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ANEJOS DE REVISTA DE LITERATURA Últimos títulos publicados 44.-RAZONES DEL BUEN GUSTO, por José Checa Beltrán, 360 págs. 45.-LA DESPEDIDA. ESTUDIO DE UN SUBGÉNERO LÍRICO, por María Paz Díez Taboada, 560 págs. 46.-APROXIMACIÓN AL TEATRO ESPAÑOL UNIVERSITARIO (TEU), por Luciano García Lorenzo (Ed.) 312 págs. 47.-ESTUDIOS DE LITERATURA ESPAÑOLA DE LOS SIGLOS XIX Y XX. Homenaje a Juan María Díez Taboada, por José Carlos de Torres Martínez y Cecilia García Antón (coord.), 912 pags. 48.-RETÓRICAS ESPAÑOLAS DEL SIGLO XVI. EL FOCO DE VALENCIA, por Ángel Luis Luján, 336 págs. 49.-LA CRÍTICA DRAMÁTICA EN ESPAÑA (1.789 1.833), por M. José Rodríguez Sánchez de León, 384 págs. 50.-DISCURSO TEÓRICO Y PUESTA EN ESCENA EN LOS AÑOS SESENTA: LOS CAMBIOS DEL REALISMO, por Oscar Cornago, 588 págs. 51.-POÉTICA Y PRAGMÁTICA DEL DISCURSO LÍRICO. EL CANCIONERO PASTORIL DE LA GALATEA, por José Manuel Trabado Cabado, 616 págs. 52.-SISTEMA MUSICAL DE LA LENGUA CASTELLANA, por Sinibaldo de Mas (edición de José Domínguez Caparrós), 192 págs. 53.-LIBRO DE FERNÁN GONÇALEZ, por Itziar López Guil, 706 págs. 54.-CONSTRUYENDO LA MODERNIDAD: LA CULTURA ESPAÑOLA EN EL TIEMPO DE LOS NOVATORES (1675-1725), por Jesús Pérez Magallón, 340 págs. 55.-ESPACIOS DE LA COMUNICACIÓN LITERARIA, por Joaquín Álvarez Barrientos (Ed.) 228 págs. 56.- IMÁGENES DE LA EDAD MEDIA: LA MIRADA DEL REALISMO, por Rebeca Sanmartin Bastida, 638 págs. 57.-ESPACIOS DEL DRAMA ROMÁNTICO ESPAÑOL, por Ana Isabel Ballesteros Dorado, 288 págs. 58.- EL HUMOR VERBAL Y VISUAL DE LA CODORNIZ, por José Antonio Llera Ruiz. 59.-PEDRO ESTALA, VIDA Y OBRA. UNA APORTACIÓN A LA TEORÍA LITERARIA DEL SIGLO XVIII ESPAÑOL, por María Elena Arenas Cruz, 528 págs. 60.-ÁLVARO CUNQUEIRO, EL JUEGO DE LA FICCIÓN DRAMÁTICA, por Ninfa Criado Martínez, 216 págs. 61.-EL RENACIMIENTO ESPIRITUAL. Introducción literaria a los tratados de oración españoles (1520-1566), por Armando Pego Puigbó, 224 págs. 62.-EL CONCEPTO DE MATERIA EN LA TEORÍA LITERARIA DEL MEDIEVO, CREACIÓN, INTERPRETACIÓN Y TRANSTEXTUALIDAD, por César Domínguez, 232 págs. 63.-PENSAMIENTO LITERARIO DEL SIGLO XVIII ESPAÑOL, ANTOLOGÍA COMENTADA, por José Checa Beltrán, 244 págs. 64.-PARA UNA HISTORIA DEL PENSAMIENTO LITERARIO EN ESPAÑA, por Antonio Chicarro Chamorro, 368 págs. 65.-VIDAS DE SABIOS. EL NACIMIENTO DE LA AUTOBIOGRAFÍA MODERNA EN ESPAÑA (17331848), por Fernando Durán López, 513 págs. 66.-“DE GRADO Y DE GRACIAS”. VEJÁMENES UNIVERSITARIOS DE LOS SIGLOS DE ORO, por Abraham Madroñal. 532 págs.
Abraham Madroñal Durán es doctor en Filolo-
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gía Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y actualmente trabaja como científi-
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co titular del Departamento de Literatura en el Instituto de la Lengua Española del CSIC. Ha sido profesor titular de Universidad (en excedencia actualmente) y ha colaborado con la Real Academia Española en la construcción del CORDE, Corpus Diacrónico del Español. Especialista en literatura española de los Siglos
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GRADO Y GRACIA
de Oro, es autor de libros sobre poesía y teatro, como Nuevos entremeses atribuidos a Luis Qui-
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ñones de Benavente (Reichenberger, 1996) o Baltasar Elisio de Medinilla y la poesía toledana de principios del siglo XVII (Iberoamericana-Vervuert, 1999), premio Rivadeneira de la Real Academia Española. También ha editado en colaboración obras clásicas como El mejor alcalde el Rey de Antonio Martínez de Meneses (Caja de Ahorros de Castilla-La Mancha, 1988), la Jocoseria de Luis Quiñones de Benavente (Iberoamericana, 2001), El héroe y Oráculo manual de Gracián (Castalia, 2003) o la antología Armas y letras en el Siglo de Oro español (Ministerio de DefensaBNE, 1998). Colabora con las revistas de su especialidad con trabajos dedicados a cuestiones bibliográficas y al estudio y edición de textos de los siglos XVI y XVII. De grado y de gracias. Vejámenes universitarios de los Siglos de Oro es un estudio sobres esos textos vejatorios de carácter satírico y en los que abundaba la comicidad, que se daban en las universidades con motivo de la concesión del grado de doctor o maestro. A la vez se editan buen número de piezas, en parte manuscritas e inéditas,
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que amplían cronológica y geográficamente el ámbito de este tipo de obritas.
66 Portada del ms. 6.877 de la Biblioteca Rodríguez Moñino (Real Academia Española)
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PRÓLOGO DE AURORA EGIDO
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MADRID, 2005
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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y su distribución.
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CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
© CSIC © ABRAHAM MADROÑAL NIPO: 653-05-042-1 ISBN: 84-00-08367-9 Depósito Legal: M–49670-2005 Printed in Spain Impreso en España Fotocomposición e Impresión: Bouncopy, S.A. – C/ San Romualdo, 26–6º 28037 MADRID
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Para Nieves, por su doctorado, y por hacer fácil lo difícil. Para esos futuros universitarios y hombres de buen humor que son Gonzalo y Arturo. Y para Andrés, que se matricula ahora en esta universidad de la vida.
Esos –dijo– no son alojamientos de Marte, albergues sí de Minerva. Esos son los colegios mayores de las más célebres Universidades de la Europa. Aquellos cuatro son los de Salamanca, aquel otro el de Alcalá, y el de más allá San Bernardino de Toledo, Santiago el de Huesca, Santa Bárbara en París, los Albornoces de Bolonia y Santa Cruz de Valladolid: oficinas todas donde se labran los mayores hombres de cada siglo, las colunas que sustentan después los reinos, de quienes se pueblan los consejos reales y los parlamentos supremos. (Baltasar Gracián, El criticón, 3ª parte)
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ÍNDICE
PRÓLOGO DE AURORA EGIDO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I. INTRODUCCIÓN TEÓRICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Justificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Sobre la definición, concepto y origen del vejamen de grado . . . . . . . . . Relación del vejamen con otros géneros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Disposiciones legales en torno al vejamen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El vejamen de grado en el marco de la literatura vejatoria . . . . . . . . . . . . Vejamen de grado: circunstancias anejas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Autores de los textos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cronología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La lengua del vejamen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Transmisión de los vejámenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Siglas empleadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Vejámenes localizados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Manuscritos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Impresos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Bibliografía crítica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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II. ESTUDIO PARTICULAR Y EDICIÓN DE VEJÁMENES . . . . . . . . . . . 121 Criterio editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123 1. Anónimo: Vejamen de grado en la Universidad de Valladolid (c1550) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. Ildefonso de Mendoza: Actus gallicus ad magistrum Franciscum Sanctium en la Universidad de Salamanca (1593) . . . . . . . . . . . . . . . 3. Luis de Góngora: Vejamen a un doctorando en la Universidad de Granada (1611) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4. Pedro Zapata: Vejamen que dio al maestro Lasarte en la Universidad de Alcalá (1611) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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5. Anónimo: Vejamen a los doctores Juan y Alonso de Narbona en la Universidad de Toledo (c1614) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6. Martín Francisco Blasco: Vejamen en la Universidad de Zaragoza al doctorando Jerónimo Carrillo (1621) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7. Antonio Hurtado de Mendoza: Vejamen en presencia de sus majes– tades en Sevilla (1624) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . TEXTOS 8, 9 Y 10. VEJÁMENES EN LA UNIVERSIDAD DE LIMA . . . . . . . . 8. Tomás de Mayorga: Vejamen al grado de doctor del padre maestro fray Hernando Maldonado en la Universidad de Lima (a1625) . . . . . 9. Antonio de Cartagena y Santa Cruz: Vejamen al doctor Juan de Morales Aramburu en la Universidad de Lima (a1627) . . . . . . . . . . . 10. Francisco de Oviedo Pedraza: Vejamen a don Fernando Ladrón de Guevara en la Universidad de Lima (c1626) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . TEXTOS 11, 12 Y 13. VEJÁMENES EN LAS UNIVERSIDADES DE SEVILLA . . . 11. Luis de Ayllón: Vejamen en el Colegio de Santa María de Jesús de Sevilla (1646) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12. Miguel de Rojas Vejamen en el Colegio de Santo Tomás de Sevilla (1654) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13. Fernando de la Torre Farfán: Vejamen en unos grados en Sevilla (1655) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14. Diego de Osorio y Peralta: Vejamen al doctorando don Andrés Díaz en la Universidad de México (1708) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15. Francisco Bazán de Pedraza: Vejamen en la Real Universidad de Córdoba de Tucumán (c1722) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
203 225 255 293 301 320 332 360 369 399 427 455 471
III. APÉNDICE. OTROS TEXTOS: VERSIONES A LO DIVINO Y OTROS VEJÁMENES DE LOS SIGLOS XVIII–XIX. UN TEXTO TEÓRICO CONTEMPORÁNEO SOBRE EL VEJAMEN DE GRADO ÁUREO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 487 16. Juan de Cigorondo: Coloquio jesuítico en forma de vejamen (a1610) . . TEXTOS 17 Y 18. UN VEJAMEN DE FINALES DEL SIGLO XVIII Y OTRO DEL XIX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17. Nicolás Heredero: Vejamen de grado en la licenciatura de don Mar– tín en Alcalá (1794) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18. José Antonio Montenegro: Vejamen en el grado del doctor Salvador Delgado en la Universidad de Venezuela (1801) . . . . . . . . . . . . . . . 19. Bartolomé Jiménez Patón: Sobre vejámenes, grados y otros asuntos (c1628) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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ÍNDICE DE NOTAS A LOS TEXTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 517
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El vastísimo campo de las burlas universitarias andaba necesitado de libros como éste, que, a la par de ofrecer un estudio analítico sobre las mismas, incluyesen el necesario complemento de los textos que lo ilustran y enriquecen. El vejamen de grado tiene escasos años de vida crítica, y aunque no falten trabajos en los que éstos se han situado en la serie genérica a la que pertenecen, ofreciendo ejemplos de variada procedencia, lo cierto es que éste es el corpus más extenso publicado hasta la fecha sobre unas piezas festivas que llenaron de risas paraninfos y paseos. Su autor, Abraham Madroñal, es bien conocido en estas lides al haber editado ya diversos trabajos sobre el tema en los que ha dado a conocer vejámenes inéditos, junto a estudios como el dedicado a Baltasar Elisio de Medinilla y la poesía toledana de principios del siglo XVII (Madrid, Iberoamericana 1999) o su reciente introducción y anotación a la Jocoseria de Luis Quiñones de Benavente (Universidad de Navarra–Iberoamericana, Vervuert, 2001). El estudio preliminar de Madroñal nos presenta, una ponderada definición del vejamen de grado en relación con otros géneros afines, que es, a la vez, un estado de la cuestión o puesta al día sobre el tema, lleno de numerosas observaciones no exentas de novedad. Más allá de las cuestiones de crítica literaria, el vejamen se ubica en el ámbito escolar que le dio vida, teniendo en cuenta la amplia gama de textos y autores que componen el ramillete editado. El careo con el vejamen de justa y academia, entre otros, sitúa en sus coordenadas una tipología que viene caracterizada puntualmente en el espacio y en el tiempo, atendiendo a sus distintos niveles de significación y transmisión posterior. Cada uno de los vejámenes va precedido de una breve introducción que acusa su singularidad, aportando nuevos datos que completan su lectura. De este modo, un género casi virgen hasta hace pocos años, que se ha ido abriendo paso en ediciones dispersas y escasas, se ve así enriquecido con esta floresta que agavilla vejámenes universitarios de procedencia diversa ampliando la labor de otros estudiosos que han ido aportando ejemplos y lecturas propias sobre el tema. Dado el inmenso arsenal que los gallos o vejámenes universitarios supusieron, correlativo al de los centenares y hasta miles de grados académicos que los generaron a través de los siglos, tanto en España como en América, 13
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el lector puede llegar a pensar, a primera vista, que lo aquí ofrecido puede resultar escaso. Todo lo contrario, el libro supone un esfuerzo notable, no sólo por la dificultad que comportan algunos hallazgos, sino porque, como es bien sabido, nos las habemos con un género efímero que, salvo raras excepciones, apenas contaba más allá del momento puntual para el que fuera escrito. Y aunque existan algunas colectáneas impresas, como las de los gallos granadinos de los siglos XVII y XVIII conservados en la Biblioteca Nacional, en los que recalé hace algún tiempo, lo cierto es que el número de vejámenes desaparecidos es legión y compleja su búsqueda, pues pocos fueron, en principio, pensados para pasar a la imprenta, la mayoría ha desaparecido y otros andan perdidos en manuscritos no siempre fáciles de localizar. Debemos, por tanto, felicitarnos ante la edición de un ramillete en el que aparecen representadas distintas universidades, desde la de Valladolid y Salamanca a las de Alcalá, Granada, Toledo y Sevilla, sin olvidar los vejámenes provenientes de la Universidades de Lima o Méjico, que amplían el panorama hacia la otra orilla, donde se repitieron con igual frecuencia. La misma diversidad de los ejemplos ensancha también la visión que se da sobre ellos, ya que, aunque no son pocos los hilos comunes que los bordan, distintos son también los visajes y colores que los componen en cada uno de los casos. A ello hay que añadir las versiones a lo divino y de otro sesgo que se añaden como apéndice, así como un curioso texto teórico de Bartolomé Jiménez Patón sobre el género o subgénero de marras, auténtica perla teórica a la hora de valorar unos ejemplos que, como tantos otros nacidos al margen de la Poética de Aristóteles, anduvieron exentos de reglas marcadas por la preceptiva y crecieron a impulsos del arte que se deducía del uso. El arco temporal de las piezas aquí editadas arranca de mediados del XVI y llega hasta mediados del XVII, ofreciendo todo un siglo de burlas festivas que se extiende también a algunas piezas de principios del XVIII y aún de sus finales, como ese gallo de 1794, obra del Licenciado don Martín, que revela el mimetismo de un género repetido hasta el cansancio y que sólo alcanzó verdaderos destellos de calidad literaria en contadas ocasiones. Ésas en las que, como en el gallo de Góngora, la burla repetida se torna en auténtica invención conceptual y elocutiva, merecedora de perdurar independientemente de la ocasión para la que fuera escrito. El presente libro, como otros estudios que en los últimos años han ofrecido nueva luz sobre los vejámenes de justas y academias, nos muestra el auge de una investigación que se ha ido enriqueciendo en la última década. Justo es decir que los estudios sobre el vejamen de academia, felizmente renovados, en su momento por Soledad Carrasco Urgoiti, y recientemente actualizados por Giovanni Cara, en el último trabajo aparecido sobre el 14
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tema, han recorrido un camino paralelo que complementa e ilumina el de los vejámenes de grado, aunque también quede mucho por hacer en esa parcela. El interés creciente por la literatura burlesca y satírica en sus más variados géneros, particularmente el que se nutre del folklore, en sus derivaciones más diversas, y el de los entremeses, fecundados por figuras de la talla de Eugenio Asensio y Maxime Chevalier, ha abierto también nuevas perspectivas al estudio de estas piezas sin las que difícilmente se puede completar el panorama literario y aún social del Siglo de Oro. El vejamen invadió todas las esferas de la literatura y de la vida, incluidos los de la predicación, el cuento o la novela cortesana, mostrando una riqueza y vitalidad que también tuvo sus realces en el teatro, por no hablar del Quijote cervantino y de las fiestas públicas, religiosas y cortesanas en su vertiente más risible. El vejamen de grado, como ilustra ese Actus gallicus contenido en las páginas que siguen, nos ofrece la otra cara alegre y jocosa de aquel Jano sublime que traslucen las prosas del Brocense o los versos de un Fray Luis de León en las aulas salmantinas. Su lectura, como ocurre con las jácaras y entremeses insertos entre las jornadas teatrales que daban vida a comedias de temas más o menos elevados, son un contrapunto lúdico que desmitifica y contrahace asuntos, conceptos, personajes y visiones del mundo, ofreciendo una nueva perspectiva sobre la literatura y sobre la época en que surgieron. Sus huellas en la historia literaria no deben ser desestimadas. Y si es cierto que la investigación avanza por los márgenes, el análisis de los gallos áulicos y de los vejámenes de justa y academia proveerá, sin duda, de instrumentos utilísimos al lector de las obras de Quevedo, Góngora o Torres Villarroel, entre tantos otros que se alimentaron de la risa escolar o académica, enriqueciéndola, a su vez, al convertirse ellos mismos en modelos imitables en las aulas españolas o americanas donde se daba vejamen al doctor de turno. Pues no hay que olvidar que la influencia de estas piezas menores en las obras de los grandes autores corre en paralelo a la que ellos mismos ejercieron a su vez sobre aquéllas, en un viaje de ida y vuelta en el que la cultura escrita y la oral, así como la culta y la popular, se cruzan componiendo un rico entrelazado de influencias mutuas. De todos los vejámenes, tal vez sean los de justa literaria los más necesitados de consideración y estudio, aunque sean los más fáciles de localizar y leer, habida cuenta de la cantidad que comportan los que se hallan impresos. Éstos, como los gallos propiamente dichos o los vejámenes nacidos de las academias particulares, ayudan además a tener otra perspectiva de los momentos más solemnes, al poner en la picota de la risa a sus hombres más ilustres. El monte de las musas siempre tuvo esas dos laderas, como supo muy bien Caporali, al que leyó Cervantes, cuando subió el Parnaso a lomos de una mula. 15
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A partir de los materiales existentes, creo que se puede sostener que el gallo y el vejamen, en general, se alimentan más de la burla festiva que de la sátira propiamente dicha, correspondiendo casi todos ellos al impulso de una risa controlada y reglada, diríamos vacacional, que no alteraba, ni lo pretendía, el orden establecido, ya fuese social o académico. Todos ellos conforman un arsenal de datos para la historia de la risa, mostrando la evolución de los gustos y costumbres que ella comporta. Por otra parte, estas piezas deben estudiarse desde una perspectiva distinta a la que exige el texto escrito para ser leído en soledad y silencio, pues son formas parateatrales que no se entienden sin el ejercicio de la actio y de las coordenadas escénicas que implican tanto al vejador como al vejado, delante de un público que era arte y parte del evento. Los gallos han de entenderse también como testimonio o prueba aproximada de una cultura verbal, pareja a la que requerían otras formas, como la del arte de motejar y dar matraca, que tanto influirían en ellos. De este modo, los textos son apenas un testimonio, una partitura, apenas un guión o un resumen en ocasiones, de lo que fue un acto que sólo cabe entender en el hic et nunc de su representación pública. En ellos se nos ofrece la cruz de una moneda que tenía su cara más solemne no sólo en las prolusiones e introducciones propias de los actos inaugurales, sino en los mismos grados, que además de los vejámenes, llevaban la exaltación del graduando. Y otro tanto ocurría en las academias y justas, donde la sal y hasta la hiel vertida en las burlas se paliaba con la prosa y el verso de alabanza que acompañaban buena parte de los panegíricos académicos o las laudatorias de certamen. De ahí que el lector, al ver los vejámenes desgajados del acto en el que surgieron, deba tener siempre in mente la otra faz panegírica que llevaban en todas las ocasiones. Con ellos ocurre como con los mencionados entremeses, respecto a las comedias o tragicomedias en las que se insertaban, que al separar la imprenta los unos de las otras, en ramilletes y florestas, o incluso en ediciones sueltas, pierden en el camino el lazo que los unía en la representación de origen. A la dignidad de las Humanidades, exaltadas desde el Renacimiento por numerosos discursos y prolusiones inaugurales en todas las Universidades, se oponían las miserias que estos gallos traducen, abriendo así una ventana distinta por la que entraron aires risibles y festivos traídos de la calle. A través de ellos, todas las partes del cuerpo universitario quedaban, por un momento, al desnudo, para regocijo de un público, al que, sin embargo, también se le ofrecía, como decimos, la pompa y revestimiento del panegírico laudatorio más exagerado, compensándose así los efectos contrarios. El rico material folklórico de la burla festiva se unió a la tradición clásica de la satura en una fecunda fusión que emparejó alegorías oníricas y viajes simbólicos con figuras risibles, comunes a los géneros más diversos, 16
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junto a todo tipo de manifestaciones verbales que van de la facecia y el chiste al cuento y al refrán, tanto en prosa como en verso. La escuela y el carnaval se daban, una vez más, la mano gracias a aquellos efectos mágicos que Vladimir Propp concediera a la risa en su capacidad para crear vida a partir de las lacras y desigualdades físicas y morales de la sociedad y de los individuos. Los gallos universitarios mostraron además el lado alegre de los llamados géneros menores, convirtiéndolos a veces en parodia burlesca. De ahí el interés que estas piezas ofrecen en relación con aquellos, así como respecto a cuanto supone en la actualidad el debate de determinadas categorías literarias. Me refiero en concreto al concepto de sátira, burla o parodia, que, ya sea en la orientación moral o en la genérica, constituyen un amplio fenómeno actual de discusión literaria. Los diversos trabajos de Lía Schwartz sobre la sátira han aportado al respecto abundantes argumentos en torno a un debate internacional e interdisciplinar en el que estas piezas cobran un nuevo interés, más allá de los presupuestos de Mijail Bajtin, que tantos frutos dieron, por otra parte, en la lectura e interpretación de los géneros menores al vincularlos al carnaval. Las universidades españolas e hispanoamericanas crecieron bajo el mismo patrón estatutario que las europeas y, en este sentido, cabe decir que el modelo parisino no sólo no distaba del cuadro trazado por la salmanticense, sino que sirvió a su vez para moldear los trazos que perfilaron un protocolo seguido posteriormente al pie de la letra por el resto de los centros universitarios de España y de Europa. De ahí la necesidad de que futuros trabajos acometan la tarea de instalar los gallos españoles en el marco europeo a partir del estudio de los modelos originados por los Estatutos de la Universidad de París, que sirvieron de molde para todas las demás hasta en los pormenores festivos, aunque, todo hay que decirlo, son escasos también los trabajos que ofrece a este respecto la Literatura Comparada. La dificultad es también grande a la hora de dar prioridad cronológica al vejamen universitario o al de academia. En principio, y por los datos conocidos, es la Universidad la que, en el caso de España se anticipa con sus vejámenes a las academias, de creación mucho más tardía, y lo mismo a los de justa literaria. Los vejámenes académicos españoles siguen, como es bien sabido, una pauta italiana al igual que ocurre en las academias extendidas por la mayor parte de Europa, lo que los sitúa siempre en el furgón de cola temporal de cuanto se refiere a las academias propiamente dichas. El caso de los gallos es bien distinto, porque los aires proceden de Francia, y más concretamente, de las aulas parisinas, aunque luego el grado de contaminación entre un subgénero y otro fuese altísimo, entre otras cosas, porque los académicos de turno se reirían en sus cenáculos pasados ya los años en que frecuentaron 17
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de jóvenes las aulas universitarias donde aprendieron las gracias propias de los gallos y otras piezas afines. Las prioridades de la historia literaria se confunden, en este caso, con las personales, dando primacía al vejamen de grado. Cuestión aparte es que, a finales del XVI y en todo el XVII la invasión de las academias en los rincones más apartados de España proveyera de modelos a los autores de gallos, y viceversa, en una mutua influencia y trasvase que habrá que ir perfilando con el tiempo, a la vista de estudios comparativos que permitan establecer una cronología precisa. Sin entrar en el meollo de la cuestión, bien vale aconsejar que, en éste como en otros casos, conviene, según decimos, llenar el vacío de algunas páginas de Literatura Comparada que, por otro lado, no andan tampoco bien surtidas en el panorama de los vejámenes académicos y universitarios de otros países, por no hablar de los de justa literaria. Tampoco hay que olvidar las prácticas de la risa cortesana que deben ser tenidas muy en cuenta, sobre todo a partir de la época del Emperador, tan rica en manifestaciones festivas de una cultura verbal en la que existían diferentes modos de vejar. En este sentido, conviene recordar las páginas ya clásicas que Margherita Morreale dedicara a Castiglione y Boscán: el ideal cortesano en el Renacimiento español (Madrid, Real Academia Española, 1959), donde analizó con detalle la traslación al castellano de los 41 capítulos dedicados en El Cortesano a la risa. Las huellas de la retórica quintilianista y de otros tratados renacentistas sobre los que volveremos luego, como el De sermone de Pontano, se unieron a las del De Oratore II de Cicerón, donde aparecían hermanadas la ética con la retórica. Esa pauta cristalizó en una refinada mediocrità que afectó sensiblemente a todas las variantes de lo risible en el Renacimiento. Pero las refinadas gracias y donaires, al identificarse con las burlas, derivaron posteriormente en una degradación del concepto de cortesano arguto que, a partir de Luis Milán y otros herederos de Castiglione, se convirtió en palabrero. El «om faceto» se transformó en un gracioso sin respeto por las reglas del decoro. De este modo, se perdió la profundidad ética y estética que la gracia acarreaba ganando la partida su más ancho y español sentido de chiste, broma, chanza, chufleta, chilindrina o guasa, en una evolución que no sólo fue semántica, sino social, pues afectó a la vulgarización de unas prácticas refinadas. Las burlas del vejamen de grado o gallo son, entre otras cosas, un arsenal paremiológico digno de consideración y estudio. De ahí la necesidad de libros como éste a partir de los cuales se pueda rastrear el uso de proverbios, refranes, apotegmas, adagios, avisos y sentencias, al lado de cuentos, fábulas, preguntas y otros géneros comunes al cartapacio escolar desarrollados en unas aulas en las que dominaba la práctica de los progymnasmata tanto en latín 18
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como en castellano. Encomio y vituperio andaban de la mano en los praexercitamenta con los que se entrenaban los escolares de toda Europa. Basta echar una ojeada a la retórica de Teón o a la de Aftonio para ver cómo, tras los lugares que el encomio concedía al linaje, cualidades corporales y anímicas, éxitos y acciones elevadas, además del catálogo de virtudes excelsas, y dignas de ser comparadas con los modelos más ilustres, lleva al lado las formas de vituperio, basadas en los mismos principios de argumentación. La reciente edición, por Antonio Serrano Cueto, de los Adagios y fábulas (Madrid–Alcañiz, Palmyrenus, 2002), de Fernando de Arce, nos avisa además de la importancia de la festivitas como parte de la conjunción docere–delectare inherente a los ejercicios escolares que ya condensaran los versos prologales de Fedro: duplex libelli dos est: quod risum movet et quod prudenti vitam consilio monet.
Y cabe recordar, a este propósito, que el uso del latín o la convivencia de éste junto al castellano en los gallos más tempranos sería sustituida por la irresistible ascensión del castellano, en éste como en otros géneros. Los vejámenes son también una poliantea de que lugares comunes que ilustran sobre el fondo cultural de la época mucho más si cabe que las obras mayores de autores relevantes, al menos por lo que atañe al mundo universitario, además de un rico fondo documental para precisar el léxico de la burla ensanchando el campo de las interpretaciones que en su tiempo hiciera Monique Joly. En cualquier caso, ésta u otras florestas que puedan ir recogiéndose sobre tan amplio género, deberán leerse desde la perspectiva de un homo ridens (o del poeta ludens, que diría Blanca Periñán), que cambió radicalmente en el Renacimiento, época fructífera en tratados teóricos que rescataron los dictados que Cicerón compusiera al respecto. Baste una lectura detenida del clásico estudio de Bernard Weinberg, A History of Literary Criticism in the Italian Renaissance (University Press of Chicago, 1963), para darnos cuenta del alcance que los efectos que la risa supusieron en los más variados niveles de la poética y de la retórica. A su vez, los Terencios con comento, que tanto proliferaron en las aulas hispanas, proveen también de numerosos datos sobre un asunto fundamental para la teoría y la práctica de la comedia, así como para todo lo referido al mundo de las burlas. El trabajo de Juan Carlos Pueo, «Ridens et Ridiculus». Vicenzo Maggi y la teoría humanista de la risa (Zaragoza, Tropelías, 2001) nos ofrece ahora la posibilidad de leer en castellano el tratado Sobre lo risible de Maggi, plagado de conceptos a partir de los cuales se pueden entender mejor los parámetros cómicos de unos 19
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textos como los que aquí se editan espoleados por el afán de provocar la risa. Italia fue, en este sentido, lugar privilegiado, como muestran en particular El Cortesano de Baltasar de Castiglione, el De Sermone de Giovanni Pontano, ya mencionados, por no hablar de Robortello, Fracastoro y tantos otros. El tratado De ridiculiis (1550) de Vicenzo Maggi, es, como se sabe, sustancial respecto a la actualización de los principios de la retórica clásica en todo lo que tocaba a la materia y forma de lo risible. Claro que, con el correr de los años y de la modas, la elevada categorización teórica de la risa descendió por derroteros cada vez más alejados de la poética cortesana renacentista, rompiendo todas las reglas del decoro e introduciendo amplios cambios que llevaron a la vulgarización de los temas y sobre todo del lenguaje. Dejando aparte la calidad de los textos, hay en los vejámenes elementos básicos para entender los principios filológicos y aún fisiológicos y sociológicos que regían las reglas de lo risible en el Siglo de Oro, época en la que lo feo podía ir unido a lo admirable. Los vejámenes son además una página imprescindible para la historia del conceptismo, pues sus autores pretendían asombrar con el ingenio en sus más variadas formas. La libertad elocutiva brilla en ellos por doquier, pues el mapa del chiste y de la burla suele ser pródigo en el arte de reinventar las provincias del lenguaje. El triunfo de Demócrito –al que, por cierto, aluden los textos aquí editados– sobre su oponente Heráclito fue absoluto, en éste y otros terrenos, como ya subrayamos en otra ocasión, aunque a veces el primero tenga algo de la melancolía del segundo. Pero el vejamen carece de profundidad en la mayor parte de los casos y no es pesca de bajura. Pensado para un momento efímero, esperado y repetido, trata casi siempre de cumplir con la inmediatez de un acto ritual que, una vez acabado, apenas produce resonancia alguna. Si, como decía la Poética V de Aristóteles, lo risible es un defecto, bien podemos trasladar el principio a los atributos de una universidad llena de lacras que mostró a través de los tiempos sus carencias en estos ejercicios áulicos en los que, al hacer chiste y befa de los componentes de sus claustros, retrató también los vicios del nepotismo, la maledicencia y la ignorancia que reinaran en ella. Los hábitos académicos se reflejan en los dichos y los hechos que los vejámenes presentan, con mejor o peor fortuna, al dibujar los rostros respetables de sus miembros con visajes ridículos. Las elegancias practicadas en introducciones y prolusiones universitarias brillan generalmente por su ausencia, a la búsqueda de una risa inmediata en la que apenas se busca la brillantez estilística y no se atiende al refinamiento marcado por la urbanidad del tratadismo cortesano renacentista o las reglas de la discreción barroca. En el fondo, los vejámenes son el fruto de 20
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una retórica viciosa, frívola y mordaz que no teme caer en la burla fácil ni en la chocarrería con tal de poner en ridículo a la persona, exagerando sus defectos físicos y morales, gracias a la palabra y a los gestos. El vejamen de grado se nutrió, por un lado, de los juegos de palabras y del lenguaje metafórico así como de las acciones basadas en el engaño, el absurdo, el asombro, la incongruencia o el envilecimiento. La retórica aristotélica y la de Cicerón, Quintiliano o la anónima Ad Haerennium, proveían de todo tipo de recursos basados en una doble transgresión de res y verba posteriormente ampliada y completada en los tratados del Renacimiento y en la propia práctica literaria que, andando el tiempo, fue ganando en libertades de distinto tipo, a la busca de nuevos caminos en la invención y en la elocución festivas. La gracia y el donaire que todo ello requería, marcando toda una serie de adecuaciones regladas por el decoro cortesano, brillaron por su ausencia en la mayoría de estas piezas que tampoco cabrían en las reglas del Tratado de la Agudeza graciano, tan alejado de los gustos vulgares. Los vejámenes fueron fruto de prosistas y poetas de repente en la mayoría de los casos, que ejercían con cierta soltura el arte de la improvisación en los patios universitarios donde se prolongaban los estilos quintilianistas aprendidos en las aulas: urbanus, venustus, salsus, facetus, iocus et dicax. La sal de los vejámenes de grado no es sólo retórica, pues fue permeable a la contaminación de asuntos y temas variadísimos, procedentes muchos de ellos del acervo popular. La influencia del Momus albertiano primero y la de Caporali y Boccalini después ha de ser explorada en un campo afín al de los vejámenes de academia en los que la huella de estos dos últimos fuera tan fructífera. El proceso desmitificador de las musas y del Olimpo es común a unos y a otros, enriqueciendo unos textos que cada vez se vieron más nutridos por las sales de un Quevedo o las de Cáncer y Velasco y, en particular, por las de Anastasio Pantaleón de Ribera, verdadero modelo del género burlesco en los ámbitos académicos. La risa suele ser un descanso. Aceptemos el que se prodiga en esta colectánea de vejámenes llenos de vicios académicos, tal vez no muy alejados de los que habitan nuestras aulas. Como decía Erasmo de Rotterdam en el prólogo a su Elogio de la locura: Es una injusticia que si se reconoce a todo estamento de la vida derecho a diversión, no se permita ningún recreo a los estudiosos, máxime si las chanzas miran a un fin serio y las bromas están compuestas de suerte que de ellas saque el lector que no sea romo del todo más provecho que de las disertaciones tétricas y aparatosas.
El roterodamo, que se reía de las declamaciones enfáticas sobre la retórica y la filosofía y de los laudes épicos entonados en alabanza de los prín21
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cipes o como exaltación de la guerra contra el turco, dudaría posiblemente de la utilidad de las fruslerías académicas que conllevaba el vejamen de grado. A éste le faltó casi siempre la ironía y la dificultad que fueron consustanciales a su libertad de ingenio a la hora de burlarse de las cosas humanas, según su propio principio de que «así como no hay nada más tonto que tratar en broma las cosas serias, tampoco lo hay más divertido que disertar sobre necedades, de tal modo que a nadie le parezca que lo sean». La oculta sentina de los vicios que removiera Juvenal, siempre tuvo sus adeptos entre la clase académica, que practicó su propia jerigonza en hablas juncianas, motes y chistes muchas veces difíciles de entender fuera de las aulas. En éstas, no sólo se pagaba con gallinas el trabajo de los que examinaban al doctorando, según costumbre documentada, entre otras, en la Universidad Sertoriana, sino que había asignación económica estatuida, como reza el Formulario de los Grados de la Universidad de Sevilla, conformado en 1643 a los usos salmantinos: «Al señor doctor maestro del vexamen veinte reales». Todo en la vida académica tenía su precio, pero se pagaría gustosamente como culminación de un ritual que también llevaba la laudatoria. «Su rato han de tener las burlas; todos los demás, las veras», dijo el autor de El Discreto, al que tanto herían las graciosidades sin donaire y la fisga postiza o la chanza a destiempo. Pero no pidamos a los vejámenes lo que nunca pretendieron. Fijémonos tan sólo en lo que fueron: un arte de gracejear, en el grado de doctor ( o tordo, que diría Góngora), hecho para cada ocasión y rescatado gracias a la escritura, que perpetúa incluso hasta los actos efímeros. Nacidos muchas veces sin placer ni mérito, vale decir, «sin grado ni gracias» (...no lo hubiera dicho mejor Sancho Panza), constituyen una fuente indispensable para completar el mapa de las burlas áureas, que hicieron befa del pudor, del linaje y de tantas otras marcas y pruebas de honor en su tiempo. Éstas y otras reflexiones que pudieran añadirse son apenas el resultado de unas notas marginales a un libro que, sin duda, servirá a sus lectores no sólo con numerosos datos para el análisis literario o histórico, sino para el natural regocijo que sus textos procuran. Porque, a las veces, nos olvidamos de cómo Cervantes presumía de haber dado en el Quijote pasatiempo, incluso despreciando los alcances de un término que, sin embargo, llevaba en la nuez la utilidad que da el deleite, sobre todo si se trata de arte o literatura, lo que no es poco. AURORA EGIDO
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I INTRODUCCIÓN TEÓRICA
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JUSTIFICACIÓN Me parecía necesario un libro sobre el vejamen de grado (esa composición satírica que tenía lugar con motivo de la concesión del grado de doctor en la Universidad, también llamada gallo en determinadas circunstancias), que ofreciera suficientes muestras de análisis como para construir una teoría sobre el mismo y que, a la vez, aportase una bibliografía conveniente, tanto en lo que se refiere a los textos conservados como a los estudios que últimamente se han llevado a cabo sobre este tipo de piezas que empiezan a ser considerables1. La existencia del vejamen en la vida española de los siglos XVI y XVII, unida al hecho de que se diera en medios tan distintos como las justas o certámenes poéticos, las reuniones de ingenios en las academias literarias o en los claustros universitarios cuando se otorgaba el grado más alto y de que fuera del gusto, sin embargo, de un público mucho más numeroso, que no siempre tenía que ver con estas ceremonias (público que abarca desde el mismo rey hasta una masa anónima de sus súbditos), nos indican la trascendencia de estas piezas que tuvieron que ver necesariamente en la vida cotidiana (el del vejamen era un momento muy esperado en sus respectivos ámbitos) y, especialmente, en la literatura, por cuanto el cultivo de los recursos burlescos, en especial de la caricatura, y su manifestación lingüística pudieron influir en autores barrocos de renombre. El tono del vejamen, la sátira tan particular que supone, se encardina ya en la poesía de la época y se utiliza para fines distintos de aquellos para los que se había empleado en origen; así por ejemplo, en un certamen poético se encarga a los concursantes como asunto «désele una vaya o vejamen al dragón, presumido de querubín y sea en quince coplas»2. De esa forma, un 1
No deja de ser una coincidencia afortunada la publicación del libro de Giovanni Cara Il «vejamen» in Spagna. Juicio y regocijo letterario nella prima metà del XVII secolo. Roma: Bulzoni, 2001. Dicho libro, que sirve de introducción de carácter general sobre el vejamen, edita una serie de piezas de diferente tipo, entre ellas alguna de grado. 2 Fernando de la Torre Farfán, Templo panegírico al certamen poético que celebró la Hermandad insigne del Samo. Sacramento ...de la metrópoli sevillana. Sevilla, Juan Gómez de Blas, 1663, ff. 31–31vº). Torre Farfán es precisamente uno de los autores de las piezas que reproducimos a continuación.
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poeta puede escribir un vejamen a los enemigos de la casa de Austria (Antonio Martínez de Meneses en 16373), otro –como es el caso de Quevedo– a un ratón o una dama; se puede dar un vejamen a Judas (escrito por el P. Manuel Antonio Ezquerra4) y, andando el tiempo, Iriarte puede escribir un vejamen contra una obra de Moratín padre5 y otro el Padre Isla con distinto motivo6. Entendemos que cuando determinado autor o editor denomina a una composición «vejamen» está denotando ya, de entrada, que la sátira que a continuación viene de alguna manera se adapta por su forma, su tono o su contenido a este tipo de composiciones particulares que son las oraciones vejatorias de academias, justas o grados. Además de todo ello, o quizá precisamente por eso, también me mueve a su consideración la fortuna de haber localizado un buen número de estas piezas manuscritas e inéditas, algunas casi desconocidas o desconocidas del todo, y otras que se nos ofrecen ahora en testimonios mejores que los que poseíamos. Otras veces se trata de textos impresos de estupenda rareza o que han sido editados en publicaciones difíciles de encontrar, muchas veces cercenando aquellos aspectos «delicados» de los mismos. Igualmente deben tenerse en cuenta algunos textos críticos poco o nada conocidos, que aportan nuevas noticias sobre esta modalidad satírica y sobre algunos vejámenes en particular. Creo que el vejamen es una parte de nuestra historia literaria, cuyo conocimiento sirve también y de forma importante para el estudio de la lengua clásica, habida cuenta de que algunos de los más grandes ingenios españoles de los siglos de Oro lo escribieron o lo sufrieron en sus carnes (es el caso de poetas como Fray Luis o Góngora, dramaturgos como Hurtado de Mendoza o Ruiz de Alarcón) y que graves estudiosos de la época teorizaron sobre él, como el maestro Bartolomé Jiménez Patón. Y sabiendo que además influyó y fue influido por la literatura satírica de la época, que penetró en otros géneros como el teatro y que supone una relación curiosa entre lite3 Incluido en el ms. Academia burlesca en Buen Retiro a la magestad de Philippo Quarto el Grande, ed. Antonio Pérez Gómez. Cieza: La fonte que mana y corre, 1952, pp. 109–111. 4 Narciso Alonso Cortés, Miscelánea vallisoletana (Cuarta serie). Valladolid: Impr. del Colegio de Santiago, 1926, pp. 112–113. Se trata de un manuscrito con letra de finales del XVII o principios del siglo XVIII. 5 Vejamen de Tomás de Iriarte al idilio que dio a la imprenta Nicolás Fernández de Moratín, ms. BNM 10951, ff. 61–72. 6 Se conserva manuscrito en la Biblioteca de Palacio. No es la única vez que el jesuita se había interesado por este asunto, también aparecen los vejámenes y sus modos en su Fray Gerundio.
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ratura y oralidad, me parece interesante para el conocimiento cabal de una parte de nuestra historia literaria que se difundan este tipo de escritos, muchas veces condenados a su desaparición por su propia contextura y configuración. Por otra parte, la importancia del vejamen se manifiesta suficientemente en el hecho de que se utilizara su tono y muchas veces sus contenidos incluso por autores que ya no pertenecían a los ámbitos señalados (caso de los dos ejemplos de Quevedo ya citados) o que superaron con mucho las fechas que nos proponemos en este libro. El vejamen se sitúa a medio camino entre la prosa y el verso, entre la oralidad y la escritura, entre la lectura y la representación, y se utiliza para destacar de forma burlesca los defectos de una persona o sus logros y actividades, a sabiendas de que no se dice toda la verdad y de que lo que se expresa es una caricatura de la realidad. Aunque es un tipo de texto frecuentísimo en el llamado Siglo de Oro, existe desde antes en la literatura y se mantiene prácticamente hasta finales del XVIII (al menos el de academia7) e incluso hasta el XIX, por lo menos en una de sus modalidades, la de grado universitario8, bien es cierto que con interrupciones, como veremos. Penetra, por otra parte, en la literatura con un significado general para referirse a cualquier composición, preferentemente en verso, donde se fustiga desde un punto de vista satírico y vituperador cualquier defecto de una persona o grupo. Me propongo ampliar no solo sus límites geográficos, al editar textos áureos pertenecientes a Lima, México o la actual Argentina, por ejemplo, y dar cuenta de otros países; pero también extender su ámbito cronológico, dado que hasta ahora no se habían considerado convenientemente textos anteriores a 1598. Por otra parte, es importante señalar que el vejamen no se circunscribe a la literatura en lengua castellana, ni tampoco al ámbito español exclusivamente9: conocemos vejámenes escritos en catalán hasta bien 7 Se puede ver en las Obras de don Nicolás y don Leandro Fernández de Moratín, que se debe a B. C. Aribau. Madrid: Rivadeneyra, 1872. (Biblioteca de Autores Españoles, 2). 8 Se sigue reglamentando su ejecución, según muestran textos del XVIII referidos a las Universidades, como uno de 1754 que recoge Cándido María Ajo G. y Sainz de Zúñiga, Historia de las Universidades. Madrid: Artes Gráficas Argés, 1960. 9 Véase Casimir Morawski: Histoire de l´Université de Cracovie, donde describe la ceremonia del paseo doctoral ya a mediados del siglo XV y da cuenta de una acto similar al del vejamen en el grado de un maestro en Teología: «Cette première conférence [del nuevo maestro] ètait suivie par une joûte oratorie entre le maître qu´on venait de creer et un des plus anciens bacheliers. En fin une dispute abatí lieu entre les maîtres; pues le nouveau dignitaire remerciait la faculté de l´honneur qu´elle abatí bien voulu lui faire» (París: Alphonse Picard, 1905, p. 273). Precisamente esta «justa oratoria» entre el nuevo maestro y el bachiller debe de ser el origen de nuestros gallos y vejámenes. De la misma manera
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entrado el siglo XVII10 y otros que redactaron sefardíes en diversos lugares, como por ejemplo Holanda11, y otros escritos en portugués en los siglos de Oro. Todo ello obliga a plantear su dimensión como algo mucho más general de lo que conocíamos hasta ahora. Y es evidente también que se trata de evitar la siempre conflictiva caracterización genérica del vejamen, por cuanto algunos estudiosos prefieren hablar de «forma» y no tanto de género para distinguirlo, dado que lo que subyace como factor común de todos los vejámenes es tal vez la intención y el tono, no tanto las características que nos permitirían agrupar todas las piezas bajo una clasificación común desde el punto de vista genérico12. El gusto que tal tipo de literatura debió de despertar entre sus contemporáneos nos lo indica claramente la presencia de los reyes y nobles en su ejecución pública, tal y como sucede en el vejamen editado por Lucas Hidalgo (al que asistió Felipe III) o el que se edita ahora de 1611 (que contó con la presencia de los reyes Felipe III y su esposa y del príncipe Felipe) y tal y como estuvo a punto de suceder en el vejamen de 1624 (que no se llegó a dar en presencia de Felipe IV, aunque se preparó para ello) o en el de 1646 (al que asiste el valido Luis Méndez de Haro), reproducidos también más adelante. Indudablemente a tales actos asistía también un público más amplio que el de las reuniones (academias, justas, claustro) donde se suscitaba el vejamen, lo cual nos da pie a pensar que no todo el mundo tenía que ser capaz de desentrañar las difíciles y cultas alusiones de los vejámenes, pero que se disfrutaba igualmente oyendo las burlas, muchas veces procaces, que se decían a los altos personajes que aparecían en estas piezas. El vejamen, en general, ha sido estudiado y editado desde época reciente, aunque contamos con alguna excepción, como el vejamen que aparece en los Coloquios de Palatino y Pinciano (c1550) o el que se encuentra en la obrita F. Claeys Bouuaert en L´ancienne Université de Louvain. Ètudes et documents edita un documento titulado «Taxes a payer pour le doctorat en Theólogie», de 1707, donde especifica que se paguen: «Pro 4 habentibus orationem in die actus, singulis diebus 7 fl. A singula candidato, ita ut quisque orator habeat pro singula oratione (quando sunt 2 candidati), 14 fl. (Louvain: Publications Universitaires de Louvain, 1956, pp. 328–330). De las universidades de Lisboa y Coímbra me ocupo particularmente más adelante. 10 En lo que toca a los de grado o similares (pues no coinciden del todo sus características), concretamente, los dos que se deben al ingenio Joan de Gualbes. Véase el libro de K. Brown y V. de Melchor, Vida i obra de Joan de Gualbes i Copons. Barcelona: Curial Edicions Catalanes / Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1995. 11 Véase el vejamen de academia de la segunda mitad del XVII que recogen K. Brown y Harm del Boer, El barroco sefardí Abraham Gómez Silveira. Kassel: Reichenberger, 2000. 12 Véase ahora el documentado trabajo de Giovanni Cara, Il vejamen in Spagna, cit. en la nota 1.
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Diálogos del apacible entretenimiento (1605), de Gaspar Lucas Hidalgo13. En cualquier caso, lo cierto es que en nuestra época solo teníamos las publicaciones que muestran el interés que despertó en estudiosos como Antonio Paz y Melia, en cuyas Sales españolas (1902) recogía varios vejámenes de academia, particularmente los que en el siglo XVII escribieron Cáncer, Rojas y Horozco; o en «El Bachiller Mantuano», seudónimo de don Adolfo Bonilla y San Martín, quien en 1909 publica un grupo de estos vejámenes de academia. También atrajo la atención de los estudiosos de las academias, como Sánchez, que edita varios en su libro clásico sobre este asunto, y la de otros críticos y editores de la talla de Rodríguez Moñino o Carrasco Urgoiti. Pero si algún nombre hay que subrayar en relación con su análisis es el de Aurora Egido, cuyo artículo pionero De ludo vitando se publicaba en 1984 y abría la puerta al análisis de tantos vejámenes de grado. Posteriormente la misma estudiosa ha ido difundiendo los resultados de su investigación en diferentes trabajos, gracias a lo cual el vejamen ha recibido la atención crítica de un buen número de investigadores posteriores que citamos en nuestra bibliografía. El hecho de haber encontrado un códice inédito y casi desconocido de vejámenes en la Biblioteca Rodríguez Moñino me ha animado a editarlos, junto con textos teóricos de la época sobre este género, acompañados también de aquel otro códice que no se había atendido desde que diera noticia de él su poseedor14, y que incluye vejámenes de grado y uno de academia, todos del siglo XVII. Por otra parte, la constatación de que determinados vejámenes se volvieron a lo divino, ya fuera por poetas como Ledesma o por dramaturgos como el jesuita Cigorondo, que es capaz de escribir un Coloquio en forma de vejamen de grado, nos habla de la trascendencia de estas piezas y también de su popularidad. De la misma manera, la forma del vejamen de grado se adapta otras veces con diferente motivo, pero con la misma intención: así Juan Martín y otros poetas son capaces de dar un vejamen al demonio, siguiendo las directrices del de grado, en los Elogios a María Santísima, de Luis Paracuellos (Granada, 1651)15. Por otra parte, el que gran parte de los vejámenes manuscritos que se consideran se agrupen por lugar y fechas (hay tres de la Universidad de 13 Que se edita en el tomo de «Curiosidades bibliográficas» de la Biblioteca de Autores Españoles. 14 A. Rodríguez Moñino da cuenta de los vejámenes que contiene un manuscrito que poseyó Solórzano Pereira, actualmente en su biblioteca, en «Manuscritos literarios peruanos en la biblioteca de Solórzano Pereira», en Caravelle. Cahiers du Monde Hispanique et luso–brésilien, 7, 1966, pp. 93–125, donde también habla de La endiablada, primera narración seudopicaresca del mundo virreinal. 15 Los edita G. Cara, Il «vejamen» in Spagna, cit., pp. 328–335.
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Toledo cercanos a 1614, siete de la de Lima de hacia 1625 y seis de la de Sevilla entre 1646 y 1655, amén de los otros que reproduzco) nos permite entender que muchas veces hay en estas piezas un eco de las que se han pronunciado anteriormente, una especie de diálogo intertextual entre ellas, como tendré ocasión de demostrar oportunamente en los estudios concretos de cada una de las obras. La mayoría de los vejámenes permanece inédita o se recoge solo en impresiones que se llevaron a cabo con motivo de su ejecución pública; pero curiosamente no hay historia de una universidad concreta que no hable de los vejámenes que se dieron en ella e, incluso, que no reproduzca alguno de ellos o una parte, porque es muy usual que opere en los estudiosos antiguos un criterio de autocensura que impide reproducir los textos íntegramente, precisamente por la liberalidad expresiva que los caracteriza. Por eso este libro quiere ser una recopilación de textos suficiente, y también una puesta al día bibliográfica que dé cuenta de los vejámenes que se nos conservan, ya sean manuscritos e impresos, y de los estudios que se han llevado a cabo hasta el momento para procurar que se editen y estudien en un futuro. He procurado editar aquellos que más interesantes me parecían, ya fuera por razón de su autor, por la fecha, por su contenido o por su procendencia geográfica. Solo me resta añadir que algunas partes de este volumen ya se han publicado anteriormente, como por ejemplo el vejamen de la Universidad de Toledo, que apareció formando parte del trabajo «Sobre el vejamen de grado en el Siglo de Oro: La Universidad de Toledo», en EPOS, X, 1994, pp. 203–231; también el de Luis de Ayllón en la Universidad de Sevilla (1647), que se publicó en el folleto El vejamen de grado en el Siglo de Oro. Con un vejamen de grado inédito, Madrid, Prometeo, 1996. En ambos casos he corregido, actualizado y aumentado los datos que allí se aportaban. De la misma forma los vejámenes de la Universidad de Valladolid, Granada, México, Córdoba de Tucumán o Venezuela ya habían sido publicados por otros editores, según doy noticia en el estudio particular de cada uno, algunas veces sin la pertinente anotación. En todos estos casos adapto el texto y lo anoto según los criterios generales de la presente obra. Como es de justicia, el autor de este libro tiene el deber, pero también la satisfacción, de reconocer la grata deuda contraída con cuantos han ayudado a que el producto sea mejor de lo que hubiera resultado sin esa colaboración. Quede aquí constancia de nuestra gratitud a los amigos y compañeros del Instituto de la Lengua Española, y también a Julio Alonso Asenjo, Kennet Brown, José Luis Canet, Antonio Carreira, Jean Pierre Ètienvre, Luciano García Lorenzo, Luis Iglesias Feijoo, Sagrario López Poza, Augustin Redondo, Nieves Algaba y por supuesto, pero de forma muy especial, Aurora Egido. 30
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SOBRE LA DEFINICIÓN, CONCEPTO Y ORIGEN DEL VEJAMEN DE GRADO La voz vejamen la recogen algunos lexicógrafos antiguos, como es el caso de Palet en 1604, que define como «tourment, vexatio»; Oudin en 1607, que remite ya a su acepción de «examen»; Vittori en 1609 y, lo que nos interesa especialmente, Franciosini en 1620, que da la definición más precisa y emparentada con lo que nos interesa: «la burla o lo strazio che fanno i Dottori quando danno il grado de Dottorre a uno»16. Para Autoridades la voz significa «vaya u reprehensión satírica y festiva que se le da a alguno sobre algún defecto particular u personal o incluido en alguna acción que ha ejecutado»; y precisa en otra acepción que «en los certámenes y funciones literarias es el discurso festivo y satírico en que se hace cargo a los poetas u otros sujetos de la función de algunos defectos u personales u cometidos en los versos». Hay, pues, según el primer diccionario académico, una acepción concreta, referida a las academias y justas literarias, y otra más general que alude a cualquier reprensión satírico–festiva que se le da a alguien por un defecto personal o una acción. Es curioso que esta excelente obra lexicográfica dieciochesca no registre una acepción precisa para la sátira que se hace del nuevo doctor en las universidades, que no solo había tenido un éxito extraordinario en la época clásica a la que se circunscribe el citado diccionario, sino que se seguía cultivando en la época en que se redacta. Y el caso es que Autoridades sí alude a esta práctica en la voz gallo, que define también como «llaman en las universidades al que hace la oración laudatoria del que se ha de graduar», y reserva también una acepción de la palabra gallina para quien «llaman en algunas universidades, por correspondencia al que llaman el gallo, el segundo que se señala para el elogio del graduando». Tal vez por influencia de este diccionario, el jesuita Terreros recoge en el suyo: «Gallo en las Universidades el que hace cierta oración al que se gradúa. Fr. Qui fait la barangue, etc. Lat. Orator. Otros gallus in coctu Universitatis. Francios. Lo toma por los motes y dichos picantes que se aplican al que se doctora»17. Posiblemente, antes de que la voz vejamen alcanzara la madurez significativa con que se conoció en la época clásica, como sinónimo de reprehensión satírica a los participantes en determinados actos, se utilizaba el verbo 16
He consultado los diccionarios reproducidos en facsímil en formato DVD en el Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española, de la Real Academia Española. Madrid: Espasa, 2001. 17 En NTLLE de la Real Academia Española.
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vejar con ese sentido18. Muy probablemente fue primero la frase vejar al doctor o al maestro o al poeta, que dar vejamen a estos participantes de justas, academias o universidades. No en vano, Corominas–Pascual localizan ya la voz en Berceo, pero que habrá que esperar al siglo XVI para que se manifieste en documentos o en la literatura. El doctor Luis Galindo, autor de un voluminoso tratado de mediados del XVII que lleva el título de Sentencias filosóficas i verdades morales que otros llaman proverbios o adagios castellanos aporta la siguiente definición de la expresión dar vejamen: Dar vexamen. Es una como satyrilla que usan las academias por festejo después del examen literario de los doctorandos, para explorar su tollerançia y habituarle en costumbres, como verdadero sabio, al menospreçio de los agrauios19.
Y compara con la costumbre de habituar a los caballos al ruido de cajas y clarines antes de salir a la pelea20. Pero han tenido que existir también otras fórmulas para aludir a esta costumbre de sátira literaria. Por ejemplo, se utilizó la voz gallear con el sentido de picarse unos a otros los gallos, como ocurría en Salamanca. En un curioso texto del teatro jesuítico del XVII se encuentra la expresión dar capelo que parece equivalente a dar picola y que parece tener un sentido muy próximo a la de vejar, según señala su moderno editor. De hecho en el Capelo al niño Jesús, que funciona como interludio de una representación dramática religiosa más amplia, se puede leer: Pues sois de la Compañía, Jesús, y el vivo modelo de sus reglas, bien será que en todo nos deis ejemplo. Y, porque es la más difícil la de picola y capelo, que os sentéis en ella ordena el Padre Rector del Cielo. 18 Aulo Gelio, en sus Noches Áticas (libro II, cap. VI) intenta una explicación etimológica del verbo vexare, que define como «traquetear, llevar, arrastrar y tirar» (Ed. Amparo Gaos Schmidt, México: UAM, 2000, I, p. 107 ). 19 Ms. BNM 9777, f. 236vº. 20 Cita a Chil. 4, cent. 10, cap. 12. Casiodorum. Luis Galindo, presumiblemente toledano, redacta su manuscrito de refranes entre 1645–1658. (Pilar Vega: Estudio e índice de las Sentencias filosóficas del doctor Luis Galindo. Tesis doctoral, Madrid: UNED, 1991, 3 vols. La cita del II, p. 192 y la referencia al año I, p. 17).
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Y, aunque sois en religión, Niño Jesús, tan moderno, la virtud es muy de antiguo y sois en ella profeso. Es la picola el pesebre, bien angosto y bien pequeño, para quien el cielo impíreo y mil mundos son estrechos. El capelista será vuestro amado y ingrato pueblo que tiene aguda[s] navajas y sabe cortar sin duelo.
Observemos que capelista y vejador o vejamista se asemejan mucho, como señala Julio Alonso21. Prueba de la relación entre dar capelo y dar vejamen la aporta también el que en determinadas partes de América todavía actualmente se siga denominando capelo a la insignia doctoral que en los Siglos de Oro se denominaba capirote de doctor. Y algún ejemplo de nuestra literatura clásica viene a corroborarlo, como la respuesta que da el ilustre y muy reverendo señor fray Tomás Quixada al autor de El pelegrino curioso: También al que comentó a Juan de Mena un capelo le han dado muy honroso, que fue vaciador de bolsa llena de aquel verso tan preñado y tan copioso22.
No se debe olvidar, sin embargo, el texto de Jiménez Patón que reproduzco en el apéndice: por un lado está el vejamen, por otro las vayas, cordelejos o picones que se da a los estudiantes novatos quizá con el mismo fin (acostumbrar a la paciencia al que los sufre), pero desde luego con diferente puesta en escena y contenido. El propio Patón señala su origen lejanísimo en el tiempo y 21 J. Alonso Asenjo: «Dos Coloquios sacramentales escolares y un vejamen del ‘Cartapacio curioso del P. Juan de Cigorondo’. Estudio y edición», en Teatresco . Pero no son vejámenes, propiamente dichos, por cuanto «el ‘capelo’ era una represión pública ante la Comunidad y la ‘pícola’ consistía en comer un día de rodillas en una pequeña [piccola] mesa separada» (E. Rivera Vázquez, Galicia y los jesuitas. La Coruña: Galicia Editorial, 1989, p. 540, n. 25). 22 Anota P. de Gayangos: «Antonomasia de mal gusto, puesto que ni fue cardenal ni siquiera eclesiástico; verdad es que «capelo» está aquí usado en el sentido de reprensión fraterna (El pelegrino curioso y grandezas de España, por Bartolomé de Villalba y Estaña. Madrid: Bibliófilos Españoles, I, 1886, p. 46). De la misma manera escribe J. Alonso Maluenda en su Cozquilla del gusto refiriéndose a una alcahueta: «Puede su patrio suelo, / viendo su tercero afán, / si a otras mitras les dan, / a ella darle un capelo» (ed. E. Juliá Martínez, Madrid: CSIC, 1951, p. 9)
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comenta que consistían en que los maestros «hacían prueba de su suffrimiento, puniéndolos [a los discípulos novatos] a la puerta del aula y permitiendo que los demás les dijesen algunos apodos y les ultrajasen con baldones, cordel y gravia» (Comentarios de erudición). Por eso, señala el erudito manchego, «se ha permitido siempre en las escuelas esto», es decir, la burla al novato, pero que no es lo mismo que el vejamen propiamente, por más que se le parezca en algunas circunstancias. No en vano, en el citado Capelo al niño Jesús se señala la modernidad justamente del que va a recibir el capelo. Recoge Kenneth Brown que la palabra vejamen se define como «reprehensión satírica y festiva donde se dan a conocer y se ponderan los defectos, tanto físicos como morales, de una persona»23. Establece que el vejamen aparece primero en los grados universitarios y que de ahí pasaría a las academias. Como su propio nombre indica, vejamen tiene que ver con vejación, vejatorio, vejar, es decir con el maltrato o la reprensión de palabra por parte de alguien. El vejamen aparece con motivo de cualquier reunión y aunque muchas veces es pura retórica (se impone hablar mal de alguien), también es cierto que bajo esa capa se esconde una crítica acerba que se basa en fundamentos reales, que nunca serían reconocidos en la literatura seria, pero que se movían como pez en el agua en la burlesca. Los eruditos antiguos, empeñados en buscar origen a todo, se remontaban para encontrar la fuente del vejamen de grado hasta los tiempos de Adán (Jiménez Patón), para señalar que fue el primer vejaminado (véase el texto de c1628 que se reproduce más abajo). Coincide, eso sí, en afirmar con otros eruditos que los vejámenes pudieron tener origen en la época de los romanos, aunque se remonta también a los griegos y egipcios. Por su parte, el preceptor López de Hoyos, maestro de Cervantes, escribe en su obra Real aparato y sumptuoso recibimiento con que Madrid recibió a la Serenísima Reyna doña Ana de Austria (1572): En el mismo carro [del general triunfante] iva un esclavo que le iva diziendo sus defectos y faltas y que se acordase que era hombre. [...] De aquí huvieron los vejámenes en las schuelas quando alguno se haze doctor o maestro, que le dizen públicamente sus faltas para que entienda que no bastará aver triumphado de la ignorancia, aviendo recebido la borla y corona de sciencia, si con esto no vela y estudia para ser triunphal con el nombre y con las obras24.
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«Aproximación a una teoría del vejamen de Academia en castellano y catalán en los siglos XVII y XVIII: De las Academias españolas a la Enciclopedia francesa», en De las Academias a la Enciclopedia: El discurso del saber en la modernidad. Ed. de Evangelina Rodríguez Cuadros. Valencia: Diputació Provincial de València, 1993, pp. 225 a 262, la cita de la p. 229. 24 Madrid: J. Gracián, 1572, f. 197.
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En relación con este texto establece un erudito actual una diferencia básica entre vejamen de grado y otros vejámenes, y es precisamente el paseo del graduando, que desciende genéticamente del Triumphus latino25. En efecto, paseo triunfal y vejamen aparecen unidos ya en estos testimonios de la cultura latina que los tratadistas antiguos como López de Hoyos y otros determinaron como origen de los vejámenes de grado. Los de justa, academias y otros transcurrían más por el camino de la sátira pura que por las ceremonias que la acompañaban. Precisamente un dramaturgo que sabía bastante de sátiras, como Juan Pérez de Montalbán, escribía en una de sus comedias, a propósito de los eufemismos que se empleaban en su época: Ese lenguaje, ya no se usa en el mundo, que la malicia es tan grande, que trueca el nombre a los vicios por hacerlos mas tratables; y así verás que llamamos a la detracción donaire, a la lisonja cortejo, a la sátira vejamen, al juego conversación26.
No obstante, algunos vejámenes hacen referencia a la distinción sutil entre la sátira y el vejamen, propiamente dicho, aunque no se refiera específicamente al de grado: Los uexámenes (como he dicho) sólo se introduxeron para entretener, de burlas con algunas ueras mezcladas tan lebemente que tocando lo defectuosso como aduertencia que passen sin dar que sentir entre la rissa de las burlas. No fue el intento principal de los vexámenes la mayor enseñanza de los académicos y assí se vee que las más uezes se encomiendan al que más gracia tiene en dezir y en pensar cossas al intento que proboquen la rissa, no uulgarmente sino con primor. Si el intento fuera la corrección seuera y la doctrina de la erudición, hauíasse de encomendar al conocido por eminente en aquellas facultades sobre que en la academia se discurre y entonzes no fuera uexamen sino sermón, que sin declinar a singulares passiones la justicia independentemente [sic] corrigiera lo que tuuiesse necessidad de enmienda y aplaudiera lo digno de alabanza.[...] 25
Luis de Cañigral, «Vejamen de grado y vejamen de academia», en Aspectos y figuras del humanismo en Ciudad Real. Albacete: Biblioteca de Autores y temas Manchegos, 1989, p. 178. Véase también lo que escribe a este propósito Giovanni Cara, Il «vejamen» in Spagna, cit., pp. 42 y ss. 26 El valiente Nazareno, jornada segunda (en TESO). Adapto el texto a las normas generales de edición de este libro.
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Para ver quánto difiere el uexamen de la sátira veamos qué es sátira y qué es uexamen. Ya está dicho que el principal intento del uexamen es entretener con burlas que muy de passo toquen en la enseñanza de las veras. La sátira tiene por objeto enseñar con veras valiéndose de la aplicación de algunas burlas. Digo la sátira como ha de ser: opuestos son los fines, no pueden ser iguales los medios. El dezir que el juez admite el cohecho, que el escriuano quita o añade en la causa conforme se le paga, que el médico es ydiota y que en el sortijón y guantes sólo tiene la ciencia y otras cossas parecidas a éstas no son sátira porque no consiguen el fin para que las inuentaron los maestros dellas. Son solamente chistes maliciosos que encierran en sí tantas mentiras como letras. Esto sí que es fácil; yo apostaré que le pareze lo más dificultoso por no acertar en nada27.
No es nada seguro que los vejadores observaran esa tenue barrera entre vejamen y sátira, en algunos de los que se editan a continuación se sacan a la palestra defectos de los vejados, dichos so capa de chanza, pero que apuntan directamente hacia la pobre catadura moral del personaje. En ese sentido, el gallo gongorino que reproduzco aquí olvida prácticamente la forma del vejamen para entrar de lleno en el campo de la sátira28. Sea como fuere, es cierto que el origen de la palabra vejamen no sirve para explicarnos la procedencia de los vejámenes mismos, estará bien que nos atengamos a las diferentes maneras de denominar esta u otras oraciones parecidas y de los lugares de donde tradicionalmente se dice que procede la costumbre: París y Bolonia. En la Universidad de París encontramos a principios del XV un documento que lleva por título «Ritus tradendi biretum inugurorum» facultatis theologie, que se remonta al año 1424 y que por el interés que tiene conviene que se reproduzca en su integridad. Dice así: Nota quod, quando magister qui debet tenere principium in aula domini episcopi Parisiensis, venerit cum novo magistrando et erit sufficiens copia assistencium, ita quod ab utroque latere magister tenens principium et novus magistrandus habeant unum vel plures magistros, et bachalarius, qui de prima questione est in aula responsurus, habeat a destris et sinistris aliquos bachalarios formatos, et ad minus unum de quolibet latere, tunc receptione facta, senior magister tenens principium sui bachalarii mox magistrandi, habet dicere novo magistrando: «Domine vesperitate, antequam biretum recipiatis, vos habetis aliqua jurare». Et tunc debet ei legere juramenta prout habetur in forma: Primo, vos jurabitis servare pacem et transquillitatem inter scolares et religiosos et equaliter inter religiosos et scolares. 27
Martel, Miguel: Vexamen delineado en la fantasía de don ––, chantre de la Yglesia Metropolitana de Çaragoça (a1653). Ed. J. Ignacio Díez Fernández, Viendo yo esta desorden del mundo: Textos literarios españoles de los Siglos de Oro en la Colección Fernán Núñez. Salamanca: Instituto de la Lengua Castellano Leónes, 2003, pp. 389–391. El texto señala que una de las principales características del vejamen es el motejar a los vejados, pero según unas reglas determinadas. 28 Así lo apunta G. Cara, Il «vejamen» in Spagna, cit., pp. 199 y ss.
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Item, juratis servare honorem et libertatem cancellarii et cancellarie ecclesie Parisiensis. Item, juratis servare pacem inter Universitatem et cancellarium ecclesie Parisiensis. Item, juratis servare honorem facultatis theologie et sic singulorum magistrorum dicte facultatis; nec revelabitis secreta ejusdem facultatis. Item, juratis quod temporibus debitis per facultatem ordinatis vos facietis, aut per vos aut per alium vel alios, duas responsiones in aulis novorum magistrorum modo consueto. Et tunc juramentis factis debet ipsum facere ista verba: Ita juro, altisone et manu apposita ad pectus. Quibus verbis dictis injungat ei, ut ob reverenciam sedis apostolice ponet se ad genua. Et tunc recepto bireto de manu novi magistrandi dicat magister ejus: «Ego in signum honoris et reverencie magistralis post licenciam vobis datam et concessam auctoritate qua fungor in hac parte impono vobis bieretum doctorale in sacra facultate theologie in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti». Hoc facto dicat novo magistro: «incipiatis quando volueritis». Tunc magister novus suam collacionem incipiet, etc. Collacione finita novus magister disputabit questionem suam, et movebit eam quidam scolaris aut bachalarius cursos per novum magistrum electus. Qui quidem novus magister dicat: «Surgat qui habet proponere questionem». Questione proposita, novus magister determinabit se ad bachalarium quem voluerit pro responsione ad questionem. Responsione facta, per tres conclusiones et sex correlaria et colaterales proposiciones absque responsione et ad argumenta facta per proponentem, novus magister incipiet arguere contra terciam questionem, que ad ipsum spectat. Consequenter magister tenens principium pro loco et turno suo arguet contra secundam questionem. Tercio loco et pro turno cancellarii vel subcancellarii arguet idem magister tenens principium quandiu videbitur tempus propicium et hora opportuna. Et hac questione disputata surgent duo magistri, qui secundam questionem disputabunt; deinde alii duo, qui eamdem resument. Terminabitur actus in nomine Patris et Filii29.
Indudablemente, en esta disputas de dos en dos maestros debe estar el inicio de los gallos, aunque aquí todavía no se especifique el carácter burlesco de la disputa. En el Colegio de Bolonia, por su parte, a mediados del siglo XV el examen público para la obtención del título de doctor consistía en la exposición de una lección por parte del doctorando, más las correspondientes respuestas a las objeciones planteadas, «acto seguido el arcediano (o su sustituto) pronunciaba un sermón de circunstancias y le confería el grado de doctor», imponiéndosele las correspondientes insignias30. Es cierto que en ninguno de 29
Henricus Denifle: Chartularium Universitatis Parisiensis, IV. París, 1897, pp. 429–430, doc. nº 2235. 30 A. Pérez Martín, «Españoles doctorados en Bolonia en Derecho civil y/o canónico (1369–1788)», en Las Universidades hispánicas, cit. I, 2000, pp. 373–386, la cita de la p. 383. La obra de Carlo Malagola, Statuti delle Universitá e dei Collegi dello Studio bolognese (Bologna: Nicola Zanichelli, 1888) recoge en diversos lugares la mención de que el Rector encargaba
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los dos casos se menciona la oración burlesca, antecedente del vejamen, como tampoco aparecerá en las reglamentaciones de las universiadades españolas hasta principios del XVI, según mostramos en el apartado correspondiente a las «Disposiciones legales en torno al vejamen». Pero no se puede olvidar aquí las reglamentaciones medievales de la Universidad de Cracovia, ya mencionadas, donde sí parece intepretarse el sentido de justa literaria, casi nos atreveríamos a decir que burlesca entre el nuevo doctor y otro personaje. De la misma manera la reforma manuelina de la Universidad de Lisboa a principios del XVI (1504) establece claramente cuál es el procedimiento para otorgar el título de doctor o maestro, según el cual después de buscar al graduando, y acompañarle a oír misa, le sentarán en un lugar, presidido por el Rector, y leerá una breve lección para responder las objeciones planteadas por el rector y otros miembros del calustro presentes. Después de repartir ciertas recompensas a los presentes «hum homem honrado louvaraa entâo letras e costumes do graduando e em lingugem per palavras honestas diraa alguns defectos graciosos pera folguar que nos sejam muito de sentir», después de lo cual se solicitará el grado31. Aunque no se llame por su nombre castellano, el de vejamen, es evidente que aquí se está aludiendo a la costumbre de satirizar al graduando. El vejamen de grado es un ejercicio paródico, como tantas otras parodias de actos académicos serios existían en la época y siguieron existiendo a la vez que el vejamen, muchas de ellas como las conclusiones o repeticiones burlescas dentro del mismo ámbito escolar32. Actos propios de la universidad, considerados seriamente por los diferentes estatutos, se ven pronto parodiados por varios autores, como ha señalado Pedro Cátedra a propósito de las repeticiones y más concretamente de la de Luis de Lucena33. Su relación con los gallos universitarios, puesta de manifiesto por este mismo estudioso, apunta hacia un sermones, similares al vejamen (aunque nunca se menciona con este nombre) pero escritos en serio, que se dan con motivo de la muerte de uno de los doctores del claustro, por ejemplo. 31 Theophilo Braga, Historia da Universidade de Coimbra. Lisboa: Academia Real das Ciencias, 1892, I, p. 302. Comenta el autor que esta práctica era la equivalente a lo que en las Universidades españolas se llamaba vejamen o actus gallicus y señala su cercanía con otras costumbres estudiantiles similares como la francesa prise de la pierre y la que tenía lugar en los centros portugueses del carneiro. A estas habría que añadir la ceremonia modernamente resucitada en la Universidad de Padua –entre otras universidades italianas– del papiro di laurea, con sus caricaturas pictóricas y literarias del graduando. Agradezco a mi amigo Carlos Domínguez la referencia. 32 Véase el extraordinario trabajo de uno de los estudiosos máximos de estas disciplinas, Francisco Layna Ranz, «La disputa burlesca. Origen y trayectoria», en Criticón, 64, 1995, pp. 7–160. 33 Pedro M. Cátedra, Amor y pedagogía en la Edad Media (Estudios de doctrina amorosa y práctica literaria). Salamanca: Universidad de Salamanca, 1989, pp. 132–134.
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antecedente parecido34. Otro tipo de obras, como las parodias del sistema de oposiciones, se dan en el ambiente del teatro de colegio35. Más adelante hablaremos del conocido como Coloquio de las oposiciones, pieza cómica del teatro jesuítico cercana a 1600, donde se parodia el sistema de oposiciones con la consiguiente burla de los doctores que intervienen en ellas. Estos géneros parecen desarrollarse en un ámbito escolar, quizá emanado de la Iglesia. En el mismo ámbito y con parecidos tintes burlescos, jocosos y paródicos existía el denominado «sermón jocoso» o burlesco, del que encontramos buenos ejemplos literarios de principios y mediados del XVI y que perdura por lo menos hasta finales del XVII en nuestra literatura, como más adelante señalamos. No deja de ser tentador establecer un puente entre estas ceremonias y las que sucedían en una fecha más o menos fija, como la del obipillo de San Nicolás, que explica Caro Baroja36, donde también tiene lugar una inversión burlesca y una parodia, delante incluso de las propias autoridades eclesiásticas. Brown escribe que «de las aulas universitarias el vejamen pasaría a los salones de las academias literarias»37 y hace descender el vejamen de academia desde la literatura clásica de Aristófanes, Menipo, Horacio, Luciano, etc. a las universidades italianas y españolas, que junto a la literatura satírica de Ariosto y Boccalini desembocarían en las academias italianas y de ahí en las españolas del siglo XVI. Supone que hay una salto de muchos años («1400 años de paréntesis») entre la tradición clásica y la literatura romance, pero tal salto no es tan amplio, a nuestro modo de ver, porque el vejamen cuenta con otros antecedentes comunes que pueden cambiar en algo esta hipótesis. No estoy seguro, sin embargo, de que haya que buscar un único origen a las diferentes manifestaciones del vejamen. Quiero decir que probablemente el vejamen de grado no surja de las mismas fuentes que el de academia o el de justa por más que pueda haber influencias mutuas. De hecho, si se repara, el vejamen de grado y el de academia tienen evidentes paralelos, mientras que el de justa literaria parece caminar por otros derroteros, aunque solo sea por la diferente combinación de la prosa y el verso. Muy probablemente el vejamen de grado, como oración retórica, tenga que ver también con aquellos ejercicios que los aprendices de rétor hacían 34
De la misma manera F. Layna Ranz en su art. cit. da cuenta de las repeticiones y conclusiones burlescas en el ámbito universitario y fuera de él. 35
Cfr. A. Madroñal, M. Rubio Árquez y D. Varela Villafranca, «El Coloquio de las oposiciones, una pieza de teatro jesuítico de carácter cómico», en Criticón, 68, 1996, pp. 31–100. 36
El carnaval (Análisis histórico–cultural). Madrid: Taurus, 1986, p. 309.
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para ejercitarse en el elogio y vituperio del género epidícitico, como ha escrito Francisco Rico a otro propósito38, habida cuenta de que los vejámenes de grado pertencen según algunos retóricos de la época al género demostrativo, aunque se acercan al suasorio39. Dicha actividad retórica, bien regulada por obras teóricas al efecto, que tanto podía alabar motivos insignificantes como vituperar grandes hechos o personas, estaba en los rudimentos de cualquier hombre culto de la época clásica y, por supuesto, de los hombres de letras de entonces. En efecto, los ejercicios de los jóvenes oradores griegos y romanos incluían una serie de apartados (un esquema) que debían ser cubiertos por el buen orador para llevar a cabo un elogio, y –como es lógico– podían también utilizarse en sentido contrario cuando se trataba de componer un vituperio, tal y como establecía, por ejemplo, Teón. Dicho esquema debía comprender tres partes, según recoge Marrou en su Historia de la educación en la antigüedad40: 1. Bienes exteriores: a) la cuna del héroe, b) su ambiente: ciudad natal, pueblo, excelencia de su régimen político, su familia, c) cualidades personales: educación, amigos, gloria conquistada, funciones públicas desempeñadas, riqueza, hijos, muerte feliz (en su caso). 2. Bienes físicos: salud, fortaleza, belleza, sensibilidad. 3. Bienes del alma: a) virtudes: sabiduría, templanza, coraje, justicia, piedad, nobleza, sentimientos de grandeza, b) acciones derivadas: altruistas, puestas en el bien y no en lo útil o agradable, interés público, acciones cumplidas, a pesar de los riesgos. Un apartado posterior establecía si estas acciones las había llevado a cabo el vejaminado solo, con riesgo, oportunidad y dificultad. Este esquema es seguido en parte, aunque con clara intención paródica; así en el vejamen sevillano de fray Miguel de Rojas, después de una especie de captatio benevolentiae se nos informa del nacimiento del graduando: «nació nuestro graduando, con que desde tamañito entró a ser en este mundo nacido»41, después se da cuenta de su familia: «era el muchacho los ojos de 38 Francisco Rico, «Para el itinerario de un género menor: algunas loas de la Quinta parte de comedias», en Homenaje a William L. Fichter, ed. por David Kossoff y José Amor y Vázquez. Madrid: Castalia, 1971, pp. 613–614, especialmente la nota 6. 39 B. Jiménez Patón, Elocuencia española en arte: «El género demonstrativo, o de esornación, es el que usan nuestros predicadores y, en grados, los que oran en escuelas, aunque en lo uno y en lo otro se ha [sic, halla] también el deliberativo o suasorio, principalmente en pretensiones de cátedras» (Ed. F. J. Martín. Barcelona: Puvill, 1993, p. 451). 40 H. I. Marrou, A History of Education in Antiquity, Nueva York, 1964. Cito por la traducción española de Yago Barja de Quiroga. Madrid: Akal, 1975, pp. 261–262. 41 Bexamen...al Padre lector Fray Antonio Martínez de Castro (1654), ms. 6877 BRM, f. 142.
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su linaje», o su formación intelectual: «pusiéronle sus padres a estudio y aplicose tanto a los primeros rudimentos que fue el más rudo de los de su tiempo». Luego se da cuenta de su pretensión de hábito en una orden religiosa (anécdotas relativas al ingreso), de su graduación como colegial y, ahora, de maestro. Después se alude directamente a su físico y se inserta alguna anécdota sobre su gran calva. Después se pasa revista a otros doctores del claustro. Como para el elogio, los retóricos antiguos ofrecían también normas para el vituperio. Así, por ejemplo, los Ejercicios de retórica de Aftonio (siglo IV d. C.) establecen claramente que «un vituperio es una composición expositiva de los vicios propios de alguien» que contiene «únicamente una acusación pura y simple» y que «se divide en los mismos principios de argumentación que el encomio»42. Aftonio es seguidor de Hermógenes (siglo III d. C.), el cual establecía que en el encomio debían decirse cosas del tipo: Con respecto a su cuerpo, que es hermoso, que es alto, que es rápido y que es fuerte; con respecto a su espíritu, que es justo, que es prudente, que es sabio y que es valeroso» [...] Pero lo más importante son las acciones, pues las acciones dependen de las ocupaciones»43 Naturalmente a este conjunto de alusiones habría que sumar un cúmulo de «ejemplos», que vendría a corroborar lo dicho por el orador. Las ejemplificaciones, en la práctica, tenían que tomarse necesariamente de las recopilaciones que existían en la época, bien procedieran de la tradición oral o escrita. Lo mismo ocurre con los vejámenes en la España del Siglo de Oro, pues sus autores se nutren de los cuentos y facecias, anécdotas y chistes recopilados por autores como Santa Cruz, Timoneda o Correas. La profesora Egido señala la relación con la chría, que consistía, según Palmireno, en «laus autoris, expositio rei, causa contrarium, parabola, exemplum, testimonium vetus y brevis elogius»; naturalmente todo se podía volver al revés y del elogio era fácil llegar al vituperio por los mismos pasos44. La relación con Luciano, rétor del siglo II d. C., tiene unos tintes especiales. El autor, que tanto influye en el erasmiano Elogio de la locura, escribió
42
Ejercicios de retórica de Teón, Hermógenes y Aftonio. Introd., trad. y notas de Mª Dolores Reche Martínez. Madrid: Gredos, 1991, pp. 242–243. 43
Ibíd., pp. 188–189.
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«El gallo de Góngora y las imágenes escolares», en Da Góngora a Góngora, a cura di Giulia Poggi. Pisa: Edizioni ETS, 1997, p. 116.
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el diálogo El sueño o El gallo, un precedente claro de El crotalón español (que curiosamente es el primer libro en donde aparece una mención explícita a los gallos o vejámenes, como más adelante destaco). En definitiva, la sátira lucianesca puede influir en los vejámenes, como también la práctica del «sueño» concebido como viaje para poner en solfa a diversos personajes45. Giovanni Cara desataca en un libro reciente que a todas estas influencias «cultas», a las que se podría sumar también las del Satyricon de Petronio, hay que añadir también las de la literatura goliárdica medieval o las que proceden del folclore46. La relación con la Stultiae laus de Erasmo también se presenta fecunda, como bien había anticipado Aurora Egido. El tono de la obra, la burla de las ínfulas de determinado tipo de personas (como los gramáticos, jurisconsultos, filósofos y teólogos), calificando de pueril lo que ellos más valoran, se acerca de forma evidente al tono de los vejámenes, particularmente a los de grado47. Aunque no se mencione de manera explícita, en el vejamen que se reproduce en los Coloquios de Palatino y Pinciano (mediados del XVI) se encuentra una referencia que nos parece apuntar esa dirección, cuando se dice que lo que pretende el doctorando es: Ser conocido del pueblo y que le tengan y conozcan por sabio y docto, por el mesmo caso entre sabios se publica y condena por necio y loco, porque el primero y postrero grado del saber es pensar cada uno que no sabe nada48.
Es indudable también que este panorama hay que completarlo con otras influencias concretas. Parece obvio que la sátira menipea puede haber dejado en los vejámenes del Siglo de Oro el recurso tan manido del viaje alegórico, como de Luciano se pudo tomar el del sueño. Es presumible que la literatura satírica de Marcial y Juvenal algo haya tenido que ver también con el progreso de los vejámenes en una etapa en que todavía no existe como texto autónomo, sino como parte integrante de otros textos (sátiras, epigramas, etc.). Menos duda ofrece el hecho de que el vejamen, tal como lo conocemos en el Siglo de Oro, al menos en alguna de sus formas (de academia, de
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Obras de Luciano. Introd. General de José Alsina Clota; trad. y notas de Andrés Espinosa Alarcón. Madrid: Gredos, 1981. 46
Il «vejamen» in Spagna, cit., pp. 31–34.
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Véase la ed. con nueva traducción, introd. y notas de Oliveri Nortes Valls. Barcelona, Bosch, 1976. 48
Coloquios de Palatino y Pinciano, de Juan de Arce de Otálora Ed. José Luis Ocasar. Madrid: Turner, 1995, II, p. 663.
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justa), pueda relacionarse más concretamente con una modalidad de la lírica provenzal como es el «sirventés literario» porque, como escribe Martín de Riquer, «la polémica literaria aparece desde los primeros tiempos de la poesía trovadoresca» y «no son raros los sirventeses en que los trovadores se critican»49 . En efecto, dos de las composiciones que Riquer reproduce, la de Peire d´Alvernha «Cantarai d´aquestz trobadors» y la del Monje de Montaudon, «Pois Peire d´Alvernh´a chantat»50, son auténticos vejámenes emitidos por estos dos trovadores a sus compañeros de fatigas. Estos constituirían los primeros textos de vejámenes y estarían muy relacionados con los que conocemos en el siglo XVII como vejámenes de justa literaria o de academia poética. El primero de ellos, anterior a 1173, es una sátira que tuvo lugar con motivo de una fiesta cortesana, a la que los trovadores satirizados habían contribuido con sus poemas51. El segundo sirventés, que se debe al Monje de Montaudon, habría sido compuesto en 1195 a imitación del primero52. 49
Los trovadores. Historia literaria y textos. Barcelona: Planeta, 1975, I, p. 58. Recogidas respectivamente en el tomo I de la obra cit., pp. 332–341 y II, pp. 1039–1045. 51 Véase el trabajo de Vincenzo Crescini, «Le caricature trobadoriche di Pietro d´Alvernha», en Atti del Reale Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti, LXXXII, 1923–24, pp. 781–795; LXXXVI 1926–27, pp. 203–226 y 1203–1258. Riquer cita, además, el trabajo de Aurelio Roncaglia, La generazione trobadorica del 1170. Roma: Universidad de Roma, 1967–68. 52 Dice así el que se debe a Alvernha: «CANTARAI D´AQUESTZ TROBADORS 50
I. Cantarai d’ aqestz trobadors que canton de maintas colors e·l pieier cuida dir mout gen; mas a cantar lor er aillors q’ entrametre·n vei cen pastors c’ us non sap qe·s monto’s dissen. II. D’aisso mer mal Peire Rotgiers, per qe n’ er encolpatz primiers, car chanta d’amor a presen; e valgra li mais us sautiers en la glieis’o us candeliers tener ab gran candel’arden. III. E·1 segonz, Girautz de Borneill, qe sembl’oire sec al soleill ab son chantar magre dolen, q’es chans de vieilla portaseill; que si·s mirava en espeill,
no·s prezarí’un aiguilen. IV. E·1 tertz, Bernartz de Ventedorn, Q’es menre de Borneill un dorn; en son paire ac bon sirven per trair’ab arc manal d’alborn, e sa mair’escaldava·1 forn et amassava l’issermen. V. E·1 quartz, de Briva·1 lemozis, us joglars q’es plus qerentis que sia tro q’en Beniven, e semblari’us pelegris malautes, qan chanta·1 mesquis, c’a pauc pietatz no m’en pren. VI. E·N Guillems de Ribas lo qins, Q’es malvatz defors e dedins, e ditz totz sos vers raucamen, per que es avols sos retins,
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Es evidente que en ellos tanto el tono, como la intención, son similares a los de los vejámenes de justa literaria del Siglo de Oro. Sostiene Riquer que hay en muchas estrofas «un tono agresivo y violento que solo puede explicar un ambiente de camaradería», aunque no descarta en este retrato epigramático y mordaz (que asimila también con los vejámenes españoles clásicos) lo que llama «un residuo de odios personales o literarios»53. En efecto, Blanca Periñán ha recordado a propósito del disparate que entronca con las cantigas de escarnio y maldecir54, y lo mismo se puede decir de estas manifestaciones. Por supuesto que los defectos censurables son los mismos que nos vamos a encontrar andando el tiempo: el físico, el origen familiar, sus malas costumbres, lo mal que los personajes objeto de crítica desarrollan su trabajo y, también, anécdotas ridículas que les hayan podido suceder. Es evidente el tono bufonesco y carnavalesco, de caricatura grotesca, como también lo es XI. E N’Ebles de Saigna·1 dezes, a cui anc d’amor non venc bes, sitot se chanta de coinden: us vilanetz enflatz plages, que dizen que per dos poies lai se loga e sai se ven. XII. E l’onzes, Gonzalgo Roitz, Qe·s fai de son chant trop formitz, per q’en cavallaria·s fen; et anc per lui non fo feritz bos colps, tant ben non fo garnitz, si doncs no·1 trobet en fugen. XIII. E·1 dotzes us veilletz lombartz, que clama sos vezins coartz, et ill eis sent de l’espaven; pero sonetz fai mout gaillartz ab motz maribotz e bastartz, e lui apell’om Cossezen. XIV. Peíre d’Alvernge a tal votz que chanta con granoill’en potz, e lauza·s mout a tota gen; pero maistres es de totz, ab c’un pauc esclarzis sos motz, c’a penas nui1s hom los enten. XV. Lo vers fo faitz als enflabotz a Puoichvert, tot jogan rizen.
c’atretan s’en fari’us chins; e l’uoil semblan de vout d’argen. VII. E·1 seises, Grimoartz Gausmars, Q’es cavalliers e fai joglars; e perda Dieu qui·l o cossen ni·l dona vestirs vertz ni vars, que tals er adobatz semprars qu’enjoglarit s’en seran cen. VIII. Ab Peire de Monzo so set, pos lo coms de Tolosa·1 det, chantan, un sonet avinen, e cel fon cortes qe·1 raubet, e mal o fes car no·il trenqet aqel pe que porta penden. IX. E l’oites, Bernatz de Saissac, C’anc un sol bon mestier non ac: mas d’anar menutz dons queren; et anc puois no·1 prezei un brac, pois a·N Bertran de Cardaillac qes un vieil mantel suzolen. X. E·1 novens es En Raembautz, Qe·s fai de son trobar trop bautz; mas eu lo torni en nien, q’e1 non es alegres ni chautz; per so pretz aitan los pípautz que van las almosnas queren. 53
Los trovadores, cit., I, p. 332. Poeta ludens. Disparate, perqué y chiste en los siglos XVI y XVII. Estudio y textos. Pisa: Giardini, 1979, p. 24. 54
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el que todo se intente rebajar después con la afirmación (en los dos versos finales) de que todo se ha dicho por broma y de que todo forma parte de un juego, lo cual asemeja estas composiciones más todavía, si cabe, a los vejámenes clásicos del Siglo de Oro. Los dos serventeses literarios referidos motejan a los trovadores por no hacer bien su oficio. Las críticas, como decimos, son demasiado próximas a las que se pueden encontrar en los vejámenes de justa o academia como para no considerar su filiación: tienen mala voz, componen mal sus canciones, más valdrían para otro oficio que este, determinado compañero se ha hecho hereje, no cambia de vestido, es sucio, se tiñe las canas, etc. Su relación con el vejamen tal y como lo entendemos hoy la puso de manifiesto hace ya algún tiempo Menéndez Pidal, aunque sin demasiado eco en estudiosos posteriores. El vejamen es, como se ve, una composición unidireccional, tiene un emisor activo (Alvernha en este caso) y un receptor o una serie de receptores pasivos (los otros trovadores); porque si no, es decir, si el vejaminado pudiera contestar al vejador, nos encontraríamos con el género que se denomina tensó en esta propia lírica trovadoresca. Pero el serventés literario origen del vejamen participa también de la corriente crítica que tienen otros poemas provenzales, donde se fustiga, por ejemplo, determinada moda poética que se está empezando a cultivar o el arte de los juglares. En cuanto a la debatida distinción o no entre vejamen de grado y gallo, estudiosos como Layna han escrito que «el gallo es el vejamen de los teólogos»55, mientras otros han apuntado diferencias entre estas dos denominaciones partiendo de dos vejámenes manuscritos salmantinos. Por su parte, algunos investigadores mantienen en sus trabajos que no existe diferencia apreciable, si no es en la denominación, entre estas composiciones. De hecho, en el primer vejamen conocido, el que se recoge dentro de los Coloquios de Palatino y Pinciano, dado en Valladolid a mediados del XVI, no se habla de gallos, sino de vejamen, y el clérigo y famoso vejador Torre Farfán, en su Templo panegírico, señala que el vejamen solo se diferencia en Salamanca de los gallos por el nombre: No dilatemos su vejamen,[...] supuesto que los ha visto tan cantados en Salamanca, a donde los diferencia solo el nombre de gallos56.
55 Véase el muy documentado trabajo de Francisco Layna Ranz, «Ceremonias burlescas estudiantiles (siglos XVI y XVII): 1. Gallos», en Criticón, 52, 1991, pp. 141–162, donde se estudia con demora todo lo referido al origen y características de estas manifestaciones del humor estudiantil. 56 Templo panegírico al certamen poético que celebró la hermandad insigne del Santísimo Sacramento Sevilla: Juan Gómez de Blas, 1663, f. 215vº.
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También en la parte de los Comentarios de erudición que más adelante reproducimos, y que tratan del vejamen de grado, se abunda en esta misma idea: En esta universidad [Salamanca] lo dan cuatro, a quien llaman gallos; en la de Alcalá, un dotor graduado; en otras escuelas el mismo que ora en alabanza (lo cual no apruebo porque es impropiedad); en otras un condicípulo; en otras un truhán (y esto también no es muy decente por la disparidad que hay entre los de la fiesta y el truhán).
Pero es evidente que con el tiempo la frontera entre unos y otros fue diluyéndose. El problema estriba, como casi siempre, en la ambigüedad significativa de las palabras vejamen y gallo. Por ejemplo, en la Universidad de Alcalá, se habla de vejamen como el escrito satírico, pero se da el nombre de gallo al que lo da. En Salamanca, se llama gallo al escrito satírico de los teólogos, que sustiuye al vejamen de otras facultades57. Más adelante, a propósito del Actus gallicus salamantino de finales el XVI, esbozamos un intento de distinción entre gallo y vejamen, que no solo tiene que ver con la diferente disciplina en que se produzca el doctoramiento, también con razones de índole estructural que básicamente se reducen a que en los gallos son los propios doctores los que se enfrentan y censuran entre sí, mientras que en los vejámenes propiamente dichos quienes resultan satirizadas son las personas que reciben el grado58. Pero es que, además, el vejamen –al menos en determinadas facultades, como la de Teología en Salamanca– se daba el día anterior al del magisterio y lo ponía en escena una sola persona, mientras que los gallos los llevaban a cabo cuatro personas y tenían lugar «antes del sermón final del nuevo maestro»59.
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Ya había llamado la atención sobre la diferencia Águeda M. Rodríguez Cruz a propósito de la Universidad salmantina (Historia de la Universidad de Salamanca, Salamanca: Fundación Ramón Areces, 1990, pp. 201–202). 58 Se ha escrito que los gallos son el vejamen de los teólogos (F. Layna Ranz, «Ceremonias burlescas...»), y de la lectura de algunos textos se desprende que ambos –gallo y vejamen– podían coexistir. 59 F. Layna Ranz, «Ceremonias burlescas...», p. 147, que cita un importante texto al respecto.
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RELACIÓN DEL VEJAMEN CON OTROS GÉNEROS Hay que estudiar el vejamen en un contexto más amplio, que es el que tiene que ver con lo carnavalesco, como han señalado estudiosos como Aurora Egido60. El vejamen es un discurso satírico que se inscribe en el marco de una celebración «seria» y en el que toman parte los mismos que en esa celebración habían estado hablando y escribiendo, no las burlas, sino las veras. Tiene mucho que ver con las manifestaciones paródicas en la literatura, pero también con todo ese grupo de prácticas burlescas que no eran específicamente literarias, aunque convivían en los ambientes menos dados a la burla que se pudiera imaginar. Fiestas como las de los Inocentes o el Obispillo, que se daban en el marco de la Iglesia preferentemente pero que tenían lugar también en el de la Universidad61, y se relacionaban con escuelas catedralicias bien podrían haber desembocado también en otros ejercicios escolares burlescos62; entremeses improvisados, bodas aldeanas, mojigangas o comedias de repente en el teatro parecen compartir con la literatura del vejamen esas características de inversión carnavalesca en las que aparece el concepto de «mundo al revés». El carnaval supone un tiempo donde se permiten los excesos más extraordinarios, las críticas y las burlas, incluso de personajes de elevada posición social, como ocurre también con el vejamen, tal vez amparándose sus autores en que todo está dicho con la sordina de la falsedad y de la burla, pero también con el poso indudable de la crítica. Su vinculación con la literatura bufonesca o del loco no puede ser más evidente, como se manifiesta bien a las claras en algunos de los textos que se reproducen, tal por ejemplo el vejamen de Góngora de 1611, donde se dice que el doctorando se ha criado «en una casa de orates, / por no decilla de locos». De la misma manera, acabamos de ver cómo Bartolomé Jiménez 60
«El gallo de Góngora y las imágenes escolares», en Da Góngora a Góngora, cit., p. 93. Véase el poema de Pedro de Padilla «Carta en tercetos a un maestro en Artes a quien, el día de San Nicolás, avían hecho obispillo en la Universidad de Alcalá» (Pedro de Padilla, Romancero. Madrid: Bibliófilos Españoles, 1880, pp. 411–414). Fernando R. de la Flor habla de la costumbre universitaria de las alcobas o chimeneas, en la que se disfrazaban los estudiantes y acudían luego a una alcoba, la víspera de Año Nuevo, donde el rector proveía las «cátedras de Miseria, Tontalidad y Porquería» («Teatro de Minerva: Prácticas parateatrales en el espacio universitario del Barroco», en Espacios teatrales del Barroco español, dir. José María Díez Borque. Kassel: Reichenberger, 1991, pp. 221–253, la cita de la p. 231). 62 En el primer vejamen conocido, el que se inserta en los Coloquios de Palatino y Pinciano, se le dice justamente al doctorando: «Hoy os han traído otra vez a la vergüenza, ensillado y enfrenado, de Pilatos a Gaifás, del padrino al chanciller, muy reverendo y engualdrapado, como obispillo de sanct Nicolás» (ed. cit., pp. 675–676). 61
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Patón refuerza esta relación al mencionar que podía ser un truhán quien pusiera «en escena» el vejamen. Pero, con independencia de estas citas, parece bastante claro que el vejamen hay que inscribirlo por derecho propio entre tantos productos literarios o cuasi literarios de la literatura áurea que comparten el deleite por los decires absurdos (pero con su poso de verdad) de tantos locos como pueblan las páginas de nuestra historia: licenciados Vidriera, graciosos como Juan Rana o, simplemente, bufones de corte metidos a escritores. Arriba se ha mencionado la relación con el Elogio de la locura erasmiano, que alude también a la soberbia universitaria, pero sin duda el tema viene de más atrás en la literatura española, como señala Márquez Villanueva63. Por supuesto, no anda lejos de la contextura del vejamen la poesía de disparates y la literatura del chiste, como se puede apreciar en la lectura de los textos que edita la profesora Blanca Periñán en su obra Poeta ludens64. Porque hay algo de la literatura de disparates en las páginas de los vejámenes, algo también de la «docta ignorancia», de la que se acusa invariablemente a todos los doctores que se gradúan («No saben más que su agüela / y pretenden capirotes», dice un vejamen de hacia 1614, aquí reproducido), y es que el capirote identifica tanto a los locos como a los doctores, de ahí que se juegue con su ambivalencia en varios vejámenes. En definitiva la oración vejatoria no deja de ser una nueva vida y hechos de un bufón, en algunos aspectos comparable a las vidas de bufones que se editan en la época65. Desde luego, se nota un tono común con algunas obras típicas del género como la Crónica de don Francesillo de Zúñiga, donde se comentan a lo burlesco las características de determinados personajes de la corte de una forma no muy distinta a como aparecen en nuestros vejámenes de 1611 o 1624. Debe señalarse cómo, en uno de los manuscritos que utilizo para esta edición, el de vejámenes sevillanos, estos se copian justo antes de una mascarada callejera protagonizada por los estudiantes; en el otro, el manuscrito peruano propiedad de Solórzano Pereira, los vejámenes están en el mismo plano que otros textos satíricos como la novelita de Mogrovejo titulada La endiablada o textos quevedianos como La perinola y otros. Quiere esto decir que los recopiladores de vejámenes los consideraban a la misma altu-
63
«Literatura bufonesca o del loco», en NRFH, 34, 1985–86, pp. 501–528, y en general este número completo, dedicado al tema del loco en la literatura. 64 Poeta ludens. Disparate, perqué y chiste en los siglos XVI y XVII, cit. 65 Así denomina Avalle–Arce al Estebanillo, en «El nacimiento de Estebanillo González», en NRFH, 34, 1985–86, pp. 529–530.
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ra que los festejos carnavalescos, que alguna relación tenían con la mojiganga parateatral y con los textos de censura del más temible de los satíricos de entonces. El vejamen es también acto público, tiene a veces componentes musicales (así en el vejamen mejicano de 1788, editado por Omacini), lo cual sumado a la puesta en escena del mismo y a todo lo que precedía a esa ceremonia (paseo a caballo por la ciudad, trajes vistosos, solemnidad...) puede emparentar el acto en el que se inscribe con otros actos espectaculares: procesiones, actuaciones dramáticas, etc. La mezcla de lo cómico y lo serio, tal y como sucedía en la comedia barroca, es otro argumento para relacionarlo con las puestas en escena del teatro áureo. De otro lado, por lo que tiene que ver con el acto público en que se da el vejamen, este se relaciona de forma clara con los sermones y discursos que tan frecuentes eran en la época, particularmente con aquellos que tienen contenido burlesco. Esa relación con la oratoria ha sido señalada suficientemente por los estudiosos y puesta de manifiesto en la práctica por Laplana Gil, que edita un vejamen de 1649 en el que interesa especialmente, según señala el mismo erudito, la crítica de una obra de oratoria y de su autor, la Censura de la elocuencia del jesuita José de Ormaza66, al que se acusa de no poseer los conocimientos necesarios para teorizar ni para obtener el grado. Es evidente que cultivadores señeros de la literatura satírica como Quevedo o Vélez de Guevara en su Diablo cojuelo también han tenido un peso importante en los compositores de vejámenes de la segunda mitad del XVII. El motivo del sueño, que puede tomarse de Boccalini (aunque también guarde relación con el autor de El buscón), o del viaje, en este caso guiado por un personaje diabólico, están presentes en muchos vejámenes, según han señalado estudiosos como Carrasco Urgoiti. Indudablemente también debe considerarse el asunto del tribunal de Apolo, que aparece en obras clásicas como las de Cervantes o Lope y que sirve perfectamente para llevar a cabo una especie de juicio poético, también presente en el vejamen67. No hace falta desatacar aquí la cercanía que tales juicios tienen con los entremeses en que un personaje superior enjuicia a una serie de personajillos, como en Las civilidades de Quiñones y tantos otros68. 66
José Enrique Laplana Gil, «Un vejamen en un tratado de predicación: el Triunfo de la verdad (Madrid, 1649) de Ambrosio de Bondía», en AFA, XLIV–XLV, 1990, pp. 179–208. 67 H. E. Bergman, «El juicio final de todos los poetas españoles muertos y vivos», en BRAE, LV, 1975, p. 574. 68 Puede leerse ahora en la edición crítica de la Jocoseria, que se debe a I. Arellano, J. M. Escudero y A. Madroñal. Madrid–Pamplona: Iberoamericana–Univ. de Navarra, 2001.
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De igual modo, la relación entre vejamen y novela cortesana o prosa costumbrista también ha sido señalada hace ya tiempo por Carrasco Urgoiti69. Muchas veces el vejamen se enmarca en las novelas que escribían ingenios como Castillo Solórzano o Salas Barbadillo; en otras ocasiones se pinta un cuadro costumbrista, donde se nombra a cada uno de los que reciben el vejamen y a los que les rodean. Vejamen y teatro El rey Felipe III asiste en Alcalá a un vejamen que da la Universidad con objeto de hacerle reír, según cuenta el cronista Cabrera de Córdoba. No es sino uno de los actos que intentan divertir al monarca, porque otro es una comedia, representada en la misma ciudad con el mismo fin. Vejamen y comedia, pues, se relacionan entre sí, porque ambos tienen idéntica finalidad: entretener a la persona real. Los vejadores son conscientes de que se les ha buscado para eso, al menos el doctor Zapata, que da el vejamen justamente en la Universidad de Alcalá al maestro Lasarte70 y sabe que se juega su honor profesional por componer un texto que persigue la burla y que desdice de su grave profesión. Esta cercanía entre vejamen y teatro se pone de manifiesto también por un vejador, don Luis de Ayllón y Cuadros, cuando pronuncia su segundo vejamen en Sevilla en 1647 y, refiriéndose a la prohibición de los teatros, dice: Incultísimo Rector, oyentes insulsos y desaliñados, ilustrísimos y nobilísimos mosqueteros: [...] a decir gracias me obligan cuando están prohibidas las chanzas, desterradas las comedias y el buen gusto anda pidiendo limosna y a sombra de tejados71.
Indudablemente, procedimientos propios del teatro (y más en particular del teatro cómico) se aprecian también en los vejámenes, como por ejemplo el lanzamiento de pullas, de apodos, en definitiva el arte de motejar72. Es este un típico recurso de entremeses cuando se enfrentan dos personajes, 69
«El vejamen de academia», cit., p. 104. Un Lasarte firma una poesía en un certamen celebrado en 1619 por Sancho de Zapata (J. Simón Díaz, Bibliografía de la literatura hispánica. Madrid: CSIC, 1982, XII s/v Lasarte). Tal vez se trate del maestro Agustín Lasarte, profesor en Alcalá entre 1604 y 1607 (Juan Urriza, La preclara facultad de Artes y Filosofía de la Universidad de Alcalá de Henares en el Siglo de Oro: 1509–1621. Madrid: CSIC, 1941, p. 490). 71 Bexamen que se dio en el Colegio de Santa María de Jesús... en los grados de los lizenciados Pedro Pérez Suero y Antonio Rodríguez, ms. 6877, BRM, f. 124. 72 Véase sobre este punto concreto el libro ya clásico de Maxime Cchevalier, Quevedo y su tiempo: la agudeza verbal. Barcelona: Crítica, 1992, especialmente las pp. 11–72. 70
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como la serie de Los alcaldes de Quiñones. En el vejamen de la Universidad de Toledo que edito, el vejador alude a este lanzamiento de apodos contra los dos graduandos. De la misma forma que en el vejamen, en el teatro breve, por ejemplo, hay una serie de estructuras que se repiten. Así, el llamado desfile de figuras, entendiendo por estas las representaciones de tipos estrafalarios que han dado en manías absurdas y que tanto juego dieron a entremesistas como Hurtado de Mendoza, también autor de vejámenes, o Luis Quiñones de Benavente. Como en ellos, en los vejámenes también aparecen fugazmente los sesudos doctores universitarios convertidos en fantoches estrafalarios con los que se quiere provocar la risa del auditorio. Solo que aquí su presencia es únicamente verbal, como es lógico. La «Salutación» que se encuentra en el vejamen del doctor Blasco en la Universidad de Zaragoza en 1621 es muy similar a una loa de las de principios del XVII, en que el dramaturgo, después de recorrer todos los estamentos presentes en el acto del vejamen, se dirige a parte de su auditorio así: Plebe y chusma popular, a quien el aplauso pido, que es pedir peras al olmo el huir de vuestros gritos; pajes gascones, lacayos, de las tabernas mosquitos, atendite, vade juego, que a todos pido partido.
No muy distinto es el tono, incluso las palabras que un entremesista en ejercicio por esos mismos años, como es Luis Quiñones de Benavente, pide en una de sus loas más famosas, cuando alude al público más ruidoso del corral: los mosqueteros: Infantería española, porque ya es cosa muy rancia el llamaros mosqueteros, damas que en aquesa jaula nos dais con pitos y llaves por la tarde alboreada: a serviros he venido73.
Pero para esta relación concreta entre vejamen y teatro (al fin y al cabo el vejamen también se ponía en escena: recordemos al «truhán» al que alu73 Loa con que empezó en la corte Roque de Figueroa, en su recopilación Jocoseria, ed. cit., pp. 325-326.
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día Patón), conservamos textos interesantes, algunos de los cuales incorporan vejámenes. Concretamente en el Entremés de don Pantalón Mondapozos, recientemente editado, se escenifica un vejamen, dado que el protagonista quiere recibir justamente la borla de doctor. Curiosamente se trata de un entremés bastante antiguo, representado antes de 1582, y otra vez también en ese mismo año en Burgo de Osma, Soria, un lugar universitario alejado de los grandes centros de la época. El Rector de aquella Universidad puso un pleito a los comediantes (Francisco de Cisneros) que lo habían escenificado por considerarse agredido por el tema del entremés. La escenificación tuvo lugar en el Corpus de 1582, en la iglesia catedral de la villa. Francisco de Cisneros declaró haberlo comprado a la compañía de Luis Martínez, que también había representado comedias en la villa, y que había escenificado el entremés en muchas partes anteriormente, por ejemplo en varios colegios de Alcalá, sin que nadie se molestase por ello. Uno de los testigos señala que su autor era nada menos que don Martín de Bolea y Castro, hijo del vicecanciller del Consejo de Aragón, que lo habría compuesto antes de 1578 en Zaragoza, a la edad de veinteséis años, más o menos74. Se había escenificado también en Salamanca, Huesca y Lérida. Indudablemente la pieza hay que relacionarla con otra que también toca estos temas, aunque no el recibimiento del grado, sino el desarrollo de unas oposiciones. Efectivamente el jesuítico Coloquio de las oposiciones (c1600) presenta también una figura ridícula, un figurón en toda regla, que resulta escarnecido por la burla de otros aspirantes mejor dotados que él y con menos ínfulas. Como en el Coloquio, también en el entremés titulado Pantalón de Mondapoços un candidato se quiere oponer, en este caso, a la borla, pero se trata de un pícaro, según confiesa el Vicerrector encargado, y los otros licenciados se mofan de él glosando en verso el estribillo «Qué talle para doctor». Al final, como en los entremeses antiguos, resulta aporreado, porque solo contaba entre sus virtudes saber las coplas del perro de Alba, Roberto el Diablo y unas letras a lo divino y humano. Desde luego las chanzas de estos licenciados son bastante subidas de tono, pero no mucho más de lo que encontramos en los vejámenes auténticos, solo que aquí el pretendiente no tiene más méritos que haber servido en la guerra con Portugal. Es el ejemplo más claro de la vinculación, tantas veces señalada, de entremés y vejamen, teatro y reunión de tema festivo, que aparecerá también en otros textos. No en vano la recopilación de entre74 Así lo señala María Luisa Lobato, editora de la pieza en su trabajo «Vejamen de grado en Burgo de Osma (1582) y entremés inédito de Don Pantalón de Mondapoços (h. 1578)», en Teatro y poder. VI y VII Jornadas de teatro. Universidad de Burgos. Burgos: Universidad de Burgos, 1998, pp. 203–223. El dato aparece en la p. 210.
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meses más importante del XVII, la del toledano Luis Quiñones de Benavente, lleva por título justamente el de Jocoseria, burlas veras (1645) y son precisamente burlas y veras lo que se da cita en los vejámenes. A veces el vejamen cumple también una función intermedia con respecto a la comedia, pues se entretejería como un entremés entre los versos de la obra extensa. La misma función tienen ambos: distraer de la trama principal aportando unas notas de humor que consigan la variedad y el gusto del espectáculo. En este sentido entiendo que hay que leer la escena del acto segundo de La inocente sangre, de Lope, cuando se introduce un vejamen bastante extenso entre los versos de la comedia. El autor lo señala con la acotación siguiente: Salgan los caballeros que puedan y luego los dotores y maestros y un gorro para el vejamen; el Rey detrás, hablando con el Retor, y un poco más adelante el graduando con un laurel en la cabeza y otro en la mano75.
Es verdad que aquí el personaje no se gradúa para doctor, sino que se trata de que un poeta resulte laureado, justamente en la recién creada Universidad de Salamanca. El «gorrón» que da el vejamen imita la estructura de uno de ellos: alaba primero al Rey, después a la Universidad que les acoge, y se centra después en el «laureando»; da cuenta de varios sucesos burlescos, a cual más gracioso, que le ocurrieron en el ejercicio de su profesión versificadora. Luego pasa a las veras, porque el poeta «es honra destas escuelas / y muy digno deste lauro»76, con lo que el vejamen se acaba tratando del noble origen de la poesía y sus cultivadores. De la misma forma en la Comedia famosa de Juan Latino, de Diego Jiménez de Enciso, se escenifica un vejamen, que se le da al protagonista de la pieza, el negro Juan Latino. El autor lo introduce casi al final de la comedia, como una especie de colofón burlesco que quiere ser el punto de mayor glorificación del personaje protagonista. Introduce el vejamen mediante una larga acotación: Habrá un sitial y unas gradas con asientos para el doctor. Salgan dos maceros y luego cuantos doctores pudieren, así frailes, clérigos, como legos, con sus capirotes y borlas, y el doctor Carlobal con capirote blanco y Juan Latino con azul, al cabeza descubierta; luego el Duque, el Arzobispo, don Juan de Austria, el Rector, con sotana parda de paño y beca colorada, y un paje con una fuente y en ella un libro y otro paje con otra fuente y en ella un bonete con borla azul. 75 76
Incluida en la Parte diecinueve de comedias, Madrid, 1624, f. 47. Ibíd., f. 55vº.
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Saldrán por un pasadizo a caballo o a pie, tocando chirimías y atabalillos. En cátedra, vejamen77.
En el vejamen propiamente encontramos una salutación dirigida a don Juan de Austria y a los otros personajes nobles que asisten al acto; después empieza el escrito vejatorio, que como la pieza anterior está también en verso octosílabo asonantado. Comienza con una serie de pullas: «garrafa de tinto», «breva pasada», «tinte de medias». Continúa con el origen de Juan, que no es otro sino el de una morcilla de varias cosas unidas por Naturaleza; luego viene que lo acogió en su casa y le dio estudio el Duque de Sesa. A continuación (después de una breve interrupción de Juan Latino) continúa el vejador con las «gracias» del nuevo doctor: seis ejemplos risibles y concretos de su actuación en diversas circunstancias. Por fin llegan las alabanzas de la cordura del nuevo doctor, también con ejemplos concretos, para terminar con los versos: «Dios te dé vida / para que des honra a España»78. El Arzobispo le impone las insignias doctorales y la comedia termina con el anuncio de la nueva victoria de Carlos V. Esa imbricación entre vejamen y teatro se da también en la llamada «primera obra teatral colombiana», el entremés titulado Láurea crítica, de Fernando Fernández de Valenzuela. En ella se trata de graduar de crítico a un personaje, después de haberle sometido a todo tipo de burlas por razón de su lenguaje79. El recuerdo de piezas concretas del teatro burlesco también se hace presente en algunos vejámenes. Por ejemplo, en uno de los entremeses limeños cercanos a 1625 encontramos referencias a tres piezas de este tipo: los entremeses de Melisendra, los Gigantones y Zarabullaque. Con los tres intenta el vejador establecer relaciones significativas entre los personajes que aparecen en el vejamen80. En otras ocasiones solo se alude al parecido de determinada situación o acción de un personaje con los de un entremés, sin mencionar su título. Un vejamen estudiado por Aurora Egido, dado en Granada en 1687, lleva al final un «entremés amojigangado», que evidencia la cercanía que ambos 77
El encubierto y Juan Latino, ed. de E. Juliá Martínez. Madrid: Real Academia Española, 1951, p. 344. 78 Ed. cit., pp. 347–353. 79 José Juan Arrom y José Manuel Rivas Sacconi, La «Laurea crítica» de Fernando Fernández de Valenzuela, primera obra teatral colombiana. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1960. 80 Bexamen que dio el Padre maestro fray Thomás de Mayorga, ms. 7274 de la Biblioteca Rodrígez Moñino, ff. 4–5vº.
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géneros –los del teatro breve y el vejamen– tenían en la consecución de un mismo fin: la risa del auditorio y tal vez el contrapunto de tanto acto serio o solemne. De la misma manera, el Auto de la cátedra presenta en una parte a un labrador subido en una cátedra, dando vejamen a unos doctores, y en otro lado a San Miguel echando al demonio de unas gradas, en las que habían de estar el rector y los doctores81. Pero no solo hay que relacionar al vejamen con los espectáculos teatrales, también y muy especialmente con todo ese conjunto de manifestaciones paradramáticas entre las que a veces se integra perfectamente. No se olvide que la ceremonia del grado tenía también un componente espectacular importante, en el que se daba el llamado «paseo del graduando». Muchas veces dicho paseo iba acompañado también de carrozas, máscaras, danzas y otras suertes de escenificaciones, algunas burlescas entre las que perfectamente se integraba. Vejámenes como los de Zaragoza en 1599, Salamanca en 1600 o Alcalá en 1611, que contaron con la presencia de los reyes, seguramente se pusieron en escena precedidos o seguidos de actuaciones de este tipo que harían las delicias de los espectadores de muy distintos estratos sociales. Fernando R. de la Flor ha tratado suficientemente de algunas ceremonias universitarias, que tienen indudable índole metateatral; entre ellas considera también los gallos o vejámenes como manifestación de «la voluntad decidida de escenificar esta separación entre la superestructura que conforma la ciudadela del saber y el espacio ciudadano, carente de determinaciones y concebido meramente a modo de lugar de puesta en escena de los valores que no le pertenecen»82. Vejamen, cuento y otros escritos en prosa Es evidente que los autores de vejámenes tienen a mano recopilaciones de cuentos y facecias para atribuírselas a los «méritos» del vejaminado. La profesora Egido ha señalado la presencia de un cuentecillo de la Floresta española de Santa Cruz como si fuera original en la crítica de un doctorando83. Entre los vejámenes que aquí editamos encontraremos más ejemplos de esta filiación. Pero por supuesto que esa relación no es unívoca, por cuanto en la citada Floresta de Santa Cruz se pueden leer varias anécdotas que tienen relación con los vejámenes. Encontramos, por ejemplo: 81
Sánchez Arjona, José: Noticias referentes a los Anales del teatro en Sevilla desde Lope de Rueda hasta fines del siglo XVI. Sevilla: Rasco, 1898, p. 245. 82 «Teatro de Minerva...», cit., p. 234. 83 En su trabajo «Un vejamen de 1598», cit., p. 450.
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En el vejamen de un doctor de Medicina dijeron que su padre era un labrador rico, gran comedor de cabra. Yendo este doctor de Salamanca a su tierra, halló que era muerto su padre. Y, rogáronle sus hermanos, pues había estudiado astrología, mirase, por el juicio de las estrellas, si estaba su padre en el cielo. Salió al corral en presencia de ellos, y paróse a contar muy despacio las Siete Cabrillas. Y, como las halló cabales, respondió con gran tristeza: –Verdaderamente, hermanos, nuestro padre no está en el cielo, porque, si él allá estuviera, ya por lo menos se hubiera comido tres o cuatro cabras.
Y también: Dando en Salamanca el grado de doctor a un legista, como acostumbraban poner las armas de las Escuelas y las del maestrescuela y las del doctor do se hace el vejamen, un estudiante quitó las armas del doctor, antes que fuese de día; y puso en un escudo pintadas siete o ocho maneras de vasijas, de hechuras y tamaños diversos, en que había jarros, calabazas, cangilones, galletas, botas, frascos, tazas, copas, que no le eran armas impropias, con una letra que decía: De ellos me dejó mi padre, y más me ganara yo84.
Igualmente en el Galateo español de Gracián Dantisco : Conforme a esto contaré aquí un donaire que sucedió en Alcalá a un dotor, y se le dijo en su vejamen, que aunque fue dicho por burla y donaire, como se suele hacer, se entendió haberle acaecido. Y fue así que estando mirando un mapamundi, que tenía pintado en una bola grande, se llegó a él una ama que le servía, diciendo: – ¡Ay Señor!, y ¿qué es esto tan redondo? A lo cual le respondió: – Hermana, sábete que éste es el orbe, que quiere decir planisferio, mapamundi o globo. ¿No entiendes por ninguno de éstos? Pues sábete que es todo el mundo. Entonces ella con más curiosidad, muy espantada de haver visto todo el mundo, le preguntó: – Pues Señor, Meco, mi lugar, ¿adónde está? – Aquí lo verás inclusive, –respondió el doctor–, y si no, cátale aquí intensivo, que extensivo no puede ser, y en fin, le has de ver virtualiter. Y ansí se quedó su ama sin entendello y él sin sabello declarar»85.
Así pues, las gracias del vejamen, como nos muestran estos textos tomados a guisa de ejemplo, sirvieron también como material para integrase con otros cuentecillos y anécdotas que completan el conjunto de la cuentística del Siglo de Oro. 84
Melchor Santa Cruz de Dueñas, Floresta española. Ed. de Maxime Chevalier, Barcelona: Crítica, 1997, pp. 92 y 128-129. 85 Lucas Gracián Dantisco, Galateo español, ed. cit., p. 142.
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En otras ocasiones el vejamen se intercarla en un marco narrativo más amplio, que acoge todo tipo de elementos –especialmente los burlescos– para producir la variedad y el agrado del lector a la manera de Boccaccio. No otra función tiene el vejamen que podemos leer encapsulado en los Coloquios de Palatino y Pinciano, de Juan Arce de Otálora86, que actúa como intermedio narrativo corto, intercalado en una obra dialogada al estilo de los Diálogos de las transformaciones de Pitágoras y otras. Similar planteamiento encontramos en una obra algo posterior, de principios del XVII, como son los Diálogos de apacible entretenimiento de Gaspar Lucas de Hidalgo, que vuelve a acoger entre sus páginas un vejamen y nos informa sobre el público que asistía a ellos. Como se ha dicho, éstos se escenificaban muchas veces delante de un auditorio numeroso que no tiene que ver específicamente con el acto que le da origen. De hecho, incluso en los protocolarios vejámenes universitarios, a veces se da entrada al público en general; lo mismo ocurre con los vejámenes de academia o de justa literaria. A veces son los reyes –como en el vejamen dado en Salamanca que se reproduce en los Diálogos de Hidalgo– o personajes importantes de la corte los que asisten al mismo, tal y como ocurre también en el vejamen sevillano de 1646, reproducido aquí. Una y otra vez se repite que quien da el vejamen tiene «especial gracia para decirle»87, desde los primeros textos que se nos conservan del XVI hasta los últimos que nos han llegado. Pero en otras ocasiones es el vejamen mismo el que se convierte en vehículo de buen número de cuentecillos que se van ensartando uno detrás de otro, de tal forma que se convierte en marco de historias cómicas, chistes, facecias y otros elementos narrativos breves. Tal ocurre, por ejemplo, en un vejamen sevillano de 1626, editado por Cara88, y en algunos de los que seleccionamos a lo largo de estas páginas. El vejamen se puede escenificar, pero es narrativo fundamentalmente, y buena parte de las veces escoge como vehículo el verso y otras intercala un buen número de estos. Pero, como digo, es sobre todo narración, y la primera persona del narrador aparece muy a menudo entre sus páginas. El narrador, que muchas veces se confunde con el autor, aunque desde luego hay un importante componente literario en el personaje, utiliza todos los recursos narrativos a 86
Sobre la inserción de los relatos en la obra de Otálora pueden verse los documentados trabajos de Jesús Gómez : «Las formas del relato breve en los Coloquios de Palatino y Pinciano», en RLit, LIV, 1992, pp. 75–99 y «Boccaccio y Otálora en los orígenes de la novela corta en España», NRFH, XLVI, 1998, pp. 23–46. 87 Coloquios de Palatino y Pinciano, ed. cit., p. 661. 88 Il vejamen in Spagna, cit.
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su alcance. Así, muchas veces reproduce el diálogo en estilo directo, pero otras utiliza el indirecto. Otras veces juega con el suspense de su auditorio, como Antonio de Cartagena y Santa Cruz, uno de los vejadores, que reprocha a sus oyentes la atención que prestan a las burlas del vejamen y no a las veras de otros después de traer a colación un lugar famoso de Demóstenes, etc. El vejador, o el autor, adopta generalmente un tono burlesco, de superioridad, no solo con respecto al vejado, también en lo que toca a cada uno de los nombres que va desgranando en su ejercicio. Esta postura se traduce en una búsqueda de complicidad con los destinatarios del vejamen, es decir, con el auditorio, que evidentemente se ríe de las ocurrencias de los satirizados porque se sitúan también en un plano más elevado. Vejamen y versos Entre las muchas citas que podríamos extraer de los vejámenes, quiero aportar aquí solamente la que se recoge en el vejamen del manuscrito 7274 de la Biblioteca Moñino, que es el escrito número 23 de los recogidos en el códice. Se dio en Lima en una fecha cercana a 1625 y dice así: La castellana, digo, todo es una amenidad de poesía, es en el sonido de la voz un romance de don Luis de Góngora con el tono de Juan Blas; sus palabras y términos son esdrújulos de Cairasco; sus dos pies en el pa[so], iguales como de otava rima de Arauco domado; su pretina por debaxo del vientre corresponde a terceto de Lope de Vega y en heredar es las 300 de Juan de Mena89.
Evidentemente los autores de vejámenes son buenos lectores de la mejor literatura de la época. En uno de los que se editan a continuación hay también referencias a Cervantes, Lope y Góngora; en otro del mismo códice 7274 se alude a Lope, Garcilaso y a «los conceptos de Ledesma»90 como término de comparación del referente poético del vejado. Los vejadores limeños, igual que los que reciben el vejamen, están al tanto de las novedades poéticas de la península no muchos años después de que hayan tenido lugar. Por eso el vejador Tomás de Mayorga es capaz de ridiculizar al graduando, por utilizar perífrasis cultas, y así: Habiendo de nombrar al sol dijo «el turbante del flamenco celeste»; por decir el Jordán dijo: «anaglifa» [...] y por deçir que un perro venía muy bravo dijo que traía penachos de vanidad plumajeando la cola91.
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Vejamen sin título, f. 6vº. Vejamen de fray Tomás de Mayorga, ms. 7274, f. 6. 91 Ibíd, f. 3. 90
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Precisamente, entre las Obras poéticas de don Luis de Góngora se recoge un «vexamen que se dio en Granada a un sobrino del Administrador del Hospital Real, que es casa de los locos» en 1611. Se trata de la reprensión de un doctorando del cual se dice que les había convidado a verle porque había caído en la «tentación de semidocto», y le había pedido a su tío que le consiguiera el grado, lo cual aprovecha para hablar de sus defectos físicos (pequeño, bizco, etc). Quevedo es también autor de dos vejámenes, pero a diferencia de Góngora, que escribe un vejamen de grado para que lo lea uno de los profesores del nuevo doctor, el de Quevedo es simplemente una muestra de que la palabra vejamen pierde la acepción precisa con que la utiliza Góngora y otros autores para pasar a significar «vejación que se hace a alguien», recordando de lejos la costumbre de academias, justas o grados universitarios. Por ese camino, el vejamen pasará a ser un tipo de composición satírica que se incorpora al variado universo lírico de los autores del Siglo de Oro. Las burlas veras del vejamen traspasan en ocasiones el universo cómico que les da origen. Sabemos que don Francisco de Rojas, autor de un vejamen en las academias burlescas de Buen Retiro en 1637, estuvo a punto de perder la vida por determinadas alusiones desperdigadas en su vejamen, que no debieron de sentar bien al destinatario o destinatarios de las mismas. Algo parecido le ocurría al vejador después de dar su vejamen universitario: los personajes aludidos o sus familiares a veces le buscaban para vengarse de las ofensas, provocando desórdenes públicos muy notorios92. Felipe IV, un rey muy dado a las diversiones que el vejamen supone, impulsó de alguna forma este tipo de sátiras personales, particularmente en las academias burlescas celebradas en el Buen Retiro en 1637 y 1638, que concitaron la presencia de prácticamente todos los ingenios cortesanos del momento. Vejamen y oratoria Algo de relación existe entre vejamen y sermón. No en vano diversos vejadores pertenecen al estamento eclesiástico, como por ejemplo fray Miguel de Rojas o fray Francisco de Oviedo, a quienes publico a continuación. Precisamente este último escribe que «con mi poco caudal sé hacer vejámenes y sermones sin mendigar a puertas ajenas» (cfr. infra). El vejamen, como el sermón,
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Así lo menciona Elena Omacini, que cita un trabajo de Ceferino Alegría referido a Venezuela (Véase su «Teatro de los dioses, de Pedro José Sánchez Meza», cit. en nuestra Bibliografía, p. 49).
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se lee en público, se escenifica también como el sermón desde el púlpito (en uno de los vejámenes se reprueba que un vejador leyera el texto en lugar de darlo, Vejamen de Oviedo). El vejamen está cifrado según leyes retóricas como esa pieza de la oratoria religiosa y, además, también escoge ejemplos para mayor abundancia de lo que dice, solo que aquí con efecto cómico. Por si fuera poco, da entrada a diversos pasajes de la Sagrada Escritura, a veces con efecto burlesco también (cfr. el citado vejamen de fray Francisco de Oviedo, que censura esta práctica a un compañero de lides vejatorias). El vejamen debe «picar» a las personas a que se dirige, no solo al graduando, también a los otros doctores del claustro e, incluso, al acompañamiento de reyes y personajes nobles que se juntan para oírlo. No de la misma manera, pero los sermones también se dirigen admonitoriamente contra los oyentes, quizá sin dar nombres y apellidos como sucede en los escritos satíricos. Naturalmente, su tono no es el mismo, como tampoco lo es su finalidad. Bartolomé Jiménez Patón, a quien he citado ya a otro propósito, nos ha dejado también importantes informaciones en su obra El perfecto predicador, impresa en 1612, aunque escrita por lo menos siete años antes. Dice así el sabio catedrático de elocuencia de Villanueva de los Infantes, cuando da normas a los oradores eclesiásticos, principalmente: Las acciones no sean gesticulosas y que provoquen a risa, ni los gritos descompuestos ni fábulas fingidas Principalmente se reforme el abuso que en algunas partes hay de que el primer sermón que se hace la mañana de Pascua de Resurreción, que dicen de las albricias, suele ser todo de cuentos ridículos y gracias desgraciadas, bien ajenas de la decencia de aquel lugar y día93.
Este sermón de cuentos y gracias no tiene por qué identificarse con otro tipo, también ridículo, que se denomina «sermón jocoso», y que muy probablemente se puede emparentar con el denominado «sermon joyeux» francés, originado en la «fiesta de los locos» que tanta importancia tuvo en el teatro medieval de aquel país. La Iglesia toleraba estas parodias de los sermones de los predicadores hasta finales del XVI justamente94, pero es evidente que se siguen dando en el XVII95. 93
El perfecto predicador. Baeza: Mariana de Montoya, 1612, ff. 76 y 76vº. Actualizo grafía y puntuación en la cita del texto. 94 Ramón García Pradas, «La fiesta de los locos, un origen folklórico para el teatro del medievo francés», en Écrire, traduire et représenter la fête. Ed. de E. Real, D. Jiménez, D. Pujante y A. Cortijo. Valencia: Universitat de València, 2001, pp. 33–41, especialmente p. 40. Véase también el trabajo de Ramiro Martín Hernández, «El sermón jocoso de Saint Billouard», en AEF, XVI, 1993, pp. 275-285. 95 Hay que tener en cuenta los Sermones predicables del loco don Amaro. Véase ahora la ed. de Luis Estepa. Madrid: Mayo de Oro, 1987.
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Hay buenos ejemplos de sermones burlescos y jocosos, desde el siglo XVI, uno de ellos precisamente de quien recoge nuestro primer vejamen, el licenciado Juan Arce de Otálora, que escribe un Sermón en vituperio del ocio y loor del juego y cómo se ha de usar la Navidad96. Pero conservamos otros, como el Sermón burlesco que comienza «Presignu cruçes de abara», que se conserva –significativamente– en medio de diversas conclusiones burlescas en un manuscrito de la Biblioteca Nacional97, o el Sermón de Musa Muse contra una oración de Sermo sermonis, que con la autoridad del doctísimo en herejías Laurenzio Vala predicó por ymbenio y reperio el eruditísimo Padre Tumbalobos, letor por lego legis en el convento de San Agustino de la c[iu]dad de Santiago tenía98 o el Sermón burlesco de Cornejo, ambos bastante posteriores99. En un curioso manuscrito de finales de siglo que pertenece a la congregación de los estudiantes jesuitas de Montesión, de Mallorca100, se conservan dos sermones jocosos que tienen el mismo tema: la crítica a la mujer y que parece que tuvieron se dieron con motivo de un certamen literario celebrado en 3 de junio de 1696, porque se encuadernan detrás de un conjunto de versos que se dieron con este motivo101. El caso es que los citados sermones, escritos en silva de pareados, tienen relación con los vejámenes, porque en el primero de ellos se lee una cedulilla antes del texto, después viene el sermón propiamente dicho y acaba con una petición. También porque se emplean latines macarrónicos, porque se ponen ejemplos coincidentes (la Cava, ejemplos bíblicos) y porque lo escatológico asoma a estos versos para demostrar la tesis que se sustenta: «las mujeres o son brujas o de Amberes». Acaba este sermón con la petición siguiente: Tres bachillerías encargo: la una sea contra el predicador y su descargo; la otra sea contra el dueño de esta casa, que me ha cogido entre puertas; la otra sea contra quien ha selebrado mis disparates y ahora, mientras soy, doy a todos a
96
Cartapacio de Francisco Morán de la Estrella, ed. Ralph A. DiFranco, José J. Labrador y C. Ángel Zorita. Madrid: Patrimonio Nacional,1989. 97 Ms. 3886, ff. 229–235. 98 En la misma Biblioteca Nacional, ms. 3887, ff. 30vº–43vº. 99 Ibíd., ms. 3929, ff. 108–114. 100 Anales poéticos, ms. de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, con la signatura 9/2602, pertenece a la Colección Cortes. Se trata de un códice manuscrito escrito con letra del siglo XVII, que incorpora también algún impreso. Incorpora textos teatrales y otros que se localizan entre 1681 y 1696. Puede verse su descripción completa en la página de internet del «Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español». 101 Ff. 220–230 y 232–237.
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Barrabás. Digan por lo bien que he predicado: «Bien haya la madre que te parió». Dios las haga unas sanas. Finis coronat opus102.
Es decir, que el sermón lo ponía en escena un predicador, que en clave burlesca iba desgranando sus gracias, con la evidente parodia de los sermones «serios», en los que se basa. Indudablemente guarda relación con el mundo estudiantil y utiliza los mismos procedimientos para conseguir la hilaridad de su auditorio. Por qué no pensar que estos sermones, burlescos y paródicos con el orden establecido, tuvieron alguna relación en su origen con el vejamen universitario. Lo que es evidente es que sermón jocoso, el de albricias y el vejamen de grado pudieron incluso coexistir en la tradición hispánica, independientemente de la filación que existiera entre ambos. DISPOSICIONES LEGALES EN TORNO AL VEJAMEN La existencia del vejamen de grado viene regulada por una serie de leyes que se observan en las universidades españolas y que pasan también a las americanas, que siguen, como es lógico, las disposiciones existentes. Desde las primeras constituciones que se dan a las universidades, se recoge la presencia del vejamen, tal como sucede, por ejemplo, en las constituciones cisnerianas, dadas a la recién creada Universidad Complutense a principios del XVI. Alfonso X el Sabio ya reflejaba en las Partidas todo lo que tenía que ver con las ceremonias de grado, pero no se nombra todavía el vejamen. Dice así la recopilación del Rey Sabio: Ley nueue como deuen prouar al escolar que quiere ser maestro ante quele otorguen licençia: Disciplo deue ante ser el escolar que quiere auer onrra de maestro & desque ouiese bien aprendido deue venir ante los mayorales delos estudios que han poder deles otorgar la licençia para esto. E deuen catar en poridad ante quelo otorguen & aquel que demanda es onbre de buena fama o de buenas maneras otrosi deue dar algunas liçiones delos libros de aquella çiençia en que quiere començar. E si ha buen entendimiento del testo & dela glosa de aquella çiençia & ha buena manera & desenbargada lengua para mostrar la & si responde bien alas questiones & alas preguntas quele fizieren deuen le despues otorgar publicamente onrra para ser maestro tomando iura del que demuestre bien & lealmente la su çiençia & que nin dio nin prometio a dar ninguna cosa a aquellos que le otorgaron la licençia & nin a otro por ellos por quele otorgasen poder de ser maestro103.
102
Ms. cit., f. 230. Siete Partidas. Biblioteca Nacional de Madrid ms. 1766. Ed. de Dragana Zivancevic. Madison: Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1992, ley 9. 103
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Observemos que se establece la importancia de informarse sobre la fama y costumbres de quien pretende la dignidad de maestro; así como la suficiencia intelectual para merecer la distinción. El rey Alfonso confirma los privilegios que su padre había otorgado a la Universidad salmantina. Indudablemente todas las universidades copian en su reglamentación a esta última, referente de las demás también en el acto del vejamen. Por su parte, la de Salamanca toma la reglamentación del actus gallicus (otro nombre del vejamen) de la Universidad de París104. Es sabido que la Universidad de Salamanca solo cedía su primacía ante las de París y Bolonia desde 1255, en que el Papa Alejandro IV concede validez universal a sus grados en todas las universidades, menos en las citadas105. Las otras universidades, españolas y americanas, lo tomarían a su vez de la universidad salmantina. Por ejemplo, las ya mencionadas Constituciones originales que Cisneros da a la recién creada Universidad Complutense, fechables en 1510, se refieren ya al vejamen como escrito jocoso ya conocido en las ceremonias de doctoramiento de Teología y Derecho canónico: De doctoratum theologico. [...] Tandem aliquis de universiate prefata faciet bexamen jocosum. Quo finito inmediate presidens in cathedra faciat comendationem seriosam de virtutibus et donis ipsius licenciati106.
Francisco Layna dio a conocer una reglamentación de la Universidad de Salamanca referida a los años 1532 a 1534, que aporta interesantes noticias para entender la distinción entre gallos y vejámenes: Lebántanse luego los maestros gallos más antiguos e propongan el uno una quistión e, arguyendo el uno contra el otro e el otro contra el uno, el maestro más nuevo a de determinar sus quistiones e argumentos, y lo que más comúnmente se suele hazer es que, en la solución de la réplica, el mesmo que pone la misma réplica remite la solución del dicho argumento al dicho maestro nuevo, y el dicho maestro nuevo determina sobre dichas quistiones e argumentos. Ytem se levanten otros dos maestros en Teología, segundos gallos, e arguya el uno contra el otro e el otro contra el otro, e a de diçidir e determinar sus quistiones e argumentos de los dichos gallos el dicho maestro nuevo. 104
Es opinión de Fernández Guerra, recogida por Aurora Egido en su trabajo «De ludo vitando. Gallos áulicos en la Universidad de Salamanca», en El Crotalón. Anuario de Filología Española, I, 1984, p. 626. 105
Véase la reproducción del documento en Águeda M. Rodríguez Cruz, Historia de la Universidad de Salamanca. Salamanca: Fundación Ramón Areces, 1990, p. 311. 106
Ramón González Navarro, Universidad Complutense, Constituciones originales cisnerianas. Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá de Henares, 1984, p. 296
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Yten, entretanto que los dichos gallos arguyen, después de les ser dadas las ynsynias magistrales al dicho maestro nuevo, a de estar el dicho maestro nuevo sentado en su sylla mientras que pasan los argumentos de los gallos en ábito maestril. [...] La bíspera del magisterio júntanse el maestrescuela e los maestros de esta facultad e los otros colegios de los otros dotores en sus ábitos doctorales y magistrales , y el que se a de hazer maestro ponga sus conclusyones en Teología e le arguyan quatro maestros teólogos, e él responderá a voluntad del maestrescuela, e al presente se haga el bexamen, aviendo respondido el dicho magistrado a los argumentos a voluntad del dicho maestrescuela.107
De la misma forma, la Universidad de Granada recoge en sus Estatutos o Constituciones de estudios de 1542 una reglamentación precisa para el doctorado en Teología que parece seguir la de Alcalá, por cuanto señala: De doctoratu theologico. [...] Tandem aliquis de Universiate faciat vexamen iocosum, quo finito Praesidens in cathedra faciat commendationem seriosam de virtutibus et donis ipsius Licenciati108.
También regulan estos estatutos el examen iocosum en el doctorado en Derecho o Medicina (vexamen iocosum) y que se paguen «a vejamen, veinte y ocho reales» en las tres facultades antedichas109. También la Universidad de Osuna recoge entre sus Constituciones lo siguiente, a propósito del vejamen: De vexamine, et propinarum compensatione. Constitutio LXII. Antequam Magisterii, aut Doctoratus gradu insigniatur graduandus ne tanto, tamque insperatus affectur honore superviat ultraque humanitatis Cancellos elaboratur sancimus, ut instar triumphorum antiquorum non[n]ulla in eo iocossa dicantur à Schommatibus amarulkentisque dicteriis temperatur, ideoque per aliquem illius facultatis Doctorem, aut Magistrum fieri praecipimus, cui undecim regales dentur is orationem prius habebit Latinam in eius opprobium [sic] deinde hispani[c]e aliquid dicatur, postremo oratione alia latina omnia hae[c] resarciat cum [?] commendando nec munus hoc cuiquam recu[s]sare liceat, sed [i]uxta suam antiquitatem unicuique detur, eius propina erit ducatus unus. In pro-
107
«Ceremonias burlescas estudiantiles», cit., pp. 146–147. Reproduce Layna el texto del Registro de licenciamientos y doctoramientos de la Universidad de Salamanca, AUS/770, ff. 72vº–73vº. 108
Lo reproduce con su traducción Francisco de P. Montells y Nadal en Historia del origen y fundación de la Universidad de Granada, cit., p. 685. 109
Ibíd., pp. 719, 722 y 724.
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pinarum vero distributione si Pilei dandi erunt qui eos nollet quatuor regales accipiat, et pro chirothecis unum idque in omnibus gradibus servari debet110.
Por su parte, la Universidad de Sigüenza, igualmente, señala en sus Estatutos de las Facultades de Teología y Artes (27 de febrero de 1553) De modo concedendi magisterium In magisterii concessione observentur statuta communia circa quamlibet scientiam addita, et consueta in hac universitate, dempto praeludio seu vexamine111.
La reforma que la misma Universidad de Alcalá hizo don Juan de Ovando en 1564 establece: «Que los gallos de los dotoramientos bayan por su rueda»112. Y que se pague en la Facultad de Teología y en el acto de «Dotoramiento de Cánones»: «Al gallo dos florines»113. Una reforma posterior, la de don Pedro de Portocarrero, de 1603, establecía explícitamente en la Facultad de Teología: Que el Rector y Consiliarios señalen personas que hagan los vexámenes, y que cada uno que se hiciere Doctor le dé los florines, el qual sea obligado antes de dar el vexamen de entregarlo al Rector, para que lo haga correxir y no lo consienta decir de otra persona, sino del Doctorando, y della con mucha modestia, por palabras honestas y si de esto excediere, que pierda la propina y le castigue el Rector conforme al delito114.
En esta misma reforma se establece que se pague «al que hiciere el vexamen diez y seis reales»115. Observemos que se denomina gallo no solamente al vejamen en el grado de los teólogos, también el que se daba en Cánones. Y también que da la impresión de que los excesos del vejamen estaban causando problemas a las autoridades universitarias y por esto se intentaba frenar la sátira que suponía hacia personas distintas del doctorando. El resto de las universidades españolas, tanto las del España como las del Nuevo Mundo, copian en sus reglamentaciones a las de la universidad sal-
110
M. S. Rubio, El Colegio–Universidad de Osuna (1548–1824), Sevilla, 1976, p. 367. Isidoro Montiel: Historia de la Universidad de Sigüenza. S.l.: Universidad del Zulia, 1963, 2 vols. La cita del II, p. 151. 112 Ramón González Navarro, Fellipe II y las reformas constituciones de la Universidad de Alcalá de Henares. Madrid: Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 1999, p. 252. 113 Ibíd., p. 269. 114 Ibíd., p. 536. 115 Ibíd., p. 537. 111
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mantina. Así, por ejemplo, en el Formulario, arreglado al de la insigne Universidad de Salamanca para conferir los grados de bachilleres, licenciados, maestros y doctores de la Universidad de Sevilla, origen de otras reglamentaciones de universidades andaluzas, se recoge claramente el pago de veinte reales al doctor que dé el vejamen116. En algunas ocasiones los estatutos o constituciones aportan algún dato más sobre este tipo de escritos. La Universidad de Toledo, por ejemplo, establece en sus estatutos de 1529 una reglamentación precisa en torno al vejamen, a propósito del doctorado en Teología. Dicen así sus Constituciones antiguas: Si alguno quisiere recibir grado de doctor en Teología ha de ser licenciado en en esta Universidad o en otras de las aprobadas, presentarse ha delante del señor Maestrescuela, y constando ser así, sea recibido, lo que se ha de hacer, entoldar el general principal conforme al tiempo117, bien aderezado un día antes, y haga un acto solemnísimo que se llama vísperas, donde el licenciado provea de una persona, que en elegante latín exponga los términos de su propio nombre, ciudad o lugar donde fuere natural y estudio donde hubiere estudiado el dicho licenciado, y hecha esta exposición de términos, que se llama, se haga el vejamen por una persona honestamente graciosa que cuente e diga en romance algunos acaecimientos y casos gracios[os], no perjudiciales que al dicho licenciado le hayan acaecido, a lo cual asista un presidente, por la gravedad del acto, y el licenciado esté asentado, quitado el bonete, aunque sea presbítero, para tomar experiencia de humildad y paciencia118.
Como se ve, el romance se había impuesto en el vejamen a principios del XVI en esta universidad, también que tratara de «acecimientos y casos graciosos» de la vida del doctorando, pero sin que llegaran a perjudicar al mismo. Evidentemente, delgada era la frontera entre una cosa y otra y pronto se intentan atajar los desmanes en este tipo de actos. De esa manera, la Universidad de Salamanca establece una serie de medidas preventivas en 1547: Estando los dichos señores platicando cerca de la desorden que se ha tenido algunas veces pasadas cerca del hablar en los vejámenes en los doctores y maestros que asisten, al tiempo que los doctorandos han de recibir el grado acordaron lo siguiente: Lo primero, que el primicerio que es o fuere de aquí adelante tenga aviso cuando algún doctor o maestro se presentase para se graduar de doctor o maes116
Apud A. Egido, «Un vejamen de 1598», cit., p. 446 y nota. En el texto «a al tiempo», que corrijo. 118 Constituciones antiguas de la Universidad de Toledo, ed. de Julio Porres. Madrid: Colegio Universitario de Toledo, 1973, pp. 47–48. Desarrollo abreviaturas y adapto la puntuación y mayúsculas del texto. 117
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tro, hable e requiera ante el secretario del claustro que al que hubiere de darle el vejamen le encargue y mande y diga que no nombre ningún doctor ni maestro de la Universidad en cosa alguna buena ni mala, directe ni indirecte, por palabra ni por señal, y que solo trate del doctorando o magistrando que se han de graduar o de otras cuales él quisiere y que no hable general ni particularmente en el estado de los doctores. Lo segundo, que los señores doctores Collado y Juárez, que presentes estaban, vayan al señor maestrescuela y le supliquen de parte del claustro de primicerio para que su merced mande so censuras y penas al doctorando y al que hiciere el vejamen que ansí lo guarde y que le digan que para esto imploran el auxilio de la jurisdicción del señor maestrescuela; y esto mismo el primicerio que fuere por tiempo cuando se ofreciere doctoramiento y lo pida así el maestrescuela. Lo tercero, que cuando en algún vejamen se hiciere por el que hiciere el vejamen lo contrario de lo dicho, que el primicerio que es o fuere por tiempo le diga que calle y que se levante de los estrados. Y lo mismo hagan y se levanten y se salgan todos los doctores y maestros que allí se hallaren119.
En esta universidad pionera, la de Salamanca, encontramos también algunos problemas relacionados con el acto de dar los vejámenes, que resume así Diego Martín en una petición dirigida al claustro en 5 de octubre de 1559: Ilustres y muy magníficos señores: Diego Martín, vejamista, criado de vs. ms., besa sus muy magníficas manos e dice que, vista la buena voluntad de vs. ms., ha tenido atrevimiento de dar esta petición, por la cual suplica a vs. ms. hagan merced de le nombrar por tal vejamista de los grados de doctoramientos e magisterios que de aquí adelante hubieren, nombrándome por el trabajo un partido conveniente así de parte de la Universidad como del nuevo doctor o maestro o como mejor a vs. ms. pareciere. Porque sabiendo que tengo partido e que yo los tengo de hacer, estudiarlos he con tiempo e con mayor cuidado e se harán mejor que hasta aquí se han hecho120.
La Universidad comisionó al doctor Sandoval para estudiar tal propuesta, pero no parece que la tomara en cuenta. De hecho, todavía en 1570 continuaban los problemas con el vejamen, porque en Salamanca (no en Alcalá, por ejemplo) se consideraba algo infame y, por tanto, se comisionaba a personas no cualificadas para llevarlo a cabo (Diego Marín era sin duda una de ellas), como se lee en el siguiente documento:
119
Cartulario de la Universidad de Salamanca, II. Ed. de Vicente Beltrán de Heredia. Salamanca: Universidad de Salamanca, 1970, p. 616. 120 Cartulario de la Universidad de Salamanca, IV, 1972, cit., pp. 176–177.
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Leída la cédula convocatoria del claustro y oída y entendida, el vicerrector propuso diciendo cómo ha gran falta de persona que haga los vejámenes, así de los doctores como de los maestros que se gradúan en esta Universidad. E que hasta agora las personas que los han hecho es gente baja e infame y el vejamen que hace lo dicen deshonestamente e con grande indecencia y que, por no ser personas del gremio de la Universidad o estudiantes de ella, sobre los cuales el Corregidor y justicia seglar no tengan jurisdicción, ha habido falta de persona, como sucedió los días pasados en los doctoramientos de los doctores Juan de la Torre y Francisco Gómez de Valenzuela, que por mandado del corregidor el que los tenía estudiante los dejó de hacer. E que en Alcalá los hacían personas, maestros de la dicha universidad e que no se tenía por oficio bajo, antes lo pretendían personas a quienes se podía encargar semejante negocio, mudándole el nombre, que no fuese debajo del vejamen, sino debajo de nombre de investiva o otros semejantes, e que fuesen en latín. Que su parecer era y es se encargue de aquí adelante a los colegiales trilingües, que con algún premio lo hagan con toda decencia e honestidad121.
Este documento concuerda con el texto de Jiménez Patón que reproducimos en el apéndice y aporta un interesante dato sobre la lengua empleada en el vejamen, que como diremos es el latín (al menos en Salamanca) hasta casi finales del XVI. No es el único que nos habla de que el encargo de dar el vejamen lo tenía una persona concreta, así en la Universidad de Sigüenza encontramos unas Órdenes de claustro sobre juramento de obediencia al Rector y de cumplir los estatutos, como es de costumbre hacer cada año, y para que se diese dos ducados al que haga los vejámenes a los que se gradúen de doctor, acordadas en 1567 que estipulan lo siguiente: Propuso también el señor Rector que por quanto era cosa justa y conveniente que oviese una persona deputada para hacer los vexámenes a los doctores que se viniesen a graduar por esta Universidad y porque al presente estaba el maestro Torrijos, que holgava de hacerlos, el sr. Rector fue de parescer que se le diesen dos ducados de cada vexamen que hiciese, salvo a los collegiales, que no les ha de llevar nada por los vexámenes. Todos los demás señores arriba dichos fueron de el mesmo parecer nemine discrepante122.
Lo que equivale a decir que sólo se cobraba el vejamen a aquellos doctorandos que venían de otra universidad El de 1639 es un año importante en la historia del vejamen de grado. En esa fecha el Consejo de Castilla ratifica la prohibición de los vejámenes que había promovido su presidente, el Arzobispo de Granada, el cual, escandalizado después de haber presenciado uno de estos vejámenes, escribía en carta dirigida a la Universidad que los tales: 121 122
Cartulario de la Universidad de Salamanca, IV, cit., p. 267. Isidro Montiel, Historia de la Universidad de Sigüenza, cit., II, p. 177.
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«desdoran a la Universidad, son indignos de doctores, mayormente eclesiásticos y teólogos, con sus actos causan pesares u rencores y su descompostura hace daño a personas principales y hasta sus señoras que los presencian»123.
Creo que esa es la causa de que no encontremos apenas vejámenes posteriores a este año y los que encontremos se circunscriban a colegios–universidades de religiosos (como los de Santa María o Santo Tomás de Sevilla), donde parece que se refugia el escrito vejatorio quizá para emerger de nuevo en el último cuarto de siglo XVII en diferentes universidades españolas y en América. Todavía algunos estatutos universitarios se atreven a precisar circunstancias más concretas que afectan al vejamen, así por ejemplo las Constituciones de la Real y Pontificia Universidad de México, de 1775 (pero que reflejan otras bastante anteriores124), señalan lo siguiente en su constitución CCCXXI: Ordenamos que, acabada la questión doctoral, vaya el Maestro de ceremonias y bedeles a la cátedra por el decano y lo sienten al lado del Rector y luego acompañarán y llevarán a ella al que ha de hacer el vejamen, que ha de ser uno de los doctores o maestros, el que nombre el Maestrescuela, dándole tiempo competente para ello y veinte y cinco pesos de propina, demás de la que le toca por su grado, y el que se escusare sin causa legítima debe ser multado en cincuenta pesos, y el vejamen ha de ser en prosa castellana y para que sea con gracia y sin ofensa de alguno, le vea primero el Maestrescuela o un doctor o maestro a quien se lo remitiere, el qual lo rubricará y el doctor o maestro que excediere de lo escrito y aprobado pierda los veinte y cinco pesos que por ello se le habían de dar, pero no sea escrupulosa la censura que se diere del dicho vejamen, dejando libertad para que con gracia y donaire pueda decir lo que se le ofreciere, así del doctorando como de los demás de la Universidad y todo el tiempo que durare el vejamen, que será media hora, esté el doctorando en pie y descubierto, a quien se ha de enderezar principalmente todo lo que se dijere en el dicho vejamen125.
Evidentemente está en el espíritu de esta reglamentación el no cortar las sales del vejamen («dexando libertad para que con gracia y donayre pueda decir lo que se le ofreciere»), pero en esa delgada línea que separa lo ofen123
Cito por la obra de Á. Gil García, La Universidad de Alcalá de Henares en el siglo XVII, según los datos de sus visitas y reformas. Alcalá: Fundación del Colegio del Rey, 2003, p. 486, nota. 124
En la portada se advierte: Segunda edición» y en la misma portada, en una nota al pie: «Fueron extendidas por el Illmo. y venerable Sr. D. Juan de Palafox y Mendoza». Hay fechas internas de 1639 y 1648 en el texto. 125
Constituciones de la Real y Pontificia Universidad de México, cit., p. 177.
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sivo de lo que se permite decir. También se nos señala la duración aproximada de la oración vejatoria: una media hora. Nos han llegado algunos textos más que articulan la existencia de la composición satírica en los actos de los grados. Una disposición de la Recopilación de leyes de los reinos de Indias, de 1681, establece que dé el vejamen el doctor más moderno de la facultad, sin que pueda excusarse, salvo por razones de peso. Establece igualmente que se proceda en todo como en la universidad salmantina. Dice así: Que los grados se den por el Maestre–escuela en la Iglesia Mayor. Ordenamos que los grados de las Universidades de Lima y México se den en la Iglesia mayor de aquellas ciudades y los den los Maestre–escuelas en nuestro nombre, a los quales por ahora nombramos por cancilleres. Que dé el vejamen el doctor más moderno de la facultad y no se escuse sin causas ni le dé sin ser visto primero. En los grados de doctores de todas facultades dará el vejamen el doctor más moderno de aquella facultad que fuere el grado, y estando legítimamente escusado, pase al siguiente en antigüedad con orden del Rector, el qual declare si la escusa es bastante, y declarando no serlo y notificándoselo una vez al que se escusare, si no le quisiere dar, pierda la propina de aquel grado para la Caja de la Universidad y pareciendo al Rector que hay necesidad de ver el vejamen antes que se dé en público lo podrá hacer por sí mismo o remitirlo a quien le pareciere para que lo vea, censure y corrija, el qual lo firme declarando lo que se debe quitar, y el doctor que dijere más de aquello que diere por escrito y se aprobare, pierda la mitad de la propina que por dar el vejamen ha de llevar para la Caja de la Universidad126.
Las universidades americanas findadas posteriormente a estas recopilaciones legislativas hacen caso a lo que mandan, como por ejemplo la Universidad Central de Venezuela, fundada a principios del XVIII y en cuyas constituciones hace constar lo siguiente en referencia al vejamen: Item estatuimos que, hecha seña por el rector, proponga el doctorando la cuestión que está prevenida en el título diez y ocho, la que finalizada, se le dará el vejamen por el doctor más moderno de aquella facultad, sin que pueda éste excusarse por pretexto alguno ni encomendarlo a otro, si no fuere en caso de enfermedad con certificación de médico, so pena de perder la propina y cuatro pesos más, que se aplican para el arca. Item estatuimos que el que hubiere de dar el vejamen no se propase a cosas que ofendan al graduando, ni puede vejar a otro alguno sino al doctorando, para 126
Recopilación de leyes de los reynos de las Indias mandadas imprimir y publicar por... don Carlos II, tomo I. Madrid: Julián de Paredes, 1681, Libro I, título XXII, ley 16 y 17, f. 112vº.
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lo cual mostrará el vejamen al rector y lo que borrare o enmendare no lo puede decir, so pena de perder la propina que por el vejamen había de llevar. Item estatuimos que, finalizado el vejamen, el doctor decano haga una oración de grados elogiando la facultad, alentando a los estudios y asimismo elogiando al graduando127.
Indudablemente, el abuso del vejamen tuvo que molestar a los sesudos doctores que lo tenían que sufrir en sus carnes, de ahí que se acabara reglamentando que en estos escritos satíricos no se podía vejar más que al graduando128. La Universidad de Santa Fe establecía en 1787 que: Después de aquellos ensayos literarios que se acostumbran hará el doctor menos antiguo el vejamen (revisado por el Rector) reprendiendo en la persona del graduando, pero con moderación y prudencia, los vicios y defectos que se hayan introducido en la enseñanza129.
Unos Estatutos de la Universidad de México, también del siglo XVIII, establecen en su título «De los grados de licenciados, doctores y maestros» que: El vejamen no se deje de hacer y el Maestreescuela provea las personas que lo han de hacer representar con gracia y donaire, solo vejan al doctorado con cosas ridículas, que por ninguna vía se nombre a persona ninguna del claustro ni apoden ni digan cosa que lastime ni cause sentimiento, sino solo se acuda al fin, que es vejar al laureado130.
Como se ve, los aspectos de escenificación del vejamen seguían teniendo primacía, y con ellos también la risa y el ingenio. Cercenado así, el vejamen tenía ya sus días contados; por tanto no es de extrañar que a principios del siglo siguiente se sustituyera en algunas universidades por una breve oración congratulatoria o exhortatoria, de cuyo modo se evitarán los desórdenes a que pueda dar lugar el vejamen y se desterrará el abuso de convertir en burla y pasatiempo un acto digno de la mayor circunspección y seriedad131.
127
J. de D. Méndez y Mendoza, Historia de la Universidad Central de Venezuela, cit., p. 44. Ya en los Coloquios de Palatino y Pinciano se escribe que los que dan el vejamen suelen decir «denuestos y afrentas», op. cit., p. 662. 129 Diana Soto Arango, Las universidades y colegios mayores de Santa Fe, Quito y Caracas. Santa Fe de Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional, 1994, p. 207. 130 Citado por Elena Omacini, «Vejamen al doctor en Medicina Andrés Díaz, México, 1708», en Investigaciones y ensayos, 34, 1983, p. 523. 131 Diana Soto Arango, Las universidades y colegios mayores de Santa Fe, Quito y Caracas, cit., p. 299. La cita se refiere a la Universidad de Caracas en 1817. 128
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Ya hacia 1660 el Colegio de Santo Tomás de Sevilla había fallado en contra del escrito vejaminatorio, cansado seguramente de los problemas que originaba; por ello: Acordó juntamente el Colegio, que en lugar de vejamen se dijese una oración latina en loor de el Angélico Maestro, y de la facultad en que fuese el grado132.
No quiere decir ello que se hubieran suprimido los vejámenes en todas las Universidades, sabemos que siguieron dándose en algunas hasta bien entrado el XIX, como se ha dicho, pero sí es cierto que desde diferentes lugares, en España y en América, a medida que iba transcurriendo el XVII los claustros se iban cansando de este tipo de literatura. Posiblemente la llegada del ilustrado siglo XVIII y el desprecio que determinado tipo de composiciones que merecían el aplauso general y que menoscababan alguno de los principios que tenían que ver con la nueva poética iba causando en el espíritu neoclásico (no se olvide la prohibición de los entremeses, los autos sacramentales, entre otros géneros muy del gusto barroco) determinara la prohibición de los vejámenes, al fin y al cabo literatura del gusto de todo tipo de gentes, donde los chistecillos más soeces se permitían (como en el teatro mismo) y –también como en el teatro– el público asistía a las ceremonias de doctoramiento con el fin primordial de escuchar el vejamen133. El caso es que bien entrada la centuria, el «Supremo Tribunal de la Nación se creyó en el caso de proscribir semejantes vejámenes»134 y su primer fruto fue publicar en la imprenta de Ibarra en Madrid, año de 1789, un opúsculo que sería el sustituto del vejamen: el Elogio literario que con motivo de la toma de beca del Br. Don Luis de Zárate y Vargas en el Colegio Mayor y Real de la ciudad de Granada recitó el licenciado don Joseph María de Llanos y Alcalde. Dicho texto se presenta como «el primer fruto de la resolución que ha desterrado de esta casa la envejecida, no menos que ridícula, práctica de los vejámenes», que para quien redactaba esas frases eran «una oración burlesca, compuesta de todas las sales picantes y pueriles insulseces que podía sugerir a un genio acalorado el empeño de pintar ridículo a un sujeto, por lo general recomendable», que se sustituía ahora por una oración laudatoria «con la que se ha dado un golpe bien sensible a una práctica no poco indecorosa a la ilustración de nuestro siglo»135. 132
Diego Ignacio de Góngora, Historia del Colegio de Santo Tomás de Sevilla. Sevilla: Rasco, 1890, p. 258. 133 Así lo escribe F. Layna Ranz, «Dicterio, conceptismo y frase hecha...», p. 34. 134 F. de Llanos y Torriglia, «Del vejamen al elogio», en Correo Erudito, II, 1941, pp. 122–124, la cita de la p. 123. 135 Ibíd. pp. 122–123.
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En efecto, en el grado de maestra y doctora en Filosofía y Letras de doña María Isidra Quintana de Guzmán (1785) solo queda ya del escrito vejatorio el nombre de «gallo» porque en realidad encontramos solo una oración laudatoria y el desarrollo, por parte de la graduanda, de una cuestión: «Si la mujer, aunque virtuosa y docta, podía enseñar en las universidades las ciencias porfanas y sagradas»136. Aunque en algunos centros se viniera consintiendo la práctica del vejamen, parece claro que estaba herido de muerte con disposiciones del tipo de las señaladas, aunque –insisto– se siguiera componiendo, como puede verse en el texto que reproduzco como apéndice último, que supera en fecha a la que acabamos de mencionar. Tan poderosa era la inercia de la tradición y tal vez también el deseo de contrarrestar tanta solemnidad académica. Los vejámenes que se editan a continuación pertenecen a varias universidades, algunas no demasiado conocidas en lo que se refiere a esta práctica concreta. Además he querido que no solo estuvieran representados los centros universitarios de la España peninsular, sino también las Universidades del Nuevo Mundo. Por ello en las siguientes páginas se pueden leer vejámenes dados en las universidades de Valladolid, Sevilla (Colegios de Santa María y Santo Tomás), Alcalá, Toledo y también en las americanas de México y Lima. Quiere la suerte que los manuscritos de la Biblioteca Moñino se refieran precisamente a Sevilla y Lima, los otros ha habido que encontrarlos en la Biblioteca Nacional de Madrid. De vejámenes leídos en la Universidad de México puedo dar también alguna noticia, a través de los manuscritos localizados en la Biblioteca Nacional, pero solo edito uno por ser posteriores en general a la época que me interesa en este estudio. Así como unas (por ejemplo las universidades de Sevilla y Toledo) tienen raíces medievales, otras, como después señalaré, se originan a principios del siglo XVI. No obstante, todas siguen en la formulación de las ceremonias de graduación a las universidades pioneras como Salamanca y otras. Ello no quiere decir que la ceremonia de graduación fuese igual en todas; en diversas partes se ha llamado la atención sobre la magnificencia y el coste con que se celebraba en México, superior incluso a la universidad salmantina, si hemos de dar crédito a Cervantes de Salazar. Pero lo que no variaba esencialmente en sus planteamientos (no tanto en la ejecución), y eso en lo que nos interesa ahora, es el vejamen que se daba con ese motivo. Los vejámenes dan cuenta también de las tensiones entre los diferentes centros universitarios en lo que se refiere al hecho de la concesión de los 136
En Memorial Literario, V, 1785, pp. 147–177. No se recoge el desarrollo de la cuestión citada.
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grados: centros que no pueden titularse «universidad» por sufrir la competencia de otro; conflictos entre órdenes religiosas, dueñas de la enseñanza superior en algunos lugares (pero especialmente en América), también entre las diferentes facultades; prohibiciones concretas de utilizar ciertos símbolos en las ceremonias de graduación para determinados centros de enseñanza; altercados entre la ciuad que acoge a la Universidad y esta misma por los alborotos que causaban los paseos de la ceremonia de doctoramiento137, o por el hecho de que no se pusieran de acuerdo universidad y ciudad en doctorar a varias personas en la misma ceremonia, etc. A todo ello aluden también los vejámenes, es verdad que bajo una apariencia humorística, pero que induce a pensar en la seriedad de lo que se afirma. Con la llegada del siglo XVIII los centros universitarios que pueden conferir grados se reducen, razón por la cual se encuentran vejámenes de menos universidades, que son las que van a continuar hasta nuestros días. No obstante, me ha parecido conveniente relacionar bibliográficamente aquellos vejámenes de grado, manuscritos o impresos, que pertenecen a esta centuria y recoger en un apéndice uno en verso, muy curioso, que se nos ha conservado de 1794. Se nos conservan vejámenes de algunas universidades: Salamanca, editados por Egido y otros; Alcalá, de donde editamos uno manuscrito que se encuentra en la Biblioteca Nacional; Granada, universidad de la que se conserva un buen número de vejámenes, alguno editado también por Egido. Igualmente de Toledo tenemos ejemplos editados por Egido y otros, y también de Sevilla, que se editan igualmente aquí. De las universidades americanas de México o Lima se halla un buen número de estas piezas, que también reproducimos aquí, en el manuscrito limeño de Solórzano Pereira. Del mismo modo, para la de Nueva España contamos con textos manuscritos del XVIII, que se guardan en la Nacional de Madrid, alguno editado por Omacini. Esta última editora ha reproducido otros textos del XVIII de universidades mexicanas. De otras universidades del Nuevo Mundo también nos han llegado vejámenes, como por ejemplo de la de Córdoba de Tucumán, ya en el siglo XVIII. Faltan, sin embargo, vejámenes de universidades importantes de las que no se han encontrado apenas textos hasta ahora138, y otras de lugares menos significativos, pero en los que también se dieron vejámenes; así en Osuna y otros. Tal vez en un futuro no muy lejano tengamos la suerte de encontrar vejámenes manuscritos o impresos en diferentes bibliotecas y archivos universitarios. 137
El Brocense, por ejemplo, es comisionado por la Universidad de Salamanca para juzgar un vejamen y enjuicia los problemas que tenía el paseo del doctor por la ciudad (P. Urbano González de la Calle, Vida profesional y académica, cit., pp. 226–227). 138 Con la excepción, claro es, del que se nos ha transmitido en la obra de Arce de Otálora, Coloquios de Palatino y Pinciano, mediados del XVI, del que más adelante me ocupo.
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EL VEJAMEN DE GRADO EN EL MARCO DE LA LITERATURA VEJATORIA El vejamen es satírico por excelencia y no distingue géneros: puede escoger el ropaje realista o el alegórico, la forma humana o la divina. Precisamente lo que le caracteriza es la sátira personal, presente en la mayoría de las piezas. Se alude directamente, con nombres y apellidos, a los doctores del claustro también como una forma de menospreciar al nuevo doctor, que se va a formar grupo con ellos. Ese detalle es justamente en el que se fijan los vejámenes no propiamente universitarios, es decir, aquellos que revistiéndose de esta forma y dándose en el mismo marco que los de grado propiamente dichos (la Universidad), escogen como motivo de mofa a personajes que no son universitarios: los cortesanos del vejamen de Pedro Zapata en Alcalá (1611) o los del que Hurtado de Mendoza en Sevilla (1624). Estos vejámenes prefieren la forma de revista de estas «figuras» o tipos de la corte de forma no muy diferente a lo que se ha dado en llamar «estructura de desfile» en el entremés del XVII. La diferencia, claro es, estriba en que en los vejámenes aparecen personas, mientras que en el teatro breve se dan cita solo tipo sociales. Su carácter literario, pues muchas veces no deja de ser literatura sobre literatura, bien sea en forma de parodia o de cita, convierte al vejamen en un discurso cifrado en el que aparecen muchas alusiones difíciles de desentrañar, aunque otras aluden claramente a grandes productos de la época como el Polifemo gongorino o determinadas comedias que se habían puesto en escena recientemente. En algunas piezas los vejadores dan cuenta de la literatura que se estaba haciendo en el momento, como es el caso del peruano Vejamen al doctor Almaraz, cuando leemos: ¡Qué de cosas buenas hace la poesía! Gócela en hora buena el señor doctor don Juan de Arambulo, la castellana digo, todo es una amenidad de poesía. Es en el sonido de la voz un romance de don Luis de Góngora con el tono de Juan Blas, sus palabras y términos son esdrújulos de Cairasco, sus dos pies en el paso iguales como de otava rima de Arauco domado, su pretina por debajo del vientre corresponde a terceto de Lope de Vega, y en heredar es las Trescientas de Juan de Mena139.
Incluso algunos vejadores se permiten parodiar a los vejámenes, tal como por ejemplo Vicente Sánchez cuando escribe en el suyo: El que ha de desvelarse en dar un vejamen no ha menester dormirse, que hallar sueño un fiscal más que agudeza se da a creer poltronería, pues quien dur-
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Ms. 7274 de la Biblioteca Rodríguez Moñino f. [6] vo.
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miendo veja y quien soñando escribe descansa blandamente por ser en colchón de pluma. No niego que muchos muy sutiles han dado alas a esta común inventiva: durmió Anastasio, soñó Cáncer [...], hoy muchos echan por ese camino [...] ya por parecerles que no es injuria verdadera una sátira soñada140 .
De la misma forma, protesta fray Miguel de Rojas en su vejamen sevillano de 1655, cuando escribe: Ordinaria cosa es, señor, buscar un sueño y en él fingir varias figuras de graduados, formar una idea en que salgan a danzar todos los doctores141.
Según la opinión de los eruditos de la época, ya se utilizaba en la antigüedad para evitar que los triunfadores romanos se ensoberbecieran con su victoria: un esclavo le iba susurrando al oído palabras en su demérito que se asemejan al vejamen actual. Historiadores más osados todavía de nuestro Siglo de Oro lo remontan hasta nuestro venerable padre Adán, cuando Dios se iba encargando de decirle lo poca cosa que era y serían sus descendientes. Así escribe, por ejemplo, fray Alonso de Cabrera en sus Consideraciones sobre los Evangelios de los domingos de Adviento: Allá se gloria San Pablo que por la gracia de Dios triunfó deste enemigo, pero con tanta costa de su descanso, que dice: Ne magnitudo revelationem extollat me datus est mihi stimulus carnis meae, angelus Sathanae, que me colaphizet (II Cor., 12): Porque no me desvanezca con el grado de doctor que me dieron en el cielo, ordena el Señor que mi carne me dé vejamen.142
Suele atribuirse a San Gregorio también esta práctica de la humillación cristiana, para evitar el enorgullecimiento del graduando143. De la misma forma, Jiménez Patón, en un texto reproducido más abajo, que pertenece a sus inéditos Comentarios de erudición, señala que el primer vejaminado fue Adán, y sigue hablando de las costumbres de los romanos de vejar a los triunfadores militares. Su construcción retórica, como ha señalado Egido, lo relaciona también con Cicerón o Quintiliano, donde aparecen claros detalles de la oratio festiva en la que muchas veces se emparenta con los linajes de burlas o con las
140
Lyra poética, Zaragoza, 1688, f. 21 Bexamen ...al Padre fray Miguel de Mendoza (1655), ms. 6877 BRM, f. 165vº. 142 Fray Alonso de Cabrera, Consideraciones sobre los Evangelios de los domingos de Adviento Madrid: Bailly, Baillière e hijos, 1906, p. 550. 143 Según el vejador de 1642, de que da cuenta A. Egido en su «Floresta de vejámenes universitarios granadinos», en Bhi, 92, 1990, pp. 311–312. 141
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etopeyas burlescas144. Por supuesto, es evidente también su cercanía con los productos de las artes predicandi, según señala la misma investigadora. El vejamen, tanto el de grado como los otros, mantiene una serie de características básicas que conviene tener en cuenta de entrada: primero, como ya hemos dicho, la oralidad. El vejamen es hablado, más diría, se pone en escena casi con el efectismo de una representación dramática o de un discurso o sermón, por eso se utilizarán todos los recursos de estos (gesticulación, visajes de rostro, actuación, guiños al oyente...) y por eso también muchas veces se escogerá para ponerlo en acto a la persona que mejores dotes tenga para ello. Consecuencia de la oralidad y de la puesta en escena es la utilización de una serie de recursos típicos que aparecerán en todos los vejámenes; por ejemplo, casi todos tienen que ver con la búsqueda de la risa, es decir, con la utilización de la burla. La manera de conseguir la hilaridad general es utilizar una serie de chistes contra la capacidad del graduando, compañero de academia o poeta justador. Casi siempre son los defectos físicos y morales los que se sacan a la luz y el individuo satirizado resulta un cúmulo de fealdad y de incapacidad para cualquier labor intelectual, en el caso del vejamen de grado; en el caso del vejamen de academia y de justa lo que se hace es enjuiciar a la persona y la labor poética del compañero de una forma menos ácida. En la época, la palabra vejamen se usa también con un valor que metafóricamente tiene que ver con la acepción de «crítica», como se puede leer en el siguiente texto de José de Valdivielso: INVIDIA Quiquiriquí. PEREZA Calla, Invidia; no piense que le galleas y que le das el vejamen, como gallo en las escuelas. SAN PEDRO Voy deprisa, necia Invidia, pues que no hay cosa más necia que el que sin provecho suyo del bien ajeno le pesa. El vejamen que me das es después de la tormenta y, la tormenta pasada, dime, necio, ¿a quién no alegra?145
144
A. Egido, «El gallo de Góngora...», cit., pp. 97–99. Más concretamente su trabajo «Linajes de burlas en el Siglo de Oro», en Studia Aurea. Actas del III Congreso de la AISO. Toulouse–Pamplona: PUM, 1996, I, pp. 19–50. Véase la p. 28 para la relación con los vejámenes. 145 La amistad en el peligro. Acto sacramental, en Doce actos sacramentales y dos comedias divinas. Ed. Ricardo Arias y Robert V. Piluso. Madrid: Isla, 1975, p. 231.
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Recursos propios de la literatura de corte cómico, como la mala intepretación del latín o deformaciones chistosas de pasajes latinos, aparecen sobre todo en estos vejámenes de grado, donde se intenta demostrar que el doctorando no posee los conocimientos necesarios. Así la frase per accidens se interpreta como «de pedazos» (Vejamen a los doctores Narbona). Tales interpretaciones burlescas rozan lo herético, como ocurre en el vejamen granadino de 1751 cuando la frase latina Si quis dixerit Filium Divinum non fuisse incarnatum se interpreta como «si alguno dixere que el hijo de Dios no fue colorado»146. Es evidente, otra vez, la cercanía con los géneros breves del teatro, cuando los personajes humildes malinterpretan frases en latín, como ocurre en el Retablo de las maravillas de Quiñones de Benavente, por ejemplo, y en tantos otros casos. Es muy frecuente que el vejador desarrolle una alegoría en su vejamen. La más usada es, como se ha dicho, la del sueño, pero también hay otras. Así por ejemplo, en el de Francisco Bazán de Pedraza dado en la Real Universidad de Córdova de Tucumán (c1725), el vejador confiesa que para escribir su vejamen «me quise meter a astrólogo»147, de tal manera que se permite repasar los signos zodiacales para elaborar una especie de pronóstico. También en el vejamen limeño a don Sebastián de Sandoval (a1627) se da el «Pronóstico del niño don Sebastianico de Sandoval»148. Otras veces se utiliza cualquier excusa que permita el desfile de figuras; así en un vejamen limeño anterior a 1627, el vejador aprovecha las diferentes disciplinas: Retórica, Geometría, Aritmética, Astrología, etc. para ir dando un repaso a los diferentes catedráticos de la Universidad149. En otro vejamen limeño, el que dio el padre Tomás de Mayorga, se dan una serie de cargos burlescos contra el doctorando y junto con ellos se copian unas cedulillas y unas «premáticas y mercedes que a salido de nuevo en esta corte», por supuesto burlescas también150. El Gallo Benito editado por Aurora Egido escoge la «estructura de las visitas», género que después seleccionará el maestro salmantino Torres Villarroel para una obra suya151. 146 M. García–Bermejo, «La parodia en la génesis de los «gallos» universitarios», en Studia Aurea. Actas del III congreso de la AISO. Toulouse–Pamplona: PUM, 1996, t. III, p. 204, nota. 147 Luis de Tejeda, Libro de varios tratados. Ed. Jorge Furt. Buenos Aires: Coni, 1947, p. 346. 148 En el tantas veces citado ms. 7274 de la BRM. 149 Ms. 7274, BRM, papel número 23. 150 Ibíd., nº 21. 151 «De ludo vitando»..., cit., p. 617.
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Cuando los académicos de Argamasilla, al final de la primera parte del Quijote, enjuician la vida y hechos del hidalgo, componen una serie de versos dedicados al protagonista de la verdadera historia, a su escudero, su dama y su caballo. Esos versos, escritos por Cervantes en clave claramente burlesca, no hacen sino reproducir una especie de vejamen que estos supuestos académicos pergeñan a la vista de la historia completa del andante caballero. Las academias españolas, a imitación de las italianas, parece que surgen como tales en el siglo XVI, lo que no quiere decir que anteriormente no hubiera reuniones de ingenios, pues de algún modo existían en las cortes medievales de los reyes de Aragón o Castilla o en los palacios de los nobles. Pero lo que conocemos en la actualidad como «academias» son posteriores. Willard F. King señala la existencia de algunas en tiempos de Carlos V. Las academias convocan con frecuencia certámenes poéticos que llegan a denominarse propiamente academias, sobre todo en la segunda mitad del XVII152. No menos de veinte impresos de academias se publican en esta parte del siglo XVII, según Carrasco Urgoiti, que describe también su ceremonial: el Presidente pronunciaba una oración, el Secretario leía las cedulillas o composiciones parecidas, los académicos leían las composiciones que se habían encargado con anterioridad y el fiscal los zahería después con el vejamen153. Vejamen de academia y vejamen de grado guardan muy estrecho parecido y parentesco, por lo menos en los que conocemos del siglo XVII. Ambos suelen escoger la prosa entreverada de versos que funcionan como sentencia de lo dicho anteriormente. Una estrofa breve, en general, de versos de arte menor, sirve para resumir a lo burlesco lo que se ha ido desperdigando en la prosa inmediatamente antes. Este relación parece recibirla el vejamen de grado del de academia, pues no encontramos esta disposición hasta bien entrado el siglo XVII. La estructura del vejamen de academia suele ser bastante uniforme, según Carrasco Urgoiti154: suelen empezar aludiendo a la dificultad para preparar el vejamen, posteriormente se alude a cada uno de los académicos y, después, se resta valor a las apreciaciones porque son producto de un sueño, generalmente. Los académicos suelen resultar satirizados por su 152
W. F. King, Prosa novelística y academias literarias en el siglo XVII. Madrid: Real Academia Española, 1963, p. 93. 153 «Notas sobre el vejamen de academia en la segunda mitad del siglo XVII», en RHM, XXXI, 1965, p. 97. 154 Ibíd.
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aspecto físico y por sus costumbres literarias. La composición termina con la petición de perdón por haber soportado aquella lluvia de acusaciones. Normalmente el poeta que ha sido nombrado fiscal de la academia es el que cuenta en primera persona las dificultades que ha tenido para reunir a los otros y de paso nos informa de sus características personales, que casi siempre son negativas: el poeta es sucio o maloliente (Rojas), es largo y afilado como caña de pescar, es viejo, es calvo y utiliza cabellera... También se informa de otros defectos morales: es pedigüeño, es interesado económicamente, le gusta copiar las obras de los demás sin decirlo (como se decía de Moreto)... Defectillos que podrían parecer intrascendentes, pero que sin duda reflejan parte de la verdad o por lo menos las sospechas que había en la época sobre determinados escritores. Muchas de esas alusiones son de la más rabiosa actualidad y por ello hoy apenas si podemos entenderlas. Finalmente, unos versos como lema o mote rematan el cúmulo de defectos del poeta satirizado, como aquel villancico a lo divino que sirve de burla a cuantos se dedicaban a componerlos por lo disparatados que resultaban, tal y como sucedía también en los entremeses. Por otra parte, existe también el vejamen de justa literaria. Los hay que se centran más en los defectos de los poemas que se han presentado a un premio, por lo que el vejador se dedica menos a censurar a los poetas como personas que a sus habilidades versificadoras. Los temas preferidos de este tipo de obras suelen ser la impropiedad de tal o cual palabra o palabras, la copia de un poema por parte de otro poeta o la situación del autor de determinados versos, tal y como dicen los siguientes de un vejamen de Martín Chacón: Y luego una glosa hurtada Jacinta Hipólita entona, aunque me huele a Narbona porque viene bien hablada. (Justa literaria celebrada en Toledo en 1608)
Otras veces el vejador alude satíricamente a la distinta profesión que tienen los que han concurrido al certamen, como cuando el mismo Chacón dice a otro poeta ocasional de profesión abogado. En otras ocasiones se critica abiertamente alguna particularidad del poema presentado, como la canción de un tal Justiniano, pues había «en ella tanto pan, pan / que pueden hacer unas sopas». Y, cómo no, también se alude al aspecto físico de los participantes, cuando se dice: Luis Hurtado no se meta en ser de juicio falto, que aunque es poeta muy alto ha de ser un mal poeta.
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Otras veces se juega con el origen de los poetas presentados, o su adscripción a determinada escuela poética. Pero en general, como se ve, y a diferencia de otros vejámenes, la sátira es suave, provoca la risa del mismo satirizado y de los circunstantes, no ofende a nadie en lo personal, ni en lo que se refiere a sus capacidades. Indudablemente la crítica es menos acerba y se centra poco en cada uno de los poetas vejados, todo lo más alude a alguna característica física llamativa. La censura, más basada en el poema presentado a la justa, también suele detenerse en la falta de adecuación al tema propuesto o en sospechas sobre su verdadera autoría. Como el vejamen suele ir después de los versos presentados al certamen, la composición vejatoria depende fuertemente de ellos, de manera que no tiene mucho sentido sin la posibilidad de leerlos. Giovanni Cara subraya que en los vejámenes de este tipo los autores evitan «la sátira punzante o la burla carnavalesca»155. Prefiere desde luego el verso, así como el vejamen académico parece inclinarse por la prosa entreverada con tiradas de versos como colofón a veces de una crítica, y destina el mismo número de versos aproximadamente a cada poeta participante en la justa en cuestión. Muy pocos se encuentran en prosa, aunque se dan en lo que se ha dado en llamar «hiperbarroco». La forma del vejamen traspasa naturalmente los ámbitos en los que surge: ya no solo se dan vejámenes en las justas literarias, academias o grados universitarios, sino que se cultivan también con cualquier motivo, imitando eso sí sus características fundamentales basadas en la sátira personal, la burla de los defectos físicos o intelectuales y el tono zumbón y despiadado en ocasiones. Encontramos así vejámenes como los de Quevedo, Valle Caviedes o Martínez de Meneses, que escogen como sujeto a una dama, un médico zambo o, nada menos que a los enemigos de la Casa de Austria. De la misma manera, Ambrosio de Bondía incluye en su Triunfo de la verdad (1649) un escrito que titula Apolo y las Musas dan bexamen a Fachín por el grado de licenciado, recientemente editado, donde se imitan los procedimientos de los vejámenes de grado para censurar el atrevimiento de un licenciado que no se merecía tal honor156. 155
«La forma vejamen y la dificultad de una definición unitaria del género», en Actas del V Congreso de la Asociación Internacional Siglo de Oro. Ed. Christoph Strosetzki. Madrid: Iberoamericana–Vervuert, 2001, p. 270. 156 José Enrique Laplana Gil, «Un vejamen en un tratado de predicación: el Triunfo de la Verdad (Madrid, 1649) de Ambrosio de Bondía», AFA, XLIV–XLV, 1990, pp. 179–208. Señala con justicia el editor las diferencias de esta obrita con los vejámenes de grado, de entre las que sobresale que no se pensó para decirse en público. En definitiva, se trata de una censura de las pocas luces del tal Fachín y su escrito, que no es otro que la Censura de la elocuencia de José Ormaza (1648).
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Habría que relacionar aquí también los vejámenes que Aurora Egido denomina particulares, que no pertenecen a ninguno de los ámbitos reseñados, aunque –lógicamente– imiten alguno de ellos, y que suelen darse en una casa particular con cualquier motivo, tal y como se muestra en el Vejamen neotérico celebrado en la ciudad de Granada...en 1723157. El vejamen se hace apto igualmente para transformarse a lo divino, al igual que se podía «divinizar» cualquier asunto, como se encarga de recordarnos el vejamen a San Pablo de Ledesma o el Coloquio en figura de vejamen, anónimo, que reproducimos aquí. De la misma manera, los villancicos del finales del XVII y de la centuria siguiente escogen la forma del vejamen para alabar a la Virgen, como en el caso de un villancico atribuible a Sor Juan Inés de la Cruz158, o para satirizar la figura de Judas, por ejemplo, como se ve en la Letra al Santísimo burlesca en que se da un vejamen a Judas, que escribe el padre Manuel Antonio Ezquerra159. No cesan aquí sus andanzas por la literatura española. El siglo XVIII ve cultivar el vejamen a importantes nombres de la cultura neoclásica, como Iriarte o Isla, por ejemplo. Y todavía un siglo más tarde don Aureliano Fernández-Guerra, buen conocedor de este tipo de textos, compuso en chanza, en 31 de agosto de 1834, un “Vejamen que oyó con frescura seráfica el impasible, incombustible e impermeable don José Senarega al recibir el grado de doctor en Picardología en la real, imperial y cornicabral Universidad Puntalense de boca del sutilísimo y alambicadísimo licenciado en espíritu don Áureo Zancas-largas y Casca-recio”, que se conserva hoy en su archivo familiar. Vejamen de grado. Circunstancias anejas Diferente es el caso del vejamen de grado, parte de una costosa y complicada ceremonia que tenía lugar antes de imponer la borla de doctor a alguien. Como los anteriores, puede también contener partes en prosa y verso, que incluso se suceden, pero presenta una particularidad, y es que después de pronunciada la oración del vejamen y para contrarrestarla hay una alabanza también en verso que solía pronunciar otra persona. Lo que 157 Da cuenta del mismo la citada investigadora en su trabajo «Floresta de vejámenes universitarios granadinos (siglos XVII–XVIII)», en Bhi, 92, 1990, p. 315. 158 Es el que comienza: «Grado, grado, / que tocan las trompetas alto, alto» (Obras completas de Sor Juana Inés de la Cruz, II. Ed. A. Méndez Plancarte. México–Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1952, pp. 240–241). La Virgen recibe el grado de doctora y se enumeran las ceremonias en que consiste, trascendiéndolas a lo divino. 159 Narciso Alonso Cortés, Miscelánea vallisoletana (cuarta serie), cit., pp. 112–113. La letrilla será de finales del XVII o principios del XVIII.
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ocurre es que si lo que decía el vejamen se reputaba por exagerado en el mal sentido, también lo que decía aquella alabanza desmesurada era tenido por tal, con lo que el público asistente debía hacer de las dos composiciones una especie de justo medio para quedarse con la verdad. El acto de doctorarse conllevaba la soberbia del graduado, que solía ser ensalzado como si fuera un dios. Bien a las claras nos lo dice la traducción que Francisco de Madrid hizo de la obra de Petrarca, De los remedios contra próspera y adversa fortuna (1510), cuando –al hablar de la soberbia– describe una ceremonia de grado de doctor y critica el engrandecimiento fatuo de la persona que se graduaba, de manera que a cualquier loco (viene a decir) se le puede hacer sabio160: por ello había surgido el acto del vejamen, como señalaban Arce de Otálora o el maestro Patón. Posiblemente una de las primeras documentaciones históricas que nos han llegado del vejamen de grado es la que encontramos en la Universidad de Alcalá, cuando el rey Francisco y asiste a la concesión de un grado de doctor, en 1525, en cuya ceremonia se dio un vejamen, encargado a «uno de los dotores más ingeniosos de esta Universidad», y sigue anotando el cronista: «Recivió el Rey el gusto que si estuviera en París, por ser en todo tan parecida aquella Univesidad»161. No deja de ser interesante que se dé noticia de vejamen tan temprano, junto con la información de que la ceremonia se llevaba a cabo de la misma manera que en la Universidad de París. En lo que se refiere a América, una de las primeras noticias de la ceremonia es aquella que nos da cuenta de la participación de un ilustre maestro, como es Francisco Cervantes de Salazar, el cual da el vejamen a un tal Pero López en la recién creada universidad de México un 31 de agosto de 1553162; un poco antes, en julio de ese año, el propio Cervantes hacía asistido al grado de maestro en Teología de fray Alonso de Veracruz. El diálogo latino que edita el mismo Cervantes de Salazar un año después se centra y se titula justamente «La Universidad de México», y allí trata de los graduados y de las ceremonias, si bien no de una forma concreta163. Cervantes
160
Petrarca, De los remedios contra próspera y adversa fortuna. Valladolid, 1510, f. Ciiii y vº. No se menciona el acto del vejamen. 161 Tomo la cita de los Anales Complutenses, apud Isabel Alastrué Campo, Alcalá de Henares y sus fiestas públicas (1503–1675). Alcalá: Universidad de Alcalá de Henares, 1990, p. 54. 162 Véase el reciente libro México en 1554. Tres diálogos latinos de Francisco Cervantes Salazar. Edición facsimilar con introducción de Miguel León–Portilla. México: UNAM, 2001, p. XIII. 163 Véase la traducción de los mismos que llevó a cabo Joaquín García Icazbalceta en la edición del libro México en 1554, con notas preliminares de Julio Jiménez Rueda. México:
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de Salazar había estudiado en Salamanca y había sido catedrático en Osuna antes de pasar al Nuevo Mundo; evidentemente el papel fundacional que le cupo en aquella universidad americana164 debería bastante a las universidades españolas donde había aprendido y enseñado. De hecho, una de las primeras menciones en nuestra literatura se da por esos años y figura en el Crotalón (c1553–56), donde se puede leer: Aquellos vanos saçerdotes que sin templança alguna proseguían en aquella vanidad con tanta disoluçión, perdida la magestad y reverençia devida a tan alta dignidad y representaçión de nuestro Dios, y para alguna consolaçión mía pensé ser aquello como vexamen de doctor; porque aquel nuevo saçerdote no se ensobervezca por ser de nuevo admitido.165
Muy cercanos a esos años y quizá también su intención son los Coloquios de Palatino y Pinciano, de Juan de Arce de Otálora, autor que es el primero en intercalar un vejamen en su obra166. Dicho vejamen, en prosa castellana, se dice dado en la Universidad de Valladolid y va declarando cada una de las ceremonias de doctoramiento que tenían lugar en ella. La relación que plantea con los linajes de burlas, como he señalado, es bien clara, por cuanto el vejador satiriza al doctorando con nombrar a su familia con apellidos vulgares y villanescos, que tienen que ver con la tierra, también con oficios viles y mecánicos167. La alegoría burlesca tiene que ver aquí con cada uno de los actos que constituyen la ceremonia de doctoramiento. Especialmente crítico es el autor contra el enorme caudal de dinero que se gasta el doctorando y también con el enorgullecimiento de la persona que supone la ceremonia, muy en la línea de la crítica erasmista de esos años. UNAM, 1984. Sobre el grado de doctor en la Universidad de México se puede consultar también el trabajo de J. Eliézer de los Santos Valadez, «La confección del doctorado en la Real y Pontificia Universidad de México», en Avance y Perspectiva, 20, marzo–abril de 2001, pp. 97–103 (acesible en línea en la dirección ). 164 León–Portilla, loc. cit, p. X. 165 Edición de Ana Vian [Tesis doctoral inédita de la Univ. Complutense] 1982, II, p. 508. 166 Se sitúan cronológicamente entre 1550, año al que se alude en la obra como pasado, y 1555. Véanse la introducción de José Luis Ocasar a su ed. cit., tomo I y el trabajo de J. Cañas también citado arriba en la nota. 167 El vejamen se encuentra entre las pp. 662 y 680 de la citada obra, tomo II. En él se presenta al doctorando como natural de Castrillo de los Ajos, hijo de Pedro Terrón y Teresa de la Tierra y nieto de Toribio de los Ajos y Bárbola de Esgueva (pp. 664–665). Indudablemente hay un juego con su nombre, el cual desconocemos.
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De hecho, Vicente de la Fuente recuerda en su Historia de las Universidades que el vejamen era «uno de los actos solemnes que precedían al grado de doctor», y que «los estatutos antiguos no hablan de ello, pero consta que lo había en casi todas las Universidades, a pesar de los abusos a que daba lugar». Anota, además, que asistió a uno en 1833 en Alcalá168, y que tendrían relación, como ya se ha señalado, con los insultos que un esclavo dirigía al triunfador romano mientras celebraba su éxito. Prueba de la universalidad del vejamen a que se refería el gran erudito es su existencia documentada en muchas universidades. En la de Osuna, por ejemplo, refiere Rodríguez Marín a propósito del escritor Fernando Almirón que presentado y admitido para el grado de doctor en medicina, se determinó «que fuese el paseo el día siguiente domingo por la tarde»; y hecha la publicación de este grado por cédula que se fijó en un poste de las escuelas, en primero de febrero por la tarde, el graduando «fue traído por los doctores desta universidad en paseo a caballo por algunas calles desta villa, con música y atabales». Y al siguiente día, continúa: el dicho licençiado Fernando de Almirón fue traído en paseo a pie desde la iglesia mayor desta villa hasta la universidad y collegio, adonde en mitad del patio estaba adereçado un tablado y teatro para el dicho efeto, con música y atabales, y puestos en él el dicho Rector le propuso la questión doctoral y le arguyeron dos estudiantes, y aviendo respondido a ella, fue vejado por un familiar del dicho collegio, y acabado el dicho bejamen, el dicho Fernando de Almirón pidió el grado de doctor en medicina [...] y el dicho chanciller y deán le pusieron las insignias doctorales y le dieron asiento junto al Rector, y en señal de posesión dio las gracias al dicho chanciller y abraçó a los doctores y maestros.169
De la misma manera, Girolamo da Sommaia, estudiante italiano en Salamanca, anota someramente en su diario, en 1604, el protocolo que se daba 168
Historia de las Universidades, colegios y demás establecimientos de enseñanza en España, II. Madrid, 1885, pp. 520–521. 169 Universidad de Osuna, 31 de enero de 1598, publicado por Francisco Rodríguez Marín «Nuevos datos para las biografías de algunos escritores españoles de los sigos XVI y XVII», en BRAE, V, 1918, p. 198. También en abril y mayo de 1608, el licenciado Francisco del Carpio se presenta ante el Rector para el grado de doctor en cánones y hecha la publicación en 4 de mayo «fue traido en paseo a caballo por los doctores y maestros desta vniuersidad por algunas calles desta villa con música y atabales» y a las 9 de la mañana siguiente le trajeron en paseo a pie desde la iglesia a la capilla del Colegio, donde se dijo una misa y acabada fue llevado al patio del Colegio, donde el Rector propuso al graduando la cuestión doctoral; y habiendo respondido a ella, «le arguyeron dos estudiantes y fue bejado por el bejador», después de lo cual pidió el grado de doctor en Cánones, que previo juramento ordinario le fue concedido (Ibíd., p. 320).
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en una ceremonia de grado de maestro, a la que asistió él en las gradas. Según sus palabras, sabemos que comenzó a las diez y terminó a la una; primeramente oró el maestro y expuso sus conclusiones, fue argüido por el Rector y otras dos personas, pero el graduando solo respondió al Rector alabándolo, sin replicar a su argumento. Obtuvo después las insignias doctorales (anillo, borla, etc.), repartió guantes a los presentes, y luego: Fece la gratulatoria un Padre Gesuita, dipoi y 4 Galli, pigliare il Giuramento, et predicare170
La misma fuente se muestra un poco más explícita con motivo del grado otorgado al Padre maestro Vivanco, en 1607: La prima cosa il graduando ora et propone le sue Conclusioni. Argumenta il Signor Rettore, dipoi 2 Bacilleri, che furno un Franciscano et un Carmelita. La Gratulatoria tutta in uersi disse un Monaco de San Benedetto. Dopoi domandò il grado il Maestre Escuela. Glielo da, o ordina al Padrino Fra Mauro di Salazar che gnene dia, gli pone la Berretta con las borlas in testa, dipoi un libro in mano, et un´anello in dito, sempre dicendo alcune parole latine a proposito, dipoi lo fa sedere nella sua propria sedia et fatto questo lo conduce a dar la pace a Dottori et Maestri, et lo lascia al luogo che gli tocca. Dipoi y Galli che furno Spinosa, Hortensio, Celanda et Sagredo. Questi cominciano in Latino et passano al Romance presto171.
Sabemos, pues, el nombre de los cuatro gallos en un grado de doctor. Muy probablemente el denominado «Sagredo» no sea otro que el canónigo Sagredo, maestro en Teología solo tres días antes del vejamen señalado, pues en otra noticia del mismo diario del estudiante italiano se recoge que «se incorporò di Maestro in Theología il Canonico Sagredo»172. Evidentemente la ceremonia debía de ser muy concurrida. Resulta obvio que en la época clásica al menos el acto de doctorarse estaba precedido de un ceremonial complicado, deslumbrante y también muy 170
Diario de un estudiante de Salamanca. Ed. y estudio de George Haley. Salamanca: Universidad de Salamanca, 1977, pp. 199–200. Probablemente se refiere a los gallos que se dieron el 21 de junio con motivo del grado de fray Mauro de Salazar (aludido luego en la p. 200, con fecha de 22 de junio), que el estudiante italiano Girolamo da Sommaia copia o manda copiar para sí, porque anota el 1 de julio del mismo año: «Fui a casa Don Feliciano et gli resi i Galli copiati» (p. 202). Dichas copias tienen se encuentran entre los manuscritos del estudiante italiano, conservados hoy en la Biblioteca Nazionale Centrale de Florencia (Vid. Mª Teresa Cacho, Manuscritos hispánicos en las bibliotecas de Florencia. Firenze: Alinea Editrice, 2001). 171 Ibíd., p. 595. La fecha en 26 de febrero de 1607. 172 Ibíd., p. 594.
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caro, algo que no ocurría con otros grados universitarios, como por ejemplo el de bachiller. Por ello el económico no era un factor despreciable en este tipo de actos, según reconocía Antonio Vázquez Espinosa al referirse a las universidades del Nuevo Mundo, donde se recogía el ceremonial de las de España en 1629. Este autor habla de que en la Universidad de Lima se solían juntar en casa del graduando, el cual convidaba a sus maestros y doctores, y buscaban luego al decano y al Rector, e iban todos en procesión hasta llegar a la Catedral, «donde está preuenido el teatro y tablados con el adorno y asientos, díceseles missa, y acabada desde la cáthedra el doctor más moderno de la facultad da el vejamen y el maestre–escuela el grado como se da en Salamanca». La ostentación con que se solía dar el grado en Lima hacía que se gastasen «en el grado de licenciado y dotor 3,500 pezos»173. Describe así la ceremonia: Júntase en casa del graduando, donde el ruido de las trompetas, chirimías y clarines, con estandarte, que por la ventana de la casa sobre dosel y almohadas de terciopelo carmesí con las armas de la Universidad y graduando, que también se ponen en el teatro que se hace en la catedral debajo de las Reales, recuerdan y llaman a los convidados y doctores, que salen la tarde antes en el acompañamiento, siguiéndose a la nobleza el estandarte y bedeles con sus mazas de plata, y luego los maestros y doctores con sus insignias por sus antigüedades, hasta rematar con el decano de la Facultad y graduando, y así dan vista a la casa de rector donde los de la Real Audiencia aguardan, y por su antigüedad llevando en medio al rector, prosiguen su paseo, y por este orden el siguiente día lo hacen hasta llegar a la catedral donde está prevenido el teatro y tablados con el adorno y asientos; díceseles misa y acabada, desde la cátedra el doctor más moderno de la Facultad da el vejamen y el maestre–escuela el grado como se da en Salamanca174.
Esta descripción nos resulta especialmente interesante, por cuanto los vejámenes limeños que reproducimos luego son prácticamente contemporáneos de la obra de Vázquez Espinosa.
173
Compendio y descripción de las Indias Occidentales. Transcrito por Charles Upson Clark. Washington, 1948, pp. 414–415. Don Antonio Rodríguez–Moñino editó uno de estos vejámenes limeños en su trabajo «El Salpicón escolástico de fray Francisco de Oviedo (Vejamen universitario limeño de 1625)», en Anuario de Letras, VII, 1968–69, pp. 219 a 237. Da cuenta el ilustre investigador de un buen número de estas piezas referidas a la universidad peruana y en el interesante vejamen editado se recogen algunos datos como «dar bejamen es leerle la cartilla al graduando»(p. 224). 174
Ibíd.
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También en uno de los vejámenes sevillanos contenidos en el manuscrito 6877 de la Biblioteca Rodríguez Moñino, de 1653, se describe el ceremonial observado en el Colegio de Santa María de Jesús de la Universidad hispalense, con profusión de detalles: En el dicho día 9 de noviembre por la tarde hizo paseo la Universidad con todos sus doctores de todas facultades a caballo, con el lucimiento de las insignias doctorales y variedad de colores en que se diferencian los grados de las ciencias para traer desde sus casas a los graduandos. Acompañaban a el estandarte muchos estudiantes bizarros, con mucha autoridad, ostentación, decoro y modestia. Hacían delante clamoroso ruido y sonorosa armonía tres clarines y una copia de chirimías a caballo que alternativamente tocaban y hacían lisonja y aplauso a la reverencia y al respecto. Llegaron a el Colegio, fueron entrando y los bedeles con sus mazas de plata y por su orden el acompañamiento y la Universidad, a quien regía el Maestro de ceremonias. Presidían los padrinos con los graduandos. Llegaron a el aposento rectoral, donde habiendo hecho el juramento ordinario de defender la Purísima Concepción de Nuestra Señora y a la Universidad ante Alonso de Páez del Mármol, secretario de ella, volvieron a bajar con el señor Rector, por la misma orden que habían entrado, a sentarse en el teatro con mucha autoridad y espacio por ser grande el concurso de la gente de todos los estados y calidades que ocupaban no solamente los corredores en estrados y en sillas el patio, sino el restante sitio por donde con dificultad se podía pasar. Estaba colgado el teatro con ajustamiento y correspondencia, vestidas las paredes, arcos y colunas con mucha proporción y los asientos cubiertos de carmesíes, como las paredes del teatro, sobre curiosos tablados de barandillas de vara y media de alto, vestida la superficie de ellos y de las gradillas y sitio del patio donde estuvieron los graduandos de vistosas alhombras y debajo de un rico dosel, bordado de oro, silla y almohada para el señor Rector y otra silla para el señor juez conservador que asistía al grado, y fuéronse sentando por sus lugares y antigüedades175.
Dicho ceremonial, que podía comprender varios días, ha sido descrito en diversas ocasiones, tanto en lo que se refiere a las universidades del Nuevo Mundo, como en lo referido a las de España. Parece que constaba de un paseo por la ciudad y una misa; después el graduando era conducido al teatro preparado al efecto y una vez allí el rector le proponía la cuestión doctoral, a la que tenía que contestar, para después rebatir las objeciones que le hacían. Una vez superadas todas esas cosas (y dependiendo de la facultad por la que quisiera graduarse el pretendiente) llegaba el momento del vejamen, que se encargaba de hacer un vejador. 175
Juan Antonio de Miranda: Vexamen que se dio... en el Claustro del Colegio Mayor de Santa María de Jesús...en la celebración de los grados que recibieron los padres maestros fray Juan Félix Girón... el doctor don Juan de Oliver ... Sevilla: Juan Gómez de Blas, 1653, f. A3 (pero f. 195 del códice 6877, citado).
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La facultad de Teología se caracterizaba, según el estudioso Layna Ranz, por dar el «gallo», especie de vejamen que pronunciaban cuatro personas y que, según autorizada opinión del toledano Covarrubias, se distinguía del vejamen precisamente en que su burla era más mesurada y de buen gusto: Gallos, los remoquetes y dichos agudos que por fiesta se dizen unos a otros los maestros quando dan algún grado de doctor, porque se pican, aunque con mucha discreción y agudeza, porque lo demás es de los que con desautoridad y descompustura dan el vejamen176.
He aquí una palmaria distinción contemporánea entre gallo y vejamen, no solo que los dichos «se los dicen unos a otros los maestros» en el gallo, también que en el vejamen aparece la «descompostura» para con el doctorando. No era la finalidad del vejador decir los posibles defectos reales del graduando, sí exagerar aquellas lacras, tanto físicas como morales, que a sus ojos se le ocurrían. Para equilibrarlo, después de esta sarta de alusiones, algunas más que subidas de tono, otro concurrente ofrecía un poema (a veces también un texto en prosa), este en serio, según se solía advertir, donde se ponían de manifiesto las virtudes del graduando, virtudes que también se tomaban con cierto escepticismo. No obstante, los documentos de la época no confirman la distinción de Covarrubias, que escoge como piedra de toque la «compostura». Precisamente en marzo de 1572 se denuncia la excesiva libertad que había tenido lugar con motivo de los grados de maestro de Francisco Gil de Nava y del famoso Francisco Zumel: El primicerio doctor Antonio Gallego propuso que ya habían visto en los magisterios del maestro Francisco Gil de Nava e fray Francisco Zumel la libertad que en los señores galleantes había habido, interrumpiendo palabras muchas en romance, no convenientes, a la autoridad del grado y personas que trataban los gallos y poca costumbre de haberse oído semejantes palabras y donaires en nungunos gallos de los antiguos. E, dado caso que no había nota en lo tratado en los gallos, pero por parecer que se abría puerta para que la hobiese, suplicó a todas sus mercedes fuesen servidos de dar orden en los dichos gallos o poniendo límite en ellos o quitándolos del todo177.
Dicha descompostura acechará siempre al vejamen y al gallo y será uno de los argumentos de más peso a la hora de prohibirlo o de mandarlo censurar. 176
S. de Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana (1611). Ed. Martín de Riquer. Barcelona: Alta Fulla, 1986, s/v gallardetes. 177 Cartulario de la Universidad de Salamanca, IV, cit., p. 280.
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Parece que el encargo de componer el vejamen lo hacía el rector y solía recaer sobre el doctor más moderno, por lo menos en algunas universidades (cfr. el texto de Jiménez Patón reproducido luego), así al menos encontramos referencias de la época que lo pregonan. Lo cual no quiere decir, claro está, que fuera el mismo autor el que se encargara de ponerlo en escena el día de la graduación. Puesto que el vejamen casi se escenificaba, es lógico pensar que lo diera al público aquél que más gracia, mejor dicción y menos empacho tuviera a la hora de soltar esa retahíla de pullas y chocarrerías. Bien a las claras lo muestra el siguiente texto de El alcalde mayor, Lope de Vega: Pánfilo: No me espanto que hayáis hecho, Verino, con tal donaire ese vejamen. Verino: Sospecho que cuanto le digo es aire y no hay cosa de provecho. Era famosa ocasión la que ha dado el doctorando sólo en parecer capón y es en la parte que ando más frío que ellos lo son. En lo que es su habilidad le digo algunas mentiras pues, si dijera verdad ninguno más hábil miras, Pánfilo, en esta ciudad. [...] Pánfilo: ¡Que de doctor tenga el grado antes de apuntarle el bozo! Verino: ¿Qué hará sin barba y letrado? Pánfilo: Esperar a que le venga si es que le puede venir, y abogar cuando le tenga. Verino: Ellos deben de salir. Pánfilo: El teatro se prevenga. ¿Quién el vejamen tomó? Verino: Pinabelo lo estudió, que tiene donaire en todo. (Música y acompañamiento de toda la compañía; vengan los doctores con sus capirotes y borlas, y los maceros de la Universidad y Rosarda de letrado, capa y gorra, y un paje, con una fuente y la gorra con una borla en ella. Pinabelo de capigorrón y Beltrán de estudiante, pasan con él y no más)178. 178 Obras de Lope de Vega. Madrid: Real Academia Española, 1929, t. XI, p. 222b. Da cuenta de la cita C. Fernández Gómez, Vocabulario de Lope de Vega. Madrid: Real Academia Española, 1971, III, s/v vejamen.
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Si se tiene en cuenta que el personaje designado como Pinabelo es un capigorrón, bien a las claras se puede apreciar en este texto cómo no tienen por qué coincidir el autor del vejamen y el que lo pone en escena, aunque sí se distinga perfectamente la responsabilidad de cada uno. Por otra parte, el hecho de que se estudie como si de un papel dramático se tratara y el que se encargue a alguien «que tiene donaire» no deja de establecer la ya subrayada cercanía con el propio hecho teatral. En lo que atañe a las características de los vejámenes y a su importancia para el estudio de otras disciplinas como la paremiología, el folclore, la fiesta y la vida universitaria, resultan fundamentales los trabajos de la profesora Egido179. También el maestro Maxime Chevalier ha explicado suficientemente procedimientos muy usuales en el vejamen como el equívoco, la caricatura basada en apodos y otras formas de agudeza180 que pueden advertirse, por ejemplo, en el vejamen de Góngora181. En efecto, el aspecto físico es el principal objeto de burla en Góngora: pequeña estatura, pies grandes, vista torcida, etc.; aunque el autor cordobés tampoco prescinde de los posibles defectos morales del vejaminado: ensoberbecimiento, seudocultura, escaso talento, rudeza. Parece norma habitual, pues, escoger como medio de componer el vejamen la suma de faltas de todo tipo, que aun simplemente esbozadas podían dar su jugo. Igualmente, el vejamen de grado tampoco para en barras a la hora de criticar incluso cómo iba vestido el futuro doctor para la ocasión. El poeta tenía tiempo de zaherirle diciendo: «Mono vestido de seda / nunca deja de ser mono» (vejamen de Góngora), que, como es fácil adivinar, alude al conocido refrán. Una de las acusaciones más frecuentes es sin duda la incapacidad del nuevo doctor para obtener el título y la referencia a las cuestiones monetarias como fundamentales para alcanzar la merced, tal y como se dice en el vejamen toledanoa los hermanos Narbona. Algo de verdad habría en ello, porque los que alcanzaban tal grado honorífico en ese acto concreto eran hijos y sobrinos de doctores universitarios bien situados en la sociedad de su tiempo y, además, alcanzaban el grado con edad poco superior a los 20 años, según recuerda el vejamen. Las lindezas que se dedican a estos dos nuevos doctores no pueden ser más cómicas. Que la expresión «dar o llevar vejamen» pasó de las aulas universitarias a ser proverbial lo atestigua la cita de Quevedo, cuando se refiere a un recién 179
Véase especialmente su «Floresta de vejámenes universitarios granadinos (siglos XVII–XVIII)», en Hommage a Maxime Chevalier. Bhi, 92, 1990, pp. 309 a 332, donde ofrece –entre otras cosas– una muy interesante tipología del vejamen de grado. 180 Quevedo y su tiempo: la agudeza verbal. Barcelona: Crítica, 1992. 181 Obras poéticas, II. New York: The Hispanic Society of America, 1921, pp. 11 a 16.
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casado en los siguientes versos con que pretendemos cerrar esta serie de referencias clásicas: «Si es grado el ser casado / él lleva gran vejamen en su grado»182. En conclusión, la estructura ideal de un vejamen podría acercarse a la siguiente que propongo aquí: 0. Textos relacionados, pero que no son propiamente el vejamen (cedulillas, premáticas....). Pueden ir también pospuestos. Vejamen 1. Exordio (captatio): – Antecedentes, excusa, consideraciones, alusión a vejámenes anteriores. – Salutación a los presentes 2. Burlas (vituperatio) – Alegoría, búsqueda de los elementos para el vejamen: el sueño, el juego de naipes, etc. – Descripción física del vejado: (deformitas). La mala figura y los defectos evidencian también la deformidad moral del personaje. – Familia, estudios, etc.: la incapacidad para obtener el grado. – Descripción moral del vejado: incapacidad y malas costumbres que le caracterizan. – Hechos que lo confirman (exempla). – Crítica burlesca a los otros doctores del claustro. – Cierre. 3. Veras (laudatio) – Aptitud científica del nuevo doctor. – Aptitud moral del mismo. 4. Conclusión: La merecida inserción en el claustro del nuevo doctor. Bien es verdad que en la mayoría de las ocasiones solo nos han llegado las partes primera y segunda y no siempre se mantiene el orden mencionado, pues a veces se anticipa algún elemento de los señalados aquí. En esa parte segun182
En el «Epitalamio en las bodas de una viejísima viuda con cien ducados de dote y un beodo soldadísimo de Flandes con calva origial» (Obra poética, ed. José Manuel Blecua. Madrid: Castalia, 1970, II, p. 97).
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da, la de las burlas, encontramos casi tantos elementos estructuradores como vejámenes conservados, algunas veces los vejadores aprovechan cualquier recurso para ser originales dentro de los estrechos márgenes de una pieza oratoria de este tipo; en otras ocasiones, se aprovecha la estructura de un vejamen anterior, sobre el que simplemente se añaden algunos chistes nuevos. Entre los vejámenes que aquí editamos encontramos algunas disposiciones llamativas: por ejemplo, el nº 1 pretende disuadir al nuevo doctor de que siga adelante con la ceremonia y para ello da cuenta de cada uno de sus pasos y de lo que significan; otras veces los vejadores fingen pedir consejo a una persona experta en estas ceremonias para que les aporte su experiencia, como es el caso del vejamen del doctor Zapata (nº 4), que busca el auxilio del licenciado Juan de Vergara o uno de los vejámenes limeños el del padre maestro Herbaes (nº 10). En el caso de este vejamen l y en el de algunos otros de la misma procedencia, los textos se presentan como una acumulación de cargos contra el pretendiente. A veces el vejador utiliza recursos curiosos como enumerar una por una las artes liberales y zaherir aprovechándose de ella a los doctores que imparten esas disciplinas en su Universidad (Vejamen limeño al doctor Almaraz, ms. 7274 BRM). Fray Francisco de Oviedo, por su parte, finge dividir a los doctores del claustro, como si fueran cartas de la baraja, y desecha algunas por viejas, rotas, manoseadas, etc., quedándose solo con las válidas, que son los nombres de los doctores a quienes pica en su vejamen. Por supuesto, recursos como el del sueño y con él la aparición de personajes fantasmales son muy frecuentes en estas piezas, como ya se han señalado otros estudiosos. Autores de los textos Los vejámenes invaden la literatura de los Siglos de Oro, forman parte de la vida de los autores literarios consagrados, bien porque los sufren en sus carnes o bien porque les toca componerlos en algún momento de su vida. Así como hay autores que parecen moverse estupendamente en este tipo de composición, como es el caso de Góngora o Quevedo, que con su genialidad convierten al pobre vejamen en una pieza de calidad, otros parecen especialmente dotados para componerlos, como es el caso de escritores como Pantaleón de Ribera. Muchos de los autores de vejámenes, especialmente de los de grado, son auténticos desconocidos hoy, por cuanto tenían la obligación de componerlos por encargo. Los vejámenes de justa y academia, sin embargo, solía darlos uno de los poetas participantes, el secretario o el fiscal de esas reuniones de ingenios, individuos bien dotados para la composición literaria por lo que de alguna forma estas piezas gozan de mayor nivel literario. 93
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Los nombres de Anastasio Pantaleón de Ribera y Jerónimo de Cáncer aparecen citados en un vejamen publicado en 1668 como autores emblemáticos de este tipo de composiciones183. Otros como Vélez de Guevara (padre), Rojas Zorrilla, Antonio Coello, Juan de Orozco son tambien nombres importantes en este tipo de composiciones, no solo porque su vena festiva les empujara hacia la escritura de las mismas, también porque su continua afición a justas y academias en la época de Felipe IV les ayudó en este camino. Un interesante texto, escrito como protesta al Antídoto de Jáuregui, tal vez por Juan de Salierne184, establece que este no ha servido de otra cosa [...] sino de dar el vejamen para que le den todo el claustro pleno de señores doctores de la Facultad el grado que merece; ya tiene v. m. noticia, como tan docto, que quando se quiere graduar un doctor en su facultad, primero que se le da el grado es costumbre en las universidades, desde que se fundaron hasta agora cuarenta años, que un ignorante seglar, aunque decidor y gracioso (ya desde esta edad es el doctor menos antiguo) le diese un vejamen deshaciendo y vituperando su habilidad y suficiencia, y en este dicen muchos disparates vestidos con colores y apariencias de verdad, todo lo qual el que ha de ser doctorado lo lleva con muy grande paciencia y sufrimiento y no habla en su defensa palabra alguna porque sabe que todo el claustro pleno de los doctores sabe, pues le dan el grado, tiene suficiencia y lo merece, no haciendo caso del vejamen queda más honrado y graduado185.
Lo que equivale a decir que es antigua la costumbre de que fuera un seglar el que diese el vejamen, estableciéndose en fecha posterior que fuese el doctor más moderno en la facultad. Sin embargo, el texto de Jiménez Patón que reproducimos aquí más bien establece que tal costumbre seguía extendida hacia 1620 en algunas universidades, aunque no en otras, y como tal lo criticaba porque le parecía impropiedad. Pero lo que más nos interesa de la cita es que cualquier escrito de un autor, como Jáuregui, podía ser asimilado al vejamen, que aunque criticaba, todo el mundo sabía que no era sino para alabar más a la persona a que se dirigía.
183
Véase el texto de Vicente Sánchez, Lyra poética, Zaragoza, 1668, p. 21.
184
Así lo dice Antonio Carreira, en su edición Romances de Luis de Góngora, Barcelona: Quaderns Crema, 1998, II, p. 250, que cita el texto. 185
Apud Miguel Artigas, Don Luis de Góngora: biografía y estudio crítico. Madrid: RAE, 1925, pp. 395–396.
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CRONOLOGÍA Aunque se tenía constancia de la existencia de otros más antiguos, los primeros vejámenes que se habían editado hasta época reciente se fechaban a partir del siglo XVII (de 1600 data el publicado en la obra de Lucas de Hidalgo). Algunos de los que se dieron con posterioridad, en las primeras décadas de esta misma centuria, se han ido editando también; así por ejemplo, vejámenes salmantinos, toledanos y otros que rondan esos años. Trabajos como el de la profesora Egido, que edita un vejamen pronunciado en la Universidad de Granada en 1598186, han servido para redondear un panorama que permanecía incompleto, si bien no conseguíamos ir más atrás de esa fecha, a pesar de que estudiosos como Layna habían señalado finales del siglo XV como momento de inicio de este tipo de piezas187. Afortunadamente las cosas han cambiado, en este libro editamos un vejamen salmantino que se dio en 1593 (escrito en latín en gran parte) y otro en castellano que tuvo que pronunciarse a mediados del XVI en la Universidad de Valladolid y que ha sido recientemente editado junto con la obra que lo alberga, los referidos Coloquios de Palatino y Pinciano de Arce de Otálora, aunque sin notas. Sin embargo, la época de mayor producción de estas piezas sigue siendo, según escribe Brown, la que va de 1640 a 1730188, en lo que denomina «hiperbarroco». En efecto, es cuando más vejámenes encontramos de los diferentes tipos que existen, desde los de grado a los de academia, pasando también por las justas literarias. Pero en este arco temporal no se detiene la composición de estas obritas, sino que continúan cultivándose prácticamente en todas sus modalidades. Sigue, como se ha dicho, el vejamen de grado: se nos conservan vejámenes mejicanos en todo el siglo XVIII, en 1751 un tal don Cristóbal Ubaldo Fernández de Córdoba da un vejamen en la Universidad de Osuna189, el doctor Nicolás Heredero da el suyo en Alcalá también a finales de esa centuria y encontramos también una pieza dada en la Universidad Central de Venezuela a principios del XIX. De la mima forma, siguen otras formas de vejamen, por cuanto encontramos piezas como el 186
A. Egido, «Un vejamen de 1598 en la Universidad de Granada», en Homenaje al profesor Antonio Gallego Morell, recogido por C. Argente del Castillo, A. de la Granja, J. Martínez Marín y A. Sánchez Trigueros. Granada: Universidad de Granada, 1989, t. I, pp. 445–465. 187
En su trabajo cit. «Ceremonias burlescas», cit.
188
Loc. cit., p. 236.
189
Se conserva en la biblioteca del CSIC (Biblioteca Central R. M./C–112).
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vejamen que escribió Tomás de Iriarte al idilio que dio a la imprenta Nicolás Fernández de Moratín190 o el que se escribe –en forma de romance– para enjuiciar la labor de los asistentes a la Sociedad Económica Matritense191. LA LENGUA DEL VEJAMEN Hay una cuestión previa, cuando se trata de la lengua de los vejámenes, y es si estos se escribieron en latín o castellano. Entre los textos que aquí se editan tenemos un ejemplo bastante extraordinario: el que constituye el Actus gallicus, vejamen dado en Salamanca y que se escribe prácticamente en latín, si bien incluye considerables fragmentos en castellano y unos versos finales en esta lengua. Si nos atenemos al testimonio del estudiante de Sommaia, arriba reproducido, a principios del XVII los vejámenes salmantinos empezaban en latín, pero rápidamente continuaban en castellano. Parece evidente, pues, que se va abandonando el latín en favor de la lengua romance durante el siglo XVI y que en el XVII es raro encontrar ejemplos en la primera de las lenguas. Ello es lógico si pensamos en el proceso natural de abandono de la lengua clásica, paulatinamente desplazada por el castellano; por otra parte, el hecho de que el público de los vejámenes no estuviera constituido exclusivamente por estudiantes, sino que muchas veces mezclaba individuos de esa masa social que no conocía el latín, debió de abundar en su abandono a favor del romance. Además de todo esto, los vejámenes son textos escritos por autores cultos, independientemente de quien los pusiera en ejecución, y están cifrados según las normas retóricas clásicas. Su finalidad es la de procurar la risa del auditorio, lo que se intenta conseguir por medio de la sátira, la burla, el chiste y todos los procedimientos utilizados en otros géneros, como los del teatro. Y desde luego el castellano se prestaba mejor a la fácil comprensión del auditorio. La búsqueda de la complicidad del oyente se consigue a veces por un recurso tan dramático como el del aparte, así cuando uno de los vejadores, Oviedo, nos dice que el Padre Juan de Palma vuelve a porfiar, añade «que es un cansado» entre una suerte de corchetes cuadrados que parecen buscar el aparte, el guiño al lector, la complicidad a la que antes aludía. Hay en el tono y en la forma del vejamen una serie de componentes que suele repetirse y que se adopta también por otros autores, aunque no 190
Ms. BNM 10951, Papeles curiosos manuscritos, tomo 66, ff. 61–72. «Vexamen en pie de romance de la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País», en Ms. de la RAH 9/7 024. Publicado por Brown en su art. cit., «Aproximación...», pp. 249–258. 191
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escriban porpiamente un vejamen de grado, de justa o de academia. Por ejemplo, la frecuente apelación al vejado, que aparece inerme y sin posibilidad de defenderse; por ejemplo, los apodos que se le dirigen, subidos de tono en ocasiones, y las burlas con que se alude a su físico o a sus costumbres. También es común el tono de sátira y, sobre todo, el intento de burlar al destinatario rebajándole los humos de que se había envuelto. Tanto da si el sujeto es un ratón, una dama enamorada, los enemigos de la Casa de Austria o Judas, como se ha dicho. La realidades sobre las que se habla, los ejemplos que se toman a manera de confirmación de las palabras del vejador, muchas veces tienen que ver con lo escatológico, porque –al igual que en el teatro, y particularmente en el breve– es una de las maneras más sencillas de ganar la hilaridad del auditorio. Así se nombran acciones y objetos que provocan la respuesta inmediata del público: buñiga de mula, babas (Vejamen de Oviedo), preguntas retóricas que igualmente buscan la hilaridad: «Ven acá, para mí, para ti, ¿te has cagado?» (Vejamen de Ayllón, 1647). Otras veces son las comparaciones, metáforas, hipérboles de todo tipo que buscan igualmente la desmesura. Francisco Layna Ranz habla del «frenético uso del equívoco, una auténtica red conceptista de disemias, calambures y disociaciones, y sin apenas engarce que suavizara los saltos de un juego de palabras a otro»192, especialmente conforme va avanzando el siglo XVII y se impone la estética conceptista. Uno de los juegos que se repiten más frecuentemente es el que se logra con la deformación de los nombres de los doctores y el doctorando: En el Actus gallicus: Zumel (zumo), Curiel (cur+hiel); en un vejamen limeño dirigido al doctor Aramburu se juega con los términos harán y burro; el juego con Maldonado, el nombre de otro doctor, es más que evidente, etc193. Pero además los nombres propios sirven para la creación de neologismos burlescos: a un doctor se le «ennerona» o «endioclesiana» la mirada, como después reproduzco. También en ello coincide con géneros breves como el entremés, en el cual la economía de espacio impulsa al dramaturgo a conseguir la comicidad por todo tipo de medios y uno de ellos es justamente el juego con el nombre significativo, ya sea real o inventado. Maxime Chevalier se pregunta hasta qué punto no habrán influido creaciones léxicas de este tipo sobre escritores como Quevedo y otros, forjadores de neologismos de variada índole194. 192
«A vueltas con el vejamen...», cit., p. 49. Se trata de un fenómeno bien analizado en lo que se refiere a la literatura del Siglo de Oro, para el cual se puede ver el libro de Henry N. Bershas: Puns on Proper Names in Spanish. Detroit: Gale Research Co., 1980. 194 Quevedo y su tiempo: la agudeza verbal, cit. p. 115. 193
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Por supuesto, los refranes, frases proverbiales y demás representantes de lo que se llama «discurso repetido» tienen campo abonado en la literatura vejaminatoria. Muchas veces no se utilizan en el sentido normal de la frase, sino trastocando su forma y significado. De la misma manera la literatura se mezcla frecuentemente en el contenido del vejamen, bien sea como alusión a los grandes creadores barrocos (Lope y Góngora aparecen frecuententemente, menos Quevedo) o bien a las fuentes de donde toman ejemplos y chistecillos (fray Antonio de Guevara, Santa Cruz, Poggio, etc.). Por lo que el vejamen supone de parodia, también fuentes como el romancero o la lírica tradicional se dan cita en este tipo de textos para utilizar los versos como si se tratase de un texto que pertenece al acervo folclórico común. También ocurre con los de la lírica culta, como cuando escribe don Luis de Ayllón y Cuadros, a propósito de otro vejador: «Arrojose el frailecito / al charco de los vejámenes»195. Son innumerables las alusiones cultas a obras literarias, muchas de la antigüedad clásica, pero no pocas referidas a la actualidad del momento. Esas alusiones suponen que emisor y receptor del vejamen comparten un código, porque muchas veces no consisten sino en una palabra, un nombre o una referencia a un pasaje concreto. Así, cuando se trata de encarecer el enamoramiento de alguien el vejador alude simplemente a «otra Teodora»; si un personaje se llama Rodrigo, el autor del vejamen puede aludir, incluso con fórmula épica a «un Rodrigo de Vivar, que ciñe espada» (vejamen de Oviedo). Hay que distinguir, por supuesto, la manera de conseguir la risa en los vejámenes primeros del XVI y en los que nos han llegado del siglo XVII. No es el mismo tipo de lengua el que se utiliza en el vejamen vallisoletano de Arce de Otálora que el que aparece en los vejámenes limeños cercanos a 1625. No en vano la historia de la literatura ha evolucionado mucho entre esas dos fechas y han tenido lugar parte de las mejores creaciones de los autores barrocos, Lope, Góngora y Quevedo a la cabeza. Por supuesto la literatura de cuño conceptista es la más cercana a la que aparece en los vejámenes del XVII, de hecho estos se manifiestan como una forma superior de agudeza. Sin embargo, no deja de ser curioso que el máximo tratadista de los procedimientos de la misma en la época barroca, Baltasar Gracián, no se refiera al vejamen como manifestación práctica de múltiples procedimientos para conseguirla.
195
Vejamen de 1647, ms. 6877 BRM, f. 125.
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TRANSMISIÓN DE LOS VEJÁMENES Entre 1612 y 1649 en la Universidad de Valencia se gradúan de maestros en Artes 110 personas, 177 doctores en Medicina, 80 doctores en Teología, 81 en cánones y 51 en Leyes, lo que equivale a decir que en poco más de 35 años se doctoran unas 500 personas en una Universidad importante, es decir, unas 15 personas al año196. Si tal cifra se multiplica por la de las universidades españolas y americanas que tenían concedida la facultad de conceder grados, podemos hacernos a la idea de la cifra de doctores y maestros. Bien es verdad que un mismo vejamen servía a veces en el grado de dos, tres y hasta nueve doctores, como sucede también en alguno de los que edito, y –sobre todo– hay que considerar que no en todas las graduaciones se daba el vejamen, pero aun así, la cifra de textos tenía que ser muy abultada. Mucho se ha escrito sobre la escasa existencia de vejámenes, producto de varias causas: su oralidad, su temática denigratoria, la característica de su repentización... todo ello habría llevado a una desaparición inexorable. Pero hay que tener en cuenta algunas consideraciones a este respecto: los vejámenes eran piezas apreciadas por los asistentes a los actos de las justas, academias o grados universitarios; muchas veces eran la razón de la asistencia del público no especializado, que así como podía soportar una comedia mediocre o un auto sacramental para esperar a la pieza intermedia que los acompañaba, asistía también al acto protocolario de una academia, un certamen poético o unos grados para escuchar, como si de una representación se tratase, el vejamen correspondiente. Es cierto, sin embargo, que a pesar de este aprecio, muchas justas se imprimen sin su vejamen correspondiente; también que algunas veces las academias suelen recoger los versos que se leen allí, pero no los vejámenes que se dieron al efecto. Los muy numerosos vejámenes de grado tampoco nos han llegado en gran medida. Y así como sí se hicieron recopilaciones de entremeses sueltos que se imprimieron en tomitos de alguna rareza (sobre todo a partir de 1640), no encontramos tomos que recopilen vejámenes impresos, todo lo más algunos sueltos, que en razón de su propia fragilidad nos hacen suponer el naufragio de otros muchos compañeros de travesía histórica. Que no se llegaran a imprimir, sin embargo, no significa que no hubiera intención de hacerlo. Más adelante comentamos la existencia de un códice, preparado para su impresión por los años de 1660, en el que la diligencia de 196
A. Felipe, T. Navarro, A. Olivares et al., «Grados concedidos por la Universidad de Valencia durante la primera mitad del siglo XVII (1612–1649)», en Analecta Sacra Tarraconensia, 65, 1991, pp. 249–406.
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don Diego Ignacio de Góngora habría recogido siete vejámenes de grado (1624–1655) y cuatro de academia (1637–1640) con los que pensaba editar el volumen Academia celebrada en Madrid en el Buen Retiro, año de 1637, y otros vexámenes que se dieron en Sevilla197. Y no era el único manuscrito en que había recopilado estas piezas. Por su parte, el interés por estas obras del ingenio indiano Juan Solórzano Pereira también le llevó a coleccionar un buen número de ellas dadas en la Universidad de Lima en un manuscrito de su propiedad que afortunadamente se nos ha transmitido y que recoge siete vejámenes de grado, a cuál más interesante, uno de los cuales editó Rodríguez Moñino, si bien otros siguen inéditos y prácticamente desconocidos hasta el momento198. Queda también alguna recopilación de vejámenes impresos o manuscritos, que algún coleccionista agrupó en tomos facticicios, como el de la Biblioteca Nacional de Madrid199, que han preservado buen número de piezas relativas en su mayor parte a la Universidad de Granada, Salamanca y otras. Normalmente tenemos un único testimonio por vejamen, pero la situación cambia cuando el vejador es un autor de renombre: las copias del gallo de Góngora, por ejemplo, son numerosas, como advertiré más adelante; igualmente, se nos conservan nada menos que tres manuscritos del vejamen de don Antonio Hurtado de Mendoza, que luego edito. Lo mismo ocurre con ciertos gallos dados en Salamanca a principios del XVII, que se nos han transmitido en varios manuscritos, que se encuentran en lugares tan distantes como la biblioteca de la propia Universidad o la Nacional de Florencia200. Pero son casos extraordinarios, insisto. Tenemos que conformarnos con unos pocos vejámenes conservados y con una sola copia, manuscrita e impresa por vejamen, lo cual convierte a veces su edición en una tarea más delicada de lo que es ya de por sí la transcripción de un texto clásico. Conviene tener en cuenta que algunas de estas piezas, particularmente atractivas por su contenido, pudieron mantenerse y transmitirse fragmenta197
Ms. 6877 de la BRM (hoy en la Real Academia Española). «El Salpicón escolástico de fray Francisco de Oviedo (Vejamen universitario limeño de 1625)», en Anuario de Letras, VII, 1968–69, pp. 219 a 237. 199 Se trata del volumen de impresos que lleva la signatura R/ 10995 o el de manuscritos con signatura Ms. 9572, de que da cuenta Aurora Egido en varios trabajos citados en la Bibliografía. 200 Lo cual no tiene nada de particular si se observa que la copia que se conserva en la biblioteca italiana procede de un estudiante de aquella nacionalidad, Girolamo de Sommaia, que estuvo en la ciudad del Tormes en la fecha en que se dieron los citados gallos. Cfr. George Haley, Diario de un estudiante de Salamanca. Salamanca: Universidad, 1977, pp. 7–87 de la introducción. 198
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riamente de forma oral, de la misma forma que tantos poemas, fragmentos dramáticos o narrativos. Copio a continuación unas palabras de Ángel A. Álamo en su obra Bosquejos histórico–literarios, que se refieren a la Universidad de Venezuela y al siglo XIX, pero que podría hacer extensibles a las otras universidades y también a épocas anteriores: Si el vejaminista era gracioso. La apiñada multitud le interrumpía a cada frase con estrepitosas carcajadas, semejando en esos momentos la capilla universitaria una casa de orates o la jovial corte del dios de la risa; y aun después de la pomposa ceremonia del grado, quedábanse todos saboreando los epigramas lanzados contra el héroe y mártir de la fiesta. Luego desvivíanse por recitarlos más o menos bien a los que no habían tenido la fortuna de asistir, de modo que circulaban de boca en boca haciendo asomar la risa en todas hasta que por fin se obtenían copias manuscritas que satisfacían la pública expectación, proporcionando inagotable y sabrosísima materia a las conversaciones de todos los círculos. Allí se comentaba el vejamen, se añadían especies, se recordaban otras, y tal vez muchos no podrían contener la risa al ver llegar al inflado doctor con su episcopal anillo y su bastón de caña de la India o de carey, con puño de oro cincelado y grandes borlas de pelo. Conocemos algunas personas que aún recuerdan con gusto los vejámenes y retienen en la memoria gran número de coplas201.
Es un ejemplo claro de la tradicionalidad del vejamen y de su pervivencia mucho más allá de las nobles paredes en que se daba, como ocurría también con otros géneros literarios.
201
Citado por J. de. D. Méndez y Mendoza, Historia de la Universidad Central de Venezuela, I, cit., p. 50.
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BIBLIOGRAFÍA Siglas empleadas AUG: AUS: AUSev.: AUV: BL: BFLG: BNC: BNM: BRM: BUGr: BUS: HSA: RAE: RAH:
Archivo de la Universidad de Granada Archivo de la Universidad de Salamanca Archivo de la Universidad de Sevilla Archivo de la Universidad de Valladolid British Library (Londres). Biblioteca de la Fundación Lázaro Galdiano (Madrid). Biblioteca Nazionale Centrale (Florencia). Biblioteca Nacional de España (Madrid). Biblioteca Rodríguez Moñino (Real Academia Española, Madrid). Biblioteca Universitaria de Granada(Granada). Biblioteca Universitaria de Salamanca (Salamanca). Hispanic Society of America (Nueva York). Real Academia Española (Madrid). Real Academia de la Historia (Madrid).
Relación de vejámenes de grado localizados, y otros utilizados en este estudio a) Manuscritos Agramunt y Toledo, Juan: Vejamen burlesco para la borla de Medicina que de tomar en esta Universidad de Alcalá de Henares el señor Antonio Ramires. Redondillas. [BNM. Ms. 3714 nº 14]. Angulo, Francisco: Vexamen cuarto que hizo el bachiller –– y dixo en el Colegio real de San Pedro México el 23 de diciembre de 1781. [BNM, ms. 12467, f. 140 y ss.] Anónimo: Bexamen dado al maestro Estrella (1603). BUS, ms. 2402, ff. 277vº–278vº. (Editado por García–Bermejo, 1999). –– Otra copia, perteneciente a Girolamo de Sommaia [BNC de Florencia, ms. II. III, 336, ff. 140–143]. Anónimo: Gallo Benito, que cantó en el teatro de Salamanca al amanecer de un rayo de sol de su escuela (1619). [Prosa; contiene poesías]. Ms. 9572 BNM, f. 41–43vº. [Ed. por Egido, 1984]. Anónimo: Gallos dados en Salamanca en el grado de fray Pedro Cornejo de Pedrosa (1600). Ms. 2405, ff. 338vº–342 de la BUS. (Editado por García–Bermejo, 1999). ––Otra copia ms., perteneciente a Girolamo de Sommaia [BNC de Florencia, ms. Cl. VIII, 24 (Marmi) NC/20, ff. 119–125].
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––Una tercera copia de este vejamen en la colección Fernán Núñez (Brancroft Library), vol. 170. Varios 19, ff. 80–90vº. (Díez Fernández, 2003, p. 87). Anónimo: Gallos en el grado del padre mercedario fray Juan Merino. [Prosa]. Ms. 9572 BNM, ff. 50–57v. Anónimo: Vejamen al licenciado Bosque en la Universidad de Toledo. Ms. s. XVII. Ms. 9572 BNM, ff. 44–49. (Ed. por Egido, 1984). Anónimo: Vejamen de grado de los doctores Juan y Alonso de Narbona. Universidad de Toledo (c1614). Ms. 4100 BNM (Editado por Madroñal, 1994). Anónimo: Vejamen de grado del doctor Segovia en la Universidad de Toledo (c1614). Ms. 4100 BNM. (Editado por Madroñal, 1994). Anónimo: Vejamen limeño en un manuscrito de Solórzano Pereira (s. XVII). Ms. 7274 BRM (RAE). Comienza: «Oy vengo para haçer merçedes». Anónimo: Vejamen limeño en un manuscrito de Solórzano Pereira (s. XVII). Ms. 7274 BRM (RAE). Comienza: «Sospechosa se haçe el día de oy la verdad». Anónimo: Vejamen en el grado de cuatro doctores en la Universidad de Oviedo (fines s. XVIII). Ms. 16 hs. (Editado en parte por Canella, 1903). Ávila, Juan Antonio: Vexamen sexto que dio el doctor don– en la borla de Medicina al doctor don Juan Antonio de Armendáriz el 17 de noviembre de 1723. BNM, ms. 12467. Ayllón Cuadros, Luis: Vejamen de grado del doctor en el Colegio Maestro Rodrigo, 1646. Ms. 6877 Biblioteca Rodríguez Moñino. (Editado por Madroñal, 1996) –: Vejamen de grado del doctor Colegio de Santa María de Jesús, 1647. Ms. 6877 Biblioteca Rodríguez Moñino. Bazán de Pedraza, Francisco: Vejamen que se dio en la Real Universidad de Córdova del Tucumán en grados de doctor a don Francisco de Bilchis y don Pedro Asensio de Tula (c1722). En Libro de varios tratados y noticias de Luis de Tejeda. (Ed. en Buenos Aires: Coni, 1947, pp. 346–351). Bazori, Josef: Vexamen primero que hizo el Padre– y dixo el día 23 de diciembre de 1749 en el Colegio máximo de San Pedro y San Pablo de México. BNM, ms. 12467, ff. 1–32. Blasco, Martín Francisco: Vexamen dado en la Universidad de Çaragoza a 14 de febrero de 1621 por –, doctor en Derechos, al doctorando Gerónimo Carrillo. Ms. 9572 BNM ff. 32–39vº. Cartagena y Santa Cruz, Antonio de: Vexamen al doctor Juan de Morales Aramburu. Ms. 7274 BRM (RAE). Clavigero, Mariano: Vexamen segundo que hizo el Padre –en México (1764). BNM, ms. 12467, ff. 33–72.
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Cruz, fray Juan de la: Vexamen a nuestra santa madre [Romance: «Oyga, señora doctora»] Ms. 7741 BNM ff. 187vº-8. Fox, Juan: Vejamen al doctor Juan Esteban Castellón (1621). Ms. suelto en los papeles de Inocencio Camón. (Editado en parte por Jerónimo Borao, Historia de la Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 1869, pp. 185–187). Funes, Gonzalo de: Vexamen del Padre–, monge cartujo, con cuyos conceptos y palabras, que hacen a dos sentidos, honra y engrandece a Santa Theresa de Jesús. Esribiose en la beatificación de la Santa. BNM 10926, ff. 1–7vº. Góngora, Luis de: Vexamen dado día de la otaua de Corpus... «Tenemos un doctorando...» Ms. 2892. BNM Obras de Góngora. ff. 151–2. [Múltiples testimonios más]. Hurtado de Mendoza, Antonio: Vexamen en unos grados del Colegio y Universidad de Sevilla con ocasión de la jornada de su Magestad (1624). Ms. 7274 BRM (RAE). – Otra copia en el ms. B 2390 de la HSA, letra del s. XVII, atribuido a Hurtado de Mendoza. – Otra copia en el ms. 6877 de BRM (RAE), que lo atribuye a Hurtado de Mendoza (se reproduce aquí). Ledesma, Alonso de: A la vida y muerte de San Pablo en metáfora de un vexamen. Ms. 8607 de la BNM f. 14–5v: [Redondillas]. «Cúbranmele la cabeça...». Impreso en la edición de los Conceptos espirituales, primera parte. Madrid, 1612. Luna, Félix: Vejamen en la Universidad de México. Colección Gómez de Orozco, 112, ff. 31 y ss. Archivo de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. México. Mallea, fray Salvador de: Vexamen que dio el padre– del orden de la Santísima Trinidad Calçados de esta ciudad de Granada el 27 de noviembre de 1655. HSA. Martel, Miguel: Vexamen delineado en la fantasía de don –, chantre de la Yglesia Metropolitana de Çaragoça (a1653). [Ms. 198 de la Colección Fernán Núñez (Brancroft Library), ed. por Díez Fernández, 2003]. Martínez, Jacinto: Huerta frutal de bachiller –(1797). (Editado por Elena Omacini, 1980). Mayorga, fray Tomás de: Vexamen al grado de doctor del padre M. fr. Hernando Maldonado (c1625). Ms. 7274 BRM (RAE). Mendoza, Ildefonso, Actus gallicus ad magistrum Franciscum Sanctium, en el grado de Aguayo, per fratrem Ildephonsum de Mendoza, augustinum (1593). Ms. Biblioteca Colombina. (Da cuenta de él Fernández Guerra, en las adiciones a Gallardo, Ensayo, I. 1863).
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Molina, Miguel Lorenzo de: Bexamen que dio en la imperial Universidad de Granada el doctor don–. Ms. 3886 BNM ff. 249–58. [Prosa, que termina con el romance:] «Y dígalo mi affecto...». Montenegro, José Antonio: Vejamen en el grado del doctor Salvador Delgado en la Universidad de Venezuela (1801). Ms. autógrafo. [Ed. por Méndez y Mendoza, 1911]. Osorio y Peralta, Diego: Vexamen quinto que dio el doctor don–– al doctorando don Andrés Díaz en México (1708). BNM, ms. 12467, ff. 194–217. (Editado por Omacini, 1983). Oviedo Pedraza, Francisco: Vejamen al grado de don Fernando Ladrón de Guevara, colegial de San Martín, en la iglesia maior desta ciudad de Lima (1626?). Ms. 7274 BRM (RAE). – Vejamen en el grado del P. Fr. Antonio de Amusco, protomédico deste reyno (1625). Ms. 7274 BRM (RAE). (Editado por Rodríguez Moñino, 1968–69). Rojas, fray Miguel: Vejamen en el Colegio de Santo Tomás el grado del Padre fray Antonio Martínez de Castro (1654). Ms. 6877 Biblioteca Rodríguez Moñino. – Vejamen en el Colegio de Santo Tomás en el grado de fray Miguel de Mendoza (1655). Ms. 6877 Biblioteca Rodríguez Moñino, ff. 159–174vº. Rubín de Celis, Manuel: Vexamen tercero que hizo el bachiller–– y dixo en el Colegio real de San Pedro, San Pablo y San Ildefonso de México el 23 de diciembre de 1781. BNM, Ms. 12467, f. 73 y ss. Ruiz de Alarcón, Juan: Vejamen en el grado de doctor de Brician Díez Cruzate, por el licenciado Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza (c1610). Autógrafo [Perdido hoy, existía en 1816. Da noticia de él Fernández–Guerra, 1871]. Salcedo, doctor: Vejamen al doctor don Alonso de Salaçar (1598). Ms. 82–3–38 Biblioteca Colombina, ff. 15–21. (Editado por Fernández Guerra en sus adiciones al Ensayo de Gallardo, I, 1863 y recientemente por Egido, 1989). Sánchez Meza, Pedro José: Teatro de los dioses, vejamen que dio en Zacatecas en 1788. (Editado por Omacini, 1983). – República de las aves, vejamen en México el 25 de marzo de 1791 (Omacini, 1983). Torre Farfán, Fernando: Vejamen que dio el doctor Cristóbal Castellanos en el Colegio de Santa María de Jesús por el doctor don Juan de Céspedes y Velasco para quien lo dispuso – (1655). Ms. 6877 Biblioteca Rodríguez Moñino, f. 175–192. [Uscarrel, Gregorio]: Vexamen de la Universidad de la Havana dicho por el R. P. M. y Dr. Fr. Gregorio Uscarrel, del Orden de San Juan de Dios, presbítero, doctor teólogo y maestro en Filosofía del claustro de la Universidad de San Gerónimo de esta ciudad (1735). Paradero desconocido. [Trelles, Suplemento, p. 5]. Véase Rodríguez Ucares en impresos.
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Valle Caviedes, Juan del: Bexamen que le dio el author a el sambo Pedro de Vtrilla, el mozo, en el grado que por pasatiempo le dieron unos amigos de el doctor por alabarse mucho, que abrió a una muger a la qual sacó una piedra de la begiga y no se le murió. Coronóse con un rodete de malbas por laurel con esta copla: «Si el laurel a los yngenios...». En Ms. 8341 BNM: Guerra física y proesas medicales de Juan del Valle de Caviedes, f. 22. También en otras recopilaciones manuscritas de la obra de Caviedes. Varón, Francisco: Vejamen en el grado de Teología de Fr. Octaviano Ram en el Colegio de Santo Tomás de Sevilla (1642). Copia manuscrita conservada por don Diego Ignacio de Góngora (Historia del colegio Santo Tomás, Sevilla, 1890, p. 258). Paradero desconocido. –: Vejamen al grado de maestro en Artes al padre colegial y lector Fr. Pedro Chacón en el Colegio de Santo Tomás de Sevilla (1644). Copia manuscrita conservada por don Diego Ignacio de Góngora (Historia del colegio Santo Tomás, Sevilla, 1890, p. 258). Paradero desconocido. Velázquez y Delgado, Juan María: Vejamen en la Universidad de México. Colección Gómez de Orozco, 105, ff. 1-81. Archivo de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. México. Zapata, Pedro: Vexamen que dio el Dr.– en el teatro de la Universidad de Alcalá al Maestro Lasarte (1611). S. XVII. Ms. BNM. 11087, ff. 224–231. b) Impresos Anónimo: Noticia de los grados de maestra y doctora en Filosofía y Letras humanas conferidos en los días 5 y 6 del presente mes en la Real Universidad de Alcalá a la Excma. Sra. Doña María Isidra Quintana de Guzmán y la Cerda. En Memorial Literario, V (junio de 1785), pp. 147–177. Anónimo: Vexamen con que se afecto el regozijo del cumplimiento de años de nuestro Rey y señor Carlos II en el grado que de doctor en sagrada Theología recibió el reverendíssimo Padre Diego de Castel–Blanco (1675). Granada, 1675 [BNM: R/10995] Balvás Barona, Antonio: Al azoguejo de Segovia vexamen. Recogido en El poeta castellano Antonio Balvás Barona, Valladolid, Juan de Rueda, 1627, ff. 15vº–19vº. (Editado por Cara, Giovanni, Il vejamen in Spagna, Roma, 2001). Baz Viera Farfán, Gaspar: Vexamen con qve se celebró el grado qve de Doctor en la facultad de Tontina recibió el Dr. don Domingo Alonso de Aldana, cathedrático de Simplicio, Aristhmético y Medidor de Tierras en Ginebra, en el Colegio Mayor y Vniversidad de la Tontina de todo el mundo, viernes 3 de mayo de 1669 [...] Siendo señor rector Ivez Simplíssimo de dicha Vniversidad el Sr. Dr. don Francisco de Aldana Tirado, Cathedrático de Disparates de Bolonia, Lector tontificado del Colegio de la Luna y vnico señor de todo el
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mundo. Compvesto y dado por el Dr. –, Cathedrático de Pechigonga, Quintillas y Letras humanas de dicha Vniversidad (Sevilla, 1669). HSA (Vid. Homero Serís, Nuevo ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos, I. New York, 1964, pp. 215 y ss.). Bondía, Ambrosio: Vexamen en Triunfo de la verdad sobre la censura de la eloquencia... contiene metodo Vniuersal del púlpito dan Apolo y las Musas a Fachín por el grado de licenciado. Madrid, Iuan Martin de Barrio, 1649. [BNM: 2/29903. Editado por Laplana, 1990]. Cárdenas y Rosales, Ignacio de: Bejamen que se celebró en el insigne colegio de Teólogos del señor San Dionisio Aeropagita... en la conferencia de becas [1730]. Granada, Imprenta de la Santísima Trinidad, s. a. [BUGr C–36–48 (13)]. Castro y Lojo, licenciado Francisco Antonio: Bejamen que se dio en el insigne Colegio de teólogos del señor san Dionysio Aeropagita, de el Sacro Monte de esta ciudad de Granada a los colegiales del nuevo curso el día 15 de octubre de 1742. S. l., s.i., s.a. [BNM Ms. 17873]. Covarrubias y Guevara, Pedro de: Veiamen que dio el doctor –, Medico en la Vniversidad de Sevilla a el grado del Padre M. fray Estevan de los Ríos, del Orden de nuestra Señora de las Mercedes, en veynte y cinco de Febrero de 1628. Antequera, por Manuel de Payva, 1628. [BNM V.E./ 45–93. Editado por Cara, 2001]. Enríquez de Lara, Gabriel Bernardo: Bejamen que celebró la imperial universidad de Granada en la conferencia del grado de doctores [1715]. Granada, Nicolás Prieto, s.a. [BNM: R/10995]. Fernández de Córdoba, Cristóbal Ubaldo: Vejamen dado en la insigne Universidad de Ossuna en 1751 en los grados de doctor en Medicina. Sevillla, s. i., 1751? [CSIC Bibl. Cent. R. M./C.–112]. Felices de Cáceres, Juan Bautista: Sentencia en la armada poetica, propuesta y premiada por la insigne ciudad de Barcelona, en honra de san Ramon de Peñafort, con el Vexamen catalan gracioso de micer Pedro Antonio Iofreu. Barcelona, Sebastian y Iayme Matevad, 1626 [contiene el Vexamen al companyó qui va dexar ha san Ramon en Mallorca a la vora del mar reculant entrar amb ell, del doctor micer Blanch y Ros, ff. 17–18]. BNM R/19501. García, Juan Sebastián: Bejamen que se celebró en la insigne imperial Universidad de Letras de Granada el 15 de octubre de 1727 en los grados de doctores. Granada, Andrés Sánchez, 1727. BUGr. C–36–48 (11 y 12). García Calderón, Francisco: Bejamen neotérico celebrado en la ciudad de Granda el día 21 de febrero... de 1723 en las casas del licenciado don Miguel Sanchez Rubio y Valera, abogado... la feliz plausible tarde de su recibimiento. Diose a los señores... colegiales habituales del imperial Cole-
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gio de San Miguel. Córdoba, Herederos de Francsico del Pozo, 1723. BNM: Varios–E Caja 312 (33). González Moreno, Francisco Agustín: Cultos a la Purissima Concepcion de Maria, Hija de la Gracia, en el vejamen que a los cavalleros colegiales modernos se diò el dia 8 de diziembre de 1745 en el Imperial Colegio de Sr. S. Miguel de la Universidad de Granada. S.l., s.i., s.a [c1745]. Guzmán, Francisco de: Laudatoria y bejamen que en la imperial universidad de Granada se dio al señor don Sebastián de Espinosa (1742). S.l, s.a. [BNM R/ 10 995, BUGr C–36–48 (14)]. –: Laudatoria y bejamen que en la real imperial universidad de Granada se dio al señor don Vicente Ruiz Velarde, en el grado de doctor en Theología (1745). Granada, Joseph de la Puerta, 1746. [BNM V–E Caja 711 (20)]. –: Laudatoria y bejamen que en la imperial universidad de Granada se dio (1751). s.l, s.a. [BUGr B–18–34(1)]. Heredero, Nicolás: Vejamen en la licenciatura de un D. Martín... madrileño (1794). En Noticias del elocuente orador D. Nicolás Heredero y Mayoral... y algunos de sus escritos. Madrid, Aguado, 1868, pp. 61–62. Hevia Bustos, Jacinto: Vejamen al doctor don Antonio Coronel, cura y vicario de Moquegua, en el obispado de Arequipa, Cuzco (1685). Ed. por Eguigueren, 1949. Huércanos, fray Alonso de: Vexamen que en los grados públicos de doctor en Theología, Cánones y Medicina que celebró la Universidad... de Sevilla en el Colegio Mayor de Santa María de Jesús (1739). Sevilla, Impr. de la Universidad, 1740. [BNM: VE. Caja 312 (54)]. Lobo, Fernando Rodrigues: Satyra na data de unas cadeiras a um fulano de Figueiredo que era torto de um olho e a um fulano Corrêa, judeu (a1606). En Poesías e prosas ineditas, Porto: Typ Lusitana, 1868, pp. 95–99. Llanos y Alcalde, Josef María: Elogio literario que con motivo de la toma de beca del Br. Don Luis de Zárate y Vargas en el Colegio Mayor y Real de la ciudad de Granada recitó el licenciado don Joseph María de Llanos y Alcalde. Madrid: Imprenta de Ibarra, 1789. Martín, Juan: Romance burlesco. Vejamen recogido en Paracuellos Cabeza de Vaca, Luis: Elogios a María Santíssima... Francisco Sánchez y Baltasar de Bolívar, 1651, ff. 274–276. (Ed. Giovanni Cara, 2001). Miranda, Juan Antonio de: Vejamen en el Colegio de Santa María de Jesús (1653). Sevilla, Juan Gómez de Blas, 1653. [Encuadernado en el códice 6877 de la BRM, ff. 193–206]. Montoro, José: Vejamen en la Academia con que el Marqués de Jamaica celebró los felices años de la reina doña María de Austria (1672). Cádiz, 1673. [BNM R / 11778].
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Muñoz Chamizo, Andrés: Vexamen que dio el doctor–, médico y catedrático de método en la imperial Universidad de Granada. (1679). Granada, 1679. [BNM R / 10995]. Orense Valdés, Felipe: Romance burlesco. Vejamen recogido en Paracuellos Cabeza de Vaca, Luis: Elogios a María Santíssima... Francisco Sánchez y Baltasar de Bolívar, 1651, ff. 276–278. (Ed. Giovanni Cara, 2001). Prada, Francisco de: Vexamen con que se afectó al regozijo del cumplimiento de años de Nuestro Rey y señor don Carlos II en el grado que el doctor en Sagrada Theología recibió el R. P. Diego de Castelblanco (1675). [BNM R. Varios, Caja 129–33. R/ 10 995]. Real Academia celebrada en el real de Valencia, Palacio de los SS. Reyes de Aragon... a los años de Carlos segundo siendo presidentes y protectores los SS. RR. Carlos y Mariana, secretarios don Onofre Vicente de Yxar, y para el vexamen don Francisco de la Torre. Valencia, Geronimo Vilagrasa, 1669. [BNM: 3/62212]. Reina Infante, José: Vexamen que se dio en la imperial Universidad de Granada, en la conferencia de los grados de doctor en sagrada theologia, que se dieron à don Carlos de Piñar. s.l., s.a., s.i. [fines siglo XVII]. [BRM 6661]. – Vejamen que se celebró en la imperial Vniversidad de Granada en veinte y cinco de Octubre de 1697, en los grados de Doctores que se dieron, al doctor don Joseph de Riscos, al P. Presentado Fr. Nicolas de Llerena. Granada, Imprenta Real [BNM: R/10995]. – Vexamen que se celebró en la imperial Universidad de Granada en los grados ... que se dieron al doctor don Diego Garrido, doctor don Silvestre Heylán Mayor. Granada: Francisco de Ochoa, [1687]. [BNM: R/10995]. Religioso Cartujo: Grado de doctora y vexamen que hizo un – y se dio a la Santa Madre Teresa de Jesús, en Díez de Aux, Luis: Retrato de las fiestas que a la beatificacion de la bienauenturada Virgen y Madre Santa Teresa de Iesus ... hizo... la Imperial Ciudad de Zaragoça con quatro magistrales sermones. Zaragoza, Iuan de la Naja y Quartanet, 1615. [RAE 37–IV–38]. Rodríguez Ucares o Ucres o Uscarrel, Padre José (El Capacho): Vejamen hecho a la Universidad. Habana: Oficina del ciudadano José Boloña, 1822. – 2ª ed. en Segunda parte de las Poesías curiosas de José Rodríguez Ucares [sic] (alias El Capacho) con el vejamen de la universidad y otras varias de diversos autores. Habana: J. Boloña, 1823. [Trelles, p. 26, lo cree referido a los años 1740–50 y lo estudia bajo el nombre de Rodríguez Ucrés, Padre José; pero en su Suplemento a esta obra da razones convincentes para adjudicarlo a Uscarrel, pp. 5–6. Creo que se trata del mismo autor y de la misma pieza]. Véase la correspondiente entrada en los manuscritos s/v [Uscarrel].
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Rojas y Angulo, Antonio de: Vexamen con que se celebró el grado que de doctor en la facultad de sagrada Teología recibió el muy R. P. M. Fr. Iuan Baptista Pluyms, del Orden de Predicadores en el Colegio Mayor de Santa María de Iesús, Universidad de Sevilla, miércoles día 21 de noviembre de 1668 años. S.l., s.i., s.a. [BNM Varios 129–25]. Salcedo, Fernando de: Romance burlesco. Vejamen recogido en Paracuellos Cabeza de Vaca, Luis: Elogios a María Santíssima... Granada, Francisco Sánchez y Baltasar de Bolívar, 1651, ff. 278–281. (Ed. Giovanni Cara, 2001). Sátira gustosa y entretenida para despues de aver comido bien: donde se da vexamen a todos los Maestros de qualquier oficio. Compuesta por el Licenciado Rasca Tripas. Madrid, s.i, 1718. [Biblioteca particular]. Torre Farfán, Fernando de la: Vejamen en la Academia de Sevilla por carnestolendas. Sevilla, 1667. Utrera y Medina, Cristóbal: Vejamen con motivo del grado de doctor que recibieron los señores don Bartolomé Cisneros, colegial y rector del Colegio Real; don Melchor de Herrera y Flores, colegial que fue de dicho colegio, canónigo del Salvador y catedrático de vísperas de Leyes; don Juan Ramírez de Castroviejo, teólogo y catedrático de Durando; don Josef de Rus, catedrático de Decreto; don Pedro Guzmán Maldonado, don Alonso Tello, canonistas y de dicho colegio; don Pedro Zapata, teólogo; don Leonardo de Figueroa y Álvarez, legista y don Andrés Tirado, médico el 26 de octubre de 1694. Prosa [Montells, 1870, pp. 220–244]. Valdés, José Manuel: Gratulatio solemnis D. Norberto Vega, doctoris medici lauream in divi Marci academia adipiscenti, habita a D. D. Josepho Emmanuele Valdes pridie idus februarii, anni 1831. Vejamen solemne según estilo de la Universidad de S. Marcos, a D. Norberto Vega, el día de la conferencia del grado de doctor en medicina, vertido al castellano por el mismo catedrático que lo pronunció en latín el día 12 de febrero del año 1831. Lima, 1831. 8º , 15 p. En latín y español [BNP].
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BIBLIOGRAFÍA CRÍTICA202 – AJO Y SAINZ DE ZÚÑIGA, Cándido Mª, Historia de las universidades hispánicas. Madrid, CSIC, 1959–1967, 7 vols. – ALASTRUÉ CAMPO, Isabel, Alcalá de Henares y sus fiestas públicas (1503–1675). Alcalá, Universidad de Alcalá de Henares, 1990. – ALEGRÍA, Ceferino, «El vejamen y el hucusque en la Universidad colonial», en Revista de la Sociedad Venezolana de Medicina, 34–35, 1972–73. – ALEJO MONTES, F. Javier, «El grado de Doctor y Maestro en la Universidad de Salamanca en la época de Felipe II», en Revista de Ciencias de la Eduación, 175, 1998, pp. 385–400. – ALENDA Y MIRA, J., Relaciones de solemnidades y fiestas públicas de España. Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1903, 2 vols. – ALONSO, D., «Para la historia temprana del conceptismo: un manuscrito sevillano de justas en honor de Santa Teresa (de 1584 a 1600)», en Obra Completa, III, Segunda Parte. Madrid, Gredos, 1974, pp. 75–117. – ANDRÉS RENALES, Gabriel, «Una aproximación a los libros de fiestas barrocos», en Studi Ispanici, 1991–1993, pp. 59–73. – ARCO Y GARAY, Ricardo del, La erudición aragonesa en el Siglo XVII y el cronista de Aragón Andrés de Uztarroz. Madrid, CSIC, 1950. – Aut. Diccionario de Autoridades. Real Academia Española, 1726–1739. 6 vols. – BACHILLER MANTUANO [Adolfo Bonilla y San Martín], Vejámenes literarios. Madrid, B. Rodríguez, 1909. (Collecion «Oro viejo» doblón II). – BARELLA, Julia, «Bibliografía: Academias literarias», en Edad de Oro, VII, 1988, pp. 189–196. – BERGMAN, Hannah E., «A Court Entertainment of 1638», en HR, 42, 1974, pp. 67–81. – «El “Juicio final de todos los poetas espafloles muertos y vivos” (Ms. inédito) y el Certamen poético de 1638», en BRAE, LV, 1975, pp. 551–610. – BLASI, F., «La academia de los Nocturnos», en Archivum Romanicum, XIII, 1929, pp, 333–357. – BLECUA, José Manuel, «Poemas juveniles de Paravicino», en RFE, XXXIII, 1949, pp. 388–399. 202
Se incluyen también textos de frecuente cita en la anotación, pero se excluyen aquellos que se citan ocasionalmante, cuya referencia completa se da en la nota en que aparezcan por primera vez
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– «La Academia poética del Conde de Fuensalida», en NRFH, XV, 1961, pp. 459–462. – «El vejamen segundo de Anastasio Pantaleón de Ribera», en The two Hesperias. Literary Studies en honor of Joseph G. Fucilla on the occasion of his 8Oth birthday. Madrid, José Porrúa Turanzas, 1977, pp. 55–67. – BONNEVILLE, Henry, «Sur la poésie a Séville au Siécle d’Or», en Bhi, LXXXVI, 3–4, 1964, pp. 311–348. – BONET CORREA, Antonio, Fiesta, poder y arquitectura. Aproximaciones al Barroco español. Madrid, Akal/Arte y Estética, 1990. – BORAO, Jerónimo, Historia de la Universidad de Zaragoza. Zaragoza, 1869. – BOUZA, Fernando, Corre manuscrito.una historia cultural del Siglo de Oro. Madrid: Marcial Pons, 2001. – BROWN, Kenneth, Anastasio Pantaleón de Ribera (1600–1629). Ingenioso miembro de la República Literaria Española. Madrid, José Porrúa, 1980. – «Aproximación a una teoría del vejamen de academia en castellano y catalán en los siglos XVII y XVIII: De las academias españolas a la Encilopedia francesa», en De las academias a la Enciclopedia: el discurso del saber en la modernidad. Edición de Evangelina Rodríguez Cuadros, Valencia, Generalitat Valenciana, 1993, pp. 225–262. – «Context: text del vexamen d’ académia de Francesc Fontanella», en Llengua & Literatura, 12, 1987, pp. 173–252. – «Pantaleón frente a Alarcón», en Segismundo, XIX, 1985, pp. 1–17. – Y HARM DEL BOER, El barroco sefardí. Abraham Gómez Silveira. Kassel, Reichenberger, 2000. – Y VICENT DE MELCHOR, eds., Vida i obra de Joan de Gualbes i Copons. Barcelona, Curial Edicions Catalanes / Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1995. – CANELLA Y SECADES, Fermín, Historia de la Universidad de Oviedo. Oviedo, Imprenta de Flórez, Gusano y Cía., 1903. – CAÑIGRAL, Luis de, «Vejamen de grado y vejamen de Academia», en Aspectos y figuras del humanismo en Ciudad Real. Ciudad Real, Diputación Provincial, 1995. – CARA, Giovanni, «La forma–vejamen y la dificultad de una definición unitaria de género», en Christoph Strosetzki (ed.), Actas del V Congreso de la Asociación Internacional Siglo de Oro, Münster 1999, Madrid–Frankfurt, Iberoamericana, Vervuert, 2001, pp. 267–274. – Il «vejamen» in Spagna: juicio y regocijo letterario nella prima metà del XVII secolo. Roma, Bulzoni, 2001. – CARRASCO URGOITI, Mª. Soledad, «Notas sobre el vejamen de Academia en la Segunda mitad del Siglo XVII», en RHM, XXXI, 1965, pp. 97–111.
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II ESTUDIO PARTICULAR Y EDICIÓN DE VEJÁMENES
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CRITERIO EDITORIAL Los vejámenes y los textos a ellos referidos que se reproducen a continuación se editan con un criterio de modernización respetuosa, aunque muy conservador en algunos casos dada la temprana fecha de algún texto (mediados del XVI), en el que únicamente me permito la unificación de u con valor vocálico y v/b con valor consonántico y los mismo en el caso de i/y. Creo que es importante mantener la ortografía de este texto del XVI porque aporta una información muy rica sobre los usos gráficos de los Siglos de Oro, así como un conjunto de peculiaridades que tienen que ver con el ámbito geográfico de los vejámenes y con la fecha crucial a que se refieren. Solo me he permitido actuar sobre los mismos con arreglo al criterio siguientes: –Unión y separación de palabras según el uso actual, salvo amalgamas («deste», etc.). No obstante, las palabras que se escriben separadas porque se forman de la unión de dos palabras (adverbios en –mente, etc.) las mantengo como vienen en el original. –Puntuación, acentuación y mayúsculas, según el uso actual. –Desarrollo abreviaturas sin advertirlo (Sª=señoría, Exª=excelencia, etc.), aunque a veces tenga dudas del correcto desarrollo de algunas (V.M.=vuestra merced; Dr.=doctor). La abreviatura xp la resuelvo según aparece desarrollada en el texto respectivo, pero si no aparece, me inclino por la solución moderna (Cristo, cristiano...). En los textos de fines del XVI, XVII y posteriores modernizo lo que no tiene valor fonológico, pero respeto todas aquellas peculiaridades como el seseo o ceceo, que pueden reflejar el uso particular de la persona que copia el vejamen, pero no tengo elementos de juicio para alterar la grafía y «regularizarla». Por lo demás, es decir lo que tiene que ver con la acentuación, puntuación, mayúsculas y unión y separación de palabras, adopto la norma antedicha. Utilizo el símbolo de corchete cuadrado [] para añadidos míos o para indicar falta en el original (suelo poner entonces [...]) y las llaves {} para los textos que se escribe en los márgenes, notas o glosas de la misma mano que 123
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copia el vejamen. Por otra parte, corrijo entre corchetes aquellos errores que se deben a un descuido de copia o escritura. En lo que se refiere a los textos latinos editados mantengo las grafías originales y respeto la incorrección gráfica en la transcripción de algunas palabras: methaphisicus, prothogallum, caquinum o caquinos (por cachinnum, cachinnos) y las mayúsculas en Archiepiscopi, Paradyso, etc. De igual modo, mantengo habituales incorrecciones en las consonantes geminadas, pues quizá denotan un imperfecto conocimiento de la lengua. Encontramos así simplificación de estas consonantes (mitatur por mittatur; coruptioni por corruptioni; ingresurus por ingressurus) lo que es tan frecuente como el fenómeno contrario, es decir, la duplicación de consonantes que debieran ser simples (littes por lites; felleam por feleam; ipsse por ipse, etc.). Tampoco es infrecuente la simplificación de grupos consonánticos del tipo posquam por postquam, ni la vacilación en los finales –m, –n, con incorrecciones continuas que también mantengo: cun por cum, pero tamem por tamen. Sin embargo, cuando el error impide el entendimiento del texto señalo en nota su lectura correcta.
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TEXTO 1 EL VEJAMEN DE LOS COLOQUIOS DE PALATINO Y PINCIANO DE LA UNIVERSIDAD DE VALLADOLID. La Universidad de Valladolid es una de las más antiguas de España, su fecha de fundación se retrotrae hasta el siglo XIV (justamente 1346), cuando Clemente VI concede la bula, aunque otros historiadores opinan que es heredera de los estudios palentinos, primera universidad de la pernínsula, que se habían creado en el siglo XII. Lo cierto es que la institución tendría un desarrollo importante en el siglo XV. Dispuso al principio de cátedras de Gramática, Lógica, Cánones, Leyes y Decretos; a comienzos del XV a ellas se suman la de Física (origen de los estudios de Medicina) y Filosofía, para incorporarse después la de Teología. El siglo XVI es todavía una época de crecimiento203. La concesión del grado máximo en esta universidad tenía una pompa especial y unas particularidades propias que dependían también de la facultad: las de Cánones, Leyes y Medicina, aparte de las complicadas ceremonias y costosas colaciones, llevaban también el correr dos toros; mientras que la de Teología sustituía los toros por el acto de gallos, en el que no participaba el graduando, a decir de los estudiosos. Aunque el coste era menor que en otras universidades, el precio pagado por estas ceremonias resultaba excesivo204. Así las decriben los Coloquios de Palatino y Pinciano, de Juan Arce de Otálora, obra que debió de escribirse hacia 1550 según una serie de alusiones internas, que relaciona esas ceremonias con el vejamen propiamente: PINCIANO Lo que yo entiendo es que, como en el licenciamiento vela las armas y le dan licencia para ser doctor y caballero, en el doctoramiento le arman caballero con toda la fiesta y solenidad que veis, y le dan el triunfo en sus trabajos sacándole a la tarde a caballo en hábito militar con su padrino, el más limpio y ataviado y galano que pueden, como lo manda una ley de las Partidas que dice que le han de lavar y ataviar la tarde antes. [...] También le calzan espuela dorada y le pasean por la ciudad, mostrándole a las gentes, con diversos géneros de instrumentos de música. Y a la mañana llévanle a la iglesia mayor con la misma fiesta y súbenle a un tálamo alto, y allí, antes que le den el grado y insignias doctorales, le baldonan y dicen muchos denuestos y burlas en el vejamen, como 203
Se puede consultar la reciente obra de VV. AA.: Historia de la Universidad de Valladolid. Valladolid: Universidad de Valladolid, 1989, 2 vols. 204 Véase Margarita Torremocha, «Los estudiantes, los estudios y los grados», en Historia de la Universidad de Valladolid. Valladolid: Universidad de Valladolid, 1989, I, pp. 83–147. Agradezco la ayuda de esta investigadora y también la del prof. Germán Vega García-Luengos.
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hacían a los capitanes romanos cuando entraban triunfando, por que no se ensoberbeciesen con la honra y prosperidad. PALATINO Por esa razón sería bien volver a hacer el vejamen a cuatro o cinco que yo conozco, que con la vanagloria del doctoramiento han quedado soberbios y nescios. Y aun para dejarles humildes se les habían de decir entre las burlas algunas veras y verdades205.
En los estatutos dados a la Universidad por el emperador Carlos a principios del XVI se establece que para el magisterio en Teología: Luego los maestros de Teología hagan su acto de gallos entre sí, proponiendo el más antiguo al siguiente en grado; y ansí por su orden en los demás. Y se dé a cada maestro que hiciese los gallos un par de capones y dos azumbres de vino y seys panezillos [...]. Y acabados los gallos, se haga el resumen206.
Poco conocido es el vejamen que se intercala en la obra citada de Arce de Otálora, Coloquios de Palatino y Pinciano. Su autor, el licenciado Arce de Otálora (c1510–1561) estudió leyes en Salamanca y era considerado «uno de los mejores jueces y mayores letrados que tiene el rey». Fue autor de una obra muy famosa en su tiempo: De nobilitatis et inmunitatis Hispaniae Causis (quas hidalguía apellant) (1553), que tuvo su importancia para todo lo relativo a la nobleza de su tiempo. Por el contrario, la obra que aquí nos ocupa, los Coloquios de Palatino y Pinciano, se caracteriza por tratar de manera desenfadada multitud de temas, aprovechando el vehículo estructural tantas veces repetido del diálogo entre estos dos personajes, que para más señas son estudiantes universitarios. El propio autor dice escribirla desde la profunda admiración que experimenta hacia la Universidad salmantina, de la que se considera hijo. El caso es que entre sus folios se intercala un agudo vejamen. En efecto, en la estancia séptima de la jornada octava, se inserta el vejamen dado en Valladolid con la siguiente introducción: Esa [la del capirote y borla de doctor] no es insignia, sino papahígo, como decía uno del oficio de Velecio que hizo un vejamen en Valladolid a un colegial, mi amigo, y en él le declaró todas las insignias y cirimonias que habéis oído, de otra manera tan graciosa y aguda207.
205
Ed. cit., pp. 657–658. Anales Universitarios. Historia de la Universidad de Valladolid, transcrita del «libro bezerro» que compuso el R. P. fray Vicente Velázquez de Fugueroa, comentada por Mariano Alcocer Martínez. Valladolid: Imprenta Castellana, 1918, I, p. 138. La fecha del documento trae por error el año 1505, cuando posiblemente sea 1525. 207 Ed. cit., II, p. 660. En el manuscrito que utilizamos parece leerse «Velecico». 206
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Esta opinión está demasiado cerca de la que debía de tener el licenciado Otálora como para no hacernos sospechar que él tuviera algo que ver en el vejamen que nos ocupa. Aunque también es posible que pudiera retener copia de un vejamen escrito por otra persona, justamente por la coincidencia con su forma de pensar. En definitiva, de lo que se trata en esta pieza, desde un punto de vista conforme a la filosofía erasmista de la época, es de declarar la vacuidad del grado de doctor, que solo existe en virtud de la soberbia del doctorando, por cuanto nada añade a su persona que no sea oneroso y fatuo. Para ello Otálora (o quien fuera el autor de la pieza) no deja de arrumbar buen número de citas de la Biblia y de autores clásicos que reafirman su opinión. El Comentario de Palatino y Pinciano sobre el vejamen es el siguiente: el vexamen fue agudo y discreto, aunque si el dotor no lo era, se pudiera correr de oír su genealogía. Pinciano: Sí era, y no le tocaba tanto la villanía. Lo más que le dixeron fue inventado y tuvo mucha graçia el que lo dixo aquel día (f. 293vº)
Lo que equivale a decir que el vejamen lo puso en escena alguien diferente a quien lo había escrito y que lo que se decía no era cierto, sino una convención retórica que imponía contar varias bromas relativas a la familia de uno, aunque no tuvieran que ver con la realidad. Se trata de un vejamen que se da a un doctor en Cánones, particularmente gracioso por el empleo de todo tipo de recursos humorísticos, donde la paronomasia, el calambur, los equívocos, los juegos con los nombres sobresalen especialmente. Presenta la particularidad interesante de explicar la ceremonia del doctorado con lujo de detalles interpretada a lo burlesco. Pocos datos tenemos que nos lleven a averiguar la circunstancia concreta, o los nombres del vejado o el vejador, quizá solo la indicación que se da en los mismos Coloquios cuando dice Pinciano: Si me lo agradeciésedes y no os cansásedes, yo os referiría un pedazo del vejamen –por señas, que le compuso un amigo vuestro, persona de habilidad y ingenio–, mas he miedo que no parezca en mi boca tan bien como en la del que le dijo, que tuvo especial gracia para decirle208.
Una referencia concreta encontramos. El vejador lanza al vejado la siguiente acusación: «Ni sois enamorado ni lo avéis sido, que yo sepa, si no fue quando érades repetidor del maestro Montoya, que uvo çierta sospecha de vos y de la su María de Luna». Hemos documentado la existencia de este 208
Ed. cit., II, p. 661.
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maestro Montoya, probablemente artista, en un documento de la Universidad de Valladolid, fechado en 18 de agosto de 1546, cuando «A la ora de las dos después de medio día el doctor maestro Montoya hizo bachiller en Artes a Blas Yáñez, natural de Salamanca»209. He aquí, pues, una fecha ab quo para el presente vejamen. Pero entre los libros de grados del citado archivo universitario no aparece ningún nombre que tuviera que ver con un Terrón o similares, natural del Valle de Esgueva. Lo más cercano que encuentro es la ceremonia para la obtención del título de doctor en Cánones de un licenciado Julián de Castrejón, natural de Ágreda, en 25 de noviembre de 1555; pero en dicho ceremonial no se dice que se diera vejamen210. Reproduzo el texto de los Coloquios de Palatino y Pinciano a partir del manuscrito Egerton 578, del siglo XVI, que se conserva en la British Library. Se trata, según explica José Luis Ocasar, de la segunda y definitiva versión de la obra211. El vejamen ocupa los folios 285–293vº del citado manuscrito.
209 Libro de grados desde agosto de 1546 hasta noviembre de 1547 años. Secrº Cristóbal de Menchaca. Archivo de la Universidad de Valladolid, libro 2834, f. 2. Agradezco la atención de envirme fotocopia del documento a la directora del Archivo, Mª Ángeles Díaz. 210 Archivo de la Universidad de Valladolid, libro 227, f. 33–33vº. No encuentro más doctorados en Cánones en dicho libro entre las fechas que nos interesan. 211 «La tradición manuscrita de los Coloquios de Palatino y Pinciano de Juan Arce de Otálora», en Criticón, 56, 1992, pp. 81–85. No me ha sido posible cotejarlo con la otra copia manuscrita que menciona este estudioso, que tiene valor crítico, por dificultades de acceso a la misma. Agradezco a José Luis Ocasar la ayuda prestada en relación con este vejamen.
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VEJAMEN EN LA UNIVERSIDAD DE VALLADOLID (c1550) Señor doctor: Yo no soy venido aquí para valdonaros ni dezir los denuestos y afrentas que suelen dezir otros que hazen este offiçio, porque, a la verdad, no caben en vos, que sois virtuoso y avéis seído212 siempre hombre de bien y recogido, ni tampoco es de mi condiçión valdonar a nadie ni dezirle cosa que le dé pesar y enojo. Y juntamente vuestros parientes me lo han rogado, pero tampoco os vengo a loar ni lisongear, porque ya sabéis que dize un decreto {Sunt plurimi 6 qe. 1ª} que muchas veces, de oírse los hombres alabar les nasçe sobervia y se bienen a inchar y entronizar: «Sepe enim ex laudis preconio nascitur superbiae inflatio». Y allende de la mala obra que en esto os haría, Nemo nisi vanus falso letatur honore, Hoc faciunt stulti quos gloria vexat inanis213.
Y no os quiero hazer vexamen ni daros vexaçión ni molestia con las maliçias y burlas pasadas que otros dizen, sino hazeros un examen214 en que os dé a entender las çerimonias passadas y por venir que tocan a vuestro doctoramiento y os avise y desengañe del peligro y lazo en que estáis. Y tenédmelo en serviçio, que, aunque estáis al pie de la escalera para subir a tomar el grado de doctor, bien sé que no sabéis lo que os tengo de dezir, porque si lo supiérades no ubiérades venido a este punto. Algunos –y los más– destos señores vuestros compañeros bien lo saben, aunque han callado y dissimulan. Ser los hombres sabios y doctos gran bien y merçed es de Dios, porque mejor es el varón sabio que el fuerte y el prudente que el rico, según Salomón; mas querer ser conosçidos por sabios y hazerse doctores a este fin es una vanidad del mundo y una pena y castigo que hallaron los sabios y philósophos antiguos para condenar y castigar los hombres por nesçios y vanos y ambiçiosos. Si pedís el grado porque es dignidad y exçelençia, ya sabéis que dize un capítulo de vuestras Decretales215: «Turpe est petere dignitatis exçelentiam», y las leyes dizen que los buenos han de huir de ambiçiones y vanidades: «Abstinendum est ab honoribus adipisçendis», no solamente quando cuestan dine212
Forma usual durante la Edad Media y el siglo XVI. Cfr. los Disticha moralia, de Catón: «Nec te collaudes nec te culpaveris ipse; / Hoc faciunt stulti, quos gloria vexat inanis» (libro II, díst. 16). 214 La paronomasia examen / vexamen se da también en otros textos que hablan de estos escritos burlescos, como las Constituciones cisnerianas de la Universidad de Alcalá. 215 Probablemente vejado y vejador pertenezcan al ámbito del Derecho, por eso la cita de las Decretales, uno de los fundamentos del Derecho canónico, que proceden de la reglamentación de los papas que recoge Gregorio IX (1227–1241). Existe una versión romanceada en castellano de principios del siglo XIV, pero es evidente que los estudiantes de la época mane213
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ros, como estos, mas quando cuestan ruegos: «Non tantum a pecuniarum largitione verum a precum porrectione» {L. Pª ff. Ad l. Juliam de ambi. Glo. In lcº Moises 8 qe. 1ª et in Cº quibusdam l. q. 2ª}; y que los que procuran honrras caen en las penas de la ley Julia De ambitu216. Ser conoçido del pueblo y que le tengan y conozcan por sabio y docto, por el mesmo caso entre sabios se publica y condena por neçio y loco, porque el primero y postrero grado del saber es pensar cada uno que no sabe nada y encubrir la sçiençia217. Allá dize un refrán: «Si vis sapiens esse, noli sapiens videri». Y al contrario: el último grado de neçedad es pensar el hombre que sabe algo y quererlo dar a entender al pueblo. Demócrito, philósopho, devía de ser tan sabio y docto como vos, señor doctor, y como algunos destos señores que están presentes; y, al cavo de muchos años que avía bivido y conversado en Athenas, se gloriava que nadie le conoçía ni sabía si sabía o no, y dezía: «Veni Athenas, et nemo me novit»218. Séneca dize que el que procura en la vida que le conozcan todos, en la muerte muere sin conocerse él a sí: «Qui vixit notus omnibus, ignotus moritur sibi»219. Y Horatio dize: Nec vixit male qui natus moriensque fefellit220.
Y el adagio: «Sic vive ut nemo te sentiat vixisse»221. Assí que, señor doctor, veis aquí cómo vais engañado porque vos tenéis por toda feliçidad y jaban la versión latina. Más adelante, el texto de Jiménez Patón alude a la versión prologada por Juan Andrés, es decir, Johanis Andree, del que se conoce una edición de París de 1513. 216 Se alude a libros propios del Derecho, algunos del Derecho Romano, como la Ley Julia, conjunto de leyes que data de la época de Julio César. La ley Julia De ambitu se localiza en la época del emperador Augusto. 217 Es dicho famoso de Sócrates. 218 A Demócrito se le supone en Atenas escuchando las lecciones de Sócrates o de Anaxágoras, según recoge Diógenes Laercio: «Parece, dice Demetrio, que también pasó a Atenas, y que por desestima de su propia gloria no se cuidó de ser conocido; y aunque él conoció a Sócrates, Sócrates no le conoció a él. Fui –dice– a Atenas, y nadie me conoció» (Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, II. Trad. de José Ortiz y Sanz. Madrid: Perlado, 1922, p. 191. He actualizado la acentuación). 219 En realidad la cita de Séneca dice: «Illi mors gravis incubat / qui notus nimis omnibus / ignotus moritur sibi» (Thyestes, vv. 401–403). 220 Epístolas: «Si te grata quies et primam somnus in horam delectat, si te pulvis strepitusque rotarum, si laedit caupona, Ferentinum ire iubebo; nam neque divitibus contingunt gaudia solis, nec vixit male, qui natus moriensque fefellit» (Libro primero, epístola 17). 221 Cfr. Opuscula Plutarchi nuper traducta. Erasmo Roterodamo Interprete. Basel: Johannes Froben August, 1514: «Sic vive ut nemo te sentiat vixisse».
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gloria de vuestro doctoramiento que os conozcan por docto y letrado las gentes y que, siendo conosçido, seáis noble. Y para este papo de aire222 hazéis sacrifiçio de quinientos ducados repartidos entre vuestros enemigos, pues son de vuestro offiçio223. Y lo que es más caro, que, como os he dicho, venís a tomar la corona o corocha224 de nesçio y a entrar en la orden de Calatrava, y estáis ya tan travado de pies y manos que aunque queráis echar a huir, os estorvarán las sueltas225 y las espuelas doradas que ayer calçastes. Y de aquí a un rato os echarán un capirote, como a halcón226, y quedaréis más neçio y çiego, y volveros han a vuestra casa y allí estaréis en el alcándora227, cabeçeando y picando las pihuelas228, y roeréis en ellas por algunos días, hasta que venga otro señor neçio que quiera ser doctor y os consoléis con él y con ver que no se acabó en vos la neçedad y que començáis a redimir vuestra sangre y dineros que avéis derramado, con la suya y con los que él derramará. Por vida vuestra, señor liçençiado, que estemos aquí a cuenta y razón229 un rato, y no me tengáis a mal que os diga mi pareçer como a amigo 222 Papo de aire remitiría, en sentido metafórico, a papo de viento, término náutico que se aplica «cuando la vela se despega un pedazo habiendo mucho viento, y con aquel hinchado se navega para que el navío ande menos y vaya más seguro» (Aut.). De este modo, se estaría haciendo referencia a la vanagloria y soberbia del doctorando ante la ceremonia del grado. 223 Recuerda el refrán ¿Quién es tu enemigo? Hombre de tu officio, que ya aparece en Hernán Núñez, Refranes o proverbios en romance, Salamanca: J. de Cánova, 1555, f. 112. 224 Corocha es «vestidura antigua que correspondía a lo que hoy se llama casaca, sol[ía] ser larga y hueca. Es voz anticuada» (Aut.), pero aquí parece que se juega con el parecido que guarda con coroza, «cierto capirote o cucurucho que se hace de papel engrudado y se pone enla cabeza por castigo» como «señal afrentosa e infame» (Ibíd.) que se ponía a judíos, herejes, hechiceros o adúlteros, según el mismo diccionario. 225 Suelta es «la traba o maneota con que se atan las manos de las caballerías que pacen» (Aut.). 226 El capirote es tanto la «cubierta hecha de cuero y ajustada que se pone al halcón y otras aves de cetrería» como la «cobertura de la cabeza que [...] se ponen los graduados de doctores y maestros en las universidades» (Aut.), de ahí el juego metafórico. El chistecillo lingüístico se repite luego en obras como la Floresta española, de Santa Cruz, donde un escudero se quiere poner un capirote de luto y le contestan: «No habéis menester capirote, que no sois gavilán» (ed. cit., p. 210). 227 La alcándara es la percha sobre la que se posa el halcón u otra ave de cetrería, según la alegoría que establece aquí el autor. La forma alcóndora está atestiguada. 228 Pihuela es «la correa con que se guarnecen y aseguran los pies de los halcones y otras aves que sirven en la cetrería» (Aut.). 229 Con cuenta y razón quiere decir «con atención y proporción» (Aut.), pero dar cuenta y razón, según la misma fuente, es «hacer patente la forma en que se ha manejado algu-
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verdadero. No hagamos aquí torres de viento230, que entre estos señores vuestros cofrades y mis amigos bien pueden passar las verdades231. Vuestro solar de padres y abuelos y vuestra naturaleza es de Val de Esgueva. Ellos y vos naçistes y os criastes en Castrillo de los Ajos232, siete leguas de aquí, donde nunca ovo doctor ni liçençiado ni aun bachiller, si no fue un abuelo de vuestro padre, que se llamaba bachiller a secas, por exçelençia; y aun no era bachiller en cánones ni leyes, como vos, sino yn Phisica o albeitería233, y curaba de ensalmar y dar unas nóminas234 para las lombriçes y cortaba el baço y conjuraba los ñublados, porque era clérigo, y otras cosas deste jaez y qualiterio235. Vuestro padre se llamó Pedro Terrón, y vuestra madre Teresa de la Tierra y vuestro abuelo Torivio de los Ajos, y vuestra abuela Bárbola de Esgueva; y vos, antes que os confirmásedes, os llamávades Juan Terrón. ¿No fuera razón que, pues queríades ser doctor, que mirárades primero que todos los hombres fueron criados del limo de la tierra? Mas vos, particularmente, sois hijo de Terrón y de Tierra, que es el más vil elemento de todos quatro. Y ya que os comunicó naturaleza el otro del agua, que es el segundo de los ruines, es verdad que no fue clara de río o de fuente, sino de Esgueva, que dizen en esta villa de Valladolid por refrán: Más suçio que agua de Esgueva236. Justo fuera que os acordárades de lo que os dirán el miércoles: «Memento, homo, quia cinis es et in pulverem reverteris» na dependencia o negocio para que la parte interesada quede satisfecha del proceder de quien lo ejecutó» (Ibíd.). 230 Torre de viento «metafóricamente se llama el pensamiento o discurso con que alguna persona vanamente se persuade a sus conveniencias y utilidades o a ostentar grandezas» (Aut.). 231 Recuerda a algún refrán como el que recoge Hernán Núñez en su Refranero: Andamos a las verdades, como hazen las comadres (ed. cit., f. 11vº). 232 Muy posiblemente el municipio que se conoce hoy como Castrillo–Tejeriego, efectivamente situado en el valle del Esgueva y a la distancia que señala, aproximadamente. 233 Albeitería es «el arte que enseña curar las bestias» (Aut.). 234 «En lo antiguo era una reliquia en que estaban escritos los nombres de algunos santos [...]. Hoy ha hecho la superstición que esta voz se tome en mala parte por haber añadido algunas oraciones supersticiosas y otras cosas ridículas y las traen culpablemente, con vana creencia de librarse de varios riesgos o peligros» (Aut.). 235 Parece neologismo culto formado a partir del adverbio qualiter, «de qué manera». Equivaldría en el texto a «forma, manera», etc. 236 Era proverbial la suciedad de este río vallisoletano: Góngora le denomina «sucio Esgueva» en el soneto que empieza «Jura Pisuerga a fe de caballero», también en los romances: «De rabia se puso / más suzio que doña Esgueua, / la madre de los más suzios» (ed. A. Carreira. Barcelona: Quaderns Crema, 1998, p. 387); pero no tengo constancia de la existencia de tal proverbio en los refraneros clásicos (Núñez, Correas).
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{Gene. 3º}237, y que antes que os diérades a conosçer a otros, os conosçiérades a vos. ¿No avéis leído o oído que cayó del çielo una plancha de oro con unas letras que dezían: «Nosce te ipsum»?238 ¿Vos no sois hombre? Pues «quid necesse est homini maiora se querere?»{Eccles. 7º}239. Ya que la tierra y presunçión de vuestros padres y su linaje no os ayudan a esta fiesta, su offiçio os conbidava a ella. No podéis negar que de todos quatro costados no les alcançó a vuestros mayores la maldiçión que echó Dios al primer hombre: «In sudore vultus tui vesceris pane tuo»{Gene. 3º}240, y que nunca supieron otro offiçio ni benefiçio sino arate et cabate241, non intretis in tentationem242. Verdad es que un vuestro tío fue pregonero el año de las Comunidades243, quando açotaron un gitano en vuestro lugar. Y el suegro de vuestra muger244, mirá qué parentesco os tuvo: fue mayordomo de Toro otro año y alcalde de la Hermandad. Y un vuestro cuñado fue por peón al real de Granada, porque le cupo la suerte. Y vuestro hermano es herrador y sirve a tres lugares más; y vuestros padres nunca tuvieron otro offiçio sino el de Caín245. 237
Gén 3, 19. Más adelante repite otra parte de este versículo. Inscripción que figuraba en el templo de Apolo en Delfos. Según Platón, era una de las frases preferidas de su maestro Sócrates y la atribuía a los siete Sabios de Grecia. 239 La cita concreta de Eclesiastés 7, 1: «Quid necesse est homini maiora se quaerere cum ignoret quid conducat sibi in vita sua numero dierum peregrinationis suae et tempore quo velut umbra praeterit aut quis ei poterit indicare quid post eum futurum sub sole sit». 240 Exactamente en Gén. 3, 19, como se ha dicho. 241 Cfr. La Crónica burlesca de don Francesillo de Zúñiga: «No e podido acabar de tornarla a poblar; y porque no se perdiese mi exerciçio de arate y cabate, y aunque otro bien no me quedase sino que de aquí adelante quedase por villano, es bien para el día de oy, y aun en el de mañana podré dezir que soy agrículo» (Ed. José Antonio Sánchez Paso. Salamanca: Universidad de Salamanca, 1989, p. 146). La fórmula castellana aran y cavan para designar a los labradores, y por extensión a todas las personas, se utiliza también con alguna frecuencia en el Siglo de Oro, como evidencia el hecho de que Quevedo se burlara de ella en su Cuento de cuentos: «No me lo harán creer cuantos aran ni cavan. Considere vuesa merced qué letrados o teólogos buscó, sino gañanes» (Prosa festiva completa, ed. Celsa C. García Valdés. Madrid: Cátedra, 1993, p. 392). 242 Deforma a lo burlesco otro lugar bíblico: «Vigilate et orate ut non intretis in temptationem spiritus quidem promptus caro vero infirma» (Mc 14, 38). 243 El levantamiento comunero, a que se alude también en otro de los vejámenes que reproduzco aquí. 244 Una manera chusca de aludir a su propio padre, al cual tal vez se moteja también de cornudo por la inmediata alusión a Toro. 245 Es decir, labrador, según se recoge en la contemporánea Biblia de Ferrara: «Fue Heuel pastor de ouejas, y Cain fue labrador de tierra» (Ed. de M. Lazar. Culver City: Laberinthos, 1992. En CORDE). 238
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Pues a vos, señor liçençiado, ¿quién os puso en tanto estado246? ¿No os contentárades con ser bachiller como vuestro visagüelo, y un buen sacristán y clérigo, como él, sin buscar tres pies al gato247 y querer subir al çielo sin escalera248, para que os echen de allá por neçio y soberbio, como a Luzifer? Dezidme una verdad: no se hallará que a ninguno de vuestros antepassados se les comiese ropa de polilla249, si no fue a vuestra abuela Bárbola, que le royó una puerca un brial250 vermejo a cabo de honze años que no le avía vestido sino los días de Pascua, que le llevava doblado, cubierto por manto. Fue gente tan honrrada que nunca se les halló que tuviessen so el sayal ál251, ni por premática ni capítulo de cortes se les quitó guarniçión ni seda ni recamado252, 246
Remeda a lo burlesco un cantarcillo, que recoge Margit Frenk en su Nuevo corpus de la lírica popular hispánica: «¿Quién os puso en tanto estado, la de lo verdugado?» (México: FCE, 2003, nº 1895). Evidentemente el vejador conoce el sentido malicioso que se asocia al cantarcillo, por cuanto estado tiene que ver también con el embarazo que el verdugado contribuiría a ocultar, como más tarde el guardainfante. 247 Parte de un conocido refrán que se emplea también en formulaciones próximas: Buscáis cinco pies al gato y él no tiene sino quatro (Hernán Núñez, Refranes, ed. cit., f. 20). El vejador acusa de pasada a los ancestros del doctorando de haber tenido trato ilícito con mujeres. 248 Frases hechas que se repiten en textos del XVI más o menos de la forma que aparecen aquí. Cfr. la obra de Fray Alonso de Cabrera, Consideraciones sobre los evangelios de Cuaresma: «Pero no habiendo caridad, es querer subir al cielo sin escalera» (Ed. Miguel Mir. Madrid, Bailly–Baillière, 1906, p. 122). En la segunda parte del Quijote Cervantes emplea: «como volar al cielo sin alas» (Ed. cit., p. 1066). 249 En 1592 el P. Comas dice: «No he de callar la polilla y perdimiento de tiempo que estos años atrás corría por el mundo con las cadenetas, que con obra de hilo sacaban el oro y plata» (Madroñal, Glosario, s/v). 250 «Género de vestido o traje de que usan las mujeres que se ciñe y ata por la cintura y baja en redondo hasta los pies, cubriendo todo el medio cuerpo, por cuya razón se llama también guardapiés o tapapiés; y de ordinario se hace de telas finas, como son rasos, brocados de seda, oro y plata» (Aut.). Según Bernis, en el siglo XVI era ya voz anticuada, porque era prenda medieval y de mucho lujo (Madroñal, Glosario, s/v). 251 Nueva utilización de un refrán conocido: So el sayal ay al (Hernán Núñez, Refranes, ed. cit., f. 122), que aquí se utiliza con doble sentido: por un lado puere señalar que no llevaban ninguna ropa bajo el sayal y por otro su condición de villanos. 252 «Part. pas. del verbo recamar. Lo así bordado de realce» (Aut.). Cfr. el Repertorio de todas las premáticas, que cita una de 1537 que dice: «Porque hemos sido informados que por defraudar la ley sobredicha [Premática iii. de Su Magestad en Madrid, año de M.D.xxiii.], hecha en las Cortes de Valladolid, se començavan a usar bordados y recamados, los mandamos, ansimesmo, prohibir» (Ed. CILUS. Salamanca, 1999, ley II). Sempere señala que las Cortes de 1570 prohíben las telas así adornadas, pero no debió de surtir efecto, pues en 1602 se prohibían otra vez «los vestidos en que haya bordados, recamado, escarchado de oro o plata, fino o falso» y volvería a prohibirse en 1611, excepto para el culto divino o la guerra (Madroñal, Glosario, s/v).
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sino siempre in puris naturalibus253; su gesto y cara descubierta, sus ropas de estambre254, sus sayas con girones, borçeguiles de leche255. Y quando más, sus jubones con puntas y collar y camisones azules, y las carapuzas256 con çintillas. ¿Qué os engañó a vos en hazer balandranes de seda257, que os lo han de pedir cada año en vuestra tierra para el monumento258? ¿No os bastara una ropa de Londres259 o de morado ferrete260 y vuestras calzas con descansadero, la bragueta de echura de lengüeta de vaca que se atacara a la
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«En estado de naturaleza», es decir, «completamente desnudos» (Víctor J. Herrero Llorente, Diccionario de expresiones y frases latinas. Madrid: Gredos, 1995, 3ª ed.s/v). Advierte este autor que «esta expresión festiva y humorística es un término tomado de la teología católica con el que se indica el estado original del hombre antes de su elevación por la gracia al orden sobrenatural»(Ibíd.). 254 «La hebra de lana fina torcida. Comúnmente por estambre se entiende la lana que después de cardada, limpia y torcida sirve para los tejidos de paño, estameñas y otras telas y para la fábrica de medias» (Aut.). «Hácense [los alamares] de varias maneras y de diferentes materias, como de estambre, seda, hilo, plata oro u otro metal» (Aut.). Era tela con que se confeccionaban prendas, como los mantos (Madroñal, Glosario s/v). 255 El borceguí era una «especie de calzado u botín con soletilla de cuero, sobre que se ponen los zapatos o chinelas» (Aut.). Era de origen morisco, lo usaban los dos sexos y tenía mucho colorido; solía cubrir las piernas hasta la rodilla. Cfr. Encina, Cancionero: «Y buen borceguí gentil / en las piernas te pondré / de color de buen brasil» (Madroñal, Glosario s/v). 256 Carapuza es «lo mismo que caperuza alterando las sílabas» (Aut.). 257 El balandrán es una «vestidura talar ancha que no se ciñe y por la parte que cubre los hombros penden de ella unas como mangas perdidas largas. Hácese de paño u otro género de lana, y usan de ella los colegiales y eclesiásticos dentro de casa, para su abrigo y comodidad» (Aut.). La Premática de 1600 permite que «los balandranes y capas de agua se puedan aforrar della [la seda] las capillas» Era prenda propia de letrados en los siglos de Oro, pero también parece caracterizar a doctores y clérigos de principios del XVI (Madroñal, Glosario s/v). 258 Por antonomasia, el altar que se alza en la iglesia el jueves santo en el que se guarda una hostia consagrada para consumirla el viernes santo. Lo registra Aut. con abundancia de detalles. 259 Son famosos en el XV y XVI los tejidos de Londres, normalmente se alude a la grana o el paño de Londres, rosados, morados o colorados (en múltiples páginas de las Cuentas de Gonzalo de Baeza, tesorero de Isabel la Católica. Ed. A. de la Torre. Madrid: CSIC, 1955). Eran muy apreciados. Como pasa en bastantes nombres de tela, es frecuente que se designe esta con el nombre de Londres, simplemente, como se lee en el Auto de la pasión, de Alonso del Campo: «Vna hopa de Londres de ferrete vieja» (Ed. Carmen Torroja Menéndez y María Rivas Palá. Madrid: Real Academia Española, 1977, p. 194). 260 Ferrete es «cobre o alambre quemado que sirve para los tintes» (Aut.).
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pretina261, como andava vestido en su tiempo vuestro visahuelo262, que era el más honrrado del lugar? ¿Pensáis que, porque él se vestía las fiestas casullas de seda para dezir missa, que por esso tenéis vos liçençia para hazer ropas y ropetas de seda y rasos y tafetanes? ¡Mal recado263! Mucho me pesa de vos, que vais a perder el seso y la hazienda y os quieren engañar malamente, como engañaron al asno. ¿No avéis leído una fábula de Isopo que cuenta que una raposa aconsejó a un asno que se vistiese un cuero o pellejo de león y que con él le harían honrra todos los animales, pensando que era león? Y él, como asno, creyólo y hízolo. Y un día, andando paçiendo con su cubierta de león, vínole gana de rebuznar y declaró quién era, y binieron a su boz lobos y leones y comiéronle264. Vos pensáis que con ese capirote y garnacha265 os avéis de disfraçar y hazer doctor y desconoçeros, y estáis engañado; porque de aquí a un rato, en hablando, avéis de rebuznar y daros a conoçer, y comeros han después [l]a cabeça estos lobos y leones hambrientos. Nunca medre quien os lo aconsejó266, aunque sea vuestro compadre, que bien podréis cantar «Buen compadre Gómez Arias, quán mal consejo me distes»267. Aveisos arremangado, como morilla, y
261 «La parte de los calzones, briales, basquiñas y otras ropas que se ciñe y ajusta a la cintura» (Aut.). Cfr. «Una ropilla, una daga, / una pretina y tras ella / espada, capa y sombrero» (Calderón, Ante que todo es mi dama, en Madroñal, Glosario). 262 La forma ahuelo se registra en castellano desde el siglo XIV y llega hasta el XX (DHLE). 263 Recuerda la frase proverbial hacer algún mal recado, que significa «hacer algún mal hecho o travesura» (Aut.). 264 Fábulas de Esopo. Trad. de P. Bádenas y J. López Facal. Madrid: Gredos, 1978, p. 125. En las fábulas de Aviano figura con el número IV la del asno y la piel de león, que se parece bastante a lo que se cuenta aquí, pero difiere en la parte final: un asno encuentra una piel de león y se viste con ella para que le teman todos los animales, hasta que se encuentra con su dueño y lo muele a palos (La vida de Ysopo. Valencia: Juan Jofre, 1520, f. 53vº). Responde al tipo 214B y tiene amplia acogida también en las recopilaciones de cuentos folclóricos (Julio Camarena y Maxime Chevalier, Catálogo tipológico del cuento folklórico español. Madrid: Gredos, 1997, pp. 350–351). 265 Garnacha es «vestidura talar con mangas, y una vuelta, que desde los hombros cae a las espaldas» (Aut.). En cuanto al capirote, véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 266 Fórmula reprobatoria frecuente en la época, como muestra la Farsa Alarquina: «Al fin, fin, / señores, por Sant Martín, / que obra es de plazentorio. / Nunca medre el hi de ruyn / que no prestare auditorio» (Ed. José Manuel Lacoba Vila. Edición electrónica. Valencia, 1996, en CORDE). 267 Versos del famoso romance de Gómez Arias, más conocido por la versión que empieza «Señor Gómez Arias, / doleos de mí», donde una niña es llevada a tierra de moros, como se dice a continuación.
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comeros han lobos268. Ellos an echo con vos como la raposa con el cuervo, que le alabó sus hijos para que se los mostrase y se los comiesse. Hanos echo creer que sabíades para ser doctor por comeros vuestros ducados. Ultra desto, anme dicho que ayer distes una colaçión de quarenta platos a todos estos cavalleros en la calle, y a estos señores doctores muy más cumplidamente, y que oy les tenéis aparejada una comida de pabos y pabitos y capones y gallinas y manjar blanco269 y manjar prieto y pasteles y faisanes y mill boberías, y que les avéis de servir y regalar como hizo el emperador Vero en el banquete que hizo a sus amigos270. ¡En ora mala se haga, y en mal punto! Ad quid perditio hec?271 ¡No bastan dineros, sino essas gollorías272! No aprendistes vos a dar essa colaçión en Castrillo de los Ajos, que allá en la Cofradía de Sanct Miguel, que es la prinçipal fiesta, no dan sino avellanas y vino, y en las bodas ricas, piñones mondados y obleas, y en las comidas sopas con patos, y aun salen a diez maravedís de escote. ¡Qué desatino fue el vuestro! Dos castellanos273 a cada uno de propina, y al padrino y maestrescuela, doblados, y otras adahalas274. Ya si le diérades con el diablo en propina a cada uno un horco de ajos, que es fruta de vuestra tierra y la que nace en los jardines de vuestros padres, allá passara; mas pabos y faisanes y neçedades... Lástima os tengo, ya que es echo. Es verdad que lo dais a gente agradesçida y que dirán bien de la
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Cfr. Hernán Núñez: «Arremetiose morilla, y comiéronla lobos. Otros dizen. Arremangose» (1555, f. 14vº). Lo recogen ya Santillana, Pero Vallés y Blasco de Garay. También existe Remangose Morillo…Explica Julio Cejador en su Fraseología o estilística castellana que «Morilla es nombre de perra» (Madrid: Sucesores de Rivadeneyra, 1924, III, p. 119). 269 Manjar blanco es «cierta suerte de guisado que se compone de pechugas de gallina cocidas, deshechas con azúcar y harina de arroz, lo cual se mezcla, y mientras cuece se le va echando leche, y después de cocido se le suele echar agua de azahar» (Aut.). Parece jugar de vocablo el autor con la expresión manjar prieto, que contrapone a manjar blanco solo por el color negro que lo distingue. 270 Más adelante alude a la Vita Veri, contenido en la Historia Augusta, de donde procede la anécdota. Cfr. infra. 271 Son palabras de Judas: «Ut quid perditio hec?» (Mt. 26). 272 Pedir gullorías es «frase con que se nota o reprehende al que pide u desea cosas extrañas o excesivas» (Aut.). 273 Castellano es «la quincuagésima parte de las en que se divide el marco de oro, que es de ocho onzas, y cada castellano hace ocho tomines» (Aut.). En una gráfico del «Coste del grado de maestro de Teología» de esta Universidad de Valladolid en 1541 observamos que se pagan dos castellanos al arca y uno a cada maestro (M. Torremocha, «Los estudiantes, los estudios y los grados», cit., p. 124). 274 Adehala es «lo que se da voluntariamente o por obligación sobre el precio de lo que se compra o toma en arrendamiento, o sobre un tributo» (DHLE, que cita textos desde 1538).
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comida, sino que si una salsa va mal echa, dirán todos: «Nunca medre el doctor y el cozinero que tan ruin salsa nos da». Y responderán los demás: «Amén, amén». Y si ay mayor falta, yo os prometo que perdáis quince della275 y que no os la dexen tomar ni ir a pagar al otro mundo, sino que os condenen en ella. Estotra gente de palaçio, de pluma y gorra y capa, es bonita y buena de contentar, sino que, como cada día comen en banquetes en sus casas y en las agenas, todo les pareçerá nada; y si no se sirven las mesas con las çerimonias y çircunstançias que entre ellos se usan, luego mofan y se ríen y dizen: «Estos dómines bachilleres no saben salir de su ordinario ni alcançan primor». ¡Maldito aquel! ¿Quién vio jamás tan gran desvarío como el vuestro?: ¡Conbidar a comer y hazer banquete a la gente más contraria y enemiga de vuestra naçión y padres que ay en el mundo, que naturalmente ay enemistad entre gente de palaçio y de aldea como entre perros y gatos! Más repelones han dado estos cavalleros y sus padres y abuelos a los vuestros que vos tenéis pelos en la cabeça. Y quiera Dios no quieran continuar en vos su possessión, que al tomar de los guantes he visto yo aquí repelar a algún doctor nuevo como vos, y no tan bozal276. Pues en estos señores estudiantes es muy bien empleado, que son unas benditas criaturas, sino que se afirma que davan a escoger al diablo entre un palaçiego y un estudiante que llevasse al que más quisiesse, y no osó llevar a ninguno. ¿Paréceos que tenéis buenos conbidados? Y a estos señores estudiantes, pensad que los conbidáis a comer como conbidava Alexandro a los cavalleros del rey Darío a comer, y llevar las pieças de plata de su aparador; y como conbidó el emperador Vero {Capitul. in vita Veri}a doze amigos suyos a çenar, que a cada uno hizo presente de un paje hermoso que le sirviesse a la mesa y de sendos trinchantes; sirviéronse de vaxilla muy rica de oro y plata, y nunca comieron en un plato dos vezes; bevieron en vasos preçiosísimos de oro y de vidro cristalinos y mirrhinos277, y todo se lo llevaron para sí; y después de çena les dio dineros con que jugaron hasta la mañana; y por que no se cansassen, dioles sendos carros o coches con sus cavallos en que se fuessen a sus posadas, y diz que le costó la çena algo más que a vos la vuestra, porque passó la costa de más de çiento y çinquenta mill ducados278. 275
Probablemente juega con la expresión dar quince y falta, que significa «conceder a uno ventaja considerable para ejecutar alguna cosa» (Aut., que indica que se toma del juego de la pelota). 276 Bozal se refiere al «nuevo o principiante en alguna facultad o arte» (Aut.). 277 Detrás de esta palabra aparecen tachadas varias. El adjetivo mirrino es justamente lo que aparece en el original que se cita en la nota siguiente. 278 Adapta el texto de la Vita Veri, contenido en Historia Augusta: «Et notissimum eius quidem fertur tale convivium, in quo primum duodecim accubuisse dicitur, cum sit notissimum dictum de numero convivarum: «Septem convivium, nevem vero convicium»
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Yo os prometo que el que pudieres ahorraros la labadura de los pañiçuelos y el alquiler de los cuchillos y vidros, que no os lo perdone. Por esso, mandadlo remediar. Estotra gente del gordillo279, trompetas y atabales y menestriles280 y sacabuches281, era muy neçesaria, que os doy mi fee que el mejor sacabuche dellos meta oy más en el buche que saque282. Y si algo sacare, será para vos y de lo vuestro y a vuestra costa. ¿Quién diablos os dio a conoçer estos instrumentos, chirimías y chiribías283? Que en vuestra tierra, de tamboril o psalterio284 arriba, no conoçen otro instrumento ni entienden otro lenguaje. Seguro estoy que, por mucho que soplen, no les faltará viento para vuestro serviçio; y si les faltare, vos se le podréis prestar. Perdido vais, hermano mío. Pésame de vos, el conde, quanto me puede pesar. No os tengo ninguna enbidia, sino lástima y pesar. Ya me pareçe que bais cayendo de vuestro asno285 y conoçiendo vuestra neçedad. Mas ¿qué
donatos autem pueros decoros, qui ministrabant, singulis, donatos etiam structores et lances singulis quibusque, donata et viva animalia vel cicurum vel ferarum avium vel quadripedum, quorum cibi adpositi erant, donatos etiam calices singulis per singulas potiones, myrrinos et crystallinos Alexandrinos, quotiens bibitum est; data etiam aurea atque argentea pocula et gemmata, coronas quin etiam datas lemniscis aureis interpositis et alieni temporis floribus, data et vasa aurea cum unguentis ad speciem alabastrorum, data et vehicula cum mulabus ac mulionibus cum iuncturis argenteis, ut ita de convivio redirent. Omne autem convivium aestimatum dicitur sexagies centenis milibus sestertiorum. (cap. V). 279 «La más baja del vulgo u plebe» (Aut.). 280 Ministriles son «los instrumentos músicos de boca, como chirimías, bajones y otros semejantes, que se suelen tocar en algunas procesiones y otras fiestas públicas» (Aut.) y, por metonimia, el que los toca. 281 «Instrumento músico a modo de trompeta, hecho de metal» (Aut.) y, también el que lo toca. 282 Calambur que después se aprovechará también para otro juego de palabras. 283 La paronomasia apunta ahora a la voz chirivía, que tanto significa «plante semejante a la pastinaca» (Aut.) como al ave que también se llama aguzanieves y que emite un sonido, de cuya onomatopeya toma su nombre. 284 Psalterio o salterio es también el nombre de un «instrumento músico de que se hace mención en la Sagrada Escritura y se ignora totalmente su forma y hechura. En algunas partes dan este nombre a una especie de clavicordio de figura triangular que tiene trece hileras de cuerdas que se tocan con un alambre o un palito encorvado y en otras partes se llama así a una especie de flauta o corneta con que se suele acompañar el canto en las iglesias» (Aut. s/v psalterio). Por el contexto (más adelante aparece en otro vejamen también asociado al tamboril, es decir, con el «tambor pequeño que sirve regularmente a las danzas», según Aut.), da la impresión de que se trata de una flauta rústica. 285 Recoge Correas: «Kaer de su asno. Kaer de su borriko. Kaer de su mula. Por: advertir el ierro i bovería en ke antes estava, i enmendar su parezer».
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aprovecha? Tarde piache286. Hazed buen broquel287 y trabaos a la cola, pues no tenéis crines ni rienda. ¡Quién le vee entre sus dos padrinos, como entre dos ladrones cruçificado! Pues estad atento, que agora, xaropado288 y dado a conoçer vuestra culpa y neçedad, os quiero purgar y deziros el origen desta vanidad de los doctoramientos y el peligro y engaño en que estáis puesto, y daros he el remedio que yo supiere para libraros. Y no me lo pagaréis, por ruin que sea, con la comida ni con los dos ducados que me avéis de dar. Avéis de saber (que bien sé que no lo sabés, aunque queréis ser doctor) que cuenta Aulio Gelio en sus Noches Áticas289 y Macrobio en sus Saturnales que vino a Athenas un philósopho neçio como vos, y con la misma demanda, que se llama de su nombre propio Docto290 y propuso en el senado de Athenas un razonamiento, diziendo que era muy gran philósopho y letrado y avía visto más que nadie; por tanto, que pedía que le examinasen y hiziesen expiriençia de sus letras, y en pago dellas, le diessen el premio y galardón que se les deviesse, que sería honrra y gloria y título dellas. Y esto fuesse que de allí adelante a todos los letrados y philósophos que meresçiesen mucho por letras les diessen su nombre propio por renombre y les llamassen «doctos» en memoria y recordaçión suya. Esta petiçión hizo en el claustro de Athenas, delante de todos los sabios y philósophos de Greçia. Ellos –aunque les paresçió que la demanda contradezía el premio, porque por ella mostrava no la mereçer ni ser sabio, pues quería ser conosçido por tal– acordaron de reçebirle a prueba y admitirle al examen que pedía, y asignáronle un día çierto para él, como hizieron a vos, señor liçençiado, el día de vuestro examen. Y él dio tan buena cuenta como vos la devistes dar, de tal manera que los athenienses se hallaron muy burlados y corridos que un neçio les uviesse echo juntar tan de veras a cosa tan de burlas; y quedaron 286
«Significa que alguno llegó tarde o no se halló a tiempo en algún negocio o pretensión» (Aut.). 287 Broquel es «arma defensiva, especie de rodela o escudo redondo, hecho de madera, cubierto de ante encerado (...) que está hueca para que la mano pueda empuñar el asa o manija que tiene por la parte interior» (Aut.). 288 Jarope es el jarabe que se da a los enfermos, pero también «el trago amargo o bebida desabrida que se da a alguno» (Aut.). Evidentemente se juega con esta significación aquí. 289 No encuentro el pasaje en los textos que se citan, lo más cercano se halla en el libro XVIII, cap. 2, de las Noches áticas, cuando Aulo Gelio habla de las Saturnales, pero nada se dice del caso concreto de este filósofo Docto. (Cfr. la trad. de F. Navarro Calvo. Madrid: Biblioteca Clásica, 1893, p. 211). Una interesante información sobre el origen de los doctores trae Terreros en su Diccionario, que remonta la costumbre de doctorarse hasta el siglo XII, aunque señala que algunos la retrotraen al siglo IX. 290 «De su nombre propio Docto» esta frase aparece tachada en el original.
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solos en su escrutinio, consultando qué castigo y pena meresçía quien tan grande atrevimiento avía tenido de pedir título y nombre particular de sabio, siendo tan idiota y vano. Algunos avía que lo querían castigar de veras cruelmente, pero entre ellos se levantó Demósthenes, que era uno de antiguos y graves del claustro, y dixo desta manera: –Señores, ya sabéis cómo Alexandro el Severo {Ex Lampridio}, que llamaron Phereo, castigó a Vetronio Turino, un falso privado, porque engañava las gentes, fingiendo ser muy querido y privado del emperador, y les coechava sus haziendas con esta flor. Y la sentençia que dio contra él fue que le pusiessen atado en un árbol y le pusiessen fuego al tronco, que le ahumase hasta que el humo le matase, con una letra que dixese: «Fumo pereat qui fumum bendebat»291. También es notorio que entre las maldiçiones y anathemas que nosotros, los athenienses, tenemos, es una, y la mayor, no desengañar y avisar a los neçios. Este philósopho nos ha escarnido y engañado en avernos vendido humo y aire y echo juezes de su vanidad y locura. Mi pareçer es que, en pena de su ignorançia, le conçedamos una honrra y gloria vana que sea humo y aire, como la que conçedieron los laçedemonios a Alexandro Magno quando les enbió a pedir que le llamassen Dios, et in numero deorum referetur, y respondió el philósopho Damis, escarniendo y burlando de su locura: Concedamus Alexandro, si velit apellari Deus292. Y juntamente con esto, comprehéndale nuestra maldiçión. Que nadie le desengañe ni saque de su ignorançia, ni él entienda que está condenado ni graduado de neçio, hasta que el mismo castigo se lo dé a entender. Y para execuçión desta sentençia me pareçe lo primero que, so color y título de honrra, le traigamos a la vergüença una tarde por las calles públicas de Athenas, despojado de su propio hávito y vestido en hábito profano de loco, y le acompañemos nosotros y toda la gente de Athenas, como ajustiçiado. Y juntamente pague la costa y dé al pueblo colaçión costosa y muy soberbia. Y otro día, por la mañana, le saquemos a la mesma justiçia vestido como a loco, con un capirote293 de color, que es hábito de locos, y con ropas rozagantes, como hizo el rey Artagerxes a Teribazo, un loco atrevido que, aviéndole pedido su ropa real, porque traía la suya despedaçada de la caça, el rey se la dio, riendo y diziendo: «Tibi ut insano regium amictum conçedimus». Y de allí le llevemos al templo, y en un teatro y tablado alto, en público y alta voz, se le digan las faltas y herrores que ha cometido, y se le rela291
La anécdota se encuentra efectivamente en la Vida de Alejandro Severo, de Elio Lampridio, caps. XXXV–XXXVI. 292 Esta anécdota sobre la deificación de Alejandro es bien conocida, se atribuye al espartano Damis (recogida en las Morales, de Plutarco, III, 219). 293 Capirote, véase la nota anterior a propósito de esta palabra.
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te el proçeso criminal de sus culpas, haziéndole entender que aquellos denuestos y valdones se le dizen porque la gloria del triumpho y honrra no le haga ingrato y desconoçido a los dioses y a los hombres. Y después él hará su petiçión, como la hizo al prinçipio, y uno de nosotros, el que por el senado fuere nombrado, se la conçederá con estas condiçiones y çerimonias: la primera, entregarle an en las manos un libro muy çerrado, para dalle a entender que no le ha podido entender ni saber lo que allí está ni lo sabrá jamás y que tiene çerrada la entrada de la sçiençia y del entendimiento para siempre; y a él se le diga que se le dan en señal de victoria y de letras. La segunda, ponerle hemos en la cabeça un virrete, de echura de coroça294, que le cubra toda la cabeça, para significar que no tiene en ella juizio ni sentido que merezca descubrirse ni mirar al çielo sino cubiertos y tapados, como avergonzados; y en él una borla tendida, que es señal de floxedad y oçiosidad, para significar que la ignorançia tiene compañía con la oçiosidad. Y tras esto, démosle un anillo en el dedo pulgar, que es la cosa más al revés y más contraecha de quantas se pueden dar, porque aquel dedo es el más grosero y corto y nervoso y carnoso de todos, para que entienda que no ha tenido ni tendrá prenda ni amor con la sabiduría, y que ha tenido atraillado295 el dedo y la mano para obrar y trabajar. Después, sentarle hemos en una cáthedra con dos mançebos pintados en la frontera, que significa locura y temeridad, que son las culpas que le an induçido a esta pena. Y en la otra parte, le pintaremos dos donzellas que denoten su flaqueza y liviandad, porque las mugeres son flacas; y, siendo niñas, an de ser livianas. En el un lado se le pintará un hombre medio desnudo, con poca ropa, para que entienda quán desnudo vino y buelbe de letras y virtudes y con quán poco caudal de seso. En el otro lado figuraremos un hombre que huye de la gente y de su tierra y de sí mesmo, para que conozca que es tal que debía de huir de la gente y de sí mesmo y de su tierra. Y al fin, çeñirle hemos una çinta ancha que le çinche los lomos, como a vestia; y darle hemos una bendiçión que nunca se le cumpla. Y, pues él nos pide por el último premio de su demanda que su nombre sea el renombre de todos los que ganaren honrra por letras y que de aquí adelante el sabio se llame Docto, como él, conçedámoselo, con que se añada la letra que ayer le 294 Coroza es «cierto género de capirote o cucurucho que se hace de papel engrudado, y se pone en la cabeza por castigo, y sube en diminución poco más o menos de una vara, pintadas en ella diferentes figuras, conforme el delito del delincuente, que ordinariamente son judíos, herejes, hechiceros, embusteros y casados dos veces, consentidores y alcahuetes» (Aut.). 295 Atraillar es «atar con traílla. Dícese comúnmente de los perros» (DRAE, 1783).
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dimos, que fue R, en señal de reprovaçión296. Y de oy más, se graduarán con estas çerimonias todos los que traxeren tal demanda; y cada uno tomará su nombre con una R al fin y se llamará doctor. Y ansí él quedará castigado y nosotros satisfechos de la burla que nos ha echo. Ésta fue la sentençia que dio el claustro de Athenas contra el philósopho Docto, por pareçer de Demósthenes, et Placuit omnibus, y púsose luego en execuçión, haziendo doctor al Docto con todas estas çerimonias y burlas que avéis oído. Desde aquel tiempo acá se husa esta vanidad y neçedad de doctoramientos, porque nunca han faltado neçios atrevidos que quieren ser doctores; y ninguno cae en la cuenta hasta que ha caído en la pena, e por su honrra e interés lo callan, aunque se arrepientan. Si no, tomen juramento a estos señores vuestros compañeros, quántas vezes se han arrepentido de la borla y de la burla después que se hallaron con quatroçientos ducados menos. Y si no los creyéredes, yo os creeré a vos de aquí a un mes. Veis aquí, señor doctor, el origen y prinçipio de los doctores. Es bien que lo ayáis oído, por dos cosas: la una, ut antiquitatis nihil penitus ignoretur297, la otra, porque aún estáis en tiempo que podéis remediar algo de la honrra y costa, y no consentir que se execute en vuestra persona y bienes tan cruda sentençia y que os hagan tantos valdones y escarnios, que esta fiesta y honrra de vuestro doctoramiento es burla y escarnio, que os hazen como el imperio que dieron los godos a Atalo, romano, quando la primera vez la entró y saqueó el rey Alarico, su primer rey; que cuentan que por burla y pasatiempo le hizieron emperador y le traxeron por las calles públicas de Roma en hábito de emperador, acatándole como a tal, y otro día le hizieron servir como a esclavo298. Y no será mucho que mañana os hagan esclavo y os traten como a tal. Acordaos que a Pitágoras conçedían los griegos se llamase sabio y docto, y, con serlo, no quiso más de que le llamasen philósopho, que es «amador de la sçiençia», con aver andado a Creta y Persia y Laçedemonia y Egipto y todo lo más del mundo, por saber299. 296
Como se sabe, se contraponía a la A de aprobado en el sistema educativo de entonces. Cita Institutionum Justiniani, cuya literalidad dice así: «Sed ut nihil antiquitatis penitus ignoretur sciendum est» (libro II, 10). 298 Se copia casi textualmente de la Silva de varia lección, de Pero Mexía: «Otro día que [los godos] se apoderaron de la ciudad, por innominia y escarnio del Imperio y por su passatiempo y fiesta eligieron fingidamente por emperador de Roma a uno, llamado Atalo; y aquel día traxéronlo por las calles en ábito y acatamiento de emperador , y otro día lo hizieron servir como esclavo» (Ed. Antonio Castro. Madrid: Cátedra, 1989, tomo I, p. 432). La anécdota tiene una base histórica, dado el escaso tiempo que mandó el emperador romano Atalo, elegido en 409 y destronado por Alarico en 410, muy poco después de ser proclamado por el senado. 299 A Pitágoras se le tiene por el creador de la palabra filósofo, como «amante de la sabiduría», por cuanto opinaba que la sabiduría no era propia de los hombres, sino de Dios, 297
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Si lo avéis por ser conoçido y por ganar nobleza, también vais engañado. Acordaos que Demócrito, con ser hijo del rey Gerxes, el más rico y poderoso de los reyes de Persia, se fue a Athenas y bivió en ella muchos años sin darse a conoçer300. Si lo avéis por esta vanidad de honrra y estimaçión, acordaos de aquellos versos de Angelo Poliçiano, que os desengañarán desta vanagloria y de otras, que dizen: Felix illi animi divisque simillimus ipsis, Quem non mendaci resplendens gloria fuco Solliçitat, non fastosi mala gaudia luxus Sed taçitos sinit ire dies et paupere culta Exigit inocue tranquilla silentia vite»301
Si lo avéis por salir de vuestra tierra y publicar y estender vuestro nombre por la corte y por el mundo, acordaos que dize Séneca: «Alios fama garrula veat [sic] per orbem, me mea tellus lare securo tutoque tegat»302. Baste que ayer os publicaron y os traxeron a la vergüença por las calles públicas en un cavallo do nunca subió hombre de vuestro linaje303, con tanto peligro y afrenta de vuestra persona que yo tuve ojo en vos, y cada vez que tocaban las trompetas y él se alteraba, oía cómo dezíades el anima Christi y os encomendávades a Dios. Y aun creo que diérades el cavallo y la cadena, si fuera vuestro, por veros avaxo. Traxéronos vestido de púrpura según recogen quienes se ocupan de su vida y hechos, como Jámblico y Heráclides de Ponto. 300 Alude, otra vez, a las palabras de Diógenes Laercio, anotadas supra. 301 El humanista italiano Angelo Poliziano (1454–1494), autor de una abundante obra poética el latín y también en lengua vernácula. Juan Luis Vives en su Exercitatio linguae latinae recoge estos mismos versos de Poliziano con un comentario positivo: «Puer. Non vides esse agrum ruderatum ex villae ruinis? et alioqui frumentarius est. Hiberno pulvere, verno luto, / magna farra Camille metes. Philippus. Quaeso cantilla versus aliquot, ut soles. Misippus. Placet: Felix ille animi, divisque simillimus ipsis, / Quem non mendaci resplendens gloria fuco / Sollicitat, non fastosi mala gaudia luxus: / Sed tacitos sinit ire dies, et paupere cultu / Exigit innocuae tranquilla silentia vitae. / Ph. Versus facetissimos et gravissimos, cuius quaeso sunt? Misi. Non agnosti? Ph. Non. Misi. Angeli Politiani» (Exercitatio linguae latinae sive Colloquia, Basilea, 1538). 302 La cita, un tanto deformada, pertenece a la tragedia Hercules furens: «Nulli scriptum proferre diem : / Recipit populos urna citatos. / Alium multis gloria terris / Tradat, et omnes fama per urbes / Garrula laudet, caeloque parem / Tollat et astris; alius curru / Sublimis eat : me mea tellus / Lare secreto tutoque tegat. / Venit ad pigros cana senectus, / Humilique loco, sed certa sedet» (vv. 190–199). 303 Alude equívocamente a la costumbre de pasear por las calles, montados sobre asnos, a los reos antes de ejecutarlos públicamente, de la misma manera que el doctorando paseaba la ciudad a lomos de una caballería.
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como a loco empiolado304 y encapirotado como alcón y casi tapados los ojos como asno de noria, que se me antojó de daros un chipe chape305 y dezir: «Profetiza, quis te percussit?»306. ¿Pudo ser mayor desvarío consentir tal burla y que os pusiessen en los pies espuelas doradas para remembraros los espolones que solíades traer en los çancajos y las antiguardas y antiparas307 que trahen vuestros parientes, salvo si no lo hiziesse para que no deshiziéssedes la rueda, mirándoos a los pies y para que pudiéssedes dezir, contemplando las espuelas y la borla: «A planta pedis usque ad verticem capitis non est sanitas mentis in me?»308 ¿Quién os engañó tan mal? ¿Después no bastó engañado, sino septenado309? Dísteles tanto maçapán y confitura que podían empedrar las calles con ello. Creo que pensávades que era la charidad que se da en vuestra tierra al acom304
De empiolar, que es «ponerle pigüelas a los halcones» (Aut.). Téngase en cuenta que el mismo diccionario recoge pihuelas con la acepción de «los grillos con que se aprisionan los reos». 305
Chipichape «dicen los niños al bofetón, por lo que suena cuando se da» (F. del Rosal, Origen y etimología de todos los vocablos originales de la lengua castellana, ms. c 1600, s/v). 306
Lc. 22, 64. Es decir, «Adivina quién te dio», que es, curiosamente, el nombre de un juego que existe en el Siglo de Oro y que se aprovecha para dar título a autos como el de Cosme Gómez de Tejada, en su Nochebuena (1661). 307
«Polaina que cubre la parte anterior de la pierna» (DHLE, que documenta este uso ya en 1499). Debía de ser prenda de rústicos o cazadores, Cervantes la emplea también en la Galatea acompañando al pellico y la caperuza (1585, f. 193vº). No he conseguido documentar la voz anteguarda en una acepción relativa a la ropa o el calzado, como parece exigir el contexto, probablemente el autor juega de vocablo, por cuanto antiguardia es lo mismo que la actual vanguardia y también antipara tiene una acepción bélica que significa «estratagema o ardid de guerra» (DHLE, s/v). 308
Se trata de una utilización del texto de una de las oraciones a Santa Brígida, cuyo tenor literal dice lo siguiente: «Jhesu celestis medice recordare languoris et doloris atque liuoris tui quos in alto crucis patibulo leuatus passus es: in omnibus dilaceratis membris tuis. quorum nullum in recto statu suo remanserit ita vt nullus dolor tuo dolori similis inueniretur quia a planta pedis vsque ad verticem capitis non fuit in te sanitas: et tunc dolor omnium immemor patrem pro inimicis pie exorasti dicens. (Horologium deuotionis circa vitam Christi Orationes siue collecte illius preclarissime virginis beate Brigide. quas dicebat ante ymaginem Jhesu crucifi. Ausburgo: Anthonij Sorg, 1489). En último lugar remite a Isaías 1,6. 309
Septenado debe hacer alusión a la frase pagar con setenas, que es «frase alusiva con que se explica el daño u castigo que alguno ha padecido desigual o excesivo a la culpa que cometió en cualquier línea» (Aut.) de ahí el adjetivo setenado, «castigado con pena superior a la culpa» (DRAE 1925 s/v).
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pañamiento de los mortuorios. Y no bastó la burla y justiçia de ayer, sino que oy os han traído otra vez a la vergüença, ensillado y enfrenado310, de Pilatos a Gaifás, del padrino al chançiller muy reverendo y engualdrapado311, como obispillo de sanct Nicolás312. Y agora os tienen al pie de la horca y a mí me avían echo pregonero de vuestras inoçençias, sino que por el amistad y por ser muchas, nunca quise acettar el offiçio ni trataros traiçión, sino desengañaros y declararos estos falsos misterios. Antes que os dé el remedio y os diga lo que avéis de hazer, os querría preguntar una cosa, en que beo que estáis dudoso, y es por qué vuestra borla y la de los canonistas es verde, y la de los legistas colorada, y la de los theólogos blanca, y la de los médicos amarilla, y la de los artistas metalada313 de diversas colores. No es mala vuestra habilidad si caéis en ello. Yo os lo diré: la color verde dize Çelio y otros autores que es una de las más exçelentes y prinçipales colores, comparada a Venus y a la luna. Y esto no os quadra a vos, porque ni sois enamorado ni lo avéis sido, que yo sepa, si no fue quando érades repetidor del maestro Montoya314, que uvo çierta sospecha de vos y de la su María de Luna. Tampoco creo que sabéis de luna tanto como un çedazero315, aunque sois algo alunado316. La verdad es que a vos y a los canonistas se os da esta color verde en las borlas porque es la más apropiada a vuestra condiçión de todas, así porque es color de alcaçer317 y de los agetes de vuestra tierra, como por ser color del campo y de yerva, a 310
Se repite la combinación ensillado y enfrenado, en este caso referida a Cristo, en el Actus gallicus salmantino de 1593. Cfr. infra. Es frecuente encontrarla referida al caballo ya desde el siglo XIII, aquí por metáfora burlesca. 311 Engualdrapado quiere decir cubierto con gualdrapa, que es «la cobertura de seda o lana que cubre o adorna las ancas de la caballería hasta cerca de los pies» (Aut.). Continúa, como se ve, la metáfora burlesca que moteja de caballería al doctorando. 312 Véase lo que se dice en la introducción sobre esta costumbre. 313 En el sentido de ametalada o amitalada, es decir, mezclada mitad por mitad. Véase el DHLE s/v. 314 Repetidor «se llama también el que repasa a otro la lección que leyó o explicó el maestro» (Aut.). Como he dicho arriba, Montoya era probablemente maestro en Artes y en 1546 hace bachiller en tal facultad a Blas Yáñez (AUV, libro 2834, f. 2). No conviene perder de vista que por la época se atribuyen a un tal Montoya las Coplas nueuamente hechas sobre el gran recibimiento que se hizo al principe Maximiliano en esta villa de Valladolid: assi mismo el recebimiento que el Condestable le hizo en la villa de Oliuares con las fiestas que se hizieron en su casamiento (1548). BNM R/12175–13. 315 Cedacero es «el que hace o vende los cedazos» (Aut.). 316 «Llaman al que padece destemplanza en el juicio y que en las crecientes de luna se muestra más inquieto o furioso» (Aut.). 317 «Es la mies de todo género de grano» (Aut.).
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que se afiçionan las vestias. Y por esta affiçión dize Bartolomé Ánglico318 que los caçadores se visten de verde, porque la caça no huye de aquellas colores. Y no os afrontéis319 desto, que también es color de esperança y de esmeralda, y la que más recrea la vista. Así que de oy más, tened esperança en Dios y en el verde, que no será malo si el año va adelante. Los señores legistas traen las borlas coloradas porque es color de sangre, para dar a entender que estudian para derramar la de los malechores, y porque también se mantienen ellos de las de los peccadores inoçentes y porque, ansí como lo colorado se tiñe con el humor o saliva de un pez que se llama púrpura, que bive siete años y quando le matan le hallan en la boca aquel humor, como espuma o saliva con que dan la color de la grana, assí los legistas –mayormente los abogados– se mantienen y sustentan del humor y çumo de los pleiteantes, que son peces y peores, pues los toman a manos, sin red ni anzuelo ni çebo, y ti[ñ]en con su sangre sus casas y personas, y las ponen coloradas y alegres; y a cabo de siete años que dura el pleito, quando se acaba queda muerto el pleiteante y el abogado rico, con el çumo y dineros en su bolsa. Y también porque es color algo de fuego, para avisarles que se guarden que por ir al purgatorio no vayan al infierno. Los señores theólogos la traen blanca porque no alcançan los tristes blanca en su vida y salen en blanco los más, como suertes, y también porque es color exçelente, pura y limpia y la más loada en la Sagrada Escriptura, porque el ángel que apareçió en el monumento quando la resurrectión dize el Evangelio que erat coopertus stola candida {Marci, 16}320 y, quando Christo Nuestro Señor subió a los çielos, viri duo astiterunt in vestibus albis {Actorum 1º}321. En la transfiguraçión, resplenduit façies eius sicut322 sol, et vestimenta eius facta sunt alba sicut nix {Math.17}323. Aquel esquadrón del Apocalipsi que llama sanct Juan turba magna quam dinumerare nemo poterat, dize que erant amicti stolis albis324; y otras mill auctoridades que pueden traer los señores theólogos en favor de la color de su borla.
318
El franciscano Bartolomé Glanvilla (siglo XIII), conocido también como Bartolomé Anglico, autor de De proprietatibus rerum, una especie de Historia Natural muy de moda en la época del vejamen. 319 Afrontar vale tanto como afrentar, según DHLE, que lo localiza ya en el siglo XIII. 320 Marc. 16, 5. 321 Hechos 1, 10. 322 Detrás de esta palabra aparecen tachadas varias. 323 Adapta Mat. 17, 2. 324 Son citas del Apocalipsis 7, 9.
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Los señores médicos traen amarilla porque son amigos de moneda amarilla, que es buena para desmayos del coraçón y porque es la color con que se desayunan cada mañana, quando veen el orinal y el servidor de vuestra merced, y porque andan desesperados de acabar de saber si su sçiençia es buena o mala; y lo prinçipal: porque de su condiçión son çetrinos, de color de çera y por otras mill causas325. Los señores philósophos y artistas traen ametaladas326 de muchas colores, de cada color unos pocos de ilos; y es porque su sçiençia es ametalada y una ensalada: de cada facultad un poco y de todas, nada. ¿Avéis entendido? Mirad qué secretos os he revelado. Agora no me espanto yo que queráis ser doctor, con esto que aquí avéis aprendido. Mas no quiera Dios que yo sea en engañaros. El remedio que yo os tengo prometido es éste; si os pareçiere, tomalde, y si no, dexalde, que por eso no dexaremos de ser amigos como de antes. Ya vistes la sentençia que los athenienses dieron contra Docto y cómo le hizieron doctor y le graduaron de neçio y le justiçiaron públicamente, y cómo después acá nadie ha caído en la qüenta hasta agora. Lo pasado, yo ni vos ni nadie lo puede deshazer. El refrán dize: Del mal, lo menos; Más vale tuerto que çiego327. El que huye de la horca no ha miedo a la justiçia ni libra mal. ¿No avéis leído del otro azotado que, después de averle dado quatro o çinco azotes, dixo que le bolbiesen a la cárzel, y le volbieron, pensando que quería confesar algún hurto grande para que le ahorcasen? Y puesto allá y vestido, quando llegó el escribano a tomarle la confisión, él se hizo de nuevas y dixo que no tenía qué confessar; y como él replicasse: «Pues, ¿para qué nos hezistes volber?», respondió: «Juro a Dios no sufriera otro azote aunque me dieran mill ducados». Dígolo por tanto: la vergüença y gasto hecho no se puede escusar, vaya con Dios; lo presente y por venir se enmiende. Lo que a mí toca remediado está, que yo no os diré valdón ni afrenta ninguna. Lo que resta se probea. Aquí arriba os tienen aparejado el libro para hecharos librada o libramiento328, como a paje; y el birrete y borla, para burlaros y embirretaros329; y el anillo, para ataros y atrayllaros los pulgares, como a los que tienen gota
325
Un arsenal de tópicos contra los médicos, como era frecuente encontrarlo en la época. La principal acusación es la de aprovecharse económicamente de sus pacientes. 326
Ametalada o amitalada es, como se ha visto antes a propósito de metalado, lo que está mezclado de varias cosas mitad por mitad (DHLE). 327
Ambos en la obra de Hernán Núñez, Refranes, 1555, ff. 32vº y 72vº.
328
«La orden que se da por escrito para que el tesorero, administrador o mayordomo, pague alguna cierta cantidad de dinero u otra cosa» (Aut.). 329
Parece neologismo jocoso formado a partir de birrete.
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coral330; y la silla, para ensillaros y enfrenaros; y la çinta ancha, para çincharos, más ancha que la de la burra de vuestra madre. Después os darán la paz de Judas331, para entregaros y venderos, y una bendiçión que sobre ello os venga. Y sobre esto, aveisles de dar a comer, que son más de çinco mill criaturas entre cavalleros y escuderos y omes buenos y omes malos, escolares, bachilleres y liçençiados, doctores, maestros y disçípulos, escrivanos y phariseos, trompetas y atabales, menestrales y tamboriles, sacabuches y metebuches332, cheremías y cherevías333, pajes y pajetes, que es una confusión y muchedumbre que no cabrá en el Valle Josaphat, ni hallaremos dineros ut emamus panes ut manducent hi {Joa. 6º}334. Y esta tarde, toros y toras, colaçión y perdiçión y trápala335. Mi pareçer último, como amigo verdadero, es –y el diablo me lleve si lo digo con maliçia ni por engañaros, sino porque os cumple, y ansí lo juro en ánima de mi parte– que echéis a huir de la horca. Y hazed cuenta que oy naçistes y que avéis estado en el punto y estado de Isaac {Gene. 22}336, que esta gente quería hazer sacrifiçio de vuestra inoçençia; y yo soy el ángel embiado por Dios para libraros, que les tengo las manos para que no os degüellen. Vámonos los dos solos a comer a vuestra casa y demos graçias a Dios que os libró de poder de vuestros enemigos, y no les deis esta vengança de vos ni piensen que os han de engañar. Vos quedáis docto, ¡dad al diablo la R, que es mala letra337! Y por una letrilla, y no de las vocales, sino de las postreras del abc338, no hechéis a perder tanta hazienda y honrra. 330
La gota coral es el nombre de una «enfermedad que consiste en una convulsión de todo el cuerpo y un recogimiento o atracción de los nervios, con lesión del entendimiento y de los sentidos, que hace que el paciente caiga de repente [...]. Llámase también epilepsia» (Aut.). 331 Alude al protocolario beso del Rector, una vez que terminaba el vejamen. 332 El vejador juega de vocablo también con la creación del término metebuches, de significado fácilmente deducible, a partir de sacabuches, instrumento músico que le aporta una falsa etimología relacionada con buche «estómago». 333 Chirivía es el nombre de una planta «semejante a la pastinaca» (Aut.) y también el nombre de una avecilla. En cualquier caso, aquí se aprovecha por el efecto paronomásico con chirimía. Rosal registra la forma chiribía, que hace descender etimológicamente de alcaravía (en NTLLE). 334 Juan 6, 5. 335 Trápala es «ruido de voces o movimiento descompuesto de los pies» (Aut.). Sobre la costumbre de los toros en las facultades vallisoletanas que no eran la de Teología ya se ha comentado arriba.Véase el trabajo cit. de Margarita Torremocha. 336 Es decir, a punto de ser sacrificado, como Isaac por su padre Abraham (Gén. 22). 337 Por cuanto se utilizaba para reprobar a un estudiante en cualquier examen, como se ha dicho. 338 Es la forma común de referirse en la época al abecedario.
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El manjar blanco339 comerlo hemos esta semana poco a poco, y lo otro yo os lo haré comprar en el mal coçinado340 o en algún bodegón, que agora en el antruejo341 en una ora se venderá todo; y si no se vendiere, darémoslo a pobres, que lo avrán más menester que estos lobos y será más serviçio de Dios. Ellos váyanse a sus casas y lleven consigo la música, que no es tiempo de música. Los toros no se perderán, que vuestro cuñado los pesará por vaca, que me dizen que es carniçero342; y si no, venderlos hemos al regimiento, que nos los comprarán para el día de Sanct Juan. La colaçión también hallaremos quién nos la compre. Vos, quanto a Dios y al mundo, quedáis doctor, porque ayer y oy os avéis publicado por tal, ni ay niño ni viejo que no os conozca por doctor, porque como íbades en cabello343, descubríaseos todo el rostro, que pareçíades al diablo. Todo el mundo entiende que sois ya doctor, y como agora nos vamos solos, no echarán de veros y escusaréis el martirio y afrenta que allí arriba os tienen aparejada, y no quedaréis condenado por neçio, como el de Athenas ni como estos señores, vuestros compañeros. Baste que sois liçençiado y llegastes a punto de doctor, y tenéis reverendas344 para serlo y ordenaros. Vos sois hombre de bien y de buena casta y terruño honrrado y virtuoso por vos, y ansí lo estáis agora. Entended lo que os cumple y no lo perdáis, que ya sabéis que dize Dios: «Homo cum in honore esset non intellexit et 339 Esta especie de guisado, que parece servirse en forma de pasta al principio de la comida, cuyos ingredientes menciona Ruperto de Nola: «Para manjar blanco: tomar una gallina y ocho onzas de harina de arroz y media libra de agua rosada; y una libra de azúcar fino; y ocho libras de leche de cabras; si no la hubiere, tomarás cuatro libras de almendras blancas» (Libro de guisados, ed. Dionisio Pérez. Madrid: Compañía Iberoamericana de Publicaciones, 1929, p. 49). 340 Cfr. la siguiente cita del Estebanillo: «Hacía cada día un potaje que aun yo mismo ignoraba cómo lo podía llamar, pues ni era jigote francés ni almodrote castellano, mas presumo que, si no era hijo legítimo, era pariente muy cercano del malcocinado de Valladolid, porque tenía la olla en que se guisaba tantas zarandajas de todas yerbas y tanta variedad de carnes, sin preservar animal por inmundo y asqueroso que fuese» (Ed. A. Carreira y J. A. Cid. Madrid: Cátedra, 1990, t. I, p. 284). 341 Antruejo: «Así llaman en Castilla la Vieja y otras partes a los tres días que preceden a la Cuaresma, que comúnmente se llama Carnestolendas» (Aut.). 342 Otro oficio vil en la sociedad de la época, con el que seguir motejando al doctorando. 343 En cabello es lo mismo que «descubierto», tal vez también con el pelo suelto, según recoge Aut. a propósito de la frase moza en cabello, que es la que no lleva ningún recogido por ser doncella. 344 Según Aut.: «Usado en plural, en la terminación femenina, son unas cartas dimisorias en las cuales un obispo u prelado da facultad a su súbdito para recibir órdenes de otro» (s/v reverendo).
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comparatus est jumentis insipientibus»{Psal. 48}345. No curéis de honrra, que el rey tiene harta. Todo se ha de acabar y todo es poco lo possible. El capirote346 y borla queda con vos y la gloria es del mundo, que se ha de pasar y secar como heno. Lo de acá todo es lo que dize Salomón: «Vanitas vanitatum et omnya vanitas» {Eccles. 10}347. Esto pase por vexamen, y no querría que oviesse sido vexaçión. Passe por aire o por donaire348, si no ha llegado a graçia, y roguemos a Dios que nos dé la suya, para con ella alcançar la gloria, quam michi et omnibus astantibus dare dignetur Ihesus Christus, Marie Virginis filius.
345
En realidad, Psalmos 49, 12. Capirote, véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 347 En realidad, Eclesiastés 12, 8. 348 Son conceptos que suelen aparecen juntos en la lengua de la época, como se aprecia en este texto contemporáneo de Otálora, que se debe a Jerónimo de Urrea en su traducción del Orlando furioso de Ariosto (1549): «Ni el aire ni el donaire y gracia en ella, / que usar debía con su fiel amante» (Ed. Francisco José Alcántara. Barcelona: Planeta, 1988, p. 419). También Cervantes en sus poesías escribe: «Al aire con donaire tremolando» (Poesías sueltas. Ed. Florencio Sevilla Arroyo y Antonio Rey Hazas. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 1995, p. 1417). 346
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TEXTO 2 EL ACTUS GALLICUS DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA Ya en los Diálogos de apacible entretenimiento (1605), de Gaspar Lucas de Hidalgo, donde se recoge uno de los primeros textos vejaminatorios –según hemos señalado–, se registra también la referencia a otro escrito de este tipo con las siguientes palabras: «Yo me acuerdo que estando en un grado de maestro en Theología en la Universidad de Salamanca, uno de aquellos maestros (como es costumbre) iva galleando a cierto personaje, algo tosco en su talle y aun en sus razones, y hablando con los circunstantes dixo desta suerte: «Sepan vs. ms. que el señor Fulano tenía, siendo moço, una imagen de quando Christo entrava en Jerusalem sobre el jumento, y cada día, de rodillas delante desta imagen, dezía esta oración: ¡O, asno que a Dios lleváis, oxalá yo fuera vos! Suplícoos, Señor, me hagáis como esse asno en que vais. y dicen que le oyó Dios»349
Responde un personaje que está oyendo esta copla: «Malicioso es el quinto verso de la coplilla». Pero lo que nos interesa más es que esta referencia textual se corresponde justamente con el Actus gallicus que nos ocupa aquí, y ese grado de maestro en Teología al que se alude no es otro que el del maestro Aguayo, que da origen al mencionado escrito vejaminatorio. Así, las palabras de Hidalgo, diez años posteriores al Actus gallicus salmantino, dan cuenta del eco que este había dejado en la mente de los contemporáneos. Por fortuna, como decía Menéndez Pelayo glosando el cuentecillo anterior350, este Actus gallicus se nos ha transmitido en una copia manuscrita, conocida por los estudiosos de estas piezas, pero no editada hasta hora, a pesar de su indudable interés. Aureliano Fernández Guerra y Orbe anotaba en las adiciones al Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos, de Gallardo, la existencia de un «precioso códice de la Biblioteca Colombina», que describía como copiado en la primera década del siglo XVII, de una misma mano, cuyo letrero en el lomo no decía más que «Poesías, Palacio, Varias, Ms, t. 4». Dicho códice contenía algunas obras de Quevedo (los Sueños, la Genea349
Diálogos de apacible entretenimiento que contienen unas carnestolendas de Castilla. Barcelona: Sebastián de Comellas, 1605, ff. 8–8vº. El libro lleva aprobaciones de 1603. 350 Orígenes de la novela, II (Nueva Biblioteca de Autores Españoles, 7). Madrid: Bailly–Baillière, 1907, pp. 184–185.
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logía de los modorros...) y textos de otros autores como un Vejamen en Granada, de 1598, y el Actus gallicus del doctor fray Ildephonsus o Alonso de Mendoza, que aquí reproduzco. También contenía otras composiciones burlescas en alabanza de los cuernos, de las bubas o de las narices grandes, además de la Relación de la cárcel de Sevilla y la novela de La tía fingida. Sospecha el gran erudito en Quevedo que pudiera tratarse del códice de Porras de la Cámara, copiado para solaz del arzobispo don Fernando Niño de Guevara. Refiriéndose concretamente a nuestra pieza, escribe Fernández Guerra que se llamaba gallo al vejamen de los teólogos y que la costumbre vino de París. Distingue al maestro Francisco Sánchez, autor del texto, del famoso Francisco Sánchez de las Brozas, aunque señala que este último se halló presente en el dicho gallo, en compañía de los doctores Luna, Sepúlveda, Zumel, Curiel y los padres Báñez y León351. Es verdad que en el vejamen se menciona a algunos de estos profesores salmantinos, uno de los cuales, Agustín Vázquez, lo fue justamente hasta 1596, según la información de que disponemos; por otra parte, el autor del gallo, fray Ildefonso de Mendoza, según Nicolás Antonio muere cerca del año 1591, que proporciona un ad quem para esta pieza, aunque no se precisa exactamente el año de su fallecimiento352. Siguiendo al mismo bibliógrafo, Mendoza obtuvo el grado en Teología en el año 1586, concretamente el 19 de diciembre, por lo que solo queda el abanico comprendido entre ese año y cerca de 1591 para situar el Actus gallicus salmantino. Se podría pensar que en el gallo encontramos referencias que remiten a la primera parte del Quijote, por cuanto se menciona casi seguidamente a Carlomagno, Fierabrás y la Puente de Mantible que parecen remitir al capítulo XLIX del libro353. Por si fuera poco, Francisco Sánchez «fue natural de la Mancha, de un lugar que se dice la Horcajada» (f. 25). Pero la realidad es que el autor del texto satírico se refiere a la Historia del emperador Carlomagno, impreso en Sevilla en 1521, que influyó también en Cervantes, según se ha demostrado recientemente354. Los datos externos nos invitarían
351
Ensayo de una biblioteca, I, col. 1246–1247. Tal fecha habrá que retrotraerla, al menos, hasta 1593 según los datos que nos aporta el presente Actus gallicus. 353 «¿Qué ingenio puede haber en el mundo que pueda persuadir a otro que no fue verdad lo de la infanta Floripes y Guy de Borgoña, y lo de Fierabrás con la puente de Mantible, que sucedió en el tiempo de Carlomagno, que voto a tal que es tanta verdad como es ahora de día?»(Ed. Francisco Rico. Barcelona: Crítica, 1998, p. 565). 354 Véase la edición del Quijote de Francisco Rico. Barcelona: Crítica, 1998, I, p. 565, n. 39, y II, p. 409. Sobre la influencia concreta puede verse también el trabajo de Carlos 352
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a situarlo entre 1593, fecha en que Aguayo firma aún como licenciado en los documentos salmantinos, y 1597, en que aparece como maestro. Pero hay que localizarlo con seguridad en 1593, curiosamente el mismo año en que Sepúlveda, uno de los gallos que se citan, se hace maestro en la Universidad de Salamanca355. Porque este gallo se da al grado del maestro Aguayo, nombre que con seguridad corresponde al burgalés Diego González Aguayo, catedrático de propiedad de lenguas en la Universidad de Salamanca, que sabemos que obtiene el grado en Teología justamente en noviembre de 1593356. En efecto, en el Archivo Universitario de Salamanca se conservan los apuntes referidos al maestro Aguayo. Primeramente su publicación para maestro en Santa Teología, que tuvo lugar el 6 de septiembre de 1593. Unos días después, el 25 de octubre, tiene lugar la presentación de dos candidatos al grado, el ya citado Aguayo y Manuel Sarmiento, a los que se propone que se gradúen en un mismo día, pero ante las dificultades económicas del último y las prisas del primero se dictamina que el grado de Aguayo tenga lugar el 7 de noviembre de 1593, dejando para enero el de Sarmiento, siempre que no pareciera darle más antigüedad en el grado al primero, asunto muy importante entonces. El Maestrescuela nombra por «tasadores de comida e insignias, guantes e bonetes» a los doctores Juan Ibáñez de Frechilla y Juan de León; nombra igualmente por repartidores de guantes a los maestros Juan Alonso Curiel y Francisco Sánchez, canónigos de la Catedral, y, lo que nos importa más: Nombro por vehedor del vejamen al maestro fray Alonso de Mendoza, agustino, para que lo vea y enmiende lo que le pareciere que se deva enmendar357.
Fray Alonso o Ildefonso de Mendoza figura como responsable del Actus gallicus que aquí se edita, pero no es sino uno de los cuatro gallos que aparecen en el mismo, junto con los maestros Francisco Sánchez, Luna y Sepúlveda. Gumpert, «La Historia del emperador Carlomagno como fuente de Cervantes», en Dicenda, 7 (1988), pp. 73–82. 355 Remitimos a la anotación pertinente en el gallo. 356 Libro de Licenciamientos y Doctoramientos del Archivo de la Universidad (AUSA 781), fol. 198. Se vuelve a aludir al hecho en los ff. 201vº–202vº. Sobre la Universidad salmantina y la época que nos ocupa se puede ver ahora L. E. Rodríguez–San Pedro, La Universidad salmantina del Barroco (1598–1625), Salamanca: Universidad de Salamanca, 1986, 3 vols. Agradezco la ayuda de Jacobo Sanz Hermida. 357 Libro cit., f. 199vº.
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El que se nos hayan conservado las noticias de la graduación como maestro en Teología de Fray Luis en 1560 (lo sería también en Artes en 1578) nos permite conocer cómo se desarrollaban estas ceremonias en la Universidad de Salamanca. Se gradúa Fray Luis junto con el maestro Fray Juan de Guevara, también agustino. La ceremonia de dotoramiento sucede en la catedral de Salamanca, con todas las dignidades universitarias y más de cincuenta doctores; primero Guevara hace su oración, sustenta su conclusión, le arguyen el Vicerrector y dos bachilleres, pero solo responde al primero y pide el grado, se lo conceden y se le imponen las insignias; después le toca el turno a Fray Luis, que repite los mismos pasos. Se reparten luego a ambos anillo, bonete con borla blanca, el libro, abrazo, se da el osculum pacis a los doctores presentes y se les indica las sillas que deben ocupar, y continúa la relación que se cita: Fecho todo lo susodicho, se levantó luego un estudiante Bachiller é fizo la gratulatoria alabando como alabó los dichos grados é autos de Magisterios arriba dichos, lo uno é lo otro en lengua latina, é fecha la gratulatoria, los Maestros Espinar y León de Castro ambos juntos é cada uno de ellos por sí uno contra otro hicieron sus gallos. É acabados, los Maestros Molano é Diego Rodríguez hicieron lo mismo, é acabados los dichos gallos, el dicho Maestro Fr. Luis de León, como menos antiguo le cupo de hacer é predicar un sermón en latín, como lo predicó, según el estilo y costumbre del dicho estudio358.
Evidentemente, en este apunte encontramos las mismas circunstancias que en el Actus gallicus: los gallos se atacan entre sí por parejas, exactamente lo que sucede en esta pieza entre los maestros Mendoza y Francisco Sánchez. Se diría que es más importante en los gallos el ataque entre los doctores que intervienen que la censura del doctorando. De hecho, el maestro Aguayo, que es quien alcanza el grado supremo en el Actus gallicus salmantino, apenas aparece mencionado en él, cuando el que resulta satirizado es uno de los gallos, el maestro Francisco Sánchez, porque lo que se nos conserva es la censura del otro gallo, fray Ildefonso de Mendoza. Tal vez en esto consiste la diferencia entre gallos y vejámenes: el objetivo de la censura que se da en él: los otros maestros que gallean o el doctorando que se gradúa. Las cosas no cambian tanto hacia finales de siglo. En el grado del maestro en Teología Antolínez (1586), este recibe todas las insignias doctorales, el osculum pacis, se sienta en su lugar y después se levantó un religioso e hizo un panegírico en alabanza del nuevo maestro. Hecho esto, comenzaron los cuatro maestros teólogos más nuevos a hacer sus gallos, respondiendo el nuevo maestro a sus argumentos. Para termi358
Luis G. Getino, Vida y procesos del maestro Fray Luis de León. Salamanca: Imprenta Calatrava, 1907, pp. 81–83, que reproduce el documento contemporáneo.
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nar hizo un sermón en latín como se acostumbra a hacer y finalmente hizo el juramento debido359.
Conocemos algunos gallos más de la Universidad de Salamanca, pionera en este tipo de escritos vejatorios, como se ha señalado arriba en varias ocasiones, y en todos ocurre lo mismo. Justamente el único que se nos conserva más o menos íntegro recogido en una obra de la época, los Diálogos de apacible entretenimiento, de Gaspar Lucas de Hidalgo, es un vejamen dado en Salamanca en presencia de los reyes, como se ha dicho. Además del editado por la profesora Egido360, se han publicado algunos vejámenes más correspondientes a los años 1600–1603361. Uno inédito es el que lleva por título Gallos en el grado del padre maestro fray Pedro Merino, manuscrito de la Biblioteca Nacional362, en el que ocurre exactamente lo mismo que mencionamos. Curiosamente, todos ellos están escritos en castellano, a diferencia del Actus gallicus que nos ocupa ahora, que utiliza el latín. Buen número de doctores coinciden en los escritos referidos y el que reproduzco, lo que indica que sus fechas no están muy alejadas. No deja de ser una coincidencia curiosa, que tal vez haya que considerar como algo más importante, que en el mismo año 1594 el Brocense, ya jubilado, dijera en un claustro de su Universidad que se oponía al uso del latín «porque como no lo saben exercítanse en hablar latín bárbaro y se quedan con esta mala costumbre»363. El hecho es que este Actus gallicus mezcla latín y castellano, si bien domina la primera lengua sobre la segunda justamente en la misma proporción en que se utiliza la lengua clásica en el resto de los vejámenes conocidos del XVII; es muy posible que las opiniones del sabio catedrático se tuvieran en cuenta en gallos o vejámenes posteriores. Termina el nuestro con una serie de versos en diferentes estrofas, que sirven de corolario al escrito satírico y no actúan como laudatio, sino como repaso en castellano a los otros doctores del claustro. Transcribo el texto del manuscrito (letra del siglo XVII) de la Biblioteca Colombina de Sevilla, cuya signatura actual es 82–3–38. El vejamen se los folios 23 a 28vº del manuscrito en cuestión. 359
Francisco J. Alejo Montes, La Universidad de Salamanca bajo Felipe II: 1575–1598. Burgos: Junta de Castilla y León, 1998, pp. 279. 360 «De ludo vitando», op. cit., pp. 609–648. 361 M. García–Bermejo, Ejercicios paródicos universitarios (Siglos XV–XVII). Salamanca: SEMYR, 1999. 362 Ms. 9572, letra del siglo XVII. 363 Documento citado por Francisco Javier Alejo Montes, La Universidad de Salamanca bajo Felipe II, op. cit., p. 165.
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ACTUS GALLICUS AD MAGISTRUM FRANCISCUM SANCTIUM364 EN EL GRADO DE AGUAYO365, PER FRATREM ILDEPHONSUM DE MENDOZA, AGUSTINUM366 Saepe ac diu illa me tenuit suspensum cogitatio p[atres] c[onscripti], cur in his comitiis, quibus amplissimo ordini ac sodalitio nostro nouus doctor aggregrandus est, inter tot candidatos, quibus nostra exultat academia, soli theologi gallicos actus celebrent, soli in commune vestrum jucundissimum theatrum instar gallorum mutuo corrixantes inducantur; soli fiant vobis fabula ac ridendi materia; ac demum soli cun nonnulla suae auctoritatis 364 Aunque existía un Francisco Sánchez, que nada tenía que ver con el Brocense, con el título de maestro ya en 1561 (P. Urbano González de la Calle, Vida profesional y académica de Francisco Sánchez de las Brozas. Madrid: Librería General de Victoriano Suárez, 1923, p. 57), no puede ser el hombre al que se alude en el texto porque se sabe que ya había muerto en el 1589 (ibíd., p. 305). Siempre que se habla de él se le menciona como clérigo (pues ya lo era, además de bachiller, en el 1554) para distinguirlo del «lego» y «retórico» Francisco Sánchez (ibíd., p. 36 y nota), el Brocense, junto a quien aparece comisionado para dictaminar sobre unos libros griegos. Parece que su nombre completo era Francisco Sánchez Aguilar y que era catedrático de prima de latinidad desde 1582 (ibíd., pp. 138 y 141). Lo importante es que en un documento del 1600 aparece un maestro Francisco Sánchez, canónigo, del que nada más sabemos, que debe ser el hombre al que aquí se cita, pues se le menciona junto al maestro Zumel, de Nuestra Señora de la Merced, y al maestro Bartolomé Sánchez (ibíd, pp. 418 y 420). También se alude a un doctor Francisco Sánchez en el Bexamen dado al maestro Estrella en Salamanca, en 1603, al lado de los maestros y doctores Zumel, Carvajal, Curiel, Hernández y Bartolomé Sánchez (M. García–Bermejo, Ejercicios paródicos universitarios, ob. cit., pp. 41–44). 365 El Aguayo que se cita en este texto es, como se dice en la introducción, Diego González Aguayo y figura como licenciado en febrero de 1593, cuando obtiene la cátedra de lenguas hebrea y caldea (Francisco J. Alejo Montes, La Universidad de Salamanca bajo Felipe II, ob. cit, p. 182–183).Ya como maestro aparece, en 1597, en los documentos de la Universidad de Salamanca junto al Brocense y otros doctores como Sebastián Rodríguez (Urbano, Vida profesional y académica, ob. cit., p. 385–386). No debe identificarse pues con el insigne escritor y vicario general de los dominicos en España fray Alberto Aguayo, quien fuera obispo de Astorga entre 1588 y 1589, y quien –como catedrático de Santo Tomás y regente en el colegio de los Dominicos– testificó en el 1572 en el proceso contra Fray Luis (Ángel Alcalá, Proceso inquisitorial de Fray Luis de León. Salamanca: Junta de Castilla y León, 1991, pp. 119–120 y 125). También aparece firmando un documento en la Universidad de Salamanca en 1582 (P. Luis G. Getino, Vida y procesos del maestro fray Luis de León. Salamanca: Imprenta Calatrava, 1907, p. 276). 366 Fray Alfonso de Mendoza, agustino, murió prematuramente cerca del año 1593 y había obtenido el grado en Teología en 1586, al parecer, con la lección latina Relectio de universali Christi Domino ac regno, editada después en Salamanca, 1588 (Nicolás Antonio, Nova, I, 36–37). Fue tomista, como Guevara y Fray Luis, y autor de unas Questiones quodlibeticae et relectio de Christi regno ac domino (Salamanca, 1596). Aparece en el proceso contra Fray Luis (A. Alcalá, Proceso inquisitorial, ob. cit., pp. 131–132).
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jactantia indignum plane munus subire cogantur, quod neque Pasquinus quidem et Marphodius agere dignauntur367 ineant scilicet rixas, et littes has juris utriusque periti, quorum disciplina in littibus excitandis, et commiscendis tota versatur. Feriant se mutuo ac lacerent medici, quorum id solum est studium, ut igne, ferro, fame, ac siti, et aliis id genus tormentis feriant, ac lacerent genus humanum, alternis etiam conuitiis, et conuitiandi materiam suppetit. At Theologi, gens sancta, regale sacerdotium, quorum status electus disciplina quam profitentur sacra, scopus quo studia diriguntur diuinus et sanctus in his ludis, penitus conticescant, et actiones ludicras, ingraues, et sericas catoniana seueritate conuertant. Haec itaque mihi cogitanti in mentem venit ea forte de causa majores nostros hoc munus injunxisse Theologis, quoniam putabant, quibus a Christo domino dictum fuerat «vos estis sal terrae» salis officium ubique gentium et locorum obire debuisse condire, atque salire quidquid incipidum,368 molestum, ac fastidiosum reperierint: cumque praesentis actus sint tan longa fastidia, tam multa prolixitas, atque molestia jam aliqua jucunditatis illecebra aliquo facetiarum, et dicteriarum sale cum actum condire Theologi debuerunt. Sed, bone Deus, quibus hodie sortito obtigit sales ac facetias spargere? Cum enim quatuor veluti scaenae hujus interloquutores destinati simus: Sanctius369, ut vidistis, Luna370, atque Sepúlveda371, ut videbitis, atque ego, ut jam videtis. Sepuluedam credo equidem (nec vana fortasse fide) multos dicendi sales habere, salsum esse; sed id tam prudenter dissimulare ut nihil frigidius insulsius, ac magis insipidum scholae nostrae habere videantur ut ipsso testante que se llamó triste y cuitado372 cum publice in cathedrae peti367
Sic por dignantur. Sic por insipidum. 369 Debe aludir al propio maestro Francisco Sánchez, aunque en la época hay también otros doctores en Salamanca con tal apellido, como el doctor Bartolomé Sánchez (Bexamen dado al maestro Estrella, 1603, García–Bermejo, ob. cit.). 370 Existe un ilustre teólogo dominico, fray Alonso de Luna, que predica en la Universidad de Salamanca en 1588 (Getino, Vida y procesos, ob. cit., p. 315). Es posible que se trate del mismo hombre que imparte clase en Teología en 1595, según Alejo Montes (La Universidad de Salamanca bajo Felipe II, ob. cit., p. 112). 371 Fray Marcos de Sepúlveda se gradúa como maestro en Artes en enero de 1593 (Urbano, Vida profesional y académica, ob. cit., p. 332) y aparece en 1594 en la Universidad junto con los doctores Godínez y Rafael de Carvajal (ibíd, p. 347). 372 La combinación de estos adjetivos, triste y cuitado, aparece en numerosos textos poéticos desde la Edad Media; es muy conocida la referencia del famoso «Romance del prisionero», pero también se da la combinación en poetas de cancionero como Villasandino, que escribe en el de Baena: «Quien d’esto me quita, codiçia coecho; / assí bivo triste, cuitado, maltrecho» (Ed. Brian Dutton y J. González Cuenca. Madrid: Visor, 1993, p. 230). 368
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tione loqueretur. Luna vero totus metaphisicus, et altivolans evanuit tanquam ventus: si autem sal euanuerit, ad nihilum valet, nisi ut mitatur foras scilicet extra ludum et actum hunc. Sed vultis, viri incliti, priusquam ad meum veniam prothogallum, et Antagonistam, caeteros ut leuiter perstrigam theologos? Magister Leo373 tantum abest ut sal esse possit, ut potius sale condiri et saliri ipsse opus habeat, ne sicut adipe et pinguedine repletus et obessus putredini, coruptioni ac vermibus pateat. Quid Curiel374, qui loco salis, atque dulcedinis amaritudinem potius feleam, ut ipso nomine prae se ferat ? Curiel, quasi dicas Cur hiel? Quomodo fel, qui potius sal esse debuisset? Sed ad Bañesium Theologiae primarium coripheum375, et antesignanum venio. Multa illi cum sale communia: dicit, garrit, iocatur ut gracculus, turdulus, passerculus, summo mane e cathedra, veluti e causa, como desde jaula, occinit, catillat, garrulatur. Sal est, sed vix granum pussillum, tantillum, quia statura pussillus erat, ut Zacheus condiendis; aut tot insulsis magistris majori salis copia opus erat. Quit [sic] de Bartholomeo Sanctio376 dicam? Quem non solum frigidum, sed maleficiatum existimo, et condiendis nostris conuitiis prorsus ineptum.
373 El doctor Juan de León, porque tanto Fray Luis como el maestro León de Castro habían fallecido ya por esos años. Véase nuestra nota infra. 374 Juan Alonso de Curiel se presenta como maestro en Teología en 1580 (Urbano, Vida profesional y académica, ob. cit., p. 196) y, como tal, figura en los Gallos dados en Salamanca en 1600 y en el Bexamen dado al maestro Estrella en 1603 (García–Bermejo, ob. cit. p. 52). Riñe al Brocense, según se declara en 1596, por difundir «entre rapaces» determinadas doctrinas que se podían considerar fuera de la ortodoxía (Procesos inquisitoriales contra Francisco Sánchez de las Brozas, ed. Antonio Tovar y Miguel de la Pinta Llorente, Madrid: CSIC, 1941, p. 112). 375 El dominico fray Domingo Báñez (1528–1604), enemigo de Fray Luis, obtuvo la cátedra en Salamanca en 1577 y fue profesor de Teología al menos hasta el año de su jubilación en 1601, si bien en 1591 obtuvo una dispensa para no asistir a la Universidad por estar comisionado en la realización de diversas pesquisas para el Rey (Getino, Vida y procesos, ob. cit., p. 334). Aparece citado en 1589, junto al maestro Zumel y a los doctores Guerrero, Gallegos, Carvajal, Vázquez, Godínez, Medrano, Flechilla con motivo de la reclamación de Fray Luis para que se le paguen sus emolumentos por una comisión en Madrid (ibíd. p. 331 y p. 332). 376 Aunque existen un Bartolomé Sánchez, notario de la Universidad, un colegial del Trilingüe de Salamanca y un teólogo que se presenta para maestro en Teología a la vez que el Brocense para Artes, en 1574, con la presencia del maestro Zumel (ibíd., p. 478), muy probablemente el personaje al que se alude en el texto sea un catedrático de Griego y licenciado en cánones que, hacia 1596, quería obtener el grado de doctor para poder ser examinador, algo a lo que el Brocense se mostraba favorable (Urbano, Vida profesional y acadé-
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Sed quo piaculo posquam semel caepi praetereante Zumel?377 Çumelitissime, Mellitissime, qui tanquam mons niueus, lacteus, candidus, mons coaugulatus378, mons pinguis emines super omnes cum penes te sit totum sal quod habes, qui totus teres, atque rotundus ac Zumel id est çumo, et succo plenus et iam reuerendissimus aliquando redondissimus magna salis copia indiges ad tantam carnium molem condiendam, et saliendam. Geuaram379 autem et Rodríguez380, consulto praetereo, quorum canos nolo iterum antiquo gallorum includere ludo. Reliqui ergo sum[u]s, mi Sancti tu, atque ego, quoniam ergo vis inter nos, quae possit uterque vicissim experiamur. Tu enim me excitasti dormienmica, ob. cit., p. 378). Curiosamente, un doctor en Cánones y catedrático de Griego con este nombre figura en documentos de la Universidad salmantina relacionados con el Brocense entre 1598 y 1601 (ibíd., p. 400 y 432). Además, en un documento de 1591 aparece un maestro fray Bartolomé Sánchez junto con otras de las personalidades que se mencionan en este texto, como el maestro Curiel y el doctor Carvajal (ibíd., p. 323). Igualmente, en un documento de 1600, se le cita al lado del maestro Zumel, de Nuestra Señora de la Merced, y del maestro Francisco Sánchez, canónigo (p. 418 y 420). Y también se menciona un doctor Bartolomé Sánchez acompañando a los doctores Francisco Sánchez, Zumel, Carvajal, Curiel y Hernández en el Bexamen dado al maestro Estrella en 1603 (García–Bermejo, pp. 41–44). 377 En el texto aparece Cumel, que corrijo. Debe tratarse de un maestro Zumel, de Nuestra Señora de la Merced, quien obtiene el grado de licenciado en Artes en 1580 (Urbano, Vida profesional y académica, ob. cit., p. 196). Fue catedrático de Artes y Filosofía Moral hasta su muerte, acaecida en 1607. Tuvo parte importante en las acusaciones contra Fray Luis (Alcalá, Proceso inquisitorial, ob. cit., p. XVI y Getino, Vida y procesos, ob. cit., p. 280). También se le menciona a propósito en la reclamación de Fray Luis para que le paguen sus honorarios por su comisión en Madrid. Igualmente es citado en un documento junto al maestro fray Bartolomé Sánchez en 1600 (Urbano, Vida profesional y académica, ob. cit., p. 418) y aparece en el Bexamen dado al maestro Estrella. 378 Sic por coagulatus. 379 El maestro fray Juan de Guevara, agustino, fue profesor en Salamanca (Alcalá, Proceso inquisitorial, ob. cit., p. 18) y como tal se le cita en 1574 junto a León de Castro, Zumel y otros (Urbano, Vida profesional y académica, ob. cit., p. 478). De él sabemos que asiste al grado del maestro Antolínez, también presente en este texto, en 1595 (Alejo Montes, La Universidad de Salamanca bajo Felipe, ob. cit., p. 279). 380 Son varias las personas que con el apellido de Rodríguez encontramos en la Universidad de Salamanca en fechas cercanas a este gallo. Así, el maestro Diego Rodríguez Lencina, catedrático de Santo Tomás entre 1567 y 1594 y enemigo de Fray Luis (Alcalá, Proceso inquisitorial, ob. cit., p. 398), a quien también encontramos en 1574 junto al maestro Guevara (Urbano, Vida profesional y académica, ob. cit., p. 478); el doctor Héctor Rodríguez, catedrático de Prima de leyes en Salamanca, que aparece en 1577 y 1578 junto al Brocense en determinados asuntos de la Universidad (ibíd., pp. 165 y 168); o el doctor Rodríguez, de nombre Sebastián, que figura en documentos de la universidad salmantina de 1597 junto al Brocense y fray Domingo Báñez (ibíd. p. 385).
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tem, lacessisti, et in litem vocasti renuentem : adesdum paucis te volo, te inquam, o magister, doctor, et iterum doctor atque magister, Termegistus ut Hermes, cathedralis canonice contionator, visittator episcopi, vicarius Archiepiscopi. Bone Deus, quam multos alloquor! Discedant si placet tot comites, qui tecum sunt. Quis enim audet tantam turbam lacessere et lacessitam superare? Videlicet duellum est quod gerimus. Non mihi cum tot heroibus manus conferendae sunt: no hay posada para tantos. Neque Hercules contra duos! Depone, si placet, hunc fastosum titulorum apparatum; exue te et exonera tanto pondere, alioquin ego te nudabo et nudum omnium oculis contemplandum obiiciam, ut alterum Adamum in Paradyso. Nolo te magistrum, non doctorem, sed gallum et prothogallum. Igitur vir iam non sapientissime, jucundissime, lepidissime, totus hilaris atque festiuus et salsus multos dicendi sales ac veneris in te habens, delitiae nostrae academiae. Vis ut leuiter tuam perstringam vitam? Dederunt mihi ejus copiam amici tui anno superiore in oppido de San Clemente ubi tu curatus officio faelicissime fungebaris. Habebant scilicet tuam vitam grafiae scriptam, ut eam typpis committerent, et immortalitati commendarent. Sed rem magnam aggresurus et magnae molis historiam descripturus, numen aliquod, si placet, imploremus. Maius enim opus moueo. Hunc igitur tu, musa, mihi concede laborem: Pauca meo gallo et caelestia numina ceptis Aspirate meis etc. {Virg. Bucolica, 10}381
Qua invocatione praemissa, Comiensa la historia de la vida y obras maravillosas del beato doctor Francisco Sanches, cura de San Clemente382. Este ínclito doctor fue natural de la Mancha, de un lugar que se dice la Horcajada. Nació en el mes de febrero, día señalado de la Candelaria, jueves, a las doce y media y un cuarto y nueve minutos de la noche, comensando a cantar los gallos, la luna en la cabesa de Aries383, tuvo por ascendiente cuarto de Capricornio; todos los planetas en quince de Géminis, que es planeta racional, de donde le vino ser tan raciocinativo y aristotélico. Sed proh deum atque hominum fidem! Quo ludicra licentia me impellit? Quo me rapit tempestas theatrica? Dicit Stesichorus refertque scholiatus Eurípides
381
«Extremum hunc, Arethusa, mihi concede laborem / pauca meo Gallo...» (Buc. 10, 1s). El resto del texto no pertenece a Buc. 10. 382 Como maestro figura en el Bexamen dado al maestro Estrella de 1603 (García–Bermejo, ob. cit., p. 44). Véase nota anterior. 383 Tanto esta palabra como gallos llevan un asterisco encima.
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que, como los griegos quisiesen apedrear a la hermosíssima Helena por la occasión que les había dado, viéndola descubierta fueron tan admirados de su estraña belleza que se les cayeron a todos las piedras de las manos. Sic mihi magnam licet tuis dictis occasionem dederis te lapidibus obruendi et impetendi, videns tame elegantiam vultus tui (fateor) verba a mensa cadunt. Quare lapidibus, conuitiis ac de medio sublatis consilia in melius refero et decerno laudare te, et cum amico meo Martiale te alloquar: Quanta tua est probitas! Quanta est praestantia vultus! {Mart.}384
Quanta gratia in aspectu, venustas in corpore, lepos in verbis, candor in moribus, jucunditas in incessu! «Tria sunt», inquit Salomon, «quae bene gradiuntur et quartum quod incedit feliciter»385: tu es hoc quartum, gallus scilicet succinctus lumbos tuos. Quam bene, mi galle, gradieris! Quam feliciter incedes erecto collo et bene deducto, candidis humeris, cristato capite, non capillo quia caluus es, sed insignibus et pileo quod fulget duplicatis floribus albis scilicet et caeruleis, ut, vel, sic supleas defectum capillorum. Quam pulchri sunt gresus tui! Vix terram sumis pedum plantis dignaris contingerent deea illa atheniensis, cujus Plato meminit in Simposio, quae tan delicate incedebat ut nec ipssam quidem seram et pauimenta calcaret, et Camilla de qua nobilis poeta: Illa, vel, intactae segetis per summa volabat Gramina, nec cursu teneras laedebat aristas, etc.386
Sed si placet reliquis omnibus silentio conuolutis, illud non praetereamus quod cum primum animum ad studendum appullit: Tenía concluciones y tan bien tenidas que no se le iban; daba voces cuando predicaba, aparroquiaba387 las iglesias porque traía muchos perros. Demun dicam quod ei iam doctorali ephestri insignito in Complutensi Academia obtigit. Accidit illustrissimum Infantadi ducen uxorem ducere, et nuptiarum diem festum agere; moderate tamem, quoniam tempus erat quadragessimale, et fere passionis. Vissum est illi academiae aliquem doctorem Guadalaxaram inclitis illis 384
«Quanta tua est probitas, tanta est praestantia formae» (Mart., Epigr. 8. 46.1) Prov. 30, 29–31. 386 Seneca, Ad Lucilium, 85.4: «Illa, vel, intactae segetis per summa volaret /gramina, nec cursu teneras laesisset aristas». 387 Aparroquiar es «adquirir o llevar parroquianos a una tienda» (DRAE 1780 Supl.), aquí con envidente sentido burlesco y jugando con el hecho de que también existe perroquia, término que se ha mantenido hasta la actualidad en el habla rural de algunas regiones. 385
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Heroybus gratulatum destinare. Cui legationi obcundae Franciscus noster omnium sufragiis eligitur, quod procerus, corpore gestu venerabilis, elegans aspectu, caluitiore verendus, et rethoricandi arte conspicuus esset, it ergo et domum ducis intrat. Sistit ante duces: Postquam introgressus, coram data copia fandi Maximus Illioneus placido sic pectore factur {Virg. Enei. 1º}388.
Prius tamem fecit, ut solet, genuflexiones, reuerentias, et continentias, compositis secundum artem pedibus, et adnumerum motis. Cunque de more conjugibus felices et nestoreos annos graecare debuisset, díxoles a los novios: «Muchos días destos vean vuesas excelencias, como yo deseo para mí». Audieses389 autem ducissa «turbata est in sermone ejus, et cogitabat qualis esset ista salutatio!»390, reclamauit: «Señor doctor, ¿luego desea vuestra merced que el Duque, mi señor, se muera para que yo me case otra ves?» Ille: Nego consequentiam, señora, porque lo entiendo yo, seruatis seruandis. «¿Qué sanctos son esos?», dijo la Duquesa. «Digo, señora, –dijo él– que deseo muchos días de matrimonio para vuesa excelencia, porque aunque el matrimonio in via Scothi non causat gratiam ex opere operato, pero in via diui Thomae la causa. Indeque, occasione arepta, longam, et indeterminabilem de matrimonio excitauit quaestionem, ea excandescentia et iis vocibus ac tumultu, ac si totam scothistarum turbam sibi ex aduerso praesentem haberet. Y al despedirse, hechas sus reverencias, dijo: «Resíbanlo vuestras excellencias como de ignorante y pecador». Illi leuiter subrridentes: «Así lo resibimos (inquiunt), señor doctor». Volentes autem se Academiae gratos exhibere, ejus legatum comiter, et begnine391 tractare decernunt, sicque eum sua mensa dignantur, et ad secum caenandum inuitant. Acceptat, it cum regulis et portam ingresurus, atque scalam ascensurus (erat nanque in amaenissimo viridario, quoniam jam tempus vernum appetebat), caepit cum duccissa pertinaciter contendere ut in assensi[one]392 praeiret; volebat scilicet ipse sequi, ut ascendentes feminae vel extremam albicantes camisiae oram vel sandaliorum crepitas vel deauratos calceos conspiceret. Demum, post longam contentionem, ipse, 388
Sic por fatur: «Postquam introgressi, coram data copia fandi / maximus Ilioneus placido sic pectore coepit» (Aen. 1, 520s). 389 Sic por audisses. 390 Luc 1, 29. 391 Sic por benigne. 392 En el texto figura assen siapraeiret, que corrijo manteniendo –ss– (assensione) en lugar del correcto –sc– (ascensione).
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profundissima inclinatione praemissa, praeiuit, dicens: «Más vale ser necio que porfiado»; et illa: «Todo lo es vuestra merced, señor doctor»393. Consedere duces et vulgi stante corona Surgit ad hos clypei dominus septemplis Ayax. {Ouidij Meth.}394
Hoc est, excitauit quaestionem inter pocula, et mensae et nuptiis accommodatam: illam scilicet phisicam utrum mulier concurat actiue ad generationem? Quam ita ad unguem excussit, ut neque ab his quae ab Anathomica sectione cognoscuntur de internis mulierum partibus temperaret; faeminis prae pudore, non oculos attollere, non hiscere audentibus; viris vero in caquinum395 usque ad illium dolorem resolutis. Ingeminant tremulos naso crepitante caquinos.396
Ut prope hominem exsibilarent, et exploderent, his peractis ut nullum non despesimem397, praeberet, ad diem sequentem, quae dominica erat in ramis palmarum, sermonem ad populum ducibus annuentibus indicit: Postera naque dies primo surgebat Eoo, Humentemque Aurora polo dimouerat umbram; Interea pauidam volitant pennata per urbem Nuntia fama venit, etc. {Enei.5}398
Et ad famigeratissimum contionatorem omnis populus incredibili auiditate concurit. Venit noster ecclesiasticus sugestum ascendit et tropos ac methaphoras a vulgari sermone alienas flores rethoricos, lumine orationis et epicheremata in medium profert, hac elegantissima methaphora contionem exorsus (estando ya Cristo ensillado y enfrenado para ir al Padre eterno). Mox, ne historiarum saecularium videretur ignarus, ex Caroli Magni 393
Es proverbial. Cfr. Correas, Vocabulario de refranes: ««Más vale ser nezio que porfiado.» – «Todo lo sois», dixo el otro.» 394 «Consedere duces et vulgi stante corona /surgit ad hos clipei dominus septemplicis Aiax» (Ov. Met, 13.1s) 395 Sic por cachinnum, como a continuación caquinos por cachinnos. 396 «Ingeminat tremulos naso crispante cachinnos» (Persio, Sat. 3. 87). 397 Sic por despecimen. 398 «Postera iam que dies primo surgebat eoo, / umentem que Aurora polo dimouerat umbram» (Aen., 3.588s). «Interea pauidam volitans pinnata per urbem / nuntia Fama ruit...» (Aen., 9. 473s).
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gestis fabulam de gigante Fierabrás induxit, dixitque: «Dios Padre, es Carlomagno». Et mox, ad Christum per Apostrophem conuersus, exclamat: «Oh tú, divino Fierabrás, que no en la puente de Mantible, sino en el madero de la Cruz, etc»399. Postea cum causas obquas pharisei die illa palmarum in Christum inueherent expenderet, dixit que estaba Cristo dado a todos los diablos con los fariseos. Verum haec laeuia sunt prae illis quae de asino, cui Christus insedit dixit. Tunc enim quasi in proprio foro diversatus vix ab asino diuelli potuit, illud expendens et altamente: reponi iubens quod Christus non equum mulam ve, sed assinum elegit scilicet (inquit) quia crucem habet in dorso. Hinc de assino et cruce tantos retruécanos et ensaladas caepit facere ut demum dixerit assinum quemvis adorandum esse latria et quia crucem habet in dorso et quia illo Christus inuectus est. Dixit assinum esse amandum charitate christiana ob illud: «quis vestrum assinus si ceciderit in puteum...»400, quod ita ipsse explicauit. Cual asno de vosotros... Demum se requebraba con él y le decía: «¡Oh asno mío, oh asno de mi alma y mi corazón! ¡Oh asno!, ¿quién fuera tú? ¡No seré yo tan dichoso! Quod quidam illustrium poetarum quos tractus ille carpentanus educit verba ex ejus ore suripiens, sic canebat: «Oh asno que a Dios lleváis, ojalá fuera yo vos, suplícoos, Señor, me hagáis como ese asno en que vais». Y dicen que lo oyó Dios».401
Verum ut cantandi artis se quoque peritum ostenderet, sequenti die lunae coram ducibus misam pro defunctis solemniter cantat, et nouies a cantoribus dicto «Kirieleyson», ipse sonora voce manibus elatis intonuit. «Gloria in excelsis Deo»; voluit enim coram ducibus omnem solemnitatem adhibere. Accolito autem accedente et secreto corigente ne in missa de «Requiem» cantaret «Gloriam», ait: «Necio, ¿no sabes tú que delante de los duques no se guardan las reglas del misal? Finita «Gloria» ad populum revertitur dicens: «Dominus vobiscum»; cui dux, qui prope erat, «et cum spiritu tuo», inquit. Tunc noster doctor: «Beso a vuesa excelencia las manos por tanta
399
Posiblemente el autor se refiera a la Historia del Emperador Carlomagno (Cfr. Quijote, ed. F. Rico, 1998, I, p. 565, n. 39, y II, p. 409). 400 Luc, 14, 5 var. 401 Como se dice en la introducción a este vejamen, tales versos los copia G. Lucas Hidalgo en sus Diálogos de apacible entretenimiento, de 1605, f. 8vº con alguna levísima variante.
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merced como me ha hecho en responderme». Finit missam, nudatur sacris vestibus, quascum [in] induere402 habíanle prendado la sotana con el alba403 con unos alfileres, porque el alba era corta y ancha: al desnudarse, levantó alba y sotana juntamente y cubrió una calva en la cabeza, y descubrió dos en otra parte tan reverendas404, videlicet femoralia non gestabat quia ea ut se celeriter vestiret omisserat. Hay quien diga que estuvo allí hasta el miércoles sancto, y dijo las tinieblas405 con unos capellanes del Duque y porfió406 que se había de decir invitatorio «Regem tenebrarum dominum», sed videor mihi audire vestras quaerelas, hospites clarissimi, qui vitam aulicam a latinis musis alienam profitemini, et forte aliquod hispanum exoptatis poema, y quiero haberlo con la reverendísima calva de nuestro gallo:
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Pues me llamáis al combate, yo pretendo daros mate407 en la calva o calavera y en medio de la mollera picaros con mi acicate408.
10
No parece calva aquesa, sino pelado testús o calabaza francesa, o cualque panada inglesa409, o algún huevo de avestruz.
402
Se suple in por exigencia del sentido: ‘con las cuales al revestirle avíanle...’ Alba es «aquella túnica de lienzo blanco que sobre su hábito clerical o religioso se ponen los sacerdotes» (Aut.). 404 Como se ve, el chistecillo escatológico es de los más frecuentes en estas piezas, aun cuando se empleen eufemismos como el presente. La anécdota puede proceder, aunque lejanamente, del Liber facetiarum, de Poggio, cuya facecia 137 cuenta precisamente que una mujer por cubrirse la cara de los que la miraban dejó el culo al descubierto (De muliere quae, cum caput cooperire vellet, culum detexit). 405 Tinieblas son «los maitines que se dicen en los tres últimos días de la Semana Santa» (Aut.). 406 En el texto «y y porfío». 407 Es locución que explica Aut. como propia de los jugadores de ajedrez, pero que quizá haya que entender en sentido metafórico, como «molestar» o algo similar. Tampoco hay que olvidar que mate es una «media calabaza en que en las Indias toman el agua caliente», que puede remitir a la calva, calavera o calabaza que aparece más adelante. 408 «La espuela de la gineta, la cual solo tiene una punta para picar al caballo» (Aut.), aquí es metáfora evidente por el pico del gallo. 409 Recoge Oudin que panada equivale a empanada, pero no entiendo el sentido que aquí puede tener. 403
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Y pienso no desatino apodando esa testera a una grande cobertera410 de galápago marino, vacía por dentro y fuera411.
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Pero pues están aquí doctores con tal pelambre, bien podéis pedir estambre y tejer un becoquí412 para cubrir ese alambre.
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Y, si queréis asertar, pedid con un plato o guante y así podréis allegar cabellos con que poblar esa calva de gigante.
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Y si vuestro amigo Luna parte del capelo413 os presta, ya seréis gallo con cresta y aun con cuernos como luna. 30
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Y, si os da sus plumas altas, junto hará dos buenas obras, que en sí quitará las sobras y en vos suplirá las faltas. Mas en hacer caridad por ventura estará terco porque su paternidad quiere ser luna con cerco414, qque significa humedad.
410
«Se llama por extensión la cubierta de cualquier cosa» (Aut.), que aquí se refiere a la concha del galápago, similar en su forma a la cabeza del doctorando. 411 Nuevamente la burla, que no solo para en lo físico, sino que evidencia también el poco cerebro del destinatario de la misma. 412 Becoquín es un «Birrete o solideo con orejeras. Es voz tomada del italiano, pero de poco uso» (Aut.). Era prenda más propia del XVI. Ridiculiza a un personaje anticuado en una obra jesuítica de principios del XVII: «Sale un bachiller en hábito de gramático antiguo y con bordón, antojos y becoquín» (Coloquio de las oposiciones, ed. por Madroñal et al.). También se conoce como bicoquín y de la forma que aquí encontramos. 413 Hay una tachadura en el manuscrito, que parece corregir lo que transcribo por copete. 414 Cerco de la luna o del sol «se llama comúnmente al resplandor y claridad que suele aparecer alrededor de estos dos planetas» (Aut.). Era señal de agua, según la creencia de la
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A Carabajol415 pedid de aquel su espeso barbaje, que bien le preguntó un paje antaño, estando en Madrid: «¿Adónde tiene la cara de aquesas barbas, le digo?» Respondió: «Es un papahígo416, que del frío me repara». Y Enriques417, que tanta cría que aun ojos no se le ven, podrá dar parte también para aquesta obra pía.
época, que la luna presentara cerco, tal como se aprecia en el texto del Arte de ballestería de Martínez de Espinar, que cita el mismo diccionario académico. 415 Carabajol es probablemente el nombre de un doctor Carvajal o Carabajal. Entre los así llamados, encontramos a los licenciados León y Carvajal, que se doctoran en 1578 en Salamanca (Urbano, Vida profesional y académica, ob. cit., pp. 166–167); un doctor Rafael de Carvajal, que aparece en 1594 en la Universidad junto con los doctores Godínez y Frecilla y el maestro fray Marcos de Sepúlveda (ibíd, p. 347) y, en 1591, contamos con los doctores Bernal y Rafael Rodríguez de Carvajal, síndico en 1592 (ibíd., p. 323 y p. 325). Por otra parte, un doctor Carvajal se cita en el Bexamen dado al maestro Estrella, en 1603 (García–Bermejo, ob. cit., p. 44). 416 «Cierto pedazo de paño o tela de que está hecha la montera, que tirándolo hacia abajo cubre toda la cara y pescuezo, menos los ojos, del que usan los que van de camino para ir defendidos del aire y el frío» (Aut.). La metáfora, pues, es fácilmente comprensible. 417 Al menos son dos las personas que podrían responder al «Enriques» citado en el texto. Así, por ejemplo, un doctor Diego Henríquez figura, junto al Brocense y al doctor Espinosa, en un documento de 1594 sobre los exámenes de licenciados en la Universidad de Salamanca (Urbano, Vida profesional y académica, ob. cit., pp. 347–348). En 1586, Diego Henríquez, como catedrático de prima de Leyes, aparece entre los que proponen que se envíe a Fray Luis de León a Madrid, comisionado por la Universidad de Salamanca, para un litigio (Getino, Vida y procesos, ob. cit., p. 308). Sigue apareciendo un doctor Diego Enríquez en 1597 junto a otros doctores también relacionados con el Brocense como Gabriel Enríquez, Alonso Gallego y Juan de León (Urbano, Vida profesional y académica, ob. cit., p. 386). Por lo que se refiere al doctor y canónigo Gabriel Henríquez, es también citado en documentación de la Universidad de Salamanca fechada en 1594 (ibíd., p. 346) y figura como catedrático de Digesto Viejo en 1585 (J. Beltrán Llera et al., Regesta de los documentos reales de la Universidad de Salamanca, Salamanca: Universidad, 1960, p. 27), cátedra que deja vacante en 1590 (Urbano, Vida profesional y académica, ob. cit., p. 248 y p. 311). Curiosamente, en 1587, se propone al doctor Gabriel Enríquez para que continúe el litigio para el que se había enviado anteriormente a Fray Luis (Getino, Vida y procesos, ob. cit., p. 312).
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El doctor León418 socorra con su barba, aunque pulida, pero tan negra y tupida que más parece de borra. 55
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No le pidáis nada a Espino419, que por no dar se la quita y se deja una poquita, cual cola de golondrino420. Bien es que Aguayo reforme su barba peinada y luenga y de allí una parte venga para aquesta calva inorme. Agustín Vasques421 pleitea
418
Un doctor Juan de León, canónigo, figura en documentación de la Universidad de Salamanca en 1594 junto al Brocense, al doctor Gabriel Henríquez y a los maestros Juan Alonso de Curiel, Francisco Sánchez y Francisco Martínez (Urbano, Vida profesional y académica, ob. cit., p. 346). Al parecer, en 1586 discute con los doctores Guerrero y Carvajal sobre los emolumentos del Brocense (ibíd., p. 251) y en 1596 resulta comisionado para ir a la corte. En 1589 comparece con el maestro Zumel ante el claustro (Getino, Vida y procesos, ob. cit., p. 333). El texto no puede aludir al maestro León de Castro, pues este había fallecido ya en 1585 (Urbano, Vida profesional y académica, ob. cit., p. 240). 419 Tenemos noticias del doctor y jurista Diego de Espino en relación con diversos asuntos. Se le cita en 1574 con motivo de unas oposiciones en la Universidad de Salamanca (ibíd., p. 478). Curiosamente, en el 1588, aparece junto a otros de los nombres referidos en este texto, como el doctor Gallego y el maestro Baños (ibíd., p. 273). También se le menciona en 1575 porque liquida unas cuentas con la Universidad como responsable de ciertas fiestas (ibíd., p. 142). En 1591, aparece, junto al doctor Solís, como comisionado por la institución para considerar la celebración de varios grados de doctoramiento en un solo acto, ya que la ciudad prefería ceremonias individuales (ibíd., p. 321–322). También se encuentra su nombre, con el del doctor Cáceres cuando, en 1595, se trata de la comida que los doctorandos habían de ofrecer con motivo del grado (Alejo Montes, La Universidad de Salamanca bajo Felipe II, ob. cit., pp. 278). 420 Es metáfora que alude a la forma de la cola de esta avecilla, pero no se olvide que cola de golondrina es también «una especie de fortificación exterior en forma de tenaza, cuyas alas se tiran al medio de la cortina» (Aut.). 421 El doctor Agustín Vázquez se había doctorado en Salamanca en 1568, de donde fue profesor desde 1562 hasta 1596, año en que muere. Aparece junto al Brocense en el examen de licenciado del bachiller Godínez, en 1574 (Urbano, Vida profesional y académica, ob. cit., p. 133). También se le cita en 1589 a propósito del pago a Fray Luis de sus honorarios por la comisión que tuvo que llevar a cabo en Madrid. Se opuso, junto al Brocense, a la incorporación de Francisco Martínez como maestro en Artes en la Universidad de Sala-
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con Espinosa, el doctor422, sobre cuál dará mayor limosna de su zalea423.
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Antolines424 deos, por Dios, de aquella su lana sucia, que por ser un poco rucia425 será buena para vos.
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Gallegos426 con oraciones solo podrá socorrer porque entre él y su mujer hay muy grandes disenciones sobre cuál es ella o él. Y si acaso no bastaren aquestos repartimientos
manca, en 1590 (ibíd., p. 316). Escribió un libro médico: Questiones Practicæ, Medicæ y Chirvrgicæ en 1589 (Luis S. Granjel, Médicos Españoles. Salamanca: Seminario de Historia de la Medicina Española, 1967, pp. 117–121). 422 Un licenciado, Felipe de Espinosa, médico vecino de Salamanca, aparece con frecuencia en la Universidad como estudiante, por lo menos en 1575 (Urbano, Vida profesional y académica, ob. cit., pp. 136–137). Ya en 1577 encontramos a un doctor Espinosa mencionado junto al maestro Francisco Sánchez, presbítero, y al Brocense con ocasión del pago de 200 ducados a Fray Luis de León para que este leyera una lección de Teología cada día (ibíd., pp. 163–164). En 1594 figura de nuevo con el Brocense y el doctor Diego Henríquez en un acto sobre exámenes de licenciados (ibíd., p. 348). 423 «La piel del carnero seca con lana y sin curtir» (Aut.). Aquí con evidente sentido peyorativo, ya que se refiere a la de los doctores en cuestión. 424 Posiblemente se trate del agustino fray Agustín Antolínez, que se hace maestro en Teología por Salamanca en febrero de 1586 con asistencia de Fray Luis de León (Alejo Montes, La Universidad de Salamanca bajo Felipe II, ob. cit., pp. 275–279). Contó entre sus discípulos con San Miguel de los Santos y, según parece, debió jubilarse en 1618 (Beltrán Llera et al., Regesta, ob. cit., p. 41). 425 Rucio es «lo que tiene o es de color pardo claro, blanquecino o canoso. Aplícase a las bestias caballares» (Aut.). De ahí el chiste. 426 Se trata del doctor Alonso de Gallegos (nacido c1548), catedrático de la Universidad ya en 1596, fecha en que declara en el proceso contra el Brocense (Procesos inquisitoriales, ob. cit., pp. 99–100). También aparece mencionado en el caso del pago a Fray Luis por la comisión en Madrid ya mencionada y en los Gallos dados en Salamanca en 1600, donde se le reconoce como famoso jurista, según recoge García–Bermejo (Ejercicios paródicos, ob. cit., p. 52). De la cita que se aporta en ese lugar se deduce que no tenía barba, de ahí la confusión con su mujer que se cita en este Actus gallicus. Por otra parte, un doctor llamado Antonio Gallego figura en documentos de la Universidad junto al Brocense en 1597 (Urbano, Vida profesional y académica, ob. cit., p. 385).
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avisad a los conventos, que el día que se raparen os guarden los escrementos.
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Que, aunque os den una canasta, es la calva tan horrenda que el rey con toda su hacienda para poblarla no basta, si solo Dios no la enmienda.
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Finis.
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TEXTO 3 VEJAMEN DE D. LUIS DE GÓNGORA A UN DOCTORANDO DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA El texto siguiente pertenece a uno de los autores mejor dotados en la época para la literatura satírica como es, sin duda, don Luis de Góngora y Argote (1561–1627), ingenio que forma con Lope y Quevedo el triunvirato de los grandes nombres en la poesía de los Siglos de Oro. Especialmente dispuesto a la sátira y a la poesía humorística, enfrascado desde muy pronto en aventuras poéticas como la del romancero nuevo y en polémicas literarias sin número, Góngora compone también un vejamen de grado que ha sido editado junto a sus obras y comentado convenientemente por Aurora Egido427. En los diferentes testimonios en que se recoge este vejamen se aportan algunas informaciones adicionales interesantes para entenderlo, como por ejemplo que se dio «al grado de un doctor», que se dio «en Granada a un sobrino del Administrador del Hospital Real, que es casa de locos», que el doctorando era «tuerto y pequeño de cuerpo», además de «mal predicador, pequeño, bisojo y de grandes pies»; que era «doctor en Teología», que se dio en «la octava del Corpus, día de san Juan Bautista», que el doctorando era una tal «N. Zúñiga, natural della [Granada]». Todavía otro epígrafe reza (erróneamente) que se dio en «24 de junio de 1616, día de sanct Juan» y añade que el doctorando era también «poco estudioso [...] y de muy corto talento»428. Sobre la Universidad de Granada se puede consultar alguna bibliografía en fecha reciente429. Se trata de una universidad fundada en el siglo XVI, después de que los Reyes Católicos conquistaran la ciudad y llevaran como primer arzobispo de la misma al culto fray Hernando de Talavera, quien intentó adoctrinar a los árabes que habían quedado en ella en la lengua y religión cristianas. Pero en lo que toca a los vejámenes, otra vez hay que remitir a los trabajos de la profesora Egido citados en nuestro apartado bibliográfico. Existe un número no despreciable de vejámenes de grado de 427
«El gallo de Góngora y las imágenes escolares», ahora en La voz de las Letras, cit., pp. 189-221. 428 Tomamos todos estos datos de la extraordinaria edición crítica de los Romances de Góngora, realizada por Antonio Carreira II, pp. 249–250. 429 Por ejemplo la Historia del origen y fundación de la Universidad de Granada, que se debe a Francisco de P. Montells y Nadal. Granada: Indalecio Ventura, 1870, recientemente reeditada en facsímil con estudio preliminar de Cristina Viñes Millet (Granada: Universidad, 2000). También debe citarse la Historia de la Universidad de Granada, de C. Calero, I. Arias de Saavedra y C. Viñes. Granada: Universidad, 1997, donde se anota que en 1610 se provocaron desórdenes por causa del vejamen, de modo que en 1636 el claustro pretendió su abolición (p. 83).
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los siglos XVII–XVIII, y más particularmente de este último, en su mayor parte impresos. De otros vejámenes dados en esta Universidad nos han llegado solo los ecos que se recogen en piezas posteriores. Así, en el Bexamen que dio el doctor Salcedo al doctor don Alonso de Salaçar (1598), editado por Egido, se mencionan vejámenes anteriores, como los que dio el doctor Faria al mismo doctor Salcedo o el que dio el doctor Lobo, alguna de cuyas sales se reproduce por ser especialmente llamativa430. Por desgracia, no se nos han transmitido tales textos. Sin embargo, sí nos ha llegado uno de finales del XVII particularmente interesante por varios motivos. Se trata del que dio el doctor don Cristóbal de Utrera y Molina, catedrático de Esfera y médico del Santo Oficio, en 26 de octubre de 1694, nada menos que al grado de doctor de nueve doctorandos de diferentes facultades y presenta la particularidad de dar corporeidad al vejamen mismo en figura de un «espantoso vegete» que le espeta al vejador lo siguiente: No le usurpes a la costumbre de estos actos lo picante de los chistes, lo cosquilloso de las burlas y el zumbido de los aplausos, enmudeciendo la mosquetería: que tremole las borlas de los doctorandos con elsilvo, que engalane con los dixes de Medellín la Cáthedra, desterrando el patio en tan solemne función de la antigua algazara de la alegría, del venerable estruendo de la carcajada [...], y no andes esculcando los caramanchones de la erudición para dar a conocer qué cosa sea bejamen; pues si quieres saber su verdadera y propia definición, étela: Bexamen est verberatio verborum afinorum graduandorum, non per litterarum libros, sed per libras confitorum.431
«Azote de palabras para los asnos que se gradúan», se traduce en el mismo lugar, y desde luego es lo que sucede en lo que toca al vejamen presente de Góngora. Carreira y otros estudiosos fijan su fecha con posteriorioridad a marzo de 1611, justamente cuando Góngora queda relevado de sus obligaciones de asistir al coro y cuando lleva a cabo un viaje a Granada, quizá para asistir al grado del sujeto del vejamen. Queda claro que él es el autor (el poema se recoge en el autorizado manuscrito Chacón y es de autoría segura), y que lo hizo por encargo de alguien, dado que según se infiere de los versos 75 y siguientes, el vejamen lo da un profesor del doctorando, quien se lo encargaría a Góngora en ese año432. 430
«Un vejamen de 1598 en la Universidad de Granada», en Homenaje al profesor Antonio Gallego Morell, cit., p. 455. 431 F. Montells y Nadal, Historia del origen y fundación de la Universidad de Granada, cit., pp. 223–224. 432 Ibíd., p. 251.
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Ha sido bien editado y estudiado, como se ha dicho, por la máxima especialista en el género, quien resalta su filiación carnavalesca, no solo por la fecha en que se da el vejamen433, también por el contenido del mismo, la misma estudiosa analiza además las huellas de la retórica y las sales presentes en este vejamen. Evidentemente el gran poeta que es Góngora no podía dejar de pasar por una forma establecida, como esta del vejamen, para imprimir en ella su huella maestra, después de haber retorcido los caminos habituales de la expresión. El recargamiento conceptista del vejamen que sigue dista mucho de las otras piezas que pueden leerse a continuación y justifica la admiración que hacia el poeta sentían, reconocida o no, gran parte de sus contemporáneos. Porque me parece que no se ha anotado específicamente, atendiendo a su inserción en este molde del vejamen de grado, me permito aclarar en nota algunos sentidos oscuros. Reproduzco el texto de la edición citada de Antonio Carreira.
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«El gallo de Góngora...», cit., p. 93.
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VEJAMEN QUE SE DIO EN GRANADA A UN SOBRINO DEL ADMINISTRADOR DEL HOSPITAL REAL, QUE ES LA CASA DE LOS LOCOS Tenemos un doctorando, discretos y generosos oidores de las tibiezas434, que con empacho435 supongo. 5 Tenemos un doctorando criado en un oratorio436 (en una casa de orates, por no decilla de locos), tan comensal, tan hermano 10 aun de los mas furïosos, que un orate, fratres suyo será pulla para todos437. Este pues doctorandico quiere, en la octava del Corpus438, 15 por autorizar el suyo, hacer burla de nosotros. Hanos convidado a verlo, y creo que lo hacen pocos de los que lo están mirando, 20 si no se ponen antojos439. Bien es verdad que su encia440 se paga, y aun muy al doblo, 434
Tibiezas: «banalidades». Empacho: «Cortedad de ánimo, turbación vergonzosa y poco desembarazo» (Aut.). 436 Oratorio es el «lugar destinado para retirarse a hacer oración» (Aut.), pero aquí se aprovecha para jugar de vocablo con orate, «la persona desbaratada, sin asiento ni juicio». 437 La combinación de estas dos palabras, que se pronuncian en la misa para invitar solemnemente a la oración, aparece frecuentemente en la literatura de la época con sentido burlesco, así en El remediador de Quiñones: «–Quédese para orate, mancebo. / –Váyase para fratres, galán» (Jocoseria, ed. cit. p. 681). 438 Hay un juego de palabras con corpus, que elude después la mención al «cuerpo» del doctorando. Apunta Carreira la relación que puede guardar con el loco que salía en la octava del Corpus en diversos actos» (Ed. cit., p. 253). 439 Porque era pequeño de cuerpo, como se menciona en otro manuscrito. 440 Segúramente aféresis de algún tratamiento como eminencia o excelencia. Comp. con el siguiente texto de La fundadora de la Santa Concepción, segunda parte, de Fernández 435
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porque no nos puede ver441: y no penséis que es por odio, 25 sino por la oblicuidad de sus dos serenos ojos442, tan serenos, que lo tienen romadizado443 y con mocos. Este, pues, doctoranduncio 30 amaneció con golondros444 de doctor, una mañana que se le alteró el meollo445. Pidiole borla el testuzo446, y entre vano y vergonzoso 35 le dijo a su señor tío: «Pater noster, yo soy pollo del huevo que ya empollastes, con vuestra pluma me honro: de Mesa: «Fray Juan: Hermano, ¿quién a su encia le ha socorrido?» (ed. Luis Vázquez, Madrid: Revista Estudios, 1997, p. 285). 441 Otra vez se aprovecha el doble sentido, ahora de la frase no poder ver a alguien, que efectivamente denotaba (y actualmente también) el odio hacia una persona y también lo que quiere decir en su sentido recto. Cfr. la cita de Jacinto A. Maluenda, Tropezón de la risa: «Invisible y enfadosa / sin duda es la doncellez, / pues en los tiempos de ahora / ninguno la puede ver» (p. 234, en CORDE). 442 Juega Góngora con un sintagma sin duda manido en la literatura de la época, como es serenos ojos, que ya se encuentra en las poesías de Herrera: «Hermosos ojos serenos, / serenos ojos hermosos, / de dulçura y de amor llenos» y aparece también en la Galatea: «Ante la luz de unos serenos ojos / que al sol dan luz con que da luz al suelo» (en CORDE). 443 Remite Aut. a arromadizado, «destemplado de la cabeza y con destilación causada de la reúma». El sereno, «humor que desciende sobre la tierra después de puesto el sol» (Aut.) podía causar este tipo de afecciones. 444 Golondro es «el deseo y antojo de alguna cosa» (Aut.). Aporta justamente este ejemplo el diccionario académico. 445 «Tómase por antonomasia por los sesos» (Aut.). 446 Indica Aut. que es «lo mismo que testuz. No tiene uso» y remite a este único ejemplo gongorino. Pero contra lo que pudiera parecer, la palabra se emplea ya en la Edad Media (Libro de la caza, de López de Ayala) y se sigue usando hasta el XVII, como demuestran los textos del Sueño de la muerte de Quevedo y este de los Discursos medicinales de Méndez Nieto: «Descargóle el negro con una palanca que al onbro llevava, en que traya la yerva, tan grande golpe en el testuzo y pescueço que lo hizo caer atordido y sin sentido» (Ed. Gregorio del Ser Quijano y Luis E. Rodríguez San–Pedro. Salamanca: Universidad de Salamanca, 1989, p. 397).
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dejadme caer en esta 40 tentación de semidocto; ya que lo soy de la haz447, hacedme del revés tordo448, dotor digo, y sea una borla giralda del capitolio»449. 45 Correspondiole su tío, y, aunque algo escrupuloso de su talento, a la costa jinetes ofreció, de oro450. Conócelo porque ha sido 50 del ya menguado451 auditorio de sus sermoncicos, uno, y no ha querido ser otro. Conócele que predica, reventando452 muy de tosco, 55 frusleras453 italïanas por monseñor de Bitonto454; 447
Aunque puede ser una alusión al color de la cara o el habito del doctorando, similar al del tordo, aquí juega de vocablo el poeta por cuanto la voz tordo es anagrama de doctor. Se repetirá en textos próximos, como el citado entremés americano Láurea crítica (de 1629), de Fernández de Valenzuela: «Dios os haga doctor y conuertido, / porque una ues oy, por no ser sordo, / que doctor, conuertido breue, es tordo» (Ed. cit., p. 26, en CORDE). 448 Recuerda Carreria que el poeta vuelve a utilizar tal juego en su obra dramática, El doctor Carlino, donde alude a sí mismo diciendo: «Bien dijo que tordo es / un doctorcillo hablador / cierto ingenio cordobés, / porque quien dijo doctor, / tordo dijo, del revés» (Teatro completo, ed. Laura Dolfi. Madrid; Cátedra, 1993, p. 242). 449 Puesto que la borla es el remate en el bonete del doctor, juega Góngora otra vez de vocablo con la palabra capitolio, que en su étimo latino apunta hacia el significado de «cabeza» también. 450 Hay un complicado juego de palabras que remite al sintagma jinetes de la costa, caballería que vigilaba el litoral español para avistar barcos extraños. Carreira en su edición citada remite a textos de Lope de Vega. Evidentemente se alude también al otro sentido de costa «el precio de alguna cosa» (Aut.). 451 Posiblemente juegue también con las dos acepciones de menguado: «escaso» y «falto de juicio», por ir a escuchar a tal predicador. 452 En la acepción de reventar «tener ansia u deseo aficaz de alguna cosa» (Aut.), pero más bien con el sentido de «destacar exageradamente por algo». 453 El adjetivo fruslero quiere decir «vano, frívolo, de poca entidad y consecuencia» (Aut.). 454 Retruécano que no necesita más aclaración que decir que se alude al obispo Cornelio Musso (m. en 1574), que era el Monseñor de Bitonto, autor de sermones traducidos pronto al castellano. El manuscrito II/1563 de la Biblioteca Real contiene una traducción
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conócele que no tiene ni más partes, ni más tomo, que las de santo Tomás, y del siempre agudo Scoto455. Conócelo, mas la honra le hizo decir «Sí otorgo», aunque ahora la vergüenza lo tiene como un madroño456. Hanos traído, pues, hoy este nieto de pus, podos457 (por lo cumplido de pies, segun la regla de Antonio458) donde me ha obligado a mí, por lo que tiene de potro tortural y aun apretante, si no de borrico y romo459, a deciros las verdades que he callado y ya conozco de este discípulo mío, de este ya mi oyente sordo460: lo que trabajé con él sábelo el santo glorioso que celebramos hoy461, pues
de tales sermones, que también se imprimieron en Salamanca en 1602, según traducción de fray Diego de Zamora (Real Biblioteca, signatura IX/7462). 455 Es un juego de palabras habitual con estos dos nombres que se prestan al retruécano, porque de Santo Tomás viene el verbo tomar, «recibir, coger» y de Scoto (Juan Duns Escoto, maestro de la filosofía escolástica) el sustantivo escote, que equivale a lo contrario. Cfr. más adelante el vejamen de Oviedo: «Dicho se está, si soy ladrón i theólogo thomista he de ser, que los ladrones no pagan escote sino en manos del verdugo». Lo que subyace es el enfrentamiento entre los maestros universitarios partidarios de la filosofía tomista o escotista. 456 Por el color rojo encendido que se reflejaría en su cara. 457 Alude a que tenía los pies grandes, pero también a la declinación griega. 458 Elio Antonio de Nebrija. Cf. la nota infra. 459 Otra vez el juego de vocablo entre el potro, instrumento de tortura y el borrico, que se supone que es el graduando. 460 En el sentido también de «insensible u desentendido a las persuasiones, consejos o avisos» (Aut.), porque al doctorando de nada le aprovecharían las enseñanzas o consejos de su maestro. 461 San Juan Bautista, día en que se dio el vejamen, según algunos manuscritos.
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80 quizá quedó menos ronco de dar voces al desierto y de convertir escollos, que yo de explicarle puntos462 que hoy le he de dar por el rostro. 85 Es tan rudo su merced, que puede sanar él solo mal de madre463, muchos más que darlos, un alboroto. Presume, con todo eso, 90 su merced, de ingenïoso, mas es su ingenio de seda464, que repite para torno465, donde creo que ha torcido la de este cándido copo, 95 de esta borla blanca, digo, que ha pretendido baboso466 y que ha hilado gusano, donde se ha de quedar bobo, que es capullo para unos 100 lo que es borla para otros. Concédale, pues, el claustro este doctoral adorno; sirva de tilde la insignia a la q de nuestro coco.
462
Otra vez el doble sentido, ene ste caso de punto, «parte o cuestión de alguna ciencia» (Aut.), pero también «llaman los cirujanos a las puntadas que dan» (ibíd.). 463 La ruda, una clase de hierba, curaba el mal de madre o de matriz. Este mal podía producir la muerte en las parturientas, justamente por un susto o alboroto. 464 El sintagma seda de ingenio significa «un modo de hilar de seda que moviendo un muchacho una ruedezuela o torno, mueve multitud de rodetes en va cogiendo la seda de las zarjas» (Cov. s/v ingenio). 465 Repetir para torno significa que «aspira a ser torno», pero no se puede descartar aquí la referencia al sentido de «en las escuelas sustentar el acto que llaman repetición para graduarse»(Aut.). 466 Siguiendo con la identificación entre el doctorando y el gusano de seda, el doctorando se ha comportado como un baboso, es decir, echando babas hasta conseguir el hábito que pretendía.
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Que hay señor q tilde, que467 hanlo crecido de hombros dos hebras de seda más que cuatro dedos de corcho468. ¡Vanidad de vanidades! tanto levanta del polvo su mitra, a la cogujada469 como su capelo al hongo470; defecto natural suple mal, remedio artificioso: mono vestido de seda nunca deja de ser mono471. Consuélese voacé, y goce en siglos dichosos el debido honor a estudios de un Tostado en nuestro horno472. El magisterio romped, por lo que tenéis de tronco473, los años de las encinas de nuestro Romano Soto474; seáis por lo autorizado
467
Da cuenta Carreira de la explicación, no sencilla, de este verso. Cu til que es «persona o cosa de poca importancia», según ejemplos coincidentes en la poesía portuguesa de la época, mientras en el Criticón, 3ª parte, aparece la forma cutildeque (ed. cit., p. 260 nota). 468 Alude a los chapines, cierto calzado que utilizaban preferentemente las mujeres, quienes solían levantarlo del suelo con suelas de corcho, presumiblemente para realzar su figura, como en este caso necesitaría el graduando. 469 Pajarillo que se caracteriza por presentar «un copetillo o penacho de plumas» (Aut.) en la cabeza, que aquí se identifica con la mitra. 470 Cfr. la cita de las poesías de Quevedo: «Y el hongo, que con sombrero / de verdulera se encubre, / más preciado de capelo / que el Monseñor más ilustre» (Obra poética, nº 755). Naturalmente con el término hongo se quiere referir don Luis a la pequeñez del individuo y al símbolo doctoral que le van a imponer en la cabeza. 471 Aprovecha con maestría el refrán conocido La mona, aunque la vistan de seda mona se queda (Hernán Núñez, Refranes, 1555, f. 66). 472 Alusión al célebre fray Alonso de Madrigal, el Tostado, pero juego de palabras con el nombre horno también. 473 Según Covarrubias, «llamamos al hombre rústico y de poco entendimiento, y solemos decir que está por desbastar». 474 Alude al paraje granadino conocido como «Soto de Roma», muy abundante en árboles.
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mucho más grave que el plomo, metal que igualmente ignora la facilidad y el moho; hágaos por bienquisto, el vulgo, 130 el mismo aplauso que a un toro; víctor475 os aclamen letras de escolástico, y redondo476; tan pegado a las paredes viváis, que algún invidioso 135 os rempuje algún suspiro, cuando no os diga un responso; sonando al fin vuestro nombre desde el Cancro al Capricornio, trompas de la fama digan 140 que se gradúan ya trompos477.
475
Era el grito con que los escolares celebraban la victoria de uno de los candidatos a una cátedra, de la misma manera que con cola se designaba a quien la perdía. Dicha palabra vitor solía pintarse con almagre, junto con el nombre del opositor, en las paredes de edificios públicos; también con motivo de los grados. De ahí el «tan pegado a las paredes» que aparece más adelante. 476 Sugiere Carreira que tal vez se refiera a las letras de «formato gótico y romano» (Ed. cit., p. 262 nota). 477 Se trata de una metáfora sugerida por la presencia de trompas de la Fama que apuntaría, otra vez, a la baja estatura del doctorando.
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TEXTO 4 VEJAMEN DEL DOCTOR ZAPATA EN LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ La Universidad de Alcalá es creación del cardenal Cisneros a principios del siglo XVI, por más que el rey Sancho IV a finales del XIII hubiera concedido privilegio a la villa para fundar unos Estudios Generales478. Era, pues, una universidad nueva, creada con unas ideas también nuevas, en principio para formar religiosos, juristas y otros especialistas diversos. Contó enseguida con la protección de los reyes y del Papa, y pronto la Universidad se convirtió en un importante foco de intelectuales, algunos de los cuales resultan aludidos en el vejamen que a continuación se edita. Algunos de los nombres más significativos de esta Universidad son justamente los que, seleccionados por Cisneros, se dedican a la confección de la llamada Biblia Políglota Complutense. Hay un importante foco de erasmistas ligado a este centro, cosa que también se silencia en el vejamen de 1611 del que ahora hablaremos, dado en presencia del rey Felipe. Felipe III había asistido ya a varios vejámenes, uno dado en Zaragoza por un tal don Martín Avenia al doctor Serán en 1599479; otro en la Universidad de Salamanca, justamente el que reproducen los Diálogos de Gaspar Lucas de Hidalgo, y también a otro pronunciado en la de Alcalá (1602), que resulta aludido en este que reproduzco a continuación. Debía de ser amigo de este tipo de ceremonias, además de que tal hecho se encontrara entre sus ocupaciones más placenteras480. El Rey, junto con la Reina y el Príncipe, el futuro Felipe IV, acude otra vez a la villa con el cometido de dar gracias a San Diego por haberle curado al Príncipe de una enfermedad, tal y como se dice en el romance final que reproduzco también. Estos hechos habrían tenido lugar en 1611, justamente el año en que muere la reina Margarita. Concretamente, el fallecimiento se produjo el día 3 de octubre, si hacemos caso a Cabrera de Córdoba; como el futuro rey Felipe IV había nacido en abril de 1605 y, puesto que aquí se refieren a él como de seis años, el
478
Antonio Alvar Ezquerra, La Universidad de Alcalá de Henares a principios del siglo XVI. Alcalá, Universidad, 1996, pp. 9–13. Para lo relacionado con el vejamen en esta Universidad, vid. Alberto da Rocha Brito, «De minimis curo... El doctor portugués en Alcalá de Henares. Gallos y gallinas en los doctorados complutenses», en Medicamenta, nº 135, 1947, pp. 3-7. 479 Así lo dice don Inocencio Camón, según cita que recoge Jerónimo Borao en su Historia de la Universidad de Zaragoza. Zaragoza, 1869, pp. 37–38. Que sepamos, no se nos ha transmitido dicho vejamen. 480 Véase F. Layna Ranz, «Dicterio, conceptismo y frase hecha: A vueltas con el vejamen», en NRFH, XLIV, 1996, p. 29.
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vejamen tuvo que darse entre abril y septiembre de ese año, probablemente en junio, a tenor del texto que se reproduce abajo. Los Reyes venían de Aranjuez y decidieron pasar por Alcalá para cumplir con la promesa de dar gracias al santo lego de Alcalá por la mejoría de su heredero481. La Universidad decidió celebrar el otorgamiento de un grado delante de los Reyes, el Príncipe y su séquito porque sabían el gusto del monarca por este tipo de ceremonias. En efecto, a Felipe III le gustaba asistir a este tipo de actos, pues tal y como cuenta el cronista Cabrera de Córdoba contempló, por lo menos, otro vejamen con motivo de una visita a la ciudad del Henares un poco antes, en junio 1602, como he dicho; según él: De Aranjuez pasaron sus Magestades á Seseña á los 22 del pasado, de donde fueron á Illescas, y la víspera de Pascua volvieron á Aranjuez, y al tercero dia partieron para Alcalá, y en el camino posaron en Arganda en la casa que allí tiene el embajador del Emperador; el cual no pudo ir á hospedarles desde Madrid por hallarse indispuesto de la hijada; peró mandó á sus criados que abriesen la bodega donde tenia muy buen vino y mucho para la provision de su casa, y el corral de las aves para que se sirviese con todo á la Casa Real. Holgaron sus Magestades con ver las fuentes y jardines que allí tiene, de donde pasaron el dia siguiente a Alcalá, y visitaron al otro dia la capilla del Santo fray Diego, y fueron á comer á las escuelas, donde vieron un vejámen y grado de doctor que se dió á uno, y tambien les hicieron una comedia con que pasaron el dia482.
De la misma manera, el 23 de junio de 1611 pasaron los Reyes de Aranjuez a Alcalá, y sigue diciendo Cabrera de Córdoba: y el duque de Lerma de aquí [Madrid] con el Príncipe, y llegaron todos á un tiempo, que iban á cumplir la promesa que se había hecho al santo Fray Diego, por la salud de su Alteza, y estuvieron el domingo y lunes, que les corrieron toros, y acabada la fiesta á las seis de la tarde, partieron para aquí, y llegaron á las once de la noche483.
Así pues, tenemos un vejamen –como ocurrirá en el de 1624, que también reproduzco– en el que importa menos la sátira del graduando que la alusión picante a los personajes de la corte que acompañan al Rey y que 481
Los reyes Felipe III y Margarita debían de ser devotos del santo, porque no era la primera vez que acudían a cumplir una promesa por la mejoría de un miembro de la familia real. Ya en 1600 habían hecho lo propio con motivo de la mejoría de la Reina. 482
L. Cabrera de Córdoba, Relación de las cosas sucedidas en la corte de España desde 1599 hasta 1614. Madrid: Imprenta de J. Martín Alegría, 1857, p. 144. 483
Ibíd., p. 438. El futuro Felipe IV estaba enfermo al menos desde enero de 1611, como señala la misma fuente (p. 426).
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gustarían de verse reconocidos en la oración pública. Por eso advierte su autor, el doctor Zapata, que apenas ha hablado del que se gradúa «por no ser persona conocida». Se da la particularidad de que en el vejamen se nos ha transmitido también una relación en verso que habla de todas las fiestas que celebró la ciudad con motivo de la presencia real. Como es importante, porque glosa gran parte de las circunstancias que rodean al vejamen en sí, me ha parecido aconsejable reproducirla también. Y en cuanto al autor del vejamen, con toda seguridad este doctor Zapata no es otro que el doctor don Pedro Zapata, antiguo rector de la Universidad, que se ocupó de agasajar a los mismos reyes en 1600 con motivo de su visita a la ciudad para adorar el cuerpo de San Diego, dado que había sanado a la Reina de una enfermedad484. A eso aludirían las misteriosas palabras del principio del vejamen, cuando el vejador censura al actual rector de la Universidad y presenta como ejemplo al rector anterior, es decir, a él mismo, que celebró con magnificencia la llegada de los Reyes en aquella ocasión. La visita de los monarcas se prestaba a la fiesta popular: sabemos que se corrieron toros, que hubo luminarias y elegantes oraciones pronunciadas en el claustro universitario, de ahí que después del vejamen aparezca en el mismo manuscrito una relación de la fiesta. No seguiría gustando la Universidad de Alcalá de la práctica del vejamen, al menos en lo que se refiere a la reforma que llevó a cabo el doctor García de Medrano en 1665, en la cual se ordena que «no haya los vejámenes que solía haber, en conformidad con lo mandado por el Consejo». Se refiere a la norma promulgada en 1639 por el Arzobispo de Granada, presidente del Consejo de Castilla»485. Se ofrece la lectura del ms. 11087 de la BNM, un códice de papeles varios copiado con letra del siglo XVII, donde ocupa los ff. 224-231vº.
484
I. Alastrué Campo, Alcalá de Henares y sus fiestas públicas, cit., pp. 213–214. Á. Gil García, La Universidad de Alcalá de Henares en el siglo XVII, según los datos de sus visitas y reformas. Alcalá: Fundación del Colegio del Rey, 2003, p. 486. 485
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VEJAMEN QUE DIO EL DOCTOR ZAPATA486 EN EL TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ AL MAESTRO LASARTE487, ESTANDO PRESENTES EL REY DON FELIPE, NUESTRO SEÑOR, Y SU MAJESTAD LA REINA, GRANDES TÍTULOS Y CABALLEROS DE SU CASA Y CORTE, EN ESPECIAL LOS QUE IRÁN NOMBRADOS EN ÉL Otra vez, Señor, honraron vuestras majestades este teatro en los principios de su reinado488 y entonces fue Dios servido que gobernase la Universidad un rector generoso489, de particular providencia y agasajo, como se echó de ver en las demostraciones de aquel día para recibir a vuestras majestades. Tuvimos merienda abundantísima, toros, comedias, certamen de poesías, jeroglíficos490, plaza nueva y con todo esto pagué mil y quinientos reales por entrar a besar la mano a vuestra majestad, que traía entonces más porteros que criados. Ahora vienen vuestras majestades mejorados de un príncipe de España y en muncha infantería, de que estamos gustosísimos, y a este se allega que el Rector de este año es más proveído y de mejor gobierno que lo fui yo, y el ser de Meco no le ayuda poco para haber proveído algunas cosas del servicio y regalo de vuestras majestades, que tiene allí
486 Se ha tachado debajo «licenciado». Se trata, como se ha dicho en la introducción, del doctor Pedro Zapata, anterior rector de la Universidad, encargado de agasajar al Rey en su visita a la institución. Se convocó una justa literaria con motivo de la visita de los Reyes, en 1600, que acudían a la ciudad universitaria para adorar el cuerpo de San Diego que había curado a la Reina de una enfermedad; Pedro Zapata firma el ejemplar manuscrito de la misma que todavía hoy se conserva en la BNM, ms. Res–238, de 52 ff. Ángel Gil García aporta el dato de que el doctor Pedro Zapata era canónigo de San Justo y visitador del Arzobispado de Toledo, figura como visitador de la Universidad en 1621–1622 (La Universidad de Alcalá de Henares en el siglo XVII, según los datos de sus visitas y reformas, cit., p. 138). 487 El maestro Agustín Lasarte regenta la cátedra de Artes en Alcalá al menos entre 1604 y 1607. 488 En 1602 para ser más precisos, según se reproduce arriba. 489 En 1615 el Rector es el doctor Garci Jiménez, según documentos que edita R. González Navarro, Felipe II y las reformas constitucionales de la Universidad de Alcalá de Henares. Madrid: Sociedad Estatal para los centenarios de Felipe II y Carlos V, 1999, p. 626. Como he señalado en el estudio particular a este texto, el anterior rector es el mismo doctor que da el vejamen, don Pedro de Zapata. 490 Dicho certamen, con sus jeroglíficos, se nos ha transmitido en un precioso códice iluminado que recoge las contribuciones poéticas (Ms. BNM. Res. 238). Se trata de un conjunto de 52 folios que el Rector, don Pedro Zapata, regaló a los monarcas como recuerdo de su visita a la Universidad.
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munchas primas grandes conserveras de nuégados491 y alajús492; mas con todo esto llévenlo en paciencia las damas, que ni habrá merienda ni toros ni comedia ni poesía ni otra cosa que cueste dineros. Toda la comida y fiesta está en este tabladico, y no es más de aqueste hombre tapado, que ha sido bachiller hasta hoy y será doctor desde hoy en adelante. Al cual el doctor Anguiano493 había de alabar con una oración y porque se le había mandado fuese breve, ha dado de mano a todas sus pretensiones y hecho falta en esta ocasión, que dice que por todo el mundo no fuera breve en hablar porque no lo acostumbra. El doctor don Juan de Pereda494 hace el gallo y su oficio es despertarle a la vigilancia que ha de tener un doctor teólogo, representándole sus obligaciones; el doctor Arbiano, que ha de hacer la gallina495, y para esto ha sido escogido entre todos, le persuadirá a huir las ocasiones y peligros, tomando por tema aquellas palabras de Cristo: cum persequentur vos yn hac ciuitate fugite in aliam496. Esta será la fiesta, y yo no quiero que a vuestras majestades se haga cargo dello, porque toda estaba prevenida para don Diego de Alarcón497, demás de 491
Nuégado: «Masa hecha con harina, miel y nueces» (DRAE, 1899). En el Menor daño de medicina, de Chirino, la palabra parece designar cualquier tipo de masa, no necesariamente la que se hace con nueces: «Vse de cosas blandas asi commo nuegado de almendras & delo que detiene el deçendimiento & es bueno para los pechos & escuse lo agro & lo salado» (Ed. Enrica J. Ardemagni, Ruth M. Richards, Michael R. Salomon. Madison: Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1987, f. 124r). 492 Alajú: «Dulce hecho con una pasta de almendras, nueces y a veces piñones, pan rallado y tostado, especia fina y miel bien cocida» (DHLE s/v). Meco es una población cercana a Alcalá. 493 Pertenecía a la facultad de Cánones en 1615, según Gónzález Navarro, loc. cit. 494 Sin el título de doctor todavía, Juan de Pereda regenta una cátedra de Artes en Alcalá en 1604 (Juan Urriza, La preclara facultad de Artes y Filosofía de la Universidad de Alcalá de Henares, cit., p. 495). 495 Gallo y gallina son los nombres con que se designa a quienes hacen la oración crítica o vejamen y la de alabanza. Por supuesto, se juega de vocablo con el término gallina y con su acepción metafórica de «cobarde», que se ha perpetuado hasta hoy. De ahí el término huir que se encuentra algo más adelante. 496 Es una cita de Mat. 10, 23, cuya literalidad es: «Cum persequentur vos in civitate ista, fugite in aliam». 497 Un licenciado llamado don Diego Fernando de Alarcón firma en Alcalá en 1615 como del Consejo de su Majestad y visitador y reformador general del Colegio de San Ildefonso y Universidad de Alcalá. (R. González Navarro, loc. cit., p. 625), pero más probablemente el vejador se refiere aquí al caballero don Diego de Alarcón, que recibe de los examinadores de la Universidad uno de los primeros lugares en 1604, precisamente por su condición noble (Urriza, La preclara facultad de Artes y Filosofía de la Universidad de Alcalá, cit., p. 203).
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que todos los de la farsa se tienen su particular interés, el que se gradúa sale de ser bachiller. La gallina498, aunque de fugas, diría muy buenas cosas, porque es de los que mejor huyen; pero no tendrá tiempo para hablar porque es el último y vuestras majestades van de prisa. Don Juan de Pereda algún interés tendrá, aunque sea oculto, porque nada hizo de gracia en su vida. Lo que al parecer deberían vuestras majestades estimar es lo que ha hecho y acaba de decir el doctor Bolívar499, cual parecer de munchos de por aquí cerca ha sido de las buenas cosas que se han dicho en esta cátedra, y todos los lugares y historias muy acomodadas a la persona del Príncipe, nuestro señor; pero aun esto no puedo sufrir que se ponga a cuenta de vuestras majestades, como cosa tan erudita y curiosa, porque a mi ver pareciera mejor en boca de una gitana. ¿Qué otra cosa ha sido sino la buena ventura adornada y fundada con lugares de la Escritura y autoridades de santos?; ¿no dijo que el niño es lindo, de lindos ojos, hermosa cara, dispuesta persona, blanco y rubio, que haría buenos hechos? Pues esto no es más que la buena ventura de una gitana, solo le faltó pedir el cuarto, y aun esto no le faltó porque aquellas antiguallas y historias que trujo de Juan Martínez Silíceo500 y el doctor García de Loaísa501, hijos de esta Universidad y maestros de los príncipes, algo significan y yo sé que no dirá de no. Concluyo, pues, Señor, que vuestras majestades salen hoy de Alcalá sin obligación a l[a] Universidad y muy obligados al doctor Zapata, que a trueque de servirles y hacerles reír ha puesto en riesgo su autoridad, reputación y cordura, y de todo muncho. Gracias a Dios, esta acción que yo hago es muy dificultosa, por cuanto no escriben della los autores, ni se halla ansí como quiera camino para dar gusto sin picar en faltas ajenas y, atendiendo a esto, la Universidad, siempre delante de los reyes, hasta hoy había orde498 Es el doctor que ora en alabanza del graduando, como se ha dicho, pero se aprovecha las connotaciones de cobardía que lleva el nombre del ave. 499 Un maestro Melchor Fernández de Bolívar, que se cita como maestro Bolívar, aparece en los cursos 1599–1601 ocupándose de Lógica, Física y Metafísica. 500 Juan Martínez Guijarrro (1486–1557), que sustituyó su segundo apellido por su forma latina, fue desde muy joven catedrático de Filosofía, enseñó después en la Universidad de Salamanca. Fue maestro de Felipe II, de ahí la alusión, y arzobispo de Toledo. Instituyó la necesidad de presentar pruebas de limpieza de sangre para poder obtener cargos eclesiásticos. 501 El talaverano García de Loaísa Girón (1534–1599), que llegaría a ser arzobispo de Toledo, aunque por poco tiempo. Era uno de los hombres más eruditos de su época, poseía una magnífica biblioteca, rica en manuscritos griegos; era también un gran orador y es autor de un rico sermonario y de traducciones de libros bíblicos. Obra suya, de monumental erudición, fue la Collectio conciliorum Hispaniae (Madrid, 1593). No hay que confundirlo con su tío, Fray Francisco de Loaísa y Mendoza (c1478–1546), confesor de Carlos V.
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nado que estos vejámenes los diesen médicos; y estaba bien acordado, porque, señor, ¿que un médico se pierda, que diga un disparate, que parezca necio o injurioso o que le lleve el diablo qué importa? Sería un médico menos, que no importa nada él ni los demás; pero que se ponga en peligro la honra de un doctor teólogo, la luz del mundo, la sal de la tierra, gran resolución, y más que no es el doctor como quiera, sino a dicho de todos el de los más bien reputados y de mejor opinión, tanto que por conservarla ha munchos años que no trae ligas ni zapato justo. Si hubiera habido lugar, no es tan lerdo el mozo que no hubiera pensado algo de provecho; pero todo es de esta noche y a trueco de disculparme diré a vuestra majestad lo que pasa, aunque se agravie el Rector, pues él ha tenido la culpa de todo. Decíase aquestos días, ya que venían los Reyes, ya que el Príncipe, ya que todos juntos a una novena, y cuando la plática se iba esforzando y yo la tuve por cierta, le avisé de ello para que hiciese prevenciones, pero repondiome que no lo dijese ni era pusible, pues vuestras majestades no le habían escrito que venían. En este error estuvo hasta que ya estaba en el lugar el carruaje, aunque yo le advertí que vuestras majestades tampoco me habían escrito cuando vinieron la otra vez y que se podía temer lo mismo porque son resueltos. Entonces me llamó y por cosa muy nueva me dijo: –Basta, señor dotor, que se ha estado paseando conmigo un arriero de Yanguas que trae aceite de Ocaña y por muy cierto me dice que viene ya en el camino nuestro sacratísimo Rey con la señora y los niños, y por esotra parte de Madrid también dice que viene el mayorazguito502, y aunque yo estoy muy sentido de lo que hacen quiero juntar el Colegio para que vean esto[s] señores sabemos de hacer caso de ellos o si los iré a visitar y, por su hubiere de haber vejamen vuestra merced se prevenga, que para hablar cuerdamente de los Reyes no tenemos otra persona. Aparteme de él y fui, más presto que solía, a la Consulta de la Inquisición para ver si el licenciado Moriz, que aquí hace agora la visita, me dijera algo con que poder cumplir, que es hombre de palacio y de buen voto. Díjele el caso, pedile consejo y respondiome: –Vámonos debajo del dosel, porque cosas graves no se han de tratar por los rincones. Fuimos y entonces con palabras graves me dijo: –¿Vuestra merced jura a Dios y la cruz y los sanctos cuatro evangelios y a todo lo demás auténtico que contiene la Vulgata de Sisto que no dirá, revelará ni descubrirá con palabras ni por señas ni manera alguna lo que aquí pasare? Si ansí lo hiciere, Dios le ayude y, si no, se lo demande y quemado 502
Así como los reyes venían desde Aranjuez, el Príncipe lo hacía desde Madrid, como dice al final el romance que reproduzco.
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muera. Y para más seguridad le pongo pena de excomunión, no embargante que yo no le tengo de decir cosa alguna porque fácilmente podrá vuestra merced caer en algún error que hubiese de venir ante el Tribunal. Lo que aconsejo es que ante todas cosas vuestra merced haga protesta de que si dijere alguna cosa temeraria o escandalosa o que tenga rastro de herejía, será por inadvertencia y no de malicia; ítem se advierta, si hubiere de haber merienda, que en el matar de las aves haya cuidado no se haga con sospecha de ritos o ceremonias, que suele haber muncho mal en esto. Ya entonces yo me consideraba en una cárcel de judaizantes, y ansí me contenté con salirme a [a]horcar y descuidar del vejamen hasta que viniese alguno de palacio que me pudiese informar de los humores, condiciones y propriedades de los criados de vuestra majestad, porque no era a propósito decir de personas no conocidas, que si esto valiera aquí entre los mancebos de la facultad de Teulugía hubiera harto que decir, porque a fe que hay entre ellos piezas de rey, y de las mejores es este capón503, de quien sabrán vuestras majestades que ayer, viendo al Príncipe, nuestro señor, tan niño se lamentaba y dijo a sus amigos: –¡Válgate Dios el niño, o válate Dios, que de seis años eres ya príncipe de España y a que haya más de cincuenta que yo nací y no haya tenido habilidad para ser infante! Pero como son hombres incógnitos no he querido tratar de ellos ni comenzar a hacer el vejamen hasta que llegaron los de palacio. Vino, pues, vuestra majestad sábado en la tarde y luego embestí con don Enrique de Guzmán504 y, en virtud del poco conocimiento que tenemos, quise pedirle me dijese algunas cosas entretenidas con que se pudiese picar a personas de palacio. Hallele tan desabrido que no quisiera haber entrado, ya que no pude volver atrás, a lo menos no me atreví a comunicarle mi necesidad, por parecerme mala la ocasión. Cuidadoso de verle con enojo, le ofrecí todo lo que yo valgo y puedo y respondió que eran cosas de entre enemigos, y por eso más pesadas y malas de llevar. 503 Capón es uno de los apodos más comunes en este tipo de textos; por su parte, pieza de rey «se llama comúnmente el truhán o bufón, y así al que es sabandija palaciega se dice que es pieza de rey» (Aut.). Cfr. Gracián, El héroe, dedicatoria a don Juan Bautista Brescia (ed. A. Bernat y A. Madroñal. Madrid: Castalia, 2003, p. 64). Correas señala a propósito de esta expresión que «también se trató en mala parte para tratar a uno de pícaro». Evidentemente aquí, como en los dos textos citados, se aprovecha el doble sentido de la expresión. 504 Marqués de Povara, que llegaría ser virrey de Valencia. Aparece frecuentemente en el círculo cortesano cerca del Rey, como se lee en la Relación de la fiesta de Nuestro Padre San Ignacio que en Madrid se hiço en 1609 (J. Simón Díaz, Relaciones breves de actos públicos celebrados en Madrid de 1541 a 1650. Madrid: IEM, 1982, pp. 69–71).
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–Bueno es, señor doctor, –me dijo– que tras haber el hombre gastado su dinero y haber hecho una cosa más ingeniosa que el artificio de Juanelo505 en materia de fontanería se entretengan en palacio con pláticas de si llevan agua mis fuentes o no la llevan y que el señor Marqués de Velada506 quiera pasar tiempo en esas pláticas tan impertinentes, sabiendo que el ingenio de mis fuentes es muy grande y lo que ha costado más es que el guano507 no parezca en la güerta, sino que por debajo de la tierra vaya pasando y humedesciendo las raíces de las plantas, que es lo que se pretende. Como vi que se me indignaba, procuré aplacarle no le persuadiendo a que lo que decía del Marqués no sería verdad, sino que lo diría como deudo y amigo, porque le pesaría de ver que un hombre tan cuerdo hubiese echado tanta hacienda en pozos. –Estas cosas –le dije yo–, señor don Enrique, no son bastantes a que vuestra señoría tome disgusto y ojalá no hubi[e]se otras más hondas que se le pudiesen dar, aunque si hiciésemos la comparació[n] con los pozos de sus fuentes, imposible haber cosas más hondas, porque yo los he visto pasando a Madrid y no tienen suelo. –Otras cosas –me dijo– se juntan a estas, en que yo considero mi poca suerte o que acaso Dios por algún pecado oculto me castiga en manera extraordinaria. Había yo dado muy de veras en servir estos días a una dama porque con esto me hallo bien. Ni el sereno ni el sol ni los caminos ni otras incomodidades a cuantas estaba sujeto ahora me hacen daño, pero aun estos amores, que se pueden proseguir con licencia del médico, no quiere el señor conde de Galve508 que gocemos, sino que debe de pensar que la señoría esa por algún camino vinculada al mayorazgo de los Águilas y se me opone y hace su manera de fineza y gallardías en la forma que esto se puede hacer con un vestido de bayeta y sin blanca509. Esto segundo es lo que a los dos
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Juanelo Turriano, ingeniero cremonés hecho venir de Italia, autor del artificio que se utilizó para elevar el agua del Tajo hasta el alcázar, en la época de Carlos I. El «artificio de Juanelo» siguió existiendo algún tiempo después y sus ruinas han llegado prácticamente hasta nuestros días. 506 Don Gómez Dávila figura como mayordomo mayor del Rey en documentos de 1609 y 1612 (J. Simón Díaz, Relaciones breves, cit., pp. 71 y 85), pero en 1624 ostenta el título don Antonio Sancho Dávila y Toledo, marqués de Velada y gobernador de Orán, destinatario de una famosa carta de Quevedo emparentada con nuestro vejamen de 1624. 507 «Planta de América cuyas hojas son muy semejantes a la de la palma» (DRAE 1803 s/v). 508 Don Ruy Gómez de Silva, mayordomo del Rey. 509 La bayeta es una «Tela de lana muy floja y rala, de ancho de dos varas lo más regular, que sirve para vestidos largos de eclesiásticos, mantillas de mujeres y otros usos. Haylas de todas colores: blancas, verdes, negras, etc.» (Aut.). Era tela humilde, pero apreciada
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nos tiene vivos porque él es tan desvanecido que si hubiera dinero echara alguna hacha de acompañamiento, que para mí lo fuera de partir leña, con que me hiciera rajas510 pues que daba con obligación de concurrir a una casa que siempre me ha parescido mal. Hacíaseme tarde para mi negocio, despedime de don Enrique y di conmigo en la compañía que posa allí el Príncipe de Esquilache511. Hallé cerrado, como siempre, llamé, pregunté por el Príncipe y el hermano Juan de Arriba por la ventanilla me dijo que era imposible hablarle porque el padre Luis de Torres estaba ensayando para que presidiese el acto de Teulugía que había de hacer, y se hizo delante de vuestra majestad, y su encia512 era receloso de la honra del Príncipe y su religión, pero sencillo y cándido, pues yo le engañé para todo lo que quise diciendo tenía dos hermanas beatas. Entré, hablé con el Príncipe y díjele a lo que iba; él me respondió: –Yo, señor, estimo en muncho la Universidad de Alcalá y soy hijo suyo, y confieso que la poca teulugía que sé la he deprendido aquí, viniendo a los toros; mas tengo opinión que estos vejámenes que vuestras mercedes usan no son lícitos en conciencia, porque qui amat periculum periuit in illo513 y es imposible que allí no se pique a uno u a otro, además que yo no hallo entre los padres griegos ni latinos ni le hay entre todos los escolásticos que han escrito hasta hoy quien haya dado por lícita esta acción, ni yo he visto hombre grave que, fuera de Alcalá, hable bien de ella, sino el licenciado Juan de Vergara514. Vuestra merced se podrá ver con él, que yo no soy bueno para serville en esto.
cuando procedía de Segovia, Flandes o Inglaterra. «Un criado le coloca la capa de bayeta, rodeada toda de puntas al aire»(Zabaleta, Día de fiesta, en CORDE). 510 Hacer rajas es lo mismo que «dividir alguna cosa, repartiéndola entre varios interesados para diversos usos» (Aut.), pero hacerse rajas significa «darse mucha prisa a hacer alguna cosa o ejecutarla con eficacia o viveza», según el mismo diccionario. Evidentemente aquí se juega con la acepción recta de la expresión. 511 Don Francisco de Borja y Aragón (1582–1658), joven entonces y con ribetes de poeta, frecuentaba los ambientes literarios y llegaría a ser nombrado Virrey del Perú (como sucesor del Marqués de Montesclaros) y como tal lo encontramos aludido en vejámenes limeños que se editan más adelante. Llegó a Lima en 1615 y ocupó el cargo hasta 1621. 512 Véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 513 Frase bíblica que se hizo proverbial (Eccl. 3, 27). 514 Lo cita Cervantes en la Galatea: «El alto ingenio y su valor declara/ un licenciado tan amigo vuestro / cuanto ya sabéis que es Juan de Vergara, / honra del siglo venturoso nuestro. / Por la senda que él sigue, abierta y clara, / yo mesma el paso y el ingenio adiestro, / y adonde él llega, de llegar me pago, / y en su ingenio y virtud me satisfago». (Ed. Antonio Rey Hazas y Florencio Sevilla. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 1994, p. 354). Sin duda es el mismo que el licenciado alcalaíno que colabora con unos
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Partí para casa de Vergara, entreme en ella. Bien me pareció no estar él allí porque había en su aposento munchas voces y él se ofende muncho de esto, porque es amigo de oírse y que se oigan todos. Entrando más adentro, le vi y dije: –No creyera estaba en casa vuestra merced cuando oí tantas voces. –No se maraville vuestra merced –me dijo–, que estos señores que están aquí son del arte y tratamos en forma de disputa cosas tocantes a ella. Yo le repliqué diciendo que tenía muncho andado para buenos oficiales porque en la Cirugía una de las cosas más necesarias era que los maestros fuesen aseados, limpios y curiosos, como lo eran aquellos galanes. Aquí fue donde yo estuve a pique de515 traer qué contar, pero no cosas de risa, sino de pesadumbre, porque a la cuenta los cuatro eran el Duque de Alba516, el Príncipe de Esquilache, el Conde Galve, don Antonio517 de Ávila518, que ansí me lo dijo el buen Vergara con el dedo en la boca, pareciéndome a mí que aún no era mucho haber pensado que eran zurujanos519 con lo que me había dicho, y ansí me daba el descuido menos cuidado que a él, el cual se declaró más y me dijo: –Señor, dije a vuestra merced que son del arte estos caballeros porque son poetas insignes destos tiempos y deseosos de imitar aquel estilo antiguo de Garcilaso y Juan de Mena520, que como vuestra merced sabe ya solo se conserva en mí. Acuden aquí y me hacen merced de sujetarse y rendirse a lo que les digo, tenemos nuestra manera de certámines y agora había entre manos versos en el Cancionero de la doctrina cristiana (1579 la primera ed.), de J. López de Úbeda. Se pueden obtener más noticias sobre el licenciado Vergara, autor de una Historia de la Universidad de Alcalá, en Nicolás Antonio. Por el tono de las alusiones del vejamen tal vez se podría suponer que Vergara pertenecía a una etapa anterior de la Universidad, de manera que el vejador Zapata estaba fingiendo hablar con alguien del tiempo antiguo, en cuya época los vejámenes se llevaban a cabo de manera muy distinta. No se puede dejar de recordar que en 1525 el rey Francisco I asiste a un vejamen también en la Universidad de Alcalá, encargado entonces a uno de los doctores más sabios de aquel tiempo, como hemos escrito en la introducción. 515 Esta locución equivale a «a punto de». 516 Don Antonio Álvarez de Toledo, quinto Duque de Alba. 517 Escrito encima de «el conde», que aparece tachado. 518 Otro de los caballeros cortesanos que aparecen con frecuencia en actos oficiales en compañía de los grandes del reino, así en 1612 figura en Madrid celebrando las capitulaciones entre España y Francia (J. Simón Díaz, Relaciones breves, cit., p. 83). 519 Es variante normal en la época de cirujano. 520 Es curioso que se considere en el mismo plano de «antigüedad» a Juan de Mena y Garcilaso.
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una cosa curiosa, más delicada que las que vuestras mercedes alcanzan en sus escuelas: habíales yo dado a los cuatro que glosasen esta redondilla: Cuéntase de la lechuza que riñiendo con la urraca metió el pico en una alcuza y nació un pie de albahaca.
Han compuesto cosas estremadas de propiedad del albahaca y otras yerbas, bien acomodado todo, y las poesías se dieron para que las juzgase y diese lugar una señora dama de la Reina, discreta entendida más que otra Teodora521 y la mejor cosa que han dado de sí los tiempos en esa diosa Minerva, la señora doña Leonor Pimentel522, la cual, visto los trabajuelos de cada uno, dio censura y parecer en estos dos versos: Albanio, si Galve bien, de los otros dos los tres523.
Pareciome a mí que la respuesta era ingeniosa; deseaba entenderla bien, preguntele lo que quería decir 524y me respondió sobre ello: –Señor, eran las voces que teníamos. Diéramos por bien empleado el tiempo si en un año hubiér[e]mos dado en ello, que todas sus cosas, como son tan misteriosas, son ininteligibles. Bien deseaba yo ver lo que aquellos caballeros habían compuesto y glosado para dar tras ellos aquí, que aunque no soy poeta conozco de versos y censuro con más claridad que la dama, mas no fue pusible ver las curiosidades porque como eran todas de albahaca y sus propriedades de otras yerbas olorosas con quien ella se compara. Con todo lo hecho había cargado el Príncipe de Esquilache para la Compañía, y a la cuenta era lo que ayer vieron vuestras majestades en aquel claustro, que parecía camarín del Dioscórides o el estudio de Esculapio. Ya me parecían a mí largas estas pláticas y se me hacía tarde para lo muncho que tenía hacer. Díjele:
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Acaso la protagonista de la narración La doncella Teodor, que da título también a una conocida comedia de Lope de Vega que Morley–Bruerton suponen escrita hacia 1610. 522
Como dama de la Reina aparece en las Cartas de Andrés Almansa. Se desposaría andando el tiempo con el poderoso Conde de Benavente (Andrés de Almansa y Mendoza, Cartas. Madrid, 1886, p. 148). 523
Albanio es el nombre arcádico del Duque de Alba.
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Se ha tachado antes la palabra «sobre», a lo que parece.
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–Señor licenciado, yo525 he de dar un vejamen delante de los Reyes y ya en la escuela no hay personas de quien ayudarnos como en tiempo de vuestra merced. Véngome a valer de todo lo que vuestra merced es y sabe para cumplir con esta ocasión y creo que en la que yo vengo es muy buena, pues están aquí estos caballeros, que podrán ayudar a vuestra merced. –Yo tenía ojeados algunos sujetos para ir discurriendo y, pues todo queda a cargo de vuestra merced, se los quiero conmunicar para que prosiga los pensamientos y tome el pulso a las cosas. Lo primero: debe advertir que el fin de este vejamen ha de ser hacer reír al Rey y se han de buscar cosas de que se ría. Señor, de nada se reirá tanto su majestad como de ver que vuestra merced tenga esperanzas de hacerle reír, porque los reyes son muy severos; empero, no se desconsuele vuestra merced, que aunque en el teatro no se ría, en casa se reirá después. Pues, señor licenciado, sabrá vuestra merced que ha dos años que me pudro y consumo de ver entre los cuidados del Rey, nuestro señor, jurar desacatadamente por vida del rey y porque acaso su majestad no lo habrá sabido, pues tengo buena ocasión lo tengo de echar en el corro526 y decir lo mal que esto me parece, que, señor, estas blasfemias nunca los reyes ni las repúblicas las habían tolerado sino en hombres estupendos y sin ley como, digamos, alcaldes de corte o barracheles527 de campaña, mas hoy está la maldad y desacatamiento tan en su punto que el salsier, el panetier528 y otros pícaros lo juran y no quiera más vuestra majestad de que Vargas y Tomás de la Balca, ayudas de cámara, derraman juncia529 y aunque Tomás no usa de este juramento ni es tan disoluto, sino en cosas graves como, digamos, cuando le tocan en la autoridad y reputación de su reloj, querría que de lo mal que esto parece ordenásemos algunas cosillas con que 525
Parece que se tacha ahora la palabra «hoy». Echar en corro es «decir en público alguna cosa» (Aut.). 527 Barrachel: «Voz italiana que vale tanto como capitán de alguaciles y corchetes o alguacil mayor del campo» (Aut.). Cita el diccionario académico dos textos, del Guzmán y el Estebanillo. 528 Es, como salsier, palabra francesa. Esta última no la encuentro en los diccionarios consultados. El panetier es el «empleado en la panetería de la casa real», una especie de oficial de Palacio encargado de la guarda y distribución del pan (Antonio de Capmany, Nuevo diccionario francés–español, 2ª ed. Madrid, Sancha, 1817 s/v). Cfr. el siguiente texto de Privar contra su gusto, de Tirso: «Ha dado en mudar los nombres / el Palacio a sus oficios, / en nuestra España novicios; / ya llaman a sus gentileshombres / acroyes; ya hay sanserván, / furriel, costiller, salsier, / guardamangel, sumiller, / panatiel, que guarda el pan, y otros mil» (Obras dramáticas, ed. Blanca de los Ríos, Madrid: Aguilar, 1952, III, pp. 1092–1093). 529 Existe la expresión vender juncia que es «frase con que se explica que alguno se jacta de lo que no debía o en la realidad no tiene» (Aut.). 526
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sacarle de este mal vicio. También entre los que agora vienen con sus majestades he visto dos del hábito de San Juan y con mi poco saber bien conozco yo que no son priores ni bailíos530 ni comendadores ni freiles, porque tienen cortados los brazos altos de la cruz y parecen a las cruces de los dos ladrones. Luego el diablo del Vergara conosció las personas y, si no estoy olvidado, me dijo que el uno se había llamado Ascañuelo y, agora, por haber engordado, se llamaba Ascanio y el otro don Fulano de Alcocer y por mal nombre María de Solís, señor de vasallos531 y tales, que cuando tomó posesión del lugar hicieron con él una cosa que no se había hecho532 con señor de España ni con vuestra majestad. No sé si me engaño, pero creo que me dijo cómo le habían manteado. –Bien advertido vuestra merced –me dijo él– que estos ni son bailíos ni priores ni caballeros ni religiosos, sino chamorros533 de la Orden; aquel brazo que les falta en la cruz no le perdieron en la guerra, sino que es insignia de que el gran maestre ha dispensado con ellos para que se casen y para que puedan huir, lo que no pueden hacer los demás, y su inclinación los llevó a profesar en esta religión con tales condiciones. Despedime del licenciado Vergara, dejándole encargado que de estos dos sujetos me hiciese algún trabajuelo y de unas valentías que don Andrés de Castro534 y don Juan Vicente lo suelen hacer acometiendo a los toros y sacándolos de los regazos de sus madres y sobre todo les encargué compusiese él o sus oficiales una sátira contra el Corregidor, que por cosas que de muy sabi[das]535 se callan y estoy enfadado con él. Y esto, señor, era ya tarde cuando vuestras majestades partieron para la Compañía, fuime tras los coches ora por ver lo que hacían los padres, ora por ver lo que parecían las damas, y Dios sabe las carreras que yo pasé con un desalmado de estos alabarderos, a quien me holgara conocer agora que juego yo la alabarda entre tres mil cortesías que conmigo hizo y confieso mi mala entraña que llevaba contra este licenciado que gobernaba la villa. Mas, señor, cuando yo vi el 530
Bailío es «el caballero profeso y comendador de la religión y orden de San Juan»
(Aut.). 531
Estas tres últimas palabras interlineadas. Las cuatro últimas palabras interlineadas. 533 Chamorros son aquellos que tienen «la parte superior de la cabeza trasquilada» (Aut.), es decir, tonsurados. 534 Hijo del Conde de Lemos. Figura como tal en documentos de 1624 (J. Simón Díaz, Relaciones breves, cit., p. 299). 535 Las últimas tres palabras añadidas en el margen, en cambio se ha tachado, parece, la palabra «desaguisadas». 532
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parlamento de aquel padrecito inglés y el respecto con que trataba y pronunciaba las erres y tan pulidas contenencias como hacía; cuando entendí que en Cristo, nuestro señor, la sacratísima divinidad fue el ungüento con que el hijo de Dios en cuanto hombre fue ungido por rey y que realmente fue rey temporal de este mundo en virtud de aquella unción, sin embargo de los argumentillos del hermano Poza y de las preguntas de Poncio Pilato; cuando vi los frutos y efectos de la contrición de aquel temor y mísero servil recopilados con el buen estilo del padre Florencia536, entonces, Señor, hice mil atriciones y un propósito firme de no proseguir en la sátira, de perdonar a este hombre y de no decir contra él ni contra otra persona cosa de que se puedan sentir en manera alguna, si no es que tenga algo de necio. Y ansí, señor, suplico a vuestra majestad tenga por bien y se sirva de que se quede esto aquí, que es tarde para comer, ver toros y ir a Madrid. Esto [e]s dicho por entretener a vuestras majestades y con cuidado de no disgustar a las personas que han sido nombradas y se ha hablado poco del que se gradúa por no ser persona conoscida537. ROMANCE DE LA FIESTA
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Ofreció el tercer Filipo a su príncipe heredero por una enfermedad grave, con voluntad a San Diego, a visitar su capilla. A un mismo tiempo vinieron los Reyes de Aranjuez y de Madrid el enfermo538. Entraron en Alcalá juntos y fueron derechos a cumplir su devoción y darle gracias al cielo donde arrodillados todos, en amor santo deshechos, ofrecieron sus coronas al humildísimo lego.
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Probablemente el jesuita Jerónimo de Florencia, orador muy famoso y predicador de Felipe II, estudió en Alcalá entre 1578 y 1581 (J. Urriza, La preclara facultad de Artes y Filosofía de la Universidad de Alcalá, cit., pp. 263–264). 537
Da la impresión de que se trata de una especie de acotación marginal, ajena al discurso del vejamen, como se observa también en otros, tal por ejemplo el que dio Oviedo en la Universidad de Lima, después de 1625, reproducido más adelante. 538
Lo cual se confirma con el texto del cronista Cabrera de Córdoba, citado arriba.
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Pasaron de allá a palacio atravesando por medio de la gran calle mayor con aparato y estruendo. La máquina539 de la gente, trajes y rostros diversos, carros, literas y coches tiene al pueblo suspenso. La priesa en buscar posadas y el tomar para aposento del Rey las casas y camas sin hacer a nadie esento. Aquesta noche la villa de luminarias y fuegos estuv[o] cual otra Troya por de fuera y por de dentro. Todo el fuego lo ocupaba y sabe Dios si con esto en cenizas ya muy frías el fuego volvió a su asiento. Dejo, por no ser prolijo, de variedad de sucesos el discurso y solo paso a lo que fue de momento. Día de la Trinidad, en los Mártires oyeron la misa y a recibirlos salió de la iglesia el clero. Volviero[n] de allá a palacio donde el insigne colegio de aquel santísimo cisne que alegre canta en el cielo540 fue a besar la mano al Rey y echando de amor el resto una borla le previno y pidió al Príncipe nuestro, pues era basa y coluna del cristífero misterio, honrase su voluntad y premiase sus deseos. Con la asistencia del grado fue el Rey de hacer contento, que honrar Universidad
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«Se toma también por muchedumbre, copia y abundancia de alguna cosa y así se dice: hubo una gran máquina de gente» (Aut., s/v machina). 540 Alude, como es obvio, al Cardenal Cisneros, fundador de la Universidad.
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es honrar al Universo. Lunes, a más de la diez, vertiendo aljófares541 bellos, les dio el cielo colación542 y Rey y Reina vinieron al más insigne teatro que los romanos tuvieron de dorados artesones en sus celebrados tiempos; al más gallardo coloso, al jardín más bien dispuesto de la Minerva divina, adonde al fin concurrieron gran número de doctores para esta caza trayendo, cual si fueran gavilanes543, mil capirotes544 diversos. Era un sacro545 laureado y de el acto lo primero ocuparon con razón Montesinos y Oliveros. Leyó el doctor Montesinos546,
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Aljófar: perla irregular, aquí en sentido metafórico. Debía de ser metáfora manida ya en la lírica de la época, por cuanto Góngora, refiriéndose a las lágrimas, escribe en las Soledades: «caduco aljófar, pero aljófar bello» (Ed. Robert Jammes, Madrid: Castalia , 1994, p. 431). 542 Colación es el agasajo de dulces que se da como regalo (Aut.), aquí metafóricamente. 543 Se inicia ahora una identificación entre las aves de caza y los doctores, que desarrolla en varios términos como gavilanes, capirotes, sacro, etc., muy repetida por otra parte en los vejámenes. 544 Capirote, véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 545 Juega de vocablo con los términos casi homófonos de sacro, es decir, «sagrado» y sacre, «especie de halcón, sus plumas son casi rubias y algunas tiran a blancas» (Aut.), dado que capirote es término polisémico que tanto alude a la «cobertura de la cabeza [...] que traen y se ponen en los actos públicos los graduados de doctores y maestros en las Universidades» como a la «cubierta hecha de cuero y ajustada que se pone al halcón y otras aves para que se estén quietas en la mano» (Aut.). 546 El doctor Luis Montesinos (c1552–1620), regente en Artes en Alcalá desde 1579. Hombre famosísimo en su tiempo por la gran cantidad de alumnos que tenía, leyó durante casi cuarenta años en la Universidad. Además era canónigo en San Justo y se cuenta la anécdota que dice que estando los reyes Felipe III y doña Margarita, preguntó la reina quién era al Conde de los Arcos y contestó este: «Señora, el hombre más docto que ha gozado la cristiandad muchos siglos ha». Renunció al obispado de Salamanca (Urriza, La preclara facultad de Artes y Filosofía de la Universidad de Alcalá, cit., pp. 150–151). Como teólogo se le cita todavía en un documento universitario alcalaíno de 1615 (R. González Navarro, loc. cit., p. 626).
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el monstruo de nuestros ti[e]mpos, y a los Reyes y a las damas para grandes y pequeños, un punto, el más importante de la misa que ofrecemos por sufragio a los difuntos y de sus grandes efectos. Del modo que se distinguen sacrificio y sacramento, quién le hace y le recibe, quién le ofrece y, en efecto, en qué razones consiste en recibir más o menos. Hizo una corta oración, cortada por el sujeto de la illustre Margarita y a su piadoso celo tuvo el mundo embebecido y al cielo dejó suspenso. Al refocilar de Cristo recibiéndose a sí mesmo el cántabro valeroso, quintaesencia del ingenio. De todos los más subidos el doctor Bolívar viendo el copete547 a la ocasión548 para orar ocupó el puesto. Con evidencia probó que por lo bello del cuerpo se reconocen del alma los más subidos talentos; pintó en el Príncipe un niño tan lindo, tan puro y bello; en el duque, un ayo sabio, tan prudente, tan asperto [sic] que solo pudo en sus hombros poner Júpiter inmenso, respecto de su valor, de su gran máquina el peso. Probó que era necesario,
547
Copete: Cierto adorno capilar, pero que aquí sirve para aludir a la expresión «Asir la ocasión por la melena o por los cabellos, frase que vale usar a su tiempo de la oportunidad que se ofrece delante para hacer o intentar alguna cosa»(Aut.). Los copetes serían prohibidos por premática en 1639, después de invectivas de moralistas como B. Jiménez Patón en su Discurso de los tufos, copetes y calvas (Baeza, 1639). 548 Tacha ahora el final del verso, que era «para orar» y el siguiente: «ocupó el puesto».
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habiendo de dar su puesto, que le enseñase las ciencias, ser de Alcalá y que tuvieron de aquesta Universidad padre y agüelo maestros, que el uno fue el gran Loaísa y el otro fue Siliceo, que instituyó el estatuto de la Iglesia de Toledo549. Oró con tal gallardía, tal facundia, tal afecto, que aunque primo Montesinos, también fue primo Oliveros, pero ¿qué muncho lo fuese si entre dos primos tan buenos de todos los doce pares no pudo dárseles tercio? Cierto rumor me alborota, paréceme que estoy viendo un sabio que se apercibe para salirme al encuentro, a su cargo está el vejamen, que si es prueba de conceptos, ¿quién sino el doctor Zapata pudiera encargase de esto? Pero no hay de qué culparle, aunque obedeció en efecto antes que al Rey y al Rector, que todo dice gobierno; por él empezó el vejamen550, que habiendo de dar comienzo, aunque era grado real, él dio licencia primero. El que a reyes no perdona quiso parecerse en esto a la que se llevó el Cid fincando en Valencia enfermo. De agudo les dio a las damas, que tanto puede un concepto cuando se pone en su punto, que a nadie guarda respecto. Doña Leonor Pimentel, pimienta que fue de versos,
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Se refiere al famoso y terrible «estatuto de limpieza». Alude a que se refirió a sí mismo, como el Rector de la ocasión anterior, según he explicado arriba. 550
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155 sin dar censura a los míos les deje pagar su censo. Está la cruz de San Juan entre su lengua a deshechos, vio sus brazos sacrosanctos 160 entre calvarios de güesos, dio nombre a los motilones551 de chamorros552 y es muy cierto, que motilón de San Juan un chamorro pudo serlo; 165 del Príncipe de Esquilache tanto levantó el ingenio que adornó la Compañía con sus letras y talento; recogió de don Enrique 170 las aguas y fue tan cuerdo que no perdonando a nadie a todos dejó contentos. Cantó el gallo a media n[o]che553, no a medio día, pues creo 175 que eran ya más de las dos al dar el canto primero; atajáronle los pasos y el laureando en efecto llegó a recibir la borla 180 y los bedeles corriendo fueron con guantes al Rey; tomó el dinero con ellos de la doctoral propina, honró las letras con esto, 185 tocaron las chirimías554, los ministriles555 luego. Los Reyes, damas y grandes desocuparon el puesto, salió de golpe la turba 190 y quedaron en silencio por hoy las distribuciones, mejore Dios los efectos.
551
Motilón: «El religioso lego. Llamose así por tener cortado el pelo en redondo» (Aut.). Chamorro, véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 553 Hay un juego de palabras aquí con la tradición cristiana y lo que supone el canto del gallo; también con los gallos que cantan por el día. Por supuesto, todo gira en torno a la polisemia de gallo como «acto en la ceremonia de graduación» y persona que pronuncia el vejamen. 554 Chririmías, véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 555 Ministriles, véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 552
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TEXTO 5 VEJAMEN EN LA UNIVERSIDAD DE TOLEDO El 3 de mayo de 1485 fundaba en Toledo el doctor don Francisco Álvarez de Toledo, maestrescuela de la Catedral, el Colegio de Santa Catalina, con la simple pretensión de instruir a los jóvenes en Gramática y Derecho. Más adelante quiso que también concediera grados, a lo que accedió diligente León X, en 1520, y con lo cual se pudo considerar fundada la Universidad toledana con los mismos derechos que Salamanca, Alcalá u otras universidades. Muerto el fundador, su sucesor don Bernardino Zapata ordenó en 1529 las Constituciones de grados en las facultades existentes de Leyes, Artes, Teología y Medicina. Nuevas constituciones en 1546 y 1557, las del doctor Alcaraz, terminaron de perfilar el marco universitario del Colegio, que ya se había convertido en Universidad de pleno derecho. Con la creación del otro Colegio, el de San Bernardino, en 1565, Toledo contaba con los instrumentos adecuados para ser considerada ciudad universitaria donde se promovía el estudio de los jóvenes. Los nombres de sus alumnos y profesores famosos componen una larga nómina, digna del mejor centro educativo, pues entre ellos figuran Alvar Gómez de Castro, Alonso de Villegas, José de Valdivielso, Tamayo de Vargas, Eugenio Narbona y tantos otros556. Precisamente, en el Monasterio de Descalzas Reales se conserva un impreso de diez hojas titulado Relación de las fiestas que hizo la Imperial ciudad de Toledo en la traslación de la sacro Santa Imagen de nuestra Señora del Sagrario (Toledo, Bernardino de Guzmán, 1616)557, que probablemente se debe al propio Eugenio de Narbona, doctor como sabemos por la Universidad toledana y personaje del vejamen que reproducimos558. Se
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Sobre la Universidad toledana es útil consultar los trabajos de Florentino Gómez, Biografía de la Universidad de Toledo. Toledo: IPIET, 1980, y El sistema educativo de los colegios seculares de la Universidad de Toledo. Toledo: Imprenta Ébora, 1982. También se pueden consultar los artículos de Luis Martín Martín, «La Universidad de Toledo en el siglo XVIII», en Anales Toledanos, XXVII, 1990, pp. 155 a 177, y de Luis Lorente Toledo, «Origen, desarrollo, rentas y patrimonio de la Universidad de Toledo», en Ibíd., XXIX, 1992, pp. 59 a 69. 557 Signatura E–10–192. 558 El doctor Eugenio de Narbona es un personaje bien conocido por los especialistas, tanto por sus obras como por la amistad que tuvo con dos monstruos de la época como fueron Lope y Góngora. Ambos le dedicaron un soneto (Góngora el que comienza «Mis albarcoques sean de Toledo», Obras, ed. cit., II, p. 320; Lope el que dedica a su muerte, que se inicia «Nació en tu misma patria», BAE XXXVIII, p. 284). Sobre su vida y obra se puede
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trata de una descripción de los festejos que tuvieron lugar con tal ocasión y que, como se sabe, originaron un certamen poético. En él se puede leer: «para mejor ocasión dexo hablar desta fábrica insigne» [refiriéndose a la Catedral]559, pero también se comenta aquí que la Universidad de Toledo y sus estudiantes hicieron «una máscara y carros triunfales», donde se simbolizaban «las tres principales ciencias: Teología, Jurisprudencia y Medicina» (f. 4vº). En la descripción se menciona que también desfilaron maestros y doctores de la Universidad y se apunta con cierto orgullo que «con ser los graduados más de ciento, no auía tres que no fuesen de Toledo» (f. 7). Tanto Luis Hurtado de Toledo como Francisco de Pisa se enorgullecen igualmente de la importancia de la Universidad toledana en sus respectivas historias sobre la ciudad y mencionan la solemnidad con que se repartían los grados en este centro, señalando que nada tenía que envidiar a las mejores de España o Italia560. Las constituciones universitarias aluden a la ceremonía de obtención de grados, y particularizan en la del grado de doctor, sin que se refieran para nada –como es lógico– a la presencia del vejamen561. No obstante, sí se hace referencia a los gastos que hacía el doctorando, gastos que incluían costosas comidas, regalos a todos los circunstantes y espectáculos como los toros. Por si fuera poco, las fachadas de la catedral toledana conservan aún vestigios de almagre con los nombres de los doctores toledanos y sus correspondientes vítores. Que sepamos, tres vejámenes de la Universidad de Toledo del Siglo de Oro han llegado hasta nosotros, dos permanecían inéditos hasta hace poco (los que se dan a los hermanos Narbona y al doctor Segovia) en un manuscrito que incluye gran cantidad de poesía toledana de la época562, el otro
consultar el trabajo de Jean Vilar, «Intellectuels et noblesse: le doctor Eugenio de Narbona», en Etudes Ibériques, III, 1968, pp. 7–28. 559 Fol. 2. Habida cuenta de que en la obra de Narbona, Historia de don Pedro Tenorio, arçobispo de Toledo (Toledo: Juan Ruiz de Pereda, 1624) se contiene un capítulo (el primero del libro segundo) donde se habla con bastante demora de la «Fábrica del Claustro de la santa Iglesia de Toledo, su descripción y las cosas que ay en él», además de dedicar otro a la capilla de San Blas, no parece muy aventurado suponer que esta Relación sea en verdad del propio Eugenio Narbona, como rezaba manuscrito en el ejemplar que J. Alenda y Mira vio de dicha Relación (cfr. su Relaciones de solemnidades y fiestas públicas de España. Madrid: Sucesores de Rivadeneyra, 1903, I, p. 183b). 560 Ambos citados por el Conde de Cedillo en su Toledo en el siglo XVI. Madrid: Hijos de M. G. Hernández, 1901, p. 147. 561 Publican las de Santa Catalina, de 1529, Constantino Rodríguez y Martín–Ambrosio, «Toledo en la época de Garcilaso (1503–1536)», en Boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, XVIII, 1940, pp. 101–160. Lo referido al ceremonial del grado de doctor en las pp. 138–139.
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(que se da al licenciado Bosque) ha sido editado modernamente por Aurora Egido563. Los tres se pueden localizar cronológicamente en los primeros decenios del siglo XVII y tienen en común, aparte de los rasgos conocidos del género, la alusión a diferentes miembros de la comunidad universitaria y de la vida cultural toledana, como son los Narbona y los Segovia, protagonistas respectivamente del primero y del segundo de los vejámenes que menciono. De los tres vejámenes que conservamos dos mezclan la prosa y verso, el otro está escrito enteramente en verso, si bien observamos que cuando va a empezar la sátira en prosa se corta la copia de que disponemos. El publicado por Egido tiene fuerte raigrambre quevedesca, como señala la editora, continúa la técnica de los sueños presentando diversos epitafios referidos a los distintos doctores toledanos, incluso alude explícitamente a la gran creación de don Francisco, el gallardo Escarramán, lo cual nos permite situarlo con posterioridad a 1612564. Los vejámenes de los Narbona y del doctor Segovia (el primero de los cuales se edita aquí) parecen ser posteriores a este. Dado que se encuentran ambos en el mismo manuscrito de la Biblioteca Nacional, donde se copian versos de poetas toledanos cercanos a la fecha de 1614, y el hecho de que Alfonso Narbona ya figure como doctor en ese año y su hermano Juan antes de 1615, nos permite conjeturar que su localización cronológica tiene que rondar ese año565. Coinciden ambos en la presentación del vejamen: primero se trata de una burla en verso, concretamente en quintillas, y después
562
Se trata del conocido ms. 4100 de la Biblioteca Nacional de Madrid, citado entre otros por Miguel Á. Pérez Priego, «Poetas toledanos del Barroco. Baltasar Elisio de Medinilla», en Anuario de Estudios Filológicos, IX, 1986, pp. 225 a 238. Hemos editado ambos en nuestro trabajo «Sobre el vejamen de grado en el Siglo de Oro: La Universidad de Toledo», en EPOS, X, 1994, pp. 203–231. 563 En el trabajo de A. Egido, ya cit., «De ludo vitando...». Se trata del segundo vejamen de los que publica. Probablemente nos encontremos ante el vejamen del que sería doctor Francisco Bosque, teólogo, antecesor en la cátedra de Vísperas de la Universidad toledana de Alfonso de Narbona precisamente. Era capellán del insigne colegio de Santa Catalina cuando escribió un encendido elogio a la obra de Alfonso Narbona Commentaria...(1624). 564 Art. cit., p. 643: «Fue condenado a que escriviesse repetiçiones al señor liçenciado Ávila de Escaramán». 565 El vejamen de los doctores Narbona ha de ser anterior (poco anterior) a 1615, fecha en que encontramos ya a Juan como doctor y catedrático de la Universidad toledana en su obra De Appellatione a Vicario ad Episcopum (Toleti: viduam Petri Roderici, 1615, privilegio real).
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sobreviene la burla en prosa, para terminar con un panegírico nuevamente en verso. Coinciden también en los procedimientos de la burla: la sátira personal, basada en defectos físicos y morales, el descrédito del nuevo doctor, que obtiene el título debido a influencias familiares, similares chistes basados en su bobería, su aspecto, etc. Podríamos sobreentender que su autor sea quizá la misma persona, aunque no tengamos referencia concreta sobre este punto566. Llama la atención que muchos de los procedimientos humorísticos de la parte en prosa del vejamen que editamos se basen en el desconocimiento del latín que tiene uno de los nuevos doctores; diversos chistes que se cuentan sobre ellos se fundamentan en la incorrecta interpretación de fórmulas latinas que emplean otros doctores. La parte en verso parece apuntar a los defectos físicos y morales que presentan los doctorandos. A menudo el efecto cómico se busca a través del doble sentido, que apunta hacia lo escatológico. Como en otras ceremonias burlescas y fiestas populares, en el vejamen de grado se permite todo, se puede decir lo que nunca se expresaría en público aunque se pensase en secreto. En ese día y para esa ocasión está permitido subvertir el orden establecido, perder el respeto a los que mandan y que se convierta el más insignificante de los doctores en juez capaz de vilipendiar a cargos tan importantes como el maestrescuela o los sesudos catedráticos de la Universidad. El vejamen suele aludir a unas circunstancias muy concretas también: juega con que los asistentes conocen al graduando y también el medio en que este se mueve. Así, determinadas alusiones personales o locales tienen para ellos un significado especial que a nosotros puede quedarnos un poco lejano, por eso basta con meras insinuaciones para despertar la sonrisa del auditorio. De hecho, en el vejamen del licenciado Bosque se alude un poco misteriosamente para nosotros a que el doctor Eugenio de Narbona había tenido «ciertos pleitecillos con las ánimas». Si a eso añadimos que se le acusa de conocer mejor a Santo Tomás (de tomar, como «robar») y lo unimos al hecho de que Narbona era propietario de un costoso cigarral, no parece muy descabellado sugerir que lo que se está queriendo decir es que
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No queremos dejar de aventurar una hipótesis: dado que el vejamen se encomendaba al doctor más reciente y puesto que se menciona la juventud de uno de los doctores universitarios, Yepes (después aclaramos que se trata de Marcos de Yepes Bolaños), bien podría ser este el autor de los vejámenes. Sabemos, además, que Yepes era poeta y que estaba acostumbrado a lidiar en las justas toledanas, donde recibía –como cualquier otro participante– su correspondiente vejamen también.
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el doctor en cuestión robaba las limosnas que los fieles dejaban en su parroquia. Bien es verdad que todo se dice en tono de chanza, pero también que más de uno podría pensar que llevaba parte de razón el vejador567. Una familia que representaba muy bien el ejemplo de la estirpe de sabios juristas que Toledo ya había conocido anteriormente era la de los Narbona, cuyos miembros más señeros, los doctores Alonso y Eugenio, aparecen en dos de los tres vejámenes568. Entre los miembros de su familia no escasean los mercaderes y con toda probabilidad su origen haya que buscarlo entre los conversos de la sociedad toledana569. Eugenio Narbona, gran amigo de Lope y Góngora como hemos dicho, fue hombre cultísimo y autor de varios tratados, ejerció como cura de San Cristóbal y murió antes de 1626570, ad quem para los vejámenes que hablan de él; su hermano Alonso era uno de los juristas de más prestigio de Toledo. Hijos del último eran Juan y Alonso, el primero de ellos, que llegaría a ser catedrático de Derecho canónico, había nacido en 1591 y debía de ser doctor ya en 1615571; ese año publicaba De Apellatione a Vicario ad Episcopum bipartitvs Tractatvs, donde se incluye una carta de su hermano Alfonso572. Este último también es autor de unos Commentaria In tertiam partem nouae Recopilationis legum Hispaniae (Toledo, Didacum Rodri-
567 Lope de Vega dedicó un misterioso soneto a la muerte del doctor Eugenio Narbona, como hemos apuntado, donde dice: «Nació en tu misma patria, oh gran Narbona, / el envidioso que causó tu muerte» (Obras. BAE XXXVIII. Madrid: Atlas, 1950, p. 384a). No deja de ser sugerente este dato, según lo que leemos en el vejamen. 568 Elogios de esta familia de ingenios se pueden leer en los preliminares de las obras que luego citaremos de Juan y Alfonso. 569 Así lo afirma José Gómez–Menor en su obra, Cristianos nuevos y mercaderes de Toledo. Toledo: Zocodover, 1971, p. LIII. 570 Jean Vilar, «Intellectuels et noblesse: le doctor Eugenio de Narbona». cit. 571 De él se ocupa Richard L. Kagan, «La Toledo del Greco», en El Greco de Toledo. Madrid: Alianza Editorial, 1982, p. 69, donde señala su importante vinculación con el pintor y la posibilidad de que los Narbona fueran el eslabón entre este y Góngora. De Juan de Narbona escribe su hermano Diego lo siguiente: «Generalis Archiepiscopatus istius in Archiepiscop. Complutensi curia Vicarius ipsius, utriusque signaturae referendarius & iudex apostolicus in Magistrali SS Iusti & Pastoris insigni basilica praefectus aerarij, necnon s. Inquisitionis totius regni, civitatisque toletanae consultationibus praepositus Horograpohiam (Horographia iuris seu De legitimis horarum intervallis iuridica descriptio. Matriti: Didacus Diaz de la Carrera, 1652, f. [*2]). 572 Véase C. Pérez Pastor, La imprenta en Toledo. Madrid: Manuel Tello, 1887, p. 194. Se guardan retratos de ambos hermanos, como personajes ilustres que fueron, en el Archivo Histórico Provincial de Toledo.
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guez, 1624)573, obra en la que uno de sus panegiristas, Franciscus Bosque, escribe al autor y continuamente se refiere a su juventud y a su precocidad: «Laureaque doctoris quatuor lustra, non numeravit quinque, cum iam in Toletanis Athenis explicabat Iustinianeas institutiones»574. Nicolás Antonio, que confunde las aportaciones de los dos Alonso de Narbona, padre e hijo, da cuenta de la existencia de otro miembro de la familia, Diego, hijo también de Alonso y, como él, abogado, nacido hacia 1607 y muerto en 1650. Fue autor de dos obras de Derecho, De aetate ad omnes humanus actus requisita (Madrid, 1642) y Horographiam Juris (1652)575. Dentro de la obra Apellatione a Vicario, citada, de Juan de Narbona encontramos una dedicatoria en prosa de Ioanni Alphonsus Narbona f., que llama a Juan «mi frater, mihi gratulari, qui te & eruditione & aetate reverear superiorem... Parenti etiam nostro (dicam ne doctori?) lubens gratulor, cuius in nos exanclatis laboribus a te ut natu, sic doctrina maiori gratia grata, quia non tarda, tam coppiose reddatur»576. Sigo para la edición el ms. 4100 de la BNM, copiado con letra del siglo XVII.
573
Ibíd., p. 206.
574
Alphonsi Narbona, I. C. toletani: Commentaria in tertiam partem novae recopilationis . Toleti: Didacum Rodriguez, 1624, preliminares. 575
Bibliotheca Hispana Nova, I, Madrid, 1783, p. 38a. El gran bibliógrafo habla de la muerte de Alfonso en Toledo en 1611. (Véase el poema de Tomas Tamayo de Vargas, gran amigo de la familia «Toletano coelo», publicado en la obra de Juan, De Apellatione..., donde menciona a los Narbona). 576
Ioannis Narbona: Apellatione à Vicario ad Episcopum. Toleti: viduam Petri Roderici, 1615, f. [d4].
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¿Dónde un comisario está que el teatro577 no despeja? El que esto guardado ha ¿en qué entiende, pues se deja estos muchachos acá? Niños, ¿qué queréis aquí? Salid allá fuera presto, nunca tal desorden vi. ¿Es juego de niños esto? Pero presumo que sí. ¿Qué es lo que con tropa tanta a la iglesia habéis traído, con tanto ruido que espanta? Mas ellos me han respondido que son infante [y] infanta. Uno y otro mentecato, un dotor y otro dotor, hacéis del honor barato. ¿Estos no fuera mejor que leyeran en contrato? No saben más que su agüela y pretenden capirotes; mandad, señor Maestre escuela, que los den muy bien de azotes y los lleven al escuela. Pero al dinero se inclina, y así la Universidad dar el grado determina a cualquier menor de edad como traiga su propina. Mas, hablando en buen romance, a la destos mentecatos no la podrán dar alcance, que son dotores de lance578 según salen de baratos. Pues qué huecos que vendrán los señores majaderos, que lo son y lo serán, aunque en forma de romeros
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En el texto «treatro», que corrijo. «Lance. Vale también conveniencia y oportunidad en que se compran las cosas por menos de lo que valen» (Aut.). 578
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40 no los conozca Galván579. No es cosa nueva, señores, que niños a todas horas ensayan cosas mayores; ya juegan a las señoras, 45 y hoy juegan a los dotores. Dad licencia, que sus sillas ensucien, ya que han venido, que hoy se han de ver maravillas, que es el día en que a Cupido 50 saca Venus de mantillas580. Mas, si el grado les desvela, no habéis de honrarlos con él, y será razón que os duela que sea el señor don Grabiel 55 de muchachos maestrescuela. Que en hospital quiere dar la Universidad sospecho, y admite sin reparar un cojo, un manco, un contrahecho 60 y niños para criar581. Y ya que a enfermos no guarda la entrada, quizá conviene si en despacharlos no tarda con los médicos que tiene, 65 que matan más que una albarda582. Pero, ah niños, a fe mía que no hay ama ni criada que al pecho los ponga un día, porque el lampiño Moncada583 579 «En figura de Romero / no te conozca Galván», cantan los músicos en una obrita del toledano Quiñones de Benavente, la Loa Fernández, p. 559b (Cit. por Hannah E. Bergman, «El romancero en Quiñones de Benavente», en NRFH, XV [1961], p. 232). Ambas recuerdan el romance viejo que se inicia «Vámonos, dijo mi tío, / A París, esa ciudade, / En figura de romeros / No nos conozca Galvane» (Durán, BAE X, p. 247). 580 Parafrasea el romance que comienza «Sacó Venus de mantillas / A Cupido un día de fiesta», publicado en la primera Flor de romances (Durán, BAE XVI, p. 435b). 581 Tachado «curar». 582 Es chistecillo que se repite frecuentemente y se basa en las mataduras que provoca la albarda en la piel del asno, tal y como el médico mata a los enfermos que cura. El término albarda se repite en estos vejámenes más veces, como se puede leer más adelante. 583 Seguramente se refiere al doctor Sancho de Moncada, el famoso autor de la Restauración política de España (1619), que fue catedrático de Prima de Filosofía y de Sagrada Escritura en la Universidad toledana, según él mismo declara en su obra Marte francés (Madrid, Imprenta Real, 1637, portada).
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70 ni tiene leche ni cría. Y si es fuerza que han de entrar, aunque el grado se desdore, nos podemos consolar, que tendrá con quién jugar 75 el señor Yepes584, no llore. Si esto algún banquete fuera, este par venía a ocasión, que de postres os sirviera por manzana de Aragón 80 y aceituna zapatera585. Dios lo puede remediar cuando su padre porfía que todos han de estudiar. ¿Qué va que ha de dotorar 85 al esclavillo otro día? Al único paje eterno que estos traen, como es notorio, con que hacen de almas un terno586: la del cielo, el purgatorio 90 y el negro la del infierno. Mas en la festividad desta Pascua para mientes, que por tal calamidad nos traen fiesta de inocentes587 95 como la de Navidad. Pero tan ruines personas no guardéis, jugé[m]oslas588 a unas quínolas589 pelonas: de uno y dos y tres Narbonas 100 y, si este golpe, uno más. ¡Qué contenta que habrá estado
584 Marcos de Yepes Bolaños, doctor en Teología, según el Libro de claustros de la Universidad de Toledo (desde 1612), ms. del Archivo Histórico Provincial de Toledo. Había nacido en 1592 (de ahí la alusión a su juventud) y era clérigo desde 1607 (Vid. J. Sánchez Romeralo, «Lope de Vega y Hernando Grandío», en BRAE, LIII, 1973, pp. 516–517). 585 «Se llaman las que por haber estado mucho tiempo en el adobo o por haberles faltado se han dañado, arrugado y perdido el color y sabor. Llámanse así porque huelen a las pieles curtidas que gastan los zapateros» (Aut.). 586 «Número de tres en una misma especie» (Aut.). 587 Alude a la degollación de los Inocentes y, por tanto, vuelve a motejar de niños a los dos doctorandos. 588 En el manuscrito «juguenoslas», que corrijo. 589 Quínolas es «juego de naipes en que el lance principal consiste en hacer cuatro cartas, cada una de su palo» (Aut.).
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su inocencia de pensar que ya juntos han pasado! pues de por sí han de llevar, pues que se han mancomunado. Venga el señor Juan primero, que es mayor asno en su casa y es hombre que ha un año entero que en estercolarse pasa aquellas barbas de cuero. Presume de enamorado y de galán tan en ello que tray con grande cuidado por no lastimarse el cuello todo el pescuezo engomado. Es predicar en desierto590 pedir que un ojo enderece y no es tan malo, por cierto que a Colonia591 se parece, que no es derecho ni tuerto. Ya comienza a gallear592 y se ha parado tan fiero que parece en el barbar mano negra de carnero no acabada de pelar. Por disfraz, si le importara, pasar con su cara puede y aun para danza bastara, que parece anda adrede con carátula por cara. Con la cual cualquier convento de monjas le alquilara, que con ese paramento puede servir como está por San Juan de un molumento593.
590 Predicar en desierto es «Frase vulgar con que se da a entender que los oyentes no están dispuestos, antes sí repugnantes, para admitir la doctrina y consejos que se les da» (Aut., que acompaña una cita del Persiles). 591 Quizá el doctor Juan Bautista de Colonia, que luego se menciona. 592 Seguramente aquí se juega de vocablo con los varios sentidos de gallear, uno de los cuales apunta directamente a los gallos universitarios. Aut. recoge también la acepción figurada «querer sobresalir entre otros hablando o excediendo en cualquier género de cosas»; pero no hay que perder de vista la definición de un término próximo como gallito: «el mozalbito entonado, enamoradizo y arriscado» (s/v), que parece venir bien en este contexto. 593 Sic por monumento, pero no sé si es errata.
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Yo le preguntaba ayer por qué saca, cual camello, la barba, y es por temer que no tropiece en el cuello y se le estorbe al nacer. Pero sus ojos me admiran, que están en la post[r]er sala y desde el cogote miran, mas dicen que se retiran por tener tan mala cara. Señor Alonso, ¿qué siente, qué piensa, señor Alonso? ¿Salvarse por inocente594? Pues oiga el impertinente sus exequias y responso. Que ya mormurando están como no digo de paso que le han sacado galán con loba de gorgorán y con las barbas de raso595. Mentecato, no imagina que nadie de mí se escapa, aprendiz de la cocina parece viento de mapa que está soplando a un esquina596. Por llamarle alma del cielo597 pienso que se ha de engreír este cara de mochuelo, que más parece buñuelo de viento, a medio freír. ¿Dónde las barbas están, señor cara de alcarraza598?
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Es decir, por niño pequeño, en alusión a los inocentes y su fiesta anual. Tanto el gorgorán como el raso son nombres de telas de seda, pero la segunda «fórmase levantando los lizos para que teja la trama» (Aut.), de ahí la similitud con las barbas del nuevo doctor. 596 La representación simbólica del viento en los mapas de la época. 597 Es locución, cfr. la obra de Bances Candamo, El español más amante y desgraciado Macías: «Cuando el deseo ansioso me acelera, / corta el temor a mi deseo el vuelo; / ciego vendado dios, alma del cielo / no haya quien tema más, si hay quien espera» (en CORDE). Parece tener un sentido similar a «alma cándida» u otras expresiones formadas con alma. 598 «Vasija de arcilla porosa y poco cocida, que tiene la propiedad de dejar rezumarse cierta porción de agua» (DHLE, cuya primera documentación es c1500). Metáfora degradante, pues, que tal vez se escoge por el color de la cara del doctor (según Cov. Es «de cierto barro blanco») o por su aspecto. 595
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Como siempre juntos van, la mona parece Juan 170 y aqueste tonto la maza599. Barbo, nieto de ballena, mamonazo vergonzante, zocataza berenjena600, ¿Por qué, siendo luna llena, 175 quiere ser dotor menguante?601 Por más que apodos le pongo pienso que no digo nada deste caraza de hongo, blanquecino y deslavado[sic] 180 como caldo de mondongo.
Ya llegó en efeto este día de que tanto se ha hablado y estos pollos tan cacareados602 salieron a luz, aunque no parece que han salido del cascarón. Bendito sea Dios, que descansará el señor dotor Alonso de Narbona y descansaremos todos de sus priesas y [a]fanes que nos ha dado con este grado de a dos de sus hijos, que ha tenido tanto deseo de verlos ya dotores que como a cerezas tempranas los ha madurado con agua caliente; y sucédeles a los dotorados603 lo que a las cerezas, que aunque lo son en efeto es con muy ruines calidades de dotores como estos, que las tendrán de muy grandes asnos. ¿Para qué tanta priesa, señor dotor?, y que si los frutos han noticia de quién es el árbol cuando se conozca quién son los contenidos ¿con qué honra podrá quedar el padre que los hizo, sino con vergüenza de haber sacado en público tal mercaduría? Que es tal que aunque dan dineros con ella es muy gran hierro que se reciba y el mundo que hasta [a]hora le ha tenido por cuerdo desengañado, quizá le tendrá por lo que promete la espléndida y redonda cara. ¿Creyó el señor dotor que porque le habían dejado un hermano menor de marca, le habían de consentir dos hijos con tantas faltas como ex infra dicendis apparebit? 599
«La maza y la mona. Se llama regularmente las personas que andan siempre juntas»
(Aut.). 600
En el texto «cocataça», pero entendemos quiere decir lo que restituimos. El adjetivo «zocato» referido a la berenjena y también al pepino significa «fruto que se pone acorchado y amarillo sin madurar» (DRAE). La expresión berenjenas zocatas o berenjenas zocates aparecen en Lope (Al pasar del arroyo, jorn. II. BAE XXIV, p. 399a) y Tirso (La villana de la Sagra, acto I), respectivamente; el adjetivo también en los diccionarios de Guadix (1593) y Rosal (1601–11), aunque solo referido al pepino. 601 Juega con los significados de «luna llena», por la forma de la cara del doctorando y «doctor menguante», en el sentido de «menguado, falto de juicio». 602 En el ms: «cacarreados», que corrijo. 603 En el ms. tachado «dotores».
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Aunque más se me haya encargado el secreto, yo no puedo dejar de decir lo que vi esta mañana en su casa; hanme de matar, amenazas me hacen. No hay que hacerme del ojo, señor dotor Eugenio de Narbona, ¿si yo fui venturoso en llegar a ocasión de ver un espectáculo tan tierno tengo de callarle? Viendo, pues, el señor dotor Alonso de Narbona que se llegaba la hora en que este par de pichones había de salir en público y a recebir la honra deste grado, quiso al sacarles a volar echarles su bendición y instruirlos con su dotrina para que pudiesen encubrir mejor las faltas que conocía en ellos y llamando ante sí como padre prior estos dos cuitados novicios o niños de recebimiento604 les dijo: –Hijos, a ser dotores vais, deos Dios ventura en armas y en amores dicha grande, apartaos de las malas compañías y mirad los buenos y huid el ejemplo de los malos, y pues habéis de tratar con los de la Universidad, advertid que hallaréis en ellos mucho que imitar y que debáis huir tan bien. No os quería tan pulidos y remilgados como el señor dotor Luis Ortiz605, con su cara de rallo; ni tan sumamente desaliñados como el señor dotor Colonia, ni tan buscapiés como el señor dotor Andrada606, ni tan flemáticos como el señor dotor Angulo607, ni tan abstinentes como el señor dotor Gregorio de Pisa608, ni tan leídos en la comida como el señor dotor Alonso de
604 Niño de recebimiento parece expresión sinónima de novicio, por cuanto recibir «vale también admitir a alguno en su compañía, congregación o comunidad» (Aut.). 605 De él se dice en el vejamen editado por A. Egido: «Fuy guitarrista y, al fin, / tantos fueron mis esçessos / que mandé enterrar mis huessos / en aqueste vigolín»(p. 639). 606 El doctor Eugenio de Andrada era catedrático de prima de Cánones (Ver Constituciones sinodales del Ilmo. Sr. D. Fernando, Cardenal Infante, Madrid: Bernardino de Guzmán, 1622, fol. 10vº). También era cura de San Salvador y actuó como albacea de su colega el doctor Francisco de Pisa (Apuntamientos para la II parte de la «Descripción de la imperial ciudad de Toledo» del doctor Francisco de Pisa. Ed. J. Gómez–Menor. Toledo: IPIET, 1976, p. 16). 607 Gregorio de Angulo, famoso regidor de Toledo y poeta, amigo de los más grandes ingenios de la época, citado entre otros por Cervantes y Lope en sus respectivas obras de alabanza a los ingenios toledanos, gran amigo y fiador del Greco, según Kagan, op. cit., p. 69. Era hijo de Antonio de Angulo y se doctoró en la Universidad de Toledo en 1596, fue regidor de la ciudad desde 1604 hasta 1620, fecha en que renunció por tener que incorporarse en Nápoles como miembro del Consejo de su Majestad, de ahí que Lope lo recuerde en el Laurel de Apolo como estante en aquella ciudad (Véase F. de Borja San Román, El Greco en Toledo, Madrid, 1910, pp. 81–82). La Epístola que le dedicó Lope, magníficamente analizada por Millé (»La epístola de Lope de Vega al doctor Gregorio de Angulo», en Bhi, XXXVII, 1935, pp. 159–188) sirve de credo poético que define también a los ingenios toledanos. 608 Así se llamaba un clérigo presbítero, familiar del historiador del mismo apellido, que era vecino de Toledo en 1605 (Véase Apuntamientos, cit., pp. 16 y 201).
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Palma609, ni de paso tan largo como el señor dotor Villalobos610; no tan por el suelo como el señor dotor Moncada, alias Pujo611, ni tan sencillazos como vuestro padre612, ni tan socarrones como el señor dotor Toro613; imitad aquella igualdad de vida del señor dotor Martín Ramírez614, que parece al alma de limbo, que ni pena ni gloria615; y del señor dotor Perales, el bonetazo de fanega616; y aspecto de reverendo del señor dotor Velluga617, todo si no es el miedo de decir al gato «zape»; del señor dotor Santo Domingo imitad el hablar a medio latín porque os tengan por dotor como a él y lo que más quisiéredes, como no sea el decir misa618; y andaos al lado de contino del señor dotor Juan Vázquez, que sabe muy bien su cuento y es teólogo enjerto en ginovés619. 609
Probablemente el mismo doctor Palma, catedrático de Prima de Leyes, que se menciona en las citadas Sinodales de 1622, f. 10vº. 610 No hemos podido localizar a tal personaje, por más que el apellido le recuerde al autor de los Problemas. 611 En el vejamen tantas veces citado publicado por A. Egido se lee: «Ele, ele por dó viene / el señor doctor Moncada, / porque del Juiçio de Dios / nungún capado se escapa» (p. 637). 612 Es decir, el doctor Alonso de Narbona. 613 El doctor Pedro de Toro Bermeo, «a quien debió gran decoro / la savia poltronería»; era consultor del Santo Oficio, como su padre, según dice en el vejamen publicado por A. Egido (p. 640). 614 Martín Ramírez de Zayas (1561–1625), de una familia acaudalada de la ciudad, según menciona Kagan, op. cit., p. 64. Era catedrático de Prima de la Universidad toledana, como mencionan las Sinodales de 1622, fo. 10vº. El vejamen publicado por A. Egido dice de él que era «si en su facultad letrado, / en su conpostura dueña» (p. 638). En 1599 pleitea con El Greco sobre el precio de un retablo y se nombra clérigo y catedrático de Teología de la Universidad de Toledo (Conde de Cedillo, op. cit., p. 219). 615 Ni pena ni gloria: «Expresión con que se significa que a alguno no le hacen impresión las cosas [...] manteniéndole en un estado de indiferencia» (Aut.). 616 Debía de ser de cabeza grande, pues en el vejamen publicado por A. Egido se puede leer: «de su muerte por tristeza / mostró gran cometa el zielo, / ¿qué mucho, si en todo el suelo / no queda tan gran caveza?» (p. 638). 617 Probablemente Luis Velluga de Moncada, autor de memoriales a principios del XVII, nombrado como catedrático de la Universidad por el Conde de Cedillo en su Toledo en el siglo XVI, cit., p. 78. Era miembro del Colegio de San Bernardino y uno de los mecenas del Greco (Kagan, op. cit., p. 69). 618 Puede ser el doctor Francisco de Santo Domingo, que bautiza a Gabriel de los Morales, hijo de Jorge Manuel y nieto del Greco, el 24 de marzo de 1604 en la parroquia de Santo Tomé, siendo padrino del muchacho el doctor Gregorio de Angulo (San Román, El Greco, p. 237). 619 También lo mencionan las Sinodales de 1622, fol. 10vº, como doctor de la Universidad y examinador sinodal. En el vejamen editado por A. Egido se dice de él: «Este llamaron el médico diçhosso, no porque sanó a muçchos, sino porque, sabiendo menos que nin-
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Esto y otras muchas cosas dijo, y abrazándoles cariciosamente lloraban o ladraban los cachorrillos, detiniéndoles su padre las lágrimas a los mozos porque no manchasen las lobas de rosa seca, que sentía mucho lo que le habían costado. Pero vengamos a lo que importa, a ver sus virtudes y milagros. Vuelva acá, seor Juan, que es un Juan de buen alma620 y es lástima hacerle mal, mas porque él no le haga a otros no conociéndole quiero decir quién es a costa de la vergüenza de su padre, que él ni sabe ni entiende lo que es esto. En el nombre de Dios empecemos la relación de sus hazañas y verase claro en lo que le pasó con el señor dotor Alonso de Palma621, que estando malo un día su merced (de algún ahitillo sería, que es de lo que más ordinariamente adolesce622) fuele a visitar esta ciruela chabacana623, por el color y por lo baladí también, y díjole: –Señor dotor, déjese vuestra merced de medicinas, que no las saben lo que más las profesan, acuda con algunas novenas y devociones al Cristo del Carmen, que es el que más agora se usa, que le certifico que en una enfermedad que tuve me encomendé a él y me dio la vida después de Dios. Oyó un día publicar que en una iglesia se sacaba un ánima de purgatorio rezando un avemaría y un paternoster. Él dijo: –¿Con no más que eso se saca un ánima de purgatorio? ¡Ahorcado sea tal barato!, ¡el diablo lleve el ánima que me ha de quedar en el purgatorio, que he de rezar tantos paternostes y avemarías hasta que le deje como un corral de vacas! No parece oficial de odrero en lo empegado de sus barbillas624, que tuviera por acertado que las echara a una quínola625 con el señor dotor Diego Hurtado y quizá quedara alguno con razonables barbas, pues tal cual guno, pensaba que savía más que todos» (p. 645). Era cura de la mozárabe de Santa Justa en 1602 (Pisa, Apuntamientos, p. 143). 620 «A uno que es bonazo y flojo» (Correas, Vocabulario). 621 De él se dice en el vejamen editado por A. Egido que era «un sabio doctor / de tanta jurisprudencia /que alcançó por suffiçiençia / la borla de tragador» (pp. 641–642). 622 Parece que tenía fama de hambriento, pues en el vejamen antes citado se continúa «siendo de anbre su mal» (p. 642). 623 «Chabacana llaman en Andalucía a la mala fruta y de ahí por cosa baladí y mala, del gr[iego], que dice sabacos a lo podrido, rancioso y acedo y lleno de queresas» (Del Rosal, Dicc., en NTLLE s/v). 624 Empegado es «lo así cubierto y bañado con pez» (Aut.). El vejador juega con la palabra odrero que ha aparecido antes, dado que es la persona que se encarga de hacer o vender odres y estos se empegaban con pez. Las barbas del doctor parecen también pegadas con esta resina. 625 Véase arriba. La expresión echar a una quínola corresponde al actual «echar a suertes» o jugarse algo al azar. Cfr. el siguiente texto contemporáneo: «¡Oh qué graciosa sorti-
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es juez ha sido, que residencia ha ido a tomar a Galves y Jumela626, que su padre ha procurado que viniendo un día a que viere un proceso que se había de terminar, leyéndole el escribano las probanzas627, reparó en el dicho de un testigo que a su poco saber hacía al caso, y acabado de leerle el escribano dijo nuestro dotorcito: –Ese trasero me vuelva para mí, señor escribano, que no le he entendido. Casi lo mismo le sucedió un día que se arremangó a informar al señor vicario en un pleito en el cual, al cabo de una muy larga petición que él había hecho, puso un otrosí señalado con un ojo a la margen porque le pareció de importancia, y habiendo informado al despedirse dijo: –Suplico a vuestra merced que no determine esta causa sin que vea primero el ojo de abajo, que importa628. Hallose un día en una conversación y junta de damas que trataban de holgarse, para ello quisieron danzar y bailar, y sacaron una guitarra y una dellas dijo: –¿Vuestra merced, señor licenciado, sabe tañer? Él, con muchas ternura y deseo de parecer muy bien respondió: –No, mi señora, pero sé leer y escribir y hablar latín como un pajarito629. Convidaron a este monito con su cara trasnochada a un menudo630, y hicieron para burlarse un morcón relleno de engrudo por carne y cerote631 ja! –dijeron los mercaderes–; sin duda que algún caballero se la quitó para lavarse las manos y se la dejó olvidada; cada cual se holgara de habérsela hallado». «Todos tres –dijo el bellaco del fullero– la hallamos, y de todos tres ha de ser». «¿Pues qué haremos della?» –dijo un mercader–. «Echalla a una quínola –dijo el fullero en llegando a la venta, y a quien Dios se la diere, San Pedro se la bendiga» (V. Espinel, Marcos de Obregón, ed. María Soledad Carrasco Urgoiti, Madrid: Castalia, 1972, I, p. 215). 626 La villa toledana de Gálvez y el lugar de Jumela, hoy despoblado, que se citan a menudo juntos. 627 Probanza es «la averiguación o prueba que jurídicamente se hace de una cosa» (Aut.). 628 Chistecillo escatológico muy del gusto de este tipo de piezas y particularmente de la presente, más subida de tono que la mayoría de los vejámenes. 629 Esta expresión, como un pajarito, se suele referir a verbos como dormir o morir, tal y como se aprecia en el siguiente pasaje de Don Gil de las calzas verdes, de Tirso: «Y ella, al dar el primer grito, / dijo Adiós, don Mar... y en fin, / quedándose con el tín, / murió como un pajarito» (Ed. Alonso Zamora Vicente. Madrid: Castalia, 1990, p. 229). El chistecillo se parece mucho al recogido por el toledano Santa Cruz en la Floresta española: «Diciéndole a un estudiante que tañía una vihuela que cantase alguna cosa de arte, comenzó a cantar los nominativos» (ed. cit., p. 132). 630 Menudo es «el vientre, manos y sangre de las reses que se matan» (Aut.). 631 Cerote es «masilla o pasta, compuesta de pez y aceite, de que usan los zapateros para untar o encerar los hilos con que cosen los zapatos» (Aut.).
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por pasas y gran cantidad de pimienta para dar la color y sazón, el cual de tiempos atrás es muy amigo de morcilla de huevos. Pidió a gran priesa que le echasen del reverendo, comenzó a cortar y tragar y parecía que pisaban sus muelas en los lodos de una calle de Madrid, y habiéndose comido gran parte doliose dél uno de los circunstantes y díjole: –Pobrete632, no sabes lo que comes, que es manjar blanco633 de la chapinería, por otro nombre engrudo. A lo cual él dijo muy mesurado: –En verdad que ha más de veinte bocados que lo quise dejar por tener tan poco dulce. Tan buen conocimiento tiene de la vista como del gusto, que viendo en una procesión colgada una pintura de San Martín a caballo, en que había unos lejos y árboles bien pintados, crey[e]ndo que los árboles eran la palma y el caballo pollino y el pobre San Josef y San Martín Nuestra Señora dijo al bobo de su hermano: –Hola, Alonso, mira qué buena tabla de la huida a Egipto. ¿Pero qué hacéis allá, señor Alonso? ¡Qué triste y qué amarillo se ha puesto el pobretillo de miedo! No haya más, no haya más, ajo, ajo, las caras buenas. No haga pucheros, ea, no llore. ¿Pensó que no había más que ser dotor y vestirse de seda, que le han vestido de bofes?634, pues sepa, mi rey, que no es todo dulce, asegúrole que no serán azotes, con esto pierda el miedo, que su edad no le suele tener de otra cosa. Es muy querido del señor dotor Diego Ortiz635 el señor Alonso de Narbona, segundo deste nombre, cuarto tomo de las obras narboniles; comunica mucho con su merced, alcanza su gracia, merece su lado algunas veces y entre otras es de saber que el señor dotor Diego Ortiz llevó consigo a este gansito con el mal pelo. Las pláticas eran muy como de su virtud y agohamiento [sic] del señor dotor se puede pensar muy santas, muy edificativas, trataban en efeto del cierto fin de los hombres y de la incierta hora suya, y discurriendo en esto ofreciose llegar donde estaba un asno muerto (no quitando lo presente, con perdón de las barbas y tocas honradas) y viéndole esta cara de monja boba dijo a su maestro: 632
En el ms. «probrete», que corrijo. Manjar blanco, véase la nota anterior a propósito de esta expresión. 634 Bofe es «aquella parte de la asadura de color como de sangre o rojo claro» (Aut.). 635 Probablemente el doctor don Diego Ortiz de Zayas, vicario general del arzobispado de Toledo y albacea del arzobispo don Bernardo de Sandoval y Rojas, cuando en 1618 firma este su testamento (Véase una reproducción del mismo en C. Pérez Pastor, Bibliografía madrileña, II. Madrid: Tipografía de la Revista Archivos, 1906, p. 431). 633
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–Ah, señor dotor, mire si es verdad lo que decíamos: este hermano asno poco ha que estaría bueno y ya le ve cómo está, que ya habrá dado cuenta de su vida. Replicó el señor dotor tras dos toseduras: –Sí, señor Alonso, esto somos y en esto hemos de parar. Y dijo entonces nuestro dotor en leche636: –Por caridad, que si a vuestra merced le place, digamos un responso. Y concediendo con el piadoso ruego el señor dotor Diego Ortiz, cruzando algo más que lo ordinario, entonó un ne recorderis Domine y entonces dijo el señor dotor637 Alonso: –No señor, no diga vuestra merced responso de corderos, mire si sabe algo de asnos, digámosle, pues es cuerpo presente. Muy semejante a esto fue lo que le sucedió con el señor dotor Santo Domingo, que preguntándole de qué salían vestidos para este grado y este dotor en cierne dijo: –De una muy vistosa tela de gorguerán de rosa seca. A lo cual el señor dotor dijo: –Bene, bene. –Bueno será advierta vuestra merced que el gorguerán es de aguas, replicó nuestro jumentillo. Y el señor dotor Santo Domingo dijo: –Eso es de per accidins. Y estotro muy azorado dijo: –¿Cómo de pedazos? Juro a Dios que todo es de una pieza y nuevo flamante y aun no se ha echado la tijera, que luego se ha de volver al mercader. Hásele pegado del señor dotor Diego Ortiz un espíritu de beata y un cuidado de mirar por su salud que enfada, y en orden a esto en cualquiera cosa repara si le ha de hacer mal. Acaesciole pues que yendo un camino llegó a una venta y en ella le dieron un poco de oveja, el manjar hizo sus efetos, lo que fue vuestras mercedes lo pasen en silencio, no quiero que se sepa, no les salga de la boca. En efeto le hizo mal la dicha oveja y de allí a pocos días que aún le duraba el escarmiento del trabajo pasado, trujéronle unas turmas638 de carnero para que comiese y él antes de gustarlas preguntó muy ansioso:
636 Señala Aut. que estar alguna cosa en leche es «frase con que se significa no haber llegado todavía a la perfecta sazón de su especie» . Nota que se suele aplicar a las frutas y plantas, tal y como ocurre en el presente vejamen, en el que continuamente se compara a los vejados con todo tipo de frutas y verduras. 637 Tachada esta palabra. 638 Turma es «lo mismo que testículo o criadilla» (Aut).
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–¿Y estas turmas son de oveja?, porque si lo son no las comeré por cuantas cosas hay en el mundo. Haciendo oración a una imagen de Nuestra Señora que tenía el niño Jesús en las manos, que está junto a un crucifijo, nuestro cara de melón de a cuatro639, muy devoto y con grandes gestos, dijo: –Señora madre de Dios, así mejor logramiento veáis del que tenéis en los brazos que de aquel que os crucificaron, que hagáis lo que os pido. Hablando un día del verano pasado de los rigores del calor, él, muy escarmentado de las pulgas y mosquitos y chinches y las demás órdenes mordicantes640, dijo: –A mí, pues cual me han tratado este verano yo os digo que si deste salgo puniendo la mano en el pecho, no más verano en toda mi vida. Ayudaba a misa este monacillo, que no es poco que este sepa ayudar a misa, pero de tal manera que habiendo buscado la campanilla y no hallándola, estando ya su tío641 a punto de consagrar le tiró muy apriesa de la casulla diciendo: –Señor tío, señor tío, no consagre, que no está aquí la canpanilla. El señor maestre escuela, que le conoce, me espanta que le admita a un grado de tanta honra. Yo contaré lo que le pasó a esta cara de candealillo642. Fue un día a visitar al señor maestre escuela y discurriendo en pláticas diferentes vino su merced a preguntar a este borrego sarnoso: –¿Y su madre de vuestra merced, señor licenciado, está preñada? Él, muy cortés y mesurado, dijo: –Con la merced que vuestra merced le hace era forzoso que lo estuviera. Estalo, mi señor, a servicio de vuestra merced643. Fuera proceder en infinito lo que sé destos dotores de gallos, con que a haber justicia pudiera poner legítimo impedimento a este grado, pero el gasto está hecho, admítanse y esto baste por ceremonia. 639
Recuerda la expresión pastel de a cuatro, que utiliza Quevedo ensus poesías. Mordicante es «lo que muerde, piza o punza» (Aut.), aquí graciosamente referido a las «órdenes» de los mosquitos. 641 Se refiere al doctor Eugenio de Narbona, cura de la parroquia de San Cristóbal, a quien ayudaría como monaguillo. 642 Candela es un «panecillo que se hace de trigo candeal y de un tamaño que pesa regularmente ocho onzas» (Aut.). Con el trigo candeal se hacía un pan muy blanco. Tanto por el color como por su forma la palabra candeal se puede prestar a la metáfora burlesca, ya que se compara con la el rostro del vejado. 643 Chistecillos como este son frecuentes en las colecciones de la época. Cf. la Floresta española del también toledano Santa Cruz: «Preguntó la reina Isabel a un escudero: ¿Cuándo ha de parir vuestra mujer? Respondió: Cuando Vuestra Alteza mandare» (Ed. M. Cabañas. Madrid: Cátedra, 1996, p. 492). 640
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Alabado es con lo fácil, pues lo es el burlar y mentir conforme a la profesión poética, o por mejor decir, escolástica o estudiantesca. Resta ahora lo muy dificultoso, que es alabar, lo cual loado Dios se pudiera hacer mejor callando, pero vayan cuatro décimas que me dio el señor dotor Angulo, poeta jubilado, más por lo perezoso y gordo que por lo antiguo.
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Décimas Cuando los tiempos avaros producen la enemistad y envidia en conformidad lucen dos hermanos caros por preciosos y por raros y por un solo querer, que si un padre les dio el ser ellos, de dos almas una hicieron desde la cuna que es lo más que puede ser. Amor con emulaciones y hermandad en competencia es la más fina experiencia de dos nobles corazones, y en estos claros varones fácilmente pudo darse envidiarse y conformarse y competir con quererse, porque apuestan a vencerse en la virtud y el amarse. Luces tan raras y bellas, que a tanto aumento porfían, no [a] la tierra, al cielo crían otro géminis de estrellas, y el resplandor que hay en ellas por remontados caminos es tal que, aunque al sol vecinos, su eterno curso no paran. esta pareja invidiaran los Covarrubias644 divinos. Si por sus Papinianos, Nervas, Casios645, alcanzaron
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Es poco probable que se refiera a Sebastián de Covarrubias y a su hermano Juan de Orozco y Covarrubias, desaparecidos hacía muy poco tiempo. Con toda seguridad alude a don Antonio de Covarrubias y Leiva, famoso jurisconsulto toledano, y a su hermano Diego, hijos del arquitecto Alonso de Covarrubias. 645 Se nombra a famosos jurisconsultos, como se puede leer también en la obra de Ana Abarca de Bolea, Vigilia y octavario de San Juan Bautista: «Papiano, Casio y Marcelio,
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fama, con que eternizaron su memoria, los romanos, 35 por los dos y dos hermanos goza de insignes personas Toledo, ilustres coronas, y en estos siglos dorados por mil títulos doblados 40 los Nervas en los Narbonas. Fin
jurisconsultos» (Ed. Mª Ángeles Campo Guiral. Huesca: Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1994, p. 281). Emilio Papiniano, famoso jurista, vivió bajo el mandato de Marco Aurelio. Nerva es el nombre de un senador romano que llegaría a ser emperador.
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TEXTO 6 VEJAMEN EN LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA Aunque existe en la Edad Media como Estudios Generales, la Universidad de Zaragoza se puede decir que arrranca como tal oficialmente a mediados del siglo XVI. Los estudiosos sitúan la fecha oficial en el año 1583 y, si a alguien hay que mencionar como motor de ese inicio, este es sin duda el nombre del obispo Pedro Cerbuna, que contra viento y marea consigue impulsar la Universidad, en parte en oposición a las pretensiones de otras universidades anteriores como la de Huesca, que pleiteó largamente con la recién fundada por sus derechos como única institución universitaria del Reino de Aragón. La Universidad de Zaragoza surgía con la oposición del poder central y también de otras universidades. Tendría que esperar a la llegada de Felipe III para que se acabase esa persecución por cuanto el rey asiste precisamente a la concesión del grado de doctor de don Andrés Francisco Serán y a su correspondiente vejamen en 1599. Así pues, con la asistencia del monarca y la corte se sella el beneplácito hacia la recién fundada Universidad, que a partir de ese momento conoce algunos años de esplendor. Sin embargo, a partir de 1610 empieza una época de decadencia, marcada por los conflictos con algunas órdenes religiosas que se dedicaban también a la enseñanza, como la de los jesuitas646, que se extenderán durante casi todo el XVII. Cerbuna nombraría a los primeros catedráticos en las facultades de Teología, Cánones, Jurisprudencia, Medicina y Artes Inocencio Camón se preocupó de juntar diversos papeles para redactar una Historia de la Universidad de Zaragoza, que según nuestras noticias quedó inédita, aunque de ella se sirviera un siglo después Jerónimo Borao para componer la suya en 1869, aprovechando los papeles de aquel647. Entre esos papeles no cabe duda que quedaban algunos vejámenes que habían llamado la atención de Camón y que seguirían concitando la de Borao, por cuanto este último edita parte de un vejamen –el ya citado de Fox– como apéndice a su Historia648. 646
Más noticias en la excelente, para su tiempo, Historia de la real y pontificia Universidad de Zaragoza, de M. Jiménez Catalán y J. Sinués Urbiola. Zaragoza: Tip. «La Académica», 1922–1929, 3 vols. 647
Historia de la Universidad de Zaragoza. Zaragoza: Tipografía de Calisto Ariño,
1869. 648
Según informa Latassa, el «Vejámen en el grado de Doctor teólogo que recibió el P. Maestro Dominicano Fr. Juan Estevan Castillon, en el Teatro Mayor de la Universidad de
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Uno de esos vejámenes fue solemne, como he señalado: el que se dio en septiembre de 1599 ante la presencia de los reyes Felipe III y Margarita. La Universidad dio cuenta a los monarcas de la celebración de un grado de doctor en Leyes, señalando el paseo previo para los días 18 y 19, según una relación titulada Lucidario de la Universidad y Estudio general de la ciudad de Zaragoza (1603), del contemporáneo doctor Diego Frailla649, que reproduce en parte Jiménez Catalán650. La existencia de esta relación nos permite tender un puente entre los vejámenes y todo ese grupo de figuraciones paradramáticas en plena calle que constituyen las máscaras, carros, procesiones de doctores, etc., que tanto tienen que ver con la cultura visual del Barroco y con ese mundo de emblemas y representaciones simbólicas de todo tipo. De todo hubo en el dicho grado zaragozano de 1599: «Seis carros, todos muy bien aderezados con sus reprezentaciones y enigmas, muchas máscaras, músicas de menestriles, vigüelas de arco, trompetas y atambores [...], iban después más de noventa doctores»651.
No en vano, en el manuscrito de vejámenes de Sevilla que se guarda en la Biblioteca Moñino, del que luego me ocuparé, figura al final de todos los escritos vejaminatorios una Máscara de estudiantes que salió del Colegio de Santo Tomás de Sevilla en la fiesta por el nacimiento del príncipe nuestro señor, don Carlos Joseph, de 1661, que el copista del manuscrito, Diego Ignacio Góngora, añadía a este como un complemento a los escritos burlescos que había coleccionado relativos a la Universidad. Otra Mascarada jocoseria sevillana también estudiantil, aunque del siglo XVIII, ha sido publicada recientemente. En 1599, según Frailla, es el doctor Avenia el que da el vejamen al doctor Andrés Francisco Serán en presencia de los Reyes, actuando como padrino el doctor Calixto Ramírez, famoso jurisconsulto. Su relación nos permite conocer los pormenores que se observan en los vejámenes zaragozanos. Zaragoza, en el Octubre de 1621, segun el estilo de aquel tiempo. Es un papel en cuatro hojas y media en folio, de letra muy menuda. Es ingenioso y curioso su asunto. Se conservaba original con el «Vidit» del Doctor Domingo Miravete, en el archivo de la librería del referido Convento [de Predicadores] de Zaragoza, tom. 10, Var. desde la pág. 61, V. hasta la 66.» (Biblioteca, cit. s/v Juan Fox). Domingo Miravete, como diremos luego, era el rector de la Universidad en ese año. 649 Se conservan, que sepamos, tres testimonios, uno en la Biblioteca Nacional –que parece original– y dos más en la de la Universidad de Zaragoza. Hay edición reciente de Ángel Canellas López. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 1983. 650 Historia de la Real y Pontificia Universidad de Zaragoza, cit., II, pp. 207–212. 651 Ibíd., p. 208.
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Ramírez ora en latín delante de los monarcas para darles las gracias y propone a Serán una cuestión en la misma lengua, este la resuelve en castellano, alabando también a los reyes. Después se sienta y escucha el vejamen, cubierto con su capirote. El doctor Avenia lo da «con muy buen término, sin decir de otro alguno, sino del graduando, y con brevedad dijo por qué en las universidades se habían introducido los vejámenes, que era para humillar al graduando porque con el grado no se ensoberbeciera, y de ahí discurrió diciendo cinco o seis cosas muy bien dichas y graciosas que causaron regocijo al auditorio. Acabado el vejamen, principió el padrino en latín a alabar al graduando y declaró el grado que habían dado y calidades de él»652
Después recibe las insignias y se reparten las propinas, las cuales también tocan a los reyes, como si fueran personas de la concurrencia habitual. Evidentemente tal acontecimiento debió de servir para reconciliar a la Corona y otras instituciones con la Universidad, como sugiere la relación citada. Tenemos noticia, pues, de la existencia de otro vejamen zaragozano que dio el dominico Juan Fox a su compañero de orden Juan Esteban Castellón en octubre de 1621 y de él nos han llegado algunos versos, gracias a la diligencia de Borao. Evidentemente este vejamen de Fox tiene muy en cuenta su inmediato antecesor, es decir, el que nos ocupa de Blasco: como en aquel, el que reproduzco consta de una salutación y del vejamen propiamente dicho. Hay una imitación con los mismos consonantes que se emplean en el vejamen primero, que otra vez da cuenta del diálogo intertextual que se produce entre vejámenes próximos en el tiempo dentro de una misma Universidad. El que me interesa ahora, el que dio Blasco al doctor Jerónimo Carrillo, se ha conservado en un manuscrito del siglo XVII de la Biblioteca Nacional, que recoge diferentes escritos vejaminatorios de distintas universidades: Salamanca, Toledo y Zaragoza. Su autor es el doctor Martín Blasco, doctor en Derechos, que junto a otros compañeros de claustro presta juramento sobre el dogma de la Inmaculada en la Universidad de Zaragoza en 1617, sin que tengamos de él más noticia653. Algunos datos más nos han llegado del destinatario del vejamen, Jerónimo Carrillo, del cual dice la biblioteca de Latassa que era natural de Zaragoza y sobrino del abad de Montaragón don Martín Carrillo, aquien se alude más adelante en el vejamen. Según 652
Ibíd., pp. 210–211. Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», en Cinco estudios humanísticos para la Universidad de Zaragoza. Zaragoza: Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1983, p. 485–487. 653
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Latassa, ed. en línea en la dirección .
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VEJAMEN DADO EN LA UNIVERSIDAD655 DE ZARAGOZA A 14 DE FEBRERO DE 1621 POR MARTÍN FRANCISCO BLASCO656, DOCTOR EN DRECHOS, AL DOCTORANDO JERÓNIMO CARRILLO657 Este memorial o petición me han dado; dicen lo lea al auditorio y sacaré una alma de purgatorio. Soneto Vejó su antecesor, favorecido del senado que a cuerdos determina, en coche de su padre, que camina con buen lenguaje aunque con mal sentido. 5 Hizo el boato658 estupendo ruido y habiendo especulado su doctrina se vio pobre, que a veces de una mina sale el metal mezclado y corrompido. El coche, las mulas y el cochero 10 dieron su voto: coplas el zoilo659, Gazo el enojo, Frago la cadencia y con tanto lilau660 fue el güevo güero,
655
Se ha tachado antes la palabra «ciudad». Como he dicho, el doctor Martín Blasco, que junto a otros compañeros de claustro presta juramento sobre el dogma de la Inmaculada en la Universidad de Zaragoza en 1617 (Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», en Cinco estudios humanísticos para la Universidad de Zaragoza, cit., pp. 485–487). 657 Es micer Jerónimo Carrillo y Zapata. Según Latassa, era natural de Zaragoza y sobrino del abad de Montaragón don Martín Carrillo, a quien se alude más adelante. «Jurisperito estimado. En 1639 era Catedrático de Decreto en la Universidad de esta Ciudad. En 1641 Diputado del Reino de Aragon por el Brazo de Caballeros Infanzones, y fue señalado para los honores de la Magistratura en 1645 [...]. Murió en la misma en 1649, según consta de los libros del Colegio de Abogados de la mencionada» . Escribió diversas obras de tipo jurídico (Latassa, ed. en línea en la dirección < http://fyl.unizar.es/latassa/Latassa_obra.html>). 658 «El tono de la voz afectada, presuntuosa y arrogante», pero también, y más apropiado a este contexto, «el fausto exterior y pompa que se gasta en los hechos y cosas que salen a la vista de todos» (Aut.). 659 «Nombre que se aplica hoy al crítico presumido y maligno censurador o murmurador de las obras ajenas» (Aut.). 660 Cfr. la explicación que da Correas a esta palabra: «Tanto lilao. Ia es mucho lilao. Kiere ke se dexen burlas. «Lilao» i «godeo», es todo uno; son palavras ke denotan plazer i rregodeo, finxidas por énfasis». Frago es el doctor en derecho Vincencio Frago de Lozano. 656
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mala la traza, pésimo el estilo, el metro triste y mísera la ciencia. 15 Remedie esta dolencia el que veja y no riñan, que riñeron Gazo661 y don Nicolás, mas no se hirieron. Carta Al vejamista que traza vencer de sus enemigos, si le ayudan los bodigos del horno de la caraza.
Pues hoy sacude a vuestra merced el pueblo en público, le advierto pida al señor Retor662 mande al bedel de las escuelas quite la espada al señor Illefonso Moles663, letrado solo en estas ocasiones, si ya no quiere parecerse con espada y capirote a la sota de espadas y que también prevenga que el bachiller Pertus664, letrado nunca visto y equo665 de los demás adbogados666 de la plaza, no haga botones de no[che] o no adbogue de día, que valerse a todas manos unos lo hacen por codicia, otros por necesidad. Algunos pensarán empuño la espada por vengar heridas, mas valgan verdades pues ni corre sangre ni se traslucen llagas. Defiéndame Aulu Gelio en el libro 2 de sus Noches áticas, en el capítulo 6667, donde dice qué cosa sea 661
Micer Felipe Gazo. Latassa nos da noticias de él desde 1591, fecha en que figura como abogado del Colegio de Zaragoza. Era catedrático de Prima de Cánones de la Universidad, en la que se jubiló antes del año 1626, pero continuó ejerciendo hasta 1639 (loc. cit.). Es autor de varias obras jurídicas. 662 Según J. Borao, en 1621 era rector don Domingo Miravete (Historia de la Universidad de Zaragoza. Zaragoza: Calisto Ariño, 1869, p. 182). 663 El doctor Alonso Moles, que junto a otros compañeros de claustro presta juramento sobre el dogma de la Inmaculada en la Universidad de Zaragoza en 1617 (Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», en Cinco estudios humanísticos para la Universidad de Zaragoza, cit., pp. 485-487) 664 Un poeta, de nombre Lorenzo Pertusa, concurre al certamen celebrado por la Universidad de Huesca en 1609 con motivo del traslado de las reliquias de San Orencio (R. del Arco y Garay, La erudición aragonesa, cit., p. 65). 665 Probablemente así por eco, en variante que recoge el diccionario de Rosal, pero indudablemente se juega de vocablo también con los sentidos de «Cosa igual y justa» (Aut.) y con la raíz latina que significa «caballo». 666 Variante de abogado y, más adelante, de abogar, «desempeñar el cargo de abogado» (DHLE). 667 Aulo Gelio, Noches Áticas (libro II, cap. VI). Véase la nota correspondiente de la introducción.
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vejar y cuán permitido en semejantes actos, y Virgilio en la égloga 6 en estos versos: Candida succintam latrantibus ingyna mostris Duliques vexare rates et gurgite in alto668.
Y nuestro jurisconsulto Gayo dice se puede vejar cuando no se hace cavilosamente en la ley si calumnietur de vervorum et rerum significacione calumniatores apelati sunt si per fraudem et frustacionem alios vexarent669. Decláranlo más Salustio y Cicerón en el libro 1 In Catherinam con estas palabras: Tibi670 vexatio directioque sociorum imponita fuit 671, palabras, que abonan esta acción y abren los ojos del entendimiento al que se los embota la propia pasión, hija de estas burlas. Salutación672 Y así, dándome licencia nuestro Rector infinito, que por lo dispuesto puede ser pirámide de Egipto673, 5 y el zalmedina674, a quien tiemblan delincuentes de este siglo, pues de su acuerdo severo 668 «Quid loquar aut Scyllam Nisi, quam fama secuta est / candida succinctam latrantibus inguina monstris / Dulichias uexasse rates, et gurgite in alto» (Égloga sexta, vv. 74-76). 669 Es el jurisconsulto Cayo Gayo (siglo II d. C.) en su obra Instituciones jurídicas. 670 En el texto «Tibi tibi». 671 La cita es de Cicerón: «Nullum iam aliquot annis facinus exstitit nisi per te, nullum flagitium sine te; tibi uni multorum civium neces, tibi vexatio directioque sociorum inpunita fuit ac libera; tu non solum ad neglegendas leges et quaestiones, verum etiam ad evertendas perfringendasque valuisti» (Oratio in L. Catilina prima, 18) 672 Esta salutación se repite en términos muy parecidos (con la misma métrica y la misma rima asonante) en la «Venia de un vejamen dado por el dominico Juan Fox al doctor Juan Esteban Castellon el año 1621» en la misma Universidad. La reproduce Jerónimo Borao en su Historia de la Universidad de Zaragoza. Zaragoza, cit., pp. 185-187. 673 Según el vejamen del dominico Juan Fox, el Rector –el citado Domingo Miravete– se parecía «Al gigante Golías, / que en alto parece el mismo» (Borao, Historia de la Universidad de Zaragoza, cit., pp. 182 y 185). De ahí el chiste y el apelativo de «infinito». 674 El zalmedina era un «magistrado que había en lo antiguo en Aragón con jurisdicción civil y criminal» (DRAE, 1803). Stevens había recogido ya el vocablo en 1706 como salmedina. La palabra aparece en textos medivales de carácter jurídico como el Vidal Mayor (c1250), pero sobrevive hasta los Siglos de Oro, según la documentación del CORDE.
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sale a veces su castigo; jurados que para serlo os casáis, fiero martirio, y sois dos veces jurados con la gira del oficio; jueces que dais más cuidado que no el día del juicio a los que llevan procesos, temerario laberinto; Vicerretor, capellán de la Virgen del Portillo, que la parroquia del caldo ilustras con tu apellido: Longaniza, paja larga, lanza de coche teatino, que tienes jurisdicción con los gramáticos niños; doctores de varias suertes: blanco, encarnado, amarillo, que a la bolsa del graduando hacéis por momento tiros; damas, cuya diligencia a solimán ha traído675 desde la remota Arabia a vuestros rostros benignos; doncellas, pero es cansarme, que es moneda que ha corrido y ya por falsificada ni la busco ni la pido676; viudas que apenas sacáis de casa a vuestros maridos cuando estáis solicitando el bureo677 y regocijo;
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Solimán es «el azogue sublimado» (Aut.), cosmético que utilizaban las damas de la época. Es frecuente juego de vocablo utilizar el nombre de Solimán con intención de aludir también al emperador de los turcos. Vid. J. Terrón, Léxico de cosméticos y afeites en el Siglo de Oro. Salamanca: Univ. de Extremadura, 1990, s/v. 676 Tópico que alude a la falta de doncellas en la época, cosa que se asocia con la escasez de moneda, que por haber corrido de mano en mano falta en el momento actual y se falsifica, como también la virginidad de las doncellas. El juego de palabras responde al lugar común, presente en muchos textos de la época, de la escasez de las doncellas, algo sobre lo que el entremesista Benavente escribía en El murmurador: «¡Pues y a unos bellacotes redomados / que dicen que en el mundo no hay doncellas! / Pues si las perseguís, ¿cómo ha de habellas?» (Colección de entremeses, ed. Cotarelo, II, p. 527b). 677 «Significa también regocijo, entretenimiento, fiesta y holgura, las más de las veces no lícita» (Aut.).
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títulos y caballeros, cuya nobleza adivino que viv[e]n paños menores porque no tenéis de quibus; ciudadanos que aguardáis las provisiones y oficios y con capa de celar cobráis amor al archivo; estudiantes en el nombre, porque lo muestra el vestido, verdugos de los maestros que atemorizáis con silbos678; aguacil679, que en agua tratas, pues que no te amarga el vino ponlo en esos surtidores pues ves que será más visto; bedel que a esta nuestra Atenas desde Sevilla has venido, tan afecto a sus negocios, que en ellos vas divertido; maestro de ceremonias, que no juegas por tu hijo, que ya es desdicha en los padres tener pimpollos crecidos680; poco limpios andadores681 de los tenderos astricto682, aunque en esto hay cuidado, es por vuestro beneficio; cab de gaitas ordinarios683 y estractos que habéis subido a tan alta dignidad para desnudar vestidos;
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Era el procedimiento para desaprobar lo que se manifestaba en público, como por ejemplo las comedias. 679 Variante de alguacil, documentada en la época (DHLE). 680 En el vejamen de Fox, citado: «Maestro de ceremonias, / de entremeses vejecico, / andaluz por tu nación / y castellano en tus vicios» (Ed. cit., p. 186). 681 En el vejamen de Fox, citado: «Andadores, que sois siempre / Nerones de los oficios» (Ed. cit., p. 187). J. Borao explica que eran «maceros de los jurados» (Historia de la Universidad de Zaragoza, cit., p. 154). 682 «Obligado, precisado. Es usado en Aragón « (Aut.). El primer diccionario académico reproduce una cida de las Ordenanzas de Zaragoza, que dice: «Conforme a los fueros de dicho nuestro Reino de Aragón, todas las Universidades somos obligadas nombrar un procurador astricto para acusar cualesquiera delincuentes». 683 En el vejamen de Fox, citado: «Cabos de gaitas, hurones / de amantes y maleficios» (Ed. cit., p. 187).
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chirimías a quien ruego no atormentéis mis oídos 75 tañendo siempre las vacas, si otro son habéis sabido; plebe y chusma popular, a quien el aplauso pido, que es pedir peras al olmo 80 el huir de vuestros gritos; pajes gascones, lacayos684, de las tabernas mosquitos, atendite685, va de juego686, que a todos pido partido.
Regocijado estará vuestra merced, señor graduando, con ese capirote que se ha echado a cuestas (a que le apoderemos a que todo junto a una saca de carbón pues la cara con más agujeros que trapo polillado), creyendo que lo mucho que se me ofrece decir de la diversidad de condiciones de los pecadores doctores de este claustro no dará lugar para contar sus imperfectiones y añales687 sucesos; pero antes que refiera sus necedades se suplica al señor Rector le mande que el episcopal anillo que de ordinario trae la restituya al señor abad Carrillo688, si ya no aspira adalguna689 mitra de Etiopía, advir684
En el vejamen de Fox, citado: «Pajes, lacayos y chusma, / músicos de solos silbos, / que a la fuerza del aliento / procuráis que ayude el vino» (Ed. cit., p. 187). Las vacas, cit. antes, es el nombre de una cierta sonada y baile (Cov.). 685 Es decir, «atended», según las palabras que recoge la Biblia: «Atendite a falsis prophetis, guardaos de falsos profetas» (Documentos sobre judaizantes, ed. Nicolás López Martínez. Burgos: Seminario Metropolitano de Burgos, 1954, p. 393). 686 Cfr. el siguiente texto de los Pastores de Belén, de Lope: «Tenga cada uno cuenta con responder a su letra y al propósito, y va de juego.» - «Vaya, dijeron todos» (Ed. Antonio Carreño. Barcelona: PPU, 1991, p. 574). 687 En el manuscrito annales. 688 Es decir, don Martín Carrillo, abad de Montaragón y tío del graduando como se ha dicho. Era zaragozano y se encargaba de la cátedra de Decreto. Escribió, entre otras obras unos Anales eclesiásticos de España, sede zaragozana (1602), según Jerónimo Borao, Opúsculos literarios. Zaragoza: Impr. Mariano Peiro, 1853, p. 63. 689 Más que variante de alguno, na, quizá por contracción de ad alguno, na, habría que entender que se ha generado una consonante d entre dos sonidos iguales, tal como por ejemplo aparece más adelante la forma adablar. Corominas-Pascual documentan la forma dalgún, variante antigua en leonés. Lo cierto es que tanto la forma adalguna, como la que más adelante aparece de adalguno se documentan en textos medievales aragoneses, desde el Vidal Mayor (s. XIII) hasta Fernández de Heredia, pero también en el Fuero de Navarra: «Maguer el marido dando le baraylla aeylla si por despagamiento ho por miedo de su marido se cambiare dela casa de su marido adalguna casa de su parient o de su uezino & non
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tiendo que no es mayorazgo que se hereda, y el cuello que lleva de italiano lo vuelva a la española690, pues no italianiza a su lenguaje, aunque remonte mucho a sus razones, y queriéndole prevenir de este yerro como celador de sus acciones respondió el señor doctor: –No hay cosa como un lenguaje culto, sea para escribir a una dama o para esplicar un pensamiento, y aun si estuviera en mi mano introdujera que cuando uno de nosotros entra a hablar en alguna información hablara culto691. Reprobele su herética opinión y defendiose diciendo: –Esta opinión no es mía, que el señor micer don Miguel Ram de Montoro692 la autoriza, pues pidiéndole un día un metro para avisar a una dama de cierto impulso amoroso me dio este dechado. Dice así: El lucífero693 color al mayor planeta robas y a las húmedas alcobas el cristalino candor. Filis, ventura y amor solicitan mi deseo y en el coturno trofeo que te ofrecen mis querellas verás racimos de estrellas en el altar de Himeneo694.
No me espanto de esto, pues su merced tiene dicho que es el mayor ingenio del mundo, no por vanagloria sino para honra de Dios Nuestro Señor, y que fiziere enemiga desu cuerpo & tornando a su marido por esso non deue perder las arras». (BNM, ms. 248. Ed. de Frank Waltman, Madison: Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1995, f. 72). Datos del CORDE, de la Real Academia Española. 690 El cuello es «adorno del pescuezo que se traía en lo antiguo, hecho de lienzo fino, todo elechugado, cuyos pliegues se almidonaban y abrían con molde de hierro» (Aut.). En 1619 se quitan las «bigoteras, petos y pantorrillas postisas, y sobre todo el azul de los cuellos» para contribuir al socorro de Marbella, según carta de Góngora y en 1623 se fueron dejando los cuellos, al extenderse el uso de la golilla, menos costosa y embarazosa (Madroñal, Glosario, s/v). 691 Alusión a un tema candente en la fecha de este vejamen, como es la guerra entre cultos y claros, tan presente en diferentes obras literarias, particularmente en el teatro de esos años. Parecida crítica se encuentra en entremeses como Los vocablos de Quiñones, por ejemplo. 692 Tal vez el que se menciona como «canónigo Miguel Ram, en juristas legos», como incorporado a la Universidad en 1584 (M. Jiménez Catalán y J. Sinués y Urbiola, Historia de la Real y pontificia Universidad de Zaragoza, cit., 1923, II, p. 161). 693 «Lo mismo que luciente. Es voz latina y usada de los poetas» (Aut.). 694 La consabida burla del lenguaje de los cultos, algunos de sus términos preferidos aparecen en este poema, como candor o lucífero.
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jamás lee en la Biblia por tener el lenguaje tan ratero y dice que los dientes tiene gastados de morder los caireles695 hiciendo696 cortesías a las damas. Llegó esta copla a las orejas del señor doctor Sarriá o Sarria697 y dijo: –¿Hay desdicha como esta? ¡Que alteren el lenguaje castellano! Bien haya que me enseñó adablar pan por pan, vino por vino698. El cual en su lenguaje usual es tan llano que propusiéndole una consulta el señor doctor Argillur699, le respondió: «Miente vuestra merced», y, ofendido de la respuesta, el señor doctor Argillur dijo: –Cáusole un notorio, que los protomédicos lo pueden hacer, y esta injuria y afrenta no se me dice a mí, sino a Zaragoza, el reino y aun al Rey, Nuestro Señor, pues he sido jurado diputado y me hallo protomédico. A lo cual replicó el señor doctor Sarriá: –No tiene vuestra merced razón, que miente en romance es lo mismo que niego en latín700. Tan persuadido quedó el señor graduando en su lenguaje como en la pretensión que tuvo, continuando sus altivos pensamientos, a ser rector en la Universidad de Huesca, y le hiciera buen trío a no ponelle por obstáculo se
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Entre las varias acepciones de cairel que recoge Aut., la que más se ajusta al texto es la que alude a los flecos de las ropas o los sombreros. 696 Así en el ms. y es lectura que se repite más adelante. 697 Se trata del doctor Miguel Sarria, que junto a otros compañeros de claustro presta juramento sobre el dogma de la Inmaculada en la Universidad de Zaragoza en 1617 (Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», en Cinco estudios humanísticos para la Universidad de Zaragoza, cit., pp. 485-487). Participó también en un certamen poético por la beatificación de Santa Teresa en 1614 (J. Borao: Historia de la Universidad, cit., p. 162). 698 Compárese con el siguiente texto de Los vocablos, de Quiñones, que trata de parecido tema: «Es muy mal gusto / buscar otro lenguaje diferente / desvanecerse por vocablos nuevos, / porque a cuatro mocitos has oído / que han este nuevo modo introducido, / no hay que buscar de hablar otro camino / que el pan se llame pan y el vino vino». (Nuevos entremeses atribuidos a Luis Quiñones de Benavente. Ed. de A. Madroñal Durán. Kassel: Reichenberger, 1996, p. 290). 699 El doctor Juan Francisco Arguillur, médico, que junto a otros compañeros de claustro presta juramento sobre el dogma de la Inmaculada en la Universidad de Zaragoza en 1617 (Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», cit., pp. 485-487). 700 No deja de ser interesante la controversia suscitada en 1616, cuando el concejo de Zaragoza aprisiona al médico Juan Díaz de Medrano y al cirujano Pedro Zárate por haber dicho determinadas palabras injuriosas en una junta del Colegio de médicos y cirujanos (Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», cit., pp. 482-484).
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está siempre escotolando701 cuando habla como ciego y es la ocasión tiene más pulgas que galgo negro, de lo cual corrido se fue a Montaragón a repasar el libro de la visita de Cerdeña de su tío (que suele decir se lo atreve a medir a palmos con la región del aire y nació de esto el llamarle sus amigos el licenciado Sardo, el cual nombre conservará mientras le diere vida) y topó en el camino con un hombre que arredrado de su mula estaba mirando al cielo metiendo y sacando pies, hiciendo círculos con un cucharón y, como iba divertido en el mal suceso de su pretensión, atropelló al circulista, el cual le dijo: «Tente gallina, que te hurucaré702 el ánima» y volviendo en sí el señor graduando le dijo: –Repórtese vuestra merced, señor micer Carbi703, samaritano del pozo de su casa, que no lo había conocido, ¿pero qué es lo que hace? Respondió: –Vengo de un lugarcillo de esa montaña de defender unas brujas y me he dado tan buena maña que ya queda en el aire y me ha dejado la una heredero de sus bienes y los traigo en esta alforja para moblar mi casa. Y para vengar la otra, que la dio el verdugo un mal rato, estudiaba una treta de Carranza contra cordeles, que la tengo en la uña704, como a Bártulo. Vuestra merced no se enoje y prosiga su camino. Bien haya el señor micer Gazo, que apenas ve el buen día, cuando caballero en su ordinario acompañado de perpetuas corbetas y figuritas se va a ribera de la dula705 del jueves con la comida envuelta en una rudilla de limpiar los candiles de su casa, festejando las fregonas que azotan el agua y por 701
«Concomerse, frotarse el cuerpo con la camisa, moviéndose» (Dicc. Gaspar y Roig, 1853, Supl., en NTLLE). 702 Hurucaré puede ser de horacar, que es lo mismo que «horadar». Cfr. el siguiente ejemplo de La Celestina: «Mucho puede el continuo trabajo; una continua gotera horaca una piedra» (Ed. Peter E. Rusell. Madrid: Castalia, 1991, p. 391). 703 Un Francisco Carvi aparece en documentos relacionados con la universidad zaragozana en 1583 (Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», cit., p. 212-214). 704 Es locución adverbial, según Aut., «con que se explica la facilidad o brevedad de ejecutar alguna cosa». Sin embargo, aquí parece corresponderse con «tenerse algo sabido de memoria». Se alude a Jerónimo Carranza, autor de un famoso libro sobre destreza de las armas (1582). Todo este pasaje parece inspirarse en el episodio del falso diestro del Buscón. 705 No sé si hay que leer esto y, en caso de que así fuera, tampoco entiendo qué quiere decir, por más que dula se utilizara en Aragón como «conjunto del ganado vecinal que se saca a pastar» o «sitio imaginado al que se manda a alguien que se vaya» (según recoge, con otras palabras, Aut.).
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sacar una braga de un menudo de componer un recién nacido cayó con una en la cequia706 del Molino de Torrero, que aunque su merced se atorzonó707 le fue de provecho, pues lavó la camisa que estaba en estrema necesidad. No sabía yo, señor graduando, que vuestra merced cantase falsetes y probase los tonos en la bodega de su casa. No tiene temor, que puede haber tufo y no es trasmudador, mude de puesto y imite al señor doctor don Diego Morlanés708, letrado arador709, que en las rejas de la suya ha cantado todo el verano acompañando en su guitarrica la confusa armonía de las benditas golondrinas, debatiendo con la estraña posturica del sombrerico que solo le tapa el cogote y parece gorrica de niño Jesús, que a ser cigarra pudiera cantar al son de las palmadas que se da en el pecho para afirmar lo que dice. Desgracia que comprende a los señores doctores Vallés y Ripol710, que acompañan sus soberbios fleumones711 con cosos baúles de berra712, donde van empañados, y se precian entrambos de tan lindos que desean traer cartones como las mujeres y el cuerpo del señor doctor Vallés parece edificio fundado sobre cañas y es el señor doctor tan limpio, tieso y curioso que me
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Es variante de acequia y no me atrevo a restituir por esta palabra, a la vista de que se ha mantenido en catalán esta forma. 707 Atorzonarse es «padecer la bestia torzón, que significa el dolor de tripas que les suele dar» (Aut.). 708 Probablemente el nieto de otro famoso jurisconsulto aragonés del mismo nombre, con el que advierte Latassa que no hay que confundir, cuando trata de su abuelo: «No debe confundirse nuestro escritor con otro de su mismo nombre y apellido, que fué nieto suyo, y muerto violentamente sábado 26 de Marzo de 1633, siendo Consejero civil de Aragon, á quien alaba Andrés en el Aganipe, pág. 24, y en el original de los Prog. de la Hist., libro 3, hoja 2, del cap. 8, pág. 2. Josef Alfay le estampó en 1654, en un tomo de varias poesías de grandes ingenios españoles, un romance, pág. 39, y una canción real». (loc. cit.). Borao cita a un micer Diego Morlanés (muerto en 1610), zaragozano, doctor en derechos, lugarteniente y jurado en cap, que escribió una Historia del príncipe de Viana (Opúsculos literarios, cit., p. 81). 709 Arador es un «piojuelo o gusanillo casi imperceptible, que se cría ordinariamente en las palmas de las manos [...] y con ser tan pequeño tiene una manchita negra que parece cabeza» (Aut.). Debe ser metáfora denigratoria por la pequeñez del personaje. 710 Probablemente fray Pedro Valles, maestro en Artes, que con el padre maestro fray Juan Ripol, de la Orden de Nuestra Señora del Carmen, juran también el dogma de Inmaculada en 1617 (Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», cit., pp. 485- 486). Un Juan Ripol cita Uztarroz como poeta aragonés en su Aganipe de los cisnes aragoneses (R. del Arco y Garay, La erudición aragonesa, p. 155). Acaso sea el mismo que el Juan Manuel Ripol y Villanueva, que se cita al final. 711 Entiendo que es variante latinizada de flemones. 712 No sé qué quiere decir, quizá habría que leer borra, que era de lo que se hacían los diferentes rellenos para hombres y mujeres.
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aseguran hace rufar713 el sombrero, medias y zapatos con agua de trébol714. Lo que puedo decir es que la otra noche, que había gran lodo, [?] descalzo, sin zapatos, que los traía en las manos, y le dije: –¿Qué es eso, señor? Y respondiome: –¿De qué se espanta vuestra merced? Tráigolos en las manos por no sucialos. Notable enfermedad. Y se esforzará a curarla el señor doctor Araso, que pudiera haber ejercitado su oficio mecánico, que así llaman el dar vejamen en los bancos de Bombau y el salvado de su boca convertirlo en paja y le secará el celebro, que los ojos dicen su humedad, si no le hubieran cercenado en su colegio como moneda no de peso. Mándolo no visite ni salga de los bancos verde y curto715, que su medecina solo se acomoda para agrícolas y como médico acomodado se [...]716 a rastras de ajos y sartas de uvas y sartas de cebollas y por mucho regalo fabas y cebollas. Aunque me dicen el otro día salió un enfermo de madre, que le envió una escudilla de caracoletas717 guisadas con pebre y deseó ser médico de los ganaderos de Zaragoza para sacar el moquillo de las ovejas y quitar de los pastos la adelfa ponzoñosa, que sabe herberizar718 como su mula. Pagole el regalo suplicando al padre maestro Ripol confesase al enfermo, al cual absolvió después de haber estudiado un mes la penitencia y, confesado, dijo su paternidad: –Bien ha hecho vuestra merced en encomendarme la conciencia de este enfermo, que sus pecados eran solo reservados solo719 a mi ingenio; y sepa, señor doctor, que para casos como estos ha muchos años me guarda Dios en su Iglesia. Y no me maravillo dijera esto pues a sus discípulos en la primera lición que leyó este año para encarecer la alteza de su doctrina (y los estudiantes la estimaron) dijo: 713
Aunque no encuentro confirmación textual, este verbo tiene que tener un significado cercano a rociar o perfumar, al menos en este contexto. 714 El agua de trébol se menciona entre las diferentes aguas olorosas como el agua de azahar y otras. 715 «Lo mismo que corto. Es voz anticuada de Aragón» (Aut.). 716 Hay un espacio en blanco en el original. 717 «Caracolito», en Aragón, según el Diccionario histórico de la RAE de 1936, que cita a Borao. 718 En el texto erbericar, pero enmiendo, porque aunque no encuentro la palabra, creo tiene que ver por el contexto con «arrancar la hierba seleccionando la buena». 719 Se repite en el ms.
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–Vuestras mercedes, señores estudiantes, han de saber que yo he recogido todo lo bueno de todos los doctores y lo doy en mis papeles, porque vomita Vázquez, Molina y Juárez y vomita Zumel720, y yo recojo esos vómitos dos escudillas como los otros catredáticos, sino en cazuela de mi entendimiento, y así recogidos se los doy a vuestras mercedes. Y me dicen aprende a danzar en la sala primera de su celda para cierta ocasión con capa y gorra contra émulo de todos. Fuelo del señor graduado una fregona, cuyos amores casi le divirtieran721 de sus estudios, a no acusarle la conciencia. Gastaba mal el tiempo y el dinero que le proveían; milagro que no le sucedió en Salamanca al señor doctor Nicolás Íñiguez, que cuando cardaba el recuero722 que para su merced cardaba muchas veces transformado en saltabanco723 salía a Tejares y otras aldeas a vender724 pronósticos lunarios y cartas novas725, y diciéndole un amigo que le conoció en este traje: «Mal hecho es haga esto un hombre de prendas», y le respondió: –Si yo las tuviera, ya las hubiera empeñado para comer, que la necesidad tiene cara de hereje726 y me obliga a esto y he estado a pique de ponerme con esta pierna a la puerta de una iglesia y entonar un «miren y remedien»,
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Cita a importantes maestros, alguno de los cuales, como es el caso del padre Francisco Zumel (1540-1607), han aparecido antes (cfr. el vejamen salmantino de 1593). Los otros son el jesuita Luis de Molina (1535-1600), Francisco Suárez (1548-1617) y Gabriel Vázquez (1549-1604), todos figuras significativas en el campo de la Teología. 721 En el sentido puramente latino del verbo devertere, «desviar o apartar del camino». 722 Se ha escrito encima de «acero», que aparece tachado en el manuscrito. 723 «El que blasonando de químico, puesto sobre un banco o mesa, junta el pueblo y relata las virtudes de algunas yerbas, confecciones y quintas esencias que trae y vende como remedios singulares a no muy subido precio» (DRAE, 1803). 724 En el texto: «y a vender». Suprimo la copulativa. 725 El pronóstico lunario menciona Aut., s/v pronóstico, que se hace a menudo «por las lunaciones y posturas de los astros». La carta nova sería aquella que aportase novedades relacionadas también con lo recién sucedido o con el inmediato porvenir. Cfr. Gracián, El criticón, 3ª parte: «Por andar en las gacetas, embaraçando las cartas novas» (Ed. Santos Alonso. Madrid: Cátedra, 1993, p. 699). 726 Deformación burlesca del principio jurídico latino Necessitas caret lege (V. Herrero, Diccionario de expresiones y frases latinas. Madrid: Gredos, 1995 s/v), que aparece frecuentemente en textos áureos, como las letrillas de Góngora: «No hay persona que hablar deje / al necesitado en plaza; / todo el mundo le es mordaza / aunque él por señas se queje; / que tiene cara de hereje / y aun fe la necesidad» (Ed. R. Jammes. Madrid: Castalia, 1980, p. 95) o las poesías de Quevedo: «Deleite y necesidad tienen la cara de hereje / necesidad cuando nace y deleite cuando muere (Obra poética. Ed. José Manuel Blecua. Madrid: Castalia, 1971, II, p. 219).
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que no es mal censal727 y tan apretado que la he querido vendar a un calderero y le sirviera de gancho de candil para su casa. –Bien parece –le digo su colega– si un hombre no fuera visto. A lo cual replicó: –Transformaciones ciegan, que todos no tienen ojos de ardila o de abolorio728 como perricos de algodón o moñeca. Como el señor don Íñigo, celebrado por jurista en la Almunia de doña Godina729, que porque en los agostos duerme sobre730 las haces de trigo lo llaman en su tierra otro Íñigo Arista, cuyas mirlucidas acciones corren parejas con la voz de niña del señor doctor don Jaime Aznar731, humanista encogido, doncella de por [vi]da, que no festeja por no dar dineros y duerme siempre de un lado por no gastar las sábanas732 y de la postura ha tomado un vicio: la una espalda que le sale más que la otra, y lo disimula con ir arrebozado de ordinario y lleva las espaldas emparedadas con estraza y atadas con hilo de palomar, como papeleta de menudos que no está entera. Aunque los festejos no le cuestan dineros al señor doctor Ollaza, que se encarga por Narciso, tan compuesto en sus acciones que no se le ha visto mover los labios y manos por no quitar el esmalte del bigote, y dice los hombres asentados de cabeza han de serlo de boca y hablar alguna vez por milagro imitando a la campana de Vililla733, que por lo dorado de su barba pudiera 727
«Lo mismo que censo» (DRAE, 1780, que localiza en Aragón). No entiendo qué quieren decir estas palabras, que quizá no sean la lectura correcta del pasaje. Acaso aludan a la viveza de los ojos de la ardilla y a los prejuicios de abolengo. 729 Población que pertenece a la provincia de Zaragoza, de donde tal vez fuera originario dicho doctor. 730 Se ha tachado antes «en los» y a continuación se escribe esta palabra. 731 Acaso don Jaime Aznarez, maestro en Artes, que jura también el dogma de la Inmaculada en 1617 (loc. cit.). «Hijo y ciudadano de Zaragoza, de la ilustre familia de Domingo Aznarez. Al Magisterio de la Filosofía unió el de la Jurisprudencia, de que fué Catedrático de Sexto el año 1639 en la Universidad de su pátria. Tambien fué Abogado de pobres de la Cárcel de Manifestados de dicha Ciudad y Diputado del Reino de Aragon. Dejó las obras siguientes: 1.º-Una elegante Carta latina en elogio del Peristephanon del Canónigo Blasco de Lanuza, que se estampó con él en 1623, desde la pág. 158. Véanse las Historias de Aragon del mismo Canónigo, lib. 1.º cap. 25. 2.º-Defensa de las preeminencias del Gobernador de la Cequia Imperial de los Reinos de Navarra y Aragon, autorizado con el honor de Consejero de Su Magestad. Zaragoza, 1634, en folio. 3.º-Algunos papeles en Derecho y en asuntos políticos» (Latassa, loc. cit.). 732 Este pasaje indudablemente remite a la descripción del dómine Cabra, que «la cama tenía en el suelo, y dormía siempre de un lado por no gastar las sábanas» (Quevedo, El Buscón. Ed. F. Lázaro Carreter. Salamanca: Universidad de Salamanca, 1980, p. 34). No obstante, la fecha del vejamen, anterior a la edición del Buscón, podría hacer pensar en el conocimiento de la versión manuscrita de la novela. 733 Se consideraba milagro que la campana de Velilla tocase y solía indicar algún peligro para España, como se puede leer en el texto de Luis Cabrera de Córdoba: «La semana pasada 728
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nuestro bedel echárselo a cuestas y pasara734 por maza de la Universidad. Y pidiéndole unas carnestolendas su dama una danza de hombres iguales, en un instante se vistieron como (olim) los horneros735 los dos señores Lanajas736, el señor micer Fuster737 y un micer Mata que le llevan de una parida en otra para sosegar el mal de madre (como es Mata, debe de ser de tomillo por lo pequeño; de ruda, por el mal olor, que todo junto parece nabo galiciano738). Parecían más niños con silbatos que no danzarines del día del Corpus. Los cuales, después de haber trabajado mucho rato con los pies y cascabeles, cesando de tañer el salterio739 y tamboril, dijeron sus coplicas. Principió el señor micer Fuster: San Francisco está en el cielo740 más reluciente que el sol y sírvele de consuelo a este hermano tercerol741. se tuvo nueva de Zaragoza, con testimonio auténtico de escribano, que, á los 13 y 14 de este, se habia tañido la campana de Velilla de su proprio movimiento, en diferentes horas y tiempos, en presencia de muchas personas, andando la lengua de la campana de una parte á otra, dando golpes hácia Oriente y Mediodia, Ocidente y Septentrion; pero que los golpes mas recios eran hácia Oriente, y otras veces que ha sucedido esto fue señal de casos prodigiosos, y así tienen gran cuenta en aquel reino cuando se tañe» (Relación de las cosas sucedidas en la corte de España desde 1599 hasta 1614. Madrid: Impr. Martín Alegría, 1857, p. 105). 734 Se ha escrito a continuación de «pareciera», que figura tachado en el manuscrito. 735 Hornero es «el que tiene por oficio el cocer el pan y está a su cuidado el templar y hacer el horno» (Aut.). 736 Los doctores en Leyes Diego y Martín de Lanaja, que juran el dogma de la Inmaculada en 1617 (Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», cit., p. 486). 737 Lucas Fuster, maestro en Artes, que jura el dogma de la Inmaculada en 1617 (Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», cit., p. 486). 738 Cfr. el texto de F. López de Gómara: «La yuca que ay en Cuba, Haití y las otras yslas es mortal estando cruda, aquí es sana; cómenla cruda, assada, cozida en caçuela o potajes, y como quiera es de buen sabor; es planta y no simiente; hazen unos montones de tierra grandes y en hila, como cepas de viña; hincan en cada uno d’ellos los palos de yuca que les parece, dexando la mitad fuera; prenden estos palos, y lo que cubre la tierra házese como nabo galiciano, y es el fruto lo que no cubre; crece un estado, más o menos» (La primera parte de la Historia natural de las Indias. Amberes: Juan Steelsio, 1554, f. 100). 739 Véase nota anterior en el primer vejamen a propósito de esta palabra. 740 Este tipo de composiciones algo disparatadas son también propias de los entremeses, particularmente de aquellos en los que los sacristanes se enfrentan poéticamente para conseguir la mano de una moza, como en Los sacristanes burlados o el Entremés nuevo de los sacristanes, de Quiñones de Benavente. 741 Tercerol pertenece al campo de la náutica, pero aquí hay un evidente juego de palabras que apunta hacia la Orden tercera, la de San Francisco, y también a las «tercerías» o
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Dieron sus vueltas de pasatrés y amainando en aquel «chu chu chu», dijo el señor doctor Lanaja: Ventura sí que es tener; yo no tengo venturilla, pues que no puedo saber el camino de Pradilla.
Tocole su vez al señor Martín de Lanaja, menor, y dijo: La obediencia es gran afán, yo me entiendo en mi canción, pues al buen sobrino Juan le robé la bendición.
También se esforzó el señor micer Mata, sacando fuerzas de flaqueza, aborto de las letras, y dijo: Soy Mata, el amor me mata, matafaluga742 parezco y aunque como puerro crezco no puedo escapar de rata.
Había pastor en esta danza, como en las demás de los horneros; hacía yo este papel sin barba ni cabellera y despabilando las narices a adalgunos mirones con el remate de mi cayado publiqué esta copla: Yo el pastor de estos horneros soy tan terrible tragón que a todos los panaderos sepultaré en mi zurrón.
El señor doctor Maza, autor desta desorden en honra de su dama empezó a graznar ansí: embajadas amorosas. Según Aut. es «lo que ocupa el lugar tercero» dentro de la nave. Cfr. lo que escribe fray Antonio de Guevara en el Arte de marear: «A lo que llamamos remar, dicen ellos bogar, y al sacar agua de galera llaman esgotar. Mandan que a la despensa no la llamen sino pañol, y que los remeros de popa se nombren espalderes. A los que andan en el barco llaman proeles, y a la nariz de la galera asperón. Al primero remero llaman bogavante, y al postrero dicen tercerol» (Ed. Asunción Rallo. Madrid: Cátedra, 1984, p. 356). Más adelante se alude al pasatrés, que define Cejador como «Cruzados entre tres, baile, etc. (Aragón)» (El lenguaje, Madrid: Perlado, 1913, XI, p. 491). 742 Es variante, que se recoge también actualmente, del nombre de la hierba más conocida como matafalúa o matalahúva, que es el anís. DRAE 1992 recoge también matalahúga.
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Amor, enferma deidad me sujetó a tu belleza y para tu enfermedad parches busca en mi cabeza.
El señor graduando miraba la fiesta encima un poyo743 y deseoso de dar su cucharada744, rompiendo por medio de la chusma, dijo: –Por el siglo de mi madre745, que he de dar un repelón746 al caballo o jumento de las máscaras, que para mí todo es uno. Y dijo: Yo deseo ser casado, pero si se permitiera espirara a un obispado yo casado obispo fuera.
Es tan medroso el señor graduando de ponerse en manos de los señores examinadores, tanto que comunicando con uno de sus mercedes, amigo suyo, como si le hubiera de echar ventosas sajadas, le dijo: –Señor doctor, ¿me harán mal? –No, señor, tenga buen ánimo, que si se les hiciese mal no habría tan gran nidada de ratones letrados, que con la facilidad que sale un hongo en una noche quedará vuestra merced letrado moliente y corriente747, como quedó el señor doctor Aguilera, que por largo y estrecho se podía alquilar por vara de sacudir olivas, muy parecido a la lechuza: muchas plumas y poca carne; cuyo ingenio compite con el del señor micer Sanz de Armora748, doctísimo 743
«El banco de piedra, yeso u otra materia, que ordinariamente se fabrica arrimado a las paredes» (Aut.). 744 Meter o dar su cucharada es, según Aut. define la primera de las formas, «frase que se dice del que en todo cuanto se habla u discurre quiere dar dictamen, interrumpiendo a los otros en materias que no profesa ni entiende». 745 Aut. recoge Por el siglo de todos mis pasados, «frase baja con que se jura por la vida de alguno, especialmente cuando se amenaza o promete hacer algún mal». Tanto los términos poyo como repelón tienen ese mismo carácter «bajo» o vulgar que señala el diccionario. 746 Repelón es «el tirón que se da de el pelo, especialmente de la cabeza» (Aut.), pero en este caso concreto hay que tenderlo como «la carrera pronta y fuerte que da el caballo», que recoge el mismo diccionario. 747 Corriene y moliente es «locución familiar que [...] metafóricamente se dice de cualquiera cosa que está llana y sin embarazo» (Aut.). 748 Micer Juan Sanz de Armora, que interviene en actos de 1608 y jura el dogma de la Inmaculada en 1617 (Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», cit., pp. 478 y 486).
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jurista en granjerías749 y en los sotos del Burgo. Es otro vaquero de Morana750, no tan aficionado a las damas, aunque las busca, como los señores doctores García y Fanlo, que jugando el otro día al ajedrez, dando un jaque dijo el señor micer García: –Ya soy dama, aunque me falta el verdugado751. A lo cual respondió el señor micer Fanlo: –Si vuestra merced es dama, yo soy peón de los letrados752. Y admírome tenga tiempo para jugar, debe ser como el juego de damas, que me dicen llevaba doce retratos como de sibilas para escoger un rostro. Menos me espanto diga vuestra meced a sus vecinos le falta el tiempo para la abundancia de negocios para sacar dineros de la tabla. Sin duda en este punto ha quedado ligítimo heredero del espíritu del doctor Vallejo Cerdán753. Pecados que vienen a menosprecio, confesados por su boca, y pudiera perdonarlos el señor doctor Bernad, que siendo vicerretor se fue al quinque libris de la Madalena y donde decía «Domingo Bernad se baptizó»
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«Beneficio de las haciendas del campo» (DRAE, 1832 s/v). Antón, esposo de una serrana que el Marqués de Santillana sitúa en el Moncayo aragonés. Lope de Vega titula así, El vaquero de Morana, una de sus comedias, impresa en 1617. 751 «Vestidura que las mujeres usaban debajo de las basquiñas, al modo que hoy los tontillos y era de su misma hechura» (Aut.). Se usaba por debajo de la basquiña, para ahuecarla. Cfr. la siguiente cita: «Con lo pomposo de las enaguas, polleras, verdugados y guardainfantes, con faldellines de telas ricas de oro y otras telas de seda, con chapines resplandecientes, medias, ligas, zapatos y zapatillas y rosas muy pomposas, son el sambenito que dios echó a los hombres por el pecado» (Carranza, Discurso contra malos trajes, cit por Deleito, Mujer, pp. 157-158). En 1594 se mandan suprimir, según Benito Carrasco, Pregmática real sobre valonas. Madrid, pliego suelto, 1594 (Madroñal, Glosario, cit.). 752 Tal vez el que figura como licenciado Francisco Gregorio Fanlo, de quien escribe Latassa: «Nació en Molinos á mitad del siglo XVI. Su literatura tuvo amenidad y variedad, y se distinguió en la Poesía, que le mereció elogios muy lisongeros en los siglos XVI y XVII. Escribió: .º–Historia de San Ramon Nonat, Religioso de la Orden de la Merced, y Cardenal de la Santa Iglesia de Roma, en Octava Rima. Zaragoza, por Juan de Lanaja y Quartanet, 1618, en 4.º. La publicó el Padre Mercenario [sic] Fray Pedro Martin en su Certámen poético á las fiestas de la traslacion de una Reliquia del mismo Santo. Divídese esta obra en cuatro cantos compuestos de 328 octavas, donde á más de tratarse con cultura y elegancia la vida del Santo, se refieren un grande número de memorias históricas de familias ilustres de España, de la dicha Religion de la Merced y de varones señalados. 2.º–Poemas diversos. En el referido certámen, página 40, le estampó el citado Padre Martin un Soneto de ecos y otro sin ellos, y en la página 50, folio 2 y siguiente, 30 Tercetos» (Loc. cit.). 753 El doctor Jusepe Vallejo Cerdán, que interviene en un acto relacionado con la Universidad en 1609 (Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», cit., p. 481). 750
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añadió: «doctor en la Sagrada Teulugía con borla y capirote cuando hay grados y vicerretor de la Universidad in secula seculorum amén». A quien un mochacho le hurtó una cebada de alfalces que tenía en un campo de rabal754 para su regalo le dijo: –No se lo perdono para aquí adelante. De Dios no me bastaba la perdición de una cátreda por un voto que me cuesta el salario adelantado de todo un año y de las tejas abajo, aunque me lo pidan Cervantes con sus novelas, Guzmanillo y Celestina755, que les debo muy buenas amistades, pues me han enseñado a hablar lo poco que sé y si me he opuesto ha sido por su consejo, si no no saliera de mi Madalena aunque me diera mil picados el gallo de la torre de su iglesia. Dícenme, señor graduando, es tan cuidadoso de su hacienda que cuando le riegan el güerto va tapando los agujeros de la tapia con lodo porque no se salga el agua. Aconténtese756 de aquí adelante con tener cuenta estén tapadas las boqueras757 imitando al señor micer Agustín de Santa Clara758, que un cuarto domingo de la fiesta del Carmen, a las tres de la tarde, regaba el de su casa y le pareció el regador no andaba muy solícito y quitándose la sotera759 se puso a encaminarla a vista de todos los devotos de la Virgen y reprehendiéndole tan gran descompostura dijo con las lágrimas en los ojos: –Déjeme el Señor, que se me pasa el tempero760 y se me perderán unos moscateles, agañazas761 con que vienen los mosquitos por antigo abolengo a mi taberna.
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Lo mismo que arrabal, según DRAE, 1914 s/v. Curiosa selección de algunos de los mejores títulos de nuestra literatura clásica que, como se ve, se ofrecen como lectura novelesca, modelo en el que aprenden a hablar las personas de menos cultura que utilizan estos libros como pasatiempo. Las Ejemplares se habían publicado en 1613, aunque no es improbable que se aluda aquí al Quijote u otras narraciones extensas de Cervantes, a tenor de la equiparación con el Guzmán de Mateo Alemán o La Celestina. 756 Acontentarse es lo mismo que contentarse, según Aut. 757 «La boca o puerta artificial de piedra que se hace en el caz o cauce de agua para regar las tierras. Es voz usada en Aragón» (Aut.). 758 Era doctor en Leyes y que jura el dogma de la Inmaculada en 1617 (Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», cit., p. 486). 759 «Azada que se emplea ordinariamente para entrecavar» (DRAE, 1925, s/v. Localiza en Aragón). 760 «Templanza, sazón y buena disposición y calilidad de la tierra para las sementeras» (Aut.). 761 Metátesis por añagaza, creo, es decir «artificio para atraer con engaño» (DH, 1933, s/v). 755
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Y con esto sepultose de improviso en su espelunca762 con las piernas llenas de barro. ¿Piensa vuestra merced, señor graduando, no hay quién penetre sus intentos? y solo vuestra merced es el archivo del blanco do tiran. La solicitud y la industria pueden mucho y estas dos señoras me han hecho traslucir se casa, digo trata de ello y, informando de sus grandes partes al casamentero, primer sujeto de las maldiciones nuptiales, le dijo: –Diga vuestra paternidad, padre mío, a esa mi señora se resuelva, que ya yo lo estoy, y considere soy letrado y confío en Dios ganar de comer con el tiempo que el higo se cae de maduro y sazonado tendré pleitos, que semejantes milagros he visto de quienes menos prometían. Y advierta fuera muy galán si esta cara no tuviera más pintas que pelejo763 de gato montés y parece imagen de despojo de culebra. Y soy más firme que la Peña de Martos764, y en lo demás del cuerpo soy muy parecido al señor doctor Pérez Bracho765, papaciencias766 renegado de la borla medicinal, que enamoró una dama publicando el certamen de San Antón y está deseoso de ir por intérprete de las lenguas del mundo con el primero que descubra lo que falta porque hablo griego, hebreo y el alcorán767. Y se precia de músico, retórico, médico y poeta, y ha dado en una tema768: que ha de ser jurista. Lástima le tengo a este pobrete, que su cabeza parecerá Ginebra en la libertad de profesiones769 y, si no tiene satisfecho
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«Concavidad de tierra y lo mismo que cueva» (Aut., que señala que es voz puramente latina). 763 Existe como variante antigua de pellejo, según documenta el diccionario de Pagés (en NTLLE). 764 Era proverbial. Correas recoge: «Firme komo la peña de Martos». 765 Tal vez Domingo Pérez, doctor en Medicina, que jura el dogma de la Inmaculada en 1617 (Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», cit., p. 486). 766 No encuentro esta palabra en los diccionarios ni los textos de la época. Da la impresión de que apunta hacia un significado similar a otras que se forman con el mismo componente primero, papar, es decir, «comer», como papahígos. 767 El alcorán es propiamente el libro de los musulmanes, no la lengua empleada en el mismo, pero aquí burlescamente se utiliza en esa acepción. 768 Es decir, en una obsesión. Es palabra de uso frecuente en el Siglo de Oro y aparece casi siempre en género femenino. 769 Esta ciudad era símbolo del desorden y la confusión por la referencia a los herejes calvinistas. Cfr. el siguiente texto de Los sueños, de Quevedo: «Estaba Hubequer el pordiosero, vestido de los andrajos de cuantos escribieron mentiras y desvergüenzas, hechizos y
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su apetito, se hará mozo de cuadra sin subir las escaleras, que a otros tan rematados ayuda aquella santa casa y podrá cantar «A años mil / vuelven las aguas por donde solían ir»770 y servirá de cabo de escuadra en el campo alocado. Si quisiere un hombre que haga ruido por diez y tenga palabras de otros tantos, que no aflija sus negociantes ni les enseñe el dogal, parezco al señor doctor Pedro Díez771, que mientras vive el enfermo no le faltan remedios y su cabeza ha padecido expulsión de cabellos como España de moriscos y solo la habitan algunos viejos como cristianos en lugar de señorío772. Si quiere un hombre medido y compuesto en sus pasos, aquí me tiene, que no soy como el señor micer Gazo, que en dos dedos de calle da trenta pasos y reprehendiéndole porque daba tantos pasos, respondió: –¡Cuerpo de san, señor, yo doy muchos pasos! Más pasos da el señor doctor Medrano773, médico salta periquete, en una hora que esté sentado que yo andando todo el día. Tan gran devoto de los cuatro reyes de la baraja, que si no hay dinero juega con los suplicacioneros774 en la calle al palillo775, solo por jugar, y
supersticiones, hecho su libro un Ginebra de moros, gentiles y cristianos» (Ed. Ignacio Arellano, en Obras completas en prosa de Quevedo, vol. I, t. I. Madrid: Castalia, 2003, p. 339). 770 Famoso cantarcillo popular que recoge, entre otros, Calderón, en su auto La viña del Señor: «Al cabo de los años mil vuelven las aguas por do solían ir» (M. Frenk, Corpus de la lírica popular. Madrid: Castalia, 1997, nº 2031). Pudo tener un origen proverbial, pues no en vano aparece en La segunda Celestina, de Silva: «A los años mil torna el río por donde solía ir» (Ed. Consolación Baranda. Madrid: Cátedra, 1988, p. 172). También la recoge Correas. 771 Se trata de micer Pedro Bernardo Díez, natural de Calatayud, pero «Ciudadano de Zaragoza y Decano de su Real Colegio de Abogados en el año 1609. En el de 1615 era Asesor del Zalmedina de esta Ciudad D. Alonso Martinez de Marcilla, y habia tenido la Cátedra de Vísperas de Leyes en su Universidad ya en 1611. Tuvo grande aceptacion en el patrocinio de causas, y por este motivo fué Abogado de cuerpos y personas respetables. Publicó diversos tratados, y entre ellos deben acordarse: 1.º-Discurso sobre la exempcion que tiene la Santa Iglesia de Santa María la Mayor del Pilar de Zaragoza y su Cabildo Muy Ilustre de Prior y Canónigos. Zaragoza, por Juan de Larumbe, 1620, en folio. Trabajó este discurso siendo Abogado ordinario de dicha Iglesia» (Latassa, loc. cit.). 772 Alusión a un suceso histórico reciente (1609) que tuvo honda repercusión en las tierras de Aragón. 773 El doctor Juan de Medrano, que jura el dogma de la Inmaculada en 1617 (Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», cit., p. 486). No encuentro la expresión salta periquete. 774 «El que vende suplicaciones» (Aut.), es decir, una especie de barquillos o galletas. 775 Palillo de barquillero u de suplicaciones «es aquel con que los barquilleros juegan a la suerte, fijándole derecho sobre una raya que tienen hecha en la tabla de la cesta...» (Aut.).
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tiene tapizado su estudio con azares, suertes y encuentros. ¡Buen apostolado romano para encomendarse a Dios! Si quiere vuestra merced un fiel intérprete de entramos drechos, aquí me tiene, que no soy como el padre maestro Jiménez776 predicando de Santa Ana en Nuestra Señora del Pilar, declarando aquel lugar de la Escritura de Dominus de gen quo venit. Volviéndose a las damas las dijo: –¿Qué pensáis, señoras, quiere decir aquí la esposa al esposo? Lo que soléis decir vosotras: forastero lo quiero, quiérolo forastero. Si quiere un hombre de mediana corpulencia, ni muy flaco ni muy grueso, que entre otras partes no es la peor esta, aquí estoy, que no soy como el padre maestro Otálora777, cara de tripa de cántaro quemada y de sol pintado en bodegón, que predicando el día de los Reyes próxime pasado en su casa acomodando a Nuestra Señora aquella fábula antigua sin qué ni para qué de la diosa Pandora778, volviéndose al pueblo dijo: –Sed, hermanos míos, hermanos devotos derga, dirga, dorga, de esta divina Pandorga. Y, finalmente, soy más galán que el señor doctor Cuenca, con perdón, tan devoto de la procesión del viernes de la limosna del hospital que provee a las madres de las cuadras de santos, santicos y cortinas y aunque el vedor779 de calles tiene todo el año siempre jurisdicción en el arrabal de su persona 776
Muy probablemente el padre maestro fray Juan Jiménez, teólogo, de la Orden de Nuestra Señora del Carmen, que jura el dogma de la Inmaculada en 1617 (Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», cit., p. 485). 777 El padre maestro fray Pedro de Otálora, teólogo, de la Orden de Nuestra Señora del Carmen, que jura el dogma de la Inmaculada en 1617 (Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», cit., p. 485). 778 Cuenta Pérez de Moya a este propósito: «Minerva tomó entonces a Prometheo y levantóle al cielo, mostrándole las cosas que en él había. Y él, viendo que todos los cuerpos celestiales tenían ánimas de fuego, queriendo dél dar ánima a su hombre, allegó secretamente un instrumento que llevaba a las ruedas del carro de Phebo, y hurtó fuego que llevar a la tierra. Así lo dice Horacio, donde comienza: Audax Iapeti genus, etc. Y llegando aquel fuego a los pechos del hombre que había formado de barro, hizo que viviese, y púsole por nombre Pandora. Los dioses, conociendo el hurto de Prometheo, mucho por ello enojados, mandaron a Mercurio que lo pusiese en el monte Cáucaso atado a una peña, y cerca dél un águila o buitre, que le comiese las entrañas y corazón, como dice Vergilio (Juan Pérez de Moya, Philosofía secreta de la gentilidad, ed. C. Clavería. Madrid: Cátedra, 1995, pp. 520-521). Algunas veces se deforma el nombre de Pandora por el de Pandorga, como aparece a continuación. 779 Lo mismo que veedor, es decir, «el que está señalado por oficio en las ciudades y villas para reconocer si son conformes a ley u ordenanza las obras de cualquier gremio u oficinas de bastimento» (Aut.).
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aquel día se pulle, repulle780, peina y lleva una gorguera con puntas medias moradas781 y zapatos blancos que creo se ensaya para lacayo de algún título; persona que puede mucho con los barberos de aquella casa, tanto que a petición suya salió un día de los Reyes por la ciudad caballero en su mula, dando higas a las ventanas, haciendo el papel del rey Baltasar, vestido de guadamacIl782, que mejor hiciera el de los Inocentes, y me temo, señores, un día no haga la estampa de «viva, viva Aragón». Y así vuestra paternidad le diga si me quiere, si no me sucederá lo que al señor micer Rocaforte, que desahuciado de un festejo vino a la muerte y dejó en su testamento le enterrasen en un verdecillo prado, porque digan los que pasan: «Aquí yace el mal logrado, / que en armas era dichoso / y en amores desdichado»783. Señor graduando, ya será hora le dé un régimen para la disposición de su facultad, que si así me lo hubieran dado aún pudiera ser tuviera más negocios. A consuelo me tengo muchos pares en todo y un día tras otro viene, aunque el mío nunca llega. Sea el primer documento: si se le ofreciere tratar materia de alimentos, acuda a mí, que todos los circunstantes saben cuán práctico soy y la fama que tengo de bien alimentado y mal bebido; si de servidumbres rústicas, imite al señor doctor Ejea; si de urbanas, al señor doctor Alcover, imitador de los anacoretas, pues siempre se pasea en el monte Olivete del Portillo entrambos rapatanes784 de esta Arcadia y salariados lla-
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Vale como pulir, repulir. Hay en el ambiente una sensibilidad especial, como se ve, a todo lo que tiene que ver con el arreglo y la moda. El reinado de Felipe IV, que se inicia muy poco después de este vejamen, va a suprumir las gorgueras, las puntas, los cuellos de color, en favor de prendas más sobrias como las valonas. La literatura de la época se burla de algunos personajes que aún continúan con la moda anterior. 782 Variante documentada de guadamecí, «cabritilla adobada, en que a fuerza de la prensa se forman por el haz diferentes figuras de diversos colores» (Aut. s/v guadamacil). «Pellicos blancos guarnecidos de guadamecí dorado» caracterizaba el vestuario del teatro primitivo según Cervantes en el prólogo a sus Ocho comedias (Teatro completo, ed. de Florencio Sevilla Arroyo y Antonio Rey Hazas. Barcelona: Planeta, 1987, p. 8). 783 Recuerda a un romance tradicional como el que recoge Durán: «Y aquel dia allí lo entierran / Y un rétulo allí ponian / Encima su sepultura / Que d’ este modo decia: / «Aquí yace el malogrado / Del buen duque de Gandía, / Del cual Dios haya merced / Perdonando sus pecados, / Y de todos los culpados. Amen». (Romancero general, II. Madrid, 1851, p. 227). 784 En el texto: «entrambros rapatanes», que corrijo. Junto al pastor, el rapatán es un figura que no suele faltar en las danzas populares de pastores, que aún se han mantenido en algunos pueblos de Huesca, como Benabarre. Es palabra que se documenta por lo menos desde el XV, según la Documentación medieval de la Corte del Justicia de Ganaderos de Zaragoza, de 1491, que recoge CORDE. 781
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madores de la nuestra Cofradría de San Ibo785; si de compras y ventas, al señor micer Fortunio786, que más asiste a la esquila de su ganado que a los negocios de la plaza y por no dar ración a un escudero le consiente trabajo guantero todo el día; si de píos legados, al señor doctor Oquendo, perpetuo opositor de retorías; si de testamentos y codicilos, al señor micer Tarazona787, con más ojos que un porgadero788, que tiene solo con un negocio para reventar en causa propia y sus libros son en lengua arábiga, heredados de los moriscos de Belchite; si tratare materia de ligítimas, acuda al estudio del señor doctor micer Juan Antón Jacinto López Galván y Malo789, con más nombres que menudo de marranchón790, cara de motilón bernardo791, que no le salen las barbas de temor no se las coma, que hay otros comedores y según las anda con la lengua las debe regar con ojimiel porque le salgan, y dice pretende una ropa por
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Según la Biblioteca Latassa: «la cofradía de San Ibo, establecida de tiempo inmemorial en el convento de San Agustin de esta capital, asociacion que, en virtud de una real cédula de Felipe V, pasó á formar el docto Colegio de Abogados de Zaragoza» (Versión electrónica, s/v «Costa y Beltran, Micer Juan»). 786 Un Valerio Fortuño (o Fortunio) de Ágreda participa en el certamen poético que convocó la Universidad de Zaragoza en 1599 (M. Jiménez Catalán, Historia de la Universidad de Zaragoza, cit., p. 115). Era docto en Teología, según el Aganipe de los cisnes aragoneses, de Uztarroz (R. del Arco, La erudición aragonesa en el siglo XVII en torno a Lastanosa. Madrid: Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, 1934, p. 157). 787 Tal vez don Gaspar Lupercio Tarazona, «Catedrático de instituta de la Universidad de Zaragoza, Regente de la Real chancillería de Mallorca, Abogado del Ilustre Colegio de Zaragoza, en el que ingresó en 19 de Mayo de 1618, del que fué Decano en el de 1626, el cual murió por los años 1657 ó 1658, segun consta del Libro de matrícula del citado colegio de abogados» (Latassa, loc. cit.). 788 «Harnero, cedazo, criba» (DRAE, 1992, que localiza en Aragón). 789 Probablemente descendiente del famoso micer Juan Lopez Galván, «ilustre hijo de la villa de Luesia. Sus estudios en la jurisprudencia tuvieron mérito. El venerable Obispo D. Pedro Cerbuna lo nombró en 15 de Agosto de 1583 por segundo Catedrático de derecho civil en la Universidad de Zaragoza, que amplificaba entonces. En 31 de Enero de 1584 obtuvo en aquella el grado de Licenciado, y en 1590 era Asesor de D. Domingo Gimeno, Zalmedina de Zaragoza, y siendo Abogado Real vistió la toga de Lugarteniente de la corte del Justicia de Aragon, y la de Consejero Criminal y civil en este reino, y últimamente la de Asesor Ordinario de la General Gobernacion de él desde el año de 1599. Cargos en que su rectitud, integridad y constancia le aprovecharon para vencer un torrente de adversidades. Acuerda estos tristes acontecimientos el sábio Doctor Avengochea, su contemporáneo, en una carta impresa en el tomo 2 de las Decisiones del Regente Sessé, pág. 6. Murio antes del año de 1615 « (Latassa, loc. cit.). 790 «Lo mismo que marrano o lechón» (DRAE, 1803 s/v). El menudo de cerdo, pues, es lo que recibe gran cantidad de nombres según las zonas. 791 Motilón es el «religioso lego», aquí referido a la Orden de San Bernardo.
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ligítima; si de causas criminales, al buen Juan de Bail, gratis incorporado, que defiende a los reos con ensalmo como saludador; si de minoribus, al señor doctor Romeo792, güevo del palomar de los letrados, adbogado de los niños güerfanicos de entrambos hospitalicos; si de benacione ferarum793, al señor micer Mur, cazador de tordos y mata pocos, cuyo cuello se ha forjado de encerrado de coche; si de causas canónicas al señor doctor Aurín de Roda, plático en la materia de matrimonio, que tiene a su cargo el casar las recogidas de la calle del Arco de la Nao794; si de sepulturas, al señor doctor Sal y azar o Salazar795, que vive sepultado en sus espaldas, parecido persona solo por las barbas, y parecen archivos de escrituras viejas. Si vuestra merced quiere saber si se pueden manifestar las damas mozas, acuda al señor doctor Campi796, cuyos carrillos parecen la región del aire y preguntándole el cocinero de su casa si podía manifestar una mochacha, le dijo: –¡Jesús, qué disparate, no haga tal! En Aragón no se pueden manifestar797 las vírgenes; si fuere casada bien pudiera. Si quiere vuestra merced ser temeroso de Dios y su consciencia, me dé las bulas del señor doctor Hernando Ezquerra798, cara de pliego de papel
792 Acaso el doctor en Cánones micer Juan Romero, doctor por Zaragoza en 1584 (Jiménez Catalán, Historia de la Universidad de Zaragoza, II, cit., p. 202). 793 No entiendo bien esta última palabra, la anterior tiene que ver con el latino venatione. 794 El Arco de la Nao estaba junto al Coso y a la plaza de San Miguel, en Zaragoza. 795 Probablemente don Juan Francisco de Salazar, natural de Tarazona, estudió en Zaragoza y «era Catedrático de sexto en 1603. Fuélo despues de vísperas de cánones en 1612. En 19 de Mayo de 1599 ingresó en el Ilustre Colegio de abogados de Zaragoza, del que fué Decano el año de 1614. En 1608 era Asesor del Zalmedina de dicha ciudad D. Juan Agustin, y en 1613 poseía la Lugartenencia de la Córte del Justicia de Aragon, de donde ascendió á Consejero criminal y civil de la Real Chancillería del mismo, de la que aun era su Regente en 1631» (Latassa, loc. cit.). 796 Probablemente el doctor en Leyes Diego Jerónimo Campi, que jura el dogma de la Inmaculada en 1617 (Á. San Vicente, «Poliantea documental para atildar la historia de la Universidad de Zaragoza», cit., p. 486). 797 Aparte de «declarar, descubrir y dar a conocer alguna cosa», que es el significado habitual, «vale en Aragón poner en libertad y de manifiesto y en las manos del rey y sacar de poder de las persoans privadas u de los jueces, de quienes se sospecha obras sin arreglarse a derecho, las personas o bienes...» (Aut.). 798 D. Martin Hernando Ezquerra de Rozas, de quien escribe Latassa que era natural de Mallen y que había estudiado Filosofía y Jurisprudencia en las Universidades de Zaragoza y Salamanca, «y en aquella tomó el Bonete de Doctor en Derechos y fué su Catedrático de Vísperas de Leyes». Reunió en su persona buen número de cargos, pues era asesor de Zalmedina de Aragon en 1618, embajador por el Reino de Aragon, consejero de Santa Clara de Nápoles, oidor, consultor ordinario de los virreyes de Sicilia, protector del Real Patri-
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batido, que le quedó la cara de espantado de haber visto una cande[la] encendida sobre una tinaja de su casa y nos enseña el título de metus causa799 con su andadura de medroso. Si de jure jurando800, padre maestro Deza801, que los frailes de su colegio saben si jura y se alborota; si de inmunitate eclesiarum, al padre maestro Muñoz, que lo defiende con su nariz, como si fuese tranca; la de tironibus802 al señor doctor Pedro Luis López803, letrado en borrador, último galiote de esta cadenada de primerizos, letrado con sus tarjetas coloradas que esperan la general redención de sus bolsas, que se había de hacer una ordinación o estatuto, que los nuevos pagasen la patente804, pues no se lo comiden805 como el señor doctor Ripol, que la pagó a la camarada en pasteles y comedias y esto no solo haría por lo bueno, si bien no podemos llamarle bajo de delante, pues ha alzado la de su casa y estando en un abejar le picaban las abejas y dijo: «¡Ah, moscas de bestia!». Y, como se pica de valiente, se puso a cuchillarlas tirando tajos y reveses; y
monio de esta Corona, regente del Consejo Supremo de Italia, individuo en las Córtes de Barbastro y de Calatayud en 1626 y «fiel servidor de S. M. en su jornada á Cataluña, en la que murió en Zaragoza con sentimiento de la Córte y de este Reino en el año de 1642» (loc. cit.). Participó también en un certamen poético por la beatificación de Santa Teresa en 1614 (J. Borao: Historia de la Universidad, cit., p. 163). 799 Empiezan ahora los términos del argot jurídico, como este metus causa, «por causa del miedo» y los que vienen a continuación. 800 La ley Admonendi de jure jurando pertenece al Digesto viejo y se leía en las Universidades de la época. Existe en el vocabulario jurídico el pactum de jure jurando, que es un pacto de juramento. 801 Probablemente fray Jerónimo Deza, religioso trinitario, «maestro y ministro de sus Casas de Aragón. En 1609 leía Cátedra de Filosofía en la Universidad de Zaragoza, y en el de 1619 en la de Vísperas de Teología. Calificador del Santo Oficio y Examinador Sinodal de várias Diócesis. En 1629 fue muy disputada en Zaragoza la permision ó denegación de la casa pública de mujeres deshonestas, y con este motivo escribió un Parecer «, el cual se conserva manuscrito (Latassa, loc. cit.). 802 Hay un epígrafe así titulado en el Codex Justiniani. 803 No encuentro su nombre en los documentos publicados por Á. San Vicente, no me parece el mismo que el padre maestro en Artes fray Pedro López, al que se nombre en 1585 como profesor de la Universidad (loc. cit., p. 219). 804 Pagar la patente equivale a pagar la novatada, dar algún dinero a los más expertos en determinadas cosas. Cf. Correas: «Kuando uno por su industria haze algo de ofizio axeno, suelen los amigos hazelle ke los dé a bever i page la patente, komo esamen de ofizio nuevo ke tomó; i dízese del ke se metió en ofizio i trato de ke no tenía esperienzia, i perdió en él» (ed. cit., p. 172). 805 Comedir es verbo antiguo que Aut. define como «pensar, premeditar, disponer y encierta manera tomar las medidas convenientes para ejecutar alguna cosa».
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diciéndole por qué había alzado su casa, respondió: «Porque en Zaragoza hubiese segunda torre nueva de Juan Grabiel Ripol y Villanueva806». Últimamente, pues es tan interesado el señor graduando de episcopal audiencia, podrá vuestra merced ser catedrático, que con eso quedará albardado hasta la muerte y yo, señores, convido a la materia de penitentiis et remissionibus quod mihi et vobis, etc. Soneto Estas las burlas son, laureando, goza la gloria que Minerva te dedica, pues ya del árbol del saber destroza ramas de lauro que a tu sien aplica. 5 Triunfe de tu juventud en la carroza que el sacro Apolo en el bien te pica y recibe las veras y el abrazo del segundo Jasón, confuso Gazo. Fin
806 El doctor Juan Gabriel Ripol y Villanueva aparece en varios procesos contemporáneos, según los volúmenes conservados en la Biblioteca Pública de Huesca.
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TEXTO 7 VEJAMEN DE D. ANTONIO HURTADO DE MENDOZA EN PRESENCIA DE SUS MAJESTADES EN SEVILLA
El vejamen que reproducimos se iba a dar en el Colegio de Santa María de Jesús de la Universidad hispalense en marzo de 1624. Se nos ha conservado, que sepamos, en tres copias manuscritas: dos de la Biblioteca Rodríguez Moñino, una de las cuales (ms. 7274) es más completa y se atribuye a Mendoza, y otra (ms. 6877), aunque posterior en fecha, que tiene visos de ser más cercana al original. Una tercera copia manuscrita se halla en la Hispanic Society of America, lleva por título «Vexamen que se havía de dar en Maese Rodrigo de Sevilla a unos grados en que avía de asistir el Rey Philipe 4º, en março de 1624 y no se dio. Compúsolo don Antonio de Mendoza». Esta última copia manuscrita era la única que se conocía hasta ahora por los estudiosos807. Felipe IV había decidido viajar a Andalucía, entre otras cosas para reforzar la defensa de las costas de aquella parte de España808; partió de Madrid en febrero de 1624 y llegó a Andújar en nueve días, desde donde Quevedo escribió una carta a don Antonio Sancho Dávila y Toledo, Marqués de Velada, relatando los pormenores del viaje809. Entre los acompañantes del viaje figuraban también ingenios de la talla de Quevedo, Paravicino, Espinosa o 807
Ms. B 2390 de la HSA. S. XVII Así lo justifica el contemporáneo Gonzalo de Céspedes y Meneses en su Primera parte de la Historia de D. Felipe IIII, rey de las Españas: «Su Magestad a esta sazón, pronosticando quán en breve cairían sobre el Andaluzía las fuerças y armas de sus émulos, la quiso antes visitar [...] antepuniendo a su salud tan justo fin, dexó su Corte y en el rigor del recio invierno hizo jornada a disponerle y ordenó esta tan solícito que el publicarla y su salida casi se vio en un mismo tiempo. Jueves a 8 de febrero acompañado del Infante don Carlos, durmió en Aranjuez» (Liboa: Pedro Craesbeeck, 1631, p. 366 a y b). Véase también lo que dice L. Astrana Marín en su La vida turbulenta de Quevedo. Madrid: Gran Capitán, 1945, p. 346. Pero no se puede perder de vista opiniones más sutiles que apuntan hacia el intento de presionar a las ciudades andaluzas, para que ratificaran los impuestos concedidos a la Corona por las Cortes (J. H. Elliot, El Conde-Duque de Olivares. Barcelona: Crítica, 1990, pp. 166-167). 809 L. Astrana Marín, Obras completas de Quevedo. Madrid: Aguilar, 1945, 3ª ed., p. 1655. Nos ocupamos de la relación entre carta y vejamen en nuestra ponencia: «El vejamen de Antonio Hurtado de Mendoza en Sevilla y su relación con una carta de Quevedo», presentada al congreso internacional Quevedo, lince de Italia y zahorí español (Universidad de Palermo, 14-17 de mayo de 2003). Puede verse ahora en Perinola, 8 (2003), pp. 235-255. Actualizo y completo aquí los datos que se aportan en ese lugar. 808
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el propio Hurtado de Mendoza, pero también un nutrido grupo de nobles, cercanos a la corte real, que se mencionan en el vejamen. Las circunstancias del viaje y todo lo que conllevaba la visita real generaron un buen número de relaciones que felizmente han llegado a nosotros, así por ejemplo la titulada Salida del Rey, Nuestro Señor, don Felipe Quarto de la villa de Madrid para la ciudad de Sevilla, jueves ocho de febrero de 1624. En ella se nos cuenta que el Rey llevaba con él al Príncipe don Carlos y a otros personajes, pero no se menciona nunca al Cardenal Infante, que se da como ausente en una de estas copias. Su intención con la jornada presente era «el deseo de ver a Sevilla y visitar las cosas (que es el principal motivo del viaje)» y sigue diciendo el autor que acompaña al Rey «el conde de Olivares, adlante en cuyos ombros carga oy el peso desta monarquía»810. Más importante es para nosotros la información que se da en en este mismo papel sobre el grado universitario: El Colegio y Universidad de Maesse Rodrigo prepara un grado de grande obstentación en que se ha de graduar un sobrino de don Sebastián Casaos811, veinte y quatro deste ciudad de Sevilla. El adereço del Claustro toma a su cargo el Tesorero de la Santa iglesia y los estudiantes una máscara que tendrá no poco que ver ni menos que admirar y últimamente dará la Universidad una costosa merienda de regalados dulces812.
Indudablemente se trata de nuestro vejamen, pero en ninguno de los impresos consultados se menciona por qué dejó de darse esta pieza; tampoco se hace referencia a ninguna fiesta relacionada con la Universidad, como las que en la relación se citan. Acaso el tiempo de Cuaresma en que tiene lugar el viaje, la cercanía de la Semana Santa, el celo cristiano del joven Rey que prohíbe un lance de toros (no sin la decepción de varias cuadrillas de caballeros preparadas al efecto) habrían tenido alguna responsabilidad en la citada anulación del grado solemne; pero no se puede desdeñar la explicación que apunta hacia la propia escabrosidad del vejamen, que pone en solfa a tantos nombres de la nobleza más cercana a Palacio. Más probablemente hay que buscar la explicación en las fuertes tensiones existentes entre la Corona y la ciudad, por cuanto esta se encontraba
810
Sevilla: Francisco Pérez de Estupiñán, 1624. Impreso de 4 hojas que se conserva en la Biblioteca de la RAH, signatura 9/3685 (2). Otro ejemplar en la BN, signatura: V. E. 1408/9. La cita del f. 2. 811 Este personaje se cita en un documento de la época como «grande amigo del Asistente Fariña y confidente del Conde duque» (Apud Elliot., op. cit., p. 171 nota) 812 Salida del Rey, Nuestro Señor..., cit., Sevilla, 1624, f. 2.
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reticiente a la hora de votar la concesión de la ayuda en dinero otorgada al Rey. Graves disturbios se produjeron durante la visita real y, sobre todo, con posterioridad a ella por este asunto813. Es fácil imaginar que dentro del mismo ayuntamiento sevillano habría facciones partidarias de la ayuda (y, por tanto, del Conde Duque), como el veinticuatro Casaos, y otras enemigas, como la de don Fernando Melgarejo814. Por tanto, es posible que no acudiera el Rey al grado de un pariente de Casaos, que formaría parte de la facción leal al monarca, para no soliviantar más los ánimos de la ciudad. El vejamen se escribe justamente el año en que el Conde Duque ha conseguido el Patronazgo del Colegio, hecho muy importante para el mismo, porque esperaba contar con la protección del poderoso valido y las recompensas que ella comportaba815. En 29 de mayo de 1623 la Universidad recibía al ministro «por su verdadero, único y perpetuo protector durante su vida, y después de ella a los poseedores de su casa, estado y mayorazgo», con lo cual el Colegio de Santa María de Jesús conseguía el enorme privilegio de situarse a la altura de los colegios mayores de Salamanca, Valladolid y Alcalá y otros derechos816. El licenciado Álvarez Serrano había llevado las gestiones en Madrid ante don Gaspar y escribía al Rector del Colegio el 20 de junio de 1623 sobre las fiestas que se celebrarían en este en honor del valido, animándole a escribir una relación en la que se hiciera constar lo siguiente: y si pareciera a V. M. honrarme con decir que fue pensamiento mío y que dispuse el modo y preeminençias de la protecçión; que ubo ocho días fuegos, barriles, luminarias, cohetes, repiques y chirimías y ubo toros y si ubo carrera y la comedia. Ampliar todo esto y qué día se hizo cada cosa, y el grado, quién fue el graduado, quién dio el vexamen, cómo se colgó el Colegio, el mucho concurso de gente y la çelebridad, quántos doctores y maestros asistieron de cada facultad, contanto todos los que asisten en Sevilla, aunque faltase alguno del grado, y nombren a V. M. con la authoridad y punto que tubo y cómo se remite çelebrar esto más en el curso con máscara e invenciones quando venga la confirmaçión de Roma, encareçiendo la estimaçión que el Collegio hace de tener tal protector y al fin se pondrá el vexamen, remirándolo y quitando y poniendo y aun añadiendo.817
813
Elliot, op. cit., p. 168. Ibid., p. 167. 815 Se puede leer todo lo relacionado con el patronazgo en la obra de José A. Ollero Pina, La Universidad de Sevilla en los siglos XVI y XVII. Sevilla: Universidad de Sevilla, 1993, pp. 157-170. 816 Antonio Domínguez Ortiz, La Sevilla del siglo XVII. Sevilla: Universidad de Sevilla, 1984, pp. 256-258. 817 Carta al Rector, 20 de junio de 1623 (apud Ollero Pina, La Universidad de Sevilla, cit., p. 163). 814
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Es decir que el Colegio de Santa María de Jesús estaba preparando el grado de 1624 con especial cuidado, quizá sin saber todavía que podría asitir el Rey en persona a tal solemnidad. Cuando el Colegio supiera de la visita del monarca y el valido probablemente extremara el cuidado con que organizar los actos y de ahí que el encargado del vejamen no fuera un doctor cualquiera de la Universidad sevillana, sino uno de los acompañantes de la comitiva, el secretario Hurtado de Mendoza. Otro impreso de la época, la anónima Relación de las fies[tas] que el Marqués del Carpio hizo a el Rey, Nuestro Señor (1624)818 da cuenta exacta del acompañamiento del Rey, dividiendo por grupos a las personas presentes. Entre las de más alta alcurnia menciona: el infante don Carlos, Olivares, Duque del Infantado, Nuncio y Cardenal Zapata. Nunca aparece el Cardenal Infante, tampoco lo mencionan relaciones similares como la de Lucas García Pizaño o la del licenciado Franco, ambas de 1624819. En esta última sí se resalta que el Rey partió de Sevilla el 13 de marzo, con lo que estuvo en la ciudad casi dos semanas, tiempo suficiente para poder asistir al grado cuyo vejamen editamos. El autor del mismo, don Antonio Hurtado de Mendoza (1586–1644), era el poeta cortesano por excelencia de aquellos días y alcanzó el sobremombre de «Discreto de Palacio». Hurtado de Mendoza es un autor significativo de la primera mitad del XVII, conocido también por las comedias y entremeses que compuso, algunos tan interesantes como El examinador Miser Palomo. Llegaría a ser Secretario Real de Felipe IV y como tal acompañó al joven Rey a la jornada de Andalucía junto con toda la corte820. También iba otro ilustre escritor y amigo suyo, don Francisco de Quevedo, cuya carta citada al Marqués de Velada está muy relacionada con el vejamen que edito821. Mendoza colaboró con Quevedo y otros autores en algunas obras y participó en todo tipo de festejos relacionados con 818 Sevilla: Diego Pérez, 1624. Impreso de 4 hojas que se conserva en la Biblioteca de la RAH, signatura 9/3685 (4). Hurtado de Mendoza aparece como Secretario, nunca como otra cosa. No figura Quevedo ni Paravicino. 819 Breve relación de la venida y recebimiento en Sevilla a Su Magestad el Rey don Felipe Quarto, Nuestro Señor, que Dios guarde muchos años. El de 1624 (Sevilla: Francisco de Lyra, 1624), 2 hs. o la del licenciado Franco, Relación de la entrada y recibimiento real de la magestad el Rey don Philipe IIII de este nombre, Nuestro Señor, en la ciudad de Sevilla, viernes primero de março de mil y seiscientos y veinte y quatro años, día del ángel de la Guarda (Sevilla: Francisco de Lyra, 1624), 2 hs. Ambas en la Biblioteca de la RAH, signatura 9/3685, nº 5 y 6. 820 Gareth A. Davies, A Poet at Court: Antonio Hurtado de Mendoza (1586-1644). Oxford: The Dolphin Book, 1971. 821 Dicha carta también se copia, a continuación del vejamen, en el ms. 6877 de la BRM, pero no la reproducimos porque se puede leer cómodamente en el Epistolario completo del autor que editó L. Astrana Marín en Madrid: Editorial Reus, 1946.
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la corte, el más importante de los cuales fue la Fiesta que se hizo en Aranjuez a los años del Rey nuestro Señor don Felipe IIII (1623), que escribió él mismo. Evidentemente, que el vejamen lo dispusiera Mendoza no significa que él lo fuera a dar, pues bien claro se dice en la copia del ms. 7274 que quien tenía el cometido de llevarlo a escena era el doctor Fontanilla, para quien se adapta el texto. Mendoza es hombre acostumbrado a tratar y a poner en solfa a este grupo de cortesanos que, quizá sin su nombre propio, aparecen también en textos como el entremés El examinador Miser Palomo, sin caer en desgracia como a otros autores les sucedería en circunstancias similares, como Pantaleón de Ribera. Otra vez con sus nombres y apellidos los hace desfilar en un texto poco posterior a nuestro vejamen, la Loa que representó Pedro de Villegas en la comedia que se hizo en Palacio por las nuevas de Bredá (1625), donde escribe en un tono parecido: Al cuarto del Rey corriendo va el Conde y sin muletilla; sin duda son buenas nuevas, pero no tomará albricias. Pedro de Contreras baila, salta don Diego Mejía, Insauste canta y gorjean Rojas, Carnero y Asprilla. El ingenioso Rioja lo pondera y solemniza, Ipeñarrieta lo alaba y rézalo Zapatilla.[...] Del Rey todo el aposento se alborota y vemos risa aun hasta en Maruán, que no lo merece cualquier día. Pedro del Yermo no cierra, no quiere dormir Matías, y ha dado albricias Calero, que es el postrer maravilla.822
Es más que evidente que el tono zumbón de Hurtado de Mendoza era del gusto del rey y los cortesanos, también que tenía la suficiente habilidad como para no herir sensibilidades que podían haber granjeado su caída en desgracia. Por otra parte, el tono del vejamen no desdice de cualquier pieza
822
El Fénix castellano don Antonio de Mendoça. Lisboa, Miguel Manescal, 1690, p. 78 a y b.
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de este tipo en las frecuentes academias burlescas en el reinado de Felipe IV, como la de Buen Retiro de 1637. Precisamente otro autor de vejámenes, el sevillano Fernando de la Torre Farfán, en su Templo panegírico al certamen poético del Santísimo Sacramento (Sevilla: Juan Gómez de Blas, 1663) da cuenta de que los jueces del certamen burlesco en Buen Retiro en 1637 eran el Príncipe de Esquilache, Luis Méndez de Haro, el conde de Monclova, don Francisco de Calatayud, don Antonio de Mendoza, Francisco de Rioja y Gaspar Bonifaz823. Como se ve, participan también en este vejamen de una u otra manera Esquilache, Haro, Bonifaz y, por supuesto, Mendoza y Rioja. Y eso nos autoriza a pensar que esta jornada real, tan dada a fiestas y diversiones cortesanas para entretener los rigores del camino y las inclemencias del tiempo, debió de comportarse en parte como academia ocasional de carácter burlesco, que podría haber propiciado los escritos de Quevedo y Hurtado de Mendoza. La relación entre Mendoza y Quevedo es más que evidente, no sólo colaboran en una comedia de sugestivo título, Quien más miente medra más824; también asisten juntos a las sesiones de una Academia recién fundada en la corte que escoge entre otros destinatarios de sus iras al desafortunado Juan Ruiz de Alarcón. Comparte Hurtado de Mendoza con Quevedo parecidos gustos literarios y desprecia, como él también, modas como la que Góngora estaba difundiendo con sus poemas825. Puede, incluso, que algunos de los poemas de ambos concurrieran con motivo de una reunión académica826. En este punto concreto, conviene recordar que los nombres de Quevedo y Hurtado de Mendoza coaparecen siempre que se habla de academias madrileñas, al menos en el primer cuarto del siglo XVII: ambos participan en el Elogio recopilado por Luis Vélez el año 1608; forman parte también de la Academia de Saldaña, es decir, del señor de Hurtado de Mendoza, algunos años posterior; ambos, en fin, constituyen junto a otros grandes 823 Apud C. A. de la Barrera: Poesías de D. Francisco de Rioja. Madrid: Rivadeneira, 1867, p. 64. 824 Se atribuye a la colaboración de Mendoza, Quevedo y Mateo Montero, también personaje cortesano amigo de ambos. Parece que se debió a un encargo del Conde-Duque y se representó en la corte en la noche de San Juan de 1631. Da la impresión de tratarse de una comedia improvisada, que «por el poco tiempo que tuvieron los farsantes para estudialla no se pudo lograr todo el donaire de la invención y los versos», según palabras de Pellicer (H. Urzáiz, Catálogo de autores teatrales del siglo XVII. Madrid: FUE, 2002). 825 Gareth A. Davies, A Poet at Court: Antonio Hurtado de Mendoza (1586-1644), cit., pp. 50-53. 826 Ignacio Aguilera, «Sobre tres romances atribuidos a Quevedo», en BBMP, XXI, 1945, pp. 495-496.
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nombres el núcleo poético de la Academia de Madrid en torno a Sebastián Francisco de Medrano827. Algunas de las composiciones en que colaboran los dos ingenios tiene que ver justamente con este marco que forman las academias, tal la comedia señalada arriba, de 1631; tal también las sátiras a Ruiz de Alarcón por haber compuesto tan deficientemente unos versos a la visita del Príncipe de Gales a Madrid, en 1623828. Otros nombres, también presentes en el vejamen que se edita, como el del poeta Rioja829, formaban parte de estas uniones de ingenios, de ahí que la censura y la sátira, tan frecuente en este tipo de reuniones, se mantenga igualmente en composiciones como la nuestra. Buen número de vejámenes se dieron con motivo de estas reuniones, de manera que Antonio Hurtado de Mendoza debía de tener material suficiente para componer el suyo. De alguna forma el presente vejamen, junto con la carta de Quevedo al Marqués de Velada y la respuesta de este, forman una especie de conjunto de composiciones en torno a un tema fijado, como es el de los avatares del viaje real y el acompañamiento del mismo, que se comportan como los escritos con pie forzado que se podían producir en una academia de la época. Al fin y al cabo, la reunión de ingenios no desmerecía en absoluto y el hecho de que aparezcan algunos de ellos satirizados en la pieza contribuye a considerarla en este sentido. Es evidente que en los inicios del reinado de Felipe IV y del valimiento de Olivares los grandes ingenios compiten por granjearse su mecenazgo y Quevedo no se queda atrás, pero fue Mendoza el que mejor situado se hallaba para ello por haberse ganado el favor del Conde Saldaña primero y, en seguida, de Olivares: en 1621, dos meses después de empezar a reinar Felipe IV, era ayuda de la Guardarropa; en agosto del mismo año, Ayuda de Cámara del Rey, y en 1624, Secretario Real. Su puesto y su persona sirvieron eficazmente a Olivares, que vería en él un alidado y un confidente también830. Parece fácil deducir de todo ello que los demás escritores buscarían la amistad de un Mendoza, influyente como pocos en el círculo más íntimo del poder.
827
Todos los datos en José Sánchez, Academias literarias del Siglo de Oro. Madrid: Gredos, 1960, que cita fuentes contemporáneas para documentar estos hechos. 828 José Sánchez, Academias, cit., p. 53-54. 829 Presente, con Quevedo y Mendoza, en la Academia de Saldaña (José Sánchez, Academias, cit., p. 45). 830 J. H. Elliot, El Conde-Duque de Olivares, cit. pp. 187-188.
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La agudeza conceptista, que muestra Quevedo, se puede apreciar también en muchas de las obras que escribió Hurtado, como la presente. La pieza que edito es muy curiosa por varios motivos: primero porque, tomando la forma de un vejamen de grado, pasa graciosa revista a todos los nobles que componen la corte de Felipe IV para comentar las incidencias que habían sufrido durante el viaje. En segundo lugar es significativo el hecho de que las copias que manejamos para esta edición831 difieran significativamente, sobre todo en determinada alusión al Cardenal Infante, que falta en los manuscritos 6877 y de la Hispanic Society. En tercer lugar, es verdaderamente llamativo que de este vejamen tengamos nada menos que tres copias manuscritas, cuando lo normal es que solo se nos transmita una, manuscrita o impresa. Se trata de un vejamen a dos graduandos «muy primos solo en la sangre» de los que se dice que «son tan pobres de estudios los que los reciben que ha sido obra de gran caridad remediar estos dos güerfanitos de letras»832. Bastante tópico en su formulación propiamente universitaria, como se ve. Pero es que la forma del vejamen de grado que se adopta en esta ocasión es insignificante en comparación con lo que verdaderamente interesa a Hurtado: la alabanza del Rey por su venida a Sevilla y una especie de instrucción de lo que debe de ser su comportamiento para con sus vasallos, dado que el Rey es muy joven. Algo parecido ocurre en el vejamen dado en Alcalá, esta vez en presencia de Felipe III: apenas se habla del doctorando por ser su persona poco interesante en comparación con el séquito real que traía el mismo rey. Todo ello constituye una prueba, creo, de que interesaba menos el acto académico que el ejercicio de diversión que el vejamen suponía. Aunque el vejamen nunca se llegó a pronunciar en público, es en sí una verdadera obra maestra. No en vano, el talento literario de Mendoza se despliega en él en una serie de gracias, muchas veces conseguidas por la transgresión irónica de los códigos lingüístico y literario. Por eso, el autor se permite jugar muy a menudo con los tópicos que se esperan, distanciándose paródicamente de los mismos en una perspectiva muy barroca y quevedesca, como la que se observa –por ejemplo– en el Cuento de cuentos de este último autor. La burla satírica alcanza también a determinados literatos de la época como los andaluces Morovelli o Rioja, que se asoman a estas líneas para salir chamuscados de las mismas, según las inquinas personales del 831
Agradezco sinceramente a los responsables de la HSA el envío de la fotocopia de este manuscrito que me ha permitido cotejar esta tercera fuente. 832 Homero Serís, Nuevo ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos, I. New York, 1964, pp. 215 y ss.
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vejador, en un contexto no muy diferente del que se daría en las academias a las que todos estos ingenios asistían. Transcribo el vejamen a partir del ms. 6877 (A) de la Biblioteca Rodríguez Moñino, pero lo cotejo con el 7274 (B) y con el de la Hispanic Society (H), todos del siglo XVII. Se indica en letra cursiva y entre corchetes aquello que falta en la primera copia, pero aparece en la segunda o tercera y me parece que debía de figurar en el original. Es evidente que la copia del ms. 7274 debe de ser cercana en el tiempo al momento en que se dio el vejamen, no en vano este códice recoge vejámenes próximos al año 1625, por tanto la escritura del presente texto tiene que ser muy reciente. Pero no es menos cierto que el ms. 6877, a pesar de estar copiado en la segunda mitad del XVII, debe remitir a una fuente también muy cercana al original, pues presenta lecturas más completas y más correctas en general que el otro manuscrito (salvo, como se ha dicho, la falta de algunos fragmentos). Una particularidad del ms. 7274 es que encabeza cada uno de los párrafos con el nombre del personaje a que se refiere, cosa que no hace el manuscrito 6877 porque en realidad no es necesario. Doy en nota, sin embargo, esa mención cuando me parece que añade alguna información de utilidad. Numero los párrafos para facilitar la consulta del registro de variantes. La carta citada que Quevedo escribió al Marqués de Velada también se copia en este códice 6877 a continuación del vejamen y curiosamente, figura igualmente en el manuscrito 7274 de la misma biblioteca833.
833
Aparte de otras copias que se guardan de ella en diferentes bibliotecas.
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ANTONIO HURTADO DE MENDOZA: VEJAMEN EN LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA (1624) BEXAMEN Que se auia de dar en presencia de su Magestad el Rey Don Felipe Quarto En el Colegio y Vniversidad de Santa Maria de Jesus Que fundo en Seuilla Don rodrigo Fernandez de santa ella, Arcediano y Canigo de Reina en la sta. Iglesia Metroppna. De dicha Ciudad y Arçobispo de zaragoza. Quando vino A Seuilla su Magestad por Marzo de 1624 Aviendo dado El Patronato de dho Colegio y Universid A Dn Gaspar de Guzmán Conde de Oliuares Duque de S. Lucar la mayor &ca. 1. Vejamen 2. Cincuenta y cuatro años han pasado, Señor, que esta ciudad, enseñada a madre y silla de tantos reyes, no vio ninguno y en cualquiera que llegara a ver viera el último, y en vuestra majestad (Dios le guarde) ha visto el primero. El señor rey don Felipe Segundo fue el que pagó las ausencias de muchos años con la honra de pocos días834. Vuestra majestad con sola una hora de su presencia ha desagraviado siglos de nuestra soledad, faltando tiempo a todas las edades para satisfacer a los ojos y a los deseos de verle. 834
El viaje lo hizo el rey Felipe en 1570, inmediatamente antes de contraer matrimonio, y duró muy poco tiempo, de ahí la referencia. Así lo describe el cronista Cabrera de Córdoba: «Pareció al Rey tocaba su grandeza visitar la ciudad de Sevilla, miembro tan principal en ella por su poderío». Visitó la ciudad, soltó a los presos y la ciudad, agradecida, «sirvió al Rey para su viaje y casamiento con seiscientos mil ducados por vía de empréstido y juzgola y estimola leal, noble y poderosa» (L. Cabrera de Córdoba, Historia de Felipe II, rey de España. Ed. de José Martínez Millán y Carlos Javier de Carlos Morales. Salamanca: Junta de Castilla y León, 1998, p. 556.
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Ni bastara menos rey para sobrar a la deuda de tantos. Ha desengañado la vista que imaginó a vuestra majestad anciano, que no parece mozo quien tan apriesa se hace eterno835. 3. Los días de su reinado en sus acciones gloriosas se cuentan por siglos836 y en la necesidad y estimación de su vida no se admiten por instantes837. Eternidades han menester para haberse hecho y para referirse y aun no caben en ella; y débele a vuestra majestad el amor de sus vasallos cumplirle lo que él desea, que es mirarle inmortal, y pide tanto tiempo en su alabanza lo rey que no deja lugar para lo que merece por hombre838, siendo esto lo que a un solo le pudiera hacer rey. La edad (que en detenerla y en dilatarla ni la grandeza ni el poder ni el valor tienen parte), aunque con sus obras ya vuestra majestad la hizo larga, siempre queda moza, y así su prudencia la acompaña dos veces de vejez en su cordura y en su consejo, que no vuelve los ojos su entendimiento a parte que no halle aviso de prudentes varones, ni ellos en vuestra majestad donde no encuentren admiración y estudio de glorioso príncipe. 4. Clara y mejor doctrina para su generoso hermano, que solo con parecerlo va asegurando el ser grande, que el ardiente empeño de su nombre (pues se llama Carlos839) bastara imitar a Felipe, que en estos pocos y floridos años suyos acompañados de modestia y grandeza real mientras no le obligan las ocasiones de conducir sus banderas, mostrándose tan obediente y buen hermano, descubre que será después gran príncipe, que ya las señas son tantas como las obligaciones. 5. [No menos lucido en el segundo y ausente Infante, el serenísimo Fernando840, que entre la majestad heredada no se esconde la blandura y 835
Felipe IV está en los inicios de su reinado y cuenta solo 19 años. Similar idea, formulada en parecidos términos, desarrolla Mendoza en su escrito Discurso... en que persuade al Conde Duque se deje premiar por su Majestad: «En pocos días reinó muchos años; enmendó en breve tiempo largos siglos» (Discursos, ed. cit., p. 105). 837 Cfr. Gracián, El criticón, 1ª parte: «Assí disfraçado podrás desmentir la guarda entre dos luzes; quedaré yo con el tuyo ayudando a la disimulación y aguardando por instantes siglos» (Ed. Santos Alonso. Madrid: Cátedra, 1993, p. 222). 838 Este estilo sentencioso será después el que utilicen autores como Gracián en obras como El héroe, precisamente pensada para Felipe IV. Cfr. El criticón, 3ª parte: «¿Y con todo esso, fue aclamado el Magno? - Sí, por lo soldado, que no por lo rey» (Ed. cit., pp. 578-579). 839 Se refiere al infante Carlos, como aclara B. Hijo de Felipe III que nació en 1607 y compartió con su hermano Felipe las fiestas de palacio. Murió, muy joven, en 1632, cuando estaba destinado para el gobierno de Portugal. 840 El Cardenal Infante, como aclara B. Fernando, hijo de Felipe III y Margarita de Austria nació en 1609 y murió en 1641. Desde muy joven fue arzobispo de Toledo y Cardenal 836
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agrado con que se muestra igualmente apasible y amable siguiendo en el valor y entendimiento las bizarras huellas de entrambos y más en las virtudes, que los reyes no enseñan con lo que mandan sino con lo que hacen y la vida de un príncipe es la ley que más se odebesce y el ejemplo que mejor se imita, en que vuestra majestad no es hermano sino padre de los suyos]841. 6. Cinco años ha que vio Sevilla al Conde de Olivares842, con pocos y menos cuidados, y ya le desconoce, no en la esperanza que siempre tuvo de su valor (herencia suya), sino en el semblante, que ha caminado por él tanto la edad como la fama. Y habiendo servido a su majestad con tan raras demostraciones de amor, de templanza, de entereza y constante observancia de la verdad con su rey y con todos y no recibiendo nada por su majestad, ha querido tomar años, que otros se los quitan o esconden, porfiando prolijamente con la naturaleza. Y él solo ha sabido hacer igual y cuerda la Fortuna y pudiera envejecer con ella, que la prosperidad como otros la gozan, se la trabaja y hace justa, pero no buena, y su casa ha menester defenderse de su ánimo, que tiene señor, mas no dueño, y en continua batalla de desinterés y necesidad las mercedes a un mesmo tiempo las merece y las resiste843. 7. Publicaba España que ni la malicia ni la emulación le podían tocar en un pelo844 y yo en su barba he topado tanto que me embarazan para descu-
(1619) y con el tiempo (y ante la desconfianza de Olivares) se le destinaría al gobierno de Flandes. Ninguna fuente lo cita, en efecto, como acompañante de este viaje, tal vez porque justamente por esas fechas estaba organizando su «casa», de la que se empiezan a publicar los oficios hasta febrero de 1623 (Quintín Aldea Vaquero, El Cardenal Infante don Fernando o la formación de un príncipe de España. Madrid: RAH, 1997, pp. 43-45). 841 Párrafo que solo consta en B. 842 Hacía poco tiempo que el Conde-Duque había sido elevado al alto cargo desde el que regiría la política española casi hasta mediados de siglo. Había vivido en Sevilla algunos años, justamente hasta 1615, fecha en que se instala en Madrid, por tanto la referencia hace mención al repentino y todavía no explicado viaje de Olivares en 1619, cuando el Rey y el Príncipe se hallaban en Lisboa con motivo de la visita oficial a Portugal. El que sería político más importante de la España de Felipe IV volvió a Madrid, ya para quedarse, en 1620 (Elliot, p. 63). 843 Mendoza es deudor de Olivares y siempre que tiene ocasión refleja la admiración y el agradecimiento que siente. En cualquier caso, la idea de que se resiste a que se le concedan premios por parte del Rey le lleva a escribir también un discurso en que le persuade a que los acepte. Véase a este tenor el Discurso ...en que persuade al Conde Duque se deje premiar de su Majestad, reproducido en sus Discursos, ed. cit., pp. 103-109. 844 no tocar al pelo de la ropa es «que no se ha ofendido ni hecho daño a alguno ni dicho cosa sensible» (Aut.).
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brir en su pecho sus virtudes. Y porque calle lo que no niega el aplauso común, me está haciendo de la barba como del ojo845, mas quiero revelarle el secreto desta su insigne Universidad, y es que le tiene hecha la información de la limpieza846 que hasta sus manos le pueden servir de sangre, que trayendo barba de pretensión, es forzoso se quede por nuestro colegial, pues viene hecho el mesmo Maese Rodrigo847. 8. Y saliendo deste pardo bosque me subo al nevado Guadarrama de la de su señor el Duque del Infantado848, tan gran señor, que nos refieren que tiene tantas villas como tres veces días el año, y es corto encarecimiento, pues tiene tantos vazallos como barbas autorizadas y venerable persona que no podemos mormuralle, sino lo que es en ella hermosura. 9. Ya que hemos subido este cano puerto del dios padre de los Mendozas, descindámonos a la Castilla Vieja de don Agustín Mexía849 y don Fernando Girón850, aunque el uno andaluz y el otro casi estremeño, que después de haber hecho tantas hazañas en Flandes y en Francia, parece que viene su
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Recuerda el proverbio Hazme la barba, hacerte he el copete, «refrán con que se da a entender estar uno convenido secretamente con otro» (Aut.). Hacer del ojo es «frase que demás del sentido recto de hacerse uno a otro señas, guiñando el un ojo para que le entienda, sin conocerse o notarse, significa también estar dos en un mismo parecer» (Aut.). 846 Los colegiales de Maese Rodrigo tenían que pasar por la prueba de la información sobre su limpieza de sangre, como también los individuos de otras instituciones, lo cual suponía una discriminación de estirpe importante. Véase el libro de Ollero Pina, cit., pp. 219-232. 847 Rodrigo Fernández de Santaella, el fundador del Colegio, como se señala en la portada del vejamen. Sobre su persona y la fundación del Colegio, se puede consultar con provecho el documentado libro de J. Hazañas y la Rúa, Maese Rodrigo 1444-1509. Sevilla: Impr. de Izquierdo, 1909. El orgullo de Olivares por Sevilla se reflejaba también en las ganas de enseñar al joven Felipe IV la grandeza de la ciudad, que cualquier monarca tenía que cuidar especialmente, dada la riqueza de la misma (Elliot, op. cit., pp. 53-54). 848 Juan Hurtado de Mendoza de la Vega y Luna, sexto Duque del Infantado. De él escribe Quevedo en su Carta que «El duque del Infantado se quedó el Linares, por haber caído su litera y aporreádose» (Epistolario, ed. L. Astrana Marín. Madrid: Reus, 1946, p. 117). 849 Agustín Mexía formaba parte de los Consejos de Estado y Guerra y aparece en la Carta X de Almansa de 1623 (Relaciones breves de actos públicos celebrados en Madrid de 1541 a 1650, ed. José Simón Díaz. Madrid: IEM, 1982, p. 195). Llegó a ser Maestre de Campo general de España, según escribe el propio Hurtado de Mendoza en el Modo de tener el Rey el Consejo de Estado en su aposento, de 1629, incluido en Discursos de don Antonio de Mendoza, secretario de Cámara de don Felipe IV. Ed. del Marqués de Alcedo. Madrid: José Blass y Cía, 1911, p. 19). 850 Fernando Girón formaba parte del Consejo de Estado y aparece en la Carta IX de Almansa de 1622 (Relaciones breves de actos públicos, ed. cit., p. 180). Sería nombrado
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majestad a pelear con el rey Búcar, pues trae estos dos cides embalsamados851. Y no me acusen de lo que me valgo contra todos de la calumnia de la vejez, que este es vejamen y no tengo otra verdad con que ofendellos, y agradéscame el auditorio que perdono el vulgar concepto de barbacanas de la fortaleza real852. 10. Si nuestro Conde de Palma853 hubiera venido en la jornada, aquí le habíamos de topar, aunque más se escondiera en su sombrero (pudiera hacerlo en solo mi bonete854). Engáñase quien dice que es viejo, porque aquel tallecito pulidito, gentilito y aquellos dijes mucho le ayudan a lo niño855. Un encarecimiento quiero hacer de lo que lo aman todos, que es tanto como merece, pero ¿qué mucho?, si ha muchos años que los obliga él a que lo quieran bien.
gobernador de Milán y Capitán general de Italia, según el propio Hurtado de Mendoza en el Modo de tener el Rey el Consejo de Estado en su aposento, de 1629, incluido en Discursos.., ed. cit., p. 19. 851 El Cid venció al rey Búcar, según recoge el Romancero y también autores como Lope en La Dragontea: «Pelayo restauró del moro a España, / Que desde Gibraltar y de Sanlúcar, / Ocupó con llegar a la montaña, / El Tajo, el Betis, Duero, Darro y Júcar, / Y en la bella ciudad que el Turia baña / El Cid venció la multitud de Búcar, / No hay imposible a quien espere y crea: / Detuvo el sol el portugués Correa.» (Burgos: Museo Naval, 1935, p. 201). 852 En efecto, el concepto se presta al fácil chistecillo lingüístico, como se lee en La Mosquea, de Villaviciosa: «Que es, en efeto, gran soldado viejo, / Y en máquinas de guerra de codicia. / Es alguacil de moscas, nombre anejo, / Porque fiero las prende y ajusticia / Y todas tiemblan de su barba anciana, / Que al muro nombre dio de barbacana» (Ed. Á. L. Luján. Cuenca: Diputación Provincial, 2002, p. 279). Ya en la Floresta española recoge Melchor de Santa Cruz: «A una señora que se llamaba N. de Torres dijo un viejo: -Tales torres menester habían una barbacana» (Ed. cit., p. 300). Son muy del gusto de Quevedo estas burlas contra tópicos, como se lee en el Cuento de cuentos y tantas otras obras. 853 En esas fechas, el conde de Palma era don Antonio Mascareñas, según una carta de Almansa de 1624 (Relaciones breves de actos públicos, ed. cit., p. 282). 854 El bonete era una «cobertura, adorno de la cabeza, que traen regularmente los eclesiásticos, colegiales y graduados. Es de varias figuras con cuatro picos que salen de las cuatro esquinas, y unos suben a lo alto, como en el de los clérigos, y otros salen hacia fuera, como los de los graduados y colegiales» (Aut.). Evidentemente, puesto que es un doctor el que habla, se refiere a esta última cobertura. 855 Dije es «Evangelios, relicarios, chupadores, campanillas y otras bujerías pequeñas de cristal, plata u oro que ponen a los niños en la garganta, hombros u otras partes para preservarlos de algún mal, divertirlos u adornarlos» (Aut.), pero también esos adornos o joyas de que usan hombres y mujeres por adorno, como aclara la misma fuente. Evidentemente se está tratando de reproducir el lenguaje infantil, lleno de diminutivos.
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11. Ya acabamos de pasar el invierno destos señores con el Nuño Salido del señor Infante, el buen Conde de Alcaudete856, tan cuidadoso pedagogo que solo le pudiera dividir857 de su amo la Cuesta de Linares858, y llorando la desesperada ausencia dicen que mandó aquella noche a un criado que tiene largón que le cantase: 12. Montaña[za]s de Linares, ¿para qué os ponéis en medio?, que entre un conde y un infante nadie se puso discreto. 13. Pero con tanto lamento no quedó desacreditada la vigilancia y soldadesca de Orán, tan vinculada en su casa porque perdió a un infante pero no sus chinelas859.
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Don Francisco Fernández de Córdoba y de Velasco, según la citada Carta Nona de Almansa (Relaciones breves de actos públicos, ed. cit., p. 181). Era ayo del infante, de ahí la referencia a Nuño Salido, viejo ayo de los Infantes de Lara, según se lee en el romancero: «Contentos ya los Infantes / Para hacer esta jornada, / Su ayo Nuño Salido / A adrezallos ayudaba» (Romancero general, ed. Agustín Durán. Madrid: Rivadeneira, 1849, rom. nº 674). El nombre se hace proverbial y permite el fácil juego con el sentido erótico del apellido del personaje; así aparece, por ejemplo, en el Lisardo enamorado, de Castillo Solórzano: «Más inquieta que ruidosa / vió que amparaba un sauco / anciana edad, que la atiende / con juveniles impulsos./ Nuño de charquillos era / que en possesión de caduco / se promete en el pecar / esperanças de porjunto. / ¿Qué esperáis, Nuño salido, / si para el campo del gusto / está el vigor en el Cairo / y la potencia en el Cuzco?» (Ed. E. Juliá Martínez. Madrid: RAE, 1947, p. 297). 857 En el sentido de «separar». 858 Señala Quevedo en su carta que «en una cuesta que tienen los de Linares para cazar acémilas nos quedamos atollados» (Epistolario, ed. cit., p. 120). Céspedes y Meneses relata así el suceso en su Primera parte de la Historia de Felipe IV: «Jueves 15, cuya jornada de Linares, sobreviniéndole la noche, el agua, el aire, los pantanos juntos le hicieron naufragar a la subida de unos montes, aun hasta el mismo coche real passó con harta confusión y atropellando inconvenientes y dificultades temerosas, llegó muy tarde y con los pocos que se animaron a seguirle. Toda la resta padeció dentro de tierra gran borrasca, diversos coches se atancaron [sic], carros y acémilas se hundieron y perecieron muchas cargas, siendo preciso que la gente se recobrase largas horas» (ed. cit., p. 366b). 859 «Calzado que cubre el medio pie delantero, que se diferencia del zapato en que no tiene talón. Úsase para andar en casa por lo ligero y acomodado y para tener calientes los pies» (Aut.), que se caracteriza también por su suela delgada. Era propio de la mujer villana. «De chapines altos vengo / a chinelas con listones» (Lope de Vega, Tellos de Meneses, cit. en A. Madroñal, Glosario de voces relacionadas, cit.).
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14. Ya descubrimos el rojo campo del Cardenal Zapata860, que bermejea, no por más mozo, sino por más florido en su verdor. Si miramos en estas selvas cuando el transeat a me calix iste861, allí padeció la segunda mortificación de sus años, que la primera la llevó el Colegio; después resucitó casi al tercero día y subió al cielo de tantas dignidades862. Bájome de la alegoría. Pocos sujetos han dado pasos por tantas sendas: de mayorazgo, de estudiante, de colegial, de canónigo, de obispo, de arzobispo, de cardenal, de virrey, de consejero; y siempre en gracia de Dios, del Papa, del Rey, de todos y suya. 15. Dije que me bajaba de la alegoría, porque me estaba acechando el Patriarca863, que es también inquisidor y treinta cosas más, todas por cierto merecidas de su virtud. En la vida de la Reina, nuestra señora, fue el mejor escritor escolástico de Palacio, hasta que entró en la capilla el galán bonete de don Juan de Fonseca864, que es el varón que más doctamente ha corrido la cortina a príncipe, y préciase de que ha estudiado esta ciencia latamente jurando que los sumilleres griegos no supieron palabra, y pruébalo con cua-
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D. Antonio Zapata, quien aparece en una Relación de Almansa del año 1623 (Relaciones breves de actos públicos, ed. cit., p. 249). 861 Son palabras de Cristo en su oración en el Monte de los olivos: «Pater, si fieri potest, transeat a me calix iste» (Mt 26, 39). 862 Continúa con la identificación con sucesos de la vida de Cristo, después provoca un distanciamiento burlesco con el «bájome de la alegoría». 863 Es el Patriarca de las Indias, aclara B. De él dice Quevedo en su Carta, después de la jornada de Linares: «El Patriarca no parece, y le andan pregonando por los pantanos» (Epistolario, cit., p. 117). 864 Don Juan de Fonseca y Figueroa, canónigo, hermano del Marqués de Orellana, era sumiller de cortina, y aparece en la Carta Nona de Almansa (Relaciones breves de actos públicos, ed. cit., p. 179). Era un hombre muy culto, amigo de Francisco de Rioja, de ahí la cita inmediata (C. A. de la Barrera: Poesías de D. Francisco de Rioja. Madrid: Rivadeneira, 1867, pp. 292-321). El sumiller tenía la misión de recorrer la cortina de la Capilla real cuando entraban o salían los reyes. Aut. añade además que limpiaba ciertos objetos de culto, cuando los reyes asistían al oficio divino y que su oficio «es de calidad muy distintiva y regularmente sacerdote», también que lo introdujo en España la Casa de Borgoña. Fonseca y Figueroa es uno de los destinatarios principales de los poemas de Rioja, era maestrescuela y canónigo de Sevilla y probablemente obtuvo la plaza de sumiller de cortina, nada más subir al poder el Conde Duque, en 1621 (La Barrera, cit., pp. 302-303); en el mismo año de 1624 obtendría el cargo de embajador extraordinario a la corte de Parma (ibid., p. 304). Murió antes de 1632, fecha en que aparece ocupando su puesto otra persona. Fonseca fue hombre muy culto y laborioso, escribió buen número de obras y entre ellas una aprobación del libro de Tomás Tamayo de Vargas, Novedades antiguas de España, Flavio Dextro caballero español de Barcelona. Madrid, 1624.
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tro mil autores que Francisco de Rioja865 no los da por clásicos, y ahora se espera que publicará un tratado contra el deán de Jaén866, que fue eminente en esta facultad. Y se ocupa estos días en averiguar quién fuese el primer poeta que pintando al alba corrió al sol la cortina867 y en darnos a entender que no es isla el Ponto868. ¡Alúmbrele el cielo santo cosa tan importante y encamine tan ilustre y feliz ingenio a materias iguales a él! 865 Se trata del poeta sevillano que mejor representa la calidad de su grupo poético, el cual participa en varias academias y reuniones y merece el calificativo de «divino ingenio» por parte de Lope de Vega en La Filomena. Era amigo del Conde-Duque y como tal recibe sus favores ya instalado en Madrid. Tenía fama de hombre culto y llegaría a ser cronista del rey y bibliotecario real (F. J. Díez de Revenga y F. Florit, La poesía barroca. Madrid: Júcar, 1994, pp. 69-70). Parece que era enemigo de Quevedo, aunque Hurtado de Mendoza lo elogia (cfr. la cita reproducida en la introducción de su Loa de 1625). Olivares lo tenía en muy alta estima y lo definía como «persona de singulares letras, con gran lección de los autores griegos y latinos» (Carta al cardenal Barberini, de 1623, apud Elliot, op. cit., p. 46). Rioja se convertiría en una especie de confidente del privado, al que asistió hasta su final (Ibíd., p. 47). Rioja trasladó su residencia a Madrid en 1621 y tenía, entre otros cometidos, el de limar los documentos que salen de su mano, además de cuidar la importante biblioteca del valido. Como recompensa, recibiría buen número de prebendas, precisamente en 1624 (B. López Bueno, Poesía. Madrid: Cátedra, 1984, p. 22). El poeta se había convertido ya en una especie de «intelectual oficial de la corte» al servicio de la de Felipe IV, con fama de sabio, pero que no participa demasiado con sus versos en la alabanza áulica (ibíd., p. 28). 866 Se trata, sin duda, de don Bernardo de Sandoval y Rojas, «deán de la Santa Iglesia de Jaén, sumiller de la cortina del católico rey don Felipe Tercero» (Alonso López de Haro, Nobiliario genealógico de los reyes y títulos de España. Madrid: Luis Sánchez, 1622, f. 167 a). Era hijo del también deán de Jaén don Diego de Sandoval y Rojas, por tanto pertenecía a la familia enemiga del Conde Duque. 867 Frase manida entonces, que podemos leer entre otras obras en Púsoseme el sol, saliome la luna (c1615-20), de Claramonte: «Que soy / quien cometió por Alcina, / corriendo al sol la cortina, / las culpas por quien estoy / de aquesta suerte llorando / por no ver ya luz ninguna, / aunque me salió la luna, / que es la que me está alumbrando» (Ed. A. Rodríguez López-Vázquez, Kassel: Reichenberger, 1985, p. 135). 868 Empeños inútiles, como aquellos de los que se burlaba Cervantes en la segunda parte del Quijote a propósito del célebre primo. Efectivamente, mencionan el Ponto como isla fray Antonio de Guevara (Relox, Epístolas familiares), pero también otros medievales como fray Vicente de Burgos, Lope García de Salazar). [Datos tomados del CORDE de la RAE.] Escribe Rioja en dos de sus sonetos, el primero de los cuales lo dedica precisamente a don Juan de Fonseca y Figueroa: «Don Juan, ¿en mi fortuna quién creyera / tan súbita piedad de ponto airado? / Temíme entre sus iras sepultado / i salvo a un tiempo me contemplo fuera» (Poesía, Ed. B. López Bueno, p. 189). En el segundo: «Sólo ofendido el ponto entre sus iras / suspira en el silencio de l´arena, / como si alguna vez fuera ofendido» (Ed. cit., p. 225).
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16. ¡Oh, pobre de mí!, que antes del semblante de cuaresma del Patriarca habemos de ver la cara de pascua869 de Monseñor Nuncio870. ¡Oh lindo bultazo de pontífice que va sembrando con su vista indulgencias y jubileos, y de su salud parece que se ha fabricado toda su persona! Él ha sido nuncio en gracia de España y en gloria de Roma. Y los del barrio de San Andrés y San Pedro de Madrid se quedan con una imagen suya para sacarle en procesión cuando venga un monseñor desagradable. 17. Temiendo los seglares me entré en la Iglesia, y ahora, con miedo de los prestes, me salgo a lo lego. Bien pudieran entrar aquí algunos licenciados. La Cámara del Rey solía presumir de literatos, pero después que faltó el Príncipe de Esquilache871 no hay ningún teólogo, aunque el Marqués de Castel Rodrigo872 me aseguran que es aficionado y en ser amigo de libros ya tiene crédito y entendimiento en ser hijo de su padre. Alábanle en lo portugués como a fraile, que no solo lo parece. Yo creí que era castellano, que no he topado mayor pesadumbre que decille saldrá consumadísimo en la Teología de la casa de su cuñado el Duque de Alcalá873, que, viendo que sus abuelos han hecho ilustres edificios en esta ciudad: el de la Sangre874, el de las Cuevas875 y su hermosa casa, quiere él fundar un hospital de teólogos y hacer una capilla a la imagen de la Soledad.
869 Cara de pascua es, según Aut., «la que es apacible, risueña y con mucha alegría natural». Alude, como se ve, al rostro apacible de don Diego de Guzmán, como se dice en la nota siguiente. 870 Se refiere al Nuncio de su Santidad, como señala el ms. B. Don Diego de Guzmán era Patriarca de las Indias, como aclara la citada Relación de la entrada y recibimiento real..., del licenciado Franco (Sevilla, 1624). 871 Don Francisco de Borja y Aragón, Virrey del Perú desde 1615 a 1621. Véase la nota anterior a propósito de este personaje. 872 Manuel de Moura, hijo de Cristóbal de Moura, segundo Marqués de Castel Rodrigo, muy favorecedor de Olivares; era «veedor de la hacienda en el Consejo de Portugal» (Carta Nona de Almansa, Relaciones breves de actos públicos, ed. cit., p. 180). Su padre fue ministro de Felipe II en Portugal, de ahí la referencia (Elliot, op. cit., p. 59). 873 D. Fernando Afán de Ribera Enríquez, tercer Duque de Alcalá, que fue nombrado embajador en Roma según una anónima relación del 1621 (Relaciones breves de actos públicos, ed. cit., p. 131). 874 El Hospital de la Sangre, construido y dotado por doña Catalina Ribera (J. Mª de Mena, Historia de Sevilla. Sevilla: Caja de Ahorros Provincial de San Fernando, 1975, p. 209). 875 Primeramente fue una ermita, y hacia 1399, don Gonzalo de Mena, Arzobispo de Sevilla constituyó en ella ser el Monasterio de la Cartuja, que en la actualidad es conocido como el Monasterio de Santa María de las Cuevas.
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18. El Almirante876 sabe lo que le agradeciera su abuelo el rey don Alonso, que es ser bueno y gran señor. Un poquito va engordando su escelencia, en lo entendido le hallo testigos en la acogida a los que lo son, que no es ignorante el que favorece a los sabios. 19. El Conde de Santiesteban877, prototítulo del reino de Jaén, cuentan que se puso en Madrid en oración para que el cielo le previniese de milagro su tierra en el hospedaje de su Majestad, y así le acudió con tanta abundancia de bastimentos878 por los caminos que parece le llovía Dios tiendas como hijos879. Tuvo el lugar lucidísimo y la casa adornada con gran lustre y a su Majestad hizo un copioso presente de capones, pavos, terneras, jabalíes y regidores de Jaén, Úbeda y Baeza880. 20. También refieren que el Marqués del Carpio881, luego que supo la jornada del Andalucía, se congojó de lo terrible del invierno y mandó a su mujer que pidiese a Dios que, ya que se destruía todo con los grandes fríos, 876
El Almirante de Castilla, como señala B. Era, en la época, D. Juan Alfonso Enríquez de Cabrera Colonna, IX Almirante de Castilla y V Duque de Medina de Rioseco. 877 El Conde de Santisteban del Puerto era don Francisco de Benavides y de la Cueva. En otro texto del propio Hurtado de Mendoza se lee: «En la jornada de Andalucía, el año de 1624, cómo recibieron al Rey nuestro señor en sus lugares el Conde de Santisteban y el Marqués del Carpio, y qué fiestas y qué presentes hizo el Marqués a su Majestad en aquella villa y a cuantos señores y caballeros le acompañaban» (Discursos..., ed. cit., p. 120). 878 «La provisión competente que se previene para comer, sustentar y mantener una casa» (Aut.). 879 De la misma opinión es Quevedo en su carta cit. 880 Así refiere Quevedo en su Carta este suceso: «De la Torre fuimos a Santisteban, donde el conde tuvo al rey muchas lamparillas y por un cordel unos kiries de cohetes, que venía uno, y respondía otro, y luego otro; y luego salió un toro a chamuscarse. Hubo chirimía de acarreo, caballeros de Ubeda y Baeza, mucho linaje arredrado al tapiz, abundante refaición, presente numeroso por todo el estado, tiendas con pan, queso y vino. Vasallo sonoro, llamando, exhortaba a los pasajeros, doliéndose a los señores: ¡Por el amor de Dios (decía), tomen refresco del conde de Santisteban!. La gente acudía con facilidad, desataban el pellejo, no tenían vaso; y por no beber en el sombrero, dejaban el vino, y con él queso y pan; porque pan y vino y queso son chilindrón legítimo. El conde se mostró magnífico, ostentó séquito; logró el día, faltaron camas, sobraron cocheras. ¡Mirad con quién y sin quién! (Epistolario, ed. cit., p. 117). 881 Diego López de Haro y Sotomayor, Capitán de la Guarda Española y quinto Marqués del Carpio. Era cuñado del Conde-Duque, estaba casado con la hermana de este, doña Francisca de Guzmán. En 1638 se le menciona como gentilhombre de la Cámara de Su Majestad (A. Hurtado de Mendoza, Cómo el Príncipe, Nuestro Señor, tomó el toisón, en Discursos, ed. cit., p. 39). Recuerda el propio Hurtado de Mendoza la magnificencia en el
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no se helase la jineta de Córdoba, en que libraba festejar a su Majestad, como si hubiera menester más prevención que la grandeza de su casa, en que recibió ostentosa y magníficamente al Rey y con generoso desperdicio a todos. Y la fiesta fue no menos real que el hospedaje y después de tempestad de tantos le asistió el sol aquel día como caballero de Córdoba con galas y lucimiento grande, mostrando que es el marqués tan bien quisto con el cielo como con la tierra, y anduvo tan ocupadísimo aquellos días que no tuvo lugar de mirarse las rosas de los zapatos882. 21. El Conde de Portalegre883, que hace gran aparato del callar, habló mucho en alabanza de todo. Gran bien ha sido para este caballero y para el auditorio el haber hecho treguas con las barbas. Tengo gran noticia de sus partes, que afirman que en aquel gesto de fardo884 y faz tenebrosa se descubre el excelente gusto y apacible entendimiento; pero lo que más me alaban es su compostura, que están dél seguras todas las mozas. Buenas nuevas para las viejas de Sevilla885. 22. De don Jaime Manuel me dicen que será menester que le escondamos el río, que le ha parecido tan bien que en una cazuela de cristal se le quiere inviar a su hermana. Aficionadísimo soy al Marqués de Belmonte886, trato de este noble: «En la jornada de Andalucía, el año de 1624, cómo recibieron al Rey nuestro señor en sus lugares el Conde de Santisteban y el Marqués del Carpio, y qué fiestas y qué presentes hizo el Marqués a su Majestad en aquella villa y a cuantos señores y caballeros le acompañaban» (Discursos..., ed. cit., p. 120). 882 Quevedo anota en su carta: «Las fiestas del Carpio se dilatan, quiera Dios no se malogren, que serán sin duda grandes» (Epistolario, ed. cit., p. 118). Las rosa era «el lazo de cintas o cosa semejante que se forma en hojas con la figura de la rosa, especialmente el que tiene su color» (Aut.). Cfr. el texto siguiente: «Con lo pomposo de las enaguas, polleras, verdugados y guardainfantes, con faldellines de telas ricas de oro y otras telas de seda, con chapines resplandecientes, medias, ligas, zapatos y zapatillas y rosas muy pomposas, son el sambenito que dios echó a los hombres por el pecado» (Carranza, Discurso contra malos trajes, cit. en Madroñal, Glosario). 883 Don Diego, gobernador de Portugal desde 1623, según carta del Almansa, que dice de él «si es gobernador como santo, será excelente elección» (Ed. cit., pp. 219-220). Probablemente de ahí la malévola alusión del vejamen. 884 Fardo es metáfora degradante, porque alude al «lío grande de ropa, muy ajustada y apretada» (Aut.). 885 Este clásico quiebro conceptista, que rebaja la expresión anterior (la cual sugiere tal vez la homosexualidad del personaje) no deja de ser una crítica muy atrevida. 886 D. Jaime Manuel de Cárdenas, de la Cámara del Rey, según las Noticias de Madrid (ed. cit., f. 70). Era hijo del duque de Maqueda, según la Carta Tercera de Almansa (Relaciones breves de actos públicos, ed. cit., p. 134).
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porque entre sazonadas burlas sabe ser el amigo más de veras, y en aquel bultazo y ovillo de carne se encierra gran gentileza de caballero. 23. Del nepote887 don Luis de Haro digo que en el poco ruido, en la llaneza y en la cortesía y bondad parece sobrino del pontificado muerto; pero en nada muestra más que es su tío el Conde de Olivares y su padre el Marqués del Carpio. Todos le alaban mucho, solo le achacan que duerme todavía entre las dueñas y que para despertar pide licencia a su madre. 24. El Conde de Barajas888 (que también en el donaire tiene sus achaques de Zapata) jamás escribe a su mujer889, pero ha hecho un concierto con ella y es que para que vea que está vivo y sano, vuelva cada día las narices a Madrid, que con eso le topa en su casa la Condesa y queda sin cuidado. 25. A Garci Pérez de Araciel890 está muy agradecida Sevilla por haberle traído una novedad y es haber visto que los oidores son hombres humanos, y que pueden ser corteses y apasibles, sin perder los justos respetos, y créese que lo llevarán a Granada por lo mismo. Del día del barranco de Andújar891 se suena que aunque perdió el mal paso el respeto al Rey y fió que no se atrevería a detener el Consejo; pero hallándose engañado subió en una mula de alquile a la jineta y santiguándose dijo: «Córdoba sea conmigo». 887
Nepote es «lo mismo que sobrino» (Aut., que añade que es voz italiana y que se utiliza «para significar el pariente que declara el Sumo Pontífice con este título y es como primer ministro o privado suyo»). Don Luis Méndez de Haro (1598-1661) llegaría a sustituir a su tío, el Conde Duque, en el cargo y valimiento a partir de 1643, aunque con menor capacidad. 888 Posiblemente se trate del I Conde de Barajas, don Francisco Zapata de Mendoza y Cisneros, de ahí el posterior chiste de «tiene sus achaques de Zapata». No hay que confundirlo con don Francisco de Zapata, caballero, a quien luego se refiere el vejador como Francisco Zapatilla. 889 Dña. María Sidonia Riedrín. 890 Pertenecía al Consejo Real de Castilla y, según Astrana, era juez inflexible, cruel y duro (Obras de Quevedo, p. 1658). El licenciado Garci Pérez de Araciel aparece como fiscal del Rey en 1621, relacionado con asuntos de grados de la Universidad de Salamanca, cuyos estatutos revisa por orden de Felipe III (Cfr. C. Ajo G. y Sainz de Zúñiga, Historia de las Universidades hispánicas, III. Madrid: CSIC, 1959, p. 590); en 1623 realiza una consulta sobre los graves daños que resultan de que las cátedras se provean con el voto de los estudiantes (Autos Acordados, antiguos y modernos, del Consejo, que salen a luz distribuidos en dos partes, siendo su gobernador el excelentísimo señor don Luis Félix de Mirabal y Espínola. Madrid: Juan de Aritzia, 1723, Parte primera, Auto CCXXII, f. 47). 891 El viernes 16 «Su Majestad [...] prosiguió a Andújar casi solo y hizo alto el sábado y domingo, faltándole aun lo necesario, porque creciendo las riberas embarazaron el viaje
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26. Pedro de Contreras892 cayó con su litera en el barro y viéndose lleno de lodo dijo a su hijo: «Sebastián893, gran trabajo es este, que ya a tu padre no le hallarán limpio». Y respondieron todos: «Consuélese vuestra merced con que es la primera vez». Dos noches se quedó sin cama, y lastimándose los de la posada de la descomodidad del buen viejo y que no tenía dónde acostarse, un mozo de mulas que estaba echado en el pajar decía: «Señor Secretario, duerma sobre un negocio». 27. Lo mismo aconsejaba desde sus enjalmas894 un arriero a Insausti895 y Albis, diciendo con gran risa de verlos consultados en mala noche y a cojín por cabecera: «¿No tomarían estos señores ministros un par de colchoncitos de cohecho?» Y Insausti se acordaba cuánto mejor lo pasaban los secretarios de antaño y Albis, tendido en la cuna de un muchacho que le sobraba a un güésped, solo temía que lo supiese su suegra. 28. Antonio de Losa896 nunca lo pasa mal, porque como Secretario de la Cámara le tocan acémilas de llegar temprano y como a secretario de la Inquisición le pretenden los familiares; y por su agrado le buscan todos y hácele Dios tantas mercedes porque ama a sus suegros. y el coche se le embarrancó, no habiendo riesgo ni peligro que no le debiesen sus vasallos» (G. Céspedes y Meneses, Primera parte de la Historia de Felipe IV, ed. cit., p. 366b). 892 Era Secretario de la Cámara y Secretario del Consejo de Guerra, según aparece en la Carta Décima de Almansa, de 1623 (Relaciones breves de actos públicos, ed. cit., p. 194). 893 D. Sebastián de Contreras también fue Secretario de Cámara del Rey. Era caballero del hábito de Santiago y Secretario de la Cámara y Estado de Castilla en 1632, según el mismo Mendoza (Discursos, ed. cit, 1911, pp. 33-34). 894 Enjalma es «cierto género de albardoncillo morisco, labrado de paños de diferentes colores» (Aut.). 895 Se refiere al secretario Juan de Insausti y a Francisco de Albiz, como señala B. Albiz era caballero del hábito de Calatrava y ayuda de Cámara del Rey en 1623, según las Noticias de Madrid (Ed. A. González de Amezúa, Madrid: Ayuntamiento de Madrid, 1942, p. 81). Moriría poco después de 1624. Insausti y Albiz aparecen juntos como secretarios, como refleja la Carta de Almansa: «A Juan de Insausti, que asiste en la Secretaría de las Consultas, se dió título de Secretario ordinario de su Majestad, y un Hábito de Santiago. Y á Francisco de Elosu y Albiz, que asiste en la dicha Secretaría, se dió título de Secretario, y llave de Ayuda de cámara de su Majestad» (Cartas. Novedades de esta corte y avisos recibidos de otras partes. Madrid: Miguel Ginesta, 1886, p. 180). 896 Uno de los ayudas de cámara de Olivares en 1620, al que se le suele conceder importante papel en la decisión del Rey de escoger al Conde-Duque como valido, aunque no coinciden los estudiosos (J. H. Elliot, El Conde Duque Olivares, cit, p. 64). Superior de Hurtado de Mendoza, caería en desgracia en 1626, fecha en que precisamente nuestro autor ocupa su puesto (Davies, A Poet at Court, cit., pp. 32-33).
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29. Está muy alborotada esta ciudad con la buena nueva que le han dado de que el Rey, nuestro señor, se ha de quedar en ella por muchos años, y dan por autor muy cierto y dicen que lo ha dicho don Francisco Zapatilla897, que no dejará mentir a nadie898. 30. Agraviado debe estar don Gaspar Bonifaz899 de que habiendo tratado dos veces de jineta he tardado en nombrarle. Anda de buena gana a caballo porque así trae buenos pies y de las manos tiene harto de que preciarse, después qué mató el toro Alforjilla900, que es graduado en ambos derechos, en la espada y en la pluma. En fin, es un verso de Garcilaso, y aunque no es tan Adonis como Cantillana901, torea peor. 31. Por si me matare don Gaspar por esta mentira, quiero llamar a los médicos para que se les deba a ellos la muerte, y pues hay aquí tantos, dígame alguno en qué parte dice Galeno que para ayudar a salir a las mulas de pantanos son buenas las lágrimas, que lloró tantas el doctor Núñez la noche
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Don Francisco Zapata, como señala B. El Márqués de Velada escribe a Quevedo en su aludida Carta: «Aunque tal vez la suelen dar y aun pedir los deste juego, porque no se pueden valer de los pies; con todo, no se burle con Bonifaz y deje a Zapatilla; que hay jornadas que han menester Zapatones» (Ed. cit.). Don Francisco de Zapata figura como caballero en la Relación de las fiestas, cit., de 1624. 898 Otra vez aprovecha la frase hecha que no dejará mentir, que se utiliza entre otros lugares en la Segunda parte del Quijote con mucha gracia: «- Pues lo que quiero decir -dijo Sancho- es tan verdad, que mi señor don Quijote, que está presente, no me dejará mentir. -Por mí -replicó don Quijote-, miente tú, Sancho, cuanto quisieres, que yo no te iré a la mano, pero mira lo que vas a decir. (Ed. F. Rico. Barcelona: Crítica, 1998, p. 885). 899 Caballerizo del Rey. De su participación en una fiesta taurina da cuenta Almansa, Relación de fiestas reales de toros y cañas (Relaciones breves de actos públicos, ed. cit., p. 237). En esta misma Relación, se cita al Conde de Cantillana, al que poco después alude el vejamen. El Marqués de Velada escribe a Quevedo (a propósito de esta Jornada, como se ha dicho): «De que Bonifaz ande hecho harpía me pesa; y más de que vuesa merced sienta tanto que coma, siendo a costa del Almirante» (Ed. cit., p. 120). Quevedo le había escrito: «Es cosa de ver a Bonifaz venir de noche, haciendo los matachines del cenar y dormir, con una candelilla en las manos, preguntando: «¿Han cenado? ¿Tienen cama?». Por él anda aquí la cena movediza y el estado fugitivo y la cama en boleta, pellizcando mantas» (Epistolario, cit., p. 118). 900 Puede aludir a una fiesta taurina, como escribe Quevedo en su carta: «En Tembleque, aquel Consejo recibió a Su Majestad con una fiesta de toros, a dichos de alarifes de rejón, valentísimos toreadores de riesgo, y alguno acertado. Bonifaz lo miraba, y de nada se dolía» (Epistolario, cit., p. 116). 901 El Conde de Cantillana, aludido antes en una relación contemporánea. Bonifaz tenía sus ribetes de poeta, pero era más conocido por su habilidad taurina.
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de Linares que se pensó que era remedio y no flaqueza, pues hecho un Valdovinos de lodo, pedía ermitaño para confesarse hasta decir que lo socorriesen: «El gran Conde de Olivares es mi señor natural»902. Y por el nombre de la infanta Sevilla proseguía toda la historia, quejándose de los Carlotos de sus hijos, que por ellos había dejado los tres mil horros de ganancia, trocando muchas orinas por una cámara903. 32. Polanco904 callaba, creyendo que no podían quejarse los modernos, y el mozo de coche, que se helaba de frío, andando a buscar lumbre le vio lo encendido del rostro y le puso en él unos leños, y sufriolo el doctor porque había tenido razón. Y Serna, como protomédico, mandaba que fuesen a toda la comarca a buscar cirujanos que tirasen el coche de los doctores de su Majestad. Y Andosilla gritaba fuertemente905, probando que era más noble su arte porque Cornelio Celso, ilustre romano, escribió más de cirugía que de medicina906 y quería salir a poner unos parches a las mulas que corroborasen el cutis907 y luego tirarían, y el cochero daba voces diciendo que si habían de buscar bestias, trujesen a los que se curan y creen a los médicos. 902
Recuerda y contrahace dos versos de un famoso romance, el del Marqués de Mantua. Cfr. el siguiente pasaje del Quijote, 1ª parte: «Viendo, pues, que en efeto, no podía menearse, acordó de acogerse a su ordinario remedio, que era pensar en algún paso de sus libros, y trújole su locura a la memoria aquel de Valdovinos y del marqués de Mantua, cuando Carloto le dejó herido en la montiña, historia sabida de los niños, no ignorada de los mozos, celebrada y aun creída de los viejos, y, con todo esto, no más verdadera que los milagros de Mahoma. Esta, pues, le pareció a él que le venía de molde para el paso en que se hallaba, y así, con muestras de grande sentimiento, se comenzó a volcar por la tierra y a decir con debilitado aliento lo mesmo que dicen decía el herido caballero del bosque: ¿Dónde estás, señora mía, que no te duele mi mal? O no lo sabes, señora, o eres falsa y desleal. Y desta manera fue prosiguiendo el romance, hasta aquellos versos que dicen: -¡Oh noble marqués de Mantua, mi tío y señor carnal!» (Ed. cit., pp. 71-72). Otros personajes de este romance son Valdovinos, la Infanta Sevilla y Carloto, como aquí se menciona. 903 Hay un juego de palabras entre las distintas acepciones de cámara, que por un lado se refiere a la cámara del Rey, donde solo entran los criados que tienen esa prerrogativa, de ahí lo de ser médico de cámara, y las cámaras o «flujo del vientre» de que cuidan los médicos. 904 Médico de Cámara del Rey y del infante don Fernando que, según se cuenta en una anónima relación de sucesos, murió en el año 1631 (Relaciones breves de actos públicos, ed. cit., p. 399). 905 El doctor Andosilla era el cirujano del Rey, según las contemporáneas Noticias de Madrid (Ed. A. González de Amezúa. Madrid: Ayuntamiento de Madrid, 1942, p. 38). 906 Aulo Cornelio Celso (siglos I a.C.-I d.C.), autor de De Medicina y otras obras no estrictamente médicas. 907 «Cuero o pellejo sutil. Es voz puramente latina» (Aut.). Corroborar es lo mismo que «fortalecer, animar, vivificar» (Aut.). A. de los Ruyces de Fontecha habla de un medicamento llamado «Crocodes, vn medicamento que corrobora las orejas» (Diez privilegios para mujeres preñadas. Ed. Mª Purificación Zabía Lasala. Madrid: Arco Libros, 1999, s/v).
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33. Y Alonso Gutiérrez Grimaldo908, diamanter de la Casa de Borgoña, pedía socorro para que le metiesen en un coche, alegando que entraba en el aposento del Conde, su señor, y del Rey a todas horas y caminando por entre aquellos lodazares se metió en un barranco hasta los hocicos y un literero le preguntaba: «Señor Grimaldo, ¿es fondo?». 34. Pues los ayudas de cámara también gozaron de la tempestad quedándose hasta el día en el campo y Calero por la mañana pedía la cama de la noche en dinero; el capitán en vino; Matías909 en sueño y Marván910 quería desalojar un peñasco que estaba cerca diciendo que él era el más antiguo. Y don Tomás andaba a pleito con la ursa menor y no hubo estrella de cuantas conoce que hiciese caso dél, aunque les decía que era hijo de Juan Baptista Lavana911, y estando a escuras y lloviendo y en despoblado se puso a escribir a doña María. 35. Don Juan del Castillo912 se escapó de la tormenta en las oraciones de su madre y suyas y de la madre priora y mejor en la mula de su criado. Don Francisco de Rojas913 y don Cristóbal Tenorio914, jurando por el hábito de 908
Escribe Quevedo en su carta: «Grimaldos le acompaña. Y las más noches duerme de portante; asentado en una silla, ronca a sueño de dar audiencia; éste es el hijo del hombre, que no tiene donde reclinar la cabeza. Come y cena de aparecimiento, y pierde el juicio» (Epistolario, cit., p. 118). 909 Debe de ser Matías Montero, criado del Almirante y cortesano amigo de Quevedo, que también se hallaba presente en la Jornada de Andalucía, según escribe este último autor en su Carta. Compuso con él y con Antonio Hurtado de Mendoza una comedia, según las Noticias de Madrid: «A 9, el Marqués de Eliche y de Toral hizo una comedia en Palacio para festejar los Años de la Reina nuestra Señora. Fue toda de chistes muy donosos. Compuso una jornada Don Antonio de Mendoza; otra, Don Francisco de Quevedo; y otra, Matheo Montero, criado del Almirante. Representáronla Don Cristóbal Tenorio, Ayuda de Cámara del Rey, y otros Ayudas de Cámara» (Ed. cit., p. 122). 910 Probablemente Juan de Margán, también empleado real en 1623, según se anota más adelante. 911 Es Juan Bautista Lavaña, cronista mayor en el reino de Portugal, que aparece en la Carta X de Almansa de 1623 (Relaciones breves de actos públicos, ed. cit., p. 195). 912 Consejero de Cámara del Rey, era también Secretario de Su Majestad y oficial de la Secretaría de Cámara, según la Relación de las fiestas, cit., de 1624. Véase la nota posterior. 913 No hay que confundirlo con el poeta dramático Rojas Zorrilla, también caballero de Santiago, pero desde 1643. Este don Francisco de Rojas (nacido en 1590), había recibido el hábito de Santiago en 1623 y pertenecía a la Cámara de su Majestad, era hijo del guardajoyas de la Reina Margarita, don Fernando de Rojas, que había muerto en 1622 (E. Cotarelo, Don Francisco de Rojas Zorrilla. Madrid: Impr. Archivos, 1911, p. 276). Según escribe Almansa en 3 febrero de 1624: «Hánse dado Hábitos, que es bien honrar á los nobles y que sirven, á [...] D. Antonio de Aguiar, teniente de canciller mayor de Indias; D. Francisco de Rojas y D. Juan del Castillo, de la cámara del Rey» (Cartas. Madrid: Miguel Ginesta, 1886, p. 254). 914 Había sido paje de Olivares y era Ayuda de Cámara del rey. Según las Noticias de Madrid, de 1621 a 1627: «Este día hizo el Rey merced de cuatro Hábitos a cuatro de su
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Santiago que habían de matar al cochero, fueron tan malos caballeros que no lo cumplieron. Y don Antonio de Mendoza fue aquel día secretario de ejercicio, que se caminó todo a pie, yendo tan consolado como si fuera a gamba915. Esto no lo entenderán los señores de la Universidad, ni yo tampoco. 36. El Conde de Santiesteban916, que iba en el coche, se fue a buscar nuégados917 a unos batanes y su hijo, con estar en el Reino de Jaén, se quedó sin cenar. Y nuestro superior ingenio andaluz, don Francisco de Morveli918 (séanme testigos que lo pongo junto a un conde), se informó si aquel camino se llamaba Alonso López de Haro919 para escribir contra él, y amenazole que pondría mal sus negocios con su Excelencia, y vino muy contento con saber que no era limpio. Cámara, para calificar más este oficio con sus Hábitos y llaves negras a Juan de Margán; a Don Antonio de Losa; a Don Antonio de Mendoza y a Don Cristóbal Tenorio, paje que fué del Conde de Olivares, a quien el Conde casó con hija del Alcalde Aguilera, con cincuenta mil ducados de dote» (Ed. cit., p. 71). A 7 de octubre de 1623: «dieron el Hábito de Santiago a Don Pedro Collado y a Don Cristóbal Tenorio» (Ibíd., p. 80). 915 Gamba es «lo mismo que pierna» (Aut., que señala que es voz puramente italiana). Se refiere al propio poeta don Antonio Hurtado de Mendoza, como dice B 916 Poco después se cita a su hijo Diego de Benavides, quien heredaría el título nobiliario. 917 Nuégados, véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 918 Francisco Morovelli de Puebla era uno de los enemigos más acérrimos de Quevedo y, a lo que se ve, no gozaba tampoco de las simpatías del autor del vejamen. Con motivo del controvertido asunto del patrón de España, escribió en contra del gran satírico su obra Don Francisco Morovelli de Puebla, defiende el patronato de Santa Teresa de Jesús, Patrona Illustríssima de España. Y responde a D. Francsico [sic] de Quevedo Villegas ... a D. Francisco de Melgar ... y a otros que an escrito contra él. Malaga: Juan René, 1628. Parece que residía en Utrera y que se llevaba bien con los humanistas andaluces Rodrigo Caro y Juan de Robles. Atacó a Quevedo y fue respondido por el amigo de este Juan Pablo Martín Rizo en 1628, con el que a su vez se enzarzó en polémica con motivo de la publicación de sus obras. Escribió, entre otras cosas, una Apología por la ciudad de Sevilla...en que se muestra y defiende la lealtad... con sus Reyes contra Juan Pablo Mártir [Sevilla?: s. n., 1629?] y un opúsculo titulado Don Francisco Morobelli de Puebla, responde con eminencia a algunas impugnaciones hechas a la muy noble y muy leal ciudad de Seuilla siempre cabeça de España [s.l., s.a., pero c1629]. Escribe Quevedo en su Carta: «Don Francisco Morbeli viene en una putería de alquiler, con: «Dale, Perico y cochea, Juan de Araña». Al estribo, Mendoza, el negro en duda y mulato de contado» (Epistolario, cit., p. 118). 919 Autor, entre otras obras de unos Fundamentos de la concordancia de los Gaytanes de España y Italia (1618) y de la mucho más conocida Segunda parte del Nobiliario genealogico de los reyes y titulos de España. Madrid: Viuda de Fernando Correa de Montenegro, 1622. Seguramente el autor del vejamen alude a una contestación de Morovelli a esta obra, la Carta a Alonso López de Haro, donde le advierte algunos puntos de enmienda en
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37. Don Fernando Verdugo920, metido en atolladero de un campo despoblado, decía a los soldados de la guardia, que estaban dos leguas de allí: «Compañeros, haced plaza», y respondían sus mozos: «Mejor fuera hacer camino». Era obscurísima la noche y el cochero quería pasar adelante, los criados temían que los despeñasen porque no se vía ni aun el cielo, que el cochero gritaba: «Voto a Cristo, que hace una luna como a medio día» y era que estaba viendo la calva de don Fernando. 38. Don Gaspar de Teves921 se salió de su coche y tomó un rocín, y corriendo se iba preguntando a los hombres y a los árboles si había cenado el Almirante. Y llegó al pueblo a las dos de la noche y con tal hambre que mandó le pusiesen a asar un par de acémilas para sorbérselas (y no digo como güevos922). Y hallando almohadas en que acostarse, le dijo un criado que se cortase algo de las guedejas y las enfundara923; y créese que no lo entendió pues lo dejó vivo. 39. Quiero apearme de las acémilas y subir en las mulas de esta Universidad, que en la navegación destos sujetos ha de topar vuestra majestad mayores bajíos924 que en su jornada. No cansaré a vuestra majestad en refesu Nobiliario de las casas ilustres de España, escrita en Sevilla en 20 de agosto de 1622, que actualmente se conserva en la HSA (J. Simón Díaz, Bibliografía de la literatura española, XIII, nº 3115). 920 Teniente de la Guarda Española, que estaba al mando de «tres esquadras de las guardas de archeros, tudescos, españoles» en esta jornada (G. de Céspedes y Meneses, Primera parte de la Historia de D. Felipe el IIII, cit., p. 366a). 921 D. Gaspar de Teves era el acemilero mayor de la expedición, según la Breve relación, de Lucas García Pizaño, cit., de 1624; de ahí el chiste a que se presta su oficio, bien aprovechado por Mendoza inmediatamente. Según la carta de Quevedo, iba en el coche con Mateo Montero y él mismo cuando volcó. 922 Otra vez hay un juego con una frase hecha, por cuanto sórbete este huevo es «frase admirativa y jocosa con que se expresa la complacencia de que a otro le venga algún leve daño» (Aut.). Pero también se expresa con ella que algo es muy fácil de hacer, como muestra el siguiente texto de los Donaires del parnaso, Primera parte, de Castillo Solórzano: «Que como eres inmortal, / estás ignorante desto, / porque el pasar este trago / no es como sorberse un huevo» (Madrid, 1624, f. 106). 923 El controvertido asunto de las guedejas y todo lo referido al cabello, que tanta literatura ocasionaría y que acabaría siendo objeto de discursos como el de Bartolomé Jiménez Patón dedicado a los «tufos, copetes y calvas», de Baeza, 1639, aunque escrito bastante tiempo antes. 924 Bajío es «el banco de arena o paraje peligroso que suele haber en algunas partes del mar» (Aut.). Naturalmente aquí tiene un sentido metafórico también, que equivale a «peligros».
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rir sus partes porque no los conoce y es la mejor consulta para ellos. Los dos graduandos son muy primos solo en la sangre925 y pues con la real presencia de vuestra majestad hace Sevilla obras tan piadosas y necesarias que la cárcel suelta sus presos y el Cabildo ata sus veinticuatros926, esta Universidad ha querido dar de barato o de limosna estos grados, que son tan pobres de estudio los que los reciben que ha sido obra de gran caridad remediar estos dos güerfanitos de letras. Y si en la iglesia mayor se pusiesen hogaño algunos ajuares de plazas de oidores, no se hallarían en el mundo personas más necesitadas desta misericordia, sino es que el Colegio quisiese acomodar algunos de sus donceles doctísimos varones en prevenir una mala colación. ¡Grandes sujetos encierra! Aun en vejamen no puedo negallo. Ilustres los ha tenido, famosos los tendrá, premiando los que hoy con tantos desvelos, con tantos afanes de gloriosos trabajos están mereciendo el acuerdo y favor de Vuestra Majestad. 40. El señor Rector (que aun delante del Rey pretenden los licenciados que se ha de nombrar así), varón insigne, por cierto, en virtudes y letras, anda con buenas esperanzas de ser alcalde, porque tiene gesto desabrido, semblante acedo y cara de hacer pesadumbres. Los demás colegiales (no menos suficientes ni merecedores de ocupar los mayores puestos) en verdad que lo trabajan bien, que estudian peritamente las ceremonias del Colegio y en once años de colegiales harto les cuesta el no saber nada; y para que vea vuestra majestad cuánto ignoran en todo, yo me estaba allá en Marchena, como en Coímbra, y me han llamado y escogido y por el más salado (¡cuáles serán los otros!) para entretener a vuestra majestad, que ya se ve si lo
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Encabeza B este párrafo con Gradúanse dos primos hermanos. A tenor de lo que se lee en la relación Salida del Rey, Nuestro Señor, cit., de 1624, serían sobrinos de don Sebastián de Casaos, veinticuatro de Sevilla. 926 Veinticuatro es «lo mismo que regidor en los ayuntamientos de algunas ciudades de la Andalucía» (Aut.). Era proverbial que en determinadas demostraciones públicas de alegría se diera libertad a algunos presos. Repárese, por ejemplo, en el siguiente texto que tomo de las Relación de las fiestas que la imperial ciudad de Toledo hizo al nacimiento del Príncipe N. S. Felipe, IIII deste nombre: «Se acordó, que se nombrasen comisarios que fuesen a las cárceles, donde se hiciese memoria de todos los presos que había en ellas por deudas y cosas criminales reducidas a dinero y que todos fuesen sueltos a costa de la ciudad. Y así el mismo día se hizo y se dio libertad a todos, cuyas bendiciones y lágrimas bastaban a hacer dichoso nuestro Príncipe, cuando no le acompañaran tantas de sus dos mundos: obra por cierto piadosa y justa y que deja atrás en grandeza, religión y utilidad a cuantas he oído (Ed. electrónica de A. Madroñal, que sigue la de Madrid: Luis Sánchez, 1605, ff. 4-5).
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acertaran. Es mi nombre el doctor Fontanilla927 (aquí encajo la saya) y he sido colegial trece años y sé tan poco que es lástima no sea canónigo. 41. Tarde se va haciendo y me quedan todos los maestros y doctores, y así para despacharlos de presto quiero meter mano a los médicos, pero agraviaranse las demás facultades si no las nombro primero. Yo aconsejaba a estos señores que no diesen de merendar a vuestra majestad cosas dulces, sino platos de buena sazón, que aquel género es muy mecánico: un pastel de teólogos; una pepitoria de letrados, aunque no tienen pies ni cabeza928 (dijera otro); una empanada de artistas; un gigote929 de médicos, que si así se gastaran todos no hubiera para la salud mejor guisado. Ya me imagino quejosos a los lucidos sujetos deste claustro porque no [he] hecho elogio a cada uno, que todos sin duda lo merecen; pero si de ser necio (que ya no es diligencia) se hace toda una pretención, vuestras mercedes informen de sí a su Majestad, que a nadie deberán mayores necedades que a sí mismos. 42. Señor, tan pesado habrá sido para vuestra majestad este vejamen, como para sus criados el camino. Ellos templaron su dolor con la salud de vuestra majestad, que los ojos que lo merecieron ver se pondrán en paz con todos los sentidos. Cuéntase dos veces, por piedad, en vuestra majestad en su jornada la priesa por nosotros y la detención por ellos y el hacerla por todos, que en la importancia de su oficio no se perdona así. ¡Oh, qué grande es la deuda de nuestra vista! Pues le cuesta a vuestra majestad tiempo tan riguroso, no siendo lo menos dejar su sosiego, sino la mayor parte suya, la Reina, nuestra señora, que no menos amor que el de vuestra majestad ni menos dueño bastara a pagar sus merecimientos. A cualquiera que alcanzara esta fortuna de consorte de vuestra majestad la amara el mundo y a su majestad no la aman tanto por las obligaciones como por las virtudes heroicas, que pudiera dejar de ser reina, pero no de merecello. Esta soledad, esta ausencia, digna de sentimiento de un rey debe a vuestra majestad España y a la Reina, nuestra señora, el sufrilla y conocella por justa, que quiere más 927
El doctor Francisco de Fontanilla Gil, que sustituye en el cargo a Juan Álvarez Serrano por su oposición a los estatutos de 1621 (Ollero Pina, op. cit., pp. 390-391). Probablemente había dejado el cargo cuando le avisaron para dar el vejamen, como le había ocurrido al doctor Zapata en la Universidad de Alcalá. 928 Otra vez aprovecha el equívoco a que se presta la voz pepitoria, porque significa «guisado que se hace de los despojos de las aves, como son alones, pescuezos, pies, higadillos y mollejas», pero también «metafóricamente se llama el conjunto de cosas diversas y sin orden» (Aut.). 929 Gigote es «especie de guisado que se hace rehogando la carne en manteca y picándola en piezas muy menudas» (Aut.).
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ver a vuestra majestad cuidando de su imperio que de su gusto, que faltar a su obligación más que a su lado fuera estar casada con hombre, pero no con rey; y nunca es menos bueno un príncipe ni está más lejos de los suyos que en el descanso y en el ocio. 43. [Acabe de desengañarse la ignorancia, que alabar a los príncipes no siempre es lisonja, sino deuda y aviso, y si se merece es premio; si se olvida, es memoria, y nada se pudo haber hecho mejor en ningún principio que empezar bien y así solo hoy llega el recato a temerse de mi brevedad y ninguno aborrece más las adulaciones que [e]l que obra de suerte que no puede ser lisonjeado].930 44. Vuestra majestad nació para todos, no sea tirana una provincia de la luz de todas. No son ajustadas siempre a los oídos las relaciones turbadas en pasiones y designios. Desenvuelvan y examinen una vez los ojos lo que tantas ha menester el entendimiento para gobernarse. Agradescan a vuestra majestad sus hijos que les aseguró antes el ser reyes que hombres y tengan primero dónde vivir que dónde nacer y reconoscan el valor de su padre, tan presto como tener vida y hallar imperio, que vuestra majestad no atiende a gozalle, sino que le haya, y no busca la culpa en nadie, sino el remedio a todos. 45. Mire vuestra majestad el océano en su orilla; hasta las olas obedescan a la diligencia y sepa el Norte conosca el Levante, que no se sustenta la monarquía de España con la grandeza o con los dichos, sino con el cuidado. Ocúpense ministros, nascan soldados, críense capitanes, pero véase que lo puede el rey ser todo. Logre vuestra majestad la bizarría de su espíritu en la prudencia, en el celo, en las fatigas de quien le acompaña y le ayuda. No se desperdicie el tiempo que goza España en el rey más bueno, que harto ha hecho Dios por nosotros en darnos a vuestra majestad. Dele vuestra majestad a Dios el fruto de sus beneficios y nuestras necesidades, que no nos ha dejado ya que pedille, si no es su vida, ni a nada se puede dar más fee que a nuestra esperanza. 46. Fin
930 El tono sentencioso de este párrafo y el hecho de que trate un asunto delicado, como es la lisonja y adulación de los reyes, pudo originar que se eliminara de la copia de los manuscritos AH.
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REGISTRO DE VARIANTES A ms. 6877 de la Biblioteca Rodríguez Moñino, copiado en 1663. B ms 7274 de la Biblioteca Rodríguez Moñino, letra s. XVII. H ms. de la Hispanic Society of America, letra s. XVII. Número de párrafo. línea (entendiendo por esta lo que se escribe entre puntos y punto ortográfico). 0. Portada] Vejamen en tres grados del Collegio y Universidad de Sevilla con ocación de la jornada de su Majestad. Dispuesto por don Antonio Hurtado de Mendoza B. Vejamen que se había de dar en Maese Rodrigo de Sevilla a unos grados en que había de asistir el rey Filipe 4º en marzo de 624 y no se dio. Compúsolo don Antonio de Mendoza H.
lla ni en dilatalla H ni el poder] om. B así] ansí H en su] om. B y estudio] om. B
1. Vejamen] Om. BH
6.2. y] om. H raras] varias B de] y de H y constante] y en constante BH la] om. H con todos] add. en este punto B: ha querido servirle y haber lisonjearle hasta con la mentira de estar viejo. nada] nada de nadie B 6.3. se] él H se la trabaja y hace] él la trabaja y la hace B desinterés] interés B
2.1 silla] corte B viera] mirara BH 2.2. El señor rey don] Om. BH las cuatro palabras Vuestra] Y vuestra B presencia] precensia H 2.4. A] Ase. B Hase H apriesa] a prisa B 3.1. de su] desa B 3.2. eternidades] eternidad BH cumplirle lo que él desea] lo que ellos desean B mirarle] miralle BH 3.3. que en detenerla y en dilatarla] que ni en detenella ni en dilatalla. B que en detene-
5. Párrafo om. por AH intencionadamente, aunque no se me alcanza cuál puede ser el motivo.
7.1. topado] hallado B tanto] tantos H 7.2. no niega el aplauso común, me está] no le niega el aplauso común, me ha estado. B revelarle] revelalle BH la] om H Maese] Maestre H
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8. nevado] monte de B tres veces días el año] días tiene el año tres veces B lo que es en ella hermosura] lo que en ella es veneración y la real solo con acompañarse de la suya lo pareceira B 9.1. este cano] este este cano A a este nevado B este nevado H escindámonos] descendámonos B desendamos H 9.2. Y no me] Y me A de] om. H ofendellos] ofenderlos B perdono] perdone B concepto] conceto H fortaleza] fuerza B 10.1. pudiera hacerlo en solo mi bonete] que pudiera en mi bonete B pudiera hacerlo mi bonete H 10.2. engáñase] engañose A mucho] muncho H lo] ser. B, que añade detrás de «niño»: pero nadie es más hombre ni mejor. 10.3. lo] le B como] como él B muchos años que los obliga él a que lo quieran bien] muchísimos años que él lo procura y ellos lo aprenden B 11. Ya acabamos] Acabemos B Y acabemos H cuidadoso] curioso B mandó aquella noche a un criado que tiene largón que le cantase] mandó a un criado largón que tenía que aquella noche cantase B mandó aquella noche a un criado largón que tiene que le cantase H
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12. montañazas] montañas. A, por error, que hace el verso hipométrico. 13. pero con tanto lamento no] pero aunque tuvo lamento no B pero con tanta lamentona H la vigilancia y soldadesca] la vigilante soldadesca B en] a B un] su H perdió a un infante] perdió su casa B 14.1. verdor] verdad B, quizá por lectio facilior. 14.2. Si] le H Si...selvas] om. B padeció] pasó B 14.3. la] om. B 14.4. de obispo] de obispo duplicado BH del Papa] om. B 15.1. de la] de B también inquisidor y treinta] inquisidor y trecientas BH, aunque no estoy muy convencido de que sea mejor la lectura de A, por cuanto la expresión «y trescientas cosas más» era una verso muy conocido en la poca, sobre todo en poesías de burla y disparates. Véanse algunos textos en B Periñán, Poeta ludens, cit. todas por cierto merecidas] todas y mayores mercedes dignas B 15.2. escolástico] eclesiástico BH, lectura que podría ser correcta igualmente, aunque parece lectio facilior. en la capilla] Desde aquí y hasta «iguales a él», pasaje dedicado a Juan de Fonseca, aparece en B detrás del párrafo que se destina al Nuncio de su Santidad, justo
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después de «algunos licenciados». Lógicamente, tiene más sentido en el lugar que lo coloca A. Al margen en B: Don Juan de Fonseca, sumiller de cortina. es el varón que] es del varón que B de Rioja no] de Arioja no B y ahora] se pone, digo add. B 15.3. quién fuese] quién fue BH 15.4. Alúmbrele el cielo santo] Alumbre el Spíritu Santo BH y feliz] y peregrino B y felix H 16.1. O]om. B la cara de Pascua] la cara B 16.2. O] om. B toda su persona] su persona B 16.3. en gracia de España y en gloria de Roma] Se invierte el orden en B 16.4. San Andrés y San Pedro] Otra vez se invierte el orden en BH Una imagen suya para sacarle] su imagen para sacalla B venga un monseñor] venga nuncio B 17.1. Temiendo los seglares me entré] Temiendo la ira de los seglares entré B Temiendo la ira de los seglares me entré H a lo lego] a los legos BH 17.2. Bien] Y bien BH 17.3. literatos] literata H ningún] algún B crédito y entendimiento] BH invierten el orden de estas dos palabras. 17.4. como a fray le, que no solo] como fray le, que no BH
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17.5. saldrá] que saldrá B Teología de la casa de su cuñado] Teología de casa, de casa de su cuñado B abuelos] agüelos B en esta ciudad] om. B la] su B y] y el de B 18.1. agradeciera] agradescerá BH 18.2. en] y en B en la acogida] acogida que haze B la acogida H el que] quien B 19.1. Santiesteban] Santistevan B. previniese] pusiese B parece] parecía que B parece que H 19.2. hizo un] con B pavos, terneras, jabalíes] y pavos, terneras y jabalíes B 20. ya que se destruía todo con los grandes fríos] om. B festejar] el festejar BH prevención] prevenciones B grandeza] grandeza y ostentación BH en] el H ostentosa y magníficamente] magníficamente BH la fiesta fue no menos] la fiesta no fue menos B después de tempestead de tantos] después de tempestades tantas B, que parece lectura más correcta, pero no me atrevo a sustituir. el sol aquel día] aquel día B aquel día el sol H como caballero] como a caballero B con] om. B ocupadísimo aquellos días] ocupado aquel día B
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21.1. Y el BH que hace gran aparato del callar ] que es grande encarecedor B mucho] muncho H 21.2. para] para todo B 21.3. de sus partes] dél y de sus buenas partes B que afirman que en aquel gesto de fardo] om. B. se] om. B el] om. H alaban] agrada B 22.1. cazuela] cajuela H 22.2. Aficionadísimo] Y aficionadísimo B Marqués de Belmonte] Marqués de de Belmonte A 23.1. nepote] neponte B digo que] om. B y] om. B del] de H del pontificado] de Pontífice B 24. achaques] donaires B de Zapata] y en todo es honradísimo caballero add. B vuelva cada día las narices] vuelve cada día los ojos B. Evidentemente tiene mucho más sentido la lectura del ms. 6877, que tal vez se corrige en este por respeto al personaje. le topa en su casa la Condesa] le topa la Condesa B 25.1. los justos respetos] lo justo y recto B lo] le H por] para B lo mismo] e importara que fuera a las Indias add. B
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25.2. del barranco] del mal fracaso B y] om. H atrevería] atreviera B el] al H Consejo] de Castilla add. B subió] subiendo B alquile] alquiler BH y santiguéndose] om. B 26.2. respondieron] respondiéndole BH primera vez] vez primera B 26.3. del] y del H y] om. B el] un H 27.1. desde] de B Alvis] a Luis A, por error. H copia ahora una frase que tacha: «Tendido en la cuna de un muchacho». Tomarían] tomarán B 27.2. Y] om. B acordaba] de add. B Albis] Luis A a un] al BH 28. porque] por lo que B 29. Está] om. B Nuestro Señor] om. B se ha de quedar] ha de quedarse B dan por autor muy cierto y dicen] dan un autor muy cierto, que dicen B lo ha dicho] el señor add. B 30.1. debe estar] estará B debe de estar H 30.2. Alforjilla] Alfonilla A que] om. H
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30.3. ambos derechos, en la espada y en la pluma. En fin, es] om. B un verso de Garcilaso] Añade ahora B: «en la espada y en la pluma». 31.1. a] om. H a las mulas de pantanos] de un pantano las mulas B decir] decir para H que lo] para que le B 31.2. de] om. B los tres mil horros de ganancia, trocando] om. B 32.1. a buscar lumbre] en medio del tuncial add. B en medio de la escuridad add. H 32.2. de los doctores] om. B 32.3. Y] om. B fuertemente] ferosmente B ferozmente H su arte] suerte H habían] se hubiesen H si habían de buscar bestias, trujesen a los] se hubiesen de traer bestias, fuesen los que B 33. Gutiérrez Grimaldo] Se suprime el segundo apellido en BH dimanter] diamantier H Casa de Borgoña] andando a pie add. BH su señor] om. H del Conde, su señor, y del Rey] del Rey y del conde, su señor B es] ay B 34.1. la cama de la noche] la ración B la mala noche H capitán] Laz add. B Luz H que estaba cerca] om. B el] om. H
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34.2. Lavana] Cavaña B Lavaña H a escuras] ascuras A y lloviendo] om. B escribir] escrebir H a doña] a su B a su doña H 35.1. del] de B 35.2. Don] Y don BH al] el B 35.3. se] lo B fuera a gamba] fuese a gambo BH 36.1. que iba en el coche] om. B 36.2. andaluz] sevillano B de] om. H Morveli] Morvel B. lo] le BH 37.1. en] en el H en atolladero] en el atolladar B y] om. B sus] los B fuera] es B 37.2. obscurísima] escurísima B despeñasen] despeñase H vía] veía H que] y BH 38.1. se] om. B se] om. BH 38.2. le] que le H Y] no add. BH le] om. B enfundara] enfundarían BH. 38.3.
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39.1 apearme de las] apartarme destas B de esta] desta H 39.2. porque no los conoce y] om. B, y en su lugar : «que». 39..3. graduandos] menguados B de barato] om. B o] u H estudio] estudios BH caridad] caridad grande B 39.5. Aun en vejamen no puedo negallo] Un vejamen no puedo negarlo B 39.6. tantos desvelos] tanto desvelo B 40.1. a] han B virtudes] virtud B semblante acedo ] semblante de acero A, que parece lectio facilior. pesadumbres] pesadumbre B 40.2. colegiales] colegas B, quizá por error. colegiales] colegial B en Marchena] B escribe al margen: «Dio este vejamen el doctor Fontanilla». acertaran] ya sabe si lo acertaron BH 40..3. la saya ] lo sayas BH y] om. H lástima] que add. B 41. 1. despacharlos] despachallos B primero] porque esta es la más tracera add. B porque esta es la más trasera H 41.2. diesen] dieran B vuestra] su B cosas dulces, sino platos de buena sazón, que aquel género es muy mecánico] cosas dulces, que ya son mecánicas, sino platos de buena sazón B cosas dulces, que son muy mecánicas, sino platos de buena
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sazón H un pastel] y en pastelón BH aunque] que B así] om. B ansí H 41.3. me] om. BH no] he add. B hecho] un add. BH a] de B sin duda] alguna add. B que] om. B 42. 1. Señor] om. B vejamen] viaje B 42.2. templaron] templan B con] en B que] y B 42.3. en] de B su] esta B priesa] prisa BH y] om. B 42. 4. Oh] Y BH grande] grande, Señor, H 42.5. menos] más BH mayor] mejor B no] ni H amor que el de vuestra majestad ni menos] om. B la] om. B aman] ama B obligaciones] reales add. BH merecello] merecerlo B 42. 6. de] del H sufrilla y conocella] sufrirla y conocerla B que] a add. B pero] mas B bueno] vivo BH ni] y B
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43. Párrafo que aparece en B, pero falta en los mss. AH. 44. 1. No son ajustadas] No aguarden BH a] om. BH en pasiones] om. B y designios] y variedad de pareceres add. B 44.2. y] om. H examinen] de add. B 44.3. Agradescan] agradéscanle BH su padre] sus padres B y] om. BH la culpa] om. H 45.1. Mire] Mire a H
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orilla] que add. BH obedescan] obedescen B y] om. H Norte] y add. B que no se sustenta la Monarquía de España con la grandeza o con los dichos] que la Monarquía de España no se sustenta siempre con la dicha B que no se sustenta la Monarquía de España con la grandeza o con la dicha H 45. 2. nascan] no falten B 45. 3. le] se B 46. Fin] en su lugar una rúbrica en H
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TEXTOS 8, 9 y 10 VEJÁMENES EN LA UNIVERSIDAD DE LIMA La Universidad de Lima es la primera de las fundaciones de este tipo que aparecen a mediados del siglo XVI en el Nuevo Mundo, según quieren algunos estudiosos. Concretamente, y después de unos intentos de instituir un estudio general en el Cuzco, en 1552 se da poder al virrey Mendoza para que constituya una Universidad en Lima, en la que se enseñaría Derecho, Gramática y Retórica, Artes y Teología931. Su primera ubicación, en un monasterio de religiosos, cedería después el paso a otros lugares más adecuados. Las Constituciones antiguas de esta Universidad hablan de «el que haya de hacer el vexamen: el cual hará que dure media hora, poco más o menos»932. En 1571 nuevas constituciones señalan, entre otras cosas, que al doctorando «se le haría el vejamen por persona grave y si no fuere tal, seis días antes que le ha de hazer le mostrará al claustro para que no se digan cossas que no sean deçentes»933. Como se ve, siempre la preocupación –estéril por otra parte– por la decencia y la sátira de los doctores del claustro. El caso es que se conserva en la Biblioteca Rodríguez Moñino, hoy en la Real Academia Española, un curioso códice misceláneo, sobre el que ya había llamado la atención su dueño934, que lleva la signatura 7274. Dicho códice, propiedad del notable jurisconsulto Juan de Solórzano Pereira, catedrático de Salamanca y autor de sesudas obras jurídicas como la Política indiana, contiene un buen número de escritos de todo tipo, muchos relacionados con la Universidad de Lima y otros de contenido específicamente literario, satírico y hasta político que no hace al caso especificar ahora935. Posiblemente coleccionaba todas estas piezas por gusto particular, e incluso algunas de ellas van dedicadas a su persona. Lo que nos interesa especialmente de dicho conjunto de manuscritos es la presencia de un grupo de vejámenes entre sus folios. Marcados en la parte 931
Cándido Mª Ajo, Historia de la universidades hispánicas, II. Ávila: CSIC, 1958, p. 142. David Rubio, La Universidad de San Marcos de Lima durante la colonización española. Madrid: Impr. Jaun Bravo, 1933, p. 190. 933 Constitución 21, apud Cándido Mª Ajo, Historia de la universidades..., cit., II, p. 148. 934 «Manuscritos literarios peruanos en la biblioteca de Solórzano Pereira», en Caravelle. Cahiers du Monde Hispanique et luso-brésilien, 7, 1966, pp. 93-125 935 Son particularmente abundantes los textos satíricos, algunos de Quevedo como la Perinola y otros, como la novelita La endiablada, de Mogrovejo de la Cerda. 932
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superior de estos con los números 21 a 27, se encuentran coleccionados unos cuantos vejámenes, que según nuestra opinión se dieron en Lima en fecha cercana a 1625. Uno de esos vejámenes, justamente de ese año, fue publicado por Rodríguez Moñino hace ya algún tiempo en un trabajo en el que prometía editarlos todos: Queda para en su día la promesa de un volumen que comprenda todos los vejámenes: entonces será buena ocasión para anotar los curiosos textos y dar algunos noticias biográficas de los personajes aludidos936.
Por desgracia para los que venimos detrás, la vida le impidió a don Antonio cumplir tal promesa, que nos hubiera ofrecido buen número de noticias interesantes sobre tantos detalles históricos como se esparcen en los vejámenes. He aquí lo que contiene el códice en materia de vejámenes: Papel nº 21: Bexamen que dio el padre maestro fray Thomás de Mayorga al grado de doctor del Padre maestro fray Hernando Maldonado, ambos de la orden de nuestro Padre San Agustín. Nº 22: Bexamen en tres grados del Collegio y Universidad de Sevilla, con ocaçión de la jornada de su Magestad. Dispuesto por Don Antonio Hurtado de Mendoça. Nº 23. [Sin título]. Vejamen al doctor Almarás. Nº 24 Vexamen que dio el doctor don Antonio de Cartagena y Santa Cruz al doctor Joán de Morales Aramburu. Nº 25 Vejamen que dio el Padre maestro fray Francisco de Ubiedo Pedrasa en el grado de don Fernando Ladrón de Guevara, colegial de San Martín, en la iglesia maior de esta ciudad de Lima, nueve de nobiembre 162[5]. Nº 26 Vejamen que dio el Padre maestro fray Francisco de Ubiedo, del Orden de Nuetra Señora de la Merced, en el grado del Padre fray Antonio de Amusgo, hijo del doctor Amusgo, protomédico de este Reyno, en 11 de agosto de 1625. Nº 27 [Sin título]. Vejamen al doctor Sebastián de Sandoval937.
936
A. Rodríguez Moñino, «El Salpicón escolástico...», p. 221. Tal vez el vejador sea un tal doctor Juárez, como se dirá más adelante. Actualmente se están editando los dos vejámenes que faltaban (números 23 y 27) en una tesis de maestría que dirijo en el Curso de Alta Especialización del CSIC (2003-2004). 937
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Da la impresión, después de la lectura minuciosa de estas piezas, de que están relacionadas entre sí, pues aluden a los mismos personajes (los doctores universitarios del claustro de aquel momento), lo cual significa que se agrupan en un lapso de tiempo no demasiado extenso. Rodríguez Moñino refería que pertenecían al tercer decenio del XVII, nosotros podemos aventurar que probablemente son anteriores al nombramiento de Solórzano como oidor en la Audiencia de Granada, es decir, a 1626–1627938. Un detalle curioso singulariza a estos vejámenes y es justamente que todos ellos tienen relación, bien sea por las citas que encontramos en algunos que hacen alusión a los otros, bien porque comparten algunos chistes, tomados de vejámenes que se han pronunciado inmediatamente antes del que los recoge. Por ejemplo, en dos de ellos se utiliza para empezar una alusión a la fórmula ni grado ni gracias: Sierto que el primero que dixo ni grado ni graçias, que devía de decir estas palabras por otros dos hombres como el padre doctorando (Vejamen del maestro fray Tomás de Mayorga, f. 1) Sospechosa se haçe el día de oy la verdad del que dixo ni grado ni gracias, pues vemos grado y graçias, que el que oy recibe el señor doctorando es de graçia (Vejamen al doctor Sebastián de Sandoval, f. 1)
En algunos vejámenes se hace referencia a otros que se han pronunciado inmediatamente antes y además el vejador contesta a los improperios que se han lanzado contra él, tal por ejemplo el Vejamen al doctor Sebastián de Sandoval, donde el vejador se queja del trato recibido en la oración vejatoria que pronunció antes el doctor Antonio de San Miguel939. En el Salpicón escolástico, vejamen de Francisco de Oviedo, se reprocha la crudeza con que fray Tomás de Mayorga satirizó a su compañero de orden940, y en este último vejamen se alude a otro anterior, dado al doctor Juárez.
938
En 1626 recibe la orden de regresar a Madrid, pero no regresa hasta el año siguiente (Miguel Ángel Ochoa Brun, «Estudio preliminar» a la Política indiana de Solórzano Pereira. Madrid: Atlas, 1972, I, p. XXIII). 939 Vejamen al que se alude también en el del Padre maestro Mayorga, como inmediatamente anterior, razón por la cual hay que suponer que rondaría estos primeros años de la década de 1620 fechas que, de paso, también hay que atribuir al vejamen a don Sebastián de Sandoval. Ambos vienen a mostrar lo que decíamos arriba: la cercanía en fechas y personajes de todos estos vejámenes del manuscrito de Solórzano Pereira. 940 A. Rodríguez Moñino, ibíd., p. 226.
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De la misma manera, un mismo lugar se puede utilizar dos veces en vejámenes diferentes, tal vez para continuar con ese juego al que antes aludía de la referencialidad cruzada. En el Vejamen al doctor Sebastián de Sandoval se utiliza por ejemplo, aunque sin señalar la fuente, un pasaje de Plutarco en que se disputa si alguien que ha alquilado un asno tiene derecho a disfrutar de su sombra, tal y como se lee (esta vez con la cita pertinente) en el vejamen de Antonio de Cartagena. Los vejámenes se dieron en Lima al menos durante todo el siglo XVII, prueba de ello es también la existencia del que dio Jacinto de Hevia Bustos al doctor Antonio Coronel en el reino del Perú en 1685 y que fue editado hace ya algún tiempo, junto a la ceremonia que lo acompañaba por Eguiguren941. Remito a tal librito para no tener que repetir aquí los pasos de tan complejo como caro ceremonial, pero no me resisto a incluir un texto escrito por uno de estos doctores participantes. Escribe el maestro fray Antonio de la Calancha, a propósito de las ceremonias de graduación en la Universidad de Lima a mediados del siglo XVII, lo siguiente: «Con este número de graduados se ilustran las fiestas, los paseos, así por ser las personas lustrosas y de la mayor gravedad, oidores, alcaldes de corte, fiscales, cabildos de ciudad, iglesia, prebendados, canónigos, racioneros, perlados de religiones, los religiosos más graves dellas, los clérigos y seculares, cada cual estimables y todos lucidos en mulas o caballos; muchos llevan sin oidores con gualdrapas, de terciopelo seglares, y de paño negro los sacerdotes. Llevan los oidores al Rector en medio, delante va el graduando, al lado del decano de la facultad, con cuatro lacayos de librea y bastones en las manos a listas de plata; continúansen [sic] los doctores de dos por sus antigüedades, mesclados teólogos y canonistas y juristas; delante destos van los doctores médicos, y adelante dellos los maestros en artes, secretario, contador y alguacil, y con mazas dos bedeles y un gentil hombre anciano con el estandarte de la Universidad, carmesí y bordadas en medio las armas reales, y a la otra banda e lienso de pinsel las del graduando, fuera de otras suya que están en el tablado. Delante de estos van los colegios convidados: el Real Felipe, el Real de San Martín y el Seminario de Santo Toribio, cleresía, caballeros y personas de respeto, que suelen ser muy populosos los paseos; delante rematan atabales con tuniselas de tafetán carmesí y amarillo y chirimías, todos a mula, que se agregan chusmas a pie que gritan el ruido. Los vejámenes son, por la mayor parte, agudos, ingeniosos y entretenidos, yéndolos a oír los curiosos. Dejo de poner las ceremonias de cada acción porque son las de Salamanca942.»
941
L. A. Eguiguren, El paseo triunfal y el vejamen del graduando. Lima, 1949. (Biblioteca del IV Centenario de la Fundación de la Universidad Nacional de San Marcos 1551-1951). 942 Historia de la Universidad de San Marcos, hasta el 15 de julio de 1647. Ed. Luis A. Eguiguren. Lima: Imp. La Tradición, 1921, p. 29.
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Calancha asistió a los vejámenes que se editan a continuación, que como se ve, aparte de seguir las costumbres salmantinas, esparcían también las mismas gracias que los que se daban en la misma Universidad. De los tres que edito aquí, el que publico primero es el del padre Mayorga, por su interés metaliterario y, probablemente, por ser el primero de los que se nos conservan de la Universidad de Lima. Fray Tomás de Mayorga, agustino943, da vejamen a su compañero de orden fray Hernando Maldonado944 en un texto muy curioso, no solo por las alusiones literarias que contiene, sino también –como se ha dicho– por la presencia de cedulillas y nuevas premáticas burlescas referidas a la indumentaria del nuevo mundo. Este vejamen guarda una estrecha relación con el teatro, porque además de citar buen número de obras, como Melisendra o los entremeses de los Gigantones o Zarabullaque (lo cual, de paso, plantea un interesante problema de localización y fechación para estas obras), presenta a los personajes desde una perspectiva muy dramática también, como tendré ocasión de demostrar en las notas pertinentes. Este escrito tiene que ser anterior al de Oviedo que reproduzco, por cuanto en el Salpicón escolástico (1625) del mismo autor, anterior al Entretenimiento escolástico como se ha dicho, se reprocha la dureza empleada contra el padre graduando: Y porque no muerdas, aquérdate del vejamen pasado, donde el padre maestro Mayorga, siendo perro de casa, mordió a su compañero con tal rabia que hoy está rabiando en la cama [...] y no tuvo razón el padre maestro Mayorga, porque el padre maestro fray Hernando Maldonado es un sujeto capás de cualquier honra y digno de estimación por su persona y letras y particularmente por su aventajadísimo púlpito, tan selebrado en este Reino945.
De la misma forma resulta aludido en otro de estos vejámenes limeños, el que tiene el nº 27 y carece de título, pero que nosotros hemos denominado Vejamen al doctor Sebastián de Sandoval, donde se dice: 943
Era peruano, y fue elegido definidor en el Capítulo provincial de la Orden celebrado en Lima en 1626 (según la Crónica Agustina de Bernardo de Torres, de 1657. Ed. de Ignacio Prado Pastor. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1974, p. 574). 944 Del cual nos deja un interesante dibujo la misma Crónica Agustina de Bernardo de Torres, cuando dice que era: «Padre Maestro Fr. Hernando Maldonado, Hispano de Sevilla, Predicador excelente, Dotor por la Real Universidad, Maestro de la Provincia, que avía sido con buen crédito, y reputación Difinidor, y Secretario della, Prior de Potosí, y de Guadalupe, y sobre todo de acreditada virtud» (Ed. cit., p. 608). 945 A. Rodríguez Moñino, «El Salpicón escolástico», cit., p. 226. Como se ve, las virtudes como predicador de Maldonado no eran un simple tópico, a tenor de lo que arriba he reproducido.
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El segundo trato y tormento fue el empeño en que me puso el padre maestro fray Tomás Mayorga con un vejamen tan salado, que cuanto tuvo de sal tuvo de hado para el graduando. Contra el evangelio anduvo su paternidad que por lo predicador le manda ser sal de tierra y fue sal de piedra, que descalabra al triste graduando hasta ponerle en los últimos que hemos visto. Allá cuentan de la mujer de Lot se convirtió en estatua de sal volviendo a mirar a sus hermanos y parientes que padecían en Sodoma. Su padre deseaba ver penar a su hermano y así se convirtió en estatua de sal, sirviendo lo que allá fue pena al amor, aquí de gusto al desamor946.
Como se ve, este vejamen debió de levantar bastante polémica entre los miembros de la comunidad universitaria. De esta resonancia en vejámenes posteriores se infiere que el vejamen de Mayorga tiene que ser anterior a agosto de 1625, inmediatamente anterior diría, probablemente también de ese mismo año, aunque nada impide que se hubiera dado el año 1624, pues, como se verá, una referencia interna al rector corrobora la fechación entre estos dos años, pero no permite anticiparla. Justamente Oviedo nos da unos cuantos datos del vejador, el padre Mayorga, el cual era: «por lo gordo y pintas del rostro, perro perdigero, y por la mala vos y muchas barbas, perro de agua»947. De este vejador–vejado nos ha llegado alguna noticia biográfica más, pues sabemos que testifica en el proceso de beatificación del arzobispo de Lima, Toribio Alfonso de Mogrovejo948, pero poco más. Después edito el vejamen nº 24, el dado por don Antonio de Cartagena y Santa Cruz al doctor Juan de Morales Aramburu. Es un vejamen curioso, no muy largo, donde no se cita a ningún doctor del claustro y que, sin embargo, está plagado de citas clásicas que pretenden –a mi modo de ver– engrandecer la pieza y dar la impresión de un rigor intelectual que no desmerecería en cualquier otro escrito académico. Llega incluso a citar las fuentes de donde proceden algunas facecias, como es el caso de Poggio, lugar frecuente de cita para los vejadores, como también para cualquier autor de literatura satírico o burlesca. Así como Mayorga es un claro ingenio con inquietudes literarias y fray Francisco de Oviedo un religioso que cultiva el escolasticismo en sus escritos, Antonio de Cartagena más parece un sesudo profesor universitario que no abandona el rigor intelectual ni para componer un escrito burlesco como el presente. Evidentemente muchas de las obras no se citan de primera mano, es poco probable (por no decir improbable) que el autor el vejamen conociera los textos griegos de los autores que menciona, seguramente utiliza ediciones latinas de los mismos o, lo que parece más creíble, polianteas de las que extrae las 946
Ms. 7274 cit., f. [2]. Ibíd. 948 Vid. G. Lohman Villena, «Santo Toribio, el Limosnero», en Boletín del Instituto «Riva Agüero». Lima, 1994. 947
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muchas citas que desperdiga. Fray Tomás de Mayorga cita justamente una, la de Mirabelio, pero no tenía por qué ser precisamente esa. Poca cosa sabemos del autor ni del destinatario del vejamen, el único dato que nos permite ligar al doctor don Antonio de Cartagena y Santa Cruz a su universidad es su asistencia a un claustro en 1627, en el que figuran también la mayor parte de los nombres que aparecen en estos vejámenes limeños949. Era natural de Cuzco y se graduó de doctor en el Colegio de San Marcos, fue abogado de la Real Audiencia y corregidor de Chumbibilcas en 1615950. Por último, edito la obra de fray Francisco de Oviedo que lleva el número 25 en el códice y se titula, porque así lo quiso su autor, Entretenimiento escolástico, de la misma manera que había titulado el primero, el editado por Moñino, Salpicón escolástico. Lo llama así, según confiesa en la dedicatoria, «por lo que entretuvo a los que le oyeron en claustro y entretendrá a los que le leyeren fuera dél», y en él se defiende de todos los que le han criticado por el vejamen anterior. Su fecha tiene que ser posterior a 1626, que es cuando Solórzano recibe el nombramiento para la chancillería de Granada, y anterior a 1627, que es cuando efectivamente abandona Lima para ocupar tal puesto en España951. Da la impresión de estar preparado para la impresión, no solo por el título o la dedicatoria, también por las alusiones que se diseminan en su interior, aunque –como también escribe Oviedo en el Salpicón escolástico– tal vez la copia manuscrita no sea sino un regalo para un amigo (Solórzano Pereira) que gustaba de conservar este tipo de escritos. Sabemos que fray Francisco de Oviedo era mercedario y que tenía fama de agudo, por cuanto el limeño fray Adriano de Alesio, en su poema El Angélico (1645), habla de él de la siguiente manera: Muchos deja Oviedo atrás, y al vestir cándido manto no tiene (no me adelanto) de agudo ninguno más, de aplauso ninguno tanto952.
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L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., pp. 793-794. Es de notar que firma el documento con el rector, lo que permite suponer que tal vez fuera el más joven del claustro. 950 L. A. Eguiguren, Diccionario Histórico Cronológico de la Real Universidad de San Marcos y sus Colegios, cit., p. 526. 951 A. Rodríguez Moñino, «Manuscritos literarios peruanos...», cit., lo supone escrito en 1625, atribuyéndolo al «Maestro Fray Francisco Ubiedo Piedrola» (p. 98), que no es otro que nuestro Oviedo Pedraza. 952 L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 690.
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Reproduzco los tres vejámenes del citado manuscrito 7274 de la Biblioteca Rodríguez Moñino, sin duda muy cercano en fecha a los grados en que se dieron los vejámenes, por cuanto alguno de ellos (el de Oviedo) lleva incluso la firma original del autor, aunque –sin embargo– no es autógrafo pues su letra difiere de la mano que copia todo el vejamen.
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VEJAMEN QUE DIO EL PADRE MAESTRO FRAY TOMÁS DE MAYORGA AL GRADO DE DOCTOR DEL PADRE MAESTRO FRAY HERNANDO MALDONADO953, AMBOS DEL ORDEN DE NUESTRO PADRE SAN AGUSTÍN. Siendo el primero que dijo ni grado ni gracias954, que debía de decir estas palabras por otros dos hombres como el Padre doctorando y como yo o que tuvo espíritu profético y las dijo viendo lo que pasa el día de hoy, pues ni el grado es para su paternidad ni para mí las gracias, digo el decirlas, porque aunque soy uno de los hombres que más bien las han sabido decir en esta vida y que mayores sales han tenido, no solo no parese que se hicieran para mí las gracias, sino que paresce que de propósito me han hecho mal de ojo, pues cuando quiero decir algún donaire o chiste se me caen las palabras de la boca, como si nos hubiera criado Dios para mí en el mundo, y salen tan heladas y tan frías que me espanto cómo no les da dolor de tripas a cuantos me las oyen hablar. Y así para dar este vejamen no pienso pedir gracia, porque aunque la he deseado y pedido en muchas ocasiones, en las más dellas me ha faltado. Con todo eso, he hecho mis siertas prevensiones, que no serán de poca importansia. Al médico de mi colegio le dije: –Señor, a mí me va la honra en lo que en otras ocasiones no solo el decirlo, pero aun imaginarlo fuera muy gran descrédito mío, y querría que se verificase en mí el refrán Ande yo caliente y ríase la gente955. ¿No sería bueno tomar algún remedio o píldoras de regimiento contra frialdades, aunque paresce imposible la cura? –Sí, señor –dijo él–, paréseme muy bien y que alentemos ese corazón y calentemos esa sangre, pero también es menester que vuestra paternidad haga alguna cosa de su parte. No se desanime tanto, tome de memoria algu953
Maldonado era maestro ya antes de 1622, según se lee en la Crónica Agustina de Bernardo de Torres, de 1657, ed. cit., p. 547, pero ahora se le gradúa de doctor. En el Vejamen de fray Francisco de Oviedo a fray Antonio de Amusgo se dice de él que «es un sujeto capaz de cualquier honra y digno de estimación por su persona y letras y particularmente por su aventajadísimo púlpito» (ed. cit., p. 137). 954 Frase hecha que aparece ya en el XVI (Lope de Rueda entre otros) y figura en un curioso pasaje del Quijote, cuando dice el hidalgo a propósito de volverse loco sin causa: «Esa es la fineza de mi negocio, que volverse loco un caballero andante con causa, ni grado ni gracias» (I, 25), es decir, «no tiene mérito» (Ed. cit.). En realidad la frase también se podría interpretar con el sentido de «ni gratuitamente», dado que de grado significa también «sin fuerza, de buena manera». 955 Lo recoge ya los Refranes o proverbios en romance de Hernán Núñez, cit., f. 11.
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nos chistes o retazos de vejámenes. Dígame agora quién de los señores doctores fue el que dio el último vejamen. –Diolo –dije yo– el señor doctor don Antonio de San Miguel956, un caballero muy docto y muy gran discreto con su mersed. Me he puesto a gracejear aquestos días para cogerle el aire y el vejamen que he de dar es la segunda parte del vejamen que su mersed dio al señor doctor Juárez957. –¡Jesús! –respondió el médico–, no haga tal vuestra paternidad, ni le pase por el pensamiento, que será echar ha perder la cura. Porque le doy palabra que es el vejamen más frío que se ha dado en el mundo, y si no le hubiera dado resado porque traía luto, entonses no pudiera haber llevado en buena consiensia la propina dél. Tenga agora de traza, sin que se sepa que yo he dicho nada, cómo sacarle al padre doctorando un vejamen que me mostró agora tres meses que tiene echo para cuando se gradúe de doctor en Teulugía el señor maestro Coca958, que con soltarle los ensanches le verná muy ajustado, pero no lo dijo a gordo. Pues hecha la diligencia, es este vejamen que he de dar aquel que tan secreto estaba. Plega a Dios no demos en barranco pardo959 porque este 956
El doctor don Antonio Díez de San Miguel y Solier, catedrático de Vísperas de Cánones y procurador general de la Universidad a mediados de siglo (Fray Antonio de la Calancha, Historia de la Universidad de San Marcos hasta 15 de julio de 1647, ed. cit., p. 23). Era natural de Huamanga, abogado de la Real Audiencia y de la Inquisición, regidor perpetuo de la ciudad y oidor en Quito. Había nacido en 1601 y moriría en 1674 (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit. p. 527). Aparece también en el Vejamen al doctor Sandoval, cuyo vejador recibió «un discretaso vejamen [...] del señor doctor don Antonio de San Miguel a quien para tomar en la boca y no causar arcadas a mi flaco estómago, es necesario prevenirme con una protestación debida al estado eclesiástico en causas criminales» (Ms. 7274 BRM, cit., f. [1]) 957 Acaso el doctor Diego Suárez de Figueroa, colegial de San Felipe y San Marcos en 1619. (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 527). No se nos conserva este vejamen, aunque el doctor San Miguel aparece repetidamente aludido en otras piezas, como el vejamen que dio Oviedo, también reproducido aquí. Dado que en el vejamen anónimo al doctor Sebastián de Sandoval, el vejador se queja del trato recibido en el vejamen de este doctor San Miguel, tal vez podríamos conjeturar que fue el doctor Juárez el encargado de dar el vejamen a Sandoval. 958 Muy probablemente el maestro don Alonso de Coca, presente en un claustro de dicha Universidad en 1627 (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 793). Encuentro otro maestro Coca, presbítero: Diego Gutiérrez Coca, en un documento de Lima en 1623, según el Catálogo del Archivo Arzobispal de Lima, publicación electrónica en cederrón coordinada por Laura Gutiérrez Arbulú (Madrid: Fundación Histórica Tavera, 1992), pero tiene menos posibilidades de ser el que aparece aquí citado. 959 Cfr. Mateo Alemán, Segunda parte del Guzmán de Alfarache: «Cuando alguna vez acaso se querían oponer o hacían algunas piernas para no pagar, luego le saltaba la de
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tiempo de ivierno960 ayuda poco, aunque si saliere frío y no tan a gusto como yo quisiera, no se me eche a mí la culpa, sino a que quiere Dios que a su paternidad le sirva mi frialdad de castigo por haberse querido graduar y que sea escarmiento a otros. Vuélvaseme acá, cuervo enharinado, con ese capirote961 que de serca no parese sino camafeo y de lejos, pájaro de playa o cóndor de la puna962. No se me ponga cabisbajo y capotudo, asome la cabesa desde esa funda y muéstrenos esa cara de enano. Esa cara, digo, de hieso mate, hecha de mano de indio aprendiz, que con los ojos que tiene en ella no parese sino capillejo de lana sucia. Óigame y oiga por su mal. Cuenta Mirabelio en su Polianthea que Arquímedes era tan cobdicioso de dinero que vendió a su mesmo padre a los cithas por precio de cuarenta siclos963 y que, sabiéndolo, los jueces se indignaron tanto que, quitándole los mesmos cuarenta siclos, se los dieron a los verdugos porque los llevasen a una laguna de nieve que estaba fuera de la ciudad y, echándole en ella, acabase allí su vida ut pereat in niue cuius cupiditas extinxit amorem et pretium cupiditatis sit iaculum interfectionis. (Peresca en nieve, dijo el juez, aquel quien la cobdicia del dinero le apagó el amor paternal y el mesmo precio que movió su cobdicia sea el verdugo que castigue su delicto)964. Sabrá, pues, vuestra señoría, que el padre doctorando tenía estos días atrás una hechura de un niño Jesús estremada de buena y que por cobdicia de dinero para este grado la vendió en cincuenta pesos. También sabe vuestra señoría cómo se me ha dado de propina por este vejamen otros cincuenta pesos. Pues si el padre doctorando, como Arquímedes, vendió a Jesucristo, su padre, pospuesto el amor paternal que le debía por cobdicia de dinero pereat in niue cuius cupiditas extinxit amores. Piénsolo ahogar en la laguna de nieve de mis palamonte: hacíamos el pleito, de civil, criminal; buscábamosle algún sobrehueso; sabíamos el censo que tenía sobre la casa, con que dábamos con el hombre de barranco pardo abajo por el estelionato» (Ed. Jose María Micó. Madrid: Cátedra, 1987, p. 380). 960 El lat. tempus hibernum > tiempo (de) ivierno se ha mantenido hasta nuestros días y hoy se recoge aún en el habla rural de Castilla y también la forma ivierno simplemente. 961 Capirote, véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 962 Puna, del quechua, es en algunos países americanos el «nombre de los altos y desérticos páramos andinos» (Marcos A. Morínigo, Diccionario, en NTLLE). 963 Siclo es «moneda de plata usada entre los hebreos» (Aut.). 964 Se trata de Domenico Nani Mirabello, cuya Polianthea aparece ya a principios del XVI (hay ed. de París, 1512), pero tiene ediciones hasta el siglo siguiente, la más cercana a este vejamen es la que lleva por título: Florilegii magni, seu Polyantheae floribus novissimis sparsae, libri XX: opus praeclarum ... vel graecarum, vel latinarum flosculis refertum iam olim à Dominico Nano Mirabellio, Bartholomaeo Amantio, Francisco Tortio. Francofurti: sumptibus haeredum Lazari Zetzeneri, 1621.
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bras, pues vuestra señoría me hace su verdugo en este vejamen, y que esos cincuenta pesos que me dan de propina, siendo el mesmo precio que movió su cobdicia, sea el verdugo que castigue su delicto y que por escarmiento se diga et pretium cupiditatis sit iaculum interfectionis. Esto estaba yo pensando así una noche cuando a más de las once vi entrar en mi celda a su paternidad con una figura que destemplara de risa a un recién viudo. Unos calzones965 blancos traía largos y angostos como greg[ü]escos966 ingleses encuadernados en tres tomos porque la una pierna era de estameña967, la otra era una manga de hábito blanco de paño y, porque le venían cortos, traía añadida una boneta de cordellate968 blanco, como si fuera vela de navío, y tan rotos que no paresían los muslos969 sino papagayos que estaban enjaulados en ellos. El jubón970 era de lona blanca y hay testimonios muy auténticos que se hizo en tiempo de los Reyes Católicos, y así hoy no tienen más que el fomes peccati, que son unos pedazos sursidos en otros y tal que, visto desde lejos, como le viene tan corto de talle y tan angosto que no llega a subirle la barriga no parese sino que trae los pulmones por de fuera y de serca, que está adobado con sera de Nicaragua. Un coleto971 965 Calzón: «El vestido que sirve para cubrir el cuerpo, desde la cintura hasta las corvas. Covarr. Dice que antiguamente se tomaba esta voz por las polainas» (Aut.). 966 Gregüescos: «Lo mismo que calzones» (Aut.). «Una ropilla de terciopelo negro de Italia de labor dos pelos guarnescida con pasamanos de seda fina y unos gregüescos de raso negro de Valencia picados a lo sevillano». Son pantalones altos, cortos y tan holgados como sacos, formados por telas de ricos tejidos y diversos colores propios de los hombres (Deleito), ya se usaban en el XVI, aunque al principio cortísimos (Madroñal, Glosario). 967 Estameña: «Tejido de lana así dicho por ser la urdiembre y trama toda de estambre» (Aut.). Se confeccionaban con ella toda clase de prendas: calzas, jubones, sayas, zaragüelles, etc. 968 Cordellate: «Cierto género de paño delgado como estameña. Llamóse así por el cordoncillo que hace la trama» (Aut.). Era un tejido de estambre ordinario que se usaba para la confección del calzado entre otras cosas (Deleito y Piñuela, La Mujer, la casa y la moda, cit. en Madroñal, Glosario). 969 Muslos: «La cubierta o vestidura de los muslos que hoy más comúnmente se llaman calzones» (Aut.). 970 Jubón: «Vestido de medio cuerpo arriba, ceñido y ajustado al cuerpo, con faldillas cortas, que se ataca por lo regular con los calzones» (Aut.). Ya se usaban en el siglo XIV, en el XVI tenían larga faldeta (Comp. indum., p. 107) y en 1639 se prohíben los jubones escotados «salvo las que públicamente ganaban con sus cuerpos» (Sempere, cit. por Madroñal, Glosario). 971 Coleto: «Vestidura como casaca o jubón que se hace de piel de ante, búfalo u de otro cuero. Los largos como casacas tienen mangas y sirven a los soldados para adorno y defensa y los que son de hechura de jubón se usan también para la defensa y abrigo» (Aut.). El
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traía de guadamesí972, y tal que si no tuviera tan buena memoria no se le acertara a poner; una camisa973 traía más negra que ese suelo, verdad sea que nunca ha tenido más que dos camisas, a quien yo tengo puesto por nombre la Tisona y la Colada, como las dos espadas del Cid: la una porque por más que la laven nunca puede tomar color y la otra porque si la echan en muchas lejías todavía toma unas vislumbres como entre gallos y media noche974, aunque agora dicen que compró otra de lance que llaman la enana, porque solo llega hasta la cintura y no pasa a cubrir cosa que importe, pero ¿qué mucho si tiene en el alma carácter de miseria?, y que en género de miseria es uno de los hombres que más justamente puede gozar de la ley ad bestias en que dispone el derecho que los hombres preeminentes en una cosa no puedan padescer pena de muerte975. Con este talle, pues, entra en mi celda representando al vivo una figura de retórica llamada aposiopesis en que, por decir muchas cosas de cólera o contento, no se dice nada976, y dándome un papel que traía en las manos, por señas me dijo que le leyese y, abriéndolo, está su paternidad pintado en él como jeroglífico con una copla que dice así: Entendimiento pasmado, memoria puesta en cuclillas, la voluntad de rodillas, es alma de Maldonado.
coleto de ámbar, es decir, de piel perfumada, caracteriza a las personas de calidad; pero de coleto y calzas amarillas visten los lacayos en alguna de las fuentes consultadas y de «vil coleto» es de lo que presume el gracioso en Micer Palomo de Hurtado de Mendoza. 972 Guadamecí: «Cabritilla adobada, en que a fuerza de la prensa se forman por el haz diferentes figuras de diversos colores» (Aut.s/v guadamacil). Con «Pellicos blancos guarnecidos de guadamecí dorado» caracterizaba el vestuario del teatro primitivo según Cervantes en el prólogo a sus Ocho comedias (en CORDE). 973 Camisa: «La vestidura de lienzo fabricada regularmente de lino que se pone en el cuerpo inmediata a la carne y sobre la cual asientan los demás vestidos. Suele hacerse también de lienzo de cáñamo, como lo usan los rústicos» (Aut.). Ropa de dormir de hombres y mujeres: «¿Hay paciencia / para despertar un hombre / en camisa?» (Calderón, Antes que todo es mi dama). Su color negro evidencia suciedad, por cuanto era ropa interior, y caracteriza a personajes graciosos en el teatro. 974 Frase que significa lo mismo que «a deshora» (DRAE, 1992), pero evidentemente aquí alude a la oscuridad que hay entre la medianoche y el cantar los gallos, dado que el color de las prendas que menciona es negro por lo sucias que están. 975 Se entiende por decapitación, porque la damnatio ad bestias la sustituía en ocasiones. Es evidente que hay un juego chistoso con las palabras «a las bestias». 976 «Aposiopesis, precesión o reticencia es cuando comenzamos a decir algo, y de industria nos dejamos la razón por concluir, porque decimos más con aquello» (B. Jiménez Patón, Elocuencia española en arte. Ed. Francisco J. Martín. Barcelona: Puvill, 1993, p. 404).
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Y luego proseguía diciendo memoria de los cargos que por esta república se le hacen al padre fray Hernando Maldonado como a persona que no se le debe el grado. Y volviéndome yo a su paternidad, haciendo la mesma figura de retórica, preguntándole con los ojos qué haríamos en este caso, me dijo: –Mi padre, ya sabe que de que me miren a la cara me paro colorado y de que me digan algo me corro. Por Dios le pido me responda a estos cargos, pues me va la honra en ellos, y déjese de decirme oprobios en el vejamen, que cumplido tiene conmigo. Y así me determiné al punto en hacerlo, no sea el diablo que me suceda a mí lo que refiere Radero en el prefacio al comento de Marcial977, lo que le sucedió a Pedro Colubio, brujense, comentador del Asno de oro de Lucio Apuleyo978, que le mató un asno a coces y Nunc –dice– Luci asino naturus redenitorem, nato asino rumpat ut tibi mula caput. Justo castigo a los que se meten con asnos, aunque sea para alabarlos. Y ojalá no estuviera embarasado con ellos, que yo empleara todo este tiempo en decirles mil alabansas y aun poetisara mi poquito y diera mis siertas pendoladas en verso y hiciera de sus encomios un ramillete mirrino y tirara de esos arrepiesos del cielo y trajera a mí la metrópoli de gracia, esto es hablando en lenguaje del padre. Pero, porque no nos detengamos, manos a la labor. Cargo primero Hácesele cargo al padre doctorando que no es para su paternidad el grado y que, si le recibe hoy, sólo es en fee de lo que supo san Agustín, su padre, como los niños cuando los baptisan, que reciben el baptismo in fide parentis, en fee de los suyos. Sierto que esta es una pasión declarada y conoscida, porque cuanto fuera así y que no supiera mucho, tiene una muy gran disculpa su paternidad, porque quien más le había de ayudar y favorescer, que son las tres potencias de su alma: memoria, entendimiento y voluntad, esas, debajo de capa de amistad, han sido sus mayores enemigos (al fin enemigos de las puertas adentro, que son los mayores). Porque si miramos al entendimiento, que es la lumbre natural de la rasón, ese ha andado con él tan villano, que desde 977
Es Matteus Raderus, autor de una Vida de Marcial, al frente de la edición de sus epigramas a principios del XVII. 978 Es Petri Colvi, también conocido como Pierre Colve, su comentario a las obras de Apuleyo se tituló Opera omnia quae exstant emendata & aucta curâ Petri Colui Brugensis...; cum eiusdem ad omnia vberioribus notis; accesit nunc primùm, inter alia, Lib. Periermeneias, ex bibliotheca LV. Francisci Nansi. Lugduni Batavatorum: ex officina Plantiniana, 1588. Hay edición de París de 1601. Es autor también de unas anotaciones a Santo Sidonio Apolinar (París, 1598).
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que tomó los nominativos979 en la mano, perpetuamente le ha estado alumbrando con velas de cebo de asno y le tiene en el estado en que está hoy, que no es más de un hombre fondo en tonto y un asno mayor de marca. La memoria le ha servido tan a regañadientes que han andado siempre los dos como Carreno y los diablos, respondiendo al revés, pues cuando tiene nesesidad que la memoria le administre alguna cosa se la hace perdediza y le representa la que menos ha menester, y más le importa olvidar. Un sermón predicó en la Encarnasión, una fiesta del Tránsito, y habiendo de nombrar el sol, dijo «el turbante del flamenco celeste»980; por decir «el Jordán», dijo «anaglifa»981; por decir «aves de rapiña», dijo «aves que pican y picarasar acostumbran»; y por decir que un perro venía muy bravo, dijo que «traía penachos de vanidad plumajeando la cola». La voluntad se le ha estado siempre reacia y de rodillas entre el entendimiento y la memoria, como en paréntesis, y si acaso alguna vez se ha levantado en pie para alcansar algo, tomando por bordón el entendimiento, ha sido como Tarín, que cuando afirma el bordón en el suelo y alarga el pie para dar un paso adelante recula tres o cuatro hacia atrás. Pero no quiero yo que valga esta escusa porque es nuestro doctorando uno de los hombres que más se paresen a Dios en el modo de saber de cuantos hay, y más paresido a los ángeles en el modo de entender. Porque si por excelencia se dice de Dios que no sabe más un día que otro, más ha de veinte años que comenzó a estudiar su paternidad y no sabe más un día que otro, con traer siempre los libros en las manos. Y si los ángeles entienden sin hacer discursos de ninguna manera, nuestro doctorando tiene discurso. Lleve el diablo en cosa de cuantas hace, y si se mira al dicho de sus confesores, testifica con toda verdad que es un hombre que ha sabido y sabe muchísimo, pero que desde que comenzó a estudiar hasta que se ordenó de misa todo cuanto le han enseñado sus maestros ha sabido debajo de secreto natural y, desde que se ordenó de misa hasta agora, todo cuanto ha sabido lo ha sabido en confesión. Y él mesmo me dijo a mí tratando desto: 979
Nominativos «se toma por los rudimentos o principios de cualquier facultad o arte»
(Aut.). 980
El color del flamenco puede recordar el del sol, como se lee en las poesías de Polo de Medina: «Vime ayer, como un flamenco, / brillando rubio esplendor, / y hoy una vela Faetonte / etíope me volvió». (Ed. F. J. Díez de Revenga. Madrid, Cátedra, 1987, p. 117). Desde luego hay un ataque directo a los cultistas que empleaban estos términos. 981 Es préstamo directo del griego que significa «bajorrelieve» (DHLE). Es palabra muy culta, que utiliza mucho Lope en el XVII, según este mismo diccionario. Da la impresión de que solo quiere ridiculizar a quien la utiliza aquí porque no sabe lo que significa.
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– Padre maestro, verdad es que pudiera saber mucho más, pero júrole por este maso de barbas que ha más de veinte años que tengo un saratán982 en un pecho y desde entonses acá no he tenido un día de salud. Cargo segundo Hácesele cargo al padre fray Hernando que si se precia de lindo y gentil hombre, siendo feo de todos cuatro costados983, y que si le miran a lo gentil hombre tienen aquel corpaso tan informe y por desbastar que no parese sino atambor de corral de negros de aquellos grandes, o fardo de cordellates a medio hacer. Si le miran a la cara, por una parte la tiene roma, por otra parte es al cesgo y aguileña y con más visos que imágines de Italia; si le miran al cabello, lo tiene tan negro, tan crespo, tan mugriento y tan sucio que parese perro de agua; si le miran al color del rostro, le tiene alasán tostado, y agora con los empeines que tiene en él tan colorado que parese tiene los ojos y las narices en pipián984; si le miran a los pies, los tiene con siete dedos en cada uno y uno sobre otro como manojos de sanahorias, y que aunque tiene unas no es. Los ojos azules, como son tan pequeños y ruines y el hueco de la cara grande, se le han entrado la tierra adentro, que no paresen sino ojos de capirote de disciplinante, y tan barbado todo él desde las niñas de los ojos hasta las uñas de los pies, que no parese sino que está aforrado en felpa. Y quien no supiere que se limpia el rostro con unas pinsas de cobre, con que los indios se arrancan las barbas, entresacándose las suyas y dejándoselas como barbas de alcabusí985, no dirá que es criollo de Guaura, sino natural de Osuna, o un oso colmenero o redemptor de la Merced, de los que asisten en Constantinopla. Lo que le ponen de faltas, padre dotorando, mire, ríase por su vida de todo y no dé por entendido, y vuestra señoría se persuada que esto nase solo de envidia, porque le doy palabra que una pascua lo vistió su madre de limpio, porque así lo acostumbraba todas las pascuas, y no más, y se lo envió a Luis de Ávila986, que entonces era escribano de cabildo de Guaura y agora 982 Zaratán es «un género de enfermedad de cáncer que da a las mujeres en los pechos, el que les va royendo y consumiendo de tal suerte la carne, que por lo regular vienen a morir de esta enfermedad» (Aut.). 983 «Por todas partes». 984 «Guisado indiano que se compone de carnero, gallina, pavo u otra ave, con tocino gordo y almendra machacada [...]. Suelen darle color más encendido con achiote» (Aut.). 985 Es decir, de alcaucil, planta parecida a la alcachofa. El DHLE registra la variante alcabucil, entre otras, pero no la que aquí aparece. 986 Como doctor Lucho de Ávila aparece en el Vejamen al doctor Sandoval, de esta misma Universidad, «con su barba a lo renagado de San Pedro» (ms. 7274 BRM).
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es bedel menor desta Universidad, para que le diese aguinaldo, pues aunque se lo envió seguro de mal de ojo, pero no de mal de cara, como «hay ojos que de lagañas se enamoran»987, cogiendo el muchachón en los brazos, estábalo mirando de hito en hito sin pestañear un muy gran rato, y como no dijo: «Jesús, niño, Dios te bendiga», comenzó el muchacho a hacer tanto de pies y de manos que se le desencajó una pierna y le quedó tres dedos más larga que la otra, y si no cojea es porque tiene añadido un corcho con que la empareja y disimula. Otra vez, siendo de diez y ocho años, habiendo de hacer en una comedia el papel de Melisendra, lleváronlo a la Encarnasión a una tía suya monja para vestirlo de mujer y aderesarlo988. Y, como en cosas de cumplimiento aquellas señoras son tan cabales, allí lo enrubiaron y pusieron los cabellos más que unos manojos de azafrán rumí989 y más crespos que unas escarolas, y como él tiene aquellos dos arcos de amor que son las cejas con tanta espesura que cubrirá dos bueyes, aquellos ojos dormidos pero muy alcoholados, los labios crecidos y las orejas de un palmo, estaba cual sea su salud; pero como estaba escarmentada la tía de la pasada, untole la barriga con bálsamo, púsole una faja de ombligo990 polvoreada con romero y algusema991, púsole al cuello una sarta de rosquetes, en una parte llevaba una higa992 para él y para toda su cara, en otra parte, una mano de tejón993 tamaña como uno de sus pies, y con todo esto y haberlo sahumado con palma bendita, cuando salió al tablado y comenzó a representar, paresió tan bien al auditorio que le 987
Conforme al refrán común, ya registrado por Núñez y Correas. Como se ve, se trata de una comedia burlesca, con inversión de papeles. El entremés o comedia de Melisendra se publica en las comedias de Lope de Vega. Se ha especulado con que un manuscrito del mismo pudiera ser autógrafo de Lope, extremo que desmiente P. Cuenca Muñoz, «Estudio paleográfico de algunos autógrafos teatrales de Lope de Vega y edición del entremés de Melisendra (Res. 88)», en CILH, 14, 1999, pp. 149-194. Véase también el trabajo de Jesús Gómez, «El entremés de Melisendra atribuido a Lope de Vega y los orígenes de la «comedia burlesca», en BRAE, LXXXI, 2001, pp. 205-221, y el estudio introductorio de Gonzalo Pontón a la edición de las Comedias de Lope, Parte I. Lleida: Milenio, 1997, pp. 1809-1830. 989 Azafrán romín es «lo mismo que alazor», es decir, «planta que arroja un solo tallo (...) [con] una flor compuesta de muchas florecillas de un color encendido como el azafrán» (Aut.). 990 Representa, pues, el papel de un recién nacido, como era frecuente en los llamados «niños de la Rollona» en los entremeses barrocos. 991 Variante de alhucema o espliego, con poder contra el mal de ojo. 992 Higa es «amuleto con que vanamente se persuadían los gentiles que se libraban del fascino y mal de ojo» (Aut.). 993 Como la alhucema e higa, también la mano de tejón se consideraba eficaz contra los hechizos. 988
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hicieron mal y le dio un mal de trece días, que suele dar a las criaturas recién nasidas, y por muchos días tuvieron perdidas las esperanzas de su vida. Cargo tercero Hácesele cargo al padre fray Hernando que es un hombre sonso y de mal entendimiento porque, preguntándole un religioso grave cómo se llamaba su madre, respondió: «No sé, pardiés, y oíslo la llamaba mi padre, y en esa fee me he estado hasta agora»994. Y porque el día de Corpus Christi estando sentado con estos señores doctores oyendo la comedia se rió del entremés de los Gigantones995, sin que hubiese un alma de cuantas allí estaban que hiciese el menor mudamiento del mundo; y porque dice que los artífices desta catedral la han echado a perder, y que con que tuviera una pulgada más de ancho y dos de largo fuera una de las maravillas del mundo; y porque haciendo una declarasión delante un escribano preguntándole qué edad tenía, abriendo la boca, le mostró las muelas para que la viese en ellas996 porque se le había perdido la fee del baptismo y a él se le había olvidado la que podía tener. Señores, no por eso se ha de decir que es un hombre sonso, que son ésas niñerías. Buen hombre sí es él, y tan bueno que se lo pueden dar a comer a un enfermo desafuciado y no le hará mal. Una vez me comenzó a dar voces en la calle de los Mercaderes: –Abráseme, padre maestro, que soy recién venido. Obligome con esto, como él está en el convento y yo en el colegio, a que pensase que venía de fuera de aquí, y preguntándole: «Mi padre, ¿cuándo vino vuestra paternidad?», me respondió: «Ahora seis meses». Siendo prior en Yca, tuvo nesesidad de escrebir al señor visorrey, que entonces era, una carta de importansia a la cual puso por sobreescrito: «Al excelentísimo señor Príncipe de Esquilache, visorrey destos reinos, en su palacio enfrente de la Chocolatera, que vive en la calle donde venden hierro viejo, como vamos hacia la puente»997. En este mesmo tiempo, habiendo estado más había de dos años por prior en aquel convento, vivía en aquella villa un caballero, más había998 de otros 994 Oíslo es la forma familiar de designar al marido o la mujer por parte del otro cónyuge en el Siglo de Oro, como se puede leer en el Quijote. 995 Existen varios entremeses con este título, uno de ellos de Luis Quiñones de Benavente, pero otro también de Francisco de Castro, muy posterior a la fecha de este vejamen. Probablemente se esté refiriendo al primero, aunque pudiera hablar de otra pieza dada la frecuente repetición de títulos en el teatro breve. 996 Hay una evidente animalización, por cuanto esta costumbre es propia de los compradores y vendedores de bestias. 997 Esquilache fue virrey hasta 1621, como se ha dicho arriba. 998 Tal vez por atracción de la expresión anterior.
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tantos, y estando muy triste por la muerte de su mujer y de un hijo solo que tenía, y que con la muerte de entrambos había perdido seis mil ducados de renta que tenía en unas viñas, yendo a ver y entrando por la puerta de la sala, comenzó a decirle a voces: –Muchos días ha que he deseado esta ocasión para poder besar a vuestra merced sus manos y ofreserme a su servicio. Y despidiéndose dél, dijo: «Muchos días destos vea vuestra merced con mucha vida y salud». Pero qué mucho, pues no tiene pólvora más que para la primera salva y no sabe más que preguntar al principio de la visita: «¿Cómo está vuestra merced?», y después de estar bromeando cuatro horas, sólo se despide con decir: «Otro día volveré más de espacio a verme con vuestra merced». Cargo cuarto Hácesele cargo al padre doctorando de que es hombre melindroso porque una vez, echándose a dormir en su celda la siesta, se puso otro religioso en la celda siguiente a escrebir una carta y se levantó quejando que no había podido dormir con el ruido de la pluma; y porque viniendo de Potosí, hallando en su celda puesta una imagen de San Jerónimo, la hizo quitar porque le espantaba el león que tenía a los pies, y porque poniéndole en su lugar un retablo de San Eustaquio, como estaba el santo con una escopeta para matar un venado999, salía de su celda huyendo la cabeza y encogiendo los hombros muy apriesa porque no le diese con la bala. La verdad es, señores, que por esto no se le puede llamar melindroso, porque aseguro a vuestra señoría que es uno de los mayores macalindones1000 que hay en el mundo. Una vez, estábamos su paternidad y yo comiendo en nuestra chacarilla1001 con otros tres o cuatro religiosos, y estando así, por sobrecomida tratando que no hay que fiar en los contentos desta vida, pues también dan muerte como los mayores pesares, acaso que no debiera, dije yo que el filósofo Crisipo murió de risa porque oyó a una mujer que, en todo su juicio, mandó dar unos tragos de vino a un asno porque había comido
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Es tradición que San Eustaquio, cuando estaba cazando un día vio entre las astas de un ciervo un Crucifijo y oyó una voz que le dijo: «Eustaquio, ¿por qué me persigues?», por lo que se convirtió. A San Jerónimo se le suele representar con un león tumbado a sus pies, que es el que el mismo santo había curado, después de entrar en su monasterio. 1000 «Macalindón quiere decir molinerazo, porque el antiguo castellano llamó maquilón al molinero y macar era moler» (Rosal, en NTLLE s/v). Aquí parece tener un valor metafórico. 1001 Lo mismo que chacra, es decir, «vivienda rústica y aislada» (DRAE, 1884, que localiza en América).
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unas brevas1002. Y apenas lo acabé de decir cuando se me cayó en los brasos desmayado y sin sentido, y volviendo en sí al cabo de muy gran rato, con un gran suspiro, dijo: –Ay, padres, ¿y quién no se derrite al calor de una compasión? Sino pensé morirme. Preguntele yo: –¿Qué ha sido esto, padre maestro?. –¿Qué? Oírle a vuestra paternidad, que no debiera, la desastrada muerte deste filósofo, y pudiera haberlo escusado, pues sabe que otra vez me sucedió lo proprio leyendo en Amadiz de Gaula la nueva que de su muerte trajo Archelausa1003 (también siente como ésta su paternidad la historia y tan blando es de carena1004). Pero, ¿qué se puede esperar de un hombre con más barbas que Esculapio, que anda menudito y habla tiple y echa la voz como de mujer doliente?1005. Cargo quinto Hácesele cargo al padre fray Hernando que toda su vida anda haciendo ademanes con la cara y gestos con la boca. 1002
Es Crisipo, hijo de Apolonio y discípulo de Cleantes, gran dialéctico que, según Diógenes Laercio, murió de risa «pues habiéndosele comido un asno ciertos higos, dijo a su vieja le diese de beber vino generoso detrás de los higos; y así, suelto en carcajadas, murió». (Vidas de los filósofos, II, ed. cit., pp. 100-111) 1003 Es el encantador Arcaláus y la noticia aparece en el capítulo XX de los libros I y II del Amadís: «Cómo Arcaláus llevó nuevas a la corte del rey Lisuarte cómo Amadís era muerto y de los grandes llantos que en toda la corte por él se fizieron, en special Oriana». (Ed. José Manuel Cacho Blecua. Madrid: Cátedra, 1991, p. 449.) 1004 Carena «por metáfora vale dar que padecer y ejercitarse en obras de penitencia» (Aut.). 1005 Comp. con el siguiente texto que recoge el Pinciano en su Philosophía antigua poética: «Al medio estaua nuestro regocijo, cuando entró por la sala vna dueña que, de turbada, no acertaua a dezir lo que quería, y, después, dixo q[ue] Valerio era defunto: y yo me alboroté, como era de razón, y los demás, así galanes como damas, que, a gra[n] priesa, desembaraçaua[n] la sala y llenaban los corredores, y, deseando cada vno ser el primero que al muerto resuscitase, tropeçamos vnos con otros y caymos de manera los ho[m]bres y mujeres que, a no vr tan turbados, diéramos que reyr. En suma: yo llegué antes y hallé a mi compañero como que auía buelto de vn hondo desmayo; la causa le pregunté y qué auía sentido. El me dijo: «Nada, señor, estaua leyendo en Amadís la nueua que de su muerte truxo Archelausa, y dióme ta[n]ta pena, que se me salieron las lágrimas; no sé lo que más pasó, que yo no lo he sentido. La dueña dixo entonces: Tan muerto estaua como mi abuelo; q[ue] yo le llamé y le puse la uña del pulgar entre vña y carne del suyo; no sintió más que vn muerto. Porque el caso no fuese entendido, dixe en alta boz: No es nada: vn desmayuelo es que le suele tomar otras vezes al señor Valerio» (Ed. Alfredo Carballo Picazo, Madrid: CSIC, 1973, I, p. 172).
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Señores, esto es verdad, pero está muy desculpado porque nasió con esa maña desde el vientre de su madre, y como es acción natural no merese ni desmerese en ella. Sabrá pues vuestra señoría que su madre era una mujer con tacha porque tenía vara y media de alto desde la cintura hasta la cabeza, y media vara desde la cintura hasta los pies. Era una mujer gordísima porque entonses se usaban gordas, no como agora, que se usan flacas y tan flacas que tienen la carne entre los huesos y no paresen sino estuches o lanzas aforradas en pellejo de jibia. Y como por ser ya mujer mayor y tener hojaldrada la cara y llena de frunces y alforzas1006, y tener ya la boca que no paresía sino Sierra Morena de dientes, nunca se sospechó que podía estar preñada, aunque siempre sintió al lado del bazo una dureza que le curaban por bola matriz1007, que me espanto cómo no murió mil veces esta criatura. Pero con esto era tan melindrosa, con ser tan vieja, que a los siete meses, que sietemesino es el padre, un día pasando por un corredor, tanto como desde el principio deste teatro hasta el fin, vio cocar1008 un mono, y aquella pansa, que no pudieron contrastar cuántos esparadrapos y drogas hay en la botica, con el sobresalto grande que tuvo, vino a caer de espanto de unas [tachado] chancletas1009 en que andaba, por ser mujer de Castilla, y con el golpe que dio echó aquesta torre de carne al mundo envuelta en un manto de unto sin sal, con cuatro dedos de canto, haciendo gestos como el mono; y como cuando muere algún niño de algún antojo de su madre sale la boca abierta, del espanto que tuvo aquesta buena señora de ver cocar el mono ha quedado nuestro dotorando toda su vida haciendo gestos, y cuando sale al púlpito a predicar, como le paresce a su mesma naturaleza que tiene forma de vientre1010, allí vuelve a reiterar los gestos, de manera, ya que sean tantos en número, que no parese sino que está representando el entremés de Sarabusaque1011, y así le verán en los 1006 Alforza es «aquella porción que se recoge a las basquiñas y guardapieses de las mugeres por lo alto, para que no arrastren y puedan soltarla cuando quisieran» (Aut.). 1007 Comp. con el siguiente texto de Todo es dar en una cosa, de Tirso: «Un burujón / vino a empujar con su cola / redondo, que llaman bola / de Beatriz. /- Callad, simplón. / Bola matriz debió ser./ Milagro será si escapa.» (jornada primera en COMEDIA). Evidentemente se trata de alguna enfermedad que hacía crecer el vientre. 1008 Cocar es «hacer cocos o gestos para causar miedo y espanto, como hace la mona para poner miedo a los muchachos porque no hagan mal» (Aut.). 1009 Chancleta es «lo mismo que chinela o pantuflo» (Aut., que señala en zanco su origen etimológico, citando a Covarrubias). 1010 Se entiende que el púlpito le recuerda al vientre materno. 1011 Existe un entremés titulado El doctor Zarrabullaque, atribuido a Francisco Osorio, que se imprime en Cádiz por Velasco hacia 1646, pero al que su moderna editora fecha entre 1628 y esos años, basándose en la cita de determinado baile, el bullicuzcuz, donde se canta: «Zarabullí, ay bullí, bullí, de zarabullí» (Véase D. Ripodas, Lo indiano en el teatro
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pies mil joanetes por lo mono, y en la cara mil arrugas por lo mico; y por eso le llaman unos Micomona1012, y los que más caritativamente hablan, le llaman Monamicón, porque de los pies a la cabeza es micomona, y de la cabeza hasta los pies es monamicón, y todo él junto es archimico y protomona1013. Cargo sexto Hácesele cargo al padre fray Hernando que es poeta, y sierto que si como levanta los pensamientos aplicara los versos, que fuera un engendro de Lope de Vega, un mono de Garcilaso y un remedo o remendón de los conceptos de Ledesma1014. Una vez, habiendo ca[n]tado su paternidad en el locutorio de las monjas de Santa Clara1015 delante aquellas señoras tres o cuatro tonos en un harpa que canta de milagro (y no hay instrumento que no toque con las manos), quedaron todas tan aficionadas a su música que le enviaron a pedir que les glosase para la fiesta que hacen de las once mil vírgines aquellos dos versos antiguos Sobre el ferido cuerpo de Medoro, / Angélica, la bella, está llorando1016, y que les pusiesen, y como esto le cuesta tan poco, glosando el primer pie, dijo: A aquestas once mil que en tropa santa murieron por Jesús, manso cordero, otra tropa de monjas hoy le canta, no con lloro, ni pena, ni puchero, sino con una música que espanta al infierno feroz y carnicero. menor de los siglos XVI y XVII. Madrid: Atlas, 19991, p. xxv). Muy probablemente se esté hablando de esta misma pieza y su fecha se pueda retrotraer a la de este vejamen. 1012 Parece tomado del nombre de la infanta Micomicona, de Cervantes, en la primera parte del Quijote, o formado sobre la misma base significativa de mico+mona, como se dice en el texto. 1013 Sin duda eco del gran Quevedo cuando escribe en el Buscón: «Al fin, él era archipobre y protomiseria». (Ed. F. Lázaro Carreter. Salamanca: Universidad de Salamanca, 1980, p 34). Pero no deja de ser llamativo el problema de las fechas: la novela se edita en 1626, pero como sabemos es muy anterior a estos años. 1014 Lope de Vega, Garcilaso de la Vega y Alonso de Ledesma se citan como modelos de poetas. El conceptismo sacro del último debía de ser del gusto del vejador. 1015 El famoso Monasterio de Santa Clara, en Lima. 1016 Se reproduce un poema que empieza con estos dos versos en en el Cancionero de Pedro de Rojas, ed. de J. J. Labrador, R. A. DiFranco y M. T. Cacho (Cleveland, 1988, p. 14), el cual se basa –según señalan los editores- en un soneto de Montemayor. Véase también M. Chevalier, Los temas ariostescos en el romancero y la poesía española del siglo de oro (Madrid: Castalia, 1968, pp. 292-296).
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Cien monjas las alaben en el coro, Sobre el ferido cuerpo de Medoro.
Pero saliendo a buscar quien se las celebrase, dejándose la celda abierta, entró un religioso de buen gusto y leyendo la primer glosa, hizo de presto la segunda, que dice así: Con versos tan malditos poetisas, que matas hoy de nuevo al triste moro, y a las vírgines santas martirisas con estar libres de enemigo lloro. A las monjas, Hernando, escandalizas, con glosa tan indigna de su coro, que de ver que tan mal estás glosando, Angélica la bella está llorando.
Pues tiene tan mal entendimiento que, volviendo a la celda, viendo las dos glosas pensó que eran suyas y enviándoselas por la mañana escritas, y un papel puso en la cortesía: «Antípoda de vuestras mercedes, fray Hernando», porque la vicaria le había puesto en el que le escribió: «Quedo como sierva a lo pies de vuestra paternidad, doña Fulana». Y en el sobreescrito dijo así: «A mi señora doña Fulana, cantatriz de Santa Clara, salud, etc». Y llegando yo en aquella ocasión, le dije: «Cantora pusiera yo aquí». –Yo no, mi padre –dijo él–, porque he dispensado con esta señora en el lenguaje, y como decimos a la mujer del emperador emperatriz, y no emperadora, yo quiero latinisar los nombres, y a la mujer del embajador que se llame embajatriz y a la tutora de sus hijos, tutriz, y a la mujer muy habladora, hablatriz, y a esta mi señora, por serlo y ser vicaria y maestra de cantoras, que se llame cantatriz. Cargo séptimo Hácesele cargo al padre fray Hernando que perpetuamente se está midiendo a palmos las tripas, en la distansia que hay desde el estómago asta el corazón. Sierto que para responder a este cargo me paresió no fiarme de mí, sino de personas de buena prudencia y juicio, y ansí sabiendo yo que comunica todas las cosas de su consiensia con el hermano Beytia, religioso de mi casa, porque es chapado en materia de buenas experiensias, y aunque es lego podemos decir que ha criado a nuestro dotorando, y como tal le respeta y reverencia, le pregunté el otro día: –Venga acá, hermano. ¿El padre fray Hernando tiene por ventura caída la paletilla, que parese que se anda abrigando siempre el estómago con el calor de la mano para retener la comida? 315
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–Mire vuestra paternidad –dijo él– sepa que se pone la mano en el corazón porque es enfermo de algunas pasiones, como ha oído decir de la gran bestia, que se cura los males que tiene en el suyo con ponerse de ordinario la mano sobre él. Y si se la pone en el estómago es por taparles la boca a las tripas (tal es él de miserable), porque no se oiga que gruñen unas con otras o que dan voces por de comer, pues dicen que en la casa de los miserables todo es voces. Pero las más veces lo hace de pura gravedad, tales son las voces que le da su tía todos los días porque la tenga: «Hernando, estímate; estímate, Hernando, pues tu orden te estima». Y sierto que ayer cuando fuimos a que le aderesasen los empeines1017 de la cara, para salir al paseo alindado1018, que fueron tantas las que le dio, que salimos mohínos y aun hoy... –Mi hermano, antes que acabe –dije yo– ¿y qué dijeron las monjas de su cara? –¿Qué? Todas decían a una: «Ay Jesús, qué mala cara, ¿para qué dieron tal cosa a la religión?». Otra decía: «No en balde le llaman Maldonado1019». Una decía: «Bien puede ser que su alma sea buena, pero yo no quisiera tan buena espada como su alma en tan ruin vaina como su cuerpo». Otra decía: «Qué buena cara para destetar muchachos a señoras, guarda el coco1020 y santantón?». Y volviéndose a mí su tía, me dijo: «Padre Beytia, haga el alma lo que debe». Y yo como vide el cabe de paleta1021, volviéndome a él, le dije: «Y esa alma, más que el diablo la lleve». Pero, dejadas aparte las burlas y llegando a las veras, me puede muy bien decir vuestra paternidad, mi padre maestro, lo que dijo Anacharón a un tirano que le martirisaba en un mortero, según refiere Laercio en su Vida: «Vestem anacharsis teris non anacharsim, golpes que me has dado, todos son en el vestido, porque ninguno me ha llegado al alma». Y yo darle a vuestras señorías el parabién del nuevo hijo en esta Universidad. Y si los nombres de 1017
«Es una especie de tiña seca que procede de cólera o flema sutil, podrecida o salada, que solamente ocupa el cuero o cutis exterior del cuerpo» (Aut.). 1018 Como adjetivo aparece a mediados del XVI. 1019 El consabido juego de palabras con el nombre del vejado, que se da también hasta la saciedad en todo tipo de escritos de la época. Baste leer los versos encomiásticos que se dedican al Cancionero (1586) de López Maldonado, entre otros de Cervantes. 1020 Guarda el coco es expresión dicha para asustar a alguien, seguramente más propia de muchachos. Cfr. el entremés de Quiñones titulado El ventero: «Ladroncillos, rateros para poco / que andáis con la Justicia a guarda el coco, / pues en tomando un dátil o un confite / jugáis a salta tú y al escondite / y dejándoos cazar como ratones / echáis la bendición con los talones». (Nuevos entremeses atribuidos a Luis Quiñones de Benavente, ed. A. Madroñal. Kassel: Reichenberger, 1996, p. 129). 1021 Aunque tomada del juego, esta expresión significa «translaticiamente [...] la ocasión que impensadamente se vino a las manos» (Aut.).
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las cosas dicen las cualidades de las personas y así vemos que [tachadura] honró Dios a sus mayores amigos poniéndoles nombre de su mano porque parese que los nombres se traen consigo las venturas o las desgracias, y vemos en las historias de los sumos pontífices que casi todos los papas llamados Alejandro han tenido antipapas y en su tiempo ha habido cismas, así es cosa maravillosa que en nuestra España, como se lee en la Crónica de los reyes, todos los reyes llamados Hernandos han sido excelentes y muy buenos reyes, mucho nos damos todos el parabién, y yo se le doy a vuestra señoría, de que teniendo por rector y cabeza a don Fernando de Guzmán1022, tengamos por hermano y compañero al padre maestro fray Hernando Maldonado, difinidor1023 y predicador de mi orden, insigne por su predicasión y letras y por su aventajada virtud, que, si no fuera por sacalle los colores al rostro, yo dijera todas las suyas en particular. Pero por mayor, aseguro a vuestra señoría que es una de las luces que más alumbran aqueste cuerpo místico de mi religión y de quien podré yo decir por compendio de todo lo que dijo Virgilio, en la égloga octava, de un encomio de Augusto Cézar: Semper honor, nomenque tuum laudesque manebunt1024. Cedulillas que se echaron en el vejamen antes de todo 1ª. Estos señores doctores y yo decimos que por cuanto los persas, cuando tenían nesesidad de agua, sacaban una cabeza de asno envuelta en flores por las calles hasta que lloviese y que ayer trajimos a nuestro doctorando envuelta la cabeza en un floripondio (tal parese el capirote blanco) y lo paseamos hasta el camino de Guaura, y hasta que llovió muy bien y nos mojamos todos, que vuestra señoría se sirva de declarar si ha de quedar entre nosotros por cabeza de asno o por imagen de devosión. 2ª. Los mayordomos de la Cofradía de Santa Catalina de Sena, que fundaron los tintoreros en esta ciudad, piden a vuestra señoría una de dos cosas: o que le mande al padre doctorando que quite de sus armas la cruz que tiene sobre el corazón, por ser insignia de su cofradía, o que les pague por la 1022
Rector de la Universidad entre 1624 y 1625, aunque ya antes había ocupado tal cargo (entre 1608 y 1609) y lo seguiría ocupando más tarde (en 1633). Era teólogo y canonista (Carlos Daniel Valcárcel Esparza, San Marcos, Universidad decana de América [1969?]. Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2001). Aparece también en el Vejamen al doctor Almarás. 1023 Definidor es «el sujeto que en algunas órdenes de religiosos tiene el cargo de especial autoridad, que consiste en ser de los ministros que forman uno como consejo, para el gobierno de la religión, en que se resuelven y determinan los casos más graves e importantes de ella» (Aut.). 1024 Eneida 1, 609.
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entrada en ella la limosna que acostumbran a pagar todos los que entran por veinte y cuatros1025. 3ª. Sebastián de Liñán, cargacruces que ha sido muchos años desta ciudad, dice que él se halla cansado y quisiera tomar estado para servir más a nuestro Señor. Está de próximo para casarse con la viuda de Matapatos. Hállase embarasado con tantas libras de cabos de vela y velas enteras como tiene en su poder. Dice que dará la cera barata y hará rebaja el tercio menos de como anduviere y quiere poner tienda de oculista en el Callejón. Ofrésese a sacar por lo que fuere justo todas las cataratas y nubes que tuvieren en los ojos a todos los que tuvieren devosión de curarse con él. 4ª. Los colegiales del Colegio Real están acabando a gran priesa una enfermería y cuarto alto y bajo de mucha ostentasión. Piden a los presentes les ayuden con su limosna. Pedirán para ello dos seises1026 de la China que les han venido y agora hacen oficio de familiares. 5ª. Esta cédula dice que el maestro Esquivel1027 ha hecho un adereso nuevo, gualdrapa y demás guarniciones, y que por tener otro muy usado de que servirse alquilará el nuevo por lo que fuera justo, como sea en día de trabajo; porque si es día de fiesta no puede, porque entonses acostumbra a pasar con él por la plasa para que le vea el señor Arzobispo. Hallarle ha quien le quisiere en casa de Tomás Calafe, en la sala de los doce pares de Francia y nueve de la Fama, junto el Colesio Real. Premáticas y mercedes que ha salido de nuevo en esta corte 1. Quítanse las sotanillas hasta la rodilla, porque con los cuellos rapados o golillas paresen los seglares monigotes recoletos1028. 2. Vuélvense a usar las calzas y hácesele merced del estanco1029 dellas a
1025
Probablemente el individuo que formaba parte de una cofradía en la que solo se admitía un número de veinticuatro personas. 1026 Seises «llaman en algunas iglesias catedrales los niños que asisten al coro» (Aut.). 1027 El maestro Manuel de Esquivel, presente en un claustro de dicha Universidad en 1627, era catedrático de Artes y chantre de Chuquiavo (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., pp. 570 y 793). Dicho maestro aparece también en los dos vejámenes de Oviedo, el Salpicón escolástico, editado por Moñino, y el Entretenimiento escolástico, que edito inmediatamente. Aparece también en el vejamen al doctor Almaraz, de la misma Univesidad, como ocupado de enseñar Gramática en ella (ms. 7274 BRM). 1028 Una referencia al uso de la golilla, que sustituye a la valona en 1623. 1029 «Se llama vulgarmente el sitio, paraje o casa donde se venden los géneros o mercadurías que están estancadas» (Aut.).
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Miguel de Cereceda, amotasén1030 desta ciudad, por dos vidas: esta y la otra. 3. Mándase a las mujeres que no vivan más de treinta años y, si fueren casadas, veinte solos, aunque se casen seis días antes del cumplimiento dellos, y que a todas las mujeres viejas las hagan ceniza y se repartan por todas las iglesias para poner el primer miércoles de Cuaresma sobre las frentes de todos los fieles cristianos. 4. Pasa a las Indias un Joanelo de barbas, que las sube del rostro a la cabeza y las sabe teñir de rubio y lleva mil ternos1031 de pestañas y cejas postizas para las mujeres y otros tantos ternos de capillejos1032, con cabello negro y rubio para los calvos. 5. A la comunidad de San Martín le viene una cédula muy borrable, en que su Majestad la llama «Colegio»1033. Mandase a las mujeres que con poco temor de Dios y de su consiensia insolentemente se atrevieren a pedir algunas que se purguen canónicamente como blasfemas y, si piden a algún doctor propina o guantes o cedulilla de colasión en los grados, les dé aplopejía en la lengua a ella y a todos sus descendientes hasta cuarta generación y a quien no dijere amén.
1030
Almotacén es «el sujeto que cualquier pueblo tiene el oficio y obligación de cuidar de la igualdad y ajuste de los pesos y medidas de cualquier género que se vende y compra en él» (Aut). 1031 Véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 1032 Diminutivo de capillo, «la cubierta de lienzo que para abrigo de la cabeza ponen a los niños luego que nacen» (Aut.). 1033 Se trata del Colegio de San Martín, en Lima, que tendría carácter de Universidad y podría conseguir grados. Se le llamaba también Colegio real de San Martín en documentos del XVII (Catálogo del Archivo Arzobispal de Lima, coord. Por Laura Gutiérrez Arbulú. Madrid: Fundación Histórica Tavera, s.a. publicación en cederrón).
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VEJAMEN QUE DIO EL DOCTOR DON ANTONIO DE CARTAGENA Y SANTA CRUZ AL DOCTOR JUAN DE MORALES ARAMBURU1034 Cuenta Plutarco en la Vida de Demóstenes que estando este famoso orador defendiendo a cierto reo en una causa capital ante el Senado de Atenas, viendo a los jueces con poca atención les dijo que oyesen una gran cosa tan llena de gusto cuanto difícil de determinar; volvieron con notable silencio a escucharle y él prosiguió diciendo: –Caminaba un mozo a Delfos sobre un asnillo, a quien seguía el que se le había alquilado; era entre doce y una y era tanto la canícula que, no pudiendo sufrirla, se bajó del pollino y se puso a su sombra. Pareciéndole a propósito al arriero dijo que aquel privilegio era suyo porque él no había alquilado la sombra, sino el asno. Deste punto se iba a bajar Demóstenes y, pidiéndole los senadores que prosiguiese, dijo: –De asini umbra audire desideratios, et de rebus seriis loquentem auscultare non vultis? (¿Es posible que las cosas de veras no se escuchan y las de burla se oigan con tanta atención?)1035.
1034
Probablemente hermano de don Diego de Morales Aramburu, canciller de la Real Audiencia, que aparece en documentos de la década de los 30 y 40 en Lima (Catálogo del Archivo Arzobispal de Lima, cit.). 1035 Anécdota atribuida a Demóstenes, que era proverbial en la época. Cfr. el siguiente texto contemporáneo: «Inter doctorum exempla lepidum illud Demosthenis, cui cum Athenis, causam capitalem defendenti, auditores parum attenti obstreperent, paulisper iam nunc, inquit, mihi aures praebete, rem novam & auditu iucundam in medium prolaturus sum. Adquae verba cum ilico altum silentium summaque auditorum attentio exstitiset: Iuvenis quispiam inquit, asinum conduxerat, rerum quiddam Athenis Megaram deportaturus, in itinere vero cum vehementi ardore solis infestaretur, nec umbraculi copia uspiam eset, tandem bestiam radiis solaribus opponens sub asino, ut aestum effugeret, resedit: ibi agaso obtestari, factum controvertere, bestiam depellere, asinum ut iter, non ut umbram faceret locatum dicere. Alter ex adverso, ius asino utendi fruendi pro arbitrio toto locationis tempore sese habere: quid multa? de verbis ad verbera, & demum in litem res deducta est. His dictis, omnibus summa animorum attentione exitum rei exspectantibus, discesum, quantum quidem videbatur, parabat; renitentibus contra Atheniensibus, &, ut reliquam fabulae partem adderet, flagitantibus; ibi ille, ita ne inquit, narratio de asini umbra vobis cordi, seria audire operae pretium non videtur?» (Libro de emblemas de Jacob Cats, 1627. Ed. Hans Luijten; adaptations made by Jan Bloemendal, Peter Boot, Els Stronks and Boukje Thijs, Emblem Project Utrecht, Utrecht, 2002 ). De asini umbra (1.3.52) Erasmo: Adagiorum chiliades, Pars prima. El Vocabolario della Crusca recoge: «Abbiamo in proverbio. Disputar dell’ ombra dell’ asino, o della lana caprina: e si dice del disputar cosa, che non rilievi niente». Como hecho curioso cabe mencionar que Friedrich Dürrenmat escribió
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Esto mesmo sucede en la ocasión presente, que si me pusiera yo a referir verdades y casos a que se debiese dar summo crédito, no me escucharan, como se vee en alabar al graduando, que cada cual busca luego portillo por donde escaparse; pero en relatando facetos cuentos, sutiles dichos y acomodados apodos, están todos tan atentos como se vee. Pues denme albricias, que traigo para contar la vida y milagros de un sardesquillo1036, que es ese niño que hurtado de las fajas y envuelto en pañales de doctor me dicen que le tienen elegido por abogado de los niños huérfanos, si ya no es que se quiere alzar con la retoría de aquella pueril casa. De estas y otras cosas claro está que se ha de reír vuestra señoría, pues aunque prohibido ante el senado de los areopagitas, como refiere Sixonio, libro 6 De Republica Ateniensi1037; con todo eso sin desacreditar el lugar ni su gravedad se rieron en cierta ocasión que los hipatenses en Tesalia, como cuenta Apuleyo, adoraban la risa por Dios1038, y lo mesmo sospecha Plutarco de los lacedemonios1039 y, sin duda, Jenofantes vivió muy sano porque, como dice Aristóteles, 2º Heticorem, toda la vida se estuvo riendo, no como Anaxágoras Clasomenio, que jamás le vieron reír, como afirma Eliano, libro 81040. Porque esto de reír es mucho después el drama Proceso por la sombra de un burro, basándose en esta anécdota. El Vejamen al doctor Sebastián de Sandoval, contenido en el mismo manuscrito, la recoge también. 1036 Sardo equivale a «asno», por cuanto eran famosos en la época los de la isla de Cerdeña. «Donoso sardesquito para albarda», se puede leer en un entremés de Quiñones. 1037 Carlo Sigonio, De republica Atheniensium. De Atheniensium Lacedaemonumque temporibus. Bologna: Rosi, 1564. 1038 En los libros I y II del Asno de oro se recoge la anécdota del acuchillamiento de tres supuestos ladrones por parte del protagonista; los que mandan en Hipata pretenden ajusticiarlo, hasta que se descubre que eran tres odres de vino y todo consistía en esa ceremonia anual de adoración a la risa. Cfr. el siguiente texto de la traducción castellana del XVI: «Mañana se haze en esta ciudad, dende que se fundó, una fiesta muy solenne, la qual nosotros solos y no en otra parte festivamos con mucho plazer y ritos de alegría al santísimo dios de la risa. Esta fiesta será más alegre y graciosa por tu presencia, y pluguiese a Dios que de tus propias gracias alguna cosa alegre inventases con que sacrifiquemos y honremos a tan gran dios como éste» (Historia de Lucio Apuleyo del Asno de oro. Amberes: Juan Steelsio, 1551, libro segundo, cap. IV, f. 26vº). 1039 Es cita que se suele atribuir a Plutarco y que tiene como protagonista a Licurgo (Plutarco, Vida de Licurgo 25.2 o Vida de Cleomenes 9.1). Cfr. el trabajo de Joseph R. Jones, «Una vez más sobre el Bosio de la «Aprobación» de Valdivielso para Don Quijote II», en Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America 1.1-2 (1981), pp. 111-113. 1040 El sofista Claudio Eliano (175-238? d.C.), que escribió entre otras obras De natura animalium y la Varia historia, en cuyo libro 8, capítulo 13 se encuentra, efectivamente, la referencia a Anaxágoras Clazomenius, que nunca reía (Aelianus, Varia historia. Ed. R. Hercher. Lipsiae : B. G. Teubneri, [s. a.], pp. 92-93).
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señal de salud, como dice Hipócrates y el doctor Orejuela en un tratadito De auriculis1041. Yo a lo menos aconsejara a todos los presentes que celebrasen mucho este mi vejamen, porque si no sucederá lo que cuenta Pogio in Facetiis1042, que llegando dos embajadores a Urbano Quinto, el uno dijo mal y tardó infinito en relatarle la embajada y el otro, que era más discreto, solo dijo que traía orden si Su Sanctidad no los despachase en breve para que su compañero volviese a repetir todo lo dicho (Etiam in mandatis habemus ut eamdem orationem denvo repitamus)1043. Lo mismo digo yo, si no contentare este mi vejamen volverase aquí a repetir el pasado, que, con haberle sercenado tanto el señor Rector1044, fue como paga de tramposo: mala y larga1045, y sin duda los magos hicieron que no se riese nadie, que todos estuvieron tan quietos como si relata la vida del padre Javier o resara el «Creo en Dios padre». ¿Quién vio en tan corto brazo tan prolongado montante?
1041
No encuentro a este doctor ni tampoco el tratado que se menciona, que bien podría ser una referencia falsa y burlesca, dada la cercanía de los dos nombres, aunque también puede aludir a algún doctor compañero de claustro o profesión del vejador. No está clara, por otra parte, la lectura de su nombre en el manuscrito. Todas estas ideas sobre lo beneficioso de la risa son comunes en la época, pues otros autores también señalan como responsables de las mismas a sesudos autores clásicos. Cfr. lo que dice José de Valdivielso en su aprobación a la Segunda parte del Quijote: «No contiene cosa contra nuestra santa fe católica, ni buenas costumbres, antes, muchas de honesta recreación y apacible divertimiento, que los antiguos juzgaron convenientes a sus repúblicas, pues aun [en] la severa de los lacedemonios levantaron estatua a la risa, y los de Tesalia la dedicaron fiestas, como lo dice Pausanias, referido de Bosio, libro II De signis Ecclesiae, capítulo 10, alentando ánimos marchitos y espíritus melancólicos, de que se acordó Tulio en el primero De legibus, y el poeta diciendo: Interpone tuis interdum gaudia curis, lo cual hace el autor mezclando las veras a las burlas». (Ed. F. Rico. Barcelona: Crítica, 1998, p. 610). 1042 G. Poggio Bracciolini, cuyo Liber facetiarum se escribe en el segundo cuarto del siglo XV y se difunde extraordinariamente, también en España (Véase Llibre de facècies, trad. de Francesc de B. Moll. Palma de Mallorca: Moll, 1978, p. 12). 1043 Facecia 125 del libro citado, cuyo original en latín dice: «Pater, inquit, Sanctisime, habemus hoc in mandatis nostris, ut nisi nobis e vestigio, pro his quae petimus, feceritis satis, socius hic meus, antequam hinc recedamus, Vobis iterum referat sermonem suum» (Facezie de Poggio, introduzione, traduzione e note di Marcello Ciccuto. Milano: Biblioteca Universale Rizzoli, 1994, p. 250). 1044 Según la norma, el vejamen tenía que ser revisado y censurado por el Rector. Véase en la introducción el apartado dedicado a las disposiciones legales. 1045 Utiliza una frase proverbial, de la que también hace uso Quevedo en sus obras, cuando escribe: «Turlón, desmesurado, más grueso y abultado que un coloso y más largo que paga de tramposo» (Poema heroico de las necedades y locuras de Orlando, en Obra poética. Ed. José Manuel Blecua. Madrid: Castalia, 1971, III, p. 441).
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Y así considero yo que suele suceder aquí a algunos lo que a Nearco, hijo de Pítaco, tirano de Mitelene, que como cuenta Luciano tuvo modos para coger la lira de Orfeo que tenían los tesalios en el templo de Apolo, pareciéndole que si la tañía se irían los montes y fieras tras él, y sucediole esto por pasiva, que poniéndose una noche a hacer la experiencia le hicieron pedazos los perros1046. A alguno he visto yo aquí con la lira de Orfeo, pero cantó tan mal que fue milagro salir vivo. Ara no quiero vengarme jugando a ventana señalada1047, aunque algunos han introducido aquí el uso de la ciudad de Lindo entre los rodios, que como cuenta Lactancio, libro 1 De institutione religionis christianae1048, hacían fiesta a Hércules diciéndose mal unos de otros y murmurando con tal cuidado que tenían por infausto agüero decir una buena palabra. Pues no creo yo que viene de aquí la antigüedad de aqueste grave acto, pues más se parece el besar a la fiesta teneum de los atenieneses, en que los poetas, como dice Erasmo, se subían en unos carros y unos enfrente de otros se motejaban con ridículos versos al modo que hoy gallean en Salamanca1049. ¡Oh, qué contento estaba el señor doctorando con las esperanzas de que ya me olvidaba dél, pues advierta, señor Joancho, que le sucederá lo que cuenta Homero en el libro 9 de su Odisea, que viendo Ulises que Polifemo iba comiendo a sus compañeros, comensó a regalarle con algunos tragos de 1046 Efectivamente, Luciano cuenta así el episodio: «Más adelante, Neanto, hijo del tirano Pitaco, habiendo sabido que esta lira amansaba animales, árboles y piedras, y que después de muerto Orfeo sonaba todavía sin que nadie la tocase, compró a fuerza de dinero a un sacerdote, para que, sustituyéndola con otra igual, le diese la lira de Orfeo. Recibióla Neanto; pero no creyendo seguro usarla en la ciudad durante el día, se fue de noche a uno de los arrabales, llevándola oculta bajo el manto. Una vez solo allí, sacó el joven la lira y se puso a tañer y a trastornar sus cuerdas, esperando, en su ignorancia y desconocimiento de la música, que el instrumento iba a producir melodías celestes, seducción y encanto de todas las cosas, y que él iba a ser feliz con la herencia de la habilidad órfica, hasta que acudiendo al ruido muchos perros de los que allí abundaban, despedazaron a Neanto» (»Contra un bibliómano ignorante», en Obras completas, IV. Trad. de Federico Baraibar y Zumarraga. Madrid: Biblioteca Clásica, 1890, pp. 59-60). 1047 Existe la expresión tirar a ventana señalada, que consiste en «usar de algunas expresiones en lo que se dice o se habla generalmente, y en común, que por ellas se note algún sujeto particular, de modo que se conozca que se habla dél» (Aut.). La forma ara, es variante de ahora «corrompida y bárbara» (ibíd.). 1048 El famoso libro De institutione christiana, de Lactancio, que inspira a otros como la Religionis christianae institutio, de Calvino (1536). He manejado las Opera quae extant cum selecta variorum commentariis opera et studio Servatii Gallaei. Lugduni: Franciscum Hackium et Petrum Lesen, 1660. Entre sus pp. 44 y 49 se cita a Hércules. 1049 Curiosa referencia a los gallos salmantinos, que nos da idea también del origen de los mismos, según este vejador: los poetas se motejaban unos a otros como hacen los gallos en los grados.
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buen vino y el cíclope prometió darle un gran don; acabose el licor y pidiéndole Ulises la dádiva le dijo que lo prometido era haberle de comer el último. Con esto no hay sino encomendarse a San Justo y San Pastor, niños sanctos, y a todos los que degolló Herodes, porque hay mucho que sufrir, y advierta que no tengo yo la culpa, sino el vejamen, y así digo lo que cuenta Pausanias en el libro 11050 y Eliano en el 8, de los áticos1051, que matan un buey en la fiesta bufonia (de donde de debió de decir bufonizar) y luego constituyen jueces para castigar al que le mató, y todos juzgan que no hubo otro agresor que el cuchillo: qui potest capere capiat; que yo quiero invocar algún auxilio para no incurrir en la maldición de César Escalígero, que excomulga a los poetas y oradores que no invocan. ¿A quien invocaré, si cantar quiero los hechos de un mosquito graduado? Présteme su favor un buhonero, por lo que con muñecos ha tratado; su alfeñique1052 me venda un confitero, pues es este doctor alfeñicado. Mas porque canto gala, amor y aviso, don Adonis me ayude y don Narciso.
Y como que está bien invocado para contar la vida y milagros de el señor Joán de Morales Aramburu, que es la flor de la canela, doctor de Cambray1053 y melindre de monja, y fuera muy proprio para angelito de un nacimiento o sanjuanico de un altar. ¿No han notado que tiene las palabras de filete1054, el rostro de vainica, los bigotes de deshilado y el talle de boli-
1050
Es la Descripción de Grecia, de Pausanias (siglo II d. C), cuyo libro primero trata, en efecto, de la región de Ática. En el capítulo 28 se cuenta que siendo rey Erecteo se mató un buey y se ofreció a Zeus Polieo, después el hacha con que se le dio muerte fue juzgada y absuelta y tal cosa quedó como costumbre. (Ed. María Cruz Herrero Ingelmo. Madrid: Gredos, 1994, I, pp. 160-161). 1051 Esta referencia a la fiesta buphonia se encuentra en la Varia historia de Eliano, libro 8, capítulo 3. (Ed. cit., p. 89). 1052 «Pasta de azúcar que se suaviza con aceite de almendras dulces, que regularmente se toma en las fluxiones catarrales para ablandar el pecho» (Aut.). 1053 Puede aludir a la vestimenta que porta el tal doctor o, más bien, a su aspecto cándido. Cfr. el siguiente texto de Las firmezas de Isabela, de Góngora: «Tadeo, no es esto asi? GALEAÇO: Calla, por amor de mi. / TADEO: I mi alma de Cambrai, candida, / pura i bruñida, io macularla por vos? / No lo permitta mi Dios / en los dias de mi vida» (Ed. R. Foulché-Delbosc, Nueva York: Hispanic Society of America, 1921, p. 462). 1054 «El remate de hilo enlazado que se echa al canto de alguna ropa, especialmente en los cuellos y puños de las camisas para que no se maltraten» (Aut.).
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llo de hacer randas1055?, a quien por secretas razones llaman las damas peje rey1056. Y preciase tan de lindo que le vienen muy bien aquellas palabras de el emperador Domiciano, que dijo de un hombre llamado Mesio, como cuenta Suetonio, vellis tam famosus se quam Mesius sibi videt1057. ¡Quién fuera tan lindo como se imagina el señor doctorando! Y cierto que fue lástima que Lope de Vega no tuviese noticia de su merced en la Angélica para darle el reino que Angélica y Medoro ganaron por lindos1058, y si en Élida1059 había certamen de hermosos y al más lindo coronaban de mirto, {como refiere Borotelano en el libro 191060}, ¿quién duda que a ser en aquellos tiempos se pensara llevar la victoria nuestro doctorando?, pues en estos se tiene por el más gentilhombre y lindo, y no imagina que quien le viere con borla y con capirote1061 ha de entender que es doctor de la decuria1062, graduado en las obras de misericordia, galán de tapa de espejo, verso adónico, dedo meñique del claustro, farsanta en hábito de hombre y conocido en el lugar por don Ninfo y don Masías1063, que es perdido por hacer versos aunque todavía es poeta recién destetado1064, que los hace todavía chatos y romos. Para introducirse escribió a cierta dama este papel: «Calíope de mis entrañas, yo he dado en ser poeta para tener a quien celebrar. Me [he] enamorado de vuestra merced, por quien pienso suspirar hasta quebrarme para hacer luego versos de pie quebrado, gastando en cada
1055
Randa es «adorno que se suele poner en vestidos y ropas, y es una especie de encaje, labrado con aguja o tejido, el cual es más grueso y los nudos más apretados que los que se hacen con palillos» (Aut.). 1056 Pejerrey es un pescado pequeño, de ahí el chiste. 1057 La cita de Suetonio, en las Vidas de los doce césares, es: «Vellem, inquit, tam formosus ese, quam Maetius sibi videtur» (Vitae caesarum, XX). 1058 Se refiere a La hermosura de Angélica impresa en Madrid por Pedro de Madrigal en 1602 e incluida en la edición de las Rimas del autor. 1059 Ciudad de Grecia, a cuyo territorio pertenecía también Olimpia, importante centro religioso donde se efectuaban esas coronaciones. 1060 Debe tratarse del dominico italiano Rafael Volaterano (1451-1522), que escribió –entre otras obras– unos Factorum dictorumque memorabilim libri IX. 1061 Capirote, véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 1062 «En los estudios de Gramática, se llama así la junta de diez estudiantes (y a veces menos) que está señalada para dar las lecciones a su Decurión» (Aut.). 1063 Nombres de enamorados, el primero es significativo y burlesco, el segundo alude al famoso Macías, muerto por sus amores. 1064 Se repite dos veces «recién destetado» en el texto.
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romance dos millones de chaquiras1065 y granates y aun pasamanos1066 de Sancta Isabel. Las obras en que al presente estoy ocupado son unas octavas a una propina de plomo, la comedia de Los sarabueles del alma y el entremés de Los magos encantadores1067. Todo lo enviaré para que se entretenga vuestra merced, cuyo es el poeta de primera tonsura». Sucedió tras esto que la vio merendar de un cuy1068 y unos yuyos1069, que era criolla del Cusco, y hizo esta copla: Señora, después que os vi, nominativo quis vel qui, comiendo estábades yuyos, genitivo cuius, y merendando de un cuy, dativo cui.
¡Qué lindo poeta! Pidió una dama de estas que no desechan ripio, aunque sea cedulilla de un doctor, a un amigo suyo, saya de Londres1070 y ropa de embutido, ¡Dios nos libre de tal petición!, y queriendo jugar de su nombre –Aramburu– dijo nuestro poeta: Señor mío, yo os prometo que si las damas de hogaño dan en pedir seda y paño que harán burro al más discreto.
Desde entonces se le quedó Joán de Haranburro1071.
1065
«El grano de aljófar, abalorio o vidrio muy menudo» (Aut.). «Género de galón o trencilla de oro, plata, seda o lana que se hace y sirve para guarnecer y adornar los vestidos y otras cosas por el borde o canto» (Aut.). 1067 No conozco comedia ni entremés con este título. No figuran tampoco en el clásico libro de Guillermo Lohman Villena El arte dramático en Lima durante el virreinato (1945) ni en la bibliografía específica sobre teatro del Siglo de Oro. 1068 Cuy es «conejillo de Indias» según el DRAE, 1925, que informa que es palabra quechua. 1069 «Hiebas tiernas y comestibles» en Perú (DRAE, 1925). 1070 Existe la saya inglesa, que es «cierta tela de seda con mezcla de colores, llamada así por haberse traído de Inglaterra» (Aut.). Acaso la ropa de embutido sea también la que mezcla varias telas o colores, según la acepción de embutir, «encajar, incluir, entrar una cosa en otra» (Aut.). 1071 Es evidente el juego de vocablo que deforma el apellido de origen vasco compuesto de aran (valle) + buru (cabeza) por el chusco harán + burro. 1066
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Dejo otras muchas cosas por pasar a su gala y confianza, y sea lo primero que pasando por su casa una mujer muy tarde, más afligida que hombre que ha perdido la bolsa, la preguntó la causa de su mal y respondió que iba temiendo que su marido la había de matar por volver de noche a casa, y él dijo: –Si vuesarcé quiere remediarlo, diga que ha estado conmigo y no la reñirá, que todos conocen que está muy disculpada la que se enamora de mí1072. No fue más simple Mario que, como dice Gilberto Cognato, libro 1 Narrationum, viéndose picar de pulgas, entendiendo que era por su hermosura, apagó la vela y dijo: «A fee que no me han de ver ahora»1073. Estando otra vez en una visita, venía un hermano de la señora destos celadores de la Catredal1074, y rogándole que se fuera porque no sucediese alguna mohína1075, dijo muy al sesgo: –Déjenle entrar, que en viéndome se ha de enamorar de mí y decirme ha amores, en lugar de denuestos. Y es tan melindroso y escaso en sus favores que espanta una barata1076 que hizo de sí en cierta ocasión, y esto a mí me lo ha contado, y creo que otras muchas, y por ser caso verdadero se servirá vuestra señoría de darme licencia para que le cuent[e]. Viéndose, pues, acosado de una mujer que le había ido a buscar a su casa, por escaparse de ella y contentarla le dijo: –Béseme y váyase, que viene mi padre, que soy su doncello, querámonos como ángeles, que soy como niño1077. No fue pequeña hazaña, que debe ser muy observante del rito de los de Numidia, que tiene por gran culpa los ósculos, como dice Valerio Máximo, libro 2, capítulo 11078, y debió de sentir esto más que la otra doncella Euni-
1072
Es difícil no recordar figuras de lindos en el teatro, como el protagonista de la comedia de Moreto, El lindo don Diego (posterior en fecha al vejamen) y otras tantas. 1073 Es Gilbert Cognati, también conocido como Gilbert Cousin (1506-1567), en cuya Narrationum sylva, qua magna rerum partim a casu fortunaque, partim a divina humanaque mente evenientium, scitu jucundarum et utilium varietas continetur, libri VIII se encuentra esta fábula. Hay edición de Basilea de 1567. 1074 Es forma habitual en el XVII por catedral. 1075 «Enojo u encono contra alguno» (Aut.). 1076 «Trueque malicioso, engaño, mohatra» (Aut.). 1077 También es frecuente en los entremeses, como en Los mariones de Quiñones, que un hombre se disfrace de mujer y finja melindres propios de enamorada. Cfr. la Colección de entremeses, de E. Cotarelo. Madrid, Bailly-Baillière, 1911, tomo II, pp. 595-598. 1078 En realidad, en el libro segundo, capítulo sexto. Era costumbre de los reyes de Numidia no besar a nadie, según se recoge –en efecto– en los Hechos y dichos memorables, de Valerio Máximo. (Trad. de Fernando Martín Acera. Barcelona: Akal, 1988, p. 150.)
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ca1079, que por otro tanto se hubiera de morir de pena, en cuya relación gastó Teócrito hartos versos1080. Estos cuentos sí que son verdaderos, y no los que me levantaron a mí diciendo que me había enamorado de una librera, siendo así que Hornillos no tiene mujer; y a mí me ha dicho que no piensa casarse, sino es que vuestra señoría le gradúe para tener borla, pues no paran aquí sus melindres que tocan ya en simplezas. Criáronse juntos su merced y un asnillo, quien dice que tenía en lugar de hermano, dijéronle que estaba malo de torosón1081, y respondió: –No es, sino es que lo aojaron, que él y yo estábamos juntos en casa cuando entró la Magandinda, y de lo propio he estado para morirme esta noche. Sahúmenlo como yo lo hago todos los días con pan bendito y romero y luego estará bueno. Este mesmo asno habrá dos meses que se murió y dándole el pésame un amigo suyo le respondió: –Cierto que [e]l asno era un buen hombre, que en verdad que si él no va a buen lugar pobre de mí y de vuestra merced. Pues no es menos lo que dijo, yendo al Callao. Tropesó la mula y díjole su padre: «Dios te ayude, hijo», y respondió: «No es menester, señor, que es muy buena la mula». Dio otro tropesón y con él en el suelo, que parece que Dios le quiso castigar. Volviole a decir: «Dios te ayude, hijo», y respondió: «Ya no puede, que estoy en el suelo». ¡Mire vuestra señoría a quién gradúa! Pero no pasaré de aquí sin dar cuenta a vuestra señoría los sucesos de su lición secreta, que cierto son notables, y como testigo de vista los repetiré fielmente: habiendo, pues, encomendado la lición a su mala memoria, de que yo no fiara cosa, la tarde antes que la refiriese se le olvidó, haciéndole llorar más lágrimas que llora un niño destetado. Debió de querer imitar a Joán Suysed, natural de Escocia, por otro nombre el Calculator, como lo dice aquel argumento de mutua actione, entre los filósofos. Este, habiéndosele olvidado la solución de este argumento públicamente lloró infinito, como cuenta Cardano, Lib. de scientiis1082. Al fin, el pobre Juancho 1079
Nombre de una nereida, hija de Nereo y Dóride. En los Idilios de Teócrito, concretamente en el número XIII: Hilas, se habla de las ninfas Eunica, Malis y Nique (Cfr. Bucólicos griegos. Ed. Máximo Brioso Sánchez. Barcelona: Akal, 1986, pp. 161-162). 1081 Torozón es «dolor agudo en la barriga que da a las bestias, semejante al que en los racionales llaman cólico» (Aut.), de ahí el fácil chistecillo. 1082 Probablemente Jerónimo Cardano, humanista italiano, que escribió numerosas obras de filosofía, matemáticas y medicina (Pavia, 1501-1576), entre las que no encuentro citada esta que menciona el autor del vejamen. 1080
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Lloraba allí sentado, la lición olvidando amargamente, de amores lastimado; bien lo sabe el que estuvo allí presente que medía entre tanto a cántaros el agua de su llanto.
Afli[g]iose de tal manera que dijo: «Cierto que quisiera volverme a la barriga del padre que me parió». Y diciéndole uno que le había parido su madre y engendrado su padre, respondió: «Si se me ha olvidado la lición, ¿qué mucho que no sepa si me parió macho o hembra?». Lo mismo decía Milítides, como refiere Suidas y Eliano en el libro 131083, que nunca supo contar más que hasta cinco, ignorando siempre quién le había parido. Las lástimas de nuestro doctorando fueron tales que afirmó que se moría y pidió confesión, creyendo que sin duda aquel día había comido de una hierba que llaman tembladera, de que algunos caballos de estos señores han enfermado estos días. Al fin dijo que estaba muerto porque de otra manera no se le podía haber olvidado la lición. Algo desto cuenta Pogio in Facetiis de Magniaca, un simple de Florencia, a quien los muchachos persuadieron que estaba malo y luego le hicieron muerto, y se andaba por las calles cerrados los ojos, y todos le daban el pésame, y diciéndole un tabernero que había muerto como ladrón respondió: «Ni si morturus esem, dicerem te per bullam mentiri (Si no estuviera muerto, te dijera que mentías)»1084. Estando en estas aflicciones nuestro doctorando se llegó a un amigo suyo y siendo ya las cinco de la tarde y habiendo de leer luego a la noche le dijo: –Señor Fulano, mande vuestra merced que me digan estas dies misas antes que lea a los padres del [l]imbo, para que me saquen de mi lición, que lo es. Y aquel mercader que vuestra merced conoce que me diga dos de estas misas. Y diciéndole el amigo que cómo había de decir misas el mercader respondió: –Yo le debo un poco de dinero y todas las veses que me vee me dice que si no se le pago, allá me lo dirá de misas, y sin duda debe de decirlas. 1083
Varia historia, ed. cit., libro 13, cap. 15. Sobre Suidas véase lo que se menciona más adelante. 1084 Es la facecia 268 del Liber facetiarum de Poggio, citado. Cfr. el original latino: «Si vivus esem, sicut sum mortuus, inquit, dicerem, furcifer, te per gulam mentiri» (cit. en nota anterior, p. 402). El nombre del personaje es Nigniaca, según las fuentes consultadas. La anécdota sirve de base a otras obras como el entremés de Los muertos vivos, de Quiñones (recogido en su Jocoseria. Véase la reciente edición de esta obra, que edito con I. Arellano y J. M. Escudero. Madrid: Iberoamericana, 2001).
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Pidió también que le dijesen la de los sanctos auxiliadores y diciéndole el Padre Molina que no lo hallaba en el misal dijo: –Ora, señor, vayan a Sancto Domingo, que allí no hay motilón que no me la diga. En esto tiene particulares opiniones. Preguntole uno que sin copia de confesor podía en su doctrina sin confesarse decir misa. Dijo: –Si la dijere vuestra merced de réquiem, y no otra, muy bien podrá. Es gran teólogo. Estos son los sucesos. Debe, doctor de azúcar cande1085, que como dice Alexander Ab Alexandro, lib. 1º, c. 221086, los tebanos ofrecían a sus dioses imágines de lana; yo ofrezco a vuestra señoría un doctor de algodones, que es lástima besarle y hacer guerra al aire, como los eduos1087, pueblos en Francia, como cuenta Sabelo lib. 4, c. 9, se armaban contra el viento Austro1088. Quién podrá referir las cosas que hay que notar en este doctor de argentería1089, que cuando sale de casa piensa que Sale la estrella de Venus al tiempo que el sol se pone1090
Y cuando se entra Es el tiempo cuando el sol se pone y la enemiga del día su negro manto descoge1091.
1085 Azúcar piedra o cande es «el que se endurece y pone más blanco cociéndole cuatro o cinco veces hasta que se quede como cristal» (Aut.). 1086 Es Alexandre de Alexandro en su obra Los días geniales, cuya edición de Roma, 1522 se tituló Genialium dierum libri sex, varia ac recondita eruditione referti. 1087 Una tachadura me impide leer la forma correcta de la palabra. 1088 No he podido localizar a qué autor se refiere, tal vez Marco Antonio Sabélico (1436-1506), humanista italiano autor de diversas obras de tipo histórico susceptibles de contener esta noticia, también de unas anotaciones a Plinio (1508). 1089 «Bordadura de plata u oro con algunos resaltes que brillen» (Aut). 1090 Conocido romance que se hizo muy famoso en su época y que utilizan con diferente intención varios autores, como es el caso de Avellaneda, en el falso Quijote: «Y parece, en fin, a mi señor don Quixote pintipintada, y aun dize della, él, que es más hermosa que la estrella de Venus al tiempo que el sol se pone, si bien a mí no me parece tanto». (Ed. Martín de Riquer. Madrid: Castalia, 1972, p. 154). 1091 Estos versos, muy conocidos también, los utilizan otros autores, como Calderón en La púrpura de la rosa.
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Todo se le podrá perdonar, si no fuera tan amigo de encomendar su bellesa a las damas, que no hay vieja ni mosa a quien no diga «¿qué te parece de este moso?», y así le llaman el moso de qué te parece. Si a mí me lo preguntaran, cansado de las burlas me ocupara en las veras, y alabara al señor don Juan de Morales Aramburu, a quien es justo que todos ensalsen, pues con tanta ostentación y letras ha alcansado el premio que se le debe. Harto bien le venían los encomios que dio Catón a Publio Escipión el Menor, por la sabiduría con que procedió en Cartago, y fuera bien hurtarle a Séneca, lib. 2 Controversiarum, las alabansas con que autorisa el ingenio de Alfonso Flavio1092; pero si Paris, por un himno que hizo llamado Sestón en alabanza de Venus aventajándola a Palas y Juno, mereció ser juez de las diosas, que de aquí vino el apólogo de la mansana, como dice Giraldo ex Suida1093, ¿qué tanto gana quien con justicia alaba? Quiero remitir a versos lo que no cabe en prosa: Hállanse en él las letras de manera que la [e]sciencia del premio coronada busca su ingenio como propria esfera de méritos famosos alentada, con la noblesa que gozar espera una esperanza en frutos dilatada. que es justicia premiar con summa al[tesa]1094 letras, ingenio, méritos, noblesa. Finis.
1092
Se trata de la obra Controversiarum, de Séneca el Viejo, en cuyo libro primero se habla justamente de Alfius Flavus en estos términos: «Extra controversiam dicta. Alfius Flavus praetextatus apud Cestium controversias declamabat. Semper autem commendabat eloquentiam eius aliqua res extra eloquentiam: in puero [eloquentia] lenocinium erat ingenii aetas». 1093 Pudiera corresponderse al famoso lexicón griego de Suidas, lexicógrafo bizantino del siglo X, bien conocido en el occidente por la tradución latina de H. Wolj, editada en Basilea en 1564. 1094 Reconstruyo el final de la palabra, con todos los interrogantes posibles, porque la encuadernación del manuscrito no permite leerla.
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VEJAMEN QUE DIO EL PADRE MAESTRO FRAY FRANCISCO DE UVIEDO PEDRASA EN EL GRADO DE DON FERNANDO LADRÓN DE GUEVARA, COLEGIAL DE SAN MARTÍN, EN LA IGLESIA MAYOR DE ESTA CIUDAD DE LIMA, NUEVE DE NOVIEMBRE DE 162[6?] DEDICADO AL SEÑOR DOCTOR JUAN DE SOLÓRSANO PEREIRA, DEL CONSEJO DE SU MAJESTAD, OIDOR DE ESTA REAL AUDIENCIA DE LIMA, CON NUEVA MERCED PARA LA DE GRANADA, CATEDRÁTICO EN PROPRIEDAD DE LA INSIGNE UNIVERSIDAD DE SALAMANCA
Dedicatoria Va este segundo vejamen a manos de vuestra merced en busca del primero1095, porque como hermanos ligítimos no pueden hallarse el uno sin el otro, ni es bien estén en casas diferentes, pues la de vuestra merced ha sido y es amparo de sus padres y della esperan sus aumentos, sin tener necesidad de mendigar a puertas ajenas nuevos favores. Llámase Entretenimiento escolástico por lo que entretuvo a los que le oyeron en claustro y entretendrá a los que le leyeren fuera dél. Y llámele como quisiere el murmurador, que no es para otro tanto, a quien cuadra la fábula de la zorra cuando viéndose imposibilitada de comer uvas por estar muy altas lo atribuyó a que no eran buenas ni estaban maduras1096. Ordinario lenguaje de zorros y zorras1097 de estos tiempos. Va, pues, señor, este entretenimiento más necesitado de amparo que el pasado, por haber amusgado1098 algunos como si los hubiesen picado tábanos, no habiendo sido ni aun picada de mosquito, pues no tocó en sangre lo que se les dijo, respeto de las lansadas que ellos dieron. El que no quiere oír, calle, y si no quiere le vuelvan la pelota, no la tire, que ni hay cañas sin correspondensia de bohordo1099 ni justicia que no obligue a
1095
El Salpicón escolástico (1625) editado por Moñino. La conocida fábula esópica, que tanta tradición tuvo en castellano en los Siglos de Oro. 1097 Zorra es «el hombre astuto y engañoso que calladamente y sin ruido busca su utilidad en lo que ejecuta y va a lograr su intento»(Aut.). 1098 Amusgado, del verbo amusgar que es «echar el caballo, yegua, macho o mula las orejas hacia atrás, torciendo la boca, movimiento que hacen cuando quieren hacer alguna bellaquería: como morder, tirar coces, u dar corcobos» (Aut.). Pero hay un evidente juego de palabras con el nombre del doctor Amusgo, que aparece más adelante, objeto del vejamen de 1625 que dio el mismo padre Oviedo. 1099 Bohordo es «el salto del caballo» (Aut.), pero también una «lanza corta arrojadiza» DRAE, 1970) propia de los juegos de cañas. 1096
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pagar lo que se debe; y quien es Bernardo del Carpio en la osadía1100, sea Job en la pasciencia, que así hago yo cuando me pican, y cuando más no puedo, me rasco1101. Hagan así los picados y no salten, que donde las dan las toman1102. Y a buen bocado, buen grito1103. Esto siento y sienten los que han tomado el pulso a este negosio, si bien me aconsejan no dé el mío a quien se despulsa en sus visitas, desacreditando mi obra. Diga lo que quisiere, que yo diré solo el refrán Quien se pica, etc1104. Y basta el amparo de vuestra merced para que lusga mi intensión y se vea su sobrada malisia, cuya persona guarde Nuestro Señor para honra de los estudios, lustre de ingenios, ejemplo de jueses y premio de sus capellanes y servidores. El maestro Francisco de Uviedo Pedrosa. Pónense aquí las cédulas que antes de el vejamen se echaron por haber sido graciosas, y lo serán para los que conocieren los subjetos. Primera cédula Una cédula tenía que echar a nuestro muy reverendo padre maestro fray Diego Pérez, y no me atrevo porque lo veo aquí detrás de mí y temo como es tan grande, alargando la mano, me dé un coscorrón. Segunda cédula Vuestra señoría ponga un prestiti al señor doctor Joán de Aramburu1105 1100
Figura legendaria que se convirtió en prototipo de la valentía y el arrojo, como Job es la personificación de la paciencia. Aparece Bernardo frecuentemente en el Romancero y Lope le dedicó una comedia. Cfr. el siguiente texto de la Historia natural de las Indias, de Fernández de Oviedo: «Cuando alcanza la tercera vitoria, píntanle desde los extremos de los ojos, de una raya que le va desde ellos a las orejas. Y aquestos que así están alcoljolados, son estimados por una grand dignidad, e no hay más que ser ni más honra que alcanzar; que paresce que este tal es un Héctor, o un Bernardo del Carpio, o un Cid Ruy Díaz, o quien más quisierdes estimar» (Ed. Juan Pérez de Tudela Bueso, Madrid: Atlas, 1992, III, p. 53). 1101 Cfr. Correas: «¿Píkase? A él le kostará karo. Kuando uno se pika en el xuego le adivinan su pérdida. «Pikarse» es: tomar enoxo i kólera de perder, i porfiar a xugar por deskitarse; i dizen: «Está ziego de puro pikado». Tanbién es: rresentirse de algunas palavras tomadas por agravio, i de algún trato deskortés, i de mala korrespondenzia». 1102 Correas: «Donde las dan, aí las toman; [o] Donde las dan, las toman». 1103 Refrán que aparece ya en Correas con la explicación: «Kontra la golosina i gula ke trae dolor i xemido». 1104 Alude al conocido refrán Quien se pica, ajos come. 1105 Juan de Morales Aramburu, destinatario del vejamen del doctor Antonio de Cartagena y Santa Cruz que reproduzco.
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para que no se vaya de esta ciudad, porque con la avenida de las corvinas1106 no corren ni valen los pejerreyes1107. Tercera cédula Los sombrereros piden que entre en el uso de los sombreros el señor doctor Bejarano1108, porque se quite el dedal de sastre que trae por sombrero, y si no tiene dineros a cuenta de el primer pleito le darán uno. Cuarta cédula A la capellanía de el fuerte de la plaza que han hecho los carpinteros están opuestos el maestro Esquivel1109 y el maestro Coca1110. Contradíceles el doctor Huerta1111 por tener la capellanía de la plaza. Quinta cédula Los días pasados, en un temblor que hubo, una negra de casa de los Allo-
1106
Corvina es «pescado de mar velocísimo, algo semejante al congrio, menos que es más delgado y tiene escamas» (Aut.). Es grande, en comparación con el siguiente, de ahí el chiste alusivo a la estatura de los doctores. 1107 Pejerrey «nombre de diversas especies de peces marinos o de agua dulce» (DRAE, 1992, s/v que localiza en Argentina). 1108 Aparece también en el Salpicón escolástico del mismo autor (Ed. Rodríguez Moñino, p. 222). 1109 El maestro Manuel Esquivel, ya citado. Aunque no parece que se trate de él, existe también un maestro Juan de Esquivel, cura del Cuzco, colegial de San Felipe y San Marcos desde 1598 (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 524). 1110 Es el maestro don Alonso de Coca, citado. Aparece también en el Salpicón escolástico del mismo autor (Ed. Rodríguez Moñino, p. 222). 1111 En 1629 aparece un doctor Alonso de Huerta en Lima, según el Catálogo del Archivo Arzobispal de Lima, cit., doctor en Teología nacido en 1562, que figura en el claustro de esta Universidad a principios de siglo (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit.); pero más probablemente se trata del doctor Juan de Huerta Gutiérrez, abogado de la Real Audiencia de Lima, nacido en Trujillo del Perú en 1602 y muerto en 1678, catedrático de Derecho y de Prima de Leyes (ibíd., pp. 575-576), que aparece en un documento de 1636 (Catálogo del Archivo Arzobispal de Lima, cit). El doctor Güerta aparece también en el vejamen al doctor Almaraz, de la misma Universidad, como «cansado de leer Gramática india» en ella (ms. 7274 BRM). Aparece también en el Salpicón escolástico del mismo autor (Ed. Rodríguez Moñino, p. 222).
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sas1112 entró turbada a sacar un negrito que criaba, y entendiendo que era él, como estuviese a escuras, cargó con él señor Jaime de Allosa1113 y de corrido quiere vender la negra. Vuestra señoría le ruegue que la eche de casa. Sexta cédula Esta es una pregunta que se ha hecho en una cedulilla. Las mujeres que aquí hemos venido suplicamos a vuestra paternidad nos diga tres cosas que deseamos saber: la primera de qué género es alcagüete1114, la segunda cuál es el mejor alcagüete de Lima1115, la tercera en qué facultad se ha de graduar uno para ser buen alcagüete. Respondo: –Mis señoras, salvo el parecer de quien tiene la experiencia, a la primera pregunta (de qué género es alcagüete) digo que es común de dos, pues le usan hombres y mujeres. A la segunda (cuál es el mayor y mejor alcagüete) digo que, supuesto que se ha quitado el tapado1116, el mayor alcagüete es un coche que vuestras mercedes llaman carroza1117. A la tercera (en qué facultad se ha de graduar uno para ser buen alcagüete) respondo que en todas, porque el oficio, aunque es vil, lo requiere. Hase de graduar en Retórica, porque ha de saber decir, amonestar y convencer. En Lógica, porque ha de saber vender lo falso por verdadero y armar una cimera1118. En Filosofía, 1112
Los doctores Allosa o Alloza, hermanos, aparecen igualmente en otros vejámenes limeños del mismo manuscrito. 1113 El doctor Jaime de Alloza y Menacho, limeño, que sería rector de la Universidad en 1631 y 1632. Era clérigo y teólogo, según C. D. Valcárcel Esparza, San Marcos, cit., p. 83. 1114 En las ocasiones que aparece la palabra alcagüete se observa la misma corrección: se ha tachado la h que se había escrito en un principio y sobre ella se ha escrito la g que quedó al final. 1115 El vejamen tiene mucho que ver con esa primera obra narrativa y satírica limeña, que se titula La endiablada, que se debe a J. Mogrovejo de la Cerda y que recientemente ha editado Celsa C. García Valdés. La obra se contiene en el mismo cartapacio de los vejámenes que aquí se editan de la Biblioteca Rodríguez Moñino. 1116 Es decir, el cubrirse la cara con las prendras de vestir. Cosa que se prohíbe por premática en varias ocasiones. 1117 La define Aut. como «coche grande, ostentoso y ricamente vestido y adornado que regularmente se hace para funciones públicas y solemnes». Evidentemente se nos hace ver que aquí que servía para más cosas, por cuanto encubría tratos poco lícitos, una vez suprimido el tapado. 1118 Así por Quimera, que «metafóricamente se toma por pendencia, riña o contienda» y, también, «por la representación o imaginación de alguna o muchas cosas juntas, que en realidad son imposibles y se le proponen al entendimiento como posibles o como verdaderas» (Aut.).
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porque ha de saber y tener conocimiento de los subjetos. En Medicina, porque ha de conocer los achaques y de qué pie cojean los contrayentes y qué humor gastan. En Leyes, porque ha de saber dilatar por dinero y facilitar un negocio y, aunque sea imposible, hacelle fácil. En Teología, porque ha de tener la conciencia ancha y no forme escrúpulos. En Astrología, porque conozca los tiempos, no suceda entrar fuera de él y cogiéndole entre puertas le den cien palos. Fuera de esto, hallo por mi cuenta que ha de ser comediante para hacer figuras conforme se ofreciere y pidiere el papel, ha de tener su punta de hipócrita, para que se le facilite la entrada. Solo se le prohíbe una cosa y es que no sea pintor, porque eso se remite al verdugo para que, si no hiciere bien su oficio, le den doscientos azotes muy bien pintados en las espaldas. No alcanzo más, vuestras mercedes, mis señoras, perdonen. Vejamen Salud y gracia sepades. Sepan cuantos esta carta oyeren como yo, el maestro Francisco de Uviedo, del Orden de Nuestra Señora de la Merced Redempción de Captivos, comendador della, estando con mis cinco sentidos y todo mi juicio entero sin que me faltase en nada, me escusé por tres veces de dar este vejamen, por más que el señor Rector lo pidió y intercedieron otros amigos, porque consideraba que lo que gané en el vejamen pasado podría perder en el presente y porque tenía muy en la memoria la respuesta que el obispo de Mondoñedo, don Antonio de Guevara, dio al Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, cuando le consultó qué haría en esta tercera vez que su Majestad le mandaba ir con gente a Italia por razón de la victoria que tuvieron los franceses en Rávena. Díjole: –Señor, bien es obedecer a los reyes, pero bueno será temer a la Fortuna. No siempre la mar está en calma ni los vientos en un ser. Los hombres que fueron y se hallaron en las jornadas pasadas no parecen, y es fuerte caso perder un hombre en la tercera jornada lo que ganó con tanto trabajo en la primera y segunda1119. 1119 Se encuentra en las Epístolas familiares, libro primero: «Escrebísme, señor, que os escriba qué es lo que me paresce de que el Rey, nuestro Señor, os manda agora de nuevo pasar otra vez en Italia, por ocasión de la batalla que vencieron los franceses agora en Ravena, la cual será en los siglos tan nombrada como fué agora sanguinolenta. A esto, señor, respondiendo, digo que tenéis muy gran razón de dubdar y sobre ello os aconsejar, porque si no cumple lo que le mandan, enemístase con el Rey, y si hace lo que le ruegan, tómase con la fortuna. Dos veces, señor, habéis pasado en Italia y dos veces habéis ganado el reino de Nápoles, en las cuales dos jornadas vencistes la batalla de la Chirinola y matastes la mejor gente de la casa de Francia, y, lo que más de todo es, que hecistes ser la gente española de todo el mundo temida, y alcançastes para vos renombre de inmortal memoria. (Ed. José María de Cossío. Madrid: Real Academia Española, 1950, p. 95).
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Estas memorias hacía yo para no dar este vejamen, pero entró de por medio la autoridad de estos señores de la Real Audiencia, que interponiendo su gusto fue fuerza dársele, respeto de que por momentos nos cumplen los nuestros; y cierto que si lo aceté con temor, tuve particular gusto en considerar había cosa en mí con que servirles. Sepan cuantos aquí están que tengo licencia general para dar a cada cual de estos señores un sepancuantos1120 y, supuesto que tengo licencia general para llevar abarrisco1121 rapados y por rapar, blancos, verdes, azules, rojos y amarillos sin que piante ni mamante (que según la glosa piante aquí quiere decir «estudiante» por su difinición estudiante de pío pío, muerto de hambre, etc.1122), nadie se enoje ni se enfade, pena de que será necio, pues con su licencia hablo y podré decir que San Pablo a los Corintios, carta 2, capítulo 12: Ego incipiens vos me coegistis. Vosotros me habéis puesto el azote en la mano. Vosotros a fuerza de razones, me habéis obligado a esto. Todos decís que os diga, yo os cumpliré, señores, de justicia y irán a sompecete las medidas. Acuérdome yendo a España tuvimos una rigurosísima tormenta, año de 1614. Entre las cosas que se perdieron, perecieron unos cajones de naipes. Viendo la falta que hacían (que en la mar del Norte se usan lo que en esta, detenerse en los viajes por la coima1123), juntaron todos cuantos naipes pudieron hallar y escogieron de ellos los más a propósito, entablando una baraja con que se entretuvieron. Unos naipes desecharon por señalados, otros por viejos, aquellos por rotos y estos por despintados y muchos por manoseados y mugrientos. Lo mesmo haré yo en esta ocasión, supuesto que en este insigne claustro hallo los manjares acomodados en sus facultades. ¿Quién no ve en la Facultad de Leyes y Cánones las espadas, sabiendo que trata de dar a cada uno lo que es suyo? [tachadura]. La justicia. Y a la Justicia la pintan con una espada en señal de rectitud. Los capirotes1124 rojos denotan la sangre de los que castiga y los verdes, la esperanza que del castigo se sigue, que es la enmienda, título que le dio Isaías diciendo Opus iustitiae pax1125. Las copas bien se vee en la Medicina, pues ella se funda en 1120
Sepan cuantos «usado como sustantivo, vale lo mismo que golpe recio. Tomose del principio de las escrituras y algunos instrumentos jurídicos» (Aut.). 1121 Abarrisco es un adverbio con el sentido de «indistinta y desordenadamente» (Aut.). 1122 Según recoge Correas, la última parte se calla por pudor: «Estudiante de pío pío, muerto de hanbre i kagado de frío». Acaso sompecete, que aparece después, tenga que ver con sompesar, equivalente del actual sopesar. 1123 Coima es «el derecho que se paga al garitero por el cuidado de prevenir lo necesario para las mesas del juego» (Aut.). 1124 Capirote, véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 1125 Isaías 32, 17.
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jarabes, pósimas, purgas y orinales, que todo se sirve en vasos o copas; el color amarillo denota la color gualdada1126, que con sus medicamentos causan en los enfermos. Y verdaderamente que ellos son recua con que trajina la muerte hombres a la sepultura. Los bastos, dicho se está, en la Facultad de Artes los veremos, si advertimos es facultad que desbasta la naturaleza perficionándola, y si son palos los bastos que de ahí se originan los bastones, palillos son todas las cosas de las artes que sirven de cimbria1127 para fabricar el edificio de cualquiera ciencia y autor suyo hay que se llama Paludano. La color, que es de celos, también es basta, pues bastan ellos a consumir un alma y de ahí salió el dicho de Lope de Vega llamándolos bastos y bastardos1128. Los oros, la Teología sagrada, pues como él entre todos los metales tiene el primer lugar ella entre las ciencias. Mas, dirá alguno, ¿cómo si es oro, los capirotes de sus doctores son blancos? Respondo que como según Gislerio, los doctores son los sarcillos1129 de la Iglesia, que le hermosean el rostro y estos sarcillos son de oro plateados, como dice el Espíritu Sancto: Murenulas aureas faciemus tibi vermicultas argentum1130. Por eso nuestros doctores, siendo su ciencia en lo oculto oro en lo público, son de plata1131. Ya tenemos los manjares, resta agora escoger cartas, supuesto que hay de cada manjar tantas. Las primeras que echo de parte son los señores de la Real Audiencia y Sala de el crimen por cartas señaladas, y así por tales no podemos jugar con ellas ni metellos en baraja. No es gente para burlas, ellos son las fuentes donde todos hemos de ir a beber y, si enturbiamos las aguas, cuando lleguemos no podremos gozallas. Pero de paso pregunto yo a mi auditorio, no hablo con sus mercedes, qué quiso decir el señor oidor Joán Jiménez de Montalvo, presidente de esta Real Audiencia, cuando me mandó diese este vejamen diciendo: –Padre maestro, pique a todos, licencia hay para ello. El claustro la ha dado, pero ¡sea yo el primero, sea yo el primero, válgame Dios!
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«Se aplica a lo teñido con el color de gualda, que es amarillo o dorado» (Aut.). Cimbria es «el arco de madera que se hace para formar sobre él la vuelta de la bóveda» (Aut.). No sé a cuál de los distintos Paludanus se quiere referir. 1128 En varios lugares llama Lope «bastardos» a los celos, como en la Arcadia (1598), en un poema que comienza justamente: «Celos bastardos, mal nacidos, celos» y que Lope repite en La escolástica celosa (La Arcadia. Ed. Edwin S. Morby. Madrid: Castalia, 1975, p. 359). 1129 Variante de zarcillos documentada en la época. 1130 Se cita el libro del Cantar de los Cantares de Salomón (1, 10) de la Vulgata. 1131 Las tres últimas palabras escritas sobre una tachadura. 1127
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¿«Sea yo el primero» qué quiere decir?, que me ha dado que pensar. Imagino que lo debió de hacer, salvo el mejor parecer, entendiendo que a toda la Audiencia había de vejar y en tal caso, como estima tanto su antigüedad, picando a los demás quiere no perdella, que hasta en el vejamen quiere ser primero, y eso debió de encargarme diciendo «Padre maestro, sea yo el primero, sea yo el primero». Descarto también por cartas viejas al señor doctor Cipriano de Medina1132, al doctor San Miguel1133, al doctor San Juan, al doctor Amusgo1134, al doctor Padilla1135. También aparto por cartas manoseadas, que por la mugre huelen mal, al señor doctor Huerta, al señor doctor Bejarano1136, al maestro Esquivel, al maestro Bermúdez1137, que de manoseados en todos los
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Aparece en 1602 un doctor así llamado, decano de la facultad de leyes de la Universidad (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit.), que probablemente es el mismo que un doctor así llamado, abogado de la Real Audiencia de Lima, que aparece junto con su mujer doña Sebastiana de Vega, con motivo de hacerse monja una hija suya en 1611 (Catálogo del Archivo Arzobispal de Lima, cit.). Era peninsular y había sido rector de la Universida entre 1605-6 y 1617-18 (D. Valcárcel, San Marcos, cit., p. 82). No se puede olvidar, sin embago, que en el Vejamen al doctor Almaraz (ms. 7274 BRM) se cita a un padre maestro fray Cipriano de Medina, como catedrático de música de la Universidad, que no parece el mismo. Tal vez sea el mismo que el doctor fray Cipriano de Medina, del orden de predicadores; era sobrino del doctor don Feliciano de la Vega, primer catedrático de prima de Teología de la Universidad, y quien heredó tal cátedra a la muerte de este (Fray Antonio de la Calancha, Historia de la Universidad de San Marcos hasta 15 de julio de 1647, ed. cit., p. 10). 1133 El doctor Antonio de San Miguel, repetidamente aludido en otro vejamen de este códice, el que se dio a Sebastián de Sandoval, como autor de otro vejamen. Asiste al claustro de 1627 (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 793). 1134 Se ha tachado antes «Aguilar». Se trata del doctor Melchor de Amusco, presente en el claustro de 1627 en esta Universidad (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 793). 1135 Probablemente el doctor limeño Baltasar de Padilla, teólogo y canónigo, rector de la Universidad entre 1618 y 1619 (D. Valcárcel, San Marcos, cit, p. 82). Era graduado en Cánones y había nacido en 1567 (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit). 1136 Acaso el doctor Juan López de Bejarano Cabeza de Vaca, que forma parte del claustro de la Universidad a principios de siglo y en 1627 (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 793). 1137 En la documentación consultada aparece en Lima en 1617 el maestro Juan Bautista Bermúdez, en un pleito. Tal vez se trate del personaje que aparece aquí (Catálogo del Archivo Arzobispal de Lima, cit.). Se le cita como maestro de Gramática en el Vejamen al doctor Almaraz (ms. 7274 BRM).
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vejámenes no huelen bien. Desecho también las cartas cortadas, las puntas, y rotas, como el señor doctor Falconi1138, doctor Galván1139, doctor Aguilar1140, que en opinión de el licenciado Villarreal1141 están cortadas y rotas porque son quebrados, circuncidados y potrosos1142. Otras cartas hay despintadas que no pueden hacer juego, no entrar en baraja, respeto de que al brujulear1143 no se conocerán por la pinta, y más si se coge una figura al revés. Y así descarto al maestro Ábrego1144, que tiene los antojos a contrario sensu, y al señor doctor Clavero, cura de El Callao1145, porque habiendo pintado en señoría se le despintó y no la halla por más que brujulea las cartas que le dieron de Castilla. Las cartas restantes harán baraja, que son estos señores doctores y maestros que han quedado, y porque no hablemos de ausentes, que huele a trai-
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Como doctor en Medicina aparece en el Vejamen al doctor Almaraz (ms. 7274 BRM), pero no tenemos más noticias de él. 1139 El doctor Francisco Ramós Galván, que forma parte del claustro de la Universidad a principios de siglo y en 1627 (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 793). 1140 El doctor Juan Bautista de Aguilar, o Juan Díaz de Aguilar, canónigo, aparece en documentos limeños de finales del XVI (Catálogo del Archivo Arzobispal de Lima, cit.) y asiste al claustro de 1627 (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 793). 1141 Probablemente el licenciado don Antonio de Villarreal y Leiva, oidor de Lima, que aparece en documentos limeños de 1637 (Catálogo del Archivo Arzobispal de Lima, cit.). 1142 Potroso es el aquejado de potra, «especie de hernia o rotura interior que se causa por bajar las tripas a la bolsa de los testículos» (Aut.). 1143 Brujulear es «mirar y acechar con cuidado y, en el juego de los naipes es ir el jugador descubriendo poco a poco las cartas y, por la pinta, descubrir de qué palo es» (Aut.). 1144 Acaso el doctor Andrés Díaz de Ábrego, graduado en Cánones (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit.). Aparece también en el Vejamen al doctor Almarás y de él se dice: «que siempre anda haciendo puertas, aposentos, entradas y salidas» (ed. cit., p. 88). 1145 El doctor don Nicolás Martínez Clavero, cura y vicario del puerto del Callao, como figura en un documento de 1639 (Catálogo del Archivo Arzobispal de Lima, cit.). Era natural de México y colegial de San Felipe y San Marcos desde 1604; fue el primer colegial que tuvo el privilegio de graduarse de doctor por la mitad y el segundo en graduarse como licenciado del mismo modo, según L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 525. Figura en buen número de pleitos en El Callao por diferentes causas, aunque no consigo entender la alusión que aparece aquí. Como catedrático de Artimética se cita en el Vejamen al doctor Almaraz (ms. 7274 BRM).
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ción, como lo hizo el Padre maestro Amusgo1146, pregunto yo: ¿Está [a]cá el señor doctor Zurita1147 por lo que tiene de largo? Beso a vuestras mercedes las manos. Yo los cito para después. ¿Está [a]cá el señor doctor don Bartolomé de Benavides?1148, ¿está [a]cá el señor doctor Ortega?1149 Apunto porque después no sea menester llamarlos, que por las señas saldrán a la mesa. Cuando se lee una cosa de gusto, habiendo de volver a ella, señálase doblando la hoja o poniendo un ojo al margen. ¿Está acá el señor doctor Becerril?1150 Pues doblo aquí la hoja. ¿Y está acá el señor maestro don Francisco de Godoy?1151 Pues pongo aquí un ojo.
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Probablemente el Padre fray Antonio de Amusgo, de la Orden de Predicadores, catedrático de Prima de Teología y calificador del Santo Oficio (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 850). Recibió el vejamen de fray Francisco de Oviedo el 11 de agosto de 1625 (Cf. A. Rodríguez Moñino, «El Salpicón escolástico», cit.). 1147 Probablemente el doctor don Andrés García de Zurita, canónigo de la iglesia catedral de Lima, que aparece en documentos de 1622. Llegaría a ser maestrescuela de la misma en 1642 (Catálogo del Archivo Arzobispal de Lima, cit.). También forma parte del claustro de la Universidad a principios de siglo y en 1627 (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 793). 1148 Aparece en el Vejamen al doctor Almaraz (ms. 7274 BRM) como ocupado en enseñar Aritmética. Probablemente se trata del doctor Bartolomé Benavente de Benavides, peninsular de Valladolid, que llegaría a ser arcediano de Lima y electo obispo de Nueva España. Se opuso a la cátedra de Escritura en 1630 que forma parte del claustro de la Universidad a principios de siglo y en 1627 (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., pp. 565-566). Pero no se puede olvidar la existencia del doctor Bartolomé Benavides y de la Cerda, licenciado en Cánones y doctor en Teología de la Universidad de Sigüenza. En San Marcos ejerció la cátedra de Vísperas de Sagrada Teología, en esta fecha, posteriormente ocuparía la cátedra de Nona Sagrada Teología en 1631 (Alberto Tauro, Enciclopedia ilustrada del Perú. 6 V. Lima: Peisa, 1988, p. 288). 1149 Aparece en el Vejamen al doctor Almaraz (ms. 7274 BRM) como catedrático de Teología. Su nombre completo era Pedro de Ortega Sotomayor y era limeño. Había nacido en 1587 y prueba de su precodidad es que consiguió la cátedra de Artes a los 19 años, después obtendría la de Vísperas y Prima de Teología y llegaría a ser obispo de Trujillo, Arequipa y El Cuzco; formaba parte del claustro de la Universidad a principios de siglo y en 1627 (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 566 nota). Era canónigo y teólogo y llegaría rector de la Universidad entre 1629 y 1630 (C. D. Valcárcel, San Marcos, cit., p. 83). 1150 El doctor Fernando de Becerril, presente también en el claustro de 1627 (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 793). 1151 Este maestro aparece también en el Vejamen al doctor Almaraz (ms. 7274 BRM) como cura encargado de la enseñanza de la Música en la Universidad. Era natural de Osor-
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Si yo quisiere jugar con mis naipes a los cientos, tenía el juego ganado porque tengo pique, repique y capote1152. Pique en nuestro graduando, pues le tengo de picar, aunque él es tan lerdo que no se sentirá la espuela; repique en el padre maestro Amusgo, pues habiéndole picado en su grado1153 le he de tornar a picar en este, o sea, el repique; las carcajadas de risa que se han de dar, capote en el ceño1154 que han de llevar los que salieren enojados. Pues si quiero hacer carta mayor, está en mi mano; ya se sabe que se compone de sota, caballo, rey y as. El caballo está en la mano, pues el padre maestro Amusgo, como tan grande albéitar1155, conoció en mi fraile, el maestro Salas, tener todas las propiedades del caballo cuando le dio vejamen1156, y me admiro que habiendo de heredar de su padre la medicina haya salido albéitar. ¿La sota a quién la acomodaremos? Al padre maestro Amusgo, y advierta vuestra señoría que de las cuatro sotas la más lamida de cara y talle es la de espadas, que corresponde a lo relamido de la cara del padre Amusgo y cierto que entrando por la iglesia me dijo una mujer: «Padre maestro, péguele a aquel Amusguillo, que es atrevido; dígale que tiene una cara y hocico de muchacha golosa». El as no hallo a quién acomodallo. ¿Está acá el señor doctor Suárez, vicario de El Callao? Pues vuestra merced es el as, no de copas, pues ni come ni bebe de desventurado; sino de oros, porque lo llaman güevo frito y tiene esa cara de güevo añejo estrellado en poca manteca.
no (Chile) y desarrollaba la ocupación de jurista y canónigo, además de teólogo. Llegaría a rector entre 1643-44 (C. D. Valcárcel, San Marcos, cit., p. 83). Sucedió al doctor Ortega en la Magistral de Lima, sería obispo de Paraguay y Huamanga. Murió en 1659 (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 568). 1152 Pique, repique y capote pertenecen al argot del juego de los naipes, ya que pique «se llama en el juego de los cientos el lance en que el que es mano cuenta sesenta puntos antes que el contrario cuente uno», repique es en el mismo juego «el lance en que alguno cuenta noventa puntos antes que cuente uno el contrario» y capote es «no dejar hacer al contrario baza alguna». Evidentemente hay un juego de palabras por cuanto picar es lo que hace el vejador en este vejamen. 1153 Alude al tantas veces citado vejamen anterior que se tituló El salpicón escolástico, editado por Moñino. 1154 Capote «metafóricamente significa el ceño que se pone en el semblante o en los ojos, con que se manifiesta severidad y enojo» (Aut.). 1155 Albéitar es «el que cura las enfermedades de las bestias conforme a arte» (Aut.). Hay que recordar que fray Antonio de Amusgo, vejado por Oviedo en 1625, era hijo del doctor Amusgo, protomédico del Reino. 1156 No tenemos constancia del vejamen a que se alude.
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El rey dicho se está. Lo es el señor doctor ¡Válgame Dios, válgate el diablo! ¿Cómo te llamas, Camacho? ¡No! ¿Macho? ¡Tampoco! ¿Hacho? ¡Menos! ¿Gabacho? ¡No! Ello en acho acaba, cor..., cor...¡si lo había de acertar, Jesús! Corbacho1157. Acabara yo. Su merced es el rey de esta carta, pues entre los que han galleado1158 en mi ausencia ha sido el mejor, y siendo gallos los vejámenes, es rey de gallos1159. Pero merece le corten el pico, no tanto por haber picado al señor Rector, a quien se debe todo respeto, sino porque puso de vuelta y media a un santo Cristo. Mejor lo hizo el gallo de la Pasión con San Pedro que vuestra merced con su auditorio, pues allí el gallo si recordó a San Pedro fue para que, viendo a Cristo, llorase; vuestra merced, si recordó a su auditorio haciendo memoria de Cristo, nuestro Dios, fue para que se riese. Cristo, nuestro bien, no es bueno para burlas, después que pasaron las de la coronación y calvario; sino para veras, que es la mesma verdad. Ego sum via, veritas et vita1160 no es bueno para vejamen, sino para ser alabado, pues a él solo se debe toda honra. Soli Deo honor et gloria1161 no es bueno para hacer reír, sino llorar. Llévese vuestra merced esta reprehensioncita a lo de los teatinos. Aquí llegaba yo con mi vejamen cuando vino el portero y muy a priesa me dijo: –Padre, aquí están dos religiosos de San Agustín, que vienen a ver a vuestra paternidad. Yo, como ocupado, enfademe de la visita, dilos a la trampa. Dije: –Escusadme, decid que no estoy en casa. (De esta suerte se suelen recebir visitas impertinentes. Yo estando en Quito visitando un oidor llegó un criado y dijo: «Aquí está el licenciado 1157
Ildefonso Corbacho de Zárate, clérigo y teólogo, rector de la Universidad en 1647 (C. D. Valcárcel, San Marcos, cit., p. 84). Un doctor don Alonso Corbacho, canónigo de la catedral, desempeña la cátedra de lengua general de los indios a mediados de siglo (fray Antonio de la Calancha, Historia de la Universidad de San Marcos, cit., p. 28). 1158 Entre las varias acepciones de gallear, aquí parece encajar mejor la de dar el gallo o vejamen. 1159 Cfr. el siguiente pasaje de Julio Caro Baroja, Los pueblos de España: «Con respecto a fiestas agrícolas, indicaremos que en Castilla en general se han celebrado las de mayo con esplendor, y en época anterior del año otra que debe considerarse también como agraria en sus orígenes, y que es la «corrida del gallo». Es propia de los muchachos, que eligen entre ellos uno al que llaman «rey de gallos», y consiste en matar un ave de éstas, bien de una forma, bien de otra, en medio de la algazara general» (Madrid: Istmo, 1981, II, p. 219). 1160 Jn., 14, 6. 1161 Se cita ahora la primera epístola de San Pablo a Timoteo (1, 17).
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Fulano». Respondió el oidor: «Nunca acá viniera. Está un hombre cansado de audiencia y negocios y cuando ha de descansar lo vienen a moler». Dio al diablo sus visitas. «Oídos que tal oyen» –dije entre mí– y despedime. Y desde entonces no visité a oidores y, si voy, salgo presto). El lego, viendo estaban en la puerta mis huéspedes y que ya entraban dijo que era imposible despedillos. Alenteme, recibilos y diles asiento, y sin saludarme echó mano el padre maestro Herbaes (el grande que iba con el chico, que estos padres para poder correr y tener salida han de ir grande con chico1162); sacó un papel y dijo: –Estos son unos apuntamientos que yo y mi hermano hemos hecho. Véalos vuestra paternidad y acomódelos en su vejamen. Respondile: –Mis padres, no vivo de eso, yo con mi poco caudal sé hacer vejámenes y sermones sin mendigar a puertas ajenas; y, si sucede salir buenos sus concetos porque yo los adorno, dirán que son suyos. Arist[ót]eles no pudo sufrir alabasen a un discípulo suyo en cuyo nombre había sacado a luz cierta obra y lo mesmo hizo Virgilio con sus versos. Ello, mis padres, el vejamen le ha de engendrar mi entendimiento, parir el alma y criar la lengua, porque no se diga me valgo de trabajos ajenos. Respondiéronme: –Déjese de eso vuestra paternidad y aprovéchese de la ocasión, y si no quiere recebirlos de cortesía, los oiga. Y diciendo y haziendo empezó a leer de esta manera: »Primer pensamiento. Yendo nuestro graduado a comprar una jáquima1163 en casa de un sillero, como no la hubiese hecha, encargó que la hiciesen, dio señal y al despedir le dijo: «Mire vuestra merced, señor sillero, que sea buena». «Descuide vuestra merced», respondió el sillero. Tornó a porfiar: «Mire vuestra merced que sea muy bien hecho». Volvió a responder: «Así será». Replicó tercera vez diciendo: «A fee mía que vuestra merced la haga buena, hágala como para mí». No hay que espantarse de esto, porque tiene ramo de simple. Llegó a un tintorero que le había teñido unas medias verdes a rogarle 1162
Acaso el maestro Hervás, que aparece en el Salpicón escolástico acompañado también por el maestro Diego Peres (p. 232). En lo de «grande y chico» parece aludir a la venta de determinados productos, que se compensan los grandes con los pequeños. Cfr. el siguiente pasaje de una obra americana cercana en fecha: «Los vendieron a todos, rescatando con unos mercaderías de España, y otros por precio de oro cada uno, chico con grande, a razón de a diez pesos» (Fray Pedro Simón, Primera parte de noticias historiales de las conquistas de tierra firme en las Indias Occidentales. Caracas: Ayacucho, 1992, I, p. 199). 1163 Jáquima es «la cabezada del cordel con que se hace el cabestro para atar las bestias» (Aut.).
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que las destiñese diciendo: «Vuestra merced me vuelva verdes estas medias como antes, cuando rogué a vuestra merced las tiñese de negro». Rieron los dos hermanos mucho el pensamiento y a mí, que estaba muy sesgo1164, me preguntaron: –¿Qué le parece, padre maestro? Yo les respondí: –Bien, y supuesto que no he de aprovechar ni decir eso, pasen adelante. Tornó a leer y dijo: »Segundo pensamiento. Nuestro graduando, queriendo imitar a Góngora en lo crítico, dio en hablar un lenguaje que nadie lo entendía, y si le decían algo era su respuesta: «Soy gongorista». Estábase lavando un día los pies y para decir los tenía blancos como un armiño dijo: «Téngolos como un Belarmiño»1165. Estándose riendo le dijeron se fuese a la mano1166, y por decir estoy de gorja1167 dijo estoy de Borja. Despidiéndose de una conversación dijo: «Perdonen vuestras mercedes», y por decir voy a ver renovar el Sanctísimo dijo voy a ver retobar1168. Por decir estaba la sangre en el cuerpo, en el cálix por concomitancia dijo que estaba por contumacia. Es un licenciado Vidriera1169 en sus razones. Tornome a preguntar el padre maestro Herbaes: –¿Qué le parece a vuestra paternidad de estas agudezas? –De esto, subtil y delicado –respondile– son como de vuestra paternidad y su ingenio; y supuesto que yo no he de decir nada de eso, pase adelante con sus pensamientos. Tornó a leer diciendo: »Tercer pensamiento. Estando visitando a una enferma, se quejó de que no comía y que todo le parecía mal cuanto se hacía en su casa, que ella comiera algo de fuera. Nuestro graduando le respondió: «Mi señora, ¿qué se le antoja? Dígamelo vuestra merced qué le da gana de comer». A la enferma abriéronsele los ojos, 1164
Sesgo significa «sereno y sosegado» (Aut.). Juega de vocablo con el nombre Belarmino y la combinación bel + armiño. 1166 Ir a la mano es lo mismo que «detener, embarazar e impedir que otro ejecute alguna acción» (Aut.). 1167 Gorja vale también «chanza, alegría, regocijo, bulla y fiesta, y así se dice estar o no estar de gorja» (Aut.). 1168 No está clara la lectura de esta palabra. 1169 La figura del protagonista de la novela cervantina de igual título se había hecho proverbial, como se ve, muy poco tiempo después de su creación. Volverá a aparecer en estos textos. 1165
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entendiendo le quería hacer algún regalo, y ansiosa le preguntó: «¿Por qué lo dice, señor licenciado?». Él respondió muy severo: «Por venir a comer con vuestra merced ese día». Yo reíme de la frionera1170, y dijo el padre maestro Herbaes: –¿Qué siente de estos, digo? –Mi padre, le respondí, que pase adelante, pues no lo he de decir. Volvió a su papel y dijo: »Cuarto pensamiento. Siendo estudiante de Retórica, empezando a ensayarse en hacer argumentos, le dijo un estudiante: «Yo quiero probar a vuestra merced que su tierra es mala». Entonces yo le fui a la mano diciendo: «Ese chiste no le sucedió a nuestro graduando, sino al doctor Juan Blásquez1171, y así no se ha de consentir le ahíjen lo que no hizo». El doctor Juan Blásquez fue el que diciéndole Tua terra non est bona respondió: «Nego, sunt poma dulcia, membrilli, granate, camoti, pepini, platani et durazni». Acabó en duraznos, y yo hago una cuenta: la comida se convierte in substantia aliti, los de Guánuco comen duraznos toda la vida.¡Miren qué mucho sean duros en el dar y asnos en el pensar! –Pues este pensamiento se quita, dijo el padre, vaya otro de una visita que hizo. «Quinto pensamiento. Estaba viuda cierta señora del Cuzco, que enviudó en esta ciudad, retirada en una recámara. Estaba toda la casa a escuras, que no le parece a una viuda lo es buena, si no están cerradas las ventanas y sin oír misa un año. Nuestro graduando entró a visitalla por lo de el Cuzco, una criada guiole hasta ponelle a la puerta de la recámara y como estaba obscuro y el umbral alto, entendiendo estaba en un nivel toda la casa, al alzar el pie tropezó en el umbral y cayendo en el suelo dio tan gran porrazo que se hizo las narices y se bañó boca y rostro en sangre; al golpe y grito que dio vino una criada que le tornó a guiar diciéndole:
1170
Friolera, «cosa de poca monta». Como tal aparece en la comedia Cómo ha de ser el privado, de Quevedo (En CORDE) y también en diccionarios actuales como el chileno de Morales, Quiroz, Peña (en NTLLE). 1171 El doctor don Juan Blásquez de Valverde, que era catedrático de Instituta y lo fue de Vísperas de Leyes. Llegaría a ser rector de la Universidad (forma parte del claustro de la Universidad en 1627. L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 577 y 793). Parece que también fue oidor de la Real Audiencia de Chuquisaca, y llegaría a ser gobernador y capitán general del Paraguay y oidor de Charcas, una hija suya de 20 años quiere entrar en religión en 1658 (Catálogo del Archivo Arzobispal de Lima, cit.).
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–Señor, en topando algo con el pie ¿por qué no le alza? Dejolo junto a la cama, que era baja, él alargó el pie y topó con el de la cama, entendió que había otro umbral, alzó el pie con presteza y asentole sobre la barriga de la pobre viuda; ella alzó la voz, él de turbado cayó sobre ella, ensuciándole con la sangre de las narices y las babas de la boca tocas, almohada y cama. Entró una criada, abrió un postigo y viéndole sobre la cama le tiró de los calzones, y como estuviesen fiados de una cinta, trájolos tras sí. Levantose como pudo, una mano en los calzones y otra en las narices; la señora, viendo sus tocas y almohadas llenas de sangre, en lengua mistifori1172, que es la del Cuzco, dijo: –Atatai jisos sea conmigo. Nuestro graduando respondió en el mesmo tono diciendo le dolían las caderas: «Ponítemi tras la mano». De aquí sacamos que si el guai, en opinión de el doctor Corbacho, se compuso por las damas de Guánuco, el atatai por las de el Cuzco y Chiguizaca. Yo, viéndoles solemnizar tanto este cuento, deseoso de que se fuesen le dije: –¿Hay más? Porque pase adelante la memoria. Respondieron: –Sí hay, y un concepto fundado en dos historias. Oiga vuestra paternidad: Temístocles, gran capitán de Grecia, captivó en la guerra de Épiro una mujer hermosa. Apasionose tanto de ella que cuentan se sangraba cuando se sangraba ella, tomando jarabes y purgas cuando ella los tomaba y últimamente se lavaba con su sangre la cara, que tan loco estaba como esto de amores. Y no me espanto de que perdiese hombre de1173 tan buen juicio, que esa es la razón de habelle perdido, que si no le tuviera no tenía qué perder y así no hay necio ni tonto que sea buen enamorado y jamás esa gente enloquece porque no tienen qué perder1174. La otra historia se funda en el emperador Julio Vitelio, que enamorado de otra esclava, estaba tan sin juicio que
1172
Propiamente, «lengua mezclada», por cuanto la expresión mistifori es según el diccionario «una locución latina que se usa en nuestro castellano aplicándola a los delitos de que pueden conocer el tribunal eclesiástico y el seglar» (DRAE, 1822). 1173 Estas dos últimas palabras interlineadas, «hombre» abreviada además. 1174 La anécdota la puede haber leído en el Aviso de privados y doctrina de cortesanos, de fray Antonio de Guevara: «Temístocles famoso Capitán que fue entre los Griegos, este tan ilustre varón se enamoró de una mujer que en la guerra de Egipto había tomado cautiva: la cual como enfermase gravemente, todas las veces que se purgaba ella, se purgaba también él, y si la sangraban a ella sangraban también a él: y lo que más es, que con la sangre que sacaban a ella del brazo, se lavaba él el rostro» (Aviso de privados y doctrina de cortesanos. Valladolid, 1539, p. 204).
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en una enfermedad de esquinecia1175 se curaba con un ungüentillo que hacía de miel y saliva de su dama, creyendo que por ser suya le daría salud. Esto asentado, vamos a nuestro graduando: estaba en la cocina de el colegio tostando unos garbanzos, viole un colegial amigo que le dijo: «¿Qué hace vuestra merced tostando y comiendo garbanzos?». –Señor, ya sabe vuestra merced lo que quiero a Fulana, no sé cómo mostrar el amor que le tengo, y así en estos garbanzos que como y han comido vuestras mercedes estos días lo manifiesto. Preguntole el colegial qué misterio tienen estos garbanzos. Suspiró y dijo el graduando: –Hay, señor, que tiene Fulana cuatro fuentes1176, dos en las piernas y dos en los brazos, y estos son los garbanzos que se quita cuando se cura. El colegial salió haciéndose cruces, dio la voz, vinieron todos y culpándole de semejante grosería, dijo: –Señores, si Temístocles se lavaba con la sangre de su dama y Vitelio con la saliva de la suya, ¿es mucho que yo coma los garbanzos con que Fulana se cura? Véanlo bien vuestras mercedes, que es hecho romano. Saltó uno y le dijo: –No es, por cierto, sino porcuno1177. Acabado este cuento entendí que se fueran, mas sin hacer pausa ni preguntarme qué me parecía pasó diciendo: »Sexto pensamiento. Con esta carestía de sebo sucedió que en el Colegio hubo grande desventura, lo mesmo corrió en los conventos y sentíalo poco la ciudad, porque como los de el Cabildo mataban carneros, sobraba. En esta ocasión el padre Pedro de Molina1178 y con su cuidado dio traza de unas lamparillas y candilejas de papel; nuestro graduando viendo tan cuidadoso al padre Molina, rector en interim, le dijo: 1175
Esquinancia o esquinencia es «inflamación o flemón que se engendra en la garganta y hace dificultar la respiración» (Aut.). 1176 Fuente «se llama también una llaga pequeña y redonda abierta artificialmente en el cuerpo humano con fuego o con cáustico para purgar y evacuar los humores superfluos» (Aut.). Evidentemente la palabra garbanzo tiene que aludir a la porción sólida del humor evacuado. 1177 Hay un juego lingüístico basado en el parecido fonético entre por cierto y porcuno, que es lo que tiene que ver con el puerco. 1178 Encuentro en la documentación consultada a un fray Pedro de Molina Tello, mercedario, en 1667, pero no se puede asegurar que sea la misma persona que aparece aquí (Catálogo del Archivo Arzobispal de Lima, cit).
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–Padre, yo he visto en una casa un candil de una buñiga de mula, alias ca... (lo demás queda para el curioso lector)1179. Riéronse de su parecer y porfiando dijo: –¿Es posible que no me quieren creer, pues frito en manteca alumbra cual un hacha, aguarde vuestra paternidad que yo aprobaré el ca..., digo la buñiga de mula, y verá vuestra paternidad cómo es buen arbitrio. Hizo la prueba, aprobolo el padre Molina y todo el Colegio. Aquí no lo pude sufrir y dije: –Pase adelante, mi padre, y advierta que no es ese cuento para en Universidad, y yo me precio de ser muy cortesano en lo que digo. Vuestra paternidad se vaya con Dios y me deje, que quiero pasar adelante con mi vejamen. Levantáronse de las sillas y yendo a salir de la celda, el padre maestro fray Francisco Herbaes, apretándome la mano me dijo: –¿Está vuestra paternidad determinado a no decir nada a nadie? La verdad me diga: ¿Piensa de veras pagarse de Amusgo? Yo le respondí : –Mi padre, cuando Escipión tenía cercada a Numancia, atormentábanle sus capitanes envistiese y no quedaría a vida ningún numantino. Él respondió: «Más estimo la vida de un ciudadano de Roma que quitalla a cuantos hay en Numancia»1180. Así que, mi padre, más estimo mi crédito que vengarme de mis enemigos, y tengo por cierto que pensando un hombre desquitarse de lo que perdió suele adeudarse de nuevo y piensan algunos se desagravian y quedan agraviados, y hombres de obligationes más se han de preciar de disimular injurias que de vengarlas. Y respondiome: –Bien está eso, pero no quisiera sucediese con vuestra paternidad lo que a mí con una vieja que confesaba habían hurtado unas gallinas y no quería perdonar al ladrón; yo la amenacé con que no la había de absolver ni Dios la 1179
Es evidente que el vejamen estaba listo para ser impreso, de hecho la presencia de la dedicatoria, así como lo cuidado de la letra de esta copia parecen apuntar en esa dirección. La referencia escatológica a la buñiga o boñiga de vaca intenta evitar una palabra malsonante que se considera indigna de la impresión. 1180 Procede de las Epístolas familiares, libro primero, de Guevara, quien lo atribuye a Plutarco: «Plutarco dice que estando Scipión sobre Numancia, como le importunasen que combatiese a la ciudad y destruyese a los numantinos, respondió él: Más quiero conservar la vida de un ciudadano de Roma que matar a cuantos hay en Numancia. Si esto que dijo Scipión mirasen los capitanes de guerra, por ventura no serían tan temerarios en meter a sus exércitos en tantos peligros, de lo cual se les sigue muchas veces que pensando ellos de tomar de los enemigos vengança, la toman los otros de su sangre propria. (Ed. José María de Cossío. Madrid: RAE, 1950, p. 51).
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había de perdonar, si no perdía el odio que tenía a quien se las hurtó. Ella, afligida, me dijo: «Padre, que Dios no me ha de perdonar ni vuestra paternidad absolver si no perdono? Pues alto, yo le perdono, pero tantos diablos vengan por su alma como plumas tenían mis gallinas, así que, mi padre, no suceda decir perdónole, no le diré nada y allá lo pague con la de sancimus1181. Con esto despedímonos, fuéronse ellos y yo volví a tomar la pluma, o por mejor decir, los naipes; yo fuilos repasando y notando qué decilles. Confieso que de cuando en cuando me tentaba la venganza y yo me estaba en mis trece venciendo esta tentación. Volvía diciendo: «Mir[en] qué dijo, había llegado a Oviedo no vuelva manvacío1182 y si fue por lana, vuelva tresquilado»1183. Estando en este combate oigo unas voces descompasadas que decían: «Deo gratias, deo gratias1184». Volví el rostro y vi entrar al padre Juan de Palma1185 muy alegre, decía: –¿Qué hay por acá, qué hay por acá?, ¿cómo va de vejamen? Todo el mundo está aguardando. ¿Hay algo contra Amusgo, el dominico? Yo le respondí: –No tratamos de eso, vuestra merced se vaya y me perdone, que tengo que estudiar. Replicó: –Venía yo a leelle a vuestra paternidad un sermón, ahora que tengo los dedos en los ojos1186. – ¡A los moros! Tornó a porfiar (que es un cansado) diciendo: –Luego me iré. Por su vida, ¿tiene intento de dalle alguna vuelta al dominico? Porque parecerá mal y harta desdicha se tuvo, pues en lugar de dar el vejamen lo leyó y todo fue frionera y le chiflaron1187 como a toro y dieron 1181
Evidentemente reproduce burlescamente una expresión hecha probablemente del mundo de la Iglesia o de las leyes. La palabra deriva de sancio, «santificar, promulgar». 1182 Manvacío «Ant. El que no lleva nada en su poder» (DRAE, 1803, s/v). 1183 Aparece en Hernán Núñez con la forma: «El carnero encantado, que fue por lana y bolvió tresquilado» (ed. cit., f. 39vº). 1184 Estas dos últimas palabras interlineadas. 1185 Acaso el doctor don Juan Santoyo de Palma, rector que fue del colegio seminario de Santo Toribio, el cual aparece en un documento contra el referido colegio, por el salario que se le adeuda de la cátedra de Gramática, que leyó cuando fue rector en 1627 (Catálogo del Archivo Arzobispal de Lima, cit.). En el Vejamen al doctor Almarás se cita un «señor licenciado Palma, el jesuita». 1186 Tal vez haga referencia a la frase hecha meter los dedos por los ojos «con que se da a entender que alguna persona quiere engañar a otra intentando hacerla creer, contra lo mismo que está viendo, lo que no es fácil de persuadir» (Aut.). 1187 Chiflaron: «silbaron», es variante fonética que se conserva aún en determinadas regiones españolas y americanas.
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palmadas. Ello fue cosa de burla y lo que de vuestra paternidad dijo le afearon, fuera de que habiendo dicho tanto bien de él sin merecerlo, ¿con qué cara ha de volver la hoja a decir mal? Yo le satisfice contándole una historia: –Sabrá vuestra merced, señor licenciado, que en aquel tiempo de las Comunidades que hubo en Castilla por la ausencia de el señor rey don Carlos y gobierno de estranjeros todos querían ser rey; había un cura en Medina1188, junto a la Palomera de Ávila, vizcaíno (que en siéndolo ha de tener su punta de necio1189). Este, vuelto al pueblo y echando las fiestas decía: –Hermanos, rezad una avemaría porque Dios conserve las Comunidades y otra por don Juan de Padilla, que es nuestro rey y señor, y también por su mujer, doña María de Padilla, reina y señora nuestra, que estos son verdaderos reyes y no los otros tiranos. Sucedió que vino a Medina marchando Juan de Padilla y alojáronse en casa de el necio cura unos soldados, ellos hicieron como tales: hurtáronle las gallinas al partir y un pipote1190 de vino y sacáronle a su moza Catalina. Partida la compañía de el pueblo, el primer domingo dijo en su iglesia después de echadas las fiestas: –Ya sabéis, hermanos, que estuvo aquí Juan de Padilla y sus soldados. Me robaron las gallinas y mi vino y, lo peor de todo, me llevaron a mi moza Catalina1191. Pues dígoos que ni recéis por Juan de Padilla ni por su mujer, rezad por el señor don Carlos y la reina doña Joana, que son legítimos reyes, y los demás son traidores y tiranos y dad al diablo reyes toledanos. Así lo cuenta don Antonio de Guevara, en la epístola que escribió al obispo de Zamora, don Antonio de Acuña1192. De suerte, señor, que tales obras
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Parece que lo que ponía previamente era «Medicina», aunque se ha tachado la sílaba «ci». 1189 Sobre la figura del vizcaíno en la literatura áurea y la idea que se tenía en la época, se puede consultar el libro de Miguel Herrero García, Ideas de los españoles del siglo XVII. Madrid: Voluntad, 1928. 1190 «La pipa pequeña que sirve para encerrar y transportar licores, pescados y otras cosas» (Aut.). 1191 Por supuesto, no hace falta aludir a la malicia que comporta esta referencia. 1192 Nueva cita de las Epístolas familiares, libro primero, que se copia más o menos literalmente: «Es el caso que en un lugar que se llama Mediana, que está cabe a la Palomera de Ávila, había allí un clérigo vizcaíno medio loco, el cual tomó tanta afectión a Juan de Padilla, que al tiempo de echar las fiestas en las iglesias, las echaba en esta manera: Encomiendo os, hermanos míos, una Avemaría por la Santísima Comunidad, porque nunca caiga; encomiendo os otra Avemaría por Su Magestad el Rey Juan de Padilla, porque Dios le prospere; encomien-
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me dices que tal corazón me pones1193: en opinión de el cura de Medina se puede decir mal recibiendo mal agradecimiento de beneficios recebidos y podía yo llevar su opinión, pero no pretendo tal por enseñarle cómo ha de hablar en público. Pareciole bien al padre Palma y, tomándome la mano, dijo: –¡Oh, qué cuento quiero contarle, supuesto que no ha de decir nada de él! Estaba el padre Amusgo predicando un día de la octava del Corpus en su convento y queriendo representar el amor que Dios tenía al hombre le comparó con el que Jonatas había tenido a David, y diciendo de la seña que hacía Jonatas a David con el arco y flecha se puso de puntería, y como se precia de representante en el púlpito, queriendo afectar las razones dijo: «Habiendo Jonatas llamado a sí el cordel y flechas, despidiéndola fue con tanta fuerza que hizo el cordel traquete1194...» –¿Qué es esto, padre Amusgo, traquete se dice en el púlpito? Calle, tenga vergüenza, hable español y, pues se introduce catedrático y examinador, mire por sí. Volvime al padre Palma, santiguándome, él arqueando las cejas me dijo: –¿De eso se espanta? Pues peor fue otra que le sucedió en la Concepción. Quiso representar al vivo cómo eran los murmuradores rueda de cohetes, que unos pegan a otros y de ellos saltan las chispas a los vecinos. Dijo: «Así son los murmuradores, ¿no habéis visto que hacen las ruedas his, his, his, tras, tras, tras, saltando a todas partes?, pues así son». Cuando oí esto no pude tener la risa , díjele al padre Palma: –Cierto, si se hubiera de decir algo al padre Amusgo, eran lindos cuentos esos por ser verdaderos, pero hemos de callar porque ha echado rogadores1195 y tenía una fábula apuntada a este intento con que le diría mucho. do os otra Avemaría por Su Alteza de la Reina Nuestra Señora doña María de Padilla, porque Dios la guarde; que a la verdad estos son los reyes verdaderos, que todos los de hasta aquí eran tiránicos. Duraron estas plegarias poco más o menos de tres semanas, después de las cuales pasó por allí Juan de Padilla con gente de guerra, y como los soldados que posaron en casa del clérigo le sosacasen a su manceba, le bebiesen el vino, le matasen las gallinas y le comiesen el tocino, dixo en la iglesia el siguiente domingo: Ya sabéis, , hermanos míos, cómo pasó por aquí Juan de Padilla, y cómo sus soldados no me dexaron gallina, y me comieron un tocino, y me bebieron una tinaja, y me llevaron a mi Cathalina; dígolo, porque de aquí adelante no roguéis a Dios por él, sino por el Rey don Carlos, y por la Reyna doña Juana, que son reyes verdaderos y dad al diablo estos reyes toledanos» (Ed. cit., pp. 297-298). 1193 Deforma el refrán, que recoge Correas: «Kuales palavras me dizes, tal korazón me pones». 1194 No encuentro la palabra en los diccionarios de la época, parece una derivación del verbo traquetear, tal vez de etimología onomatopéyica. 1195 Rogador es «el que ruega o se interpone con súplicas por otros» (Aut.).
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Rogome el padre Palma se la contase y por dalle gusto, encargándole el secreto, dije: –Sabrá vuestra merced que cuenta Isopo1196 llevaba un asno unos ídolos a cuestas; los hombres que estaban en la calle hincaban la rodilla y, como por cualquier parte que pasaba todos hacían tanta cortesía, el asno entendió que aquella fiesta era por él. Entonose, alzó las orejas, aventó las narices y, arriscado1197, desperezándose dio un rebuzno; el que lo llevaba a su cargo, desembrazando un palo, dándole dos muertos1198, dijo: «Aselle Deum vehis non tibi sed religioni» (borrico, mirad quién sois, no os desvanezcáis porque veis que los hombres os catan respeto, no es a vos, non tibi, a los ídolos que lleváis, sed religioni). No tiene necesidad de aplicarse esta fábula, bien clara es y aplicada se está. Celebrola mucho el padre Palma y fuese, dejándome tan cansado que aún no he vuelto en mí. Viendo que había perdido tanto tiempo y que no me había dejado para hombre la visita, embestí con un libro de Cervantes para entretenerme1199, y a los primeros lances di con una opinión de Orígenes, graciosa, aunque disparatada y mentirosa (que tal vez se duerme Homero). Dijo Orígenes que Dios había criado todas las almas juntas y que por haber pecado contra él, las había encarcelado en los cuerpos, de suerte que conforme fue el delito, les dio la cárcel y el cuerpo mal tallado y de mala cara. En esta opinión denotaba haber en él una alma simple cuyo delicto fue leve, como, digamos, las caras y cuerpos de el señor doctor don Sebastián de Alcocer1200 et del doctor Juan Aramburu1201 y el de el doctor Orosco1202, que con sus jacobi1196
Fábulas de Esopo, cit., p. 122. «Atrevido, resuelto y osado en emprender cosas arduas y peligrosas; y así del que acomete con gran denuedo e intrepidez sin reparar mucho en los peligros a que se expone» (Aut.). 1198 El sentido parece indicar que los muertos serían «golpes», si bien existe la expresión dar un muerto, que significa: «quitar a uno el dinero, ganándoselo con fullerías y trampas» (Aut.). 1199 Probablemente se refiere al Persiles: «Las almas todas son iguales y de una misma masa en sus principios criadas» (Ed. C. Romero. Madrid: Cátedra, 2004, p. 243). En el Salpicón escolástico del mismo Oviedo se cita a «aquellos dos perros de Serbantes tan selebrados Sipión y Bergansa» (Ed. Rodríguez Moñino, cit., p. 225). 1200 Muy probablemente el doctor don Sebastián de Alarcón y Alcocer, que perteneció a la Audiencia de Lima (Fray Antonio de la Calancha, Historia de la Universidad de San Marcos hasta 15 de julio de 1647, ed. cit., pp. 23-24). 1201 El doctor Juan de Morales Aramburu, que aparece como destinatario del vejamen que también reproduzco. 1202 Quizá el doctor don Diego de Orozco, que aparece en documentos de 1635 (Catálogo del Archivo Arzobispal de Lima, cit.). Se le cita como oidor en Panamá (Fray Antonio 1197
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nos1203 y mechones no solo denotan nacieron para damas, sino su gran simplicidad. A esta cuenta ¿qué mala alma tiene nuestro graduando, pues el cuerpo y cara son tan inicuos, quitada la hopa1204 es tan largo que mirado por delante parece el callejón del Surco y mirado por detrás, funda de arcabuz; y mirando cómo estará el alma parece vela encasada y atacada en cañón de escopeta. ¡Oh, pobre alma, paréceme que estás metida en un pozo, pues tu dueño se llama ladrón y dice la Pícara Justina que las almas de los ladrones son como agua de pozo, que no sale si no es con soga!1205 Pobre alma, que siendo tu dueño Ladrón de Guevara estás empozada. ¡Dios te libre de la soga!1206. He notado está el alma de nuestro graduando de mala gana en aquel desmazalado cuerpo; cuando uno hace una cosa a regañadientes o tibiamente decimos la hace de mala gana, y si la hace sin donaire decimos la hace sin alma; el alma rige el cuerpo, si miran aquel cuerpo lacio, encorvado, parece pergamino mojado o madeja sin cuenda1207; dirán que no tiene alma. Si anda, es tan a lo desvaído que no tiene alma; si se ríe, es sin alma, porque no hace más que enseñar los dientes para que le digan la edad1208; pues si habla, otro que peor baila1209, tan sin alma que más parecen las razones babas porque se le caen heladas de la boca y a veces hace de ella asperges1210 porque salen acompañadas las palabras de saliva con que rocía a los circunstantes, más espuma hace hablando que peleando Babieca. En conclusión: si las obras de nuestro graduando son sin sal, esto es sin alma y remisas. Visto es que el alma que las hace está de mala gana en aquel cuerpo o cárcel, deseosa de salir de ella por desenfadarse y salir a
de la Calancha, Historia de la Universidad de San Marcos hasta 15 de julio de 1647, ed. cit., p. 25). 1203 Tiene que ver con el pelo largo, pero no encuentro la palabra con este significado. 1204 Hopa es «especie de vestidura al modo de túnica o sotana cerrada» (Aut.). 1205 Se encuentra en el número tercero de la obra: «Decía un ladrón famoso que el ánima de un ladrón es de casta de agua de pozo, que no sale sin soga» (F. López de Úbeda, La pícara Justina. Ed. Bruno M. Damiani. Madrid: Porrúa Turanzas, 1982, p. 144). 1206 Existe un evidente juego de palabras que se concreta en el uso de la palabra soga, que por una parte alude a la manera de sacar el agua del pozo, y por otra representa, metonímicamente, el castigo a los ladrones. 1207 Madeja sin cuenda «se dice también por apodo de los que son flojos y desaliñados» (Aut., que aporta un ejemplo, precisamente de La pícara Justina). 1208 De paso le moteja de asno, mula o caballo, que son los animales a los que se les mira la dentadura para saber su edad. 1209 Deforma la frase proverbial «Otro ke bien baila».(Correas). 1210 «Voz puramente latina usada en estilo jocoso como sustantivo masculino, y vale lo mismo que rociadura o aspersión» (Aut.).
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lo ancho. ¡Oh, pobre alma, qué mataduras tendrás de estar asentada tanto tiempo en huesos tan duros! Consuélate con que saldrás de ese cuerpo como por cerbatana y descansarás. ¡Válgame Dios!, ¿en qué pensaba Orígenes cuando dijo este disparate erróneo? Él nos deja qué pensar y en leyendo su opinión dije entre mí, que no osé hablar alto: –¿Cómo estará el alma de el señor doctor Jaime de Allosa1211 en aquel encogido cuerpo?. Preguntábame yo y respondíame muy de secreto: «¿Estará esta alma en este cuerpo en pie?. No, que siempre está el cuerpo sobre corchos, jamás se ha visto en pie la pobre alma, y el alma de su cuerpo son los chapines, pues ellos le hacen parecer hombre1212. ¿Estará el alma echada? Menos, porque el cuerpo es deslomado y las piernas son como paréntesis arqueadas, y así jamás la pobre alma, aunque se eche el cuerpo, puede tenderse en él ni estar echada. ¿Estará sentada? Tampoco, porque es alma de cura y es fuerza esté en perpetuo movimiento. ¿Pues cómo estará? Paréceme, pues el cuerpo está siempre cargando hacia abajo, está la pobre alma en cuclillas, pujando y haciendo fuerza por salir, aunque sea extraviada. Tente, pensamiento mío, no te oigan los Allosas, porque hay en su casa un Rodrigo de Vivar que ciñe espada y te puede costar caro1213. Habla entre dientes y suérbete1214 las razones. Ya la casa de Allosa hace piernas1215 pues vemos las de nuestro Rodrigo que hasta aquí no sabíamos si en su linaje las había, por andar todos con faldas. Ya puede hacer rostro1216 su casa, habiendo salido a luz nuestro Rodrigo, que hasta ahora hacía y mostraba dientes.
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Era cura de la iglesia mayor y llegaría a rector de la Universidad. Había nacido en 1582 (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 787). 1212 Para la voz chapines, véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 1213 Un tal R. de Alloza, presumiblemente el mismo aquí se menciona o alguien de la familia, es elegido rector de la Universidad de Lima entre 1651 y 1652 (Cándido Mª Ajo, Historia de las universidades, cit., III, p. 369). La alusión al Cid no merece más aclaración. 1214 Del verbo sorber con el sentido de «atraer dentro de sí algunas cosas que no son líquidas» (Aut.). 1215 Hacer piernas «vale también estar firme y constante en un propósito», pero «traslaticiamente se dice de los hombres que presumen de galanes o bien hechos» (Aut).. 1216 Hacer rostro es «resistir u oponerse al enemigo u fuerza contraria. Úsase también en sentido metafórico», pero «significa también conformarse o estar dispuesto a tolerar con contancia las adversidades y trabajos que amenazan» (Aut.). Su sentido parece claro: por fin hay un hombre en la casa que pueda enfrentarse a sus enemigos.
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Ya pueden decir que la casa huele a hombre1217, pues es el primero que de sus hermanos ciñe espada, que hasta aquí ha olido a mujer, pues todos han traído faldas y chapines. Paréceme se enoja nuestro Rodrigo, pues no se corra, que no lo pagará, señor Rector. Al señor Rodrigo de Allosa1218 no le dieron vejamen, vuestra señoría me dé licencia para que se le dé en compañía de nuestro graduando, que no temo su espada, porque puesto con ella el día de el grado, como era tan larga y él tan pequeño, parecía pollito espetado en asador largo. Hoy se gradúa un Ladrón de Guevara, acompáñale un Rodrigo que también es ladrón de pegada, porque dice el refrán que el que anda entre la miel algo se le pega1219. Anda nuestro Rodrigo entre escribanos, procuradores, alguaciles y rectores: algo se le ha de pegar, solo es menester discernir cuál de los dos es el mal ladrón. Si va por las caras y talles, el talle y cara de nuestro graduando es de mal ladrón, y esa fama tiene en su Colegio, que siempre le cogen en mal acento y cuando lleva algo lo echa en trisca1220 diciendo luego: «Lo traigo, prestado lo llevo». Pero es teólogo y no ha de ser mal ladrón. Preguntáronle si era tomista o escotista, respodió preciándose de su oficio: –Dicho se está, si soy ladrón y teólogo, tomista he de ser, que los ladrones no pagan escote sino en manos del verdugo1221. Alto, señor Rodrigo, vuestra merced es el mal ladrón no por la cara, que es de muñeca de Flandes; ni por el talle, que es de títere o pastor de nacimiento, sino por el oficio, que es jurista, legista y rapista1222; es todo uno y
1217 Se aprovecha aquí el refrán Huela la casa a hombre, y él iva rodando (Hernán Núñez, Refranes o proverbios en romance, cit., f. 59). 1218 Jurista, hermano de Jaime de Allosa. Llegaría a rector de su Universidad entre 1651 y 1653 (C. D. Valcárcel, San Marcos, cit., p. 84). Figura también en el claustro de esta Universidad en 1627 (L. A. Eguiguren, Diccionario histórico-cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y sus colegios, cit., p. 793). 1219 Conforme al refrán Quien la miel menea siempre se le pega de ella (Hernán Núñez, Refranes, cit., f. 110vº). 1220 Debe de tener que ver con la acepción de triscar que dice «enredar y travesear» (Aut.), según el ejemplo que recoge el diccionario académico: «guardaos de palabras juglares y ridículas, de palabras juguetonas y de andar triscando y burlando». 1221 Chistes que se repiten hasta la saciedad en la literatura de corte satírico o burlesco en el siglo de Oro, parten de juego de palabras entre tomar o dar escote y los nombres de tan famosos pesonajes como Santo Tomás o Escoto. Cf. los vv. 59-60 del vejamen de Góngora. 1222 «El que rapa. Suélese tomar en estilo familiar por el barbero» (Aut.), sin duda aprovechando alguna de las connotaciones que el oficio tenía en la época.
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pues los dos ladrones están cerca, hablen ellos: Ait latro ad latrones nos quidem iuste nam digna factis recipimus. Dice nuestro Ladrón de Guevara1223: –Hermano, compañero, a ti digo mal ladrón, nos quidem iuste, muy al justo padecemos, pues nos justan las personas con este vejamen como si fuera jubón de azotes1224. Digna factis recipimus, nuestro merecido nos tenemos, pues pagamos nuestro dinero porque nos crucifiquen y pongan de lodo. Nos quidem iuste, aunque yo solo puedo decir entro y padezco al justo, pues no me perdonan propinas y a vos os las perdonaron, que fue manifiesto hurto pues se dieron tan de mala gana contra la voluntad de los dueños y así fue como hurtallas de el altar. Esto maquinaba yo a solas sobre la opinión de Orígenes, cuando dando de mano a tan prolijo pensamiento determiné tornar a mi traza de los naipes, y pues los tengo señalados, quiero juzgar con ellos, que ya es tiempo de desdoblar la hoja1225, tomar las cartas y hacer algo. Bien pudiera jugar al capadillo1226, pues las barbas, rostro y zancas de nuestro graduando son de capón, pero no quiero, que es juego largo y quiero brujulear por afligir las cartas señaladas. Mas ya es tarde, juguemos al parar1227, porque para el cuidado de los señalados en gusto, viendo que mi intento no fue más de meterles miedo, y qué lindo le han tenido, ¿por cuánto me lo darían, señores emplazados? ¿Qué digo? Buena ha estado la burla y satírico el picón1228, pues cuando esperaban vejamen oyen alabanzas. Cuenta Zurita en sus Annales, año de 640, libro 1, que estando el rey Garci Íñiguez en un pueblo suyo1229 con su mujer doña Urraca sucedió venir sobre ellos intempestivamente unos moros que, asolando el pueblo, dieron muerte al rey y reina. Retirándose los enemigos, los convecinos cristianos acudieron a socorrerle, hallaron sus vecinos muertos y un hidalgo llamado Guevara, montañés, notó que la reina estaba preñada y con un puñal abriéndole el costado sacó una criatura que por milagro de Dios estaba viva, lle1223
No hace falta aludir al nombre del doctorando para sugerir la facilidad en el juego de palabras con él. Recurso típico también de los textos barrocos al que ha dedicado un libro H. Bershas, Sun of proper names, ob. cit. 1224 Jubón «en estilo jocoso vale los azotes que se dan por la justicia en las espaldas» (Aut.), tal vez porque al dejarlas con el color de la sangre, parecía que el ajusticiado llevaba encima un jubón. 1225 Desdoblar «metafóricamente significa volver a continuar y enlazar el discurso que quedó pendiente, o el paréntesis que se hace en él» (Aut.). 1226 «Juego de naipes que se juega quitando los ochos y nueves de la baraja, y porque se le quitan estas cartas debió de llamarse así» (Aut.). 1227 «Juego de naipes que se hace entre muchas personas sacando el que le lleva muchas cartas de la baraja, a la cual apuestan lo que quieren los demás» (Aut.). 1228 Lo mismo que chanza o burla. 1229 Tachado a continuación lo que parece «fue».
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vola a su casa y criola, a fuer de montañés. En el reino de Navarra empezó una gran discordia sobre quién sería rey, a falta de heredero forzoso; duró algunos años, hasta que estando juntos los potentados de el reino para elegir rey entró Guevara acompañado de su niño y dijo: –Señores, no tenéis que altercar sobre este reino, cesen los debates y contiendas, que rey legítimo tenemos y señor natural a quien obedecer, que es este muchacho que aquí os traigo. Contoles el suceso y todos juntos le dieron la obediencia recibiéndole por rey y señor suyo. Llamose este rey don Sancho Abarca, porque le trajeron a la junta con ellas1230, como serrano. Honró el rey a su ayo engrandeciendo su casa y el reino, dándole nombre inmortal que fue de Ladrón, pues hurtó para dar a mejor tiempo de donde decienden los Ladrones de Guevara1231. De esta casa es la descendencia de nuestro graduando; no solo es noble en sangre, sino también en las costumbres. No solo es ladrón por el nombre, sino también por las obras, pues con ella roba los corazones de todos para que le amen y estimen, pues si es ladrón y ladrón bueno, que no hay otros buenos en el mundo. Désele por premio entrar en el paraíso al modo que el otro, mi devoto y sancto, ¿pues en qué paraíso ha de entrar? Yo os lo diré: en este claustro y insigne Universidad, que según Hugo Victorino se llama paraíso si paradisus in terra est in claustro vel in scholis est1232. Si hay en la tierra para[íso], está en la Universidad y claustro en la casa de la ciencia, donde se enseña buena doctrina, demás de que paraíso se llama todo lo que es ameno y deleitable, y así Cristo, nuestro Dios, llamó paraíso a su gloria (Hoc mecum eris in paradiso) por su inmenso deleite y eterna fruición y la Esposa llama paraíso a las palabras de su Esposo por el gusto y placer que le causaban (Emissiones tuae paradisus malorum punicorum) ¿Qué mayor deleite que tratar de esciencias, que estudiar, que saber? Esto se vee en nuestro claustro con tantas ventajas que viene a ser paraíso donde los árboles son las facultades, las frutas su esciencia, las plantas y hiervas los estudiantes. No faltan flores en este paraíso, pues sirven de azucenas los capirotes blancos, de clavellinas los colorados, de flores de la maravilla los azules, de flores de el sol los amarillos y de hierbas olorosas acanto y toronjil
1230
El zeúgma alude al término rústico abarcas, calzado propio de los villanos. «Fue muerto el rey don García Iñiguez por los moros estando muy descuidado en un lugar que el arzobispo don Rodrigo llama Larrumbe». Según Zurita, el caballero era aragonés y «señor de la casa y solar de los Abarcas» (Anales de la Corona de Áragón, Parte primera, libro primero, cap. 7. Corresponde al tomo I de la ed. Ángel Canellas López. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 1967, p. 37). 1232 Probablemente se refiera a Hugo de San Víctor, teólogo y filósofo escolástico francés que vivió entre los siglos XI y XII y compuso, entre otras obras, un Didascalicon. 1231
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los verdes. Y porque no falte de nada en este paraíso1233 de la Universidad, que es hoy tan cerrado por el concurso de gente que ha venido, las mujeres hermosas y mozas por estar en su primera edad serán Eva y las viejas y feas, la serpiente; solo ha una cosa en nuestro Ladrón de Guevara en la entrada de este paraíso que no hubo en la de el buen ladrón en el otro. Allá el buen ladrón, si entró en el paraíso fue de gracia de mera liberalidad de Dios; pero acá nuestro Ladrón graduando entra en este paraíso de todo rigor de justicia, pues sus actos fueron de los más lustrosos que se han tenido su lición famosísima satisfaciendo a los argumentos doctamente. Es, señores, uno de los mejores teólogos que hay en este reino; entra de justicia en todo, porque a todos paga la propina sin que nadie le haga gracia de ella. Lo que resta es que a vuestra señoría le demos el parabién de el nuevo hijo y al señor Rector dos mil parabienes, pues en su tiempo ha dado a este paraíso nueve doctores que son fuentes que le hermosean y alegran, demás de que ha aumentado la Universidad en su tiempo, como todos vemos, y defendídola de las Universidades intrusas de el Cuzco1234, Chuquizaca1235 y Jaén de Bracamoros1236, ratoneras que daban cuidado extinguiéndolas con su solicitud y cuidado. Últimamente vuestra señoría vea qué manda para Ica, que me voy esta tarde, y así me envíe la plata de el vejamen y propina, que son 90 pesos, y será hacerme particular gracia y recibiéndola tenré de mi vejamen la gloria quae mihi soli prestare dignetur [sic]1237. 1233
Sobre el paraíso cerrado, imagen del Edén, véase el estudio introductorio de Aurora Egido a su edición del Paraíso cerrado para muchos, de P. Soto de Rojas. (Madrid: Cátedra, 1981, pp. 22-33). 1234 Se erigió una célebre universidad en el Cuzco, vinculada a los Dominicos, que fueron los primeros en llegar al Perú y se ocuparon allí de la enseñanza superior en su convento y pidieron la creación de una universidad peruana ya en 1548 (Carlos D. Valcárcel, San Marcos, cit., p. 28). Pero más probablemente la referencia de este vejamen aluda a la fundación da la Universidad de San Ignacio de Loyola en el Cuzco, que tuvo lugar en 1620 (René Ortiz Caballero, en Historia de las universidades de América Latina. México: Unión de Universidades de América Latina, 2000, II, p. 148). 1235
La fundación de la Universidad de Chiquisaca tuvo lugar en 1552, con todas las prerrogativas, pero no llegó a funcionar como tal hasta el siglo XVII con los jesuitas como responasables, como se puede leer en la obra de Carlos D. Valcárcel, San Marcos, cit., p. 47 y 75, que cita un documento del Archivo de Indias. Evidentemente esta noticia de Oviedo puede referirse a los enfrentamientos entre diferentes órdenes religiosas por el control de la enseñanza superior, véase también el libro de Luis Paz, La Universidad Mayor real y pontificia de San Francisco Xavier. Sucre: Imprenta Bolívar, 1914, pp. 191-196. 1236
No encuentro noticias de la fundación de una Universidad en esta población que fue capital administrativa y diócesis metropolitana del Alto Marañón. 1237 Especie de «aparte» que rompe el hilo estructural del vejamen y se convierte en una especie de conversación privada entre Rector y vejador.
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TEXTOS 11, 12 y 13 VEJÁMENES EN LAS UNIVERSIDADES DE SEVILLA Existe otro curioso manuscrito, el 6877 de la Biblioteca Rodríguez Moñino, que lleva por título Academia celebrada en Madrid en el Buen Retiro, año de 1637 y otros vexámenes que se dieron en Seuilla y corresponde, según dice su portada, a don Diego Ignacio de Góngora, quien según nuestra opinión copia de su puño y letra en 1663 buen número de vejámenes, algunos de Academia dados en la corte y los más de grado, que se dieron en diferentes colegios sevillanos. No cabe duda de que estaba preparado para la impresión: el primor de su letra y la portada dibujada que presenta, con orla y con la indicación de imprenta «En Sevilla, año de 1663» y, por si fuera poco, debajo del dibujo el nombre del artista: «Matías de Arteaga», que la dibujó con vistas a la edición inmediata (como otras que efectivamente aparecieron por esos años en Sevilla) me hace pensar en ello. Uno de los vejámenes está impreso, precisamente en Sevilla, en la imprenta de Juan Gómez de Blas, en 1653, pero se adjunta en el códice para que se copie junto con los otros manuscritos en el libro que se preparaba, tal y como era práctica habitual, como un volumen recopilatorio. El autor de la copia, don Diego Ignacio de Góngora, ingenio sevillano nacido en 1628 y muerto en 1710, era familiar del Santo Oficio y oficial de la Casa de Contratación de Indias1238. Hombre interesado por la cultura y, en especial, por la de su tierra, escribió unas Adiciones a los Varones insignes de Sevilla, de Rodrigo Caro1239, y una Historia del Colegio Mayor de Santo Tomás de Sevilla, que ha permanecido inédita hasta el siglo pasado (1890). No cabe duda de su interés por todo lo que rodeaba al mundo universitario sevillano, pues en el códice que comentamos se recoge también una Máscara de estudiantes que salió del Colegio de Santo Tomás de Sevilla en la fiesta por el nacimiento del príncipe nuestro señor, don Carlos Joseph, de 1661; pero en particular debía de ser un admirador de las fiestas y los vejámenes, por eso los coleccionaba y pretendía editarlos. Él mismo hace constar en la Historia del Colegio Mayor :
1238 Simón Díaz recoge de él los manuscritos e impreso relacionados con la Historia del Colegio Santo Tomás de Sevilla, pero no los manuscritos de que se habla aquí. 1239 Véase la edición de la obra de Rodrigo Caro, Varones insignes en letras naturales de la Ilustrísima ciudad de Sevilla, a cargo de Luis Gómez Canseco. Sevilla: Diputación Provincial, 1992, donde se da cuenta de esta circunstancia y del manuscrito de Diego Ignacio de Góngora, copiado en 1686 (pp. 48-50).
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Yo me hallé presente a tres [vejámenes] que se dieron en los grados públicos referidos en el primer patio de escuelas del Colegio y guardo sus traslados en mi poder.
De hecho, menciona uno de los contenidos en el códice que comentamos, el que dio en 1655 el Padre Miguel de Rojas. El caso es que este manuscrito 6877 contiene: –Academia que se celebró en Buen Retiro en 1637 (f. 1). Contiene los vejámenes de Batres (f. 59), Rojas (f. 65) y Cáncer (f. 70). –Vejamen que se había de dar en presencia de sus majestades en Santa María de Jesús (f. 77), que incorpora la Carta de Quevedo sobre la jornada de Andalucía (f. 89). –Vejamen que dio en Madrid en una academia de poetas (f. 93). –Vejamen en Santa María de Jesús de don Luis de Ayllón, 1646 (f. 103). –Vejamen en Santa María de Jesús de don Luis de Ayllón, 1647 (f. 123). –Vejamen en Santo Tomás de maestro fray Miguel Rojas, 1654 (f. 137). –Vejamen en Santo Tomás de maestro fray Miguel Rojas, 1655 (f. 159). –Vejamen en Santa María de Jesús del doctor Cristóbal Castellanos por don Juan de Céspedes, 1655 (f. 175). –Vejamen en Santa María de Jesús de don Juan Antonio de Miranda, 1653 (f. 193, impreso). –Relación de la máscara de estudiantes del Colegio de Santo Tomás 1661 (f. 207). Como se puede ver, dominan los escritos de contenido burlesco, pero de forma especial los vejámenes. Y no es el único códice copiado por Diego Ignacio de Góngora que trata de estos asuntos; precisamente en la misma biblioteca Rodríguez Moñino se conserva otro manuscrito que lleva el siguiente título en su portada: Certamen poético en el convento de San Pablo el Real de Sevilla, estrenándose la fábrica más insigne de la casa de novicios, siendo prior en él el M. R. P. Mº Fr. Marcos de Aguilar. Dispuesto y exornado con los versos de la introducción y fin dél y prosa de los vexáme[n]es por el M. R. P. Fr. Antonio de Vergara, lector de Teología de dho. Convento1240. Dicho manuscrito se copia en 1667, aunque reproduce un certamen de 1626, según se dice, pues los originales «me los comunicó y dio [...] el dicho Padre lector fray Antonio de Vergara, de donde copié este traslado»1241. Es evidente que el erudito sevillano hacía 1240 1241
Ms. 6864 de la cit. biblioteca. Ms. 6864, final del prólogo.
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acopio de manuscritos relacionados con Sevilla y con los vejámenes también1242. Don Luis de Ayllón y Cuadros, autor de dos de las piezas contenidas en el códice, una de las cuales se reproduce aquí, había nacido cerca de 1623, era maestro en Artes, colegial mayor de Santa María y cura del Sagrario de la Catedral, al menos en 1653; en 1673 era el más antiguo cura del Sagrario y en 1683 fue elegido obispo de Santa Marta, en el Nuevo Mundo, pero no pasó a tal lugar porque un año depués «fue presentado para la mitra de Ceuta»1243. Sabemos que compuso dos vejámenes, al menos, y también otras obras nada cercanas a estos escritos como unas Elucubrationes biblicae in Vetus ac Novum Testamentum (Sevilla, Juan Cabezas, 1676)1244. Debió de morir en 16841245. El Colegio de Santa María de Jesús, conocido también con el nombre de su fundador, el maestro Rodrigo Fernández de Santaella, era uno de los más importantes de Sevilla y había obtenido real cédula para su fundación en 1502 y bulas papales en 1505, aunque no contó con estudiantes hasta 15181246. Se enseñaba en él Artes, Lógica, Filosofía, Teología, Derecho y Medicina1247, aunque en el XVII las disciplinas que se cursaban preferentemente eran Cánones y Medicina, pero particularmente la primera1248. Fueron famosos los pleitos que mantuvo con otro colegio importante, el de Santo Tomás, al que le disputó la concesión de grados y el uso de determi1242
Rogelio Reyes da cuenta de otro manuscrito conservado en la Biblioteca Capitular de Sevilla, en que Góngora prologa las obras de su amigo Torre Farfán, que reprodujo J. Cívico en su edición de las poesías de este último en 1915 (cfr. «Fernando de la Torre Farfán, un animador de justas poéticas en la Sevilla del XVII», en Dicenda, 6, 1987, p. 502). 1243 Justino Matute y Gaviria, Noticias relativas a la historia de Sevilla. Sevilla: Rasco, 1886, p. 137. 1244 Simón Díaz, en su Bibliografía de la literatura hispánica, lo registra solo como autor de una censura en 1680 (Apéndices a los tomos V y VI. Madrid: CSIC, 1973). 1245 Se conserva el expediente de pruebas de legitimidad para la obtención de una beca teóloga de entrada en el Colegio Mayor de Santa María de Jesús en el año 1644 (Archivo de la Universidad de Sevilla, AUSev., Sº 17, ff. 673-704). Agradezco a Valle Távora, del citado Archivo, la amabilidad que tuvo al aportarme este dato y a la profesora Mercedes de los Reyes la ayuda prestada. 1246 Véase ahora el trabajo de Teodoro Falcón, «Sevilla en 1505: la fundación de la Universidad», en V Centenario Universidad de Sevilla, 1505-2005. Sevilla: Universidad de Sevilla-Fundación El Monte, 2004, pp. 15-25. 1247 Antonio Martín Villa, Reseña histórica de la Universidad de Sevilla. Sevilla: Rasco, 1886, pp. 11-15. Más recientemente, el libro extraordinariamente documentado de José Antonio Ollero Pina: La Universidad de Sevilla en los siglos XVI y XVII. Sevilla: Universidad de Sevilla, 1993. 1248 Antonio Domínguez Ortiz, La Sevilla del siglo XVII, cit., pp. 254-255.
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nados símbolos en las ceremonias de los mismos. El Colegio de Santa María tuvo la habilidad de obtener la protección del todopoderoso Conde–Duque de Olivares y la de su sobrino y sucesor, don Luis Méndez de Haro, en marzo de 16461249, de ahí que consiguiera también vencer en el pleito que mantenía. Precisamente el vejamen primero de los que transcribimos a continuación se da en presencia de este último personaje, aprovechando una estancia del mismo en la ciudad. Los estatutos de la Universidad de 1621 recogen en su título dieciséis «Del grado de doctor en Teología, Cánones y Leyes y Medicina y Maestros en Artes», que se imprimen en los Estatutos de la Universidad de Sevilla por su Majestad del Rey Nuestro Señor (Sevilla, 1634), donde se habla pormenorizadamente del vejamen que se daba en estas circunstancias. El vejamen segundo se da en el colegio rival, el de Santo Tomás de Sevilla, y se debe al padre maestro fray Miguel de Rojas, el cual debía de ser amigo de vejámenes. Era colegial del Colegio de Santo Tomás de Sevilla y se nos conservan de él dos vejámenes, el que transcribimos, dado el 9 de septiembre de 1654, y el que dio al padre lector fray Miguel de Mendoza, maestro en Artes del mismo colegio, justamente un año después. Ambos se copian en el mismo manuscrito de vejámenes sevillanos, tantas veces aludido. El Colegio de Santo Tomás pertenecía a la Orden de los Dominicos y, aunque tenía reconocidos ciertos derechos, estaba a punto de perder el rango de Universidad por esas fechas, porque se llamaba de esa manera sin derecho1250. El 20 de febrero de 1653 despachaba el Rey una cédula, por la cual se deja al Colegio «en la posessión en que estaba», es decir, con la facultad de otorgar los grados mayores; pero el Colegio de Santa María siguió litigando y se falló a su favor en 1672, de manera que Santo Tomás ya no se podría llamar en adelante Universidad, aunque pudiera conceder grados académicos1251. De hecho, tanto en este vejamen que se edita como en otros de la época no ostenta tal denominación. Por fortuna se nos ha conservado la descripción del ceremonial de los grados en la Historia del Colegio Mayor de Santo Tomás de Sevilla, que se debe al ya citado Diego Ignacio de Góngora. Dice lo siguiente a propósito de unos grados, muy poco anteriores en fecha al del vejamen que nos ocupa: 1249
Francisco Aguilar Piñal, Historia de la Universidad de Sevilla. Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad, 1991, p. 65. 1250 Antonio Domínguez Ortiz, La Sevilla del siglo XVII, cit., pp. 258-9. 1251 Se pueden ver estos pormenores en la obra de C. Ajo y Sainz de Zúñiga, Historia de las universidades hispánicas cit., 1959, III, pp. 325-330.
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El que pretende graduarse de Maestro en Artes ó Sagrada Teología da su pedimento, exhibiendo el título de Licenciado. Señalado por el Rector día, hora y lugar, que suele ser el claustro principal, clase mayor, librería ó celda rectoral, y algunas veces la capilla de San Andrés, como aconteció cuando se graduaron de Maestros en Artes don Luís Ignacio de Cónique y D. Alejandro Jácome de Lindén, caballero que fué del orden de Calatrava, se dispone el teatro con toda decencia, y debajo del dosel de terciopelo carmesí se ponen las sillas para el Rector y Comisario del señor Arzobispo, si no lo es el padre Rector ó alguno de los graduados del Claustro, pues siendo uno de ellos da el grado desde el asiento de su antigüedad, y, avisando á los doctores y maestros para que vengan á asistir con sus insignias, y estando todos en la celda rectoral, se le pone el capirote al graduando y se forma el Claustro, ó para dar allí el grado, ó para salir al lugar donde se ha de conferir, en esta forma: fórmanse dos coros de los de la facultad de Artes, á quienes siguen otros dos de la facultad de Teología; y el penúltimo del coro derecho es el doctor ó maestro padrino y el último el Rector, y el penúltimo del coro izquierdo es el Decano de la facultad de Teología y el último el graduando. Y si el que ha de dar el grado no es maestro ó doctor del Claustro, es el penúltimo de este coro el graduando y el último el Comisario. En medio de los dos coros van dos estudiantes aderezados con joya y cadena, llevando en unas palanganas de plata la borla, anillo y libro del Filósofo ó Biblia Sacra, que son las insignias que entrega la Universidad de Salamanca á sus maestros y doctores, y que mandan los papas León X y Paulo III se entreguen á los que se gradúan en este Colegio, yendo delante los clarines y chirimías, y los estudiantes, á quienes preside su Rector llevando el pendón del Claustro: siguen los bedeles, llevando uno la maza de plata al hombro, y el Maestro de Ceremonias con su vara de ébano, que sé remata con un casquete de plata donde están grabados los escudos de armas de los dos pontífices León X y Paulo III, y del señor emperador D. Carlos V. Salen todos en paseo hasta el sitio donde se da el grado, y allí los doctores y maestros toman sus asientos por sus antigüedades, y el padrino se sienta en un taburete á la diestra del graduando, que lo hace en un banco raso, y el Rector en alta voz le propone una cuestión de la facultad del grado, probando y confirmando las diversas opiniones que hay acerca de su resolución. Y si por parte de alguna de ellas está el ilustrísimo señor fundador, se levantan todos al referir su nombre y dignidades, y concluye diciendo: Haec sunt praecipua fundamenta Doctorum, quae ancipitem reddunt resolutionem propositae difficultatis: Tu autem, ingeniose, laureande partem quam malueris elige propugnandam. Levántanse entonces el padrino y graduando, y éste, haciendo cortés reverencia y volviéndose á sentar ambos, elige la opinión que le parece más probable, la prueba con diferentes razones, y concluye diciendo: Caeterum tantorum Doctorum, et Magistrorum praesentia me ad silendum impellit, sufficiant dicta, tantusque coetus defectus supleat meos. Entonces el Maestro de Ceremonias hace referencia al primero de los cinco doctores y maestros que se siguen á impugnar la resolución y sentencia seguida por el laureando; y en acabando éste de proponer su argumento, convida al segundo, y así á los demás. Estos cinco argumentos se proponen y siguen en forma silogística, sin que resuma ni resuelva el graduando, sino cada uno se concluye diciendo el que lo propone: Haec aliquam videntur habere difficultatem adversus tuam resolutionem, sed quia ad ea, et ad alia difficiliora pro acumine tui ingenii facillime respondere poteris maneat verbum in ore Magistri.
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Antiguamente seguía el vejamen; mas habiéndose mudado en oración literaria, como he referido, se sube á la cátedra uno de los estudiantes graduado de Bachiller en la facultad de que es el grado, y dice la oración, la cual concluída el padre Rector, ó el Comisario á quien pertenece dar el grado, dice en alta voz: Tribuendam esse justis laboribus compensationem proemiorum, ne ex probata militia credatur que irremunerata transitur, omnia facta [?] nos docent: expectant enim equa proemia sua et tantae justiciae vis est, ut neque illis tardius detur laboris pretium, cum labor publicus fructuosus esse debeat: obsequia scientiis omnibus gratuita jure debentur, sed iustis commodis consulere decet illis servientibus: Athletam Populis palma designat esse victorem, sudoresque bellicos insignia publica testantur. His instructa florentissimae literarum academiae monumentis milites suos et proemiis, et signis cumulare, ac ornare satagunt: cum igitur per tot literarum lubricos casus fixum tenueris, Militiae probatae vestigium insignia, et proemia tibi debita, non recusabimus; Qua propter accede. Levántanse de su asiento el padrino y graduando mientras que se dicen las palabras referidas, y acabadas de pronunciar, van los doctores al asiento del padre Rector, donde se hinca de rodillas el graduando y hace el juramento de obediencia, como queda referido1252.
Curiosamente, este asunto de los vejámenes y de la propia consideración como Universidad dio más de un problema a las autoridades del Colegio, según se puede leer en esta Historia, en la cual se da cuenta también de otros vejámenes perdidos: Como por ejecutoria del Consejo de S. M. se prohibía al colegio tan solamente el nombre de Universidad y no el uso de las insignias y ceremonias, ni algún título que expresase la autoridad pontificia y regia que tenía para graduar, conociendo que el nombre Academia, en la significación castellana, era casa donde se juntan buenos ingenios a conferir y disputar, y advirtiendo que el uso de vejámenes en los actos de dar grados, aunque se usa en diferentes sagradas religiones cuando en sus conventos los reverendísimos padres Generales y muy reverendos padres Provinciales confieren con pura autoridad apostólica los grados en Santa Teología a sus religiosos, es propio de las universidades reales de estos reinos, acordó intitularse Academia Cesárea y no dar grado alguno con vejamen como acostumbraba. Yo me hallé presente a tres que se dieron en los grados públicos conferidos en el primer patio de escuelas del Colegio, y guardo sus traslados en mi poder: siendo el primero a 8 de Noviembre de 1642, en que el Dr. D. Jacinto Álvarez de Sevilla, Provisor y Vicario General de este arzobispado y racionero de esta Santa Iglesia, colegial que había sido y catedrático de Cánones del Colegio Mayor y Universidad de San Ildefonso de Alcalá de Henares, como Comisario del eminentísimo señor cardenal arzobispo D. Gaspar de Borja y Velasco, confirió el grado en Santa Teología a el reverendo padre colegial y presentado Fr. Octaviano Ram, y dio el vejamen el doctor D. Francisco Varón, presbítero. El segundo en 9 de setiembre de 1644, en que el Dr. D. Cristóbal de Man-
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Historia del Colegio Mayor, cit., II, pp. 14-16.
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tilla, Provisor y Vicario General de el mismo señor Cardenal Arzobispo, y su Comisario, confirió el grado de Maestro en Artes al padre colegial y lector Fr. Pedro Chacón, habiendo dado el vejamen el mismo Dr. D. Francisco Varón. Y el tercero en 9 de setiembre de 1655, en que el señor Dr. D. Diego de Castrillo, Provisor y Vicario General de este arzobispado y Comisario del venerable, ilustrísimo y reverendísimo señor arzobispo D. Fr. Pedro de Tapia, confirió el grado de Maestro en Artes a el padre colegial Fr. Miguel de Mendoza, y dio el vejamen el padre maestro fr. Miguel de Rojas. Acordó juntamente el Colegio, que en lugar de vejamen se dijese una oración latina en loor de el Angélico Maestro, y de la facultad en que fuese el grado. Y habiéndose practicado estos nuevos acuerdos sin contradicción ocho años, en el de 1669 contradijo el Colegio Mayor y Universidad de Santa María de Jesús el título de Academia y el uso de la insignia de maza en los actos de conclusiones literarias y grados. Así mismo intentó no se pudiesen graduar en dicho Colegio los religiosos de las sagradas religiones sin haber cursado en él los cursos necesarios; y pasando los autos, que se comenzaron en Sevilla, al Real Consejo, donde pidió el Colegio manutención, siendo presentadas las bulas apostólicas y las informaciones y certificaciones de los religiosos de diferentes sagradas religiones que había graduado este Colegio, y las probanzas de una y otra parte, hasta llegar a concluir, se vieron los autos en 28 de noviembre de 1672, y los señores del dicho Consejo mantuvieron al Colegio en la posesión en que se hallaba cuando se movió el pleito de poder dar grados en Artes y Teología á los religiosos de cualesquier órdenes y religiones, aunque no hayan cursado en el dicho los cursos necesarios que se requieren para poder obtenerlos y darlos; y así mismo lo mantuvieron en la posesión en que se hallaba y estaba de poder usar, como usaba, en los actos de dar dichos grados á los dichos religiosos y á los demás que conforme á las ejecutorias del Consejo podía darlos con la insignia de maza dentro del mismo Colegio, la cual sentencia de manutención fue confirmada á 16 de Mayo de 1673, y en 13 de Octubre del mismo año se despachó la carta ejecutoria. Estando el Colegio cansado con tan repetidos litigios y tan excesivos gastos como los de los litigios que en estos dos títulos se han referido, los cuales puedo afirmar con toda verdad pasaron de 12 000 ducados, quiso dejar el título de Academia y el uso de la maza en los actos públicos de conclusiones literarias1253.
Por eso tienen su importancia los vejámenes del Colegio de Santo Tomás (1654 y 1655) porque justamente las fechas coinciden con esta crisis que está atravesando el Colegio por la disputa con el de Santa María en su reconocimiento para poder dar los grados y, también, con la mala consideración que producían los vejámenes, prontamente sustituidos por una oración elegante. De hecho, se observa que en el título de nuestro vejamen se llama el centro «Colegio y Academia», pero no se da el título de Universidad, como aparece a propósito de la otra institución sevillana. 1253 Diego Ignacio de Góngora, Historia del Colegio mayor de Santo Tomás, cit., pp. 257-260.
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En el segundo de los referidos se queja Rojas de tener que dar otra vez vejamen («Segunda vez repite mi insuficiencia los umbrales del empeño, penoso potro, [...] esto es, señor, en pocos términos dar vejamen»1254). Fórmula, como sabemos, retórica donde las haya, pues todos los vejadores que se ven en ese trance pronuncian una parecida que no quiere sino conseguir la benevolencia del auditorio. Por último, el tercero de los vejámenes que reproduzco pertenece a un nombre ilustre de la segunda mitad de siglo: el sacerdote Fernando de la Torre Farfán (1609–1677), que parece el autor material del mismo, aunque no quien lo puso en escena. Se trata de un escritor bien conocido de la Sevilla de la época, autor de otras obras y frecuente participante en certámenes y justas1255. Torre Farfán fue poeta, autor dramático1256 y traductor entre otras cosas, pero su obra se halla en gran parte inédita y se guarda en un códice de la Biblioteca Colombina copiado también por su amigo don Ignacio de Góngora1257. Sus poesías se editaron en 1915, y fomenta en ellas todo lo que tiene que ver con justas y certámenes poéticos, en especial los que se dedican a la glorificación de la Virgen1258. Prueba de su dedicación a este mundo de justas, certámenes y academias es la redacción de unas «leyes de la justa», recientemente editadas, que probablemente escribiría para el Certamen poético al misterio de la Purísima Concepción, celebrado en Sevilla en 1653, donde se declara a sí mismo fiscal y donde establece que el secretario de la misma será don Juan de Céspedes y Velasco1259, justamente el que tenía que haber dado el vejamen que reproducimos a continuación, que había escrito para él su amigo Farfán. Fue autor de una obra titulada Fiestas de la Santa Iglesia metropolitana y patriarcal de Sevilla al nuevo culto del señor rey San Fernando (Sevilla, Viuda de Nicolás Rodríguez, 1671), reproducida hoy en facsímil1260. Se 1254
Ms. 6867, ff. 164vº-165. Véase el trabajo de Rogelio Reyes, «Fernando de la Torre Farfán, un animador de justas poéticas en la Sevilla del XVII», en Dicenda, 6, 1987, pp. 501-507, que refiere la existencia de varios manuscritos en la Biblioteca Capitual y Colombina, pero no menciona nuestro vejamen. 1256 Méndez Bejarano da cuenta en su Diccionario de la composición de comedias y autos, de los cuales parece haber llegado solo una comedia, Las tres noches de la Quinta. 1257 Rogelio Reyes, loc. cit. 1258 Poesías de don Fernando de la Torre Farfán, ed. de Juan Cívico. Sevilla, 1915, p. 10. 1259 En el citado trabajo de Rogelio Reyes se reproduce en facsímil el manuscrito autógrafo y se transcribe también (p. 504). 1260 Una edición se debe a Antonio Bonet Correa (Sevilla: Focus, 1984), pero no es la única que se ha hecho modernamente. 1255
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conserva también un retrato suyo firmado por Matías de Artega en 16681261. Torre Farfán es un nombre interesante de la Sevilla del XVII, participó en academias varias, como la celebrada en Sevilla en 1665, que se ha recogido en el impreso Academia que se celebró en Sevilla jueves doce de febrero de 1665 años en festejo de las carnestolendas (Sevilla, Juan de Osuna, 1665), y que él mismo presidió. Debía de ser hombre de buen humor, amigo de vejámenes, por cuanto en su obra Templo panegírico al certamen poético que celebró la hermandad insigne del Santísimo Sacramento (Sevilla, Juan Gómez de Blas, 1663) alude repetidamenta a los mismos1262. Entre otras cosas se refiera al vejamen como «ceremonia inexcusable» que «presentaba la antigüedad de su costumbre dondequiera» (f. 114). El que se reproduce aquí tuvo lugar en 1655 y lo dio el doctor don Cristóbal Castellanos en el puesto de don Juan de Céspedes y Velasco (para quien se escribió) en el Colegio de Santa María de Jesús en el grado de un grupo de doctorandos. Reproduzo las tres piezas del citado manuscrito 6877 de la Biblioteca Moñino, copiado –como se ha dicho– en 1663.
1261 Fernando Ortega Postigo: «Matías de Arteaga y Alfaro (n. 1633 - m. 1703) nuevos documentos notariales inéditos (1668-1680)[I]», consulta en línea en la dirección: . 1262 Apud F. Layna Ranz, «Dicterio, conceptismo y frase hecha: a vueltas con el vejamen», cit., p. 27.
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VEJAMEN EN LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA: LUIS AYLLÓN A DON CRISTÓBAL LEÓN SANTOS DE AYALA (1646) Bexamen que dio en el Colegio de Santa María de Jesús (que comúnmente llaman de Mº Rodrigo) Universidad de Sevilla el Dor. Dn. Luis de Ayllón y Quadros, colegial del dho. Colegio, en precencia del Exmo. Sor D. Luis Méndez de Haro y Guzan. en los grados de dn. Xptóbal de León Santos de Ayala, abogado d. la Rl. Audiencia de Sevilla en la facultad de Cánones, y Fr. Juan de San Agustín, de la Orden de Sn Agustín en la Facultad de Theología. Año de 1646 Maestro de ceremonias, volvedme a estos señores graduandos cara a cara, que no les he de dar el vejamen a traición. Cédula primera. La muy noble y muy leal ciudad de Sevilla pide con muchísísimo encarecimiento al Excelentísimo señor don Luis Méndez de Haro y Guzmán1263, mi señor, sea servido de darle al señor don Carlos de Mendoza y al señor don Diego de Contreras1264 para gigantes el día del Corpus1265.
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Don Luis Méndez de Haro y Guzmán era sobrino del Conde-Duque, pero opositor al mismo. Le sustituiría en el valimiento con Felipe IV en 1644, aunque con menor fortuna y capacidad que su antecesor. 1264 Un rector don Diego de Contreras , que tal vez sea el mismo que don Diego de Contreras Sotelo, aparece en varias academias madrileñas de mediados de siglo. También figura en el vejamen de Orozco. Para este personaje trabajó como capellán el entremesista Quiñones de Benavente, según el ms. 3788 de la BNM. 1265 Gigantes y gigantillos desfilaban en la procesión del Corpus por las calles de las ciudades de la España del XVII.
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Respóndese que la ciudad no sabe lo que se pide, porque el señor don Carlos de Mendoza solo es bueno para dama del sarao1266 y al señor don Diego de Contreras lo tienen embargado en Madrid para tarazca1267. Cédula 2ª Pregunta esta cedulilla si hay entre estos señores doctores de Medicina alguno a quien se pueda llamar médico de chapa1268. Respóndese que no lo hay en toda Sevilla sino el señor doctor Caldera1269. Cédula 3ª Pregunta esta cédula si alguno destos señores doctores será tan asno que se corra de lo que aquí se le dijere. Respondo que todos lo son, porque les hemos de dar en las mataduras1270. Cédula 4ª Pregunta esta cedulilla que quién destos señores está preñado. Respondo que el señor doctor Covarrubias, porque siempre anda con antojos1271. 1266 Sarao es «junta de personas de estimación y jerarquía para festejarse con instrumentos y bailes cortesanos» (Aut.). 1267 Otro elemento imprescindible en la procesión del Corpus era la tarasca, especie de monstruo con aspecto de dragón alado, sobre el cual se podían ejecutar diversas danzas. 1268 Hombre de chapa o mujer de chapa es, según Aut., una frase de estilo jocoso o familiar que se utiliza «para indicar [...] que el hombre o la mujer es persona de prenda, valor, juicio y prudencia», pero evidentemente aquí se produce un gracioso equívoco con el nombre del doctor Caldera. 1269 Probablemente Gaspar Caldera de Heredia, famoso médico sevillano nacido en 1591, autor entre otras obras de un Arancel político y defensa del honor, de 1658, según M. Méndez Bejarano, Diccionario de escritores, maestros y oradores naturales de Sevilla y su actual provincia. Ed. facsímil. Sevilla: Padilla Libros, 1989. 1270 Dar en las mataduras: frase hecha que significa «zaherir picando alguno en aquellas materias que se sabe le dan más enojo, las siente mucho y le causan pesadumbre» (Aut.), pero evidentemente la palabra procede del léxico relacionado con los animales, por cuanto matadura es «la llaga o herida que se le hace a la bestia de ludir el aparejo» (ibíd.), de ahí la relación con los asnos, que aparece antes. 1271 Antojos equivale a lo que hoy denominamos anteojos, es término este último que aparece con ese significado a principios del XVII. Se quiere jugar con la doble significación del término, por cuanto en la época es también «apetito, codicia u deseo de alguna cosa que suelen tener las mugeres preñadas» (Aut.). El doctor Covarrubias, seguramente médi-
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Cédula 5ª La mujer del señor maestro Santa Cruz está a la puerta de la Universidad pidiendo limosna para comprar una gorra a su marido1272. No hagan tal, porque parecerá descalzo y con guantes1273. Cédula 6ª Aquí se dificulta por qué razón están los señores doctores sentados en banco y se sientan en silla los graduandos. Respóndese que porque hoy es día de ensillar a los que se gradúan. Cédula 7ª Por este papel se me pregunta que por qué a el señor graduando don Cristóbal de León Santos de Ayala le llaman «sacristía del diablo». Respóndese que porque cada día se reviste en su merced. Cédula 8ª Por esta cédula es preguntado el vejante que a cuál destos padres maestros han hecho requesón sus religiosos. Respondo que al padre maestro fray Nicolás Baptista, porque todos le traen en palmas. Cédula 9ª Dice esta cuartilla de papel que por qué el señor vejante tiene tan pocas barbas. Respóndese que porque se las pela1274 tras destos señores vejados. Cédula 10ª Por esta última cédula se dificulta si al señor don Juan Páez Camacho lo engendró su padre. co por lo que más adelante se dice, será el doctor Pedro de Covarrubias y Guevara, autor de un vejamen en 1628. 1272 Puede ser el sevillano Mateo de Santa Cruz Orejón, maestro en Artes y Filosofía por la citada Universidad en 1600-1601. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre de Mateo de Santa Cruz Orejón, para la obtención de Grado» en el AUSev. 1273 El sinsentido de andar descalzo, pero con guantes se utiliza en otros textos de la época de similar intención al vejamen, como por ejemplo en el entremés El mago de Quiñones: «Yo no siento andar descalza / como traiga buenos guantes» (Colección de entremeses, loas, bailes, jácaras y mojigangas de Emilio Cotarelo. Ed. facsímil. Granada: Universidad de Granada, 2000, p. 596b). 1274 «Pelárselas es frase con que se da a entender que alguno apetece o ejecuta alguna cosa con vehemencia» (Aut.). Aquí se juega con el sentido de «arrancarse las barbas».
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Respondo que eso no admite duda, porque su merced no es otra cosa que un engendro1275.
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Osado aliento que en impulso leve, aunque con causa grave, flexible abeto te conduce nave que ostentosa se labra si se atreve en naufragio feliz, urna no breve1276. Imperioso camina al logro que tu afecto te destina al deseo el velamen le desata, ufano entorcha la escolchada plata que más quebrada brilla o ya beses la arena con la quilla o con la entena toques los celestes canceles1277 y provoques su piedad, a que aspires cuando neutral le mires regido de tan locos pensamientos blanco de los opuestos elementos. Date el riesgo a la lisonja honrosa y al incendio, felice mariposa, osa llegar las alas, faetón altivo, a las etéreas salas; en plaustro1278 imaginario discurre sin recelo que cuando despeñado de su vuelo1279 tanto sol examines por contrario tu disculpa será lo temerario sirviéndote de gloria para la eternidad de tu memoria. Sé tú pira, en lugar del Eridiano1280,
1275 De este personaje se vuelve a decir en el vejamen de 1647 que es «tan cercenado de persona, que es un no es hombre» (f. 134vº). Juan Páez Camacho, bachiller jurista desde 1641, procedía de Posadas (Córdoba). Moriría en 1649. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre de Juan Páez Camacho, para la obtención de Beca de entrada en el Colegio de Santa María de Jesús» en el AUSev. 1276 Es evidente el influjo de la poesía cultista en estos versos, en especial de procedimientos como el hipérbaton violento y en construcciones como la presente. 1277 «Término o límite donde se puede extender alguna cosa» (Diccionario histórico de la Real Academia Española, 1936). 1278 Latinismo crudo por «carro». Sólo se utiliza en el lenguaje poético. 1279 Alude a Faetón, hijo del sol, fulminado por Zeus por haber conducido mal el carro de su padre durante un día. 1280 El río Eridano sepulta al joven Faetón, convertido en pira ardiente.
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30 el profundo de ciencias oceano que te circunda atento, equivocando tan heroico intento, pues te sobra por logro y por trofeo, ya que no lo consigas, el empleo 35 que en empresa tan alta y eminente el logro es el empleo solamente. Oh, tú, hermosa Talía1281, si grata te merece la voz mía, con el süave electro1282 40 pasa la cuerdas al sonoro plectro, y en acorde armonía a desempeño da de empeño tanto príncipe dulce en amoroso canto. De temores y penas acosada, 45 de sentimiento y llanto rodeada reselando su fin en tanto abismo, desahusiada al postrero parasismo1283 se vía la española monarquía en túmulo confuso 50 cuando el sol español por muestra puso de que se le acabó todo el enojo iris de paz dorado, verde y rojo. En vos, heroico príncipe, que invía para remedio en tan comunes penas 55 siendo lo rojo en vuestras nobles venas el purpúreo explendor que os acompaña, en cuyo aliento se ennoblece España; el afecto y amor en lo dorado del vuestro muestra, visto en el cuidado 60 con que os meten en cuerdas asistencias en tantas diferentes diligencias sin que haya quien al vuestro se anticipe, previsto de Felipe1284, nuestro monarca augusto, 65 cuando os fía el acierto de su gusto. ¿La esperanza en lo verde qué nos dice? Que la tenga este cónclave, felice con vuestra protección, de sus augmentos pues que mira logrados sus intentos
1281
Como se sabe, era la musa del teatro y la poesía ligera. «Lo mismo que ámbar» (Aut). 1283 Era expresión lexicalizada para referirse a la muerte. 1284 Se refiere, lógicamente, a Felipe IV. 1282
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70 para su eterno abono teniéndoos por patrono1285 piedra fundamental deste edificio quedando honrado en tan dichoso auspicio con vuestro heroico nombre soberano 75 porque se mire en vano de la invidia el rigor en lo futuro siéndole el mismo defensión y muro. Y cuanto más le admire tanto de su impulsos se retire 80 retródraga1286, mirando su deseo de vuestros pies trofeo, donde mire corrida su pompa y altivez desvanecida. En vos, Haro famoso, en fin depuesto 85 por un rato el molesto si forzoso cuidado del gobierno y estado agradecido a tanto privilegio en culto reverente este colegio 90 este acto os dedica por muestra del afecto que os explica que yo en su nombre ofresco satisfecho de que hallará cabida en vuestro pecho. Así pluguiera al cielo 95 hallara la ignorancia de mi anhelo a la celebridad de aqueste día estudiosa energía pues noto que requiere altiva y grave fiesta tan alta de Caistro el ave1287. 100 mas, pues ha de ser fuerza que deste intento me desvíe y tuerza punto de mi dictamen para la introducción deste vejamen. Licencia pido, en tanto que la fama 105 a vuestro estirpe aclama los hechos valerosos
1285
Don Luis Méndez de Haro era patrono y protector de Santa María de Jesús. Suscribió los contratos de Patrono y Protector en marzo de 1646 (véase F. Aguilar Piñal, Historia de la Universidad de Sevilla, p. 65). 1286 Metátesis por retrógrada. 1287 Caistro es un río de Lidia, famoso por sus cisnes, a partir de ese nombre el término caistro pasa a designar el canto del cisne mismo(DH, 1936) y, a veces, al cisne. Cfr. el texto de las comedias de Calderón, cit. por este mismo diccionario: «Los caistros de un cisne / los verdores de un lairel» (Ed. BAE, t. XII, p. 480).
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propagada en pimpollos tan frondosos que a su sombra se miren amparados todos los desvalidos 110 menospreciando intentos atrevidos que se miren frustrados siendo de vuestra luz los rayos solos árbitro de la opuesta de los polos.
Apenas el balbusiente explendor del alba amagaba a pronunciar las risueñas claridades del día1288, por tener atravesado en las gargantas un tropel de tinieblas y una confusión de obscuridades, que intrincada en dudosa lucha bien a costa de su desvanecimiento pretendía cerrar los párpados al rutilante1289 Apolo y ocasionaban el si amanece o no amanece. Apenas a la lechuza del señor maestro Santa Cruz y al murciélago del señor doctor Jiménez1290, aves nocturnas, se les comenzaban a entorpecer los instrumentos de el mirar, obligándoles como siempre a dar por esas esquinas. Y, finalmente, apenas se dejaba leer el prólogo de el día y el preámbulo de la mañana cuando sentí hacia mi cuarto un ruidoso tropel, en cuyo estruendo se me daba a conocer bastantemente ser la causa desta desentonada armonía el señor doctor Rueda, que con un diluvio de locuciones o locuras se venía para mí. Confieso a vuestra excelencia, señor, que en viéndole no solo me corté, pero me tronché todo, y sosobrando con el miedo a la boca comencé a discurrir atropelladamente: –¿Qué me querrá esta estantigua1291? Sin duda se ha llegado mi San Martín1292, no puede venir sino a sacramentarme. ¿Si me querrá olear1293? Pues yo bueno me siento. 1288
Recuerda la descripción burlesca de la primera parte del Quijote, que alguna vez se había propuesto como modelo de prosa cervantina, pero que Riquer demostró no ser sino una parodia, tal vez como la presente: «Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus harpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora, que, dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba» (Ed. cit., pp. 46-47). No es de extrañar que el vejador recuerde frases de la obra cervantina, por cuanto más adelante alude explícitamente a sus personajes. 1289 «Lo que resplandece y echa de sí rayos de luz» (Aut.). 1290 Francisco Jiménez Guillén, de Marchena. Era doctor en Medicina desde 1592, según el expediente que se conserva en el AUSev. 1291 «Visión, fantasma que se ofrece a la vista causando pavor y espanto» (Aut.), y también «por traslación se da este nombre a la persona que es de figura deforme o anda vestida en traje ridículo semejante a la fantasma» (Aut.). 1292 Alude a la frase proverbial A cada puerco le llega su San Martín (Correas), es decir, su hora. 1293 «Dar a algún enfermo el sacramento de la Extremaunción, ungiéndole con el Santo Óleo en los órganos de los sentidos» (Aut.).
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Cuando ocurrió a mi confusión hablando a cántaros1294 y diciéndome: –¡Señor don Luis, gran mal, gran mal! Sepa vuestra merced que la señora Universidad, estando como se sabe divorsiada con el señor doctor Valverde1295 sobre quítame allá esas cátedras1296, trata ahora nuevamente de desposarse con no sé qué avechucho de la Puerta de Carmona, que (según dicen malas lenguas) no merece descalzarla1297. Tiénela engreída y engañada con decir que la ha de sacar a paseo por toda Sevilla, y como es mujer liviana ha cerrado los ojos a la razón porque le abran las puertas de la calle y tiene dado el sí miserablemente. ¡Jesús, Jesús! Yo que estaba ya con la cabeza tamaña como esta casa y casi en los últimos parasismos1298 comencé a respirar diciendo: –Gracias a Dios, que ya que vino esta tarabilla1299 a cosa de sacramento fue a el del matrimonio. Dígame vuestra merced –le respondí– ¿eso es cierto? –Y tan cierto –replicó– que si Dios y vuestra merced con mano poderosa no lo remedian nos hemos de ver en una desdicha. Con esto desapareció aquel torbellino y yo quedé con obligación de hablar claro. Dígame, señora Universidad, ¿cómo quiere malograr su hermosura?, ¿cómo despreciar su belleza? Mire que desacredita su fama. Mas ha dado el sí de su malogro1300, quiere ser la malmaridada1301. Oiga, le suplico unos retazos de sus desengaños cortados a la medida de mi mal gusto. Sabrán cuantos oyéndome están, dejando preámbulos, que la Universidad, mi señora, se desposa hoy con el más atestado1302 gañán y cerrado 1294
Deformación paródica de la frase llover a cántaros, que se usa para «exagerar lo recio que llueve» (Aut.). 1295 Vuelve a aparecer en el vejamen de 1647 como médico que perjudica a sus pacientes (f. 128vº). Probablemente el sevillano Santiago de Valverde Turices, catedrático de Vísperas y sustituto de Prima de Medicina en 1644 (Ollero Pina, op. cit, p. 430). Era licenciado y doctor en Medicina desde 1619, hijo de Juan de Valverde y María de Turices. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre de Santiago de Valverde, para la obtención de Grado» en el AUSev. 1296 Hay un empleo paródico de la frase proverbial Quítame allá esas pajas. 1297 Con la frase no merece descalzarme «se pondera el singular mérito de una persona que no está en la estimación debida» (Aut.). 1298 El sintagma postrero parasismo se suele aplicar en textos áureos a la muerte. 1299 «El mismo tropel de palabras dichas con priesa» (Aut.). 1300 «El efecto de malograrse o frustrarse alguna cosa» (Aut., que cita un texto de los Anales de Sevilla, de Zúñiga, donde se cita «el malogro de los campos»). 1301 «Malcasada, dícese de la mujer que se lleva mal con su marido» (DRAE, 1992). 1302 Juega de vocablo con diversas acepciones del participio atestado, que por una parte significa «lleno», acepción que cuadra mejor en el siguiente uso de la palabra; pero en el
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pastor que conocieron los apriscos, criado y nacido entre la maleza y espesura, como lo demuestra aquel gesto, casi tan perverso como este mío; ermitaño propriamente de su religión, el mayor Sancho Panza1303 que escudereó jamás caballero andante; figura de mochuelo con unas vislumbres hacia mico, polilla de los manjares, sabañón del más próvido refectorio, gomia1304 de toda vianda, que más viene al pan de la boda1305 que a recebir el grado; atestado siempre, harto nunca, y con estas gracias tan necio como el más presumido, tan presumido como el más necio; ignorante hasta tente capilla1306 y ahora lo quiere ser hasta tente bonete1307. Quien tuviera en esta ocasión para referir sus gracias la osadía del padre maestro Casas1308, pero había de ser sin turbarme; el desembaraso del señor maestro Santa Cruz, la tarabilla del señor doctor Rueda1309, cuya lengua es hija legítima del primer móvil1310, enjerta en redina1311 y templada en las minas del azogue. ¡Qué embarazado se halla con el capirote1312! Pues no le
contexto presente más bien apunta hacia el uso que la palabra sigue teniendo en la actualidad «terco, obstinado, testarudo» (DRAE, 1992). 1303 También el Quijote deja una influencia notable en este tipo de literatura, según la profesora Egido («Floresta de vejámenes...», cit.). 1304 «Persona que es demasiado comedor» (Aut.). 1305 «Regalos que se suelen hacer los primeros días, especialmente por el marido a la mujer, que después faltan por lo regular» (Aut.). 1306 La capilla es también la «parte del hábito que visten los religiosos de varias órdenes para cubrir la cabeza, la cual ordinariamente traen echada a la espalda cuando no usan de ella» (Aut.). Hay un nuevo juego de palabras paródico, pues la frase hecha es tente bonete. 1307 Frase que quiere decir que «alguno bebió cuanto pudo» (Aut.). 1308 Probablemente el sevillano García de las Casas (1596-?), gran teólogo, que profesó en el Carmen y llegó a ser prior (Méndez Bejarano, Diccionario). Era doctor en Teología por Roma desde 1626. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre para la obtención de Grado» en el AUSev. 1309 Acaso Francisco de Rueda Rojano, de Lucena (Córdoba), que estudia en el Colegio desde 1638. Se conserva el «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre de Francisco de Rueda Rojano, para la entrada en el Colegio de Santa María de Jesús como Familiar» en el AUSev. 1310 Primer móvil «se llama aquella esfera superior que se considera estar más alta que el firmamento [y], por analogía, se llama el principal motor y como causa de la ejecución y logro de alguna cosa» (Aut.). 1311 Tal vez se produce un juego de palabras, ya que redina es la «rueda del telar» y se recoge ya desde el diccionario de Rosal (principios del XVII). 1312 Capirote, véase la nota anterior a propósito de esta palabra.
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estuviera mal si tuviera cascabeles1313. ¡Qué mal hallado con la seda! Más se entiende con el zurrón y las alforjas. Pues ya que le asienta mal el raso1314, le hemos de asentar bien la mano. Oiga, vuestra señoría su vida desde que tuvo uso de razón o razón de uso, que en su paternidad todo es lo mismo. Siendo zagalejo le trajeron sus padres a Sevilla y la noche de los Difuntos, extrañando el clamor de las campanas, preguntó a su madre que por quién repicaban tanto. Respondióle la señora que por las ánimas de Purgatorio, y dándose una palmada en la frente dijo: «¡Válgame Dios, que las ánimas de Purgatorio se han muerto! En el cielo estén». Díjole su señor padre que fuese a mandar hacer una albarda1315 para el pollino. Fue muy puntual a hacer aquella diligencia y llegando al albardero le dijo: –Compadre, yo he menester una albarda muy buena, que sea de su mano y mire que la haga como para mí1316. Inviáronle un día sus padres al cortijo y en el camino comenzó a llover mucho y a levantarse grande aire; el jumentillo del padre graduando o ya por ser demasiado pesado el jinete, se paró sin poder pasar más adelante. Su paternidad viéndose tan afligido comenzó a decir a grandes voces: –¡Arre, arre, Dios de mi alma! Hicieron en su casa una gran cantidad de morcillas por San Martín1317, y después de hechas vio que por su orden las ponían al humero1318. Preguntó a su madre cuidadoso: – ¿Madre, para qué hace eso? ¿No es mejor que nos las comamos todas? Respondiole la señora: –Hijo, aquí las pongo para que se curen, en estando buenas las comeremos. Aprehendió aquella razón, y como de allí a pocos días le sobreviniese una calentura, luego que se sintió enfermo vase derecho al humero y comienza a tragar el humo que casi se ahogaba. Hallolo así la gente de la casa y preguntándole que por qué hacía aquello respondió muy sencillamente: 1313
El capirote con cascabeles caracteriza a los locos y a los bufones. Tanto la seda como el raso o el capirote son características que afectan a la vestimenta de los doctores, como ya se ha dicho. 1315 «El aparejo que ponen a las bestias de carga para que puedan cómodamente llevarla y sin lastimarse el lomo» (Aut.). 1316 El mismo chistecillo se da en el vejamen limeño de Oviedo, que edito antes, aunque allí el objeto que se fabrica es una jáquima. 1317 El día en que se sacrifican los cerdos en la matanza, de ahí el refrán A cada puerco le llega su San Martín. 1318 «Cañón de la chimenea por donde sale el humo» (Aut.). 1314
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–Heme sentido malo y así he venido aquí a curarme. Era su señor padre un buen cristiano, instruíale mucho en las cosas de la santa fee, y para que se confesase le advirtió que tomara de memoria la confesión como está en la cartilla, y en llegando a los pies del confesor le dijera lo primero y luego se acusase de todo lo que había cometido contra los diez mandamientos y si había usado desordenadamente de algún sentido o quebrantado los mandamientos de la Iglesia. Dada esta instrucción, lo llevó a confesarse y comenzó diciendo: –Yo pecador me confieso a Dios, y si fuese mujer, yo pecadora. Y luego prosiguió: –Acúsome que he pecado contra los diez mandamientos y contra los sacramentos. Padre, absuélvame. Este es el sujeto con quien se desposa vuestra señoría, este su talento, sus habilidades estas. Por cierto que desacredita su buen gusto, señora Universidad, pues no falta quien publique que vuestra señoría se casa con Fiera Bras1319 y con el mismo molde de tontos y turqueza1320 de las necedades, donde se fragua toda bobería de tres altos1321, toda brutalidad de ventidós quilates. Pero, mi padre graduando San Agustín, ¿tanto mal a los amigos? No se compadece con nuestra amistad tanto rigor, necesario es volverle su honra. Señora Universidad, yo he hablado por boca del señor maestro Santa Cruz, que es mucho peor que por boca de cántaro1322. Sepa vuestra señoría que el padre graduando es muy digno de ser su esposo ¡Dios te bendiga! ¿No es más galán que Gerineldos?, ¿más bizarro que Amadís de Gaula?, ¿más hermoso que un Adonis1323, vestido de azabache para que no le aojen1324? Pues ¿qué diré de su energía en el predicar, de su viveza en el discurrir? 1319
Fierabrás es un personaje del mundo de los cantares de gesta carolingios, que aparece en el Quijote como creador de un bálsamo milagroso (I, 49). 1320 La turquesa es también «el molde donde se hacen los bodoques para tirar con la ballesta» (Aut.). 1321 Equivaldría al actual tres alturas, según se desprende de la definición de Aut.: «Se llama en las casas los suelos que están fabricados unos sobre otros y dividen los cuartos y viviendas y así se dice: «La casa tiene dos, tres, cuatro o cinco altos». 1322 Lo mismo que hablar por boca de ganso, es decir, «hablar lo que otro le sugiere para que lo diga, apuntándoselo o enseñándoselo a este fin en secreto o antes para que esté prevenido cuando llegue el caso de hablar» (Aut.). 1323 Son prototipos de la belleza masculina, en el primer caso protagonista de un romance que lleva su nombre y en el segundo de la novela Amadís de Gaula. Por su parte el nombre de Adonis pronto se lexicaliza y convierte en común para encarecer tal atributo. 1324 Es decir, vestido de negro, como el azabache, piedra que tradicionalmente se considera con propiedades contra el mal de ojo. En el ms.: aohen.
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Acordaos bien, padre mío, pero no os membredes, non, porque un fraile si se miembra1325 hará temblar un Sansón.
Acordaos bien de aquel sermón de Nuestra Señora. Predicaba su paternidad en una fiesta de Nuestra Señora y discurriendo por sus atributos llegó a el ciprés. Comenzó a dificultar que por qué aquel árbol funesto, símbolo de la tristeza y el pecado, se le había de atribuir a María Santísima, siempre limpia, siempre pura. Pero ocurrió a la dificultad con una respuesta tan aguda como su ingenio, dijo: – Mirad, a el tiempo de concebirse María quiso llegar la culpa a comprehenderla, pues como no tuvo lugar ni entrada, quedose de la [a]galla1326, así que de la [a]galla se quedó la culpa. Pues póngase un ciprés a María por ser árbol que lleva agallas1327. Dejemos descansar al padre graduando algún tanto y vamos. Pero, si la vista no me engaña, diviso hacia aquella parte bulto a manera de persona. ¡Válgame Dios! ¿quién será, que no caigo en él?, ni quisiera caer porque me parece muladar, según me informan las narices. Señor doctor Bolaños1328, «para las ocasiones son los amigos»1329, ¿quiere vuestra merced, pues tiene ojos de vecino, llegarse acá y brujulearme1330 quién será aquella figura que se nos ha metido en baraja y quiere parecer hombre entre las gentes? Mas ¿si fuera el señor don Cristóbal de León Santos de Ayala, que según me dicen andaba muy deseoso de graduarse este día? Él es sin duda. Señor mío, ¿cómo ha venido vuestra merced a graduarse de antuvión1331 y a cogerme
1325
Hay una maliciosa alusión al miembro viril, pero se juega con la dilogía del verbo membrarse, «acordarse». 1326 Quedarse de la agalla o quedarse colgado de la agalla son «frases tomadas de que los pescados se quedan muchas veces presos del anzuelo u de la red por la agalla para dar a entender que alguno se quedó burlado y desvanecida alguna esperanza en que estaba fundado» (Aut.). 1327 Agalla es también «cierto vicio a manera de fruto que echan algunos árboles como son los robles y cipreses» (Aut.). 1328 El sevillano Baltasar de Bolaños, doctor en Teología desde 1640. Era hijo de Francisco López de Bolaños y Ana María de Paz, llegaría a presbítero. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre para la obtención de Grado» en el AUSev. 1329 Recuerda a refranes como el que recoge y comenta Correas: «Más valen amigos en la plaza que dineros en el arka. Quiere decir que se granxeen amigos sin reparar en gastar algo, que en okasiones valen mucho» (Ed. cit., p. 543). 1330 Brujulear, véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 1331 Antuvión es «inopinadamente, repentinamente, con precipitación» (Aut).
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de repente? ¿Es porque no descubra sus defectos y publique sus gracias? Yo me lo tendré en cuidado, que no estará muy bien meterme a revolver su piscina1332. Mas no por eso ha de conseguir su intención, porque trae vuestra merced la garganta tan adornada de lámparas, que a su luz no habrá tacha que se encubra ni defecto que se disimule. Mas, porque no se vaya la burra de vacío1333, sabrán vuestras mercedes que el señor don Cristóbal es tan porfiado que un día le vi porfiar sobre cabeza de tiñoso que aquella enfermedad la había heredado de sus padres, aunque no los había conocido, y lo fundaba en que todo lo que está en cabeza del padre lo hereda el hijo. Pero el señor doctor Juan Cano de Santallana1334 le venció en la porfía con enseñarle su cabeza pelada, acordándole que su padre había sido persona de muy buen pelo, sin que por eso lo heredase. Mas, como la consecuencia vino a pelo1335, sin embargo de que fue calva1336, el señor doctor se salió con la suya, como siempre lo hace. Estaba un día en conversación con ciertos amigos y comenzaron a hablar acerca del pecado nefando, en ocasión de un hombre que estaba sentenciado a quemar por aquel delito1337. Dijo uno de los interlocutores: –¡Válgame Dios y qué mal gusto debe de tener el que hace una cosa tan fea, sucia y asquerosa! Respondió el señor don Cristóbal muy sencillamente: –Yo lo he probado y es la cosa peor que hay en el mundo. 1332
En el sentido de revolver que recoge Covarrubias: «Ir con chismerías de una parte a otra y causar enemistades y quistiones». Revolver su piscina es frase proverbial que se toma de un pasaje de la Biblia: «Respondit ei languidus Domine hominem non habeo ut cum turbata fuerit aqua mittat me in piscinam dum venio enim ego alius ante me descendit» (Juan 5, 7). Cfr. el siguiente texto de Quevedo, Política de Dios, parte I, XVIII: «Señor, dos cosas vemos en este Euangelio: que el Rey ha de ser Angel para dar virtud, y hazer milagros, y reboluer por su mano la piscina; pues assi tendra virtud, y de otra mano veneno y muerte» (Ed. James O. Crosby. Madrid: Castalia, 1966, p. 110). 1333 De vacío es «sin la carga» (Aut.). La frase proverbial apunta en su significado metafórico a no sacar el provecho o no obtener el fin que se deseaba. 1334 El sevillano Juan Cano de Santallana, hijo de Juan Cano de Santaiana de Velasco y María de los Ríos Monroi. Era doctor en Teología desde 1630. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre para la obtención de Grado» en el AUSev. 1335 «Vale también a tiempo, a propósito u a ocasión» (Aut.). Evidentemente el autor juega con el sentido recto de la expresión, que aprovecha después con la palabra calva. 1336 Recuerda el conocido proverbio La ocasión la pintan calva, o, como recoge Correas: La okasión, asilla por el kopete o gedexón (ed. cit., p. 183). 1337 Ya se sabe que era el castigo de tal «delito» de homosexualidad, como se aprecia en diversos entremeses en que aparece Cosme Pérez, Juan Rana, al que se acusó alguna vez de él.
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Tenía enferma a su madre el señor don Cristóbal y llamaron al señor doctor Villegas1338 para que la curase, el cual pareciéndole que sería conveniente, ordenó que le echasen unas ventosas. Después, al despedirse, preguntó el señor don Cristóbal: –¿Le podremos dar a mi madre una poca de concerva de batatas? –No señor, ni por pensamiento1339 –respondió el señor doctor Villegas– que son ventosas y la matarán. Apenas lo oyó el graduando cuando arremetió al pobre de nuestro médico: –¡Ah, traidor, que quieres despachar a mi madre. ¿Mandas que no se le den batatas por ser ventosas y le dejas ordenado ventosas1340 para matalla? Vamos al señor maestro Santa Cruz, que está para sacar la espátula, porque no me acuerdo de su persona. Señor mío yo no quiero burlas con los señores maestros en Artes, que unos son redomados y otros por domar1341. ¿Quiere vuestra merced que el señor maestro Torres me mate a coces y bocados, siendo así que es un desbocado?1342 ¿El señor Benito Pérez1343 me despache a purgas y el señor maestro Reyes sea mi Longinos? Yo no me quiero meter en picar a vuestras mercedes, que sería muy posible salir yo más picado. Demás desto necesito mucho de prevención para pelear con estos señores médicos, que todos traen armas dobles a costa de nuestros escudos1344. El señor doctor Covarrubias, a quien llaman Matusalén (más por los que tiene en el sepulcro que por los años de su juventud), primeramente pide a vuestra señoría que le jubile, y para esto alega muchos servicios que ha hecho a vuestra señoría y el mayor es el del vejamen pasado, que fue (como 1338
Acaso el cordobés Pedro de Villegas Calderón, que figura como doctor en Medicina en 1646 y era catedrático de Cirugía y Antomía (Ollero Pina, op. cit.). Se había hecho bachiller en 1629 y era hijo de Juan de Villegas e Isabel de Aguilar, según el expediente que se conserva en el AUSev. 1339 Convive con la expr. Ni por pienso. 1340 Se juega con los dos sentidos de la palabra ventosa, por una parte «cierto remedio para curar», por otra «que produce ventosidad». 1341 Juega de vocablo con el verbo domar, «domesticar», y redomado, que por su forma parece intensivo del anterior, pero que signifca «cauteloso y astuto» (Aut.). 1342 Tal vez Pedro de Aranda Torres, licenciado en Teología por esta Universidad en 1626, pero no hay seguridad. 1343 Benito Pérez de Salamanca, cacereño. Maestro en Artes desde 1631. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre para la obtención de Grado» en el AUSev. Un Benito Pérez, dominico, enseñó en Santo Tomás (Méndez Bejarano, Diccionario), pero no parece tener relación con éste. 1344 Armas dobles incluye tanto a las ofensivas como a las defensivas, de ahí el equívoco con la palabra escudos, que alude también al dinero que obtienen los médicos de sus pacientes.
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se vido) una letrina1345, y fuera mucho mejor haberlo dado a Tagarete1346 que a la estampa, pues en anocheciendo no hay quien pase por los libreros porque en lugar de «agua va» no cesan de decir: «Allá va el vejamen del doctor Covarrubias». Y está quejoso el señor don Marcos de Pedrajas, porque le entró en el vejamen, pues por hediondo ninguno era más a propósito1347. Segundamente pide a vuestra señoría que le admita la petición y mande al señor doctor Abaunza que la reciba a prueba1348. El señor doctor Ramírez1349 es hombre de lindos antojos: quiérelos mucho, porque dice que le han enseñado cuanto sabe, y su merced sabe tanto como ellos. Tiene un bigote cuando no por señoría por excelencia, porque es grande y de la Cámara, con espectativa de heredar el estado de Arcos. ¿Qué diremos del señor doctor Jiménez y el señor doctor Muñoz1350, que curan a troche moche1351?; no así el señor doctor Berlanga1352, que todo lo cura y aun da con todo en el cura de la parroquia. Llamáronle para visitar un enfermo y a la primer visita lo desahusió, como lo hace con todos; encontrolo en la calle un hijo suyo y preguntole: –Señor doctor, ¿cómo está mi padre? Respondió: –Su padre de vuestra merced queda en las manos de Dios, cual no esté nadie. Disputaba un día el señor doctor Molina1353 con el señor doctor Jiménez1354 y llegó el argumento a encresparse de suerte que el señor doctor 1345 Debe referirse al doctor Pedro de Covarrubias y Guevara, autor de un Vejamen que dio el dr. - -, médico en la Universidad de Sevilla a el grado del P. M. fray Esteban de los Ríos. Antequera, 1628. 1346 Arroyo de Sevilla de malolientes aguas, según aparece en Cervantes y Quevedo. 1347 De Villanueva de la Jara [Cuenca], bachiller teólogo desde 1641. Moriría en 1649 y se enterró en la capilla del Colegio. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre para la obtención de la beca de entrada en el Colegio de Santa María de Jesús» en el AUSev., por él sabemos que era un «ilustre estudiante». Tenía fama de quejoso y bermejo, según el vejamen de 1647 (f. 134vº). 1348 El sevillano Pedro de Abaunza, hijo de Gregorio de Abaunza y Luisa de Góngora. Era doctor en leyes desde 1628-29. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre para la obtención de Grado» en el AUSev. 1349 Quizá el viejo doctor Luis Pérez Ramírez, catedrático de Medicina desde 1617 (Ollero Pina, op. cit., p. 429). 1350 El sevillano Jerónimo Muñoz de Castro, doctor en Medicina desde 1619, según el expediente que se conserva en el AUSev. 1351 «Disparatada e inconsideradamente» (Aut.). 1352 Vuelve a aparecer en el vejamen de 1647 como hombre necio y muy gordo (f. 128). 1353 Hay un Diego Palomino de Molina, natural de Tarifa (Cádiz), bachiller en Medicina desde 1635, según el expediente que se conserva en el AUSev. 1354 En el vejamen de 1647 se dice de él que trae medicinas prohibidas y ha perdido su melosidad (f. 128vº).
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Molina le dijo que era un matalote1355. –Más matalote es vuestra merced y aun mata más que una excomunión. Respondió el señor doctor Jiménez1356: –Eso no (dijo un tercero que los estaba oyendo), que la excomunión procede hasta matar candelas1357, mas el señor doctor Molina no para hasta que las enciende. Recibió el señor doctor Villegas un criado para que cuidase de la mula, el cual viéndola desherrada le preguntó a su amo: –¿Dónde yerra1358 vuestra merced? A que respondió: –Donde curo, mas porque no acertaréis la tienda venid conmigo la primera vez. Llevole en casa del albéitar y, acabada la obra, sacó un real de a cuatro para pagarle el calzado. El herrador, que era hombre muy comedido, le dijo con mucho sentimiento: –Señor doctor, vuestra merced escuse la paga, que los que somos de un oficio no nos llevamos dinero1359. Llamáronle para curar un enfermo y, aunque el achaque era muy peligroso, dijo el señor doctor que no era nada, que presto lo daría sano, y con esto se despidió. El accidente apretó de suerte que sin remedio se moría el enfermo y fue necesario ayudarle a buen morir a toda prisa. Volvió el señor doctor a la tarde por su propina y preguntando a los criados cómo le iba al enfermo le respondieron lo que pasaba y su merced, sin más ni más, se entró muy denodado con toda cólera diciendo: –Si le ayudan, qué mucho que se muera este hombre. Lo mismo me hiciera yo si me ayudaran. Dejemos estos señores asentistas1360 de la muerte y verdugos de capa negra y síganse después de sus mercedes los pésames, porque guardemos buena consecuencia. 1355
«Caballería muy flaca [...] y de mal paso» (Cejador, Vocabulario del Quijote), que aporta una cita de la novela (II, 61). Se aplica como despectivo a las personas. 1356 Como se ha dicho, el doctor Francisco Jiménez Guillén, que oposita en 1638 (Ollero Pina, op. cit., pp. 428-429). 1357 A mata candelas es «frase vulgar con que explican la última lectura de la excomunión, tomada de que en ella se apagan las candelas en el agua» (Aut.). Quevedo recoge la forma amata candelas, con sentido metafórico, según el DHLE, que recoge el ejemplo (s/v amatar). 1358 Hay un evidente juego de palabras entre errar y herrar, que no merece más comentario. 1359 El cuentecillo se copia casi al pie de la letra de la Floresta española de Santa Cruz. Véase la ed. de Maximiliano Cabañas, Madrid: Cátedra, 1996, p. 308. Allí la anécdota ocurre entre un médico y un albéitar. 1360 Asentista es «el que hace asiento o contrato con el rey o con el público para la provisión de ejército, comisiones, etc» (DRAE, 1770).
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El señor doctor Carlos de Mendoza, que no se precia menos de cortesano que de caballero, ni estima en más su nobleza que su discreción, distilando en todas ocasiones conceptos a pares y hablando más jarifa y galianamente que la mujer de Sarracino1361, le fue a dar el pésame a cierto caballero de Cádiz en la muerte de un hijo suyo y comenzó diciendo: –Mucho he estimado la ocasión presente por tenerla de besar a vuestra merced la mano, pero yo espero en su majestad que no será nada. No es menos al intento otro que dio el señor don Diego de Contreras a una señora viuda en la muerte de su marido. –Cierto, señora –dijo– que he estimado esta desgracia como si yo mesmo fuera el difunto, pero a fee de caballero que si estuviera en mi mano se lo había de dar vivo a vuestra merced. Pues aunque este donaire es muy para reír tiene su merced una desgracia que es muy para llorar y de ordinario le cuesta gotas de sangre, porque si vuestras mercedes no lo han por enojo, es enfermo de la orina, y estando los días pasados gimiendo y llorando su achaque con el señor don Diego de Angulo1362, por cuya cuenta corren semejantes accidentes, le dijo: –Señor don Diego, yo me muero deste mal, ¿no es gran desconsuelo que un mozo como un Sansón1363 muera deste mal de orina? Respondiole el señor don Diego: –Vuestra merced más me parece Golías que Sansón, porque muere de piedra1364. Sabrán vuestras mercedes que el señor don Carlos de Mendoza tiene todos sus güesos costilla por hombro, ni hay algebrista1365 que los entienda ni librero que los encuaderne, y porque no ignoren el origen desta desgracia no dejaré de referir la historia. Estando los días pasados con su excelencia le dio gana de salirse a pasear, por no decir a pacer1366, a el campo y la mula que lo llevaba, no haciendo caso del jinete, comenzó a retozar y dio con su merced de costillas en el suelo, que le dejó por muerto. Viéndose de aquella suerte, dio voces como pudo a su criado y preguntole en tono lastimero: –Amigo, ¿he dado gran caída? 1361
Jarifa, Galiana, Sarracina son personajes del romancero nuevo de género morisco. Abogado natural de Sevilla, autor de Condiciones jurídicas de los hijos ilegítimos. 1363 Es una forma de encarecer que alguien «es valiente y grande». Ya lo recoge Correas (J. Cejador, Fraseología, IV, 1925, p. 503 a). 1364 Se produce un juego de palabras con piedra, que por una parte alude al mal de orina y, por otra, a la piedra con que David venció a Goliat. 1365 «El cirujano que profesa el arte de componer los huesos y reducirlos a sus lugares proprios, cuando por algún accidente de desencajan y descomponen» (Aut.). 1366 Hay que tener en cuenta la pronunciación similar de pacer/ pasear. 1362
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Riose mucho el sirviente y hizo diligencia por volverle a subir en la mula. La mula, desde que se sintió cargada, tornó1367 segunda vez a dar respingos y corcovos con nuestro buen don Carlos, y él muy afligido comenzó a decir: –¡Jo, jo, mula, en el cielo estés! –¿Qué dice vuestra merced –dijo el criado–, la mula ha de estar en el cielo? Respondiole muy atribulado: –Calla, hijo, que no se pierde nada por hablar bien1368. Señor don Francisco de Casaos1369, repare vuestra merced que ya van sus reparos. Repara el señor don Francisco en que es muy mal permitido que el padre maestro Mendaña y el padre maestro Rivera1370 vayan en el paseo porque entienden todos que es máscara1371. Ítem repara el señor don Francisco en que vuestra señoría debe degradar al señor doctor Abaunza1372 porque es desordenado. No tiene vuestra merced razón, señor don Francisco, porque el señor doctor es más ordenado que procesión de Semana Santa y sabe a cada cosa darle lo que es suyo, y con su parecer no puede competir el de la linda Magalona1373 y, si no, atienda y verá si en derecho hay asno como su merced. Muriose un labrador en Castilleja y dejó ordenado en su testamento un almud1374 de cebada de renta cada día para una jumentilla de que se había servido. La jumentilla de allí a pocos días murió, como es cosa natural, y dejó un hijo. Vinieron a consultar al señor doctor sobre si el tal hijo había 1367
En el texto: «trornó», que corrijo. Según el proverbio que se recoge actualmente todavía: «Hablar bien no cuesta nada». 1369 Don Francisco de Casaos era doctor en Cánones, decano y diputado de su facultad en 1653, según el Vejamen que dio don Juan Antonio de Miranda (Sevilla: Juan Gómez de Blas, 1653, f. 196). 1370 Acaso el doctor en Teología Francisco de Rivera (1582-?), que enseñó en Granada y Osuna y recibió el grado de maestro en 1621 (Méndez Bejarano, Diccionario). Era natural de Écija y se hizo doctor en tal facultad en 1626, según el expediente que se conserva en el AUSev. 1371 Hace alusión a las continuas mascaradas que protagonizaban los alumnos universitarios con motivo de cualquier festividad. Véase la publicación de Piedad Bolaños Donoso y Mercedes de los Reyes Peña, Una mascarada joco-seria en la Sevilla de 1742. Sevilla: Universidad de Sevilla, 1992. 1372 Era gobernador de Castilleja, según el vejamen de 1647 (f. 129vº). Este doctor en leyes escribió numerosos tratados de su especialidad y una defensa del autor Ramírez de Prado, traductor de Marcial (Méndez Bejarano, Diccionario). 1373 Alude a la Historia de la linga Magalona, hija del rey de Nápoles, y de Pierres, hijo del conde de Provenza, citada en el Quijote (I, 49) y que había aprecido antes también citada en la Segunda parte del Guzmán de Alfarache, de Alemán. 1374 «Medida de cosas secas, como son trigo, cebada...En Castilla se llama celemín» (Aut.). 1368
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de heredar la cebada y su merced ajustó en su derecho que debía heredarla si fue habido en legítimo matrimonio1375. Pasemos adelante y ande la rueda, que está rabiando el señor don Francisco Sarmiento1376 porque no me acuerdo de su merced. Señor mío, ¿qué mucho que yo le tenga fuera de cuenta, cuando vuestra merced está con la barriga a la boca1377? Dios me es testigo que no puedo llevar en paciencia que vuestra merced presuma tanto de lindo y que teniendo más barbas que una ballena y que el señor don Pedro de Angulo1378 (que es el non plus ultra de la barbaridad) y más bigotes que el Turco1379, nos quiera dar a entender que es bello. No quiera saber más vuestra señoría sino que los días pasados íbamos por el Arquillo de Santa Marta y oyó decir a un hombre que estaba hablando con otro: –Es muy lindo que vuestra merced diga eso. Volvió el señor don Francisco y quitándose el bonete dijo: –Es merced que vuestra merced me hace. No es menos notable el señor don Lope de los Ríos1380 por presumido de valiente, como el Cid, y tiene más talle de ser Babieca, más alentado que Gaiferos, siendo enemigo de toda Melisendra1381. Dígame vuestra merced por qué razón ha de pasar plaza de virtud la necesidad y se ha de alzar con el nombre de victorioso el que no pudo entrar en la batalla. ¿Qué importa que vuestra merced presuma de galán y de discreto, si no se puede llevar la flor? ¡Oh flor de los cordobeses! ¡Oh gran don Pedro de Angulo! Noble en tu sangre heredada de tus ilustres Angulos, noble en tus letras heredadas de tus doctas angulas; más reposado que comida de gran señor, más ceremoniado que sacrificio de la 1375
Se toma de la Floresta española, de Santa Cruz, donde es una mujer de Toledo la que deja en su testamento ciertas mandas para su borrica (ed. cit, p. 111). 1376 Tal vez el madrileño Francisco Sarmiento de Mendoza, bachiller jurista por la universidad sevillana desde 1634; marchó a Indias y murió en 1674, según su expediente conservado en el AUSev. 1377 Tener la barriga a la boca «dícese de las mujeres preñadas que están en días de parir» (Aut.), de ahí el equívoco que se establece con la expresión que ha salido inmediatamente: tener fuera de cuenta, que se aplica a las mujeres a punto de parir. 1378 El cordobés Pedro Angulo Saavedra, jurista, que obtiene el título de bachiller en 1641, según el expediente que se conserva en el AUSev. 1379 Se juega de vocablo con barbaridad, por cuanto se alude a la barba, pero también al concepto de extranjero que después se refleja en Gran Turco, que es el nombre con que se alude al sultán de Constantinopla en la época. 1380 Lope Francisco de los Ríos Guzmán, jurista natural de La Rambla (Córdoba). Se había hecho bachiller en 1642, según el expediente que se conserva en el AUSev. 1381 Protagonistas de romances, pero también de famosas comedias o entremeses burlescos, como se ha recordado arriba a propósito de otro vejamen.
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ley vieja. ¿Quiere vuestra señoría saber cuán bien entiende las ceremonias? Pues cuando entró en el Colegio se aplicó a leerlas con gran cuidado y entre las demás reparó en una que advierte que todos los que son o hubieren sido colegiales los llamemos el señor don Fulano, el señor don Zutano. Llegó un forastero a preguntarle por el señor don Francisco Sarmiento y respondió: –El señor don Francisco Sarmiento está en las señoras letrinas porque le han dado unas señoras cámaras1382 con señor pujo1383. Aguarde vuestra merced que ya vendrá al señor aposento. No tenga vuestra señoría por menos ceremoniado al señor don Marcos de Pedrajas. Vino a visitarle cierta persona de cumplimiento a tiempo que aún no se había levantado de la cama y por no hacerle esperar a que se vistiese le recibió en ella; acabada la visita, levantose en camisa el señor don Marcos y comienza a hacer fuerza para acompañarle. –¿Qué hace vuestra merced, señor don Marcos? –dijo el otro. Respondió su merced: –Esto es cumplir con la ceremonia, y he de acompañar a vuestra merced hasta la puerta. Señores, no ha de ser todo pláticas, oigamos predicar al padre maestro fray García de las Casas, que pide la gracia con dos mil sales. Predicaba su paternidad muy reverenda en ciertas monjas y al fin de la salutación dijo: –Pidamos al cielo la gracia, a la Virgen que nos la alcance. Y volviéndole a las monjas prosiguió: –Tomando a esas señoras por medio para conseguir el fin. Predicaba el padre maestro Cruz un viernes santo y antojósele decir, como otras cosas que suele, que Nuestra Señora había pedido con muchos ruegos a la bendita Magdalena que se ofreciese a llevar los cinco mil azotes que habían de dar a Cristo los judíos. Llegó este caso a noticia del padre maestro Granillo y comenzó a decir muy colérico: –¿Quién le ha dado licencia al padre maestro para predicar lo que no está escrito, siendo yo solo el que tengo facultad para eso? Porque yo solo hallé que a Cristo, cuando estaba en la columna, le colgaron los fariseos en la boca un candil de garabato1384 y que cuando le enclavaban en la cruz cayó un martillo y descalabró a San Juan Evangelista y otras cosas desta suerte que caben en mi caletre, pero no en los evangelistas. 1382
Cámaras son «el flujo de vientre que ocasiona obrar repetidas veces en breve tiempo, y por eso se usan en plural» (Aut.). Véase nota anterior. 1383 «Enfermedad muy penosa que consiste en la gana continua de hacer cámara con gran dificultad de lograrlo» (Aut.). 1384 En el texto: «grarabato», que corrijo. Es decir, un candil con instrumento de hierro curvado, de donde se cuelga, según la definición de Aut.
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No quisiera que entre estos sermones se me olvidara el del padre maestro Albarda, que diga, Legarda. Predicaba su paternidad en cierta iglesia y acabado el sermón le dieron una cédula para que la leyese, que decía así: «Quien se hubiere hallado una verónica1385 con una cinta colorada acuda a mí y se le dará hallazgo». Y nuestro padre, poniéndose los antojos, dijo: –Aquí me han dado una cédula que dice que quien se hubiere hallado una borrica con una cinta colorada acuda a mí y se le dará hallasgo. No es bueno que la borrica del padre maestro Legarda me ha traído a la memoria el sermón del padre maestro Castillo1386. Encargáronle el predicar en un lugar y reparando en que todas las veces que subía a predicar no cesaba de gemir una mujer, llegose un día a preguntarle de sus suspiros la causa, si la causa lo consiente. Y ella respondió: –¡Ay, padre!, que siempre que oigo a su paternidad hablar me acuerdo de un borriquillo que me hurtaron que rebuznaba de la misma suerte! No se quede entre sermones el señor doctor Bolaños1387, la mona de los predicadores, sino que de cada uno toma lo peor. Lo desentonado del padre maestro Cruz, lo agudo del padre maestro Rivera, las acciones del padre maestro Bolaños, lo prolijo de todos juntos. Fue a predicar a Castilleja el sermón de la Circuncición y comenzó exclamando y diciendo: –¡Ah, señores, si viérades a San Josef con el niño debajo del ferreruelo llevallo a circuncidar y qué gran dolor os diera! ¿Qué habían visto en vos, Niño mío, los perros judíos para circuncidaros? ¿Qué teníades vos que circuncidar? Si fuérades un bellacón como Herodes, pero a vos, a vos... Siendo estudiante le halló su madre con mesclas y ladrillo tapando todos los abujeros de su casa y preguntándole que para qué hacía cosa semejante, respondió: –Señora, para que no se salga la castidad. Replicole: –¿Pues qué tiene que ver eso con la castidad? –Mucho –respondió– que yo he oído decir al padre maestro Cruz en las monjas que por tamaño abujerito se sale la castidad. –Anda, hijo, –le respondió la señora– ¿pues de un loco haces cuentas que da más badajadas1388 que un reloj? 1385
«La imagen o representación del rostro de Nuestro Señor Jesucristo» (Aut.). El Padre maestro Diego del Castillo, maestro de justicia por su religión, rector del Colegio de San Alberto y calificador del Santo Oficio (Vejamen, 1653, f. A3vº). Era sevillano y religioso de la Orden de Nuestra Señora del Carmen, doctor en Teología desde 1626, según el expediente que se conserva en el AUSev. 1387 Era capellán real, administrador del Hospital del Rey, etc., pero «de futuro», según el vejamen de 1647 (f. 129vº). 1388 «Cualquier palabra o razón necia» (Aut.). 1386
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Qué contento que está el padre maestro Castillo con la ventana que ha hecho ahora nuevamente en su celda. Sentía mucho que no le llamasen con puntualidad, cuando le buscaban en la portería, y porque no tuviese el portero escusa de que porque no tenía la celda ventana a el corredor no se oía1389, mandó hacer una, advirtiendo al oficial que la hiciese tan ancha y espaciosa que cupiese una voz sin impedimento; y nuestro padre para hacer experiencia se bajó a el patio y desde allí comenzó a dar muchas voces diciendo: «Padre maestro Castillo, padre maestro Castillo», y luego fue a la celda y puso el oído y dijo: «Bien se oye». Padre graduando San Agustín, no me olvido que quien bien quiere tarde olvida1390. No hay sino reparar en redondo este bodoque1391. Entreteníase el padre graduando en tirar a los pajarillos con una ballesta y disparaba tanto que los tenía amedrentados, de tal suerte que ninguno le paraba delante. Dábale esto mucha pesadumbre y así fue a consultarlo con el padre maestro Bolaños para que con su lucido juicio le discurriese algún ardid, para atisbarles de manera que no le huyesen. Y el padre maestro le dijo: –Si vuestra paternidad quiere tirar sin que se le vayan, les ha de tirar por un abujero. Mandó llamar uno de los que hacen abujas y el abujero entendió que le quería comprar cantidad dellas. Empezó a hacer ostentación sobre un bufete y el padre, que le estaba esperando con la ballesta armada, le dijo: –Hermano, dejad ahora eso, que no quiero abujas, sino que os pongáis aquí porque me han dicho que se acierta mejor por un abujero. El oficial que le vía disparar antes con antes le dijo: –Mire, padre, que no le dijeron que tirase por mí, sino por una tronera. –¿Así que por tronera les tengo de tirar?, pues voyme a buscar al padre maestro Granillo, que a buen seguro que por tal tronera1392 no se escape ninguno. Pues aunque es tan discreto en los modos de entretenimiento, no lo es menos en las veras. Llegose a confesar un penitente y en el discurso de la confesión le dijo: –Padre, acúsome que comunico1393 a una mujer casada con mal fin. Y dijo el padre: 1389
En el texto «se oíia», que corrijo. «Quien bien ama, tarde olvida» (Hernán Núñez, Refranes, ed. cit., f. 107). 1391 Es una ballesta «con que se tira a los pájaros» (Aut.). 1392 El equívoco ahora tiene lugar entre las varias significaciones de la palabra tronera, por una parte el ventanuco pequeño del castillo desde el que se dispara la flecha, por otra «la persona desbaratada en sus acciones o palabras» (Aut.). 1393 En el sentido de comunicar que recoge Aut.: «tener o hacer trato secreto de común acuerdo para alguna operación». 1390
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–¿Vuestra merced ha dado cuenta al marido de la tal de la comunicación? –No, padre, ni por pensamiento –respondió el penitente. –Pues mire que no lo diga –le aconsejó nuestro padre–, que como el marido no lo sepa no hay que hacer escrúpulo. Pase adelante. Ya se han dicho las necedades de la boda, tratemos de comer que es tarde y está rabiando de hambre el padre maestro Rivera. ¡Ea! Pónganse las mesas y de cuchillo sirva el padre maestro Granillo, mas es de palo; sea tenedor el señor don Francisco Sarmiento por lo que tiene y aun retiene; sirva de cuchara el padre maestro Cruz, porque en todo mete su cucharada. No faltaron orejones1394 para principio. ¿Dónde está el padre maestro Mendaña? Sean los melones el señor doctor Bolaños y el señor doctor Rueda1395; m[e] los1396 tengo calados y me parecen badeas1397; sirva de gigote1398 (por ser de carne picada) el padre maestro Legarda y el padre maestro Bravo, pero creyendo que eran perdices me han salido cuervos; los señores médicos son aves de rapiña, plato que no se sirve en esta mesa. Con todo no faltarán gallinas donde está el señor doctor Blas Sánchez1399 y el señor doctor Santallana, aunque presumo que están cluecas; tampoco no faltarán estorninos ni gorriones donde están estos señores licenciados; pavo no tenemos, séalo el señor don Lope de los Ríos, que no quedará por presumpción; el señor don Pedro de Angulo me ha parecido que le hagamos cecina de la sierra: si saliere duro, echarémosle en agua y pescarémosle barbo; entre el asado y séalo el señor don Diego de Venegas1400, que aunque su merced es italiano le hemos de guisar a la española; sírvase un platillo de cardos y séalo el señor don Marcos de Pedrajas, porque se hace de pencas1401; el cabrito emborricado (emborrizado1402, digo) no hay quien se le quite al padre maestro Rivera, ni al padre maestro Cruz el pastel en bote1403. Señor don Cristóbal, basta 1394
Los pedazos del melocotón cortado por la mitad y puestos a secar. Ver nota anterior. 1396 En el texto «malos». 1397 «Cierto género de sandía o melón bastardo de carne floja, insípida y desabrida» (Aut).. 1398 Véase nota anterior. 1399 Blas Sánchez Hurtado, presbítero decano y calificador del Santo Oficio en Sevilla, según el Vejamen de 1653 (f. A3vº). Aparece declarando a favor del doctor Dionisio Vetus (Ollero Pina, op. cit., p. 417). Aparece en 1617 un sevillano, doctor en Teología, que responde al nombre de Blas Sánchez, según el expediente que se conserva en el AUSev. 1400 El cordobés Diego Venegas de Valenzuela, jurista. Se había hecho bachiller en 1643 y moriría en las Indias en 1668, según el expediente que se conserva en el AUSev. 1401 «La hoja del cardo u de otra planta semejante» (Aut.). 1402 Participio del verbo emborrizar, que es «dar la primera carda a la lana» (Aut.). 1403 Pastel embote «cierta especie de guisado compuesto de pierna de carnero picada con gordo de tocino y cocido con grasa de la olla» (Aut.). 1395
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ya, desde que se sentó allí está sollozando; sea vuestra merced el plato de sollo1404, aunque yo le tenía desollado; el señor don Francisco Sarmiento es bueno para calabaza rellena o torta real. Señor don Diego Venegas, allá van las aceitunas, que por vuestra merced se dijo «puto el postre»1405. En efecto, haremos platillo de toda la Universidad; no puede hacerce pepitoria1406 porque no tiene pies ni cabeza. El padre maestro Legarda es burro, como se ve; el padre maestro Alarcón1407 está hecho un león con sus cuartanas1408; el señor doctor Rueda es macho, comida de gañanes; el señor maestro Santa Cruz es el perro del hortelano1409, mas ya que no puede servir para el convite quiere celebrar la boda bailando los matachines1410 con sus compañeros, y el padre graduando quiere bailar el villano1411 al son del rabel del señor don Diego Venegas, y el padre maestro Cruz está rabiando por hacer la mojiganga1412. Mas no es justo que una fiesta tan célebre se festeje con regosijos de aldea, mas cortesanamente la han aplaudido estos señores colegiales publicando unos torneos1413 que anoche pasaran muestra, y me ha parecido dar cuenta a vuestra señoría. Dispúsose el teatro, sirviendo de docel la chimenea, adornada de asadores, parrillas, cucharones, cubiletes, sartenes, rodillas, estropajos, ollas, casuelas y la demás vasija de la tierra. Sentáronse por jueces con mucha autoridad los dos bedeles1414 y el maestro de ceremonias, y luego al punto en primer lugar salió el vejante, trayendo por cifra en su escudo pintada una ramera, con una letra que decía desta suerte: 1404
Cierto pescado de agua dulce, cuyo nombre sirve aquí para el juego de palabras con «sollozar». 1405 «La forma de huir con prisa» (Aut.). 1406 Como se ha dicho, se hace con alones, pescuezos y pies. 1407 Fray Cristóbal de Alarcón. Vuelve a aparecer en su convento en el vejamen de 1647 (f. 130 y vº). 1408 «Calentura que entra con el frío cada cuatro días» (Aut.). 1409 «Que ni come las berzas ni las deja de comer» (Aut.). 1410 Baile grotesco con que se solía finalizar una mojiganga. Normalmente lo ejecutaban personas con traje extravagante. Véase Cotarelo, Colección de entremeses, I, p. CCLIIIb. 1411 Otro baile característico del siglo XVII, que semejaba los bailes aldeanos, y de ahí el nombre; se ejecutaba levantando violentamente las piernas y girando el cuerpo (Cotarelo, obra cit., pp. CCLXIII-CCLXV). 1412 Desfile de personajes con vestidos ridículos que solía cerrar la representación de la fiesta barroca. Pasó de la calle al teatro sobre todo en la segunda mitad del XVII. 1413 Se da ahora el nombre de una típica fiesta entre caballeros, con sus escudos y los dibujos y letras que los aclaran. 1414 Este cargo honorífico de la Universidad tenía por misión «celar las aulas, prevenir las fiestas» (Aut.), entre otras cosas, con el maestro de ceremonias.
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Contar puedo mis narices con las mujeres perdidas, porque no son recogidas1415.
Y habiendo dado vuelta al palenque llegando al tribunal, le dijeron los jueces: Tu nariz no viene a ser de las perdidas que dices, que al repartir las narices tú llegaste al escoger. 5 Y así se deja entender, viéndola tan dilatada, que siempre estará hallada del que te llega a mirar, pues nunca podrá quedar 10 por corta ni mal echada.
Siguiose luego el señor doctor Josef de Lezama1416 y sacó por cifra en el escudo una luna menguante y por letra este terceto: Nací en menguante de luna y así ha querido mi hado que me tengan por menguado1417.
Dijéronle los jueces: Naturaleza echó el resto en darte la compostura, ostentando en tu figura de un todo simple un compuesto. 5 Y así inferimos de aquesta razón tal que es bien que cuadre y es que jugando tu madre al hombre, la mano asida de la polla, inadvertida, 10 hizo un burro con tu padre1418. 1415
Evidentemente se produce un juego de palabras entre «narices recogidas» y «mujeres recogidas», que eran las que no tenían el «recogimiento» debido. 1416 Acaso el teólogo sevillano José Esteban de Eguiluz Lezama, bachiller en 1644-45, que moriría en 1647. Se conserva su Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre para la obtención de Beca de entrada en el Colegio de Santa María de Jesús en el AUSev. 1417 El consabido chistecillo entre menguante y menguado, es decir, «loco» o falto de juicio. 1418 Todo lo permite la libertad del vejamen, y esta alusión al «juego del hombre» interpretada equivocadamente es un buen ejemplo de ello. «Polla» y «burro» son dos cartas del citado juego.
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Entró el tercero el señor don Diego Venegas, trayendo por cifra un Argos y por letra estos versos: Argos me presta sus ojos1419 para que no entienda alguno que no he de mirar por uno.
Dijéronle los jueces: Cuando Italia te dio el ser, tantos ojos dan indicio que al de bastardo ejercicio das muchos en que escoger; 5 si no es que debe de ser otro cuidadoso antojo contra quien te ha dado enojo. Y así advertido has mostrado que algún trabajo pasado 10 te ha hecho abrir tanto ojo.
Siguiose luego el señor don Lope de los Ríos1420, y sacó por cifra una gallina echada sobre los güebos y la letra decía: Aunque caliento los güevos, mi trabajo inútil hallo porque no alcanzaron gallo.
Díjole el tribunal: Pues de ti mesmo censuras inútiles diligencias por excusar experiencias niégate a las echaduras, 5 que cuando sacar procuras desengaño, a tener vienes del daño que te previenes pues faltarle has de sentir las alas para cubrir 10 en los encuentros que tienes.
Entró después el señor don Andrés Sánchez de Ocampo y sacó por cifra en su escudo pintado un navío y por letra estos versos: 1419
Es sabido que Argos se presenta como un personaje que tenía cien ojos y estaba siempre vigilante. 1420 El citado Lope de los Ríos y Guzmán, que llegaría a ser Presidente del Consejo de Hacienda (Aguilar, Historia de la Universidad, p. 79).
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Para que nadie se embarque en mí, no puedo ser bueno porque tengo gran barreno1421.
Díjole el tribunal: Errado va tu argumento, que cualquiera en tu bajel segura va, pues en él nunca puede faltar viento. 5 Y así el pasajero atento para poder navegar podrá el barreno tapar, que aunque es buena diligencia bien lo dirá la experiencia 10 que a la bomba saber dar
Siguiose luego el señor don Juan Páez y sacó por cifra un camarón y por letra: En mi sujeto pequeño barbas puso por grandeza próvida naturaleza.
Díjole el tribunal: Es tu pequeñez notada por menos que un camarón pues nadan los que lo son y ese camarón no nada; 5 y aunque el camarón te agrada por cifra se ha conocido que anduviste inadvertido en traerle, pues encima los que son buenos traen lima 10 y tú eres muy desabrido.
Siguiose el señor don Pedro de Angulo y sacó por cifra un álamo blanco y por letra: Mis hojas verdes y blancas dicen siempre que me acuerde que soy viejo aunque soy verde1422.
1421 1422
«Agujero que se hace con la barrena» (Aut.). Recuerda el famoso romance de Quevedo que se inicia «Viejo verde, viejo verde».
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Dijeron los jueces: Lo Angulo no es tan perfecto en ti, largo como breve, pues en la ocasión más leve te hallas en ángulo recto; 5 de que es contrario el efecto a la causa de los años das bastantes desengaños y en tu divisa se advierte que sin que puedas vencerte 10 vence del tiempo los daños.
Entró el último el señor don Francisco Sarmiento1423 y sacó por cifra una bolsa pendiente de una vid y por letra estos versos: Porque mi dinero guardo desmintiendo a el de Noé Sarmiento soy de sí he1424.
Díjole el tribunal: Más vale saber que haber, dice un adagio vulgar1425, pero sabiendo guardar juntas haber y saber; 5 lo Sarmiento viene a ser lo menos de lo que vales, pues blasones inmortales a tus escudos previenes y ya los tienes pues tienes 10 en ellos armas reales. Pasado ya el torbellino de fingidas pesadumbres que la antigüedad observa por ceremonias comunes,
1423
Otro de los alumnos más ilustres del Colegio, por cuanto llegaría a ser corregidor del Potosí (Aguilar, Historia de la Universidad, p. 79). 1424 El juego de palabras entre «Noé» y «no he» o «sí he» se repite con frecuencia extraordinaria en el Siglo de Oro, como se puede ver en La culta latiniparla de Quevedo: «El dar es rudo y no traduce ni gasta otro comento que el de Noé» (Prosa festiva completa, ed. Celsa C. García Valdés. Madrid: Cátedra, 1993, p. 450). 1425 Correas recoge su forma completa: «Más vale saber que haber, para no menester».
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5 y deponiendo la chanza que a tales actos incumbe, a disponer parabienes mi dictamen se consulte. Sea muy en hora buena, 10 oh, Universidad ilustre, el consorcio que festeja tanto aparatoso numen. Reparte, pues, ambas manos con gloriosas promptitudes 15 entre los dos contrayentes de dos facultades lustre. Felicidades el uno te promete, y bien se arguye siendo feliz su Minerva1426 20 que tus glorias te circunden. Pues de la Jurisprudencia es el Fénix, no se dude méritos que de tenerla es fuerza que te resulten. 25 Ligítimo de Agustino hijo el otro sostituye por herencias de su padre cristianas solicitudes. Mas qué mucho, si la gloria 30 a su nombre se atribuye tenga tanto el predicado que tal sujeto pronuncie. Logra tus nobles augmentos sin que la invidia sepulte 35 del orador más prudente la docta ciencia que incluye. Prevénganse tus cariños lazo estrecho, indisoluble, que bien merece sus brazos 40 quien sin ellos tanto luce. El piélago de las letras surca, poderoso buque, y a los celestes balcones por verle salen las luces. 45 Del más profundo argumento su quilla examina y sube en las entenas al cielo a registrar lo que encubre. Llevando estudios por lastre,
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La diosa romana de la sabiduría y, por extensión, el ingenio de una persona.
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50 porque nada se le oculte; si dudas con nubes densas rompe montañas de nubes. A este de Santa María, feliz puerto1427, le conduce 55 su destino, donde tantos vasos de ciencia descubre. Por fuerte de su defensa hoy Haro se constituye, a cuya prudencia pido que mi ignorancia disculpe. Dije.
1427 Se produce el equívoco con el nombre del colegio, Santa María de Jesús, y el Puerto de Santa María.
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VEJAMEN DE FRAY MIGUEL DE ROJAS A FRAY ANTONIO MARTÍNEZ DE CASTRO (1654) Bexamen que dio en el Colegio y Academia de Santo Thomas de Seuilla Que Fundo y dio a la Orden de Predicadores El Illussmo. Y Rmo. Sor. D. Fr. Diego Deza del mismo Orden Obispo de la misma ciudad, electo de Toledo El Pe. Maeo. Fr. Miguel de Roxas Colegial del dicho Colegio en el Grado que recibio de Mo en la facultad de Artes el Pe. Lector Fr. Antonio Martínez de Castro Colegial de dho Colegio En 9 de septiembre de 1654 Cédula primera Pregunta esta cédula cuál sea el graduado más ingrato desta Universidad. Respondo que el señor doctor don Diego de Salinas1428, porque siempre se opone a los beneficios. Cédula 2ª Pregunta esta cédula si pueden crecer más las narices del señor maestro Frías1429. Respondo que no, porque ya han hecho porra1430.
1428
Posiblemente Diego de Salinas, natural de Écija, que profesó en la Orden de San Francisco de Paula y fue calificador de la Inquisición (Méndez Bejarano, Diccionario, cit.). 1429 No creo que se trate del dominicano Francisco Frías, doctor en Cánones desde 1633, según su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre para la obtención de Grado, en el AUSev. 1430 Hacer porra es «pararse sin querer o poder pasar adelante en alguna cosa» (Aut.), pero se juega lógicamente con el sentido de «remate grueso y redondo a modo de una cabeza» que se dice del palo.
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Cédula 3ª Pregunta esta cédula si se gradúan mujeres en esta Universidad. Respondo que no, porque ya se pasó el tiempo que graduaron al señor doctor Damas. Cédula 4ª Pregunta esta cédula en qué se parece el padre maestro fray Pedro Chacón al aire. Respondo que en que no entra donde no hay correspondencia. Cédula 5ª Pregunta esta cédula si el señor doctor don Laureano de Torregrosa y Monsalve es eclesiástico. Respondo que sí, aunque nadie lo ha visto vestido de largo. Cédula 6ª Pregunta esta cédula si puede haber alguna criatura necesaria. Respondo que el señor doctor don Laureano de Torregrosa, porque no puede ser menos. Cédula 7ª Pregunta esta cédula si el padre graduando es vivo. Respondo que no, sino lerdo1431. Cédula 8ª Pregunta esta cédula si hay algún graduado que no se duerma en las pajas1432. Respondo que el señor maestro Pedro de Flores1433, porque se las come.
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Chistecillo que aparece ya en la Floresta española, de Melchor de Santa Cruz: «Un caballero preguntó a un escudero: -¿Vuestro hermano es vivo? Respondió: -No, señor, sino lerdo» (Ed. de Pilar Cuartero y Maxime Chevalier. Barcelona: Crítica, 1997, p. 219). Se repite después en los entremeses de Quiñones de Benavente, como en El soldado: «-Y un hermano que tenía, / ¿es vivo? -No, sino lerdo» (Jocoseria, ed. cit., p. 639). 1432 No dormirse en las pajas es «frase que se entiende de los que son vigilantes y nada descuidados, que se aprovechan de la ocasión cuando la tienen a mano» (Aut.). Aquí utilizada con doble sentido, como es normal en este tipo de escritos. 1433 Pedro de Flores procedía de Villafranca de los Barros (Badajoz) y se doctoraría en Teología en 1655. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre para la obtención de Grado» en el AUSev.
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Cédula 9. Pregunta esta cédula cuál es el graduado más crudo de la Universidad. Respondo que el señor maestro Flores, porque es el más indigesto1434. Cédula 10ª Pregunta esta cédula si un cuerpo puede estar en dos lugares. Respondo que sí, porque allí veo a la padre maestro fray Lorenzo de Lara y juntamente va el camino de San Lúcar, porque pasa de borrego. Cédula 11ª Pregunta esta cédula si el padre graduando trae correa. Después del vejamen responderé a esta cédula. Hoy aparece en soberano asiento, bien de palmas calzada, bien de olivas (talares que le dio su mismo intento) la ciencia superior con luces vivas. 5 El cabello que ondea alegre el viento de las hojas hermosas, pero esquivas, en apacible unión entretejido, con los rayos por flechas, un Cupido. Cuánto galán el sol rondó este día, 10 cuánto aún más que doró, abrasó la zona (¡oh claustro tanto, oh docta Academia, que de varios honores se corona!). La lira aliente, pues, esta vez mía, hoy los triunfos perdonen de Belona, 15 de Minerva el clarín, la ingente yerba solo ocupe la frente de Minerva. No es esta la ocasión que hiera osada, si que vuelen discretos se presuma, embotando la punta de la espada 20 los puntos afilados de la pluma. Árbitro, pues, si docta la estacada, si Marcial a de ser y grave en suma (bien que brille la espada en lo que importe) hoy la pluma será la que dé el corte. 25 Cuando ayer mi cuidado consagraba al estudio, al afecto y con el día el horror en que el orbe se acostaba
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Debe aludir al Digesto que se utilizaba en la enseñanza.
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del pendón del aurora se vencía, prodigio noble al cielo se ostentaba 30 que enigma con potencias parecía, dificultad con luces verdadera, rara deidad de confusiones era. El pelo hermoso en hebras transparente formando letras por renglones de oro, 35 que en planas misteriosas de la frente de sacros carateres fue tesoro; paréntesis las cejas, brevemente que a los ojos ceñían con decoro. Dos períodos, pues, cuya cultura 40 explicaba del alma la hermosura. La nariz de cristal, clarín se aclama (y si quiso la tez de la azucena) hieroglífico eterno de la fama la tabla de la ley en su voz suena 45 cuanto de roja tinta el cielo inflama que en letras iniciales se condena purpúreo de la rosa vituperio en sus labios hablaba de misterio. Dos réplicas científicas formaban, 50 que a concluir la aurora amanecían las mejillas, la noche vil negaban y el alba noble solo concedían; las inscripciones bellas que dictaban capítulos de nácar parecían 55 donde estaban a fuerza de razones valientes y apacibles las cuestiones. En dos libros los brazos se ostentaron, cuyas venas que al día se leyeron sentencias de carmín amenazaron, 60 que cuanto sustentaron concluyeron; en las manos los pliegos se juntaron, que el volumen del cielo compusieron, cuyos dedos, entonces más brillantes, de párrafos campaban de diamantes. 65 ¿Quién eres, dije, enigma de razones, obscura tanto en tus ardores mismos, que desde ti brillando conclusiones te opones aun al cielo en silogismos? Explícate a mis ojos, que en borrones 70 balbucientes pronuncias barbarismos. callé, pues, y al dudar en su presencia prorrumpió en esta voz: «Yo soy la ciencia».
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«Si campan de gloriosas tus acciones, si aspiran a durables tus deseos, 75 embarca», dijo, «en ansias los varones al dichoso interés de mis empleos. Aspiren por su empresa a mis renglones, levantes de mis letras sus trofeos y, si acaso, en mi numen los deseas 80 purifiquen primero sus ideas. Como suele el que al sol mirar pretende al abrirse el botón que el alba alista, que por ver más despierto lo que atiende robado a su candor limpia la vista, 85 así, pues, quien lograr curioso entiende de mi sacro explendor la alta conquista, si capaz me presume a sus despojos primero al alma a de pulir los ojos». Dijo y voló, mas cuando mi desvelo 90 caminar la admiró sendas estrañas, los ojos la siguieron y a su vuelo le disparé por flechas las pestañas. Las cortinas abrió claras del cielo después que fatigando las campañas 95 etéreas sosegó, a cuyos placeres sus actos mismos fueron sumilleres1435. Docta agregación, donde el cuidado del glorioso sudor enriquecido cuanto el pelo lambica1436 fatigado, 100 tanto logra el aplauso repetido, perfume subirá esta vez sagrado, el espíritu siempre ennoblecido, aspirad al laurel, que tales huellas hoy el paso abrirán a las estrellas. 105 En llamas rajará flamante encanto que en leguas eficaces lama el viento, espíritu inmortal que en orbe santo colegio tal informe de otro aliento; científico ese numen, digno tanto,
1435
Sumiller es «oficio honorífico en palacio, el cual es jefe o superior en varias oficinas y ministerios dél» (Aut.). 1436 Lambicar, lo mismo que alambicar, «extraer y destilar por medio del alambique las partes activas de una materia, sea líquida o sólida» (Aut.).
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110 Ex[c]ede al más sublime entendimiento, atended hoy con luces más veloces de las lenguas del sol doctas las voces. Arda la juventud, arda el adulto, el joven a más flores se destine, 115 próvida ya la edad a menos culto no del ocio en la falda se recline; niegue ya del olvido torpe el bulto la estación perezosa y, cuando afine, el uno y otro ardor, a el cielo el vuelo 120 las alas y el fervor pulirá el cielo. Pero, octava, detente, que nos guiña1437 de prosa ya la gente. Jesús y cruces digo y quien me asiste encomiéndeme a Dios que va de chiste.
Confuso me hallaba, señor, rodeado del empeño de dar vejamen, porque quien a costa de ajenos cuentos ha de buscar los retozos de la risa en el auditorio, siendo forzoso llevar la prudencia en la mano, la modestia en la pluma, sin que pase a cláusulas descompuestas la lengua; entre el vejamen en su pecho, como la mano, quien se hallare seco de natural y disculpará mis yerros, pues han salido a público teatro a empellones de la obediencia. Confuso, digo, me hallaba haciéndome reparar congojas el susto, hasta que dejándome vencer de las aflicciones di en un sueño, que es la cama donde, aunque con fatiga, suelen tener reposo las penas. Y a poco rato me hallé de potencias anochecido, porque el entendimiento se me puso como el del padre graduando, la voluntad como la del padre maestro fray Gabriel Montero, la memoria como la del padre maestro fray Francisco Jiménez1438, los ojos como los del padre maestro fray Luis Ponce de León, las narices como las del señor doctor don Juan Francisco Farfán de Vera, que fue lo que me causó más pena; con que estaba todo lo animal y todo lo racional más obscuro que la boca del maestro Cristóbal de Esquivel, que es la boca del lobo1439 de aqueste claustro.
1437 Guiñar «en la náutica es mover la proa del navío, apartándola hacia una u otra parte del rumbo que lleva cuando navega» (Aut.) y, obviamente, tiene aquí un sentido metafórico por el cual se abandona el rumbo de la poesía para tomar el de la prosa. 1438 Acaso Francisco Jiménez Guillén, que entra en el Colegio de Santa María en 1631 como familiar, según expediente conservado en el AUSev. 1439 Juega con la frase proverbial oscuro como boca de lobo, que es una manera de encarecer la oscuridad de alguna cosa.
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Mas, como servía de despertador el cuidado, a poco rato iba ya amanecido de inteligencia y me hallé después del sueño con la vigilia, que me hizo una cara peor que un viernes1440, sin tener a quien apelar mas que hacerme a la vela1441 y ponerme a lo del señor doctor don Laureano de Torregrosa y Monsalve, que es encoger los hombros y proseguir el vejamen. Pero siempre fui con muchos miedos de tropezar por la aspereza del rumbo, y así me determiné a llevar siempre delante a nuestro graduando para que con eso esté el camino trillado1442. Y ya que le tenemos entre manos será bueno no dejarle dellas hasta darle una muy buena, que la mía ya sé no le ha de contentar porque la tengo pesada; mas yo se la asentaré de suerte que no le paresca ligera, que en manos está el pandero que lo sabrá bien tocar, y yo me suelo por estos gambalúas1443 comer las manos. Ya parece que oigo reparar que este, más que vejamen, parece juego de manos1444, y yo tal digo porque con un hombre como una bestia, ¿quién se ha de poner a juego de pies?1445 Pero porque esto toca ya en cosas de veras, y este no es lugar para decir verdades, nos dejaremos de referir pecados de bestialidad, procurando dar noticia deste sujeto desde su niñez, contando muy sobre peine1446 algunos de sus chistes, porque con eso pueda gozar todo el claustro un asperges1447 de mi vejamen. Digo, pues, señor, que nació nuestro graduando, con que desde tamañito entró a ser en este mundo nacido, y diose tan buena maña a crecer que a
1440
Cara de viernes es «apodo que se da a la cara macilenta, triste y desapacible»
(Aut.). 1441 A la vela es «modo adverbial que vale con la prevención u disposición necesaria para algún fin» (Aut.). 1442 camino trillado es «metafóricamente se toma por el modo común o regular de obrar o discurrir» (Aut.), pero evidentemente es una manera de motejar de burro o animal al doctorando, por cuanto de los trillos tiran las bestias. 1443 Gambalua o gambalúa es «el hombre alto, delgado y desvaído y que no tiene vigor ni viveza en las acciones» (Aut.). 1444 Juego de manos es, además de la habilidad de los titiriteros, «las acciones festivas y de burla con que uno juega con otro, especialmente cuando intervienen golpes» y también los movimientos de las manos que alguien lleva a cabo cuando habla (Aut.). Por contraposición burlesca aparece más adelante juego de pies. 1445 Jugar del pie es lo mismo que «acocear», que aparece en La pícara Justina (Cejador, Fraseología, 1924, III, p. 330). 1446 Sobre peine es una locución adverbial que metafóricamente «vale ligeramente o sin especial reflexión o cuidado» (Aut.). 1447 Véase la nota anterior referida a esta palabra.
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pocos días se nos volvió postema1448, y ahora se nos ha quedado pelmazo1449. Era el muchacho los ojos de su linaje, porque fue el búho de su generación. Pusiéronle sus padres a estudio y aplicose tanto a los primeros rudimentos, que fue el más rudo de los de su tiempo, defecto que aún no ha perdido. Empezó a dar de cabeza los nominativos, y esto de dar de cabeza se le encajó tanto que dará ahora de cabeza con las esquinas, si porfía alguna cosa1450. Llegó a ser gran comilitón1451 del estudio hasta granjearse entre los muchachos que le llamasen el ostión griego, y esto se lo negoció su señora madre con engañarle entre una hogaza de cuatro libras otras tantas de tocino, para que cortase la cólera por las mañanas1452, y con estos ostiones hacía vida cuaresmal este niño. Con estos actos positivos de tragontía1453 pretendió el hábito de nuestra orden, en cuya entrada le sucedió un cuento digno de que haga en él alto la concideración y que se cuente todo sin faltar jota. Fue, pues, el caso que después de hecho el recibimiento, como se acostumbra con cuantos le toman, llegando el prelado a hacer las preguntas del derecho, que en tales actos se suelen hacer, le preguntó si había dado palabra de casamiento. Respondió que cuando niño se la había dado a un tío suyo religioso de la Cartuja, que otra cosa no había dado, solo que había oído decir en su casa lo criaban para padre. Pasó la respuesta por sencillez y prosiguió el prelado con sus preguntas, y díjole: –Hijo, ¿tenéis algunas deudas1454?
1448
Lo mismo que apostema, «humor acre que se encierra en alguna parte del cuerpo, y poco a poco se va condensando entre dos telas o membranas, y después se va extendiendo y cría copia de materias» (Aut.). 1449 «La cosa pesada, aplastada, como si la hubieran ajado y pisado con los pies» (Aut.). 1450 Juega con la frase dar de cabeza, que por una parte significa «dar con la cabeza» y por otra «porfiar indiscretamente y ser uno tenaz en su dictamen» (Aut.). 1451 Uso figurado, porque comilitón es «la persona que se anda de banquete en banquete y es dado a la gula» (Aut.). Más adelante le llama ostión, que es lo mismo que ostrón, aumentativo de ostra. 1452 Normalmente se atribuye a las naranjas la virtud de cortar la cólera, de ahí tal vez el juego burlesco con el tocino. 1453 Parece neologismo burlesco para tachar de comilón al personaje, pero juega también con el nombre de una planta. 1454 Nuevo equívoco entre dos acepciones de esta palabra: «parientes» y «débitos». El chistecillo se aprovecha de la Floresta española, de Santa Cruz: «Informándose uno de un mancebo que quería tomar por yerno si tenía deudos, respondiéronle: -Deudos no; mas deudas, sí» (ed. cit., p. 170).
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Respondió que solas tres primas y dos tías. –No es eso lo que os preguntan, bestia, sino si habéis contraído deudas que no puede pagar la religión. Diose una palmada en la frente y respondió que si no eran cien canastas de fruta, dos mil pepinos y ochocientos melones que había hecho de daño en una huerta, con otras cosillas a este tono, no conocía en él cosa que pareciese deuda. Pasó por esto la Orden y diole el hábito. Fue un novicio que juntó dos cosas muy encontradas, porque fue compuesto siendo simple y por correr después de profeso sus estudios como un rayo, lo que hacía era atronarlos1455 a todos. Después de haberse dispuesto con las calidades de lector, le hicieron colegial y ahora nos le gradúan de maestro. ¡Qué de chillidos le diera la buena de su madre cuando viera que a su hijo le ponían la borla! No hay duda, sino que de recudida1456 participaba todo el claustro de requiebros. Padre graduando, no se aflija, que con esto acabo, aunque sea cuento traído por los cabellos1457, porque calva tan reverenda no se quede sin apodos. Hicieron un concierto el padre maestro fray Pedro Chacón y nuestro graduando, y para que tuviese mayor firmeza el contrato, echaron uno y otro pelitos a la mar1458. Pelitos fueron estos o demonios, que después que los echaron no han parecido pelo ni güeso, aunque mal dije, que no ha parecido hueso, porque cada uno dellos descubre uno en la mollera que parece el zancarrón de Mahoma1459. Quédese con Dios, padre graduando, y esté cierto de mí, que le estimo tanto que no me olvidaré de vuestra paternidad. Así una palabrica no más: daban una noche en el Colegio a cenar zafio, y pre-
1455
En el sentido de «aturdir», que recoge Aut.; el autor aprovecha el juego de palabras con trueno. 1456 Recudida es «lo mismo que resulta. Úsase regularmente como modo adverbial con la preposición de» (Aut.). 1457 Traer por los cabellos alguna cosa es «frase para denotar la violencia con que se quiere traer y aplicar alguna autoridad, dicho u sentencia a lo que no es ni viene al caso» (Aut.). Evidentemente, hay un juego de palabras con la calva del doctorando. 1458 Pelitos a la mar es «juego u modo que tienen los muchachos para afirmar que no faltarán a lo que han tratado y convenido lo cual hacen sacando un pelo de la cabeza y soplándole dicen: pelitos a la mar» (Aut.); lógicamente lo que quiere decir el vejador es que son calvos. 1459 Cfr. el Poema heroico de las locuras y necedades de Orlando, de Quevedo: «Ella que ve la catadura horrenda/ de aquel vestiglo, testa de argamasa,/ la figura rabiosa y estupenda,/ un demonio con gestos de Ganasa;/ que la dan por marido en cuerpo broma,/ ánima zancarrón, por lo Mahoma,/ hilo a hilo, con llanto costurero,/ lloraba, maldiciéndose» (Poesías completas, ed. J. M. Blecua. Madrid: Castalia, 1971, III, p. 445).
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guntándole qué era lo que había cenado, respondió que era zafio1460, y por el dicho le hicieron esta copla: Quien por zafio se condena sin hacerle nadie instancia llevará por su ignorancia de hombre del campo la pena.
Ya no puedo atajarle los pasos a mi discurso para proseguir en sus prendas, porque me está brindando desde un ataúd el ánima del maestro Cristóbal de Esquivel, que por delitos de funesta la condenaron a hacer vida con un ciprés. Ponga vuestra señoría los ojos en su estatura y a ver si desmiente el original de las facciones del retrato. Él es un maestro de la otra vida, que anda aquí hecho ánima en pena del claustro1461, es un ademán de acciones vitales en un montón de responsos, un memento Domine con hopa1462, un qui Lazarum resucitasti con muceta1463 y un ne recorderis con borla, y todo junto parece, según se roza con la muerte, un viviente que ha hecho profesión de oleado1464 y en esta vida un peón de sepoltura acabado de descolgar de la horca. Él solo ha hecho endemoniada la Universidad, porque después que entró en ella tiene familiar1465; siendo, pues, enfermero deste Colegio, le sucedió un cuento harto sazonado: estaba asistiendo a un enfermo que ya sus achaques con ayuda de médicos, como de vecinos, le tenían de suerte que iba dando al traste con la existencia, y ya en el último vale de los resuellos, tanto que se dudaba si conocía, llegó un padre a visitarle. Por escusarle al enfermo la relación le preguntó: 1460 Hay un juego de palabras entre zafio adjetivo y safio, porque esta última palabra es «en Andalucía el congrio» (DRAE, 1803). 1461 Contrahace la frase como ánima en pena del Purgatorio, que se dice «del solo y triste» (Cejador, Fraseología, 1921, I, p. 94 a, que cita el Quijote). 1462 Véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 1463 Muceta es «cierto género de vestidura a modo de esclavina que se ponen los prelados sobre los hombros y se abotona por la parte de adelante» (Aut.). La muceta y la borla son características también de los doctores de determinadas facultades universitarias, como se lee en el siguiente ejemplo: «Doña Jerónima con capa, calza y gorra y muceta amarilla, y sobre la gorra borla del mismo color» (Tirso, Amor médico, acotación al v. 1514, en CORDE). 1464 Es decir, que ha recibido los óleos o extremaunción, porque olear quiere decir también «dar a algún enfermo el sacramento de la extrema unción» (Aut.). 1465 Se juega de vocablo con dos acepciones de esta palabra, la que significa «el demonio que tiene trato con alguna persona y la comunica, acompaña y sirve de ordinario», y la que se refiere a «el criado que tienen en los colegios para servir a la Comunidad y no a colegial alguno en particular» (Aut.).
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–Licenciado Esquivel, ¿cómo está el enfermo? Él, espantadizo de gesto, juntando las cejas con el copete1466, pausado de prosa y por todo su cuerpo chorreando melancolía, respondió: –Padre, muy malo, muy malo; ya no conoce a nadie y para que vuestra paternidad lo vea, aguarde tantico. Y llegose al enfermo y le dijo: –Padre maestro, ¿vuestra paternidad me conoce? Levantó el enfermo los ojos y, cansado de sus preguntas, le dijo: –Váyase de ahí, que es una bestia. A lo cual dijo el religioso, a quien se lo contaba: –Todavía conoce; no tiene razón Esquivel en decir lo contrario, porque no era posible estando muy bueno haberlo conocido mejor1467. También le sucedió al dicho maestro Esquivel aquel cuento que es el espantaperros1468 de las aldeas, y fue el caso que yendo el segundo año que se halló en Sevilla con un alcalde de su lugar, pasando por la iglesia mayor en ocasión que estaban ya poniendo el monumento, y en los últimos tercios dél, después de haber su paisano pagado la admiración con el «valga el diablo la bestia y qué grande que es», que dicen todos los del lugar, se ofreció allí una dificultad de si acaso estaba ya concluido. Fue el oráculo destas dudas nuestro Esquivel y, reventando de escriturario1469, dijo: –Yo sé que no está acabado porque aún falta por poner los tres cristos. Y sabido quién son los tres cristos, es el Redemptor de la vida y los dos ladrones. Y así a medida de su conocimiento le cortaron esta copla: Por ser su ciencia imperfecta no es bien que nadie le alabe, ni quien el christus no sabe es bien se ponga muceta.
1466
Copete, véase la nota anterior a propósito de esta palabra. Parecido chistecillo se recoge en la Floresta española, de Santa Cruz, solo que allí el enfermo que estaba a la muerte reconoce a «una grande alcahueta», cuando la vieja la pregunta si la conocía (ed. cit., p. 304). 1468 Se ha tachado detrás de espanta la palabra nublados. Aunque no encuentro esta voz entre los diccionarios de la época, su sentido debe de ser similar al que da Aut. para espantanublados: «El que anda vestido de hábitos largos, mal trajeado a manera de estudiantazo o clerizonte, pidiendo limosna de puerta en puerta y de lugar en lugar, el cual entre la gente rústica está reputado como nigromántico y que levanta tempestades y nublados» (Aut.). En el Vejamen de fray Miguel de Rojas, de 1655, inédito, encontramos la palabra espanta villanos (f. 167vº). 1469 «El que hace profesión de declarar y enseñar la Sagrada Escritura, y asímismo el que ha hecho considerable estudio y tiene grande inteligencia y conocimiento de la Biblia» (Aut.). 1467
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Ya le parece al padre maestro fray Luis Ponce de León que me tardo en llegar a él. No se espante, padre maestro, que soy vejante de a pie y ahora es fuerza que yendo a vuestra paternidad vaya diciendo todos los conceptos a pata, porque las de vuestra paternidad (Dios le guarde) son tan crecidas que el año pasado le parecieron al padre maestro fray Pedro Delgado1470 maletas, y este año las veo tan grandes que me han parecido petacas1471. Congojábase nuestro padre maestro de que le habían dado una celda baja, sin tener alcoba donde esconder la cama. Descansaba sus sentimientos conmigo y consolele lo que debía, porque le dije: –Haga vuestra paternidad que venga un peón de albañil y haga pegar dos zapatos a la celda, y verá con cuanta facilidad se halla proveído de lo que necesita. Hízolo así y en un zapato escondió la cama y del otro hizo un pedacito de estudio, donde cupo su paternidad, un par de sillas, un bufetillo y un estante para dos docenas de libros, dejando zafa1472 la celda para paseo. ¿Dónde vive sosegada la paz de su natural? Preguntan muchos qué será la causa de que el padre maestro ande tan pausado de pasos, y yo no sé cuál sea más de la que estas coplas insinúan. Vuestro andar tan sosegado presumo, cierto de veras, será la causa andar siempre caminando en dos literas. Y así se imposibilita que podáis a prisa andar, pues de las dichas literas no os podremos apear.
Ya me están guiñando de regodeo un chilindrón1473 de maestros en Artes, que son el señor maestro Conique, el señor maestro Jácome y el señor maestro Rivero. Los tres de la vida airada, la trinca de lo penoso y es harto dellos cada uno ridículo por su camino. Por lo que a todos ha sucedido puede vuestra seño1470
Puede tratarse de un Pedro Delgado, natural de Tenerife, que se hace bachiller en Artes por la Universidad de Sevilla en 1631. Se conserva su Expediente en el AUSev. 1471 «Especie de arca hecha de cueros u pellejos fuertes u de madera, cubierta de ellos» (Aut.). 1472 Zafo es lo mismo que «libre y desembarazado» (Aut., que apunta que es voz de marinería). 1473 «Metafóricamente se dice de cualquier cosa de consta de tres diferentes a imitación del juego del chilindrón: sota, caballo y rey»(Aut.). Hablar de regodeo se define como propio del «que está alegre y se burla» (Cejador, Fraseología, 1925, IV, p. 450b, que cita a Correas).
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ría venir en conocimiento de lo que son. Capitanee esta danza el señor maestro don Luis de Conique, al cual le aconteció estar entre dos amigos refiriendo una muerte lastimosa que a cierto caballero habían hecho unos pícaros, y llevado de una vehemencia furiosa y de una furia vehemente, olvidándose de Dios, estaba en los umbrales de dos reniegos y en el zaguán de cuatro desesperaciones. Viéndole uno de los amigos que ya se iba precipitando le dijo: –Don Luis, acordaos de Dios. Y volviendo en sí calmó la borrasca de los juramentos y púsose muy despacio a meditar aquel caso y dijo con semblante de admiración: –¿A un caballero unos pícaros? Y haciendo una exclamación devota prorrumpió en estas palabras: –Bendito seáis vos, Señor. Yo os prometo que no me mate otro pícaro que vos. ¿A quién no admira tanta bondad? Pero nunca entendí yo menos de un hombre que está todo el día hecho Paparrasolla1474 de los altares, engullendo santos y vomitando pecados veniales para que le quepan en el alma las devociones. Al señor maestro don Alejandro Jácome ya lo ve vuestra señoría que con él fue Narciso hombre del campo; Adonis, pastor y gañán Cupido. Tan lindo es que temo no dé en los melindres del licenciado Vidriera1475, sobre que no le agahen1476 el talle. Y no sé, por vida mía, sobre qué funda tanta lindura, porque puesto de largo con su manteo y sotana es un guisque1477 de tafetán y una lanza envainada en seda. Sobre las presunciones de hermoso pinta un tanto cuanto1478 en enamorado, pero como es tan improprio hacer papel de galán a quien la naturaleza le criaba para dama, no pone en cosa la proa que no navegue contra marea1479: si quiere hacer una dádiva le salen güeras las 1474
«Nombre inventado para poner miedo a los niños, para que callen cuando lloran» (Aut., que aporta una etimología –tomada de Covarrubias- de papo y resolla, porque resollando atemorizaba a los niños). 1475 Alusión al personaje de la novela ejemplar de Cervantes. 1476 Tal vez pronunciación aspirada del verbo agafar, «agarrar», aunque también se usa como «hurtar» en la época, según documenta el DHLE. 1477 Guisque se utiliza como «aguijón» o «anzuelo», según Iribarren, Vocabulario navarrro (en NTLLE), pero en la época equivalía a «guante» (Rosal, Origen y etimología de todos los vocablos, ms. c1600, Ibíd.). 1478 Tanto cuanto equivale a «algo», según Correas. 1479 Se utilizan ahora expresiones marineras que han pasado a ser frases hechas, como poner la proa, «poner esfuerzo en algo» (Cejador, Fraseología, 1925, IV, p. 382b, que cita a Correas) o navegar contra viento y marea, que emplea fray Luis de Granada: «pelear contra una naturaleza tan poderosa, y ésta armada con las fuerzas de la costumbre, es nave-
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galanterías1480. Los días pasados me contaron que le habían citado para un empeño y por no llevar las manos vacías dicen que las llevó nuestro maestro llenas de anillos, y después de haber hablado achacosamente (porque es enfermo de conversación y padese pujo1481 en la prosa) le dio los anillos a la dama diciéndole: –Tome vuestra merced, que yo quisiera que fueran de terciopelo. Señor maestro don Alejandro, eso de enamorar déjelo vuestra merced para el señor maestro don Antonio Rivero, pues sale más airoso de sus ocasiones, aunque en esta materia ya le dijeron bastantemente el año pasado y en quien tiene tanto que le digamos no parecerá bien que andemos tan cortos. Ahora, ahora habrá cuatro días que le sucedió una cosa que, sin ser herida, está chorreando sangre1482. Compró su padre un moro que era muy ladino de zeta1483 y argumentábale nuestro maestro en cosas de nuestra fee. Uno destos días le estaba el moro ponderando el descuido de los cristianos por uno que había visto en el señor maestro: fue el caso que se le ofreció un día (perdone vuestra señoría el término, que aunque no es muy limpio es necesario) hacer aguas menores en ocasión que iba pasando por una calle; apretado de la necesidad se arrimó a un rincón donde el dueño, porque el edificio no se le viniese abajo al contraste de tantas lluvias, había mandado que se pintase una cruz1484; mas como la necesidad, dicen, tiene cara de hereje1485, sin reparar en lo que hacía, se estaba orinando en ella. El moro le dijo: –Señor, ¿cómo me dicen que la cruz es la cosa más preciosa que veneráis los cristianos? Y, si es así, ¿cómo te orinas en ella? Respondiole al moro el señor maestro, reventando de Teología: –Has de saber que hay tres cruces: la una es la cruz de Cristo, y esa es la que está siempre en la iglesia sobre el altar; otra la del buen ladrón y esa es
gar contra viento y contra marea» (Libro de la oración y meditación. Ed. Álvaro Huerga. Madrid: Fundación Universitaria Española-Dominicos de Andalucía, 1994, p. 515). 1480 Salir güera o huera una cosa es «desvanecerse lo que se esperaba y creía por cierto conseguir» (Aut.). 1481 Por la incontinencia verbal que tenía. 1482 Correr, o en este caso, chorrear sangre es lo mismo que «estar fresca una noticia». Véase J. Cejador, Fraseología , 1925, IV, p. 500b, que cita textos varios de la época). 1483 Zeta por seta, que es «lo mismo que secta» (Aut.). 1484 Tema controvertido en la época, si se habían de utilizar o no cruces en vano, que mereció un dicurso de Bartolomé Jiménez Patón y otros escritos donde se defendían las dos posturas. 1485 Cfr. nota anterior a propósito de esta expresión.
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la que llevan en los entierros1486; otra la del mal ladrón, y en esa nos meamos los cristianos1487. Cierto que pensé caerme muerto cuando supe tan ignorante respuesta. No es brava cosa que hayamos de llamar maestro a quien no sabe la señal, o cuál es la señal de la cruz. Cierto que merecían una sátira los tres sujetos, pero llévense esta copla: Rivero, Conique y Jácome, si he de decírselo en crítico, no son muy grandes filósofos ni tampoco metafísicos.
Hasta aquí, señor, no me parecía muy difícil el dar vejamen, porque al fin se entiende un hombre con gente que comunica de las tejas abajo1488, pero haber de meterme con el padre maestro fray Pedro de Cueto y el padre maestro fray Lorenzo de Lara, hombres que toda su tema es tratar cosas de las tejas arriba no deja de ser muy arduo el asumpto; mas como ladrón de casa diré lo que son astrólogos, que también yo he tenido mi poquita de dolencia de paralelos. Digo, señor, que vuestra señoría había de hacer un decreto de que no se admitiesen astrólogos en el claustro, después de la muerte del padre maestro fray Francisco Jiménez, que ya su paternidad, por sus canas y por la mucha inclinación que siempre ha tenido a esta ciencia, es bien no se haga antes por el respeto que se le debe. Pero que estos padres, tomándoles el pulso a los astros, se anden haciendo [pronóst]icos1489 de las influencias, ¿cómo se ha de poder sufrir? ¿A quién no da grandísima risa ver al padre maestro fray Lorenzo de Lara andar hecho duende de las Cabrillas1490 y ánima en pena de los planetas, toda una noche acechando luces y,
1486
Antes se ha tachado: «y en esa nos meamos los» Pocos años antes de la fecha de este vejamen, Bartolomé Jiménez Patón había publicado su Decente colocación de la Santa Cruz (Cuenca: Julián de la Iglesia, 1635), donde –en efecto- hablaba de los buenos y malos usos de este símbolo cristiano y recordaba que un estatuto prohibía «que en los rincones ocasionados a las ordinarias necesidades no se pintasen cruces con almagres» (f. 7). 1488 Hablar de tejas abajo se dice cuando lo que se habla es natural y que puede suceder en el mundo, dejando aparte la voluntad de Dios o sus juicios, que pueden ser diversos de lo que se está pensando o tratando» (Aut.). 1489 Una tachadura en el manuscrito me impide leer la primera parte de la palabra, que reconstruyo por conjetura. 1490 Se trata de nombres relacionados con la Astronomía, Cabrillas es la manera popular de denominar la constelación de las Pléyades. 1487
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como cazador de los cielos, ponerse a aguardo de estrellas?1491 Y lo malo es que acompañan los dichos astrólogos a estos disparates que padecen otros muchos, que por su ignorancia hacen, como se ve en el padre maestro fray Lorenzo de Lara, que estando un día trasladándole de mejor letra un muchacho, su discípulo, un pronóstico para que se diese a la estampa1492, después de haber salido del juicio del año (y sacádonos a todos con tantos disparates del nuestro) estaba un día del medio del invierno desatando furias en truenos, arrojando destrozos en piedras y echando toda la divina justicia en rayos, asombrado el manuense que le escribía le dijo: –Padre maestro, no eche vuestra paternidad tantos truenos. Vista la melencolía del muchacho, como si tuviera en la manga los temporales y muy dueño de la omnipotencia, le dijo: –Quita esos truenos y echa bochorno. Desta suerte juegan con nosotros estos mentecatos. Padre maestro fray Lorenzo de Lara, déhese de hacer juicios, ya que le hizo Dios merced de hacerlo loco, aplíquese a levantar figura1493, que es oficio en que puede acomodar a algunos amigos. Y yo sé que si levanta la figura del señor doctor don Laureano de Torregrosa y Monsalve, que será hacerlo h[o]mbre1494 y le valdrá un muy buen porqué1495. El padre maestro fray Pedro de Cueto, aunque estudia también esa facultad, no ha llegado a perder tanto el juicio. Sucediole los días pasados un suceso harto gracioso, que aunque no es en materia de Astrología, no es para dejarlo de referir. Estaba confesando a un niño, como de edad de siete años, y el muchacho con los miedos que le representaba estar a los pies de un padre espiritual, todo turbado y temblando dijo: –Acúsome, padre, que no hago lo que mi madre me manda. El padre maestro, así como oyó la gravedad de la culpa, le dijo:
1491
Aguardo tiene significación cinegética en el siglo XVII y se toma por el «sitio desde el cual el cazador acecha la pieza para tirarle» (DHLE), es decir, es sinónimo de puesto de caza. 1492 Costumbre muy normal en la época y en siglos posteriores esta de publicar pronósticos y juicios del año, como se dice a continuación. 1493 Se utiliza ahora una expresión de la astrología judiciaria, levantar figura, que equivale a alzar figura, es decir, delinear las casas celestes y planetas para formar horóscopo o pronóstico. Véase Cejador, Fraseología, 1923, II, p. 544b, que cita al Persiles). Es evidente que se juega con la expresión al utilizarla con otro sentido a propósito del doctor que se satiriza. 1494 Hay un roto en el manuscrito que me impide leer la palabra entera. 1495 Porqué «se toma también por cantidad o porción que se da a alguno para su manutención u otro fin» (Aut.).
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–Hijo, volved a decir. El muchacho, con mayor miedo, dijo: –Padre, acúsome que no hago lo que mi madre me manda. Replicó el padre maestro: –Venid acá, hijo. ¿Tuvistis algún consentimiento virtual o formal o interpretativo por el cual llegásedes a tener por lo menos semiplena deliberación1496? El chiquillo, afligido con la letanía, le dijo: –Sí, padre, todo lo que su reverencia quisiere. Y así a los juicios destos dos astrólogos se hizo esta copla: Destos dos juicios advierte la notable diferencia, que el uno juzga en conciencia, pero el otro es juicio fuerte.
Ya parece que oigo decir a todos los graduados: «Acabe ya de llegar al padre maestro fray Gabriel Montero»; y yo digo que me dejen, porque si llego ha de ser nunca acabar, que el padre maestro fray Gabriel Montero tiene mucho por donde le asgan1497, porque tiene un zarzal por cara, en el lugar de las barbas, y apenas pasa por junto a él un apodo cuando se le queda pegado como vedija de lana, con que tiene en cada pelo una arracada de disparates y unos zarcillos de ponderaciones1498. Por cima1499 de la barba se le descubre un bulto, que según buena cuenta habían de ser las narices, pero hicieron torcidas. Después se sigue la frente, que es el camino real para Cabeza del Buey1500, donde se apartan dos entradas o callejones para la Sierra Morena de su cerquillo1501, donde se hallan tantos matorrales de pelo que he visto andar muchos en él a la greña. No es ponderación, que saliendo conmigo un día me hizo pasar media hora de miedo de lo mejor que yo he tenido en mi vida porque salimos fuera de casa, y como ha hecho estudio de no atender a las gravedades de colegial, iba muy 1496
Se quiere hacer notar la diferencia e impropiedad del registro empleado por el confesor, pero también lo anticuado de su lenguaje: «llegásedes». 1497 Asir «metafóricamente se dice de las plantas y vale tanto como arraigarse o prender en la tierra cuando se plantan de nuevo» (Aut.). 1498 Tanto las arracadas como los zarzillos son una especie de pendientes que se ponen como adorno, pero aquí se usan en sentido metafórico. 1499 Por cima, lo mismo que por encima, que se mantiene aún en el habla rural. 1500 Población en la comarca de la Serena, en la actual provincia de Badajoz. 1501 «Cerco, especialmente el que se forma de cabello en la cabeza de los religiosos» (Aut.). El vejador hace un chiste por la referencia a Sierra Morena, como antes a Cabeza del Buey.
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rosagante1502 de persona y muy desembarazado de capilla. Apenas llegamos a Tamarguillo1503 (que era el sitio donde nuestros pasos se dirigían) cuando se abatieron dos cigüeñas hacia nosotros, festejando su hallasgo con un paloteado de pico que me dejó casi muerto1504. Volví los ojos a mi compañero y vi que ya tenía una puesta sobre el cerquillo1505 y que le estaba haciendo lugar a la otra, y entonces conocí el fundamento que tienen los que dicen que su cerquillo parece nido de cigüeñas. Salí del susto en que me hallaba y empecé a oxearlas1506 (que son malditas aves), y por estar bien halladas se me hacían reacias. Supliquele al padre maestro me hiciece favor de cortarse un poco de cerquillo, siquiera en el tiempo de cigüeñas. Después de la pesadumbre que se puede entender me ocasionaría este susto llegamos a casa, donde hallé alborotado todo el Colegio y cada uno diciendo: «¿Hay tal afrenta?, ¿propietario a un religioso, colegial de Santo Tomás? La culpa tenemos nosotros en haberlo entrado. ¡Miren qué parecerá que en público le declaren por incurso en la bula de Clemente! 1507 No entendía bien la materia hasta que llegó el padre Rector a mi compañero, teniéndole un capítulo diciéndole: «Daca el propietario, toma el propietario». Y sabido que era todo esto, no es más sino que como deja siempre un coadjutor en el coro (que es lo que hacen los propietarios), por eso solo armó toda esta escarapela1508. Pero yo fío del buen natural que Dios le ha dado se enmendará en todo lo que le imponen. Por no ser el padre maestro menos que los demás le hicieron estas coplas: Aunque se gaste el desvelo con frases para decillo, si se afea tu cerquillo, ha de venir muy a pelo. Ya le he entendido la flor en tener tan malos modos pues las bulas echa a todos como tiene coadjutor. 1502
Rozagante, «metafóricamente vale vistoso, ufano y arrogante» (Aut.). Nombre de un arroyo de Sevilla. 1504 Propiamente el paloteado es una danza en que se cruzan los palos mientras se baila, pero aquí se alude al característico sonido que emiten las cigüeñas. 1505 Diminutivo de cerco en la cabeza, que aquí alude al nido del ave. 1506 Oxearlas, es decir, espantarlas con la voz de ox. 1507 Participio de incurrir, «el que ha caído en alguna pena o multa por haber contravenido a lo que se le mandaba» (Aut.). Seguramente alude al papa Clemente VII (1536-1605), que dejó importantes constituciones para la Iglesia en el Bullarium Romanum. 1508 «Riña o cuestión, que empezando con voces y denuestos para en obras y se llega a las manos» [...]. Se suele también entender cualquier pendencia o bullicio (Aut.). 1503
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Después del padre maestro Montero, ¿quién se podría seguir sino el señor maestro Pedro de Flores?, ese frisón1509 de las ciencias, camello de las facultades, vocinglero de las opiniones y relinchador de las sentencias, presumido de todos cuatro costados, siendo chanflón1510 en toda materia; y si no, atienda vuestra señoría lo que le sucedió. Estaban riñendo dos hombres junto a su casa y quedó uno muerto de la pendencia; salió de su casa media hora después que estuviese difunto, llegose a él en compañía de muchos que estaban sintiendo –como cristianos– que hubiese muerto sin confesión y él, muy moralista de aprehensión, dijo: –No se aflijan, que este es caso expreso en la bula; llamen un confesor, pues por ella le puede absolver una vez en la vida y otra en la muerte. Y, aunque eso no fuera bastante, venga el confesor, que con apretarle la mano puede, en caso de necesidad, absolverlo. Señor maestro, esto que toca en ciencia y conciencia déjelo para quien lo entiende y para otra ocasión pregunte cómo se entiende la bula, y de camino sepa que quien ha de apretar la mano para hacer sacramento no ha de ser el confesor, sino el penitente. Junta con esto una aspereza de natural notable y así le hicieron esta copla: No es justo que hombre tan bronco se llame maestro Flores; si ustedes gustan, señores, llámese maestro Tronco.
Y estoy con vuesasted, señor maestro Frías, aunque mal hice en llamarle Frías, porque tanto como en esta vida por sacristán ha escurrido las ampolletas, ya me parece que le tendrán el apellido caliente. Sucediole, pues, al señor maestro yendo a decir misa en casa de cierto señor prebendado desta ciudad, donde continuadamente la solía decir, en acabando con el sacrificio; molestaba tanto las vinajeras hasta que venía a apurarlas1511 y no tenía razón porque eran como
1509
«Especies de caballos fuertes, muy anchos de pies y con muchas cernejas» (Aut.).
1510
«Lo tosco, basto, mal formado, sin pulidez ni arte» (Aut.).
1511
Escurrir ampolletas es lugar común asociado a los sacristanes en la literatura del Siglo de Oro, a los que también se designa como apura vinajeras. En ambos casos alude a la costumbre de beberse los líquidos que contenían los cachivaches que se usaban para el oficio eclesiástico, ya que las primeras podían contener los santos óleos. Cfr. Entremés nuevo de los sacristanes, de Quiñones: ¡Ay, Luisa, que tengo yo /otro trasgo de bayeta, / otro degüella-bodigos, / y otro apura-vinajeras» (Nuevos entremeses atribuidos a Luis Quiñones de Benavente, ed. cit., p. 171).
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una plata. Los que le ayudaban a misa1512 ya le traían entre ojos determináronse destetarle de aquella mala maña y buscaron un vino, lo peor que pudieron hallar. Púsose un día a decir misa y, como estaba acostumbrado el señor maestro a que fuese bueno, no lo pasó por el aduana del gusto, que son las narices, para ver si le daban bebida de contrabando; llenó medio cáliz y al consumirle empezó a hacer gestos como de1513 quien probaba vinagre. Díjole al ayudante: –Vacía lo que ha quedado en esa vinajera y trae otro, que este no se puede de llevar. Fue el muchacho, que ya estaba prevenido del caso, y trajo otro peor que el primero; cargó la mano a la refección cuanto pudo y presumiendo que todo el sinsabor del primero lo remediaría el segundo, se echó todo el cáliz a pechos y así como le pasó empezó a hacer mil visajes y volviose al muchacho, diciéndole: –¿De dónde has traído este vino, demonio?, porque tan zupia1514 es este como el primero. Señor maestro Frías, ¿zupia llama a la sangre de Cristo? Y así a su modo de hablar le hicieron esta copla: No sé cierto en qué confías para tan grandes tonteras. ¿Juzgas que Dios, por ser Frías, te ha de sufrir frioneras1515?
Bendito sea Dios, que acabamos ya con los señores maestros en Artes. Pero no tan bendito parece, que oigo decir porque no sé que nos mejoremos mucho en señores doctores en Teología, pues son todos unos sujetos harto desengañados. No es nada el primero con quien topamos, con el padre maestro fray Pedro Delgado. En mi conciencia que si lo han puesto por muestra, que nos empeñamos en lindo berenjenal1516. Mírele vuestra señoría a la cara y verá una hogaza cruda picada de pollos1517. Por esto que dije de cara le sucedió un cuento 1512
En el texto «mi misa», que corrijo. Se repite dos veces la preposición en el texto original. 1514 El vino barato y de poca calidad. 1515 Véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 1516 Empañarse en un berenjenal debe de ser similar a meterse en un berenjenal, que define Aut. como «frase vulgar con que se da a entender que uno se ha metido en alguna dependencia o negocio enredado y escabroso, aludiendo a lo espinoso y áspero de las matas que producen las berenjenas». 1517 Por el color, similar al pan no bien cocido, y por los hoyos que probablemente hubiera dejado en la cara alguna enfermedad como la viruela. 1513
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famoso los días pasados. Calumniábale un amigo suyo de cierta falta de correspondencia que con él había tenido y, según lo que pasó, el padre maestro no debía de estar culpado, porque estaba diciéndole: –Así me perdone Dios, como yo no he hecho tal cosa, y si esto no es así la cara se me vuelva atrás. Hallose allí otro religioso mal pagado de su gesto y le dijo: –Padre, ¿eso pide por pena, cuando lo había de solicitar por favor? Pues teniendo esa cara no le hiciera Dios muchas mercedes en volvérsela al colodrillo, para que cosa tan mala no fuese martirio de los que la miran. Pídale a Dios muy de veras que se la vuelva, mire lo que dice esta copla: A lo hermoso de tu rostro no sé qué decirle más, sino que quites lo monstruo y estará bueno hacia atrás.
–No es tan malamente, respondió el padre maestro, que peor es la del padre maestro fray Juan de la Cruz, y con todo no le pesa de haber nacido. El argumento me hizo fuerza y así me veo obligado a decir lo mismo. Pero los defectos del rostro los suple con su mucha sencillez y bondad. Estaba un día el Colegio junto en consulta acerca de un cortijo donde estaba el ganado vacuno que entonces tenía esta casa (que en su tiempo lo ha tenido el Colegio1518) y, queriéndole arrendar1519, dudaban algunos hacerlo, porque ya tenían los bueyes la querencia en él, y sería difícil tenerlos en otra parte por el riesgo a que se ponía de perder el ganado. Llegó su voto (que es muy inteligente de vacas, por lo mucho que ha tenido de hijo de Santo Tomás en lo de buey mudo)1520 y dijo: –Paréceme conveniente que se arriende este cortijo y al reparo que algunos padres han hecho acerca de la querencia es muy fácil descomponerlo porque con pasarla a donde hubieren de estar los bueyes está todo negociado, y aunque es verdad que, por estar el río de por medio, tiene alguna dificultad, si llevan un barco que sea grande se podría pasar en dos veces. Oyéndole esta razón le hicieron esta copla: Cruz que es tan inteligente en este de buey y vaca, ha de ser forzosamente una cruz de Caravaca. 1518
Alude a la costumbre de colegios y universidades de poseer su propio ganado para el abastecimiento de la población universitaria. 1519 «Tomar u dar en renta alguna hacienda» (Aut.). 1520 Buey mudo era el conocido apodo con que denominaban sus compañeros a Santo Tomás de Aquino por verlo robusto y silencioso.
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¡Ah, padre maestro, y cómo cargara yo aquí la mano a no estarme aguardando con su calvatrueno! 1521 ¡Oh calva relámpago! El padre maestro fray Pedro Chacón, que allí desde su lugar está matándome a gestos y solicitándome a mohínes porque le diga algo. Pues, padre maestro, no le digo nada, lo que le suplico es que no esté siempre de Tabor con su cuerpo, porque seguro se transfigura no solamente las glorias del alma, sino también las penas le comunica. Y esto se ve claramente cuando se le encomienda un sermón, pues hace en él tantos visajes con afectos. Si en él ha de reprehender, se ennerona de cara y se endioclesiana1522 de miradura; si el paso e[s]1523 alegre, se halagüeña de semblante, abemolándose1524 de meneos, endulzándose de rostro y así en un acto de comunidad le apuntamos por el gesto un sermón. Por eso le hicieron esta copla unos contemplativos: De tu cara los meneos, según te veo casado, con ellos me han avisado que son, fray Pedro, himeneos.
Quédese vuestra paternidad con Dios ahora, que el vejamen que viene le diremos el cuento del salchichón, aunque vuestra paternidad no nos haga falta, estando allí el padre maestro Soria. Pasaba por una calle y viéndole pasar una urraca le dijo: «¿Has comido salchichón?». Llevados de la curiosidad los que le oyeron, fueron en casa del dueño para enterarse de lo que quería decir, y fue el caso que habiéndose ido a misa la gente, dejaron puesta la olla, a la cual para quitarle el mal sabor de las berzas habían echado en ella un pedazo de salchichón. Fuera la urraca hacia la olla, que por un canto de la cobertera se le veían a la salchicha las faldas. Metió la cabeza en la olla y, como estaba hirviendo, se la peló toda (como ahora, digamos, nuestro padre maestro); pues como la urraca vio que en lo pelado le parecía, entendió hubiera sido por la misma causa, y así, en viendo un calvo, le preguntaba «¿Has comido salchichón?». Con que volviendo yo los ojos por todo el claustro podía hacer gran cantidad de preguntas, porque ha comido salchi1521
Calvatrueno «se toma también por la cabeza atronada del vocinglero hablador y alocado, que hace las cosas fuera de propósito» (Aut.). Hay un evidente juego de palabras con el calva relámpago que aparece inmediatamente. 1522 Neologismos burlescos creados sobre los nombres propios de los emperadores romanos Nerón y Diocleciano, famosos por su crueldad. 1523 en el texto «el». 1524 Abemolar es «voz inventada y formada del término músico bemol, de que usó el autor de La pícara Justina para significar templar la voz, bajarla y suavizarla, como hace el músico cuando canta por este término o propiedad» (Aut.).
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chón el padre graduando, ha comido salchichón el padre maestro Chacón, ha comido salchichón el padre maestro Antesana, ha comido salchichón el padre maestro Carrión y otros muchos que estoy mirando y infinitos que han empezado a meter la cabeza en la olla para comerlo. Ya voy allá, padre maestro Hoces, y no porque vuestra paternidad ha visto pelar cabeza y barbas de los padres maestros echó la suya en remojo1525, pues a quien Dios le hizo merced de hacerlo capón1526, no tiene sobre qué caiga el agua. Vea, vuestra señoría, aquella mala hembra con hábitos y aquella capona que anda disimulada de religioso, que siendo incapaza para el púlpito anda diligenciando que le encomienden sermones, y ya podía a fuerza de escarmientos no ponerse en semejantes empeños. Sucediole un día, predicando en una festividad, que el Evangelio era Liber generationis Jesu Christi, subirse al púlpito y empezando a persignarse conoció en su turbación que se iba perdiendo y mandó al principio que cerrase el sacristán una puerta de dos que tenía la iglesia. Volvió a querer empujar la palabra de Dios y, porque le iba faltando prosa, mandó que cerrase la otra. Volvió tercera vez con su temor y dijo que le cerrasen una ventana, y al ir el sacristán a cerrarla dijo: –No hay para qué, porque ya se ha ido el sermón. Y uno de los oyentes le hizo esta copla: No admira, siendo capón que en el sermón se perdiera, cuando el Evangelio era libro de generación.
Casi lo mismo le sucedió al señor doctor Coronel. Estaba predicando el bendito clérigo en las Monjas Descalzas de los Reyes (donde su merced es capellán) y solo tenía por auditorio una buena vieja. Perdiose en el principio del sermón y desde el púlpito (como si la vieja tuviera culpa de su falta de memoria) le dijo: «Calle, madre». Y lo bueno es que ni la pobre vieja hablaba ni tenía con quién hablar. Volvió a empezar su sermón y siempre atazcaba a la primera razón. Volvió a decirle a la vieja: «Calle, madre, porque me tengo de bajar del púlpito si no calla». A la tercera que no le ocurría dijo: «Pues que no quiere callar no ha de oír más palabra de mi sermón». A lo cual respondió la santa vieja: «¿Hásele olvidado su sermón y ahora pega conmigo?». Y por esto le hicieron estas dos coplas:
1525
«Cuando vieres la barva de tu vezino pelar, echa la tuya a remojar» (Hernán Núñez, Refranes, ed. cit., f. 102). 1526 Según la creencia de la época, los capones, al perder sus atributos varoniles, se asemejaban a las mujeres: no tenían pelo en la barba, se les hacía la voz menos grave, etc.
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Aunque el crédito forceja1527 de vuestra reputación, perderos en el sermón, Coronel, es maña vieja. Y así al doctor Coronel quien le encomienda un sermón es ponerlo en ocasión de que se pierda con él.
Yo sé que están todos preguntándome si le digo alguna cosita al señor doctor don Juan de Monroy, que fue a quien le dijeron el año pasado el cuento de cient ducados doctor y asno; y al señor doctor Marín1528, uno cura de Albaida y otro de Benacazón1529. Estaban los feligreses del señor doctor Monroy muy enfadados con su persona por lo largo de la misa, tanto que ya tenían por menor inconveniente condenarse a padecer la pena por la culpa que sufrirle en el altar. Fueron al lugar donde asistía el señor doctor Marín, acaso un día de fiesta, y más por curiosidad que por devoción le oyeron al señor doctor su misa, el cual por irse presto a almorzar, hilvanó con el sacrificio y se acogió a la misa de réquiem. Viendo los paganos la brevedad del uno y la mucha flema del otro, se hicieron de concierto para darle una admonición. Hiciéronlo así, mas él respondió al cargo que le hacían: –Mucho me pesa de tener a vuestras mercedes descontentos, mas no sé yo que el señor doctor Marín diga la misa con más brevedad que yo, porque yo me dejo todo el Canon y así no sé cómo pueda acabar más presto. Mire vuestra señoría si el señor doctor Monroy se deja el Canon, ¿qué se dejará el señor doctor Marín? Parece que juntara el introito con el Ite misa est. Sabido por el señor doctor Marín, le quitaba a la misa el Canon y se detenía tanto, le hizo esta copla: Porque quitas a la misa el Canon, no están contentos, pues con aquesto le quitas que se diga en dos mementos.
Con razón estará quejoso de mí el padre maestro fray Pablo Ramírez Bermudo. Perdone vuestra paternidad por la tardanza, que yo quisiera que esto hubiera sido desde el principio, porque siendo los favores que vuestra pater1527
Forcejar «metafóricamente vale resistir, hacer oposición, contradecir con todas sus fuerzas alguna proposición u otras cosa» (Aut.). 1528 Encuentro un bachiller Francisco Marín de la Fuente, de Carmona, en el Colegio de Santa María en 1651 (AUSev.). 1529 Ambos lugares próximos a Sevilla.
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nidad me hace tan de marca mayor1530, era deuda de mi obligación darle a su chiste en mi memoria el primer lugar. El caso fue, señor, que hallándome yo muy escandalizado de ver al padre maestro andar solo, siendo una persona tan grave, tan modesta y tan religiosa. Llegué a su paternidad muy preñado de dudas a que me sacase de confusiones y le dije: –¿Cómo anda solo vuestra paternidad? Respondiome muy misterioso de semblante: –Padre mío, he hallado con mi trabajo en la regla de nuestro padre San Agustín un desahogo grande para los religiosos y es que ajustándose muy bien con su regla podemos sin parecer mal andar solos. Yo, picado de la curiosidad, le volví a preguntar dónde lo decía el santo, y me respondió: –En aquella palabra donde tratando de las salidas dice que no salgan Minus quam duo vel tres; de este antecedente es clara la consecuencia, porque minus cuam duo, menos que dos es uno. Luego bien puede salir uno. Bajé la cabeza y dije a mi sayo: –Un hombre tan docto, con tan lindo fundamento, muy bien puede hacer opinión probable. Estando en esto con el padre maestro, vi por una calleja empezar a salir narices, narices y más narices. Y díjele: –Sin duda que anda por aquí el señor doctor don Juan Francisco Farfán de Vera, porque las suyas solas tienen el pico media legua de la cara, y así hay lugar para que salgan ellas sin asomar el cuerpo en mucho rato. –Pues si es él –me dijo el Padre maestro– deténgase un poco y oirá una cosa harto ridícula. Preguntele qué era y me dijo: –Está ahora ajustando en Teología una glosa que tiene hecha al Símbolo de los apóstoles, que es en esta forma. Estaba ayudando a bien morir, con no poco auditorio, a un amigo suyo que se llamaba don Diego y con los fervores de su devoción le dijo: «¿Cree, vuestra merced, señor don Diego, que si desta muere bajará a los infiernos y resucitará entre los muertos al tercero día? Diga «sí creo». ¿Cree vuestra merced que estas agonías, pasión y muerte que esta padeciendo es por salvar a nosotros pecadores? Diga «sí creo». ¿Cree vuestra merced que ha de sacar las ánimas de los santos padres que allí están aguardando su santo advenimiento? Diga «sí creo».» Tenía en la mano un Cristo de marfil y prosiguió diciendo: «Señor don
1530
En el sentido de «extraordinarios». Cfr. el texto del Teatro de los dioses, de fray Baltasar de Vitoria: «Otros dioses hubo de más estofa y de marca mayor» (apud Cotarelo, Fraseología, 1924, III, p. 64 a).
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Diego, ¿cree vuestra merced que este que tengo en mis indignas manos es el verdadero cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo que está en el cielo? Diga «sí creo y mi ánima como la suya».» Escrupuloso, uno de los circunstantes le dijo: –Vea vuestra merced, señor doctor, que con el fervor de su espíritu no repara en que hace idolatrar al paciente. –Ea, señor –respondió–, que ya es mucha bachillería, y lo que digo lo tengo mirado, estudiado y reestudiado. A este punto acabó de llegar el cuerpo, que hasta entonces todo lo que había llegado era narices, y dijo: –Pues es verdad y lo he consultado con hombre muy doctos, como son el padre maestro fray Alonso de Zarzosa, regente del Colegio de Santo Tomás, y me dijo su paternidad que esta muy bien pensado y mejor discurrido. No sé quién era uno que se halló por allí y dijo: –¿Todavía califica disparates el padre regente de Santo Tomás? ¿No se contenta con los que en esta vida ha hecho? Volví los ojos para conocerle y di con la vista en un hombre de su lugar, el cual me dijo tales cosas en materia de la bucólica1531 que no son para dichas aquí. Mas, porque no se quede sin cuento quien tiene tantos1532, diré uno que le sucedió predicando el año pasado un sermón de la Encarnación. Subiose al púlpito muy regordete, que parecía un pipote de Escalonilla, con unos menos de la imprenta del padre de los gigantes, muy oso de gesto y más osado de términos y con una prosa de en tiempo de el rey que rabió1533. Estaba explicando lo más delicado de la materia, diciendo: –Llegó el ángel a casa de María sanctísima y la halló, no ventanera1534, no, como vosotras, sino retirada en lo más escondido de un aposento. Entró, como digo, el ángel y turbose la Virgen, no de ver ángeles, que ya estaba harta de vellos y de hablar con ellos, sino de verle en forma de hombre; y así que lo vido arrancó la escalera abajo en busca de su madre, la señora Santa Ana. El ángel, que no corría, sino volaba tras ella, la alcanzó y agarrándola de un brazo la dijo: «Ne timeas, Maria». Este es el misterio que tengo de predicar. Nadie sabe como yo de lo que necesito, que es gracia, pidámosla con la oración que salió por la boca del ángel: Ave Maria. 1531
«Metafórica y jocosamente se toma por el alimento y pasto cuotidiano» (Aut.).
1532
Zeúgma muy del estilo de los que Cervantes desperdiga en el Quijote: «Os ruego que escuchéis el cuento, que no le tiene» (I, 27). 1533
Personaje fabuloso que se utiliza en cuentos y consejas para encarecer la antigüedad suprema de algo. 1534
Es decir, que gusta estar asomada a la ventana para distraerse. Solía ser indicio de mujer indecorosa.
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¡Mire, vuestra señoría, qué salutación esta para un regente de Santo Tomás y graduado por este claustro! Con esto quería yo que cerrase el ojo mi vejamen y concluir con los cuentos. Pero me salieron al encuentro atajándome los pasos dos doctores cargados de quejas, calumniándome el dejarme tantos sin decirles nada. Después de haberles dicho que no lo hacía porque si le decía algo al padre maestro fray Domingo de Molina era quejarme una quejilla de por vida y solicitarle a su paternidad un corrimiento que le cogiese todo el cuerpo, y cuando procuraba que todo mi vejamen fuese de sangre ligera no había de obrar contra lo propuesto. Después de muchas altercaciones, salimos a partido, con que al padre Rector y al señor doctor don Laureano de Torregrosa y Monsalve se les diga alguna cosa. Al padre Rector no tengo que decirle sino un cuentecillo que le pasó habrá cosa de ocho días. El caso es que tenemos un estatuto de poder visitar a nuestros parientes con este caso. Llegó, pues, un religioso a pedirle licencia para hacer una visita a una tía suya y le dijo: –Padre Rector, benedicite para ir a ver a mi tía. Preguntole el padre Rector si era su parienta su tía, y le respondió que sí. Y entonces le dio la licencia, que si por milagro de Dios su tía no fuera su parienta paréceme que no le diera la licencia. ¡Bendito sea Dios que llegamos al deseado puerto de Guadarrama1535, al señor doctor don Laureano de Torregrosa y Monsalve!, que lo he dejado para lo último de propósito, porque siendo forzoso haber de llegar cansado y caluroso, es su merced muy a propósito para tomar un refresco, porque como el señor doctor no fue hecho de limo terrae1536, sino de limo nada1537, vendrá a estas horas a pedir de boca, con que estoy cierto se templarán con tomarle en la boca los bochornos antecedentes. Digo, pues, señor doctor, que estando pensando anoche qué le diría hoy a vuestra merced oí pasar cantando un muchacho esta copla: El señor doctor jorobado tiene un costal de bellotas para darle al del vejamen porque no le haga coplas.
1535
Cf. la referencia al «nevado Guadarrama» que aparece también en el vejamen de Hurtado de Mendoza, aquí editado. 1536
Aprovecha la forma latina limo terrae, que aparece en la Biblia (Gen, 2).
1537
Es chistecillo que se repite también en otros lugares, así en las poesías de Quiñones: «De limo y nada fue hecho» (A. Madroñal, «Vida y versos de Luis Quiñones de Benavente», en RFE, LXXIII, 1993, pp. 329-356).
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Suspendime un poco por venir la coplilla cortada a medida del talle de mi doctor y atendiendo a ella con mayor cuidado, vi que mentía en la mitad de los versos, lo cual sentí mucho porque a haberme inviado el señor doctor las bellotas redimiera la vejación y yo me hallara proveído de una colación tan regalada en este lugar. Mas pues no me las ha inviado, le tengo de decir lo que le pasó el año pasado en la capilla de los Reyes, donde es capellán1538. Entró un sacristán nuevo, y buscando en un cajón unas vinajeras entre otras halló una con un papel tapada y muy bien atada; llevado el mozo de la curiosidad, leyó lo que contenía el papel, porque estaba rotulado y vio que decía «El señor doctor don Laureano de Torregrosa y Monsalve se ahogaba aquí, quítenle de delante las vinajeras, si no quieren que suceda una desgracia». Estas han sido, señor, las chanzas, que negándome a lo serioso me ha permitido (no sin ofensa de la verdad) sacar los graduados con pinzas de entre sus prendas. Porque estas son en cada hijo de vuestra señoría tan sin contradicción, grandes; tan sin competencia, mayores, que cuando más se esfuerza la emulación para pretender deslucirlas, entonces, abatido su penacho, rendida más su obstentación le ejecutan a confesarlas. Gócese, pues, vuestra señoría, en su mayor grandeza, afianzando con tales hijos tan felices como continuados progresos1539. Y vuestra paternidad, padre graduando, goce por muchos años la honra a que su Colegio le sube, a que su Universidad le subleva y a que Claustro tanto le encima. Y la juventud que me está atendiendo despierte (a vista de tan honorífico acto) nuevo fervor al estudio, entrenando nuevos deseos para conseguir las letras, que es el medio por donde se consigue este premio. Dije.
1538 1539
Una de las capillas de la catedral sevillana. En el texto «progresosos», que corrijo.
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FERNANDO DE LA TORRE FARFÁN: VEJAMEN EN UNOS GRADOS EN EL COLEGIO DE SANTA MARÍA DE JESÚS DE SEVILLA(1655) Bexamen Que dio el Dor Dn. Christoual Castellanos Colegial del Colegio mayor De Santa Maria de Jesús (que vulgarte llaman De Mº Rodrigo) Universidad De Seuilla n Por el Doctor D Juan de Céspedes y velasco Colegial del dho Colegio En ocasión de auer enfermado dicho Don Juan Para quien lo dispuso Dn Fernando de la Torre Farfan en los grados que recibieron en dho Colegio Los lizdos Dn Andres Romero, Dn Juan Celorio, y Pedro Franco de doctores de Teología, y el lizdo Don Miguel Juan Poley Graue de Dor en Canones En Juebes Dia de la Gloriosa santa Catharina Martir 25 de Nobieme de 1655 Vejamen Señores míos, yo no he de echarme nada en la bolsa de que este vejamen salga bueno o malo, porque es de caudal ajeno1540, pero con todo pido a vuestras mercedes que me presten atención y al que prestare más, se la pagaré más presto. Todo este hilado es del señor don Juan de Céspedes1541 y así irá muy al uso del tiempo. De remirarse estos días en los señores doctores tiene muy achacoso el rostro y ha dado de hocicos en la cama; ha librado en mí todo lo que ha escrito de su meollo y yo he de decirlo al pie de la letra. 1540 Referencia a que el vejamen lo había escrito otro autor, en este caso Torre Farfán, para Juan de Céspedes. 1541 Era Jurista. En el Archivo de la Universidad de Sevilla se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre de Juan de Céspedes Velasco, para la obtención de Beca de entrada en el Colegio de Santa María de Jesús», de 1654. Murió en el propio Colegio en 1656.
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Aunque la gracia tropieza en tu achaque, no es desgracia, que no eres malo de gracia sino de naturaleza.
¡Cuánto habrán vuestras mercedes deseado ver al señor don Juan de Céspedes a la brida1542 en este púlpito! Sospecho que su merced se escusó por no correr a nadie, porque en estas cosas si yo corro a otros, yo me canso y a ellos se les calienta la boca1543. Pero, señor Rector, córrase quien se corriere, que para eso tenemos a vuestra señoría, que es el freno de las lozanías de la Universidad. ¡Cuánto, pues, habrá deseado ver a su merced en este Peralvillo1544 de la ciencia! ¡Y cuántos después quisieran quisá que fuese asaeteado! Pero considérenle aquí, ¿es su cara de entre soga y credo?1545 Mas el señor don Juan Arias Maldonado1546 (que le parece, que no le parece y que, aunque se pone tan sereno, no le da mucho aire) dice que sí, pero yo que le miro aconsejándose de facciones con su cara y no quisiera verle en eso; reniego de su parecer, porque si su pleito va en vista ¿qué juez le negará la gracia al señor don Juan de Céspedes? Señor don Juan Arias, cotejemos a vuestras mercedes de mascarillas y ande la danza1547. Confieso que los dos parece que se lavan con un agua1548, pero llévale de más a más a vuestra merced una blandurilla de cizco1549 con que atiza la pez del rostro. Si vuestra merced tiene el pelo de la primer tonsura, él lo tiene de grados y corona; si vuestra merced se precia que su frente es un tapiz de la 1542
Andar o ir a la brida es «ir a caballo en silla [...] con los estribos largos, al contrario de la gineta» (Aut.). 1543 Calentarse la boca «metafóricamente se dice de los que en empezando a hablar se van encendiendo y se desenfrenan en decir más de lo que se les pregunta y de lo que es razón, descubriendo defectos ajenos» (Aut., que explica que se toma de los caballos, por cuanto cuando se les calienta la boca pierden la obediencia al freno). Evidentemente el vejador conoce y juega con esta procedencia, porque antes ha utilizado a la brida y después freno. 1544 Lugar de la provincia de Ciudad Real donde la Santa Hermandad ajusticiaba a los condenados, de ahí el juego con asaetados, que aparece inmediatamente. 1545 Entiendo que quiere decir que su cara parece o la de alguien a quien se va a ajusticiar o la de alguien que está rezando. No encuentro la expresión de entre soga y credo en textos de la época. 1546 El doctor Juan Arias Maldonado era abogado de la Real Audiencia y Relator en ella de la Sala del Crimen, según el Vejamen de Miranda, de 1653 (f. A4vº). 1547 Andar o entrar en danza es «frase con que se explica que alguno se entremete en un negociado o es uno de los que entran en él» (Aut.). 1548 No encuentro la expresión, aunque apunta directamente a una frase hecha. Lavarse con el mismo agua parece querer decir metafóricamente que son iguales en sus defectos. 1549 Cisco es «carbón muy menudo o residuo que queda de esta materia revuelto con algo de tierra en las carboneras» (Aut.).
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Noruega1550, advierta que la otra puede ser frontal1551 del día de los difuntos; si dice que sus cejas, por lo bien pobladas, pudieran ser el mismo Corral del Conde1552, advierta que las otras son pueblos en Francia1553; si piensa que sus ojos han de ser más encarecidos, sepa que los otros no se pagan de lagañas1554. Lo que más se suena es que vuestra merced se precia de la nariz, y no teniendo caballete, se corre de que le llamen chato. Señor mío don Juan Arias, las del señor don Juan de Céspedes, desde unas uvas1555 acá, se quedan aparradas1556 y con todo no se le da un higo1557. La copla que se sigue, aunque parece que amaga a ambos, a vuestra merced le pega de medio a medio: En dos caras importuna se mostró naturaleza: la una, qué linda pieza; la otra, como la una.
Con tales caras mucho encarecía el señor don Juan su vejamen. Y ya que hemos de sacar la nuestra, se han de apodar las de los señores graduandos. Reparen vuestras mercedes en la del señor doctor Celorio1558, que parece que se hizo en papel que se pasa y se le esparció por todo el cuerpo. La del señor doctor Franco (por mal nombre) parece que la ha adelgazado con lija, y no es sino con dieta, de que está muy desvanecido, como si le sucediera en Alema-
1550
Es frecuente la alusión a Noruega en obras del Siglo de Oro para señalar su clima frío, su ausencia de luz, etc. Aquí parece aludir al color. 1551 «El paramento de seda u otra materia con que se adorna la parte delantera de la mesa del altar» (Aut.). 1552 Uno de los conocidos corrales sevillanos, que albergaba buen número de vecinos de las clases menos pudientes, de ahí la alusión a lo superpoblado que estaba. 1553 Ser pueblos en Francia es frase hecha que indica la imposibilidad de conocer algo por la multitud de cosas que contiene. 1554 Cfr. Ojos ay que de lagaña se pagan (Hernán Núñez, Refranes, cit., f. 90). 1555 Así en el ms., pero es posible que se juegue aquí con la lectura búas, es decir, bubas, conocidas también como mal francés o gálico, uno de cuyos primeros efectos notaban las narices de quienes lo padecían. 1556 Tal vez por el juego que se establece con el término uvas, aparecido antes y con el higo que figura a continuación. 1557 Es decir, no le importa nada, según la frase despectiva tradicional. 1558 Juan de Celorio, bachiller en Teología en 1646, había realizado cuatro cursos en la Compañía de Jesús. Se licencia y doctora en la misma facultad en 1655 (Libro de Grados en todas las Facultades: Libro 629, fol. 126 y 135). Se conserva su expediente para la obtención del grado en el AUSev.
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nia, donde se hacen las dietas de facciones protestantes1559. La del señor doctor don Miguel Juan Poley Grave1560 tira por otro rumbo, y no digo lo de tira porque tiene la vista de ballestero, porque eso es cosa que su merced siente sobre sus ojos, porque al fin son buenos cada uno por su camino y todo se enmienda con que se gradúa en Derechos; digo lo de tira porque parece que tira a bermejo, y si de aquel pelo ni gato ni perro1561, ¿qué será un doctor en Cánones? Si vuestra señoría gradúa los deste color, bien puede graduar los cofres1562 y las comadrejas, y guarde Dios las pollas de nuestro Colegio. La del señor doctor don Andrés Romero es una filigranita de alquimia1563, a quien los apodos vienen grandes y es menester cortárselos a la medida del dozavo; y si no miren vuestras mercedes la frentecita que está en su copetito arremangado, como lo demás del rostro es tan menudo. Las naricitas son tan menguaditas que recatean cualquier estornudito, porque si se las ensancha se le saldrá el olfato y por eso trae los bigotitos como cerraderos1564. La copla siguiente (aunque parece que lo mete a barata1565) encarece el precio de todas cuatro caras: Aunque saquéis a mil soles vuestras caras por a–varas, todas vuestras cuatro caras no valen dos cara–coles1566. 1559 El equívoco con las dos acepciones de dieta no es nuevo en este vejamen, aparece también en los entremeses de Quiñones, donde figura entre otros un licenciado Dieta. 1560 Se firma como Miguel Juan Pol Leygrave, natural de Las Palmas de Gran Canaria. Se licencia y doctora en Teología en 1655. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre para la obtención de Grado» en el AUSev. 1561 Era proverbial el desprecio por los que tenían tal color de pelo, según el proverbio «ni perro ni gato de aquella color», que se recoge en los repertorios de la época. 1562 El juego de palabras se establece porque los cofres de la época solían estar forrados con piel de caballo, normalmente de color bermejo. Por ello existe la expresión pelo de cofre que «se llama el que tiene el cabello bermejo» (Aut.). De igual modo, las comadrejas y las gallinas son de este mismo color. 1563 Filigrana es «la obra formada de hilitos de oro u plata, unidos y soldados con mucha perfección y delicadeza» (Aut.). El doctor sevillano Andrés José Romero era hijo de Juan Bautista Romero y Francisca de Flores (a la que se alude más adelante), se había hecho bachiller en Medicina en 1623 y licenciado y doctor en Teología en 1655. Se nos conserva el «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre de Andrés Josef Romero, para la obtención de Grado» (AUSev), por el que sabemos que era clérigo de epístola. 1564 «Por extensión se suelen llamar así los cordones con que se cierran y abren las bolsas y bolsillos» (Aut.). 1565 Véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 1566 No vale un caracol u dos caracoles es «frase en que la voz caracol equivale a lo mismo que nada, tomado de la poca estimación que tienen los caracoles» (Aut.).
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Pero dejemos esto, que parece pendencia, porque es rostro a rostro, y pasemos a otra cosa, que paresca de más familiaridad y sea mano a mano1567. Bullíanse ya los exordios de grados ahí cuando el señor don Juan de Céspedes llegaba a la Cámara Rectoral con todo oído y el señor Rector salía della con tanto ojo; hablose de la fiesta y tomando el señor Rector la mano dijo: –Para esta ocasión es el chiste, señor don Juan, y la opinión que vuestra merced tiene de dichero1568. –Si vuestra merced dijera dichoso –le respondió– no se lo consintiera, porque desde el vientre de mi madre nascí tan de cabeza que no sé por qué no tengo buena memoria, pero dichero, vaya. –Esa es –dijo el señor Rector– la que vuestra merced suele dar a algunos y ahora se ofrece ocasión en que poderles decir a todos el Evangelio y que callen como en misa. Dé vuestra merced este vejamen y derrame en él toda la sal hasta que no quede grano al salero. –Eso –dijo el señor don Juan– más será azar que donaire, y por lo menos si salo a alguno es fuerza que le escueza, y no porque tenga yo cara de pocos amigos quisiera malquistar también mis palabras. –Que no, señor –le replicó su merced–, que estas han de ser chanzas que no pasen de la ropa». «¿Qué sé yo –prosiguió el señor don Juan– si toparé con alguno que presuma de nadador y en guardar la suya tenga fundada la gala de su reputación?1569. –A que –dijo el señor Rector– el reportorio da este año buena cosecha de doctorandos y están cuatro en ciernes que sospecho llegarán a granazón1570. A vuestra merced por más moderno del claustro (y repare que no digo moreno, aunque pudiera, que no lo hemos menester bozal1571); digo, pues, que
1567 «Modo adverbial con que se significa la igualdad, familiaridad o llaneza con que una persona trata o conversa con otra» (Aut.). Rostro a rostro equivale a nuestro actual cara a cara. 1568 No en Aut., parece tener valor de «decidor» o que es amigo de dichos. Encuentro un ejemplo de su uso en Fernán Caballero (CORDE). 1569 Desarrolla el refrán conocido que dice que la gala del nadador es saber guardar la ropa. 1570 Usado con un sentido metafórico, es el «efecto de granar o llenarse de semilla los frutos» (Aut.). 1571 Bozal es «nuevo y principiante en alguna facultad o arte y asimismo por el que apenas tiene conocimiento práctico y experiencia», pero fundamentalmente se refiere al «inculto y que está por desbastar y pulir. Es epíteto que ordinariamente se da a los negros, en especial cuando están recién venidos de sus tierras» (Aut.), de ahí la alusión anterior al aspecto físico con el adjetivo moreno, que también servía para designar al negro.
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por más moderno le pertenece esta obra, que paño habrá en los cuatro para hacer una ropería y si faltare –que no faltará– de trapos viejos que hay en el claustro se podrán ir supliendo las faltas1572. Volviose el señor don Juan a escusar (porque de decir gracias a otros no se sacan indulgencias para nadie) y respondiole: –Yo vejara, no fuera decir mal de muchos y hacer que muchos digan mal de mí, como le sucedió al otro, que se determinó a tirar una piedra a cada tejado de los de sus vecinos; conjuráronse todos juntos y de una rociada no le dejaron teja en el suyo. Y aunque el mío es muy de vidrio1573 porque tengo resabios de azabache, también es quebradizo. Además de que estos antojos que dicen (más ha de nueve meses que están mis niñas preñadas) son como un cristal y miro mucho por ellos1574. Y si no, dígalo esta coplilla que a tanto que la hice cuanto a que tengo entre ojos este temor: Temo de ojos y de antojos cualquiera golpe fatal, que miro por el cristal tanto como por los ojos.
–Vuestra merced –replicó el señor Rector– pierda el recelo y haga lo que el clérigo que tenía un bonete nuevo y dudaba acompañar un entierro porque llovía y viendo que apretaba el agua y salían los demás, se llegó a la pila de la iglesia y dando con él dos cachetes a la agua bendita repetía: «Pesiatal1575, perder el miedo». Puso el señor don Juan semblante de casi convertido y prosiguió el señor Rector: –Tenga buen ánimo, que yo le daré cuentos con que haga reír las tripas.
1572
Existe el sintagma paño que cortar, que «se toma por la materia abundante de que se puede disponer» (Aut.) y que, al tiempo, está en relación con la expresión cortar un traje a alguien que aparece en Autoridades como cortar de vestir: «metafóricamente se toma por murmurar decir mal de alguno» (Aut.). 1573 Alude al refrán Quien tiene el tejado de vidrio no tire piedras al de su vecino, que explica Correas así: «El ke tiene el texado de vidrio, no tire piedras al de su vezino. Kiere decir ke el ke tiene faltas ke le digan, de las de otros no diga» (Vocabulario de refranes, ed. cit.). Lo recogen obras de la misma procedencia también como El culto sevillano, de Juan de Robles (Ed. Alejandro Gómez. Sevilla: Universidad, 1992, p. 157). 1574 El autor utiliza la palabra antojo con sentido equívoco por cuanto, por una parte significa lo que hoy «anteojos» y, por otra el capricho de la mujer embarazada, juego que se permite también por la polisemia del término niñas. 1575 «Se usa algunas veces por modo de interjección para demostrar la extrañeza o disonancia que hace alguna cosa» (Aut.).
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–Eso será novedad –dijo el señor don Juan– porque yo siempre he oído decir que las tripas gruñen en el cuerpo, con que haga reír los labios. Bastará para que venga a pedir de boca. Alentose el señor Rector con su respuesta y dijo: –Aunque no refiera vuestra merced más chiste del que les sucedió a los señores graduandos juntándose para la conferencia del grado, bastará para corona de la fiesta. Dudaba el señor doctor Celorio a cómo les cabría un grado entre cuatro, y si cada uno llevaría la parte que bastase para parecer doctor hecho y derecho. A que respondió el señor doctor Miguel Juan: –Lo de hecho es lo que dificulto, que lo de derecho no me da cuidado, que, sacados los ojos, en lo demás puedo graduarme de virote1576. –Si he de decir la verdad –replicó el señor doctor Franco muy con su santo nombre en vano–, yo no quisiera graduarme en tropa porque grados a moja la olla1577 tienen humos de vulgaridad. –Mire vuestra merced qué bueno es eso –dijo el señor doctor Romero– para un graduando si es no es, que ha menester añadirse una peana de toda la Torre de Nembrot1578 para que le alcance una gota de grado; y mi madre, si me ve salpicado de borla y que no alcancé tanto como vuestras mercedes (que son como unos pinos) me ha de hacer astillas. 1576
Probablemente es metáfora que juega con alguno de los significados de virote, «mozo soltero, ocioso, paseante y preciado de guapo» o también «un hierro largo que sube hacia arriba, ingerido en la argolla que echan al cuello a los esclavos» (Aut.). 1577 A moja la olla es el nombre de un juego, que se utiliza aquí metafóricamente, como locución adverbial, y que también aparece en las jácaras de Quevedo: «Unos con otros se envuelven; / andaba el moja la olla / tras la goda delincuente, / cuando se vieron cercados / de alguaciles y corchetes, / de plumas y de tinteros, / de espadas y de broqueles» (Ed. J. M. Blecua. Madrid: Castalia, 1971, III, p. 331). Igualmente lo utiliza Lope en Las pérdidas del que juega (comedia de atribución discutida, según Morley-Bruerton): «Y viendo que tal está / que las suertes se le niegan / a «moja la olla» juegan / sobre quién lo acabará» (ed. E. Cotarelo, Academia Nueva, VIII, p. 450), según registra el Vocabulario de Fernández Gómez (s/v olla). Su sentido no está claro, José Manuel Blecua se pregunta en su edición de los poemas escogidos de Quevedo si tendrá que ver con «ábrele la cabeza» (Poemas escogidos. Madrid: Castalia, 1979, p. 363). No parece creíble tal explicación, creo que es más aconsejable entender la expresión con el sentido de que varias personas se disputan algo atropelladamente, intentando todas ellas no quedar en último lugar. No se puede olvidar la existencia del juego de la olla, según aparece en los Días geniales o lúdricos de Rodrigo Caro, en el cual alguien se pone en el medio de un corro (al que se llama olla) y los otros jugadores le pellizcan y dan golpes dándole vueltas hasta que coge a alguno que, entonces, ocupa su lugar (ed. JeanPierre Étienvre. Madrid: Espasa Calpe, 1978, II, p. 122). 1578 Hay una evidente hipérbole al aludir a la torre de Nembrot, que es la de Babilonia, tal como se puede leer en la Comedia Tebaida: «-Pues eso avéys dicho, por vuestra vida me
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–¿A qué? –replicó el señor doctor Celorio–. Señores míos, cada uno mire por donde alza y a quien Dios le diere más grado San Pedro se lo bendiga1579. Y en cuanto a vuestra merced, no le dé cuidado que de lo que yo alcanzare y unos chapines altos que quedaron de mi madre le haremos un gradito1580 con que paresca tan doctor como el que lo mandó matar1581. No faltó quién se descolgase de risa oyendo la controversia y al pie de la duda pusiese esta coplilla: Cuatro a un grado por barato queréis calzar de tropel, mas vendréis a andar con él como tres con un zapato1582.
–Pero no nos detengamos en esto –dijo el señor Rector–, sino véngase vuestra merced conmigo, que su amigo soy, y no lo he de meter en cosa de que no salga con mucho aire, aunque lo quitemos de las ventoleras1583 del señor maestro don Tomás de Valdez» 1584. Asiose de la manga de la ropa (porque deso pensó hacer su haldas) y siguiole. Llevole a la librería de aquí, yace tan sin cuerpos de libros que es un purgatorio de volúmenes, y aunque entre los estantes del señor doctor Peña1585 (cuyos cuerpos son tan muertos que los cubre el polvo) yo no he visto cosa más descuadernada. Llegaron, pues, a la librería y reparó el señor Rector que en el mucho polvo que hay siempre en ella (con que se gradúa de miércoles de ceniza) venían señaladas unas huellas que parecían de mujer, siendo las que su merced había estampado por allí, después de calzarse unos
digáys, que nunca lo he podido acabar de saber, eso de Nembroth y cómo edificó la torre. -Por mi consciencia, señora, no sé en ello más de lo que por ahí se dize; y saben todos que Nembrot hizo la torre quel vulgo llama de Babilonia» (Ed. J. L. Canet. Valencia: UNEDUniversidad de Sevilla-Universidad de Valencia, 1993, p. 231). 1579 Nueva utilización de un refrán, para modificarlo con intenciones burlescas. En este caso es A kien Dios se la diere, San Pedro se la bendiga (Correas). 1580 Se juega con la acepción de la palabra grado como «escalón» (Aut.). 1581 Acaso se refiera a Herodes y los inocentes, por el aspecto menudo del nuevo doctor. 1582 Aprovecha el refrán Como tres con una çapata, que la que antes se levanta, esa se la calça (H. Núñez, Refranes, ed. cit., f. 23). 1583 Ventolera es «metafóricamente, vanidad, jactancia y soberbia» (Aut.). 1584 El presbítero don Tomás de Valdés era maestro en Artes del Colegio de Santa María de Jesús, según se cita en el Vejamen de Miranda, de 1653 (f. A5). 1585 El doctor en Medicina don Cristóbal de la Peña, de Alcaudete (Jaén), aparece también en el Vejamen de Miranda de 1653 (f. A5). Se había hecho licenciado y doctor en tal facultad en 1650. Se conserva su Expediente en el AUSev.
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zapatos de poliví1586, con que se atribuye a sus pies aquella coplilla de «Cómo te tienes en tan poco»1587. Hizo reparo en ademán de maestro de armas y dijo: –Por aquí ha entrado alguna hembra o yo seré un macho. Siguió el rastro, que venía de la Cámara Rectoral, tomó la confesión a los rincones, amenazando de penitencia a los delincuentes; no halló cómplices y al volverse vio las que de nuevo había hecho y dijo: –Señor don Juan, ya la han sacado. Reparó en las que de nuevo multiplicaba y, viendo que todas eran suyas, echaron el resto de las carcajadas en esta copla de pie quebrado: Del de una dama no feo tu pie a parecer se obliga un retrato; y yo sin furor lo creo porque basta que lo diga tu zapato.
Púsose entonces a una de aquellas ventanas hecho un mismo señor rector Pilatos y díjole: «Desde aquí estamos a tiro de doctores y en los que fueren viniendo por la plaza (que hoy es uno de los días en que se juntan a conferencia de vendederas1588) tomaremos instrumento para lo que ha de tocar a cada uno. Brujulearon1589 por entre las celocías y fueron descartando a algunos que por demaciadamente figuras no hacían buen juego1590. Cuando por sus pasos contados (que es hombre que cuenta hasta sus mismos pasos y por eso anda a pie) llegó el señor maestro Benito Pérez, Adán de los océanos de su facultad o decano de los adanes1591, que de aquí le viene ser tan amigo
1586
Una variante de ponleví, es decir, «el tacón de madera que antiguamente traían las mujeres, aforrado en el mismo cuero de que era el zapato» (Aut.). 1587 La versión más antigua que encuentro del uso de este verso está en el Cancionero de burlas, y se atribuye a un tal Francisco de Argueyo. Dice así: «De ver que la pena mia / teneis en tan poco ya, / el querér se me desvia, / la voluntád se me enfría, / y el deseo se me vá» (Ed. Luis Sánchez. Londres, 1841-1843, p. 212). Pero, más probablemente, el vejador se refiera a los famosos versos de Lope en Fuenteovejuna: «Agora no quiere el campo,/ amigo secreto y solo; / que tú sola no has de ser / tan soberbia, que tu rostro / huyas al señor que tienes, / teniéndome a mí en tan poco» (Ed. Donald McGrady. Barcelona: Crítica, 1993, p. 81). 1588 Usado metafóricamente, pues vendedera es «la mujer que vende por oficio públicamente alguna cosa» (Aut.). 1589 Véase la nota anterior a propósito de esta palabra. 1590 Aquí las figuras son también las de los naipes. 1591 Era maestro en Artes del Colegio de Santa María de Jesús y como decano se le cita ya en el Vejamen de Miranda, de 1653 (f. A5). Su nombre completo es Benito Pérez de
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de legumbres, que de tronchos de coles1592 dice que ha de plantar la Güerta del Rey1593. Entonces el señor Rector, haciendo ademanes de sonaja, dijo: –Picón tenemos1594. A que el señor don Juan respondió: –No es sino barbo. –Sepa vuestra merced –prosiguió el Rector– que este es presbítero de la rodilla arriba, pero las piernas, además de ser muy legas, son tan abonadas que le tienen en pie, después de Dios, contra los peores acreedores del mundo, que son los años, y el ejercicio de cada día, pues a pie trota cuantos arrabales y güertas tiene la ciudad. Y el señor maestro, pues tenía una mulilla, porque ella no se podía tener de flaca, sustentábala de amores, que entonces era médico asalariado de las damas de la ciudad; debió de tener su merced alguna flaqueza y muriose della la mula. Ya se lo habían prevenido algunos aficionados de sus enfermas, y uno de ellos paliándole el consejo, en una dificultad le dijo: –Siempre he oído decir que el ojo del amo engorda el caballo1595; si esto es así, ¿cómo vuestra merced trae tan flaca su mula, teniéndola tan al ojo, y más siendo doctor? Salamanca y procedía de Cáceres. Era licenciado y maestro en Artes desde 1631, de ahí quizá la alusión a su edad. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre para la obtención de Grado» en el AUSev. 1592 Los tronchos de coles, que –como dice Aut.- son los equivalentes en hortalizas como las coles a los troncos en los árboles, son metafóricamente cosas sin valor, y aparecen en varias obras contemporáneas como la cervantina Pedro de Urdemalas: «Un mozo que se me fue, de ingenio agudo y sotil, de tronchos de coles sé que hiciera invenciones mil; y él me aconsejó que hiciese, si por dicha el rey pidiese danzas» (Ed. F. Sevilla y A. Rey. Alcalá: Centro de Estudios Cervantinos, 1995, p. 819) o el Estebanillo: «Los muchachos, por obedecerla, empezaron a darme mil voces, repitiendo: ¡guarda el loco, guarda el loco!, cargándose de piedras y de tronchos de coles» (Ed. A. Carreira y J. A. Cid. Madrid: Cátedra, 1990, II, p. 332). 1593 Famoso lugar de Sevilla, del cual escribe G. Fernández de Oviedo en sus Batallas y quinquagenas: «Era suya la Huerta del Rey, que es vna hermosa pieça e prouechosa e [...] questá [...], e las xabonerías de Seuilla, que le rrentaua cada vn año siete o ocho mill ducados de rrenta de contado. Su casa fe muy rrica de joyas e plata e tapiçería. La qual casa él labró e es vna de las lindas e sumptuosas casas de edifiçios e huertas e fuentes que ay en toda España» (Ed. Juan Bautista Avalle-Arce. Salamanca: Diputación de Salamanca, 1989, f. 292). No se puede descartar una alusión maliciosa, por cuanto el lugar era –al menos en el XVI– lugar de encuentro de homosexuales. 1594 «Chasco, zumba o burla que se hace para picar o incitar a otro a que ejecute alguna cosa», pero también «la bestia que corta la hierba al revés por defecto de la dentadura» (Aut.), de ahí el juego posterior con barbo, nombre de pez, pero también «abundante en barbas». 1595 Ya se recoge en Hernán Nuñez, Refranes, ed. cit., f. 43. De ahí la referencia posterior a la mula y a la locuación al ojo, «cercanamente o a la vista» (DRAE).
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Sonriose, mal de su grado, el maestro y dijo: –Achacoso es el argumento, pero yo lo curaré con la respuesta. En los caballos, que es cosa generosa, concedo; pero en las mulas, que son unas cuitadas, nego1596. Y no me ponga vuestra merced jamás argumentos en dari1597, que aunque se aventuren todas las borlas del magisterio lo he de negar, medio del bonete. –Buen cuento es ese –dijo el señor don Juan– y desde que vi que el señor maestro se precia de tan hijo de San Pedro dije que había de parar en la negación1598. Y porque la mula viviese en verso le hizo esta copla: Tu mulilla, en conclusión, tuvo ayuno verdadero; murió como confitero, porque hacía colación1599.
–¡Ya escampa1600! –prosiguió el señor Rector– y digo ya escampa porque viene por allí el señor Francisco Ramírez Pacheco1601, que es claro como el agua y es doctor casi en romance y de más a más es pasado por agua, pues vive en Triana y es doctor de agua y lana1602. Y si no, mírele a las barbas y hasta el suceso que referiré a vuestra merced es de agua. Curaba allende el río una enferma 1596
Concedo y nego son términos propios de la argumentación académica y universitaria, que pasan a la literatura y se hacen comunes. 1597 Como más adelante bárbara celarem, también dari y ferio son reglas nemotécnicas de silogismos porque sus vocales indican la cantidad y la cualidad de las proposiciones que constituyen las premisas y conclusiones del silogismo precisamente. Aparecen en las Summulae logicales. 1598 Por cuanto San Pedro negó a Cristo tres veces. Aquí hay un juego de palabras con lo de ser hijo de San Pedro, por ser hombre de Iglesia. 1599 Se juega con dos de los sentidos de la palabra colación; uno es: «cualquier género de dulce confitado», y el otro: «aquella parva materia que los días de vigilia u de ayuno es permitida por la Iglesia tomar» (Aut.). 1600 El proverbio completo dice Ya escampa y llovían guijarros, que significa en la época «la pena que ocasiona el que es pesado [...] y también se suele aplicar esta frase cuando sobre un daño recibido se siguen otros mayores» (Aut.). 1601 Médico y catedrático de Vísperas de la Universidad de Sevilla. Escribió varias obras de contenido histórico y médico, como La mezcla del ámbar con el tabaco (Sevilla, 1659), según se puede leer en el Diccionario de Méndez Bejarano, cit. Era natural de Marchena y se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre para entrar en el Colegio de Santa María de Jesús como familiar» en 1648, en el AUSev. 1602 De agua y lana denota a la persona de poco valor y consideración, como recoge Correas: «Hombrecillo de agua y lana». También en el Quijote: «¿Soy yo por ventura algún escudero de agua y lana» II, 13.
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de tercianas, que debían de ser gallegas, porque su merced decía que eran maliciosas; muy preciado de filósofo, ordenaba que le calentasen el agua de almirones1603, porque el fresco natural penetrase más con lo accidental del calor. Pedía la paciente que se la enfriasen y él la acallaba con lo de «no conviene, déjese gobernar que en manos está el pandero1604, etc». Pidiole licencia para beber agua de nieve a mediodía y, muy compadecido de facciones, dijo: –Denle, norabuena, nieve; pero advierto que se la den bien caliente y le dará la vida. ¡Oh, Galeno a borbotones!, ¡Oh, Hipócrates echando chispas! Miren vuestras mercedes si recatara más una caldera de madejas. La copla que sigue celebre el chiste, si fuere muy fría, el señor doctor mandará que se caliente: Agua de nieve caliente recetaste a una afligida y la bebió (fue caliente claramente). Bebiola y, al fin, bebida, se murió.
–Pero tenga vuestra merced –prosiguió– que piense que hemos de hacer mucha leña1605 y, si no, repare en aquellos dos troncos1606 que asoman por aquella esquina. Aquel que parece cabo de clérigo y trae las facciones como que han andado entre carbón y agua bendita es el señor maestro Corbacho1607, nombre que se lo pusieron por apodo y se le quedó por apellido. Préciase de gran teólogo en Artes, y con celar mucho a una monja que se muere (pienso que de hambre) por su merced no ha puesto argumento en celarem, sino todos en Bárbara1608. El que le acompaña y aun viene cote1603
Almirón es «Hierba que, según el P. Alcalá, es la chicoria silvestre» (Aut.). Alude al refrán En manos está el pandero de quien lo sabrá tañer (Hernán Núñez, Refranes, cit., f. 47vº), es decir, que la persona que habla es suficientemente capaz para la tarea de que se trata. 1605 Hacer leña (expresión que recoge Correas) significa literalmente «cortar las ramas de los árboles o las matas». En sentido metafórico parece apuntar a un significado que tiene que ver con «criticar» o «denigrar», según el refrán Del árbol caído todos hacen leña. 1606 Desarollando el juego de vocablo con la palabra anterior leña, aparece ahora tronco, que «en sentido moral se toma por hombre insensible, inútil u despreciable» (Aut.). 1607 Pedro Corbacho, era maestro en Artes del Colegio de Santa María de Jesús, según se cita en el Vejamen de Miranda, de 1653 (f. A5). 1608 Se trata de los argumentos tópicos que se utilizan para caracterizar a los teólogos, que emplean este tipo de reglas para retener los silogismos, según recuerda Feijoo en sus Cartas eruditas: «No solo el Pisaverde, que no leía, sino Novelas; no solo la Damisela, a quien sus aduladores habían metido en la cabeza, que era una Sibila; no solo el Eclesiásti1604
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jando con él la cara y la estatura y parecen mellizos de Lucifer es el señor maestro Francisco Gómez1609, sacerdote engendrado en seno de nadador, pues cuando dice misa pone el manteo donde no lo pierda, ni aun de vista1610; no argumenta, sino nada, en los ministerios de su facultad, después que le dieron más calabazas1611, nacidas de la pepita1612 con que habla. De ambos pudiera referir el mismo cuento de cuentos1613, pero dejémoslos, que son tales que por ser de la Iglesia dirán que incurrimos en el canon: Si quis suadente diabolo1614. Y puesto que en ambos no sé si se ha de tener una copla, aunque caiga de pies, vaya la que les tenía hecha el señor don Juan, y dé donde diere1615: Quise fabricar un cuento deste ripio y material, pero el uno y otro es tal que no le hallo fundamento.
co, que no abrió más el libro, que su Breviario; mas también el Dialéctico, que en su modus sciendi, y en su barbara celarem, juzga tener la llave de todas las Ciencias» (Cartas eruditas, V. Madrid: Imprenta Real de la Gazeta, 1777, nueva impresión, p. 366). Aquí, además, el Barbara puede prestarse a juego de palabras con el nombre de la monja. 1609 Presbítero, era maestro en Artes del Colegio de Santa María de Jesús, según se cita en el Vejamen de Miranda, de 1653 (f. A5). 1610 Claramente juega con la frase hecha «Nadar y guardar la ropa». 1611 Las calabazas secas se utilizaban como flotadores por los que nadaban, pero aquí se juega también con la expresión dar, o echar, calabazas, que significa «reprobar a alguien», como explica bien Covarrubias (Cejador, Fraseología, 1921, I, p. 231 a). 1612 Es un tumorcillo en la lengua, como dice Autoridades, que impediría la correcta pronunciación de las palabras. Existe la expresión no tener pepita en la lengua, que significa: «que alguno habla mucho, con expedición, libertad y desahogo» (Aut.). 1613 «Relación o noticia en que se mezclan otras varias que hacen perder el hilo de la principal» (Aut., que recuerda el título de la obra de Quevedo en que se censuran los modos de hablar). 1614 Se trata del recuerdo parcial de una fórmula de excomunión, reservada según canon del concilio de Trento para los que tocaban cosas relacionadas con la Iglesia, tal y como aparece en el Quijote: «Olvidábaseme de decir que advierta vuestra merced que queda descomulgado por haber puesto las manos violentamente en cosa sagrada, iuxta illud, «Si quis suadente diabolo», etcétera» (II, 19). 1615 Cfr. Correas: «Dé do diere. Dé donde diere. Dicho del ke se arriesga a buen o mal suceso». Chevalier recoge el chistecillo en boca de una devota que en lugar de decir Deum de Deo dice: «Dé donde diere y no me empezca» (Cuentecillos tradicionales en la España del Siglo de Oro. Madrid: Gredos, 1975. Tipo M 11).
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–Mas ¿quién será aquel –prosiguió– que asoma unas mudanzas de zarambeque1616 por la entrada de la plazuela como que cierne1617 y no que anda? Parece el señor maestro don Tomás de Valdez, que los vahídos de sotana lo dicen. Este ha dado en preciarse de simple, siendo así que lo teníamos por loco; pareciole que este tenía cura, y ha escogido lo otro por más irremediable. Declarose los días pasados asistiendo a un grado, donde la forma de los argumentos se propuso la cuestión Verum logica sit simpliciter practica vel speculativa? Asió del argumento y dijo: –Suplico a vuestra señoría que a lo de simpliciter me toca replicar a mí. Concediósele y siendo mosquetero eterno de los Generales se presentó solo en esta dificultad. Aderecelo con ser alcalde de una cofadría que en la Magdalena del Santo Cristo es, donde esta cuaresma pasada hubo fiesta los domingos por la tarde, de cuyos sermones nadie salió tan aprovechado como su merced, pues cada uno le valió ocho reales de plata. Ajustó cuentas con el mayordomo y de seis o siete misereres ponía más de trescientos reales. Pareciole mucho el gasto al señor don Tomás, estando la cofradía alcanzada1618; pensolo bien y dijo: –Esta vez vaya así y para el año que viene se hará un miserere de bronce que dure para siempre, y aunque fuera de plata lo tengo por menos costa. A este disparate macizo y a su codicia, que es como un oro1619, se hizo esta copla que les viene de perlas: Tomás no parece muy mal discurrida la ley, si así te aprovechas tú y el que es miserere mey hace miserere tuy.
1616
«Tañido y danza muy alegre y bulliciosa, la cual es muy frecuente entre los negros»
(Aut.). 1617
Cernerse o cerner el cuerpo es «andar o menearse moviendo el cuerpo a uno y otro lado» (Aut.). 1618 Es decir, «escaso, necesitado, falto, generalmente como consecuencia de una pérdida» (DHLE s/v alcanzado, da). 1619 Como un oro se dice generalmente de lo «muy aseado, limpio y reluciente», pero aquí se usa en sentido metafórico y con juego de palabras.
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No fuera mala alcaldada esta deste juez de folías1620, si ya no asomara por allí otro que bien baila1621. –Repare vuestra merced –prosiguió– en aquel pinito de azabache, pues no es muy de segura. Este el señor doctor Chavarría1622, médico que, aunque muy cencillo, ha causado infinitos dobles: las campanas le quieren tanto que están siempre clamando por él1623. Ha entrado en el claustro por tres bajas, como pudiera en el matadero, y de ahí le viene el ser tan corto, que es el tilde de los médicos, cuando él con el oficio piensa que ha de ser coma1624 (o carcoma) de sus pasientes1625. Está en el lugar más opinado1626 que empinado y en una casa donde tienen mucha fee con su merced (como lleva tanta gente a la Iglesia). Le llamaron para que visitase a un enfermo, que debía de querer mucho al señor doctor Moyano1627, pues se moría por él. Tardose en recetarle la extremaunción a otro enfermo y cuando llegó halló la casa llena de chillidos, que remataban en contera del malogrado y el preámbulo de «¿Dónde me iré que halle consuelo?». Llamó a la puerta y recibiéronle con el «Ya está donde nos espera»1628. Porfió, no obstante, que lo quería ver; dijéronle que estaba en la tierra de la verdad y replicó muy enfadado: –¿El estar yo aquí es mentira? Venga el pulso, que a muchos más imposibilitados he hecho yo ver estrellas. Tomó la arteria y dijo: –No les dé cuidado que aunque haya dos horas que esté muerto, como todavía tenga el alma en el cuerpo, para todo es poderosa la Medicina. 1620 «Cierta danza portuguesa en que entran varias figuras con sonajas y otros instrumentos» (Aut.). 1621 Correas recoge Otro ke bien baila, para referirse a otra persona que participa de las mismas características que tiene aquella de la que se habla. 1622 Manuel Abina Chavarría o Echevarría era catedrático de Anatomía en 1651 (Ollero Pina, op. cit., p. 427). Procedía de Lucena (Córdoba) y se había hecho licenciado y doctor en Medicina en 1655. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre para la obtención de Grado» en el AUSev. 1623 Por los pacientes que mataba, evidentemente. 1624 Se utiliza ahora un vocabulario propio de la ortografía: tilde es también una cosa muy pequeña, como la coma que se menciona ahora, que alude también al verbo comer. 1625 En el manuscrito se ha escrito la «s» sobre la «c». 1626 Del verbo opinar, que en su participio alude también a la fama de una persona, según Aut. 1627 El doctor Juan Moyano Medina, catedrático de Anatomía en 1655 (Ollero Pina, op. cit., p. 427). Procedía de Belalcázar (Córdoba) y se haría licenciado y doctor en Medicina en 1656. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre para la obtención de Grado» en el AUSev. 1628 Ambas son fórmulas propias de los duelos de difuntos, aquí nominalizadas y lexicalizadas.
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Soltaron las carcajadas los circunstantes mezclando la risa con el duelo y dijo su merced exclamando: –¡Oh poder de la ciencia! En ninguna parte he dicho esto que no hagan lo mismo. A su resurrección de juego de manos hicieron esta copla que dije de cabeza: Que levantes acostado sin alma un muerto no espanta, que un médico se levanta y suele ser desalmado.
Esto bastaba para gracia, supuesto que este doctor es tan breve. Y advierta vuestra merced que los que se van ofreciendo parece que vienen al escuela porque todos son chiquillos. El que allí aparece es un angelito: es el señor doctor don Andrés Romero vendiendo presunción y su señora madre lo sahúma con su nombre todas las mañanas porque Dios le dé buena venta1629. Es muy amigo de mojigangas y tiene una que dice que es tan grande que desde allá puede verla el mismo rey. Trataba las carnestolendas pasadas de hacer una fiesta (que a hacerla el señor doctor don Marcos de Aeta1630 fuera de guardar), dispuso que fuese un torneo que se celebrase en un jardín; estudió cada uno de los que habían de tornear su mote; a nuestro don Andrés, que había de ser uno de los aventureros, se le pasó toda una noche de claro en claro1631 en pensar una empresa que no fuese muy obscura, pintó al fin una esportilla en campo de vellón y una letra debajo, que decía: Gado, que todo junto esplicase «Es por ti llagado». Llevola muy contento por la mañana para que la viese un amigo que, reparando en que el mote era equívoco, replicó: «¿Y si quien leyere no dice esportilla, sino esportica, abrémosla hecho limpia?». –Pues qué importa –dijo el señor don Andrés. –Que dirá «Es por ti cagado» 1632–replicó el otro.
1629
Porque el sahumerio con romero tenía esas propiedades, según la creencia de la
época. 1630
Marcos de Aeta Goenaga era sevillano y doctor en Teología desde 1652; era presbítero y cura de la Colegial de San Salvador, según se cita en el Vejamen de Miranda, de 1653 (f. A4). Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre para la obtención de Grado» en el AUSev. 1631 Es decir, despierto desde el principio al fin, como pasaba don Quijote las noches, según el capítulo I de la primera parte: «Se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio» (I, 1, p. 39). 1632 Chistecillo escatológico que se basa en el calambur, muy del gusto de los autores de vejámenes, que se toma de la Floresta española, de Santa Cruz (ed. cit., p. 46), donde se cuenta como anécdota sucedida a don Alonso de Aguilar. También se hacen eco del chis-
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A que su merced muy pensativo respondió: –Por Dios que todavía nos queda que lamer1633. No faltó quien entre calzas y lo demás le hiciese esta copla: Desde que tu empresa vi me he puesto a considerar que el mote puede pasar, que es por ahí por ahí.
Pero no nos detengamos en esto, que no da muy buen olor, y repare vuestra merced que entra una muy linda lanza. –Mas que lo que dice vuestra merced –respondió el señor don Juan– por el señor don Miguel Juan Poley Grave, que pienso que es de Lanzarote, hombre que jusgo que gasta en su firma diez varas de papel, y en su manteo una resma de bayeta1634, y después que añada lo doctor no cabrá en el mundo1635. –Ese es –dijo el señor Rector– y repare vuestra merced en la persona, que viene bien amoldada; este hace que lo engomen todos los días para salir de casa y los más dellos se hace atar de noche a un pilar porque al acostarse no coja alguna vuelta. Llegaron a buscarle una mañana el señor don Celorio y el señor doctor Franco y respondieron que aún no había despertado; aguardaron un rato y oyeron en el patio dar voces, decía: «Muchacho, ven a desatarme, que son las ocho y es hora de ir a la iglesia». Juzgaron que se había vestido y entrando lo hallaron liado a un poste con la soga del pozo, en ademán de penitente aspado1636; desatáronle entonces y preguntándole qué con-
te otras obras, como la del canónigo Tárrega, Discurso o recopilación de las necesidades más ordinarias en que solemos caer hablando (ed. E. Rodríguez Cuadros. Valencia: Edicions Alfons el Magnànim, 1993, p. 424). Gracián también lo refiere en la Agudeza (LVII) como atribuido al Condestable y comentado por el Gran Capitán. 1633 Probablemente alude a la expresión tener o llevar que lamer: «frase que significa haber alguno recibido algún grave daño o herida de que costosa o difícilmente se libre» (Aut.). 1634 Bayeta es la «Tela de lana muy floja y rala, de ancho de dos varas lo más regular, que sirve para vestidos largos de eclesiásticos, mantillas de mujeres y otros usos. Haylas de todas colores: blancas, verdes, negras, etc.» (Aut.). Era tela humilde, pero apreciada cuando procedía de Segovia, Flandes o Inglaterra. 1635 Es decir, que después de que añada el título de doctor en la firma, esta será aún más extensa. 1636 Aspados «se dicen los que toman la mortificación de que les liguen los brazos a una barra de hierro, madero u ogtra cosa, que se ponen en las espaldas. En la Cuaresma se ven con más fecuencia y con especialidad en Semana Santa» (Aut.).
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fesor de botijas lo había esterado1637 de penitencia. A que su merced, regoldando asadores1638, respondió: –¡Qué bien lo entienden vuestras mercedes! Si yo no me amoldara así todas las noches ¿cómo pudiera salir tan tiezo todos los días? Respondió el señor don Celorio: –Verdad es que a quien pone su cuidado en esto es razón que lo aten1639. Mostró enfadarse y dijo: –¿Por qué se vale vuestra merced de la licencia de amigo para venírseme así a las barbas1640? –Porque soy amigo de miel –le respondió– y traigo comisión de las moscas. Pero por donde vuestra merced le ha de dar no es por este lado, sino por donde Cupido le coge de medio a medio. Es amante de la Santa Hermandad y escribe papelitos con su corazón flechado y tal vez se acoge al socorro de las musas. Un amigo suyo me dio unas coplas que escribió a una dama y son estas. Tómelas vuestra merced de memoria, que no dejarán de celebrarse, pero hasta su tiempo ha de callar como en misa. Dicen, pues, así: Mi señora doña tuerta, que siéndolo yo es forzoso que con este arrojamiento un hombre mesmo habla de sí proprio; milagros y basiliscos te presento en mis dos ojos, porque milagro es el uno y basilisco pienso que es el otro. Para mi gana de amar
1637
Esterar «por metáfora vale abrigarse y vestirse de invierno» (Aut.) y, en este caso, sería «vestirse de penitente» al estar atado con cuerdas. Las botijas solían cubrirse con esteras para preservarlas de los golpes o el calor. Pero no se puede olvidar que botija es apodo con que se designa «al hombre chico y gordo» (Aut.). 1638 Asador es la «varilla puntiaguda en que se clava y se pone al fuego lo que se quiere asar» (DH 1933 s/v), y existe la frase hecha parece que uno como o ha comido asadores, cuando se quiere significar que está muy tieso. Cfr. el siguiente ejemplo del Buscón de Quevedo: «Andaba tan tieso, que parecía que almorzaba asadores y que comía virotes» (Ed. F. Lázaro Carreter. Salamanca: Universidad de Salamanca, 1980, p. 267). Aquí el vejador va un punto más allá por cuanto no habla de comer, sino de suponer que se ha comido por el regüeldo que emite el personaje. 1639 Como a loco furioso, se entiende. 1640 Es lo mismo que Echarlo a las barbas: «Es decirle a otro haber hecho por él alguna fineza a que no ha correspondido agradecido, o sacarle al público algún defecto secreto» (Aut.).
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no sé qué tiene tu rostro, para endurecerme en mucho, para ablandarme entiendo que no es poco. Polifemo y medio soy, gigante tan borrascoso que de tu gala la tea me enciende como un mismísimo demonio. No desprecies mis cariños, pues que me tienes tan loco que me gradúo de borla y de capirote1641 también y todo. Lluevan en mí tus finezas los favorazos a chorros o no llueva la canal del señor doctor don Diego de los Hornos.
Hiciéronle cosquillas y no pudo dejar de soltar la risa. –Atienda vuestra merced –prosiguió el señor Rector– a aquella avenida de manteo y sotana que entra por aquella calle. Deje los antojos, que no serán menester, porque es el señor don Celorio, sacerdote, que (aunque virtuoso) se da tantas en ancho como en largo1642; este es amigo de curatos y con todo se opone a ellos. Llevó los días pasados el de San Julián queriendo antes de ser doctor sanar una parroquia que no tenía cura. Suele tener algunas controversias con sus feligreses y quiere concluir con todos porque no se dan prisa al edificio de la generación, pues desminuyen los baptismos y no tienen que hacer las viruelas. Hízoles un día de la Santísima Trinidad una plática y comenzó la salutación proponiéndoles tres puntos: el primero qué sabía él y no sabían ellos, el segundo qué sabían ellos y no sabía él, el tercero qué ni él ni ellos sabían. «El primero punto que sé yo y no sabéis vosotros es que sois unos ciervos de Dios1643, que así me lo confiesan vuestras mujeres; el 1641
Capirote, véase la nota anterior a propósito de esta palabra. Darse tantas en ancho como en largo equivale a «cantárselas el uno al otro y como darse un recorrido todo lo largo y ancho del cuerpo [...] sacando a la colada todos los trapillos» (Tesoro, de 1675 cit. por Cejador, Fraseología, 1921, I, p. 88b, que cita un texto del Cuento de cuentos de Quevedo). Evidentemente aquí se juega con el sentido recto de la expresión, según el cual el personje mide lo mismo de ancho que de largo. 1643 Una manera de referirse a los cornudos, según se lee en el siguiente soneto de Góngora contra Vallejo, autor de comedias, porque representando en una el anticristo, y habiendo de volar por una maroma, no se atrevió, y voló por él Luisa de Robles. «Quedando con tal peso en la cabeza,/ Bien las tramoyas rehusó Vallejo;/ Que ser venado y no llegar á viejo/ Repugna á leyes de naturaleza./ Ningún ciervo de Dios, según se reza,/ Pisó jurisdiciones de vencejo» (Apud J. Sánchez Arjona, Noticias referentes a los anales del Teatro en Sevilla desde Lope de Rueda hasta fines del siglo XVI. Sevilla: Rasco, 1898, p. 201). 1642
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segundo que sabéis vosotros y no sé yo es que se me usurpan mis primicias y no sé quién, que a saberlo yo las cobrara con un leño. Lo tercero que no sabemos unos ni otros es el misterio deste día, y así es cansarme en vano en lo que yo no he de saber explicar ni vosotros entender». Tan gran desatino llegó hasta los oídos del prelado, llamole y después de la reprehención le mandó que se reconciliase con aquella gente como buen párroco y les pidiese perdón. Volvió a la iglesia y a la primera fiesta, al tiempo del ofertorio, vuelto al pueblo dijo: –Yo estoy pesaroso de haberos ofendido y se me manda que pida perdón a los agraviados en aquello de «ciervos»1644. En acabando la misa, quédense en la iglesia los que lo fueren, que quiero darles entera satisfación. Acabáronse los oficios y cuando buscó la gente, no halló ni aun bancos; debió de ser porque se habían ido todos juntos a hacer escrebir esta copla: Si a tus feligreses juntas a explicar los tres asumptos diligente, es malicia errar los puntos y solo acertar la puntas de la frente.
–Ytem más, otro cura –prosiguió el señor Rector. Aquel que trae el olio en dos ampolletas que parecen ojos es el señor doctor Franco, sin qué ni para qué. Y dígolo así porque no sé cómo no se graduó primero de unto de mona que de licenciado, y aun su merced lo confesará si le preguntan para quién es el grado, pues es fuerza que responda «Para mihi». Tratando su merced de ordenarse1645, aunque nunca lo ha habido menester porque siempre vive con gran cuenta y razón1646, plantose de ciprés delante los examinadores tan estítico1647 de figura que pudiera echar agallas1648. Preguntáronle cuántos eran los dotes de los bien aventurados y res-
1644
Ciervo, por los cuernos, es el animal que –con el toro- representa a los cornudos. Cervantes tuvo que sufrir la maledicencia de sus contemporáneos precisamente por el parecido de su apellido con el término. 1645 Va a jugar aquí con dos de los sentidos de la palabra ordenar: «poner en orden» y «recibir las órdenes». 1646 Con cuenta y razón es una frase adverbial que expresa el modo de hacer alguna cosa con atención y proporción, sin falta ni superfluidad» (Aut.). 1647 Lo mismo que estíptico, «se llama también al que padece la enfermedad o accidente de ser extreñido» (Aut.). Además se utiliza en la época por «miserable». 1648 Véase la nota anterior a propósito de esta palabra.
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pondía que nadie lo diría como sus casamenteros, porque serían otros tantos como las bodas, si ya no fuese que alguno se hubiese casado por amores, que se casaría sin dote1649, y que aquello no se preguntaba a un clérigo, que solamente conjugaba según el Arte de Antonio1650. Súpolo el señor don Juan y ya le tenía amoldada esta letra en su bobería: ¿Qué importa el ser sacerdote para ocurrir al intento? Sacerdote y casamiento, dime, ¿no acaban en dote?
–Pero repare vuestra merced –prosiguió– en aquella bocanada de escuderos de la Universidad que ha escupido la calle. –¿Pues por qué vuestra merced les llama escuderos? –dijo el señor don Juan. –Porque todos son maestros en Artes y no sirven de otra cosa, sino de acompañar el claustro, y con ser maestros lo hacen tan mal que ninguno parece gentil hombre. –Con todo eso –replicó– no dirá vuestra merced que cualquiera no es gentil, pues entre ellos vienen algunos que mal año para Nerón y mal mes para Dioclesiano1651, y si no, repare en el señor maestro Barrientos1652, que hace desbaptizar cada día tanto católico, y el señor maestro Juan de la Cuesta1653, que hace desconformar cada hora tanto fiel cristiano. Pero ¿quién es aquel que cunde por todos?, ¿aquel borbotón de carne humana, cuya cara no 1649
Juega con dos de los sentidos de la palabra dote: «la hacienda que lleva la mujer cuando se casa» y «las cuatro excelencias que gozan los bienaventurados, que son claridad, impasibilidad, agilidad y sutileza» (Aut.). 1650 Antonio Martínez de Cala e Hinojosa, más conocido como Elio Antonio de Nebrija (1444-1522), cuya primera obra importante, las Introductiones latinae (1481), se utilizó como libro de texto y se conoció con el nombre de Arte de Antonio o de Nebrija. 1651 Los nombres de estos emperadores romanos, famosos por su crueldad, aparecen otra vez juntos en el vejamen sevillano de 1654 que se reproduce más arriba. Véase la nota en aquel lugar. 1652 Muy probablemente Francisco Barrientos, de Fuente de Cantos (Badajoz). Se había hecho maestro en Artes en 1650. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre para la obtención de Grado» en el AUSev. 1653 Los maestros Barrientos y Juan de la Cuesta lo eran en Artes del Colegio de Santa María de Jesús, según se cita en el Vejamen de Miranda, de 1653 (f. A5). El segundo era hijo de Francisco de la Cuesta y Sebastiana Castaño y era natural de Toro (Zamora). Como el anterior, se había hecho maestro en Artes en 1650. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre para la obtención de Grado» en el AUSev.
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puede ser barata1654 aunque la libra se pese a ochavo, pues trae por mejillas treinta ternillas1655 de puerco gordo y viene hablando cien barriles de manteca de Flandes?1656 –Ese es –dijo el señor Rector– el señor maestro Juan Martínez Camacho1657, tan fiel estudiante que no ha tomado cosa del estudio y se le puede fiar filosofía molida, y así estudia en el Romancero general, porque sin escrúpulo puede tomar lo que quisiere, y tien ahora para dar a la estampa un comento sobre aquella copla del Marqués de Mantua «De mis pequeñas feridas, etc»1658. Es su merced prolijo y aun pesado sobre todos los maestros, y habiéndole vendido un ensamblador1659 un escritorio taraseado de carey1660 a pocos días se le saltaron algunas conchas, hízose su merced un caimán1661 y fue a casa del artífice pleiteando de galápago con «daca las conchas», «toma las conchas». Respondiósele que aquello era muy remediable, que tuviese una poca de cola prevenida, y por la mañana iría un oficial y volvería a pegarlas. Hízolo así el señor maestro, avisó para que viniese, tardábase el artífice y su merced perdía la paciencia. Llegó, pues, y él ent[o]nces, colérico, le dijo: «¡Por Dios que es bueno tenerme toda la mañana con la cola caliente y venirse ahora con esa flema». A que respondió el oficial: «Señor mío, si vuestra merced manda con esa prisa, que lo sirva un turco». No faltó quien le pegase esta copla con la cola que había sobrado: 1654
Véase la nota anterior a propósito de esta palabra. «Parte interior del cuerpo del animal, más dura que la carne y más blanda que el hueso» (Aut.). 1656 Producto bien conocido en la época como ingrediente culinario, que subsiste en los tratados de cocina hasta hoy. Cfr. la cita del Arte de cocina, de Martínez Montiño: «Tomarás las truchas lauadas y escamadas, y partirlas has como está dicho, y asiéntalas en vna caçuela, o caço, y échale allí vino, y vinagre, y pimenta, y xengibre, y nuez, y vna cebolla entera, y vn manogito de yeruas, mejorana, y yeruabuena, y vn pedaço de manteca de vacas fresca por derretir, o manteca salada de Flandes, y saçona de sal, y echa agua (Madrid: Luis Sánchez, 1611, f. 171vº). 1657 Maestro en Artes del Colegio de Santa María de Jesús, según se cita en el Vejamen de Miranda, de 1653 (f. A5). 1658 El texto procede de la Flor de romances, 1ª y 2ª partes: «¿Dónde estás, señora mía, / que no te duele mi mal? / O no lo sabes, señora, / o eres falsa y desleal. / De mis pequeñas heridas / compasión solías mostrar». (Romancero general, ed. A. Durán, cit., p. 486). 1659 «Carpintero de obra prima, que hace obras de talla y molduras, y ajusta las unas con las otras, especialmente en las esquinas y ángulos de las maniobras de carpintería» (Aut.). 1660 Carey es el nombre de una tortuga de mar, pero también una «materia córnea que se saca en chapas delgadas, calentando por debajo de las escamas de esta tortuga» DH, 1936). 1661 Caimán, «metafóricamente, el hombre astuto y bellaco que con sus mañas consigue cuanto intenta, pero afectando prudencia y disimulo» (Aut.). 1655
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No dieran ese despacho tus conchas, así es notorio, si nacieras escritorio como naciste Camacho.
Pero todos callen con el que viene allí, porque suele hablar por todos –prosiguió el señor Rector, señalando hacia la Puerta de Jerez. Miró con atención el señor don Juan y era el señor doctor Miranda1662. Prosiguió su merced: –Es la misma avaricia con sotana, es el fénix de las cenizas de Talaván, es tal que si cuando pasa de San Bernardo1663 a Sevilla sueltan algún toro en el matadero diciendo «Guarda, guarda», piensa que es consejo de faltriquera y empapela hasta las migajas. Es hombre de conocido donaire, pero es por lo bajo. Conociose por un vejamen que dio días ha en este claustro, en que no sé si picó mucho a todos, pero parecía que se la juraban, porque tenían todos los dedos en las narices1664. Imprimiose y en calle de Génova no le vendían, sino le vaciaban, a las diez de la noche1665. Costeole la imprenta el señor doctor don Tomás García Prieto, a quien debió de untar muy bien para el caso1666. Algunos dicen que le escribió con ayuda, y lo creo, porque en sus cortesías parece muy servicial, y por eso tiene algunos amigos que le hacen espaldas1667, y él por estimación anda cargado dellas. Pero vamos a lo que sucedió en San Bernardo, donde agora es cura: fue llamado para un baptismo (porque allí no hay más curas en que escoger), tecleáronle los dedos en ademán de contar doblones, como en Santa Cruz (donde días antes ministraba casi todos los mandamientos de la Iglesia) y era la propina y cirio
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Juan Antonio Miranda, teólogo. Profesor universitario y poeta, autor de un vejamen que se nos ha transmitido en forma de impreso (véase Bibliografía), de 1653. Méndez Bejarano, por error, da la fecha de 1635 en su Diccionario. 1663 Uno de los arrabales de la Sevilla de entonces. Contaba con muy pocos feligreses su parroquia, de ahí la alusión de las líneas siguientes. 1664 Más adelante se da a entender que el vejamen contenía inmundicias que después se arrojan como las aguas menores a la calle. Se entiende así también que se le haya tildado de «hombre de conocido donaire», pero «por lo bajo». 1665 Juega con el sentido de vaciar las aguas inmundas por la noche. 1666 Efectivamente el vejamen del doctor Miranda se imprimió donde dice en 1653 y afortunadamente se nos conserva, como hemos relacionado en la Bibliografía. García Prieto era doctor en sacros Cánones y procurador mayor de la Universidad, según se dice en la portada de dicho vejamen. 1667 Hacer espaldas es «resguardar y encubrir a uno para que consiga su intento» (Aut.).
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de más tomo y lomo; llegó el baptismo, que acompañado de alguna gente de Triana t[r]aía poca vela y mucho remo1668. Cegó su merced y no vido lo que deseaba, preguntó empero a la comadre: «¿Qué trae a la Iglesia?». Respondiole que hembra; replicó: «¿Cómo ha de ser el nombre?». Dijeron que Isabel. Revistiósele una piara de niños de la doctrina y dijo, mirando a la vela que apenas vía: «Quien trae esa vela no ha de llamarse Isabel, sino Belilla1669, y prometo a vuestras mercedes que darme velas deste tamaño es echarme a galeras, porque las tomo forzado». Quien le hizo el aire desta copla no le perdonó las ventoleras1670 del calvatrueno1671: El no adelantarse, topa en vela tu cara vela. Haz que le echen mucha vela, navegarás viento en popa.
Aquí reparó el señor don Juan que había ya de vejamen cuanto a la mar, pues iba en la navegación, que bastaba esto para hacer rabiar a estos señores y las tardes eran un soplo. A que dijo el señor Rector: –¿Pues cómo quiere vuestra merced que nos averigüemos con los señores colegiales, a quien parece que dejamos en blanco, y sobre eso nos veremos más negros que la pez1672, particularmente con el señor don Jerónimo de Luna Mariscal1673, que dice tiene en el cielo hasta el primer apellido y el
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Navegar a vela y remo es «frase que además del sentido recto, significa hacer un negocio con presteza» (Aut.). Triana tenía una importante parroquia de marineros. 1669 En el texto: «Isablel, sino Belilla», que corrijo. Se produce un juego de palabras entre el diminutivo del nombre Isabel y el tamaño de la vela que se lleva para bautizar a un recién nacido. 1670 Ventolera «metafóricamente se toma por vanidad, jactancia y soberbia» (Aut.). 1671 «Se toma también por la cabeza atronada del vocinglero hablador y alocado, que hace las cosas fuera de propósito» (Aut.). 1672 Es encarecimiento de vieja tradición en la literatura española, por cuanto aparece ya en el Libro de Alexandre. Bartolomé Jiménez Patón habla de fórmulas como esta en su Elocuencia española en arte: «Hipérbole no es tropo, sino figura de sentencias, y de las de amplificación, porque no es necesario salir la dición de su propio sinificado para hacer hipérboles, y se pueden hacer en cualquiera de los tropos. Así hay hipérboles metafóricas, metonímicas, y de otros tropos; y muchísimas en términos propios, como ordinariamente se usan en el vulgo por comparativos, diciendo: Más blanco que la nieve, más negro que la pez, más ligero que el viento» (Ed. Francisco, J. Martín. Barcelona: Puvill, 1993, p. 415). 1673 Muy probablemente el Jerónimo de Luna que se cita en el Vejamen de Miranda, dado en este mismo Colegio en 1653, como rector de él, doctor en Cánones, catedrático de
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segundo en las presumpsiones del Mariscal de Virón1674 y por ambos todas las ejecutorias de la locura, y él no fuera valiente a no ser loco, y al fin que si por la luna se anubla1675 de facciones le parecerá que no nos ha de calentar el sol. Por el señor don Juan de Porras1676 no se me da tanto, que con ser esta tarde padrino y la bob[e]ría de irse a oponer a Coria1677 se le ha de olvidar aun el nombre de pila, que hasta eso tiene de gallo. Pero quien más temo que se desbaptice es el señor don Pedro de Miranda1678. Ya me parece que le rebosa lo moro y que lo turco le llega hasta la barba , y si (Dios nos libre) se emperra, nos ha de abrir como una granada y ha de haber sarracinos y colegiales. Y demás desto ¿qué haremos con el todo lo sabe del señor don Felipe del Yerro?1679, cuyo apellido quiere que sea sobrenombre de Vizcaya1680 y no es sino terneza de su afecto, y sobre que se le perdone tiene hecha una petición a las damas, o que lo llevará (no por vía de fuerza, sino de blandura) a Cupido. Y dígame vuestra merced quién apartará de la queVísperas y abogado de presos del Santo Oficio (f. A3 vº). Jerónimo de Luna Mariscal procedía de Osuna (Sevilla), era jurista y doctor por lo menos desde 1650. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre, para la obtención de Beca de entrada en el Colegio de Santa María de Jesús» en el AUSev. 1674 Personaje histórico que fue degollado por orden de Enrique IV de Francia, protagonista de una comedia de Pérez de Montalbán; aunque es más probable que el autor del vejamen se refiera a la comedia burlesca que lleva este título, obra de Juan Maldonado, que se imprimió en 1658 (H. Urzáiz, Catálogo de autores teatrales del siglo XVII. Madrid: FUE, 2002). 1675 En el sentido recto de nublar, que recoge Aut. como primera acepción, pero jugando también con los sentidos metafóricos del término. 1676 Juan de Porras Atienza Toro, de Cabra (Córdoba). Era bachiller en Teología en 1650. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre, para la obtención de Beca de entrada en el Colegio de Santa María de Jesús» en el AUSev. 1677 Ya recoge Correas «el bovo de Koria, que empreñó a su madre y sus ermanas y preguntava si era pekado». 1678 Pedro de Miranda Santillán y Narváez, de Granada. Era bachiller jurista en 165051. Muere en 1669. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre, para la obtención de Beca de entrada en el Colegio de Santa María de Jesús» en el AUSev. 1679 El doctor don Felipe de la Vega y del Hierro, colegial mayor de Santa María de Jesús y catedrático de Instituta de la Universidad, según el Vejamen de Miranda, de 1653, f. A4vº). Procedente de Osuna, se había hecho licenciado en leyes en 1651. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre, para la obtención de Beca de entrada en el Colegio de Santa María de Jesús» en el AUSev, por él sabemos que se salió del citado Colegio. 1680 El chistecillo es tópico, por cuanto casi siempre que se alude a Vizcaya en textos del Siglo de Oro se suele recordar la producción de hierro de sus hornos.
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rella a el señor don Rodrigo del Corro Carrascal1681, que si da en una tema1682 se estará en ella erre a erre hasta reventar, y si no, repare en su firma, que desde el nombre hasta el último apellido tiene dobladas las erres, que no las romperán con un pico, y al fin ha menester más erres para formarse que suelen pronunciar nuestros dos bedeles en día de propina. De mí también dijo, porque no me quedase en el tintero, que tenía cara de salvadera1683 y que de menores polvos se solían hacer grandes lodos1684, que nos diesen a todos una mano y que esa era la derecha, que aun los familiares es gente tan redomada que harían una de el diablo, particularmente el maestro Francisco de Flores1685, si no le dicen algo en sus barbas, se las pelará en agua fría, y repare vuestra merced que los bigotes son decanos de Carmona, y por eso los tiene tan de pie. –Deje eso de pies –dijo el señor don Juan–, que se sigue el maestro Mateo Sánchez Real1686, que si como dio por lo familiar da por lo linajudo, nadie empatará tantos hábitos y desde este Colegio (si quiere) con el pie pudiera empatar1687 el mismo Consejo de Órdenes1688, que por lo real, ya se ve, no se le dará nada, pues su apellido también es Real, y realmente él es grandísima bestia y puede muy bien litigarlo por lo de la pata y la oreja.
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Se le cita como «Colegial mayor, catedrático de Vísperas de Leyes de Santa María de Jesús, en el Vejamen de Juan Antonio de Miranda, de 1653, f. A4 vº). Procedía de Fuente de Cantos (Badajoz), entró en Maese Rodrigo en 1651, y llegaría a hacerse bachiller jurista. Murió en 1672. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre, para la obtención de Beca de entrada en el Colegio de Santa María de Jesús» en el AUSev. Era hermano de Diego del Corro Carrascal, también colegial de dicho colegio. Pertenecían a una familia poderosa (Ollero Pina, op. cit., p. 277). 1682 Este sustantivo, entonces femenino, quiere decir «manía, obsesión». 1683 «Vaso cerrado que se hace de diversas hechuras y materias, con unos pequeños agujeros en la parte de arriba, en que se tienen los polvos para echar sobre lo que se escribe a fin de que se seque y no se borre los escrito»(Aut.). 1684 Según el refrán Con esos polvos se hizieron estos lodos, que recoge Hernán Núñez, Refranes, f. 25vº. 1685 Francisco de Flores Acebedo, de Marchena, bachiller desde 1652. Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre, para la obtención de Beca de entrada en el Colegio de Santa María de Jesús como familiar» en el AUSev. 1686 Era bachiller y procedía de Usagre (Badajoz). Se conserva su «Expediente de Pruebas de Legitimidad y Limpieza de Sangre, para la obtención de Beca de entrada en el Colegio de Santa María de Jesús» en 1654-55 (AUSev.). 1687 Juega con las diversas acepciones de la palabra, por un lado «igualar», pero por otro «suspender y embarazar el curso de una resolución, lo que frecuentemente se usa en la expedición que se suspende de algunas pruebas de familiatura, colegio, hábito» (Aut.). 1688 Era el organismo que amparaba a los caballeros que pertenecían a una orden militar.
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Hasta aquí duró la chanza, volvamos, pues a las veras, (¡oh, claustro grande, adornado de las hojas de Minerva!). Disculpe el uso al gracejo, que hoy en tan doctas escuelas entre jazmines heroicos planta estas flores plebeyas1689. Pase el concurso festivo de la sonaja y suceda la lira grave, ceñuda de claveles y azucenas. Suceda del sol los rayos, a las florecillas llueva el cielo claros diluvios de párrafos y de letras. ¿Dónde vincula su planta más firme el laurel y lleva a Apolo, como apacible la que le huyó como fiera? ¿Dónde, sino en este claustro vive cien luces la ciencia, despabilada enemiga del olvido y la tiniebla? ¿Dónde el sudor oficioso en su mismo afán se orea? Y el estudio, ¿es del estudio la vacación o la tregua? Aquí duerme la vigilia, abierto el párpado y presa sobre el metal, la pesada prolija, sonante piedra. Aquí quinientos penachos suben al sol, nadie entienda que lo digo por las damas, que esas son otras quinientas. Quien viere estos corredores, exhalando mil bellezas, las absolverá de damas por jurarlas de macetas. ¡Qué bello está el par en par disfrazando en la madeja trampas, que el amor ignora aunque se asga1690 de la hebra.
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Esta contraposición entre los dichos del vejamen y la nobleza del auditorio no deja de ser llamativa. 1690 Véase la nota anterior a propósito de esta palabra.
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45 El medio ojo que fingida tiene la vista dispuesta a matar el pensamiento que más libremente vuela. ¡Oh brújulas de jazmín!, 50 ¡oh asechanzas de mosqueta1691! Conceded un rato en gloria eso que nos dais en pena. Lo dicho es una cartilla común de nuestras escuelas, 55 azote o corregidura del que aun hace mejor letra. Aquí vive el magisterio en las vividoras yedras, recostado y sobre el libro 60 la siempre cana cabeza. Lauread sus sienes todos, la voz del bronce, que suena eternidades, redusga su rumor a vuestras lenguas. Dije.
1691
La mosqueta es una «rosa pequeña y blanca, de una especie de zarza» (Aut.). Recuerda en este punto el romance que dice: «Se sale á ver en la gloria / De los ojos de su dama. / Encontróla en un jardin / Que un almoraduj cortaba, / Y dejaba las violetas / Azules, por las moradas. / Entre mosqueta y jazmin / Un ramito concertaba» (Romancero general. Ed. Agustín Durán, cit., I, p. 19).
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TEXTO 14 VEJAMEN EN LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO La Universidad de México se había creado a mediados del XVI, como se ha referido arriba a propósito de uno de sus primeros profesores, Cervantes de Salazar. Ya en el temprano año de 1534 los dominicos habían instituido allí un Estudio general, constituido en el convento de México1692. Primeramente contaba con las disciplinas de Artes y Teología, pero muy poco después se vería la necesidad de formar a la juventud también en todas las facultades. Hacia 1540 ya se disponía que la Universidad se albergará en edificios apropiados y hacia mediados de siglo se contaba ya con profesores idóneos en todas las facultades. Como era normal, la Universidad se regía en cuanto a las ceremonias de doctoramiento por los estatutos de la salmantina. Entre los estudios que se imparten en la nueva Universidad están los de Medicina. Precisamente Andrés Díaz, el nuevo doctor que recibe este vejamen, figura como bachiller en Medicina de esta Universidad en 1697 y obtiene el grado de doctor el 22 de enero de 1708. Su vejador, el doctor Osorio y Peralta, era doctor en Medicina desde 1662, y desde luego –dado que se doctoró en 1658– no era ni mucho menos el doctor más joven de su claustro1693, sino, probablemente, a quien correspondía por turno. Se trata de un vejamen dado en la catedral, como más adelante se dice, en el que no se menciona apenas a miembros del claustro universitario porque se había prohibido expresamente que se vejara a los doctores del claustro, ya que quien tenía que sufrir tal humillación era solo el doctorando. A pesar de su fecha, inicios del XVIII, este vejamen mejicano no se diferencia gran cosa de los que se dan en las universidades peninsulares del XVII, desde luego no por su extensión ni por los recursos utilizados para procurar la hilaridad general, ni por la combinación de prosa o verso. No es el único que conocemos de esta Universidad, pero todos los otros, publicados o inéditos, pertenecen ya a la centuria dieciochesca, en fechas bien alejadas de los textos barrocos, tal y como mencionamos en nuestra Bibliografía. Entre ellos, quizá los más importantes se nos han conservando en un curioso manuscrito que se guarda hoy en la Biblioteca Nacional, el cual reúne varios vejámenes de grado, entre los que se encuentra el que 1692
Cándido Mª Ajo, Historia de las universidades, cit., p. 159. Los datos sobre los personajes del vejamen los extraemos del artículo de Elena Omacini «Vejamen al doctor en Medicina Andrés Díaz, México, 1708», en Investigaciones y ensayos, 34, 1983, p. 521. 1693
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edito1694. Otros vejámenes mejicanos conservados en diversas fuentes, como el Teatro de los dioses, también muy posterior en fecha al que aquí se edita, cambian su estructura de manera ostensible, por cuanto su extensión es desmesurada en comparación con los que reproduzco en este libro. El vejamen de Osorio se ha editado modernamente por Omacini, tengo muy en cuenta la edición y parto de ella, pero cotejo para la mía con la lectura del manuscrito 12467 de la Biblioteca Nacional de Madrid, adaptándolo a las normas de transcripción generales de este libro. Este manuscrito, copiado de una mano, con letra del siglo XVIII, debe pertenecer al último tercio del siglo, pues copia vejámenes de fecha bastante avanzada, como puede verse en nuestra bibliografía.
1694
Se encuentran en el ms. 12467 de la Biblioteca Nacional de Madrid y da cuenta de su existencia la tantas veces citada obra de Cándido Mª Ajo, en su sección de fuentes manuscritas.
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VEJAMEN 5º QUE DIO EL DOCTOR DON DIEGO DE OSORIO Y PERALTA AL DOCTORANDO DON ANDRÉS DÍAZ Fecundísima Minerva que en claustro tanto recoge con eminentes virtudes insigne copia de flores.
Si la mayor gracia en un vejamen es la modestia, hallándome con un doctorando que edifica, no será mucho la guarde. Señor Maestrescuela. Ilustre, insigne cabeza, años, excelsos blasones, si a la metrópoli, aplausos prestan a Minerva honores. En quien generosa estirpe de antecedentes heroes renace con el seguro de admirarse en ti mayores. Meritísimo Rector, con cuyo claro renombre nuestra fecunda Minerva se coronó de esplendores; cuyos admirables hechos por soberanos el orbe por los inviolables siglos divulgue en perpetuos bronces. Tú, venerable Decano, firme de las letras norte, con cuyo seguro influjo golfos apolíneos corren. Amantísimo Mecenas, que entre délficos1695 ardores por comunicarnos luces, bebiste a Apolo atenciones cuando Clisie1696 de sus rayos 1695
«Lo que pertenece a Delfos o al oráculo de apolo en Delfos» (DRAE, 1791). Clicie: Ninfa que estaba enamorada de Apolo y que se transformó en flor (el girasol), por lo que sigue el movimiento del astro. Comp. Galán valiente y discreto, de Mira de Amescua: «Esa hiedra se enlaza/ [...]; allí la flor de Clicie pena amando,/ a Apolo va buscando» (Jornada primera, en COMEDIA). 1696
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por el cálculo que corre para admiración del mundo se ha difundido tu nombre. Esculapio americano, que con diestro brazo inmoble1697 de la más funesta parca detiene el sensible golpe. Pues eres de Apolo imagen, y Díaz tu alumno noble, luces sol, porque haiga días sin temor de ser Faetonte1698. Mas por no gastar el tiempo en molestas disgresiones, con la venia aconstumbrada paso del discurso al orden.
Si la mayor gracia en un vejamen es la modestia, hallándome con un doctorando que edifica, no será mucho la guarde, a vista de tan gran persona. Un doctorando dije, mal he dicho, porque son dos borlas nuevas las que hoy se han de celebrar. Ninguno se habrá hallado más confuso que yo en esta ocasión, pues habiendo hecho el vejamen para el señor doctor don Andrés Díaz, me hallo aquí repentinamente con otra borla nueva, que tiene más que días, pues son años. Esta es la del señor doctor don Juan de Brizuela1699, el cual tiene hoy muchas navidades, quiero, decir, novedades1700, porque tiene de nuevo el decanato; es mecenas y estrenó borla, la cual se celebra hoy como la segunda misa y por eso se ha hecho esta celebración en esta santa Catedral; pues habiendo antecedentemente muchas borlas, no se han celebrado en la iglesia, hasta que llegara este caso1701. Pero como su señoría es el Atlante de nuestro doctorando, por estrenarse en esta función se ha estrenado todo, y en celebridad de su nueva borla se le dice así:
1697
«Lo que no se puede mover» (Aut., s/v immoble). Es adjetivo culto tomado directamente del latín. 1698
El hijo del sol, precipitado por Zeus al Erídano por conducir mal el carro del sol.
1699
Según Omacini, el doctor Brizuela muere en 1722, a los 77 años. Era catedrático de Prima de Medicina de la Universidad de México (Loc. cit, pp. 521-522). 1700
La paronomasia entre navidades, «años», y novedades está en la órbita de los recursos propios del vejamen. 1701
Como se ve, todas estas ceremonias no tenían lugar en el mismo sitio, es de suponer que dependería del gasto y la vistosidad que se pudiera permitir el doctorando.
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Que ha renacido se prueba el pelo a tu borla ufano, pues aun siendo ella Decano hoy se celebra por nueva. Justo es que decir se debe que con ardientes porfías entre tristes agonías como fénix renació y si por días se acabó, ya se renovó por Díaz1702.
Bien veo que aunque son dos las borlas nuevas, el doctorando es uno, con que (volviéndome a mi discurso) decía yo que hallándome con un doctorando que edifica, no será mucho que guarde modestia, a vista de tan gran persona. Y más cuando es un filisteo1703 que para entrar en las casas a visitar es menester que baje la cabeza por eminentes que sean las puertas; pues de habérsele olvidado en algunas ocasiones, se ha encalvecido1704 a puros golpes que de repelón ha llevado1705. Pero aunque sea predicar en desierto1706, atienda vuestra merced, que aunque soy chico, cogiendo algunas piedras al modo que David contra Goliat, no dejaré de tirarlas, aunque las coja de la casa que usted labró. Bien que no lograré la fortuna de hallarme lo que nuestro doctorando, pues por su mucha aplicación halló el logro de su trabajo. Manifiéstase claramente en la sólida virtud con que nuestro doctorando trató, después de la dura penitencia de su oficio, con las cortas limosnas que de puerta en puerta adquirió después de algunos años, que mendigando como médico, quia medicus mendicus est1707, por afianzar con seguridad los medios recogidos y adelantar 1702
Continuamente se juega con la paronomasia Díaz, días, que se favorece –como es fácil suponer– por la peculiar pronunciación de la consonante final. 1703 Según la acepción «hombre de mucha estatura y corpulencia» (DRAE, 1992). Aut. ya recogía la palabra como adjetivo: «Grande, desmesurado y que excede la medida regular. Díjose así por la semejanza a los filisteos, que por la mayor parte eran de una estatura agigantada». 1704 Encalvecer es «tornarse calvo por haberse caído el cabello» (Aut.). Aunque parezca neologismo en el presente texto, es voz ya utilizada por Zabaleta y otros autores barrocos. 1705 De repelón: «modo adverbial que significa sin detenerse o ligeramente» (Aut.). 1706 Véase la nota anterior. 1707 Cfr. el texto de Cascales, Tablas poéticas, tabla IV: «También está la risa en el fingir el nombre, como el mismo Plauto. Y los demás exemplos que traxere serán suyos y algunos de Terencio. Sirva esto para escusarme deste trabajo: ¿Qué temes? Que daño en Epidaño no me venga.-Y ¿Por dicha tú eres médico? Con una letra más dirás mi nombre. Según esso, sin duda eres mendigo. En latín tiene más gracia, porque se semejan más medicus y mendicus. También con la mutación de las sílabas se engendra el donayre». Cfr. el
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con ellos su caudal, dispuso edificar para los pobres habitadores del barrio de Santa Cruz una casa que tuviera los aposentos estrechos, en que todos vivieran ajustados. Y con el recogimiento, más de los alquileres que de las personas, corriendo Díaz y viniendo Díaz por la cobranza para aumentar su hacienda, por no hallar menoscabo, trató de cavar luego, y halló al cabo de un estado una piedra tan preciosa por sus colores y de tanto valor por sus fondos, que ya le pareció hallarse en estado de fundar un mayorazgo. Aquí, suspenso el juicio de nuestro doctorando con tan alta fortuna, dijo: No ha sido mi fortuna escasa la que mi ventura medra. Llevo la piedra a mi casa, puesto que con esta piedra tengo que asentar mi baza1708.
Cargó en fin con su piedra y llegando a su casa fue más la carga que recibió de su esposa que la que llevaba, porque arrojándosela con tantos extremos y ponderaciones cerca de donde estaba, le preguntó: «¿Qué es esto, hijo? ¿Te has vuelto loco, que ya tiras piedras? ¿O quizás, ya que no puedes matarme con tus recetas, que muera, como San Esteban pues así me apedreas?»1709. –Esta es una piedra –dijo nuestro doctorando– de toda estimación, que la hallé por alto misterio cavando; y a no haber andado tan diligente, se me fuera por alto; cosa en que tendré que cavar hasta que me echen la tierra encima. Y tantas demostraciones hizo con ella que la señora salió dando gritos a la vecindad, diciendo: «¡Mi marido se ha vuelto loco! ¡El doctor está loco!». A que dijo un vecino: Señora, en vano se apura, consolarse puede un poco; que con verdad se asegura no puede volverse loco hombre que todo lo cura1710.
texto de Vicentius Opsopoeus: «Nomine sic medicus poterit mendicus haberi» (De arte iocandi, liber secundus). 1708 Otra vez el juego fónico entre baza y basa, que aquí además se aprovecha por la frase hecha sentada la baza, «sentado el principio» (Aut.), si bien el vejador quiere aludir a basa, «fundamento y principio de alguna cosa», dado que este término se define por el mismo diccionario como «el asiento que guarnece y en que estriba y afirma la coluna» (ibíd.). 1709 Alude al martirio de San Esteban, que murió lapidado por sentencia judicial. 1710 Ahora es el calambur lo cura / locura el que se utiliza para procurar el juego de vocablo.
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–Ea –dijo nuestro doctorando– no me impacienten, que yo estoy en todo mi juicio y con mis cinco sentidos cabales, menos el del gusto, pues me lo han quitado con estas cosas. Esto se debe consultar con personas doctas, por lo que incluye de misterio. Los principales colores que ella muestra son con los que las cinco facultades se adornan, y está de Dios el que yo me doctore, pues me encuentro estas demonstraciones tan eficaces que parecen auxilios según me mueven el corazón a ello. Con esto salió de casa a visitar a algunos de los señores doctores, y enseñándoles la piedra y diciendo su intención, todos, como interesados en las propinas, le alabaron el parecer y comprobaron el dictamen de que se borlara1711, diciéndole una voce: «Búrlese, usted, búrlese, usted», volviendo la o en u la bellaca cantaleta con que le daban. El teólogo reconoció en ella el blanco a que tira, que es el de la propina. El canonista fundó toda su esperanza en lo verde. El jurista, por lo que venía de derecho. El médico halló en ella todo su remedio. El filósofo en lo azul vio el cielo abierto para lograr la gloria de tocar en ella1712. Y todos, como si fuera agua fuerte destilada por la nariz de alquitara del señor don Valentín1713, deshicieron la piedra y arruinaron la casa, pues haciéndole poner su caudal en depósito para tenerlo más seguro, dejaron a nuestro graduando sin tener tras qué caer. Y tanto fue lo que les cuadró la piedra a estos señores que preguntándole a nuestro doctorando en qué lugar se la había hallado, guiados todos de nuestro graduando, llevó ayer tarde a este ilustre claustro a un destierro, donde reconoció el sitio, dieron gracias por haber tocado de ella, aunque cada uno se holgara hallar otra de la misma especie. De esta piedra es la virtud tal, que a todos comprehende: ni se compra ni se vende, ella enferma y da salud. Al doctorando ataúd le previene, de tal suerte que siendo, si bien se advierte, 1711
Apunta Terreros un dato interesante sobre el uso de esta palabra: «Dicen algunos en España, pero más especialmente en Méjico, por tomar la borla o graduarse de doctor» (Diccionario, en NTLLE). 1712 En algunos de los vejámenes anteriores, así por ejemplo en el incluido en los Coloquios de Palatino y Pinciano, se explica el significado de los colores de borlas y capirotes según los estudios realizados. 1713 Agua fuerte: «es la que se compone de vinagre, sal y cardenillo, sacada al fuego. Es útil para muchas cosas y particularmente con su fortaleza disuelve la plata y otros metales» (Aut.). Véase DHLE, con abundante documentación desde Celestina y, especialmente, en el Siglo de Oro.
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vida la plata, homicida, dando a los doctores vida, es del doctorando muerte. La piedra por sus colores un iris forma apacible sin serenar la terrible tempestad de los doctores. Llovidos estos señores han llegado más y más, y contra esta ansia voraz virtud el iris encierra, dando al graduando tal guerra, que nunca se verá en paz.
Ea, no por eso se desconsuele nuestro doctorando, que cada cual tiene su piedra en el rollo1714, y las que parecen más dificultosas de hallarse se adquieren con facilidad. Dígalo el señor doctor Alcivia1715, que como astrólogo alcanzó una piedra de rayo, que por favor de Dios tonante la guarda como reliquia, y dice que tiene tal virtud que poniéndosela sobre la cabeza, quitada la peluca, mientras escribe no yerra un punto de su diario; y por el conocimiento que tiene de los días, se los promete buenos a nuestro doctorando. Dice que este año es fecundo de copetes1716 y se espera pelecharán1717 los calvos: que se ponga cuidado en dar corrientes a las canales de la casa, porque está a peligro de calarse por la poca resistencia del lecho. Y en agradecimiento de este pronóstico, se le acomoda esta décima: De tu docta facultad, Alcivia, poco percibes porque en todo cuanto escribes, jamás dijiste verdad. Prometes fatalidad con incesante desvelo; serviranos de consuelo, por más que pongas espanto, si el ser cierto dista tanto cuanto hay de la tierra al cielo.
1714
Tener su piedra en el rollo es «frase común con que alguno da a entender que no está destituido totalmente del poder, autoridad u honra» (Aut.). 1715
El doctor Manuel Alcivia. Véase la nota de Omacini, loc. cit., p. 533.
1716
Este adorno capilar fue prohibido por premática en 1639, después de las invectivas de moralistas como Bartolomé Jiménez Patón en su Discurso de los tufos, copetes y calvas (Baeza, 1639), pero ya se ve que tal prohibición no tuvo mucho efecto, al menos en América. 1717
«Echar el primer pelo o pluma o volver a echar el que se le cayó o perdió» (Aut.).
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Por un canto he descubierto una piedra de cantería, y no era mala para la fábrica de la casa, si no la hubiera embargado ya el señor doctor Jurado, que con otras que ha recogido a orillas de la acequia, le ha encargado a su padre le haga un cuarto para estudio. Por lo cual se le dijo esta copla: A su padre, no hallando harto, corto el pobre de dineros; mas de los cuatro primeros, le pide que le haga otro cuarto.
Bien se me notará el que ando tirando chinitas pero me es preciso examinar todas las piedras que se ofrecieren, pues me toca como médico indagar sus cualidades, que las que ignorare, no faltará entre estos señores quien las advierta; y más teniendo al señor doctor Altamirano1718, que es en esto de piedras tan inteligente que ha llegado a sublimarlas, de manera por el arte de alquimia que está en un tris de hacer la piedra filosofal y tiene toda la Re metalica en la cabeza, y al presente entiende en la coagulación del azogue. Por lo cual se acrisola lo fino de su dictamen con esta: Décima Con Mercurio ha batallado para su transmutación, buena ha sido su intención, pero no se le ha cuajado. Quítese de ese cuidado. si de sacar plata trata, ¿para qué ancioso se mata? Pida al graduando la treta; que ha descubierto gran veta para arrojar mucha plata.
Quéjase el señor doctor don Gaspar de León, porque dice que está muy corto el estipendio de la propina y que ha gastado más de una braza de piedra que compró para espantar las gallinas que se le vuelan a la azotea (porque es tan ingenioso que nada se le va por alto) y para apedrear los cacomiztles1719 que bajan a comerlas. Que de las tales gallinas tenía una docena que le trajeron de su curato, y no tiene media; y aunque las gallinas fueron enviadas por días, no ha tenido en ellas más gasto que tres cuartos que ha comido de una desde la Pascua acá: conque para escusar estos gastos, inten1718
El doctor Nicolás Altamirano y Castilla. Véase la nota de Omacini, loc. cit., p. 534. Según Omacini, es mexicanismo y equivale a basáride, mamífero nocturno parecido a la comadreja, que come gallinas (loc. cit., p. 535). 1719
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ta conservar el cuarto que le queda para carnestolendas. Por lo que le aplico esta redondilla: Mucho su dureza medra y a guardar tanto se inclina, que la más tierna gallina en su casa se hace piedra.
Otro León se aparece, que, al oír que se trata de piedras, llega a veer si puede echar garra a alguna para aprovecharla en sus obras. Y por no perder ripio1720, cuando hizo la casa de su vivienda me dijo: –Esta mula que ya por vieja no me sirve para andar será bueno darle el pago de lo que me ha servido; y para que quede perpetua en casa, con el dinero que me dieron compraré piedra, y en esto se convertirá la mula, quedando en casa. Y alabando su dictamen, se le dice así: Vender León la mula trata, y aunque más lo disimula a más que habilidad pasa, pues de esta suerte la mula se está permanente en casa.
Una piedra se me viene a los ojos y es providencia, pues la trae Dioscórides por medicina precautoria de la fascinación1721: Esta es el azabache1722 y con él me he visto prieto1723, más que Paris con las deidades en la decisión de la manzana de oro. Porque por un lado me la está pidiendo con todo aprieto el señor doctor y maestro don Bartolomé de Hita, por otro el señor doctor Carballido, por otro el señor doctor Buitrón, quienes suelen padecer de fascinación. Pero yo, conociendo que quien más la necesita es el señor doctor Estrada1724, pues milagrosamente se vee libre del accidente de ojos y porque hay muchos que se aficionan a mirarlo, ha menester para su persona muchas higas1725, porque parte por parte lo hizo la naturaleza hermozo en el todo. Y así se le acomoda esta: 1720
Ripio es el «fragmento que queda de una cosa» (Aut.), de ahí que la frase no perder ripio se defina por este mismo diccionario como : «Frase que vale no perder ocasión, lance o coyuntura» (ibíd.). 1721 «Lo mismo que aojo» (Aut.). 1722 Ya se ha señalado que esta piedra se consideraba eficaz contra el mal de ojo. 1723 Por una parte, «negro», por el color de la piedra, pero por otra «apretado», es decir, «apurado» por no saber qué decisión tomar. Ambos sentidos en Aut. 1724 El doctor Nicolás de Estrada. Véase la nota de Omacini, loc. cit., p. 536. 1725 Véase la nota anterior a propósito de esta palabra.
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Décima Si en ti nada hay que se tache, el azabache te toca y viene a pedir de boca darte una higa de azabache. Con ella es bien te despache, y aunque del sexo precindo, sé que no conoce el Pindo1726 musa a tu donaire igual; y porque no te hagan mal ponte la higa, que eres lindo.
El asumpto es de piedras, y aunque digan que le quiebro la cabeza, es fuerza examinarlas. Mas la que se sigue no lastimará tanto, que es como barro. Dioscórides la llamó galajía1727 y dice que se desmorona y es buena para la vista. –Díganmelo a mí dijo el señor doctor don Josef de Ávila, que ese es el barro de Guadalajara, de que se hacen jarros de diversas formas; aunque para la vista nada me ha aprovechado, que aunque para conservarla traje muchos, con la salida que de ellos he tenido, cada día veo menos. Ya sabemos, señor doctor, el empleo que vuestra señoría hizo de jarros en Guadalajara para traerlos a esta ciudad: que fueron de mucha cuenta aun con los quebrados y que por diversión (por no decir vicio) tiene pedida receta de las monjas de cierto convento para curarlos, con cargo de decirles algunas misas por el beneficio de la cura; caso que se aplaude con esta Décima Hábitos tomar procura el doctor, ni hay quien resista que de clérigo se vista quien siempre anduvo de cura. El curar siempre asegura, y así curando ha de estar puesto que llega a ordenar el curar jarros aquí: porque no le falte así el hábito de curar.
Cierto que con las piedras se han visto cosas altas, pero ninguna más alta que la que hoy se ha notado con la piedra pomes. De estas se llenó las 1726
Pindo: Cadena montañosa al norte de Grecia. Galajía: «Especie de arcilla cenicienta que fácilmente se deshace en el agua. Lo mismo que galactite» (DRAE, 1817, s/v). 1727
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bolsas el señor doctor Villate1728, porque su flaqueza no podía cargar otras de mayor peso, y el cargarlas fue por razón de verse tan ligero que temió se lo llevara el aire. Pero siendo la piedra pomes tan espongiosa1729 y leve, no alcanzó la medicina, y levantándose un remolino borrascoso lo alzó por los aires. Y pasó a más, porque la mucha polvareda llenó los ojos al señor doctor Garcez y limpiándolos le quedó un estorbo, aunque leve. Le encargó a un amigo le soplase el ojo, entendiendo era alguna piedrecilla, y le sacó una paja, que, reconociéndola, era el dicho señor doctor Villate1730. Y preguntándole qué hacía dentro del ojo, respondió que había entrado a curarle una niña y hallándola irremediable pasaba a entrar (si hallaba lugar) en los del señor maestro Heras, si no los topaba cerrados, porque es tanto lo que pestañea que pudiera estorbarle la entrada, que en pestañear y ser gran músico parece maestro de capilla de este claustro. Y por último visitará también a los del señor doctor Saravia, que andan tan encontrados que no se pueden ver el uno al otro. Conque por médico de ojos tan subtil se le acomoda también la piedra hematiste1731, con la cual se hacen ciertas aguzaderas muy delgadas para los ojos. Y así mismo se celebra más lo agudo de su talle con esta: Décima Mas subtil que Escoto has sido, línea de Apeles delgada, tan inmediata a la nada, que todo estás escondido. ¿Quién de ti habrá concebido si eres ente? Pues se ataja el que a ti la vista encaja y aun tu mula, si te mira, fieros bocados te tira, porque piensa que eres paja.
Como son de tanta hermozura las piedras, se acomodan también para hermozura y adorno de los palacios, y no fuera razón teniendo tan hermosos palacios en que acomodarlas no pusiésemos en ellos una de las más [s]electas. 1728
El doctor Diego de Villate. Véase la nota de Omacini, loc. cit., p. 538. «Lo mismo que esponjoso» (DRAE, 1791). 1730 Tanto aquí como en los versos que siguen se juega con la delgadez de este doctor, quien por ello se asimilaría a una paja. 1731 La amatista, piedra preciosa que se consideraba que tenía propiedades contra determinadas enfermedades. 1729
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Yo quisiera hallar una que fuese apropriada a la unión del señor doctor Palacios y su padre, que es tal que en un instante no se aparta uno de otro, pareciéndose al signo natural, porque cualquiera que vee al padre dice: «Luego ahí está el hijo» et e converso, o sea, porque el chiquito no quiere dejar la chichi1732, o porque el padre lo amamanta. Conque me parece acomodarle la piedra de leche, y porque guste más, va con esta: Décima Veinte años tiene, sospecho, Chepito1733, pero imagino que aunque hace el niño Pepino no quiere largar1734 el pecho. Su tata le tiene ya hecho un castillejo1735 aseado: ruede solo y descuidado, porque según se averigua, puede dejar la chichigua y andar como despechado1736.
El heliotropio1737 me tiene encantado, porque varios autores que de él tratan dicen tener virtud de hacer invisibles, y esta la trae consigo nuestro síndico, pues se desaparece y aun de lo que entra en su poder no veemos nada. Pero porque ya que no se vee, se oiga algo, va esta: Décima Esta piedra se parece
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«Nodriza», es apócope de chichicua (Omacini, loc. cit., p. 540). Se trata de un hipocorístico por José, de ahí que más adelante se juegue también con Pepino. 1734 «Lo mismo que alargar en los sentidos de dar, soltar o aflojar» (Aut.). Evidentemente, aquí equivale a dejar. 1735 «Cierta catedrilla o púlpito de madera en que meten a los niños para que se enseñen a andar» (Aut.). 1736 Otra vez el juego de palabras con las dos acepciones de despechado: que ha dejado el pecho y que tiene pesar por algo. 1737 «Piedra preciosa verde y rayada, de venas coloradas, que dice Plinio se llamó así a causa de que si se echa en un vaso de agua, los rayos de sol que entran en él parecen de color de sangre y fuera re presenta la misma imagen del sol y hace se pueda observar su eclipse» (Aut.). Terreros, que copia esta definición en su Diccionario, aporta una curiosa noticia que comenta la enseñanza de Plinio y acaba de explicar la alusión del vejamen: «Esta noticia la creería Plinio, pero aún menos se deben creer los Romanceros, que atribuyen a esta piedra la virtud de hacer invisibles a los que la traen, como lo decían del anillo de Giges» (en NTLLE). 1733
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al graduando en el obrar, pues cuanto llega a pulsar al punto lo desaparece. Pero que más pertenece al síndico, es bien se crea, pues cuando pagar desea nuestras propinas galante, aun teniéndolas delante, no hay alguno que las vea.
Nuestros bedeles es preciso que toquen, pues son en los grados los que de todo tocan. Porque tocan la propina, tocan las albricias, tocan porque convidan, y por cuanto hay tocan. Y si no tocan, bailan y aun cantan a todo el mundo, que el que no les da es duro como piedra, y aun dándoles, les parece poco lo que tocan. Conque les es debida la piedra de toque y con ella pueden saber la ley del metal de cada uno, llevando, por cumplir con la ley del vejamen, esta: Décima Aunque a enojo les provoque el toque de este metal, no les está nada mal de cualquier metal el toque. Y aunque consigan emboque1738 de la ciza1739, en que se trata, de la verdad se retrata aquesta piedra, a mi veer, queriendo dar a entender que lo que tocan no es plata.
A muchos considero que estarán diciendo entre sí: «Quién fuera veneno y se pudiera entrar dentro de aquel cuerpecito para no dejarlo vivo un instante». Mas como esto es de boca, no me entrará su ponzoña de los dientes adentro, y aunque los he tomado en boca solo ha sido para gustar de sus cosas. Mas para alivio de su dolencia les tengo prevenida la piedra de ponzoña, con que pueden despicarse1740, y porque la lleven con su sobrescrito va con esta:
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«El paso de la bola por el aro u por otra parte estrecha como tronera» (Aut.). Se refiere a algún juego como los trucos o villar, según matiza Terreros. 1739 Omacini trancribe «sisa». 1740 Vale también «satisfacerse, vengarse de la ofensa o pique», según Aut., pero evidentemente tiene el valor aquí de «librase del envenenamiento mediante un antídoto», mediante la piedra de ponzoña a que se alude antes.
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Quintilla Si esto a alguno ha envenenado, remedio se le previene: si se sintiera dañado, piedra de ponzoña tiene con que quedar despicado.
Ya quisiera volver estas piedras en cantos dulces; y por las que hasta aquí como loco he tirado, arrepentido como quien se da con piedra en el pecho, pretendo recoger las más preciosas para que con ellas se componga el aplauso de nuestro doctorando, porque yo entiendo que todo lo que he dicho ha sido soñando.
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Pero despierto del sueño que lo jocoso dispone, que no es bien luces de Díaz transmute en lóbrega noche1741. Y más cuando lo apolíneo con tan flamantes renglones para escribir tus proezas está dictando candores. Bien elogiarte quisiera, pero es preciso se note que elogios tuyos no pueden caber en mis rudas voces. Cuando este eminente claustro para que mejor te adornes con cinco preciosas piedras te da un anillo por dote, iris con que te reciben sus facultades conformes demonstrando sus afectos en los diversos colores. A su eminencia te eleva para que más te remontes, que lo eminente se mide solo por comparaciones. La sagrada Teología por blanco puro te pone del diamante en la firmeza permanentes duraciones. Los Cánones la esmeralda ofrecen amantes, donde esperanzas te asegura
Vuelve a jugar con la pronunciación igual de días-Díaz y el equívoco correspon-
diente.
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lo fino de sus verdores. En encendido rubí los sabios legisladores ostentan de su fineza los conocidos ardores. La Medicina por suyo el crisólito1742 te aproprie, porque dilaten sus brillos tus justas aclamaciones. El safiro en lo celeste tu estrella feliz conforme porque con Artes alcances el dominio de los orbes. Cuenta edades dilatadas, futuros siglos conoce, de suerte que al tiempo falten días porque a ti te sobren. De inmarcesibles laureles Apolo tus sienes orle para que timbres seguros tus excelencias coronen. Logra gustosos ascensos porque así felice goces de los tiempos sucesivos permanentes duraciones.
Cierta piedra preciosa de color verdoso (DRAE, 1992).
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TEXTO 15 VEJAMEN EN LA REAL UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA DE TUCUMÁN He escogido para cerrar esta selección de piezas una bien curiosa que se dio en la Universidad de Córdoba (Tucumán), actual Argentina, a principios del XVIII. Se trata de un vejamen que se da, otra vez, a dos doctores que pertenecen a una misma familia: Francisco Vilches y Pedro de Tula Bazán; pero además el vejador (José Otáñez Bazán) y el autor del vejamen, don Francisco Bazán de Pedraza, deán de la catedral de Córdoba, también pertenecían a la misma familia, con lo cual después de su lectura da la impresión de que todo queda en casa porque incluso las alusiones a otros miembros de la familia solo cobran sentido en ese contexto. La Real Universidad de Córdoba es la más antigua de la actual Argentina y una de las más antiguas de América, dado que se fundó a principios del XVII, en 1613 concretamente1743. Estuvo muy relacionada con los jesuitas, pues no en vano tuvo en su base el Colegio Máximo de la Compañía de Jesús, que se había constituido en 1610. Esta fundación se debe al obispo de Tucumán, fray Fernando de Trejo y Sanabria, en cuya escritura fundacional da al Colegio la posibilidad de conceder grados y entre ellos el de doctor. Afianzó su carácter universitario gracias a los privilegios otorgados por los papas Gregorio XV y Urbano VIII, también en el XVII. Sucesivas constituciones irían perfilando el régimen de enseñanza de la Universidad, que empezó impartiendo Teología y Filosofía y luego (después del abandono de los jesuitas a favor de los franciscanos) también Leyes y otras disciplinas. La recién creada Universidad se abrió en 1614 «con cincuenta estudiantes entre teólogos, artistas y gramáticos, colegiales del convictorio y novicios de la Compañía». El colegio atrajo también a los jóvenes de Río de la Plata y Paraguay y en 1664 obtuvo sus constituciones, que dio el visitador y provincial de Paraguay el padre Andrés de Rada1744. Posteriores vicisitudes tendría, relacionadas sobre todo con la expulsión de los jesuitas, que no vienen al caso. 1743
Véase Águeda Mª Rodríguez Cruz, La Universidad en la América hispánica. Madrid: Editorial Mapfre, 1992, pp. 199-203. Marc Baldó Lacomba se ocupa de momentos posteriores al que aquí me ocupa: «La Universidad de Córdoba ante la Ilustración (1767-1810)», en Universidades españolas y americanas. Época colonial. Valencia: Generalitat Valenciana, 1987, pp. 67-100. 1744
Luis Paz, La Universidad Mayor real y pontificia de San Francisco Xavier, cit., pp. 120-121. La cita de la última de estas páginas.
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Los doctorandos que reciben el vejamen, al parecer primos del vejador, eran don Francisco de Vilches y don Pedro Asensio de Tula Bazán. Todos, vejador y vejados, pertenecían a la poderosa familia de los Bazán, una de las estirpes conquistadoras y colonizadoras de Tucumán y otras partes de América, descendientes del ilustre Juan Gregorio Bazán, un hidalgo, sobrino de Francisco de Aguirre, que llegó a América en 1530, y pasó al Perú con el capitán Pablo de Meneses, con el cual combatió a Gonzalo Pizarro. Bazán fue teniente general en Tucumán entre 1554 y 1556, y murió en 1570. Una de sus hijas, Francisca Bazán, sería abuela de uno de los vejados: Pedro Asensio de Tula Bazán. Por su parte, Francisco de Vilches también tenía relación con otro ingenio americano ilustre como fue Luis de Tejeda, autor de buen número de composiciones poéticas y de otros escritos históricos. El autor del vejamen, el deán de la catedral de Córdoba, fue don Francisco Bazán de Pedraza, primo de ambos y pariente por parte de madre de los Tejeda. Se trata de un hombre culto que sabe aprovechar los recursos de la agudeza conceptista, como iré anotando oportunamente. Su vejamen tiene también la laudatoria final característica, empalagosa como pocas. Son frecuentes en la pieza las continuas alusiones a aspectos de la familia de todos los personajes (incluso aparecen los hipocorísticos con que se designaban). Adopta la ficción de que el vejador se convierte en astrólogo para predecir la muerte de ambos vejados «de ahíto». Destaca posteriormente su gula y también la bobería que les caracteriza con algunos ejemplos concretos. Posiblemente su fecha se acerque al año 1722, en que se hace doctor quien lo pone en escena. Jorge Furt señala que es cercano a 1725, desde luego el ad quem es ese año 1728 en que muere José Otáñez Bazán1745. Pero no se puede precisar mucho más en cuanto a la fecha. El vejamen se halla en un manuscrito sin título (folios 184–190) que perteneció a los Predicadores de Tucumán, posteriormente a don Francisco de los Ríos y don Pablo Cabrera (al menos cuando se editó por primera y única vez). Sigo para mi edición la que llevó a cabo Furt al reproducir el Libro de varios tratados de Luis de Tejeda (Buenos Aires, 1947), donde forma parte de los apéndices, puesto que no tiene que ver con este personaje en sí sino con miembros de su familia. Dado que el editor reproduce el texto con fidelidad semipaleográfica, adapto mi edición a la norma general de este libro.
1745
En su edición del Libro de varios tratados y noticias, de Luis de Tejeda. Buenos Aires: Coni, 1947.
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VEJAMEN QUE SE DIO EN LA REAL UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA DE TUCUMÁN EN GRADOS DE DOCTOR A DON FRANCISCO DE VILCHIS1746 Y DON PEDRO ASENSIO DE TULA BASÁN1747, NATURALES EL PRIMERO DE DICHA CIUDAD DE CÓRDOBA Y EL SEGUNDO DEL VALLE DE CATAMARCA. DÍJOLO EL DOCTOR JOSEF DE OTAÑES BASÁN1748 Y LO TRABAJÓ EL SEÑOR DOCTOR DON FRANCISCO BASÁN DE PEDRASA1749, DEÁN DE LA SANTA IGLESIA CATEDRAL DE DICHA CIUDAD DE CÓRDOBA. Discurriendo cómo dar este vejamen, por que me saliera de los cielos me quise meter a astrólogo, y queriendo levantar figura vine a estrellarme con esas dos de Vilches y Tula, Cástor y Pólux, que Géminis en lo dúo como en lo mediocre, quieren lucir hoy en diptongo. Pero observándoles los grados, hallo que siendo día de vejarlos, no se han de alsar sino derribar figuras por más estrella que tengan. Y así, primos míos, paciencia, que teme me salga infausto algún pronóstico, como le sucedió a aquel nuestro ascendiente en el nacimiento de aquel hijo que fue padre y según usted se le parece, primo Vilches, en lo simple reselo que lo echen de claustro a freír buñuelos1750 (ya usted me entiende). Tampoco de Tula en mi judiciaria me atrevo a hacer juicio, aunque nació en el valle, y ya saben que en el valle se ha de hacer el juicio1751, pero temo hacerlo temerario porque no hallo fundamento ni rasón
1746
Francisco Vilches de Montoya y Tejeda, comisario del Santo Oficio en Córdoba en 1707, según J. Furt en su ed. de Luis de Tejeda, Libro de varios tratados. Buenos Aires, 1947, p. 346. 1747 Nieto de don Alonso de Tula Cervín y Francisca Bazán, , según J. Furt en su ed. de Luis de Tejeda, op. cit., p. 346. De ilustre familia que remite a Juan Gregorio Bazán, sobrino del conquistador talaverano Aguirre, establecido en el XVI en el Tucumán. Fue Comisario del Santo Oficio en Santiago desde 1737 a 1771 (Luis Boutin, La Inquisicion en Chile [http: // www.revistamarina.cl /revistas /2001 /2 / La%20inquisicion.pdf.]). 1748 Familia de los anteriores, fue estudiante universitario de Filosofía desde 1715; curso luego Teología y se graduó de doctor en 1722. Fue Secretario de la Universidad y fue cura rector de la Catedral. Murió en 1728 (J. Furt en su ed. de Luis de Tejeda, op. cit., p. 346). 1749 También familia de los doctorandos, hijo de doña Bárbola de Tejeda, J. Furt en su ed. de Luis de Tejeda, op. cit., p. 346. 1750 Lo mismo que A freír espárragos (DRAE, 1992). Curiosamente la frase aparece en textos a partir del XIX, no antes (según CORDE). 1751 Juego de palabras que toma como base los términos valle y juicio, por cuanto Tula procede del valle de Catamarca y en el Valle de Josafat se ha de llevar a cabo el jucio final.
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para hacer buen juicio de Tula, que como los dos hacen un Géminis han de correr parejas1752 en el pronóstico, que si Vilches es simple, es Tula, porque no es compuesto1753, por sumamente desaliñado. Dicen que Saturno domina a Géminis de día. (Géminis est mediocre, nam Saturnus est de die Dominus triplicitatis eius). De día y de noche domina en estos géminis, porque si Saturno, el dios de las arturas, (Saturnus a saturando est vocatus1754) estos caballeritos no tienen más dios que Saturno (quorum deus venter est1755), sin más inclinación que a la hartura1756, y si según su horóscopo digo sin empacho que ambos han de morir de ahíto: Vilches de comer buñuelos y Tula de engullir pasas. Esto que oyó mi tía Chilito, ha dado que el niño no ha de comer sino empanadas y, porque no le hagan daño, las hace de noeses con un si es no es de carne. «¿Y por qué?», dijo mi primo al verlas de noeses1757. «Cáscaras hubo en la casa, más ruido que las noeses». Hasta que la sosegó diciendo realmente: –Tía, que estas son propriamente empanadas, porque si lo que no es, porque no es, es nada, noeses en pan es en pan nada1758. Sobre que a la miserable de mi tía le hicieron estos versos:
1752
Correr parejas «además del sentido literal, por alusión vale ser de un mismo genio, condición y costumbres iguales y conformes en sus operaciones» (Aut.). 1753 Hay un zeugma dilógico con la utilización de simple, que ahora se aprovecha para la contraposición con compuesto, participio de un verbo que además significa: «afeitarse o acicalarse la cara con drogas y afeites» (Aut.) 1754 Cfr. «Tum illa: Saturnus primus in Italia regnum obtinuit; hicque per annonae praerogationem ad se populos adtrahens a saturando Saturnus dictus est» (Fabula Saturni, de Fulgentius Mythographus, siglo I d. C). También en la Historia deorum gentilium, syntagma quartum. 1755 Cfr. «Sicut illi faciunt, quorum deus venter», se recoge en la Archipoetae carmina (carmen IV) que remite a Filip. 3, 19. 1756 Repárese en la paronomasía artura-hartura, amparada en la igual pronunciación de ambos términos. 1757 Parece remitir a la expresión proverbial No hay cáscaras o No hay más cáscaras, que indica que una cosa sucede porque no tiene más remedio que suceder. De la misma forma después se alude al refrán «muchas veces es más el ruido que las nueces.» 1758 Ejemplos continuados de calambur entre nuez-no es y empanada-en pan nada. Esta última combinación ya había aparecido en la obra de Francisco de Santos, Día y noche de Madrid: «Pide si hay algo para merendar; dícenle que no. Va en busca de otro, como un loco desatado, sin compás en el andar, ni reparo en los que encuentra, ni atención de su persona. Halla en él una empanada de pollos tan ligera, que verdaderamente parece en pan nada» (Ed. Julio Rodríguez Puértolas. Madrid: Comunidad de Madrid, 1992, p. 61).
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Si de noeses las hacéis, señora, tus empanadas, no me admiro que en el pueblo hayan sido tan sonadas1759. Sin duda les haséis burla [a] aquellos que os las pagan, pues suena que al que las compra le dais en ellas matraca. Y si las has de vender, que sea en Semana Santa, porque según se han probado son sin carne y con matraca.
De Tula, señores míos, la comidilla1760 son las pasas, y por más hambriento nunca ha pasado otra cosa, porque en su tierra con eso pasaba; y así pasa que siendo colegial le acabó en un día un tercio de ellas a su rector, el doctor don Josef Arias de Saavedra, que guardaba entre sus curiosidades. Hallolo en el hurto el Rector comiendo, y como había mandado que no se hablase en el Colegio sino en latín, le preguntó: –Quid facis? Y respondió: –Ut. –¿Cómo –díjole el Rector– quid ut? Y respondió Tula: –Transitas a sole, pasas Díjole al Rector con discreción: –Pase por ahora, que no siendo el que me haya hecho tan mal tercio en el que me ha acabado, sino en haberle cogido en tan mal latín, y porque mejor lo entienda se lo diré en buen romance. Que ni de musa entendéis, según tu latín entiendo, y así ni musa glotón en estos versos te ofresco. Cosario de tantas pasas me habéis hecho muy mal tercio y mereces por el saco que te quitaran el cuero.
1759 Se vuelve a jugar de vocablo por cuanto sonadas equivale a son nada. Se aprovecha también la palabra para establecer un juego significativo con matraca, «instrumento de madera [...] con que se forma un ruido grande y desapacible» y «burla y chasco que se da a uno zahiriéndole y reprehendiéndole alguna cosa que ha hecho» (Aut.). 1760 En su doble acepción de diminutivo de comida, pero también «usado en estilo familiar por cosa gustosa al genio y condición o inclinación de uno» (Aut.).
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Entró en esto el capitán Jacinto Molina y queriéndole aplicar unas ayudas1761, temiendo el empacho, dijo el Rector: –No se echen las ayudas a Tula, que en eso de las pasas a mí me ha hecho el daño y él no las necesita, que no tiene de comerlas empacho. El daño a mí me lo han hecho, de Tula no haya cuidado, que quien no tiene vergüenza jamás enfermó de empacho1762.
Es verdad que desde entonces quedó pálido, macilento, flaco en el cuerpo, pero gordo en el ingenio. Palor more sedit, macies in corpore toto. Dardan[e], nil in te est pingue, nisi ingenium1763. Ahora vean, señores, qué méritos estos para graduarse de doctores. Revelando, pues, estos pronósticos por infaustos, por lo que tengo observado en sus inclinaciones, quise escusar este rumbo y descartarme de astrólogo, temeroso de malévolos indicantes1764 y de que si prosigo astrólogo en el vejamen me han de ver estrellas. –Prosiga usted –me dijo mi primo Garay–, váyales dando, que Dios sobre todo, y es dictamen de nuestro tío don Valeriano, que diciéndole yo que en el vejamen estaba riguroso con su sobrino, me dijo: «No importa, que el que quiere asul, que le cueste»1765. Que sin duda fue errar el adagio, poniendo asul por celeste, porque quiere que usted los ponga de oro y asul. –Pues esto es querer que los pinte y yo no soy pintamonos1766, aunque quisiera darles una mano y sacarles los colores. 1761
Ayuda es también «medicamento de que se usa para exonerar el vientre, y se llama así porque asiste y contribuye para que la naturaleza obre» (Aut.). 1762 El equívoco se produce ahora por las diferentes acepciones de empacho, por una parte «hartazgo de comida», pero por otra «Cortedad de ánimo, turbación vergonzosa y poco desembarazo» (Aut.). 1763 Cfr. Ovidio, Metamorfosis: «Pallor in ore sedet, macies in corpore toto / nusquam recta acies, livent robigine dentes» (Libro II, vv. 775-776). Pero la fuente directa es John Owen: «Pallor in ore sedet, macies in corpore toto, / Dardane. Nil in te est pingue, nisi ingenium». (Ioannis Audoeni Epigrammatum, liber sextus). 1764 Indicante es «la señal misma de que se toma la indicación» (Aut., que indica que es término médico). 1765 Según el refrán El que quiera azul celeste que le cueste, que todavía se recoge en la actualidad, como lo evidencia la novela de J. García Hortelano, El gran momento de Mary Tribune (Barcelona, 1999, p. 507). 1766 Pinta monas es «apodo con que se moteja al pintor de poca habilidad» (Aut.), pero aquí indudablemente son monos los pintados, metáfora degradante que aparece en algún otro vejamen de los editados.
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–Pues para eso –me dijo el citado autor– Tula ofrece el lienso, que en su camisa la traigo urdida. Sucedió, señores, que en una ocasión se jugó en La Rioja la sortija y hubo Tula de concurrir a verla como todos, aunque fue como ninguno, porque tamaño como ustedes le ven se fue al festejo en camisa y luego que lo vieron tuvieron todos gran fiesta. –Muy deprisa ha venido usted –le decían unos– pues ha venido en camisa. O «Está muy de Pascua el angelito, pues se ha aparecido in albis». Y al ver que la camisa estaba rota le dijo otro: –Muy temprano se ha levantado, pues se ha venido a romper el alba1767. Quísose disculpar y al ver otro tan sucia la camisa le dijo: –Calle usted, que no la ha de hacer limpia. Y le dio un jabón bien pagado. Con esto instó la satisfacción el dicho Tula y dijo: –Oí decir, señores, que había encam[is]ado1768, por eso he venido in alla, que quiere decir así nomás. Él jusgó escapar así nomás y le quedó el Inalla por nombre, que no le llaman por allá sino el maestro Inalla. Quedó, señores, más corrido que la sortija y porque no se la lleve es estos agrados Inalla así nomás, es preciso que aqueste verso i[...]rra. Al verse in allá o así es bien, Tula, que me aflija. ¿Cómo esto sucede, di?, ¡que otros corran la sortija y que ella te corra a ti!
–Supuesto que nuestro Tula se ha venido en camisa a la sortija, ¿cómo vestiremos a nuestro primo Vilches? –le dije al maestro Garay. Y me dijo: –En eso no se meta usted, porque tratar de ello será cortarle de vestir1769 a nuestra tía Chilito, porque ha tiempos que tiene por devoción dicha nuestra tía 1767 Nueva dilogía porque alba «significa también aquella túnica de lienzo blanco que sobre su hábito clerical o religioso se ponen después del amito los sacerdotes y ordenados de mayores órdenes para celebrar el santo sacrificio de la misa y otros oficios divinos» (Aut.). A romper el alba o al alba es lo mismo que «cuando amanece» (ibid.). 1768 Acaso se quiso escribir encamisada, «cierta fiesta que se hacía de noche con hachas por la ciudad en señal de regocijo, yendo a caballo, sin haber hecho prevención de libreas ni llevar orden de máscara por haberse dispuesto repentinamente...» (Aut.). 1769 Cortar de vestir “metafóricamente se toma por murmurar y decir mal de alguno” (Aut.). Cfr. el siguiente texto de El alguacil endemoniado, de Quevedo: “Un sastre, porque
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de sacar para las fiestas de San Mateo y San Benito un bailarín y para vestirlo ocurre luego al capitán don Pedro Herrera por chupa, armador1770 y calsones, quedándose siempre con cuanto le prestan, nada vuelve. Dijo entonces dicho don Pedro Herrera, viendo que nada se le restituía: «¿Qué bailarín es este o qué dansa en que no hay vuelta?». «¿Qué ha de ser, dijo mi tío don Valeriano, sino que mi hermana con todo lo que usted le presta viste a Vilches, que es otro que bien baila?» 1771. «¿Eso hay, dijo el dicho don Pedro Herrera, pues no quiero que haiga vuelta. Y así no le quito los calsones, como se los saquen en el vejamen y su tía haya de salir también en la dansa». –Sí haré –le dije–, que si al que de lo ajeno se viste en la calle lo desnudan, será preciso le saquemos los calsones en público. No dirá usted, señor doctorando, que no se lo previne en esta décima: Pídote, Vilches, perdón, que no puedo ya callar y que tengo de contar lo de la chupa y calsón. A don Pedro, con rasón de quejas le tienes lleno; restituye, que no es bueno. No te metas en [la] dansa, haiga en esto su mudanza y vuelta lo que es ajeno1772.
Ya sé que en esto me encargó usted el secreto, pero primero es el alma y basta que [h]asta aquí he callado lo de los sapatos, que a no darme de pie no me acordara; pero aunque quede picado lo habré de decir porque vean que ha encontrado con la horma de su sapato1773. A tiempo, señores, que tengo dijo que había vivido de cortar de vestir, fue aposentado en los maldicientes” (Ed. Ignacio Arellano, en Obras completas en prosa. Madrid: Castalia, 2003, p. 258, que cita en nota otros textos de la época). 1770 “Cierta especie de jubón que se solía hacer de ante y aforrar o cubrir por encima con tela o seda por gala” (Aut.). 1771 Es un ejemplo típico de ironía la frase, según el Arte de la lengua castellana de Correas: “La eironeia, i corrutamente ironia, casi ia vulgar en Castellano, es disimulazion, finximiento contrario de lo que se siente, quando se da á entender uno en las paIavras i en sentido ó senblante lo contrario, como diziendo xentil traer de alesna la punta al oxo, otro que bien baila, veis aca otra buena lanza, es mui buena pieza desengañada” (Ed. E. Alarcos García. Madrid: CSIC, 1954, p. 400). 1772 Lo mismo que mudanza, vuelta se utiliza en su doble acepción que tiene que ver, por un lado, con la danza y, por otro, con el hecho de devolver las prendas prestadas. 1773 Otra frase proverbial para indicar que alguien ha encontrado lo que se le ajusta perfectamente en alguna cosa.
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reparado que Vilches se calsa el sapato suplicado y diciéndolo un día a un confidente suyo me dijo el tal: –¿De eso se admira usted? No ha de ser suplicado, cuando es pedido y rogado, y no bien se ha puesto unos sapatos cuando ya tiene otros suplicados. –En esto –dije– le disculpo y hallo que va consiguiente porque si se viste de bailarín pedante, tenga los pies de danzante suplicando. Que esto en verso se lo diga el sapato ha suplicado pues a calsarse sin costa se mira su pie forsado.
Pues ven ustedes debajo de este mal trapillo con que los hemos visto vestidos, lo interior es para pintado porque ambos son agudísimos de ingenio, me dijo un condiscípulo. –¿Y hasta donde alcanza el de Tula?–le dije. –Hasta la media naranja de este tempo –me dijo– y de ahí no pasa porque no ha podido penetrar cómo sea esto. Sucedió que habiendo llegado de La Rioja, entró en esta iglesia y, admirado de verla, reparó en la media naranja y aquí fue donde empesó su bobería, que eso decía a sus condiscípulos: –¿Qué está allá arriba? No sé cómo, cómo... –¿Cómo? –le preguntaban ellos. –Eso que está como ansina. –Explíquese usted –le repetían los condiscípulos. –Eso que parece montera –decía él. Hasta que le dijeron: –Hombre, no seas bobo, que es la media naranja. –¡Media naranja! Pues las que suelen poner en mi tierra para Todos Santos en las iglesias suelen ser enteras, ¿por qué ponen aquí media no más? No es sino montera de la iglesia, que [a] mí se me ha puesto en la cabesa1774 y no me lo han de quitar de los cascos, que yo muy bien conosco lo que es naranja y sé, gracias a Dios, de la naranja la media1775. Con que hasta ahora creo no se ha enterado de la media naranja; y el maestro Bernardo, que no tiene pepita1776, le dijo al uso de su tierra: 1774
Es decir, se me ha metido en la cabeza como cabezonería. Juega con la deformación dela frase proverbial No saber de la misa la media o la mitad. 1776 Continuando con el asunto de la naranja aparece ahora la voz pepita que se usa también en su acepción de “enfermedad que da a las gallinas en la lengua y es un tumorcillo que las embaraza y las enronquece y no las deja cacarear” (Aut.). Evidentemente aquí el sentido metafórico equivaldría a “que no tiene pelos en la lengua”. 1775
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Desenegañémono, hermanito, gueste no entiende de Iglesia porque según se te ha puesto no quere quita montera.
A esto se añade para prueba de sus talentos el que presume de púlpito, pues ahora días me enseñó un sermón que está disponiendo para predicar lo en La Rioja el día de Todos Santos, que son allá patronos. Reparé luego en el tema y empesaba Regem cui omnia vivunt1777, acordeme de los finados y me hube de finar de risa. Díjele: –Hombre, este tema es bueno para el día siguiente de los Difuntos. Y entonces se me quedó difunto, pero volviendo en sí me dijo: –Señal que usted no lo entiende. Esto de predicar a los Santos es honrarlos y para honras no puede ser mejor el tema, y como es día del Real Estandarte, que al cabo de año sale, también en el tema sale el Rey, Regem. –Lástima es –le dije– que usted no tema el predicar así, porque el tema, con ser invitatorio, ha de desconvidar a todos y no tendrá oyentes, y a los maitines de su sermón ha de tener laudes. –Yo sí –dijo el doctorando Vilches– que tengo acertado el tema de un sermón que estoy discurriendo para la Concepsión. –¿Y qué es, primo? –le dije. –Nativitas est hodie1778 –me respondió. Cierto que viene nacido para la Natividad pero no para la Concepsión. En el caso que en este sermón hoy se ha de suponer el misterio y como no hay cosa que más ciertamente suponga la concepsión que la natividad en esa suposición elegí este tema. –Lo cierto es –le dije– que la natividad supone la concepsión pero no la gracia. Esta es la que a usted le falta. –¿Esa? –dijo. Entonces la pediré en un instante y dirá usted en cuatro palabras, según veo seiscientos mil disparates. Con que fue preciso repro[ducir]les en esta décima: Todo el sermón has errado en el tema que has cogido, tengo por tiempo perdido el que en él habéis gastado. Deja este oficio, cuitado, que errarás mucho es constante, si en él pasas adelante que de ello se infiere bien que errará con tiempo quien tanto yerra en un instante. 1777 1778
Canto propio del “invitatorium” del Oficio de Difuntos. Letra de otro canto religioso, normalmente relacionado con la natividad
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No obstante, como es delicado y enferma siempre de comer mucho, lo pasa mal el pobresillo con el punto de su ignaciana1779, porque habiéndose almorzado un cordero y dos empanadas con la repleción enfermó de mal de ijada, hubieron de meterlo en una tina y, desatinada la pobre de su tía, le dijo a su hermano don Valeriano: –Chilito, encomendaos a San Nicolás de Vargas, que muerto el niño lo sacará vivo de la tina. En esto llamaron médico y, habiéndose informado de la causa del accidente, dijo: –Esto no es ijada, porque este dolor da en el vacío y este hombre no tiene vacío, porque según ha comido está lleno. Jusgaron que lo que más le afligía era el punto porque [...] había sacado y procuraban disuadirle de eso. A que respondió el paciente: –No es el punto, sino la puntada. Quítenmela, que ese es el punto. Curáronlo luego al punto de empacho y le hicieron estas seguidillas reales: Sin vergüenza y con punto mucho guardando su dieta en la cama se está muy de espacio y el punto le aprieta. Quedósela el punto en el cuerpo, que a alma no llega y empachado este pobre de punto no tiene vergüenza. Entre punto y puntada que tiene dos males le aquejan, bien puede curarse del uno, mas no se ha de curar de esta.
No puedo dejar en el tintero otra comidilla que tiene este caballero Tula y son las tunas. Llamábanle en la Universidad todos los estudiantes «Tunita, Tunita». Quise saber por qué le decían «Tunita» y me dijeron: –No le repara usted que tiene cara de tuna en lo fresco y en lo baboso1780. –Según eso no es de las alabas –dije–, aunque lo parece en lo silvestre. –Por nada de eso –me dijo su compañero Vilches–, sino porque es grande amigo de tunar y estando un día alabando algunos las comidas, las carnes y los manjares, oyó Tula decir «de las aves, la perdiz» y entonces con gran denuedo dijo: «Desengañémonos, que de las aves la tuna». Cogiéronsela luego al vuelo y dieron desde entonces en llamarle «Tunita» y cuantas 1779
Ignaciana: como adjetivo significa “perteneciente a la doctrina de San Ignacio de Loyola o a las instituciones por él fundadas” (DRAE, 1992). 1780 Tuna: “el fruto de la higuera de Indias y también se llama así el mismo árbol” (Aut.).
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veces se lo decían se ponía hecho una grana, y ahora aunque le pique lo de la tuna se lo he decir en verso. Dije entonces: Saldrá en el vejamen Tula el cuento según se cuenta de la tuna, aunque se espine y aunque se te haga de pencas.
Laudatoria Hasta aquí convino el fingimiento en lo forzoso del vejamen. Aut sequere famam aut finge convenientiam, decía para lo histórico Horasio1781, y pues en fuerza de la obediencia convino el fingimiento, sigamos en la laudatoria verdades en voces de la fama (sequere famam). Pues como a quien duerme despierta la luz que le da en los ojos, creí que [...] sueño cuanto he dicho al ver en los señores doctorandos la luz que encendió su mérito. Esta se viene a los ojos en la verdad de la fama que Dios de las luces de las sombras divissit lucem a tenebris1782. Abramos ya los ojos, si no es que corre peligro entre tantas luces la cortedad de mi vista: Hora est iam nos de somno surgere, abjiciamus ergo opera tenebrarum et induamur arma lucis1783 (tiempo es ya que vergonzosas huyan las sombras del ardiente lúcido imperio de las luces), que si hasta aquí meritísimos doctorandos en forzoso paréntesis de sus glorias las ocultó el celemín del vejamen, ya sobre el candelero de la iglesia piden lucir a rayos y rayas a luces; que si los doctores de ella primero se sasonan con la sal (Vos estis sal), para ensenderse luces (Vos estis lux), pasen por sal los afectados donaires, que ya esa sal ad nihilum valet ultra1784. O sean sombras que al levantarse suelen servir al sol, pero qué importa si a la luciente fuerza de sus rayos, si se desembolsa en luces, logra en triunfos aumentos de claridad (Clarior post nubila Phebus)1785. En cada uno de vuestras mercedes asegura mi cuidado un sol en el perspicás conato con que esta Real Universidad le ha atendido y atiende en el
1781
Exactamente: “Aut famam sequere aut sibi convenientia finge scriptor” (Ars poetica, v. 119). 1782
Una cita bíblica (Gen 1, 4).
1783
Rom 13, 11 y 12.
1784
Sigue citando lugares bíblicos, aunque extractados (Mt 5, 13-14).
1785
Frase proverbial que recoge Feijoo en su Teatro crítico universal, I: “Compruébase esto con el vulgar axioma, clarior post nubila Phoebus. La mayor claridad de el Sol viene de la mayor
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día de sus luces y en el auge de sus glorias, que si se prueban al sol las hidalguías del águila, a la vista de esta Real Águila han probado en siete literarios lucidos actos las luces para acreditarse sol. No hay duda lo dijera mi atención, a no venerar por tal nuestro respeto la mayor lumbrera en el príncipe de las luces, que el día de hoy, por dicha nuestra, nos preside (luminare maius ut praeesset diei)1786. Sol que nos alumbra, Apolo, príncipe de la sabiduría; Apolo, pastor que como Apolo baña de claridades su hemisferio y como pastor guarda y dirige el rebaño del mejor rey. Logren vuestras mercedes como hijos de esta generosa águila de la Universidad el serlo en la sublime elevación de su sabiduría, que menos progenie fuera aborto o espurio fetu de Universidad tan águila (nec invelem generant feroces aquilae columbam)1787 y reconocidos a quienes en su magisterio les dieron el ser que logran, confiesen siempre por blasón ser discípulos de quien les han hecho doctores (Doctorem non pudeat se discipulum axhibiere), que hoy que reciben lus con que en benigno aspecto les domina el sol de nuestro ilustírimo príncipe; pueden lucir estrellas en el lucimiento que les confiere sujetos siempre a su imperio, reconocidos a su precedencia (solemque suum sua sydera norunt)1788. Encendiéronse vuestras mercedes luces en las de su ilustre nacimiento, pues heredaron en nobleza la que esmalta en candores su limpiesa, pero como en la verdad la más acendrada hidalguía sola quidem virtus dat nobilitatem et aufert nomen et est meritum exornat honoribus omnes quos ea posedit. Añadieron vuestras mercedes con la que adquirió su virtuoso estudio lustre a su calidad, blasón a su nacimiento y en mejor esmalte en más lustroso timbre a esto persuadía Ovidio, aunque gentil: Non sensus magnus, nec clarum nomen aborum Sed probitas magnos ingeniumque facit1789.
Virtud ha sido desde su niñez haber sacrificádose al culto de la mejor Minerva, continuada virtuosa víctima en la indeficiente literaria ocupación; sujeta siempre sin violencia la servís de la juventud al yugo de su estudiosipureza de la Atmósfera: luego si después de resolverse en lluvia los nublados parece el Sol más brillante” (f. 175). Post nubila Phoebus es leyenda frecuente en los libros de emblemas. 1786 Gen, 1, 16. 1787 Horacio, Odas, libro IV: “Neque inbellem feroces progenerant aquilae columbam” (vv. 31-32). 1788 Virgilio, Eneida, VI, 641. 1789 Ovidio, Ponto: “Si modo non census nec clarum nomen auorum, sed probitas magnos ingeniumque facit”. (Libro I, IX).
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dad (bonum est viro cum portaverit iugum ab adolescentia sua)1790. Bien logrado afán en el lleno de su literatura, virtud y letras en colmado punto ejecutan al honor por primero, que si entre los romanos no se entraba al templo del honor sin entrar primero al templo de la virtud, en que era para el honor puerta. En la virtud estudiaron letras para el honor que hoy consiguen. Estudiaron vuestras mercedes en tan buena escuela o militaron en tan buena compañía que en la mejor inteligencia de virtud adquirieron el manejo de las letras, que en el caso la cortesanía de [Casio]doro (omnium crederis intellegentia habere virtutis qui exerceri meruisti militia literarum)1791. Y pues tal milicia en literaria palestra han dado a la fama voses sus victorias, corónense victoriosos; y si la yedra fue de los doctores, la guirnalda –como dijo Horasio: Doctoris heredes premia1792, y el laurel fue de los militares triunfos la corona para coronarse doctores, en la milicia de las letras, amíguense en unión porfiando la yedra y el laurel para tejerles la corona. Inter victorias heredam tibi serpere lauros, que dijo Virgilio1793. En el inagotable verdor de la yedra aseguraban los doctos lo inmarsesible de sus decorosas coronas (Poetae antiquitus coronabuntur semper hereda insignis vivacis ingenis, pro eo quod hereda semper vivet). Eterno debe ser el honor de sus coronas en los doctos, pues sola la sabiduría sabe acreditar de inmortales a los que saben. Sola sapientia donat homines inmortalitate, dijo Platón. Si bien mejor corona les previene a sus sienes el lustre de sus letras en el grado de doctor, pues por tales en el esplendor de la verdad que enseñan es de estrellas la corona que merecen, dijo el Pictav[ien]se (doctoribus debetur corona stellae propter veritatis splendore)1794, si no es que sé que al elevarse vuestras mercedes sobre sí mismos (levavit se supra) en hombros de sus méritos; sean su misma corona, pues al encenderse luces por donde engastan por estrellas en el místico cielo de la Iglesia representados en aquella 1790
Lament 3, 27. Cfr.: “Sed omnium crederis intellegentiam habere virtutum, qui exerceri meruisti militia litterarum” (Flavii Aurelii Cassiodori, Variarum, libro V, XXI). 1792 Es una cita no literal de Horacio, Carmina, libr. I, I: “Manet sub Iove frigido / venator tenerae coniugis inmemor,/ seu visa est catulis cerva fidelibus, / seu rupit teretis Marsus aper plagas. / Me doctarum hederae praemia frontium / dis miscent superis”. 1793 Églogas: “Inter victrices hederam tibi serpere lauros” (VIII, 13). 1794 Alude a San Victorino (mártir que vivió entre los siglos III y IV), fue obispo de Pettau (en latín Petabium, en Estiria) y de ahí que fuera conocido como Petavionenesus o Pictaviensis. Escribió varios comentarios a los libros bíblicos, de los que se conservan apenas unos extractos. Los autores anteriores al XVII lo confundieron con Mario Victorino o Victorino Afer. 1791
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hermosa constelación de lucidos astros casi iguales en el número como lo son en el lucimiento de citas sobre la cabeza del tauro celeste (Stellae pluviales sitae in capite tauri), que sobre la cabeza habían de estar para parecer corona. Qui post Orionas Hyadis nomine nisi doctores. Sanctae Eclesiae designantur, dijo San Gregorio1795. Son esas estrellas en el cielo manantial perene, pues engendran las lluvias para fecundar la tierra con el riego de su influencia: hyadum lluvia significa en griego, de donde se deriva llamarse estos astros hiados. Debida propiedad, efecto proprio de los doctores dela Iglesia, constelación lucida que puso en el cielo de ella el Hacedor supremo, para que con el raudal de su doctrina al riego de su predicación y enseñanza fecunden al mundo todo de flores, frutos y luces (apellatione hyadam expresi sunt, qui ad statis universalis eclesie quasi in celi facium deducti super arente terra humani pectoris sancte predicationis [im]bres fuderunt1796. A tanto, señores, obliga su honrosa ocupación y a tanto obliga porque a tanto eleva, enciéndanse luces, prevénganse estrellas para luz del mundo (vox estis lux mundi)1797 para honra de su patria (tu honorificentia populi nostri)1798, para lustre de su generosa estirpe y, finalmente, para corona de la Iglesia (et in capite eius corona stellarum duodecim)1799. Así lo pronosticó su estrella, vuestras mercedes lo harán si acaso yo a vista de los que les sobra de merecimiento hallo embargada la mejor retórica y [....] la mayor fecundidad, porque donde no igualan las alabanzas al mérito, la admiración excede en el silencio cuanto pudo la voz dilatarse en el aplauso. Ergo quis laudes poterit, quo carmine quove Meonio equare vate tuas? Est diurni fandi
1795 La cita concreta: “Qui itaque post Orionas Hiadum nomine, nisi doctores sanctae aecclesiae designantur qui subductis martyribus eo iam tempore ad mundi notitiam uenerunt” (Rabanus Maurus, De rerum naturis, recopilación del siglo IX, impresa c1466, cap. 9, 15). 1796 Sigue citando el mismo lugar: “Hiadum appellatione expressi sunt. Qui ad statum uniuersalis aecclesiae quasi in caeli faciem deducti super arentem terram humani pectoris sanctae predicationis imbres fuderunt” (ibíd.). 1797 Mt. 5, 14. 1798 Judith 15, 10. 1799 Juan 12, 1.
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III APÉNDICE. OTROS TEXTOS: VERSIONES A LO DIVINO Y OTROS VEJÁMENES DE LOS SS. XVIII-XIX. UN TEXTO TEÓRICO CONTEMPORÁNEO SOBRE EL VEJAMEN DE GRADO ÁUREO
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TEXTO 16 COLOQUIO JESUÍTICO EN METÁFORA DE GRADO DE DOCTOR Alonso de Ledesma (1562–1633) ha pasado a la historia de la literatura española como representante del llamado «conceptismo sacro». Fue un ingenio muy famoso en su tiempo por un tipo de poesía divinizadora, en que vertía a lo divino los más variados asuntos, como por ejemplo el vejamen de grado que se edita en sus Conceptos espirituales1800. Como cultivador del contrafactum, destreza en la que destacaron grandes nombres en la época clásica, como José de Valdivielso en su Romancero espiritual, Ledesma es autor de buen número de obras entre las que hay que destacar, además de los Conceptos espirituales, los Juegos de la Nochebuena y otras. En el único vejamen a lo divino que escribe, nombra a los personajes que intervienen en uno de estos actos dado a san Pablo. Ledesma es también autor del Romancero o Monstro imaginado, donde recoge, entre otros versos, unos que se adaptan al asunto que nos ocupa: El vexador que es discreto no dize verdad en nada; que fuera burla pesada descubrir falta o secreto (f. 19).
Pero si la obra de Ledesma es de sobra conocida, existen otros vejámenes a lo divino igualmente interesantes como el que reproduzco a continuación que se relaciona con el teatro de los jesuitas, una tipología que ha sido objeto de estudio y análisis desde época reciente. En efecto, antes había que contentarse con el libro de Justo García Soriano, El teatro de colegio en España, y con alguna edición de obras sueltas en la Biblioteca de Autores Españoles. En la actualidad, contamos con buenas bibliografías, como la de Griffin y más particularmente –en lo referido a España y al siglo XVI– con la que elaboró Julio Alonso Asenjo. Igualmente se han realizado en los últi1800
Alonso de Ledesma, Conceptos espirituales. Madrid: Juan de la Cuesta, 1612, ff. 200-209.
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mos años buenas ediciones de sus obras más representativas, entre las que cabría destacar la Tragedia de San Hermenegildo. Nombres como los de los padres Acevedo, Hernando de Ávila y otros merecen estar, por derecho propio, junto a otros dramaturgos importantes de la época clásica, pues no en vano el teatro de estos y otros autores jesuitas contribuyó a formar a lo más granado de las generaciones dramáticas de los Siglos de Oro. El teatro de colegio y el teatro universitario han producido obras variadas, entre las que hay que destacar los coloquios. Normalmente suelen tener contenido religioso (hagiográfico, eucarístico, bíblico, etc.), pero pueden tener también un contenido profano y a veces humorístico. Los entremeses jesuíticos, aunque no muy conocidos, son importantes y junto con ellos otras obras como el Coloquio de las oposiciones, ya citado, que da cuenta del teatro cómico de esta orden. Entretenimientos, farsas, entremeses, acciones intercaladas (actio intercalaris) o exentas son algunas de las denominaciones escogidas por este teatro jesuítico para designar a ese conjunto de piezas de contenido profano y preferentemente cómico con las que deleitaban y ayudan a sus estudiantes a ejercitarse en su práctica. De esta manera hay que considerar el Coloquio que transcribo a continuación, interesante porque supone una muestra de la imbricación entre vejamen y teatro, que nos habla de la importante relación entre estas dos formas de comunicación, al tiempo que señala el triunfo en todos los ámbitos del vejamen. Como escribe Julio Alonso: El texto de este coloquio ocupa el lugar en principio reservado para la continuación de la extensa composición dramática Comedia del Hombre o Églogas del Engaño, que queda inacabada. Inmediatamente después de ese texto interrumpido se lee: «Loa que se dixo en el siguiente colloquio», de una mano distinta de las otras que escribieron el contenido del Cartapacio. Esta nueva mano escribe los dos coloquios sacramentales y el poema titulado Capelo al Niño Jesús, que va entre ellos. No sólo es otra mano, sino un tipo de escritura con rasgos mucho más modernos1801.
No se sabe quién puede ser su autor, aunque se ha especulado con la posibilidad de que fuera el padre jesuita mexicano Padre Juan de Cigorondo1802, con lo cual habría que situar la pieza en el primer decenio del siglo XVII, aunque la copia manuscrita que nos la ha transmitido sea posterior y se trate 1801
Véase su edición y estudio en el sitio “Teatresco”, a su cargo, incluido en . 1802 Según J. Alonso, que escribe de su biografía lo siguiente: “nacido en Cádiz en 1560, acompañó a su padre a las Indias con ocho años e ingresó adolescente en la Compañía de
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probablemente de una adaptación para la representación de la misma en la segunda mitad de siglo. Sigo la edición de Julio Alonso, en el lugar citado, que reproduce el texto contenido en el Cartapacio curioso (ms. 17286 BNM), copiado con letra de la segunda mitad del siglo XVII, donde ocupa los folios 332vº a 355vº.
Jesús en Nueva España. A él debemos buena parte de los textos conservados de las piezas teatrales representadas en los Colegios de la Compañía de Jesús en Nueva España y abundante producción poética”. Remite este mismo estudiosos a los trabajos de Othón Arróniz, Teatro de evangelización en Nueva España, México, UNAM, 1979, 175ss; A. Arteaga Martínez, “Sobre Juan de Cigorondo y el teatro jesuita novohispano”: y J. Alonso Asenjo, La “Tragedia de Ocio” de Juan Cigorondo y el teatro de colegio en Nueva España en el siglo XVI (próx. aparición).
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COLOQUIO AL SANTÍSIMO SACRAMENTO EN METÁFORA DE GRADO DE DOTOR1803 [...] Pero primero el vejamen se ha de dar, que no dispenso en costumbre tan antigua recebida en estos tiempos. No faltará quien lo dé; déjenos tomar aliento, para darle con más brío para hablar con más denuedo. (Aquí tocan o cantan.)
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VEJAMEN. Pues tiene hecho el examen para el grado de dotor, yo, por orden del Retor, tengo que dar el vejamen. Ya, pues, señor Licenciado, con anticipado acierto, os habéis ahí cubierto para el vejamen del grado. Hicistis bien en cubriros, porque os pienso descubrir y a muchos dar que decir con lo que vengo a deciros. En cuanto diré, prometo, sin fingir cosa, verdad, que en esta Universidad se ha de hablar con tal respeto. Y, así, todo el Teatro entero bien se puede levantar, porque pretendo cantar evangelio verdadero. Tengo que pasar los ojos por vuestra vida y milagros, que ya per urbes et agros cantan los ciegos y cojos, porque vos a toda ley, por gracia y naturaleza,
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Agradezco a mi amigo Julio Alonso Asenjo, de la Universidad de Valencia, la autorización para editar aquí este texto, que puede verse completo en su trabajo: “Dos Coloquios sacramentales escolares barrocos y un vejamen del ‘Cartapacio curioso del P. Juan de Cigorondo’. Estudio y edición”, en Teatresco (http://parnaseo.uv.es/Ars/teatresco/ textos/2ColSSmo.htm).
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salistis muy linda pieza: salistis pieza de rey. Muchos saben, y yo sé, que sois de muy buena cepa; sí, pero es bien que se sepa que sois de la de Noé. Bastantes sospechas dais con llamaros cepa o vid. ¡Oh, qué renombre! Decid, ¿tanto con la vid cuadráis? Porque tan bien os apoda, afirma el arquiticlino que volvéis el agua en vino, como lo vio en una boda. Grande habilidad es esa; más que de alquimia hacer oro; haréis con ella un tesoro y milagros en la mesa. Yo apostaré que debéis sangre en las venas tener, que se puede bien beber si en un cáliz la ponéis. Y no es menor alabanza querer que el agua bebida del pecho saque y despida, no lanceta, sino lanza. No sé si antes o después, navegando sin navío, con desprecio y señorío la pisastis con los pies. Otra cosa cuentan brava que comúnmente se reza (¡miren qué linda nobleza!) que sois hijo de una esclava. ¿Vuestra madre, esclava? Sí. Ni ella lo niega a la fama; antes esclava se llama y lo cantan por ahí. Y es cosa fácil sentillo sin estrañar lo que hablo, pues os parió en un establo como cualquier esclavillo. Pero agora ¿qué dirán los que piensan –y son todos– que su sangre es de los godos más de Rey que de Guzmán, cuando sepan, ¡ay Dios mío!, quién le mandó graduar, pues le hemos hoy de estrellar
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en la cara que es judío? 420 Y, con ser esta verdad, inquisidor quiere ser, y dice que quiere hacer un gran auto en Josafat. Y mirad qué buen ejemplo 425 dejar que nuestro adversario le subiera al campanario o pináculo del Templo. ¿Qué es esto? ¡Oh, mi Dios eterno!, ¿con el diablo las habéis? 430 es cierto, y no lo neguéis, que habéis bajado al infierno, Y, quebrantando el profundo, con reparable virtud, sacastis gran multitud 435 a la libertad del mundo. Sin esto, paráis el viento; por el agua enjuto andáis; en cuerpos de hombres estáis, que es cosa de encantamiento. 440 Y aun se dice –y lo sé bien–, sin faltar a la verdad, que hicisteis mucha amistad con tres Magos en Belén. Queriendo vos, a porfía 445 piedras se rompen y estragan y las tinieblas apagan al sol en medio del día. Y no sólo estos eclipsis hacéis con vuestro poder, 450 mas a algunos hacéis ver visiones de Apocalipsis. Afilo más los aceros, que algún tiempo habéis andado por montes y despoblado 455 con algunos compañeros. Alguna vez os quisieron apedrear unos villanos, y otras con sus proprias manos despeñaros pretendieron. 460 Mire en vuestros ojos bellos que hay temores y opiniones que en un palo entre ladrones moriréis como uno de ellos. Mirad, lo que hacéis; mirad 465 que uno de los compañeros que llevaba los dineros ahorcado quedará.
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Mas, este punto dejado, no faltaba sino dar, para del todo acabar, en galán enamorado. Y sabiendo bien por quién por un alma, una fregona que es más para una atahona que para un hombre de bien. Alma tan seca y ingrata que, ardiendo vos en su amor, con notable disfavor y raro desdén os trata. Mas vos sois amante tal que, no embargante el desvío, andáis de noche al rocío y os han visto en un portal. Bien que alcanzar la vitoria por Navidad pretendistis y una música le distis, que dicen que era una gloria. Sin esto, probáis mil vados y os disfrazáis de mil modos, y tomáis los medios todos y os hacéis muchos guisados; Y con tan fuertes cadenas obligarla pretendéis, que maná la prometéis y la sangre de las venas. Pero no quiero dejar lo que apunté de disfraces, que por medios eficaces tomáis y usáis para entrar. Y, siendo en carnestollendas, fuera sólo menos daño, mas vos andáis todo el año como máscara a sabiendas. Verdad es que os recogisteis una cuaresma al desierto, donde, a todo el mundo muerto, penitencia dura hicisteis. Y no falta de los vivos quien me afirme con verdad que sois de la Trinidad y que rescatáis cautivos. Y asegura gente pía y afirma, según andáis, que de justicia os preciáis y el ser de la Compañía. La verdad es que primero
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ejercisteis el oficio y el mecánico ejercicio de un mínimo carpintero, aunque autores harto fieles oficio de sastre os dan y que cosisteis a Adán los primeros zaragüeles. Poeta también habéis sido y tal que con solo un verso de todo aqueste universo ganastis nombre subido. Por lo menos enmendar bien sabéis los malos pies y hacer que corran después, si solían cojear. No sé cómo habéis podido saber eso que sabéis, pues nunca estudiado habéis ni apenas libro leído; Y es cosa particular y de rara maravilla, que el Jesús de la cartilla sangre os hubo de costar. Muchos doctores, por eso, estudiante os han juzgado, que nunca habéis conjugado y que sois aún virgen de eso. Y es tan público el run run de esto que muchos soldados quedaron muy espantados de oír de vos Ego sum. Valentón con gran bravura, a veces os mostráis vos dado a la gracia de Dios, dado a la buena ventura. Sin esto, os soléis meter juzgando en vidas ajenas, si son malas o son buenas, si hacen o dejan de hacer. Y yo dejo de meterme en la vuestra, aunque tenía otra tanta allegoría donde pudiera estenderme. Dejo la risa y la riza –bien que entienden los discretos– y envuelvo mucho secreto como fuego entre ceniza. Las enigmas que se han hecho pocos ignoran ni admiran,
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porque se ven dónde tiran y qué llevan en el pecho. Las defensas escusad, que no serán menester, que no es fácil esconder los rayos de la verdad. Consejo parece sabio salirme un rato al jardín y al vejamen poner fin y freno a mi tosco labio. (Aquí hay baile.)
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RETOR. Pues queda dado el vejamen y serenaron los truenos y enmudecieron los labios y el mar serenó San Telmo,
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[...] (Tocan o cantan) Admitid la voluntad845 con que esta Escuela a ofrecido los frutos que en tierna edad liberal a producido en esta celebridad. Las faltas perdonaréis, que muchas hallado habréis, y, si el don no os ha agradado, con saber que se ha acabado trabajo ya no tendréis.
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OTRA AL INTENTO Si el Coloquio os ha enfadado, por dos veces repetido, con no haber acá venido hubiérades escusado las faltas que habréis oído. para el trabajo estimado lo habemos hoy ya [a]dmitido como el otro; mas yo os pido, que, para escusar enfados, salgáis con menos ruïdo. FINIS
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TEXTOS 17 Y 18 UN VEJAMEN DE GRADO DE FINALES DEL SIGLO XVIII Y OTRO DE PRINCIPIOS DEL XIX Como he dicho, el vejamen supera el siglo XVII para continuar hasta el XVIII y XIX sin grandes cambios. En todo caso, la utilización del verso en lugar de la prosa, en algunas ocasiones; la aparición de latines macarrónicos en las composiciones (en una época en que las universidades mantenían solo testimonialmente la enseñanza en una lengua que ya casi nadie entendía), etc. Sobre el autor del vejamen del XVIII que aquí reproduzco con el nº 17, el doctor Nicolás Heredero Mayoral (1766–1842), que además de catedrático de Elocuencia y Literatura en Alcalá era párroco de Santa María la Mayor en la villa y socio de la Academia de la Historia1804, se puede consultar el interesante trabajo biobibliográfico que le dedicó el Marqués de Morante, en 18681805. Se nos conservan algunas de sus piezas manuscritas, como la que nos interesa, y sabemos de la existencia de otras muchas que, sin duda, se habrán perdido. El doctor Heredero destacó como orador en su época y como autor de oraciones y discursos sobre variada temática. Justamente Nicolás Heredero tenía entre sus papeles inéditos «diferentes elogios y vejámenes de graduandos en verso castellano y en latín elegante o macarrónico», según nos informa Fermín Caballero, admirador suyo, en una carta escrita en 18681806 al citado noble. Es de presumir que muchos de ellos, como también el que se edita a continuación, se dieran en la Universidad de Alcalá, de donde era catedrático nuestro doctor, pero por desgracia tales papeles, al menos que yo sepa, se encuentran desaparecidos. He querido reproducir su vejamen en verso, nada conocido, para mostrar que los procedimientos vejaminatorios siguen siendo los mismos que en la época barroca: los defectos físicos del graduando, el juego con su nombre, el echar mano de anécdotas tan manidas como la de la albarda–ballena, ya recogida en repertorios clásicos de cuentecillos del Siglo de Oro1807, o de
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El doctor Heredero era natural de Casarrubios (Toledo). Fue acusado de jansenista en fechas posteriores a 1820 y encarcelado. Devuelto luego a su parroquia y a su cátedra de Alcalá, su salud se resintió y regresó a su pueblo para morir. 1805 Noticias del elocuente orador D. Nicolás Heredero y Mayoral... y algunos de sus escritos. Madrid: Aguado, 1868. Incluye una carta de Fermín Caballero, dirigida al Marqués, donde da cuenta de sus escritos impresos e inéditos. 1806 Inserta en la ya citada obra Noticias del elocuente orador...; la cita de la p. 8. 1807 El cuento pertenecería al tipo P3 según la tipología establecida por M. Chevalier, Cuentecillos tradicionales..., op. cit.
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denominaciones burlescas de sabor popular como el nombre de «Juan Lanas»1808. Hay, también, un recuerdo de la ballena–tarasca, de cuyo vientre sale el propio vejaminado, que hace referencia a la popular procesión madrileña y que pone en contacto este tipo de literatura con esas manifestaciones parateatrales cercanas al carnaval. No nos ha quedado noticia de dónde pararán los papeles manuscritos del doctor Heredero1809, razón por la cual reproduzco el vejamen de una edición que de él se hizo en 18681810, actualizando la puntuación y acentuación según los criterios generales. Por su parte, el vejamen reproducido con el nº 18 es el que dio el doctor José Antonio Montenegro en la Universidad Central de Venezuela con motivo del grado del doctor de don Salvador Delgado, el día 8 de noviembre de 1801. Me ha parecido conveniente cerrar con él esta antología de vejámenes por cuanto supone sumar un país más, en este caso Venezuela, en una fecha más cercana (principios del XIX) que contribuyen a demotrar la universalidad del vejamen y su pervivencia en el tiempo. Se trata de una universidad relativamente joven, fundada a principios del XVIII y que integra el vejamen entre sus ceremonias, según recogen sus Constituciones, aprobadas por Felipe V en 1727, que arriba he reproducido. Como se puede leer, se sigue legislando que dé el vejamen el doctor más moderno de la facultad, que lo censure el rector, y que no se pueda meter con otras personas que no sean el doctorando. No sabemos mucho del vejado, pero algún dato más nos ha llegado del vejador, el doctor Montenegro, catedrático de Retórica en la Universidad, muy apreciado por sus alumnos y con algunos ribetes de poeta y de hombre de buen humor, pues no es solo autor de este vejamen, también de una décima que dedicó siendo licenciado al doctor Francisco A. Pimentel en 1791. Justamente en ese año consigue Montenegro el doctorado en Teología diez años después; y con motivo del mismo doctorado de Salvador Delgado tiene lugar el vejamen que reproducimos. No he tenido acceso a la fuente manuscrita (autógrafa, según Ángel M. Álamo) desde la que se ha reproducido modernamente, razón por la cual me limito a tomar su transcripción del libro de J. de Méndez y Mendoza, Historia de la Universidad Central de Venezuela. Caracas, Tipografía Americana, 1911, entre cuyas páginas 381-384 se encuentra, adaptándolo a las normas de edición de este libro. 1808 Véase la reciente monografía de José Luis Alonso Hernández y Javier Huerta Calvo, Historia de mil y un Juanes. Salamanca: Universidad de Salamanca, 2000. 1809 La bibliografía de Aguilar Piñal no registra manuscritos del autor. 1810 Noticias del elocuente orador D. Nicolás Heredero y Mayoral..., cit., pp. 61-63.
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Dicen que antiguamente de Manzanares por la gran corriente, tan apacible y grata, bajaba cierta albarda maragata. La madrileña gente al verla se contrista enormemente, discurriendo con pena que aquel monstruo sería la ballena. y con tesón se obstina en matarla con trastos de cocina: con largos asadores la pincha cada cual a mil primores y la nación gallarda en triunfo saca la balleni–albarda. Esta bestia marina fue de fecundidad tan peregrina que del vientre pinchado sin cuento madrileños ha abortado, y una madre tan rara no es de estrañar que tales hijos para, de bichos, renacuajos, figurillas con mil altos y bajos, gibosos, corcovados, raquíticos los más, patiestevados, y nunca en un buen medio pigmeos o varales sin remedio. Si alguno lo dudare, en nuestro licenciado repare, que de buen madrileño en parte verifica mi diseño. Reparen qué figura, qué largo y escurrido en su estatura, y qué dificultosa su cara y su nariz qué tabacosa. Anda siempre agobiado torciéndose hacia el uno y otro lado, habla con pies y manos, con gestos y visajes inhumanos, con feas contorsiones y exorbitantes gesticulaciones, siendo tal su fagina, trápala, trisca, brega, tremolina, que no hay a quien no hunda a puro garloteo y barahúnda. Así de Martinete
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el renombre le cuadra y le compete. Sin este defectillo él es un bonus vir, un pobrecillo, un infeliz Juan Lanas, hombre de bien y de intenciones sanas. Por innata franqueza la camisa dará con ligereza y su genio se pela por armar una buena francachela, y por manipularla no le importa tres pitos el pagarla.
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DOCTOR JOSÉ ANTONIO MONTENEGRO: VEJAMEN AL DOCTOR SALVADOR DELGADO EN LA UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENZUELA (1801). VEJAMEN O terram beatam, Llanos, quae vocantur Apure, Doctores muletos pariens ipsa sibi! (Roldán en el l° de los Macarrónicos)
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No sé si es caballo o mulo, si es una yegua o potranca a quien va a echar la zanca hoy mi numen cachirulo; pero yo no me atribulo ni me da ningún cuidado el corcovo, que ensebado traigo un famoso ramal, y haré ver a este animal que aquí se jila Delgado. ¡Oh! tú, musa retozona, que en la cría del Parnaso te dio la vida el Pegaso al beber en Helicona. Mi mollera se abotona si no me inspiras primero, como coleaba un ternero, como ensillaba una jaca, como ordeñaba una vaca el más famoso llanero.
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Pero no es esto no más todo lo que este hombre sabe, ni es posible que yo acabe en veinte días o más. Da tuertas a Barrabás en solfearse una madrina; es su ciencia peregrina sobre parar un rodeo y si lo echan al sorteo Pepe– illo es un guavina.
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En hacer quesos de mano es artífice asombroso, y tanto que más famoso no se hallará en todo el Llano. Con un torazo orejano
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jugando estará tres días, le bailará unas folías, le pateará el cerviguillo, de toro lo hará novillo y otras cien mil guaperías. Mandarle que un potro amanse, que cure una gusanera, que custodie una yegüera, que una res corriendo alcance, que a vista de un tigre dance, que eche a pasear un caimán, esas son gracias que están corruptas en la Misión, pues las canta en galerón el Fiscal y el Sacristán. En esto de galerón es un Maestro de Capilla; tráiganle una guitarrilla, aunque no tenga bordón, no importa que al primer son no nos cante las folías, pero oirán un verso usías, que acaba, al decirse entero «le he de estar echando cuero siete noches con sus días». Se despidió del curato con estas voces: «mi grey: si se atiende a aquella ley que dice de rato et rato, yo no soy un monigato, porque yo soy Larraguista, soy también Lugdunensista, y si aviento la fachenda, o me dan una prebenda, o me soplan de organista». ...
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Para que me hagan Obispo ya tengo lo más andado un apellido he sacado que vale por treinta mil; Delgado dice sutil, Sutil llamaron a Escoto, luego el más rígido voto me hará obispo del Brasil».
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¡Qué lástima que no hubiera un travieso monigote que un sopapo en el cogote con un garrote le diera! ¡Oh fábrica cohetera! Con vosotros, estudiantes, hablo, que sois fabricantes de los truenos del Hucusque, haced que a ese hombre chamusque vuestro fuego de montantes.
Echadle un buen buscapié, un retumbante truenito, un traquitraqui infinito de los que hace Don José. 95 Su moza edad también fue como la vuestra alegrona, y aunque le veis con corona, sabed que está su pellejo hecho una criba, del rejo 100 que llevó su real persona. Si no, vamos a Palacio corriendo, y allí veréis en fojas mil treinta y seis de un escrito o cartapacio 105 sus méritos, que despacio relatando dice así: «Ítem, señor que sufrí por algunas largantinas ochocientas disciplinas 110 con un largo manatí. Ítem más, que como he sido un párroco tan celoso, he impetrado fervoroso cuantos bienes he podido. 115 En el canon no he pedido, en el ad famulos sí, pues en él entremetí en lugar de aquel Indorum, paisanarum, paisanorum 120 del llano en que yo nací». Famosa Madama Anfux ha sido en la Martinica por un licor que fabrica para alegrar el tus tus; 125 pero el Padre ha dado a luz
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uno de más zumbaderas, que entre las gentes llaneras, con alusión a Delgado, es el Patriarca, llamado, 130 de las Indias Guaraperas. Pero, Musa, para el trote en que el Pegaso te trae, mira que, si no, se cae de la silla el Monigote; 135 Con que: adiós, señor Padrote, quien lo dijo ya se fue, y pues bajar no podré sin la venia de esta Audiencia, Alma Parens, tu licencia 140 pido para echarme a pie.
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TEXTO 19 BARTOLOMÉ JIMÉNEZ PATÓN: SOBRE VEJÁMENES, GRADOS Y OTROS ASUNTOS Sin duda uno de los ingenios que más se preocupó por todos aquellos temas relacionados con la universidad y la enseñanza es el dómine manchego Bartolomé Jiménez Patón (1569–1640), autor de una poética de gran éxito, la Elocuencia española en arte (1604, segunda edición en 1621 dentro de la obra Mercurius Trimegistus)1811, donde puso de manifiesto su gran admiración por Lope de Vega1812. Muy probablemente amigo de Quevedo también, por cuanto en su Discurso de tufos, copetes y calvas edita por primera vez uno de sus poemas más famosos, la «Epístola censoria», Jiménez Patón fue hombre muy conocido en la época, entre otras cosas porque se ha especulado que pudo ser maestro del Conde de Villamediana, extremo este que no se ha confirmado documentalmente1813. Su vida transcurrió entre su villa natal de Almedina (Ciudad Real) y la cercana de Villanueva de los Infantes, donde ejerció su actividad de preceptor de gramática1814 hasta el fin de sus días. Jiménez Patón se ocupó fundamentalmente de obras relacionadas con su actividad docente: es autor de unas Instituciones de la gramática y de una Ortografía1815, pero también dedicó otras a la oratoria (El perfecto predicador, 1612) y a la retórica, como la ya mencionada Elocuencia, en la que tiene el acierto de escoger para ejemplificar sus figuras los ejemplos de escritores españoles. Conocido también como traductor de autores como Marcial y Horacio, publicó un buen número de folletos con explicaciones sobre los epigramas y odas de estos. Escribió también una dialéctica en romance, a la que puso por título Instrumento necesario para adquirir todas ciencias y artes (c1605) y que nos ha llegado manuscrita1816. Pero Patón fue también autor de una serie de obras que la crítica ha califica1811 Ha alcanzado por lo menos tres ediciones en nuestros días, la última de Francisco J. Martín. Barcelona: Puvill, 1993. 1812 J. M. Rozas y A. Quilis, “El lopismo de Jiménez Patón: Góngora y Lope en la Elocuencia española en arte”, RLit, 21, 1962, pp. 35-54. 1813 Es idea de E. Cotarelo en su obra El Conde de Villamediana. Madrid, 1886, que –sin aportar más documentación- admiten algunos editores modernos de la poesía de este ingenio. 1814 Una autobiografía del autor puede leerse en nuestro trabajo “Una autobiografía inédita del maestro Jiménez Patón”, en BRAE, LXXIII, 1993, 553-567. 1815 Ambas editadas por Antonio Quilis y Juan Manuel Rozas: Epítome de la ortografía latina y castellana-Instituciones de la gramática castellana. Madrid: CSIC, 1965. En el estudio introductorio que acompaña a la edición, llevan a cabo una investigación biobibliográfica sobre el autor. 1816 Felizmente recuperada hoy, véase nuestro trabajo “Obras perdidas de Jiménez Patón y otros autores en la biblioteca del primer director de la Real Academia Española”, en BRAE, LXXXIII, 2003, pp. 195-253.
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do como «extrañas» porque se dedican a los más peregrinos asuntos, tales como el Discurso de la langosta (1621), donde da ideas para erradicar esta plaga que azotaba la Mancha a principios de siglo, otras como En defensa del estatuto de limpieza (1635), el ya mencionado Discurso de los tufos (1639), con el que quiere erradicar ciertas modas relacionadas con el peinado de la época, o el Tratado del vestir y del calzar (1638), donde critica la moda en el vestuario recuperando la doctrina que fray Hernando de Talavera había escrito mucho antes. Quiso Patón publicar muchas más obras de las que nos han llegado, pero debió de tener problemas con los impresores o, mejor, con las autoridades que no le dieron licencia. Muchos de sus libros llevan aprobaciones diez años anteriores a la fecha de edición, otros nunca llegaron a imprimirse. Entre estos últimos conocemos al menos dos obras: Cátedra de erudición y El virtuoso discreto1817. Él mismo escribió en varios lugares que había recogido toda su producción en lo que serían sus obras completas, los Comentarios de erudición. Esta recopilación recoge, como hemos escrito en otro lugar, un conjunto de obras de variada erudición, entre las que destacan los comentarios a Horacio, Juvenal o Marcial, mezcladas con otras de diversa índole. Una de estas últimas en un discurso donde se trata de responder a cuatro cuestiones planteadas por el protagonista de estos Comentarios, Laminio (que encubre al autor), al asistir a una lección en la Universidad de Salamanca, lugar donde presumiblemente se formaría y donde, es muy posible, recibiría también su correspondiente vejamen al alcanzar su grado de maestro. La de Jiménez Patón es la opinión de alguien que ha sido testigo de vista de varios vejámenes, a la vez que los ha experimentado en carne propia. Además, es el punto de vista de un gramático que se preocupa por indagar la procedencia primera de todas estas ceremonias. Por eso es más interesante, si cabe, leer sus palabras, que vienen a informar de las costumbres mantenidas en diversas universidades de la época. Su profundo sentimiento cristiano, que le hace trascender todas las cosas, le impulsa a justificar los actos de burla de los graduandos y estudiantes como especie de prueba o castigo que Dios manda para evitar la soberbia de sus criaturas. Por su interés, reproduzco el texto contenido en el tomo IV de los citados Comentarios de erudición manuscritos, en parte autógrafos e inéditos, cuya única copia se guarda en una biblioteca particular1818. El texto reproducido ocupa los folios 135vº a 142vº. 1817
Pueden verse los trabajos de J. Garau: “El virtuoso discreto, un libro inédito de Bartolomé Jiménez Patón” y A. Madroñal: “Aportaciones al estudio del maestro Jiménez Patón. (Dos obras inéditas y casi desconocidas)”, ambos en Criticón, 59 ,1993, pp. 67-81 y 83 a 97, respectivamente. 1818
He dado cuenta de él en el trabajo “Los Comentarios de erudición del maestro Jiménez Patón, unas obras completas supuestamente perdidas”, en Bhi, 98, 1996, pp. 385-395.
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MAESTRO BARTOLOMÉ JIMÉNEZ PATÓN: COMENTARIOS DE ERUDICIÓN (c1628). Los vejámenes que se dan a los grados. Osaría yo afirmar que si el primer graduado fue Adán que fue el primer vejaminado. Hízole Dios presidente desta universidad de todas las cosas criadas y diole facultad para que comenzando por la declinación de los nombres se los pusiese, aunque como filósofo, había de considerar la propiedad de cada cosa en el darle nombre. Y habiéndolo graduado aquí de maestro y dotor, porque no se ensoberbezca le vejamina diciendo que si come del árbol de la ciencia del bien y del mal, que tiene de morir; que es decille que lo que tiene le vino de mano de Dios, que de su parte está dispuesto a corrución y a tanta miseria como le sucedió por no ser obediente. Y después desto en todas las ocasiones de honra que el mismo Dios dio a los suyos lo vejaminaba. Había de priviligiar a San Pedro y hacelle vice Cristo de su Iglesia y quería comenzalle a hacer participante de los actos de su divinidad, como lo hizo dentro de seis días subiéndolo al monte Tabor donde asistió a la transfiguración; hale de dar las llaves de su Iglesia, y vejamínale cuando le va subiendo a esta honra con no menos que llamalle Satanás; piden por medio de su madre los dos hermanos silla en el reino de los cielos, y con que se las dio les llama necios en el pedir. De aquí también le quedó a la caballería cristiana que cuando se arma alguno caballero le dan ciertos golpes con una espada como que diciendo que el verdadero caballero es el que por Cristo sufre hasta la muerte. Y porque el cristiano se arma caballero en el sacramento de la confirmación, por eso le da el obispo un golpe en el rostro. Así pues el que se graduare de dotor o maestro sufra aquellos golpes del vejamen con que se enseñe a sufrir y con que quede desengañado de que aquella honra es del mundo que la da y la quita, como dice Horacio, al arbitrio de la voz del pueblo. Y, porque hechos a aquellas burlas, cuando de veras los quieran afrentar, imaginen que todo es burla, como le sucedió a Catón, vejaminado de un hombre bajo que le ponía muchos nombres (al parecer del que los daba inominiosos). Y sepan que deben responder lo que él respondió: –Así como a ti –dice– te es fácil el saber maldecir, a mí me dirá el mal el hacer caso de lo que tú dices. Los romanos hacían estos vejámenes, según dice Horacio en sus Sátiras. Los gitanos, cuando estaban en fiestas y regocijos de mayor sarao, alegría y contento hacían de cera una imagen de un muerto que les representase el fin y les hiciese tener moderación en los pasatiempos acordándose como habían de morir, como toca Marcial. Del gran Saladino se cuenta que cada vez que salía de su casa, con la majestad y grandeza que tal príncipe y monarca acostumbraba, que llevaba una mortaja delante, la cual iba en la punta de una pica, que lle508
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vaba un criado suyo asalariado para esto. De Alejandro Magno dicen algunos que tenía un paje, a quien llamaban paje de memoria, que en amaneciendo todos los días entraba y los buenos días que le daba o el ave de Marcial era decille: «Acuérdate, rey, que eres hombre y te has de morir». El Summo Pontífice Romano, cuando se corona, sabemos que hace se le sinifique la inconstancia de las glorias desta vida, lo mudable y momentáneas que son, encendiendo unas pocas estopas que con mucha brevedad se queman diciendo: «Santíssimo padre, así se pasa la gloria deste mundo». Todos estos actos ¿qué son sino vejámenes y en las mayores honras que el mundo tiene? Pues de aquí vino que en el acto de los grados se diesen vejámenes, los cuales se hacen en diferentes partes por diferentes persona. Porque en esta universidad sino lo dan cuatro, a quien llaman gallos; en la de Alcalá, un dotor graduado; en otras escuelas el mismo que ora en alabanza (lo cual no apruebo porque es impropiedad); en otras un condicípulo; en otras un truhán (y esto también no es muy decente por la disparidad que hay entre los de la fiesta y el truhán). Con lo cual he dicho lo que me ha sido posible respondiendo a lo que por esta segunda cédula se me pregunta. En la tercera se pide el principio de los que dicen vayas o cordelejos que se dan a los novatos que por otros nombre llaman matracas y picones. Y digo que muchos de los antiguos filósofos cuando les traían un dicípulo bajo de su diciplina hacían prueba de su sufrimiento, puniéndolos a la puerta del aula y permitiendo que los demás les dijesen algunos apodos y les ultrajasen con baldones, cordel y gravia, como dice Cicerón. Y si los sufrían con paciencia sin dar muestra de airados decían ser acomodados para el estudio de las letras, que esto es lo que dice Plutarco que solía decir Filemón que no hay cosa más suave ni sonorosa que saber y poder llevar semejantes afrentas con paciencia, principalmente, si se fundan en algunas faltas nuestras y sabemos dende que las oímos enmendarlas; y juntamente otros, viendo las cosas que a estos reprehenden, procuran huillas y no caer en aquellas faltas, por poder libremente decir y no que diciendo a otros les pueden con el mismo dicho dar en cara por ser vicioso en lo que reprehende, como se dice en las Tragedias: El que de llagas que tiene a sana parte no atina a otros da medicina.
De suerte, que porque se haga prueba de su sufrimiento y paciencia se ordenaron estas vayas. Y con ese fin se debían continuar, el cual de parte de unos y otros se pervierte que a saberse aprovechar de la ocasión a los que reciben la vaya sin duda les había de ser de gran provecho, porque fuera tomar el consejo de Esdras y ensayarse a lo que dice: «Disimula el dolor y lleva con buen semblante cualquier acontecimiento» por lo que dice en los Proverbios que es 509
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mejor el que bien sufre que el muy fuerte, y su dotrina y aprovechamiento en ella se conoce en el sufrimiento y oyendo sin responder quedan vencidos los que dan el cordelejo o matraca. Y el Ecclesiastés dijo a este propósito que con esas tentativas se prueban los hombres, como los vasos del barrero en el horno donde se cuecen, guardando el preceto evangélico que no se ha de dar mal por mal, sino bien. Y lo mucho que esto importa dice San Pablo y es que la tribulación muestra dónde hay paciencia, la paciencia es testigo de la aprobación, la aprobación adquiere esperanza y la esperanza sustenta (San Pedro en su Canónica siente lo mismo). Con quienes es cosa cierta conforman todos los sagrados dotores, que por eso no los cito, y los sabios del siglo fueron deste parecer, cuando quisieron hacer prueba de la condición de los oyentes. Deste modo, Valerio Máximo dice a este propósito que llevar con moderación y sin hacer estremo estos actos y tentativas no es otra cosa sino afrentar y vencer a la fortuna y hacelle que vencida se sujete al hombre, que por eso dijo Horacio que nunca en los tales tuvo señorío y Séneca, tratando de las virtudes, dice que es esta la principal porque sin ella no se coge el fruto de las otras. Cicerón en sus Tusculanas dice que esta era la causa de la severidad de los lacedemonios en dotrinar sus hijos y cuenta por la mayor necedad que se puede notar el afligirse y melancolizarse el paciente en estos actos. Dion, en Homero, da a su hija Venus tales consejos; Pítaco amonesta al sufrimiento diciendo que es fácil tenerlo y más durando tan poco tiempo; Menandro da por testimonio de que es verdadero hombre el llevar esto en risa; Plauto lo juzga por locura, siendo fuerza no tener discreción para disimularlo; Virgilio afirma que, a no tener constancia los troyanos en sufrir los trabajos que en la larga navegación les sucedieron, no gozaran de la gloria de la tierra de Italia; Ovidio facilita estos precetos por estas palabras: Sonlo y parecen duros mis precetos, mas ¿por sanar, quién no sintió dolores? Toma el enfermo una purga amarga, forzado, y yo no llego a la comida. Tú por salvar el cuerpo te dispones a sufrir el cauterio y la lanceta y no te atreves a lavar el rostro; con ser el alma parte aventajada te escusas de sufrir alguna pena. Es muy triste la entrada de nuestra arte y son de gran trabajo estos principios como al novillo el intentar domallo y querer poner freno al fiel caballo.
Nótense aquellos dos versos que dicen todo nuestro pensamiento muy sustanciado y dan muy claro el fundamento de nuestra respuesta diciendo: 510
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Sed tamen est artis tristissima ianua nostrae et labor est unus tempora prima pati.
Con lo cual, se hace claro el porqué se ha permitido siempre en las escuelas esto. Cuándo comenzasen los grados. No osaré yo afirmar con determinada certeza el tiempo aunque sí me atreveré a alucinar algunas cosas, de que se pueda hacer probable conjetura, poco más o menos. Ni pienso yo que hay mucha más certeza en las invenciones de las demás cosas, y procede esta duda y confusión de que cuando las cosas (aunque sean nota[b]les) tienen principio hay pocos que sean curiosos en apuntar aquello para adelante y, como cosa a todos comunicada, dejan de escribirla unos por otros. De aquí vino que muchos, que no fueron sino reformadores o restauradores de algunas cosas, han sido tenidos por primeros inventores. Muchas cosas hay ahora notables en el mundo que se han de perder, y su modo y traza, que será de gusto, aun con noticia confusa a nuestros sucesores, oíllas. ¿El gobierno de Roma, por qué hay duda en muchas cosas dél, sino porque entonces no las escribieron los que vivían, sino cuando se hubieron acabado quisieron algunos resucitarlo en sus historias, lo cual no hicieron con la certeza que convenía, por hacerlo por mancas y no muy ciertas relaciones? El que hoy tiene España en número de consejos y oidores, audiencias y jueces, nadie lo pone en historia, y si cesase no tiene menos curiosidad y erudición en sí que el de los romanos; lo cual perecerá porque los historiadores no escriben sino de cosas antiguas de que han de hablar forzosamente muy en duda. Por esta misma ocasión, ignoramos la certeza de lo que se nos pregunta y no se tiene de otras muchas cosas que fuera gran curiosidad y erudición tenerla. Lo que mas puedo decir es que aunque las escuelas son tan antiguas en el mundo como de otros se sabrá, esta manera de premios que dice grados en los letrados no lo es tan cierto. Lo que es el nombre de maestro y dotor la misma antigüedad tiene que las escuelas. Mas este nombre se daba con el oficio de enseñar, y no por grado. Bien es verdad que no permitía enseñar al que no tuviese1819 suficiencia para ello. Y dejando la escuela seglar, digo la de los filósofos gentiles, en la nuestra católica, digo la sinagoga de escritura y iglesia de Grecia, habrá no menos que en ella ejemplos. En el Deuteronomio manda Dios juntar por todas las tribus los dotores della; en el Paralipomenon, Ecclesiastés, Esaías, Joel. Por San Mateo se dice cómo llegó un dotor de la ley a tentar a Cristo. San Pablo, haciendo 1819
Escrito encima de “tenía”, que no está tachado.
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división de los miembros de la Iglesia, dice cómo dellos son dotores. Del nombre de maestro hay muchas más autoridades y todas declaran lo que este nombre tiene pues fue el que tuvo Cristo mientras anduvo en el mundo y del que más se precia. Y también hace estimación del de precetor, que considerada la fuerza de su sinificado, es lo mismo que dotor. Y nótese que el Evangelista que más le nombra con este nombre de precetor es San Lucas, como se verá leído con atención, de suerte que, antes y después de la venida de Cristo al mundo, muchos tuvieron esos nombres y en él particularmente estuvieron muy sublimados. Mas, muchos años después, comenzaron a darse solos por premios con la solenidad que en estas y otras escuelas vemos y se hace dellos la estimación que quien quiera habrá considerado. Pienso yo, que su principio lo tuvieron en las escuelas de París, las cuales se fundaron, según cuenta Jacobo de Colomna en su Historia y refiere fray Antonino de Florencia en la suya, y pasó desta suerte: en tiempo de Carlo Magno, Alcuino, de nación inglés, fue enviado de sus reyes a Francia a tratar de paces con Carlo Magno, el cual le recibió haciéndole mucha honra, tanta que le obligó a quedarse en Francia. Era hombre muy docto y de muy buena vida. Este, pues, fue instrumento para que las escuelas que, después de haber acabado la gloria de las de Atenas habían fl[oreci]do en Roma, se trasladasen a París, y fueron fundadores dellas cuatro monjes dicípulos del venerable Beda, el uno fue este Alcuino y los otros tres Rabano, Claudio y Juan Escoto. Aunque la historia de aquel reino dice que fuéronse los dos, y es que dos vinieron y Alcuino y otro estaban allí. Los que vinieron por providencia divina fue concertado su viaje porque las letras andaban muy de caída. Y ordenó Dios Todo Poderoso que aportasen aquí dos monjes escotos de Hibernia con los mercaderes de Bretaña o Inglaterra, hombres dotos en divinas y humanas letras. Y, cuando la gente iba a las naves a ver las mercadurías que traían para comprar, ellos no hacían sino dar voces diciendo: «Quien quisiere comprar sabiduría véngase con nosotros, que nosotros la vendemos». Los que lo oyeron dieron la nueva a Carlos rey de lo que aquellos hombres decían, el cual los mandó llamar y preguntándoles qué vendían dijeron que sabiduría. Y diciéndoles qué querían por ella, dijeron que lugar acomodado y ánimos dispuestos a querer deprender y los alimentos necesarios para pasar la vida sin ninguna demasía sino con mucha moderación. Viendo esta buena ocasión, el rey era aficionado a letras y recibió mucho gusto. Apretole cierta ocasión de guerras, mas aunque deprisa ordenó que se le diese lo necesario y que se asentasen las escuelas; aunque después envió el uno dellos a Italia a que fundase otra en San Agustín, junto a la ciudad de Ticino. En esta ocasión se dice que a la fama de Carlos vino Alcuino o Albino y, como era tan gran letrado, lo recibió el rey y no le dejo volve[r] hasta 512
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que murió. Esta escuela en sus principios comenzó al modo de las antiguas, mas procurando su aumento luego dieron traza los dotores, maestros o precetores dellas de buscar artificios con que aficionar a los estudiantes a que se aventajasen en el aprovechamiento. Y de las invenciones que intentaron fue una la de los grados, de quien hoy tratamos y de quien es el menor y que primero se recibe es el de bachiller. Grados se dijeron de gradus en latín que quiere decir «escalón» y el primero es el de bachiller, en latín baccalaureus, el cual se dice así (según Prateio y conforma con Alciato y aun dice ser sentencia de Paulo, jurisconsulto, por ser autor desta ley) de bacca laureo, como que premiado con ramas de laurel. Esta denominación no le agrada a Luis Vivas, el cual en muchas partes la refuta diciendo que muchos nombres se trasladaron de las cosas de Inglaterra a las de escuelas y así se trasladó este. Como Tiro quiere decir propiamente el soldado bisoño y se pasa a sinificar por metáfora el principiante en los estudios. De la mesma manera baccalareus dice que es nombre francés por el cual se sinifica el que en cosas de la guerra se halló alguna vez en alguna batalla, por esto llaman bachiller al que en la justa literaria hace la primera muestra de su suficiencia ante los esaminadores, y me agrada esta denominación. A estos en la facultad de Artes se les da licencia para poder interpretar las obras de Aristóteles y poderse oponer a cátedras dellas; en la Medicina, para curar, aunque las leyes de reformación quieren que después de graduados de bachilleres tengan dos años de prática con algún médico docto; en la de Leyes y Cánones para abogar acusando y defendiendo y para poder sentenciar, y se hacen capaces para oposiciones de algunos beneficios que otros piden ser licenciados, otros dotores. A estos bachilleres en Leyes llama Justiniano lytas, digo a los que gozaban desta facultad de abogar y ser jueces antes que en escuelas se dieran grados, y antiguamente se daba a los que habían estudiado tres años. Ahora se ha reformado en cinco cursos seis meses cada año, y aunque fueran todos los doce no dañara, cuando eran los tres añadían uno de pasantes. Ahora algunos les juntan dos y los más ningunos y llamábanse litas, de lytai, verbo griego que quiere decir «desatar»: como que hasta entonces habían estado atados de suerte que no podían determinar cosa y entonces quedaban libres para lo que hemos dicho. Dellos dijo Juvenal: Qui iuris nodos, legumque aenigmata solvat. El que suelta y desata el nudo estrecho y las escuridades de Derecho.
Y, aunque Turnebo dice que no dicen bien porque Juvenal no entiende sino de los muy doctos, no tiene razón pues debía saber que las palabras en la definición no es fuerza que digan el acto sino basta que se entiendan en 513
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potencia y sino de hecho de derecho, pues, según regla del mismo, aquello podemos que podemos por derecho. El segundo grado es el de licenciado. Este nombre se daba antiguamente a los que, habiendo estado los tres años Derechos y pasado uno, se les daba licencia para abogar al cuarto año de estudios de Derechos, tres en escuelas y uno en sus casas, como la misma ley disponía. Estos se llamaban prolytas. Así lo entiende Esiquio. Ahora no se aguarda esta licencia después de pasantes, sino en siendo bachilleres se la toman, gradúanse de licenciados en Artes al cuarto año, o al menos pueden graduarse, sujetos a esamen con aprobación o reprobación de Medicina y Leyes a dos años de pasantes, después de bachilleres; y lo mesmo en Teología. En este grado se les da licencia para poderse hacer dotores o maestros, y así no se hacen otros actos, esámenes, ni alfonsinas que las que se hicieron para licenciados, sólo se añaden algunos dineros para las propinas, que se aumentan. Y de aquí es que, casi siempre, se reciben juntos ambos grados y se dicen, aunque son de dotores, primero y segundo en licencias. Así lo dice Luis Vivas en los lugares citados. Dotores o maestros son los que alcanzan el sumo grado en cualquiera destas facultades. Entre estos dos nombres no hay diferencia más del uso. Consta esto claramente de las Partidas del rey don Alonso, donde dice estas palabras: «La ciencia es como fuente de la justicia y aprovéchase della el mundo más que de otra cosa, e por ende los emperadores que ficieron las leyes otorgaron privilegios a los maestros de las escuelas en cuatro maneras. La una: ca luego que son maestros han nombre de caballeros e de maestros e llamáronlos señores de leyes. La segunda es: cada vegada que el maestro derecho venga delante de algún juez que esté juzgando, débese lebantar a él y servirle y recevirle que sea consigo. Y si el judgador contra esto ficiere, pone la ley por pena que le peche tres libras de oro. La tercera es franca entrada para entrar donde quiera aunque sea hablar a príncipes. La cuarta que sean libres de todo pecho, y aún les da esta ley onrra de condes». Trátase desto en la Nueva recopilación, en la Clementina y otros autores a la larga. Particularmente de que es lo mismo maestros que dotores lo prueba el título de la ley citada de las Partidas. En la facultad de Artes siempre y dondequiera se llaman maestros; en la de Medicina y Leyes, dotores; en la de Teología hay esto que en estas escuelas –aunque sean clérigos– gustan de llamarse maestros; en Alcalá y las demás escuelas, dotores; en todas las religiones, maestros. Tienen muchas esenciones, inmunidades, privilegios, los que yo no puedo referir y será fácil ver en los buleros apostólicos y gracias de reyes hechas a las escuelas. Y como la Antigüedad procuró premiar a los soldados en los hechos que hacían dignos de algún premio con la honra del triunfo, que era la fama, y 514
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la ovación, que era triunfo menor, con aquella diferencia de coronas que a la larga refiere Aulo Gelio en sus Noches Áticas; también a los insignes en letras procuró dar alguna manera de premios honrosos. Y, dejando los que en particular se dieron a algunos filósofos oradores, poetas, así de hacienda, como de estatuas y estimación, la más recebida era laurear a los poetas o con ramo de laurel o de yedra, como infinitud de veces lo toca Horacio y otros poetas. Y la razón porque con estos árboles más que con otros es porque son árboles inmarcesibles que en ningún tiempo se marchitan, símbolo de la inmortalidad y de sus obras, como lo toca Pierio en sus Jeroglíficos. Y porque Apolo y Baco, a quien eran dedicados, eran los dioses desta facultad poética. De Apolo y su laurel todos lo saben; de Baco y la yedra mejor que otros lo dice Horacio en tres o cuatro Odas, una Sátira y otra Epístola. De aquí también quedó en Italia el laurear los poetas como sabemos le sucedió a aquella féniz de su tiempo en único ingenio, Francisco de Petrarca, que a un tiempo le enviaron a llamar de Milán y Roma para laurealle y al fin se laureó en Roma. En España no sé que esto se use, mas llamamos poetas laureados a los que en justas literarias, en cortes y universidades se dan aventajados premios. En vez del laurel y yedra y de las coronas de los soldados antiguos, dan a nuestros maestros o dotores borlas y capirotes de tal o tal color: al jurista colorado, al canonista verde, al médico amarillo, al filósofo azul, al teólogo blanco. El dar borla y capirote es a imitación de los antiguos que, en señal de libertad, daban al esclavo un bonete el día que le ahorraban. Y, particularmente, el color blanco entre ellos era jeroglífico de la libertad y, por eso, en la muerte del deudo o amigo, como toca Plutarco en sus Problemas, se vestían de blanco: como que decían que salvan del cautiverio y esclavitud deste mundo, que con más acierto la Iglesia hace dando nombre de nacimiento o de libertad la muerte de sus santos, porque aquel día se nacen para Dios y se libran de la cárcel del cuerpo, como dice Cicerón en el Sueño. Pues porque, según el mismo en sus Paradoxas, sólo el sabio es libre, y a los tales graduados se les da el grado con este título de sabios en señal de que gozan de la libertad mediante la sabiduría, les dan estos bonetes, capirotes o borlas. Véase a Joan Andreas en el prólogo sobre las Decretales acerca desto, y porque, aunque para el mundo quedan libres los tales sabios, porque las demás facultades son siervas de la Santa Teología; por eso le dan a ella el color que con más propiedad la sinifica, y también porque es virgen santa y desto es este color símbolo. El verde del canonista lo es de la esperanza de la salvación, que mediante el gobierno de su autor, que es el Sumo Pontífice, esperamos. Lo colorado de las leyes lo es de la justicia que deben administrar no perdonando, si necesario fuere, el derramar sangre. Lo amarillo del médico es denotando el efeto de las enfermedades, a quien llama 515
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amarillas y descoloridas Virgilio. Lo azul del filósofo es también por el sujeto, porque aunque el cielo y mar no tiene color, el aparente es azul, y porque del cielo y lo en él contenido (que es la máquina del mundo) trata su ciencia, le da en este color que lo representa. Esto es lo que se me ofrece en satisfación de las cuatro cédulas, bajo de la correción de la Iglesia y doctos, a cuyo parecer como mejor me sujeto. Notando que el anillo precioso que les ponen en el dedo sinifica cómo aquel día se hacen verdaderos esposos de la ciencia que con tan largos trabajos y vigilias han alcanzado.
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ÍNDICE DE NOTAS A LOS TEXTOS (El número remite a la nota correspondiente. En el caso de los nombres de doctores y algunos de lugar, doy entre corchetes y abreviado la universidad )
año (a años mil...), 770 Abarca, 123 abarrisco, 1121 Abaunza, doctor [Sev.], 1348, 1372 abc, 338 abemolarse, 1524 abolorio, 728 Ábrego, maestro [Lima], 1144 aceituna (-zapatera), 585 acicate, 408 acontentarse, 756 adahala, 274 adalguno, na, 689 adbogado, 666 Adivina quién te dio, 306 Adonis, 1323 Aeta, Marcos de [Sev.], 1630 afrontarse, 319 agahar, 1476 agalla, 1327, 1648; (quedarse de la -), 1326 agua (- de trébol), 714; (de – y lana), 1602; (lavarse con un -), 1548 agua fuerte, 1713 aguacil, 679 aguardo, 1491 Aguilar, doctor [Lima], 1140 ahuelo, 262 aire-donaire, 348 alajús, 492 Alarcón, Diego de [Alc.], 497 Alarcón, maestro [Sev.], 1407 alba, 403; (a romper el -), 1767 Alba, duque de [Alc.], 516 Albaida [Sev.], 1529 Albanio, 523 albarda, 1315; (matar más que una -), 582 albéitar, 1155 albeitería, 233 Albis [Sev.], 895 alcabusí, 985 alcacer, 317 alcagüete, 1114 Alcalá, duque de [Sev.], 873
alcándara, 227 alcanzado, da, 1618 alcarraza, 598 Alcaudete, conde de [Sev.], 856 Alcivia, doctor [Méx.], 1715 Alcocer, Sebastián de [Lima], 1200 alcorán, 767 Alexandro, Alexander de, 1086 alfeñique, 1052 Alforjilla, 900 alforza, 1006 algebrista, 1365 algusema, 991 alindado, 1018 aljófar, 541 alma (-del cielo), 597 Almirante [Sev.], 876 almirón, 1603 almud, 1374 Almunia de doña Godina [Zar.], 729 Altamirano[Méx.], 1718 alto (tres altos), 1321 alunado, 316 Alloza, doctores [Lima], 1112 Alloza, Jaime [Lima], 1113, 1211 Alloza, Rodrigo [Lima], 1213, 1218 amatista, 1731 ametalado, da, 326 amigo (los amigos son para las ocasiones), 1329 amotacén, 1030 ampolleta (apurar ampolletas), 1511 amusgar, 1098 Amusgo, doctor [Lima], 1134 Amusgo, maestro [Lima], 1146 anaglifa, 981 ancho (se da tantas en– como en largo), 1642 andador, 681 Andosilla, doctor [Sev.], 905 Andrada, doctor [Tol.], 606 Andújar, barranco de [Sev.], 891 Ánglico, Bartolomé, 318
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Anguiano, doctor [Alc.], 493 Angulo, Diego de [Sev.], 1362 Angulo, doctor [Tol.], 607 Angulo, Pedro de [Sev.], 1378 ánima (hecho – en pena), 1461 antipara, 307 antojo, 1271, 1574 antojos, 439 Antolínez, maestro [Sal.], 424 antruejo, 341 antuvión (de -), 1331 anublarse, 1675 aojar, 1324 aparrado, da 1556 aparroquiar, 387 aposiopesis, 976 Apuleyo, 1038 Aquí yace el mal logrado..., 783 arador, 709 Aramburu, Juan [Lima], 1071; -harán burro; 1201 arate et cabate, 241 Arco de la Nao, 794 Archelausa [Arcalaus], 1003 archimico y protomona, 1013 ardila, 728 argentería, 1089 Argillur, doctor [Zar.], 699 Argos, 1419 Arias Maldonado, Juan [Sev.], 1546 arma (- doble), 1344 armador, 1770 arrendar, 1519 arriscado, 1197 artura-hartura, 1756 asador (regoldar asadores), 1638 asentista, 1360 asgar, 1690 asir, 1497 asno (caer de su -), 285 aspado, 1636 asperges, 1210 astricto, 682 atendite, 685 atestado, 1302 atorzonarse, 707 atraillar, 295 atronar, 1455 Aulo Gelio, 289
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Ávila, Antonio de [Alc.], 518 Ávila, Luis de [Lima], 986 ayuda, 1761 azabache, 1722 azafrán (- rumí), 989 Aznar, Jaime [Zar.], 731 azúcar (-cande), 1085 azul (el que quiera – celeste...), 1765 baboso, 466 badajada, 1388 badea, 1397 bailar (otro que peor baila), 1209; (otro que bien baila), 1621, 1771 bailío, 530 bajío, 924 balandrán, 257 Báñez, fray Domingo [Sal.], 375 Barajas, conde de [Sev.], 888-9 barata, 1076, 1654 barba (echar la – en remojo), 1525; (venirse a las barbas), 1640 barbacana (-de la fortaleza real), 852 Bárbara, 1608 barrachel, 527 barranco (dar en -pardo), 959 barreno, 1421 Barrientos, maestro [Sev.], 1652 Barriga (estar con la – a la boca), 1377 Básquez, Juan [Lima], 1171 bastimento, 878 baúl (- de berra), 712 bayeta, 509 baza-basa, 1708 Basán Pedraza, Francisco [Córd.], 1749 Becerril, doctor [Lima], 1150 becoquí, 412 bedel, 1414 Bejarano, doctor [Lima], 1108, 1136 Belarmino-bel armiño, 1165 Belilla, 1669 Belmonte, marqués de [Sev.], 886 Benacazón [Sev.], 1529 Benavides, Bartolomé [Lima], 1148 berenjenal (empeñarse en un -), 1516 Berlanga, doctor [Sev.], 1352 Bermúdez, maestro [Lima], 1137 Biblia, 237, 239, 240, 242, 271, 306, 308, 320-1, 323-4, 334, 336, 345, 347, 385,
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390, 400, 496, 513, 861, 1160-1, 1125, 1130, 1782-4, 1786, 1790, 1797-9 Bitonto, 454 Blasco, Martín Francisco [Zar.], 656 boato, 658 boca (-del lobo), 1439; (hablar por – de cántaro), 1322; (calentarse la-), 1543 bocado (a buen – buen grito), 1103 bodoque, 1391 bofe, 634 bohordo, 1099 Bolaños, doctor [Sev.], 1328, 1387 Bolívar, doctor [Alc.], 499 bonete, 854; (hasta tente -), 1307 Bonifaz, Gaspar [Sev.], 899, 901 boquera, 757 borceguil, 255 borlar, 1711 Borotelano [Rafael Volaterano], 1060 bozal, 276 brial, 250 brida (a la -), 1542 Brizuela, Juan de [Méx.], 1699 broquel, 287 brujulear, 1143, 1330, 1589 Búcar, 851 bucólica, 1531 Buen compadre Gómez Arias, 267 buey (-mudo), 1520 buñiga, 1179 buñuelo (a freír buñuelos), 1750 bureo, 677 burra (irse la – de vacío), 1333 burro, 1418 cab de gaitas, 683 cabe (-de paleta), 1021 cabello (en -), 343; (traer por los cabellos), 1457 cabeza (dar de-), 1450; (poner algo en la -), 1774 Cabeza del Buey [Sev.], 1500 Cabrera de Córdoba, Luis, 538 Cabrillas, 1490 cacomiztle, 1719 caimán, 1661 cairel, 695 Caistro, 1287 calabaza (dar calabazas), 1611
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Caldera, doctor [Sev.], 1269 Calderón, Púrpura de la rosa, 1091 caliente (ande yo -...), 955 calvatrueno, 1521, 1671 calvo, va, 1336 calzón, 965 calle (traer por la-), 303 cámara, 903, 1382 Cambray, 1053 camisa, 973 campana (- de Vililla), 733 Campi, doctor [Zar.], 796 cancel, 1277 candela, 642; (hasta matar candelas), 1357 candil (-de garabato), 1384 Cano de Santallana, Juan [Sev.], 1334 cántaro (a cántaros), 1294 Cantillana, conde de [Sev.], 901 capadillo, 1226 capilla (hasta tente -), 1306 capillejo, 1032 capirote, 226, 293, 346, 544, 961, 1061, 1124, 1312, 1641 capitolio, 449 capón, 503, 1526 capote, 1153-4 cara (-de pascua), 869 Carabajol [Sal.], 415 caracol (no vale dos caracoles), 1566 caracoleta, 717 cara-hogaza de pan, 1517 carapuza, 256 Carbi, micer [Zar.], 703 Cardano, Jerónimo, 1082 Cardenal Infante, 840 carena, 1004 carey, 1660 Carlos, infante, 839 carnicero, 342 Carpio, Bernardo del, 1100 Carpio, marqués del [Sev.], 881 Carranza, Jerónimo, 704 Carrillo, abad [Zar.], 688 Carrillo, Jerónimo [Zar.], 657 carroza, 1117 carta (-nova), 725 casa (huela la – a hombre), 1217 Casaos, Francisco de [Sev.], 1369 Casas, maestro [Sev.], 1308
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cascabel, 1313 cáscara (no hay cáscaras), 1757 Casio, 645 Cassiodori, Flavii Aurelii, Variarum, 1791 Castel Rodrigo, marqués de [Sev.], 872 castellano, 273 castillejo, 1735 Castillo, Juan del [Sev.], 912 Castillo, maestro [Sev.], 1386 Castrillo de los Ajos [Vall.], 232 Castro, Andrés de [Alc.], 534 cátedra (quítame allá esas cátedras), 1296 Catón, 213 catredal, 1074 Cats, Jacobo, 1035 cedacero, 315 Celestina, 755 Celorio, doctor [Sev.], 1558 celos, 1128 Celso, Cornelio, 906 censal, 727 cequia, 706 cerner, 1617 cerote, 631 cerquillo, 1501, 1505 cerradero, 1564 certamen [Alc.], 490 Cervantes, 755, 1199; Novelas ejemplares, 1169; Quijote, 1288 (Vid. también Vidriera y Sancho Panza) Céspedes, Juan de [Sev.], 1541 chabacano, na, 623 chacarilla, 1001 chamorro, 533, 552 chancleta, 1009 chanflón, 1510 chapa (de chapa), 1268 chapín, 1212 chaquira, 1065 Chavarría, doctor [Sev.], 1622 Chepito, 1733 chichi, 1732 chiflar, 1187 chilindrón, 1473 chinela 859 chipi chape, 305 chirimía, 554, 333 chirivía, 283; (-chirimía), 333 Chuquisaca, universidad de [Lima], 1235
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Cicerón, 671 Cid, 851 cielo (subir al – sin escalera), 248 ciervo, 1644; (-de Dios), 1643 cima (por -), 1499 cimbria, 1127 cimera, 1118 cisco, 1549 cisne, 540 ciza, 1739 Clarior pos nubila Phebus, 1785 claro (de - en -), 1631 Clavero, doctor [Lima], 1145 Clicie, 1696 cobertera, 410 Coca, maestro [Lima], 958, 1110 cocar, 1008 coco (guarda el-), 1020 Cofradía de San Ibo [Zar.], 785 cofre, 1562 Cognato, Gilberto [G. Cognati], 1073 cogujada, 469 coima, 1123 cola (-de golondrino), 420 colación, 542, 1599 Colegio de San Martín [Lima], 1033 cólera (cortar la-), 1452 coleto, 971 Colonia, doctor [Tol.], 591 Colubio, Pedro [Petri Colvi], 978 coma, 1624 comedir, 805 comidilla, 1760 comilitón, 1451 Como te tienes en tan poco, 1587 comunicar, 1393 Comunidades, 243 concedo, 1596 Contreras, Diego [Sev.], 1264 Contreras, Pedro [Sev.], 892 Contreras, Sebastián [Sev.], 893 copete, 547, 1466, 1716 Corbacho, doctor [Lima], 1157 Corbacho, maestro [Sev.], 1607 corcho, 468 cordellate, 968 Coria, 1677 corocha, 224 coroza, 294
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Corpus, 438 Corral del Conde [Sev.], 1552 corriente (- y moliente), 747 corro (echar en el -), 526 Corro Carrascal, Rodrigo [Sev.], 1681 cortar (-de vestir), 1769 corvina, 1106 Covarrubias [familia], 644 Crisipo, 1002 crisólito, 1742 cruz, 1484, 1487 cu tilde que, 467 cuartana, 1408 cuatro (de a -), 639 cucharada (dar su -), 744 cuello, 690 cuenta (con – y razón), 229, 1646 cuento (- de cuentos), 1613 Cuesta, Juan de la [Sev.], 1653 culto, 691, 694 Curiel, Juan Alonso [Sal.], 374 curto, 715 cutis, 907 cuy, 1068 Cuzco, universidad de [Lima], 1234 danza (ande la -), 1547 dar (donde las dan las toman), 1102; (dé donde diere), 1615 dari, 1597 de jure jurando, 800 de tironibus, 802 Decretales, 215 decuria, 1062 dedo (tener los dedos en los ojos), 1186 dejar (no dejará mentir), 898 délfico, 1695 Delgado, Pedro [Sev.], 1470 Demócrito, 218 descalzo (-con guantes), 1273 desierto (predicar en-), 590, 1706 despechado, 1736 despicarse, 1740 deuda (tener deudas), 1454 Deza, maestro [Zar.], 801 días-Díaz, 1702 dichero, 1568 dieta, 1559 Díez, Pero [Zar.], 771
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difinidor, 1023 dijes, 855 Diocleciano, 1651 Diógenes Laercio, 300 Dios (a quien - le diere...), 1579 divertir, 721 dividir, 857 domar, 1341 doncella, 676 dote, 1649 dula, 705 electro, 1282 Eliano, 1040, 1051, 1083 Élida, 1059 embirretar, 329 emboque, 1738 emborrizado, 1402 empacho, 435, 1762 empatar, 1687 empegado, da, 624 empeine, 1017 empiolado, 304 En forma de romeros, 579 encalvecer, 1704 encamisado, 1768 encia, 440, 512 endioclesianarse, 1522 enemigo (quien es tu -), 223 engualdrapado, 311 enjalma, 894 enneronarse, 1522 Enríquez, maestro [Sal.], 417 ensamblador, 1659 ensillado (-y enfrenado), 310 equo, 665 Erasmo, 221, 1035 Eridiano, 1280 errar-herrar, 1358 escampar (ya escampa), 1600 escarapela, 1508 escotolar, 701 escriturario, 1469 Esopo, 264, 1096, 1196 espalda (hacer espaldas), 1667 espantaperros, 1468 espelunca, 762 Espino, maestro [Sal.], 419 Espinosa, doctor [Sal.], 422
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espongioso, sa, 1729 Esquilache, príncipe de [Alc.], 511 ; [Sev.], 871; [Lima], 997 esquinecia, 1175 Esquivel, maestro [Lima], 1027, 1109 estambre, 254 estameña, 967 estanco, 1029 estantigua, 1291 estar (ya está donde nos espera), 1628 estatuto de [limpieza de sangre], 549 esterar, 1637 estítico, 1647 Estrada, doctor [Méx.], 1724 estudiante (-de pío pío), 1122 Eunica, 1079 examen-vexamen, 214 Ezquerra, Hernando [Zar.], 798 Fabula Saturni, 1754 Faetón, 1279 Faetonte, 1698 Falconi, doctor [Lima], 1138 familiar, 1465 Fanlo, micer [Zar.], 752 fardo, 884 fascinación, 1721 Felipe II, 834 Felipe III, 488 Felipe IV, 502, 835-6, 1284 ferrete, 260 Fiera Bras, 1319 fiesta (- de inocentes), 587 figura (levantar -), 1493; 1590 filete, 1054 filigrana, 1563 filisteo (ser un -), 1703 firme (más – que la Peña de Martos), 764 flamenco, 980 fleumón, 711 Florencia, padre [Alc.], 536 Flores, Francisco de [Sev.], 1685 Flores, Pedro de [Sev.], 1433 folías, 1620 Fonseca, Juan de [Sev.], 864 Fontanilla, doctor [Sev.], 927 forcejar, 1527 Fortunio, micer [Zar.], 786 Frías, maestro [Sev.], 1429
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friolera, 1170 frionera, 1515 frisón, 1509 frontal, 1551 fruslera, 453 fuente, 1176 Fuster, maestro [Zar.], 737 galajía, 1727 Galván, doctor [Lima], 1139 Galve, conde de [Alc.], 508 Galves [Tol.], 626 gallear, 592, 1049, 1158 Gallegos, maestro [Sal.], 426 gallina, 495, 498 gallo (entre gallos y medianoche), 974 gamba (a -), 915 García Prieto, Tomás, 1666 Garcilaso, 520, 1014 garnacha, 265 gato (buscar tres pies al -), 247; (ni gato ni perro bermejo), 1561 gavilán, 543 Gayo, 669 Gazo, doctor [Zar.], 661 Gelio, Aulo, 667 gente (-del gordillo), 279 gigante (-del Corpus), 1265 Gigantones [entremés], 995 gigote, 929, 1398 Ginebra, 769 Girón, Fernando [Sev.], 850 Godoy, Francisco [Lima], 1151 golilla, 1028 golondro, 444 gollorías (pedir-), 272 Gómez, Francisco [Sev.], 1609 gomia, 1304 González Aguayo, Diego [Sal.], 365 gorgorán, 595 gorja (de -), 1167 gota (-coral), 330 Gracián, Criticón, 837; Héroe, 838 gradito, 1580 grado (ni – ni gracias), 954 granazón (a-), 1570 granjería, 749 gregüescos, 966 guadamacil, 782
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guadamecí, 972 Guadarrama, 1535 gualdado, da, 1126 guano, 507 guedejas, 923 güero, ra (salir güera una cosa), 1480 Guevara, Avisos, 1174; Epístolas familiares, 1119, 1180, 1192 Guevara, fray Juan [Sal.], 379 güevo (sorber como -), 922 guiñar, 1437 guisque, 1477 Guzmán de Alfarache, 755 Guzmán, Enrique de [Alc.], 504 Guzmán, Fernando [Lima], 1022 haz, 447 heliotropio, 1737 Herbaes, maestro [Lima], 1162 herberizar, 718 Herodes, 1581 hiciendo (hacer), 696 Hidalgo, Diálogos de apacible entretenimiento, 401 Hierro, Felipe del [Sev.], 1679 higa, 992, 1725 higo (no dársele un -), 1557 Historia del emperador Carlomagno, 399 hoja (desdoblar la -), 1225 hongo, 470 hopa, 1204 Horacio, 220, 1781, 1792, 1787 horma (encontrarse con la - de su zapato), 1773 hornero, 735 Horologium...beate Brigide, 308 Hospital de la Sangre [Sev.], 874 Huerta del Rey [Sev.], 1593 Huerta, doctor [Lima], 1111 humero, 1318 hurucar, 702 ignaciana, 1779 in puribus naturalibus, 253 incurso, 1507 Indias, patriarca de [Sev.], 863 indicante, 1764 indigesto-Digesto, 1434 Infantado, duque del [Sev.], 848
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información (- de limpieza), 846 inmoble, 1697 inocente, 594 Insausti [Sev.], 895 Institutionum Justiniani, 297 ivierno, 960 jacobino, 1203 Jaén de Bracamoros, universidad de [Lima], 1236 Jaén, deán de [Sev.], 866 jáquima, 1163 jaropado, 288 Jiménez , Francisco [Sev.], 1438 Jiménez, doctor [Sev.], 1290, 1354, 1356 Jiménez, maestro [Zar.], 776 jinete (-de la costa),450 Juan (-de buen alma), 620 Juanelo, 505 Juárez, doctor [Lima], 957 jubón, 970; (-de azotes), 1224 juego (va de -), 686 juicio, 1751 Jumela [Tol.], 626 Luna Mariscal, Jerónimo de [Sev.], 1673 juncia (derramar-), 529 Lactancio, 1048 Ladrón de Guevara, [Lima], 1223 lambicar, 1436 lamer (todavía queda que -), 1633 Lampridio, 291 lana (ir por – y volver tresquilado), 1183 Lanajas, doctores [Zar.], 736 lance (de -), 578 largar, 1734 Lasarte, Agustín [Alc.], 487 Lavana, Juan Bautista [Sev.], 911 leche (en -), 636 Ledesma, Alonso de, 1014 leña (hacer -), 1605 León, Juan de [Sal.], 373, 418 letra (-de escolástico), 476; -R, 296, 337 Ley Julia, 216 Lezama, Josef de [Sev.], 1416 libramiento, 328 lilau (tanto -), 660 limo ( -nada), 1537 limo terrae, 1536 Linares, cuesta de [Sev.], 858
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Loaísa, García de [Alc.], 501 locura- lo cura, 1710 López de Gómara, Historia de las Indias, 738 López de Haro, Alonso [Sev.], 919 López Galván y Malo, Juan Antón [Zar.], 789 López, Pedro Luis [Zar.], 803 Losa, Antonio de [Sev.], 896 Luciano, 1046 lucífero, 693 luna (-con cerco), 414 Luna, maestro [Sal.], 370 macalindón, 1000 Macías, 1063 madeja (- sin cuenda), 1207 madroño, 456 maestro (-de ceremonias), 680 Magalona, 1373 Magos encantadores [entremés], 1967 mal (del –de lo menos), 327 malconcinado, 340 Maldonado, Hernando [Lima], 953; (– mal donado), 1019 malmaridada, 1301 malogro, 1300 manifestar, 797 manjar (-blanco), 269, 339, 633 mano (- a -), 1567; (-de tejón), 993; (ir a la -), 1166; (en manos está el pandero...), 1604 manteca (- de Flandes), 1656 manvacío, 1182 máquina, 539 marca (de – mayor), 1530 Marcial, 384 marea (navegar contra -), 1479 Marín, doctor [Sev.], 1528 marranchón, 790 Martínez Camacho, Juan [Sev.], 1657 Martínez Silíceo, Juan [Alc.], 500 Marván [Sev.], 910 mascarada, 1371 matachín, 1410 matadura (dar en las mataduras), 1270 matalafuga, 742 matalote, 1355 mate (dar -), 407
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Matías [Sev.], 909 Máximo, Valerio, 1078 maza (la – y la mona), 599 médicos, 325 medicus-mendicus, 1707 Medina, Cipriano de [Lima], 1132 Medrano, doctor [Zar.], 773 medrar (nunca medre...), 266 Melisendra, 988, 1381 membrarse, 1325 Mena, Juan de, 520 Méndez de Haro y Guzmán, Luis [Sev.], 1263, 1285 menestril, 280 menguado, da, 451, 1417 menguante, 601 menudo, 630 meollo, 445 merecer (-dezcalzar), 1297 metalado, da, 313 metebuches, 332 metus causa, 799 Mexía, Agustín [Sev.], 849 Mexía, Silva de varia lección, 298 Micomona, 1013 miel (el que anda entre la -), 1219 miente, 700 Minerva, 1426 ministril, 555 Mirabelio [Domenico N. Mirabello], 964 Miranda, doctor [Sev.], 1662 Miranda, Pedro de [Sev.], 1678 mirrhino, 277 mistifori, 1172 moda, 781 Mogrovejo, Endiablada, 1115 mohína, 1075 mojiganga, 1412 Moles, Illefonso [Zar.], 663 Molina, doctor [Sev.], 1353 Molina, Luis de, 720 Molina, Pedro de [Lima], 1178 molumento, 593 Monasterio de las Cuevas [Sev.], 875 Monasterio de Santa Clara [Lima], 1015 Moncada, doctor [Tol.], 583, 611 mono (- vestido de seda...), 471 Montesinos, doctor [Alc.], 546 Montoya, maestro [Vall.], 314
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monumento, 258 Morales Aramburu, Juan [Lima], 1034 mordicante, 640 Moreto, Lindo don Diego, 1072 morilla (aremangose como -), 268 moriscos (expulsión), 772 Morlanés, Diego [Zar.], 708 Morveli, Francisco de [Sev.], 918 mosqueta, 1691 motejar de asno, 1208 motilón, 551; (- bernardo), 791 móvil (primer-), 1310 Moyano, doctor [Sev.], 1627 muceta, 1463 mudanza, 1772 muerto, 1198 Muñoz, doctor [Sev.], 1350 muslos, 969 nadador, 1569 naranja (no saber de la - la media o la mitad), 1775 Narbona, Alonso de [Tol.], 612 Narbona, Eugenio de [Tol.], 641 Nativitas est hodie, 1778 navidades-novedades, 1700 Nebrija, 458, 1650 necesidad (la – tiene cara de hereje), 726, 1485 necio (más vale ser – que porfiado), 393 negación, 1598 nego, 1596 nepote, 887 Nerón, 1651 Nerva, 645 Ninfo, 1063 niño (- de recebimiento), 604 Noé- no he, 1424 nómina, 234 nominativo, 979 Nosce te ipsum, 238 nuégado, 491, 917 nuez- no es, 1758 Nuncio [Sev.], 870 obispillo (-de San Nicolás), 312 obra (tales obras me dices...), 1193 oficio (-de Caín), 245 oíslo, 994
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ojo (el – del amo...), 1595; (hacer del -), 845; (hay ojos que de lagañas...), 987, 1554; (-de abajo), 628; (ojos serenos), 442 oleado, 1464 olear, 1293 Olivares, Conde-Duque, 842-3, olla (a moja la -), 1577 opinado, 1626 orate fratres, 437 oratorio, 436 ordenarse, 1645 Órdenes, consejo de, 1688 orejón, 1394 Orejuela, doctor [Lima], 1041 oro (como un -), 1619 Orozco, doctor [Lima], 1202 Ortega, doctor [Lima], 1149 Ortiz, Diego [Tol.], 635 Ortiz, Luis [Tol.], 605 Otálora, maestro [Zar.], 777 Otáñez Basán [Córd.], 1748 Ovidio, 394, 1763, 1789 Oviedo, Salpicón escolástico, 1095, 1153 Owen, John, Epigrammatum, 1763 oxear, 1506 pacer, 1366 Padilla, doctor [Lima], 1135 Páez Camacho, Juan [Sev.], 1275 paga (como – de tramposo), 1045 paja (dormirse en las pajas), 1432 pajarito (como un -), 629 palillo, 775 Palma, Alonso de [Tol.], 609, 621 Palma, conde de 853 Palma, Juan de [Lima], 1185 paloteado, 1504 pan (-de boda), 1305; (- por -, vino por vino), 698 panada, 409 Pandora, 778 panetier, 528 papaciencias, 766 papahígo, 416 Paparrasolla, 1474 Papiniano, 645 papo (-de aire), 222 paraíso, 1233
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parar, 1227 parasismo (postrero -), 1283; (-último), 1298 pareja (correr parejas), 1752 pasamanos, 1066 pastel (-embote), 1403 patente (pagar la- ), 804 Pausanias, 1050 paz (-de Judas), 331 pecado (-nefando), 1337 Pedrajas, Marcos de [Sev.], 1347 pejerrey, 1056, 1107 pelárselas, 1274 pelechar, 1717 pelejo, 763 pelito (pelitos a la mar), 1458 pelmazo, 1449 pelo (tocar al – de la ropa), 844; (venir a-), 1335 pena (ni – ni gloria), 615 penca, 1401 pensamiento (ni por -), 1339 Peña, doctor [Sev.], 1585 pepita, 1612, 1776 pepitoria, 928, 1406 Perales, doctor [Tol.], 616 Peralvillo, 1544 perder (no se pierde nada por hablar bien), 1368 Pereda, Juan de [Alc.], 494 Pérez Bracho, doctor [Zar.], 765 Pérez de Araciel, Garci, 890 Pérez de Moya, Philosophía, 778 Pérez, Benito [Sev.], 1343, 1591 perro (-del hortelano), 1409 Persio, 396 Pertus, bachiller [Zar.], 664 pesiatal, 1575 petaca, 1471 pez (más negro que la -), 1672 Pícara Justina, 1205 picarse, 1101; (quien se pica ajos come), 1104 picón, 1228, 1594 Pictaviense, 1794 piedra, 1364; (tener su – en el rollo), 1714 pierna (hacer piernas), 1215 pihuela, 228 Pimentel, Leonor [Alc.], 522
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Pinciano, Philosophía antigua, 1005 Pindo, 1726 pintamonos, 1766 pipián, 984 pipote, 1190 pique 1152, (a – de), 515 pirámide (-de Egipto), 673 Pisa, Gregorio de [Tol.], 608 piscina (revolver su -), 1332 Pitágoras, 299 plaustro, 1278 Plutarco, 292, 1039 poesía (-cultista), 1276 Poggio, 404, 1042-3, 1084 Polanco, médico [Sev.], 904 Poley Grave, Miguel Juan [Sev.], 1560 polilla, 249 poliví, 1586 Poliziano, Angelo, 301 polvo (de menores polvos...), 1684 Ponto, 868 porcuno, 1177 porgadero, 788 porqué, 1495 porra (hacer-), 1430 Porras, Juan de [Sev.], 1676 Portalegre, conde de [Sev.], 883 postema, 1448 potro-borrico, 459 potroso, 1142 poyo, 743 pretina, 261 prieto, 1723 probanza, 627 psalterio, 284 pueblo (pueblos en Francia), 1553 Puerto de Santa María [Sev.], 1427 pujo, 1383 pullir, 780 puna, 962 punto, 462 pus podos, 457 puto (-el postre), 1405 qualiterio, 235 querer (quien bien quiere...), 1390 Quevedo, Buscón, 704, 732, 1013; Carta al marqués de Velada, 879-80, 882, 908 Quién os puso en tanto estado, 246
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quince, 275 quínola, 589; (echar a una -), 625 Quiñones de Benavente, Mariones, 1077 rabal, 754 Rabanus Maurus, De rerum naturis, 1795, 1796 Radero [Matteo Raderus], 977 rajas (hacerse -), 510 Ram de Montoro, Miguel [Zar.], 692 Ramírez Pacheco, Francisco [Sev.], 1601 Ramírez, doctor [Sev.], 1349 Ramírez, Martín [Tol.], 614 randa, 1055 rapatán, 784 rapista, 1222 raso, 595, 1314 recado (mal -), 263 recamado, 252 recogido, da, 1415 rector [Alc.], 489; [Zar.], 662; [Lima], 1044 recudida, 1456 redina, 1311 Regem cui omnia vivunt, 1777 repelón, 746; (de -), 1705 repique, 1152 retorear, 1168 retródrago, ga, 1286 reventar, 452 reverendas, 344 rey (-de gallos), 1159; (el - que rabió), 1533 Reyes, capilla de los [Sev.], 1538 Rioja, Francisco de [Sev.], 865 Ríos, Lope de los [Sev.], 1380, 1420 ripio (no perder -), 1720 Ripol y Villanueva, Juan Gabriel [Zar.], 806 Ripol, doctor [Zar.], 710 Rivera, maestro [Sev.], 1370 Rodrigo, maese [Sev.], 847 Rodríguez, maestro [Sal.], 380 rogador, 1195 Rojas, Francisco de [Sev.], 913 romadizado, da, 443 romance del marqués de Mantua, 902 Romancero, 1658 Romeo, doctor [Zar.], 792 ropa (-de Londres), 259 rostro (hacer -), 1216
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rozagante, 1502 rucio, 425 ruda, 463 Rueda, doctor [Sev.], 1309, 1395 rufar, 713 rutilante, 1289 Sabelo, 1088 saber (más vale – que haber), 1425 Saca a Venus de mantillas, 580 sacabuche, 281 sacro, 545 sahumar, 1629 Salas, maestro [Lima], 1156 Salazar, doctor [Zar.], 795 Sale la estrella de Venus, 1090 Salinas, Diego [Sev.], 1428 salsier, 528 saltabanco, 723 salterio, 739 salutación, 672 salvadera, 1683 San Bernardo [Sev.], 1663 San Esteban, 1709 San Eustaquio, 999 San Martín (día de-), 1317; (llegar mi-), 1292 San Miguel, Antonio de [Lima], 956; 1133 sancimus, 1181 Sánchez Real, Mateo [Sev.], 1686 Sánchez, Bartolomé [Sal.], 376 Sánchez, Blas [Sev.], 1399 Sánchez, Francisco [Sal.], 364, 369, 382 Sancho Panza, 1303 sangre (chorrear -), 1482 Sansón (como un -), 1363 Santa Clara, Agustín de [Zar.], 758 Santa Cruz, Floresta española, 226, 643, 1359, 1375, 1431, 1467, 1632 Santa Cruz, maestro [Sev.], 1272 Santiesteban, conde de [Sev.], 877, 916 Santo Domingo, doctor [Tol.], 618 Sanz de Armora, micer [Zar.], 748 Sarabusaque [Zarabullaque, entremés], 1011 sarao, 1266 sarcillos, 1129 sardo, 1036 Sarmiento, Francisco [Sev.], 1376, 1423 Sarracino, 1361 Sarria, doctor [Zar.], 697
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saya (-de Londres), 1070 sayal (So el – hay ál), 251 Scoto, 455 seda (-de ingenio), 464 seído (ser), 212 seise, 1026 Séneca, 219, 302, 386, 1092 sepancuantos, 1120 septenado, 309 Sepúlveda, fray Marcos [Sal.], 371 sesgo, 1164 seta, 1483 Si quis suadente diabolo, 1614 siclo, 963 siglo (por el – de mi madre), 745 silbo, 678 simple, 1753 Sixonio [Carlo Sigonio], 1037 Sobre el ferido cuerpo de Medoro, 1016 Sócrates, 217 soga, 1206; (entre – y credo), 1545 sol (correr al – la cortina), 867 solimán, 675 sollo, 1404 sonada- son nada, 1759 sordo, 460 sotera, 759 Soto (-de Roma), 474 sucio (más - que Esgueva), 236 suegro (-de vuestra mujer), 244 suelta, 225 suérbete [sorber], 1214 Suetonio, 1057 Suida, 1093 sumiller, 1435 suplicacionero, 774 Tagarete [Sev.], 1346 Talía, 1281 Tamarguillo [Sev.], 1503 tanto (-cuanto), 1478 tapado, 1116 tapiz (-de Noruega), 1550 tarabilla, 1299 tarasca, 1267 Tarazona, micer [Zar.], 787 tarde piache, 286 teja (hablar de tejas abajo), 1488 tejado (-de vidrio), 1573
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tema, 768, 1682 tempero, 760 Tenorio, Cristóbal [Sev.], 914 Teócrito, 1080 Teodora, 521 tercerol, 741 ternilla, 1655 terno, 586, 1031 testuzo, 446 Teves, Gaspar de [Sev.], 921 tibieza, 434 tinieblas, 405 Tirso, Todo es dar, 1007 tomista, 1221 tordo-doctor, 448 torneo, 1413 torno (repetir para-), 465 Toro, doctor [Tol.], 613 torozón, 1081 torre (-de viento), 230; (- de Nembrot), 1578 Tostado (Alonso de Madrigal), 472 tragontía, 1453 trápala, 335 traquete, 1194 trisca (en -), 1220 triste (-y cuitado), 372 troche (a- moche), 1351 trompo, 477 tronco, 473, 1606 troncho (tronchos de coles), 1592 tronera, 1392 tuerto (más vale – que ciego), 327 Tula Basán, Asensio [Córd.], 1747 tuna, 1780 Turco, 1379 turma, 638 turquesa, 1320 uña (tener en la -), 704 uvas (bubas), 1555 vaciar, 1665 Valdés, Tomás de [Sev.], 1584 Valverde, doctor [Sev.], 1295 Vallejo Cerdán, doctor [Zar.], 753 Vallés, doctor [Zar.], 710 vaquero (-de Morana), 750 Vázquez, Agustín , [Sal.], 421
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Vázquez, Gabriel, 720 Vázquez, Juan [Tol.], 619 vedor, 779 Vega, Lope de, 1014, 1128; Angélica, 1058 veinticuatro, 926, 1025 vejamen sucio, 1345 vela (navegar a – y remo), 1668 Velada, marqués de [Alc.], 506 Velluga, doctor [Tol.], 617 vendedera, 1588 Venegas, Diego [Sev.], 1400 ventana (a – señalada), 1047 ventanero, ra, 1534 ventolera, 1583, 1670 ventosa, 1340 ver (no poder -), 441 verdad (pasar las -es), 231 verdugado, 751 Verdugo, Fernando [Sev.], 920 Vergara, Juan de [Alc.], 514 Vero, 270 verónica, 1385 víctor, 475 Victorino, Hugo [Hugo de San Víctor], 1232 Vidriera, licenciado, 1169, 1475 Viejo verde..., 1422 viento (-de mapa), 596 Vilches, Francisco [Córd.], 1746 Villalobos, [Tol.], 610 Villarreal, licenciado [Lima], 1141 Villate, doctor [Méx.], 1728, 1730 Villegas, doctor [Sev.], 1338
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Virgilio, 381, 388, 398, 668, 1024, 1793, 1788 Virón, mariscal de, 1674 virote, 1576 Vita Veri, 278 vizcaíno, 1189 Vizcaya, 1680 vuelta, 1772 Yepes, doctor [Tol.], 584 yuyo, 1069 zafio-safio, 1460 zafo, fa, 1472 zalea, 423 zalmedina, 674 zancarrón (-de Mahoma), 1459 Zapata, cardenal [Sev.], 860 Zapata, Francisco [Sev.], 897 Zapata, Pedro [Alc.], 486 zapato (como tres con un -), 1582 zarambeque, 1616 zaratán, 982 zarcillo, 1498 zeúgma, 1532 zocataza, 600 zoilo, 659 zorra, 1097 Zumel, Francisco [Sal.], 377, 720 zupia, 1514 Zurita, Anales, 1229, 1231 Zurita, doctor [Lima], 1147 zurujano, 519
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ANEJOS DE REVISTA DE LITERATURA Últimos títulos publicados 44.-RAZONES DEL BUEN GUSTO, por José Checa Beltrán, 360 págs. 45.-LA DESPEDIDA. ESTUDIO DE UN SUBGÉNERO LÍRICO, por María Paz Díez Taboada, 560 págs. 46.-APROXIMACIÓN AL TEATRO ESPAÑOL UNIVERSITARIO (TEU), por Luciano García Lorenzo (Ed.) 312 págs. 47.-ESTUDIOS DE LITERATURA ESPAÑOLA DE LOS SIGLOS XIX Y XX. Homenaje a Juan María Díez Taboada, por José Carlos de Torres Martínez y Cecilia García Antón (coord.), 912 pags. 48.-RETÓRICAS ESPAÑOLAS DEL SIGLO XVI. EL FOCO DE VALENCIA, por Ángel Luis Luján, 336 págs. 49.-LA CRÍTICA DRAMÁTICA EN ESPAÑA (1.789 1.833), por M. José Rodríguez Sánchez de León, 384 págs. 50.-DISCURSO TEÓRICO Y PUESTA EN ESCENA EN LOS AÑOS SESENTA: LOS CAMBIOS DEL REALISMO, por Oscar Cornago, 588 págs. 51.-POÉTICA Y PRAGMÁTICA DEL DISCURSO LÍRICO. EL CANCIONERO PASTORIL DE LA GALATEA, por José Manuel Trabado Cabado, 616 págs. 52.-SISTEMA MUSICAL DE LA LENGUA CASTELLANA, por Sinibaldo de Mas (edición de José Domínguez Caparrós), 192 págs. 53.-LIBRO DE FERNÁN GONÇALEZ, por Itziar López Guil, 706 págs. 54.-CONSTRUYENDO LA MODERNIDAD: LA CULTURA ESPAÑOLA EN EL TIEMPO DE LOS NOVATORES (1675-1725), por Jesús Pérez Magallón, 340 págs. 55.-ESPACIOS DE LA COMUNICACIÓN LITERARIA, por Joaquín Álvarez Barrientos (Ed.) 228 págs. 56.- IMÁGENES DE LA EDAD MEDIA: LA MIRADA DEL REALISMO, por Rebeca Sanmartin Bastida, 638 págs. 57.-ESPACIOS DEL DRAMA ROMÁNTICO ESPAÑOL, por Ana Isabel Ballesteros Dorado, 288 págs. 58.- EL HUMOR VERBAL Y VISUAL DE LA CODORNIZ, por José Antonio Llera Ruiz. 59.-PEDRO ESTALA, VIDA Y OBRA. UNA APORTACIÓN A LA TEORÍA LITERARIA DEL SIGLO XVIII ESPAÑOL, por María Elena Arenas Cruz, 528 págs. 60.-ÁLVARO CUNQUEIRO, EL JUEGO DE LA FICCIÓN DRAMÁTICA, por Ninfa Criado Martínez, 216 págs. 61.-EL RENACIMIENTO ESPIRITUAL. Introducción literaria a los tratados de oración españoles (1520-1566), por Armando Pego Puigbó, 224 págs. 62.-EL CONCEPTO DE MATERIA EN LA TEORÍA LITERARIA DEL MEDIEVO, CREACIÓN, INTERPRETACIÓN Y TRANSTEXTUALIDAD, por César Domínguez, 232 págs. 63.-PENSAMIENTO LITERARIO DEL SIGLO XVIII ESPAÑOL, ANTOLOGÍA COMENTADA, por José Checa Beltrán, 244 págs. 64.-PARA UNA HISTORIA DEL PENSAMIENTO LITERARIO EN ESPAÑA, por Antonio Chicarro Chamorro, 368 págs. 65.-VIDAS DE SABIOS. EL NACIMIENTO DE LA AUTOBIOGRAFÍA MODERNA EN ESPAÑA (17331848), por Fernando Durán López, 513 págs. 66.-“DE GRADO Y DE GRACIAS”. VEJÁMENES UNIVERSITARIOS DE LOS SIGLOS DE ORO, por Abraham Madroñal. 532 págs.
Abraham Madroñal Durán es doctor en Filolo-
ABRAHAM MADROÑAL
gía Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y actualmente trabaja como científi-
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co titular del Departamento de Literatura en el Instituto de la Lengua Española del CSIC. Ha sido profesor titular de Universidad (en excedencia actualmente) y ha colaborado con la Real Academia Española en la construcción del CORDE, Corpus Diacrónico del Español. Especialista en literatura española de los Siglos
“DE GRADO Y DE GRACIAS”
“DE GRADO Y DE GRACIAS”
GRADO Y GRACIA
de Oro, es autor de libros sobre poesía y teatro, como Nuevos entremeses atribuidos a Luis Qui-
VEJÁMENES UNIVERSITARIOS DE LOS SIGLOS DE ORO
ñones de Benavente (Reichenberger, 1996) o Baltasar Elisio de Medinilla y la poesía toledana de principios del siglo XVII (Iberoamericana-Vervuert, 1999), premio Rivadeneira de la Real Academia Española. También ha editado en colaboración obras clásicas como El mejor alcalde el Rey de Antonio Martínez de Meneses (Caja de Ahorros de Castilla-La Mancha, 1988), la Jocoseria de Luis Quiñones de Benavente (Iberoamericana, 2001), El héroe y Oráculo manual de Gracián (Castalia, 2003) o la antología Armas y letras en el Siglo de Oro español (Ministerio de DefensaBNE, 1998). Colabora con las revistas de su especialidad con trabajos dedicados a cuestiones bibliográficas y al estudio y edición de textos de los siglos XVI y XVII. De grado y de gracias. Vejámenes universitarios de los Siglos de Oro es un estudio sobres esos textos vejatorios de carácter satírico y en los que abundaba la comicidad, que se daban en las universidades con motivo de la concesión del grado de doctor o maestro. A la vez se editan buen número de piezas, en parte manuscritas e inéditas,
ANEJOS DE REVISTA DE LITERATURA
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
que amplían cronológica y geográficamente el ámbito de este tipo de obritas.
66 Portada del ms. 6.877 de la Biblioteca Rodríguez Moñino (Real Academia Española)