[INCOMPLETO] De los siglos oscuros al de oro (Notas y artículos a través de 700 años de letras españolas) [Incompleto] [2 ed.]


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De los siglos oscuros al de oro (Notas y artículos a través de 700 años de letras españolas) [Incompleto] [2 ed.]

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BIBLIOTECA r o m â n i c a h is p â n ic a D ir ig id a p o r

dA m aso a lo n s o

VII. CAMPO ABIERTO

DE LOS SIGLOS OSCUROS AL DE ORO (NOTAS Y ARTÍCULOS A TRAVÉS DE ,nfi ANOS DE LETRAS ESPAffoLAS) SEGUNDA EDICIÓN

I

CM

«5 «O

EDITORIAL GREDOS, S. A.

NOTA PRELIMINAR E ÍNDICE EXPLICATIVO

Las notas y artículos contenidos en el presente volumen han sido redactados a lo largo de un tercio de siglo. La mayor parte fueron impresos en diversas publicaciones; unos pocos han sido refundidos al coleccionarlos ahora; varios no habían estado nunca en letras de molde. (Al mismo tiempo que este volumen, o ligeramente retrasado con relación a él, apa­ recerá otro, en el que recoj o notas y artículos de aproxima­ damente las mismas características, pero sobre temas lite­ rários espanoles que van dei siglo x v i i a nuestros dias.) Escritos tan espaciadamente, no cabe duda que ya por eso sólo habían de tener estos artículos enfoques muy diver­ sos; yo mismo he cambiado bastante en esos anos. Pero suce­ de que mi único principio de crítica literaria —quiero decir, el único que tengo hoy— es que cada tema ha de ser abor­ dado de una manera distinta; el cómo de esa variedad no es cosa de regias, sino de intuición en cada caso concreto. Quiere todo eso decir que, de haber sido escritos estos artículos ahora, serían aún más diversos entre sí de lo que son. Hay algo que dá, si no unidad, continuidad a este libro : desde el x hasta fines dei xvi, no hay un solo siglo dei que por lo menos algún aspecto literário no esté tratado aqui.

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NOTA PRELIMINAR E ÍNDICE EXPLICATIVO

Págs. SlGLO X

El primer vagido de nuestra lengua ...............................

Sobre el primer brevísimo texto escrito en len­ gua espanola, que es una oración. S ig lo

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XI

Notas inconexas sobre «El collar de la paloma» ........ 17 Sobre el valor y sentido de El collar de la palo­ ma con motivo de publicaciones sobre ese tema por

García Gómez, José Ortega, Lévi-Provençal y Amé­ rico Castro. Un siglo más para la poesia espan ola .............................. 29 Sobre el reciente descubrimiento de las «j'archas», en romance espanol, que cambia totalmente nuestras ideas acerca de los orígenes de la lírica europea. Hallazgo de la «Nota Emilianense» ................................... 35 La Nota Emilianense cambia nuestras ideas so. bre los orígenes de la épica francesa (y românica) y en especial sobre los de la Chanson de Roland. S ig lo

XII

Una version moderna dei «Poema dei C id » ................... 45

Sobre el valor dei Poema y la necesidad de sus versiones al espanol moderno (con motivo de la pu­ blicada por Luis Guarner).

NOTA PRELIMINAR E ÍNDICE EXPLICATIVO

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«La epopeya castellana a través áe la literatura espafiola», por Menéndez Pidal .............. :........................ 51

Exposición de la teoria de Menéndez Pidal sobre los orígenes de la épica y comparación con la de Bédier. Un hombre y una mujer: Tristán e I s e o ........................ 70 Sobre la belleza de esta leyenda —que tuvo influjo en nuestra literatura— y sobre los valores re­ lativos de las versiones modernas de Bédier y de André Mary, con motivo de haberse publicado en espanol la obra de este último. S ig lo

XIII

Berceo y los « to p o i» .................................... .................... 74

Contra la validez ilimitada de la teoria de los • «topoi», de Curtius, con motivo de su comentário a un pasaje de Berceo. Lo que importa es el estúdio de las peculiaridades dei poeta. S ig lo

XIV

La bella áe Juan Ruiz, toda problemas .........................

En defensa de los escritores medievales. Contra los que explican al poeta medieval sólo por la tradición y comunidad europea. Se prueban aqui, en el Arcipreste, algunos influjos árabes. Lo que verdade' ramente importa es el genio personal de Juan Ruiz.‘

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10

NOTA PRELIMINAR E ÍNDICE EXPLICATIVO

Págs. El «Libro de Buen Amor», vertido àl espanol de hoy y prologaáo por María Brey ...................................... 100

El desvio dei público moderno éspanol, francês, etcétera, por la literatura medieval debe tratar de aminorarse con la publicación de versiones en es­ panol moderno.

Pobres y ricos en los libros de «Bu,en Amor» y de «Mi­ séria de O m n e » .......................................................: 105

Otra vez el tema de lo personal y lo tópico en la literatura de la Edad Media. Juan Ruiz y el autor dei Libro de Miséria de Omne aborrecían la injusticia social. Tres poetas en desamparo ................................................ 114 El Arcipreste de Hita, el Canciller don Pero López de Ayala y Fray Luis de León dirigen desde la cárcel sus súplicas a la Virgen. S iglo XV

El Arcipreste âe Talavera a medio camino entre mora­ lista y n ovelista ................................................. ............. 125

El diálogo y el monólogo realistas a la moderna, nacen en prosa castellana con Martinez de Toledo. Pero el carácter plurivalente de su imagen de la realidad no se corresponde con intención de novelista, sino de moralista.

Poesia de Navidad. De Fray Ambrosio Montesino a Lope de Vega .................................................................. 137

Emoción de la poesia navidena en Fray Ambro­ sio Montesino, Gil Vicente y Lope de Vega.

NOTA PRELIMINAR E ÍNDICE EXPLICATIVO

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Págs. SlGLO X V I

Tres procesos âe dramatization .......................... ........ 144

Una obra no teatral se puede dramatizar por proyección amplificativa, reductiva o neutra. Ejemplos en Gil Vicente (y en Lope). La dramatización en la Tragicomedia de D. Duardos. Poesias de Gil V ic e n te ......................................................... 148 Su valor lírico y su tradicionalidad. Canciones portuguesas de Gil Vicente (version castellana) ................................................................................. 153 Vn lusismo de Gil Vicente ................................................ 158

El portuguesismo estudiado es uno de los que con más frecuencia perturban la medida de los ver­ sos en las obras castellanas del gran dramaturgo.

Juan Fernández de Heredia en la tradition peninsular. 165

Con Fernández de Heredia, valenciano, se com­ pleta la participación de toda la península en la tradición dei realismo y en la dei Cancionero. Comparación de su teatro con el de Gil Vicente y Torres Naharro. Elogio dei endecasílabo ................................................ ... 178 Se alaba la música, los matices posibles y la flexibilidad dei verso italiano. Garcilaso, Ronsard, Góngora (Apuntes de una clase)... 183 Se muestra a Garcilaso y a Góngora con las ca­ racterísticas estéticas de sus épocas respectivas a base de una comparación de sonetos sobre la brevedad de la hermosura.

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NOTA PRELIMINAR E ÍNDICE EXPLICATIVO

Págs. Primavera dei mito ............................................................. 192

Belleza dei mundo de la mitologia, tal como le vemos en las Metamorfosis y tal como le vemos, a fragmentos, en los poemas mitológicos espanoles de los siglos xvi y xvii. El crepúsculo de Erasmo .............. ................................ 199 Se compara el fervor de los erasmistas en el siglo xvi con el desvio que por el humanista holandês siente el público de nuestros dias. Causas de esa indiferencia. Algunas obras modernas referentes a Erasmo. Sobre Erasmo y Fray Luis de Granada ......................... 218 Dos párrafos de la Guia áe pecadores tomados de la traducción dei Enquiridion de Erasmo, por el Arcediano dei Alcor. Crítica de noticias literarias trasmitidas por Argote. 226 Sobre Domingo Abad de los Romances y Nicolás de los Romances. Una serranilla dei Arcipreste de Hita. Notas sobre Fray Luis de León y la poesia renacentista. 248 Vulgarismo en castellano. Clasicismo. Italianismo. La profecia dei Tajo y El vaticinio de Nereo. Hebraísmo. Cristianismo. Castellanismo. La cata de amor es de altaneria (Sobre los preceáentes áe una poesia áe San Juan áe la Cruz) ................... 271

La caza de cetrería como imagen dei amor diviiio en San Juan de la Cruz y en el Cancionero espa­ no! dei siglo xvi.

EL PRIMER VAGIDO DE NUESTRA LENGUA Esta lengua que uso, por la que a cada instante vierto mi pensamiento y mi corazón, ^cuándo sonó por primera vez en Espana? Hace mucho que la Lingüística contesto (y, en lo’ esencial, aún vale esta respuesta): «El espanol actual es el latín que se habla en Espana en el siglo xx.» 0, de otro modo: que el latín llega a ser el espanol a lo largo de una evolución lentísima y constante, y nunca podemos cortar por un punto y decir: «Aqui está el espanol recién nacido.» Así contesto la Ciência. Pero en el espectro hay un instante en el que ya estamos seguros de ver color amarillo, y no verde. Se trata, pues, de saber cuál es el primer testimonio conservado que caiga ya dei lado dei espanol, y no dei latín. La dificultad estriba en que hasta los aledanos dei siglo x iii se escriben en latín más o menos correcto lo mismo los docu­ mentos que las historias. Ese muro artificial nos tapa lo que detrás ocurre. Sabemos que un siglo antes la lengua hablada había ya producido nada menos que el Poema dei Cid (pero la copia que nos lo conserva es tardia). Desde época muy ante­ rior, los documentos en latín dejan filtrar a veces la realidad de lo que se hablaba: algunas palabras dei romance diario se escapan de la pluma que quiere escribir latín. Ni faltan tam- poco quienes anoten sobre los documentos latinos la traduc-

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DE LOS SIG LO S OSCUROS AL DE ORO

ción al vulgar de algunas palabras que ya resultaban difíciles de entender. A tales anotaciones llamamos glosas. Estudiando esas glosas y esas faltas, ha podido Menéndez Pidal rastrear la lengua que vivia en Espana entre los siglos x y x i: genial reconstrucción que nos honra a los espanoles, pues no tiene par en la ciência moderna. Pero el rastreo es siempre por palabras sueltas o muy cor­ tas frases. Sólo una vez, entre las glosas dei m onasterio de San Millán de la Cogolla, atribuidas al siglo x, hay un trozo que se puede decir que casi tiene ya estructura literaria. El m onje estaba anotando un serm ón de San Agustín. En las palabras finales le ha apretado la devoción dentro dei pecho. La últim a frase latina (dos líneas y media) la ha traducido íntegra. Sin duda le ha parecido seca: la ha amplificado (hasta doce líneas cortas), anadiendo lo que le salía dei alma. He aqui este venerable trozo (publicado por Gómez Moreno y por Menéndez Pidal), que es, por hoy, el prim er texto, no pode­ mos decir que de la lengua castellana, pues hay algún matiz dialectal, pero sí el prim ero de lengua espanola: Cono ayutorio de nuestro dueno dueno Christo, dueno Salbatore, qual dueno yet ena honore e qual dueno tienet e.la mandacione cono Patre, cono Spiritu Sancto, enos siéculos de los siéculos. Fácanos Deus omnipotes tal serbicio fere que denante ela sua face gaudiosos seyamus. Amen. O sea, en castellano de hoy: «Con la ayuda de nuestro Senor Don Cristo, Don Salvador, senqr que está en el honor y senor que tiene el mando con el Padre, con el E spíritu . Santo, en los siglos de los siglos. Háganos Dios om nipotente hacer tal servicio que delante de su faz gozosos seamos. Amén». El prim er vagido de la lengua espanola es, pues, una oración.

EL P R IM E R VAGIDO DE NUESTRA LENGUA

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cQué balbucen por prim era vez el francês, el italiano? Es el ano 842. Junto a Estrasburgo se reúnen dos nietos de Carlomagno, Luis el Germânico y Carlos el Calvo, y form an contra otro hermano un tratado de alianza. Luis ju ra en lengua fran­ cesa, para que le entiendan los súbditos de Carlos; y éste en alemana, para ser comprendido por las huestes de Luis. Estos famosos juram entos nos han sido fielmente transm itidos, y en ellos tenemos el prim er balbuceo dei período francés, un siglo, pues, anterior al del m onasterio de San Millân. Pero trasladémonos ahora a Italia, a la région de Nápoles. Es el ano 960 y en Capua estân, delante del juez, el abad de Montecassino y un tal Rodelgrimo. Discuten por unas tierras, y el abad prueba la posesión por treinta anos mediante très testigos que repiten una m ism a form ula de juram ento. Todo el documento está en latin; pero los testigos ju ran en vulgar, y su ju ra ­ mento es el prim er testim onio de redacción italiana (si se prescinde de una adivinanza, más latinizante, de la région Norte). Très prim eros m urm ullos de très grandes lenguas, cuya li­ teratura llenará el mundo. Y miro, y pienso si habrá sido casualidad. no es, más bien, que ténia que ser así, porque de lo que está lleno el corazón habla la boca? Espana, Fran­ cia, Italia... jOh, no! : no ha sido casualidad que las prim eras frases francesas que conservamos sean m ilitares y políticas (genio de Richelieu, glorias de Austerlitz). Ni que las pri­ meras italianas m iren a los bienes m ateriales (recuérdense las burlas contra banqueros genoveses, en nüestras letras clásicas, pero no se olvide tampoco cuànto oro de Venecia hay en los cuadros de Tiziano). Y no puede ser azar, no. O, si acaso lo es, dejadm e esta emoción que me llena al pensar que las pri­ m eras palabras enhebradas en sentido, que puedo leer en mi lengua espanola, sean una oración tem blorosa y humilde. El

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DE LOS SIG LO S OSCUROS AL DE ORO

César bien dijo que el espanol era lengua para hablar con Dios. El prim er vagido dei espanol es extraordinario, entre los de sus herm anas. No se dirige a la tierra: con Dios habla, y no con los hombres.

NOTAS INCONEXAS SOBRE «EL COLLAR DE LA PALOMA»

jQué hermoso volumen este que ha editado la «Sociedad dc Estúdios y Publicaciones»! 1: la noble presentación m ate­ rial corresponde bien al contenido. En torno al Collar de la Paloma, tratado sobre el amor y los amantes, obra de Aben Házam, ilustre cordobés de la prim era m itad dei siglo xi, se han juntado —delicadamente, como a la cabecera de un herraano menor— dos espanoles de hoy, no poco moros, el uno cuasimalagueno y el otro cuasigranadino; y estos dos espano­ les son dos de las mayores y más famosas inteligencias que pueda o fre c e r'E sp an a: Ortega y Gasset y Emilio García Go­ mez. j Nada m enos! El prólogo de Ortega a este libro hispanoárabe sobre el amor estaba predestinado, si había de ser esencial, a plantear dos problem as: qué es lo árabe en relación con lo cristiano y qué es el amor. En su estúdio preliminar, García Gómez trata minuciosamente, con erudición y con profundo sentido literário e histórico, las cuestiones directam ente relacionadas 1 E l C o lla r de la Paloma, tratad o sobre el am or y los amantes, de Ibn Hazm de Córdoba. Traducido dei árabe por Emílio Garcia Gó­ mez, con un prólogo de José Ortega y Gasset. Sociedad de Estúdios y Publicaciones, Madrid, 1952. S1GL0S OSCUROS.—2

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DE LOS SXGLOS OSCUROS AL DE ORO

con la obra. Así, «prólogo» de Ortega e «introducciôn» de Garcia Gómez, arm ónicam ente se complementan, pues pasamos de enormes problemas fundam entales, tratados de un modo tan diáfano como general (otra cosa no era posible), a cuestiones si aún muy amplias, ya propias del Collar o tocan­ tes a su autor y discutidas con rigurosa minucia. Sigue luego la traducción castellana del tratado de Aben Házam hecha por el mismo Garcia Gómez, quien utiliza, recoge y supera en ella la cadena tan m oderna; pero ya tan larga de ediciones (las de Petrof, 1914; Marçais, 1928; Bercher, 1949) y traducciones (al , inglés, por Nykl, 1931; al ruso, por Salie, 1933; al alemân, por Weisweiler, 1941; al italiano, por Gabrieli, 1949; al fran­ cês, por Bercher, 1949)... Curioso destino el de este libro, descubierto por Dozy en 1841 : basta la enumeración que ante­ cede para com prender cómo El Collar de la Paloma está pe­ netrando con velocidad progresivamente acelerada en el recin­ to limitadisimo de là Weltliteratur. Pero este' libro hispanoárabe no estaba aún traducido al espanol: a esta tarea se dio heroicamente, impulsado por un sentimiento patriótico, Garcia Gómez. Y siguiendo ese movim iento que lleva gradualmente El Collar de la Paloma al montoncito de las obras que estân en la conciencia de todo hom bre culto, ha hecho no una traducción eruditoide, sino una ver­ sion en buen castellano normal, para uso de todos los que tienen «intelletto d'amore». Ahora —después de la de Garcia Gómez— acaba de publicarse (en 1953) una nueva traducción inglesa, distinta de la de Nykl (que fue, como hemos dicho, la prim era de todas). Es obra del catedrático de la Universidad de Cambridge, A. J. Arberry. La traducción de Arberry, últim a de la larga cadena, confirma y corrobora —no podia ser de otro modo— la de •Garcia Gómez.

j

Mo t a s

so bre

«el

collar de

la

palom a»

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En estos dias que van hacia el solstício de verano, dias má­ gicos, poblados de prodígios, he releído El Collar de la Palo­ ma. El enorme crescendo de fuerza vital operante en estos mediados de junio era un buen fondo para asomarse a la inmensa condensación de vida —operante allá en prim averas dei siglo xi— que este libro sobre el amor nos abre: es una condensación atravesada de suspiros, de ayes, de m iradas lân­ guidas, de sensuales desmayos, de pasión, de odio (como corresponde a un libro sobre el amor). Es una imagen movediza, con sólo manchones al claroscuro: blancos vivísimos deslum bradoram ente melancólicos; cenizas difum inados; ne­ gros absolutos. Y espacios; espacios, hoy bajo soles extintos, espacios que entonces cruzaba —alazán velocísimo— el tiempo. Imágenes que se alzan ante nosotros, seductoras por su lejanía, por su palidez, por su vaguedad. Ha hecho bien Gar­ cia Gómez en caliíicar juanram onianam ente de «Elegia andaluza» al Collar de la Paloma : lo que de él se exhala es poético, esa vaga mezcla de color, aroma, música, triste y sensual, de la Andalucía eterna. * Veo ahora por prim era vez el artículo En , relisant «Le Collier de la Colombe» que hace ahora très anos publicô en «Al-Andalus» (vol. XV, 1950) el gran arabista francés y gran amigo de Espana E. Lévi-Provençal. Tenemos los espanoles con Lévi-Provençal una larga deuda2. Cuando en la Historia de Espana en varios tomos que dirige Menéndez Pidal, se ha llegado a la parte hispanomusulmana, ha habido que acudir a la obra de Lévi-Provençal, sencillamente, porque era lo mejor. Conferenciante incansable en nuestra península, y sobre 2 Mi amigo Lévi-Provençal ha m uerto en 1956.

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nuestra península, lleva Lévi-Provençal, en colaboración con el insigne Colin, muchos anos dedicado a la traducción dei cordobés Aben Guzmán, obra erizada de dificultados, pero que ha de ser un hito en la historia de la cultura hispanomusulmana. En su artículo mencionado prueba Lévi-Provençal que el único m anuscrito del Collar (existente en Leyden) representa sólo una version trunca de lo que debía ser el texto original; y estudia el valor informativo de la obra: «ciertas páginas dei Collar —nos dice—, sobre todo si se las pone en contacto con algunos poemas- de un paisano de Aben Házam, algo más tardio, Aben Guzmán, nos perm iten, m ejor que documento alguno de la época, reconstituir la atm osfera de Córdoba a co-* mienzos dei siglo xi y nos hacen penetrar en la intim idad de las viviendas aristocráticas de la capital, un poco antes dei estallido de la guerra civil...» Curiosamente, Lévi-Provençal emite un juicio algo depre­ ciativo dei valor literário del Collar: «f;Me será permitido —pregunta— afirm ar que, en mi opinion, desde hace unos veinte anos, se ha sobrestim ado un poco en Europa (mucho menos en el Oriente árabe) la im portancia y el valor literário del Collar?» El juicio de Lévi-Provençal es, no cabe duda, exacto por lo que toca a los versos intercalados en la prosa dei lib ro : en general secos, retóricos y poco intuitivos. Pero esos versos hay que juzgarlos, no aisladamente, sino como elementos decorativos en una estructura. Y la imagen total dei libro es de una originalidad, de una belleza y de una vaga alracción perturbadoras. i

*

Américo Castro había puesto su atención, hace ya anos, sobre El Collar de la Paloma. Esa despreocupación con que

. NOTAS SOBRE «E L COLLAR DE LA PALOMA»

2l

en la obra de Aben Házam se pasa dei amor espiritual al más de Ia carne, le recuerda el constante deslizamiento de un pla­ no a otró en nuestro equívoco Libro de buen amor. Esos zig­ zags se pueden siem pre esperar en una obra m usulm ana (pues los teólogos de esa religion consideran posible un paraíso con goces sensuales, etcétera), pero son inconcebibles en una obra cristiana (Juan Ruiz, cristiano al fin y a la postre, habla a veces de «pecado», pero ello no obsta para que continúe su titubeante danza entre ambos poios). Castro sometió a un análisis minucioso ambas obras y creyó encontrar en la espanola muchas huellas de influjo directo de la hispanoárabe. El libro de mi querido m aestro es apasionado. La pasión es, a mi juicio, indispensable para que se produzca la intuición; y así, Espana en su Historia quedará en la de la cultura espanola por una serie de intuiciones fu n d a m e n ta ls. Sí, que­ dará como uno de los libros más renovadores y más ibéricamente apasionados. García Gómez, en el prólogo de la obra que resenamos, examina, a su vez, la teoria de Castro. No niega García Gómez la existencia de unos cuantos parecidos entre el Collar y el Buen amor, aunque prudentem ente senala barreras al entu­ siasmo com paratista de Castro. Yo mismo en otro artículo (va en este lib ro )3 he aceptado —dentro de ciertos limites— el m udejarism o dei Libro de buen amor y he mencionado algunos pormenores de la obra dei Arcipreste que están en contradicción con la herencia europea y no se pueden explicar sino por la árabe (alabanza dç «los dientes un poco apartadillos», etc.). Recièntemente Américo Castro ha publicado su artículo «El libro de buen amor», dei Arcipreste ds Hita («Compara3 Véase, más abajo, en particular págs. 94-96, y -para el tema, en general, págs. 93-99.

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DE LOS SIG LO S OSCUROS AL DE ORO

tive Literature», IV, 1952), surgido como reacción frente al prólogo de Garcia Gómez. E sta vez insiste Castro en el senti­ do total más que en los pormenores. La relación entre ei Collar, de Aben Házam, y el Buen amor, dei Arcipreste, «es una relación de estructura, no de contenido». El artículo es muy bello, con profunda comprensión del arte de Juan Ruiz. '

*

En. el desorden de estas notas, recuerdo ahora la im presión causada en mí por la lectura dei prólogo de Ortega al Collar. Explica Ortega la Edad Media europea como el contacto (convivência positiva o negativa) de las civilizaciones cristiana y árabe, ambas productos, a su vez, de la penetración de dos pueblos periféricos (germano y m usulm án) en el mundo geográfico inform ado por la culturá grecorromana. Germanis­ mo y arabismo son, pues, «dos cuerpos históricos sobremanera homogéneos», con una diferencia inicial: lo árabe hereda la cultura dei Império Romano de O riente; lo cristiano, la del de Occidente. Pero la recepción de esa cultura cesa en el siglo xiii, entre los ára b e s; y continúa entre los cristianos. Así se pierde la homogeneidad básica inicial. La idea de Ortega, en su extraordinario esquem atismo y rigurosa simetria, es ilum inadora y muy atrayente. Al hecho de que los árabes penetren en parte de la zona oriental dei império romano atribuye Ortega el que ellos tengan antes que los cristianos su Aristóteles. Prolongando el mismo pensamiento de Ortega, diríam os: a ello se debe el que Espana (Toledo) haya de ser el punto en el que se ponen en comunicación los dos vasos: por el que se vierten sobre la Europa cristiana la filosofia, y, en general, las ciências que los árabes habían traducido o aprendido de los griegos.

OTAS SOBRE «E L COLLAR DE LA PALOMA»

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Es curioso (io tal vez significativo?) que Ortega lamente L en su prólogo que «a estas alturas ni de lejos se haya logrado esclarecer la figura de relación entre ambas sociedades» (la j hispanom usulm ana y la hispanocristiana). Ocurxe, precisaI ' mente, que ei libro de Américo Castro es el esfuerzo más f alentado que jam ás se haya hecho para esclarecer tal «figura | de relación». Más aún, Castro cree tener una solución diáfana. Por la im portancia dei libro de Castro y por la im portancia 1 dei pensam iento de Ortega, yo desearía que éste nos diera, explícita, su opinión sobre Espana en su historia. El contras­ te con el libro de Castro seria excelente motivo para el desarrollo —necesario— dei prólogo que estoy- resenando ahora 4. El otro tem a tratado por Ortega es el dei contenido de la palabra «amor». Porque este libro, escrito por un árabe espanol dei siglo xi, versa como reza el subtítulo, «sobre el amor y los amantes». Pero iqué era el amor, qué los amantes, para un hispanoárabe dei siglo xi? Tal pregunta se plantea Ortega; y ante el hecho indudable de que lo que el espanol dei siglo xx entiende por «amor» es, aparentem ente, distinto de lo que entendia un cordobés dei siglo xi, generaliza el problema y dice: «en una nueva filolo­ gia que ya desde hace mucho prem edito y postulo, lo prim ero que reclam a ser hecho ante un texto es ponerse uno en claro sobre la cosa de que se habla. Es preciso acabar con esa filolo­ gia puram ente verbal que cree haber cumplido su faena refiriendo un texto a otros textos, y así hasta el infinito. Exija­ mos una filologia pragmática».

4 N ota escrita en 1956; Por desgracia, nuestro gran Ortega ya no está con nosotros. En cuanto al libro de Castro hay que tener ahora en cuenta la segunda edición (con título distinto: La realidad h istó rica de Espana, Méjico, 1954), que mejora notablemente la pri­ mera.

24 DE LOS SIGLOS OSCUROS AL DE QRO ----------------------------------------------------------------- ---- ------------/---En verdad una lingüística próxima a la deseada por Ortega existe desde hace bastantes anos: en lo que toca a la cultura m aterial desde que Meringer inició el movimiento W örter und Sachen (en 1909), que tan fértil ha sido, pues completa o par­ cialmente ha presidido una gran parte de la investigación en los cuarenta últimos an o s; y en la esfera de los objetos espirituales, con la lingüística de los «campos semânticos» de Jost Trier y sus discípulos. Para Trier, podemos decir, es el contenido mismo de la lengua (y no la representación fonética o gráfica) el objeto de la lingüística. El libro El léxico alemán, en el que estudia las expresiones intelectuales en lengua alemana, es de 1931. En fin: volviéndose al tem a dei «amor», Ortega considera que este concepto cambia con pueblos y épocas. «En el hombre —dice— todo es histórico, todo, aun lo que pertenece efectivamente a la naturaleza, como los llamados instintos.» La «coalescencia de lo natural con lo cultural hace irrecognoscible al instinto, lo convierte en m agnitud histórica que nace un dia para desaparecer otro, y entre medias sufrir las más hondas modificaciones». Yo, por mi parte, creo en la identidad perm anente dei hombre, con sus instintos e inteligencia; por eso me es doblemente interesante leer la opinion contra­ ria expuesta por Ortega, cuyas ideas siempre merecen lenta meditación y reverente respeto. * Y, en fin, he leído el amplio estúdio de García Gómez que figura como introducción al Collar. Son 62 páginas de esa prosa impecable —sin atrevim ientos ni deslizaderos—, m a­ tizada acá y allá por la ironia, que tanto por sus virtudes positivas como por su ausência de defectos hace de Emilio

NOTAS SOBRE «E L COLLAR DE LA PALOMA»

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García Gómez uno de los m ejores prosistas contemporâneos, lo mismo cuando escribe lo suyo que cuando traduce (como en este Collar o —prosa que interpreta verso— en los Poemas arábigoandaluces). Tres partes tiene la introducción. De lo más im portante de la tercera (la fortuna del Collar de la Palo­ ma), ya sabe algo el lector por lo que dijimos al hablar de los trabajos de Castro sobre el Libro de buen amor. En la prim era parte tra ta García Gómez de la vida de Aben H ázam ; y en la segunda del contenido del Collar5. La evocación de la vida de Aben Házam cobra en la pluma de García Gómez profundidad a la par realísima y poética. Pertenecía el autor del Collar a una familia de altos empleados (el padre fue visir de Almanzor); y su ninez la pasó entre las m ujeres del harén. Un nino privilegiado, entre bellas m ujeres, en una corte poderosa. Son los dias esplêndidos de Almanzor; i quién piensa en la ruina? Pocas épocas en la H istoria —vistas desde nuestra al­ tura— se nos presentan más claras para el desengano. Aquellos edifícios maravillosos de la ciudad palatina, serían pronto polvo que se lleva el viento. Y aquel nino que se criaba entre delicias veria la ruina de todo. Aben Házam nació en 994; Almanzor m uere en 1002, y tras lá m uerte de Muzafar, en 1008, la política cordobesa se agita unos anos desesperada­ mente sobre el abismo. Garcia Gómez nos presenta los tum5 En todo el libro se lláma Ib n Hazm a Aben Házam. Lo primero es, sin duda, transcripción más rigurosa; pero yo creo que en estos nombres que han de incorporarse ál depósito de nuestra lengua, lo más im portante es que entren en ella de modo tolerable para la fono­ logia castellana: así ocurre con la forma Aben Házam, ya divulgada por Asín; en cambio, Ib n Hazm plantea un inútil problema de pro­ nunciation a cualquier hablante hispânico. Yo escribiré siempre Aben Házam, y aun preferiria Aben Hazan, porque nosotros pronunciamos como n toda m final, y es conveniente que, en lo posible, la ortografia sea fonética (comp. harén junto a harem).

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bos y zigzags de Aben Házam a través de la torm enta: la lucha —fidelísimo a los Omeyas— de sus anos de juventud, y, en fin, el hundirse dei intelectual aislado, alejado dei poder, anatematizado por la religion y entregado a una obra incansable y extensísima (400 volúmenes habrían salido de su inteli­ gência), en la que descuellan la Historia de las ideas religio­ sas, que tradujo Asín, y, para nosotros, la Risala apologética de Espana, cuya edición y traducción prepara García Gómez. • La segunda parte dei estúdio de nuestro gran arabista está dedicada al análisis del Collar: en ella va lanzando intuitivas ojeadas desde perspectivas diferentes, a este libro tan difícil de explicar en unas breves y sencillas palabras: ve en él esa profundidad, poética, elegíaca, de que ya hemos hablado, hecha aún más encantadora por la técnica repetida del no acabar, dei dar sólo rápidos manchones o retazos de realidád. El personalismo de la obra —casi un libro de mem órias cen­ tradas en torno a un solo tem a— da ocasión a García Gómez para concentrar los episodios y anécdotas del Collar en dos Páginas bellísimas (págs. 29-30), que ya habrá que poner al frente de cualquier explicación de lo que es esta obra de Aben Házam. El tem a dei personalismo lleva a una cuestión delicada, que ya había tratado respecto a la poesia árabe en general, en un artículo publicado en «Al-Andalus» (V, 1940), el de la < sirtceridad o insinceridad dei escritor. Cuando Aben Házam Publica una poesia báquica, pero hace protestas de ser pura ficción, pues él no conculca nunca así los preceptos religiosos, nos recuerda al Arcipreste después de narrar, dubitativamente entre la prim era y la tercera persona, la historia de don Melon (y de dona E ndrina): Entiende bien m i estória de la fija dei endrino; dixela por te dar ensienpro, non porque a m i vino...

NOTAS SOBRE « E L COl U R

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Pasa luego Garcí^ Gómez a estudiar el tem a dei amor. Advierte al lector moderno cuán prevenido debe estar para la lectura de un texto que entre maravillosas delicadezas refiere de vez en cuando bi-titales obscenidades y en el que se pasa indiferentem ente dei amor entre hom bres y m ujeres a apasionadas «amistades Particulares» entre hom bres (que a veces apestan a h o m o s e x u a ls ^ s^n tapujos). Tras esta prevención, lios habla el prolognjsta un re£[ej 0 platónico evidente en el Collar. Es interesgjue qUe Ia cita platónica le venga a Aben Házam por interm e^io de Mohamad ben Dawud y que éste sea el fundador de ]a doctrina dei am or udrí o de Bagdad (amor y a la par re^Uncja aj senado). £] amor udrí penetra en la Espana árabe, y es patrocinado por el grupo juvenil de estetas cordobeses aj que algún tiempo perteneció Aben Házam. La doctrina tuvo su «definitiva expresión literaria en El Collar de la Paloyna^ emp apa(j0 c(e esa delicadeza y de esa complicada castidad Sui generis que en el sentido convencio­ nal vulgarizado podemos llam ar piatónicas>>. ^ Vida y obra de Aben Házam se complementan como en un círculo cerrado y claro en el adm irable prólogo de García Gómez. * Transcribo ahora este pasaje de la Risala apologética que García Gómez ha traducido y que él cita en su prólogo. Lo pongo aqui para advertência y espejo de los espanoles de todas las épocas. Comenta ahí Aben Házam la sentencia «Nadie es profeta en su patria>>: «Esto es particularm ente verdad en Espana. Sus habitan­ tes tienen envidia al sabio que entre eJlos surge y alcanza m aestria en su arte ; tienen en poco lo mucho que pueda hacer, rebajan sus aciertos y se ensaíían, en. cambio, con sus

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caídas y tropiezos, sobre todo m ientras vive, y con doble animosidad que en cualquier otro país... Si la suerte le lleva luego por el camino de descollar claram ente sobre sus émulos..., entonces se le declara la guerra al desgraciado, con­ vertido en pasto de m urm uraciones, cebo de calumnias, imán de censuras, presa de lenguas'y blanco de ataques contra su honor... Aunque sea hom bre senalado y campeón en su ciên­ cia, caso de no tener con el poder público relaciones que le procuren la dicha de salir indemne de los peligros y escapar de las desgracias, si se le ocurre escribir un libro, lo calumniarán, difamarán, contradirán y vejarán... Tal es, entre nosotros, la suerte dei que se pone a componer un poema o a escribir un tratado: no se zafará de estas redes ni se verá libre de tales calamidades, a no ser que se m arche o huya o que recorra su camino sin detenerse y de un solo golpe.» i Esta Espana, Senor, esta E sp a n a !

UN SIGLO MAS PARA LA POESIA ESPA n OLA

[E ste artículo apareció en el diario ABC, de Madrid, el dia 29 de abril de 1950. A ruegos de Vicente Gaos lo refundi el otono último, con des­ tino a otra publicación. Lo incluyo aqui ahora en esta nueva versión, para que el lector tenga noticia de los últimos descubrimientos en matérias de jarchas.—D. A. Enero, 1957.]

H asta hace poco, la literatura espanola comenzaba por una obra épica, el Poema dei Cid, que el m aestro Menéndez Pidal fecha alrededor dei afio 1140. La investigación m oderna ha lanzado un rayo de luz sobre la noche, y ahora penetram os con nuestro conocimiento unos cien anos más a tr á s ; la litera­ tura espanola se ha hecho, de repente, un sdglo más vieja. Y ya no empieza épica; ahora comienza encantadoram ente líri­ ca, con unas sencillísimas canciones de m ujer enamorada. La literatura espanola nace, así, en un am biente virginal, de blanca y apasionada belleza. Esas canciones presentan en sus tem as y en su léxico gran­ des coincidências, lo mísmo con el cancionero gallego-portugués que con el castellano: han de ponerse al frente de toda la tradición lírica peninsular, como su cabeza común y prim er eslabón conocido. O tra consecuencia de demoledora y creadora im portancia para la literatura europea: la prim era lírica

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conooida ya no es la provenzal, sino la recién descubierta mozárabe espanola. Una serie de felices casualidades han hecho posible que llegue a nuestras manos el emocionante tesoro. Cultos poetas hebreos y árabes —los más antiguos, dei siglo xi— pusieron en sus composiciones llamadas «muguasajas» una «jarcha» o estrofilla final, escrita no en hebreo o en árabe como el resto dei poema, sino en el dialecto espanol que hablaban los moz á r a b e s T a l e s estrofillas, evidentemente, las tom aban de una tradición oral cantada y viva. j Rara curiosidad, extrano carino por la lengua vulgar espanola (que entonces nadie escribía), la de estos poetas! jY creiamos que la curiosidad folklórica no iba más allá dei siglo xix! Los poemas de estos judios han actuado de prodigiosos frascos de alcohol, dentro de los cuales los hom bres dei siglo xx encontram os ahora, frescas, palpitantes, estas criaturas líricas dei siglo xi. Las recibimos con indecible asom bro: las creeríamos llovidas dei cielo. Llegan estas cancioncillas de una inmensa distancia crono­ lógica, de la hondura lóbrega de la Edad Media, y vienen has­ ta nosotros, tibias, dulcemente encendidas de una luz diaria y de una belleza de las que nada sabíamos. El lenguaje es tan antiguo que, en su comparación, parece de ayer el dei Poema dei Cid. Algunas palabras árabes (li-lhabib, «por el amado») se mezclan con el romance. Es una m ujer de haoia el ano 1100 la que canta:

1 Las palabras ja rc h a y muguasaja son, las dos, im perfectas adaptaciones a la fonética y a la ortografia espanolas, de las correspondientes árabes. La «jarcha», que era la última estrofa de la «mu­ guasaja», a diferencia de las otras estrofas, solía estar en lengua vulgar, árabe o hispânica. En lo que sigue no se trata sino de las jarchas en romance espanol (dialecto mozárabe).

UN SIGLO MÁS PARA LA PO ESÍA ESPANO LA

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Vayse meu corazón de mib. cYa, Rab, si se me tornarád? ; Tan mal meu doler