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Spanish; Castilian Pages 2400 [1172] Year 2015
Actas del IX Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española (Cádiz, 2012)
Actas del IX Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española (Cádiz, 2012) Dir. por José María García Martín
Coord. por Teresa Bastardín Candón y Manuel Rivas Zancarrón
TOMO I
^
Ayuntamiento de Cádiz
A H L E
Iberoamericana - Vervuert - 2015
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Impreso en España Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.
COMITÉ DE HONOR
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Sr. D. Mariano Rajoy Brey, Presidente del Gobierno de España Sr. D. José Antonio Grifián Martínez, Presidente de la Junta de Andalucía Sr. D. José Ignacio Wert Ortega, Ministro de Educación, Cultura y Deporte Sra. D. a Carmen Crespo Díaz, Delegada del Gobierno en Andalucía Sra. D.a Teófila Martínez Saiz, Alcaldesa-Presidenta del Excmo. Ayuntamiento de Cádiz Sr. D. Jesús Manuel Gracia Aldaz, Secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica Sra. D.a Montserrat Gomendio Kindelán, Secretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades Sr. D. José María Lassalle Ruiz, Secretario de Estado de Cultura Sr. D. José Luis Ayllón Manso, Secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y Presidente del Consorcio del Bicentenario de la Constitución de 1812 Sra. D. a Carmen Vela Olmo, Secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación Sr. D. Antonio Avila Cano, Consejero de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo de la Junta de Andalucía Sr. D. José Loaiza García, Presidente de la Excma. Diputación de Cádiz Sr. D. Francisco Andrés Triguero Ruiz, Secretario General de Universidades, Investigación y Tecnología Sr. D. Javier M. de Torre Mandri, Subdelegado del Gobierno en Cádiz Sr. D. Víctor García de la Concha, Director del Instituto Cervantes Sr. D. José Manuel Blecua Perdices, Director de la Real Academia Española Sr. D. Eduardo González Mazo, Rector Magnífico de la Universidad de Cádiz Sr. D. Juan José Ortiz Quevedo, Cuarto Teniente de Alcaldesa y Delegado de Cádiz 2012 del Excmo. Ayuntamiento de Cádiz Sr. D. Fernando López Gil, Delegado del Gobierno de la Junta de Andalucía en Cádiz Sra. D.a Cristina Saucedo Baro, Delegada Territorial de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía en Cádiz Sr. D. Manuel Bethencourt Núñez, Vicerrector de Investigación y Transferencia de la Universidad de Cádiz Sra. D. a Marina Gutiérrez Peinado, Vicerrectora de Proyección Internacional y Cultural de la Universidad de Cádiz Sra. D.a Ana Alonso Lorente, Presidenta del Consejo Social de la Universidad de Cádiz Sra. D. a María del Carmen Cózar Navarro, Directora de la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias, Artes y Letras de Cádiz
COMITÉ CIENTÍFICO
• •
• • • • • • . •
Dr. D. Humberto López Morales (Secretario General de la Asociación de Academias de la Lengua Española) Dr. D. Germá Colón Doménech (Universidad de Basilea) Dr. D. José Jesús de Bustos Tovar (Universidad Complutense de Madrid) Dr. D. José G. Moreno de Alba f (Universidad Autónoma de México) Dr. D. Rafael Cano Aguilar (Universidad de Sevilla) Dr. D. Antonio Salvador Plans (Universidad de Extremadura) Dr. D. Ralph Penny (Universidad de Londres) Dr. D. Manuel Ariza Viguera t (Universidad de Sevilla) Dr. D. Rolf Eberenz (Universidad de Lausana) Dra. D. a Concepción Company Company (Universidad Autónoma de México) Dr. D. José Luis Girón Alconchel (Universidad Complutense de Madrid) Dr. D. Emilio Montero Cartelle (Universidad de Santiago de Compostela) Dr. D. Antonio Narbona Jiménez (Universidad de Sevilla) Dra. D.a Margarita Porcar Miralles (Universidad Jaume I) Dr. D. Robert A. Verdonk (Universidad de Amberes) Dr. D. Pedro Alvarez de Miranda de la Gándara (Universidad Autónoma de Madrid) Dr. D. José Antonio Bartol Hernández (Universidad de Salamanca) Dra. D.a Gloria Clavería Nadal (Universidad Autónoma de Barcelona) Dr. D. Javier Elvira González (Universidad Autónoma de Madrid) Dr. D. Johannes Kabatek (Universidad de Tubinga)
COMITÉ ORGANIZADOR
.
PRESIDENCIA
•
COORDINACIÓN
D. José María García Martín D. Mariano Franco Figueroa D. Manuel Rivas Zancarrón •
SECRETARÍA
D.a Teresa Bastardín Candón D. F. Javier de Cos Ruiz •
COLABORACIÓN
D. Francisco Ruiz Fernández
f
Indice TOMOI PRESENTACIÓN
15
1. PONENCIAS PLENARIAS
ECHENIQUE
ELIZONDO,
M.A TERESA:
diacronia
E! componente fònico de la lengua castellana en su 21
FERNÁNDEZ-ORDÓÑEZ, INÉS: La denotación de 'España' en la Edad Media. Perspectiva historiográfica (siglos VIl-XIV) 49 GARCÍA-GODOY,
M." TERESA:
léxico-semántico
La lengua de las primeras constituciones hispánicas: el cambio 107
JENS: Cádiz, la última oportunidad para la unidad de la lengua y una política lingüística unitaria 133 LÜDTKE,
LEÓN-PORTILLA,
Algunas paradojas lingüísticas y fácticas en la Constitución de 165
MIGUEL:
Cádiz
MOURE, JOSÉ LUIS: La critica textual desde y hacia la historia de la lengua. Una experiencia 179 editorial en el Secrit de Buenos Aires QUESADA
PACHECO,
MIGUEL ÁNGEL:
del siglo XIX. SÁNCHEZ
MÉNDEZ,
Modalidades lingüísticas en el español centroamericano 201
La conformación morfosintáctica de Hispanoamérica: temas 227
JUAN PEDRO:
y problemas
2 . CONFERENCIAS
BARRA
JOVER,
MARIO:
«método idiolectal» DÍEZ DE REVENGA ESPINOSA
ELORZA,
Método y teoría del cambio lingüístico: argumentos en favor de un 263
TORRES, ROSA
PILAR: MARÍA:
La lenguajurídica medieval: estado de la cuestión La sintaxis de la época de la Constitución de Cádiz
(¡750-1850) GARACHANA GÓMEZ
293
309 CAMARERO,
DE ENTERRÍA,
XVIII PONS RODRÍGUEZ,
LOLA:
MAR: JOSEFA:
Teoría de la gramaticalización. Estado de la cuestión
331
El vocabulario de la medicina en el español del siglo 361
La lengua del Cuatrocientos más allá de las Trescientas
393
3 . COMUNICACIONES
3 . 1 FONÉTICA, FONOLOGÍA Y GRAFEMÁTICA HISTÓRICAS
D Í A Z M O R E N O , R O C Í O ; M A R T Í N E Z SÁNCHEZ, R O C Í O ; R A M Í R E Z L U E N G O , JOSÉ L U I S Y P E D R O SÁNCHEZ-PRIETO BORJA: DÍEZ
PLAZA,
CÉSAR
¿Hacia una cronología evolutiva del español?
LUIS:
¿Albergamos
435
alguna duda? Fonología y metodología
etimología de albergue»
en la 449
GRANDE LÓPEZ, MARÍA CLARA: La traducción castellana de la Chirurgia Magna: su dotación 465 a partir de los usos paleográficos del manuscrito KAWASAKI,
LOBO PUGA, ANA:
-ty-á MARCET
en
477
Consonantes implosivas en la documentación medieval de Miranda de Ebro: finales 489
RODRÍGUEZ,
el
Dotación de documentos castellanos medievales
YOSHIFUMI:
VICENTE
castellano
J.:
norteño:
Contribución al estudio del ensordecimiento de las sibilantes los documentos de Miranda de Ebro (siglo
XIV)
507
MARTÍN
AIZPURU,
LEYRE:
la documentación Burgos
de
Cómo puntuaban los escribanos reales: el sistema de puntuación en cancillería real del siglo XIII dirigida al norte de 523
POCH OLIVÉ, DOLORS: La constitución de una disciplina científica: la fonética del español de Fernando Araujo (1894) a Tomás Navarro Tomás (1918) 537 RIVAS
ZANCARRÓN,
La representación de palatales en cinco manuscritos del Fuero 551
MANUEL:
Juzgo SANTISTEBAN,
Causas y consecuencias
JOSÉ:
de la nivelación
de las sibilantes
andaluz TEJERA,
MARÍA
JOSEFINA
Y LAURA
SILVA
NONES:
y la influencia de las escuelas de escribanos
en 561
El seseo en las actas del Cabildo de Caracas 573
3 . 2 M O R F O L O G Í A Y SINTAXIS HISTÓRICAS
ALMEIDA
CABREJAS,
BELÉN;
SÁNCHEZ-PRIETO
BORJA,
El pronombre átono objeto en la documentación histórica ALMEIDA
CABREJAS,
BELÉN:
Evolución
de las fórmulas
CODEA BATLLORI
DILLET,
MONTSERRAT:
en a- y -es^er BLAKE,
ROBERT
J.
Y
CARLOS
documentación del Alto Medievo
PEDRO Y DELFINA
VÁZQUEZ
BALONGA:
toledana y su lugar en la dialectología 585 en las cartas de venta del 601
La parasíntesis a la luz de los datos históricos de los verbos 617 SÁNCHEZ
LANCIS:
Rasgos sintácticos
romances
en la 639
BUENAFUENTES DE LA MATA, CRISTINA: Mediodía, media hermana, medio paño: estudio diacrònico del adjetivo medio como formador de palabras 651
CANET
VILLAR,
CANO
AGUILAR,
Aproximación al análisis diacrònico del dequeísmo
GEORGINA:
665
Yuxtaposiciones oracionales en textos de la Baja Edad Media 683
RAFAEL:
castellana
CODITA, VIORICA: Agrupaciones de preposiciones desde el punto de vista diacrònico y su (no) relación con las locuciones prepositivas 701 COMPANY COMPANY, CONCEPCIÓN: Continuidades y discontinuidades en la periodización sintáctica del español. La evidencia del siglo XVII 717 ENRIQUE-ARIAS, ANDRÉS: La metodología de los corpus paralelos aplicada al estudio de fenómenos complejos de variación morfosintáctica. El caso de los posesivos del español medieval 735 FERNÁNDEZ
Adverbios en el siglo XIII: funciones enunciativas, informativas 751
ALCAIDE,
MARTA:
MARTÍN,
ELISABETH:
y modales FERNÁNDEZ
Testimonios del uso de ustedes por vosotros en Andalucía 767
occidental (siglo XVIII)
FORTINEAU-BRÉMOND, CHRYSTELLE: Cronosintaxis de las estructuras correlativas tal... cual... y tanto... cuanto...: aproximación diacrònica 781 GARCÍA
MARTÍN,
Ende en español después de 1500
JOSÉ MARÍA:
795
ALCONCHEL, JOSÉ LUIS: De «como dice Aristóteles» a «como digo yo». Rutinización de 811 un modo de citar al servicio de la enunciación
GIRÓN
GONZÁLEZ
COBAS,
GRANVIK,
ANTON:
HERRERO
RUIZ
JACINTO:
Tópicos y párrafos en el Fuero Real de Alfonso X.
Orígenes semánticos del «dequeísmo»
DE LOIZAGA,
FRANCISCO
JAVIER:
locución preposicional concesiva IGLESIAS, JULIÁN
OLIVIER: MARISCAL,
LOS USOS
837
Sin embargo de. Creación y pérdida de una 857
La interposición en los complejos verbales y la subida del clítico OLGA:
823
condicionales de con que en la Edad Media
879
897
LABROUSSE, MALLORIE: LOS posesivos. Estudio comparativo de la alternancia entre artículo + posesivo + nombre y posesivo + nombre en español y en catalán, del siglo XIII al siglo XV 913 MARTÍN
ZORRAQUINO,
MARÍA
ANTONIA:
reactiva de rechazo? MLYOSHL,
¿Qué ha sido de ¡Miau!, interjección secundaria 929
Sobre las secuencias españolas el día (en) que
JUN-NOSUKE:
945
Frecuencia de ocurrencia, frecuencia de tipo y productividad sintáctica: el caso de las preposiciones de y por en construcciones pasivas perifrásticas. ...959 NIEUWENHUIJSEN,
DORIEN:
ORTIZ
ROSA
CISCOMANI,
MARÍA:
tipo a + base-as PÉREZ TORAL,
MARTA:
Sobre el origen y desarrollo de las locuciones adverbiales del 975
La lengua notarial en Asturias en los siglos XIIIy XIV
989
Nada, cosa y nonada en español clásico. Aproximación desde los textos dramáticos del Siglo de Oro 1003 PÉREZ-SALAZAR,
PHARIES,
DAVID
parasintéticos español
CARMELA:
E ISABEL
con
PUJOL
PAYET:
prefijo
Consideraciones filológicas sobre los verbos esen la historia del 1019
POUNTAIN,
CHRISTOPHER
RODRÍGUEZ
MOLINA,
J.: Lo + JAVIER:
adjetivo: por la exaptación a la capitalización El
adverbio
así
en
español
1035
medieval:
morfofonéticas
variantes 1049
RAMALLE, TERESA MARÍA Y CRISTINA MATUTE MARTÍNEZ: Clases, jerarquía e interpretación de los adverbios en el margen preverbal de la oración: Notas para su estudio en el español medieval 1065 RODRÍGUEZ
M.a NIEVES: De la foija del monte fasta la piera del rio. Variación gráfica en la documentación de los siglos XIII y XIV de Miranda de Ebro 1079 SÁNCHEZ
GONZÁLEZ
DE HERRERO,
SÁNCHEZ JIMÉNEZ, SANTIAGO
U.:
Emergencia léxica en las estructuras de indeterminación
tipo no sé qué SERRADILLA
CASTAÑO,
ANA:
siglo XVIII TIRADO CAMARENA,
IRENE:
del 1095
Decir de que o jurar de que: primeros casos de dequeísmo en el 1109
La gramaticalización
de vaya como cuantificador
1123
UEDA, HIROTO: Frecuencia contrastiva, frecuencia ponderada y método de concentración. Aplicación al estudio de las dos formas prepositivas del español medieval «pora» y «para» 1139 ZLELINSKJ, ANDRZEJ: «Hallé un rio grandísimo, digo muy grande»: historia y del sufijo -ísimo en español
comportamiento 1157
PRESENTACIÓN
Cádiz conmemoró el Bicentenario de la Constitución de 1812. Esta conmemoración fue un punto de reencuentro entre España e Iberoamérica, entre Europa y América. Y la raíz inexcusable de ese reencuentro fue el español. No hubo actividad intelectual que no fuera compartida por esas dos regiones del mundo en esta lengua. Recordar todo ello pareció particularmente oportuno en un momento en el que, no solo se celebró el Bicentenario de la Constitución gaditana, sino también la puesta en marcha de los procesos de independencia de los países americanos, que, en momentos clave de la historia, han sido el más sólido baluarte de la lengua común. Cabe añadir que Cádiz fue durante el año 2012, de manera muy significativa, la capital iberoamericana de la cultura. Somos herederos de los logros de nuestros antecesores en la Asociación. Entre ellos hay nombres ilustres de la filología española que están en la mente de todos. Quiero acordarme especialmente de maestros como don Rafael Lapesa, don Manuel Alvar, don Emilio Alarcos y don Juan Miguel Lope Blanch. Y de quienes nos dejaron desde el congreso de Santiago de Compostela, como don José Luis Rivarola, don Jean Roudil, don José Mondéjar, don Andreas Wesch y, ya después del congreso de Cádiz, don Peter Koch. Para todos ellos, nuestro recuerdo más emocionado por su ejemplo humano, su sentido del humor y su amor a la ciencia. A los profesores Roudil y Koch, por diferentes razones, estuvieron particularmente ligados
algunos
profesores
actuales
de
la
universidad
de
Cádiz,
que
aquellos,
lamentablemente, no pudieron pisar nunca. Si se me permite, deseo añadir mi memoria imborrable por las estancias en París en que se reflejó la imagen de la sabiduría, la prudencia y la humildad de don Jean. Pero hay una persona a la que especialmente se debe recordar en este momento de manera muy singular. Me estoy refiriendo, naturalmente, a don Manuel Ariza Viguera, Manolo Ariza, quien fue profesor visitante durante dos cursos, a finales de los años noventa, en la universidad gaditana, pero, más allá de su periplo por diversas universidades españolas y extranjeras, en este caso resulta especialmente digno de mencionar su condición de organizador del primer congreso, de la que iba a ser, y terminó siendo, la Asociación (Internacional) de Historia de la Lengua Española, nacida en aquella primavera de 1987 recién entrada, en Cáceres, en un edificio (¿impensadamente?) localizado en la avenida de los Quijotes (ahora, avenida de la Universidad). Contra viento y marea, Manolo, primer secretario de esa Asociación presidida por don Rafael, nos llevó a buen puerto en la primera travesía, sin perder nunca, con temple y con seguridad, el rumbo y la dirección de la nave que le habíamos
encargado. Gracias a ello, la Asociación surcó las aguas con fuerza y con empeño, con determinación y con suavidad, en aquellos congresos iniciales. Entre otras muchas cualidades, quiero fijarme en dos que se manifiestan en nuestro inolvidable Manolo. Por un lado, mucho sabía, pero nunca apabulló a nadie, pues su enorme saber era de una sencillez y una humildad que no buscaba presumir, sino, si era necesario, ayudar. Por eso, entre otras cosas, la Asociación se lanzó a la vida con limpieza porque Manolo, a quien con razón don Rafael encomendaba su labor, merecía la confianza de todos los que entregaron su vida al estudio de la historia del español. Por otro lado, en los momentos decisivos hay una palabra que no se cae de los labios de nadie: la entereza. Nuestra admiración, la de los que lo conocemos, se explica fácilmente por ese emotivo encuentro entre personas que se produce a lo largo de la existencia. Hasta siempre, Manolo. Dentro del conjunto de actos conmemorativos se integró este IX Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española, por lo que dimos las gracias, en primer lugar, a la Universidad de Cádiz, de la que nació el impulso inicial, pero se concretó en su Vicerrectorado de Proyección Social, Cultural e Internacional, su Facultad de Filosofía y Letras y su Departamento de Filología, que cooperaron en todo lo que estuvo al alcance de su mano. En el capítulo de reconocimientos, no pudo faltar una serie de empresas particulares, como la División Global Santander Universidades del Banco de Santander, a través de la Fundación «Biblioteca Virtual Cervantes», la Fundación Mapfre y la Fundación Endesa, que, en este momento del país, estuvieron a la altura de las circunstancias y demostraron la responsabilidad y la sensibilidad sociales que, en otras naciones, contribuyeron decisivamente al desarrollo cultural y científico. Sin la ayuda de todos estos organismos e instituciones fue imposible llevar felizmente a término nuestra tarea. Llegado el momento de publicar estas actas, se debe añadir la aportación liberal (no se puede decir mejor) de la Junta de Andalucía, la Oficina 2012 del Ayuntamiento de Cádiz y la Asociación de Historia de la Lengua Española. Se ha tenido especial cuidado en la publicación de las actas, pues, como en las revistas científicas, se han sometido los originales a un proceso de evaluación, en el que han participado dos evaluadores por comunicación, a veces tres, todos ellos personas de absoluta certeza en su trabajo, entre treinta y cuarenta en total, destacadas tanto por su saber científico como por su seriedad. Igualmente, se debe resaltar la impecable labor y la dedicación desinteresada y extenuante de los miembros del comité organizador, los profesores Mariano Franco Figueroa, Manuel Rivas Zancarrón, Teresa Bastardín Candón y Francisco Javier de Cos Ruiz, quienes, tanto en 16
el congreso como en la edición de las actas, han estado pendientes del más mínimo detalle con el pensamiento de conseguir que la nave del congreso llegara puntualmente y sin novedad al puerto de destino. Naturalmente, muchos alumnos de estos profesores colaboraron generosamente en todas las labores que he mencionado. Cada congreso particular se ha distinguido por alguna sección especial. Por eso, en esta actividad consagramos dos secciones especificas a sendos ámbitos que nos parecieron del máximo interés en el caso de un congreso de Historia del español con sede en Cádiz, a saber, el español de América, el «gran desconocido» que, gracias a estos congresos, es cada vez más foco de atención, y el lenguaje del derecho, de la economía, de la prensa y de la política, con especial atención a los siglos XVIII y XIX, ámbito temporal en que se engendró la Constitución de 1812 y en el que esta se convirtió en modelo para el movimiento constitucional dentro de nuestras fronteras y más allá de ellas, al mismo tiempo que en piedra de toque para percibir la difusión de la modernidad en el seno de la sociedad española y de las nuevas repúblicas independientes. Como en otros congresos de Historia de la Lengua Española, por «seguir inquiriendo el mensaje que se guarda en el ser y el devenir de nuestra lengua», como nos dijo don Rafael, quisimos respetar todo lo bueno y continuarlo, y es mucho lo que la Asociación atesoró a lo largo de estos años, desde 1987, aunque no renunciamos a insertar algún grano de arena propio, tales como las secciones de Crítica textual y Lenguajes específicos, al mismo tiempo que, en lugar de mesas redondas, incluir conferencias sobre estados de cuestión, relativamente específicos más que generales, en los diversos niveles lingüísticos. Traigamos a la memoria nuevamente lo que decía al principio. Las actas es el testimonio de que esta ciudad, Cádiz, pidió la organización de un congreso que significó la conmemoración de los muchos hechos ocurridos en 1812 o en torno a ese año. Solo me queda dar las gracias a muchas personas que me han ayudado en muchos momentos con total generosidad, «pidiendo de nuestras faltas / perdón, pues de pechos nobles / es tan propio el perdonarla».
JOSÉ M A R Í A GARCÍA M A R T Í N
17
1. PONENCIAS PLENARIAS
El componente fònico de la lengua castellana en su diacronia M." Teresa Echenique Elizondo (Universität de València)
1. CONSIDERACIONES PRELIMINARES
Mi intención en estas páginas es llamar la atención sobre la necesidad que la historia de la lengua tiene de actualizar este capítulo -importante- de su diacronia. Y ello porque, de la misma manera que no estaría justificado presentar hoy resultados de investigación en sintaxis histórica sobre la sola base del tomo correspondiente al Cantar de Mio Cid pidaliano (magnífico, desde luego, para su tiempo y aún para años posteriores, incluso muy posteriores) tampoco debería ser posible ignorar los avances que en los últimos tiempos han tenido lugar en fonética y fonología evolutivas si queremos situarnos debidamente en la Lingüística del siglo XXI. Vaya por delante que comparto la concepción de Emilio Alarcos según la cual la secuencia fónica de la lengua castellana es un continuo articulado en unidades discretas sucesivas portadoras
de
rasgos
distintivos,
que,
claro
está,
poseen
aspectos
segmentales
y
suprasegmentales estrechamente relacionados con el complejo fónico organizador de la lengua al que se denomina sílaba. Creo, por otra parte, que Alexandre Veiga tiene mucha razón cuando afirma que «el cultivador de la fonología funcional se ha convertido en rara avis y la propia fonología es víctima de toda suerte de incomprensiones, cuando no de los embates de la más ruda ignorancia» (2009: 11). Si, además, nos situamos en una perspectiva diacrònica, podría parecer, a tenor del limitado cultivo que la fonética histórica y fonología evolutiva han tenido en los últimos tiempos (sobre todo en comparación con la sintaxis, la lexicografía o la pragmática históricas), que el interés por la reconstrucción del componente fónico de la lengua está carente de actualidad. Los que trabajamos en el ámbito de la Diacronia tenemos que soportar el peso de la mirada ajena a causa de nuestro afán por algo que otros consideran arcaico, vetusto, como si necesitáramos que alguien nos sacudiera el polvo que nosotros nos resistimos a perder, sensación que se acentúa cuando se trata del ámbito restringido a la fonética y fonología evolutivas. Mi sorpresa fue grata, gratísima, al leer en la prensa de 28/01/2012 un proyecto anunciado por José Luis Gómez para la RAE: [En la RAE], con un equipo de actores y fonólogos estudiaremos la formación de la lengua desde la oralidad, desde la palabra dicha... rastreando, explicitando o aventurando la formación de los acentos, de los sonidos del castellano: las culturas autóctonas, la influencia de los flujos migratorios... En suma, estudiar cómo los sonidos se conforman» (El País, 28/01/2012).
E L COMPONENTE FÓNICO DE LA LENGUA CASTELLANA EN SU DIACRONÌA
El trabajo que hoy presento no pretende tener la misma fuerza de atracción; aspiro, eso sí, a que tenga validez filológica y, en cualquier caso, deseo que aporte las bases necesarias para que ese u otro estudio lleguen a buen término. De todas formas, reconforta saber que en el año 2012 pudiera haber alguien de la valía de José Luis Gómez que, invocando la autoridad académica competente en la materia (la RAE y la AALE en su Nueva gramática de la lengua española, especialmente el tomo dedicado a fonética y fonología en este caso) expusiera con ilusión un objetivo, hoy ya iniciado con éxito, que podría haber parecido caduco hace apenas unos años. Claro que la formación de los sonidos sólo se puede estudiar a partir de una oralidad reconstruida desde el presente. En ello hemos estado trabajando a lo largo de varios años en Valencia en el proyecto Historia de la pronunciación 1
Media a nuestros días (HISPROCAST)
de la lengua castellana: de la Edad
que, en el momento de redactar estás páginas, se ha
convertido en obra ya concluida y publicada (Echenique Elizondo y Satorre Grau 2013). No voy a referirme ahora a los capítulos que han escrito otros miembros del equipo valenciano ni a los pormenores que yo misma trato más extensamente en tal libro, sino al planteamiento general y a las líneas directrices que me condujeron a concebir este proyecto con el fin de reconstruir, en forma actualizada, los cambios habidos en la pronunciación de la lengua castellana desde
la época medieval
a la contemporánea mediante
la búsqueda
y
establecimiento del estándar castellano de pronunciación en cada período histórico, además de algunas otras reflexiones que me han ido acompañando en este tiempo. No me resisto a decir que es igualmente grato comprobar que en la Nueva gramática de la lengua española de la RAE y la AALE se ha dado entrada nada menos que al factor que se ha denominado tradicionalmente yod. Del sufijo griego -ízein se derivó el latino -izare (también -issare), que conoció la variante -idiare en el latín tardío. La evolución de -idiare al español -ear es la habitual en casos análogos: el grupo -dy- en posición intervocálica en contacto con vocal palatal se pierde, como sucedió en fastidíum > hastío o en hodíe > hoy ( I, § 8.3a).
Aunque en la obra de la docta casa aparezca representado como "-dy-", no cabe duda de que se trata del elemento operativo que ha servido desde tiempo atrás para explicar determinados procesos de cambio fonético; digamos, al hilo de este ejemplo, que se necesita una buena formación diacrònica para interpretar debidamente la pérdida del segmento [-dy-] en el paso hodíe > hoy mencionado como ejemplo por la RAE, lo que refuerza la necesidad de
Subvencionado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (Referencia: FFI2009-09639).
22
M A R Í A T E R E S A ECHENIQUE ELIZONDO
manejar ciertos tecnicismos que, siendo ya añejos, siguen aportando luz aun hoy a la explicación de evoluciones fonéticas determinadas. Exige, asimismo, buen conocimiento de fonología evolutiva el siguiente pasaje de la misma obra: El latín formó varios verbos en -iare, unas veces coexistentes con verbos en -are (captare y el hipotético *captiáre, de captus, derivado de capéré) y otras veces como formas únicas procedentes de adjetivos o participios (*altiare, de altus). Como se sabe, la palatalización de la /t/ en el grupo -TY-2 condujo en romance a una africada dentoalveolar /ts/, que posteriormente se desafricó y adelantó su lugar de articulación para interdentalizarse (en el español europeo): altus > *altiáre >alzar\ ruptus> *ruptiáre> rozar (Nueva gramática de la lengua española, § 8.2p).
Digamos que, del elenco de términos como pronunciación, enunciación, dicción, locución, prosodia..., que la lengua española ha ido acuñando con el paso del tiempo en diferentes etapas y obras históricas, Amado Alonso (1959 y 1967) eligió con gran acierto la voz pronunciación,
por su mayor claridad frente a la polisemia de los demás, que los hace
borrosos a la hora de referirse a lo que en la actualidad denominamos articulación, entendida como paso final tras la respiración y la fonación, de cuyas vicisitudes históricas se trata en estas páginas. Se han señalado posibilidades de método y fuentes filológicas de diversa índole aún por explorar en este campo, así como subrayado las lagunas en el proceso conformador del continuo temporal, ahondando en posibles caminos para su subsanación, en Echenique Elizondo y Satorre Grau (2013: 31-60 y passim), donde hay también un capítulo dedicado a esbozar la diacronía del componente fónico fuera de la Península a cargo de de Juan Sánchez (ibídem: 527-599).
2 . ESTADO DE LA CUESTIÓN
Reconstruir la pronunciación de la lengua castellana en el pasado exige buscar huellas de la oralidad en textos escritos e interpretarlas de acuerdo con las posibilidades que el método filológico ofrece, lo que no siempre conduce a conclusiones unívocas; es más, llegar a acuerdos en la reconstrucción del pasado es más bien excepcional, más aún en cuestiones de detalle. Ahora bien, en lo que se refiere a la lectura de textos antiguos, se ha constituido y transmitido continuadamente una forma considerada correcta a la hora de leerlos, fruto de una labor conjunta y trabada que las más de las veces procede del método comparativo de la romanística, como residuo de la época en que se practicaba entre nosotros la filología integral. Se ha seguido en ello la trayectoria que tiene su origen, en su aplicación a la lengua castellana, 2
Sería conveniente unificar formalmente la representación de los segmentos reconstruidos en la cadena evolutiva, que, en el caso de la obra académica, se representa en los ejemplos aportados con minúscula ("-dy-"), en el caso anterior, y mayúscula ("-TY-") en este otro.
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EL COMPONENTE FÓNICO DE LA LENGUA CASTELLANA EN SU DIACRONÌA
en Menéndez Pidal y continúa en los dos Alonso, Rafael Lapesa, Diego Catalán, Manuel Alvar, Emilio Alarcos, González Ollé, a los que se pueden sumar otros como Gerold Hilty, Alberto Várvaro, Germán Orduna..., todos ellos portadores de conocimientos de filología románica, paleografía u otras disciplinas que hoy ya no son nucleares en la formación de hispanistas a causa de una mayor restricción especializadora. Es verdad que poco o nada han dejado por escrito los más de estos maestros, pero nada más ilustrativo que la propia aplicación a la edición de textos a ellos debida, cuestión central, en la que me fijaré más adelante. Superar una obra como la proyectada por Amado (1959 y 1967) e inconclusa a pesar de los esfuerzos que a ella dedicó Lapesa no es tarea fácil, pero la necesidad de ser puesta al día se ha ido haciendo inevitable; cincuenta, sesenta aftos, no han pasado en vano, y a lo largo de este tiempo la Filología hispánica ha progresado, y mucho. La forma de estudiar los testimonios pasados en la obra de Amado constituye un pilar sobre el que se puede cimentar sólidamente cualquier acercamiento a la cuestión, sea de detalle, sea de compilación de nuevos datos o de interpretación renovada. Hay que lamentar que no sea suficientemente conocida la reseña que Luis Michelena dedicó al primer tomo en su día3, en la que se hace explícito el interés que, a la hora de reconstruir la pronunciación castellana, podría derivarse del contraste con otras lenguas y modalidades hispánicas, concretadas, en el caso de las apreciaciones de Michelena, en el euskera, y extensibles a otras lenguas4, al tiempo que señaló ideas de interés general para la reconstrucción del pasado en este punto. Claro, Amado Alonso extrajo conclusiones a partir de noticias redactadas en una terminología propia de la época, salvando contradicciones, ya fueran aparentes o profundas, a lo largo del camino, pero en eso precisamente consiste la tarea filológica. Al hilo de la utilización, por Amado, de la obra Honra de escriuanos de Pedro de Madariaga en referencia a noticias de orden fonético relativas al vasco, Michelena 2011 [1954]: 373) estableció conclusiones contundentes, como se recuerda en Echenique Elizondo y Satorre Grau (2013: 43). Me gustaría insistir nuevamente en una cuestión de detalle que se ha visto confirmada en el Congreso de Historia de la Lengua Española de Cádiz, a saber, que el valor correspondiente a la articulación de la grafía en la documentación antigua de Medina del Campo es también [ f ] (en casos como disso por dixó), al igual que ilustra Madariaga para el vasco y tal
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(2011 [1954]): Reseña a A. Alonso De la pronunciación medieval a la moderna en español, recogida en Obras completas, San Sebastián/Vitoria, Diputación Foral de Gipuzkoa/Universidad del País Vasco, I, 367375. En Echenique Elizondo y Satorre Grau (2013) se recogen aproximaciones al contraste con el portugués (A. Ricos: 2013) y con el catalán (S. Vicente Llavata y V. Alvarez Vives).
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M A R Í A TERESA ECHENIQUE ELIZONDO
como se ha documentado para el romance navarro, lo que resulta relevante para la transformación sufrida por la lengua castellana. Ya había destacado Michelena el interés que para el conocimiento de las sibilantes del castellano antiguo tiene el hecho de que la mayor parte de los dialectos vascos poseen, y todos parecen haber poseído, silbantes apicoalveolares y dorsoalveolares fricativas y africadas, ya que no sonoras, extremo solo adoptado y utilizado metodológicamente por Alarcos, único en esbozar la posible amplitud hispánica en la relación entre hechos castellanos, portugueses y vascos, incidiendo en la necesidad de estudiar de forma conjunta la documentación vasca y la castellana, habida cuenta de que la emergencia de la lengua vasca a la escritura se hizo tomando como base la scripta romanica, fuera gascona o navarra (Echenique 1990). Quizá como consecuencia de la propia evolución de la romanistica, que antaño construía su argumentación sobre la base comparativa de datos de diferentes modalidades neolatinas, en tanto ahora la mayor parte de romanistas trabaja sobre una única lengua (v. María. M. Manoliu 2013: 7-8), también en el ámbito hispánico vascólogos e hispanistas se ocupan de textos escritos en la sola lengua de su competencia próxima, tal como se ha hecho en Cádiz (Isasi y Camus, por ejemplo, se han fijado en el castellano a partir del contacto vascorománico), con gran competencia, eso sí, pero sería de gran provecho conjugar ambas miradas con el fin de llegar a extraer información sobre el románico en general, tal como reclamaba el propio Michelena. Parece obvio que para reconstruir la pronunciación castellana del pasado será necesario partir de un planteamiento pluridimensional integrando sistemática y globalmente los estudios parciales que sobre historia de la pronunciación y sobre fonología evolutiva se han ido publicando en los últimos años. Si queremos llegar a obtener el conocimiento óptimo de la pronunciación del español más o menos estándar a través de los siglos, necesario a su vez para interpretar correctamente la documentación escrita, habrá que atender al análisis de la evolución de las unidades fónicas de la lengua castellana, así como de las grafías y grafemas a lo largo de la historia de la lengua, sin perder de vista la perspectiva historiográfica. Una tarea tal está aún lejos de ser cumplida en su amplitud diacrònica. Rafael Lapesa preparó y dispuso para la imprenta los dos primeros volúmenes (A. Alonso 1955 y 1969) con adiciones y matizaciones importantes, sin conseguir llevar a término la preparación del tercer tomo. Otro filólogo de la misma escuela, Dámaso Alonso (1959), expuso con objetividad razones de discrepancia. A partir de los estudios de romanistas como W. von Wartburg, G. Rohlfs, K. Baldinger, H. Lüdtke, A. Zamora, A. Galmés de Fuentes, entre otros, así como de hispanistas como R. Menéndez Pidal, Y. Malkiel (que ocupa lugar preeminente en esta 25
E L COMPONENTE FÓNICO DE LA LENGUA CASTELLANA EN SU DIACRONÌA
cuestión), Rafael Lapesa, E. Alarcos Llorach, M. Alvar, F. González Ollé, R. Penny o C. Pensado, entre otros muchos, el cultivo de esta parcela de la historia románica peninsular, y castellana en particular, ha contado con numerosos estudios particulares, algunos de gran minuciosidad y detalle, si bien ninguno de ellos se ha planteado como obra de conjunto para el fin que ahora nos ocupa, salvando la abundante información y análisis crítico contenidos a tal fin en el Diccionario
crítico etimológico castellano e hispánico de J. Coraminas y J. A.
Pascual, valioso para el estudio de la historia particular de cada voz, sin que pueda, por otra parte, ser utilizada como obra de orientación global en este campo. Están aún por actualizar, pues, las líneas evolutivas en la pronunciación del romance castellano a partir del latín (cuya ortoepía y prosodia, no lo olvidemos, han sido convenientemente reconstruidas por los filólogos latinos), mediante el análisis transversal de las sucesivas etapas de su historia. He apuntado en otro lugar (Echenique 2012 y 2013) que, para lograr llevar a término una tarea así sería importante partir de una concepción amplia del cambio fonético, de manera tal que permitiera la valoración real de los resultados, muy variados, a los que la lengua llegó en otras épocas, algunos de los cuales están hoy desaparecidos o encubiertos, hasta el punto de que han podido quedar ocultos tras las soluciones finales modernas, como si hubieran estado homogeneizadas, en mayor o menor grado, desde el comienzo de su devenir histórico. No es ocioso recordar a estos efectos, una vez más, lo que el propio Emilio Alarcos dijo sobre posibles soluciones de la transformación producida en el siglo XVI al hablar de las sibilantes castellanas: De modo que debieron coexistir, en el período que consideramos, los usos nuevos y los hábitos fónicos antiguos, e incluso otros que no prosperaron5 (Alarcos 1990: 53).
3 . L A RELACIÓN GRAFÍA-SONIDO
Los trabajos que atienden hoy a la relación fónico-gráfica en textos pasados se centran con rigor y detalle en los pormenores de la lengua escrita en tanto la actualización de los avances logrados en los procesos de reconstrucción fónica, cuando existen, quedan relegados a un segundo plano. Los trabajos de Carmen Isasi, Pedro Sánchez-Prieto, M. a de las Nieves Sánchez, M. a Jesús Torrens, Adela García Valle y un largo etcétera del que hemos tenido espléndidas muestras en el Congreso de Historia de la Lengua Española de Cádiz, resultan esenciales para fechar la emergencia escrita de determinados fenómenos ya conocidos y establecidos de antemano, al igual que sucede con el reciente estudio de Miguel Calderón 5
La cursiva es mía.
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M A R Í A TERESA ECHENIQUE ELIZONDO
Campos sobre «Variaciones gráficas y fonéticas del español del siglo XVIII», en que el autor manifiesta acertadamente la «desatención...en el plano fonético» que ha caracterizado al español del siglo XVIII (2012: 221). Claro está que, a partir de la época clásica, y principalmente desde el siglo XVII, la lengua está ya más o menos constituida y los textos escritos sirven para documentar la emergencia en la escritura de los hechos fonéticos previamente determinados, lo que exime en gran medida de la labor de darles fundamento teórico; pero, en época medieval, los procesos fonéticos, cuya apertura hay que situar mucho antes, comienzan a consolidarse siguiendo pautas no totalmente aclaradas aún, por lo que la documentación escrita solo sirve relativamente a los fines de la reconstrucción del componente fónico. No olvido la existencia de trabajos como los de Medina Guerra (1998) sobre Felipe Mey, de Abad Merino (2003) para el geolecto murciano, así como tampoco los recientes trabajos de Martínez Alcalde
(2012) sobre pronunciación
en ortografías castellanas
de
autores
valencianos del siglo XVIII que contribuyen a rellenar el hueco de ese siglo, o Quilis Merín sobre una aportación fonetista del siglo XIX (2012); todos ellos son fundamentales para perfilar la configuración dialectal del español, tanto en España como fuera de España, principalmente América. Tampoco olvido los vicios de pronunciación catalogados por la RAE y convenientemente diseccionados por Gómez Asencio (2011). Existen, pues, trabajos dedicados a avanzar por la senda marcada por Amado Alonso; ahora bien, hay vías metodológicas no exploradas sistemáticamente sobre las que en estas páginas deseo aportar algunas consideraciones que he apuntado ya con anterioridad (Echenique Elizondo 2012 y Echenique Elizondo 2013). Digamos antes que las nuevas obras académicas, tanto la Nueva Gramática de la lengua española (Real Academia Española/Asociación de Academias de la Lengua Española 2009 y 2012) como la Ortografía de la lengua española (Real Academia Española/Asociación de Academias de la Lengua Española 2010), aluden (explicativamente) a la pronunciación castellana en épocas pasadas a la hora de establecer principios reguladores de apoyo a la codificación (Echenique 2011), con lo que ello implica de reconocimiento a la diacronía de la lengua, dada la imposibilidad existente de disociar el componente fónico del gráfico en el estudio histórico (Martínez Alcalde 2010: passim). Ahora bien, como ha dicho con acierto Raúl Avila (1991: 10): «Para llegar a la escritura alfabética necesariamente tuvo que haber algún tipo de conciencia fonológica en el hombre», porque, añado yo, y esto es lo importante y lo que se desprende de esta cita, la lengua hablada es siempre anterior a la lengua escrita. Por lo tanto, se impone como prioridad el 27
E L COMPONENTE FÓNICO DE LA LENGUA CASTELLANA EN SU DIACRONÌA
conocimiento del sistema fònico antes que el gráfico, pues este último se constituye en toda lengua, en definitiva, como ajuste y reflejo de una realidad dada. Esto lo decía ya Alarcos con claridad en 1965: Para nosotros, el lenguaje tiene una manifestación normal y primaria que es fónica; la escritura o representación gráfica es una manifestación secundaria, que desde el punto de vista lingüístico, no debe estudiarse en sí, sino en sus relaciones con la primera (Alarcos Llorach 1965: 15).
Parece más sensato, así pues, desde un punto de vista filológico, basar el estudio de la escritura en el correcto conocimiento de la fonética a la que representa, y no a la inversa, lo que, aplicado a épocas pasadas, quiere decir que primero habrá que conocer adecuadamente la historia de la evolución fonético-fonológica de la lengua y, después, analizar en qué medida o de qué forma la escritura se ajusta o no a ella. Si queremos apresar la huella de la oralidad en textos antiguos, que es accesible únicamente, eso sí, a partir de textos escritos, necesitamos urgentemente actualizar nuestros conocimientos sobre la diacronia fonética (Echenique 2013: 40), sin olvidar que las huellas de la pronunciación en el pasado recorren transversalmente textos de diferente naturaleza discursiva.
3.1 Historia e historiografía de la relación
grafía-sonido
Las relaciones entre código oral y código escrito en la historia del español, esto es, la codificación de los aspectos de la lengua española relativos a la pronunciación, a las que la historiografía
ha
dedicado
tradicionalmente
amplia
atención,
han
sido
analizadas
recientemente por Martínez Alcalde (2013: 295-335) a la luz del repaso de las interferencias que la pronunciación ha tenido históricamente con la ortografía, la ortología, así como, recientemente, con la fonética y fonología. También la codificación ortológica de la lengua española es hoy mejor conocida (Satorre Grau y Viejo Sánchez 2013: 337-379) y otro tanto sucede con los caminos transitados por la pronunciación de los grupos consonánticos cultos en los diferentes períodos de la historia, junto a las causas que han originado la actual casuística en la norma culta española (Satorre Grau 2013: 381-419). Ahora bien, conviene insistir en la idea de que, desde el punto de vista de la investigación filológica, el objetivo final de la descripción fonética y fonológica, principalmente en su dimensión diacrònica, no tiene por qué ser solo ortográfica, y ello resulta particularmente claro cuando nos asomamos al juicio que la pronunciación, esto es, el bien leer y (de)letrear, ha merecido en las diversas etapas históricas de la lengua. Es cierto que la relación entre ortografía y pronunciación es en buena medida indisoluble, pero hay que subrayar que ambas constituyen campos que deben ser convenientemente deslindados; el estudio de una no puede 28
M A R Í A TERESA ECHENIQUE ELIZONDO
soslayar el estudio de la otra, pero cada cual posee método y principios teóricos bien diferenciados.
4 . FUENTES PARA EL ESTUDIO DE LA PRONUNCIACIÓN
Por otra parte, con posterioridad a Amado Alonso, el conocimiento de gramáticas y tratados de toda índole e importancia ha crecido en número y en fiabilidad textual, por lo que se impone ajustar la doctrina general al renovado corpus de trabajo. Es obligado citar aquí el nombre de Hans-Josef Niederehe (1994, 1999, 2005 y 2006).
4.1 Doctrinas y fuentes
menores
Entre los nuevos materiales de base que hoy vamos conociendo algo mejor ocupan lugar destacado para nuestro propósito, sin que haya sido aun suficientemente atendido, las doctrinas cristianas y las cartillas para aprender a leer, a leer y a escribir, etc., así como toda clase de pequeños tratados de carácter didáctico, sin olvidar ortografías y gramáticas de tenor elemental (Echenique Elizondo y Vicente Llavata 2013). Apuntaré brevemente que leer, letrear, pronunciar
tienen contornos difusos en épocas
pasadas, y hay razones para afirmar que, en el pasado, la pronunciación ha sido cuestión relevante en sí misma. De entre los innumerables ejemplos (v. Infantes 1999 e Infantes y Pereira 2003) resulta contundente la argumentación de Juan de Robles en su Cartilla menor para
enseñar
a leer (ca. 1564), donde afirma, en el capítulo último dedicado a la
pronunciación, lo siguiente: De la pronunciación ay mucho que decir, de la qual trata largo Quintiliano... Donde claramente se vee, quanto va en mudar la pronunciación...es bastante la pronunciación, para que vnas mesmas palabras digan cosas diversas, y aun contrarias, como parece por lo dicho, y es: que lo que leyeren lo lean claro, con boz (llamo boz a las palabras) entera y blanda, no entre dientes, ni tan baxo, que no se oya lo que dizen ni tan alto, que parezcan pregoneros, en todas las cosas es loado el medio... 6 .
Algunas cartillas hacen también referencia al contraste con el francés o el italiano, menos con otras variedades peninsulares, muy útiles a la hora de reconstruir la pronunciación antigua, que pueden servir de complemento a las noticias procedentes de gramáticas y tratados mejor conocidos. Su carácter didáctico proporciona ejemplos muy concretos, como el siguiente, de enorme claridad:
6
Digamos, al paso, que Juan de Robles especifica con claridad lo que entiende por boz, por lo que no hay discusión posible sobre su valor referencial, como sucede en el caso de Nebrija, controvertido, como se sabe, y que Antonio Quilis interpretó a mi juicio correctamente como palabra hablada.
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E L COMPONENTE FÓNICO DE LA LENGUA CASTELLANA EN SU DIACRONÌA
El que en el pronunciar deste gran numero de silabas estuviere bien exercitado, fácilmente pronunciara todas las demás...» ; «...que los Franceses escriben roy y pronuncian, rae: i los italianos escriben, figliuolo, i pronuncian fillolo, i ogni, pronuncian ofli (Cartilla griega1, de Pedro Simón Abril, 1587).
En este tipo de observaciones queda claro el valor de las grafías italianas francesas, y, lo que nos interesa ahora sobre todo, el de las castellanas, al igual que señalaba Michelena para los textos escritos en lengua vasca, pues su valor queda convenientemente aclarado gracias al recurso comparativo. Ya Morreale (2002 y 2006) había señalado las posibilidades que las cartillas y doctrinas ofrecen para recrear la pronunciación antigua analizando contrastadamente la relación letrasonido, yendo incluso más lejos y llegando a ofrecer algún apunte de cómo podría reconstruirse la entonación de épocas pasadas partiendo de los datos en ellas proporcionados (Morreale 2006: 680-681). Resulta clara la trascendencia que del estudio minucioso de toda la información contenida en las cartillas, doctrinas y otros textos pretéritos semejantes encierra para la pronunciación (v. Echenique Elizondo y Vicente Llavata 2013).
4.2 Pronunciación
y
diccionarios
Los diccionarios como fuente de reconstrucción de la fonética de la lengua en etapas antiguas es un camino por explorar sistemáticamente. Hay algún esbozo de interés general en este sentido (v. Quilis Merín 2013). La inserción de las voces en los diccionarios del español siguiendo las pautas de su ordenación alfabética puede ofrecer noticias relevantes sobre el componente fónico de la lengua en etapas pasadas (Echenique 2012/)) incluso a través del contraste con otras lenguas (como han hecho Alvarez Vives y Santiago Llavata para el Nebrija catalán). 4.3 Pronunciación
en métrica y rima
El recurso a la métrica y rima de los versos como criterio para establecer el apoyo o refutación de características de la lengua de su autor tiene larga tradición en la filología textual, donde se ha transmitido de forma exhaustiva y continuada a lo largo del tiempo vinculado a la fórmula «por exigencias de la rima», que adorna buen número de estudios filológicos clásicos. En los casos en que los textos medievales ofrecen transmisión de variantes con y sin apócope, la métrica contribuye con claridad a legitimar su restauración crítica de acuerdo con el patrón
7
Cuyo título completo es La Gramática Griega escrita en lengua Castellana, para que desde luego puedan los niños aprender la lengua Griega, juntamente con la Latina, conforme al consejo de Quintiliano, con el aiuda ifauor de la vulgar.
30
M A R Í A T E R E S A ECHENIQUE ELIZONDO
rítmico. Por citar dos casos alejados en el tiempo recordemos que Manuel Alvar empleó tal recurso en su edición del Libro de Apolonio8 y, recientemente, el mismo reajuste métrico ha servido, por ejemplo, a Ornar Sanz (2008) para utilizarlo como criterio a la hora de decidir entre variantes con y sin forma apocopada en el Libro de Buen Amor. Hay casos ciertamente paradigmáticos, como muestra la abrumadora argumentación de unos y otros, representativa de las posibilidades que puede aportar en su aplicación a la complejidad textual un testimonio tan breve, y de tanta trascendencia en órdenes varios, como es el Auto de los Reyes
Magos
(Maxim Kerkhof, Rafael Lapesa, Maurice Molho, Gerold Hilty han escrito páginas memorables para la Filología; véase un excelente resumen de todo ello en G. Hilty 2007: 445467). El carácter especulativo, propio del método filológico, se caracteriza por la falta de límites establecidos en su práctica, lo que conduce a la interpretación múltiple de unos mismos datos, que luego, unida a consideraciones y apoyos de otro orden, es preferida por unos u otros estudiosos, al tiempo que determinadas restituciones se consideran razonables (por alguno o por todos), así como injustificadas otras (por algunos o por todos). Así daba cuenta Luis Michelena (2011 [1954]: 268), como punto de partida para la reconstrucción lingüística, de la premisa
que
explica
esta
aparente
paradoja
y
que
puede
ser
aplicada
también
convenientemente al objeto de nuestra atención: ...la interpretación, inevitablemente, juega un papel considerable en [la] reconstrucción. No puede, pues, excluirse la posibilidad de que otros lleguen a distintas conclusiones a partir de las mismas bases 9 .
Recordemos que la rima del verso queda definida en la Nueva gramática académica (Real Academia Española/Asociación de Academias de la Lengua Española 2009: 431), dentro del apartado (9.9) dedicado a El acento en el verso (que, a su vez se incluye en otro titulado Acentuación
en el dominio superior a la palabra)
como «la repetición de unos mismos
segmentos, vocales y consonantes, desde la última vocal acentuada del verso», bien entendido que: «En la rima asonantada se repiten solamente las vocales» (9.9g). Esta implicación de prosodia y rima que la obra académica hace explícita, llegando a afirmar que la distribución de los acentos sintácticos configura, en la métrica, el ritmo de los versos (ibídem: 423) había sido señalada en su día oportunamente por Andrés Bello, al hablar de la ortología, de la que dice:
Yo misma utilicé con provecho esta edición, junto a un corpus amplio de textos medievales en verso, como base para el recuento estadístico de clíticos de tercera persona (Echenique 1981). La cursiva es mía.
31
E L COMPONENTE FÓNICO DE LA LENGUA CASTELLANA EN SU DLACRONÍA
A la Ortolojía, que comprende, como parte integrante, la doctrina de los acentos i de las cantidades, llamada comúnmente Prosodia, creí conveniente agregar un tratado de Métrica. La Prosodia i la Métrica son dos ramos que ordinariamente van juntos, porque se dan la mano i se ilustran recíprocamente10 (Bello 1835: IX).
Es tan importante la relación entre prosodia y métrica que hiere a la vista ver ejemplos como el contenido en la Nueva gramática académica del verso allí citado de Garcilaso de la Vega: ¡Oh dulces prendas por mí mal halladas! (v. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española 2011: 19, 1.7b, que trata de La entonación desde el punto de vista fonético y fonológico).
Como es bien sabido, los tres primeros endecasílabos de ese
cuarteto inicial del Soneto X de Garcilaso son versos sáficos con bipartición, acentuados en la 4.a y 8.a sílabas, en tanto que el cuarto (ya no sáfico) se acentúa en 3.a y 6.a, con lo que la palabra muerte lleva el acento principal quedando puesto de relieve, con ello, el contraste entre la felicidad perdida y la realidad presente: mi mal, mi muerte: ¡Oh dulces préndas por mi mál halladas, Dulces y alégres cuando Dios quería! Juntas estáis en la memoria mía Y con élla en mi muérte conjuradas
La relación entre lengua y literatura, establecida de forma tan estrecha, requiere especial cuidado en casos como este, debido a las consecuencias recíprocas que entraña. La acentuación de los textos literarios puede aportar mucha luz a la pronunciación de la lengua, y a la inversa, lo que sabemos sobre pronunciación puede ayudar a editar con corrección los textos, si se utiliza adecuadamente. Para ello, claro está, se necesita que los estudiosos de la literatura posean buena formación en historia de la lengua y que quienes nos dedicamos a la diacronía de la lengua cultivemos el interés por los textos literarios, cosa que en los últimos tiempos está dejando de ser una realidad. Conviene insistir en que la Filología obtiene conclusiones a partir de la conjunción de diferentes perspectivas, de manera que la interpretación de un hecho filológico afianza su validez precisamente cuando es susceptible de recibir apoyo desde ángulos diferentes. En este caso: lectura correcta de textos, métrica y rima se aúnan para configurar la interpretación adecuada del verso. Por lo que se refiere a la época medieval, la autoridad de Alarcos, especialista en historia de
la lengua,
fonética experimental
y
fonología
evolutiva
a un tiempo,
resulta
contundentemente clara en este punto en su estudio introductorio a la Obra completa de
10
La cursiva es mía.
32
M A R Í A TERESA ECHENIQUE ELIZONDO
Gonzalo de Berceo (Alarcos 1992: 13) cuando afirma: «Es cierto que en la rima solo se igualan entre sí las sordas o solo las sonoras, sean cuales fueren las Las notas intercaladas por doquier en el Diccionario
grafías»".
crítico etimológico
castellano
e
hispánico de Coraminas y Pascual son, así mismo, relevantes y las voy a ilustrar con una anécdota particular. Había objetado yo a Javier Satorre la lectura [lajério] 'sufrimiento' en los Milagros de Berceo, que él apoyaba convenientemente en necesidades métricas (leer [lajerío] implicaría la existencia de una sílaba más) y que ha resultado ser más que válida. De sabios es rectificar, y si, por añadidura, la rectificación conduce al buen conocimiento, resulta doblemente gratificante. Digamos que ya en Autoridades
aparecía acentuado diacríticamente
el femenino lacéria [sic] por 'miseria' y la voz, que se ha mantenido en el DRAE con la misma acepción, se opone, además, a lacería 'conjunto de lazos'). Por si hubiera alguna duda, Coraminas y Pascual aportan un no solo claro, sino transparente apoyo a favor de la lectura [lajério]: s. v. lacerar se dice, en el apartado correspondiente, que el derivado
lazerio
(Berceo. Mil., 317c) rima con cimiterio y monesterio; como puede verse en la estrofa que ahora ofrezco completa, también con medio12: San Miguel de la Tumba es un grand monesterio; el mar lo cerca todo, elli yaze en medio; es logar perigloso do sufren grand lazerio los monges que y viven en essi cimiterio (Mil. 317)
Estas simples pinceladas deberían ser suficientes para convencernos de las posibilidades incluidas en las rimas de los poetas como aportación a la reconstrucción prosódica y a la pronunciación en general, terreno aún por explorar en su conjunto, que afortunadamente va contando ya con trabajos parciales y más que parciales 13 . Me parece vital insistir en que lo que las rimas reflejan sistemáticamente es la correspondencia con la pronunciación subyacente, tal como queda reflejado en el párrafo anteriormente mencionado de Alarcos, que legitima la inferencia, a través de la rima y métrica, de la relación oralidad-escritura en el pasado. Se llega con ello a una restitución de variantes de los textos poéticos como reflejo de la regularidad considerada modelo válido de carácter general al que, con seguridad, tendían los poetas; es, en realidad, lo mismo que sucede hoy cuando, haciendo caso omiso de divergencias articulatorias, identificamos como 11 12
13
La cursiva es mía. La rima de medio con lacerto, cimiterio y monesterio podría encontrar explicación, si se quiere evitar pensar en rima asonantada, en razones fonéticas especiales (que no hacen al caso, pues este detalle no afecta a la acentuación de las voces, que es el extremo sobre el que incido en esta ocasión). El estudio sistemático está en manos de Francisco Pía, quien ha ido ya ofreciendo valiosas muestras previas (2012a, 20126, 2012c, 2013a, 20136, 2013c y 20146), así como una obra de conjunto sobre la cuestión (2014a).
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E L COMPONENTE FÓNICO DE LA LENGUA CASTELLANA EN SU DIACRONÌA
iguales determinados sonidos por sus rasgos comunes y constantes, aunque sus realizaciones no sean siempre las mismas, ni en el espacio ni siquiera, muchas veces, en el mismo individuo (v. Echenique Elizondo 2013: 33).
4.4 Pronunciación y edición de textos Precisamente porque sabemos cómo era esa realidad pasada (con el grado de aproximación que se quiera) es por lo que podemos determinar qué rasgo ha sido manipulado por un copista, pues puede decirse que «disuena» en el conjunto del texto, al lado de un largo etcétera de consideraciones en las que se sustenta la crítica textual. Lo que nos falta aun hoy es un engarce mayor con la oralidad pasada, y ello es particularmente claro en el caso de los topónimos y antropónimos insertos en textos antiguos, cuya regularidad se nos escapa: no su regularización, que se puede hacer por el ajuste a normas creadas en un momento posterior, o incluso por decreto, sino la regularidad que toda lengua tiene en la variedad que le es intrínseca. La regularización con carácter retroactivo, digámoslo al paso, la practican la RAE y la AALE cuando aplican al pasado normas posteriores; así, por ejemplo, en la Nueva gramática se afirma: El condicional simple procede de la enclisis de las formas antiguas del pretérito imperfecto de haber adheridas al infinitivo: amar + hia [sic]> amaría. El origen de la terminación del condicional español es, por tanto, el antiguo pretérito imperfecto del verbo haber (hia [sic] 14 ). De forma paralela a como sucede en el caso del futuro (§23.14a), en la lengua medieval se suelen construir [presente histórico] estas formas tras un infinitivo seguido de pronombres enclíticos: Par Dios, amigo, si yo tal cosa fiziesse, seervos va muy falso amigo (Juan Manuel, Lucanor). E seguirse van a esta opinión ynposible otros ynconvinientes innumerables (Torre, A., Visión) (ibídem: 23.14a) 15 (Real Academia Española/Asociación de Academias de la Lengua Española 2009: 23.15c).
La investigación grafemática de etapas antiguas o la historiográfica de la ortografía, que tienen como finalidad el estudio de las grafías en sí mismas, han recibido enorme impulso en la actualidad. Ahora bien, habría sido muy deseable que ese impulso se hubiera visto acompañado, en forma paralela, de la investigación sistemática, a la par que actualizada, del conocimiento evolutivo de la realidad fonética y fonológica de la que las grafías son representación, premisa necesaria para la correcta interpretación de los valores fónicos subyacentes en los textos de épocas pasadas sobre los cuales descansa el conocimiento histórico de la lengua (Echenique 2012a y 2013). A la hora de tomar decisiones sobre cómo editar los textos antiguos habría que partir de un buen conocimiento previo del sistema fónico 14
15
La RAE y la AALE llevan retrospectivamente la normativa moderna, a saber, escribir haber con h, a época anterior en la que no existía tal. En estos ejemplos aducidos se respeta en este punto, en cambio, la grafía antigua.
34
M A R Í A TERESA ECHENIQUE ELIZONDO
sobre el que se sustenta el gráfico, pues este último se constituye en toda lengua, en definitiva, como ajuste y reflejo de una realidad dada. Esto lo decía ya Alarcos con claridad en 1965, como he mencionado antes y reproduzco ahora en contexto más amplio: Para nosotros, el lenguaje tiene una manifestación normal y primaria que es fónica; la escritura o representación gráfica es una manifestación secundaria, que desde el punto de vista lingüístico, no debe estudiarse en sí, sino en sus relaciones con la primera. Esta opinión no excluye, claro es, [continúa la cita de Alarcos, que antes he dejado inconclusa], la posibilidad del estudio científico de los elementos gráficos del sistema de escritura en una disciplina paralela a la que estudia los elementos fónicos del sistema lingüístico, esto es, la posibilidad de un estudio 'grafemático', que examinara la relación material y la función comunicativa de los elementos gráficos (Alarcos 1965: 15).
Esta segunda tarea, la grafemática, está hoy muy avanzada; no así la primera. La preocupación por editar adecuadamente textos antiguos y clásicos, tarea que ha obtenido grandes logros en los últimos años, pero que es, a su vez, campo en el que no se ha conseguido alcanzar la coherencia necesaria por la falta de una teoría de conjunto sobre la fonología evolutiva de la lengua (Echenique 2012a), se ha centrado más en textos no pertenecientes a la creación literaria, lo que ha conducido a que determinadas tradiciones discursivas hayan quedado desatendidas; esto, unido a la separación existente en la actualidad entre los estudios de lengua y de literatura españolas, ha desembocado en una situación en la que se advierte la falta de criterio a la hora de editar textos literarios del pasado. Habría que rescatar, al menos en este campo, la permeabilidad entre los estudios de lengua y los de literatura, siquiera fuese con una finalidad meramente instrumental dirigida a la edición de textos; entonces, el historiador de la lengua debería ofrecer a los editores de textos el material necesario, adecuadamente pulido, para llevar a cabo adecuadamente su tarea. Enlazando con la idea apuntada en el encabezamiento de este subapartado digamos que, en textos pertenecientes a las tradiciones discursivas sin distinción, los nombres propios y topónimos suelen quedar sin regularización ortográfica por desconocimiento de cómo debían ser pronunciados (véase, en Adela García Valle 2013, la complejidad que ello entraña), siendo así que la toponimia y antroponimia son pilares fundamentales en la reconstrucción de las etapas iniciales del castellano (Ariza 2009: 10). Para poder determinar la relación entre sonidos y letras en estos casos será necesario establecer fehacientemente las claves en las que estaba basada la pronunciación antigua, así como interpretar correctamente su relación con la grafía o grafías correspondientes, pues el recurso a la etimología, en unos casos, o a los resultados modernos de la lengua, en otros, siguen siendo insuficientes, además de contradictorios, para comprender su naturaleza en la documentación antigua, y son, en todo caso, muestra de la incoherencia derivada del no saber qué hacer (Echenique 2012). 35
E L COMPONENTE FÓNICO DE LA LENGUA CASTELLANA EN SU DIACRONÍA
Es verdad que la interpretación realista de tales topónimos y antropónimos no es fácil de inferir. Seguramente por ello Germán Orduna, a quien se puede considerar sin ninguna duda maestro en crítica textual, en su monumental edición de la Crónica del rey Don Pedro y del Rey Don Enrique, su hermano, hijos del rey don Alfonso Onceno (la Crónica de Ayala, como él la llamaba, pronunciándolo con su rehilamiento porteño), no registra en el aparato crítico de su edición las variantes gráficas o de forma más que en topónimos y nombres propios extranjeros (y algún caso especial, como se recoge en cita más abajo). Tras afirmar en el apartado III (Constitutio textus) que la evaluación comparativa de la lengua y grafías que caracterizan el valor textual de cada testimonio adquiere especial importancia (Germán Orduna 1997: I, LXIX), selecciona para su edición las lecturas de los manuscritos B y L-G, que funcionan como «textos de referencia» para la constitución del Texto Crítico, y añade: A los efectos de constituir un TC que no sea un 'compuesto' o pastiche lingüístico de las variantes sumadas de los testimonios utilizados, tomamos las grafías de L-G, excepto el caso extraño en que B y L-G coinciden en la lectura de rreno por rregno, lo que parece lección que procede del ejemplar común y es seguida normalmente por B y raramente por L-G, y en las grafías de nombres de personas y topónimos. Iohan-lohana suelen alternar con Juan-Juana arbitrariamente, tanto en B como en L-G. Hemos optado por la regularización sobre las formas más frecuentes en el siglo XIV 16 . Los topónimos y los nombres extranjeros plantean un problema especial, porque mantener estrictamente las lecciones de B, L-G llevaría a conservar en el TC formas a veces tan deturpadas que ocultarían totalmente la original; hemos resuelto tomar de las lecciones conservadas la que más se aproxime a la original conocida 17 ; para ello hemos recurrido también a una fuente extratextual, pero valiosa, que es el testimonio documental del Becerro de las Behetrías recogido en los primeros años del reinado de Pedro I, que se conserva en su original y es repositorio copioso de topónimos, nombres y dignidades 18 (Germán Orduna 1997: LXIX-LXX).
Continúa Orduna: En los casos de saltos en el texto B, L-G, que se cubren con lecciones de otros manuscritos, tomamos preferentemente las lecciones de W, manuscrito que refleja con mayor autenticidad lo que conocemos de la lengua del siglo XIV 19 y manifiesta un copista fiel y consecuente. Se registra la más mínima diferencia con el texto de Llaguno-Rosell a los fines de que no pasen como erratas de nuestra edición (ibídem: L X X ) .
En realidad, la página LXX en su totalidad refleja sus muchas vacilaciones, que nacen de la falta de apoyo en trabajos filológicos actualizados, inexistentes a tal fin.
16
17
18
19
Sabiduría que se le supone por su condición de maestro, pero que no apoya crítica ni bibliográficamente, por lo que no deja de tener carácter subjetivo. Pero lleva esto a la práctica con cierta reserva en Cahuernega, pues, ya en el Texto, afirma en nota: «Optamos por la lección de W, más cercana al actual Cabuérniga y a las documentadas en Behetrías» (ibídem, p. 147). Esta afirmación permite entender la trascendencia de trabajos históricos sobre toponimia, bien representados en este Congreso de Historia de la lengua celebrado en Cádiz. No sabemos por quién lo conocemos o de dónde lo conocemos; llama la atención la ausencia de apoyo bibliográfico a este tipo de afirmaciones, frente al detalle y minuciosidad aportados por Orduna en las referencias bibliográficas relativas a la propia tarea de critica textual.
36
M A R Í A T E R E S A ECHENIQUE E L I Z O N D O
Me voy a fijar en algún ejemplo de su excelente edición, con la sola intención de señalar las incoherencias derivadas de una laguna que solo cabe achacar a los historiadores de la lengua. De hecho, Orduna dedica un TEXTO CRÍTICO
A P É N D I C E IV ( A L G U N O S
LUGARES RESTAURADOS
EN
EL
(Pedro I, AÑOS I al X), págs. CXXXI-CLXVIII), a mostrar críticamente la
forma que ha seleccionado para determinados topónimos, aportando el contraste con las ediciones de Llaguno y de Wilkins: En V, 24:3 (p. 160), ofrece Orduna en el TC: Otordefumos página: Otordefumos:
tordehumos,
B¿t,D,Z\
otordehumos,
y aftade en nota al pie de
L-G. En este caso, tanto Llaguno
como Wilkins habían optado por Tordehumos. En V,27:10-11 (p. 166), en cambio, selecciona para el TC: Tordesillas y en nota al pie aporta el contraste crítico: Tordesillas: otordesillas, W\ oterdesillas, Wilkins
A; tordesillas,
D, Z. En este caso, Llaguno había ofrecido Oterdesilla
B, y
Otordesillas.
Frente a la variante Otordefumos
seleccionada en el caso del primer topónimo (que refleja
la forma más antigua, por estar el segmento Otor- más próximo al étimo ALTARIU, aunque con una /-o-/ no fácil de explicar por etimología), elige Tordesillas Otordesillas,
frente a Oterdesillas
u
que tiene la misma procedencia en su segmento inicial (latín ALTARIU): hay
falta de coherencia, por lo tanto. Es más, en la página siguiente (167), se puede leer en el TC Otordesillas
(al tiempo que añade a píe de página: Otordesillas:
oterdesillas,
A;
tordesillas,
D, Z) siguiendo seguramente la lección del o de los manuscrito(s) elegido(s); pero, si fuera ello así, querría decir que el o los propio(s) manuscrito(s) no tenía(n) coherencia, con lo que la restitución del TC se alejaría del propósito señalado. Este ejemplo constrastivo nos da una idea de la necesidad que tiene el editor de un texto antiguo de ser asistido por el historiador de la lengua. Es cierto que se han perfilado las líneas fundamentales en el estudio grafemático en forma programática persiguiendo la validación filológica de los documentos (Sánchez-Prieto 1998 y 2011). Ahora bien, no es en absoluto fácil atender a los planos hablado-escrito a la vez en la misma medida y se ve con claridad que en muchos casos no se ofrecen soluciones para las implicaciones fonéticas de todo orden presentes en los textos conservados. Por ejemplo, en lo relativo a las grafías geminadas en posición intervocálica , , o de la documentación antigua, Sánchez-Prieto (1998: 156) alude oportunamente a un importante trabajo de Carmen Pensado, pero habría sido con seguridad más conveniente adoptar la decisión de mantener las grafías dobles que, como recuerda no menos oportunamente Morreale (2006: 681) y había observado también Robert Blake (1991), podrían estar reflejando pronunciación diferente a la representada por consonantes simples (y ello en 37
E L COMPONENTE FÓNICO DE LA LENGUA CASTELLANA EN SU DIACRONÌA
cualquier posición silábica). De manera que, ante la posibilidad de que una diferencia gráfica en el texto pueda ser objeto de interpretación de cierto calado, convendría no tomar decisiones simplificadoras, pues ello solo sirve para impedir, a especialistas y a menos especialistas, interpretar adecuadamente ciertos rasgos de la escritura. Por otra parte, sería también imprescindible aclarar afirmaciones como las siguientes: «Se y sg se transcriben como c ante e, i cuando su valor fonético, por la época del documento, se suponga igual al de c: parece»
Paresce
(Sánchez-Prieto 2011: 63) o «B.2. w, v.. .Se reparten u y v según su valor vocálico
o consonántico: uva, vua, uua, vva-
uva. Se requiere una interpretación acorde con la época
en casos como ciudad, civdat» (Sánchez-Prieto 2011, p. 19). La correcta lectura de los textos es cosa muy necesaria, y en este sentido los esfuerzos realizados en los últimos tiempos para acceder a ellos en condiciones de fiabilidad, que cabría calificar de excelentes, son de trascendencia enorme, pero muy distinta es la capacidad para interpretar adecuadamente en el plano fónico (lo que no quiere decir que haya de ser unívocamente) las muestras de la lengua escrita, ya que son planos diferentes. Una cosa es la presentación de los textos y otra el conocimiento de la realidad (del estado de lengua) que reflejan. Lo que pretendo con estas reflexiones es llamar la atención sobre el hecho de que, en la edición de textos antiguos, el fundamento teórico tiene poco apoyo doctrinal en los trabajos más actuales y se reduce en buena medida a pura reconstrucción de carácter más o menos intuitivo, sin suficiente base crítica (Echenique 2 0 1 2 a ) . Cuando se presenta un texto de acuerdo con unas nomas de edición de carácter retroactivo que nunca existieron en el pasado, en el mejor de los casos supone el reconocimiento a la presunción de haber encontrado el estándar antiguo, un estándar, claro está, que la lengua escrita nunca tuvo: pero, para llegar a conseguir ese ideal, difícil aunque alcanzable, y ello tras haber definido con gran precisión qué se entiende por estándar, hay que afinar adecuadamente las herramientas filológicas. Si nos fijamos en quienes trabajan en el ámbito de la Literatura española, sorprende, por añadidura, la ligereza con la que los editores de textos modifican grafías, cuando esos mismos autores se caracterizan por una gran meticulosidad en cuestiones relativas a la crítica textual. El abismo existente en la investigación de la lengua y de su literatura está contribuyendo a un resultado poco feliz (y falto de actualización) en la edición de textos estrictamente literarios. Los estudiosos de la literatura están cada vez más alejados de la historia de la lengua, disciplina que, a su vez, prescinde hoy con mucha facilidad de textos literarios, como he apuntado antes. Ahora bien, hay determinados problemas de crítica textual cuya solución compete a la historia de la lengua, por lo que hago un llamamiento a reclamar ese espacio que
38
MARÍA TERESA ECHENIQUE ELIZONDO
nos es propio a cuantos nos dedicamos a ella. No aportaré ejemplos concretos de desatino en determinadas ediciones recientes, pues no me mueve la intención de señalar errores (de mucho bulto), sino de contribuir a subsanarlos; me limitaré, pues, a lanzar una propuesta: promover encuentros entre especialistas de uno y otro campo con el fin de llegar a un enriquecimiento mutuo sobre todos estos aspectos de la Filología que giran en torno a la edición de textos. Recordaré,
siquiera
sea brevemente,
que Alejandro Higashi
(2011) ha
apoyado
contundentemente el acierto en el hecho de que la edición lapesiana del Diálogo de la lengua de Valdés (2008) esté realizado por un historiador de la lengua (y qué historiador), que, a mayor perfección, utiliza su propio criterio de presentación del texto, y no el impuesto por una editorial, decidiendo en cada caso cuáles son las grafías y puntuación más adecuadas. Lo mismo sucede en el caso de la edición del Rimado de palacio de Rafael Lapesa (2010) a cargo de Giuseppe Di Stefano, al que cabe augurar larga estela en su influencia por las características con las que ha sido presentado. Insisto en la necesidad de abrir un debato amplio, de carácter filológico en sentido integral del término, entre los conocimientos actuales de historia de la lengua y la necesidad de su correcto manejo a la hora de editar textos antiguos (incluidos, muy especialmente, los de creación literaria).
5. RECAPITULACIÓN
Extraer de los diccionarios la información relativa a la pronunciación de etapas pasadas, así como ahondar en la métrica y rima como fuentes para reconstruir la prosodia de otro tiempo, está por hacer en forma sistemática, además de continuar por la senda trazada por Amado Alonso. Queda aún largo camino en la reconstrucción filológica del componente fónico de la lengua, basada toda ella en testimonios documentados de la lengua en épocas pasadas sobre el valor fonético que cada grafía adquiere en uno u otro entorno, sobre cómo se realizaba concretamente en el habla, tanto en forma general (estándar) como particular (en la dición, según término de la época), sin olvidar hacerlo también extensible a América: métrica y rima del verso americanos, información contenida en los diccionarios americanos, ahondando en los pormenores del estudio global ofrecido por Sánchez Méndez (2013: 527-599). El establecimiento de una cronología absoluta, sobre la que se ha debatido en este congreso de Cádiz, vertebrada sobre la base de los procesos evolutivos que hoy vamos conociendo con mayor detalle, puede recibir gran ayuda de la métrica; a su vez, los diccionarios pueden suministrar información sobre aspectos «enunciativos» en el sentido nebrisense, todo lo cual 39
E L COMPONENTE FÓNICO DE LA LENGUA CASTELLANA EN SU DIACRONÌA
permitirá aportar las bases teóricas necesarias en el siglo XXI a la reconstrucción textual y, desde luego, a la presentación de textos de épocas pasadas. Es fundamental, para ello, ahondar en la naturaleza de la diacronia del componente fónico, pues la falta de actualización en este campo ha hecho que se resienta, también, la edición de textos. Lo peculiar de la reconstrucción del elemento fónico de la lengua es que permite su reproducción en forma polivalente sin que el original quede alterado de manera irremisible: ahora bien, la filología tiene unas reglas y conviene aplicarlas correctamente. Es urgente actualizar debidamente los conocimientos sobre la evolución del componente fónico de la lengua a través de su historia para que pueda ser recreada por los estudiosos y estudiantes y, también, por actores competentes encargados de hacerla llegar a la sociedad en general. Pongamos a la palabra del pasado la voz que le corresponde.
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La denotación de 'España' en la Edad Media Perspectiva historiográfica (siglos vii-xrv)* Inés Fernández-Ordóflez (Universidad Autónoma de Madrid)
1. INTRODUCCIÓN1
En la Edad Media el concepto Hispania,
España
está directamente vinculado al solar
territorial ibérico, la península ibérica, del que los hispani son habitantes. Esa denotación definida por el marco geográfico implica que el término pueda aplicarse a la totalidad de la Península (y a la comunidad humana que la habita) o alguna de sus partes, pars pro toto, incluida aquella que era dominada por los musulmanes, al-Andalus, pues no en vano desde 711 ocupaba el área más amplia del territorio peninsular. A su vez, la fragmentación de ese territorio en diversas provincias, ya desde época romana, y en diversos reinos, en época medieval, hace posible que el topónimo se utilice ocasionalmente en plural,
Hispaniae,
Españas, sin que puedan apreciarse en ese uso matices semánticos claramente diferenciados del empleo singular, siempre mucho más frecuente 2 . La importancia que adquiere ese marco geográfico (frente a otros posibles) como término de referencia es patente lo largo de toda la Edad Media sobre todo en las comparaciones: los individuos, grupos humanos, monumentos o hechos son comparados asiduamente en las fuentes con otros de España (o con los de alguna de sus partes), pero solo excepcionalmente, pongamos por caso, con otros de Italia, Francia o Europa. España es, pues, un ámbito geográfico al que sus habitantes, con independencia de sus varias sujeciones señoriales, se adscriben como naturales y que, en consecuencia, les confiere habitualmente conciencia de pertenencia, una identidad de hispani (término, por cierto, no por casualidad mucho más raro en la documentación que el corónimo Hispania). Los límites geográficos de 'España' en la Edad Media son los heredados del mundo antiguo y se corresponden en esencia con los trazados en las Etimologías de san Isidoro (a su
*
1
2
Publico aquí con sus notas al pie una versión revisada y algo ampliada del texto que apareció desligado de ellas en Antonio Morales Moya, Juan Pablo Fusi Aizpurúa y Andrés de Blas Guerrero (Dirs.) (2013), Historia de la nación y del nacionalismo español. Barcelona: Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores/Fundación Ortega-Marañón, pp. 46-75 y 1206-1226. Sobre la cuestión aquí abordada deben tenerse en cuenta varios trabajos de carácter general: Maravall (1981 3 ), Catalán (1987 2 ), De Carlos Villamarín (1996), Valdeón Baruque (2002) y Ladero Quesada (2005). Para la historiografía, aparte de las obras citadas en las notas correspondientes, véase Linehan (1993). Para esta cuestión denominativa véase el panorama general de Maravall (1981 3 : 55-102). Como demuestra Maravall (1981 3 :p. 66 y ss.), el corónimo en plural Hispaniae es especialmente frecuente en los diplomas de los reyes y en los textos desde finales del siglo XI y a lo largo del XII.
L A DENOTACIÓN DE ' E S P A Ñ A ' EN LA E D A D M E D I A . ..
vez dependientes de Paulo Orosio)3, esto es, se circunscriben a la península ibérica. Esa visión refleja la división provincial romana, de acuerdo con la cual la Narbonense pertenece a las Galias, al tiempo que la Tingitania, que dependía administrativamente de Hispania, desde el punto de vista geográfico no formaba parte de ella, sino de África4. La prevalencia general de esa definición ceñida a la península ibérica no impide que también esté presente a lo largo de la Edad Media la aspiración a obtener su total dominio político. Esa dualidad se constata también en la evolución del concepto de 'patria': fundamentalmente es el territorio al que se pertenece por el nacimiento o naturaleza, la tierra, tal como la definen las Siete Partidas
en el siglo XIII, pero también puede adquirir la
connotación de territorio al que se pertenece además por dependencia política5. El deseo de hacer coincidir las fronteras geográficas de la tierra con las políticas se pone de manifiesto en el período estudiado ante todo en la historiografía, género que se caracteriza por producir textos emitidos por algún poder que busca su legitimación política. En la concepción del mundo que las diversas crónicas, anales e historias medievales destilan aflora un concepto esencialmente geográfico de España unido a las ambiciones que las diversas entidades políticas albergaban sobre su control. Esta duplicidad semántica explica que los reyes de los
3
4
5
Paulo Orosio, Historiarum adversum paganos libri VII, I, 2: «69 Hispania uniuersa terrarum situ trigona est et circumfusione oceani Tyrrhenique pelagi paene insula efficitur. 70 huius angulus prior, spectans ad orientem, a dextris Aquitanica prouincia, a sinistris Balearico mari coartatus, Narbonensium finibus inseritur. 71 secundus angulus circium intendit; ubi Brigantia Gallaeciae ciuitas sita altissimam pharum et inter pauca memorandi operis ad speculam Britanniae erigit. 72 tertius angulus eius est, qua Gades insulae, intentae in Africum, Athlantem montem interiecto sinu oceani prospiciunt. 73 Hispaniam citeriorem ab oriente incipientem Pyrenaei saltus a parte septentrionis usque ad Cantabros Asturesque deducit atque inde per Vaccaeos et Oretanos, quos ab occasu habet, posita in Nostri maris litore Carthago determinat. 74 Hispania ulterior habet ab oriente Vaccaeos, Celtiberos et Oretanos, a septentrione oceanum, ab occasu oceanum, a meridie Gaditanum oceani fretum; unde mare Nostrum, quod Tyrrhenum uocatur, inmittitur». Isidoro de Sevilla, Etymologiae, XIV, 4, 28-30: «28 Hispania prius ab Ibero amne Iberia nuncupata, postea ab Híspalo Hispania cognominata est. Ipsa est et vera Hesperia, ab Hespero stella occidentali dicta. Sita est autem inter Africani et Galliam, a septentrione Pyrenaeis montibus clausa, a reliquis partibus undique mare conclusa, salubritate caeli aequalis, omnium frugum generibus fecunda, gemmarum metallorumque copiis ditissima. 29 Interfluunt eam flumina magna: Baetis, Mineus, Iberus et Tagus aurum trahens, ut Pactolus. Habet provincias sex: Tarraconensem, Cartaginensem, Lusitaniam, Galliciam, Baeticam, et trans freta in regione Africae Tingitaniam. 30 Duae sunt autem Hispaniae: Citerior, quae in septentrionis plagam a Pyrenaeo usque ad Cartaginem porrigitur; Ulterior, quae in meridiem a Celtiberis usque ad Gaditanum fretum extenditur. Citerior autem et Ulterior dicta quasi citra et ultra; sed citra quasi circa térras, et ultra vel quod ultima vel quod non sit post hanc ulla, hoc est alia, terra» (cursiva mía). Al hablar del derecho natural, dice la Primera Partida: «Ca segund el mouimiento d'este derecho el másculo se ayunta con la fembra a que nos llamamos casamiento e por él crían los onbres a sus fijos e todas las animalias. Otrosi ius gentiun en latín tanto quiere dezir como derecho comunal de todas las gentes, el cual conviene a los ombres e no a las otras animalias. E este fue fallado con razón e otrosí por fuerpa porque los ombres no podrían bien bevir entre sí en concordia e en paz, si todos no usasen d'él. Ca por tal derecho como este cada un ombre conosíe lo suyo apartada mente e son departidos los campos e los términos de las villas. E otrosi son tenudos los ombres de loar a Dios e obedesfer a sus padres e a sus madres e a su tierra, que dizen en latín patria» (cursiva y grafía mía. Cf. Corfis 1997: f. 3v).
50
INÉS F E R N Á N D E Z - O R D Ó Ñ E Z
varios territorios puedan reinar en ellos y, en España, ser señores de Castilla, Aragón o León y reyes de España, sin que de esa simultaneidad se derive contradicción alguna 6 .
2. ISIDORO DE SEVILLA Y LA HISTORIOGRAFÍA DEL SIGLO VII 7
El modelo en que se hacen coincidir las fronteras geográficas de Hispania con las políticas se encuentra por vez primera en el siglo vil, en Isidoro de Sevilla, al que puede atribuirse un papel fundacional de la identidad hispánica. Justifican ese carácter primordial tanto la Laus Spanie que compuso como prólogo de la segunda versión de su Historia Gothorum (625-626) como la propia obra, pero, sobre todo, la repercusión que adquirirán ambas en toda la historiografía posterior como apoyo autorizado del anhelo por controlar políticamente toda la península ibérica. Concebida de forma independiente de la Chronica universal isidoriana, la Historia es la historia particular de la gens goda, que culmina con el dominio total del territorio ibérico, que se presenta a ella predestinado. Igual que sucederá posteriormente con otros cronistas, si Isidoro enmarca su Historia en una proyección hispánica es porque escribe para legitimar la monarquía visigoda como continuadora del poder romano y cristiano del imperio occidental en la totalidad de la península ibérica. En su perspectiva, Hispania
es
sinónimo del regnum Gothorum porque los reyes godos son el pueblo elegido por Dios para el gobierno de esa tierra prometida tras la victoria sobre bizantinos, astures y vascos. No por casualidad la Historia termina en el año 624 con las conquistas de Suíntila sobre las últimas ciudades que el Imperio Romano de Oriente conservaba en la Bética, celebrando haber obtenido por vez primera totius Spaniae monarchiami.
Tampoco es casual que la Historia se
cierre con un panegírico de los godos, la Laus Gothorum o Recapitulado,
en significativa
simetría con la alabanza de España con que encabeza el texto. En ambas se afirma que el pueblo godo, tras numerosas victorias en varios territorios, conquistó y amó a España, en la que reina asentado como su dominador definitivo 9 . Aunque en las Etimologías
6
7
8
9
Isidoro habla
En lo que sigue me cifto fundamentalmente al análisis de aquella historiografía que alberga una visión general de la historia peninsular. Prescindo, pues, de biografías o historias particulares de reinados o diócesis, del estilo de la Historia compostellana, la Historia Roderici, la Chronica Adefonsi Imperatoris, o las crónicas particulares de reinados (como las habituales desde Alfonso X el Sabio o Jaime I el Conquistador en adelante). Tampoco he podido tener en cuenta la historiografía árabe, salvo aquella que, como al RazT, tuvo recepción en zona cristiana, lo que sin duda representa una limitación importante del panorama que aquí se dibuja. Para la idea de España en la historiografía de esta época pueden consultarse De Carlos (1996: 109-152), García Moreno (2005), Bronisch (2006), con abundante bibliografía, e Isla Frez (2006a). La Historia Gothorum puede leerse en Rodríguez Alonso (1975). «totius Spaniae intra oceani fretum monarchiam regni primus idem potitus, quod nulli retro principum est conlatum» (Rodríguez Alonso 1975: 276). «Gothorum florentissima gens post multíplices in orbe uictorias certatim rapit et amauit, fruiturque hactenus inter regias Ínfulas et opes largas imperii felicítate securas» (Rodríguez Alonso 1975: 170); «patefactisque
51
L A DENOTACIÓN DE ' E S P A Ñ A ' EN LA E D A D M E D I A .
de los hispani como pueblo natural de la Península, descendientes de Túbal, hijo de Jafet y nieto de Noé, ningún papel se les concede en el dominio político de esa tierra, sometida primero a los romanos y finalmente a los godos 10 . Los concilios de Toledo desde los primeros decenios del siglo vil utilizan la fórmula jurídica rex, gens vel patria Gothorum, reflejando la asociación entre el concepto geográfico (patria), la monarquía (rex) y el pueblo (pues ya en esta época el término gens no excluye a los hispanorromanos), pero prefieren el término patria a Híspanla, probablemente porque en esta época la antigua Galia Narbonense también pertenecía al reino de los godos. Por las mismas razones, a ningún rey godo se le pasó por la cabeza intitularse rex Hispaniae. algunas pocas ocasiones, el uso extensivo de Hispania
En
puede entenderse que incluye la
Narbonense, dado que estaba sujeta al dominio godo, pero esa metonimia está presente sobre todo en las fuentes francas y pontificias, y no en las genuinamente godas". A estos testimonios cabe unir el latérculo o lista regia visigoda que iba unida en algunos manuscritos a la Lex Visigothorum o Líber Iudicum como una forma de enfatizar la autoridad regia de la ley 12 . En esa lista se enumeran los reyes sucesivos, precisando el tiempo que ejercieron su gobierno. La primera redacción debe haberse escrito en época de Recesvinto (654), pero presenta varias recensiones posteriores en la tradición manuscrita que actualizan la lista hasta la llegada de los musulmanes. Lo interesante es que en esta lista figura una introducción que preludia la llegada del dominio godo sobre Spania con su peregrinar previo por Italia y las Galias, de forma que tierra y regnum quedan vinculados en estos textos anexos a la ley sobre un modelo similar al de la Historia
Gothorum13.
3 . L A H I S T O R I O G R A F Í A M O Z Á R A B E Y A S T U R I A N A E N L O S S I G L O S VIII Y I X 1 4
Tras la llegada de los nuevos dominadores en 711 y la creación de una nueva situación política ya no sometida a un único poder regio, Hispania persiste como concepto geográfico, la península ibérica, en la que surgen nuevos poderes políticos, en principio totalmente desligados del anterior pero que, más tarde, buscarán su legitimación en la continuidad con la monarquía visigoda.
10
" 12 13
14
Pyraeneis montibus Spanias usque perueniunt ibique sedem uitae atque imperium locauerunt» (Rodríguez Alonso 1975: 282). Como oportunamente observa De Carlos (1996). Cf. Maravall (1981 3 : 94-154), Bronisch (2006: 26-30) y Gil (2013). Para este latérculo, véase Martín (2010b) y Bautista (2009b: esp. 118-124). «Ab aera C C C C reguli Goti ingressi sunt in Italia et post huius autem anno sexto Goti Galias ingressi sunt et post hec VII anno Goti Spaniam ingressi sunt», apud Bautista (2009b: 130). Para estas obras, véanse López Pereira (2009) y Martín (2010a); Gil Fernández, Moralejo y Ruiz de la Peña (1985) y Martin ([1984] 1997). También Díaz y Díaz (1976a y b).
52
INÉS F E R N Á N D E Z - O R D Ó Ñ E Z
La decadencia de ciertos aspectos del modelo isidoriano es ya palpable en el siglo
VIII
entre
los cristianos que permanecieron en al-Andalus, dadas las nuevas circunstancias políticas. Aunque la llamada Crónica mozárabe de 754 se ha conservado en la tradición manuscrita a continuación de la Chrortica universal isidoriana y de la Historia Gothorum, a pesar de que su autor las emplea como fuentes prolongando su relato hasta el momento en que escribe, Spania en esta crónica significa nítidamente el ámbito territorial peninsular con sus habitantes, la patria
o tierra, cuyo control político unitario o regnum se reconoce sucesivamente a
dominadores varios15 y que se limita a la península ibérica, prescindiendo de la Galia narbonense16. Spania se presenta sometida primero al regnum de los godos y luego al de los musulmanes, a los que el cronista -dada su condición de cristiano, los tiempos de guerra que ha vivido y la destrucción que la presencia sarracena ha ocasionado- se opone radicalmente, sin que por ello deje de estimarlos como parte de la historia presente de su patria17. El relato del final del dominio visigodo y la llegada de los árabes se acompaña de una critica al comportamiento de los últimos reyes godos y un lamento por las desgracias sufridas por los cristianos de España desde entonces, queja que posteriormente adquirirá notable importancia
15
16 17
Las cronologías son un buen indicio de los ámbitos de poder invocados en cada caso: mientras que la Historia Gothorum siempre había empleado la era hispánica seguida por el año del emperador romano (o la Crónica de Juan de Bíclaro el año del rey godo junto al del emperador romano), la Crónica mozárabe lista la era hispánica, el año de gobierno del emperador bizantino, la hégira, el año de gobierno del califa de Damasco, la sucesión de los reyes visigodos hasta 711 y a partir de ahí la de los gobernadores de al-Ándalus. La historia peninsular se enmarca, pues, en la universal, pero en ella son puntos de referencia externos tanto el príncipe de los cristianos como, novedosamente, el de los musulmanes. Cf. asimismo el análisis de la estructura que presenta López Pereira (2009: 65-79), donde se pone de manifiesto que los capítulos se abren siempre con el inicio del reinado de cada emperador bizantino, único acontecimiento para el que se cita el "annus mundi". En todos los concilios de Toledo que en ella se relatan los obispos concurren desde España y la Galia. La identificación entre el reino godo y la tierra de España se da en los pasajes siguientes: cuando muere Rodrigo, «Sicque regnum simulque cum patriam male [...] amisit» (López Pereira 2009: § 52, p. 224). O cuando al relatar la claudicación ante los nuevos dominadores, contrasta los frutos delicados del reino godo en Córdoba con el reino bárbaro instaurado por Muza: «Adque in eandem infelicem Spaniam Cordoba in sede dudum Patricia, que semper extitit pre ceteras adiacentes ciuitates opulentissima et regno Uisegothorum primitibas inferebat delicias, regnum efferum conlocant» (§ 54, p. 228). La legitimidad árabe sobre el regnum de la Península, al que se alude como "invadido", también se cuestiona en este pasaje: Abdelziz es asesinado porque «iugum Arabicum a sua ceruice conaret euertere et regnum inuasum Iberie sibimet retemtare» (§ 59, p. 234). Pero esa preferencia por un regnum cristiano no impide que, al tiempo, sean numerosos los pasajes en que los gobernadores árabes de Hispania son llamados reyes o su actividad aludida como regnare, como, por ejemplo, los siguientes: «Alaor in regno Esperie [...] succedit» (§ 59, p. 234); «Ambiza [...] principatum Spanie aucte retemtat» (§ 74, p. 246); «Odiffa [...] pre paucitate regni nihil dignum aduersumque ingeminat» (§ 77, p. 250); «ad regendam Spaniam [...] Attuman properat. [...] Aleittan ob Spaniam regendam» (§ 78, p. 250); «Aloozam rex Spaniam» (§ 87.2, p. 272); «Tune atque Toabam , qui ualida adiutoria Zmaeli prebuerat, in regni solio sublimant» (§ 88, p. 276); «Toaba in Hispaniis, regno Abulcathar cum adiutore Zmael ablato» (§ 91, p. 280). Es más, cuando Abderrahman tras perseguir a Carlos Martel hasta Tours decide retirarse con su ejército, la Crónica afirma que «diffugiunt repatriando» (§ 80, p. 258), esto es, regresando a su patria o tierra.
53
L A DENOTACIÓN DE ' E S P A Ñ A ' EN LA E D A D M E D I A . . .
en los proyectos historiográfícos y políticos de los reinos hispánicos 18 . Al tiempo, por vez primera se da noticia de los cristianos refugiados en las montañas pirenaicas y se celebra su autonomía 19 . También el que puede estimarse texto historiográfíco asturiano más antiguo, una lista regia de la monarquía astur de época de Alfonso II, inspirada en el latérculo regum
Visigothorum,
da por finalizado claramente el regnum de los godos sobre la tierra de Hispania. Es más, en la introducción de la lista de reyes astures de Pelayo a Alfonso II se afirma que el poder de los godos ha terminado, que Hispania estuvo bajo el dominio de los musulmanes durante cinco años, y que desde Pelayo existe una nueva monarquía en España, la asturiana 20 . El llamado Testamentum de Alfonso II (812), una donación a la basílica de San Salvador de Oviedo en su fundación, se muestra en todo concorde al presentar una nueva monarquía cristiana y astur que emerge en Pelayo en sustitución de la goda. El nacimiento de este nuevo reino, tal como el esplendor previo y la caída del reino de los godos, se atribuyen a la Providencia divina: por vez primera aparece la idea de que la pérdida del regnum, a manos de los árabes, se debe a las ofensas infligidas a Dios por los reyes godos 21 . No mucho después, en la segunda mitad del siglo IX, la monarquía asturiana bajo Alfonso III buscará asentar su legitimación de forma más ambiciosa a través de un programa de obras historiográficas en las que la recuperación del dominio sobre toda la Península surge como proyecto político basado en la previa existencia del regnum Gothorum. Tanto la Crónica albeldense (881-883) como la Crónica de Alfonso III (en sus dos versiones Rotense y ad Sebastianum)
(ant. 910-914) están preñadas
de un nuevo pensamiento político:
el
neogoticismo. Ello se percibe en la novedosa vinculación de parentesco que se establece entre
18
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El famosísimo planto, en que se comparan los sufrimientos de España con los de Troya, Babilonia, Jerusalén o los mártires de Roma, figura en § 55, pp. 72-74. Cf. Martin ([1984] 1997: 13-17), quien pone de manifiesto la afección del autor por los personajes eclesiásticos y su rechazo al poder mal ejercido por los últimos godos, análisis en consonancia con el de López Pereira (2009: 96-107); para otras interpretaciones de ese lamento, véase Maravall (1981 3 : 81, 288, 405) o García Moreno (2005: 51). Cf. López Pereira (2009: § 81). Esa introducción conocía la de la lista regia visigoda y la adaptó a sus propósitos, suprimiendo además todos los reyes godos que habían precedido a los musulmanes y a los reyes asturianos: «In era CCC* XL a VIIIF egressi sunt Goti de terra sua. Era CCC* LX a VI a ingressi sunt Ispaniam. Dominati sunt Ispaniam gens Gotorum annis CCC LXXX III et de terra sua peruenerunt in Ispaniam per annos XVII. Era DCC XL VIIII expulsi sunt de regno suo. Era DCC" La Sarraceni Ispaniam obtinent. Antequam Domnus Pelagius regnaret Sarraceni regnauerunt in Spaniam annis V e », apud Bautista (2009b: 128-130). El texto que cito corresponde a la versión conservada en los Anuales Coninbrigenses I (o versión breve de los Armales Portugalenses veteres): cf. David (1947: 257-340, texto en p. 303). «Cuius dono [Dei] inter diuersarum Gentium regna, non minus in terminis Spanie, clara rcfulsit Gotorum uictoria. Sed quia te offendit eorum prepotens iactantia, in era dcc xl viiii simul cum rege Roderico regni amisit gloria. Merito etenim, Arabicum sustinuit gladium. Ex qua peste, tua dextera Christe, famulum tuum eruisti Pelagium, qui in principis sublimatus potentia uictorialiter dimicans hostes perculit, et christianorum asturumque gentem uictor sublimando defendit», cf. David (1947: 325) y Martin ([1984] 1997: 25-27).
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el último rey godo Rodrigo (o su familia) y el primer monarca astur, Pelayo, de forma que los reyes godos son prolongados de forma dinástica por los Gotorum Obetensium regum o 'reyes godos de Oviedo', según los denomina la Crónica albeldense22,
que asegura que Alfonso II
restauró en Oviedo el orden eclesiástico y palatino de los godos, tal como era en Toledo 23 . En línea con el discurso legitimador isidoriano, de cuya Historia se declara continuadora ad Sebastianum2*,
la nueva monarquia resistente al poder sarraceno está protegida por el
providencialismo divino, como atestigua el relato milagroso de Covadonga, mientras que los reyes godos pierden su reino por los pecados cometidos 25 . El concepto de España que prevalece en estas obras no puede ser sino el geográfico, la tierra26, en su mayor parte dominada por los musulmanes pero que por vez primera se proyecta recuperar mediante combate27, incluso anunciando la posibilidad de que la expulsión de los ismaelitas tenga lugar pasados 170 años de su entrada en la Península, tal como se afirma de forma profética al final de la Albeldense2*. Aunque estas palabras deban atribuirse más al ambiente apocalíptico de finales del siglo IX que a un proyecto político definido, el guión de origen asturiano que ambiciona hacer coincidir de nuevo las fronteras geográficas 22
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Las tres crónicas coinciden en establecer el parentesco con la familia regia visigoda: cf. Gil et al. (1985: 65 y ss). «omnemque Gotorum ordinem, sicuti Toleto fiierat, tam in eclesia quam palatio in Ouetao cuneta statuit» (Gil el al. 1985: 174). Así comienza con el reinado de Wamba anteponiendo la declaración «incipit crónica uisegotorum a tempore Uanbani regis usque nunc in tempore gloriosi Garseani regis diue memorie Adefonsi filio collecta» (Gil et al. (1985: 115). Al hablar de la derrota de Rodrigo ante los musulmanes, dice la Rotense: «Et quia derelinquerunt Dominum ne seruircnt ei in iustitita et ueritatem, derelicti sunt a Domino ne auitarent terram desiderauilem»; ad Sebasíianum: «Istud quidem scelus Yspanie causa pereundi fiiit. Et quia reges et sacerdotes legem Domini dereliquerunt, omnia agmina Gotorum Sarracenorum gladio perierunt» (Gil et al. 1985: 120-122). Ese marco geográfico de referencia es clarísimo en la Albeldense, que comienza por establecer los límites de España, la península ibérica, sus ríos, sus virtudes, sus diócesis, etc. para pasar luego a exponer los diversos dominadores que ha tenido a lo largo de la historia, cuya historia se relata desde los respectivos orígenes: romanos, godos, asturianos y musulmanes (aunque no se les conceda legitimidad). Siglos más tarde, Jiménez de Rada y Alfonso X también emplearán el marco geográfico como aglutinante de la Historia de rebus Hispaniae (que hoy sabemos que incluía no solo la Historia Gothica sino también las Historiae romanorum, vandalorum, etc. y arabum) y de la Estoria de España, respectivamente. Véase también sobre el valor de Hispania en la historiografía asturiana, Bronisch (2006: 34-40) e Isla (2006a: 169-172). «Sarraceni evocati Spanias occupant regnumque Gotorum capiunt, quem aduc usque ex parte pertinaciter possedunt. Et cum eis Christiani die noctuque bella iniunt et cotidie confligunt, sed eis ex toto Spaniam auferre non possunt», frase final que se sustituye en la recensión del códice Vigiliano (cf. infra, nota 41) con la predicción de su futura expulsión por mandato de la providencia divina: «dum predestinatio usque diuina dehic eos expelli crudeliter iubeat», cf. Gil et al. (1985: 171). Cf. Gil et al. (1985: 185-188). La Crónica albeldense conservada en el códice de Roda anuncia, en consonancia con esa profecía, que Alfonso III reinará pronto en toda España: «Etiam et multorum Christianorum reuelationisbus atque ostensionibus hic princebs noster gloriosus domnus Adefonsus proximiori tempore in omni Spania predicetur regnaturus» (Ibídem: 188). Estas palabras, reveladoras de una aspiración política al imperium peninsular, deben encuadrarse en el ambiente apocalíptico propio del siglo IX y en la exegesis judía y cristiana de la profecía de Abdías, 20, según la cual a los habitantes de HispaniaSefarad les estaba destinado heredar la "tierra de Mediodía", esto es, Jerusalén y, por tanto, expulsar al Islam de todos los territorios en que estaba asentado, gracias al emperador de los últimos días, aquí quizá identificado con Alfonso III. Cf. Gil (1978-79: esp. 56-77) y (1995).
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con las políticas se repetirá, adoptará y adaptará, normalmente asociado al neogoticismo, en muchas de las obras historiográficas posteriores a lo largo de toda la Edad Media, si bien los beneficiarios finales de semejante aspiración no son siempre los mismos.
4 . LA HISTORIOGRAFÍA ENTRE LOS SIGLOS X Y XII
4.1 León29 La historiografía leonesa de los siglos xi y XII camina por la senda trazada por las primeras crónicas asturianas de Alfonso III. Sampiro es el primer continuador (que prosigue la historia desde Alfonso III a Alfonso V, 866-1000), a principios del siglo XI. Un siglo después contamos con la prolongación de Pelayo de Oviedo (de Vermudo II a Alfonso VI, 982-1109). La voluntad de entronque de estos cronistas con la historiografía previa es especialmente palpable en las dos compilaciones elaboradas por Pelayo, el Líber Itacii chronicorum
y el
Liber
ab exordio mundi (1142), sobre todo en la segunda, ya que en ella aparecen
enlazadas por vez primera la crónicas de san Isidoro, la Historia de la rebelión de Paulo de san Julián, retazos de la Crónica albeldense y las crónicas de Alfonso III y de Sampiro, que se rematan con la parte elaborada por Pelayo. Este esquema de fuentes, con el manejo adicional de la Historia silense, se repetirá en los historiadores posteriores, como en los códices que transmiten la Crónica najerense o en el Chronicon mundi de Lucas de Tuy. El prólogo de Liber chronicorum no deja lugar a dudas del neogoticismo de su autor, pues denomina reyes godos a todos los asturleoneses de Pelayo a Alfonso VI, que se presentan como sus legítimos continuadores 30 , y la misma ideología se desprende de la autoridad que confiere a los reyes suevos y godos en la fraudulenta división de las diócesis de Hispania que interpola tanto en el Liber Itacii como en el Liber chronicorum31.
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Mientras que en Sampiro Hispania se refiere
Para las Crónicas de Sampiro, Pelayo y Silense, véase Gil (1997: esp. 3-14) e Isla (2006b). Fueron editadas por Pérez de Urbel (1952), Sánchez Alonso (1924) y Pérez de Urbel y González Ruiz-Zorrilla (1959), respectivamente. Cf. Flórez (1749: 200-201) para el prólogo, donde manifiesta tratar «de Gotis et Aragonensis regibus», identificando los godos con los reyes de Asturias y León. Pese a que nada se dice en el texto de la crónica de los reyes de Aragón, la expresión del prólogo se repite en el propio texto: el rey Alfonso V dio las leyes que «sunt scripte in finem Hystorie Regum Gothorum siue et Aragonensium» (Sánchez Alonso 1924: 71). Véase Vázquez de Parga (1943). La división propia del Liber Itacii se encabeza con una Genealogía Regum Gothorum, seguidas de las Sedes Episcopales Hispaniae y el reparto territorial de las mismas realizada supuestamente por el rey suevo Teodorico y por el rey godo Wamba, en sendos concilios. El Liber chronicorum atribuye el reparto exclusivamente a Wamba, pero la visión geográfica de los territorios pertenecientes a la iglesia hispánica es idéntica en los dos textos y, a su vez, dependiente de las listas de diócesis procedentes de época goda. Cf. Vázquez de Parga (1943: 60-64). Esta falsificación surgió en las diócesis de Osma o Toledo en tomo a 1088-1108, y fue convenientemente modificada por Pelayo al servicio de los intereses de la diócesis de Oviedo (ibídem: 92).
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fundamentalmente a al-Ándalus32, en Pelayo está claramente presente la denotación peninsular, tanto en los fragmentos por él escritos33 como en los límites territoriales fijados por la división de las diócesis de Hispania, que son prolongación de los del reino godo de Toledo34. Inscrita en el mismo neogoticismo que las anteriores, pero concebida como historia autónoma y no como simple prolongación de los textos previos, a principios del siglo XII la Historia silense comienza declarando su interés por Hispania, marco de referencia en el que inscribe la obra, y lamentando que, a raíz de su invasión por los bárbaros, haya declinado el estudio de las disciplinas liberales y de los escritores que canten las gestas de los españoles 35 . Pese a la amplitud del planteamiento, la Silense es esencialmente una historia de los reyes godos y asturleoneses que han precedido a Alfonso VI, «ex illustri Gotorum prosapia ortus», cuyo reinado, verdadero objetivo del historiador, no llega a relatar. En ninguno de los cronistas anteriores se encuentra tanta proliferación de los términos Hispania(e) o hispani. No solo los reyes godos son denominados reyes hispanos, hispánicos o de los hispanos36, sino que también Alfonso VI es presentado como emperador de España y de él se dice que gobierna o amplía el reino de los hispanos37. Estas denominaciones, que no se aplican a otros reyes asturleoneses, vinculan nítidamente la jurisdicción goda con las aspiraciones imperiales de Alfonso VI38. Las alusiones a Hispania, tanto en singular como en plural, se circunscriben a la 32
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Y la interpretación de Sampiro es herencia del texto de la Albendense: «Cesserunt eciam armis illius plurime Yspanie urbes» (Pérez de Urbel 1952: 281); «Sub cuius imperio dux quidam Yspanie et procónsul nomine Abofalit» (Ibídem: 281); «Et exercitum Toletane urbis atque alium ex aliis Yspanie ciuitatibus» (Ibídem: 282). «facta est fames ualida in tota Ispania» (Sánchez Alonso 1924: 58); «Papa Cardinalem suum Ricarduum [...] in Ispania transmisit» (Ib.: 80); «extraneas gentes que Almorabites uocantur ex Africa in Spania per regem Abenabet misit» (Ib.: 82); «Tanta pace fuit in diebus quibus ipse regnavit [Alfonso VI], ut una sola mulier, portans aurum uel argentum in manu sua per omnen terram Hyspanie, tam habitabilem quam inhabitabilem, in montibus uel in campis, non inueniret qui eam tangeret» (Ib.: 83); «luctus et tribulaciones que post mortem predicti Regis [Alfonso VI] euenerunt Hispanie» (Ib.:86). Las sedes metropolitanas con diócesis dependientes son Toledo, Sevilla, Mérida, Braga, Tarragona y Narbona, tal como en las listas de diócesis que proceden de época visigoda (cf. Vázquez de Parga 1943: 2330, 74-85). «Cum olim Yspania omni liberali doctrina vbertim floreret, ac in ea studio literarum fontem sapientiae sitientes passim operam darent, inundata barbarorum fortitudine, studium cum doctrina funditus euanuit. Hac itaque necessitudine ingruente, et scriptores defuere et Yspanorum gesta silentio preteriere» (Pérez de Urbel y González 1959: 113). «Sisebuti Yspanorum religiosissimi principis tempus» (Pérez de Urbel y González 1959: 115); Wamba es «Yspanus rex» (Ib.: 117); los reyes godos «Hispanici» (Ib.: 118); Vitiza es «Ispanus rex» (Ib.: 126); Rodrigo es llamado «Yspano rege», «Yspanus rex» (Ib.: 128). «Adefonsy orthodoxi Hispanie inperatoris»(Ib.: 119); «Adefonsus [...] in regnum Yspanorum ampliando» (Ib.: 119); «Adefonso [...] isdem regnum Yspanorum gubernauerit» (Ib.: 125); «Adefonsy Ispaniarum ortodoxi imperatoris» (Ib.: 141). Como ha mostrado Isla (2006b), la Historia silense refleja, a modo de espejo, el programa político imperial de Alfonso VI. Ningún otro rey asturleonés que no sea Alfonso VI es llamado rey de España, hispano o hispánico, con la salvedad de su padre, Fernando I, que en una ocasión se ve referido como «Yspanus rex» (Pérez de Urbel y González 1959: 196). Solo aparece la denominación, de forma genérica, para referirse a la esforzada vida
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península ibérica, que se contrasta con África, de la que proceden los sarracenos, o con la tierra allende los Pirineos, habitada por los francos 39 . Dentro de esas fronteras, el término puede aplicarse tanto a las provincias dominadas por los musulmanes como a la parte cristiana y ocasionalmente se refuerza intensivamente con omnis o tota40.
4.2 Navarra41 Las estrategias historiográficas buscadas para la legitimación del reino asturleonés y sus aspiraciones al imperium peninsular fueron tempranamente deconstruidas en Navarra. La actividad historiográfica en Navarra se detecta ya a finales del siglo x, en los textos que recoge el códice Vigiliano o de Albelda (976) y el códice de Roda (980-990), ambos vinculados a la corte regia de Nájera. El códice Vigiliano transcribe la Crónica albeldense, a la que añade una Nomina Pampelonensium
regum, en la que los reyes navarros «surgen» sin
dependencia alguna de los asturleoneses y se postulan así como otro poder político que, paralelamente a la monarquía astur, lucha denodadamente contra los musulmanes 42 . Esa peculiar versión de la Crónica acompaña a dos textos de carácter normativo, uno religioso, la Colección canónica hispana, y otro jurídico, la Lex visegothorum o Líber iudiciorum, junto a los que figuran las imágenes en paralelo del rey godo Recesvinto y del promotor del códice, Sancho II Garcés de Navarra.
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guerrera de los reyes asturleoneses contra los enemigos de Cristo, en contraste con la vida placentera de los reyes francos que describen sus cronistas: «Ispanorum regum», «Ispanici regis» (Ib.: 146). También con valor genérico encontramos «Ispanici reges» (Ib.: 120), tras narrar la lucha entre Alfonso VI y sus hermanos por el reino, para justificar que la ferocidad de los reyes hispánicos impedía que no estuvieran dispuestos a compartir pacíficamente la tierra con otros miembros de su estirpe. A modo de ejemplo, citaré: «Tarich [...] ad Yspanias premisit» (Ib.: 128); «Muza [...] ad Yspaniam dirigitur» (Ib.: 128); «post hec Mauri [...] totam Yspaniam ferro, flama et fame atritam suo dominio mancipauerunt» (Ib.: 129); «nemo exterarum gentium Ispaniam subleuasse cognoscitur» (Ib.: 129). Este concepto limitado a la Península se ve claramente cuando se describe la gran amplitud geográfica alcanzada por el reino de los godos hispánicos, limitado al norte por el Ródano «Galorum máximo ilumine» y al sur por la Tingitania «in vltimis finibus Africe sitam» (Ib.: 118): esto es, esas fronteras no pertenecen a Hispania sino que discurren por la Galia y África. Por ejemplo: Fernando I «barbarorum prouintias totius Ispanie formido eius inuaserit» (Ib.: 183); Ordoño II «prostratis totius Ispanie publico bello sepe robistissimus barbaris» (Ib.: 153), es ungido en presencia de «Omnes siquidem Yspanie magnati, episcopi, abbates, comittes, primores» (Ib.: 155). Para el códice Vigiliano o de Albelda, véase Díaz y Díaz (1991 2 : 64-70) y Martín Duque (1999: esp. 64-66). Para el códice de Roda y la laus Spanie que contiene, véase De Carlos Villamarín (2011) y (1996: 301-323). Sobre la nómina de textos copiados en el códice, véase García Villada (1928) y Díaz y Díaz (1991 2 : 32-42); los textos navarros fueron editados por Lacarra ([1945] 2008); para otros aspectos de su interpretación política y religiosa véase Gil (1978b: esp. 66) y (1978a), Martín Duque (1999: 66-74), Bautista (2009b: esp. 36-39), De Carlos (2008a y b) y Miranda (2011). Sobre el Líber regum, puede consultarse la edición de Cooper (1960) y los trabajos y bibliografía citados en el número monográfico de e-Spania, 9 (2010), en especial, Bautista y Le Morvan. «surrexit in Panpilona rex nomine Sancio Garseanis. Fidei Christi inseparabiliterque uenerantissimus fuit, pius in ómnibus fidelibus misericorsque oppressis catholicis. Quid multa? In ómnibus operibus obtimus perstitit. Belligerator aduersus gentes Ysmaelitarum multipliciter strages gessit super Sarrazenos» (Gil el al. 1985: 188).
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Frente a esta estrategia de legitimación que quiere enlazar con la autoridad regia visigoda, el códice de Roda (980-990) es un proyecto historiográfico mucho más ambicioso que revela una ruptura neta con los atisbos previos de neogotisimo. En él se reunió una miscelánea de textos diversos en cuyo significado último, no fácilmente descifrable, se combinan aspectos políticos y religiosos. Por lo que respecta a los textos historiográficos, el códice se abre con las Historiae adversum paganos de Paulo Orosio y se continúa con el ciclo isidoriano (la Crónica universal y las Historias de vándalos, suevos y godos), por primera vez empalmado con la historiografía leonesa (la Crónica de Alfonso III y fragmentos de la Albeldensef7,.
Si la
transcripción de estos textos podría hacer suponer la aceptación navarra del neogoticismo astur, lo cierto es que en el códice esa construcción discursiva se ve profundamente distorsionada. De la Albeldense
se extraen las listas de reyes godos y asturleoneses, pero el
enlace entre ambas se separa deliberadamente para romper de forma implícita las pretensiones de la historiografía astur a la titularidad única del poder regio peninsular. Los reyes de Asturias quedan en el códice situados al mismo nivel que otros poderes territoriales cuyas genealogías se incluyen: las de los reyes de Pamplona, los condes de Aragón, Pallars, Gascuña y Tolosa, así como los «reges qui regnauerunt in Spanie ex origine Ismaelitarum» (de los que se dice que reinaron cinco años antes de Pelayo y después, dando por extinguido el dominio de los godos) 44 y los reyes francos. El marco geográfico en que se inscribe la miscelánea (y para el que pretende tener significado) es claramente Hispania
en una
perspectiva universal. Junto al mapamundi de base orosiana e isidoriana (que divide la tierra en Asia, África y Europa), el manuscrito contiene la laus Spanie de San Isidoro y otro elogio paralelo de Hispania de singular importancia, de base isidoriana pero privativo del códice de Roda, en el que se revela programáticamente la perspectiva del compilador. En esa peculiar laus se afirma que mater Spania ha sido dominada por muchos pueblos, primero por los hispanos, después sucesivamente por los madi, los vándalos, los romanos, los godos, los sarracenos y, por último, por los romanos de nuevo, que reinarán sobre ella por los siglos de los siglos 45 . Es la primera vez que después de 711 se defiende en los territorios cristianos la 43
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Estos textos aparecen enlazados más tarde en Pelayo de Oviedo y en la Najerense en el siglo XII, pero no debe olvidarse que el primer testimonio en contenerlos es el códice de Roda, más de un siglo anterior. «Obtinuerint sarraceni Spania ante Pelagium. Regnauerunt annos V et postea», «finit regnum Gothorum. Reges Gotorum defecerunt» (García Villada 1928: 120-121). «[Spania] possiderunt eam generationes multas. Primum spani filii Iaphet, secunda madi filii Sem, tertia uuandali filii Cam, quarta filii Sem romani possiderunt ea in pagania quousque acceperunt legem, quinta Guti, sexta sarraceni, séptima romani filii Esau. Ipsi regnabunt in sécula seculorum in ea». Cf. De Carlos (1996: 306 y ss.) para una interpretación exhaustiva de los elementos contenidos en la laus. Los orígenes de los romanos, descritos primero como hijos de Sem, el hijo de Noé que heredó Asia, y después como hijos de Esaú, no es contradictoria. Se explica por una tradición judía y exegética que identificaba a Edom o Esaú, descendiente de Sem, con los romanos. Esa tradición concedía esa condición "romana" a todos los cristianos,
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existencia de un pueblo primitivo dominador de Hispania, los hispanos, descendientes de Jafet, del que procedería la sucesiva translatio regni que a continuación se relata, de origen probablemente mozárabe. En este códice navarro tiene lugar una ruptura clara con el neogoticismo asturleonés, que se constata en que la laus da por terminado el señorío godo a manos de los sarracenos y en que se postula como definitivos dominadores del territorio, herederos de los primeros hispanos, a los nuevos romani, esto es, a los continuadores del imperio y la iglesia de Roma: los señoríos cristianos cuyas genealogías se incluyen en el códice (rompiendo con la exclusividad que se atribuían los reyes asturleoneses). De nuevo el concepto de 'España' depende del peninsular isidoriano, pero para su control político el códice de Roda no promueve el predominio de un señorío o territorio particular -como hacía la historiografía asturleonesa-, sino que más bien se preocupa por defender el triunfo final de los cristianos o romani sobre la tierra de España y en el mundo. Casi dos siglos después reencontramos en Navarra una concepción política semejante en el primer texto historiográfico escrito en romance, el Líber regum, genealogías que se compusieron h. 1200 con el fin de situar la monarquía navarra en pie de igualdad con las circundantes a su territorio y reivindicar su derecho a la existencia, frente a los intentos expansionistas de Castilla y Aragón fundamentalmente. Tal como el códice de Roda, el Líber regum contiene unas genealogías bíblicas de Adán a Cristo, serie que, sobre el modelo de la translatio imperii, se prolonga con la sucesión de reyes «persas», emperadores romanos y monarcas godos. España aparece mencionada a propósito del dominio que sobre ella ejercen los romanos, los godos y los musulmanes, siempre en su denotación peninsular46. Sin embargo, tanto en época visigoda como tras la llegada de los sarracenos, en el Liber regum la fuente legítima del poder político se atribuye a «las gentes de la tierra», y no a los sucesivos dominadores de ella. Wamba es rey por elección de las gentes de la tierra, a las que también se responsabiliza de la elección de Pelayo tras extinguirse el reino de los godos47. Es más,
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como los leoneses (y los godos), según deja ver el testimonio posterior del judío Abraham Ibn Daud (11601161): cf. Gil (1995). Véase también infra nota 53 para el origen andalusí de la translatio regni. «Estonz priso Afinca Cipio, el cónsul de Roma; et estonz conquerieron Espanna los romanos» (Cooper 1960: 28); «Ad est emperador de Roma, Costantin, plogo a Deus, e conuertielo Sant Siluestre & babtizolo e fo christiano. En esta sazón foron ia los godos entrados en Espanna» (Ibídem: 30); «En esta sazón que regnaua Eraclius en Roma, era Sant Ysidre arcebispe de Seuilia, qui escriuie estas estorias & otras muitas, et en esta sazón andauan los godos en Espanna. Estos godos foron de lignage de Gog e Magog e foron paganos, e mouieronse d'oltras flum de Danubium e passoron mar e uinieron gastando por tierra de Roma. Et era apostoli en Roma el Papa Aldebrando. Et uinieron los godos en Espanna & estidieron hi ccclxxxiii annos, et muitos d'ellos tomoron se a la fe de Christus» (Ib.: 31); «Mude Vatizanus, e rregno el rei Rodrigo en toda Espanna, e fo buen rei e conquerie muito. E pues por el consello de los fillos de Vatizanus e de so nieto del rei Rodrigo, el comte don Iulian, entraron los moros en Espanna. Era dcclii» (Ib.: 32). «Quando foron los godos entrados en Espanna, leuantoron rei de lor lignage et est rei ouo nomne Cindus, e fo christiano; e quando murie el rei Cindus non lexo filio nenguno e rremaso la tierra sines rei. E non
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muerto Alfonso II el Casto sin descendencia, se eligen dos jueces que dirijan la tierra, Ñuño Rasura, de quien procede el emperador de Castilla, y Laín Calvo, de quien desciende el Cid Campeador, linajes de los que derivan todos los reyes de Castilla, Navarra y Aragón, cuyas genealogías se detallan a continuación y que se presentan, en consecuencia, como legítimos señores de la tierra, España, que tratan de arrebatar a los musulmanes48. 4.3 Al-Andalus49 El novedoso concepto que está presente en el códice de Roda, según el cual Hispania habría estado sujeta a lo largo de los siglos al señorío de pueblos variados, del que el primero correspondería a unos spanifilii Iaphet, debe relacionarse, en mi opinión, con el mozarabismo que destilan otros textos copiados en ese singular manuscrito. En lo que no puede ser una casualidad, los primeros textos en recoger la idea de esos primitivos dominadores hispanos proceden de al-Andalus: se trata de la crónica Ajbár mulük al-Andalus del historiador hispano-árabe Ahmad ibn Muhammad al-RázT (888-955), que solo conservamos en una traducción al romance del siglo xiv, y la Crónica Pseudoisidoriana, que se ha datado entre finales del siglo XI y finales del siglo XII. Las dos comparten fuentes y su combinación en una estructura común, lo que ha hecho suponer que dependen de una compilación previa mozárabe perdida (elaborada en el siglo X): entre las muchas semejanzas, cabe destacar que comienzan fijando el marco de la obra con una descripción de Hispania, deudora de las de Orosio e Isidoro; siguen con la descendencia de los hijos de Noé, de la que derivan todos los pueblos de la tierra, entre ellos los hispanos, descendientes de Jafet; a continuación se sucede la historia romana y, por último, la historia de los godos50.
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s'acordoron las hientes de la tierra por auer reí, e guerrioron se todos unos con otros grandes tiempos; e pues accordoron se e fizieron rei por elección al rei Bamba, e fo muit buen rei. Era dccx. Est rei Bamba establie los arcebispados e los bispados de Espanna d'ond ad ond fossen» (Ibídem: 31); «Quando fo perdido el rei Rodrigo, conquerieron moros toda la tierra tro a Portugal & en Gallicia fueras de las montannas d'Asturias. En aquellas montannas, s'acueillieron todas las hientes de la tierra los qui escaporon de la batalla, e fizieron rei por election al rei don Pelaio» (Ib.: 32). «Est rei don Alfonso non lexo filio nenguno, ni non remaso omne de so lignage qui mantouiesse el reismo, & estido la tierra assi luengos tiempos. E pues acordoron se & eslieron dos iudices porqué s cabdellassen d'estos dos iudices: el uno ouo nomne Nunno Rasuera & el otro ouo nomne Lain Calbo» (Ib.: 33). Por otro lado y en consonancia con el códice de Roda y sus linajes de los condes de Tolosa y Gascuña, el Líber regum también incluye las genealogías de los reyes de Francia, inclusión que revela que el marco político en que se sitúa la monarquía navarra tenía ya en época temprana horizontes más lejanos que los peninsulares. Para lo que sigue véase Catalán (1975), Gil (1997: 20-21) y De Carlos (1996: 241-270); la Crónica pseudoisidoriana fue editada por Mommsen ([1894] 1961). Las fuentes son Orosio, Jerónimo completado con Eutropio, la Historia Gothorum de Isidoro completada con Juan de Bíclaro, y la Crónica mozárabe de 754, entre otras, amen de que la Pseudoisidoriana y Rasis comparten detalles no presentes en ellas que aseguran la común derivación de una compilación previa. Cf. Catalán (1975: XXIX-LXIX).
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En este planteamiento hay una voluntad de circunscribir el relato a un ámbito geográfico, Hispania, como siempre identificada con la península ibérica, para luego trazar la historia de los pueblos que la han subyugado. Tal como en el códice de Roda, los primeros dominadores que la conquistan son los hispanos, cuyo nombre deriva del de Ispano o Espán, por vez primera calificado como rey 51 . Mientras que la Pseudoisidoriana
da paso directamente al
dominio de los romanos y de los godos, Rasis completó el relato recurriendo a una historia preislámica de al-Andalus de origen hispano-árabe. En ella se narraba por extenso la llegada de Espán a la tierra, su elección como rey y la implantación de su dinastía, que fue destruida por la llegada a Hispania de Hércules, rey de los griegos, cuya estirpe se entronca seguidamente con los reyes de Roma. Al hilvanar de esa manera la compilación mozárabe con su fuente hispano-árabe, Rasis
omitió la existencia intermedia de unos dominadores
procedentes de África, finalmente expulsados por los romanos, cuya historia interpola más adelante tras relatar las guerras púnicas 52 . Es muy interesante comprobar que la secuencia de pueblos que dominaron la Península -hispanos hijos de Jafet, griegos, africanos, romanos, godos, sarracenos- que podemos reconstruir a través de Rasis y de la historia preislámica de origen hispano-árabe presenta no pocas coincidencias con la que figura en la laus Spanie del códice de Roda, probablemente debido a que proceden de una misma tradición historiográfica originada en al-Ándalus 53 . En esa tradición se combinaron fuentes latino-cristianas como Orosio, Justino, Isidoro o Jerónimo con una historiografía local que quería explicar el pasado preislámico de al-Andalus y los monumentos antiguos que, para admiración de los musulmanes, se hallaban en la tierra. Totalmente desprovista de neogoticismo, pese a inscribirse también en la tradición isidoriana, la historiografía de cufio andalusi parece estar
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«Yspania ab Ispano rege qui eam subiugavit nuncupatur» (Mommsen [1894] 1961: 1, p. 378); «Ex Tubai Yspani venerunt et Yberi qui Navarri dicuntur, qui prius Hitali fuerunt habitantes iuxta Romam»; «Hispani obtinuerunt triangulatam Yspaniam, quousque ex probitate illorum et industria Romanis notificati sunt» (ibidem: 2, p. 379). «E dizen que Espán, el fijo de Jafet e nieto de Noe» llegó junto a la ribera del río Ebro y fue elegido rey por su gente, que le dijeron «tu nos aduxiste a esta tierra, e tu eres el primero rrey della e as nombre Espan, tenemos por bien que aya nombre España» (Catalán 1975: 122-124). Como bien anota De Carlos (1996), san Isidoro, fuente de ese mítico Hispanas, nunca precisa que se trate de un rey: «Spani ab Ibero amne primum Iberi, postea ab Spalo Spani cognominati sunt» (9, 2, 29); «Hispania primus ab Ibero amne Iberia nuncupata, postea ab Hispalo Hispania cognominata est. Ipsa es uera Hesperia, ab Hespero stella occidentali dieta» (14, 4, 28). Dominadores africanos sobre los que tratan distintos historiadores andalusíes: véase Catalán (1975: LXXVIXCIX). Véase supra nota 45: «Primum spani filii Iaphet, secunda madi filii Sem (= griegos), tertia uuandali filii Cam (= africanos), quarta filii Sem romani possiderunt ea in pagania quousque acceperunt legem, quinta Guti, sexta sarraceni». La identificación de los "medi" con los griegos de Rasis no es complicada si pensamos que proceden de oriente, i. e., de Asia, tierra de Sem. La identificación de los "uuandali" con los africanos tampoco si estimamos que se les considera "hijos de Cam" y que África es la tierra que correspondió a Cam, hijo de Noé. Otra coincidencia es que Espán (y los spani) es calificado hijo de Jafet (y no nieto, tal como afirmaba san Isidoro).
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en el origen de una identidad hispana basada en la morada geográfica, y no en la pertenencia a un pueblo o gens particular. Otra importante diferencia, que contrasta con las crónicas escritas más al norte, es el carácter unitario del poder que se atribuye a los sucesivos dominadores del territorio Hispania. No en vano es en la Crónica mozárabe documenta el sintagma rex
de 754 donde primero se
54
Hispaniae .
4.4 Castilla55 La tradición analística de origen castellano, de la que conservamos varias recensiones desde principios del siglo x hasta finales del siglo xi, se despreocupa por completo del concepto de España, prácticamente inexistente en ella, y tampoco se inscribe en el neogoticismo de cufio leonés 56 . Pero un gran cambio historiográfico tiene lugar en el oriente de Castilla, en La Rioja que hasta hacía poco había pertenecido a Navarra, protagonizado por la Crónica najerense (h. 1190). En esta Crónica se reinterpreta el modelo neogoticista propio de la historiografía leonesa a favor de Castilla, que en ella reclama la preminencia sobre los reinos hispánicos y se proyecta como heredera final de la antigua monarquía visigoda. En la crónica se combinan y recogen dos tradiciones historiográficas, la leonesa en que las historias de san Isidoro eran prolongadas por la historiografía de Alfonso III, Sampiro, Pelayo y la Historia silense, y la navarra que representaba el códice de Roda, en la que la tradición isidoriana y astur se había completado con genealogías navarras y aragonesas con el fin de situar esa monarquía al mismo nivel de la asturleonesa. Como resultado de la doble recepción, Castilla aparece como destinataria final del poder surgido en esos dos entornos, León y Navarra. Si bien el concepto de Hispania sigue siendo eminentemente geográfico, ahora son los condes y reyes de Castilla
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Véase supra nota 17 y Gil (2013). Para la Crónica najerense, véase Gil (1997: 15-20), Estévez Solá (1995), y los artículos recogidos en eSpania, 7, 2009, en especial, para la cuestión que nos ocupa, las contribuciones de F. Bautista, J-P Jardin, G. Le Morvan y H. Sirantoine. Puede verse un análisis detenido de los primitivos anales elaborados en Castilla, su constitución, sus relaciones textuales y su significado político en Bautista (en preparación), del que tomo las citas que siguen. Frente a las múltiples menciones al territorio de Castilla y sus condes, solo una noticia del Arquetipo I (elaborado en torno a 912), dependiente de la Crónica albeldense, habla de Hispania: «[2] In era DCCLII. uenerunt sarracini in Spania tempore Rudericu regis» (Annales Legionenses). Cf. Annales Caslellani: «In era .DCC'.L.II". venerunt sarraceni in Hispaniam tempore Ruderici regis». Y otra noticia que figura en el Arquetipo III, redactado probablemente en Cardeña hacia 1083, da fe de la llegada de la reforma gregoriana: «[e] Era MCXVF intrauit romana lex in Hispania» (Annales Burgenses). Cf. Anales de Cardeña: «Era de mili c x v i annos entró la ley Romana en Espanna». La legitimación política que persigue esta tradición analística castellana está totalmente desligada de las aspiraciones a dominar la península ibérica hasta que, a finales del siglo XII, se redactan en Nájera los Annales Nairenses (h. 1187-88). Estos Annales, que surgen del mismo impulso historiográfico que la Chronica Naierensis, a la que preceden en pocos años, son los primeros en dar fe de las aspiraciones imperiales del rey castellano Alfonso VI: «[ii] Era M.A.CA.VNA. morio el rey don Alfonso el Viejo» (Anales navarros). Cf. Annales Compostellani:«"Era MCXVII Alfonsus rex Hispaniarum IIO kalendas julii».
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quienes se presentan como depositarios finales de los derechos al conjunto del territorio. Así, el conde de Castilla Sancho García es presentado en el texto como figura paralela a Pelayo, y de él depende la salvación de toda Hispania frente a Almanzor 57 . También para reforzar la idea de un nuevo señorío dirigido por Castilla, la crónica se estructura en tres libros. El primero narra del origen del mundo al final de la monarquía goda, el segundo la historia de los reyes asturleoneses de Pelayo a Vermudo III, y el tercero la historia de los monarcas castellano-leoneses, desde Femando I -cuyas genealogías paterna (navarra) y materna (castellana)- se detallan, a Alfonso VI. Por si fuera poco, tanto en el reparto de los reinos de Sancho III el Mayor como en el de Fernando I, el heredero de Castilla se presenta en primer lugar, antes que los otros hermanos, subvirtiendo el orden de nacimiento. Pero quizá en consonancia con el declive de la idea imperial leonesa ante la división de la Península en cinco reinos a finales del siglo xn, el número de referencias al ámbito geográfico Hispania es mucho menor que en la historiografía previa, de las que hereda solo una parte 58 . Este novedoso modelo de translatio imperii, asumido por el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada, se convertirá en la base de todas las crónicas o historias generales de España del siglo XIII en adelante y será determinante en la conformación de la equivalencia entre Castilla e Hispania que encontramos en la historiografía programática del siglo xv.
4.5 Portugal59 La producción historiográfica portuguesa, relativamente tardía, data del siglo XII, justo la época en que comienza la autonomía política de Portugal. Los primeros textos parecen relacionados con Coimbra, entorno en que se elaboran los Armales Coninbrigenses
I y II,
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hacia 1111 y 1168, y los Annales Lusitani, ya de principios del siglo xm . Los Annales Coninbrigenses I comienzan con la lista regia de Alfonso II, cuyo preámbulo contaba la llegada a Hispania de los godos, en la que reinan hasta ser expulsados por los sarracenos, dominadores que, tras cinco años de reinado, se presentan sucedidos por los reyes de Asturias, desde Pelayo hasta Alfonso II 61 . Pese al marco general que esta lista regia fijaba
57 58
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[Sancho] «ex quo solo salus totius pendebat Hyspaniae» (Estévez Solá 1995: § II, 39). Las dos únicas genuinas del cronista de Nájera son la citada en la nota anterior y la de Alfonso VII como emperador de las Españas:«Aldefonsum qui postea Yspaniarum extitit imperator» (Estévez Solá 1995: § III, 22). No menos significativo es que prescinda de la laus Spanie de la Historia Gothorum, quizá siguiendo en ello el ejemplo del Líber chronicorum del obispo Pelayo. Para los textos y su interpretación es fundamental David (1947: 257-340), así como Bautista (2009b: 171181).
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Sigo la denominación de F. Bautista y no la de P. David, quien denomina Annales Portugalenses los dos primeros, y Chronica Gothorum (o Chronicon Lusitano) a los segundos. Cf. supra en nota 20 el texto de este preámbulo.
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veteres a
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y que nos revela el ámbito político en que se inscriben los Anuales, las noticias no heredadas se circunscriben al interés local portugués: comienzan con la toma de Coimbra por Almanzor en 987 y se suceden hasta la toma de Santarem en 1111, y en ellas se presentan a los reyes de Castilla y León, Fernando I y Alfonso VI, como conquistadores de Lamego, Coimbra, Lisboa, Cintra y Santarem (amén de Toledo y la victoria de Sagrajas), sin que, por tanto, haya indicio alguno de incipiente nacionalismo portugués. Los Anuales Coninbrigenses
II, en cambio,
ofrecen ya una clara vocación política portuguesa. Aunque mantienen el preámbulo sobre los godos y, por tanto, el ámbito hispánico, omiten la lista de reyes asturleoneses, con la salvedad de Pelayo; por otro lado, junto a los reyes conquistadores Fernando I y Alfonso VI, las noticias ahora añadidas hablan de Alfonso Enríquez, al que se identifica como Portugalensi,
rex
a propósito de la batalla de Ourique (1039) y de las conquistas de Santarem,
Lisboa, Alcázar, Beja, Évora, Maura y Serpa. Aunque estos anales se escriben al servicio de la nueva monarquía portuguesa, no por ello desconocen el concepto Hispania, presente en el preámbulo y en la noticia sobre la muerte de Alfonso VII, al que denominan «imperator Ispanie» 62 . El tercer texto que se elaboró en Coimbra, derivado de los Anuales Coninbrigenses
I y II,
los Anuales Lusitani, tampoco es ajeno a la idea geográfica de Hispania ni a las aspiraciones del reino leonés a su dominio, pero en él se presenta a Alfonso Enríquez, el primer rey de Portugal, como su legítimo continuador, monarca destinado por la providencia a obtener la sumisión de los sarracenos de Hispania 63 . Estos Aúnales, que superan el formato analístico para aproximarse al de una historia narrada, mantienen el preámbulo procedente de la historiografía astur sobre los godos e Hispania, desarrollan y prolongan (en lugar de suprimir) la lista regia de los reyes asturleoneses recurriendo a la Crónica albeldense, dando por hecho incluso que a ellos corresponde el reino cristiano de España 64 , dan noticia del título imperial de Alfonso VI, «rex Domnus Adefonsus regnum obtinuit Hispanie», pero, a partir de Alfonso Enríquez, omiten las referencias a los reyes de León y Castilla, con la salvedad del emperador Alfonso VII, con el fin de humillarlo al verse obligado a reconocer el poder de Alfonso Enríquez, que se presenta como su igual, «pariter Imperator & Rex Portugallis», en el texto. En la perspectiva de estos Anuales, 62
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la monarquía portuguesa aparece, pues, como
Cf. David (1947: 309). Aun así, Alfonso VI es denominado lldefonsus Legionensis frente a Alfonso Enríquez, lldefonsus Portugalensis. El texto de los Armales Lusitani puede leerse parcialmente en David (1947: 291-302), bajo el título Chronica Gothorum, y completo en Flórez (1786 2 : 415-432), bajo la denominación de Chronicon Lusitanum. Así se afirma que, a partir de Alfonso III y hasta Almanzor, reina la paz sobre la España cristiana («Permansit autem regnum Hispaniae Christianorum usque ad Almanzor anni 124», Flórez 17862: 4 1 7). Y a lo largo del texto se menciona a los reyes Alfonso V, Vermudo III, García de Galicia y Sancho II de Castilla (además de Femando I y Alfonso VI, ya presentes en los Coninbrigenses).
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prolongadora del imperium
hispánico antes ostentado por Alfonso VI: no en vano se
puntualiza varias veces que Alfonso Enríquez es su nieto «magni Imperatoris Hispaniae Domini Alfonsi nepos» y primer rey de Portugal. Al tiempo, Híspanla permanece como concepto geográfico: por ejemplo, a la batalla de Sagrajas acuden «Sarraceni totius Hispanie» y las discordias civiles en al-Andalus conducen a que los árabes abandonen la Península: «expulsos [...] eos relinquere Hispaniam & transiré ultra mare».
4.6 Cataluña65 El marco geográfico que forma la península ibérica no figura, en cambio, entre las preocupaciones de los Gesta comitum Barcinonensium,
la obra que h. 1180-1184 relata el
linaje de los condes de Barcelona desde la fundación del señorío condal, en los tiempos remotos de Wifredo el Belloso (888), hasta Ramón Bereguer IV, época inmediatamente anterior a la del autor, contemporáneo de Alfonso II de Aragón. La historia tiene un planteamiento linajístico y feudal, y no territorial, como revela que incluya la historia de los condados de Besalú, Urgel, Cerdaña, vinculados por linaje al de Barcelona, pero excluya la de las dinastías con que los condes de Barcelona carecían de relación familiar, como los condados de Pallars y Ampurdán o la de los reyes de Aragón. En los Gesta nunca se utiliza la era hispánica, sino la era de la Encarnación - a diferencia de lo que sucede en el resto de la historiografía peninsular-, y por Hispania
se entiende al-Ándalus 66 . Castilla y León solo
aparecen en época de Alfonso VII a propósito de los enlaces dinásticos con la dinastía condal o su participación en acciones conjuntas, como la toma de Almería, mientras que a la historia de Aragón solo se le concede importancia para enlazarla con la del condado. En la continuación de época de Pedro II de Aragón (1200-1208) aparece por vez primera el concepto peninsular de España 67 , que en la segunda continuación, contemporánea de la minoría de Jaime 1(1214-1218), aún convive con el primero de al-Ándalus 68 .
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Cf. Gil (1997: 25-28) y, sobre todo, Cingolani (2007: esp. 11-30). Los Gesta pueden leerse en Barrau Dihigo y Massó Torrents (1925). La sección originaria de las Gesta, §§ I-VIII, no conoce otro sentido que al-Ándalus: Wifredo el Belloso adquiere el contado de Barcelona: «comitatum a Narbona usque in Hispaniam solus, dux uixit, obtninuit» (§ 2, p. 5); a Ramón Berenguer I, el Viejo, le pagaban tributo doce reyes de «Hispania»: «cui duodecim Hispanie reges tributa persoluisse dicuntur» (§ IV, p. 6). En esta sección (§ IX, p. 14) se dice que Alfonso II «cum suis nobilibus et etiam uicinis regibus Hispaniae seditiones multas habuit» como, por ejemplo, Alfonso VIII de Castilla; que combatió a los sarracenos «cum aliis regibus Hispaniae» y que entre los reyes cristianos había discordias en aquel tiempo: «omnes reges Hispaniae discordes inter se tune temporis erant». Esta sección comprende §§ X-XI, 1-13: Pedro II «per multas etiam uices Hispaniam ex parte sua inuasit» (p. 16); tras las Navas, «in Hispaniam ultra progrediens cepit Vbedam et Bagenzam et multa alia fortissima castra» (p. 18). Pero el rey de Marruecos decidió hacerle la guerra «ipsi regi et ómnibus aliis regibus Hispaniae» (p. 17). La tercera y última continuación, de finales del reinado del Conquistador (h. 1276; § XI,
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5. LA HISTORIOGRAFÍA LATINA DEL SIGLO XIII ( 1 2 0 0 - 1 2 5 0 )
5.1 Castilla: la Chronica regum Castellae (1223-1239) de Juan de Soria La construcción isidoriana y el modelo neogoticista de los que es deudora la historiografía leonesa no tuvo originalmente arraigo en el reino que en la Baja Edad Media encabezó las pretensiones al imperium hispánico. Tal como la primitiva analística castellana, la Chronica regum Castellae (1223-1224/1229-1230/1236-1237) atribuida a Juan de Soria, obispo de Osma y canciller de Fernando III 69 , parece desconocer otro concepto de Hispania que el geográfico. Más que una historia de Hispania, i. e. de la península ibérica, o de una gens, se trata de una historia de Castilla, pero ni siquiera, como cabría esperar, desde sus orígenes míticos con los alcaldes o jueces de Castilla o comenzando con la historia de su primer conde, Fernán González. La Chronica arranca, quizá por una laguna, con la muerte de éste y en pocas páginas traza la historia del reino castellano hasta alcanzar a Alfonso VII, donde se detiene algo más. Pero son los reinados de Alfonso VIII y Fernando III el verdadero objeto de su interés y el núcleo central de la obra y, de ellos, hubiera sido, sin duda, el de Fernando III el principal, de estar terminado y no interrumpirse de forma brusca. De la lectura de la obra se sigue, en consonancia con este planteamiento, una gran afinidad del autor por los intereses castellanos, en hostilidad abierta a los del reino de León y con cierta condescendencia respecto a la importancia de los reyes aragoneses. Juan de Soria pretendía colocar a Castilla en la perspectiva ibérica e internacional y, con ese fin, la obra completa el relato del reino de Castilla con noticias de León, Aragón, al-Andalus, Marruecos, el imperio romano de oriente, el imperio romano-germánico, los pontífices y los reyes de Francia. Pero frente a los hechos extrapeninsulares sobre el imperio, el papado o la monarquía franca - q u e se ofrecen a modo de complemento de los peninsulares cada ciertos períodos cronológicos-, las noticias relativas a los reinos de León, Aragón, Navarra, al-Andalus (y Marruecos) se van intercalando con la historia de Castilla, a la que están subordinadas desde un punto de vista narrativo. Solo en una ocasión, a! narrar la deserción de los ultramontanos antes de la batalla de las Navas de Tolosa, se percibe un cierto sentimiento hispánico cuando se regocija de que la gloria de la victoria
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13-56), ignora el corónimo Hispania, a pesar de haber recibido informaciones procedentes de De Rebus Hispaniae (IV, 5) de Jiménez de Rada. Véase Charlo Brea (1997: 7-118), Gil (1997: 83-88), Hernández (2003), Rodríguez López (1999, 2003, 2004a y b) y Fernández-Ordóñez (2002-2003), amén de los trabajos incluidos en e-Spanicr. Revue électronique d'études hispaniques médiévales, 2, 2006, en un monográfico dedicado a Juan de Osma y su crónica, en especial Fernández-Ordóñez (2006), Bautista (2006b) y Martin (2006).
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llueva sobre los hispanos como colectivo -aunque precisa, ante todo sobre Castilla-, y no sobre los extranjeros 70 . Por ello, no puede sostenerse que en esta crónica se proponga la equivalencia Hispania > Castilla, tal como sucede en la historiografía leonesa de cuño isidoriano. Hispania
es un
concepto político inexistente en la perspectiva de Juan de Soria. El hilo ideológico que guía la composición de toda la Chronica y también el que inspiraba el pensamiento político de Fernando III es la presentación de la lucha de la monarquía castellana contra el Islam como una guerra paralela a la de Iglesia contra los albigenses, los cismáticos griegos o los musulmanes de oriente 71 . Por ello, aunque se suele juzgar que la historia extrapeninsular incluida en la Chronica persigue enmarcar a Castilla en la perspectiva internacional del papado, el imperio y la monarquía franca, lo cierto es que su obsesión no es otra que contarnos los hechos que conciernen a la lucha de la cristiandad católica contra sus adversarios, tanto en Constantinopla como en Tierra Santa o el sur de Francia. Difícilmente se encontrarán en la Chronica otras noticias internacionales que las que son de interés a la dinastía reinante en Castilla y a la Iglesia de Roma. Castilla y Roma son, pues, las dos grandes fidelidades y los dos polos de atracción que organizan la estructura de la Chronica de Juan de Soria, desde su principio hasta su fin abrupto. Ahora bien, Roma es el satélite que gira en torno a Castilla, verdadero centro de gravedad de la obra. El interés político por encuadrar la lucha de Castilla contra los sarracenos como una parte de la guerra de la Iglesia contra los enemigos de su fe no implica, desde luego, la renuncia al control político y territorial del reino a favor de la Iglesia, sino una vía de legitimar la autoridad regia y consolidar su dominio territorial recurriendo a ese soporte ideológico, como vemos, totalmente desligado de la ideología neogoticista 72 .
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«Mirabilis Deus in sanctis suis, qui tam mirabiliter prouidit Yspanie et precipue regno Castelle, ut recedentibus Ultramontanis gloria belli famosi Yspanis, non Ultramontanis, atribueretur» (Charlo Brea 1997: §22). Como con acierto han visto Rodríguez López (2004b: 152-153), Hernández (2003: 119-125), Bautista (2006b) y Martin (2006). Como agudamente ha analizado Rodríguez López (2004b), quien subraya cómo en el relato de la batalla de Las Navas de Tolosa se silencia completamente la intervención del papa, a la vez que se disminuye el papel de los ultramontanos y ensalza el de los hispanos.
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5.2 León y Castilla: el Chronicon Mundi de Lucas de Tuy (h. 1238) De forma estrictamente contemporánea, muy poco más tarde, revive el modelo isidoriano propio de toda la historiografía medieval leonesa, de la que el último y máximo exponente es el Chronicon mundi (h. 1238) de Lucas, diácono de San Isidoro de León y obispo de Tuy73. Tanto por sus márgenes cronológicos como por el trabajo de compilación subyacente, el Chronicon mundi de Lucas de Tuy es una obra muy ambiciosa y en ella se fijan ya gran parte de los rasgos definitorios de sus dos principales beneficiarías, De rebus Hispanie (12401243/1246-1247) de Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, y la Estoria de España (h. 1270-1283) de Alfonso X. Escrito a petición de la reina Berenguela, el Chronicon mundi se presenta como una historia de Hispania y de sus reyes desde los orígenes del mundo hasta la reconquista de Córdoba (1236). Como no podía ser menos tratándose de un canónigo de San Isidoro de León que había dedicado gran parte de su tiempo a escribir unos Miracula Sancti Isidori (1222-24, y después de 1236), Lucas concibe su obra bajo una perspectiva isidoriana74: siguiendo un esquema que aparece ya desde el obispo Pelayo - y que se reproduce en la Najerense-
la
compilación enlaza la Chronica universal con las Historias de los vándalos, suevos y godos, en ese orden, prolongadas con el ciclo historiográfico asturleonés -Crónica
de Alfonso III,
Sampiro, Pelayo, Silense-, que completa hasta alcanzar su tiempo. De Isidoro y de la historiografía asturleonesa hereda el neogoticismo, ideología mucho más acusada que en sus fuentes. Reiteradas veces identifica los asturleoneses y los castellanos con los godos, gentilicio que nunca se aplica a hispanos de otros territorios75. Pero quizá aún más
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Véase Gil (1997: 88-95) y la edición crítica de Falque Rey (2003). Además debe tenerse en cuenta Jerez (2006a y b), quien demuestra la existencia de dos redacciones sucesivas de la obra y la datación de las mismas (1236/1238). Antes se había ocupado del Chronicon Peter Linehan, que fue el primero en destacar el valor fundacional de la obra del Tudense en la reconstrucción del pasado hispánico y las manipulaciones a las que lo sometió (1993, 1997, 2000a y b, 2001a y b). Para la intepretación del modelo monárquico defendido por el Tudense, véase Martin ([1989-1990] 1997, 1992, 2001). Cf. además la bibliografía citada supra nota 69. Sobre sus otras obras y su conexión con el Chronicon mundi, véase Henriet (2001), Fontaine (2001) y Hollas (1986). Lucas adiciona convenientemente sus fuentes, esto es, en la Crónica de Alfonso III, la Historia silense o la Crónica de Pelayo con referencias a los godos, aparte de inventar otras muchas. Además de las añadidas en Pelayo (véase Falque 2003: C-CII), resulta notable que Ordoño II concurra a la batalla con «aggregato Gotorum exercitu» (IV, 26, 49: ausente de Silense, § 47); una vez que Fernán González se ha sublevado, Ramiro II trata de reconducir a los castellanos a la concordia para evitar la destrucción de la gente de los godos, aquí identificados con leoneses y castellanos, «ne tantorum uirorum discordia Gotorum genti destructio eueniret» (IV, 32, 45; ausente de Sampiro- Silense § 23); tras las victorias de Almanzor sobre los cristianos, afirma que «cae la gloria de los godos»: «Ea tempestate in Yspania cultus diuinus periit et omnis gloria Gotorum decidit» (IV, 37, 67; mientras que la Silense decía «eadem uero tenpestate in Yspania omnis diuinus cultus periit, omnis christicolarum gloria cecidit», § 71); tras la victoria del conde castellano Garcí Fernández sobre Abdemelich, se dice «Gens uero Gotorum Dei miseratione a tanto hoste liberata» (IV, 40, 5). La identificación del reino de León-Castilla con el de los «godos» es meridiana cuando, tras una sequía
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notable que el neogoticismo es el nacionalismo hispánico del Chronicon. Tras el prólogo propiamente dicho, en que Lucas anuncia que tratará «de ystoria regum Yspanorum» basándose en las obras de Isidoro y de otros, la obra arranca con un De excellentia
Hispaniae
inspirado en el que su santo patrón colocó al comienzo de su Historia Gothorum, al que confiere un sesgo totalmente nuevo. Ya no son como en Isidoro las virtudes de la tierra basadas en el clima, la fertilidad y sus productos el único objeto de su interés, sino los españoles ilustres, tanto paganos como cristianos, donde figuran emperadores romanos, santos y mártires, apóstoles, filósofos, astrólogos, poetas, historiógrafos, reyes sabios o militares aguerridos76. La nómina solo requiere cumplir la condición de naturaleza geográfica, natione Hispanus, expresión que Lucas recalca repetidamente a lo largo del Chronicon en diversos personajes77. Ese amor a la patria peninsular que proclama el prefacio es el que explica que, a diferencia de las crónicas anteriores, en el Chronicon no sean infrecuentes las alusiones a los hispanos como colectividad que la habita, tanto si son cristianos como musulmanes, pertenecientes al reino de León o a otros territorios cristianos78. En consonancia, la expresión de «rey(es) (o reinos) de España (o de las Españas)» puede referir a cualquiera de los enviada por Dios a Vermudo II, «Ab illa igitur die Dominus Ihesus Christus super faciem terre dedit pluviam et terra dedit fructum suum et expulsa fiiit fames a regno Gotorum» (IV, 40, 31; Pelayo, fuente del pasaje, coincide literalmente salvo en no mencionar a los godos: «a regno suo», p. 58). Alfonso VII iba frente a un ejército de godos («Sed imperator [...] cum manu Gotorum máxima contra Mauros perrexit», IV, 77, 55). En el reinado de Alfonso VIII, tras la relatar su derrota en Alarcos por falta de apoyo del rey de León, se atribuye el fracaso a la ausencia de auxilio muto entre «godos»: «Vnde notatum est Gotos fere numquam fuisse a barbaris uictis, nisi Gotorum exulum secum haberent consilium et auxilium» (IV, 83, 42). La única excepción en que el etnònimo godos se aplica a un rey de otra procedencia es Sancho III el Mayor: puesto que Sancho III se convierte en rey de Castilla, tras el asesinato del conde castellano García, en virtud de su matrimonio con la hermana de éste, el Tudense se siente obligado a inventarle una estirpe goda: «Sancius autem rex Cantabriensium, quia gener erat Sancii duci Castellani, successit Garcsie in comitatu Burgensium et cepit regnare in Nauarra et Castella. Rex iste Sancius filius fuit Garseani regis Nauarrorum, qui et ipse Garseanus genitus fuit de Sancio rege Cantabrie, qui de nobili Gotorum regali semine extitit procreatus» (IV, 5, 1-6). 76
77
78
Un análisis pormenorizado del De excellentia Hispaniae en confrontación con sus fuentes se encuentra en De Carlos (1996: 271-279). Sin apoyo en la fuente: por ejemplo, se aplica tanto al papa Dámaso («Extollit eciam Yspaniam sanctissimus ¡He Romanus Papa Damasus, natione Hispanus» Praef., 2, 2, 55; I, 144, 9) como a los emperadores Nerva (I, 114, 2) y Teodosio (I, 147, 1). Asimismo al legado papal «cardinalis Pelagius, episcopus Albanensis, Yspanus natione» (IV, 95,43). «Habent Yspani mártires et confessores inter sanctos sanctissimos» (2, 2, 93); hasta Recaredo practicaban el arrianismo (II, 72, 13); en la conquista musulmana, los soldados hispanos ceden atacados por los godos que van con Julián (III, 63,7); los godos, i. e. "asturleoneses", parecen diferenciarse de los hispanos de otras procedencias cuando se cuenta su sometimiento a Carlomagno: «Vnde transiectis etiam Roscideuallis montibus subdidit imperio suo Gotos et Yspanos qui erant in Catalonia et in montibus Vasconie et in Nauarra» (IV, 15, 5-7); la condición de hispano no se niega a los musulmanes de al-Andalus: «ceteros Sarracenos Yspanie reges» (IV, 54, 32) ; «Consilio ipsos Yspanie Sarracenos», «Facta concordia inter Sarracenos, Yspanos et Affricanos» (IV, 71, 8, 11), y se distingue entre hispanos cristianos e hispanos musulmanes al relatar el dolor producido por la muerte de Femando, hijo de Alfonso Vili «cuius obitum in tantun cunctos dolore repleuit Yspanos Christicolas» (IV, 88, 13). No obstante, las alusiones a los hispanos se refieren con más frecuencia a los cristianos: en las Navas Alfonso VIII «iussit Yspanorum populum ad portum de Muradal accedere» (IV, 89, 24); Fernando III evita el «obprouium Yspanorum» al restituir las campanas de Santiago desde la mezquita de Córdoba (IV, 101, 55-56).
70
INÉS F E R N Á N D E Z - O R D Ó Ñ E Z
asentados sobre suelo ibérico, incluso a los musulmanes, pero se aplica mucho más a los reyes cristianos y, por interesada metonimia, a los reinos de Castilla y León, a los que se les reconoce el imperium hispánico bajo Alfonso VI y Alfonso VII79. La historia de los «regum Yspanorum» que se anuncia en el prólogo se convierte, a partir de Pelayo, en la historia de los reyes astures, leoneses y castellanos, sin que se trate de la historia de Portugal, de Navarra o de Aragón salvo por su relación circunstancial con el reino de León-Castilla. Esta conciencia de una identidad hispánica, que pondera hasta el punto de identificar Hispania con el paraíso, sin que sus reyes deban sujeción a imperio temporal alguno80, quizá deba vincularse con la recepción de la tradición isidoriana de origen mozárabe que antes hemos visto aflorar en el códice de Roda, en la Crónica pseudoisidoriana
y en la Crónica de
Rasis, pues el esquema historiográfico de Lucas comparte con ella aspectos comunes aparte del elogio encendido de la tierra, presente en los cuatro testimonios. Así, después de la Chronica universal de Isidoro (libro I) y como prólogo de la historias Wandalorum, Suevoritm y Gothorum (libro II), el Tudense redactó un pequeño texto, atribuido a san Isidoro, en el que narra el reparto del mundo entre los hijos de Noé hasta enlazar a través de Jafet con Hispanus, primer rey peninsular, que fundó la ciudad de Hispalis, denominación basada en su nombre y de la que Hispania tomó el suyo, para resumir brevemente después la dominación romana, previa a la de los vándalos81. Tal como en la Pseudoisidoriana,
en Rasis y en el códice
79
Referencias exclusivas a los reinos castellano y leonés son las siguientes: Fernando II «rex Yspaniarum fuit uocatus» (IV, 79, 7) por reinar en todo el imperio de su padre; «tune reges Yspanie in unam concordian conuenerunt» (IV, 83, 51), donde se refiere a Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de León; Alfonso IX de León y Fernando III de Castilla «firmauerunt pacem inter patrem et filium et ad tantam concordiam regna Yspanie peruenerunt, quod unanimiter conuenirent ad Arabes persequendos. [...] Pugnant Yspani reges pro fide et ubique uincunt» (IV, 94, 14-18, 21); El legado papal «reges Yspanos contra Sarracenos studuit incitare» (IV, 98, 4), y el texto aduce como ejemplo solo a Alfonso IX de León. El concepto se aplica también, sin embargo, a todos los reyes, incluidos los musulmanes, que habitan el solar ibérico: cuando Alfonso VI pide ser reconocido en Zamora, tras la muerte de Sancho II, envía «nuncios per regna Yspanie» (IV, 67, 12) y los reinos enumerados a continuación son León, Asturias, Galicia, Castilla y Pamplona; Alfonso VI hizo tributarios «omnes Yspanie Sarracenos. Qui ad tantam deuenit gloriam, ut imperatorem Yspanie faceret se uocari» (IV, 70, 17-18); las obras de Alfonso VI «trascendit Yspanie reges» (IV, 72, 2), que reconocen su mayor poder. Alfonso VII es «imperator Yspanie» (IV, 74, 15), y como tal le reconocen los reyes de las Españas, «omnes Yspaniarum reges et principes Christianos et barbari suo imperio subderentur» (IV, 75, 33-34), enumerando al rey de Navarra, al conde Barcelona, rey de Aragón, y a los reyes musulmanes de su tiempo. Alfonso VII ordena al rey de Navarra y al conde de Barcelona que muestren «orrinem gloriam Yspanie», de la que forman parte, al rey Luis de Francia (IV, 77, 12); el rey de Castilla Alfonso VIII tiivo éxitos «pre ceteris Yspanie regibus» (IV, 84, 33); en época de Alfonso IX de León, «orta esset discordia inter regem Legionensem et regem Castelle et omnes Yspanie reges Christiani et Sarraceni niterentur Legionense regnum euertere» (IV, 85, 47-49); Alfonso VIII «Hoc rex sapientissimus rex Castelle ideo faciebat, ut pacificatis ómnibus Yspanie regibus eos contra Sarracenos concitaret» (IV, 91, 22-24).
80
«sic Yspania situ in successum transumto non est in ultimis regionibus ultima, sed in primis prima. Prefulget etiam omnímoda libertate Yspania, cum in agendis causis ciuilibus propriis utitur legibus et Yspanorum rex nulli subditur imperio temporal). Et quia dúo sunt extrema, scilicet paradisus et Yspania, quadam affinitate deliciosa alludunt sibi» (Praef. 2, 128-133). «Nati sunt filii Iaphet, Magoc et Tubal et alii. De Magoc inde Goti, de Tubal uero Yspani et Itali orti censetur. Primus rex Yspanorum extitit nomine Yspanus, qui famosam urbem condidit, quam ex suo nomine
81
71
L A DENOTACIÓN DE ' E S P A Ñ A ' EN LA E D A D M E D I A .
rotense, este prefacio afirma que los primeros pobladores, descendientes de Jafet, son los hispanos, de los que Hispanus fue su primer rey82. Pese al neogoticismo ubicuo de Lucas de Tuy, en su texto está también presente esta prehistoria mítica de la Península en que reyes de origen bíblico la dominaron con anterioridad a romanos y godos. Al finalizar la Historia Gothorum, Lucas se encontraba con el problema de conectar el último rey godo conocido por Isidoro, Suíntila (libro II), con Wamba, el primero conocido por su siguiente fuente, la Crónica de Alfonso III (libro III). Para realizar ese empalme, Lucas inventó una apócrifa Continuatio de san Isidoro que atribuyó al arzobispo sevillano Ildefonso. En esta falsificación reencontramos otra de las obsesiones de Lucas: su defensa de Sevilla para la sede de la primacía hispánica, en abierta oposición a Toledo, y probablemente debida también a su devoción por el famoso arzobispo de Sevilla cuyos reliquias se conservaban en León. A partir de Wamba, en el Chronicon se van sucediendo los reinados de los reyes godos hasta enlazar con los reyes asturleoneses, leoneses y castellanos, sin que se establezca entre ellos solución alguna de continuidad, en coherencia con el neogoticismo declarado de Lucas, que en numerosas ocasiones llama godos a los reyes o los naturales de esos territorios83. Sus fuentes básicas son ahora la Crónica de Alfonso III y la Silense, completadas puntualmente con la Historia Wambae de san Julián, Pelayo o sus propios Miracula de San Isidoro. Es en esta sección donde se revela netamente otra de las características ideológicas básicas de la obra: un acusado regalismo providencialista, en el que se argumenta continuamente sobre la proveniencia divina del imperium temporal, en el que se exaltan las virtudes religiosas de los reyes y en el que se critican las actitudes levantiscas de la nobleza. Como el modelo regio queda normalmente encarnado por los reyes de León y las rebeliones a su autoridad proceden de Castilla, se ha dicho que Lucas es leonesista y anticastellano. Pero Lucas es sobre todo un defensor de una monarquía fuerte y religiosa, que sea capaz de mantener el reino en paz y
82
83
Yspalim nominauit, et in ea solium regni firmauit, a qua etiam Yspania nomen traxit» (II, 2, 16-18). Este prólogo, que se conoce como Dedicatio ad Sisenandum, está falsamente atribuido a Isidoro y todo indica que es una pieza pergeñada por Lucas de Tuy, que tomó algunos detalles de Pelayo de Oviedo. Véase un análisis exhaustivo en De Carlos (1996: 153-240). El hecho de que la Dedicatio suponga que Hispalis es la ciudad que fundó Hispanus, en la que fijó la sede de su reino y de la que Hispania tomó su nombre, está indudablemente relacionado con el deseo de conceder a Sevilla la primacía arzobispal de España, objetivo para que el Tudense manipula e inventa en no pocas ocasiones a lo largo del texto: cf. Linehan (1993) y sus otros trabajos citados en la nota 73. Véase infra para el prefacio atribuido a Ildefonso. La versión del códice de Roda, más lejana del texto isidoriano, desconoce, sin embargo, este primitivo rex Hispanus. El Chronicon está, en realidad, estructurado en tres libros, y no en cuatro, el tercero de los cuales comienza con Wamba y no establece solución alguna de continuidad entre reyes godos y reyes astures. El libro IV no pertenece al arquetipo de la obra, sino a su tradición manuscrita: cf. Fernández-Ordóñez (2003). Véase para las alusiones a los "godos" supra, nota 75.
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carente de divisiones internas. En realidad, el leonesismo de Lucas no se ejerce tanto hacia su reino como hacia su ciudad de León, la de su cenobio de san Isidoro, tildada obsesivamente como civitas regia y expresamente alabada en la obra como lugar ameno. Al presentar a la monarquía leonesa (luego castellanoleonesa) como legítima heredera al imperium peninsular, de Hispania, territoriales,
como
e ignorar completamente el devenir de otros señoríos
Portugal, Navarra,
Aragón
o Cataluña,
salvo
en sus
contactos
circunstanciales con el reino castellano y leonés, el Tudense, tal como había hecho la Najerense,
traza claramente la equivalencia Hispania
> León/Castilla
en un modelo de
legitimación que más tarde seguirán otros señoríos hispánicos medievales al tratar de derivar Hispania hacia el ámbito propio. El Chronicon nos transmite, pues, una concepción de la historia que constituye la piedra fundacional sobre la que se edificarán los trabajos historiográficos del Toledano y de Alfonso X.
5.3 León y Castilla en perspectiva
hispánica:
la Historia Gothica de De rebus Hispaniae
84
(1243-1246) de Rodrigo Jiménez de Rada
De los tres cronistas latinos de época de Fernando III ninguno consiguió una repercusión equiparable a la que obtuvo la Historia Gothica, una de las Historiae que formaban parte de De rebus Hispaniae del arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada. Esta Historia es el tronco sobre el que se sustenta una gran parte de la historiografía medieval hispánica. Sólo en el siglo xiii fue traducida al romance al menos tres veces, siendo una de esas traducciones la base del texto de la Estoria de España de Alfonso el Sabio. Y lejos de decaer el interés con el paso del tiempo, la obra del Toledano se siguió traduciendo en los siglos XIV y XV 85 . Si la historiografía
ha
contribuido
a
generar
una
identidad
hispánica,
ello
se
debe
fundamentalmente a la Historia Gothica, ya que esta obra, en mayor o menor medida, fue la espina dorsal de toda compilación historiográfica portuguesa, castellanoleonesa, navarra o aragonesa que circunscribiera su ámbito en el título al concepto España. Sin embargo, De Rebus Hispaniae de Jiménez de Rada no fue una creación tan original como generalmente se
84
85
Las obras de Jiménez de Rada han sido editadas por Fernández Valverde (1987, 1999). También deben tenerse en cuenta Gil (1997: 95-106), Ramírez Vaquero (2011), los estudios reunidos en el monográfico de Cahiers de linguistique et de civilisation hispaniques médiévales, 26,2003, dedicado a Jiménez de Rada, y muchos de los trabajos comparativos con otras obras de la historiografía de Fernando III citados en las notas previas 69 y 73. Aparte de los trabajos clásicos de Catalán sobre las traducciones del Toledano ("Alfonso X no utilizó el Toledano romanzado", "La Estoria del fecho de los godos hasta 1407 y sus continuaciones y refundiciones", "El 'Suplemento' de Fray Juan de Pineda y otras crónicas generales influidas por el Toledano romanzado", reproducidos en Catalán 1992), ahora debe tenerse en cuenta el libro de Catalán y Jerez (2005), del que adelantan algunos hallazgos en (2003).
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L A DENOTACIÓN DE 'ESPAÑA' EN LA EDAD MEDIA.
ha supuesto. Hoy sabemos que en su diseño conceptual y estructura es mucho más deudora del Tudense de lo que en un principio se había imaginado. También escrita en el entorno áulico castellanoleonés (y dedicada a Fernando III), De rebus Hispaniae
(y su
Historia
Gothica) se distancia del Chronicon mundi en las siguientes novedades: La primera fue que la Historia de rebus Hispaniae
se constituyó como un conjunto de
obras históricas paralelas. Junto a la Historia Gothica, que es la principal, más voluminosa y deudora del Tudense, el Toledano compuso primero la Historia Romanorum segunda etapa, la Historia Hugnorum, Historia Ostrogothorum
y, en una
Vandalorum et Suevorum, Alanorum et Silinguorum,
la
6
y la Historia Arabum* , rompiendo la sucesión de pueblos (romanos,
vándalos, suevos, godos) dominadores de Hispania que proponía el Chronicon
mundi.
Rodrigo Jiménez de Rada dedicó historias particulares a cada uno de los pueblos que habían habitado la Península, pero, imbuido del mismo goticismo que Isidoro o el Tudense, identificó lo hispano fundamentalmente con la gens goda, como de forma programática nos dice el propio título Historia Gothica y el hecho de que los godos prolonguen el señorío del mítico Hispán. Lo hispano, De rebus Hispaniae, es la suma de todos los pueblos, de todas las gentes, que han controlado el territorio de Hispania, pero Jiménez de Rada no construye una estructura narrativa articulada en la que todos tengan cabida simultánea, sino que atribuye a una gens y a sus herederos la legitimidad política sobre el conjunto. En consonancia con esa decisión, la Historia
Gothica arranca con la historia de los
primeros pobladores de Hispania tras el reparto de Noé, enlazando a través de Hércules y el dominio griego con Hispán y los godos, prescindiendo de la Chronica universal isidoriana con que el Tudense encabezaba su obra. Aunque ese arranque estaba ya esbozado en el prólogo que Lucas antepuso a la Historia
Wandalorum
isidoriana, el Toledano incorpora
además la tradición hispano-árabe que representa la Crónica de Rasis en la que, antes de Hispán, se hacía a Hércules poblador mítico de la Península 87 . Con este enlace directo entre Noé-Hércules-Hispán y los godos, Jiménez de Rada elimina de la secuencia narrativa la historia de los romanos y de los pueblos bárbaros, segregándolas en historias autónomas de su De rebus Hispaniae,
la Historia Romanorum
y Historia
Hugnorum,
Tudense las integraba en su texto recurriendo a la Chronica
etc., pese a que el
universal y a la
Historia
Wandalorum isidorianas. Con ello, Jiménez de Rada prescindía además del relato de origen 86
87
Catalán y Jerez (2005: cap. I), demuestran que esta segunda etapa es contemporánea de la segundr redacción de la Historia Gothica. Un análisis de la prehistoria mítica de Hispania del Toledano se encuentra en De Carlos (1996: 279-300), en que destaca la existencia de un señorío de los griegos, protagonizado por Hércules y anterior a Hispán, que encuentra su precedente en la tradición historiografica hispano-árabe que recoge Rasis y que conoce el arzobispo de Toledo.
74
INÉS F E R N Á N D E Z - O R D Ó Ñ E Z
bíblico, que no había descartado el Tudense, y centraba la historia claramente sobre la Península. Otro relevante aspecto en que De rebus Hispaniae se distingue de la creación del obispo de Tuy fue la composición de una Historia Arabum gracias al conocimiento directo de la obra de al-RázI, su fuente fundamental. De este modo, la historia del pueblo árabe quedó sumada a la historia de otros pueblos dominadores de la Península, recuperando una tradición que existía ya en la Crónica albeldense y en el códice de Roda, pero que había sido ignorada posteriormente para dar preferencia a la historia de los cristianos. En la concepción histórica de Rada son pueblos advenedizos sobre el solar ibérico los romanos, bárbaros, ostrogodos y árabes, a todos los cuales dedica historias autónomas por ese motivo, en un goticismo, si cabe, aun más exacerbado que el de Lucas 88 . Una tercera diferencia es la preminencia concedida a Castilla. Pasada esa historia primitiva y mítica, Rodrigo siguió el mismo modelo que el canónigo leonés: historia de los reyes godos, asturleoneses, leoneses y castellanos hasta alcanzar la conquista de Córdoba. Es decir, el Toledano hereda y asume la secuencia Hispania > León/Castilla.
Pero a partir de la muerte de
Alfonso VII el emperador y el reparto de Castilla y León entre sus hijos, la historia de León se trata como historia externa a la de Castilla -sin simultanearla cronológicamente como había tratado de hacer Lucas de Tuy- 8 9 . Castilla se convierte así en hilo conductor del relato y depositaría estructural, en consecuencia, de los derechos sobre Hispania. Otra novedad de mayor importancia de la obra del Toledano es la introducción de excursos dedicados a los reyes de Navarra, de Aragón y de Portugal desde sus orígenes, que se insertaron allí donde esas dinastías habían enlazado con la castellanoleonesa.
Estas
digresiones situaban la monarquía de Castilla y León en una perspectiva pan-peninsular, más ancha que la del Tudense, ampliando considerablemente los márgenes asignados al concepto Hispania. En consonancia, Jiménez de Rada integró en su texto histórico noticias procedentes de la analística castellana y navarra así como del Liber regum, dando cabida a informaciones que habían sido ignoradas hasta entonces por la historiografía leonesa. Aunque ya la Chronica latina presta atención a algunos de los reinos vecinos de Castilla (a León y Aragón), las noticias son estrictamente las contemporáneas del tiempo narrado. En cambio, en la perspectiva del Toledano, el objetivo Hispania 88
89
de su obra implicaba incluir la historia
Tal como en el Tudense los reyes de Castilla y León son denominados "godos", en pasajes inspirados las más de las veces en el Chronicon. En la Historia Gothica VII, 17-25, se anticipa, sin simultanearla con la historia de los reyes de Castilla, la historia de los reyes Femando II y Alfonso IX de León, hasta el punto de contar su muerte y la sucesión de este último en la primera redacción de la Historia Gothica antes de que se hayan llegado a narrar los reinados de Alfonso VIII, Enrique I y Fernando III de Castilla.
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LA DENOTACIÓN DE 'ESPAÑA' EN LA EDAD MEDIA.
completa, desde los orígenes, de todos los reinos cristianos contemporáneos
del
castellanoleonés, aunque siempre subordinada al reino que se propone como legítimo ostentador del imperium hispánico: el de Castilla y León. En quinto lugar, la Historia Gothica de Rada representa la recepción en el ámbito castellanoleonés de una nueva ideología sustentadora del poder, basada en la naturaleza, que se había expresado tempranamente en Navarra. En la reconstrucción del Toledano, entre la monarquía y la nobleza debe existir un vínculo solidario, un lazo gobernado por el equilibrio creado entre la generosidad del monarca y la lealtad del noble, vínculo basado no tanto en la fidelidad feudo-vasallática como en la naturaleza, en la ñdelidad al dominio natural en que se nace y del que el rey es señor. La nobleza laica es, tras los reyes, el grupo social más valorado en la Historia Gothica, obra en la que claramente se menoscaba el protagonismo que los miembros de la iglesia alcanzan en la del Tudense. Esa estimación de la nobleza se ha interpretado a veces como castellanismo de Rodrigo opuesto al leonesismo de Lucas, ya que generalmente son castellanos los nobles con los que los monarcas se ven obligados a transigir. Pero, en realidad, la importancia ideológica que adquiere la relación de amor, obediencia y respeto de la nobleza hacia el señor «natural» basada en la pertenencia a la tierra, la naturaleza, así como las obligaciones que, en contrapartida, el señor contrae con sus «naturales», parece tener explicación en la procedencia navarra de Jiménez de Rada, pues ahí la vemos expresada en la historiografía previa, como el Liber regum (h. 1200), o en el Fuero general de Navarra (h. 1234). En la obra de Jiménez de Rada se funde, pues, el neogoticismo asturleonés con la tradición historiográfíca e ideológica navarra para alumbrar una nueva legitimación, con aspiraciones al dominio peninsular, de la monarquía castellanoleonesa. Por último, Jiménez de Rada se distancia de Lucas de Tuy en su defensa a ultranza de los intereses de Toledo como sede primada de las diócesis de España, «totius Hispaniae», titularidad que el Tudense pone repetidamente en cuestión a favor de la sede hispalense. El prólogo de De rebus Hispaniae, que alude al conjunto contenido en las Historiae y no solo a la Gothica, muestra claramente su vocación de ámbito hispánico: proclama indagar el origen de los pobladores de Hispania, los pueblos por los que España sufrió calamidades y el origen de los reyes hispanos y sus hazañas90. Sin embargo, Jiménez de Rada prescinde del elogio inaugural de Hispania que había caracterizado la tradición isidoriana, mozárabe y leonesa para emplazarlo asociado contrastivamente al dolor por la pérdida de la península ibérica tras la caída del reino godo (De comendatione Hispaniae y Deploratio 90
Hispaniae,
«iam fere gens et origo incolarum Hispaniae ignoratur»; «a quibus gentibus calamitates Hispania sit perpessa, et Hispaniarum regum origo, et eorum magnalia» (De Rebus Hispaniae, prólogo).
76
INÉS FERNÁNDEZ-ORDÓÑEZ
Historia Gothica, III, 21-22), modelo que seguirá después la Esíoria de España de Alfonso el Sabio y toda la cronística derivada en los siglos subsiguientes. El concepto de Hispania sigue siendo el isidoriano de la Península, si bien se constata que la Narbonense y la Tingitania le pertenecían en tiempos del reino de los godos 91 . Aunque la Historia
Gothica
trata
novedosamente de los varios reinos que en ella existen, solo los castellanoleoneses reciben la denominación de reyes de España, en conexión con el imperio: Alfonso VI «dictus Hesperiae imperator» (VI, 32), Alfonso VII «Hispaniarum regem in suis litteris se vocabat» (VII, 4; 7) o Alfonso VIII o «Alfonso noble de España», «mundi circulus fateatur Aldefonsum nobilem Hispaniae se debere» (VIII, 4). En conclusión, la ideología de la Historia Gothica ofrece, por un lado, una perspectiva neogoticista en la que la monarquía castellanoleonesa se presenta como la legítima sustentadora del imperium peninsular; por otro, una defensa del papel que la nobleza laica desempeña en la construcción política de la monarquía, más relevante que el concedido a los prelados y basado en la pertenencia a la tierra, la naturaleza, y, finalmente, la apología irrenunciable de los derechos de la diócesis en la que Jiménez de Rada era arzobispo, Toledo. La explotación y reinterpretación de este modelo desde los diversos reinos peninsulares, ya en el siglo XIH, produjo «historias de España» en que la continuación política de los antiguos hispani y godos no siempre es castellano-céntrica, como la Estoria de España de Alfonso el Sabio, sino también volcada en el reino de Aragón (Status Yspanie, 1268, Crónica de ¡305, Crónica real de Pedro IV el Ceremonioso, 1369-1372) o de Navarra (Canónicas de García de Euguí, 1387-1390).
6. LAS DERIVACIONES DE LAS HISTORJAE DE REBUS HISPANIAE
Y LAS CRÓNICAS DE ESPAÑA EN
LA HISTORIOGRAFÍA DE CASTILLA-LEÓN, NAVARRA, PORTUGAL Y ARAGÓN ( 1 2 5 0 - 1 4 0 0 )
6.1 Castilla y León: la Estoria de España de Alfonso X (h. 1270-1283) y sus derivaciones los siglos XIII, xivy
de
xv
La Estoria de España (h. 1270-1274/1283) de Alfonso el Sabio se aleja de sus antecesoras al proponer un concepto de Hispania más inclusivo y, al tiempo, más restrictivo. Basada en la unidad geográfica formada por la península ibérica, Hispania o España, persigue relatar de forma estructurada la historia de todos sus dominadores a lo largo de los siglos, «el fecho de España», como aclara el prólogo y proclama el título, y no sólo la de los miembros de una "
A su vez, el concepto de hispani y las menciones que de ellos se hacen son semejantes a lo que encontramos en el Tudense (y a alguna heredada de la Chronica latina): los hispanos son los habitantes de la Península, tanto en tiempos antiguos como bajo los godos, tanto los del reino asturleonés como los navarros y aragoneses, tanto musulmanes como cristianos, si bien más frecuentemente estos últimos.
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gens, de los practicantes de una religión o de los de una parte del territorio 92 . Aunque desde este punto de vista la Estoria de España adopta un criterio más inclusivo que el de sus fuentes principales, el Tudense y el del Toledano, también es más restrictiva, ya que tiende a ceñir la historia de España a la acaecida estrictamente en suelo peninsular, prescindiendo de los orígenes de esos pueblos dominadores, que solo acepta como excursos de la narración principal. Puesto que es la entidad geográfica peninsular la que delimita el ámbito de la obra, la historia queda estructurada como la historia del dominio que ejercieron sobre ella los varios pueblos que la aseñorearon desde sus primeros pobladores. No es ya la suma de las historias de los pueblos dominadores, narradas de principio a fin como en el Tudense y el Toledano, sino la historia del solar territorial y de los distintos señoríos que sobre él han ejercido esos pueblos frente a o con la colectividad que en él habita 93 . El objetivo de la Estoria de España fue la divulgación de un programa político cuyo punto principal era instruir en el respeto al señor natural, vicario de Dios en la tierra, a través del ejercicio de la razón. La historia alfonsí acepta de Lucas de Tuy y Rodrigo de Toledo el neogoticismo de la monarquía castellanoleonesa y su carácter providencial, pero Alfonso X se separa de ellos en afirmar el poder absoluto del señor natural tanto ante las dignidades eclesiásticas como ante la nobleza laica, postura que acabaría por acarrearle una deposición de facto a finales de su reinado. Desde el punto de vista estructural, ese ideario se refleja en que el sistema empleado para organizar la exposición cronológica de los sucesos narrados depende directamente del señor natural bajo cuyo gobierno esos acontecimientos tuvieron lugar: en la Estoria de España son los príncipes de España, a través de su año de reinado, los que otorgan a los hechos un lugar en el tiempo, sistema de datación que siempre se menciona con preferencia sobre la era hispánica, sincronía que era la habitual en toda la tradición historiográfica examinada, y el año de Cristo, apenas empleado anteriormente. Por otra parte, la selección del príncipe o del señorío que tendrá el honor de computar lo acaecido en un tiempo implica subordinar todos los hechos de ese período, incluso los sucedidos fuera del territorio jurisdiccional del príncipe en cuestión, a ese señor natural; en definitiva, supone que únicamente se admite la existencia en cada caso de un señor natural, al que el resto de príncipes reinantes deben reconocer su mayor jerarquía.
92
93
La Estoria de España sigue sin contar con una edición crítica accesible. Los códices que publicó Menéndez Pidal (1955 2 , 19773) corresponden sólo parcialmente al texto original de la obra (en adelante citada PCG). La revisión de los planteamientos de Menéndez Pidal que conduce a un nuevo estado de la cuestión se debe a Diego Catalán (después de la importante aportación que supuso la obra de Cintra (1951-1990),véase infra nota 108). Los trabajos fundamentales de Catalán a este respecto son (1962, 1992, 1997). Véase Fernández-Ordóflez (1992, 2000) y Martin (2000a y b).
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En la Estoria de España la aplicación de estos principios estructurales hizo que la narración se organizase siguiendo un plan que la dividía en los señoríos de los distintos pueblos que dominaron sucesivamente la Península. Después de seguir el esquema Noé-Jafet-TúbalHércules-Hispán e introducir el dominio de los griegos, siguieron, según la reconstrucción alfonsí, los sennorios de los «almujuces» (del árabe al-magus), los africanos o cartagineses y los romanos. En esta secuencia de dominadores son novedosos, respecto de sus predecesores, los «almujuces» y los cartagineses, que se incoporaron gracias al manejo de nuevas fuentes, el historiador y geógrafo hispano-árabe al-Bakri y el Epítome de Pompeyo Trogo escrito por Justino. La historia del señorío de los romanos representa también una importante novedad, ya que, lejos de la breve Historia romanorum del Toledano o de la Chronica universal isidoriana, Alfonso el Sabio hizo redactar una historia extensa y de nueva planta sobre los conquistadores romanos de la Península y los emperadores que les sucedieron. Los pueblos bárbaros (vándalos, suevos, hunos, alanos y silingos) pusieron fin al imperiitm romano en el suelo peninsular y ellos, a su vez, fueron expulsados por los godos, pueblo que obtuvo el dominio definitivo sobre Hispania 94 . Pese a integrar novedosamente la historia de al-Ándalus como parte de la Estoria de España y aunque los musulmanes dominaban más de la mitad del territorio peninsular hasta casi los tiempos de Alfonso X, la historia particular alfonsí nunca reconoce estructuralmente la existencia de un señorío árabe y expone la historia de al-Ándalus par a par con la de la monarquía «goda», subordinada al año de reinado del rey que posee el señorío de España, siempre el monarca godo, asturleonés, leonés o castellano 95 . Al proceder así, la obra revela participar del ideario neogoticista, en la línea de sus fuentes principales, el Tudense y el Toledano, que defendían el derecho de la monarquía asturleonesa (como luego de la leonesa y de la castellanoleonesa) a heredar el ¡mperium peninsular otrora poseído por los reyes godos y negaban cualquier jurisdicción sobre el territorio a los musulmanes provenientes del norte de África. Tampoco parece admitir estructuralmente la Estoria de España el imperium de los monarcas de otros reinos cristianos peninsulares. Nunca se cita, ni siquiera como sincronía adicional, el año de reinado de los reyes navarros, aragoneses y portugueses ni se simultaneó la historia de los reinos cristianos de Navarra, Aragón y Portugal con la del reino castellanoleonés (en contraste 94
95
Así se afirma al comienzo de la estoria de los godos: «Entraron los godos en Espanna et ganaron el sennorio della. Por ende dexa aquí la estoria de fablar de los sueuos et de los vuandalos et de los fechos que contescieron en Espanna et cuenta de los godos que fueron ende sennores depues aca todauia, cuerno quier que ouieron y los moros yaquanto tiempo algún sennorio» (PCG, p. 215b37J(4). El año de reinado del señor de al-Ándalus y la hégira son cómputos que sólo aparecen, junto a otras sincronías adicionales (como el año de pontificado y el año del monarca francés), para situar mejor el del alzamiento de cada nuevo monarca godo-astur-leonés-castellano y destacar la importancia histórica del momento.
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con la sincronización de la historia árabe con la de la monarquía astur-leonesa-castellana). Siguiendo el esquema expositivo de la Historia Gothica de Jiménez de Rada, la Estoria de España sólo incluye la historia completa de esas dinastías reales hispánicas al tener que hablar de su entronque con la castellanoleonesa, tratándola como información atemporal subordinada a la mejor comprensión de la historia castellanoleonesa, sin reconocerles tiempo propio en la línea sucesoria del imperium sobre el territorio hispánico 96 . Al obrar de esa forma, la estructura de la Estoria de España
manifiesta las aspiraciones de la monarquía castellanoleonesa a ser
reconocida como heredera del regnum sobre todo el territorio peninsular, basándose en el presupuesto, defendido desde la primitiva historiografía asturleonesa, de que la monarquía asturiana y sus herederos son por linna los descendientes de los reyes godos. Por otro lado, tal como en la Chronica de Juan de Soria (y a diferencia del Tudense y el Toledano), esa aspiración se respalda situando a la monarquía castellanoleonesa en una perspectiva internacional y así la Estoria de España va sincronizando la historia de la Península con noticias relativas al imperio, el papado y la monarquía franca. La estructura de la Estoria de España, en que todos los posibles señoríos temporales se someten a uno de mayor rango, transmite perfectamente el ideario alfonsí que defiende la necesidad de la unión de los reinos. Esa idea se formula de forma explícita en el prólogo, al presentar el tema de la obra, cuando se pronuncia contra los peligros que laten en la división de los reinos hispánicos: «et como fueron los cristianos despues cobrando la tierra; et del danno que vino en ella por partir los regnos, por que non se pudo cobrar tan ayna» (PCG, p. 4bn-i4). Si el concepto de España venía remitiendo a un ámbito geográfico, en la Estoria de España de Alfonso X ya está repetidamente presente el anhelo de su total dominio, la obtención del imperium hispánico, a través del concepto de «señorío de España». Hispán, sobrino de Hércules «finco por sennor en Espanna» (PCG, p. 1 lan-13); «De cuerno los almuiuces ganaron Espanna et fueron sennores della» (PCG, p. 14b4_5). Tal como los cartagineses, también los romanos mantienen el territorio sujeto a una jurisdicción, por ejemplo: «Desque fue Galba aleado por
96
La historia de los reyes navarros se inserta para explicar cómo Sancho el Mayor se convierte en el primer rey de Castilla por estar casado con Elvira, hija del conde castellano Sancho García, y haber sido asesinado el heredero de Castilla, el infante García, cuando acude a León para obtener el título de rey, concedido por su suegro, Vermudo III. Con ese motivo, los caps. 783-786 y 790, emplazados en los años I o y 2° de Vermudo III respectivamente, se dedican a resumir la historia de la dinastía navarra desde su origen hasta el presente sin acoplarla cronológicamente con la del reino castellano-leonés. Idéntica estructura de excurso presenta, a su vez, la historia de la dinastía aragonesa, que se incluye en el año 2 o de Vermudo III (caps. 792-798) porque es entonces cuando el reino de Aragón, fundado por Ramiro I, hijo bastardo de Sancho el Mayor, aparece en la configuración política peninsular. Del mismo modo, la Estoria de España, de acuerdo con Rada, incluye la historia "completa" del reino portugués (hasta Sancho II, rey contemporáneo del arzobispo), interpolándola en el reinado de Alfonso VU el emperador, rey de Castilla y León, ya que durante ese reinado Alfonso Enríquez, sobrino del emperador, gana la independencia portuguesa, convirtiéndose en Alfonso I de Portugal (caps. 969-972).
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emperador en Espanna, sopo de cuerno Ñero Cesar era muerto, et puso luego con los espannoles sus posturas cuerno uisquiessen en paz so el sennorio dell imperio» (PCG, p. 129ai3-i7)- Cuando los vándalos y los suevos entran en la Península y arrebatan parte del territorio a los romanos, el dominio queda temporalmente fragmentado: «E desta guisa fue menuzado el sennorio dEspanna et partido entre gentes estrannas et crueles» {PCG, p. 210ai9_ 21). Pero cuando los suevos dominan el territorio, se afirma: «Depues de la muerte de Riquila fue Riquilano su fijo aleado por rey dEspanna» y «desque se uio tan onrada mientre casado, non se touo por complido del sennorio dEspanna» (PCG, p. 214b49_5o, 215ai6_18). Y la misma unidad se atribuye a los godos: «E por que este Theuderico fue el primer godo que ouo el sennorio dEspanna» (PCG, p. 238a9_io); «Alarigo rey de Espanna» (PCG, p. 245a2s); «De como fizo Athanagildo por ganar el regno de Espanna» (PCG, p. 258a23-24). Tras la «pérdida» y «destrucción» de España a manos de los musulmanes (con el famoso elogio de la tierra y consiguiente planto, «Del loor de Espanna como es complida de todos bienes» y «Del duello de los godos de Espanna et de la razón porque ella fue destroyda», PCG, caps. 558-559), las menciones al reino o señorío de España disminuyen. Aunque ese nuevo señorío no se reconoce estructuralmente a los árabes, lo cierto es que en no pocas ocasiones se habla de los emires o califas de Córdoba como reyes de España, con «señorío» sobre todo el territorio. Por ejemplo, «enuio Izid Amiramomellin por rey de Espanna uno que auie nombre Hafam fijo de Melich» (PCG, p. 327asi-bi-2). O el poder de almorávides y almohades se describe como señorío: «duro les aquel desamor fastal tiempo de los almorauides, que fueron sennores de Espanna et la metieron so el su sennorio et touieron toda la tierra a su mandar. Despues de los almorauides, uinieron los almohades, et echaron de Espanna et de Africa a los almorauides et tomaron toda la tierra et metiéronla so el su sennorio, e mantouieronla fastal tiempo del rey don Ffernando en cuyo tiempo fue Abenhut. Este Abenhut echo los almohades todos de Espanna, et ouo el solo tod el sennorio daquend mar» (PCG, p. 339a34_4s). Tras Pelayo, solo los reyes de Castilla (y León), Fernando I, Sancho II, Alfonso VI, Alfonso VII y Alfonso VIII son retratados en algún momento como señores, reyes o emperadores de España 97 . A su vez, los habitantes de la península son denominados colectivamente como «los de España» 98 ,
«los de tierra de España» 99 o «españoles» 100 , colectividad
que
contrapuesta a los primeros dominadores de la tierra o, posteriormente, a los franceses
97
98
aparece 101
.
Si bien esas referencias deben tomarse con precaución, ya que no están en la sección de la obra conservada en la redacción original o Versión primitiva. Por ejemplo, «A los dEspanna plogoles mucho y otorgáronles el sennorio porque los dexassen ueuir en paz. E desta guisa sapoderaron dEspanna e fueron sennores della los almujuces bien quaraenta annos» (PCG, p. 15a,9.23).
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A finales de su reinado, Alfonso X ordenó redactar una nueva versión de la Esíoria de España, la conocida como Versión crítica (h. 1283), que representa una radicalización del pensamiento político alfonsí, acaecida probablemente como consecuencia de la situación dramática de deposición y de aislamiento que produjo en abril de 1282 la rebelión contra su gobierno de todos los estamentos de su reino aliados con su infante heredero Sancho102. Como ejemplo de esa radicalización, cabe destacar en la Versión crítica la mayor firmeza con que se defiende el principio de indivisibilidad del reino. Esa postura política se refleja en ciertas reformas que modifican la sucesión en el reino de Francia o en el imperio romano-germánico a favor de un único heredero y desautorizando la división del territorio a la muerte del monarca reinante. Pero también en lo relativo a las aspiraciones imperialistas de la monarquía castellanoleonesa extrema la Versión crítica la postura de la primera redacción de la Estoria de España, revelando que su autor no aceptaba la independencia de Portugal respecto de Castilla y León103. El modelo historiográfico transmitido por la Estoria de España imbuido del neogoticismo de la monarquía castellanoleonesa y de sus aspiraciones imperialistas sobre todo el territorio peninsular, Hispania, fue, en definitiva, una avanzadilla de la ideología que, exacerbada en el siglo xv, sustenta la legitimación ideológica de la monarquía de los Reyes Católicos en los
99
«E los de tierra de Espanna dieronsele [a Trajano] sin guerra, et fizieronle sus omenaies, et el recibiólos en su fialdat» (PCG, p. 144a23.25). 100 «Esta deslealtad fue muy sonada por toda Espanna, e dalli adelante se alborotaron todos los espannoles contra Roma mas que numqua fizieran» (PCG, p. 28a33-36). 101 «el rey Carlos dexo estonce de guerrear los moros et enderesco su hueste contra esos pocos espannoles que fincaran» (PCG, p. 353a 38 . 4 i). 102 Entre 1282 y el 4 de abril de de 1284, fecha de su muerte, el rey, que únicamente contaba con la lealtad de Sevilla, donde residía, trató de recuperar el control de su reino con el apoyo de su enemigo natural, el rey benimerín de Marruecos Abu Yusuf, circunstancias a las que se alude abiertamente en el texto de esta Versión, la cual probablemente se compuso, por tanto, en esas fechas. Para esta versión, véase Femández-Ordóñez (1993), Catalán (1997) y Campa (2009). 103 Siguiendo el modelo de la Historia Gothica del Toledano , la redacción primitiva de la Estoria de España había expuesto la historia del reino de Portugal separada de la de Castilla-León y la había interpolado, concentrada a modo de excurso (PCG, caps. 989-972), en el reinado de Alfonso VII el Emperador porque es en aquel momento cuando Alfonso Enríquez obtuvo la independencia portuguesa. Al obrar así, seguía el mismo procedimiento que se había aplicado para la historia de Navarra y Aragón. Cf. supra, nota 96. En cambio, la Versión crítica intercaló la historia portuguesa entre la castellanoleonesa, sincronizándola con ésta, lo que desde un punto de vista estructural revela que incluía esos territorios entre los sujetos al señorío del rey castellanoleonés. Otra reforma de la Versión Crítica revela idéntica intención: en la tediosa enumeración de los lugares reconquistados y poblados en la Península por los reyes y señores españoles (PCG, cap. 623), la Estoria de España, siguiendo al Toledano (IV, 11), había distinguido tres áreas territoriales, oriental o catalanoaragonesa, central o castellanoleonesa, y occidental o portuguesa, y expuesto por orden cronológico la conquistas correspondientes a cada una de ellas. El autor de la Versión Crítica, no respetando la constitución de esta última, jalonó las conquistas del área portuguesa entre las del área castellanoleonesa. Así intercaló las conquistas de Fernando I en Portugal, y las de Alfonso I de Portugal y de su hijo Sancho, en el lugar que les correspondía cronológicamente entre las castellanoleonesas: las conquistas de Femando I precedieron así a las de su hijo Alfonso VI, y las de los dos primeros reyes portugueses sucedieron a las de los reyes castellanos Alfonso VII y Sancho III, quedando situadas inmediatamente antes de las de Alfonso IX.
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albores de la Edad Moderna y posteriormente. La repercusión que alcanzó se debe, ante todo, a que fue copiado y refundido en múltiples modelos de crónica general de España desde el siglo xm hasta el siglo xvi, de forma que, sin riesgo de equivocarnos, podemos afirmar que contribuyó decididamente a crear una conciencia hispánica y a proponer y divulgar un modelo monárquico asociado a ella. 6.1.1 Derivaciones castellanoleonesas de la Estoria de España La primera refundición de la Estoria de España de Alfonso el Sabio se escribió muy poco después, en el reinado de su hijo y sucesor Sancho IV. Se trata de la Versión amplificada m
1289 o Versión de Sancho IV .
de
Desde el punto de vista ideológico, esta versión presenta
importantes novedades. Por un lado, no participa del neogoticismo de la monarquía castellanoleonesa defendido por Alfonso X en la primera redacción de la Estoria de España y en la Versión crítica, sino que considera que una nueva monarquía «de los reyes de España» surge en Asturias tras la destrucción de los reyes godos. Los nuevos dominadores, que luchan por conquistar la tierra a los musulmanes, se identifican como «los naturales», afirmación que muestra la importancia que adquirirá desde este momento la pertenencia a una tierra o patria, la naturaleza, como base legitimadora de las estructuras políticas 105 . La nueva concepción vincula los deberes de amor, servicio, honra y defensa de los naturales de un territorio hacia el «señor natural» del mismo con el hecho de haber nacido y vivido en ese territorio, asentamiento que, a su vez, también crea solidaridad entre sus habitantes y les genera obligaciones mutuas 106 . En cambio, en la Estoria de España alfonsí los deberes de los vasallos hacia los señores naturales se suelen fundamentar ante todo en la pertenencia genealógica de estos últimos a la linna del imperium101.
La difusión paulatina del concepto de naturaleza desde el siglo XII implicó un
deslizamiento progresivo hacia la fundamentación del poder de los «señores naturales» sobre bases territoriales además de dinásticas. Otras de las novedades ideológicas de la Versión de Sancho IV es su más acusado castellanismo, constante que veremos en otras crónicas derivadas de la Estoria de España en 104
105
106 107
Para esta versión, aparte de los trabajos de Catalán citados en la nota 92, debe tenerse en cuenta Bautista (2003 y 2006a). «Mas contra Espanna todas las yentes del mundo se atrouieran a uenirla guerrear et entrarla et asennorearla, et fizieron y todo lo que quisieron; pero a la cima todos se fallaron ende muy mal, fasta que se acabo en los godos. Et desi finco en los naturales que íueron despues ganandola de los moros esparziendo mucha de su sangre por ello, muriendo y muchos altos omnes et de gran guisa et de otros, et la an ganada dessos enemigos de la Cruz, et del mar de Sant Ander fastal mar de Cáliz, sinon poco que les finca ende ya; et es esto ya en el regnado del muy noble et muy alto rey don Sancho el quarto, en la era de mili et CCC et XXVII annos» (PCG, p. 362b52-363ai6). Véase para esta cuestión, Bautista (2006a: 57-67). Cf. Martin (2008). Por ejemplo, cuando altera la relación simplemente vasallática establecida entre Hércules e Hispán por el Toledano para convertirla en un vínculo de parestesco. Cf. Femández-Ordóñez (1992: 38 y ss).
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época poco posterior, como la llamada Crónica de Veinte Reyes (siglo xrv) o la Crónica de Castilla (h. 1295-1312), que se caracterizan por omitir todo lo anterior a la elección de los condes de Castilla o a los primeros reyes de Castilla, respectivamente, con lo que la importancia de la concepción hispánica de la historia se desvanece 108 . Pero el modelo completo de la Estoria de España alfonsí, desde los primeros pobladores peninsulares hasta Fernando III, se copió y refundió (en sus tres versiones básicas) a lo largo de los siglos siguientes en numerosas ocasiones dando nacimiento a una amplísima tradición manuscrita. Por ejemplo, don Juan Manuel escribió un sumario de la Estoria promovida por su tío Alfonso, la Crónica
abreviada
(h. 1320-1325), a finales del siglo xrv se creó el tipo de historia general que conocemos como Crónica
General
Vulgata, base hasta Vermudo III de la Crónica que publicó Florián
d'Ocampo (1541), o en el siglo x v se compusieron las llamadas Estorias del fecho de los godos, que entremezclaron la Estoria de España alfonsí con un romanceamiento de la Historia
Gothica, el Toledano romanzado.
En todas estas obras el concepto de España
responde, con pocos matices, al heredado de la tradición previa.
6.2 La Estoria de España en Portugal109 A finales del siglo España y Portugal
XIII
o principios del siglo
XIV
se compuso una Crónica portuguesa
de
que, con base en el Liber regum, trazaba una reseña de la historia
peninsular desde la pérdida de España y Rodrigo hasta Alfonso VI para continuarla con una narración sobre los orígenes del reino de Portugal en tiempos de Alfonso Enríquez, prolongada con los reyes siguientes. Seguía, pues, el esquema presente en los
Annales
lusitani, si bien sobre fuentes distintas, recorrido que conducía a proponer a los reyes de Portugal como últimos depositarios de los derechos sobre Hispania tras la derrota de los godos, ignorando todo otro señorío territorial existente en la Península. La difusión de la Estoria de España alfonsí en Portugal, junto a la Crónica de Rasis y el Liber regum navarro (en una versión interpolada hacia 1260-1270 conocida como el Libro de las generaciones),
implicó la sustitución de esa versión portuguesa de la historia ibérica por
una bastante diferente. La Crónica geral de Espanha de 1344 escrita a mediados del siglo xrv por Pedro Afonso, conde de Barcelos y bastardo del rey Dinís, recupera el marco de la crónica universal, pues se encabeza con genealogías de los varios pueblos y reinos del mundo, tomadas de Eusebio y Jerónimo, enlazadas con las genealogías de los godos y de los reyes 108
109
Para los distintos modelos de crónica general de España derivados de la alfonsí, véanse los estudios de Catalán citados en la nota 92 y Fernández-Ordóñez (2001). Para los textos citados en esta sección, véase Cintra (1951-1990), Catalán (1962), Catalán y De Andrés (1970), Pérez Pascual (1990) y Moreira (2008).
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INÉS FERNÁNDEZ-ORDÓÑEZ
leoneses y castellanos hasta Alfonso X I (procedentes del Liber
regum),
para dar paso a
continuación a la larga descripción geográfica de España de Rasis. Se repiten seguidamente la historia de los reyes godos desde Atanarico a Rodrigo, ahora llamados «reyes de España», con base en el Liber
regum,
seguidos de los reyes musulmanes, también «de
España»
(provenientes de Rasis), para regresar a Rodrigo y empalmar y repetir la historia de los reyes astur-leoneses-castellanos desde Pelayo hasta Alfonso XI. A continuación, se enlaza con la Estoria de España de Alfonso el Sabio (a partir del rey asturleonés Ramiro I y hasta Fernando III), conocida a través de la Versión amplificada de Sancho IV y de la Crónica de Castilla, fuentes que completó hasta el presente en la historia navarra y aragonesa, a las que adicionó una historia de los reyes de Sicilia, de Bretaña e Inglaterra y de Francia y que amplió en lo relativo a los orígenes de los reyes de Portugal recurriendo a la Crónica portuguesa
de
España y Portugal. Aunque, como puede colegirse por la descripción anterior, la Crónica de 1344 carece de una estructura coherentemente definida, es evidente que el concepto de España presente en este texto desconcertante es el peninsular visto desde una perspectiva universal. Carente de neogoticismo, la Crónica de 1344 propone como continuadora del poder godo y musulmán sobre la Península a la dinastía de reyes de León y Castilla, si bien, de acuerdo con el esquema que le proporcionaba el Libro de las generaciones,
concedió mucha
más importancia a la historia de Navarra, Aragón y Portugal que la Estoria de España, y más relevancia a la aristocracia que a la corona en ese reparto del poder territorial. En la refundición de la Crónica
elaborada hacia 1400 se acentuó, en cambio, la perspectiva
hispánica para disminuir la universal: las genealogías universales fueron reemplazadas por la historia antigua y gótica de la Estoria de España alfonsí, completada puntualmente con las informaciones de Rasis sobre España y los reyes musulmanes; a su vez, la historia de los reyes de Sicilia, Bretaña, Inglaterra y Francia fue suprimida. De este modo, esta segunda redacción de la Crónica de 1344 propagó en el occidente ibérico un modelo de historia de Hispania muy semejante al que era habitual en el centro peninsular. Tampoco la Crónica de 1404, escrita en gallego en el entorno de Mondoñedo, se separó de la pauta dibujada por la Estoria de España, a la que sigue en sus varias versiones desde el comienzo de la historia de los pueblos bárbaros y godos en adelante hasta Fernando III. Solo la historia antigua fue elaborada recurriendo a Pelayo de Oviedo y al Libro generaciones,
de las
mientras que la historia «moderna», desde Fernando I V a Enrique III, fue
redacción original del compilador.
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L A DENOTACIÓN DE ' E S P A Ñ A ' EN LA E D A D M E D I A .
6.3 La Historia gothica en Aragón y
Navarra'10
El concepto de España que destila la gran historiografía castellanoleonesa del siglo
XIII
también tuvo su eco (y produjo reacciones) en el oriente peninsular. A diferencia de Portugal o Castilla-León, no fue la Estoria de España alfonsi la vía de transmisión, sino De rebus Hispaniae y, en especial, la Historia Gothica de Jiménez de Rada.
6.3.1 Navarra En fecha tan temprana como 1252-1253 un clérigo navarro cercano a Jiménez de Rada y a los intereses de la diócesis de Toledo, y afecto a la familia de los Fernández de Azagra, entonces señores de Albarracín, alumbró la primera traducción al romance (probablemente navarro) de la Historia
Gothica: la Estoria de los Godos. Esta Estoria es fiel trasunto del esquema
histórico de España del Toledano, desde Noé-Hércules-Hispán hasta los godos y los reyes de Asturias, León y Castilla. La traducción representa la adopción, por parte de ciertos nobles de la baja Navarra, tal como lo había sido Jiménez de Rada, del neogoticismo leonés y castellano y de sus aspiraciones al imperium peninsular. Un siglo y medio después, fray García de Eugui, consejero de Carlos II de Navarra, escribió las Canónicas de los fechos que fueron antiguamiente en Espayña (h. 1387-1390) en las que ese modelo se adaptó a las necesidades contemporáneas de la monarquía navarra. Eugui tomó como base de su relató la Estoria de España alfonsi para la historia antigua y romana, y la Estoria de los godos desde los reyes godos hasta su final en Fernando III, reproduciendo el archirrepetido esquema Hispania > Castilla, del que suprimió los excursos relativos a Navarra, Aragón y Portugal. Pero después de prolongar el relato de los reyes de Castilla hasta Alfonso XI, añadió una Genealogía de los reyes de Navarra, desde sus orígenes hasta Carlos II, que combinó con la historia de los reyes de Aragón que también lo fueron de Pamplona (desde Sancho Ramírez a Alfonso I). Esa Genealogía, basada tanto en la Estoria de los godos como en el Libro de las generaciones
navarro (h. 1260-1270), pretende poner el
reino de Navarra en pie de igualdad frente al castellanoleonés, cuya historia acababa de narrar, y reivindicar el derecho de Navarra a participar jurisdiccionalmente del espacio hispánico. Al proceder así, las Canónicas 110
se sitúan en la misma línea que toda la
Para los textos aquí mencionados, son fundamentales Catalán y Jerez (2005), cuya nomenclatura adopto, y Cingolani (2007). Ward (2006) ha editado la Estoria de los godos y las Canónicas de García de Eugui (1999); el Status Yspanie ha sido estudiado y editado por Quer i Aiguadé (2000, 2008); la segunda versión hacia 1268-1269 de los Gesta Comitum Barcinonensium puede leerse en Cingolani (2008a) y la tercera en Barrau Dihigo y Masso Torrents (1925); el Libre deis reis en Cingolani (2008b); la Crónica aragonesa de España de 1305 en Ubieto Arteta (1955); la Crónica real de la Corona de Aragó de Pedro IV en Ubieto Arteta (1961) (versión latina) y en Orcástegui Gros (1986) (versión aragonesa), ambas representantes de la tercera versión. Véase también Hirel-Wouts (2006).
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historiografía regia navarra, desde los códices Albeldense y de Roda hasta el Liber regum (en su versión primera h. 1200 o en la continuada h. 1260-1270)"'.
6.3.2 Aragón y Cataluña La recepción del modelo historiográfico de la Historia
Gothica
de Jiménez de Rada
(directamente o a través de su traducción en la Estoria de los godos) en Aragón y Cataluña suscitó, sin embargo, modificaciones más profundas. Poco después de la traducción navarra de la Estoria de los Godos, se elaboró en Cataluña el Statur, Yspartie a principio usque nunc (1268), que se tradujo más adelante al catalán como Crónica de Espanya112. Este Status es un versión muy abreviada y reorganizada de la Historia Gothica de Jiménez de Rada en la que se adapta y «deconstruye» su modelo historiográfico. La obra fija su marco en España, los pueblos que la poseyeron y los príncipes que la rigieron 113 . Tras seguir el esquema del Toledano Noé-Jafet-Hércules-Hispán, el Status se separa de la Historia Gothica para desarrollar el dominio de los romanos (aunque sobre la Historia romanorum),
en el que no olvida puntualizar que las ciudades más importantes de
España eran entonces Tarragona y Zaragoza, antes de que lo fuera Toledo en época de los godos 114 . Después de enlazar con la historia de ios godos y sus orígenes, inserta una laus de España, que equipara con el paraíso, y del pueblo godo, de forma que ambos parecen predestinados a unirse gracias la providencia divina 115 . El neogoticismo del Status se revela en reclamar la vigencia de la ley gótica, lamentar la pérdida de España a manos de los sarracenos, hacer a Pelayo un godo refugiado en Asturias y afirmar que Alfonso II restauró en Asturias el esplendor de los godos de Toledo, de acuerdo con el discurso habitual 116 . Pero,
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El texto de la versión del Liber regum prolongada h. 1260-1270, titulada el Libro de las generaciones, puede leerse en Catalán y De Andrés (1970: 213-337). El esquema historiográfico de esta prolongación no altera el primitivo, con la salvedad que se incluyen, como reinos separados, las genealogías de los reyes de León, desde la muerte de Alfonso VII a Alfonso IX, y las de los reyes de Portugal desde Alfonso Enriquez a Sancho II. En fecha controvertida: mientras que su editor Quer cree que la traducción es de 1337, Cingolani la adelanta a 1277 por estimar que el texto catalán fue empleado como fuente del Libre deis reis. «Istud opus est sumptum in parte maiori ex cronicis magistri Roderici Archiepiscopi Tholetani, in quo breviter invenitur status Yspanie a principio usque nunc, que gentes possederunt eam et qui príncipes» (Quer i Aiguadé 2000: 517). Esta perspectiva catalanoaragonesa es equivalente a la querencia que encontramos por León en la Historia sítense o en el Tudense, por Toledo en Jiménez de Rada o por Pamplona en el códice de Roda: «Sciendum est quod ante adventum Christi capud Ispanie erat Terrachona, quam Scipio Africanus condidit et Cartaginem destruxit. Post adventum, autem, Christi, füit capud Ispanie Cessaragusta, et hoc tempore romanorum. Tempore vero gotorum, füit capud Ispanie Toletum» (Quer i Aiguadé 2000: 524). «Prefatam, itaque, terram Ispanie goti venerabiles, dimissis alìis mundi provinciis, precipue elegerunt, cum talibus talis patria deceret» (Quer i Aiguadé 2000: 525). Por ejemplo: «Praeterea, eodem tempore et ab ipsis gotis, lex gotica fiiit constituta, que aduch hodie in Ispania in causis alleguatur et per eam multociens iudicatur» (Quer i Aiguadé 2000: 527).
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aparte de la resistencia de aquellos amparados en Asturias y Galicia, afirma que existían «aliquibus christianis qui in montibus Viscaye, Nauarre, Aragonie et Cathalonie habitabant, qui contra sarracenos fortiter insistebant», los cuales, merced a la gracia divina, recibieron la ayuda repetida de Carlomagno. Esta imagen positiva de Carlomagno contrastra radicalmente con la visión opuesta al rey franco que es habitual en la historiografía castellanoleonesa. También a Carlomagno se atribuye la fundación del condado de Barcelona y, con su consentimiento, su posterior liberación de cualquier sujeción al reino de Francia. El Status expone seguidamente y de forma muy sucinta la genealogía y el origen de los reyes de Castilla, desde Alfonso II a Alfonso X 117 , de los reyes de Navarra, de íñigo Arista a Teobaldo II, y de los reyes de Aragón, desde sus orígenes en Ramiro I hasta Jaime I. El resumen afecta fundamentalmente a la historia castellanoleonesa, extensamente desarrollada en la Historia Gothica frente al conciso relato que Rada dedicaba a la historia navarra y aragonesa. El resultado de tal abreviación es que en el Status
los tres reinos reciben atención en
proporciones textuales semejantes y se proponen, por ello, como legítimos y pares dominadores del solar territorial en que se asientan, Hispania. Frente a la línea de legitimación del poder castellanoleonés que arranca de Pelayo y su resistencia al sarraceno, el Status defiende la existencia de otros reyes «resistentes», además de reconocer la ayuda del imperio franco 118 . La recepción de la Historia Gothica en Aragón y Cataluña también está presente en la segunda versión de los Gesta comitum Barcinonensium
de h. 1268-1269 y en la elaboración
de una nueva versión refundida a finales del siglo XIII, con actualizaciones hasta 1314, conocida como redacción definitiva. Tanto en la actualización de h. 1270 como en la redacción definitiva los cambios en el texto previo fueron introducidos acudiendo a la Historia Gothica de Jiménez de Rada. En ambas esa consulta supuso una dilatación del enfoque, que se amplió de los condados catalanes hasta el reino de Aragón, cuyos orígenes desde Ramiro I a Ramiro II el Monje se omitían en la redacción primitiva. Pero la ampliación no alcanzó a otros ámbitos hispánicos: estas versiones de los Gesta persisten en ceñir su interés a los condes de Barcelona y a los reyes de Aragón, desde sus orígenes hasta su tiempo
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Los reyes de León son denominados reyes de Castilla en el Status, tal como sucede en el Líber regum. En la percepción del oriente peninsular León aparece difuminado como parte intrínseca de Castilla. Quizá ese punto de vista es el que también condujera a la eliminación de toda alusión al reino de Portugal, cuya historia estaba presente en la obra del Toledano. Como se expresa con toda claridad en el prólogo de la obra: «Sed divina clemencia per Pelagium principes et per reges alios, qui deinceps in Ispania regnaverunt, füit in parte liberata et in parte per Karolum, inperatorem et regem Francie, post quos possederunt eam christiani usque ad hodiernum diem» (Quer i Aiguadé 2000: 517).
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presente, sin tener en cuenta el marco «Hispania» ni la Antigüedad como puntos de referencia o de arranque 119 . El conocimiento en el oriente peninsular del modelo historiográfico de Jiménez de Rada también repercutió en la primera crónica de sesgo universal escrita en Cataluña, el Libre deis reís (1277-1280), con la que se perseguía encuadrar la historia de los condes de Barcelona y reyes de Aragón en un contexto más amplio que el hispánico. Inspirada por la translatio imperii del Pantheon de Godofredo de Viterbo, la obra comienza con la historia de Nembroth, el primer rey del mundo, y se continúa con la historia de los troyanos, linaje del que proceden los reyes de Francia y Alemania (y emperadores romano-germánicos). Lo interesante es que el personaje encargado de tal translatio es Hércules, al que se hace troyano en vez de griego, y quien tras la segunda guerra de Troya conquista numerosas ciudades en Italia y en España (aparte de Cádiz y Sevilla, se mencionan Tarragona, Urgel, Vich y Barcelona). En franca oposición al modelo del Toledano, que engarzaba el señorío de Hércules con el de los godos, Hércules se empalma en el Libre deis reis con Meroveo, el primer rey franco, y la historia de los reyes de Francia se sucede hasta el final de la obra entreverada con sucesos acaecidos en la Península. Primero, se intercala en la historia franca la de algunos reyes godos «de Espanya» (Wamba, Vitiza, Ervigio, Rodrigo), hasta que su reino finaliza con la conquista de los musulmanes 120 . Detenidos estos en su avance gracias al franco Eudo, antes de que el cristiano Pelayo comience su resistencia, el Libre relata inmediatamente el origen de los catalanes: salidos de un castillo en Gascuña, el castell Cataló, son los pobladores de Barcelona, de padres gascones y madres godas. A continuación, la historia franca se sigue entrelazando con la de los condes de Barcelona (luego reyes de Aragón), a quienes los emperadores francos ceden Barcelona tras conquistarla y, más tarde, el condado de forma hereditaria. El Libre deis reis adopta un punto de vista de la historia peninsular claramente restringido a la corona de
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Para estos textos, véase Barrau Dihigo y Massó Torrents (1925) y Cingolani (2007, 2008a). La segunda versión y la redacción definitiva reorganizan la primitiva para simultanear la historia de los distintos condados catalanes y completar la historia de los reyes de Aragón desde sus orígenes. En lo añadido, pese a lo profuso del texto, la mención del corónimo Hispania es incluso más rara que en la redacción primitiva y se limita a los casos siguientes, en que siempre tiene acepción penisular: en el reinado de Jaime I «cum plures Sarraceni [...] in Hispaniam advenissent» (Barrau y Massó 1925: 59); en el reinado de Pedro II se habla de Pedro de Moneada «magister militiae Templi in Hispania» y se compara el peligro que acechaba al reino de Valencia con toda España: «non solum regnum praedictum, immo tota Hispania exponi credebat periculo temporali» (Barrau y Massó 1925: 63). Los godos, como los francos, también parecen ser descendientes de Hércules. Bamba «qui era de la generació deis Gots, 90 és a saber d'aquell linatge com Ercules conquerí Yspanya, la qual poblá d'aquelles gents en aquell temps qui havien nom Gots, deis quals eren ja passats per temps passat VI reys d'aquella generació» (Cingolani 2008b: 119). De Ervigio (Erbot) se dice: «Lo cal Ervot fo lo pus derrer rey del linatge deis gentils e deis Gots de qué Ercules l'avia poblade» (Ibídem: 122). Pero mientras que los francos se suceden sin interrupción, los reyes godos de España se restringen a los cuatro citados.
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Aragón, que se presenta subordinada a la monarquía franca, y en el que, por contraste, el concepto de España parece importar muy poco salvo en la época antigua 121 . Muy diferente fue la repercusión que tuvo el conocimiento de la Historia Gothica (y de su versión romance de h. 1252-1253, la Estoria de los godos) sobre las crónicas generales aragonesas del siglo XIV: la Crónica navarroaragones a de Espanya de 1305, la Crónica real de la Corona de Aragó de Pedro IV el Ceremonioso (1369-1372) y la Grant Crónica de Espanya de Juan Fernández de Heredia (h. 1385-1410). Aunque se nos ha conservado de forma fragmentaria por el principio y el final122, la Crónica de Espanya de 1305 (que contiene actualizaciones hasta 1328-1329) reaccionó a la visión hispánica de la Historia Gothica reformando a fondo su estructura. En lugar de tratar la historia de los reinos de Navarra, Aragón y Portugal como excursos de la narración principal centrada en la historia de León (luego de Castilla y León), el cronista construyó historias paralelas de todos los reinos hispánicos, León, Portugal, Navarra y Aragón, desde sus orígenes hasta su tiempo contemporáneo. Muy significativo, por inusual, es el tratamiento del condado de Castilla, cuya historia desde los jueces hasta Sancho García se inserta a modo de digresión en el reinado de Fruela II, como un apéndice de la historia de León, sin dotarle de la categoría que recibieron los demás reinos 123 . Y dentro de los reinos de Navarra y Aragón, el cronista está empeñado en demostrar la primacía del de Sobrarbe sobre el navarro poi su mayor antigüedad, que argumenta con razones lingüísticas y forales 124 . Frente a la visión que delegaba en la monarquía castellanoleonesa el imperium peninsular, todas estas reformas se encaminaron a construir una imagen del espacio hispánico ocupado por una pluralidad de poderes territoriales cristianos. A finales del mismo siglo e impulsada por Pedro IV de Aragón, se escribió la Crónica real de la Corona de Aragó, que se nos ha transmitido en tres versiones sucesivas (1369-1372). El 121
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Además de ser concepto contradictorio y poco claro: España puede ser al-Ándalus («Enaprés, Giffré Pelos tench e senyorejá poderosament lo compdat de Barcelona e de Narbona fins en Yspanya», Cingolani 2008b: 149; los árabes son «reys d'Espanya» o los «reys sarrahins de Espanya», Ibídem: 139); o también puede denotar la península ibérica (Cuando Hércules viene de Génova a «conquerir Espanya. E cant hi fo, conqueríla ab poch treball, que no y trobá sinó fort pocha gent e mal poblade», Ib.: 101; «No tant solamente lo malvat Sama, rey deis moros, conquerí Espanya, ans encara tota Gascuya e tota la provincia de [Narbona] fins al flum Royna, exseptat la ciutat de Tolosa», Ib.: 123). Pero, en ocasiones, España parece confundirse con Castilla como cuando se dice que Rodrigo era el rey de Castilla que pierde su tierra ante los árabes («He llavors los sarrai'ns preseren tota la térra de Castella, e de mar a mon[s] qui és en Espanya, que despuys ensá no n'exiren», Ib.: 122). Y con varias lagunas intermedias. Comienza con Alfonso II de León y termina en Ramiro II de Aragón, pero es muy probable que la obra, cuya fuente básica es el Toledano, comenzara con la primitiva población de Hispania y los godos para, después de Rodrigo, dar paso a la historia de los reyes de Asturias. Asimismo, la historia de Aragón debía comprender hasta los tiempos contemporáneos del cronista. En consonancia, estima que Sancho III el Mayor fue el primero que se llamó rey de Castilla (Ubieto Arteta 1955: 84). Ubieto Arteta (1955: 115-117).
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texto fija su ámbito en España y resume para la historia antigua y goda el esquema de la Historia Goíhica (Jafet-Hércules-Hispán-godos)125, pero tras la llegada de los musulmanes y de que fuera «toda Espanna prendida», se da por terminado el señorío de los godos, siguiendo el modelo del Liber regum. Los godos se ven así sucedidos por «los cristianos» refugiados en las montañas del norte, pero, a diferencia de la historiografía castellanoleonesa que continuaba el relato con Pelayo y la monarquía astur, la Crónica real se atiene de aquí en adelante solo a los reyes de Navarra y Aragón126. Con esta decisión revolucionaria sustituyó el modelo historiográfico heredado Hispania
> Castilla
por otro radicalmente nuevo:
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Hispania > Aragón . Primero sigue la línea de los reyes de Navarra porque los condes de Aragón estaban sujetos a su jurisdicción, pero cuando Ramiro I es alzado primer rey de Aragón, la narración se estructura sobre esos reyes128, hasta que, tras la ausencia de heredero varón de Ramiro II el Monje, el cetro recae sobre los condes de Barcelona129. La historia de los condes se relata desde sus orígenes hasta llegar a Ramón Berenguer IV, padre del primer rey de Aragón, Alfonso I, sucediéndose los reyes hasta terminar en la muerte de Alfonso IV (1369), padre y antecesor de Pedro IV, ya que esta Crónica se escribió para servir de preámbulo a la crónica particular del Ceremonioso. La Crónica de Pedro IV supone un drástico cambio de perspectiva respecto a los Gesta comitum Barcinonensium, no solo por fijar el marco de referencia territorial en la península ibérica, o por dar extensa cabida a la historia de los reinos de Navarra y Aragón, sino porque por vez primera se sitúan los orígenes de la corona de Aragón en Navarra, y no en los tiempos míticos de Wifredo el Belloso.
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Hércules vino «por senyoriar España», Espán «fue rey de Espanna», para contar después cómo «los godos poseyeron Espaynna» y Recaredo fue «sennyor de toda Spanya» (Orcástegui Gros 1986: 6-7, 9, 11). Las fuentes son ahora la Historia Goíhica, la Esloria de los godos, la Crónica de 1305 además de otras puntuales para los orígenes del reino de Aragón procedentes del monasterio de San Juan de la Peña: para un análisis detallado, véase Catalán y Jerez (2005: 151-278). Además, la resistencia de Asturias se cita en último lugar, dando preferencia a la de Sobrarbe, Ribagorza y Aragón: «E feita la dita perdición o conquista, los christianos qui de la batalla o persequción podieron escapar, se derramaron et fueron enta las fuerzas de las montannyas de Sobrarbe, de Ribagorfa, de Aragón, de Bierofa, de Arcide, Ordoya, de Biscaya, de Alaba et de Asturias. [...] Et todas estas tierras fincaron en poder de christianos, que ningún tiempo moros non las pudieron possedir. E los que fincaron en Asturias fizieron rey a Pelayo, según en el livro de las coránicas de Castiella yes contenido. Porque aquí solament de los reyes de Aragón e Nauarra entendemos tractar, porque muytos tiempos fueron unos» (Orcástegui Gros 1986: 13). «Entro aquí havemos favlado de los reyes de Navarra et de los condes de Aragón ensemble, et aquesto por tal que todos tiempos conté de Aragón fue diusmetido al rey de Navarra, porque se convenía que de todos mescladament favlasemos entro agora. Et por el departimiento de los regnos dessus ditos, el dito Remiro huvo el condado de Aragón sueltament et sin ninguna subiugación, do fue feito rey; por que razonable cosa yes que de aquesti y de sus succedidores que sin meano regnaron en Aragón, coránicas fagamos sin ninguna otra adición» (Orcástegui Gros 1986: 32). «Aquí femos fin et termino a los reyes de Aragón; et por tal como el dito regno en defallimiento de heredero máselo pervino a conté de Barchinona por ajuste matrimonial, veamos qui fue conté primo de Barchinona; et depués de grado en grado de cada un conté según que devalloron el del otro, fablaremos et lur vida recontaremos» (Orcástegui Gros 1986: 59).
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La ausencia de la historia pertinente a los otros reinos peninsulares, solo traída al caso por su relaciones circunstanciales con la corona de Aragón, revela la visión hispánica de cuño aragonesista que se reencuentra en otros muchos detalles del texto, con los que se quiere contraponer el poder aragonés al de Castilla, cuya superioridad no se reconoce. En lo que nos concierne, es significativo que la Crónica denomine «emperador» a Sancho III el Mayor de Navarra y otorgue el título de «emperador de España» a Alfonso I de Aragón, mientras que Alfonso VII debe conformarse con ser «emperador de Castilla»130. De encuadre mucho más amplio que la Crónica real de Pedro IV fue la Grant Crónica de Espanya (h. 1385-1410) de Juan Fernández de Heredia, maestre de la orden de san Juan y castellán de Amposta131. Estructurada en tres libros, el primero sigue el planteamiento de la Estoria de España de Alfonso X, su fuente estructural desde los primeros pobladores del territorio
(Jafet-Túbal-Hércules-Hispán-almujuces-cartagineses-romanos-godos)
hasta
la
destrucción de España a manos de los musulmanes. Aunque el segundo libro no se nos ha conservado, a partir de las alusiones internas podemos asegurar que compartía el planteamiento habitual de las crónicas aragonesas y navarras en cuanto a que las fuerzas resistentes a los nuevos dominadores no solo se levantaron en Asturias lideradas por Pelayo, sino también (y principalmente) en el Pirineo. Asimismo, dedicaba gran parte del texto a tratar de los reyes de Navarra y de Aragón, además de los de Castilla y León132. 130
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A pesar de que Jiménez de Rada reservaba el título de "imperator" para Alfonso VII de Castilla y León (cf. Fernández Valverde 1987: VII, 7) y de que así figura en la Crónica de 1305: «Este don Alffonso a poco tiempo que fue rey se lamo rey de Espanya en sus cartas. Dessi tan grandes fechos fizo e tanto se apodero en Espanya, que se lamo Emperador de Espanya» (Ubieto Arteta 1955: 97, 125-128). En cambio, la Crónica real dice que Sancho el Mayor de Navarra «por la immensitat de tierra que possidia et sennoriava se fizo nombrar emperador» (Orcástegui Gros 1986: 28-29), y que Alfonso I «se clamó emperador de Espaynna» (Ib.: 43), mientras que Alfonso VII debe conformarse con ser «emperador de Castiella» (Ib.: 55-58). También se proclama la superioridad de Alfonso II sobre los demás reyes de España («tantost huvo guerra con todos los reyes de christianos, es a saber de Espanya, e toda vegada ovo vitoria e honor», Ib.: 77), y se destaca el reconocimiento peninsular adquirido por Jaime I («Depués de la muert de aquesti rey et antes por un anno por tal que la su fin se acostava, toda Spanya fizo grant duelo», Ib.: 95). El principio del texto íue editado criticamente por Geijerstam (1964), pero para una versión completa de lo conservado hay que seguir acudiendo a las transcripciones de Nitti y Kasten (1982, 2013). Así se anuncia en el prólogo y al finalizar la primera parte de la Grant Crónica-, «Et semblantment scriuio el arpeuispe don Rodrigo de la uenida de los moros de Africa en Espanya & déla reparación de Espanya que fizieron los christianos que escaparon de la cruel persecución & se saluaron en las montanyas de Aragón & de Nauarra & de Alaua, de Castiella Uieia & de Ypu?cua & de Uifcaya & de Encartaciones & en las Esturias & en la Gallina & en partida de Portogal. Et semblantment scriuieron los abbades de sant Iohan de la Penya los fechos délos reyes de Nauarra & de los contes de Aragón, es a saber del rey Remiro fijo del rey don Sancho el mayor» (Nitti y Kasten 2013, ms. BNM 10133, f. 20r-v); «Semblantes o mayores de todas aquestas sobredichas cosas sostuuo la tribulada Espanya quando la infiel nasfion de los arabes la conquirieron & no trobo qui la consolase ni le ayudase por los defallimientos & peccados de los suyos, segunt dicho es de part de suso, entro que plazio a Dios que su yra fue mitigada & quiso ayudar a los christianos qui eran escapados de la cruel persecución de los arabes & se eran saluados en diuersas partidas & montanyas, segunt se contiene en el prohemio. Los quales depues con lur rey Pelayo & apres con el rey Garfi Ximenez de Nauarra fijo de don Sancho de los Perineos por uoluntat de Dios comentaron a pugnar uirilment & recobrar la tierra, segunt que se contiene largament en la segunda partida de aquesta present crónica de Espanya» (Ibídem, f.
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La recepción en Navarra y Aragón del modelo de «Historia de España» creado en el reino de Castilla y León supuso la construcción de un modelo alternativo en el que las monarquías navarra y aragonesa se presentaban como depositarías de los derechos jurisdiccionales sobre el territorio en título de igualdad con (o con superioridad sobre) la castellanoleonesa. Esas discrepancias sobre el dominio político del territorio en ambos modelos no obsta, sin embargo, para que coincidieran, con pocas excepciones, en la percepción de Híspanla como ámbito geográfico y humano compartido.
7. CONCLUSIONES
La historiografía producida a lo largo de la Edad Media, desde la época de Isidoro de Sevilla hasta el siglo XV, prueba que existió durante ese largo y oscuro tiempo la memoria de España como ámbito geográfico, la península ibérica, quizá como un recuerdo de la antigua provincia romana prolongado por las divisiones eclesiásticas. La conciencia de ese espacio hispánico no suele respetar las fronteras religiosas nacidas después de 711 ni en los cronistas cristianos ni en los musulmanes (aunque en ocasiones Hispania pueda referir exclusivamente a al-Andalus en vista de la mayor extensión del área ocupada por los árabes). Ese ámbito alberga una comunidad humana que se contrasta y pondera en las fuentes con las que habitan otros territorios, en especial, Francia y África. Distintos cronistas que conservan esa memoria, trabajando al servicio de varios poderes territoriales, procuran, hasta el siglo xm, poner en conexión esas fronteras geográficas con un único señorío jurisdiccional (será el caso de la tradición isidoriana, mozárabe y leonesa) o bien reconocen la existencia de varias jurisdicciones políticas (la tradición navarra). No falta tampoco la historiografía que se desentiende o parece haber olvidado el concepto de España (como la castellana de los Anales o de la Chronica latina regum Castellae, o la catalana de los Gesta). Pero, a partir del siglo xm, y las obras fundacionales de Lucas de Tuy, Rodrigo de Toledo y Alfonso el Sabio, Hispania, España es un concepto que ya no podrá ser ignorado. El modelo historiográfico de sus obras, en el que se propone una translatio
impertí desde la Hispania antigua a la
contemporánea monarquía castellanoleonesa como depositaría de los derechos al señorío peninsular, se adoptó en algunas zonas (Castilla-León, Portugal, Extremadura navarra) y se rechazó en otras (Navarra, Aragón, Cataluña), pero, en todos los textos examinados, Hispania figura ya como una realidad geográfica y humana insoslayable, cuyo dominio político todos coinciden en conceder exclusivamente a los reinos cristianos de la Península.
625v). Que la Grant Crónica no excluía la historia del reino castellano leonés nos lo asegura la tercera parte conservada, basada en la llamada Crónica de Cuatro Reyes (Alfonso X-Sancho IV-Fernando IV-Alfonso XI).
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Aunque en la historiografía de base isidoriana la legitimación del imperium hispánico se hace por la vía fundamental del neogoticismo dinástico en León y Castilla, a partir del siglo xm vemos documentada en algunos textos la idea de que el poder reside en los naturales de la tierra -siempre que sean cristianos-, y no en un pueblo conquistador. Esa visión se documenta tempranamente en el Liber regum navarro (h. 1200), pero también en la castellana Versión amplificada de la Estoria de España de Sancho IV (1289), en el catalán Status Yspanie (h. 1268) o en la aragonesa Crónica real de Pedro IV (1372). En la Baja Edad Media la naturaleza, como concepto que explica la identidad y solidaridad de los habitantes de un territorio - y como forma política de fidelidad debida al señor «natural»-, tal como se expresa en la Cuarta Partida de Alfonso el Sabio 133 o en Libro de los estados de don Juan Manuel 134 , tuvo que favorecer el mantenimiento de la conciencia de Hispania como ámbito geográfico compartido y abrir la posibilidad de su futura existencia política, tal como se había dado en el pasado 135 . La personificación literaria de Hispania presente en la laus Hispaniae de Isidoro, en los lamentos de la Crónica mozárabe de 754, en la laus del códice de Roda, en De excellentia Hispaniae del Tudense, en De comendatione Hispaniae y la Deplorado
Hispaniae
de Jiménez de Rada, en «Del loor de Espanna como es complida de todos bienes» y «Del duello de los godos de Espanna et de la razón porque ella fue destroyda» de la Estoria de España de Alfonso el Sabio, así como su transmisión a las derivaciones posteriores de estas obras, contribuyó sin duda a fortalecer esa conciencia y a establecer una asociación entre el marco geográfico y su potencial dominio político.
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Cuarta partida: «Uno de los grandes debdos que los omnes pueden auer unos con otros es naturaleza. Ca bien como la naturaleza los ayunta por linaje, assi la naturaleza los haze seer como unos por luengo uso de leal amor» (IV, 24, 1, Corfis 1997: f. 280v, grafía mía); «Diez maneras pusieron los antiguos de naturaleza. La primera e la mejor es la que han los omnes a su señor natural porque tan bien ellos como aquellos cuyo linaje descienden nascieron e fueron raygados e son en la tierra onde es él señor» (IV, 24, 2, Ibídem); «A los señores deuen amar todos sus naturales por el debdo de la naturaleza que han con ellos. [...] E a la tierra han gran debdo de amarla e de acrecestarla e morir por ella si menester fuere» (IV, 24, 4, Ibídem). Don Juan Manuel, Libro de los estados: «asi commo los naturales son tenidos de guardar al su sennor natural asi commo los vasallos, et avn mas que los vasallos, por la naturaleza que an con el, asi los sennores deuen guardar a los sus naturales tanto commo a los vasallos [...]. Et la razón por que los omnes son naturales de los sennores es por [que] ellos et los donde ellos vienen son poblados et visquieron en su heredat. Et por que segund dizen todos los sabios que el luengo vso toma en naturaleza, por ende los que de luengo tiempo nascieron et viuieron et murieron en vn sennorio, et no saben de otro, es le[s] ya naturaleza. Et por que la naturaleza es tan fuerte cosa que se non puede desfazer, por ende tienen que el mayor deudo que es entre los omnes que es la naturaleza» (Blecua 1981: vol. I, 379). Véanse a este propósito las palabras de Catalán (1987 2 : 37): «La concepción unitaria del solar "España" hacía posible extender a ese territorio políticamente plural el concepto de "naturaleza" y, en consecuencia, defender la existencia de lazos naturales, indisolubles, entre los naturales de sus varios reinos».
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NOTA FINAL: EXCURSO LINGÜÍSTICO
Es casi inexistente el término español (o variantes como lenguaje de España o
hispánico
linguá) para referirse a la(s) lengua(s) habladas en la España medieval en el período que nos ocupa, salvo en textos escritos en latín y/o por individuos foráneos a la Península (como los colaboradores francos o italianos de Alfonso X) 136 . La conciencia de la entidad geográfica de Hispania y de su potencial político no ofrece dudas en las fuentes historiográfícas, pero no se acompañó, salvo excepcionalmente, de una denominación peninsular para la lengua, a pesar de que hay motivos para pensar que las diferencias lingüísticas entre las variedades romances que surgieron en la Península no eran percibidas como barreras o fronteras. Las razones de tal elusión no pueden residir en el origen foráneo de español, pues ese gentilicio se utilizaba habitualmente para traducir hispanus o hispanicus de las fuentes latinas como indicación de naturaleza. A este propósito, son reveladoras las formas en que se tradujo la alusión al Yspanico sermone en que se expresa el dicho popular sobre la muerte de Almanzor transcrito por Lucas de Tuy. Mientras que los traductores alfonsíes lo identificaron como castellano, los aragoneses no tuvieron empacho en traducirlo como español, pese a la impronta aragonesa de la lengua meta, quizá por estar más familiarizados con el término en esa acepción lingüística 137 . La postergación de español con denotación lingüística se debe seguramente al empleo general de romanz, romance, nuestro lenguaje y otras expresiones sin adscripción geográfica para referirse a la lengua hablada en la Península. En ellas contaba más el contraste con el latín, el árabe o el griego que la identidad diferenciadora de las lenguas romances. La difusión temprana de lenguaje o romanz castellano
para las variedades habladas en la
jurisdicción política castellanoleonesa representó un uso pionero que tardaría tiempo en encontrar paralelo en Aragón, quizá debido al bilingüismo del reino. Es significativo que la Grant Crónica de España de Juan Fernández de Heredia, que maneja en gran medida fuentes
136
137
Puede verse una detallada revisión en Cano (2013), con abundante bibliografía. El valor político que adquiere la lengua en los intelectuales e historiadores del siglo XV fue magistralmente analizado por Catalán (1986). Para más testimonios véase asimismo Fernández Gallardo (2012). «Mirabile est dictu quod ipsa die, qua in Canatanazor succubuit Almanzor, quidam quasi piscator in ripa fluminis de Guadalquiuir quasi plangens modo Caldayco sermone, modo Yspanico clamabat dicens: 'En Canatanazor perdio Almanzor el tambor', id est, in Canatanazor perdidit Almanzor timpanum siue sistrum, hoc est, leticiam suam» (Falque 2003: IV, 39,18-23, p. 271). Versión crítica de la Estoria de España: «Ese dia que Almanzor fue venpido, andaua vn omne en guisa de pescador por rribera de Guadalquir dando bozes e llorando e faziendo duelo, e diziendo asy vna vegada por arauigo et otra por lenguaje castellano: "En Canatana?or perdio Almanpor el atamor", et quiere esto dezir asy, que en Canatanafor perdio Almanzor el su poder e el su brio et la su alegría» (Campa 2009: 351-52). La Versión amplificada no difiere significativamente (PCG, p. 449b39_49). Juan Fernández de Heredia, traducción del Chronicon Mundi (1385): «E aquel dia que Almezorre fue uencido en Canatanazor, 1 hombre qui semblaua pexcador staua sobre la ribera del fluuj de Cadalquj, hombre quasi planyent, e cridaua a dies en arabico, a dies en espanyol, dizient: "En Canatanazor perdio Almezorre el tambor". Es a saber, que Almazorre perdio en Canatanazor el pandero o tímpano e la alegría suya» (CORDE).
95
L A DENOTACIÓN DE 'ESPAÑA' EN LA E D A D MEDIA.
alfonsíes, eluda, en todas las ocasiones, el empleo de acotadoresgeográficos al referirse a la versión romance aragonesa de voces latinas y se conforme con nuestro lenguaje,
nuestra
lengua, romanz o romance, a pesar de que alguna obra del escritorio herediano declare traducir a la lengua aragonesam.
La tendencia a identificar lengua o lenguaje español con
castellano tendrá lugar de forma paralela a la identificación de Castilla con España a lo largo del siglo XV, pero lo cierto es que, con anterioridad, apenas se documenta.
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INÉS FERNÁNDEZ-ORDÓÑEZ
UBIETO ARTETA, A .
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105
La lengua de las primeras constituciones hispánicas: el cambio léxico-semántico M. a Teresa García-Godoy (Universidad de Granada)
1. INTRODUCCIÓN
En el primer tercio del siglo XIX, se produce una significativa transformación de la nomenclatura
política
en
el
contexto
del
naciente
constitucionalismo
hispánico.
Cronológicamente, este lapso coincide con la primera modernización de la lengua española 1 y, a la vez, con los estertores de la etapa lingüística colonial. La era constitucional deslinda los dos periodos históricos del español americano: la Colonia y la Independencia. De este modo, los españoles de ambos hemisferios, como dirían los doceañistas, acuñan la moderna terminología juridicopolítica, en pleno proceso de emancipación americana. Como es sabido, en las historias de los llamados léxicos de especialidad, es habitual excluir las fuentes americanas. Por ello, el llamado derecho indiano y los códigos constitucionales ultramarinos
faltan
en
los
estudios
diacrónicos
de
la
nomenclatura
política.
Consecuentemente, aun hoy desconocemos si, en la historia del género legislativo, existen indicios de diferenciación lingüística entre la metrópoli y las colonias, especialmente desde el momento en que se consolidaron las identidades lingüísticas americanas. Básicamente, las provincias de ultramar coinciden con la metrópoli en las modas terminológicas reflejadas en las primeras constituciones hispánicas. Pero, en pleno proceso de independencia americana, las fuentes del naciente parlamentarismo hispánico podrían revelar rasgos léxicos de diferenciación diatópica. A este respecto, la nomenclatura política diferencial, planificada por los independentistas americanos, revelaría la estrecha vinculación entre cambios históricos, mutaciones lexicosemánticas y configuración de identidades lingüísticas regionales 2 . La importancia de los factores externos en el cambio lexicosemántico se ha puesto de relieve repetidas veces. Sin lugar a dudas, el léxico es el nivel de lengua más permeable a las transformaciones políticas, culturales y científicas. Por ello, el siglo de las revoluciones políticas es también un siglo de revolución léxica, alentada por las nuevas élites que ostentan el poder. Pero el modo de revolucionar la nomenclatura política pudo ser diferente en ambas
2
La Edad Moderna del español abarca, como es sabido, los siglos XVIII y XIX. Para la variedad americana, en esta etapa se adopta la fecha de 1800 como frontera cronológica entre el español colonial y el español de la Independencia. Recientemente se ha advertido un subperiodo, denominado primer español moderno o español moderno temprano, que abarca, aproximandamente, ciento cincuenta años (h. 1675-1825) (Octavio de Toledo 2008: 895, Girón Alconchel 2008: 2251-2252, García-Godoy 2012: 10-11; cfr. Melis/Flores/Bogard 2003: 2-3). Ya en los años ochenta, Guitarte (1983: 176) había planteado la necesidad de estudiar, con un enfoque comparativo, la renovación léxica de las Cortes de Cádiz y la que impulsan los independentistas de ultramar.
L A LENGUA DE LAS PRIMERAS CONSTITUCIONES HISPÁNICAS: EL CAMBIO LÉXICO-SEMÁNTICO
márgenes del Atlántico. Las divergencias léxico-semánticas que, de forma consciente, acuñan los constitucionalistas
colombianos,
argentinos,
chilenos,
mexicanos,
etc.
pudieron
consolidarse, históricamente, como identificadores lingüísticos americanos. En los estudios diacrónicos sobre los léxicos de especialidad, no es habitual incluir el parámetro de variación diatópica. Bien es cierto que los textos científico-técnicos de la norma urbana culta no son el hábitat natural de las voces dialectales. Por este motivo, no sorprende que, en la historia del léxico americano, falten ejemplos de dialectalismos políticos y administrativos de la era constitucional. No obstante, en los procesos de neologia desencadenados en el primer tercio del siglo XIX, como se demostrará en este trabajo, es posible advertir caracterizadores léxicos regionales, en vocablos de esa índole. La nomenclatura institucional de la antigüedad clásica {prefectura, prefecto),
reciclada
semánticamente por los revolucionarios galos, constituye uno de los principales elementos de divergencia léxica del constitucionalismo ultramarino. El concepto de poligénesis temporal, como es sabido, explica estos procesos diacrónicos de reciclaje léxico, especialmente frecuentes en el español del siglo XIX (Alvarez de Miranda 2008: 8-9). Además de estos rescates léxicos, las fuentes ultramarinas revelan otras particularidades neológicas, tanto endógenas (negrada, ciudadanato) como exógenas (complotado, retaliación), cuya historia documental parece iniciarse en los primeros años de la Independencia. La neologia diferencial, patrocinada por los independentistas americanos, afecta, principalmente, a las circunscripciones administrativas (cantón, departamento, municipalidad) y a la flamante dinámica electoral y parlamentaria, que comenzaba a implantarse por entonces (sufragar, sufragante). En estas áreas designativas pueden localizarse neologismos particulares de América, que acabaron integrados en la estructura léxica del idioma como hechos de lengua, a diferencia de otras innovaciones ocasionales, de escasa generalización, que cundieron en la época. En este trabajo se postula que, a comienzos del XIX, determinados neologismos políticos constituyen un nuevo elemento de diferenciación dialectal entre España y América. Los independentistas promueven voces neológicas divergentes de la metrópoli, que se erigen en caracterizadores lingüísticos regionales, tanto en el plano sincrónico, como en el diacrònico. De hecho, las principales divergencias léxicas, urdidas por los constitucionalistas de ultramar hacia 1812, han adquirido carta de naturaleza en el diccionario oficial de americanismos (DA) y son hoy dialectalismos bicentenarios. El presente trabajo se vertebra en seis partes, además de esta introducción. En primer lugar, se alude brevemente al corpus empleado. A continuación, se ofrece un somero balance 108
MARÍA TERESA GARCÍA-GODOY
bibliográfico sobre la historia del léxico político en los siglos XVIII y XIX. El siguiente apartado se dedica a la peculiar modernización de la terminología política hispánica. La penúltima parte, previa a las conclusiones, incluye un análisis sobre los neologismos diferenciales de América, documentados en el corpus base. En ella, también se ofrece la primera visión diacrònica de actuales dialectalismos políticos, que se fraguaron en las fuentes del primer constitucionalismo hispánico.
2. EL CORPUS
En la Edad Moderna de la lengua española surgen novedosos subgéneros en los que, de manera prototípica, se canalizan los discursos constitucionalistas: la carta magna, el diario de sesiones y la prensa política. En esta tipología textual se cimenta el corpus base del presente estudio, toda vez que, en los actuales corpus diacrónicos, apenas existen documentos de esa naturaleza. Las fuentes documentales, cronológicamente, corresponden al primer tercio del siglo XIX e incluyen una selección representativa de textos españoles y americanos, especialmente de las variedades chilena y mexicana 3 . Además de este corpus base, se han empleado el Corpus Diacrònico del Español {CORDE) y el Corpus del Nuevo Diccionario Histórico del Español (CNDHE) 4 , en la reciente versión de pruebas.
3. ESTADO DE LA CUESTIÓN
La diacronia del léxico político moderno sigue, en el dominio del español, la doble perspectiva de análisis que se había consolidado en Europa, desde la segunda mitad del siglo XX. La designación de los cambios sociopolíticos es un objeto de estudio compartido por historiadores del léxico e historiadores de los conceptos, de modo que la mixtura de los dos enfoques gravita en los estudios previos. Ambos han explorado la acuñación de la nomenclatura constitucional durante el primer tercio del XIX, privilegiando aquellas voces en las que se condensó la nueva teoría política {soberanía, nación, liberalismo, etc.). En torno a 1960, en el panorama investigador europeo, se convierte en centro de interés estudiar la modernización del vocabulario sociopolitico, a partir de la Revolución francesa. En 3
4
Sobre la acelerada generalización de cambios léxico-semánticos en la prensa decimonónica, véase Vallejos de Llobet (1990b), Stravaková (2007). En Pascual/Domínguez (2009) se explica el diseño de este corpus, orientado al léxico común y no al especializado. La consulta del CNDHLE en este trabajo obedece al hecho de que los términos políticos, frecuentemente, se trasvasan a la lengua general y viceversa. Esta nueva infraestructura de investigación, como es sabido, incluye también el acceso al fichero general de la RAE (FG/RAE).
109
L A LENGUA DE LAS PRIMERAS CONSTITUCIONES HISPÁNICAS: EL CAMBIO LÉXICO-SEMÁNTICO
este contexto, lingüistas y sociólogos impulsan dos enfoques metodológicos diferentes. Se trata, por una parte, del modelo lexicológico de «palabras e ideas», aplicado al vocabulario sociopolítico del francés moderno por Matoré (1953), Dubois (1962), etc. Y por otra, del enfoque defendido por Kosseleck (Brunner/Werner/Koselleck: 1972), desde la historia de los conceptos, para analizar, en el alemán, los efectos léxicos de la revoluciones políticas modernas. En el ámbito hispánico, son los trabajos realizados y dirigidos por Lapesa los que aplican el modelo de los lexicólogos franceses a la historia del español moderno peninsular, especialmente el lapso comprendido entre la Ilustración temprana y las Cortes de Cádiz (Lapesa 1966/1967; Seoane (1968); Álvarez de Miranda (1992) 5 . La estela de estos trabajos pioneros se pecibe en estudios posteriores sobre el léxico del primer liberalismo español y mexicano (García-Godoy 1998, 1999). Al margen de este modelo lexicológico, las variedades americanas habían sido exploradas en estudios
filológicos
de otra índole, impulsados
tempranamente por Rosenblat, a comienzos de los sesenta y, más tarde, por Fontanella de Weinberg, ya en la década de los noventa. El primero dirigió la investigación de Hildebrandt (2001 [1961]) sobre el léxico de Bolívar, mientras que Fontanella de Weinberg promovió los estudios del léxico político en la variedad bonaerense del mismo periodo (Vallejos de Llobet 1990a, 1990b; Fontanella de Weinberg 1992). Además, el léxico político de algunos proceres venezolanos y argentinos se ha revisado, parcialmente, en los trabajos de Belda (1965-1966, 1988), Gardella (1969) y Ramírez Luengo (2011). Recientemente, se han explorado algunos de los primeros neologismos postcoloniales en fuentes venezolanas (Frago 2007), chilenas (Franco Figueroa 2010, 2011) y mexicanas (Bastardín 2011). Volviendo a la historia de los conceptos, Fernández Sebastián (2002), como ya se ha mencionado, introduce en el ámbito hispánico el modelo metodológico de Koseleck para el alemán moderno. Los cambios léxicos introducidos por el liberalismo en España pueden seguirse en numerosas monografías de Fernández Sebastián (2008). Pero merece destacarse el reciente proyecto Iberconceptos, cuyas publicaciones ofrecen la primera visión panhispánica de cómo se expresó léxicamente el entramado conceptual del liberalismo (Fernández Sebastián 2009a, 2009b, etc.). Conviene destacar que, en esta obra, el historiador del léxico puede encontrar las primeras noticias sobre la transformación de un subdominio científico en todas y cada una de las regiones latinoamericanas, según se refleja en la publicística del momento y no en la obra particular de autores concretos. 5
Sobre los aportes de Lapesa a la historia moderna del léxico español, véase Álvarez de Miranda (2004: 10421048; 2009: 269-271).
110
MARÍA TERESA GARCÍA-GODOY
Pese a estas diferencias metodológicas, filólogos e historiadores del derecho, en sus trabajos sobre la nomenclatura constitucional, coinciden en orientar el estudio del cambio léxico-semántico hacia vocablos de contenido abstracto, vinculables con la teoría del régimen representativo. De este modo, se focaliza el análisis en una muestra léxica, especialmente proclive para desarrollar acepciones de índole intelectual y abstracta {patria, ciudadano).
pueblo,
Por esta razón, el estado actual de conocimientos presenta desequilibrios
importantes en los distintos subdominios de la política. Apenas han sido explorados los términos de los modernos procedimientos jurídico-administrativos, del sistema electoral, de la defensa territorial, del parlamentarismo. Por el contrario, en la historia del léxico político, cunden los estudios monográficos de voces como nación, revolución, liberal, etc. y sobre la ampliación de sus respectivas familias léxicas, en las primeras décadas del ochocientos. 6 Haciendo recapitulación, los estudios del léxico político moderno, en general, y el del periodo de Independencia en particular, según el balance bibliográfico, presenta las siguientes características: a) Resultados de investigación previos al nacimiento de las nuevas herramientas informáticas (corpus diacrónicos). b) Énfasis en el criterio de autoridad idiomàtica y en los llamados «vocabularios de autor» (Larra, Bolívar, Miranda 7 ). c) Privilegio
del
español
peninsular,
en
detrimento
de
las
variedades
americanas
(especialmente Centroamérica). d) Predominio de descripciones sincrónicas, exentas de análisis diacrónicos. e) Selección aleatoria de áreas designativas, con grandes asimetrías en los estudios del español peninsular y el americano. f) Análisis precario de la estructura del léxico político moderno (elementos constitutivos). g) Limitada atención a los factores ideológico y diatópico, en los procesos de variación léxica 8 .
6
7
8
Existen varias monografías sobre las voces liberal y liberalismo (Marichal 1956, 1996; Llorens 1958; Grases 1961, 1985). También han sido objeto de estudio particular las palabras pueblo/nación (Monguió 1978, Goldman 1985) y revolución (Moliner Prada 1990, Armas 1992). En Fernández Sebastián (2009b) se analiza la evolución iberoamericana de las cuatro primeras voces entre 1750 y 1850, junto con otros términos clave de la moderna teoría política (ciudadano/vecino, América!americano, constitución, federación ¡federalismo, historia, opinión pública y república!republicano). En este último estudio, se ofrecen los derroteros evolutivos de estas quince designaciones políticas, en nueve países iberoamericanos (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, España, México, Perú, Portugal y Venezuela). Sobre estos tres autores versan, respectivamente, los estudios léxicos de Ruiz Otín (1983), Hildebrandt (2001 [1961]) y Belda (1965-1966, 1985). El peso del factor ideológico en la configuración de las identidades lingüísticas americanas se aborda, parcialmente, en los estudios de García Martín (2011), Sánchez Méndez (2011) y Quesada Pacheco (2011). 111
L A LENGUA DE LAS PRIMERAS CONSTITUCIONES HISPÁNICAS: EL CAMBIO LÉXICO-SEMÁNTICO
A tenor de este balance bibliográfico, fácilmente puede concluirse que, en la historia de la lengua española, merece revisarse la primera modernización del léxico político. Los trabajos previos explican, de forma ejemplar, algunos cambios léxico-semánticos en regiones concretas, pero estamos lejos de conocer todos los procesos de cambio involucrados en la acuñación de la neonomenclatura política, especialmente en la dimensión más morfológica. Los mecanismos de creación léxica y los vínculos entre léxico y sintaxis son dos parámetros de análisis que permitirían avanzar en el estado actual de conocimientos. En lo atinente a la morfología derivativa, la exploración diacrónica de determinados sufijos podría ser fructífera (Pharies 2002, Rainer 2009). A este respecto, nuestro corpus base apunta tres posibles indicadores de variación diatópica, en las fuentes americanas: a) contienda de los sufijos -ato (criollato, gachupinato)l-ismo
{criollismo, gachupínismo)9,
con referencia a los
sistemas de gobierno; b) sufijo -ada para la designación colectiva de grupos sociales, en determinados
registros
(negrada,
indiada,
criollada,
productividad del sufijo -aje (negraje, caudillaje,
gachupinada)10;
criollaje),
c)
diferente
aplicados a la misma esfera
designativa; d) lexicalizaciones particulares de la derivación apreciativa (cabecilla 'jefe de rebeldes'). Estos cuatro aspectos podrían manifestar, en la primera modernización del léxico político español, una historia diferente en América". Por lo que respecta a los vínculos entre léxico y sintaxis, se echan en falta investigaciones sobre la moderna combinatoria léxica en el ámbito político 12 . Las palabras cambian sus redes en la Edad Moderna de la lengua española: dar la palabra y tomar la palabra son novedades introducidas con el parlamentarismo decimonónico. Levantar acta, levantar la sesión son combinaciones fraguadas en el primer tercio del XIX. Desde ese momento, en la historia de la lengua española comienzan a segundarse/secundarse
las mociones.
Por otra parte, respecto de las llamadas palabras gramaticales (Espinosa Elorza 2010, 2012), también merecería explorarse la variación por cuanto/porquel3;
tan luego
comou/tan
pronto como, en la jurisprudencia moderna americana.
10
11
12
13
La contienda de estas cuatro variantes parece limitarse al uso americano del primer tercio del XIX. Nuestro corpus base presenta ocurrencias, principalmente, en la variedad mexicana. Estas tres voces, atestiguadas en nuestro corpus base, son actualmente dialectalismos americanos recogidos en el DA. Ha de advertirse que las cinco voces incluidas en los apartados b y c cuentan con lema propio en el diccionario académico de americanismos (DA). Cfr. Seco (1988), Congosto/Quesada Pacheco (2009). Cabe precisar también que la acepción política de cabecilla se vincula con el uso americano en el primer diccionario académico. García-Godoy (1998: 248-9). Al margen de los léxicos de especialidad, la combinatoria léxica está empezando a ser analizada, en perspectiva diacrónica (Alba-Salas 2007, García Pérez 2007). En el Congreso Mexicano (1821-1823), el diputado Guridi y Alcocer repara sobre la variación de ambos elementos en los códigos constitucionales y reprueba este uso innovador: «En cuanto a la propiedad del
112
MARÍA TERESA GARCÍA-GODOY
Esta situación sobre la diacronía del léxico constitucional confirma, a pequeña escala, el estado actual de la investigación en historia del léxico español, según las recientes revisiones efectuadas por Dworkin (2005a, 2005b), Alvarez de Miranda (2005, 2006) y Clavería Nadal (2012), entre otros.
4 . QUE EN LOS PAPELES DE OFICIO SE GUARDE EL LENGUAJE CONSTITUCIONAL-, LA PECULIAR MODERNIZACIÓN DEL LÉXICO POLÍTICO HISPÁNICO
Con respecto a la diacronía de otras nomenclaturas, el léxico político presenta ciertas particularidades evolutivas en el periodo moderno. Las principales diferencias estriban en la difusa delimitación de la nomenclatura política y en la tardía renovación léxica de este dominio científico. Además, el carácter planificado de algunos cambios léxico-semánticos pone de relieve la asunción del parámetro ideológico, como factor clave en la transformación del léxico político, a ambos lados del Atlántico. Las inusitadas disposiciones sobre el vocabulario que ha de regir en la nueva era constitucional no tienen parangón en otros periodos históricos del español y evidencian una escisión entre la metrópoli y las nacientes repúblicas americanas, respecto de la planificación oficial de neologismos. Veamos estas tres características.
4.1 Delimitación
precaria
En la historia de los léxicos de especialidad se advierten, por una parte, las difusas fronteras entre algunos dominios científico-técnicos y, por otra, la terminología compartida por distintas ramas del conocimiento. Ambos aspectos cobran especial relevancia en la moderna ciencia política, cuyo léxico presenta un carácter sumamente misceláneo. La frágil delimitación de la nomenclatura política, como léxico de especialidad, refleja la dificultad de deslindar, en la época, la filosofía moral de la política propiamente dicha. Igualmente, obedece a una división de la jurisprudencia todavía incipiente (García de Enterría 1994: 31-37). Conviene recordar que la recepción del derecho público, ideado por los enciclopedistas franceses, se recibe en España en torno a 1850, con casi medio siglo de retraso, respecto de otros países europeos. Además, las primeras bases del moderno derecho
14
lenguaje, se asienta en el art. 30 [...] la partícula porque, contra el uso común de las leyes, cédulas, escrituras y todo lenguage, que en semejante caso usurpa la partícula por cuanto»(DJL, 454). Tan luego como debió comenzar un proceso de obsolescencia en el español decimonónico, más acentuado en la Península, que en América. Los usos contemporáneos que arroja el CORDE se localizan, exclusivamente, en regiones americanas. Los únicos ejemplos del corpus base se encuentan en las constituciones de ultramar: «Art. 154. Las Asambleas, tan luego como sea posible, establecerán el sistema de jurados» (Const.Centroamérica 1824, 727); «Art. 159. Las Legislaturas, tan luego como sea posible, establecerán el sistema de jurados» ( R e f o r m a s . Const., República de Centroamérica 1835, 765).
113
L A LENGUA DE LAS PRIMERAS CONSTITUCIONES HISPÁNICAS: EL CAMBIO LÉXICO-SEMÁNTICO
administrativo se establecen en el primer tercio del XIX, solo de forma precaria. Por otra parte, hay que destacar el carácter confesional del liberalismo hispánico y la peculiar simbiosis entre el código civil y el canónico hasta los días de la Gloriosa. De estas intersecciones entre ámbitos de especialidad fronterizos, quedaron huellas léxicas que caracterizan los primeros discursos constitucionalistas hispánicos. He aquí algunas: a) rechazo de la moderna terminología del laicismo (humanidad\ fraternidad,
filantropía),
de cuño
galicista (García-Godoy 1998: 109-113); b) incursión de términos religiosos (hereje 'liberal'), especialmente como fuente de dicterios políticos (García-Godoy
1998: 294-338); c)
pervivencia decimonónica de términos religiosos medievales (velado, velación), para designar el estado civil (García-Godoy 2006). Estas circunstancias alimentan la idea de que el léxico empleado por los constitucionalistas hispánicos es protomoderno, toda vez que combina términos consolidados en la tradición escolástica española, con neologismos de jurisprudencia moderna y con voces trasvasadas de dominios científicos tan diversos como la economía {agiotaje), {cantón),
la astronomía {revolución),
la administración militar
la medicina (crisisj o la química
{refractario).
Consecuentemente, la muestra léxica que analizaremos en el siguiente apartado solo puede considerarse política en el sentido misceláneo y elástico de la época.
4.2. Modernización
tardía
La ciencia política habría sufrido en España una modernización léxica más lenta que otras disciplinas. Las fuentes jurídicas hispánicas, en el siglo XVIII, presentan menor número de neologismos que los tratados de otros ámbitos técnicos, cuyas nomenclaturas habían actualizado los científicos novatores, de forma significativa. Los procesos de renovación léxica impulsados por la Ilustración hispánica no se perciben claramente en la ciencia política hasta 1808, aunque existían indicios desde 1780 (Fernández Sebastián 2008). Esta renovación del léxico político, relativamente tardía, explica el hecho de que las designaciones del «arte de gobernar» en el quicio de los siglos XVIII y XIX, básicamente, sean las mismas que en el periodo clásico. Una somera cuantificación de las innovaciones lexicosemánticas, atestiguadas en los estudios previos, revela que es en el reinado de Fernando VII cuando se produce la primera modernización significativa del léxico político en la lengua española. Naturalmente, las limitaciones de los estudios previos circunscriben esta tendencia al español peninsular, única variedad en la se ha analizado la evolución de este léxico de especialidad en las dos centurias
114
M A R Í A TERESA G A R C Í A - G O D O Y
que abarca la Edad Moderna de la lengua española 15 . En términos cuantitativos, el incremento sustancial de cambios léxico-semánticos en los orígenes del constitucionalismo español, empíricamente, demuestra la tendencia ya señalada por Fernández Sebastián, basada en análisis cualitativos. La acelerada evolución de la terminología política, entre 1808 y 1830, no solo atañe a la designación de los conceptos señeros del liberalismo, sino que es extrapolable a los diferentes subdominios de la política, en el denominado siglo de las revoluciones.
120
100
80
60
40
20
0 Carlos III
Carlos IV
Fernando VII
Reg. M. Crist.
Figura 1. La primera modernización de la nomenclatura política (reinados Borbones) Proporción de cambios léxico-semánticos, según los estudios previos
4.3 Planificación de la neonomenclatura oficial: divergencias
diatópicas
Los decretos sobre el uso institucional de determinadas voces jurídico-políticas constituyen una novedad del español decimonónico. Los diputados, convertidos en autoridades lingüísticas, dictaminan sobre el carácter oficial u oficioso de la nueva terminología constitucional. La nueva era política impulsa una cadena de cambios léxicos, que, por primera vez, son objeto de debate parlamentario, en la historia de la lengua española. Las flamantes designaciones institucionales, la inestabilidad de los significados nuevos, la peligrosa 15
La tendencia indicada en la tabla 1 refleja la somera cuantificación de los indicadores neológicos fechados entre 1740 y 1840, según la información reflejada en las monografías del léxico político y social. Para los reinados de Carlos III y Carlos IV, se han contabilizado los neologismos incluidos en los trabajos de Alvarez de Miranda (1992), Aymes (1999), Étienvre (1999), Gil Novales (1992) y Moliner Prada (1984-1985). Los periodos en los que reinó Femando VII se han explorado en los estudios de Cullen (1958), Seoane (1968), García-Godoy (1998, 1999) y Gil Novales (1975). Finalmente, los neologismos introducidos durante la regencia de M.a Cristina se han contabilizado, sobre todo, en las monografías de Peira (1975, 1977, 1987) y, en menor medida, en los trabajos de Lapesa (1985) y Ruiz Otín (1983).
115
L A LENGUA DE LAS PRIMERAS CONSTITUCIONES HISPÁNICAS: EL CAMBIO LÉXICO-SEMÁNTICO
adopción de voces laicas, el uso partidista de los vocablos son temas predilectos de los constitucionalistas españoles y americanos. Las disposiciones sobre la implantación oficial de neologismos administrativos (1) o sobre la prohibición de voces ominosas en los papeles de oficio (2) revelan que los españoles de ambos hemisferios, en el ámbito político decimonónico, abusaban de las palabras, de manera similar a como los franceses lo habían hecho en tiempos de la Revolución. (1)
(2)
Sr. Conde de Toreno: llamó la atención del Congreso acerca del lenguage de que se usa en una circular del ministerio de guerra [...] pues se usa de la expresión juez político en vez de la de geje político de que usa la constitución (Conciso, Cádiz 7-10-1812). Decreto de Fernando Vil. Durante mi ausencia en España se suscitaron dos partidos titulados de serviles y liberales [...] es mi real voluntad [...] que hasta las voces liberales y serviles desaparezcan del uso común (Decretos, Cádiz, 26-1-1816).
La facultad de fijar modelos lingüísticos atribuida a los congresos constituyentes determina la implantación oficial de neologismos políticos, en todo el dominio hispánico 16 . Los constitucionalistas prescriben la acomodación léxica de la lengua antigua a los modernos términos filosófico-democráticos, como se decía en la época. La implantación de esos reajustes léxicos, en los papeles de oficio, pone al descubierto una escisión en los modelos lingüísticos institucionales de la metrópoli y de las nacientes repúblicas americanas. En el siguiente apartado, se ofrecerán ejemplos de convergencia y divergencia léxicas entre España y América, reveladas en las fuentes constitucionales de la época.
5 . LA VARIACIÓN d i a t ó p i c a EN LAS FUENTES DEL CONSTITUCIONALISMO HISPÁNICO ( 1 8 0 0 1835)
Los grandes desequilibrios documentales que exhiben los corpus, de unas regiones a otras, dificultan el estudio diacrònico del léxico en perspectiva panhispánica. La documentación del CORDE y del CNDHE, relativa al léxico constitucional decimonónico, es escasa para el español europeo y casi inexistente para el americano. Estas lagunas informativas de la actual infraestructura de investigación, por ende, se evidencian en discontinuidades cronológicas y diatópicas
engañosas:
algunas
innovaciones
léxico-semánticas,
atestiguadas
movimientos asamblearios de España y América, no figuran en esos dos corpus irrevocabilidad,
el statu
quo).
en
los
(preopinante,
Igualmente, faltan en ellos noticias americanas sobre
adopciones neológicas que parecen sincronizadas a ambos lados del Atlántico, en el primer tercio del XIX (agiotaje, disidente, 16
inalienable,
terrorista,
veto). En consecuencia, los
Merece destacarse que un grupo destacado de intelectuales compartía la doble condición de diputado y académico (García de Enterría 1994: 210-220; cfr. Battaner 2008, 2009).
116
MARÍA TERESA GARCÍA-GODOY
indicios documentales de variación diatópica en tales corpus presentan poca fiabilidad. Además, el CORDE y el CNDHE apenas incluyen constituciones y periódicos, hecho que podría distorsionar los indicadores cronológicos y diatópicos de determinados neologismos, toda vez que su historia documental pudo iniciarse, precisamente, en esos géneros discursivos emergentes en todo el dominio hispánico, a comienzos del ochocientos. Partiendo de este escollo documental, en este apartado se pretende demostrar el potencial de determinadas tipologías textuales, respecto de las documentaciones tempranas de la neonomenclatura política, acuñada por los españoles de ambos hemisferios. Para ello, se analizará una veintena de innovaciones léxico-semánticas que, en el mundo hispánico, se relacionan estrechamente con la implantación del régimen representativo. Atendiendo a los parámetros cronológico y diatópico, nos proponemos cotejar la información que sobre esa muestra léxica arrojan el CORDE y el CNDHE, en contraste con los datos contenidos con nuestra selección de fuentes constitucionales y periodísticas (corpus base). En este análisis cualitativo se abordarán, separadamente, las coincidencias y divergencias documentales entre España y América, en esos tres corpus.
5.1 Las fuentes españolas y americanas: coincidencias documentales En el lapso 1800-1835, los principales neologismos de la teoría constitucional se acuñan, simultánemente, en todo el dominio hispánico17. Los aspectos clave de la primera modernización del léxico político, ya señalados en los estudios previos, vuelven a confirmarse en nuestra antología de fuentes: por una parte, el trasvase de términos de la lengua general al ámbito político (liberal, constitución, moción, etc.) y, por otra, el desarrollo genealógico de acuñaciones dieciochescas (progresar, antisocial, constitucionalmente, etc.) se atestiguan en los documentos españoles y americanos. Pero además, en este corpus base, se revela que la neonomenclatura compartida por españoles y americanos no sólo se circunscribe al léxico conceptual, sino que abarca neologismos de otra índole, como el latinismo el statu quo (sust.) y voces como agiotaje, disidente, funcionario,
inalienable, irrevocabilidad,
preopinante,
retroactivo, terrorista o veto. Los ejemplos españoles y americanos de nuestro corpus base demuestran que los españoles de ambos hemisferios, entre 1800 y 1835, empleaban tales
17
Los nombres institucionales constituyen una excepción, como ya se ha señalado. Con todo, el sintagma diputación provincial, acuñado por los doceañistas (Const.Cádiz 1812, 83), penetró en los textos constitucionales de ultramar, especialmente en Centroamérica (BasesConst. Centroamérica 1823, 247). En el CORDE se incluye un solo ejemplo americano, incluido en una memoria sobre el estado político de Guatemala). La Gaceta del gobierno de México publicó en 1814 diversas proclamas de las diputaciones provinciales de Yucatán, Veracruz, etc. (GacetaM, 20-10-1814, 1).
117
L A L E N G U A DE LAS PRIMERAS CONSTITUCIONES HISPÁNICAS: EL C A M B I O LÉXICO-SEMÁNTICO
innovaciones léxico-semánticas. Este hecho ha pasado inadvertido en los estudios previos y, actualmente, no se evidencia en los corpus diacrónicos, como demuestra la figura 2.
agiotaje disidente funcionario inalienable irrevocabilidad preopinante retroactivo statu quo (sust.) terrorista veto
CORDE
CNDHE
C. BASE
Esp. Am.
Esp. Am.
Esp. Am. + + + + + + + + + + + +
+
-
+ + +
-
+ -
-
-
+
-
-
+
-
-
-
+
-
+
-
-
-
-
-
+
-
+
+
+ + +
+
+ +
Figura 2. Neologismos panhispánicos (1800-1835) presencia (+)/ausencia ( - ) en los corpus
La adopción de estas innovaciones léxicas, en la historia del español, parece estar sincronizada a ambos lados del Atlántico y se relaciona con la implantación del régimen representativo, en las diferentes regiones hispánicas. Adviértase que, actualmente, los ejemplos ultramarinos de (4) constituyen las únicas pruebas documentales sobre el uso americano de estos neologismos, durante el primer tercio del XIX. La vigencia panhispánica de tales innovaciones es inverificable en el CORDE y, en menor medida, en el CNDHE, debido al acusado déficit de la documentación americana, en ambos corpus. (3)
a. [...] si no el Statu quo antes de la revolución: este es el que debe exigirse; y no solo respecto al territorio, si no a lo político (Conciso, Cádiz, 18-1-1813, 4). b. [...] suministrar el prest mensual a todo individuo militar [...] pues ya es público el agiotage fraudulento (Duende, Cádiz, 20-12-1813, 142, 2). c. Se ha establecido por este gobierno (disidente) un tribunal de alta policía (Conciso, Cádiz, 21-12-1812, 8). d. Nació la primera de la ignorancia de los funcionarios, pues ni sus conocimientos, ni sus estudios tenían conexión con la ciencia de mandar hombres (Mercantil, Cádiz, 10-8-1811, 2). e. [...] renunciar por esta vez siquiera al imprescriptible e inalienable derecho de condenar, sin oirlo, verlo ni entenderlo (Procurador, Cádiz, 17-4-1813). f. [...] para que la constitución sea irrevocable es indispensable no sancionar este artículo, pues el mismo carácter de irrevocabilidad que en él quiere dársele es como decir que no haya constitución (Duende, Cádiz, 19-01-1812, 2). g. Sr. Martínez: yo suscribiría a la opinión del Sr. preopinante si no viese los daño que de ahí deben resultar (Conciso, Cádiz, 8-11-1812, 3). h. [...] por el registro de que esta ley no ha de tener efecto retroactivo (Conciso, Cádiz, 16-81812,3). i. Alégrate en el Señor/leal español oprimido/viendo que te da abatido/del terrorista el furor (.Procurador, Cádiz 14-5-1814, 2). j. Recordemos aquellas bellísimas dotrinas de la separación y equilibrio de los poderes para desterrar el despotismo. Aun el mayor de todos, el legislativo, nos pareció debía contrapesarse dando el veto o sanción de las leyes al Monarca (Sesiones, Cádiz, 17-03-1812).
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MARÍA TERESA GARCÍA-GODOY
(4)
a. [...] los oficiales que mandan en las fronteras de México, que creo que bastarán para coservar en tranquilidad el Statu quó hasta que un fallo definitivo en la línea divisoria renueva todo motivo de controversia (GazetaM, México, 2-2-1831, 2). b. Estando obligados a elegir entre un rédito seguro y las variaciones del agiotage, bien sea quedando de renteros o de especuladores de Bolsa (GacetaM, 12-10-1825, 4). c. Por el vocal de la junta disidente D. Manuel Belgrano, intentaba invadir y levantar la provincia (GacetaM, México, 3-10-1811, 5). d. Todas las Provincias, y mas que todas Cundinamarca, da a sus funcionarios los títulos de Señoría (Bagatela, Colombia, 16-1-1812, n° 31). e. [Diputado mexicano Guridi y Alcocer] Es decir que es una ley obligatoria aun antes de la sanción, la que solo le añadirá esa irrevocabilidad temporal que se pretende (Sesiones, Cádiz, 10-1-1812). f. [...] el mando, y recomendando la dignidad de esta clase de asambleas, y lo inalienable de las funciones (GacetaM, México, 9-6-1825, 2). g. [El sr. Bocanegra, diputado en la Junta legislativa mexicana]: [...] está por tanto conforme con lo propuesto por el mencionado sr. preopinante, que concilia los extremos (DJL h. 1823, 514). h. sobornando a los de su camarilla [...] publicando un decreto retroactivo al día siguiente (GacetaM, México, 1826, 1). i. el gobierno de Cádiz compuestos (sic) de Jacobinos terroristas, ocupados en mandar asesinos que nos destruyan (Correo, 5-8-1813, 191). j. 5 o Suspender por ningún pretexto la reunión de la Cámara Nacional luego que se pronuncie el veto del Senado (Const.Chile 1823, 12).
Respecto de los géneros discursivos implicados en los ejemplos de (3-4), ha de destacarse que, tanto en España como en América, las documentaciones tempranas de esta decena de neologismos se concentran, mayoritariamente, en la novedosa prensa política. Otras tipologías textuales, predominantes en el CORDE
y en el CNDHE
(relato extenso, oratoria,
historiografía) reflejan dichas innovaciones léxicas, con acusados desfases cronológicos. Al parecer, no todos los géneros discursivos fueron igualmente permeables a los cambios léxicosemánticos, iniciados durante el primer tercio del XIX, en el ámbito político-administrativo. A tenor de este análisis cualitativo, podría esgrimirse cierta correlación entre neología y género textual, en la primera modernización del léxico político panhispánico.
5.2 Divergencias documentales
americanas
El corpus base revela ciertas particularidades documentales en las fuentes de ultramar. En efecto, determinados cambios léxico-semánticos únicamente se atestiguan en los textos americanos o, cuantitativamente, tienen en ellos una incidencia más significativa. En la siguiente tabla, se representan únicamente las voces y acepciones cuya historia textual parece iniciarse en el primer tercio del XIX 18 , habida cuenta de que, en la etapa colonial, nunca se han atestiguado.
18
En el corpus base, las fuentes americanas también reflejan divergencias documentales ya reveladas en la época colonial, relativas a voces como erogación, cívico ('civil'), indiada, cabecilla, etc. Igualmente, algunas creaciones efímeras en el uso americano de la época, como ciudadanato o gachupinato, también se atestiguan, exclusivamente, en los textos ultramarinos del corpus base.
119
L A LENGUA DE LAS PRIMERAS CONSTITUCIONES HISPÁNICAS: EL CAMBIO LÉXICO-SEMÁNTICO
CORDE
cantón (adm.) cantonal (adm.) complotado departamental (adm.) departamento (adm.) municipalidad negrada prefecto (adm.) prefectura (adm.) retaliación retaliar sufragante ('votante') sufragar ('votar')
CNDHE
C. BASE
+
-
-
-
+ +
-
-
+
-
-
+
-
+
+
-
-
+ +
-
+ + + + +
+
+
-
-
-
-
-
-
-
-
+ + + +
Figura 3. Divergencias documentales americanas del corpus base reflejadas (+)/no reflejadas ( - ) en otros corpus (periodo 1800-1835)
Según estos indicios documentales, no es difícil suponer que, en los orígenes del parlamentarismo español, el empleo de determinados términos políticos podía revelar el origen español o americano del orador. Así, en el seno de las Cortes de Cádiz, el uso de las voces sufragante o municipalidad
era sintomático de que el diputado procedía de ultramar,
toda vez que los españoles preferían votante y ayuntamiento,
respectivamente. Por otra parte,
estas divergencias documentales, reveladas en las fuentes constitucionales americanas, llegaron a consolidarse, diacrónicamente, como dialectalismos políticos. La publicación, hace dos años, del diccionario oficial de americanismos nos permite comprobar que los elementos de la figura 3 siguen vigentes en época contemporánea. Por ello, los ejemplos del corpus base de (5-17) ilustran tanto procesos sincrónicos (neología diferencial americana del periodo 1800-1835) como diacrónicos (retrodatación de actuales dialectalismos del español atlántico, con dos siglos de historia). (5) (6) (7)
(8) (9)
(10)
Art. 4 [...] se verificará en el cantón de capuchinos como también la de existencias de arcas públicas, archivos y demás correspondiente al Estado (GacetaC, Caracas, 26-08-1813). Tenemos el gusto de insertar el siguiente oficio que sobre la junta cantonal de Tepic, a dicho ayuntamiento por conducto del gefe de cantón (GacetaM, México, 26-08-1825, 1). [...] agavillado con los oydores Aguirre, Carvajal, Bataller, fiscal Robledo y otra porción de asesinos complotados para perder a Iturrigaray, a un hombre de quien no habían recibido sino repetidos beneficios (Correo, México, 29-07-1813, 178). Art. 45 Reunidas las listas de las Juntas departamentales de cada Estado, su Asamblea hará un escrutinio de de ellas (Const.Centroamérica 1824, 710). Art. 79. La Asamblea procede como electoral Nacional, cuando elige, o censura funcionarios generales para toda la Nación; y es provincial cuando corresponde a un Departamento de ella (Const. Chile 1823, 29). Art. 14. Los Senadores de las Provincias se elegirán en la forma siguiente: cada Municipalidad nombrará un capitular y un propietario [...] para electores (Const.Argentina 1819).
120
MARÍA TERESA GARCÍA-GODOY
(11)
(12) (13) (14)
(15)
(16) (17)
[...] conmovió a la negrada de sus haciendas para oponerse a fuerza de armas; súpolo Iturrigaray, y aunque se formó expediente sobre este hecho sedicioso y escandaloso, lexos de castigar a su autor lo compadeció (Correo, México, 29-7-1813, 171). Art. 195. [...] sus Prefectos son Jueces ordinarios de ciertas demandas, y en otras conciliadores según el reglamento que se formará para todas estas gerarquías (Const.Chile 1823, 57). Art. 196. Las Prefecturas son la base política de las costumbres, virtudes, policía y estadística (Const. Chile 1823, 57). Prolongar la guerra y exaltar el odio, en circunstancias que los medios de retaliación, no solo son ya iguales, sino mayores, de parte de los que defienden su país contra un enemigo (GacetaL, Lima, 14-07-1819). [Extracto de noticias de Venezuela] Seguramente los Americanos tienen el más claro derecho a resistir y retaliar unas hostilidades que no llevan más objeto que rendirlos a discreción de un poder arbitrario (Español, Londres, n° 43, 1813, 319). Art. 77. Por ahora se formará una Asamblea electoral [...] que comprenda docientos (sic) Ciudadanos sufragantes (Const.Chile, 1823, 29). Art. 12. El Vicepresidente presidirá el Senado y sólo sufragará en caso de empate (BasesConst, Centroamérica, 1823,241).
Por otra parte, una somera revisión de la última tabla, desde la perspectiva genealógica del léxico, nos revela que la nomenclatura divergente americana incluye tanto creaciones internas (negrada19)
como neologismos externos. Estos últimos proceden sobre todo del francés20
(cantón, cantonal,
complotado2^,
departamento,
departamental,
prefectura, sufragar, sufragante) y, en menor medida, del inglés
19
20
21
22
23
24
23
municipalidad12,
prefecto,
2A
(retaliación , retaliar). Ha
Actualmente, el DA marca como obsoleta la primera acepción de negrada ('conjunto de personas de raza negra'), conocida en la mayoría de las regiones americanas. Los ejemplos del corpus base representan el momento neológico de este americanismo. Los galicismos diferenciales de América apenas se han explorado (Granda 1990, Corbella 1996-1997). Sobre el francesismo léxico de Bolívar y de los independentistas argentinos, véanse, respectivamente, Hildebrandt (2001 [1961]) y Vallejos de Llobet (1990b). En francés, complot es de origen incierto y se documenta desde finales del siglo XII; comploter existe desde 1450 (DHLF, s. v.). En el español atlántico, complotado se atestigua en 1813, por primera vez, en la prensa insurgente mexicana. Actualmente, el DA marca esta voz como chilenismo («1.1. sust. adj. Ch. Persona que se une a un complot y participa en él», DA, s. v.). Municipalité es un derivado cultista del francés dieciochesco. En 1758, se documenta la acepción 'conjunto de personas que administran una comuna' y, por metonimia, ya hacia 1791, 'territorio así administrado' (DHLF, s. v.). Como circunscripción administrativa, los primeros usos de municipalidad se atestiguan en las constituciones del cono sur, según la información del corpus base. Actualmente, municipalidad es un dialectalismo presente en numerosas regiones americanas. El DA incluye dos acepciones que suponen una extensión metonímica del significado territorial primigenio, con el que el galicismo se introdujo en América: tanto la primera ('entidad que se encarga de la administración de una comuna o municipio'), como la segunda ('sede de la administración de una comuna o municipio porta la marca popular') se marcan como populares, en el mismo ámbito geográfico: Gu, Es, CR, Bo, Ch, Py, Ar, Pe (DA, s. v. municipalidad). La historia reciente de los anglicismos hispánicos puede seguirse en los estudios de Gómez Capuz (1996), Lorenzo (1996), Páramo García (2003), entre otros. Algunas noticias sobre los anglicismos en el español atlántico se incluyen en el trabajo de Oroz (1974-1975) y el de Seco (2000-2001). En inglés retaliation ('requital or repayment in kind, esp. for injury or insult') se atestigua desde finales del siglo XVI (GDO, OED s. v.). Bolívar emplea retaliación ('represalia') a comienzos de la Independencia (Hildebrandt 2001 [1961]: 403). Idéntico significado se registra actualmente en el diccionario de americanismos, con las marcas diatópicas RD. Co. Ve. Ec. Ch. Ar. Ur. (DA, s. v.). En él se incluye, igualmente, el verbo retaliar, cuya primera documentación en el corpus base se localiza en el periódico de Blanco White, publicado en 1813. Como es sabido, en El Español se reproducían fragmentos de la prensa independentista, especialmente venezolana, como en el texto aquí aducido. El ejemplo americano de Blanco White cobra especial relevancia, habida cuenta de que no existen ocurrencias modernas del verbo retaliar en el CORDE, ni el NCDHE (todos los ejemplos son contemporáneos). Ha de advertirse que, en el Fichero General de la RAE, figura el único testimonio conocido del verbo retaliar ('vengar'), en el español clásico.
121
L A LENGUA DE LAS PRIMERAS CONSTITUCIONES HISPÁNICAS: EL CAMBIO LÉXICO-SEMÁNTICO
de advertirse que, mayoritariamente, los elementos de esta última tabla, formalmente, fueron compartidos por españoles y americanos, unas veces desde la época colonial (cantón 25 , prefecto26,
prefectura,
sufragar21)
y otras, desde comienzos del periodo independiente 2
(sufragante, cantonal, departamento *, departamental).
Pero dichos términos, en los primeros
años del XIX, desarrollan nuevos significados particulares en ultramar, inspirados en el francés de la Revolución. Con esas mismas acepciones galicistas han alcanzado el estatus de voces dialectales del español atlántico. Esa marca diatópica pervive en la actualidad, como puede comprobarse en el diccionario de americanismos (DA). En este último apartado, se ha aludido a trece entradas de esta fuente lexicográfica, que se originaron hace doscientos años en el contexto de las primeras constituciones hispánicas. El rango de dialectalismo se extiende también a numerosos derivados que, paulatinamente, se fueron
acuñando
(departamentalización,
desde
mediados
departamentalizar,
del
siglo
XIX
hasta
época
contemporánea
erogante, erogativo, retaliador, retaliativo,
etc.),
hecho que prueba el arraigo de esas primeras acuñaciones independentistas, en la historia del español americano.
25
26
27
28
He aquí este curioso ejemplo, fechado en 1588: «La ley del Talion, que quiere dezir castigo de tal por tal, y de la qual palabra se dice retaliar tiene su primera origen en la ley de Moysen». El texto se localiza en la obra de Juan de Pineda, Agricultura christiana (FG/RAE, cédula 2/12). En la Francia de 1775 comienzan a emplearse cantón y cantonal, en sentido administrativo (DHLF, s. v.). Esta acepción galicista únicamente se refleja en la documentación mexicana del corpus base. Actualmente, el DA registra este americanismo semántico en otras regiones del español atlántico: («Ho, CR, Ec, Bo. Unidad territorial y administrativa en que se divide una provincia» (DA, s. v.). Prefectura y prefecto pertenecen al fondo léxico patrimonial de la lengua española. El primer diccionario académico incluye estas voces, en las acepciones históricas del ámbito institucional romano. En el español clásico denotaban también instituciones religiosas hispánicas. En francés, prefecture y prefecto tienen esa misma duplicidad semántica. Pero además, desde finales del XVIII, ambas palabras comienzan a vincularse con el modelo oficial de Administración pública (DHLF, s. v.). Esta acepción francesa moderna es la que se refleja en la Constitución chilena de 1823. Actualmente, el DA marca como chilenismos el uso de prefectura («5. Ch. Zona de jurisdicción del prefecto o jefe de policía. DA, s. v.») y prefecto («m. y f. 2. Ch. Jefe de policía en una comuna o municipio») en la administración de rango municipal. Desde mediados del XVII, sufragante designa en francés 'la persona que apoya a alguien' (DHLF, s. v.), de donde se desarrolló la acepción electoral, ilustrada en el TLF con un texto de 1765 (TLF, s. v.). Los independentistas americanos adoptaron esta acepción dieciochesca de sufragante y la trasladaron también al verbo sufragar. Estos dos cambios semánticos constituyen dos galicismos exclusivos del español americano de la Independencia, reflejados en el léxico electoral de las constituciones. Actualmente, el DA registra estas acepciones francesas como voces dialectales de América, aunque las marcas diatópicas difieren en el verbo y el sustantivo. Mientras que sufragar ('votar'), como verbo intransitivo, está presente en la mayoría de regiones americanas («CR, Pa, RD, Co, Ve, Ec, Pe, Bo, Py, Mx., Ch., Ar., Ur. esm.»), sufragante se restringe a la región central y al cono sur («m-f. Es, Ec, Bo, Ar, Ch, Ur, esm.»). Departament y departamental, en tiempos de la Revolución francesa, comienzan a aplicarse a circunscripciones territoriales (DHLF, s. v.). El DA incluye dos acepciones de departamento, según el ámbito regional (Co, Pe, Co, UR) o provincial (Ar) de la circunscripción administrativa. El adjetivo departamental tuvo un uso administrativo análogo en el español americano de la Independencia, como refleja el corpus base. Actualmente, el DA no incluye el adjetivo departamental, pero sí los derivados departamentalización y departamentalizar que, como administrativismos, son voces dialectales de América.
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MARÍA TERESA GARCÍA-GODOY
Finalmente, cabe destacar el gran protagonismo que adquieren las voces de impronta cultista en la muestra léxica analizada, tanto en los neologismos endógenos, como en los exógenos. Los cultismos parecen revelarse como el principal elemento constitutivo de la neonomenclatura constitucional hispánica, aspecto poco explorado en la moderna historia del léxico político. Estudios futuros habrán de determinar si, en este ámbito de especialidad, pudo revelarse una tendencia latinista, netamente americana 29 , acentuada tras la etapa colonial.
6 . CONCLUSIONES
En la primera modernización del léxico político español se revelan divergencias americanas, que afectan especialmente a las voces de carácter administrativo. Desde el primer tercio del siglo XIX, comienza a ser significativa la configuración de dialectalismos en los llamados léxicos de especialidad y en los usos más institucionales del idioma. La nomenclatura diferencial acuñada por los primeros constitucionalistas, en buena medida, se refleja en el actual diccionario de americanismos. La mayoría de dialectalismos políticos se ha documentado tempranamente en las primeras cartas magnas y periódicos. Esta tipología textual, infrarrepresentada en los actuales corpus diacrónicos, se revela especialmente proclive para el estudio de los americanismos patrocinados por los independentistas, tras el periodo colonial. En el dominio hispánico, la historia
moderna
de los caracterizadores
dialectales
ha de incluir las fuentes del
constitucionalismo y, muy particularmente, la prensa. A comienzos del ochocientos, el naciente periodismo político, en ambas márgenes del Atlántico, impulsó la estandarización policéntrica de los neologismos políticos, tanto los compartidos, como los divergentes. En la sección de artículos remitidos, se convierte en un tópico de la época enumerar las diferencias léxicas entre la Colonia y la Independencia, entre el español de los políticos españoles y el de los americanos. En América, las identidades lingüísticas regionales pudieron acentuarse, en el primer español moderno, con la acuñación de esos americanismos bicenterarios.
29
Véanse las consideraciones de Hildebrandt, a propósito del americanismo cultista acápite, acuñado a finales del XIX (2001 [1961]: 167).
123
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Cádiz, la última oportunidad para la unidad de la lengua y una política lingüística unitaria Jens Lüdtke (Universidad de Heidelberg)
Empresa arriesgada es esta de hablar sobre una época que han tratado con solvencia numerosos estudiosos que me acompañan en el día de hoy. Agradezco el honor que me concedió el Comité Organizador en confiarme esta conferencia. Si hay alguna justificación, la veo en mi interés por las lenguas regionales de España, ante todo el catalán y el gallego, así como la historia de la lengua española en América, que constituyen el trasfondo de mi intervención. Partir en esta ocasión de las Cortes de Cádiz significa que se selecciona una perspectiva política en la creencia de que esta permite aprehender dos aspectos fundamentales de los años gaditanos, la unidad de la lengua y la política lingüística. El primero es la planificación del corpus, es decir, la codificación de la lengua que es un hecho consumado y adquirido, y muy en particular la codificación del léxico político de la Constitución de Cádiz. El segundo aspecto político es la planificación del estatus de la lengua, que se elabora en una política ambigua y de signo contrario tanto en España como en América (cf. Blas Arroyo 2005: 484535). Mi conferencia tiene una estructura tripartita. Para empezar, ¿en qué medida estuvo presente la unidad de la lengua durante el Congreso gaditano? Segundo, ¿hasta dónde se planificó una política lingüística que abarcara el dominio lingüístico en su totalidad? Tercero, ¿se reanudaron ambas tareas en lo sucesivo y en el sentido de las decisiones en las cuales las dejaron las Cortes de Cádiz? Por la fuerza de las cosas el momento histórico que me corresponde tratar no me deja la libertad de escoger la perspectiva. Voy a abordar la virtualidad contenida en la actuación de las Cortes para averiguar si se vuelca en algún momento posterior de la historia en hechos concretos. Mi primera preocupación van a ser mis fuentes. La actividad fundamental es la discursiva que se manifiesta en los debates, publicados en el Diario de Sesiones de Cortes (Congreso de los Diputados 2000)1. Este Diario es la mejor fuente para acceder a la conciencia y al saber de los diputados. Complementan estos textos políticos la Colección de los decretos y órdenes (Cortes Generales y Extraordinarias 1813), la «Consulta al País» (Artola (ed.) 1959), en la
Los consulté sobre todo en la selección de Tierno Galván (1964), aunque los cito, en cuanto a América, en la selección más reducida de Chust Calero (2010).
CÁDIZ, LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD PARA LA UNIDAD DE LA LENGUA Y UNA POLÍTICA LINGÜÍSTICA UNITARIA
cual participaban algunos diputados futuros 2 , las respuestas al Interrogatorio «indigenista», y otros textos coetáneos que voy a citar en su lugar. Buscar referencias a la lengua en la mole de las fuentes virtuales es un trabajo muchas veces infructuoso, sobre todo en el
Corpus
diacrónico del español. A pesar de la escasez de materiales, se intenta valorar la relevancia de esta época en la historia de la lengua española y reunir las referencias y alusiones a la unidad de la lengua, o simplemente a la lengua, y a la política lingüística de la época, mayormente implícitas. El tema de la «unidad de la lengua» es anacrónico, ya que esta expresión no está documentada en los años considerados 3 y se aplica aquí a una realidad distinta a la habitual, pues incluye la Península. Si la América española y las regiones peninsulares alóglotas tienen prioridad en mi exposición, la perspectiva elegida depende de los puntos de vista que provienen de la Constitución, de las actas y de los decretos y órdenes de las Cortes de Cádiz y de otros documentos coetáneos. Suele ocurrir con los contenidos del saber lingüístico que solo afloran en momentos en que se cuestionan. Este cuestionamiento no se produce durante la Guerra de Independencia contra el invasor francés. Y en cuanto al primer componente del tema que estoy precisando, se trata justamente de una oportunidad, que no de la aplicación y realización efectivas de las ideas de la época ni en la codificación unitaria de la lengua ni en la correspondiente política lingüística, porque la gran novedad de estos años es que la lengua desaparece de las preocupaciones declaradas de los españoles. Ninguna referencia a la lengua figura en la Constitución de Cádiz, ni tampoco en las Cartas hispanoamericanas del siglo XIX (Bravo García 2012: 355). Va a ser mi objetivo exponer los motivos de este eclipse en este momento, que oculta otra cosa. Las inquietudes lingüísticas no se pierden, sino que solo pasan a un segundo plano 4 . Procuraré adentrarme en el espíritu de unos años cuya ruptura es evidente tanto con respecto a los años inmediatamente precedentes como con el fracaso del liberalismo de las Cortes de Cádiz tras la restauración de la monarquía. Es muy importante no proyectar ni las ideas expuestas con anterioridad a la abdicación de Fernando vil ni después de su restauración para no defender posturas anacrónicas. Para establecer una conexión entre ambas épocas, enfocamos estos años desde la Ilustración y el liberalismo que se proyectan en las ideas políticas defendidas en los debates de las Cortes así como en su proyección hacia el futuro. 2
3
4
Hay que lamentar que la edición de Artola (1964) no reproduzca los textos referentes a las "Reformas necesarias en el sistema de instrucción y educación públicas" (Artola (ed.) 1959: 289), un tema que entonces estaba en primer plano. Según el CORDE, la expresión "unidad de la lengua española" se encuentra por primera vez en un discurso del Marqués de González, publicado por la Academia Chilena en 1915. Sin embargo, no puedo dejar de expresar una advertencia: debido a que tantos investigadores se han dedicado y se dedican a los centros de interés de este Congreso, mis observaciones, además de ser provisionales, no pueden ser otra cosa que algunos grandes lineamentos del tema.
134
JENS LÜDTKE
Sin este potencial evolutivo que representan, no tendría sentido desenterrar el entramado de relaciones no intencionalmente ocultadas, pero tampoco dadas por sabidas o presupuestas en su día. Me importa volver a introducir también aquí el concepto teórico de los entornos, aunque no puedo justificarlo en esta ocasión, el cual pretende partir del saber de los hablantes y en el caso presente de los agentes históricos (Coseriu 1967, Lüdtke 2011). El entorno primordial es la situación inmediata. Esta se compone de los elementos yo, aquí y ahora. Así, los sujetos y agentes son los diputados de las Cortes, subdivididos en liberales, conservadores y americanos (Fernández García (ed.) 2002: 24-26), estos últimos constituidos en un grupo aparte ya desde el día posterior a la sesión inaugural del 24 de septiembre de 1810; los lugares de las sesiones se encontraban en la Isla de León y en varios edificios de Cádiz; y el momento de la enunciación se refiere a los años de 1810 a 1813. Hay que decir que los diputados peninsulares de las regiones bilingües no se constituyeron en grupo. No se puede exagerar el cambio de perspectiva en la situación inmediata. Los autores de las relaciones y otros documentos escritos estaban separados por el Océano. Ahora hay un cambio fundamental en las Cortes: por primera vez en la historia, españoles y americanos se encuentran oficialmente en la misma situación inmediata ya no solo escrituraria sino oral para discutir en pie de igualdad sus asuntos políticos en el seno del Congreso. Este es el motivo por el cual la distancia geográfica pasa al primer plano de los debates y de las preocupaciones de los americanos, ya que estos conocen la situación de la métropoli, mientras que los peninsulares carecen de las informaciones más elementales sobre las Américas. Por este motivo, no puedo evitar hablar de una evidencia, las difíciles comunicaciones entre la metrópoli y América por mar, y dentro del nuevo continente por mar, por río y por tierra, las cuales se debían a las enormes distancias intercontinentales y continentales, ya que a cada paso los diputados se refieren a los problemas que derivan de ellas. Su viaje a Cádiz duraba de tres a seis meses (Chust Calero 2010: 24), pero las distancias no impedían el intercambio de informaciones entre los continentes (ibíd.: 34). Las comunicaciones dependían de los medios de transporte por los caminos que acabo de indicar y que a su vez condicionaban el desarrollo de los virreinos y las gobernaciones de América. A su vez, este desarrollo se vinculaba con el número de hablantes del español, su dispersión geográfica y la densidad poblacional por regiones (Frago 2010: 20-26). Los otros medios de la comunicación que son los documentos debían adaptarse igualmente a las distancias (Heredia Herrera 1994). Los diputados, sobre todo los americanos, eran dolorosamente conscientes de las enormes distancias que no permitían el envío de la convocatoria de Cortes a las provincias americanas 135
CÁDIZ, LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD PARA LA UNIDAD DE LA LENGUA Y UNA POLÍTICA LINGÜÍSTICA UNITARIA
c o n la debida antelación. P o r este motivo, se recurrió al expediente de elegir diputados suplentes en E s p a ñ a , relevados en casos contados por diputados propietarios elegidos en A m é r i c a . El recorrido largo o breve de los medios de transporte condicionaba el ritmo de los cambios
introducidos por las Cortes de Cádiz mediante
iniciaban
la
elección
de
los
diputados,
las
decisiones
los documentos de
las
Cortes,
oficiales cualquier
que acto
administrativo y las cartas que los particulares intercambiaban entre los dominios europeos y americanos.
Sin embargo,
el m a y o r
inconveniente
era al principio el
desconocimiento
r e c í p r o c o total de los dos p r o c e s o s paralelos de la e m a n c i p a c i ó n en A m é r i c a y la c o n v o c a t o r i a de las Cortes en E s p a ñ a , esta última aplazada para el 1° de m a r z o de 1 8 1 0 . E l h e c h o de que regiones lejanas c o m o las del R í o de la Plata hayan abandonado m á s pronto la órbita de E s p a ñ a encuentra ahí su razón de ser.
1. L A UNIDAD DE L A LENGUA
¿ E n qué medida estuvo presente la unidad de la lengua durante el C o n g r e s o gaditano? L a misma
opción
política
que adopto en esta
ocasión
prohibe considerar
los
fenómenos
lingüísticos en sí: o bien se t o m a c o m o punto de partida la lengua, o bien un c a m b i o de la c o n c i e n c i a política que iría a incidir posteriormente y en m o m e n t o s m u y diferentes en la lengua 5 . Antes de la e m e r g e n c i a del t e m a en estos términos, la unidad de la lengua estaba implícita en el vínculo que se establecía entre la lengua y la nación donde la lengua española
5
Por este motivo, no se debe esperar que opine sobre propuestas de periodización recientes (Girón Alconchel 2008, Octavio de Toledo 2008, García-Godoy 2012, Sánchez Lancis 2012), que toman en cuenta algunos cambios lingüísticos durante los siglos XVIII y XIX. En cambio, nos preguntamos desde una perspectiva global hasta qué momento España y América siguen caminos comunes, hasta dónde y en qué países. Se trata de saber si la unidad de la lengua se presuponía y no se cuestionaba, independientemente de si era un hecho o no. En la periodización del español peninsular la codificación oficial de la lengua sirve de criterio delimitador entre el español clásico y el moderno. No hay que entender este hecho como un cambio de orientación lingüística ejemplar que tiene efectos inmediatos, sino que marca el inicio de un proceso continuo de codificación y de su difusión en la enseñanza, en la medida que esta se va desarrollando. La cuestión de la unidad de la lengua toma en cuenta la estandarización tardía de los "ilustrados" en torno a Carlos III (de Granda 1994: 87-92), y esta se manifiesta en el trabajo intelectual sobre la codificación lingüística mediante temas tales como la corrección idiomàtica y las ideas lingüísticas (Lázaro Carreter 1949/1985), incluso las accesibles en la prensa diaria y periódica. En cambio, en la periodización del español americano, la época que precede a las Cortes de Cádiz coincide, según Guillermo L. Guitarte, con «un período de pasaje a la época independiente, que abarcaría los decenios finales del siglo XVIII y los primeros del X I X » (1983: 168), y según Germán de Granda (1994: 87-88), con la estandarización tardía. Los intervinientes americanos en el debate lingüístico hacen hincapié en la pureza del español fomentando actitudes antiindigenistas y contrarias a desviaciones con respecto a la norma pensinsular. Pureza significa en concreto, por ejemplo en el Nuevo Reino de Granada, que la lengua no está «adulterada [!] con la mezcla de voces indianas» (Niño-Murcia 2001: 127), lo cual presupone la extinción temprana de las lenguas indígenas; el chibcha desapareció ahí en torno a mediados del siglo xvill. A nivel identitario, la independencia política se hace compatible con la unidad supranacional de una lengua considerada correcta. Estos desarrollos se prepararon en los debates científicos, culturales y lingüísticos. En esto último, la lengua es el exponente de la nación y debe ser la digna expresión de esta función conducente a la codificación (Brumme 1997: 110-204). En resumen, la unidad de la lengua se conceptualiza en la conservación del ideal lingüístico alcanzado en la codificación de este siglo. 136
JENS LÜDTKE
era universal y la nación abarcaba todavía la monarquía en su totalidad, en la codificación vigente en la nación soberana y en el léxico de la Ilustración y el liberalismo cuya última difusión presenciamos en estos años. A diferencia de los planteamientos posteriores, la unidad de la lengua no estaba por lograr solo en América, sino que era también precaria en España donde la lengua era el patrimonio estrictamente clasista de la aristocracia, el clero y la burguesía; esta burguesía era anterior a aquella que procedería de la industrialización de España con cuyo ascenso social ascenderían también las lenguas regionales. La lengua estaba contenida en la idea de nación tal como la ideaban los autores de las cédulas reales del 23 de junio de 1768 y del 10 de mayo de 1770, en el universalismo del español, en el patriotismo que hacía silenciar los nacionalismos peninsulares y sus lenguas en este lance, la creatividad léxica de la Ilustración y su difusión posterior. En el dictamen del 17 de octubre de 1809 en respuesta a la Consulta al País, Antonio de Capmany no se refiere ni a una posible nación catalana ni al catalán, sino a la nación y la lengua españolas cuando escribe: el que ha leído la historia de su nación, sus pasadas glorias, sus leyes, sus antiguos usos, las proezas y virtudes de los antepasados, el que ama su lengua y sus costumbres, cobra y conserva amor a su patria y la defiende en la guerra porque la defiende en la paz (Artola (ed.) 1959: 458; las cursivas son mías).
En otro contexto, Capmany, ya diputado por Cataluña, afirma que «Los americanos son [...] nuestros hermanos [...] por lengua» (Ramos 1962: 440), uso que explica mi interpretación precedente, aparte de otros textos del mismo autor. La visión política que me imponen las Cortes de Cádiz refuerza la acentuación de la lengua nacional. Es sumamente significativo que no se asome en este momento de su gran esplendor. Siendo así, vamos a aproximamos a la lengua a partir de conexiones transversales extraídas del texto de la Constitución. Esta no conoce la noción de lengua nacional, ni siquiera aparecen los términos lengua española o castellana ideológicamente fundamentales, pero implícitas en los debates de los diputados doceañistas. Aparte de que no se encuentra ninguna mención de la lengua en la Constitución, tampoco se hace ninguna referencia a la lengua nacional en el Corpus diacrònico del español entre 1810 y 18146. Por lo tanto, se me puede poner reparos a las consideraciones que van a seguir, reprochándoles ser más fantasiosas que fundadas en los hechos. Sin embargo, nada desmiente la íntima relación de las ideas ilustradas del reinado de Carlos IH con la política de los liberales de las Cortes, como vemos en la mención de lengua
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Consulta del 6 de julio de 2012.
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nacional en una obra muy conocida de Antonio de Capmany 7 . Ante el silencio de las fuentes en los afios que corren entre 1810 y 1814, debemos suponer que siguen válidas las ideas de la generación de intelectuales anterior (cf. Polzin-Haumann 2006: 154-163, 165-250). Traigo a la memoria los primeros artículos de la Constitución que circunscriben de forma indirecta los temas controvertibles que nos ocupan: ARTÍCULO 1 L a Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios. ART. 3. La soberanía reside esencialmente en la Nación [...]. ART. 5. Son españoles Primero: Todos los hombres libres nacidos y avecindados en los dominios de las Españas, y los hijos de éstos 8 .
Veamos asimismo los artículos sobre la instrucción pública. Art. 366. En todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en las que se enseñará a los niños a leer, escribir y contar [...]. ART. 368. El plan general de enseñanza será uniforme en todo el reino [...].
La unidad de la lengua y la política lingüística unitaria se deducen de los principios de la Constitución, sobre todo de la soberanía nacional y del concepto de nación española. La exigencia de que la lengua española deba ser la lengua nacional deriva de la noción de nación consistente en que las Españas en su conjunto forman la monarquía y de los artículos concernientes a la instrucción pública, principalmente el artículo que exige la uniformidad de la enseñanza en todo el reino. Consideremos primero un testimonio de la situación en España y otro americano después. La línea divisoria entre los españoles y los demás habitantes de los dominios de las Españas de ambos hemisferios es el ser libres e hijos de hombres libres de estos dominios. Por lo tanto, no todos los habitantes de las Españas son españoles, tampoco hablan, ni mucho menos, la lengua española. No es una casualidad que el diputado por Tlaxcala, José Miguel Guridi Alcocer, excluya de la unión del Estado y de la nación española expresamente la unidad de los idiomas y de las razas al comentar en qué consiste esta unión: La unión del Estado consiste en el gobierno o en la sujeción a una autoridad soberana y no requiere otra unidad. Es compatible con la diversidad de religiones, como se ve en Alemania, Inglaterra y otros países; con la de territorios, como en los nuestros, separados por un inmenso océano; con la de idiomas y colores, como entre nosostros mismos, y aun con la de naciones distintas, como son los españoles, indios y negros (Chust Calero 2010: 120).
«Los que creen que nuestra lengua nacional está circunscripta toda en libros y en los diccionarios y no quieren comprehender en su inmenso caudal igualmente la lengua no escrita exclaman que carecemos de voces para las artes» (1991: 75). Cito el texto de la Constitución en la edición de Fernández García (2002).
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Esta afirmación avala la política lingüística de Carlos III que se originó en una iniciativa del arzobispo novohispano Lorenzana, por cuya instigación se otorgó la cédula real del 10 de mayo de 1770. El concepto del «idioma en una nación propio» (de Solano (ed.) 1991: 242) insta para que se produzca la identidad de la nación con la comunidad lingüística restringida a los estratos sociales altos. Sin embargo, la Constitución se manifiesta con gran reserva acerca de la lengua: el tema se elude por completo. La ley de 1770 nos va a ocupar más adelante en la discusión de la política lingüística del Consejo de Regencia. De este modo, las nociones de nación, español libre y Españas son coextensivas, pero no explicitadas en el texto de la Constitución de 1812, los principios generales tampoco eran congruentes con sus aplicaciones, antes bien estaban en manifiesto constraste con ellas. Bajo los reyes de la Ilustración, sobre todo durante el reinado de Carlos III, el idioma español debía ser general entre los indios, los monarcas y los españoles radicados en América. En España, la enseñanza de la lengua española se dirigía contra el latín. Si bien la codificación estuvo a cargo de la Real Academia Española en los ámbitos del léxico, la gramática y la ortografía, la variación continuaría durante mucho tiempo. Tenemos el testimonio de que la conciencia de los españoles de manejar una lengua plenamente codificada y elaborada se transmitió al invasor francés durante la guerra napoleónica. La ocasión de mencionar este estatus de la lengua es la traducción de las leyes francesas en lengua española o catalana durante la ocupación de Cataluña. En esta política de traducciones se aplica una medida de la Revolución francesa según la cual los decretos y las leyes se debían traducir en las lenguas regionales en Francia, y muy en particular en los numerosos dialectos occitanos, que realizaba la agencia de traducciones Dugas (Schlieben-Lange 1979). En un informe de la comisión encargada de traducir los textos de las leyes francesas dirigido Al Señor Conde de Chauvelin, consejero de Estado, intendante de los departamentos Montserrat y de las Bocas del Ebro (A Monsieur le Comte de Chauvelin, Conseiller Intendant des départements
du Mont-Serrat
de
d'Etat
et des Bouches de l'Ebre) leemos la siguiente
apreciación del español: La lengua española era la de todas las academias [...] y la de los espectáculos. Tiene una gramática, una ortografía y un diccionario cuya perfección está garantizado por la labor asidua de la Academia Española, mientras que no podemos [...] leer una gramática y una ortografía catalanas y que los diccionarios catalanes son muy incompletos 9 .
«La langue Espagnole était celle de toutes les academie|s [...] et celle des spectacles, j Elle a une grammaire, une orthographe et un dictionnaire dont la perfection est garantie par les soins assidus de l'academie Espagnole: au lieu qu'on n'a pas la faculté [...] de lire une grammaire et une orthographe Catalane, et que les dictionnaire|s | Catalans sont très incomplets» (Kailuweit 1991: 326).
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Antes de referirme al léxico me importa introducir otro entorno que manifiesta una grieta en la unidad lingüística, la región. Entre los entornos, la región (Lüdtke 2011) es particularmente importante debido a las distancias evocadas. Según Coseriu, la región es «el espacio dentro de cuyos límites un signo funciona en determinados sistemas de significación. Tal espacio está delimitado, en un sentido, por la tradición lingüística y, en otro sentido, por la experiencia acerca de las realidades significadas» (1967: 311). Este concepto es fecundo sobre todo en el estudio del léxico, ya que sirve para justificar su originalidad mediante un conocimiento de cosas diferente en la geografía tan dilatada del mundo hispánico. La teoría de los entornos, y la región en particular, ayudaría a superar la pura y mera lista de palabras que tantas veces y forzosamente es la solución a nuestros problemas expositivos. El saber enciclopédico y el léxico serían una base de la diferenciación posterior de la lengua tanto en España como en América. Sin embargo, la Constitución de Cádiz tuvo un considerable impacto en la organización política de los estados hispanoamericanos (Stoetzer 1962, Gullón Abao y Gutiérrez Escudero (coords.) 2012) y, por esta vía, se difundía un léxico innovador común en este momento histórico, aunque de diferente alcance en las nuevas naciones americanas. No hay que exponer el vocabulario político, constitucional y liberal de las Cortes de Cádiz y de la Ilustración (Seoane 1968, Alvarez de Miranda 1992, García Godoy 1998 y 1999), sino el sentido histérico-lingüístico que implica la irradiación de este léxico, al tiempo que se integra tímidamente a los indígenas en el proceso político. Se debe aclarar el motivo por el cual se dio un empuje evolutivo al léxico. El motivo de la innovación léxica es un incentivo externo, ya que los cambios lingüísticos son la respuesta a los retos a los cuales los hablantes nos enfrentamos; no solucionamos los problemas lingüísticos en un sistema cerrado. Este es el motivo ineludible por el cual la llamada historia externa (Lüdtke 2012) debe preceder a la descripción de los fenómenos lingüísticos propiamente dichos y, en el caso presente, el momento histórico que incide en la vertiente lingüística de los problemas a los cuales los diputados de Cádiz tenían que dar solución. El debate en torno a la valoración lingüística se origina por la influencia francesa en el léxico. La ambigüedad de los liberales frente a esta influencia se explica también como confirmación del rechazo de esta influencia que fue desacreditada por los desarrollos posteriores a la Revolución francesa y la ocupación napoleónica de España. Si la conciencia y la reflexión lingüísticas inciden en los procesos controlados de los cambios lingüísticos, entran por esto mismo en la planificación de la norma léxica. La modernización en la cual se conjugan ideas inglesas con voces francesas y realidades españolas conforman una actitud que aúna a los intelectuales españoles con los alemanes de la época napoleónica, el antifrancesismo. Ambos 140
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grupos se empeñaban en quitar importancia a la influencia francesa, y ambos también por razones patrióticas (cf. García Godoy 1998: 45-47). Sin embargo, los padres de las constituciones francesas y los de la constitución española comparten la misma ideología de fondo expresada en un vocabulario común de origen inmediato francés. La influencia francesa es más profunda en las terminologías, pero se podía minimizar porque los términos que se corresponden en ambas lenguas se aplican a realidades concretas diferentes. Tenemos un indicio acerca del tipo de léxico que estaba cambiando. Para valorar el proceso que se estaba produciendo en el lapso de tiempo considerado debemos distinguir dos tipos de cambio lingüístico. El primero se realiza de forma espontánea en el cambio lingüístico corriente, el segundo tipo es un cambio inducido mediante intervenciones intencionales en el funcionamiento de una lengua. Estas intervenciones son muy difíciles de realizar en el dominio de la fonética y la gramática, tampoco se dan fácilmente en el léxico estructurado (Coseriu 1981: 98-100), sino en el léxico terminológico y especializado en general, en las voces «técnicas» como se llaman desde entonces, el léxico de la política, de la economía, del comercio, de la vida social, de la moda (indumentaria), de la cocina (Alvarez de Miranda 2004). Es sintomático que el nuevo uso técnico se imponga mediante votaciones en las Cortes. En la sesión del 12 de agosto de 1812, tras la intervención del diputado por Querétaro, Mariano Mendiola, a propósito de la «exclusión de los que se han querido llamar castas (cuyo inútil apodo debería proscribirse) de la representación nacional» (Chust Calero (ed.) 2010: 175; cf. Zarza Rondón 2012, Portuondo Zúñiga/Sarmiento Ramírez 2012), revelando en su comentario la evocación disfemística de la palabra, el diputado por el Principado de Asturias, Agustín de Argüelles, propone «que a la palabra "castas" [...] se sustituya la de "clases"» (ibíd.: 193) que se había empleado en numerosas ocasiones, por ejemplo el 12 de marzo de 1811 en los debates sobre la «exención de tributos» (ibíd.: 85). Y efectivamente, en el decreto de 9 de noviembre de 1812 sobre la «Abolición de las mitas», estos «españoles de Ultramar» se incluyen en «las demás clases» que quedan eximidas, como los «indios de todo servicio personal á qualesquiera corporaciones ó funcionarios públicos ó Curas párrocos» (Cortes Generales y Extraordinarias, tomo ni, 1813: 161). Valga este ejemplo como muestra de un cambio terminológico en este caso concreto de corrección política temprana. Como siempre, cabe distinguir la generalización intensiva en la lengua, la sustitución paradigmática de casta por clase, y la generalización extensiva entre los hablantes y escribientes que tarda en manifestarse. El Interrogatorio «indigenista» del 6 de octubre de 1812 usa todavía castas, sin que nos enteremos de si el secretario de despacho competente recurre a una voz corriente en 141
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América o si pasa por alto el acuerdo de las Cortes. En casos similares, el Congreso toma el recurso de la orden y del decreto para imponer el uso técnico introducido por los liberales. Las críticas son puntuales, pero las decisiones son de alcance general. Una orden de 12 de agosto de 1812 incrimina el uso de la voz de dominios de las Indias, de que se sirve el Ministerio de la Guerra en su contestación de 7 del corriente á la orden de las mismas del 4 sobre la pronta comunicación á las Américas de la victoria de Salamanca» y «quiere [...] que en los papeles de oficio usen siempre el Gobierno y todas las Autoridades del mismo lenguage que usa la Constitución, ya que se hable de las cosas de la España ultramarina, ya de la europea (ibíd.: 56).
En una ocasión particular como esta las Cortes intentan imponer la nueva terminología política en conjunto; sin embargo, limitan al mismo tiempo el alcance al uso lingüístico en el ámbito oficial. Otra secretaría del poder ejecutivo, o sea de la Regencia, contraviene a esta política en una orden de menos de dos semanas anterior, lo cual motiva a las Cortes reprender a la Regencia diciendo que «se falta al lenguage adoptado por la Constitución, llamando Jueces políticos de las provincias á los Gefes políticos de ellas». Por esta razón «han resuelto que la Regencia se sujete en todo á aquel lenguage, según está ya prevenido con fecha de 12 de Agosto último» (ibíd.: 100-101; cf. Brumme 1993: 216). Es evidente que se suprime el vocabulario constitucional, que deberíamos llamar «lenguaje de la constitución» (cf. García Godoy 1998: 152) en la historia de la lengua, con la derogación del Código gaditano, pero también que aflora en las fases posteriores del liberalismo político. Así, Fernando VII prohibió el uso de las palabras odiosas liberales y serviles, intentando eliminar del uso común por lo menos estas voces pertenecientes de forma indirecta al «lenguaje de la constitución» (García Godoy 1998: 276). Por este motivo, se interrumpe la generalización extensiva de este vocabulario durante la Restauración para resurgir en un proceso de larga duración. No de otra manera, la mayoría de las voces que se documentan desde mucho antes del inicio del siglo XIX, se difunden y se generalizan a partir de la Ilustración y el liberalismo como por ejemplo indígena por indiow. En este sentido, los cambios lingüísticos, léxicos en el caso presente, se vinculan con la política lingüística que voy a abordar en el punto siguiente.
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Esta voz cuya primera documentación es según el DCECH de 1832 la usa ya Vicente Morales y Duárez, diputado por el Perú, en 1811: «La América desde la conquista y sus indígenas han gozado los fueros de Castilla» (Tierno Galván (ed.) 1964: 118; la sintaxis de la frase corresponde al original). Y más adelante: «Esta asombrosa desolación de aquellos miserables indígenas es la idea análoga y propia de la oscuridad y abandono de los españoles criollos» (ibíd.: 121). Aún más explícito es el contexto en el cual José Miguel del Castillo, diputado por el Perú, emplea esta voz en 1812: «hablo por los afligidos indios, por los indígenas del nuevo mundo» (Chust Calero 2010: 188). La palabra proviene del latín de Pedro Mártir de Anglería.
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2 . U N A POLÍTICA LINGÜÍSTICA UNITARIA
¿Hasta dónde se planificó una política lingüística que abarcara el dominio lingüístico en su totalidad? El pueblo español, que no los intelectuales, unido en su patriotismo contra el invasor, no da cabida a divergencias nacionales durante estos años. En la guerra de la Independencia el nacionalismo español todavía no choca con los regionalismos peninsulares y sus desarrollos ulteriores, ni se percibe el potencial conflictivo. Este es solo manifiesto en las nuevas naciones hispanoamericanas. Como muchos hispanoamericanos en la actualidad, los diputados americanos achacaron los males de sus provincias únicamente a los españoles metropolitanos. La ambigüedad ideológica es, pues, muy antigua, pero aflora en ese momento en los debates, ya que esta fue la única oportunidad, tras trescientos años de dominación, ofrecida a los representantes de ambos hemisferios de intercambiar sus experiencias e ideas divergentes cara a cara. Tomemos el ejemplo de la voz federalismo,
de connotación fuertemente negativa para
desarrollar al mismo tiempo la influencia del francés en la lengua española, pero que incide en la percepción de la diversidad lingüística. Según el «Informe del Comité de salvación pública sobre los idiomas» que Barére pronunció ante la Convención Nacional, «un
federalismo
indestructible», por ejemplo el de los bretones, impide la comunicación entre los ciudadanos de una misma nación, expresada en el juicio categórico: «El federalismo hablan bretón». El federalismo es una supervivencia del despotismo
y la superstición
y se vincula con la
diversidad de los idiomas en una monarquía: «El despotismo mantenía la diversidad de los idiomas: una monarquía debe parecerse a la Torre de Babel» (ibíd.: 296)". El federalismo
de las Españas era totalmente diferente y, sobre todo, un problema de
mayor envergadura. Los debates surgen en torno al «gobierno interior de las provincias y de los pueblos» y a las diputaciones provinciales. En la opinión de los diputados, representada por ejemplo en una intervención del conde de Toreno, diputado por Asturias, el
federalismo
consistiría en la representación de los ciudadanos en los ayuntamientos y los cabildos, mientras que, dice, «en la nación no hay más representación que la del Congreso nacional» (Chust Calero 2010: 154), ya que el poder legislativo existe indiviso solo en la nación y las Cortes y no se concede a los ayuntamientos. En el debate de los artículos relativos a las diputaciones
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provinciales,
los
diputados
americanos,
todavía
autonomistas
y
no
«C'est un fédéralisme indestructible que celui qui est fondé sur le défaut de communication des pensées, et si les divers départements, seulement dans les campagnes, parlaient divers idiomes, de tels fédéralistes ne pourraient être corrigés qu'avec des instituteurs et des maîtres d'école dans plusieurs années seulement» (de Certeau et al. 1975: 292-293). «Le fédéralisme et la superstition parlent bas-breton» (ibid.: 295). «Le despotisme maintenait la variété des idiomes: une monarchie doit ressembler à la tour de Babel» (ibid.: 296).
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independentistas, creen como el diputado por Chile, Joaquín Fernández de Leiva, «que era una ilusión temer el federalismo» (ibíd.: 162), resultado de la revolución que eran las juntas provinciales. El conde de Toreno opinaba a partir de la idea de que «las diputaciones y ayuntamientos deben considerarse como unos agentes del Poder Ejecutivo» y continúa: «La comisión no ha intentado formar un federalismo»-, sin embargo, hay que evitar, dice, «una federación como la de los Estados Unidos», ya que «Lo dilatado de la nación la impele, bajo un sistema liberal, al federalismo» (ibíd.: 165). No obstante, entre el universalismo político español y el federalismo lingüístico, la Regencia opta por el primero, con el cual se sitúa en la tradición de las cédulas reales de 1768 y 1770 otorgadas a favor de la lengua española. No nos hagamos ilusiones sobre la eficacia de estas cédulas reales y de los intentos posteriores en cuanto a la universalización del español. Una valoración justa es la siguiente de José María García Martín como tenemos ocasión de ver en seguida: «la monarquía borbónica dictará normas, más teóricas que efectivas, para que la lengua más extendida (por tanto, la lengua que puede reclamar una porción mayor de universalidad) en sus dominios se consolide como la lengua de todo el imperio» (2011: 31). Se trata de actitudes de política lingüística diferentes en España y América. En la metrópoli, no se les ocurre a los liberales gaditanos ni por sueños aplicar la política de extinción de las lenguas indígenas en América, que proponen los prelados novohispanos. Retomo el hilo de la argumentación donde la dejó García Martín (2011), a la cual me remito por no disponer de tiempo para desarrollarla por completo y por apoyarme en la interpretación de las fuentes mismas. Parto pues de «la idea de la universalidad» (2011: 31) también en la política lingüística dirigida contra las nacionalidades, por ejemplo la de los catalanes y las «naciones» de los indios mediante la «centralización» (2011: 35) de la administración y de las instituciones educativas. Las leyes abren una segunda disyuntiva: la cédula real de 1768 se presenta a primera vista como antilatina, mientras que la de 1770 estipula resueltamente la extinción de las lenguas indígenas. La reforma que propone la Junta creada por la Regencia, en la cual no veo ningún fundamento para afirmar si es de buena o mala fe, se dirige contra la lengua latina como se deduce del Informe redactado por Manuel José Quintana y firmado por los demás vocales de la Junta. Este se remite expresamente al artículo 368 de la Constitución: «El plan general de enseñanza será uniforme en todo el reino»: Debe pues ser una la doctrina en nuestras escuelas, y unos los métodos de su enseñanza, á que es consiguiente que sea también una la lengua en que se enseñe, y que esta sea la lengua castellana. Convendráse generalmente en la verdad y utilidad de este último principio para las escuelas de
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primera y segunda enseñanza; pero no será tan fácil que convengan en ello los que pretenden que los estudios mayores ó de facultad no pueden hacerse dignamente sino en latín (1946: 177).
Es decir, no se considera ninguna alternativa a la lengua española en las escuelas de primera enseñanza y solo se rechaza de forma explícita «ese guirigay bárbaro llamado latín de escuelas» que se opone a «la alta, grave y majestuosa lengua española» (ibíd.). El primer paso hacia la consideración de la lengua española como lengua de la formación cívica es su introducción en la escuela de segunda enseñanza a partir de la expulsión de los jesuítas y el reconocimiento del español en sus funciones educativas. Es decir, el planteamiento de la lengua española como lengua unitaria dista solo una generación de las Cortes de Cádiz. Subordinamos la consideración de la difusión de la lengua estándar a la enseñanza. La novedad propulsora de futuros cambios es la idea de educación lingüística, que no su conocimiento mismo en las clases educadas. Según las ideas que los diputados padres de la Constitución se formaban de la nación soberana, la educación pasaría de la Iglesia a la competencia del Estado, en la línea evolutiva de la segunda mitad del siglo XVIII, y con ello se propagaba la universalidad de la lengua española a nivel nacional en las Españas. Esta idea ya no se expresa en la Constitución, sino que ya había sido adquirida en la formación de la conciencia nacional volcada en las fórmulas de la cédulas reales Carolinas de 1768 y 1770: «el idioma general de la nación» y «un mismo idioma en una nación propio» en una pastoral del cardenal Lorenzana dirigida a los curas de su diócesis el 6 de octubre de 1769 (de Solano (ed.) 1991: 242) tanto para España como para el imperio de ultramar (Lüdtke 1989: 269). Los antecedentes para la responsabilidad del Estado en el ámbito de la educación pública se encuentran en estas y otras cédulas reales así como en la facilitación de los medios para su adquisición que son el diccionario, la ortografía y la gramática académicas. Aún faltaba la implementación más importante, la formación del personal docente, que se realizaría solo muy tarde en el siglo XIX. Los catalanes y los gallegos, cada grupo étnico a su manera, defienden la universalidad del español. En esta época, la «luna de miel» incluso de los catalanes con la nación española prueba la universalidad de la lengua española a tal punto que ya ni siquiera hace falta mencionarla ni en los documentos públicos ni en la misma Constitución. En 1810, el general Augereau introdujo el catalán como lengua cooficial, al lado del francés, en la Cataluña ocupada. Sin embargo, esta providencia no gana a los catalanes a la causa francesa. Durante el gobierno del Señor Duque de Castiglione [es decir, del general Augereau], cada uno de nosotros ha abordado los inconvenientes que produciría la necesidad de escribir en catalán. Su
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Excelencia, convencida de que el restablecimiento de la lengua catalana podría cooperar a hacer volver los ánimos ordenó la redacción de los actos en catalán. Hizo proclamas en catalán; sin embargo, la insurrección siguió su curso. Esta medida sirvió solo a dificultar la redacción de los actos y a desaficionar a aquellos que estaban encargados de ellos y que estaban embarazados de escribir en una lengua totalmente descuidada. Por eso, se volvió a usar el español bajo el gobierno de su sucesor, el Señor Duque de Carente 12 .
Los juristas, la burguesía ilustrada y el pueblo dan preferencia, o bien al español, o bien al catalán, según la clase social y otros puntos de vista que no puedo exponer en esta ocasión y que delatan una conciencia lingüística diglósica, pero todos, lejos de celebrar esta medida de política lingüística, se mantienen en silencio. Un indicio elocuente es el hecho de que el general francés Augereau se haya sorprendido «del escaso valor que el pueblo catalán atribuye al uso de la lengua catalana en los actos públicos, considerando que desde la insurrección ha continuado a servirse de la lengua castellana en los tribunales y administraciones» 13 . Se rechaza la ingerencia del general francés en asuntos estrictamente internos que habría que negociar entre catalanes y castellanos, no con franceses quienes no tienen ni voz ni voto en esta cuestión. La burguesía catalana liberal fue proespañola, sobre todo en este momento de solidaridad monárquica y nacional. Esta actitud tiene su contrapartida en la lengua. Hemos visto que en Antonio de Capmany el término lengua se refiere a la lengua española. No fue preciso que la adhesión a la causa nacional española se expresara en lengua castellana. En Galicia, el contenido y la forma de algunos textos, publicados entre 1808 y 1814 en periódicos, tanto prosas como poesías, apuntan hacia la autoría de patriotas gallegos bilingües quienes redactaron sus folletos de propaganda política antifrancesa dirigidos y leídos a sus paisanos campesinos gallegohablantes analfabetos, debido a su falta de competencia en la lengua de la nación, con el objetivo de contribuir a su educación política durante los años de la Guerra de Independencia. Si bien vuelve a aparecer el uso escrito del gallego, los textos no deben hacernos incurrir en la suposición de que implican una reivindicación política a favor de la lengua gallega (Bochmann 1992) como fue el caso en el momento del Rexurdimento. 12
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Se publicaron también en Cataluña pliegos de cordel, romances,
«Chacun de nous a touché pendant le gouvernement de M. r le Duc de Castiglione [es decir, el général Augereau] les inconvénients qu'entrenerait la nécessité d'ecrire en Catalan. Son excellence persuadé que le rétablissement de la langue Catalane pourrait coopérer, a ramener les esprits, ordonna la rédaction des actes en Catalan. Il fit des proclamations en Catalan, mais l'insurrection n'en alla pas moins son train. Cette mesure ne servit qu'a rendre difficile la rédaction des actes et a dégoûter ceux qui en étaient chargés, et qui étaient très embarrasses à écrire dans une langue tout à fait négligée. Aussi on reprit l'usage de l'Espagnol sous le gouvernement de son successeur M. r le Duc de Carente» (Kailuweit 1991: 326-327; el texto reproduce la ortografia del original). «du peu de prix que le peuple Catalan attache à l'usage de la langue Catalane dans les acts [sic] publics, si l'on considéré que depuis l'insurrection il a contenue [sic] à se servir de la langue Castillane dans les tribunaux et administrations» (Kailuweit 1991: 327; cf. Kailuweit 1997: 204; Brumme 1993: 226-230).
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canciones y a veces artículos leídos y cantados a un público que los antifranceses dirigían al pueblo (Brumme 1993: 223-224). Tampoco consta que haya habido una política lingüística relativa a la España metropolitana explícita entre los diputados y el Consejo de Regencia. Considerando el tenor de las cédulas reales de Carlos ni y la encuesta a la cual nos vamos a dedicar en seguida, no hay cambio de política al respecto en lo esencial. Nuestra fuente más importante sobre la situación de España anterior a la convocatoria de las Cortes es «La Consulta al País», que corresponde a los cahiers de doléances, que reúnen los agravios en la Francia prerrevolucionaria (Artola (ed.) 1964: 287-369). No debe sorprender la ausencia de las preguntas acerca de las lenguas peninsulares, pues el país estaba unido en su patriotismo dirigido contra las tropas napoleónicas. El tenor de las respuestas de prelados, cabildos, instituciones tradicionales como las audiencias, los ayuntamientos y las universidades, las de las juntas así como de notables hace resaltar con meridiana claridad que absolutamente todos estaban unidos en sus sentimientos patrióticos. Voy a citar solo a algunos testimonios provenientes de regiones bilingües que podrían ser sospechosos de ser antisolidarios, pero que en ningún caso lo son. La Audiencia de Galicia escribe que «todos con igual generoso sacudimiento han reclamado la independencia del yugo extranjero y el restablecimiento de la monarquía a la forma primitiva de nuestra Constitución y estamos tan unidos en los sentimientos y ocurrimos con tanta fraternidad el peligro común» (Artola (ed.) 1959: 249; la fecha del 16 de enero de 1860, en lugar de 1809, es a todas luces errónea). El catalán Ramón Lázaro de Dou, cancelario de la Universidad de Cervera, que sería diputado de las Cortes de Cádiz por Cataluña, redacta su largo dictamen motivado «por si en algo puede servirse a la patria» (Artola (ed.) 1959: 353). Un solo testimonio se refiere a la situación de bilingüismo en Cataluña, el informe de Fray José Rius, de Balaguer, quien, tras auspiciar «más estrecho el vínculo de todas [scil. las provincias] entre sí y con su rey» en un senado futuro (Artola (ed.) 1959: 380) se preocupa más adelante de las dotes lingüísticas de los funcionarios públicos y de los clérigos tanto seculares como eclesiásticos. Sin embargo, atenúa su reivindicación formulándola mediante una pregunta: ¿Y no seria acertadísimo que todas las togas, alcaldías y demás dignidades y empleos, así seculares como eclesiásticos, se confiriesen únicamente a los naturales de cada provincia? Lo cierto es que cada una tiene su lengua aparte, su genio, sus usos y en el caso presente sus leyes, todo lo cual nunca podrá hacerse tan propio el que hubiere nacido en otro clima y bajo diferentes principios de educación. La importancia de esta providencia sólo podrá ser comprendida por el que hubiere observado el mal efecto que hace, por ejemplo, un párroco, que apenas entiende ni es entendido de sus feligreses, habiéndoles con un acento y jerigonza sólo apta para mover la risa, o bien un juez local que no comprendiendo las voces y frases más populares, no percibiría en las verbales otra cosa que una confusa algarabía (ibíd.: 382).
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C Á D I Z , LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD PARA LA UNIDAD DE LA LENGUA Y UNA POLÍTICA LINGÜÍSTICA UNITARIA
Para América, contamos entre los abusos del «despotismo» el desdén de la lengua hablada por los indios y los negros, llamados con la inclusión de la mezcla de razas «los españoles que por cualquier línea traen su origen de África» en los debates en torno a la Constitución (Tierno Galván (ed.) 1964: 160-292), el cual se aborda a través de la desestimación de los indios, de los negros y de las castas en general por parte de españoles y americanos. Sin embargo, el tema de la lengua se plantea de forma explícita solo en el Interrogatorio «indigenista». Para poner remedio a la falta de información del gobierno, el Secretario de Despacho de la Gobernación de Ultramar del Consejo de Regencia, don Ciríaco González Carvajal, dirigió una real orden breve, fechada el 6 de octubre de 1812, a las autoridades americanas, cuyo contenido es el siguiente: Como para el acierto en las deliberaciones de la Regencia del Reino dirigidas al fomento y prosperidad de las Provincias de Ultramar sea necesario un conocimiento exacto de las diferentes castas que hay de indios, sus costumbres, idiomas, inclinaciones, industria y culto, se ha servido resolver pase a V., como lo ejecuto, el adjunto Interrogatorio (Castillo Meléndez et al. 1994: 16; las cursivas son mías).
No se conoce con exactitud al autor del Interrogatorio etnográfico; sin embargo, los estudiosos que se han ocupado del asunto tienen buenos motivos para opinar que fue el propio Secretario de Despacho quien lo redactó o inspiró y explicó el cometido en el título que reza como sigue: Interrogatorio por el cual contestarán las personas que sean consultadas por las autoridades civiles y eclesiásticas de las Américas y sus islas sobre los diversos capítulos que comprende, esperando de su celo, de su instrucción y conocimientos que desempeñarán este encargo con todas las críticas observaciones que puedan convenir, a fin de que por este medio tenga el Gobierno ideas y luces que lo guíen imparcialmente en el manejo y dirección de todo lo que sea más útil y benéfico a aquellos subditos (Castilla Meléndez el al. 1994: 17).
Este Interrogatorio, que comprende 36 preguntas (Castillo Meléndez et al. 1994: 17-18; cf. Vilar 1971), tuvo amplia circulación en América, ya que se difundió en forma impresa. Como no puede ser de otra manera, los autores de las contestaciones son todos eclesiásticos, los únicos que estaban bien informados de la situación de las castas y de los indígenas en particular y que, por lo demás, defendían la causa realista. Las preguntas relevantes del Interrogatorio se refieren a los grupos étnicos y castas, a los idiomas y la integración lingüística de los indios así como su «inclinación e efecto [recte: afecto]». Su tenor es el siguiente: 1 - Se expresarán en cuántas castas está dividida la población: esto es, de americanos, europeos, indios, mestizos, negros, etc., etc., sin omitir ninguno. 3 . - Qué idiomas hablan generalmente, el número de éstos, y si entienden algo del español.
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5.- Si manifiestan inclinación y efecto [recte: afecto] a los Europeos y a los Americanos, o tienen contra ellos algunas prevenciones de quejas o de odio, y cuáles sean estas (Castillo Meléndez et al. 1994: 75).
Como se ve, el Secretario de Despacho ignora la sustitución de casta por clase en la primera pregunta 14 . Estas preguntas resultan instructivas, según que se deduce de las respuestas, pues nos informan acerca de la composición social de la región objeto de la encuesta, las lenguas habladas en ella, la integración lingüística eventual de los indígenas así como la cuestión de si tienen un sentimiento nacional común con la población dominante, condición para ser tomados por ciudadanos y para adoptar la lengua española. Las demás preguntas relativas a la capacidad de leer y escribir de los indígenas y los catecismos en sus lenguas no se han revelado relevantes para nuestro tema, considerando las contestaciones de los misioneros y otros eclesiásticos. Estos temas son exactamente aquellos sobre los cuales los diputados hubieran debido tener las informaciones convenientes antes de la promulgación de la Constitución. Desgraciadamente,
la
representatividad
informativa
de
las
respuestas
dadas
al
Interrogatorio es aún más escasa que la base representativa de los americanos en las Cortes de Cádiz. Las relaciones descubiertas hasta la actualidad, ocho en total, provienen de la diócesis de Guadalajara en México, de Venezuela y del Alto y Bajo Perú. Esta última región es la más rica en cuanto al número de respuestas y la más interesante. Sin embargo, vamos a citar las respuestas según el orden aproximado de su cumplimiento para tomar en cuenta el eventual desfase debido a la distancia geográfica y temporal que el encargo tenía que superar. El obispo de Guadalajara, Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo es el primero que cumplimenta la misión. Circuló el Interrogatorio entre los párrocos de su diócesis, sin que conste que ninguna respuesta haya llegado a manos del obispo, de manera que no redactó una respuesta propiamente dicha o general, sino un breve informe fechado el día 29 de mayo de 1813. A pesar de ello, es posible extraer algunos datos acerca de las tres preguntas que reproducen mi fuente. Las castas, a las cuales el obispo llama clases como debe, se dividen en cuatro grupos: españoles americanos, españoles europeos, indios y castas, comprendiendo en estas últimas a los negros 'y los que nacen de la mezcla de éstos con las personas de las otras clases, porque los que resultan de la mezcla de indios y españoles se llaman mestizos o castizos'. Desde el punto de vista lingüístico, expresa que todos los grupos aludidos 'hablan un solo idioma, que es el castellano', aunque reconoce que [en] algunos pueblos indios se conserva 'el uso de un mexicano adulterado que sólo lo ejercitan entre sí o en sus juntas o cabildos, y no siempre'. [...] 'los indios en lo general ni tienen amor a los españoles europeos ni a los americanos'. Este desafecto generalizado hacia los castellanos tenía para el prelado su origen en 'las prevenciones con que por 14
El uso también entonces políticamente incorrecto de casta continúa en la enumeración de las castas particulares; cf. Alvar 1987.
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C Á D I Z , LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD PARA LA UNIDAD DE LA LENGUA Y UNA POLÍTICA LINGÜÍSTICA UNITARIA
una especie de tradición miran a unos y otros desde tiempo inmemorial' 1994: 65; las comillas simples reproducen el original del obispo).
(Castillo Meléndez et al.
Este testimonio documenta el conocimiento generalizado del español entre los indígenas en una situación de bilingüismo. El idioma mexicano o náhuatl ya tiene una fuerte impronta castellana, pues es «un mexicano adulterado» hablado tanto en situaciones formales e informales como en alternancia con el castellano. Sin embargo, la asimilación lingüística no conlleva a la integración nacional y política de los indios. Venezuela es la primera tierra de la cual proviene una respuesta en forma, ya que el Interrogatorio «llegó a Caracas en los primeros días del mes de diciembre del mismo año; es decir, apenas a los dos meses de su redacción» y lo elaboró el misionero P. José Francisco de Caracas por orden del arzobispo de Caracas hasta el 23 de junio de 1813, que es la fecha de la firma (Castillo Meléndez et al. 1994: 57, 59). Este autor tiene un conocimiento profundo de dos misiones, una situada en la provincia de Caracas y otra en la provincia de Barinas. Su larga experiencia de más de cuarenta años y su rectitud explican el hecho de que proporcione una profusión de pormenores sobre todos los aspectos encuestados: 1. no se encuentran otras [castas] que las de españoles blancos, americanos y europeos, indios mestizos, mulatos o pardos, negros y zambos, entendiendo por los primeros a todos los blancos nacidos en estas provincias de blancos naturales de ellas o de blancos venidos de Europa; por los europeos, a estos últimos; por ser mestizos, a los nacidos de blanco y de indio; por mulatos o pardos, a los que han nacido en esta misma casta, o de blanco y pardo; por negros, a los que han venido de África, y a los criollos o nacidos de aquéllos en estos países, y zambos a los que han nacido de pardo o mulato y negro, o de negro e indios (Castillo Meléndez 1994: 156). 3. son tantos los idiomas cuantas las naciones que conocí en ellas, y son: guaiquires, palenques, gayones, cumanagotos, yaruros, otomacos, guajivos, chiricoas, guaranaos, tanaritas, achaguas y guamos. Las tres primeras naciones [...] no sólo entienden sino también hablan el idioma español y algunos con perfección. De los restantes [...], entienden ya algo el español y aún lo hablan imperfectamente, pero otros no lo entienden ni lo hablan en modo alguno (ibíd.). 5. A los europeos y a los americanos manifiestan inclinación y afecto, como se pregunta en el quinto artículo, y aún se familiarizan con ellos, pero es regular y solamente cuando los tratan bien y acarician, dándoles carne, ropa o lienzo para sus guayucos, -así llaman ellos el velo de la honestidad-, abalorios, agujas, etc., que piden, porque son por lo común muy interesados; pero si los tratan mal o les niegan lo que piden, en lo que suelen ser muy importunos, los aborrecen, huyen y se cautelan de ellos llamándoles: español maluco (ibíd.).
La mezcla de razas prolongada se refleja en la fuerte presencia de las castas en la composición
social de las provincias.
Lamentablemente,
no nos enteramos
de
los
conocimientos lingüísticos de estos grupos de personas, aunque lo más probable es que los sujetos no indígenas hayan hablado el español, ya que incluso tres «naciones» de indios, los guaiquires, palenques y gayonas «no sólo entienden sino también hablan el idioma español». En cuanto a las demás «naciones», hay que entender que conocimientos activos, imperfectos, pasivos escasos o nulos estaban repartidos en todas ellas en varia medida. Podemos deducir de la respuesta acerca de la «inclinación y afecto» de los indígenas que prácticamente no se 150
JENS L Ü D T K E
integran a la nación y escasamente a la sociedad españolas. Para el misionero, estos indios son ya «civilizados», si bien en cuanto a su integración cultural, algunos de ellos viven, según su visión eurocéntrica y paternalista, como dice en otro lugar, en la «barbarie» (ibíd.: 164). El arzobispo de Lima circuló copia del Interrogatorio impreso por las diócesis peruanas. El mayor número de respuestas, cinco en total, proviene de la diócesis de Mainas. El 1 d e julio de 1813 Fray Manuel Plaza firma su contestación sobre las «conversiones» del Río Ucayali que es «la más rigurosa relación indigenista de todo el obispado» (ibíd.: 35) recién fundado: 1 .-En estas conversiones pertenecientes al río Ucayali o Manoa no existe casta alguna a excepción de la de los indios salvajes, en cuyo laborioso trabajo se hallan los misioneros del Colegio de Ocopa (Castillo Meléndez et al. 1994: 121). 3.-El idioma que generalmente hoy se va introduciendo entre estos indios es el inga (sic), a semejanza de la provincia de Maynas, en donde es casi general. El número de idiomas que hablan los habitantes de este río y sus colaterales son cuatro, por lo que venimos en conocimiento que son cuatro naciones distintas divididas en muchas parcialidades, pues el idioma shipbo (sic) comprende a las parcialidades siguientes: canibos, setebos, cashibos, remos, amaguacas, sensis y busquipanis, de modo que, aunque hay variación en muchos términos, se entienden dichas parcialidades unas con otras. El idioma de los piros es común a los que habitan en tres ríos que desembocan a este Ucayali. El de los mayorunas, que es nación bastante crecida a las márgenes de este mismo río, y últimamente el idioma de los puinaguas, cuyo descubrimiento es muy reciente, son tan distintos estos idiomas que no tienen conexión alguna con las muchas lenguas que hay en las distintas naciones de la provincia de Maynas. Del idioma español entienden muy poco o nada, y ésto [sic] sólo aquellas personas que frecuentan al oírnos hablar continuamente (ibíd.). 5.-La inclinación y afecto que manifiestan a los europeos y americanos es por el respeto que estos infunden en el corazón del indio, quienes por su pusilaminidad obedecen al español más por miedo que por voluntad, pues siempre viven recelosos del mal trato que han recibido de algunos que los han tratado con rigor. Pero no por eso dejan de ser agradecidos a los beneficios que han recibido de otros. Y si conservan su sentimiento mucho tiempo, es porque han sido castigados injustamente; pero cuando conocen que por justa causa se les ha dado el castigo, lo agradecen aunque (en) ésto [sic] se hayan excedido (ibíd.: 122).
La diócesis de Mainas es «una de las diócesis más marginales» (ibíd.: 36) de la América española. Al comparar las cinco respuestas sobre su situación desastrosa, comprobamos la máxima distancia entre la madurez política de los indios que pretende la Constitución y la realidad cultural en la cual los misioneros los observan. Sin embargo, las relaciones reflejan más bien las diferentes actitudes de los misioneros respecto a las comunidades evangelizadas que de ellas mismas. Fray Manuel Plaza llama a los habitantes de las conversiones pertenecientes al río Ucayali francamente «indios salvajes». Si algunos indígenas hablan la lengua española, este grupo se reduce a las personas que estaban en trato continuo con los misioneros. La conclusión que se deduce de la respuesta a la tercera pregunta es que su asimilación cultural es tan escasa como su asimilación lingüística. El cura Juan de Domingo de Sarria firma su respuesta sobre la doctrina de San Sebastián de Trujillo, con Santa Ana, Huamán y Esteban de Munpuesto, el 27 de agosto de 1813, tras haber recibido el oficio el 5 de abril de este año:
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CÁDIZ, LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD PARA LA UNIDAD DE LA LENGUA Y UNA POLÍTICA LINGÜÍSTICA UNITARIA
1.-Todos los individuos de que compone la feligresía de las mencionadas iglesias son de casta indios sin alguna mezcla de las de otra clase (Castillo Meléndez et al. 1994: 147). 3.-El idioma general que usan es el español en que están sobradamente versados por la frecuente comunicación que tienen con la gente que lo hablan generalmente, sin que se les oiga ni por el asomo una sola expresión que suene al idioma antiguo de que antes de la conquista usaban, porque lo ignoran de todo punto (ibíd.). 5.-Nada se les observa de desafecto, ni mala inclinación a los europeos, antes sí, el que viven adictos y a las otras gentes, con todas las cuales tienen sus relaciones de compadrazgos, amistades y comercio con aquellas especies que les producen sus labranzas sin que se les oiga producir quejas de agravios que reciban y que indiquen odio o mala voluntad en ellos (ibíd.: 148).
Estas respuestas opuestas que ofrece el cura sobre una situación muy similar a la descrita anteriormente nos lleva a la conclusión de que no estamos ante un informe fidedigno. La realidad presentada está en evidente contradicción con la situación del río Ucayali (ibíd.: 4346). El presbítero Juan Servando Albán redacta dos documentos. El primero versa sobre la «conversión» y pueblo de San Roque de Pachiza y lleva la firma del 29 de octubre de 1813: 1.-A1 primero respondieron estar dividida la población en pocos mixtos y muchos indios, por derecho americanos (Castillo Meléndez et al. 1994: 135). 3.-Al tercero respondieron que la lengua general o idioma de ellos se llama el xivito (sic), y que muchos de ellos entienden la española y aun la hablan, aunque no con perfección, de lo que a mí mismo me consta (ibíd.). 5.-Al quinto respondieron que miran a los europeos con indiferencia, sin manifestarles amor ni mala volutand sólo por ser de extraña nación; y a los americanos le comunican las pruebas más graciosas de amor y buena voluntad (ibíd.).
Por así decirlo, el informe de Juan Servando Albán se encuentra a medio camino entre la primera y la segunda respuesta relativas a la diócesis de Mainas. El reducido grado de elaboración no permite fundamentar la impresión de ser poco fiable, más allá de la comparación de este informe con los demás de la misma diócesis en la cual los resultados de la evangelización pueden ser parecidos. El cura Clemente Almonte da cuenta de Andahua, en el partido de Condesuyos, el 5 de noviembre de 1813: 1 .-La población de esta doctrina está dividida en sólo tres clases de personas, esto es españoles americanos, indios y mestizos (Castillo Meléndez et al. 1994: 139). 3.-El idioma general en estos pueblos es el quichua, la aimara, coli, puquina, isapi y chinchaysuyo hablan en otros: entienden los varones algo de castellano y uno que otro lo habla aunque imperfecto (ibíd.). 5. Poco es el afecto, e inclinación que estos tienen a el español americano, y menos a el europeo, más bien temor y respeto (ibíd.: 140).
Si la situación de esta misión es diferente de las anteriores, lo es por la presencia de mestizos, lo cual justifica los conocimientos de la lengua española, junto al contacto con
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JENS LÜDTKE
lenguas muy difundidas como lo son el quechua y el aimara. Sin embargo, los europeos, los indios y los mestizos forman comunidades paralelas. El presbítero Juan Servando Albán firma un segundo documento sobre la población de Saposoa y el pueblo de Piscoyaco el 14 de noviembre de 1813: 1 - A l primero respondieron que su población está dividida en tres castas: español, mixto e indios, todos americanos (Castillo Meléndez et al. 1994: 131). 3.-Al tercero respondieron que el idioma de ellos es llamado lamusa (sic), pero que en la época presente cursan más hablar la española, la que aún los que no la pueden hablar la entienden bastantemente (ibíd.). 5.-A1 quinto respondieron de que como ellos se versan con toda clase de castas, no miran a ninguna de desprecio, odio ni mala voluntad (ibíd.).
La poca confianza que tenemos en el valor del informe de Juan Servando Albán sobre San Roque de Pachiza reduce también la credibilidad de la respuesta a la segunda relación de este presbítero, una impresión general que se basa otra vez en la comparación con las demás respuestas, sobre todo la última que sigue a continuación. El mejor testimonio lo redacta el clérigo criollo Mariano de la Torre y Vera, originario de Córdoba del Tucumán y sucesivamente cura de dos pueblos indígenas, vicario general del ejército del Alto Perú y canónigo de la Iglesia Metropolitana de Lima, entre otros cargos, tras haber recibido la misión arzobispal como los demás misioneros mencionados anteriormente. Este informe, el último por el orden cronológico, firmado el 6 de abril de 1814, es también el que se eleva a una visión de conjunto de la situación en el Alto y el Bajo Perú, en parte de la Argentina y todo el continente. Extractamos las siguientes tres respuestas a las preguntas de la encuesta, a la cual se agrega una información extraída de la pregunta 8 (véase la pregunta abajo): 1 .-Los habitantes de la América del Sur, unos son europeos y otros son americanos. De éstos, unos son españoles, que se entienden tales los que no tienen mezcla de otras castas. Al principio se llamaron criollos los hijos de europeos, según la significación primitiva de la lengua barloventana, como dice Garcilaso, pero después, por ampliación abusiva, son conocidos por criollos todos los nacidos en América, sea cual fuese su casta. Los que están misturados con indios y españoles se denominan mestizos, y los que son negros mulatos. La regla general es que toda mistura con indio y español produce mestizos, que es derivación del verbo latino misco, y la mezcla con negro origina mulatos, que es una analogía de los mulos como animales de tercera especie. Si estas castas progresan en otras generaciones ulteriores de españoles, tienen el nombre de cuarterones, y continuando su procedencia también de españoles, se llaman pechuelas. El procreado de indios y negros se intitula zambaygo; vulgarmente se dicen mulatos todos los que vienen de raza de negro, así son llamados cholos (que equivale a hombre del estado llano) los que, teniendo mezcla de indio o de negro, están ya entreverados con españoles por sucesivas generaciones (Castillo Meléndez et al. 1994: 99). 3.-En todo el Perú, los indios de doctrina sujetos a los obispos hablan dos lenguas generales, llamadas, la una Quichua, y la otra Aymara, la cual no es más que dialecto oscuro de la primera, según Peralta. Los chiriguanos usan el idioma guaraní, que es la vulgar en los treinta pueblos y en las gentes de la Provincia del Paraguay, de donde se derivó a las fronteras de Charcas [...]. Los chiquitos, que están fronterizos a los portugueses de Matogroso, se redujeron de cuarenta y nueve naciones que hablaban distintos idiomas, pero los fundadores, a costa de inmenso trabajo,
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C Á D I Z , LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD PARA LA UNIDAD DE LA LENGUA Y UNA POLÍTICA LINGÜÍSTICA UNITARIA
los reunieron en una sola lengua muy oscura y dificultosa que llaman de chiquitos. Los mojos se fundaron con vientinueve naciones de diversas costumbres e idiomas que, habiendo podido comprenderse en un solo arte, quedaron ocho lenguas diferentes que se denominan la Moja, Baure, Mure, Movima, Maure, Ocorona, Camiciana, Cuyubamba, Ytomana y Maracani. Los apolobambas, confinantes con los mojos, tienen su idioma particular. Los indios de los repartimientos de la Costa del Mar del Sur hablan la Quichua, pero todos entienden, también hablan, el castellano. Los demás indios apenas perciben las voces más vulgares de las preguntas usuales, aunque los curacas y otros que trajinan por las ciudades de españoles saben explicarse igualmente en el idioma español. En Chile también tienen su idioma peculiar de Peguenches y Araucanos, que es muy expresivo, impetuoso y elegante, pero los indios reducidos, por razón del mucho trabajo con los españoles, saben explicarse en ambas lenguas. En México mismo, siendo arzobispo el Cardenal Lorenzana, informó que se hablaban cuarenta idiomas diferentes. Los bárbaros, todos según la distinción de naciones, tienen también distintas lenguas y dialectos; de modo que algunos sabios han llegado a asegurar que se pueden contar hasta mil idiomas diversísimos entre sí (ibíd.: 100101). 5.-[...] [Los indios] son tímidos por el despotismo con que han sido dominados, y sumamente desconfiados por la experiencia personal de la aspereza y desestimación con que son tratados. Por esto es que están penetrados con el más íntimo desafecto a todo hombre de cara blanca, ya sea europeo, ya americano (ibíd.: 102). 8.-[...] Reconociéndose por causa única que ha embarazado el uso de la lengua castellana, la falta del cumplimiento de las leyes y cédulas reales dispositivas de las escuelas públicas en los pueblos de indios (ibíd.: 103).
En su intención de ofrecer un amplio panorama, Mariano de la Torre y Vera conjuga las fuentes literarias con su experiencia directa. Así, su respuesta a la primera pregunta describe la mezcla de razas y la composición social de la América del Sur sin diferenciar entre las regiones de esta parte del continente. N o se aclara la difusión regional de pechuela,
zambaygo
y cholo. Según las informaciones dadas en respuesta a la tercera pregunta se aplican varios criterios heterogéneos y estos tampoco de manera constante como la región geográfica, el grado de asimilación cultural de los hablantes, el grado de asimilación
lingüística,
distinguiendo entre comprensión y producción verbal, el estatus de lengua general de un idioma indígena, la reunión de varios grupos de indios alóglotos en un solo grupo lingüístico, el grado de parentesco entre los idiomas y las diferencias sociales entre los indios. Primero se restringe la perspectiva al Perú y a los «indios de doctrina» que habían sufrido, como parece, alguna asimilación cultural, ya que no se llaman «bárbaros» como algunas «naciones» de indios mexicanos, y a dos lenguas generales, el quechua y el aimara; el guaraní ya no es una lengua general a pesar de estar difundida desde el Paraguay hasta Charcas. Después, el canónigo alude a las reducciones y sus consecuencias lingüísticas, la reunión de hablantes de distintos idiomas en un solo grupo que tenían que adoptar otra lengua como por ejemplo el idioma de los chiquitos y de los mojos así como nueve idiomas de los cuales no nos dice si son también el resultado de alguna concentración de hablantes de lenguas diferentes. Entre todos, la asimilación lingüística de los quechuahablantes de la costa es la más adelantada, a diferencia de los otros que viven en las ciudades que son también hispanohablantes según un
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JENS LUDTKE
criterio que podemos llamar social. Se procura establecer el parentesco entre el quechua y el aimara, lo cual, sin embargo, solo revela el desconocimiento de por lo menos una de ambas lenguas. La situación lingüística en Chile se presenta parecida a la peruana. La respuesta a la quinta pregunta muestra que los indios no se consideran parte integrante de la nación española. A la octava pregunta que dice: «Qué medios sencillos y fáciles pudieran aprovecharse a fin de que [los indios] se dedicasen a hablar y entender el castellano, y las causas que lo hayan embarazado hasta ahora» (ibíd.: 76) agrego la respuesta según la cual no se cumplieron las leyes y cédulas reales concernientes a la educación lingüística de los indios. En resumen, hubo una política lingüística unitaria durante los años gaditanos que continúa en América la política lingüística de la Ilustración, es decir, la extinción de las lenguas indígenas, aunque no se consigue por falta de puesta en práctica, y en España reina el silencio sobre la sustitución lingüística debido a la solidaridad de todos los españoles en la defensa de la nación que, sin embargo, no impidió que se procurara imponer la lengua de la nación en la enseñanza.
3 . L A S CONSECUENCIAS TARDÍAS
En tercer lugar, mi intervención tiene la intención de aclarar la medida en que la histórica labor de las Cortes de Cádiz repercutió en la unidad de la lengua y la política lingüística unitaria, si bien de forma diferida y desfasada en varias etapas a lo largo del siglo xix. El Congreso reúne las ideas de la Ilustración y el liberalismo y hace operativas algunas de ellas con el transcurso del siglo y más allá. Las consecuencias no pueden derivar directamente de la Constitución y de los decretos y órdenes de las Cortes y, de forma indirecta, en la aplicación de las ideas defendidas con posterioridad en España, en los países hispanoamericanos después de la Independencia y en las colonias que permanecieron bajo el dominio español, pues la ideología de la lengua nacional tiene un sólido fundamento en la codificación del siglo XVIII, se refuerza posteriormente en Cádiz y se prolonga en el nacionalismo liberal español del siglo xix (Fox 1997), heredero de esta tradición 15 .
15
También en la historiografía lingüística dominaría la concepción de la historia de la lengua como historia de la lengua nacional. N o afirmo que este deba ser el modelo, pero se comprueba que los historiadores suelen atenerse a este criterio. La lengua nacional es la dominante considerada natural en la escuela de la historiografía de la lengua a partir de Ramón Menéndez Pidal, pero que no enlaza con las otras lenguas de la Península ni mucho menos con el multilingüismo hispanoamericano. A partir del momento en el que se derrumban los imperios que habían sostenido una lengua nacional única, la geografía de las historias lingüísticas posteriores toma dos orientaciones, una hispánica general y otra múltiple que se restringe al desarrollo de la lengua nacional en un territorio nacional o, en el caso de América, a un conjunto de estados nacionales.
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Pese a la orientación diferente de mi conferencia, enlaza en parte y en cuanto a la unidad de la lengua con el planteamiento de Guillermo L. Guitarte (1991; cf. también Barbón Rodríguez 1975) en su contribución «Del español de España al español de veinte naciones». En efecto, la unidad de la lengua codificada no constituiría un problema en España, pero sí en América donde en una primera etapa perdura el reconocimiento de la norma de España. En este sentido, la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos
de
Andrés Bello es todavía «una gramática nacional» (1981: 129). Al mismo tiempo, los hispanoamericanos tenían una conciencia lingüística desdoblada; los cultos estaban orgullosos de su lengua, pero la mayoría de los hablantes despreciaban su lengua coloquial como viciosa. La generación posterior asumió su lengua, teorizada en tanto «lengua americana» por Juan Bautista Alberdi, pero descrita por Rufino José Cuervo, como propia. Esta reorientación no hubiera sido posible sin el descubrimiento científico de la lengua hablada consistente en los dialectos en Europa y las variedades del español a nivel coloquial en América. En una tercera etapa, a la fragmentación lingüística posterior a la Independencia, deseada por unos y recelada por otros, vuelve a oponerse la idea de la unidad de la lengua. De nuevo, la fundación de Academias correspondientes de la Real Academia Española apunta al predominio del español de España desembocando en los planteamientos modernos de la unidad de la lengua. La oportunidad imaginada y fundada en la situación política se ha enfocado aquí de forma predominante desde este lado del Atlántico donde los diputados tenían una desmedida fe en la fuerza performativa del texto de la Constitución. En cuanto a la América española y las consecuencias a corto plazo en ese continente, la congregación de las Cortes no fue una oportunidad, sino una ocasión perdida (Rodríguez O. 1996: 283-293). Sin embargo, aunque el sentido histórico-lingüístico de las Cortes no se revela en los pocos años de sus sesiones en esta ciudad, es un hecho incontestable que se refuerza el concepto de normalización lingüística, caro a los sociolingüistas catalanes, pero en este caso se aplica a la normalización de la lengua española en perjuicio de las lenguas regionales de la Península y de las lenguas indígenas en América en este momento de solidaridad incondicional de la nación española expresada en el universalismo de la lengua y la continuada exposición de los indios a la hispanización lingüística en América fundada en la desestimación eurocéntrica por parte de los españoles americanos e incluso de los misioneros. Las políticas lingüísticas de las nuevas naciones continúan en línea directa la propagación de la lengua universal española como conjunto de lenguas nacionales en todo el antiguo imperio. Sin embargo, el universalismo fáctico no se expresa en los nombres de la lengua, es decir, a nivel de la conciencia
156
JENS LÜDTKE
lingüística 16 . Así, el gran cambio de la época es el eclipse durante algún tiempo de actitudes otras que patrióticas y universales respecto a la lengua y unitarias en lo concerniente a las naciones, las cuales dejan sin resolver los problemas de signo contrario como lo son el federalismo político y el multilingüismo peninsular y, más aún, americano. Antes de referirnos brevemente al ascenso de las lenguas regionales en España, debemos representar una innovación política que incide en ellas. Existe una pervivencia de las ideas liberales en la división territorial. El artículo 11 de la Constitución propone «una división más conveniente del territorio español». En el debate sobre este artículo intervino Francisco Gutiérrez de la Huerta, diputado suplente por Burgos, quien se encarga de calmar temores diciendo: «no se mezclarán las provincias cuyo lenguaje,
educación, costumbres y
preocupaciones son diferentes. Se trata de reunir las que sean de igual índole, idioma y carácter» (Suárez 2002: 120; las cursivas son mías). La división provincial de España realizada en 1833 no respeta las fronteras lingüísticas. La faja oriental del dominio gallego pasó a incorporarse a las provincias de Oviedo, León y Zamora, una decisión política que, sin embargo, los regionalistas gallegos y catalanes atribuyeron a la política uniformizadora de las Cortes de Cádiz (Marmo Paz 1998: 349-350). Las provincias de la Comunidad Valenciana son todas bilingües, tampoco se sigue el criterio lingüístico en las provincias catalanas y aragonesas,
sin
hablar
del
vasco.
En
América
se
introducen
también
provincias,
departamentos, estados y otras entidades territoriales donde las lenguas indígenas no se toman en cuenta. En España, las mayores consecuencias son políticas y conciernen al estatus de los otros romances ibéricos que de dialectos se convierten en lenguas. Considerando la historia del español a partir de las Cortes de Cádiz, los liberales españoles siguen siendo universalistas frente a las lenguas regionales, patrióticos frente al latín en su preferencia por el español y defienden la enseñanza en su forma codificada y chocan con los regionalismos políticos que
16
A lo largo del siglo XIX, se usan los términos castellano y español o se elude el problema mediante denominaciones tales como lengua nacional, nuestro idioma, lengua patria, idioma nacional, idioma patrio (Bravo García 2012: 358-359). Al comparar estas últimas con el trasfondo ideológico doceañista llama la atención la inversión de la perspectiva. Nacional se aplicaba a la nación grande de las Españas de la Constitución de 1812, mientras que aquí hemos pasado a las naciones particulares surgidas de la Independencia, cuya lengua se llama igualmente nacional, sin que al principio se pueda saber en qué consiste su carácter, a falta de estudios al respecto, aunque en realidad la unidad de la lengua no se cuestiona, llámese como se quiera. La postura de un autor como Domingo Faustino Sarmiento acerca de la independencia lingüística solo magnifica las innovaciones lingüísticas y las influencias divergentes. Así, Eva Bravo García tiene razón al decir: «La diferencia lingüística es en sí mínima, pero simbólicamente muy importante para sus defensores, pues lo que se sugiere no es una divergencia idiomàtica, sino una diferencia de pensamiento político e intelectual» (2012: 360). Incluso las influencias de otras lenguas sobre la española se sienten como ataques a la pureza del idioma; sin embargo, las reacciones puristas no tienen otro efecto que reforzar el sentimiento de unidad de la lengua.
157
C Á D I Z , LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD PARA LA UNIDAD DE LA LENGUA Y UNA POLÍTICA LINGÜÍSTICA UNITARIA
evolucionan hacia posturas nacionalistas. Haría falta un diálogo no acalorado que no me compete en esta hora dedicada a las Cortes de Cádiz. En cuanto a otro aspecto político, las ideas acerca de la instrucción pública cuajan en años muy posteriores al Congreso de las Cortes, a mediados del siglo XIX, al tiempo que se aplicaban en leyes educativas obligatorias y vinculantes, a partir de la Ley Moyano (1857, cf. García Martín 2011: 33-34), en normas y en regulamentos administrativos de ejecución imperativa que tampoco podemos tratar en este momento, y otros temas, cabos sueltos que nos relacionan con nuestra labor presente.
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Algunas paradojas lingüísticas y fácticas en la Constitución de Cádiz Miguel León-Portilla (Universidad Nacional Autónoma de México) (Academia Mexicana de ia Lengua) (Academia Mexicana de la Historia)
1. INTRODUCCIÓN
Diré que no es mi propósito aportar nueva información jurídica, histórica o de cualquier otra índole acerca de la Constitución de Cádiz. Quiero concentrarme en el señalamiento de algunas paradojas, es decir expresiones acerca de realidades, bien sea inesperadas o incluso que son o aparecen en sí mismas contradictorias tal como se expresan en el texto gaditano. Son estrictamente lingüísticas las paradojas que se producen en algunos de sus artículos principalmente al modificarse o quedar ambiguo el significado de vocablos o sintagmas, o también en los casos de determinadas proposiciones. En el contexto temporal de las Cortes de Cádiz, numerosos vocablos adquirieron connotaciones diferentes a las tradicionales, sobre todo como expresión de ideas libertarias. Así se llegó a hablar de una «gramática de la libertad», de un «diccionario de los hombres libres» y de «una lengua democrática republicana» 1 , en contraposición al lenguaje que seguirían empleando los serviles o «servilones» como se designó a los diputados conservadores en las Cortes constituyentes. Palabras como soberanía,
nación, nacional,
majestad,
vasallo y vasallaje (en vez de
ciudadano y ciudadanía), contrato social, patria, opinión pública, independencia,
constitución
y otras más se hallan entre las que entraron al uso cotidiano de la lengua con nuevas acepciones.
2 . U N EJEMPLO DE PROPOSICIÓN CONTRARIA AL ESPÍRITU DE LA CONSTITUCIÓN
Añadiré que, entre las paradojas lingüísticas hay otras que provienen de la introducción de algunas proposiciones que parecen contrarias o al menos no toman en cuenta el espíritu de la Constitución o lo que expresan otras proposiciones incluidas en ella. Un ejemplo, muy significativo, lo ofrece lo que se consigna en el Título IV, capítulo 2, artículo 168, acerca de la persona del Rey. Textualmente se expresa allí que «La persona del Rey es sagrada e inviolable y no está sujeta a responsabilidad».
Véase al respecto: Fernández Sebastián, Javier (2008): "La crisis de 1808 y el advenimiento de un nuevo lenguaje político. ¿Una revolución conceptual?". En Alfredo Avila y Pedro Pérez Herrero (coords.), Las experiencias de 1808 en Iberoamérica. México/Madrid: U N A M y Universidad de Alcalá, pp. 122-124.
ALGUNAS PARADOJAS LINGÜÍSTICAS Y FÁCTICAS EN LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ
Ahora bien, tomando en cuenta que en el espíritu de la Constitución ocupa lugar importante al principio de que «la soberanía reside esencialmente en la Nación» (artículo 3), de ello se desprende la negación del atributo de soberano otorgado antes al Rey. Resulta así paradójico que se exprese que «su persona es sagrada, inviolable y no sujeta a responsabilidad», cual fue el caso de quien era reconocido antes como soberano. En el Diccionario de autoridades de 1726 y en su reimpresión en un volumen de 1780, se registra que el significado de la palabra sagrada es «lo que está dedicado a Dios y al culto divino» y como segunda acepción «lo que respecto a lo divino, es venerable». A su vez el vocablo inviolable significa «lo que no se debe violar, profanar o quebrantar o aquello que no se puede tocar». En cuanto a la expresión «no sujeto a responsabilidad significa ella que no está obligado a responder o satisfacer por algún caso», o acción suya. Según esto, la proposición que aparece en el artículo 168, tiene el sentido de que el Rey posee atributos que más que a nadie corresponden a Dios o por lo menos a un soberano que no tiene por qué dar cuenta de sus acciones y cuya persona es sagrada e inviolable.
3 . N U E V O S V O C A B L O S CON Q U E SE D E S I G N A A LOS PARTICIPANTES E N EL PROCESO SOCIOPOLÍTICO DE LA ÉPOCA
Abundando en la proliferación de tales vocablos citaré el término servilón que, por cierto, continúa registrándose en el Diccionario de la Real Academia Española con la significación de 'inclinado a defender una monarquía absoluta'. De connotación opuesta fue el de liberales. Este, desde fines del siglo XVIII, se usó ampliamente en Francia para referirse no sólo a los que se oponían a la monarquía absoluta sino en general a personas de ideas avanzadas o, como hoy se diría, «progresistas». Tal palabra llegó a tener también amplia vigencia en América Latina. Este fue el caso de México en el que a lo largo del siglo XIX hubo reiterados enfrentamientos entre sectores políticos calificados de liberales y conservadores. Otros dos vocablos vale la pena recordar: uno es el de afrancesados,
aplicado a quienes
mostraban admiración por las instituciones, el pensamiento, el régimen, las costumbres y las modas francesas. Los españoles que recibieron tal epíteto, al expresar su admiración por lo que venía de Francia, paradójicamente lo hacían en medio de la ocupación de su patria por las tropas napoleónicas y del intento de Napoleón de imponer a su hermano José como rey de España. Otro vocablo es el de jacobinos
se usó en Francia al tiempo de la Revolución para designar
a quienes se oponían no sólo a la monarquía absoluta sino que asumían incluso actitudes radicales como fue el caso de Robespierre. Contrariamente a lo que se supone, el vocablo 166
M I G U E L L E Ó N - PORTILLA
jacobinos
que se introdujo también en España con una connotación parecida, no se deriva del
nombre de alguien en particular sino del hecho de que los así nombrados se reunían en un antiguo convento dominico situado en la calle de Saint-Jacques (San Jacobo), en París. El Club de los Jacobinos había sido fundado en 1789 en Versalles, y se llamó originalmente Sociedad de Amigos de la Constitución.
En España, como ya se dijo, se aplicó dicho
término a las personas de ideología radical. Volviendo a los vocablos introducidos al redactar la Constitución de Cádiz, debe añadirse que las paradojas lingüísticas que se produjeron y afectaron al idioma español, obligaron en algunos casos a disquisiciones acerca de los nuevos sentidos que adquirieron y que en realidad introducían de forma más o menos velada nuevas ideas y principios.
4 . A L G U N A S PARADOJAS FÁCTICAS LAS PROVENIENTES DE HECHOS O DE FORMAS DE ACTUAR ENUNCIADAS EN EL ARTICULADO DE LA CONSTITUCIÓN
En la península la invasión napoleónica se había adueñado de la mayor parte del territorio. En el caso de los virreinatos americanos prevalecía no sólo la intranquilidad, sino en muchos lugares, abiertos brotes insurgentes que, con el paso del tiempo, se dirigieron a la obtención de la independencia. En ambos ámbitos, España y el Nuevo Mundo, corría en abundancia la sangre y la situación se agravaba por momentos. Si la Junta Central, Suprema y Gubernativa del Reino se constituyó en septiembre de 1808, y en 1810 se logró la instalación de las Cortes en Cádiz, la llegada de quienes integrarían éstas, es decir los diputados de diversas provincias de España y de los virreinatos americanos resultó muy difícil y en algunos casos imposible. Por éste y otros motivos, hubo quienes dudaron de la legalidad y representatividad de esas Cortes tan irregularmente convocadas. La paradoja parece estar en que, no obstante tal cúmulo de adversidades, las Cortes pudieron a la postre abrirse. Esto aun cuando que en no pocos casos, sobre todo en el de los diputados americanos de muchos lugares no pudieron participar, hubo que nombrar suplentes, arbitrariamente seleccionados, por el simple hecho de que se hallaban en la península o mejor aún en Cádiz. Agravante tal vez igualmente serio, era la inminente amenaza de que las tropas napoleónicas se adueñaran de un momento a otro de la Isla de León y de Cádiz. Para remate, se había desatado una epidemia de viruela y extendido la fiebre amarilla. Lo paradójico es que, no obstante todo esto, las dichas Cortes pudieron elaborar una Constitución en la que, más allá de contradicciones, prevalecieron criterios liberales inspirados algunos en la Constitución francesa producto de la Revolución. 167
A L G U N A S PARADOJAS LINGÜÍSTICAS Y FÁCTICAS EN LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ
5. LAS CORTES RECIBEN EL TRATAMIENTO PROTOCOLARIO DE MAJESTAD
Sólo dos días después de que dieran principio los trabajos de las Cortes, el diputado por Santa Fe de Bogotá José Mejía Lequerica propuso cuáles debían ser los tratamientos protocolarios con los cuales referirse a las mismas Cortes, al Rey y a los Tribunales Supremos. Para las Cortes debía reservarse el título de Majestad. El empleo de este vocablo con tal connotación implicaba un cambio radical a la vez que lingüístico, ideológico y fáctico2. Cabe recordar aquí lo que se entendía por majestad, según lo registran los diccionarios de Sebastián de Covarrubias (1610) y luego el de Autoridades (1726). Según Covarrubias, Majestad es «título honorífico», «título imperial o real de emperador». De acuerdo con el de Autoridades es «título honorífico que propiamente pertenece a Dios como verdadera majestad infinita y después a sus retratos en la tierra cuales son los emperadores y reyes y así se dice Vuestra Majestad». Al adjudicar a las Cortes el título de Majestad se reconocía en ellas a la autoridad suprema. En cuanto al rey, propuso Mejía Lequerica se les diera el título de Alteza que, según Covarrubias, es «título real después de Majestad; éste se da al Consejo en cuanto representa la persona real y al príncipe como hijo suyo». Finalmente, el título de Nacionales debía aplicarse a los Tribunales Superiores, que ya no recibirían el título de reales. Se estaba reconociendo así la supremacía de las Cortes por encima del Rey. De hecho en el artículo 3 de la Constitución se declara que «la soberanía reside esencialmente en la Nación», y en el artículo 2, que «no es ni puede ser propiedad de ninguna familia ni persona». Esta clara alusión al rey y a la dinastía real, negándole ser depositarías de la soberanía, no impidió que al principio de la Constitución se declarase que «Don Fernando Séptimo, por la gracia de Dios y por la Constitución de la Monarquía española, Rey de las Espafias y en su ausencia y cautividad, la Regencia del Reino nombrada por las Cortes generales y extraordinarias, a todos los que los presentes vieren y entendieren sabed...». Tal enunciado es vacilante proclamación del antiguo postulado que admite que el Rey gobierna «por la gracia de Dios», aunque complementándolo con el añadido de que también ejerce el poder por obra de la Constitución. Así afloraron desde un principio las ambigüedades para lograr los consensos necesarios entre liberales y serviles. Y debe notarse que el empleo del vocablo Majestad para referirse a las Cortes, volvió a adquirir más tarde su antigua connotación con el sentido de tratamiento aplicado al Rey. Por lo que toca a los diputados integrantes de las Cortes se adoptó en muchos lugares de lengua
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Diario de Sesiones de las Cortes, 26 de septiembre de 1810.
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española el tratamiento de Vuestra Soberanía, enfatizando así que en las Cortes o diputación reside la misma. Y otro tanto debe decirse respecto de las contradicciones en el empleo del vocablo Nacionales que Mejía Lequerica y los diputados constituyentes usaron para referirse a los Tribunales Superiores, no obstante que, en el artículo 1 al hablar de la «nación» se expresa que se entiende por ésta «la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios». Y cabe anticipar que habrá que volver al significado del vocablo nación de enorme importancia en el contexto constitucional.
5. LA PRESENCIA AMERICANA EN LAS CORTES
Aceptando que el propósito principal de la reunión de las Cortes era la elaboración de una nueva constitución, éstas celebraron su sesión inaugural el 24 de septiembre de 1810 en la Isla de León. Sus integrantes no fueron elegidos por estamentos de clero y nobleza, sino de forma individual y proporcional y debían trabajar en una sola Cámara. Aunque no hay consenso en cuanto al número de diputados presentes en la apertura de las Cortes, algunos registran que eran 104, de los cuales 74 eran peninsulares y 30 de ultramar, 28 americanos y 2 filipinos. Desglosando la procedencia de los diputados ultramarinos que se fueron incorporando posteriormente cabe notar que había dos de la Isla de Cuba, uno de Santo Domingo, uno de Puerto Rico, quince de la Nueva España o México, seis de la Capitanía de Guatemala, uno de Venezuela, dos de la Nueva Granada, ocho del Perú y dos del Virreinato de Buenos Aires3. En cuanto a los peninsulares provenían de diversos lugares de España que ya no se llamarían ya reinos sino provincias. Entre los más destacados diputados mexicanos estaban José Miguel Guridi y Alcocer, por Tlaxcala; José Ignacio Beye Cisneros, por México; José Miguel Gordoa Barrios, por Zacatecas; Miguel González Lastri, por Yucatán; Joaquín Maniau, por Veracruz; José Miguel Ramos Arizpe, por Coahuila; Manuel María Moreno por Sonora y Mariano Robles, por Chiapas. A su vez, entre los diputados procedentes de otros lugares que más se distinguieron por sus participaciones sobresalen José María Lequerica, de Santa Fe de Bogotá; el peruano Dionisio Inca Yupanqui que, no obstante su nombre, desde niño radicaba como español en la península; el venezolano José Domingo Rus con recuentes informes de residentes en su patria.
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Chust, Manuel (1994): La cuestión americana en las cortes de Cádiz (1810-1814). Centro Francisco Tomás y Valiente UNED, Alcira, Valencia e Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, pp. 43-44.
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A L G U N A S PARADOJAS LINGÜÍSTICAS Y FÁCTICAS EN LA CONSTITUCIÓN D E C Á D I Z
En cuanto a las profesiones de los diputados americanos, muchos eran eclesiásticos, entre ellos tres obispos, y también militares. De otras profesiones había algunos, con estudios, universitarios, abogados y magistrados, así como funcionarios públicos, miembros de cabildos, hacendados, comerciantes y cuatro que ostentaban títulos de nobleza. Buen número de ellos, como algunos eclesiásticos, abogados y otros con estudios universitarios tuvieron que actuar en los debates casi como filólogos o lingüistas al discutirse el significado y empleo de determinado vocablo.
6. L o s PRIMEROS DEBATES Y POSTULADOS: DIFERENCIAS ENTRE PENINSULARES Y
AMERICANOS
Uno de los asuntos que debía quedar claramente establecido fue el que las mismas Cortes declararan su legitimidad y soberanía. Sobre esto versó la intervención que hizo Diego Muñoz Torrero, diputado por Extremadura. Con el fin de disipar dudas o contradicciones, las Cortes solicitaron la presencia del obispo de Orense, que presidía la Regencia. Al no atender esta solicitud, hubo una inicial confrontación entre los diputados liberales, incluidos los americanos, y los de tendencias conservadoras 4 . A la par que se atendía a cuestiones como ésta, surgieron muy pronto otras concernientes directamente a los americanos. Propusieron ellos tres puntos: la igualdad de su representación en las Cortes y posteriormente en los distintos cargos; diversos postulados de tendencias autonomistas y un decreto de amnistía general en favor de los insurgentes en los distintos lugares de América. Y que el punto de la igualdad de representación en las Cortes y en otros contextos estuvo estrechamente relacionado con la cuestión de si debía reconocerse como ciudadanos a quienes descendían de africanos. Los peninsulares consideraron que los descendientes de africanos no debían tomarse en cuenta para establecer una representación equitativa. Ello explica los repetidos debates sobre tal materia, en los que participaron de forma sobresaliente diputados como los mexicanos Ramos Arizpe y Guridi y Alcocer. Las propuestas antes mencionadas marcaron el primer momento de enfrentamiento entre los diputados americanos y los peninsulares, aunque entre los americanos hubo algunos serviles como el sacerdote de la diócesis de la Puebla de los Angeles en México, Antonio Joaquín Pérez quien al abolir Fernando VII la Constitución de Cádiz, fue premiado con el nombramiento de obispo de dicha jurisdicción eclesiástica. Muchos de los diputados peninsulares no sólo contradijeron a los de ultramar sino que calificaron de impertinentes
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Diario de Sesiones de Cortes, 24 de septiembre de 1810.
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varias de sus proposiciones. Paradójico fue que, al final, con diversos pretextos, tales proposiciones quedaran pendientes y pudieron alcanzarse no pocos requeridos consensos. El diputado por Valladolid de España, Evaristo Pérez de Castro presentó al menos un proyecto que se tuvo como conciliatorio pues en él se reconocía genéricamente que tanto los peninsulares como los americanos y de Asia «son iguales en derechos». En tanto que esto se debatía en la Isla de León, quienes ahí se hallaban, temiendo un ataque de los franceses, propusieron trasladarse a Cádiz y, si fuera necesario, a algún lugar de América. Fue ese el momento en que los americanos volvieron a la carga con nuevas proposiciones. Abarcaban ellas la igualdad y la representación proporcional de los americanos bien fueran españoles o indios, así como la igualdad en el ejercicio de los cargos públicos. Temas de interés económico fueron los de la libertad de cultivos como los de la vid y el olivo; la producción de manufacturas y la apertura de otros puertos para las importaciones y exportaciones, así como de navegación y pesca. Largo, muy largo, sería seguir paso a paso con base sobre todo en el Diario de Debates de las Cortes y las correspondientes Actas, la presentación de propuestas, las resoluciones referentes a la que se ha denominado «la cuestión americana» y, por supuesto a temas de interés para peninsulares y americanos.
7. M Á S ANTAGONISMOS ENTRE PENINSULARES Y
AMERICANOS
Las discrepancias de los americanos con respecto a los peninsulares, deben entenderse precisamente en función de la diversidad de los antecedentes y situaciones que prevalecían en el Nuevo Mundo. Factores muy adversos para los americanos eran los ya referidos de la exclusión de que eran objeto para ocupar puestos importantes en el gobierno y administración pública. También lo eran las grandes limitaciones en materia de cultivos agrícolas, explotación de minas y facultad de comerciar sobre todo con el exterior. Asimismo se debatió la existencia del Santo Oficio de la Inquisición que perseguía cualquier manifestación tenida como herética o considerada peligrosa, así como la privación de libertades en especial la de prensa. En contra de tal propuesta se alzó un diputado novohispano, el ya mencionado Antonio Joaquín Pérez que defendió la necesidad del llamado Santo Oficio. Como ya lo expresé, éste fue premiado más tarde con el obispado de la Puebla de los Angeles. Hubo también propuestas convergentes entre peninsulares y americanos como la del mexicano José Miguel Guridi y Alcocer y el asturiano Agustín Argüelles en lo concerniente a la esclavitud. Sostuvieron ambos que debía ser suprimida como incompatible con las ideas 171
ALGUNAS PARADOJAS LINGÜÍSTICAS Y FÁCTICAS EN LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ
liberales y los postulados de la religión católica. Y aunque tal propuesta era símbolo de una modernidad revolucionaria, tuvo opositores como los representantes de Cuba y Venezuela, argumentando que la mano de obra de los esclavos era indispensable para el desarrollo de la economía, en las minas y las labores agrícolas y ganaderas 5 .
8 . C U E S T I O N E S BÁSICAS DE CARÁCTER LINGÜÍSTICO
Punto importante en la nueva constitución fue la creación de términos lingüísticos para expresar los nuevos conceptos como ya se ha dicho. En no pocos casos se discutió acerca de la palabra más adecuada para expresar determinados conceptos. Por esto el texto de la Constitución de Cádiz tiene marcado interés a la luz del desarrollo histórico de la lengua española. Aquí me fijaré en tres palabras que expresan tres nuevos conceptos clave del nuevo régimen constitucional que marcó la Edad Moderna. Son ellos los conceptos de soberanía, ciudadanía y nación. Acerca del primero señalaré que una importante paradoja lingüística en la Constitución se derivó del enunciado de la idea que expresa el artículo 3 en que reconoce que «la soberanía reside esencialmente en la Nación». Ello, que se tuvo como fundamento que legitimaría la actuación legislativa de las Cortes, se había rechazado poco tiempo antes en México como principio subversivo. En efecto, cuando el virrey José de Iturrigaray convocó a juntas extraordinarias en julio y agosto de 1808, el propósito era deliberar sobre la situación imperante en España con la prisión de Carlos IV y Fernando VII. En tal contexto dos miembros del ayuntamiento de la capital y un fraile mercedario invocaron el mismo principio de que la soberanía reside en el pueblo. Los licenciados Francisco Primo de Verdad y Juan Francisco de Azcárate con el fraile Melchor de Talamantes fueron quienes, ante la incapacidad del rey para ejercer el gobierno, declararon que correspondía al Ayuntamiento de la ciudad de México, en cuanto cabeza del reino, asumir la soberanía. Ante tal aseveración el inquisidor Bernardo Prado y Ovejera declaró que estaba proscrita y maldecida por la Iglesia. Quienes la formularon fueron hechos prisioneros. En cuanto al licenciado Verdad, fue hallado muerto en su celda poco después; el fraile Talamantes, encarcelado en el fuerte de San Juan de Ulúa, murió allí de fiebre amarilla y sólo el licenciado Azcárate sobrevivió y fue testigo de la consumación de la Independencia de México.
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Diario de Sesiones..., 2 de abril de 1811.
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Paradójico fue que el empleo de la misma palabra tuviera consecuencias tan radicalmente contrarias al ser empleada en la Constitución de Cádiz. El concepto de soberanía se discutió desde el principio de los debates. Prueba de ello es que cuando el 24 de septiembre de 1810 - a l abrirse las cortes—después de jurar al rey en quienes aparecerían como sus representantes o sea los regentes, el obispo de Orense, que presidía el Consejo de Regencia se negó a prestar el juramento y declaró que la sobería que se estaban arrogando las Cortes podía entenderse de dos formas. Una era que «la Nación con su Rey era verdaderamente soberana» y otra, que el obispo rechazaba, era que [la Nación] «lo es con independencia de él [el Rey] es soberana de su misma soberanía» 6 . Al expresarse así el Obispo tenía en mente acepciones muy semejantes a los que registra el Diccionario de autoridades acerca del vocablo soberanía. La primera que ofrece es «Alteza y poder sobre todos». Y respecto de soberano añade que es «el señor que tiene el dominio y manejo de sus vasallos, absoluto, y sin dependencia de otro superior». En oposición a la tesis del obispo recordaré la postura del diputado mexicano José Miguel Guridi y Alcocer quien, poco después de llegar a Cádiz, expresó públicamente que hasta la integración de las Cortes, el rey había ejercido la soberanía por consentimiento o tolerancia de los integrantes de la Nación pero que, al no poder ejercerla un rey que había abdicado, la soberanía volvía a la Nación. Añadió hilando muy fino en asunto lingüístico, que en la expresión que se proponía para el artículo de la Constitución no debía usarse el adverbio esencialmente,
aplicado a la Nación para decir que la soberanía residía esencialmente en ella,
ya que correspondiendo a la misma Nación, en cuanto manantial de la soberanía puede encargar a otro su ejecución. En consecuencia proponía Guridi la inclusión de los adverbios radicalmente u originalmente o sea que así es como reside la soberanía en la nación 7 . Otros dos conceptos, estrechamente relacionados con el anterior, los de nación y ciudadanía, también fueron objeto de discusión y discrepancias. El concepto de nación es objeto de atención en los artículos 1 al 4 que integran el título I de la Constitución y el cual se intitula «De la nación española». La discusión acerca de lo que comprende ese Título I se suscitó en varios momentos y de modo especial al discutir luego el artículo 5, inciso primero. En él se expresa que «son españoles todos los hombres libres nacidos y avecindados en los dominios de las Españas y los hijos de éstos», y a su vez el artículo 18 limita la ciudadanía a «aquellos españoles que por ambas líneas tienen su origen en los dominios españoles de ambos hemisferios y están avecindados en cualquier pueblo de los mismos dominios». Por 6 7
Lardizábal y Uribe, Miguel (1811). Manifiestos que presenta a la Nación. Alicante. Diario... 28 de agosto, 1811. 173
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otra parte, el artículo 22 excluye de la ciudadanía a los originarios del África o que tengan sangre africana. Los mencionados artículos, el 18 y el 22, junto con los que van del 19 al 26 integran el capítulo IV de la Constitución intitulado «De los ciudadanos españoles». En él se trata de cómo un extranjero puede obtener la carta de ciudadanía y sus derechos, así como sobre los motivos por los que pueden perderse la calidad de ciudadano. El contenido de los artículos 18 y 22 genera una paradoja ya que en el artículo 3 se expresa que «la soberanía reside esencialmente en la nación» y ella, según el artículo 1, «es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios» sin que se excluya ahí a quienes tienen origen africano. En cambio, al negárseles luego a éstos la ciudadanía, se les excluye de los derechos que corresponden a ésta, entre ellos los de ser electores y elegibles como miembros de las Cortes y asimismo no ser contados como españoles. Según esto la Constitución de Cádiz dio entrada a la existencia de dos clases de españoles, unos que son ciudadanos y otros que no lo son. En el álgido debate que esto provocó, el diputado extremeño Muñoz Torrero llegó a decir que, si se concedía el carácter de ciudadano a quienes integraban las castas, es decir a los de sangre de origen africano, el siguiente paso sería otorgar los mismos derechos de ciudadanos a las mujeres 8 . Por su parte José Miguel Guridi y Alcocer intervino y volvió sobre el artículo 1 en cuanto a la expresión de quiénes son los integrantes de la nación española, o sea sus ciudadanos. En su intervención formuló a un nuevo concepto de nación. No estaba él de acuerdo él con la idea de que «la nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios». A su juicio, tal enunciación implicaba hacer a un lado que: La unión del estado consiste en el Gobierno o en la sujeción a una autoridad soberana y no requiere otra unidad. Es compatible con la diversidad de religiones como se ve en Alemania, Inglaterra y otros países: con la de territorios, como entre nosotros, separados por un inmenso Océano; con la de idiomas, como entre nosotros mismos y aun con la de naciones distintas, como lo son los españoles, indios y negros ¿Por qué pues no se ha de expresar en medio de estas diversidades en lo que consista nuestra unión que es el gobierno? 9 .
La tesis de Guridi se dirigió a mostrar que el enunciado de nación que se quería formular era inadecuado ya que, al calificar simplemente de española a la nación se soslayaban las diferencias radicales que existían en el contexto de la monarquía, que debía entenderse como hispánica —no española— para dar entrada a catalanes, vascos y gallegos en la península y a las innumerables etnias del continente americano. En el meollo de lo expuesto por Guridi estaba la cuestión del reconocimiento pluricultural y plurilingüístico del Estado, asunto vital
Citado por Manuel Chust, op. cit., p. 160. Diario de Sesiones, 6 de septiembre de 1811.
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MIGUEL LEÓN- PORTILLA
que, inverosímilmente, no se reconoció sino hasta más de siglo y medio más tarde, tanto en España como en varios países hispanoamericanos, entre ellos México 10 . A mi parecer lo expuesto por Guridi y Alcocer se anticipó a lo que hoy se entiende por estado-nación, en cuanto a qué es lo que integra o confiere unión a un estado. No es, expresa Guridi ni la unidad religiosa, ni la lingüística, ni la territorial, sino la integración del estado en cuanto entidad jurídica con un sistema de gobierno, leyes e instituciones o, como lo declaró él, en el gobierno y consiguiente aceptación de una autoridad soberana. Tal concepto implicó además el reconocimiento de que en lo que se entendió por estado cabían las diferencias culturales y lingüísticas. No obstante que la tesis de Guridi era de una modernidad sorprendente y estaba construida con sutileza y pragmatismo, fue rechazada. Esto pone en evidencia que la ideología centralista y etnocèntrica, excluyente de las diferencias, prevalecía entre no pocos diputados. Por ello se habían tergiversado intencionalmente las complejas connotaciones de la palabra nación. Esta, a lo largo de los siglos, había variado su significado. Originalmente designó lo que hoy entendemos por etnia. Con la influencia del centralismo francés había pasado a denotar la unidad, en este caso meramente ficticia e impositiva, de un Estado en el que se busca homologar o mejor asimilar, a gentes de culturas e idiomas muy diferentes entre sí. Vale la pena subrayar esto, pues aún en la actualidad se soslayan a veces llegando a perseguirse tales diferencias en el contexto de un Estado que puede ser un reino o una república. Los casos de Cataluña y el País Vasco son ejemplos del rechazo a sus diferencias lingüísticas manifiesto en el periodo de la dictadura.
9 . E L DERECHO DE VETO DEL R E Y
Otra cuestión, también objeto de debate, tuvo que ver con la redacción propuesta de los artículos 132 al 153, referentes a la capacidad de sancionar por del Rey en los casos de presentación por las Cortes de proyectos de ley. Como era de esperarse, los diputados conservadores, algunos tildados de serviles, en su gran mayoría peninsulares, insistían en que era la autoridad del monarca a la que correspondía sancionar o vetar las leyes que proponían las Cortes. Por su parte los liberales, entre ellos buen número de americanos, se opusieron a reconocer tal autoridad al Rey. Si se le reconocía, se estaría contradiciendo el principio de que era la Nación representada por las Cortes la que ejercía la soberanía. El articulado final incluyó una 10
En España reconoció en la Constitución de 1977 al crearse las autonomías y en México en 1992, al reformarse el artículo 2 constitucional.
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ALGUNAS PARADOJAS LINGÜÍSTICAS Y FÁCTICAS EN LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ
serie de malabarismos de lenguaje con el propósito de satisfacer lo que en realidad era incompatible. Una vez más, fue Guridi y Alcocer quien con atinados razonamientos hizo ver que el debate estaba girando en torno a la dificultad que subyacia en muchos diputados, que no acababan de liberarse de los antiguos postulados asociados a la autoridad del monarca. Los artículos aludidos se aprobaron al fin con la inclusión de cortapisas pero con el reconocimiento más o menos velado de la antigua supremacía real. El centralismo que prevalecía, sobre todo entre los diputados conservadores, continuó aflorando en las propuestas de redacción de otros artículos de la Constitución. Ello se manifestó particularmente en aquellos referentes al municipio y a la propuesta de creación de los diversos ministerios del gobierno. Una alusión más formularé acerca de lo expresado en los artículos del 324 al 337 tocantes a las diputaciones provinciales. Si el establecimiento que debía hacerse de éstas fue un paso positivo en la descentralización, no obstante también en esos artículos asoma la antigua y arraigada postura absolutista. Aunque en el artículo 325 se prescribió que «en cada provincia habrá una diputación llamada provincial» e incluso «se determinará posteriormente en qué lugares del Nuevo Mundo se instalarán», se declara que las dichas diputaciones estarán presididas por «el jefe superior de la provincia» quien, de acuerdo con el artículo 324 «será nombrado por el rey». De esta suerte la soberanía de las tales diputaciones quedaba condicionada a la intervención del rey. En todos los casos las ideas centralistas y la supremacía ejercida por los peninsulares en obvio detrimento de los derechos de los pueblos americanos se tornaban patentes. Para muchos de los diputados resultaba muy difícil deshacerse de las arraigadas convicciones ligadas a la existencia de una monarquía absoluta. Tal régimen había prevalecido plenamente, agudizado sobre todo desde que España había estado gobernada por la dinastía borbónica.
1 0 . PROHIBICIÓN D E MODIFICAR LA CONSTITUCIÓN
Atenderé a lo propuesto como redacción para el artículo 375. En él, paradójicamente, se prescribe que la Constitución no podrá ser objeto de reforma alguna durante diez aftos. Una vez más apareció en esta propuesta una paradójica contradicción respecto de la idea de que la soberanía reside en la nación representada por las Cortes. De hecho con tal propuesta las mismas Cortes constituyentes ponían un candado a quienes fueran diputados durante los próximos diez años. Esto a todas luces venía a ser una limitación a su soberanía.
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1 1 . U N A NOTABLE PARADOJA FÁCTICA DE ESTA CONSTITUCIÓN: SU MUY LIMITADA VIGENCIA Y s u PERDURABLE IMPORTANCIA.
Al darse el tratamiento de Majestad a las Cortes, y en cuanto depositarías de la Soberanía de la Nación, se reconocía que en ellas residía ésta. Como ya lo expresé, aquí se derivó más tarde el empleo del tratamiento Vuestra Soberanía otorgado a las diputaciones como se usa al dirigirse a ellas en varios países de lengua española. La liberación de Fernando VII y su regreso a España, tenido irónicamente como «el deseado», desde luego trajo consigo la abolición de la Constitución, así como la ulterior persecución de no pocos de los que habían sido integrantes de las Cortes. La consiguiente restauración de un régimen absolutista, hizo desaparecer el proyecto liberal gaditano. Fernando VII gobernó durante seis años, atentando contra quienes consideró eran sus enemigos al haber legislado expresando que la Soberanía recaía en la Nación y no en el monarca tenido por soberano. Y si la Constitución volvió a jurarse en 1820 como consecuencia del levantamiento de Rafael Riego, después del llamado «trieno liberal» (18201823) fue de nuevo abolida.
1 2 . OTRAS PARADOJAS FÁCTICAS
Se produjo ella al tiempo en que volvió a estar vigente la Constitución de Cádiz en 1820. Fue entonces cuando Fernando VII se vio obligado a jurarla, según se le exigió al triunfar el levantamiento de Riego. La noticia de que esta Constitución volvía a tener vigencia, como había sido el caso entre 1812 y 1814, así como varios decretos que se emitieron incluso tenidos como contrarios a los intereses de la Iglesia, alarmó a quienes mantenían una postura conservadora tanto en la península como en la Nueva España y otros lugares. Conocían ya el contenido de esa Constitución y lo consideraban contrario en muchos puntos a la tradición y régimen establecido. Tal alarma muy pronto se desvaneció al quedar de nuevo abolida la Constitución por el mismo Fernando VII sólo tres años después. La Constitución de Cádiz dio ciertamente lugar a otras paradojas, entre ellas la de su muy breve vigencia de sólo cinco años y su perdurable influencia en la historia de España y del Nuevo Mundo. Es asimismo importante subrayar en lo que concierne a la lengua española que, en virtud de la Constitución de Cádiz, a la que algunos calificaron de «gramática de la libertad» y «diccionario de los hombres libres», tuviera ella inesperado desarrollo. Ahora bien, si el lenguaje es como un espejo en el que se refleja toda suerte de realidades con los cambios que las afectan en diversos tiempos, consiguientemente su léxico, su sintaxis, 177
A L G U N A S PARADOJAS LINGÜÍSTICAS Y FÁCTICAS EN LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ
su semántica y aun su fonética se alteran. Y debe señalarse que hay momentos a lo largo de la historia en los que esto es patente de modo más intenso y amplio. Uno de esos momentos o lapsos ha sido aquel en cuyo contexto el antiguo régimen concluyó con la entrada del nuevo. Entonces ocurrieron transformaciones como la formulación y promulgación de una nueva constitución nacional, el pleno reconocimiento de que la soberanía de un estado reside en la nación, es decir en quienes la integran, en suma, la abolición de cualquier especie de absolutismo y privilegios para dar lugar a un régimen igualitario, en el que no hay ya súbditos sino ciudadanos. Si esto fue entonces lo que ocurrió en España y también en los países que se emanciparon en Hispanoamérica, no habrá que sorprenderse de que la lengua hablada y escrita por sus respectivos pobladores, cambiara y, en este caso, se enriqueciera sobre todo en el campo semántico o de las realidades socio-políticas y de derecho público. De esto precisamente dan cuenta las paradojas lingüísticas a que he hecho referencia. Ellas habrán de tenerse como reflejo e indicio de las de carácter fáctico a las que dio entrada la Constitución de Cádiz. Y cabe recordar aquí, para ilustrar esto como lo ya expuesto acerca de la soberanía y a la persona del rey. Por esto expresé al principio que tiene sentido en un congreso como este en torno a la historia de la lengua, que precisamente se celebra a doscientos años de la promulgación de la constitución de Cádiz, acercarse a la temática del mismo con el doble enfoque del historiador y del lingüista. Para terminar recordemos además que la Constitución de Cádiz despertó tanto interés que fue traducida a varias lenguas. Y también que, en función de ella, los españoles e hispanoamericanos emprendimos nuestra entrada a la modernidad. Tan es esto verdad que hoy, a doscientos años de distancia, lo estamos conmemorando.
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La crítica textual desde y hacia la historia de la lengua. Una experiencia editorial en el Secrit de Buenos Aires José Luis M o u r e (Universidad de Buenos Aires)/(Secr¿/ (Conicet))
No quiero iniciar esta exposición sin manifestar antes mi profundo agradecimiento a quienes tuvieron y alimentaron la generosa idea de invitarme. Hago responsable de la temeraria ocurrencia a José María García Martín y extiendo mi reconocimiento a los organizadores de este encuentro, a los escrupulosos encargados de la agencia de viajes y a los colegas de la universidad de Cádiz, que con amabilidad y paciencia atendieron y resolvieron cada uno de los problemas tácticos que me vi obligado a plantear desde mi hábitat rioplatense, al otro lado del océano. A las previas razones de mi agradecimiento, hoy debo añadir las hipérboles del profesor Sánchez-Prieto Borja. Siento además la íntima satisfacción de estar exponiendo en esta ciudad, tan significativa para la historia de los movimientos revolucionarios que dieron nacimiento a las naciones del continente al que pertenezco, y que ha querido preservar, por ejemplo, a escasos metros de aquí, la casa en la que vivió su exilio y murió en 1845 Bernardino Rivadavia, el primer presidente de mi país. Prefiero no ocultar que el tema que me sugirió José María me provoca cierta incomodidad. Más allá del título que propuse, y que en su primera parte me temo no supera la banalidad, el temor a que se esperara un discurso teórico me produjo más de una mortificación. Vuelvo sobre el título. Si viajamos hacia atrás en la diacronía de la evidencia lingüística, traspasado el rápido límite de los registros magnetofónicos, la historia de la lengua hubo de hacerse sobre la textualidad, y más precisamente sobre la escritura. Y si la crítica textual, en su sentido menos discutible, consiste en la presentación de un texto que pretende rescatarse del asedio de la variación, la deturpación y el error -nuevo o acumulado-, va de suyo que el instrumental gramatical y léxico de que el editor se vale para esa tarea no puede sino haberse extraído de los paradigmas y sistematizaciones previamente elaborados desde otros escritos. Ciertos textos alimentaron una historia de la lengua, en la que a su vez el editor confía para ser auxiliado en su eventual tarea de depuración y fijación de otros texos; estos podrán ser después material para nuevas formulaciones de lingüística histórica. La historia de la lengua y la crítica textual parecerían trazar así un círculo que, corriendo el riesgo de ser vicioso, permanentemente aspira a ser virtuoso. Mi segunda y última advertencia, ya sugerida en el inicio de mi intervención, es que soy mayormente renuente a formulaciones teóricas. Cuando en 1972, siendo todavía alumno de letras, me aboqué, sin apoyatura teórica alguna, a la edición del impreso sevillano de la
L A CRÍTICA TEXTUAL DESDE Y HACIA LA HISTORIA DE LA LENGUA. U N A EXPERIENCIA EDITORIAL EN EL SECRIT.
Verdadera relación de la conquista del Perú (1534) de Francisco de Jerez (Salas 1987: 119121), el historiador americanista Alberto Salas, director de la compilación Crónicas
iniciales
de la conquista del Perú que habría de acogerla -eximio historiador y experto en la cronística americana colonial, aunque jamás editor crítico-, frente a mis inquietudes y acucios de prefilólogo, me dijo: «Póngase a trabajar, el método aparece solo, porque la obra se lo impone». Y de hecho, después de un fatigosísimo registro, descubrí en soledad que, por ejemplo, no tenía sentido dar cuenta de las variantes de las dos ediciones posteriores a la princeps,
como
él quería, puesto que sólo se habían copiado o malcopiado en sucesión y el autor no habría podido introducir modificaciones, porque ya había muerto. Aprendí que una misma edición puede tener más de una versión, cuando algún cuadernillo manifiesta haber sido rehecho, acaso por algún mal suceso que en el proceso de impresión desbarató o destruyó la caja original. Bauticé como «cuadro genealógico de las ediciones» lo que años después aprendería a denominar stemma.
Enfrentado a uno de los problemas más resistentes del quehacer
editorial, y pensando en un lector no erudito, opté por actualizar la ortografía original renunciando a preservar las posibles particularidades fonéticas de la lengua de comienzos del siglo XVI (de qué variedad del castellano, me preguntaría hoy), pero manteniendo las grafías que resultan relevantes en el sistema actual, salvo en la transcripción de los indigenismos. La anotación fue mi palestra filológica: víctima de una ignorancia que los años, aunque de manera imperceptible, en algo morigerarían, muchos rasgos gramaticales me sorprendieron, así como me prepararon para la frecuentación de las crónicas del XIV que vendría más tarde: particularidades
sintácticas
que perduraban
en el XVI temprano,
como
las
latinas
proposiciones objetivas de infinitivo con verbos de percepción o el pronombre personal en caso objetivo precediendo a un imperativo («me traed»); sorpresas morfológicas como «persona» con valor de pronombre indefinido, «lejos» con el valor adjetivo de 'lejana' en la expresión «lejos tierra», sustantivos para mí nuevos con sufijación analógica («prime/a» por 'primor', o «largor», «anchor» y «altor»), participios de voz media como «perdidos en bienes», expresiones como «cercas de tierra ciega», accidental hipálage que podría haber desentrañado restituyendo la concordancia del adjetivo; en el léxico, novedades interminables: «sufrirse con yerbas» por 'alimentarse', navios que no se sostenían por «la mucha broma que habían cogido» - f r a s e de sustantivo desconcertante y de verbo impronunciable en mi país-; recordé a don Alvaro de Luna cuando leí que dos capitanes estaban tan «gastados» que no se podían sostener. Encontré infinidad de vocablos con significaciones caídas: «conversación» por 'trato y comunicación', «seguir el alcance» por 'perseguir', «salir en tierra» por 'desembarcar', «cobija» por «techado de vivienda», el adjetivo «aplacible» 'agradable', antes 180
JOSÉ LUIS MOURE
de que la disimilación lo convirtiera en «apacible» y la falsa etimología lo vinculara a 'paz', la retención «ivierno» por 'invierno', popular todavía en varias zonas de América al igual que voces náuticas como «bordo» ('pretil'), «brebaje» o «toldo» ('tienda'), esta última anticipada al primer registro dado por Coraminas, muy viva hoy en nuestro país y en la gauchesca para aludir a las precarias viviendas indígenas de la pampa y que Fernández de Oviedo glosara estupendamente como 'pabellones de algodón de la tierra'. Tuve que recurrir a la erudición histórica (no la mía, claro) para entender verbos que aludían a las nuevas instituciones de la conquista: «requerir», «repartir» o «avecindarse». Cometí errores: la ignorancia del topónimo peninsular me llevó por mal camino y me hizo desbarrar cuando entendí que «tierra de campos» era una expresión meramente descriptiva y la transcribí conservando las minúsculas del impreso. De aquella experiencia intensamente formativa, y como anticipación de otros episodios semejantes en los que la investigación me introduciría mucho más tarde, recuerdo haber desistido de aclarar con certeza la expresión «llevador», con la que la Verdadera
relación
caracterizaba a un mensajero enviado al conquistador Pizarra por el infortunado Atahualpa; años después se me ocurrió que, antes que a 'espía' o 'informador' como proponía algún editor, la voz podría aludir a uno de los portadores del palanquín en el que el monarca inca era transportado -llevado-, seguramente uno de los funcionarios designados para ese fin; a Gonzalo Fernández de Oviedo, que había empleado y por momentos transcripto la crónica de Jerez en su Historia general y natural de las Indias, posiblemente un manuscrito, le había ido peor, porque leyó mal y entendió «leñador» (de haber sobrevivido sólo su testimonio, «llevador» se habría extraviado). También me perturbó un hapax como «paligueres», sin registro en ningún repertorio lexicográfico (al menos en aquellos años), para referirse a una especie de camilla o palanquín en el que ciertos indios transportaban unas piezas de oro; finalmente se me hizo creíble que, puesto que la escritura de la época no empleaba la diéresis para marcar el diptongo después de la consonante velar sonora, la voz podría leerse «paligüeres», es decir una variante con metátesis de «parihuelas», forma tardíamente documentada
en castellano y de dudosa
etimología,
pero
cuya acepción
coincide
perfectamente con el sentido del sustantivo de la crónica. En este caso, sin conciencia de emplear un rancio procedimiento ecdótico, yo estaba proponiendo una emendatio conjecturam,
per
si bien la prudencia (que puede ser eufemismo por inseguridad) me cohibió de
reponer la diéresis. Y todavía hoy recuerdo con placer cuando en una selección de textos americanos del siglo XVI, también compilada por Alberto Salas, a quien en la anotación léxica habían asistido dos filólogos, me encontré con la expresión «camelas pasas» y la 181
L A CRÍTICA T E X T U A L D E S D E Y HACIA LA HISTORIA DE LA LENGUA. U N A EXPERIENCIA EDITORIAL EN EL SECRIT. ..
resignada confesión «no hemos hallado referencias» (Salas 1963: 21). Las voces se incluían en una lista de los artículos de despensa que se habían cargado en las naves de la expedición de Hernando de Magallanes. Metodológicamente correspondía revisar, como lo hice, todos los diccionarios y léxicos a mi alcance (reconozco que no eran muchos), procedimiento que con seguridad los editores ya habían cumplido con más prolijidad, versación y pericia que yo. Huérfano entonces de información lexicográfica alusiva, ensayé otro camino. Al revisar el documento transcripto por Fernández de Navarrete en su Colección de viages [...], el azar me llevó a una segunda lista de los alimentos subidos a los navios, y en la que, en lugar de la cantidad se hacía figurar el coste. En sendas columnas dispuse entonces los nombres que estaban en una y otra de esas enumeraciones del mismo referente, y fui tachando las coincidencias a un lado y otro: solo permanecieron sin testar las «camelas pasas» a la izquierda, errada variante, paleográficamente muy explicable, de las correctísimas «ciruelas pasas» a la derecha. En realidad, yo no me había guiado sino por el sentido común, si bien se me ocurre que el procedimiento no habría disgustado a algún autor de literatura policial. Germán Orduna escribiría bastantes años después que «una correcta metodología produce normalmente un buen texto crítico; no obstante, pueden concurrir datos y circunstancias para un determinado texto, que requieran algo más que pasos metodológicos: intuición, sagacidad, amplitud de perspectivas» (2000: 166). En cualquier caso, mi feliz recurso, ajeno a la sagacidad, pero también a cualquier instrucción metodológica, impidió el acceso de unas fabuladas «camelas» al patrimonio léxico del español. Cuando en 1978 me inicié como becario del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Germán Orduna, mi director, dispuso que mi trabajo debería estar regido por este título amedrentador «Metodología para la edición de un texto cronístico castellano del siglo XIV». La investigación debía aplicarse a la crónica del Rey don Pedro del canciller Pero López de Ayala, sobre la que Orduna había comenzado a trabajar con vistas a la edición crítica, que solo completaría en 1993, seis años antes de su muerte. En mi labor como becario, anticipatoria de mi tesis doctoral sobre la naturaleza de la versión llamada «Abreviada» de la misma crónica ayalina, creo no haber escrito una línea en la que la metodología alcanzara un registro teórico. Cierto es que para entonces no contaba con el inolvidable y precursor manual de Alberto Blecua (Blecua 1983), camino para una renovada consideración metódica y práctica de la disciplina, planteando, ampliamente o en germen, muchos de los problemas de la edición crítica de textos como los que yo enfrentaba, no estrictamente equivalentes a los más socorridos de los textos grecolatinos, e incluso a los de la literatura francesa e italiana, que podían recurrir a teóricos ilustres (pienso en Giorgio 182
JOSÉ L U I S M O U R E
Pasquali, Aurelio Roncaglia, D'Arco Silvio Avalle, Hermann Frankel, Gianfranco Contini, Oreste Macrí y un etcétera copioso que, con excepción del primero, estamos restringiendo selectivamente a la segunda mitad del siglo XX). Como mi primer maestro Alberto Salas, también Orduna privilegiaba la inmersión directa, sin mayores dilaciones, en el tratamiento de los textos a editar y en el enfrentamiento con los desafíos que pudiesen proponer. Le gustaba tomar la voz de Michele Barbi y repetir a la italiana «II piü s 'impara facendo».
Y en su socorro, la primera frase del Manual de crítica
textual de Blecua, rebosante de experiencia y buen sentido, advertía: «La crítica textual es un arte que ofrece una serie de consejos generales extraídos de una práctica plurisecular sobre los casos individuales de naturaleza muy diversa». Me permito insistir en los sugestivos núcleos de esta definición: arte, consejos generales, casos individuales, naturaleza diversa. La creación del Secrit (Seminario de Edición y Crítica Textual) en aquel mismo año 1978, como lo sería la revista Incipit tres años después, fue la respuesta institucional encontrada por Orduna para promover y difundir el arte de la edición crítica, no cultivado antes metódicamente en nuestro país sino -espero no ser injusto- con excepciones aisladas a lo largo de más de treinta años y sin orientación uniforme (pienso en la Biblia Romanceada
Medieval
editada por Castro, Millares Cario y Battistessa en 1927 en el Instituto de
Filología, donde también Kenneth Vanderford tuvo a su cargo el Setenario de Alfonso el Sabio en 1945 y Frida Weber de Kurlat, la Recopilación
en metro de Diego Sánchez de
Badajoz en 1968, o la edición del Diálogo entr'el amor y un viejo de Rodrigo de Cota, a cargo de Augusto Cortina y publicada en la Universidad Nacional de La Plata). La situación descripta, en lo que a la crítica textual se refiere, se agravaba con un mal cuyo padecimiento persiste. La antigua materia «filología hispánica» de la carrera de letras sufrió la capitis diminutio de las irreflexivas reformas del curriculum de letras triunfantes en muchas facultades como la nuestra y se redujo a una «historia de la lengua» no obligatoria, dictada en un cuatrimestre, que solo alcanza para que alumnos generacionalmente desconcertados alcancen a sospechar alguna crisis en la evolución del orden de las palatales. Como he señalado, el propósito inmediato de Orduna era editar las crónicas de Ayala, para el que ya había adquirido los microfilms de buena parte de los manuscritos, mayormente guardados en repositorios españoles, donde los había examinado personalmente y de los que había hecho una descripción minuciosa, que revisó en el Instituto de Historia de España frente a la pantalla de una antigua y desmesurada máquina de lectura con Jorge Norberto Ferro (entonces personal técnico y hoy subdirector del seminario) y conmigo, en lo que fue nuestra iniciación concreta en una paleografía aplicada y en el vertiginoso mundo de las variantes. 183
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Muchas fueron las sorpresas que me deparó ese largo aprendizaje frente a los testimonios manuscritos. No fue la menos importante comprobar la no necesaria correspondencia entre la perfección gráfica o la pulcritud y belleza de los códices y la lengua que en ellos se emplea. Era frecuente encontrar en el modesto manuscrito Wisconsin 57 de la universidad homónima, de letra cursiva gótica, lecciones claramente preferibles a las de otros, de iniciales iluminadas y hermosa redonda libraría. Uno de los apotegmas siempre vigentes de la crítica textual me advertiría después que, en efecto, el peor manuscrito puede dar la mejor lección. Pero acaso la cuestión más compleja que alcancé a entrever (pero no a resolver) se presentó de inmediato, y descreo que llame la atención de ustedes, porque se debate siempre en el centro mismo de nuestra disciplina. Ceñidos a la obra concreta del canciller López de Ayala, la sucesión de sus crónicas conforma una tradición manuscrita que no se corresponde con los ejemplares producidos en el scriptorium regio o en el del autor, todos ellos desaparecidos. El conjunto de la obra historiográfica del canciller sobrevivió dispuesto en cuatro subconjuntos básicos, que me atrevo a ordenar de la siguiente manera: a) una versión primitiva (antes llamada «Abreviada») de dos reyes (Pedro I y Enrique II), b) una versión extensa (llamada «Vulgar») de tres reyes (Pedro I, Enrique II y Juan I), fruto de haber adicionado considerable materia textual a la primera y haber sumado la crónica del segundo Trastámara; c) una que añade una inacabada forma de la Crónica de Enrique III; d) una cuarta que resulta de un ensamblado accidental e inarmónico de una primitiva o «Abreviada» (es decir, de la primerísima etapa de composición) y la crónica de Juan I, que correspondía, como hemos dicho, a la reescritura «Vulgar». En opinión de Orduna, la evidencia manuscrita conservada sólo permite remontarse a un arquetipo, común a las tradiciones «Abreviada» y «Vulgar», con lugares críticos ya deturpados, y separada de él por tres décadas. Sin alterar el supuesto esencial concluido por mi maestro, mi investigación me permitió proponer que la reescritura sobre la «Abreviada», que determina la existencia de la versión denominada «Vulgar», constituye un estadio compositivo secundario y uniforme que se hace a partir del texto primitivo de la crónica de los dos reyes iniciales (Pedro y Enrique), por lo que no debería hablarse de un arquetipo único para el conjunto sino de dos: el de la «Abreviada» y el de la reescritura. La explicación precedente es necesaria para ilustrar la cuestión que anticipé y que es recurrente cuando, como sucede con notable frecuencia, se procura editar una obra como la crónica ayalina, reproducida en una pluralidad de manuscritos (17 de la «Vulgar» y 7 de la «Primitiva», más una tradición impresa iniciada en 1495) y distribuida en dos versiones que resultan de un proceso de singular reescritura, puesto que presenta la particularidad de haberse 184
JOSÉ LUIS MOURE
prácticamente limitado a adicionar texto sobre una trama sintáctica inicial escasamente alterada. Cesare Segre había advertido que un texto constituye un diasistema entre el sistema del texto mismo y el propio del copista (Orduna 2000: 171). Frente al panorama manuscrito de las crónicas que he intentado describir, y partiendo de la suposición de que se ha procedido a aplicar la metodología lachmanniana, corresponde preguntarse: a) cómo evitar que el texto crítico propuesto no sea (cito a Orduna) «un 'compuesto' o pastiche lingüístico de las variantes sumadas de los testimonios utilizados» (López de Ayala 1994: LXIX); b) a quién corresponde la lengua que se manifiesta en el texto crítico a que se arriba ¿es la del autor, la del circunstancial copista privilegiado por la buena ubicación de su manuscrito en el stemma o la de un híbrido autor-copista-editor, toda vez que este último decide intervenir con alguna forma de actualización, así sea ortográfica o de puntuación? Frente a las crónicas de López de Ayala, la decisión de Orduna fue, una vez elaborado un estema, seguir el texto de un manuscrito cualitativamente mejor, a cuyas grafías se atuvo sin servilismo. Cuando hubo de preferir lecciones de otros manuscritos, operó una regularización en base a las formas más frecuentes en el siglo XIV. En el caso de topónimos y nombres extranjeros, se hizo evidente que mantener estrictamente las lecciones del manuscrito de base, por confiable que sea, forzaría a veces a conservar en el texto crítico formas tan deturpadas que ocultarían totalmente la original, por lo que Orduna resolvió tomar de las lecciones conservadas las que más se aproximaran a la original conocida, y para ello no se abstuvo incluso de recurrir a fuentes extratextuales, como el Becerro de las behetrías, por cuanto de él se conserva el original compuesto precisamente en los primeros años del reinado de Pedro I. A guisa de ejemplo de este proceder de Orduna, el topónimo Hanpudia del ms. de base fue corregido en Fuent Pudia, porque así lo registran cuatro manuscritos y el Becerro y porque en otros lugares es el mismo manuscrito de base el que prefiere Henpudia, es decir formas claramente derivadas del étimo Fuent Pudia. Orduna no dudó en operar una intervención crítica etimologizante y conservadora, optando por una lección avalada por otros cuatro manuscritos y una fuente documental (López de Ayala 1994: 108) (Orduna 2000: 173). En cuanto a la lengua, el criterio de Orduna partió de la sensata renuncia a reconstruir el original del autor. Definió su objeto editorial como la crónica de «un hablante culto de los tiempos de Alfonso XI [es decir López de Ayala], que escribe a fines del s. XIV y cuya obra se conserva en copias que no sobrepasan la tercera década del siglo XV; es decir, no son los originales ni apógrafos, sino sub-arquetipos alejados al menos treinta años del original del autor» (López de Ayala 1994: LXX). La preferencia general por variantes del manuscrito de base se fundó en el conservador acatamiento de este a «formas y construcciones anticuadas 185
L A CRÍTICA TEXTUAL DESDE Y HACIA LA HISTORIA DE LA LENGUA. U N A EXPERIENCIA EDITORIAL EN EL SECRIT. ..
frente a otros testimonios más innovadores por interferencia del idiolecto del copista». Sin embargo, Orduna subordinaba esta opción primaria a su intención de rescatar las formas y construcciones que, por lo sabido de la lengua del s. XIV, responden al uso normal de los escritores y de los documentos de fines de esa centuria. En la fijación del texto crítico, modernizó el empleo de mayúsculas, unificó en e la transcripción del signo tironiano de copulativa y en «rr» la grafía R- inicial, y simplificó las ss- y las f f - iniciales, a pesar de su frecuencia en el manuscrito de base. Interpuntuó según la normativa moderna, se abstuvo de usar coma para delimitar las aposiciones de valor formulístico (Don Ferrando marqués de Villena) frente a las consideradas aclaratorias {Pero Ruyz de Villegas, su mayordomo mayor), aunque en contraste con el frecuente uso manuscrito, frente al poliptoton privilegió el empleo de la coma precediendo la e copulativa cuando es posible jerarquizar las construcciones coordinadas. Fundamentó estas y otras decisiones sobre el uso de los signos de puntuación con esta advertencia explícita: Sabido es que al no haberse descubierto las pautas que regían las marcas y signos que esporádicamente usan los distintos copistas para la interpunción del texto y dependiendo posiblemente esto del uso especial que los scñptoria hacían de esos signos, al editor moderno sólo le cabe usar de los signos modernos para dar las pautas de lectura que él cree corresponden al discurso propio del texto que edita (López de Ayala 1994: LXXI).
Es decir que la postura editorial de Orduna, que matizadamente seguimos después quienes nos formamos a su lado, respondía tanto a la presión de los hechos (el número de manuscritos y la consecuente heterogeneidad de grafías y variantes), cuanto a la admisión, con algo de intuitivo (al menos en los comienzos), de la insuficiencia -cuando no de la improcedencia-, de respetar a rajatabla la totalidad de los rasgos gráficos (ortográficos y de puntuación) de determinado manuscrito. Como supuesto del quehacer filológico reclamado por la edición crítica, también acuciaba a Orduna la tensión entre reubicar el texto en la sincronía comunicativa de origen y su reconstrucción en una diacronía de extensión variable «en la que se dará una investidura semántica variable correspondiente a horizontes de expectativas variables» (Orduna 2000: 9). Años después, esta actitud orduniana se vería en cierta medida amparada por algunas de las inteligentes observaciones de Francisco Rico, si bien alusivas a la edición de las obras clásicas españolas producidas por la imprenta, en defensa, ya de la modernización, ya de una «regularización más o menos convencional» (2002: 1149). Porque sostener en convivencia la voluntad de reconstruir un arquetipo, para atenerse luego escrupulosamente al manuscrito que por ubicación estemática más se le aproxima, conforma un oxímoron metodológico, en tanto se pretende ser lachmanniano y bedierista al mismo tiempo (Rico 2002: 1150). Con justeza y justicia pudo señalar Pedro Sánchez-Prieto Borja 186
JOSÉ L U I S M O U R E
que «reflejar los usos gráficos de un manuscrito es incompatible con la intención de llevar a cabo una edición crítica» (1988: 55). Es posible que en esa línea, y de contar hoy con la presencia física de Orduna (en cuyo caso, no estaría yo aquí), me habría atrevido a sugerirle, al amparo de mi propia experiencia y con la seguridad de su aquiescencia comprensiva, una actualización más consecuente: si se simplifican las ff- y ss-, ¿por qué mantener, por ejemplo, la preposición ha - c o n h inicial-, sosteniendo una ocurrencia ortográfica estéril, ni siquiera etimológica, solo porque lo hacen dos manuscritos valiosos, o reproducir con rr la grafía de R inicial, servilismo gráfico igualmente innecesario? Pero para entender, en verdad, el complejo de razones que fundaron el derrotero editorial de Orduna, lo que yo denominaría su neolachmannismo heterodoxo (recordemos su convencida apuesta teórica a la pertinencia crítica de la collaíio externa), su selectividad severa - n o por negligencia sino por la jerarquización de los problemas ante la magnitud de la empresa-, a la hora de incorporar la creciente bibliografía sobre aspectos en extremo puntuales de finuras como las grafías y la interpunción, todo ello de la mano de su necesidad de atender a la vez a la extensión del texto, a su solidez científica y a su legibilidad, acaso nada más preciso y atinado que este párrafo de Rico, atravesado por las inapelables imposiciones de la realidad y la experiencia: En su sentido pleno, la ecdotica no se limita a cotejar testimonios y establecer filiaciones: pide atinar con el punto en que se equilibran las legítimas demandas del autor, del texto y del lector, los condicionamientos de hecho, las posibilidades económicas y hasta una sana administración del tiempo del estudioso» (Rico 2002: 1154).
Una de las evidencias más diáfanas del quehacer editorial sobre las crónicas del canciller Ayala, que es como decir sobre cualquier obra conservada en una pluralidad manuscrita, fue la notable riqueza del repertorio que conforman las lecciones variantes de un texto literario, aspecto sobre el que me permitiré volver unos párrafos más adelante. Orduna señaló que el campo de las variantes de un mismo texto puede trazarse sobre un eje sincrónico, caracterizado por la coexistencia y alternancia de los fenómenos, y un eje diacrònico, que denuncia la variación y la sustitución, ya de un vocablo o de una acepción, ya de un rasgo fonético-fonológico o gramatical (frecuencia del uso de formas verbales, inestabilidad de regímenes prepositivos, de afijaciones y de género, etc.). Orduna pudo así caracterizar el quehacer del editor crítico como un permanente intento de actualización de la virtualidad textual presente en las variantes. La durable convivencia en manuscritos contemporáneos de estoruar/destoruar,
eglesia/yglesia,
istorias/escripturas,
acaesfer/conteger,
indulenqias/indulgengias,
galeas/galeras,
porra/maga,
tomar una ciudad o cobrarla, rresgibir a un fugitivo o
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acogerlo, poner o pegar fuego, para traer a cuento apenas algunos ejemplos de un listado interminable, dan testimonio de la riqueza lingüística que se ofrece al editor crítico, así como de las dificultades de la toma de decisión cuando se fija el texto y de la responsabilidad científica que implica optar por un aparato de variantes selectivo (López de Ayala 1994: 311). La variación textual en el eje sincrónico se me mostró en una dimensión más amplia cuando analicé el añadido de la versión Vulgar de la crónica correspondiente a las dos cartas del sabio moro Benahatin o 'Ibn al-Jatíb al rey don Pedro. Con más de una duda que aún sobrevive, sostuve que esas cartas podían ser una forma mejorada de las que conserva un manuscrito de la Biblioteca Nacional de Francia (Esp. 216), texto que se muestra como una torpe traducción de un original árabe, como también parece serlo la que se incluye en el manuscrito 9428 de la Biblioteca Nacional de Madrid (Moure 1983) (Germán Orduna 2005: 39-52). Lo cierto es que quedó así conformado el corpus de un romanceamiento que adquiere tres grados de creciente aproximación a un castellano estándar, de registro alto, representado por el texto del canciller. En su escalón más bajo, la primera versión, que adjudicamos a un traductor judío, recurre al calco de construcciones semíticas, en muchos casos apenas toleradas por el castellano: pronombre redundante en las proposiciones de relativo (si tu eres el rey que con el fabla la profegia), anacoluto por topicalización de un elemento nominal antepuesto a la proposición a la que lógicamente pertenece (non son alas con que puedas volar con ellas), elipsis de verbo copulativo (e el consejo con que te podrás quitar [es] con abreuiar el tienpo), abuso de infinitivos sustantivados y de variadas formas de sufijación nominal para reproducir los nomina verbi y los nomina agentis y patientis árabes (tu nascer fue en la qiudat de burgos, apacigúalos con onrrar los que guardan la ley, rresgibe desculpagion, e la atrevengia es por parte de amorío, filosofo pequenno de los estantes en el secreto), las formas paronomásticas como el acusativo interno («saber sabiduría», «vivir vida», «thesorar thesoros», «bolar [...] buelo»), el nexo copulativo como introductor de apódosis (la peor de las cubdiqias es la luxuria, quien la sigue e es manera de dapnificaqion), fenómeno que me permití proponer como origen del frecuente uso pleonàstico de la conjunción en los manuscritos en castellano del período, etc.) (Moure 1995). Esa desmañada traducción inicial nos hizo pensar en aquellas primeras versiones un tanto bárbaras producidas por los traductores de las escuelas alfonsíes, que requerían, luego la intervención correctora, de un segundo redactor, tarea que en este caso parece haber cumplido López de Ayala. Precisamente la existencia de esas tres versiones de un mismo texto, dos al parecer traducciones de un original árabe y la más elaborada reescritura del canciller permite examinar una variación textual, cuyo despliegue pueden ilustrar estos dos ejemplos: 188
JOSÉ LUIS M O U R E
Esp.
216
BNM 9428
Crónica
(BNF)
del
Rey don Pedro
si bien que sean tus
aunque sean
puesto que los non
malquerientes
malquistos de ti
querades bien
guardate de los
guardóte de los onbres
guardadvos de los
buenos quando los
de honrra quando les
honrrados que
truxieres en priveza
dieres fanbre
enfanbreastes
Así es como los tres testimonios de un texto sometido a una reescritura correctora ofrecen la infrecuente posibilidad de estudiar usos léxicos y sintácticos correspondientes a distintos registros sincrónicos. El hecho de que el canciller Ayala haya intervenido en la reelaboración de estilo y en la selección léxica nos proporciona un indicio primario para caracterizar un nivel que asumimos literario, frente al cual acaso sea posible identificar giros y vocablos propios de un uso popular o registro más bajo, quizás arcaico; también es posible cotejar expresiones equivalentes o sinonímicas, analizar su elección en perspectiva dialectal o sociolingüistica y sopesar la productividad de ciertos recursos de la lengua (desinencias nominales, variedad de regímenes en construcciones de núcleo verbal e infinitivo, etc.). Considérense apenas estas oposiciones, que también tomo de las tres versiones en el orden que he señalado y que aduzco a modo de ejemplo: amorío x piedat/amor x caridat/amiganga x bien querencia mal
querengia/desamor/enemistad
su algo se gasta/sus aueres se despienden atreuengia/atreuimiento buscar rroydo/demandar pelea catibos/prisioneros cubdigias
corporales/voluntades
dapnificagion/danno/dannamientos espegia mortal/pongonna gomitar/gormar la mengua del auer/el fallesgimiento del algo lo mas apriesa/lo mas ayna lo que es caydo/lo que esta derribado/lo que se estruyo luxuria/fornigion trauajar pelea (cori)fbollir (contra)/pelear (con) 189
L A CRÍTICA T E X T U A L D E S D E Y HACIA LA HISTORIA DE LA LENGUA. U N A EXPERIENCIA EDITORIAL EN EL SECRIT. ..
Si nos hemos detenido privilegiadamente en las crónicas de López de Ayala es porque del trabajo sobre ella, de las enseñanzas que todo el Secrit obtuvo de la preparación de la edición y de los comentarios de Orduna, formulados por escrito o en reuniones del equipo, irradiaron otras líneas de investigación que remataron en sendas ediciones críticas. En perfecta continuidad con las crónicas de Pedro I y Enrique II, Jorge Ferro -compañero y amigo a lo largo de treinta y tantos años- entregó en 2009 la Crónica del Rey Don Juan Primero (López de Ayala 2009), exenta ya del conflicto textual que la existencia de dos versiones presentaba para las primeras. La impronta orduniana está explícitamente declarada en el estudio preliminar: «Nuestra propuesta está concebida esencialmente como una continuación de la labor de Orduna [...]. Nos basamos en sus conclusiones y seguimos su misma línea y estilo de trabajo, sus criterios ecdóticos y su metodología» (López de Ayala 2009: XV). Al presente, Jorge Ferro y yo trabajamos en la edición crítica de la crónica de Enrique III, la última del corpus historiográfico del canciller Ayala, diversamente inconclusa según lo manifiesta la evidencia manuscrita (siete mss. con el texto de la crónica sumada a las tres anteriores y 37 en tradición independiente). Estos últimos son copias de los siglos XVI, XVII y XVIII, considerable número que se debe seguramente al hecho de que la crónica de Enrique III estuvo ausente de la tradición impresa sevillana de 1495 y de las reimpresiones toledana y pamplonesa del siglo XVI, lo que promovió su copiado como única forma de difusión y acceso (Orduna 1981: 155) hasta la edición que de las cuatro crónicas publicó Eugenio de Llaguno en 1779. Esta expansión manuscrita hacia los tres siglos posteriores a la tradición de las crónicas de Pedro y de los dos primeros Trastámara anticipa problemas editoriales, en particular de recensio y de esperanzada eliminado
codicum,
pero también interesantes cuestiones de variación lingüística, toda vez que varias de las copias fueron sometidas a modernizaciones de distinto carácter. Como vengo de señalar, en el Secrit se desarrollaron y desarrollan otras líneas de trabajo editorial, que habría sido de justicia exponer con el merecido cuidado, lo que me está ahora vedado por el limitado tiempo disponible y muy especialmente por la imposibilidad de sobreexigir la paciencia de ustedes. Tres de esas orientaciones corresponden a la edición de traducciones. Mercedes Rodríguez Temperley editó el Libro de las maravillas del mundo de Juan de Mandevilla según la traducción aragonesa del siglo XIV del anglonormando y la edición impresa castellana del siglo XVI, ambas con numerosas interpolaciones, errores y deturpaciones que debieron ser subsanados a partir de un manuscrito francés relativamente próximo al aragonés (Mandevilla 2011).
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Carina Zubillaga, bajo la dirección del profesor Leonardo Funes, sucesor de Germán Orduna en la cátedra de Literatura Española Medieval de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), editó el manuscrito escurialense h-I-13, fechado a mediados del siglo XIV, que incluye la traducción de nueve relatos en prosa no conservados juntos ni individualmente en otro códice, y que tituló Antología castellana de relatos medievales (Zubillaga 2008); su copista era un hablante de una variedad hispánica occidental (gallego, asturiano o leonés), lo que lo lleva a emplear términos de esa zona para traducir alguna que otra palabra francesa del original. Con un disimulado guiño hacia mis antepasados gallegos, no puedo silenciar que la forma carvallo que ese copista prefirió a «roble», eludió la versación de Hermann Knust, primer editor de una de las historias incluidas, y lo hizo leer y transcribir «cavallo», lo que naturalmente lo llevó a una enmienda también descaminada. Juan Héctor Fuentes editó (aunque todavía no fue llevado a la imprenta) el Libro de Séneca contra la yra e saña, romanceamiento castellano de fines del siglo XIII del diálogo De ira de Lucio Anneo Séneca, conservado en tres manuscritos escurialenses del siglo XV y primera traducción en lengua romance de una obra del filósofo cordobés. Los trabajos de Sánchez-Prieto Boija en el campo de las traducciones bíblicas presentes en la obra alfonsí orientaron a Fuentes en la consideración del modelo latino subyacente y en su identificación como recentior. Fuentes ha destacado la importancia de esta obra, curiosamente exenta de una esperable latinización de la sintaxis o del abuso de cultismos, en particular si se tiene en cuenta que esa traducción sería la primera de un tratado estrictamente filosófico. De entre las observaciones que depara el tratamiento del léxico de la disciplina y para los historiadores de la lengua, esta conmovedora gema léxica: Fuentes encuentra que el término affectus, relevante en el sistema estoico, que en el siglo XV generaría los cultismos «afecto» y «afección», es traducido como voluntades malas, es decir mediante un sintagma que para «uoluptatibus» daban ya las Glosas Silenses como «uoluntates malas». Fuentes se encuentra ahora empeñado en la edición de la traducción de los Moralia in Iob, atribuida a nuestro asediado Pero López de Ayala. Hugo Bizzarri dejó hace algunos años su carrera secritense y se entregó a un destino suizo. Su intensa y prolífica dedicación a diversas ediciones críticas, varias de ellas consagradas a la literatura sapiencial y paremiológica, es bien conocida y me permite abreviar su mención. Imposible me resulta también pasar justa revista a los trabajos de Lilia Ferrario de Orduna dedicados a la disciplina ecdótica y a cuestiones lingüísticas, campos que en su labor han estado íntimamente vinculados. A pesar de su relación estrecha, en lo académico y afectivo, con el trabajo cumplido en el seminario creado por su esposo, afianzada en la última década por su actividad como presidente del Centro Argentino de Estudios Históricos «Claudio Sánchez 191
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Albornoz», cuya sede nos acoge, parte de su labor de investigación, en particular la previa al fallecimiento de Orduna, fue desarrollada a lo largo de su desempeño en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y como investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), aunque inicialmente fuera del ámbito institucional del Secrit en sentido estricto. Ferrario de Orduna consagró numerosos artículos a la variada problemática de la edición de textos del Siglo de Oro y a la que, en ese sentido, le fue impuesta por su larga consagración a la novela de caballerías, en particular el Belianís de Grecia y el Palmerín cuyas ediciones críticas publicó en 1997 (Fernández 1997 [1547]) y 2004 (Ferrario de Orduna 2004), respectivamente, así como al Amadís, de uno de cuyos ejemplares analizó las correcciones para la imprenta. Las variantes de edición y variantes de emisión en los impresos del XVI, la variación lingüística y textual del discurso narrativo en la prosa caballeresca, la diacronia del léxico en la literatura castellana entre los siglos XIII y XVI son, sin agotarlos, los temas que merecieron su atención y análisis y que desarrolló en ponencias y artículos. Dos investigaciones dirigidas por Leonardo Funes remataron, respectivamente, en una tesis de doctorado y en una publicación reciente. Manuel Abeledo acaba de editar la edición crítica de la Crónica de la población
de Avila
(Abeledo 2012), único texto conservado de
historiografía prealfonsí, probablemente redactado a mediados del siglo XIII, contenido en cuatro manuscritos, y que incluye el cantar paralelístico de Qorraquín Sancho, uno de los primeros cantares orales registrados en Castilla. De entre las curiosidades de lengua que podrían traerse a capítulo, y por razones de procedencia de quien les habla, cito la variante sabían catar agüeros (un manuscrito) frente a la mayoritaria solían catar agüeros (tres manuscritos), que si no es fruto de una casual mala lectura, paleogràficamente admisible, nos devuelve la sinonimia «saber»/«soler», bien afianzada en América desde su región central y en particular, en el Río de la Plata, y que habría enriquecido la notable argumentación del artículo en el diccionario de Joan Corominas y su erudito contrapunto con María Rosa Lida. Pablo Saracino ha defendido su tesis consagrada a la Crónica de Sancho IV, en la que analizó cuidadosamente la naturaleza de esta en el marco de la Crónica de tres reyes, y donde las discontinuidades formales podrían manifestar una fractura en la instancia de composición, relacionable con una autoría múltiple o con métodos de trabajo diversos. Si he dejado estas dos últimas líneas de investigación para las instancias finales de mi ya desmesurada exposición, es porque están orientadas a obras de carácter histórico, las que por esa condición plantean algunos problemas editoriales que desearía estuvieran en el centro de mis reflexiones finales (y pido disculpas por la hipérbole). En un artículo último, Pablo Saracino, a quien acabamos de referirnos, tras examinar las variantes que presenta la Crónica de 192
JOSÉ LUIS MOURE
Sancho IV a lo largo de su tradición, reclama la necesidad de replantear los objetivos de una edición critica en función de los problemas particulares del texto trabajado, en su caso la reformulación sufrida por el texto en contextos políticos diversos, en los cuales puede verificarse la incidencia de una versión disidente o antagónica. Saracino nos sugiere que una edición crítica tradicional, pensada en términos de un texto literario reconstruible unívocamente en dirección a un arquetipo, puede no ser un modelo adecuado para una obra que ha sido diversamente intervenida y que parece demandar un tipo de edición que procure a un tiempo dar cuenta de la versión depurada más antigua del texto, pero también de variantes que puedan aportar información acerca de la historia de ese texto en relación con aspectos políticos e ideológicos del contexto de producción (Saracino 2011). Hace unos años debí enfrentar un curioso dilema ecdótico. En mi preocupación por encontrar la más antigua documentación en la que pudiesen manifestarse rasgos de lengua propios de la variedad americana del Río de la Plata, entendí que la revisión debía comenzar, así fuese por una razón de escrúpulo metodológico, por el acta de fundación de Buenos Aires (1580), que es decir por el primer texto formalmente compuesto en la región. Me sorprendió saber que tal acta había desaparecido de los archivos del Cabildo antes de 1707, cuando se descubre su falta, junto con los acuerdos capitulares del lapso 1580-1605. La ausencia del documento inaugural de la ciudad determinó que los historiadores e interesados hayan recurrido sistemáticamente a una copia del original hecha en Santa Fe a comienzos de 1583, manuscrita por el escribano público del Cabildo de Buenos Aires y que lleva la firma autógrafa del fundador Juan de Garay. Esa preferencia dejó de lado otra, igualmente certificada por un escribano de Cabildo, también copiada del acta original en 1588, tres años después de la anterior, aunque carente de la firma de Garay. En términos ecdóticos, es indiscutible que contamos así con dos apógrafos de idéntico valor estemático, notarialmente validados y separados por cinco años, aunque la tradición parezca haber concedido a la primera, en sobreestimación de la firma de Garay, un carácter de idiógrafo que en realidad no posee (no parece compatible la brutal rutina de un conquistador con el ejercicio de una puntillosa revisión del texto copiado por el escribano). La cuestión padecería de bizantinismo si no fuera porque ambas copias, cuya fidelidad al original está validada notarialmente, presentan variantes. Así, el primer texto formalmente escrito en Buenos Aires por un español o un asunceño (no fue posible establecer la procedencia de Pedro de Jerez, el primer escribano actuante), permite corroborar, sobre una muestra de habla variadamente reproducida por los dos escribanos sucesores, es decir por dos usuarios contemporáneos, y sobre la base del notable contraste de cacografías discordantes, alternancia de formas y un distinto grado de velamiento ortográfico, algunos de los rasgos dialectales que fundaron el proceso de 193
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nivelación
lingüística
americana
(indiscutible
seseo, inestabilidad
de vocales
átonas,
simplificación de grupos consonánticos, indicios de caída de /s/ en posición final o implosiva, un ejemplo de solución lambdacista de la neutralización de las consonantes lateral y vibrante, coexistencia en ambas de los indefinidos nadie y nayde y de una lección híbrida doblemente diptongada naidie, algún ejemplo de oposición leísmo-loísmo, posible aspiración de Ihl- inicial derivada de la labiodental latina, etc.). A contrapelo de la preferencia historiográfica oficial, editamos el texto del acta desfavorecida corrigiendo sus erratas y con indicación de las variantes de la canónica (Moure 2001), lo que permitió dar cuenta de algunas lecciones claramente preferibles en aquella, como las lectiones difficiliores: usarán oficio que la otra trivializa en haran oficio', la rancia expresión buenos y fieles regidores, que la más aceptada equivoca en buenos oficiales regidores, o rremober y mudar [la ciudad], que se trivializa en remober y mandar. Más llamativo es el locus que la copia de 1583 reproduce como y a la confusion del dicho juramento dixeron si juro, que arrastró a los historiadores a enmiendas disparatadas, y que la otra correctamente transcribe como y a la conclusión del dicho juramento [...]. Pero subsisten las preguntas que entonces nos hicimos: aun con las salvedades del caso a que hemos hecho referencia, y aun habiendo tomado en cuenta las útilísimas observaciones formuladas por Concepción Company Company sobre la edición crítica de documentos coloniales de interés lingüístico (2001), ¿es admisible la edición crítica de un documento notarial oficialmente reconocido? ¿Qué validez puede concederse a una enmienda filológica introducida en la transcripción de un escribano, cuya histórica misión es precisamente dar fe de la fidelidad de la copia? En un caso como el descripto, que llamaríamos de conflicto de notarios ¿qué ortografía debería atribuirse al arquetipo, cuando ninguno de ambos copistas se atiene a una norma uniforme? Les aseguro que estoy ingresando en la recta final de esto que la generosidad de los organizadores ha llamado ponencia. Dejo dos corolarios surgidos de mucho de lo que hemos venido diciendo; también puede llamárselos inquietudes. La primera es una observación que está en armonía con la insatisfacción formulada por Saracino, y que de una manera embrionaria escribí hace mucho tiempo en un cuaderno de notas, mientras analizaba, no los añadidos insertos en la versión «Primitiva» de la crónica de López de Ayala que darían lugar a la versión «Vulgar», sino las numerosas adiciones particulares sufridas con frecuencia por los manuscritos, que en el mejor de los casos la sana collado relega a la franja de variantes o, en el peor, desestima si se encuentran en un testimonio desvalorizado por el estema. Ocurre que una especie informativa y de naturaleza acrecible como la crónica, cuya estructura genérica profunda, más allá de la intencionalidad política que pueda haber 194
JOSÉ L U I S M O U R E
sustentado su concepción primera, convoca la intervención correctora y alienta la acción adicionadora de los copistas, abre las puertas a la duda acerca de si su edición debe respetar los limites de escritura de un autor al que, como el canciller Ayala, la tradición literaria e historiográfica destacó sobre la anonimia tradicional, o si es al menos pasible de discusión la posibilidad de que, en ligero parecido con lo que reclamaba Jean Roudil para los fueros, deba analizarse la forma de dar cuenta de todas sus sucesivas conformaciones, con los añadidos y correcciones históricamente relevantes que los copistas o eventuales lectores informados quisieron injerirle (Roudil 1966) (Roudil 1986: 81-82) (Orduna 2000: 176-177). La segunda inquietud es algo más comprometida y la adelantamos en nuestra referencia a las versiones de las cartas de Benahatin, el «moro sabidor». Con frecuencia he pensado que desde el punto de vista lingüístico, o en la perspectiva de la historia de la lengua, para ceñirme al tema de este encuentro de hoy, pocas experiencias son más deslumbrantes para el interesado que el escenario propuesto por las variantes. Es tiempo entonces de señalar un claro momento de divorcio entre la crítica textual de estirpe lachmanniana y la historia de la lengua. Y no puedo silenciar una herética debilidad personal. Acuerdo con Bernard Cerquiglini (1989), no con su cruzada antiecdótica, fondamentalista y militante, ni con la inquietante amenaza de sus recensiones de hospitalidad absoluta, sino con su entusiasta descripción del mundo de la variance como consustancial a la cultura de los manuscritos. Es en este sentido que la irrelevancia que disciplinarmente la collatio concede a las llamadas variantes de lengua a la hora de constituir el stemma, y cuyo análisis y clasificación han cumplido magistralmente la propuesta inicial de Sánchez-Prieto Borja (1998: 63-64) y la difícilmente superable de Inés Fernández Ordóñez (2002), desnuda la fatal impiedad de la edición crítica, toda vez que la fijación de un texto conlleva el paralelo velamiento de la vitalidad de esos discursos que conviven y se superponen, de esos enunciados perifrásticos que definen la escritura literaria de la Edad Media y que son, según Cerquiglini, el ámbito mismo de la investigación sintáctica (1989: 108). Fernández Ordóñez pudo advertir con acierto que el copista «siempre reformula lingüísticamente el texto de su exémplar de acuerdo con su propia variedad dialectal (geográfica, cronológica, social, personal) en un arco que va desde la sustitución lingüística completa hasta simples variaciones fonéticas o gráficas» (2002: 108). Parece entonces innegable que esas variantes adiáforas, consideradas en conjunto para cada manuscrito confrontado, conforman un excepcional repertorio de cuasiequivalencias del idioma, y dan cuenta de los elementos diferenciales sobre los que se constituye la variación virtual de los discursos posibles en determinado estrato diacrònico de la lengua. En ese marco, por ejemplo, la identificación de lectiones faciliores correctamente 195
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ponderadas, aunque no siempre constituyan errores significativos o filiativos en la recensio, puede ilustrar o al menos proporcionar indicios sobre registros de vocabulario. La opción que la disciplina de la edición critica aconseja en esos casos en detrimento de la trivialización preserva un léxico marcado, de innegable valor para la historia de la lengua: el copista que, en el marco textual de un episodio de asedio bélico, frente a una ciudad «entrada» lee «entregada» informa sobre el carácter especializado, acaso más restringidamente militar del verbo legítimo «entrar» así como de su obsoleta transitividad (López de Ayala 1994: 4)'. Pero también las lectiones faciliores
imponen su presencia de moneda corriente de la lengua del
período, dan testimonio de las formas más sencillas y compartidas, aquellas que ya están instaladas en la supervivencia y que seguramente gozarán de una vitalidad más prolongada. ¿Estamos solos en esa percepción? ¿Acaso no hay un guiño de tenue comprensión hacia Cerquiglini cuando Orduna alude a la preferencia de los lingüistas e historiadores de la lengua por una edición sinóptica, y señala: «El acto de comunicación implícito en toda realidad textual es captado sincréticamente en la suma de los actos de recepción cumplidos por cada uno de los copistas, con sus errores, interpretaciones, correcciones» (Orduna 2005: 310-311). Sé que el trasfondo de las inquietudes señaladas no es nuevo y mucho me temo que allegan agua al molino de quienes, como lo advierte Lola Pons Rodríguez en una magnífica compilación de trabajos sobre estos temas (2007), piensan que la edición de textos conlleva soluciones distintas según cada una de las especialidades que pretenden abrevar en ella; en mi exposición se han cruzado al menos la literatura, la historia y la historia de la lengua. Es penoso admitir que no encuentro todavía una respuesta satisfactoria, como no sea la precaria recomendación de que toda edición crítica, sin abjurar de su ascesis reconstructiva del arquetipo, y ya sea en un aparato de notas, ya en secciones anejas, procure dejar el mayor testimonio posible de la totalidad de los elementos presentes en la evidencia manuscrita que estudia, sea para alertar a los especialistas que deseen o necesiten internarse en las otras dimensiones de la obra, incluyendo, desde luego, la lingüística, sea para orientar en la consulta directa de los códices cuando la materia scriptoria o los constituyentes inmediatos de la copia -iniciales, iluminaciones, tinta, letra y grafías- lo hacen inevitable. Soy consciente de haber invocado hoy largamente la asistencia de Germán Orduna. Lo hice cuando vivía y lo sigo haciendo a trece años de su desaparición. Estoy seguro de que todos quienes me acompañan en el Secrit desean renovar la deuda, que es renovar la memoria, el
Año 1350, cap. 1, de la Crónica del Rey don Pedro (López de Ayala 1994: 4).
196
JOSÉ LUIS MOURE
agradecimiento y el afecto. A él dedico lo que los párrafos anteriores puedan tener de rescatable. Percibo ahora la siempre oportuna advertencia del Eclesiastés 3, 7 y admito que ha llegado el tiempo de callar. Muchas gracias.
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Modalidades lingüísticas en el español centroamericano del siglo XIX Miguel Angel Q u e s a d a P a c h e c o (Universidad de Bergen)
1. PALABRAS INTRODUCTORIAS
Con la declaración de independencia de las colonias americanas, y sin que queramos forzar una periodización lingüística que calce con una histórica, comienza una nueva etapa en la historia de la lengua española. Como es sabido, al pasar la mayor parte de las antiguas colonias americanas de un régimen colonial al republicano, la lengua de Castilla sufre cambios tanto en su estructura, como en las actitudes de sus hablantes hacia la lengua, lo cual lleva a preguntarnos: ¿Qué rumbo siguió la norma lingüística a partir de este periodo en Centroamérica? ¿Cuáles fueron las posibles modalidades lingüísticas que se vislumbraban, al menos en la lengua escrita y oficial de las nacientes repúblicas? ¿Se continuó con la política monárquica y de la antigua metrópoli, de considerar el uso peninsular (madrileño) como guía y patrón? En lo que sigue trataré de dar respuesta a estas interrogantes de manera relativamente somera, dado el corto tiempo disponible. Para ello me apoyaré en los postulados teóricos de la sociolingüística histórica y me circunscribiré al territorio americano conocido
como
Centroamérica, a saber, los actuales países que formaban la antigua Capitanía de Guatemala: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica (cf. Fonseca 1996: 13). Los objetivos son: - Dar una visión general del estado de la lengua española en Centroamérica durante el siglo XIX, haciendo una lectura científica de los datos recopilados. - Contribuir al conocimiento de la lengua española en su dimensión histórica
y
sociolingüística. - Revisar documentación del siglo XIX redactada en Centroamérica (diarios, juicios, testamentos, informes, arengas, discursos, gramáticas, diccionarios, etc.), susceptible de ser interpretada lingüísticamente, con el fin de hallar rasgos fonéticos, morfosintácticos y léxicos que la caractericen. - Interpretar los datos recopilados dentro del marco teórico de la sociolingüística histórica. - Establecer y caracterizar las distintas modalidades lingüísticas halladas en los textos consultados. La ponencia está organizada de la siguiente forma: primero, se ofrecen unas breves observaciones sobre la teoría y el método empleados en esta investigación. Además, se esboza un marco histórico de Centroamérica desde la Independencia hasta fines del siglo XIX. Luego
MODALIDADES LINGÜÍSTICAS EN EL ESPAÑOL CENTROAMERICANO DEL SIGLO X I X
se pasa a la materia de estudio, donde se describen la variación sociolectal y la variación dialectal; se echa un vistazo sobre los procesos de lenguas en contacto, se analizan las políticas lingüísticas de entonces, y se hace un resumen a manera de conclusión.
2. N O T A S TEÓRICO-METODOLÓGICAS
La sociolingüistica histórica es una disciplina tres veces híbrida, la cual tiene que ver con la sociedad, con la lingüística y con la historia, que da cuenta de dos o más periodos o etapas de una lengua en su contexto social, en donde las variables sociales juegan un papel importante en la explicación del cambio lingüístico. En palabras de F. Gimeno (1983: 184), «una sociolingüistica histórica se ocuparía de los fundamentos generales e históricos del cambio lingüístico: comprensión y explicación del proceso concreto del cambio lingüístico, a partir de las correlaciones entre factores lingüísticos y sociales». De acuerdo con S. Romaine (1982: 13) Past studies of variation tell us what to look for; for example, we know that there are a host of extralinguistic or social factors which may come into play in the selection of a particular variant, e.g. age, sex, social class, context, role, etc., as well as linguistic ones, which may be either universal or language-specific. Such studies provide us with descriptive models for looking at and organizing the variation into a meaningful structure which it is hoped has some 'explanatory' and predictive power.
Metodológicamente, y según Juan Camilo Conde (2007: 34), La transferencia hacia el pasado de los métodos que la sociolingüistica ha desarrollado para situaciones y lenguas contemporáneas tiene como objetivo inmediato la reconstrucción histórica del lenguaje en su contexto social y, en este sentido, los útiles desarrollados por esta disciplina servirían como medios de control en este proceso reconstructivo.
Más adelante aclara Conde (2007: 35) que «Para la consecución de estos objetivos la sociolingüistica histórica depende de la posibilidad de recuperar los hechos lingüísticos del pasado a partir de los textos que han sobrevivido en la actualidad». Así, y como aclara B. Fontanella de Weinberg (1996: 28), la sociolingüistica histórica trabaja sobre la base de la documentación escrita, por lo menos antes de la existencia de la voz grabada. Por su parte, F. Medina (2005: 125) advierte sobre la limitación que estas fuentes presentan, ya que, a diferencia de la sociolingüistica moderna, donde la persona investigadora realiza un trabajo de campo y escoge las variables que quiere analizar, la sociolingüistica histórica depende en su mayor parte de textos escritos. Al respecto acota Francisca Medina (2005: 118): Asi pues, la sociolingüistica histórica explica las etapas reales del cambio y los motivos lingüísticosociales que lo provocaron. Ahora bien, es preciso mencionar entre las cuestiones que entorpecen este fin, [...] la inevitable pérdida de información de carácter social y estilística que afecta a los datos procedentes de estadios del pasado y el hecho de que, por esta razón, el material
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de estudio resulte, en ocasiones, demasiado uniforme desde el punto de vista estilístico, pues suele recoger los usos más formales en los que vive una lengua.
Medina comenta las variables sociales (sexo, edad, clases o redes sociales, nivel de instrucción, la procedencia, la etnia, el tipo de texto y el contexto social), y los problemas que surgen al determinar cada una de estas variables sobre la base de los documentos escritos; por ejemplo, lo difícil que es hallar textos escritos por personas con poca instrucción, ya que, como señalan Balestra, Martínez & Moyna (2008: 46), If working with written texts (correspondence, diaries, and testimoniáis), it must be taken into account that the language of those at the lowest tiers of society cannot be studied because the vast majority of them could not read or write. Only the privileged class kept in written communication with people from other places.
También es difícil hallar textos que incluyan a la mujer, ya que casi todos fueron redactados por varones 1 . Llama la atención que ninguna de las personas investigadoras del ramo deslinde la clase de datos que se puede obtener de los textos históricos, susceptibles de dar informes de carácter sociolingüístico. Porque una cosa es inferir o describir un rasgo sociolingüístico a través del estudio de un texto, y otra es estudiar las ideas que tenía la gente de la época sobre dicho rasgo, lo cual parece no quedar claro en la bibliografía consultada. Por tanto, es mi opinión que se deberá distinguir entre dos tipos de fuentes documentales: las lingüísticas; es decir, aquellas que suministran datos concretos y fehacientes de la variación sociolingüística de la época, tales como podrían ser los documentos jurídicos (juicios por pleitos, robos, intrigas, etc.), los testamentos, la correspondencia privada, los discursos, los informes de cofradías, los periódicos, etc., en donde el amanuense o escribano deja inconscientemente la huella de su oralidad (cfr. Oesterreicher 1994), y las metalingüísticas; o sea, las fuentes que permiten interpretar sociolingüísticamente testimonios, opiniones o comentarios de determinado rasgo o situación de lengua. Entre estos se pueden mencionar los relatos de viajes, las gramáticas (normativas o descriptivas), los diccionarios y cualquier tipo de reflexión de esta índole. Un tercer tipo de fuente histórica digna ya de tomarse en cuenta para estudios de sociolingüística histórica son las grabaciones y las películas con sonido, que tampoco se mencionan en la bibliografía consultada. Ya ha pasado más de siglo y medio desde que el francés Édouard Léon-Scott patentó en 1857 su «phonautogram» 2 , y desde entonces ha ido en
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Aunque obviamente se pueden hallar excepciones, tal como lo indican Balestra, Martínez & Moyna (2008: 46), cuando comentan que tienen en sus análisis documentos escritos por mujeres de la clase baja, procedentes de mediados del siglo XIX. Se puede consultar en [consulta: 18 de junio de 2012],
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considerable aumento la obtención de voces grabadas, susceptibles de ser estudiadas en contextos sociolingüísticos. Para la sociolingüística histórica hispanoamericana cobran especial importancia las primeras películas rodadas con sonido, como las mexicanas y las argentinas de principios del siglo XX3. El examen histórico de los rasgos que han caracterizado el español centroamericano durante la colonia revela que es posible observar los procesos evolutivos de la lengua española en esta parte del mundo hispánico a través del tiempo, según las siguientes variables sociales: textos escritos mayoritariamente por hombres de clase generalmente alta, con instrucción formal media (escribanos, amanuenses) o alta (clérigos, gobernadores, maestros), de procedencia urbana, que escribían textos en prosa, no literarios, y de estilo formal, literario y serio. Es a partir de inicios del siglo XIX, con la época independiente, cuando el panorama se amplía: además de los anteriores, se empiezan a ver textos escritos por mujeres, textos en verso, textos periodísticos, muchos de ellos con estilo jocoso, y muchos que intentan representar el habla de las clases sociales más desposeídas y menos ilustradas. En las páginas que siguen me acercaré a la variación lingüística desde una perspectiva de conjunto, clasificándola según usos lingüísticos a través de la historia, y destacando factores históricos, económicos, geográficos, sociales y culturales que permitan esclarecer tal variación. Debo advertir que esta modelización lingüística del español centroamericano está concebida como una abstracción que contribuirá a un acercamiento por etapas de la evolución de los rasgos lingüísticos que lo caracterizan, pero de ninguna manera deberán interpretarse como categorizaciones decisivas e inmutables de la realidad lingüística centroamericana de la época. Puesto que la lengua está en continua evolución, los modelos lingüísticos propuestos en esta ponencia también lo estuvieron, y habrá habido momentos de transición y de traslapes. Tal como se cuestionan T. Nevalainen & H. Raumolin-Brunberg, cuando se refieren a situaciones similares en la historia del inglés: Can we speak of language change, although these processes have not been completed? If we can, as we assume is the case with our examples, what then is the limit, how much linguistic and nonlinguistic variation is allowed? If we look at the question from the angle of the speech community, how large a percentage of speakers should have adopted the innovation or used it as their main variant before we can say that language change has taken place? There is no one answer to these questions. (Nevalainen & Raumolin-Brunberg 2003: 56)
Por otra parte, como resalta R. Caravedo (1990: 28-37), la asignación de las diferencias lingüísticas a categorías sociales no es tan transparente como a primera vista pareciera, sino
3
Que yo sepa, nadie se ha dado a la tarea de estudiarlas desde esta perspectiva.
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que en ella hay una serie de elementos, tanto de carácter lingüístico como extralinguistico, que coadyuvan a la complejidad a la hora de elaborar clasificaciones o modelos. Por último, y respecto de los conceptos «modalidad», «uso» o «norma» empleados en la presente investigación, hay que considerar el amplio espectro de significados que estas palabras pueden tener o adquirir. Pues, como aduce I. Bosque (2011: 7): «La noción de «norma» forma parte del bagaje conceptual de los juristas y del de los lingüistas, entre otros profesionales, pero lo cierto es que no todos damos el mismo contenido a la palabra norma ni tampoco la misma extensión». Por ende, es importante tomar en cuenta la distinción entre lo que se entiende por 'canon', 'prescripción', 'corrección idiomàtica', 'lo que debe ser' y lo que se entiende por 'rasgos habituales de una comunidad' o 'lo que es y se toma como normal' (cf. E. García de Paredes 2008: 1372-3). En este sentido, es importante considerar la dicotomía planteada por Luis Fernando Lara (2004: 27): el uso de una lengua por sus hablantes es un hecho que corresponde a la esfera del «ser», a la comprobación de que la lengua se habla de una manera o de varias. La norma en una lengua, por el contrario, corresponde a la esfera del «deber ser», a la manera en que se juzga si el uso es «correcto» o «incorrecto», «propio» o «impropio», «castizo», «puro», o «bárbaro» o «solecista».
Del mismo parecer es A. Fajardo (2011: 54), quien comenta: El concepto de norma incluye habitualmente dos perspectivas: la norma en el sentido prescriptivo, o norma propiamente dicha, entendida como modelo que seguir, por una parte y, por otra, la norma entendida como realización, como el producto lingüístico útil para comunicarse en un contexto sociolingüístico determinado, la norma como uso. La mayoría de los lingüistas ha reconocido esta ambivalencia del término y ha procurado referirse a ella utilizando diversas denominaciones.
R. Renwick (2007: 325) desarrolla los conceptos de uso y norma en términos de norma descriptiva y norma prescriptiva; respecto del primero, aduce que «la norma descriptiva se da en referencia a un hecho lingüístico espontáneo, un uso o variedad lingüística consagrada en un determinado grupo de hablantes como forma habitual de realizar la lengua». En consecuencia, en las páginas que siguen me referiré a "modalidad" como al conjunto de rasgos lingüísticos habituales de una comunidad, y por consiguiente como a un sistema que de una u otra manera tiene validez como medio de comunicación dentro de la comunidad hablante, independientemente del grado de corrección o de purismo. En la presente investigación se reunió la mayor cantidad de datos posible, tanto de las fuentes decimonónicas a mano, como de testimonios, con el fin de formar una especie de corpus sobre el cual basarme para clasificar los distintos usos lingüísticos de entonces. El
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corpus de ningún modo es exhaustivo, razón por la cual queda abierta la investigación para futuros estudios.
3 . B R E V E MARCO HISTÓRICO
Durante la época colonial la Capitanía General de Guatemala era un territorio administrativo compuesto por los actuales países de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, más el actual departamento mexicano de Chiapas (Fonseca 1996: 12-19). Ciudad de Guatemala era la capital de dicho territorio. De acuerdo con Miles Wortman (1991: 141), para finales de la colonia Ciudad de Guatemala era un importante centro de actividad comercial vinculado directamente con España a través de barcos que navegaban regularmente hasta la Bahía de Honduras; El Salvador, un importante productor de añil para la metrópolis y todas las demás áreas de la colonia estaban integradas en un solo esquema económico bajo el dominio de la ciudad capital.
Siguiendo de cerca la bibliografía consultada 4 , me atrevo a dividir los procesos históricos y culturales de la Centroamérica decimonónica en dos etapas, cuales son la primera (antes de 1870) y la segunda (después de 1870). Las décadas que van desde 1821 hasta 1870 se caracterizan por una serie de eventos que van en miras a dos tendencias: una, de independencia político-económica de España; la otra, de integración político-económica, tanto con México (Imperio Mexicano de Agustín de Iturbide, durante la década de 1820), como interna (República Federal de Centroamérica, entre 1823 y 1840) (cfr. Kinloch 2005: 131-136). En esta época, el Istmo Centroamericano se presentaba al mundo con un orden social caracterizado por una serie de vaivenes y contrastes. Los sectores sociales que tendían al ascenso económico cambiaban de bando político según les conviniera; los grupos sociales más pobres y marginados - c o m o los indígenas y los campesinos- eran discriminados o no se les tomaba en cuenta. Por otra parte, se impulsaron reformas agrícolas y los derroteros comerciales se desplazaron del Atlántico al Pacífico, se fundaron puertos y se impulsaron nuevas vías comerciales para la exportación (Fonseca 1996: 140-156). Sin embargo, tal como lo ve E. Fonseca (1996: 156-157), toda esta etapa de vida independiente de Centroamérica no hace más que tratar, sin verdadero éxito, de liberarse de las estructuras coloniales. A partir de 1870 se vislumbra un cambio y Centroamérica se inserta de lleno en el mercado mundial de manera más sistemática, lo cual trajo cambios esenciales en su estructura social. Se construyen y consolidan los estados nacionales, aumentan los movimientos exportadores e 4
Sigo lo apuntado por E. Fonseca (1996), Kinloch Tijerino (2005), M. Wortman (1991), C. Láscaris (1982), C. Tünnermann (1991), Avendaño Rojas (2011), L. Fuentes (2011) y Roque Baldovinos (2011).
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importadores (el café, el banano, la caña de azúcar, el algodón, granos básicos, las explotaciones forestal y minera, etc.), las inversiones extranjeras en la región, se dan transformaciones en las ciudades, cambios en la tenencia de la tierra; la mano de obra se especializa y se diversifica, surgen nuevos grupos sociales, como los
campesinos
acomodados, los obreros y artesanos se vuelven más fuertes (Fonseca 1996: 176-204). Para el tema que hoy nos ocupa, todo lo que sucedió en Centroamérica durante el siglo XIX tuvo repercusiones en la constitución de los modelos lingüísticos. Aquí es menester aclarar que esto no significa que no hubiera distintos usos o modelos lingüísticos durante la época colonial. Los estilos de escritura de los siglos anteriores reflejan una modalidad lingüística relativamente homogénea, lo cual se rompe en el siglo XIX, cuando estos usos saltan a flote y se vuelven más visibles, tal como se verá a continuación.
4. La variación sociolectal 4.1 La modalidad urbana o capitalina Con los retos que ofrece la vida independiente, las nuevas naciones americanas se abren al contacto con el exterior, llámense en esta época los reinos y naciones europeas y el naciente contacto con Estados Unidos de América. De acuerdo con Carlos Tünnermann (1991: 85): Al concluir las guerras emancipadoras y ante la necesidad de estructurar las sociedades nacionales, los fundadores volvieron sus ojos a Europa, principalmente a Francia, y a los recién creados Estados Unidos, en busca de modelos que les permitieran sustituir, al menos formalmente, el colonial.
Las repúblicas americanas entablan relaciones comerciales con estas naciones, lo cual lleva al contacto cultural y académico, y por ende a la conformación de una nueva oligarquía basada en los nuevos productos que se exportarían y que darían ganancias directas a las clases dominantes. Además, se abre la posibilidad de importar modelos culturales venidos de Londres, Berlín, París y, entrado el siglo XX, del Norte de América. Se desarrollan nuevos y más eficientes medios de comunicación, los vapores europeos y estadounidenses tocan las costas americanas, trayendo modas de todo tipo, incluso las lingüísticas. A su vez, se pueden publicar con relativa libertad libros, revistas, manuales y todo tipo de textos, o al menos con mayor libertad de cuando estaban las regiones americanas bajo el dominio español. Asimismo, se consolidan las ciudades capitales como urbes principales y centros de irradiación. De acuerdo con P. Martín Butragueño (2010: 997),
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El ascenso y la movilidad social de sus habitantes, el acceso a la educación y el intercambio de ideas, la gestación de modas, la concentración de poder político, institucional y administrativo, son algunas de las muchas propiedades vinculadas a las ciudades. No es muy aventurado afirmar que la urbanización es el hecho social más sobresaliente tras la revolución industrial que, en diferentes momentos a partir del siglo XIX, tiene lugar en el mundo desarrollado y en los países en vías de desarrollo.
En lo que respecta al istmo centroamericano, podría dar la impresión de que se quedó al margen de las vicisitudes del nuevo estilo de vida decimonónica y de los avances culturales y sociales, pero no fue así. Tanto Guatemala como Nicaragua venían desde tiempos coloniales con un acervo intelectual marcado respectivamente por las universidades de San Carlos y el Colegio Seminario de San Ramón, en León, erigido en universidad por las Cortes de Cádiz el 10 de enero de 1812. Estas dos instituciones se encargaron de formar a los futuros intelectuales y letrados de la región5. Otras grandes figuras de la política y de las letras centroamericanas tuvieron la oportunidad de viajar a México, Estados Unidos, América del Sur y a Europa6. Para 1814 se abrió en San José de Costa Rica la Casa de Enseñanza Pública, convertida en Casa de Enseñanza Santo Tomás en 1843, y el 13 de enero de 1824 el gobierno de la República Federal de Centroamérica impuso la creación de cátedras de filosofía en todo el Istmo, y con maestros sin salario7. Los datos anteriores sirven de marco extralingüístico sobre el que se fundamenta la institucionalización de una modalidad urbana o capitalina en Centroamérica, la cual tenía los siguientes rasgos estructurales:
5
Personalidades de la altura de Antonio Larrazábal (Guatemala), José Simeón Cañas (El Salvador), Tomás Ruiz (Nicaragua), Pedro Molina (Guatemala), José Cecilio del Valle (Honduras) y Dionisio Herrera (Honduras) estudiaron y se doctoraron en la Universidad de San Carlos de Guatemala, y en la Universidad de León de Nicaragua estudiaron Rafael Francisco Osejo (Nicaragua), Florencio del Castillo (Costa Rica), José de los Santos Madriz (Costa Rica) y muchos otros. Razón tiene el académico nicaragüense José Eduardo Arellano en afirmar que «Por lo visto, las aulas superiores del Seminario y de la Universidad de León fueron los centros progenitores de la cultura de Costa Rica, o por lo menos, de su estructura política y educacional» (2011: 54-55). Arellano (2011: 51-52) aduce: «Además de Florencio del Castillo, egresaron al menos diez costarricenses del Seminario San Ramón, por ejemplo el cartaginés José María Peralta, orador notable, tanto en la cátedra como en el ejercicio público, a quien se le recuerda por haber colaborado en la fundación del Colegio San Luis Gonzaga en su ciudad natal. Su coterráneo, Félix Esteban de Hoces y Calvo, llegó a ser Vicario General y Capitular del obispado. José María Esquivel figuró al frente de un colegio de Cartago en 1801, en los sucesos políticos posteriores a la independencia, y entre los catedráticos de la Casa de Enseñanza de Santo Tomás. Manuel Alvarado reglamentó ese mismo instituto y fue miembro de la Junta Superior Gubernativa y diputado en varias ocasiones. José Arguedas impartió clases de latín y humanidades en San José, lo mismo hicieron en otras ciudades —Cartago, Heredia y Alajuela— Joaquín García, José María Porras, Luciano Alfaro, Félix Romero, Joaquín Flores y otros».
6
Tales como José Matías Delgado en Washington, Antonio José de Irisarri en Nueva York, Santiago de Chile y Londres, y muchos otros. Según el filósofo Constantino Láscaris (1982: 397), es el decreto más optimista de la Historia universal.
7
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M I G U E L Á N G E L Q U E S A D A PACHECO
1. Se nota una fuerte reducción en la variación vocálica átona; al menos así queda plasmada en los artículos que se publican en los diarios de la época, y en la literatura naciente (por ejemplo, dicir pasa a decir, munumento a monumento, escuro a oscuro, etc.). 2. Se reduce la variación en los grupos consonánticos, con miras a una mayor estabilidad {reptor pasa a rector, efeuto a efecto, etc.). 3. Se reducen y abandonan las alternancias en los fonemas líquidos (comel por
comer,
sordado por soldado, etc.), quedando fosilizada hoy en día a algunas palabras en el ámbito rural. 4. Se observa un intento por restituir la distinción fonológica entre el fonema lateral palatal (escrito ) y el fricativo palatal (escrito ). 5. Desaparece el uso del artículo frente a nombres propios (el Bustamante, la Rita, etc.), o por lo menos se regionaliza. 6. Se observa un intento por emplear el leísmo. 7. En el plano del tratamiento pronominal cobra fuerza el uso del pronombre tú (tuteo pronominal y verbal), en textos escritos de carácter literario, y del pronombre vosotros en los discursos formales de carácter político y eclesiástico). 8. Disminuye compuéstolas,
el
empleo
del
pronombre
átono
enclítico
al
participio
(llamádose,
etc.).
9. Se observa un aumento del empleo temporal en el sistema de pretérito (cantó - ha cantado). 10. Hay un sensible aumento del uso de la variante en -se del pretérito imperfecto de subjuntivo (cantase). 11. Ausencia de términos de origen indígena o de carácter regional (los llamados provincialismos). Ejemplos de lo anterior se pueden apreciar en los siguientes pasajes: El idioma de Murillo debia ser muy distinto del de Bolivar; y la lengua de Callejas muy diferente a la de Morelos. Era preciso que corriese el tiempo: que se fuese asentando el lodo de las pasiones, y quedase al fin la verdad clara, y pura como las aguas de la superficie del rio (Sociedad Económica de Amigos del Estado de Guatemala; cit. por Cal Montoya 2004: 103-104). Conciudadanos: jurasteis la Constitución [...] y ahora unos pocos hombres inquietos os han seducido y provocado a peijuraros. Este es un crimen doble; porque ofendéis a Dios con el perjurio, y a la sociedad con el desconocimiento que hacéis de la Ley. Esos genios malignos que os han comprometido a negar la obediencia al Gobierno, buscan su bienestar y comodidad particular al precio de vuestra sangre: es un tráfico infame que intentan hacer con vuestras vidas y vuestras fortunas. No creáis que quieren alguna cosa para vosotros, más que la muerte; aunque os hayan ofrecido mil ventajas (Braulio Carrillo, discurso a los costarricenses, 1835; cit. por Meléndez 1978: 169).
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MODALIDADES LINGÜÍSTICAS EN EL ESPAÑOL CENTROAMERICANO DEL SIGLO X I X
El poeta español Meléndez creía que nuestro idioma llegaría a tener la perfección que tuvieron el griego y el latín si le cultiváramos (la cursiva es mía) (J. Gómez (1878/1992: 41).
Un dato curioso es que en 1824, la Asamblea Nacional Constituyente de las Provincias Unidas del Centro de América prohibió el empleo de tratamientos y títulos nobiliarios (Láscaris 1982: 372) 8 . Visto el panorama anterior desde la teoría de la koineización (cfr. G. Guitarte 1983: 169; Fontanella de Weinberg 1992: 45-46; G. de Granda 1994: 29), lo que estaba sucediendo era la estandarización del español centroamericano, a partir de la época independiente y con el surgimiento de las ciudades capitales, mediante un proceso de selección e innovación de rasgos lingüísticos que irían a conformar, al final de cuentas, el modelo de habla urbana que poco a poco se iría imponiendo en cada una de las naciones centroamericanas. Ahora bien, ¿a partir de cuándo se podría afirmar que cada capital centroamericana empieza a dar muestras de que se estaba desarrollando un modelo capitalino para cada una de ellas? Porque, como es sabido, tras la Independencia cada país asume el rumbo del idioma y cada capital implanta su norma lingüística. Tal como explica J. Tejera (1999: 192-193): Durante esta época, que comprende todo el siglo XIX, se intensificaron las diferencias lingüísticas entre las regiones. Cada país, incluyendo Cuba, crea su propia norma lingüística. Pero ya la norma lingüística no se establece entre las ciudades de la costa. Ahora las normas lingüísticas son nacionales y se expanden desde las capitales y en algunos casos como en Colombia y en México, se trata de ciudades que no pertenecen al mar Caribe puesto que son ciudades de tierra adentro.
Para la documentación histórico-lingüística de este proceso, considero que tiene mucha validez el testimonio del filólogo nicaragüense Juan Eligió de la Rocha, el cual, al proponer que se acabara con el yeísmo, admitía: Actualmente se exige su pronunciación legítima en el canto, en la oratoria, en la tribuna, y en toda recitación y poco a poco la acostumbraremos en la lectura y trato familiar si continúa el gusto de algunos maestros de primeras letras enseñándola a sus discípulos, y no decae la tendencia a perfeccionarse en el lenguaje que surge en nuestras capitales y ciudades de primer orden. (De la Rocha 1858/1992: 38. El subrayado es mío).
De manera que, se puede afirmar, en primer lugar, que había ya una conciencia entre los intelectuales del momento de que se estaban configurando diferencias
lingüísticas
condicionadas por límites estatales, y en segundo lugar, que se estaba gestando y agudizando una oposición sociolectal condicionada por el surgimiento de las urbes modernas y el acceso a los mecanismos de poder político y económico.
Para esa época, el título de Doña o Don no eran nobiliarios en el Istmo Centroamericano, razón por la cual se siguieron empleando, y se emplean aún como título de respeto y como marcador de edad en todas las clases sociales y generaciones.
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MIGUEL ÁNGEL QUESADA PACHECO
4.2 Modalidades
populares
A pesar de los esfuerzos de algunos gobernantes por fundar escuelas y centros educativos, la mayor parte de la población centroamericana del siglo XIX no tuvo acceso a la instrucción formal y por lo tanto estaba fuera de los cánones lingüísticos que venía imponiendo la nueva oligarquía. Para inicios de la época independiente, el diputado federal Francisco Córdova afirmó que Centroamérica tenía un millón y medio de habitantes, de los cuales unos cien mil eran alfabetos o tenían alguna instrucción formal; es decir, un 6,6 % de la población tenía acceso a la escritura. Probablemente debido a lo anterior, la República Federal de Centroamérica decretó en 1827 un único impuesto, un 15 % de cuyo monto se destinaría para el pago de maestros de escuela, y se suprimieron los demás impuestos (Láscaris 1982: 374). A juzgar por los testimonios de la época, el español que hablaba la población que no tenía acceso a la instrucción formal, o bien, la población que tenía instrucción formal pero lo usaba en el lenguaje informal, manejaba básicamente los siguientes rasgos 9 : 1. Vacilación en el timbre vocálico: fósfero, isperiencia. argullo 'orgullo', etc. 2. Diptongación de /e/: A reía 'Arce', clasia 'clase', diauda 'deuda', etc. 3. Diptongación de hiatos: pueta 'poeta', linia 'línea', Saiz 'Sáenz', Juaquín, etc. 4. Alternancia de diptongos decrecientes: beile 'baile',paine 'peine', vainte 'veinte'. 5. Supresión de los grupos consonánticos: aición
'acción', dotrina
'doctrina',
malino
'maligno', etc. 6. Neutralización fonológica de /f/ y /x/: fueves 'jueves', Jornalero 'jornalero\ Juicio 'juicio', juego 'fuego', etc. 7. Neutralización de líquidas: arquilar, carcular, etc. 8. Supervivencia de íhl medieval: jacha, jartarse, jerver, joyo, jumo, etc. 9. Yeísmo general y total. 10 10. Aspiración de /s/ posnuclear y final. 11. Ceceo, el cual describe De la Rocha (1858/1992: 38) como 'Pronunciar la articulación directa de la s tan remisa y dental que más parece una c suave». 12. Deshiatización: Mariya 'María', bateya 'batea', miyo 'mío', etc. 13. Diptongación de la primera persona del verbo auxiliar haber: hey dicho, hey visto, hey hecho, etc. 14. Cambios en el género gramatical: la calor, el peste, etc. 9 10
Tomados de J. De la Rocha (1858/2002), F. Ulloa (1872) y J. Gómez (1878). En mi estudio histórico del español de Costa Rica logro demostrar que el yeísmo no fue general desde la Colonia, sino que se introdujo - p o r lo menos documentalmente- a partir de la segunda mitad del siglo XVII (Quesada Pacheco 2009: 166-168).
211
MODALIDADES LINGÜÍSTICAS EN EL ESPAÑOL CENTROAMERICANO DEL SIGLO X I X
15. Anteposición del artículo al nombre propio femenino: la Juana, laJacoba,
etc.
16. Formas verbales consideradas ya arcaizantes: truje 'traje', vide 'vi', traiba 'traía', creiba 'creía', etc. 17. Uso del voseo, conservando sus formas pretéritas con /s/ {invistes, pusistes), sus futuras en /-és/ (dirés, pensarás, harés, etc.) y sus imperativos medievales con /d/ (traeldo 'traélo', llevaldo
'lleválo'). Además, desaparece la alternancia en las formas diptongadas y
monoptongadas del voseo en favor de las últimas (amas, comés,
dormís).
18. Ausencia de tuteo. 19. Uso de ustedes
en cualquier plano (solidaridad y distanciamiento), y omisión del
pronombre usted en el tratamiento cortés: ¿qué dice?, venga, miren por '¿qué dice usted?', 'venga usted', 'miren ustedes', etc. 20. Un sistema de vocativo consistente en la agudización del sustantivo: niñó '¡oh niño!', manó '¡oh hermano;', amigó '¡ey amigo!', hombré '¡hombre!', Fernando, etc. 21. Empleo etimológico de los pronombres átonos de complemento directo e indirecto y ausencia de leísmo". 22. Voces no estándares, particularmente de origen indígena. Testimonios metalingüísticos del contraste entre el habla urbana formal y el habla popular se registran en las políticas lingüísticas correctivas a partir de la segunda mitad del siglo XIX (por verse más adelante), y en la literatura costumbrista del momento. En esta, el narrador o yo lírico, quien sigue una lengua bastante neutra y estándar, pone en boca de sus personajes populares
(campesinos,
obreros,
mineros,
grupos
marginados,
etc.),
las
estructuras
lingüísticas mencionadas y otras más. A manera de ilustración, se muestra el siguiente pasaje del escritor costarricense Manuel González Zeledón (1896/57): Ya en la pulpería, abierta desde las cuatro de la mañana, se oía el murmullo de las conversaciones de los parroquianos. —¡Buenos días, Pedro! —¡Buenos se los dé Dios, Ureña! —Écheme unos tragos paí y pa los muchachos. ¡Arrímense a espantar el diablo! —¿Qué tomás, Indalez? —Pa mí un isná con gotas. —Pa mí cususa. —Pa mí un mistao.
11
J. De la Rocha (1858/1992: 39) criticaba al centroamericano porque no decía «le he comprado yo» en vez de decir, según él, «lo he comprado yo». Al parecer, y a juzgar por estos ejemplos, tenía más prestigio el leísmo de cosa que de persona.
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MIGUEL ÁNGEL QUESADA PACHECO
4.3 La variación dialectal Las fuentes consultadas no suministran datos concernientes a distintos modelos dialectales, o zonas geolectales, que se estuvieran gestando o practicando en Centroamérica durante el siglo XIX, pero al menos los testimonios encontrados sirven para inferir que la variación dialectal era un hecho. De esta forma, y haciendo un recorrido por los distintos niveles lingüísticos, se puede observar dos tendencias: a) que ciertos rasgos eran generales a todo el istmo centroamericano (como se aprecia en la lista anterior), y b) que algunos rasgos eran nacionales; es decir, característicos de una nación o de varias, pero no todas, y a veces peculiares de una región. Así, como rasgos característicos de una nación o de varias, pero no de la totalidad, o bien como regionales, se mencionan los siguientes: 1. La variación en algunos diptongos decrecientes (beile 'baile', paine 'peine', vainte 'veinte', antes citados). Según De la Rocha (1858/1992: 38), era un rasgo característico solamente de los guatemaltecos12. 2. La diptongación de /e/ (Arria 'Arce', clasia 'clase', diauda 'deuda', etc.) parece registrarse únicamente en Costa Rica. 3. La aspiración de /s/ posnuclear y final, registrada por lo menos en Nicaragua por De la Rocha 1858/1992: 38). 4. El ceceo, que se registra en Nicaragua (De la Rocha 1858/1992: 38). 5. La deshiatización (Mariya, bateya, miyo, etc.), registrada asimismo en Nicaragua. 6. La diptongación de la primera persona del verbo auxiliar haber, hey dicho, hey visto, hey hecho, etc., fenómeno que, según De la Rocha (1858/1992: 38), era un rasgo característico de Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica y la región norteña de Nicaragua (Segovia); es decir, no era general a toda Nicaragua. 7. En cuanto a las formas del voseo, según De la Rocha (1858/1992: 39), el empleo del imperativo medieval (traeldo, llevaldo, etc.) era característico de Honduras, Guatemala, El Salvador y Costa Rica,13 con lo cual queda Nicaragua por fuera. 8. En el léxico, la aparición de diccionarios descriptivos y correctivos a partir de la década de 187014.
12
13 14
De hecho, no lo he registrado al menos para Costa Rica, ni tampoco está documentado en las gramáticas correctivas de la época. No lo he registrado en el español costarricense actual. Aquí deberá resaltarse la obra lexicográfica de C. Berendt (1874/1992), quien compiló el primer diccionario de nicaraguanismos y representa una de las primeras obras lexicográficas descriptivas del español centroamericano, sin intenciones correctivas ni puristas.
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MODALIDADES LINGÜÍSTICAS EN EL ESPAÑOL CENTROAMERICANO DEL SIGLO X I X
En algunas ocasiones, los testimonios no son claros, de modo que los rasgos que mencionan los gramáticos de la época no se pueden catalogar como generales o locales al Istmo. Tal sucede con el debilitamiento de la oclusiva lál intervocálica y final, pues, según De la Rocha (1858/1992: 38), «se advierte en algunos pueblos de Centroamérica», sin que especificara dónde exactamente él percibía el rasgo en cuestión.
4.4 La variación
interlingüística
Tal como explica J. Conde Silvestre (2007: 238), La coexistencia de comunidades lingüísticas diferentes y la interacción entre sus hablantes suelen tener efectos obvios sobre los distintos subsistemas de las lenguas que están en contacto. Se trata, en general, de manifestaciones más o menos patentes del contacto lingüístico que habitualmente dejan huella en la historia de las lenguas y contribuyen a la fisonomía particular de cada variedad.
Centroamérica no es ninguna excepción a esta regla. En esta parte del continente americano
se hablan en la actualidad unas cuarenta lenguas indígenas,
procedentes
15
básicamente de tres familias lingüísticas: la maya, la misumalpa y la chibcha . Además, se hablan el garífuna, de origen arahuaco, y lenguas criollas de base inglesa, sobre todo a lo largo de la costa atlántica. Y como en otras partes del continente, las lenguas indígenas centroamericanas se han hecho presentes, en mayor o menor medida según las regiones, en la lengua española, y la convivencia del español con estas ha provocado situaciones de contacto que van en tres direcciones: a) influencia del español en las lenguas indígenas, b) contribución de las lenguas indígenas al español, sobre todo en el vocabulario, y c) creación de lenguas mixtas o interlenguas. Respecto de la influencia del español en las lenguas indígenas centroamericanas, es un tema que, además de quedar fuera del ámbito de la presente investigación, no cuenta con estudios que la describan para el siglo XIX. En cuanto a la influencia de las lenguas indígenas en el español, los centroamericanos del siglo XIX interesados en asuntos del idioma no solo eran conscientes de este aspecto, sino que también manejaban una especie de escala valorativa, de acuerdo con la cual, las lenguas indígenas de mayor prestigio durante la Colonia tenían prioridad ante otras de menor prestigio social, de menor extensión territorial y de menos hablantes. Al respecto, Juan Eligió de la Rocha (1858/1992: 40) explica:
15
Algunas lenguas no tienen una filiación genética clara, como sucede con el xinca de Guatemala y el jicaque de Honduras.
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MIGUEL ÁNGEL QUESADA PACHECO
Cuando la conquista, encontraron los españoles habitada a Centroamérica por varias naciones aborígenes entre los que sobrepujaban los quichés y cachiqueles en Guatemala, lencas en Honduras, nahuales [sic] o mejicanos en El Salvador y Nicaragua, donde también figuraban por su idioma sonoro los mangues. Todas las lenguas afectaron con su acento a la española al naturalizarse, recibiendo ésta al mismo tiempo un caudal de voces y después de provincialismos varios; entre los que, así a los nombres de frutas, flores, animales, manjares, como los de otro género, se debe dar preferencia a los de El Salvador y Nicaragua tanto por el mérito intrínseco de la lengua mejicana de donde proceden, rica y armoniosa como la griega, cuando porque ésta fue el habla de la nación más civilizada que existió en todo nuestro continente. Pues las demás naciones, aunque poderosa[s], algunas eran semi-salvajes y sus idiomas carentes de vocales y armonía.
En lo tocante a las interlenguas, esta dirección reviste gran importancia para la sociolingüística histórica, de cara a la formación y el desarrollo de lenguas criollas de base indígena en el continente americano16, y además porque es el tipo de contacto menos documentado. En 1807, un viajero de nombre Antonio Blanco, hispanohablante de origen incierto, estuvo en el noroeste de Costa Rica y escribió lo siguiente acerca de los habitantes de esta parte del país: Estos hombres constan de tres castas, que son indios tostados y oscuros, mulatos y blancos, que por la mayor parte son un español adulterado con las castas anteriores. Su idioma es el Castellano, pero tan corrompido con la lengua del país, que hace fastidiosa la conversación, (cit. por Meléndez 1974: 122).
De su escueto comentario se infiere que en esa parte de Costa Rica se hablaba un español que, por convivir con la lengua chorotega17, a la que Blanco llama «lengua del país», no solo distaba del estándar de la época, sino que asimismo presentaba barreras en la comunicación. Exactamente un siglo después, el antropólogo alemán Walter Lehmann estuvo en el noroeste de Costa Rica, y recopiló narraciones que claramente reflejan una interlengua indígena-hispánica (chorotega-español), como se puede observar en el siguiente recuadro:
16 17
Al menos para Costa Rica, no quedan en la actualidad rastros de ninguna interlengua chorotega-española. La lengua chorotega o mangue, hoy extinta, pertenecía a la familia otomangue y se hablaba en el noroeste de Costa Rica, en la costa pacífica de Nicaragua y en el sur de Honduras. En cuanto al elemento mulato, mencionado por Blanco y presente en la zona desde la época colonial (cfr. Meléndez & Duncan 1989; Aguilar & Alfaro 1997; Lobo & Meléndez 1999), se podría conjeturar que, a lo mejor, el idioma español de la época podría estar teñido de rasgos africanos.
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MODALIDADES LINGÜÍSTICAS EN EL ESPAÑOL CENTROAMERICANO DEL SIGLO X I X
Texto en interlengua
Traducción castellana
Yo lo vine por que el Señor Machordomo, mando alia mi lo guerta, que lo eslava cojiendo mi garrosa, un jombre que llegó corriendo, el era sárjenlo o soldó, por que en lo cania tenía, un parche colorá, y me lo entregó un carta, que no lo acaba de tullir, pero aquí está, la boy acabar de ler y poder ortedes escuchó, lo dice Cegobiano Caspar lo Pringez eque ñoco seme bapá Gregorio se aflige echa pa tras, la que lo dice que me lo combidava para la fiesta de mi señara San Blá, lo que la combine gustoso y lo que en pieso aqui a vailá.
Yo vine porque el señor Mayordomo mandó a llamarme a la huerta, pues estaba cogiendo mi arroz, un hombre que llegó corriendo, él era sargento o soldado, porque en las canillas [piernas] tenía un parche colorado, y me entregó una carta, que no la he acabado de leer, pero aquí está, la voy a acabar de leer y [así] poder ustedes escuchar, lo dice el segoviano Gaspar lo Pringez: eque ñoco seme bapá. Gregorio se aflige, se echa para atrás, lo que dice es que me convida para la fiesta de mi señor San Blas, a lo que convine gustoso y por lo cual empiezo aquí a bailar.
Cuadro 1. Texto en interlengua y su traducción al español
El ejemplo anterior sirve para demostrar que, al igual que en otras partes de América, en el Istmo Centroamericano se dieron confluencias lingüísticas entre la lengua dominante y las lenguas dominadas (cfr. Parodi 2010: 309-310).
5. LAS POLÍTICAS LINGÜÍSTICAS DECIMONÓNICAS
Los movimientos filológicos del continente americano del siglo XIX se manifestaron en América Central a través de una tendencia más bien conservadora, cuyo interés primordial era mantener la lengua y literatura española e hispanoamericana unidas. Reinaba un cierto temor ante la idea de una desarticulación de la lengua española en el Nuevo Mundo. Según este movimiento purista o normativista, cuyas ideas estaban representadas en los lincamientos filológicos del gramático venezolano Andrés Bello 19 , la unidad idiomàtica se podría lograr por medio de la educación lingüística prescriptiva, purista, partiendo del español peninsular como regla y modelo. Por lo tanto, había que «estudiar el idioma»; es decir, escribir gramáticas y diccionarios que condenaran todo tipo de expresión dialectal que atentara contra la unidad lingüística. La primera manifestación metalinguistica de lo que se estaba gestando data de 1844, cuando el estudiante costarricense Concepción Pinto, en su examen oral y público dado a los profesores de la Universidad de Santo Tomás (en San José), se refiere al concepto de gramática que se manejaba en los círculos académicos del país, con las siguientes frases (se respeta la escritura original): 18
19
Tomado de la Biblioteca Iberoamericana de Berlín, Loa de un indio mangue, manuscrito Y 3179; 4, recopilado por Walter Lehmann en 1908. «Juzgo importante la conservación de la lengua de nuestros padres en su posible pureza, como medio providencial de comunicación y vínculo de fraternidad entre las varias naciones de origen español» (cit. por Quesada 1989: 135).
216
MIGUEL ÁNGEL QUESADA PACHECO
Cuando estudiamos las reglas gramaticales, encontramos comprobada con la razón i con fundamentos, la practica que teníamos por mera costumbre: otras veces correjimos los defectos que adquiriéramos en la manera de expresarnos desde la infancia. [...] Todos los hombres tienen necesidad de expresarse bien, ya para manejarse en los empleos públicos, como en el trato civil. [...] El que pueda con mas facilidad persuadir a los demás de la rectitud de sus ideas i convencerlos de la bondad de sus sentimientos, es el que está mejor relacionado i tendrá mayor número de goces. (Mentor Costarricense: diciembre de 1844, publicado el 18 de enero de 1845, p. 283).
Años después, el filólogo nicaragüense Juan Eligió de la Rocha se manifiesta abiertamente a favor de la corriente purista en América Central, el cual, siguiendo muy de cerca el camino de Andrés Bello, apunta: Preciso es que en Centroamérica se le dé impulso a la mejora del idioma de nuestros padres con un estudio positivo de él, pues los Estados y ciudades nuestras que hacen alarde de hablar mejor el español que sus vecinos, están equivocados. Arcaísmos que causan náuseas, resabios incorregibles, provincialismos procedentes de lenguas aborígenes inferiores, vocales omitidas, silabeo, el hablar articulando apenas la consonante que hiere, acento falsete y de asonancia nasal, tomados de los antiguos nahuales, quichés, lencas, mangues, etc., abundan en Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. (De la Rocha, cit. por Arellano 2002: 40).
De la Rocha, al igual que el gramático Andrés Bello, insiste en la educación lingüística por parte de los padres de familia: Las madres y los maestros de primeras escuelas son los apóstoles de esta mejora, la infancia sobre todo es la edad propia de corregir estos defectos ya bajo precepto o con correcciones o redículos [sic] suaves que hasta a los adultos mejoran. (De la Rocha, cit. por Arellano 2002: 40, nota (b)).
Además, es partidario de la idea de que el castellano de la Península deberá servir de modelo para la corrección lingüística, pues para él, hablar bien era: [OJbservar las reglas de la gramática, consultar el diccionario y procurar aproximarse al acento sonoro, marcado abierto rotundo y claro de los castellanos, destruyendo los arcaísmos, resabios y todos los provincialismos que tengan equivalente en español. (De la Rocha, cit. por Arellano 2002: 40, nota (b)).
Por eso De la Rocha impulsa la confección de una gramática normativa para uso de la juventud nicaragüense, publicada en 1858 (cit. por Arellano 1992: 16-17), y escrita a modo de catecismo (con preguntas y respuestas). Asimismo, es De la Rocha quien propone la corrección gramatical en dos columnas, cuando afirma: «Es de desear que todos los maestros formen en sus escuelas índices de todos los defectos con su respectiva columna de corrección, y que todos los discípulos los lean con atención una vez por semana» (De la Rocha 1858/1992: 40, nota (b)). El maestro costarricense Francisco Ulloa siguió los consejos de su homólogo nicaragüense y en 1870 inicia la corriente purista en su país con la publicación de los Elementos de gramática de la lengua castellana, escritos expresamente para la enseñanza de la juventud en Costa Rica. En este libro el autor hace una larga lista de términos llamados «Barbarismos más 217
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comunes entre los costarricenses» (Ulloa 1872: 224-238), en donde presenta dos columnas de palabras; la columna izquierda, que lleva el subtítulo de «No digáis», integra vocablos y representa la manera como hablan los costarricenses; la columna derecha, cuyo subtítulo es «Decid», trae los vocablos que, según el gramático normativo, se deben decir. A manera de ilustración se citan las siguientes palabras:
No digáis
Decid
Aresmética Ajerrumbrao Báguido Chiminea Efeuto Clasia Istante Manó Malino Ñerbático Oyir Piadá Quijo Quiñi Truje Ucumento
Aritmética Aherrumbrado Vahido Chimenea Efecto Clase Instante Hermano Maligno Nervioso Oír Piedad Quiso Como Traje Documento
Cuadro 2. Ejemplos correctivos del siglo XIX
En 1893, se publica la obra Vicios de nuestro lenguaje, del filólogo nicaragüense Mariano Barreto, y en 1900 saca a la luz sus Ejercicios ortográficos, en donde se registran más de 600 voces «mal escritas» (Arellano 1992: 22). Los filólogos y maestros de la época encontraron apoyo en los gobernantes y lograron implantar en el sistema educativo una política prescriptiva cuya tradición, se podría decir, subsiste en la actualidad y es la responsable de que en los países centroamericanos de la actualidad exista una especie de dicotomía entre lo que el hablante dice y usa, y lo que cree que debe decir y emplear.
6. PARA CONCLUIR
El presente estudio lleva a concluir lo siguiente: En primer lugar, y a diferencia de la documentación colonial, las fuentes decimonónicas consultadas para Centroamérica abundan en indicios tanto lingüísticos como metalingüísticos de los distintos usos del español de la época, de modo que nos es posible visualizar de manera más nítida el estado sociolectal de la lengua española y sus distintas modalidades en esta parte 218
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del continente americano. Para esta época se vislumbran modalidades lingüísticas que se pueden delimitar de la siguiente forma: a) el uso urbano, normativo, formal (clases dominantes); b) el uso popular, informal (niveles económicos medio y bajo, grupos
marginales,
campesinos, obreros, asalariados, etc.), que luego sirve de patrón en la literatura costumbrista; c) los usos nacionales o dialectales, con rasgos a veces comunes para todo el Istmo, pero a veces solo pertenecientes a algún país o región, y d) los usos de transición, en donde se observa la confluencia del español en convivencia con lenguas indígenas (niveles bajos, grupos mestizos o indígenas), o bien rasgos del español proveniente de la Colonia, que iban hacia su obsolescencia (usos reliquia). En segundo lugar, se observa una completa coincidencia entre el nivel económico y la modalidad lingüística en cuestión, de modo que los sectores económicamente más fuertes y menos numerosos tienden a la modalidad urbana, y los más desposeídos (grupos indígenas), se alejan más de un uso del castellano (cuadro 3).
Cuadro 3. Modalidades lingüísticas y poder económico
A su vez, se observa un cambio, de acuerdo con el cual la élite (sectores urbanos, capitalinos y de poder económico fuerte) comienza a distinguirse por su forma de manejar el lenguaje del resto de la población, de la masa asalariada y menos enriquecida. El habla de la élite pasa a ser el modelo de prestigio, signo del hablar y escribir bien, el estilo lingüístico por 219
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seguir, el cual termina imponiéndose, amparándose en el ideal lingüístico normativo que estaba arraigándose en ese momento, y que bien se retrata en todas las gramáticas castellanas, glosarios y diccionarios publicados en Centroamérica durante el siglo XIX. Pues, tal como explica E. García de Paredes (2008: 1371): El análisis de los procesos de conformación de modelos idiomáticos en una comunidad, así como los concomitantes de elaboración e instrumentación de una determinada variedad de lengua, no está exento de mediaciones ideológicas y es susceptible de cambiar de orientación según las épocas.
Lo que se estaba dando en Centroamérica era un forzado proceso de unificación idiomàtica a partir de los cánones del español peninsular, la institucionalización o estandarización de un modelo lingüístico impulsado por los mecanismos ideológicos de poder, y la estigmatización de otro modelo lingüístico representado por el resto de la población. Con este modelo se estaba, pues, intentando borrar las diferencias nacionales y locales. 20 Lo anterior está en consonancia con las palabras de L. F. Lara (2012), quien afirma: Así, desde mediados del siglo XIX las variedades hispanoamericanas, consideradas a priori como tendientes a la incorrección y al barbarismo, han venido subsumiéndose a la idea de que hay un «español general» definido por la Academia sobre el castellano de Madrid, principalmente, rodeado por los españoles periféricos de América (aunque así han tratado también al de Extremadura, Andalucía y Canarias).
En tercer lugar, estas modalidades se pueden subdividir en dos grupos: modalidades innovadoras y modalidades conservadoras. Así, el uso urbano y los usos de transición son innovadores, ya que, por una parte, insertan —y, a veces, imponen, como es el caso del urbano— rasgos no practicados por el común de la población (por ejemplo, la regularización y reducción de las alternancias vocálicas y consonánticas, la supresión del yeísmo, el leísmo, el tuteo, el uso de vosotros, etc.); por otra, porque incorporan modos de expresión en la lengua española que vienen del acervo lingüístico de sustrato. Por el contrario, las modalidades regionales se presentan más bien como usos de corte conservador, de retención de rasgos que provenían del sistema lingüístico del español colonial (por ejemplo, retención de las alternancias vocálicas y consonánticas, del fonema glotal ña! medieval, de ciertas formas verbales —vide, traiba, truje, etc.—, del sistema de imperativo medieval del vos, etc.).
20
En palabras de L.F. Lara (2012), «Unidad y unificación no son lo mismo: la unidad ha existido siempre y con ella la variedad de la lengua, riqueza suprema de nuestras culturas nacionales; la unificación lleva a la pérdida de las diferencias culturales, que nutren al ser humano y son tan importantes como la diversidad biológica de la Tierra». Clarín. Revista de Cultura, .
220
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Por último, y como sucede con cualquier estadio lingüístico, el español centroamericano del siglo XIX de ninguna manera se puede concebir como un ente estático; al contrario, se muestra como un conjunto de modelos en pugna por desplazarse unos contra otros, en donde unos rasgos -impuestos por las clases oligárquicas- se esfuerzan por quitar los de la clase no letrada, y otros, que provienen del sustrato, en pugna por su supervivencia tanto en lucha contra los modelos regionales o nacionales, como con el urbano. Por otra parte, los usos populares, regionales o nacionales conviven con los modelos oligárquicos, a veces en tensión; otras veces en armonía (cuadro 4).
Cuadro 4. Dinámica de los modelos lingüísticos en Centroamérica (siglo XIX)
Lo anterior se puede observar en lo que decía el filólogo nicaragüense Eligió De la Rocha en 1858 (1992: 37) sobre el proceso de deshiatización, el cual, según él: «se escucha muchas veces aún en las gentes de universidad y de salón de Nicaragua, y es de los más tolerados por los padres de familia y maestros». Por su parte, el intelectual nicaragüense José Gómez en 1878 (1992: 43) escribía, acerca de la posición del artículo determinado frente a nombres propios, que «Este es un defecto común en todas las clases de la sociedad», con lo cual se puede afirmar que era un rasgo no propio de la gente sin instrucción formal, sino más bien general. Y a fines del siglo XIX afirmaba el filólogo guatemalteco Antonio Batres Jáuregui: La falta de estudio, la carencia de centros destinados a conservar la pureza del lenguaje, y la indiferencia lastimosa con que, durante largos años, se viera todo lo que al idioma se refiere, han sido parte a que se corrompa de tal modo, que hay muchas frases y voces viciosas, que por
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desgracia emplean hasta personas cultas y educadas, sin contar con los innumerables vulgarismos que a cada paso ofenden el buen gusto (Batres 1892; cit. por Sandoval 1941: XII).
Muchos de los usos que fueron en un inicio condenados por los filólogos prescriptivistas llegaron a ser adoptados por estos conforme pasaba el tiempo y se dieron cuenta de que no valía la pena luchar por erradicarlos. Visto así, el español centroamericano del siglo XIX se muestra como una pieza de un complejo rompecabezas que tiene sus raíces en el periodo colonial y continúa su camino hacia otros periodos de su existencia, a veces distanciándose del espacio panhispánico común, a veces acercándose, pero siempre en continuo cambio.
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americanas
estudiadas
hasta
el
momento,
así
como
las
descripciones
morfosintácticas actuales de muchos países hispanoamericanos. Asimismo, presentaré los distintos hechos desde la triple óptica de la historicidad del lenguaje desarrollada por Oesterreicher (2006: 141-144): la historicidad referida a los cambios y procesos lingüísticos; la historicidad entendida como variación lingüística en una determinada sincronía; y la historicidad como diversidad lingüística. En general, hay tres (quizás cuatro) grandes aspectos a tener en cuenta en una morfosintaxis histórica hispanoamericana: 1. su integración dentro de la morfosintaxis global del español, 2. la morfosintaxis colonial, que incluye asimismo la morfosintaxis de orígenes, y 3. la evolución morfosintáctica a partir del siglo XIX. Veamos uno a uno estos tres temas.
1. L A INTEGRACIÓN DE LA MORFOSINTAXIS HISPANOAMERICANA
EN UNA
MORFOSINTAXIS
HISTÓRICA GLOBAL DEL ESPAÑOL
1.1 La reciente publicación por parte de la RAE (2009) de la Nueva Gramática de la Lengua Española (NGLE) constituye en el terreno normativo un cambio cualitativo importante. Lo más destacable en relación con las gramáticas anteriores es que se ha prestado, por fin, una generosa atención a la morfología y sintaxis hispanoamericanas. Asimismo, son abundantes las referencias a la diacronia a lo largo de la obra, que vienen también a subrayar la pertinencia de este tipo de consideraciones en toda obra de corte sincrónico. Esta amplia inclusión de América en la NGLE implica y contribuye a un cambio necesario hacia el estatus epistemológico correcto en el que debería insertarse el estudio de la morfosintaxis hispanoamericana, tanto desde un punto de vista sincrónico como diacrònico. Sin embargo, esta nueva concepción más adecuada de lo americano en el ámbito normativo no se ha manifestado todavía del todo en el de la investigación. Decía a este propósito el recordado lingüista peruano, J. L. Rivarola (1988: 211), que la historia de la lengua española es en buena medida su historia americana, lo que le servía para reivindicar su estudio en
LA CONFORMACIÓN MORFOSINTÁCTICA DE HISPANOAMÉRICA: TEMAS Y PROBLEMAS
igualdad y denunciar el tradicional carácter subordinado a la historia del español peninsular dentro de la historiografía. En efecto, generalmente lo que tenemos es una imagen distorsionada, y hasta cierto punto también desproporcionada, por cuanto es habitual encontrar en los estudios y gramáticas de diversa índole al español americano considerado un apéndice dialectal y subordinado a un supuesto español general; se suele hablar de morfosintaxis histórica del español, cuando en realidad lo que tenemos es morfosintaxis histórica de su variedad europea con incursiones (cuando las hay) en sus variedades americanas, consideradas como desviaciones y en términos dialectales de dependencia respecto del español peninsular (Oesterreicher 2009: 442-443). Si lo que llamamos una lengua histórica es un diasistema, la historia de una lengua es también la historia de ese diasistema y de las relaciones de cada subsistema con el resto y su estatus dentro del diasistema (Zimmermann 2011: 12), de modo que mientras no se tenga en cuenta la historia americana del español, lo que tendremos no es más que historia de una de las variedades de su diasistema, y decantada, además, hacia la lengua estándar. Ninguna variedad debería destacarse en la investigación de las demás como prototipo o recibir una atención privilegiada en perjuicio del resto. Se ha de tener en cuenta que, desde la perspectiva histórica, la cuestión de la norma lingüística se complica algo más en América. Mientras en los siglos coloniales había una variedad cortesana de prestigio difundida por las cortes virreinales y la literatura contra la cual se definía el espacio variacional colonial, a partir del siglo XIX, con la consolidación de las nacionalidades americanas, se fragmentó la norma lingüística hispánica, lo que supuso la aparición de múltiples normas nacionales o regionales, con foco de irradiación en cada una de las nuevas capitales americanas (cfr. Sánchez 2003: 405 y ss). De esta manera, por ejemplo, no podemos considerar como dialectales muchos fenómenos diferenciales respecto de España que, como denuncia Oesterreicher (2009: 448-449), en absoluto lo son en América al carecer de marca diatópica, como - y centrándonos sólo en algunos rasgos morfosintácticos muy conocidos-, la sustitución de vosotros por
ustedes,
totalmente general en América; el voseo de países como Argentina o Uruguay, propio de todos los sociolectos y de su norma; las duplicaciones por focalización del objeto directo del tipo la veo a tu amiga, muy extendidas por gran parte del continente; la marcación plural anómala de se los dije a ustedes, por se lo dije a ustedes, que se puede oír incluso en los sociolectos más cultos de muchos países americanos (cfr. Lipski 1996: passim, Hernández 1992: passim, Company 2004a: 37). Se trata de fenómenos que representan indiscutiblemente en América, o en determinados territorios americanos, un estándar. La cuestión insoslayable 228
JUAN PEDRO SÁNCHEZ MÉNDEZ
para la investigación es que hay estándares regionales en América y el espacio variacional de una lengua se constituye a partir de la existencia de un estándar, de modo que hay que tener en cuenta el estatus de los fenómenos dentro de ese espacio. Así, por ejemplo, mientras que el empleo de ustedes por vosotros en España tiene marca diatópica y sería, por lo tanto, un fenómeno dialectal, carece totalmente de ella en toda Hispanoamérica.
1.2 Relacionado con esta errónea concepción dialectal de lo americano está el tema de su subordinación a un supuesto español general. Se habla, por ejemplo, de las aportaciones que puede ofrecer la sintaxis histórica del español americano a la sintaxis histórica del español general (por ejemplo, Company 2004a), como si, según parece ser el sentido que subyace en esta afirmación, una sintaxis histórica, la americana, estuviese subordinada a la otra, la general y, además, asumiendo que se pudiese hablar de una sintaxis hispanoamericana en bloque como objeto de estudio definido. La cuestión que surge ante una formulación así es ¿qué queda del español general si quitamos el español americano? o, dicho de otra manera, ¿qué se quiere decir con español general en este tipo de afirmaciones? Parece que español general se puede referir aquí al español peninsular, frente al español americano que se definiría frente al primero por ser una especie de desviación, lo que no tiene asidero teórico alguno. Incluso ¿qué es español general desde un punto de vista diacrònico, si es que es posible hablar de tal? También el español general se podría referir al estándar, pero ¿al estándar de qué variedad? Es cierto que la variedad estándar peninsular ha tenido, por tradición, historia y cultura, mayor peso e influencia que otros estándares regionales, pero eso no la convierte en español general. Se mire como se mire no parece justificado hablar, en este contexto, de un español general, en el que se incluiría el americano. Más bien creo que lo más apropiado sería, por ejemplo, invertir la pregunta, esto es, hablar de las aportaciones de la sintaxis histórica del español europeo a la del español general. Tal expresión sería legítima si entendemos español general como un diasistema que engloba a todas las variedades, europeas y americanas, del español. Sólo desde ese punto de vista, podemos reivindicar una sintaxis histórica hispanoamericana, diversificada, variada, cuyas fuentes históricas nos proporcionan una información relevante y valiosa para dilucidar aspectos oscuros o poco tratados de la historia lingüística general y de la española en particular.
229
L A CONFORMACIÓN MORFOSINTÁCTICA DE HISPANOAMÉRICA: TEMAS Y PROBLEMAS
1.3 Cuestión importante, relacionada con lo anterior, que subyace implícitamente en muchos estudios,
es
la
hispanoamericana,
de
la determinación
del
americanismo
sintáctico.
En
su
Sintaxis
Kany (1970: 7) establece los usos sintácticos americanos de los que da
cuenta a partir del contraste con lo que denomina «uso actualmente reconocido como consagrado en España», que se identifica a menudo con el estándar. Hoy día ya está superada esta visión, pero el contraste con el español peninsular sigue vigente y es frecuente ver como se define sintácticamente una región o un país en contraposición a los usos españoles, de modo que se opone un supuesto bloque americano a otro bloque español. Ya hemos visto que la norma policéntrica del español, entre otras razones, hace inviable este tipo de comparaciones. Por su parte, Company (2004a: 26) es la única, hasta el momento, que ha intentado establecer una definición rigurosa, justificada y elaborada de lo que sería un americanismo sintáctico, que define como: «rasgos sintácticos, en el nivel de oración simple, del español americano que pertenecen a normas urbanas generales, culta y/o popular, de las principales ciudades
de
Hispanoamérica,
compartidos
por
el
habla
de
dos
o
más
países
hispanoamericanos». Quedarían fuera de esta definición lo que denomina «curiosidades dialectales rurales aisladas o esporádicas» y los fenómenos de interferencia lingüística por contacto. A partir de esta definición la autora propone una caracterización de tres tipos de americanismos sintácticos: a) construcciones sólo empleadas en el español americano e inexistentes en España, por ejemplo, el voseo; b) construcciones compartidas con el español peninsular, pero que muestran en América una mayor difusión geográfica o generalización social, como, la pronominalización anómala del tipo se los dije a ustedes por se lo dije a ustedes y c) construcciones existentes en España, pero que desarrollan en América valores semánticos propios, como el uso de la preposición hasta en algunas variedades {el museo abre hasta las diez = el museo no abre hasta las diez). De esta manera, aisla doce tipos distintos de americanismos sintácticos que definirían lo americano frente a un supuesto español general. El examen en detalle de esta definición nos permitirá comprender mejor las dificultades que entraña establecer un americanismo
sintáctico. Además del hecho de que
las
construcciones sintácticas americanas que se podrían aducir serían posiblemente algunas más que las doce que lista la autora, un primer problema, que solo se puede esbozar aquí, es el del 230
JUAN PEDRO SÁNCHEZ M É N D E Z
estatus mismo de «americanismo». Si no ha habido acuerdo entre los estudiosos a la hora de definir un americanismo léxico (cfr. Werner 1994), que constituye un objeto de estudio definido y concreto, cuántas no más dificultades tendrá algo mucho más difuso, gradual y abstracto como es la sintaxis. Por otro lado, en lo referente al primer tipo de americanismos de los tres que define, tan sólo hay un uso que no esté (actualmente) en la Península, que es el voseo. ¿Un solo elemento justificaría una tipología? Respecto del segundo tipo de americanismo ¿cómo podemos establecer con exactitud o saber a partir de cuánto grado de difusión diferente debe mostrar una estructura sintáctica compartida en ambas orillas para que pase a ser un americanismo? El tercer tipo es ciertamente el más interesante, por cuanto ofrece desarrollos pragmáticos y semánticos divergentes a partir de estructuras gramaticales comunes, pero no son muchos los ejemplos que podemos encontrar. ¿Serían entonces europeísmos
el mismo tipo de fenómenos que se den sólo en España?
Sigue habiendo más inconvenientes en la misma definición de americanismo que propone la autora citada. No se justifica claramente por qué han de ser dos variedades como mínimo las que presenten una determinada estructura sintáctica para hablar de americanismo. ¿Quiere decir, por ejemplo, que no sería americanismo un determinado fenómeno sintáctico que se use, digamos, en México con más de 100 millones de hablantes y sí lo sería una estructura presente en Nicaragua y Guatemala, que no pasan de 20 millones? ¿Por qué razón no sería, asimismo, americanismo una evolución sintáctica propia de una región y ausente del resto y de la Península? En su definición sitúa el americanismo en las hablas urbanas, pero ¿por qué no incluir los americanismos rurales o es que la morfosintaxis histórica se ha de centrar sólo en las hablas urbanas? Por otro lado, ¿cómo podemos determinar qué es una «curiosidad dialectal» si aún es mucho lo que desconocemos de la sintaxis de la América actual? No queda claro tampoco por qué no habría que tenerla también en cuenta en la investigación si partimos del hecho de que una morfosintaxis histórica del español debe ocuparse de todas sus variedades sin privilegiar unas sobre otras. En cualquier caso, el problema del americanismo sintáctico se complica mucho más cuando lo planteamos desde un punto de vista diacrònico. ¿Existen o podemos establecer para su análisis americanismos diacrónicos que serían, por tanto, el objeto de estudio de una morfosintaxis histórica hispanoamericana? ¿Qué variedad española europea (suponiendo que se pueda establecer) tomamos como referencia de contraste para delimitarlos y con qué criterios? ¿O quizás debemos entender que el objeto de una morfosintaxis histórica es la de describir cómo determinadas estructuras sintácticas se convierten en americanismo? Y esto, 231
LA CONFORMACIÓN MORFOSINTÁCTICA DE HISPANOAMÉRICA: TEMAS Y PROBLEMAS
circularmente, nos lleva de nuevo al punto de vista anterior ¿qué es un americanismo sintáctico? La cuestión de fondo no es establecer qué es un americanismo sintáctico, sino con qué comparamos las estructuras sintácticas que analizamos en el estudio diacrónico a fin de valorar mejor su alcance, su novedad, su conservadurismo o, incluso, su arcaísmo si se diese el caso. Si observamos la mayoría de estudios realizados, el contraste para valorar las diferentes estructuras en evolución es la Península en conjunto. También, cuando se puede, se ha recurrido a la comparación con otras variedades americanas. Sin embargo, la comparación entre todas ellas debería realizarse sobre la base del español del siglo XVI, pues todas las variedades del español, tanto las americanas como las europeas, derivan de ese español, que servirá de referencia para estudiar luego la dispersión o concomitancias entre ellas.
1.4 También se habla, a veces, de la escasa «profundidad histórica» de las hablas americanas (cfr. Company 2006: XXVII) frente a las peninsulares, lo que, supuestamente, motivaría que su sintaxis no hubiese desarrollado todavía una dinámica de evolución propia o cambios más profundos que afectarían a la diversidad lingüística. En esta consideración
también
encontramos una confusión nacida en parte de esta subordinación de lo americano a lo peninsular. Tras esta formulación se encierra la idea errónea de que la sintaxis del español de Madrid, por ejemplo, como tendría más "profundidad histórica", tendría asimismo unas dinámicas de cambio propias y, consecuentemente, mostraría cambios más profundos o diferentes frente a otras variedades "más jóvenes", lo que no es el caso. No hay diferencias en la variación lingüística, ni en el cambio lingüístico que den lugar a diversos tipos de cambios gramaticales, según su mayor o menor presencia temporal en un territorio. El español de Buenos Aires, a título de ilustración, no tiene, desde este punto de vista, ni mayor ni menor profundidad histórica que el de Gran Canaria, Sevilla, Burgos o Santander si tenemos en cuenta que en todas estas ciudades se hablan modalidades del español que proceden del español del siglo XVI y, en última instancia, del latín. En realidad, no se trata de «profundidad histórica», sino de una distinción ya muy antigua en la dialectología, que diferencia entre dialectos constitutivos, o procedentes del latín vulgar llegados a una región, y dialectos consecutivos mucho más jóvenes, procedentes de un romance previo, tras una colonización o repoblación. Y en este sentido sí que encontramos diferencias, pero no tienen que ver con la dinámica de cambio lingüístico. Al ser más antiguos, los dialectos constitutivos muestran mayor heterogeneidad o fragmentación y diversidad geográfica, frente a los consecutivos que suelen ser más homogéneos y en los que se ha producido, además, una serie 232
JUAN PEDRO SÁNCHEZ MÉNDEZ
de procesos de nivelación y simplificación por contacto entre variedades distintas durante la repoblación (cfr. Penny 2004). Pero la dinámica de cambio es, en principio, la misma.
2 . PERÍODOS Y TEMAS EN EL ESTUDIO DE LA MORFOSINTAXIS HISTÓRICA HISPANOAMERICANA
Desde el punto de vista de la evolución morfosintáctica, podríamos intentar señalar grosso modo, y provisionalmente a modo de una primera aproximación, dos grandes períodos en su estudio: por un lado, la época colonial, en la que cabría distinguir un subperíodo fundacional de orígenes y, por otro, los siglos XIX y XX. Esto responde al hecho de que la evolución lingüística y la conformación regional americana funcionaron con parámetros diferentes en cada uno de ellos. Ello implica también una conciencia propia cambiante en los hablantes sobre los hechos lingüísticos en cada período. Así, los primeros testimonios coloniales que nos han llegado donde se menosprecia (o se alaba) la manera de hablar de una región se referían sobre todo al léxico, especialmente el indígena (Gutemberg 1984; Buesa y Enguita 1992; Sánchez 2010). Posteriormente
se fueron incorporando de manera paulatina juicios referidos a la
pronunciación, en la que se destacaban sus resabios andaluces (Fontanella 1992a: 32). Sin embargo, hasta donde sabemos hoy, no tenemos testimonios anteriores al siglo XIX donde se describa o se critique determinado uso o «vicio» sintáctico. Por lo tanto, a diferencia de los otros niveles lingüísticos más evidentes a la reflexión o la conciencia lingüística dada su materialidad, como la pronunciación, o, dada la preeminencia de su forma, como la morfología o el léxico, el cambio y las diferencias sintácticas se mueven en niveles más profundos o inadvertidos, lo que requiere mayor dosis de reflexión metalingüística. Esto no impide que los cambios observados en los documentos puedan, asimismo, obedecer tanto a cuestiones conscientes de norma, imitación, modificación o instauración de una tradición discursiva o un uso considerado culto, como, muchas veces, a meras cuestiones pragmáticas de comunicación. Veamos las características de cada uno de estos períodos.
2. 1 La morfosintaxis de orígenes 2.1.1 La labor emprendida desde los años ochenta tanto en la elaboración de fuentes fiables con localización segura de lugar y fecha, como en los estudios sobre la descripción de la evolución histórica del español de determinadas regiones hispanoamericanas, nos permite ya elaborar una primera síntesis desde la que diseñar en grandes líneas la evolución morfosintáctica americana colonial, así como establecer algunas de sus
principales
características generales (cfr. Fontanella 1987, Buenos Aires; Rojas 1985, Tucumán; Álvarez 233
L A CONFORMACIÓN MORFOSINTÁCTICA DE H I S P A N O A M É R I C A : TEMAS Y PROBLEMAS
Nazario 1982 y 1991, Puerto Rico; López Morales 1992, Caribe; Donni de Miranda 1999, Santa Fe, Argentina; Quesada Pacheco 1990 y 2009, Costa Rica; Sánchez 1997, Ecuador y Venezuela;
Elizaincín/Malcouri/Bertolotti
1997,
Uruguay;
Román
1994,
República
Dominicana; Lope Blanch 1985, García Carrillo 1988 y Bravo 1987, México). Este primer paso nos permite construir una serie de hipótesis de trabajo y aventurar otras más o menos probables. Como decía más arriba, el punto de arranque de la morfosintaxis peninsular e hispanoamericana es el español de finales del siglo XV y principios del siglo XVI. Se trata del español que, en su aspecto sintáctico, aparece descrito exhaustivamente en el estudio de Keniston (1937). Sin embargo, esto no implica, ni mucho menos, la falsa imagen de que ese español presentase una determinada unidad de la que, luego, surge el estado de variación actual. Hay que evitar la idea errónea de una fragmentación creciente en el tiempo de los sistemas lingüísticos. La variación de todo tipo en cualquier lengua - diatópica, diastrática y diafásica - ha existido siempre en todo momento y lugar, por lo que la historia del paso de una sincronía a otra es la del paso de un determinado estado de variación a otro (Penny 2004: 27 y ss.). No existe, pues, un español general de que proceda el estado de variación actual, ya que esto implicaría una falsa relación histórica entre el español y cada una de sus variedades. Si consideramos la lengua como un diasistema, la historia de ésta es la historia de ese diasistema y de las relaciones de sus distintas variedades con el estándar, y, como observa Zimmermann (2011: 13), cada variedad tiene su propia dinámica de cambio dependiendo de su función comunicativa y de su relación con los factores sociales. En el caso americano, esta historia se verá, además, condicionada por las características que asumió la colonización en el Nuevo Mundo y la creación de nuevas sociedades y nuevos espacios comunicativos, distintos de los peninsulares contemporáneos y a escala continental. La configuración de la variación interna del español americano también se hizo diferente a la peninsular casi desde sus inicios. Recordemos que lo que en la Península son elementos dialectales, en América se convierten frecuentemente en sociolectales mediante un proceso conocido como reasignación
de variantes
y a esto se refiere también el concepto de
restructuración patrimonial acuñado por Rivarola (2001: 85), que veremos un poco después. Asimismo, tenemos que tener presente el estado de variación y cambio lingüístico particularmente intenso que se estaba operando en la morfosintaxis del español del siglo XVI, sobre el que han llamado la atención algunos estudiosos (cfr. Girón 2004b: 860). Observa Eberenz (2009: 188) que de los siglos XVI al XVIII se produce la estabilización de las estructuras sintácticas, que caracterizan al español moderno gracias a la institucionalización 234
JUAN PEDRO SÁNCHEZ MÉNDEZ
de la lengua y el mayor control social. Ese es, quizás, uno de los primeros elementos condicionantes de la evolución posterior en España e Hispanoamérica, pues hay indicios que apuntan a que, al parecer, esa institucionalización y control social se dio de manera más tardía en el Nuevo Mundo, y nunca de modo homogéneo, lo que explica los resultados divergentes y la variación lingüística testimoniada en los documentos coloniales, notablemente más prolongada que en España. Podríamos hacer hipótesis sobre cómo sería hoy la morfosintaxis hispanoamericana si, en vez del siglo XVI, el español hubiese llegado, por ejemplo, en el siglo XVII, ya más estable, o en el siglo XIV, cuando apenas comenzaban a manifestarse los primeros síntomas de los cambios lingüísticos y las reestructuraciones de los paradigmas posteriores, pero no dejaría de ser mera especulación. En cualquier caso, no cabe duda de que el hecho de que llegase un español que estaba conociendo una reestructuración intensa y profunda será decisivo para explicar muchas de las características que asumiría la morfosintaxis colonial.
2.1.2 Una primera cuestión pendiente de estudio es la de los orígenes desde los que se desarrolló la sintaxis hispanoamericana. Esto se ha de poner en relación estrecha con las sucesivas teorías sobre los orígenes de los principales rasgos lingüísticos y la conformación lingüística de Hispanoamérica. La que más nos interesa aquí es la relativamente reciente teoría de la koineización y estandarización, desarrollada a principios de los noventa por Fontanella (1992a) y Granda (1994). Según esta teoría, el origen de las variedades americanas se encuentra en la koiné andaluzada general resultante de la nivelación producida tras el contacto dialectal de los primeros colonizadores en los que predominaron los andaluces occidentales. Por koiné se entiende «el resultado estabilizado de la mezcla de subsistemas lingüísticos, tales como dialectos regionales o literarios» (Fontanella, 1992a: 43), en el que se operan una serie de procesos de reducción y simplificación que dan lugar a un interdialecto nivelado. Se trata de un fenómeno universal de toda situación de lenguas o variedades lingüísticas en contacto, como demostró Siegel (1985), por lo que podemos deducir que esa koiné existió de alguna manera en América y constituiría, por tanto, el punto de partida de sus variedades. El problema es que la teoría de la koineización funciona bien a la hora de explicar las reducciones y simplificaciones que se dieron en el nivel fonético-fonológico, para lo que se aportan numerosos ejemplos, pero apenas se ofrecen datos del nivel morfosintáctico, salvo la neutralización andaluza de ustedes por vosotros. La morfosintaxis ha sido el nivel de análisis tradicionalmente olvidado en estas teorías. Asimismo, desde este punto de vista no sólo deja 235
LA CONFORMACIÓN MORFOSINTÁCTICA DE HISPANOAMÉRICA: TEMAS Y PROBLEMAS
bastantes cuestiones sin resolver, sino que plantea otras. El asunto en el que enfocar la investigación, si aceptamos esta teoría, está en saber cómo es o debería haber sido una sintaxis koinética y de qué manera se dio en los orígenes de las variedades americanas. Desconocemos, por tanto, si se produjeron en este nivel los procesos de simplificación y de reducción que se suponen en toda koiné y en qué consistieron o si operaron otros. Dicho de otra manera, ¿a qué procesos dan lugar en la sintaxis los contactos entre diferentes variedades del idioma? ¿Se podrían extrapolar para la sintaxis los fenómenos que se observan en el sistema fonológico o habría que ajustar la teoría de la koineización y estandarización y en qué y por qué? ¿Se dieron también otras neutralizaciones al igual que la de ustedes!vosotros! ¿Aparecieron, asimismo, otras influencias dialectales o regionales en esa koiné originaria? ¿Hay formas sintácticas interlectales propias de una koiné, no presentes previamente en las variedades y dialectos que entraron en contacto? A modo de hipótesis, por un lado, podríamos partir de una sintaxis koinética de orígenes para explicar la generalización prácticamente a todos los países de la pérdida de vosotros y el amplio uso etimológico de los pronombres clíticos, los dos fenómenos testimoniados en los documentos desde el principio. Por el otro, es posible que en esa sintaxis estuvieran también en embrión muchos de los cambios sintácticos, generales hoy en toda o en gran parte de América. Asimismo, podría adscribirse o relacionarse con el carácter innovador que tuvo esta koiné el desarrollo posterior que se observa en otros fenómenos en los que América muestra resultados divergentes, parcial o totalmente, a partir de las distintas posibilidades de cambio y las potencialidades que ofrecían las estructuras sintácticas del siglo XVI. Sin embargo, algunos lingüistas, como Rivarola (2001: 85-106 y 2005: 804 y ss.), rechazan, y sin que les falte razón en parte, la idea de una koiné andaluzada general y extendida de la que surgirían todas las variedades americanas. Rivarola prefiere hablar, en cambio, de lo que él denomina una «reestructuración patrimonial» del español americano. Como señala este autor, el español llegado a cada región, y en el marco particular de las circunstancias históricas y culturales de cada una, sufrió un proceso por el que se producirá una selección colectiva de las variantes existentes que se impondrán a otras y se generalizarán socialmente, lo que dará lugar a una nueva configuración del idioma o diferente organización de su variación interna, distinta de la castellana peninsular, su matriz. Esta nueva configuración fue menor en los niveles más cultos y más amplia en los más bajos. De esta manera, un estudio de determinado fenómeno o rasgo americano debe incluir también su particular dimensión social para interpretarlo convenientemente. Si esto es así, está pendiente de estudio determinar cómo se manifestó, si es que se dio, en nivel sintáctico este proceso de 236
JUAN PEDRO SÁNCHEZ MÉNDEZ
reestructuración patrimonial y su descripción, señalando la diversidad regional que pudiera haber.
2.1.3 Sea como fuere, en la sintaxis hispanoamericana de orígenes se debieron de imponer dos hechos que la condicionarían notablemente y la debieron de distinguir pronto de la sintaxis contemporánea europea. En primer lugar, sería importante la confluencia dialectal propia de la colonización y su conformación sociolectal. Se ha de estudiar la morfosintaxis hispanoamericana necesariamente desde una perspectiva iberorrománica, lo que nos ayudará a entender y relativizar mejor muchos fenómenos. No podemos olvidar que el castellano es una variedad románica que desde el principio compartía rasgos con los romances orientales y occidentales, lo que lo convirtió en una referencia aglutinadora de las variedades románicas peninsulares y facilitó después el sincretismo nivelador de los interdialectos tras una situación de variedades en contacto, primero en la Península con la Reconquista y después en América (cfr. Penny 2004). A menudo se ha hablado de dialectalización de la sintaxis hispanoamericana colonial, en tanto que diferente de la peninsular europea con la que se la ha comparado, olvidando que la realidad dialectal del castellano peninsular ya en el sigo XVI presentaba dos grandes variedades: la septentrional, que fue base de la cortesana y por ello, con mayor prestigio, y la meridional con capital en Sevilla. Ambas llegaron a América y estuvieron y están presentes en diverso grado en las distintas regiones americanas, con diferente repercusión en la sintaxis, al menos en lo que respecta a unos pocos fenómenos concretos. Es evidente que, al igual que el nivel fonológico y el léxico, la influencia dialectal de los colonizadores en la morfosintaxis debió dejarse sentir en las primeras variedades que se fueron expandiendo por el Nuevo Mundo. Fontanella (1992a: 46) señala que la andaluza fue, de todas las variedades dialectales en contacto, la que prevaleció. Ello se debió no tanto al predominio numérico de andaluces occidentales en los primeros tiempos, como al hecho de que el andaluz era el que ofrecía rasgos y paradigmas más simplificados de entre todos los demás, lo que lo hacía particularmente adaptado para su contribución a la koiné. Ahora bien, desconocemos en gran medida cuál era la realidad dialectal sintáctica de la Península en el Siglo de Oro, si había diferencias dialectales importantes en este nivel y en qué consistían. No obstante, el estudio de las variedades americanas de los primeros tiempos desde el siglo XVI podría dilucidar no pocos aspectos de esta cuestión o ponernos sobre la pista
de
otros.
Veamos
un
ejemplo.
Serían
de
origen
andaluz
la
desaparición
hispanoamericana (y canaria) de la forma vosotros por ustedes, junto con los fenómenos 237
L A CONFORMACIÓN MORFOSINTÁCTICA DE HISPANOAMÉRICA: TEMAS Y PROBLEMAS
asociados (pérdida del posesivo vuestro, reducción a cinco personas del paradigma verbal, desaparición del clítico vos/os y la sobrecarga semántica del posesivo su). La única diferencia con Canarias y América es que Andalucía occidental es la única que presenta mezclas con formas de segunda persona del plural: ustedes hacéis. Cano/Morillo/Narbona (1998: 80) expresaron sus dudas sobre el origen andaluz de esta neutralización en América y Canarias. Alegaban que la neutralización debió de ser más reciente de lo que se pensaba, pues la forma usted se documenta por primera vez en el siglo XVII y se desarrolló, pues, cuando el español ya estaba arraigado en el Nuevo Mundo. En América, continúan argumentando, la forma ustedes se impondría a vosotros por «el deseo de criollos y colonos de mostrar la nobleza e hidalguía que tantas veces se les negaba en la metrópoli» (ibid.). Sin embargo, a la luz de los datos que tenemos, parece poco probable esta explicación. Si fuese cierto el origen en un deseo de hidalguía americana, sería difícil dar cuenta de por qué se generalizó totalmente por toda América, plantearía problemas a la comprensión del voseo y obligaría a buscar otras causas a la neutralización canaria y andaluza. Lo más simple es pensar en una influencia sevillana en la expansión atlántica desde los primeros tiempos sin necesidad de multiplicar las causas. No creo que sea casualidad que la neutralización se dé en Canarias y América en coincidencia con otros rasgos también generales de origen andaluz occidental, como el seseo o el uso etimológico de los átonos de tercera persona. A ello se une que en América la neutralización se ha documentado desde los primeros tiempos (Fontanella 1992a: 80). Su empleo actual generalizado en todos los países apunta a una aceptación de esta forma de tratamiento en Andalucía occidental mucho antes que en el resto de España (Penny 2004: 222-223). Además, está atestiguada en el siglo XVI en las cartas privadas de emigrantes a Indias publicadas por Otte (1988) y, más recientemente, por Fernández Alcaide (2009), a través de la confusión de los paradigmas de vosotros y ustedes. Estas mezclas de los dos paradigmas seguirán dándose en otras zonas americanas hasta el siglo XIX, como Tucumán o Buenos Aires (Fontanella 1992a: 81). La hidalguización a la que aluden Cano/Morillo/Narbona (1998) existió, pero se manifestó de manera muy distinta. En general, las primeras sociedades americanas debieron de mostrar un gran desfase entre nivel social y cultural. La posibilidad de adquirir un estatus mejor era relativamente fácil en una sociedad en la que los españoles y criollos constituían la parte alta de la pirámide social. Los nuevos horizontes exigían menos cultura que en la sociedad europea. En la sociedad colonial integrada por europeos había un afán de hidalguización que se quedaba en lo social, sin afectar al lenguaje ni a la cultura de las clases altas, que seguiría siendo básicamente el mismo (Bartos 1971). Individuos que lograban ascender socialmente 238
JUAN PEDRO SÁNCHEZ MÉNDEZ
seguían manteniendo sus hábitos lingüísticos y raras veces adoptaban nuevas formas de expresarse. Esto explicaría la presencia de elementos populares en algunas modalidades americanas y por qué en los sociolectos más elevados se podían encontrar, a veces, rasgos que en España estarían connotados socialmente (o al revés). Lo interesante es que esta hidalguización se ha empleado para hablar del léxico y está pendiente todavía conocer cómo se produjo en la sintaxis, si es que se produjo en este nivel. Además
del
andaluz,
algunos
investigadores
han
creído
ver
algunos
rasgos
morfosintácticos dialectales peninsulares incrustados en las hablas americanas con diversa suerte y vitalidad. Por ejemplo, Buesa/Enguita Utrilla (1992: 292) destacan una serie de fenómenos comunes entre las áreas occidentales de la Península y diversas zonas hispanoamericanas como la acentuación hayamos, váyamos, téngamos, atestiguada en algunas hablas leonesas, el andaluz occidental, Canarias y América, o el empleo del pronombre personal sujeto entre el interrogativo y el verbo en las Antillas, Panamá, Venezuela y Río de la Plata (¿qué tú dices?, ¿por qué vos querés que yo juegue?).
A propósito de este rasgo,
aunque con más cautela, también Lapesa (2000) sugiere un posible origen occidental. Del mismo origen podrían ser las denominadas estructuras del denominado que galicado
(por
ejemplo, es contigo que quiero hablar), presentes en gallego y portugués (Lapesa 1981: 498). Por su parte, las coincidencias con las áreas nororientales de la Península son muy pocas, como señala Buesa (1986: 118-122) y, si bien reconoce que dichos fenómenos no cuentan con fuertes apoyos para establecer relaciones de dependencia, cita al respecto unos pocos rasgos morfosintácticos observados en algunas áreas de Hispanoamérica como el empleo de las formas pronominales de sujeto correspondientes a segunda y tercera personas del singular con preposición: con tú, de tú, pobre de yo; el frecuente uso del ilativo pospuesto pues:
veremos,
pues-, ¿qué dice, pues?; utilización del condicional en lugar del imperfecto de subjuntivo: si podría, me iría de aquí (explicado también por analogía con la apódosis), o la presencia del diminutivo -ico. A todo ello habría que añadir la posible influencia vasca, que debió darse con distinta intensidad y fortuna en las regiones americanas donde los vascos fueron numerosos. Por ejemplo, se ha observado en documentos ecuatorianos de criollos vascos de Quito le como complemento directo para referentes femeninos (Sánchez 1997: 165-166). Este leísmo presente hoy en Ecuador se ha atribuido, con razón, a influencia quechua. Sin embargo, los testimonios coloniales apuntarían también a un origen vasco. La presencia vasca, e incluso el uso de la lengua entre criollos de este origen, están registrados en la ciudad de Quito desde los primeros tiempos. De esta manera, un uso minoritario o marginal en la época colonial se 239
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extendió posteriormente impulsado por un doble origen indígena, desde abajo, y criollo vasco, desde arriba: era más fácil que la influencia de éste y otros fenómenos se desarrollase desde los grupos vascos, que formaban parte de los colonizadores y algunos de ellos con prestigio social al pertenecer a la clase dirigente.
2.1.4 En segundo lugar, la teoría de las redes sociales podría contribuir a explicar la difusión de los cambios morfosintácticos en las jóvenes sociedades hispanoamericanas. Se ha observado que las comunidades que están dominadas por subgrupos con lazos fuertes son más resistentes al cambio lingüístico que aquellas comunidades en las que la mayoría de los individuos están unidos mediante redes de lazos débiles (cfr. Milroy/Milroy 1985, para su aplicación al español, cfr. Penny 2004: 110-112). Los procesos migratorios como los que se operaron en América durante todo el siglo XVI, aunque también en parte los posteriores, condujeron a la formación de poblaciones cuyos individuos se vinculaban mediante lazos débiles. Esto debió de servir de acicate al cambio, a las innovaciones lingüísticas, a su difusión, más rápida de lo habitual, entre los grupos sociales y a resultados en grados desconocidos por otras variedades.
2.1.5 Hasta qué punto estaba diversificada social y dialectalmente la sintaxis de las variedades castellanas del siglo XVI que se encontraron y confluyeron en América es algo que desconocemos y sería importante para poder valorar mejor esta posible sintaxis koinética o de interdialecto que debió de surgir en los primeros tiempos a lo largo y ancho de la América española. Se trata, en definitiva, de la sintaxis de finales del siglo XV que Cano (1992) denomina «sintaxis del Descubrimiento», cuyo tránsito a la época clásica presenta varios fenómenos propios y característicos. El estudio de la sintaxis de los primeros documentos coloniales de las diversas regiones no sólo arrojaría luz sobre esta sintaxis de orígenes, sino que podría aclarar u orientar también la investigación sobre la misma sintaxis peninsular y su diversificación regional y social en la época del Descubrimiento. Podríamos postular, aunque a título tentativo todavía, que la sintaxis colonial de las hablas americanas explotó todas las potencialidades vigentes, latentes o no, en la sintaxis del siglo XVI, y las resolvió, luego, en su camino al español moderno de manera divergente unas veces o convergente otras, según las circunstancias sociales, culturales, económicas, políticas e históricas de cada región.
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2.2 La morfosintaxis
colonial
2.2.1 ¿Cómo era la morfosintaxis de la América colonial durante los siglos XVII y XVIII? Si observamos los cambios que señala Girón (2004b) para el español peninsular de los siglos XVI y XVII, vemos que todos se testimonian también en los documentos coloniales, aunque no siempre, ni a la vez, ni de manera siempre convergente. La diferencia radica, básicamente, en que estos cambios se prolongan en América, como regla general, hasta la primera mitad del XVIII, si bien hay cambios que se operan mucho antes que otros. A partir de lo que muestran los documentos analizados para las distintas regiones estudiadas hasta ahora, podemos decir que la morfosintaxis del español colonial se caracterizaba por presentar, sobre todo, un cierto grado de polimorfismo y variación lingüística, más acusado en unas regiones (y en determinados paradigmas y categorías) que en otras. Así pues, parece que los procesos que iban culminando en España durante los siglos XVI y XVII se van a prolongar en muchas hablas regionales hasta el siglo XVIII, y, en el caso de algunos fenómenos, hasta casi principios del siglo XIX. En general, a lo largo de Hispanoamérica los documentos muestran no tanto usos gramaticales divergentes como posibilidades de desarrollo de los cambios diferentes o tendencias más atenuadas en unas variedades y más marcadas en otras, pero presentes en todas o en la mayoría de ellas. Veamos algunos ejemplos. Las construcciones de ser locativo del tipo es en el Brasil, es a la puerta, etc. en España se resolvieron en el siglo XVII a favor de estar (Lapesa 1981: § 97.3), mientras que en muchas regiones, como Tucumán, la Audiencia de Quito o la Gobernación de Venezuela, todavía presentaban cierta vitalidad a finales del siglo XVIII (cfr. Rojas 1985: 129-130; Sánchez 1997: 238). La forma nos > nosotros, que se impone rápidamente en la Península en el siglo XVI, muestra una desigual pervivencia en la geografía hispanoamericana: en Puerto Rico, nos predomina sobre nosotros hasta primera mitad XVI, en Tucumán, hasta la primera mitad del siglo XVII, luego seguirá esporádicamente hasta bien entrado el siglo XVIII, situación similar a la de Buenos Aires (cfr. Fontanella 1992a: 75 y ss.). El antiguo carácter perfectivo de la construcción de perfecto simple con ser, en expresiones como ser dicho, obligado, etc., en algunas zonas de América se prolongará en el tiempo hasta el último tercio del siglo XVIII. La pasiva refleja con se no se impone claramente hasta la primera mitad del siglo XVIII en algunas regiones (Sánchez 1997: 246-247) y en otras todavía convivirá en distinto grado con la construcción pasiva de ser + participio hasta finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX (cfr. Rojas 1985: 261-262; Sánchez 1997: 246). En el caso de los tiempos verbales, es evidente que en sus valores se dieron marcados cambios a partir de la época de la colonización americana. Unos fueron más generales en toda 241
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América y otros más específicos, según los factores de distinta índole que en cada área interactuaron. Mientras el futuro de subjuntivo ya está en franca decadencia en la Península en la segunda mitad del siglo XVI (Cano 1988: 164), en casi todas las regiones estudiadas muestra un amplio uso hasta la primera mitad del siglo XVIII, al menos en oraciones condicionales (si tuviere, daré) y de relativo de generalización (quien viniere), aunque no en las temporales. Además, como observa Fontanella (1992a: 76), el empleo se testimonia en contextos familiares y en personas de mínima o nula formación, lo que descarta que se trate de un rasgo de la lengua notarial o escrita. Finalmente, las estructuras condicionales del español del Siglo de Oro del tipo si tuviera, diera, con valor tanto de la forma simple como compuesta, se prolongarán en muchas regiones hasta finales del siglo XVIII, mientras que en otras, como Venezuela, Centroamérica, Antillas y regiones andinas, seguirá perviviendo en los sociolectos populares hasta hoy. Todo lo anterior se refiere a los cambios que ya estaban en marcha en el momento de la expansión del español por el Nuevo Mundo. Sin embargo, este conservadurismo contrasta marcadamente con las transformaciones en la sintaxis española, cuyo inicio señala Girón (2004b) en los siglos XVI y XVII, sin concluir hoy, como la duplicación progresiva del clítico del CI {le dio la carta al muchacho), o la extensión de a + CD. Todas ellas no sólo se han cumplido totalmente en América, sino que presentan un uso más innovador en la mayoría de las regiones que en la Península (Girón 2004b), y, así, es frecuente en todos los niveles sociales encontrar duplicación con clíticos de CD definido de persona y de cosa: lo conozco al chico, lo veo el libro o la extensión de a + CD de cosa: ver a la silla (muy extendido en México y Argentina). También alcanzan mayor extensión y difusión otros empleos nacidos en esta época, como los usos concordantes del verbo haber en construcciones del tipo, habían cosas. Esta construcción comienza a testimoniarse en algunas regiones desde la segunda mitad del siglo XVII (cfr. Fontanella 1992a: 70), para aumentar en la mayoría en el siglo XVIII (cfr. Sánchez 1997: 253), aunque en otras, como México (cfr. Company 2004a: 36), habrá que esperar a fines del siglo XIX. En conclusión, parece que la Hispanoamérica colonial se mantuvo conservadora en los cambios morfosintácticos ya en marcha, mientras que fue muy innovadora en los que surgieron después.
2.2.2 No podemos dejar de hacer alusión, aunque sea brevemente, a otros fenómenos, propios también de la morfosintaxis colonial, que se dieron como producto del contacto con lenguas amerindias, africanas y con el portugués en zonas fronterizas. En muchos casos, estos contactos dieron lugar a variedades híbridas que, por derecho propio, deben formar parte 242
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también de una morfosintaxis histórica española. Está aún por hacer casi por completo la historia de los contactos lingüísticos en Hispanoamérica. Respecto de las lenguas amerindias podemos encontrar testimonios coloniales de construcciones que caracterizan hoy día el habla de individuos bilingües o están presentes en las variedades indígenas del español del mundo andino principalmente, si bien no necesariamente sólo en él. Que estas variedades híbridas actuales tienen continuidad histórica y nacen en la época colonial como resultados híbridos más o menos estables, lo ponen de manifiesto los abundantes documentos en los que podemos seguir su historia, tanto en los escritos y crónicas de indígenas hispanizados (por ejemplo, Guamán Poma), como en las declaraciones de testigos en las que intervienen indígenas, o las cartas de caciques a las autoridades. Rivarola (1988), entre otros, como Garatea (2009), ofrece una caracterización y discusión sobre estas fuentes documentales y analiza estas variedades indígenas del español. En los documentos estudiados para las regiones andinas en los que intervienen indígenas desde mediados del siglo XVII encontramos ya algunos de los fenómenos morfosintácticos que caracterizan el español actual de los bilingües en mayor o menor grado: discordancias de género entre nombre y determinante (el Yglegiá)\ ausencia de artículo (mando quitar calsones)\ orden de palabras: Iglesia iso en cada vno de dhos pueblos; usos anticuados: Me llebaron a lo del maestre de campo; calcos sintácticos: Sus mayordomos y alcaldes de su obraje; No nos alcansa para nuestro sustento de nuestras familias; ausencia de clíticos: Hiso sacar los calsones y amarró en el pilar piez y manos y asotó (todos estos ejemplos proceden de Sánchez 1997: passim). Asimismo, aparecen fácilmente en la lengua de estos indígenas algunos rasgos propios del basilecto colonial del español, lo que nos sirve de manera indirecta para documentar unos usos que, de otra manera, estarían ausentes de los textos por considerarse demasiado vulgares: no quiso dentrar a lo de Xicaro (ibíd.). También los casos de dequeísmo, como los testimoniados, por ejemplo, desde el siglo XVIII, en la audiencia de Quito (Sánchez 1997: 356) pertenecen, en su mayoría, a textos en los que intervienen indígenas. En conexión con esto estarían los testimonios discordantes con el uso general de los clíticos de tercera persona. Por su parte, mientras que las variedades indígenas andinas del español se han estudiado y documentado en los últimos años, nada sabemos de otras variedades del mismo tipo que debieron de existir a lo largo y ancho de la América colonial y que corrieron, luego, diversa suerte. Hay que ampliar la investigación a otras regiones de contacto con otras lenguas como el maya o náhuatl en México o Centroamérica, donde también se han observado estas denominadas «medias lenguas» en la actualidad (cfr. Zimmermann 1995, especialmente, los artículos de Roth y Schrader-Kniffki). 243
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Este último aspecto nos lleva también a contactos más controvertidos, en cuyos posibles resultados no todos los especialistas están de acuerdo, como la posible y debatida influencia que las lenguas africanas pudieron ejercer en la conformación de alguna de las variedades (geográficas y/o sociales) del español regional americano. Así, por ejemplo, Granda (2003), sin negar la concomitancia con otras causas, atribuye la interpolación caribeña de sujeto del tipo ¿qué tú quieres? a influencia africana. Sería, según este autor, un rasgo estigmatizado de sociolectos bajos y de composición negra del caribe hispánico que pasaría al habla de otros sociolectos locales. A esta situación colonial habría que añadir la repercusión que pudieran tener en la morfosintaxis de otras regiones o sociolectos los contactos posteriores, ya en época independiente, con otras lenguas. Piénsese en el italiano en Argentina, o el portugués brasileño de las zonas fronterizas del oriente uruguayo; también las del inglés de Estados Unidos en la comunidad hispanohablante norteamericana, cada día más creciente.
2.2.3 Otro aspecto pendiente de estudio en la morfosintaxis histórica hispanoamericana es el de precisar cuándo empezaron a manifestarse diferencias dialectales con respecto a España y entre las diferentes zonas americanas. Hay que tener en cuenta que las divergencias dialectales se dieron de manera muy diferentes según el nivel de análisis considerado. Las discrepancias regionales en el nivel morfosintáctico fueron obviamente más tardías que las del nivel fonológico o el léxico. Otra cosa es, además, la conciencia de los contemporáneos de estas discrepancias. Así, las diferencias léxicas entre España y las hablas americanas (y entre éstas) se sintieron claramente casi desde el primer momento. La pronunciación también debió de diferenciarse desde época temprana, aunque la conciencia de esto último tardaría un poco más en imponerse dependiendo de las regiones. Respecto del nivel morfosintáctico, los cambios suelen exigir siglos hasta que se hacen evidentes o triunfan (Girón 2004a). Algunos cambios que comenzaron en la época colonial permanecieron latentes y no se manifestarían hasta el período independiente. Es arriesgado, en este sentido, hablar de dialectalización de la sintaxis, al menos hasta un punto en el que se pudieran delimitar zonas americanas tanto en la actualidad, como, mucho menos, en la época colonial. No en vano, ya observó hace tiempo Moreno de Alba (1998: 626), a propósito del español de México, pero extrapolable a la América hispana, que «las peculiaridades morfosintácticas del español mexicano no suelen dividir en zonas dialectales el país como las fonéticas». No obstante, a partir de los estudios realizados hasta ahora para las distintas regiones, todo apunta a que hacia mediados del siglo XVII ya podemos encontrar testimonios que apuntarían 244
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a ciertas diferencias regionales americanas. Estas diferencias en realidad son de tipo más cuantitativo que cualitativo. Lo interesante es que muchos de los rasgos sintácticos actuales que se utilizan en los manuales y en los estudios para definir o caracterizar las hablas americanas se documentan muy esporádicamente en los documentos coloniales. Podemos decir, a la luz de lo que sabemos hasta ahora, que durante los primeros siglos coloniales las diferencias regionales en la morfosintaxis son básicamente: diferencias en la variación lingüística, en la resolución o en la prolongación de cambios en marcha, en la conservación de estructuras antiguas o en la adopción de las nuevas. Además, ya pueden intuirse los primeros testimonios que nos permitirían establecer, grosso modo, una incipiente diferenciación social en algunos casos, esto es, la definición del espacio variacional del español de algunas regiones en el que se insertan los fenómenos estudiados. A partir del XVIII algunas de las vacilaciones se resuelven de manera divergente entre zonas anunciando su configuración morfosintáctica actual. Sobre esta primera diferenciación regional de la sintaxis colonial llamó ya la atención Fontanella (1992b), quien compara Tucumán, Buenos Aires y Costa Rica respecto de la evolución de estructuras como la gramaticalización de haber auxiliar y su desvinculación definitiva con tener, la perduración o no de ser auxiliar de verbos intransitivos en algunas expresiones, como ser venido,
los usos antiguos de ser por estar, la pervivencia del
pronombre nos como sujeto y término de preposición, el desarrollo del voseo y el empleo de sufijos diminutivos. Del examen de las diferencias entre las tres regiones concluye que desde la segunda mitad del siglo XVII se puede hablar, desde un punto de vista morfosintáctico, de variedades conservadoras e innovadoras del español americano. Estas diferenciaciones debieron extremarse en época independiente. Parece claro, aunque desconocemos el proceso, que en todas las regiones americanas los cambios gramaticales en marcha culminaron finalmente, pero estudios, como el ya clásico de Menéndez Pidal (1964) o el de Fontanella (1992b), muestran que hubo regiones más centrales, como las virreinales, o aquellas en contacto estrecho con los puertos españoles, donde estos cambios culminaron antes que otras regiones más periféricas, en las que la variación y convivencia entre la forma innovadora y la conservadora duraron más tiempo.
2.2.4 Una última cuestión importante en la historia de la morfosintaxis colonial es la del modelo o modelos normativos que pudieron darse. Como se ha señalado tradicionalmente, el español de la corte madrileña influyó en la época colonial y este influjo se produjo a través de las capitales virreinales, mediante la literatura venida de la Península y las universidades. Sin 245
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embargo, el papel que las cortes virreinales pudieron tener en el desarrollo de la morfosintaxis de la América colonial apenas está esbozado en los estudios y se limita sólo a algunos pocos fenómenos (cfr. Buesa 1991). Las cortes virreinales ejercieron una doble influencia en tanto que centros de cultura y en tanto que modelos lingüísticos cortesanos y literarios. En cuanto al papel de centros de cultura y vida intelectual, las cortes también desplegaron su influencia a la hora de determinar los resultados y la duración de cambios lingüísticos en marcha. Algunos estudiosos han atribuido a la ausencia de una corte virreinal el desarrollo rápido de los fenómenos de gramaticalización y la presencia de rasgos muy innovadores, ausentes de otras regiones, así como las divergencias en la estandarización de las respectivas variedades surgidas después (cfr. Fontanella 1992a). La razón radica en que, además de ser modelos lingüísticos, las cortes virreinales contribuyeron al desarrollo de la vida urbana y la constitución de sociedades con redes sociales fuertes, que siempre se han mostrado más refractarias al cambio lingüístico. En tanto que modelos lingüísticos, hay dos aspectos importantes a considerar. En primer lugar, como se ha señalado repetidamente, se atribuye a las cortes el freno en sus áreas de influencia a determinadas evoluciones lingüísticas divergentes respecto de los cambios operados en la corte, dando lugar, de esta forma, a dicotomías geográficas en América. Un ejemplo claro es el voseo. Las capitales virreinales y las zonas bajo su influencia impusieron el uso de tú como única forma que expresaba el trato de confianza al desterrar de éstas a vos. En cambio, en aquellas regiones americanas sin corte virreinal, caracterizadas por su escasa vida urbana o alejadas de las áreas de influencia de los virreinatos, el empleo afectivo de vos continuó junto con tú, perdurando con diversa intensidad para, finalmente, fundirse en el paradigma voseante típico de un tercio de América. El voseo es una muestra de cómo las cortes condicionaron la evolución de cambios sintácticos ya en marcha, imponiendo los resultados coincidentes con la metrópoli. Sin embargo, no consiguieron la erradicación de otros rasgos morfosintácticos estables y extendidos socialmente, independientemente de que existieran o no en la metrópoli o en la llamada norma cortesana. Es lo que ocurrió, por ejemplo, con los dos fenómenos ya mencionados, generales, de origen meridional y presentes en los documentos desde los primeros tiempos: la pérdida de vosotros y el uso etimológico de los pronombres clíticos. Se mantuvieron porque tenían prestigio o, mejor dicho, porque no estaban connotados. Como observa Rivarola (1990), se trataba de fenómenos que tenían también prestigio entre las clases altas y nobiliarias de Sevilla en la misma época, lo que favoreció su implantación, mientras que otros fenómenos sin prestigio siempre fueron minoritarios. De esta manera, la 246
JUAN PEDRO SÁNCHEZ MÉNDEZ
conservación del sistema etimológico de los pronombres de tercera persona o la extensión de ustedes
por vosotros
fueron siempre impermeables al uso septentrional cortesano que
emanaría de las cortes virreinales. En segundo lugar, el hecho de que en la lengua oral de todos los grupos sociales fuesen generales los dos fenómenos señalados no significaba que no estuvieran presentes en el espacio variacional de la sociedad colonial los usos cortesanos propios de la corte madrileña, pues todo espacio variacional se configura siempre en torno a la existencia de un estándar o de una norma (Oesterreicher 2009: 450). Las cortes virreinales representaban la llamada «norma madrileña». Es verdad, como señalan Bustos Gisbert/Santiago (2002), que queda mucho por establecer las características de lo que desde Menéndez Pidal se considera esta 'norma', en tanto que más o menos opuesta o equivalente a otra «norma sevillana», así como el contenido de la norma culta de la época y del momento de su constitución. No obstante, precisamente el estudio del influjo de las cortes virreinales como difusoras de esta norma puede arrojar luz sobre este último aspecto. Así, los dos últimos fenómenos nos sirven también de ejemplo para ver cómo debió operar esta influencia y la de la lengua literaria española en la conformación de los acrolectos coloniales: Durante la época colonial y hasta bien entrado el siglo XX existió en casi toda América un uso de vosotros y formas verbales y pronominales relacionadas, pendiente aún de estudio detallado, propio de la lengua escrita y de las tradiciones discursivas de la distancia comunicativa. De hecho, el paradigma de vosotros existió en la lengua de determinados registros cultos hispanoamericanos hasta mediados del siglo XX y también se utilizó intencionadamente como forma identitaria entre sectores sociales aristocráticos de las nacientes repúblicas americanas, estudiados por Guitarte (1980). A su vez, otros fenómenos norteños, como el leísmo masculino de persona, no sólo se mantuvieron, sino que están conociendo hoy día una nueva expansión. Efectivamente, los casos coloniales de leísmo, laísmo y loísmo son interesantes como ejemplo de los usos morfosintácticos propios de la lengua escrita colonial y de parte de la independiente. En general se está de acuerdo en considerar que el habla coloquial de América sigue el empleo etimológico de los átonos de tercera persona (Lapesa 1981: § 133.2; Fontanella 1992: 154; Lipski 1994: passim). El uso referencial colonial, por tanto, debió desarrollarse a partir de los modelos literarios y los cortesanos de las cortes virreinales. Esto se observa claramente en los documentos. Salvo en los casos debidos a la influencia de contactos lingüísticos o de la lengua de ciertos grupos sociales, el empleo referencial de los clíticos es común en los documentos coloniales junto con el etimológico, aunque éste será siempre el mayoritario. Esto 247
L A CONFORMACIÓN MORFOSINTÁCTICA DE HISPANOAMÉRICA: TEMAS Y PROBLEMAS
es, mientras muchos documentos muestran el uso etimológico de estos pronombres, hay otros en los que aparece intencionadamente un empleo referencial, típicamente
castellano
septentrional en un entorno social claramente distinguidor del caso. Parece que se trataba de una práctica artificial que buscaba la elegancia en los modelos referenciales cortesanos y obedeció a un uso circunscrito probablemente a la lengua escrita. Es de notar que Bello no lo criticase en su Gramática. Además, la presencia de unos y otros fenómenos de confusión en los documentos no distinguidores es desigual. Sólo son mayoritarios los que más prestigio tenían en la época: el leísmo de persona en singular fue abundante en la lengua escrita de muchas regiones (salvo en el plural, en que se prefería los); le seguía el leísmo de cosa (prácticamente solo en singular) hasta bien entrado el siglo XVIIII; parece que el laísmo se caracterizó por ser siempre minoritario y el loísmo, muy esporádico. En este sentido, la situación que muestra Rojas (1985: 163 y ss.) para Tucumán es muy similar a la de otras áreas estudiadas, como Buenos Aires (Fontanella 1988) o Venezuela y Ecuador (Sánchez 1997). Es posible, por tanto, que el uso tuviese el mismo estatus en la mayor parte de la América hispana. Este empleo culto o escrito entró en decadencia desde la segunda mitad del siglo XVIII, coincidiendo con la normativa académica en este sentido. Sin embargo, aunque minoritarios, los empleos referenciales continuaron por inercia en la posterior época independiente, pues, incluso en algunos escritores hispanoamericanos de principios del siglo XX se puede encontrar le como complemento directo de cosa. En la actualidad, el leísmo masculino singular está conociendo una nueva expansión, de manera que, aunque menos arraigado y extendido que en España, suele tener cierto prestigio en algunos países.
2.3 La morfosintaxis hispanoamericana
a partir del siglo XIX
2.3.1 A pesar de su importancia, el siglo XIX ha sido un siglo tradicionalmente olvidado por parte de la investigación, al margen del interés puntual por figuras como las de Andrés Bello. La emancipación de las naciones americanas cambia sustancialmente el marco histórico colonial y tendrá repercusiones lingüísticas diversas. Por un lado, entra en crisis o se debilita en algunas regiones la anterior norma hispánica virreinal y, por otro, comienza el camino que llevará hacia la constitución de las diversas normas americanas propias del actual pluricentrismo del español. Esto va unido a una denominada gramatización
(Girón 2004b:
860), debida a la actividad gramatical que da lugar a una conciencia más nítida y clara de las peculiaridades
americanas
de
la
lengua,
con
morfosintácticas. 248
inclusión,
por
primera
vez,
de
las
JUAN PEDRO SÁNCHEZ MÉNDEZ
Esto se relaciona también con el purismo de la mayoría de las obras gramaticales de la época. En efecto, a partir de mediados de siglo asistimos, junto al desarrollo paulatino de los estudios gramaticales hispanoamericanos, al inicio de una actividad purista prejuiciosa, que llegará hasta mediados del siglo XX y que condena como viciosas muchas construcciones americanas por el simple hecho de no ser compartidas, o creer que no lo son, por el español peninsular. Un ejemplo lo constituyen los usos pronominales como tardarse, enfermarse, etc., ignorando que muchos de ellos eran propios del español clásico. Asimismo, se condena el voseo o se intenta implantar la forma vosotros. El éxito de esta actividad es muy discutible y parece que fue bastante relativo, pero no dejó de ser importante por cuanto evidenció lo característico de la sintaxis hispanoamericana, pudo condicionar la evolución de algunos fenómenos en determinadas regiones y motivó una reflexión en distintos niveles y con mayor o menor acierto. Sea como fuere, en el siglo XIX se consolidan y cristalizan los principales fenómenos que caracterizan la sintaxis hispanoamericana actual, muchos de ellos en embrión ya en la época anterior. Veamos algunos de ellos a modo de ejemplo respecto de las posibilidades que se abren a la investigación.
2.3.2 Company (2004b) analiza con perspicacia tres fenómenos propios del español de México en la actualidad que pone en relación entre sí: el leísmo masculino, la duplicación de posesivos y el empleo del diminutivo. Los tres están presentes en otras regiones americanas, e incluso en España, con mayor o menor frecuencia, pero los usos mexicanos muestran un empleo divergente o innovador propio, que privilegia o perfila más lo pragmático y relacional que lo referencial de las entidades en relación con el verbo. De esta manera, su análisis demuestra que a partir de una misma sintaxis, algunas regiones se han diferenciado por la relación de diferentes rasgos semánticos para una idéntica área nocional funcional, lo que la autora atribuye a diferentes visiones de mundo. También sugiere la posibilidad de investigar si este uso pragmático-relacional estuvo ya en potencia en la estructuras de duplicación posesiva del español del siglo XVI, origen de la mexicana actual. Su trabajo evidencia, sin duda, la pertinencia de la teoría de la gramaticalización en el análisis que propone para poder explicar con profundidad muchos fenómenos gramaticales, arrojando luz sobre aspectos que de otra forma pasarían desapercibidos. Sin embargo, no sólo una diferente visión de mundo, como propone, puede motivar cambios sintáctico-semánticos, sino que se podrían argüir otros factores que explicarían mejor estos cambios más allá de la teoría de la gramaticalización. Por ejemplo, Morales (1996-97) estudió desde una perspectiva 249
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pragmático-gramatical la redundancia de sujeto pronominal (yo canto en lugar de canto), frecuente en Caribe, y la duplicación del relativo objeto (son vapores que los acomodan
para
exportar), que se puede oír en varios países americanos. Observó que lo que es semántica o pragmáticamente importante en una comunidad lingüística encuentra siempre codificación o manifestación gramatical explícita y, puesto que esta importancia no es la misma en todas las comunidades que componen una lengua, esto pude dar lugar a diversificación y diferenciación lingüística entre ellas. En este sentido, las lenguas y sus variedades, siguen vías o pautas de lexicalización o gramaticalización propias que le son esenciales. Y concluye algo muy interesante: si las motivaciones pragmáticas son tendencias naturales, no las siguen por igual todos los hablantes de distintos dialectos, por lo tanto, debe de haber factores externos relacionados con hechos demográficos, culturales, sociales, etc., que dan lugar a lo que se conoce como «causación múltiple» (Morales 1996-97: 705).
2.3.3 Los tiempos de pasado indefinido, canté, y perfecto, he cantado, muestran en el mundo hispánico resultados muy diversos y han suscitado numerosos estudios. Por un lado, en España los dos tiempos se oponen por su temporalidad: pasado sin conexión para el presente de canté frente a pasado reciente o conectado con el presente de he cantado. En muchas regiones de América, al igual que en Canarias, la diferencia se basa en la aspectualidad, esto es, con canté se expresa una acción concluida independientemente de su cercanía o lejanía al presente, y con he cantado, una acción imperfecta reiterada, que, comenzada en el pasado, continúa en el presente. Es el uso que Moreno de Alba (1978: 43-68) considera propio del español mexicano, con abundantes datos de apoyo extraídos del uso culto en la ciudad de México. También Rallides (1971) observó un valor de perfecto similar en Bogotá. Por su parte, Penny (2004) describe la concomitancia de este uso de los dos tiempos con lo que ocurre en las variedades noroccidentales del español europeo (Galicia, León, Asturias, Cantabria). Dado que está ausente de Andalucía occidental, sugiere que quizás los hablantes noroccidentales contribuyeron con este rasgo en la mezcla dialectal canaria y, gracias al papel de intermediación de Canarias con América, las islas fueron las responsables de la extensión transatlántica del fenómeno. Por otro lado, del empleo de estos dos tiempos en los documentos coloniales se deduce que los usos actuales y variados que presentan las hablas americanas debieron desarrollarse desde finales del siglo XVIII. Indefinido y perfecto delimitaron sus valores durante la época colonial y ya desde el siglo XVIII es posible testimoniar en algunas regiones los valores mexicanos o canarios actuales. Moreno de Alba (1998) compara el uso de ambos tiempos en documentos novohispanos de los siglos XVI al 250
JUAN P E D R O SÁNCHEZ M É N D E Z
XX y observa un progresivo predominio de canté sobre he cantado para señalar acciones o estados relacionados con el presente. Sin embargo, la situación descrita para México o Bogotá no es general en América y, de hecho, en el diasistema del español encontramos dos bloques o normas con distintas subvariedades: a) variedades que mantienen la oposición: 1. variedades basadas en la temporalidad: español peninsular; 2. variedades basadas en la aspectualidad: Canarias, México o Venezuela; 3. variedades que añaden a la aspectualidad un valor evidencial, probablemente de transferencia quechua, como en Ecuador (Bustamante 1991) y otras regiones andinas (Mendoza 2008); 4. variedades que unen a la aspectualidad un valor o significado pragmático de enfatización o topicalización del pasado para la forma compuesta, como en Costa Rica (Quesada 1996: 110) o Venezuela (Bentivoglio/Sedano 1992: 790); b) variedades que han eliminado la oposición: 1. variedades que se decantan por la forma simple canté, como gran parte de Argentina (Donni de Miranda 1992), Chile y Paraguay; 2. variedades que prefieren la forma compuesta he cantado, especialmente en el mundo andino: Bolivia (Mendoza 1992), zona costeña de Perú (Lipski 1996) y otras regiones andinas. Lo interesante de este diasistema no es tanto esta separación en dos bloques, como el poder revelar por qué en ninguna de las variedades americanas del bloque en el que se ha conservado la oposición de los dos tiempos se ha desarrollado una oposición temporal semejante a la española europea. Quizás responder a esta pregunta permitiría relacionar este fenómeno con otros que arrojarían luz sobre aspectos de diversidad lingüística entre América y la Península o evidenciarían fenómenos pragmáticos y gramaticales como los que analiza Company (2004b). Asimismo, queda pendiente todavía la historia del proceso que llevó a la neutralización en las otras variedades, fenómeno al que no son ajenas otras lenguas románicas, como el francés o el rumano. Esta neutralización podría indicar el final de un proceso de gramaticalización señalado ya por Harris (1982) para los romances, que empezó en latín vulgar con la perífrasis HABEO CANTATUS, para expresar un valor pasado, un estado presente que resulta de una acción pasada, y concluye hoy con su confluencia total en la forma simple canté. Las variedades que distinguen, o bien representan estados intermedios del proceso, o bien incorporan nuevas categorías al compuesto.
2.3.4 Al parecer el sistema verbal es el que más amplios ajustes ha conocido y donde mayores discrepancias se ofrecen entre los distintos países, normas y variedades regionales. Los datos actuales muestran que en el sistema verbal de las hablas americanas se están produciendo 251
L A CONFORMACIÓN MORFOSINTÁCTICA DE HISPANOAMÉRICA: TEMAS Y PROBLEMAS
distintas reestructuraciones, que comenzarían a manifestarse en el siglo XIX a partir de los valores que fueron adquiriendo en la época colonial. No tenemos información sobre el proceso que llevó a Hispanoamérica a preferir la forma cantara frente a cantase, en oposición a lo que ocurre en español europeo, pero esta cuestión se puede poner fácilmente en relación con la evolución de ambas formas en la América colonial, que mostró desarrollos divergentes en grado diverso. Por su parte, la mayoría de las hablas americanas está neutralizando la oposición entre cantara/cante
del subjuntivo en un
proceso que tiene concomitancias con el francés (cfr. Veiga 2006). Oraciones como me gustaría que vengas son muy comunes en gran parte de América y en todos los niveles. Asimismo, en la lengua hablada es frecuente que cantara se sustituya por cantaría,
por
ejemplo, en las construcciones condicionales del tipo si tendría, daría. Parece, pues, que el paradigma verbal de tiempos y modos del español está sufriendo una profunda reestructuración particularmente intensa en algunos países andinos, como Bolivia. Señala a este propósito Mendoza (1992: 464-466) que el español andino de Bolivia ha reducido de manera drástica el paradigma verbal y ha desarrollado otras oposiciones: ha dejado de usar las formas hube cantado (como el resto de variedades del español), habré cantado y habría cantado en el indicativo y hubiera cantado en el subjuntivo. Por su parte, la forma cantara sólo sobrevive en la lengua culta, pero no en la hablada. Además, frente a otras variedades del español, ha limitado considerablemente la forma canté (sustituida casi siempre por he cantado), haya cantado y cantaré (futuro sintético sustituido en la lengua hablada por voy a cantar/he de cantar). La forma había cantado en la lengua hablada asume valores evidencíales
no
acontecimientos
hispánicos
de
clara
influencia
quechua:
se
usa
para
reproducir
relatados con el matiz de lo inesperado (sorpresa) y la falta de
responsabilidad del hablante sobre la acción, por desconocimiento personal, al tratarse de una información recibida de una fuente intermedia. En Bolivia este uso está generalizado en todos los sociolectos y zonas del país (Mendoza 2008: 223), mientras que en otras regiones andinas es propio sólo de determinados sociolectos. También se ha observado en muchas regiones americanas la pérdida del valor perfectivo de anterioridad de había cantado, lo que lo hace equivalente a cantó en determinados contextos sintácticos: así en el Noroeste argentino (Pérez Sáez 1996-97), Bolivia (Mendoza 1992), Centroamérica (Quesada Pacheco 1998: 110), Perú (en bilingües, Lipski 1996).
252
JUAN PEDRO SÁNCHEZ MÉNDEZ
2.3.5 Esto nos lleva a la última cuestión. A menudo es frecuente encontrar fenómenos muy extendidos en la actualidad y generalizados en todos los niveles sociales o con escasa estigmatización, pero que están ausentes o son muy esporádicos en los documentos coloniales. El estudio de estos fenómenos puede aclarar la manera en la que se configuró sintácticamente América a partir de la independencia y cómo los usos se definieron en los estándares nacionales. Veamos dos ejemplos: las construcciones de marcación anómala del complemento indirecto del tipo se los dije a ustedes, por se lo dije a ustedes,
y las
construcciones llamadas de que galicado {es contigo que quiero hablar). Respecto de la primera, mientras en algunos países este uso se utiliza en los registros cultos (México, el Caribe continental y parte de las áreas centroamericanas, rioplatense y andina), en otras zonas (Chile, Canarias, regiones de España y parte de las áreas andina y antillana) se considera propio del habla popular o coloquial (NGLE 2: 2663, 35.2h). En los documentos coloniales comienza a documentarse a partir del siglo XVII, y según las zonas. Es posible que este uso estuviese presente en la realidad oral colonial, pero la conciencia lingüística provocase que se evitara en la escritura. Hoy día está demasiado difundido como para pensar en un desarrollo espontáneo en toda América a partir del siglo XIX. Más bien, lo que debió pasar es que avanzó socialmente tras la emancipación de los países americanos, lo que permitió su acceso a la escritura. Este proceso no ha concluido totalmente en algunas variedades. Las construcciones de que galicado ofrecen una característica interesante. Durante el siglo XIX se pensó que se trataba de una influencia francesa en la lengua oral que penetró a partir de las malas traducciones. Sin embargo, estaban demasiado extendidas socialmente ya en el siglo XIX como para sospechar un galicismo repentino. Asimismo, no se testimonian apenas en los documentos coloniales y da la impresión de que estas construcciones irrumpen abruptamente en el siglo XIX por todos lados. Hoy día este uso muestra gran vitalidad y extensión en gran parte de América, sin distinción de niveles sociales, a pesar de la fuerte estigmatización que sufrió en el siglo XIX por parte del purismo. Se trata de oraciones enfáticas de relativo con el verbo ser que Bentivoglio/Sedano (1999) atribuyen a un fenómeno general de las lenguas romances, que aparece en español desde el siglo XVI, y se encuentra tanto en la literatura como en la lengua oral de los hablantes cultos, según los datos obtenidos en su estudio sobre cuatro ciudades hispanoamericanas (Bogotá, Caracas, Ciudad de México y Santiago de Chile) y dos españolas (Madrid y Sevilla). Igualmente Lapesa (1981: 495) señala que esta expresión no falta en los textos clásicos y está viva en gallego. No descarta que su
253
L A CONFORMACIÓN MORFOSINTÁCTICA DE H I S P A N O A M É R I C A : TEMAS Y PROBLEMAS
arraigo popular y su frecuencia puedan deberse a una conservación de un uso antiguo, pero también cree posible un galicismo o anglicismo concurrente con lo anterior. Quizás sea posible proponer una explicación alternativa a la historia y extensión de este fenómeno y considerarlo como un estado latente, tal y como lo acuñó y utilizó Menéndez Pidal (1963). Precisamente Girón (2004a) recurre al estado latente para el estudio de la gramaticalización de las oraciones de relativo oblicuo con artículo en español moderno. Como señala, con estado latente nos referimos al ocultamiento secular de la actividad colectiva o lingüística, de manera que una variante sobrevive en los sociolectos bajos para luego reaparecer y extenderse a otros sociolectos. Es decir, es la oralidad nunca escrita de un fenómeno en un periodo pasado (Girón 2004a: 76). Esto explica la coexistencia de valores sintácticos distintos de una unidad que se gramaticaliza. De esta manera, y mediante este concepto, podemos comprender mejor la historia sintáctica de construcciones como éstas. Es posible que se trate de un empleo presente quizás desde los orígenes de las variedades americanas, tal vez por influencia noroccidental, que permaneció en la oralidad durante largo tiempo, desterrada de la escritura, hasta que, dadas las nuevas condiciones culturales y lingüísticas tras la emancipación, avanzó socialmente. Y quizás, como señala Lapesa, la influencia francesa contribuyó a extenderla a otros sociolectos a partir del siglo XIX.
3. CONCLUSIONES
Hemos presentado de manera sucinta lo que sabemos hasta ahora de cómo era la morfosintaxis del español colonial, qué características asumía y qué cuestiones se han suscitado en la investigación con el fin de mostrar qué aspectos habría que tener en cuenta en la elaboración de una futura morfosintaxis histórica hispanoamericana. Sobre la triple óptica de la historicidad del lenguaje hemos abordado cuatro aspectos que conforman la morfosintaxis histórica de las hablas americanas. El primero es el de su integración dentro de la morfosintaxis histórica del español. No existe un español general en el que incluir lo americano, sino que lo americano y lo peninsular forman el español general. Tampoco existe lo que podríamos denominar un americanismo sintáctico. El origen del que surgen las variedades españolas y americanas está en el español del siglo XVI, entendido como un diasistema. En segundo lugar, aún no hay estudios sobre cómo se produjo, y si la hubo, una sintaxis de orígenes en la koiné original que surgió del contacto dialectal. A ella podrían atribuirse los rasgos sintácticos panamericanos, así como la evolución o la conservación de estructuras sintácticas que contrastan con las peninsulares. Es necesario atender a la presencia de 254
JUAN PEDRO SÁNCHEZ MÉNDEZ
elementos dialectales en esta morfosintaxis de orígenes y a las redes sociales débiles de los primeros núcleos hispánicos americanos, que influirían en la rapidez del cambio gramatical y su difusión. En tercer lugar, la morfosintaxis de la época colonial se caracterizó por la larga duración de la variación lingüística y el polimorfismo. Hacia mediados del siglo XVII ya podemos encontrar variedades americanas más innovadoras y otras más conservadoras. En la época colonial surgen los rasgos morfosintácticos que definirán posteriormente a los países hispanoamericanos. También hemos visto el papel de modelo que asumieron las cortes virreinales y su influencia en el desarrollo de la evolución de determinados rasgos o en la conformación del acrolecto colonial. La Hispanoamérica colonial se mantuvo conservadora en los cambios morfosintácticos ya en marcha, mientras que fue muy innovadora en los que surgieron después. En cuarto y último lugar, en el siglo XIX se consolidan y cristalizan los principales fenómenos que caracterizan la sintaxis hispanoamericana actual, muchos de ellos en embrión ya en la época anterior y dentro de un nuevo marco que da lugar a las distintas normas americanas. Bibliografía ÁLVAREZ NAZARIO, Manuel (1982): Orígenes y desarrollo del español en Puerto Rico (siglos XVIy XVII). Río Piedras: Universidad de Puerto Rico. (1991): Historia
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2. CONFERENCIAS
Método y teoría del cambio lingüístico: argumentos en favor de un «método idiolectal» Mario Barra Jover (Universidad París 8)
Independientemente de que la propuesta metodológica expuesta en este trabajo sea mal o bien acogida, creo que merece la pena esbozarla e ilustrarla con un ejemplo preciso para, al menos, invitar a una reflexión sobre la relación existente entre un paradigma teórico y los protocolos desplegados en la práctica para elaborarlo y darle poder heurístico. Yendo aún más lejos, puede resultar estimulante adoptar un punto de vista crítico respecto a la relación existente entre modelo y método en la medida en que, sea conscientemente o no, una disposición relativamente extendida, y no sólo en lingüística histórica, es la de atribuir el poder heurístico y los progresos en la disciplina a la innovaciones teóricas y considerar que la metodología es, por decirlo de alguna manera, su consecuencia o su instrumento. No es, sin embargo, descabellado hacerse la pregunta de sí, a la hora de examinar la trayectoria de una disciplina, la innovación metodológica no acaba por ser a fin de cuentas, el aporte mayor, cuando no el motor, en tal o cual cambio de paradigma. Tres ejemplos de orden diferente pueden ayudar a estimar el peso de la pregunta. Dentro de la lingüística histórica romance, no cabe duda de que una de las mayores «revoluciones» introducidas en el siglo XX fue la de Menéndez Pidal (1950). Las hipótesis contenidas en los Orígenes del español pueden o no haber resistido, pero el método introducido, a saber, el procedimiento de interpretación de elementos extraídos de un corpus previamente acotado y evaluado de textos notariales, dio a la disciplina un impulso y un modelo, reconocido explícitamente en su época, que ha perdurado 1 . Otro tanto puede decirse de Chomsky (1957). Sería inútil extenderse aquí sobre la propensión a la caducidad precoz de la mayoría de las hipótesis generativistas; lo que cuenta es que la innovación metodológica mayor de Chomsky, la manipulación de pares mínimos en los que se confrontan enunciados aceptables con enunciados inaceptables, es decir, la introducción de datos negativos en el protocolo, no sólo perdura como pilar metodológico del modelo generativista, sino que se ha extendido a otros muchos enfoques, incluso a los que se pretenden puramente descriptivos 2 . Por último, ya fuera de la lingüística, Durkheim (1895), al
2
Baste como prueba el extenso volumen de Maia (1986) sobre el gallego-portugués, poco menos que el hermano gemelo de los Orígenes en lo que a la factura se refiere. Por otra parte, podría ser injusto no recordar que la concepción de los Orígenes tiene un antecedente en Saaff (1907); pero el mismo Menéndez Pidal (1950: vii) menciona el texto y da cuenta de la diferencia y el progreso que supone el corpus de los Orígenes. Ni que decir tiene que el uso de la metodología puede ser dudoso. En concreto, los juicios de gramaticalidad no han sido verdadero objeto, a su vez, de una reflexión sobre su validación objetiva. Al menos, escasos han sido los intentos como el de Cowart (1997) de hacerlo.
MÉTODO Y TEORÍA DEL CAMBIO LINGÜÍSTICO: ARGUMENTOS EN FAVOR DE UN «MÉTODO IDIOLECTAL»
sentar las bases de la sociología, lo que hizo antes que nada fue atribuir a la cuantificación y al cálculo estadístico el poder de deshacer conjeturas intuitivas o fundadas en un razonamiento filosófico
alejado de los hechos sociales. Y no es difícil percatarse del alcance de tal
innovación: la sociología abría sus puertas a hipótesis conceptualmente aventuradas y antiintuitivas inconcebibles a partir de las bases de de la época. Tres ejemplos que permiten, al menos, decirse que vale la pena explorar y aventurarse en nuevas vías, aunque sólo sea por el hecho de que, como se verá en breve, un modelo teórico desprovisto de una reflexión metodológica sobre la manipulación argumentativa de los datos está siempre expuesto a acabar en el más elemental justificacionismo, en el sentido de Lakatos (1978): una argumentación puede apoyarse únicamente en una artillería de «ejemplos felices», es decir, ejemplos extraídos del conjunto potencial de observables sin otro criterio o control que el de corroborar nuestras afirmaciones. Las páginas que siguen están organizadas en tres partes. En la primera, intento mostrar que la evolución de la lingüística en el siglo XX se comprende mejor si se observa el estructuralismo como el resultado consecuente de la evolución del conjunto de las ciencias humanas y sociales. A partir de ahí, podremos detectar de otra manera las dificultades metodológicas que se le han presentado a la lingüística histórica así como la fragmentación de sus diferentes subdisciplinas. En la segunda parte, presento de manera somera lo que llamo «método idiolectal» y sus consecuencias directas sobre la representación del cambio lingüístico. Por último, ofrezco un ejemplo de su aplicación a un caso preciso: la inestabilidad secular del sistema de pronombres objeto del español.
1. E L ESTRUCTURALISMO Y LA EMANCIPACIÓN D E LOS « O B J E T O S » INMATERIALES
1.1 Logros y límites
metodológicos
Si nos preguntamos qué tienen en común tres autores como Durkheim, Freud y Saussure, hay una respuesta superficial rápida: más o menos coetáneos, los tres son los inspiradores, ya sea por continuidad, por reformulación, por ruptura o por cisma, de los distintos senderos por los que han avanzado la sociología, la psicología y la lingüística modernas y, por consiguiente, de disciplinas ulteriores como la antropología, la psicología social, la semiótica, la narratología u otras. Pero más allá de la constatación fácil, vale la pena ir más lejos y preguntarse si existe un factor epistemológico que sea la clave de la coincidencia cronológica. Tal factor existe y se puede reducir a una formulación sencilla: los tres se dieron por tarea liberar la disciplina que practicaban de toda implementación en la fisiología y, por consiguiente, en el individuo y la descripción que de él podían dar las ciencias naturales o el positivismo mimético al que 264
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incitaban (por ejemplo, las «leyes fonéticas»). Los tres lo consiguieron mediante la creación de objetos inmateriales, independientes de la observación directa y que adquirían su valor gracias a un sistema de relaciones 3 . Se podría ir más lejos aún e intentar situar tal objetivo en la cultura de la época, pero no es este el lugar para hacerlo. Lo único pertinente aquí es seguir las consecuencias metodológicas de tal cambio de paradigma en lo que concierne al estructuralismo y a la lingüística. Lo primero que hay retener es el componente aristotélico de una representación construida a partir de entidades directamente inobservables
cuyo
contenido intensional se basa en un sistema de relaciones. No es difícil constatar que la consecuencia directa, bien aristotélica, es la imposición de la diferencia entre sustancia y accidente: se postula la existencia de una sustancia a la que sólo se accede a través o, más bien, a pesar de los accidentes. La oposición entre lengua y habla de Saussure (1916) y el recurso a unidades abstractas liberadas de las contingencias de la producción material, como los fonemas, los morfemas o las configuraciones sintácticas simples y «completas», adquieren sentido y fundamento gracias a la legitimidad otorgada por un transfondo aristotélico que sigue siendo el fundamento por defecto de la ontologia occidental. De ello se sigue una descripción de sistemas fonológicos y morfológicos cuya elegancia, unida a las posibilidades ilimitadas de extrapolación, explica el periodo en el que la lingüística se convirtió en el modelo de tantas otras disciplinas (aunque se revelara relativamente limitada en dos de sus propios campos, la sintaxis y la semántica). Nadie puede negar que en unos pocos decenios vieron la luz descripciones armoniosas de sistemas complejos que sólo se habían cernido hasta entonces por acumulación, como tampoco se puede negar que la comprensión de la relación entre fenómenos inmateriales alcanzó una sofisticación admirable 4 . Lo que sí merece la pena discutir es, una vez reconocida la eclosión conceptual, la dimensión heurística del «programa», otra vez en el sentido de Lakatos (1978), a saber, su capacidad para abrir y abrirse a nuevos problemas y renovarse en consecuencia o, dicho más someramente, para mantenerse vivo. Merece la pena sobre todo si nos fijamos en nuestra disciplina y en la dimensión metodológica. Alarcos (1965) ofrece un análisis diacrònico del sistema fonológico 3
4
Freud (1946: 71), texto postumo, lo dice casi explícitamente: «La realidad permanecerá siempre 'desconocida'. El beneficio que aporta el trabajo científico respecto a nuestras percepciones sensoriales primarias es el descubrimiento de conexiones e interdependencias presentes en el mundo exterior...» (la traducción es nuestra, a partir de la versión francesa citada en la bibliografía). Interesante y lúcida también la formula de Genette (1972: 76): «on se gardera toutefois d'hypostasier ees termes, et de convertir en substance ce qui n'est chaqué fois qu'un ordre de relations». Quizá valga la pena hacer notar que todos estos logros "culturales" están cediendo desde finales del siglo pasado a una nueva presión positivista y reduccionista (en el sentido de volver a la búsqueda de la implantación material). Ejemplo más reciente, Sun (2012) presenta una serie de trabajos cuyo objetivo es explorar la posibilidad de fundar las ciencias sociales en las ciencias cognitivas, que a su vez avanzan de manera programática hacia una "neurologización" idealizada como objetivo accesible a largo plazo.
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M É T O D O Y TEORÍA DEL CAMBIO LINGÜÍSTICO: ARGUMENTOS EN FAVOR DE UN «MÉTODO IDIOLECTAL»
que puede considerarse modélico y de nuevo de una elegancia notable. Ahora bien, toda la descripción/explicación (no vamos a entrar aquí en la discusión sobre dónde empieza la una y acaba la otra) se basa en la dialéctica entre equilibrio, perturbación y reequilibrio. Esto es posible, en general, en fonología, en morfología flexiva (cf. por ejemplo, Anderson 1973), pero los límites aparecen pronto tanto en el número de procesos que se pueden estudiar como en el apoyo empírico de las explicaciones. Todo estos límites son ostensibles en la gramática histórica del italiano de Tekavcic (1972): las argumentaciones son conceptuales (basadas en razonamientos sincrónicos
en su mayoría) y el fundamento empírico no sólo es
justifi¿ca?cionista sino que puede ser simplemente imaginario; basta con observar el poco empacho del autor para montar frases enteras en «latín vulgar» y hacer arrancar a partir de ellas procesos 5 . Puede por ello decirse que el programa estructuralista no podía dar mucho de sí puesto que el tratamiento de los datos no producía anomalías en la hipótesis. Toda discusión que surgiera lo haría a partir desacuerdos conceptuales. De ahí que, por ejemplo, haya corrido tanta tinta sobre si tal o cual entrada pertenecía a tal o cual categoría morfológica o funcional; largas discusiones que finalmente no cambiaban en absoluto la comprensión del comportamiento de los enunciados y que permiten comprender que en los años ochenta la gramática histórica, sobre todo la morfosintaxis, se fragmentara en distintos modelos 6 . Hay, con todo, principios estructuralistas que perduran: la economía del sistema, la existencia de sistemas de relaciones equilibrados y la teleología que guía hacia ellos.
1.2 El paisaje postestructuralista
en diacronia
La morfosintaxis histórica es sin duda la subdisciplina que más ha florecido y más discusiones ha producido desde los años ochenta. Cierto es que la fonología diacrònica no ha recibido mucho impulso de la alternativa sincrónica propuesta por la teoría de la optimidad y su postulado básico de que no existen sistemas fundados en reglas abstractas sino solo conjuntos jerárquicos de restricciones sobre las «salidas». Un solo trabajo crítico, bien documentado, MacMahon (2000), es suficiente para aceptar que la evolución diacrònica no es comprensible sin el recurso a cambios en las reglas (sean éstas del tipo que sean). En cuanto al nivel léxicosemántico, ya de por sí poco apto a la aplicación de modelos matriciales de evolución, son
5
Dado que la crítica puede parecer pecar de severa, al menos un ejemplo entre muchos se impone. Así, en el voi. 2, p. 526, aparece una evolución imaginaria como la siguiente: SUNT RES QUAE AD STULTOS PERTINENT/HAEC EST UNA DE HIS REBUS v a n a p r o d u c i r HAEC EST UNA RES DE HIS QUAE AD STULTOS
6
PERTINENT, que a su vez da lugar a otras invenciones que permiten llegar al italiano moderno. Como también permiten comprender el desplazamiento del interés hacia la produción oral, las concidiones sociales y geográficas, las tradiciones discursivas, las grafías y los manuscritos utilizables... Es decir, hacia los "accidentes".
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escasos los intentos como el estructuralista de Ulmann (1962) de concebir un dispositivo diacrònico con validez general. Sólo recientemente han aparecido verdaderas alternativas entre las que debe citarse la de Dalbera (2006), cuya originalidad reside en articular la alteración de la forma fonética y la de las representaciones semánticas primitivas 7 , pero que presenta serias dificultades de modelización. La morfología flexiva diacrònica ha avanzado poco por sí misma. Aunque haya trabajos como el de Elvira (1998), que estudia la analogía como dispositivo autónomo, la discusión en este dominio se ha desplazado más hacia una imbricación estrecha entre morfología y fonología hasta el punto de reducir la primera a la segunda (por ejemplo, Maiden 2009 explica los verbos defectivos únicamente a partir de restricciones fonéticas). Es en el dominio de la morfosintaxis en el que se ha producido la divergencia de enfoques suficiente como para dar lugar a debates fructíferos. Veamos si es posible aclarar un poco el paisaje y sus movimientos. Por un lado, podemos distinguir el brazo diacrònico de dos teorías lingüísticas de alcance general. La primera, la gramática generativa derivacional en su versión Principios y Parámetros 8 ha dado lugar a un tipo de trabajos publicados con cierta regularidad que buscan más integrar los resultados de la diacronia en el programa generativista que resolver problemas específicos. Ello no quita que haya propuestas conceptuales de tipo explicativo, como la «cue-based acquisition» y la «atracción paramétrica» de Lightfoot (1999), o el «relabeling» de Withman (2000), pero en lo que concierne al tratamiento de los datos, las deficiencias justificacionistas son tan clamorosas como las que se le puedan atribuir a Tekavcic 9 . Hay, con todo, autores de adscripción generativista menos condicionados por el marco teórico y que contribuyen a una confrontación entre enfoques, como veremos más adelante. Asimismo, hay trabajos (escasos) como el de Rouveret (2004) sobre los clíticos en francés antiguo que muestran que es posible reunir un máximo de formalización y de
8
9
Lamentablemente, no es posible aquí esbozar siquiera las grandes líneas de Dalbera, pero sí hay que pararse a decir que su propuesta debe mucho a la adopción de una metodología específica basada en el establecimiento de redes dialectales muy finas en las que enfoque semasiológico y onomasiológico se complementan. Las otras gramáticas generativas, no derivacionales, designadas como "de unificación" han dado poco en teoría y aún menos en metodología. Se puede citar, por ejemplo, Butt y King (2001) y el intento más bien voluntarioso de Vincent (2001) en ese mismo volumen de mostrar las posibilidades del modelo LFG. Sin ir más lejos, en su reseña de Lightfoot (1979), Warner (1983) muestra que el razonamiento conceptualmente aceptable del primero sobre la evolución de la sintaxis de los verbos psicológicos en inglés no resiste en absoluto a una confrontación con los datos extraídos de un corpus. Raros son, de hecho, los autores en este campo que se preocupan por la validez empírica, razón por la cual merece la pena mencionar los trabajos de Kroch (1989, 2003). En el segundo texto citado, Kroch propone como única solución metodológica para corrobar las hipótesis diacrónicas el recurso al anacronismo, es decir, a la analogía controlada con situaciones evolutivas actuales y, en consecuencia, observables. He discutido este aspecto en Barra Jover (2007).
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MÉTODO Y TEORÍA DEL CAMBIO LINGÜÍSTICO: ARGUMENTOS EN FAVOR DE UN «MÉTODO IDIOLECTAL»
exploración teórica general, una respuesta a un problema diacrònico preciso y una meticulosidad filológica apreciable. Lamentablemente, los casos son contados. El segundo brazo diacrònico reconocible es el del funcionalismo tipológico. En su dimensión tipológica, el resultado más conocido es el volumen de Harris y Campbell (1995), cuya propuesta se limita a reducir el cambio sintáctico a tres procesos: reanálisis, extensión y préstamo. La única novedad conceptual es la defensa de la hipótesis de que el préstamo sintáctico es posible sin ninguna restricción de compatibilidad tipológica, como las trazadas por Moravcsik (1978), que lo limite. A parte de ello, desde el punto de vista de los datos utilizados para justificar la mayoría de las afirmaciones, la metodología es, como poco, precaria y frecuentemente apoyada en la valoración desproporcionada (más bien imprudente) de ejemplos anecdóticos de segunda mano10. El funcionalismo tipológico puede también considerarse el terreno que ha permitido el desarrollo de la teoría de la gramaticalización, aunque no su origen. Pero antes de abordar este punto, nos queda mencionar, aunque sólo sea de pasada, otras vías seguidas por los trabajos en morfosintaxis diacrònica. Desde el punto de vista generativista, hay intentos de modelización computacional de una presunta competición entre gramáticas (Nigoyi 2007) cuyo mérito principal es el de defender la idea de que el cambio se produce por necesidad, sin que los factores externos sean la causa desencadenante; postulado que iría en dirección opuesta a la primera reacción al modelo estructuralista, la de Weinrich et al. (1968), texto de referencia para un enfoque variacionista del cambio a partir de factores externos sociolingüísticos o simplemente interactivos al que se puede atribuir el mérito de haber introducido la cuantificación rigurosa como principio metodológico. Citaremos, para terminar, la existencia de intentos poco fructíferos de proponer la adopción de un metodología similar a la de las experiencias en psicolingüística, como Berg (1998) y, de modo más particular, hipótesis que, aunque orientadas a la explicación de la emergencia de los criollos, pueden ser leídas de modo más general (Mufwene 2001 es el mejor ejemplo). Tras este breve recorrido, podemos detenernos en la segunda rama diacrònica del funcionalismo tipológico, la teoría de la gramaticalización, sin duda la más fructífera aunque 10
D a d o que, de nuevo, la crítica puede parecer inútilmente severa, es légítimo reclamar un ejemplo elocuente. En (ibid.: 6 5 - 6 6 ) , los autores abordan someramente el más que frondoso terreno de la e v o l u c i ó n de las interrogativas en francés y ofrecen c o m o ejemplo de reanálisis la aparición de una marca postverbal ti (cuyo origen sería la t ya étimológica ya epentética de que dit-il ? o de que mange-t-il ? respectivamente). Ahora bien, decir que tal marca ( c o m o en tu vas ti ? '¿vienes ?' que aparece en ciertos dialectos de Q u e b e c ) "was extended, gradually b e c o m i n g a general interrogative particle" (.sic) en francés es simplemente inaceptable. Evidentemente, la pregunta que uno se hace es qué pueden valer entonces los ejemplos sueltos de los cientos de lenguas invocadas c o m o argumento, algunas de las cuales n o se prestan así c o m o así a una verificación por parte del lector.
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sólo sea desde el punto de vista de su difusión. No vamos a entrar aquí en una discusión sobre los postulados de una idea que, tempranamente esbozada por Meillet (1912) como la simple descripción de un proceso, ha alcanzado desde la extensión que le dio el trabajo de Hopper y Traugott (1993) el estrato de teoría general con fuerza causal (véase Garachana 2012 para una síntesis prospectiva personal lúcida e ilustrada). No ha lugar, antes que nada, entrar aquí en tal o cual crítica conceptual, porque lo esencial de nuestros objetivos no quita que demos por hecho algo evidente: la teoría de la gramaticalización ha alcanzado un grado de implantación tal en los tratados sobre el cambio morfosintáctico (cf., por ejemplo, Elvira 2009) que no es lícito discutir sobre ella en términos de verdadera o falsa". Lo más interesante es observar su «fuerza heurística», es decir, cuál es el tipo de dinámica que la hace avanzar y la mantiene viva. Lo primero que cabe decir es que la teoría de la gramaticalización no ha desarrollado protocolos propios de validación y se mantiene o en la esfera justificacionista o en la demostración por cuantificación a partir de corpus. Ello viene a decir que las «anomalías» que hacen progresar la teoría no son internas (resultados empíricos que no corroboran las hipótesis puntuales) sino externas (problemas conceptuales, por supuesto basados en su mayoría en casos documentados, que marcan sus zonas frágiles). Así, la fuerza de este marco es su capacidad para absorber estos elementos perturbadores e incluso para unificarse con otros modelos explicativos. No vamos a recorrerlos todos, sino a mencionar ejemplos de esta capacidad dialéctica. El primer caso ejemplar es el de la «perturbación» introducida por Lass (1980, 1990, 1997) y su concepto de «exaptation» (que podríamos traducir como 'reciclaje'). El segundo, es el problema de la «gradience» expuesto por Aarts (2007). El tercero es el de los avances del modelo generativista como alternativa. En los dos primeros casos, dos textos (Traugott 2004 y Traugott y Trousdale 2010) proceden a lo que podríamos denominar «reducción» de los conceptos aparentemente díscolos a problemas que pueden tratarse en términos de gramaticalización. En cuanto a la gramática generativa, se han dado intentos de convergencia ya sea mediante la elaboración de teorías unificadoras, como el «analogy-based learning mechanism» de Fischer (2007) (la autora habla de «reconciliación»), ya sea mediante la reformulación en términos conmensurables de los conceptos generativistas (Roberts y Roussou 2003). Y sea causa o efecto, sea fructífero o empobrecedor, es difícil proponer modelos alternativos que no sean reformulables en sus términos. Sin embargo, sí es lícito 11
Quizá valga la pena aclarar con un ejemplo de otra índole esta afirmación: puedo estar en desacuerdo frontal con la terapia psicoanalítica, pero no tiene mucho sentido decir que la teoría psicoanalítica es falsa o errónea cuando el que lo dice es incapaz de prescindir de la noción de "inconsciente" o de "complejo" para hablar del comportamiento humano. En otras palabras, lo importante de una teoría científica es su implantación y no un pretendido valor de verdad. La mecánica newtoniana no ha perdido un ápice de implantación por mucho que se pueda decir que, desde un punto de vista astrofísico o atómico, es "falsa".
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MÉTODO Y TEORÍA DEL CAMBIO LINGÜÍSTICO: ARGUMENTOS EN FAVOR DE UN «MÉTODO IDIOLECTAL»
plantear su fundamento metodológico a la hora de proceder a demostraciones, en la medida en que el único dispositivo aparentemente no justificacionista del que se vale es la cuantificación a partir de corpus cuya extensión y versatilidad actuales parecen dotarles de una fuerza demostrativa aparentemente indiscutible. En lo que sigue, vamos a poner en duda este poder de la única manera que parece aceptable, a saber, proponer una alternativa y observar sus efectos. No se trata, así pues, de criticar la teoría (ni esta ni otra), sino de poner de manifiesto que entre sus cualidades no figura la de haber desarrollado protocolos que permitan formular hipótesis falsables, cosa que no tiene nada que ver con que las hipótesis sean impecables desde el punto de vista conceptual y argumentativo.
2 . SOBRE EL MÉTODO IDIOLECTAL
Como queda dicho desde el principio, la elaboración de una metodología de corroboración empírica no se puede llevar a cabo sin que se produzcan consecuencias sobre el modo de razonar sobre los procesos estudiados. Ello no quita que a la larga pueda darse la impresión de que la articulación entre modelo conceptual y método haya seguido el orden inverso y, dada la intención de este texto, parece apropiado proceder a una presentación que lo evite. De ahí que me parezca necesario adoptar un punto de vista cronológico que dé cuenta de cómo lo que empezó como una simple respuesta a un problema preciso en un trabajo preciso acabó yendo mucho más lejos de lo previsto.
2.1 ¿Cómo demostrar que «A porque B» en diacronía? En Barra Jover (2002) se formulan cuatro hipótesis sobre la evolución de las subordinadas introducidas por que en español, dos de las cuales conciernen las construcciones prep + que y adv + que. La idea esencial es que la aparición de los primeros casos de, por ejemplo, para que, sólo podía tenía lugar cuando el uso de la preposición reunía dos condiciones independientes que podían considerarse evoluciones léxicas «triviales» en la medida en que sólo se trataba de una condición semántica (la preposición debía tener una interpretación estable independientemente del sintagma que rigiera) y una condición de selección (la preposición debía poder seleccionar un sintagma nominal definido cuyo núcleo fuera un nombre que designara un proceso, como su destrucción)12.
Tales evoluciones son triviales en
la medida en que no transgreden o introducen reglas, mientras que la introducción de una subordinada es una innovación no trivial en la medida en que puede transgredir una regla. La 12
La presentación aquí es somera y se limita a los casos de subordinación adverbial, aunque la hipótesis se extiende sin reformulación a los casos de régimen verbal preposicional como contar con que.
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hipótesis se podía argumentar conceptualmente y apoyarse en ejemplos actuales sin dificultad, y permitía dar cuenta de por qué para que sólo da ejemplos a partir del siglo XIV y sin que del XV, a pesar de que ambas preposiciones pudieran aparecer con infinitivo desde los primeros textos. Pero el problema era demostrarla con el material histórico en la mano. Y cuando digo «demostrarla» hago referencia a la idea de proceder a su corroboración de manera que los resultados obtenidos pudieran también refutarla. El recurso a una masa de datos obtenidos gracias a lo que llamaré de ahora en adelante un «hipertexto», es decir, un corpus masivo (más o menos grande, informatizado o no) obtenido gracias a la adición de textos de autores diferentes, no resultaba satisfactoria por la simple razón de que la ausencia de la secuencia X en un corpus no quiere decir que la secuencia no sea posible. Asimismo, el hecho de encontrar en, pongamos, un grupo de textos del siglo en el que aparecen los primeros casos, un cierto grado de concordancia entre ejemplos de las condiciones y ejemplos de la construcción con que no tenía valor probatorio, ni siquiera cuantitativamente. Evidentemente, la dificultad venía de algo elemental: nunca podremos acceder a la certidumbre lógica de que los locutores del pasado no podían producir la secuencia X por mucho que no la encontremos en sus textos. Y el problema coge peso cuando estamos trabajando en la etapa de las primeras apariciones. Ante una dificultad de este tipo, la posibilidad contemplada fue la de recurrir a un protocolo experimental que pudiera producir resultados negativos, a saber, reformular la hipótesis como un condicional que incluyera dos variables correlacionadas y que fuera interpretable como prueba si se acumulaban resultados positivos. La formulación fue la siguiente: si un locutor dado en un fragmento lo suficientemente largo como para ser considerado una muestra válida de su idiolecto 13 produce, por ejemplo, al menos un caso de para que, ese mismo locutor tiene que producir al menos una caso de para que reúna las condiciones que la hipótesis enuncia como necesarias. Es decir, la hipótesis «A es posible porque B es posible», se reformula como el condicional «si A entonces B en un texto del mismo autor». El interés evidente es que un número reducido de textos, treinta, por ejemplo, que como hipertexto son una muestra ínfima de la producción de ocho siglos, se convierte en el terreno de un experimento que se repite treinta veces. Si los resultados son favorables (a pesar de todos los «accidentes» o «trampas» potenciales) se puede hablar de demostración, más que nada porque puede haber resultados desfavorables (A aparece y no B en el mismo texto) que obliguen a rechazar la hipótesis. Añadamos a ello que la condición de la
13
Para ser precisos, la decisión convencional era de un mínimo de 100 páginas de prosa o 3000 versos.
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replicabilidad se cumple y que la hipótesis nunca puede declararse definitivamente probada. Poco importa aquí que en el trabajo citado los resultados fueran favorables, lo interesante es cómo lo que en principio no era más que un procedimiento adoptado para un fin preciso acabó siendo el germen de una reflexión sobre el cambio lingüístico.
2.2 Efectos secundarios no tan secundarios Los resultados obtenidos se prestaban a ser observados no sólo cómo una demostración sino también como un objeto de reflexión en sí mismos. Lo primero que llamaba la atención era que una situación que podía parecer una anomalía o un accidente era completamente interpretable: una innovación no trivial (para que, por ejemplo) podía aparecer en un texto o dos y después tardar medio siglo o un siglo en volver a hacerlo en otro autor. En otras palabras, no es la secuencia X la que se difunde, sino un conjunto de condiciones que debe reunir la gramática de un locutor para que la produzca, lo que viene a decir que las gramáticas individuales que cohabitan en un periodo pueden ser sustancialmente distintas y que lo que consideramos la gramática «social» de una época es una especie de ilusión intersubjetiva accesible únicamente para los locutores coetáneos (cf. Barra Jo ver 2010a para un desarrollo de esta idea). Dicho más llanamente: la gramática social de un tiempo pasado nos es inaccesible y lo más que podemos conocer son ciertas propiedades correlacionadas de la gramática de un locutor x en un momento t. Y las cosas van más lejos, puesto que podríamos decir que el conjunto de reglas explícitas o explicitables que aceptamos como la descripción válida de la gramática de una lengua dada representan un proporción ínfima de las reglas interiorizadas por cada locutor, reglas que pueden ser, sobre todo cuando se trata de una innovación, «personales». Ante este panorama, la evolución de una lengua debe abordarse de un modo relativamente antideterminista y no teleológico puesto que la convergencia de las gramáticas individuales hacia una innovación es un proceso mucho más complejo que la simple difusión por propagación imparable de tendencias fruto de fuerzas externas. Y surgen nuevas preguntas que pueden ayudarnos a comprender y abordar las cosas de otra manera. La primera es cómo cohabitan las gramáticas individuales de manera que se pueda producir la ilusión de una gramática social única percibida como entidad estable con un cierto grado de variación y que, al mismo tiempo, tengan lugar grandes convergencias y, en consecuencia, saltos cualitativos, sin que los locutores perciban la existencia de procesos en marcha o rupturas. La segunda es si la inestabilidad es el estado natural permanente que se nos escapa por mucho que una lengua haya alcanzado un estado cultural de normativización. La tercera es si todo esto no nos 272
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permite comprender mucho mejor cómo se produce el cambio lingüístico, en la medida en que podemos observar metódicamente la relación aparentemente antinómica entre variación y convergencia, normativización y evolución. Mi propia respuesta a estas preguntas la he esbozado a través del concepto de «variantes invisibles» (Barra Jover 2009 y 2011). Dos cosas deben quedar bien claras: una, no se trata de una nueva teoría del cambio sino de la simple modelización del proceso de extensión de un cambio, y dos, el tratamiento de la emergencia de X como variante invisible es operacional y no definitorio. Rápida e informalmente puede caracterizarse este punto de vista a partir de una serie de postulados simples: a) Los locutores poseen un dispositivo que permite producir más «salidas» que las acogidas en la gramática social. b) En consecuencia, los locutores pueden producir constantemente, para una «función» cualquiera (fonema, régimen verbal, construcción del tipo x) variantes invisibles innovadoras en todos los niveles: una variante invisible se describe como una variante que ni el locutor ni el interlocutor percibe o controla como variante de una función14. c) Un porción limitada de variantes invisibles pueden «cuajar», es decir, emerger (propagarse) como variantes alternativas a la dominante y desplazarla. Pueden convertirse, en consecuencia, en variantes visibles. Pero puede(n?) también emerger y después desaparecer; o emerger, permanecer, pero no imponerse. Las variantes relegadas pueden simplemente desaparecer, pero también pueden persistir periféricamente (marcadas diastrática o diatópicamente) o reciclarse. Se trata simplemente de un modelo sobre el cómo de un proceso, en la medida en que la respuesta o la pertinencia de la pregunta «¿por qué la variante X aparece y emerge y no otra?» queda abierta. Su aspecto más innovador reside en el hecho de que trata como un fenómeno revelador, lo que puede parecer espúreo en otros modelos: las innovaciones que no se imponen y retroceden (por ejemplo, el imperfecto en -ie) y, sobre todo, la «inestabilidad estable», es decir, la situación en la que la variante innovadora y su predecesora permanecen durantes siglos como variantes invisibles de la misma función (por ejemplo, imperfectos de subjuntivo, leísmo, subida de clítico, Verbo (+ prep) + que, pretérito indefinido y perfecto en ciertas regiones, entre otros). Este último tipo de situaciones o no se observa, o se relega a la sociología o se explica a golpe de axioma: si hay dos formas es que hay dos funciones. Creo, sin embargo, que estas situaciones pueden ser apreciadas de otra manera si se observan con la 14
La diferencia conceptual y operacional entre variante invisible y los, en apariencia, términos que ya dan cuenta de ella en sociolingüistica está argumentada en Barra-Jover (2011).
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MÉTODO Y TEORÍA DEL CAMBIO LINGÜÍSTICO: ARGUMENTOS EN FAVOR DE UN «MÉTODO IDIOLECTAL»
metodología idiolectal y, gracias a ello, pueden ayudarnos a comprender mejor la enorme complejidad de la vida y evolución de las lenguas. Y, sobre todo, permitirnos afirmar algo aparentemente poco aceptado: los locutores de una lengua nunca experimentan
los
«problemas» o «lagunas» o «desequilibrios» a partir de los cuales los lingüistas explicamos los cambios. Probablemente porque no son tales 15 . De hecho, el español ofrece, desde este punto de vista, una situación precisa y preciosa, la inestabilidad morfológica desde la Edad Media de los pronombres objeto, conocida como «leísmo» y «laísmo». Vamos a hacer de esta inestabilidad, en las páginas que siguen, un ejemplo de la aplicación del método idiolectal.
3 . L A INESTABILIDAD ESTABLE DE LOS PRONOMBRES OBJETO
La primera razón que hace de los pronombres objeto un caso ejemplar es que ilustran de manera patente la pertinencia de la noción de variante invisible y sus tres facetas: a) Un locutor dado puede producir, como veremos enseguida, variantes invisibles incluso en los casos en los que pretende o parece ejercer un control voluntario sobre la función en cuestión. b) Las variantes invisibles no son necesariamente bidireccionales entre locutor y receptor. Por ejemplo, para un no laísta el laísmo de un locutor puede ser visible, pero para un laísta la forma etimológica no lo es. c) Un observador avisado y vigilante puede no ver las variantes. Este último punto es esencial no sólo para confirmar su carácter invisible, sino para orientarnos sobre la manera de interpretar los elementos extraídos de los textos controlados (por ejemplo, por correctores). Un ejemplo particularmente revelador nos lo ofrece la edición fascímil de El
Camino
[Delibes]. El editor presenta cotejados el manuscrito y su transcripción paleográfica. Con todo, como puede verse en el anejo 1, ello no le impide «corregir» involuntariamente laísmos en varias ocasiones.
15
Los resultados de dos t r a b a j o s consagrados a la pérdida de la -s de plural en francés oral (Barra Jover 2 0 0 9 y 2010b) permiten afirmar q u e la interpretación teleológica clásica, a saber, u n a perturbación fonética p r o d u c e una reacción morfosintáctica d e protección del sistema, no se tiene de pie: en francés todo un dispositivo alternativo y cohérente de plural n o m i n a l surge p o r e m e r g e n c i a independiente y dispersa de nuevas reglas locales y su confluencia ulterior en una regla general sobre el plural nominal antes d e la desparición d e la - i coda, cosa que n o sucede en ningún dialecto del español y que p u e d e explicar q u e la situación, aparantemente próxima, en francés y en los dialectos andaluces, no sea directamente c o n m e s u r a b l e (véase, a s i m i s m o , a este propósito, Barra Jover 2012).
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3.1 Sobre causas e historia Como queda dicho, no entra en nuestras intenciones hablar del porqué sino del cómo. Por ello nos abstendremos de examinar y enjuiciar las diferentes hipótesis causales que se han ido defendiendo desde el trabajo de Cuervo (1895). Dado que cualquier intento de síntesis somera corre el riesgo de producir lagunas, vale más reducir todo a un simple comentario: todas las hipótesis emitidas sobre el origen de la inestabilidad son conceptualmente aceptables aunque ninguna sea demostrable 16 . La razón esencial es de orden comparativo: todo aquello que podría «desestabilizar» el sistema existe en otras lenguas romances sin hacerlo 17 , al mismo tiempo que una barrera morfológica infranqueable del castellano no resiste empíricamente a una explicación funcional: el lo preposicional te lo dije nunca se ha visto afectado por la extensión de le mientras que en francés le designa persona, objeto, materia, cualidad y proposición sin ningún «problema» de interpretación y, por supuesto, sin que los locutores perciban el mínimo riesgo de confusión. En cuanto a la evolución histórica, nos limitaremos a mencionar los elementos cronológicos facilitados por los textos literarios y que dan lugar a preguntas: 1. En la Edad Media aparecen desde el Cid los primeros ejemplos de leísmo de persona 18 . Los ejemplos de Lapesa (1968) muestran sin necesidad de argumentación que se trata de variantes invisibles en la medida en que para prácticamente cada verbo dado que aparece con LHS se ofrece un ejemplo de EHS 19 o de EHP1. Los casos de laísmo no se empiezan verdaderamente a extender hasta el siglo XVI 20 .
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Evidentemente, no se trata de despachar en una frase todo lo que se ha escrito, sino de evitar aquí, dados nuestros objetivos y el escaso espacio disponible, un tratamiento ligero e inevitablemente desigual de la bibliografía. En un trabajo específico en preparación del que se han extraído los casos evocados más adelante se procede, por supuesto, a la síntesis indispensable. Por ejemplo, los verbos psicológicos en francés pueden regir dativo (ça lui plaît) o acusativo (ça le dégoûte) sin que exista la menor posibilidad de confusion en los locutores nativos. En español, en cambio, incluso los locutores "etimológicos" más puntillosos, como Pérez Reverte, titubean con estos verbos. Serán utilizadas desde ahora las abreviaturas o etiquetas siguientes: EHS/P1 (etimológico OD humano singular/plural), LHS/P1 (leísmo OD humano singular/plural), ECS/P1 (etimológico OD cosa singular/plural), LCS/P1 (leísmo OD cosa singular/plural), Antilaísmo (uso etimológico de le/les dativo femenino, Laísmo (uso de la!las como dativo femenino). Para ser más precisos, entre los 38 verbos sin precedentes latinos de dativo recogidos por Lapesa (1968), 9 proporcionan pares claros de variantes invisibles en la medida en que el contexto es prácticamente el mismo. Por ejemplo: "en el hombro lo saluda" (Cid 1519) / "et despues le saludo" (Cid 3034). La situación es más o menos la misma para otros idiolectos medievales examinados (AlfonsoX, Ayala, JManuel, JRuiz, LucasFdez, Mena, Reyes) Por ejemplo, un caso en Rojas 36: "podria/a yo hablar".
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2. Entre el XVI y el XVII se produce una verdadera explosión del leísmo y laísmo 21 . Con todo, no hay locutores que lleguen a constituir un idiolecto sin variantes y no todos dan casos de laísmo (por ejemplo, no hay en Tirso). 3. A partir del XVIII se produce una suerte de «frenazo» en la extensión de las variantes no etimológicas, sobre todo en cuanto al laísmo. Puede suponerse que las variantes pueden ser visibles y que hay diferencias notables entre idiolectos. Durante el siglo XIX se percibe une inestabilidad en dos dimensiones: por un lado, hay autores que aparentemente permanecen en la variante invisible no controlada aunque pueda dominar la forma etimológica o la no etimológica; por otro lado hay autores que interpretan las variantes y producen gramáticas (verdaderamente) personales. 4. A partir del XX se observa una aparente reacción normativa etimológica frente al LHS/P1 pero no generalizada. Siguen manteniéndose las variantes (que escapan al control más férreo) y hay también idiolectos que persisten en la alternancia no controlada incluso del laísmo y en los que domina el LHS. En todo caso, lo que salta a la vista es que no hay una irrigación o una presión permanentes, ni siquiera «salpicaduras» ocasionales. El método idiolectal permite detectar correlaciones estables que tienen la ventaja de asociar emergencia y difusión y, sobre todo, de permitir hacer predicciones que pueden ser explicadas. Además, puede proporcionarnos elementos para argumentar que el frenazo del laísmo no se debe a la simple presión normativa (Delibes no pasa precisamente por ser un escritor pintoresco o una curiosidad), aunque no se pueda negar su peso. De hecho, tal frenazo, bien visible forma parte de las preguntas a las que me gustaría poder responder.
3.2 Bastantes preguntas y algunas respuestas Entre las muchas preguntas que podríamos hacernos, vamos a retener aquí las cuatro que mejor ilustran la pertinencia del método idiolectal: a) ¿Hay una lógica dentro de las gramáticas internas que permita al menos predecir que tal o cual autor no va a producir tal o cual cosa ? b) ¿Hay algún factor demostrable que explique la explosión leísta y sobre todo laísta del XVI? c) ¿Hay alguna razón demostrable que explique el frenazo antilaísta ? d) ¿Hay alguna razón demostrable que explique el frenazo del leísmo de cosa ? 21
Al menos en los idiolectos examinados: Abecerraje, Garcilaso, Góngora, Gracián, Lope, PicJustina, Quevedo, StTeresa.
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Veamos los elementos que permiten ser optimistas respecto a las respuestas a estas cuatro preguntas (y quizá no sea inútil repetir que para la gran pregunta «¿por qué aparecen leísmo y laísmo en castellano y no en otras lenguas ?» no creo que haya respuesta demostrable). Para empezar, es fácil comprobar que no existe la nebulosa incontrolable de posibilidades idiolectales que podrían sugerir los porcentajes de un hipertexto. Los idiolectos se dejan organizar, por mucho que se mantengan variantes invisibles, en tipos predictibles en cuanto a su comportamiento y, lo más interesante, tales tipos no son necesariamente fruto de una evolución temporal o de una fragmentación geográfica (y aún menos diastrática, puesto que sólo utilizamos textos literarios) sino que se pueden encontrar a través de los siglos y de las regiones. En consecuencia, salta a la vista cuándo la gramática de un locutor presenta una originalidad bien propia, quizá incontrolada como en el caso de Isla, que usa lo como dativo masculino incluso con verbos de lengua (1) o completamente meditada (es decir, en tanto que variante visible), como el leísmo de cosa (2b) de Valera (cuya anomalía se debe a que no responde a las correlaciones «naturales» que veremos enseguida), además de no ser constante a pesar del control del autor22 (2c). (1)
(2)
Y, vuelto a Antón Zotes y a su mujer, los dijo muy ponderado: —Señores hermanos, no tienen que arrepentirse de lo que han gastado con el maestro de Villaornate, porque lo han empleado bien (Isla 2). a. Le había visto (Valera 146) (LHS: se mantiene en cientos de oportunidades). b. No he salido del lugar y de las amenas huertas que le circundan (Valera 141) (constante pero con variantes LCS como 2c). c. luce hoy un magnífico manto (...). Pepita es quien lo ha costeado (Valeral84).
A parte de casos como estos que llamaremos «inconsecuentes» y sobre los que volveremos al final ya mejor equipados para explicitar su carácter anómalo, se pueden distinguir los tipos siguientes: 3.2.1 Tipo etimológico En lo que a la península se refiere (y me parece imprudente hacer afirmaciones sobre el español de América a partir de ejemplos dispersos23), el tipo que llamamos etimológico, es
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Tal control sólo se ejerce sobre el singular y por razones explícitas. Valera, en una carta dirigida a Heriberto García de Quevedo las enuncia con proselitismo: "Asimismo, quisiera que adoptases constantemente el le en lugar del lo, como acusativo del pronombre él\ de esta manera se conserva sin confusión el primor que a nuestra lengua presta el pronombre neutro lo, que hace a veces relación a frases enteras, y que por su misma vaguedad es en extremo filosófico y comprensivo. Porque, verbigracia, con lo vi puedes significar que viste todo lo posible, mientras que con le vi, no das a entender sino que viste un objeto determinado. Galiano con estas y otras reflexiones, me convirtió al le, espero que tú te conviertas ahora" (citado por el editor, p. 146, nota 15). Así, se ha podido decir que hay en español de América casos de "leísmo femenino". Es, sin embargo, más que difícil interpretar el pretendido fenómeno a partir de cuatro ejemplos dispersos. En la treintena de textos españoles trabajados no es raro que los autores con variantes laístas que intentan controlarse normativamente
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decir, EHS/P1, Antilaísmo y ECS/P1, se implanta en algunos autores (al menos como objetivo) a partir del XVIII (Jovellanos, por ejemplo) y parece bien extendido en la actualidad, sobre todo en la segunda mitad del XX, pero nunca en situación de estabilidad completa, dado que el EHS no llega nunca a ser interiorizado como invariante. Dos idiolectos examinados lo muestran claramente. Así, Buero se mantiene en el sistema etimológico, pero ello no impide que incluso en las acotaciones se le escapen casos de LHS con mirar, verbo que aparece con lo en decenas de ocasiones (tal vez se podría añadir un ejemplo con lo). Por ejemplo: (3) (4)
Después de mirar/e fijamente (Buero 257). Las palabras de Mario le detienen (Buero 267).
Asimismo, Pérez Reverte, cuyo personaje Corso recrimina en un pasaje dado a un librero su leísmo, no se salva de algún que otro desliz: (5) (6)
Le complacía la paz conseguida (Pérez Reverte 52). bebiendo vino sin imaginar lo que les espera (Pérez Reverte 397).
Se puede así asumir como imagen de fondo que el sistema etimológico, en la actualidad, en la península y en lo que concierne al EHS, no existe como gramática interiorizada exenta de variantes invisibles LHS. La razón parece sencilla: ningún locutor está expuesto a stimuli lo suficientemente homogéneos como para fijar sin alternativa el EHS. Veremos después como caso interesante el de Sánchez Ferlosio, cuya particularidad es precisamente la estabilidad de su EHS, asociada y no por la casualidad al hecho de que este autor no adquirió el español en España sino en Italia. Esta primera constatación nos lleva a lo que podríamos considerar el tipo más extendido.
3.2.2 Tipo no etimológico
standard
A fin de preparar el terreno para la descripción de este y los siguientes tipos, conviene ya enunciar la hipótesis en la que se fundan y que proviene de la constatación de correlaciones internas en las idiolectos. Una vez que salimos del sistema etimológico, observamos que no todo es posible sino que hay ciertas implicaciones. Así, no encontraremos leísmos de cosa (LCS/P1) en un autor antilaísta (salvo en casos artificiales como el referido de Valera), ni laísmos en un idiolecto en el que no dominen los LHS. Esta serie de implicaciones queda recogida potencialmente en la serie:
produzcan "ultracorrecciones". Por ejemplo, Unamuno parece antilaísta, pero se le escapan algunos laísmos como la dijo (Unamuno 146) y, sin duda por excesivo control, numerosas ultracorrecciones como le besó en los ojos (a ella). Nada que ver, pues, con un pretendido leísmo femenino.
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1. [LHS/EHS - > 2. [Laísmo/Antilaísmo] [3. LHP1/EHP1] - > 4.[LCS/ECS] - > 5. [LCP1/ECP1], que tiene varias especificaciones y que debe leerse como sigue: hay cinco fases, dos de las cuales (2 y 3) no son fáciles de ordenar de manera general en la cronología, como veremos enseguida. No hay fases «puras», siempre existe la posibilidad de variantes invisibles y lo que cambia es la proporción. La fase 1 consiste en la implantación del LHS como variante dominante frente al EHS. La fase 2, el laísmo como variante dominante o al menos igualada con el antilaísmo, sólo puede existir, pero no tiene por qué existir, si se da la fase 1 en el mismo locutor. La fase 3, en la que el LHP1 alterna con el EHP1 sólo puede darse (al menos hasta el siglo XX), en los locutores que están avanzados en la fase 2. La fase 4, LCS que alterna con ECS sólo se da en locutores avanzados en la fase 3 (por consiguiente en la 2 y en la 1 proporcionalmente). En otras palabras, no se puede ser leísta de cosa singular si no se es laísta y leísta humano de plural (por eso Valera, con su gramática fundada en la reflexión filosófica produce una quimera que se le escapa). Por último, la fase 5, es decir, la posibilidad de LCP1 sólo existe si las otras cuatro producen variantes invisibles con una buena proporción de la forma no etimológica. A partir de esta escala que tiene valor predictivo (aunque no sea fácil fundarla conceptualmente y ni lo vamos a intentar aquí) y puede ser refutada, el tipo no etimológico standard puede ser caracterizado en la secuencia: 1. LHS/(EHS) - > [2. Antilaísmo/(laísmo)] [3. EHP1/(LHP1)] - > 4. ECS/LGS - > 5. ECP1/LGW Es decir, y tomamos el ejemplo de Fernán Caballero, domina el LHS (7a), aunque con variantes invisible EHS (7b); domina sin discusión el antilaísmo pero salen dos casos de laísmo en variante invisible, como lo muestra (8a) en el que también se observa una ultracorrección (agarrándole) reveladora quizá de cierto control; domina sin discusión el EHP1 pero salen dos casos de LHP1 (8b): (7) (8)
a. Las fuerzas de Stein le abandonaron (FCaballero 55). b. lo abandoné a su suerte (FCaballero 228). a. Vera se llevaba a María (...) agarrándo/e por el puño con tanta fuerza, que parecía romperle los huesos, y diciéndo/a con voz ahogada pero firme:... (FCaballero 280). b. Los extranjeros se burlan de nosotros: tengan, pues, a bien perdonarnos el benigno ensayo de la ley del talión, a que les sometemos (FCaballero 42).
En este tipo pueden situarse los idiolectos de, por ejemplo, Pérez de Ayala, Unamuno, Torrente Ballester, López Pacheco.
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Cabe señalar que hay locutores, sobre todo desde la segunda mitad del XX, que se limitan a la fase 1 y sólo producen esporádicamente variantes invisibles EHS. Por ejemplo, Aldecoa (9), Alonso de Santos (a pesar del registro popular de sus personajes), Martín Gaite, Umbral: (9)
Podía haber una pareja de guardias esperando/«?. Podía haber simplemente guardias, y lo detendrían (Aldecoa 50).
3.2.3 Otros tipos no etimológicos Vaya por delante que lo que sigue no debe interpretarse como una tendencia histórica guiada por una fuerza teleonómica cualquiera. Los tipos descritos se encuentran en épocas y regiones distintas. Lo que nos interesa antes que nada señalar es la existencia de la implicación entre fases. El primer tipo que se aleja un punto (salto a la fase 4) del no etimológico standard es el representado en la secuencia: 1. LHS/(EHS) - > 2. Antilaísmo/Laísmo (S/Pl) < - > 3. EHP1 /(LHPl)-> 4. ECS/(LCS) - > 5.
LCPI
Y del que Bécquer, junto con Baroja, Nicolás F. Moratin, Moratin o Feijoo, es un buen ejemplo: domina el LHS, pero la variante EHS aparece más que anecdóticamente (10); antilaísmo y laísmo son variantes invisibles sin que la proporción sea interpretable (11); domina el EHP1 con el LHP1 como variante invisible no anecdótica (12a y b); domina el ECS con variante invisible LCS muy ocasional; no hay LCP1. Véanse los ejemplos: (10) (11) (12)
(13)
Ved lo... Dios le conserve en su silla... Vedlos... Cómo le siguen y le acompañan (Bécquer 231). [Pastorcita] ... y le dio el señorío de toda la raya y la mandó edificar una fortaleza (Bécquer 315). a. Cayó al otro día sobre sus contrarios y los desbarató (Bécquer 315). b. Apenas los oficiales dieron vista a la plaza en que se hallaba situado el alojamiento de su nuevo amigo, éste, que les aguardaba impaciente, salió a encontrar/es (Bécquer 382). ¡Cuidado que el órgano es viejo! Pues nada; él se da tal maña en arreglar/o y cuidar/e, que suena que es una maravilla (Bécquer 232).
El segundo tipo, que franquea la fase cinco, queda representado en la secuencia: 1. LHS/(EHS) - > 2. Laísmo = Antilaísmo (S/Pl) < - > 3. LHP1 = EHP1 - > 4. LCS/ECS - > 5. ECPL (LCP1)) Pereda, pero también Abencerraje, Lope o Miró, son buenos ejemplos: el LHS domina completamente aunque se deslicen cuatro casos de EHS (14), laísmo/antilaísmo (15) y LHP1/EHP1 aparecen como variantes sin proporción interpretable, el LCS aparece como
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variante invisible del EHC domínate (16) y, para terminar, hay dos casos de LCP1 frente a diez de EHP1. (14) (15)
(16) (17) (18)
a. le miraba miraba a hurtadillas (Pereda 148). b. lo miró asombrado (Pereda 152). a. La dio un golpe (Pereda 177)/dar/as una paliza (Pereda 203). b. le dio la tunda (Pereda 211)/En fin, que les dio el corazón que venía a lo de Silda (Pereda 100). [un vestido bueno] pero no quería estrenar/o sin la chaqueta y la boina [...]. Antes pudo haber/e estrenado; pero le tiraba mucho la Zanguina (Pereda 189). les acompañó Sotileza (Pereda 231 )/y acompáña/as a casa (Pereda 247). No apartaba los ojos de tía Sidora sino para poner/os en los humedecidos de Andrés (Pereda 208)/Volvió Cleto los ojos hacia tío Mechelín, y aparto/es de él en seguida (Pereda 180).
Lo importante es que la consolidación de la forma no etimológica en las fases 1, 2 y 3 parece inducir la extensión del LCS frente al ECS y, con ello, se dan las condiciones para el primer paso a la fase 5. El tercer tipo consolida la fase 5 y se puede representar como sigue: 1. LHS/(EHS) - > 2. Laísmo/(Antilaísmo) (S/Pl) < - > 3. LHP1 ~ EHP1 - > 4. LCS = ECS - > 5. LCP1 = ECP1 Todas las fases están consolidadas. La diferencia reside en el grado de implantación de la variante no etimológica, que domina en las fases 1 y 2 y aparece en proporción no interpretable en 3, 4 y 5. Este tipo corresponde al de Garcilaso, StTeresa y, con cierta particularidad, Quevedo 24 , pero es también el de un autor moderno como Delibes, que ofrece casos esporádicos de EHS como variante (19), aunque pueda haber casos de antilaísmo, es laísta (20), alterna LHP1 y EHP1 (21), LCS y ECS (22) y LCP1 y ECP1 (23): (19) (20) (21) (22) (23)
no le comprendía bien o no quería comprenderlo (Delibes 13). y que a las mujeres no las gusta besar la boca de un hombre en la oreja (Delibes 246). todo lo que se les ocurrió a las mujeres para evitar la catástrofe (Delibes 168). a. [tren] él le esperaba con los calzones bajados (Delibes 250). b. [dedo] y cuando lo sacó dijo:... (Delibes 258). a. los que les habían precedido (Delibes 327). b. los transportó al pueblo en su tartana (Delibes 319). [cinco duros] los baje (Delibes 268). si tiene cuartos o si no les tiene (Delibes 10]).
3.3 Esbozo de respuestas La primera pregunta que nos hemos hecho es sí había alguna lógica que permitiera hacer predicciones sobre lo que se puede encontrar en un idiolecto dado. Los casos examinados lo permiten, en efecto, dado que podemos anticipar, siempre a modo de hipótesis refutable, que 24
El problema con Quevedo es que presenta al mismo tiempo casos de dativo masculino como los de Isla.
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si un locutor produce un LCP1 es porque su sistema es enteramente antietimológico (sin olvidar que siempre existe la posibilidad de variantes invisibles etimológicas). Podemos también anticipar que un locutor que produzca casos de LCS es laísta. También va de suyo que no se puede ser laísta sin producir sistemáticamente LHS. Al mismo tiempo, podemos anticipar que se puede ser laísta sin producir LCS, por ejemplo. Otra cosa es ya proponer la hipótesis de que hay un umbral cuantitativo que desencadene el paso de una fase a otra. Es aceptable pero más difícil de demostrar puesto que el condicional sometido a test debería ser algo así como: «si un locutor ha avanzado a la fase X entonces ese mismo locutor presenta en la fase X - l una proporción equivalente de la variante etimológica y de la no etimológica». Posible, aunque con riesgo de empantanarse en el tratamiento objetivo de la proporción, sobre todo porque hay plurales, mucho más escasos, por medio. Hay, con todo, un aspecto poco claro en lo tocante a las fases de laísmo y de LHP1, en la medida en que no parece fácil establecer si se imbrican o si hay jerarquía. El factor que hace difícil la estimación es la escasa proporción de plurales. Aun así, una primera respuesta es posible si recurrimos a un factor cronológico que introduce una inversión en el X X . Idiolectos como el de Martín Gaite o Umbral dejan claro que puede haber casos de LHP1 sin que haya laísmo, cosa que no sucede en los siglos anteriores. Podríamos así concebir que habría dos periodos. En el primero, hasta el X I X , la serie corresponde a: 1. LHS/(EHS) - > 2. Laísmo/(antilaísmo) (sg/pl) - > 3. LHP1 = EHP1 - > 4. LCS = ECS - > 5. LCP1 = ECP1 Sin embargo, a partir del X X , 2 y 3 se invierten: 1. LHS/(EHS) - > 2. LHP1 = EHP1 - > 3. Laísmo/(antilaismo) (sg/pl) - > 4. LCS = ECS - > 5. LCP1 = ECP1 Es decir, un locutor del X X y del X X I puede producir LHP1 sin ser laísta, cosa que no sucede antes. Añadamos que la razón puede encontrarse en el frenazo del laísmo (tratado en nuestra tercera pregunta). En todo caso, lo que queda claro gracias a esta primera respuesta, en general, es que hay tipos naturales y, cuando encontramos excepciones, hay siempre una explicación sencilla y poco rebuscada que no hace más que confirmar su artificialidad. Así, el caso de Valera, ya visto, produce una serie inconsistente: LHS - 2. LCS (57, pero 14 ECS) - Antilaísta - EHP1 - ECP1
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Y ya hemos visto (nota 23) que se trata de una «decisión» que ni el mismo autor consigue imponerse, a la vista de sus catorce casos de ECS. Otro caso interesante es el de Sánchez Ferlosio, puesto que domina en su idiolecto el EHS (24) aunque haya casos contados de LHS, tanto en el narrador como en los personajes (25): (24) (25)
... A qué se mete en donde no lo llaman? En Madrid quisiera yo ver lo, al tío (SzFerlosio 68: personaje). a. ... y el otro día se me va la lengua mientras le afeito...(SzFerlosio 40: personaje 1). b. Le acosaba a ladridos (SzFerlosio 43: narrador). c. A ver si tengo el gusto de escuchar/e un ratito (SzFerlosio 79: personaje 2).
Sin embargo, aparecen laísmos, pero siempre en los personajes y de manera heterogénea, como muestran las tres líneas consecutivas: (26)
—¿Qu¿ P a s a a Lucita? —preguntaba Fernando. —La da vergüenza porque está muy blanca. Pero ahora le daba todavía más vergüenza tener que aparecer... (narrador) (SzFerlosio 45).
Es fácil comprender que el autor tiene oído para reproducir la lengua espontánea y que para él los laísmos son visibles, mientras que los leísmos no lo son. Por eso, dada su inmersión tardía en un medio hispanoparlante, que ha hecho de él un locutor «etimológico», el registro de sus personajes es inconsecuente y los que producen laísmos no son leístas de persona. La segunda pregunta concierne la explosión del leísmo y del laísmo en el XVI. La respuesta no puede extraerse directamente de los ejemplos vistos pero sí de otros factores que no puedo ilustrar aquí convenientemente pero que se prestan al establecimiento de correlaciones. En español se extiende a partir del XVI un proceso que podemos llamar «dativización», que no comparten todas las lenguas romances y que consiste en la incorporación como argumento dativo de un argumento que no forma parte de la estructura actancial del verbo. Por ejemplo, en lugar del no cabe en el coragon de mi amo de la Celestina (Rojas 28), el tenle bien esa mano de Lope de Vega (Lope 103) o le interrumpió el soliloquio (Unamuno 132). Lo importante es que es conceptualmente aceptable suponer que la dativización, y la anticipación del clítico que la acompaña en por ejemplo, fulmínesele
el
proceso/al marqués luego (Tirso 93), pueden incidir en la extensión del leísmo y del laísmo. Basta con detenerse en el hecho de que los verbos entender, oír, comprender, creer se prestan fácilmente a la dativización {no le entendía a Juan/a María lo que decía), lo que puede inducir a que en una frase como no la entendía el la pueda interpretarse como un dativo con un objeto interno. Pero más importante aún es el hecho de que hay una correlación cronológica. En Rojas no hay todavía este tipo de dativizaciones y sí las hay a partir de Santa 283
MÉTODO Y TEORÍA DEL CAMBIO LINGÜÍSTICO: ARGUMENTOS EN FAVOR DE UN «MÉTODO IDIOLECTAL»
Teresa y en el resto de los locutores leístas o laístas a partir de este siglo, es decir, a partir del momento de la explosión. No hay lugar en este trabajo para ello, pero es fácil constatar que hay en los idiolectos, incluso en los más modernos, una correlación cuantitativa entre leísmo humano/ (laísmo) y dativización «no normativa» (entiéndase por no normativa la de le creyó todo, frente a la normativa de le rompió la mano)25. La tercera pregunta concierne el frenazo laísta, que es de alguna manera la causa de la estabilización (inestable) del sistema no etimológico standard con sus variantes invisibles EHS y, como mucho, la posibilidad de LHP1 en variación con EHP1. Es difícil justificar la reducción del laísmo a actitudes estrictamente normativas, no sólo por razones generales (los cambios pueden ser imparables por mucha resistencia académica que se les oponga), sino también porque su retroceso no es general en la literatura del XIX y, sobre todo, porque el criterio de autoridad recurría naturalmente al Siglo de Oro. En otras palabras, no debía de ser tan sencillo proscribir un uso habitual de Garcilaso a Lope 26 . De ahí que sea lícito preguntarse si no hay una razón interna que pueda verificarse idiolectalmente y osar proponerla aunque tenga el aire un poco rebuscado. El razonamiento, paradójico, es el siguiente: la dativización, debido a la neutralización de la oposición entre OD y OI que puede introducir, es la causa de la extensión del acusativo masculino y del dativo femenino no etimológicos y, al mismo tiempo, de la extensión e implantación del clítico de anticipación del dativo (también tratado como «reduplicación»), que puede ser un fenómeno independiente en otras lenguas. Por otra parte, la anticipación produce lo que se ha descrito como una gramaticalización del pronombre dativo, el cual acabaría siendo una suerte de «aplicativo» cuya función no es referencial sino la de anunciar la existencia de una estructura triactancial y esto puede conllevar y conlleva la pérdida de los rasgos morfológicos de concordancia. Dicho con ejemplos, a) rompió el corazón a Luis es casi agramatical frente a le rompió el corazón a Luis, b) les contó cualquier cosa a sus amigos puede pasar entonces a le contó cualquier
cosa
a sus amigos. Hasta aquí las cosas son evidentes, pero podemos imaginar una consecuencia más, c) dado que las contó cualquier cosa a sus amigas no puede pasar a* la contó
cualquier
cosa a sus amigas sino a le contó cualquier cosa a sus amigas, podemos suponer que si un locutor interioriza el le aplicativo invariable este locutor no puede ser al mismo tiempo laísta
25
26
Por dar un ejemplo, las dativizaciones de Pérez Reverte o de Buero Vallejo, no leístas, son normativas, Por ejemplo, le iluminaba el rostro (Pérez Reverte 156), mientras que López Pacheco, leísta de persona con raros casos de EHS, no sólo las produce en gran número, sino también de manera no normativa. Por ejemplo, en dos páginas consecutivas, escurriéndole el caldo por la comisuras o le resiste la mirada (López Pacheco 20 y 21)Alvaro S. Octavio de Toledo y Huerta ha tenido la amabilidad de indicarme que pueden encontrase casos de correctores que reintroducen el laísmo en los siglos XVIII y XIX precisamente por el criterio de autoridad.
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puesto que su gramática contendría instrucciones contradictorias. Es otras palabras la misma razón que produce la difusión del leísmo y del laísmo da lugar ulteriormente a una regla que bloquea el laísmo27. Si todo se quedara en pura especulación, lo dicho merecería quizá el calificativo de «ingenioso pero demasiado rebuscado». Sin embargo, los primeros datos idiolectales (y reconozco que hacen falta más), apuntan en el mismo sentido y responden favorablemente al test: si un autor utiliza le por les tal autor no es laísta. Para empezar, el único idiolecto no laísta de los examinados para el XVII es el de Tirso y éste ofrece un ejemplo de le por les: (27)
Embarcarme quiero a España / Y dar le a mis males fin (Tirso 50).
En el XIX dos de los idiolectos no laístas (aunque pueda escaparse algún caso) contienen también ejemplos: (28) (29)
le parecen a ustedes los demás bastos / para cortar/e a usted y a don Federico el ombligo (Fernán Caballero 146). Con la hechicera que le trae y lleva chismes y recados a los mozos (Pardo Bazán 839).
Y ya en el XX, uno de los idiolectos en los que el LHS es absolutamente dominante mientras que el laísmo no aparece, presenta varios casos de le por les, uno muy claro siendo: (30)
Dar le de comer a los cerdos, a las gallinas (López Pacheco 20)
Queda dicho: se trata de una simple hipótesis y hace falta mucho más material para demostrarla, pero la idea me parece aceptable y nos permitiría comprender no sólo la razón del frenazo del laísmo, sino también por qué (si la correlación se confirma) en ciertas regiones o en ciertos locutores puede seguir existiendo, con la consiguiente progresión hasta la fase 5. Y, lo más interesante, nos permitiría asumir hasta qué punto los elementos imbricados en un cambio
lingüístico pueden
entablar relaciones
complejas e incluso inducir reglas
contradictorias cuyo efecto es la inestabilidad estable o la posibilidad de bifurcaciones a partir de un punto clave. Así, si se adopta el le por les el laísmo se frena, si el laísmo no se frena, no se puede adoptar el le por les y, a partir de aquí hay una bifurcación clara entre dos sistemas con variantes. La cuarta pregunta está ya contestada si se aceptan las respuestas precedentes. La evolución hacia el leísmo de cosa queda frenada si se frena el laísmo porque, por una razón 27
Que la regla está implantada y que el le por les resulta invisible me quedó probado por el ejemplo siguiente: "Los estudios le amargan la fiesta a las salas de cine" (titular elpais.com 2 marzo 2011) que, cuando fue mostrado a varios locutores avisados, no produjo ninguna reacción hasta que les fue indicado el motivo de la pregunta. Vino entonces el "ah, claro" que suelen desencadenar las variantes invisibles que dejan de serlo.
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M É T O D O Y TEORÍA DEL CAMBIO LINGÜÍSTICO: ARGUMENTOS EN FAVOR DE UN «MÉTODO IDIOLECTAL»
que todavía no esta clara conceptualmente aunque creo que bien constatada en los idiolectos, sólo la consolidación de la fase laísta permite el paso a la fase LCS.
4 . A MODO DE CONCLUSIÓN
Dado que el apartado 3 no es más que un ejemplo presentado de manera superficial, no ha lugar aquí anunciar conclusiones firmes sobre la evolución de los pronombres átonos; otro trabajo más extenso e ilustrado en preparación asumirá la tarea. Lo único que espero haber mostrado es que existe la posibilidad de renovar los estudios diacrónicos sin necesidad de acumular revisiones teóricas. Basta con tratar el material de otra manera y los cambios conceptuales vendrán entonces naturalmente a partir de los resultados 28 . Lo que sí pongo aquí en cuestión es la consistencia de las argumentaciones justificacionistas a partir de cuantificaciones hipertextuales o de ejemplos felices. Creo también haber destilado a lo largo del texto una posición antideterminista y antiteleológica que libera del peso de la explicación de la causa primera y de todo axioma que, cumpliendo con su trabajo, se justifica a sí mismo por los resultados que él mismo produce. En otras palabras, es posible utilizar legítimamente el término «demostrar» pero ello exige limitar nuestras exigencias explicativas. Me gustaría, con todo, insistir en dos ideas y darles un poco más de forma. La primera se refiere a la riqueza de las gramáticas internas frente a la pobreza de las descripciones de las gramáticas sociales. El método idiolectal confirma la idea de que cualquier descripción explícita de una gramática social contiene un número ínfimo de reglas comparado con el que un locutor activa para producir un enunciado. Si se me permite una comparación, las reglas de una gramática descriptiva son comparables a la descripción que un físico puede hacer del lanzamiento manual de un objeto: valen para todo el mundo pero se reducen a magnitudes que el lanzador no calcula con precisión: masa, fuerza, coordenadas, distancia y, en el mejor de los casos, resistencia). Lo que el lanzador calcula es extenso: peso, forma del objeto, distancia, espacio para coger impulso, espacio libre alrededor, obstáculos, parábola en función de sus fuerzas en general y en el momento preciso, posición de los dedos, de la mano, del brazo, del tronco, de las piernas, de la cabeza, de la mirada y equilibrio, entre otras muchas cosas (todo ello sin acceso a las magnitudes). Y las instrucciones que su cerebro envía, sin calcular, a los músculos son innumerables y fruto de un largo aprendizaje una parte del cual puede ser consciente, es decir, fruto del entrenamiento, o no, es decir, fruto del mimetismo o del desarrollo personal de las capacidades potenciales. Algo así debe de suceder en nuestras 28
Iglesias (2012) es un ejemplo de ello. El problema clásico de la posición del pronombre en los complejos verbales tratado con el método idiolectal permite observar la situación actual de otra manera.
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gramáticas internas y nuestros trabajos sobre el cambio deben tener cuenta de ello para comprender mejor cómo entre tanta variedad idiolectal se produce una confluencia evolutiva, tan clara cuando miramos hacia atrás, que nos produce espejismos teleológicos. La segunda queda insinuada en el tratamiento del material a lo largo del tercer apartado pero no está de más extraerla y pulirla para terminar. Es fácil observar lo rudimentario del material que hemos presentado al lado del que despliegan los trabajos basados en hipertextos informatizados. Además, se trata de textos literarios consultados manualmente, ya en principio dudosos por la cantidad de perturbaciones que pueden introducir (mala transmisión, artificilidad de généro frente a la «verdadera» lengua, presión normativa ejercida incluso en la corrección de pruebas, azar en las apariciones de ejemplos, entre otros). Todo ello es cierto. Pero es lo que fundamentalmente hay para el pasado y más vale saber trabajar con ello sacándole partido y no percibiéndolo como un obstáculo y laméntandose de las lagunas empíricas. O, peor aún, dejándose atrapar por una frustración empírica que nos lleve a exigir corpus cada vez más extensos cuantitativa y cualitativamente o ediciones paleográficas que reproduzcan incluso la distancia entre palabras o los diferentes tonos de la tinta: en general, entrar en la paradoja de dónde está la Isla de más allá, que produce no sólo insatisfacción sino contradicciones, en la medida en que la extensión cuantitativa de los hipertextos no es compatible con un positivismo filológico sin límites; más bien lo contrario. Los «ruidos» pueden, al contrario, ser reinterpretados en elementos con contenido informativo elevado. Si, por ejemplo, vemos que, a pesar de toda la presión, a una serie de autores se les deslizan dos o tres laísmos (uno solo puede ser un accidente no interpretable) y ultracorrecciones podemos hacernos una idea de lo que sucede en sus gramáticas internas espontáneas. Si procedemos a tests con condicionales, poco importa el género del texto o la perturbación en la transmisión si la asumimos como un factor más. A fin de cuentas, el transfondo de la propuesta que precede es muy sencillo: lejos de estar estancada conceptualmente, la gramática histórica puede tener por delante un programa renovador si aceptamos que lo único que puede limitarla es un cierto conformismo metodológico.
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MÉTODO Y TEORÍA DEL CAMBIO LINGÜÍSTICO: ARGUMENTOS EN FAVOR DE UN «MÉTODO IDIOLECTAL»
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La lengua jurídica medieval: estado de la cuestión1 Pilar Diez de Revenga Torres (Universidad de Murcia)
1. LA LENGUA JURÍDICA, LENGUA DE ESPECIALIDAD
Cuando intentamos aproximarnos al estudio de un estado de lengua medieval nos encontramos fundamentalmente con dos tipos de textos, los literarios y los jurídicos y unos y otros nos plantean diversos problemas como hemos señalado reiteradamente. Si elegimos para nuestro trabajo los jurídicos o notariales nos ofrecerán una serie de ventajas sobre los anteriores, si bien es necesario hacer una serie de precisiones, conocidas ya, pero que no se deben olvidar. Señalaba Eberenz (1992: 368-369) que «El Derecho es una de las principales instituciones que rigen la vida colectiva», y cierto es que la sociedad se estructura y ordena a partir de la legislación y la vida en sí tiene mucho que ver con el Derecho, ya que a menudo un hecho jurídico nos acompaña. Muestra de ello es que cuando nacemos se expide una partida de nacimiento, y cuando morimos se tramita un certificado de defunción (Pérez Martín 2001: 263-292). En términos generales cuando hablamos de la lengua jurídica pensamos en un discurso muy elaborado, plagado de fórmulas, arcaizante y críptico para muchos lectores, u oyentes si pensamos en la Edad Media, y yo misma así lo he afirmado en ocasiones (1996: 50-51). Pero más bien deberíamos hablar de una lengua de especialidad o de un discurso especializado que abrirá un abanico de posibilidades para nuestro análisis. La opacidad de este discurso da lugar a que el saber popular acuñe refranes o frases hechas del tipo de hecha la ley, hecha la trampa, ya que se desconfía de quien usa unos términos que bien pueden significar algo distinto de lo que a primera vista pueda interpretar un profano en la materia. Relacionada con lo anterior citamos la afirmación de Eberenz acerca de que «la lengua jurídica es uno de los primeros lenguajes técnicos en romance, comparable únicamente al de la Iglesia» (1992: 368-369), dado que la legislación y la administración de justicia desarrollan sus propias clases de discurso que utilizan una terminología específica. No obstante, como lenguaje sectorial está íntimamente ligado al sistema general de la lengua histórica (Lagüéns 1992: 27). Comparte con la definición de tecnolecto ciertos aspectos como «un grado de normatividad, que se manifiesta no solo en el léxico sino más aún en la estructuras de los
Este trabajo se ha realizado merced al proyecto Edición y estudio del 'Fuero Juzgo'. Ministerio de Ciencia e Innovación (FF12011-28930).
L A LENGUA JURÍDICA MEDIEVAL: ESTADO DE LA CUESTIÓN
textos». Lo más llamativo afecta al campo léxico por la alta frecuencia de lexemas desconocidos para el no iniciado o de unidades léxicas que tienen significado diferente en la comunicación diaria» (Schmitt 1992: 298). En cambio, no comparte con la lengua técnica algunos principios que se pueden resumir en dos: dar transparencia al mensaje y facilitar la comunicación intercultural, pero sí limita o elimina la sinonimia y evita ambigüedades en el texto porque es fundamental describir minuciosamente un hecho o una propiedad por las consecuencias que se pudieran derivar, lo que incidirá en algunos usos morfológicos, tales como el empleo del posesivo con artículo antepuesto a pesar de no ser exclusivo de la lengua jurídica, del superlativo relativo referido al rey y no a la reina o del futuro de subjuntivo. En el marco de la complejidad de este tipo de discurso deberíamos señalar el oxímoron que representa el evitar la ambigüedad y el hablar del espíritu de la ley o de la necesidad de interpretar la ley. Estos términos técnicos del discurso jurídico, opacos para el profano, solo adquieren transparencia si se conoce la realidad exacta que expresan y esto requiere una formación especializada. A ellos se suman otros que pertenecen a la lengua común, pero reciben un significado técnico que Darbelnet hace más de treinta años llamaba «vocabulario de apoyo» (1978:27-31). Es notable que, compartiendo tantos rasgos la lengua jurídica con otras lenguas de especialidad, en la Edad Media se aparte de ellas en aspectos relativos a la sintaxis; en estas, en principio, su estudio carece de interés porque el orden de palabras o el sistema de modos y tiempos verbales son comunes a la sintaxis de un texto no especializado (Lerat 1997: 79). En cambio, entre las características textuales más significativas de los fueros medievales, Perona señalaba la desaparición de los verbos que se refieren al legislador, la aparición de la norma en futuro de subjuntivo al ser hipotéticos los enunciados o la expresión de la sanción o el enunciado asertivo en presente de subjuntivo por «concordantia temporum» (1993: 135). A ello se suma que Alvar (1953: 651) consideraba la colocación del verbo al final de la frase como un «latinismo de imitación inculta»: «Tot omne que muerte de su pariente demandare» (§32) y que Tilander (1956: 102-103) analizara la abundancia de anacolutos: «El can que muerde en escuso, deue ser puesto cencerro al cuello» (IV, 18,2) donde debería decir Al.
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PILAR DIEZ DE REVENGA TORRES
2 . TRANSMISIÓN TEXTUAL Y TRANSMISIÓN DE CONTENIDOS
Una vez establecidas las características de la lengua que nos proponemos estudiar, será conveniente reflexionar sobre los textos que sirven de base para su análisis. Disponemos de dos grandes bloques claramente diferenciados por las peculiaridades que ofrecen. Se trata, por una parte de la obra legislativa: fueros, la obra jurídica del escriptorium alfonsi, entre la que destacamos las Siete Partidas, etc. y, por otra, de los documentos notariales. Respecto a los primeros, los fueros, debemos decir que pocos originales se conservan. En el caso de que así sea no podemos ni debemos olvidar que frecuentemente se otorgaba el fuero concedido a una ciudad a otra y esto supone un proceso de transmisión textual como ocurrió, por ejemplo, con el Fuero Juzgo. La versión latina del Forum Judicum se tradujo al castellano en el siglo XIII. Fernando III lo concedió a Córdoba en 1241 a raíz de la conquista de la ciudad (Menéndez Pidal 1982: 264) y en el reinado de Alfonso el Sabio se hizo una traducción castellana con fuerte influencia leonesa en opinión de Lapesa (1981: 246). El códice que se conserva en el Archivo Municipal de Murcia, de esta misma época, parece obra de un copista castellano que tuviera ante sí un manuscrito leonés o con influencia leonesa, y por supuesto también influencia latina, que intentó enmendar consciente o inconscientemente, pero lo cierto es que ni creaba ni redactaba esa legislación por primera vez (Diez de Revenga Torres 2002: 131-149). A mayor abundamiento, con referencia a los fueros debemos tener en cuenta, como señala Gutiérrez Cuadrado cuando estudia diversos aspectos de la familia foral conquenese (2003: 123-137), que muchos de estos fueros se redactaron primero en latín y después en romance y, por ello, algunas poblaciones disponen del mismo fuero en las dos lenguas, pero las relaciones entre estas son complejas. Por ello, Gutiérrez Cuadrado, que no se olvida de los trabajos de Tilander, Roudil, Cintra, Alvar o Lapesa, advierte que «con los textos latinos se pueden interpretar algunas divergencias romances de una manera adecuada» (2003:128-129). Esas divergencias se pueden explicar por traducciones o interpretaciones en algunos casos erróneas debidas a diversas causas, así como la presencia de léxico romance disfrazado de latín. En la Corona de Aragón podríamos citar el Vidal Mayor o la Compilación
de Huesca de 1247,
distinta de las contenidas en los manuscritos de de la Biblioteca Nacional de Madrid o de la Universidad de Zaragoza (Diez de Revenga 1996a: 43). En el ámbito legislativo, otra obra muy importante es Las Siete partidas del escriptorium alfonsi. Conocemos varias ediciones: la primera fue la de Gregorio López que avaló Carlos V, o la de la Real Academia de la Historia y ninguna de ellas satisface las expectativas de historiadores del Derecho o de la Lengua (Diez de Revenga 2007: 341-344), pero adentrarse 295
LA LENGUA JURÍDICA MEDIEVAL: ESTADO DE LA CUESTIÓN
en su estudio supone múltiples problemas, no solo por la extensión de la obra en sí, sino porque no ha llegado hasta nosotros el original. Son numerosas las copias que se efectuaron a lo largo de los siglos y como muestra de la vitalidad de esta obra las refundiciones fueron constantes (Diez de Revenga Torres y Puche Lorenzo 2004: 7-32). Existen, además, varias familias de manuscritos dependiendo de los estados de redacción y de su cronología, todos ellos redactados en el reinado alfonsí en opinión de Craddock, frente a la creencia de García Gallo que planteaba una creación de la obra posterior a la muerte del monarca (Diez de Revenga Torres y Puche Lorenzo 2004: 8; Puche Lorenzo 2012: 1085-1094). Así, los manuscritos conservados se pueden dividir en tres grupos o tres redacciones claramente diferenciadas que continúan una secuencia cronológica que presenta una evolución en la redacción textual: 1256-1265, 1272, conocida como Libro de las Leyes, y la tercera sería posterior a esta última fecha (Diez de Revenga Torres y Puche Lorenzo 2004: ibíd). A la vista del grado de originalidad que hemos mencionado con referencia a la obra legislativa, podríamos citar las observaciones que hizo Cerquiglini, aunque él analizaba fundamentalmente obras literarias. Así afirmaba que «Le sens y est partout, Forigine nulle part» (1989-90:11), aunque con respecto a la obra jurídica sí conocemos el origen: el derecho germánico o el derecho romano. Si en el periodo de dispersión normativa el derecho local estaba representado por los fueros, se intentó una unificación por vía territorial, encarnada por las Partidas y chocó la introducción del Derecho Romano con el espíritu germánico de los estatutos municipales (Sánchez 1932:21-22). Aun así, la afirmación citada es válida para nuestro propósito porque, efectivamente, el contenido estaba en todas partes y se transmitía con sus correspondientes refundiciones, amplificaciones, etc. De ahí que Cerquiglini (198990:13-15) continuara «dis moi comment tu te répétes, et joues de ta répétition», para concluir que en este tipo de escritura parafrástica cada manuscrito es una reorganización, una versión y que el análisis que de él se haga ha de ser comparativo y no arqueológico. El II bloque de textos lo representan los documentos jurídico-notariales sobre los que hemos llamado la atención reiteradamente, ocupándonos de las condiciones que deben reunir y de las ventajas que nos ofrecen cuando son textos originales (Diez de Revenga 1996b, 2001a, 2006a y 2012). Si casi al comienzo citábamos hecha la ley, hecha la trampa, ahora deberíamos hacer nuestro aquello de es de bien nacidos ser agradecidos y recordar a los grandes maestros que iniciaron la investigación filológica y fijaron unos criterios que se basaban en las características que reunían los viejos diplomas para el estudio de un estado de lengua y las ventajas que presentaban frente a los textos literarios, de los que también se ocuparon por supuesto. Por ello, una vez más, citaremos las afirmaciones que Menéndez 296
PILAR D I E Z DE REVENGA T O R R E S
Pidal, Staaff o Navarro Tomás expresaron recién empezado el siglo XX y que, según parece, se olvidan con facilidad aun siendo totalmente válidas para la empresa que hemos emprendido. El primero de ellos, Menéndez Pidal, advertía en los preliminares de su edición de los Documentos lingüísticos de España. Reino de Castilla que «los documentos notariales tienen una importancia especial para el estudio de las variaciones del lenguaje en el espacio y en el tiempo, a causa de expresarse comúnmente en el texto de los mismos el año en que fueron otorgados, y por contener indicaciones más o menos concretas acerca del lugar en que se escribieron, coincidiendo con Staaff quien en 1907 ya aseguraba que las cartas tenían la ventaja sobre los textos literarios y legislativos de estar fechadas y de reflejar la pronunciación de la época y del lugar al que pertenecían, aunque seamos conscientes de que, cuando un fenómeno lingüístico se refleja en la lengua escrita, ya es norma en la lengua hablada; pensemos en el yeísmo, por ejemplo. En su opinión, los literarios carecían de fecha y representaban una mezcla de lengua en cierta medida artificial que no pertenecía a ninguna región especial, lo que enlaza con la opinión que emitió posteriormente Cerquiglini y que hemos citado más arriba: «Le sens y est partout, l'origine nulle part» (1989-90:11). No obstante, Navarro Tomás (1958-59), viendo el creciente interés que despertaban los documentos notariales para los estudios de dialectología, destacó su valor para la Filología, pero señalaba que no reflejaban el habla local y, a pesar de evitar los vulgarismos, en los libros de protocolos donde tomaban apuntes rápidamente sí aparecían algunos, más que en escritos definitivos; de ahí que le llamara lenguaje literario notarial. De la misma manera, Buesa Oliver (1986: 51) hacía hincapié años más tarde, respecto al reflejo de la lengua hablada en los diplomas medievales, en que «Los respectivos escribanos intentaron reproducir con la mayor fidelidad los instantes fugaces de la palabra alada [...] No hay que engañarse, sin embargo, sobre la escrupulosa fidelidad: pulirían el estilo, ajustando la sintaxis dinámica, propia del lenguaje coloquial que altera la coherencia, para acomodarla a moldes gramaticales ya consagrados». En cualquier caso, la escritura es un hecho más pausado, exige una mayor reflexión y en ella se pierden ciertos mecanismos como gestos o inflexiones de voz que se sustituyen por signos de puntuación o anotaciones varias. En los procesos judiciales, en los que se pretende reflejar con fidelidad las declaraciones de los involucrados, sin olvidar las precisiones anteriores, sí se presentan algunos rasgos de oralidad (Terrado Pablo 1991: 15). No obstante, debemos tener presente que «la oralidad presiona sobre la escritura e inversamente. Más aún,..., la historia de los usos lingüísticos es el resultado de una tensión permanente entre oralidad y escrituridad, que es mutuamente enriquecedora» (Bustos Tovar 1995a: 18-19) y 297
L A LENGUA JURÍDICA MEDIEVAL: ESTADO DE LA CUESTIÓN
que la aparición de la oralidad en la escritura fue un proceso progresivo, no se desarrolló con uniformidad cronológica y dependió de factores como el saber del autor, o del receptor, el tipo de discurso, etc. (Bustos Tovar 1995b: 223). Ruiz Asencio (2004: 87-117), como paleógrafo, llamaba la atención sobre las deficiencias de algunas ediciones de documentos leoneses en las que no se hacía constar si eran originales o copias, sobre los borradores previos ya que solo en cancillerías muy bien organizadas se redactaba el texto definitivo, partiendo solo de unas notas anteriores porque los distintos tipos de documentos estaban muy bien definidos y tenían un formulario fijo. Estas cuestiones, como había señalado Navarro Tomás (1958: 315-324), son importantes también para el análisis lingüístico, como lo es considerar cada documento como un texto independiente y tener presente si el notario lo escribió o lo mando hacer (Diez de Revenga Torres 1986). De este modo podremos aislar bien las características propias de cada escribano, bien los usos sintácticos, léxicos, etc., de cada parte del documento. Como señala Ruiz Asencio (2004: 115117) cuando estudia la documentación leonesa es frecuente que desde finales del XII y durante el XIII intervinieran dos manos en la redacción del texto: una lo escribe y otra, generalmente más descuidada, incorpora las columnas de testigos y confirmantes.
3. LÉXICO
Bustos Tovar (2008: 321), a propósito del léxico del romance primitivo, señalaba, que se debería revisar el concepto de léxico patrimonial y léxico culto con lo que implica acerca del concepto de cultismo y semicultismo referidos al léxico primitivo y cita cuestiones como «nuestro concepto del cambio fonético, las relaciones entre oralidad y escritura, el modo de inserción semántico de un neologismo, el aprovechamiento que la lengua hace de estos términos, las consecuencias que ello tiene en su entorno léxico, etc.». Ahora bien, asimismo nos explica que el tipo de vocabulario que aparece documentado en los textos de la época de orígenes «no es sino una pequeña parte del caudal léxico del idioma» (2008: 320). Si estudiamos el léxico castellano medieval a través de los textos jurídico-notariales, debemos hacer una reflexión acerca de la variedad que entraña la Corona de Castilla en esa época (Diez de Revenga 1999: 17-18); baste recordar que los Documentos
lingüísticos
de
España. Reino de Castilla que editó Menéndez Pidal recogían textos de Castilla, Álava, la Rioja, etc. Sobre esta cuestión también ha llamado la atención Líbano Zumalacárregui (2003: 151-157) cuando, para definir y concretar la diatopía lingüística del País Vasco, confeccionó un corpus porque no disponía de una colección documental concreta teniendo en cuenta una serie de factores: «el tema, la zona donde se realiza la venta, el protagonista que emite el 298
PILAR D Í E Z DE REVENGA T O R R E S
documento...», etc. Agrupó el vocabulario en diferentes campos semánticos: la orografía (montes, oterum, valle, etc.) o las peculiaridades hidráulicas (arroyo, río, fuente o pozo)\ la agricultura (solar, fazas o porciones de tierra de cultivo, serna o terreno sin cultivar, etc.); terminología que se refiere a núcleos urbanos (suburbio, calle, etc.); la sociedad altomedieval (mulieren,
varrio, domus y casa, camino o
subrino,
tio, francos,
villanos,
instituciones que regían la sociedad antigua relacionadas con la vida religiosa
etc.); las (basilicam,
capellas, monasterium, etc.) o con la civil (adelantado, alcalde, maiordomo, etc.), así como la legislación (fueros, iudizio, querelas, etc.); y, por último, la actividad mercantil. Tras este análisis concluyó que ofrecía más rendimiento interpretar las peculiaridades del nuevo romance como un continuum que se difundió por todo el territorio peninsular porque parece poco probable que se produjera un cambio brusco en un territorio concreto. Al contrario de lo que pudiera parecer, los documentos jurídico-notariales no solo nos ofrecen léxico jurídico. Aunque es cierto que abunda, como es lógico, también se recogen términos propios de la agricultura, la ganadería, la pesca, en definitiva, el léxico de diversos oficios; así mismo hallamos el relativo a la vida cotidiana en los inventarios de los testamentos, por ejemplo, y no podemos olvidar que también se regulaba el vestido, los tejidos y sus colores. El léxico de la indumentaria que, entre otras voces, incluye las referentes a tejidos y colores, nos muestra la convivencia de diversas culturas y la entrada de neologismos procedentes del árabe o del francés, por ejemplo, que conviven con otras de origen latino y que llegan a la lengua jurídica medieval por la regulación del lujo y de la moda en diferentes leyes suntuarias (Díez de Revenga Torres 2006b: 87-105). Así pues, encontramos otro tipo de léxico especializado en documentos, fundamentalmente en la narratio, donde se describe el objeto de compra, venta o arrendamiento, y en ordenanzas diversas. Aun así, el más característico de estos textos es el jurídico; por ello, Sánchez González de Herrero (2008: 325-339) explicaba que es frecuente encontrar términos o acepciones que no se recogen en diccionarios al uso y citaba adelinamiento,
arreglo, mejora; albarero, inspector
del comercio de la sal, etc. Por otra parte, en el corpus de más de seiscientos documentos castellanos del siglo XIII que había reunido observaba que no todos los términos jurídicos localizados aparecían en textos de todas las zonas, de modo que hay algunos que no debieron llegar a Andalucía y Murcia tras la conquista cristiana como la martiniega,
la marzadga o
pecho del marzo, mientras que otros como acequiaje son propios de Murcia, o arabismos tales como azarbe, canal de agua, se limitaban a Alicante y Murcia y cortijo se encontraba solo en Andalucía y Murcia. Toma en consideración, asimismo, voces que son características del 299
LA LENGUA JURÍDICA MEDIEVAL: ESTADO DE LA CUESTIÓN
occidente peninsular: pellitero que convivió con el generalizado en Castilla pellegero, curtidor o vendedor de pieles, y otras enraizadas en el este. Así, en documentos dirigidos a Murcia se puede leer afrontacion, límite, lindero, o blanquería, lugar donde se curten las pieles. Todo esto se relaciona con la afirmación expuesta anteriormente acerca de la variedad que entraña la Corona de Castilla, a la que ya se había anexionado el Reino de León en la época de Alfonso X, y es preciso recordar el trabajo de García de Diego (1950: 107-124) sobre el castellano como complejo dialectal, el de Diego Catalán (1975: 97-121) en el que traza una serie de isoglosas o el de Muñoz Cortés (1992: 583-602) sobre las variedades regionales del español. Estos trabajos nos permiten explicar por qué, además de las voces citadas, Sánchez González de Herrero (2008: 336-337) halló en ese corpus castellano términos como pieza, terreno de labor, propia de localidades alavesas y riojanas, bustaliza, zona de pastos, que se documenta en el Pirineo navarro en el siglo XII o aledaño, lindante, que no llegó al sur. Si se toma como referencia el origen desde una perspectiva política, Castilla, todas se considerarán voces castellanas sin serlo propiamente; si, por el contrario, se atiende a otros datos: lugar donde se redactó el documento, identidad del notario o amanuense si es posible, características de la cancillería, etc., podremos concluir que se trata simplemente de diatopismos bajo una uniformidad engañosa. Continuando con el léxico propiamente jurídico, hemos advertido a lo largo de los años que la discusión sobre los conceptos de arcaísmo, cultismo y semicultismo no le ha sido ajena en absoluto. Si tomamos como muestra el trabajo que García Valle redactó sobre la base de un amplio corpus de textos jurídico-notariales y literarios (2003: 95-111) se nos plantean una serie de interrogantes para las que intentaremos ahora hallar respuesta. En el léxico de los documentos diferencia entre arcaísmos, palabras romances y palabras cultas. Entre estas últimas, distingue latinismos, cultismos y semicultismos; para lograr esta distinción se sirve de la vía de introducción utilizada, de modo que considera que los cultismos entraron por vía oral porque muestran variabilidad gráfica que justifica como muestra de oralidad y no de inseguridad de unos amanuenses que, a menudo, tenían una deficiente formación latina y debieron reflejar fonemas romances con un abecedario latino (Diez de Revenga 2003: 39-42) y los latinismos por vía escrita, ya que estos no la muestran, lo que no deja de ser más que discutible si recordamos que Badía Margarit se planteó como necesaria una revisión del concepto de cultismo en fonética histórica porque muchas voces que se han clasificado como cultismos fonéticos tradicionalmente, algunos de frecuente aparición en los documentos jurídico-notariales, otros presentes en la lengua común, no lo eran: «Uno comprende que no lo 300
PILAR D I E Z DE REVENGA T O R R E S
son por el uso selecto, limitado, típico de los cultismos, sino porque no han cumplido las «leyes fonéticas» del castellano» (1972: 139). Por otra parte, en los últimos años se ha estudiado más el cultismo y se ha prestado atención al léxico jurídico. Mollfulleda (1985: 37-46) y Lagüéns (1992) advirtieron de la dificultad de clasificarlos porque consideraban que la frontera entre lengua común y lengua de especialidad en estos textos es borrosa. Por ello, Clavería (1999-2000: 11-30) se planteó qué es un latinismo y qué un cultismo y clasificó como latinismos jurídicos aquellos términos que son «el ñuto de un contacto lingüístico especial: el contacto entre el latín y el romance» (Clavería, ibíd., y 2004: 475 y ss.). Explica, asimismo, los rasgos de evolución romance como índice de la coexistencia de préstamos de distintas épocas, teoría que también propuso Puche Lorenzo (2002: 1243-1252). En el léxico jurídico, ya en los documentos altomedievales escritos en latín, era común el uso de los llamados binomios sinonímicos, en los que ambos términos eran en principio «sinónimos» y perdieron las matizaciones originales para terminar representando la mera abundancia (Codofter 1972: 141-149). Así lo señalaba también Líbano Zumalacárregui (2008: 350-351) cuando observó, refiriéndose al uso de términos que pertenecían al mismo campo semántico, que «Es ya reconocido que los amanuenses altomedievales empleaban en sus redacciones el latín...; podemos entender por ello, que distinguieran en principio el valor individual de cada vocablo o expresión, pero al mismo tiempo,..., dicha especificidad comienza a desdibujarse y desgastarse semánticamente. En consecuencia, uno de los lemas va desapareciendo del vocabulario general del incipiente romance peninsular a favor del cuasi sinónimo» y citaba ejemplos como casam/domum, feminam maridata/mulierem
coniugata,
frater/germanum, flumen/rivum, etc. Lagüéns (1992:1121-1128) aludía a la presencia de un vocablo polisémico de la lengua común y de un tecnicismo. En otros casos, por ejemplo en la Quinta Partida, se trata de términos complementarios que concretan o perfilan el significado (Diez de Revenga 2007a: 341-364) como ocurre en otras lenguas de especialidad, como la minería, por ejemplo (Diez de Revenga 2007b), y en siglos posteriores; no es un uso exclusivo de una lengua ni de una época concreta y alcanza a la lengua literaria; así nos lo enseña la lectura de Generaciones y semblanzas de Fernán Pérez de Guzmán por citar solo una obra.
301
L A LENGUA JURÍDICA MEDIEVAL: ESTADO DE LA CUESTIÓN
4 . CONCLUSIÓN
Podemos afirmar para concluir que la lengua jurídica, con las características que hemos destacado, es una lengua de especialidad y como tal puede presentarse ante el profano en la materia como una lengua críptica, a menudo ininteligible. Muchas voces, ítem, otrosí, etc. que han permanecido en los escritos de este tipo se han transmitido a lo largo de los siglos, pero la lengua jurídica cambia y no lo hace por desgaste ni obedece a modas más o menos pasajeras como ocurre con la lengua común. El cambio sobreviene, igual que en el lenguaje administrativo, porque las correspondientes comisiones dictan unas nuevas normas o se adapta a algún cambio que se genera en los procedimientos o en la propia sociedad. Así, si en el siglo XII se sustituyó la fórmula «Placuit nobis atque convenit» por «notum sit» (Diez de Revenga Torres 1985-86: 193-208) fue porque los documentos adquirieron publicidad o si en el siglo XIII desaparecieron de las fórmulas penales las penas espirituales se debió a una secularización de la sociedad (Diez de Revenga Torres 1999: 63-72). En el año 2001, señalábamos que cualquier hablante equiparaba términos jurídicos como homicidio y asesinato, robo y hurto o rapto y secuestro cuando eran delitos distintos o en un sector de la sociedad se confunde con frecuencia derecho y deber (Diez de Revenga Torres 2001b: 103-112). Ahora, desde un punto de vista puramente lingüístico y sin recurrir a ningún código, observamos cómo el diccionario de la Real Academia se hace eco de los cambios legales. Así, si en la lengua coloquial rapto y secuestro se confundían como hemos apuntado, en la 21 a edición del DRAE podíamos conocer las diferencias entre estos dos delitos ya que, en la segunda acepción, rapto se definía como «Delito que consiste en llevarse de su domicilio, con miras deshonestas, a una mujer por fuerza o por medio de ruegos y promesas engañosos; o tratándose de una niña menor de doce años» (DRAE, s. v. rapto) y sobre secuestro
se podía leer: «1. «Acción y efecto de secuestrar» y secuestrar.
«3. Retener
indebidamente a una persona para exigir dinero por su rescate o con otros fines» (DRAE, s. v. secuestrar).
En cambio, en la 22. a edición, se ha modificado la definición de rapto: «2. m.
Secuestro de personas, con el fin de conseguir un rescate», mientras que la de
secuestro
permanece igual, lo que significa que esos cambios transcienden del ámbito puramente especializado y llegan a la sociedad, en este caso a través de la labor de la Real Academia que los refleja en las definiciones del DRAE por lo que ha eliminado «con miras deshonestas». En consecuencia, la lengua jurídica no pervive estrictamente fosilizada. Se sirve, como cualquier lengua de especialidad, de tecnicismos y creemos que es sobre este eje sobre el que debe girar la discusión sobre el léxico porque, como hemos visto, los términos especializados
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PILAR D I E Z DE R E V E N G A T O R R E S
pueden adscribirse al ámbito jurídico o cualquiera de otros sectores como la organización de la sociedad, el comercio, la agricultura, la ganadería, etc. Actualmente, y con los medios técnicos de que se dispone, el Ministerio de Justicia se ocupa de la modernización de la lengua jurídica porque en su opinión «La ciudadanía tiene derecho a comprender las comunicaciones verbales o escritas de los profesionales del derecho» (). Las recomendaciones que publican se estructuran en seis apartados, entre los que destacamos el «lenguaje de las normas», el «lenguaje escrito» o el «lenguaje jurídico en los medios». La organización de este congreso me encargó que hablara sobre la lengua jurídica medieval. Ya que estamos en el año 2012, bicentenario de la Constitución de Cádiz, es justo recordar, aquí y ahora, que en el Discurso preliminar comisión de la constitución
leído en las Cortes al presentar
la
el proyecto de ella se recuerdan muchos de esos textos que hemos
utilizado para estudiar la lengua medieval. Así dice: pero, señor, todo él en este punto, aunque desempeñado con mucha prolijidad e inteligencia, está reducido a la nomenclatura de las leyes, que mejor pueden llamarse fundamentales, contenidas en el Fuero Juzgo, las Partidas, Fuero Viejo, Fuero Real y Nueva Recopilación. El espíritu de libertad política y civil que brilla en la mayor parte de ellas se halla a las veces sofocado con el de la más extraordinaria inconsecuencia y aun contradicción, hasta contener algunas disposiciones enteramente incompatibles con el genio, índole y templanza de una Monarquía moderada 2 .
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307
La sintaxis de la época de la Constitución de Cádiz (1750-1850) Rosa María Espinosa Elorza (Universidad de Valladolid)
Como ya pusimos de manifiesto en trabajos anteriores (Espinosa 2012a y 2012b), la sintaxis de la lengua de los siglos XVIII y XIX es un terreno prácticamente inexplorado, por lo que nuestro deseo en estas páginas es contribuir a explicar algunos cambios ocurridos entre 1750 y 1850 en una categoría en permanente estado de ebullición: el adverbio. No solo mostraremos los pasos que han dado hasta adquirir la función adverbial ciertos verbos, adjetivos, sintagmas circunstanciales y estructuras oracionales, sino también los nuevos usos de algunos adverbios y la evolución del adverbio a otras categorías más gramaticalizadas: preposiciones, conjunciones y marcadores del discurso* (diagrama 1). Las transformaciones son muy variadas, de ahí que solo podamos analizar los casos más representativos. Diagrama 1 Cambios de categoría Verbo Sintagma \^^^^circunstancial
Adjetivo
Preposición o locución prepositiva
Oración o parte de estructura oracional
Adverbio o expresión adverbial intraoracional
Conjunción o locución conjuntiva
Adverbio o expresión adverbial extraoracional
1. VERBO > ADVERBIO
1.1 Incluso, procedente del participio de includere 'encerrar', se emplea como participio desde el siglo XIV en traducciones de textos latinos (la) y, con pérdida de concordancia, comienza a funcionar como adverbio de foco no restrictivo en el XVI, primero ante sintagmas prepositivos (Ib), pero no se generaliza hasta el XVIII (le). A pesar de poder utilizar la forma invariable, los textos del XIX todavía muestran la concordancia (Id). (1)
a. [...] huuiesse visto a su filio [...] estar circundado et incluso en medio de los enemigos (1376-1396, Fernández de Heredia, Historia contra paganos).
La mayor parte de los ejemplos están extraídos del CORDE y del CREA. Se han expurgado las obras completas de Martínez de la Rosa, editadas por Seco Serrano (1962); Luisa de Bustamante o La huérfana española en Inglaterra, de Blanco White, editada por la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes; y el Epistolario de Leandro Fernández de Moratin, editado por Andioc (1974).
LA SINTAXIS DE LA ÉPOCA DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ (1750-1850)
b. [...] viendo que, incluso con las adiciones, los indios quedaban sin remedio (c 1527-1561, Fray Bartolomé de Las Casas, Historia de las Indias). c. [...] mataron dentro de la Yglesia y en el cementerio cien indios incluso las mujeres y párvulos (1781, Anónimo, Diario de sublevación). d. Tenía a su bordo 20 oficiales [...] y una tripulación de 148 hombres inclusos los oficiales de Marina (1840, José María Blanco White, Luisa de Bustamante, p. 25).
Cano (1982: 242-243) sostiene que «en la 2a mitad del siglo XIX empieza a ser frecuente en forma inmóvil» y que quizá inclusive «influyera en la adverbialización de incluso». Creemos que la influencia fue mutua: desde el siglo XVIII inclusive comienza a contender con incluso, «batalla que analógicamente pudo afectar a inclusive creándole plurales» (2a) (Pons 2010: 8993). A mediados del XIX inclusive llega a expresar focalización (2b). (2)
a. [...] convendría que los oficiales fuesen españoles hasta los subtenientes inclusives (1747, Jorge Juan, Noticias secretas de América). b. Pero cediendo al primer deseo del hombre (el héroe inclusive), que [...] es siempre el de salvar el pellejo (1849, Francisco Navarro Villoslada, Doña Urraca).
Con los datos extraídos del CORDE se observa una pequeñísima disminución de la concordancia de incluso en la segunda mitad del siglo XIX, según se muestra en la tabla 1:
incluso + mase.
1750-1800 1800-1850
28 42
Empleo de incluso(s)
Tabla 1 inclusa + fem. inclusos/-as
20 20
76 60
l
incluso + CPrep
incluso + fem. incluso + pl.
12 4
22 24 î
en la segunda mitad del siglo XVIII y en la primera del XIX
2 . ADJETIVO > ADVERBIO
La formación de adjetivo + semisufijo -mente (Azpiazu 1999-2000: 271) es propia de todas las épocas, pero la gran vitalidad que manifiesta en el siglo XIX puede deberse al influjo del francés e incluso del inglés. Un experto en traducción como Vázquez-Ayora (1977: 166) indicó que «entre los «anglicismos de frecuencia» [...] cunde en primera línea el ADVERBIO, de modo especial el terminado en -mente [...]. El porcentaje del adverbio en español es mucho más bajo, y se consigue mantenerlo a ese nivel gracias a varios métodos», entre ellos las locuciones prepositivas. Son mucho menos abundantes los llamados adjetivos adverbiales (véase 2.2).
2.1 Adverbios en -mente. Este tipo de adverbios cubre prácticamente todos los ámbitos: el modo, la cuantificación, la focalización, la polaridad o la modalidad.
310
ROSA MARÍA ESPINOSA ELORZA
2.1.1 Superlativos con valoración positiva. Se incluyen en este grupo los adverbios cuyo «valor enfático responde a que amplían un dominio de cuantificación expresando que se ha superado el grado de la escala que cumplía las expectativas del hablante» (González Rodríguez 2009: 172), como maravillosamente,
desde el siglo XIII, o
desde el XVI. A finales del XIX se une a la lista asombrosamente
extraordinariamente,
(3). Del valor modal (4a) se
pasa al de cuantificación (4b). (3) (4)
[...] pero podría ser exacto, asombrosamente exacto si se le antojaba (1884-1885, Leopoldo Alas, Clarín, La Regenta). a. El padre Gerundio lo ha dicho asombrosamente (1758, José Francisco de Isla, Historia del famoso predicador Fray Gerundio). b. La concurrencia ha ido creciendo asombrosamente (1835, Ramón de Mesonero Romanos, Escenas de 1835).
Como es lógico, su nacimiento depende de la creación previa de los adjetivos con los que se forman y de la frecuencia de uso de estos. Así, asombroso/-a,
según datos del CORDE, se
documenta 6 veces en el siglo XVII, 34 en el XVIII y 412 en el XIX.
2.1.2 Superlativos con valoración negativa. Los cuantificadores endemoniadamente angustiosamente (5)
y
(5a) fueron empleados previamente como adverbios de modo (5b).
a. Unas suertes salen perfectamente bien, otras endemoniadamente mal (1815, Leandro Fernández de Moratín, Epistolario, p. 322). [...] para la dueña del alcázar eterna, cruel, angustiosamente agitada (1846, Francisco Navarro Villoslada, Doña Blanca de Navarra). b. [...] estaba escrita tan endemoniadamente, que [...] hemos estado dos días sin poderla acabar de descifrar ( 1768, José Nicolás de Azara, Cartas). [...] será perdido e angustiosa mente apartado de ti (c 1450, Anónimo, Traducción de la Teseida de Boccaccio).
EndemoniadoZ-a: 5 ejemplos en el siglo XIII, 5 en el XIV, 6 en el XV, 215 en el XVI, 176 en el XVII, 56 en el XVIII y 131 en el XIX. AngustiosoZ-a: 1 en el XIV, 21 en el XV, 20 en el XVI, 20 en el XVII, 2 en el XVIII y 426 en el XIX.
2.1.3 Adverbios focalizadores restrictivos de particularización. Son los que «presentan el elemento modificado por ellos como un caso especial o más relevante frente a otras posibles alternativas»
(Sánchez
López
2008:
205-206).
Existen
tres
tipos
de
expresiones
particularizadoras: el primero incluye las que señalan una situación adelantada respecto a los del resto de elementos del grupo (principalmente,
ante todo)\ el segundo, las que presentan un
tamaño mayor o una elevación respecto al resto del grupo (mayormente, sobre todo, máxime)', y el tercero, las que evolucionan desde un significado modal (6b), como concretamente precisión' (6a), presente en textos decimonónicos, quizá influido por el fr. concrètement. 311
'con El
L A SINTAXIS DE LA ÉPOCA DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ ( 1 7 5 0 - 1 8 5 0 )
adjetivo concreto/-a
(concretus
'considerado en sí mismo') incrementa su uso en el siglo
XIX: 6 casos en el XVI, 8 en el XVII, 8 en el XVIII y 139 en el XIX. (6)
a. [...] como calificar de estéril su actividad aplicada concretamente á la consecución del ideal (1861, Laureano Figuerola, Filosofía del trabajo). b. [...] no pueden dirimirse, sino especial y concretamente (1845, Joaquín Francisco Pacheco, Lecciones de Derecho Político).
2.1.4 Adverbios focalizadores restrictivos de aproximación. A partir del siglo XVIII se emplea aproximadamente,
con un solo caso —de uso modal— (7a), frente a los 197 del XIX
(7b). (.Aproximado: 1 ejemplo antes de 1500, 4 en el XVII, 7 en el XVIII y 248 en el XIX). (7)
a. [...] este es un pequeño edificio en forma quadrada, ó aproximadamente (1785-1786, Francisco de Miranda, Diario de viajes). b. La distancia total [...] es aproximadamente de dieciocho leguas (1815-1819, Anónimo, Relaciones topográficas de Venezuela).
2.1.5 Adverbios de polaridad positiva. Hay un número considerable de novedades en el ámbito de la afirmación. Ciertamente
muestra un largo camino desde su empleo con el
significado modal 'con certeza' (8a) hasta el de afirmación (8e), posiblemente adquirido en contigüidad con sí (8b). El contexto apropiado pudo ser el que se ve en uno de los ejemplos del siglo XV, en los que también aparece contiguo a non (8c), pero el orden más favorable para el cambio es aquel en el que se antepone sí (8d), sin olvidar que los usos afirmativos de ciertamente a partir del siglo XVIII pueden estar influidos por el fr. certainement. (8)
a. [...] ciertamente la mi entenfión et la mi crenfia es [...] (1325-1335, Don Juan Manuel, El Conde Lucanor). b. Dixo Symias: «Ciertamente sí» (1446-1447, Pero Díaz de Toledo, Fedrón). c. Respondió C^ebes: «Ciertamente non» (1446-1447, Pero Díaz de Toledo, Fedrón). d. Respondió Symias: «Sí, ciertamente» (1446-1447, Pero Díaz de Toledo, Fedrón). Sí, ciertamente, y aun más a mí que a Gerardo (1736, Benito Jerónimo Feijoo, Teatro crítico universal). e. ¿[...] no pueden menos de conocerla? Ciertamente (1750, Feijoo, Cartas eruditas).
Naturalmente,
documentado en el siglo XIII, ha sido estudiado por Sánchez Jiménez
(2008), quien distingue varias etapas en su evolución: «hasta el siglo XV puede anticiparse al resto del enunciado» (9a) y en el XVI «empieza a asumir las funciones propias de un marcador del discurso» (9b). Es «sobre todo, a partir del s. XIX cuando se produce un tercer proceso de gramaticalización»: «se emplea también fuera del ámbito culto y en situaciones comunicativas dialogadas»: —¿Y usted ha leído esa obra? —Naturalmente. Diccionario
Aunque el
de autoridades no recoge la nueva acepción, se constata en Ramón de la Cruz
(9c). El uso en aposición a sí es posterior: del siglo XX (9d).
312
ROSA MARÍA ESPINOSA ELORZA
(9)
a. [...] sabiendo fazer vida de omne naturalmente syn miedo e sin pecado (c 1252-1270, Alfonso X, Setenario). b. Naturalmente, enciende más el grande fuego (1530, Francisco de Osuna, Segunda parte Abecedario espiritual). c. Sí, que eso naturalmente / es resfriado (1764, Ramón de la Cruz, Resultas de los saraos). —¿Ustedes irán ahora al Prado, a ver qué hay de nuevo? —Naturalmente (1765, Ramón de la Cruz, El Prado por la noche). d. —Si, naturalmente. La de la armonía restablecida (1929-1933, Enrique Jardiel Poncela, Amor se escribe sin haché).
La ausencia de ejemplos claros de sí, naturalmente en fechas anteriores nos hace pensar que ha evolucionado desde la modalidad hasta la afirmación. Lo mismo le ocurrió a efectivamente, que data del siglo XVI (10a), adverbio de modalidad (10b) que pasa a expresar polaridad (10c). Tras usarse en respuestas afirmativas, se emplea junto a sí (10d). (10)
a. [...] nos viene efectivamente de la divinidad de Christo (1528, Francisco de Osuna, Abecedario espiritual). b. Efectivamente, así fue (1790, Conde de Fernán Núñez, Vida de Carlos III). c. BERNARDO. -Sí señor; ¿no me ve usted? SIMÓN. -Efectivamente (1831, Mariano José de Larra, No más mostrador). d. «Si, efectivamente, para gastos preliminares» (1891, Leopoldo Alas, Su único hijo).
Otros dos adverbios también llegaron a utilizarse como respuestas afirmativas desde el siglo XVIII: cabalmente 'perfectamente', 'justamente' ( l i a ) -el adjetivo cabal y el adverbio cabalmente se documentan desde el siglo XII- y perfectamente (11b) -perfecto se conoce desde el XIII y perfectamente desde el XIV-. El uso tras sí es posterior (11c). (11)
a. CONSTANZA. [...] ¿No dejaron las maletas en la quinta? INES. Cabalmente (1715, José de Cañizares, La más ilustre fregona). FABIAN. -Estaría usted tan contento, rodeado de liberales... LUIS. -Cabalmente (1812, Francisco Martínez de la Rosa, ¡Lo que puede un empleo!, en Obras de D. Francisco Martínez de la Rosa, I, p. 14). b. Polonio. —¿Me conocéis? Hamlet. —Perfectamente (1798, Leandro Fernández de Moratín, Traducción de Hamlet). c. Sí, cabalmente dio en manos de la ronda (1787, Tomás de Iriarte, El señorito mimado). —Sí, perfectamente —mintió (1922, Alberto Insúa, El negro que tenia el alma blanca).
Los adverbios de modo y los de modalidad no se comportan de la misma manera en su paso a adverbios de polaridad. En los primeros es previa la aposición a sí. 2.1.6 Adverbios de modalidad. El siglo XIX aporta novedades en los tipos a, c y d: a) epistémicos, indicadores o reforzadores de actitud (véase tal vez en 3.1), b) evidencíales restrictivos del valor de verdad de la aserción (aparentemente o supuestamente datan del siglo XVI), c) evidenciales reforzadores del valor de verdad de la aserción y d) deónticos. 2.1.6.1 Adverbios evidenciales reforzadores del valor de verdad de la aserción. Evidentemente «argumentativamente, actúa como elemento de fuerza: presenta lo dicho como irrefutable» 313
L A SINTAXIS DE LA ÉPOCA DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ ( 1 7 5 0 - 1 8 5 0 )
(Fuentes 2009: 167). Aunque evidente se halle una sola vez en una traducción del siglo XIV (12a), el adverbio no es habitual hasta el XV y no se acerca a la frontera oracional hasta el XVII (12b). En el XIX comienza a hacerse hueco entre los marcadores del discurso (12c) y hay que esperar al XX para encontrarlo en respuestas (12d). (12)
a. De lo sobredicho es evidentemente parecido en que manera la Sennora Virgen «vaso vazio et non vazio» se pudo llamar (1437, El Tostado, Libro de las paradojas). b. Evidentemente se descubrió el que se escondía (1626-1635, Francisco de Quevedo, Política de Dios). c. Evidentemente, excitar a los que propenden a la crueldad (1867, Concepción Arenal, El reo). d. ¿Acaso no es justo cuando nos desecha y castiga [...]? Sí, evidentemente (1953, VV. AA., La palabra de Cristo). —Evidentemente (1972, Juan García Hortelano, Mary Tribune).
En el aumento de frecuencia de uso de estos adverbios es preciso señalar el influjo galo: certainement, naturellement, effectivement, parfaitement,
évidemment.
2.1.6.2 Adverbios de modalidad deónticos. Palmer (1986: 150-154) reconoce tres tipos de modalidad deóntica: los directivos «corresponden a nociones ligadas a la propia necesidad deóntica (obligatorio-aceptable-permisible-inaceptable-prohibido)»; los volitivos incluyen las formas «relacionadas con la modalidad desiderativa (ojalá)»; representados por adverbios como felizmente inevitablemente
y los evaluativos están
o desgraciadamente.
Entre los directivos,
es novedoso; inevitable data de finales del siglo XV e inevitablemente
XVIII (13a) (fr. inévitablement),
del
ante adjetivo y en primera posición oracional en el XIX
(13b) y con uso extraoracional en el XX (13c). (13)
a. [...] la qual dentro de poco tiempo acarrearía inevitablemente la muerte (1750, Benito Jerónimo Feijoo, Cartas eruditas). b. [...] que prescinden de la marcha inevitablemente lenta del progreso (1880, Concepción Arenal, La cuestión social). Inevitablemente debía pasar por allí (1870, Lucio Victorio Mansilla, Una excursión a los indios ranqueles). c. Inevitablemente, la reunión duraría unas horas (1949-1952, Jorge Luis Borges, El Aleph).
Nada se mueve entre los adverbios de modalidad deóntica volitivos, pero hay cambios en los evaluativos. Afortunado se fecha a mediados del siglo XIII y afortunadamente
en el XV
(14a), aunque no se antepone a adjetivos hasta el XIX (14b), centuria en la que también se acerca a la primera posición de la oración (14c) e incluso sale de ella (14d). Por otra parte, feliz se conoce desde el siglo XIII, si bien felizmente
no se utiliza hasta mediados del XVI
(15a), no se antepone a un adjetivo hasta finales de esa centuria (15b), no se acerca al comienzo de la oración hasta el XVII (15c) y no tiene uso extraoracional hasta el XIX (15d).
314
R O S A M A R Í A ESPINOSA E L O R Z A
(14)
(15)
a. [...] yo me vine a vuestra casa assi afortunadamente, como viniera a casa del señor rey mi padre (1439, Conde de Haro, El seguro de Tordesillas). b. [...] y los recelos de muchos afortunadamente disipados (1839, Nicomedes Pastor Díaz, La cuestión electoral). c. Afortunadamente para los países que han seguido la sucesión regular, ésta [...] (1845, Joaquín Francisco Pacheco, Lecciones de derecho político). d. Afortunadamente, hallaron franca la salida (1849, Francisco Navarro, Doña Urraca). a. [...] que felizmente os abrace (1555, Fray Luis de Granada, Oraciones y ejercicios). b. [...] aplaudió felizmente consolado (1590-1650, Pedro de Espinosa, Poesías). c. Felizmente consiguió su intento (1643-1648, Baltasar Gracián, Arte de ingenio). d. Felizmente, a mí nada me tocó de lo que merecía (1834, Mariano José de Larra, Don Enrique el Doliente).
También en los de significado negativo los adjetivos son anteriores y la evolución de las funciones que desempeñan desgraciadamente
resulta paralela: desgraciado
data del
siglo XV,
pero
no se utiliza hasta el XVII (16a), ante adjetivo o participio y a comienzo de
la oración poco después (16b) y fuera de la oración en el XIX (16c). (16)
a. [...] porque desgraciadamente no de alguna espolada fuera de tiempo (1600, Bernardo Vargas Machuca, Libro de ejercicios de la gineta). b. [...] mogo gallardo, desgraciadamente reventado, saltando sobre porfía una pared (ca. 1619, Luis Cabrera, Historia de Felipe II). Desgraciadamente andas en esto (1604, Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache). c. Desgraciadamente, estas cualidades parecen estar muy distantes de nosotros (1815, Simón Bolívar, Carta de Jamaica).
2.2 Adjetivos adverbiales. La historia de claro, desde su función como atributo de un verbo ser o estar (17a) hasta adquirir valor adverbial, pasa por una situación de elipsis, primero de la oración encabezada por que (17b) y luego de la del verbo (17c). A finales del XIX se halla contiguo a sí (17d). Por esas fechas también se emplea clarito como respuesta (17e). (17)
a. Claro está, que donde baste el amago, se escusará el castigo (1703, Francisco Garau, El sabio instruido de la Gracia). ¿Será menester [...] que el que le haya de derribar tenga la fuerza de Hércules? Claro es que no (1730, Benito Jerónimo Feijoo, Teatro crítico universal). b. PEPIN. Dígame usted: [...] ¿No es fregona? DON DIEGO. Claro está (1715, José de Cañizares, La más ilustre fregona). c. —¿De matarle? —Claro, señora, de matarle: todo se ha de decir (1846, Francisco Navarro Villoslada, Doña Blanca de Navarra). d. —¿No comprende usted? —Sí, claro (1884-1885, Leopoldo Alas, Clarín, La Regenta). e. [...] ¿usted juzga que no hay absolutamente nada censurable? Clarito. (1886, Emilia Pardo Bazán, Los pazos de Ulloa).
Cabal 'ajustado a peso o medida', 'exacto', adjetivo desde el siglo XIII (18a), se utiliza en respuestas en el XVIII (18b). Los usos de sí, cabal nos llevan a finales del XIX (18c). (18)
a. Et por que non se dubde a algunos, qual es cabal, departimos, que [...] (1285, Anónimo, documento notarial). Contadme en ella la vida de los pasantes, por que venga la cuenta cabal y acabada (c 1550, Juan de Arce de Otárola, Coloquios de Palatino y Pinciano). b. Polonia. ¿Conque ella es función a escote?
315
LA SINTAXIS DE LA ÉPOCA DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ (1750-1850)
Soriano. Cabal (1774, Ramón de la Cruz, La merienda a escoté). c. —Sí, cabal, ése es (1884, Jacinto Octavio Picón, La hijastra del amor).
3. SINTAGMA CIRCUNSTANCIAL > ADVERBIO
Desde antiguo, tanto en las lenguas románicas como en las no románicas, otra fuente inagotable de adverbios son los sintagmas circunstanciales, sin preposición y con ella. 3.1. Sintagmas no prepositivos. La expresión tal vez se conoce desde el siglo XV con el significado de 'alguna vez' (19a). A partir de su uso en estructuras distributivas (19b) (Espinosa 2011: 78-79) evoluciona hasta adquirir el matiz de duda, con casos en aposición a quizá en el siglo XVII (19c). Se generaliza en el XVIII (19d). (19)
a. [...] e tal vez val mas fer Reuerenijia de honor que de pecunia (1400-1435, Anónimo, Libro del Tesoro). b. Tal vez con desgarrón, /Tal vez sin viento, / El frágil botiquín de mi talento (1596, Pedro de Ofla, Arauco domado). c. Engañó un tiempo á los mas sabios; quizá tal vez á si mismo (1639, Virgilio Malvezzi, Traducción de La libra). [ . . . ] / que, estando acá su Deseo, / quizá tal vez consentido, / podrá ser que [...] (1670, Pedro Calderón de la Barca, A tu prójimo como a tí). d. Esta conducta podrá tal vez proporcionar al público la satisfacción de que [...] (1800, Leandro Fernández de Moratín, Epistolario, p. 243). Si [...] llama a la puerta con perseverancia, tal vez le saldrá al encuentro una figura de mujer (1840, José María Blanco White, Luisa de Bustamante, p. 4).
En la tabla 2 se muestra el incremento de tal vez, al igual que el de las otras expresiones. Tabla 2 1750-1800 1800-1850
acaso 1.355 2.748
tal vez 1.366 2.129
quizá(s) 426 1.021
puede ser 8 20
a lo mejor 5 11
Expresiones de duda en la segunda mitad del siglo XVIII y en la primera del XIX
El adverbio acaso 'por casualidad', utilizado desde 1237 en el Libro de los doce sabios («que quando non cuydares te verná a caso que los puedas ayudar») y formado por analogía con el catalanismo adrede (Espinosa y Sánchez Lancis 2006), adquiere en el siglo XV el matiz de duda (Euentus. casu. forte, fortefortuna.
acaso, 1481, Nebrija, Traducción de
Introductiones latinaé). En 1812 se prefiere tal vez, pero acaso lo sigue de cerca (tabla 3). No hay ejemplos en la Constitución de Cádiz, texto en el que no se dejó lugar para la duda.
acaso 12
quizá(s) 11
Tabla 3 tal vez 15
puede ser 0
Expresiones de duda en 1812
316
a lo mejor 0
ROSA MARÍA ESPINOSA ELORZA
3.2 Sintagma
circunstancial
prepositivo.
Para la RAE-AS ALE (2009: §30.10.2d), están
«totalmente lexicalizadas» a lo mejor y de lo lindo, entre otras. 3.2.1 Sintagmas circunstanciales sin determinantes ni cuantificadores. Aparentemente, la Constitución de 1812 (20a) ofrece la primera documentación del adverbio infraganti, pero en el siglo XVI alterna toda la estructura (20b) con la que omite el sustantivo (20c). Para el Diccionario
Panhispánico
de Dudas
(2005), a partir de la «locución originada por
deformación de la expresión jurídica latina in flagranti (delicio), que significa 'en el mismo momento en que se comete un delito o, por extensión, cualquier acción censurable' [...] se ha creado el adverbio simple infraganti». (20)
a. Infraganti, todo delincuente puede ser arrestado y todos pueden arrestarle y conducirle a la presencia del juez (1812, Constitución, art. 292). b. [...] avn que los tome infraganti delito (1505, Anónimo, Leyes de Toro). c. [...] del castigo que los oficiales le pueden dar in fraganti (1568, Sancho de Londoño, Discurso). [...] y también infraganti pueden prender á cualesquiera reos (1648, Juan de Solórzano y Pereira, Política indiana).
La expresión de resultas, con el sustantivo resulta ('efecto', 'consecuencia'), remite a la estructura completa en el siglo XVI: de resultas de cuentas (21a). En la centuria siguiente hallamos contador de resultas (21b) y de resultas de + sustantivo (21c). Es a finales del siglo XVIII cuando sale de la oración: De resultas,... ('En consecuencia,...') (2Id) (tabla 4). (21)
a. [...] que nombre por juez de la cobranza de las deudas, que se deven á V. M. de resultas de cuentas, á uno de los oydores (1575, Martín Enríquez, Carta). b. [...] yo mateo del canpo contador de resultas de su magestad (1608, Anónimo, Carta de recibo de dote). c. [...] y considere que de resultas de estas diligencias [...] me sobrevienen solicitudes forzosas (1613-1626, Luis de Góngora, Epistolario). d. [...] y de resultas, animará á los Agricultores y Sugetos curiosos (Anónimo, Estatutos para Gobierno de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País). [...] y de resultas, ¿qué notamos en las costumbres de los ingleses? (1843-1844, Antonio Alcalá Galiano, Lecciones de Derecho Político).
resultas de cuentas Siglo XVI Siglo XVII Siglo XVIII Siglo XIX
Tabla 4 contador de resultas
resultas de + sust.
de resultas, ...
2 41 101 286
2 4
Expresiones con de resultas
En efecto se utiliza intra y extraoracionalmente a principios del siglo XIX (22a). A mediados de esa centuria, tras una etapa de contigüidad con sí (22b), aparece como expresión
317
L A SINTAXIS DE LA ÉPOCA DE LA CONSTITUCIÓN DE C Á D I Z ( 1 7 5 0 - 1 8 5 0 )
afirmativa en respuestas (22c). Se prefiere la expresión prepositiva al adverbio
efectivamente
en una proporción de 78/2, posiblemente por influencia del fr. en effet. (22)
a. [...] y si en efecto lo sabe usted, no me lo pregunte (1805, Leandro Fernández de Moratín, El sí de las niñas). En efecto, dice usted bien (1805, Leandro Fernández de Moratín, El si de las niñas). b. —¿En casa de la duquesa de Almansa? —Si, en efecto (1849, Fernán Caballero, La gaviota). c - —[• • •] ¿Te parece que no sé que cada renglón es un verso? —En efecto (1850, Wenceslao Ayguals de Izco, La Bruja de Madrid).
De seguro
es una expresión adverbial evidencial que, según RAE-ASALE (2009:
§§30.1 lo-30.1 lp), «presenta la veracidad o la falsedad del contenido proposicional como evidente». Como casi todos los evidencíales, «pueden usarse para responder preguntas» (23c). Seguro (23a) se fecha en el siglo XVI y de seguro (23b), creación analógica empleada desde el XIX, «es una variante, poco culta, de seguro» (Fuentes 2009:97). (23)
a. Seguro que por sus mañanas/con mi señor bien se valga (1554, Luis de Miranda, Comedia pródiga). b. De seguro que tiene que acribillarme cualquiera que intente sacar esta misiva (1849, Francisco Navarro Villoslada, Doña Urraca). c. -¿Y Lucas? ¿Duerme? -preguntó al cabo de un rato. —¡De seguro! —contestó la seflá Frasquita (1874, Pedro Antonio de Alarcón, El sombrero de tres picos).
3.2.2 Sintagmas prepositivos con posesivos. Dependiendo del caso, el posesivo puede estar en el origen de la construcción o ser empleado posteriormente. Estos sintagmas dan lugar a adverbios intraoracionales (en su seguida extraoracionales (en consecuencia/en
su
> en seguida)
o a expresiones adverbiales
consecuencia).
En su seguida 'en su persecución' (24a) > en seguida 'a continuación' —> 'pronto' (24b). Presenta 12 casos en el siglo XVI, 2 en el XVII, 45 casos en el XVIII y 3.091 en el XIX. (24)
a. [...] y dispuso fuesen en seguida de ellos [...]; y con efecto salieron en su seguida como seis leguas (1775, Juan Fernández de Bobadilla, Información sobre Talamanca). b. Díxoles en seguida el mensayero de Allah (p 1550, Anónimo, Leyenda de Alejandro Magno). [...] que los míos se volvieron en seguida a la Casa real (1762, Anónimo, Carta del Arzobispo al General Guillermo Draper). En seguida se publicará en la junta el nombramiento (1812, Constitución, art. 53).
En consecuencia
(25a) no se emplea con posesivo en el siglo XVI e incrementa
llamativamente su uso a partir del XVIII (tabla 5). La omisión del complemento con de (en consecuencia de esto/lo cual, etc.) en esa centuria comporta la presencia del posesivo (25b).
318
ROSA MARÍA ESPINOSA ELORZA
Siglo XVI Siglo XVII Siglo XVIII Siglo XIX
Tabla 5 En consecuencia (de) 32 44 146 395
En su
consecuencia 0 5 101 171
Frecuencia de uso de en consecuencia/en su consecuencia (25)
a. En consecuencia de lo cual, se escribe que [...] (1535-1557, Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias). En consecuencia se hicieron luego á la vela sin esperar por los otros tres (1523, Antonio Brito, Carta de Antonio Brito al Rey de Portugal). b. En su consecuencia, celebró una contrata (1772, Miguel de Muzquiz, Carta). [...] les queda abierta la puerta de la virtud y del merecimiento para ser ciudadanos: en su consecuencia, las Cortes concederán carta de ciudadano (1812, Constitución, art. 22).
3.2.3 Sintagma circunstancial con lo. A lo mejor comienza a mostrar en el siglo XIX el matiz de duda (26b). Wasa (2002: 131) cree que, frente a los demás adverbios de su grupo, este no admite el subjuntivo porque se emplea «para elegir una o dos proposiciones de entre las proposiciones que ocurren al mismo tiempo en el hablante». Se correspondería con la estructura de superlativo relativo (26a). (A lo peor se emplea en el siglo XX). (26)
a. Amor con vanas muestras aparece, / [ . . . ] / Y luego, a lo mejor, desaparece (1642-1648, Baltasar Gracián, Agudeza y arte de ingenio) 'en lo mejor de todo'. [...] mas a lo mejor del tiempo, se me presenta un pirata (ca. 1771, Anónimo, La marinerita). b. En suma, sacar algo pronto; que a lo mejor será la renta de un año (1822, Leandro Fernández de Moratín, Cartas de 1822). Sí; pero a lo mejor se le antoja a usted marcharse a las provincias, de donde nadie vuelve (1835, Mariano José de Larra, Los inseparables).
De lo lindo es una expresión más problemática desde el punto de vista de su génesis. Hay algún caso en el siglo XVIII (27a) y 84 en el XIX (27b), 7 de lo lindo lo mejor (27c). (27)
a. Recogió buena cosecha / en Indias, y habrá robado de lo lindo... (1787, Tomás de Iriarte, El señorito mimado). b. [...] y comenzaron á fumar de lo lindo (1842, Modesto Lafuente, Viajes de fray Gerundio por Francia, Bélgica, Holanda y orillas del Rhin). c. y estamos disciplinados / de lo lindo lo mejor (1872, Hilario Ascasubi, Aniceto el Gallo).
Lindo (< lat. legitimu), adjetivo ya documentado en la primera mitad del siglo XIII, sufre la siguiente evolución semántica: 'leal', 'legítimo' —» 'auténtico', 'puro', 'noble' —> 'bueno'. Según el DRAE (2001: s. v. lindo), de lo lindo «loe. adv. Mucho o con exceso»; se ha pasado de la cualidad a la cantidad. Omitida la expresión de la parte de la estructura partitiva (de lo lindo lo mejor), de lo lindo recoge el significado de toda la construcción.
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3.2.4 Sintagmas prepositivos con numeral. Por un tris 'por poco', 'casi' se halla en un solo texto de la segunda mitad del siglo XVIII y en cinco del XIX. (28)
[...] y no que por un tris no van la mesa (1769, Ramón de la Cruz, Manolo). [...] por un tris no caen en sus manos Veracruz y San Juan de Ulúa (1812, Fray Servando Teresa de Mier, Segunda carta de un americano al Español). [...] no echo a volar por un tris! (1846, Ramón de Campoamor, Dolaras).
Según el DRAE (2001: s. v. tris), tris, de origen onomatopéyico, presenta las siguientes acepciones: 1. «Leve sonido que hace una cosa delicada al quebrarse», 2. «Golpe ligero que produce este sonido» y 3. «coloq. Porción muy pequeña de tiempo o de lugar, causa u ocasión levísima; poca cosa, casi nada». Góngora da una idea del último significado (30): (29)
Respondí a lo seuillano: "Bien poquito más de vn tris" (1580-a 1627, Luis de Góngora, Romances).
De ningún modo, sintagma modal (30a), pasa a funcionar como refuerzo de la negación (30b) y acaba siendo una expresión más de esta (30c), incluso en respuestas (30d). Se incrementa su uso en la primera mitad del XIX: 83 casos en 1750-1800/144 en 1800-1850. (30)
a. [...] que de ningún modo se les halla enmienda (1598, Jerónimo de Mondragón, Censura de la locura humana). b. [...] no pasará las Bulas de ningún modo (1643, José Pellicer, Avisos). c. [...] mas de ningún modo puede / fiarse de una mujer (a 1589-a 1650, Anónimo, Letrillas atribuidas a Góngora). d. Pero ¿de aquí se inferirá que es espíritu? De ningún modo (1729, Benito Jerónimo Feijoo, Teatro crítico universal).
3.2.5 Preposición + adverbio. Desde luego 'desde ya' (31a) evoluciona a 'desde entonces' (31b). Aunque Autoridades no recoge la novedad y se mantiene el matiz originario en textos del siglo XVIII (31c), pueden observarse atisbos de modernidad en esa época (al menos, podemos calificar de ambiguos algunos testimonios) (3Id). En el XIX hallamos un par de casos en contigüidad con sí (3le). Martín Zorraquino (2000: 313) cree que se pasa de «una interpretación temporal a otra, más bien modal, en la que desde luego marca el acuerdo con el interlocutor [...] en contextos dialógicos». Desde el XX en respuestas (31f). (31)
a. [...] que nos [dé] desde luego adelantradamientre (1299, Anónimo, Documento del Monasterio de Santa María de Tríanos). b. [...] y así cayó sobre él la suerte y desde luego se tuvo por romero (1492-1493, Anónimo, Diario del primer viaje de Colón). c. [...] os ofrezco, Dios mío, querido Esposo de mi alma, desde luego y al momento, mi vida (1724, Jacinto Morán, La azucena de Quito). d. —Déjolo desde luego —le respondí. (1727-1728, Diego de Torres Villarroel, Visiones). Mas yo le confessaré, desde luego con ingenuidad, que no tengo cosa cierta que decirle en esta materia (1733, Benito Jerónimo Feijoo, Teatro Crítico Universal). e. Ella si, desde luego, era casada (1818, José Joaquín Fernández de Lizardi, Noches tristes y día alegre).
320
R O S A M A R Í A ESPINOSA E L O R Z A
f. ¿Usted cree realmente que Mariana [...] pensaba evadirse con Marcos? —Desde luego (1951-1961, Rodolfo Walsh, Cuento para tahúres).
Por encima de todo. De los tres tipos de expresiones adverbiales de particularización, como vimos antes, esta expresión pertenece al segundo, en el que se integran aquellas que presentan un tamaño mayor o una elevación sobre el resto de los elementos del grupo {mayormente, sobre todo, máxime). Se une a la lista esta novedad decimonónica (32b), que procede de la expresión locativa no metafórica correspondiente (32a). (32)
a. [...] luego otras reuanadas por encima, y ruedas de cebolla, y luego echarles azeite y vinagre por encima de todo (1611, Francisco Martínez Motifio, Arte de cozina). b. España tiene la fama de saber freír pescado, y Cádiz por encima de todo (1891-1894, Ángel Muro, El Practicón).
4 . ORACIÓN O PARTE DE ESTRUCTURA ORACIONAL > ADVERBIO
Fuentes (2009: 315-316) analiza la locución adverbial si acaso 'a lo sumo', que «indica la posibilidad mínima, la más baja que pueda darse», presente desde el siglo XIX (33a). Se formó posiblemente por elipsis del verbo acontecer, suceder o acaecer (33b): (33)
a. [...] dijeron poco más o menos lo mismo, con añadidura, si acaso, de algún cuento que habían oído ( 1834, José de Espronceda, Sancho Saldaña). b. [...] antes si acaso acontece, piensas [...] (c 1609, Juan de Mariana, Juegos públicos).
Puede ser. Al igual que ocurrió en inglés (maybe) o en francés (peut-être), donde se ha eliminado un sujeto más o menos complejo -desde un pronombre hasta toda una oración completiva-, en los romances peninsulares podemos rastrear la historia de esta expresión de duda desde mediados del siglo XIII (34a) hasta la segunda mitad del siglo XVIII, época en la que ya se utiliza en respuestas (34b): (34)
a. Et mucho aína puede ser que esto sea por enbidia (1251, Anónimo, Calila). b. ¿Y tendrá el dissertador audacia para negarla? Puede ser (1753, Benito Jerónimo Feijoo, Cartas eruditas y curiosas).
Como vimos en la tabla 2, tras esa elipsis, se integra en el grupo de las expresiones de duda en una época en la que muy probablemente influyó la expresión gala. ¿Estamos?
'¿de acuerdo?' se origina en la elipsis de convenidos
(35a) y da pie a la
expresión en singular ¿Estás? (35b). De ahí se llega a su uso en respuestas: Estamos acuerdo', no documentada ni en CREA ni en CORDE, pero todavía en uso. (35)
a. ¿Estamos convenidos? (1811-1813, Fray Francisco Alvarado, Cartas críticas). Ya te he dicho que no quiero que esto se trasluzca ni... ¿Estamos? (1805, Leandro Fernández de Moratín, El si de las niñas). b. [•• •] y escúchalo como a un oráculo. ¿Estás? (1820, Francisco Martínez de la Rosa, ¡Lo que puede un empleo!, en Obras de D. Francisco Martínez de la Rosa, I, p. 21).
321
'de
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5. N U E V O S USOS DE ADVERBIOS
En el siglo XIX sufren cambios tanto el grupo de adverbios de foco restrictivos {hasta) como el de los no restrictivos (sobre, aparte). Hasta. El concepto de inclusión se relaciona con la imagen del contenedor o recipiente (incluso) y con la de la escala: hasta, que «indica que el elemento con el que se combina se coloca en la posición alta de la escala, presupone la adición de otros elementos inferiores, y plantea como no esperado el elegido» (Fuentes 2009: 183). Con verbo (36) desde el siglo XIX, como señaló Cano (1982: 231). (36)
[...] murió en Madrid el cacique don Juan Cirilo de Castilla, que hasta renunció una prebenda de Guadalajara (1812, Fray Servando Teresa de Mier, Segunda carta de un americano al Español).
Entre los adverbios no restrictivos podemos destacar uno de suma (sobre),
en una
dimensión vertical, y otro de adición (aparte), en una dimensión horizontal (Espinosa 1995: 590, 1996: 67-68, 2010: 155-161). Sobresto expresa el significado del adverbio latino insuper (37a). En (37b) aparece tras el adverbio de inclusión aun, prueba que no pertenecen a la misma clase. Resulta llamativo el uso decimonónico de sobre 'además' (37c). (37)
a. Sobresto todo, a vos quito Minaya (h 1140, Cid) 'además de todo, os perdono'. b. Aun sobre esto [...] menazó quel que fallase a Caím que nol matasse (ca. 1275, Alfonso X, General Estoria, Primera parte). c. Sobre que me parece oportuno hacer la advertencia de que en essa mitad segunda de el siglo undécimo (1753, Benito Jerónimo Feijoo, Cartas eruditas y curiosas). ¡Sobre que no cabe!, / ¿no ve usted que me revienta? (1767, Ramón de la Cruz, La merienda del jardín). —[...] \Sobre que ya no hay niñas! (1849, Fernán Caballero, La gaviota).
Aparte de. En la dimensión horizontal, las formas pueden expresar tanto adición como excepción. Fuera de y allende de, fechadas en el siglo XV, son las adaptaciones de los adverbios latinos praeter
y praeterea.
Aparte de parece bastante moderna, aunque hay
antecedentes en el XVI (38a). En Autoridades no se recoge su empleo aditivo, pero en el siglo XVIII está presente (38b). Se hace mucho más frecuente en el XIX (38c) y, avanzada la centuria, se documentan usos de aparte de que (38d). La elevada frecuencia de aparte de en el siglo XVIII puede hacernos pensar en el influjo galo (fr. ápart (38)
de).
a. Y aparte de las paredes que miró, ¿no reconoció sangre real en crudas disciplinas? (1625, Fray Hortensio Paravicino, Sermón de Santa Isabel). b. [...] por dar un grado in utroque sin la escolaridad debida, aparte de anularle (1732, Anónimo, R. c. del mismo al rector de la Universidad de Santo Domingo). [...] aparte de esto, tienen / méritos todos (1789, Anónimo, La dama esquiva).
322
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c. [...] y —aparte de esto— debo tantos favores al Sr. Espatolino [...] (1844, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Espatolino). d. Pero no, aparte de que no era tal la misión de los nombrados (1879, Cesáreo Fernández Duro, Nuevas observaciones acerca de la situación de Santa Cruz).
6 . D E L ADVERBIO A OTRAS CATEGORÍAS MÁS GRAMATICALIZADAS
6.1 Locuciones
prepositivas.
Hay sintagmas prepositivos gramaticalizados que rigen
complemento con preposición; con el tiempo, el primer sintagma se reanaliza como comienzo del segundo: en relación/a >.../en relación a. En relación a (39a), anglicismo también en francés (in relation to —> en relation
á),
presenta dos ejemplos entre 1750 y 1850, uno de Clavijero, conocedor del inglés, y otro de Larra, de quien consta que sabía francés. En relación a coexiste con relativamente a (39b) en la segunda mitad del siglo XVIII. El CORDE solo da 5 ejemplos: uno de 1762, de Santiago Cárdenas, Nuevo sistema de navegar por los aires (Perú); tres de 1790, en la Vida de Carlos III, del Conde de Fernán Núñez, que fue embajador en Londres; y uno de 1792, en La Comedia nueva, de Moratín, quien estuvo en varios países de Europa, ocupó en Madrid el cargo de Secretario de Interpretación de Lenguas y murió en París. Habrá que pensar, pues, en el influjo de otras lenguas. En efecto, el inglés utiliza relatively to y el francés relativement
á.
Esta expresión ha podido llegar directamente del inglés o a través del francés, lengua trasmisora de anglicismos. (39)
a. [...] pero el terreno destinado al cultivo de estas plantas no está, en relación a la tierra cultivada, ni en la proporción de uno a dos mil (1780, Francisco Javier Clavijero, Historia Antigua de México). [...] pero, en relación a que se trata de cantidades respetables... de prendas de gran valor empeñadas., y a que hasta su casa... (1833, Mariano José de Larra, Julia). b. Es tiempo ya de que vms. me escriban una carta, pero muy larga, en que me cuenten cuanto crean que puede interesarme relativamente a vms. y a mi casa, y mis trastos y libros (1813, Leandro Fernández de Moratín, Epistolario, p. 279).
Según el Diccionario Panhispánico
de Dudas (2005), en orden a «significa, por un lado,
'en lo tocante a, en lo que respecta a'». En el lenguaje político y administrativo «se usa a menudo con el significado de 'para o con el fin de', sentido que ya tenía en el español clásico y es, por tanto, admisible, aunque modernamente pueda estar influido por el inglés in order to». La tenemos en la Constitución de 1812 (40a), pero la utilizan desde el siglo XV (40b) Alfonso de Cartagena, traductor de obras latinas que vivió en Roma; Francisco de Osuna y Juan de Pineda, franciscanos; San Juan de la Cruz, carmelita; Fray Luis de León, agustino; Bartolomé de las Casas, dominico; Jerónimo Zurita, cronista del reino de Aragón que sabía varias lenguas; Antonio Mira de Amescua, que residió en Nápoles; Gonzalo Fernández de Oviedo, que ejerció en Italia varios oficios, etc. Es decir, escritores conocedores del latín, del 323
L A SINTAXIS DE LA ÉPOCA DE LA CONSTITUCIÓN DE C Á D I Z ( 1 7 5 0 - 1 8 5 0 )
italiano o de ambas lenguas. Antes de 1500 hay solo un caso, 57 en el siglo X V I , 2 4 6 en el XVII, 5 8 4 en el XVIII (de ellos, 385 pertenecen a Feijoo, benedictino) y 57 en la primera mitad del siglo XIX. A pesar de que, c o m o afirma Lorenzo (1996: 6 1 9 ) , «ciertas locuciones prepositivas tienen marcado sabor inglés», c o m o en orden a, tanto la expresión inglesa c o m o la española deben ponerse en relación con la italiana in ordine
a 'con referencia a' y con un
latín muy especial: el de Santo T o m á s de Aquino, teólogo y filósofo italiano del siglo XIII, quien lo utiliza con cierta frecuencia en la Summa contra gentiles Theologiae,
y, sobre todo, en la
Summa
escrita al final de su vida (40c).
(40) a. Resolver cualquiera duda, de hecho o de derecho, que ocurra en orden a la sucesión a la Corona (1812, Constitución, art. 131). b. [...] e acata el bien segund es devido en orden a la ley divinal e humanal (a 1456, Alfonso de Cartagena, El Oracional). Contempla el ánima en orden a la carne (1528, Francisco de Osuna, Primera parte del Abecedario espiritual). Mas en orden a sus prójimos, ha menester remedio en lo tocante a la gobernación (1589, Juan de Pineda, Diálogos familiares...). [...] y pídeme que, en orden a conseguir aquesto, le dé algunos avisos (1589, San Juan de la Cruz, Carta a un religioso). Disposición del rey en orden a su entierro (1562, Jerónimo Zurita, Anales). [...] todo en orden a engañarnos (ca. 1600, Antonio Mira de Amescua, El primer conde de Flandes). c. Quod creaturae rationales gubemantur propter seipsas, aliae vero in ordine ad eas (Summa contra gentiles, III, 112) 'las criaturas racionales se rigen por sí mismas, mientras que las otras lo hacen en orden a/con referencia a estas'. [...] quia nihil medicina considerat nisi in ordine ad sanitatem (Summa Theologiae, II-II, 1,1, 1) 'puesto que de nada se ocupa la medicina sino en orden a la salud misma'. [...] et alia huiusmodi, quae narrantur in sacra Scriptura in ordine admanifestationem divinae maiestatis vel incaraationis Christi (Summa Theologiae II-II, 1, 6, 1) 'y otros hechos análogos narrados en la Escritura en orden a manifestar la majestad divina o la encarnación de Cristo'. A favor
de (41), con e m p l e o instrumental, ha sido recogida c o m o locución prepositiva
propia del período que nos ocupa por Octavio de T o l e d o y Huerta (en prensa). (41)
De cuyo infausto accidente solo se salvaron, a favor de algunas fluctuantes tablas, un hombre y quatro mujeres (1777-1779, Feijoo, Teatro Critico Universal).
A pretexto
de muestra dos ocurrencias en el siglo XVIII y veintiuna en el X I X . Su
incremento va parejo al del sustantivo pretexto:
1 a fines del X V , 16 en el X V I , 3 2 0 en el
XVII, 711 en el XVIII y 1.640 en el XIX. (42)
[...] que han cortado en ella los operarios a pretexto de una reflexión mía (1770, Francisco Torrejón, Carta a Rodríguez Campomanes). [...] a pretexto de inclinar a la virtud, enseñan desnudo el vicio (1832, Mariano José de Larra, El casarse pronto y mal).
324
ROSA MARÍA ESPINOSA ELORZA
En punto a 'en lo relativo a' presenta algún caso aislado en el siglo XVII, 12 en el XVIII y 48 la primera mitad del XIX. Sin duda, tiene que ver con el fr. en point de, pero la preposición a ha de ser analógica, por ejemplo, con la de en relación a. (43)
[...] y en punto a su cumplimyento el dicho [...] presente los dichos que tubiere (1633, Anónimo, Declaración de los testigos de don Baltasar de los Reyes). [...] en punto a la coquetería era una obra acabada (1835, Mariano José de Larra, El duelo).
6.2 Locuciones conjuntivas. Nos ocuparemos en este apartado de una serie de complementos prepositivos seguidos de una oración encabezada por que reanalizados como subordinantes complejos. A medida que está recogida por Eberenz (1982: 376) entre las expresiones temporales de progresión simultánea: «La locución básica de la lengua actual, a medida que, se encuentra desde el siglo XIX». Si bien se documenta algún caso antes - 1 en el siglo XVII (44a) y 9 en el XVIII-, es en el XIX cuando se hace más frecuente (44b): 662 ejemplos, por lo que hemos de pensar en el influjo francés: á mesure que. Se constata algún caso de a medida de que, pero se debe a la expresión a medida de + sustantivo (44c). (44)
a. [...] considerando que, a medida que los trabajos, crecía la honra y fama que adquirían con ellos (1684, Manuel Rodríguez, ElMarañón...). b. [...] y a medida que dirigen su curso al noroeste [...] se retiran más y más cada vez (c 1806, Gaspar Melchor de Jovellanos, Descripción del castillo de Bellver). c. Esta verdad fue dejándose ver más de bulto a medida de 1 número y la calidad de proposiciones que hacían los diputados, y a medida de que las comisiones respectivas iban madurando (1820, Juan Romero Alpuente, Discurso).
A la vez que (45), expresión de simultaneidad, se emplea una vez en el siglo XVIII y 434 en el XIX. (45)
No puedo sino envidiar la fortuna de mi amigo, a la vez que admiro su bien dirigido valor y celo (1773, José Celestino Mutis, Cartas). [...] anticipo a Vuestra Excelencia la noticia fausta del término de la guerra, a la vez que presento a Vuestra Excelencia las congratulaciones del ejército (1824, Antonio José de Sucre, Parte de batalla).
A fin de que se integra en la lista de las locuciones finales en el siglo XV, pero hasta el XIX no incrementa notablemente su uso (46a). Podríamos pensar que, en su evolución, ha perdido el artículo (al fin de que), pero resulta absolutamente coherente con otras como por amor que, en razón que, por intención que. No obstante, los casos con artículo no son desconocidos (46b): con el fin de que (46c), documentada desde el siglo XV y más frecuente desde el XIX (94 casos entre 1750-1850), presenta ausencia de artículo en época clásica (46d) (ningún caso entre 1750 y 1850).
325
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(46)
a. [...] cometió de matar al alcayde, a fin de que los suyos le entregasen la torre (p 1480-1484, Hernando del Pulgar, Crónica de los Reyes Católicos). [...] que en nuestra nación se pone al adelantamiento de las primeras, a fin de que V. E. se aplique a removerle (1750, Benito Jerónimo Feijoo, Carlas eruditas y curiosas). b. [...] y al fin, de que lo sepa [...], no te fatigues tú por ella embiudar (1529-1531, Fray Antonio de Guevara, Reloj de Príncipes). [...] como han llevado de él otros muchos papeles [...] al fin de que por allá fuesen vistos (1610, Declaración de la hermana Teresa de Jesús). c. Y el comunicarla a V. mrd. es con el fin de que resuelva mi duda (1753, Feijoo, Cartas eruditas y curiosas). d. Menudeando como jarro en manos de mayordomo de confradía, con fin de que le oigan los circunstantes (c 1600-1605, Francisco de Quevedo, Origen y definición de la necedad).
Si nos fijamos en la tabla 6, a fin de que es anterior a al fin de que, razón por la cual es importante tener en cuenta tanto el fuerte juego de analogías en la formación de varias de estas expresiones como el deseo de mayor transparencia por parte de los hablantes. Asimismo, el incremento de a fin de que puede deberse al influjo del fr. afin de/que. Tabla 6 a fin de que 5 58 62 502 845
Siglo XV Siglo XVI Siglo XVII Siglo XVIII Siglo XIX
al fin de que 1 2 8 17
Frecuencia de uso de a fin de que/al fin de que
6.3 Marcadores
discursivos.
En los apartados precedentes hemos analizado los cambios
sufridos por algunos adverbios en -mente hasta su salida de la oración, como (10b), evidentemente desgraciadamente
(12c), inevitablemente
(13c), afortunadamente
efectivamente
(14d), felizmente
(15d) o
(16c), y las de las expresiones prepositivas de resultas (2Id), en efecto
(22a), en (su)consecuencia
(25b) y desde luego (3le).
7. CONCLUSIONES
Hemos observado los efectos de los tres mecanismos esenciales en el cambio lingüístico: el reanálisis, la analogía y el préstamo sintáctico, consecuencia del contacto más o menos directo con el francés y con el inglés. Según Curell (2004-2005: 24-26), el francés ha influido en el español en distintas épocas, desde la medieval, pasando por el siglo XVI hasta llegar al XVIII, pero «no hay que olvidar que el francés viene desempeñando, desde el siglo XIX, un papel importantísimo como vía indirecta para la introducción de anglicismos». Esta pequeña muestra sobre los cambios que se han producido en una centuria casi olvidada desde el punto de vista gramatical deja constancia de cómo el español ha ido enriqueciendo su sintaxis y su léxico. Como decía Larra, 326
ROSA MARÍA ESPINOSA ELORZA
Porque [las naciones] nunca preguntaron a las palabras que quisieron aceptar: ¿de dónde vienes?, sino ¿para qué sirves? Y medítese aquí que el estar parado cuando los demás andan, no es sólo estar parado, es quedarse atrás, es perder terreno» («Literatura. Rápida hojeada sobre la historia e índole de la nuestra», en El Español, 18 de enero de 1836, p. 133).
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Tesis
doctoral.
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del francés
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en el español
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de
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329
Teoría de la gramaticalización. Estado de la cuestión Mar Garachana Camarero (Universitat de Barcelona)
1. LA NOVEDAD DE UN CONCEPTO ANTIGUO. BREVE REPASO HISTÓRICO
Los modernos estudios sobre gramaticalización 1 han supuesto un notorio avance de los estudios sobre sintaxis histórica. Ahora bien, por más que sobre la gramaticalización descanse el cufio de la modernidad, el interés por la creación de la gramática es tan antiguo como la lingüística. El término gramaticalización
fue acuñado por Meillet, quien la definió como
«l'attribution du caractère gramatical à un mot jadis autonome» (Meillet 1912/1958: 131)». Meillet sintetizaba así una idea que ya existía en la tradición gramatical occidental desde por lo menos el siglo
XVIII
—en la tradición oriental se rastrean antecedentes muy anteriores (vid.
Heine et al. 1991a: 5)—. El interés por el desarrollo de las formas gramaticales se dejó sentir a lo largo del siglo xix en la obra de autores como Bopp (1816[1975], 1833), Wüllner (1831), von der Gabelenz (1891 [1901]), entre los más significativos, pero también en la de von Schlegel y von Humboldt, Wegener, Riis, Christaller y Schleicher 2 . Con todo, la sistematización del paradigma se produce a finales del siglo XX, cuando se publican los trabajos de Lehmann (1982[1995]>, Heine y Reh (1982), Heine et al. (1991), Traugott y Heine (1991), Hopper y Traugott (1993[2003]), Bybee et al. (1994) 3 . Estas monografías sentaron las bases para una eclosión de estudios en el siglo xxi, que han supuesto la apertura del modelo de la gramaticalización a otras áreas de la lingüística, lo que ha permitido ir más allá del simple análisis de los cambios semánticos, gramaticales y pragmáticos que se producen en la gramaticalización (en el apartado 5.8. ahondamos en esta cuestión). La expansión de la teoría ha sido tal que «it has increasingly been recognized as an important research topic by formal linguistics as well» (Narrog y Heine 201 Ib: 2). Este trabajo se estructura en 6 apartados, además de la presente introducción en la que se hace un brevísimo apunte histórico. En el segundo apartado, se presentan de manera sintética las aproximaciones formales y funcionalistas al estudio del cambio gramatical. En este 1
2
3
También se emplean los términos gramalicización o gramatizacióir, para la cuestión terminológica, vid. Hopper y Traugott (1993[2003]). Para referencias y explicaciones sobre los orígenes de la gramaticalización vid. Heine et al. (1991), Hopper y Traugott (2003), Lehmann (1982[ 1995]), Garachana (1997), Fisher (2007) y Narrog y Heine (2011). La configuración del paradigma viene, fundamentalmente, de la mano de la tradición anglosajona. Pese a todo, existen trabajos tempranos en el ámbito hispano (Rodríguez Adrados 1958, Uría 1978, Abad 1992), así como excelentes aplicaciones del modelo al español; así, Company (2002, 2003a, 2003b, 2006b, 2008a, 2008b, 2010, 2012a), Girón (2002, 2004a, b, c, 2005, 2006, 2007, 2008a, b), Elvira (2009), Garachana (1997, 1998a, b, 2008, 2010, 2011), por poner solo algunos ejemplos. Con todo, la preeminencia de los estudios anglosajones ha tenido repercusiones inmediatas en las lenguas objeto de estudio, fuertemente ligadas a lenguas europeas, de manera particular al inglés.
TEORÍA DE LA GRAMATICALIZACIÓN. ESTADO DE LA CUESTIÓN
apartado, se subrayan las diferencias que supone un estudio de la gramaticalización desde posiciones formales y desde posiciones funcionalistas. El tercer apartado constituye una sucinta descripción de los procesos de gramaticalización. El cuarto se centra en las diferentes perspectivas de estudio del cambio gramatical que se descubren dentro del funcionalismo cognitivista. En el quinto, se hace un rápido repaso al devenir de la teoría de la gramaticalización en el transcurso del tiempo, subrayando los principales escollos que han surgido en las relaciones entre la gramaticalización y el cambio gramatical en general. En el apartado 6, se sintetiza la trascendencia de la gramaticalización para el estudio del cambio gramatical en español. Por último, en el apartado 7 se presentan unas breves conclusiones.
2.
APROXIMACIONES
TEÓRICAS.
FUNCIONALISMO
COGNITIVISTA
VS.
FORMALISMO
GENERATIVISTA
Como se apuntaba en el apartado anterior, el interés por la gramaticalización desde posiciones teóricas formales, supone un cambio de rumbo por parte del generativismo, cuya atención hacia el cambio lingüístico ha sido tradicionalmente casi nula, de manera que el estudio del cambio gramatical ha sido hasta fechas recientes monopolio casi exclusivo del funcionalismo cognitivista. Los primeros estudios generativistas sobre el cambio gramatical empiezan a ser visibles a finales del siglo XX-principios del siglo XXI. Se trata de trabajos como los de Abraham (1991, 1993), van Gelderen (1993) y Roberts (1993). Con todo, van Gelderen (2011) señala que la relación del generativismo con la gramaticalización no es cómoda. Desde el generativismo se ha considerado que la gramaticalización carece de poder predictivo, no puede ser falsada y que, por lo tanto, no es propiamente una teoría. Pese a todo, la introducción de categorías funcionales como D(eterminer), T(ense) y C(omplementizer) a finales de los ochenta y de los rasgos, en la década de los noventa, permitió la incorporación del estudio del cambio unidireccional y gradual en el marco generativo. Desde el generativismo, se considera que la principal motivación del cambio gramatical descansa en principios innatos relacionados con el aprendizaje de la lengua por parte de los niños. No se trata de motivaciones pragmáticas o semánticas como se defiende desde el funcionalismo. Por otra parte, frente al carácter central que tiene la gramaticalización como motor del cambio gramatical dentro del paradigma funcionalista; para el generativismo, esta es algo externo, ante lo que los hablantes reaccionan mediante el reanálisis, verdadero motor del cambio, frente al carácter epifenomenal y paramétrico de aquella (Roberts y Roussou 2003:2). En el cuadro 1, tomado de Fischer y Rosenbach (2000: 13), se presentan de forma 332
M A R GARACHANA CAMARERO
esquemática las principales diferencias entre los modelos funcionales y formales en su aproximación al estudio del cambio gramatical. Enfoques funcionales
Enfoques formales
Concepción holística del lenguaje y la gramática
Concepción modular del lenguaje y la gramática (-> componentes autónomos)
Consideración
de
factores
conceptuales,
Solo factores internos a la gramática
semántico-pragmáticos y extralingiiisticos Diacronía en sincronía Tema
de
investigación
Sincronía vs. diacronía y
lugar
del
cambio:
Tema de investigación: competencia
(principalmente) el uso lingüístico Cambio lingüístico = gradual Gramaticalización
como
proceso
Cambio lingüístico = abrupto pleno
desde
Gramaticalización
elementos léxicos a palabras gramaticales, que
categorías/núcleos
incluye activación, implementación y motivación
categorías/núcleos léxicos
Descripción de todo el proceso
Descripción
solo
como
evolución
funcionales
de
la
a
situación
partir
anterior
de de
y
posterior al reanálisis Búsqueda de explicaciones (dentro y fuera de la
Explicación solo desde el punto de vista de la
gramática)
teoría de la gramática (p. ej., cambios categoriales, cambios dentro de las categorías funcionales, etc.).
Tabla 1. Enfoques funcionales vs. formales de la gramaticalización: diferencias básicas
La caracterización de la gramaticalización que llevaremos a cabo en este trabajo se centra en los presupuestos teóricos del modelo funcionalista, por ser el que ha trabajado con mayor profundidad en el tema del cambio gramatical. Pero, antes de comenzar con una caracterización más pormenorizada de la gramaticalización, es preciso señalar que, aunque la mayoría de trabajos se han realizado en una perspectiva diacrònica, existen trabajos sincrónicos, centrados en aquellos principios según los cuales «subcategories of a given grammatical category may be ordered» (Lehmann 1985: 303). Esta perspectiva sincrónica de la gramaticalización permite dar cuenta de la polisemia y heterosemia propia de ciertas palabras y construcciones. De este modo, se superan los problemas teóricos y prácticos que suscitan los enfoques que defienden una visión discreta de las categorías lingüísticas. Pese al interés de la aproximación sincrónica a la gramaticalización, nuestra exposición se basará en los trabajos diacrónicos, dado el menor interés que el enfoque sincrónico tiene en un contexto
333
T E O R Í A D E LA G R A M A T I C A L I Z A C I Ó N . E S T A D O D E LA C U E S T I Ó N
de historia de la lengua como es este. En todo caso, para la perspectiva sincrónica vid. Langacker
(2011).
3 . BREVE CARACTERIZACIÓN
DE LOS PROCESOS DE GRAMATICALIZACIÓN.
DEFINICIÓN Y
CONCEPTOS CLAVE
La gramaticalización es un tipo de cambio prototípicamente gradual4, que sigue caminos que o bien conducen del plano léxico al gramatical (gramaticalización primaria), o bien suponen un movimiento dentro de lo gramatical desde lo menos hasta lo más gramatical (gramaticalización
secundaria)5.
Un ejemplo de gramaticalización lo tenemos en la evolución de ir + y + grupo
verbal
finito, que supone la aparición de una perífrasis verbal o construcción verbal, si se prefiere6. El proceso evolutivo de ir + y + grupo verbal finito, estudiado en Garachana (2010 y en prensa, vid., asimismo, Pérez Saldanya
2003)
supone una cadena de gramaticalización que
lleva en una primera fase (gramaticalización primaria) desde una construcción biclausal formada por el verbo ir coordinado con un grupo verbal flexionado (la) hasta una construcción verbal que expresa un sentido télico, esto es, viene a ser una marca de acción terminada (Ib). Los siguientes pasos evolutivos (gramaticalización secundaria) nos conducen a un sentido de pasado narrativo (le) y, finalmente, a un marcador citativo (Id). A todos los contextos gramaticalizados subyace un matiz de contrariedad. (1)
a. María cada día sigue la misma rutina. Llega a casa, se quita el abrigo, va a la ventana y la abre. b. Ahora, en cambio, sí. Ahora el director de una revista encuentra en el archivo la fotografía de una rana y entonces va y piensa: «Con esta fotografía, que es tan bonita, y un texto a dos columnas, en negritas, con fondo gris, p u e d o . . . » (Miguel Mihura, Mis memorias, 1948; apud CORDE, consulta realizada 3/VIII/2010). Ya verás como hoy va y se me olvida otra vez que tengo ensayo. c. Me fui, porque me ahogaba el llanto. Empecé a montarme por dentro, a exagerarme mi propio amor a la Diana: «Mi única amiga. La única que tenía. Y va y se muere» (Elena Quiroga, Escribo tu nombre, 1965; apud CORDE, consulta realizada 3/VI1I/2010). d. Ayer María, la muy tonta, va y le dice a su j e f e que no le importaría hacer las vacaciones en julio.
La formación de esta construcción verbal conlleva un conjunto de cambios en los que se ven implicados los diferentes niveles de descripción gramatical. En lo que respecta a la
4
5 6
Cfr. Trousdale y Traugott (2011) para los conceptos de gradualidad y gradiencia y su relación con la gramaticalización. Hay que notar también que la terminología difiere según los autores. Así, además de gradualidad se habla de continuum (Brinton 1988), de cadena (chain, Heine et al. 1991), de cline (Hopper y Traugott 1993[2003]) y de pathway (Bybee et al. 1994, Bisang 1996). Todos estos términos intentan dejar constancia del hecho de que el cambio gramatical no supone una evolución brusca de un valor a otro. Para los conceptos de gramaticalización primaria y gramaticalización secundaria, vid. Traugott (2002). El estudio de la auxiliaridad ha sido una de las áreas privilegiadas en el trabajo sobre la gramaticalización.
334
MAR GARACHANA CAMARERO
semántica, supone una pérdida de rasgos semánticos que se acompaña de la adquisición de nuevos valores pragmáticos, subjetivos (Traugott y König 1991). Los nuevos valores son más abstractos: telicidad, tiempo pasado y marca de discurso referido son menos concretos —y más subjetivos— que la noción de movimiento en el espacio que expresa la construcción inicial. 7 Los mecanismos de cambio semántico dentro de la gramaticalización son —siguiendo la estela de la Lingüística Cognitiva— la metáfora y la metonimia, principalmente. Una y otra se ven activadas por procesos inferenciales. En el caso que nos ocupa, intervienen un conjunto de inferencias invitadas, entendidas como la semantización de las inferencias pragmáticas. Estamos, por lo tanto, en el terreno de la metonimia. En (la), el sujeto se dirige a un lugar determinado —la ventana— y realiza la acción expresada por el segundo grupo verbal —abrir la ventana—, acción que se interpreta como realizada. Se desprende, pues, un sentido de acción completada, télica, ya convencionalizado en (Ib). Este sentido de acción completada invita a una nueva inferencia, puesto que las acciones completadas se sitúan en una esfera temporal pasada, ya concluida. En nuestro caso, el paso al sentido de pasado (le) se vio favorecido por el contexto y el género discursivo, puesto que la construcción verbal ir + y + grupo verbal finito aparece de manera habitual en pasajes dominados por la narración en pasado. Finalmente, la elevada frecuencia (concepto este clave en la gramaticalización) con la que se registra va y con el verbo decir, y otros verbos dicendi, ha permitido la especialización de la construcción como marcador citativo (Id). Como ejemplo de gramaticalización por metáfora, podemos aducir la evolución del adverbio encima como marcador aditivo, que estaría guiada a partir de la metáfora conceptual MÁS ES ARRIBA. La noción de superioridad espacial expresada por el adverbio encima (de) 'en lugar o puesto superior, respecto de otro inferior' se reinterpreta en el plano textual en términos de superioridad argumentativa. Así, el enunciado introducido por el marcador encima (de que) se suma al anterior o a los anteriores como un argumento de más peso para llegar a una determinada conclusión (vid. Garachana 2008).
7
Por cuestiones de espacio, no ahondamos en el concepto de la subjetivización que acostumbra a acompañar a los procesos de gramaticalización. Este es, sin embargo, un concepto que reviste gran importancia y que ha experimentado una evolución dentro de la teoría. En una primera etapa, Traugott consideraba que la subjetivización era la última de tres tendencias evolutivas que sintetizaban los tipos de cambio semántico que acompañan a la gramaticalización (vid. Traugott 1982). Más adelante, la subjetivización fue considerada el mecanismo básico, en detrimento de las tres tendencias anteriores (Traugott 1995). Finalmente, en fechas recientes la propia Traugott circunscribe la subjetivización a la gramaticalización primaria (Traugott 2010b).
335
TEORÍA DE LA GRAMATICALIZACIÓN. E S T A D O DE LA CUESTIÓN
En los procesos de gramaticalización el cambio semántico va acompañado de una modificación morfosintáctica. Cambio semántico y modificación de la estructura de constituyentes, o reanálisis, son dos puntales básicos de la gramaticalización. El reanálisis es un parámetro de cambio gramatical consistente en la reorganización formal y de significado de la construcción gramaticalizada, que no siempre tiene una manifestación externa 8 . En el caso de ir + y + grupo verbal finito, observamos que, aunque no se unifican los componentes de la construcción en una palabra, sí se establecen nuevas relaciones gramaticales entre sus miembros, que suponen una modificación de la estructura de constituyentes 9 . En (Ib), (le) y (Id) ya no se puede hablar de una construcción biclausal coordinada con dos núcleos verbales, sino que tenemos un único núcleo verbal complejo, donde y no coordina dos núcleos verbales, sino que sirve de nexo entre los dos constituyentes de la nueva construcción verbal. En (2) se sintetizan los cambios en la estructura de constituyentes experimentados por la construcción, así como los cambios semánticos que les acompañan. (2 )[svir] + [„,„, y] + [„grupo verbal] > [5vir + y + grupo verbal] > [svir + y + grupo verbal] > [„pir + y + grupo verbal] Construcción bioracional Verbo de movimiento
> estructura perifrástica sentido télico marca de acción terminada
> estructura perifrástica >
estruc. perifr.
marca de pasado
marca de discur-
narrativo
so referido
El reanálisis implica, pues, cambios categoriales que suponen también cambios en la estructura jerárquica. Por un lado, y pierde su condición de conjunción copulativa para ser un nexo entre los elementos verbales. Por otro lado, el verbo ir deja de funcionar como una forma verbal independiente y pasa a ser un verbo auxiliar. Por último, el segundo verbo asume la tarea de funcionar como núcleo del predicado complejo, encargado de la selección categorial del conjunto. Además, con el reanálisis de la construcción se dan cambios de distribución: la nueva función implica igualmente nuevas posiciones, que en este caso suponen su inclusión en un nuevo paradigma o paradigmatización
(Lehman 1982/1995); a
saber, el de las perífrasis verbales.
Desde la teoría de la gramaticalización acostumbra a seguirse la definición de reanálisis que formuló Langacker (1977: 57-58), quien lo definió como un «Change in the structure of an expression or class of expresssions that does not involve any immediate or intrinsic modification of its surface structure» (Langacker 1977: 58). Como se apunta en Bybee y Torres Cacoullos (2009) el hecho de que las construcciones gramaticales puedan expresar un significado único que no se deduce de la suma de sus partes no significa que los hablantes no sean capaces de analizarlas y de reconocer las partes que las constituyen.
336
MAR GARACHANA CAMARERO
La gramaticalización puede suponer también la pérdida de cuerpo fonético de la palabra o palabras afectadas. En el caso de ir + y + grupo verbal finito
no se da una reducción
fonológica, aunque la construcción forma una unidad entonativa. Donde sí tenemos un ejemplo de atrición es en la evolución del futuro romance, que lleva desde una construcción de dos piezas léxicas
C A N T A R E HABEO,
hasta una sola palabra
CANTARÉ.
Todos estos cambios
—semánticos, sintácticos y fonológicos— se ven favorecidos por el incremento de frecuencia de uso que experimentan las palabras gramaticalizadas. En el cuadro 2, ligeramente adaptado de Company (2012a: 688), se presentan de forma sintética los cambios que acompañan a la gramaticalización.
(i) Weakening or loss of lexical-referential meaning = increase of more abstract grammatical meaning (ii) Extension across contexts = generalization and frequently obligatorification of the sign = increase of use = less diatopic variation. (iii) Lessening of autonomy = weakening or loss of morphosyntactic freedom. (iv) Freeing of contextual restraints = growth in frequency. (v) Reduction of scope = intrapositional predication or intra-word scope. (vi) Grammatical integration = paradigmatization. (vii) Frequently, but not necessarily, univerbation: two words = one word. (viii) Frequently, but not necessarily, erosion and loss of phonological weight. (ix) Layering: a functional domain, over time, may accumulate more than one construction to express that domain: 'future' may be coded by the synthetic form cantaré 'I will sing (it)' and by the periphrasis voy a cantar 'I'm going to sing.' (x) Divergence: the same etymon splits into different analysis: in late Medieval Spanish haber is both a full possessive verb, a defective existential verb, a perfective auxiliary verb, and a modal auxiliary verb. (xi) Persistence of syntactic-semantic etymology: the original meaning, quite weakened, usually persists when grammaticalization progresses, and, somewhat paradoxically, that etymological meaning facilitates the advancement to new contexts. (xii) More polysemy: the preposition a has now many more meanings than in Latin. (xiii) Renewal of already extant categories: the category of'future' already existed in Latin, but was renewed in Romance. (xiv) Lexicalization, understood in two senses: on the one hand, the lexicon as well as dictionaries are enlarged because the form or construction, having new functions and meanings, needs more specifications into the lexicon, and the lexicographic entry must be enlarged. On the other hand, there is lexicalization because of loss of transparency, or opacity, between the two faces of the sign or between the sign and its contexts of use, and the new reinterpreted sign must be specified into the lexicon. Cuadro 2. Cambios semánticos y formales que acompañan a los procesos de gramaticalización
En el plano de las relaciones entre niveles de descripción gramatical, investigaciones más recientes están poniendo de manifiesto, asimismo, una estrecha dependencia entre el léxico y la creación de la gramática, que se refleja en la extensión analógica de las nuevas piezas gramaticalizadas. Esta expansión a través del léxico favorece una desmarcación de la 337
TEORÍA DE LA GRAMATICALIZACIÓN. E S T A D O DE LA CUESTIÓN
construcción que la lleva a su pleno rendimiento funcional. Esto resulta especialmente visible en el caso de la evolución de las perífrasis verbales, cuya generalización como esquemas gramaticales productivos se da a partir de la incorporación a la posición de verbo auxiliado de nuevas formas verbales (vid. Rodríguez Molina 2006, Garachana 2010a, 2010b, 2011 y Garachana y Rosemeyer 2011). En los estadios iniciales de la formación perifrástica la construcción tiene mucho de establecimiento de una colocación o de una rutina léxica (Bybee 2006, Erman y Warren 2000, Corrigan el al. 2009 y Garachana 2012a/b), puesto que en la posición de verbo auxiliado solo aparecen unas pocas formas verbales cuyo significado es ampliamente compatible con el verbo auxiliar. Las restricciones léxicas que afectan al verbo auxiliado van eliminándose a medida que la perífrasis se va gramaticalizando. Se observa una línea evolutiva desde construcciones más lexicalizadas, en tanto que colocaciones que combinan un verbo auxiliar y un verbo auxiliado, hasta otras más gramaticales. En el caso de ir + y + grupo verbal finito, en los inicios de la construcción (siglo xvi), en la posición del grupo verbal aparecen verbos que significan actividad o movimiento (Tabla 1). Más concretamente, solo se documentan los verbos dar y salir. Esta situación se mantiene, con un predominio de los verbos de actividad, hasta el siglo xix. A partir de esta centuria, se incorporan verbos que expresan alguna de las posibles maneras de decir y, en mucha menor proporción, verbos que expresan algún estado psicológico o sentimiento. Por último, en el siglo x x se incorporan los verbos que indican algún cambio de estado. Este comportamiento evidencia una esencial afinidad de la construcción por verbos que expresan un significado afín al sentido de movimiento expresado por ir. Solo cuando la construcción está bien consolidada, pasamos al ámbito de los estados.
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
FÍSICA
75 % (2/4)
1 0 0 % (6/6)
1 0 0 % (2/2)
4 4 , 4 % (8/18)
(60/153)
MOVIMIENTO
2 5 % (1/4)
39,21 %
ACTIVIDAD
5 , 8 8 % (9/153) 49,67 %
VERBO DICENDI
5 0 % (9/18)
(76/153)
CAMBIO DE 1 , 3 % (2/153)
ESTADO
5,55 % (1/18)
SENTIMIENTO
1 , 3 % (2/153)
Tabla 1. Restricciones léxicas sobre el verbo auxiliar en la perífrasis ir +y+ grupo verbal finito
En el caso de la evolución de ir + y + grupo verbal finito, además de la progresiva incorporación de nuevos verbos, también se observa una tendencia al empleo de la 338
M A R GARACHANA CAMARERO
construcción con verbos dicendi, especialmente con el verbo decir. La rutinización de esta construcción dará lugar a una nueva gramaticalización de la estructura va y + dice como marcador citativo.
Decir
XIX
XX
33,3 % (6/18)
40,52 % (62/153)
Tabla 2. Porcentaje del verbo decir como auxiliado de la perífrasis verbal
La gramaticalización de ir + y + grupo verbal finito pone de relieve, pues, que la perífrasis muestra una esencial predilección por ciertas clases semánticas, que van ampliándose en el transcurso del tiempo. Asimismo, el proceso evolutivo descrito pone de manifiesto que la gramaticalización
constituye,
como
ha
señalado
Concepción
Company
(2003b),
un
macrocambio en el que acostumbran a verse implicados diferentes niveles de descripción gramatical.
4 . PERSPECTIVAS DE ESTUDIO
Las aproximaciones al estudio del cambio gramatical permiten dibujar dos tendencias que, lejos de oponerse, constituyen dos maneras diferentes de enfocar la gramaticalización (Company 2003b, 2012a). La primera tendencia constituye un enfoque más estrictamente gramatical, que ha recibido las denominaciones de estrecha, tradicional o prototipo (Traugott 2010a, b). Aquí entrarían trabajos como los de Meillet (1912/1958), Kurylowicz (1965), Lehmann (1982/1995), Heine y Reh (1984), Heine et al. (1991), Traugott y Heine (1991), Haspelmath (2004), Kemenade 1999, Roberts y Roussou (2000) y Campbell (2001). Este enfoque se centra en el análisis de cómo se codifica una nueva pieza gramatical (Frajzyngier 2011)'° y subraya lo que la gramaticalización tiene de reducción, «congelamiento» y obligatorificación
{freezing)
de los elementos gramaticalizados. Esta tendencia, fiel a la máxima
givoniana de que la «morfología de hoy es la sintaxis de ayer», subraya los aspectos más (morfo)sintácticos y fonológicos del cambio gramatical (Givón 1971: 413). La otra vertiente es más pragmática, puesto que incide en el hecho de que la gramaticalización consiste en la codificación gramatical de significados pragmáticos. Los planteamientos suponen una visión de la gramaticalización como expansión
10
pragmáticos
(no como reducción).
Aquí
La definición de Frajzyngier es muy general y no se ciñe a la diacronía, de manera que como motores de la gramaticalización se presentan también el tono, la entonación, los cambios fonológicos que afectan a los segmentos, el orden lineal y la posición.
339
TEORÍA DE LA GRAMATICALIZACIÓN. ESTADO DE LA CUESTIÓN
entran trabajos como los de Traugott (1982, 1989, 2003), Sweetser (1988, 1990), Schwenter (1996), Traugott y Dasher (2002), Diewald (2002) (vid. Company 2003b: 21) 11 . La diferencia entre estos dos enfoques tiene que ver con los centros de interés de las investigaciones. Si lo que se estudian son procesos de cambio estrictamente gramatical, como la aparición de una desinencia verbal o de un verbo auxiliar desde una forma verbal plena, estaremos en una vertiente «reduccionista» de la gramaticalización. Por el contrario, si lo que interesan son cuestiones más discursivas, como el desarrollo de los marcadores discursivos, estaremos ante una visión de la gramaticalización como expansión, ya que lo que cambia es la función, pero no necesariamente la dependencia.
5 . L A E V O L U C I Ó N D E LA T E O R Í A
Hasta la fecha, la teoría de la gramaticalización ha mostrado una capacidad crítica y de revisión del paradigma que ha permitido avances significativos en su estudio. La discusión — dentro del funcionalismo, pero también la suscitada desde el generativismo— ha generado una amplia bibliografía acerca de los fundamentos teóricos sobre los que se asienta la teoría, que está permitiendo afinar sus principios explicativos. Sin embargo, desde el funcionalismo, en ocasiones se peca de un exceso de celo para evitar las excepciones dentro del modelo, hasta el punto de haberse llegado a ampliar la definición inicial para incluir dentro del modelo procesos de cambio que escapaban a una concepción estrecha de la gramaticalización. En las páginas que siguen haremos un repaso de las cuestiones que han suscitado más debate o que han supuesto un cambio de mira importante dentro del paradigma.
5.1 Gramaticalización y reanálisis El concepto que más estrechamente ha aparecido vinculado a la gramaticalización a lo largo de las tres últimas décadas ha sido el del reanálisis (cfr. Traugott 2011: 20). Como hemos señalado, el reanálisis es un parámetro de cambio gramatical consistente en la reorganización formal, semántica y fonológica de la construcción gramaticalizada, que no siempre tiene una manifestación externa. Como señala Company (2010: 37), el reanálisis «es una de las causas fundamentales, si no es que (sic) la causa, de la creación de nuevas categorías en la gramática de una lengua». 11
Existe una tercera posición, próxima a la anterior, representada por la teoría de la gramática emergente de Hopper (1987, 1998). Este autor adopta una postura extrema al defender que no existe la gramática, sino únicamente la gramaticalización. La lengua está en constante elaboración, en constante fluir, de manera que siempre se está gramaticalizando (vid. Company 2003). Para Hopper, pues, la gramaticalización viene a ser sinónimo de gramática: «There is, in other words, no 'grammar' but only 'grammaticalization' —movements Howard structure» (Hopper 1987: 148).
340
M A R GARACHANA CAMARERO
El problema central respecto del reanálisis y la gramaticalización tiene que ver con la relación entre ambos, así como con el lugar que ocupa el reanálisis en el cambio gramatical. En lo relativo a la relación entre ambos conceptos, las posiciones oscilan entre quienes admiten algún tipo de relación y quienes la niegan. En los estudios generativistas se niega dicha relación, puesto que se considera que la gramaticalización carece de estatus teórico relevante y es un subtipo del reanálisis, motor principal del cambio (Roberts 1993, Harris y Campbell
1995: 89-92, Campbell 2001, Roberts y Roussou 2003). En los estudios
funcionalistas, en cambio, no hay acuerdo sobre la naturaleza de esta relación. Para unos autores el reanálisis es el principal mecanismo de la gramaticalización y «la gramaticalización es un subconjunto de cambios involucrados en ese mecanismo» (Company 2010: 41). Para otros, la gramaticalización es un modelo de cambio que incluye procesos formales y semánticos diferenciados, uno de ellos, el básico, es el reanálisis 12 . Por último, algunos autores equiparan ambos conceptos (Company 2010: 41). Las dos últimas propuestas, que admiten la convivencia de reanálisis y gramaticalización en pie de igualdad o marcando la prioridad de la segunda, plantean la cuestión de si el reanálisis es o no un mecanismo ineludible en la gramaticalización. Dado que el cambio gramatical no tiene por qué suponer la creación de nuevas categorías, desde una postura teórica es posible que se dé una gramaticalización sin reanálisis (Haspelmath 1998). Company (2010) matiza esta opinión, subrayando que esto es posible siempre y cuando la profundidad histórica del cambio no sea grande 13 , esto es, siempre que el proceso de cambio no haya avanzado considerablemente en el tiempo. Cuanto más tiempo transcurra, más posibilidades habrá de que se produzca un reanálisis. Un ejemplo de gramaticalización sin reanálisis es la reduplicación de clíticos en español. Según Company (2010), estructuras como Le dije a mi padre que no se preocupara
solo con el transcurso de los siglos experimentan un reanálisis
del dativo como marca de concordancia objetiva y un reanálisis de toda la construcción. En una primera etapa, la gramaticalización solo supondría «una estrategia pragmático discursiva mediante la cual, con un pronombre anafórico le-les, se vuelve a situar en la escena predicativa una entidad pragmáticamente y/o discursivamente relevante» (Company 2010: 46). En esta etapa inicial, «hay gramaticalización, pero sin reanálisis, ya que sólo se modifica ligeramente el estatus semántico del clítico, que debilita o desgasta su carácter de anáfora fuerte» (Company 2010: 46).
12 13
Esta es, por ejemplo, la postura adoptada por Company (2010: 42). Para el concepto de profundidad histórica del cambio, vid. Company (2010).
341
TEORÍA DE LA GRAMATICALIZACIÓN. E S T A D O DE LA CUESTIÓN
5.2 La unidireccionalidad
de la
gramaticalización
Los primeros trabajos trazaron una visión de la gramaticalización como una evolución hacia la gramática que comportaba reducciones sintácticas, semánticas y fonológicas. Se dibujaba así un camino de cambio unidireccional. Sin embargo, no tardaron en surgir numerosos contraejemplos, que afectaban sobre todo a la reducción sintáctica (fijación y pérdida de autonomía) y a la reducción del alcance. Los contraejemplos procedían en su mayoría de trabajos sobre la evolución de los marcadores discursivos, cuya evolución no comporta ni una reducción del alcance (los marcadores afectan a los elementos discursivos que conectan) ni una fijación en una posición dentro del enunciado (si observamos los ejemplos de (3-5), comprobaremos que el marcador encima puede ocupar posiciones diferentes dentro del enunciado) 14 . (2)
(3)
(4)
Y luego se da el otro caso. Porque tienes un niño, no salgo y, encima, no duerme ni por el día, ni duerme por la noche. Para que te des cuenta de la situación que estoy viviendo, o sea, que es que no es cuento. No, es una situación realmente nada envidiable, ¿no? (Oral, España, CREA, 1992, consulta realizada el 22/111/2007). Te están esperando en el podium. No queremos..., ya que hemos organizado bien el protocolo para poder tener aquí a todos los protagonistas, no queremos que luego nos echen la bronca, encima, por haberlo incumplido. (Oral, España, CREA, 1995, consulta realizada el 22/111/2007). Antes yo iba un profesor tú ibas al colegio, yo me acuerdo, ¿¿¿iba??? un profesor y te dejaba castigado o te te pegaba y llegaba tu madre y te daba una bofetada encima. (Oral, España, CREA, consulta realizada el 22/111/2007).
Ante la constatación de este tipo de evoluciones, que ponían en tela de juicio la hipótesis de la unidireccionalidad del cambio gramatical, algunos autores propusieron el término de (Erman y Kotsinas 1993, Aijmer 1997) 15 . Así se trazaba una línea
pragmaticalización divisoria
entre
la
gramaticalización,
centrada
en
el
nivel
proposicional,
y
la
pragmaticalización que se ocuparía del nivel textual o discursivo. Sin embargo, pronto surge reformulación del paradigma, que permite distinguir entre la visión tradicional
de la gramaticalización
{extended view of grammaticalizatiori).
y la visión extendida
de la
gramaticalización
Sin renunciar a hablar de la unidireccionalidad, se
cuestionan los requisitos de la reducción estructural y del incremento de dependencia como características ineludibles, y se consideran características que solo se dan en ciertos ámbitos gramaticales (aquellos que pueden expresarse mediante mecanismos flexivos, de manera especial, tiempo, aspecto, modalidad, caso, concordancia de número, etc.). Otros terrenos de la gramática no se ven afectados por tales requisitos, e incluso pueden experimentar una 14
15
Espinosa (2010) constituye una excelente introducción a la gramaticalización de la palabras gramaticales (adverbios, preposiciones, conjunciones y marcadores discursivos). Cfr. Onodera (2011) para una breve presentación de las diferentes posturas teóricas que se han dibujado ante el estudio de la evolución de los marcadores discursivos.
342
M A R GARACHANA CAMARERO
expansión estructural; así los marcadores discursivos (vid. Tabor y Traugott 1998: 265; Traugott 2010b: 274; vid. asimismo Onodera 2011:614). Esta reformulación de la hipótesis de la unidireccionalidad asegura la unidad del modelo, al eliminar las posibles anomalías dentro de la teoría.
5.3 Gramaticalización
y
desgramaticalización
La hipótesis de la unidireccionalidad dejaba de lado cambios que pudieran suponer una evolución hacia un terreno menos gramatical. La evolución dentro de la gramática se planteaba como un proceso de cambio que conducía, inexorablemente, de lo menos a lo más gramaticalizado. Sin embargo, se ha constatado que también se dan procesos inversos, y que dentro de la gramática hay cambios que suponen que ciertas estructuras gramaticales ganan libertad sintáctica y contenido semántico. Este sería el caso del genitivo enclítico del inglés s, procedente de un afijo flexivo masculino singular genitivo. Este tipo de cambios quedan bajo la denominación de desgramaticalización.
Ahora bien, pese a que en la actualidad se
admite la realidad de la desgramaticalización (vid. Norde 2009, 2011), y pese a que esta plantea una objeción seria a la hipótesis de la unidireccionalidad, en última instancia acaba ratificándola, dada la mucho mayor frecuencia de los procesos que conducen al ámbito [+gramatical]. En todo caso, la desgramaticalización se convierte en otro concepto clave para relativizar la omnipresencia de la unidireccionalidad en el cambio gramatical.
5.4 Gramaticalización
y
lexicalización
Los límites entre lexicalización y gramaticalización han sido otra cuestión también largamente discutida desde fechas tempranas. Este es un tema, que de algún modo enlaza con el de la unidireccionalidad (y con el de la desgramaticalización) y que aún no ha sido aclarado, por más que la obra de Brinton y Traugott (2005) intente arrojar alguna luz sobre el asunto. La afinidad entre el léxico y la gramaticalización es grande y los estudios más recientes tienden
a
subrayar
la
proximidad
conceptual
y
teórica
entre
lexicalización
y
gramaticalización, al insistir en la existencia de mecanismos comunes en la creación del léxico y de la gramática. Así, en Brinton y Traugott (2005:110) se subraya que lexicalización y gramaticalización son tipos de cambio que comparten los rasgos de gradualidad, unidireccionalidad, fusión, coalescencia, desmotivación, metaforización y metonimización. Además, como se ha señalado en el apartado 3, numerosos procesos de gramaticalización tienen su origen en la creación de colocaciones o prefabs (Bybee y Torres Cacoullos 2009, Garachana 2010a, b; 2012a/b; en prensa y Garachana y Rosemeyer 2011) que solo con el 343
TEORÍA DE LA GRAMATICALIZACIÓN. ESTADO DE LA CUESTIÓN
tiempo adquieren rendimiento funcional y quedan integradas en la gramática. En el polo opuesto, tenemos predicados compuestos que pueden incluirse bajo la lexicalización o bajo la gramaticalización según su carácter más idiomàtico (lexicalizados) o productivo y con variabilidad sintáctica (gramaticalizados) (vid. Trousdale 2010 y Brinton 2008 y 2011).
5.5 Gramaticalización
y cambio
sintáctico
El poder explicativo de la gramaticalización ha dificultado su delimitación del cambio sintáctico en general. ¿Cabe identificar una y otro biunívocamente? ¿Son procesos independientes? ¿Interseccionan parcialmente? La mayoría de los autores situarían a la gramaticalización dentro del cambio sintáctico como un tipo de este. Pero aún así no resulta fácil determinar dónde se encuentra el límite entre una y otro. La aparición de elementos gramaticales como los verbos auxiliares, los elementos fiexivos, las conjunciones, los marcadores discursivos, los artículos, los pronombres, entre otros, se situarían dentro de la gramaticalización. La propia aparición de las perífrasis verbales puede considerarse un caso de gramaticalización de una construcción articulada en torno a dos verbos VERBO + (NEXO) + VERBO. El problema lo plantean construcciones que, aunque siguen un esquema gramatical fijo, presentan una libertad de construcción, sobre todo léxica, que excede a la de los límites de lo estrictamente gramatical. Nos referimos a construcciones como Pero si yo no he dicho nada o Comer comer no come. Ahora beber cerveza, no para. En este punto, las posiciones oscilan entre quienes consideran gramaticalizables a las construcciones gramaticales y quienes sitúan el surgimiento de una construcción gramatical en el terreno de la lexicalización (así Trousdale 2008). En ocasiones, se habla, incluso, de constructivización (vid. Garachana 2004 y Evans 2007) 16 . Tampoco queda clara la adscripción dentro de la gramaticalización de los cambios por calco sintáctico. La interferencia gramatical supone una modificación de la gramática de la lengua meta o lengua réplica, bajo el influjo de la lengua modelo. Esta modificación favorece que este tipo de cambios se etiqueten dentro de la gramaticalización a partir de una ecuación dudosa que equipara la modificación de la gramática con la gramaticalización (vid. Aikhenvald 2011, Heine y Kuteva 2005, 2011). Ahora bien, si dejamos de lado los casos de las lenguas pidgin y criollas, la identificación de la gramaticalización con el tipo de cambio gramatical que comporta el contacto de lenguas resulta cuando menos discutible, puesto que, a diferencia de lo que proponen Heine y Kuteva (2005), no parece que en estos casos se dé, 16
En el momento de redacción de este trabajo todavía no se había publicado la obra de Traugott y Trousdale (en prensa), que muy probablemente arroje más luz sobre este asunto.
344
MAR GARACHANA CAMARERO
stricto senso, un proceso de reanálisis formal y conceptual similar al implicado en los procesos de gramaticalización. No cabe equiparar la copia gramatical que se da en situaciones de contacto lingüístico con la evolución conceptual que opera en los procesos de gramaticalización. En el primer caso, la modificación gramatical sigue un modelo lingüístico que no existe en la gramaticalización. Además, como sostiene Johanson (2008), la forma de la lengua meta, la forma interferida, puede representar un estadio de gramaticalización más temprano que el de la lengua fuente. Por último, no hay que olvidar que los procesos diacrónicos no son copiables; la copia gramatical no implica también una copia del proceso de gramaticalización (Johanson 2008). Esto es, aunque la estructura fruto de la interferencia sea similar a la de la lengua fuente, esto no significa que en la lengua meta se haya seguido idéntico proceso de gramaticalización. Una postura intermedia es la de los autores que consideran que el cambio gramatical inducido por contacto lingüístico es un subtipo indispensable de la gramaticalización (vid. Matras 2011 17 ). En la misma área de las interferencias motivadas por la convivencia de lenguas, hay que situar las que tienen que ver con situaciones, diglósicas o no, en las que una lengua de cultura sirve de modelo lingüístico, también gramatical, para otra lengua. El magisterio ejercido por la lengua de cultura puede motivar la copia de estructuras gramaticales. Sin embargo, de la misma manera que apuntábamos en el apartado anterior, en estos casos más que un proceso de cambio por gramaticalización lo que se da es un préstamo gramatical, ya que no hay ningún mecanismo cognitivo subyacente desencadenante del proceso. Este respondería a una traducción debida a la falta de estructuras similares en la lengua meta o a la voluntad de copiar estructuras de la lengua prestigiada. Aquí tendríamos, por ejemplo, la aparición en español del marcador así las cosas, que, de acuerdo con Pons (en prensa), resultaría de la traducción de una estructura latina equivalente, propia de la lengua jurídica: rebus stantibus.
sic
Esta línea de estudios sobre los calcos sintácticos del latín en el español está
cobrando cada vez mayor vitalidad (vid. Pons 2010 y las referencias ahí citadas; vid., asimismo, Cornillie y Octavio de Toledo 2012). Nuevamente, no se trata de la reelaboración conceptual de estructuras gramaticales dentro de la lengua meta. Por último, existe otro tipo de evolución sintáctica que tampoco parece que pueda ser descrita sin más desde la gramaticalización, pese a que el resultado del proceso redunde en una modificación de la gramática. Nos referimos a cambios que vienen activados por procesos 17
Matras (2011) dedica un apartado de su trabajo a apuntar los casos de cambio gramatical por contacto lingüístico que no encajan a la perfección en la teoría de la gramaticalización. Este autor también señala la necesidad de tomar en consideración la motivación conversacional y cognitiva del hablante en las gramaticalizaciones activadas por contacto lingüístico.
345
TEORÍA DE LA GRAMATICALIZACIÓN. E S T A D O DE LA CUESTIÓN
de sustitución léxica, como, por ejemplo, la evolución de la perífrasis verbal tener + de + infinitivo en español. En la Edad Media esta perífrasis concurrió con a ver + de + infinitivo, construcción mayoritaria, cuya existencia fue determinante para el surgimiento de la perífrasis con tener. La aparición de tener + de + infinitivo parece responder al mismo proceso de sustitución léxica por el que tener fue desplazando a haber a lo largo de la Edad Media (Yllera 1980: 124). Por lo tanto, el surgimiento de tener + de + infinitivo queda fuera de la reorganización
conceptual
—metafórica
o
metonímica—
característica
de
la
gramaticalización (Garachana 2011, Garachana y Rosemeyer 2011).
5.6 Gramaticalización y tradiciones
discursivas
Otra de las cuestiones que se han planteado en relación con la teoría de la gramaticalización es la relativa a la necesidad de dar cabida a las tradiciones discursivas 18 . En general, los estudios sobre gramaticalización han optado por un enfoque que no distingue tipos de texto, de manera que la descripción de la evolución de las estructuras gramaticales puede resultar distorsionada, ya que, a menudo, la aparición de una construcción o de una palabra gramatical queda ligada en sus orígenes a una tradición discursiva determinada. Así, en Company (2008b) se comprueba que la gramaticalización de hombre como pronombre indefinidoimpersonal y la difusión de los adverbios en -mente estuvo claramente ligada a su empleo en la literatura sapiencial 19 . Algo similar hemos observado en el apartado 3, cuando tratábamos acerca de la influencia de los contextos narrativos en el desarrollo del valor de pasado en la construcción ir + y + grupo verbal finito.
5.7 La universalidad de la
gramaticalización
Los principios que rigen los procesos de gramaticalización tienen una consideración panlingüística. Esto es, se consideran aplicables a cualquier lengua. Sin embargo, los estudios tienden a basarse principalmente en el inglés y en algunas lenguas de Europa, junto a un reducido número de lenguas asiáticas (el chino, el japonés o el coreano). Se desatienden, por tanto, otras, en algunos casos por falta de tradición escrita (es el caso de lenguas de Nueva Guinea, Australia y Sudamérica, así como del papúa de Nueva Guinea o Australia). Esta reducción del input lingüístico redunda en una restricción tipológica que tal vez podría poner en entredicho o hacer modificar algunas afirmaciones bien asentadas en la teoría de la gramaticalización (vid. Narrog y Heine 201 Ib, especialmente Bisang 2011). 18 19
Para el concepto de tradición discursiva, vid. Kabatek (2005). Para los adverbios en -mente, vid. también Company (2012b).
346
MAR GARACHANA CAMARERO
Por otro lado, también se ha planteado la cuestión de si la gramaticalización queda estrictamente restringida a la lengua oral o si también afecta a la lengua escrita y a otros tipos de comunicación humana. En este sentido, las lenguas de signos han probado que la gramaticalización no es asunto exclusivo de las lenguas orales (vid. Brentari 2010, Jonston y Schembri 2010/1, Meir 1999, Pfau y Steinbach 2006, 2011; vid., asimismo, el monográfico coordinado por Jarque 2012). Además, para el japonés y algunas lenguas europeas se han documentado cambios por gramaticalización en la lengua escrita (Narrog y Ohori 2011: 64; Heine y Miyashita 2008).
5.8 Nuevas áreas de interés Los estudios sobre gramaticalización se están abriendo a nuevos campos dentro de la Lingüística, como la Lingüística de corpus, la Adquisición de lenguas, la Fonología, la Sociolingüística, la Teoría de la variación, la Teoría basada en el uso, la Inteligencia Artificial o la Gramaticogénesis. Se trata de estudios aún incipientes, pero que pueden marcar importantes líneas de investigación, al tiempo que están incorporando nuevos métodos de análisis al estudio del cambio gramatical. Así cada vez son más los trabajos que incorporan análisis estadísticos que van más allá de los cálculos puramente porcentuales. Sin embargo, son todavía necesarios ajustes en este sentido, sobre todo porque no está claro cuál debe de ser el nivel de significatividad de los datos en el terreno del cambio gramatical. El interés por la estadística y los estudios cuantitativos, unido a la posibilidad de manejar corpus extensos, ha permitido que aflore también la cuestión de cuántos datos son necesarios para poder establecer hipótesis y generalizaciones (Ledgeway 2011). En este sentido, Mair (2011) establece que, para piezas con una alta frecuencia de aparición, corpus pequeños son suficientes. Por último, desde la inteligencia artificial se ha despertado el interés por el estudio de la gramaticalización. Así, en el proyecto Robots)—,
ALEAR
(Artificial Language Evolution in
Autonomous
centrado en el desarrollo del lenguaje artificial, se postula la gramaticalización
como el proceso de cambio central para ensayar el desarrollo de la gramática en agentes robóticos (vid. van Trijp 2010).
347
TEORÍA DE LA GRAMATICALIZACIÓN. E S T A D O DE LA CUESTIÓN
6 . ESTUDIOS DE GRAMATICALIZACIÓN EN ESPAÑOL
Los estudios sobre gramaticalización aplicados al español se han desarrollado ampliamente a lo largo de las últimas décadas. Muchos de ellos están recogidos en las Actas de los Congresos Internacionales de Historia de la Lengua Española, en las Actas de los Congresos de Jóvenes Investigadores de Historiografía e Historia de la Lengua Española y en la Revista de Historia de la Lengua Española. Contamos, asimismo, con excelentes introducciones al modelo aplicadas a la lengua española (vid., por ejemplo, Company 2003a y Elvira 2009). Son también numerosos y destacables los trabajos orientados a áreas de estudio concretos que han permitido elaborar una sintaxis histórica del español de la que se han publicado ya los tomos relativos al sintagma nominal y al sintagma verbal; actualmente, está en ciernes la presentación de la primera entrega del tomo dedicado a adverbios, preposiciones, conjunciones y relaciones interoracionales (Company 2006, 2009, en prensa). Además de esta obra de conjunto, disponemos de numerosos estudios parciales, entre los que destacan los dedicados a los marcadores discursivos. También se han realizado numerosas tesis doctorales que han permitido un avance sustancial del conocimiento de la gramática histórica del español. La referencia a todos estos trabajos rebasaría con creces los límites de este trabajo, por
ello
remitimos
al
apartado
bibliográfico
y a
la
bibliografía
contenida
en
.
7 . CONCLUSIONES
La teoría de la gramaticalización ha supuesto un espaldarazo considerable a las investigaciones sobre gramática histórica en general y sobre la gramática histórica del español en particular. Desde un punto de vista teórico, sin embargo, hay que remarcar que los trabajos sobre gramaticalización pecan de una cierta tendencia a la uniformización del paradigma y a huir de las excepciones, de manera que a menudo se intenta incluir dentro de la teoría los aspectos más periféricos del cambio gramatical. Asimismo, el poder explicativo de la teoría de la gramaticalización tiende a difuminar en ocasiones los límites entre cambio gramatical y gramaticalización. Ahora bien, pese a todo ello, es innegable que dentro del propio modelo se han suscitado debates teóricos que han permitido avanzar en el conocimiento de los parámetros que rigen el cambio gramatical.
348
MAR GARACHANA CAMARERO
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El vocabulario de la medicina en el español del siglo XVIII 1 Josefa Gómez de Enterría (Universidad de Alcalá)
1. INTRODUCCIÓN
La ciencia no es ciencia sin la comunicación, y esta exige unas condiciones que faciliten la transmisión del conocimiento. La ciencia en cualquier momento de su historia vive por y para el progreso y es en ese devenir cuando nos ofrece su terminología 2 , siempre en constante proceso de renovación, con la consiguiente revitalización léxica del conocimiento. Son los lenguajes de especialidad el cauce mediante el cual se hace realidad la transmisión del conocimiento, cuyo objetivo último será siempre acercar los nuevos conceptos hasta la comunidad científica o a los lectores interesados por estos temas cuando son textos de divulgación. Durante el siglo XVIII se produce la consolidación de la ciencia y la creación de nuevas áreas científicas independientes. Es entonces cuando las lenguas vernáculas
alcanzan
plenamente el status de lenguas nacionales para la difusión de la ciencia, erigiéndose en cauce prioritario para la comunicación especializada y relegando las publicaciones científicas en latín a reductos m u y limitados. Así lo evidencia la elevada producción editorial de tratados científicos en las lenguas de cultura europeas y aún más en la nuestra. Esta situación de renovación científica va a favorecer en España el nacimiento de un lenguaje moderno, con el consecuente desarrollo de numerosos vocabularios de especialidad que verán la luz a lo largo del siglo ilustrado, al mismo ritmo de la evolución del saber. Sin olvidar que, al mismo tiempo, también se producirá el nacimiento de la lexicografía especializada en lengua española, bien los repertorios léxicos de especialidad de carácter autónomo, o bien los «glosarios escondidos» que aparecen como elementos auxiliares de lectura de los tratados y manuales (Alvarez de Miranda 2011: 168). Al abordar el vocabulario científico del siglo XVIII en su conjunto observamos que en algunas áreas del saber surgen diversos léxicos propios, unos de nueva factura y otros que, con una larga tradición de siglos, evolucionan y se transforman durante la centuria ilustrada. Esto ocurre en las áreas del conocimiento que van a alcanzar su cénit en el periodo que nos ocupa, tanto en los ámbitos de las llamadas ciencias naturales o experimentales a partir de la
2
Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto: «Estudio del vocabulario científico y técnico del español del siglo XVIII. Ciencia y técnica en América» (ref.: FFI2011-24090). Entendemos la terminología como el conjunto de términos o unidades que se emplean en los ámbitos de especialidad para expresar de modo preciso, conciso, sistemático y uniforme los conceptos propios de las materias científicas, técnicas y profesionales.
E L VOCABULARIO DE LA MEDICINA EN EL ESPAÑOL DEL SIGLO X V I I I
eclosión de las nuevas nomenclaturas, sistematizadas expresamente para estas ciencias; por ejemplo, la nueva propuesta taxonómica para la clasificación de los reinos animal, vegetal y mineral creada por el sueco Linneo, que posteriormente completará con la nomenclatura binómica; o la nueva nomenclatura química acuñada por los franceses Morveau, Lavoisier, Berthollet y Fourcroy. Sin olvidar el ámbito de las ciencias sociales donde también se acuñarán nuevos vocabularios de especialidad con el nacimiento y posterior desarrollo de estas nuevas ciencias; por ejemplo, en economía el nacimiento de un nuevo vocabulario como consecuencia de la llegada de los nuevos conceptos que introducen entre otros los fisiócratas y Adam Smith; o, en política con el advenimiento de la revolución francesa. Sin embargo, en medicina no ocurre así porque estamos ante una ciencia que posee un vocabulario fuertemente afianzado desde
la antigüedad
clásica, con
algunos períodos
en
lengua
vernácula
verdaderamente brillantes como el Renacimiento en España, cuando se desarrolla un léxico médico en romance castellano de enorme riqueza. El estudio del vocabulario de la medicina y ciencias afines en español ha tenido un desarrollo
floreciente
durante las últimas décadas con trabajos fecundos de brillantes
resultados con la publicación de repertorios relevantes antiguos como el Diccionario de textos médicos antiguos (DETEMA),
1996, dirigido por María Teresa Herrera; el Diccionario
de
Juan Alonso de los Ruizes de Fontecha, edición crítica de M. Purificación Zabia, 1999; y los textos médicos antiguos con sus concordancias realizados en el Seminario de Estudios Medievales de la Universidad de Madison (EE. UU.) 3 . Recientemente se ha publicado en Internet el Diccionario médico-biológico,
histórico y etimológico.
«Dicciomed»
dirigido por
4
Francisco Cortés Gabaudán y Jesús Ureña . Por último, es importante señalar la aparición del primer repertorio médico con enfoque sincrónico, el Diccionario
de términos médicos de la
Real Academia Nacional de Medicina, dirigido por Fernando Navarro. Sin olvidar la atención que la revista en Internet, Panace@, dirigida por Bertha Gutiérrez Rodilla, presta al lenguaje médico periódicamente. La investigación y estudio de los vocabularios diacrónicos de especialidad desde la filología española tiene su fundamento en la orientación lexicológica suscitada en Francia por Matoré y Dubois, de la que fue Rafael Lapesa uno de los primeros introductores en nuestro país. Así, parece obligado comenzar recordando las palabras del maestro cuando en su 3
4
Además de los numerosos estudios que sobre este vocabulario de especialidad han sido publicados en las últimas décadas, de entre los que sin ánimo de ser exhaustivos señalamos los trabajos sobre el vocabulario médico medieval y renacentista de Guido Mensching (1994), Carrera de la Red (2001), Milagro Laín y Doris Ruiz Otin (2001), Concepción Vázquez de Benito y Nieves Sánchez (2010), etc. Las etimologías de algunas de las voces médicas que ofrecemos en las páginas siguientes han sido tomadas de este diccionario.
362
JOSEFA G Ó M E Z DE ENTERRÍA
articulo «Palabras e Ideas: el léxico de la Ilustración temprana en España» advierte: «cada una de las transformaciones que acusa la ciencia se reflejan en su vocabulario con la ampliación y renovación del mismo» Lapesa (1966-67: 190). La aproximación al estudio histórico del vocabulario es imprescindible desde los textos, ya que estos son el soporte necesario para obtener una visión contextual del mismo que nos permita llevar a cabo el análisis de cada una de las voces en el período propuesto. Solo a partir del despoj amiento de los textos será posible valorar la evolución de los conceptos, tal como se insertan en la historia de la ciencia, de ahí que el material de base para su análisis sea un corpus textual de obras de medicina dieciochesca, escrita en lengua castellana. Estos textos son el testimonio de la evolución del vocabulario español y reflejan la manera en que la práctica médica se ha acercado hasta las corrientes renovadoras que, a lo largo de la centuria, van forjando el nuevo léxico. Al considerar los textos médicos y su valor para el estudio del léxico de especialidad en la dimensión histórica, no podemos olvidar la importancia que adquieren los repertorios lexicográficos, como nos recuerda Alvarez de Miranda (2011:170). Nos situamos pues en otra vertiente para el estudio del vocabulario de especialidad, esta es la
aproximación
lexicográfica, propuesta por Lapesa «como indicio de la fecha de incorporación de ciertas voces a las sucesivas ediciones del diccionario académico a lo largo del período estudiado» (Alvarez de Miranda 1998: 88). Este método es para el historiador del léxico un rica fuente de información, pero conviene tener presente que las fuentes lexicográficas sólo nos ofrecen indicios, ya que no son exhaustivas ni válidas para llevar a cabo las dataciones de las voces. Aunque la comprobación lexicográfica puede ser interesante para advertir la evolución semántica de las voces especializadas. En un trabajo reciente, Cecilio Garriga (2012: 269) da cuenta de los cambios que se reflejan en cada una de las acepciones que van acogiendo los repertorios, sobre todo en los vaivenes que a veces acusa la comunicación científica en su confluencia con la lengua común. Para la descripción de este vocabulario de especialidad es preciso considerar la incorporación de las voces médicas en los dos repertorios lexicográficos de la lengua española más importantes del siglo XVIII: el Diccionario de autoridades (1726-1739) y el Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes (1786-1793) de Esteban de Terreros, ya que en ambos repertorios los términos de la medicina tienen una presencia destacada. El tratamiento que recibe el vocabulario médico en el Diccionario
de autoridades
ha sido estudiado por
Bertha Gutiérrez Rodilla (1994-1995; 1999). Las voces más recientes que incorporan los académicos en el primer repertorio son autorizadas por destacados anatomistas y cirujanos 363
E L VOCABULARIO DE LA MEDICINA EN EL ESPAÑOL DEL SIGLO X V I I I
contemporáneos a la redacción del diccionario como Juanini, Le Preux, Beaumont, Martín Martínez o Manuel de Porras, entre otros. Pero es el Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes del P. Esteban de Terreros y Pando, el que da mayor importancia a las voces de la medicina (Gutiérrez Rodilla 1996; Azorín Fernández y Santamaría Pérez 2009; Jacinto García 2008) ya que ofrece una nómina de lemas relacionados con las ciencias médicas que supera ampliamente al resto de los vocabularios de especialidad acogidos en este repertorio. Las definiciones de las voces médicas del Diccionario de Terreros van dirigidas a un lector no especializado, al que el jesuíta pretende dar un tipo de información relacionada con la salud pública y el bienestar, que hoy consideraríamos como divulgación. Las autoridades de las que se sirve para atestiguar las voces están tomadas, en gran parte, de las traducciones de los grandes tratadistas europeos que habían sido vertidas recientemente al castellano como, por ejemplo, la traducción de las obras del gran iatromecánico Heister. Sin olvidar los tratados que publican los principales médicos y cirujanos españoles durante la primera mitad del siglo XVIII, con el Doctor Martín Martínez a la cabeza. El vocabulario dieciochesco de la medicina se muestra ante nosotros como un rico acervo en el que se evidencian las modalidades del cambio léxico. Para la descripción lexicogenética hemos seguido el camino desbrozado por Pedro Alvarez de Miranda (2009) en un trabajo revelador sobre «Neología y pérdida léxica», procediendo para el análisis de las voces de acuerdo con sus planteamientos. Al observar los fenómenos del cambio activos en el vocabulario médico, de forma global, comprobamos que la neología es lo menos frecuente, ya que es desplazada en muchos casos por el cambio semántico, es decir, la adopción de un significado nuevo para un significante que ya estaba de antemano en la lengua, con o sin pérdida semántica. Porque son muchas las voces que en este léxico siguen una evolución conceptual, cuando acusan el cambio en su significado sin que se altere en nada el significante. Distinguimos pues dos clases de préstamos: 1) los que llegan a la lengua de la medicina para nombrar las nuevas realidades conceptuales, que aquí son las menos dada la naturaleza y circunstancias de la ciencia que nos ocupa5; y 2) los préstamos que han venido a reemplazar a las palabras que estaban en la lengua de la medicina desde tiempo atrás, estos son muy numerosos y se insertan en el vocabulario en el transcurso de la centuria ilustrada. Considerando también que este rico vocabulario de especialidad, además de una activa lexicogénesis, nos ofrece numerosos casos de poligénesis y discontinuidades léxicas. 5
El avance de la medicina durante el siglo XVIII favorecerá la renovación de su vocabulario a pesar de la lenta evolución de la ciencia. Esta no llegará hasta el siglo XIX con la total renovación del método científico. La situación durante la centuria ilustrada se identifica con lo que Laín Entralgo ha denominado momento invariante de la historia, a través de sus avances y sus regresiones (1978: 680).
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JOSEFA G Ó M E Z DE ENTERRÍA
Al ir desgranando el análisis de las nuevas voces también hemos valorado el planteamiento de S. Dworkin (2008: 1240) cuando afirma que el estudio histórico del vocabulario debe hacerse de forma sistemática, abordando la tipología del cambio léxico con un enfoque tridimensional que implica: 1) los procesos del cambio semántico que ha sufrido la voz; 2) el análisis de los procesos morfológicos que van a dar lugar a su formación; y 3) la evaluación de la palabra resultante como patrimonial o préstamo. En cuanto al análisis de los procesos morfológicos hemos considerado las precisiones observadas por J.L. Girón Alconchel sobre los cambios en la morfología, cuando indica que «conviene distinguir en una diacronia el momento de la «innovación» del de la «adopción» sobre todo cuando el cambio es un cambio funcional, o solo un cambio de norma, o un cambio de estilo» (Girón Alconchel 2008; 2244). Cuestión esta que ha encauzado nuestra atención para valorar la importancia que adquieren algunos afijos en momentos puntuales del siglo ilustrado, favoreciendo incluso la aparición de palabras fantasma. Procederemos, pues, de acuerdo con estos planteamientos recordando al mismo tiempo las palabras de Baldinguer (1985) cuando afirma en un trabajo paradigmático: «al hablar de lengua y cultura hay que entrar en los detalles y proceder con mucha prudencia» y concluye el profesor de Heidelberg «las constataciones generales en este campo no sirven para nada». Esto nos orienta para observar los sentidos secundarios y específicos de cada una de las voces, que en una aproximación de carácter general podrían pasar inadvertidos. Por último, sin entrar en el controvertido tema de la periodización lingüística 6 , y partiendo de la necesaria justificación del período de tiempo acotado para el estudio del vocabulario de la Medicina aquí propuesto, valoraremos muy fundamentalmente los cambios sociales, políticos y culturales que coinciden estrechamente con la evolución de la ciencia y de las ideas; estos criterios externos son los que en gran medida van a «marcar» la evolución del léxico médico. Además, de acuerdo con Girón Alconchel (2008: 2244) somos conscientes de que el historiador de la lengua debe atender a criterios de periodización mixtos, porque es en ellos donde confluye la historia externa con la interna. Así, el corpus compilado se ciñe en su aspecto cronológico a la centuria ilustrada junto con las dos últimas décadas del siglo XVII, debido a la importancia que tiene el movimento novator para el desarrollo de la ciencia en el XVIII, además de las dos primeras décadas del XIX, de acuerdo con la periodización histórica vigente para el estudio del siglo XVIII.
6
Véanse: Eberenz, (1991); Girón Alconchel (2008); Sánchez Lancis (2012).
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E L VOCABULARIO DE LA MEDICINA EN EL ESPAÑOL DEL SIGLO X V I I I
Esta exposición se limitará pues a trazar un fugaz recorrido por aquellos aspectos más llamativos que ofrece el vocabulario de la medicina y cirugía a lo largo del siglo ilustrado, en cuanto que puede aportar algún interés para la historia de la lengua española. Para ello hemos establecido tres momentos clave en el devenir de la medicina dieciochesca fundamentales para la formación del léxico, estos son: 1) el movimiento novator; 2) importancia de la traducción para la formación del vocabulario de la medicina en el siglo XVIII; y 3) la figura de Andrés Piquer en la medicina española 7 .
2. EL VOCABULARIO DE LA MEDICINA EN EN EL TRANSCURSO DEL SIGLO X V I I I
2.1 El movimiento
novator
La evolución de la medicina hispana del XVIII debe ser considerada desde las décadas previas a los comienzos de la centuria, gracias a las aportaciones que a esta ciencia harán los médicos y filósofos que constituyen el movimiento novator; son estos los que introducen los saberes y las técnicas de la «revolución científica», junto con la idea de progreso y el derrocamiento del criterio de autoridad (López Piñero 2007: 15). En este primer momento de la actividad novatora es cuando sobresalen los médicos defensores de la iatroquímica y contrarios al galenismo; entre los más destacados podemos citar a Juan Bautista Juanini, Juan de Cabriada, Dionisio de Cardona, Miguel M. Boix y Moliner, y Diego Mateo Zapata. El acontecimiento intelectual más relevante del período es la Carta Philosóphica
médico-chymica
(1687) de Juan de Cabriada, que propone un cambio
radical para la práctica de la medicina y plantea los nuevos principios de la ciencia fundamentados en desarrollos veraces y precisos 8 . Algunos de los médicos que forman parte del primer momento novator son extranjeros afincados en España, como el italiano Juan Bautista Juanini 9 (Milán, 1632-Madrid, 1692) que, junto con Cabriada, introdujo en España el movimiento iatroquímico. Juanini se interesó en diversos aspectos de los saberes médicos, como la higiene pública, la terapéutica química y 7
8
9
Para la descripción del vocabulario médico en las dos primeras décadas del siglo XVIII, véase Gómez de Enterría (2013). A mayor abundamiento acerca del vocabulario de Cabriada y otros novatores véase (Gómez de Enterría 2012). Este médico viene a España a instancias de Juan José de Austria, muy probablemente con los Tercios del príncipe a través de Andalucía. Es posible que llegara al puerto de Cádiz, porque en la introducción "al lector" en su tratado Nueva idea Physica da testimonio de diversas curas que realizó en esta ciudad y del grato recuerdo que le dejaron sus calles blancas (Cobo Gómez 2006: 44). También en su obra Discurso Físico y Político alude a la ciudad de Cádiz, al referirse a la venta de café caliente en infusión, que ya se tomaba aquí igual que en otras ciudades de Italia; así lo expone al describir las propiedades del café: «[...] y después se saca en xicaras y se toma a sorbos, hirbiendo como el chocolate. En Roma, Génova y otras ciudades de Italia, y en Cádiz se vende en puestos públicos, como en esta Corte el chocolate caliente en diferentes casas» (Juanini, 1689b: 101).
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JOSEFA G Ó M E Z DE ENTERRÍA
diversas neurociencias. Este novator ofrece un programa higiénico-sanitario muy original para desarrollarlo en España mediante la aplicación de la iatroquímica. Su tratado Discurso
Físico
y Político de 1689, es la primera obra moderna que muestra la introducción de la medicina social en España, en ella recogemos el neologismo higiene (Juanini 1689b), voz que ya estaba documentada en francés desde el siglo XVI y que se introduce en nuestra lengua mediante el calco. Uno de los logros de Juanini es su visión del concepto de medicina social que posteriormente se desarrollará en Francia a partir de la mitad del XVIII, con la publicación de numerosas obras que promueven el higienisno. Es posible que la caída en desgracia de los médicos iatroquímicos en las décadas siguientes favoreciera el «adormecimiento» de la voz higiene en español, sin que hayamos podido constatar ningún uso a lo largo de la primera mitad de la centuria, hasta que «despierta» con la llegada de las traducciones del higienismo francés. Es entonces cuando el P. Terreros la acoge en su diccionario con las formas: hijiena; hijienia10, doblemente autorizada por las versiones de los eminentes tratadistas europeos: Lorenz Heister 11 y Jacques Ballexerd 12 , de reciente llegada a las prensas españolas. Este neologismo nos ofrece un ejemplo de discontinuidad léxica que supera el medio siglo con un lapso de tiempo sin testimonios después de la primera aparición en la obra de Juanini. La terapéutica basada en la concepción quimicista del cuerpo humano, que apoyaban los novatores frente al galenismo imperante en la medicina oficial española los lleva al empleo de los remedios químicos para el tratamiento de las enfermedades (Martínez Vidal y Pardo Tomás 1995: 312), esto se hace patente con voces como antimonial, volatilizar, calomelanos,
etc. El adjetivo antimonial,
fluidificar,
formado a partir de un proceso derivativo
(antimonio + -al) es muy recurrente en los textos y adquiere especial significado cuando constituye el núcleo de compuestos sintagmáticos como nitro antimonial, agua
antimonial,
que denominan los preparados medicinales en cuya composición intervenía el antimonio, producto que ya era muy usado desde la Edad Media para la preparación de medicinas. (Mensching 1994: 229). La polémica 13 que suscitó este medicamento en los primeros años del 10
11
12
13
Observamos que la actitud del P. Terreros ante las voces cultas es de adaptación a la lengua patrimonial, así ante epidermis, equimosis, esclerótica, higiene, prefiere epidermia, equimosa, esclerótida, hijiena o hijienia. El Compendio Anatómico del gran iatromecánico L. Heister fue traducido al español por Andrés García Vázquez y publicado en 1755. Se trata de una obra representativa de la pediatría, especialidad médica del dieciocho ilustrado, que ganó el premio de la Sociedad Holandesa de las Ciencias en 1762. La traducción al español: Crianza física de los niños, está firmada por Patricio de España, seudónimo de Eugenio Llaguno y Amirola, estadista y polígrafo, y publicada en 1765. Sucedió que con la llegada de Felipe de Anjou a Madrid a principios de 1701, los galenistas de la Universidad de Sevilla denunciaron públicamente que «el antimonio era un poderoso veneno que abrasa los cuerpos y que los que lo han tomado mueren al año», ante tamaño disparate Diego Mateo Zapata salió en
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E L VOCABULARIO DE LA MEDICINA EN EL ESPAÑOL DEL SIGLO X V I I I
siglo favoreció el afianzamiento de la nueva voz que podemos considerar palabra-testimonio del conflicto desatado en su momento. Juanini defiende el uso de este medicamento y emplea la voz en fecha temprana: «De manera que todo lo que dexamos assentado con ningún otro medicamento se consigue mexor que con el agua antimonial, la qual por treinta o quarenta días se toma del modo que dexamos dicho» (1689b: 95). El descubrimiento de la circulación sanguínea en 1628 por el médico inglés William Harvey (1578-1657), revoluciona el devenir de la ciencia médica en el siglo XVII y marca el final de la medicina galénica. Palabras como vasos linfáticos, artería o vena pulmonaria,
descoagulante
y circulación
sanguificación,
arteriola,
de la sangre, son algunas de las
voces testigo de este descubrimiento. En este contexto ven la luz las publicaciones en lengua castellana de los médicos novatores con obras que nos traen un vocabulario nuevo. El neologismo linfático lo recogemos por primera vez en 1686 en un texto de Dionisio de Cardona, médico de cámara de la reina madre. El empleo que hace Cardona de la nueva voz va más allá de la introducción del mero adjetivo porque lo usa formando el compuesto sintagmático vasos linfáticos14.
Un indicio de la novedad de este término nos lo da la
perífrasis con la que Juan Bautista Juanini se refiere al nuevo concepto, cuando explica la formación anatómica de dichos vasos mediante la descripción de su forma y el «suco linfático» que contienen. Los diccionarios históricos nos proporcionan una primera documentación en inglés en 1649, y en francés en 1671, este último con la formación: venes lymphatiques, a las que añadimos la primera documentación en español de 1686. Esta voz de la anatomía hipocrática está muy activa en los siglos siguientes sometida a procesos de cambio semántico con los que traspasa el ámbito de la medicina. A finales del siglo XVIII encontramos la voz linfático en textos de botánica 15 para nombrar «ciertos vasos
defensa del uso de los fármacos químicos y publicó Crisis médica sobre el antimonio en defensa de este remedio químico, lo que desencadenó una viva polémica con numerosos escritos en pro y en contra de los remedios químicos que circularon por Madrid y Sevilla fundamentalmente. El fragmento que recogemos en el Triunfo del antimonio de Juan Muñoz y Peralta es suficientemente expresivo para dar una idea del nivel de esta polémica, pero además tiene interés por el juego de palabras mediante el empleo del prefijo anti- (muy recurrente en este vocabulario) con que Muñoz y Peralta refuta el argumento: «[...] luego no es absolutamente verdadera el antimonio es veneno, si solo dize siendo en materia contingente el antimonio puede fer, ó no fer veneno, como el vino, agua, y alimentos, etc., y si es en este sentido lo que sus defendidos han dicho, se acabó la question, y quedan mal; pues su malicia no quería dexarlo como á los demás, sino expelerlo como necessario Veneno; pues aun de su nombre se escandalizan, y le interpretan con la impropriedad que acostumbran la malicia, y la malevolencia llamándole demonio, siendo assi que dize la voz anti. que es contrario o opuefto al demonio, y esto dize el Doctissimo Etmulero le compite con propriedad al antimonio» (Muñoz y Peralta, 1702: 17) (el subrayado es mío). 14
15
¿Qué luz no avrá subministrado para hallar la causa de la hidropesía, el descubrimiento anatómico de los vasos linfáticos? (Cardona, 1686: s.p.) Este deslizamiento de sentido parece lógico si consideramos el carácter interdisciplinar de la medicina dieciochesca, que el Doctor Martín Martínez defiende cuando escribe acerca de su enseñanza: «La Anatomía,
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JOSEFA GÓMEZ DE ENTERRÍA
o conductos secretorios de las plantas», así la emplean Cavanilles y Colmeiro 16 , dos ilustres botánicos. A este recurso neológico, tan frecuente en la historia de la ciencia para el enriquecimiento de los vocabularios especializados, L. Guilbert lo denomina trasvase de términos. El adjetivo linfático aún nos va a deparar otra sorpresa cuando mediante un trasvase de términos salta desde la lengua de especialidad hasta la lengua común para instalarse en esta con el significado que recoge la edición de 1984 del Diccionario
académico
(manual):
«persona falta de entusiasmo o energía». Al cotejar esta voz en el Fichero General de la Lengua de la Real Academia Española observamos que en el siglo XVIII apenas ofrece registros con este significado y sin embargo en el XIX y primer tercio del XX son muy numerosos sobre todo en la novela realista y costumbrista 17 . Aunque, a medida que el siglo XX supera los artos centrales, decae este uso de forma radical. Estamos, pues, ante un caso de pérdida léxica o al menos de obsolescencia, que corroboramos al cotejar la voz en el Diccionario
de Español Actual (Seco, 1999) que la marca como «raro»; aunque trae un
ejemplo tomado de una novela de Vázquez Montalbán. El término médico limphatico fue acuñado en latín científico a partir de la voz griega [lymph(am) lat. 'linfa' + -t-ik-os/-é gr.]. Sin embargo, según nos recuerda el Diccionario de Términos Médicos de la RANM, el mismo significante lymphatic-u(m)/-a(m) ya existía en latín clásico, en el Renacimiento con el valor de 'enloquecido', es decir, lo contrario del significado de apático que llega a tener el adjetivo en la lengua común. La lexicogénesis de esta voz se puede resumir en tres fases que favorecen la formación de tres vocablos diferentes. En primer lugar, el préstamo semántico, al crear un nuevo término con un significante que ya está en la lengua de antemano aunque adquiere otro significado diferente (vasos linfáticos, medicina). En segundo lugar, y mediante un trasvase de términos, se acuña una nueva voz como creación interna en un proceso de léxico multiplicado (vasos linfáticos, botánica). Y, en tercer lugar, la creación de un vocablo de la lengua común también por creación interna (linfático, apático), para acabar en una obsolescencia léxica También en fecha temprana encontramos la voz arteriola en un texto escrito en español, cuando la emplea Juanini (1689) para describir las «arteriolas serpentinas» con el concepto moderno de la nueva nomenclatura anatómica y desarrollado a partir del descubrimiento de la
16
17
Botánica y Chimia, que tenéis tan abandonadas, son las tres sendas reales por donde se entra a la Medicina» (Martínez 1723[1748]-II: 269). Antonio José Cavanilles, Descripción de las plantas, 1802; Miguel Colmeiro, Curso de Botánica, 1871. Fichero general, RAE. «Era un hombre raquítico y linfático de esos que tienen novia como podían tener un paraguas...». Pérez Galdós, Miau, 1888. Fichero general, RAE.
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E L V O C A B U L A R I O DE LA MEDICINA EN EL E S P A Ñ O L DEL SIGLO X V I I I
circulación sanguínea por Harvey. Esta voz, que ya trae Vesalio en latín, se ha formado tomando como base el sustantivo griego arteria 'tubo' (término de la medicina hipocrática y de Aristóteles) junto con el sufijo derivativo latino -ol-a(m) 'pequeño'. Estamos ante una voz en la que confluyen varios mecanismos de la lexicogénesis, además del léxico heredado, ya que es un vocablo clásico de la Medicina hipocrática, también podemos considerarla neologismo de creación interna, dadas las transformaciones posteriores que sufre la voz. Valorando por último un proceso de creación inducida, dada la cercanía en las fechas de la primera datación en francés 18 y en español. La segunda etapa del período novator está marcada por la presencia de dos médicos singulares: Manuel de Porras y Martín Martínez 19 , comienza ésta con la aparición de la Anatomía galénico-moderna
de Porras (1716) es el primer tratado de anatomía publicado en
español, exponente de las enseñanzas que se impartían en el anfiteatro anatómico de Madrid y del conocimiento que en España se tenía en este terreno. Porras confiesa en el prólogo que la obra no es de caudal propio, sino que resume los tratados más novedosos de lo que está en boga en Europa, que ofrece en lengua castellana para el mejor conocimiento de los cirujanos. De ahí el interés que representa este texto para el estudio del léxico, pues posee un vocabulario rico y novedoso que el autor introduce con abundante reformulación. Muy pocos meses después de la publicación de la obra de Porras apareció, también en Madrid, la Anatomía
compendiosa
de Martín Martínez (1717). Este médico, principal
representante de la medicina antisistemática y muy bien situado en los centros de poder del momento, detestaba a los galenistas y a los iatroquímicos y trataba de renovar la medicina propugnando un hipocratismo de nuevo cuño basado en la prudencia terapéutica (Martínez Vidal 1986 : 141). El doctor Martínez se declara fiel seguidor del británico Boyle al tiempo que pretende adoptar el empirismo clínico de Syndehan. Así, critica abiertamente los planteamientos de Porras, cuestionando la artificiosidad del vocabulario anatómico, que según él era impropio de un texto quirúrgico, lo que lo lleva a escribir : [...] empedrar la obra con esa culta latini-parla que necessita Vocabulario; no puedo creer es del Doctor Porras, pues no es tan poco advertido que sabiendo adonde llegan las noticias de los Mancebos, aya querido detenerlos, y confundirlos, en lugar de enseñarlos, y facilitarlos (sic) el Camino para saber la Anatomía que necessitan. (Martínez, 1 7 1 7 : 3 ) .
18 19
El Trésor de la Langue Française documenta arteriole en 1673. En la obra ambos médicos se evidencia la influencia francesa, porque los dos se habían formado con Florencio Kelly, médico cirujano que, procedente del Jardin du Roy de París, había llegado a España con Felipe de Anjou.
370
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Los neologismos serán pues la característica principal del vocabulario médico de la segunda etapa novatora con voces como angiología, anconeo, vena y arteria pulmonaria, etc. Angiología
[del gr. angio- + -logia] denomina el nuevo concepto anatómico introducido por
Heister frente al viejo término quirúrgico de Galeno que ya estaba desde tiempo atrás en el vocabulario médico 20 . El doctor Martínez trae este neologismo anatómico en su obra: Anatomía
Completa
del hombre
(1728) y es muy probable que lo hubiera tomado
directamente de la Cirugía de Heister, publicada en Nuremberg en 1719, dada la proximidad de las fechas. El P. Terreros registra anjeiología
en su Diccionario con la definición del
concepto moderno. Es evidente que cuando escribe el jesuíta -casi cuarenta años después que Martínez- ya conoce la traducción de la obra de Heister hecha por Andrés García Vázquez, en 1747, con la que autoriza bastantes voces tomadas de la obra del anatomista alemán. Estamos pues ante un préstamo semántico, ya que el neologismo angiología llega hasta nuestra lengua para nombrar un nuevo concepto, pero lo hace mediante un significante que ya estaba aquí de antemano, aunque con distinto significado. La nueva terminología en el campo de la anatomía muscular también es objeto de atención por parte de los novatores, un ejemplo es la denominación del músculo del brazo, anconeo. Se trata de un término formado en latín [ancón 'codo' + -eo]. Esta voz no está en La Fabrica de Vesalio, ni tampoco lo citan Sylvius ni Colombo; según Barcia Goyanes (1978: 38-1) anconeus aparece por primera vez en el Theatrum Anatomicum las Tabulae anatomicae
de Manget, 1716, dentro de
de Bartolomeo Eustachio. Manuel de Porras (1716) y Martín
Martínez (1717) emplean el neologismo anconeo en lengua vernácula por las mismas fechas en que se publican las Tabulae de Eustachio 21 . También lo emplea en fecha cercana Winslow, el gran anatomista danés afincado en Francia, en su Exposition anatomique de la structure du corps humaine publicado en Amsterdam el año 1732, cuando distingue entre 'grand anconé' (el triceps) y 'petit anconé' (el anconeo), 'anconé externe' y 'anconé interne'. Nos parece interesante destacar que la primera datación de este neologismo en español es inmediatamente anterior a las ofrecidas por otras lenguas europeas. Los novatores españoles, imponen la lengua vernácula como lengua de la ciencia frente al latín, que era considerado en Europa lengua universal científica. Sin embargo en el ámbito de la Medicina este interés por la lengua castellana tiene detrás un período de gran esplendor cuando Luis Collado, Pedro Jimeno, Huarte de San Juan y Valverde de Amusco publican sus 20
21
Asi lo registra el Diccionario de los Ruyzes de Fontecha, 1606, sin precisión alguna en el significado cuando lo define: "vna suerte de diuisión que vsan los cirujanos". El Trésor de la Langue Française documenta anconeo en 1727: "«nom d'un muscle du bras» (FUR. ds BRUNOT t. 6, p. 620)".
371
EL VOCABULARIO DE LA MEDICINA EN EL ESPAÑOL DEL SIGLO X V I I I
obras en castellano; son médicos y excelentes representantes del humanismo renacentista cuyas ideas y descubrimientos marcaron la evolución científica de su siglo 22 . Algunas de las denominaciones tradicionales acuñadas por los médicos romancistas perduran en los tratados dieciochescos, sobre todo con una finalidad reformuladora, dado que los médicos novatores son conscientes de que están introduciendo un vocabulario nuevo. Así, ante la novedad que supone la voz lóbulo23 -préstamo semántico para denominar «la porción redondeada y saliente de la parte inferior de la oreja»- Martín Martínez, que emplea con toda soltura el mismo significante para nombrar a los del hígado y del pulmón 24 , la reformula con la voz tradicional pulpejo
de la oreja25,
que ya usaban los médicos del
Renacimiento. Sin embargo, el otro anatomista novator, Manuel de Porras, adopta una solución diferente al emplear lobo para nombrar la parte inferior de la oreja, cuyo significado precisa con el compuesto preposicional lobo de la oreja. Estamos ante una actitud purista ya que Porras adapta la forma griega directamente al castellano sin la intervención del diminutivo latino; pero ante el conflicto polisémico que le plantea la voz lobo tiene que buscar la precisión semántica del término con la ayuda del compuesto preposicional. Es evidente que la solución propuesta por Porras no es adecuada y la vida de la palabra será tan efímera que no trasciende más allá de su obra. Mientras que el término clásico lóbulo introducido por Martínez permanecerá en el vocabulario anatómico moderno. Observamos pues que entre las denominaciones tradicionales y las cultas se establece una pugna que a veces dificulta la entrada de los nuevos términos de formación latina. Buena prueba de ello es la resistencia que ofrece el cultismo vesícula frente a la voz tradicional vejiga para denominar la vesícula biliar. Los médicos novatores (Cabriada, Juanini, Porras, Martínez, etc.) emplean vexiga de la hiél para referirse a la vesícula, de acuerdo con la tradición establecida por Valverde de Hamusco y Pedro Ferrer. El P. Terreros acoge en su diccionario vejiga o vexiguilla de la hiél y, como tantas otras veces, se hace eco de la nueva voz, aunque no llegue a adoptarla plenamente sino que nos acerca el diminutivo latino, 22
23 24
25
Al revisar la literatura médica del siglo XVII, comprobamos que la gran mayoría de las obras de cirugía que se publican en España están escritas en castellano frente al escaso número de las que ven la luz en latín. Sánchez Granjel (1978: 188) nos recuerda que Andrés de León, en sus Tratados de Medicina, Cirugía y Anatomía -reimpresos en 1605- aborda expresamente el tema de la elección de lengua, y especifica su objetivo de educar a los cirujanos -muchas veces barberos y sangradores- mediante textos elementales para que no actuasen sin consejo del médico, y escritos en castellano, ya que los cirujanos no conocían el latín. Con una primera documentación en inglés en 1682 y en francés en 1747. La voz lóbulo referida a la morfología del pulmón o del hígado está desde antiguo en la lengua de la medicina galénica, donde había sido acuñada en latín científico [(lob(o)- gr. 'lóbulo' + -ulu(m) lat. 'pequeño']. "Lóbulo o Pulpejo de la Oreja, esta es la parte, que horadan las mugeres, y de donde traen pendientes varias piedras preciosas, de cuya ceremonia la explicación dexo á los Eruditos" (Martínez, 1728: 456).
372
JOSEFA GÓMEZ DE ENTERRÍA
adaptándolo a la denominación tradicional mediante el calco. También Blas de Beaumont nos ofrece una solución cercana a la de Terreros, en una obra temprana, cuando escribe: vexiguela de la hiél (Beaumont 1728) y sin embargo, él mismo será el primer autor que emplee la forma moderna cuando, en los años centrales de la centuria escribe vexicula de la hiél (Beaumont, 1753). La resistencia ante el cultismo se produce a pesar de que en los textos de los novatores leemos con frecuencia la voz vesícula para nombrar las vesículas seminales, vesículas del cerebro y vesículas del corazón, pero nunca la vesícula biliar. Habrá que esperar hasta el último tercio del siglo XVIII para presenciar el afianzamiento de la voz vesícula
en
formaciones como: vesícula félea o de layel (Memorial Literario, 1784) y vesícula de la hiél o vesícula félea (Clavijo, [Buffon], 1785) en alternancia todavía con vexiga de la hiél (Aréjula 1806). Es evidente que la tendencia del léxico se encamina a su enriquecimiento, a pesar de que la tradición ejerza algunas veces el efecto contrario, ralentizando la renovación del mismo, como patentizan estas formaciones cuando ofrecen un proceso de cambio con un mecanismo de carácter híbrido que actúa como limitador. Porque, si bien todavía adoptan el cultismo latino en la primera parte del grupo sintagmático, sin embargo conservan en la segunda la denominación antigua de la bilis. Sin olvidar que hasta los albores del XIX, esto es, en fecha muy tardía, aún constatamos cierta resistencia ante la voz culta con el empleo fluctuante de las dos voces en la obra del médico y químico gaditano Juan Manuel de Aréjula, en absoluto sospechoso de conservadurismo científico, ideológico o lingüístico. Pero retrocedamos en el tiempo y, sin abandonar el campo semántico del sistema hepático, volvamos a las primeras décadas de la centuria, en pleno desarrollo de la anatomía novatora. Llama nuestra atención la recurrencia que ofrece el adjetivo biliario, para denominar lo relativo a la bilis. Esta voz formada en el latín científico: blliar(em) [bll(is) lat. 'bilis' + ár(em)] la acuñan los anatomistas novatores con la terminación - i o desde un planteamiento purista. Estos médicos emplean biliario en los compuestos sintagmáticos: ducto
biliario
(Porras, 1715) y conducto biliario (Martínez, 1728), de acuerdo con la definición que para las vías biliares dan los padres de Trévoux en su Diccionario
(1732): «vasos destinados a
contener o a hacer pasar la bilis». A pesar de que la voz francesa biliaire ejerce una fuerte pujanza que comienza a sentirse en las primeras décadas del siglo con la presencia en algunos textos del calco biliar. Así lo emplean dos médicos franceses que llegan a España con los ejércitos de Felipe de Anjou: Juan Massoneau y Blas de Beaumont cuando escriben conducto biliar (Massoneau 1722); (Beaumont 1739). La plena aceptación de la voz biliar por los
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autores españoles será tan lenta que no llegará hasta bien entrado el siglo XIX, a pesar de las numerosas traducciones del francés 26 que se hacen a lo largo de la centuria ilustrada. El Diccionario
de Medicina de Antonio Ballano (1815) nos permite observar la presión
que la voz purista mantiene aún en la segunda década del siglo XIX, cuando en la entrada bilis explica como son los «ductos ó conductos biliarios» para continuar en el mismo párrafo describiendo las características de los «cálculos biliarios» a los que dos líneas más adelante llamará «piedras o cálculos biliares». Paradójicamente biliario ingresa en el
Diccionario
académico en 1884 cuando la voz ya está «moribunda». Llega junto con vesícula, en una tercera acepción para la vesícula biliar que los académicos resuelven con una remisión a la voz tradicional: vejiga de la hiél. El Diccionario de Salvó (1846) es el primer repertorio que atestigua la obsolescencia de la voz purista, cuando en la entrada biliario se limita a redirigir al lector a biliar. Habrá que esperar hasta bien entrado el siglo XIX para encontrar el grupo sintagmático vesícula biliar27 en los textos médicos en español. Otras veces el afán purista se manifiesta con la revitalización de un significante de poco uso como el de la voz anticuada flegmón, que el Diccionario de autoridades registra con una remisión a la entrada flemón. El Doctor Martínez, en 1723, nos ofrece un caso de poligénesis temporal cuando emplea el término griego flegmon
sin considerar que flemón
tiene una
recurrencia mucho mayor, incluso en los textos antiguos, y además está en plena vigencia de uso. Pero no para ahí el afán creador de Martín Martínez, porque a partir del término culto y mediante un mecanismo de creación léxica con derivación afijal, acuña también el adjetivo flegmonoso.
Esta voz tan grata al Doctor Martínez 28 es una «creación de autor» en cuya
formación interviene uno de los sufijos más productivos en español para la derivación adjetiva y aún más para la formación de términos médicos (Pharies 2002; Gómez de Enterría 2012). Sin embargo, flegmonoso
no es una creación superflua porque enriquece el léxico con
un significado nuevo: «lo relativo al flemón», que delimita su semantismo frente a flemoso,
26
27
28
Comprobamos en el corpus de traducciones que algún traductor como Cascarón (1782) la emplea en el sintagma piedras biliares;también la trae Clavijo Fajardo (1785-1805), en la traducción de Buffon, con la fluctuación conducto biliario y vasos biliares. El término biliar no llega al Diccionario académico hasta la edición de 1914; el Trésor de la Langue Française documenta la voz biliaire en 1805. "El Phlegmon (llamado también inflamación) es un tumor originado de sangre estancada, por averse impedido su circulación" (Martínez, 1723: 13-1); "Las parótidas son unos tumores phlegmonosos que vienen a las glándulas junto a las orejas, de resulta de calenturas, dolores de cabeza o destilaciones". (Martínez, 1747: 19)
374
JOSEFA G Ó M E Z DE ENTERRÍA
«lo que tiene flema o la causa», esta voz está en la lengua desde el siglo XIV, cuando la emplea el Arcipreste de Hita en el Libro de Buen Amor. Flegmonoso
nace pues con la marca de prestigio que le da el mecanismo culto de su
formación y llega hasta los textos médicos del siglo XX con apariciones esporádicas, como vemos en los dos únicos ejemplos que nos proporciona el CORDE; uno de estos dos ejemplos procede de un texto de Gregorio Marafión, lo que nos hace pensar que este autor habría tomado la voz directamente de los novatores, concretamente de la obra de Martín Martínez que el Doctor Marafión conoce tan bien, como muestra en su obra Las ideas biológicas del Padre Feijoo. Estamos ante un caso de poligénesis temporal porque la voz patrimonial flemonoso
ya está
en la lengua desde el siglo XV, en la obra de Guy de Chauliac. La vitalidad de flemonoso y flegmonoso
durante el siglo XIX parece semejante, tanto es así que las dos voces ingresan
juntas en el diccionario académico en la edición de 1899, aunque el estatus que otorga el diccionario a la voz de acuñación culta sea inferior al que le da a la patrimonial, al ofrecernos la primera con una remisión a la segunda.
2.2 Importancia
de la traducción para la formación
del vocabulario
de la medicina en el
siglo XVIII El final del período novator viene marcado por la aparición de las primeras versiones de medicina que acercan hasta nuestro país las últimas corrientes del pensamiento europeo. Estas nos traen los principales tratados de las escuelas médicas que en el siglo ilustrado sobresalen en Francia, Viena, Holanda e Inglaterra. Entre las traducciones más tempranas destacamos la versión que hace Cardier en 1728 de la obra del sistemático Boerhaave y la de de la obra de Chicoineau, Verni y Soulier que traduce Carrasco en 1721. En la década siguiente, ya en 1733, verá la luz El médico de si mismo del médico francés Jean Devaux, en versión de Arias Carrillo. Esta última obra, de enfoque divulgativo, trata de despertar la atención de los ciudadanos sobre el cuidado de la propia salud, y abre el portillo para la publicación de numerosos títulos de carácter higienista que verán la luz en los años centrales de la centuria, con la aparición en lengua castellana de las obras de Tissot, Astruc, Buchan, Madame Fouquet, etc. También, gracias a las traducciones, llega a España el movimiento vitalista; corriente de la medicina innovadora que tiene varios focos en Europa durante el siglo XVIII. También comienza en este siglo el desarrollo de la nosografía moderna, que será el punto de partida para el avance de las especialidades
no quirúrgicas: pediatría,
psiquiatría,
dermatología y venereología (Laín Entralgo 1977: 318); estas especialidades llegan a España 375
E L VOCABULARIO DE LA MEDICINA EN EL ESPAÑOL DEL SIGLO X V I I I
en la segunda mitad del siglo gracias a las versiones que, desde las obras de W. Cullen, J.J. von Plenck, J. Astruc y John Hunter, entre otros, vuelcan a la lengua castellana destacados especialistas, entre los que despuntan los hermanos Juan 29 y Félix Galisteo Xiorro, médico y cirujano respectivamente. Estos dan a las prensas numerosos títulos traducidos, la mayoría desde el francés y alguno del latín e italiano; aunque con frecuencia los textos fuente de las obras traducidas en el siglo XVIII son versiones francesas intermedias de originales ingleses o alemanes (Gómez de Enterría 2012b: 1429). La traducción de obras médicas se intensifica en el último tercio de la centuria hasta llegar a saturar el mercado editorial; no en vano es la Medicina el ámbito de especialidad en el que se publica el mayor número de versiones durante este período. En las postrimerías del siglo despierta expectación la llegada del vitalismo escocés a través de las numerosas versiones de los Elementos de Medicina de Brown que traduce, entre otros, Joaquín Serrano Manzano, unas veces desde originales ingleses - q u e había traducido el propio autor desde el latín- y otras desde versiones intermedias italianas. Por estas mismas fechas también alcanza gran interés todo lo relacionado con la inoculación para el tratamiento de la viruela, así como su prevención y el posterior descubrimiento de la vacuna - a l inyectar el cow-pox a pacientes sanos- por el médico inglés Edward Jenner, cuyo trabajo publicó en 1798 (Laín Entralgo 1978: 377). En Madrid se publica en 1803 el Tratado histórico y práctico de la vacuna de Moreau de la Sharte, gracias a la traducción de Francisco Balmis. Este médico, uno de los más destacados impulsores de la nueva práctica, fue comisionado por el gobierno español para difundir por todo el mundo el gran descubrimiento de la vacuna antivarólica que extendió por la América hispánica, además de las islas Filipinas, Cantón y Macao. Todo esto nos permite asistir al nacimiento de un nuevo vocabulario que se desarrollará en torno a la prevención sanitaria. La vacuna nace como un método revolucionario, dadas las posturas a favor y en contra que se desarrollan en los primeros momentos, con la formación de la familia léxica que surge en torno a esta técnica renovadora con voces como vacuna,
vacunar,
vacunadores,
antivacunadores,
vacunados, etc.
29
Juan Galisteo Xiorro en su intento por divulgar las nuevas ideas de la medicina europea publica un periódico basado fundamentalmente en traducciones. Se trata de la primera publicación periódica del ámbito médico hispano. Su título es Diario Philosófico, Médico, Chirúrgico y nace con el objetivo de erigirse en tribuna pública de la divulgación científica. Lástima que, este primer intento de periodismo científico en nuestro país, se viera malogrado por un expediente inquisitorial que lo suspendió cuando solo habían visto la luz ocho números.
376
JOSEFA G Ó M E Z DE ENTERRÍA
Las versiones en español de los textos médicos nos muestran una activa lexicogénesis fundamental para el enriquecimiento del vocabulario de la medicina del XVIII 30 , esta aporta un gran caudal de neologismos; ya sea mediante el préstamo y el calco; ya con los procedimientos de multiplicación léxica, empleados muchas veces para el afianzamiento de las voces que ya estaban de antemano en la lengua. Los nuevos conceptos se hacen patentes en los textos traducidos con la presencia de términos novedosos. Estos se acuñan para nombrar enfermedades que empiezan a describirse en las áreas más recientes de la medicina ilustrada -sobre todo a partir del segundo tercio de la centuria-. Como cuando recogemos el primer empleo de la voz astenia31 y su variante estenio en una versión de Joaquín Serrano Manzano 32 , cuando traduce Elementos de medicina practica fundados sobre el sistema de Brown por el consejero de M.A Weikard33, obra que vio la luz entre 1802 y 1804, publicada en siete volúmenes. La voz había sido acuñada en latín científico: asthenia, del griego asthéneia áaBéveia [a(n)- á-/áv- gr. 'no' + -sthén(eia) -aOéveia gr. 'vigor', 'fuerza'], pero la consideramos voz de la nueva medicina dado su valor conceptual en los textos traducidos, con un empleo cada vez más frecuente a lo largo del siglo XIX y un afianzamiento muy sólido en el siglo XX; como comprobamos en las cédulas que para esta voz nos ofrece el Fichero General de la RAE. Hematuria es otro neologismo de formación culta -haim(ato)- aI-na/-(iaioq gr. 'sangre' + ouría -oupía gr. 'micción', 'orina'- que nos proporciona Serrano Manzano en sus versiones. Únicamente encontramos un empleo anterior al de este traductor en un texto de veterinaria también reformulado-: «Carta sobre la hematuria u orinamiento de sangre del ganado mular» publicada en el Semanario de Agricultura y Artes (1801-9: 307). Es evidente que el traductor siente la voz como nueva 34 , pues la reformula con el compuesto sintagmático tradicional empleado para denominar el mismo concepto: [...] tuve que usar de medicinas cálidas, de un vino fiierte, de caldos de carne ricos y substanciosos y condimentados con los aromas contra la ematuria o Jluxo renal sanguíneo en
30
31
32 33
34
La preocupación que sienten los traductores por la pureza y precisión de las nuevas terminologías se hace patente en sus versiones, unas veces con paráfrasis reformuladoras con las que introducen los nuevos conceptos, otras con digresiones acerca de los problemas que les plantea la traducción de las nuevas nomenclaturas que ofrecen al lector en los prólogos. El Trésor de ¡a Langue Française data asthénie en 1790 (Encyclop. méthod., méd.). Este dato, procedente de la lengua de origen, es un indicio para confirmar la novedad de la voz en la lengua meta. "Enfermedades esténicas y asténicas" [prólogo del trad. italiano] (Serrano Manzano 1804: s/p) Esta traducción la hace J. Serrano Manzano desde una versión libre italiana que Valeriano Luis Brera había volcado en italiano desde la segunda edición alemana. El CORDE nos proporciona una primera datación en 1807 en la Farmacopea de J. M. de la Paz Rodríguez. También la trae Antonio Ballano, 1816, en su Diccionario de medicina. El Trésor de la Langue Française documenta hématurie en 1771.
377
E L VOCABULARIO DE LA MEDICINA EN EL ESPAÑOL DEL SIGLO X V I I I
un sugeto cuyo aspecto externo indicaba robustez y excesiva abundancia de sangre. (Serrano Manzano 1804b: 285).
También son muy frecuentes en los textos traducidos los procedimentos de multiplicación léxica, cuando favorecen la creación de nuevos términos como la voz alveolar que recogemos por primera vez en una traducción del francés. Este neologismo, formado en español a partir de la combinatoria derivativa, procede de la voz alvéolo, que ya habían empleado los novatores: Le Preux en 1715, Porras en 1716 y Martín Martínez en 1728, obviando las denominaciones tradicionales y favoreciendo el consiguiente afianzamiento del término moderno alvéolo en el vocabulario anatómico español 35 . Alveolar es voz muy recurrente en las traducciones de la segunda mitad de la centuria; este adjetivo relacionante se acuña a partir de la unidad existente (alveolo + - a r f 6 . Pero no acaba aquí la productividad de la nueva voz porque, gracias a un trasvase de términos, el neologismo médico alveolar dará lugar a la aparición de nuevos términos de creación interna, en una concatenación de léxico multiplicado. El valor interdisciplinario de la voz alveolar se manifiesta pues en el último tercio del siglo XVIII con la creación del término de la botánica; para continuar adoptando significados diferentes en otras áreas temáticas como la arquitectura en el siglo XIX y la fonética en el XX. La frecuencia del neologismo alveolar en las traducciones del francés, junto con la documentación de la voz anatómica alvéolaire datada en esa lengua en 1751, nos lleva a considerarla una creación inducida. En su lexicogénesis observamos dos mecanismos que actúan simultáneamente, de una parte la morfología léxica (léxico multiplicado) y de otra el préstamo (léxico adquirido), gracias al proceso tan reiterado en la neología dieciochesca de los vocabularios científicos y técnicos, y de forma más acusada en los textos traducidos. El afianzamiento del neologismo alveolar en la literatura médica favorecerá la formación de la 35
Los médicos novatores, en su afán renovador, y persiguiendo la precisión debida al vocabulario científico, habían hecho suya la voz alvéolo para nombrar las cavidades en que están engastados los dientes dentro de las mandíbulas. Esta voz había sido introducida en latín [dimin. de alveus, colmena] por Vesalio, 1543, rechazando las denominaciones praesepiola y moríeriola, que habían usado los anatomistas anteriores a él. Alveolus ya está en La Fábrica de Vesalio; sin embargo no lo emplea Valverde de Hamusco cuando escribe: "Todos estos dientes se encaxan en unas concavidades que están en las quixadas (en cada concavidad uno) las cuales llamaron los latinos praesepiola (que quiere decir pesebrejos) por ser semejantes a ellos" (Barcia Goyanes 1978: 81-1). La novedad de la voz se hace sentir en los textos como, por ejemplo, en el tratado de odontología que escribe el novator Le Preux para los sangradores, cuando la reformula mediante una equivalencia con otra de las denominaciones tradicionales: "¿Como se llaman los honditos en que se encaxan los Colmillos y las Muelas? Assientos o Alveolos" (Le Preux 1715: 110). Manuel de Porras, no contento con una primera explicación insiste y reformula la equivalencia empleada: "Las Enzias constan de una carne dura y solida, la qual ocupa la parte superior de los Alveolos o cavidades de las mandíbulas, donde están metidas las raizes de los dientes. Sirven las Enzias de assegurar los Dientes en sus cavidades o quicios. (Porras 1716: 507)
36
Félix Galisteo Xiorro emplea el neologismo alveolar cuando traduce desde el francés la obra de Boerhaave: "Los dientes salen naturalmente del borde albeolar de una y otra mandíbula. (Galisteo Xiorro 1787: 304).
378
JOSEFA GÓMEZ DE ENTERRÍA
familia léxica de alvéolo que a lo largo del siglo XIX se completa con las voces alveolitis y alveolado. Osificación y osificar nos ofrecen un proceso de lexicogénesis muy semejante al de las voces anteriores. El sustantivo deverbal osificación, formado por un proceso de derivación nominal para la formación de nombres de acción, aparece reiteradamente en las traducciones, la mayoría del francés (Cascarón 1782; Clavijo y Fajardo 1784; Serrano Manzano 1803; etc.). Estamos otra vez ante una creación inducida, con la consolidación en español de un latinismo que resurge gracias al afianzamiento que le proporciona su empleo en los textos de la lengua de origen. De la misma manera que en alveolar y alvéolo, también aquí constatamos que osificar es voz de los novatores. Martínez emplea la forma pronominal osificarse2,1. neologismo osificación,
El
después de algún uso esporádico en el medio siglo como el que
recogemos en López (1750-1: 22): «La unión íntima de las Epiphyses al cuerpo del huesso se debe considerar como el término de la ossificación», alcanzará una frecuencia de empleo generosa en los textos anatómicos del último tercio de la centuria. Los mecanismos de la creación léxica mediante la derivación afijal, tan fecundos en el vocabulario de las traducciones de Medicina, nos ofrecen algunos afijos recurrentes que requieren nuestra atención. Sin olvidar que -como acabamos de ver en los ejemplos inmediatamente anteriores- estos mecanismos participen también del funcionamiento del léxico adquirido, esto es, voces que llegan a la lengua receptora inducidas por la existencia previa de un término que está con anterioridad en la lengua de origen. Inorgánico
es neologismo que recogemos por primera vez en el Suplemento
a las
instituciones chirurgicas de don Lorenzo Heister que traduce Cascarón en 1782; también lo emplea Lavedan en una traducción del francés publicada en la última década del siglo. Estamos ante un calco del francés inorganique, documentado en esa lengua en 1762; además el primer repertorio que registra inorgánico en español es el diccionario de Núñez de Taboada en 1820. La novedad de la voz la corroboramos al cotejar los textos del período novator cuando los anatomistas Martín Martínez y Manuel de Porras, emplean: no orgánico para nombrar el mismo concepto. Conviene recordar que el prefijo in-, en el período que nos ocupa, es muy fecundo para la acuñación de términos técnicos y científicos, y muy productivo unido a bases adjetivas que denotan propiedades, con la formación en este mismo período de voces de la medicina como: insalubre e impenetrabilidad.
37
El proceso de formación del
El P.Terreros la trae en su diccionario con la marca de medicina y la define muy sintéticamente sin precisar el significado: "mudar en hueso".
379
E L VOCABULARIO DE LA MEDICINA EN EL ESPAÑOL DEL SIGLO X V I I I
término inorgánico nos sitúa, una vez más, en ese plano intermedio entre el léxico adquirido y el léxico multiplicado. El prefijo anti- es muy activo para la creación de neologismos de la medicina y la farmacia en el siglo XVIII: antiácido, antifebril, antiperistáltico,
antiemético,
antipútrido,
antiescorbútico,
antiasténico,
antiepiléptico,
etc., son algunas de las voces acuñadas durante la
centuria y atestiguadas en las traducciones. Este prefijo con significado de oposición, selecciona bases adjetivas y nominales y puede desarrollar dos significados derivados de la oposición. La simple oposición, como en antiácido,
o la oposición que se traduce en la
anulación del contenido de la forma simple o en la prevención de las características asociadas al nombre, como en antiemético (Varela; Martín 1999: 5019). Antiácido
se acuña con el significado de prevención de las características asociadas al
nombre. Esta voz la emplea Suárez de Ribera por los mismos años en que el Trésor de la Langue Française la incluye en la nomenclatura de los padres de Trévoux junto con las voces anthelix y antitenar
que también usarán los novatores españoles. El empleo de la voz
antiácido se intensifica en la segunda mitad del siglo, empleándose con frecuencia en los textos de los traductores. Antiemético
con el significado de «medicamento o compuesto que detiene el vómito»,
denota oposición a la forma simple de la base con la anulación del contenido de esta. Según el Diccionario
Histórico
de la RAE (1960-1996), la voz, está documentada en 1815 en el
Diccionario médico de Antonio Ballano, pero en el corpus compilado para la realización de este trabajo ya la recogemos en 1757, en una traducción que publica Juan Galisteo Xiorro en el Diario Philosófico Médico Antiepiléptico
Chirúrgico.
y antiescorbútico
con la misma carga semántica que las anteriores son voces
nuevas del XVIII también muy recurrentes en las traducciones. El primero lo recoge el P. Terreros con la variante antiepiléctico.
Antiescorbútico
se ha acuñado a partir de la base
adjetiva escorbútico, que emplea el novator Martínez en una primera datación, según aparece anotado en el Fichero General de la RAE. Los textos médicos traducidos a lo largo del siglo XVIII son generosos al proporcionarnos préstamos. Unas veces, son voces ya naturalizadas y adaptadas a la lengua receptora, como: amputar, amputación
(Cascarón 1782; Memorial Literario 1784), obliteración,
obturador
(Cascarón 1782; Vidal 1785), dentista, dentición (Cascarón 1782; Memorial Literario 1784; Galisteo Xiorro 1787), deterger, detersivo y detersión (Suárez Núñez 1773; Cascarón 1782; Memorial Literario 1784; Vidal 1785; Lavedan 1798), apirexia (Aréjula 1800), etc. Otras veces, estos mismos textos atestiguan la fijación de algunos extranjerismos como, por 380
JOSEFA G Ó M E Z DE ENTERRÍA
ejemplo, bisturí que encontramos por vez primera en las Exercitaciones
anatómicas
de
38
Beaumont de 1728 . Este cirujano francés y médico de Felipe V introduce el neologismo con la forma fluctuante bistori39. El P. Terreros lo acoge en su diccionario, con la forma actual que señala como uso propio de los cirujanos pero remite al lector a la variante besturín. Sin embargo, en las traducciones de la segunda mitad del siglo la voz ya está fijada como la voz actual bisturí (Vidal 1782; Serrano Manzano 1804) con la que ingresará en el repertorio académico en la edición de 1817.
2.3 La figura de Andrés Piquer en la medicina
española
La figura de Andrés Piquer es importante para comprender el desarrollo de la medicina en la España del XVIII, especialmente en su segundo tercio, ya que fue una de las personalidades clave para entender los intentos más serios de renovación. El Doctor Piquer fue catedrático de anatomía en Valencia y médico de cámara en Madrid 40 , apostando claramente por la observación y la experiencia como base del conocimiento médico. Educado en una escuela en donde las doctrinas de Hermann Boerhaave (1668-1738) y Albert von Haller (1708-1777) tuvieron auténtico peso, y asesorado en muchos aspectos por el gran erudito valenciano Gregorio Mayáns y Sisear (1699-1781), adquirió una formación nada común en el ambiente médico español de aquellos momentos. Aunque su aportación original no fue relevante, sin embargo su labor de síntesis, sistematización e integración de corrientes y doctrinas médicas y filosóficas es quizá la única en el siglo XVIII español. En su obra constatamos una preocupación constante por la lengua, con la creación de nuevas voces y la presencia abundante de reformulaciones y paráfrasis aclaratorias, aunque su opinión acerca del léxico que empleaban sus colegas no fue precisamente de aquiescencia. Tanto es así que, en las primeras páginas del Tratado de las calenturas de 1751, arremete contra los médicos como, por ejemplo, cuando aborda la descripción de la fuerza vital41 que rige el funcionamiento del cuerpo humano: Assi que confiderando algunos de los Modernos, que esta parte espirituosa es la principal causa de las operaciones del cuerpo humano, le han dado varios nombres, que son más a propósito para confundir la cosa, que para aclararla. ¿Qué necesidad ay para llamarla Archeo, como lo hizo Helmoncio o Cardimelecb, Gasleranax y Microcosmetor, como hizo Doleo\ ni llama vital, como quisieron otros? En verdad que quando he visto estas cosas, y otras femejantes en tales Autores, he
38 39
40
41
También trae el neologismo bisturí Martínez en 1747. Beaumont emplea bisturí cuando describe el instrumental de los cirujanos, sin embargo en el prólogo de la misma obra usa la voz tradicional cuchillo anatómico. Es en esta etapa cuando el Doctor Piquer redacta el Discurso sobre la enfermedad del Rey nuestro señor Fernando VI (1759, importante aportación médica al conocimiento de la psicosis maniaco-depresiva. Fuerza vital es un término que Piquer no emplea, en su lugar utiliza principio vital.
381
E L VOCABULARIO DE LA MEDICINA EN EL ESPAÑOL DEL SIGLO X V I I I
comprendido que con mucha razón se dice, que a distinción de los demás hombres, los quales usan de las voces para manifestar lo que saben, algunos Médicos cada día inventan de nuevas para ocultar lo que ignoran. Nosotros pues guardaremos el común vocablo de naturaleza usado en toda la antigüedad, y entendido en el modo que llevamos explicado (Piquer 1751: 13).
En el Tratado de las calenturas, de acuerdo con el pensamiento mecánico-racional de Friedrich Hoffmann (1660-1742) describe las fiebres a partir de las causas externas, internas e inmediatas, basándose en la observación y la experiencia. Su planteamiento parte de un enfoque didáctico, de ahí que en sus escritos tropecemos constantemente con denominaciones tradicionales y reformulaciones, aunque no siempre se apliquen a voces de difícil comprensión. Así son muy usuales las explicaciones mediante equivalencias, ya sea para aclarar conceptos banales: cabeza o mollera, mesenterio,
o entresijo;
o para introducir
términos especializados: esofago o garguero; bronchios o cañas del pulmón. Algunas veces se sirve de voces que ya estaban en la lengua desde antiguo, como cuando escribe en los dos ejemplos siguientes: «porque por benigno que parezca el purgante siempre tiene una acrimonia oculta que algunos llaman virulencia»42; 'glándulas43 o landrecillas que llamamos agallas, en latín tonsillaé' (Piquer 1751: 104). Pero Piquer también introduce las voces que aportan el vocabulario de las especialidades de reciente introducción en el contexto ilustrado, sirviéndose para ello de los mismos recursos discursivos, como cuando explica los síntomas de la escarlatina con la siguiente aclaración: 'una especie de erupción cutánea que llaman escarlata, y acá en lengua vulgar la llaman rosa' (Piquer 1751: 104). La obra del Doctor Piquer va a ser también un cauce idóneo para la introducción de neologismos. Así, recogemos voces acuñadas en el transcurso del siglo como
colédoco,
término anatómico del XVIII formado como préstamo semántico. Según Barcia Goyanes (1978: 206-III) la voz antigua ya está en Galeno referida a lo que contiene bilis, y serán Winslow,
1753 y Soemmerring,
1794-1801, los que acuñen respectivamente
ductus
cholicucus y ductus choledocus. Sin embargo el honor de haberla introducido en español le correponde al Doctor Martínez cuando la emplea en 1723 en la Medicina
sceptica
adelantándose al menos una década a la primera aparición en 1732 del tratado de Winslow-, La voz será muy recurrente a partir del medio siglo cuando aparece en los textos -siempre con la variante colidoco; cholidoco-.
Así lo emplea Piquer cuando describe las vías hepáticas:
«echando la que está en el higado por el ducto que llaman hepático, y la de la vexiga por el que llaman cístico, y ambas por el que nombran colidoco». (Piquer 1751: 80)
42
43
Virulencia está en la lengua desde el siglo XVI cuando la emplean Lobera de Ávila, 1542 y Guy de Chauliac, 1596. Glándula aparece en los textos de Guy de Chauliac, 1596 y Luis Mercado, 1599.
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JOSEFA G Ó M E Z DE ENTERRÍA
El gusto por la revitalización de las voces antiguas junto con el interés por la creación léxica, es decir, la creación de «palabras de autor» son procedimientos neológicos muy gratos a este ilustre médico. En su vocabulario son frecuentes las voces así acuñadas, vocablos como singultuoso jaleoso
'para nombrar las calenturas que cursan con hipo'; halituoso 'referido al calor';
'humedad blanda y jaleosa'; saponoso 'relativo al jabón'; y poliposo
'concreciones
poliposas'. Nos ofrecen el funcionamiento del mecanismo formativo con la combinación de una base de carácter concreto y el sufijo -oso tan recurrente para la formación del vocabulario médico. De estos cinco adjetivos, creación de Piquer, únicamente poliposo
llegará hasta el
repertorio académico. Singultuoso es palabra formada a partir de la voz antigua singulto - q u e recoge el primer diccionario académico con una remisión a hipo-. Es evidente que la vida de la nueva voz singultuoso
está condicionada por la recurrencia de su sinónimo hiposo (de hipo+-oso).
neologismo hiposo
El
-acuñado por un procedimiento de multiplicación léxica en fecha
cercana- presenta en el corpus acotado gran frecuencia de uso, porque hipo ya tenía en el momento en que escribe Piquer mayor aceptación que singulto, incluso en el ámbito de la medicina. De ahí que la creación de Piquer quede relegada únicamente a sus textos. Halituoso se ha formado a partir de hálito+-oso, igual que la anterior no traspasa el marco de la obra de Piquer. Saponoso, a pesar de que está correctamente acuñada con la base culta sapo no prospera en la lengua porque simultáneamente se ha formado jabonoso
saponis+-oso,
a partir de la voz
patrimonial jabón, que ya tenía plena aceptación en los textos científicos y técnicos del siglo XVIII. El Fichero General de la RAE nos proporciona un único ejemplo de saponoso en el XVIII, este está tomado de una traducción de Miguel Suárez y Núñez, fechada en el último tercio del siglo ilustrado. Jaleoso tampoco prosperará en la lengua; es voz acuñada por el mismo procedimiento de las anteriores: jalead-oso,
pero con la rémora añadida del conflicto polisémico que le plantea
el adjetivo coloquial jaleoso 'que arma jaleo'. Además esta «creación de autor» también entra en colisión semántica con gelatinoso voz empleada en 1513 por G. Alonso de Herrera, y en fecha más cercana por Ribera en 1734 en la traducción del Dioscórides; emplea gelatinoso
en 1739. Es evidente que el adjetivo gelatinoso
también Feijoo
ya estaba en la lengua
cuando Piquer acuña jaleoso, de ahí la escasa viabilidad de esta «palabra de autor». Sin embargo poliposo es un neologismo del siglo XVIII para el que no hemos encontrado en el corpus acotado ningún empleo anterior a Piquer, de ahí que podamos considerarla como una primera datación: 383
E L VOCABULARIO DE LA MEDICINA EN EL ESPAÑOL DEL SIGLO X V I I I
Lo que llaman concreciones poliposas, es una ficción desconocida de la antigüedad, y introducida en nuestros tiempos. No niego yo que en los cadáveres se hallan algunas veces unos grumos de sangre quajada, y llena de hebras, a lo qual los Modernos llaman concreciones poliposas (Piquer, 1751: 88).
La voz poliposo se ha formado por el mismo procedimiento que las anteriores y permanece en el vocabulario médico hasta hoy. También como léxico multiplicado, es decir, formado a partir de un vocablo que ya existe en la lengua y un proceso de derivación afijal, recogemos durante este mismo período: estitiquez44, fetidez45,
hetiquez, y tisiquez todas ellas empleadas con frecuencia por el Doctor
Piquer (1751; 1759). Estas voces, como recuerda Malkiel (Pharies 2002), se han formado con el sufijo -ez, dentro del núcleo semántico asignado a este formante para nombrar defectos físicos y mentales, incluidos los estados de carácter transitorio, tomando como base palabras que ya están en el vocabulario médico desde el siglo XV como señala el DETEMA,
1996:
estíptico, fétido, hético, tísico. Las tres primeras, con mayor o menor fortuna llegan hasta el diccionario académico, no así tisiquez46 que únicamente alcanza a ingresar en un repertorio enciclopédico del afto 1954. En cuanto a la aceptación de los préstamos, es interesante señalar la reacción de Andrés Piquer ante el neologismo petequia (pethechia) que recoge en una traducción al italiano del Tratado de las fiebres de Karl Friedrich Hoffmann. Este neologismo, que acoge Terreros en su diccionario, lo encontramos también en los textos de Aréjula 1806 y Masdevall 1786, cuando lo emplean con la forma patechias,
es decir, el calco del francés 47 petechie en un
estadio intermedio de adaptación a la lengua receptora. Parece que Piquer siente la voz como nueva y la introduce en su texto con la forma latina y apoyada por las cursivas pethechiae. adjetivo italiano petechizanti,
Sin embargo unas líneas más adelante, al toparse con el
no duda en adaptarlo al español y escribe
petequizante
anteponiendo el calco de la voz italiana a la combinatoria derivativa; a pesar de que la creación morfológica dentro del sistema es el recurso predominante en su vocabulario para la introducción de nuevas voces. Es evidente que el sufijo -ante en español tiene como función primordial la de derivar adjetivos a partir de verbos; Franz Rainer (1993: 615-619) nos
44
45
46
47
Estitiquez es voz que no tiene uso en medicina; el CORDE nos proporciona nueve ejemplos y ninguno procede de textos médicos, el primero es de El Criticón de Gracián. Su empleo en el campo científico queda relegado a los textos de Química del último tercio del siglo XVIII, como vemos en el CORDE. Tisiquez parece una creación del Doctor Piquer (1751), posteriormente sólo la recogemos en un tratado de Masdevall cuando escribe: "[...] de la que se siguen los esputos de sangre y comúnmente la supuración del pulmón y la tisiquez pulmonar [...]" (1786: 108) Trésor de la Langue Française: petechie 1704 (Trévoux).
384
JOSEFA GÓMEZ DE ENTERRÍA
recuerda que este sufijo se emplea sobre todo en el ámbito de la medicina formando numerosos neologismos en el XVIII. Parece pues que Piquer calca la voz italiana quizá «contaminado» por la proximidad de otros neologismos recientes como calmante y laxante, que también comparten este sufijo y él emplea en su obra. Petequizante
será pues una palabra de vida efímera, limitada a la obra de Piquer. Sin
embargo, unos años más tarde Masdevall en su Relación de las epidemias de pútridas y malignas de 1786, introduce el adjetivo patechial, calco del francés diccionario académico en 1925 con la forma petequial,
48
calenturas
que llegará al
la misma que ya había registrado
Terreros casi dos siglos antes. Una vez más es obligado recordar la aceptación que muestra el P. Terreros para con los neologismos médicos en su diccionario.
3. CONCLUSIÓN
El vocabulario de la medicina fluye a lo largo del siglo XVIII, como un río tranquilo y manso al que van llegando apaciblemente numerosos préstamos semánticos que podemos considerar neologismos de creación interna. Estos arriban a la lengua sin sobresaltos durante la primera mitad de la centuria, gracias a la común cantera grecolatina aunque, en ocasiones, la recepción de las nuevas voces presente cierta resistencia en defensa de las denominaciones tradicionales, que estaban vigentes en este vocabulario desde el Renacimiento. También se evidencian los préstamos, que se insertan en el léxico desprovistos de las estridencias de otros vocabularios de especialidad dieciochescos, ya que son escasas las voces de la medicina que llegan en este período con la forma de «préstamos crudos». Este léxico histórico es el resultado de una activa lexicogénesis, en donde las traducciones son el torrente por el que ingresan las creaciones internas inducidas por los modelos foráneos. Sin olvidar la actividad generadora de «palabras de autor» que nos ofrece algún médico ilustre en su celo por el cuidado y enriquecimiento del vocabulario médico. Pero, además de las nuevas creaciones, este vocabulario también nos ofrece casos de poligénesis y discontinuidades léxicas, sin desdeñar, al evaluar el conjunto, las obsolescencias y pérdidas léxicas que delimitan también este paisaje fluvial. Confío en que esta exposición, por fuerza demasiado simplista, haya confirmado las características más destacadas del vocabulario de una ciencia que, a pesar de su tradición y antigüedad, no puede sustraerse en su recorrido evolutivo a las relaciones e influencias, que la
48
Trésor de la Langue Française: pétéchiai (GEOFFROY, Méd. prat., 1800 p. 53).
385
E L VOCABULARIO DE LA MEDICINA EN EL ESPAÑOL DEL SIGLO X V I I I
historia de la ciencia y la cultura, han ido dejando a su paso sobre él para delimitar la historia de la lengua. Por último, solo me queda apuntar que el estudio y descripción de este vocabulario se plantea como contribución a la lexicografía histórica, tan deficitaria aún hoy en nuestra lengua.
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391
La lengua del Cuatrocientos más allá de las Trescientas* Lola Pons Rodríguez (Universidad de Sevilla)
0. La lengua del siglo XV ha ido ganando en interés y por tanto en presencia critica dentro de foros de especialistas en los últimos veinte años. No fue nunca, desde luego, una época ausente en las descripciones históricas de la cultura española: desde que se empiezan a escribir historias críticas de la literatura del español, en el XIX, pero también antes, en los textos de quienes hacían de forma más o menos abarcadora, ensayos de crítica literaria, poetas como Mena, Santillana o Manrique eran nombres obligados al mencionar esta centuria, que se cierra con la Celestina como canónico término ad quem (Pons Rodríguez 2006). Grandes nombres de la investigación académica sobre literatura y lengua españolas dedicaron en el ecuador del siglo XX obras señeras a autores de este tiempo: M. a Rosa Lida a Juan de Mena o Lapesa a Santillana. Posteriormente a ellos, siguió interesando la época para discutir sobre la pertinencia de calificarla de renacentista o prerrenacentista (discusión que arranca sobre todo entre la filología no española en los años setenta) o para descubrir y editar nuevos textos de la época alejados o no del canon (sin extendernos, podemos aludir a los trabajos de Pedro Cátedra y la colección de textos de la Biblioteca Española del siglo XV y el CILUS o los estudios sobre Villena hechos por Pascual 1974 y Santiago 1979). En lo que hace a la historia de la lengua, han sido (por este orden cronológico) trabajos sobre autores concretos, sobre el léxico y sobre la sintaxis y las relaciones de los hechos lingüísticos con la cultura escritural de la época los que han copado la atención crítica dirigida hacia el Cuatrocientos en los últimos años. La atracción por esta etapa en el ámbito de la Historia de la Lengua parece estar floreciendo desde hace unos años. Si nos centramos exclusivamente en los índices de las actas de los congresos de Historia de la Lengua Española publicadas desde que los profesores Antonio Salvador y Manuel Ariza fundaron esta asociación en 1989, podemos ver que el siglo XV está presente ininterrumpidamente como etapa específica en la que se estudian fenómenos lingüísticos, textos o autores concretos y que ha habido ediciones de actas 1 , como las del congreso de Historia de la Lengua celebrado en Madrid en 2003, especialmente productivas
* 1
Este trabajo se inscribe en el proyecto de investigación "La escritura historiográfica en español de la Baja Edad Media al siglo XVI: variantes y variación" (FFI2013-45222). Tomo en cuenta la fecha de publicación de las respectivas actas para contabilizar trabajos que tengan en su título la acotación temporal del siglo XV y el español prerrenacentista o bajomedieval, sea de forma exclusiva o no; también incluyo los textos que estudian obras o autores concretos del periodo.
L A LENGUA DEL CUATROCIENTOS MÁS ALLÁ DE LAS TRESCIENTAS
en cuanto a trabajos centrados en el XV, según se observa en el número de trabajos sobre el XV presentados: 1988
1992
1996
1998
2002
2006
2008
2012
(Cáceres)
(Sevilla)
(Salamanca)
(Logroño)
(Valencia)
(Madrid)
(Yucatán)
(Santiago)
7
7
4
6
5
13
7
3
Mi charla de hoy vuelve sobre ese mismo territorio, sobre un ámbito muy mencionado, el de los cambios latinizantes, pero no suficientemente profundizado. El punto de partida del título está en el Laberinto
de Fortuna de Mena, conocido como Las Trescientas
por su
número de coplas y donde, por cierto, se alude al lugar de celebración de este congreso: Como en las nautas que van en poniente fallan en Cádiz la mar sin repunta (Laberinto de Fortuna, 11)
El objetivo es ir más allá de las Trescientas y hacer una panorámica de un grupo de cambios lingüísticos que en la bibliografía sobre el siglo XV adquieren gran protagonismo descriptivo: me refiero a las innovaciones que llegan no por vía patrimonial sino culta. Afirmaban Gómez Moreno/Jiménez Cálvente (1994: xxvii) en su introducción a las obras completas de Mena que su estilo atiende a imperativos del ritmo, pero refleja un ideal lingüístico que no falta tampoco en su prosa y que cabe sintetizar en la siguiente afirmación: los clásicos latinos no sólo le brindaban patrones literarios; de ellos, Mena extraía también los fundamentos para su forma de escribir la lengua castellana.
En las páginas que siguen revisaremos hasta qué punto es cierto que son los clásicos latinos los responsables de la renovación lingüística de Mena y otros autores, en la idea de que algunos de esos cambios con fisonomía latinizante pudieron venir de fuentes vernáculas o estar apuntalados por ellas. En concreto, aprovecharé el análisis de algunos de esos cambios para mostrar los aspectos culturales y escritúrales subyacentes a ese marco de creatividad lingüística que aparentemente se despertó en la lengua elaborada cuatrocentista 2 . 1. Manuales y trabajos especializados coinciden en dar una serie de rasgos morfosintácticos como propios de una llamada tendencia latinizante del siglo XV 3 : son principalmente los
2
3
Si bien más adelante me referiré al concepto de elaboración en el sentido de 'proceso de ganancia de recursos lingüísticos y textuales', recurro desde el principio a la idea de lengua elaborada como «código capaz de generar toda clase de textos escritos y, sin duda, también ciertas formas de hablar en situaciones formales» (Eberenz 2006: 86). Prefiero hablar de latinizaciones sintácticas o de cambios por elaboración antes que de cultismos por la dificultad de definición de este concepto. Hago mías las palabras de Clavería (1999/2000: 17): «[P]ropongo la sustitución del término cultismo por latinismo. Del mismo modo que denominamos helenismos a los préstamos del griego, galicismos a los del francés, lusismos a los del portugués, etc. [...] Reservaré cultismo
394
LOLA P O N S RODRÍGUEZ
cambios que he enumerado en (I). Con ellos conviven otros expuestos en (II): son los cambios de estructuras históricas en la lengua, formas patrimoniales que desaparecen, aparecen o confluyen con otras (Cano 1992: 184 los llama cambios de estructuras por diferenciación y confluencia) y que inician, continúan o cumplen procesos de cambio lingüístico bastante convencionales, en el sentido de que se difunden gradualmente y tardan en llegar a los textos, pues parecen partir de la oralidad en uso de los hablantes y de la valoración que estos les dan para traspasar a lo escrito o transferirse a las tradiciones discursivas más reacias a las novedades. (I) Acusada preferencia por la anteposición del adjetivo. Extensión de los superlativos sintéticos en -ísimo y alteración consecuente de los patrones de graduación adjetiva. Extensión de la posposición verbal. Presencia de subjuntivo en interrogativas indirectas modales. Trasplante del Accusativus cum Infinitivo al español. Incentivo en el uso de construcciones absolutas de participio. Reintroducción del participio de presente latino con valor verbal. Uso de la estructura causal . Acusada irrupción de latinismos léxicos y semánticos.
(II) Declive de la interpolación o intercalación de palabras entre pronombre y verbo. Propagación de las formas vosotros y nosotros, con muerte morfosintáctica (no general hasta el XVI) de las formas simples. Agotamiento paulatino de la configuración . Extensión progresiva del artículo en nuevos contextos. Disminución del doblado de posesivos. Declive de las formas incrementadas de los demostrativos (aqueste-aquese). Innovaciones en el paradigma de indefinidos. Ocaso definitivo de los participios en -udo. Declive de los futuros y condicionales analíticos. Incremento de la desinencia -y en la primera persona singular de ser, estar, dar e ir. Progresivo descenso de haber como verbo de posesión. Desaparición generalizada del presente de subjuntivo en prótasis condicionales. Pérdida de vigencia de amara con sentido modal y temporal de pluscuamperfecto. Inicio de la transformación de construcciones pasivas reflejas en impersonales. Simplificación y cambios en el repertorio de nexos adversativos, locativos, concesivos y temporales. Declive de la concesión pleonàstica. Cambios en la expresión de la locación deíctica de lugar. Declive de numerosas formas de conexión supraoracional, depuración de la función y variación formal de otras.
Es el tipo de cambios lingüísticos que representan lo que define más propiamente a la clase de novedades cuatrocentistas listadas en (I), ya que responden a patrones de introducción y difusión menos graduales y más bruscos que los cambios patrimoniales relacionados en (II).
para términos y modos de expresión que se identifican con registros formales, técnicos o cultos, o son producto de la función estética del lenguaje literario. Un latinismo puede ser a la vez un cultismo pero no necesariamente tiene porqué [sic] serlo».
395
LA LENGUA DEL CUATROCIENTOS MÁS ALLÁ DE LAS TRESCIENTAS
NOS encontramos, de golpe, con voces y estructuras en principio nuevas que se explican por un deseo de construir una lengua elaborada alejada considerablemente de la tradición romanceadora y poco latinizante fundada en Alfonso X. Historiográficamente, esta nueva línea latinizante se cifra por antonomasia, según la generalidad de la bibliografía, en autores como Enrique de Villena, Juan de Mena y su citado Laberinto o el Marqués de Santillana, y se suele presentar trunca en su desarrollo, abandonada al final del periodo cuatrocentista. En una época de alta creatividad léxica y morfosintáctica como el siglo XV, es obvio que no todos los autores van a innovar en el mismo grado y manera y que, igualmente, habrá tanto innovaciones con difusión (lo que llamamos cambio lingüístico) como innovaciones sin propagación alguna. Ello resulta manifiesto en el plano del léxico, con muchas apariciones únicas de cultismos que se quedan en ese siglo junto con voces nuevas que tienen continuidad hasta hoy (Dworkin 2002, Bustos Tovar 2008). En otro lugar (Pons Rodríguez 2013) me ocupé de algunas muestras de innovación morfosintáctica del XV que resultan ser hápax en su tiempo, así, entre otros, fenómenos como el uso de si que como conjunción consecutiva (calcada desde
ITAQUE),
el empleo de un esi concesivo adaptado desde el latín
ETSI O
la
formación de un plural del indefinido de alteridad ál {ales) se encuentran aisladamente en la prosa de autores únicos del XV y no se extienden más allá de un uso individual. Ahora bien, el hecho de que haya autores que lleguen a tal grado de innovación morfosintáctica no implica que adopten todas las novedades de naturaleza morfosintáctica registrada en el periodo. No todos los autores se comportan de forma homogénea, y lo que ofrecemos en (I) como una lista de rasgos en uso en el XV no se materializa de forma simultánea en ningún texto4. Ahora bien, basta que se conciten varios de tales cambios morfosintácticos o un número considerable de novedades léxicas para que se produzca en el lector una sensación de extrañamiento que incluso ha suscitado rechazo entre la crítica de ayer y de hoy. Recojo aquí una corta muestra de testimonios en esa línea5: (III)
a. [Presentando el estilo del texto de De amififia que edita, de Ferrán Núñez] «[S]e ve aquel su anhelo de resucitar el saber antiguo, citando a diestro y siniestro a los clásicos que pudo conocer, y entreverando su dicción con hórridos latinismos»; «El autor (como indica él mismo al principio de su trabajo) toma por base las opiniones de distintos jurisconsultos, romanistas y canonistas, lo cual no deja de contribuir a la ingrata sequedad de su estilo» (Bonilla San Martín 1906:36).
4
5
Ténganse en cuenta que la lista no es exhaustiva. No incluyo en ella otros rasgos como las construcciones ser a ('servir de') o el acusativo griego, sobre cuya exclusividad o predominio cuatrocentista hace alguna observación Bustos Tovar (1983) al respecto de la presencia de estos rasgos en Nebrija. Incluyo únicamente una corta selección de juicios críticos a la lengua cuatrocentista, que podrían ser ampliados. Vid. Lida (1950 [1984]: 323 passim) para las valoraciones que ha merecido particularmente la lengua de Mena a lo largo de la historia.
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L O L A P O N S RODRÍGUEZ
b. «El habla literaria, prosaica y poética, por la comezón de latinizarla, salió tan manchada y tan retorcida de sus manos, que fueron menester algunos años para que otros ingenios, acudiendo al puro minero popular, la desencostrasen de tan bárbara inmundicia. Si la erudición vale para algo en poesía, vióse en Mena hasta dónde puede alcanzar. ¡A ese emporcamiento del lenguaje le llamaron algunos propósito de crear una lengua poética ! Y no nos vengan con que algunas de sus extravagantes voces latinas han llegado á usarse después, porque los eruditos que las generalizaron hicieron con ello tanto daño al idioma como Mena y eran de la misma escuela erudito-pedantesca» (Cejador 1915: 309). c. «Del fárrago de la prosa del siglo XV, de andadura sintáctica aun incierta [...] con un engolamiento latinizante aun no absorbido por la expresión normal, algunos críticos solo salvan en primer lugar estos cuadritos biográficos, que son las Generaciones y semblanzas» (López Estrada 1946: 319). d. «En lo que respecta a la lengua, es bien conocida la tendencia a reforzar el castellano para que reproduzca, lo más exactamente posible, la sintaxis, la morfología y el léxico latino, hasta el punto de que algunos autores, no contentos con afirmar que el castellano es la lengua moderna que más se parece al originario latín, dan en la flor de escribir textos que, dice, se pueden leer lo mismo en una lengua que en la otra. A esta imitación mecánica del latín, le añaden todas las galas retóricas posibles e imposibles. Tal modo de ennoblecimiento consiste en fabricar una especie de árbol navideño en el que cada rama acoge más adornos y chirimbolos de los que puede soportar. Esta exuberancia, capaz de quebrar la más robusta oración, multiplica la extensión [390] de las frases, la complica hasta desembocar en una prosa más colorada que figura de carnaval. Lejos queda la noble elegancia del infante don Juan Manuel cuando afirma que el ideal del estilo es decir con las menos palabras que sea posible. Claro que cada cual es muy dueño de considerar necesarias todas las que utiliza, por más que sobren y aún agobien, sea el caso de Fray Antonio de Guevara que culmina un proceso, al parecer imparable, iniciado por los esnobs que como el Marqués si se visten a la francesa, redactan a la latina. Y cuando conocen algo de latín, es peor, porque dan en la prosa de un Villena o en el verso de Mena» (Ynduráin 1994: 389-390).
Vista la relación de cambios expuesta en (I) nos hacemos estos interrogantes: ¿Agota esta lista todas las posibles ocurrencias latinizantes de los escritores del XV? ¿Resultan homogéneos en su frecuencia y extensión temporal estos fenómenos? ¿Están interferidos por razones de tradición discursiva, adscripción geolectal o factores similares? ¿De dónde salen esas innovaciones y cuándo y cómo se difunden? Pretendo dar una visión panorámica de algunos datos que pueden ayudar a que vayamos dando respuestas a estas preguntas, serán datos de interés fundamentalmente morfosintáctico, más que léxico 6 . Para ello se ha recurrido a la lectura sistemática de un corpus de cuarenta obras del siglo XV, con un universo de 1.115.150 palabras. He decidido hacer una recogida amplia tanto en lo cuantitativo (todos los textos, salvo uno, han sido despojados de forma completa) como en lo cualitativo: así, hay obras en verso y en prosa. Entre las primeras, una recopilación de la poesía cancioneril cuatrocentista, historiografía versificada (como la Consolatoria de Castilla), poesía de Mena y Santillana (por supuesto, el Laberinto de Fortuna entre otras obras del cordobés, y del segundo, los Proverbios
morales) y poesía moral (de nuevo Mena, las Coplas a los siete
pecados mortales pero también la obra completa de Gómez Manrique, que incluye poesía de
Y esto no es más que una limitación acorde con mis capacidades y con la extensión que quiero dar a estas páginas, ya que obviamente son terrenos cuyo deslinde nos hace perder parte del paisaje a la vista.
397
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otra temática, incluida la propiamente cancioneril). En la prosa, ha sido la tratadística el conjunto discursivo más prolijamente representado, con tratados sobre temas tan queridos por los círculos culturales cuatrocentistas como la ética (el De amicicia de Ferrán Núñez), el amor (el Tratado de amor de Juan de Mena, el Breviloquio de Alfonso de Madrigal), las vivencias religiosas propias (el Oracional de Cartagena, la Arboleda de los enfermos de su sobrina Teresa de Cartagena), la filoginia {Defensa de virtuosas mugeres de Valera, las Virtuosas de Alvaro de Luna), la nobleza (Tratado sobre el título de duque de Mena) o las caballerías (Arbol de las batallas). También hay historiografía cronística (resúmenes de crónicas, como la Atalaya, crónicas abreviadas como la Valeriana) y obras en la órbita de la descripción biográfica como las Generaciones. No faltan traducciones, claves para comprender parte de la producción cultural de este periodo: en nuestro corpus las hay del francés (el Arbol de las batallas traducido anónimamente desde la obra de Hononé Bouvet), italiano (Teseida, Vita beata, aunque esto es más adaptación que propiamente traducción) y del latín (el Bursario de Rodríguez del Padrón es traducción de las Heroidas, la traducción de Villena de la Eneida, la de las Ilias latina de Mena o la ¡liada en romance hecha desde el original latino de Decembrio y Bruno, así como una traducción anónima del tratado caballeresco de Frontino y una traducción de un texto latino coetáneo, la invectiva Oratio in Hypocritas de Bruni). La intención ha sido contar con una selección de escritura cuatrocentista que, sin pretender agotar todos los posibles universos discursivos de su tiempo, sí tenga en cuenta las direcciones principales que pueden ser de interés para describir el calado de los cambios latinizantes de la centuria. Me ha interesado especialmente la escritura de la primera mitad de siglo, de ahí que buena parte de los textos despojados se concentren en torno a 1420-1450, particularmente entre 1440 y 1450 7 , como se observa en el cuadro:
7
Para cambios concretos, se emplearán de forma adicional otras fuentes escritúrales del siglo XV, que se citan al final de la bibliografía bajo el apartado Otras fuentes y que están en cursiva en el cuadro 1, en las que se incluyen además corpus electrónicos. En el cuadro que siguen se citan bajo claves que se explican al final en "Fuentes" las obras despojadas, aunque no todas, pues Cabildo, Cancionero GM o Cartagena 15 recopilan textos de todo el siglo (de 1416 a 1496 los de Cartagena, de la vida literaria de Gómez Manrique los incluidos en Cancionero GM). He apostado por el despojo manual de los hechos lingüísticos de interés de estas obras por varias razones: en primer lugar, porque solo así es posible aprehender el aspecto sintáctico de la obra, clave para ubicarla en unas determinadas coordenadas de elaboración lingüística o en un punto exacto de evolución de su tradición discursiva; en segundo lugar, porque, si bien sería posible quizá vaciar en corpus electrónicos las apariciones de -isimo o del participio de presente, veo irrealizable la búsqueda no manual de casos de infinitivo no concertado a la latina. Obviamente, admito la posibilidad de error en el cómputo manual de los fenómenos lingüísticos que se tratan en este trabajo que, con todo, no alterará tanto el resultado como la errónea asunción de que los corpus son holísticos y absolutamente abarcadores.
398
LOLA PONS RODRÍGUEZ
Periodo
temporal
Obras
despojadas
1410-1430
Baena, Consolaciones,
1430-1455
Arboleda, Atalaya, Batallas, Breviloquio, Bursario, Cadira,
Eneida, Epistolario.
Cisoria, Coronación, Defensa, Divinanza, Duque, Frontino, Generaciones,
Hipócritas,
Iliada,
Laberinto,
Omero,
Oracional, Proverbios, Siervo, Triunfo, Virtuosas, Visión. 1455-1495
Amicicia,
Cárcel,
Consolatoria,
Hombre,
Introducción,
Pecados, Recetario, Repetición, Sermón, Teseida, Valeriana, Vita.
Se usará este corpus para hablar específicamente sobre el alcance de los llamados cambios latinizantes del siglo XV, señaladamente de la difusión de -ísimo (§ 2), la adaptación romance del participio de presente (§ 3) y la imitación del acusativo con infinitivo (§ 4).
2. Detengámonos en primer lugar en el comportamiento ante -ísimo que muestran los textos cuatrocentistas. Para ello, si se me permite, quiero empezar saliéndome del ámbito puramente lingüístico para citar a M. a Rosa Lida (1952 [1977]: 292) que en un conocido trabajo sobre la hipérbole sagrada usada por muchos autores del XV para ensalzar a sus damas justificaba así el manierismo del recurso: (IV)
A fines de la Edad Media, en la crisis en que caducan sus instituciones frente a la jerarquizada ordenación de valores de los siglos previos, el estado de pugna confusa en todos los sectores socava y confunde valores tradicionales. En ese desquicio general de la sociedad todo encarecimiento pierde fuerza y, para mantener viva la elación, el intelectualismo de los hombres de la época acude a la esfera elevada más familiar: la religiosa.
Me parece de interés la cita por cuanto -ísimo parece estar inicialmente ligado en el XV también a esa esfera religiosa, como veremos. Hombres intelectuales de la época se hicieron con un recurso nuevo de encarecimiento venido desde el ámbito religioso, lo aplicaron para el tratamiento enaltecedor, sobre todo en la expresión protocolaria de reverencia, y de ahí pudo saltar a la lengua elaborada desde la que accedió a la lengua común en los Siglos de Oro. Llegamos a esta conclusión a partir del análisis de los datos, que son bastante claros en este sentido: el uso de esta terminación elativa, insignificante en el castellano medieval previo, va extendiéndose de forma progresiva en el siglo XV 8 aún con muy escasa presencia en la primera mitad de siglo. Lo encontramos casi exclusivamente en prosa religiosa, en Pedro de Luna (dos casos), o en San Vicente Ferrer (hasta ocho casos). En esa parte primera del XV se 8
Cfr. Jornving (1962) para una visión muy general de la frecuencia de -ísimo en la historia del español, Serradilla (2004) para la marcación de las formas superlativas y Pons Rodríguez (2012) para un tratamiento detenido de muy -isimo. En estas mismas actas puede verse el trabajo más reciente al respecto, de Andrzej Zieliñski.
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da rara vez fuera de prosa, lo hallamos una vez en un dezir poético incluido en el Cancionero de Baena y escrito también por un religioso, el franciscano Fray Lope del Monte. Es un dezir escorado hacia la poesía mitológica y claramente oscurantista en su escritura9. (1) (2)
muy muchos e muy excelentísimos compañeros tienen (CONSOLACIONES, 50) || Faz aun compararon de ti pecador, e acata en el Niño santísimo (CONSOLACIONES, 103). Señor Ihesú Christo, yo protesto delante la vuestra santissima magestad (Vicente Ferrer, SERMONES, 351) || E desque ally fizo confessión generalissima, diziendo (Vicente Ferrer, SERMONES, 3 1 7 )
(3)
paresQie la linda romana/carissima fembra, sesuda, muy llana (Fray Lope del Monte, CANCIONERO DE B A E N A ) .
Villena lo emplea muy poco en toda su obra10, solo tres veces, además de otros tantos usos en un sintagma formulaico de carácter jurídico, causa potísima,
que se ve obligado a
parafrasear en la Eneida a través de una glosa que introduce con su acostumbrado siguiere (4). Apenas está en la obra de Juan de Mena (un caso en el Laberinto, Coronación),
cinco en la
que sabe latín, y tampoco lo usaron buenos latinistas como Alfonso de
Cartagena (ningún caso en su Oracional). No parece que sean las traducciones del latín las responsables directas de la irrupción de la forma en el ecuador del XV, al menos si consideramos cómo se comportan. Mostraré el caso de, justamente, dos clérigos. Cuando dentro de su Tratado de la divinanza Lope de Barrientos, que llegó a ser obispo de Cuenca y al que por tanto presuponemos un buen conocimiento de latín, traduce una cita latina no siempre emplea este rasgo (5a), que circunscribe a un uso reverencial, el tratamiento al rey Juan II (5b): (4)
(5)
E por eso sólo a vós, señor muy excelente, sea e deve seer el loor de mi trabajo tribuido e popular aplauso, que tuestes causa potísima insfitativa de tan útil v u l g a r i z a c i ó n a la vida fevil || él fue causa potísima, siquiere principal, d'este efecto (ENEIDA, 36 y 71). a. Así lo determina Jacobo de Vorágine, escriviendo la Vida de sant Johan bautista, onde dize: Bonorum angelorum est proprium ex sua visione territos verbis benignissimis consolari, malí autem quos territos senciunt maiori terrore concufiunt, quiere dezir que los buenos ángeles confortan con benignas palabras a los que sienten espantados de su visión (DIVINANZA, 146). b. Rey christianísimo, Prinpipe de grant poder. Por quanto en el Tractado de los sueños, que por mandamiento de la tu Alteza copillé, se faze... |¡ Este libro es aquel que después de la muerte de don Enrrique, tú, commo Rey christianissimo, mandaste a mí, tu siervo e fechura, q u e lo q u e m a s e (DIVINANZA, 1 3 6 y 1 4 9 ) .
De modo análogo, como ya expusimos en otro lugar (Pons Rodríguez 2012: 138-139), se comporta el citado Alonso de Cartagena, quien al enfrentarse al texto latino del Pro Marcello
10
Véase el propio comienzo del decir donde hallamos este carissima: «Estando la Ursa mayor trastornada/y el Ártico polo del todo sereno,/al Antelucano presentada veno/baxándose en Mero la Feba rodada»; este es uno de los poetas que Menéndez Pidal (2005: 598) adscribía a una escuela sevillana, capaz de escribir en un estilo muy oscuro, idea ciertamente peliaguda. Como se desprende de la búsqueda de -isimo en corpus electrónicos en línea, como CORDE, que me han permitido explorar en toda la obra de Villena.
400
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ciceroniano vierte de forma sistemática el -ISSIMUS latino con muy + adjetivo en castellano. A la vista de cómo se actúa en las traducciones de la Eneida de Villena (sin ejemplos), la de la Ilias de Mena (OMERO, sin ejemplos) o la de la versión de la ¡liada tutelada por el hijo de Santillana, Pero González de Mendoza (tres ejemplos, pero dos de ellos en la dedicatoria: ingeniosísimo
poeta
y Santísimo
Gerónimo),
no parece que el comportamiento de los
traductores seglares del latín fuese diferente al que muestran los clérigos. Leyendo -ISSIMUS en sus textos de partida, no lo vuelcan en sus textos de llegada. En la primera parte del siglo XV, pues, el uso de -ísimo es muy escaso y ni siquiera la operación de enfrentarse al latín favorece su paso al romance. ¿Quién emplea, pues, este rasgo que hoy se ha hecho común en la escala de superlación del español? Separando usos escasos o poco fiables textualmentente, sin duda sobresale el Marqués de Santillana (1398-1458), que ofrece veintiún casos en el análisis de su obra completa. El poeta y militar que escribe a su hijo declarando su ignorancia de la lengua madre (tal vez más bien conocimiento
relativo a partir de una formación básica
en letras clásicas, en palabras de Gómez Moreno/Kerkhof 1988: XXI), cfr. (V) pudo hacerse con este elemento de superlación más bien a partir del italiano: (V)
Ca difífil cosa seria agora que, después de assaz años o no menos travajos, yo quisiese o me despusiesse a porfiar con la lengua latina, como quiera que Tulio afirma Catón - c r e o Uticenseen hedad de ochenta años aprendiesse las letras griegas; pero solo e singular fue Catón del linage humano en esto y en otras muchas cosas. E pues no podemos aver aquello que que queremos, queramos aquello que podemos. E si carecemos de las formas, seamos contentos con las materias (Santillana, Carta a su hijo Pero González de Mendoza, p. 456).
Sabemos que el Marqués se muestra en sus poemas influido por Petrarca, Boccaccio o Cecco D'Ascoli (son citas de autoridades en su propio Prohemio e carta) y escribe Sonetos al itálico modo', a su entorno" está ligada la traducción de la Teseida de Boccaccio, con quince ejemplos de -ísimo y transida de italianismo de principio a fin. Tal versión al castellano fue ejecutada por un traductor anónimo, que muestra poca pericia en la comprensión de muchos de los pasajes del texto italiano y tiende a la literalidad por encima de la inteligibilidad en bastantes lugares del texto. Pueden ser, pues, las lecturas del italiano las que afianzan la querencia del Marqués por este rasgo, en cuyo empleo muestra una inclinación —digamos «idiosincrásica»— poco extendida en el medio cultural que le es familiar 12 . Así, un coetáneo
11
12
Los editores de la versión castellana (Campo/Rubio Arquez 1996: 27) la ligan al círculo de López de Mendoza dado que es este es «el único escritor medieval que conoce y cita la obra y que, además, posee el también único códice en italiano de la misma». Y ello aunque la estancia en Italia fue etapa vital para muchos de los letrados y curiales de la época. Así, Juan de Mena pasó un tiempo en el Colegio de Bolonia, y junto a él otros, ya que desde la primera década del XV hay continuos movimientos de España a Bolonia por parte de estudiantes que desean hacer carrera curial. Italia fue parte del horizonte en que se formaron Rodrigo Sánchez de Arévalo, Juan de Lucena, Alonso de Palencia o Hernando Alonso de Herrera.
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de Santillana, Juan Rodríguez del Padrón (1390-1450) no ofrece casos de -ísimo en su Bursario, que es traducción del latín de Ovidio, ni tampoco en el Triunfo de las
donas,
aunque concita cuatro casos en su tratado sobre nobleza Cadira de onor restringidos a una sola frase, en las páginas iniciales de su texto, donde habla de tratamientos protocolarios a la realeza distinguida: (6)
^iferón, e los modernos de más abtoridad, en sus epístolas e oraciones dizen nobles [...] a los coronados a la imperial corona subjetos, illuslrisimo, serenísimo, gloriosísimo, al emperador, e en a b s e n t a suya, a los coronados prín9¡pes a él no subjectos, de los quales sólo el rey de Francia es cristianísimo llamado (CADIRA, 262).
Quince años más joven que Santillana y sobrino de él, el poeta Gómez Manrique (c. 14151490) comparte con el marqués inquietudes letradas (su biblioteca ha sido comparada con la de don Iñigo) y también su obra poética nos deja abundante uso de -ísimo (diecisiete casos). Examinándolos, vemos que aparecen en la introducción a su Cancionero (dirigida al Conde de Benavente), en la dedicatoria en prosa que hace a los Reyes Católicos siendo príncipes (1469-1470, los llama excelentísimos príngipes) y en la poesía elegiaca. Señalemos que en ese rubro los tres casos hallados pertenecen al poema CXXXII que escribe en planto por la muerte de Santillana y en la introducción en prosa que lo acompaña, más llena de hipérbatos y rasgos de elaboración que el resto de su producción 13 . Parece estar inspirado por su homenajeado, a quien podemos considerar patrono de este cambio en el círculo letrado en el que se mueve. La Visión delectable, tratado enciclopédico de entorno universitario, y la Repetición
de
amores de Lucena, un remedo del género universitario de la repetitio, nos confirman que ísimo se había hecho parte de la lengua elaborada de su tiempo en la segunda mitad del siglo XV (está en Sánchez de Arévalo y en Alfonso de Palencia). Y ese recorrido en ascenso lo muestran autores como Diego de Valera, que no lo emplea en la Defensa de
virtuosas
mugeres (c. 1444, ap. Lucía Megías/Rodríguez Velasco 2002: 408) pero sí en su Crónica abreviada
de España
(Valeriana,
1482), con bastantes ejemplos, en buena
medida
reverenciales. Muchos de los ejemplos de la segunda mitad del XV son usados en las dedicatorias, cartas introductorias a la obra o en aquellos pasajes en que se alude al destinatario o patrocinador del texto. Así se explica que se den veintisiete casos en el De
13
La presencia modalizadora del autor en los prólogos cuatrocentistas parece determinante para que se abra la puerta a un mayor latinización. De similar forma se comportan los prólogos, como señaló Russell (1985: 22): «Si en la Península se estila en las traducciones una prosa menos fuertemente latinizada de lo que a veces se ha supuesto, no obstante el traductor peninsular es muy propenso a hacer alarde de sus conocimientos del latín mediante el empleo de giros sintácticos latinos y cultismos en su prólogo o dedicatoria».
402
LOLA P O N S RODRÍGUEZ
amigifia de Ferrán Núflez, concentrados en la dedicatoria, sea para ensalzar al destinatario o a la virtud de entidades cristianas: (7)
Muy illustre e serenissimo señor (45) || segund la opinión de los antiquísimos e cristianissimos doctores e de los modernos (45) || de la virgen purissima, virgen quedando, nació (46) | E a la perfección desta Santissima Trinidad, que individua tiene essenfia (46) || mejor declarar las ynnumerables virtudes e excelencias de vuestra perssona e nobilissima progenie (47) vuestra limpidissima sangre (54) || serenissimo señor (55)...
En esa segunda parte del siglo, un texto menor de técnica parece informarnos ya de que lo que era en la primera mitad una innovación ha empezado a cobrar difusión. Se trata de un Recetario metalúrgico ligado a la Universidad de Salamanca escrito entre 1460-1480 y donde algunas recetas van acompañadas de su correspondiente fuente latina. Estas son las equivalencias que se dan a -ISSIMUS, en alternancia con otros modos de elación posiblemente para conseguirá un mayor variatio. (8) Recetario (fuente latina)
Recetario (traducción castellana)
(p. 44) tere eum subtilissime
muélelo sutilísimo
(p. 45) tere eum subtilissime
muélelo finamente
(p.45) post tere subtilissime
muélelo muy sutil
El uso de -ísimo, pues, es residual en la escritura tratadística del siglo XV, aparece vinculado al mundo de la religión, de donde sale para ser usado reverencialmente o por autores cuya acusada preferencia por -ísimo lo hacen rasgo de estilo, como Santillana, que posiblemente lo aprehenda por italianismo más que por latinismo, y Gómez Manrique. -Isimo no parece, pues, un rasgo propio del reinado de Juan II, aunque sí conocido en ese tiempo; fenómeno en crecimiento en época de Enrique IV comienza a hacerse común con los Reyes Católicos. A través del uso de -ísimo en la lengua cuatrocentista podemos sostener una primera matización a la idea común de que en la época se copia al latín: esto parece ser más la explotación de un recurso que marginalmente estaba en la periferia de la lengua elaborada, sobre todo en el sector religioso, y que sale de ella bien por la impronta italiana de una traducción (ahí también podríamos ubicar los cuarenta casos de Vita beata que en números absolutos es la obra del corpus que más ejemplos nos deja), bien por un préstamo desde la exaltación religiosa (el altísymo redentor en ARBOLEDA, 43) a la secular (altísimo rey) y se va implantando comúnmente en el paradigma referencial cortés 14 , del que saldrá luego para
14
Por ejemplo, en la colección documental del cabildo catedralicio toledano, los documentos (que parten de 1423) no comienzan a usar -isimo como título con que aludir al arzobispo («Reverendissimo Sennor
403
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generalizarse 15 . Lo podemos seguir llamando cambio latinizante, porque su origen último es, obviamente, latino, pero ideológicamente la introducción de -ísimo no parece venir de ese cuadro de latinización atribuido a la escuela del arte mayor. El texto religioso pregonó esta forma fuera de sus tradiciones discursivas de partida, y hay posteriormente una absorción tratadística y luego literaria del rasgo. Pareciera que el ordo medieval quedase traspasado a la estratificación de la difusión del cambio lingüístico desde los oratores a los bellatores,
que
son los hombres de letras y armas del XV, hasta los laboratores que, como Sancho Panza en el XVII, aún no saben usar bien este -ísimo. Tratamos de definir este siglo en la cultura de las letras como el de primera aclimatación de textos recuperados grecolatinos a nuestro entorno, y ese movimiento, que provocó la oposición de los teólogos italianos contra los
studia
humanitatis, toma paradójicamente algo de su lenguaje en Castilla.
3. Nos acercaremos ahora al uso de participio de presente, otro de los cambios incluidos en la lista de (II). Nos referimos a estructuras que recuperan el valor verbal que originariamente tenía en latín esta forma. Recordemos que dicho participio de presente pervive en algunas lenguas románicas (catalán, aragonés, occitano o en francés, unido al gerundio) y que a la Edad Media llega en forma adjetival a través de cultismos (Fernández Murga 1975, Meilán 1991 a y b; Mesa Sanz 2004). Los terminados en -nte son muchos en el XV y están anticipados desde fecha anterior, como se puede observar en la estrofa inicial de la Danza de la muerte'. (9)
Yo soy la muerte cierta a todas criaturas que son e serán en el mundo durante, demando é digo: homne, ¿por qué curas de vida tan breve en punto pasante! Pues no hay tan recio ni fuerte gigante que deste mi arco no se pueda anparar, conviene que mueras cuando lo tirar con esta mi frecha cruel traspasante.
También el uso de formas en -nte con valor verbal, con sujeto propio y prosódicamente desvinculadas de la oración en que se insertan como cláusulas absolutas, tiene alguna
15
Arzobispo») hasta el último cuarto de siglo. Parece que el estilo de los tratamientos se fue haciendo cada vez más complejo y ampuloso. También en la documentación epistolar incluida en la fuente CARTAGENA15 (cartas del concejo de la ciudad dirigidas a otros dos concejos, Murcia y Orihuela), los tratamientos son en el ecuador del siglo Honrrados congejo, caualleros escuderos... de la noble gibdad de Murfia, posteriormente Muy honrrados... y a partir de la década los ochenta del XV Muy magníficos e virtuosos señores. Es a final del XV cuando se extiende y cuando, además, empiezan a proliferar casos de muy -ísimo que probablemente fue usado como un esquema desambiguador del valor elativo de -ísimo, superior a muy en la escala de intensificación (cfr. Pons Rodríguez 2012). El hecho de que en el siglo XVI perviva fértilmente este esquema de doble elación nos informa de que no estaba cumplido el proceso de morfologización de -ísimo, que se desarrolla al mismo tiempo que se consagra como forma superlativa, en el XVII.
404
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presencia antes del XV. Así, en la traducción de Orosio que patrocinó el gran humanista aragonés del XIV, Juan Fernández de Heredia, nos encontramos algunos casos (muy repetidos para la estructura estantes cónsules, ap. Romero Cambrón 2005-2006: 70) y aun podemos hallar algunas ocurrencias buceando en textos del XIII y el XIV (Castigos del rey Sancho, Pero López de Ayala). Pero es general en casi todos los acercamientos al tema aludir a este rasgo como un préstamo sintáctico bajomedieval, muestra paradigmática del latinismo que bafla el periodo: Alvar/Mariner (1967: 20), Meilán (1991a: 284), Ridruejo (1990: 220), Hernández Alonso (1992: 439), Campos Souto (2001), etc. En efecto, los ejemplos de participio de presente latino recuperado se dan en diversos autores de la época, y también en los de nuestro corpus. He aquí una selección de ellos: (10)
(11)
me veya en la rroca, a las partes donde era le emperatriz, cubierta de un manto escuro, cubriente el estado doloroso de duelo, diziendo muy triste (BURSARIO, 246) || Apolodro ateniense afirmó aver sido dozientos e quarenta años después del perdimiento de Troya; Ar^ílogo, en la veinte e tres Olinpiada, reinante en los medos de Iodes rey quinto (ILIADA, 85) || Conviene que se castigue/quien contra donas arguye/pues de la verdad refiiye/e con malicia consigue;/que munchas son las na?ida¡ynorantes maleficios,/e las qu'en ellos caydas/non deuen ser retraydas/acatando nuestros vifios (Cancionero GMANRIQUE, 192) || de la vna parte releuando el escudo, mostrante en su verde campo la hongo dorada (SIERVO, 101) || este rey don Juan, desde hedad de doze años, tovo cerca de sí un cavallero llamado Alvaro de Luna, fijo de Alvaro de Luna, conde de Santistevan y condestable de Castilla, biviente el condestable don Ruy López de Ávalos (VALERIANA, 319). dízelo porque puede acaesper algúnd tiempo, durante la vida, non es el virtuoso seguro de non aver en él algúnd VÍ9Í0 (ENEIDA, 235) || tan fuerte es la temptapión de la prosperidat, que pocos son los que a ella sepan resistir, ho, aquella durante, regirse bien (ENEIDA, 248) || asy como juezes deputados e aceptados en contradía por las partes, avientes llenero poder para oyr e determinar este fecho (EPISTOLARIO, 49).
Pero estamos ante uno de esos fenómenos que resultan más respaldados por la descripción de la bibliografía que por el comportamiento textual: el participio de presente falta o está muy aislado en la mayoría de los escritos del periodo, no figura en buena parte de los tratados despojados (Amicicia, Arboleda, Defensa de virtuosas mugeres...) y tampoco es común en las traducciones: Alfonso de Cartagena parece comportarse de forma similar a lo visto con ísimo, ya que cuando traduce del latín su Proposición contra los ingleses (1434) elimina los participios de presente 16 . Los participios de presente, en suma, se concentran en algo más de una decena de autores y entre todos apenas componen una treintena de ocurrencias. Casi la mitad de ellas corresponde a Enrique de Villena, autor que firma sus cartas en castellano 16
En cambio, cuando una de sus obras (Memoriale virtutum) es traducida, en torno a 1470, hay un alto grado de conservación de la estructura latina. Así, Campos Souto (2001) encuentra ciento sesenta ejemplos de participio de presente, veinte de ellos en construcción absoluta. En el texto latino hay participios de presente que son traducidos en la versión anónima con oraciones de relativo y gerundios, aun así «el 61 % de los más de 250 participios de presente del Memoriale virtutum se transfieren a la traducción castellana» (Campos 2001: 388). Ella explica ese «obstinado recurso al participio de presente» a partir del carácter servil de la traducción, sin descartar la voluntad «anticuaría» de un intermediario que se resiste a admitir que esa forma latina se extinguiese en castellano.
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como Enricus,
Calatrave
Magister
(Cátedra/Carr 2001: 26) y escribe con un decurso
sintáctico lleno de escisiones e hipérbatos y de novedades léxicas copiadas del latín. En su traducción de la Eneida hay (dentro del primer libro e incluyendo las glosas) más de una docena de casos, y también en su epistolario se encuentran algunos. Enrique de Villena se formó en el escritorio familiar valenciano en sus primeros veinte años y su abuelo paterno fue Alfonso de Aragón 17 ; culto traductor y letrado, sus escritos no abundan en acusativos con infinitivo ni hay apenas, como hemos visto, casos de -ísimo, pero sí hay participios de presente. Como elemento impulsor de esta característica de su usus scribendi, además del peso del latín, no se puede descartar el que este rasgo fuera propio de la lengua elaborada aragonesa, que tan afín le resultaba a Villena. Recordemos cómo Arroyo Vega (2002: 458) atribuye la presencia de formas en -nte en documentos cuatrocentistas de la Cancillería aragonesa a «adaptación fonética del gerundio catalán», que presenta coincidencia formal con el participio de presente latino. Observemos que, tras Villena, es la Visión deleitable, escorada lingüísticamente a lo aragonés (Pascual 1988) el texto que más ocurrencias ofrece, aunque no llegan a cinco: (12)
Es ynposible natural el sol, estante sol, ser obscurso; e el fíelo, estante fíelo, corronperse; e el fuego, estante fuego, ser frío (VISIÓN, 120) || e non consyderan cómo en el mundial rebolvimiento, él regnante por fentanales de años e millares, es cabsa d ela sabieza (VISIÓN, 170).
La impronta aragonesa recorre la escritura romance de este siglo, tanto en los escritores que se forman en ese Reino como en otros cuya trayectoria humana está en principio en la mera Castilla. La razón para ello estaría en el orientalismo que muestra el gobierno castellano del XV, que llegaría a trasvasar desde Aragón a Castilla los usos lingüísticos prestigiados dentro de la corte aragonesa. Desde la entronización de la rama menor de los Trastámara en la Corona de Aragón a partir del compromiso de Caspe, Castilla tiende lazos humanos (políticamente a veces muy conflictivos) con la zona oriental de la Península, y esa comunicación de linaje real va a traspasar lo puramente político para observarse en comunicaciones culturales de gran alcance. La rama menor de los Trastámara llega a Italia y se emplea en ocupar y conquistar el reino napolitano al tiempo que se trae de este un importante estímulo cultural.
17
No es el único caso en el siglo XV. Santillana, por ejemplo, vivió en Aragón en sus años jóvenes, sirvió al rey aragonés Alfonso V, fue llamado Mosén, estuvo en la coronación de Fernando de Antequera y al lado luego del infante don Enrique en sus disputas con Castilla. Conoce a Ausias March, a Enrique de Villena y a Jordi de Sant Jordi (Pérez Priego 2000 [2004]: 30).
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Claro que el contacto lingüístico con el aragonés no está claramente expresado en forma de debates entre lenguas o disquisiciones al respecto dentro de las letras
castellanas
cuatrocentistas. Así como alguna poesía de cancionero (Carvajal, Imperial, entre otros) sí juega con la explotación de los contactos entre castellano y latín o provenzal, no hay rastro de este tipo de uso al respecto del aragonés. Por eso, la búsqueda del posible aragonesismo del Cuatrocientos debe librarse en la exploración directa de la sintaxis y el léxico de los textos en castellano 18 . Tenemos huellas claras del catalanismo de Villena (que escribe también en catalán, cfr. Cátedra 1988): por ejemplo, los engarzamientos de adverbios en -mente con omisión del segundo elemento adverbial, estudiados por Ridruejo (1984). Otros rasgos orientales, como el empleo del verbo impersonal cale, pudieron salir de Aragón en la Baja Edad Media (Lisón 1984: 110). Cale se usa profusamente entre autores no orientales del XV como Mena, Diego de Valera o escritores cuya procedencia oriental es dudosa, como Juan Barba, autor de la Consolatoria de Castilla, a quien su editor hace de origen andaluz (13; cfr. DCECH, s. v. caler para su empleo en la época áurea y Conde Noguerol 2008 para su análisis sintáctico): (13)
Ved si queredes la gente que queda / darme U f e n l a que vos la señale, / mas al presente fablar non me cale (LABERINTO, XCII, 104) || E para esto provar, non cale más dezir (DEFENSA, 238) || No cale dezir del re9ebimiento / que ovieron los altos reyes señores (CONSOLATORIA, CLIII, 220).
Lo cierto es que la cuestión del aragonesismo de la lengua elaborada cuatrocentista ha sido más veces mencionada que en verdad estudiada, y es una línea en la que habrá de explorar en el futuro a la búsqueda de una visión de conjunto, al igual que en los fenómenos de contacto de las llamadas por Russell (1985: 9) traducciones
intrapeninsulares
de lenguas como el
catalán o el aragonés al castellano. En (10) y (11) dimos ejemplificación de tratados, traducciones y poesía que presentaban este rasgo. También Juan de Mena nos deja algunos ejemplos con sujeto propio, pero de nuevo, muy pocos, uno en cada uno de sus textos (Tractado sobre el título de duque, traducción del Ilias y Laberinto,
ningún caso en la
Coronación): (14)
18
mas creo que aun por divinal disposición e grado de angélica solicitut, mediantes los muy leales e provechosos servicios vuestros (DUQUE, 629) || Mientra se ensaña matando de los varones, ahé do ve a Frigio y Egro, fijos de Daxetes, estantes de consuno en la batalla (OMERO, 571) || dame tú, Palas, favor ministrante, / a lo que sigue depara tal orden / en que mis metros al fecho concorden / e goze verdat de memoria durante (LABERINTO, copla CXLI, 124).
Los trabajos de Octavio de Toledo y Huerta sobre preposiciones y de Rodríguez Molina sobre adverbios, ambos en estas actas, ilustran casos de corrientes de innovación y propagación morfosintácticas que parten del oriente peninsular.
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Por supuesto, sí hay en Mena muchos otros usos de formas de participio de presente sin pleno valor verbal (el propio ejemplo recién transcrito ofrece una muestra en durante, que no es cláusula absoluta por estar ligado preposicionalmente al sustantivo verdad, otros casos pueden verse en Lida 1950 [1984]: 294-295). Hay en Mena más participio de presente fuera de construcciones absolutas, en un uso que ayuda a sostener la imagen culta de los textos. Así los vemos por ejemplo en el empleo que hace de discrepante: (15)
Mas bien acatada tu varia mudanza, / por ley te goviernas, maguer discrepante: / ca tu firmeza es non ser constante (LABERINTO X, 69) || Desque sentida la su proporción / de humana forma non ser discrepante, / el miedo pospuesto, prosigo adelante (LABERINTO, XXII, 74).
Al observar estos casos nos podemos preguntar si es lícito que, más allá de Villena, se deba atribuir a orientalismo (o solo a orientalismo) la copia del participio de presente en el Cuatrocientos. Recordemos la abundante ejemplificación que la fórmula latina
nemine
discrepante tiene en la documentación medieval eclesiástica, también en la cuatrocentista: (16)
(17)
(18)
Ordenaron e mandaron todos de un acuerdo, nemine discrepante et ad perpetuam rey memoriam, que en cada año diesen una persona e un canónigo (1424, Documentación medieval de la iglesia catedral de León, ap. CORDE) || eligieron aesta en papa & pusieron le nombre iohan en concordia nemjne discrepante (1453-1467, Alfonso de Toledo, Invencionario, ap. CORDE) || E los dichos señores cabildo nemine discrepante dixeron que ansi lo ordenavan e ordenaron (1423, CABILDO, 497) como a ellos fuese notorio estos reynos por derecho ereditario el oviesse ávido, despues de la muerte del señor rey su padre, e los oviese poseydo algunt tienpo con voluntad de todos, ninguno discrepante (Crónica de Enrique IV de Castilla, ap. CORDE) || la qual firma, appellación et otro qualquiere beneficio de fuero, todo el Capítol concorde et nenguno no discrepante, renunciazón quieren (1493-1511, Documentación medieval de la Corte del Justicia de Ganaderos de Zaragoza, ap. CORDE) Fortuna non discrepante / a sabia naturaleza, / tales dos vuestro senblante / fabricaron sin pereza (Santillana, Decires líricos, pág. 30).
Tal fórmula se encuentra a veces traducida al castellano, sobre todo en la parte final del siglo, como revela el ejemplo (17) de la Crónica de Enrique IV. Al considerar ese ejemplo historiográfico, con su nadie discrepante,
¿debemos atribuirlo a admiración prerrenacentista
por el latín? De nuevo la raíz es latina, la lengua de la fórmula que se traduce es latina pero el aliento por el que se llega a decir en esa crónica ninguno discrepante es más escolástico que latinizante, o, al menos, tan medieval como prerrenacentista. Estamos, sí, ante contacto latinorromance, pero no podemos atribuir todas las latinizaciones al mismo interés estético ni al mismo origen prerrenacentista. Tal vez sea esta la fórmula que recuerda Santillana cuando en uno de sus decires líricos usa un participio de presente, rasgo que es raro en su obra y que está ausente, por ejemplo, de sus Proverbios en texto y glosa. Al igual que hemos visto a través de -ísimo que un rasgo ligado al discurso religioso sale de él y se extiende, vemos aquí que en el recurso al participio de presente puede estar 408
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colaborando el discurso oficial (administrativo o eclesiástico). No es un paralelo pero sí un modelo seglar de lo que supone el clérigo en cuanto a receptor y difusor de rasgos de lengua. Hay entonces rasgos en la lengua elaborada de este tiempo que salen del discurso de los laicos y otros que llegan desde el discurso de lo religioso, convertido en un modelo de lengua elaborada entre los no profesionales de la escritura. Incluyamos en el discurso de administración la documentación cancilleril, notarial o jurídica, esferas en las que, como en la religiosa, damos con un individuo que está dotado de una autoridad pública que se ejerce en lo público o en lo privado19. La difusión de rasgos lingüísticos de unos sectores a otros está sostenida en una comunidad ideológica y en la subordinación o dependencia que unas esferas de poder tenían con otras. Y esa comunidad ideológica se funda también en un espacio comunicativo compartido donde está el latín. Clérigos, notarios y jueces conocen el latín medieval, unos mucho, y otros de forma más precaria. Y son numerosas las fórmulas que, como este nemine discrepante, aparecen en latín desnudo dentro de la escritura cuatrocentista en romance, sea en documentación religiosa o administrativa (19), sea en tratados (20) o escritura literaria (21) que sin duda toman las formas de su contacto con las tradiciones discursivas del poder eclesiástico o civil 20 , y no solo de una lectura prerrenacentista de clásicos grecolatinos redescubiertos. He aquí una breve muestra de las fórmulas latinas incrustadas en los textos de nuestro corpus, como vemos son mayoritariamente adverbios: (19)
19
20
por quitar muchas cuestiones que podian acaesfer en la división del dicho remanente hordenaron y establecieron perpetuamente valituro que de aqui adelante pagados los dichos previllegiados... (1435, CABILDO, 498) || mandaron que de aqui adelabre los tales canonigos que no fueren in sacris constituios que no ayan ni les sea respondido cada un anno (1435, CABILDO, 498) II que la primera calongia que vacare en los dichos quatro meses que se de e provea a quien el dicho sennor arzobispo quisiere e por bien toviere et la segunda calongia que vacare en los dichos quatro meses que e de e provea a quien los dichos sennores deán e cabildo quysieren e les ploguyere et sit de singulis en manera que syempre la primera calongia se de a voluntad... (1456, CABILDO, 501) || y sean escripias con las otras constituciones della para que sean juradas e ynviolabiliter observadas por todos los canonigos (1490, CABILDO, 532) || segund e por la via e forma que por todos los sobredichos concejos e señores o por qualquier
No es potestad ajena a la capacidad de difusión de un cambio lingüístico: en el caso de los notarios, cumplían en buena medida una función docente que el propio Juan II valora tanto que exime de ingresar en el ejército a los notarios de número (Arribas Arranz 1964: 236). Esa docencia (Vázquez Bertomeu 2001: 27) implicaba la enseñanza de la escritura, las abreviaciones, la redacción de los documentosy las exigencias del arte notaría para la función pública: se trata de una enseñanza conservadurista, heredada y tradicional. Cfr. Lleal (1995) para la capacidad que, a su vez, tienen estas dos esferas para salir más allá de los círculos en que se producen los textos y extender rasgos de lengua entre los menos letrados a través de los sermones, nuncios y pregoneros. Cabe la posibilidad de preguntarse si eran percibidos castellano y latín como códigos combinados o si quien escribía pensaba usar un romance elaborado y técnico. En mi opinión, estos eran latinismos crudos que se incorporaban al romance como parte de una cierta jerga técnica, asumiendo, a mi parecer, una distinción lingüística de raíz que podía incluso plasmarse en el tipo de letra elegido. Traigamos a colación el comportamiento descubierto por Carmen del Camino (1998) en documentación eclesiástica sevillana de fines del XV donde incluso en un mismo documento un notario apostólico alterna el tipo gráfico latino y la letra cortesana procesal según se escriba en latín o castellano.
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(20)
dellos sera vnanimiter concordado, firmado e federado (1449, CARTAGENA, 99) || Yten ordenaron los dichos sennores en quatro dias del mes de mayo de [...] que de aqui adelante in perpetuum los que son o fueren (1489, Cabildo, 524) || E prometemos de lo aver por grato e grato in perpetum todo quanto por vos los dichos nuestros syndicos procuradores sobre todo lo que dicho es, fuere e sera fecho e procurado (1449, CARTAGENA, 99) || e que contra ellos nin alguno dellos non yran nin venían, nin consentirán nin premitiran que sea venido ni contrafecho directe nec indirecte, tacita nin ocultamente. (1449, CARTAGENA, 102) porque paresipe por ello la verdadera ami9¡9ia, non passaré sub silenfio lo que arriba dixe (AMICICIA 71) || por eso que largo modo se puede dezir que les es devida humana benivolencia (AMICICIA 76) || non podría el onbre moverse motu recio (DIVINANZA, 139) || ca en tal caso más se muestra humilldat que engaño, segund se determina en el dicho capítulo quicumque (DIVINANZA 187).
(21)
Ansí entra por la real sala, queriendo dezir que se muestra in publico en las casas de los reyes (ENEIDA, 240) II Dispuso ab inicio la mente superna / que círculo d'estos aquí non paresca [...] sus operaciones influyen perfectas / a cada qual orbe por gloria in eterna (LABERINTO, 94) || Tú fuste, desde ab eterrno, / en la voluntad de Padre («Canción a la concepción deNuestra Señora», GMANRIQUE, 281) || Con mayor ynploro se deven rogar / agora por todos plegarias continas, / aunque las nuestras presonas yndinas / nofesan a Dios cotidie pecar (CONSOLATORIA, copla 492) || el cual como disputase de re militar, presente Aníbal, le respondió (VITA, 88) || ¿quién negará por la ofendida magestad del celestial prínfipe, pues que la ofensa ha seido infinita, que la nobleza del onbre in infinito non sea perdida, aunque la eterna pena le sea perdonada? (TRIUNFO, 240) || Trajano, imperador, condempnado in sempiternum (VITA, 116) || Aquestas e otras palabras dezía el triste amante, mas después que él veía clara la ora e las estrellas todas partidas, sin hazer allí más luenga tardanza, en Atenas festinanter se bolvía (TESEIDA, VI, 125; en el texto italiano: se ne veniva ad Atiene /estante].
El latín técnico medieval, del que procede calcado mucho léxico romance (Pons Rodríguez 2010) alienta estas estructuras absolutas de participio de presente, proporciona modelos, que bien se trasladan tal cual, bien se traducen con la propia terminación participial como nadie discrepante o bien con gerundio21 como ocurre con el sic stantibus rebus, que, como mostré en Pons Rodríguez (en prensa) es la base para que se cree el actual marcador discursivo (iestando) así las cosas, con un gerundio que no es modificador verbal, sino de la oración, esto es, una cláusula absoluta como el propio participio de presente. Anteriormente apoyábamos el rescate de -ísimo en una voluntad de renovación o acentuación del repertorio de enaltecedores en un tiempo cuyo estilo escritural se presta a la exaltación y a la loa encomiástica. Pues bien, podemos sin duda integrar las cláusulas absolutas de participio presente en la afición cuatrocentista por las cláusulas escindidas, por los predicados absolutos con forma no personal, sea de gerundio o participio. En la lista de cambios cultos (I) que veíamos al principio se incluye el incremento del uso de participio en construcciones absolutas, en casos como: (22)
21
E afynando en estas palabras, clarificada la tenebrosa cámara, en punto la deesa me desapareció; e yo rrecordando, vanada en lágrimas, de cuyas aviendo, enojos passando, la creencia horas denegando, según me trayan los primeros motus, después del esquivo y doloroso llanto, toda de negro me luego vestí (BURSARIO, 246).
Así, el estudio de Serés (1997: 225) sobre la Iliada romance muestra una pertinaz transformación de los participios de presente en gerundios, participios de pasado o formas no personales, aunque queden algunos en la versión castellana.
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Gerundios periféricos, participios absolutos y participios de presente colaboraban en la construcción de un sintaxis muy querida en la tratadística medieval del XV con verbo pospuesto y periodos largos. En los tres casos nos encontramos con enunciados que están diferenciados entonativamente, con gran libertad de posición pero asociados a una principal. Esta forma de construir la periferia oracional está al servicio de un estilo periódico de escritura recomendado por las retóricas de su tiempo, el de frase larga, amplias estructuras parentéticas y esforzada dilación a la hora de hacer aparecer el verbo de la principal. La sintaxis que prende en frecuencia es la circular 22 . La amplitud de la frase, en suma, a menudo con carácter exegético o didáctico (por ejemplo en los dobletes léxicos, cfr. Serés 1997 para una muestra detenida) está exigida para los tratados, molde escritural prototípico del XV, por las retóricas de la época (Pons Rodríguez 2008), que la rechazaban, en cambio, para la escritura historiográfica 23 . El resultado es una lengua compleja, una sintaxis fuertemente integrada a base de suboraciones y cláusulas absolutas que se hace más difícil si está cubierta de latinismos léxicos. Los propios autores son sabedores del camino que están emprendiendo y de sus consecuencias. Hay una voluntad deliberada en ellos de adoptar un estilo de escritura que remede el estilo alto del latín a través de una complejización del léxico y de la sintaxis que se consiguen a través de la selección de diferentes rasgos de la lengua elaborada, tanto latina como propiamente romance. Hace tiempo (Pons Rodríguez 2006) propuse aplicar a estos cambios cuatrocentistas el modelo de Koch/Oesterreicher (1990) de separación entre lo medial y lo concepcional para ubicarlos en un deseo de búsqueda de una distancia comunicativa deliberadamente alejada de los patrones de lo hablado. Si los cambios del tipo (II) nacen en el ámbito de la inmediatez comunicativa (lo hablado concepcional) y se difunden de abajo hacia arriba, los nacidos en el ámbito de lo escrito concepcional (ámbito de 22
Es un interesante paralelo con otros circuios materiales que son propios de este tiempo y de este lugar: el gótico de volutas castellano o la letra cortesana palaciega (Ruiz García 2003: 152) de los amanuenses de Juan II.
23
El discurso historiográfico de la primera parte del siglo XV apenas participa de estos usos lingüísticos, de los que se encuentra completamente desligado en el nivel léxico. El sentido estético que recorre esta ideología lingüística parece ser difícil de engastar en el menester del historiador y aún más difícil en el del cronista. Con todo, no se puede decir que hubiera quedado inmovilizado en las tradiciones discursivas medievales. Antes al contrario, es la propia conciencia del tiempo que se adquiere en esta época la que sobre todo a partir de 1450 hace despertar «una actitud bastante critica hacia la historia» por la que «se buscan criterios para juzgar la labor del cronista y del historiador y se empiezan a distinguir las formas del discurso histórico en crónicas, comentarios, décadas, relaciones, semblanzas» (Di Camillo 1996: 228). Montero Garrido (1994: 45) habla de la «compleja y hasta cierto punto contradictoria situación que ante sí tiene el cronista del siglo XV», en tanto que vive una época convulsa que historiar con las formas de quienes describían un pasado bello y glorioso. Por eso, afirma: «Nos hallamos ante una nueva historiografía que arrastra un instrumental retórico caduco para sus fines y que. consciente o inconscientemente, busca nuevas fórmulas. Los resultados estilísticos y estructurales son tan palmariamente distintos que dan la impresión de que los historiadores carecen siquiera de un esbozo de composición común al género».
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la distancia comunicativa) se extienden socialmente en sentido inverso, de arriba hacia abajo, y responden a una causalidad particular: con ellos se desea ampliar las posibilidades del idioma, es decir, alcanzar lo que técnicamente llamamos un mayor grado de elaboración. Como sabemos, es en épocas concretas de la historia de las lenguas cuando, a través de los procesos de elaboración lingüística (Kloss 1952 [1978], 1987; Muljacic 1986; Kabatek 2005; Pons Rodríguez en prensa), se extienden las capacidades de empleo de una lengua, sea funcionalmente (elaboración extensiva o «proceso mediante el que una lengua se apropia paulatinamente de tradiciones discursivas de la distancia comunicativa», según Oesterreicher 2007: 117) o formalmente (elaboración intensiva que provoca el «desarrollo de todos los elementos y técnicas lingüísticas que son necesarios en una lengua para una expresión elaborada y formal, característica de la producción discursiva y textual en el campo de la distancia comunicativa», Oesterreicher 2007: 117). El descenso de la cota de variación lingüística y la adquisición de mayor distancia comunicativa son procesos vinculados al surgimiento de nuevos tipos de discurso, giros en los ideales estéticos de escritura u otro tipo de aspiraciones lingüísticas fundadas en cambios sociales o políticos 24 . Y el latín ha sido, para las lenguas occidentales, un importante modelo para esa lengua elaborada, una fuente de recursos lingüísticos. El hecho de que en buena parte de su historia los romances hayan convivido con algún tipo de latinidad ha facilitado la creación de un espacio comunicativo donde el latín ha sido un banco de recursos de elaboración para los romances: así lo fue desde Berceo (Bustos Tovar 1974), si bien «en conjunto el aprovisionamiento del castellano con elementos latinos representa en el cuatrocientos una corriente mucho más poderosa y sostenida que en los siglos precedentes, y esta afluencia continuará aún durante el periodo clásico» (Eberenz 2006: 93). Claro que el mapa de formación y doctrinal de quienes escriben de este lado de la elaboración es muy disímil, pues se encuentra en este grupo Villena, que romancea la Eneida, y taracea en sus conocimientos de latín y aragonés para construir su propia versión del estilo alto en castellano y también Santillana, que era culto pero no sabía latín. El interés de los caballeros del cuatrocientos por el latín determina la salida progresiva de los profesores de latinidad del rincón del trivium (Ynduráin 1994: 79) en que estaban: si no lo aprenden sí tienen en cuenta esta lengua los señores y cortesanos. La cuestión es que la elaboración se
24
En un trabajo ya clásico sobre el arte mayor castellano, afirmaba Fernando Lázaro Carreter (1972: 92) que estos poetas "distanciaban su idioma creyendo que éste era el método para transformar en poesía cualquier contenido: los mejores momentos del arte mayor [...] son aquellos en que idioma y contenido son igualmente remotos". Lo remoto es lo distante, tanto en lo que se escribe como en cómo se escribe (lengua de la distancia comunicativa).
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construye en el siglo XIII, con Alfonso X, desde el romanceamiento de los recursos latinos, mientras que en el siglo XV no se rehúye el color latino de los textos, no se rechaza que la elevación del grado de distancia comunicativa ponga en peligro la comprensión inmediata del mensaje. Lo decía el Marqués de Santillana justamente en su homenaje al precursor de este tipo de elaboración alatinada, igual que siglos después lo dijo de otra forma Góngora: (VI)
Si mi baxo estilo aun non es tan plano, bien commo querrían los que non leyeron, culpen sus ingenios que jamás se dieron a ver las ystorias que non les explano (Santillana, Defumión de don Enrique de Villena, vv.77-81, p. 159). (VII) Demás que honra me ha causado hacerme escurso a los ignorantes, que esa es la distinción de los hombres doctos, hablar de manera que a ellos les parezca griego; pues no se han de dar las piedras preciosas a animales de cerda» (Carta de don Luis de Góngora, Soledades, ed. de Beverley, Madrid, Cátedra, 1979, p.172).
La de Santillana es una declaración con su parte de tópico, y no solo el de calificar su estilo de bajo (siendo su pretensión la de escribir alto) sino también el de que hay una despreocupación por el lector. La oscuridad de las voces y de los referentes clásicos incluidos en muchos textos del XV es explicada en los comentos y glosas que acompañan a muchas de las obras; y, si no acompañan glosas, como en muchas traducciones, puede ser que el propio accesus
ad auctores
lo practique el propio traductor. Claro que nunca la oscuridad
morfosintáctica se pensó necesitada de explicación alguna, pues lo que se glosa suele ser el personaje, la historia 25 , el referente geográfico o todo lo más el latinismo léxico. Esta construcción de una nueva lengua elaborada da en un discurso más oscuro que claro, pero este es un camino que creo estaba ya abierto en Castilla y justamente en un género no latino, el de la poesía cancioneril, que desde el XV bajo influencia italiana o francesa, pero también bajo los designios propios de poetas que autónomamente recrean y no solo reproducen con autonomía motivos o direcciones líricas ajenas, trabajan en una dirección que lleva al conceptismo más oscuro en busca de la brevedad. Sea con alusiones astrológicas, bíblicas, a personajes de la época debidamente velados o, también, a la misma materia clásica que luego explota a mediados de siglo en Castilla. El resultado es tan oscuro como el de la 25
Si no obsesión, sí será al menos inquietud y esfuerzo patentes el tejer las historias de los dioses y semihéroes de la Antigüedad en una arquitectura cristiana, que convierte a Eneas en un homo viator (Cátedra 1996: 150) o a Ovidio en un preceptor de moral. Así, Villena da cuenta de los valores literales, alegóricos y morales que tienen los héroes clásicos de sus Trabajos de Hércules. Y se obsesiona Rodríguez del Padrón en su traducción de las Heroidas o Bursario con acompañar cada carta con una corta glosa donde introduce los motivos de que se escriba el lamento al amado siempre añadiendo al final un apunte sobre cuál era la enlinfión del actor. «La entinción del actor es reprehenderla de loco amor» (dice de la carta a Teseo de Ariadna). Obviamente no destila ninguno de esos textos (tampoco en la versión traducida) carga incriminatoria sobre la heroína, es solo el marco moralizante el que introduce de forma tan poco lograda como superficial, esa idea. Los estudiantes habían aprendido a extraer también de los sermones temáticos medievales tales interpretaciones del sentido involucrado.
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prosa tratadística, se enraiza en la tradición de los enigmas medievales y es tan retórico como aquélla, pero si una es extensa y prolija, el verso cancioneril es breve e ingenioso, consigue con un pretendido ornatus facilis
a base de paralelismos y annominationes
una lengua
26
conceptual de sintaxis poco compleja : manierismo compartido con mismo efecto lingüístico pero distinto desenvolvimiento de la lengua. El hurto de la facilidad de lo inmediato, la selección del destinatario avezado a través de una pretendida exquisitez en fondo y forma son comunes a la poesía cancioneril y a la escritura elaborada cuatrocentista, sus raíces son muy diversas pero sus autores son a veces los mismos (Santillana, Mena, Rodríguez del Padrón, Gómez Manrique escriben en ambas direcciones). Tal es la marca de nacimiento de una lengua poética que se está hallando en este tiempo, superada la atadura al gallego y tendida hacia otras influencias: ya hay alguna anticipación en el Cancionero de Baena, uno de cuyos poetas, fray Lope del Monte, citamos al hablar de -ísimo. Y esta no es la única etapa de la historia del español en la que creatividad y experimentación lingüísticas dan en un cuadro final de cierta oscuridad. Por unirse en la admiración a los clásicos, la literatura del XV se ha comparado también con las tendencias que se abren en el XVII con Góngora, algo que Crasas (1996) ha llamado cuatrocentista
culteranismo
y que es un tópico repetido desde el Brócense a Menéndez Pidal o M. a Rosa
Lida 27 (Pons Rodríguez 2013). El Zeitgeist de una época es distinto al de la otra, y también difieren los parámetros de extensión del cambio, puesto que no alcanzan a la prosa del Setecientos lo que sí llegó desde la lengua del siglo XV a la escritura de etapas posteriores, pero hay una coincidencia en cuanto a que, como decía Menéndez Pidal (2005: 608) todas las épocas de artificiosidad se parecen.
26
27
«El estilo cortés es, por su nutrida descendencia, uno de los capítulos básicos de nuestra historia poética. Pero nos dio también una lección imborrable de buen hacer literario con su extraordinaria capacidad para extraer hasta las últimas potencialidades estéticas de un vocabulario reducidísimo, una sintaxis muy simple, el más corriente de los versos castellanos y unos contenidos asendereados ya por más de cuatro siglos de uso ininterrumpido en todas las lenguas de Europa» (Beltrán 1990: 46). Lida (1950: 234) se refería al Laberinto como "etapa del camino" a las Soledades. Y ese tipo de equiparación ya lo hacía Menéndez Pelayo, que al respecto del poema Claro escuro de Mena afirmaba: «Lo claro de estas coplas no se ve mucho, pero, en cambio, lo escuro es tal que compite con lo más enigmático de las Soledades de Góngora» (Antología de poetas líricos castellanos, Edición Nacional, Madrid, 1944, II: 155). Di Camillo (1976: 97) lo rechazaba: «Tales analogías, observadas de cerca, no pueden ser sostenidas. Basta decir que Mena no se estaba rebelando contra ninguna tradición poética, sino continuando ciertas tendencias, tales como el énfasis en la dicción que derivaba del "dictamen" y los ingenios retóricos utilizados en el arte provenzal tardío. En cuanto a su presunta admiración por los poetas latinos, puede afirmarse que, en realidad, su apreciación de los mismos es completamente medieval».
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4. Las Coplas de los siete pecados mortales de Mena quedaron incompletas tras su muerte en 1456, en sus primeras estrofas se reúne una serie de afirmaciones moralistas que se han entendido como declaraciones en que Mena se retracta por su estilo y sus preferencias por la materia grecorromana: (VIII) Non se gaste más paujlo en saber qujen fue Pegaso, las dos cunbres de Permaso, los siete brapos de Njlo; pues nos llegamos al hilo y sabemos que de nos juzgando rreifibe Dios más la obra qu'el estilo. (Copla 7) Avnque muestre ingratitud a las dul9es poesías, las sus tales njñerías vayan con la joventud. (Copla 12) Vsemos de los poemas tomando d'ellos lo bueno, mas fuygan de nuestro seno las sus fabulosas temas. (Copla 14)
Pero el modelo de las Trescientas ya estaba en marcha en el Cuatrocientos. Ahora bien, ¿se siguió gastando pabilo en torno a este ideal más allá del siglo XV? La imprenta fue cedazo que transfirió al mundo de la producción libresca solo una parte de lo escrito en el XV. Así, la novela sentimental fue una de las privilegiadas por los tórculos, pero también el
Laberinto,
fue muchas veces copiado e impreso en la lengua áurea. Mena es la autoridad que más cita Nebrija como modelo de retórica (aunque se distancia notablemente de él, cfr. Bustos Tovar 1983) y fue cansinamente editado en España pero también en Amberes en el siglo XVI, con el Laberinto como obra protagónica. También el Brócense lo editó, en 1582, seleccionando no su poesía lírica más directa y accesible sino poemas como el Claro escuro o El fijo muy claro de Yperión. Este es el Mena que se conoce en la época áurea española. Sabemos que en la historia de los estilos del castellano hay un cambio iniciado el siglo XVI, fundado en transformaciones de retórica, en la difusión de ideales erasmistas (Del Rey Quesada 2012). No voy a ahondar en el tema de la retoricidad con apariencia de naturalidad de la sintaxis áurea 28 , sí me interesa señalar que de esa lista de cambios que exponíamos en (I) hay algunos que difícilmente se encuentran más allá del XV (por ejemplo, muchas de las irrupciones léxicas) pero algunos de esos hábitos morfosintácticos cuatrocentistas pervivieron
28
Coincido con Bustos Tovar (2008: 1214): «Hay que dejar sentado, por tanto, que el proceso de latinización del romance fue constante desde el siglo XV, sin que hubiera cortes o rupturas. Los que sí cambiaron fueron los mecanismos para lograrlo y, desde luego, la función que los distintos autores le asignaron en el propósito de crear un lenguaje artístico acorde con los nuevos tiempos. Esto explica la contradicción de que una poesía tan complicada como la de Garcilaso fuera considerada dentro del modelo de naturalidad renacentista».
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integrados en una sintaxis menos circular que la del XV y localizados solo en la lengua elaborada de la época posterior (salvando a -ísimo, que se generalizó) 29 . Tal es el caso de la copia de infinitivo no concertado con verbos de decir o acusativo con infinitivo (ACI), que se usó hasta el siglo XVIII (pueden verse todos los datos al respecto en Pons Rodríguez 2007 y 2008) quedó convertida en una rutina discursiva de quienes querían dar a sus escritos un tono de lengua elaborada. (23)
Justino recomienda en sumo grado la honradez española en la fiel custodia de los secretos que se le confían, diciendo ser muy frecuente en los nuestros rendir la vida en los tormentos (Feijoo, Teatro, 155 y más en Pons Rodríguez 2008: ejemplos 29-32).
En nuestro corpus del XV, los casos de ACI se dan en buena parte de las fuentes extraídas 30 : está en verso y en prosa, en traducciones, tratados y documentación. Lo emplean letrados como Juan de Mena, nobles cultos como Santillana, grandes latinistas como Alfonso de Cartagena o Alfonso de Madrigal, y también Enrique de Villena, Juan Rodríguez del Padrón, Diego de Valera... (24)
Léese de Danés nunca ser tañida de Júpiter (AMOR, 39) || conosco ya mi contumasfia e porfía ser tanto dañosa cuanto durable (ARBOLEDA, 57) || ellos tenyan tomada la dicha sancta eglesia e puesto en ella tanta gente como devyan disiendo ser complidero al servyc^io (1472, CABILDO, 509) || como él aya escripto en diversos lugares ser gran torpedat loar o desloar una generalidat (DEFENSA, 232) II porque Mi?enas, que era persona de mayor abtoridat, afirmó el dicho Cornifi9Ío non los aver fecho (ENEIDA, 40) || commo diriamos una vestidura ser buena porque nin sobra nin mengua de la razonable medida (ORACIONAL, 56) || Pues luego pruévase necesaria mente el entendimiento del omne ser yncorruptible (VISIÓN 234).
En el uso de este cambio vemos, pues, coincidencias entre los grupos de cultivadores de lengua elaborada que pueden encontrarse en el siglo XV. Por una parte, separamos los ligados a la esfera eclesial; por otro, están quienes actúan en la esfera de la administración (jurisdicción, notariado, escritura administrativa o cancilleril). Ambos medios pueden estar muy relacionados humana y materialmente. Pero también se relacionaron desde el punto de vista formativo, a través de la Universidad. Sorprendentemente esta es poco aludida como mediadora e impulsora de cambios en la lengua medieval. En el syllabus del estudiante medieval se incluyen libros de teología, de patrística o de escolástica con formulas de latín medieval que se copiaban y trasvasaban también al romance, como hemos visto que ocurrió, en las dos direcciones, entre romances y latín científico. Igualmente también hay tradiciones textuales universitarias que se reutilizaban para fines no académicos, como hace de forma
29
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Si Bataillon (1966: xiii) decía: «Lo que más falta nos hace a los historiadores del siglo XVI es conocer mejor el XV», creo que los historiadores de la lengua podríamos ahora decir justo lo contrario, ya que carecemos de datos de conjunto sobre muchas de las líneas principales de cambio lingüístico en el Quinientos. La excepción la constituyen el Recetario técnico, el corto Sermón de San Pedro y la traducción de Frontino.
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paródica Luis de Lucena cuando en su Repetición de amores (Gómez Redondo 1996) utiliza el mecanismo docente de la repetitio, ejercicio obligado para todo alumno que quisiera licenciarse, para escribir una repetición de tipo jurídico sobre una materia profana y bien poco universitaria, como el amor. En el recorrido de muchos autores del XV está la Universidad de Salamanca o su Colegio de San Bartolomé (fundado por el arzobispo de Sevilla Diego de Anaya a principios del XV), una formación científica compartida al calor de una rica biblioteca. En Salamanca se fraguan obras de filosofía natural y se acunan tratados erotológicos con un calado de filosofía natural de impronta universitaria de quienes han leído a Juan Ruiz y van a terminar dando en la Celestina. Belloso Martín (1989: 171) habla incluso de una Escuela Humanista de Salamanca de la que considera iniciador a El Tostado. Al final del siglo, aún será el centro medieval que Nebrija revuelve cambiando la forma de enseñar gramática, en lo que se tiene como jalón indispensable del Renacimiento español 31 . A la luz de este rasgo lingüístico del ACI se nos presentan los principales artífices de los cambios lingüísticos por elaboración en el siglo XV: la aristocracia letrada, el profesional de la iglesia y el escriba al servicio de la administración. El reinado de Juan II de Castilla supuso un crecimiento en el volumen de documentos expedidos, salidos de una administración gestionada por «oficiales, notarios y escribanos de las cancillerías y administraciones públicas y privadas» (Ruiz García 2003: 551). Los letrados que brillan en ese entorno tiene también origen no aristocrático, han llegado a la corte por su saber universitario y ascienden a un contexto trufado de familias nobles, algunas de ellas interesadas en los libros, como los Manrique, los condes de Haro y Benavente, el propio Santillana o los Perafán de Ribera. Es un grupo particularmente interesante en el siglo XV, y ha proporcionado la argumentación con la que se debate sobre el posible carácter prerrenacentista o prehumanista de la cultura de este tiempo. Junto con clérigos y oficiales de la escritura administrativa, en Castilla tenemos el círculo letrado en torno a la corte, integrado por una nobleza (ayudada por letrados profesionales como Juan de Mena) que se interesa cada vez más por hacer lecturas nuevas, acopiar libros, encargar traducciones o hacerse familiares a la lengua latina. Enfrascados en una intrahistoria cortesana malcontenta y levantisca, los hombres de armas de este tiempo fundieron el deseo de acercar sus armas a las letras con el abrazo bien a las materias narrativas de los clásicos, bien a la lengua novedosa, bien a ambas realidades a un tiempo:
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Ya había sido en tomo a 1416 (Saquero et alii 2000: 95) centro universitario que sustituye el Aristóteles de Grosseteste por la traducción de Leonardo Bruni, un texto promovido por el papa Martín V, dedicatario de la traducción de Bruni (Heusch 1996), esto es un soplo humanista muy revelador que implica ampliar el prisma aristotélico hacia la filosofía práctica.
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Esta aristocracia caballeresca, precisamente por no haberse formado en el escolasticismo, se muestra mucho más abierta que el estamento universitario. [...] Muchos hombres del estamento universitario han dejado una huella profunda en la literatura española, pero hasta el final del periodo áureo también son muchos los hombres de la milicia que contribuyen al esplendor de las letras. Los términos en Italia están invertidos. Los rectores del cambio cultural prerrenacentista en Italia salen de la universidad y suelen ser profesores o altos funcionarios. Son profesionales de la administración o la cultura. En Castilla en cambio son los nobles y caballeros los que buscan las novedades» (Roca Barea 2010: 116-117).
Los contactos entre estos grupos que hemos separado son obvios, ya que no son entornos excluyentes. Hay intelectuales fuertemente ligados a Juan II, como El Tostado que fue rector del Colegio Mayor de San Bartolomé, Maestrescuela de la Universidad de Salamanca, «consejero y amigo de Juan II de Castilla» (Belloso Martín 1989: 169) y que a su vez formó parte de la educación del hijo del Marqués de Santillana. Y un clérigo latinista como Alfonso de Cartagena es inspirador para un noble como Fernán Pérez de Guzmán. Pero me interesa destacar que es la nobleza, más que el sector de los formados en ámbitos universitarios y clericales, la que más decididamente apuesta por este nuevo ideal de lengua elaborada y por el modelo cultural en que se engasta, el del redescubrimiento de los textos grecolatinos. Observemos que las traducciones de la mayoría de los textos grecolatinos de este tiempo no están ligadas a la universidad (Di Camillo 1976: 50) y tengamos en cuenta que: Nuestros traductores peninsulares [...] no sólo cifraron su empeño en traducir exclusivamente a los autores clásicos. Su público demandaba también versiones en romance de las autoritates que habían compuesto sus obras en latín medieval. Adviértase al respecto que pocas veces dejan entrever el reconocimiento de cualquier diferencia entre el latín clásico y el latín medieval (Russell 1985: 8).
5. He tratado de mostrar en estas páginas algunos de los perfiles que debemos tener en cuenta a la hora de considerar la procedencia y la extensión de los cambios latinizantes del siglo XV. El horizonte lingüístico de una parte de la escritura de este tiempo se basó en la renovación, con aprehensión de los elementos externos al propio castellano y de elementos internos a él pero ajenos hasta entonces a determinadas tradiciones discursivas. Hemos visto cómo en la lengua del XV se asimilan, por mor de este movimiento por el que parece que todo es posible, los esquemas, filtros y engranajes propios de otros discursos elaborados en un espacio comunicativo donde están el latín medieval y los romances. Si bien es cierto que la fascinación por el latín de la época clásica existe, se plasma más en el discurso teórico o apologético por el intento de escribir sintácticamente en alto estilo desde el romance que en una imitatito deliberada y estudiada. Si Villena, Mena y otros son capaces de tomar voces latinas y traspasarlas al castellano, con mayor o menor seguimiento, en el terreno de la sintaxis se apoyan también en procedimientos existentes, reorientados de forma novedosa. No
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son las traducciones los textos más abiertos a la innovación morfosintáctica ni se puede predecir que un mayor conocimiento de latin haga al texto más latinizante. Al contrario, en el usus transferendi cuatrocentista 32 hay ejemplos como el de Cartagena, gran latinista y poco afín a algunas de las innovaciones de ese tiempo. El precioso libro de Huizinga (1919) cifraba el modelo cultural cuatrocentista europeo en el ideal de la nostalgia de una vida más bella y ese deseo de hacer una lengua más bella es el que hoy nos sigue seduciendo historiográficamente al acércanos a los textos de este tiempo. Investigarlos nos obligará a vencer algunos tópicos repetidos, como el de que Juan de Mena concita todas las novedades de ese tiempo: como hemos visto, más allá de las Trescientas hay otros modelos inspiradores en esta época, que, si bien reflejan un cambio de mentalidad, no sepultan el bagaje de la formación cultural anterior. Como hemos visto, junto con innovaciones ex novo llegadas desde esas lecturas nuevas, también y sobre todo hay una selección innovadora de recursos ya existentes, que salen fuera de las tradiciones discursivas en que estaban antes. Si he empezado aludiendo al eco gaditano que hay en Mena, quiero terminar con un poeta sevillano mucho más reciente, Vicente Aleixandre que en su poema Castillo de
Manzanares
el real recrea una visita a esta fortaleza de la que dice presenta el Renacimiento / anticipado, como un montón de tiempo sucedido: Aquí el marqués de Saníillana puso su voluntad, Aquí agitado dijo palabra para el rey. Pero quizá dijo aún aquí palabras para después, por siempre, y para todosn.
Me gustaría que en el futuro este cuadro que expuse inicialmente siguiera creciendo. Y estoy en la esperanza de que este texto pueda ser un eslabón más en esa cadena de palabras para después.
32
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Sigo a Romero Cambrón (2011: 108) cuando acuña este sintagma para aludir al conocimiento de la lengua del texto origen y a las técnicas de traducción utilizadas (ad verbum/adsententiam). "Castillo de Manzanares el Real", En un vasto dominio, incluido en Vicente Aleixandre, Poesías completas. Madrid: Visor/Comunidad de Madrid/Ayuntamiento de Málaga, 2001, págs. 857-859.
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de
3. COMUNICACIONES
3.1 FONÉTICA, FONOLOGÍA Y GRAFEMÁTICA HISTÓRICAS
¿Hacia una cronología absoluta del español? Rocío Díaz Moreno Rocío Martínez Sánchez José Luis Ramírez Luengo Pedro Sánchez-Prieto Boija (Universidad de Alcalá - GITHE)
1. CUESTIONES TEÓRICAS Y DE MÉTODO
1.1 Presentamos
aquí
una
investigación
llevada
a
cabo
por
el
GITHE
de la Universidad de Alcalá y la Universidad de Tokio en la que convergen la dialectología histórica del español, la lingüística, la informática y la estadística. Por la parte española, el estudio ha sido financiado por el antiguo MCINN dentro de un proyecto sobre documentos de los archivos toledanos de los siglos XVI y XVII, y ahora en otro del MINECO 1 que permitirá llevar el actual Corpus de Documentos Españoles Anteriores a 1700 al estadio CODEA +2015, como diremos luego. Precisamente a este corpus se aplica la propuesta que vamos a presentar, que tiene como objetivo inmediato el establecimiento de parámetros lingüísticos (entiéndase que de lengua escrita)
para
la
datación
de
documentos
no
fechados
del
CODEA
. El CODEA es un corpus de tamaño pequeño (cerca de dos millones de palabras) que en su versión informatizada actual lista 1500 documentos entre los orígenes y 1700 (el más antiguo es de 1097 y el más moderno de 1696) del español peninsular excepto de Galicia, Cataluña y Valencia, que se incluirán en la nueva fase. En este sentido, se ha de considerar la mayor fiabilidad de las fuentes archivísticas sobre los textos literarios, por ser casi siempre de una sola mano, muchas veces identificable, por adscribirse a un ámbito geográfico concreto casi siempre explicitado en la data tópica, y sobre todo, por su menor complejidad en lo que toca a su génesis y transmisión (en CODEA se distinguen con claridad originales y copias). A primera vista podría sospecharse que las fuentes documentales representan un estadio más conservador que los textos literarios. Sin embargo, esto no está demostrado, y quizá no haya una respuesta conjunta, sino rasgo por rasgo. Así, cuerno aparece en CODEA hasta 1288, lo que encaja más o menos con los datos de códices como BNE 1187 de la Gran Conquista de Ultramar, de hacia 1294 (curiosamente, en esta obra no aparece hasta el f. 227, y desde allí alterna en minoría con como). 1
Este trabajo se ha financiado gracias a los proyectos de investigación "Edición y estudio de documentos toledanos (siglos XVI-XVII)" (FF12009-10877, subprograma FILO) MICINN y "Corpus de Documentos Españoles Anteriores a 1800: CODEA+2015" (FFI2012-33646) del MINECO.
¿HACIA UNA CRONOLOGÍA ABSOLUTA DEL ESPAÑOL?
1.2. Para los objetivos marcados se han de explorar diferentes vías. La pregunta básica es en qué debemos fijarnos para determinar cuándo fue elaborado (o copiado) un documento. Suponemos que es necesario establecer una lista de rasgos o parámetros bajo el razonamiento de «si aparece la forma x, el documento se situará entre tal y tal fecha». Pero se ha de precisar que ciertos rasgos marcan un límite hacia adelante y otros hacia atrás (maguer, frente a por consiguiente).
Otra cuestión que nos plantearemos es la de si todos los parámetros tienen el
mismo valor. Escribir edat o edad parece a primera vista un rasgo de menor alcance que doldoy-, las formas léxicas diferenciales establecen límites temporales (p. ej., balcón,
CODEA
26, 1518; en CORDE desde 1534), pero la mayoría de las más indicativas para la cronología no aparecen en CODEA más que en unos pocos texto, lo que les resta, en apariencia, valor indicativo. La rentabilidad general de un parámetro se relaciona con su frecuencia de aparición. Los usos que aparecen en pocos textos tienen menos rentabilidad general, pero tal vez sí específica para los (pocos) documentos que las presenten. Esto corrige la idea inicial de prelación, en el sentido de valorar más o ponderar la presencia de determinados rasgos 2 . Lógicamente, nos preguntaremos si el procedimiento de datación de documentos no fechados sirve para situar en el tiempo los cambios lingüísticos, y si es posible alcanzar para cada parámetro un rango temporal en la lengua general, es decir, que tal o cual fenómeno se manifiesta (a) antes del año x; (b) entre el año x y el año y; (c) después del año y. Adelantamos que siendo este un trabajo empírico, en el que los datos vienen suministrados por un corpus de lengua escrita, serían necesarias «inferencias» (idealmente, reglas de inferencia de aplicación automática) si se quisieran extrapolar a la lengua de uso los rangos de presencia/ausencia de una forma. En este sentido, ¿pensamos en una ratio constante - o , al menos, en grupos de ratio- de distancia entre manifestación escrita del cambio, o cada cambio es un caso particular? Las soluciones que intuimos son en sí indemostrables, pero la capacidad predictiva de la datación es un punto de partida, y esta sí es demostrable, al menos en fase de ensayo, pues el método puede aplicarse a documentos con fecha explícita correcta (en número de 1400 en el CODEA actual) para comprobar si los parámetros permiten corroborarla. De hecho, la metodología se ha elaborado y ensayado así (v. Ueda y Kawasaki en estas Actas).
2
A los que, en tal caso, habría que sumar un valor en el algoritmo para el cálculo de la fecha.
436
R o c í o D Í A Z M O R E N O / R O C Í O M A R T Í N E Z SÁNCHEZ/JOSÉ L . RAMÍREZ L U E N G O / P E D R O SÁNCHEZ-PRIETO B O R J A
1.3 En cuanto a los presupuestos teóricos en los que se basa la propuesta, empezaremos por el concepto mismo de cambio lingüístico. Como no podía ser de otra manera, partimos de un modelo variacionista, en el que consideramos la idea de sustitución de una forma por otra («A>B») una abstracción, un «epifenómeno», no observable directamente en la lengua (Wanner 1998), mientras que encaja mejor con la realidad la idea de que las lenguas cambian la relevancia de la progresión de las proporciones entre las invariantes de partida (A~B) (Paredes y Sánchez-Prieto 2008). La coexistencia de soluciones textuales pueden ser también reflejo de la variación sociolingüística, que se solapa en los textos con el empleo estilístico, lo que ayuda a valorarlas en términos cronológicos, por ejemplo para la persona vos en el verbo en documentación regia: «Sepades y bien savéis cómo el emperador y rey mi señor y la católica (8) reina doña Joana mi señora agüela que santa gloria aya, mandaron dar e dieron una su carta y provisión (9) sellada con nuestro sello y librada de los del nuestro consejo, su tenor de la qual es éste que se sigue» (CODEA 29, de 1560). De todos modos, no resulta fácil valorar la implicación cronológica de las soluciones marcadas sociolingüísticamente, y el error puede ser proyectar parámetros actuales de comportamiento lingüístico de épocas pasadas. Podríamos sospechar que en CODEA 31 (de 1569) «la grande desorden» corresponde a un nivel bajo o medio-bajo de quien dice de sí mismo (si la carta fuera autógrafa): y yo soy un pobre hombre que no tengo sino mi travajo, en (17) lo qual Vuestra Señoría puede ber la grande desorden que an (18) tenido en el nombramiento por reservar, como dicho es, los (19) ricos y parientes suyos y avatir y desminuir los po(20)bres y que no entendemos de la guerra.
Pero nótese que en el fragmento más arriba citado de una provisión de Felipe II se escribe agüelef3. No pocos casos parecen avalar la idea de que la progresión de una invariante pueda sufrir altibajos, que no sea lineal (puede también que en el patrón más extendido conozca una aceleración al final). Resulta curiosa la extensión de no en el s. XIII, contextual (Esc. I.I.6: no /-), o no contextual {no 432 apariciones, frente a non 328 en Lapidario Esc. h.1.15), mientras que en el s. XIV y aun en la primera mitad del XV non domina de manera absoluta, para luego declinar abruptamente (Moreno Bernal y Horcajada 1997) y casi no verse en impresos. 3
Las soluciones esporádicas son difíciles de valorar cronológicamente, p. ej., lo: «les deven ser guardadas; y les recudan y hagan recudir con todos los derechos, salarios y emolumentos a él anejos y pertenecientes, todo ello entera y cumplidamente, sin faltarles cosa alguna; y que en to ni en parte d'ello impedimento alguno se les ponga ni consienta ponen) (CODEA 34, de 1643; real provisión de Felipe IV). En este documento, el carácter aislado de la innovación queda corregido por la presencia de formas como sulen 'suelen', tiesíe 'teste', reliebo 'relevo', hicistis, menera 'manera'.
437
¿HACIA UNA CRONOLOGÍA ABSOLUTA DEL ESPAÑOL?
De hecho, la principal corrección a la interpretación realista de los datos proporcionados por los documentos debe hacerse por el escalón existente entre lengua hablada y lengua escrita: una cosa es el cambio y otra su manifestación en los textos. Para ciertos fenómenos, la cuestión se plantea en toda su radicalidad: ¿la llamada apócope extrema es un hecho de escritura o una característica de la lengua de uso? El planteamiento se justifica por el corte tan profundo que se produce en el uso codicológico y documental en la época de Sancho IV. El corte parece claro para fenómenos sometidos a valoración social 4 , y un ejemplo serían las fórmulas de tratamiento: según el testimonio de Valdés (1985: 107-108) escribimos vuestra (con abreviadura)
pero pronunciamos vuesa
(y seguimos editando vuestra,
añadimos
nosotros). Ciertas formas innovadoras se rastrean muy mal en los textos, y hay que acudir a «transliteraciones» de lo oral, como la declaración de testigos: usted y sus variantes (García Godoy, en prensa).
1.4 ¿Tienen diferente relevancia los rasgos por niveles: fonético, morfológico, léxico, sintáctico? A primera vista, parecía necesario buscar en las gramáticas históricas y estudios específicos
variantes
fuertemente
marcadas
diacrónicamente.
Los
análisis
iniciales
cuantitativos de Ueda y Kawasaki demostraron que prácticamente cualquier rasgo podía ser relevante, y en particular los de escritura (así, casa no tiene, obviamente, relieve temporal, pero sí kasa)5. Es cosa sabida que muchas variantes del español se han explicado unilateralmente como muestra del proceso evolutivo, cuando en realidad dichas variantes tienen una distribución geográfica. Por ejemplo, ansí, desde 1323 hasta 1676, se documenta en León, Castilla y Andalucía, mientras que todos los casos de asín del CODEA son de documentos aragoneses (desde 1272 hasta 1522). Las variantes con geografía restringida son igualmente significativas (y más en vista de que el CODEA revela de ellas una extensión mayor de lo que suele creerse, como en las formas con la llamada «/ leonesa» -selmana-
o las contracciones del tipo eno, o
los perfectos sin diptongo (viren). Pero la pregunta que nos hacemos es si el factor geográfico es relevante para todos los cambios (los documentos de CODEA incluyen el campo lugar y provincia de emisión). Las aproximaciones demuestran que variantes como la apócope presentan una gradación de más a
4
5
Naturalmente, es obvio que prácticamente todos los serán, pero la falta de conocimiento de la realidad del uso de la lengua en épocas pasadas hace que se nos escape su valoración en cada momento concreto. Resulta significativo el que encontremos algunt en un documento de Trujillo (Cáceres) de 1335 (CODEA 126), pues ellos nos parece indicio de que la -t en palabras como segunl no sonaba ya (último ejemplo de segunt en CODEA 1229 de 1531, en Monasterio de Santa María de Piedra, Zaragoza).
438
Rocío DÍAZ
MORENO/ROCÍO MARTÍNEZ SÁNCHEZ/JOSÉ L. RAMÍREZ LUENGO/PEDRO SÁNCHEZ-PRIETO BORJA
menos de oriente a occidente en la Península Ibérica, y se demuestra con CODEA el mismo gradiente por provincias que corresponden al antiguo reino de Castilla (Ueda, en prensa), mientras que otras formas no son sensibles al factor diatópico (p. ej., los marcadores con tanto, al estilo de por tanto, en tanto, hasta tanto, entre tanto, etc.). Es importante considerar también que a medida que avanzamos en el tiempo el factor geográfico es menos relevante, al menos en cierto tipo de documentos. Por ejemplo, ya para el s. XVI no merece la pena restringir el corpus a Castilla, pero esto podría ser, por ahora, una decisión razonable para la Edad Media.
1.5 Hasta ahora hemos partido de la idea implícita de que los parámetros para datar los textos debían ser de naturaleza lingüística, pero es claro que caben otras aproximaciones. Los aspectos diplomáticos y paleográficos no son de menor interés. Para las fuentes toledanas, por ejemplo, la presencia de firmas árabes en documentos romances nos marca un límite hacia 1334 para piezas del Archivo Capitular de Toledo. El factor paleográfico es importante, pero más concluyente unas veces que otras (p. ej., para la letra típica de las escribanías mozárabes de Toledo). Rasgos como el escribir ii en fiio tiene una cronología bastante marcada, y también la tiene el uso de d recta y uncial (Torrens 1995 y 2002).
1.6 La determinación de límites temporales a la manifestación de los fenómenos fonéticos, morfosintácticos y léxicos puede contribuir a plantear de manera más apropiada la periodización de la historia de la lengua española (en realidad esta suele establecerse sobre todo por su vinculación a procesos de la historia general). Nuestro trabajo se sitúa en una perspectiva más específica y técnica. Por ello son necesarias consideraciones particulares de método. En este sentido, la conceptualización del cambio histórico es inseparable de su manifestación en los textos. Pero esta última no se concreta solo a través de las peculiaridades de la escritura, sino de matrices por las que el texto se constituye; el modelo más en boga es el de las tradiciones discursivas. Como los documentos archivísticos incluidos en CODEA no constituyen una «tradición discursiva» única, preferimos divisiones que den cuenta de los ámbitos en que surgen, y provisionalmente proponemos una división interna como esta (ya operativa en la versión actual CODEA): (a) documentos cancillerescos, (b) judiciales, (c) municipales, (d) eclesiásticos, (e) particulares, que entendemos que sigue una gradación de mayor a menor grado de formalidad.
439
¿HACIA UNA CRONOLOGÍA ABSOLUTA DEL ESPAÑOL?
La elección de la presentación paleogràfica frente a la edición crítica para la cuantificación (así en la aplicación de Ueda y Kawasaki) se relaciona con la selección de parámetros6. De una manera neutra se ha partido de formas en lugar de cambios, pues aquellas son constatables empírica y directamente en los textos y tratables automáticamente (textos cargables en base de datos tipo Excel o Dbase Plus -ficheros dbf- para cuantificación). Consideramos, pues, un parámetro cada una de las formas cuya presencia en los textos es susceptible de ser comprobada. Así, no se trata el hecho de grafías innovadoras de sibilantes, o que las palabras tengan x o j, por ejemplo, sino que aparezca dixo o dijo. La selección de formas y no de rasgos se aprecia mejor en la morfología: no adoptamos como parámetro la presencia de la segunda persona en - edes o -eis, sino las formas verbales concretas fazedes ~ fazeis, tomedes ~ toméis, etc. Estas tienen distinta relevancia por su frecuencia muy dispar (p. ej., avedes 130 veces, devedes 19), y aunque podemos sospechar que a mayor frecuencia más posibilidades de extensión del arco temporal, también es posible que hubiera diferencias cronológicas en la vigencia de las distintas formas, de acuerdo con el modelo de la difusión en el léxico de los cambios morfológicos (avedes 1236-1256), devedes 1254-1521). Aconseja también partir de formas la defectividad verbal (placer), con soluciones fijadas en el tipo textual, p. ej., piega en el epistolar (11 apariciones hasta 1498): «El concejo, justicia, regidores de la noble cibdad de Alcaraz besamos las reales manos de vuestra alteza, a la qualpiega saber que por fin e muerte del licenciado Montiel [,..]»7. A caballo entre la fonética y la lexicología, y a veces con implicaciones morfológicas, situamos lo que hemos llamado variantes formales del lexema, que habrá que considerar separadamente; así inlícito (CODEA 22, de 1496), frente al moderno ilícito.
2 . CRONOLOGIZACIÓN POR PARÁMETROS GRÁFICOS Y FONÉTICOS
Como dijimos al principio de estas páginas, un parámetro que se ha mostrado muy útil para la determinación de la fecha de escritura de un documento es la grafía. Entre los elementos gráficos cuya relevancia se ha comprobado están algunos que tienen implicación fonética y otros que no la tienen. Así percibimos ésta en el contraste agora (hasta 1674 en CODEA)lahora, pero no, lógicamente, en aora/ahora. Las formas gráficas, aunque aisladas puedan parecer irrelevantes, vistas en la historia de la escritura, según pone de relieve el 6
7
Pero la discriminación morfosintáctica y léxica se ve favorecida por una presentación crítica (en CODEA 20, «sennor primo [...] ya sabes» es en realidad «[...] ya sabés», según se lee en la presentación crítica). A veces la misma secuencia se resuelve de diferente manera, así el contacto vocálico ee- tras síncopa consonàntica se resuelve en e (ser) o no (leer). Además, seer se encuentra en CODEA hasta 1519, mientras que veer hasta 1625.
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CODEA, adquieren coherencia histórica (ahora, en 3 documentos entre 1520 y 1602; aora, en 36 entre 1557 y 1696). También incluidos dentro de la fonética pueden considerarse las variantes en los nombres propios, como Peidro (entre 1179 y 1416, pero ésta es traslado de una carta de 1413) frente a variantes más tardías como Pedro. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el comportamiento de la fonética de los nombres propios es distinto de la de los nombres comunes, pues aquellos fosilizan situaciones fonéticas superadas; por ejemplo Bono como adjetivo llega en CODEA hasta 1362 (Santa María de Guadalupe): «.que este precio sobre dicho que nos vos distes por el que es bono & justo & derecho», pero aparece todavía en 1402 (San Sebastián) como apellido: «Joán Bono d'Estiro». Otros elementos gráfico-fónicos de los que se ha comprobado su utilidad para la datación de documentos son la variación entre conocer/conocer (véase en CODEA, en particular, conocida), entre fata/ata/hata/fasía/hasta
o
entre lugarHogar (logar a primera vista podría valorarse como solución alternante sin marca geográfica (la encontramos en CODEA por última vez en 1520, en el citado n.° 1169), pero esta solución se concentra en textos occidentales y centro-occidentales).
3 . P A R Á M E T R O S MORFOLÓGICOS Y SINTÁCTICOS
Pese a su nombre, en realidad se van a analizar aquí parámetros estrictamente morfológicos, pues la falta de marcación en el corpus impide, por el momento, llevar a cabo búsquedas de parámetros sintácticos -tales como, por ejemplo, la colocación de la negación o de los pronombres átonos, la doble negación o el empleo de artículo + posesivo-, así como otros que implican cambios de frecuencia en el empleo de diversos elementos. Y de hecho, ni siquiera todos los fenómenos morfológicos, de carácter formal, pueden considerarse: ¿cómo llevar a cabo, por ejemplo, búsquedas de las formas perifrásticas del futuro, o de las formas sintéticas irregulares de este mismo tiempo verbal? Con todo, y a pesar de estas limitaciones, lo cierto es que se descubren datos muy interesantes para la posible cronologización, algunos de los cuales se presentan a continuación. Así, dentro de los pronombres y formas afines han demostrado su interés elementos como, por ejemplo, el posesivo masculino so(s) -presente hasta mediados del siglo XV, 1446 en singular y 1430 en plural-, o las formas sintéticas convosco/convusco, que tampoco pasan de los primeros años del siglo XV (en concreto, 1414 y 1410 respectivamente), así como otri (hasta 1496) y gelo, que se registra hasta mediados del siglo XVI. Frente a estos elementos, que sirven como hito ad quem, también es posible señalar una serie de formas cuyas primeras dataciones sirven también para establecer cronologías: tal es el caso, por ejemplo, de formas 441
¿HACIA UNA CRONOLOGÍA ABSOLUTA DEL ESPAÑOL?
como quienes y nosotros -presentes desde 1426 y 1406 respectivamente- o, de modo quizá más problemático, vosotros y os, que coinciden en ofrecer un primer ejemplo aislado y muy temprano, de mediados del siglo XIII, (y, por tanto, sospechoso) y una presencia continuada desde un momento posterior, en concreto 1345 para vosotros y 1496 para os. Por otro lado, una situación semejante a la ya descrita se descubre en el sistema verbal, que ofrece también una serie de parámetro que sirven como términos ad quem y ex quo para la datación cronológica de los textos. Por lo que se refiere a los primeros, cabe señalar, entre otros muchos, la primera persona del singular so (hasta 1473), el antigua infinitivo seer (hasta 1505, con una aparición puntual en 1519), el participio en -udo (hasta 1539) o la desinencia de segunda persona del plural -lestes (hasta 1415, con un caso aislado de 1520); en cuanto a los segundos, destacan la forma existencial de haber hay (desde 1498), la variante con -u del perfecto de tener (desde 1472), o las desinencias simplificadas de segunda persona del plural aís/-éis, que se descubren por vez primera en 1417 y 1456 respectivamente 8 . Por último, la misma división que se ha llevado a cabo hasta el momento entre parámetros ad quem y ex quo es aplicable a otros elementos morfológicos de la lengua, tales como los siguientes: como parámetros ad quem, el adverbio do (hasta 1558, con una aparición aislada en 1574), la forma mientre (hasta 1506), las conjunciones maguer y ca (hasta 1430 y un caso posterior en 1519, y hasta 1457, respectivamente) y la preposición pora (hasta 1592); como parámetros ex quo, elementos al estilo de aunque (desde 1348) o mientra(s) (desde 1602). Es destacable en este punto, además, la existencia de otras formas de uso quizá más restringido que sirven para acotar un periodo cronológico muy concreto, como por ejemplo desque
-
presente en el CODEA entre 1386 y 1418-, estonce(s) (entre 1304 y 1574) o el elemento adverbial -miente, que se registra entre 1308 y -curiosamente- un tardío 1613. Precisamente, una datación como la última que se ha señalado aquí evidencia determinadas cuestiones que es necesario tener en cuenta a la hora de analizar de forma realista la presencia de algunas formas en momentos históricos concretos: a manera de ejemplo, la sorprendente datación de maguer en 1519 se debe a su aparición en una copia generada este año de un documento del siglo XIII, de manera que será necesario suprimir este caso para dar cuenta de una cronología realista; en esta misma línea, no conviene olvidar tampoco que muchos ejemplos tardíos - c o m o los participios en -udo del siglo X V I - se descubren exclusivamente en algunas de las fórmulas notariales o estructuras propias de estos documentos (en este caso, 8
Se podría pensar que el empleo de estos elementos como parámetro ex quo determina la utilidad de las desinencias antiguas -ades/eides como parámetro ad quem; sin embargo, no ocurre de esta manera, pues estas últimas se utilizan hasta finales del siglo XVII -hasta 1686-, por lo que carecen de interés, al menos para la cronología de la que se hace cargo CODEA.
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ser tenudo de), cuestión que también se tendrá que observar para afinar aún más las dataciones que se lleven a cabo. Por último, esta revisión de (algunos de) los parámetros morfosintácticos que pueden emplearse a la hora de llevar a cabo una datación de los documentos ha servido también para comprobar la necesidad de atender -junto a los aspectos ya citados de la presencia de copias en el corpus o de aparición de determinados elementos en usos rutinizados- a cuestiones de carácter diatópico, pues no parece ser casual que casi todos los poras más tardíos se descubran en documentos aragoneses, o que los últimos casos del posesivo so(s) aparezcan en textos procedentes de Asturias. Se puede concluir, por tanto, que también la morfosintaxis resulta de gran interés para establecer una datación de los documentos carentes de fecha, si bien es necesario atender a ciertas cuestiones metodológicas como las ya mencionadas, pues la falta de atención a aspectos como los indicados puede tener como consecuencia distorsiones en cuanto a las cronologías que se están intentando llevar a cabo.
4. PARÁMETROS LÉXICOS
En el léxico, otorgamos particular relevancia a las formas de la lengua jurídica, dada su supuesta mayor fijación temporal; unas con gran éxito en la lengua de uso (notorio, desde 1364 en CODEA), frente a otras como condenación, tecnicismo jurídico entre 1528 y 1622. El hecho de contar con estas formas léxicas otorgarán validez al proyecto a la hora de datar textos no administrativos. Aun así, la suerte histórica del léxico jurídico no está escrita; así el tecnicismo dación (en CODEA desde 1497), se populariza hoy en los medios de comunicación. Y muchos otros términos se extienden también a la lengua general, lo cual es indicativo de la contribución del lenguaje administrativo a la formación del español moderno, como por ejemplos trasluzir (CODEA 32, de 1571), suspender (CODEA 34 de 1643, suspenda), enagenar (CODEA 34, 1643 anegenar),
derogar (CODEA 0269, 1551) y abrogar (CODEA 0396 ,1456) con el
mismo valor de derogar
y usado en nuestro corpus conjuntamente como fórmula
jurídica/administrativa. Así puede observarse en el siguiente ejemplo: (19)
[...] bien así como si de palabra a palabra aquí fuesen puestas, las abrogo e derogo e mando que non (20) ayannin puedan averfuerpanin vigor alguna para poder nin puedan perjudicar a esta mercet.
Otro término jurídico extendido hoy en día en la lengua de uso es el caso de estorsión (iCODEA 0034, 1689): 443
¿HACIA UNA CRONOLOGÍA ABSOLUTA DEL ESPAÑOL?
[h. Ir] (1) Alegráremesaver de la salud de vuestra merced (2) y de familiares y hijo. Quiera Nuestro Señor darle (3) como éste su más afecto desea. Mi mujer (4) y yo la tenemos a serviziode vuestra merced; y pesaroso (5) estoy de que vuestra merced ayapadezidoestorsión (6) enlacárzel por las vacas, lo qual é echo (7) las diligencias tan vivas como vuestra merced verá por ésta: (8) y es que ayer domingo 11 d'este mes vino a esta (9) villa de Aljete la guarda de [...].
La modernidad léxica del lenguaje «formulario» de la administración puede valorarse también en CODEA 37, de 1696, donde aparecen memorial, dependencia, patrocinio, etc., o en CODEA 0039, de 1256 donde aparecen residente y revocar: (1)
Rezivo su favorecida carta de V. S. con todo (2) gusto y estimación, y en el grado de mi mayor aprecio (3) admito la confianza que me dispensa en la pretensión (4) con que se halla en el consejo el capitán don Lorenzo (5) de Medrano y Mendoza, mandándome la ayude en (6) la ocasión de verse a fin de que consiga el grado y (7) sueldo de capitán de cavallos, en atenzión a sus servicios (8) y al desseo con que se halla de continuarlos a imitazión (9) de su padre. Puede V. S. asegurarse que en quantodepen(10)diere de mí me á de hallar siempre con segura voluntad. Q u e ( l l ) d o desde aora constituido por asistente d'esta dependen(12)cia, y aguardando a que sobre ella se dé memorial (13) para con todo mi mayor empeño asistirla, pues merecien(14)do essecavallero por su calidad y servicios como por los de su (15) padre el patrocinio de V. S., es precisso que sus prezeptos los (16) benere yo mucho, como el que S. M. los atienda. La divina (17) prospere a V. S. infinitos años como puede.Madrid, y (18) febrero, 28, de 1696.
(37)
[...] Toda gracia que oviere de seer fecha a los non residentes o a los que cayeren en pena del cabildo o donadío o otorgamiento de las cosas del cabildo non se pueda fazer si non otro día de Circuncisión, e si de (38) otra guisa fuere fecha non vala, e revóquese por uno cualquier que lo contradiga, maguer se non y acierte, e mayormientre si se y acertare, e quantos la fizieren otro día pechen cadaúno i'moravedí al cabildo e pierdan el poder de fazer la gracia en (39) esse año e fáganla los otros e vala.
El verbo redrar tiene empleo específico en los textos notariales y jurídicos, y en concreto en las fórmulas de los contratos de compraventa: «redremos e sanemos». La renovación del léxico, sobre todo en ciertos ámbitos referenciales, se liga a los cambios en los realia. Algunos nombres tienen un recorrido relativamente corto (cafiz), mientras que otros tienen cierta continuidad, pero con restricción areal {almud): noventa 10 barvechos, los setenta" e (13) ocho terciados e los seis viñados e los otros VI aleados, e con terradgo de una obrada de yeros sembra(14)dura, e con otra obrada de garvanfos, e con otra obrada de arvejas alvares, e con tres kafizes e (15) cinco fanegas de trigo sembradura, e con catorze fanegas menos media fanega de cevada, e con ocho (16) fanegas de centeno, e con catorze almudes de yeros, e con dos fanegas e tres almudes de ar(17)vejas alvares e de negrales, e con treze almudes de garvangos, e con media fanega de garrovas, (18) e con un trillo bueno, e con dos yugos medianos, e con tres rejas medianas, e con una reja ma(19)la, e con melenas malas para un yugo (CODEA 42).
Aparte del léxico puramente jurídico y notarial, hemos tenido en cuenta un repertorio que funciona como parámetro cronológico en nuestro corpus y que se refieren de manera general
9 10 11
un? novaenta? setaenta.
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al léxico especializado de oficios y, de manera más específica, al vocabulario referente a la vida cotidiana en una ciudad. Para ello hemos escogido palabras poco numerosas en el corpus pero representativas de un periodo concreto, ya que este parámetro puede llevar a datar documentos no fechados, como ha sido el caso del reparto alfayate!sastre El caso de clavero!clavera
en conjunción con otro tipo de parámetro.
(del lat. CLAVARÍUS 1. m. y f. 'Persona que tiene a su cargo
la custodia de las llaves de una plaza, ciudad, iglesia, palacio, cárcel, arca de caudales, etc., y por lo común el abrir y cerrar con ellas'. 2. m. 'En algunas órdenes militares, caballero que tenía cierta dignidad y a cuyo cargo estaba la custodia y defensa del principal castillo o convento'), está registrado en CODEA desde 1246, sobre todo en Navarra, y por un periodo que se extiende desde el siglo XIII al XV. Así, en 1246 encontramos en Navarra: Martín Sánchez de Torres, clavero de la abadía de Andiórr, en 1289 en Huesca clavero de Santa Cruz-, en 1335 Pedro de Montosse, clavero (también en Navarra); 1382 fray Domenge de Bort (Navarra); 1449 Joan Miguel de (Navarra) y un último caso en 1479, don García López de Padilla, clavero de la Orden de Calatrava (Mascaraque, Toledo). Sin embargo, clavera tiene una concentración cronológica aún mayor (la primera mitad del siglo XIV), pues contamos con cuatro únicos ejemplos para referirse a las encargadas de llaves o de cajones del Monasterio de la orden de san Pedro de Ribas en Pamplona: 1335, doña Toda Périz de Larraya, clavera [...]; 1337, doña Toda Périz de Larraya, clavera 1357, doña Gracia Martinitzd'Añorbe,
[...];
clavera [...]; 1358, Frontina Elión, clavera del pan\
Joana de la Maissón, clavera de la fariña
[...].
Para la distribución temporal de alfayate y sastre lo que observamos es el resultado de la pérdida de prestigio del árabe en la Baja Edad Media, que hace que numerosos arabismos sean reemplazados por palabras de origen latino: así alfayate
aparece entre 1259-1384
mientras que sastre va desde 1419-1622. Por otro lado, adobar está registrado en CODEA desde 1274 hasta 1423. No obstante, su mayor concentración está en el primer cuarto del siglo XV, desde 1405 hasta 1423. Aunque adobo llega hasta 1551 como 'obraje', 'arreglo'. (7)
(15)
e porafazercuefos, e colodras, e empremiso e todas las (8) otras cosas que ovieren mester, e que puedan sacar corteza de la que les más complierepora adobar sus calcados (0791, 1274 AHN) 'Curtir las pieles y componerlas para varios usos' (DRAE). que por razón que las ditas casas son viexas e se convienen adobarseguntvóstenedes en propuesto de fazer (0792, 1417 AHN) 'Disponer, preparar, arreglar, aderezar' (DRAE). [...] e que podades en el dito huerto plantar, arrencar, tapiar, bardar e adobara provecho e a milloramien(10)to del ditosensal (0790, 1413 AHN).
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¿HACIA UNA CRONOLOGÍA ABSOLUTA DEL ESPAÑOL?
Bara (de justicia) ya se con b o v, tiene un reparto de mayor concentración cronológica que la misma palabra en su uso como medida, que aparece más dispersa. El reparto de esa forma con b o con v no muestra indicación alguna de un uso preferente de una u otra en un periodo de tiempo concreto, pues se da la variación gráfica constantemente. Sin embargo, no se observa lo mismo para àbito y ávito, ya que la primera comprende los años 1459-1626 y un caso sin fecha (doc. 0933), mientras que ávito se da entre 1480-1526 y un caso sin fecha (doc. 1022), con una reducción de su uso unos 100 años antes que con b. Hábito, solo aparece a partir de 1602 en adelante, habiendo un único caso de hávito en 1612.
4. CONCLUSIONES
Resulta evidente la necesidad de aumentar el número de documentos y la variación temporal, geográfica y registrai en el corpus, lo que se pretende alcanzar en la versión CODEA + 2 0 1 5 . Será preciso también combinar muchos parámetros, idealmente todos, sin necesidad de selección previa ni de otorgar, en esta fase, prioridad a unos sobre otros. La propuesta tecnológica actual consiste en elaborar una aplicación que examine el texto en su integridad y contraste sus formas en todo el corpus, para proponer así rangos de coincidencia por bloques de diez años. Por otra parte, la aplicabilidad a textos no archivísticos presenta implicaciones complejas, pero no cabe duda de que puede encontrar un planteamiento adecuado en el principio básico de la comparabilidad entre realidades de escritura (pensamos, pues, más en la datación de manuscritos que de «obras»). Por último, el examen futuro de una gran masa de documentos datados permitirá hacer propuestas acerca de la cronología absoluta de los hechos de escritura, y tal vez pueda ayudar a formular hipótesis sobre la relación temporal entre documentación de las variantes e innovaciones (o su falta) y el rango de empleo en la lengua de uso 12 . Es necesaria la prudencia en esta fase de la investigación, pero estamos convencidos acerca de las posibilidades de salto metodológico del nuevo proyecto CODEA + 2015 para los estudios cualitativos y cuantitativos. Un anticipo prometedor son los resultados que presentan Ueda y Kawasaki en estas mismas actas.
12
Nos preguntamos también si es posible identificar las falsificaciones documentales por sus rasgos lingüísticos. Caso típico, las cartas de fundación de monasterios, como la de Valpuesta, fingidamente de 804 (Ruiz Asencio (dir.) 2010).
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Rocío D Í A Z
M O R E N O / R O C Í O MARTÍNEZ SÁNCHEZ/JOSÉ L. RAMÍREZ LUENGO/PEDRO SÁNCHEZ-PRIETO BORJA
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¿Albergamos alguna duda? Fonología y metodología en la etimología de «albergue» César Luis Diez Plaza (Instituto Cervantes de Oran)
0 . INTRODUCCIÓN
Este trabajo esta concebido desde el punto de vista de un lingüista general, interesado en la historia y metodología de la ciencia, que reflexiona sobre la labor
«etimológica»,
ejemplificada sobre las etimologías propuestas para los términos «albergue» y «albergar» en castellano y los problemas generales que la notación plantea a dicha labor.
0.1 Sumario 1) El punto de partida de esta investigación lo marca la entrada correspondiente del diccionario etimológico de Corominas y Pascual, 2) tras la presentación de esta entrada se revisarán el origen gótico propuesto para esta palabra »HARIBAÍRGO y 3) otras etimologías germánicas relacionadas. Después se analizará 4) lo que ocurre en el entorno románico y en el castellano. En 5) se expondrá una vía abandonada en la investigación: el arabismo. El apartado 6) abordará las distintas explicaciones fonéticas y fonológicas que se aplican a las reconstrucciones planteadas, mientras que en 7) se verán los problemas generales de las operaciones «transcripción» y «transliteración». El último punto de este trabajo 8) presentará unas conclusiones preliminares.
1. PUNTO DE PARTIDA
El punto de partida se sitúa en la entrada correspondiente del diccionario de Corominas (1991-97:118) que se reproduce en la IMAGEN 1.
¿ALBERGAMOS ALGUNA DUDA? FONOLOGÍA Y METODOLOGÍA EN LA ETIMOLOGÍA DE «ALBERGUE»
IMAGEN
1 : Punto de partida, DCEH
A L B E R G U E , del gót. " H A R J B A Í R G O Yampamen- % to", 'alojamiento* (alcm herberge, a. atem. ant. h(( riberga), compuesto de H A * J J S 'ejército' y B A Í S G A N ( 'conservar, guardar', probablemente tomado por j conducto del catalán o de la lengua de Oc. t " doc.: }r. cuarto del S. X I I I , Fn, Gonz. ( Del mismo origen: cat, alberg, oc. albfrc, it. o albergo, el fr. ant. herberge sale del fráncico he- • r riberga. Para esta familia romance, »id W. Ger Jter, \ VRcn,. IX. 103-151, y comp. Wartburg, ZRPh. L X V I I , 337-8. La -« del castellano podría explicar[| se en rigor admitiendo que albergue' es postverbal rí de albergar, pero la falta de diptongación de Ja e JO V del sustantivo y del verbo indica m i s bien que je den beri a procedencia forastera del vocablo. Se escriA bia comúnmente con v en la Edad Media (Nebr., j etcétera ). Ea -/- se explica por disimilación de la « primera K; una forma arbergada «e halla todavi? is " en el P. de Alf. XI, 1290. 9 DlUUV. Albergar [Cid; Cuervo, OÍCC, I, 315-6!, !.a del gót. "HARMMfecdN 'aloiar'. Albergada [Cid\, al derivado del anterior. Alberguero (l2»9], derivado Z de albergue Albergueria [1159], del anterior; n ó - »1 » tese la variante arcaica arvergueria, Burgos, 1276: cj h M. P , D. E., 202.10J, todavía sin disimilación de las dos r, a 1 1 L a variante albergo (Cervantes, Mariana) es iulianismo sin arraigo.
En la imagen se pueden observan todos los tópicos que serán tratados en esta contribución: origen y etimología gótica propuesta, coincidencias con otras lenguas románicas y las distintas problemáticas suscitadas. Dicha entrada del Diccionario
constituye, por tanto, un
estado general de la cuestión.
2. E L ORIGEN GÓTICO PROPUESTO:
*HARIBAÍRGO
La forma gótica propuesta por Coraminas es
»HARIBAÍRGO
y la primera cuestión que se
puede plantear al respecto es por qué aparece precedida de asterisco. La respuesta es que dicha forma no está atestiguada en el vocabulario gótico conocido, lengua que «it is known only through a small number of manuscripst, containing fragments of a translation of the Bible in Gothic» (Ebbinghaus 1996:290). Dicha forma se reconstruiría sobre la base de dos raíces góticas sí atestiguadas. La primera es harjis «ejercito», cuyo paradigma de declinación aparece en la
TABLA
1:
450
CÉSAR L u i s DIEZ PLAZA
TABLA 1: Declinación del término gótico harjis Sg
N. G. D. A. V.
harjis harjis harja *hari *hari
Pl.
harjos harje haijam harjans
Dos formas de este paradigma (acusativo y vocativo singular) llevan un asterisco ya que no aparecen en los textos góticos que han llegado hasta nosotros: son, por lo tanto, también formas supuestas (reconstruidas). La segunda raíz tiene que ver con el verbo baírgan 'conservar'. Entonces, desde un punto de vista morfológico, estaríamos ante un nombre compuesto formado por dos elementos, que debido a su terminación (en < 0 > ) sería presumiblemente un nombre femenino, al igual que lo es una forma emparentada del antiguo alto alemán: HARIBERGA (Gerster, 1946/47:137). Aunque analizar en profundidad la formación de compuestos en gótico sea algo que queda fuera de los límites de esta contribución, es interesante lanzar la pregunta de cuál sería la segmentación de este compuesto reconstruido. Es decir, ¿podría presentar un esquema similar a [[har]x + ¿i? + [bairg]vo]N]N? En esta formulación, deliberadamente, se ha dejado la entre interrogaciones ya que podría tener diversas interpretaciones: 1) como elemento de unión de ambos radicales, o 2) como desinencia de la primera raíz. Esta segunda interpretación resultaría muy interesante ya que estaríamos ante una de las formas que en el paradigma de harjis aparecían con asterisco (el acusativo y el dativo singular) debido a que tampoco se han encontrado en los textos góticos conservados. Quizá, entre
ambas
posibilidades, nos podríamos decantar porque se tratase de un acusativo, si entendemos que el verbo (segunda parte del compuesto) que es transitivo rige al nombre (primera parte del compuesto). Para demostrar este aspecto sería necesario hacer un estudio pormenorizado de la formación de los compuestos en gótico, o en germánico en general.
2.1 Un problema
de grafemática:
la aparición de la secuencia
No conviene olvidar que lo que aparece en la forma
*HARIBAÍRG0
es una transliteración
al
alfabeto latino de lo que se supone que fue una forma gótica. Que es una transliteración se deriva de que los documentos góticos conservados se escribieron en un alfabeto especial, cuya invención la tradición atribuye le atribuye al obispo Ulfilas ( | 3 8 3 ) . Este comentario es necesario ya que en la transliteración ofrecida aparece una de las secuencias más discutida en los estudios sobre fonética y fonología gótica: la secuencia . Además, dicha secuencia se
451
¿ A L B E R G A M O S ALGUNA DUDA? FONOLOGÍA Y METODOLOGÍA EN LA ETIMOLOGÍA DE « A L B E R G U E »
presenta con una tilde sobre el segundo elemento lo que provocará todo una serie de reflexiones teóricas. Resumiendo mucho una larguísima polémica1, la secuencia a + i se puede encontrar en la bibliografía sobre el gótico (no en los textos góticos que recordemos están escritos en un alfabeto propio) de tres maneras: ai, ai, ái. Para algunos autores, este hecho no tienen importancia alguna, mientras que para otros significa hacer la diferencia entre distintos orígenes de la secuencia y si ésta recubre un diptongo o un monoptongo (y en ese último caso, si se trata de una vocal larga o una vocal breve)2. La
TABLA 2
expone una visión general de
varios autores sobre esta polémica que tiene su origen en la notación ideada por Grimm. TABLA 2: Distintas notaciones de la secuencias Stamm [1896]
Richtigen Diph. a + i kurzen offenen e-Laut
Tovar [1945]
H.Bennett [19491
Krahe [1967]
Mastrelli [1967]
Pudic [19711
ai
[e:] [ai]
Rauch [2003] /ÍUsl
ai
?
aj
/el, [e:]
[e]
e
?
E
/£/, te]
é
Como se puede observar en la TABLA 2 las transcripciones de la secuencia -según ésta porte o no diacrítico y sobre cual de los dos elementos- provocan las distintas interpretaciones. Desde dicho punto de vista, la utilización de una de estas variantes en la etimología propuesta, concretamente la variante con diacrítico sobre el segundo elemento (AÍ), podría parecer algo motivado por una toma de posición ante esta cuestión. Sin embargo, al mezclarse en la bibliografía las diferentes notaciones para la misma etimología *HARIBAÍRGO (Coraminas, Kremer) con , *haribairgo (Lapesa) con , e incluso •HARIBERGO con (Brüch3) - es posible sospechar que este aspecto o no ha sido tenido en cuenta, o se ha ido reflejando con él la opinión mayoritaria de la opinión científica en cada momento. Este último hecho plantea la pregunta de historiografía lingüística de quién fue el primero que postuló esa forma *HARIBAIRGO (junto con otra forma reconstruida que es el verbo *HARIBAÍRGON).
2
3
Un resumen más extenso de dicha polémica se puede encontrar en Diez Plaza (2008). Es interesante la coincidencia de estas polémicas y sus soluciones con las que genera la secuencia en latín y su influencia en la evolución del sistema fonológico románico (Diez Plaza 2003, 2006). Esta forma atribuida a Brüch aparece en una de las notas del trabajo de Gerster - "Got. *HARIBERGÖ darf man, auch wenn man zugibt, daß es it. albergo ergeben hätte, kaum ansetze, da ahd. HARIBERGA st. Fem ist") - (1946/47, p. 137 nota 1), y presenta la característica de añadir un "macrón" a la para indicar el carácter largo de la misma y la caracterización como femenino de la palabra.
452
CÉSAR
Luis DIEZ
PLAZA
2.2 Una complicación más: «la cuestión visigótica» Como se ya ha dicho, elegir una variante u otra para notar la secuencia puede tener repercusiones teóricas tanto en el campo de la fonología gótica, como en el de la evolución de la etimología propuesta para las lenguas romances. D'Alquen, en su monografía dedicada a los diacríticos ai y au, presenta un ejemplo de dichas repercusiones al analizar la recepción de posibles préstamos del visigótico en algunas lenguas romances peninsulares. La TABLA 3, extraída de D'Alquen (1974:84), recoge estas posibles evoluciones T A B L A 3: Posibles préstamos visigóticos en lenguas romances
1.
*aiskon
2. 5. 6.
*amaitja gaits *gainon
8.
*laigon
9.
laists
(cf. OHG. eiskon 'ask') is found borrowed in Santander and Montañés (Asturias) asear 'fetch'. 'ant' is found as a loan in Puy de Dome maze 'ant' 'goat' probably lives on in Sp. gaita 'bag pipes'. 'open the mouth' (cf. OHG geinón 'open mouth' corresponds to Sp., Cat., Port, gana 'desire, lust'. 'lick' (cf. Go. bilaigon 'lick') gives rise to Prov. lagot, Cat. llagot 'flattery', Sp. lagotear, Cat. llagotejar 'flatter'. 'trace, track', laistjan 'follow, cany out' are presumed to be origin of Sp., Port, lastar 'temporarily absolve the debt of another', OSp. lastar 'suffer unjustly'.
Este autor emplea en los casos mencionados la notación sin diacrítico -la que para autores como Bennett (1949) y Rauch (2003) representaba un monoptongo, una e larga abierta o cerrada-. La mayoría de estos ejemplos, además, van precedidos de un asterisco (*aiksón, *amaitja, *gainon o *laigon). Como resultado de la evolución de aparece una en las lenguas romances (menos en el caso de la forma española gaita). Una cuestión que hace preguntarse la razón por la que no apareció una evolución como ésta en el ejemplo estudiado: *haribairgo > ** albargue. Sería posible negar la importancia de esta cuestión basándose en los pocos ejemplos aducidos (muchos de ellos, además, hipotéticos debido a la notación con asterisco); pero, también se puede argumentar que esta prueba indirecta serviría para cuestionar una reconstrucción que presentara la forma gótica : la vía de entrada del préstamo a través de los visigodos parece una hipótesis interesante (además de corroborada por los hechos históricos).
453
¿ A L B E R G A M O S ALGUNA D U D A ? FONOLOGÍA Y METODOLOGÍA EN LA ETIMOLOGÍA DE « A L B E R G U E »
3 . OTRAS ETIMOLOGÍAS GERMÁNICAS
La forma reconstruida para el gótico tiene correlatos en otras lenguas germánicas como es la forma del antiguo alto alemán h$riberga de la que deriva el alemán moderno Herberge [ herberga]. También, en este caso, se encuentran variaciones en la bibliografía de la notación de esta forma del antiguo alto alemán como HARIBERGA (Brüch)4. Formas que se aproximan mucho a la forma presentada por el fráncico: heriberga. Con todas estas formas, y siguiendo lo establecido por el método histórico-comparado, se podría postular la existencia de una forma común para el germánico que sería posible reconstruir como *hVribVrgV. En la notación de esta reconstrucción, deliberadamente, se ha recurrido al uso de un meta-signo, la V, que representa los segmentos vocálicos sin entrar a especificar la naturaleza de dichos segmentos (diptongo, monoptongo, vocal larga, breve, abierta, cerrada, etc.). Esta opción de notación es una apuesta metodológica ya que se basa en que las diferencias (y confusiones) entre las distintas formas notadas conllevan aparejadas interpretaciones teóricas posteriores, y que por ello sería más productivo el uso de variables (elementos simbolizados por una letra que podría adoptar distintos valores). Las cuestiones teóricas derivadas de la notación y de la confusión entre las operaciones de transliteración y transcripción se analizarán posteriormente. Volviendo objetivo principal de este trabajo, cabría preguntarse por qué se ha recurrido a una forma gótica reconstruida (o, al menos, presupuesta) como etimología de la forma castellana y no se ha argumentado de una manera general desde un entorno germánico (en el cual todas las formas serían reconstruidas: el proto-germánico, o germánico común nunca se escribió). Con la opción tomada, se asume en primer lugar que el gótico también contaba con ese término; algo que no deja de ser una hipótesis ya que dicha forma no se encuentra documentada.
4 . FORMAS QUE APARECEN EN EL ENTORNO ROMÁNICO
En el territorio de la Romania, aparecer formas con her- como la francesa herberge; y otras con au-/al- como las formas catalana alberg, occitana albore o la castellana albergue. Precisamente, ésta última se considera como un préstamo de cualquiera de las otras dos como ya exponía Corominas y en una tesis más reciente recoge Prat Sabater (2003:30): «Por ejemplo, se deja constancia de que albergue puede haber sido catalanismo u occitanismo. Cfr.
4
Esta forma atribuida a Brüch aparece en la misma nota del trabajo de Gerster que se ha citado en la nota 3 de esta trabajo.
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Luis D I E Z
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CECH, s.v, albergue, o la Base de documentación de esta tesis donde también se recoge la hipótesis etimológica de esta voz». A este respecto, resulta muy interesante que en la misma tesis (2003:101) se siga manteniendo la polémica sobre la falta de diptongación en la forma castellana ya que no se entiende bien la razón por la que debería diptongar (el por qué no lo haría se explica según el CECH por la «procedencia forastera del vocablo»). De todas formas, aceptar el argumento de la procedencia catalana o occitana del término castellano, no cambia las conclusiones sobre la pregunta central de este trabajo, la del propio origen gótico: que el castellano adquiera el término del catalán o del occitano, no explica lógicamente- de donde lo tomaron estos últimos. Por tanto, sólo se pospone la pregunta. Sin embargo, adoptando esta perspectiva más amplia habría que revisar que se entiende, en general, por germanismo. Kremer (2008:134), al hablar de los préstamos germánicos en la historia de las lenguas de España, distingue entre un préstamo directo («un lexema de etimología germánica que sólo se documente en la Península Ibérica») y un préstamo indirecto («germanismo extendido por medio del latín por todo el imperio»). En el caso estudiado, ¿sería un préstamo directo o indirecto? Pues todo apunta a que sería indirecto, debido a su presencia en lenguas de fuera de la península ibérica (el occitano, por ejemplo). Es decir que el origen último de este término estaría en una forma del germánico común (o protogermánico) que después evolucionaría a las formas de la lenguas germánicas conocidas y atestiguadas (como son las del antiguo alto alemán o el alemán moderno). En ese mismo nivel también se situaría la hipotética forma gótica si es que ésta existió alguna vez en dicha lengua. Desde dichas lenguas germánicas el término se desplazaría hasta el latín; o, mejor dicho, sería adaptado a la lengua latina como se demuestra en los testimonios primitivos iberorrománicos de la TABLA 4 compuesta con los materiales del Léxico hispánico primitivo (Lapesa 2003). TABLA 4: Testimonios primitivos iberorrománicos 1074
S . M . COOOLLA
iuxta vineam de illa alberguaria.
1077
VALBANERA
1084
LEÓN
1085
BURGOS
1099 0
RODA,
una uinea in loco que dicitur Ualdemira; a parte oriente uinea de illa albergaría; et de occidente uinea de Sancta Maria. Testamentum quod fecit Pelagius episcopus quando ipse Primus ordinauit illam albergarían! ad hospitium peregrinorum. concedo quinqué villas [...] ad illam albergaríam que est in civitate Burgensi [...] Adhuc etiam do alium forum preadictae albergueriae. Et mando ut quicumque ligna attulerit ad Barbastrum de omni carretera, pro alia sua donet una ligna ad albergaría
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¿ALBERGAMOS ALGUNA DUDA? FONOLOGÍA Y METODOLOGÍA EN LA ETIMOLOGÍA DE «ALBERGUE»
100 [a 1100] 1100
LEÓN
1103
OVIEDO
1103
RODA
1109? 1113 1135
VALBANERA IBID OÑA
SAN JUAN DE LA PEÑA
pauperum. Nodicia de ganato de Uermudo Saluatoriz que mandauit pro sua anima ad illa albergueria. et dono ad illa albergaría de sancta Christina de Summo Portu [...] CC solidos de dineros de mea moneta de lacha ad elemosinam pauperum inde transeuntibus. in monte de Quopeanae mean hereditatem ubi sedeat facta albergueria. Et mando ut quicumque ligna attulerit ad Barbastrum de omni carretera pro anima sua donet unum lignum ad albergariam pauperum. Et sicut mandavit pater meus et ego ad opus sancti Vincentii de Rota, incidere in meas silvas et iré in pachuis et in pratis regalibus mando similiter ad illam albergariam de Barbastro et ad ipsos clericos de ipsa sede. domna Gometiza Eheles de la Aluergaria domna Gometiza de la Aluergaria dono et concedo alberguerie de Rio de Uena.
Estos datos tendrían únicamente un valor cronológico atestiguando unas primitivas formas latinas (o ya romances) desde el último cuarto del siglo once hasta casi la mitad del siglo doce (más de cien años antes de las primeras formas datadas en castellano). Unas formas como albergueria(m) o albergaria(m) que aunque presentan obvias similitudes con las formas romances también presentan una serias discrepancias (por ejemplo, la presencia de un sufijo) como para permitir afirmar sencillamente que las primeras (las latinas) son el origen de las segundas. Escribir la historia de las relaciones entre las formas latinas y las romances resultará tremendamente complicado, aunque se siga acudiendo a la hipótesis del origen germánico de este termino, ya que es también necesario indagar desde que lengua o dialecto germánico dicho término hizo ese viaje hacia el latín (o, más exactamente, hacia que dialecto del latín, o hacia que lengua protorománica o romance).
5 . U N A ALTERNATIVA ABANDONADA: EL ARABISMO
No siempre la que parece ser actualmente la hipótesis aceptada por la mayoría (el origen germánico o gótico) fue la única explicación para esta etimología. El diccionario de autoridades recoge otra posibilidad: la de que éste sea un término procedente del árabe, un arabismo, tal como muestra la IMAGEN 2.
456
CÉSAR
Luis DIEZ PLAZA
I M A G E N 2:
Diccionario de autoridades
ALB mndtítad, ó reguardo de fus perfora*: y afti (c dá indiferentemente elle nombre A la cala, a la pofáda, ó venta, á la choza, b callana, concavidad , o cubierto donde lo» hombres, y calvez ka brutos fe retiran para defeaníar, o te acogen («ara repararle y dcíctxdcnc, elpeculmcrac de lu- malos temporales. El oncen de ctía voz es dudoíbt porque Lyplio, Bui'iu , y otro latía lien de ta palabra Alemana Hirbfrrm, que íc e i i »ende i Henificar hofpcdcrü ,bol; t ¡o, pofada, me ion. Govan. y el P. Guada dicen que Críe del nombre Arábigo que lignítica choza, o ola pajiza. Diego de Urrra di».c que viene del verbo Arabio Brriet, que vate dckanür, aquietarle, rccogoie, y juntaiic. Pudo también formarse de la voz Ara!>e Bfc,quet'gpiiualujar de delcanío, u hofpuio, afia»l'C«do a quai • quiera de eftaí voces el articulo Al. Lar. Dtetrjoriut/t.TtílumJ. £srt t.fol.go. Sirviéndome de rame una luz que citaba algo apartada: y pen (ando q>ic fuera alsyan pafiorai mkttgw apretine ci Pallo. \t>. t WMi. to'.n.|Sintetizando la información que da al respecto el diccionario en la TABLA 4 tendríamos: TABLA 4: Primeros testimonios de la hipótesis del arabismo AUTOR
Covarrubias Padre Guadix Diego de Urrea (sin nombrar)
Barga
SIGNIFICADO choza o casa pajiza
Nombre
Berége Bere
descansar, aquietarse, recogerse y juntarse lugar de descanso, hospicio
Verbo Voz
«VOZ»
CATEGORIA
Es decir, durante los siglos XVI y XVII se pensaba que se podía tratar de una forma árabe a la que se le había fusionado el artículo como en tantas otras (sobre este aspecto morfológico se volverá después). Desde luego la voz albergue no desentona -por lo menos desde el punto de vista de un hablante nativo- si se le coloca al lado de formas como alborozo,
albaricoque,
alcahuete, Alberche, etc. Por supuesto, dicho argumento no tendría una validez probatoria desde el punto de vista de la lingüística histórica (se podría tratar simplemente de un falso amigo o de una etimología popular), pero sirve para volver a traer la hipótesis del arabismo a un primer plano.
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¿ A L B E R G A M O S ALGUNA D U D A ? FONOLOGÍA Y METODOLOGÍA EN LA ETIMOLOGÍA DE « A L B E R G U E »
El principal problema que presentaría esta hipótesis sería conocer la raíz exacta de la que puede proceder el préstamo. Los autores citados arriba mencionan una serie de términos que sería necesario identificar en el árabe o en algún dialecto del mismo. Una cuestión en la que vuelve a aparecer el problema que plantean las transcripciones o transliteraciones usadas, ya que a priori desconocemos los criterios seguidos por los autores citados en sus adaptaciones al castellano de un «nombre» [o] «verbo Arábigo». Sistematizando lo propuesto por estos autores, se buscaría una raíz trilitera formada por una consonante bilabial, una consonante líquida y una última consonante que, quizá, fuera una oclusiva velar sorda o sonora: {b-r-k/g} 5
5.1 Posibilidades más recientes dentro de la hipótesis del árabe Mucho más recientemente, Corriente (1999) trata del origen árabe de dos términos romances -barraca y borja- que pueden resultar relevantes en esta discusión. La TABLA 5 recoge las citas relevantes de dicho trabajo. TABLA 5: Etimologías de barraca y Borja PÁG. CITA AUTOR CORRIENTE barraca (ar., es., ct.. gl., y pt.) 'cobertizo o vivienda de 257 materiales ligeros' y 'tienda en campo o playa' (anl.): prob. cruce del and. barga 'choza' (de origen celta, pero 1999 suficientemente difundido como para haber alcanzado el br. cab. Ibarka 'agujero, cueva', evidente arabismo), y de la raíz ár. {brk} 'echarse al suelo la bestia', [...] borja (ct.) 'caseta o barraca de labriego': del and. búrj < el. 263 Id. burj, sir. burga y gr. pyrgos 'torre', con adopción de morfema fem. por metanálisis de /e/ paragógica. Ha habido calco, pues torre tiene el sentido de 'casa de campo' en todo Levante. Del mismo étimo parece ser burche (es.) 'torre defensiva', voz mal atestiguada y que falta en muchos diccionarios. Der. intrarrom. mallo.: al/uberjó 'desván'.
En ambos casos se proponen una serie de raíces árabes - {brk}, {brj} - que podrían servir de étimos de la forma castellana, previo paso de la fusión con el artículo determinado árabe (un fenómeno de sobra conocido en la historia del castellano). Concretamente, este autor al hablar de la etimología de barraca cita la palabra andalusí barga 'choza' que podría coincidir con el nombre Barga 'choza o casa pajiza' que Covarrubias o el Padre Gaudix identifican como origen de albergue según el Diccionario de autoridades. A favor de este identificación estaría la coincidencia de significados ('choza'), y en contra - u n a vez m á s - la discrepancias a 5
En la notación de esta hipotética raíz se ha utilizado la convención de colocarla entre llaves habitual entre los arabistas.
458
CÉSAR L u i s D Í E Z PLAZA
la hora de notar la forma. Claro está que, debido al estado de la ciencia en lo que a transcripciones o transliteraciones se refiere, no se puede pedir a los autores del XVI o del XVII una «exactitud» en sus representaciones según criterios actuales; a la vez que la forma moderna, la de Corominas, se asemeja más a una transcripción que a una transliteración (debido al uso de signos especiales como la g). Un aspecto diferente que podría servir de puente entre ambas hipótesis es el origen celta -con el posterior cruce con la forma árabe que Corominas atribuye a la forma andalusí. Un último argumento favor de la hipótesis del arabismo sería la de la primitiva semántica del término albergue, vinculada a dos campos -el de la guerra y la arquitectura- muy presentes en el terreno de los arabismos en castellano tal como se recoge en la TABLA 6 elaborada a partir de los datos de García González (1993/4:346). T A B L A 6: Algunos campos semánticos de los arabismos en castellano CITA PAG. AUTOR GARCIA l ) La guerra: acicalar (primer significado: 'bruñir las armas') < ?áqal 346 GONZÁLEZ ('pulimentar, bruñir'); alférez (primer significado: 'porta-estandarte de la vanguardia') < féris ('jinete') ; adaliz (primer significado: 'guía de las tropas ) < dalíl ('guia'); acicate ('espuela especial con una punta de hierro 1993-4 como tope') < sikkál ('espuela', 'punzón de hierro ); adarga ('escudo de cuero ovalado en forma de corazón') < dáraqa ('escudo'); adarve ('camino en lo alto de la muralla') < darb 'camino estrecho'); etc. 2) Arquitectura y construcción: adobe ('ladrillo de barro cocido') < tub 347 Id. ('ladrillo'); tabique ('pared delgada para la división de cuartos') < tasbiik ('pared de ladrillos'); adaraja ('diente de un edificio para su trabazón') < dáraga ('escalón'), ajimez ('balcón saliente con celosías') o 'con una columna que lo divide en dos') < simása ('ventana de yeso'); etc.
Aceptar la hipótesis del origen árabe del término podría significar replantearse la evaluación y extensión del mismo: éste se habría formado en territorios de las lenguas romances para después, a través de su adaptación al latín, extenderse por dominios germánicos. Aunque, también sería posible pensar en que se hubiera producido una fusión de los términos romances de origen árabe con otros ya existentes en germánico (o en celta) debido al parecido en sus significados -coincidentes aproximadamente en la significación de «choza»-. Posibilidad que ayudaría a la explicación de las divergencias que aparecen en la Romanía entre las raíces con her- y las que presentan al-/au.
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¿ALBERGAMOS ALGUNA DUDA? FONOLOGÍA Y METODOLOGÍA EN LA ETIMOLOGÍA DE «ALBERGUE»
6. LA DIMENSIÓN DE LA EXPLICACIÓN FONÉTICO/FONOLÓGICA
Si la falta de una raíz identificada podía invalidar el camino de la hipótesis del origen árabe, ahora volviendo al terreno del germanismo (o, más concretamente, al de la hipótesis gótica) sería necesario revisar los procesos fonéticos o fonológicos que explicarían la evolución desde la forma gótica (lo que se podría denominar explicación de la posición clásica). Una posición clásica que se resumiría en la siguiente tabla. 1. 2. 3.
Transliteración Transcripción
4-
Fenómenos
sin atestiguar *HARIBAÍRGO / haribajrgo /
/ aj / > / e /
sin atestiguar *HARIBAIRGO / haribergo / / haribergo / / haribe:rgo / /h / > 0 /i / > 0 / átona /r-r />/l-r/ /e/ > e / E: / > e /£/ >e
En la primera fila de la tabla, aparece la dimensión gráfica, la de la grafía (señalada por medido de corchetes angulares, < >). Lo importante en esta dimensión es que la forma no está atestiguada en los textos góticos conservados, debido a esto no podemos presentar una secuencia de letras del alfabeto atribuido por la tradición por el obispo Ulfilas. En la segunda fila, aparecen dos transliteraciones del étimo reconstruido (hecho por el que portan asterisco) al alfabeto latino. La diferencia entre ellas es que, en la primera, la letra < i > lleva una tilde, mientras que en la segunda no la lleva. Este hecho, como se ha explicado, marca una posterior diferencia en el siguiente nivel: el de la transcripción fonológica. La secuencia con tilde diacrítica, la primera, se entiende como un diptongo, /aj/; mientras que la segunda (la que no lleva diacrítico) se entiende como un monoptongo, el cual - a su vezpodría ser una vocal abierta o cerrada, breve o larga: /s/ vs. /e/, o /e/ vs. /s:/. Tras las dimensión de la transcripción viene la necesidad de explicar y ordenar cronológicamente los distintos fenómenos que provocarían la evolución. Estos son: a) Por lo que respecta al consonantismo (comunes a ambas posibilidades de transcripción): 1.
La pérdida del fonema gótico íhl en posición inicial: /h/ > 0 .
2.
La disimilación de las líquidas: / r - r / > /1 - r /
b) Por lo que respecta al vocalismo: 1.
Si se opta por la posibilidad del diptongo, el proceso que habría que explicar es la
monoptongación del mismo: /aj/ > /e/. Podría tratarse de un caso similar al de laiku > lego o vaika > vega, ambas formas con AI etimológico (Ariza 1990:34). 460
CÉSAR
2.
Luis DIEZ
PLAZA
En el caso de optar por la posibilidad de que la secuencia recubra un monoptongo,
habría que explicar o bien su mantenimiento como una vocal cerrada, /e/ > /e/; o bien el cierre de la vocal, /el > /e/ (y su acortamiento le:l > /e/). En estas posibilidades reside el problema con la diptongación mencionado primero por Coraminas y después por Prat Sabater (2003). Una forma con e abierta, le/, presupondría un diptongación que no aparece atestiguada (**albiergue) Cada una de las posibilidades derivadas de la transliteración, lleva a distintas hipótesis fonéticas o fonológicas que se plasman a través de las transcripciones.
7. UN PROBLEMA GENERAL «TRANSCRIPCIÓN» VS. «TRANSLITERACIÓN».
La hipótesis central de este trabajo es que gran parte de la actividad etimológica se ve dificultada por no distinguir netamente entre dos operaciones distintas: la transcripción transliteración.
y la
Wellisch en una fundamental obra de 1978 proporciona las siguientes
definiciones: Bibliographic Transcription
Bibliographic Transliteration
Bibliographic transcription is the operation of converting the phoneme and/or morphemes of a source language, recorded in the script of its writing system, as nearly as possible into the script of the writing system of a target language. Bibliographic transliteration is the operation of converting the characters of a source script into the character of a target script. In principle, this is a one-to-one transformation, in which one character of the source script is converted into one (and only one) specific character of the target script.
Aplicarlas de una manera rigurosa ayudaría a simplificar problemas que han surgido únicamente por las distintas tradiciones de notación (en este trabajo se ha estudiado el caso de barga
y Barga).
Metodológicamente hablando, hacer estas distinciones presentaría dos
dimensiones: 1) la histórica y 2) la contemporánea. Dentro de la primera se inscribiría el estudio de los textos científicos -manuales, diccionarios, artículos, etc.- intentando deslindar si los autores se situaban más cerca de una operación o de la otra (dichas investigaciones ayudaría a reconstruir la historia del pensamiento fonológico o fonético; es decir, se convertirían en historia de la ciencia). En la segunda dimensión, la actual, habría que considerar primero la necesidad de una unificación de los sistemas de notación de las transcripciones (el uso general de Alfabeto Fonético Internacional
podría ser una medida al
respecto); para, después hacer la atrevida propuesta de eliminar el paso de la
461
transliteración.
¿ A L B E R G A M O S ALGUNA DUDA? FONOLOGÍA Y METODOLOGÍA EN LA ETIMOLOGÍA DE « A L B E R G U E »
8. A MODO DE CONCLUSIONES GENERALES
a) La etimología de las formas castellanas albergue y albergar no es gótica; a no ser que exista un uso «cultural» del termino gótico - (visigótico
- como sinónimo de
germánico. b) A la hora de analizar la etimología de estos términos, habría dos hipótesis concurrentes: 1) que se trataran de germanismos o 2) de arabismos. Cada una de estas hipótesis presentan una serie de puntos fuertes y débiles:
GERMANISMO
PUNTOS FUERTES Prestigio científico.
Raíz/raíces conocida! s). ARABISMO
Fácil explicación de la formación morfológica (artículo. + nombre). Existencia en castellano de otras formas similares
PUNTOS DEBILES Una sola (proto)raíz para explicar las formas en her- y en al- / au- que aparecen en los derivados románicos. Difícil explicación de la evolución fonológica. Olvido científico. Falta de raíces conocidas que pueden servir para explicar la evolución.
c) Necesidad de criterios de unificación en los terrenos de la transcripción transliteración
y la
(dimensión contemporánea de la diferencia metodológica entre ambas
operaciones). d) Parece razonable plantear dudas (científicas) sobre la etimología propuesta para «albergue». Bibliografía AGUD APARICIO, A n a , y M . A P i l a r FERNÁNDEZ ÁLVAREZ ( 1 9 8 8 ) : Manual
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Ediciones Nueva Epoca. WELLISCH, Hans Hanan (1978): The Conversion of Scripts: its nature, history & N e w York: W i l e y .
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utilization.
La traducción castellana de la Chirurgia Magna: su datación a partir de los usos paleográficos del manuscrito M. a Clara Grande López (Universidad de Salamanca)
1. INTRODUCCIÓN
La obra Chirurgia Magna de Guy de Chauliac, cuyo título completo es Inventarium sive colectorium inparte chirurgicale medicinae, apareció en Montpellier en el afio 1363. Fue uno de los tratados médicos más estudiados, difundidos y traducidos de la historia de la ciencia de la medicina europea por lo que hay multitud de testimonios en archivos y bibliotecas europeas: algunos de los testimonios están fechados otros no, algunos están completos otros presentan lagunas más o menos importantes1. La obra completa consta de un prólogo y siete libros que versan sobre la anatomía, las apostemas, las llagas, las úlceras, la reparación de huesos «quebrantados», enfermedades varias y un antidotario respectivamente. A su vez cada libro se divide en dos doctrinas cuyo número de capítulos y subcapítulos es muy variado. La redacción es cuidada y ordenada puesto que se conforma como manual de estudio en las universidades europeas para futuros médicos. En castellano se conservan diversos ejemplares: el manuscrito K-II-8 de la Real Biblioteca de El Escorial, el incunable 177 de la Biblioteca Nacional de Portugal y el incunable 196 de la Biblioteca Nacional de España. Estos dos últimos testimonios se imprimen en Sevilla a finales del siglo XV, el incunable 196 en el afio 1498. Son muchas las incógnitas que se plantean en torno a la traducción, la copia o posibles copias y la genealogía de esta obra. Cifuentes i Comamala (2006: 133 y ss.) estudia las traducciones catalanas y señala que posiblemente estas traducciones sirvieran de base para las traducciones castellanas siguiendo así la cadena: latín, catalán y castellano2; o que incluso el
Enumero a continuación algunos de los manuscritos en otras lenguas románicas traducidos y copiados a lo largo del siglo XV según la información que proporciona el catálogo Philobiblon, de la Universidad de California (): el ms. 1784 de la Livrária de Lisboa (Torre do Tombo) ofrece una traducción portuguesa supuestamente redactada en la primera mitad del siglo XV; el ms. Hunt. 175 de Oxford Bodleian Library presenta una traducción portuguesa con elementos judaicos y aljamiados; el ms. 4804 de la Biblioteca Vaticana de Roma contiene un testimonio catalán que se conserva íntegro fechado hacia 1480; el ms. Hisp. Qu. 62 de la Biblioteka Jagielloska de Cracovia ofrece un testimonio catalán incompleto ya que solo se conserva el primer libro; en Toledo, en la Biblioteca del Cabildo, también se encuentra otro testimonio catalán bajo la signatura 97-23; el ms. Vat. lat. 4797 de la Biblioteca Vaticana puede ser un testimonio catalán de la obra de Cauliaco; y en Mallorca, en el Arxiu General del Regne de Mallorca el códexs 18(a) contiene otro testimonio catalán copiado a finales del siglo XV que no se sabe con exactitud si forma parte de la Chirurgia Magna. Por otra parte, en francés también se conservan multitud de testimonios: el ms. 975 de la Bibliothèque Municipale de Lyon, el ms. H184 de la Bibliothèque de la Faculté de Médecine de Montpellier, el ms. fr. 396 de la Bibliothèque Nationale de France, en Paris, y el ms. fr. 24249 también de la Bibliothèque Nationale de France. 2
Para el estudio de los testimonios en francés se puede consultar Bazin-Tacchella (2007).
L A TRADUCCIÓN CASTELLANA DE LA CHIRURGIA
MAGNA-, SU DATACIÓN A PARTIR DE LOS USOS PALEOGRÀFICOS.
traductor tomara corno base textos de las versiones latinas y catalanas para llevar a cabo la castellana. La versión que contiene el manuscrito K-II-8 de la Real Biblioteca de El Escorial no tiene ni principio ni final, presenta errores en el cosido de los folios y muestra varias manos; además, no está datada. Se trata del testimonio en castellano más antiguo que conservamos. Según el catálogo de Philobiblon,
que toma la información de Zarco Cuevas (1926), fue
copiado durante el siglo XV. El autor señala la fecha 1400-1500 sin más precisión, dejando así un amplísimo arco de tiempo como supuesta fecha de copia. Como señala Montaner Frutos (2007): «aunque la expertise paléographique
no sea extremadamente precisa, [una
aproximación paleogràfica] permite acotar bastante cuando se está hablando de fechaciones cuya amplitud desborda la centuria», tal y como indican las fuentes comentadas. Los diferentes trazos de las grafías y la angulosidad de los astiles y caídos pueden constituir de entrada una dificultad en la lectura e interpretación en muchos escritos; pero una descripción o un análisis detallado de las grafías, en cambio, puede convertirse en un argumento más para la correcta interpretación. Es evidente, pues, que la paleografía como instrumento de datación es una ayuda innegable; tal y como afirma Torrens Alvarez (1995: 345 y ss.), la paleografía ha dejado de ser exclusiva de los estudios históricos para ayudar también al filólogo mostrándole otros argumentos y criterios, además de los de índole lingüística, en sus investigaciones.
2 . DESCRIPCIÓN CODICOLÓGICA
El testimonio de estudio comienza con cuatro folios de recetas escritas en castellano y en latín redactadas por una mano de letra posterior, posiblemente del siglo XVII; una mano que interviene en contadas ocasiones durante la obra, como se observará en las imágenes más adelante, añadiendo notas y glosas en los márgenes. Hay, según la numeración de la biblioteca que aparece en la esquina superior derecha, 318 folios compuestos a dos columnas con un tamaño de hoja de 285 x 215 mm. Las iniciales y algunas rúbricas y epígrafes están escritas en tinta roja mientras que el resto de la obra varía entre la tinta negra y marrón oscura, hecho debido quizás a la calidad del papel. Algunos de estos folios están mal colocados en la encuademación y, por tanto, también están mal numerados. Esto ocurre, por ejemplo, con los tres últimos numerados como 316r./v., 317r./v. y 318r./v. El 316r./v. pertenece al sexto tratado y no al séptimo y último como aparece en el testimonio. Por otra parte, los folios numerados como 317r./v. y 318r./v. son los cuatro primeros de la obra. Aun recolocándolos, la obra está incompleta tanto por el principio como
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MARÍA CLARA GRANDE LÓPEZ
por el final. A esto se añade que en el interior de la obra hay, además, páginas mal colocadas: el folio 103r./v. debe ir después del 110r./v. y no en la posición en la que está encuadernado y, por tanto, numerado. Asimismo, el testimonio presenta poquísimos adornos en las letras capitales, a excepción de una
capital en el folio 95r. No hay una gran cantidad de notas en los márgenes y los reclamos en la parte inferior para ayudar a la encuademación de la obra aparecen en contadas ocasiones, turnándose con el uso de letras o números romanos para indicar el orden de los folios. Así, por ejemplo, del 4Ir. en adelante se usan las letras de la a la en color negro a modo de reclamo; y a partir del 11 Ir. se usan los números romanos del I al IX en tinta roja. Gracias a la aparición de estos números en la parte inferior a la derecha podemos suponer que faltan 17 folios al comienzo de la obra, puesto que en el folio numerado en el testimonio como 317r., el primero de la obra conservado en este manuscrito, aparece el número XVIII. En consecuencia los primeros folios estarían supuestamente numerados del I al XVII. Por lo que se refiere a las letras capitales se observa en la imagen n.° 1 una
capital normal, sin adornos; y en la imagen n.° 2 se puede observar una
excepcionalmente adornada. Ambas están escritas con tinta roja.
Imagen n.° 1
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467
L A TRADUCCIÓN CASTELLANA DE LA CHIRURGIA
MAGNA:
SU DATACIÓN A PARTIR DE LOS USOS PALEOGRÀFICOS.
3. DESCRIPCIÓN GRAFEMÁTICA
Es de todos conocida la falta de una única nomenclatura para referirse a los diferentes tipos de letra en la historia de la paleografía de nuestro país (García Villada 1974, Millares Cario 1983, Torrens Alvárez 1995: 348 y Sánchez y Domínguez 1999: 124 y 131), en especial la letra con la que se escribe a lo largo de la Edad Media y sus muchas variedades 3 . Advierto que voy a seguir en este trabajo la nomenclatura, a mi entender, tradicional y que he encontrado en mayor medida en la bibliografía consultada. Así pues, el testimonio de estudio está escrito en letra gótica libraría cursiva, la cual deriva de la minúscula Carolina. La gótica libraría cursiva se caracteriza porque los trazos de las grafías se hacen más gruesos, la letra se estrecha y los ángulos se acentúan. Cabe señalar que este tipo de escritura muestra, respecto a la anterior, más abreviaturas y más ligaduras entre las palabras, especialmente entre preposiciones y artículos. Marín Martínez (1991: 289) apunta que «coinciden los autores en señalar al Norte de Francia y al Reino Anglonormando como cuna del nuevo modo de escribir que aparece ya claramente perfilado en códices del siglo XII» si bien es durante el siglo XIII cuando se extiende por toda Europa gracias a la gran actividad escrituraria de esta centuria; en España este tipo de letra y sus variedades se usaron hasta bien entrado el siglo XV. El testimonio de la traducción castellana de la Chirurgia Magna está escrito con varias manos, claramente podemos distinguir tres: primero, una mano que muestra una letra muy redondeada y ligeramente más grande donde cada columna no tiene muchas líneas y se observa un gran espacio reservado para notas marginales; segundo, hay folios que son de una mano que hace los astiles y los caídos muy largos y tumbados hacia la izquierda del lector y que presenta una mayor cursividad, además las grafías no están asentadas y conforman cajas de escrituras irregulares; y, tercero, una mano que redacta muchas líneas por columna puesto que la letra es de menor tamaño, más apretada y más redonda, característica de la escritura gótica libraría. A estas tres manos se pueden añadir otras dos: la del redactor de las recetas y algunas de las notas marginales y, posiblemente, la del copista del folio 318r./v. Es, en todo caso, en mi opinión, el mismo tipo de letra: en un caso realizado con más cuidado y pausa y en otro con más rapidez y, por tanto, más cursividad, que se refleja en el alargamiento de las letras. Sería pertinente entrar en detalle y hacer una división de este tipo de letra en dos subclases: la gótica libraría cursiva redonda o semigótica, que se caracteriza por una escritura
3
A este respecto señala Marín Martínez (1991: 288): es uno solo, sino varios. El de gótica lo inventaron antigua, refiriéndose a la minúscula Carolina. [...] escolástica, angular, alemana, nombre este último XVIII, representados por el padre Terreros».
«Como ocurre con casi todos los grupos de escritura, no los humanistas italianos en oposición a la que llamaban Otros nombres han sido: el de monacal (Wattenbach), muy del gusto de los paleógrafos españoles del siglo
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MARÍA CLARA GRANDE LÓPEZ
redondeada como indica su nombre, y la gótica librada cursiva de trazado irregular. Ambos tipos de letra surgen en el siglo XIV y se afianzan en el XV. En todo caso, en mi opinión, estaríamos ante un continuum de cursividad presente en toda la traducción castellana por las diferentes manos redactoras de la copia. Incluso podríamos hablar de la gótica libraría bastarda o híbrida, otro tipo de letra propia de los siglos XIV y XV que mezcla elementos formales y cursivos y que se usó frecuentemente para redactar códices en lenguas vernáculas. A continuación se pueden observar imágenes de los cambios de mano más claros: en la imagen n.° 3 se observa una letra más redondeada, es la que vemos hasta el folio 102v.; en la n.° 4, el 103r. donde encontramos otro tipo de letra más alargada y de trazo más irregular, hecho que se puede apreciar en las ligeras torceduras de los renglones. La imagen n.° 5 muestra el comienzo del tratado séptimo, a partir del folio 274v., que nos vuelve a mostrar una letra redondeada y más asentada en la caja de escritura. Y, finalmente, la n.° 6 muestra un fragmento del folio numerado como 318r. donde la letra presenta un mayor alargamiento de astiles y caídos con curvas acentuadas.
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En algunas notas al margen se puede identificar una cuarta mano que creo se corresponde con la mano que redacta las recetas que se encuentran al principio del testimonio. En las siguientes imágenes se observan un fragmento de una receta, una nota al margen izquierdo en el folio 142v. y, finalmente, una llamada de atención en el 144r.
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Imagen n.° 7
A continuación, explicaré someramente el cursus de las grafías divididas en vocales y consonantes, siguiendo el orden alfabético, para centrarme en uno de los casos más importantes que pueden influir en la transcripción y edición de la obra 4 : las grafías y y sus variantes.
Para esta llevar a cabo esta descripción paleográfica he seleccionado el primer folio de cada libro excepto del primero que, como la obra es incompleta, no se conserva. Dado que este trabajo no muestra datos estadísticos, he considerado oportuno escoger para un mejor manejo de las grafías una pequeña cantidad de folios. De todos modos he revisado el testimonio completo y también he incluido imágenes de fragmentos de folios que me parecen representativos.
470
MARÍA CLARA GRANDE LÓPEZ
3.1 Descripción paleográfica
de las vocales
Tanto la como la se realizan en dos cursus de la pluma donde el segundo es más grueso que el primero. Hay una frecuente indistinción gráfica entre la y la cuando esta última no se corresponde con un círculo totalmente cerrado. La , cuando es carácter mayúsculo, presenta un cursus semicircular hacia la derecha y otro vertical que es atravesado por un trazo horizontal. Podría tratarse de un arcaísmo gráfico de la conjunción copulativa latina pero lo interpreto como . La corta, la larga y la griega se intercambian en posición vocálica con el detalle de que si la es comienzo de palabra esta presenta un tamaño superior y un remate inferior levemente curvo. Finalmente la redondeada y la angular también aparecen en posición vocálica en idénticas situaciones. Como vemos, las vocales no presentan dudas en su interpretación.
41 A**"1
cf./pta
-pfOT^M*
muti,2 Vnw?
UU*
Imagen n.° 8
3.2 Descripción paleográfica
de las consonantes
La presenta el astil perfectamente vertical; si aparece el astil tumbado hacia la izquierda y es ligeramente más corto, he optado por transcribir como . La y la se pueden confundir con facilidad, especialmente si la primera no tiene un cursus
marcadamente
semicircular y si se une por la parte alta con la letra siguiente. La letra presenta tres alógrafos 5 : la minúscula de astil recto, vertical; la uncial incurvada hacia la izquierda, letra muy representativa de la escritura gótica, y la curvada, realizada quizás en un único movimiento, que deja un ojo en la parte superior, la que sería el astil. De estos tres alógrafos, en el testimonio de estudio alternan los dos últimos. A este respecto Torrens Alvarez (1995: 356) afirma: «La combinación de ambas formas cuando estas comparecen en el seno de una misma palabra es muy frecuente en los códices y documentos en los que aún no se ha impuesto de manera absoluta la uncial». Cabe añadir que la uncial no solo se encuentra en posición final de palabra sino en cualquier otro contexto gráfico. La inicial 5
Los alógrafos aparecen dependiendo del contexto, como explica Torrens Álvarez (1995: 353 y ss.). Los testimonios pueden seguir o no las llamadas leyes de Wilhelm Meyer, enunciadas en 1897, reglas que se aplican a la letra gótica libraría y que también nos ayudan a cercar el límite cronológico del testimonio de estudio. En nuestro testimonio, las leyes de Meyer no se cumplen.
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L A TRADUCCIÓN CASTELLANA DE LA CHIRURGIA MAGNA: SU DATACIÓN A PARTIR DE LOS USOS PALEOGRAFICOS.
en algunas ocasiones está claramente geminada y tiene el mismo cursus inicial que la larga, de ahí que en nuestra traducción haya equivocaciones debidas quizá a la copia de la que se está sirviendo el escribano6. La cola de la grafía se curva hacia la izquierda en algunos casos de manera exagerada. La no presenta dudas, solo cabe apuntar que el último cursus se curva, como ocurre con la , hacia la izquierda. La se realiza en un solo movimiento de pluma y no presenta dudas. El extremo superior del astil tiene apariencia triangular. En contraposición con la letra Carolina, las grafías comienzan a mostrar un cursus seguido lo que hace que se puedan confundir los trazos. Es frecuentísima la equivocación y confusión de y ; y y . La grafía
no presenta dudas; está frecuentísimamente acompañada de una marca de abreviatura de par, per, pre, pri, etc., marcas claramente reconocibles en la mayor parte de los casos. Ocurre lo mismo con la grafía y su desarrollo en que y qua. Los alógrafos de la también son importantes para acotar un testimonio desde el punto de vista paleográfíco. Así la presenta tres formas diferentes según su contexto gráfico: la recta o de martillo, la redonda, que aparece detrás de cualquier letra con curva, por ejemplo, y la muy alargada hacia abajo a manera de caído. Además podría señalar un cuarto alógrafo que se usa en posición inicial, aunque aparece algunas ocasiones en el interior de palabra, que es el uso de la de tipo mayúculo para indicar el sonido de la /r/ fuerte. Esta grafía de la se usa, en nuestro testimonio, como abreviatura por suspensión máxima para la palabra Recipe, voz con la que comienzan las recetas insertadas en la traducción. Los alógrafos de que encuentro en este testimonio son: la alta, la de doble curva o baja, de trazado serpentiforme, y la sigmática que aparece con escasa frecuencia en este testimonio castellano de la obra de Chauliac. Como he señalado anteriormente, la grafía tiene un cursus muy similar a la , especialmente si ha fundido sus trazos con las grafías de alrededor. La grafía no presenta dudas: está compuesta por dos movimientos, acabando el segundo de ellos ligeramente hacia la derecha, como se puede apreciar en los ejemplos de esta letra en la imagen que resume las consonantes. Los alógrafos de la son los siguientes: la sigmática, que aparece con mucha frecuencia a lo largo de nuestro testimonio, especialmente en el verbo dezir, y que puede tener el trazo superior recto o curvo; la en forma de 5 o de trazo superior recto cuyo cursus superior queda recto y paralelo a la línea del renglón y la en forma de 5 pero con trazo superior curvo que se parecería a nuestra de doble curva
No se puede llegar a saber qué tenía delante este copista ni si la confusión estaba ya en el testimonio que él maneja o si era previa.
472
MARÍA CLARA GRANDE LÓPEZ
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S Í ÍHrfc *í«4rtí>X"t»a* algún» (CHARTA 2012: § 5.2.11.). Por tanto, en el caso de estas dentales que se eliminan en la edición crítica (algund, algunt), elegiremos para los ejemplos la transcripción paleográfica, pues es la que refleja la implosiva final, objeto de nuestro análisis. No sucede lo mismo en todos los tipos de letra con este par; así, por ejemplo, en la documentación de cancillería real del siglo XIII se puede dudar de la lectura de t/d en las letras capitales y adornadas que se emplean para los nombres propios, en pares como Yolant/Yoland, por ejemplo.
490
A N A L O B O PUGA
En alguna ocasión se ha sugerido un posible valor diatópico de la distribución tld en posición final de palabra, considerando la consonante sorda como rasgo oriental 5 ; sin embargo, es una hipótesis que rechazamos, en la línea de Torrens (1998: 308): «el supuesto orientalismo de -í debe descartarse ante su frecuencia en manuscritos castellanos de la Edad Media». Esta afirmación encuentra su validación empírica en corpus como el que hemos empleado en el presente trabajo, donde en un centenar de documentos procedentes exclusivamente del norte de Burgos la aparición de -t en convivencia con -d en posición final es sumamente abundante. Asimismo, atestiguamos la aparición de palabras terminadas en -t en documentos de un lugar tan poco susceptible de poseer rasgos orientales como León, donde, por ejemplo, una carta de donación escrita en Gradefes en 1265 contiene la forma mercet, esta, además, no etimológica (< lat. MERCEDEM).
A r c h i v o del M o n a s t e r i o d e G r a d e f e s , perg. n" 489. 1265 enero 30, G r a d e f e s .
2 . E L CORPUS
Como adelantábamos en la introducción (§ 1.1.), el corpus que el Grupo GEDHYTAS ha elaborado y que sirve de base para este estudio está formado por 203 manuscritos originales depositados actualmente en el Archivo Municipal de Miranda de Ebro (AMME) y en el Archivo Histórico Provincial de Burgos (AHPB). Se trata de testimonios jurídicos y notariales originales que hacen referencia a la villa de Miranda de Ebro, entre los que se encuentran tanto cartas y privilegios reales, como documentos de autoridades (el merino mayor de Castilla o el señor de Vizcaya, entre otros) y del propio concejo de Miranda, así como varios traslados notariales realizados por escribanos públicos de la villa. Por tipología documental y archivos, los documentos se reparten de la siguiente manera:
AHPB AMME
Autoridades 0 3
Concejo 70 27
Reales 24 70
Traslados 4 5
Total
98 105 203 Tabla 1: Documentación del CODOMME en cifras (Sánchez González de Herrero et alii 2014: 22-24).
5
Así, por ejemplo, Prince (2007: 4) identifica «la apócope habitual de -e y -o (ANTE > ant)» como uno de los rasgos caracterizadores del altoaragonés.
491
CONSONANTES IMPLOSIVAS EN LA DOCUMENTACIÓN MEDIEVAL DE MIRANDA DE EBRO: -T Y -D FINALES
En cuanto a la cronología, el corpus completo de Miranda de Ebro (CODOMME) abarca un amplio periodo del Medievo, de casi dos siglos y medio (241 años), desde el primer documento, datado en 12546, hasta el último, de 14957. Los testimonios medievales conservados en ambos archivos y relacionados con la villa de Miranda de Ebro deben dividirse para su estudio en dos grandes bloques: por un lado estarían los emitidos en la propia villa o en lugares cercanos del norte de Burgos (Frías, Pancorbo, Herrera...); son testimonios escritos por escribanos del concejo de esas localidades que tratan temas referentes a las villas y otras cuestiones comunes de los concejos. Por otro lado están los documentos de la cancillería real, que contienen diferentes concesiones, privilegios, aclaraciones, leyes o mandatos destinados a Miranda de Ebro. Si bien desde un punto de vista histórico pueden estudiarse conjuntamente, no sucede lo mismo desde la perspectiva lingüística, por lo que si tratamos de caracterizar el registro escrito medieval del norte de Burgos, debemos centrarnos solo en el primero de los bloques, el de la documentación del concejo de Miranda de Ebro. Así las cosas, los datos del corpus utilizado para el análisis de -t y -d en posición final son los siguientes: manejamos un total de 97 testimonios8 comprendidos entre 12629 y 149410. Por siglos se reparten entre 44 documentos en el siglo XIII, 27 en el XIV y 25 en el XV.
3 . A N Á L I S I S D E CASOS
Para realizar la recogida de casos hemos empleado una sencilla metodología: leer minuciosamente los documentos y anotar en una base de datos las palabras que respondían a nuestra búsqueda, las que contienen -t y -d en posición final". A continuación,
aportaremos algunos datos sobre esta recogida realizando
una
clasificación de la amplia nómina de ejemplos registrados y un análisis de los aspectos más relevantes.
6
7 8 9 10 11
AMME, Libro H138, doc. 2. 1254-11-27, Burgos. En el momento de realizar este trabajo, aún no habíamos numerado los documentos del CODOMME, por lo que optamos por citarlos por su signatura. AMME, Libro H115, doc. 8. 1495-09-10, Burgos. De los cuales, 70 proceden del AHPB y 27 del AMME, como hemos visto en la tabla 1. AHPB, Concejil 50/1, fol. 39, 1262-10-21, Miranda de Ebro. AHPB, Concejil 50/2, fol. 277, 1494-07-11, Miranda de Ebro. También nos hemos fijado en el entorno sintáctico de las voces, anotando si a la dental final le seguía una vocal, consonante oclusiva, africada, fricativa o líquida, un grupo consonantico e incluso un salto de línea. Como en cualquier estudio de tipo descriptivo, registramos ejemplos llamativos y comentables, pero dada la limitación de espacio de este trabajo y la falta de implicaciones fonéticas que parece desprenderse de los casos, lamentamos no poder extendernos en describir este aspecto.
492
ANA LOBO PUGA
Comencemos situándonos con algunos datos: un aspecto interesante de este análisis es la gran cantidad de casos con -t y -d final que hemos podido documentar; como curiosidad, todos los manuscritos del corpus tienen al menos un ejemplo. En total hemos obtenido 1088 ocurrencias, contando todas las voces y sus repeticiones en los distintos testimonios 12 , que se reparten en 661 casos con -t y 427 con -d. Cuantitativamente, por tanto, es un corpus rico en ejemplos, en parte debido a la naturaleza jurídica de esta tipología documental, con abundantes partes formulísticas que se repiten en multitud de documentos, como «puse mió signo en testimonio de verdad». También por este motivo, cualitativamente la lista de términos recogidos es bastante más escasa. Con -t final, en orden alfabético, registramos las formas: aba!; actoridat,
auctoridat;
adelant, delant; alcáyat; algunt; Almoravit; boluntat, voluntat, volundat; cibdat, cidat, ciudat; cient, dat (v. dar); fazet;
Fernant,
Ferrant; fialdat;
grant; heredat; hermandat;
Lorent,
Llorent; mandat; mercet; merindat; mient (adv. -mente)', nabidat, navidat; ningunt; parV, Périt; poridat; present; propiedat;
querellant ('querellan'); rayt, raytz ('raíz'); Royt; sabet;
Safagunt ('Sahagún'); salut; sant; segunt; sufient; Torcat; universidad
vecindat,
vezindat;
Con -d final se documentan: abad; abtoridad; alcaid; algund; allend; Almoravid;
amparad;
veint; verdat; Vicent.
bezindad; boluntad, veluntad, volundad, voluntad; cibdad, ciudad; dad (v. dar); David; end ('ende'); enemiztad; facultad; fazed; Fernand, Ferrand; grand; hermandad; meatad,
meitad,
mitad; merced; merindad; nabidad, navidad; ningund; nulidad; sabed; salud; sed (v. ser); segund; tomad; Valladolid; verdad; vertud, virtud. ¿Podemos agrupar estas listas de palabras? Proponemos a continuación una clasificación atendiendo a la morfología y evolución de los términos.
3.1 Verbos en imperativo Los verbos en modo imperativo terminados en -t que documentamos en el corpus de concejo son: dat (3),fazet (3) 13 , mandat (1) y sabet (2) 14 . En total suman 9 casos repartidos entre 1296 y 1385. Con la terminación en -d se documentan 18 ocurrencias entre 1292 y 1459: dad (2), fazed (3), sabed (9) y tomad (4).
12
13 14
En algunos documentos ciertos términos se repiten con especial frecuencia; por ejemplo, en AHPB, Concejil 87, fol. 26, 1315-07-19, Monasterio de Herrera, aparece hasta 35 veces la voz abat, o en AHPB, Concejil 49/0, fol. 1, 1423-12-18, Burgos, hay 18 apariciones de la palabra cibdad. Los tres casos en el mismo documento. Los dos casos en el mismo documento.
493
CONSONANTES IMPLOSIVAS EN LA DOCUMENTACIÓN MEDIEVAL DE M I R A N D A DE E B R O : - T Y - D FINALES
Cuantitativamente, la -d es la opción mayoritaria, pues las formas etimológicas son el doble que las terminadas en la grafía sorda. En cuanto a los términos, excepto el imperativo del verbo mandar -solo documentado con -t- y el de tomar -solo con -d-, los otros tres verbos (dar, fazer y saber) se registran tanto con la grafía dental sorda como con la sonora. En ningún manuscrito se produce la convivencia de soluciones, es decir, no hay testimonios en los que un verbo en imperativo se escriba con -t y -d alternativamente, pero esta aparente regularidad se rompe si atendemos a otras palabras con oclusiva dental final; por ejemplo, en un documento de 1296 15 hallamos los imperativos dat y fazet, así como las formas cient, salut, sant y segunt y el antropònimo Ferrarli', sin embargo, también aparecen 4 ocurrencias de la palabra verdad y 3 de la partícula end ('ende'), además de los onomásticos Valladolid y David. En todo caso, en los imperativos la tendencia parece que se inclina por la grafía -d y por evitar la alternancia de resultados en un mismo manuscrito 16 .
3.2 Apócope 3.2.1 Apócope extrema 17 Además de sus correspondientes sin apocopar, delante, presente, etc., aparecen en este corpus los términos: adelant y delant, mient, parí, present, sufient y veint, con -t; allend y end, con d. Los casos de -t, mayoritarios, suman un total de 35 apariciones entre 1268 y 1383 frente a los 7 de las palabras de este grupo en terminadas -d, localizadas en tres documentos que abarcan un periodo mucho más limitado, en la última década del siglo XIII (1292-1296). Entran también en este grupo todas las variantes del antropònimo Fernando: Ferrant,
Fernand,
Ferrand,
Fernán
y Ferrán,
Fernant,
que destacamos aparte dada la especial
naturaleza de las denominaciones onomásticas, más expuesta a variación. Otros antropónimos que presentan apócope son: Lorent o Llorent, Torcat y Vicent. A excepción de las citadas variantes del antropònimo Fernando, en ninguno de los otros casos se observa un intercambio entre -t y -dw, hecho que podríamos atribuir a una clara
15 16
17
AMME, Libro H39, doc. 31, 1296-10-20, Miranda de Ebro. En cambio, si echamos un vistazo a la documentación real veremos que en los documentos de cancillería hay una gran cantidad de manuscritos en los que coexisten verbos en imperativo terminados en la grafía sorda y sonora, por ejemplo: «guardátgelos e complídgelos e fazédgelos guardar e complir en todo» (AMME, Libro H190, doc. 9, 1338-09-20, Guadalajara); «amparadle e defenderte en la tenencia e posesión de los dichos bienes» (AHPB, Concejil 49/0, fol. 76, 1341-08-29, Real de [roto]). Dada la limitación de un trabajo de estas características, no podemos detenernos aquí a analizar pormenorizadamente todo el fenómeno de la apócope extrema en nuestro corpus -fenómeno que en sí mismo sirvió para otro análisis (vid. Lobo Puga 2013)-, por lo que nos limitaremos a comentar los casos que hemos anotado por su terminación en oclusiva dental, que es el objetivo de estas páginas.
494
ANA LOBO PUGA
distinción fonética en esa terminación o a la propia influencia gráfica de la palabra de la que derivan las formas apocopadas, pues no es nada extraño que convivan en un mismo documento la terminación con y sin apócope. Por ejemplo, registramos la forma apocopada present junto a presente en un documento del concejo de varios folios datado a comienzos del siglo XIV 19 .
AMME. Libro Til 11, fols. lOv (present)
y 11 r (presente).
1301-1304, Miranda de Ebro.
3.2.2 Apócope usual Nos referimos al fenómeno evolutivo de la caída de la vocal -e tras las consonantes d, l, n, r, s, z. Si nos fijamos solo en la -d, los términos documentados son: abad, merced, salud y virtud20. Además de estas palabras, se engloban en este grupo todos los derivados del sufijo latino -TATEM > -dad, que son ciertamente numerosos: abtoridad,
ciudad21,
bezindad,
hermandad, mitad12, merindad, navidad23, nulidad, verdad y voluntad14.
enemiztad,facultad,
A diferencia de lo que ocurre con la apócope extrema en -t, en la que ya indicamos que no se advierte vacilación entre -t y -d, los casos de terminación en -t de estas palabras en convivencia con la etimológica -d son abundantísimos. Así, junto a las formas ya enumeradas en -d, documentamos la extensión de la grafía dental sorda en abat, mercet y salut, así como en casi todas las formas del sufijo -dad que veíamos con -d: autoridat25, ciudad, 27
merindat, navidat
28
, verdal, vecindat
hermandat,
29
y voluntat
; a los que se añaden los término fialdat,
poridat, propiedat y universidat, documentados únicamente con la terminación en -t. Por otro lado, las formas que aparecen solo con terminación en -d son enemiztad, facultad,
mitad,
nulidad y virtud.
18
19 20 21 22 23 24 25
26 27 28 29
Torrens (1998: 310), en cambio, sí documenta varios casos de -nd por -nt(e) en su análisis de códices escritos en gótica libraría: adeland, andand, gigand, occidend, gend. A M M E , Libro H l l l , fols. lOv y 1 Ir, 1301-1304, Miranda de Ebro. Y su variante vertud. Y su variante, más común en este periodo, cibdad. Y sus variantes meatad, meitad. Y su variante nabidad. Y sus variantes boluntad, ve/untad, volundad. Y sus múltiples variantes, debidas a la vacilación en la representación del grupo culto (> AUCT-) abtoridat, actoridat, atoridat, auctoridat, obtoridat, otoridat, oturidat. Y sus variantes cibdat, cidat, ciubdat. Y su variante nabidat. Y su variante vezindat. Y sus variantes boluntat y voludat.
495
CONSONANTES IMPLOSIVAS EN LA DOCUMENTACIÓN MEDIEVAL DE M I R A N D A DE E B R O : -T Y - D FINALES
En lo referente a la cronología, los ejemplos aparecen a lo largo de prácticamente todo el periodo estudiado; en cuanto a la -d, el primer ejemplo se registra en un documento sin fecha exacta, datado entre 1274-129530 y el último en 1494 y para la -t el rango oscila entre 1262 y 1427. Sumando las apariciones de todas las palabras registramos en total 197 casos en -d, superados ampliamente por la forma no etimológica en -í final, con 275 casos. Un escenario habitual es el de la convivencia de soluciones incluso en el mismo documento, como en una carta de 142231 en la que aparece cibdat cuatro veces y cibdad, siete.
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M R m t \ AHPB, Concejil 49/0, fol. 37, 1422-05-15, Burgos.
Finalmente, en este grupo podemos destacar un par de casos llamativos por su grafía final. Se trata de dos variaciones que presenta el sufijo -dad, representadas en las formas volundad y volundat,
por
'voluntad'.
Por
supuesto,
son
soluciones
minoritarias,
escasamente
documentadas.
a) Volundad Esta variante con asimilación de la dental sonora en la oclusiva interior presenta dos apariciones en dos documentos del concejo32. En ambos casos el notario que firma la carta es Díago Périz, si bien no es el escribano, pues leemos la fiz escrivir, del mismo modo, en los dos testimonios aparece también la forma voluntad en otra ocasión y se distribuyen en los mismos contextos por lo que quizá se trate de un uso de esta escribanía en concreto:
30
31 32
AHPB, Concejil 50/1, fol. 20, 1274-1295, Miranda de Ebro. Se fecha por el periodo de escribanía del notario que valida la carta, Díago Périz, del que se conservan cartas entre los años señalados. AHPB, Concejil 49/0, fol. 37, 1422-05-15, Burgos. AHPB, Concejil 50/1, fol. 6, 1282-05-01, Miranda de Ebro y AHPB, Concejil 50/1, fol. 12., 1290-02-23, Miranda de Ebro.
496
A N A LOBO P U G A
»
AHPB, Concejil 50/1, fol. 6, 1282-05-01. Miranda de Kbro.
.
I
IS
i
AHPB. Concejil 50/1, fol. 12 1290-02-23, Miranda de Ebro.
{1} Sepan cuantos esta carta vieren cómo yo, doña Mayor de Murielles, sn {2} fuerza e sin premia, de mi buena volundad, dó a vos, [...] E yo, doña Mayor, {17} la sobredicha, atorgo e coñosco que vos dó todo esto de mi buena voluntad, assí como {18} sobredicho es. (AHPB, Concejil 50/1, fol. 6, 1282-05-01, Miranda de Ebro) {1} Sepan cuantos esta carta vieren cómo yo, Martín Roiz, clérigo de Riballosa, sin fuerza e sin {2} premia, de mi buena volundad, dó a vós, [...] E yo, Martín Roíz, el sobredicho, otorgo e coñosco que vos dó todo esto de mi {32} buena voluntad, assí como sobredicho es. (AHPB, Concejil 50/1, fol. 12, 1290-02-23, Miranda de Ebro)
Tampoco podemos descartar una posible sonorización por asimilación, bien de la -d final o bien de la nasal implosiva, aunque como en otros registros anómalos, llama la atención que no aparezcan más casos y los que hay provengan de la misma escribanía, b) Volundat Esta forma está muy relacionada con la anterior, volundad, pues el documento en el que aparece es otro testimonio del concejo de Miranda firmado por Díago Périz en 129033, y esta vez escrito por él mismo: escriví esta carta por ruego de doña Urraca. En este testimonio, la variante no convive con voluntad ya que solo coincide la primera fórmula de las dos que se usaban en los documentos citados anteriormente: {1} Sepan cuantos esta carta vieren cómo doña Urraca Périz de Irfo, fixa de Lope {2} Urtiz, de mi buena volundad, sin filena e sin premia (AHPB, Concejil 50/1, fol. 38, 1290-07-10, Miranda de Ebro).
Es difícil saber si estas disimilaciones y asimilaciones de las oclusivas dentales actúan solo en el plano gráfico o están reflejando una pronunciación. Torrens (1998: 313) analiza este fenómeno y comenta que: Debido a que un altísimo porcentaje de las palabras con dental final son nombres acabados en -dad que han cambiado su segunda d a t, se ha postulado el ensordecimiento de la consonante final como norma fonética.
A continuación se pregunta por este posible valor fonético concluyendo que quizá en este caso concreto la disimilación de dentales sí refleje la pronunciación, al menos en la letra gótica libraría estudiada por ella, en la cual la d cuenta con dos alógrafos.
33 34
AHPB, Concejil 50/1, fol. 38, 1290-07-10, Miranda de Ebro. En realidad el escribano pone voludat, posiblemente olvidó la marca de abreviatura.
497
CONSONANTES IMPLOSIVAS EN LA DOCUMENTACIÓN MEDIEVAL DE M I R A N D A DE E B R O : -T Y - D FINALES
Sánchez-Prieto (2006: 234-235), por su parte, resume las dos hipótesis decantándose por una cuestión más gráfica que fonética: El empleo de -d y -t en posición final de palabra responde en bastantes códices y diplomas del s. XIV a la «disimilación» con d o t interiores (caridad, amiztad), pudiendo ser este un condicionamiento visual (o de la fonética de la lectura) sin correspondencia exacta en el uso ordinario. Y factores como éste restan valor a la interpretación habitual de la tendencia a escribir -t final como indicio de ensordecimiento.
En nuestro corpus, dado que los dos casos anómalos proceden de documentos de la misma escribanía podríamos aventurar que se trata de un uso propio de esa notaría, aunque - c o m o cabía esperar- no es sistemático; el mismo Díago Périz hace escribir otros testimonios, en los que leemos: {1} Sepan cuantos esta carta vieren cómo yo, don Bela, fi de Juan Périz de Riballosa, {2} sin fuerza e sin premia, de mi buena voluntad, dó a vós (AHPB, Concejil 50/1, fol. 9, 1291-02-23, Miranda de Ebro). {1} Sepan cuantos esta carta vieren cómo yo, Yéñego Urtiz de Lanclares, nieto de Hurtí Yéñeguez {2} de Guerena, sin fuerza e sin premia, de mi buena voluntad, dó a vós (AHPB, Concejil 50/1, fol. 15, 1291-05-01, Miranda de Ebro) 35 .
3.2.3 Acortamientos Nos referimos a los casos de cient, grantlgrand, santlsan y seguntlsegundlsegún,
en los que la
apócope dio paso a una variante acortada al perder la oclusiva dental final {cien, gran, san, según). En estas palabras, por tanto, debemos analizar tres soluciones: -t, -d y 0 .
a) Cient: Aparece en el corpus 8 veces, entre 1268 y 1382. No se registra aún la forma con pérdida de la oclusiva dental final (cien) ni tampoco hay casos de confusión con la consonante sonora (*ciend).
b) Grantlgrand: Veamos los datos de aparición de este doblete en el corpus: Grant: 5 ocurrencias, entre 1306 y 1422 en 4 documentos del concejo, 3 del siglo XIV y uno del XV. Grand. 9 ocurrencias, entre 1345 y 1494 en 8 documentos del concejo, dos de la segunda mitad del siglo XIV y los otros 6 del XV.
Como en la palabra anterior, tampoco hallamos en el corpus del concejo la variante acortada gran16.
35
36
En este caso la intervención del escribano se expresa así: E ruego a Díago Périz, escrivano público de Miranda, que faga esta carta. Que, sin embargo, sí aparece en los testimonios de cancillería del propio corpus medieval de Miranda de Ebro, con 13 ocurrencias entre 1323 y 1341 en 4 documentos reales (9 de los 13 casos son en un mismo testimonio: AHPB, Concejil 49, fol. 46, 1339-08-20, Sevilla).
498
ANA LOBO PUGA
A pesar de que se registran más casos con la grafía dental sonora, se puede destacar el hecho de que las formas con -t se documentan casi medio siglo antes que con la etimológica d. Es probable que la tendencia a la extensión de la -t final en la forma apocopada se deba a una influencia del elevado número de palabras terminadas en -nt durante la época de mayor apogeo de la apócope extrema, lo cual explica por qué hay casos de grant a comienzos del siglo XIV y grand no se documenta hasta mitad de siglo. Así lo explica Torrens (1998: 314): No es disparatado concebir una relación entre el fenómeno de la apócope y el empleo de -t final procedente de -d, relación que se definiría como influencia de los finales consonánticos duros [...] La posterior generalización y mantenimiento del signo de la sorda sería indicio de una extensión o influencia puramente gráfica, como lo fue la del grupo -nt final.
c) Seguntlsegundlsegún:
Este triplete se comporta de forma paralela al anterior:
Segunf. 83 ocurrencias, entre 1274 y 1427 en 19 documentos del concejo; 6 en el siglo XIII, 10 en el XIV y 3 en el XV. Segund: 95 ocurrencias, entre 1284 y 1486 en 31 documentos del concejo; 3 en el siglo XIII, 10 en el XIV y 18 en el XV. Según: 11 ocurrencias, entre 1290 y 1454 en 7 documentos del concejo; 1 en el siglo XIII, 3 en el XIV y otros 3 en el XV.
La opción con pérdida de la oclusiva dental es la más minoritaria y la que presenta la grafía sonora es la más abundante, aunque en este caso la diferencia con la grafía sorda es menor que en el caso de grantlgrand.
Por las fechas se puede comprobar que prácticamente durante
todo el periodo que abarca el corpus las tres soluciones conviven en los textos, ya desde la última década del siglo XIII. La convivencia gráfica es tal que en un documento de 1311 37 se pueden leer las tres variantes, 4 de segunt, el mismo número para segund y un caso de según.
d) Sant/san: sant se documenta en 99 ocasiones, desde 1290 hasta 1494. san registra solo 5 ocurrencias, una en 1454 y las otras 4 en un documento de comienzos del siglo XIV, en el que también leemos sant hasta en 12 ocasiones.
A pesar de esta amplia mayoría de la forma con oclusiva dental final, dos factores nos inducen a pensar en cierto carácter conservador de la grafía 38 : su terminación en -nt, cuya amplia extensión ya hemos comentado, y la propia naturaleza de esta palabra, que se usa especialmente en la toponimia y como advocación religiosa. Este conservadurismo sería meramente gráfico y sin correlato en la pronunciación, como parece desprenderse de la forma
37 38
AHPB, Concejil 51/1, fol. 4, 1311-01-27, Miranda de Ebro. Del mismo modo, su correspondiente femenino, santa, aparece con abreviatura sea (sancta) en documentos bastante tardíos, como AMME, Libro H39, doc. 21, 1425-10-06, Carrión de los Condes.
499
CONSONANTES IMPLOSIVAS EN LA DOCUMENTACIÓN MEDIEVAL DE M I R A N D A DE E B R O : -T Y - D FINALES
Samartín, por 'San Martín', que hallamos en dos documentos del concejo escritos en días consecutivos del año 1305 por el escribano público Miguel Roíz: los clérigos de Sant Joán e de Sant Martin d'esse mesmo logar [...] que los {28} clérigos de Sant Joan e de Samartín (AMME, Libro H250, doc. 19, 1305-01-17, Miranda de Ebro). clérigos e diáconos de Sant Joan e de Samartín de Miranda (AMME, Libro H250, doc. 21, 130501-16, Miranda de Ebro).
En el testimonio del Libro H250, doc. 19 se leen en total 6 casos de Sant Joán, 4 de Sant Martín y 2 de Samartín, mientras que en el doc. 20 aparecen 3 sant, todos con Joán, y 4 Samartín.
3.3 Dental final no etimológica Nos referimos brevemente en este apartado a los casos en que los determinantes indefinidos algún y ningún se escriben con una oclusiva dental final tras la -n. Este fenómeno se relaciona con lo comentado en § 3.2.3. a propósito de grant y segunt. Coincidimos plenamente con la argumentación de Torrens que citábamos en ese apartado, quien sostiene que estas formas no etimológicas surgidas por influencia de segunt pueden ser una pista a favor de la hipótesis de que la consonante oclusiva dental, efectivamente, no se pronunciaba (Torrens 1998: 314). En esta misma línea encajamos la grafía anómala querellant, por 'querellan', forma conjugada en tercera persona del plural del verbo querellar, con una terminación -nt que descartamos como latinizante, pues el resto de documento no presenta ningún otro rasgo que denote este influjo. Quizá la comentada influencia gráfica de la abundante terminación -nt llevó al escribano a colocar aquí la oclusiva dental. avían dado Joán Pérez e Martín Díaz los dichos las quere{17}llas de suso escriptas e dichas; e más que gelo *querellant ellos, cada {18} uno por sí e todos en uno, assí como el escripto de suso dicho dezía (AMME, Libro H U I , fol. 1 Ir, 1301-1304, Miranda de Ebro).
Volviendo a los determinantes indefinidos, nuestro corpus del concejo de Miranda de Ebro registra las variantes de algún y ningún: a) Algunt/algund La forma con grafía sorda presenta 1 ocurrencia, en 1381. Por su parte, algund se registra en 2 ocasiones, ambas bastante tardías: en 1470 y 1486.
b) Ningunt/ningund 500
ANA LOBO PUGA
Con -t final aparece 3 veces en dos documentos del concejo de comienzos del siglo XIV (1301 y 1305), ambos emanados de la escribanía de Miguel Roíz. Con la sonora la encontramos en 6 ocasiones, con una extensión más amplia en el tiempo: 1310-1423.
3.4 -ty-z La representación de la fricativa -z mediante la grafía oclusiva dental sorda -t en posición final aparece en tres voces: el sustantivo rait por 'raíz' y los apellidos Périt (pit en el manuscrito) y Roít (Royt en el manuscrito). A pesar de su escasez, no es un fenómeno desconocido; precisamente Torrens (1998: 308) pone de manifiesto que «la misma grafía -t alterna con -z/-f en los patronímicos», registrando casos como Garciat, Pereyt y Royt. Por otro lado, como ya apuntó Lapesa (1984: 208 § 54. 4.) a propósito de liz por 'lid' en Berceo, este tipo de grafías podría apuntar a una pronunciación fricativa y ensordecida de -d final en algunos casos, con independencia de que se escribiera con -d, -t, -th o -z: La l&l tomaba un sonido asibilado que ora se escribía con d (poridad, verdad, sabed), ora con t (poridat, verdat, sabet) y a veces con th (abbath, Uith 'vid') o con z (liz por 'lid' en Berceo); probablemente era el de la [O] que el castellano vulgar de hoy pronuncia en saluz, Madriz, azmitir.
En nuestro corpus aparece en un documento de concejo el apellido Périt: Semén Périt y García Périt, del escribano Ferrant Gonsález.
A M M f c , Libro H161. doc. 9. 1267-08-29, Pancorbo.
El patronímico Royt, por Roíz o Roiz, es más abundante: se registra en 6 documentos, con un total de 23 ocurrencias, 11 de ellas en el mismo testimonio39. En cuanto a las variantes de raíz, aparece rayt en un documento de 129040 y las formas rayt y raytz en otro de la misma fecha41.
39 40 41
AHPB, Concejil 50/1, fol. 25, 1290-06-24, Miranda de Ebro. AHPB, Concejil 50/1, fol. 26, 1290-07-10, Miranda de Ebro. AHPB, Concejil 50/1, fol. 38, 1290-07-10, Miranda de Ebro. En la imagen de este testimonio rodeamos con un círculo azul la grafía -z final en la palabra que nos ocupa, Raytz, y en otra (voz) que se ve algo más clara para comparar ya que el trazo está ligeramente descuidado.
501
C O N S O N A N T E S IMPLOSIVAS EN LA D O C U M E N T A C I Ó N MEDIEVAL DE M I R A N D A DE E B R O : - T Y - D FINALES
.
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*>T v J S s . ^v Í ^ J - S Í , V j i ^
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iba,
AHPB, Concejil 5 0 ' I , fol. 38, 1290-07-10, Miranda de Ebro.
Este rasgo parece que está mucho más acotado en el tiempo que las otras vacilaciones entre -t y -d, las cuales abarcan casi toda la cronología estudiada; en cambio, tanto los 6 documentos en los que se halla la forma Royz como el manuscrito en el que documentamos rayt y raytz solo comprenden dos décadas a finales del siglo XIII (1282-1291). Al mismo tiempo, en todos, excepto uno, valida los documentos Díago Périz, escribano público de Miranda 42 , quien indica que escriví o fiz escrivir la carta. Además, en el documento en que no aparece su nombre, el otorgante es el propio concejo de Miranda de Ebro, quien cierra la validación con mandámosvos
dar esta nuestra carta*3; por la fecha sabemos que en ese
momento Díago era escribano público en la villa - d e hecho, se conservan otros dos manuscritos suyos de ese mismo día 4 4 - y paleográficamente la letra es similar, por lo que seguramente se trate también de un original de su escribanía.
3.5 Otros Para finalizar comentaremos que hemos dejado fuera del estudio exhaustivo la onomástica, representada en el topónimo Valladolic?5 Ferrant/Ferrand,
y antropónimos como David, Almoravict6
o
así como las palabras alcaid y alcáyat, por ser arabismos, pues la fijación
de estos préstamos presenta muchos problemas de adaptación y una gran variación gráfica que no se puede estudiar con solo estos dos ejemplos, ya que tanto alcaid como alcáyat , por 'alcaide' (cfr. DCECH, s. v. alcaide), se registran solo en un documento cada uno 47 .
4 . CONCLUSIONES
42 43 44
45
46 47
Citado también a propósito de las variantes volundady voludat (vid. § 3.2.2.). AHPB, Concejil 50/1, fol. 28, 1290-07-10, Miranda de Ebro. AHPB, Concejil 50/1, fol. 26, 1290-07-10, Miranda de Ebro y AHPB, Concejil 50/1, fol. 38, 1290-07-10, Miranda de Ebro. Curiosamente advertimos que en los documento de Concejo aparece solo con -d frente a los abundantes casos de Valladolit en la cancillería real. Este nombre corresponde a Almoravid, obispo de Calahorra a finales de siglo XIII. Alcaid: AMME, Libro H112, doc. 1, 1321-03-12, Herrera. Alcáyat: AMME, Libro H l l l fols. 7r-12r, 13011304, Miranda de Ebro (3 ocurrencias).
502
A N A L O B O PUGA
En primer lugar queremos resaltar para este tipo de análisis la importancia de realizar un estudio no solo cuantitativo -con datos numéricos y cifras objetivas que ayuden a organizar el fenómeno examinado- sino también cualitativo, es decir, atendiendo a la procedencia de los ejemplos, especialmente los que resultan más llamativos o anómalos, como hemos visto en el caso de la escribanía de Díago Périz y su particular usus scribendi. A raíz de los datos quizá la única conclusión objetiva es que no observamos una variación importante desde el punto de vista cronológico: los ejemplos con -t y -d en este corpus conviven con bastante homogeneidad a lo largo de los dos siglos y medio que hemos estudiado. Por otra parte, parece obligado en un estudio grafemático en diacronía extraer conclusiones sobre el tema de la relación de las grafías con la fonética. A través de los ejemplos expuestos creemos que la distribución del par de oclusivas dentales en posición final en este corpus no obedece a una representación del rasgo sonoridad/sordez, sino a factores más bien gráficos. Justificamos esta hipótesis basándonos sobre todo en la observación de un elevado número de testimonios en los que se da la alternancia de soluciones con -t y -d en un mismo documento, así como en las apariciones no etimológicas, que indicarían la neutralización de la oposición fonética entre la oclusiva dental sorda y sonora en posición final de palabra. Nos situamos por tanto en la línea de afirmaciones como la citada de Torrens (1998: 314) o las de Sánchez-Prieto (2006), quien comenta también a propósito del caso de las dentales finales no etimológicas como algunt, ningund{vid.
§ 3.3.).
Parece improbable que, ni siquiera en la lectura, sonara la dental final. Creo que cabe hablar más bien de «habilitación gráfica» de una secuencia para expresar un valor que no tenía inicialmente. En efecto, si segunt pasó a pronunciarse mayoritariamente [según] pero seguía escribiéndose con nt, la secuencia gráfica [nt] quedaba habilitada para expresar el valor [n], y podía usarse para este valor en palabras en las que por su origen nunca tuvo valor fonético [nt]. (Sánchez-Prieto 2006: 252-253).
El mismo autor continúa exponiendo una breve cronología que «en el caso particular que nos ocupa nos lleva a la primera mitad del s. XIV como poco». Pues bien, gracias a nuestro corpus podemos ampliarla, con ejemplos esporádicos hasta finales del siglo XV. Este detalle justifica, en definitiva, trabajos como el que ofrecemos, con una descripción de usos gráficos para un caso concreto - l a s consonantes oclusivas dentales
finales
en
documentación medieval del norte de Burgos-, que puede aportar nuevos datos y así contribuir, unido a otros estudios parciales de documentos procedentes de otros fondos, a mejorar el conocimiento general que tenemos de la historia del castellano a través de sus textos. 503
CONSONANTES IMPLOSIVAS EN LA DOCUMENTACIÓN MEDIEVAL DE MIRANDA DE EBRO: -T Y - D FINALES
Fuentes documentales GRUPO DE ESTUDIO DE DOCUMENTOS HISTÓRICOS Y TEXTOS ANTIGUOS DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA ( G E D H Y T A S ) :
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Corpus de documentación medieval castellana de
Ebro
(en
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«Interpretación
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Disponible en línea:
[consulta: enero
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504
A N A LOBO PUGA
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505
Contribución al estudio del ensordecimiento de las sibilantes en el castellano norteño: los documentos de Miranda de Ebro (siglo xiv) * Vicente J. Marcet Rodríguez (Universidad de Salamanca)
1. INTRODUCCIÓN
Una de las cuestiones más comentadas de la historia del español es el ensordecimiento de las consonantes sibilantes, cuyos inicios cronológicos y geográficos, después de más de cien años de investigaciones sobre el tema, siguen siendo objeto de estudio entre los lingüistas, pues, a medida que se analizan nuevos textos y documentación de la más variada datación y procedencia, salen a la luz nuevos datos que aconsejan no poner punto y final, al menos de momento, a la investigación sobre los orígenes del fenómeno. En las últimas décadas han surgido numerosos estudios centrados en la evolución de las sibilantes en distintos lugares de la Peninsula durante los siglos XIII-XV 1 , con unos resultados que, en líneas generales, parecen indicar que el fenómeno estaba mucho más extendido de lo que tradicionalmente se había supuesto, pues, durante largo tiempo, había sido aceptada la idea de que el ensordecimiento de las sibilantes era originario del norte peninsular, concretamente de las tierras castellanas limítrofes con el vasco, que, al carecer de sibilantes sonoras, podría haber actuado como factor impulsor, o al menos coadyuvante, del cambio que se operó en estos sonidos 2 . Los nuevos testimonios encontrados en la documentación medieval, que en el caso de los textos escritos enteramente en romance se remontan ya al siglo XIII, parecen también haber adelantado considerablemente los orígenes del ensordecimiento, datado en un principio hacia finales del siglo XV o comienzos del XVI 3 . En fecha reciente hemos abordado la situación de la representación de las sibilantes durante el siglo XIII en el nordeste de Burgos (Marcet, en prensa), al entender que se trata de
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Este trabajo ha contado con unas ayudas económicas del Ministerio de Ciencia e Innovación del Gobierno de España (ref. FFI2010-15144) y de la Junta de Castilla y León (ref. SA 024A11-1), concedidas al proyecto de I+D+I "Estudios de variación lingüística en la documentación medieval y renacentista de Castilla y León. I. Los documentos de Miranda de Ebro. Edición y estudio". Tal es el caso de Ciérbide 1988, Líbano 1998 y Terrado 1991: 42-61 para Aragón y Navarra; Carrasco 1998 para La Rioja; Carrasco 1987: 173- 190, Marcet 2006 y 2011, Morala 1993, Orazi 1997: 328-332 y 344-347 y Pascual 1988 para León; y Alien 2005, Diez de Revenga 1998, Frago 1993: 213-238 y Mancho 1998 para Andalucía y otras áreas periféricas del castellano. Puede hallarse una interesante revisión del estado de la cuestión en Cabrera 1992. Lo cual no quiere decir necesariamente, como ha puesto de manifiesto M. Ariza (2002: 123 y 124), que la desonorización de las sibilantes se produjera y consolidara al mismo tiempo en todas las regiones de la Península, ni tampoco en todas las capas sociales, como parece probar la existencia de islotes conservacionistas todavía durante el siglo XX o el mantenimiento de /z/ en judeoespañol a finales del siglo XV.
CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DEL ENSORDECIMIENTO DE LAS SIBILANTES EN EL CASTELLANO NORTEÑO . . .
una zona de especial relevancia geográfica, puesto que tradicionalmente se había considerado parte del foco de difusión del fenómeno. Tras analizar una serie de 44 documentos notariales redactados entre 1262 y 1296 en el antiguo concejo de Miranda de Ebro, al norte de la provincia de Burgos, y localidades próximas, observamos que las confusiones gráficas entre sibilantes eran harto frecuentes, pues registrábamos ejemplos en más de la mitad de los documentos consultados. Los datos parecían sugerir que el fenómeno se encontraba bastante extendido en los dominios norteños burgaleses a finales del siglo
XIII,
aunque no enteramente
generalizado, pues buena parte de los ejemplos se concentraban en documentos redactados en una misma notaría. Ahora bien, tampoco debe descartarse la posibilidad de que buena parte de estas confusiones fueran meras alternancias gráficas, sin correlación directa con el plano fonético4.
2. PLANTEAMIENTO
Con el presente estudio queremos aportar nuevos datos que ayuden a un mejor y más aproximado conocimiento del ensordecimiento de las sibilantes en esta región de la península, con el propósito de intentar precisar un poco más los discutidos orígenes del fenómeno 5 . Hemos querido realizar una continuación de nuestra investigación anterior y por ello, en esta ocasión, nos hemos centrado en los documentos redactados a lo largo del siglo xiv en el primitivo concejo de Miranda de Ebro y en sus inmediaciones, incluyendo poblaciones de las provincias vecinas de Vitoria y La Rioja. El corpus está integrado por 32 documentos de concejo conservados en el Archivo Municipal de Miranda de Ebro (AMME) y en el Archivo Histórico Provincial de Burgos (AHPB). En su mayor parte han sido redactados por escribanos públicos de Miranda, aunque también encontramos documentos compuestos en localidades próximas, como Burgos, Carraleo, Frías y Gorejo (en la provincia de Burgos), Briones y Cornago (La Rioja) o Vitoria. Para poder abordar el estudio del fenómeno con una mayor profundidad, nos ha parecido más oportuno centrarnos en el análisis de una de las parejas de sibilantes: las fricativas apicoalveolares, por ser las que presentaban más casos de confusión en la centuria anterior. 4
5
Como hemos argumentado anteriormente en Marcet 2011. Cf. también, para esta cuestión, Torrens 2003: 371 y 372. Este estudio forma parte de un proyecto colectivo mucho más amplio llevado a cabo por el Grupo de Estudios de Documentos Históricos y Textos Antiguos, de la Universidad de Salamanca (http://campus.usal.es/~gedhytas/), dirigido por la doctora M.a de las Nieves Sánchez González de Herrero, y que tiene como objetivo la transcripción y edición de la documentación medieval de Miranda de Ebro (siglos xill-xv) y su posterior estudio histórico-lingüístico en sus más variados niveles: paleogràfico, diplomático, grafemático, fonético-fonológico, morfológico, sintáctico, léxico y semántico, sin descuidar otros aspectos relacionados con las tradiciones discursivas, la pragmática o la sociolingüistica históricas.
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VICENTE J. MARCET RODRÍGUEZ
Somos conscientes, no obstante, de que, para un conocimiento más exacto de la cuestión, los resultados obtenidos aquí no deben ser tenidos en cuenta de forma aislada, sino que merecen ser cotejados con la situación que ofrezca en estos mismos documentos la representación gráfica de las restantes dos parejas de sibilantes, y cuyo estudio espera ser publicado en fecha reciente. En este sentido, conviene recordar las palabras de J. A. Frago (1993: 281), para quien carecen del mismo valor las confusiones que tienen lugar entre s y ss que las que afectan a las restantes parejas de sibilantes, debido a la similitud formal de las dos primeras, ya que una es reduplicación de la segunda. En este sentido, podría atribuirse, en muchos casos, a las aparentes confusiones entre s y ss una motivación similar a la que posibilita durante buena parte de la Edad Media la alternancia con el mismo valor fonético en otras parejas de grafías de similares características, como 11 y l o nn y n, alternancia basada en la simple permeabilidad gráfica de la escritura medieval. Sin embargo, el comportamiento de estas parejas de grafías en la documentación notarial en el transcurso del siglo XIV, así como el de otras parejas similares como f f y f o rr y r, no es exactamente el mismo, como pondremos de manifiesto a lo largo de estas páginas.
3. ANÁLISIS GRÁFICO
De los 32 documentos fechados en el siglo xrv, diversos han sido redactados por el escribano público Miguel Roiz, quien todavía parece mantener nítidamente la distinción entre la pareja de sibilantes fricativas apicoalveolares. Buena parte de estos documentos son traslados de diferentes cartas y temas recogidos en un cuadernillo y realizados entre 1301 y 1304 (AMME, Libro H l l l , doc. 01). En el primer documento, un traslado de nombramientos de personeros realizado en Miranda en 1301, se emplea la grafía geminada ss en las dos únicas ocasiones en las que aparece la sibilante sorda /s/: en la forma de pretérito imperfecto de subjuntivo ffuessemos
( < -ISSEMUS)
y en el adverbio assy
( < AD
slc). Por su parte, los numerosos
ejemplos correspondientes a la sibilante sonora Izl se encuentran transcritos mediante una sola s; tal es el caso de las formas casas CAUSAM),
cosas, pesquisas
QUERELLOSUM), SURSUM)
6
6
( < CASAM),
( < PERQUISÍTAM),
quisieren (2 oc.) (
/§/
Como vimos, en español centro-norteño consigue mantenerse la pronunciación apicoalveolar de 's', proveniente probablemente de un sustrato ibérico a falta de mejor explicación, por lo que va adelantándose el punto de articulación de la resultante fricativa de la antigua africada dental, ensordecido tempranamente su par sonoro, y va adquiriendo un timbre ciceante, de modo que, además de la oposición interdental :: apicoalveolar, surge la oposición mate :: estridente. Independientemente de que tras la fricativización de las africadas dentales, 's' no se pronunciara mayoritariamente apicoalveolar en Sevilla, foco irradiador de la nivelación andaluza, bien por algún sustrato no identificado o por una nivelación producida posiblemente debido a la varia procedencia de sus repobladores, las grafías y los testimonios sobre la confusión sevillana y del occidente andaluz apuntan hacia una desfonologización, cuyo resultado fue a favor de la sibilante dental sorda /s'/>/§/, así como de la dental sonora /z/>/z/ si el ensordecimiento fue posterior. Ximénez Platón emplea el término «sesear» para el seseo apicoalveolar de los valencianos y reserva «zezear» para los andaluces. Lo mismo hace Juan Villar en su «Arte de la lengua española» de 1651, pero habla también del zecear, o sea, del trueque de 's' por 'c' y viceversa que atribuye al occidente andaluz, en una época en que la interdentalización estaría ya muy avanzada en el castellano, por lo que es probable que con «zecear» se refiera ya tanto al «ceceo» como al «seseo» modernos (Satorre 1995: 143). Sin embargo, sigue habiendo opiniones encontradas sobre lo que los tratadistas y escritores de la época querían decir con los términos «9e9ear», «cecear» y «zezear». Por un lado, Guitarte (1992) y Mondéjar (1991) consideran que el seseo y el ceceo actuales son de origen moderno y que «fegear», «cecear» y 566
JOSÉ SANTISTEBAN
«zezear» aludían a una pronunciación dental siseante del fonema resultante en andaluz. Por otro lado, Lapesa (1985) y Alvar (1990) piensan que esos términos se referían en un principio a la realización en Andalucía como dentales siseantes de la sorda y sonora apicoalveolares; más tarde, ya a finales del siglo XVI, sigue empleándose «zezear» ya indiferentemente para referirse también a la sorda, y por la misma época todos estos términos se referirían tanto a las variantes «siseantes», como a las «ciceantes». El hecho de que no se utilice «seseo» para la peculiaridad andaluza puede deberse a que dicho término estaba reservado para el valenciano y el catalán, cuya realización de la dental es también apicoalveolar y era distinguida perfectamente por los castellanos, al igual que distinguían que su /s/ pronunciada por andaluces era '9' y no ' s \ El término seseo amplía su significado en el siglo XIX para abarcar también a la nivelación andaluza, pues ahora lo que se considera es la diferencia estridente :: mate de las realizaciones andaluzas, reservándose seseo para la estridente y ceceo para la mate. Entre 1810 y 1814 se reúnen en las Cortes de Cádiz diputados distinguidores, seseantes -tanto de América como de Andalucía- y ceceantes andaluces, entre los que destaca el diputado Vicente Terrero, objeto de las mofas de muchos diputados por su ceceo andaluz marcadísimo. Se trataba ya sin duda del ceceo moderno y era un rasgo de poco prestigio, si bien sigue habiendo personas ilustres ceceantes como José Chamizo, Defensor del Pueblo Andaluz. Mi hipótesis es que en el origen de la nivelación andaluza en el siglo XVI se daban estados de habla de gran variación: lo que se llamaba 9e9eo, que sería seseo, ceceo y seceseo-ceseceo, tal y como ocurre hoy en hablantes urbanos de ciudades inmersas en la zona de ceceo, así como distinción y «zezeo» con dental sonora. Salvo esta realización sonora, la convivencia en estas ciudades de varias realizaciones del mismo fonema, y cada vez más en los mismos hablantes, apunta a que podemos estar asistiendo en el plano sincrónico a un escenario parecido al que se dio en diacronía.
2.2 Transfonologización
/s/>/h/
El reajuste fonológico /§/>/9/ que se da en el castellano septentrional, explicado como una reestructuración que amplía el margen de seguridad con /s/ apicoalveolar, afecta también a la sibilante fricativa palatal, produciéndose la transfonologización /s/>/x/, tanto por analogía como por ampliar más aún el margen de seguridad. La nivelación en la sibilante dental vista en andaluz no haría necesaria tal reestructuración, pero sí ocurre por influencia del castellano, aunque con un resultado postvelar, probablemente a causa de la existencia de la aspiración en palabras procedentes de f- latina. 567
C A U S A S Y CONSECUENCIAS DE LA NIVELACIÓN DE LAS SIBILANTES EN ANDALUZ
A mediados del siglo XVI aparecen los primeros testimonios claros sobre el retraso del punto de articulación de la sibilante palatal fricativa (Lapesa 1985: 377-379) y desde finales del siglo XVI ya es posible encontrar numerosas grafías con 'h', empezando por el famoso paharito de Góngora de 1600, composición en la que también aparece vieho. No hay grandes discrepancias sobre esta velarización y aspiración, según las zonas, y parece ser que pudieron convivir largo tiempo con la pronunciación palatal, hasta abandonarse ésta paulatinamente durante el siglo XVII.
2.3 Aspiración de-s implosiva Al faltar testimonios tempranos sobre este fenómeno, serían las grafías el único apoyo para afirmar que es contemporáneo con el reajuste fonológico en el paso del castellano antiguo al español moderno y, en parte, consecuencia del mismo. Algunas grafías delatantes del aflojamiento de '-s' datan ya de finales del siglo del XV, si bien no es hasta el siglo XVI cuando se multiplican en el sur de España, Canarias y América (Lapesa 1985: 275-276; Frago 1999: 66-68). Para otros expertos, esta aspiración es muy posterior y se aporta un ejemplo del siglo XIII para rebatir omisiones tempranas de '-s', concluyendo que no sólo la aspiración de '-s' implosiva en Andalucía y América surge de forma independiente, sino que también el 'ceceo' en su sentido moderno es reciente, siglos XVIII y XIX (Mondéjar 1991: 197-199; Salvador 1987: 70-78). La no aparición de las grafías correspondientes puede deberse a simples descuidos, pero su multiplicación a lo largo del siglo XVI es muy significativa. Por su parte, la elisión de las oclusivas postnucleares era una tendencia del castellano antiguo que culmina en el siglo XVI: el propio Juan de Valdés prefiere afetación en su Diálogo de la lengua, y no es sino hasta los siglos XVIII y XIX cuando proliferan los cultismos y se repone el segmento oclusivo en la lengua culta, extendiéndose algunos de estos vocablos al habla cotidiana, para alcanzar gran difusión durante el siglo XX con la universalización de la educación. Para Catalán (1989: 85-96), la aspiración de -s pudo tener su origen en zonas con ' s ' dorsodental que habían llevado a cabo la nivelación con la alveolar, siendo en las zona de ceceo y en hablantes ceceantes urbanos donde la aspiración y la pérdida tienen más presencia, aunque también se da el fenómeno en el oriente andaluz y en algunos dialectos caribeños. La no marcadez del rasgo [+distribuido] que antes atribuimos a la 's' del andaluz puede propiciar el debilitamiento del segmento implosivo, del mismo modo que la marcadez del rasgo [distribuido] de los dos fonemas castellanos /s'/y /O/ podría contribuir a su mantenimiento, pues los convierte en elementos fuertes e impide su debilitamiento incluso en la posición más débil 568
JOSÉ SANTISTEBAN
(Harris 1986: 43-44). En varios estudios de redes sociales en la ciudad de Málaga se ha constatado que el nivel sociocultural sí favorece algo la conservación de -s, sobre todo en las mujeres, y la condición de varón la aspiración y la elisión, al tiempo que los informantes con más probabilidad de ceceo no presentan conservación de '-s', ni siquiera los de nivel sociocultural alto, mientras que la probabilidad elisión tanto de '-s' como de oclusivas postnucleares es mayor que la de aspiración. Así, el ceceo restringe enormemente la conservación de estos segmentos y favorece la elisión, lo que apuntaría a que este fenómeno habría estado en el origen del proceso (Vida 2003: 205-230; Santisteban 2007: 15-17). Pero como hemos indicado, además de en zonas dialectales americanas, este fenómeno se da también en zonas de seseo y distinción, y en posición final absoluta se aspira o elide prácticamente en toda Andalucía (Alvar 1973: ALEA VI, mapa 1718). Incluso desborda las fronteras de Andalucía y penetra en Extremadura, en la Meseta Sur y en la región murciana, alcanzando incluso vernáculos urbanos de Castilla, por ejemplo en la ciudad de Toledo: conservación 56 %, aspiración 39 % y elisión 6 %, en posición interior (Vida 2003: 15). Es de resaltar que en la Meseta Sur la aspiración alterna con la velarización, por ejemplo el famoso [éxke] 'es que' de José Bono, lo que demostraría la tendencia a la conservación del rasgo [-distribuido]. Habría que comprobar si la coronalidad y alveolaridad de las 'eses' de muchas regiones americanas de conservación de -s implosiva podrían conferirles este rasgo de marcadez.
2.4 Fricativización
de /&/ >[s]
No hay alusiones a esta fricativización, como variante socio-dialectal, hasta entrado el siglo XX, primero en Hispanoamérica y luego en Andalucía. La grafía esporádica 'sh' para representar esta fricación también es moderna, por lo que puede suponerse que el propio fenómeno también lo es. No obstante, tanto en Hispanoamérica como en el sur España esa fricación ha sido teóricamente mucho más probable debido a la desaparición del orden alveolar y a la posteriorización de /s/>/h/, por lo que /c/ amplía su margen de seguridad, alternando el alófono africado con el fricativo, muy raro éste en la Península fuera de Andalucía y, normalmente, utilizado para imitar el habla de esta región. El fonema /£/ se realiza africado en el norte y oriente andaluces casi coincidiendo con la zona de la distinción, aunque penetra irregularmente en zonas de ceceo y seseo. Por el centro de Andalucía, se extiende de este a oeste una franja en la que coexisten las realizaciones africadas y las fricativas, y que va ganando la costa en la provincia de Málaga (Alvar 1973: ALEA VI, mapa 1701), para extenderse por el litoral hasta la propia Almería. Las realizaciones exclusivamente 569
C A U S A S Y C O N S E C U E N C I A S DE LA NIVELACIÓN DE LAS SIBILANTES EN A N D A L U Z
fricativas se dan en amplias zonas de la provincia de Cádiz, con apariciones esporádicas en las provincias de Huelva y Sevilla, aunque también es muy característica de Sevilla capital (Alvar 1973, ALEA VI, mapa 1709). Vemos que geolectalmente el ceceo y el seseo propician en gran medida la realización fricativa, cosa que podría apuntar a que se tratara de fenómenos relacionados incluso en su origen. Esta correlación en sincronía se ve más clara en los estudios de redes sociales múltiples de la ciudad de Málaga, con una mayoría de coocurrencias del ceceo con el alófono fricativo de /c/> [s], seguida por el seseo y siendo mucho más baja con la distinción de /s/ y /0/ prenucleares (Villena 1997: 97; Cuevas 2001: 153-159). Ello se ve corroborado en una red particular del barrio malagueño de la Trinidad, con un media de [c] de (.49) y de [s] de (.51). Los informantes cuya probabilidad de indistinción es superior a (.80) -'ceceo, seseo o ceseceo' juntos-, presentan un grado de fricación de 'ch' por encima de (.70), siendo aún más alta en los que cecean totalmente; por su parte, los que presentan un grado de distinción de /s/ y /0/ superior a (.50), tienen un grado de fricación de 'ch' inferior a (.30), muy por debajo de la media de la red (Santisteban 2003: 62-64).
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Española
El seseo en las actas del Cabildo de Caracas y la influencia de las escuelas de escribanos María Josefina T e j e r a y Laura Silva N o n e s (Universidad Central de Venezuela)
1. INTRODUCCIÓN
Con el objeto de conocer el grado de aceptación del seseo en una provincia española del Caribe, a finales del siglo XVI, tomamos como ejemplo las actas del Cabildo de Caracas. Nos pareció que los escribanos del Cabildo estarían mejor formados que los escribanos del primer momento, pues en algunas oportunidades los mismos conquistadores ejercieron este oficio para llenar la falta de los nombrados oficialmente. Este parece ser el caso de algunos de los que sirvieron como soldados, en la Provincia de Venezuela, como Juan de Villegas, Juan de Carvajal, Alonso Pérez de Valenzuela, Alonso de la Llana, Juan Quincoces de Llafia y otros que figuran como escribanos y de quienes según, Nieves Avellán de Tamayo, no se han podido ubicar los títulos. Al comienzo de la Conquista, el rey otorgaba, siguiendo las Siete Partidas de Alfonso X, el Sabio, el título de escribano, pero en América, a medida que avanzaba el siglo XVI, según las necesidades de las regiones, la Corona se vio obligada a dictar una serie de Reales Cédulas, Provisiones y Cartas Reales con ordenanzas respecto a los escribanos. Estas medidas se originaron en las diferentes actividades que habían adquirido estos funcionarios en la fundación de pueblos y ciudades, y también en diferentes actividades administrativas y económicas, de modo que se acentuaron las demandas de escribanos y se multiplicaron sus funciones. La influencia de los escribanos fue, pues, de suma importancia en las nuevas provincias españolas. Se ha estudiado muy bien cómo fue el proceso de aceptación de una sola sibilante en vez de las cuatro medievales, pero no se considera que la aceptación total que se cumplió en Sevilla y en América haya respondido sin duda a la influencia de los escribanos que eran muy respetados en lo que se refiere a la ortografía. Es lo que se deduce de la disciplina que imponía a sus discípulos el maestro Pedro de Madariaga Vizcayno, quien desarrolla con lujo de detalles en su libro Honra de escribanos,
las reglas «modernas» de la ortografía. Más
adelante se insistirá sobre la importancia de esta obra. Para ejercer como escribano se exigía haber estudiado entre dos y cuatro años, haber practicado el oficio durante más de dos años, ser mayor de 25 años de edad y no tener linaje de moros ni de judíos, a lo que se agregó en América no tener sangre de indio ni de negro. Además, debían disponer de una suma de cuarenta mil maravedís o de una fianza por el mismo monto, para poder optar a ejercer su oficio. Los documentos eran enviados al Rey que
EL SESEO EN LAS ACTAS DEL CABILDO DE CARACAS Y LA INFLUENCIA DE LAS ESCUELAS DE ESCRIBANOS
procedía a otorgar el Título. Al principio, el Rey los confería para agradecer servicios, pero a partir de 1559, el Título se compraba. Los primeros escribanos que vinieron a América ya habían estudiado en su lugar de origen, en algunos casos en escuelas especiales o también en las escribanías. Cada uno de ellos, al llegar al lugar que se le había asignado, presentaba sus documentos y se sometía a un examen. Debido a las dificultades que existían para asistir a escuelas especiales, en algunos lugares de América, los candidatos que querían ejercer este oficio aprendían con sus padres. Una de las atribuciones del escribano consistía en presidir la fundación de las ciudades y describir cómo se había llevado a cabo. De la fundación de Caracas dio fe Alonso Ortiz, Escribano de Cabildo, en un documento perdido. Así como también se consideran perdidos los años 1575, 1576, 1577 y 1578 de las Actas del Cabildo. Estos documentos faltaban desde finales de ese siglo, según declaran los contemporáneos. Pero a pesar de esta falta, las Actas del Cabildo presentan datos interesantes sobre el proceso de instalación del seseo en la ciudad que, ya para ese entonces, se había declarado Capital de la provincia de Venezuela (Bermejo de Capdevila 1997: 57). Al leer los documentos, lo primero que llama la atención es la diferencia de ortografía de cada uno de los escribanos. Se explica esta diferencia porque durante el siglo XVI se produjo un cambio importante del español. Entre esos cambios hay uno que todavía llama la atención y es la simplificación de las cuatro sibilantes medievales y la sustitución en el centro de España por dos sibilantes: la s apicoalveolar y la z/c interdental fricativa sorda; y en la zona meridional de España y en América por una sola sibilante predorso-alveolar. Este cambio se hizo más fuerte en la región de Andalucía donde permanecían muchos árabes y donde no se había instalado todavía la enseñanza del español. Las personas menos cultas adoptaron rápidamente la simplificación a una sola sibilante, cambio que pasó con los pobladores a América, donde el fenómeno se expandió y se aceptó. Pero el proceso no fue ni inmediato ni homogéneo. Algunos estudiosos afirman que ya estaba establecido a principios del siglo XVI, pero como se verá en este estudio, los escribanos poco a poco instalaron una nueva ortografía que recogía no solo la simplificación de las cuatro sibilantes medievales sino los otros cambios que se produjeron durante ese siglo (Cano Aguilar 1988: 240). Las diferencias ortográficas dependen pues, del escribano. Influyen en ellos tres factores: 1.° el lugar de origen, 2.° la proveniencia social y 3.° el grado de educación. El lugar de nacimiento es definitivo en los escribanos porque si provenían del centro de la Provincia mantenían los rasgos lingüísticos de esta zona, diferentes a los que se estaban aceptando en Andalucía. La proveniencia social también es importante pues se supone que las personas de 574
M A R Í A JOSEFINA T E J E R A / L A U R A SILVA N O N E S
origen más humilde, puesto que carecían de educación, se adaptarían más fácilmente al seseo y a otros rasgos lingüísticos. Y el grado de educación era fundamental porque en España existían escuelas, donde los aspirantes podían asistir de dos a cuatro años para aprender los gajes del oficio y capacitarse para ejercer los cargos de escribanos. Para comprender mejor el estado de la escritura en estos textos de las Actas, hemos buscado los datos de cada uno de los escribanos de modo de poder ubicarlos según los rasgos citados. Lo que resulta más difícil de conocer es cómo pronunciaban; si seguían su pronunciación al escribir o si se dejaban llevar por la ortografía establecida. En el caso de las palabras que comenzaban por h como haber, sabemos que ya la h no se pronunciaba y por eso escribían todos los tiempos de ese verbo sin h. Igual con febrero, pues no pronunciaban l a / y por eso en muchos documentos aparece ebrero. Para estudiar los documentos hemos utilizado la versión de 1943, publicada por la Editorial Élite. Hemos seguido estas transcripciones porque el original está dañado y no puede leerse. La primera Acta que se conserva tiene fecha de 9 de enero de 1573. Y está firmada por Juan Fernándes de León, escribano, que se mantiene en el cargo hasta el 12/02/1573. De este escribano sabemos que era originario de Portugal, que fue fundador de Guanare y que estuvo presente en la fundación de Caracas, la cual tuvo lugar en 1567. En las 16 cartas que firma, se leen algunas palabras con seseo, pero no son definitorias pues parecen más bien repeticiones populares que él tomó de otros escribanos. Como son: haser, posesión, asequia y desir.
2 . L o s ESCRIBANOS DEL CABILDO
Nuestro estudio abarca 20 años: desde enero de 1573 hasta diciembre de 1593. Durante ese tiempo 14 escribanos trabajan en el Cabildo de Caracas. Algunos permanecieron más tiempo; otros por escasos meses, porque alternaban en esas tareas. No se explica por qué procedían así. De todos modos, consideraremos en conjunto los textos de sus varias estadías en el cargo y procuraremos insistir en el estudio de los escritos de quienes permanecieron más tiempo. Andrés de San Juan firma el 15/02/1573 una de las primeras cartas y continúa hasta el 15/02/1574. Era natural de Soria, España, hijo de Alonso de San Joan, quien fue procurador del Consejo de Indias. En 1562 y desde el Cabo de la Vela, solicita se le otorgue el título de escribano, «porque tiene avilidad y es buen escribano y aceptado por escribanos y saver muy bien la nota y lo demás que se requiere para usar el dicho oficio» (Tamayo 1994: 45). En 1558-1568 ejerce como Escribano de Cabildo en Nuestra Señora de la Paz de Trujillo y levantó el Acta de Fundación de la ciudad. En 1565 es Escribano de Su Majestad en Coro. Está presente como escribano en la fundación de Caracas, y luego permanece allí hasta 1568. 575
EL SESEO EN LAS ACTAS DEL CABILDO DE CARACAS Y LA INFLUENCIA DE LAS ESCUELAS DE ESCRIBANOS
En 1571 aparece como Escribano Público y luego, en 1574 ejerce como Escribano de su Majestad en la misma ciudad. Como Escribano Público se encuentra en Barquisimeto en 1576. Su origen y su trayectoria explican que fuese distinguidor y, en efecto, en las actas que firmó, apenas se encuentra una palabra escrita con ese: haser, pero una sola palabra no demuestra que fuese seseante. El siguiente escribano es Diego Leonís Picón, que toma el cargo el 16/03/1579 hasta el 14/04/1579. Apenas un mes. Se sabe que era Escribano de Gobernación y que se encontraba en Caracas desde 1574. Este escribano sí es seseante, como se aprecia en los siguientes ejemplos: dies por diez, exergisio, rresevido, exerser, serca, sercados, serque, presio, aserca, rresibieron, rresevían, rresebieron, condisión y presencia. Lo sucede en el cargo, Antonio de Villanueva, nacido en España. Para ejercer la escribanía en la ciudad de Santiago de León de Caracas en 1578, tiene que pagar la cantidad de 410 pesos de oro fino. Ejerce el cargo entre el 04/07/1579 y el 12/02/1580, como Escribano Público y del Cabildo. No es seseante, sin embargo, en sus actas se encuentran: oseano, siudad, pareser, conoser y hacer. El próximo escribano que se mantiene en el cargo por un largo tiempo es Rodrigo Gallegos que ejerce desde el 14/10/1590 hasta el 31/07/1592. Continúa por varios años más, pero no se analizará ese período porque sobrepasa los límites de este trabajo. Figura como Escribano de Registro, Público y del Cabildo, pero deja un mal recuerdo, pues según los contemporáneos fue «suspendido por varios años por muchas y grandes culpas que cometió en el dicho oficio» (Tamayo 1994: 110). Era nacido en la Península, pero no hemos ubicado exactamente dónde, lo que sería interesante saber porque era seseante. Algunos ejemplos suyos son: presensia, paresió,
haser, mersedes, perjuysio,
asequias,
tersero, paresió,
carneserías,
perjuysio, petisión, relasión, notisia, tersero, susesibo, apersebir, apersebimiento, espesial, relasión, repartisión y serró. Otros ejemplos: elesiones, ofisiales,
pedaso, negosios,
empesaron,
preser, pareser, resibió, consierte, consierto, disiembre, serró, resibió, sédula, consertado, sierto,
párese,
cavesas,
carneserías,
dose,
siertas,
serquen,
lisengia,
hasiéndose,
apersebimiento, quinse, désimo, doseno, orasión, carsel, sinquenta, asóles, bes, naser, pertenensia,
asequia,
desinuebe,
torser,
sercas,
hordenansas,
paresió,
resibieron,
declarasión, condisiones, resebieron, honse, paresió, sapatero, fiansas, gose, hasia, y perjuysio. Algunos de estos ejemplos se repiten varias veces en diferentes actas y a veces en la misma línea, lo cual demuestra que no se trata de casualidades ni de descuidos sino de verdadera convicción y práctica.
576
M A R Í A JOSEFINA TEJERA/ L A U R A SILVA N O N E S
Después de Rodrigo Gallegos alternan en el oficio dos escribanos: Juan Rodrigues y Jhoan de Rodriges. No sabemos si se trata de un solo individuo o de dos porque no hemos podido identificar a Juan Rodrigues. Es posible que se trate de un solo individuo porque en aquella época la ortografía de los nombres y apellidos no era rigurosa. Tan pronto escribían los nombres de una manera, tan pronto lo hacían de otra lo que no facilita la identificación. La mejor manera de conocer los nombres consiste en ver los sellos que ellos hacían para identificarse en los documentos importantes. Así se descubre el nombre verdadero de Hernando Ruiz de la Ahumada y no Fernando como aparece en Tamayo. También conocemos el nombre completo de Antonio Villanueva de Portinao, de origen portugués. Y el de Alonso García de Pineda, el de Jhoan Rodríguez o Rodrigues, según se usaba en esa época que quizás se confunde en los documentos con Juan Rodrigues. En todo caso, los textos de estos dos escribanos no son seseantes, aunque aparezcan algunos términos en los que se prefiere usar la ese. Entre los documentos de Juan Rodrigues aparecen: dies, subsesivas, serque, crus, fianzas. Y entre los documentos de Jhoan Rodrigues aparecen: hasserme, merssed, hisso, franssés, hisse, siertos, meresco, conosido, rassón, hisse, probinsias, exerser, asequia y serró. Más seseante fue Alonso García de Pineda que aparece desde sept./1589 hasta el 26/11/1593, unas veces como redactor de las actas y otras veces como transcriptor de los documentos que venían desde España. En las actas firmadas por él se leen los siguientes términos: padese, dies, suplicasion, jueses, serca, tersia, conosco, obedesian,
obedesieron,
acresentamiento, sédula, paresco, jueses, cabesas, acresentamiento, cortsertado, hordenansa, ordenansa, valansas, cabesadas y rrosen. Perjuisio, dies, jueses, conosemos, conosco. Y también mersedes, paresco, haser, exerser, siudades, sercas, pareser, sitando,
besinos,
diferensias, serque, torsidas, enderese, hesitas, hisiere, hasello, jues. Dias, dies, sercanas, regosixa, regosixo, paresco, haser, dose, siertos, serritos, sien, consedan, gosar, gose, asequias y aderecen. Algunos repetidas varias veces en los diferentes textos. Le sigue Hernando o Fernando Ruiz Aumada, escribano del acta fechada del 28/06 de 1593. Más tarde, en 1596 fue nombrado Escribano de Gobernación en Santiago de León de Caracas.
577
EL SESEO EN LAS ACTAS DEL CABILDO DE CARACAS Y LA INFLUENCIA DE LAS ESCUELAS DE ESCRIBANOS
3 . L O S D O C U M E N T O S OFICIALES R E D A C T A D O S EN E S P A Ñ A
Se acostumbraba que los documentos que enviaban desde la Corte con las cédulas, instrucciones, provisiones y ordenanzas reales se copiaran en el libro de Actas. Esta tarea la llevaba a cabo el escribano que estuviera en cargo. Ellos decretan que son totalmente fieles al original y no hay razones para no creerles. Sin embargo, al leerlos nos sorprenden los casos de seseo de los escribanos que escriben desde la Península. Uno de los más importantes e interesantes es Juan de Ibarra, natural de Éibar, instalado en Madrid desde joven. Allí comenzó su carrera de funcionario público que se inicia en 1585 cuando obtiene el cargo de Secretario del Consejo de Indias. Es nombrado también Secretario y Escribano de Cámara de Justicia. Gracias a la confianza que le otorgaba el rey Felipe II llegó a tener mucha influencia en el Consejo de Indias. Los documentos que envía a Caracas son asuntos referentes al gobierno de estas regiones y respuestas a solicitudes que le había enviado el Cabildo de Caracas. Están debidamente firmados por él, que se considera responsable. Lo que no sabemos es si él mismo los redactaba o si esta labor estaba en manos de otros funcionarios. En todo caso, si Juan de Ibarra hubiera considerado mal escritos estos términos los hubiera mandado a corregir. El primer documento firmado por él es del 4/09/1591. En ese documento se encuentran los siguientes términos: sevile por civiles, relasión, apelasión,
alcansarían,
provanssa, jues, tercero. En el segundo documento, fechado 20/10/1591, elaborado en San Lorenzo, aparecen los siguientes términos: cavesas por cabezas, acresentamiento,
ofisio,
fiansas, consernientes, fise, ofisio, hise, gosar y también otras confusiones como huzar por usar y huzareis por usareis. Y en el documento del 30/09/1591 aparecen: susede,
sédula,
prosesos, conosiedes, negosios, prosedays. El documento del 23/11/1591 es un traslado «bien y fielmente sacado de una provisión real», escrito en El Pardo, y en ese documento aparecen: jues, ofisios, asiendo, hiso, jaser
(donde se mantiene un uso antiguo), ofresió,
finansas,
hisieren, confiansa, rasón, haser, merezcan. Como también otros términos que evidencian la inseguridad que existía en la escritura: cerbicio por servicio, recidencia, secretario, por persona y posesión.
En el documento de 10/01/1592 aparecen: nessesarias,
perzona consedido,
sesarea, jueses, dies, dose. En el documento de 04/09/1591, aparecen: sesaria, sesasen, serca, jues, quinse por quince, provansas,
sitten [citen de citar], prosedan,
sinco,
haser, prosede,
sensuras, conosimiento, fuersa, jueses, siviles por civiles. En el documento de 10/01/1592 aparecen: ordenansa, fuersa, prosediere,
vesinos, patronasgo,
rasón, ofisiales, haserle, haserie,
dies,
cresidos, negosios y siviles. En un conjunto de traslados que comprenden ocho
cédulas reales escritas en Madrid, de fecha 18/03/1592 aparecen: jueses, ordenansa,
hasienda,
alcanses y dies. Al final se explica que las copias hechas en Sevilla están debidamente 578
M A R Í A JOSEFINA T E J E R A / L A U R A SILVA N O N E S
corregidas y «concerttado con el original de donde se sacó». Firman los testigos y al final agrega: «yo, Gaspar de León, escribano público de Sevilla, la fise escribir e fise aquí mi signo que es tal». La segunda cédula dice lo siguiente: «Estte traslado bien y fielmente sacado de una real cédula del Rey nuestro Señor, firmada de su real nombre y del secretario Juan de Ibarra», etc. Los traslados bien revisados por varios escribanos muestran que había un predominio de la ese y también que una serie de palabras acusan de confusión, como: vienez por vienes, perzona por persona, vezino por vecino y dispenzo por dispenso. Los numerosos términos en los que las grafías antiguas de las sibilantes son sustituidas por una ese plantean una serie de incógnitas. En primer lugar hay que descartar que el seseo pertenezca a un sevillano, por el origen de Ybarra y porque estaba domiciliado en Madrid. En segundo lugar, como escribano y menos aún escribano del rey, hay que desechar que se equivoque. En tercer lugar no se le puede considerar de una clase social inferior por su posición y por su riqueza. De modo pues, que estos términos fueron escritos con toda voluntad y conciencia. Lo mismo puede decirse de los términos que representan seseo en los documentos de otros escribanos como son: Gaspar de León, que escribe desde Sevilla, el 15/10/1592. En su escrito aparecen: jueses,
ofisiales,
hisiese,
bes, consertado,
comunicación de la misma fecha, se leen: sertificamos,
dose, y certificamos. nessesaria, atarasanas,
Y en otra prosediere,
dies y concertado. Entre los documentos de fines del siglo que hemos mencionado, aparece uno escrito por Francisco de los Covos en Toledo, el 15/01/1529, es decir, en fecha temprana. En este documento también se leen varias palabras escritas con ese, como: nesessarias, dies, nasimiento, jueces. Y en otra comunicación de la misma fecha: prosesos,
asiéndolas, conosiésedes,
negosios, prosedais, sinco, sesáreas, jueses y concedido. Esto prueba que desde muy pronto, se estaban escribiendo una serie de términos con una ese que no correspondía a la ortografía medieval sino al fenómeno de la simplificación hacia una sola sibilante. Los ejemplos aquí analizados de las actas del Cabildo de Caracas demuestran que los escribanos, tanto los que escribían en Caracas, como los que escribían desde España, incluían términos que sustituían a las consonantes medievales por la ese en sus escritos, y que esos términos podían ser en algunos casos muy abundantes (como son en los casos de Rodrigo Gallegos y Juan de Ibarra) y en otros, más escasos. Esto parece demostrar, que al menos entre escribanos, se estaba llegando a un acuerdo sobre la ortografía de algunas palabras de modo que seguían la pronunciación. La expansión del seseo en la segunda mitad del siglo XVI abarcó hasta el centro de la Península Ibérica, 579
EL SESEO EN LAS ACTAS DEL CABILDO DE CARACAS Y LA INFLUENCIA DE LAS ESCUELAS DE ESCRIBANOS
sobre todo entre los hablantes de los sectores populares, de modo que ellos, que eran una mayoría, impusieron muchos de sus rasgos lingüísticos.
4 . E L TESTIMONIO DE PEDRO DE MADARIAGA 1 5 6 5 Y EL APORTE DE LOS ESCRIBANOS
La imposición de un rasgo lingüístico se consolida cuando alguna autoridad lo acepta o lo promueve, es decir, le da categoría. Es lo que hizo Pedro de Madariaga en su escuela de escribanos durante un tiempo largo, y luego a través de su libro donde expone sus principios ortográficos. En 1565 se publica en Valencia este Libro subtilissimo escrivanos, compuesto y experimentado por Pedro de Madariaga
intitulado Honra de
Vizcayno.
De todas las proposiciones que Madariaga 1565 presenta a sus discípulos es de suma importancia la que expone en el capítulo segundo titulado: «de cómo las letras corresponden a la pronunciación». Allí sigue un criterio que constituye una innovación que simplificaba la escritura y hacía más fácil la tarea de los escribanos. Sus palabras son sencillas y claras: Ya se ve aquí que nuestro escribano debe conocer en este tratado las letras de otra manera que en el primer abecedario que dimos en el triángulo. Porque ahora no se deben considerar según la figura de cada letra, sino según la pronunciación porque medimos las letras según conciertan con las palabras, conforme lo que dice Aristóteles: y por ello estas quatro cosas van entre sí ligadas en verdadera consecución. [...] Y de aquí es que en este libro juntamente con la buena Ortografía se enseñará también la buena pronunciación, pues la una es consecuencia necesaria de la otra (Madariaga 1565: 73).
El año de 1565 era quizás demasiado temprano para incorporar los cambios de las sibilantes al libro de reglas y consejos. Estos cambios no están considerados, pero sería interesante estudiar la escritura de Pedro de Madariaga en su libro para seguir sus hábitos en aquellos casos de cambios que corresponden a las sibilantes en cuestión. Los nuevos criterios de los escribanos ofrecieron una seguridad y una ayuda a los hablantes y escribientes tanto en la Península como en América. Esta es la razón por la que ese rasgo de una sola sibilante se implantó en América tan rápidamente y de modo tan fijo. Que en España hubo después, en el siglo XVIII, un retroceso del seseo, que se continúa replegando hasta hoy en día, es un principio válido para la zona meridional de España, pero no para América que ha continuado hasta hoy repitiendo una sola y misma ese con ciertas variantes, según las zonas. En Venezuela se mantiene hasta la actualidad y a todo lo largo de la zona central una /s/ fricativa predorso-alveolar sorda para referirse a todas la sibilantes.
580
M A R Í A JOSEFINA TEJERA/ LAURA SILVA N O N E S
Bibliografía AVELLÁN DE TAMAYO, Nieves (1994): Los escribanos
de
Venezuela.
Barquisimeto,
Venezuela. BERMEJO DE CAPDEVILA,
María Teresa (1997): Análisis de documentos para el estudio de la
fundación de Caracas. Caracas: Ediciones del Cuatricentenario de Caracas. C A N O AGUILAR,
Rafael (1988): El español a través de los tiempos. Madrid: Arco/Libros.
MADARLAGA VIZCAYNO,
Pedro de (1565): Libro subtilissimo intitulado Honra de escrivanos!
compuesto y experimentado por Pedro de Madariaga Vizcayno. Valencia: en casa de luán de Mey. OBEDIENTE,
Enrique (2005): Fonética
y fonología.
Publicaciones de la Universidad de los Andes.
581
Mérida (Venezuela): Consejo de
3.2 MORFOLOGÍA Y SINTAXIS HISTÓRICAS
El pronombre átono objeto en la documentación toledana y su lugar en la dialectología histórica Belén Almeida Cabrejas Pedro Sánchez-Prieto Boija Delfina Vázquez Balonga (Universidad de Alcalá - GITHE)
1. INTRODUCCIÓN
La presente comunicación se encuadra en un proyecto de investigación sobre las fuentes documentales toledanas que tiene el doble objetivo de proporcionar a los investigadores una edición fiable de las mismas y de examinar el lugar que la lengua de la ciudad y su área de influencia más estrecha ocupa en la historia de la lengua española1. Varios estudios realizados durante las últimas décadas sobre los usos pronominales han mostrado la existencia en el castellano de varios paradigmas de pronombres átonos, el etimológico, que no presentamos aquí, y varios sistemas que se han denominado referenciales, en los que rasgos como la continuidad/discontinuidad, el género o la animación del referente determinan distintos empleos pronominales. Además de estos rasgos, se ha demostrado que inciden en la forma del pronombre átono otras variables como el número, la configuración sintáctica de la oración en que se encuentra el pronombre, la categoría del elemento que le precede, el contexto fónico que le sigue, la animación del sujeto, la existencia 0 inexistencia de otros complementos del verbo (construcción del predicado: ditransitivo, predicativo, causativo, etc.), la posición de esos otros constituyentes con respecto al verbo, la secuencia de pronombres átonos en que se encuentra (si lo hace) el pronombre, el aspecto (perfectivo/imperfectivo), entre otras (Matute 2004: 184-5); además se ha comprobado la existencia en el castellano medieval de numerosos verbos de régimen variable (Matute 2004: 153). En este trabajo vamos a examinar el uso de los pronombres átonos en un corpus de textos toledanos. El corpus, en elaboración, sobre el que trabajamos consta para la Edad Media de unos 300 documentos de los archivos Capitular, Municipal y de San Clemente, de entre los aftos 1191 y 1481, elaborados en distintas instancias: el cabildo catedralicio, la cancillería episcopal, el concejo y las escribanías mozárabes. Hay que añadir también las Ordenanzas de la muy noble cibdat de Toledo, de 1400. Para los siglos XVI y XVII contamos con 60 piezas de entre los años 1560 y 1689 conservadas en los mismos archivos, más el Histórico Provincial, y emitidas en la provincia 1
Proyecto "Edición y estudio de documentos toledanos (siglos XVI-XVII)" (FF12009-10877, subprograma FILO) MICINN.
E L PRONOMBRE ÁTONO OBJETO EN LA DOCUMENTACIÓN TOLEDANA Y SU LUGAR EN LA DIALECTOLOGÍA.
de Toledo. A ellas añadiremos la Historia o descripción de la imperial ciudad de Toledo, atribuida a Pedro de Alcocer, y que salió de las prensas de la ciudad en 1554. El toledanismo de los documentos se prueba por algunos rasgos paleográficos característicos, aunque no exclusivos, para las cartas medievales, así como por las particularidades formulísticas, sintácticas y aun por las firmas árabes de escribanos y testigos (Sánchez-Prieto Boija, en prensa)2. La ventaja de las fuentes documentales frente a otros textos (historiográficos, narrativos, poéticos) salta a la vista por su ubicación espaciotemporal explícita, y por su testimonio lingüístico directo, sin el intermedio de copias. De acuerdo con nuestra concepción empírica de la historia de la lengua hay que empezar por una serie de consideraciones filológicas y textuales; en primer lugar, la fiabilidad de las transcripciones, pues en muchos tipos de letra (libraria, cortesana) no se distinguen fácilmente le/lo y lolla. Es necesaria una familiaridad con la paleografía, que consideramos una disciplina filológica, para abordar la transcripción con todas las garantías posibles. Otro aspecto es el de la configuración textual, que explica la escasez relativa de datos, sobre todo para persona, ya que los textos suelen hacer explícitos los referentes («dio al dicho fulano de tal», por «diole»). Sea o no por casualidad, predominan los referentes femeninos (casa, viña, huerta, parte,
ración, tienda, renda...).
Incluso para entidades concretas, contables y
actualizadas abundan las menciones conceptuales abstractas y genéricas; así casa más sus anexos es referenciada con lo y ello: dó e [...] una casa que yo e ellos avernos en Toledo, que es dicha el mesonciello, cerca de los vaños del Cavalliello, con el pozo que es y e con entradas e con exidas e con todas sus pertenencias, e con cuantos derechos y avernos o devemos aver, que lo ayan por yuro de heredamiento (ACT A75 1243 E.7.K.I.6.).
En vista del estado in fieri del corpus, con no todos los documentos transcritos, nos basamos en el examen directo del facsímil (o de este y de su transcripción paleogràfica), por lo que no es posible un examen cuantitativo, de cuyo valor dudamos, pues cada pieza merece una consideración particular sobre su configuración textual, génesis y representatividad sociolingüística. Por todo ello nuestro examen quiere situarse en la perspectiva de la historia de la lengua, marco explicativo en el que deben integrarse sin fricciones las consideraciones de la gramática histórica. El estudio del pronombre átono objeto en la dialectología española ha conocido avances fundamentales en las últimas décadas, tanto en lo que se refiere al uso actual como a su variación diacrònica. Baste con citar los estudios de Klein-Andreu (1979, 1981, 1992), 2
Consideramos también 63 piezas datadas en Toledo , de entre 1193 y 1625.
586
o su provincia
incluidas
en el
CODEA
BELÉN A L M E I D A C A B R E J A S / P E D R O SÁNCHEZ-PRIETO B O R J A / D E L F I N A V Á Z Q U E Z B A L O N G A
Echenique (1981), Fernández-Ordóflez (1999, 2001), Eberenz (2004), Tuten (2003), o las tesis de Castillo (1996) y Matute (2004). Los métodos de la dialectología (p. ej., el «Corpus Oral y Sonoro del Español Rural») y el análisis de documentación, hasta ahora, sobre todo, medieval, han permitido un avance importantísimo en el conocimiento del uso de los pronombres átonos, de su relación con la apócope, de los elementos fonéticos, sintácticos o semánticos que influyen sobre ellos, de los límites locales y temporales de ciertos usos e incluso, en menor medida, de sus condicionantes sociales. En lo que se refiere a la situación de Toledo, la ciudad y su provincia se adscriben actualmente al llamado sistema referencial 3 , caracterizado por emplear le para los objetos directos contables masculinos y con lo los no contables masculinos e incluso femeninos («la leche lo venden»). La antigüedad del uso parece generalmente aceptada y su extensión se liga a la reconquista y repoblación desde 1085 de Toledo y su alfoz, mientras que el sector oriental de la Mancha es de conquista posterior en casi un siglo. En el mismo sentido, Tuten (2003) considera la variedad toledana como una segunda fase, tras la de Burgos, en la koineización del español. Muestra de ello serían los textos alfonsíes, si aceptáramos tomarlos como muestra del castellano de Toledo, como hace Penny (1993). El examen de Matute Martínez (2004) de la Cuarta Parte de la General estoria no deja lugar a dudas: leísmo generalizado para el singular discontinuo, tanto animado como inanimado 4 . Lo curioso del caso es que los documentos alfonsíes son casi absolutamente de sistema etimológico (Sánchez-Prieto Borja 2007) con unas pocas muestras de leísmo 5 en documentos dirigidos a Castilla la Vieja, León y Murcia, pero no a Castilla la Nueva ni a Andalucía (Martín Aizpuru, en prensa). Pero si Toledo fue desde su conquista en 1085 de sistema referencial, ¿por qué tierras del arzobispado de Toledo situadas al sur (véase el mapa más adelante) son de sistema etimológico, y lo mismo Andalucía? ¿Cómo se explica el freno a la expansión del sistema referencial? Para responder a estas y otras preguntas es preciso fundamentar empíricamente la descripción de los usos toledanos a lo largo del tiempo. Como se verá, el examen de los fondos antes mencionados arroja resultados llamativos.
3
4 5
Klein-Andreu (en Matute 2004: 100) distingue entre el norte de Toledo, con le para discontinuo animado o no, y el sur, con le solo para discontinuo animado. Aunque hay ejemplos en el códice de la Primera Parte de sistema etimológico. Concentrados, además, en solo algunos verbos (minguar, crebantar, embargar, pendrar y passar contra), y siempre en alternancia con lo.
587
EL PRONOMBRE ÁTONO OBJETO EN LA DOCUMENTACIÓN TOLEDANA Y SU LUGAR EN LA DIALECTOLOGÍA...
2. DOCUMENTACIÓN TOLEDANA MEDIEVAL 2.1 Objeto
directo
El objeto directo de persona, masculino, singular se referencia con lo, con verbos c o m o apoderar,
poner,
meter,
que significan el acto de adquirir la propiedad de una cosa, en
particular la tierra (donde el sentido jurídico es una extensión semántica del verbo que denota el acto físico de poner el pie en ese terreno de labor, casa, etc.). (1)
E issiós d'elo ela vendedor cononbrada e apoderó al comprador conombrado, e con todas sos derechuras, con entradas e con exidas, como conombrado es, pues non ficó a la vendedor conombrada ni a oirnie per ella en esto todo poco ni mucho, ni entrada ni exida mas apoderó/o al comprador per la véndida sana e passadera sin entredicho nenguno (AMT 1219, sin signatura). E nós porque entendemos su buen propósito e honesto otorgárnosles que fiziessen su casa sobre tal condición como desuso es dicho; e el clérigo que y oviere de seer que lo pongamos nós e que sea en nuestra obediencia (ACT A12 1239 A.3.B.I.4.). estos son de villa y de aldeas que metieron al argobispo don Rodrigo de mandado del concejo de Guadalfajara en Tuviese con el término que desuso es dicho. Testigos delant quien lo metieron en la heredat de Turviese en aldea e en su término: don Pero Vidas, alcalde del rey don Fernando, Diag Díaz [...] (ACT B133 1221, O.2.Q.9.2.).
(2)
El objeto directo persona, masculino plural se referencia con los, en este c a s o con verbo de acepción jurídica, adelantar,
que se construye solo con objeto personal, lo que favorecería el
leísmo, según la hipótesis de Lapesa 1980); nótese, además, en el contexto la cercanía de le para objeto indirecto: damos por partidores de nuestra parte don Lope Ferrández e don García Pérez, comendador del bastimiento, freires de la nuestra orden, con don Sancho, arzobispo de Toledo, e con el cabildo de la eglesia de Santa María de Toledo, los términos de Segura e de Chicrana, que son de nuestra parte, e por partir los términos de Quesada e de Heznatorafe, de parte del aríobispo e del cabildo de la eglesia de Santa María de Toledo, e adelantámos/os e dárnosles poder que puedan esleer e consentir (ACT 68 Ocaña 1253 X.9.E.I.4.). Si en el ejemplo anterior el pronombre hace referencia a personas determinadas (se emplea el nombre propio), la mención indeterminada a persona se observa ahora, con el verbo escoger
(con complemento introducido por preposición compatible con el OD: «escoger a
alguien por algo»): E si alguno o algunos pidieren esta fialdat o la embiaren pedir por otro de aquí adelante, que desque fuere sabido en verdat, que los alcaldes e el alguazil e dos cavalleros e los otros ombres buenos que los ovieren a escoger que los non escoxgan por fieles nin les den la dicha fieldat nin la puedan aver fasta diez años complidos (Ordenananzas de 1400, II,XII). H e m o s encontrado tres casos de leísmo para objeto directo persona, masculino plural; con el verbo traer (enjuicio): e si super esto la medida derecta falando iudicio les quisieren dar o trabajo primero les pecten VI moravedís Micael Ferrero o herederos de aquelas suas acenias e despues respondan. E quantos 588
BELÉN A L M E I D A C A B R E J A S / P E D R O SÁNCHEZ-PRIETO B O R J A / D E L F I N A V Á Z Q U E Z B A L O N G A
VIII días les traxieren en el iudicio tantas veces Ies pecten VI moravedís» (ACT, 177, 19-20, 1199).
Lo mismo con el verbo redrar:6 e non fica a nós ni a otri por nós ni a nuestros herederos nenguna demanda en razón de las sobredichas tiendas escuantra'/ cabildo conombrado ni escuantra los que vernán depués d'ellos, e somos tenudas de redrar les de todo omne que Ies quisiere embargar o demandar alguna cosa en razón de las sobredichas tiendas (ACT A85 1250 E.l l.F.1.1.).
También con el verbo perdonar. e lo demás que montare de la renta de las tiendas sobredichas dámosvoslo por aniversario de mió padre el rey don Ferrando e de mi madre la reina doña Beatriz que Dios les perdone, en tal manera que non entre en refitor mayor ni menor, mas que lo partades el día de sos aniversarios. Demás cuatro tiendas que nos avernos en el alcaná, en que vos deán e el cabildo non aviedes y nada hat'aquí dámosvoslas por el rey don Alfonso mió hermano e por nós, porque seades tenidosde rogar por el rey e por nós que Dios nos dé gracia de fazer cosas en este sieglo por que podamos aver el regno celestial. E lo que montare de la renta de las cuatro tiendas sobredichas que lo partades el día de nuestra elección (ACT A88 1255 E.8.D.2.18.).
Cuando el referente es un nombre colectivo, se emplea los para objeto directo (por la misma categorización que cuando el colectivo es sujeto lleva el verbo el plural, «nós el convento mandamos»): que si por aventura nuestro señor el electo don Sancho o cual quequier prelado o su vicario o su procurador por autoridat d'ellos o por su propria voluntad algún agravamiento quisiere fazer al cabildo de la clerezía de Talavera que nós el cabildo avandicho de la clerezía de Toledo somos tenudos de los ayudar con cuerpos e con averes e con beneficios e con todo nuestro poder, es i por aventura en razón de apelación o por otra achaque a tuerto algún prelado tomare algo a clérigo del cabildo de Talavera o as u compañía o a sus alvacés depués de su finamiento que nós quel ayudemos a cobrar lo suyo o a refazérgelo (ACT 159 1258 Z.3.C.2.10.).
Para el objeto directo de persona femenino plural se emplea las, en este ejemplo con el verbo partir 'apartar': que si á y algunos que tenedes mancebas que las partades de vós luego e non usedes con ellas, sin engaño e sin encubierta ninguna, e los que las non avedes non las usedes de aver, so la pena que es puesta en la ordenación e manda el derecho (ACT 56 1292 0.12.B.B.1.15.)
Lo referencia al objeto directo cosa contable, masculino singular; no hay ningún ejemplo en todo el corpus de le. A veces no resulta fácil establecer el referente: (1)
(2)
E si herederos de aquestas acenias de Joán Pétriz de so la Mertiras e de suos aparceros maes alzaren la pesquera de aquella medida e señal que fizo el fidel e venieren herederos de las acenias de Micael Ferrero e dixieren: -Alzastes maes de la medida. Vadant a la pesquera, e midan del solo inter amas las canales fata el petril que es el cabo de la pesquera, e si fallaren maes alzado de como está la medida en la torre desáten/o (177 ACT 1199 3 ss.). e que la tengades [la viña] en todos vuestros días e que nos dedes de arrendamiento por ella cadaño l moravedi e que nos lo dedes por carrastellendas, e si falleciéredes de pagarnos a este
Se aduce un ejemplo de arredrar con leísmo (complemento de persona) en un documento de 1275, probablemente de Aguilar de Campoo (Matute 2004:306; el documento es CODEA 295).
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E L PRONOMBRE ÁTONO OBJETO EN LA DOCUMENTACIÓN TOLEDANA Y SU LUGAR EN LA DIALECTOLOGÍA.
(3)
plazo que por pena nos pechedes la pena que es puesta por cabildo. (ACT A46 1258 0.8.G.1.57.). e avémosle a dar cad'año estos dozientos moravedís por la Pascua de Cuaresma en la feria de Sant Just, e avémosle a dar los cincuaenta kafizes de pan e quesada por agosto fata sant Migael (tachado) e de vino nuestro vassallo por este castiello, que nos lo renda irado o pagado (ACT A81 E.12.0.1.4.).
El objeto directo para cosa contable, masculino plural se refiere con frecuencia a una cantidad pecuniaria; siempre se emplea los: los cuales moravedís coñosco yo don Pedro Marcos que recebí e passaron a mis manos e a mió poder e só ende bien pagado e recebí/av en camio catorze e meaja de burgaleses a tomeses e a tal pleito que yo don Pedro Marcos que los traía mercadamientre (ACT A44 1256 0.5.C. 1.19.).
Con nombres femeninos singulares, se emplea siempre la; p. ej., viña: e que la tengades [la viña] en todos vuestros días e que nos dedes de arrendamiento por ella cadaño I moravedí e que nos lo dedes por carrastellendas, e si falleciéredes de pagarnos a este plazo que por pena nos pechedes la pena que es puesta por cabildo. (ACT A46 1258 O.8.G. 1.57.).
Con referentes que tienen un grado de concreción menor, como «venta», que denota todo el proceso jurídico, puede aparecer lo junto a la, dentro de un uso que lo aproxima a los referentes abstractos y genéricos, que veremos: E véndida que vos fagades sobre razón d'esta carta assí lo otorgamos como si nós mismos la fiziéssemos (ACT A 80 1268 E. 11 .A. 1.31.)
Cuando el objeto directo es de cosa no contable masculino se usa lo: (1) (2)
Qu'e/ pescado de los ríos del término de Toledo que lo non vendan a ojo si non a peso (Ordenanzas de 1400, XXXVIII,III). Que fabla qu'el estiércol que se fiziere en las calles que sean tenudos los vezinos de lo echar (Ordenanzas de 1400, XXI,IV).
Los objetos directos de cosa no contables en los nombres femeninos se referencian con la: demás yo don Rodrigo arzobispo de Toledo otorgo que pora la pesquera e pora los molinos que cuanta madera ovieren mester que la corten en los montes e en las defesas de Alfamín (ACT A10 1226 A.2.B.I.I.).
Hay una posible manifestación del «neutro de materia» (otra posibilidad, menos justificable, es considerar un caso de loísmo, con lo para objeto indirecto, con el valor de «e si la carne non le fallaren»): E otrosí cualquier que la carne finchare con la boca para la vender, pierda la carne. E si la carne non lo fallaren peche la cuantía que valía la res (Ordenanzas de 1400, VI,I).
Como apuntábamos, hay una cierta tendencia a referenciar con lo los objetos múltiples, los conceptualmente abstractos y los genéricos: 590
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(1)
e si alguno de vós quisiere vender su heredat, uertos, viñas o casas primero lo faga saber al cabildo, e si el cabildo lo quisiere comprar dando al señor cuanto uno uno o otro diere finque en el cabildo (ACT A24 1253 A.2.A.I.5.). e obligamos a nós todos tres de mancomún e a cuanto que avernos e avremos, mueble e raíz, ganado e por ganar, por de quequier que lo ayamos (ACT A29 1258 A.5.B. 1.4.). e demás es tenudo de reparar estas casas a su costa e a su missión, tejados e atabutes e todas cosas, fuera ende pared o tejado que caya de todo que non sea por su culpa que sea de fazer todo de nuevo, que lo faga el cabillo, e él non sea tenudo de fazerlo (ACT A30 1256 A.4.A. 1.1.). que si yo non cumpliere todas estas cosas segund son avandichas en esta carta que entredes lo mío mueble e raíz sin fuero e sin pena, e vender e malmeted e entregadvos de todo lo que nombrado es en esta carta, e de lo que fizierdes yo lo otorgo, e así vala como si yo lo fiziesse (ACT A30 1256 A.4.A.I.I.).
(2) (3)
(4)
El plural los se emplea, en función de objeto directo, para cosa, en nombres masculinos plurales abstractos recategorizados como contables: dó e otrogo a vós mió señor don Sancho, electo de Toledo, chanceller del rey e a todos vuestros subcessores e a eglesia de santa María de Toledo todos cuantos derechos yo é en Fuentes, aldea de Fita, dó e otorgo assí como mió señor don Alfonso, rey de Castiella, vos ¡os dio por su privilegio e mandó a mí que vos los otorgasse en tal manera que los ayades por yuro de heredamiento (ACT A43 1255 0.2.M.5.1.).
Caso paralelo es el los objetos directos cosa femeninos plurales con referente abstracto recategorizado como contable, obviamente referenciados con las: Sepan cuantos esta carta vieren cómo nós Miguel Seménez, deán, e el cabildo de la eglesia de Santa María de Toledo fazemos e establecemos nuestro procurador a don Gómez García, abat de Valladolit e nuestro canónigo, pora demandar e pora recebir de nuestros vassallos de Iliescas e de su término todas las caloñas passadas que nós podamos demandar tan bien al concejo como a cadaúno del concejo, e las que son por venir, e dárnosle poder que las pueda demandar e recebir por nombre de nós (ACT 52 1258 0.7.B.3.15.).
2.2 Objeto indirecto Para objetos indirectos de persona se emplea de forma exclusiva le. Así, para masculino singular: (1)
(2)
por muchos e grandes servicios que nos á fecho el nuestro amado filio don Migael Estévanez archidiácono de Calatrava dámos/e otrosí las antedichas heredades (ACT A06 1221 A.l l.G.1.2.). Coñoíuda cosa sea a cuantos esta carta verán cómo nós maestro deán y el cabildo de Santa María de Toledo arrendamos a don Gil García nuestro compañero la huerta que compramos de maestre escuela don Alfonso Meléndez [...] e somos tenudos de dar le agua del annaora (sic) pora esta huerta regar un día en la semana (ACT A18 1252A.2.D.1.4 a .).
En los contextos sintácticos apropiados, es general la apócope del pronombre: (1)
(2)
e después de sus días ques torne esta huerta al cabildo forra e quita con todas las mejorías que y oviere fecho e si él non pagare estos XV morabetinos, dando-/ nós el cabildo el agua del añaora un día en la semana pora regar esta huerta sobredicha (ACT A18 1252 A.2.D.1.4 a .). E esta capellanía deléxola en manos del mió amigo don Bartolo meo arcidiagno de Calatrava, e ruego / por amor de Dios e por mesura de sí que él la reciba a días de su vida e depués que la delexe a la deanía (ACT A 110 1239 I.9.B.I.4.).
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EL PRONOMBRE ÁTONO OBJETO EN LA DOCUMENTACIÓN TOLEDANA Y SU LUGAR EN LA DIALECTOLOGÍA.
No encontramos casos de apócope para objeto directo masculino singular, luego, como este sistema de la documentación toledana es etimológico, concluimos que solo se apocopa le. Naturalmente, esto non quiere decir que en textos de otras zonas no sea posible la apócope de lo (así, en la Biblia Esc. I.I.6, de sistema etimológico, hay apócope tanto para objeto directo como indirecto). Matate (2004) presenta mapas de apócope de CD y leísmo en documentos notariales locales7. En las áreas donde hay leísmo (salvo en Liébana), también se da apócope (esto ocurre en León, Palencia y Avila); la autora señala apócope de complemento directo sin leísmo en Navarra, Huesca, zonas de Zaragoza, norte de Cantabria y Burgos. De acuerdo con estos datos, podemos encontrar apócope de CD lo p. ej. en CODEA 155 (1229, sin dato de lugar, pero sin duda procedente de San Salvador de Oña)8: Otrossí dixo del molino quel ganó ell abade don Martino sediendo enna casa, e los qui después d'elle tovieron la casa tovieron el molino, e otrossí de la heredade que toda era de Oña, si non si compraron de fuera. Martín Castelaño juró e dixo que odiera dezir a biejos en concejo que el palmiento de Santa María de la Muela que todo era dell abade de Oña, e otre non avié y nada. El molino ganólo ell abade don Martino teniendo aquella casa.
E igualmente en CODEA 852 (1238, s. 1., procedente del monasterio navarro de Fitero9): e si tomardes el pan en l'agosto o quando quequiere que-l tomedes que se cont assí como valiere en Cornago a la Nadal; e si tomardes vino pora vuestras casas, que se conté segont que fuere el vino e a como se acordare nuestro ombre con vós o con vuestro freire, el otro que lo vendan como podieren la Nadal passada 10 .
Para objeto indirecto de persona, masculino plural, les. En construcción ditransitiva: e non fica a nós ni a otri por nós ni a nuestros herederos nenguna demanda en razón de las sobredichas tiendas escuantral cabildo conombrado ni escuantra los que vernán depués d 'ellos e somos tenudos de redrarles de todo omne que les quisiere embargar o demandar alguna cosa en razón de las sobredichas tiendas (ACT A85 1250 E.l l.F.1.1.).
En el objeto indirecto animado, masculino plural, se observan desde antiguo casos de le, aunque en el siguiente ejemplo no es seguro que estemos ante el fenómeno de le por les, favorecido por la anteposición expletiva del pronombre (hoy, «le doy la merienda a los niños»), sino más bien de la opción por referencias neutras, genéricas o conceptuales propia
8
9 10
De apócope para complemento directo en p. 271; de le para la misma función en p. 305. CODEA 155, AHN, Clero, Burgos, carpeta 284, n.° 8 (San Salvador de Oña, Monasterio de Burgos), de 1229. CODEA 852, AHN, Clero, Navarra, Monasterio de Fitero, carpeta 1398, n.° 11, de enero de 1238. En CODEA se encuentran ejemplos de apócope para objeto directo en León 1206 (aver), Oña 1229 (vender, ganar), Soria 1237 (creer), Navarra 1238 (mantener, en variación con lo), Logroño 1238 (perdonar, con lis), Palencia 1242 (tener, poner), Navarra 1253 (tomar), Santander 1255 (matar), Avila 1250 (esquilmar) y 1275 (judgar), Navarra 1279 (servir, verbo con gran variación entre dativo y acusativo, Matute 2004: 325), Avila 1283 (partir), Huesca 1289 (aver), Toledo 1291, cancilleresco (quebrantar, minguar), Palencia 1312 (coger, apoderar), Navarra 1312 (demandar), Valladolid 1351 (emplazar) y Talavera 1353 (recibir).
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quizá de la lengua de la administración. En el texto, el referente múltiple se globaliza, según visto antes, como «ello»; aquí, 'el ganado'. Sepan cuantos esta carta vieren como yo Yañes Caro, vaquerizo, fijo de Martín Díaz e de María Yuáñez, de Casar Gordo, término de Toledo, otrogo e coñosco que recebí de vós Sancho Martínez, escrivano del rey e compañero de la egelesia de Toledo, a pastoradgo treinta e seis vacas mayores e dos toros e treze erales e seis añojos e cuatro añojas, que se fazen sesaenta e una cabef a, e más nueve bezerras e cinco bezerros, en tal manera que lo guarde e le dé pastura e agua (ACT B130 1295 1.1 l.C.3.65.).
Notamos el pronombre le aplicado a nombre de cosa, masculino singular, en construcción predicativa (no hemos encontrado en los textos complemento indirecto de cosa, lo cual no resulta demasiado sorprendente): e passa aquella carrera a la carrera mayor que va a Uecas, e dízenle carrera de Avila (San Clemente 1,10; Torroja 1973: 1203 (pero es copia de finales del XIII; [Toledo]).
Matute (2004: 28) indica que, según los estudios de Echenique (2001: 145-146), estas estructuras suponen el más antiguo contexto en que se registra la indistinción casual en romance (ya en el Líber Regurrí).'1 Entendemos que falta el pronombre objeto directo 12 en: (1)
(2)
E si herederos de aquestas acenias de Joán Pétriz de so la Mertiras e de suos aparceros maes alzaren la pesquera de aquella medida e señal que fizo el fidel e uvenieren herederos de las acenias de Micael Ferrero e dixieren: -Alzastes maes de la medida. Vadant a la pesquera e midan del solo ínter amas las canales fata el petril que es el cabo de la pesquera, T si [ 0 ] fallaren maes alzado de como está la medida en la torre desátenlo (177 ACT 1199, 3 s s . ) . Que fabla que ninguno non merque fierro fasta que los vezinos de Toledo [ 0 ] hayan comprado (Ordenanzas de 1400, XIII,I).
3 . D O C U M E N T A C I Ó N T O L E D A N A D E LOS SIGLOS D E O R O
En los siglos XVI y XVII podemos observar lo que ya se ha señalado en la bibliografía respecto al creciente leísmo de objeto y de persona en el siglo XV (Eberenz 2004: 615), pues ahora el fenómeno se generaliza y alcanza gran extensión en la lengua literaria. Del mismo modo, se extenderá el laísmo en el caso de dativo femenino. Por ello, no pueden extrañar los casos obtenidos en la documentación examinada.
3.1 Objeto directo
masculino
Para los objetos directos masculinos en singular se emplea el pronombre átono le en inanimados contables:
" 12
V. p. ej. CODEA 989 (1335 mayo 8 (s.l.), Clero, Navarra). Este rasgo se ha descrito para el castellano del área vascorrománica.
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(1)
(2)
y para esto suplico a vuestra señoría sea serbido darme licencia para que pueda poner mi banco de herrador en la puerta del Cambrón, donde Cáceres, herrador, le tubo munchos años (AMTO, cartas, 24, 1599). de una tiempo a esta parte se hace tablado a la ciudad para el encierro de los toros (...) A vos pido y suplico mande a los repartidores que en el que hubieren de hacer le hagan tiniendo respeto (AMTO, cartas, 17, 1618).
Para la expresión del CD de persona masculino singular es general el leísmo: e que ninguno ponga tienda en los dichos oficios sin que antes e primeramente sea esaminado e le declaren por ábil (AMTO, 6, 1548).
Excepcionalmente, tenemos el uso distinguidor lo para el objeto directo masculino singular objeto, en el siguiente ejemplo: Es condición que en el paxar de dichas casas se ha de desbaratar un caxón de tres tapias de largo y cuatro de alto y bolver/o azer de nuevo (SC, 13, 1658).
En la expresión de CD de cosa masculino plural, en cambio, encontramos solamente casos del llamado uso etimológico o distinguidor, lo cual no resulta sorprendente, pues en el plural se observa desde antiguo una menor incidencia del leísmo (Lapesa 1980: 260; ídem 1993: 326): los dichos diez y nueve mil maravedís otorgo que los recibo (SC, 1, 1560).
Igualmente vemos este uso distinguidor o etimológico en los casos de persona, aunque solo en el plural, donde hay que apuntar que el CD nunca se referencia con les: (1)
(2)
pidiendo e probeyendo las mayores necesidades como son vestir cincuenta o cien muchachos que son a lo más que andan desnudos y pereciendo de hambre, y reparti//os por las casas (AMTO, cartas 6, 1579). Juana de Olías, vezina de Mocejón, digo que soy biuda e pobre, e tengo tres hijos que los mantengo de sólo dos anegas de trigo (AMTO, cartas, 12, 1585).
En objetos determinados en singular, se ve excepcionalmente lo, con el antecedente pan y material, caso que se puede deber a su carácter no contable: (1) (2)
pero después de que no se nos da el dicho pan por mandado de nuestra señoría, sino que lo vamos a comprar a cuarenta y cincuenta leguas de aquí (...) (AMTO, cartas 13, 1585). Que el combento ha de poner todo el material necesario para la obra y lo ha de poner puesto a la puerta que se ha de abrir (...) y desde allí ¡o han de meter los maestros de obra (SC, 16, 1663).
Esto mismo se cumple con un incontable masculino singular como es el sustantivo oficio: Cualquier persona que quiere usar de oficio de calcetero e jubitero lo usa sin saber cortar caifas y jubones (AMTO, 3, 1532).
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Con esto, podemos ver la coincidencia con el sistema registrado actualmente en Toledo (Fernández-Ordófiez 2001), en el que se diferencia con el pronombre lo el incontable masculino singular. En resumen, el pronombre lo solo se usa para el objeto directo masculino discontinuo {pan, material,
oficio)
o bien con antecedente abstracto. Cuando es un objeto determinado
masculino no animado o animado, el uso es siempre le. En cambio, el acusativo masculino en plural de objeto no tiene casos de leísmo en ninguna de sus apariciones, y siempre se sustituye por el pronombre los. Lo mismo sucede con el plural en personas, como hemos visto al sustituir hijos. El pronombre lo se emplea, como hemos dicho, de forma minoritaria en acusativo masculino singular discontinuo, pero abunda en casos de antecedente abstracto, como demuestran estos ejemplos: (1) (2)
e no nos dolamos de nuestros próximos e los veamos unos morir de hambre, otros elarse de frío; si vuestra señoría espera remedia//». (AMTO, cartas 6,1579). y aunque yo podía hazer defensa y cobrar todo lo que verdaderamente se causare, no lo hago por no malquistarme con tantas personas como son las contribuidoras del dicho derecho (AMTO, cartas 38, 1625).
3.2 Objeto indirecto
masculino
El uso del pronombre le/les para los casos de objeto indirecto encaja con el sistema, no habiendo usos de lo para estos contextos. (1) (2)
Dezimos que no hay por qué impidi//e ni ten elle embargada su obra al dicho Francisco de Espinosa (SC, 2, 1570). Pedro de Arévalo (...) E pidió e requirió que en el dicho nombre le diese su licencia e facultad para vender e trespasar las dichas casas al dicho Melchior de Santa Cruz (AMTO, 4, 1533).
3.3 Objeto directo
femenino
Para el complemento directo femenino tanto singular como plural, en objeto inanimado y en persona, todos los documentos nos brindan ejemplos de uso del pronombre la/las. (1) (2)
El señor alcalde mandó guardar la bista de los alarifes d'esta ciudad presentada en el proceso y condenó a las partes que la guarden (SC, 2. 1570). Juana Rodríguez (...) Es la que el señor alcalde mandó bolviessen a la casa donde la habían sacado (AMTO, cartas 26, 1599).
Como caso marginal, hemos de apuntar el caso de un leísmo con objeto directo en femenino: (1)
(...) no tiene peste ni le ha tenido (...) ni señal ni sospecha de ella (AMTO, cartas 26, 1599).
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Nótese que la sustitución de peste por un masculino podría ser una confusión de género; sin embargo, ella nos confirma que es femenino para el hablante. La inseguridad de asignar un género podría ser una causa, al ser el leísmo en femenino muy excepcional.
3.4 Objeto indirecto
femenino
En cuanto a los usos de dativo, observamos un uso distinguidor en el caso de verbos de afección y otro de complemento indirecto con el pronombre etimológico le: (1) (2)
Doña Catalina le aquexan sus almorranas (AMTO, cartas 19, 1593). Los días pasados doña Teresa de Roelas me escribió como se le quitara una celda (SC, 15, 1672).
Frente a este uso de dativo distinguidor, tenemos casos de laísmo: (1)
Me ha pedido la dicha mi esposa la otorgue aumento de dote (AHPTO, 1, 1688).
Aunque el número de ejemplos es escaso, sí podemos notar que el uso distinguidor se registra en el siglo XVI, mientras que los usos laístas se ven en textos más tardíos, por lo que el fenómeno estaría más arraigado en los hablantes conforme avanzó el siglo XVII, tal y como sucedió en Madrid y otras zonas centrales de la Península.
4 . EL PRONOMBRE ÁTONO EN LA HISTORIA O DESCRIPCIÓN DE LA IMPERIAL CIUDAD DE TOLEDO
En 1554 se publicó la Historia o descripción de la imperial ciudad de Toledo, comúnmente atribuida a Pedro de Alcocer (y así figura en la edición) aunque para el padre Burriel, erudito octocentista, fue obra de Juan de Vergara, igualmente toledano, canónigo perteneciente a una familia judeoconversa y uno de los eruditos que trabajaron en la Biblia Políglota auspiciada en Alcalá de Henares por el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros. Este texto, impreso en Toledo, muestra sistema pronominal no etimológico, con generalización del leísmo personal para el singular: (1) (2) (3) (4) (5) (6) (7)
juntamente con otras muchas gentes de diversas naciones, que le honravan y reverenciavan» (VII,r). y que llegó hasta adonde fue poblada la ciudad de Tarragona, y que contentándo/e su sitio, hizo hacer una población (VIII,r). desque le uvo muerto [a Amphiloco]. un rey llamado Pirrus [...] fue llamado por Nabucodonosor, cuyo vasallo o aliado dizen que era, para llevar/e consigo contra los hebreos de Jerusalem (XlVr). como de otros capitanes romanos que en la governación d'ella le sucedieron (XVII,v). el cual sabiendo que el emperador Valentiniano le avía declarado por enemigo de la República [.Bonifacio Patricio] (XXIIIr). ayudar/e [...] tratar/e bien [al rey moro] (Lr).
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Para el plural, en cambio, se adopta el sistema etimológico, como era corriente en la Edad Media en textos leístas como el citado de la General estoria así como en los documentos toledanos estudiados de los siglos XVI-XVII: (1) (2)
donde dize que vinieron a España los persios, que pudo ser que los aya traído este rey Nabucodonosor» (XIV,v). los moros africanos y españoles mas poderosos se juntaron a elegir rey que los governasse (XLI,r).
5 . CONCLUSIONES
Los estudios sobre los usos pronominales han puesto de relieve en las últimas décadas la existencia de un sistema referencial prevalente en el que es el carácter continuo/discontinuo del referente el que selecciona la forma pronominal, y que tiene como uso más llamativo y marcado sociolingüisticamente el que los objetos femeninos no contables sean referenciados con lo. Inés Fernández-Ordóñez (2001) presenta el sistema referencial como una amplia «U» que se enmarca entre los antiguos reinos de León y Aragón, penetrando en el primero, y que llega por el sur a Toledo, y ocupa casi la totalidad de la actual provincia, mientra que al mediodía, Ciudad Real se adscribe, exceptuando Los Montes, en el noroeste, al sistema etimológico. Por otra parte, en los códices de la Cámara Regia alfonsí prevalece el leísmo masculino. Cabe, pues, suponer que el sistema referencial, nacido en un contexto de contacto lingüístico con el vasco (Fernández-Ordóñez 1994, 2001) o fruto de una koinetización temprana (Tuten 2003 13 ), se extendió hacia el sur mediante la repoblación. En Toledo se produciría un nuevo proceso de koinetización entre las variedades de los repobladores y la hasta entonces existente en Toledo. La proyección lógica de todos estos datos sobre el romance de Toledo en la Edad Media tendría que ser el triunfo temprano de un sistema referencial en su habla, y es lo que se esperaría encontrar en sus testimonios archivísticos, máxime si se acepta la tradicional vinculación del castellano alfonsí y el habla toledana. La sorpresa es que los documentos de archivos, como el de la catedral, muestren un predominio del sistema etimológico hasta el final de la Edad Media. El castellano de Toledo ocupa un espacio no bien definido, sino aun contradictorio, en el espacio toledano. Prejuicios historicistas han dado en definirlo como conservador, debido a su impronta mozárabe (apenas estudiada ni comprobada en las fuentes documentales), pero hoy se incluye en las «hablas meridionales», innovadoras (Moreno Fernández 1996, Molina 13
Debido a la confluencia de hablantes vascos, cántabros y asturleoneses en la zona de Burgos entre los siglos IX y XI.
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Martos 1998). El espacio histórico de este «castellano de Toledo» es el del arzobispado, que engloba hoy mayoritariamente área dialectal referencial. Por el este viene a coincidir con el límite de los usos leístas. Caso aparentemente distinto es el de la provincia de Ciudad Real, fundación de Alfonso X (en 1255 renombra el Pozo Seco de Don Gil y establece funcionarios reales). A primera vista, la repoblación tardía de las tierras comprendidas entre Los Montes y Sierra Morena, sería causa de la adscripción de este espacio al sistema etimológico. Pero si, tal y como apuntan los datos, Toledo seguía tempranamente este sistema es mucho más fácil entender el uso del sector meridional del arzobispado, y otro tanto cabe decir para la variedad andaluza. Los textos nos presentan un sistema pronominal átono en el castellano central de los Siglos de Oro caracterizado por leísmo de persona y de objeto generalizados, aunque solamente en los casos de singular, y por un creciente laísmo de persona. En particular, esas fuentes han permitido observar en los casos de acusativo masculino singular una distinción entre continuo y discontinuo gracias al uso del pronombre lo y le. Todo ello se encaja en el sistema que se encuentra actualmente en Toledo, en el que la distinción contable - incontable es operativa en el oriente de la provincia, pero con una tendencia confundidora en el acusativo masculino inanimado y animado, especialmente en singular, como sucede en otras zonas. La confusión también se materializa en el laísmo, más asentado a partir del siglo XVII. En el estado actual de nuestras investigaciones sobre la variedad toledana, parece necesario postular una transición relativamente tardía desde los usos etimológicos vigentes en la Edad Media a un sistema referencial y, por tanto, leísta tanto para persona como para cosa contable. La hipótesis que, por ahora, cobra más fuerza es la de irradiación desde Madrid.
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EL PRONOMBRE ÁTONO OBJETO EN LA DOCUMENTACIÓN TOLEDANA Y SU LUGAR EN LA DIALECTOLOGÍA. ..
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Evolución de las fórmulas en las cartas de venta del CODEA Belén Almeida Cabrejas (Universidad de Alcalá)
1. INTRODUCCIÓN
En las próximas páginas se analizarán las cartas de venta del corpus CODEA, elaborado por un equipo de la Universidad de Alcalá bajo la dirección de Pedro Sánchez-Prieto y que contiene más de 1500 documentos de los orígenes a 1700. Las cartas de venta son uno de los tipos textuales mejor representados en el corpus (también es un tipo muy frecuente en la producción de documentos notariales en general), y ocupan un importante lugar entre los documentos de ámbito local. Elegir un solo tipo textual permitirá advertir mejor las concomitancias y diferencias entre distintos modelos y comprender su evolución. Por otra parte, las conclusiones que se saquen del estudio de las cartas de venta servirán también para conocer mejor otros tipos que se redactan de modo muy semejante a las ventas, como cartas de compra, confirmaciones, donaciones, incluso cartas de poder. Estos documentos, como en general los documentos notariales, son textos bastante estereotipados que presentan una estructura más o menos fija (aunque variable según zonas y cronología) y una gran cantidad de elementos lingüísticos recurrentes o formularios en la expresión de sus contenidos. Sin embargo, no son el tipo más estereotipado dentro de los documentos notariales, pues hay algunos tipos, como las cartas de poder o las solicitudes, que presentan un grado de fijación mayor (Ramírez Luengo 2004). El empleo de fórmulas es un procedimiento para expresar contenidos necesarios en un documento de manera lo menos equívoca posible, utilizando expresiones creadas para ello y desarrolladas a lo largo del tiempo con la intención de contrarrestar cada vez más posibles interpretaciones del texto que vayan en contra del espíritu de la norma. El deseo de claridad y precisión
lleva a una expresión
múltiple, con
frecuencia mediante
sinónimos
o
cuasisinónimos, que desemboca a veces en el pleonasmo. Una observación de los elementos recurrentes que aparecen en estas cartas de venta nos lleva a hacer varias observaciones generales. En primer lugar, los cambios que se producen con el paso del tiempo en la redacción de las cartas de venta atañen tanto a la estructura (existen elementos comunes a todas y otros que aparecen en un momento dado o que se pierden) como a la expresión de los mismos contenidos. En muchas ocasiones, los elementos en que se organizan las cartas (elementos de encabezado, expresión de la venta, expresión del vendedor, precio...) pueden descomponerse en elementos formulísticos menores cuyas
EVOLUCIÓN DE LAS FÓRMULAS EN LAS CARTAS DE VENTA DEL
CODEA
posibilidades de cambio y desarrollo son previsibles, pues incluyen repetidamente sustitución por sinónimos y desdoblamientos en forma de adición de sinónimos, de plurales, de tiempos verbales distintos o de femeninos 1 ; sobre elementos ya duales se observan búsquedas de rima 0 añadidos
de terceros o incluso cuartos cuasisinónimos.
Determinados
elementos
formulísticos migran con el tiempo de unas partes del documento a otras, o acaban apareciendo en varios momentos del documento 2 . En general, puede decirse que se da una progresiva complicación de casi todas las fórmulas, y también una tendencia a la combinación de varias fórmulas con la misma o parecida función. Dada la limitación de espacio, voy a analizar solamente la primera sección de las cartas, dejando para otro momento elementos como los fiadores, los testigos, las renuncias, las amenazas o la data. Los elementos estructurales necesarios para la existencia de una carta de venta que trataremos en esta comunicación son: - el exordio o introducción, - la expresión del otorgante, en este caso del vendedor - la forma verbal, en primera persona, prácticamente siempre en presente - la expresión del comprador - el objeto de la transacción y su descripción. También existen contenidos no generales pero muy repetidos, por ejemplo los que expresan la libertad con que obra el vendedor o el acuerdo de todos los vendedores, que es evidente que se encontraban en algunos de los modelos sobre los que se redactaban las cartas de venta. En la expresión de todos estos contenidos se encuentran distintas fórmulas, muchas veces engarzadas de tal manera que prácticamente todo el contenido es formulario; circunstancias especiales de la venta suelen dar lugar a elementos menos fijados3.
2 . EXORDIO O INTRODUCCIÓN 1 2
3
V. Isasi (2000). Por ejemplo en muchos segmentos del documento donde aparece vos se añade "e vuestros herederos", que en una primera época encontramos solo en una sección determinada de las cartas de venta. "Por juro de heredad" aparece primero en la expresión de las condiciones de la venta que se encuentra tras la descripción del objeto vendido, pero a mediados del siglo XIV empieza a aparecer ocasionalmente en la fórmula principal de venta, combinada con otros elementos, y tiene notable éxito. Vendemos e robramos aparece al principio en la segunda mención del acto de venta (tras la descripción del objeto vendido), y luego se extiende a la primera mención (la principal, que aparece tras el vendedor); existe también una extensión (al comprador) de la expresión cadaúno de vós(Mós) o cualquier de vos (Más), que suele aparecer siguiendo al vendedor. Entre las cartas de venta del CODEA encontramos documentos entre particulares y ventas de o a conventos o instituciones eclesiásticas. Aunque en principio se asemejan mucho, es frecuente que los del segundo tipo difieran en las condiciones de la venta, y, naturalmente, en la expresión del vendedor o comprador.
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BELÉN A L M E I D A CABREJAS
Prácticamente ningún documento comienza sin algún elemento introductorio, que suele ser formulístico 4 . En las cartas más antiguas se encuentran bien una invocación a la divinidad (in Dei nominé), bien un elemento del tipo «notum sit». Aunque no es raro que ambos coincidan, no parece tratarse de lo más habitual: en las cartas de venta de hasta 1200 recogidas en CODEA (15), solo tres tienen ambos elementos, mientras que ocho presentan solo la invocación, dos solo el elemento «notum sit», uno no tiene introducción alguna mientras que otro tiene un contenido general o tópico 5 , propio, como señala Diez de Revenga (1994), de lo que esta autora denomina el preámbulo de los documentos. Estas cantidades varían en los documentos del primer tercio del XIII, donde se va fijando la estructura de la carta de venta y se generaliza la presencia del elemento dirigido al público general («notum sit»), que falta solamente en 13 de 41 documentos. La invocación a la divinidad, cuya presentación más habitual es In Dei nomine6, aparece en la mayoría de las cartas de venta hasta la década de los 70 del siglo XIII, momento en que, salvo rarísimas excepciones, desaparece. La
forma
del
elemento
Notum
sit
presenta
también
mucha
variación.
aproximadamente 1233, cuando aparece, lo hace bajo la forma Notum sit ómnibus
Hasta
hominibus
tam presentibus quam futuris quod/quatinus o variantes. Desde entonces es habitual encontrar la formulación castellana Cosa sea conocida (o Manifiesta cosa sea), mayoritaria hasta los años 70 del siglo XIII. Desde entonces triunfa Sepan cuantos, en la estela de los documentos cancillerescos, aunque siguen apareciendo casos de Manifiesto
sea/sia (especialmente en
Aragón). Las fórmulas con Sepan no nacen a finales del XIII, naturalmente, sino que se encuentran ya desde inicios de este siglo 7 .
3 . EXPRESIÓN DEL OTORGANTE (VENDEDOR O VENDEDORES) 4 5 6
7
En los documentos CODEA 1402 y CODEA 220 no hay introducción. Ea que gratis venduntur vel donantur ut in posterum fulgeant litterarum apicibus sunt notanda. Con variantes como "In Dei nomine et eius gratia", "In nomine Domini (amen)", "In nomine Domini nostri Iesu Cristi", "In nomine sánete et individué Trinitatis", "In nomine patris et filii et spiritus sancti amen", "En el nombre de Dios". Bajo las formas "Sapiant homines" (1214) o "Sciant presentes et futuri" (1228).
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EVOLUCIÓN DE LAS FÓRMULAS EN LAS CARTAS DE VENTA DEL
CODEA
El primer elemento obligatorio de los documentos de venta es la expresión del vendedor. Muy simple en los primeros documentos, se complica paulatinamente, y encontramos un salto en la complejidad desde aproximadamente 1360, sobre todo en el caso de las mujeres. El contenido mínimo es un pronombre de primera persona seguido por el nombre de pila y apellido o patronímico, o alguna vez, en lugar de patronímico o apellido, la filiación, o solo el nombre de pila precedido por don/doña: s. 1. 1100 (CODEA 1465): ego Femandus Didaci. Salamanca 1158 (CODEA 691): Ego Olalia Domínguez. Palencia 1185 (CODEA 208): Ego don Ordoño, fi de Martín Ferrández, e Petro Martínez, e don Ordoño.
La filiación («fijo de»), o una explicación de las relaciones entre los varios vendedores o con otras personas («amos hermanos», «mujer que fui»), es otro dato que se encuentra desde el comienzo, con expresión a veces formularia. Cuando los vendedores son varios, la presentación varía según la época y la zona8. Durante los siglos XI, XII y primera mitad del XIII se encuentra sobre todo ego/yo una sola vez, y uniendo los nombres de los vendedores el nexo copulativo et/e, o bien cum o una cum, y con frecuencia un posesivo de primera persona («ego Mari Díaz e meo ermano Ferrando Díaz e meo marido Pedro Guigélmez, ego Pela Pélaz una cum fratibus meis, ego doña Sancha e mió filio Petro Pétrez», 1201 s.l. CODEA 214), pero desde el segundo cuarto del XIII se encuentra la repetición del pronombre yo/ego ante cada nombre, lo que coincide con la expresión en tercera persona («yo don Domingo, fi de Martín Milano, e yo María Binentia, su ermana», 1227 s.l., CODEA 245). En la zona oriental, especialmente en Aragón, aunque existen documentos que presentan yo... e yo...
, es frecuente encontrar nós, por ejemplo en la
expresión de los matrimonios: nós... e ... muller suya (mea) (desde CODEA 806, de 1275)9. En documentos desde mediados del XIV (el primero de 1362, Cáceres) encontramos que en caso de vendedoras casadas, vendan junto con su marido o no, ha de expresarse la licencia del marido para realizar la venta. Este elemento, que aún no se encuentra p. ej. en una venta de 1350 (Magacela, Badajoz), es muy diferente de otros otorgamientos que encontramos en la zona leonesa en el XIII y principios del XIV y que atañen tanto a hombres como a mujeres: el
9
La relación más frecuente entre los vendedores es la de marido y mujer, y luego la de una mujer con sus hijos y varios hermanos que venden conjuntamente. En la expresión de vendedores casados entre sí, lo habitual es encontrar al principio el nombre de la mujer precedido por "una cum uxor(e) mea", "una cum mia muyer", o simplemente por "cum/con" o (más raro y de aparición más tardía) la conjunción copulativa (desde 1195: "ego... et uxor mea"). Desde mediados del XIII, aparece la repetición del pronombre de primera persona: yo... eyo... su muger, que se impone desde fines del XIII. Existen también documentos sorianos con nós (p. ej. de 1279 y 1349).
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BELÉN ALMEIDA CABREJAS
nuevo otorgamiento solo lo conceden maridos a sus mujeres y tutores a sus pupilos (lo que podemos ver en CORDE 308b). Oviedo 1263 (CODEA 569): yo Taresa Menéndiz, filia de Menén Varzana, con otorgamenlo de mió marido Martín Gonzálviz e de mios fillos e de mias filias, Elvira Fernández, Diego Martín, Pedro Martín, Gontro Martín. Oviedo 1319 (CODEA 598): yo Gonfalo López, filio de Alfonso López, de 2 Montobo, que ye en Salzedo, que Dios perdone, con olorgamento de mía multer María Pérez, que está de presente.
Este nuevo otorgamiento o licencia pronto desarrolla una poderosa armazón formularia que rompe de manera sorprendente la progresión sintáctica del texto, especialmente en el occidente (mucho menos en Aragón, donde además encontramos documentos con vendedoras sin este permiso aún en 1384, pero ya lo tienen en 1394)10: Cáceres 1362 (CODEA 308c): Yo Inés Gonifález fija de Diego Alfonso e muger que só de Alvar González, con licencia e otoridat e otorgamiento del dicho Alvar Goníález mi marido que está presente e lo á firme e lo otorga, e yo el dicho Alvar Gonfález dó licencia a la dicha Inés González mi muger para fazer e otorgar esta venta e carta e yo élo por firme e lo otorgo, e yo la dicha Inés González con la dicha licencia vezina que só de Trugiello.
Aparte del patronímico o apellido y de la relación familiar, son pocos los datos que aparecen sobre el comprador en los documentos más antiguos. Es raro que aparezca la profesión, aunque sí lo hace si el vendedor o el comprador es un religioso, actúe o no explícitamente en nombre o representación de una iglesia o convento. El lugar de residencia tanto del vendedor como, en menor medida, del comprador sí empieza a aparecer pronto en los documentos, y es uno de los datos más generalmente expresados desde finales del XIII, bajo varias formas (de + lugar, ciutadano de + lugar, morador en + lugar, estante en + lugar, vecino (vezino, vicino) de + lugar, habitant en + lugar y fórmulas complejas como vezino e morador, bezinos, ciudadanos e habitadores, etc.)11. No aparece prácticamente nunca en estas formas, en cambio, si el vendedor o el comprador son religiosos, pues entonces aparece su título o cargo y la iglesia o convento a los que está adscrito. Navarra 1329 (CODEA 968): yo Ferrand Martínez, criado de don Joán Alfonso de Haro, señor de los Cameros, e yo doña Mencía, mugier del dicho Ferrand Martínez, vezinos de Cernerá. Navarra 1333 (CODEA 869): yo Pedro Oilloqui, hospitalero del hospital de Sant Miguel de Pomplona.
10 11
V. documentos CODEA 911, CODEA 951. A veces, tardíamente, se expresa incluso el barrio o la calle; también es tardía (y al parecer meridional) la costumbre de emplear para las ciudades un epíteto más o menos oficial: "muy noble ciudad de..."
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EVOLUCIÓN DE LAS FÓRMULAS EN LAS CARTAS DE VENTA DEL
CODEA
No siempre resulta fácil diferenciar si un elemento toponímico que sigue a un nombre de persona es un lugar de residencia o de origen o parte del antropònimo12, puesto que al principio la expresión del lugar de residencia es simplemente de + topónimo. Esta duda interesa también a la puntuación. yo Allonga González e yo Mayor González, filias de don Gonzalo Fernández de Lodón e de dona Toda García de Tineo. ego don Pedro Gonzálvez, filio de Gonzalvo PédrezQ del Cadafalso. nós don Beneito de Sant Alifonso, fijo de Domingo Martín, dende. yo, don Mateos, fi de Yuan García, de Miguel Ivañes, vendo a vós doña Isabel, de Sant Román, muger que tuestes de García Gutierre, fijo de Gutierre Gómez, quatro arengadas de viñas que yo é en Miguel Ivañes.
En un caso como el primero, parece tratarse de lugares de origen, puesto que siguen al nombre del marido y de la mujer localidades diferentes. En el segundo ejemplo nos asalta la duda, pero en los siguientes ciertos elementos nos hacen pensar que se trata de elementos locativos no fijados como parte del antropònimo. Bien entre la expresión del comprador y el verbo con significado 'vender', bien entre el verbo y el comprador, encontramos a veces fórmulas que expresan la libertad con que obra el comprador. Puede advertirse la existencia en estos elementos de breves
fragmentos
formulísticos que se desarrollan y que con frecuencia se combinan entre sí para dar lugar a elementos complejos. 1176 s. 1. (CODEA 1176) spontanea volúntate. 1156 s. 1. (CODEA 1402) placuit mihi bono animo, 1201 s. 1. (CODEA 214) non permitum ñeque perturbatum sensum sed per espontaneas nostras voluntates. 1296 s. 1. (CODEA 690) porque me veno atal guisa e atal voluntat. 1236 s. 1. (CODEA 162) de mi bona voluntad. 1275 s. 1. (CODEA 846) de ciencia cierta e de agradable volontat, non decebudos ni engañados, mas por nostra propria volontat. Calatayud 1350 (CODEA 628) de cierta ciencia. Rubielos de Mora 1426 (CODEA 796) non seducto ni engañado, mas con franco corazón e agradable voluntat, de mi cierta ciencia.
12
Será la costumbre de citar el lugar de origen, más bien que el de residencia, la que dará lugar a un elemento antroponímico. Ya Frago (1985) indica que «cuando había masivos desplazamientos de gentes que acudían a llenar espacios de colonización, la referencia toponímica del apellido [...] ayudaba a determinar la procedencia de los emigrados». En el caso de nombres de pueblos o localidades pequeñas, sin embargo, parece más probable que el ámbito en que se empleasen como parte del antropónimo no fuese el de grandes distancias, sino que sirviese para identificar a sus portadores procedentes de un lugar relativamente cercano. La frecuencia de los apellidos de origen toponímico en las zonas cercanas a cada localidad queda de manifiesto en un inventario de 1836 de los bienes de un convento de Brihuega (Guadalajara), que recoge los nombres de habitantes de distintos pueblos de esa zona que tienen relaciones económicas con el convento: una enorme cantidad de apellidos coinciden con topónimos de la zona más inmediata, como Trijueque, Barriopedro, Yélamos, Marchamalo, Cifuentes, Picazo, Pajares, Romaneos, Baldesaz, Trillo, Enche, Atienza, Yela, Brihuega, Torremocha, Baldegrudas, Torija, Galbe, Torija o Cifuentes (Almeida Cabrejas/Díaz Moreno, "Estudio lingüístico de cinco inventarios de conventos de Guadalajara en la época de la desamortización", RHLE, 1 (2002)).
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BELÉN ALMEIDA CABREJAS
Alcaftiz 1469 ( C O D E A 824) deliberadamente e de mi cierta ciencia e agradable voluntat, certeficada, plenerament informada de todo mi dreito. Burgos 1490 ( C O D E A 1361) que de mi propia, e libre e agradable voluntad sin premia, nin fuerza, nin falago, nin engaño, nin otro induzimiento alguno que sea.
Cuando los vendedores son varios, es frecuente que se incluya, en general antes del verbo, pero a veces inmediatamente después, la indicación de que todos los vendedores están de acuerdo en la venta, que puede expresarse mediante una fórmula más o menos compleja. Como en el contenido anterior, puede advertirse que las soluciones expresivas con este significado (como «de mancomún», «uno por otro», «cada uno por todo», «a boz de uno», «pronombre + en uno»), que a veces aparecen de modo independiente, se combinan en otros documentos para formar largas cadenas 13 : 1175 s. 1. ( C O D E A 777): conmuni assensu et volúntate. 1227 s. 1. ( C O D E A 245): todos .vi. ermanos de man conmun un por otro cada uno por todo. Salamanca 1245 ( C O D E A 508): todos iii de mancomún. 1275 s. 1. (CODEA 846): amos ensemble e cada uno de nós por el todo. Ávila 1284 ( C O D E A 56): todos cinco. Avila 1284 ( C O D E A 57): todos ses uno por otro a boz d'uno e cadaúno por todo. Vililla, Zaragoza, 1325 ( C O D E A 745): amos ensemble e cadaúno de nós por sí. Villagarcía, La Rioja, 1347 (CODEA 621): amos de mancomún e a boz de uno e cadaúno de nós por todo. Zaragoza 1379 (CODEA 744): todos tres ensemble en nombres nuestros proprios e cadaúno de nós por sí e por el todo.
4. V E R B O Y COMPRADOR
A continuación se tratará conjuntamente el elemento verbal y la expresión del comprador. Estos dos elementos aparecen en general en este orden, pero en los primeros documentos no es raro que el orden varíe 14 , o que el verbo esté separado del comprador por la expresión de la cosa vendida e incluso (muy rara vez) por el precio. La expresión, bastante sencilla al comienzo, se complica con nuevos contenidos, expresados en fórmulas, desde la segunda mitad del XIV, cuando se abren paso varios nuevos elementos: a) la expresión de los sucesores del comprador, un contenido que, en este segmento del documento, se da solamente en textos orientales 15 : «pora vós e pora vuestra genolla, generación e posteridat» (1333, s. 1. pero sobre el monasterio de Leire), en el caso de priores «e a vuestros sucessores en la dita ecclesia» (Calatayud, 1355) o de quien el comprador decida «e a los vuestros quien vós más queredes» (Muniesa, Teruel, 1392).
13
14 15
Muy raro es que se extienda una formulación de cierta complejidad de este tipo a la expresión de los compradores, como sucede en 1347 Cáceres (CODEA 137). Así sucede en CODEA 1467, de 1193; CODEA 1466, de 1195; CODEA 511, de 1206. Con la única excepción de un documento tardío, León 1501. Más abajo en el documento, por ejemplo en las amenazas o en la puesta en posesión, sí hay alusiones a los herederos en los documentos occidentales.
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EVOLUCIÓN DE LAS FÓRMULAS EN LAS CARTAS DE VENTA DEL
CODEA
b) elementos que hacen referencia a que el cambio de posesor es para siempre, que suelen incluirse tras la expresión del comprador, o, al principio, como adjetivo de cartam en fació cartam
venditionis
o su equivalente romance: «fació cartam venditionis in
perpetuum
valituram» (1195 s. 1., 1223 s. 1., 1226 s. 1., )/«facemos carta de vendeción por lodos tiempos valedera» (1282 s. 1.), «vendo vobis [...] in perpetuum»
(1100 s. 1., 1206 s. I.)' 6 ;
c) la expresión del lugar de residencia del comprador, que se impone más tarde y en menor medida que la del lugar de residencia del vendedor, y dentro de ello más clara y tempranamente en el oriente y en el sur (aparece desde fines del XIII) 17 ; d) el dato sobre la presencia o ausencia del comprador en el momento del acto jurídico de la validación de la carta de venta, que se incluye tras el nombre y, en su caso, el lugar de residencia: «que estades presente», «(que está) absente (así) como si fuese presente». Este dato no se generaliza, pero sí es frecuente desde su surgimiento a mediados del XIV. La expresión «que estades presente» la encontramos por vez primera en Cáceres en 1347 {CODEA 137), y también en documentos de esta provincia de años posteriores, antes de verla en 1369 en Burgos y ya en el XV en documentos de Cádiz (1411), Salamanca (1414), Teruel (1418, 142618), Cantabria (1424), La Rioja, Toledo, Jaén, Burgos y León. La fórmula sobre la ausencia la encontramos por primera vez en un documento de Valladolid de 1382 19 (CODEA 347). En los documentos del corpus, esta fórmula se redacta en tercera persona, contrastando con los compradores presentes o de los que no se expresa la situación, que van siempre en segunda persona 20 . El
elemento
referido
vendo/vendimus/vendemos,
a
la
acción
de
vender
puede
ser
simplemente
con variantes complejas vendemus et roboramus/vendo
pero también fació carta (o cartula, cartulam) venditionis/fago
carta de vendeción
e robro, (desde
21
1159) . Como hemos dicho, es frecuente en las cartas de venta la combinación de fórmulas con la misma función. Por ello no extrañará la presencia en algunas cartas de vendemos + facemos
16
17
18 19
20
21
Otros elementos con este valor: "perpetualment"; "para siempre jamás"; "agora e a todos tiempos jamás"; "por(a) siempre", "pora todos tiempos", "para siempre jamás". Bajo las formas "ciutadanos de", "estantes en", "morador que sodes en", "vecina de Tudela", "vezinos de", "de" (p. ej. "de y del dito lugar de Montamarta"), "vezinos e moradores en"... El primero bajo la forma "qui sodes present e aceptator", más tarde "qui soes present e aceptant". En cartas de venta. En otros tipos documentales aparece antes: testamento de 1342 («quiero que sean cabe9aleros míos [...] Joán Rosel de Peña e Benet Narbones [...] absentes mas así como apresentes»), Lógicamente se omite también el pronombre vós en el segmento "vendo a" + "vos" + nombre, que queda "vendo a" + nombre. En CORDE existen documentos que presentan la fórmula con vós y en segunda persona. Variante: "kartam roborationis et venditionis", "karta de vendemiento e de roboramiento".
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BELÉN A L M E I D A CABREJAS
carta de vendimiento e de roboramiento
(p. ej. Salamanca 1260, CODEA 503), dos fórmulas
que, como hemos visto, se suelen utilizar individualmente. Desde finales del XIII (1284) hace aparición (en documentos abulenses) la fórmula otorgo e coñosco que vendo22. Desde entonces la expresión simple vendo apenas aparece. Cuando lo hace, por ejemplo en zonas donde se aplica ya la nueva fórmula, ¿de qué depende su aparición? ¿De una decisión particular, del empleo de distintos modelos? Daremos un ejemplo curioso: CODEA recoge bastantes documentos abulenses de finales del XIII y principios del XIV (en varios casos dos o tres están contenidos bajo el mismo número de CODEA).
Muchas son cartas de venta a favor de un tal Blasco Blásquez, que compró
propiedades en diversos pueblos durante años. Estos documentos son muy parecidos entre sí, pero en un examen detenido encontramos ciertas diferencias. Una de ellas reside precisamente en este segmento: casi todas las cartas presentan otorgo e coñosco que vendo (o su plural), pero algunas usan solo el verbo vender. Todas estas presentan como notario a Pascual Domingo. Analizando todas las cartas (12) que nombran como autor a esta persona (siempre con la forma fiz esta carta), observamos que a veces emplea otorgar + que + vender y a veces solo vender (nunca otorgar e conocer que + vender): en plural, siempre vendemos (8), mientras que en singular emplea otorgo que vendo (3 veces, aunque una de vendo). Esta singular distribución podría apuntar, si no es casual, a razones rítmicas. La sustitución de vendo por otorgo e coñosco que vendo, la fórmula con más éxito en el occidente, es paulatina, y encontramos otras fórmulas más limitadas temporal y localmente. Con respecto a la pervivencia de vendo, documentos escritos en Oviedo presentan hasta al menos mediados del XIV solo viendo (1319, 1334, 1345), y encontramos solo ejemplos de vendo en León durante el XIV (1336, 1393) 23 . Los documentos riojanos y navarros adoptan la fórmula compleja también de modo algo más tardío 24 . En cuanto a las otras fórmulas que van surgiendo y que tienen un ámbito más limitado, podemos citar las siguientes: en Segovia encontramos documentos desde finales del XIII (1287) hasta 1319 con «otorgo que vendo»; en Salamanca se desarrolla en los años 20 del siglo XIV la fórmula «otorgo que vendo e robro e dó e apodero», que se combina en un 22
23
24
Variante "otorgo e vengo conocido que vendo" (Navarra), "otorgo e vengo de coñofudo que vendo" (Logroño), o simplemente (más raro) "otorgo que vendo". Dado el bajo número de documentos, podría ser una casualidad. También hay que considerar como pervivencia de una fórmula antigua "vendemos e robramos" en Burgos 1288: la encontramos también en Palencia 1223 y en Burgos 1236, y como segundo elemento de venta (tras la descripción del objeto vendido y antes del precio) en Palencia 1185 y 1186. Encontramos documentos riojanos con vendo en 1290 y 1296, pero ya con otorgamos e conocemos que vendemos en 1347; en Navarra se mantiene vendemos en 1296, pero en 1329 encontramos ya otorgamos e conocemos que vendemos.
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EVOLUCIÓN DE LAS FÓRMULAS EN LAS CARTAS DE VENTA DEL
CODEA
documento también salmantino de 1345 con la fórmula más popular: «otorgo e coñosco que vendo e robro e dó e apodero», y se complica en 1355 y 1356 (también en Salamanca) con «otorgo e coñosco que vendo, e robro, e dó, e apodero e entrego por juro de heredat». Otras fórmulas semejantes a estas salmantinas se encuentran en Cáceres (mediados del XIV25). Después de este enorme desarrollo de la fórmula durante el siglo XIV (al menos en ciertas escribanías), sorprende (o quizá no) encontrar desde finales del XIV un descenso en el uso de estas fórmulas complejas y una vuelta a coñosco e otorgo que vendo o similares, o incluso vendo26. En Aragón encontramos (desde la carta de venta más antigua que conserva el CODEA, de 1275) vendemos e de present (de)livramos conviviendo con vendemos. La fórmula antigua puede quedar también precedida por (otorgamos e) conocemos que, como puede observarse en varios documentos de Zaragoza, aunque la fórmula básica aragonesa de vendemos e de present (de)livramos se modifica también de otras maneras, como vemos: Zaragoza 1297 (CODEA 488): otorgamos e conocemos en verdat que vendemos e de present libramos. Teruel 1320 (CODEA 762): vendo e de present livro e en corporal possesión pongo. Zaragoza 1325 (CODEA 745): vendemos e atorgamos e de present libramos. Huesca 1392 (CODEA 800): atorgo e viengo de manifiesto que vendo e luego de present livro e en corporal possesión pongo pora siempre a vos.
Es bastante habitual que aparezca un nuevo elemento verbal, que suele ser más sencillo (con frecuencia solo vendo) para cerrar el apartado de descripción del objeto vendido, como veremos más tarde.
5. OBJETO VENDIDO
En cuanto a la expresión del objeto vendido, aunque es el segmento con menor grado de fijación, incluye varios elementos formularios; suele seguir directamente al verbo e ir seguido por el precio. La estructura más habitual del segmento es la siguiente: - enunciación de lo que se vende, que en la mayoría de los casos son bienes inmuebles (una casa, una viña; la totalidad de las posesiones), más el lugar en que se tienen; - descripción del objeto vendido, lindes. Este elemento no aparece siempre: - elementos incluidos en el objeto vendido o derechos relacionados con él; 25 26
De 1362 (CODEA 281) y 1385 (CODEA 138). En 1414, 1416 y 1430 (Salamanca) simplemente la fórmula vendo/vendemos (CODEA 518, 527, 524, 520); la antigua fórmula otorgo e coñosco que vendo, e robro e apodero por juro de heredat se encuentra aún en 1424 (CODEA 525). En cualquier caso, en la zona occidental y central lo más frecuente sigue siendo la expresión otorgo e conozco que vendo, a veces con los términos cambiados de orden (conozco e otorgo qué) o completado con "por esta carta".
610
BELÉN A L M E I D A CABREJAS
- recapitulación, con frecuente repetición del elemento vendo. En todas estas secciones existen fórmulas: En la enunciación del objeto vendido, las fórmulas son habituales (aunque no generales) cuando se trata de todas las posesiones del vendedor en el lugar nombrado: a la expresión totam illam hereditatem quam habemus/todo quanto avemos/quanto nós heredamos se afiade con frecuencia desde finales del XII (1179) devo/devemos
+ infinitivo del verbo antes
utilizado, aver o heredar, «quam habemus vel habere debemus», «heredamos e devemos heredar». Surge también la cuasisinonimia (habemus et ad nos pertinet),
que da lugar junto
con el procedimiento anterior a fórmulas triples. 1227 Valladolid (CODEA 1414): de illa nostra ereditate quam abemus et abere debemus et etiam nobis pertinet in valle Lobon. 1236 Burgos (CODEA 162): de todo quanto yo e mi mugier doña Urraca Rota avernos e aver devemos e a nós apertenece de parte de don Roy Díaz mió suegro in Gentolinos e in suos términos.
La tendencia a acompañar el verbo con el significado 'poseer' de un sinónimo o de deber + infinitivo se mantiene, en cualquier caso, hasta finales de la Edad Media, aunque se mueva ocasionalmente desde el primer elemento del objeto vendido a otras secciones de esta parte del documento: Oviedo 1263 (CODEA 569): toda quanta heredat é en ambas mestas ennas regueras en alfoz de Miranda, acerca del río de Piofia, por [precio]. Esta heredat ja decha vendo a vós abat e convento del monesterio de Lapedo ja dechos, toda quanta a mipertenez e devo a aver, donda e brava 27 .
Tras nombrarse el objeto vendido, sustituyendo o en ocasiones acompañando una descripción del objeto (p. ej. las lindes), encontramos fórmulas que incluyen la variedad de elementos que posiblemente entren en una posesión inmobiliaria (por ejemplo: casas e solares, térras, linares, molinarias...).
Lo más habitual es que esta fórmula, cuando aparece,
acompañe a una descripción somera del objeto vendido o a la venta de todas las propiedades de los vendedores en un lugar, pero por ejemplo en este documento de 1414, la enumeración formularia de los bienes posibles acompaña a una enumeración real de las posesiones vendidas: Salamanca 1414 (CODEA 518): toda la labranza e heredat de pan levar, e con todos los prados, e pastos que nós avernos e nos pertenecen e pertenecer deven en el dicho lugar de Aldea Yuste e en su término en qualquier manera e por qualquier razón que sea, e vendémosvos más con la dicha heredat unas casas que son en el dicho lugar en que nós agora moramos, con la meatad de la bodega que en ellas está, e con su corral, e con otras dos casas pequeñas que están dentro en el dicho corral, de las quales dichas casas son linderos casas de la dicha eglesia catedral que están en el dicho corral, de la una parte, e las calles del Rey de las otras partes. Otrossí vos vendemos más 27
V. también entre otros León 1247 (CODEA 156).
611
EVOLUCIÓN DE LAS FÓRMULAS EN LAS CARTAS DE VENTA DEL
CODEA
la meatad de un lagar, e la meatad de un palomar e la meatad de una huerta [...] convién a saber, esto que vos asi vendemos son casas, casares, solares, tierras, eras, fazeras, prados, pacilgos, exidos, yerva, e regueras, e riberas, montes, fontes, aguas, e navas, manantes, corrientes e estantes, e cuestas, e valles, e viñas, e vinales, e eriales, e sotos e alamedas.
También los derechos relacionados con el objeto vendido se expresan regularmente mediante fórmulas que se van complicando y que solo en parte están relacionadas con el tipo de objeto vendido. Un ejemplo es: libre e quito e desembargado, con todas sus entradas, e con todas sus salidas, e con todos sus derechos e pertenencias quantas le pertenecen o pertenecer deven en qualquier manera e por qualquier razón que sea, así de fecho como de derecho.
Estos dos contenidos (descripción formularia y derechos) están muy claramente separados en algunos documentos; el primero suele aparecer tras las fórmulas 'a vós X vendo cuanto tengo y debo tener en [sitio]' («videlicet casas e solares e térras...»), mientras que el segundo aparece tras la repetición del verbo: «e todo esto os lo vendo» («libre e quito e desembargado, con sus entradas...»). Sin embargo, en los documentos más antiguos aparecen ligados. De este segundo contenido, el elemento más temprano y más constante es «con sus entradas y sus salidas», cuyas evidentes diferencias conceptuales con elementos como térras,
pratis,
arbores, fontes etc. fueron sin duda la causa de que se desgajase posteriormente: León 1176 (CODEA 1468): de tota hereditate mea quam habeo in Astorica de patrimonio meo, videlicet casas, cortes, solares, térras, linares, molinarias, aquas, piscarías, pratis, pasciis, ortos, órlales, arbores, montes, fontes, exitus et regressus, usque ad minimam petram. Valladolid 1220 (CODEA 371): de tota mea hereditate que ego habeo vel debeo habere in Vallelobón, solos cum exitus essu et regressu, et in divisis, térras, vineas, ortos, pratos, fontes, montes et quantum hic pertinet.
Esta separación entre los dos elementos la encontramos por vez primera en el CODEA en Salamanca, 124528; esta separación no tiene por qué ser física, sino que puede estar simplemente marcada de modo sintáctico, como en el segundo ejemplo, donde se aprecia que son dos elementos distintos: Salamanca 1245 (CODEA 508): de toda aquella heredade de lavor que avía García Pérez en Villerola, casas, tierras, prados, e el orto mejor, e las casas en que moran los yugueros, con toda la heredade que es de lavrancia de bois. Toda esta heredade nombrada vendo a vós con entradas e con salidas, libre e quita, per [precio]. Avila 1255 (CODEA 41): quanto heredamiento nós avernos en Los Yedgos, aldea de Avila, casas e solares e viñas e todo quanto que nós y avernos, con sus entradas e con sus salidas e con todas sus pertenencias, assí como l pertenece a todos cabos, por [precio].
En documentos aragoneses, que presentan otras características particulares (una de ellas la especificación «del cielo hasta el abismo» o «del cielo hasta la tierra») no hemos observado esta ligazón de las dos fórmulas, lo que puede ser casual. 28
Siguen existiendo después cartas en que están ligados: León 1247, Valladolid 1248, Zamora 1256.
612
BELÉN ALMEIDA CABREJAS
Zaragoza 1231 ( C O D E A 827): las casas avant dichas con sus entradas e con sus exidas, e con las pertenencias que a ellas pertenecen de cielo fasta al abisso, assí como mellor lo puede omne entellejer a buena inteligencia. Huesca 1275 ( C O D E A 806): assí vendemos a vós aquellas con entradas e exidas e con todos sos dreitos de cielo entroa tierra.
Por último, la recapitulación, que se presenta muchas veces bajo la forma de todo esto os vendo, suele preceder a la expresión de los derechos ligados a la cosa comprada y raramente va tras ellos y ante el precio; si no hay expresión de los derechos va justo antes del precio. Es un elemento con mucha vitalidad desde su aparición, ya a finales del XII (León 1176), y no es necesario que el segmento dedicado a la descripción del objeto vendido sea largo para que aparezca: Valladolid 1237 ( C O D E A 331): vendo al convento de monester de Vega quanto a mí pertenez en esta 3 varga de parte de mió padre Joan García, vendo ie otorgo por. Segovia 1280 (CODEA 478): E véndovollas con sus entradas, e con sus salidas, e con todas sus pertenencias e con todos sus derechos por. Huesca 1276 ( C O D E A 875): assí vendemos a vós aquélla, 5 todas ab integras, con entradas e con exidas suyas, aguas, dreitos e pertinencias, e cadaúnas que a las ditas casas pertenexen o deven pertenir por cualquiere ra?ón o por qualquiere forma.
Tanto en las fórmulas que expresan los elementos relacionados con el objeto vendido como en las que se refieren a los posibles elementos incluidos en las posesiones objeto de la transacción o a sus características, pueden advertirse elementos muy propios de las fórmulas como sinónimos y cuasisinónimos (libre/quita; franca/quita/suelta;
manera/razón), muchas
parejas o grupos de elementos antónimos, opuestos o complementarios destinadas a abarcar todas las posibilidades de una variable y a mencionar así explícitamente todos los elementos de modo que se prevenga cualquier interpretación en otro sentido (tierra/cielo, donda/brava, dentro/fuera, corriente/estante o corriente/estante/vertiente, monte/valle, labrado/por labrar, lantado/por lantar, grande/pequeño, con jhtcho/sin frucho, verde/seco, yermo/poblado),
y
una expresión donde se emplean elementos estilísticos como rima y ritmo (fonte e monte).
6. CONCLUSIONES
En un trabajo que presentaremos en otra ocasión, se hablará de la estructura y las fórmulas presentes desde aproximadamente la mitad del documento y hasta el final, y se ofrecerán unas conclusiones conjuntas. De lo que no cabe duda es de que, a pesar del alto grado de identidad de unos documentos con otros, muchas novedades encontraron acomodo en este tipo textual a lo largo de los siglos, y de que puede entreverse la utilización de numerosísimos modelos, algo diferentes de los anteriores, de los contemporáneos de otras zonas e incluso de los 613
EVOLUCIÓN DE LAS FÓRMULAS EN LAS CARTAS DE VENTA DEL
CODEA
utilizados por otros notarios y escribanos en la misma ciudad en el mismo momento. La rapidez con que estos elementos cambian, se combinan y crean otros nuevos es sorprendente; la vitalidad justamente de las fórmulas de este lenguaje jurídico o administrativo en la lengua tanto literaria como general no puede negarse. Elementos tan habituales como «todos y cada uno» o «corriente y moliente» han tenido su origen en los documentos, y nos queda preguntarnos, con Juan Antonio Frago (1985), si este éxito se debe a una expresión conscientemente basada en lo cotidiano (para hacer más efecto «sobre el ánimo de oyentes poco cultivados») o a la enorme influencia y al prestigio de una lengua de especialidad con la que muchos hablantes tenían contacto a lo largo de su vida, en unas ocasiones revestidas de una peculiar ceremonia.
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Corpus
diacrònico
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Anteriores
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Anuario de Estudios Filológicos, XVII, pp. 89-99. (1999), Lengua y estructura
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Española Actual, 7, pp. 191-201. ISASI, Carmen (2000): «Los documentos notariales: entre el formulismo y la innovación». En Elena Artaza, Javier Durán, Carmen Isasi, Jamile Lawand, Victoria Pineda y Fernando Plata (coords.): Estudios de filologia y retórica en homenaje a Luisa López Bilbao: Universidad de Deusto, pp. 281 -294.
614
Grigera.
BELÉN ALMEIDA CABREJAS
RAMÍREZ LUENGO, José Luis (2004): «Contribución al estudio de la fórmula notarial en el castellano de la Baja Edad Media (siglos XIV-XV)». Cadernos do CNLF, 8/6, pp. 3142.
615
La parasíntesis a la luz de los datos históricos de los verbos en a- y -esger Montserrat Batllori Dillet (Universität de Girona)
1. INTRODUCCIÓN
El principal objetivo de este trabajo es la revisión del concepto de parasíntesis desde la perspectiva histórica. A tal fin, nos hemos centrado en el análisis detallado de los datos históricos de los verbos en a- y -ecer extraídos de diversas fuentes: OLD, Gaffiot (1934), DCECH, NDHE, NTLLE, etc., en lo referente a las documentaciones lexicográficas, y Persern, CORDE y CE, por lo que respecta a los ejemplos de los corpora informatizados. Metodológicamente, partimos del análisis de los preverbios latinos propuesto por Lehmann (1983) y García Hernández (1980) y, además de ofrecer un análisis sintáctico para los verbos que constituyen nuestro objeto de estudio en la línea de Mateu (2002), Acedo (2010) y Morimoto (2001), examinamos su comportamiento a la luz de dos conceptos básicos de la parasíntesis: la afijación parasintética y la composición parasintética (Serrano-Dolader 1995, 2012; véase el § 2.4). En primer lugar, observamos que la alternancia entre verbos prefijados y verbos en -ecer no prefijados, nos deja con un reducido número de voces realmente parasintéticas en a-Xecer. Asimismo, vemos que las construcciones parasintéticas latinas con preverbio AD o IN y sufijo -SCO se comportan como parasintéticos compuestos y que en la evolución al romance los preverbios se gramaticalizan como prefijos para dar lugar a la parasíntesis por afijación propia del español actual. En el proceso de consolidación de esta gramaticalización, se atestigua cierta variación entre a- y en-, que no solo debe atribuirse a cuestiones endógenas, sino también exógenas (como el contacto lingüístico y la variación diatópica, diastrática o diafásica).
Investigación financiada por el proyecto de investigación FFI2011-24183. Agradezco a Javier Rodríguez Molina la revisión detallada de la primera versión de este artículo, a Isabel Pujol sus observaciones y sugerencias, siempre acertadas, y a Elisabeth Gibert los comentarios y la discusión en tomo a la formalización del análisis que propongo. Evidentemente, los errores son míos.
L A PARASÍNTESIS A LA LUZ DE LOS DATOS HISTÓRICOS DE LOS VERBOS EN A- Y -ESCER
2 . ANTECEDENTES Y CONCEPTOS BÁSICOS
2.1 Los preverbios
latinos: usos y
funciones
En Batllori y Pujol (2012: 661-662) expusimos la propuesta de Lehmann (1983) en lo concerniente a la estructura argumental latina de las construcciones verbales con preverbio. Estamos ante configuraciones morfológicas de doble predicación: una primaria, la del verbo incoativo o de cambio de estado (-SCO) y otra secundaria, la del preverbio, exponente de la expresión del componente de dirección o trayectoria (Acedo y Mateu 2009, y Acedo 2010). En esta línea, García Hernández (1980: 131-136, 161-167 y 128-130) detalla las características semánticas de los preverbios latinos y destaca que AD e IN comparten los valores de acción secuencial ingresiva, acción extensional intensiva y también la función reforzadora de la secuencial incoativa: por una parte, ad refuerza el sentido incoativo de algunos modificados sufijales en -SCO y, a la par, el sentido intensivo o aumentativo que tienden a manifestar estos 1 ; por otra, in, con su valor ingresivo, refuerza el sentido incoativo de los verbos en -seo. 2 En cuanto a AB, este autor menciona también su incidencia en la acción extensional intensiva.
2.2 -SCÉRE: valor etimológico
incoativo y desarrollo del valor
causativo
Como acabamos de ver, en latín los verbos en -SCO admiten la modificación ingresiva de los preverbios adlativos (AD- adsudesco
'arrancar a sudar', IN- illuscesco
'comenzar a
amanecer') y pueden tener un valor secundario intensivo o durativo (accresco 'acrecentarse'; inolesco 'desarrollarse, aumentar'). Algunos autores cuestionan el valor etimológico incoativo que describen las gramáticas latinas y consideran que - s e o no expresa propiamente el inicio de la acción, sino su desarrollo progresivo (o sea, el desarrollo lento y continuo de un evento, más que el inicio del evento). Así pues, los verbos en -SCO denotan un cambio de estado progresivo experimentado por el sujeto del verbo y focalizan la progresividad en la instauración de un estado (Mignot 1969: 213-214). En latín vulgar los incoativos latinos muestran la tendencia a indicar también la acción causativa (Pena 1980 3 , Pharies 2002) y, a partir de ahí, se generaliza paulatinamente el uso de se para la expresión de la incoatividad en romance (Malkiel 1941, Pena 1980, entre otros).
1
2
3
[accresco 'acrecer' (cf. cresco 'crecer'), addormisco 'adormecerse' (cf. dormisco 'dormirse'), adhaeresco 'adherirse' (cf. haeresco 'pegarse')]. [illucesco 'comenzar a lucir', immutesco 'enmudecer', inardesco 'inflamarse', ingrauesco 'agravarse'] [García Hernández 1980: 131-136, 161-167], El verbo incoativo [latino] tiene valor incoativo y voz media. La voz media se convierte en factitiva si se dota al proceso de un agente extemo que haga que se produzca el cambio de estado o la adquisición de la propiedad. De este modo el anterior sujeto pasa a implemento [u objeto directo]. (Pena 1980: 31).
618
MONTSERRAT BATLLORI DILLET
Cabe destacar, además, que «los incoativos compuestos [con preverbio y -SCO] son casi siempre en español parasintéticos, por haber desaparecido el término base, pérdida que ya se barruntaba en latín postclásico» (García Hernández 1980: 117, nota 25). A partir de ahí, parece propiciarse la generación de dobletes con a-, en- (o incluso sin prefijo), además de la de dobletes con otros sufijos. En algunos casos se resuelven mediante la especialización del significado de uno de ellos. En este sentido, Pena (1980: 83), al hablar de dobletes en -ecer ~ ar, por ejemplo, menciona que «muchos de los dobletes coinciden en el contenido y se diferencian en el uso, en el área o en la extensión de uso», sin que haya un valor diferenciador específico entre ellos. Podemos afirmar que esto es exactamente lo que ocurre en los casos de coexistencia de verbos en [X-ecer] [a-X-ecer] [en-X-ecer]: comparten acepciones semánticas, pero se diferencian en el uso diatópico, diastrático o diafásico y en su extensión. En lo referente al análisis sintáctico, se trata de verbos télicos con alternancia ergativa/causativa. En este mismo sentido, Rifón (1997: 103-105), en su descripción de los verbos en -se-, explica que «muestran la entrada en un estado por medio de un esquema monoactancial, y la causatividad de dicha entrada mediante un esquema biactancial». Añade, además, que cuando el esquema es monoactancial, el actante es un Experimentador. De acuerdo con lo dicho, se suele proponer un análisis como el de (2) para los enunciados de (1) y similares (vid. Morimoto 20014), y (4) para los enunciados de (3): (1)
(2)
(3)
(4)
4
a. que quando las coniunctiones se mudaron a la triplidat terrea apoderaron se los regnos de los romanos. & de los xristianos. & aflaqueqieron los regnos de los alaraues. [CORDE: 1259. Alfonso X. Libro de las Cruces], b. de estueníe compeipo de enflaquecer el regno de los alaraues [CORDE: 1259. Alfonso X. Libro de las Cruces], c. quebranto el esfuerzo de los africanos & flaquegieron los sus coragones [CORDE: 1402. Pero López de Ayala. Caída principes. HSA HC327/1326]. Uvent G O ([object Los regnos de los alaraues/los sus corafones], [ Path a/en/ 0 ( [ p r o p e r t y flaco])])]. a. Porque mandóles, liurandoles sollempnidades e juegos, que entendiessen a juegos e a comeres e a delectaciones carnales, mostrando a ellos bienquerencia. E en aquesta guisa los aflaquecio e los amollecio, e finalment aquellos que non pudo uencer por batalla ujncio por luxuria. [CORDE: 1385 - 1396. Anónimo. Obra sacada de las crónicas de san Isidoro, de Don Lucas, Obispo de Tuy], [ E V C I CAUSE ([ Ca „ scr (él)], [ Evcnl GO ([objccl los], [ Palh a ([property A a C O ] ) ] ) ] ) ] .
En el caso de amarillear, Morimoto (2001: 209) propone la siguiente EC: [Evento IR ([Objeto], [Trayectoria A ([Propiedad AMARILLO])])]. Afiade, además, que «este tipo de verbos de cambio de propiedad lexicalizan la función de trayectoria y su argumento de propiedad». Según dicha autora, las EECC de los eventos de cambio de estado télico son idénticas a las de los eventos de desplazamiento télico y, por consiguiente, cuentan con una trayectoria inherente en su significado. • 619
L A PARASÍNTESIS A LA LUZ DE LOS DATOS HISTÓRICOS DE LOS VERBOS EN A- Y -ESCER
2.3 Tres esquemas derivativos: deverbales, denomínales y deadjetivales A pesar de que en latín hay verbos denomínales y deajetivales en -se- (por ejemplo: igniscere, en Cicerón < ignis, ya en Plauto), parece que la formación en -SC- no era propia de los mismos, sino de los deverbales (probablemente del sufijo indoeuropeo -sk-). Según Mignot (1969: 146-147) su uso en el ámbito de los denomínales y deadjetivales fue, pues, una innovación del latín. Es bien sabido que muchos verbos latinos de origen deverbal con sufijo
-SCÉRE
tenían
correlatos en -ERE y en -IRÉ (grandíre, grandescéré). Los verbos en -TRE pasaron al romance como verbos de la tercera conjugación, pero además se originaron nuevos verbos en -ir que no procedían de la cuarta conjugación latina (Malkiel 1941, Pena 1980, Pharies 2002, Batllori y Pujol 2012, entre muchos otros). En consonancia con ello, tanto la NGLE como el MNGLE de la RAE comentan que en la lengua antigua los verbos del tipo embellir, bastir, embravir, enriquir fueron muy comunes y que, a ellos, se añadieron otros como guarir, guarnir y escarnir, de origen germánico (Elvira 2001). Los datos históricos muestran claramente la sustitución de estos verbos por sus correlatos en -ecer y en este sentido la RAE explica que «agradecer sustituyó a gradir, embellecer, a embellir, enriquecer, a enriquir, escarnecer, a escarnir, establecer, a establir, fenecer, a finir, guarecer, a guarir, guarnecer, a guarnir, perecer, aperir» (RAE, NGLE: § 8.9c, p. 616; y MNG: § 8.3.4a). Asimismo, menciona que el esquema a-N-ecer solo se percibe actualmente en anochecer y atardecer (RAE, NGLE: § 8.3.4b) y que el patrón a-A-ecer (ablandecer, atontecer) se ha perdido totalmente (RAE, MNGLE: § 8.2.3b). Sin embargo, ambos esquemas fueron relativamente productivos en español antiguo. Cabe tener presente que los antiguos verbos denomínales en -ecer podían designar ya: i) un estado o una cualidad o propiedad que podía ser interpretada como característica de un estado, o ii) un objeto del cual se tomaba su valor connotativo (las referencias a sus características propias). Los deadjetivales, por su parte, presentaban bases adjetivas con propiedades escalares que permitían focalizar mejor el cambio de estado.5 Así pues, el adjetivo podía: i) indicar dimensiones espaciales (grande, largo, pequeño, flaco, corto, etc.), ii) evocar la idea de dulzura, blandura o lentitud, iii) expresar el valor de color, o iv) focalizar en el inicio del día o de la noche. Es lógico, pues, que muchos de estos verbos indicaran cambio de frecuencia y densidad. (Mignot 1969: 221-224).
5
Véase Rifón (1997: 106-112) para una descripción más detallada de las propiedades de las bases adjetivas de los verbos deadjetivales del español actual.
620
MONTSERRAT BATLLORI DILLET
2.4 Parasíntesis por afljación v.s\ composición
parasintética
Dado que nuestro objetivo es la revisión del concepto de parasíntesis a la luz de los datos históricos, se hace necesario partir de una definicón de ambos conceptos. Así pues, consideramos parasíntesis por afijación al «fenómeno derivativo que consiste en la adjunción simultánea de un prefijo y un sufijo a una base» (Serrano Dolader 1995, 2012: 427). En contraste, la composición parasintética es el «procedimiento de creación léxica que consiste en
la
fusión de
dos
bases
léxicas
-que
conforman un
compuesto
no
existente
independientemente- con su sufijo derivativo» (Serrano Dolader 2012: 427).
3 . L o s D A T O S HISTÓRICOS
3.1 Deverbales 3.1.1 Voces heredadas del latín La mayoría de los deverbales heredados del latín que han dado lugar al patrón a-V-ecer del español (como, por ejemplo, aborrecer, adherecer y adormecer)
son parasintéticos, o bien
porque ha desaparecido el término base (García Hernández 1980: 117, nota 25), o bien porque se ha desdibujado la relación existente de la forma verbal sin prefijo con este término a causa de la lexicalización del mismo con un significado claramente diferenciado. Esto puede verse claramente después de examinar los deverbales latinos en AD/AB- y/o -SCO que hemos agrupado en tres esquemas básicos: a) Voces cuyo étimo latino coexistía con bases sin AD/AB y/o -SCO: por ejemplo, A B H O R R E S C O - A B H O R R E O - HORRESCO - HORREO; A D H A E R E S C O - H A E R E S C O - A D H A E R O HAEREO; A P P A R E S C O - A P P A R E O - PAREO; A C C R E S C O - CRESCO
(incoativo de
C R E O ) - CREO;
etc. b) Voces cuyo étimo latino coexistía solo con bases sin AD: [ A D - + FACIO], v i d . OLD)
ADMISCEO - MISCEO; ADFFICIO (
pronombre > partitivo, valores que pueden darse con salvo, fueras) B. Adverbio: a) 'origen, procedencia': 'de + allí' > 'allí' (locativo, direccional) b) 'temporal' (dende + sustantivos temporales, (d)ende + adverbio temporal (+ preposición) c) 'causa' (conpor), 'causal-continuativo' (conj>, ca) Badia, Coraminas y Meilán son, por tanto, desde mi punto de vista, quienes proporcionan a sus lectores tanto datos como enfoques muy útiles para intentar pergeñar el desarrollo histórico completo de esta unidad adverbial3.
3
terremoto», Apol. 46; el ms. modernizante E del S. Domingo de Berceo evita el uso de i, a veces suprimiéndolo y otras veces cambiándolo por ende (así, 266aa, 273c, 460c, 657d, 684c).» Otros autores tasmbién se pueden tener en consecuencia, centrados en otras lenguas románicas, tales como García Martín (2010) y Niculescu (1976), que comparan todos los idiomas de este grupo, McA'nulty (1976), centrada en el francés.
797
.
ENDE EN ESPAÑOL DESPUÉS DE 1 5 0 0
2 . ANÁLISIS
Ahora bien, el CORDE, analizado con las precauciones obligadas en su caso, nos ofrece, por lo menos, un apreciable conjunto de ejemplos con ende a partir de 1500, que pueden llegar en algún caso hasta el siglo XIX o elementos fosilizados hasta el XX, pero sin la suficiente multiplicidad semántica (o fonética) mostrada sobre todo por Meilán, pluralidad de significados gramaticales que no pasan de 1700, en mi opinión. Es lo que muestran las tablas que aparecen a continuación, clasificadas cronológicamente, que como se puede observar, se ordenan por tipos o subtipos de textos (y autores dentro de ellos), verticalmente, y significados de ende, horizontalmente4: Cuadro 1. Tablas de frecuencia Textos JURÍDICOS Francisco de Avila DIDÁCTICA Diego Enriquez del Castillo HISTORIA Colón CARTAS Marco Polo NARRATIVA Esplandián NARRATIVA Tristán NARRATIVA Tostado RELIGIÓN
'allí' 29
'por ello'
'de allí' 2
'de él/ello' 3 (+ 22) 1
1
1
2 6 2
1
11
1
59 Tabla 1: 1501-1508
Textos JURIDICOS Tedrico, Cirugía CIENCIA Herrera, Agricultura CIENCIA Macer CIENCIA Santa Cruz, Crónica de los RR. CC. HISTORIA Crónica Abreviada del Halconero HISTORIA Crónica parti-
4
'allí' 26
'de allí' 1
1
6
'por ello' 1
'de él/ello' 6 ( + 8) 11
1 1
3 0(+l)
51
1
20
58
9
Se estudian solamente los casos de ende sin más; las combinaciones de este adverbio, con elementos como por, fueras, salvo... o construcciones sintácticas del tipo ende al no se tienen en cuenta.
798
JOSÉ M A R Í A G A R C Í A M A R T Í N
cular del Cid HISTORIA Palmerín de Olivia NARRATIVA Primaleón NARRATIVA Floriseo NARRATIVA TEATRO LIRICA Montesinos RELIGIÓN
2
1 7 3 4 10
1
1
Tabla 2: 1509-1519
Textos JURÍDICOS Arte de las comadres CIENCIA Pero Mexía DIDÁCTICA Siete sabios de Roma NARRATIVA Vida de Ysopo NARRATIVA Belianis NARRATIVA Baldo NARRATIVA Crónica del reu Guillermo NARRATIVA LIRICA Cazalla, Lumbre RELIGIÓN Osuna, Abecedario RELIGIÓN
'allí' 40
'por ello' 1
'de allí'
'de él/ello' 4 ( + 4) 1
1 26
2
42
1
1 1 1
1 2
1
4
1 Tabla 3: 1520-1549
Textos JURÍDICOS Méndez, Tratado de las colmenas CIENCIA Relaciones histórico-geográficas CIENCIA Repertorio de los tiempos CIENCIA Fernández de Oviedo CIENCIA Fernández de Oviedo
'allí' 1
'por ello'
'de allí'
'de él/ello' 4 ( + 3)
1
1
1 1 5
1
799
ENDE EN ESPAÑOL DESPUÉS DE 1 5 0 0
HISTORIA Zurita HISTORIA Casas, Historia de las Indias HISTORIA Crónica de Carlos V HISTORIA Urrea, Clarisel NARRATIVA Peregrinación de la vida del hombre TEATRO LIRICA Horozco PAREMIOLOGÍA Altamirando RELIGIÓN
2 2
0(+2)
1
0(+2)
1 1 2 27 3
0(+l) 2
1 Tabla 4: 1550-1599
Textos JURÍDICOS Libro de los olios CIENCIA Navarrete POLÍTICA Solórzano POLÍTICA moriscos Relatos NARRATIVA Guzmán de Alfarache NARRATIVA Avellaneda, Quijote NARRATIVA Cabrera, Historia de Felipe II HISTORIA Abad de Rute HISTORIA Sigüenza, Historia de la Orden de S. Jerónimo HISTORIA Lope de Vega, Batuecas TEATRO LIRICA Gracián, Agudeza DIDÁCTICA
'allí'
'de allí'
'por ello'
1
2
1
1
'de él/ello'
3 2
1 1
1
1
1
5
1
1
2
9 (+3) 2
1
3
11 1
2
Tabla 5: 1600-1650
800
JOSÉ M A R Í A GARCÍA M A R T Í N
Textos JURÍDICOS
'allí' 3
'de allí'
'por ello'
'de él/ello'
Tabla 6: 1651-1700
'allí' Textos JURIDICOS Romero Alpuente, POLÍTICA Diego de Góngora HISTORIA Sarmiento NARRATIVA Cavanilles CIENCIA (narrativa)
'de allí' 1
'por ello'
1
1
'de él/ello' 4 (+3) 1
3 1
1
1 Tabla 7: 1701-1800
'allí' Pirala HISTORIA Gallardo NARRATIVA Cánovas del Castillo NARRATIVA
'de allí' 1
'por ello'
'de él/ello'
1
1
1 Tabla 8: 1851-1900
Pardo Bazán NARRATIVA
'allí' 1
'por ello'
'de allí'
'de él/ello'
Tabla 9: 1901-1950
Lo primero que debe ser precisado antes de otra cosa es el significado que ende puede tener, bien el valor pronominal o partitivo que, de acuerdo con Meilán, he integrado en lo que he representado como su grupo A, bien el valor locativo del subgrupo Ba. Vamos a analizar dos ejemplos entre otros que pueden ayudar a entender más claramente la situación a la que se llega en la mayor parte de las tablas del cuadro 1 (desde la número 1 hasta la número 7, esto es, desde 1500 hasta 1800 en nuestras recopilaciones). Son los dos siguientes de la tabla 2, corresponde a una etapa temprana, entre 1509 y 1519: (1)
E de como esta mi carta vos fuere íeyda e notificada e la cunplieredes, mando, so pena de la mi mer?ed e de diez mili maravedís para la mi camara, a qualquier escrivano publico que para esto fuere llamado que de ende al que vos la mostrare testimonio signado con su signo, porque yo sepa en como se cunple mi mandado. Dada en la villa de Valladolid, a veynte y syete dias del mes de henero, anno del nasíimiento de Nuestro Sennor thesu Christo de mili e quinientos e diez annos. (Carta de Informe y Autos de Notificación [Colección documental del Archivo Histórico de Bilbao] (1501), en Javier Enríquez Fernández, Concepción Hidalgo de Cisneros Amestoy y Adela Martínez Lahidalga, San Sebastián: Eusko Ikaskuntza, 2000. CORDE 27.08.2012).
801
ENDE EN ESPAÑOL DESPUÉS DE 1 5 0 0
(2)
(...) e declarándolo asy, dixo que mandava e mandó a mí el dicho escrivano que sacase e ficiese sacar de la dicha carta original de sus altezas un traslado o dos o mas o tantos quantos el dicho señor don Sancho quisyese e menester oviese, los quales fuesen synados de mi syno e firmados de su nonbre e concertados con la misma carta original; a los cuales e en cada uno de ellos dixo que ynterponia e ynterpuso su abtoridad e decreto judicial para que valiesen e fiziesen fee asy en juyzio como fuera del, en qualquier lugar e tiempo que fuesen mostrados e presentados, bien asy e atan conplidamente como la misma carta original de sus altezas, paresciendo lo podría fazer; de lo qual todo en como pasó el dicho don Sancho pidiolo por testimonio a mí el dicho escrivano, e yo dile ende este segund que antel dicho señor allcalde e en presencia de los testigos pasó, ques fecho e sacado de la misma carta original en la villa de Medina del Campo y en los dichos dias e mes e año susodichos del nascimiento del nuestro Salvador Jesuchristo de mili e quatrocientos e noventa e quatro años (Merced que los Reyes Católicos hicieron a don Sancho de Castilla, ayo del Príncipe don Juan (1511), en J. M. Escudero de la Peña, Madrid: Bibliófilos Españoles, 1870. CORDE 27.08.2012).
En el ejemplo 1, se puede interpretar directamente el fragmento «mando (...) a qualquier escrivano publico que para esto fuere llamado que de ende al que vos la mostrare testimonio signado con su signo» con el significado 'mando (...) a cualquier escribano público que fuere llamado para esto, que dé allí el testimonio sellado con su sello al que le enseñara'. Sin embargo, una construcción como esta, de frecuencia bastante empleada, podría aceptarse como 'mando (...) a cualquier escribano público que fuere llamado para esto que dé de él [por sí] el testimonio sellado con su sello al que le enseñara'. De la misma manera, en el ejemplo 2 sería necesario dilatar la interpretación hasta el período comprendido entre las líneas 4 y 9, lo que llevaría las dos versiones actuales del texto del XVI: abreviando los dos posibles significados serían a) 'y yo le di allí este [traslado] según lo que'; y b) 'y yo le di de mí [por mí[ este [traslado] según lo que ocurrió'. Ambas formas de establecer el significado de estos pasajes son válidas; sería necesario un análisis mucho más amplio y detenido que podría llevarnos a la significación exacta de ende en esos dos ejemplos (y en otros muchos más). Habría que someter textos más extensos a técnicas propias de la semántica oracional y textual y del análisis del discurso, con toda seguridad. Lo que he hecho hasta este momento ha sido, sin más, justificar la posibilidad de la doble interpretación. Por esa razón, en las tablas indicadas previamente, contienen entre paréntesis estos ejemplos (y otros equivalentes) en el significado 'de él/de ello'. ¿Por qué no en 'allí'? Porque no he recargado los recuentos de esta segunda significación, la que Badia consideraba «rara» en el castellano medieval y, sobre todo, porque, aunque en mi opinión, es el valor más probable en el español del XVI, y siguientes, es la más sorprendente que presenta esta lengua (por ejemplo, otras lenguas románicas que mantienen en la actualidad el resultado de INDE no han tenido ese significado, naturalmente porque existe también el resultado de IBI o HIC). Dicho de otra manera: no he aumentado la posibilidad de que ende fuera un intento más tardío de que, en segunda fase, una vez fracasado y, hi, fuera el último adverbio 802
JOSÉ M A R Í A G A R C Í A M A R T Í N
pronominal5 necesitado para defender esa posición y, curiosamente, no un adverbio de origen o procedencia, su valor inicial, sino su función de ser el locativo (¿una especie de situación «archigramatical» por haber quedado como único representante de la pareja de adverbios que se
distribuían
también
los
adverbios
descriptivos
o
relativos,
o/do,
igualmente
6
desaparecidos?) . Antes de seguir, véanse los ejemplos 3-5 que solo admiten la interpretación locativa, 'allí', ya explicada por Corominas muy ponderadamente; aparecen en fragmentos de diversos orígenes textuales: (3)
(4)
(5)
Este dia, estando ende presente el alcaide Pedro de Cordova commo reçebtor de los dichos maravedís que a esta Villa e su partido copo en los çinquenta y quatro cuentos que en este año han de pagar en los çiento e çinquenta cuentos que a sus Altezas fueron otorgados por los procuradores destos sus regnos, para los dotes de las Señoras Infantas, sus fijas, según en la reçebtoria que oy dicho dia, presente el Conçejo, el dicho corregidor Alonso Martínez d'Angulo, dixo que por quanto a esta Villa e su tierra copieron çiertos maravedís del dicho repartimiento este dicho año, conviene a saber, ochoçientos e mili maravedís e por la otra dicha su çedula, le mandan que resçiba fianças del dicho alcaide en contia de la terçia parte de la dicha reçebtoria e informaçion de commo es abonado de bienes raizes en la dicha terçia parte (Carmen Rubio Pardos; Rosario Sánchez González; Carmen Cayetano Martín, Libro de Acuerdos del Concejo Madrileño, 1498-1501, Madrid: Ayuntamiento de Madrid, 1982. CORDE, 28.08.12). Es cáncer el signo más acercano contra septentrión, e quando el sol está en él es más alto o más acercano a nos, e son los mayores días del año, e si debaxo de aquel signo aya alguna tierra habitable muchas fazen duda, la qual no quiso determinar, e dixo si alguna gente es debaxo del cáncer el ferviente, porque quando ende está el sol fierve el mundo e la tierra puesta debaxo de cáncer, es necessario sea muy caliente; e cierto es que alguna parte de los desiertos de Ethiopía cae debaxo de cáncer.(El Tostado (Alonso Fernández de Madrigal), Sobre los dioses de los gentiles (1507), ed. de Pilar Saquero Suárez-Somonte y Tomás González Rolán, Madrid: Ediciones Clásicas, 1995. CORDE, 28.08.12). Vosotros habláis con afición e passión. Yo, que estoy sin esto, digo e determino que se le entregue a Damián su fortaleza e juridición con que él me haga omenaje como vassallo. Y en lo del casamiento, digo que lo dexo a la voluntad de la donzella, hija de Magón, la cual sé que es cristiana. E dó el cargo d'esto a Marforte: que le entregue la casa, si se la quisiere dar el cristiano; que le tome el omenaje. Por lo cual mando que la gente que ende tengo se despida e que Damián cobre su casa quedando por mi vassallo.» Lo cual firmó de su nombre, e mandolo dar en forma e por privilegio a Damián, el cual lo tomó e besó por ello las manos al duque. (Femando Bernai, Floriseo (1516), ed. de Javier Guijarro Ceballos, Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 2003. CORDE, 27.08.2012).
Además, a partir de 1500 ende manifiesta que, no solo admite el significado 'allí', sino 'ahí' e incluso 'aquí', en virtud de la variación, por ejemplo, de las formas verbales, como se puede comprobar: 5
6
Prefiero calificarlo como pronominal en vez de deictico como lo llama García-Miguel, no solo por la tradición de la filología románica al respecto, sino sobre todo por diferenciar y y ende de aquí, ahí, allí, acá, allá, acullá. Solo los dos textos del XVI que utilizan Wanner, la Crónica particular del Cid (número 30) y Libro de Marco Polo (número 31), apoyan las conclusiones sobre el papel de ende en el desarrollo histórico de los adverbios pronominales, en la medida en que la segunda de estas obras presenta en Wanner gran porcentaje de hy, lo que se corresponde con algunos ejemplos de ende 'allí', pero no excesivos, en nuestras tablas, mientras que en el número 30 de Wanner apenas atestigua casos de hy al mismo tiempo que una buena lista de ende 'allí' en mi corpus (cfr. Wanner 2001: 10-11).
803
ENDE EN ESPAÑOL DESPUÉS DE 1 5 0 0
(6)
Francisco d'Alcala, regidor, e el bachiller Arias de Monfon commo letrado del C o n e j o e commo uno del pueblo, requirieron al dicho alcalde que por quanto tiene presos a pierios pastores de pierios panes e viñas que han comido, otrosi contra las hordenanpas de viñas desta Villa, que faga justiíia conforme a las dichas hordenanpas e las executen en ellos e pidiéronlo por testimonio. Dile al dicho Jorge. Acordaron e mandaron a Jorge de Piedrahita que vaya a buscar los testigos para lo de los Bunberos e que vaya a Pinto e a Valdemoro e a otras partes. En el rio de Guadarrama a la puente Toledana perca desta Villa a XIX de jullio de XCVIII, estando ende presente el dicho bachiller de Baltanas, alcalde, e Diego de Vargas, regidor, e por testigos Fernando Ruiz e Alonso Arias e Juan de Villafranca e Men Abrahen de San Salvador, averiguóse y viose por vista de ojos que una panja questa debaxo del arco * quatro de la dicha puente, contando desdel comiendo del camino de Pozuelo esta descubierta en somo darena fasta un palmo poco mas o menos e asi visto e averiguado, Jorge de Pedrahita en nonbre e commo procurador de la dicha Villa dixo que lo piden por testimonio diz para que se viese si se enajenava la dicha puente del edificio que se fazia en los molinos de Mohed. (Libro de Acuerdos del Concejo Madrileño, 1498-1501, ed. de Carmen Rubio Pardos; Rosario Sánchez González; Carmen Cayetano Martín, Ayuntamiento de Madrid (Madrid), 1982. CORDE, 28.08.2012).
(7)
E por que todo lo susodicho e cada vna cosa e parte dello sea pierio e firme e non benga en duda otorgamos esta carta de procuraron e todo lo en ello espresado e contenido ante vos, Juan Ruyz de Gavna, vezino de la villa de Santa Cruz de Canpepo, escriuano e notario publico de la reyna, nuestra señora e en todos los sus reynos e señoríos, al cual pidimos e rogamos que la escribiese o fíziese escribir fuerte e firme e la signase de su signo. E a los que presentes estaban rogamos que dello fuesen testigos. Que fue fecha e otorgada en la dicha villa de San Bipente de Arana, en las puertas de la yglesia de la dicha villa, estando ende juntados el conpejo e ommes buenos de la dicha villa, casy todos o la mayor parte dellos, a voz de concejo, seyendo juntos a canpana tañida e segund e donde lo tienen de vso e de costunbre /31v de se juntar, a veynte dias del mes de mayo, año del naspimiento de nuestro señor e salbador Ihesu Christo de mili e quinientos e pinco años, estando a ello presentes por testigos Pero López e Martin Perez e Sancho de (.xcujano, vezinos de la dicha villa de Sant Bipente de Arana, e otros. (Entrega de jurisdicción [Documentación de la cuadrilla de Campezo], ed. de Felipe Pozuelo Rodríguez, San Sebastián: Eusko Ikaskuntza, 1998. CORDE, 28.08.2012).
(8)
El decimoséptimo es Prosérpina; esto conviene a Juno e quanto por ella entendieron la tierra, en la qual son las simientes todas e miesses que son cerca de nos. Ca se dize Prosérpina quasi prope nos serpens, que quiere dezir que rastra cerca de nosotros. Esto conviene a lo que sobre la tierra es e no se mueve según son las miesses; e paresce esto por la figura que Fulgencio, en las Mithologías [II, 1], da a Juno, ca la pone con ceptro real en la mano, teniendo la cabepa cobierta e la cobertura de la cabera según él da razón ende es por las miesses significar que son sobre la tierra e la cubren como las tocas a Juno. (El Tostado (Alonso Fernández de Madrigal), Sobre los dioses de los gentiles (1507), ed. de Pilar Saquero Suárez-Somonte y Tomás González Rolán, Ediciones Clásicas (Madrid), 1995. CORDE, 28.08.2012).
Estos tres solos ejemplos sirvan como botones de muestra de esta multiplicidad semántica de ende, tanto en la fecha temprana como en diversos tipos textuales (y que se podría ampliar a etapas subsiguientes y, ante todo, otras clases de textos, pero sin querer aumentar excesivamente los ejemplos). El resultado más llamativo de esa línea de análisis es que una situación del español posterior a 1500 manifiesta un solo adverbio pronominal, ende, con valor locativo, además de mantenerse su significado original, de procedencia, frente a la oposición de tres adverbios, aquí/ahí/allí, en un mecanismo que puede recordar el sistema de los demostrativos latinos: los demostrativos fóricos, fundamentalmente IS, son eliminados por los tres de naturaleza deíctica (HIC, ISTE, ILLE), mediante fenómenos en los que no voy a entrar. Del mismo modo que ende acabará de desaparecer, ocurrirá lo mismo que había
804
JOSÉ M A R Í A G A R C Í A M A R T Í N
pasado en el caso de IS. Y en la misma senda que los demostrativos latinos, se puede mantener el sistema trimembre en el español o en el italiano literario, p o n g a m o s por caso, pero puede reducirse a ser bimembre, c o m o en francés o en catalán 7 . Si aceptamos que, antes de desaparecer en su u s o individual y solo conservado en los compuestos ( a q u e n d e , allende) un período posterior-, por
o en sus combinaciones sintácticas (fueras o salvo ende - h a s t a
ende - h a s t a la actualidad-), ende
actuó básicamente c o m o un
locativo en la etapa final de su evolución, en la que absorbía los valores previos de y, hi. Ahora bien, este procedimiento que se da en los adverbios pronominales es también el que se puede comprobar en los adverbios relativos e interrogativos, fundamentalmente en las relaciones y sustituciones de las formas o, onde,
do y donde,
en las que inicialmente
8
funcionaban c o m o e x p u s o Corominas muy precisamente . Parece que ende intentó llegar a dar un paso posterior para conseguir su estabilización c o m o pronombre duplicador (lo que prácticamente desde los primeros textos escritos se puede comprobar en los pronombres de dativo y acusativo átonos, me, te, se, lo, la y le). N o he recogido gran número de esta naturaleza, pero esa posibilidad amanece en algunos ejemplos, en los que, sin embargo, no está claro el alcance de la construcción en la medida en que el adverbio pronominal sigue siendo tónico:
Las formas compuestas, como aquende y allende, en las que intervienen ende y los adverbios locativos opuestos a este, construyen sobre estos últimos a partir de sus significados locativos pero con reducción de los tres elementos a solo dos, como en la evolución de los demostrativos en otras lenguas romances, y con un núcleo semántico modificado. A quien se deben importantes estudios sobre aquellas formas compuestas es a Carlos Sánchez Lancis. «No hay duda de que el castellano preliterario distinguiría consecuentemente entre o, con idea de reposo o de movimiento por donde o hacia donde, onde reservado para la idea de procedencia, como en latín; en cuanto a do, equivaliendo a de o, sería sinónimo de onde (así ocurre comúnmente en los primeros monumentos, y todavía no sólo en el siglo XV -Santillana, Hernando del Pulgar, en Cuervo, 1324a-, sino aún en Cervantes, vid. nota arriba). Sin embargo, pronto, y sobre todo desde el momento en que el antiguo diptongo ou procedente de AU se confundió con o, coincidiendo el adverbio de lugar con la conjunción disyuntiva, hubo tendencia a emplear el compuesto do como equivalente y sustituto de o UBI, es decir, sin idea de procedencia (así ya en Berceo, Sacrif., ed. Solal., 83; Bocados de oro, edic. Knust, 76). El doble sentido de do, acabó por traer consigo el empleo indistinto de onde, aun con idea de reposo o de lugar hacia donde o por donde. Sin embargo, esto no ocurriría en seguida. Los ejs. de onde con este valor son raros al principio y sospechosos, pero indudable que ocurría en el s. XIV. La variante dond(e) se crearía primero como mero refuerzo enfático de onde (está ya dond en los Reyes Magos), después quedaría como única expresión inequívoca de la idea de procedencia, y en definitiva acabó por contaminarse del doble valor de sus sinónimos do y onde (así ya en Sánchez Talavera, h. 1400, Canc. de Baena, n.° 531, v. 3, «non sabe donde ymos nin donde venimos»). Pero el doble valor sigue vigente no sólo en el s. XV (...) sino aun en el XVI (...) y en el XVII (...). Sin embargo, el deseo de evitar la ambigüedad condujo pronto a crear de dónde (que mirado históricamente contiene la preposición de tres veces), que ya se halla en la Celestina, en Torres Naharro y en un refrán citado por Valdés» (Corominas/Pascual, 1980-1991, s. v. donde). Se puede complementar García-Miguel 2006 la evolución de los adverbios relativos e interrogativos entre los orígenes y el siglo XVII (2006: 1314-1323, sobre todo en las dos últimas páginas).
805
ENDE EN ESPAÑOL DESPUÉS DE 1 5 0 0
(9)
(10)
(11)
(12)
e cuando sopo que de Troya venían las fustas de los griegos, seyendo el tiempo tempestuoso e la noche escura, subió en el risco del monte Caphareo, onde puso mucha lumbre dando por aquello señal ser allí buen puerto. Enderezaron allá los atribulados griegos pensando aquello ser su salud, e ende en las duras rocas las más de las fustas perescieron. (El Tostado (Alonso Fernández de Madrigal), Sobre los dioses de los gentiles (1507), edic. de Pilar Saquero SuárezSomonte y Tomás González Rolán, Ediciones Clásicas (Madrid), 1995. CORDE, 28.08.2012). En la villa de (Jalduendo, a trepe dias del mes de julio, año del nascimiento de nuestro saluador Jesuchristo de mil y quinientos y dope años, en presiencia de mi, Martin Martínez de Oquerruri, escriuano y notario publico de la reyna, nuestra señora, en la su corte, reynos y señoríos, e de los testigos yuso escriptos, arriba en las cassas de la señora doña Mari Fernandez de Laparraga e de Ameipaga, señora de Virgala, parescio ende pressente la dicha señora doña Mari Fernandez, acostada en la cama c enferma de su salud e sana de su entendimiento e juyzio natural... (Carta de testamento [Documentación municipal de la cuadrilla de Salvatierra], 1512, ed. de Felipe Pozuelo Rodríguez, San Sebastián: Eusko Ikaskuntza, 1998. CORDE, 28.08.2012). Si enderredor del cuello es del cuello, fistola & fecho el cuello entricado de nerujos & de venas & de arterias Por esto tajamjento & quemamjento & melezinamiento agudo deue orne y esquiuar Por aquesto mas vale en tales lugares obrar & curar con melezinas non fuertes mas poco apoco & en ligera obren E nos ya lo auemos dicho enel capitulo vnjuersal de fistola aquellas cosas que an propiedat. E aquellas cosas que con mansedunbre obran Aquesto ques dicho de fistola en qual quier parte del cuerpo sea fecha es temerosa cosa sacando del oreja & del fondamjento Délos quales diremos en aqueste libro enel lugar ende propensaremos tractar de todas malaptias de oreja E otrosi del fundamjento (Anónimo, Traducción del Tratado de cirugía de Tedrico. Granada, Universitaria Bll, 1509, ed. de María Teresa Herrera y María Estela González de Fauve, Hispanic Seminary of Medieval Studies (Madison), 1997. CORDE, 28.08.2012). Estando una hormiga con sed grande decendió a una fuente a bever, donde por caso ovo de caer dentro en el agua. Acaeció en este tiempo estar ende en un árbol una paloma, la qual viendo que la hormiga se afogava, quebró una ramilla con su boca e assí la echó en la fuente muy presto, a la qual rama llegando la hormiga se escapó y salió. (Anónimo, Vida de Ysopo, c. 1520, ed. de Diego Romero Lucas, Universidad de Valencia (Valencia), 2001. CORDE, 26.08.2012).
E n ( 9 ) ende Caphareo,
se p u e d e r e f e r i r a u n e l e m e n t o e x t e r n o a la o r a c i ó n p r o p i a , el risco del
p e r o t a m b i é n a en las duras
rocas.
U n c a s o r e p e t i d o e n b a s t a n t e s v e c e s e s el d e
( 1 0 ) , e n q u e el a d v e r b i o p r o n o m i n a l e s t u d i a d o p u e d e d i r i g i r s e h a c i a En la villa de p a r a r e c o g e r el s i n t a g m a m e d i a n t e ende
monte
Qalduendo,
c e r c a n o al v e r b o + s u j e t o , p r ó x i m o s e n t r e sí p e r o
d i s c o n t i n u o s y m u y l e j a n o s del c o m p l e m e n t o l o c a t i v o inicial. E n ( 1 1 ) ende c o m o e n el e j e m p l o p r e v i o , e q u i v a l e a en aqueste
libro o enel lugar,
l i g a d o al v e r b o ,
e q u i p a r a d o el p r i m e r o e n
m i p r e f e r e n c i a : ' a l l í ( = e n e s t e l i b r o ) e n el l u g a r . . . ' . E n fin, ( 1 2 ) , c o m o o c u r r e e n (9), p u e d e e l e g i r e n t r e u n s i n t a g m a e x t e r n o a la o r a c i ó n d o n d e a p a r e c e ende,
e n e s t e c a s o a una fuente,
y
u n s i n t a g m a i n t e r n o a la o r a c i ó n c o n c e r n i d a y c o l o c a d o j u n t o al i n f i n i t i v o , q u e a d e m á s es l o c a t i v o , n o d i r e c c i o n a l , a s a b e r , en un árbol.
S i e m p r e q u e s e a l ó g i c o , a c e p t o q u e ende
c o n s t r u y e c o n u n e l e m e n t o p e r t e n c i e n t e a la p r o p i a c l á u s u l a , l u e g o s e r í a a r g u m e n t o favorable para pensar
en que hubiera duplicación
del
significado de un
se muy
complemento
c i r c u n s t a n c i a l m e d i a n t e el a d v e r b i o p r o n o m i n a l . L o q u e c o n v i e n e p r e c i s a r es q u e la m a y o r í a d e los c a s o s e n q u e a p a r e c e ende
en u n a c o n s t r u c c i ó n d u p l i c a d a , c o n m a y o r o
s e g u r i d a d , e s t a f o r m a s e e n c u e n t r a casi s i e m p r e c o n el s i g n i f i c a d o ' a l l í ' :
806
menor
JOSÉ M A R Í A G A R C Í A M A R T Í N
Cuadro 2 Posible
Casi segura
PERÍODO/CONSTRUCCIÓN D U P L I C A D A
1501-1508
1 'allí'
1 'allí'
1509-1519
6 'allí'
9 = 5 'allí', 1 'de allí'/'por ello', 1 'por ello', 2 'por ello'/'de ello'
1520-1549
6 'allí'
6 = 5 'allí', 1 'por ello'
1550-1599
0
1 'de ello/por ello'
1600-1650
0
1 'de ello/allí'
Los ejemplos en los que me baso sobre mi corpus obtenido del CORDE no van más allá de mediados del XVI en duplicaciones «casi» seguras. No he intentado encontrar ese tipo de construcciones anteriores a 1500. En cualquier caso, es el significado locativo el que en las dos columnas, «casi segura» y «posible», ha ofrecido la mayoría de los ejemplos. Parece que ello podría indicarnos que la única manera de «salvar» al solo adverbio pronominal era incluirlo en una construcción duplicada (¿hubo alguna posibilidad en etapa más antigua en el caso de y, hil). Es cierto que Wanner (2001: 2) cree que «la omisión del desarrollo de ende se justifica además por su acusada independencia de y en cuanto a motivos, cronología y resultados. Una reinterpretación completa impondría un estudio monográfico siguiendo la pauta de Badia Margarit (1947) que supera las posibilidades del presente trabajo». Hay parte de razón donde el argumento de Wanner construye su explicación, tanto en los motivos, lo que me interesa principalmente, como en la cronología, que es la que llama la atención en principio, y los resultados, menos atendidos. El «camino distinto» (Wanner, 2001: 24) es cierto, pero hay un sendero parcialmente compartido. Consideremos los factores que precisa este autor: Se trata de fuerzas sinergéticas que actuaron contra la partícula hy. su forma morfoléxica, la falta de una sintaxis clítica de suficiente sistematicidad, su alternancia con otras formas fuertes, la opcionalidad de la expresión de un constituyente frecuentemente no esencial en cuanto a subcategorización, y por fin la estandarización del aspecto de los clíticos de los locativos ya estaba comprometido. El mecanismo lingüístico que operó en contra de hy u otro representante locativo clítico surgió de la imposibilidad de asegurar la reconstrucción de una sintaxis clítica para estos elementos en el aprendizaje infantil de la lengua. (Wanner, 2001: 23-24).
Las «fuerzas sinergéticas» de las que habla este investigador se pueden aplicar, con mayor o menor precisión, a la forma ende (incluso la forma morfoléxica de la que habla Wanner también podría mencionarla en el adverbio que me ocupa, en la medida en que, como apunta Corominas, hubo varias reducciones, monosilábicas como en la primera perdida y o hi, seguida por la segunda desaparecida end, ent, en, que no he estudiado, pero a las que me deberé posteriormente). La diferencia fundamental entre y, hi, por un lado, y ende, por otro, 807
ENDE EN ESPAÑOL DESPUÉS DE 1 5 0 0
está en la diferente cronología, posterior, en que una de las formas, la que me interesa, se utiliza como «dique de contención», una vez que la primera ya había sido prácticamente eliminada. Y, en mi enfoque, es esa función para mantener el adverbio pronominal ende la que retrasó su desaparición final.
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gramatical
- pragmática
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809
histórica
discursivas -
en la
metodología.
De «como dice Aristóteles» a «como digo yo». Rutinización de un modo de citar al servicio de la enunciación José Luis Girón Alconchel (Universidad Complutense de Madrid)
1. Es hoy muy habitual escuchar en la conversación y leer en los textos de la inmediatez comunicativa, o en aquellos que la imitan, como digo yo o como yo digo para reproducir obviedades o banalidades del propio hablante (la), o un discurso repetido (Ib), o incluso para no reproducir nada (lcd). Sin embargo, la tercera variante posible -como digo-, aunque es más frecuente que las dos primeras introduciendo una autocita, apenas aparece en esas reproducciones obvias o banales; (le) es un caso aislado: (1)
a. Gabriel Ornar Batistuta: un animal, un animal que, como digo yo, gracias a Dios es argentino. (Diego Armando Maradona, Yo soy el Diego, 2000, ARGENTINA, CREA). b. Dios les cría y ellos se juntan, como yo digo. (Miguel Delibes, Diario de un emigrante, 1958, CORDE). c. Y luego, aparte de todos estos bichos en mi casa, como hay tantos niftos, cuatro pequeños, como digo yo, porque son cuatro más pequeños que yo, pues y como ya dije antes, mi casa está un poco apartada de Santiago, pues hay pocas casas, pero, las casas que hay, hay bastantes niños, y todos los niños acaban en mi casa porque es la casa donde hay más niños. (ORAL, Entrevista CSC008, mujer, 20 años, ESPAÑA, CREA). d. Por debajo de la pata es por donde me paso yo los anónimos estos. Esta mañana echaron uno: la copia de una denuncia al obispado. Denunciarnos, ¿de qué?, como digo yo... Los envidiosos... (Antonio Gala, Los buenos días perdidos, 1972, CORDE). e. ¿Usted cree que este idioma de Madrid dominará en España? No, dominará en tanto en cuanto venga gente a Madrid, pero mientras la periferia española se mantenga con sus núcleos de población, no. Mientras Vascongadas, Asturias, etcétera etcétera, tengan su no, no. Lo que hay que pensar que iremos, como digo, yo más que idioma español, pienso en un idioma hispanoamericano, en que algún día digamos ubicar y golpiza y esas cosas que dicen en la en la en la televisión, que muchas veces tienen razón. Muchas veces son más expresivos. (ORAL, MA-6. Hombre de 52 años. Médico, ESPAÑA, CREA).
Las tres variantes desempeñan la función de marco reproductor de un enunciado de discurso referido, igual que lo hacen como dize Aristótiles o como dijo el otro en los casos de (2): (2)
a. Como dize Aristótiles, cosa es verdadera, / el mundo por dos cosas trabaja: la primera, / por aver mantenenfia; la otra cosa era / por aver juntamiento con fenbra plazentera. (Juan Ruiz (Arcipreste de Hita), Libro de buen amor, 1330-1343, CORDE). b. ¿Tienes tú el capricho de ser Marquesa? ¿Te gustaría la coronita? En una palabra: ¿es para ti cuestión de ser o no ser, como dijo el otrol (Benito Pérez Galdós, Torquemada en el purgatorio, 1894, CORDE).
La alta frecuencia que alcanzan las construcciones de (1) -según veremos- permite pensar en la emergencia de una estructura gramatical nueva (Bybee/Hopper 2001: 1-24): la repetición frecuente en el discurso de como digo yo y como yo digo terminaría convirtiendo esas frases en una rutina comunicativa, unas colocaciones que el hablante almacena en su memoria como unidades de una tercera articulación del lenguaje (Haiman 1994), unidades
D E « C O M O DICE ARISTÓTELES» A « C O M O DIGO Y O » . RUTINIZACIÓN DE UN MODO DE CITAR AL SERVICIO DE.
que componen una estructura que no es requisito previo, sino producto de la comunicación. Estas unidades del discurso irían experimentando un cambio, por gramaticalización de sus componentes y consiguiente lexicalización del producto resultante, que les permitiría ir pasando de funcionar como marco reproductor de un enunciado de autocita (Mocher 2003) a funcionar como un marcador discursivo con tres funciones principales: 1) marcar la interferencia discursiva o autonimia (Authier-Revuz et al. 2003); 2) marcar el enunciado «sobreaseverado» (Maingueneau 2011) o sentencia; y 3) marcar la mera corroboración de la propia enunciación, lo que proponemos llamar cohesión enunciativa,
la cual, junto con la
cohesión léxica y la gramatical, garantiza la cohesión textual. Debemos definir someramente estas nociones. Según Authier-Revuz (2003), la autonimia es el uso en el discurso de la mención de la lengua. Todos sabemos que la lengua se puede usar o se puede mencionar. La lengua se menciona en los enunciados metalingüísticos, como se sabe: (3)
a. Individuos es un sustantivo masculino plural. b. Depende con qué gente y en qué sitios, te encuentres. Hay sitios en los que quizá tengas o puedas tener un mayor peligro, aunque también yo conozco a gente conozco a gente que bueno a lo mejor son, como digo yo, individuos1. Yo los conozco de vista, pero yo voy a lo mío y ellos van a lo suyo. (ORAL, Conversación 13, Universidad de Alcalá de Henares, CREA).
En un enunciado como (3a) el hablante solo menciona la palabra «individuos», pero no la usa; en cambio, en (3b) la menciona y la usa, al mismo tiempo; el oyente de (3b) para recuperar la referencia de «individuos» tiene que recorrer la escala semiótica de la palabra «individuos» que habla de la palabra «individuos», que habla del mundo significado por esa palabra: una clase de individuos cuyo nombre y condición no quiere decir el hablante. La cláusula como digo yo en (3b) está marcando la palabra «individuos» y, al mismo tiempo, está proporcionando al oyente la instrucción de que debe tomarla en la acepción coloquial que hemos apuntado; como digo funciona como un entrecomillado oral; de hecho, la autonimia en los textos escritos - e n los periodísticos, por ejemplo- se expresa frecuentemente mediante las comillas (Fernández Lagunilla/Pendones 1993); y, por otra parte, no es raro tampoco que en los textos orales, además de este como digo yo, o como yo digo o simplemente como digo, se recurra a expresiones como «lo {digo/lo pongo} entre comillas» y similares para señalar el uso autónimo de una expresión. Pasemos al enunciado «sobreaseverado» o sentencia. Maingueneau (2011: 272) describe la «surassertion» 1
-sobreaseveración-
y el enunciado «sobreaseverado» como una modulación
Probablemente, con la acepción 3 del DRAE: m. y f . coloq. Persona cuyo nombre y condición se ignoran o no se quieren decir.
812
JOSÉ L U I S G I R Ó N A L C O N C H E L
de la enunciación que conforman un fragmento de discurso y lo capacitan para ser sacado de su contexto y convertirse en candidato a una «detextualización», a una cita. Sin embargo, la «sobreaseveración» no es, en sí misma, una cita, sino una operación de mise en relief de una secuencia textual. Una secuencia sobreaseverada es un fragmento sintácticamente bien formado, breve, con una estructura que se impone por su significante y su significado, que ocupa una posición destacada en el texto, que comunica un contenido relacionado con la apuesta que hace el texto y que implica una suerte de «amplificación» de la figura de enunciador que asume el hablante, ligada a una enunciación más «solemne». El concepto de «enunciado sobreaseverado» de Maingueneau se parece mucho - s i no es el mismo- al de «sentencia», la figura de pensamiento de la retórica tradicional -«Reflexión profunda, expresada sucinta y enérgicamente», según Lázaro Carreter (1953/1977: s. v.)-, redefinida como licencia textual de ampliación por una retórica más moderna (Mayoral 1994: 182-184). Claro que la sentencia es un procedimiento de textualización propio de la distancia comunicativa; desde el polo de la máxima distancia al de la máxima inmediatez comunicativa los textos conocen variadas manifestaciones de tal procedimiento: el titular, el lema, el eslogan, la consigna, etc. Mingueneau apunta que el enunciado sobreaseverado o sentencia se puede reconocer, además de por las características internas mencionadas, por estar introducido por un marcador reformulador, como en fr. autrement dit o en esp. dicho de otro modo, en otras palabras.
Pues bien esa función de marcador de sentencia creo que la
desempeñan también en (labe) las cláusulas como digo yo, como yo digo y como digo. Por último, cuando no hay autocita (lcd), como digo yo - l a única variante que se documenta en este caso- solo parece una marca de corroboración de la propia enunciación, esto es, un marcador conversacional de modalidad oracional (o de la enunciación) que da una instrucción precisa: corroborar la aseveración (le) o la interrogación (Id), marcar la
cohesión
enunciativa.
2. Naturalmente, esta última afirmación se basa en la gramática de la oración con el adverbio relativo de antecedente implícito como, seguido del verbo decir, sea su sujeto yo, como en los ejemplos de (1) y en (3b), sea otro sujeto, como en (2). Esta oración es una relativa libre y, por ello, puede anteceder o seguir a la oración que comenta, o bien intercalarse en ella. Entre ambas oraciones se da una relación de interdependencia (Herrero 2005: 303-305); la oración de como no es un adjunto del verbo de la otra oración, sino un comentario sobre «la fuente u origen del enunciado en su conjunto» (Cano 1988: 315-316). Los significados que aporta al período la oración de como son la corroboración o confirmación de lo expresado en la otra 813
D E «COMO DICE ARISTÓTELES» A «COMO DIGO Y O » . RUTINIZACIÓN DE UN MODO DE CITAR AL SERVICIO DE.
oración (Alarcos
1994: § 427), significados vinculados -según la Nueva
académica- a la evidencialidad,
gramática
«noción que designa el compromiso personal del hablante
con la veracidad de la información transmitida o con la fuente de la que procede» (RAE 2009: § 22.1 lh). Aunque sin identificar el tipo de discurso referido que introduce la oración de como, Brucart (1999: § 7.2.2.5) la describe como «un esquema estilísticamente marcado», que sirve para reproducir «frases sentenciosas, citas célebres o dichos formulares» - o sea, sentencias- y discursos previos no novedosos que se aplican a una situación concreta, los cuales, podemos añadir, por el hecho de ser previos y no novedosos, se mencionan y usan al mismo tiempo, es decir, son autónimos. Como dije, este período sintáctico es un enunciado de discurso referido y, por ello, una unidad del texto. La oración de como es el marco de la reproducción; la otra, el discurso reproducido. Entre marco y discurso no media una relación sintáctico-semántica
de
coordinación (como en el DD), ni de subordinación prototípica (como en el DI), sino de interordinación, la propia del «discurso mixto», una variable que puede realizarse en variantes diversas. En primer lugar, en forma de secuencias autónimas en DD (Authier-Revuz 2003: 12; Charlent 2003). Así, en (2b) las palabras «cuestión», «ser» y «no ser» proceden del célebre enunciado de Shakespeare, pero no son la cita literal del mismo; son palabras sacadas de ese enunciado y aplicadas a las necesidades del enunciador del texto de Galdós. En segundo lugar, en forma de DD reproductor de discursos conocidos previamente y aplicados a la nueva situación del enunciador, como las sentencias y refranes (Ib). En tercer lugar, en forma de una variante de este «discurso mixto» cercana al discurso indirecto libre (DIL): nótese en (2a) el contraste entre el presente de DD y el imperfecto de DIL en «el mundo por dos cosas trabaja'. la primera, / por aver mantenenpia; la otra cosa era...». En resumidas cuentas, con el período ejemplificado en (2) el locutor no reproduce el discurso de un enunciador en el suyo propio, sino que construye su propio discurso con un material semiótico tomado del discurso -conocido previamente- de un enunciador con el que está plenamente conforme y, por eso, lo considera una autoridad. El locutor en su discurso habla de palabras de un enunciador que hablan del mundo; menciona y usa, al mismo tiempo, palabras de otro que hace suyas, sin insertarlas, sin embargo, bajo el ámbito de su propio decir.
3. Esta forma de discurso de autoridad es, también, la que se realiza cuando el sujeto de la oración de como es yo, expreso o tácito. El locutor se cita a sí mismo o menciona y usa, como 814
JOSÉ L U I S G I R Ó N A L C O N C H E L
suyas, palabras o sentencias de enunciadores conocidos y, de camino, muestra su conformidad con una autoridad que ha enajenado. Sin embargo, no es lo mismo emplear como digo yo, que como yo digo, o como digo. Le he preguntado por estas tres construcciones al CORDE - q u e cubre los períodos que van desde orígenes a 1975- y al CREA -para el período 1975-2004-, y los resultados se consignan en la siguiente tabla:
Período Orígenes-1250 1251-1310 1311-1360 1361-1410 1411-1460 1461-1510 1511-1560 1561-1610 1611-1660 1661-1710 1711-1760 1761-1810 1811-1860 1861-1910 1911-1975 1975-2004 Totales
como digo como digo yo como yo digo 0 0 0 0.05% (1/1731) 0.05 % (1/1731) 0 0 0 0 0 0 0 0.1 % (2/1731) 0 0.05 % (1/1731) 1 % (16/1731) 0 0 15% (253/1731) 0 0.05 % (1/1731) 22% (386/1731) 0 0.3 % (6/1731) 17% (290/1731) 0 0.1 % (3/1731) 3 % (54/1731) 0 0 1 % (15/1731) 0 0 1 % (22/1731) 0.1 % (2/1731) 0 2 % (31/1731) 0 0.05% (1/1731) 2 % (42/1731) 0.05 % (1/1731) 0.1 % (3/1731) 8 % (131/1731) 0.2% (5/1731) 6 % (104/1731) 18% (314/1731) 2 % (30/1731) 1 % (16/1731) 90% (1557/1731) 2 % (38/1731) 8 %( 136/1731)
Totales 0 0.1 % (2/1731) 0 0 0.1 % (3/1731) 1 % (16/1731) 15% (254/1731) 23% (392/1731) 17% (293/1731) 3 % (54/1731) 1 % (15/1731) 1 % (24/1731) 2 % (32/1731) 3 % (46/1731) 14% (240/1731) 21 % (360/1731) 100% (1731/1731)
Tabla de la diacronia y frecuencia de las tres variantes: como digo, como yo digo, como digo yo
Como se puede observar en ella, teniendo en cuenta toda la historia del idioma, como digo yo es la construcción menos frecuente (2 %), seguida de como yo digo (8 %) y a una distancia muy grande de como digo (90 %).
3.1 Como digo conoce una gran frecuencia entre 1460 y 1660, con más del 55 %; su uso baja enormemente - 4 6 puntos: hasta el 9 % - entre 1661 y 1910; y sube bruscamente - 1 7 puntos: el 26 % - en el siglo XX, lo que se explica por la presencia de los textos orales y de los medios de comunicación en el CREA. Como digo introduce una autocita con indicios externos del marco que la hacen inequívoca («como digo en el texto»), con autonimia o no (4a); introduce la autonimia de vocablos morfológicamente emparentados: cumplir, cumplidamente (4b), la autonimia que es, al mismo tiempo, cohesión léxica mediante la reiteración de los mismos lexemas (4c); e incluso, en la
815
D E « C O M O DICE ARISTÓTELES» A «COMO DIGO Y O » . RUTINIZACIÓN DE UN MODO DE CITAR AL SERVICIO DE. ..
lengua hablada contemporánea, marca sentencias - o enunciados que se le quieren aproximar-, como vimos en (le): (4)
a. no hubiera sido una independencia nacional, sino -como digo en el texto-una colonia independiente (Ballesteros Gaibrois, Manuel, Historia de América, 1946-1952, CORDE). b. La cual pena no se entienda en cosas de menudencias que se podrían mentar por pleitos, saibó por cosa gruesa que toque a la onra de Dios y de mí y de mi linaje, como el cumplir libremente lo que yo dexo hordenado, cumplidamente como digo... (Anónimo, Institución de Mayorazgo de Colón [Textos y documentos completos de Cristóbal Colón], 1498). c. Sí, lo sabemos: quieres hallar el secreto recinto, / el invulnerable reducto, / entrar por algún agujero al increíble espectáculo, / penetrar en el laberinto, hallar el poderoso Centro. / Como un ladrón que robase la totalidad de la luz, / hallar, como digo, el Centro poderoso, el absoluto Centro, / el Centro inmóvil de la tempestad que se mueve, / Centro donde nada se agita... (Bousoño, Carlos, Al mismo tiempo que la noche, 1971, CORDE).
Como digo introduce también una autocita autónima que consiste en repetir lo citado antes con sinónimos: son las «anáforas infieles» (Authier-Revuz 2003: 11). Es un procedimiento que se da tanto en los textos de la inmediatez (5a) como en los de la distancia comunicativa (5b), pero en estos, a veces, la sinonimia se acompaña de otras figuras, como la metáfora: (5)
a. Boquiabierto me he quedado. Y es que, pese a que en su día fui un auténtico flipao de los videojuegos, pese a que pasé mis buenas horas tratando de sacar de la hucha alguna que otra moneda de cinco o veinte duros (cuando no un billete) para irme a gastarlo a los recreativos del barrio [...]... bueno, pues pese a todo esto, hace ya mogollón que no echo una partida a un videojuego, ya sea en una máquina previo pago de los correspondientes céntimos o en casa, tranquilamente, aferrado al mando de la última videoconsola de moda. Atrás quedaron los Caveman Ninja, los Sunset Riders [...]. Y, como digo, no recuerdo en qué momento dejé de lado todo esto y no seguí la evolución lógica [...]. Cosas como éstas me hacen sentir un poquitín viejo. A mis 23 primaveras. (EFÍMERO, 03206004. Weblog 2003, CREA). b. La gente de apellidos, hoy, o se mete en negocios, o presta su rúbrica para anunciar un perfume o vive de las rentas, en un anonimato de caballos, viajes y Sotogrande. Lo de Feria me parece a mí una consecuencia del ocio, y la clase ociosa por antonomasia no digo yo que se meta rayas y secuestre bebés eróticos, sino que mantiene una actitud insolidaria, solitaria, quizá expectante, ante una España democrática que no les gusta. Cuando el 82, con la victoria del socialismo, algunos aristócratas clamaron que había vuelto la República y la revolución, de modo que vendieron sus cosas, sus haciendas, sus tesoros, y se exiliaron silenciosamente a América y por ahí. A alguno se lo tengo oído: -Estáis locos de quedaros aquí. Nos quieren cortar la cabeza a todos. Hay una aristocracia, como digo, almenada de dignidad y desprecio, que no quiere nada con nosotros... {El Mundo, 01/03/1994: FRANCISCO UMBRAL: El duque de Feria, CREA).
Sin embargo, como digo no se suele usar para reproducir obviedades ni como marcador de cohesión enunciativa. Solo he encontrado dos ejemplos -uno del siglo XVII y otro del XVIIIque apuntan a ese uso. El primero, (6a), ofrece la curiosa disyuntiva «como digo o he dicho», que sugiere que el locutor no está seguro de haber dicho lo que va a decir y que, por tanto, sería posible emplear como digo solo para manifestar la cohesión enunciativa, aunque, sin duda, la inmediata adición de «o he dicho» insinúa que tal uso debía de estar estigmatizado, como se ve en las condenas de Quevedo y Luzán de (6cd). El otro caso, (6b), es más claro.
816
JOSÉ LUIS G I R Ó N A L C O N C H E L
Moratín escribe en una carta «como digo» sin que, en esa misma carta, haya mencionado lo que ahora dice («que ha estado en Ferrara»), quizá porque su corresponsal ya lo sabía. En fin, el empleo propio de como digo, introduciendo exclusivamente la autocita en sus diversas formas y sin concesiones a las banalidades, tal vez se deba a la mencionada condena de que fue objeto en el siglo XVII y en el XVIII (6cd): (6)
a. Ansí me respondió que mirase por lo de adelante de vivir como era razón y debía, que haciéndolo servida de ganar el perdido crédito [...]; en cuanto a si sería perdonado, mediante lo propuesto, y en cuanto al proceso de justicia y la parte, que no me diese cuidado y me sosegase y aquietase, pero que anduviese con algún recato de mi persona, porque los parientes de las mujeres, y en particular el marido, cuando viniese, que, como digo o he dicho, estaba con un galeón en España a lo de Larache, y podrían ejecutar su venganza; que, en efecto, era caso de honra, y tan grave como yo lo echaba de ver (Castro, Miguel de, Vida de Miguel de Castro, c 1612, CORDE). b. Pues, como digo, ello es que yo he estado en Ferrara, donde me hartaron de chocolate los Jesuítas (Leandro Fernández de Moratín, Cartas de 1794 [Epistolario], CORDE). c. Déclarase * por necio con facultad de sostituir al que, fuera del lenguaje ordinario que corriere en su era, se pusiere a referir sermón, comedias, cuentos, o, discurriendo por otros o por él, repetido las últimas palabras diciendo: "y como pasó esto..."; "asi que como digo..." Y si a esto añadiere lugares de viejas y bordoncillos viejos, tragando saliva, tales como decir: "¿doyme a entender?", "¿están vuecedes conmigo?", "no quitando lo presente", "si no han por enojo", "y tal cual", "y hablando con poca crianza", y otros vocablos desta suerte, se le impone perpetuo silencio en toda conversación donde no haya comadres ni vecinos entre quien no gaste y corra este lenguaje. (Francisco de Quevedo y Villegas, Origen y definición de la necedad, c 1600-1605, CORDE). d. De tales hombres que o hablan sin pensar o no saben explicar bien lo que piensan, están llenas las conversaciones: unos enfadan con sus necedades; otros cansan con sus relaciones confusas y desordenadas, de las cuales nunca se ve el fin; otros confunden a los oyentes con tantos cabos sueltos, con tantos saltos (como se dice) de Flandes a Lombardía; * otros mueven la risa entretejiendo en cada palabra que pronuncian ciertos estribillos como dice, sí, digo, como digo, entiende V. S., sí señor, tal que tal, etc., y otras mil extravagancias de este género, aún más largas. [...] Otros repiten el mismo sentido con las mismas palabras: Estando yo en Barcelona; estando, como digo, en Barcelona; estando pues, como digo, en Barcelona; y no los arrancarán de este atolladero cuatro pares de bueyes. (Ignacio de Luzán, Arte de hablar, o sea, Retórica de las conversaciones, 1729, CORDEL).
3.2 La variante como yo digo es muy poco frecuente a lo largo de toda la historia; sin embargo, además de apariciones esporádicas en el siglo XIII y en el XV, figura de modo continuo, aunque siempre en porcentajes inferiores al 1 %, en el siglo XVI y primera mitad del XVII, coincidiendo con la gran difusión de como digo. Igual que la frecuencia de esta construcción, la de como yo digo desciende entre 1661 y 1910, y aun en un porcentaje mayor. Así, desaparece por completo durante la segunda mitad del siglo XVII y todo el XVIII, para figurar en el XIX con una frecuencia muy inferior al 1 %. Experimenta una subida muy significativa en el siglo XX: de 6 puntos ente 1911 y 1975, o sea, en el CORDE; pero baja 5 puntos, hasta situarse en un 1 %, entre 1975 y 2004, es decir, en el CREA. Situación curiosa. ¿Por qué sube tanto en el CORDE? Pues porque la literatura narrativa - y particularmente la de Delibes- emplea como yo digo a modo de rasgo caracterizador del habla coloquial de los 817
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personajes. Efectivamente, de las novelas La mortaja, Diario de un emigrante y Cinco horas con Mario están sacados 98 casos de los 104 registrados por el banco de datos académico. En cambio, en los corpus orales y periodísticos del CREA se observa que dicho rasgo no es tan frecuente. Una vez más se comprueba que la lengua coloquial de las buenas novelas realistas modernas es creación literaria, recreación literaria de la realidad oral, si se quiere, y no literatura de magnetófono. Como yo digo marca la autonimia e introduce el discurso repetido de refranes y modismos. El empleo de la autonimia es variado. El locutor menciona y usa un término científico propio, subrayado por las comillas y contrastado con el de otro autor (7a). La contrapartida en la inmediatez comunicativa es la explicación de un término, «alcahueteo», por un sinónimo no marcado, «hablar» (7b), o una frase no marcada, «nueve hermanos», por otra marcada, «familia bastante numerosa» (7c). En fin, como yo digo marca la autonimia del discurso repetido de frases hechas (7d) y refranes (7e). (7)
a. El ataque es una crisis aguda de expresividad, y esta crisis se articula sobre dos goznes, que son los dos radicales biológicos del ser que describió Kretschmer "reflejo de inmovilización cadavérica" y "tempestad de movimientos" o, como yo digo, "reacción de sobresalto" y de "sobrecogimiento". (López Ibor, Juan José, Las neurosis como enfermedades del ánimo, 1966, CORDE). b. Honorio es que le gusta mucho el el alcahueteo como yo digo el hablar El alcahueteo el es lo que le gusta a él ¿sabes? (ORAL, Tren Aranjuez-Madrid, conversación entre amigos, Madrid, 09/ ESPAÑA, CREA). c. Empecé nací en Caracas, éramos o somos nueve hermanos, como yo digo como le digo, una familia bastante numerosa, tres varones y seis hembras. (ORAL, CSHC-87 Entrevista 110, VENEZUELA, CREA). d. No dormía, no estaba nunca en lo que estaba, ni en su trabajo ni en sus actividades benéficas o cofradieras, ni en la obligación ni en la devoción, como yo digo, hasta se le olvidaba escuchar los programas de coplas y de toros en la radio. (Muñoz Molina, Antonio, Sefarad. Una novela de novelas, 2001, CREA). e. Uno, me parece a mí, ya ha demostrado que sabe desenvolverse, y lo que no sepa hoy ya lo aprenderá mañana, que tampoco se ganó Zamora en una hora, como yo digo. (Delibes, Miguel, Diario de un emigrante, 1958, CORDE).
Con la reproducción de refranes entramos en el ámbito de la reproducción de sentencias. La sentencia se consigue a veces por reiteración sinonímica elaborada (8a), parecida al uso que he descrito en (5b); otras veces, mediante el recurso de figuras retóricas elementales 2 , pero de gran eficacia expresiva, como la paradoja de (8b), la descripción o evidencia de (8c) reforzada por la precisión de autocita habitual (como yo digo siempre)-,
la metáfora de (8d).
Todos estos casos en la escritura literaria del habla coloquial; pero también en la oralidad real la figura de adición crea sentencia (8e):
Para la definición y descripción de las figuras que se mencionan aquí, véase Mayoral (1994: passim).
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(8)
a. E bien que la Fortuna lo ayudase e fuese a él begnina tomada, sienpre su voluntad tenía escondida, tanto que jamás persona se lo entendía, bien que asaz cosas fazía por amores; como yo digo, sabia mente amaua e non se dexaua traspasar al querer. (Anónimo, Traducción de la Teseida de Boccaccio, c. 1450, CORDE). b. pero que yo no he vuelto a estar como entonces, como yo digo, que no tenía naa y me sobraba too (Benavente, Jacinto, Señora ama, 1908, CORDE). c. Me aflige ver disvariar a Macario, tan acostumbrado a ser cabal en todo, verlo echar por la ventana, no sólo las materialidades, que eso al fin y al cabo, como yo digo siempre, de eso no se lleva uno nada cuando se muere, sino lo que nos representa, nuestra manera de ser humilde, nuestro gusto por el trabajo y hasta nuestras santas creencias... (Asturias, Miguel Angel, El Papa Verde, 1954, GUATEMALA, CORDE). d. - [ . . . ] Lo que sacas de casa, sea lo que sea, eso es lo tuyo para siempre. -El seis doble o la blanca doble, como yo digo. -O la ficha que sea... (Sánchez Ferlosio, Rafael, ElJarama, 1956, CORDE) e. Cocinar es ta es tan creativo como pintar. Y como yo digo, además te lo además te lo comes. (ORAL, Imagínate, 16/01/92, Radio 5, ESPAÑA, CREA).
3.3 Por último, la variante como digo yo es la construcción más nueva y menos extendida. No se documenta hasta el último cuarto del siglo XVIII, y lo hace muy tímidamente, hasta despegar un poco en los tres primeros cuartos del XX, siempre con un porcentaje inferior al 1 %. Sin embargo, en el último cuarto del siglo XX y en lo que llevamos del XXI el incremento alcanza el 2 %. Ello es, desde luego, porque en este período el CREA se nutre principalmente de corpus orales y de prosa periodística. Lo cual corrobora la impresión que nos ha llevado a plantear esta investigación: como digo yo pertenece al reino de la oralidad, incluso de la oralidad que todavía se resiste a la escritura. Los primeros ejemplos de como digo yo se emplean para reproducir el contraste autónimo de la autocita del locutor-enunciador con las citas de otros enunciadores (9abc). Dicho contraste puede oponer lo que dicen otros con la creatividad lingüística del locutorenunciador: así, en (9d) este diferencia - y al mismo tiempo menciona y u s a - el tecnicismo del derecho manos muertas (en singular) con su amplificación antónima, irónica y crítica («mano demasiado viva y sucia»); en (9e) menciona y usa un neologismo propio, empleado en una «novela semibiográfica» suya, para contrastarlo con las opiniones de los otros. La idea del contraste de la autocita con citas de otros enunciadores parece que va desapareciendo a lo largo del siglo XX y queda solo la autonimia. En (9f) hay mención y uso de una locución adverbial coloquial («por activa y por pasiva»); en (9g) de las connotaciones de «Cruzada» y «guerra civil» y en (9h) de un adjetivo común («inventadas»), pero que el enunciador considera especialmente significativo; el ponerlo entre comillas refuerza la autocita autónima. Los ejemplos (9ijkl) pertenecen a textos situados en el polo de la inmediatez comunicativa; en ellos se observa que la autocita autónima alcanza ya a cualquier frase o palabra llegando a la mera banalidad (91); un ejemplo como (91) nos advierte que como digo yo
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es ya,
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prácticamente, solo un marcador de cohesión enunciativa, que mantiene abierto el canal comunicativo y corrobora la propia enunciación, como vimos en (lcd): (9)
a. Pasito, como digo yo; aparte, como dicen los cómicos españoles, y [tout bas], como se explican los franceses, porque si lo oyen las mulatas de Lima le han de poner en el arpa... (Concolorcorvo (Alonso Carrió de la Vandera), El Lazarillo de ciegos caminantes, c. 1775) b. Alt[ano]. ¿No oyó decir vmd. que en días tales se suele echar la casa por la ventana? Eso es lo que yo quiero significar e imitar. Eus. ¿Y viste jamás echar la casa por la ventana? Alt. No señor; pero se dice, como digo yo también, de que estoy fuera de mí de gozo, y ve vmd. que estoy muy quedo y muy sobre mí. (Pedro Montengón, Eusebio, 1786, CORDEL). c. Tú dirás, como digo yo, que el que esto ha escrito está más loco que todos los huéspedes de Leganés. (Benito Pérez Galdós, España trágica, 1908). d. Entonces, Jenaro de mi vida, será la nuestra. Porque tú con tus influencias y Policarpo con las suyas, que no son flojas, echaréis por tierra esas leyes inhumanas que nos han despojado de lo nuestro para dárselo a la mano muerta, como tú dices, o a la mano demasiado viva y sucia, como digo yo... (Benito Pérez Galdós, De Cartago a Sagunto, 1911, CORDEL). e. En algunos artículos de periódicos hispanoamericanos, al hablar de estas Memorias, hay escritores que me toman a mí por un hombre duro y seco, y hasta cruel. ¡Qué falta de psicofiliall, como digo yo en una novela semibiográfica. Desgraciadamente para mí, yo no soy ni he sido un tipo fuerte y duro... (Pío Baroja, Desde la última vuelta del camino. Memorias, 1944-1949, CORDE). f. le ha tocado aguantarlos por activa y por pasiva como digo yo, pues antes lo detestaban por sentado y ahora lo detestan por tendido (Marco Fidel Suárez, Sueños de Luciano Pulgar, I, 1911-1925, COLOMBIA, CORDE). g. Por eso me indignaste, Mario, para qué te lo voy a ocultar, cuando le escribiste aquella carta a papá [...]. Sólo te he visto igual cuando Recondo te puso Cruzada en vez de guerra civil, que qué lo mismo dará, como digo yo (Miguel Delibes, Cinco horas con Mario, 1966, CORDE). h. fueron derivando a cosas más sencillas, y a cosas como digo yo, "inventadas" sobre la marcha... (VV. AA., Cocina cubana, CUBA, 1997, CREA). i. se está realizando una investigación de tipo aplicado, como digo yo, que es lo que Chile necesita en este momento. (ORAL, CH-2. Hombre de 27 años. Químico, CHILE, CREA). j. No quisiera, por otra parte, encasillarme, como digo yo, en las canciones mexicanas. (El País, 02/08/1980, CREA). k. normalmente mi familia es una familia muy casera, como digo yo, muy tradicional, ¿no? (ORAL, Grupo G 1, Filología Hispánica, ESPAÑA, CREA). 1. los fines de semana también me voy hacia el monte como digo yo. Yo tengo un terrenito por ahí... (ORAL, CSHC-87 Entrevista 56, VENEZUELA, CREA).
Como digo yo reproduce asimismo autocitas en forma de sentencias - o pretendidas sentencias- con la misma deriva hacia la marcación de la cohesión enunciativa - o hacia la banalidad- que acabamos de ver en la autocita autónima. Además del ejemplo que vimos en (la), con su tópica hipérbole argentina, en los ejemplos de (10) la sentencia se logra - o se atisba en los casos menos felices- mediante el contraste, sea contextual (10a), sea por antónimos (10b) -entrecomillados, además-, o bien mediante la personificación (10c): (10)
a. ¡Qué equipo tenía el Deportivo de aquélla! Pasó de tercera en el treinta y uno, a casi ganar la liga en primera en el treinta y seis. Pasó, como digo yo, del barrio al mundo. (Aparicio, Juan Pedro, Retratos de ambigú, ESPAÑA, 1989, CREA). b. «Ni madrugo ni trasnocho», como digo yo, como entro a las once Y y... (ORAL, Conversación 11, Universidad de Alcalá de Henares, ESPAÑA, CREA). c. a pesar de que uno cree que las revistas femeninas son sumamente frivolas, Laura, que es en la revista donde yo trabajo, trata, como digo yo, de de ser algo diferente. (ORAL, BO-4. Mujer de 32 años. Diagramadora de impresos, sección de COLOMBIA, CREA).
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Finalmente, como digo yo es la única de las tres variantes introductoras de la autocita que hoy por hoy puede funcionar también como un marcador de cohesión enunciativa, y no solo en los textos orales, sino también en la literatura que los imita, como vimos en (lcd).
4. Tenemos que concluir. Hemos definido el enunciado de discurso mixto que se identifica con una oración relativa libre con como y el verbo decir u otro de lengua. No es DI ni DD; sirve para expresar la autonimia y reproducir sentencias, conseguidas o pretendidas. Cuando el sujeto de decir es yo la historia de la lengua nos ofrece tres variantes: como digo, la más frecuente y más antigua; como yo digo: también antigua, pero poco frecuente; y como digo yo: la más nueva y la menos frecuente, pero la más gramaticalizada. Las tres variantes mantienen la función original de ser marco de la autocita, pero a esa función le añaden otras emergentes: como digo redujo esas funciones emergentes a la de marcador de autonimia y muy residualmente, a la de marcador de sentencia; como yo digo, a la de marcador de autonimia y de sentencia; y como digo yo, a la de marcador de autonimia, de sentencia y de cohesión enunciativa.
Fuentes documentales REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos {CORDEL) [en línea], Corpus diacrònico del español, [consulta: julio y agosto de 2012]. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual, [consulta: julio y agosto de 2012],
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Tópicos y párrafos en el Fuero Real de Alfonso X1 Jacinto González Cobas (Universidad Autónoma de Madrid)
1. INTRODUCCIÓN
La importancia que cobra la posición inicial en lo que se refiere a la construcción de las oraciones e incluso de unidades mayores (como los párrafos), y en cuestiones como la coherencia, está fuera de toda duda si se tienen en cuenta los estudios que en los últimos arios se han centrado en este aspecto2. El español antiguo no es ajeno a este hecho, e incluso me atrevo a afirmar que, teniendo en cuenta la disposición compacta que presentan en nuestro idioma los textos redactados en etapas ya alejadas de nuestro tiempo, probablemente en ellos sea aún mayor la relevancia de la citada ubicación y de los elementos lingüísticos que ahí se sitúan (generalmente tópicos, entendidos como puntos de partida de la predicación), por la necesidad de marcar las transiciones temáticas sin disponer de los recursos formales que se emplean hoy en día en el desempeño de esta función. Por ello creo necesario inventariar, a través de estas páginas, el repertorio de elementos lingüísticos que actúan como tópicos (concretamente los que inician párrafos, estén o no marcados estos últimos según los usos actuales) o que se encuentran en el lugar ocupado por aquellos, en posiciones que considero estratégicas para obtener un texto organizado: la inicial tras cada uno de los títulos en que aparece dividida la obra, por sus repercusiones en la creación de un marco de coherencia adecuado para el título en cuestión; la inicial de los párrafos intermedios, por su importancia como punto de partida de la información que se transmite a través del bloque informativo en el que se halla; y también la final, por el papel de cierre que desempeña y que, en cierto modo, entra en conflicto temático con el comienzo del título que la sigue. Todo ello hace posible avanzar en el conocimiento de la configuración estructural de una obra, el Fuero Real (FR) 3 , que he elegido por ser aún largo el camino que
2
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Este trabajo se enmarca en dos proyectos de investigación (FFI2009-10817 y FFI2009-12191), financiados por el Ministerio de Ciencia e Innovación y dirigidos por Inés Femández-Ordóñez y Elena de Miguel respectivamente. Aprovecho a su vez este espacio para agradecer a Ana Serradilla Castaño y Santiago U. Sánchez Jiménez sus inteligentes comentarios y sugerencias respecto de la primera versión de esta comunicación. Véanse Elvira (1993, 2005), Femández-Ordóñez (2003), Gernsbacher y Hargreaves (1992), González Cobas (2005, 2008a, 2012), Kieras (1980) y Macwhinney (1980), entre otros. He utilizado la edición que Azucena Palacios hace del manuscrito Z-III-16 (Biblioteca de El Escorial), publicada en 1991 por la editorial Promociones y Publicaciones Universitarias (PPU). El códice aludido (concesión del Rey Sabio a la ciudad de Santo Domingo de la Calzada) es una copia de finales del siglo x m (como muy tarde de principios del xrv), que contiene íntegramente el FR y está en muy buen estado de conservación.
TÓPICOS Y PÁRRAFOS EN EL FUERO REAL DE ALFONSO X
se debe recorrer para llegar a un conocimiento mayor de la prosa jurídica alfonsí y también de este texto en particular 4 .
2 . P O S I C I Ó N INICIAL D E TÍTULO
El FR se estructura en cuatro libros, y cada uno de ellos está subdividido, a su vez, en una serie de títulos, cauce de expresión de las leyes que se promulgan en este corpus jurídico. El estudio de las fórmulas lingüísticas a partir de las cuales se codifica el comienzo de los citados títulos (lo que en términos pragmáticos constituye con frecuencia el tópico, tal y como se ha explicado) resulta revelador si se interrelacionan adecuadamente los contenidos que se transmiten y la forma de hacerlo. Partiendo de esta premisa, es interesante señalar que, en un número nada desdeñable de casos (11 de 27), se utiliza un SN seguido de una oración subordinada adjetiva de relativo especificativa, construcción a partir de la cual se da cuenta de las personas o los colectivos a quienes va dirigida una determinada norma legal. La codificación concreta de este tipo de estructura suele ser la de un indefinido (casi siempre todo, aunque también se utilizan algún o ningún) que precede a las palabras omne que + un verbo en futuro de subjuntivo, al que se suma, ya en la oración principal, un presente de subjuntivo con valor yusivo, en línea con las características discursivas y textuales de los fueros 5 . Además, no es extraño que a la citada estructura le acompañe otra suerte de elementos lingüísticos que dotan de una fisonomía un tanto compleja a todos estos tópicos, que revierten en una mayor precisión de la información presentada eliminando toda ambigüedad, conforme a los objetivos perseguidos en principio por los textos de orden legal. Todo omne que fuere llamado por mandado del rey que uenga antél, o que faga otra cosa et despreciare su mandado, o non quisiere uenir, o su mandamiento non quisiere fazer, peche .c. morauedís al rey (9: 2-4). Todo omne que a otro demandare, el demandado aya tercer día pora auer conseio sobre la demanda et pora buscar bozero (18: 2-3). Todo omne que morare so algún sennorio, et fiziere algún fecho mal lo por que deua auer pena de cuerpo o de auer, et passare a otro sennorio, allí responda et allí tome iudizio ante aquel alcalde en cuya tierra fue fecho, et non pueda escusar se por que fue morar a otro logar (28: 2-5). Todo omne que demandare a heredero de muerto o a otro de fecho ageno por que deua responder de sí o de non, el deman[da]do non sea tenudo de responder de sí nin de non, si non quisiere (39: 2-4).
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El corpus de esta investigación está constituido por los dos primeros libros de los cuatro en que se divide el FR. Vid. Torrens Álvarez (2012: 2444-2445).
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JACINTO GONZÁLEZ COBAS
Todo omite que demandare heredat a otri o otra cosa qual quier, si el tenedor de la heredat o daquella cosa quel demandan quisiere empararse por tiempo, et diciere que anno et día es passado, et que la touo en paz et en faz daquél que gela demanda, et que, por ende, non deue responder, si él prouare que anno et día touo en paz et en su faz o entrando et salliendo el demandador en la uilla, non le responda (50: 2-8).
Las subordinadas condicionales también asumen cierto protagonismo en los comienzos de título, aunque a una mayor distancia respecto de la estructura anterior (5 casos de 27), en claro contraste con lo que sucede en las posiciones de principio de párrafo de interior de título, en donde este tipo de fórmulas lingüísticas es la mayoritaria. Da la sensación de que el comienzo de los títulos es una ubicación reservada en gran medida a detallar quiénes son los afectados por determinadas leyes que, en párrafos posteriores, encuentran desarrollo a través de la condición. En todos los casos su codificación se lleva a cabo por medio de la conjunción si (tan solo una vez se echa mano de quando) y del indefinido algún + el sustantivo omne, aunque también se adjuntan otros nombres y, en una sola ocasión, se hace uso del pronombre {alguno)-. Si algún orne ouier querella do tro, párel sennal del alcalde pora otro día quel uaya fazer derecho (32: 2-3). Si algún omne fuere entregado o asentado por mandado del alcalde en buena de su contendor o en su demanda e aquél en cuio e[n]tregaren o asentaren forjare o tomare alguna cosa daquello en que el otro era entregado o asentado sin mandado del alcalde, péchelo doblado a aquél a qui lo tomó (36: 2-6). Si dos omnes o más fueren herederos o quiñoneros dalguna cosa que otro tenga et el uno dellos demandare sin los otros, aquél qui la cosa tiene non se pueda escusar que non responda por decir que otros herederos a et que non uienen demandar, et responda a aquél p[o]r su parte (48: 2-5). Quando alguno se ouiere a saluar por su cabega sobre alguna cosa quel dizen que fizo, o que dixo, o que deue fazer, o dar, iure primeramient que aquella cosa quel demandan que la non fizo, o que la non dixo, o que la non deue fazer, o dar (52: 2-5). Si algún pleito fuere acabado por iuyzio afinado de que non se alfó ninguna de las partes o si se al(ó et fue confirmado por aquél que lo deue confirmar, ninguna de las partes non puedan más tornar en aquel pleyto (56: 3-5).
El resto de constituyentes tiene una presencia bastante menos pronunciada, y su escasa frecuencia de uso obedece seguramente a las metas que se pretenden alcanzar en los escritos de orden jurídico. Encontramos, por ejemplo, tan solo una oración subordinada final y otra causal (no parece prioritario explicar los objetivos o las causas que han conducido a promulgar cierto ordenamiento legal), cuyo uso va acompañado de una construcción distributiva {quier... quier) inmediatamente después de la subordinada (y que redunda en una mayor especificación de lo expuesto), o tras el verbo principal {establecer o mandar):
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TÓPICOS Y PÁRRAFOS EN EL FUERO REAL DE ALFONSO X
Por que los pleylos que son determinados, o las Hendidas, o las compras que fueron fechas, o las cosas que fueren puestas entre los omnes, quier por iudizio quier en otra manera, non uenga en dubda por que nasca contienda o desacuerdo entre los omnes, establecemos que en las cibdades o en las uillas mayores sean puestos escriuanos públicos et iurados por mandado del rey o de qui él mandare et non por otro (16: 2-7). Por que a las uegadas los alcaldes agrauan las partes en los iuyzios que dan, mandamos que quando el alcalde diere el iuyzio, quier sea el iuyzio acabado quier ot[r]o, sob[r]e las cosas que acaecen en pleyto, aquél que se touiere por agrauiado puédase al9ar fata teri;er día, si non otorga o non recibe el iuyzio que fue dado (57: 2-8).
También son dos las ocasiones en que la construcción mandamos que constituye el punto de inicio para introducir la normativa correspondiente (ejemplos 13 y 14), y tan solo en un caso encontramos otros constituyentes (CC y oración subordinada adverbial de tiempo) asumiendo el arranque de la predicación (ejemplos 15 y 16): Mandamos que, quando los alcades fueren puestos, iuren en el conceio que guarden los derechos del rey, et del pueblo, et de todos aquelos que a ssu iudifio uinieren (13: 2-4). Mandamos que nigún orne sea llamado pora iudizio pora día de domingo nin en día de Nauidat, nin en día de circuncisión, nin de apparicio, nin en los .111. días ante de la Pascua Mayor (37: 2-4). En todo pleyto uala testimonio de dos omnes buenos (41:2). Pues que las parles ouieren encerradas (54: 3-4).
las razones delant el alcalde, el alcalde de la sentencia
3. POSICIÓN INICIAL DE PÁRRAFOS INTERMEDIOS
En el caso de los párrafos intermedios (es decir, aquellos que no ocupan la primera ni la última posición de cada título), encontramos también fórmulas recurrentes, con diferencias bastante significativas respecto de otras, dado el mayor número de ejemplos al que nos enfrentamos. De hecho, existen tres patrones expresivos que se repiten con gran asiduidad, frente a otras estructuras que se hallan muy lejos de ser un recurso habitual de codificación. El primero de ellos es el de las oraciones condicionales, que, en 84 ocasiones de un total de 213, es el mecanismo utilizado para inaugurar párrafo. De entre ellas, hay 32 casos en los que la condicional es el único elemento topical (lo que podríamos denominar tópicos
simples;
ejemplos 17, 18 y 19), frente a 52 contextos en los cuales el tópico está formado, aparte de la condicional, por otros elementos lingüísticos (tópicos complejos; ejemplos 20, 21 y 22): Si acaheciere que el rey, o infante fiio de rey o de reyna, o arcobispo, [o] obispo que aya pleyto con otro alguno, den cada uno dellos qui razone por sí (20: 14-16). Si algún omne ouiere demanda contra otro omne que sea raygado demándel así como dize el Fuero (32: 8-9). E si fueren de fuera de la uilla o el uno dellos, iuren al día del plazo desque nace el sol fata que se pone el sol en Sancta Ecclesia o en otro logar que fuere puesto por los alcaldes et por el conceio (52: 24-26).
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Si algún omne fiziere pleyto derecho con otri, el que heredare lo suyo, quier sea fiio quier sea otro, sea tenido de guardar el pleyto assí como era tenido aquél que fizo el pleyto (23: 10-12). Si algún omne manifestare en iudizio que fizo algún fecho malo et manifestare contra otri que fue con él en aquel fecho o en otro, este manifiestamiento non enpeesca a otro ninguno si non a ssí mismo (40: 7-9). Si herederos o otros omnes ouieren alguna cosa de so uno que non sea partida, maguer el uno dellos sea tenedor de la cosa, non se pueda defender por tiempo que non de su derecho a cada uno de los otros, quanto quier que gelo demande (50: 12- 15).
Mientras que este hecho puede interpretarse, en obras historiográficas como la Estoria de España (EE), como la necesidad de marcar de manera clara fundamentalmente los cambios de escenario cronológico o de los participantes de la acción en espacios de coherencia difusa (esto es, de cambio de párrafo), en el FR obedece al deseo de especificar al máximo el alcance de la ley, sus destinatarios y las consecuencias de infringirla, pues los límites temáticos entre los que discurre este texto son más homogéneos que los de aquella, y probablemente están más delimitados. No en vano es habitual la omisión de la construcción mandamos que en numerosos pasajes de la obra, por ser el contexto en el que se desarrolla esta última lo suficientemente explícito para entender sin problema el significado global del escrito incluso ante determinadas elisiones verbales: Ningún omne, en pleyto que faga, non pueda su persona ct todas sus cosas meter en pena (23: 2021).
Los escriuanos públicos pongan en las cartas que fizieren el anno, et el día en que las fizieran, et su sennal (46: 11-12). Todo heredero que entra en logar dotro en heredat o en otra cosa, quier por compra, quier por cambio, quier por otra guisa qual quier, aya esas mismas defenssiones que auríe o que podríe auer aquél de qui heredó aquellas casa o de qui la ouo (49: 19-22).
De entre los elementos lingüísticos que figuran tras la oración condicional como componentes de esos tópicos complejos a los que se ha aludido anteriormente, el SN sujeto es el que aparece más frecuentemente (21 ocurrencias; ejemplos 26 y 27), seguido de las subordinadas condicionales (8 casos; ejemplos 28 y 29), que se suman a aquella primera condicional en una búsqueda clara de precisión respecto de los supuestos legales que se plantean: Si algún lego touiere préstamo alguno de la eglesia o de monasterio pora en su uida, [et] por alguna cosa que faga ouiere de perder lo que a, aquel préstamo torne al monasterio o a la iglesia de qui lo tenie (11: 8-10). Si pleyto de iusticia o de calompnia fuere comentado ante el alcalde o la querella fuera dada al rey o a su merino, las partes non puedan fazer ninguna auenencia ni negún adobo entre sí (14: 1 -3) Si alguno se querellare dotro alcalde et el alcalde non quisiere luego llamar a aquél de qui se querellare que uenga a fazer derecho, o si el pleyto les alongare por ruego, o por amor de alguna
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de las partes, o por le fazer alguna ayuda, si aquél a quien faze la revuelta pudiere esto prouar, peche el alcalde de los suio las cuestas que fizo el querelloso et los danpnos que recibió por aquella rebuelta (14: 26-31). Si el alcalde iudga tuerto, por ruego o por alguna cosa quel den o quel prometan, o si mandare toller alguna cosa a alguno sin derecho, aquél que lo leuó la cosa por mandado del alcalde entregúela (31: 14-16).
Por detrás figuran las oraciones distributivas (5 casos), que permiten al emisor reducir o eliminar los resquicios legales que pudieran quedar ante la diversidad de situaciones que surgen en la aplicación de una ley (ejemplos 30 y 31); o los incisos de carácter modal (4 casos), que desempeñan una importante labor cohesiva, desde el momento en el que son usadas básicamente para aludir a información ya presentada mediante el empleo de fórmulas del tipo assi como sobredicho es (ejemplos 32 y 33). Si muchos han un pleyto de so uno, quier en demandar, personero (22: 1-2).
quier en responder,
den todos .1.
E si fueren más de dos, quier sean alcaldes por todos los pleytos iudgar, quier sean dados de rey o de otros alcaldes por algunos pleytos sennalados iudgar, quier sean tomados por abenencia de las partes, aquel iuyzio uala quier dier la mayor parte dellos (55: 9-12). E si a estos plazos non uiniere et non enuiare, assi como sobredicho es, et después uiniere o enuiare, el tenedor non sea desapoderado de la peyndra et téngala por suya (34: 17-19). E si el emplazado, assi como es sobredicho, non uiniere o non enuiare personero al plazo, metan al comendador en tenencia de la demanda en razón de peyndra, si fuere de rayz (34: 3-5).
También hay pasajes en los que a la condicional se adjunta una construcción de carácter temporal o locativo (3 casos; ejemplos 34 y 35), o una causal (1 caso; ejemplo 36), concesiva (1 caso; ejemplo 37) o estructura de ejemplificación (1 caso; ejemplo 38), si bien es verdad que porcentualmente son menos significativos que los anteriores. Si alguno fuere uozero o conseiero dotro en algún pleyto, de allí adelantre non pueda ser uozero del otra parte nin conseiarle en este pleyto (18: 17-18). Si algún omne fiziere demanda a otro sobre casa, o sobre uinna, o sobre otra rayz qualquier, ante aquel alcalde demande o es la rayz (28: 6-7). Si el alcalde mandare asentar a alguno en su demanda o en buena de so contendor, por que el contendor non quiso responder assi como deuie o se escondió por non fazer derecho, et aquél en cuyo mandare assentar lo defendiere por filena o se aleare, de guisa que el asentamiento non pueda seer complido et passare el anno si fuere rayz o VI. meses si fuere mueble, que en este plazo non uenga responder pora desfazer el asentamiento (36: 7-12). Si herederos o otros omnes ouieren alguna cosa de so uno que non sea partida, maguer el uno dellos sea tenedor de la cosa, non se pueda defender por tiempo que non de su derecho a cada uno de los otros, quanto quier que gelo demande (50: 12-15). Si alguno iurare que faga alguna cosa que sea contra sennorío de rey, o daño de su tierra, o en peligro de su alma, así como matar, o forgar, o furtar, o otra cosa desaguisada semeiante, a éstas tal iuramento non uala nin non lo cumpla (52: 13-16).
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El SN ocupa la segunda posición, en lo que se refiere al tipo de constituyente que sirve de punto de partida para la predicación. Se utiliza, al igual que al principio de los títulos, para dar cuenta de los destinatarios de la normativa legal que se presenta, y lo más frecuente es que aparezca desempeñando la función de sujeto junto a algún tipo de modificador (36 casos de 71), si bien es cierto que los sintagmas nominales sin complementos alcanzan una cifra muy alta y llegan casi al nivel de la que se acaba de presentar: 35 casos. La forma habitual de codificación para estos SSNN generalmente plenos en el FR (los casos de SN pronominal se reducen a 7) es el indefinido ningún + el sustantivo designador del colectivo o personas a quienes va dirigida una norma (ejemplos 39 y 40), a diferencia, por ejemplo, de la EE, en que tal protagonismo es asumido en no pocas ocasiones por los demostrativos, con un efecto cohesivo más que evidente (ejemplos 41 y 42). E ningún escríuano non meta otro escriuano que escriua en su lugar, mas cada uno faga sus cartas por su mano (17: 25-26). Ningún personero
non pueda meter a iudizio más de quantol es dado por la personería (21: 24-25).
Este Ñero era mesurado de cuerpo, ni muy grand ni muy pequenno, pero auielo todo lleno de manziellas et de mal olor (EE: 121b: 40-42) 6 . Este don Theobalt rey de Nauarra pues que fue rey dalli, auiendo a muy cora9on de fazer seruicio a Dios, ayunto muy grand caualleria et passo la mar et fue librar de poder de moros la santa tierra de Jherusalem (EE: 474a: 38-42).
Cuando el SN sujeto va acompañado de modificadores, la estructura más recurrente es la de una oración subordinada adjetiva de relativo especificativa (29 casos), precedida del indefinido todo y del sustantivo omne. Al tratarse de un nombre de significado muy general se hace necesario recurrir a la subordinada de relativo para restringir su alcance semántico, además de introducirse un cambio en el determinante indefinido (ningún por todo): Todo omne que fuere metido en plazo et en tregua de confeio por los alcaldes o por los fieles que pusiere el congeio et non uiniere al plazo, peche cada dia .V. sueldos a los fieles fasta que uenga dar derecho et re9ebir derecho sobre aquello que fue applazado et toda uía que esté en tregua (32: 16-20). Todo omne que fiziere demanda contra otro en iudizio et aquél a qui demandaren, o su personero, o su uozero conosciere lo quel demandan non sea tenido de dar otra prueua en aquello que conosció, mas la su connoscencia uala atanto como sil fuesse prouado por prueua o por carta (39: 12-15).
Tan solo en dos ocasiones se emplea un SN con función de CD para dar comienzo a los párrafos, aunque es llamativo que en ambos casos la expresión empleada sea la misma (un pronombre demostrativo antepuesto al verbo [al que sigue una vez el identificativo mismo] y 6
Edición de Menéndez Pidal (1977): Primera Crónica General de España. Madrid: Gredos, 2 vol.
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el verbo mandar). El propósito comunicativo es hacer extensiva una ley a una situación o colectivo no nombrados anteriormente (ejemplo 45), o servir de recapitulación de todo un bloque temático (ejemplo 46): Esto mismo mandamos si alguno recibiere, a sabiendas, alguna cosa de mano del forfador, que assí lo pueda el forjado echar del iuyzio, como podrá al f o ^ a d o r mismo (48: 16-18). E esto ma[n]damos de los alcaldes que son puestos por iudgar todos los pleytos (55: 1-2).
A gran distancia figuran otros constituyentes que se adjuntan al SN (u oraciones subordinadas de relativo sustantivadas), tales como circunstantes de ámbito (1 caso; ejemplo 47), oraciones distributivas (2 casos; ejemplos 48 y 49) o subordinadas temporales (1 caso; ejemplo 50), lo cual indica que, si bien no hay limitaciones lingüísticas en lo que se refiere a la configuración de los tópicos, sí hay claras preferencias estadísticas por unas construcciones frente a otras, en virtud de las metas comunicativas a las que se pretende llegar. Ningún omne, en pleyto que faga, non pueda su persona et todas sus cosas meter en pena, si el pleyto que fiziere non guardare (23: 20-21). Quien algunas testimonias ouiere pora prouar su pleyto, quier sea de acercatión quier dotre demanda qual quier, diga gelo que uayan dezir lo que saben sobre aquel pleyto, al plazo quel puso el alcalde (45: 21-23). Todo iuyzio, quier afinado quier otro, que fuere dado contra alguno, quier sea demandador quier defendedor, sobre alguna demanda mandamos que así uala contra los herederos o contra otros que uengan en so logar en aquela demanda (56: 8-11). Todo omne a qui demandaren en iudizio, después que oyere la demanda contendedor, deue a aquello quel demanda responder sí o non (39: 8-10).
quel demanda
su
El tercer molde expresivo al que se acoge el escritorio alfonsí no es de carácter topical, sino que está conformado por un verbo de orden o mandato en primera persona del plural, conjugado en presente de indicativo con valor intemporal (26 casos), precedido en ocasiones por un conector (olrosfsji, onde...). Lo habitual es que el verbo utilizado sea mandar (18 casos; ejemplos 51, 52 y 53), aunque también se recurra, aunque mucho menos, a establecer (3 casos; ejemplos 54 y 55), defender (2 casos; ejemplos 56 y 57) o querer (2 casos, ambos en coordinación copulativa con otro verbo; ejemplos 58 y 59). Hay únicamente un contexto en el que se omite (pero se sobrentiende) el verbo de mandato (ejemplo 60): Otrossí mandamos que non pueda obispo, ni abat, ni otro prelado qual quier uender ni engenar niguna cosa de las que ganare o acrecentar por razón de su eglesia (10: 28-30). E mandamos que aquél a quien la aduxieren pora enpennar o uender que lo recabde et lo tenga que se non pierda (11: 3-4).
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Mandamos que ningún hereie, nin iudio, nin moro non sea uozero por christiano contra christiano, nin sieruo, nin ciego, nin descomulgado, nin sordo, nin loco, nin omne que non aya edat complida (18: 22-24). Onde esíablefemo que todos sean aper9ebidos de guardar et de cobdiciar la uida et la salut del rey, et de acrescentar en todas sus cosas, et su onra, et su sennorío (5: 10-12). Ond establecemos que, luego que el obispo o el electo fuere confirmado et quisiere recebir las cosas de sus eglesias et de su obispado, que las reciba delantel cabildo de su iglesia (10: 15-17). Deffendemos que ningún christiano, nin iudio, nin otro omne ninguno non sea osado de comprar nin de tomar a pennos cálices, nin libros, ni cruzes, ni uestimentas, ni otros ornamientos que sean de la eglesia (10: 3 2 - 1 1 : 1). Defendemos que ningún uozero non sea osado de auenirse con aquél de qui a de tener la uoz, por quel de parte en la demanda [et] aquél que lo fiziere non tenga iamás uoz por otro (18: 25-27). E queremos e mandamos que todo christiano tenga esta fe, et la guarde (4: 1 -2). Bien sojrimos et queremos que todo omne que sepa otras leyes por seer más entendidos los omnes et más sabidores (12: 18-19). Otrossí non pueda testimoniar contra otro que aya parte en la demanda, nin nenguno que non aya .XVI. annos complidos, nin omne que mató omne a tuerto (43: 6-7).
Como se apuntó supra, las demás estructuras gramaticales se hallan a gran distancia de las ya expuestas, en lo que atañe a su frecuencia de uso. Probablemente su carga semántica no favorece el desempeño de funciones más destacadas en una obra como la que nos ocupa. De hecho, entre todas ellas suman 32 casos (frente a los 213 analizados), desglosables como sigue: Oraciones subordinadas adverbiales de tiempo: 9 casos. Oraciones subordinadas adverbiales de causa: 8 casos. Oraciones subordinadas adjetivas de relativo sustantivadas: 6 casos. (Conectar) + CC: 5 casos. Oraciones subordinadas adverbiales concesivas: 2 casos. Construcción absoluta de participio: 1 caso. Construcción de gerundio: 1 caso.
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4 . POSICIÓN FINAL DE TÍTULO
Esta ubicación parece reservada, en términos temáticos, a cuatro aspectos más o menos definidos: la alusión a la pena o a las consecuencias de la (no) aplicación de una ley (10 casos); el simple desarrollo de la casuística legal que se plantea (9 casos); la validez de pruebas, testimonios o pleito (7 casos); y las referencias a otros colectivos afectados por una norma en particular (1 caso). También en esta oportunidad existen determinados recursos al servicio de la expresión lingüística de cada una de ellos. En lo que atañe a la primera de las circunstancias planteadas, predomina la construcción conformada por el verbo haber (conjugado en presente de subjuntivo con valor yusivo), al que acompaña un CD cuyo núcleo es el sustantivo pena: Pero, si alguno razonare leyes que acuerden con las leyes deste Libro et las aiude, puédalo fazer et non aya pena (12: 24-26). E si el alcalde denostare o abiltare a aquél que se a l f a de so iuyzio, aya esta pena sobredicha 45-46).
(58:
El desarrollo de la casuística legal, por su parte, encuentra perfecto acomodo en el empleo de oraciones subordinadas condicionales, tal y como sucede en los párrafos intermedios. Es sin duda, de los aspectos temáticos señalados, el que tiene menor o incluso ningún carácter conclusivo, por coincidir en forma y fondo con la mayor parte de los párrafos intermedios que hay en el FR, lo cual significa que no siempre los títulos poseen una fisonomía y estructura plenamente identificables en su parte final, probablemente porque en ciertos casos se consideran suficientes los recursos formales que contribuyen a delimitar con nitidez cada uno de los títulos (en el ms. que he consultado [Z-III-16], y que es en el que se basa la edición manejada, todos ellos aparecen resaltados en rojo, frente al negro utilizado en los demás pasajes), y los mecanismos lingüísticos de codificación a que se ha aludido en las páginas precedentes. Et si acaeciere que alguno de los escriuanos enfermare o por otra razón non pudiere fazer carta que! mandaren, uayan a alguno de los otros escriuanos públicos que la faga (17: 26-28).
la
Si alguna cosa fuere metida en iudizio et aquél que la touiere la enagenare, ante que sea librada por iudizio o por auenencia, en poder del demandador sea de la demandar a aquél que la enagenó o aquél que la recibió (25: 19-22).
Con respecto a las alusiones a la validez de pruebas, testimonios o pleito, el principal canal de expresión utilizado es una subordinada condicional en la que se plantean los supuestos que han de ser objeto de consideración al respecto, seguidos de una apódosis cuyo verbo principal es el verbo valer conjugado en presente de subjuntivo: 832
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Et si en este medio algún iudizio diré el alcalde, uala (15: 7-8). E si fuer casada et lo otorgue el marido, el pleyto que fiziere uala (24: 16-17).
Por último, la mención de colectivos concernidos por una norma legal pero no nombrados en un primer momento también tiene lugar al final de título, y se hace asimismo por medio de un pronombre demostrativo antepuesto al verbo en función de CD, a los que sigue el adjetivo mismo y el verbo mandar. E esto mismo mandamos de los fiadores que entran en fiadura por otri, que ayan aquellas defenssiones que auíen aquellos por qui fiaron (49: 23-24).
5 . CONCLUSIONES
El trabajo presentado a lo largo de estas páginas parte de tres premisas básicas: La posición inicial de párrafo (ocupada generalmente por tópicos) desempeña una función primordial en la configuración estructural de los textos.Es importante relacionar posición inicial y lugares textuales estratégicos en términos comunicativos.Vincular los contenidos de un pasaje o secuencia con la forma como son codificados ayuda a desvelar muchas de las claves del proceso de construcción de un escrito. La aplicación de estos postulados lleva a reconocer en el FR la existencia de ciertos patrones de codificación lingüística asociados respectivamente a la posición inicial de título, a la de párrafo intermedio y a la final, y a su vez a establecer conexiones entre estas ubicaciones y una serie de contenidos. El resultado es el de un texto bien organizado que responde a las necesidades expresivas de todo texto jurídico, que busca claridad y precisión fundamentalmente en lo que atañe a las situaciones que son objeto de aplicación de las leyes, a los destinatarios de las mismas, a las penas que corresponden a las infracciones de las normas legales y a la validez de las pruebas, testimonios o pleitos. En esta manera de construir el texto se reconoce, tanto en la forma como en el fondo, el esfuerzo de sistematización atribuido al escritorio alfonsí en la redacción de sus obras, que generalmente se ha ejemplificado con los escritos historiográficos. En un texto jurídico como el que se ha analizado también se detectan fórmulas recurrentes de codificación lingüística que sirven para abrir, continuar y cerrar el texto adecuadamente, si bien se atisban algunas diferencias respecto de aquellos, achacables sin duda al género al que se adscriben unos y otros textos. Me refiero fundamentalmente a la categoría de los constituyentes lingüísticos que conforman los tópicos situados al principio de los párrafos, que hacen explícitas sus divergencias en cuanto a intereses temáticos y comunicativos. Dejo para un futuro la
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realización de un estudio que recoja una comparación exhaustiva de textos historiográficos y jurídicos alfonsíes en el plano de la organización textual.
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n.° XIX, 1, pp. 89-99. También en la dirección electrónica
. TORRENS ALVAREZ, M." Jesús (2012): «Un caso singular de reelaboración lingüística y discursiva: los fueros de Alcalá de Henares». En Emilio Montero Cartelle y Carmen Manzano Rovira (eds.), Actas del VIII Congreso Internacional de Historia de la Lengua española. Santiago de Compostela: Meubook, vol. II, pp. 2241-2452.
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Orígenes semánticos del «dequeísmo»1 Anton Granvik (HANKEN Svenska handelshögskolan)
1. INTRODUCCIÓN
Como es bien sabido, con dequeísmo se entiende la introducción de la preposición de en estructuras introducidas por que donde la preposición no viene regida por ningún otro elemento de la oración. En palabras del Diccionario panhispánico
de dudas
(DPD),
dequeísmo es «el uso indebido de la preposición de delante de la conjunción que cuando la preposición no viene exigida por ninguna palabra del enunciado». Como tal, el dequeísmo se presenta como una innovación gramatical no deseada, ya que supone una ruptura de la norma académica. Según señalan autores como Sánchez Lancis (2013), Cornillie et al (2010), Cornillie & Delbecque (2008), Del Moral (2008) y De Mello (1995), se trata, además, de un fenómeno que se encuentra en fase de expansión en la actualidad, especialmente en la lengua oral, pero también en la escrita, tanto en el español peninsular como en las variedades americanas (NGLE: §43.6b)2. Pese a ser un fenómeno bien conocido que cuenta con un número considerable de estudios detenidos, son muchos los interrogantes abiertos acerca del motivo de la extensión del uso de la preposición de ante que (cf. Sánchez Lancis, 2013; Náñez Fernández 1984). Entre las explicaciones más frecuentes se encuentran, por ejemplo, la extensión analógica a partir de estructuras parecidas (semántica o sintácticamente), la ultracorrección, razones estilísticas y semánticas (evidencialidad); por otro lado, también se ha sugerido que se trate de un proceso general de gramaticalización del sistema preposicional, de manera que en las construcciones dequeístas de serviría para indicar subordinación (cf. Sánchez Lancis, 2013). Se ha señalado que el dequeísmo ocurre con más frecuencia en el contexto verbal, aunque también existen frecuentes casos de dequeísmo con núcleos nominales, adjetivos e, incluso, en locuciones adverbiales (cf. Sánchez Lancis, 2013). En este trabajo haremos énfasis en el hecho de que el uso (indebido o no) de la preposición de en combinación con que se registra típicamente en combinación con verbos de comunicación, de proceso cognitivo y de emoción (cf. De Mello 1995: 122; Sánchez Lancis, 2013; DPD, dequeísmo), donde de adquiere muy naturalmente una interpretación de tema/asunto (cf. Granvik 2012, 2014). Creemos, pues, que este valor semántico, que se relaciona íntimamente tanto con la preposición de como con los 1
1
Agradezco a los revisores anónimos por sus comentarios oportunos sobre una versión anterior de este estudio. Según De Mello (1995: 143), el dequeísmo es cuatro veces más frecuente en América que en la península. Sin embargo, su frecuencia de uso siempre es limitado, variando entre el 0,2 y el 4,5 %.
ORÍGENES SEMÁNTICOS DEL «DEQUEÍSMO»
verbos de comunicación y pensamiento, es un factor que subyace en muchos casos de extensión del uso de de, incluido el dequeísmo. Para fundamentar esta hipótesis no solo recogeremos los datos y argumentos presentados en estudios anteriores sobre el dequeísmo (capítulo 2), sino que los reformularemos apoyándonos en el análisis de una muestra de construcciones con de que extraída del Corpus del español de Davies (2002-) (capítulo 3). A través de un estudio diacrónico queremos destacar la importancia del significado de tema/asunto en la extensión y generalización de la secuencia de que. El capítulo 4 incluye las consideraciones finales.
2 . HISTORIA DEL DEQUEÍSMO
2.1 Definición del dequeísmo Como revelan las definiciones estándares, el dequeísmo es un fenómeno agramatical desde el punto de vista de muchos gramáticos y la Real Academia. Destaca, en este sentido, la presencia de adjetivos calificativos negativos, como vicioso, indebido e incorrecto en citas como las siguientes: Se entiende por dequeísmo la construcción viciosa de la secuencia de que a causa de la presencia superflua de la partícula de. (Náñez 1984: 239). El dequeísmo es «el uso indebido de la preposición de delante de la conjunción que cuando la preposición no viene exigida por ninguna palabra del enunciado». ( D P D , dequeísmo). Se llama dequeísmo el uso incorrecto de la secuencia de que en las subordinadas sustantivas cuando la preposición de no está justificada en ellas desde el punto de vista gramatical, como en Creemos de que educándonos vamos a convivir mejor (CREA oral, Paraguay) frente a la variante correcta Creemos que educándonos vamos a convivir mejor. (NGLE: §43.6a).
Al contrario de lo que ocurre en muchos de los estudios sobre el dequeísmo, en este trabajo no nos ocuparemos del fenómeno llamado queísmo —«la supresión indebida de una preposición (generalmente de) delante de la conjunción que, cuando la preposición viene exigida por alguna palabra del enunciado» {DPD, queísmo)— que frecuentemente se estudia a la par con el dequeísmo. Aunque superficialmente parece tratarse de dos fenómenos íntimamente relacionados, ausencia o presencia de de ante que, la verdad es que el queísmo y el dequeísmo se dan en contextos diferentes y corresponden a procesos de formación distintos (cf. Sánchez Lancis 2013). Desde la perspectiva histórico-semántica que adoptamos en este estudio, lo que interesa es encontrar una explicación para la introducción de la preposición de
838
A N T O N GRANVIK
e n c o n t e x t o s d o n d e la n o r m a n o la requiere. El e s t u d i o del q u e í s m o , por s u parte, s e p r e g u n t a por l o s m o t i v o s d e s u e l i m i n a c i ó n , lo q u e n o e s l o m i s m o 3 .
2.2 Causas
del
dequeísmo
2 . 2 . 1 E x p l i c a c i o n e s f o r m a l e s : la a n a l o g í a Entre las e x p l i c a c i o n e s que p o d r í a m o s llamar c l á s i c a s s e e n c u e n t r a la q u e recurre a la n o c i ó n d e a n a l o g í a . Entre l o s autores q u e recurren a la a n a l o g í a e n c o n t r a m o s a Lázaro Carreter y N á ñ e z ( 1 9 8 4 ) q u e c o n s t a t a n lo s i g u i e n t e : Se trata, en mi opinión [...], del influjo analógico ejercido por las construcciones nominales correspondientes que llevan un de que constitutivo. Así, por ejemplo: «Me hizo la promesa de que vendría». Ese de, necesario para el empalme del nombre (promesa) con su complemento, se ha sentido como igualmente necesario en las construcciones verbales, y han surgido así los híbridos dequeístas («Me prometió de que vendría»), (Lázaro Carreter 1981, citado por Náñez 1984: 240). Debemos volver los ojos a una motivación analógica especial de gran entidad, a nuestro juicio. Por tratarse de un proceso analógico se parte, lógicamente, de una construcción correcta que exige una determinada partícula: de en nuestro caso. Por ejemplo, hablar de..., dudar de... Supongamos que alguien [...] decide emplear otros términos sinónimos a fin de dar al discurso mayor variedad, pero [...] lleva a los nuevos términos el régimen preposicional de ese primer verbo, raíz y núcleo semántico, por una parte, y, por otra, foco propagador de la construcción. (Náflez 1984: 243).
C o m o r e v e l a n las d o s citas, s e trata d e una a n a l o g í a p r i n c i p a l m e n t e sintáctica q u e s e b a s a e n u n a c o r r e s p o n d e n c i a s i n o n í m i c a entre u n v e r b o s i m p l e , c o m o prometer, c o n v e r b o d e soporte, c o m o hacer
la promesa;
y u n a perífrasis
alternativamente, h a y u n a c o r r e s p o n d e n c i a
entre d o s v e r b o s s i n ó n i m o s q u e d i f i e r e n e n s u estructura a r g u m e n t a l , c o m o hablar juzgar,
afirmar,
vs.
opinar,
etc.
Otra serie d e e x p l i c a c i o n e s recurre a las n o c i o n e s d e ultra o h i p e r c o r r e c c i ó n , q u e t a m b i é n p u e d e n c o n s i d e r a r s e c a s o s d e e x t e n s i ó n a n a l ó g i c a . A q u í s e trata d e usar u n a
estructura
l i n g ü í s t i c a « i n c o r r e c t a » por c o n s i d e r a r q u e e s u n a f o r m a d e m a y o r prestigio. S e ñ a l a n G ó m e z Torrego ( 1 9 9 9 ) y N á ñ e z (1984) que [L]a ultracorrección se produce en niveles socioculturales medios, los más proclives a los usos ultracorrectos por tender a imitar a grupos sociales de mayor prestigio. [...] [E]s muy probable que la extensión del dequeísmo en zonas de habla catalana y en los niveles de cultura media y alta se deba a la ultracorrección por influencia del catalán. (Gómez Torrego 1999: 2127). y que Cuando se pretende restituir en su prístina pureza el empleo perdido, la falta de uso lleva consigo la inseguridad y, en consecuencia, se cae en el error, en lo que de una manera amplia podríamos calificar de ultracorrección. (Náñez 1984: 239). Hay que recordar que dequeísmo y queísmo son, por definición, mutuamente exclusivos: hay dequeísmo cuando aparece de donde "no debería", y queísmo cuando falta de donde debería aparecer. 839
ORÍGENES SEMÁNTICOS DEL « D E Q U E Í S M O »
Finalmente, se ha aducido que el carácter vacío de la preposición de sea un factor que facilita los dos fenómenos anteriores: [El] empleo puramente «formal» de la preposición explica que a menudo, sobre todo en el hablar descuidado, se omita ésta en algunos de los casos anteriores: Me acuerdo que..., Me alegro que..., o que, inversamente, se intercale donde no es normal: Le dijeron de que... (Seco, citado por Náñez 1984: 240).
En este último comentario de Seco, cabe notar que el carácter semánticamente vacío de de permite tratar conjuntamente tanto la adición y la omisión de de en estructuras semejantes. Aunque es evidente que de es una preposición que presenta muchos usos donde su valor semántico es sumamente abstracto y difícil de especificar, en este trabajo adoptamos la postura contraria, sugiriendo que son justamente las propiedades semánticas de de las que motivan la aparición de las expresiones dequeístas.
2.2.2 Causas extralingüísticas y factores
pragmáticos
Una segunda serie de estudios explica el dequeísmo recurriendo a factores semánticopragmáticos como la evidencialidad, la distancia y el énfasis. De Mello (1995: 130ss.), por ejemplo, considera que el dequeísmo es una cuestión estilística de independencia semántica de la oración subordinada en relación con la principal, mientras que García (1986, según Gómez Torrego 1999: 2129-2130) considera que la completiva con de que es indicio de un distanciamiento del hablante con respecto a lo que dice, señalando que no quiere comprometerse totalmente con el contenido de la cláusula. Estos análisis se concentran esencialmente en el dequeísmo del contexto verbal, donde la variante de que
es
semánticamente diferente de la mera conjunción que. Así, en un contexto como el siguiente: (1)
-Cuando es una verdadera amistad claro: se puede mantener una amistad a la distancia también. -Claro; pero no garantizo que si yo por ejemplo también las circunstancias me obligarían a irme diez años afuera, eh, eso no sé, se disiparía bastante. ¿No? es decir, no sé hasta qué punto me escribiría todos los meses, por ejemplo. Pienso de que no, no sé; no... no... no tengo seguridad en eso. (García 1986: 57, ejemplo citado por Cornillie et al. 2010: 27).
lo que ocurre es que «cuando el hablante usa de que en lugar de que se compromete menos respecto a la verdad de lo que se dice en la oración subordinada» (Gómez Torrego 1999: 2129). En una serie de estudios recientes Delbecque (2008), Cornillie & Delbecque (2008) y Cornillie et al (2010), profundizan el análisis semántico del dequeísmo, llegando a sustituir la noción de distancia por la de involucración.
La idea es que el uso de de que en la
complementación de verbos de comunicación y pensamiento no indica distanciamiento o falta 840
ANTON GRANVIK
de compromiso del hablante con respecto a lo dicho, sino que de que es indicio, más bien, de «una fuerte involucración del hablante con referencia a un trasfondo específico de opiniones personales» (Cornillie et al. 2010: 29). Con respecto al ejemplo (1), Cornillie & Delbecque (2008: 49) argumentan que «the speaker envisages the possibility that his friend would not write to him as one among many possible outcomes»4.
Por lo contrario, en (2), donde solo
aparece piensa que, «the speaker identifies with the first-person conceptualizing subject-role in an unmarked, transparent way». (2)
- Y vos, ¿qué decís de vos mismo? Vos ¿sos un buen amigo? - S í , yo pienso que sí. Este...en...la...la amistad es una de las cosas que más o menos ando bien. (Cornillie et al 2010: 28).
Cornillie & Delbecque (2008: 47) continúan comentando cómo la construcción con de que es siempre la forma marcada, tanto en términos de frecuencia bruta como en términos cognitivo-funcionales. Además, constatan que su análisis puede ampliarse fácilmente a incluir los casos donde el núcleo sintáctico es un sustantivo, un pronombre o incluso un conector, si bien el peso de la argumentación está en el contexto verbal. Aunque el análisis de Cornillie & Delbecque es sugerente, cabe hacer algunas observaciones. Por un lado, se limita a la situación actual, por lo que deja abierta la cuestión de los orígenes de la estructura. Por otro, la idea de Delbecque (2008) de derivar la idea de involucración fuerte o débil de la noción de parte/todo parece difícil de asumir sencillamente sobre la base de razonamiento teórico 5 .
2.2.3 Subjetivación y
gramaticalización
Si los análisis «semánticos» que acabamos de presentar se concentran en la lengua actual, los estudios de Del Moral (2004 (non vidi), 2008) y Sánchez Lancis (2004, 2006, 2013) adoptan una perspectiva diacrònica. El acercamiento de Del Moral (2008) es una combinación de análisis pragmático-funcional y gramaticalización, pues constata que the variation between the use of non-canonical de que [...] and the canonical use of de que [...] can be explained in terms of the subjedification process, i.e. the process whereby speakers/writers come over time to develop meanings for expressions that encode or externalize their perspectives and attitudes (Del Moral 2008: 191).
4 5
La cursiva es nuestra. Aunque la idea en sí es atractiva, parece muy difícil demostrar que una noción abstracta como 'parte/todo' dé origen a otra de 'falta de involucración'. Por ejemplo, en Granvik (2012: 537, 541) hemos podido verificar que la noción de parte/todo supone uno de los cuatro valores prototípicos de la preposición de que menor presencia tiene en la mente de los hispanohablantes. Así, especialmente en un análisis de corte cognitivo como lo es el de Delbecque, esta idea reclama una verificación empírica para salir de la hipótesis. Por ejemplo, es posible que la noción de 'tema/asunto' derive de una idea de 'origen', especialmente en el caso de de, pero hasta que no se ponga a prueba empíricamente, no saldrá del nivel de lo hipotético.
841
ORÍGENES SEMÁNTICOS DEL «DEQUEÍSMO»
Sobre la base de un corpus extraído del CE de Davies (2002-), Del Moral (2008) documenta un cambio diacrónico en el contexto de uso del dequeísmo que pasa de darse predominantemente junto con verbos de emoción en el siglo XVI a usarse con verbos de cognición y de habla en el siglo XX. Dado que la secuencia de que aparece típicamente en la función de complemento directo en combinación con la 1 .a persona del verbo, este contexto es ideal para considerar que se trata de un proceso de subjetivación en sentido de Traugott & Dasher (2002). El proceso de subjetivación está estrechamente relacionado con la gramaticalización, que es la perspectiva que adopta Sánchez Lancis. Para este autor, la preposición de se encuentra envuelta en un proceso de gramaticalización que implica su «progresiva y lenta difusión como simple marca formal también de subordinación» a partir del español clásico (Sánchez Lancis, 2013: 187). De hecho, esta línea de argumentación parece haberse expandido también a la Academia: Algunos hablantes consideran necesaria una marca formal expresa para introducir los complementos y sujetos oracionales posverbales ante determinados predicados. La marca que de introduce en las expresiones dequeístas es de subordinación, no propiamente de función sintáctica. (NGLE, §43.6d).
Llegados a este punto, ante la variedad de propuestas de explicación, quizá cabría preguntarse dónde se encuentra la solución verdadera y, además, qué valor adicional puede aportar otro análisis más. Aquí hay que tener en cuenta que, como el fenómeno social que es la lengua, no necesariamente hay una sola explicación, igual que constató Náñez (1984) hace tres décadas ya: Pensamos que en el proceso que ha llevado al conocido resultado actual han podido concurrir diversas causas y circunstancias que no son contradictorias, en ningún caso, entre sí, sino más bien coadyuvantes, sin que ello quiera decir tampoco que todas ellas hayan influido con el mismo peso y eficacia. (1984: 240).
Por otro lado, también nos gustaría recordar el comentario de Lehmann (1985: 315), de que «[tjhere are apparently certain requirements of semantic aptitude imposed on elements which are to be grammaticalized», lo que puede interpretarse como decir que si de acaba formando parte de una estructura gramaticalizada es porque su presencia era significativa, al menos en un inicio. Así, en lo que sigue intentaremos demostrar que es posible encontrar una solución que dé cuenta del papel semántico de la preposición de en todo este proceso, pues salvo contadas excepciones, la semántica de de es un hecho que se pasa por alto en los análisis anteriores.
842
A N T O N GRANVIK.
3 . U N A EXPLICACIÓN ADICIONAL: LA SEMÁNTICA DE LA PREPOSICIÓN DE Y EL ORIGEN DEL DEQUEÍSMO
El que haya factores semánticos en juego en el dequeísmo no es realmente una novedad. Hace 30 años que Náñez (1984: 242) advirtió que «[hjabría que profundizar en las raíces semánticas de estos verbos [que rigen la preposición dé\...y>. Además, las explicaciones por analogía también incluyen una parte semántica, en el sentido de que «el enriquecimiento de construcciones prepositivas se debe en buena medida al salto de régimen de un verbo a otro sinónimo, que lo acoge y hace suyo. La propagación de régimen (construcción, sintaxis) tiene su origen, pues, en una sinonimia (semántica)» (Náfiez 1984: 244). Sin embargo, aparte de la idea de Delbecque (2008) de que la falta de «involucración» en lo dicho derivaría del valor partitivo
de de,
todas
las demás
explicaciones
anteriores
suponen, más
o menos
explícitamente, que de no es más que una «marca formal», un elemento vacío de significado, que se añade a que. Sin embargo, sobre la base de Lehmann (1985) y Granvik (2012), nos gustaría preguntar si no podría ser que de tenga significado, y que ese significado pueda influenciar el hecho de que sea justamente de y ninguna otra preposición la que se generaliza. De hecho, en su análisis de las estructuras dequeístas, Gómez Torrego (1999: 2128-2129) incluso habla de «deísmo». ¿Por qué es de la preposición que tanto se extiende, y tan particularmente en posición ante que? La hipótesis que avanzamos en este trabajo es que la respuesta está en un contexto sintáctico concreto donde se actualiza un valor específico de la preposición de, es decir, el valor de tema/asunto que aparece junto con verbos de habla y pensamiento.
3.1 El valor de tema/asunto En Granvik (2012: 186) se define el valor semántico de tema/asunto como «el tema, asunto o tópico de que algo, en especial un discurso verbal, trata», y se ejemplifica, prototípicamente, con una frase como hablar de política. Como es bien sabido, existen en español varias formas de expresar este significado. Así, al lado de de pueden usarse, al menos, las expresiones sobre, acerca de y en torno a para hacer referencia al mismo significado (Granvik 2014). En un sentido más amplio, en la expresión de este valor entran también
expresiones
«tematizadoras» como con respecto a, respecto de, en cuanto a (cf. Pons 2005). Aquí, lo importante no son las diferentes expresiones de tema/asunto, sino, por un lado, llamar la atención sobre la existencia de este valor semántico y, por otro, destacar su contexto prototípico, que coincide con el de las construcciones dequeístas: núcleos verbales de habla y pensamiento y complementos oracionales que indican el tema/asunto del que trata el núcleo 843
ORÍGENES SEMÁNTICOS DEL «DEQUEÍSMO»
(cf. las construcciones CSC (subject conceptualizing
constructions)
de Achard
1998).
Alternativamente, aparecen como núcleos una serie de sustantivos y adjetivos «predicativos» (cf. Delbecque 2008), los cuales, también, llevan connotaciones de habla y pensamiento (cf. Granvik 2012: 185ss).
3.2 Orígenes del dequeísmo: datos iniciales Con respecto a los orígenes del dequeísmo, Del Moral (2008) encuentra casos dequeístas ya en los datos de la época medieval incluidos en el Corpus del español (David 2002-), algo que Sánchez Lancis (2013) no confirma en su análisis del CORDE.
Sin embargo, ambos
investigadores destacan el auge de las construcciones dequeístas a partir del siglo XVI, lo cual cabe relacionarse con el aumento general del uso de las preposiciones en la complementación verbal (cf. Cano Aguilar 1984, 1985). Sin embargo, al mismo tiempo, parece extenderse también el uso de de como preposición por excelencia en la complementación nominal (cf. Girón Alconchel 2004: 879, Bogard & Company 1989: 270). Estos dos procesos llegaron a modificar la estructura de la complementación oracional de un modo que se hace notar claramente en la lengua actual, donde se han generalizado las completivas con preposición tanto con verbos como con sustantivos. Además, especialmente en la complementación nominal el español se distingue de otras lenguas románicas, como el francés o el italiano, en la presencia de una preposición, típicamente de, ante la conjunción que (cf. Barra Jover 2002, Leonetti 1999: 2088). Más significativo que la datación de los primeros casos del dequeísmo es su contexto de aparición. Como constata Del Moral (2008), en el siglo XVI la mayor parte de los casos del uso de de que se dan con verbos de emoción, mientras que Sánchez Lancis (2013) descubre un claro predominio numérico de los verbos de comunicación y pensamiento. Así, por ejemplo, partiendo de Del Moral (2004, 2008), Sánchez Lancis basa su análisis de corpus en las siguientes expresiones: verbos de comunicación: decir/contar/asegurar/negar/afirmar/murmurar/explicar verbos de proceso cognitivo: pensar/creer/recordar/saber/sospechar/aprender/juzgar verbos de emoción: temer/confiar/desear/esperar de que verbos copulativos: ser/estar/parecer de que verbos de otro tipo: procurar/pedir/dejar/intentar/ocurrir/resultar de que
de que de que
Como resultado de sus búsquedas en CORDE, Sánchez Lancis (2013) presenta la tabla 1. Como puede observarse, las expresiones del campo semántico de comunicación y de proceso cognitivo constituyen más del 50 por ciento en todos los siglos salvo el XVII.
844
A N T O N GRANVIK
Dequeísmo
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
Total
verbos de comunicación
13/10" 48 %/42 % 2/2 15 % 17% 0/0
5/5 19%/21 % 0/0
2/2 7 %/8 % 1/1 8 %s % 0/0
3/3 11 %/12% 3/3 23 "„ 25"„ 2/2 50 %/50 % 1/1 14 %/14 % 0/0
4/4 1S "/a/17% 7/6 54 %/50 % 0/0
3/3 30 %/33 % 12/12 18 %/20%
5/4 50 %/45 % 16 14 24 %/23 %
27/24 40%/40% 13/12 19 %/20 % 4/4 6%n % 7/7 11 %/l 1 % 6/4 9 %/7 % 10/9 15 %/15 % 67/60 100%
verbos de proceso cognitivo verbos de emoción verbos copulativos otros tipos loe. conj. Total por siglos
1/1 14 %/14 % 6/4 100% 1/1 10 %/l 1 % 23/18 34%/30%
2/2 50%/50% 5/5 72 %/72 % 0/0
o/o
o/o
0/0 1/1 10 %/l 1 % 13/13 3/3 19 %/22 % 5 %/5 %
0/0 0/0
Tabla 1. Diacronía del dequeísmo en el CORDE (Sánchez Lancis, 2013: 194)
Continuando con lo mismo, los verbos (y demás expresiones) con los que aparece el dequeísmo en algunos de los estudios anteriores son: resultar, sospechar, es fácil/difícil, constar, decir, comentar, rumorear, convenir, lo curioso es, ser, aparecer, estar, gustar, interesar, ocurrir, parecer, partir, pasar, significar, suceder (sujeto); sospechar, contar, pensar, poner en conocimiento, ver, oír (verbos de 'percepción'); decir, contar (de 'lengua'); pensar, creer (de 'pensamiento); querer, desear (de 'voluntad'); aconsejar, exigir, mandar, ordenar, permitir, suplicar (de 'mandato') (objeto) (Gómez Torrego 1999). se dice, creer, estar de acuerdo, es cierto, ver (?), mandar (?), determinar, prometer, decir, confirmar, quedar de acuerdo, pesarle (Sánchez Lancis 2004: 2508, 2006: 1098).
saber,
creer, decir, pensar, recordar, saber, aprender, juzgar, sospechar (verbos de proceso cognitivo); contar, explicar, afirmar, asegurar, negar, murmurar (de comunicación); desear, esperar, temer, alegrarse, sentir, pesar, confiar (de emoción); ser, estar, parecer (de enlace); procurar, pedir, dejar, intentar, ocurrir, resultar (otros tipos) (Del Moral 2008). creer, estar seguro, pensar, la idea es, necesitar, sospechar, informar, advertir, avisar, olvidarse, cuidar, presumir, responder, asegurarse, acordarse, lamentarse, aprovecharse, alegrarse, avergonzarse, dolerse, extrañarse, ofenderse, sorprenderse (NGLE)1.
En esta lista, es fácil ver que las construcciones que se combinan naturalmente con complementos de tema/asunto, marcadas con cursiva, constituyen la gran mayoría8. A ello aun puede añadirse la combinación de de que con un pronombre demostrativo neutro, estructura que también permite un análisis en términos de tema/asunto, como revela este comentario del NGLE (§43.51):
La primera cifra hace referencia al número de casos encontrados, la segunda al número de documentos en que aparecen dichos ejemplos (Sánchez Lancis 2013). La cursiva y las marcas de interrogación, que marcan una posible interpretación de tema/asunto, son nuestras. De Mello (1995: 122) presenta los resultados de Kany y Hildebrandt, donde los verbos de comunicación y pensamiento alcanzan una frecuencia del 73 y el 67 % de los casos dequeístas, respectivamente.
845
O R Í G E N E S SEMÁNTICOS DEL « D E Q U E Í S M O »
La variante con demostrativo (aquello de que...) recibe una interpretación abstracta, variable según los casos: 'la información relativa a q u e . . . ' e l asunto de q u e . . . ' e l hecho de q u e . . . ' l a cuestión de que...', 'la noticia de que...', 'el rumor de que...'.
Asimismo Cornillie & Delbecque (2010: 47) indican que aquello de remite a un sustantivo/verbo anterior ('rechazo' en su ejemplo): «thereby introducing speech or thought representation». Estos datos iniciales parecen indicar, sin duda, que el valor de tema/asunto tiene una gran presencia conceptual en los casos de dequeísmo analizados en los estudios anteriores. Sobre esta base, pues, profundizaremos el análisis diacrónico del dequeísmo, para ver si los datos del CE permiten reforzar la hipótesis de que la noción de tema/asunto juega un papel importante en los orígenes y la extensión del uso de la secuencia de que.
3.3 Datos adicionales:análisis de corpus Nuestro análisis se basa en una serie de ejemplos de la secuencia de que extraídos del Corpus del español (CE) de Mark Davies (2002-). Hemos incluido un total de 1201 ejemplos correspondientes a los siglos XIII a XX en una proporción representativa de la frecuencia total por siglos (cf. la tabla 2, abajo) 9 . Siguiendo los análisis anteriores (Sánchez Lancis, 2013; Del Moral 2008; DPD\ Náñez 1984; Delbecque 2008; Cornillie & Delbecque 2008; Cornillie et al. 2010), nos hemos detenido, en un primer momento, en el contexto verbal, ya que es en combinación con verbos donde se da la mayor parte de los casos de dequeísmo. Además, el contexto más idóneo de la secuencia de que en la función de introductor de complementos oracionales es, naturalmente, el verbal10. Sin embargo, también hemos analizado con algún detalle los complementos nominales, que presentan datos interesantes que apoyan la hipótesis del papel de tema/asunto. 3.3.1 De que en el Corpus de español En los datos extraídos del CE de Davies (2002-), como indica la tabla 2, el 29 % (352/1201) de los ejemplos de de que analizados expresa el valor de tema/asunto (línea dos de la tabla
10
La proporción representativa significa que la muestra analizada incluye un número de ejemplos por siglo que corresponde a su porcentaje de la totalidad de ejemplos de la secuencia de que en el CE. Por ejemplo, la cifra de 161 casos de de que en el siglo XX se deriva de la suma total de casos de de que en ese siglo, que es de 18 427, lo cual supone 807 ejemplos por millón (0,00081). Dividiendo esta última cifra por cinco (el 20 %) se alcanza el número final. Que el contexto verbal sea típico del dequeísmo se deduce asimismo del hecho de que la frecuencia de uso de de que en nuestro corpus es tan elevada junto a verbos como junto a sustantivos, mientras que la preposición de por sí sola se combina con mucho mayor frecuencia con sustantivos que con verbos (quizá un 60 % para el contexto nominal frente a un 25 para el contexto verbal, cf. Granvik 2012: 587). Véase asimismo la nota 8.
846
ANTON GRANVIK
2)". Es decir, independientemente de si una expresión deba considerarse dequeísta o no, casi uno de cada tres ejemplos corresponde a este significado. Es llamativo que las frecuencias más elevadas de este valor se encuentren justamente en los siglos XVI y XVII, cuando se generaliza el uso de de con un gran número de verbos. Por otro lado, el que las frecuencias de tema/asunto se reduzcan en los siglos posteriores, especialmente en los siglos XVIII y XX, parece motivarse por la generalización de de como complemento nominal por excelencia, contexto menos idóneo para la noción de tema/asunto. de que en CE
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
Total
0
0
3
6
23
7
XIX 2
XX
Dequeísmo
12
53
tema/asunto
37
24
9
40
65
48
91
38
352
CV
65
48
35
58
72
89
89
33
489
CN
16
16
7
36
65
134
90
7(1
434
de que
97
79
58
126
175
273
232
161
1201
Tabla 2. Distribución diacrònica del dequeísmo, los casos con valor de tema/asunto, los complementos verbales y nominales así como el número total de ejemplos analizados
El análisis contextual, por su parte, revela que el 41 por ciento de los usos de de que corresponde al contexto verbal (489 casos), mientras que el 36 por ciento aparece como complemento de sustantivos (434 casos) y un 14 por ciento en combinación con diferentes tipos de adverbios, como antes/después de que (165 casos). En el contexto verbal, el valor de tema/asunto es predominante, especialmente en los siglos XIX y XX, como revela la tabla 3. Es decir, si es verdad que el dequeísmo como fenómeno «indebido» realmente se generaliza en la actualidad, y si se acepta que el valor de tema/asunto puede contribuir a dar cuenta del uso de la secuencia de que, los datos del CE nos proponen un indicio relativamente evidente de cómo la noción de tema/asunto puede motivar la extensión del dequeísmo, con frecuencias de un 73 y un 87 % de este valor, respectivamente.
Contexto verbal
11
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
Promedio
Nótese que la tabla 2 no puede leerse como una tabla normal de suma de frecuencias, sino que las líneas 1 (dequeísmo) y 2 (tema/asunto) son simples recuentos de un solo tipo de relación frente a muchos más. Asimismo, las líneas 3 y 4, correspondientes a los complementos verbales y nominales, son solo dos tipos sintácticos frente a tres más que no se incluyen. Finalmente, la última línea (de qué) no indica la suma de las líneas anteriores, pero sí el número total de ejemplos de de que por siglo, y por eso constituye el punto de referencia de las demás.
847
ORÍGENES SEMÁNTICOS DEL «DEQUEÍSMO»
Tema/ asunto
48%
40%
19%
50%
59%
35 %
73%
87 %
52%
Otros valores 12
52%
60%
81 %
50%
41 %
65%
27%
13 \
48%
Total CN = 483)
100%
100%
100 %
100%
100%
100%
100%
100%
100%
Tabla 3. El valor de tema/asunto de de que en el contexto verbal (casos no dequeístas) del CE (%2 = 56.7381, p = 6.739e-10)
Igual que en los recuentos de estudios anteriores, también en nuestros datos los casos propiamente dequeístas son pocos, 53 en total (cf. la tabla 2, arriba). Quizá un poco sorprendentemente, solo el 20 % de los casos datan del siglo XX (N = 12), mientras que el siglo XVII nos arroja el 43 % (N = 23). Hasta cierto punto, la concentración de una gran parte de los ejemplos dequeístas en los textos correspondientes a la época clásica puede explicarse por el hecho de que es justamente en los siglos XVI y XVII cuando se da la expansión del uso de la preposición de y la consiguiente vacilación en el régimen preposicional de muchos verbos y predicados complejos (Cano 1984, 1985). Así, como indican los ejemplos (3) y (4), muchos de los casos dequeístas de la época clásica corresponden a predicados que no se construyen típicamente con de, como ordenar y reparar, especialmente ante que completiva (cf. Cano 1984: 85, 89). Con este tipo de predicados, parece que de se usa como alternativa a un mero que o a la preposición enn. Aun así, es notable que en estos dos ejemplos el valor de tema/asunto resulte posible: es posible reparar 'en cuanto a' algo y dar una orden 'que concierne a algo'. (3) (4) (5)
después que hubo cumplido un año ATAGUALPA ordenó su padre de que le trasquilasen porque le hiciesen los señores del Cuzco la fiesta (CE, Suma y narración de los incas, XVI). el fin dichoso a que sus espíritus anhelan, reparan poco o nada, de que los medios sean o no, en la opinión del siglo, deshonrados (CE, El bandolero, XVII). Aunque juzgo poco verisímil lo que él declaró a los jueces, de que a un mismo tiempo habían salido de Nápoles con él otros once, y esparcídose por varias tierras con el mismo designio. (CE, Cartas eruditas, XVIII).
Encontramos también otro tipo de dequeísmo en los textos clásicos y posclásicos, como revela el ejemplo (5) de Feijoo. Este ejemplo con el verbo declarar se acerca a los esquemas
12
13
Estos incluyen nociones como causa (Ca es caso de que podría acaesger daño atodos; CE, Siete partidas, XIII), origen (en alegría juvenil y en risueñas e inocentes esperanzas, volviéndolas al puro manantial de que salieron-, CE, Teatro, XIX), instrumento (la suma cachaza de que se halla dolada alguna persona; CE, Florilegio o Ramillete alfa..., XIX), y materia {sy quieres quelos granos délas mj¡granas sean blancos que tomes arzilla de aquella / de que se fazen las jarras blancas; CE, De re rustica; Tratado de A..., XIV). La alternancia entre en que y de que está explícitamente presente en un caso como el siguiente: sentimiento tendré en que cada uno discurra lo que se le antojare, ni de que arrempuje mis oraciones hacia el sentido que le diere la gana. (CE, Vida, XVIII).
848
A N T O N GRANVIK
dequeístas aceptables de la actualidad14, donde de se inserta en contextos donde no es necesario su uso, si bien su presencia resulta perfectamente comprensible siguiendo una interpretación de tema/asunto. Finalmente, en (6) y (7) encontramos dos casos típicos del dequeísmo actual, con los verbos comprender y decir, respectivamente. Ambos verbos son prefectamente compatibles con el valor de tema/asunto, si bien tal interpretación aquí no resulta natural: (6)
(7)
Entonces por eso es mi afición y hay que darle justo eh... precio a las personas. Yo comprendo bien claro de que no es un personaje de primer orden, históricamente, pero sí desde el punto del valor humano (CE, Habla Culta: Bogotá: M8, XX). en que un..., exponente venezolano creo que era, decía de que..., la mayor parte de los que estudian la carrera de abogado (CE, Habla Culta: Lima: M2, XX).
Ahora bien, para el presente estudio lo más importante no es la (baja) frecuencia del dequeísmo en los textos de una u otra época ni su aparición en uno u otro contexto sintáctico, sino el hecho de que la secuencia de que frecuentemente se usa en construcciones donde de muchas veces indica tema/asunto, como hemos estado viendo y como podrá verse a continuación.
3.3.2 Orígenes semánticos del dequeísmo Como hemos señalado en otra parte (Granvik 2012), la noción de tema/asunto constituye uno de los valores fundamentales de la preposición de. Así, por extensión este valor se relaciona también con la secuencia de que. Además, igual que el dequeísmo, tema/asunto aparece preferentemente en el contexto verbal, donde corresponde a dos construcciones distintas, como revelan los ejemplos (8) y (9) de nuestro corpus. En (8), encontramos el verbo intransitivo hablar combinado con un complemento preposicional de tema/asunto, mientras que en (8) el verbo pensar es transitivo y presenta tanto un complemento directo como otro preposicional (de tema/asunto). (8) (9)
y no había gozado una sola vez esas delicias del amor de que hablan todos, que son el asunto de comedias, novelas y hasta de la historia. (CE, La Regenta, XIX). Ene. —¿Cómo... qué piensan los muchachos de eso? ¿Qué piensa tu novio de que estudias y de que tú trabajes? Inf.e. —¿De que yo trabaje? Bueno, contentísimo, en primer lugar, porque gano dinero, o sea que nos sostenemos los dos... así que yo también ayudo, ¿no? (CE, Habla Culta: La Paz: M28, XX).
En el ejemplo (9) es llamativo que la persona entrevistada, al responder a la pregunta, repita la construcción dequeísta: ¿de que yo trabaje?, pues de esta manera nos ofrece un
14
Tenemos en mente la posibilidad de doble construcción con verbos como informar, avisar, etc. (cf. el DPD).
849
ORÍGENES SEMÁNTICOS DEL «DEQUEÍSMO»
ejemplo muy ilustrativo de cómo la secuencia de que, completamente canónica, aparece separado de su contexto, en posición inicial de un enunciado. De hecho, la posición inicial de de que del ejemplo (9) nos recuerda los casos dequeístas que presenta Gómez Torrego (1999: 2112) como estructuras apositivas: (10) (11)
Incide en lo que estábamos hablando: de que nuestra vocación temporal no es el éxito. Esto es lo que es un poco mortal [...]: de que no tiene suficiente voluntad.
Vistas desde esta perspectiva, la diferencia entre (9) y, (10) y (11), respectivamente, se reduce al carácter canónico o «indebido» de de. Semánticamente, de (que) puede interpretarse como tema/asunto en los tres ejemplos. Aquí cabe recordar otro pasaje de Gómez Torrego (1999: 2126), donde constata que [n]o es de extrañar que aquellos verbos que rigen un complemento directo y un complemento de régimen con de trasladen esta preposición al complemento directo. Sobre pensar algo (c.d.) de algo o de alguien (complemento de régimen) puede formarse ^pensar de que».
En nuestra opinión, esta cita incluye algo muy importante, aunque el énfasis original sea diferente del nuestro. Además de una «confusión» sintáctica en cuanto a régimen preposicional o no (cf. Gómez Torrego 1999: 2110), lo que ocurre con los verbos de comunicación y pensamiento es que el valor de tema/asunto siempre resulta natural. Es esta compatibilidad de un cierto tipo de verbos con el valor de tema/asunto la que explica que sea tan fácil la extensión de una preposición, como de, que puede expresar este valor. Lo que se encuentra al analizar los ejemplos de nuestro corpus apoya claramente esta línea de argumentación. Así, entre los elementos regentes del corpus analizado, los verbos y sustantivos que pertenecen al campo semántico de comunicación y proceso cognitivo constituyen siempre la mayoría. Por ejemplo, de los 53 casos dequeístas del corpus, 34, es decir, el 64 por ciento, tienen núcleos (verbales o nominales) que pertenecen a este campo. En los usos canónicos de de que, el 57 por ciento de los núcleos verbales y el 60 % de los núcleos nominales pertenecen a estos dos campos semánticos15. Es más, entre los diez verbos más frecuentes de los 381 verbos del corpus, ocho son de comunicación o pensamiento. De los 256 sustantivos diferentes, seis de los diez nombres más frecuentes son nombres de comunicación o pensamiento. Si bien es verdad que el valor de tema/asunto, igual que el dequeísmo, aparece típicamente en el contexto verbal, es palpable también en el contexto nominal. Ahora bien, como indican 15
Compárense estas cifras con los datos de la tabla 2, supra. En el contexto verbal, se observa un valor de 0,98 del coeficiente de correlación entre la frecuencia del valor de tema/asunto y los verbos de comunicación, pensamiento y emoción. En el contexto nominal la coincidencia es menor, pero con un valor del 0,87 del coeficiente de correlación aun así parece significativa. 850
ANTÓN GRANVIK
los ejemplos (12) a (15), la noción temática es algo diferente, ya que la función de de en la complementación nominal tiene un estatus muy particular en español. Así pues, en (12) se observa una típica relación de tema/asunto con efe junto con el sustantivo idea. Los ejemplos (13) y (14) suponen dos extensiones, donde el valor temático se va haciendo más tenue, ya que el CN tiene función apositiva. Cabe notar que el complemento de aposición preposicional es el tipo más frecuente de los complementos encabezados por de que en nuestro corpus16. Finalmente, la construcción dequeísta en (15) supone el último paso en la cadena de extensiones sucesivas. Curiosamente, en (15), donde la relación entre el núcleo idea y el complemento oracional es menos directa, el valor de tema/asunto resulta más patente que en la construcción apositiva de (13) y (14). (12) (13) (14) (15)
-¿Tienes alguna idea de por qué lo hizo? -Tengo la idea de que lo hizo por amor. La idea de que vengas me agrada. La idea es de que vengas...
CN de tema/asunto CN (reí. de identidad, CD) CN (reí. de identidad, sujeto) dequeísmo
Así pues, creemos que también en el contexto nominal existe una base semántica para el uso de de que, si bien esta no reside tan fundamentalmente en el valor de tema/asunto de la preposición de, sino que se realiza más bien contextualmente, como consecuencia de la semántica de los sustantivos núcleos, que corresponden al campo de comunicación y pensamiento en un grado todavía más elevado de lo que es el caso del contexto verbal. Es decir, aunque de no siempre indica tema/asunto en los casos dequeístas, especialmente en el contexto nominal, el dequeísmo se da típicamente en contextos donde este valor está inherente, aun cuando no llegue a actualizarse, como ocurre con casos como la idea de que... Para terminar queremos destacar la llamada anomalía de las estructuras dequeístas. Esta anomalía y, por consiguiente, la causa de que se consideren «viciosas» las estructuras dequeístas, consiste en que la preposición de ejerce funciones sintácticas distintas en las construcciones
dequeístas
y las
canónicas.
Así,
cuando
se
enfrentan
estructuras
semánticamente muy semejantes como las de (16) y (17), es evidente que el problema es puramente sintáctico, no semántico. (16) (17)
16
Me alegra *de que hayas venido. vs. Pienso/digo/opino *de que es una tontería.
Me alegro de que hayas venido. vs. Pienso que es una tontería.
Estos casos apositivos no han sido etiquetados como casos de tema/asunto en el corpus analizado, lo cual explica en gran medida el número reducido de casos de tema/asunto en los siglos XVIII y XX que se presentan en la tabla 2.
851
ORÍGENES SEMÁNTICOS DEL «DEQUEÍSMO»
Sin embargo, tal conflicto no es raro en absoluto, pues es frecuente la contradicción entre semántica y sintaxis. Basta considerar las estructuras partitivas del tipo cantidad de personas participó/?participaron
en la manifestación (cf. Brucart 1997; Vervecken & Cornillie 2012) o
los frecuentes casos de pluralización del verbo existencial haber en tiempo pasado, para darse cuenta de que lo más frecuente en estos casos es que se imponga la semántica, al menos en la inconsciencia del hablante, cuya producción lingüística intuitiva parece guiarse por el significado y saltarse las reglas estrictamente gramaticales. Así, si se acepta el supuesto básico de la Lingüística Cognitiva que afirma que la lengua es esencialmente semántica 17 (cf. Geeraerts 2006: 3, Langacker 1987: 12), el dequeísmo puede verse como un caso más donde los hablantes siguen una ruta inconscientemente semántica a la hora de extender el uso de la preposición de a contextos sintácticamente anómalos.
4 . CONCLUSIÓN Y DISCUSIÓN FINALES
A modo de cerrar esta exposición sobre los orígenes semánticos del dequeísmo, hay que empezar constatando que creemos que la mayor parte de las explicaciones anteriores son relevantes: hay ultracorrección debida a la inseguridad, hay subjetivación y gramaticalización de de, puede observarse una generalización y una alta frecuencia de la secuencia de que en el contexto de complementos verbales y nominales, y hay analogía sintáctica en la extensión de la combinación (N de que). Pero, además, hay una fuerte conexión entre la aparición de la de dequeísta y el valor semántico de tema/asunto, especialmente en la función de complemento (de régimen preposicional) de verbos comunicación y pensamiento: creo/temo
Informo/digo/pienso/
de que, y en la función de complemento oracional de sustantivo: la
idea/la
promesa/la posibilidad de que. En este sentido, pues, argumentamos a favor de la existencia de una analogía semántica por el valor de tema/asunto, hecho que se ha pasado por alto en los trabajos anteriores. En suma, sugerimos que a la aparición de la preposición de en muchas estructuras dequeístas puede encontrarse una motivación originalmente semántica, en el sentido de que de expresa el valor de tema/asunto en combinación con los verbos en cuestión. La existencia de este valor abstracto pero básico de la preposición de, es, pues, un importante factor que hay que tener en cuenta a la hora de rastrear los orígenes del dequeísmo en la variación sintácticocombinatoria de verbos y preposiciones en la historia de la lengua.
17
«The foundational point is simply that language is all about meaning». (Geeraerts 2006: 3)
852
ANTON GRANVIK
Evidentemente, con este breve comentario sobre una posible motivación semántica del dequeísmo, no pretendemos sugerir que todo esté dicho al respecto. Sin embargo, creemos que los datos presentados y la nueva forma de interpretar los datos anteriores suponen un paso hacia adelante. Aparte de presentar un análisis diacrónico basado en un corpus, nuestra propuesta debe verse también como una invitación a seguir investigando la perspectiva semántica desde otros puntos de vista. Tenemos en mente la posibilidad de acercarse al dequeísmo desde una perspectiva psicolingüística que nos permita averiguar empíricamente hasta qué punto el valor de tema/asunto realmente juega un papel en la (sub)conciencia de los hablantes dequeístas.
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855
Sin embargo de. Creación y pérdida de una locución preposicional concesiva 1 Francisco Javier Herrero Ruiz de Loizaga (Universidad Complutense de Madrid)
1. INTRODUCCIÓN
Aunque han sido numerosos los trabajos que en las últimas décadas se han dedicado a la expresión de la concesividad en español y su desarrollo histórico, la inmensa mayoría de ellos se centra específicamente en el estudio de las oraciones concesivas, haciendo escasa o nula referencia a la existencia de construcciones preposicionales que pueden presentar también este valor. Una excepción destacada a esta tendencia la constituye la Nueva gramática lengua española
de la
de la Real Academia, que dedica los párrafos 47.14 y 47.15 a las
construcciones preposicionales de carácter concesivo (Real Academia, 2009: 3610-21). No es de extrañar que los estudios sobre la concesividad se hayan centrado en las relaciones oracionales, pues indudablemente constituyen la manifestación más abundante e importante de la concesividad en la historia del español. Que la expresión de la concesividad se realice fundamentalmente a través de oraciones concesivas, y solo secundariamente a través de preposiciones, es un rasgo, por otra parte, bastante general en distintas lenguas (Rissanen 2002: 192-93). En latín no existían preposiciones específicas de valor concesivo, lo que no quiere decir que no existieran construcciones preposicionales concesivas. Preposiciones de valor general, podían introducir, en determinados contextos, sintagmas de carácter concesivo. Así sucede algunas veces con la preposición cum, como vemos, por ejemplo, en Cicerón (Oratio pro Cluentio, 62, 175): «cum eisdem suis vitiis nobilissimus, with all his faults, i. e. in spite of» (Lewis and Short, 1879: 490a, s. v. cum)\ y otras como in y sine, de las que proporciona ejemplos Martín Puente (1998: 97-98 y n. 2). Estas construcciones siguen siendo posibles en el español medieval y aun en el moderno; pero el español, como otros romances, desarrollará preposiciones o locuciones prepositivas específicas para la expresión concesiva, que no se hallaban en los textos más primitivos 2 . La vía fundamental para la creación de locuciones prepositivas de valor específicamente concesivo ha sido la gramaticalización de una secuencia en la que interviene un elemento que tiene un valor léxico de oposición u obstáculo, o de dolor o pesar. Estos elementos léxicos '
2
Este trabajo se inscribe en el marco del proyecto Procesos de gramaticalización en la historia del español (IV): gramaticalización y textualización, REF. FFI2012-31427, 2013-2015, del Ministerio de Economía y Competitividad, Algo semejante señala Rissanen (2002: 192) para el inglés. Refiriéndose a las preposiciones concesivas señala: «these links develop fairly late».
SIN EMBARGO DE. CREACIÓN Y PÉRDIDA DE UNA LOCUCIÓN PREPOSICIONAL CONCESIVA
podían ser sustantivos integrados en una locución prepositiva, del tipo sin embargo de, a pesar de, construcciones verbales como pese a3 o aparecer en construcciones absolutas del tipo no obstante, no embargante. En este trabajo nos ocuparemos de la formación de la locución prepositiva de carácter concesivo sin embargo de, a partir de algunos de cuyos usos se creará el conector contraargumentativo sin embargo, del crecimiento de su empleo y de su posterior decadencia.
2. SlNEMBARGO
Y SIN EMBARGO DE EN LA EDAD MEDIA
El sustantivo embargo, de etimología incierta, con el valor de 'estorbo, impedimento' es de uso corriente en el español medieval: «por esto que el faze nos abremos enbargo»
(Cid,
1865). Este sustantivo aparece con frecuencia en la construcción sin embargo, que es en su origen un complemento circunstancial de modo. Este empleo se da desde época preliteraria, en documentos notariales aún escritos en latín: «et ducant aquam unde opus eis fuerit ad ipsos molinos, sine ullo enbargo» (1020, Obarra, Col. dipl., p. 27, apud Lapesa 2003: 213a), y sigue siendo frecuente en los textos del siglo XIII (Garachana 1988: 199-201), a veces acompañado de los indefinidos alguno o ninguno como refuerzo, igual que vemos con el indefinido ullus en el ejemplo latino anterior. El circunstancial sin embargo puede verse complementado por otro sintagma formado por de + SN. En los ejemplos recogidos en el CORDE, la secuencia sin embargo de + SN no aparece hasta el siglo XIV, y aun en este siglo sólo la recoge en 6 ocasiones (7,82 %) del total de 82 ejemplos (32 con la grafía sin embargo y 50 con la grafía sin enbargo) que da para esta época. El caso más antiguo que presenta el CORDE procede del Conde Lucanor. En este ejemplo, el término de la preposición es un indefinido negativo, del tipo sin embargo de ninguno, que resulta semejante en su significado a las secuencias del tipo sin embargo ninguno/alguno,
incidiendo en ambos casos, aunque de distinta manera, en la ausencia de
obstáculo. En el caso de sin embargo alguno/ninguno se expresa la inexistencia de obstáculos, en sin embargo de ninguno, la ausencia de alguna persona que ponga el obstáculo: el cuervo falló una vegada un grant peda?o de queso et subió en un árbol por que pudiese comer el queso más a su guisa et sin recelo et sin enbargo de ninguno. (Juan Manuel, Conde Lucanor, apud CORDE).
Hay un segundo ejemplo en que el término de la preposición es un sustantivo acompañado de un indefinido adjetivo, «sin embargo de cualquier o cualesquier personas» (Enrique III concede al concejo de El Colmenar privilegio de villazgo, 1393) y en otra ocasión se halla un 3
Sobre el proceso de gramaticalización de pese a como locución concesiva ver Elvira (2009: 277-282).
858
F R A N C I S C O JAVIER H E R R E R O R U I Z DE L O I Z A G A
pronombre personal unido copulativamente con un SN: «Sin embargo de mi e de mis herederos» (Carta de arrendamiento, col. diplomática de León, 1377). En ellos, también el complemento preposicional implica que no existe impedimento por parte de las personas referidas como término de preposición. Pero a partir de este significado se irá produciendo un deslizamiento hacia un valor de discurso que implica no la ausencia o inexistencia del impedimento u obstáculo, sino que el obstáculo, existiendo, no es eficaz para impedir el cumplimiento de lo expresado en la oración, de ahí que se deslice a un sentido concesivo, deslizamiento que es más acusado cuando el sustantivo término de la preposición no es de carácter animado. En dos ejemplos del CORDE del siglo XIV el término de la preposición es un sustantivo concreto, agoa, y sólo en uno, ya de la transición al XV, la preposición de introduce término constituido por dos sustantivos abstractos coordinados: «La vida del monje, esta es vida sin ocasion, sin enbargo de cobdiqia e de mjedo» (Anónimo, Traducción
del
soberano bien de San Isidoro, a. 1400, Pablo A. Cavallero, Secrit (Buenos Aires), 1991, apud CORDE). La situación cambia notablemente en el siglo XV: de los 260 casos que recoge el CORDE de sin embargo (sin embargo, 83; sin enbargo, 177), 123 (47,3 %) van seguidos de de + SN. Hay también una diferencia respecto a los elementos que se usan como término de preposición, ya que apenas aparecen sustantivos o pronombres que se refieran a personas: solo 3 ejemplos, uno referido a persona concreta individualizada (sin embargo de aquesta señora),
dos con referencia indefinida, con el sustantivo persona
acompañado de un
indefinido (cualesquier personas, persona alguna). La mayor parte de los ejemplos muestran como términos sustantivos contables, pero no concretos, no referidos a objetos, como prehemática,
razones, leyes, juridición4,
o sustantivos abstractos como los que aparecen en
los sintagmas ausencia, los agravios, la dura rresystenqia, etc. Aunque se mantiene de un modo general el valor de 'sin obstáculo, sin impedimento', el deslizamiento hacia el valor concesivo, que resulta fácil por la inferencia 'algo no es obstáculo'
'algo no impide otra
cosa', va comenzando a darse, y es especialmente intenso cuando la preposición de introduce sustantivos de carácter abstracto:
4
A este grupo correspondería también carta en usos como «Iten otra carta escripta en papel signada del signo de Gil Gonsales escribano que es traslado de una carta del rey don Enrique por la qual manda que los vesinos de esta dicha villa puedan traer bino para su mantenimiento del regno de Nabarca sin embargo de la carta que fiertos c o n e j o s ganaron, pero que lo non podamos sacar para vender a otra parte» (Inventario de escrituras. Copia simple, 1429 [Documentación del Archivo municipal de Salvatierra], ed. de Francisco Javier Goicoelea Julián, Eusko Ikastkuntza (Donostia), 1998, apud CORDE), donde la referencia es más bien al contenido de la carta que al objeto físico.
859
SIN EMBARGO DE. CREACIÓN Y PÉRDIDA DE UNA LOCUCIÓN PREPOSICIONAL CONCESIVA
Y sin enbargo de la dura rresystenfia que en ellos falló, los lugares fueron entrados y rrobados y muchos moros muertos y otros, con las mugeres y fijos, cativos y presos (Pedro de Escavias, Repertorio de príncipes de España, 1467-75, apud CORDE).
En este ejemplo, puede entenderse sin embargo
de la dura resistencia
como un
complemento circunstancial de modo, pero está poniendo de relieve un factor que, siendo habitualmente importante para que no se produzca lo enunciado en la oración principal, no evita en este caso que se produzca. Hay por tanto, junto a la expresión de modo, la de concesividad, que será cada vez más la que se focalice en estas construcciones que llegarán a convertirse en locuciones específicas para la expresión de la concesividad. Este uso, que ya apunta en el XV, se hace más intenso en el XVI. En el siglo XV, además del predominio de sustantivos no concretos como término de la preposición en la locución sin embargo de, hay que señalar que comienzan a aparecer como término de la preposición infinitivos, «sin embargo del fuir» (Enrique de Villena, Tratado de consolación,
1424, ed. de Pedro M.
Cátedra, Turner (Madrid), 1994, apud CORDE), la secuencia del neutro lo + adjetivo o participio vos mando que luego que con ella fuéredes requeridos o d'ella supiéredes en qualquier manera, e sin embargo de lo por vos otros dicho e alegado, pues que lo tal non á nin deve aver logar, luego empadronedes e fagades empadronar e coger las dichas diez e seis monedas (Anónimo, 1462, Real provisión de Enrique IV, apud CORDE),
y pronombres personales y demostrativos neutros (sin embargo de ello, aquello, todo ello, todo esto). En estos últimos casos, el pronombre establece una referencia anafórica a un enunciado anterior. Aunque el complemento es en sí mismo de carácter concesivo, al presentarse el enunciado anteriormente mencionado como obstáculo para lo expresado en la oración en que se inserta, pasa a haber una relación de adversatividad entre el enunciado anterior y el que incluye a sin embargo de (todo) ello/esto. En cualquier caso, podemos observar cómo en el siglo XV avanza ya en gran medida el proceso que lleva al debilitamiento del valor semántico de la colocación formada por sin embargo de en la secuencia sin embargo de + SN, que conducirá a la gramaticalización de la secuencia para dar lugar a una locución prepositiva. Como señalan Torres Cacoullos (2006: 37) y Girón (2008: 372-279), es toda la colocación la que tiende a gramaticalizarse. Para que el debilitamiento semántico y la posterior gramaticalización puedan darse, es necesario que la secuencia sin embargo de + SN se haga frecuente, se estandarice ese empleo. Y el desarrollo de esta secuencia con de + SN que indica la fuente del obstáculo se da, lógicamente, a partir del circunstancial formado por sin + sustantivo que indica obstáculo o impedimento y que resulta de uso más frecuente. En época medieval encontramos también otras secuencias semejantes 860
F R A N C I S C O JAVIER H E R R E R O R U I Z DE L O I Z A G A
en las que se usa otro sustantivo. En los documentos anteriores a 1300 fichados en el CORDE, aparecen la secuencia sin contralla, que casi desaparece en el XIV, en el que se documenta también sin contrallo,
y comienzan a aparecer ejemplos de sin contrasto,
que aparece
predominantemente en documentos navarros, sin reu(i)eyllo, sustantivo característico también del área navarra, y que pertenece asimismo al campo léxico de los sustantivos que expresan oposición u objeción. En el siglo XV, vemos una disminución del uso de contrario, y un aumento de otras formas, como sin contradicción, sin empacho, sin estorbo. Pero a diferencia de sin embargo, aunque aparecen con frecuencia acompañados de los indefinidos alguno, ninguno (excepto sin empacho, que pocas veces va seguido de indefinido) no aparecen casi nunca seguidos de de + preposición que indica la fuente de la objeción, y las pocas veces en que aparece este empleo, casi siempre a finales del XV (o incluso principios del XVI), les sigue un SN con referencia personal genérica, nunca sustantivos abstractos: «sin impedimento de otro alguno», «sin impedimento de otra persona alguna» (Abreviación del 1489-1517).
halconero,
Vemos, pues, que el camino que lleva a la consolidación de la colocación, y su
posterior gramaticalización, sólo se ha abierto en el caso de la secuencia más utilizada: sin embargo, la única que con frecuencia aparece seguida de de y con sustantivos de todo tipo, cada vez con un mayor predominio de los abstractos.
3 . ESPAÑOL CLÁSICO: CREACIÓN DE LA LOCUCIÓN PREPOSITIVA SIN EMBARGO DE Y EL CONECTOR CONTRAARGUMENTATIVO SIN EMBARGO
En el siglo XVI es cuando ya se consolida y se gramaticaliza claramente la construcción sin embargo de como locución prepositiva concesiva. En primer lugar, observamos que el empleo de sin embargo como complemento circunstancial queda reducido a un hecho completamente residual. De los 615 casos que registra el CORDE de sin embargo (con inicial en mayúsculas y minúsculas, 558 con la grafía embargo, 57 con la grafía enbargó), sólo hay 2 en que vaya seguido de alguno (0,32 %) y 3 de ninguno (0,49 %f. En algún caso más, aparece coordinado con otro sustantivo del campo semántico originario de obstáculo, aún a finales del XVI, sin embargo y aun sin empacho. Y se recogen en torno a una veintena de casos en que sin embargo sin complementación sigue siendo 'sin obstáculo', 'sin impedimento' 6 :
5
6
Podrían añadirse otros 5 casos en que documenta la secuencia sin ningún embargo, con introducción del indefinido entre la preposición y el sustantivo. Decimos en tomo a una veintena, porque hay unos pocos casos de sin embargo cuya interpretación resulta dudosa, como veremos más adelante. En cualquier caso, ya no es sin embargo el sintagma más frecuente como circunstancial para indicar la falta de impedimento u obstáculo.
861
SIN EMBARGO DE. CREACIÓN Y PÉRDIDA DE UNA LOCUCIÓN PREPOSICIONAL CONCESIVA
Para vengarse del rigor amargo / Hallaron estos el lugar abierto, / Y fué decir que ya no tiene cargo, / Pues el que se lo dió quedaba muerto; / El dicho Santillana, sin embargo, / Procedía por orden y concierto; / Mas aunque por mil vias se repara,/En efecto quitáronle la vara. (Juan de Castellanos, Elegías de varones ilustres de Indias, apud CORDE).
Pero el sintagma sin embargo ha dejado ya en esta época de ser el más usado como complemento circunstancial que indica impedimento u obstáculo. Resultan mucho más frecuentes sin contradicción,
que el CORDE recoge en este período en 197 ejemplos, sin
impedimento (88 casos), sin empacho (62 casos), sin estorbo (41 ejemplos), o sin
embarazo,
que apenas apuntaba en época anterior (1 ejemplo en el XIV y 5 en el XV) y que el CORDE registra en el XVI en 45 ocasiones. Frente a su empleo decreciente como complemento circunstancial, el CORDE en 441 ocasiones registra la secuencia sin embargo de (71,7 %), seguida de sintagmas nominales con las mismas características que ya vimos en el sigo anterior: sustantivos no concretos, lo + adjetivo o participio, infinitivo: sin embargo de los inconvenientes
que en esto hay (Zurita, a.
1585, Relación de los señores de la Nueva España, apud CORDE); sin embargo de lo referido (Felipe II, Minuta de instrucción
a don Bernardino
CORDE)-, sin embargo
que paguen
de estar proveído
de Mendoza,
1578, apud
los dichos dos clérigos
(Nuevas
ordenanzas de la coca, 1575, apud CORDLi). Y avanzando en el grado de abstracción del término que sigue a sin embargo, comienzan a aparecer también oraciones subordinadas sustantivas como término. Sin embargo, en este caso hay que señalar que lo más frecuente es que no aparezca la preposición de entre sin embargo y la oración sustantiva, lo que resulta perfectamente acorde con las características de la lengua de la época, que, todavía en el siglo XVI, no usa generalmente el enlace preposicional entre un sustantivo o adjetivo y la oración subordinada que depende de él. El CORDE recoge para el XVI 73 ejemplos de sin embargo que + subordinada sustantiva. El primero de ellos es del año 1534: sea puesto en la tenencia de los bienes del tal mayorazgo, sin embargo que la sentencia de vista aya sido executada, y no quede otro remedio ni recurso alguno, y el pleyto se remita a la dicha Audiencia en possessión y propiedad («Premática de Su Magestad cxxix., dada en Madrid, año de M.D.xxxiv», en Repertorio de todas las premáticas y capítulos de corles, apud CORDE).
Y sólo recoge 33 de sin embargo de que con enlace preposicional. La suma de ambas secuencias da un total de 106, que supone el 20,62 % de los 514 ejemplos (441 +73) de sin embargo seguido elemento con función sustantiva. Como ya señaló Rivarola (1976:148-149), el verbo de la subordinada en esta construcción puede ir tanto en subjuntivo, como vemos en el ejemplo anterior refiriéndose a una objeción hipotética, como en indicativo, presentando una objeción real:
862
FRANCISCO JAVIER H E R R E R O RUIZ DE LOIZAGA
Parescióme convenía que yo volviese á hacer castigar semejante desasosiego, y ansí rae determiné en ello, sin embargo que estaba 65 leguas del Cuzco y que Alonso de Mendoza me decía que no había necesidad. (Relación del Licenciado Pedro de la Gasea al Consejo de Indias sobre los asuntos del Perú, 1548, apud CORDE).
Aunque esta característica dota a la secuencia sin embargo (de) que de gran flexibilidad y posibilidad de utilizarse con cualquier tipo de concesiva, aumentando sus posibles empleos, lo cierto es que no alcanzará después un empleo muy amplio, tal vez por la solidez con que aunque está ya establecida como conjunción concesiva de carácter general. Hemos visto también que con frecuencia sin embargo de, ya desde el siglo anterior, podía ir seguido de un demostrativo neutro que hace referencia a la oración precedente, del tipo sin embargo de esto, que es la secuencia predominante de este grupo, y este uso es aún más frecuente en el siglo XVI. En algunos casos podemos encontrar también un pronombre personal neutro sin embargo de ello o un relativo sin embargo de lo cual. A partir de estos empleos, vamos a encontrar un nuevo desarrollo de sin embargo. Como ya vimos, este elemento, en principio concesivo dentro de la oración en que se inserta, implica una relación adversativa respecto a la oración anterior. Cuando este empleo se estandariza, llegará a producirse la elipsis del pronombre que remite a la oración anterior, con lo que la secuencia sin embargo
se carga ella misma de este valor y se convierte en un conector
contraargumentativo de carácter adversativo. Este uso es aún muy limitado en el siglo XVI. El CORDE ofrece algún ejemplo hacia mediados de esta centuria, por ejemplo en Fray Bartolomé de las Casas: Por consiguiente los obispos están obligados por el derecho divino a inducir a esta paz del corazón al pueblo a él encomendado y conservarla. Y no les basta que el pueblo se conserve en la paz o tranquilidad extrínseca, lo cual sin embargo basta para un rector temporal. (Fray Bartolomé de las Casas, Tratado sobre los indios que han sido hechos esclavos, 1552, apud CORDEL),
pero es traducción moderna de un fragmento redactado originalmente en latín, en el que leemos
tamen
en
el
facsímil
de
la
Biblioteca
Digital
Hispánica
(). Un valor de obstáculo debilitado de sin embargo: 'sin impedimento, sin obstáculo'
'sin problema' -> 'con facilidad, fácilmente'
'ciertamente, sin duda', es lo que parece dar la mejor interpretación en el siguiente ejemplo de Timoneda: en tomar tal cargo, ahotas, que me deporto; mas cree, muy sin embargo, que en gastar seré muy largo, pues tú en darme no eres corto. (Juan de Timoneda, La oveja perdida, 1575, apud CORDE),
863
SIN EMBARGO DE. CREACIÓN Y PÉRDIDA DE UNA LOCUCIÓN PREPOSICIONAL CONCESIVA
donde hemos de interpretar muy sin embargo como 'muy sin obstáculo'
'sin ninguna
duda'. Este valor aparece recogido en Seguin (1636): «sin embargo, sans doute, sans y tarder»(Nieto
y Alvar, 2007, V: 3973).
El empleo de sin embargo como conector contraargumentativo adversativo era todavía muy reducido en el siglo XVI. Prueba de ello es que todos los ejemplos que da el CORDE de sin embargo como conector contraargumentativo en la primera mitad del XVI, y la mayoría de los que da de la segunda en realidad no lo son. Dejando aparte casos de simple error de puntuación, como sucede en PALATINO Las costas suelen ser algo costosillas, mas no se les da nada, que del cuero han de salir las correas. Sus padres lo han de pagar, la vida y las personas están seguras, lo demás todo lo pasan en buena conversación. PINCIANO Sin embargo, deso se quejan ellos, que siendo la justicia del estudio introducida en su favor, les sea tan odiosa y costosa (Juan de Arce de Otárola, c. 1550, Coloquios de Palatino y Pinciano, apud CORDE),
donde debe leerse «Sin embargo deso, se quejan ellos que...», recoge el corpus académico 4 casos en el Tratado nuevo de Diego Alvarez Chanca (1506), que no corresponden al texto del XVI, sino a la versión moderna con que lo acompaña la editora del siglo XX, María Nieves Sánchez (Tratados de la peste, Madrid, Arco/Libros, 1993), y que responden a tres casos de empero y uno de pero del original. El ejemplo que trae el CORDE de la traducción castellana de Juan Justiniano de la obra de Juan Luis Vives, Instrucción de la mujer christiana (1528): «Crísipo, filósofo acutísimo, mandaba que las amas de leche fuesen cuerdas y buenas, lo cual nosotros debemos seguir y avisarlo a las madres que no podrán o no les será así lícito criar a sus hijos con su propia leche; en lo cual, sin embargo, no es tan necesario que se ponga tanta diligencia en los hijos como en las hijas» tampoco refleja el texto original, sino que es una modificación de la edición moderna. En el texto de 1528, hallamos pero usado en un inciso como conector contraargumentativo, uso que tuvo en el español medieval, y todavía hallamos alguna vez en textos de los siglos XVI y XVII 7 (Herrero 2005: 58-59), especialmente en autores, como el propio Justiniano 8 , en que hay influencia italianizante: Cryíippo philosopho acutiflimo mandaua las amas de leche fuellen cuerdas/y buenas: lo qual nosotros deuemos feguir/y auisallo alas madres que non podran o noles lera afli licito criar a fus
7
8
La editora de la edición fichada en el CORDE, Elisabeth Teresa Howe, dice en la introducción del texto: «La edición presente es una revisión modernizada de la traducción de Juan Justiniano que fue publicada en Valencia en 1528». Aunque no precisa cuáles son los criterios para la modernización del texto, es indudable que este sin embargo es parte de ella. Algunos autores ya desde el XVIII consideraron a Juan Justiniano italiano (v. Rausell y González Alba 2002:257), Bataillon (1966: 634) lo consideraba valenciano, y Rausell y González Alba (2002) defienden su origen cretense. En cualquier caso, no hay duda de su conocimiento del italiano, lengua a la que él mismo señala que pretende traducir también la obra de Vives (Rausell y González Alba 2002: 257-258).
864
FRANCISCO JAVIER H E R R E R O RUIZ DE LOIZAGA
hijos cofu propia leche: enloqual pero no es tan necelTario que fe ponga tanta diligécia enlos hijos/como enlas hijas (Juan Luis Vives, Libro llamado Instrucción de la muger christiana [...] traduzido ahora nuevamente d[el] latín en romance por Juan Justiniano, Valencia, Jorge Costilla, 1528, fol. i, v°, col. a 9 ).
El ejemplo del Extracto hecho por Don Juan Bautista Muñoz de los procesos de posesión y propiedad sobre las islas Molucas, que el CORDE fecha en 1524, corresponde en realidad no al proceso de 1524, sino al extracto hecho, como se indica en el título, por D. Juan Bautista Muñoz, historiador de la segunda mitad del XVIII. Los tres casos que documenta en el Diario de Erich Lassota von Steblau, fechados en 1583, tampoco corresponden al siglo XVI, pues, aunque el original alemán sí es de esa época, lo que ficha el CORDE es una traducción española del siglo XIX. Los dos ejemplos de sin embargo conector contraargumentativo que recoge en el Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste (1583), no corresponden al texto del siglo XVI, que es un original francés, sino una transcripción del editor del mismo, del siglo XIX. Con todo, y dejando aparte algunos ejemplos dudosos en cuanto a su interpretación como circunstancial
'sin impedimento',
con un valor debilitado,
que
encontramos desde mediados del siglo y a los que ya nos hemos referido, lo cierto es que unos pocos ejemplos de finales del XVI que recoge el CORDE de sin embargo sí son ya claramente contraargumentativos. Así sucede con el ejemplo de Pedro Sarmiento de Gamboa (1590 10 ), Los viajes al estrecho de Magallanes: «Mas Diego Flores le dijo que Vuestra Majestad no le mandaba volver, antes proseguir la jornada más encargadamente que nunca, pero que Diego Flores, sin embargo,
estaba resuelto de se volver contra todas las órdenes de Vuestra
Majestad» (ed. de María Justina Sarabia Viejo, Alianza Editorial (Madrid), 1988, apud CORDE), y en otros ejemplos de la transición del XVI a XVII.
En
el
siglo
XVII
se
mantiene en gran medida la situación que veíamos en el XVI, y se observa un notable aumento en su empleo. El CORDE recoge 844 ejemplos de sin embargo
(con inicial
mayúscula y minúscula y las grafías embargo y enbargo), lo que supone casi el doble de frecuencia de uso que en el XVI 11 : 23,19 usos por millón de palabras, frente a 12, 15 en el siglo XVI 12 . De los ejemplos del XVII, 454 van seguidos de la preposición de más su término,
9 10
11
12
He consultado para esta referencia el ejemplar de la Biblioteca Nacional, con signatura R/1289. El CORDE fecha este ejemplo en 1583, pero María Justina Sarabia, autora de la edición que se ficha en el CORDE, dice explícitamente en la introducción que el original del documento del que procede este ejemplo, dictado por Pedro Sarmiento de Gamboa al escribano, se conserva en el Archivo de Indias de Sevilla y está fechado a 15 de septiembre de 1590. Llama la atención la notable discrepancia respecto a los datos que proporciona el Corpus del español de Davies, que ofrece una frecuencia de 31,94 ocurrencias por millón en el siglo XVI, y 13,36 en el siglo XVII, mostrando una tendencia decreciente contraria a la que señala el CORDE. El CORDE recoge un total de 50.620.521 palabras en los textos que ficha del XVI (1501-1600), y 36.386.678 en el XVII.
865
SIN EMBARGO DE. CREACIÓN Y PÉRDIDA DE UN A LOCUCIÓN PREPOSICIONAL CONCESIVA
lo que supone un 53,79 %, porcentaje inferior al del siglo XVI. Esta disminución porcentual en su uso como locución prepositiva (no en términos absolutos de uso por millón de palabras, en el que hay un ligero aumento) probablemente es debida al aumento del empleo de sin embargo aislado como conector contraargumentativo, lo que supone la mayor novedad en este siglo, aunque se da también la práctica desaparición de los usos como complemento circunstancial. En cuanto al término de la preposición, sigue siendo del mismo tipo que en la centuria anterior: sustantivos generalmente no concretos, lo + adjetivo o participio, infinitivo, y oraciones subordinadas sustantivas. En estas últimas va creciendo el uso del enlace preposicional frente a la unión directa, y aumenta muy ligeramente su proporción en el total de las ocurrencias en que sin embargo
va modificado por una secuencia que es
funcionalmente sustantivo (454+ 61 = 515): 131 casos (70 del tipo sin embargo de que, 61 sin embargo qué), de un total de 515 (25,43 %). Como en el siglo anterior, la subordinada concesiva puede llevar el verbo en indicativo o en subjuntivo. El empleo del simple sin embargo conector contraargumentativo, que apenas apunta en el siglo XVI, se afianza en el XVII. Hemos comparado una secuencia en que es frecuente la aparición de sin embargo,
tras una conjunción adversativa, y se observa un hecho
significativo: en el siglo XVI, sin embargo
aparece siempre en este contexto con uso
prepositivo, en el XVII es ya frecuente el uso de sin embargo sin término como conector contraargumentativo. El CORDE recoge para el XVI 11 ejemplos de mas sin embargo (6 con mayúscula, tras punto) y 7 de pero sin embargo (5 tras punto), y en todos los casos sigue a sin embargo la preposición de y un término. Este término remite de un modo general a la oración anterior, especialmente a través del demostrativo neutro: sin embargo de esto, en menor medida de los neutros ello y todo, y en menor medida aún de un SN: todo lo dicho,
dichas
opiniones, sus razones, etc. Para el siglo XVII aumenta mucho el empleo de sin embargo en este contexto. El CORDE recoge 21 ejemplos de mas sin embargo (11 con mayúscula, tras punto, 10 con minúscula, una con la grafia enbargó). De ellos, 15 (75,43 %) corresponden al simple sin embargo, conector contraargumentativo, y solo 6 llevan término, 5 de ellos con de + SN, uno con subordinada con que. De los 100 ejemplos de pero sin embargo (83 tras punto), 45 corresponden al simple sin embargo contraargumentativo, en los restantes hay un claro predominio de la combinación sin embargo
de + demostrativo, especialmente sin
embargo de esto. Un mismo autor puede utilizar sin diferencias apreciables una u otra secuencia:
866
FRANCISCO JAVIER H E R R E R O R U I Z DE LOIZAGA
En cuyo argumento dicen unas glosas, Abad y otros muchos autores, que aunque la gracia del Obispado ó Beneficio se hace con solo el verbo Fiat del Papa, hará mal el Cabildo que le recibiere por Prelado, si no mostráre el título ó letras de su dignidad, aunque por otras vias le conste ser cierto que está promovido. 55. Pero sin embargo de esto, el Consejo, despues de ha ver ponderado el caso [...] se contentó con escribir á los dichos Prelados informasen lo que havia pasado en él (Juan de Solórzano y Pereira, Política indiana, 1648, apudCORDE). querían sus Abogados ser oídos de nuevo contra la execucion por este pretexto, alegando que no se havia presentado en el pleyto, y que le prestaba excepción legítima para defenderse, aunque sobrevino por causa de futuro [...]. 38. Pero sin embargo el Consejo tuvo por llano, que no le aprovechaba esta confirmación para armar nuevo pleyto (Juan de Solórzano y Pereira, Política indiana, 1648, apud CORDE).
Parece, pues, que podemos concluir que, dada la frecuencia con que una locución prepositiva del tipo sin embargo de esto (u otras con otros pronombres demostrativos o personales, menos frecuentes) hacen referencia a un enunciado o fragmento de texto anterior, toda la secuencia tiende a gramaticalizarse como conectar contraargumentativo, y finalmente se pierde el término de la preposición, no necesario cuando se ha cargado ya la locución del valor contaargumentativo en referencia a lo anterior. Pasamos así a tener un auténtico conector contraargumentativo adversativo que durante mucho tiempo permanecerá junto a la locución prepositiva concesiva.
4 . SIGLO X V I I I : CRECIMIENTO Y CONSOLIDACIÓN DEL USO PREPOSITIVO Y DEL CONECTOR CONTRAARGUMENTATIVO
Pero es en el siglo XVIII cuando se produce un espectacular crecimiento en el empleo de sin embargo. Tanto el corpus del español de Davies como el CORDE muestran claramente este notable aumento: Davies señala un crecimiento del siglo XVII al XVIII de 13,36 ocurrencias por millón, a 202,51 ocurrencias por millón, es decir, multiplicaría por 15 su frecuencia 13 . El CORDE refleja un aumento menor, pero también muy notable, y que parece darse desde principios del siglo. Si observamos la intensidad de uso de sin embargo en la primera y en la segunda mitad del XVIII, puede observarse un ligero aumento en la segunda mitad, pero ya desde la primera se multiplican claramente las ocurrencias de sin embargo. En el período 1701-1750 el CORDE recoge 1034 ejemplos sobre un corpus de 6.591.365 palabras, lo que supone una frecuencia de 156, 87 ocurrencias por millón de palabras, que casi multiplica por 7 el empleo que recoge el CORDE para el XVII, y en el período 1751-1800 recoge 1502 ejemplos sobre un corpus de 8.464.444 palabras, lo que da un empleo de 177,45 ocurrencias por millón. Por otra parte, la casi totalidad de la aparición de embargo se da en la secuencia
13
Este aumento que refleja Davies creemos que es algo exagerado, pues su corpus parece recoger una proporción de empleo de sin embargo más baja de lo que era su probable uso en el XVII.
867
SIN EMBARGO DE. CREACIÓN Y PÉRDIDA DE UNA LOCUCIÓN PREPOSICIONAL CONCESIVA
sin embargo (97 % de un total de 1067 ejemplos en 1701-1750, 96,7 % de un total de 1554 ejemplos en 1751-1800), y ya en este período comienza a predominar como sustantivo autónomo, no integrado en una locución gramaticalizada, el valor de «Seqüestro y detención de bienes y hacienda, hecha por mandamiento del Juez competente», como lo define Autoridades en la primera acepción de esta palabra. Respecto a los usos de sin embargo en el siglo XVIII, que representan ya la casi totalidad de los contextos de empleo de la palabra embargo,
vemos que no han cambiado
sustancialmente respecto al siglo anterior. En la primera mitad del XVIII, los 397 casos de sin embargo de representan el 38,46 % del total, en la segunda mitad, los 702 casos de sin embargo
de representan el 46,7 % del total. Las características de los elementos que
funcionan como término de la preposición siguen siendo las mismas que en siglos precedentes: sustantivos generalmente no concretos, lo + adjetivo o participio, infinitivo y oraciones subordinadas sustantivas. Aumenta considerablemente la frecuencia de aparición de la preposición de delante de subordinada con que, en la línea de crecimiento y preferencia de esta preposición ante cualquier completiva dependiente de sustantivo en esta época frente al enlace directo general hasta el XVI, de modo que sin embargo de que pasa a ser predominante frente a sin embargo que: 80 ejemplos (88 %) de sin embargo de que en el período 1701-1750 frente a 11 de sin embargo que, y 147 ejemplos de sin embargo de que (79,5 %) en el período 1751-1800 frente a 38 de sin embargo que'4. La proporción de empleo de sin embargo (de) que en el total de las ocurrencias en que sin embargo va modificado por una secuencia que es ftincionalmente sustantivo (397 + 11= 408 en la primera mitad del XVII; 702 + 38 = 740 en la segunda mitad del XVIII) se mantiene estable (22, 31 % en la primera mitad, 25 % en la segunda).
El gran aumento en la frecuencia de empleo que observamos en el XVIII,
conservando básicamente los mismos usos que en el siglo anterior, es en parte debida al arraigo que ya ha conseguido esta construcción, completamente gramaticalizada tanto como preposición (y locución conjuntiva, cuando introduce como término una oración subordinada) como como conector contraargumentativo, pero en gran medida parece obedecer a un cambio en la forma de construcción del discurso, que debería ser estudiada con mayor profundidad, y entre cuyos rasgos están un mayor empleo de conectores, y también de locuciones prepositivas y conjuntivas concesivas. En esta última línea está también sin duda el aumento
14
El CORDE recupera 14 ejemplos de la secuencia sin embargo que en 1701-1750 y 40 en 1751-1800, pero hay que restar aquellos en que a sin embargo construido como inciso sigue una oración con que que depende del verbo de la oración principal, como «Veo, sin embargo, que usted no recibió la que le escribí del mismo sitio el 3 de marzo de 1768» (José Celestino Mutis, «Al sabio Linneo» [Carlas de José Celestino Mutis], apud CORDE).
868
FRANCISCO JAVIER HERRERO RUIZ DE LOIZAGA
de los usos de no obstante
en todos sus empleos 15 (prepositivo, conjuntivo y conector
contraargumentativo): el CORDE registra 1283 ejemplos de no obstante en el XVII y 2061 en el XVIII, lo que en relación con el número de palabras que contienen los textos fichados en los respectivos 16 períodos supone pasar de 34,83 ocurrencias por millón a 142,2 ocurrencias por millón. E igualmente aumenta en este período el uso de a pesar de (Torres Cacoullos 2006 46 y n. 4), que va afianzándose como locución prepositiva.
5 . SIGLOS X I X Y X X : DECADENCIA Y PÉRDIDA DE SIN EMBARGO DE PREPOSITIVO
A partir del siglo XIX se comienza a producir un cambio importante en los usos de sin embargo, que desembocará en su situación actual. El empleo de sin embargo sigue creciendo, y se observa un incremento especialmente notable en la primera mitad del XIX. A partir de ahí, su empleo, según los datos del CORDE, disminuye hasta el primer cuarto del siglo XX y vuelve a repuntar en el segundo y tercer cuartos de dicho siglo, aunque sin alcanzar la frecuencia de empleo del primer cuarto del XIX. En cualquier caso, en todo este período el uso es intenso y superior al ya notable alcanzado en el XVIII, y en las fluctuaciones de los distintos períodos influirán también, sin duda, las características concretas de los textos fichados. Pero lo que disminuye de un modo realmente notable en este período es el empleo prepositivo (y conjuntivo) de sin embargo de. En el período 1801-1850 encontramos 492 casos de empleo de sin embargo de seguido de un término que funcione como SN 17 , incluyendo 181 casos en que sigue una oración encabezada por que, a los que podemos sumar otros 26 casos de sin embargo que concesivo sin enlace preposicional. A estos ejemplos habría que sumar otros 20 que recupera la búsqueda sin embargo del, en los que esta secuencia funciona como locución prepositiva concesiva. Los 538 casos así obtenidos representan el 14,9 % del total de apariciones de sin embargo, lo que supone un retroceso notable respecto al siglo anterior. Si unimos esto al importante avance en intensidad absoluta de
15
16 17
uso
de
sin
embargo,
se
imponen
dos
conclusiones:
el
uso
como
conector
Frente a este crecimiento apenas tiene importancia el acusado descenso de la secuencia estructuralmente semejante no embargante que, ya poco frecuente en el siglo anterior. El CORDE recoge 124 ocurrencias en el XVII y 11 en el XVIII. 36.836.678 de palabras para el siglo XVII, 14.490.011 para el XVIII. La búsqueda de sin embargo de y Sin embargo de (con minúscula y mayúscula) arroja un total de 550 ocurrencias, pero hay que restar a ellas aquellos casos en que la preposición de no forma parte de la locución prepositiva concesiva, sino que es parte de otro sintagma distinto, como sucede en casos como «Es, sin embargo, de advertir que lo que con arreglo a estas doctrinas queda fuera de los términos de la constitución no es lo relativo a los derechos civiles» (Alcalá Galiano, Lecciones de Derecho Político, 1843-44, apud CORDE).
869
SIN EMBARGO DE. CREACIÓN Y PÉRDIDA DE UNA LOCUCIÓN PREPOSICIONAL CONCESIVA
contraargumentativo de carácter adversativo ha aumentado extraordinariamente, y tiende a ser el que se generaliza, y el uso como locución prepositiva o conjuntiva de carácter concesivo está entrando en un claro declive. Este último hecho es posible porque surgen y se afianzan otras locuciones prepositivas que primero compiten con sin embargo de y luego tienden a sustituirlo. Entre estas locuciones cobra especial importancia a pesar de, cuyo uso se habia hecho notable en el XVIII, crece de un modo muy importante en el XIX y se afianza en el español moderno como la principal locución prepositiva concesiva, frente a la práctica desaparición en estos usos de sin embargo de. En el período 1851-1900 se acentúa mucho más la tendencia que ya era evidente en la primera mitad del XIX. Encontramos solamente 332 ejemplos de sin embargo de + término que sea un SN funcional, entre los que se incluyen 84 de sin embargo de que. Hallamos además 25 casos de sin embargo que introduciendo oración concesiva, lo que da un total de 109 casos de sin embargo (de) que concesivo. Hay también 10 ejemplos de sin embargo del como locución prepositiva concesiva, lo que proporciona 367 casos en que está seguido de término funcionalmente sustantivo. Esto supone ya sólo el 4,2 % del total de empleos de sin embargo.
Y la disminución se acentúa aún más en el primer cuarto del siglo XX.
Encontramos solamente 43 ejemplos de sin embargo de seguido de SN, a los que habría sumar 4 que recupera la secuencia sin embargo del y descontar los ocho ejemplos procedentes del texto de Pascual Boronat y Barahona, Los moriscos españoles y su expulsión (1901), pues transcribe documentos del siglo XVI, de los que proceden los ejemplos que documenta el CORDE, con lo que nos quedan 39 ejemplos, de los que 10 corresponden al uso conjuntivo sin embargo de que. No recoge el CORDE para esta época ejemplos de sin embargo
que
18
como locución conjuntiva . Descontados esos mismos ocho casos de los 3223 que registra el CORDE para este periodo, la proporción de empleo de sin embargo de prepositivo disminuye al 1,2 %. Para el período 1926-1950 hallamos en el CORDE 26 ejemplos de sin embargo de (y entre ellos ninguno de sin embargo de que conjuntivo), lo que representa 0,47 %. Podemos considerar pues, que, más allá de algún empleo estilístico y arcaizante, como el siguiente de Rodríguez Mofiino, el uso prepositivo de sin embargo de, muy debilitado desde principios del XIX, no alcanza a la segunda mitad del XX. En efecto, justificando cómo los copistas suelen poner embargo de que los autores hubieran hecho los propios, tomo es suyo (Antonio Rodríguez Moñino, Discurso Española: Poesía y Cancioneros (siglo XVI), 1968, apud 18
prólogos a las obras que trasladan, sin expresa que nada de lo que figura en el de recepción ante la Real Academia CORDE).
Hay un único caso en Boronat, que, como ya hemos comentado, corresponde a una redacción original del XVI.
870
FRANCISCO JAVIER H E R R E R O R U I Z DE LOIZAGA
Para el período 1950-1975 encontramos en este período 41 ejemplos de sin embargo de + SN funcional en el CORDE, incluyendo 5 de sin embargo de que (no hay ejemplos de sin embargo que como locución conjuntiva), pero a ellos hay que restar al menos 16 ocurrencias (9 de Andrés Sas Orchassal, 2 de Prieto de Zegarra, 2 de Domínguez Ortiz, 2 de León Lopetegui y 1 de Pérez de Bustamante) en las que autores de este período reproducen documentos fechados entre el siglo XVI y primeros años del XIX. Restando esa cantidad también a los 7877 ejemplos de sin embargo que proporciona para ese período, obtenemos una proporción del 0,31 %, totalmente insignificante. En el siguiente cuadro podemos ver las ocurrencias de sin embargo recogidas en el CORDE entre los siglos XVIII y XX, la intensidad de su empleo en palabras por millón y la frecuencia de sus uso prepositivo y conjuntivo en el total de empleos de sin embargo.
1701-1750 1751-1800 1801-1850 1851-1900 1901-1925 1926-1950 1951-1975
Total palabras
Total sin embargo
6.591.365 8.464.444 11.818.600 32.414.656 16.061.485 20.859.367 27.747.146
1034(156,87 p. mill.) 1502(177,45 p. mill.) 3612 (305, 62 p. mill) 8715 (268,86 p. mill.) 3215'''(200,17 p. mill.) 5510 (264,15 p. mill.) 78612" (286,31 p. mill)
Sin embargo de + SN / Sin embargo (de) que oración 408 (39,46 %) 740 (49,27 %) 538 (14,89) 367(4,21 %) 39(1,21 %) 26 (0,47 %) 25 (0,32 %)
Cuadro 1
Puede verse cómo, en el siglo XVIII, época del gran crecimiento y consolidación de sin embargo, tiene una intensa utilización como locución prepositiva concesiva y como conector contraargumentativo adversativo, valor que había adquirido en la transición del XVI al XVII y se consolida en el XVIII. La práctica totalidad de los casos en que sin embargo no es locución prepositiva (o conjuntiva) concesiva funciona como conector contraargumentativo. En el siglo XIX, el uso de sin embargo alcanza su máxima intensidad de empleo, y se mantiene, con algunas fluctuaciones al alza y a la baja, que pueden estar en relación con el tipo de textos examinados, a lo largo de esa centuria y del siglo XX, pero dentro del total de empleos de sin embargo vemos una clara disminución de sus usos prepositivos y conjuntivos, que podemos considerar en completo desuso en la segunda mitad del XX, y una
" 20
El CORDE señala 3225 ocurrencias de sin embargo, y de ellas 47 corresponden a sin embargo de prepositivo y sin embargo (de) que + oración. Descontamos en las dos columnas los 8 casos que hemos constatado que corresponden a la reproducción de textos de épocas anteriores. El CORDE señala 7877 ocurrencias de sin embargo, y de ellas 41 corresponden a sin embargo de prepositivo y sin embargo de que + oración. Descontamos en las dos columnas los 16 ejemplos que hemos comprobado que corresponden a copia de textos de épocas anteriores, no a la lengua del tercer cuarto del siglo XX.
871
SIN EMBARGO DE. CREACIÓN Y PÉRDIDA DE UNA LOCUCIÓN PREPOSICIONAL CONCESIVA
generalización de su empleo como conector contraargumentativo. Ahora bien, el descenso y la práctica desaparición de los usos prepositivos de sin embargo
no implican un
debilitamiento del empleo en el discurso de preposiciones o locuciones prepositivas que introducen complementos concesivos, lo que hay es una sustitución de esta locución concreta por otras, entre las que, indudablemente, la que tiene mayor éxito —aunque no la única que se emplea— es a pesar de. Como ya vimos, el uso de esta locución comenzó a ser importante en empleos concesivos en el XVIII, y su uso ha crecido en el español moderno. De igual modo que sin embargo, llegará también a introducir oraciones encabezadas por que, en principio subordinadas sustantivas que pueden desempeñar la misma función de término de preposición que un SN, aunque posteriormente pueda interpretarse toda la secuencia a pesar de que como locución conjuntiva (v. Herrero 2005: 464-468 y Torres Cacoullos 2006). Mostramos a contiunuación un cuadro comparativo, del XVIII en adelante, del uso de sin embargo de21 y a pesar de según las ocurrencias registradas en el CORDE (sumando la búsqueda de las secuencias con y sin mayúsculas). Señalamos el tanto por ciento de cada locución en proporción a la suma de las dos, el número de ocurrencias por millón de palabras de cada locución y el de la suma de ambas.
Período
1701-1750 1751-1800 1801-1850 1851-1900 1901-1925 1926-1950 1951-1975
Sin embargo de + SN / Sin embargo (de) que + oración 408 (89,67 %) 61,9 por mill. 740 (68,84 %) 87,42 por mill 538 (34,78 %) 45,52 por mill. 367 (8,68 %) 11,32 por mill. 39(2,21 %) 2,43 por mill. 26 (1 %) 1,25 por mill. 25 (0,68 %) 0,9 por mill.
A pesar de
Total
47 (10,33 %) 7,13 pormill. 335 (31,16%) 39,58 por mill. 1009 (65,22 %) 85,37 por mill. 3859(91,32 %) 119,05 por mill. 1727 (97,79 %) 107, 52 por mill. 2568 (99 %)11. 123,11 p o r m 3654 (99,32 %) 131,69 pormill.
455 69,03 por mill. 1075 127 por mill. 1547 130,84 por mill. 4226 130, 37 pormill. 1766 109, 95 por mill. 2594 124,46 por mill. 3679 132,59 pormill.
Cuadro 2
A pesar de tenía originariamente el significado de 'con pesar o dolor', y de ahí se desliza al valor de 'con la oposición de'. Estos son los valores que todavía predominan en el XVII, pero ya en el XVIII predomina el valor claramente concesivo. En la primera mitad del siglo XVIII,
21
Incluimos también los casos de sin embargo que introduciendo oración concesiva.
872
F R A N C I S C O JAVIER H E R R E R O R U I Z DE L O I Z A G A
su uso es muy reducido en comparación con el de sin embargo, pero vemos que crece claramente en la segunda mitad de este siglo, y predomina a partir del XIX, alcanzando valores muy altos desde la segunda mitad de este siglo. Podemos ver también que, a partir de la segunda mitad del XVIII, la proporción por millón de palabras de las dos locuciones prepositivas y conjuntivas concesivas se mantiene muy constante. La importante diferencia respecto a la frecuencia de empleo de estas construcciones en la primera mitad del XVIII, apenas un poco más de la mitad que en los períodos siguientes, no podemos atribuirla sin más a cambios en las preferencias discursivas en esta época, o al tipo te textos recogidos por el CORDE. Hay que tener en cuenta que estamos comparando solo el uso de dos locuciones prepositivas adversativas, pero no hemos tenido en cuenta otra, como no obstante que, junto a usos como conector contraargumentativo presentaba en el XVIII un índice de empleo muy alto como locución prepositiva, o como pese a, de uso muy débil en el XVIII pero que crece notablemente en el XX. En cualquier caso sí vemos cómo el crecimiento a lo largo de los siglos XVIII-XX del empleo de a pesar de va acompañado del retroceso de los usos de sin embargo de concesivo. De este modo sin embargo va convirtiéndose, cada vez de un modo más claro, en marcador contraargumentativo —el más importante en el español actual (Herrero 2012: 118-120)— abandonando los usos, más antiguos, de carácter prepositivo.
6 . CONCLUSIONES
El sustantivo embargo, con el significado de 'obstáculo, impedimento', aparece desde los orígenes del idioma, documentado incluso en época preliteraria. Con frecuencia aparece precedido de la preposición sin formando un complemento circunstancial de modo. A partir del siglo XIV, a diferencia de otros complementos circunstanciales de tipo semejante formados sobre otro sustantivo: sin contrario, sin contradicción, sin empacho, etc. de uso menos intenso, comienza a aparecer seguido de la preposición de y un SN, muchas veces un indefinido, o sintagma que contiene un indefinido, del tipo sin embargo de ninguno, construcción en principio casi equivalente en su significado a sin ningún embargo, sin embargo alguno, pues niega la existencia de un obstáculo, y posteriormente, cambiando el término de la preposición por un sustantivo con referencia personal, pero no indefinido, sin embargo de aquesta señora, comienza un deslizamiento desde un valor parafraseable por 'sin que esta señora ponga ningún obstáculo' a otro del tipo 'sin que la (posible) oposición de esta señora sirva de obstáculo, sea un obstáculo eficiente', es decir, se carga de un valor concesivo, y a partir de ahí podrá pasar a utilizarse con todo tipo de sustantivos como término. De hecho, los sustantivos abstractos comenzarán a ser cada vez más frecuentes, y en seguida 873
SIN EMBARGO
DE. CREACIÓN Y PÉRDIDA DE UNA LOCUCIÓN PREPOSICIONAL CONCESIVA
predominantes, ya desde el siglo XV, en que también aumenta extraordinariamente el uso de sin embargo de, que llega a ser la secuencia en que con más frecuencia aparece este sustantivo: se trata de una colocación que se gramaticaliza con el valor de preposición concesiva, lo que se consolida en el siglo XVI. Es también entonces cuando comienza a aparecer como término una oración subordinada introducida por que. Nos encontramos en este momento con una situación de estratificación22; sin embargo mantiene su valor de complemento circunstancial, y en la colocación sin embargo de alcanza un nuevo valor que lo lleva a una gramaticalización como locución prepositiva, pero es una estratificación débil y efímera: el antiguo uso de sin embargo circunstancial es sumamente infrecuente en el XVI, y va siendo rápidamente sustituido por otros complementos circunstanciales introducidos por sin, pero con distinto sustantivo como término: contradicción, empacho, estorbo, etc. Por otra parte, sin embargo de, como preposición concesiva, puede ir seguido de un elemento deíctico que señala al enunciado anterior. Esto es especialmente frecuente cuando le sigue el demostrativo neutro esto, aunque en menor medida podemos encontrar otros elementos como un pronombre personal neutro, ello, o un relativo, lo cual. Este tipo de sintagmas, y especialmente sin embargo de esto, utilizados con intensidad, tienden a convertirse ellos mismos en elementos que conectan oraciones, enunciados o fragmentos de texto, es decir, tienden a utilizarse como conectores contraargumentativos de carácter adversativo. Cuando este uso se ha consolidado se llega a producir la elipsis del elemento deíctico que señalaba al enunciado o fragmento de texto anterior, y la secuencia se reduce a sin embargo, utilizado entonces como conector contraargumentativo. La elipsis conduce por tanto a una nueva gramaticalización
de
sin
embargo,
ya
no
preposición
concesiva,
sino
conector
contraargumentativo. Este uso comienza a documentarse a finales del XVI, y crece de un modo amplio en el XVII. El nuevo empleo de sin embargo, formalmente coincidente con el que en la Edad Media se usó como circunstancial, tiene un valor distinto. Pero apenas hay polisemia
entre
ambos
valores:
cuando
se
gramaticaliza
el
uso
como
conector
contraargumentativo de sin embargo, el empleo como circunstancial es prácticamente inexistente. En el siglo XVIII aumenta de un modo extraordinario el empleo de sin embargo en los dos valores a los que había llegado como consecuencia de los procesos de gramaticalización
ya
señalados:
como
locución
prepositiva
y
como
conector
contraargumentativo. Sin embargo, a partir del XIX, y aunque la intensidad de empleo global aún aumenta, sólo el último de estos usos se va a mantener con vigor. El empleo prepositivo
22
V. Hopper (1991) y Company (2003:50). 874
FRANCISCO JAVIER H E R R E R O RUIZ DE LOIZAGA
comienza a decaer de un modo muy notable desde la primera mitad del XIX para prácticamente llegar a desaparecer en el XX, mientras que el uso como conector contraargumentativo queda completamente asentado, y se da en este empleo una clara tendencia a la interpretación como un único signo: a pesar de que el hablante actual identifique la preposición sin, no se identifica el término embargo con alguno de los valores que actualmente pueda tener dicho sustantivo utilizado en otro contexto 23 . La decadencia del uso prepositivo de sin embargo de indudablemente es debida a la competencia para la misma función de otras preposiciones o locuciones prepositivas de carácter concesivo, y singularmente de la locución a pesar de, gramatical izada con esta función en el XVIII, y que ha llegado a convertirse en la locución prepositiva concesiva por excelencia en el español actual.
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Señala Santos Río (2003: 356) que sin embargo adverbio» («sinembargo, igual que empero»),
se siente hoy «más que como locución adverbial como
875
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877
Symposium.
Somerville,
La interposición en los complejos verbales y la subida del clítico Olivier Iglesias Université Paris 8
1. INTRODUCCIÓN
1.1 La subida de clíticos: breve estado de la cuestión La cuestión de la subida de clíticos, o sea la posibilidad de situar un clítico a la izquierda o a la derecha de un complejo verbal con infinitivo o gerundio, ha interesado a muchos lingüistas a lo largo del siglo XX. Esto se traduce mediante la posibilidad de decir y oír en español tanto lo puedo decir como puedo
decirlo.
No pretendo exponer en este trabajo un panorama exhaustivo de los precedentes estudios, sino presentar lo que hoy suele ser admitido por la comunidad lingüística 1 .
1.1.1. Contextos que impiden la subida Ante todo, se ha de señalar que muchos estudios se limitan a exponer los contextos que favorecen o impiden la subida del clítico. De esta manera, verbos de opinión (como creer), de lengua {decir, afirmar), psicológicos {gustar, lamentar) o impersonales {haber que, parecer) impiden la subida del clítico (Castillo Lluch 2002: 130-131). De hecho, todos los estudios tienden a afirmar que frases como (1) y (2) son imposibles en español: (1) (2)
*Lo creo saber. *Lo lamento decir.
Existen otros contextos en los que la mayoría de estudios afirman que la posición del clítico no es «libre». Por ejemplo, es imposible separar dos clíticos regidos por el mismo verbo auxiliado (de ahora en adelante abreviado en V2) como lo muestran los ejemplos (3) y (4): (3) (4)
Quiere dármelo. / Me lo quiere dar. *Me quiere darlo. / Lo quiere darme.
Por fin, la interposición de elementos entre los dos componentes (VI y V2) del complejo verbal (CV) también impide la subida de los clíticos. En este contexto, existen excepciones puesto que a, de, por y que pueden interponerse entre VI y V2. Esto supondría que frases como (5) y (6) deban considerarse como agramaticales. '
Para un panorama un poco más preciso y una discusión sobre este tema de la subida de clíticos remito a la lectura de la tesis de Olivier Iglesias (2012), Le placement des clitiques dans les complexes verbaux en espagnol: une nouvelle approche de la question.
L A INTERPOSICIÓN EN LOS COMPLEJOS VERBALES Y LA SUBIDA DEL CLÍTICO
(5) (6)
*No lo puedo ni siquiera hacer. *Te está tu madre hablando.
Este último contexto es el que nos va a interesar en las próximas páginas y ha de señalarse que la situación real dista mucho de lo que suelen afirmar los estudios anteriores. 1.1.2 ¿Dos variantes diferentes? Además de la búsqueda de los contextos que favorecen o impiden la subida, otros autores se dedican a buscar diferencias entre las dos variantes, entre la posición del clítico a la izquierda o a la derecha. De hecho, en la literatura reciente, no faltan estudios que pretenden afirmar que existen diferencias pragmáticas entre estas dos variantes. Por ejemplo, Troya (2003) y Gudmestad (2006) entre otros, concluyen que los clíticos de primera persona y los de segunda persona suben más que los de tercera. Lo mismo ocurre con los clíticos de objeto indirecto con respecto a los de objeto directo (Troya y Pérez 2011, Zabalegui 2008, etc.) y también con los clíticos que poseen referentes animados frente a los de referentes inanimados (Myhill 1988, Davies 1995, Zabalegui 2008, etc.). Cabe señalar que estos resultados son muy lógicos puesto que los pronombres de objeto indirecto son la mayoría de las veces pronombres cuyo referente es animado al igual que los pronombres de primera y segunda persona evidentemente. El problema es que en otro estudio que pretende también buscar diferencias pragmáticas (Schwenter
y Torres Cacoullos
2009)
se pueden
encontrar
resultados
totalmente
contradictorios puesto que estos autores observan en su corpus que los clíticos suben más con referentes inanimados lo cual contradice totalmente todos los estudios anteriores. Además, se han observado también diferencias significativas en la posición de los clíticos según factores sociales: las mujeres y los jóvenes usarían más la subida de clíticos que los hombres y los más ancianos (Troya 2003, Gudmestad 2006, Zabalegui 2008). Y, finalmente, otros autores creen encontrar diferencias semánticas entre las dos variantes. Es el caso de Bermúdez (2005: 175) por ejemplo, según el cual la posición del clítico en el complejo verbal deber + infinitivo conduce al interlocutor a interpretar el auxiliar bien como un epistémico (con subida de clítico), bien como un deóntico (cuando el clítico se sitúa a la derecha). Para el autor pues, existe una diferencia semántica en el significado del auxiliar en (7) y (8) y la posición del clítico es la que nos podría ayudar a interpretar dicha diferencia. (7) (8)
—...y la obligación que tiene un hombre, debe tenerlo también al mismo tiempo la mujer. —Eh... no sé qué otras, tú las debes tener, ¿o no?
880
OLIVIER IGLESIAS
El problema que plantean todos los trabajos anteriormente citados puede ser resumido con el axioma «dos formas, dos funciones» según las palabras de Barra Jover (2009); axioma según el que dos formas diferentes no pueden tener una misma función por una razón de economía del lenguaje. Este axioma, que parece ser la base de muchos estudios sobre la cuestión de la subida de clíticos en español, obliga al lingüista a encontrar una explicación causal a todo cambio (en diacronía) o a encontrar una diferencia semántica o funcional a dos variantes (en sincronía). Este axioma empieza a ser muy problemático en cuanto permite encontrar un número importante de explicaciones diferentes (como acabamos de verlo) y a veces contradictorias.
1.2 La interposición en los complejos verbales: un fenómeno
despreciado
Muy pocos autores se han interesado por la posición de los clíticos cuando una o varias palabras se hallan interpuestas entre los dos verbos del CV. Tras explicar que la literatura sobre el tema limita los casos de interposición que permiten la subida a las preposiciones a y de y a la conjunción que, Castillo Lluch (2002: 131) precisa que la subida es posible incluso con interposición de locuciones adverbiales y sujetos interpuestos como lo demuestran estos ejemplos que la autora recoge en su corpus: (9) (10)
me puede a lo mejor interesar. le podía yo ganar.
Por otra parte, el trabajo de Zabalegui (2008) es el único en proponer un análisis cuantitativo incluyendo este factor. Las conclusiones a las que llega la autora se limitan a afirmar que la subida del clítico se ve frenada por la interposición. El problema de este trabajo radica en la escasez de ejemplos en su corpus por lo que no se puede llegar a una conclusión más fuerte. Todo esto nos revela que este problema de la interposición ha sido claramente despreciado por los estudios anteriores sobre la colocación de los clíticos en los complejos verbales en español, por lo que, un estudio más profundo y preciso de este fenómeno parece absolutamente necesario. El presente trabajo no pretende ser un enésimo intento de explicación del fenómeno de la subida de clíticos, tampoco pretende averiguar qué contextos permiten o impiden la subida ni buscar diferencias entre las dos variantes. Este trabajo, analizando un contexto muy particular (cuando una o varias palabras se encuentran interpuestas entre VI y V2), quiere aportar una nueva metodología para analizar el fenómeno de subida de clíticos en español. En el párrafo
881
L A INTERPOSICIÓN EN LOS COMPLEJOS VERBALES Y LA SUBIDA DEL CLÍTICO
siguiente, se criticará el método utilizado por los anteriores estudios sobre la subida de clíticos para proponer otra perspectiva. Tras esto, se presentará el corpus estudiado para finalmente analizar los resultados obtenidos.
2. LA VARIACIÓN EN DIACRONÌA
2.1 El problema de los corpus electrónicos utilizados como
hipertexto
Uno de los límites más importantes de los anteriores estudios sobre la subida de clíticos se sitúa en la elección y el uso de corpus electrónicos utilizados como hipertexto (Iglesias 2002), es decir, el análisis de un corpus que «mezcla» las producciones de decenas o cientos de idiolectos. Barra Jover (2007) critica el uso exclusivo de este tipo de corpus y advierte del «problema» del «n+1 texto». Según él, la conclusión obtenida a partir de un conjunto de n textos no garantiza nunca predicciones sobre lo que puede pasar en un n+1 texto. Por consiguiente, el hecho de que una forma no aparezca en un corpus de textos o en un corpus oral no significa que no pueda aparecer en otro texto. En otros términos, la afirmación «la variante x no se puede decir en español», por una parte, carece de interés y, por otra parte tiene muchas posibilidades de ser falsa ya que siempre existe la posibilidad lógica de que se pueda encontrar dicha variante en un «n+1 texto». De hecho, aunque muchos autores afirman que la subida es imposible con el CV lamentar + infinitivo apoyándose en la inexistencia de ocurrencias en un gran corpus electrónico como el de Davies, lo cierto es que una rápida búsqueda en Internet revela la presencia de miles de ejemplos como (11) y (12). (11) (12)
Les lamento decir que los regalos de mi fiesta se canselan! Lo lamento decir así porque conozco a los escritores de los artículos que el lector me menciona, pero en misa y repicando no se puede estar2.
Además, este problema del «n+1 texto» incluye otra problemática, y es que el investigador, consciente o no de ello, tiende a querer añadir cada vez más textos a su corpus pensando así arreglar el problema. Sin embargo, éste seguirá ahí puesto que siempre habrá la posibilidad de que otro ejemplo en un «n+1 texto» venga y destroce todas las hipótesis que habremos basado en ese corpus. Otro problema que plantean estos corpus electrónicos es que algunas búsquedas resultan muy difíciles o imposibles de realizar. Las búsquedas muy precisas y complejas que
2
Estos dos ejemplos se pueden leer en las páginas siguientes respectivamente: . .
882
OLIVIER IGLESIAS
pretenden analizar la posición del clítico cuando palabras están interpuestas entre VI y V2 puede resultar muy complicado en el CDE de Davies puesto que el signo «*» que se puede integrar en la búsqueda representa a cualquier elemento interpuesto, tanto una palabra como una coma. Por consiguiente, tras la búsqueda se debe verificar cada ocurrencia lo que complica mucho la tarea del investigador.
2.2 El estudio de idiolectos: ¿la solución? Si los corpus «hipertexto» son imperfectos, hay que buscar una solución, y el método idiolectal basado en un análisis minucioso de idiolectos propuesto por Barra Jover (2007) y utilizado por Iglesias (2012) representa una solución muy interesante. Este método nace en parte por los límites de los corpus hipertexto que acabo de mencionar. Para Barra Jover (2007) «la única entidad observable sería la gramática de un individuo x en un momento t»3. Si queremos definir reglas (como la de la imposibilidad de situar el clítico a la izquierda del CV lamentar + infinitivo) en base al análisis de un gran corpus hipertexto, puede que un texto o una grabación donde aparezca una ocurrencia contradictoria acabe con esta regla. Por eso, la única gramática observable debe ser la de un individuo. Además, el objetivo ya no consistirá en decir si tal variante es posible en español sino en observar y analizar detenidamente una gramática individual para comprobar si existen una «lógica» o unas «reglas» propias a un locutor o a un grupo de locutores. En efecto, según Barra Jover (2010: 12) toda producción regular posee sus propias pautas 4 , de esta manera es probable que se encuentren regularidades en estas gramáticas individuales. Y en lugar de preguntarse si la variante N pertenece o no a la lengua L, el investigador, al observar una gramática individual podrá plantearse nuevas preguntas, quizá más pertinentes como, por ejemplo: ¿existen contextos en los que un locutor x produce sistemáticamente una u otra variante? O ¿existen contextos en los que la subida era posible en los idiolectos de autores de una época y no de otra?
3. E L CORPUS
UTILIZADO
3.1 Descripción del corpus Para estudiar este fenómeno de subida de clíticos con interposición desde una perspectiva diacrónica, se han elegido catorce idiolectos desde el siglo XIII hasta el siglo XX. Se ha recopilado un total de 28 textos únicamente en prosa para evitar cualquier influencia de la 3 4
La traducción es mía dado que el artículo está escrito en francés. De nuevo, la traducción es mía.
883
LA INTERPOSICIÓN EN LOS COMPLEJOS VERBALES Y LA SUBIDA DELCLÍTICO
métrica en la posición del clítico y para intentar homogeneizar el corpus. Además se ha intentado elegir dos idiolectos por siglo salvo para el siglo XIII y el siglo XIV, periodos que por lo demás, son problemáticos con respecto a la autenticidad de la autoría de los textos 5 . En la tabla 1, se recogen los 28 textos que componen este corpus.
L apidarlo, Libros de Acedrex, Los Siete
Partidos
El Conde Lucanor ( 1 3 3 0 - 1 3 3 5 ) Embajada Gare» Rodríguez d e M o n t a Ivo
a Tamorlán
(1406)
Amodis de Gaula ( 1 4 8 0 - 1 4 9 5 ) Diálogo de doctrina crisitiano ( 1 5 2 9 ) , Diálogo Lengua ( 1 5 3 5 ) , El evangelio según San Mateo De los nombres de Cristo ( 1 5 8 5 ) Don Quijote de la Mancha ejemplares ( 1 6 1 3 ) El Criticón ( 1 6 5 1 - 1 6 5 7 )
B e n i t o J e r ó n i m o Feijoo
(1605
y
1615),
de ta
Novelas
Teatro crítico universal ( 1 7 2 4 - 1 7 3 9 ) Los eruditos a la violeta (177 3 i Noches lúgubres ( 1 7 7 5 ) , Cartas marruecas ( 1 7 8 2 )
Pedro Antonio de Alarcón B e n i t o Pérez Gatdós
El amigo de la muerte ( 1 8 5 2 ) , El final de Norma ( 1 8 5 5 ) , Lo Alpujarra ( 1 8 7 4 ) , El sombrero de tres picos ( 1 8 7 4 ) El escándalo ( 1 8 7 5 ) , El capitán Veneno ( 1 8 8 1 ) Fortunata y Jacinta ( 1 8 8 6 )
Camilo J o s é Cela
Lo familia de Pascual Duarte ( 1 9 4 2 ) , La Colmena ( 1 9 5 1 )
J o s é Javier Abasoio
Lejos d e aquel i n s t a n t e ( 1 9 9 7 ) , Nadie es inocente
(1998)
Tabla 1 : composición del corpus estudiado
3.2 Método de análisis del corpus Para analizar este corpus, se ha utilizado el programa libre de la Universidad Libre de Berlín TextSTAT-2 6 . Este programa permite crear corpus electrónicos mediante documentos de texto (en formato .doc o .html) y hacer búsquedas en este corpus a través de expresiones regulares. De esta manera, se pueden buscar los ejemplos de subida de clíticos en el corpus de un idiolecto mediante este tipo de expresión: (me|te|lo|le|la|los|las|les|se|nos|os|vos) (pod\w+|pued\w+|pud\w+|\w+ podido) (\w+ar|\w+er|\w+ir)
5
6
A sabiendas de estos problemas para los textos del escritorio alfonsi (¿son realmente textos que vienen de un mismo idiolecto?) y para el texto El Conde Lucanor, se ha decidido incluirlos en este trabajo por el hecho de que son textos en prosa y que, como ya lo veremos en el párrafo 4, no hay una verdadera incoherencia en los resultados por lo que a pesar de los problemas de autoría y de fecha, parecen ser textos representativos de los idiolectos de aquella época. Evidentemente, se deberían analizar otros idiolectos o textos de la época para confirmarlo. Disponible en la página siguiente: .
884
OLIVIER IGLESIAS
Esta búsqueda da como resultados todos los casos de subida de clíticos con el CV poder + infinitivo y para encontrar los casos de subida con interposición basta con añadir la expresión «\w+» entre VI y V2. Si se quieren buscar los casos en los que el clítico se encuentra a la derecha del CV es preciso realizar la búsqueda siguiente: (pod\w+|pued\w+|pud\w+|w+ podido) (\w+rme\w+|\w+rte\w+|\w+rle|\w+rse\w+|\w+rlo|\w+rla| \w+mos\w+|\w+aros\w+|\w+eros\w+|\w+iros\w+|\w+rlos|\w+rlas|\w+rles|\w+aros|\w+eros|\w+iros| \w+rse|\w+rme|Yw+rte)
Al utilizar una herramienta informática es imposible realizar estas búsquedas con todos los complejos verbales utilizados en un idiolecto lo que sí permitiría un análisis exhaustivo de un idiolecto leyendo cada página y cada línea de un texto. Éste es uno de los límites más importantes de un análisis de corpus electrónico puesto que no permite observar un fenómeno tan complejo como la subida de clíticos incluyendo todos los contextos posibles. De ahí que resultara necesario escoger unos complejos verbales precisos: por consiguiente, se han analizado los CV con infinitivo poder, deber, ir a y querer así como los CV con gerundio estar e ir. Estos complejos verbales podían hallarse en una forma simple (lo puedo hacer) o compuesta (lo he podido hacer) pero se han excluido contextos particulares como por ejemplo la coordinación de los CV (lo puedo y debo hacer). En cuanto a los clíticos, se ha decidido incluir todos los clíticos simples o dobles (la búsqueda «\w+rte\w+» permite obtener los casos de clíticos múltiples enclíticos al infinitivo) incluyendo también los se impersonales que algunos autores como Davies (1997) deciden ignorar al explicar que este clítico debe situarse «naturalmente» a la izquierda del CV. Iglesias (2012) demuestra que aunque el se impersonal tiende efectivamente a situarse más frecuentemente a la izquierda, la diferencia con respecto a los otros clíticos no es siempre evidente en todos los idiolectos. Además, hay que añadir que un locutor no lingüista puede emplear este clítico impersonal de la misma manera que los otros al no diferenciarlos tan fácilmente. Por fin, el trabajo de búsquedas en el corpus se ha realizado en dos tiempos. En un primer tiempo, se han buscado todas las ocurrencias sin interposición y en un segundo tiempo, se ha realizado una búsqueda con una, dos y hasta cinco palabras interpuestas sin tomar en cuenta los signos de puntuación.
4. RESULTADOS
885
L A INTERPOSICIÓN EN LOS COMPLEJOS VERBALES Y LA SUBIDA DEL CLÍTICO
Estas búsquedas han permitido percibir tres etapas muy distintas en la historia de la lengua española: la primera ocupando los siglos XIII y XV, la segunda los siglos XV y XVI y la última iniciada en el siglo XVII y vigente aún hoy.
4.1 Siglos XIII-XV: el sistema antiguo Sin interposición los resultados presentan como es de esperar una tendencia casi sistemática a la subida de clítico que era la regla en español antiguo. En efecto, el clítico se sitúa a la izquierda en un 98,2 % de los casos en Alfonso X (112 casos sobre 114), en un 97,3 % en Don Juan Manuel (292 de 300) y sistemáticamente en Clavijo (84 casos de subida). Lo interesante y novedoso de este trabajo consiste en observar este fenómeno de subida cuando una o varias palabras se interponen en el CV. Y en este caso, aunque encontremos un número de ocurrencias relativamente bajo como lo muestra la tabla 2, la tendencia que aparece es bastante clara: el clítico se sitúa (casi) sistemáticamente a la izquierda.
Autor Alfonso X Don J u a n Manuel Clavijo
Subida 10 39 10
Total 11 46 0
% de subida 40,9 84,8 100
Tabla 2: Subida de los clíticos en contexto de interposición en los idiolectos de Alfonso X, Don Juan Manuel y Clavijo
Ahora bien, hay que precisar que no se han buscado ejemplos de subida con enclisis del pronombre a VI como en (13) por lo que es posible que los porcentajes sean todavía más favorables a la subida. (13)
Puedegelo ell otro mannar o uencer (Alfonso X).
Además no se ha encontrado ningún ejemplo con interposición de palabras que puedan romper la unidad del CV o sea que se puedan interpretar como complemento de VI. En efecto, en estos tres idiolectos sólo se han observado casos con interposición de sujetos (14) y (15) o de adverbios no interpretables como complemento de VI (16) y (17). (14) (15) (16) (17)
que en ninguna guisa non podría seer yerro, nin lo podría otro ninguno mejorar. (Don Juan Manuel). encima eran todos cerrados de arcos que iban de uno al otro, de manera que se podían lodos andar por encima alrededor (Clavijo). Tierna es, que la pueden bien labrar en tomo; así que los torneros hacen de ellas bujetas y otras cosas. (Alfonso X). cuanto por lo que vos dizen que fizo algunas cosas sin razón, non lo devedes por eso partir de vuestra compañía (Don Juan Manuel).
886
OLIVIER IGLESIAS
La ausencia de ejemplos con interposición de elementos que pueden romper la unidad del CV impide afirmar que en aquella época el clítico podía subir en este contexto. Sin embargo, esta hipótesis (en español antiguo el clítico puede subir incluso cuando un elemento interpuesto rompe la unidad del CV) es totalmente lógica dadas las características del pronombre con su independencia sintáctica 7 .
4.2 Siglos XV-XVI:
transición
En este periodo de transición, la subida de clítico en contextos sin interposición sigue siendo claramente la variante preferida por los idiolectos de la época aunque en el idiolecto de Fray Luis de León el porcentaje de subida ha bajado de manera relativamente significativa.
Autor Montalvo Valdés
Subida
Total
1111
1172
94,8
% de subida
274
296
92,6
Fray Luis
94
118
79,7
Tabla 3 Subida de los clíticos sin interposición en los idiolectos de Montalvo, Valdés y Fray Luis de León
Con interposición, los porcentajes de subida bajan progresivamente; todavía hallamos un 75,5 % de casos de subida en Montalvo (105 casos de subida sobre 139), pero en Valdés el uso de las dos variantes es casi perfectamente equilibrado (11 casos de subida de 21). En Fray Luis, sólo encontramos 6 ocurrencias de las que 3 presentan una subida. Se observa claramente con estos datos que en contextos de interposición, este periodo marca una diferencia importante con la época anterior ya que, globalmente, cuando un elemento se interpone en el CV se nota un descenso progresivo de los porcentajes de subida. Si observamos más detenidamente el corpus, parece producirse una reinterpretación de los complejos verbales en aquella época, como si apareciera en la lengua de este periodo un nuevo criterio, el de «cohesión» del complejo verbal. En efecto, las construcciones con un auxiliar muy gramaticalizado 8 como poder y deber + infinitivo todavía favorecen claramente la subida del clítico como lo muestran la tabla 4 y los ejemplos (18) y (19) al contrario de las construcciones con auxiliares menos gramaticalizados (y que por consiguiente mantienen más fácilmente su capacidad de elegir un complemento nominal) como estar, ir+ gerundio
y
querer + infinitivo como lo muestran los ejemplos (20) y (21). Los ejemplos (22) y (23) (a) y (b) son excepciones a estas tendencias muy marcadas. 7 8
Véase Nieuwenhuijsen (1999) e Iglesias (2012). Entiéndase aquí por auxiliar gramaticalizado un auxiliar que no mantiene frecuentemente su capacidad de elegir un complemento nominal.
887
L A INTERPOSICIÓN EN LOS COMPLEJOS VERBALES Y LA SUBIDA DEL CLÍTICO
Autor ! Montalvo | Valdés
Subida con auxiliares niuv gramaticali/ados 92/100(92%)
Subida con los auxiliares menos
¡Tijeretas!
Revisión
gramaticalización». En Emilio Montero Cartelle (ed.), Actas Internacional
de Historia de la Lengua Española.
de un del
proceso
VIII
de
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943
Sobre las secuencias españolas el día (en) que Jun-nosuke Miyoshi (Universidad Kioto Sangyo)
1. INTRODUCCIÓN
Miguel Delibes, en una de las Viejas historias de Castilla la Vieja («1. El pueblo en la cara», p. 10), hace que el joven protagonista, Isidoro (a quien le avergonzaba ser de pueblo cuando tuvo que marchar a la ciudad para estudiar el bachillerato), ponga en clase mucho cuidado cuando tenga que decir: «El día que regrese a mi pueblo». Aunque la intención del protagonista era evitar decir «mi pueblo», sin embargo, lo que desearíamos resaltar aquí es el uso del llamado relativo pronominal, que, sin preposición, que desempeña la función de complemento circunstancial, considerado anómalo por la Real Academia Española. El uso de la preposición que prescribe la RAE es, no obstante, poco frecuente en el habla de todos los días. Así, Delibes, omite la preposición en muchas otras ocasiones, como puede apreciarse, por ejemplo, en esta otra historia del mismo libro («4. La pimpollada del páramo», p. 21): «El páramo es una inmensidad desolada, y el día que en el cielo hay nubes, la tierra parece el cielo y el cielo la tierra» 1 . Este artículo tiene por objetivo estudiar el uso del relativo con preposición referido al SN el día, o, lo que es lo mismo, la alternancia de las secuencias el día que/el día en que. 1.1 Estudios sobre estas secuencias Existen varios estudios sobre la alternancia el día que/el día en que2, entre los que cabe destacar los siguientes: 1.1.1 RAE (1973) La Real Academia Española (1973: 529) sostiene: «Cuando el relativo que sea complemento circunstancial, debe construirse con la preposición correspondiente
a la índole del
complemento; v. gr.: [...]; Se pasaron quince días en que no la vimos (Cervantes, Quijote, I, 40); [...]. Pero esta norma gramatical, sentida como aspiración por el hablante culto y el escritor en su deseo de expresión exacta, se infringe con mucha frecuencia en la rapidez del habla coloquial y aun en los textos literarios de todas las épocas. Con las infracciones más o menos sancionadas por el uso literario podemos formar los siguientes grupos», y entre estos
2
Según el CREA, M. Delibes, en Madera de héroe y La hoja roja, emplea 2 veces la secuencia el día en que y 18 el día que. Esta relación de proporción es igual a la existente en el español medieval (1100-1500), como se verá en el cuadro C del apartado 2.2. Recientemente Nishimura ha presentado varios.
SOBRE LAS SECUENCIAS ESPAÑOLAS EL DÍA (EN) QUE
grupos nos llama la atención el 1 « E n nuestros clásicos se calla a veces la preposición si es la misma que lleva el antecedente». 1.1.2 Gilí Gaya (1973) Gili Gaya (1973: 306) cree que «[el relativo QUE] Puede usarse sin preposición cuando el antecedente de la oración relativa expresa circunstancias de tiempo o lugar: [...]; WH día que le vi me dijo...', [...]». 1.1.3 Alarcos Llorach (1994) Alarcos Llorach (1994: 104-5) piensa que «Cuando el antecedente hace una referencia al tiempo (o más raramente al modo), el que en función circunstancial va precedido de la oportuna preposición. [...] Pero con gran frecuencia se omite la preposición en estos casos de antecedente temporal o modal». 1.1.4 RAE (2009) En la Nueva Gramática, la RAE et al. (2009: 2926, 39.3t) reduce sensiblemente el carácter normativo del uso de la preposición, como se advierte en el siguiente texto: «En los grupos relativos (§22.3) pueden alternar pronombres y grupos preposicionales (que ~en que)
[...].
Puede decirse, en efecto, Jesús llegó ese mismo día, y también Jesús llegó en ese mismo día. Es esperable, por consiguiente, que alternen el mismo día que llegó y el mismo día en que llegó». 1.2 Una posible causa de la omisión de la preposición Como se ha dicho antes, la RAE (1973) dice que es preceptivo el uso de la preposición ante el relativo que cuando funciona como complemento circunstancial, aunque reconoce que se omite con mucha frecuencia. Ahora bien, cabría preguntarse por qué se produce la omisión. Para algunos gramáticos, tiene que ver con la duplicidad de la preposición, circunstancia a la que alude la RAE (1973) al indicar que ya ocurría entre los clásicos españoles. 1.2.1 Cortés Rodríguez (1990) Cortés Rodríguez (1990: 433, n. 5), citando a Bello y Cuervo 3 , dice lo siguiente: «Como causa importante de la pérdida preposicional, nuestras gramáticas resaltan el hecho de que el antecedente o algún miembro inmediato lleva la misma proposición [s/c] que debería preceder 3
En el apartado 964 (y no pág. 64, como señala Cortés), Bello dice: «Es digna de notar la elipsis de la preposición antes del relativo, cuando la misma u otra de un valor análogo precede al antecedente».
946
JUN-NOSUKE MlYOSHI
al relativo». 1.2.2 Brucart (1999) Brucart (1999: 496) explica este fenómeno: «Las gramáticas del español recogen la tendencia a suprimir la preposición que encabeza la relativa oblicua sin artículo cuando la misma entidad aparece también ante el antecedente como consecuencia del régimen del verbo principal». 1.2.3 Alonso Megido (1981) Para Alonso Megido (1981-82: 82), la duplicidad de la preposición corresponde a la tercera de las cuatro razones que justifican la ausencia de preposición ante el relativo que, siendo la cuarta el que «La elipsis de la preposición no conlleva ningún tipo de ambigüedad» 4 . 1.3 Otra posible causa: gramaticalización
del relativo que
Algunos gramáticos califican de «gramaticalización» el fenómeno de la ausencia de preposición, que ocurre en la secuencia el día en que. 1.3.1 Alcinay Blecua (1979) Alcina y Blecua (1979: 1032 y 33) piensan que «tanto el que simple como el compuesto desempeñan función sintáctica en relación con el verbo de la proposición que introducen» y la ausencia de preposición en casos en que debiera llevarla, como en esta primera noche de tierra de España y de teatro es la primera noche que el viajero se aburre, «no es infrecuente y marca el paso a la gramaticalización del que». 1.3.2 Gutiérrez Araus (1985) Aunque no sabemos si sigue o no a Alcina y Blecua, Gutiérrez Araus (1985: 36) concluye su artículo diciendo: «La elisión de preposición ante que relativo es una prueba más del alto grado de gramaticalización en que se halla la forma que. La partícula que es una forma única en español, en la cual podemos encontrar una serie de usos diferentes, pero todo que, relativo o conjunción, es una mera marca de subordinación».
4
Según estos gramáticos, el fenómeno de la ausencia de la preposición se debe a la duplicidad preposicional, y, como dice Alonso Megido, puede suceder gracias a la ausencia de ambigüedad. Según Gutiérrez Araus (1985: 36), «El grado de prescindibilidad de cada preposición varia y está en relación con la frecuencia de omisión. Así en es la preposición de un más claro índice de ausencia, seguida de a, con y de. El contexto presenta un alto grado de rendimiento en los casos de omisión, siendo el contexto de en, al parecer, el más fácilmente identificable. Cuando una omisión puede producir ambigüedad, aparece un elemento desambiguador de tipo anafórico».
947
SOBRE LAS SECUENCIAS ESPAÑOLAS EL DÍA (EN) QUE
1.3.3 Cortés Rodríguez (1990) Por su parte, Cortés Rodríguez (1990: 433, n. 4), citando a Gutiérrez Araus, y hablando de la tendencia de la lengua hablada a suprimir la preposición, dice: «lo innecesario de este elemento para indicar que el sustantivo antecedente y la proposición incluida entran en relación, puesto que el lugar del relativo ya lo indica, favorece aún más aquella tendencia. Ello resulta empobrecedor para el sistema en cuanto que con la supresión de la partícula preposicional, la gramaticalización del que, principal nexo implicado en dicha omisión, constituye un primer paso hacia su debilitamiento funcional».
2. EMPLEO DE LAS SECUENCIAS EL DÍA EN QUE/EL DÍA QUE
Estamos interesados en el empleo del llamado relativo que de Miguel Delibes, y queremos saber primero cómo se emplean en español las dos secuencias del relativo que {el día en que/el día que). Para ello, hemos recurrido a los dos corpus lingüísticos de la RAE: el CREA y el CORDE. 2.1 Empleo sincrónico de las secuencias el día en que/el día que A partir de la consulta del CREA en todos los medios, tanto de España como de seis países hispanoamericanos (México, Cuba, Colombia, Perú, Chile y Argentina5), hemos elaborado el cuadro A. En la columna correspondiente a EL DIA QUE, se ofrece el número de casos de las secuencias el día que y en el día que\ en la columna correspondiente a EL DÍA EN QUE, se indica entre paréntesis el número de ocurrencias de dichas secuencias encabezadas por la preposición: el día en que y en el día en (el) que.
5
La selección de estos seis países no tiene ningún fundamento objetivo. En este cálculo no consideramos el contexto, puesto que solo nos interesa conocer el número de casos. A propósito, Charles Kany (1963: 37374) cree que la omisión de la preposición delante del que relativo es un fenómeno típicamente americano y que era frecuente en la lengua antigua de España: «Popular speech today frequently omits an introductory preposition before the relative que (...), as in the older language (...). This usage often represents a mere substitution of que for donde, cuando, etc.». Sin embargo, según nuestro cuadro A, en el caso de tratarse de las secuencias el día en que/el día que, tal omisión no puede ser un rasgo característico de la América hispanohablante, puesto que, como comprobaremos, tanto en España como en varios países americanos, la omisión y la no omisión son igual de frecuentes. Además, según nuestro cuadro C, en la lengua de la España medieval la omisión era aún más frecuente que en el español actual de América.
948
JUN-NOSUKE MIYOSHI
CREA todos los medios (total ) el día que (en ~)
el día en que (en ~)
España
2071
1173 (57 %) (0)
898 (43 %) (20)
México
371
178 (48 %) (3)
193 (52 %) (2)
Cuba
161
93 (58 %) (0)
68 (42 %) (0)
Colombia
164
78 (48 %) (0)
86 (52 %) (1)
Perú
158
102 (65 %) (0)
56 (35 %) (0)
Chile
188
104 (55 %) (1)
84 (45 %) (0)
Argentina
283
155 (55 %) (3)
128 (45 %) (0)
A 2.2 Empleo diacrònico de el día en que/el día que en España Para comprobar el empleo diacrònico de ambas secuencias, se ha consultado el CORDE, limitando la búsqueda a España en todas las épocas. Como se sabe, el CORDE abarca el período que va desde el principio de la historia del español hasta el año 1975. Hemos encontrado 4883 casos de la pauta EL DÍA QUE y 1665 de EL DÍA EN QUE, como se ve en el cuadro B. Ambas pautas incluyen las secuencias de El y el, y día y dia. Son en total 6548: el 75 % corresponde a la pauta EL DÍA QUE (4883) y el 25 %, a la pauta EL DÍA EN QUE (1665). Calculamos luego el número de casos de ambas pautas (el día en que/el día que) por siglos, fijando la Edad Media en el tiempo comprendido entre 1100 y 1500. Seguimos el mismo método de consulta que antes. El cuadro C arroja el resultado de la consulta de las dos pautas en relación con los períodos diferenciados6:
La suma del total de la parte de las divisiones por siglos (6767) no es igual a la cifra del total de toda la época (6548). Simplemente, nos ceñimos fielmente a las cifras del CORDE.
949
SOBRE LAS SECUENCIAS ESPAÑOLAS EL DÍA (EN) QUE
CORDE: España (6548 casos en total) EL DIA QUE: 4883 el día que-, 4883 = día: 3571 (El ~ : 375 + el ~ : 3196) + dia\ 1312 (El ~ : 72 + el ~ : 1240) (en que en el día que: 263 = día: 149 (En ~ : 8 + en~:
141) +
dia : 114 (En ~ :1 + en ~ : 107) ) EL DIA EN QUE: 1665 el día en que: 1664 = día: 1414 (El ~
114 + e / ~ : 1300) +
dia: 250 (El ~ : 15 + e / ~ : 235) (en que en el día en que: 69 = día: 43 (En
: 3 + en ~ : 40) +
dia: 26 (En ~ : 1 + en ~ : 25) ) el día en el que: 1
7
B
España
CORBE
todos los medios (total)
EL DIA QUE
EL DIA EN QUE
Toda época
6548
4883 (75 %)
1665 (25 %)
1100-1500
1295
1167 ( 9 0 % )
128(10%)
1501-1600
1721
1530 (89 %)
191 (11 %)
1601-1700
1091
947 (87 %)
144(13 %)
1701-1800
316
239 (76 %)
77 (24 %)
1801-1900
1182
509 (43 %)
673 (57 %)
1901-1976
1162
678 (58 %)
484 (42 %)
C
2.3 Frecuencia de las dos secuencias Ahora podemos entender mejor, según los tres cuadros, la frecuencia de las dos secuencias: el día que/el día en que. Como hemos señalado más arriba (1.1.1), la RAE indica que la norma que regula el uso de la preposición ante el relativo que se infringe con mucha frecuencia. Sin embargo, según el cuadro A del español actual, el número de casos de la secuencia el día que es, en términos generales, la mitad del total de casos de dicha secuencia más los de la 7
La frase de este caso es Pero llegará el día en el que al menor descuido... ¿Conoces el Goya de Antonio? (1971: Max Aub).
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secuencia el dia en que: en España, el número de ocurrencias de el día que es mayor que el de el día en que\ y pasa lo mismo en Cuba, Perú, Chile y Argentina. Por otra parte, según los datos cronológicos relativos al cuadro C, la proporción de ocurrencias de ambas secuencias sufre cierto cambio diacrònico. En la Edad Media, la secuencia EL DÍA QUE representa el 90 % del total (1167), frente al 10 % que representa la pauta EL DÍA EN QUE (128), lo que quiere decir que, al menos hasta 1500, la pauta sin preposición debería de ser la norma gramatical 8 . A partir del siglo XVI, la pauta sin preposición empieza a ceder terreno poco a poco a favor de la pauta con preposición. Creemos que este fenómeno guarda relación con la observación de Lapesa (1981: 367): «Con todo, hubo en los siglos XVI y XVII una labor de selección entre sonidos, formas y giros coincidentes, que condujo a una considerable fijación de usos en la lengua literaria, y, en menor grado, en la lengua hablada también». Nuestro fenómeno se desarrolla de modo muy similar al del dequeísmo9.
En el siglo XVIII se duplica
la proporción de la secuencia EL DÍA EN QUE respecto a la del siglo anterior, algo que podría tener que ver con lo que reseña Lapesa (1981: 418): «En consecuencia, el siglo XVIII marca una quiebra de la tradición hispánica y un auge de la influencia extranjera» 10 . Acerca del notable aumento de la proporción de la secuencia EL DÍA EN QUE en el siglo XIX desconocemos sus posibles causas, aunque se tiene constancia de la publicación de la gramática de Eduardo Benot, que está tildada de «radicalmente funcionalista» por Girón Alconchel (2010: 189)".
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En un intento de dar una explicación gramatical, comprobamos que la pauta con preposición se emplea frecuentemente con el verbo nacer o verbo de similar significado en la oración subordinada, como se advierte en maldita sea el día en que yo nasci el día en que mj madre me parió no ssea bendito (CORDE, párrafo 50). o en quisieres saber el mes no sabudo. & el dia en que eres daquel mes {CORDE, párrafo 57) (35 casos = 27 % del total), mientras que es menos usual con morir (4 % de su total). Asimismo, en la fórmula "ser + participio pasado" (24 casos: 19% del total). Por su parte, hay 16 casos de la pauta sin preposición con nacer (3 % del total) y 50 con morir, y 217 de la fórmula "ser + participio pasado" (19 % del total). Así las cosas, pensamos que el significado del verbo de la oración subordinada no decide definitivamente la presencia o ausencia de la preposición en ante el relativo que, aunque la alta proporción del verbo nacer en la pauta con preposición nos insinúa que en esta pauta se suele expresar una acción puntual ('nacer') en un tiempo durativo (día). Nishimura se refirió en su comunicación al fenómeno semejante con el antecedente año. Fontanella de Weinberg (1993: 161), refiriéndose al queismo, dice: «Tal como han puesto de manifiesto Company y Bogard, estas construcciones tienen una continuidad histórica, ya que en español medieval iban encabezadas por que y no por de que. A partir de fines del siglo XVI se introduce el uso de la preposición, que en los siguientes siglos es adoptada por los criterios normativos. No obstante, es evidente que su uso nunca se ha generalizado totalmente». Más concretamente, dice Girón Alconchel (2004: 879): «la generalización de la preposición de delante de la conjunción que en las completivas de sustantivo y adjetivo (tengo miedo que venga > tengo miedo de que venga), un cambio que se da entre 1550 y 1650». Narbona (2004: 1023) comenta la observación de Lapesa: «Que el siglo XVIII está marcado por una "quiebra de la tradición hispánica y un auge de la influencia extranjera" (...) resulta patente en el vocabulario». «No puedo perseguir aquí el concepto de «excepción» a lo largo de la historia de la gramática española. Me fijaré sólo en dos momentos que me parecen relevantes para lo que me propongo: la gramática renacentista
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SOBRE LAS SECUENCIAS ESPAÑOLAS EL DÍA (EN) QUE
La proporción de ambas secuencias, arriba aclarada definitivamente, podría inducirnos a pensar, frente a lo que dice la Academia, que la secuencia sin preposición 12 es la norma y no al contrario.
3. REFLEXIONES SOBRE EL USO DE LAS DOS SECUENCIAS EL DÍA (EN) QUE
Ahora reflexionaremos sobre el uso de estas dos secuencias. 5.1 Sobre la duplicidad de la preposición Como se ha visto en el apartado 1.2, la razón principal de la omisión de la preposición en la secuencia el día en que parece ser «el hecho de que el antecedente o algún miembro inmediato lleva la misma preposición que debería preceder al relativo». Nosotros tenemos serias dudas de que esta sea la causa. De todos modos son excepcionales los ejemplos de dicha secuencia de la preposición duplicada. En el cuadro A del español actual, referente a la secuencia de en el día en que, solo existen 23 casos (20 en España, 2 en México y 1 en Colombia), y referente a la de en el día que, existen 7 casos, muchos menos que la secuencia de la preposición duplicada; y la realidad nos muestra la tendencia contraria a la observación del apartado 1.2: si esa fuera la razón, tendría que ser mucho menor el número de ejemplos de la secuencia sin preposición, y, sin embargo, la tendencia del español de España nos muestra la tendencia obviamente contraria. Además, curiosamente, la consulta al CREA es infructuosa, puesto que esta fuente nos contesta a la consulta de En/en el día que: «No existen casos para esta consulta», tanto para España como para Cuba, Colombia y Perú. Por otra parte, en el cuadro B, del español de España del CORDE, los datos nos muestran aparentemente que la duplicidad de la preposición puede ser la razón principal de la omisión de la preposición, puesto que la secuencia de en el día en que aparece 69 veces (4 % de 1665) y la de en el día que, 263 veces (5 % de 4883). Pero ¿quién puede probarnos que los escritores de 263 casos de en el día que habrían escrito el día en que, si el antecedente no hubiera acompañado de la preposición? 3.2 Sobre la teoría de la
«gramaticalización»
Como hemos visto en el apartado 1.3, algunos gramáticos creen que la omisión de la preposición responde a un proceso de «gramaticalización».
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con sendas muestras de Nebrija (...) y Correas (...) y la Arquitectura de las lenguas, de Eduardo Benot (...), una gramática radicalmente füncionalista de finales del siglo XIX». En el cómputo de ocurrencias de la secuencia el día que se incluyen los casos excepcionales en que el relativo funciona como sujeto de la cláusula de relativo.
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JUN-NOSUKE MIYOSHI
La RAE (2009: 2107, 28.lf) define la «gramaticalización» como el «proceso histórico por el que algunos signos léxicos de significado pleno y uso autónomo asumen valor gramatical en determinadas construcciones sintácticas, y, en general, gramaticales, como el verbo latino habére ('tener') frente al español haber, auxiliar de los tiempos compuestos con significación perfectiva»13. Nos resulta algo extraño asimilar este fenómeno al del relativo que, puesto que el que carece de significado pleno14. No obstante, podemos entender desde otro punto de vista que en la observación de estos gramáticos el relativo que asume en determinadas construcciones la función de la preposición, en, etc., siendo este proceso un caso de gramaticalización. Sin embargo, la alternancia que ~ en que muestra el predominio de la secuencia el día que no solo sincrónicamente, sino también diacrònicamente, según los cuadros A y B. Nos parece más razonable interpretar que, en el día que, se ha ido perdiendo una de las funciones del «que polifuncional o polivalente»15, y que, para cubrir la falta de esta función, se añade la preposición, dando como resultado la secuencia el día en que. 3.3 Nuestra
interpretación
Nosotros interpretamos que el que de el día que funciona como adverbio relativo, siguiendo principalmente a la interpretación de Keniston (1937: 210), quien dice acerca del que con antecedente que indica tiempo: «This is by far the most frequent use of que as an adverb. The que which is found in many subordinating conjunctions of time, both with adverbs (ahora que, luego que, etc.) and with nouns {al tiempo que, en el tiempo que, etc.) is temporal in origin»16.
13
Compartimos la opinión de Martínez Amador (1953: 699): «GRAMATICALIZACIÓN. — Llama así Meillet a un proceso por el cual ciertas palabras independientes y de pleno sentido, a fuerza de incorporarse a otras en composición, pasan a convertirse en meras voces auxiliares o hasta en elementos formales, sufijos o prefijos». El autor cita ejemplos muy claros: mente (sustantivo —» sufijo adverbializador de adjetivo), apenas ('con trabajo' —• 'tan pronto como' o 'escasamente'), etc. 14 Téngase en cuenta al respecto lo que explica la RAE (2009: 1580): «La ausencia de rasgos léxicos y morfológicos del pronombre relativo que permite que aparezca en un gran número de contextos cuyas características determinan su interpretación y sus propiedades sintácticas». 15 Término empleado por Dufter (2010: 269). Nos parece muy acertada la opinión de Alcina & Blecua (1979: 979-981): «El transpositor más importante por ser el más frecuente y por introducir un mayor número de relaciones sintácticas es, sin duda, el que. Morfológicamente se pueden distinguir tres tipos de que, estrechamente emparentados entre sí, tomando en cuenta el carácter del enunciado que le sigue y el valor que la marca toma dentro de la proposición que introduce». Véase también nuestra nota 14. 16 El subtítulo del apartado 16.6 (p. 208) es «The relative adverb que», donde se dice: «Any attempt to draw sharp lines of distinction, based merely upon texts of the sixteenth century, between the uses of que as a relative adverb and que as a conjunction would be purely arbitrary. It is clear that for the speaker or writer of that period que is a word which introduces a subordinate concept. Beyond that he felt no distinction». Girón Alconchel (2004: 881) opina lo siguiente: «Dentro de la [sic] oraciones adjetivas, el uso de los pronombres y adverbios relativos en los siglos XVI y XVII exhibía una "manifiesta inseguridad" en comparación con el de hoy; eran frecuentes las interferencias de unos y otros: el pronombre que se empleaba con valor temporal o
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S O B R E LAS SECUENCIAS ESPAÑOLAS EL DÍA (EN)
QUE
Los siguientes tres hechos lingüísticos, como pruebas, pueden apoyar nuestra interpretación: (1)
El que de la secuencia desde que
La RAE (2009: 1610), al relacionar desde que con desde cuando, afirma lo siguiente: «la alternancia que ~ cuando [...] no es una alternancia entre una conjunción subordinante y un adverbio, sino más bien, [sic] el resultado de interpretar que como adverbio relativo en el término de una preposición de contenido temporal»17. (2)
El «que galicado»
Se llama así tradicionalmente al que de la secuencia Fue entonces que entonces cuando
equivalente a Fue
Aunque este que es conjunción para la RAE (2009), es posible que se trate
de una de las múltiples funciones del que polivalente, puesto que este que está «presente desde el español antiguo»' 8 . Al igual que en el caso anterior (1), el que de la citada alternancia que ~ cuando podría interpretarse como adverbio relativo sin antecedente19. (3)
Función de cuando en la secuencia el día cuando
Hay otro hecho que apoya nuestra interpretación del relativo que como adverbio. Se trata de un uso restringido de la secuencia el día cuando, que posibilita el empleo mayoritario de el día que. Según el CORDE, aunque en España la secuencia el día cuando aparece 47 veces en todos los medios del período comprendido entre 1500 y 1975, sólo en 6 casos (13 %) cuando funciona como relativo adverbial con día como antecedente20, siendo conjunción (o adverbio relativo sin antecedente) en el resto de los casos (87 %)21. Presumimos que el cuando de la
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locativo (equivaliendo a 'cuando' y 'donde')». En nuestra opinión, como acabamos de ver, el que adverbio relativo debe de haberse empleado antes y después de tales épocas. A continuación dice: «En efecto, entre las dificultades del primer análisis (más difundido en la tradición), está el explicar por qué son sinónimos los resultados de esa alternancia (desde que te vi ~ desde cuando te vi [...])». Dufter (2010: 275). Además, según Miyoshi (2012, apartados 3.3.2. y 3.3.3.), tanto en el español actual de México como de España, son compatibles las dos construcciones de énfasis: «no + verbo ser + sino + hasta + que + oración subordinada» (por ejemplo, No fue sino hasta las 9:00 que salió la comisión) y «no + verbo ser + sino + hasta + cuando + oración subordinada» (por ejemplo, No sería sino hasta mediados del siglo XIX cuando en las cartas marinas aparecería señalado el peso que permite la entrada). Como en escenas que ruborizan en el día cuando se repiten al parterre francés del siglo XIX\ y desta manera no menos les sirve la noche para su mantenimiento cuando rumian, que el día cuando pacen; Porque todas las almas amigas de Dios, esto es, todos los cristianos de veras, tienen su mes de abril, que es el día cuando resucitaren a vida; hasta que llegue el dichoso día del matrimonio, que será el día cuando se cerraren los siglos; Luego se determinaba el día cuando habían de traerla; y que fue a 18 de agosto, que era el día cuando se habían de celebrar las bodas. Como en Aclaraba el día cuando Moreno se volvió hacia Pepa (sin pausa entre día y cuando), o en Esta era la música de todo el día, cuando Alberique trabajaba (con pausa entre día y cuando).
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secuencia el día cuando está reservado para su uso como conjunción temporal22. Se emplea que en lugar de cuando para el valor de adverbio relativo.
4 . CONCLUSIONES
Tradicionalmente se ha tratado como un hecho normativo el que el relativo que, cuando cumple la función de complemento circunstancial, debe ir precedido de la preposición que corresponde a la índole del complemento. En este sentido, de las secuencias el día que y el día en que, solo la segunda sería normativamente correcta23. Sin embargo, se ha demostrado que el uso de la primera es no solo abundante, sino mayor, en líneas generales, que el de la segunda a lo largo de la historia del español de España. Algunos gramáticos creen que es la duplicidad de la preposición {en el día en que) la responsable de la omisión de en ante relativo, si bien esta explicación no tiene, a nuestro juicio, fundamento empírico. Otros autores piensan que el uso de la secuencia sin preposición tiene que ver con el fenómeno de gramaticalización que experimenta el que relativo. No obstante, atendiendo al cambio diacrónico de uso de las dos secuencias, resulta controvertido o arriesgado calificarlo como un hecho de gramaticalización. En realidad, la secuencia sin preposición era predominante en la Edad Media. A partir del siglo XVI se advierte el aumento del uso de la secuencia con preposición, que llega en la actualidad a ocupar casi la mitad de la frecuencia total de ambas secuencias. Este hecho nos hace pensar que el que de el día que funciona como adverbio relativo en la conciencia del hablante, y que el día en que se emplea cuando que funciona en la misma conciencia como pronombre relativo. Por eso es por lo que, en la actualidad, ambas secuencias (el día que y el día en que) alternan libremente.
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En este caso cuando es conjunción temporal, según el DRAE (2001: 469) o adverbio relativo sin antecedente, según, por ejemplo, Gutiérrez Cuadrado (1996: 439). La oración que lo contiene se llama «relativa libre» (RAE, 2009:51). La normatividad de la secuencia con preposición puede deberse al aumento brusco de su uso en el siglo XIX. Sin embargo, todavía no entendemos bien el porqué del surgimiento de la estigmatización que sufre la secuencia sin preposición. Ocurre casi lo mismo con el queísmo ante el dequeísmo: como dicen Company y Bogard (1986: 243), «No es muy claro a partir de qué criterios, ni desde cuándo, ha surgido la estigmatización que sufre la construcción sin preposición en el español de hoy, ni tampoco es fácil reconocer una razón objetiva que justifique dicha estigmatización, puesto que la fuente del fenómeno no es cuestión de agramaticalidad, debido a que, como se puede advertir en su evolución, ambas estructuras son perfectamente gramaticales. Hay que hacer notar, sin embargo, que de la bibliografía consultada, sólo la gramática de la Academia señala el uso sin preposición como marcado. Podría pensarse que esta situación de rechazo está relacionada con el hecho de que la Real Academia se introduce en España justamente en el momento en que se generaliza el uso de la preposición en las oraciones complementarias de nombre, como veremos posteriormente» (cf. nuestra nota 10).
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SOBRE LAS SECUENCIAS ESPAÑOLAS EL DÍA (EN) QUE
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Frecuencia de ocurrencia, frecuencia de tipo y productividad sintáctica: el caso de las preposiciones de y por en construcciones pasivas perifrásticas Dorien Nieuwenhuijsen (Departamento de Lengua y Cultura Españolas, Universidad de Utrecht)
1. INTRODUCCIÓN
El latín disponía de distintos recursos sintácticos para marcar el agente de una construcción pasiva. Se podía utilizar el caso del ablativo o dativo del nombre que designaba el agente de la acción, así como también introducir el mismo por una de las preposiciones ab, de, ex o per (Bassols de Climent 1945: 331-335, 444-446; Kallin 1923: 11 y ss.). Si bien es obvio que la posibilidad de marcar el agente pasivo por medio del caso del ablativo o dativo se perdió en el paso del latín vulgar a las lenguas romances, al colapsarse por completo el sistema de casos, no es tan obvio por qué en las lenguas romances se conservaron sólo dos de las cuatro preposiciones, a saber de y per (por ejemplo, en francés de, par, en español de, por, en italiano da, per) y por qué justamente éstas, puesto que de las preposiciones originales ab fue la más frecuente durante todo el período literario del latín (Kallin 1923: 11). Sin embargo, ya en latín clásico se empleaban las preposiciones ab, de y ex aparentemente sin ninguna diferencia con ciertos verbos (Kallin 1923: 31), lo que podría explicar por qué sólo una de la triada sobrevivió1. En el español antiguo de claramente era la preposición no marcada en construcciones pasivas perifrásticas, aunque también se empleaba por para introducir el complemento agente (cf. Kallin 1923: 247; Menéndez Pidal 1976: 343, 379; Nieuwenhuijsen 2013). En cambio, la situación inversa se presenta en el español moderno, ya que en la actualidad la preposición más común es por (cf. Bosque 1999: 295; De Bruyne 199: 681-682; Gili Gaya 1981: 253, 255; Herrero 1992: 353; Lapesa 2000: 119; Seco 1993: 133), independientemente de si se construye la pasiva perifrástica con ser como verbo auxiliar o con estar2. Los ejemplos (1) a (4) muestran las distintas posibilidades:
2
Es interesante que en el Cantar de Mió Cid y otros textos tempranos castellanos se observen restos del uso latino de la preposición ab en construcciones pasivas. Concretamente, en oraciones con un infinitivo con sentido pasivo, regido del verbo dexar, el agente es introducido por la preposición a: Alos iudios te dexeste prender; do dizen monte Caluarie (Cid, 1. 347) (Herrero 1992: 352; Lapesa 2000: 90-91; Menéndez Pidal 1976: 343-344; Penny 2004: 116). Penny (2004: 116) comenta que la preposición a en este tipo de construcciones fue sustituida enseguida por ¿fe+sustantivo, sin entrar en detalle sobre la época en que se produjera el cambio de a a de en estas construcciones. A pesar de que las construcciones pasivas con se también pueden llevar un agente introducido por la preposición por, en el presente estudio no tratamos dichas construcciones, dado que no hay acuerdo entre los gramáticos sobre la (a)gramaticalidad de la aparición del complemento agente con se. Además, parece haber más restricciones por lo que se refiere al papel semántico del agente que coaparece con una construcción pasiva con se que del que coaparece con una construcción pasiva perifrástica (De Bruyne 1999: 681; Mendikoetxea 1999: 1682-1685). Según Herrero (1992: 355-356) ya desde el siglo XVII por es la
FRECUENCIA DE OCURRENCIA, FRECUENCIA DE TIPO Y PRODUCTIVIDAD SINTÁCTICA: EL CASO DE LAS.
(1) (2) (3) (4)
Enla qual como quier que este almirante fue vencido del maestre de Santiago su enemigo, ... (Claros varones de Castilla, CdE, s. XV). En uno de los actos más sorprendentes de estos Juegos, El Guerruj fue vencido por el keniano Noah Ngeny. (El País, 30/9/2000). Salían a rescebir a Cortés en nombre de su señor, porque ya estaban avisados de los indios de Cempoala. (Crónica de la Nueva España, CdE, s. XVI). Estaban avisados por el propio Cardoso, que en plena campaña electoral tuvo el gesto inusual de anunciar que... (El País, 06/10/1998).
No cabe duda de que a lo largo de la historia del español se ha producido un cambio sintáctico en las construcciones pasivas perifrásticas con complemento agente, pero los estudios que tratan la preposición en dichas construcciones no están completamente de acuerdo sobre el momento en que el uso de por empezó a aumentar, aunque coinciden en que la propagación y posterior generalización de esta preposición no se dio antes del siglo XVI. Así, mientras que Kallin (1923: 247) y Penny (2004: 116) fechan el cambio a partir del siglo XVI, Lapesa (2000: 119) y Espinosa (2010: 202) afirman que de sigue siendo la preposición predominante a principios del siglo XVII. Keniston (1937: 472) documenta
ambas
preposiciones en construcciones pasivas, pero señala que de predomina en la prosa del siglo XVI. Por otra parte, los datos de Sepúlveda (1989: 35) apuntan a que por es la preposición más frecuente en un corpus del siglo XVII, en tanto que Herrero (1992: 351) sostiene que el predominio de por se perfila claramente a finales del siglo XVIII. En el presente trabajo primero se intentará determinar el momento de la propagación y generalización de por en las construcciones pasivas perifrásticas (§2). A continuación, se indagarán los posibles motivos o causas profundas del cambio analizando la productividad de las dos preposiciones (§3), para lo cual se toma en cuenta la frecuencia de tipo de los participios pasados que aparecen en las construcciones pasivas (§4), así como también la frecuencia de tipo de los complementos agentes (§5). De esta manera se espera poder contestar a la pregunta de por qué por ha logrado aumentar su uso a expensas de de. 2 . DATOS CUANTITATIVOS ACERCA DEL USO DE DE Y POR
Para obtener datos acerca de la frecuencia de las dos preposiciones se ha reunido un corpus de ejemplos pertinentes utilizando el Corpus del español. Los ejemplos del corpus tienen la siguiente estructura sintáctica:
[Vaux + part.p.] + [prep.] + [compl. agente]
preposición mayoritaria en este contexto sintáctico, por lo cual se puede concluir que, en lo referente a las preposiciones introductoras del agente, estas construcciones sintácticamente se comportaban diferentemente de las pasivas perifrásticas.
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DORIEN NIEUWENHUIJSEN
o sea: ser + part.p. + de/por + art. def./art. indef./0 + SN estar + part.p. + de/por + art. def./art. indef./0 + SN 3 Esto resultó en los siguientes tipos de ejemplos: (5)
(6) (7) (8) (9) (10)
[...], como refiere la historia antigua de los ostrogodos, que sin nombre de autor anda impresa conla del arzobispo don Rodrigo, y es estimada de los eruditos por muy ajustada, ... (Historia de la insigne ciudad de Segovia, s. XVII, CdE). Perseo, aportó a tierra de Apulia, en Italia, y siendo hallada de un pescador, la llevó al rey Piluno ... (Philosofla secreta, s. XVI, CdE). Et si algún omne es citado por el iuyz que uenga a pleyto ante que se uaya en la hueste. (Fuero juzgo, s. XIII, CdE). Comprobada noticia histórica es la de que los primeros gatos fueron traídos por Montenegro, soldado español,... (Tradiciones peruanas, s. XIX, CdE). Mas el Marqués que estaba avisado por una lengua que los nuestros le trajeron, atravesó algunas calles que daban en la plaza; ... (Guerra de Granada, s. XVI, CdE). A lo que responde el noble Escotista Mastrio, que aquella condenación, como no está confirmada por la Sede Apostólica, no debe hacernos fuerza. (Teatro crítico universal, s. XVIII, CdE).
Los ejemplos fueron reunidos de manera automática introduciendo distintas hileras de búsqueda en la herramienta digital del Corpus del español. Sin embargo, dichas hileras también generaron ejemplos que, aparentemente, obedecían a la estructura sintáctica indicada antes, pero no constituían construcciones pasivas perifrásticas. Por ello, todos los ejemplos fueron revisados a manos, para excluir casos como los de (11) y (12): (11) (12)
Cuando fuere levantado de la tierra, ... (Luz del alma cristiana, s. XVI, CdE). Y teniendo por muy cierto quél era ido por la mar, ... (Espejo de príncipes y cavalleros. Libro I, s. XVI, CdE).
Habiendo reunido de esta manera un corpus de 2209 ejemplos en total, presentamos en la tabla 1 los porcentajes correspondientes a ambas preposiciones para el período de estudio, que abarca los siglos XIII a XX inclusive 4 :
SER/ESTAR
DE
POR
Somos conscientes de que el tipo de agentes que aparece en las construcciones pasivas con ser difiere del tipo de agentes con estar. Para el español moderno Suñer (1981: 282, nota 10) distingue entre agentes prototípicos, los que denomina «willful anímate beings» y agentes instrumentales. Según ella, ambos tipos pueden ser categorizados como causantes de la acción. Dado que las construcciones pasivas con estar presentan la misma estructura formal que las con ser, no nos parece conveniente excluir de antemano aquéllas, si bien reconocemos que existen distintos agentes, que van desde los más prototípicos hasta los más marginales. Parte de estos datos cuantitativos, a saber, los que corresponden al verbo ser + delpor + art. def./0 + SN, ya fueron presentados en Nieuwenhuijsen (2013).
961
FRECUENCIA DE OCURRENCIA, FRECUENCIA DE TIPO Y PRODUCTIVIDAD SINTÁCTICA: EL CASO DE LAS.
s. X I I I
74 % (49)
2 6 % (17)
s.
XIV
5 0 % (8)
50 % (8)
s.
XV
57 % (66)
43 % (49)
s.
XVI
60 % (209)
40%
s. X V I I
72 % (90)
28 % (35)
s. X V I I I
59 % (227)
41 % (158)
s.
XIX
43%
(185)
57 % (250)
s.
XX
1 4 % (100)
86 % (620)
934
1275
Total
(138)
Tabla 1: Construcciones pasivas con ser y estar + de frente a por + complemento agente
Al plasmar los datos gráficamente (gráfico 1) se aprecian las siguientes curvas:
Gráfico 1: Desarrollo del uso de de y por como marcadores del agente en construcciones pasivas con ser y estar
De la tabla 1 se desprende que, mientras que en el siglo XIII la preposición por claramente constituye la forma marcada, minoritaria, en el siglo XIV su uso empieza a aumentar. A partir del siglo XIV se observa un período relativamente estable de alternancia entre las dos preposiciones, con un último aumento del uso de de en el siglo XVII. Después de este siglo dicha preposición irrecuperablemente pierde terreno, y en el siglo XIX el porcentaje del uso de por, por primera vez, excede el de de, lo que constituye el arranque del éxito definitivo de por en el siglo XX. Esta periodización, huelga decirlo, no coincide por completo con las fechas mencionadas antes, dado que varios de los estudios citados fechan la propagación de por antes del siglo XVIII. 962
DORIEN NIEUWENHUIJSEN
Aunque las construcciones pasivas con ser y estar sintácticamente son similares, si no semánticamente, cabe preguntarse si los dos verbos auxiliares se comportan de la misma manera, es decir, si el desarrollo observado en el gráfico 1 es igual o parecido para ambos verbos. En las tablas 2a y 2b se ha hecho una distinción entre los casos de ser y los de estar con ambas preposiciones; los mismos datos se presentan gráficamente en los gráficos 2a y 2b. En vista de que en el caso de estar para los siglos XIII, XIV y XV sólo tenemos un par de ejemplos de de asi como de por, han quedado fuera del gráfico 2b estos tres siglos.
SER
DE
POR
s. XIII
75 % (48)
25 % (16)
s. XIV
47 % (7)
53 % ( 8 )
s. XV
58 % (65)
42 % (47)
s. XVI
5 2 % (117)
4 8 % (108)
s. XVII
60 % (33)
40 % (22)
s. XVIII
5 2 % (154)
48 % (141)
s. XIX
26 % (75)
7 4 % (213)
s. XX
6 % (22)
94 % (356)
Total
521
911
Tabla 2a: Construcciones pasivas con ser + de frente a por + complemento agente
963
FRECUENCIA DE OCURRENCIA, FRECUENCIA DE TIPO Y PRODUCTIVIDAD SINTÁCTICA: EL CASO DE LAS.
ESTAR
DE
POR
s. X I I I
5 0 % (1)
50 % (1)
s.
XIV
100 % ( 1 )
0 % (0)
s.
XV
33 % ( 1 )
6 7 % (2)
s.
XVI
75 % (92)
25 % (30)
s. X V I I
81 % (57)
1 9 % (13)
s. X V I I I
81 % ( 7 3 )
1 9 % (17)
s.
XIX
7 5 % (110)
25 % (37)
s.
XX
23 % (78)
77 % (264)
413
364
Total
Tabla 2b: Construcciones pasivas con estar + de frente a por + complemento agente
Gráfico 2a: Desarrollo del uso de de y por como marcadores del agente en construcciones pasivas con ser
964
D O R I E N NIEUWENHUIJSEN
Gráfico 2b: Desarrollo del uso de de y por como marcadores del agente en construcciones pasivas con estar
La escasez de casos de estar en los siglos XIII, XIV y XV sugiere que este auxiliar tarda en establecerse
en construcciones pasivas perifrásticas con complementos
agentes
introducidos por de o por5. No obstante, a partir del siglo XVI el desarrollo del uso de de y por es parecido para ambos verbos auxiliares, ya que tanto ser como estar despliegan un período de alternancia relativamente estable, seguido por un aumento del uso de por, que anuncia su posterior éxito definitivo. Cabe señalar, sin embargo, que durante el período de alternancia con el verbo ser las líneas de de y por se aproximan mucho más que con el verbo estar, es decir, que la diferencia de porcentajes entre de y por es mucho menos grande con ser que con estar. Además, en el caso de ser dicho período de alternancia termina un siglo antes (siglo XVIII) que en el caso de estar (siglo XIX). Asimismo, por no llega a generalizarse tanto con el verbo estar (77 %) como con ser (94 %)6. Las tablas 2a y 2b muestran, por una parte, que la competencia entre de y por es más grande en el caso de ser que en el caso de estar, y por otra parte, que el auxiliar ser es el verbo innovador, con el que el uso de por aumenta antes. Se puede considerar ser, por ende, como el iniciador del cambio sintáctico, en tanto que estar únicamente sigue.
5
6
Según Ricos Vidal (1988-1989: 183, 184) los primeros textos románicos ya documentan el verbo estar en construcciones pasivas. La autora sitúa su generalización en el siglo XIV, datación que, evidentemente, no está corroborada por nuestros datos. Sepúlveda (1988: 62, 76; también citado por Herrero 1992: 353) menciona un estudio de Hamplová en el que se ofrecen datos para el español actual. En dicho estudio el uso de de para introducir el complemento agente también es más frecuente con el verbo estar (17/65; 26 %) que con el verbo ser (2/122; 2 %).
965
FRECUENCIA DE OCURRENCIA, FRECUENCIA DE TIPO Y PRODUCTIVIDAD SINTÁCTICA: EL CASO DE LAS.
3 . F R E C U E N C I A D E O C U R R E N C I A , F R E C U E N C I A D E TIPO Y P R O D U C T I V I D A D
En las tablas 1, 2a y 2b se ha calculado la frecuencia de ocurrencia, o token frequency,
de las
construcciones pasivas perifrásticas con de y por. La frecuencia de ocurrencia se define como «the total occurrences of either one or all the types of a construction in a text or corpus» (Baródal 2008: 27) 7 . En el caso de las construcciones pasivas dicha frecuencia indica en qué momento de la historia del español por empezó a generalizarse, pero los datos no revelan cómo esta preposición pudo llegar a ser la forma mayoritaria, después de haber sido durante largo tiempo la menos frecuente. Asimismo, en vista del llamado efecto conservador, que se refiere al hecho de que formas o construcciones muy frecuentes suelan resistir cambios basados en patrones nuevos y productivos (Bybee y Thompson 2007: 271-272), no es evidente o ineludible que de terminara por ser sustituido por por en las construcciones pasivas. Además, según Bybee y Thompson (2007: 275) una alta frecuencia de ocurrencia garantiza que una construcción será empleada frecuentemente, lo que refuerza su esquema de representación haciéndole más accesible a más usos, posiblemente con nuevos elementos. Todo esto haría esperar más bien que se habría mantenido de en estas construcciones y que habría caído en desuso por, dado que se puede perder una forma «whenever two or more competing forms exist for the same function, and one is eventually selected at the expense of the others» (Hopper y Traugott 1993: 164). Contemplando el cambio sintáctico en las construcciones pasivas en términos de productividad, entendiendo por este fenómeno «... the likelihood that a pattern will apply to new forms» (Bybee y Thompson 2007: 275) 8 , hay que concluir que por, a lo largo de la historia del español, se mostró más productivo que de, por lo cual pudo extender su uso a nuevos contextos. Ahora bien, la frecuencia juega un papel indiscutible al determinar la productividad de una forma o construcción, pero no es la frecuencia de ocurrencia la que es decisiva, sino la frecuencia de tipo, o type frequency, es decir «the total number of types which can instantiate a construction» (Baródal 2008: 27). La frecuenca de tipo calcula el número de elementos léxicos diferentes a los que se puede aplicar cierto patrón o construcción (cf. Bybee y Thompson 2007: 269) y mide, por lo tanto, la capacidad de una forma o construcción de extenderse a nuevos contextos o nuevos verbos.
7
8
Cf. también Bybee y Thompson (2007: 269): «Token frequency [...] is the count of the occurrence in texts of particular words, ... or of specific phrases, ...». Cf. BarSdal (2008: 34) que define la productividad como: «the extension of syntactic patterns or argument structure constructions to new types or verbs».
966
DORIEN NIEUWENHUIJSEN
La relación entre productividad y frecuencia de tipo tiene una explicación lógica: cuantos más elementos léxicos aparecen en una posición determinada en una construcción, tanto menos probable será que la construcción se asocie con un elemento léxico en particular y tanto más probable será que se cree una categoría general para los elementos que ocurren en dicha posición. Asimismo, cuantos más elementos la categoría ha de incluir, tanto más generales serán sus características compositivas y tanto más probable será que la construcción se extienda a nuevos elementos (Bybee y Thompson 2007: 275). En las construcciones pasivas discutidas aquí hay dos posiciones que se rellenan con un elemento léxico, a saber, la posición del participio pasado y la del complemento agente. Si bien es verdad que es optativo realizar la posición del complemento agente, al contrario de la del participio pasado, por las hileras de búsqueda utilizadas, en el corpus manejado la posición del complemento agente siempre está rellenada. En el contexto sintáctico de las construcciones pasivas perifrásticas, cada participio pasado diferente se puede considerar como un «tipo», así como también cada complemento agente diferente. Si resultara que la frecuencia de tipo de los participios pasados y/o de los complementos agentes sería diferente con ambas preposiciones, es decir, si se pudiera comprobar que la frecuencia de tipo sería proporcionalmente más alta en caso de por que en caso de de, se podría tomar ese dato como fuerte indicio de la productividad inherente más grande de por comparado con de en construcciones pasivas perifrásticas, lo que podría explicar el aumento de uso de por a partir del siglo XVIII.
4 . F R E C U E N C I A D E TIPO D E L O S P A R T I C I P I O S P A S A D O S
En esta sección se discute la frecuencia de tipo de los participios pasados, es decir el número de participios diferentes que aparecen en las construcciones pasivas que constituyen el corpus. Dado que los dos verbos auxiliares se comportan de forma ligeramente diferente con respecto al uso de ambas preposiciones y que ser parece ser el iniciador del cambio (cf. las tablas 2a y 2b), se ha hecho este cómputo para los dos auxiliares por separado. Las tablas 3a y 3b, correspondiendo con los datos para ser y para estar respectivamente, recogen la frecuencia de ocurrencia, tanto de de como de por, la frecuencia de tipo de los participios pasados y el grado de redundancia o repetitividad, cifra que se obtiene dividiendo el número de ocurrencias por el número de tipos. La redundancia, es decir la relación entre tipo y ocurrencia, indica la medida en que se repiten los mismos participios pasados; cuanto más baja es la redundancia tanto menos se repiten los mismos participios, es decir, tanto más productiva es la forma en cuestión. 967
FRECUENCIA DE OCURRENCIA, FRECUENCIA DE TIPO Y PRODUCTIVIDAD SINTÁCTICA: EL CASO DE LAS. ..
SER
Ocurrencia
Tipo
Redundancia
Ocurrencia
Tipo
de
de
de
por
por
s. XIII
48
25
1,92
s. XIV
7
7
s. XV
65
s. XVI
Redundancia por
16
7
2,29
1
8
5
1,6
32
2,03
47
27
1,74
117
63
1,86
108
65
1,66
s. XVII
33
27
1,22
22
18
1,22
s. XVIII
154
89
1,73
141
87
1,62
s. XIX
75
42
1,79
213
135
1,58
s. XX
22
8
2,75
356
150
2,37
Tabla 3a: Participios pasados diferentes con de y por como marcadores del agente en construcciones pasivas con ser
ESTAR
Ocurrencia de
Tipo
Redundancia
Ocurrencia
Tipo
de
de
por
por
Redundancia por
s. XIII
1
1
1
1
1
1
s. XIV
1
1
1
0
0
-
s. XV
1
1
1
2
2
1
s. XVI
92
43
2,14
30
16
1,88
s. XVII
57
38
1,5
13
12
1,08
s. XVIII
73
36
2,03
17
13
1,31
s. XIX
110
33
3,33
37
28
U2
s. XX
78
24
3,25
264
63
4,19
Tabla 3b: Participios pasados diferentes con de y por como marcadores del agente en construcciones pasivas con estar
968
DORIEN NIEUWENHUIJSEN
En la tabla 3a se aprecia que en los siglos XIII y XIV el grado de redundancia de los participios pasados en construcciones pasivas es más bajo cuando se emplea la preposición de que cuando se usa por. Esto implica que en los siglos XIII y XIV de proporcionalmente coaparece con más participios pasados diferentes que por, o sea, que de se muestra más productivo que por. Sin embargo, a partir del siglo XV el grado de redundancia de los participios pasados se manifiesta sistemáticamente más bajo en el caso de por que en el caso de de o igual en ambos casos, esquema que perdura hasta el siglo XX. Careciendo de datos fiables para los siglos XIII a XV, el mismo panorama se observa con el verbo estar a partir del siglo XVI (tabla 3b): el grado de redundancia de los participios pasados con por es más bajo que con de, salvo en el siglo XX, cuando de despliega un grado de redundancia más bajo. Los datos recogidos en las tablas 3a y 3b muestran que la relación entre la frecuencia de ocurrencia y la frecuencia de tipo de los participios pasados, expresada como el grado de redundancia, resulta ser más propicia en el caso de por, por lo menos a partir del siglo XV, puesto que la redundancia entonces es menor que la de de. Esto implica que por proporcionalmente coaparece con más participios pasados diferentes y, consiguientemente, que posee una mayor capacidad para combinarse con nuevos elementos, lo cual apunta a una mayor productividad de esta preposición en relación con los participios pasados. 5 . F R E C U E N C I A DE TIPO DE LOS COMPLEMENTOS AGENTES
Además de los participios pasados, los complementos agentes constituyen el segundo elemento léxico de las construcciones pasivas. Tal como se ha explicado antes, es relevante tomar en cuenta la frecuencia de tipo de los complementos agentes, porque si por proporcionalmente se combinara con más complementos agentes diferentes que de, lo cual se expresaría en un grado de redundancia más bajo de los complementos agentes con por, sería probable que el éxito general de por en las construcciones pasivas estuviera relacionado con dicho dato, ya que la frecuencia de tipo y el correspondiente grado de redundancia de una forma son un indicio de su productividad. Los resultados de este cómputo se presentan en las tablas 4a y 4b:
969
FRECUENCIA DE OCURRENCIA, FRECUENCIA DE TIPO Y PRODUCTIVIDAD SINTÁCTICA: EL CASO DE LAS.
SER
Ocurrencia de
Tipo
Redundancia
Ocurrencia
Tipo
de
de
por
por
por
Redundancia
s. XIII
48
20
2,4
16
8
2
s. XIV
7
3
2,33
8
6
1,33
s. XV
65
35
1,86
47
31
1,52
s. XVI
117
66
1,77
108
67
1,61
s. XVII
33
31
1,06
22
22
1
s. XVIII
154
132
1,17
141
114
1,24
s. XIX
75
69
1,09
213
173
1,23
22
1
356
293
1,22
s. XX
22
Tabla 4a: Complementos agentes diferentes con de y por como marcadores del agente en construcciones pasivas con ser ESTAR
Ocurrencia de
Tipo
Redundancia
Ocurrencia
de
de
por
s. XIII
1
1
1
s. XIV
1
1
1
s. XV
1
1
1
s. XVI
92
83
s. XVII
57
s. XVIII
,
Tipo por
Redundancia por
1
1
0
0
-
2
2
1
1,11
30
25
1,2
51
1,12
13
13
1
73
72
1,01
17
16
1,06
s. XIX
110
100
1,1
37
29
1,28
s. XX
78
76
1,03
264
247
1,07
Tabla 4b: Complementos agentes diferentes con de y por como marcadores del agente en construcciones pasivas con estar D e la tabla 4a se desprende que con ser hasta el siglo XVIII el grado de redundancia de los complementos agentes es más bajo con por que c o n de. En cambio, a partir del siglo XVIII el 970
DORIEN NIEUWENHUIJSEN
menor grado de redundancia se da con la preposición de, o sea que a partir de ese siglo de proporcionalmente coaparece con más complementos agentes diferentes. Por otra parte, la tabla 4b muestra que el auxiliar estar despliega un grado de redundancia más bajo de los complementos agentes con de, y de ahí una mayor productividad de de en todo el período, salvo en el siglo XVII. A base de los resultados de las tablas 4a y 4b, por lo tanto, no podemos concluir sin más que la frecuencia de tipo de los complementos agentes haya incidido en la propagación de la preposición por en las construcciones pasivas, porque en el caso de las construcciones con estar, los datos apuntan más bien a una mayor productividad de la preposición de por lo que se refiere a los complementos agentes. No obstante, en el caso de las construcciones pasivas con ser, auxiliar que ha sido el motor del cambio sintáctico, los datos sí sugieren que el grado de redundancia de los complementos agentes con por ha influido en la propagación de esta preposición, si bien sólo hasta el siglo XVIII.
6. CONCLUSIONES
En este estudio se ha intentado medir el grado de productividad de las preposiciones de y por en construcciones pasivas perifrásticas, partiendo de la idea de que «[wjhenever there are alternate processes for expressing the same categories in a language, there are differences in the degree of productivity of the processes» (Bybee 1985: 132). El grado de productividad de las dos preposiciones podría explicar su empleo concreto a través de los siglos y la generalización de por en un momento específico de la historia de la lengua. Si bien la frecuencia de ocurrencia es importante para conocer el desarrollo y la propagación de una forma o construcción y conocer así el patrón general, no permite comprender los motivos de dicho desarrollo o los factores que hayan incidido en el aumento de su uso. Para ello, es relevante medir la productividad de la forma, es decir la capacidad de extenderse la misma a más contextos y/o contextos nuevos, la cual se deduce de la relación entre la frecuencia de ocurrencia y la frecuencia de tipo. Dicha relación expresa el grado de redundancia de la forma, siendo una redundancia baja un indicio de mayor productividad. En el caso de las construcciones pasivas perifrásticas se ha constatado que por sólo llega a ser la preposición mayoritaria a partir del siglo XVIII, y primero con el auxiliar ser. No obstante, las raíces de la extensión ya se observan mucho antes, al estudiar la frecuencia de tipo de los participios pasados y de los complementos agentes involucrados. Ya a partir del siglo XV por se muestra más extensibe, más productivo, por lo que se refiere a su capacidad de aparecer con participios pasados diferentes, tanto con el auxiliar ser 971
FRECUENCIA DE OCURRENCIA, FRECUENCIA DE TIPO Y PRODUCTIVIDAD SINTÁCTICA: EL CASO DE LAS. ..
como con estar. Esta mayor productividad perdura hasta en el siglo XX, si bien entonces sólo con el verbo ser. El panorama es más variado por lo que se refiere al grado de redundancia de los complementos agentes con las dos preposiciones, ya que únicamente hasta el siglo XVIII dicha redundancia es más baja con por que con de, y únicamente es el caso con el auxiliar ser. Los resultados del presente estudio sugieren que por siempre ha tenido excelentes posibilidades para extender su uso en las construcciones pasivas perifrásticas y que los siglos XV, XVI y XVII han sido esenciales en la preparación de por para su papel como marcador del complemento agente por excelencia, puesto que en esos tres siglos en las construcciones con ser tanto la frecuencia de tipo de los participios pasados como la de los complementos agentes proporcionalmente fue mayor con esta preposición (véase el gráfico 5). por
de
participios pasados
Por s. XIII
s. XIV
s. XV
complementos agentes
de s. XVI
s. XVII
s. XVIII
s. XIX
s. XX
Gráfico 5: Preposición que proporcionalmente aparece con más participios pasados diferentes y complementos agentes diferentes por siglo en construcciones pasivas con ser
No es de extrañar, por tanto, que a partir del siglo XVIII la propagación de por arranque definitiva e imparablemente, para desembocar en la sustitución actual de de en casi todos los contextos de construcciones pasivas perifrásticas.
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974
Sobre el origen y desarrollo de las locuciones adverbiales del tipo a + base-as Rosa María Ortiz Ciscomani (Universidad de Sonora, México)
1. I N T R O D U C C I Ó N
Un tema aún poco investigado en perspectiva diacrònica es el relativo a las locuciones adverbiales, al que tanto las gramáticas latinas como las gramáticas del español han dedicado limitado espacio. El ámbito ha sido de mayor interés para la lexicografía como léxico disponible -unidades fraseológicas-, que en lo tocante a su origen o a su desarrollo, tópico de este trabajo. Entre las locuciones adverbiales del español, resulta especialmente interesante un grupo que se caracteriza por poseer rasgos de codificación afines, la preposición a y una base adjetiva o nominal, con terminación -as, del tipo ejemplificado en (1) y (2): (1)
(2)
Aman a las mugeres y niños, y assi quando se sueltan de la prisión procuran a escondidas ayuntarse con las mugeres, y son tan industriosos que dirá quien los viere que ay hombres de menos ingenio (Jerónimo de Huerta, Traducción de los libros de Historia natural de los animales de Plinio, 1599, CORDE). Dixo Moysen al Nuestro Sennor: «Non puedo a solas levar esta carga». Mando el Nuestro Sennor que prisiessen .lx[x]. varones de los vieios de Israel e los pusiessen cabdillos, e non levarie a solas la carga del pueblo (Almerich, La Fazienda de Ultramar, c. 1200, CORDE).
Estas locuciones resultan de interés en perspectiva diacrònica por varias razones: por una parte, la ausencia de un sustantivo con el que los adjetivos que funcionan como término de la preposición - a escondidas (1), a solas (2) establezcan relación de concordancia; por otra, por el aparente carácter inmotivado de la presencia de una terminación propia de acusativo femenino plural latino en el término preposicional, en el que tanto la vocal como la consonante requieren de explicación. El objetivo de este trabajo es el de presentar información sobre estas estructuras en un periodo amplio que cubre 8 siglos de la historia del español, del XII al XX. Mostraremos las expresiones que se documentaron en el corpus bajo estudio, que incluye un corpus básico y un corpus adicional (véase detalles en la sección de Bibliografía),
así como los rasgos de las
expresiones y del contexto en el que aparecen, información que aporta elementos que permiten sostener, desde nuestro punto de vista, que su origen es resultado de la interacción de varios factores gramaticales y pragmáticos. Asimismo, el análisis, apoyado principalmente en datos de tipos y frecuencia de uso, propone la conformación de un esquema sintácticosemántico (en el sentido de lo propuesto por Goldberg 1995), producto de un cambio que ha afectado forma, función y estatus categorial de los formantes de la expresión. El análisis se
SOBRE EL ORIGEN Y DESARROLLO DE LAS LOCUCIONES ADVERBIALES DEL TIPO A + B A S É I S
orienta a mostrar la existencia de un caso de gramaticalización del esquema de construcción y una lexicalización (Brinton y Traugott 2004) de las expresiones particulares. 2 . LOS RASGOS ESTRUCTURALES DE LA EXPRESIÓN
Las expresiones bajo estudio poseen rasgos estructurales que, como ya señalamos, las hacen anómalas en diversos sentidos. Uno de ellos es la referida terminación -as en el término preposicional, con una vocal cuya motivación resulta opaca, que ha recibido básicamente una explicación: se le ha asociado con la evolución del sistema de género del latín. Como bien sabemos, la distinción de los tres géneros, masculino, femenino y neutro, más o menos clara en el indoeuropeo común, comenzó a resquebrajarse desde los orígenes del latín, ocasionando la decadencia del neutro 1 y la distribución de los nombres de este género según sus características formales, en masculinos -principalmente- 2 o femeninos. El neutro era el género menos productivo en latín (en la 1.a y 5.a declinación predominaban los femeninos, en tanto que en la 2.a y 4. a predominaban los masculinos) y, por otra parte, según Vaananen (§213, 166) la oposición género animado (masculino-femenino) e inanimado (neutro) no respondía ya a nociones reales. Favorecía también el debilitamiento del neutro el que este carecía de una marca unívoca. Frente a esto, el panorama se tornaba aún más complejo porque algunos masculinos disponían para el plural de un colectivo en -a, (vocal propia de los neutros plurales) dando lugar a dobletes como: iocus-ioca (junto a ioci), locus-loca especialización de sentido); lacertus-lacerta
(junto a loci, con
y, además, porque algunos neutros desarrollaron,
partiendo sin duda de un plural con sentido colectivo que lo aproxima de nuevo al número singular, un doblete femenino en -a, de manera que existían pares como armentuml 'rebaño'; caementumlcaementa\
armenia:
'piedra labrada'. De hecho, los neutros subsisten pues, sólo
en el plural, como expresión colectiva. Esta -a femenina, considerada como un recurso de singularización del colectivo 3 (en la medida en que el plural en -a sería la marca de colectivo y su pluralización implicaría su singularización) es lo que algunos autores refieren como la feminización
2
3
del neutro que, según
Los neutros parecen haber persistido hasta la víspera de la fase románica y aún más allá; en textos literarios de los siglos VII y VIII, la mayor parte de los neutros en -um aparecen como masculinos en el nominativo singular, pero en caso acusativo y oblicuo mantienen -um a diferencia de los masculinos que tienden a reemplazarla por -o (Vaananen §213, 166 y §220,168). Son tomados como masculinos: a) neutros de la 2." en -um (distinguidos de los masculinos en -us sólo en el nominativo y vocativo singular y en el nominativo y vocativo plural: balneus (Pompeya, Petr.), corius, dorsos...etc; a la inversa, nasum, thesaurum; b) neutros de la 3. a decl: ac. Papaverem por papaver, cadaver mortus, lactem por lac, maris marem por mare\ capus por capul; c) neutros de la 4. a , cornus por cornu, gelus por gelu, genus por genu (Vaananen §214.166-167). Mariner (1968) afirma que en latín sería el neutro, morfológicamente escaso en las lenguas neolatinas, el que podía expresar lo indeterminado.
976
R O S A M A R Í A O R T I Z CISCOMANI
Spitzer (1941: 347), es marca de una feminización mental de los colectivos, reflejada en los elementos con los que concuerda, los cuales no hacen otra cosa que manifestar explícitamente un sentimiento de los hablantes. Es esta -a la que se asocia a las expresiones bajo estudio. Otro rasgo de la expresión que contribuye a su irregularidad es, como señalamos, la ausencia de un nominal con el que un término adjetivo como escondidas o solas (de los ejemplos (1) y (2) establezca relación de concordancia. Esta ausencia ha sido atribuida a elipsis por varios autores (García Calvo 1964, Mariner 1968, Spitzer 1941). Desde nuestra perspectiva, ambos argumentos son legítimos en muchos de los casos, pero no en la totalidad. A los restos de neutros latinos (subsistencia de los neutros plurales de valor colectivo) y la elipsis, habría que sumar una motivación de orden subjetivo, pragmático, la existencia de una tendencia a la expresividad. En relación con este punto, se ha señalado que la llamada feminización del neutro es un hecho característico de las lenguas románicas (Mariner 1968; Spitzer 1941: 342-343), atestiguada desde el latín vulgar (Tablas de defixión: bracias, labias)4, presente precisamente en lenguaje expresivista en francés, portugués e italiano (Mariner 1968).5 Entre los recursos que la lengua desplegó para lograr codificar tal expresividad se han reconocido particularmente tres:
a) Consonantes geminadas
interiores: Meillet (1972/1966:104) afirma que el latín posee un
número insólito de ejemplos de palabras expresivas con consonantes geminadas interiores. La sucesión de -r-, -n-,-1-, y de -1-,-m-, llega muchas veces a dar la geminada -11-, expresiva por sí misma; se tiene así agellus de ager, sigillum de signum, asellus de asinus, scabellum de scamnum, etc. Esta -11- se tomó como característica y se extendió fuera de los casos en que se puede explicar directamente; por ello, de mamma tenemos mamilla. La geminada resultante de una asimilación tomó valor expresivo.
b) Diminutivo.
También afirma que son frecuentes las formas de diminutivo con efecto
expresivo (Meillet 1972/1966: 108). 4
5
Váananen (1968) proporciona datos de las traducciones latinas de Oribasio (en Italia del norte) fechadas alrededor del 600, en donde los neutros están tratados de la siguiente manera: 1. En el singular se han convertido casi todos en masculino. 2. En plural, el NOM-AC es siempre con -a. 3. El GEN PL es del femenino ovarum (coctarum) 28 veces, contra ovorum (sin epíteto). 4. El epíteto o atributo que se refiere a un neutro plural está casi siempre en femenino: folia virides teñeras, folia molles, folia infusas, grana opresas, ossa consparsas, ova sorbiles (H. Morland, Die lateinischen Oribasius-Uebersetzungen, Symbolae Osloense, fas. Supl. V, Oslo 1932, pp. 63 ss., apud Vaananen 1968: §224, 170). García Calvo (1964: 52 y 56) señala que pervive como hecho tipológico el que el femenino de adjetivos y pronombres es forma apta para diversos usos adverbiales como a tuertas y a derechas.
977
S O B R E EL ORIGEN Y DESARROLLO DE LAS LOCUCIONES ADVERBIALES DEL TIPO A + B A S É I S
c) La existencia de un vocalismo en a, de significado afectivo (Meillet 1972/1966: 105). Esta vocal está presente en una parte notable de palabras expresivas y populares, en atta y en acca, en vacca y en allus, en flaccus y en caput. Saussure ha señalado que los adjetivos que designan enfermedades como caecus, paetus, balbus, calvus, blaesus, claudus, plautus, etc. presentan este vocalismo a que se encuentra también en laevus y saevus, por ejemplo; como lo muestran algunos de estos ejemplos, el hecho data del indoeuropeo. Esta vocal a está presente también en los verbos del latín, un tipo expresivo del indoeuropeo que está poco atestiguado en otros sitios. Numerosos verbos del al vocabulario popular presentan este vocalismo a como battuo 'golpear, batir(se)'. Gran número presentes como caedo 'cortar, herir'y laedo 'hacer chocar, hacer dañoplaudo claudó 'encerrar',pareó
'golpear, hacer ruido' y
'economizar'y (p. 106) spargo 'dispersar', carpo 'arrancar',
y scalpó 'rascar', scato 'pulular, abundar' (scateó u scabó, *-cando 'tener blancura
sarpo
luminosa,
estar candente' (candeo) y scando 'trepar', traho 'atraer'. La a de estos presentes no entra en el sistema general del vocalismo indoeuropeo y es preciso, por tanto, admitir que con respecto a la forma normal con e conservada en el irlandés scendit, en «saltan» por ejemplo, la a del latín scando ofrece una desviación particular; en efecto, este vocalismo se encuentra en védico, en skándati «él salta» al lado de intensivo scaniskadat y kaniskan, es decir de formas eminentemente afectivas. La vocal expresiva, junto con los otros dos recursos de codificación de la expresividad de la lengua latina parece perdurar en estas locuciones, como veremos en el inventario que presentaremos en el apartado 3. En cuanto a la ausencia de nominal puede deberse a elipsis como han sugerido por una parte Spitzer (1941) y, por otra, Mariner (1968) y García Calvo (1964), hipótesis que apoyan algunos de los casos documentados. Pero, este hecho que en las primeras documentaciones resulta bastante plausible, no es siempre sostenible en la documentación posterior al siglo XV. Nuestra propuesta es que para estas fechas, se había ya creado y difundido un esquema o patrón de construcción (Goldberg 1995), vehículo de expresividad, de modalidad, las locuciones estructuradas con a + base léxica adjetiva o nominal a la que se liga la terminación -as. La creación del esquema de la locución modal fue posible por la convivencia de las expresiones adjetivas elípticas del tipo a medias, con expresiones de término sustantivo de estructura no anómala, sino regular, como a cuestas y a gatas que, con valor metafórico servían al mismo propósito, dar cuenta de la perspectiva del hablante. Esta propuesta de coexistencia de expresiones bien formadas como base para la creación del esquema incluye también algunas expresiones con adjetivo en los primeros siglos. 978
R O S A M A R Í A ORTIZ CISCOMANI
3 . LAS EXPRESIONES EN DIACRONÌA: PRODUCTIVIDAD EN TIPOS Y FRECUENCIA DE USO
Los materiales de la investigación incluyen un corpus básico en el que se localizaron 274 ocurrencias de expresiones con a + una base con terminación -as, las cuales se registran en el cuadro 1, distribuidas por siglo y por texto. El corpus incluye materiales mexicanos y peninsulares, cuya confrontación permite observar que las expresiones tienen mayor frecuencia de uso en los materiales peninsulares.
SIGLO
TEXTO
TOTAL
XII
[Cid] [GEI\ [Lucanor] [Celestina] [Bernaí] [Quijote] [DLNE] [Vida] [DLNE] [Regenta] [Bandidos] [Tabla] [Suerte]
1
XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX
México España México España México España México España México
TOTAL
11 9 7 35 18 6 18 4 82 49 24 10 274
C u a d r o 1. Total de expresiones identificadas p o r texto
Por el escaso número de expresiones localizadas en el corpus básico, se incorporó un corpus complementario con materiales del CORDE, fuente en la que se identificaron 10820 expresiones. En el corpus básico se documentaron 44 expresiones, en tanto que la búsqueda en CORDE arrojó un total de 54 locuciones. En ambas fuentes aparecieron expresiones con adjetivo como a medias, con sustantivo como a cuestas, y con frase nominal como a ojos vistas. El cuadro 2 reúne los datos cuantitativos correspondientes a las 44 expresiones del corpus básico, por siglo y por texto.
979
SOBRE EL ORIGEN Y DESARROLLO DE LAS LOCUCIONES ADVERBIALES DEL TIPO A + BASE-^S
A cuestas A medias A derechas A sabiendas primas A osadas A escondidas A las derechas A gatas A fuerzas A ojos vistas A horcajadas A duras penas A secas A o(e)scuras A hurtadillas A solas A estocadas A desora(s) A jácaras A pedradas A pausas A sangrías A temporadas A las espaldas A ciegas A tientas A carcajadas A brazadas A puñaladas A excusas A marchas A cuchilladas A vueltas A deshoras A mordidas A pedradas A cucharaditas A bofetadas A las malas A las claras A las primeras A las mil maravillas A tontas Total
% Total absoluto
%
1
4 1 2
8
6
26
1
2 1
5
4 5
2
1 7
SUERTE
X X
TOTAL
A < X 03
XX
XIX
REGENTA
DLNE
XVIII
VIDA
xvm
X C
DLNE
a T_ ç > —
XVII
BERNAL
XVI
XV
CELESTIN
= 2
X O
LUCA
Q X U
XIV
Cuadro 2. Total de estructuras en el corpus básico por siglo y por texto
1
58 16 4 3 1 3
:
6 3 5 3 6 3 7 7 28
1
1
1
1
1
3 1
1
2 2 1 3
1 2 2 1
2 1 2
3 1
3
1
2
1
5
20
3
3
2
1
1
1
34
5
5
4
1 1
1
2 3
7 1
4
3 1
r
1
1
1
1 1 2
1 1 6
1 4 5
3
1 1
1
1
4 3 4 3 2 2 1 1 1
3
2 2 1 1 1 1
1
2
2 1
1 1 1
1
1 1
fr.
*
AMME, libro 250, documento 5, conseyo (1306, Frías)
Se atestigua asimismo en Bermeo (Vizcaya), Ofla (Burgos), Navarra y Cantabria (Sánchez-Prieto y Torrens 2008: 489-496).
25
AMME, libro H250, documento 5. 1306 marzo 10, Frías.
1086
M . - N I E V E S SÁNCHEZ G O N Z Á L E Z DE H E R R E R O
En conclusión, al margen de las grafías más acordes a la tradición del reino de Castilla, i, j, g+e,i, hallamos otras con carácter minoritario que coexisten siempre con ellas, sin llegar a anularlas ni a superarlas nunca. Se trata del dígrafo ij, g+a e y (quizá x). Su empleo está claramente unido a su aparición en una frase formularia, aunque en el caso del dígrafo ij, tras una etapa en que presenta este uso restringido, se extiende como grafía de la prepalatal sonora en escribanos de comienzos del siglo XIV; esta mayor presencia es relativamente corta en el tiempo. En lo que concierne a g+a e y, además de tratarse del mismo uso formulario, son grafías ligadas de manera exclusiva a un solo escribano, cuyo nombre desconocemos; pero a la vista de las características contempladas, podemos concluir que, por lo que se refiere a este corpus concreto, son meras grafías cuya presencia carece de implicación fonética 26 . Describimos brevemente a continuación la presencia de las grafías anteriores en la representación del resultado de otras procedencias etimológicas.
3.2.2 y,j, i Al margen de valores vocálicos, j representa el resultado de J- latina ante vocal no anterior: jurados, julio, justicia, Joan, Juan, etc., o de
-G+I-:
No faltan ejemplos de la alternancia j-ly-,
priuillejos, priuillijado,
preuillejos.
bien documentada en dobletes bastante
extendidos en la documentación medieval castellana (Lloyd 1993: 400-403), del tipo: jueves, yueves, juntado, yuntado, o
ayuntado(s)21.
El resultado de J- latina ante vocal anterior en los casos de mantenimiento se representa mediante y-: yerno,
yenero.
Por lo que se refiere a esta última palabra, conviene señalar que un solo documento del siglo XIII está datado en enero y enero es la forma registrada en la carta 28 ; en cambio, a comienzos del XIV hallamos yenero en cuatro ocasiones en testimonios pertenecientes a dos escribanos distintos 29 . Es la única palabra en la que aparece el mantenimiento de realización consonántica ante vocal anterior átona, alternando con pérdida, pues en uno de los
26
27
28 29
En palabras de Sánchez-Prieto Boija (2004: 428) en el siglo XIII «No es fácil discernir si los usos concretos que muestran los escritos son reflejo directo de usos locales o regionales, o son cristalizaciones de una tradición de escritura que se difunde por encima de las peculiaridades de habla de quienes escriben». En la documentación mirandesa del XV en este caso predomina claramente y-, Santiago Lacuesta (1977: 240) señaló la frecuencia de esta y- inicial ante u, yunta, yuntados, yurados, etc., en documentos medievales alaveses. AHPB, Concejil, 50/1, fol. 19. 1293 enero 10, Miranda de Ebro. El escribano es Díago Périz. AMME, libro H213, documento 53. 1304 marzo 8, Miranda de Ebro. AMME, libro H250, documento 21, de 1305 enero 16, Miranda de Ebro. AMME, libro H250, documento 19, de 1305 enero 17, Miranda de Ebro. AHPB, Concejil, 51/1, fol. 4, de 1311 enero 27, Miranda de Ebro. Próximos en el tiempo, con siete años de diferencia entre el primero y el último, no todos se deben al mismo escribano. En los tres primeros es Miguel Roiz; en el último, Joán Díaz.
1087
DÉLA
FOIJÁ DEL MONTE FASTA LA FIERA DEL RIO. VARIACIÓN GRÁFICA EN LA DOCUMENTACIÓN DE LOS SIGLOS.
documentos en los que aparece yenero hallamos, por ejemplo, hermano. La misma palabra, con i-J-, se atestigua en la documentación medieval de la Rioja y Navarra30.
AMME, libro H213, documento 53, yenero
Caso distinto parece el de yermar'pues
posiblemente es variante antigua, debida al
influjo de yermo (DCECH, s. v. yermo).
3.2.3 g Además de los usos que hemos visto a propósito de los resultados de -LJ- y análogos, del tipo tegero, muger, cogecha, faga y acoygan, encontramos ge /ge/ en los personales Yenegez y Martin Gerra32, rogé, 'rogué' 33 , entre otros. p
'
*
Y
^
f
e
n
'.
\ ass»:
íM
AHPB, Concejil, 50/1, fol. 11, yenegez
AHPB, Concejil, 50/1, fol. 11, Martin gerra
El actual topónimo Bachicabo, se recoge como vagicabo en los documentos del siglo XIII y en la mayor parte de los del XIV, ya como vachicabo en 139934. También encontramos g como resultado de sonorización de la correspondiente oclusiva sorda en posición inicial, gonvento35.
3
C J L C Ü
^
;
ti...7*1 mili .j—.—
m
AHPBI, Concejil, 50/1, fol. 32, gonvento
30
31 32 33 34
35
Martínez Ezquerro (2000: 82) recoge en la documentación riojana ienero, jenero, con mantenimiento de la consonante inicial, y señala que es rasgo del aragonés extendido por la Rioja Alta y Baja. Por su parte Ciérbide (1998: 44) aporta jenero en Navarra. AHPB, Concejil, 50/1, fol. 60. 1292 marzo 13, Miranda de Ebro. AHPB, Concejil, 50/1, fol. 11. 1271 junio 26, Miranda de Ebro. Archivo Histórico Provincial de Burgos, Concejil, 50/1, fol. 25. 1290 junio 24, Miranda de Ebro. Ruiz de Loizaga (1994: 256) señala que el sentido de este topónimo es 'valle cóncavo, hondo, profundo por la cava u hoya' y atestigua, entre otras, las siguientes formas escritas en la Alta Edad Media: Baltiocavo, 1012; Vallio cavo, 1028; Vallecobo, 1121; Valdecovo, 1175; Vagicavo, 1175 y 1199; Bagicovo, 1175; Vagicobo, 1175; Vagicau, 1232; Bachicabo, 1146. Por su parte, Sánchez-Prieto y Torrens (2008: 489) recogen en fecha más tardía, 1551, la alternancia jamarra, jhamarra, chamarra en documentos de Bermeo. AHPB, Concejil, 50/1, fol. 32. 1284 diciembre 15, Miranda de Ebro.
1088
M . " N I E V E S SÁNCHEZ G O N Z Á L E Z DE H E R R E R O
3.2.4 x Representa la fricativa, prepalatal, sorda /J7, que resulta generalmente de la combinación /-ks-/ o de /-ssi-/: exidos, quexandosse, trexo, dexo, pixotas36, etc. No es infrecuente, en especial en los documentos del siglo XIII, el uso del dígrafo ss y más raramente s alternando con x: dixo, dixeron, disieremos, disso, dissieron, etc. Esta alternancia es casi constante a finales del XIII en el patronímico
Semenez/Xemenez31.
Menos usual es la grafía h, que encontramos una sola vez en la palabra jhidas, por exidas, que alterna con salidas en el mismo documento 38 .
AHPB, Concejil, 50/1, fol. 29,yhidas
3.2.5 Algunas grafías dobles que pueden indicar o no palatalización. 3.2.5.1 /, 11 No son muy frecuentes, aunque pueden documentarse, los testimonios de / por 11 y viceversa: ela, por ella, uassalo, regalengo y regallengo en el mismo documento 39 , valledero, etc. La alternancia puede encontrarse en buena parte de la documentación castellana del siglo XIII al menos, incluida la de cancillería (Sánchez-Prieto y Torrens 2008: 489). Los ejemplos del corpus manejado hacen pensar en una cuestión meramente gráfica. Es en cambio más llamativa, por menos habitual, la presencia de 11 en los grupos pl, bl, que se recoge con cierta profusión en un documento de principios del siglo XIV en el que leemos:
36
37
38
39
Marcet (en prensa) señaló que en la documentación medieval de Miranda de Ebro no hay apenas confusión gráfica entre las sibilantes prepalatales, a diferencia de lo que sucede en las dentoalveolares y apicoalveolares. Según recoge Marcet (en prensa), el empleo del dígrafo ss con valor /J7 podría relacionarse con la predisposición que muestra la letra gótica cursiva por la duplicación de las consonantes, especialmente en posición inicial, que vendría a sumarse a la tendencia a la geminación consonàntica experimentada por la escritura latina de los dos siglos anteriores, ya fuera por hipercorrección o por atribuirse a las grafías dobles una mayor apariencia de latinidad, con los valores gráficos connotativos añadidos que ello supone. Este uso se documenta ampliamente en la documentación navarra (Ciérbide 1998: 43 y Líbano Zumalacárregui 1998: 147). Líbano Zumalacárregui señala en concreto que «en posición inicial de palabra los notarios navarros prefieren en dígrafo 5- en el antropònimo Semen, Semeno, Semeniello y en el gentilicio Semenez». AHPB, Concejil, 50/1, fol. 29. 1274 agosto 20, Miranda de Ebro. Yenegez se repite más de una vez en AHPB, Concejil, 51/1, fol. 1. 1290 febrero 27, Miranda de Ebro. Cabrera Morales (2000: 167) habla de la grafía h en los textos primitivos como índice de palatal. También Marcet Rodríguez (2011: 73-76), en su estudio de la grafía h en documentación medieval leonesa, la considera un índice de palatalización, junto con las grafías i, j, g. Entre otros, recoge ejemplos en los que se utiliza para la representación de la sibilante prepalatal sonora. AHPB, Concejil, 50/1, fol. 2. 1292 marzo 9, Miranda de Ebro.
1089
DÉLA
FOIJA DEL MONTE FASTA LA PIERA DEL RIO. VARIACIÓN GRÁFICA EN LA DOCUMENTACIÓN DE LOS SIGLOS.
estábilesgemos, publlico, oblligagion, plleyto, plleytos, ssimplle, conpllir, etc., pero clérigos o clausulas40:
* ^ ;,r r ... jFí ^ H «v? AMME, libro H250, documento 22, de simplle justicia de gracia o legendas en los plleytos
3.2.5.2 n, nn Por lo que se refiere a la nasal palatal, son varios los casos en los primeros documentos de la segunda mitad del siglo XIII en los que falta la marca de palatalización: cunado, ano, etc. En realidad falta la lineta de abreviatura de n en cualquier contexto, de modo que en un mismo documento se encuentran escuatra,
por escuanlra,
'contra', mjrada,
'Miranda' y
juno,
41
'junio' . Sin embargo hallamos varios casos de ena, enas con lineta, que interpretamos como enna, ennas, con asimilación de preposición y articulo 42
i
r
' AMME, Libro H111, documento 01 En nuestra boz e enna suya
3.2.5.3 r, rr Para terminar esta exposición, señalaremos que existen algunos documentos en los que es frecuente el uso de rr con posible valor de vibrante simple: de la piedrra ffondonerra 43
fasta la ffoja ssomerra del monte; dona terressa; el abat de ferrerra .
[...]
Tanto en estos ejemplos
como en los demás del corpus se trata siempre de rr en inicio de sílaba o en grupo homosilábico, nunca en posición implosiva ni en final de palabra.
40
41 42 43
AMME, libro H250, documento 22. 1306 noviembre 16, Miranda de Ebro. Ya señalamos este uso y en general el reparto poco sistemático de las grafías I, 11 en la documentación mirandesa de los siglos XIII y XIV en la representación de los valores alveolar y palatal (Sánchez González de Herrero 2012: 433). AHPB, Concejil, 50/1, fol. 25. 1290 junio 24, Miranda de Ebro. AMME, Libro H l l l , documento 01. 1301 -1304, Miranda de Ebro. AHPB, Concejil, 50/1, fol. 11. 1271 junio 26, Miranda de Ebro.
1090
M.* N I E V E S SÁNCHEZ G O N Z Á L E Z DE H E R R E R O
4. CONCLUSIÓN
La descripción de los usos ortográficos de un corpus medieval castellano puede aportar novedades más o menos significativas, pero siempre supondrá una contribución a la historia de la ortografía de nuestra lengua, de la que aún quedan capítulos pendientes. Como acabamos de ver, la documentación mirandesa de finales del XIII y primera mitad del XIV presenta una notable variación en la representación del resultado de -LJ- y grupos análogos, pues, además de las formas más acordes con lo esperable en la tradición castellana, ofrece otras más minoritarias; ninguna desconocida hasta ahora en cronologías y diatopías próximas, pero sí minoritarias. Su empleo, en nuestro caso, parece estar bastante supeditado al lenguaje formulario y al escribano, deducción a la que llegamos por las diferencias en el tipo de letra de los testimonios estudiados. Con estos condicionamientos, podemos descartar que los usos descritos en este apartado tengan un correlato de variación fonética. Posiblemente no sucede lo mismo en otros casos, como los ejemplificados por
yenero,
'enero', y enna, 'en la'. La existencia de variantes similares en áreas próximas en cronologías simultáneas (aunque también anteriores y posteriores) nos lleva a plantearnos la posibilidad de una interrelación graficofonética.Y si bien es verdad que tal relación no se ajusta a la tradición del Reino de Castilla, también lo es que no plantea ningún problema si pensamos en los dialectos centrales como un continuum y no como variedades muy diferenciadas (Penny 2000: 80). Para terminar, queremos destacar una vez más la importancia del manejo de los originales de los documentos: en esta ocasión el tipo de letra permite establecer la distinción de dos tipos de escritura diferentes, que corresponden a dos escribanos distintos, pertenecientes a una misma escribanía.
Bibliografía CABRERA MORALES, Carlos (2000): «Reflexiones sobre grafemática histórica. Usos y mecanismos grafémicos en los documentos romanes primitivos». En Julio Borrego Nieto, Jesús Fernández González, Luis Santos Río y Ricardo Senabre Sempere (eds.), Cuestiones
de
actualidad
en
lengua
española.
Salamanca:
Universidad
de
Salamanca/Instituto Caro y Cuervo, pp. 161-169. CLÉRBLDE, Ricardo (1998): «Notas gráfico-fonéticas sobre la documentación
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1091
de
DE LA FOIJA DEL MONTE FASTA LA PIERA DEL RIO. VARIACIÓN GRÁFICA EN LA DOCUMENTACIÓN DE LOS SIGLOS . . .
grafemática
en el dominio
hispano.
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1093
Emergencia léxica en las estructuras de indeterminación del tipo no sé qué Santiago U. Sánchez Jiménez (Universidad Autónoma de Madrid)
1. C O N S I D E R A C I O N E S PREVIAS
Tomo como punto de partida de este análisis un ejemplo extraído de La Arcadia de Lope, que hace las veces de fórmula de arranque del discurso, pero fundamentalmente sirve para trazar el derrotero por que transitan las reflexiones que propongo. (1)
[...] no sé qué estrellas del cielo influyen algunas veces calidad en los amantes. (1598, Vega
Carpió, Lope de; La Arcadia, CORDE).
Al examinar el ejemplo, se comprueba de inmediato que la secuencia constituida por no (adverbio de negación) y sé (forma conjugada de saber) expresa un contenido epistémico fundamentado en lo que el hablante desconoce. Por otro lado, el interrogativo qué (a veces, exclamativo), como determinante fuerte, rotura el ámbito sintáctico sobre el que se aplica ese desconocimiento: estrellas del cielo. Planteada la cuestión de este modo, el hablante asume un contenido proposicional ('Hay estrellas del cielo que influyen algunas veces calidad en los amantes'), pero no puede precisar 'cuáles son las estrellas que influyen' (según la lectura de identificación del referente), 'de qué tipo son las estrellas que influyen' (conforme a la lectura cualitativa o de clase) o, incluso, 'cuántas estrellas influyen', si bien el contenido cuantitativo suele expresarse a través de otros recursos: no sé cuántas estrellas, no sé la cantidad
de
1
estrellas, etcétera . Puede mantenerse, por tanto, que la construcción no sé qué es un mecanismo de base semántica útil para expresar la indeterminación lingüistica 2 . En el ejemplo (1) esa indeterminación se circunscribe al ámbito del sujeto proposicional (estrellas del cielo), pero no afecta al predicado (influyen algunas veces calidad en los amantes), cuyo contenido no se cuestiona. Esta indeterminación focalizada en el alcance referencial del sujeto podría expresarse también por medio de cierto: Ciertas estrellas del cielo influyen algunas
veces
3
calidad en los amantes .
1
2
3
En Octavio de Toledo y Sánchez López (2009: 1000-1016) se hace un detallado examen diacrónico de los valores referencial, cualitativo y cuantitativo del interrogativo-exclamativo qué en español, partiendo de los esquemas latinos. La indeterminación lingüística se incluiría en el campo de la modalidad proposicional. Conforme a Palmer (2001: 24), «epistemic modality and evidential modality are concerned with the speaker's attitude to the truth-value or factual status of the proposition and may thus be described as 'prepositional modality' (...) with epistemic modality speakers make judgements about factual status of the proposition, whereas with evidential modality they indicate what is the evidence that they have for it». En Leonetti (2012) se revisa el concepto de indefinitud (indeflniteness) aplicado a determinantes del tipo cierto. En Eguren y Sánchez López (2007) se lleva a cabo un minucioso estudio de la gramática de cierto.
EMERGENCIA LÉXICA EN LAS ESTRUCTURAS DE INDETERMINACIÓN DEL TIPO NO SÉ QUÉ
No se me oculta - y claro está- que este análisis surge del contenido proposicional de la subordinada, ya que es una parte de ese contenido lo que resulta afectado por la indeterminación lingüistica. Tampoco se me escapa que hay otro estrato proposicional (desarrollado a partir de la principal no sé), cuya modalidad se acoge a la naturaleza verdadera o falsa de lo expresado: No sé algo. Sin desatender la relación interproposicional que se establece entre principal y subordinada sustantiva, mi objetivo es comprobar que la secuencia no sé (qué) - c o n independencia de su conformación estructural- expresa indeterminación y, fundamentalmente, demostrar que el contenido modal epistémico de esta construcción explica la aparición de determinadas piezas léxicas, fenómeno que denomino emergencia léxica 4 . El ejemplo (1), en suma, muestra que dentro de una relación sintáctica inteiproposicional la principal se convierte en señal explícita del no-saber respecto a la información contenida en la subordinada, si bien esa indeterminación se circunscribe al ámbito sintagmático delimitado por el alcance del interrogativo-exclamativo qué. No obstante, a pesar de que el contenido de indeterminación de no sé qué se mantenga, su comportamiento gramatical cambia como evidencian (2) y (3). (2)
(3)
En esto, alzó los ojos y vio que su amo estaba parado, procurando con la punta del lanzón alzar no sé qué bulto que estaba caído en el suelo (1605, Cervantes Saavedra, Miguel de; El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, CORDE). (...) pues aun visto con la favorable claridad de la luna, podía advertirse que sus bellas facciones carecían ya de aquella frescura intacta de la primera juventud, y que había en su fisonomía un no sé qué de triste y austero, que hacía nacer la idea de que no se albergaban en su alma afectos dulces y recuerdos gratos, que pudiera el rostro reflejar. (1844, Gómez de Avellaneda, Gertrudis; Espalolino [Novelas y leyendas], Cuba, CORDE).
En ambos ejemplos se constata que no sé qué indica indeterminación y que este valor epistémico se aplica en un ámbito: bulto que estaba caído en el suelo - ( 2 ) - y triste y austero - ( 3 ) - ; sin embargo, la relación sintáctica propia de la subordinación se diluye, ya que la secuencia (compuesta por negación no, verbo principal sé y elemento de relación interrogativo-exclamativo qué) pasa a ser un segmento complejo (semi)lexicalizado 5 . La fijación sintagmática registrada en (3) responde a un proceso de creación léxica orientado a definir o nombrar lo que, en cambio, resulta inefable: «ese dulce gustar d'un no sé qué sin nombre» al que aludía Boscán. Esta necesidad de vocabulario brota en el ámbito de la poesía amorosa culta del siglo XV y se consolida en la poesía amatoria profana y religiosa del 4
5
El concepto de emergencia léxica es frecuente en los estudios dedicados a la adquisición del vocabulario en el ámbito del lenguaje infantil. En esta oportunidad manejo la metáfora de la emergencia para incidir en la interrelación que se establece en el discurso entre significado léxico y significado construccional, en una línea próxima al planteamiento de la gramática de construcciones de Goldberg. Para un balance del interés de las gramáticas de construcciones, véase Gonzálvez-García (2012: 249-280). En Sánchez Jiménez (2010) y (2013) se hace referencia a estos procesos de (semi)lexicalización de no sé qué.
1096
SANTIAGO U . SÁNCHEZ JIMÉNEZ
siglo XVI. El recurso léxico pervive en el idioma a través de los cauces discursivos cultos, como se comprueba en el caso de la novelista cubana Gómez de Avellaneda. El ejemplo (2) ilustra un tipo de lexicalización que tiene su origen en el cambio sintáctico, ya que se asiste a una reordenación oracional: de No sé qué bulto procuraba
alzar con el
lanzón se pasa a Procuraba alzar con el lanzón no sé qué bulto, variación que se ajusta a un patrón de linearización
que distribuye la estructura oracional de acuerdo con un criterio
informativo: secuencia temática (Procuraba alzar con el lanzón) + secuencia remática (no sé qué bulto) (Bosque y Gutiérrez-Rexach, 2009: 679-680). En este caso, por tanto, es el cambio de orden de palabras lo que desencadena el proceso de lexicalización (no sé qué), entendido este proceso como la creación de una pieza léxica, aunque después esta funcione como gramática, más que como vocabulario 6 . Entre la construcción sintáctica originaria (la relación interproposicional) y los segmentos (semi)lexicalizados creados a través de los dos procesos señalados se aprecian al menos dos diferencias. En primer lugar, la indeterminación asume configuraciones distintas: la relación propia de la subordinación sustantiva de (1) y los procesos de lexicalización que centran la indeterminación exclusivamente en ámbitos sintagmáticos nominales, como se reconoce en (2) y (3). Además, la lexicalización del segmento complejo va acompañada de un cambio en el nivel prosódico, ya que se asiste a una degradación acentual con respecto a la estructura de origen: se pasa de una estructura compuesta, como la de (1), con dos acentos principales y una pausa [No sé | qué] a una secuencia sin pausa interna y con un acento principal [No sé qué] que recae en el término más prominente: el interrogativo-exclamativo 7 . No obstante, y a pesar de estas diferencias (configuracional y prosódica), la construcción sintáctica y el segmento (semi)lexicalizado comparten la esencia significativa: la expresión del no-saber. Ha de tenerse en cuenta que, cuando se fija como pieza léxica, este segmento es capaz de expresar indeterminación dentro de la oración (en espacios ocupados generalmente por los indefinidos como proformas o como determinantes) y, además, puede desempeñar funciones supraoracionales, como se aprecia en (4), donde el segmento no sé qué es un marcador de relleno que permite la progresión del discurso. (4)
7
Me dijo: bueno, usted verá. Yo hablé con él como en agosto y en septiembre él se fue para México a hacer un postgrado, entonces, cuando él se fue le dijo a papá que me permitiera ir, que no sé qué, y que ya él tenía una novia, la que es esposa de él ahorita, dijo que no me
Esta precisión procedimental, referida a los conceptos de lexicalización y gramaticalización, la tomo de Elvira (2009: 218). Para un estudio completo de distintos mecanismos desencadenantes de procesos de gramaticalización en español, (Espinosa 2010). Sigo para estas consideraciones, los planteamientos de García Calvo (2009: tomo III, pp. 249 y ss.) y (2009: tomo II, pp. 169 y ss.) sobre el acento de palabra y la agrupación sintagmática en tomo al acento dominado.
1097
EMERGENCIA LÉXICA EN LAS ESTRUCTURAS DE INDETERMINACIÓN DEL TIPO NO SÉ QUÉ
preocupara, que yo iba a vivir en casa de la novia de él. (Oral, Venezuela, 09. FORMALIDAD = baja, AUDIENCIA = interlocutor, CANAL = cara a cara; CREA).
En esta oportunidad me centro en la indeterminación lingüística que no excede el ámbito oracional y que se expresa por medio de la construcción no sé qué -ejemplo (1)-, o del segmento no sé qué -ejemplos (2) y (3)-. Antes de abordar el fenómeno de emergencia léxica, quiero señalar dos aspectos a propósito de la indeterminación dentro del ámbito oracional: su capacidad para ejercer su influencia a través de procedimientos morfosintácticos y, en segundo lugar, la naturaleza de esta indeterminación. (5)
(6)
No sé qué se ha visto Calisto por que deja de amar otras que más ligeramente podría haber y con quien más él holgase, sino que el gusto dañado muchas veces juzga por dulce lo amargo. (1499-1502, Rojas, Femando de; La Celestina. Tragicomedia de Calisto y Melibea, CORDE) E para esto, no sé qué me haga, porque por una parte no te querría apartar de mí, e por otra no es justo fiar este hecho de otro sino de tan fiable persona como la tuya. (1516, Bernal, Fernando; Floriseo, CORDE)
El primero de los aspectos que acabo de señalar se ilustra nítidamente en (5) y (6): la indeterminación que aparece en la principal se evidencia en la subordinada (ámbito proposicional en que ejerce su influencia). En (5) el pronombre se es un índice que subraya la distancia epistémica con respecto a lo expresado en la subordinada. Por lo que respecta a (6), son dos las notas que muestran la impronta de la indeterminación: el subjuntivo {haga) y el pronombre (me), que en este caso destaca la inagentividad del sujeto; puesto que en estas construcciones deliberativas no solo hay indeterminación epistémica, también se reconoce una duda deóntica directamente vinculada con el hacer en un futuro más o menos próximo al presente marcado por sé. (Dicho sea entre paréntesis: no cabe duda de que el análisis de las marcas de indeterminación - l a pronominal y la del modo subjuntivo- son excelentes objetos de análisis para el estudio de la variación sintáctica, aunque supera el espacio de este trabajo). El segundo de los aspectos apuntado (el de la naturaleza de la indeterminación) está relacionado con los espacios oracionales a los que se aplica este contenido epistémico. Si nos fijamos en los ejemplos aportados -exceptuando (4), donde la indeterminación excede la frontera oracional-, comprobamos que en (1), (5) y (6), ejemplos donde se mantiene una relación de subordinación, el espacio de la indeterminación está trazado por el alcance de qué, como determinante (estrellas del cielo) o como pronombre en (5) y (6). En (2) y (3) el segmento no sé qué aglutina el contenido epistémico y su ámbito de aplicación: como determinante indefinido - e n (2)- o como proforma indefinida - e n (3)-. De otro modo, el uso indeterminado de la secuencia no sé qué dentro del ámbito oracional, en cualquiera de sus
1098
SANTIAGO U . SÁNCHEZ JIMÉNEZ
comportamientos se centra en el espacio nominal y sus propiedades gramaticales le permite funcionar como núcleo (proforma) - ( 3 ) - o como determinante - ( 2 ) - . Una vez asumido el carácter de no sé qué como marca de la indeterminación nominal, ha de advertirse que esa imprecisión epistémica puede satisfacer dos operaciones cognitivas: la que corresponde al anclaje impreciso del referente en la realidad y aquella centrada en la descripción (o aspectualización) de un referente, ya anclado en la realidad. Los ejemplos (2) y (3) ilustran con nitidez estos dos modos de imprecisión nominal a los que aludo. En (2) la indeterminación nominal se basa en el anclaje, ya que el hablante desconoce la identidad del referente (lectura referencial) o la clase o tipificación del referente (lectura de clase). En cambio, en (3) el anclaje del objeto (su fisonomía)
está claramente establecido, lo que resulta
impreciso es la descripción del objeto: un no sé qué de triste y austero no deja de ser una forma aproximada de explicar cómo es el referente. Es en este contexto de indeterminación nominal evidenciada a través de no sé qué donde se reconoce el fenómeno de emergencia léxica. En mi opinión, algunos términos léxicos son susceptibles de aparecer (emerger) en estas estructuras de indeterminación y su aparición en el discurso está motivada por el contenido epistémico de no sé qué (secuencia estructural o segmento lexicalizado). Para comprobar los términos que emergen en este contexto he llevado a cabo un rastreo en el CORDE y en el CREA. El resultado de este examen me ha permitido reconocer una tipología de emergencia léxica que explico a continuación.
2 . EMERGENCIA DE UN TÉRMINO LÉXICO QUE DESAMBIGUA LA LECTURA DE ANCLAJE
2.1 Lectura referencial frente a lectura de clase Si retomamos el ejemplo (2), se advierte que el alcance de la indeterminación puede interpretarse de dos formas: lectura referencial ('qué bulto...', 'cuál de ellos') o lectura de clase o de tipificación ('qué clase de bulto'). La lectura no marcada (y más habitual) es la referencial; sin embargo, la emergencia de un sustantivo de clase deshace la ambigüedad semántica. En efecto, la emergencia de un sustantivo de clase encauza la interpretación hacia la lectura de tipo o clase de cadena o de grillete y anula la lectura de identificación del referente concreto ('qué cadena' y 'qué grillete'). (7)
No sé qué especie de cadena los une entre sí, ni qué género de grillete los ata á la larga cuerda de la vida moderna. (1879, Selgas y Carrasco, José; Hechos y dichos, CORDE).
En los corpus he registrado varios sustantivos de clase que desempeñan esta función. En la tabla 1 señalo el intervalo temporal en que se registra un sustantivo con este valor: casta
1099
EMERGENCIA LÉXICA EN LAS ESTRUCTURAS DE INDETERMINACIÓN DEL TIPO NO SÉ QUÉ
[1812-1951], clase [1878-2004], especie [1729-1993], género
[1554-1914], linaje [1589-
1965], suerte [2000] y tipo [1973-2003], La documentación revela que los sustantivos que primeramente asumen este valor son género y linaje (siglo XVI), aunque su empleo cede en el siglo xx, especialmente por el vigor de los sustantivos clase y tipo, los más habituales como sustantivos de clase en la lengua actual. Por otro lado, el registro del sustantivo suerte con este valor es muy residual. siglo XVI
siglo XVII
siglo XVIII
siglo XIX
siglo XX
Casta
1812
1951
Clase
1878
Especie
1729
siglo XXI
2004 1993
Género
1554
1914
Linaje
1589
1965
Suerte
2000
Tipo
1973
2003
Tabla 1. Documentación de sustantivos de clase o tipificadores
2.2 Lectura referencial frente a lectura
cuantitativa
Esta colisión interpretativa es bastante menos frecuente que la anterior, ya que la lengua dispone de recursos específicos para la expresión de la cantidad. Sin embargo, si nos detenemos en (8), constatamos que la secuencia no sé qué admite la interpretación cuantitativa gracias al contexto lingüístico (la determinación numeral cardinal del sintagma nominal con que está coordinado); si bien tampoco serían descartables las lecturas referencial y cualitativa ('no sé cuáles', 'no sé qué género de indios'). En casos como este la emergencia de un sustantivo cuantitativo ('no sé qué cantidad
de indios') anularía estas dos
interpretaciones. (8) Y dixo que auía matado tres mugeres y no sé qué yndios. (1879, Selgas y Carrasco, José; Hechos y dichos, CORDE).
Los sustantivos cuantitativos que he registrado en los corpus (muchos menos asiduos que los sustantivos de clase) son cantidad,
número, infinidad y friolera.
El más habitual es
cantidad (7 registros) y, junto a número, es el término más neutro. Por el contrario, infinidad y friolera (empleado este metafóricamente) expresan ponderación de la cantidad (ponderación que se acomoda al carácter exclamativo de que). En cualquier caso, la documentación de estos dos sustantivos es muy esporádica. Aduzco a continuación un caso en que el sustantivo 1100
SANTIAGO U . SÁNCHEZ JIMÉNEZ
cuantitativo emerge en la construcción indeterminada -ejemplo (9)- y una tabla que refleja la presencia de estos sustantivos emergentes en los corpus. (9)
No sé qué cantidad de verdad tendría esta historia. Supongo que Reyles era un poco nietzscheano, y quizá d'annunziano. (1944-1949, Baroja, Pío; Desde la última vuelta del camino, CORDE). siglo XVI
siglo XVIII
siglo XVII
siglo XIX
siglo XX
siglo XXI
1997
1616
Cantidad Friolera
1885
Infinidad
1884 1912
Número
2001
Tabla 2. Documentación de sustantivos cuantificativos
3. EMERGENCIA DEL SUSTANTIVO AMPLIO
El carácter de la indeterminación lingüística asociado al anclaje referencial permite que el núcleo de esa imprecisión sea o bien la secuencia no sé qué (como proforma indefinida) o un sustantivo hiperónimo escasamente significativo, cuya naturaleza designativa amplia favorece la inclusión de cualquier referente, como se comprueba en el ejemplo (10). (10)
Señor rey, por cierto que yo no sé qué cosa sea encantamiento, ni creo que en mí ay la bondad de que me loáis. (1516, Bemal, Fernando; Floriseo CORDE).
El sustantivo que asume con mayor claridad esta función es cosa(s), aunque este espacio lo pueden ocupar otros hiperónimos amplios como cachivache,
chuchería,
historia...,
integrantes todos ellos de la serie abierta de sustantivos de amplia capacidad designativa. La emergencia del sustantivo cosa (no sé qué cosa) como variante de no sé qué es una posibilidad constante (y recurrente) a lo largo de la historia del idioma 8 .
siglo XV no
sé
qué
siglo XVI
siglo XVll
siglo XVIII
siglo xix
siglo XX
siglo XXI 2004
1414 f ¡
cosa (146 registros) no sé qué
20D2
1520
cosas (50 registros) Tabla 3. Documentación de la secuencia no sé qué cosa(s)
Eberenz (2000: 421-432) incluye cosa entre los indefinidos de existencia e inexistencia bajomedievales.
1101
EMERGENCIA LÉXICA EN LAS ESTRUCTURAS DE INDETERMINACIÓN DEL TIPO NO SÉ QUÉ
4. EMERGENCIA DE UN REFUERZO EXCLAMATIVO
Ya he hecho alusión al carácter híbrido de interrogación y exclamación de qué dentro de la secuencia no sé qué. En el contexto de las relaciones de subordinación, los verbos de entendimiento (como es el caso de saber) pueden acoger dentro de su estructura argumental subordinadas exclamativas, como se aprecia en (11), donde se reconoce la base de un exclamativa directa (¡Qué (11)
tentación...!).
¡Oh humildad, humildad! No sé qué tentación me tengo en este caso, que no puedo acabar de creer a quien tanto caso hace de estas sequedades, sino que es un poco de falta de ella. (1577, Teresa de Cepeda y Ahumada; Las moradas del castillo interior, CORDE).
Es en este contexto de indeterminación donde pueden emerger piezas léxicas que subrayan el carácter ponderativo de la exclamación, como se comprueba en (12). Algunos de estos términos están claramente asociados con las expresiones interjectivas (carajo, chorrada, cono, cuerno, demonches,
demontre,
diablos, diantre, etc.), otros pueden ser sustantivos
extensos, de espectro referencial amplio, como se comprueba en (13) con mandangas, usado en plural y que en el DRAE se define como 'Tonterías, cuentos, pejigueras'. (12) (13)
- T ú sí que estás buena, y eso sí que era un Gobierno de señoritos. No sé qué carajo me habían de enseñar a mí. (2002, Chacón, Dulce; La voz dormida, CORDE). Mi socio la vendió y se guardó los cuartos. Se conoce que contaba con que no iba a salir yo nunca del otro sitio. Luego dijeron que si estaba en La Coruña con negocios o no sé qué mandangas. (1956, Sánchez Ferlosio, Rafael; El Jarama, CORDE).
5. EMERGENCIA DE TÉRMINOS QUE REFUERZAN LA INDETERMINACIÓN
Una de las fuentes más explotadas de generación de léxico (o de emergencia léxica) dentro del ámbito de la indeterminación es la del recurso a piezas que expresan un contenido epistémicamente cercano al expresado por no sé qué. Se trata de palabras que apenas contribuyen informativamente a la construcción, pero que favorecen el desarrollo de la complejidad estructural de las construcciones de indeterminación. En (14), (15) y (16) se aprecia, respectivamente, la emergencia de un determinante, un sintagma nominal (lejanos + vislumbres) y un adverbio, epistémicamente afínes al significados de no sé qué. (14)
(15)
(16)
El ingenio de la ftier?a, haviendo ya pensado sin covardía, sobrevino no sé qué sudor seco, no sé que fría calentura, no sé qué caliente frío, no sé qué cierta compassión de mí mismo, con no sé qué dudoso miedo rebuelta de no passar de una maldita vida a otra que fuesse peor que mil infernadas muertes si yo, lo determinado con grande ánimo pusiesse en execución con tan furiosa osadía. (1537, Escrivá, Luis; Veneris tribunal, CORDE). ¿Querrás creer, Equisillo, que no dormí en toda la noche, pensando en esta interpretación en la cual veía no sé qué lejanos vislumbres de certeza? (1888-1889, Pérez Galdós, Benito; La incógnita, CORDE). A veces, toda aquella tribu de famélicos artistas, lo mismo las madres que los esposos y los soñolientos hijos, unían sus quejumbrosas voces al son de los instrumentos, y cantaban en dialecto veneciano no sé qué historias de amores sin fortuna, no sé qué luchas con la suerte, no
1102
SANTIAGO U . SÁNCHEZ JIMÉNEZ
sé qué desgracias vagamente definidas, que me parecían a mí su propia historia y acaso también la historia de Venecia. (1861, Alarcón, Pedro Antonio de; De Madrid a Nápoles pasando por París...] CORDE).
No obstante, dentro de este tipo de emergencia léxica afín al contenido epistémico (y podría decirse lo mismo, en general, del fenómeno de la emergencia promovida por no sé qué), la emergencia de la adjetivación -que se ilustra en (17)- es la más constante y la más productiva en todo el corpus. (17)
En una plaza de Roma dexó uno de estos pasmado a todo el concurso, que era mui grande, mostrando un pequeño papelito, donde iban escritos no sé qué estraños caracteres. (1733, Feijoo, Benito Jerónimo; Theatro Crítico Universal; CORDEL).
Entre la nómina abierta de adjetivos que, con más o menos afinidad semántica, pueden aflorar en esta construcción se encuentran los siguientes: desconocido,
dudoso,
extraño,
indefinible, inexplicable, misterioso, oculto, oscuro, secreto o vago. En la tabla 4 se incluyen los registros de los adjetivos más frecuentes con este valor y una datación (aproximada) de su manifestación en los corpus manejados.
s i g l o XVI
siglo XVII
extraño (52 registros)
siglo XVIII
s i g l o XIX
s i g l o XX
s i g l o XXI
2002
1733
indefinible (4 registros)
1844
1991
inexplicable
1867
1930
1855
1991
(7 registros) misterioso (30 registros) oculto
1877
1586
( 13 registros) 1950-1991
oscuro (6 registros) secreto (21 registros)
1620
1994
vago
1839
1966
( 17 registros)
Tabla 4. Documentación de adjetivos próximos a la indeterminación de no sé qué
6. EMERGENCIA DE TÉRMINOS QUE DESTACAN LA DISTANCIA EPISTÉMICA
Si establecemos una asociación entre lo espacial y la indicación del contenido epistémico, es de suponer que la certeza se interprete metafóricamente como algo cercano a la esfera del hablante y que, en cambio, la indeterminación lingüística se vincule con lo que se considera alejado del hablante. En este sentido, la indicación del lugar, más o menos próximo a la esfera 1103
EMERGENCIA LÉXICA EN LAS ESTRUCTURAS DE INDETERMINACIÓN DEL TIPO NO SÉ QUÉ
del emisor, es un modo de expresar el mayor o menor conocimiento de algún aspecto de la realidad. En el examen de la documentación he topado con algunos casos (6 registros en el CORDE y 1 registro en el CREA) en que el determinante aquel (+ lejanía con respecto al yo) subraya la indeterminación lingüística que manifiesta no sé qué. Así, se advierte en (18): (18)
¡Pobrecilla! Lo elegante no le quitaba lo ordinario, aquel no sé qué de pueblo, cierta timidez que se combina no sé cómo con el descaro, la conciencia de valer muy poco, pero muy poco, moral e intelectualmente, unida a la seguridad de esclavizar... (1875-1887, Pérez Galdós, Benito; Fortunata y Jacinta, CORDE).
También he documentado nueve casos en que el adverbio allá - e n virtud de su valor deíctico- se convierte en un apéndice de la indeterminación que, debido a su autonomía sintáctica, puede anteceder (es la posición más frecuente) o suceder a la marca de indeterminación no sé qué. En los ejemplos (19) y (20) se constatan estas dos ubicaciones del adverbio allá con respecto a la marca de indeterminación no sé qué. Este valor lo recojo desde las primeras décadas del siglo xvi y lo he registrado también en el CREA, en un texto oral del español de Venezuela. (19)
(20)
Eliseo le dixo que le pedía el spíritu doblado de profetizar y de hazer milagros. Y respondióle Elias una cosa como de donayre y como cosa destos que hazen cercos y no sé qué allá, y es cosa mística y grande y donayre divino, (el530 - a 1539, Vázquez, Fray Dionisio; Sermones, CORDE). La voz incombustible es ignorada de el hombre de el campo, y acaso también la voz qualidad; pero sabe muy bien el hombre de el campo la verdad de Perogrullo, que el fuego no quema el amianto, porque no puede quemarle; o que el amianto tiene allá un no sé qué, por el qual no puede consumirle el fuego, y nada más que esto significa la respuesta de aquellos philósofos, compuesta de las voces qualidad oculta, e incombustible. (1745, Feijoo, Benito Jerónimo; Cartas eruditas y curiosas).
7 . EMERGENCIA DE TÉRMINOS ORIENTADOS A LA APROXIMACIÓN SEMÁNTICA
Ya he señalado que una de las estrategias propias de la indeterminación lingüística en las que participa no sé qué está orientada a la definición (siempre aproximada, pero nunca exacta) de un referente. En los corpus he registrado una serie muy abierta de sustantivos (aire, aureola, clima, emanación,
esencia, espíritu...)
aspecto,
que aportan un contenido cualitativo (de
carácter modal) que recae sobre el verdadero núcleo semántico de la construcción: el sustantivo abstracto, como se aprecia en (21). En cierto sentido, el carácter cualitativo de estos sustantivos modales apunta hacia esa aproximación semántica, ya que modulan el significado referencial del sustantivo al que afectan. (21)
pero oy, con no sé qué espíritu de relaxación de la ya insinuada y nunca bastantemente alabada severidad, se han introducido otros usos que no puedo, ni quiero contenerme de llamarlos lo que ellos son, esto es, abusos, [...] (1728, Feijoo, Benito Jerónimo; Theatro critico universal, CORDE)
1104
SANTIAGO U . SÁNCHEZ JIMÉNEZ
El primer caso de este tipo de emergencia lo documento en este ejemplo de Feijoo, pero en el CORDE la mayor parte de los casos se concentra en el periodo que va desde la segunda mitad del siglo xix y la primera mitad del siglo xx. Parece que este tipo de emergencia léxica deriva de los sustantivos de clase o tipificadores (registrada ya en el siglo XVI), sustantivos que, al fin y al cabo, inciden en el ámbito cualitativo más que en el referencial. Los sustantivos más empleados son aire (documentado entre 1842 y 1927) y espíritu (1728 y 1909), aunque los sustantivos que desempeñan este valor, como ya he indicado, engrasan una serie muy abierta. Una de las formas de limitar la amplitud semántica de un término (sucede en el caso de los adjetivos calificativos, susceptibles de soportar la gradación semántica, pero también con los sustantivos abstractos deadjetivales) es el empleo de sustantivos que expresan una parte más o menos relevante de un objeto o un añadido que puede sumarse a un objeto, como se comprueba en (22) y (23). (22)
(23)
mas yo, que tengo no sé qué briznas de curioso y de desear saber lo que se me estorba y impide, bonitamente y sin que nadie lo viese, por junto a las narices aparté tanto cuanto el pañizuelo que me tapaba los ojos y por allí miré hacia la tierra. (1615, Cervantes Saavedra, Miguel de; Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, CORDE). - ¿ E s posible, ¡oh Sancho!, que haya en todo el orbe alguna persona que diga que no eres tonto, aforrado de lo mismo, con no sé qué ribetes de malicioso y de bellaco? ¿Quién te mete a ti en mis cosas y en averiguar si soy discreto o majadero? (1615, Cervantes Saavedra, Miguel de; Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, CORDEL).
En (22) la atribución de curioso no se aplica en la extensión completa del adjetivo, sino en una parte mínima ('solo unas briznas'). En (23) a la duda que a Don Quijote le suscita la calificación de Sancho como tonto, se le suma otra peculiaridad: su condición de malicioso y bellaco (propiedades que solo se atribuyen parcialmente, puesto que los ribetes son tan solo un adorno del vestido). La acotación semántica de la atribución se puede llevar a cabo también a través de términos gramaticales, como el adverbio de foco casi (24) o la aplicación del cuantificador adjetival medio...
medio, que permite configurar en (25) una atribución
híbrida derivada de la combinación de dos nociones acotadas. (24)
(25)
En el día el nombre de maestro de escuela envuelve a los ojos del pueblo (¡rubor causa confesarlo!) un no sé qué de casi ridículo (1847, Alverá Delgrás, Antonio; Nuevo arte de aprender y enseñar a escribir la letra española, CORDE). No sé qué medio ninfa ó medio estrella / Ocupada en seguir el monte y caza, / Se alaba de que está de mi centella (1624, Balbuena, Bernardo de; El Bernardo, CORDE).
Además de la acotación o limitación del significado, otro procedimiento para aportar un significado aproximado es la inserción de elementos comparativos (como, a manera
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de,
EMERGENCIA LÉXICA EN LAS ESTRUCTURAS DE INDETERMINACIÓN DEL TIPO NO SÉ QUÉ
semejante...) -como en (26)- o de términos que destacan esta perspectiva epistémica de indeterminación (asomo a parecer, apariencia...) -como en (27)-. (26)
(27)
Decían algunos que era hechicera, y aunque si se ha de decir verdad, yo sentí acá un no sé qué asi á manera de encanto, no me resolví á creerlo, porque sé que ha habido Inquisidores muy apasionados de la Retórica (1787, Isla, José Francisco de; Descripción de la máscara o mojiganga, CORDE). Las lobregueces del genio tienen no sé qué assomos a parecer profundidades del discurso', pero, si se mira bien, la insociabilidad con los hombres no es carácter de racionales. (1728 Feijoo, Benito Jerónimo; Theatro critico universal, CORDEL).
Por último, me gustaría aludir al empleo de la derivación como una marca de aproximación semántica. He registrado bastantes usos de términos derivados que podrían interpretarse como elementos de aproximación semántica, si bien no siempre se distingue con claridad este valor. No obstante, la derivación más recurrente con este valor es la del diminutivo -illo, que funcionaría como un elemento que difumina el significado léxico de la raíz nominal a que se aplica9. (28)
(29)
Anda la pobre Agar perdida por los desiertos, sufre con arta paciencia sin murmurar por lo menos, ni dezir palabra, contra las molestias que en casa de Abraan le azian passar, o la impertinente condición de su Señora, o no sé que zelillos de su competidora Sara (1703, Garau, Francisco; El sabio instruido de la Gracia, CORDE). Lo puro y substancial, que es el zumo nutrimental que se llama quilo, es enviado por la virtud natural, dende el ventrículo por las venas meseraicas al hígado, mejorándole ellas de camino algún tanto hasta le dar no sé qué colorcillo medio sanguíneo (1589, Pineda, Juan de; Diálogos familiares de la agricultura cristiana, CORDE).
En (28) el diminutivo -illo parece asumir un valor de distorsionador del significado de la base léxica, ya que no puede decirse que sean exactamente celos. Esa distorsión semántica promovida por la derivación (que podemos denominar epistémica) está condicionada por la indeterminación lingüística de no sé qué. En el ejemplo (29) la derivación del diminutivo destaca la incapacidad para hallar un nombre exacto (o una perífrasis descriptiva precisa) que dé cuenta del color de que se habla. Aparte de la indeterminación lingüística de no sé qué, ha de destacarse el empleo del cuantificador adjetival {medio), que como he señalado expresa la aproximación semántica del sustantivo ('algo así como sanguíneo').
8. A MODO DE CONCLUSIÓN
La indeterminación lingüística, como noción integrada en el contenido de la modalidad epistémica, ejerce su influencia en un ámbito sintáctico. Esta influencia se manifiesta a veces 9
García Calvo (2009: tomo II, p. 109) emplea el término de desfigurador de palabra para aludir a ese «mecanismo cuantificatorio (...) que se ejerce, no sobre las cosas, sino sobre la aplicación del significado a tales o cuales cosas de que se habla».
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SANTIAGO U . SÁNCHEZ JIMÉNEZ
explícitamente a través de la gramática, pero también en el plano léxico. La aparición (o emergencia) léxica de términos en el espacio de la indeterminación responde a distintos criterios y, por tanto, pueden reconocerse distintas clases de emergencia dependiendo de los objetivos discursivos: a) la desambiguación vinculada con el anclaje de la referencia, b) el refuerzo de la indeterminación epistémica, c) el refuerzo de la ponderación exclamativa, d) o la aproximación semántica. La indeterminación lingüistica nominal (aquella que afecta a las entidades arguméntales) adquiere dos manifestaciones distintas: una indeterminación que se aplica al anclaje de la cosa (res) en la realidad y otra indeterminación orientada a la descripción (o la designación) del objeto a través de palabras (verba). Estas dos operaciones lingüísticas (la que interviene en el anclaje de objeto y la que corresponde a la descripción - o aspectualización- del objeto) son inherentes a la secuencia textual descriptiva. En este sentido, es de esperar que la indeterminación lingüística aflore especialmente en aquellas descripciones que, referidas a términos abstractos, figuran especialmente en los textos literarios o ensayísticos. Sin duda, la observación diacrònica de la concreción formal de una noción semántica permite reconocer constantes lingüísticas en la lengua, pero también patrones estilísticos vinculados con determinadas tradiciones discursivas, patrones que se diseñan conforme a las posibilidades gramaticales que ofrece el sistema. Así, a modo de mero apunte final, el análisis de la documentación que ofrece el CORDE descubre una tendencia estilística al uso de complejas perífrasis de indeterminación desarrolladas a partir de no sé qué (y configuradas a partir de términos léxicos emergentes) en textos literarios y ensayísticos de la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo xx: como se advierte en los textos de Juan Valera o José Ortega y Gasset o en los discursos académicos.
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1108
de Historia de
Decir de que o jurar de que: primeros casos de dequeísmo en el siglo XVIII Ana Serradilla Castaño (Universidad Autónoma de Madrid)
1. PRESENTACIÓN 1
En este breve estudio voy a centrarme en el análisis de las construcciones dequeístas aparecidas en el siglo xvin. Este es un siglo que ha despertado hasta el momento poco interés entre los estudiosos de la sintaxis histórica del español (a excepción de García Godoy 2012); no obstante, hay procesos de variación y cambio, como el que me va ocupar en este trabajo, que acaban consolidándose en esta época, por lo que, quizás, deberíamos empezar a prestar algo más de atención a este momento de nuestra historia lingüística 2 . Pero remontémonos antes al pasado. Es sabido que en español medieval las subordinadas completivas con que dependientes de verbos que regían un complemento de régimen preposicional, normalmente, no iban encabezadas por preposición alguna (fabla que frente a fabla de ella o fabla de vertir) (Serradilla 1995; Barra-Jover 2002). Es en la época clásica cuando, aunque muy lentamente, comienza a generalizarse el mismo régimen independientemente de que el complemento sea un nombre, un infinitivo o una oración, y empiezan a aparecer estructuras como confio en que, hablo de que o estoy
seguro
de que (Serradilla 2010). Como abordé en un trabajo anterior (Serradilla 2002), estas construcciones se documentan en esta época frecuentemente en textos escritos por españoles emigrados a América o por bilingües americanos, es decir, por individuos que, por la realidad en la que viven, sufren una menor presión normativa y se sienten, por tanto, menos apegados a la norma culta. Las estadísticas son concluyentes: mientras que en obras como El
Lazarillo
solo encontrábamos tres ejemplos de preposición ante QUE completivo (Serradilla 2002: 178); el Inca Garcilaso (bilingüe, 1609) muestra una presencia de preposición del 62,5 % dependiendo de un nombre, 54,17 con forma analítica y 51,28 % con verbo. Estas proporciones se amplían en el caso de Guarnan Puma de Ayala (indio, 1615): 71,43 % con nombre; 53,33 % con forma analítica y 54,4 % con verbo. Cuanto menor sea la presión normativa,
mayor
será,
pues,
la
presencia
de
estas
innovadoras
construcciones
preposicionales.
2
Este trabajo ha sido llevado a cabo en el marco del Proyecto de Investigación Procesos de cambio en la sintaxis del español peninsular (FFI2012-31972), dirigido por Inés Fernández Ordóñez. También ha sido parcialmente financiado por el Proyecto FFI2012-33807, dirigido por Elena de Miguel. Otra importante excepción a este desinterés generalizado es el monográfico coordinado por Mara Fuertes Gutiérrez, M." José García Folgado y José Luis Ramírez Luengo (2004).
DECIR DE QUE O JURAR DE QUE: PRIMEROS CASOS DE DEQUEÍSMO EN EL SIGLO X V I I I
Poco a poco, estas estructuras se van generalizando en el español estándar y la fijación de las construcciones trae consigo que, una vez que esta situación se normaliza, esté abierta la puerta a la confusión y, por tanto, a la aparición de estructuras dequeistas y queístas como bien señalaba Martorell de Laconi (2003). En este trabajo me centraré, únicamente, en las primeras apariciones de construcciones dequeistas en el siglo xvm tales como: (1)
le suplió don Pablo Rossell por mano del tutor 130 pesos en ropas y algunos reales; por cuya causa parece incompatible el creer de que de esa remitan malas noticias, (1796, abril, 26, Puerto Cabello (Venezuela). Carta de Bernardo Azcárate a don Tomás Cólogan (vecino del Puerto de La Orotava, Tenerife, BA,)3.
(2)
Al dar las siete de la mañana de hoy, recibo con unos indios de Ayoayo la de usted fecha de ayer, diciéndome de que para entre nueve y doce de esta misma mañana, le había escrito el caudillo de los rebeldes, Miguel Bastidas; (1781, Seguróla, Sebastián de: Documentos, número 2 [Relación histórica de la rebelión José Gabriel Tupac-Amaru]) Perú. Cartas y relaciones. CORDE.
3
4
5
(3)
Por presentada y traslado a Lu