina del arzoliispo I->iirr\.io C~r.voPÉREZ,firmada en Roma el 8 d e julio d e 1867. -
del arzobispo Josí: MAKTÍN IIBRRER~Z, fir~iiadaen Santiago d e Cuba el 1 d e marzo cle 1879.
- clei arzobispo JosÉ MAR'I~N HERKEKA, firrnada en Madrid el 10 d e octubre d e 1888. Este
obispo seria trasladado al año siguiente al Arzobispaclo cle Sanliago d e Compostela. CARTA CIKCIJLAK del obispo d e La Habana FRA'JCIS(:~ FI.FTX Y SOLANS, d e 22 d e diciembre d e 1852, sobre asuntos varios relativos al gobierno y la administración de su diócesis. Es casi una relación ad limirza, pero intercalando e n el texto algunos cloc~iriientos reales acerca d e la función patronal. Da la impresión d e que es un trabajo re:& zado alrededor d e los hechos desamortizadores. COMISIÓN DE HISTORIA, R@xiÓ~z ecle.sial czlbana, desde la ,fundación de San Chrlos (1 7743 hasta 102.Es una -reflexión escrita%* d e un grupo d e sacerdotes cubanos acerca d e cómo s e 113 prodiicido el desenvolviniiento d e la Iglesia catdica e n Cuba. Está multicopiado y sin fecha, pero parece ser que es d e 1985, y esta ejecutado en La IIal~ana. C.E.H.I.L.A.Histo~iaGeneral de la I,qle.~iaepz América Latina. IV: EL CARIBE: Jolin A4. Kircli. Fre71te al ~jolcán: La Igkesiu Católica en lu Cuba prerreuolucionarin (Salarnanc:~, 1995). PP. 336-351. C~STELLANO GIL,J O S blanuei, ~ La nzasonería e.spañola en Cuba (Sant:~Ciuz d e Teneiife, 1996) LE RIVEREND, Julio, Historia económica de Cuba (Barcelona, 1972)
MAKTÍ, JosS y CASTRO, Fidel, De Ma7ítí a Castro. Selección d e textos d e Ediciones Gsijalbo (México, 19701, y reedición d e la misma editorial (Barcelona. 1974). MART~N LAISECA; J . , Apunte.spara la historia eclesiástica de Ci~ba(La 1-Iabana, 1938). Moit~r\oA I ~ N WManuel, , Las ih~szowsamenumas de don &m sobre EspaGa y América (Sevih. 2003)
Vulera y otros cstudzos
POLÍTICA, CULTURA Y UNIVERSIDAD E N LA ESPAÑA Q U E VIVIO JOSE MARTÍ
MANUEL GARC~AGUATAS UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA
Tres circunstancias hay que señalar como reflexión previa sobre las dos estancias de Josk Martí en España, primero de estudiante deportado y luego de paso dos meses. La primera fueron su juventud y frágil salud. Llegó en enero cle 1871 con 18 arios (que cumplió en la travesía del vapor Guipúzcoa de La Hal>:in a Cádiz), y saldrá de España a finales de 1874 con 21 años. Luego volverá :t pasar por Madrid en el otoño de 1879, confinado y destinado a un presidio que logrará eludir.
El destino. curiosamente, rnarcará su estancia en España justo en el eciiaclor de su vida, pues morirá a los 42 años. La segunda circunstancia es la brevedad de su residencia española durante tres años y diez meses. Pero se empapó, como una esponja, de la vida cultural -teatral y artística, sobre todo- y universitaria tanibién, pues en menos dc ese tiempo sacará el titulo de bachiller (que estaba estudiando en La Habami cuando participó en las n~anifestacioncscontra el gobierno español) y obtendrá los grados de licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras. Intensos tuvieron que ser los contactos con estos ambientes espaiioleh, qiic vivirá a través de dos ciudades: Madrid y Zaragoza. Una tercera circunstancia es la huella que dejarán ambas en la biogr:tfía cultural, política y afectiva de Marti, que se puede seguir muy bien a través de sus artículos para periódicos de gran tirada de América y en sus versos. I>espu¿?sde esta prolongada estancia en España y tras un viaje p o r Francia I~astaParís, embarcará a Nueva York y Veracruz. Llegó a la capital de ivlexico el 10 de febrero de 1875, donde va a permanecer dos años, runlho esta vez a
La Habana, aunque con el nombre y apellitlos trucados IJulián Pérezl. para pasar desapercibido a las autoridades españolas. Estos dos anos d e estancia e n México van a ser. e n biiena parte, una continuidad d e los vividos e11 España e n dos facetas: e n la d e la creatividad y afición teatral y e n la práctica política, con la que aliora podia coniprometerse, fuera del alcmce cie la jiiristlicción española. Las cuestión d e las relaciones coloniales d e Cuba con 1:i metrópoli era cn aqiiellos momentos d e la formación d e la visión política d e Marti un problcrna que necesitaba tiempo para madurar la organización de la resistencia armada y difundir los argumentos d e los discursos y proclan~as.Y estos últiriios eran las armas d e Martí, sabedor d e sus lin~itacionesfísicas y conocedor d e la política española respecto de la isla. Enseguida p i d o contrastar que dos fuerzas políticas d e peso desigual determinaban los vaivcncs d e las relaciones d e España con Cuba: los militares, con 1:i sucesión cle generales gol3ernadores con talantes muy contrapuestos, duenos y árbitros del f~ituropolítico d e la isla, y los partidos republic:tnos, desunidos pero coincidentes en buscar soliiciones definitivas al esclavistno y a una autonomía p:ira Cubl. Defendían estas ideas descle el Congreso y también desde su prensa. En estas consideraciones que acabo d e resumir es donde creo q u e se f~iridanientan los primeros argun~entospolíticos que hlartí irá madurando tras la juvenil experiencia d e España y exponiendo en sus escritos periodísticos una vez e n América.
Hay dos opciones o vías para poder conocer la vida d e Martí e n Espana: intentar seguir sus pasos e n ¡Madrid y Zaragoza, o tom:irle el pulso a la vida política y cultural española durante acluellos años d e 1871 a 1874. Lo primero se pierde e n la niebla por la [alta d e más datos y noticias biográficas d e las conocidas hasta aliora. Lo segundo significa entrar d e lado o indirectamente en el pensamiento. el anitiente cultural y artístico y hasta e n el mundo afectivo cle José Marti.
Aunque Martí fue a Madrid para estudiar e n la Universidad, este primer objetivo pasar5 enseguida a un segunclo plano. Los ambientes cultural y político que va a poder vivir semana tras semana le proporcionaban riiuchos m á s alicientes q u e seguir día a día los estudios universitarios conio alumno libre. o sea sin la obligación y el estímulo d e asistir a clase. A lo largo d e esta exposición, y conio ya hice en mi public:ición La Zc~rugozw de.José Martí (1"ciición en 1999 y 2-n septiembre d e 2004). intentare rel-i:icer
POL~TICA,CULTURA Y UNIVERSIDAD EN LA ESPANA QUE VIVIO JOSÉ MARTI
con el soporte de nuevas investigaciones los ambientes y lugares que vivió Mastí en Madrid y Zaragoza, para desde esas reconstrucciones poder deducir de una manera lo más científica y aproximada posible a lo que fueron aquellos años, la influencia que ejercieron en su FormaciOn y en su pensamiento. En buena ~nedidaabrió el canlino en este trabajo el benemérito investigador Guillermo de Zéndegui, que en enero de 1954 publicó un hermoso libro, titulado Ámbito de Marti: Hoy sigue siendo una publicaciím muy valiosa, aunque agotada, por el texto y, sobre todo, por el abundante repertorio de fotografías que reunió de todos los lugares donde vivió el hkroe cubano Antes de seguir adelante, quiero decir cie esas fotografías que fueron tonxidas a finales de los años cuarenta y que muchos de esos paisajes urbanos lian sido muy transformados de entonces acá, pero en el caso de los de Madrid y Zaragoza son las que con más fidelidad se aproximan a los lugares por los que pa" rnuclias veces JosE: Martí Aquel Madrid, de 367.000 habitantes, que conoció este joven cub:ino, 110 solo era el principal lugar de encuentros de los cubanos deportados, sino que ofrecía las hechuras y ambientes propios de una capital europea (se la consideraba la sexta por número de habitantes). Bastante mayor que La Habana, qiie apenas pasaba de los 200.000. Disponía de iluminación nocturna a gas en las calles princip:iles (con 3.250 faroles). Por el día ofrecían éstas la sombra de n12s de 64.000 5rboles y bastantes jardincillos o sqzlai-es. siguiendo la moda de París. En el verano de 1871 pudo contemplar PIlartí el primer tranvía, de traccih animal, entre la J>iiertadel Sol y el barrio de Sala~nanca. A pesar de ser años políticos de incertidurribre y reviieltos, la capit:ll de la metrópoli estaba cambiando su imagen urbana con la constriicciím :d este (a la derecha del gran paseo de Recoletos y de s ~ prolongación i de 1:i Castellana) del elegante l->arriode Salarnanca, con casas cie pisos y palacetes para nobles y notables adinerados, con artísticas F~cl-iíidiisa estos paseos. Durante los dos años y rneciio que vivió Mastí en Madrid lo hizo en tres domicilios: primero en una pensión de la calle Concepción jerónima; desde ahril, en una casa de hukspedes de la calle del Desengaño. y luego en la de Tetuán. Estaba muy cerca el segundo de la Universidad, en la calle de San 13ernard0, del Círculo Mercantil. del Ateneo Científico y Litemrio (entonces en la calle de la Montera) y de la pinacoteca de la Acadeniia de lkllas Artes de San Fernando. Pero también se hallaban cerca de los teatros, qiic jmto con 1:is bibliotecas debieron ser los lugares riiás freciientados por José M:irti. Sabía en sus propias carnes cuando llegó a Espaki que los que mandaban en Cuba eran los gobernadores rnilitarcs con todo el aparato p;ir;i imponer el
MANUEL G A R C ~ AGUATAS
orden de la metrópoli: el ejército expedicionario. el control cie la Marina para todo lo que llegara :i la isla y la vigilancia de la Guardia Ci\.il en las ciudades. Peso cuando publique a los pocos meses de estar en España su opí~sculoEl presidio político en Cuba, ya n o abordará esta situacion d e frente o desde el erifrentamiento (ni tenían posibilidad de hacerlo de otra manera), sino desde el posibilisnio político que les ofrecía a los cubanos el inesperado cambio político de uri nuevo gobierno republicano, corno expondrá a continuación en otro folleto, publicado tarnbién en Madrid, con el título: La República e.pañoln al& la rezuliición cuhal~a,que vio la luz nada más pi-oclali~arseésta en febrero de 1873. No deja de ser sorprendente la precocidad de un veinteaiiero José Martí que por primera vez y a los dos allos de vivir en España publicara sus dos primeras obras de contenido puramente político: una de denuncia de la rcprt.sión en Cuba y otr:i de esperanza en su futuro político con un gobierno republicano en la inetríqmli, lamentablemente de vida azarosa y breve. En Madrid, los ámbitos cubanos, en los que enseguida se introdujo, eran iiiinoritarios y de deportados, pero prol~ablcnlentesin tanta vigilancia como los había vivido en La Habana durante la oposición activa a la ocupación española.
Se salx que el principal lugar de reunión de los cubanos en Madrid era la casa de Carlos Sauvalle, un estudiante de h3ledicina que había sido deportado en enero cle 1870. Allí se reunió el joven Mastí con los hermanos V1aldés, tanbién deportados. Eciscbio, el mayor, era estudiante de Dercclio, Fermín, condenado igualmente a seis allos de presidio, llegará después, en junio de 1872. Hay que imaginarse la sabia y desoladora impotencia con que vivirían 1:i noticia del fusilamiento, en riovicrnhre de 1871, de los ocho estudiantes de ineciicina en La H:ibana. De ese ambiente saldrían reafirmadas sus ideas para los clos primeros folletos que dará a la imprenta en Madrid. También Ferniín Valdés, poco después de llegar de Cuba, pub1ic:irá en 1873 las reflexiones de sus wencias políticas en: Los z:oluntaiios de La Habana cn el acontc:cimiento de los est~ld i u n t ~ sde i2lediciiza por z~node los co~zdtvzndosa seis arios depi-csirNo. '
I'er-o la presencia cie destacados cubanos, depoirados o no: venía de tiempos ;\tris. En 1868 había sido dcpostado el escritor, poeta y pedagogo Rafael M:iría Mendivc (La Habana, 1821-1886), que tan decisivamente había influido en la formación escolar del adolescente Martí. También Carlos Manuel de CGspedes (18191874)) uno de los primeros jefes de la insurrección. había cuisado la carrera de Derecho en Madrid y se doctoró en 13arcclona. Amigo del general liheral Juan Prim, caerá en combate con las tropas españolas en marzo de 1874. La prosa periociística de los artículos de opinión, los versos cortos y vibrantes y las obras teatrales eran los únicos recursos que los deportados en Europa, cubanos o cie otras naciones hispanoamericanas, tenían al alcance de su sensibilidad y a la iriedida de sus ímpetus políticos.
Debido a los escasos recursos con los que contaba M:irtí, clue no le pcririitieron pagar la matrícula de alumno oficial, ni comprar libros, las bibliotecas le eran insustituibles. Disponía de las de la Universidad y de la Facultad de Filosofía y Letr:is, clue estaba algo más alejada, en la calle de Toleclo. También podía acudir a la Biblioteca Nacional, instalada entonces provisionaln~enteen un caserón de la calle Assieta, pues estaba en constsucción desde 1866 en el paseo de Recoletos el gran palacio de la actual.
La ciel Ateneo podía ofrecer 10.000 volúmenes y conferencias desde sus cátedras, que por sus oradores y contenidos cie actualidad sustituían las rutinarias clases de la univrsidacl. Pero, además, inmediatamente después de la revolución de septiembre de 1868, se habían creado en kladrid las innovadoras bibliotecas popiilai-es, dotadas por el Consejo de Instrucción Píiblica, cliie permitían llevar a casa los libros
para su lectura. Iíacia 1872 había en Madrid estos catorce te:ltros, con toda clase de espectáculos, incluitlos bailcs para los carna\des y fiestas, y de todos los precios: Español, Circo, la Zarzuela (para las representaciones miisicalcs más populares de la España del siglo XIX), Alliarnbra, Variedades, Novedades, Salón Eslava (para conciertos), Mastín, Teatro de la Risa, Recreo, el c:if&-teatro Capellanes y el Lope de Rueda, más el Teatro de 1:i Opera, cuyo nombre sustituía el adjetivo de Real, abolicio tras la reciente revoliición. En niarzo de 187.3 se inaugurara otro escenario más, el Apolo, en la elegante c:ille c k Aic:ii;:l. Todo un despliegue de ofertas de espectáculos a lo largo de cada tempoiada, frente a los cuatro teatros que tiabia dejado en La Ilabana (I'rincip:il, Iliorarna, T a c h y Teatro Circo de Villanueva). De entre la carte1er:l tün variada cliic ofrecía Madrid. tardes y noches, quiero aportar en priniicia y subrayar una obra entonces de c:inclente contenido político. Se estrenó el 14 de cncro dc 1873 en el Teatro Novedades el drama nuevo (en verso y tres actos), Romper las cade,zns. En el cartel se ocultaba el noml~i-e del autor por razones de seguridad person:il. El contenido er:i iin :ilegaio cri defensa de la abolicih de la esclavitud. Las escenas estahan anibientadas en Cuba y en el reparto figuraban un coro de nlarineros negros y un c~ilxmo. Aquella función inaugural se dedicó a la Socieciaci Abolicionista Esp;lñul;i. P ~ i d oasistir Martí a esta función o a alguna de las siguientes. si las hubo, porque era una representación muy polémica. Él mismo en el folleto L ~ L Republica espanolu m z t c ? Iu iw.olzlción cubana ya había denunciaclo esta cuestión de la esclavitud y daba la cifra de 40.000 esclavos existentes en 111 isla.
MANUEL GARCIA GUATAS
Conocía esta Sociedad Abolicionista, pues la cita e n u n artículo para cl diario La Opinión ,\bcional d e Carac:is (23-junio-1881). Se había creado e n Madrid en abril de 1865 y a través d e conferencias y mítines e n los teatros pretendían sacar adelante un ley q u e aboliera la esclavitud e n Cuba y Puesto Rico, y la había llevado a las Cortes e n 1871 y 1872, aunque con poco exito. Conseguirán una ley abolicionista para Puerto Rico, pero n o pudieron hacer progresar el proyecto para Cuba. Estaba muy bien organizada la Sociedad, con una junta ejecutiva en la que se hallaban representados destacados políticos liberales y republicanos como el viejo político liberal Salustiano Olózaga, Práxedes Mateo Sagasta, Emilio Casrelar, Fr:mcisco Pi y Margall, el político republicano que con más certera ckirividencia entendió la cuestión d e Cuba, el escritor Juan Valcra. Francisco Giner de los Kíos, etc. ctc. Pero la reacción n o se hizo esperar, y algún diputado, duefio d e esclavos en Cuba y Puerto Rico, y los propietarios d e plantaciones se opusieron frontalmente, organizándose e n una liga nacional que, aderniis d e entorpecer la aprohacion d e la ley, indujo a desórdenes y enfrentamientos callejeros. Martí conocería estos sucesos e incluso pudo presenciarlos. Muy difícil es saber a qué otras reprcscntaciones pudo asistir Martí. Tcngase e n cuenta q u e e n la teniporada 1372-73 se estrenaron en Madrid n a d ~ imenos que 271 obras (64 más que en la anterior), según liacía balance el crítico Ectuasdo d e Cortázar e n La h'enista de E.spaEa. IJero d e lo que sí hay algunas referencias es d e que Mastí se fue introd~iciendo e n los ambientes teatrales madrileños, y oportunidades n o le faltaron, como e n la sociedad d e jovenes actores, reunidos e n el teatro Lope d e Kueda. y trató a algunos actores y dramaturgos famosos. De los que tenernos noticia es d e los actores Antonio Vico (al que recuerda e n sus crónicas periodísticas desde Yueva York), al sevillano Leopoldo Burón y al riiallorquín Enrique Guasp d e Peris, al que dedicó dos poemas. A I3urón lo conoció e n Madrid y tuvo oportunidad d e volver a tratarlo en Zaragoza. Estuvo niuy bien relacionado este actor con México, pues inaugurará con su compañía el Te:itro Morelos d e la capital e n 1385, volverá y triunfará e n los escenarios ~nexicanosy falleció e n Colima e n febrero d e 1909. Conoció a dos dramaturgos aragoneses: a Eusebio Blasco (1844-1903), en la cúspide d e su popularidad por las divertidas comedias musicales, como El.joz~en Tt.l&nzaco,que desde 1866 se reponía todos los años en Madrid y provincias, y por la edición en 1873 d e sus Obras,festiuas eiz p o s a : y a Marcos Zapata (18451914), autor d e dramas históricos e n verso, algunos d e denuncia política, coiiio correspondía a un republicano, simpatizante d e todas las 1-evoluciones.
P O L ~ T I C ACULTURA , Y UNIVERSIDAD EN LA ESPANA QUE VIVIÓ JOSÉ M A R T ~
De lo que sí dejará Mastí recuerdos y testimonios puntuales, dispersos por sus posteriores artículos periodísticos (Reuista U~ziuersal.Mkxico, The Ho~rr,de Nueva York y La Opiniói~Nacional de Caracas), es sobre el arte español: de modo exclusivo sobre la pintura y los pintores, antiguos y contcn~poráneos,y los museos que visitó. Masti, que había empezado estudios artísticos en la Academia de Bellas Astes de San Alejandro de La Habana, que hizo algunos apuntes como notas de curiosidades artísticas, va a demostrar una precoz y rápida formación en el conocimiento del arte español y del francks más representativo. En bladrid tendrá ocasiones para visitar las tres colecciones de pintun~accesibles a los visitantes: la del iM~iseodel Prado (del que en 1872 Pedro clc Madi-azo había publicado su catálogo descriptivo), de la Academia de San Fernando y del 1lam:ldo Museo de la Trinidad, para el arte contemporáneo del siglo xrx, que estaba cn el Ministerio de Fomento, en la calle de Atocha. Seguramente visitaría también la Exposición Nacional cie Bellas Artes de 1871, que se inaugurh en el nies de octubre. Como en todas ellas. que se celebraban cada dos anos, podía tornarse muy bien el piilso al arte español m5s :ictu:il, pues participaban masivamente los artistas españoles. De los pintores liistóricos, manifestará su e n i o c i h por Zcii-harán, Rilxra, Vel5zquez y Goya. De los coetáneos, conoció al prestigioso e influyente Federico de Madrazo, a su hijo Rainiundo y la pintura de su yelno, el espanol más famoso en eso5 momentos en Roma y París, Mariaiio Fortuny (1838-1874). y al aragonés Pablo Gon~alvo(1828-1896). Y se haría introducir en sus estudios. algo Imstante infrccucntc para un joven cubano, que, además de no ser artista, no traía cartas de recorncndación. Las citas y comentarios que hará Martí de aquellas visitas n o dejan lugar a dudas de lo aprovechadas y fructuosas que le resultaron: He visto liltimame?~teen 114adrid, en el estudio del padre de R a m u n d o de Madrazo, que e.? z i t ~sinzpútico y vigoroso anciano, u?z espl¿;izdzdoboceto por Fortz~uyy no zncluido en el catálogo de sus trabajos por ser pr-opicdad do lfi familia. (Tlie Hour, 21-11-1880).
Más de una vez estuvo viendo pintar al zaragozano Pablo Gonzalvo sus característicos interiores cie las catedrales españolas: Yo c o m c í a Gonzalvo cuando con rrzuno magistml ponía en e2 lienzo, a /a 114.z de la nua~iaizade zw-mzo sorprendidos, los esplendores rolos del sol. cllya lzrz ttbia, al pasarpor los espesos cristales, iba a morir; coIorea?zdo como llama, en los dorados cai2ot1esdel órgano vetusto de La Seo.
Durante su segundo viaje a España, llegado de Santancier a h1:tdrici entre octubre y diciembre de 1879. buscó tiempo para volver a estos museos, con-
MANUEL GARCIA GUATAS
templar sus pinturas y escribir en un cuaderno tinas notas sil? orden. tomadas sobre las rodillas. al pie de los cz~adros. A la vista de éstos y de otros rnuchos ejemplos y recuerdos, con los que lue comentando e ilustrando sus artículos, podemos afirmar que Martí aprendió en hladrid todo sobre la cultura teatral y artística española, pero que apenas le quect6 tiempo para estudiar y sacarse alguna asignatura en la LTniversidad.
Eso lo KL a hacer en Zaragoza, a donde se trasladará con su amigo Fermín Valdés para hacer lo nlismo.
Efectivamente, José Martí vino a Zaragoza para aprobar el título de bachiller y estudiar las dos carreras de l>ereckio y Filosofía y Letras, que, como fue habitual en la Universidad española durante rnuchas décadas, tenían algunas asignaturas comunes en los primeros cursos. Los alumnos r i i k aplicados solían estudiar a la vez ambas enseñanzas, y Martí lo fue. En un primer moinento debió pensar en trasladiirse a la LJniversidad de Barcelona, pues así figura en su solicitud al rector de la Central de Madrid. Pero otras razones de conveniencia debieron decidirle a quedarse a nlitad de trayccto, en Zaragoza. Entre ellas. que era una ciudad mas pequeña y con menos distracciones, con un nivel de vida más barato y, seguramente, por las buenas impresiones que le trasmitiría Eusebio Valdés, que había estudiado Ikrecho cn Zaragoza, para poder aprobar con mayor facilidad. Encontró una buena acogida en la casa de hukspedes de don Féiix Sanz, en la céntrica calle d e ManifcstaciGn, donde residirá la mayor parte del tiempo, aunque en los ri~cscsfinales de su estancia da en una de sus cartas otro doniicilio, en la cercana calle del Olmo, entre la anterior y la plaza del hkrcacio. Parece ser que en la pensión servía un cubano negro, del que s6lo se conoce su nombre, Sirnón, que inmorta1i;íará Martí en uno de sus artículos, empuñando las armas para defender la República desde las barricadas de Zaragoa, en enero de 1874. Era tainbien un deportado, a la isla de Fernando Poo. en la colonia española de Guinea. Se desconoce cómo lleg6 ciesde allí a Zaragoza. donde. adeniás ílc silviente, parece ser ejercía de 1impiabot:is.
Martí residirá en Zaragoza 1s meses, desde finales de mayo de 1873 a finüles de noviembre del año siguiente. Pero se sabe que duranie ese tiempo hizo dos viajes a Madrid, por enfermedad el primero, y el segundo para buscar tmbajo corno recién licenciado en Derecho.
Tenía Zaragoza 70.000 habitantes, disponía de unas excelentes coiiiunicaciones por ferrocarril, equidistantes de Madrid y Barcelona, y pasaba un río caudaloso (como no lo habia visto en Cuba), el Ebro, que evocará en sus versos por el color de barro de sus aguas, y por cuya orilla dereclia, a la que se asoma la ciudad, pasearía más de una vez. Conio ciudad muy antigua, tenía Zaragoza rnucl-ios palacios de los siglos WI y XXII e iglesias centenarias. Dos grandes tetiiplos, la catedral de La Seo y el del Pilar! donde Goya había pintado una bóveda y una cúpula a las que alzaría la vista Martí. Una treintena de iglesias y conventos, con sus campanarios que sonaban a todas las horas y los días de fiesta convertían el aire en una sinfonía de repiques de bronce. Pero también se había modernizado pocos años antes de llegar Martí con ensanches y nuevas calles rectas y anchas corno en las capitales europeas. Tenía una nueva calle, la de Alfonso 1 y un paseo con árboles, el de la Independencia, que eran la imagen y el orgullo cie la Zaragoza nioclerna. Pero la más larga, ancha y concurrida era la del Coso, que siguiendo el perímetro de las antiguas murallas rornanas y medievales, rodeaba la ciiidad hasta el río. En esta calle estaban las redacciones e iniprentas de los cuatro periódicos diarios. iMartí debió tener rnis relación con el Diario de Auisos de Zm-agozn, el de mayor tirada y de ideología liberal, aunque en ninguno de ellos hay rastro de un escrito suyo ni firmado, ni con sciidónirno o iniciales. También a esta calle daba el Teatro Princip:il, en el que estuvo actuantlo la compañía de Leopoldo Burón desde octubre de 1873 al jueves de la semana cle Pasi6n del año siguiente. Parece ser quc en la consabida función de beneficio al actor y director Buróri: el 22 de diciembre, entre los jóvenes literatos zaragozanos que le rindieron un homenaje leyéndole unos versos, estaba José Mal-tí, pues la circ~inst:inciacl;iicr6nica teatral cita ufln conzposició,? de 2 4 1 1 SI*.J.M, que fue muy aplaudida. Cerca eskhan los otros dos teatros, el Lope de Vega y el Novedades, con cartelera 1115s discontinua y precios algo ni35 :iseqiiibles. Pero Martí aprovechó el tiempo para estudiar y también para enamorar a um joven zaragozana, Blanca Montalvo, de la q u e se conoce bastante bien cómo quedó prendacla de este joven cubano, de pelo algo rufo y suave seseo en sus palalxas. Cuatro cartas que se conocen hasta ahora: de las niuchas que debió cscribir a su -Pepe del almal) en México, entre el 26 de diciembre de 1874 (la primera) y el 16 de marzo de 1876 (la Ultima), son un lxien cjeiiiplo de su amor epistolar y a escondidas, que parece ser nunca tuvo contestación. Con los estudios hizo Martí una hombrada. y para m:iyor m6rito, como alun-ino libre.
Nada más llegar a Zaragoza, aprobó en el Instituto de la llniversidad las uliimas asigriaturas del hachillerato, y al finalizar el curso 1873-74, aprobar5 diez asignaturas, que traía pendientes de Madrid: tses de Derecho y siete de Filosofia y Letras. Pero tanlbién le quedó tiempo para leer y estar a1 día de los íiltimos ensayos políticos. En octubre de 1873 le escribía a un desconocido destinatario pidiéndole dos manuales de Derecho y .las dos obras filosóficas. de Gunm-sindo de y políticos, impreso en Madrid el año anterior. Azcárate: Estz~diosfilosú~cos Este socidogci y político, discípulo del filósofo krausista Julián Sanz del Río, contaba a la sazón 33 años. Había ganado en ése clc 1873 la Cátedra de Legislación Comparada en la Universidad Central, pero fue inniediatarnente apartado de ella (como también lo había sido antes su rnaestro) por su militmcia republicana y por sus ideas en pro de la soberanía nacional y del autogobierno de los pueblos. Cuando tres años más tarde se funde el instituto pedagógico liberal conocido como la eri cle lo que enseñan y son nombrados para aumentar la pitanza tlc f:imili:i tic :ilgíin cmplmtlo, o p:ir:i c o n placer a capataces políticos L...] No la educación por textos- que es un almaceriamiento de palalxa que pesa luego en la cabeza para guiar bien las manos. Lo que es el campo que ha de cultiv:ir, y lo que es el y el pueblo en que vive ha de enseilarse ai indio. Que se eritierida y aclriiire: q ~ i esepa de polític:~ práclica, para que aicance lo conveniente del respeto mutuo; que conozca cómo est:í dispuesto ei p:iis. y cuales son sus derechos de hombres a poseer y pensar en 61. y el iiiodo de ejercitarlos: que I:i escurla le enseñe a bastar a su vida: - escuela campesina para la gente del campo. Ni partículas ni verbajes: sino el modo de criar animales y sernlxar la tieri-a. así coiiio todos q u e ]los oficios que lo liagan iniembro úlil y dueño de sí en una coniunidad de trabajadores. No se eniien sólo entre los indios, ni entre la gente d e cartipo, maestros de letms. El maestro es la letn viva. Eiivíerise lnaestros agricultores y artesanos..,
En La Nación. 4 de dicieiubre de 1885. La carta estaba fecliada el 25 de u c t ~ i l mcle 18%. E1 texto puede encontrarse en la edición CI) de las Ohizrr Conzpletas de,/osé !Marlí, romo 10, pp. 321-330.
MANUEL ANDRES G A R C ~ A
sin clientela, ingenieros sin obras, escritores sin público, artistas sin parroquianos, profesores sin discípulos, abundan en las naciones más civilizadas fornianclo el innumerable ejercito d e cerebros con luz y estómagos sin pan.
L.. 1 Si la educación suele convertir al bruto impulsivo en un ser razonable y niagnliniino, la instr~icciónle enseña y le ilumina el sei-idero que debe seguir para n o extraviarse e n las encrucijadas d e la vida. Mas divisar una senda n o equivale a seguirla hasta el fin, se necesita firineza en la voluntad y vigor e n los pies [...] La instrucción puede mantener al hombre en la bajeza y la seividurnbre: instruidos fueron los eunucos y gramáticos d e Hizancio. Ocupar e n la Tierra el puesto que le corresponde e n vez d e aceptar el que le designan: pedir y tomar su bocado: reclamar su techo y su pedazo d e terruño, es el derecho d e todo ser racional."
Un motivo significativo para con~prendera quienes negaban tal racionalidad al indio y los ciebates que tal perspectiva generó en la intelectualidad futura. Si Martí entreabrió la puerta. las respuestas qircdarian pendientes p:ira la siguiente centuria.
B ~ B L ~ O G R AY FFUENTES ~A ANNINO. Antonio; CASTKO LEMA,Luis; GTERRA, Francois-Xavier (clirectoresj, Del Irnprio a las iluciones: Iber»a&rica, Zaragoza: Jbercaja Obra Cultural, DL. 1994. - QuIJAn.4, Mónica, ''La Nación reforinulada: México, PeiC, Argentina (1900-1930)33.
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TUS
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MARLÉN A. DOM~NGUEZHERNÁNDEZ UNIVERSIDAD DE LA HABANA
La investigación que propongo re:lliz¿ir, sobre la base de la teoría del aniilisis crítico del discurso de Teun van Dijk, aunque no ortodoxamente, y con 1:i adición de otros enfoques y recursos nletodológicos, se refiere a la caracterización del discurso del Martí emigrado, proponiendo tres momentos: í\fm-tí como cmi~qmdopnrt-ticipai~te,y e11 este sentido, afectado por las situaciones del país que adopta; Marti como enzigmdo obsenmior, es decir, en alguna medida ajeno -visión crítica- a la sociedad en que se inserta; y , finalmente, Martí erz el abandono de s u condición de emigrado, abandono espiritual, antes que físico. Par~imosde la hipótesis de: La conveniencia de distinguir, para la trayectoria vital martima, de dos tipos de migraciones: la que sufre en pueblos de América Latina (México, Guaternala, Venezuela) y la dilatada estancia en los Estados Unidos De otro lado, se considera que al analizar los textos concretos y sus características, podrií obsenm-se que Martí significa una voz disonante del discurso tiel poder, que desplaza a las élites, mornentáneamente :i1 menos, tle 1;1 prensa -en la que se centraran nuestros análisis-, para situar en su 1ug:ir a 1:is capas y grupos objeto de diferentes formas de marginalización, en un discurso de vanguardia. Tal ruptura le permitirá, en su condición de político, lograr balances mis ajustados de pros y contras de las diferentes posturas políticas y vitales de los gruposen conflicto, ello a pesar de la pervivencia en su discurso de algunos estereotipos con que ha logrado traspasarlo la prensa y la sociedad neoyorquiixi. Otro elemento de interes es el rnoviriiiento de la opinión, que saltaría en el análisis del texto, cuando se produce una n~aduraciímdel pensamiento nurtiano, a pastir de una prof~indizaciónen datos informativos. y que sin~enpara ilustrar la conformación de su teoría política.
MARLEN A. DOM~NGUEZHERNANDEZ
Para el estudio se tomarán en cuenta textos como apoyatura conceptual, tales como la Carta u Mei-cado, donde explica el porque de su presencia en los Estados Unidos, y los tr~bajosMadre A?nérica y 12iuestmAmérica, y se definirán otros -en cuanto a la fecha de su producción, terna, etc.- con objetos espccíficos del análisis. Si es cierto que e l discurso contril->uyea la reproducción de la desigualdad y de la injusticia social. (Van Dijk, 19c)4), toda vez que es manipulado consciente e inconscientemente por los agentes de poder; entonces resulta de interés apreciar c í m o un emigrado, en condicih desventajosa, desliza sus v. 1ores cuando tiene acceso a ese mecanismo de elite que es la prensa, y resem:mtiza sus estructuras para la promoción de sus ideas políticas independenctistas, latinoarnericanistas y antiimperialistas. en una qxispectiva de disentimiento, de contra-poder [como expresión del una ideología de resistencia y al mismo tienipo de solidaridad>)(Van Dijk, 19941, que trata de evitar. con el discurso activo, la reproducción d e la desigualdad y la marginalización que se suele lograr también a traves del propio discurso y, por consiguiente, escapa en alguna medida, al menos al control d e los temas, al llevar a un primer plano los que no serían de intcrks para las élites del poder. Más específicamente, se trata de clarificar cuáles son los mecanismos disczirsivos a través de los cuales u n represetltanle de las nzirzo~-ins.y los marginados habla de ellos en Iu prensa. Frente a la función predominante de los discursos periodísticos del podcr en cuanto a la reproduccih de los prejuicios sobre las ininorías y los niargimles, cuál puede ser la furzción -social y política- que cumple el di.scu~-so pem'odístico tzartiano que trata estos temas, toda vez que, como señala Van Dijlr, ,.Tanto el contenido d e los vocablos corno la simetría d e la estriictusa inducen la idea d e un equilibrio e n el juicio, aunque n o deja d e situar lo ex;]minado como do ajeno^^! cuya contr:ipartida está e n 40 propio., ohjeto d e , ~ ~ i i z o ~ ardiente, salvador y santo. y tónicse e n cuent:i la diferencia d e rnaticcs dc intensidad d e unos adjetivos y otros. En que preconizaba; a Gabriela Mistral, que comprendió mejor que nadie las claves de su originalidad; a Juan Marii~ello,que fue el primero en señalar los caminos de esta irnprescindible investigacion lingüística; a Herminio Almendros, que resunlió un grupo de características c k indispensable atención; a Guillerino Díaz-Plaja! que por tantos puntos se anticipo a los andisis léxicos posteriores; a Medardo Viticr, José Antonio Portiiondo, Fina Giircía Mar-rirz. Cintio Vitier que desvelan aspectos sutiles de la singularidad lingüístic:~ del Maestro, y tantos otros que han ido componiendo, con ciencia, paciencia p poesía, este inmenso rompecabezas. Acercarnientos más recientes incluirían probableiuente las reflexiones cle Susana Rotker o Sonia Contardi, y ecliarían de menos obras :iún no piildicadas como el acercamiento a la sintaxis del joven Martí que coristituyó el trabajo cle doctorado cie Maritza Carrillo. Si esta singularidad linguística. como ellos y otros estudiosos testimonian y prueban, es cierta, entonces sería un acto de justicia reclamar el lugar que corresponde al Maestro en la historia de la lengua literaria española.
EL
BALANCE
En este foro, quisiéramos hacer balance, aunque sea a saltos, de lo realizado en este campo a partir de dos centros habaneros donde se profundiza en esios temas: la Universidad de La Habana y el Instituto de Literatura y 1,ingiiística de la Academia d e Ciencias de Cuba, y especialmente en el período que media entre el centenario de la caída de Martí (1995) y el sesquicentenario de ski nacimiento (2003). En cl Departamento de Lingüística y Letras Clásicas de la Universidad de La Habana se inició la profundización, hace ya niás de dos décadas: en la investig:ición sobre José Mastí, a partir de las disciplinas propias de nuestra profesión. Así, la Cátedra de Filología y Tradición Clásica ha indagado en las fuentes griegas y latinas del pensamiento martiano, y su reflejo en conceptos como el de moderación, l u h limae, ~ poesía y poeta, en el establecirniento de cánones críticos que transitan de la obra de arte hacia los valores humanos, en la consustanciación de lo poético y lo moral que es característica de Martí. Han indagado tanihén cl sentido en que el latín y el griego son toriiados por Martí como lenguas modélicas y en cuál no lo son. La Cátedra de Filología y Tradición Clásica ha analizado cómo la recepción martiaria de lo clásico no es acrítica, sino que toma lo valioso de cada uno y deja de lado lo que no puede ser utilizado por el hort-ibre contemporáneo, bien por h a k r constituido, desde la base, un camino sesgado; bien por resultar elementos o conceptos meramente circunsta~~ciales, válidos solo en su condicionamiento contextual. El héroe griego le interesa sobre todo, al Maestro, en su dimensión humana, en el empleo y cultivo de su inteligencia, pero nunca en la adoración senlil de un pasado que se distingue esencialmente del prescnte que hay que prepararse a transform:ir. Hay figuras reiteradamente aluciidas, como es el caso de Horacto, de quien se destaca la serenidad y el cuidado de 121 forma, pero a quien se desmiente en su maxi~naque sobrevalora el papel del uso lingüístico. Se cita eventualmente a Aristóteles, en cuanto a las reglas canónicas que propone; se torna lo mejor de Homero, pero acaso la figura alegórica de la excelencia poktica sea l'indaro, ligado a la naturaleza y con un desbordamiento emotivo muy cercanos a Martí. No son de ~iienorrelieve los estudios de los mitos que Martí pone en uso: de Aquiles a Penélope, con una recurrericia especial en el grande Prometeo. que sufre de si para dar un bien a los hombres. En esta búsípeda se iriscribe, igualmente, el estudio de las traducciones martianas de los clásicos, en las cuales se hallan invariantes que constituyen aportes a la t e o r í ~de este arte, y que serán luego complementarias o contrastantes con otros esfuerzos prácticos que
61 mismo llevó adelante. Hay intentos por establecer contrastes en cuanto a 1:i percepción clásica de Martí, en relación con la que tuvieron otras figuras cubanas como es el caso de Casal o Heredia. Otro grupo de compañeros han recogido las ideas de Martí sobre la lengua. en sus diferentes aspectos, tales conlo: relación entre pensarriiento y lenguaje. fenóinenos de historia de la lengua española, proposiciones de política lingiiística, comentarios y recopilaciones léxicas, ideas sobre la semántica, la etiiiiologki, la sintaxis! la dialectologia y particularrncnte la estilística, a cat~alloentre la literatura y la lingüística. La producción escrita de José Martí, desde las forrnas más íntima conlo 1:i carta personal, pasando por las de formato más convencional como las disposiciones a los miembros del Partido Revolucionario Cubano, hasta llegar a la obra crítica o poética -que parecería cornpletarnente alejada en s u finalidad y su estructura de la política- tiene, como denominador común, una cabal adecuación del escrito, tanto al interlocutor como al tema y la situación, y n o renuncia en ningún caso al objetivo último que se ha trazado. Ello avala su quehacer lingüístico corno parte coherente de su labor política. De otro lado, exta cuestión se halla inserta en el prohlerria, tan delxttido hoy, de la identidad nacional y cultural, lo que justifica, de suyo, su presencia en las líneas de investigación, y no como tenm menor o de segundo orden. Al ocuparnos en esta lasea, pociemos apreciar cómo no solo Mastí, sino tariibi6n todas 13s n ~ á simportantes figuras del siglo XIX y xx comprendieron, tanto en su practica lingüística corno en algunas teorizaciones al respecto, l:i rele\.ancia del problema. Los investigadores hün revisado con especial detenimiento docurnentos programaticos como %Elcarácter de la Revista Venezolana. y ,,(OC 5:468)la cultura representa el mis v:ilioso tesoro para alcanzar y mantener 1:1 libertad y el patrimonio mis autóctono de cada pueblo de la tierra.
Quienes por su talento, sus estudios, o su dedicación a la investigación, 1i;iii sido merecedores de ocupar un lugar cimero en cualquier esfera de la cultura y por ello asumen una posición distanciada de sus pueblos o emigran hacia países que le pueden proporcionar mayores beneficios personales aliandonando a su suerte a sus con~patriotaspara ocupar u11 sitial de honor cntrc las figuras que sc consideran seres superiores por haherse destacado por su inteligencia o satidurí:~,encuentran en Martí la merecida crítica y el clesprecio. Ninguna persona en el siglo XIX más autorizada por su talento, su obra y su ejemplo, para mostrar a los intelectuales el verdaciero camino: (ondadosos. S u palabra suave y clc-licado en el trato familiar, cambiaba sci raso y blandura en la tribuna, por los violentos cobres oratorios. Era orador, y orador de gmntie influencia. Arrastraba nluchedumlxe. Su vida f u e un combate. Era blandilocuo y cortesísirno con las danlas; 13s cubanas de Nueva York teníanle en jiisto aprecio y cariño. y una sociedad femenina hribía, que llc-vaba su nombre. Su cultura era proverbial, su honra intacta y cristalina, quien se acercó a el se retiró queriéndole. Y era poeta; 11acía \'ersos
EDUCACIÓN. CULTURA Y RELIGION~TRES PILARES EN EL IDEARIO MARTIANO
A la falta d e fe y a la propia subestimación intelectual de quienes no han logrado rebasar lo contemplativo e11 la poesía de la época, híartí se introcliicc en una nueva vertiente creadora llamada a revolucionarla: el modernismo.
Ismaelillo, su primer libro de versos publicado en Nueva York en 1882. resulta inspirado en su fe inquebrantable , publicado liace exactamente ciento veinte años, se ha transformado de un sueño, en una necesidad vital para la supervivericia dc 1:i especie humana: ilidaclesa los hombres cultos para dirigir los clcstinos del país. Alumno eminente del obispo Espada sería el psesbítero Félix Varela Morales. La posición antiesclavista y su proyectado sistema de reforrnas educacion:iles, defendido por el ilustrado sacerdote, posibilitó al segundo alcanzar una mayor ditxiensih al abrazar este las ideas del independentismo y a través de su incesante prédica la formación patriótica de una buena parte de los l~oriibresque iniciarían la contienda emancipadora en la isla. Resulta indiscutible que en la formación de José Julián, sus padres católicos, le inculcaran los principios éticos entre los q u e sobresalen la horiestidad, la dignidad, el espíritu d e sacrificio, el amor al prójimo, la modestia y el desinterés. por solo mencionar algunos, f~~ndariientada en una concepción cristiana. El propio Martí se encargaria de demostrarlo más de una vez cuando se encuentra en diferentes momentos de excepción. Baste serialar a modo de ejemplo al narr:ir los horrores del presidio político en Cuba cuando apenas rebasa los 18 años de edad y cuando en vísperas de un largo viaje en 1895 le expresa a Leonor: )),o de preferencia ([(Esto es bello, es bello que los niños pobres formen todos los años en procesión el 5 de Mayo.). Pero sobre todo, como sentencias rutilantes, se emplean para definir ( p. 1271.
Mastí pondera las dotes de observación del joven escritor, una observación que no es mera copia mmio la fotografía^^ sino que al tener un sentido justiciero, para lograr su prop6sito satírico, es necesaria la concfensación de determinadas condiciones d e los personajes, la exageración de algunos de sus rasgos. Al referirse al tipo de observación necesaria, dentro de la novela realista, Martí vuelve a mostrar sus ideales y supuestos bisicos: la literatura debe servir diciendo la verdad, a la vez que debe ser útil.
En una carta Gonzalo de Quesada, con fecha de 2 enero de 1890, encontramos la inisnxi :idniii.:ición por esta novela, así corno el cr-iinbio de xtitud con respecto a su au~or:,,;NoII:I leído el úl~inlo libro de Mark Twain? Nunca lo quise leer mucho, porque en lo que conocía de él x-icka :iprendí. y el chiste era de bota fuerte y camisa colorada. Pero este Yankee in Kivrg Arlhur'Cu~rrles un servicio :I I:i humanidad; de lenguaje característico y ligero, y de idea con~novedoray lionda. Al principio recuei-cki el Quijote y al fin a Julio Verne; pero no les debe un ápice. Con el Quijote se Iioinbrt.a: y tiene una que orra fantasía científica, pero lleno de caridad y de mente. Y una de ellas es, -y por eso le hablo del libro,- que cincuenta y dos mancebos, y no hombres de años pi-eocupados y ~potiritlos,aynclaron al yinqui a vencer a veinticinco mil caballeros armados de toda arniad~ira,y con quicncs iniii-ió I:1 v:in:r cnl>:illería. Es un libro de chiste, que suele arrancar lágrimas.. [Marti, 1965, t. 20, p. 3631.
ROSA PELLICER DOMINGO
El critico se ocupa también del estilo de Mi tío el empleado. Tienen interés las obsesvaciones que hace acerca del estilo en general. La aseveración (,[ibid.]. En otros lugares se encuentra la misma concepción sobre cl estilo: que debe ser si~ripley natural: ((Yla frase, lógica y cerrada, de modo que corno quiera que se la ponga, quede completa y gramatical)>.De ahí que siga prefiriendo el lenguaje de Pereda, (un castellano redondo, sano y dorado: no como esa otra lengua de Pérez Galdós, muy sabia y concisa; pero q u e denuncia haber estado mucho tiempo e n los batanes.. El diálogo en la novela e s que sin ser rastrero. ni decir palabra que no sea imprescindible para el arte y el sentido del asunto. imite absolutamente la naturaleza>)[Marti, 1964, t. 15, pp. 183 y 18-41.
Es cierto que el estilo d e Meza adolece todavía de aiiniedad y cargazón),, pero no son defectos todavía, sino exceso de condiciones personales del joven autor, que cstá buscando su propio camino en la buena direccih: L.. .l lo que anuncia cn él al escritor n o es esta caza del vocablo. aunque sin ella no hay belleza durable en la literatura, sino la determinación de subordinar el lenguaje al concepto, el don de ver en conjunto y expresar fielmente, la capciclad de componer un plan vasto: con sus caracteres. inciclentes y colores, y la firmeza indispensable para conducirlos al fin propuesto, no enseñándose a cada paso a que le vean la imagen rica o la frase bien cortada, sino como olvidado de sí, y gui-nnclo la acción desde afuera. [Martí, 1963, t. 5, p. 1281.
Finalmente, la fuerza satírica de la novela de Meza lo salva de ser literatura intrascendente, de chiste de corrillo, porque tiene un fin ético: 1(La gracia es dc buena literatura; pero donde se vive sin decoro, hasta que se le conquiste, no tiene nadie derecho de valerse de la gracia sino como arma para conquistarla.^^ [Mastí, 1963, t. 5, p. 1291.
Las traducciones que realizó Marti despues de la put~licaciónde I;ucía.~erez confirman que un determinado discurso narrativo pervivía en él. Las circunstancias que lo empujan a traducir Misterio (Called Back) de Hugo Conway, seudónimo cie John Frederick Fargiis. y Rainona de Helen Hunt Jackson son dis-
JOSÉ M A R T ~Y LA NOVELA CONTEMPORÁNEA
tintas. Misterio n o sabernos si fue elegida por el cubano o por los editores de la Casa Appleton, para inaiigurar una serie de novelas destinadas al público hispanoamericano con un texto de gran éxito en Inglaterra y en Estados Unidos. El 22 de abril de 1886 en casta a Nicolás Domínguez Cowan alude a Misterio y a su condicion de traductor: No me argumente que traduzco y escribo para diarios: ese es el pan para ganar. para el que la honradez da fuerzas: precisamente lo mezquino d e esas ocupaciones, e n la forma incompleta e n que las tengo, me pesa como una culpa. y padezco d e lo poco que hago. Pero a V. le tia parecido bien misterio^': que me ha venido pesando como un delito, y me le ha hecho el honor d e leerlo en familia; d e modo que ese pecado no debe ser más que venial. y arrepentido d e haberlo tenido por mortal, me levanté, después de recibir su carta, a acariciarle el lomo al libro; ya me cs precioso. pues trae el perdón cle uno a quien tengo como muy bueno entre mis mejores arriigos. [Martí, 1965, t. 20, pp. 312-3131
Como vemos, manifiesta su culpa por el hecho de tratarse de una obra que podríamos llamar de solo entretenimiento, sin que en ella encontremos ningún alegato a favor de causas nohles o que mueva a la acción. Ahora bien. el comentario positivo de su amigo liace que se reconcilie con la novela. corno ocurriera con L z ~ i u . J ~ eEs z . muy interesante su prólogo porque hace una consideración muy pertinente sobre las característica de la novela de su tiempo, espejo dc s u época. La obseivación de Martí apunta a la existencia de un público lector que busca en la ficción lo que no encuentra en su vida, de ahí el éxito de Misteiio: A la novela va el público lo que sufre y d e lo que ve; unas cuantas horas; a saciar extraorclinario. [Martí, 1965, t.
a buscar lo que n o Iialla en la vida; a reposar d e a sentirse nuevo: atrevido. amante. n~isteriosopor la sed inevitable clel espíritu d e lo rominlico y 24, p. 391.
Este tipo de novelas se diferencia de la que tiene un (carácter científico,, que extrema la obsenración, en su afán de conocer, pero que, en definitiva, se aleja del gran público que prefiere la fantasía. El éxito de la obra de Conway estaría en que lo aparentemente maravilloso se encuentra dentro de lo < a m i a l ) ) , por lo que ; y los identificó con aquellos que han fijado un ojo en Yara y otro cn Madrid,. También aparece en las citadas Obras complt~tas.Ediciótl c d i c a (1: 19-20). Vt.r n. 1
LUIS TOLEDO CANDE
Él asumió resueltamente desde temprano, del lado de la independencia de la patria, el dilema decisivo: .O Yara o Madrid>).Y en campaña, el día antes de caer en combate, le escribió a Manuel Mercado que e n Cuba el principal obstaculo interno a la independencia le venía de aquellos a quienes en el periódico juvenil calificó de [(sensatospatricios,) y en la carta póstuma define como ,(10s). Fiel a esos conceptos, en enero de 1880, al resumir en su Lectum en Steck Hall el significado la Guerra de los Diez Años -durante la cual se definió, aún más que la frialdad, la oposición de los opulentos a la independencia, y se afianzó en los hun~ildesla voluntad emancipadora-, proclanió. 4gnoran los despotas que el pueblo, la masa adolorida, es el verdadero jefe de las revoluciones~)(IV: 193). En la tierra que nos acoge, y tratando s o h e aquella primera República española, es inevitable recordar palabras de Masti que datan de 1892: (IV: 391). Así se expresaba el revolucionario cuyo primer juramento emancipador había sido .Lavar con su vida el crimen)>de la esclavitud. y que en el folleto recordado estableció una estrecha identificación entre la cuestión política en Cuba y ese crimen. No son fortuitos ni su sembrador antirracisnio, expresión del más alto ideario d e independencia y liberación nacional, ni el carácter racista propio del colonialismo y sus herederos. Que la ira racista suele expresarse
MENSAJE MARTIANO EN ZARAGOZA
de distintos modos lo pnieban, por ejemplo, no pocas valoraciones filocolonialistas hechas sobre Antonio Maceo. El lenguaje encarna honduras y recovecos de pensamiento, como ocurre con la persistencia, incluso en textos ,-pues Cul->a,como nuestra Arnc'rica toda, viene de rnás de una madre-, y sí de