243 24 17MB
German Pages 277 [284] Year 2019
Lateinamerika-Studien Band 25
Lateinamerika-Studien Herausgegeben von Titus Heydenreich Gustav Siebenmann
Hermann Kellenbenz Franz Tichy
Schriftleitung: Titus Heydenreich Band 25
Chile Geschichte, Wirtschaft und Kultur der Gegenwart Referate des 9. interdisziplinären Kolloquiums der Sektion Lateinamerika des Zentralinstituts (06) Im Auftrag herausgegeben von Titus Heydenreich
Vervuert Verlag • Frankfurt am Main • 1990
Anschrift der Schriftleitung: Universität Erlangen-Nürnberg Zentralinstitut (06) Sektion Lateinamerika Bismarckstr. 1 D-8520 Erlangen
Gedruckt mit Unterstützung der Universität Erlangen-Nürnberg
CIP-Titelaufnahme der Deutschen Bibliothek Chile: Geschichte, Wirtschaft und Kultur der Gegenwart / im Auftr. hrsg. von Titus Heydenreich. - Frankfurt am Main: Vervuert, 1990 (Lateinamerika-Studien; Bd. 25) (Referate des interdisziplinären Kolloquiums der Sektion Lateinamerika des Zentralinstituts 06 ; 9) ISBN 3-89354-725-8 NE: Heydenreich, Titus [Hrsg.] 1. GT; Zentralinstitut für Fränkische Landeskunde und Allgemeine Regionalforschung / Sektion Lateinamerika: Referate des...
© by the Editors 1990 Alle Rechte vorbehalten Gesamtherstellung:difo druck, 8600 Bamberg Printed in West-Germany
Inhalt
Zum Geleit
7
Las antinomias políticas chilenas de la libertad. Las experiencias de la época de la Gran Depresión y su relevancia contemporánea Ryszard Stemplowski, Varsovia
9
El proceso electoral y la democratización política: 1925-1965 Marcello Carmagnani, Turin
25
Antecedentes y causas de la crisis de la democracia chilena Ricardo Krebs, Santiago de Chile
37
Chile unter Allende - persönliche Eindrücke und Erfahrungen aus meiner Botschafterzeit Lothar Lahn, Wachtberg-Pech
55
Autoritarismus und oppositionelle Gewerkschaftsbewegung: Chile unter Pinochet Walter L. Bernecker, Augsburg/Bern
83
La política económica de Chile ¿hacia una economía social de mercado? Ernst Dürr, Erlangen-Nürnberg
103
Vorstellungen des "Proyecto Alternativo" für die Wirtschaftsentwicklung Chiles nach Rückkehr zur Demokratie Dieter W. Benecke, Bonn
115
5
Deutsche Kaufleute in Valparaiso in der ersten Hälfte des 19. Jahrhunderts H e r m a n n Kellenbenz, Warngau - Thannried
127
Pour une étude comparée des Allemands et des Français au Chili. Perspectives, méthodes, premières conclusions Jean-Pierre Blancpain, Baden-Baden
145
Inmigración judía a Chile durante los siglos XIX y XX Günter Böhm, Santiago de Chile
163
La frontera, una realidad cambiante en la perspectiva del desarrollo histórico chileno Alvaro Jara, Santiago de Chile
179
Orígenes del espíritu de cuerpo del Ejército chileno, 1865-1885 Carlos Maldonado Prieto, Santiago de Chile
189
Las cárceles llenas: tensiones sociales en los primeros años del siglo XX en Chile y el papel policial de las Fuerzas Armadas Ferenc Fischer, Pècs
209
Santiago de Chile: Städtisches Wachstum unter gewandelten politischen und wirtschaftlichen Rahmenbedingungen Jürgen Bähr, KieL
227
Chile im Werk von Pablo Neruda Karsten Garscha, Frankfurt a. M
249
Das Werk des Omar Saavedra Santis im chilenischen Exilroman der achtziger Jahre Monika Walter, Berlin, D D R
6
261
Zum G«leit
Analog zu den vorausgehenden Kolloquien war auch das 9. Kolloquium unserer Sektion am 3./4. Dezember 1987 regional konzentriert und zugleich fachübergreifend angelegt. Im Mittelpunkt stand Chile, und die Gründe lagen auf der Hand. Chile war in vorausgehenden Veranstaltungen noch nicht behandelt worden. Hinzu kam die beklemmende Relevanz der innenpolitischen Situation - spiegelverkehrt, wenn man so will, zur Entwicklung in Kuba, dem Land, das im vorausgehenden Kolloquium im Dezember 1985 behandelt worden war (Die Referate dieser Tagung erschienen im Herbst 1987 als Band 23 der LATEINAMERIKA-STUDIEN). Chiles Gegenwart stand denn auch im Vordergrund der meisten Referate, mit gelegentlichen Rückblicken auf das 19. Jahrhundert.
Zur "Einstimmung" wurde am Vortag (2. Dezember) der vieldiskutierte vierstündige Dokumentarfilm "Acta general de Chile" (1985) von Miguel Littin gezeigt. Die bildlichen Eindrücke und Informationen erwiesen sich in den darauffolgenden Tagen als wertvoller (Kontrast-)Hintergrund zu fast allen Referaten.
Die Eröffnungs- und Begrüßungsworte sprach Universitätspräsident Prof. Dr. Nikolaus Fiebiger. Besonders froh waren wir 1. über die internationale Zusammensetzung der Teilnehmer: Von vierzehn Freunden und Kollegen kamen sieben aus dem westlichen und östlichen Ausland, unter ihnen drei aus Chile; 2. über die seither dankenswert folgenreiche Mitwirkung eines Mitglieds der Akademie der Wissenschaften der DDR.
Die Deutsche Forschungsgemeinschaft, das Bundesministerium für Innerdeutsche Angelegenheiten und die Universität Erlangen-Nürnberg haben das Kolloquium großzügig unterstützt. Diesen Institutionen gilt unser herzlicher Dank ebenso wie Frau Karin Klaußner, die mit bewährtem Engagement gemeinsam mit Herrn Prof. Dr. Rainer Gömmel, Frau Susanne Groth, M.A., Herrn Roland Spiller, M.A. und Herrn Rüdiger Zoller, M.A. die Hauptlast der Tagungsvorbereitungen und -durchführung trug. Für die Erstellung der erstmals besonders anmutigen Druckvorlage zeichnet Herr Roland Spiller verantwortlich, der mit großem Einsatz seine Erfahrungen im Umgang mit Computern nutzte. Die sorgfältige Betreuung des gesamten Editionsvorgangs lag abermals in den sachkundigen Händen von Frau Karin Klaußner.
Erlangen-Nürnberg, im November 1989.
8
T. H.
Las antinomias políticas chilenas de la libertad. Las experiencias de la época de la Gran Depresión y su relevancia contemporánea Ryszard Stemplowski, Varsovia
Unas reflexiones sobre la libertad pueden constituir una buena introducción a un coloquio dedicado a Chile. El presente es un ensayo sobre las antinomias de la libertad concebida políticamente. Por la política entenderé aquí la intención de conseguir el poder político y el ejercicio del mismo. Esta definición me permitirá delimitar el ámbito de mis disquisiciones acerca de la libertad en sus diversas interpretaciones y manifestaciones. Diversas y contradictorias a veces, ya que aunque la libertad figura entre los valores más alta y generalmente apreciados - su interpretación en tanto que concepto queda en dependencia directa con la esfera objetiva de relaciones políticas con la que la vinculamos, mientras que la manera de manifestar la libertad depende de las características del sujeto político que se examina. Analizaré las diversas acepciones del concepto de libertad que son de mi interés basándome en materiales concernientes al Chile por ser éste el país que entre los países latinoamericanos fue el más afectado por la Gran Depresión, un país en que a lo largo de aquellos años gobernaron sucesivamente varias administraciones claramente distintas, y patria de un experimento tan interesante como fue la República Socialista. Sería difícil comprender las causas de la inestabilidad política en Chile sin hacer referencia a su balance de pagos. Creo que ya resultaría más fácil admitir que fue la conciencia social sobre el trágico estado en que se encontraba aquel balance la que pudo haber inducido a los chilenos a emprender actividades políticas. Pero, semejante afirmación no puede no provocar cierto escepticismo. Más de una vez en la historia ha impelido a la acción un ardiente llamamiento, pero ¿un balance de pagos? ¿Asalto a una Bastilla chilena efectuado por contables? ¿El balance de pagos como un grito revolucionario? ¡Por favor...! No obstante, ¿acaso el dieciochesco proyecto francés no fue fruto tanto de la desesperación del "pueblo" como de cálculos económico-políticos
de la burguesía? ¿Y los posteriores "paladines del trabajo, paladines del espíritu" de la canción revolucionaria de una parte mía de Europa, con su grito "a las barricadas", no cantaban al unísono la libertad "que está en manos del verdugo" y la gloria del autor del "Capital"? Aunque las causas directas de las conmociones sociales han sido de diversas índoles, y aunque las profundas raíces de cambios estructurales constituyen siempre una maraña de múltiples y variados procesos, sería difícil encontrar un movimiento revolucionario o reformador exento de aspectos cuando no de una base económica. En este sentido, el caso de Chile no fue nada distinto, aunque un examen de los acontecimientos ligados a la caída, en julio de 1931, del gobierno autoritario del presidente Carlos Ibáñez podría sugerir que la oposición se guiaba por el deseo de ganar libertad. La "libertad" fue el lema vociferado por los manifestantes; había de desaparecer el "tirano" para ceder paso a la "democracia". Aun hoy día uno puede dar con la tesis de que Ibáñez fue derrocado por los defensores de los ideales de libertad, procedentes de las clases medias. Bien es verdad que la oposición se sentía cohibida - por decirlo de una manera suave -, así como sería igualmente verdadera la aserción de que había un denominador común para toda la oposición: no obstante las acusadas diferencias entre sus diversos grupos, el objetivo de la libertad era común hasta para las agrupaciones más extremistas: Desde las fuerzas situadas a la izquierda del céntrico en Chile partido de los radicales, o sea, desde los anarquistas, los socialistas de diversos tonos y matices, los comunistas del Comintern, los comunistas trockistas, los sindicalistas independientes del gobierno, los demócratas, etc., hasta las fuerzas que se situaban a la derecha, es decir, los conservadores, los liberales, etc., todos ellos tenían mucho que ganar al imponer un sistema más próximo a los ideales de la democracia parlamentaria que el representado por Ibáñez. Es verdad que la oposición deseaba la libertad, mas ¿cuál era el sentido político de aquellos deseos? La izquierda contaba con poder desarrollar sus organizaciones con mayor desenvoltura, sin hablar ya de recuperar la libertad - en el sentido prístino de la palabra -, de los dirigentes socialistas, comunistas o anarquistas que se encontraban presos o exiliados. La derecha, a su vez, tema la esperanza de reestablecer sus influencias políticas. Los radicales, en cambio, se estaban disponiendo para tomar o, mejor dicho, retomar el poder, mientras que sus políticos deportados, para volver al país y al 10
gobierno. De este modo, para la izquierda la libertad significaba concretamente el cese de represiones policiales y la posibilidad de ampliar su base social, mientras que para el centro y la derecha la libertad había de patentizarse, más que nada, en libres elecciones parlamentarias y presidenciales; libres, es decir no controladas por el gobierno sino por los partidos políticos. Y éstas eran libertades de las que se trataba en la política de aquel entonces. Sin embargo, lo anterior no agota las reflexiones acerca de la interpretación digamos - antiibañezca de la libertad. Al contrario, una vez más volverá a aparecer la alusión referente a la causa principal de la inestabilidad política. En base de irrebatibles materiales de fuente se puede demonstrar que la razón más importante fue la crisis económica. Los grupos de la oposición más peligrosos para Ibáñez evaluaban la situación económica del país como altamente desfavorable. Cuando por fin se publicó las cifras concernientes a las finanzas públicas la indignación llegó a cénit. No obstante, la oposición no coincidía en cuanto a las medidas a tomar. Unos reclamaban la necesidad de una total reorientación, de unas reformas substanciales, prácticamente revolucionarias, mientras que en opinión de otros serían suficientes unos cambios moderados en el terreno de la política económica. Pero independientemente de aquellas diferencias la mayoría atribuía la responsabilidad por el estado de la economía al gobierno. La mayoría, no todos. No obstante, esa mayoría llevaba la voz cantante en la opinión pública. No es sólo que gobierne un tirano - se decía -, además de eso el gobierno carece de competencias y está corrompido. En aquel período más de uno podría llegar a creer de que la causa principal de los problemas económicos realmente había que buscarla en la falta de libertades unida a la incompetencia y deshonestidad de los ministros. Cuando finalmente esa opinión pudo expresarse en las elecciones, ganó aquella corriente que más había hablado de la libertad y honestidad, es decir, la coalición liberal-conservadora: empezó la administración de Estéban Montero.
A mi modo de ver, las libertades políticas seguían siendo insatisfactorias, pero se oían cada vez menos quejas al respecto, y además venían sólo de parte de la izquierda y del centro. Los conservadores teman ahora la libertad, igual como la tenían también los liberales. La derecha tenía su libertad porque había recuperado la libertad de los que mandan. Tenía el poder, mas no gozaba de estrecho apoyo social, siendo criticada con el justo pero trivial - por cierto - reproche de que el nuevo gobierno representaba a los más ricos. En todo caso, había menos quejas a causa de la limitación de libertades, lo cual tiene una doble explicación: por un lado y en comparación con la 11
presidencia de Ibáñez, la situación había mejorado considerablemente, y por otro, la opinión pública estaba ya absorta por los problemas económicos. La opinión pública del Chile a principios de los años treinta - hay que decirlo de una vez - constituía, naturalmente, un 8-10 % de la población del país, si hemos de atenernos a lo que consta en las fuentes. Recurriendo a la deducción, podríamos arriesgar la hipótesis de que los problemas político-económicos absorbían a toda la población adulta, sobre todo a los ciudadanos de alta conciencia cívica. A la acientífica por no decir simplista pregunta: ¿De qué se hablaba en Chile durante el gobierno Montero?, podríamos contestar: Del dinero. No de unas libertades más o menos abstractas, sino del muy concreto vil metal. No es mi intención, ni mucho menos, de sugerir que él que deseaba libertades políticas renunciaba de cierto modo a la multiplicación de sus ingresos y que cada ciudadano preocupado por el estado de la economía nacional estaba dispuesto a abrazar la satrapía. De momento, sólo me limito a presentar la jerarquía de temas discutidos públicamente y manifestados en forma escrita. Así pues, se discutía el dinero, lo que significa: de finanzas públicas, de balances de diversas compañías y sociedades anónimas, de presupuestos particulares etc., culpando al gobierno de las consecuencias de la crisis que - dicho sea de paso - aún ni siquiera había recibido un nombre. Seguía prevaleciendo la opinión de que el gobierno era el principal responsable de la mala situación y es sabido que un gobierno conservador-liberal cuida los intereses de su base sociopolítica, es decir, de la oligarquía, etc., etc. Sin embargo, la ideología liberal-conservadora no impidió que el equipo de Montero se plantease seriamente los problemas económicos y que sometiese la economía al campo de actividades estatales con una magnitud sin precedentes. Y todo ello a caballo de los años 1931 y 1932, cuando aún no se podía leer ni el innovador trabajo de Michal Kalecki, ni de los grandes tratados de Maynard Keynes, así como era imposible prever el New Deal. Sin lugar a dudas, resulta insuficiente afirmar que la administración de Montero representaba a la oligarquía. El gobierno Montero realizaba una política económica de estatismo tratando de salvar lo que se podía, el nivel de vida de numerosos grupos sociales, no solo de los de "arriba" incluidos, dejando al mismo tiempo de lado más de un dogma liberal sobre las relaciones entre Estado y la economía y demonstrando que el conservadurismo - hasta en su versión oligárquico12
clerical - no tiene por qué significar falta de cambios, como suele creerse, ni tampoco el liberalismo tiene que conducir necesariamente a una ampliación de libertades en la economía. Es verdad que Montero no logró mejorar la situación, que, dada su falta de carisma, resultaba inconvincente, que eran ingénuas sus esperanzas de que la honestidad personal del abogado y profesor de universidad pueden suplir su también personal ineficacia en tanto que político, igual como es verdad que durante su gobierno la crisis se agudizó más aún. Pero, ¿acaso la pretensión de poner coto a la Gran Depresión no superaba las posibilidades de todo gobierno? De la afirmación sobre la existencia de un límite de responsabilidad del gobierno por el estado de la economía no se desprende la negación de la cierta por otra parte tesis de que los principales responsables por la situación del país son los que lo dirigen. Se desprende, en cambio, la ya aplicada aquí directriz de investigar los vastos condicionamientos de las gestiones de un gobierno, es decir, de la estructura social de que parte así como del sistema socio-económico relacionado a ella. Al demarcar este ámbito de interés no nos alejamos de los problemas concernientes a los vínculos entre la libertad y la política; al contrario, nos acercamos a un análisis más integral de éstos en relación con la República Socialista. Los autores del programa de la República Socialista provenían de las capas medias, muy afectadas por la crisis. Mientras que los ricos y pudientes tuvieron que dejar de despilfarrar el dinero en la Costa Azul o (por lo menos) en Viña del Mar porque ya no podían cambiar libremente las divisas u obtener créditos o, a veces, ambas cosas a la vez, y se preocubaban por sus haciendas hundidas en deudas; mientras que miles de mineros de salitre y cobre, despedidos de trabajo caminaban hacia el Sur del país, comiendo lo que cayese en sus manos y durmiendo donde fuese, los chilenos de capas medias veían con expresa desesperación cómo la inflación se comía sus ahorros, cómo el gobierno rebajaba los sueldos de los funcionarios y oficiales, cómo iban quebrando las empresas más débiles, cómo iba disminuyendo el presupuesto para la educación. Muchísimos se vieron obligados a despedir a su servicio doméstico y más de uno hasta tuvo que prescindir del consumo de un artículo tan esencial para la cocina chilena como el aceite de oliva español.
13
Así pues, si la ampliación de libertades políticas bajo el gobierno de Montero había de servir para un fin útil, se debía aprovecharlas en una lucha por cambiar aquellas condiciones deprimentes. No era por primera vez que la política de libertades democráticas se volvía en contra de sus autores. Montero fue derribado y el Movimiento de 4 de Junio proclamó la República Socialista. Lo que hacía un mes hubiera podido considerarse un manifiesto de un ex-embajador frustrado o una octavilla de un club marginal de profesionales de un país periférico, acalorados por las discusiones, acomplejados y corroídos por envidias, de repente ganó la categoría del programa de un nuevo Estado. De la noche a la mañana los chilenos se enteraron de que la única salvación posible era el socialismo. Y no el "sovietismo ruso" del cual se desprendían - igual que del "gran capital extranjero", tachando a ambos de "imperialismos", sino el "Socialismo de Estado". Históricamente, se había relacionado el ideal del socialismo con el ideal de la libertad, pero el primer intento duradero de su puesta en práctica a nivel de Estado negó esta relación. Si el comunismo (!) de Estado aún recalcaba formal y solemnemente la denominación "país vanguardista del socialismo" (o algo parecido) y lo enaltecía con garantías de libertad atractivamente formuladas en la constitución estalinista de 1936, seria muy difícil encontrar una definición más acertada para el pesimismo completamente oficial de los ideólogos postestalinistas que la del "socialismo real". Por otra parte, tal vez ésta no le suene tan deprimente a un socialista que hable el idioma en que antes había nacido el concepto de "Realpolitik" y en que ahora funciona la noción "der Länder des realen Sozialismus". Además, da la causalidad de que el término "Socialismo de Estado" también fue empleado por primera vez en alemán: el socialismo de Estado chileno había sido inspirado por el "Staatssozialismus". También los autores del concepto del Staatssozialismus se habían planteado desde el principio el problema de la libertad, aunque lo hicieran de una forma intricada. Kautsky, al criticarles, creía que la nacionalización de la economía fortalecería al estado capitalista y limitaría el movimiento social-demócrata, retrasando la lucha por la liberación social. En la versión chilena del socialismo de Estado el problema de la libertad se ve más complejo ya que el concepto mismo había sido desarrollado y, además, la práctica gubernamental de poner en marcha ese programa hace surgir varias interrogantes. Dado que las ideas principales de este programa ya los examiné en otra ocasión, per14
mitanme que pase directamente al meollo de la cuestión para pesquisar los aspectos de la libertad de las reformas chilenas en lo que atañe al poder político y económico, así como los vínculos de Chile con el sistema mundial. Entre otras, la reforma del sistema político había de consistir en la introducción del principio de una definición funcional, socioprofesional de la representación parlamentaria en una sociedad sin clases, algo como un corporativismo político. Se iba a rechazar el principio clásico de la representación y, junto con él, los constitucionales principios electorales, el sistema de partidos existente, las libertades
de
asociación y expresión, etc. o - para ser más exacto - estos principios iban a definirse de nuevo para ponerse al servicio de las fuerzas nuevas. Se preveía una peculiar redistribución de libertades, aunque en realidad los cambios no hubieran tenido que suponer una revolución, ya que las garantías constitucionales de 1925 eran realizadas, más que nada, en plano verbal. Al fin y al cabo, es significativo el reducido alcance de la opinión pública. Las más detalladamente proyectadas fueron las reformas concernientes directamente a la economía. Se preveía la creación de un fuerte sector estatal, el desarrollo de cooperativismo, así como la inclusión de los sectores privado y cooperativo dentro del sistema de una planificación estatal dirigida. La actitud hacia la grande propiedad de tierra y hacia el capital extranjero no fueron definidas con precisión, pero la tendencia era evidente: limitar también esos tipos de propiedad. La realización de tal reforma implicaba una considerable limitación de libertades. Dicha limitación tendría un carácter polifacético, la más importante, sin embargo, sería la limitación del derecho de propiedad. Hay que subrayar que esa limitación no se debía tan sólo a una nueva modificación legislativa: la reforma era más profunda y llegaba hasta el concepto mismo del derecho subjetivo. Se trataba de introducir en el sistema jurídico el principio según el cual la propiedad no es un derecho subjetivo, es decir, fundamental, sino una función social. Y la función social de la propiedad estaría sujeta a modificaciones conforme los intereses del Estado. De este modo, los intereses del Estado llegarían a ser el criterio de libertad para disponer de la propiedad privada, serían unos intereses determinados por el poder político. Esto supom'a un cambio esencial de la situación del individuo en un sistema basado en propiedad privada, a la par que un cambio considerable de las funciones del Estado, y no sólo de sus funciones económicas. 15
La reforma definía de una manera nueva el papel del Estado con relación al mercado internacional, lo que se debía tanto al establecimiento del monopolio estatal del comercio exterior en numerosos campos como a la actitud nueva - aunque inconsecuente - hacia el capital extranjero. Los ideólogos más radicales del socialismo de Estado como Eugenio Matte Hurtado, Alfredo Lagarrigue Rengifo, o Eugenio Gonzáles Rojas hablaron de Chile en tanto que un ente que se va transformando paulatinamente en "una colonia económica explotada por las compañías extranjeras", hablaron de la explotación de Chile por parte del "capitalismo internacional", del "capitalismo extranjero", del "imperialismo capitalista", etc. Esos ideólogos advertían los lazos que unían el capitalismo nacional con el capitalismo en tanto que sistema mundial. Sin embargo creían que el factor exterior era predominante. Asimismo, hablaron claramente de "liberar a Chile del capitalismo extranjero", refiriéndose tanto al capital extranjero en Chile como al capitalismo en cuanto forma internacional de explotar los recursos chilenos. No obstante, sería erróneo creer que la conciencia acerca de los efectos negativos producidos por las fuertes economías extranjeras era propia sólo de los socialistas radicales, partidarios del estatismo. No fue sino Montero quien sostenía que la catastrófica disminución de la demanda mundial del salitre chileno estribaba en el "nacionalismo cerrado" de los ricos importadores. Sin embargo, fue precisamente el socialismo de Estado el que se convirtiera en una plataforma anticapitalista. El lema de "liberar a Chile del capitalismo extranjero" revelaba la existencia del problema de dependencia. El Estado, en su nueva función debía volver a renegociar de cierta manera las condiciones de la dependencia e independencia. Alguien podría decir: de la dependencia económica. Económica, de acuerdo, pero ¿es posible una dependencia real de una sociedad periférica dentro del sistema internacional sin una base económica? La independencia ¿no significa también una soberanía económica?
La soberanía es una clase específica de libertad que se manifiesta, entre otras, en la autonomía del país para decidir sobre sus relaciones con otros países y, en términos más generales, con los sujetos del derecho internacional, tanto público como privado. La situación de Chile la condicionaban principalmente sus relaciones con los Estados Unidos de América, la Gran Bretaña y con las compañías internacionales que actuaban en el país como monopolios o semi-monopolios para explotar los recursos minerales chilenos - chilenos desde el punto de vista geográfico - : el salitre y el cobre, así como con los monopolios que abastecían a Chile en combustibles líquidos. En el período de la República Socialista se hizo evidente hasta que punto el gobierno 16
chileno dependía de los gobiernos y empresas extranjeras: sus dificultades para elaborar una política autónoma no provenían exclusivamente de los sectores fundamentales de la economía sino también del funcionamiento del Estado como institución. Por tanto, no se trataba sólo del hecho de que un país con un balance de pagos negativo se sintiera limitado en su política exterior. Los gobiernos y monopolios del centro del sistema capitalista influían sobre las gestiones y omisiones del gobierno de la República Socialista de tal manera que no se puede considerarlos tan sólo como factores externos. La dependencia tenía carácter estructural y estribaba en el entrelazamiento dominación-dependencia, a consecuencia de lo cual se hizo justificada la identificación de las aspiraciones a una mayor independencia con las actividades defensivas contra capitalistas y gobiernos extranjeros y contra aquellos chilenos que se declaraban partidarios de la perduración de este entrelazamiento. No obstante, la tesis de que los promotores de la República Socialista queríancorno más tarde lo querrá Salvador Allende - sacar a Chile del sistema capitalista sería infundada, si hemos atenernos a las fuentes documentales. Más bien se trataba de ampliar la independencia permaneciendo dentro del sistema y sanar de este modo la economía nacional. Y para esto iba a servir el socialismo sui generis. La vía emancipadora se la vinculó con el socialismo de Estado, pero el optar por la estrategia nueva equivalía al rechazo de la estrategia rendida y el liberalismo en tanto que equivalente doctrinal de las fuentes de fracasos chilenos aparece en las dos propuestas principales del programa del socialismo de Estado: en el Plan Dávila y el Plan Lagarrigue. Debemos recordar aquí y hacer hincapié en el hecho de que desde mediados de 1931 los chilenos tenían conocimiento del estado de las finanzas públicas y de los resultados del comercio exterior. A veces incluso su imagen era exageradamente negativo por estar creada a base de unas esperanzas igualmente exageradas respecto las ganancias de la exportación del salitre. En cambio, no se abrigaba dudas algunas en cuanto a las catastróficas consecuencias de quiebra en los mercados internacionales de mercancías y créditos. Así pues, lo que de repente comprendieron los chilenos, quienes a nivel individual sufrían cada vez más las consecuencias de la crisis, resultó aterrador. El balance comercial y más aún, el de pagos eran mucho más elocuentes que el mismo Arturo Alessandri, maestro sin iguales de la retórica política de aquel entonces. Y fue precisamente ese balance que por de pronto empezó a convertirse en un símbolo de las consecuencias del liberalismo.
17
La primera declaración de la junta socialista habló del fracaso acarreado por la economía liberal y un legalismo engañador. Dávila señaló las causas del mal con más precisión culpando la libre competencia y la desmesurada avidez de ganancias. Mencionó también el carácter casi monocultivista de la economía chilena. No cabía duda de que el liberalismo, con su competencia de fuerzas en el mercado internacional constituía una expresión de libertad, igual como estaba claro que el liberalismo hizo que se toparan partners desiguales. El liberalismo favorecía la expansión de los más desarrollados y la subordinación de los más débiles. De ahí que, para hacer frente a los poderosos, los débiles decidieron a recurrir a la instutición del Estado en cuanto "integrador" y representante de la parte débil. En vista de ello, el Estado habría de renunciar a su función del proverbial sereno para contraer la obligación de organizar el esfuerzo económico de una nación definida populisticamente. El camino hacia una mayor independencia nacional consistiría en una afirmación del socialismo de Estado y una negación del liberalismo, sobre todo del liberalismo económico. Con esto podríamos poner el punto final a las presentes disquisiciones, si es que para terminar quisiéramos recalcar la independencia como atributo del Estado y el liberalismo como doctrina económica. No obstante, esto no agotaría las reflexiones sobre la libertad y la política en el socialimso de Estado. Carlos Dávila no pudo no haberse dado cuenta de los peligros que conllevaba el nuevo sistema o, al menos, de las inquietudes de sus conciudadanos. Tranquilizaba a los lectores de su Plan diciendo: No queremos un Estado que aplaste al individuo. Por el contrario, queremos un Estado próvido que se le dé nueva vitalidad y le ofrezca un campo descampado para su abatida actividad de hoy. Lo que buscamos no es tampoco el absurdo Estadobeneficencia, sino el Estado-comunidad, reciamente organizado por la razón. O sea, anunciaba un "socialismo de tinte humano" 36 años antes de la Primavera de Praga y de Aleksander Dubcek. Pero escribió también, 45 años antes de que naciera el movimiento polaco de Solidaridad y del general Jaruzelski, que la política de ataque contra la crisis requiere una movilización como en estado de guerra. Entonces, ¿qué podía esperar de un Estado-comunidad, bajo el gobierno de la ley de defensa de la seguridad de Estado el individuo? En el mejor de los casos, una mayor 18
independencia económica del país, unida a una reducción de libertades individuales a favor del Estado y, en el peor, una consolidación de la dependencia del país a la par que una limitación de libertades. La emancipación del país seguía siendo una gran incógnita, mientras que cada una de las alternativas garantizaba al individuo cierta limitación de las libertades. El socialismo de Estado chileno asestaba en el dogma democrático, en el dogma liberal y en el dogma comunista. En el democrático porque el procedimiento de una libre formación de la voluntad de la mayoría lo cambiaba mediante una fusión corporativa de grupos sociales que quedaban en oposición entre sí. En el liberal, cuando aspiraba a someter la libertad del empresario a la voluntad del poder político y al introducir al Estado - el superempresario - en el mercado internacional. Y, finalmente, asestaba en el dogma comunista al pronunciarse por pluralismo ideológico y político. Con cierta dosis de exageración se podría constatar que los socialistas de Estado chilenos resolvieron las contradicciones entre aquellos dogmas derribándoles todos. He dicho "con exageración" porque he encontrado muy pocas huellas que indicasen que existía una conciencia acerca de algunas contradicciones de este tipo. Y son unas contradicciones esenciales para la dialéctica de la libertad y del poder político. La falta de tales huellas se debe, indirectamente, al hecho de que en el concepto chileno del socialismo de Estado el problema del poder fue insuficientemente elaborado: Un análisis de los textos programáticos nos lleva a la conclusión de que la base del poder lo iba a constituir una alianza populista, de diversas clases sociales, pero entre esa alianza populista y el Estado habían de hallarse sólo aquellas corporaciones indefinidas. No se sabe nada sobre cómo esa alianza dirigente habría de gobernar el país. Se rechazó el dogma democrático con su sistema multipartidista así como el dogma comunista con su monopolio o hegemonía de un solo partido. Tampoco se esperaba que el papel dirigente lo desempeñaran las Fuerzas Armadas, a pesar de que en el sistema político chileno éstas tenían el carácter de quasi-clase a la par que de quasi-partido y de que habían sido precisamente las FF.AA. las que posibilitaron a los socialistas de Estado la conquista del poder. Como vemos, en una cuestión tan esencial como la toma del poder aquella gente no se mostró nada ingenua, no anduvieron por las nubes persiguiendo ideales irrealizables como pudiera ser, por ejemplo, un camino parlamentario hacia el socialismo de Estado. Lo menciono porque existe tentación de 19
justificar la falta de imaginación estratégica y política (y pienso en el problema de poder en el concepto del socialismo de Estado) con la ingenuidad, con la inexperiencia, el desconocimiento de la historia o falta de preparación para realizar las tareas emprendidas. Todo ello podría ser una verdad a medias, pero ¿no debería buscarse una explicación también en el terreno de la psicología social? Al investigador-latinoamericanista se le ocurre, sobre todo, la idea del personalismo. Es sintomático que ni Ibáñez ni Pinochet, creadores de dos sistemas de poder eficazes, hayan fundado un partido político, un movimiento masivo, tanto más que en ambos casos se trata de gobiernos autoritarios. Autoritaria fue también, en teoría y en la práctica, la República Socialista. Sin embargo, ésta careció de una personalidad eminente. Ciertas trazas de una personalidad de este tipo las revelaba el coronel Marmaduque Grove: poseía rasgos carismáticos y contaba con un apoyo parcial del ejército. Fracasó más que nada por haberse identificado con el ala radical socialista, que era una fracción demasiado débil para poder mantenerse a flote. Además, fue el coronel Grove más bien un tribuno: no sabía hacer la política; sabía enfervorizar a las masas, pero era incapaz de aprovecharlas políticamente. Dávila, a su vez, que fue el político que más tiempo se mantuvo al poder durante el gobierno socialista, no fue, bien es verdad, mal manipulador, pero no gozaba de ningún apoyo social y se pasó de astuto tratando de presentar ese defecto como una virtud. Nadie está detrás de mí, no defiendo los intereses particulares de nadie - declaraba por la radio -, y para sus adversarios aquello significaba: cuando vengáis a por mí, nadie me defenderá. Efectivamente, las masas no defendieron la República Socialista. Y no fue porque desconocieron su programa o por la indiferencia, como se ha afirmado más de una vez. No la defendieron porque no estaban organizados. Los socialistas, tan partidarios del estatismo como eran, habían rechazado el multipartidista sistema democrático-liberal igual como tampoco admitían un sistema monopartidista del comunismo y su tercera vía, innombrada e indefinida, se expresaba en la falta de cualquier movilización sistemática del apoyo y soporte de las masas. Hasta ahora no se han revelado, ni siquiera se sabe si existen, algunas fuentes fidedignas que testimonien la existencia de unas motivaciones más profundas de aquellos arquitectos de nuevo orden. Apoyándonos en la psicología social no podemos sino conjeturar si el dejar de construir un mecanismo político dentro del socialismo de Estado se debía al reforzado por la Gran Depresión complejo frente a los grupos 20
dominantes en el capitalismo chileno y a la fascinación por el factor económico, es decir, por aquel balance de pagos. El socialismo iba a ser un remedio indoloro, rápido y eficaz para todo y para todos; fue opuesto al liberalismo e identificado con el Estado. Tal vez aquellos profesionales de posturas socialistas no tenían la libertad por un objetivo importante porque desconfiaban tanto de su éxito personal como del éxito de su país en un mundo gobernado por la liberal ley de libre competencia. ¿Qué podría buscar aquella gente en el mercado? ¿Y qué podría esperar de ese mercado el pueblo chileno? Los chilenos temían semejante libertad, la rehuían y en su huida caían en los brazos del Estado, un Estado idealizado, un Estado de todos los chilenos que viven de su propio trabajo, según se afirmaba, de un Estado sui generis socialista. En este "Estado-comunidad" el individuo podría disiparse, dentro de la comunidad le sería más fácil soportar todas las incomodidades de la crisis, no tendría que contar tan sólo con sus propias fuerzas, ni estar solitario y asechado por las dificultades; en la comunidad desaparecía el penoso imperativo de eligir y el continuo desafío de la libertad. Y tanto más fácil fue ese rehuir la libertad que, paradójicamente, iba acompañado de la aspiración a la libertad, a una emancipación colectiva. Mas, ¿se puede optar por la libertad contra la libertad? ¿Qué valor posee la emancipación del Estado unida a una limitación de las libertades de sus ciudadanos? ¿Es la libertad algo único, integral e indiviso, o es posible consagrar una libertad para ganar otra? Cada huida de la libertad, o miedo a la libertad, ¿tiene realmente que acabar en la afirmación del fascismo, como sugiere Erich Fromm? Cada socialismo, como requiere Friedrich August Hayek, ¿tiene realmente que ser "the road to serfdom"? ¿Acaso Raymond Aron no define mejor las respuestas a las preguntas de esta índole cuando dice que "NO HAY UNA SOLA Y UNICA FORMULA DE LA LIBERTAD EN EL SENTIDO MAS AMPLIO DE LA PALABRA"?
21
Este ensayo presenta resumidamente uno de los temas de mi libro, State Socialism in Underdeveloped Capitalism? Chile 1932. en manuscrito, donde está incluida la lista completa de mis fuentes de archivo así como la bibliografía extensa. Las fuentes de archivo provienen de Public Record Office (Londres), National Archives (Washington DC), Politisches Archiv des Auswärtigen Amtes (Bonn), Archives Diplomatiques des Ministères des Affaires Etrangères (Paris), Archivo General del Ministerio de Relaciones Exteriores (Madrid). La bibliografía contiene, entre otras, las siguientes obras, relacionadas con el tema en cuestión: R. ARON, Essai sur les libertés, Paris 1965. R. DONOSO, Alessandri - Agitador y demolador, Cincuenta años de historia política de Chile, t. II, México - Buenos Aires 1954. P.W. DRAKE, Socialism and Populism in Chile 1932-1952, Urbana 1952. P.T. ELLSWORTH, Chile. An Economy in Transition, New York 1945. E. FROMM, Escape from Freedom, New York 1941. F.A. HAYEK, The Road to Serfdom, New York 1962. N. LECHNER, La democracia en Chile, Buenos Aires 1970. B. LOVEMAN, Chile. The Legacy of Hispanic Capitalism, New York 1979. R. MONTERO MORENO, La verdad sobre Ibáñez, Santiago 1952. F.M. NUNN, The Military in Chilean History. Essay on Civil-Military Relations, 18101973, Albuquerque 1976. R. STEMPLOWSKI, Chile y las compañías petroleras 1931-1932. Contribución al estudio del entrelazamiento dominación-dependencia, Ibero-Amerikanisches Archiv, 1/1978, p. 1-19. -, La República Socialista de Chile de 1932 vista por el Foreign Office, Estudios Latinoamericanos, vol. 6, parte II, 1980, p. 333-342. -, Hacia la autonomización y totalización del estado: Carlos Dávila y su concepción del socialismo de estado, en: A. Annino, M. Carmagnani, comps., América Latina: delestado colonial al estado nación (1750-1940), Milano 1987, p. 361-387. -, State Socialism in Chile 1932: Economic Nationalism? en: H. Szlajfer, ed., Essays on Economic Nationalism in East Central Europe and South America 1919-1939, Warsaw, 1987, p. 139-203. 22
-, La diplomacia alemana frente a la República Socialista de Chile de 1932, Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas, Bd. 25, 1988, p. 114-124. G. STRAWBRIDGE, Ibáñez and Alessandri: The Authoritarian Right and Democratic Left in the Twentieth Century Chile, Buffalo 1971. J.R. THOMAS, The evolution of a Chilean Socialist: Marmaduque Grove, HAHR 1/1967, p. 22-37.
23
El proceso electoral y la democratización política: 1925 - 1965 Marcello Carmagnani, Turin
Si bien se puede coincidir con el juicio formulado por el politòlogo chileno Samuel Valenzuela que "la historiografía chilena es notoriamente deficiente en cuanto a entender el funcionamiento (del sistema político), y es por lo mismo errónea su apreciación de la reforma electoral"1, resulta sin embargo bastante curioso notar que tampoco la politologia trata de comprender las tendencias de fondo y las tensiones que regulan los ciclos políticos latinoamericanos en general y chilenos en particular de los siglos XIX y XX. Historiadores y politólogos no han reparado, entre otras cosas, en las series existentes relativas a la población electoral chilena de los siglos XIX y XX que permiten por lo menos una primera aproximación sólida a la comprensión de los procesos políticos y a la superación de las aproximaciones de tipo estructural. Con el fin de evitar confusiones, es necesario agregar que si bien no es posible hipotizar siempre una correlación perfecta entre proceso electoral y proceso político pues el primero anticipa o retarda respecto al segundo, se puede sin embargo decir que la dimensión electoral nos permite entrever a nivel serial algunos rasgos del sistema político pues a través de la participación electoral logramos entrever el carácter de un sistema político. De allí entonces que hayamos mantenido separada la población electoral masculina de la feminina por el hecho que ésta última se incorpora tarde, sólo a partir de 1949, al sistema electoral. Una rápida ojeada a la evolución de la población electoral nos permite notar algunos cambios significativos que conviene tratar de explicar. La evolución electoral nos muestra la existencia de un sufragio censitario hasta 1874, caracterizado por una población electoral extremadamente baja (1 - 1,5 electores por cada 100 habitantes) y la progresiva introducción del sufragio universal que cuadruplica en los primeros decenios de este siglo la población electoral (4,9 - 5,1 electores por cada 100 1 ) Democratización via res, 1985, pp. 14-15.
reforma:
la
expansión
del
sufragio
en
Chile,
Ides,
Buenos
Ai-
25
habitantes). Para encontrar un fenómeno similar de ampliación electoral debemos esperar nada menos que los años de 1960 cuando, en 1965, por cada 100 habitantes el número de electores casi se duplica pasando de 18 a 36 por efecto de la extensión del sufragio a la población femenina. Observando los indicadores electorales notamos que, paradójicamente, los grandes cambios políticos de toda la primera parte del siglo XX, es decir, los cambios que van desde la crisis de la república parlamentaria, la emergencia de la república presidencial y el Frente Popular acontecen sin ninguna substancial apertura de la participación política mientras la elección presidencial de 1958 y, sobre todo, la victoria de la Democracia Cristiana en 1964 y de Unidad Popular en 1970 se inscriben en un cuadro de grandes transformaciones políticas que encuentran su punto de partida en la ampliación de la participación política que dio comienzo a un fenómeno de democratización. De allí entonces que los elementos paradojales que emergen de los datos relativos a la población electoral nos pueden, por una vez, ayudar a criticar el paradigma presente en los análisis historiográficos y politológicos. En efecto, influenciados seguramente por la realidad político-social de los años de 1960, la historiografía y la politología releyó el pasado chileno a la búsqueda de aquellos momentos en que gracias a la coincidencia entre transformación económica y cambio político se logró la incorporación en el sistema electoral de los diferentes sectores sociales precedentemente marginados del mismo. Con otras palabras y en términos más concretos, se buscó implícitamente de hacer coincidir el proceso de ampliación de los derechos políticos con el proceso de expansión del ingreso de los sectores sociales postergados. El resultado fue que del proceso democrático se dio una interpretación esencialmente economicista pues la democracia en Chile no podía, al parecer, ser entendida sin una estrecha correlación entre política y economía. En fin de cuentas, se terminó por dar mayor importancia al mecanismo redistributivo, garantizado por el estado, que al mayor espacio de igualdad política demandado por los ciudadanos. Entre el segundo decenio y el sexto decenio de este siglo, para tomar las fechas de estudio económico realizado a fines de los años 1950 por la CEPAL, no obstante que la distribución del ingreso mejoró consistentemente para las clases medias y relativamente poco para las clases populares, los derechos ciudadanos no se expandieron en la misma medida. Al parecer, por más de un cuarto de siglo, los chilenos prefirieron ampliar la dimensión de la igualdad económica más que expandir la igualdad política. Este relativo desinterés por la dimensión política de la democracia puede ser adecuadamente documentada a nivel institucional. 26
En 1925 la Junta militar, antes de entregar el poder, dictó un decreto-ley que fue el prolegómeno del sufragio universal. Este decreto-ley establecía que para ser ciudadano se debía reunir los siguientes requisitos: 21 años de edad, saber leer y escribir, haber cumplido el servicio militar y residir en la subdelegación respectiva. 2 La Constitución de 1925 recoge lo establecido por el decreto-ley y establece que son ciudadanos con derecho a sufragio los chilenos que hayan cumplidos 21 años de edad, que sepan leer y escribir y estén inscritos en los registros electorales? A partir de 1925 existen entonces las condiciones jurídicas para ampliar la base electoral y para tal efecto se tiende a facilitar la inscripción en los registros electorales. En 1929 se establece que estarán obligados a inscribirse en los registros de la subdelegación respectiva los chilenos varones que reúnan los siguientes requisitos: Ia Tener ventiun años de edad
2° Saber leer y escribir,4
Hay que esperar más de un cuarto de siglo para que se introduzca el principio de la obligatoriedad de la inscripción en los registros electorales. En efecto es sólo en 1962 que se dispuso que los bancos, las instituciones públicas o privadas de crédito, la Corporación de Fomento de la Producción, instituciones de previsión, municipalidades y entidades u organismos fiscales, semifiscales, autónomas o de administración autónoma debían exigir al solicitante que acreditara su inscripción en los registros electorales. La ley dispuso igualmente que los notarios no podían autorizar ningún instrumento sin que el o los comparecientes comprobaran que se encontraban inscritos en los registros electorales. La nueva ley de inscripciones electorales dispuso además que la contravención a lo dispuesto sería sancionada con una multa de cinco sueldos vitales mensuales del departamento de Santiago. 5 Esta ley obligó de hecho a todo ciudadano potencial a integrarse forzosamente en el cuerpo electoral. Otro rasgo distintivo de la legislación relativa a la inscripción electoral es la incorporación al cuerpo electoral de las mujeres. Si bien en 1934 se concede a las mujeres el derecho restringido a inscribirse para las elecciones municipales 6 es solo en 1949 que se dispuso que el Registro Electoral para las elecciones de Presidente, 2
) Decreto-ley 343, 16.03.1925. Constitución política de la República de Chile, 1925.
4
) Ley 4554, 9.02.1929.
5
) Ley 14.853, 14.08.(?) 1962.
6
) Ley 5357, 15.01.1934.
27
Senadores
y Diputados
se dividirá en Registro Electoral
de
Varones y Registro
Electoral de Mujeres? El decreto-ley de 1925 es, como se dijo, el punto de partida de un nuevo ordenamiento jurídico electoral que reemplazó además el viejo mecanismo de las inscripciones electorales controladas directamente por la oligarquía pues las juntas inscriptoras eran integradas exclusivamente por los mayores contribuyentes locales. A partir de 1925 las Juntas inscriptoras serán departamentales e integradas por un notario, que actuaría como presidente, el tesorero fiscal y un delegado de la Oficina Central de Identificaciones. 8 Esta innovación terminaba por trasladar la inscripción electoral de los grupos de presión locales a los funcionarios pues el mismo decreto-ley creaba un organismo capaz de dirigir y centralizar todos los problemas relativos a las juntas inscriptoras departamentales. Esta transformación vino a ser ampliada y perfeccionada en 1929 pues la ley electoral estableció que el presidente de la junta departamental debía ser el Conservador de bienes raíces y dio más autoridad al organismo central pues la ley dispuso que la dirección superior de los servicios regidos por la presente ley estará a cargo del Conservador Electoral. Este funcionario será de nombramiento 9
República y tendrá el caracter de jefe de oficina
del Presidente de la
con residencia en la capital. Al
concedérsele el carácter de "jefe de oficina", el Director del Registro Electoral no podía ser destituido de su cargo sin el acuerdo del Senado, con el resultado de aumentar su poder rector e imparcial pues se le confiere el derecho de supervigilar todos los organismos electorales nacionales. La total autonomía de la Dirección del Registro Electoral de la Presidencia de la República se logra en 1958. La ley electoral de este año dispuso que el director del registro electoral debía ser nombrado por el presidente de acuerdo con el Senado. La misma ley mantuvo el principio que el director tenía carácter de jefe de oficina y agregó que en el ejercicio de sus funciones el director gozará del fuero
contemplado
en el artículo 31 de la Constitución Política y estará sujeto a la acción fiscalizadora y correccional del Tribunal Calificador.10
7
)
Ley 9292, 8.01.1949.
8
)
Decreto-ley 343, 16.03.1925.
9
)
10
Ley 4554, 9.02.1929. ) Ley 12.922, 14.08.1958.
28
El examen de la legislación nos muestra que antes de las reformas de 1958 y 1962 numerosos obstáculos impedían la inscripción en los registros electorales de los ciudadanos. En efecto, la inscripción no era permanente pues los registros electorales debían renovarse cada diez años y la inscripción debía efectuarse solo los ocho primeros días de cada mes, excepto seis meses antes y 90 después de cada elección. El resultado final fue que entre una elección y otra los posibles electores disponían de un período no superior a los 15-20 días. Una de las reformas más significativas de 1962 fue en efecto la de crear registros electorales permanentes y la de ampliar significativamente el número de horas de inscripción. Se superaba así el defecto señalado por el constitucionalista chileno Mario Bernaschina quien en 1958 escribía que uno de los defectos más graves de nuestro sistema electoral es el bajo índice de inscripciones electorales pues si consideramos una cifra de siete millones de habitantes, nuestra población electoral es, en números redondos, de un millón y medio de electores; o sea, alcanza sólo a un 23 %, en circunstancias que en los países más adelantados tiene derecho a11sufragio un número superior al 40 % de la población, que llega en otros al 70 %. Como puede verse, dos hechos institucionales caracterizan la historia contemporánea chilena de los derechos ciudadanos: el sufragio femenino y la transformación del derecho de ciudadanía en un derecho-deber. Los efectos de la primera transformación, el relativo al sufragio femenino, puede cuantificarse en esta forma: en las elecciones de 1952 hay 776.625 varones inscritos y 328.404 mujeres, lo cual significa un incremento de apenas un 32 % respecto a 1950 mientras por el hecho que el electorado femenino potencial es cuantitativamente similar al de varones, debería haberse duplicado el cuerpo electoral. La gran transformación acontece entonces a partir de 1962 cuando comienza a exigirse la presentación de la inscripción electoral para cualquier acto administrativo a todos los mayores de edad. Ya en 1963, por efecto de esta disposición, la población electoral femenina aumenta del 63 % mientras la población electoral masculina lo hace del 10 %. Con otras palabras, la expansión electoral que hace coincidir la población electoral feminina con la masculina acontece un decenio después de la extensión jurídica de los derechos ciudadanos a la población feminina que ocurrió, como se ha 11) Constitución política y leyes complementarias, Ed. Jurídica, Santiago de Chile 1958, p. 223.
29
dicho, en 1949. Emerge así que la gran trasformación que extiende los derechos políticos fundando la vida política democrática chilena es el resultado de la transformación de la ciudadanía desde un derecho a un derecho-deber. No obstante todo la igualdad jurídica no sigue coincidiendo con la igualdad real. En efecto, en las provincias con una fuerte población urbana, como Valparaíso, Santiago y Concepción, mientras la población electoral masculina se duplica entre 1952 y 1965 la femenina crece mucho más rápidamente (327 % en Concepción y 465 % en Valparaíso). En las áreas mineras, como las regiones de Antofagasta y Atacama, el crecimiento es también fuerte: la población electoral masculina aumenta del 145 % en Antofagasta y del 167 % en Atacama mientras la femenina lo hace del 438 % en Atacama y del 567 % en Antofagasta. Extremadamente lenta es, en cambio, el crecimiento de la población electoral en las áreas rurales tradicionales de Chile Central pues en Talca, p.e., la población electoral masculina crece del 91 % y la feminina del 155 %. Más bajas son, en cambio, las tasas de crecimiento de un área fuertemente rural como la provincia de Maule, donde la población electoral masculina aumenta apenas del 37 % y la femenina de un 94 %. Un poco más rápido es el proceso de crecimiento electoral en las provincias rurales de Chile austral. En la provincia de Osorno la población electoral masculina aumenta del 191 % y la femenina del 239 % . n
Nos parece un hecho importante y significativo observar como la novedad institucional adquiere una efectividad diversificada que testimonia como el proceso electoral puede asumirse como un indicador significativo de un proceso más general, el de la ampliación de la participación política y, en última análisis, de la efectiva democratización de la vida política chilena. Regresemos por un momento a un elemento que ya hemos subrayado, es decir, la trasformación de la participación política entre 1958 y 1962 por efecto de una reforma que define la participación política no sólo como un derecho sino también como un deber, conjugando en esta forma las dos dimensiones necesarias para la fundación de una democracia moderna, la jurídica y la real. Si a este dato estructural que emerge de la dimensión institucional agregamos ahora el que emerge del incremento de las inscripciones electorales, tenemos entonces que el proceso acontece con mayor rapidez en las áreas más modernas, las urbanas, y con menor rapidez en las áreas rurales 12) El análisis se ha realizado la Dirección del Registro Electoral.
30
a
partir
de
los
Padrones
Electorales,
publicados
por
tradicionales de latifundio. A pesar de estas diferencias, el nuevo proceso se da también en las áreas tradicionales dando como resultado lo que Eduardo Hamuy caracterizó en los años de 1960 como una "crisis social", definida por él mismo como el profundo trastorno del sistema de legitimidad por el franco debilitamiento de la aceptación de los tipos vigentes de dominación,13 Esta crisis es esencialmente una crisis de representatividad. El hecho institucional que favorece la ampliación del cuerpo electoral dando vida a una expansión de la participación política, termina por generar una crisis de representatividad del entero sistema político y social, caracterizado a fines de los años de 1950 por la subordinación política de las fuerzas modernizadoras a la élite tradicional. ¿Cuáles son concretamente los efectos políticos de esta crisis? Es obvio que no es una respuesta fácil porque para ver claramente el desarrollo de esta crisis debería extender el campo cronológico de mi análisis por lo menos hasta los primeros años de nuestro decenio y abarcar, por lo tanto, también la experiencia autoritaria. Mi interés por el momento es el de ver el rol de la dimensión electoral en el proceso de transformación política, independientemente del hecho si esta transformación coincide o no con una crisis. La transformación política de los años de 1960 tiene entonces que ver con las condiciones de representación de los diferentes grupos de interés en el sistema político. Las reformas electorales de 1958 y 1962 son la vía institucional para garantizar una mayor representatividad de los diferentes grupos. Esta mayor representatividad depende, pero, de dos condiciones: la primera, que una vez abierto el nuevo canal institucional se active una movilización política de los electores y, le segunda, que la movilización política de los electores encuentre un referente en los partidos políticos preexistentes o logre dar vida a nuevos partidos. Para descubrir el significado de la movilización y de la representación política activadas por las reformas electorales es necesario observar las informaciones relativas al proceso electoral.
13) Consideraciones sociológicas en torno a la reforma agraria en Latinoamérica, CESO, Santiago de Chile 1965.
31
Si observamos la relación entre población inscrita y la población inscrita que efectivamente participa en el proceso electoral podemos notar que entre 1925 y 1965 se delinean dos tendencias: la primera entre 1925 y 1961 que ve la progresiva disminución de la participación electoral, la cual disminuye desde un 86,6 % a un 68,4 %, y la segunda, después de 1961, que muestra un progresivo incremento de la participación electoral, que pasa desde un 68,4 % a un 80,6 % entre 1961 y 1965.14 El proceso electoral hasta los años de 1960 es entonces un proceso caracterizado no sólo por una reducida participación potencial, que favorece esencialmente la componente urbana, sino también por una reducida y, más aún, declinante participación real de los ciudadanos. De hecho, se puede notar que entre 1925 y 1960 el proceso electoral puede caracterizarse como desmovilizador, es decir, como un proceso que no favorece la participación real de los ciudadanos en la formación de los poderes políticos. En cambio, a partir de los años de 1960, con la transformación del proceso electoral en un proceso fundado sobre el derecho-deber, la participación electoral se convierte en un agente de movilización de la participación política. Esta nueva tendencia participativa no puede verse exclusivamente en relación con el hecho que las condiciones económicas del país se han agravado sino más bien con el hecho que el proceso redistributivo se bloquea y de consecuencia las fuerzas sociales tienden a recuperar márgenes de autonomía política que los chilenos habían en algún modo renunciado a cambio de una mayor igualdad económica. Detrás de la expansión de la participación política se esconde en realidad una idea difusa y posiblemente no coherente que desea atribuir a la dimensión política un rol autónomo de la dimensión económica. Si esta hipótesis pudiera corrobarse, tendríamos entonces que en los años de 1960 nace una cultura política nueva, de tipo tendencialmente democrático. ¿Hasta qué punto las fuerzas políticas en general y los partidos políticos en particular interpretaron esta nueva situación y dieron una respuesta positiva a la crisis de representatividad? Observemos, una vez más, nuestros datos electorales. Los principales partidos políticos activos en los años de 1960 son esencialmente siete: radical, conservador, liberal, comunista, socialista, democracia cristiana y democrático nacional. La tendencia que observamos en estos partidos hasta las reformas electorales es esencialmente la siguiente: mientras algunos partidos, definidos de centro y de 14) B e r n a r d o B R A V O L I R A , R e g í m e n e s de g o b i e r n o y p a r t i d o s políticos en Chile, 19241973, Ed. Jurídica, Santiago de Chile 1978, pp. 201-203.
32
derecha, mantienen sus posiciones, los otros partidos de centro y de izquierda ven un progresivo declinar de su fuerza. Entre los partidos de derecha y de centro que mantienen inalteradas sus posiciones están el partido conservador, liberal y radical. El partido conservador con alrededor de un 17 % del electorado, el partido liberal con un 18 % del electorado y el partido radical con un 20 % del electorado. Los partidos de izquierda, como el comunista, ven un lento incremento entre 1932 y 1949, año este último de su exclusión del sistema político. Esta tendencia del partido comunista contrasta con la del partido socialista, que substancialmente no crece en este período y representa apenas un 7 % del electorado, mientras la Falange Nacional, el antecedente de la Democracia Cristiana, crece muy lentamente, desde un 3,5 % a un 9,4 % entre 1932 y 1961. La fase de la participación política restringida, la que se extiende entre 1925 y 1961, se caracteriza entonces como un período de inercia participativa. Esta inercia depende esencialmente del hecho que el sistema político tiende, por la estrecha conexión entre política y economía, a perder parcialmente su rol y a ser substituido por una estructura caracterizada por acuerdos corporativos, mediados por la presidencia de la república. No está demás recordar que este período coincide, en gran medida, con las presidencias radicales y la populista de Ibañez, que no fue otra cosa que un tentativo de adecuar la praxis política radical a una situación de deterioro progresivo del mecanismo político-económico redistributivo. Las reformas electorales fueron proyectadas y realizadas en el período "conservador" de Jorge Alessandri y tuvieron el efecto de romper la inercia. En efecto, obligando a todos a inscribirse y obligando a todos votar, rinden efectiva la extensión del sufragio femenino y más en general de la población alfabetizada. Según el censo de 1960 la población alfabetizada de más de 20 años es de 2,9 % millones de personas que coincide casi totalmente con la poblacion electoral, que es de 2,8 millones. A la luz de estas informaciones se puede entonces decir que solo a partir de 1965 se completa el proceso de extensión real de la participación política a todos los ciudadanos, así como fueron definidos en la Constitución de 1925. La ruptura de la inercia tiene a mi juicio dos momentos; uno inicial, que desencadena el nuevo proceso de participación política, y es el que observamos en las elecciones parlamentarías de 1961, cuando vemos una reoríentación del electorado, especialmente del recién incorporado, hacia los partidos políticos de centro-izquierda: la democracia cristiana, pasa del 9,4 % al 16 %, el partido comunista, reaparece con 33
un 11,4 %, y el partido socialista, que aumenta desde un 8,7 % a un 10,8 %. Los otros partidos, los de centro-derecha, que en el período precedente se habían caracterizado por una marcada estabilidad empiezan a declinar electoralmente. A este primer momento desencadenante le sucede un segundo, que ve la estampida de un partido político de centro-izquierda, la democracia cristiana, que en las elecciones parlamentarias de 1965 obtiene un 41,7 %, mientras los otros partidos de izquierda-comunista y socialista crecen mucho más lentamente. Por el contrario, vemos la caída del viejo baricentro político chileno - conservadores, liberales y radicales. Los más penalizados fueron los radicales que disminuyen su peso electoral de 10 puntos, seguidos por los conservadores de 9 puntos y los liberales de 6 puntos. En 1965 acontece entonces una "revolución en las urnas", una revolución pacífica, que es la respuesta a la crisis de participación y una indicación a las fuerzas políticas de modificar las estrategias y superar el viejo mecanismo redistribucionista-corporativo. En 1965 se cierra un ciclo político y se abre un nuevo. El viejo ciclo político estaba basado en una participación política restringida que privilegiaba los sectores sociales urbanos y tendía a mantener alejados de la política los sectores populares urbanos marginados y especialmente los sectores rurales. Esta forma de participación política por el hecho que vinculaba estrechamente la política con la economía, a través del mecanismo redistributivo, tendía a favorecer los sectores sociales según su peso político específico. De allí que las mayores ventajas iban a la vieja oligarquía y en seguida a los sectores medios y, al interior de estos últimos, el sector de los empleados públicos y privados. La inclusión política de los sectores precedentemente excluidos genera una poderosa crisis de representatividad por el hecho que no habiéndose desactivado el preexistente mecanismo corporativo la inclusión era esencialmente política sin ninguna o casi ninguna contrapartida social y económica. ¿Qué sentido tenía para los sectores populares de ingresos bajos la pura inclusión política sin la posibilidad de visualizar a breve y a medio plazo una salida económica positiva? Es a la luz de este interrogante, al cual todas las fuerzas políticas, incluidas las progresistas, no supieron dar una respuesta, que puede leerse gran parte de la evolución política chilena a partir de 1965. En efecto, abriéndose en 1965 un nuevo ciclo político, él de la política de masas, la nueva tensión política se caracterizará por la eliminación del polo conservador por otro de tipo autoritario y por la eliminación del polo nacional-populista por otro de tipo tendencialmente democrático. 34
POBLACION ELECTORAL 1861 - 1965 A) Varones 1861
16.813
1952
776.625
1862
22.261
1953
771.719
1869
41.208
1956
814.275
1872
49.047
1957
872.875
1875
106.194
1958
989.308
1878
148.737
1960
1.139.851
1884
112.583
1961
1.186.291
1887
134.119
1963
1.447.282
1912
593.234
1964
1.582.307
1918
341.872
1965
1.581.639
1921
370.314
1925
302.142
1931
388.956
1932
464.879
1934
302.304
1938
503.871
1941
575.625
1942
581.486
1944
619.312
1946
631.257
1950
639.499
Fuente: Período 1861-1887: "Anuario Estadístico de Chile". Período 1912-1920: "Censos Electorales", publicados por la Dirección de Estadística y Censos. Período 1925-1965: "Padrones Electorales", publicados por la Dirección del Registro Electoral. 35
POBLACION ELECTORAL B) Mujeres
1938
98.693
1941
124.518
1944
145.780
1950
191.283
1952
328.404
1953
328.308
1956
362.697
1957
411.284
1958
508.666
196 0
618.694
1961
672.689
1963
1.097.984
1964
1.332.814
1965
1.338.976
Fuente: "Padrones electorales" publicados por la Dirección del Registro Electoral.
36
Antecedentes y causas de la crisis de la democracia chilena Ricardo Krebs, Santiago de Chile
Dieter Nohlen, en su libro Chile: El experimento socialista, afirmaba todavía en el año 1973: Con respecto a sus instituciones Chile puede ser comparado con las democracias occidentales. Su estructura política se aproxima a la de Francia o de Italia. En este campo no tiene nada o muy poco en común con otros países de América Latina.1 Con ello el autor expresaba una opinión generalizada, compartida por los observadores extranjeros y los mismos chilenos. El ciudadano chileno se sentía orgulloso de su tradición política y estaba convencido de que la democracia chilena tenía tan profundas raíces en la historia, en la mentalidad y en los hábitos cívicos de la sociedad chilena que ella estaba a salvo de toda prueba y que ella se mantendría en su sustancia, cualesquiera que fueran los cambios que se introdujeran en las estructuras sociales o en el régimen económico. Y sin embargo, esta democracia se derrumbó de un día para el otro, del 10 al 11 de setiembre de 1973. Desapareció de golpe, sin que nadie saliera en su defensa. Cayó y no quedó nada. ¿Cómo se explica este fenómeno? ¿Qué tipo de democracia fue esa que pudo desintegrarse tan de repente? ¿Fue realmente una democracia? ¿Fue la democracia chilena sólo un mito o una farsa? Recordemos las principales etapas en la formación del Estado chileno. En los comienzos de la época republicana se produjo en Chile, al igual que en el resto de la América española, un período de desorden en que se alternaron la dictadura, los experimentos constitucionales y la anarquía. Sin embargo, en Chile este período fue relativamente breve. Ya hacia el 1830 se consolidó el orden político que encontró su expresión formal en la Constitución de 1833. El Estado chileno de Dieter NOHLEN, Chile. Das sozialistische Experiment, Hoffmann und Campe, Hamburg 1973, p. 29.
37
entonces - que el ensayista Alberto Edwards calificó con el término spengleriano de "Estado en forma" - fue, en el fondo, una restauración del régimen monárquico español bajo una forma republicana. Todo el poder público se concentró en la persona del Presidente quien era elegido por cinco años, pudiendo ser reelegido. No tenía responsabilidad política, nombraba y podía remover a su voluntad a los Ministros y disponía del veto absoluto en la formación de las leyes. La República tenía un claro carácter autoritario. Sin embargo, el Presidente no gobernaba como caudillo y no basaba su poder en una clientela personal o en una guardia pretoriana, sino que derivaba su autoridad de su cargo y de su mandato constitucional. Al dejar la presidencia, volvía a ser un ciudadano cualquiera y se reintegraba a la vida civil. Los amplios poderes de que estaba investido el Ejecutivo contribuyeron a conferir estabilidad al desarrollo político. Hubo continuidad entre un Presidente y otro y ello permitió que se afianzaran las instituciones republicanas y el orden constitucional. La estabilidad política fue concausa y efecto de la estabilidad de las estructuras sociales existentes entonces. Al promulgarse la Constitución de 1833, la población de Chile ascendía a un millón y medio de habitantes. La inmensa mayoría de la población, radicada en el campo, vivía marginada de los procesos políticos. La política era patrimonio de la clase dirigente de poderosos terratenientes y ricos comerciantes, una aristocracia formada por unas 150.000 personas. Este grupo dirigente monopolizó el poder por medio del sufragio censitario. El Art. 8Q de la Constitución limitó el ejercicio de la soberanía a los propietarios de un bien raíz o de un capital invertido en un negocio o en una industria. Para ser elegido Diputado, se requería de una renta de, al menos, $ 500 y, para ser Senador, de $ 2.000. El desarrollo constitucional posterior estuvo caracterizado por una gradual reducción del poder del Ejecutivo, una ampliación de los derechos del Parlamento y una democratización del sistema electoral. Una ley Electoral del año 1874 concedió el derecho de sufragio a todo ciudadano que sabía leer y escribir. Formalmente, quedó establecido el sufragio universal para los hombres. Sin embargo, de hecho, el poder político siguió siendo ejercido por la oligarquía dominante. El Ejecutivo intervenía sin disimulo y sin escrúpulos en los 38
procesos electorales. El Partido Liberal entonces gobernante dejó a los Conservadores sin representación parlamentaria. Recién después de la Revolución de 1891 comenzó un proceso de auténtica democratización. Por medio de reformas legales y ante todo por la explícita voluntad de los mismos dirigentes y partidos políticos, se suprimió la intervención del Ejecutivo. Una reforma electoral del año 1915 hizo, de hecho, imposible el fraude que antes había permitido al Ejecutivo falsificar el resultado de las elecciones. A partir de entonces el Parlamento fue bastante representativo de las principales tendencias políticas que actuaban en el país. Si bien de esta manera se eliminó uno de los principales vicios de la vida política chilena, subsistió otro vicio, el cohecho, que, durante largo tiempo, permitió a los grupos económicamente más poderosos manejar las elecciones a su favor. El cohecho consistía en la compra de los votos y en el control de los votantes por parte de los patrones de fundo y de los dueños de las fábricas y minas y de los mismos candidatos y caciques políticos. Con el fin de suprimir este vicio se dictó en el año 1924 una nueva ley que declaraba perentoriamente nula la elección de un candidato si se podía comprobar que en su elección se hubiese empleado el cohecho para obtener los votos o para falsificar los comicios. En los decenios siguientes se dieron los pasos finales para establecer un régimen auténticamente democrático. En 1934 se concedió por primera vez el derecho de voto a las mujeres, aunque en ese momento quedó limitado a las elecciones municipales. En 1949 se otorgó el voto amplio a la mujer quedando ésta equiparada absolutamente al hombre. En 1962 se impuso la obligación para todos de inscribirse en los registros electorales y de votar. En 1970 se rebajó la edad electoral a los 18 años y se otorgó el voto a los analfabetos. Con ello se completó el proceso de democratización. El pueblo soberano disponía ahora de todos los derechos para expresar libremente su voluntad. 39
Durante unos cuarenta años el régimen democrático funcionó en una forma que llenaba de orgullo al chileno y que despertaba la admiración del resto del mundo. Esta democracia funcionaba efectivamente de acuerdo con las normas establecidas por la Constitución y las leyes complementarias. Piénsese que en Chile [...] todas las elecciones generales, ordinarias y extraordinarias celebradas entre 1932 y 1973 [...] se efectuaron el mismo día que correspondía según la Constitución. No un día antes ni un día después. Es un récord que muy pocos países en el mundo pueden hacer valer [...] Ni Italia, ni Francia, ni España, ni Alemania, podrían decir: sí, tuvimos una Constitución que rigió durante 41 años, y en este lapso, cada elección, de cualquier especie, de la más grande, como la de Presidente de la República, hasta la más pequeña, como la efectuada para reemplazar a un regidor fallecido en cualquier pueblecito perdido en el sur, todas se efectuaron el día señalado en la Carta Fundamental?Una vez dictadas las leyes que prohibieron o hicieron imposible el cohecho, las elecciones se llevaron a cabo con absoluta corrección. En el período preeleccionario pudo haber violencia, con riñas, apaleos, heridos y muertos, pero el día mismo de la elección reinaba absoluta tranquilidad, garantizada por las Fuerzas Armadas. Las elecciones eran libres y completamente transparentes. Sus resultados eran aceptados y respaldados por la autoridad pública. Las elecciones estaban completamente informadas. No existía ninguna restricción para la propaganda electoral. Todos los partidos y todos los candidatos tenían pleno acceso a los medios de comunicación, a la prensa, a la radio y, más tarde, a la televisión. En el año 1970, año de la elección decisiva en que triunfó Salvador Allende, había en Santiago 11 diarios, de los cuales 5 eran de gobierno, 5 de oposición y 1 era neutral. 3 La democratización de la legislación electoral fue efecto y concausa de progresiva democratización de las estructuras sociales. Un número cada vez mayor ciudadanos pudo participar en las decisiones políticas. En 1874 sólo votaba el 2 % todos los chilenos; en 1925 el 10 %; en las elecciones de 1970 el 36,2 % de población total gozaba del derecho de sufragio.
Gonzalo VIAL, Perfil histórica de la democracia chilena. tuto de Ciencia Política, Universidad de Chile, Santiago 1987, p. 41. 3
) G. VIAL, op. cit. p. 42.
40
Política
Tomo
I,
la de de la
Insti-
En 1948 la masa electoral se componía de 600.000 personas. En 1973 eran 4 millones y medio. En 25 años se había multiplicado más de 7 veces. Cada vez un número mayor de los inscritos en los registros electorales hacía uso de su derecho. En las elecciones presidenciales de 1952 votó el 38 % de los inscritos; en 1958 el 46 % y en 1964 el 82 %. La República chilena se convirtió en r e s
p u b l i c a , basada en el
demos.
La República chilena pareció dar un mentís a la opinión generalizada de que en América Latina el régimen democrático era impracticable. La democracia chilena parecía demostrar que el difícil tránsito del subdesarrollo hacia la moderna sociedad industrial podía hacerse en forma orgánica, preservando todas las libertades y garantías constitucionales de la democracia liberal y representativa. Sin embargo, toda esta democracia aparentemente tan ejemplar, fruto del esfuerzo desplegado durante un siglo y medio, se derrumbó en el curso de la mañana del 11 de setiembre de 1973 cuando dos aviones de la Fuerza Aérea incendiaron el palacio de la Moneda, cuando el presidente Salvador Allende puso fin a su vida y cuando asumió el gobierno la Junta Militar que desde entonces ha determinado los destinos del país. ¿Cómo explicar este fenómeno? Sería superficial y erróneo atribuir la caída de la democracia chilena a eventuales errores de Salvador Allende o a las ambiciones de poder del General Pinochet. La crisis y caída de la democracia chilena debe ser explicada en el amplio contexto de complejos procesos económicos, sociales y políticos. Chile, al igual que tantos otros países, experimentó en el siglo XX un aumento explosivo de la población. De unos 3 millones de habitantes a comienzos del siglo, subió a 5 millones en 1940, a 7,4 millones en 1960 y a 9,8 millones en 1970. Con el crecimiento cuantitativo se combinaron profundas modificaciones estructurales. Hacia el 1900 Chile era todavía un país predominantemente agrario. En 1907 la población campesina era un 57 % de la población total. En 1960 había bajado a un 30 % y en 1970 a un 24 %. Como consecuencia de una masiva migración del campo hacia la ciudad la sociedad chilena se convirtió en una sociedad netamente urbana. Sobre todo 41
la capital Santiago creció en forma desmesurada. De 507.000 habitantes en 1920 subió a 1 millón (952.000) en 1940 y a 2,8 millones (2.799.000) en 1970. El 32 % de la población nacional se concentraba en Santiago. 4 Esta población presentaba marcados contrastes. En términos generales se puede afirmar que alrededor del 20 % de la población vivía en la pobreza y el 10 % en la indigencia. Estos porcentajes variaron a lo largo del tiempo, aumentaron, bajaron y volvieron a aumentar. Pero en lo fundamental se mantuvieron con porfiada constancia. 5 Las miserables condiciones de vida generaban graves males. En los primeros decenios del siglo XX la mortalidad era espantosa. Hacia 1920 la mortalidad en Valparaiso era peor que en Calcuta. En 1938 la mortalidad infantil alcanzaba a un 24 %. El 13 % de la población adulta sufría de sífilis. El 85 % de la población masculina había tenido gonorrea. Había más prostitutas en Santiago que en Paris. El 30 % de los niños que nacían en Chile eran ilegítimos.6 A partir de la década del 30 un número cada vez mayor de personas tomó conciencia de que esta situación no podía prolongarse y que había que atacar los males en sus raíces. Había que mejorar la alimentación, la salud, la vivienda y la educación. Para ello había que mejorar las condiciones económicas de los estratos inferiores y con este fin había que promover el desarrollo económico general del país e incrementar el producto nacional. Desde entonces se han ensayado en Chile todos los sistemas socio-económicos imaginables y cada gobierno ha trazado nuevos planes y prometido soluciones definitivas. En 1938 triunfó el Frente Popular que, a imitación del Frente Popular francés, reunió a los partidos de centro-izquierda y de izquierda bajo la dirección del Partido
4
) PLOETZ, Raum und Bevölkerung, Santiago de Chile, s. a., pgs. 301 sgs.
5
2
1956, Bd. 2, pgs. 386 sgs., Chile en el siglo XX, Ed. Emisión,
) 1969: pobres no indigentes: 20,1 %; indigentes: 8,4 %. PREALC: del Trabajo en el Gran Santiago 1965 - 1985, Santiago de Chile 1987.
6
) Gonzalo VIAL, op. cit. p. 48.
42
Pobreza
y
Mercado
Radical. El Frente Popular implantó un modelo de desarrollo en el cual el Estado debía planificar el desarrollo económico, fomentar la industrialización y promover la educación popular con el fin de reducir la cesantía y mejorar los niveles de vida. Durante el gobierno de Carlos Ibañez (1952 - 1958), siguiendo las recomendaciones de la misión Klein-Saks, se puso en práctica un programa liberal ortodoxo que estimuló las exportaciones y el ingreso de capitales extranjeros y que impuso una política antiinflacionista. El presidente Jorge Alessandri (1958 - 1964) propuso un programa liberal moderado que asignaba al Estado la función de desarrollar la infraestructura y que trataba de estimular la iniciativa particular en la esperanza de que el empresario, considerado más eficiente y dinámico que la pesada burocracia estatal, pudiese aumentar la producción e incrementar efectivamente la riqueza nacional. A los experimentos liberales siguieron nuevas políticas desarrollistas que se propusieron vencer el subdesarrollo mediante planificaciones globales y reformas estructurales. El Presidente Frei y la Democracia Cristiana (1964 - 1970) quisieron crear, mediante la "revolución en libertad", una sociedad comunitaria. Por medio de cambios estructurales se debía lograr una redistribución de la riqueza en beneficio de las masas populares. El Presidente Salvador Allende (1970 - 1973) y la Unidad Popular quisieron transformar revolucionariamente las estructuras existentes y crear las bases para una sociedad socialista. En el curso de veinte años Chile pasó por los más variados modelos: capitalismo liberal y empresarial, cooperativismo y comunitarismo,
socialismo de Estado y
socialismo revolucionario. ¿Cuál fue el resultado de todos estos experimentos? Hasta los años sesenta se mantuvieron en la agricultura chilena las estructuras tradicionales. Había un gran número de minifundios y un número relativamente pequeño de grandes latifundistas. Los minifundios carecían de rentabilidad económica y producían apenas lo suficiente para permitir la subsistencia de sus dueños. Entre los grandes propietarios había agricultores progresistas que modernizaron los cultivos. Pero también había extensas propiedades mal trabajadas. En su conjunto, la agricultura 43
chilena no alcanzaba a producir los alimentos suficientes para satisfacer las necesidades del país. En medida creciente hubo que importar los alimentos básicos. A partir de cierto momento se generalizó la opinión de que la causa principal de todos estos males era la concentración de la propiedad agraria en pocas manos y que, por tanto, la única solución era la transformación radical de las estructuras existentes. Bajo la presión del gobierno de los Estados Unidos y en conformidad con el programa formulado por el Presidente Kennedy para "La Alianza para el Progreso" se aprobó bajo el Presidente Jorge Alessandri la primera Ley de Reforma Agraria que tenía por finalidad modernizar la agricultura chilena y expropiar las tierras mal trabajadas. Sin embargo, recién bajo el Presidente Frei la reforma agraria entró en una fase decisiva. La política agraria de la Democracia Cristiana persiguió como fin político la liquidación definitiva de la antigua clase gobernante; ella persiguió como fin social la integración de los obreros campesinos a la comunidad nacional y una redistribución de los ingresos; y ella persiguió como fin económico el aumento de la producción. Para alcanzar estos objetivos había que liquidar la gran propiedad, redistribuir la tierra, crear cooperativas de campesinos, otorgar asistencia técnica, proporcionar créditos, maquinaria y semillas, organizar la comercialización y conceder al obrero campesino los mismos beneficios de que gozaba el obrero industrial. La Ley de Reforma Agraria del año 1967 estableció como extensión máxima 80 ha y estipuló para las tierras expropiadas una indemnización que debía ser pagada en un plazo de 25 años. La reforma agraria de Frei introdujo cambios radicales. En el curso de seis años fueron expropiadas 1.300 propiedades que excedían las 80 ha básicas. Sin embargo, el gobierno de Salvador Allende consideró que la reforma demócratacristiana era insuficiente. A la reforma debía seguir la revolución radical con el fin de eliminar una vez por todas los últimos vestigios de la vieja sociedad feudal-capitalista. Hasta fines de 1972 fueron expropiados 2.200 latifundios. La agricultura chilena quedó parcelada. La precipitada revolución persiguió ante todo fines politicos y sociales y descuidó los aspectos económicos. Se destruyeron radicalmente las estructuras antiguas, pero no se 44
crearon estructuras nuevas. La redistribución de la tierra se hizo en muchos casos en forma violenta e ilegal. Los campesinos, asuzados por los partidos de extrema izquierda, se tomaron las tierras y expulsaron a sus antiguos dueños. En medio de un ambiente de violencia y anarquía la producción agrícola decayó en forma desastrosa. Los antiguos dueños vendieron sus máquinas y sus animales. En muchos casos, los campesinos se comieron ganado de fina raza. No se hicieron nuevas inversiones. En el año 1972 la producción agrícola cayó en un 8 %. La producción por hectárea se redujo en 9,8 %. La exportación de productos agrícolas disminuyó entre 1970 y 1971 en 16,6%, mientras que la importación aumentó en el mismo período en 76 %, de 178 millones de dólares a 313,6 millones. El experimento socialista en el campo había terminado en un fracaso. Mientras que de esta manera se deterioraba la agricultura, ¿cómo se comportaban los demás sectores de la economía chilena? Chile había sido, tradicionalmente, un país exportador de materias primas. Durante largo tiempo el salitre fue la principal fuente de riqueza para el país. Después de la ruina de la industria salitrera, el cobre adquirió importancia fundamental. Los yacimientos cupríferos de Chile constituyen el 22 % de todo el cobre existente en el mundo. Su alta ley le confiere una elevada rentabilidad. En 1944 la exportación de cobre constituía el 54 % de todas las exportaciones. Desde comienzos del siglo la minería del cobre estuvo en manos norteamericanas. La Braden-Kennecott organizó en El Teniente la mina subterránea más grande que existe en el mundo. La Anaconda explotaba en Chuquicamata la mayor mina de tajo abierto.
Dada la importancia decisiva del cobre se generalizó la convicción de que el hecho de que la gran minería estuviese en manos extranjeras constituía un grave inconveniente y un verdadero peligro para el desarrollo nacional. La industria del cobre era el más claro ejemplo de la completa dependencia en que se encontraba la economía chilena con respecto al imperialismo internacional. Muchos llegaron a la conclusión de que Chile debía nacionalizar la industria del cobre con el fin de poder conquistar su independencia económica. 45
El gobierno demócratacristiano vio en la gran minería "la viga maestra" de la economía chilena y tomó medidas para "chilenizar" las minas. Pactó convenios con las dos grandes empresas norteamericanas en virtud de los cuales el Estado chileno se convirtió en dueño del 51 % de las acciones. El gobierno de Eduardo Frei prefirió llegar a un acuerdo negociado con el fin de mantener buenas relaciones con los Estados Unidos y de poder seguir contando con la tecnología y los capitales norteamericanos. Sin embargo, estas últimas esperanzas no se cumplieron. A pesar de que las empresas norteamericanas obtuvieron grandes utilidades, ellas no invirtieron un solo dólar en la modernización de las minas. El gobierno de Salvador Allende denunció la "chilenización" como insuficiente. Por razones económicas, pero ante todo por razones políticas había que poner fin a la explotación de Chile por el imperialismo nortamericano. El cobre, el "sueldo de Chile", debía ser enteramente chileno. Una ley del 15 de julio de 1971, aprobada por unanimidad por el Congreso, decretó la nacionalización total de la gran minería. Sin embargo, las grandes esperanzas que se depositaron en la nueva política, no se vieron satisfechas. En los mercados internacionales bajó el precio del cobre, a la vez que en Chile aumentaron en forma exorbitante los costos. Si bien se logró aumentar la producción de cobre de 688,1 mil toneladas métricas en 1969 a 725,6 mil en 1971, no se obtuvieron las ganancias con que se había contado para financiar el desarrollo económico y social y conquistar así una mayor independencia para el país. La nacionalización de la gran minería no contribuyó, de hecho, a sacar a Chile de su subdesarrollo. En todo aquel tiempo hubo consenso de que la producción y exportación de cobre debía ser la principal palanca del desarrollo económico del país. Sin embargo, ya en la década del 30 hubo políticos y economistas que señalaron que era muy peligroso hacer depender el porvenir de Chile de un solo producto, que era necesario diversificar la explotación de los recursos naturales y que se debía fomentar el desarrollo de la industria, verdadera fuente de la riqueza de la sociedad contemporánea. El gobierno del Frente Popular creó en 1939 la Corporación de Fomento de la Producción que promovió el desarrollo del transporte y de otros aspectos esenciales de la infraestructura, que organizó empresas estatales en determinadas áreas estratégicas y que otorgó créditos y asistencia técnica a las empresas industriales con el fin de 46
sustituir la importación de productos extranjeros. Se desarrolló así un sistema económico mixto que preservó características esenciales del capitalismo, pero en el cual el Estado se convirtió en el factor determinante del desarrollo económico. El modelo desarrollista implantado por el Frente Popular determinó el desarrollo de Chile en los decenios siguientes y tuvo innegables éxitos. Se construyó la Carretera Panamericana que por primera vez unió efectivamente el territorio nacional entre Arica y Puerto Montt en una extensión de 3.000 kms. y que significó una verdadera revolución para la economía del país. La ENDESA, Empresa Nacional de Electricidad, desarrolló sistemáticamente y con éxito un ambicioso programa de electrificación del país, gracias al cual Chile entero dispone hoy en día de energía eléctrica. ENDAP, Empresa Nacional de Petróleo, descubrió yacimientos petrolíferos en el Estrecho de Magallanes. Su explotación permitió cubrir el 30 % de las necesidades nacionales. CAP, Compañía de Acero del Pacífico, logró proveer de acero a la industria nacional y pudo producir excedentes para la exportación. La industrialización, por su parte, experimentó notables avances. Mientras que entre 1914 y 1957 la tasa de crecimiento anual no pasaba del 4,3 %, entre 1957 y 1964 ascendió a un 7,8 %. Los gobiernos posteriores continuaron, en lo esencial, la política iniciada por el Frente Popular. Uno de los grandes problemas que se presentó a la industria chilena se derivó del hecho de que el mercado era muy reducido. Por otra parte, los productos chilenos, amparados por tarifas proteccionistas o por la prohibición de importar productos similares, eran de poca calidad de modo que no podían competir con la industria internacional. El Presidente Frei promovió la creación del Pacto Andino que debía unir a todos los países del área andina, desde Chile hasta Colombia y Venezuela, en una comunidad económica, a la manera de la Comunidad Económica Europea. La Unidad Popular mantuvo un modelo mixto que consideraba tres sectores paralelos: uno socializado que debía abarcar todas las empresas de importancia estratégica y para cuya formación debían nacionalizarse todas las empresas monopólicas y oligopólicas; un sector mixto con participación del Estado y de capitales privados; y un sector privado formado por las empresas menores.
47
Un aumento masivo de los salarios y jornales debía aumentar la capacidad de compra y de consumo. La mayor demanda debía incentivar a la industria la cual debía usar toda su capacidad productiva. Las mayores utilidades debían posibilitar nuevas inversiones. El crecimiento industrial debía garantizar el empleo pleno y crear condiciones para incorporar a la masa de los marginados a los procesos de producción y consumo. Durante el año 1971 la industria chilena experimentó, efectivamente, un crecimiento bastante espectacular. Sin embargo, ya a partir del año 1972 el modelo empezó a fallar. No hubo inversiones. Se produjeron desequilibrios monetarios. El gobierno nunca definió cuántas empresas debían ingresar al sector estatizado. En medio de un clima de general incertidumbre los empresarios no se atrevieron a programar el futuro. Se sucedieron las huelgas legales e ilegales. Los obreros ocupaban las fábricas. Se perdieron millones de días de trabajo. Si se prescinde de las condiciones caóticas que se produjeron en el curso del año 1973, cabe señalar en un análisis objetivo que el proceso de industrialización que se inició en el año 1939 constituyó un esfuerzo notable que produjo éxitos innegables. Se crearon importantes fábricas de tejidos, de cuero, de materiales plásticos y de artículos eléctricos, asambladurías de automóviles, maestranzas, etc. etc. Sin embargo, con la misma objetividad cabe reconocer también que gran parte de la producción industrial chilena era de baja calidad y que su crecimiento no fue suficiente para absorber a las masas de los marginados que se amontonaban en los centros urbanos. Los promotores de los modelos desarrollistas comprendieron, desde un comienzo, que el desarrollo no constituía sólo un problema económico, sino que era un problema integral humano en que incidían la mentalidad, los factores sicológicos, la tradición cultural, la salud y todos los demás aspectos y factores de que se compone la existencia humana. Uno de los factores más importantes y quizás el decisivo para modernizar a Chile y vencer el subdesarrollo era la educación. Ya el Presidente Pedro Aguirre Cerda declaró en 1939: gobernar es educar. Todos los gobiernos posteriores asignaron a la educación una importancia decisiva. El Presidente Jorge Alessandri tomó la iniciativa para elaborar un plan general de reforma educacional. Bajo el gobierno de Eduardo Frei se 48
llevó a cabo una reforma masiva que alteró profundamente las estructuras tradicionales del sistema educacional. Se creó un sistema de Educación Básica de ocho años obligatorio para todos. Luego seguían cuatro años de Educación Media con planes diferenciados para la formación humanista, científica y técnico-profesional. Entre 1965 y 1970 se duplicó la construcción de colegios: de 946.458 m 2 se elevó a 1.832.777m2. El número de escolares aumentó entre 1964 y 1970 de 1.840.000 a 2.689.000. El analfabetismo bajó en esos años de 16,4 % a 10 %. En el mismo período el número de estudiantes admitidos en las Universidades subió de 35.000 a 82.937. Todos estos procesos se desarrollaron en directa interrelación con los procesos sociales. El desarrollo social durante este tiempo acusó una intensa movilidad. Se formaron nuevos grupos sociales y las estructuras se diferenciaron. El hecho más importante de la historia social de Chile en el siglo XX fueron la aparición y el vigoroso desarrollo de las clases medias las cuales se convirtieron en el factor determinante de la historia del país. Ellas no se constituyeron como un cuerpo homogéneo, sino que estuvieron formadas por distintos estratos y grupos. Los elementos más exitosos se vincularon con las antiguas familias. Un grupo particularmente
importante
quedó
formado
por
los
profesionales.
El
grueso
estaba
integrado por los funcionarios públicos y los empleados particulares. Estas clases medias se incorporaron a la tradición política y cultural que había sido creada por la antigua clase dirigente.
Se identificaron con la República y su
tradición liberal y parlamentaria y fueron el principal agente de su progresiva democratización. Sus hijos se formaron en el Liceo fiscal y en la Universidad del Estado y recibieron allí la educación superior impregnada de los valores de la cultura europea a los cuales se agregaron después de la Segunda Guerra Mundial los paradigmas y los estilos propios de la civilización norteamericana. De estas clases medias provinieron los poetas y pintores que enriquecieron la vida intelectual y artística de Chile en el siglo XX. En el plano económico, las clases medias fueron los más entusiastas defensores de una política desarrollista que asignaba al Estado la función primordial en el fomento de la economía. Los cambios económicos y sociales que se produjeron en el siglo XX fueron el resultado de un esfuerzo sostenido y consciente por incrementar la riqueza del país y por hacer extensivos los beneficios de la civilización contemporánea a la sociedad entera. 49
Sin embargo, al hacer una evaluación de los resultados obtenidos, el balance final arroja un saldo negativo. Avanzaba el siglo y Chile seguía sumido en el subdesarrollo. Una parte considerable de la población continuaba en la miseria y la indigencia. La población campesina no sólo siguió marginada del desarrollo general sino que se vio cada día más postergada. Como consecuencia el campo se despobló y se aceleró la migración hacia los centros urbanos. El amontonamiento de la población en las ciudades y, en particular, en la metrópoli Santiago, creó nuevos y pavorosos problemas. Millares de personas se concentraron en los barrios marginales en los cuales vivían en improvisadas viviendas, inadaptados e indefensos, incapaces de responder a las exigencias de la moderna sociedad industrial. Seguía abriéndose un abismo entre los ricos y los pobres. Según una encuesta del año 1968, el 10 % de los más ricos disponía del 34,8 % del ingreso nacional, mientras que el 10 % de los más pobres sólo recibía un 1,5 %. El ingreso medio de los más ricos era 23 veces superior al de los más pobres. El 10 % de los más ricos recibía ingresos superiores a 3,5 veces el ingreso promedio. El 75 % recibía ingresos inferiores al promedio. 7 Existía una profunda brecha entre el desarrollo económico, el desarrollo social y el desarrollo de las expectativas de amplios grupos de la sociedad. La economía y la riqueza nacional crecían más lentamente que las necesidades, las exigencias y las expectativas de las masas populares. Ello se tradujo en descontento y agitación. Las tensiones sociales se volvieron cada vez más fuertes. Las asociaciones de empleados y los sindicatos obreros ejercieron cada vez mayor presión sobre los empresarios y el Estado y trataron de mejorar sus condiciones por medio de prolongadas huelgas. Por razones de justicia y forzados por las presiones, los gobiernos y los empleadores reajustaron periódicamente los sueldos y salarios y ampliaron los beneficios sociales: asistencia social, medicina preventiva, atención hospitalaria, asignación familiar, subvención educacional, habitación popular, fijación de precios bajos para los alimentos básicos, los transportes, la luz, el gas y el agua. Sin embargo, como el conjunto de estas medidas sobrepasaba la capacidad económica del país, el resultado fue una progresiva y galopante inflación.
R. ZAHLER y otros, Treinta y cinco años de discontinuidad 1975, Santiago de Chile 1978, cit. Chile en el Siglo XX, p. 305.
50
económica:
Chile
1940-
La agitación social, la paralización de la producción por huelgas y ocupación de los lugares de trabajo y la presión para mejorar las condiciones de vida alcanzaron su mayor grado en los años 1972 y 1973 en que la inflación se desencadenó en forma desatada. En el año 1972 la inflación alcanzó un 163 %, en el año 1973 se aproximó al 1000 %. Es necesario reconocer que los distintos gobiernos hicieron los mayores esfuerzos por resolver los problemas económicos y sociales con medidas que obedecieron a criterios técnicos y científicos. Pero también es necesario reconocer que la lucha se libró ante todo en el terreno político. La sociedad esperó la solución de sus problemas de la acción política. Muchos atribuyeron al Estado poderes mágicos para resolver los candentes problemas económicos y sociales. A ello contribuyó una larga tradición que se remontaba a los tiempos de la monarquía española, pero ello se debió ante todo al hecho de que desde el gobierno del Frente Popular el Estado se había convertido en el principal promotor del desarrollo económico y social: él era el principal empresario, el más importante capitalista, el dueño de todas las empresas estratégicas. El Estado controlaba la infraestructura. El Legislativo era la fuente de toda la legislación laboral, social y económica. Con violencia cada vez mayor se libró la lucha por la conquista del poder político. La vida entera en Chile se politizó. Los colegios profesionales, las asociaciones de los empleados públicos y particulares, las organizaciones gremiales, los sindicatos obreros, el clero, las Universidades: no hubo institución en Chile que no se hubiese politizado y que no hubiese sido manejada por los partidos políticos. Mas al tratar de encontrar soluciones políticas a los problemas técnicos del desarrollo económico y social, no sólo quedaron sin solución los problemas fundamentales que afectaban a la sociedad, sino que se corrumpió también la política. Los partidos políticos tuvieron que aumentar sus promesas y ofertas. Las masas populares, carentes de tradición política y cultura, entregaban sus votos a quien más les prometía. Un día era Ibáñez, otro día eran Frei o Allende. Como las promesas demagógicas no podían ser cumplidas por el gobierno de turno, en cada nueva elección se radicalizaban las posiciones. Cada candidato ofrecía más que los otros. En el curso de pocos años el espectro político se corrió cada vez más hacia la izquierda. Hacia el 1970 la Derecha formulaba programas que antes habían sido presentados por el Centro; el Centro ocupaba una posición izquierdista; la Izquierda proclamaba la revolución radical. 51
El Estado dejó de ser res publica, perdió su función de realizar el bien común y se convirtió en instrumento de las fuerzas políticas partidistas que
asumieron
posiciones cada vez más radicales y excluyentes. En medio del fervor de las luchas políticas se endurecieron cada vez más los frentes y se perdió el consenso nacional. La Derecha perdió la fe en la democracia ya que el régimen democrático proporcionaba a las fuerzas de Izquierda la oportunidad para conquistar el poder y llevar a cabo la revolución socialista. La Izquierda revolucionaria no se sentía comprometida con la democracia ya que veía en ella una creación de la oligarquía capitalista. Generalizando se puede decir que en Chile no hubo congruencia entre el desarrollo político, social y económico. Mientras que la democracia política alcanzó un alto grado de perfección formal, no se logró establecer una democracia socio-económica. 8 El desarrollo económico fue insuficiente. La sociedad quedó dividida por hondos antagonismos. El orden político, al carecer de una base de sustento, se corrumpió y finalmente se derrumbó. La caída de la democracia chilena no fue el resultado de actos conspiratorios y de ambiciones personales, sino que fue el acto final de un largo y complejo proceso. Chile, que en el siglo XIX había logrado crear un Estado de derecho y que con eso se habia colocado a la altura de los tiempos, no supo encontrar respuestas satisfactorias a los desafíos que plantea el siglo XX. Se han indicado las más variadas causas para explicar este fenómeno: el elemento indígena que se resistiría a aceptar una civilización impuesta desde afuera y desde arriba; la tradición cultural española cuyo espíritu señorial sería incompatible con la ética del trabajo del mundo moderno; el catolicismo con su religiosidad mágica y irracional que se opondría a la racionalidad de la sociedad científico-técnica; la oligarquía reaccionaria cuyo egoísmo habría impedido introducir a tiempo las reformas necesarias; las estructuras sociales arcaicas, etc. Cada una de estas afirmaciones encierra quizás alguna verdad. Sin embargo, me parece difícil probar estas tesis de una manera científica. Más iluminadora me parece una explicación que sitúa el problema en un contexto histórico general. C. GAZMURI, Algunos antecedentes acerca de la gestión 1970 - 1973, Opciones, No. 9, Santiago de Chile 1986, p. 53 sgs.
52
de
la
crisis
chilena
de
La revolución industrial y tecnológica se inició en Europa en el siglo XVIII. En los doscientos años que han transcurrido desde entonces, las sociedades europeas han tenido tiempo para abordar y solucionar en etapas sucesivas los distintos problemas que tuvieron que enfrentar: la creación del Estado nacional, la transformación de la sociedad estamental y jerárquica en la moderna sociedad regida por la igualdad ante la ley y la igualdad de oportunidades para todos, la organización de la moderna economía empresarial. En la medida que se pudieron resolver con mayor o menor éxito estos problemas, las sociedades europeas pudieron empezar a atacar también los graves problemas que se derivaron de la revolución industrial. Estos problemas se arrastraron durante largo tiempo sin encontrar soluciones adecuadas, con el resultado de que durante este tiempo las masas proletarias se sintieron excluidas de los procesos políticos, culturales y sociales y adoptaron una posición de hostilidad y rechazo frente a la sociedad establecida. Sin embargo, los Estados europeos tuvieron suficiente solidez para mantenerse y seguir evolucionando hasta que en el curso del siglo X X pudieron encontrar soluciones satisfactorias para los problemas más apremiantes. Las sociedades latinoamericanas y así, en particular, Chile han tenido menos tiempo. Recién a partir de los fines del siglo X I X empezaron a formarse las clases medias. Su incorporación a la nación y al Estado demandó grandes esfuerzos; esfuerzos que, en el caso de Chile, se vieron coronados de bastante éxito. Pero mientras este proceso aun estaba en pleno desarrollo y aun no había alcanzado su madurez, el proletariado industrial, los pobres, los indigentes y los marginados empezaron a formular sus exigencias, a organizarse y a presionar, de modo que prácticamente al mismo tiempo se presentaron problemas fundamentales que en la historia europea se presentaron en etapas sucesivas. Los problemas, en vez de desfasarse, se acumularon y con eso se agravaron. La simultaneidad de problemas correspondientes a fases históricas distintas constituye, en mi opinión, una de las principales causas de las graves dificultades que Chile afronta hoy en día. Esta circunstancia no exime de responsabilidades a la sociedad chilena y a sus dirigentes y no les puede servir de pretexto para culpar de nuestros males a fuerzas exógenas. Pero quizás la idea de que nuestros problemas tienen un determinado origen histórico nos puede dar fuerza y esperanza para afrontarlos. En la historia nada es definitivo y si a veces la historia se presenta amenazante y aterradora, ella también ofrece siempre nuevas oportunidades. Siempre en la historia hay un nuevo comienzo. Siempre hay una esperanza. Yo tengo la firme esperanza de que mi país logre algún día superar su crisis.
53
Chile unter Allende. Persönliche Eindrücke und Erfahrungen aus meiner Botschafterzeit Lothar Lahn, Wachtberg-Pech
DIE ERNENNUNG
Die Präsidentschaftswahlen in Chile vom 4. September 1970, in denen der Sozialist Salvador Allende Gossens mit 36,6 % der Stimmen die relative Mehrheit errang, und seine Wahl durch den Kongreß am 24. Oktober bedeuteten einen für ganz Lateinamerika, ja sogar für den gesamtamerikanischen Kontinent, historischen Wendepunkt. Während sich andere Länder angesichts des zu erwartenden tiefgehenden Wandels und der angekündigten Reformen zunächst abwartend verhielten, die Meinungen und den Rat ihrer Botschaften einholten und zum Teil auch Skepsis und Gegnerschaft deutlich zu erkennen gaben, mußte sich Bonn nicht nur auf eine neue Lage in der südlichen Hemisphäre einstellen, sondern auch einen Botschafterwechsel vornehmen. Allende hatte im vorausgegangenen Wahlkampf angekündigt, daß Chile als ein sozialistisches Land zu allen Ländern der Welt, auch zu den sozialistischen, freundschaftliche Beziehungen unterhalten und daß es daher auch die D D R diplomatisch anerkennen wolle. Nach Allendes Wahlsieg hatte mein Amtsvorgänger, Botschafter Dr. Horst Osterheld, das Auswärtige Amt wissen lassen, daß er neben einem Botschafter der DDR, deren völkerrechtliche Anerkennung selbst durch dritte Staaten er nicht hinnehmen wollte, die Bundesrepublik Deutschland nicht länger vertreten könne. Nachdem Chile sich mit der Aufnahme diplomatischer Beziehungen zur D D R einige Monate Zeit gelassen hatte, sicherlich auch um einer abrupten, schroffen Antwort Bonns vorzubeugen oder auch um uns Zeit zum Überdenken unserer Optionen zu lassen, wurde Anfang April 1971 der Austausch von Botschaftern mit der DDR bekanntgegeben. Osterheld wurde am 8. April 1971 "zur Berichterstattung" nach Bonn gerufen und kehrte nur Anfang Mai noch einmal nach Santiago zurück, um sich lediglich zu verabschieden. Das Auswärtige Amt gab seine Versetzung in den einstweiligen Ruhestand bekannt, fügte aber hinzu, daß 55
sichergestellt sei, daß die Interessen der Bundesrepublik von einer guten Mannschaft an der Botschaft in Santiago wahrgenommen würden. Als Missionschef sei einer der befähigtsten
und erfahrensten Diplomaten,
der auch die Landessprache
beherrsche,
vorgesehen. Bei der Suche nach einem Nachfolger waren Außenminister Walter Scheel und Staatssekretär Paul Frank auf mich verfallen, sicherlich weil ihnen bekannt war, daß ich Spanisch sprach und daß ich im Umgang mit sozialistischen Ländern gewisse Erfahrungen gesammelt hatte. Als Leiter der "Unterabteilung Ost" im Auswärtigen Amt war ich während der Verhandlungen der Ostverträge in fast allen osteuropäischen Hauptstädten gewesen, hatte unsere Handelsvertretungen besucht und vor allem auch keine Berührungsängste mit Vertretern der DDR (wie auch früher schon nicht in Kairo) gezeigt. Dem DDR-Botschafter in Santiago, Harry Spindler, der in der Regierungszeit von Präsident Eduardo Frei das Ostberliner Handelsbüro in der chilenischen Hauptstadt geleitet hatte und der vorher schon in Mittelamerika tätig gewesen war, sollte auf unserer Seite der neue diplomatische Vertreter in etwa entsprechen. Wie die Saarbrücker Zeitung am 24. Juli 1971 formulierte, folge einem erklärten Gegner der jetzigen Bonner Ostpolitik ein ebenso erklärter Anhänger. Das von der Bundesregierung nachgesuchte Agrément wurde in kürzester Frist erteilt, so daß ich mich in aller Eile auf meine künftigen Aufgaben vorbereiten mußte, eine Fülle von Berichten und Informationen zu verarbeiten, zahlreiche Gespräche in Regierungskreisen und bei Fachverbänden zu führen und die üblichen Abschiedsbesuche zu machen hatte. Diese führten mich nicht nur zu verschiedenen Persönlichkeiten in Bonn, sondern auch in Frankfurt, Hamburg und München und sogar auch - auf meine ausdrückliche Bitte hin - nach Paris zu Pablo Neruda, der dort seit einigen Monaten die chilenische Botschaft leitete. Federico Klein, der Botschafter Chiles in Bonn, und seine Gattin begleiteten meine Frau und mich zu einer denkwürdigen Unterredung. Ende 1972, als sich das furchtbare Leiden nicht länger unterdrücken ließ, sahen wir Pablo Neruda in seinem Haus in Isla Negra bei Valparaiso wieder, und Cecilia besuchte ihn noch einmal im Februar 1973 - zum letzten Mal. Bei meiner Verabschiedung durch Außenminister Scheel fragte ich diesen, ob er mir irgendwelche Instruktionen mit auf den Weg geben wolle - wie er mir acht Jahre später als Bundespräsident bei meiner Versetzung nach Madrid Grüße und Mitteilungen an den spanischen König aufgegeben hatte. Aber diesmal gab er mir ganz freie 56
Hand: Gehen Sie, Herr Lahn, mit meinen besten Wünschen. Sie werden schon alles richtig machen; was immer Sie tun, ich werde Sie in allem decken. Ich bedankte mich für diesen großen Vertrauensbeweis und die fast unbeschränkte Vollmacht und sicherte dem Minister eine gewissenhafte Erfüllung meiner Aufgaben zu. Im Ergebnis ähnlich verlief mein Abschiedsbesuch bei dem Staatssekretär im Bundeskanzleramt Egon Bahr. In seiner trockenen, etwas professoralen, aber herzlichen Weise erklärte er, daß deutschlandpolitische Fortschritte sicherlich nicht in Santiago de Chile zu erzielen wären und daß unser Verhältnis zur DDR-Botschaft korrekt und unkompliziert sein solle. Immerhin war Santiago - nach Moskau - die erste Hauptstadt auf der Welt, in der es nun zwei deutsche Botschaften geben würde, Die frühere gute Übung, jedem neu ernannten Missionschef eine umfangreiche schriftliche Instruktion mit auf den Weg zu geben, die ihn wie seine Bibel in allen Lebenslagen begleitete, war bedauerlicherweise schon seit langem fallen gelassen worden. Am 31. Juli 1971 traten meine Frau und ich sowie unsere beiden Kinder, begleitet von unserem Schäferhund, mit der Lufthansa die Reise an. Nach einem ermüdenden, über 22 Stunden dauernden Flug über Zürich, Dakar, Porto Alegre und Buenos Aires, wo uns der dortige Botschafter Luitpold Werz herzlich begrüßte, überflogen wir die schneebedeckten Anden und landeten endlich in Santiago-Pudahuel. Sowohl das Außenministerium als auch die Deutsche Gemeinschaft bereiteten uns einen ehrenvollen und freundlichen Empfang. Am meisten freuten wir uns über das Wiedersehen mit Gloria und Miguel Garay, die unter der Präsidentschaft von Eduardo Frei Botschafter in Kairo gewesen waren. Mit ihnen verbanden uns manche Erlebnisse in angstvollen Stunden während des Sechs-Tage-Krieges und viele unvergessene Diskussionen und unterhaltsame Ausflüge.
BEGLAUBIGUNG BEI PRÄSIDENT ALLENDE Am 10. August 1971 überreichte ich dem Staatspräsidenten Salvador Allende im Präsidentenpalast "La Moneda" mein Beglaubigungsschreiben. Eine eindrucksvolle, preußisch-militärische Zeremonie mit dem Abspielen der Nationalhymnen gab an einem sonnigen Wintertag meinem Amtsantritt einen ernsten und feierlichen Rahmen. 57
In dem etwa halbstündigen Gespräch, an dem nur noch Außenminister Clodomiro Almeyda teilnahm und das - zur Freude Allendes - ohne Dolmetscher geführt werden konnte,
trug mir der Präsident zunächst Grüße
an den Bundespräsidenten,
den
Bundeskanzler und den Außenminister auf und dankte für meine rasche Entsendung nach der Abberufung meines Vorgängers. Dank der Berichterstattung seines Parteifreundes und Botschafters in Bonn Federico Klein zeigte sich Allende über mein bisheriges Aufgabengebiet im Auswärtigen Amt genau unterrichtet. E r drückte die Hoffnung aus, daß ich für den "chilenischen Weg zum Sozialismus"
Verständnis
aufbringen würde, worauf ich erwiderte, daß wir diesen Weg mit Interesse verfolgten, den Chile nach einer demokratischen Entscheidung eingeschlagen habe. Ich könnte ihm allerdings nicht verbergen, daß wir - wie auch so viele Chilenen - uns manchmal Sorge machten, wohin dieser Weg führen werde und welche Einzelmaßnahmen er nötig machen würde, die auch die Interessen deutscher Staatsangehöriger berührten. Allende erwiderte, daß er Verständnis dafür habe, daß die Welt wissen wolle, wohin Chile gehe. E r könne mir versichern, daß die demokratischen Regeln und Institutionen nicht abgeschafft würden. E r sei sich der Tradition Chiles bewußt und fühle sich ihr verpflichtet, als die älteste ohne Unterbrechung bestehende Demokratie, nach England und den Vereinigten Staaten, auch ein demokratisches Beispiel für den Sozialismus zu setzen.
Bei der Erörterung der bilateralen Beziehungen brachte ich die R e d e auf die Vorbehalte und Besorgnisse, die bei uns nach der Herstellung diplomatischer Beziehungen zwischen Chile und der D D R bestünden. Man habe diesen Schritt von Anfang April dieses Jahres und die angekündigte Reise des chilenischen Außenministers in die Ostblock-Staaten, einschließlich der D D R , auch so deuten können, als hätte sich Santiago gegen den Willen der Mehrheit des deutschen Volkes für die D D R und gegen unsere Interessen entschieden. Allende wies eine solche Interpretation als unbegründet zurück. Chile könne als sozialistisches Land einem anderen sozialistischen Staat die Anerkennung
nicht verweigern, aber er werde dafür eintreten, daß dadurch
die
Interessen der Bundesrepublik Deutschland in Chile in keiner Weise beeinträchtigt würden. Dies gelte insbesondere für die zahlreichen deutschen Schulen und kulturellen Einrichtungen,
die nicht
angetastet werden würden. Im übrigen werde
er
nicht
zulassen, daß Chile zum "campo de batalla" der beiden deutschen Staaten würde. Auf dem Gebiet der bilateralen Wirtschaftsbeziehungen waren die Aussagen Allendes weniger klar und eindeutig. Ich sprach von den Ursachen der Zurückhaltung ausländi58
scher Investoren sowie von den Ansprüchen zahlreicher entschädigungsberechtigter Deutscher sowie einiger Gläubiger aus abgewickelten Lieferverträgen. Der Parlamentarische Staatssekretär im Auswärtigen Amt, Karl Mörsch, dessen Besuch bereits angekündigt war, würde diese Fragen demnächst in Santiago anschneiden. Der Präsident sagte mir zu, Anweisung zu geben, die im Zuge der Beschlagnahme und Enteignung von Textilfabriken unbezahlt gebliebenen Maschinenlieferungen in Kürze zu regulieren. Im übrigen handele es sich in den meisten Fällen nicht um eine Zahlungsunwilligkeit, sondern um bloße Transferschwierigkeiten, die ich mit dem Präsidenten der Zentralbank Alfonso Inostroza besprechen und beilegen könne. Nach einer feierlichen Verabschiedung mit militärischen Ehren und einem Glas Sekt im Hotel Carrera mit Beamten des chilenischen Protokolls und meinen Mitarbeitern konnte ich meine offizielle Tätigkeit aufnehmen.
BESTANDSAUFNAHME Welches war nun die politische Landschaft, die ich Mitte 1971 in Chile vorfand? Allende war als Führer der Volksfront, der Unidad Populär, durch die Wahlen vom 4. September 1970 an die Macht gekommen. Er löste den christdemokratischen Präsidenten Eduardo Frei ab, der nach sechsjähriger Amtszeit gemäß der Verfassung nicht wieder kandidieren durfte. Als Ersatz hatten die Christdemokraten Radomiro Tomic aufgestellt, von dem bekannt war, daß er einem Bündnis mit den Sozialisten und Kommunisten zuneigte. In seinem Wahlprogramm waren auch gewisse marxistische Züge zu erkennen gewesen, er hatte im übrigen auch - im Gegensatz zu Frei - die sofortige volle Verstaatlichung der großen Bergwerksgesellschaften gefordert. Es war daher nicht zu verwundern, daß das "bürgerliche Lager" in Chile, das 1964 noch für Frei gestimmt hatte, um einen Präsidenten Allende zu verhindern, sich diesmal von dem christdemokratischen Kandidaten Tomic abwandte. Dieser erhielt jetzt nur 28,1 % der Stimmen, während Frei 1964 die absolute Mehrheit mit 56,1 % errang, vor Allende mit 38,9 %, - übrigens mehr als 1970. Anstatt Tomic zu wählen, gab man sein Votum daher dem dritten vom Partido Nacional vorgeschlagenen Kandidaten, dem liberal-konservativen Jorge Alessandri, der schon von 1958 - 1964 Staatspräsident gewesen war. Für ihn stimmten jetzt 35,3 % der Chilenen.
59
Dem so gespaltenen konservativen, christdemokratischen Lager (Alessandri: 35,3 % und Tomic : 28,1 % ) stand die von Allende geführte Unidad Popular mit 36,6 % gegenüber. Da keiner der Präsidentschaftsbewerber die absolute Mehrheit errungen hatte, mußte gemäß der Verfassung der Kongreß zwischen den beiden Spitzenreitern Allende und Alessandri entscheiden. Alles hing davon ab, wem die christdemokratischen Senatoren und Abgeordneten, die gemeinsam die Wahlentscheidung zu treffen hatten, ihre Stimme geben würden, - dem hochangesehenen, nüchternen, bescheidenen, wenig schwungvoll wirkenden Alessandri oder dem von der Allianz der Sozialisten mit den Kommunisten und Radikalen sowie einigen Splittergruppen getragenen Salvador Allende. Nun entsprach es einem ungeschriebenen Gesetz des Fair Play, dem Kandidaten mit der relativen Mehrheit möglichst auch zum Präsidentenamt zu verhelfen, wenngleich die Bedenken im christdemokratischen Lager nicht unerheblich waren. Wie aber der damalige Präsident des Senats und spätere DC-Präsident Patricio Aylwin nach dem Sturz Allendes rückblickend erklärte, hätten sich die Christdemokraten Chiles einem Regime mit sozialistischer Tendenz viel näher gefühlt als einem mit kapitalistischer Richtung. Aus diesem Grunde entschloß man sich, in der entscheidenden Abstimmung am 24. Oktober für eine von Salvador Allende geführte Regierungskoalition zu optieren, obwohl man sich der totalitären Gefahren und Risiken einer von Sozialisten, die sich zur marxistisch-leninistischen
Lehre bekannten, und von
Kommunisten
geführten Regierung vollauf bewußt war. Das war auch der Grund, weswegen die Christdemokraten als Vorbedingung für ihre Stimmabgabe zugunsten Allendes die Unterzeichnung
eines
"Verfassungsgarantieabkommens"
(Estatuto
de
Garantías
Constitucionales) forderten. Dieses für die Amtszeit Allendes geltende Abkommen sollte die strikte Wahrung der Bürgerrechte und der demokratischen Institutionen, die Meinungsfreiheit in Presse, Radio und Fernsehen garantieren, das Recht auf Eigentum und dessen Kontrolle durch die Legislative sowie die Respektierung der Autonomie der Streitkräfte gewährleisten. Durch diese Zusicherung an der Unidad Popular, nicht nur die politischen Freiheiten des einzelnen, sondern auch die Verfassung zu achten, glaubte sich die DC genügend abgesichert zu haben. Auf die später an Patricio Aylwin gerichtete Frage, ob nicht eine Wahlentscheidung zugunsten von Jorge Alessandri dem Land viel Not und Leiden erspart haben würde, verwies er aus damaliger Sicht auf folgendes Risiko: Entschieden wir uns 1970 für die Rechte, so hätten wir das Land vermutlich in einen inneren Konflikt gestürzt, aus dem 60
auf die Dauer die marxistische Ideologie als Sieger hervorgegangen wäre. Die große Menge des chilenischen Proletariats hätte sich von den Bürgerlichen um den Sieg betrogen gefühlt. Daß Allende mit der Unterzeichnung dieses Verfassungsgarantieabkommens in erster Linie ein taktisches Ziel verfolgte, hat er selber schon im April 1971 in einem Interview mit dem französischen Publizisten und Berufsrevolutionär Régis Debray, der zu Che Guevara und Fidel Castro in enger Verbindung stand, enthüllt. Er bezeichnete das Abkommen als eine "bloße taktische Notwendigkeit", wobei die Hauptsache gewesen sei, die Regierungsgewalt zu erlangen. (Lo acepté como una necesidad táctica para asumir el Poder. Lo importante en ese momento era tomar el Gobierno.) Was die Struktur der Wählerschaft angeht, so schien von Bedeutung, daß für Allende rund 42 v.H. der Männer, aber nur 31 % der Frauen gestimmt hatten, - ein Ergebnis, das sich dank getrennter Stimmabgabe nachweisen ließ, während Alessandri und Tomic bei den weiblichen Wählern besser abgeschnitten hatten als bei den männlichen. Die größere Abneigung der Frauen gegenüber der Unidad Popular wurde bereits wenige Monate nach der Regierungsübernahme durch Allende bei den ersten Demonstrationen deutlich sichtbar.
DER CHILENISCHE WEG ZUM SOZIALISMUS Nicht nur Chile, die ganze westliche Welt war nun gespannt, wie Allende seine Regierung bilden und in welcher Weise er den "chilenischen Weg zum Sozialismus" beschreiten werde. Sein Dilemma wurde offenkundig, wenn eine Regierungskoalition mit den Christdemokraten von vornherein ausgeschlossen war, daß ein reines UP-Kabinett gegen die Mehrheit in beiden Kammern regieren und ohne mehrheitlichen Rückhalt in der Bevölkerung die geplanten Sozialisierungsmaßnahmen und Strukturveränderungen durchsetzen mußte. Allende konnte also die notwendigen Gesetzesvorlagen nur dann durchs Parlament bringen, wenn er sich mit anderen Volksvertretern von Fall zu Fall verbündete oder Kompromisse schloß, die noch für andere Parteien, besonders die DC, tragbar waren. Daß dadurch sein Regierungsprogramm verwässert oder
dessen
Durchsetzung zumindest verzögert würde, mag Allende die Versuchung nahegelegt haben, notfalls den demokratischen Weg zu verlassen und die Legislative zu umgehen. Nach der geltenden Präsidialverfassung verfügte er ja über beachtliche Machtbefugnis61
se: Er war Chef der Streitkräfte und der Polizei, er lenkte die Exekutive und konnte weitreichende gesetzesähnliche Verordnungen erlassen, ja sogar in der Justiz besaß er die Personalhoheit. Trotz allem aber gingen seine von der Verfassung ihm eingeräumten Rechte nicht so weit, daß es ihm erlaubt gewesen wäre, das gesamte Programm der Unidad Populär ohne die Mitwirkung des Parlaments durchzuführen: er mußte daher entweder auf manchen Schritt verzichten oder aber Verfassung und Gesetze brechen. Es bestand für mich kein Zweifel, daß Allende zunächst den demokratischen Weg nicht verlassen und den sozialen Veränderungsprozeß, der ja auch schon unter Frei begonnen hatte, auf legale Weise fortführen wollte. Gewiß hatte er niemals geleugnet, ein überzeugter Marxist zu sein und diese Aussage sogar über sein Präsidentenamt gestellt. Viel diskutiert wurden die mir in Erinnerung gebliebenen Sätze: Ich bin nicht der Präsident aller Chilenen, sondern der Volksfront (No soy el presidente de todos los chilenos, sino de la UP) und ein anderes Mal: Ich bin zuerst Marxist, dann erst Präsident! (Soy marxista antes que presidente). Und dennoch sprach vieles, vor allem auch sein parlamentarischer Weg dafür, daß er die Spielregeln der Demokratie - zumindest zu Anfang - nicht verlassen würde.
SALVADOR ALLENDE
Allende war 1908 in Valparaiso geboren, trat 1926 in die medizinische Fakultät der Universidad de Chile ein, absolvierte das Studium, wurde Arzt, ohne aber an diesem Beruf jemals Gefallen zu finden. 1933 gründete er die Sozialistische Partei, wurde vier Jahre später mit 29 Jahren Abgeordneter von Valparaiso im Kongreß, mit 31 Jahren Minister für Gesundheit im Kabinett des ersten Volksfront - Präsidenten Pedro Aguirre Cerda. Später Senator und (1968 und 1969) Präsident des Senats und dreimal Kandidat für das Präsidentenamt (1952, 1958 und 1964), war Allende für viele zum Garanten der Demokratie und Verfassung geworden. Aber es war auch bekannt, daß er immer mehr unter den Einfluß der linksextremen Kräfte seiner eigenen Partei, besonders unter den ihres Generalsekretärs Carlos Altamirano, geriet, demgegenüber die kommunistische Partei unter Luis Corvalán bis zuletzt als gemäßigt angesehen werden konnte. Vor allem aber waren die engen und 62
freundschaftlichen Beziehungen Allendes zu Kuba, das er jedes Jahr besuchte, wo seine Tochter Beatriz studierte und sein Neffe Andrés Pascal Allende die Grundzüge der Guerrilla-Kriegführung erlernte, die er dann später im MIR als aktiver Kämpfer anwendete, mit dafür verantwortlich, daß Allende sich mehr und mehr dem revolutionären Kampf verschrieb. Gerade weil er im Grunde und von seiner Natur her kein Kämpfer vom Stile Castros oder Che Guevaras war, - er liebte zu sehr den Wohlstand und das luxuriöse Leben - und weil er eher als der "Große Träumer" und Idealist gelten konnte - der wie sein Großvater (wie er aktiver Freimaurer) die Welt verbessern und die Armen des Landes aus ihrem Elend erlösen wollte - gerade deshalb hatten die ihn umgebenden Extremisten mit ihm ein leichtes Spiel. Der MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) war 1965 aus der an der Universität Concepción von linksradikalen Studenten gegründeten "Vanguardia Marxista Revolucionaria" hervorgegangen, die ihrerseits aus der von Allende geführten sozialistischen Partei, weil zu fanatisch, gewalttätig und ungesetzlich, ausgeschlossen worden war. MIR konnte daher für Allende bei der Bildung der Unidad Popular und der Regierungskoalition im November 1970 auch kein Partner sein. Dennoch duldete Allende später die gewaltsamen ungesetzlichen Übergriffe gegen Landgüter und Wirtschaftsunternehmen, die oft mit Diebstahl, Raub, Vertreibung und sogar Mord einhergingen und vom MIR ausgeführt wurden. Er nahm auch nicht nur die paramilitärische Ausbildung und Bewaffnung der vom MIR aufgestellten Einheiten hin, sondern förderte sie nach Kräften. Von Allende entstand daher bald ein zweideutiges Bild, das seinem zwiespältigen Charakter entsprach: Er erschien heute - und so lernte ich ihn kennen - als der vornehme, demokratische Staats- und Regierungschef, der mit salbungsvollen, im Ton gemäßigten Worten die historischen Wurzeln der chilenischen Demokratie schilderte, der westliche Staatsmänner, Diplomaten und Journalisten beeindruckte, - und er zeigte sich morgen als "Genosse Präsident", der dem Klassenfeind der Arbeiterschaft den Kampf ohne Rücksicht auf gesetzliche Schranken ansagte. An der Seite Fidel Castros bemühte er sich sichtlich um die Rolle des ebenbürtigen Revolutionärs, blieb aber im Grunde nur sein blasser Epigone. Mögen daher in der Anfangsphase 1970/71 die gemäßigten Züge in der Unidad Popular auch in der persönlichen Haltung Allendes die Oberhand gehabt haben, so
63
änderte sich dies allmählich und bald mit einem sich steigernden Crescendo in den folgenden Jahren bis zum Sturz. Ursächlich dafür waren meines Erachtens folgende Gründe: - die Verschlechterung der wirtschaftlichen und sozialen Lage - der Einfluß Fidel Castros und die Radikalisierung innerhalb der UP - der Streit mit Senat, Abgeordnetenhaus und Oberstem Gerichtshof - die Entfremdung und Brüskierung des Militärs.
WIRTSCHAFTLICHE UND SOZIALE RÜCKSCHLÄGE Schon wenige Monate nach der Regierungsübernahme durch die Unidad Populär machten
sich die ersten wirtschaftlichen Rückschläge und
Versorgungsengpässe
bemerkbar. Die oft aufgestellte Behauptung, es seien dafür lediglich das Ausland, die fremden Banken und Firmen sowie die Kapitalisten im eigenen Lande, die sogenannten momios, verantwortlich zu machen, vereinfacht die wirkliche Lage in unverantwortlicher Weise. Man wird sich noch einmal vergegenwärtigen müssen, daß Allende in seinen Wahlkämpfen 1964 und 1970 den Kampf gegen den Kapitalismus und Imperialismus mit Vehemenz gefordert und die vollständige Enteignung der nordamerikanischen Firmen sowie des Großgrundbesitzes angekündigt hatte. Es war daher kaum verwunderlich, daß bereits bei Beginn des Amtsantritts Allendes eine allgemeine Kapitalflucht einsetzte, ausländische Investoren sich - auch unter Verlusten - von ihren Anlagen in Chile trennten und die allgemeine Verunsicherung neue Investoren abschreckte. Mit einer gründlich geplanten Präzision begannen schon 1970/71 die ersten Verstaatlichungsmaßnahmen der Wirtschaft, ohne die parlamentarische Legislative zu bemühen. So wurden die noch bestehenden Privatbanken dadurch in Staatseigentum übergeführt, daß durch geeignete Börsenspekulationen das gesamte Aktienvolumen von Seiten des Staates erworben wurde, ohne daß die erforderliche Kaufsumme durch das Parlament im Rahmen des Haushalts bewilligt worden wäre. Die Notenpresse sprang vielmehr in die Bresche und sorgte so auch noch für eine weitere Beschleunigung der Inflation. Das versprochene
Bankenreformgesetz,
das die
endlich legalisieren sollte, hat das Parlament nie erreicht. 64
Bankenverstaatlichung
Im April
1971 setzte fast schlagartig eine Fülle von Verstaatlichungen von
Industriebetrieben aller Art und Größe ein, ohne daß im Kongreß ein Gesetzesentwurf dazu vorgelegt worden wäre. Um den Schein der Legalität zu wahren, berief man sich auf ein schon in Vergessenheit geratenes Gesetzesdekret aus dem Jahre 1932, wonach lebenswichtige Industriebetriebe vorübergehend unter die Leitung eines staatlichen Kommissars, eines Interventors, gestellt werden dürften, wenn die Produktion gestört und nicht mehr gesichert erschien. Aber nun organisierte man diese "intervenciones" planmäßig und führte sie weiter bis zur Verstaatlichung der Betriebe, wobei man wie folgt vorging: Zunächst wurde ein Arbeitskonflikt vom Zaune gebrochen, man hielt den Betriebsleiter unter Hausarrest, man bestreikte den Betrieb und sperrte den Fabrikzugang ab, so daß also ein Interventor einschreiten mußte. Der rechtmäßige Eigentümer durfte oft sein eigenes Büro nicht mehr betreten, fand seine Bankkonten gesperrt und bequemte sich entweder zum Verkauf an den Staat zu einem Spottpreis, der in nicht einlösbaren Schuldscheinen gezahlt wurde, oder er ließ gar alles stehen und liegen und wanderte aus. Der Staat konnte dann den Betrieb als "im Stich gelassen" wie eine herrenlose Sache an sich nehmen, enteignen und in "Volkseigentum" überführen. In den Jahren 1971/72 sind auf diese und andere illegale Weise rund 80 % der industriellen Kapazität des Landes verstaatlicht worden, Industrien der Lebensmittelverarbeitung, der Chemie, der Textilien, der Farben, der Elektrotechnik, der Brauereien und viele andere mehr. Deutsche Firmen waren betroffen oder standen kurz vor der Intervention wie z.B. Hoechst, Bayer, Rodenstock, eine
Lack- und Farbenfabrik
und eine deutsche Fleisch- und Wurstfabrik. Durch geeignete Vorstellungen an höchster Stelle gelang es mir in den meisten Fällen, die gefürchteten staatlichen Maßnahmen abzuwenden. Im Falle der Porzellanfirma Rosenthal sprach ich im Januar 1972 sogar bei Präsident Allende vor und schilderte ihm, welches negative Echo bei uns in Deutschland die Beschlagnahme gerade dieser Firma haben würde. Die schon angeordnete Intervention unterblieb. Sehr oft suchte ich den drohenden oder auch nur vermuteten Interventionen dadurch vorzubeugen, daß ich mich selber in der deutschen Tochterfirma zum Besuch ansagte, den Betrieb eingehend besichtigte, mit der Belegschaft und dem Betriebsrat sprach und somit auch nach außen ein amtliches deutsches Interesse an diesem Werk bekundete. 65
Bei ihren willkürlichen und mißbräuchlichen Verstaatlichungsmaßnahmen stand der Regierung der UP in vielen Einzelfällen der Rechnungshof (Contraloria General) hindernd im Wege. Es häuften sich immer mehr die Verfahren, in denen der Rechnungshof die Enteignungs- und Requisitions- und Verstaatlichungsdekrete der Regierung nicht anerkannte und ihnen die juristische Verbindlichkeit absprach. Er pflegte damit auch die entsprechende Rückerstattung an die rechtmäßigen Eigentümer anzuordnen. Aber auch hier fand die Regierung einen Ausweg: Nach der Verfassung konnte sie in nationalen Notständen und Katastrophenlagen durch Gesetzesdekret die rechtlichen Einwände des Rechnungshofes beiseiteschieben, wenn alle Kabinettsmitglieder ein "Notstandsdekret", ein "Decreto de Insistencia", billigten und ihm damit für die Dauer des Notstandes Rechtskraft verliehen. Gestützt auf diese Verfassungsbestimmung konnten die vom Rechnungshof als illegal bezeichneten Enteignungen und Verstaatlichungen dennoch "legalisiert" werden, wobei der vorausgesetzte Notstand als ein Dauerzustand angesehen wurde. Man regierte praktisch mit Notverordnungen.
GEWALTSAME BESETZUNGEN Eine andere Methode, den sog. Sozialbereich der Wirtschaft (ärea social) zu erweitern, bemühte sich nicht einmal um eine formaljuristische Bemäntelung, sondern schuf Tatsachen durch gewaltsame Besetzungen, der sog. toma. Dieses besonders in der Landwirtschaft angewendete Verfahren wurde von den Werksangehörigen oder Landarbeitern vorbereitet und organisiert, wobei in den meisten Fällen Mitglieder des MIR die Initiatoren waren. Ihnen gingen ja alle Reformmaßnahmen ohnehin viel zu langsam, und ein rechtsstaatliches Vorgehen schien ihnen immer nur nutzlose Zeitverschwendung zu sein. Nach dem unter der Präsidentschaft von Eduardo Frei erlassenen Agrar-ReformGesetz konnten alle jene Landgüter gegen Zahlung einer angemessenen Entschädigung enteignet werden, die eine bestimmte Flächengröße bebaubaren Bodens überschritten. Als Norm galt ein Grundbesitz von 80 Hektar Land, das den Ertrag eines in der Nähe von Santiago gelegenen Tales erbrachte. Alle unfruchtbaren oder nicht kultivierbaren Böden wie Berge, Sümpfe, nicht verwertbare Wälder usw. blieben nach dem Gesetz unberücksichtigt. In allen Fällen der Enteignung mußten aber dem Grundbesitzer die 66
Wohngebäude und die landwirtschaftlichen Einrichtungen wie insbesondere Maschinen verbleiben, und er war befugt, bei der Bestimmung der abzugebenden Landflächen sowie bei der Festsetzung der ihm zu zahlenden Entschädigung im Verhandlungswege mit den Behörden mitzuwirken. Mit der Methode der sog. toma setzte man sich aber über alle rechtlichen Einschränkungen hinweg. Besonders im Süden Chiles ging eine Welle gewaltsamer, oft brutaler Gutsbesetzungen über das Land, wobei auf die Rechte der Eigentümer keinerlei
Rücksicht
genommen
wurde. Auch
deutsch-chilenische
Siedler
waren
betroffen, wie auch die Landgüter (fundos) von Investoren aus der Bundesrepublik, besonders einiger namhafter deutscher Versandhäuser. Nur mit Mühe gelang es mir in einigen Fällen durch das energische Vorsprechen beim Außenminister oder dem Landwirtschaftsminister Chonchol, die Enteignung entweder abzuwenden und die Besetzung aufzuheben oder aber eine Entschädigung zugesichert zu erhalten. Während unter der Präsidentschaft Freis rund 1400 Latifundien mit etwa 3,5 Millionen Hektar aufgeteilt und meist auf genossenschaftlicher Basis neu organisiert worden waren, fielen in den ersten zwei Jahren der UP-Herrschaft rund 3.500 Landgüter mit 5 Millionen Hektar der sog. "Landreform" zum Opfer. Mehr als die Hälfte wurden ohne Einhaltung der gesetzlichen Bestimmungen enteignet und aufgeteilt, und zwar durch die brutale Gewalt bewaffneter Banden linksextremistischer Gruppierungen, besonders des MIR. Die Notwehr- und Selbsthilfemaßnahmen der Gutsbesitzer erwiesen sich in der Regel als zwecklos, da die lokalen Polizeibehörden, mit getreuen UP-Beamten besetzt, die revoltierenden Landarbeiter vor angeblichen "Angriffen der besitzenden Klasse" in Schutz nahmen. Bei meinen wiederholten Reisen in den Süden, in die fruchtbarsten Landwirtschaftsgebiete Chiles, die einst von deutschen und schweizerischen Bauern urbar gemacht worden waren, konnte ich mich davon überzeugen, wie sehr dieser Wirtschaftszweig ruiniert war. Zwischen 1970 und 1973 war die Agrarproduktion Chiles um mehr als 25 % zurückgegangen, so daß die Einfuhr von Lebensmitteln von 200 auf fast 800 Millionen Dollar anwuchs. Fleisch, Fisch, Geflügel, Gemüse und Obst, von denen Chile früher im Überfluß produzierte, waren vom Markt fast gänzlich verschwunden und wurden schon 1972 zu astronomischen Preisen auf dem schwarzen Markt gehandelt. In Santiago gab es plötzlich den Beruf des "Schlangenstehers", der damit mehr Geld verdiente, als er bei einer produktiven Arbeit erwarten konnte. 67
In der Botschaft, die sich schwerlich auf dem Schwarzmarkt eindecken konnte, halfen wir uns entweder mit privaten Importen aus Buenos Aires oder setzten unseren VW-Bus zu Einkaufsfahrten in Mendoza ein. Auch der Wein war in Chile knapp geworden, da ganze Schiffsladungen nach Kuba gingen, um damit die von dort im geheimen eintreffenden Waffenlieferungen zu bezahlen. Als ich mich Jahre später, 1976, in Havanna aufhielt, konnte ich dort noch den chilenischen Rotwein Macul vom Jahrgang 1971 trinken. Lediglich während der im April und Mai 1972 in Santiago abgehaltenen UNCTAD III (United Nations Conference on Trade and Development) machte die Regierung eine verzweifelte Anstrengung, die schlimmste Lebensmittelknappheit durch Importe besonders aus den Ostblockländern zu steuern. Den ausländischen Delegierten sollte es möglichst in den vier bis sechs Wochen ihres Aufenthalts in Chile an nichts fehlen, der chilenische Weg zum Sozialismus durfte sich nicht schon durch einen Blick in die Restaurants oder die Geschäfte als Irrweg und Fehlschlag erweisen. Ein gleicher Produktionsrückgang wie in der Agrarwirtschaft war auf dem industriellen Sektor ebenso zu verzeichnen wie im Bereich aller Dienstleistungen. Die in staatliche Regie übernommenen Betriebe, deren Leiter unter politischen Gesichtspunkten ausgewählt worden waren, arbeiteten nicht mehr wirtschaftlich und erzielten kaum noch Gewinne, so daß sie von Staats wegen mit Subventionen notdürftig über Wasser gehalten werden mußten. Der Notenumlauf vermehrte sich beträchtlich, die Inflationsrate stieg von September 1970 bis 1973 um 350 %. Ein US-Dollar war 1970 zwanzig Escudos wert, im September 1973 aber 3000 Escudos! Selbst die völlige Verstaatlichung der Kupferminen, die übrigens legal und auch mit Zustimmung der Christdemokraten durchgeführt worden war, hatte einen Produktionsabfall zur Folge - und damit einen empfindlichen Verlust beim Erwerb der so bitter benötigten Devisen. Gewiß mag sich auch der Rückgang des Kupferpreises auf dem Weltmarkt negativ auf die Zahlungsbilanz Chiles ausgewirkt haben, doch blieb auch die Förderung selbst in den größten Gruben wie Chuquicamata in der Provinz Antofagasta und El Teniente in der Provinz O'Higgins aus anderen Gründen hinter den früheren Leistungen zurück: Arbeiter der Kupferbergwerke, denen die Regierung Lohnversprechen gemacht und diese dann nicht eingehalten hatte, gingen wiederholt in den Streik oder beteiligten sich an Demonstrationen, anstatt zu arbeiten. Ferner blieben zahlreiche Fördermaschinen, Bagger und Traktoren, alle amerikanischer 68
Herkunft, wegen Mangels an Ersatzteilen über lange Zeit ungenutzt liegen, da es an Devisen fehlte, um das benötigte Material einzuführen. Die UP hatte es ja bekanntlich versäumt, mit den zuständigen amerikanischen Firmen über Entschädigungsleistungen zu verhandeln oder überhaupt in ein Gespräch darüber einzutreten. Wie mir mein amerikanischer
Kollege, Botschafter Nathaniel Davis, versicherte, wäre man in
Washington schon mit einer mäßigen Zahlung oder einer bloßen Geste zufrieden gewesen. Stattdessen hatte Allende in seinen Reden immer wieder betont, daß das Kupfer Chiles, das "rote Gold", den Händen des amerikanischen Monopolkapitalismus auf immer entzogen werden müßte.
ERSTE PROTESTE UND STREIKS
- FIDEL CASTROS BESUCH
Bereits am 2. Dezember 1971, also gerade ein Jahr nach der Regierungsübernahme durch die Volksfront, kam es zu den ersten größeren öffentlichen Protesten der Bevölkerung, zu Demonstrationen und Ausschreitungen in Santiago. Ausgelöst durch Tausende von Hausfrauen aller Stände, die sich mit ihren leeren Kochtöpfen bewaffnet hatten und auf diesen trommelnd durch die Straßen zogen, wurde die Volksfront auf die unerträglich gewordene Notlage in der Versorgung hingewiesen. Zum erstenmal ertönten die Rufe: ¿Hasta cuando?, die fortan das ganze Land erfüllen sollten. Bis wann? so fragte man, könne diese von Willkür und Gewaltanwendung, von Unfähigkeit und Schlendrian gekennzeichnete Situation noch ertragen werden? Bis wann würde sich die chilenische Bevölkerung eine solche Behandlung gefallen lassen und ihr tatenlos zusehen? Gerade die Frauen waren es, die ja bekanntlich mehrheitlich nicht für Allende gestimmt hatten, die ihren Männern zu Hause immer wieder diese Fragen vorlegten. Diese ersten Unruhen in der Hauptstadt, die sogar zur Verhängung des Ausnahmezustandes und zu einem Ausgehverbot von 24 bis 6 Uhr führten, hatten aber sicherlich noch einen anderen, mehr politischen Grund: der Besuch Fidel Castros in Chile. Anstatt einen in Dauer und Ablauf üblichen Besuch abzustatten, hielt sich der kubanische Revolutionschef vom 10. November bis 3. Dezember, also mehr als drei Wochen in Chile auf, bereiste das ganze Land, hielt vor gewaltigen Volksmassen politische Reden und erteilte unumwunden dem ihn begleitenden Präsidenten Allende 69
Lehren, wie man den Sozialismus in Chile verwirklichen könne. Er verfehlte auch nicht, beim MIR in dessen Hochburg Concepción Besuch zu machen und bekräftigte überall seine Ansicht, daß nicht langwierige Reformen versucht, sondern Revolutionen durchgeführt werden müßten. Er sparte auch nicht mit Richtlinien und Anweisungen an verschiedene Berufsgruppen und Bevölkerungsschichten und spielte sich als revolutionärer Lehrmeister auf, als der Líder Máximo der lateinamerikanischen Revolution, der sich auf einer Chile-Inspektionsreise befand. Bei allen triumphalen Auftritten Fidel Castros, die ich am Fernsehen mitverfolgte, machte Allende meistens den Eindruck eines abhängigen, gegenüber seinem Lehrer hörigen Schülers, dem auf dieser Chile-Tournée keine andere Rolle zufiel, als zuzustimmen und zu applaudieren. Erst später, im Laufe des Jahres 1972, wurde uns in Chile klar, daß die Lehren des kubanischen Revolutionsführers nicht ohne konkrete Ergebnisse geblieben waren. Es wurde nämlich bald offenkundig, daß die Regierungspolitik sich in zunehmendem Maße radikalisierte und sich der bewaffneten Volksmacht als Stütze bediente. Wie Castro umgab sich Allende mit einer Prätorianer-Leibwache, dem GAP (Grupo de Amigos Personales) und rüstete bald eine ganze Brigade mit aus Kuba eingeschmuggelten Waffen aus. Diese waren in sog. "Geschenk-Kisten" auf dem Luftwege importiert worden. Das anmaßende Auftreten Fidel Castros in Chile, womit er die sozialistische Solidarität demonstrieren und stärken wollte, hatte nach Auffassung aller Beobachter in Santiago eher das gegenteilige Ergebnis: Es festigte nicht das Ansehen der Unidad Popular, sondern untergrub die Autorität Allendes, der immer mehr als bloßer Erfüllungsgehilfe Kubas erschien. Es bewirkte auch vielmehr ein Anwachsen der oppositionellen Kräfte im Lande, die gerade nicht dem kubanischen Beispiel folgen und eine gewaltsame Revolutionierung hinnehmen wollten. Ab Anfang 1972 wurde daher der chilenische Weg zum Sozialismus steiniger.
DIE DEUTSCHE EINSTELLUNG Die Haltung der deutschen sozial-liberalen Bundesregierung gegenüber dem Chile Allendes war keineswegs uneingeschränkt positiv, sondern eher von Kühle, Skepsis und 70
Abwarten gekennzeichnet. Sowohl Bundeskanzler Brandt wie auch Außenminister Scheel legten sich in ihren Äußerungen eine spürbare Reserve auf, die auch während des Besuchs von Außenminister Clodomiro Almeyda in Bonn im Februar 1972 deutlich zutage trat. Es standen bei diesen Gesprächen die deutschen Wünsche und Erwartungen hinsichtlich
gerechter
und
angemessener
Entschädigungen
für
die
enteigneten
deutschen Vermögenswerte im Vordergrund. Im Auswärtigen Amt betrachtete man - ähnlich wie in Washington - die wachsende Abhängigkeit Allendes von Fidel Castro mit Sorge und hielt schon aus diesem Grunde eine vorsichtige Zurückhaltung für angebracht. Die negative Einstellung der amerikanischen Administration, besonders Nixons, Kissingers und des CLA, die sich bereits im chilenischen Wahlkampf 1970 gezeigt hatte, schien uns gleichfalls eine abwartende Haltung nahezulegen. Vollends aber war man in Bonn der Auffassung, daß man Chile, wenn Entwicklungshilfe zur Debatte stand, nicht noch dafür belohnen könnte, daß es am 6. April 1971 "im Alleingang" die DDR diplomatisch anerkannt hatte, bevor wir die sog. Außenbeziehungen freigegeben hatten. Man wollte einen mit uns nicht abgestimmten Schritt nicht noch nachträglich honorieren. Nun gab es im politischen Bonn auch noch andere Stimmen, zu denen der Bundesminister für Wirtschaftliche Zusammenarbeit Erhard Eppler und der seit Dezember 1972 als Parlamentarischer Staatssekretär amtierende Hans Matthöfer gehörten, die für eine bescheidene Fortführung unserer Entwicklungshilfe eintraten, soweit diese nicht dem Regime, sondern vorwiegend der Bevölkerung zugute käme. So konnten die Projekte der Technischen Hilfe, ein Bewässerungsvorhaben in der Nähe von Santiago und die Entsendung von Entwicklungshelfern ebenso fortgesetzt werden wie auch der Bau des hochmodernen Deutschen Krankenhauses in der Hauptstadt.
Lediglich um die Gewährung eines Kapitalhilfe-Kredits in Höhe von 6,9 Millionen DM hatte ich in Bonn förmlich zu kämpfen. Er war für die Finanzierung der dritten Ausbaustufe des südchilenischen Hafens Puerto Montt bestimmt, der 1960 durch ein schweres Erdbeben fast völlig zerstört worden war. Die Bundesregierung hatte sich in der Folgezeit zu einer finanziellen Hilfe für die Wiederherstellung der Hafenanlagen bereit erklärt. Mit einem Kredit von 17,3 Mio. DM konnten ab 1966 der größte Teil der eingestürzten Mole und 180 Meter Kai-Anlagen mit Gebäuden und Straßen und
71
gen Arbeiten vervollständigt, die noch verbliebenen Lücken in den Kai-Anlagen geschlossen und der Handelshafen tiefer ausgebaggert werden. Der Unterzeichnung dieses Abkommens stand aber noch ein anderes gewichtiges Hindernis im Wege: Wie bei allen zwischenstaatlichen Verträgen mußte auch hier eine sog. Berlin-Klausel eingefügt werden, wogegen die chilenische Seite im Grunde nichts einzuwenden hatte. Sie stemmte sich nur gegen die Formel der Ausdehnung auf das "Land Berlin" und versteifte sich auf die von uns im Rechtsverkehr mit den Ostblockländern hingenommene Bezeichnung "Berlin-West". Bonn gab endlich in diesem Punkte mit der Begründung nach, daß man das heutige Chile, ähnlich wie Kuba, als zum Ostblock zu zählendes Land betrachten müsse. Und so konnten Außenminister Almeyda und ich am 27. November 1972 dieses letzte Kapitalhilfe-Abkommen mit der UPRegierung unterzeichnen. Die Vollendung der Arbeiten im Hafen von Puerto Montt erfuhr auch nach dem Sturz Allendes vom 11. September 1973 keine Unterbrechung. Mit besonderem Druck mußte ich mich auch für den Transfer deutscher Guthaben aus Dienstleistungsverträgen oder aus Entschädigungen einsetzen, wobei ich immer wieder bei dem Präsidenten der Zentralbank Alfonso Inostroza zu intervenieren hatte. Im Falle der Forderungen der Lufthansa, welche die Wartung der Maschinen der LANChile in Frankfurt übernommen hatte, mußte ich damit drohen, daß sich die Lufthansa möglicherweise gezwungen sehen könnte, Santiago nicht mehr anzufliegen und ihre Linien in Buenos Aires oder Lima enden zu lassen. Man beeilte sich mit einer neuerlichen Ratenzahlung. Andere wichtige deutsche Einrichtungen wie die bedeutenden deutschen Schulen, die Kultur-Institute, die Politischen Stiftungen sowie die Deutsche Gemeinschaft mit ihren Kirchen, ihrem Club und ihren Sportplätzen bedurften der ständigen Kontaktpflege und der vorausschauenden Sicherung. Dies galt vor allem für das neue, mit beträchtlichen deutschen Mitteln erbaute und ausgestattete Deutsche Krankenhaus, das in einer eindrucksvollen Feier von Präsident Allende und mir eingeweiht und seiner Bestimmung übergeben worden war. Als mir aus dem Ärztekreis zu Ohren kam, daß es Kreise in der Unidad Populär gäbe, die bereits Pläne schmiedeten, auf welche Weise man dieses Krankenhaus, das doch nur für die momios geschaffen sei, beschlagnahmen und in Staatseigentum überführen könne, wurde ich bei allen mir erreichbaren und geeignet erscheinenden Persönlichkeiten 72
vorstellig. Ich sprach mit Außenminister Almeyda über meine Sorge und besuchte auch den Großmeister der Freimaurerloge, der uns sehr gewogen war und der in Deutschland studiert hatte, und bat ihn, auf seinen Logenbruder Allende in unserem Sinne einzuwirken. Und als ich wenige Wochen später vor meiner Abreise aus Chile bei dem Minister José Tohä in der "Moneda" meinen Abschiedsbesuch machte, entließ er mich mit der Versicherung, daß dem Deutschen Krankenhaus keine Verstaatlichung mehr drohe.
ALLENDES ABSTIEG IN DIE ILLEGALITÄT Im Laufe des Jahres 1972 wurde Allendes Nichtachtung der Verfassung und der Staatsorgane, seine innere Abkehr von der Rechtsordnung, unter der er angetreten und großgeworden war, immer deutlicher. Als ein Beispiel, das in keiner westlichen Demokratie möglich wäre, bleibt mir der Fall des Innenministers José Tohä in Erinnerung: Beim "Marsch der leeren Töpfe" (la marcha de las ollas vacias) am 2. Dezember 1971 hatte die chilenische Polizei, unterstützt von linksextremen Schlägertruppen, die demonstrierenden Frauen mit roher Gewalt auseinandergetrieben und sie am Protest vor der "Moneda", wo sich Fidel Castro gerade zur Abschiedsvisite aufhielt, gehindert. Das chilenische Parlament nahm sich daraufhin dieser Angelegenheit an und erhob gegen den Innenminister eine Verfassungsklage wegen ungesetzlicher Einschränkung der Versammlungsfreiheit. Auf Antrag der Christdemokraten wurde José Tohä am 7. Januar 1972 durch Beschluß beider Kammern wegen Amtsmißbrauchs seines Amtes enthoben. Eine geschlossene Parlamentsmehrheit hatte sich dem Regime Allendes durch einen dem amerikanischen Impeachment-Verfahren ähnlichen Schritt entgegengestellt. Die Reaktion Allendes war verblüffend: anstatt daß Tohä die Regierung verließ, wie es wohl im Sinne der Verfassung gewesen wäre, erhielt er vom Staatspräsidenten einfach ein anderes Ressort, und zwar das der Verteidigung, zugewiesen, blieb also in der Regierung. Diese "Rochade-Taktik" sollte Allende im Laufe der noch verbleibenden anderthalb Jahre noch weitere viermal praktizieren, so daß jeder von der Legislative des Verfassungsbruchs für schuldig befundene Minister dennoch ein Regierungsamt behielt. Die klare Willensbekundung des Parlaments konnte nicht deutlicher ignoriert werden, die Demokratie nicht nachdrücklicher verhöhnt werden.
73
VERSUCH EINER ERZIEHUNGSREFORM Neben den gewohnten gewaltsamen Verstaatlichungsmaßnahmen und den wachsenden Schikanen gegen Presse, Rundfunk und Fernsehen kündigte die Regierung im März 1973 den Erlaß eines Dekrets an, mit dem die "Erziehungsreform" ab 1. Juni eingeführt werden sollte. Ohne jegliche parlamentarische Debatte, ohne Anhörung der Kirche oder der Elternschaft wurde die "Einheits-Volksschule" (ENU: Escuela Nacional Unificada) proklamiert, die nach dem Muster des Schulsystems in der DDR geschaffen werden sollte. Eine ostdeutsche Beratergruppe hatte bei der Redaktion des SchulreformDekrets maßgeblich mitgewirkt, um so die marxistische Bewußtseinsbildung (concientizaciön) schon in den ersten Schuljahren zu verankern. Aber es zeigte sich bald, daß die Regierung die Reaktion des chilenischen Volkes in dieser Frage falsch eingeschätzt hatte. Eltern und Frauenverbände, Schüler und Studenten erhoben heftigen Protest und marschierten demonstrierend durch die Straßen, von der Polizei mit Schlagstöcken und Tränengas nur mühsam in Schach gehalten. Ich selber geriet durch Zufall in einen der Züge und konnte mich nur knapp in der calle Agustinas ins Botschaftsgebäude retten. Vor allem aber schlössen sich auch die kirchlichen Institutionen, die sonst im großen und ganzen dem sozialistischen Experimentieren nicht ablehnend gegenüberstanden, dem Protest an. Als sich endlich auch das Militär gegen diese Art der Erziehungsreform aussprach, die auch vor dem traditionsreichen Militär- und Kadettenschulen nicht Halt gemacht hätte, erklärte das Parlament das erlassene Dekret für illegal. Einem solchen unerwarteten massiven Druck der öffentlichen Meinung, gestützt von Kirche und Militär, konnte die Regierung nicht widerstehen. Anfang Juni 1973 erklärte sie die Inkraftsetzung des Dekrets für um ein Jahr aufgeschoben. Auf Seiten der Botschaft und auch der deutschen Gemeinschaft in Chile war ein hörbares Aufatmen zu vernehmen, da ja die staatliche Schulreform auch unsere deutschen Schulen betroffen hätte.
74
DIE ROLLE DES CHILENISCHEN MILITÄRS Es ist gelegentlich die These zu hören, das chilenische Militär habe in seinem Streben nach eigener Machtausübung von Beginn der Volksfront-Regierung an auf den Sturz des Allende-Regimes hingearbeitet und dieses 1973 endlich zu Fall gebracht. Aber keine Annahme ist falscher als diese. Im Gegenteil trifft zu, daß die Streitkräfte Chiles, einschließlich der Polizei, treu und loyal zu ihrem Oberbefehlshaber standen, der verfassungsgemäß zur Macht gekommen war. In besonders schwierigen, für die Regierung bedrohlichen Zeiten haben sich die Oberbefehlshaber der Teilstreitkräfte dem Drängen Allendes nicht versagt und sind ihm mehrere Male zu Hilfe gekommen, haben
ausweglos erscheinende
Lagen gerettet
und
damit
bürgerkriegsähnlichen
Auseinandersetzungen oder dem vollständigen Wirtschaftsruin vorgebeugt. Im Gegensatz zu fast allen anderen lateinamerikanischen Ländern haben sich die Streitkräfte in Chile seit jeher durch ihre grundsätzlich unpolitische Haltung im Sinne unbedingter Verfassungstreue ausgezeichnet. Es war dies sicherlich mit ein Grund dafür, daß sie sich in ihrer Rolle als Hüter und Garanten der Verfassung und als uneigennützige Helfer in Notständen einer echten Popularität erfreuten. Im Oktober 1972 brach in der südchilenischen Provinz Aysen ein Streik der Transportunternehmer aus, der sich bald über das ganze Land ausbreitete. Die in einem Berufsverband zusammengeschlossenen rund 45.000 Unternehmer mit 56.000 Fahrzeugen protestierten gegen die Versuche der Regierung, das private Transportwesen zu verstaatlichen. Wie überall wurden auch hier die bekannten Mittel eingesetzt: Kredite gesperrt, Aufträge entzogen, Ersatzteillieferungen versagt, während man dem kleinen soeben gegründeten staatlichen Transportunternehmen jede Förderung angedeihen ließ. Da die Regierung nicht einlenken wollte, schlössen sich weitere Berufsverbände, wie der des Einzelhandels, dem Streik an - ja sogar Lehrer, Ärzte, Ingenieure, Studenten und Schüler sowie Büroangestellte traten in den Ausstand. Ende Oktober war in Chile die mittelständische Wirtschaft praktisch lahmgelegt, die Bevölkerung lebte von den früher gehamsterten Vorräten. Als der Sympathiestreik sich noch ausweitete und vor allem als auch politische Forderungen wie die Rückgabe der widerrechtlich besetzten Station Radio Agricultura und die Aufhebung der Schikane- und Boykottmaßnahmen gegen die noch in Privathand befindliche Papierfabrik von Jorge Alessandri, die Papelera, erhoben wurden, entstand für die UPRegierung eine ernste, bedrohliche Lage. 75
In 21 der 25 chilenischen Provinzen herrschte der Ausnahmezustand, d.h. das Land unterstand der militärischen Kontrolle. Auf diese Weise in die Enge getrieben, appellierte Allende an das Militär und berief Vertreter aller vier Waffengattungen in die Regierung. Der Oberkommandierende des Heeres General Carlos Prats wurde Innenminister und Vizepräsident. Diesem gelang es, innerhalb von 24 Stunden den Streik zu beenden, indem er den Transportunternehmern die Erfüllung ihrer Forderungen zusagte, die besetzte Radiostation Agricultura freigab und auch der Papelera wieder zu lebenswichtigen Wirtschaftsbedingungen verhalf. Der Streik des bürgerlichen Mittelstandes hatte also Erfolg gehabt. Unternehmer und Arbeiter begrüßten die Aufnahme des Militärs in die Regierung, zu dem sie in dieser chaotischen Lage noch Vertrauen hatten. Vom 2. November 1972 bis 27. März 1973 blieb das Militär in der Regierung und trug dazu bei, daß in diesen fünf Monaten ohne "Dringlichkeitsdekrete" und weitgehend auch ohne die Anwendung illegaler Mittel regiert wurde. Mit Ausnahme des gescheiterten
Versuchs,
eine
Lebensmittelrationierung
einzuführen, verlief
diese
Periode ruhig und ohne größere öffentliche Auseinandersetzungen. Ein wesentliches Ziel der Mitwirkung des Militärs in der Regierung bestand darin, dem Land eine reibungslose und ordentliche Abhaltung der am 4. März 1973 anstehenden Parlamentswahlen zu gewährleisten. Als diese vorbei waren, ohne am Mehrheitsverhältnis der Oppositionsparteien zur marxistischen Regierung etwas Grundlegendes zu ändern, stellte sich die Frage nach dem weiteren Verbleiben des Militärs im Kabinett. Innerhalb der UP waren die Ansichten geteilt: die einen, die Gemäßigten, auch die Kommunisten hofften, das Militär auf gütlichem Wege für den Aufbau des Sozialismus und die Schaffung einer "Volksarmee" allmählich gewinnen zu können, und traten daher für das Verbleiben des Militärs in der Regierung ein. Die anderen, die Linkssozialisten und die Christliche Linke (MAPU) erblickten in der Anwesenheit der Militärminister ein bloßes Hindernis gegen die kompromißlose Durchsetzung ihrer Ziele und gegen die Schaffung eines marxistischen Volksstaates. Als dann die Militärminister ihrerseits für ihr Verbleiben im Kabinett in einem 6-Punkte-Katalog die Bedingungen, die zu erfüllen seien, festlegten, wie Gewährleistung von Recht und Gesetz gemäß der Verfassung, entschied sich der Präsident am 27. März dafür, diese Bedingungen nicht anzunehmen und die Minister - mit Dank für die geleisteten Dienste - zu entlassen. Die Volksfrontminister waren wieder unter sich. 76
Um die Jahreswende 1972/73 zeigte sich auch, daß die Spaltung des gesamten chilenischen Volkes in zwei feindliche Lager auch das Militär, das jüngere Offizierskorps wie die Mannschaften, ergriffen hatte. Die Propaganda gegen die Besitzenden und Reichen, die Hetze gegen die momios, die an die Wände gemalten Versprechungen und Verlockungen eines sozialistischen Volksstaates, dem nur noch der bekannte Klassenfeind im Weg stand, die immer wieder geschürte Angst vor einem faschistischen Putsch, durch den die UP angeblich mit Waffengewalt beseitigt werden sollte - all dies führte zu einer nie gekannten fanatischen Polarisierung. Zum erstenmal in ihrer Geschichte gab es in dieser liebenswerten Nation Feindseligkeit, Mißtrauen und Haß, die schlimmsten Produkte und Ergebnisse der Unidad Populär, wie es mir Eduardo Frei einmal charakterisierte: Hay odio entre los chilenos - vielleicht das traurigste Phänomen der Allende-Zeit.
DIE LETZTE PHASE BIS Z U R ILLEGALITÄTSERKLÄRUNG In dieser mit Spannung geladenen Atmosphäre, in der das Parlament, die Justiz, die Universitäten, die Kirche, die Schulen, das Bürgertum, aber auch die Arbeiterschaft und das Militär um die Bewahrung ihrer Rechte fürchteten und für sie kämpften, schien vielen das Gespenst eines gewaltsamen Aufruhrs unabwendbar. Die paramilitärische Ausbildung der um die GAP gescharten Einheiten an den Rändern der Städte, die nur auf den Einsatzbefehl zu warten schienen, die an zahlreichen Orten angelegten geheimen Waffenlager, die sich jeder öffentlichen Kontrolle entzogen, die engen militärischen Kontakte zu Kuba und die von dort eingehenden Ratschläge und Weisungen sowie die Wühlarbeit und die terroristischen Aktionen des MIR schienen das unvermeidliche Debakel heraufzubeschwören. Nach dem Ausscheiden der Militärminister aus dem Kabinett schien sich das Tempo des Marsches auf den totalen Volksstaat noch weiter zu beschleunigen. Allende verblieben gerade noch weitere drei Jahre seiner verfassungsmäßigen Amtszeit, und diese sollten offenbar durch die Schaffung vollendeter Tatsachen genutzt werden. Die Überzeugung hatte an Boden gewonnen, daß das Ende der Demokratie bereits eingeläutet sei, daß der auf sechs Jahre gewählte Präsident keine freien Wahlen 1976 mehr zulassen würde und daß die Revolution - wie in Kuba - irreversibel gemacht und 77
der viel gerühmte "chilenische Weg" doch in einer sozialistischen Diktatur enden würde. Öffentliche Erklärungen Allendes und auch des KP-Generalsekretärs Luis Corvalän konnten diese Befürchtungen nur bestätigen. In dieser Lage schien es nur eine Zuflucht zu geben: den Rückgriff auf die noch in Kraft befindliche, wenn auch so oft verletzte chilenische Verfassung. Den Präsidenten seines Amtes zu entheben, war nicht möglich, da dazu die Zweidrittel-Mehrheit des Parlaments vonnöten gewesen wäre, wohl aber konnte man durch einfachen Mehrheitsbeschluß die Tätigkeit der UP-Regierung als "illegal", ja ihre gesamte Amtsführung als ungesetzlich brandmarken. Die letzten sieben Wochen des Allende-Regimes sind von einer solchen Dramatik und einem sich überstürzenden Ablauf der Ereignisse gekennzeichnet, daß sie nur schwer wiederzugeben sind. Den Anfang machte der Kupferbergarbeiter-Streik der größten unterirdischen Mine "El Teniente" bei Rancagua, der in einem Zug der Arbeiter, begleitet von ihren Frauen, nach Santiago bis vor das Präsidentenpalais gipfelte und der die Regierung zwang, wiederum den Ausnahmezustand zu verhängen. Allende mußte die Bedingungen der Arbeiter akzeptieren, um einer gewaltsamen Konfrontation zu entgehen. Am 27. Juli 1973 traten die Transportunternehmer ein zweites Mal in einen landesweiten unbefristeten Ausstand, weil die Regierung die ihnen im November 1972 von dem damaligen Innenminister General Prats gegebenen Zusicherungen nicht eingehalten hatte. Im Vertrauen auf die Versprechungen hatten sie ja den Streik abgebrochen, sahen sich nun getäuscht und verlangten jetzt gesetzliche Regelungen und Garantien ihrer Rechte. Die marxistische Exekutive schien ihnen nicht mehr kreditwürdig genug. Und wiederum weitete sich der Streik zu einem regelrechten Generalstreik aus, der alle mittelständischen Berufe, einschließlich eines großen Teils der Arbeiterschaft, umfaßte und der das tägliche Wirtschaftsleben paralysierte. In dieser verzweifelten Situation, in der auch noch die Gefahr eines gewaltsamen Zusammenstoßes immer akuter wurde, ergriffen die katholischen Bischöfe die Initiative und regten einen Dialog zwischen Allende und der Führung der Christdemokratischen Mehrheitspartei an. Die Aussprache fand zwischen dem 30. Juli und dem 6. August statt und endete mit einer allerletzten privaten Unterredung zwischen Salvador 78
Allende und Patricio Aylwin im Hause des Kardinals Silva Henriquez. Positive Ergebnisse brachte dieser Dialog nicht, da es Allende offenbar gar nicht darum ging, politische Kompromisse zu suchen, sondern lediglich Zeit zu gewinnen, wobei er das Risiko einer bewaffneten Auseinandersetzung im Innern mit in Kauf nahm. Daß auch in Havanna die Sturmzeichen über Chile erkannt wurden, davon zeugt die persönliche Botschaft, die Fidel Castro am 29. Juli seinem chilenischen Freund und Genossen überreichen ließ. In diesem Brief erteilte Castro wiederum Ratschläge und bot die brüderliche Hilfe des kubanischen Volkes für den bevorstehenden bewaffneten Kampf um die Errichtung des chilenischen Volksstaates an. Am 9. August waren noch einmal - auf den dringenden Appell Allendes hin - die vier Oberkommandierenden der Streitkräfte in die Regierung eingetreten, um die verheerende Streikwelle zu brechen. Es war das Kabinett de Seguridad Nacional, das Allende selber als die letzte Chance (la última ocasión) bezeichnete. Aber der das Transportministerium jetzt leitende Luftwaffengeneral César Ruiz trat alsbald wegen Eigenmächtigkeiten
seines links-sozialistischen Staatssekretärs zurück, worauf
ihn
Allende auch als Oberkommandierenden der Luftwaffe absetzte. Ebenso verließ Admiral Montero wenige Tage nach Amtsübernahme das ihm anvertraute Finanzministerium, nachdem ihm das fiskalische Chaos und die desolate Haushaltssituation zum Bewußtsein gekommen waren. Der Oberkommandierende des Heeres General Carlos Prats nahm einen wenig rühmlichen Abschied. Am 22. August wurde die vom Parlament verabschiedete "Illegalitätserklärung" bekanntgegeben. In dieser war die Verfassungswidrigkeit von Allendes Amtsführung festgestellt und mit ihr vor allem die Aufforderung an die vier Oberkommandierenden der Streitkräfte und der Polizei verbunden worden, dafür Sorge zu tragen, daß die Regierung der UP in die Bahnen von Verfassung und Gesetz zurückkehre oder sich selber aus der Regierung zurückzuziehen. Am gleichen Abend nach Bekanntwerden dieser Parlamentserklärung versammelten sich etwa 200 Frauen höherer Offiziere vor der Residenz von General Prats und forderten ihn zum Rücktritt als Minister und Oberkommandierender des Heeres auf. Am nächsten Tag erklärte er dem Staatspräsidenten seine Demission von beiden Ämtern. Nachfolger von General Prats auf seinem militärischen Posten wurde - entsprechend der Rangfolge - General Augusto Pinochet. Neuer Luftwaffenchef war General Gustavo 79
Leigh geworden, die beiden anderen Oberkommandierenden Admiral Montero und der General der Carabineros Sepúlveda behielten ihre militärischen Posten bei. Das "Kabinett der Nationalen Sicherheit" hatte sein Ende gefunden. Die Oberbefehlshaber der Streitkräfte standen jetzt vor der Entscheidung: entweder auf der Seite und mit dem als verfassungsbrüchig beschuldigten
marxistischen
Präsidenten gegen das Parlament und die Volksmehrheit zu arbeiten - oder sich der Mahnung der Legislative zu fügen und die Rechtsstaatlichkeit wieder herzustellen zu versuchen. Wir wissen wie sich das Militär entschieden hat.
RÜCKBLICK AUS DEUTSCHLAND Schon im April 1973 hatte ich Chile verlassen müssen, um im Auswärtigen Amt in Bonn die Leitung der Politischen Abteilung für die Länder der Dritten Welt zu übernehmen. Wie jeder Abschied fiel mir auch dieser von Chile schwer, wußte ich doch, daß das Ende der Ära Allende bevorstand, ohne freilich eine Vorahnung zu haben, wie es herbeigeführt werden würde. Ich hatte das Gefühl, ein Drama miterlebt und erlitten zu haben, ohne noch seinen Ausgang zu erfahren. Aus innerer Anteilnahme an dem Geschehen wäre ich gerne länger geblieben. In Bonn verfolgte ich die weiteren Ereignisse in meinem früheren Gastland mit besonderem Interesse, nicht nur weil ich als der zuständige Abteilungsleiter dazu verpflichtet war, sondern weil ich es auch als meine Aufgabe ansah, gegen aufkommende Falschmeldungen und Entstellungen, gegen Verleumdungen und krasse Ignoranz anzugehen. Wie oberflächlich und irrig waren doch die in Europa verbreiteten Vorstellungen, als habe in Santiago eine machtlüsterne Offiziersclique geputscht, um die Regierungsgewalt für sich selbst zu usurpieren, als sei in Chile eine blühende Demokratie zugrunde gerichtet worden, man hätte Allende meuchlings ermordet und überhaupt einem sozialistischen Rechtsstaat das Grab geschaufelt. Schilderungen und Behauptungen dieser Art wurden nicht nur von geflüchteten Chilenen verbreitet, sondern auch von den Tausenden von Angehörigen linksextremistischer Organisationen Südamerikas, die im Chile der Unidad Populär seit Anfang 1972 80
Aufnahme gefunden hatten: professionelle Revolutionäre aus Uruguay, Argentinien, Kuba, Bolivien, Brasilien und Mexiko waren als Funktionäre in den Ministerien oder der lokalen Verwaltung oder in Universitäten oder auch als Ausbilder in der sog. Parallelarmee, einer Art Internationaler Brigade, untergekommen und hatten sich dort verdient gemacht. Aus diesen Quellen entstand in Europa das Chile-Bild der AllendeZeit, dem das ebenfalls verzerrte der Pinochet-Junta bald folgte und gegenübergestellt wurde.
81
LITERATUR:
Allende, Salvador, El pensamiento político de Salvador Allender Presidencia de la República, Santiago 1971. Arriagada Herrera, Genaro, De la "Via Chilena" a la "Via Insurreccional". Instituto de Estudios Políticos, Santiago de Chile 1974. Baltra Cortés, Alberto, Gestión Económica del Gobierno de la Unidad Popular. Editorial Orbe, Santiago de Chile. Davis, Nathaniel, The last two Years of Salvador Allende. Cornell University Press, Ithaca and London. Debray, Régis; Allende, Salvador, Der chilenische Weg. Neuwied: Luchterhand, 1972. Hirsch-Weber, Wolfgang, Chile: Der Aufstieg Allendes, in: Die internationale Politik 1970-72, Jahrbücher des Forschungsinstituts der Deutschen Gesellschaft für Auswärtige Politik. Huneeus, Carlos, Der Zusammenbruch der Demokratie in Chile. Heidelberger Dritte Welt Studien, Bd. 8. Libro Blanco del Cambio de Gobierno en Chile. 11 de Septiembre 1973, Secretaría General de Gobierno, República de Chile. Puelma, Mario, Chile 1970 - 1973. Die Zerschlagung einer Demokratie. Allendes chilenischer Weg zum sozialistischen Volksstaat. Verlag SOI Bern. Sigmund, Paul E., The Overthrow of Allende and the Politics of Chile. 1964-1976. University of Pittsburgh Press. Starischka, Bernhard, Der Sturz des Präsidenten Allende in Chile. Stuttgart: J. Fink Verlag, 1974.
82
Autoritarismus und oppositionelle Gewerkschaftsbewegung: Chile unter Pinochet Walther L. Bernecker, Augsburg/Bern
In der sozialwissenschaftlichen Literatur besteht weitgehender Mangel an konzeptionellen Orientierungen zur Untersuchung von Arbeiterbewegungen unter autoritären Regimen. Unklar ist, ob derartige Systeme eine von demokratischen Regimen grundsätzlich abweichende Arbeitspolitik betreiben, ob sie stets mit der Opposition der Arbeiterschaft zu rechnen haben oder sich auch deren Unterstützung sichern können, ob die Arbeiterbewegung eine für die Fortexistenz autoritärer Regime existentielle Bedrohungskrise herbeiführen kann oder nur in der Lage ist, eine bereits bestehende Regimekrise zu vertiefen. Derartige
Aspekte
verweisen
auf
komparativ
angelegte
Fragestellungen
zur
Untersuchung der Rolle von gewerkschaftlichen Oppositionsbewegungen in autoritären Regimen. Erstaunlich wenig ist in der vergleichenden historischen Forschung bisher darüber gearbeitet worden. Über die Gründe dieses Vakuums läßt sich nur spekulieren; wahrscheinlich hängt es damit zusammen, daß autoritäre Regime bei der Untersuchung von Gewerkschaftsbewegungen weitgehend ausgespart bleiben, da schlichtweg angenommen wird, nicht-demokratische Systeme unterdrücken die Arbeiterschaft, die ihre Interessen nicht artikulieren kann; der Bestand solcher Regime sei nur durch Ausübung massiven Staatsterrors zu garantieren. Brechen diese Regime zusammen, so wird weiter angenommen, dann nimmt das Verhältnis zwischen Arbeiterschaft und politischer Sphäre wieder die Formen an, die in den verschiedenen Varianten demokratischer Systeme anzutreffen sind, wodurch die autoritäre Erfahrung ein parenthetisches Zwischenspiel in der Geschichte der Staatsnation darstellt. Derartige Annahmen mögen zwar in vielen Fällen nicht völlig falsch sein; sie erfassen aber bei weitem nicht die Komplexität und Variabilität des Verhältnisses zwischen Autoritarismus und organisierter Arbeiterbewegung. So haben Einzelstudien zur Arbeiter- und Gewerkschaftsbewegung in autoritären Regimen deutlich
gemacht,
daß derartige Systeme über längere Zeit hinweg den Arbeitern gegenüber nicht einfach eine repressive Politik anwenden können. Kurzfristig mag Pression wirksam sein, 83
langfristige Einbindungseffizienz in das System macht jedoch andere Mechanismen erforderlich. Autoritäre Regime erhalten auch zumeist in der einen oder anderen Form Strukturen von Arbeitsbeziehungen aufrecht, die einen gewissen Raum für Arbeiterorganisationen und zur Artikulation von Unzufriedenheit ermöglichen; nicht selten kommt
es auch zu paternalistisch gewährten Wohlfahrtseinrichtungen
Arbeitsplatzgarantien).
Außerdem
müssen
autoritäre
Regime
(etwa zu
keineswegs
immer
parenthetische Zwischenspiele bei der Herausbildung der sozialen und politischen Institutionen einer Staatsnation sein. Der brasilianische Fall etwa zeigt klar, daß es seit dem "Estado Novo" zu keinen grundsätzlichen Änderungen im Arbeitsrecht gekommen ist, von autoritären Regimen geschaffene Arbeitsbeziehungen und Wohlfahrtsinstitutionen somit langdauernde Wirkungen haben können. Schließlich muß noch darauf verwiesen werden, daß autoritäre Regime nicht einfach zusammenbrechen und damit demokratischer Politikgestaltung freie Bahn lassen. Im schwierigen Prozeß des Übergangs zur Demokratie kommt vielmehr der Reaktion der Arbeiter, dem Verhalten nicht-elitärer change agents, entscheidende Bedeutung zu. Deren Beitrag aber wird wesentlich durch Ihre Erfahrung unter dem autoritären Regime bestimmt. Die Vernachlässigung, die die Erforschung der Arbeiterbewegung unter autoritären Bedingungen erfahren hat, kann somit beträchtliche Schwierigkeiten bei der Analyse der Möglichkeiten und Grenzen von Redemokratisierung nach sich ziehen. Man kann nicht über die Arbeits- und Gewerkschaftspolitik autoritärer Regime sprechen, ohne auf deren allgemeinen politischen Kontext Bezug zu nehmen. Charakteristika
autoritärer Regime
sind einerseits die Abschaffung oder zumindest
Einengung politischer Institutionen, durch die gesellschaftliche Organisationen Druck auf den Staat ausüben können, andererseits die Abneigung oder Unfähigkeit der Behörden, Ersteres
ihre Agenten Charakteristikum
mit gesellschaftlichen unterscheidet
Führungspositionen
autoritäre
Regime
von
zu betreuen.
demokratischen,
letzteres von totalitären. Das Ergebnis dieser Konstellation besteht darin, daß autoritäre Regime gesellschaftliche Organisationen unweigerlich in Arenen
politischen
Konfliktaustrags zwischen dem Regime und der Regime-Opposition verwandeln, da die eigentliche politische Sphäre gesellschaftlichen Forderungen nicht mehr offensteht, gesellschaftliche Organisationen aber jenen erforderlichen Grad an Unabhängigkeit behalten haben, um Widerstandszentren gegen die Staatspolitik zu werden. Politisch oppositionelle Kräfte versuchen, in diesen zivilen Organisationen Führungspositionen 84
zu übernehmen, um ein breiteres Publikum ansprechen und gegen das Regime mobilisieren zu können. Gewerkschaften gehören aus verschiedenen Gründen zu den geeignetsten Organisationen, die Oppositionsbewegungen hervorbringen können. Zum einen kontrollieren sie äußerst wertvolle Ressourcen, nämlich die Arbeitskraft, die zumindest potentiell als Druckmittel gegen das Regime eingesetzt werden kann. Zum anderen kann der Staat sie zumeist nicht abschaffen, sondern in der einen oder anderen Form bleiben sie in der Arbeitswelt bestehen. Schließlich verfügen sie über eine Massenmitgliedschaft und vertreten unmittelbare und höchst greifbare Interessen. In Anbetracht dieser Charakteristika verfügen Arbeiterorganisationen über die Fähigkeit, eines der Zentren der Opposition gegen autoritäre Regime zu werden, die somit nicht nur die Aktivitäten von Arbeiterparteien, sondern auch und insbesondere die von Gewerkschaften zu beschneiden und auf den unmittelbaren Arbeitsplatzbereich zu beschränken suchen. Das nahezu unlösbare Dilemma autoritärer Systeme besteht somit darin, Arbeiterorganisationen und -aktionen einen gewissen Freiraum einräumen zu müssen, damit aber zugleich das Risiko auf sich zu nehmen, daß die Organisationen der Arbeiterschaft der staatlichen Politik relativ erfolgreich Widerstand entgegensetzen können. Nichtdemokratische Regime haben im wesentlichen zwei Strategien verfolgt, um die Wirksamkeit nichtstaatlich kontrollierter Arbeitermobilisierungen zu beschränken. Die erste bestand darin, Arbeiterführer einzusetzen, die entweder das Regime unterstützten oder sich zumindest apolitisch verhielten; parallel dazu wurden Wohlfahrtsorganisationen
eingesetzt
und
Mechanismen
für
kollektive
Tarifverhandlungen
geschaffen. Die zweite bestand darin, die Funktionen von Arbeiterorganisationen auf ein Minimum zu reduzieren, die Mitgliedschaft so gering wie möglich zu halten, Tarifverhandlungen aufzusplittern und damit die Wirksamkeit kollektiver Druckausübung zu minimieren. In diesem Fall können Arbeiterorganisationen durchaus unter der Kontrolle oppositioneller Kräfte bleiben, da ihre Einsatzmöglichkeiten ohnehin gering sind. Erstere Strategie könnte auch die korporativistische genannt werden, die vor allem von faschistischen Regimen angewandt wurde; letztere erhielt die Bezeichnung "freie Markt-Strategie". Sie kam primär im Chile Pinochets zum Tragen. Die Frage nach der Rolle der Gewerkschaften in der chilenischen Variante des Autoritarismus
macht
es erforderlich, zuerst
kurz das Entwicklungsmodell
der
Militärjunta zu skizzieren, da dieses in engem Bezug zur Organisation der Arbeiter85
Schaft steht. Auch in früheren Phasen chilenischer - wie allgemein lateinamerikanischer - Geschichte bestand ein deutlicher Zusammenhang zwischen dem jeweiligen wirtschaftlichen Entwicklungsmodell und dem Verhältnis der Arbeiterbewegung zum Staat. In der Phase der sogenannten "außenorientierten" Entwicklung
zwischen
ungefähr 1880 und 1930, einer Phase des massiven Exports von Rohstoffen (Salpeter und Kupfer), bildete sich die Arbeiter- und Gewerkschaftsbewegung; die Arbeiterschaft entwickelte ein starkes Selbstbewußtsein, sie war stark anarchistisch geprägt, zum Teil auch sozialistisch-kommunistisch, und versuchte durch die ersten großen Arbeitskämpfe eine Verbesserung der materiellen Lebenssituation und eine Veränderung der sozioökonomischen Verhältnisse herbeizuführen. Die Staatsgewalt reagierte mit blutigen Unterdrückungsmaßnahmen, Unternehmer und Staat standen in dieser Phase auf derselben Seite gegen die Arbeiterschaft, die häufig revolutionäre, systemsprengende Ziele verfolgte. Diese Konstellation änderte sich als Folge der Großen Depression Ende der 1920er/ Anfang der 1930er Jahre, als die Weltwirtschaftskrise den
lateinamerikanischen
Staaten ein neues Wirtschaftsmodell aufzwang. Das bisherige Modell "Wachstum durch Export" wurde jetzt durch das Konzept der importsubstituierenden Industrialisierung ersetzt. Außenorientiertes sollte durch binnenorientiertes Wachstum abgelöst werden. Das neue Industrialisierungsmodell, das sich in den 30er und 40er Jahren durchsetzte, machte auch eine neue politische Konstellation erforderlich, um den Widerstand der ländlichen Oligarchen zu überwinden, die mit ihrem starken Einfluß auf den Staatsapparat an Industrialisierung nicht interessiert waren. Die Koalitionen dieser neuen national-populistischen Regime setzten sich aus der Urbanen Mittelschicht, der entstehenden Industriebourgeoisie und jüngeren Offizieren zusammen. In Mexiko etwa kamen sie 1934 unter Lázaro Cárdenas an die Macht, in Brasilien 1930 unter Getulio Vargas, in Argentinien in den 40er Jahren unter Juan Perón, in Chile 1938 mit der Volksfrontregierung. Zur Stärkung ihrer Koalitionen integrierten diese Regime häufig Gewerkschaften in die Regierungen, die damit gewissermaßen in den Staatsapparat kooptiert wurden. Die Unterstützung der organisierten Arbeiterbewegung wurde mit vielerlei Gegenleistungen erkauft: Zuerst und vor allem wurden Gewerkschaften legalisiert und als Interessenvertreter der Arbeiterschaft anerkannt; ihnen wurde das Recht zur Führung kollektiver Tarifverhandlungen zugesprochen; zahlreiche wohlfahrtsstaatliche Maßnahmen (Urlaub, Pensionen, Krankenkasse, Sozialversicherung) trugen zur weiteren 86
Integration der Arbeiter in das System bei. Dieses neue Verhältnis zwischen Staat und Arbeiterschaft hatte aber nicht nur erhöhte Einflußmöglichkeiten der Gewerkschaften auf die Wirtschafts- und Sozialpolitik zur Folge; es führte zugleich zu einer strikten Kontrolle der organisierten Arbeiterbewegung durch staatliche Institutionen; die Gewerkschaften wurden als untergeordnet-kontrollierte Partner in die entstehenden Koalitionen kooptiert. Die Arbeitspolitik des importsubstituierenden Industrialisierungsmodells ist daher auch oft als paternalistisch und korporativistisch bezeichnet worden, da den Arbeiterorganisationen angeblich ihre autonome Handlungsfreiheit genommen worden ist. Eine derartige Charakterisierung umschreibt aber nur die Intentionen des neuen Modells; denn trotz der Absicht, die Arbeiter als passiv-untergeordnete Mitglieder in die Entwicklungskoalitionen zu integrieren, wurde häufig das paradoxe Resultat erzielt, daß der Staat durch die Gewerkschaften (wie es James Malloy für den brasilianischen Fall ausgedrückt hat) "kolonisiert" wurde. Die zur Verfügung gestellten politischen Institutionen durchbrachen das Prinzip höchst restringierter politischer Partizipation, die organisierte Arbeiterschaft konnte große Teile der zu ihrer Kontrolle geschaffenen Regierungsbürokratie übernehmen. Die höheren Lohnforderungen der Arbeiterschaft waren zugleich funktional für den Erfolg des importsubstituierenden Industrialisierungsmodells, da dadurch der interne Konsum gefördert wurde. Der Staat erweiterte seine Intervention in den Wirtschaftsprozeß, er praktizierte Hilfs- und Unterstützungsmaßnahmen, griff schließlich planend und lenkend in die ökonomische Sphäre ein, gründete oder übernahm Unternehmen, setzte Entwicklungsbehörden ein. Im Verhältnis zwischen Kapital und Arbeit bekannte sich der Staat zu einer aktiven Mittlerrolle. Seit den 30er Jahren war der Staat daher einer der wichtigsten Kanäle, über den die Arbeiterschaft eine Verbesserung ihrer Lage (etwa durch Sozialgesetze) durchsetzen konnte. Die aktive Rolle des Staates im Wirtschafts- und Industrialisierungsprozeß und seine Schutzfunktion gegenüber der Arbeiterschaft wurden seit Beginn der importsubstituierenden Industrialisierungsphase beibehalten. Im chilenischen Fall gilt diese Aussage bis 1973; die verstärkte Industrialisierung führte zugleich jedoch zu einer Zunahme des Arbeiterdrucks auf den Staat, und die wachsende Fähigkeit der Gewerkschaften sich durchzusetzen dürfte eine nicht unbeträchtliche Rolle bei der erneuten Hinwendung der Region zu autoritären Regimen in den 60er und 70er Jahren gespielt haben. Das aus dem Putsch von 1973 hervorgegangene chilenische Regime nun vollzog eine radikale Kehrtwendung weg von dem bis dahin praktizierten Entwicklungsmodell importsubstituierender Industrialisierung und zunehmender Staatsintervention in den 87
Wirtschaftsprozeß. Die neue Wirtschaftsdoktrin eines nahezu unregulierten ökonomischen Liberalismus propagierte wieder das Modell außenorientierten Wachstums. Marktmechanismen und Privatinitiative wurden gestärkt, der staatliche Einfluß auf den Wirtschaftsprozeß zurückgedrängt. Erste Maßnahmen waren die Freigabe der Preise, die Abwertung der Währung, die Verschiebung von Lohn- und Gehaltsanpassungen, die Reprivatisierung von während der Allenderegierung verstaatlichten Wirtschaftsunternehmen, die Übereignung an ihre vormaligen Eigentümer von besetzten Landgütern, die Entschädigung enteigneter US-Bergbaugesellschaften. Sodann erfolgte die Liberalisierung des Außenhandels und des Kapitalmarktes, die Verbesserung von Investitionsbedingungen und die Gewährung von Steuererleichterungen für den Unternehmenssektor. Als trotz dieser Maßnahmen das Inflationsproblem nicht bewältigt wurde, das Zahlungsbilanzdefizit infolge der gesunkenen Kupferpreise auf dem Weltmarkt anstieg und verstärkte Anzeichen einer wirtschaftlichen Rezession sichtbar wurden, wandte das Regime 1975 die als "Schocktherapie" bekanntgewordene Wirtschaftspolitik der orthodoxen Monetaristen, der sogenannten Chicago-Boys aus der Schule Milton Friedmans, an. Die Staatsausgaben und das Kreditvolumen wurden drastisch beschnitten, die Öffnung der chilenischen Wirtschaft gegenüber dem internationalen Handel beschleunigt. Das neue Modell unterschied sich grundlegend von dem bis dahin praktizierten, da nicht mehr im Industriesektor der dynamische Pol der zukünftigen chilenischen Wirtschaft gesehen wurde, sondern in den Bereichen, in denen das Land natürliche komparative Vorteile besaß. Diese Zielbestimmung implizierte eine Ablösung des Industriesektors als führenden Bereich im wirtschaftlichen Entwicklungsprozeß durch Zweige, die sich dem Export von Primärerzeugnissen (Landwirtschaftsprodukten und Rohstoffen) oder der Verarbeitung derartiger Produkte widmeten. Marktprinzipien sollten nicht nur die Wirtschaft regulieren, sondern auch alle gesellschaftlichen Bereiche, aus denen sich der Staat Zusehens zurückzog und seine aktive Rolle beim Ausgleich von Ungleichheiten aufgab. Immer mehr Lebensbereiche wurden, ohne Berücksichtigung der sozialen Kosten, kapitalistischen Wirtschaftsprinzipien unterworfen - etwa der Gesundheitssektor oder die Sozialversicherung. Zu den am deutlichsten feststellbaren sozialen Folgen dieser Wirtschaftspolitik zählten eine regressive Einkommensumverteilung, ein Sockel hoher und verdeckter Arbeitslosigkeit, die zwischen 15 und 30 % schwankte, ein drastischer Rückgang in den Realeinkommen der Arbeitnehmer, eine Verringerung des Anteils der Löhne und Gehälter am Volkseinkommen.
88
Die Arbeiterschaft wurde aber nicht nur durch diese sozialen Kosten der neoliberalen Wirtschaftspolitik unmittelbar betroffen. Nicht minder bedeutsam waren die Auswirkungen
auf
ihre
Interessenorganisationen,
die
Gewerkschaften,
und
das
zumindest in einem doppelten Sinne: Zum einen betrieb das Regime eine im Vergleich zu früheren Regierungen radikal neue Gewerkschaftspolitik; zum anderen wirkte sich die durch die veränderten Entwicklungsprioritäten bedingte Umstrukturierung der erwerbstätigen Bevölkerung auf die Rolle und Bedeutung der Gewerkschaften in einem autoritären System aus. Zur Regierungspolitik: Das Pinochet-Regime hat gegenüber der Arbeiterbewegung zwei Hauptziele verfolgt: Das eine, das vor allem in der ersten Phase der Militärregierung verfolgt wurde, bestand in dem Versuch, alle linken Gewerkschaftsführer zu eliminieren und regimekritische Gewerkschaften zu zerschlagen; das zweite Ziel war das Bestreben, Gewerkschaften und kollektive Verhandlungsmechanismen zu schaffen, die die Arbeiterbewegung derart schwächen sollten, daß sie die Implementierung der vom Regime verfolgten Politik der freien Marktwirtschaft nicht gefährden konnte. Das Verhältnis zwischen dem Militärregime und der Arbeiterbewegung läßt sich in vier Phasen untergliedern. Die erste ging von September 1973 bis Juli 1974; in dieser Zeit war ein General der Nationalpolizei erster Arbeitsminister des Regimes. Es war die Phase, in der die Junta das Prinzip der "nationalen Sicherheit" betonte und die Zerstörung aller oppositionellen Organisationen betrieb. Bekannte und identifizierbare Vertreter der Linken wurden getötet, festgenommen oder ins Exil gezwungen, bis dahin einflußreiche Gewerkschaften zerschlagen, insbesondere der zentrale Gewerkschaftsbund "Central Unica de Trabajadores" (CUT) oder die Lehrergewerkschaft SUTE, die in der öffentlichen Vorstellung stark mit der Linken assoziiert wurden. Auf Betriebsebene bestanden Gewerkschaften allerdings weiter, und offizielle Statistiken lassen erkennen, daß die Mitgliedschaft in den Einzelgewerkschaften und Fachverbänden einigermaßen stabil blieb, obwohl die Gewerkschaften
zu Inaktivität
gezwungen waren. Christdemokratische Gewerkschaftsführer und andere, die sich nicht mit der Linken identifizierten, konnten ihre Positionen behalten; die von ihnen kontrollierten Organisationen, selbst einige außerlegale wie die der öffentlichen Angestellten, blieben bestehen. In dieser ersten, frühen Phase verbot das Regime kollektive Tarifverhandlungen, Streiks und Gewerkschaftstreffen zu allen anderen als reinen Informationszwecken. Schlichtungsausschüsse und Lohnkommissionen mußten ihre Tätigkeit einstellen. Es ging darum, die Implementierung der neuen neoliberalen 89
Wirtschaftspolitik frei von jeglichem sozialen Druck von unten zu ermöglichen. Das Regime versicherte sich auch der Zusammenarbeit einiger christdemokratischer und anderer nicht-linker Gewerkschaftsführer, um die internationale Kritik an der Politik der Junta abzuwehren. Diese Gewerkschaftsführer gehörten auch der offiziellen Delegation an, die vor dem Genfer Internationalen Arbeitsamt im Namen der chilenischen Regierung über die Arbeitssituation in ihrem Lande Bericht erstattete. In Chile selbst verloren im ersten Jahr nach dem Putsch zwischen 25 % und 50 % aller Gewerkschaftsfunktionäre - bei ca. 35.000 Gewerkschaftspositionen - ihre Ämter. War diese erste Phase durch den Erlaß von Sonderregelungen für den von der Junta ausgerufenen Ausnahmezustand und die Beschränkung des gewerkschaftlichen Handlungsspielraums auf ein Minimum gekennzeichnet, so ging es in der zweiten Phase, die von Juli 1974 bis Dezember 1975 reichte, um den Versuch einer Neugestaltung der Arbeitsbeziehungen. In dieser Zeit hatte Luftwaffengeneral Nicanor Díaz Estrada das Arbeitsministerium inne; seine Strategie zielte darauf ab, die Arbeiterschaft in die neue Ordnung einzubinden und kontrollierte Partizipationskanäle zu schaffen. Zu Beginn dieser Periode war die Regierung besonders bestrebt, ihr internationales Ansehen zu verbessern; sie betrieb daher eine flexiblere und offenere Arbeitspolitik. Neben anderen Reformen setzte der neue Minister drittelparitätisch besetzte Komitees ein, die aus Vertretern der Arbeiterschaft, der Unternehmer und des Staates zusammengesetzt waren. Sie sollten die Regierung in Fragen der Lohnpolitik und der Arbeitsbedingungen beraten. Die Institutionalisierung derartiger Komitees hätte das chilenische "industrial relations-System" korporativistischen Modellen angenähert, die damals in Luftwaffenkreisen bevorzugt wurden. Dieses Modell erfuhr jedoch, wie nicht anders zu erwarten, heftigen Widerstand von Seiten der sogenannten "Chicago Boys" und letztendlich von Pinochet selbst, deren Konzept einer wirtschaftlichen Wiederbelebung unter ultraliberalen Vorzeichen die Ausschaltung der Gewerkschaften als potentiellen Störfaktor vorsah. Der Luftwaffen-Arbeitsminister wurde durch Sergio Fernández abgelöst, die Einrichtung der drittelparitätisch besetzten Komitees stagnierte, die Kooperations- und Kooptierungsbestrebungen von Teilen der Junta konnten sich nicht durchsetzen. Im weiteren Verlauf entwickelten sich die Komitees nicht zu einem ersten wichtigen Schritt hin auf die Wiederherstellung des gewerkschaftlichen Rechts zur Führung kollektiver Tarifverhandlungen. Vor allem die nicht-linken Arbeiterführer wurden durch den Fehlschlag der drittelparitätisch besetzten Komitees entmutigt, da deren Ende unzweideutig die 90
Abneigung der Regierung zum Ausdruck brachte, wieder Mechanismen für kollektive Verhandlungen zu institutionalisieren. Diese Führer hatten gehofft, die durch den Militärputsch geschaffene neue Situation zu ihrem Vorteil ausnützen und ihren Einfluß auf die Arbeiterbewegung auf Kosten der linken Sektoren ausweiten zu können; hierzu aber bedurften sie des institutionellen Rückhalts, um eine gewisse Repräsentativität zur Vertretung von Arbeiterinteressen beanspruchen zu können. Die Intransingenz der Junta barg für diese Arbeiterführer das Risiko in sich, eine Chance in ihr Gegenteil zu verkehren, d.h. in der Arbeiterbewegung an Rückhalt eher zu verlieren als zu gewinnen. Angesichts dieses Dilemmas begannen die nicht-linken Arbeiterführer ab 1976, ihrer Opposition gegen die Regierung öffentlich Ausdruck zu verleihen. Auch ein 1975 von christdemokratischen Arbeitsrechtlern ausgearbeiteter Gesetzentwurf zur Änderung des 40 Jahre alten Arbeitsrechtes, der die vollständige Abkehr von der bisherigen Gewerkschaftsstruktur vorsah, konnte über die
eigentlichen
Intentionen der Junta nicht hinwegtäuschen, nachdem wesentliche Teile des Entwurfs (Tarifverhandlungen,
Streiks,
Gewerkschaftswahlen)
vorläufig
ausgesetzt
bleiben
sollten, die Kontrollkompetenzen des Staates aber erweitert wurden. Der Entwurf stieß bei der Mehrzahl der Gewerkschaftsführer und bei Teilen der Unternehmer auf Ablehnung. Zu diesem Zeitpunkt setzten sich im übrigen innerhalb der Streitkräfte endgültig die Anhänger einer neoliberalen, monetaristisch ausgerichteten Wirtschaftspolitik durch, die für eine fortdauernde Beschränkung des gewerkschaftlichen Handlungsspielraums unter der geltenden Ausnahmegesetzgebung eintraten. Die Änderung in der Einstellung nicht-linker Arbeiterführer stellt den Beginn der dritten Phase dar, die von Anfang 1976 bis Ende 1978 dauerte. Sie war durch eine zunehmende Zusammenarbeit zwischen wieder an die Öffentlichkeit tretenden linken Arbeiterführern und den nicht-linken Sektoren gekennzeichnet; diese Zusammenarbeit wurde durch die Übereinstimmung beider Gruppen in ihrer Opposition zur Arbeits- und Wirtschaftspolitik des Militärregimes ermöglicht. Gemäßigte Gewerkschaftsvertreter waren weiterhin das öffentliche Sprachrohr der Arbeiterbewegung; während sie zuvor aber ohne viel Konsultation mit Arbeitervertretern auf Betriebsebene aufgetreten waren, wurden sie jetzt zu sichtbaren Exponenten eines weitverzweigten Netzes von Arbeitervertretern auf Ortsebene, von denen viele der Linken zuneigten. Ton und Stil ihrer Stellungnahmen wurden zusehends militanter und politisierter; sie verlangten sogar eine Rückkehr der Militärs in die Kaserne. Zu diesem Zeitpunkt war längst klar geworden, daß die Junta-Politik im Bereich der Arbeitsbeziehungen auf eine Per91
petuierung des Ausnahmezustands hinorientiert war, auf eine überzogene Kritik des tradierten Sozialbereichs, womit eine Rückkehr zum gewerkschaftlichen status quo ante ausgeschlossen wurde; die Möglichkeit einer Wiedergewährung des Streikrechts wurde negiert, der Staat sollte unter Berufung auf das a priori definierte Gemeinwohl die Arbeitskonflikte autoritativ lösen.
Die vierte Phase setzte ein, als die Behörden schließlich, Ende 1978, begannen, neue Arbeitsgesetze auszuarbeiten. Hintergrund für diese Änderung der Regierungsstrategie war das Wiederaufleben der Arbeitermilitanz im Kupferbergbau, der Versuch der Behörden zur Eindämmung des zunehmenden Einflusses von Arbeiterführern und die Boykottdrohung der gewerkschaftlich organisierten US-amerikanischen Hafenarbeiter, die nach dem Verbot der sieben wichtigsten Gewerkschaftsorganisationen
eine
Wiederherstellung der Gewerkschafts- und Arbeitsrechte erzwingen wollten. Die Ablösung von Arbeitsminister Vasco Costa durch José Pinera lockerte allmählich die verhärteten
Fronten,
der internationale
Boykott konnte im letzten
Augenblick
abgewendet werden, wofür das Regime im Gegenzug allerdings Entgegenkommen im Gewerkschaftsbereich demonstrieren mußte. Äußerer oder innerer Druck sowie die scheinbare Gewißheit auf Seiten der herrschenden militärisch-technokratischen Elite, das neue Wirtschaftsmodell ausreichend verankert zu haben, führten Mitte 1979 zur Verabschiedung des "Plan Laboral", des sogenannten "Arbeitsplans", mit dem die chilenischen Gewerkschaften auf ein neues rechtliches Fundament gestellt wurden und der juristisch einen Schlußpunkt hinter fast sechs Jahre
Übergangsbestimmungen
setzte.
Die beiden wichtigsten Gesetzesdekrete des "Plan Laboral" betreffen die gewerkschaftlichen Organisationen und die Tarifverhandlungen. Das
Organisationsdekret
bestätigt das Recht zur Bildung von Gewerkschaften, von denen es vier Typen gibt: betriebliche, überbetriebliche, Gewerkschaften von Selbständigen und Gewerkschaften von Gelegenheitsarbeitern. Das Dekret über Tarifverhandlungen beschränkt diese auf die Betriebsebene und knüpft die zu erzielenden Tarifabschlüsse eng an die Produktivität des jeweiligen Unternehmens. Folglich können nur Betriebsgewerkschaften, von denen es 1981 rund 3.000 und 1986 bereits an die 5.000 gab, Tarifverhandlungen führen; Fachverbänden als Zusammenschlüssen mehrerer Einzelgewerkschaften wird die Beteiligung an Tarifverhandlungen ausdrücklich untersagt. Beim Scheitern der Verhand92
lungen wird den Arbeitnehmern wieder das - durch vielerlei Klauseln allerdings sehr eingeschränkte - Streikrecht eingeräumt; die Unternehmer verfügen über das Recht der Aussperrung. Der "Plan Laboral" von 1979 griff einige Grundlinien chilenischer Gewerkschaftsentwicklung auf, etwa die gewerkschaftliche Fragmentierung durch die Dominanz von Betriebsgewerkschaften. Die in den 60er Jahren und dann vor allem unter Allende einsetzende Entwicklung, Tarifabkommen (unter Einschluß der jeweiligen Dachverbände) auf der Ebene von Industriezweigen abzuschließen, wurde allerdings umgekehrt. Von der Zentralisierung ging die Tendenz somit wieder zur Atomisierung, zur Zersplitterung, damit auch zur Schwächung der Gewerkschaften. Das Nebeneinander vieler, oft schwacher Gewerkschaften auf Unternehmensebene, denen die Durchführung der Tarifverhandlungen obliegt, wird von einer Art politischem Überbau der Gewerkschaftsbewegung ergänzt - den (oftmals illegalen) Gewerkschaftszusammenschlüssen, die den in der Tagespraxis weitgehend auf sich allein gestellten Einzelgewerkschaften einen gewissen Zusammenhalt vermitteln. Diese Dachorganisationen sind zwar von den Tarifverhandlungen ausgeschlossen, sie fungieren aber als politisches Sprachrohr des Gewerkschaftssektors gegenüber der Regierung. Bei den Gewerkschaften stieß der "Plan Laboral" auf nahezu einhellige Ablehnung, selbst bei Anhängern der Regierung. Kritisiert wurden vor allem die Aufhebung der Zwangsmitgliedschaft in den ehemaligen betrieblichen "Industriegewerkschaften" und die damit verknüpfte Gefahr konkurrierender Gewerkschaften auf Betriebsebene, die Beschränkung
der
Tarifverhandlungen auf
Unternehmensebene,
die
zahlreichen
Einschränkungen des Streikrechts und die Erschwernisse bei der Einziehung der Gewerkschaftsbeiträge. Insgesamt wurde durch den "Plan Laboral" die Rolle der Gewerkschaftsbewegung als eines sozialen und politischen Akteurs im nationalen Geschehen minimiert, die Gewerkschaften wurden aufgesplittert und in ihren Funktionen eingeschränkt. Hauptmerkmal des bis heute gültigen Arbeitsplans ist seine Einpassung in das seit 1975 praktizierte liberale Wirtschaftsmodell. Die Arbeitsbeziehungen wurden daher auch privatrechtlich geregelt, sie sind auf die Unternehmensebene konzentriert und blocken jede Möglichkeit gewerkschaftlicher Tätigkeit auf nationaler Ebene ab. Der Staat reservierte sich eine subsidiäre Rolle im Bereich der Arbeitsbeziehungen: Der "Plan Laboral" verhindert Tarifverhandlungen auf nationaler und sektoraler Ebene; er geht 93
davon aus, daß sich Löhne und Gehälter durch den Markt regulieren, der - gemäß der Theorie - als transparent und konkurrenzorientiert vorausgesetzt wird. Eigentlich hält diese vierte, mit dem "Plan Laboral" begonnene Phase bis heute an. Als 1981/82 jedoch das neoliberale Wirtschaftsmodell bei einem Rückgang des Bruttoinlandprodukts von 14 % und einer drastischen Erhöhung der Arbeitslosigkeit auf über 30 % in eine ernste Krise geriet, nahm die Regierung Reformen am Arbeitsplan vor, die die Situation der Arbeitnehmer weiter erschwerten. Dazu gehörten die Streichung des Mindestlohns für Arbeitnehmer unter 18 und über 55 Jahren sowie die Abschaffung der automatischen Anpassung der Löhne und Gehälter an die Inflation. Im April 1984 wurden, bei krisenhaft weiterhin angespannter Wirtschaftssituation, die sogenannten "Chicago Boys", die technokratische Führungsgruppe im Wirtschaftsministerium, durch eine Mannschaft ehemaliger Unternehmer abgelöst; obwohl in der Zwischenzeit die staatliche Intervention im Wirtschafts- und vor allem Finanzbereich wieder deutlich zugenommen hat, erfuhr die ökonomische Orientierung des Regimes bisher keine grundsätzliche Wende. Insgesamt - soviel läßt sich vorläufig festhalten - hat die Wirtschafts- und Sozialpolitik des Regimes zu einer Spaltung und Atomisierung, damit zu einer deutlichen Schwächung der Gewerkschaften geführt. Das Hauptziel jedoch, nämlich die Entpolitisierung der Gewerkschaften, ist nicht erreicht worden. Bevor aber von diesem Aspekt die Rede ist, soll noch kurz die zweite Folge der neoliberalen Wirtschaftspolitik angesprochen werden, die sich ebenfalls auf die Gewerkschaften auswirkte: die Umstrukturierung der erwerbstätigen Bevölkerung. Eine wichtige Folge der neuen Wirtschaftspolitik bestand in der Verlagerung der relativen Bedeutung einzelner Wirtschaftssektoren innerhalb der Volkswirtschaft und damit in Strukturveränderungen der erwerbstätigen Bevölkerung. Der Anteil der traditionellen Kernsektoren der Gewerkschaftsbewegung, Bergbau und Industrie, am Bruttoinlandprodukt sank zwischen 1965 und 1980 von 42,5 % auf 39,2 % ; der Anteil des tertiären Sektors stieg demgegenüber von 47,6 % auf 52,3 %. Noch drastischer sank die erwerbstätige Bevölkerung in Bergbau und Industrie: von 30 % auf unter 20 %, während die Erwerbstätigen im Dienstleistungsbereich von 43 % auf 60 % zunahmen; die verbleibenden 20 % entfallen auf den Landwirtschaftssektor.
94
Verringerte somit der Anteilsverlust der Industrie an der Gesamtwirtschaft bereits die soziale Basis der Gewerkschaften, so führt eine genauere Betrachtung des Industriesektors zu noch deutlicheren Ergebnissen. Innerhalb der Industrie stieg nämlich die relative Bedeutung einiger dynamischer Zweige, deren verstärkte Integration in den internationalen Handel das Produktionsvolumen anwachsen ließ, hinsichtlich der Beschäftigtenzahl und dem Beitrag zur Wertschöpfung: etwa Teile der Nahrungsmittelindustrie, die holzverarbeitende und die Papierindustrie; demgegenüber litten andere Branchen, wie die Textil- und die Metallindustrie, besonders unter der ausländischen Konkurrenz. In diesen letzteren Sektoren waren die Gewerkschaften traditionell stark gewesen. Der Bedeutungsrückgang dieser Branchen mußte ebenso zur Schwächung der Gewerkschaften führen wie die "Tertiärisierung" der Industrie, in der der Angestelltenanteil gegenüber den im eigentlichen Produktionsprozeß beschäftigten Arbeitern außerdem deutlich zunahm. Trotz des Mitgliederrückgangs blieb die Industrie allerdings der Hauptsektor der Gewerkschaftsbewegung. Zusammen mit dem Bergbau, der zahlenmäßig jedoch nicht so bedeutend ist, vereint sie immer noch ca. 53 % aller Gewerkschaftsmitglieder, während der stark aufgeblähte Tertiärsektor nur 40 % der Gewerkschaftsmitglieder aufweist und über wenig Mobilisierungskraft verfügt. (Die absolute Anzahl an Gewerkschaftsmitgliedern wird übrigens höchst unterschiedlich angegeben. Je nach Quelle schwankt sie zwischen 600.000 und einer Million; 1986 soll es nur noch 400.000 gewerkschaftlich Organisierte gegeben haben.) Diese Zahlen lassen deutlich werden, daß die Industrie - im Gegensatz zu den Jahren bis 1973 - nicht mehr die Hauptachse der chilenischen Entwicklung darstellt; in weiterem Gegensatz zur Phase der importsubstituierenden Industrialisierung sind Forderungen nach Lohnerhöhungen unter dem gegenwärtigen Wirtschaftsmodell auch dysfunktional, da sie die Konkurrenzfähigkeit chilenischer Produkte auf den Außenmärkten schmälern und gegen die für Investoren besonders wichtige Stabilität im Innern gerichtet sind. Wie reagierten nun die Gewerkschaften auf die neue politische und ökonomische Situation? Vorerst zwang die Repressionspolitik der ersten Phase die Betriebsgewerkschaften zu einem äußerst vorsichtigen Taktieren; das wichtigste Ziel der Gewerkschaften mußte und konnte nur darin bestehen, zu überleben. Auf überbetrieblicher Ebene waren die Folgen viel weiterreichend. Dadurch, daß die Junta das politische Beziehungsgeflecht zerschlug, in dem die Parteien Vermittler für die Forderungen der verschiedenen
sozialen
Gruppen waren, verlor die Gewerkschaftsbewegung
das 95
wichtigste Instrument der Vertretung ihrer allgemeinen Interessen; damit brach die gesamte Mittlerstruktur zwischen der zivilen Gesellschaft und dem Staat zusammen. Außerdem wurden die nationalen Gewerkschaftsorganisationen zerschlagen und ein Großteil ihrer Führungsspitze ausgeschaltet. Von den 130 Gewerkschaftszusammenschlüssen der Central Unica de Trabajadores waren 1974 nur noch 25 % aktiv. Die Eliminierung des historischen, gesamtstaatlichen Raums der Gewerkschaftsbewegung bei der Vertretung der Interessen ihrer Mitglieder, die gleichzeitige, durch die Untergrundtätigkeit bewirkte Abnahme der ideologischen Kohärenz der Gewerkschaftsbewegung und schließlich die aufgezeigten strukturellen Veränderungen der erwerbstätigen Bevölkerung führten zu einer organisatorischen Krise der Gewerkschaftsbewegung, die auf zwei Ebenen deutlich wurde: Zum einen auf der Ebene der Gewerkschaftsbünde, auf der die früher bestehende relative Einheit verlorenging und sich mehrere Gruppierungen herausbildeten, die zwar alle als oppositionell gelten können, die sich aber um verschiedene doktrinäre und politische Positionen gruppierten und auch international mit verschiedenen Gewerkschaftsbünden Kontakte aufrechterhalten. Zuerst entstand die gemäßigte "Gruppe der 10" (Grupo de los 10), sodann der christlich orientierte "Frente Unitario de Trabajadores" (FUT), 1978 schließlich die "Coordinadora Nacional Sindical" (CNS). Im gleichen Jahr wurden allerdings die sieben wichtigsten Gewerkschaftsföderationen verboten, die fortan illegal weiterbestanden. Zum zweiten zeigte sich die organisatorische Krise in der Trennung zwischen gewerkschaftlicher Basis und Führungsgremien. Immer häufiger klagten die Basisorganisationen über die Aktionen der übergeordneten Gremien, die sie für ineffizient im Sinne ihrer unmittelbaren Bedürfnisse hielten. Die Situation der Gewerkschaften änderte sich erst nach Einführung des "Plan Laboral" 1979. Wie so häufig bei autoritären Regimen, widersprachen auch diesmal die Folgen der Reformen deren Intentionen. Denn was als Mittel zur endgültigen Entpolitisierung der Arbeiterschaft und zur Beschränkung gewerkschaftlicher Funktionen auf ökonomische
Aktivitäten
im einzelbetrieblichen
Bereich
konzipiert
war,
wirkte
katalytisch auf die Wiederbelebung des Gewerkschaftslebens. Die ökonomischen Erfolge der seit 1979 wieder stattfindenden Tarifverhandlungen waren enttäuschend; in vielen Fällen konnte nicht einmal ein Lohnausgleich zur Erhaltung der realen Kaufkraft erzielt werden, und Streiks waren bei hoher Arbeitslosigkeit und ungünstigen Verhandlungspositionen der Arbeiter kein wirksames Druckmittel. Die 96
Tarifverhandlungen führten aber zu einer Renaissance des politischen Bewußtseins der Arbeiter; die Gewerkschaftswahlen auf Betriebsebene hatten denn auch sofort die Abwahl der offizialistischen Regimevertreter und die Einsetzung junger, politisch häufig oppositionell eingestellter Arbeitervertreter zur Folge. Bei diesem Prozeß der allmählichen gewerkschaftlichen Reorganisation spielten als Bezugspunkt nicht mehr die politischen Parteien die ihnen in Chile traditionell zufallende entscheidende Rolle; der wichtigste Allianzpartner war vielmehr die Katholische Kirche, die ihren relativen Handlungsspielraum oft zur Verteidigung von Arbeiterinteressen genutzt hat. Vor allem die "Vicaria de la Solidaridad" des erzbischöflichen Ordinariats von Santiago hat als Begegnungs- und Beratungsstelle sowie als Zufluchtsort eine kaum zu überschätzende Rolle gespielt. Bischöfliche Hirtenbriefe haben sich immer wieder höchst kritisch mit der Arbeitsgesetzgebung in Theorie und Praxis auseinandergesetzt. Nach anfänglichen, zum Teil erheblichen Berührungsängsten haben die meisten Gewerkschaftsführer die Chance der Zusammenarbeit mit der Kirche wahrgenommen. Eine qualitative Steigerung im Politisierungsprozeß der Gewerkschaften wurde durch die Wirtschaftskrise von 1981/82 bewirkt, die ein Scheitern des neoliberalen Entwicklungsmodells signalisierte. Der "Plan Laboral" von 1979 war zum Scheitern verurteilt; breite Arbeitersektoren wurden in dieser Situation radikalisiert. Seit 1982 sind die Forderungen der Gewerkschaften nicht mehr nur auf ökonomische Ziele hinorientiert, sondern auch auf politische, auf einen Bruch mit dem System, auf die Wiedereinführung der Demokratie. Spätestens damals ist der organisierten Arbeiterschaft der untrennbare Zusammenhang zwischen dem politischen System des Autoritarismus und dem ökonomischen System des Neoliberalismus deutlich geworden. Unter diesen Umständen mußten ökonomische Proteste in politische Forderungen umschlagen. 1983, im Jahr des ersten großen, landesweiten Protestes gegen die Diktatur, waren es denn auch die Gewerkschaften, die die verschiedensten gesellschaftlichen Gruppen hinter ihrer Parole eines sofortigen und friedlichen Übergangs zur Demokratie vereinigen konnten. Massendemonstrationen mit dieser Forderung finden seither regelmäßig statt. Das von Pinochet anvisierte neue Gesellschaftsmodell - apolitisch, ideologiefrei und konsumorientiert - ist im chilenischen Fall des Autoritarismus ebenso wie in den meisten anderen gescheitert. Abschließend muß allerdings die Frage gestellt werden, wie es mit den Intentionen des Regimes steht, die Gewerkschaften - wie übrigens alle anderen intermediären Gruppen - zu entpolitisieren. Aus Gewerkschaften, die Arbeiteraktionen zugleich mit 97
einer politischen Programmatik verbanden - wie etwa die Central Unica de Trabajadores während der Regierungen Frei und Allende - sollten ökonomistische Organisationen werden, die sich auf die Verteidigung direkt gefährdeter wirtschaftlicher Interessen ihrer Mitglieder beschränkten. Erinnert sei noch einmal an die beiden, einleitend skizzierten, in Lateinamerika lange Zeit vorherrschenden
Gewerkschaftsmodelle:
Entweder waren sie revolutionär orientiert und erstrebten eine Änderung sowohl der sozioökonomischen Verhältnisse als auch der politischen Machtausübung; oder sie waren über politische Parteien stark am Staat orientiert bzw. in dessen Struktur integriert. Die chilenische Geschichte hat beide Varianten kennengelernt. Die von Pinochet erstrebte dritte Variante einer autonom-ökonomistischen Gewerkschaftsbewegung war von Anfang an eine Chimäre; vielmehr läßt sich als Ergebnis der Opposition gegen den Autoritarismus ein anderes Modell erkennen, das sich sowohl vom revolutionären als auch vom populistischen unterscheidet: Das Modell einer Gewerkschaftsbewegung, die mit Nachdruck für die Wiedereinführung eines demokratisch-pluralistischen Systems eintritt. Auf dieses Ziel - und das ist neu in der chilenischen Geschichte sind die gewerkschaftlichen Forderungen der letzten Jahre hinorientiert. Es ist nicht mehr die Rede von der intermediären Funktion der politischen Parteien oder von der engen Anlehnung an den Staat. Angestrebt wird vielmehr ein Sozialpakt mit den Unternehmern, der den schwierigen Übergang in die Demokratie ermöglichen soll. Mit dieser Funktionsbestimmung haben die chilenischen Gewerkschaften sich selbst eine wichtige Rolle bei der Herausbildung von politischem Pluralismus und institutioneller Demokratie zugesprochen. Dieses neue Modell ist schon deswegen bedeutsam, weil angesichts der Expansion des Dienstleistungssektors das krude antagonistisch-revolutionäre Klassenkampfmodell der sozialen Realität in Chile widerspricht, das populistischstaatsorientierte Modell als zu politisch abgelehnt wird und das vom Regime verfolgte Modell gescheitert ist. Das neue, demokratieorientierte Modell kann demgegenüber eine vermittelnde Funktion zwischen der politischen Opposition aus den liberalen Mittelschichten und der sozialen Opposition aus den verarmten Unterschichten übernehmen. Noch läßt sich nicht sagen, wann der Zeitpunkt hierzu gekommen ist und ob die Gewerkschaften ihrem hohen Anspruch gerecht werden können. Die Tatsache jedoch, daß sie sich die Einführung einer pluralistischen Demokratie zum Ziel gesetzt haben, gibt zu vorsichtigem Optimismus Anlaß.
98
BIBLIOGRAPHISCHE HINWEISE Zur Entwicklung der gewerkschaftlichen Oppositionsbewegung im autoritären System der chilenischen Militärdiktatur sind in den letzten Jahren mehrere Studien erschienen. Verwiesen sei nur auf die wichtigsten Untersuchungen, die weiterführende Literatur enthalten. Nach wie vor grundlegend für die Arbeiterbewegung bis Beginn der 70er Jahre ist Alan Angell: Politics and the Labour Movement in Chile. London 1972. Neuerdings bietet Charles Bergquist: Labor in Latin America. Comparative Essays on Chile. Argentina. Venezuela, and Colombia. Stanford 1986 eine unter komparatistischer Perspektive verfaßte ausgezeichnete Synthese der chilenischen Arbeiterbewegung bis in die Regierungszeit der Unidad Popular. In dem Sammelband von Hugo Calderón/Jaime Ensignia/Eugenio Rivera: Chile. Der Monetarismus an der Macht. Hamburg 1981 sind schon solide Beiträge über die Veränderung der Klassenstruktur in Chile, die Wirtschaftspolitik und die Gewerkschaftsbewegung nach 1973 enthalten. - Eine gründliche Untersuchung zum Verhältnis Gewerkschaften-Autoritarismus bis zum Erlaß des "Plan Laboral" ist die Studie von Gonzalo Falabella: Labour in Chile under the Junta. 1973-1979. London (University of London, Institute of Latin American Studies) 1981. - Der von Bernardo Gallitelli und Andrés A. Thompson herausgegebene Sammelband Sindacalismo v regímenes militares en Argentina y Chile. Amsterdam 1982 ist vergleichend angelegt und untersucht ausgewählte Aspekte des Verhältnisses zwischen Gewerkschaftsbewegung und Militärregimen (am Beispiel Argentiniens und Chiles). - Die Arbeitsgesetzgebung der Militärjunta unterzieht einer kritischen Analyse Janine Miquel: La nueva institucionalidad laboral de los regímenes de seguridad nacional. La experiencia chilena. Stockholm (Institute of Latin American Studies, Paper 33) 1982. - Probleme im Hinblick auf die fehlende Einheit der Gewerkschaftsbewegung werden in dem Beitrag angesprochen: Los problemas actuales del movimiento sindical y la difícil cuestión de la unidad, in: Chile-América (Rom) 80/81, 1982, S. 22-27. - Javier Martínez B./Eugenio Tironi B.: Clase obrera v modelo económico. Un estudio del peso y la estructura del proletariado en Chile. 1973-1980. Santiago 1983 untersuchen die Veränderungen in der Struktur der Arbeiterschaft, wie sie sich aufgrund des neuen Wirtschaftsmodells der Junta und des Wandels in der ökonomischen Struktur des Landes ergeben haben. - In dem von J. Samuel Valenzuela und Jeffrey Goodwin herausgegebenen Band Labor movements under authoritarian regimes. Cambridge/Mass. 1983 werden, methodisch 99
anregend, systematische Fragen (auch anhand des chilenischen Falls) des Verhältnisses zwischen Arbeiterbewegungen und autoritären Regimen diskutiert. - Besonders intensiv hat sich der Soziologe Guillermo Campero mit der Gewerkschaftsbewegung im Chile Pinochets beschäftigt. Erwähnenswert sind folgende Aufsätze von ihm: Movimiento sindical, política laboral y modelo económico después de 1973. in: Chile-América (Rom) 76/77, 1982, S. 37-42; El sindicalismo frente a la crisis, in: ChileAmérica (Rom) 84/85, 1983, S. 112-122; El sindicalismo chileno en el régimen militar (1973-1984). in: Ibero-Americana (Stockholm) XV, 1/2,1985, S. 175-188; Die chilenische Gewerkschaftsbewegung unter dem Militärregime (1973-1984). in: Lateinamerika. Analysen. Daten. Dokumentation 2, 1984, S. 21-28; eine Zusammenfassung vielfältiger Forschungsergebnisse stellt die Monographie dar: Guillermo Campero/José A. Valenzuela: El movimiento sindical en el régimen militar chileno 1973-1981. Santiago 1984. - Campero hat sich auch mit den Unternehmern beschäftigt: In Guillermo Campero: Los gremios empresariales en el período 1970-1983: comportamiento sociopolítico y orientaciones ideológicas. Santiago 1984 untersucht er das soziopolitische Verhalten der Unternehmer gegenüber dem Regime, ihre anfängliche Unterstützung der Junta sowie die allmähliche Distanzierung einiger Unternehmerfraktionen von der Wirtschaftspolitik des Regimes. - Manuel Barrera/Helia Henriquez/Teresita Selamé: Sindicatos v estado en el Chile actual. La negociación colectiva como instrumento de participación popular. Introducción de Alain Touraine. Genf 1985 untersuchen vor allem das System der Tarifverhandlungen nach Verkündung des "Plan Laboral" und die Möglichkeiten, die die Praxis der Verhandlungen den Arbeitern zum Ausbau ihrer partizipatorischen Bestrebungen eröffnete. - Methodisch orientiert ist das Phasenmodell zum Verhältnis Gewerkschaften-autoritäres Regime, das entworfen wird bei Ernesto Moreno B.: Some concepts for analvsing the relations between Government and trade union movement. An illustrative case: Chile 1973-83. in: Labour and Society 10, 3, 1985, S. 395-414; ausführlicher werden die verschiedenen Konzepte diskutiert in Ernesto Morenos umfangreicherer Studie: Las organizaciones sindicales en Chile v el contexto autoritario: relaciones movimiento sindical-gobierno 1973-1983. Santiago 1983.
100
- In dem Sammelband J. Samuel Valenzuela/Arturo Valenzuela (Hg.): Military Rule in Chile. Dictatorship and Oppositions. Baltimore 1986 haben Manuel Barrera und J. Samuel Valenzuela eine fundierte Übersicht über die Entwicklung der oppositionellen Arbeiterbewegung unter dem Militärregime geliefert. - Eine sehr gründliche Untersuchung über die chilenischen Gewerkschaften seit ihrer Entstehung bis Anfang der 80er Jahre (wobei der Zeit nach 1973 nur relativ wenig Raum gewidmet ist) ist die Studie von Detlef Nolte: Zwischen Rebellion und Integration - Gewerkschaften in der chilenischen Politik. Saarbrücken 1986. - Neuerdings
sind im deutschen
Sprachraum
mehrere
Studien zur
chilenischen
Gewerkschaftsopposition gegen das Pinochet-Regime erschienen, deren Untersuchungszeitraum bis in die unmittelbare Gegenwart reicht. In dem von Hugo Calderón und Jaime Ensignia herausgegebenen Sammelband Chile. Chancen der Demokratie nach Pinochet. Hamburg 1986 ist ein Beitrag von Jaime Ensignia über "die Gewerkschaftsbewegung zwischen Autonomie und Abhängigkeit von den Parteien" enthalten. Die Monographie von Jorge Rojas Hernández: Die chilenische Gewerkschaftsbewegung 19731984. Frankfurt 1986 analysiert die Gewerkschaftsbewegung vor dem Hintergrund der sozialen, politischen und kulturellen Entwicklungen nach 1973. Auch die Studie von Jaime Ensignia: Paro. Chilenische Gewerkschaften unter der Diktatur. Berlin 1987 hat die Entwicklung der Arbeiterbewegung als Oppositionskraft gegen die Militärdiktatur zum Inhalt.
101
La política económica de Chile ¿hacia una economía social de mercado? Ernst Dürr, Nürnberg
En 1984 Modesto Collados, entonces ministro de economía chileno, contestó en una conferencia de prensa de forma concisa a la pregunta de qué era lo que él preferiría, si tuviese que decidirse entre el capitalismo y el socialismo: La economía social de mercado [...] no es capitalismo ni socialismo. El modelo que él perseguía, era el que Adenauer había puesto en práctica en Alemania. Adenauer sí. No Friedman ni Marx. La economía social de mercado quiere combinar la eficiencia de la economía de mercado y de la propiedad privada con la conciliación social. Eso requiere: 1. El mantenimiento de la competencia mediante un orden de competencia que prohibe cártels y la fusión de empresas si la concentración consigue una posición dominante en el mercado. 2. La abstención del estado de intervenciones en precios, porque los precios deben ser libres para la coordinación del consumo, de la producción y de la inversión mediante el mecanismo del mercado. 3. La estabilidad monetaria que evita las graves consecuencias económicas y sociales de la inflación. 4. La liberalización del comercio exterior vinculada a tipos de cambio realistas que aseguran la competitividad internacional. 5. La distribución equilibrada de la renta y de la actividad económica regional. 6. Constancia y continuidad de la política económica para asegurar condiciones favorables para inversiones a largo plazo. Chile experimentó desde los años treinta el intervencionismo, proteccionismo e inflacionismo que alcanzó su punto máximo bajo el gobierno de Allende con una 103
inflación abierta de casi 200 % y además una inflación encubierta a consecuencia de controles de precios, con una disminución de la producción real y de los salarios reales y crecientes déficits de la balanza comercial. La política económica del gobierno de Pinochet puso fin al intervencionismo de los 40 años anteriores. Se introdujo un orden económico que tiene semejanzas con la economía social de mercado aplicada en la República Federal de Alemania desde 1948: 1. La economía de mercado La mayoría de los precios fueron desbloqueados en octubre de 1973. La devaluación del peso hacía posible la eliminación de los controles de divisas; los aranceles fueron disminuidos de forma continua desde un 94 % como promedio a finales de 1973 (con tasas máximas de más de 500 %) hasta una tasa uniforme del 10 % (con pocas excepciones) en junio de 1979.
2. La política de competencia Mientras que en la República Federal de Alemania se aprobó recién en 1957 una ley contra las limitaciones a la competencia, que sustituyó a la legislación de los aliados, en Chile se logró ya en diciembre de 1973 dictar una ley para la defensa de la libre competencia.
3. La política social Tampoco fueron descuidados los objetivos sociales por el gobierno de Pinochet. Sin embargo, el gobierno no pretendía como en la República Federal de Alemania, una justa distribución de la renta, sino la protección del mínimo vital, es decir la eliminación de la pobreza absoluta, y la igualdad de oportunidades. La parte de los gastos para fines sociales (sanidad, bienestar, construcción de viviendas, seguridad social, educación, desarrollo regional) en el total de los gastos del estado descendió del 40,5 % en el año 1970 hasta el 27,4 % en el año 1973 y subió de forma continuada (con la excepción de una pequeña reducción en el año 1979) hasta el 59,7 % en el año 1983. Los gastos sociales del estado en términos reales se elevaron desde 1970 = 100 104
hasta 124,2 en 1973 y 186,9 en 1980.1 El aumento de los gastos sociales reales del estado desde 1970 hasta 1973, disminuyendo simultáneamente la parte de los gastos sociales en el total de los gastos del estado, sólo puede ser explicado por el gran aumento de la participación del estado en el Producto Nacional Bruto bajo el gobierno de Allende. En 1985 Chile tenía los mayores gastos sociales como porcentaje del Producto Interior Bruto de los países latinoamericanos: Gastos sociales de los gobiernos centrales por países como porcentaje del PIB 1.
Chile
19,4
2.
Guyana
16,2
3. 4.
Barbados
15,6
Trinidad Tobago
14,0
5.
Nicaragua
13,0
6.
Venezuela
9,8
7.
Jamaica
9,5
8.
Costa Rica
8,5
9.
Honduras
8,2
10.
Panamá
8,2
11.
Uruguay
8,2
12.
Bahamas
7,7
13. 14.
Argentina
5,9
El Salvador
5,1
15.
Ecuador
4,8
16.
Perú
4,6
17.
Bolivia
18.
México
4,1 3,5
19.
Paraguay
3,4
20.
República Dominicana
2,7
21.
Haití
2,2
22.
Guatemala
2,0
Fuente: Banco Interamericano de Desarrollo. National Planning Office ODEPLAN: Chilean ment 1973 - 1979. Santiago, sin año, págs. 51 y siguientes. - Centra] Bank of Chile: Economic Report of Chile Economic Report of Chile 1983, Santiago, sin año, pág. 138.
Economic 1982.
and
Santiago,
Social sin
año,
Developpág.
27.
105
La mortalidad infantil descendió desde un 65,8 por mil nacido vivos en el año 1973 hasta un 21 por mil en el año 1983; la esperanza de vida se elevó en el mismo período de tiempo de 65,1 hasta 67,8 años. La parte de los analfabetos de la población con edades comprendidas entre 15 y más años descendió del 9,9 % en al año 1973 hasta el 5,6 % en 1983.2 Existen, sin embargo, también agravantes diferencias de la política económica de Chile con la economía social de mercado:
1. Inflación Mientras que en Alemania Occidental la inflación encubierta durante el período de guerra y de postguerra fue eliminada de golpe gracias a la reforma monetaria de 1948, en Chile se dejaron libres los precios, sin eliminar simultáneamente el exceso de dinero. De esta manera, la inflación cobró un nuevo impulso: el índice oficial de precios al consumo que estaba basado en los precios legales, se duplicó entre septiembre y diciembre de 1973.3 En Alemania, después de la reforma monetaria de 1948, el Banco Central independiente realizaba una política monetaria orientada a la estabilidad del nivel de precios. En los años cincuenta la tasa de inflación promedia anual fue por debajo del 2 % a pesar de la subida de los precios de todas las materias primas durante la guerra de Corea. En Chile, por otra parte, el Banco Central continuaba la expansión inflacionaria del volumen monetario, disminuyendo la expansión monetaria sólo poco a poco. Por primera vez en 1978 la expansión de la oferta monetaria estuvo por debajo del 100 % y en 1977 por primera vez la tasa de inflación fue inferior al 100 %. Es decir, no se aplicó una política de shock sino una lucha gradualista contra la inflación.
2) Economic Report of Chile 1983, o.c.a., pag. 144. 3) Chile, pig. 542.
106
An
Economy
in
Transition.
A
World
Bank
Country
Study,
Washington
1979,
Tasa de crecimiento del volumen monetario y del índice de precios al consumidor en porcentaje
Año
Base Cantidad de monetaria dinero M l
Cantidad de dinero M2
Indice de precios al consumidor
1973
418
315
471
606
1974
223
273
339
369
1975
256
256
256
343
1976
287
195
166
199
1977
111
108
130
84
1978
57
67
91
37
1979
42
65
68
39
Fuente: P. IBAÑEZ, Hacia una moderna economía de mercado. Diez años de política económica 1973 - 1983. Valparaíso 1983, pág. 49.
2. Tipos de interés En Chile las altas tasas de inflación tenían como consecuencia altos tipos de interés nominales, que bajaron lentamente con la disminución gradualista de la expansión monetaria. Los altos tipos de interés atrajeron dinero del exterior con lo que de nuevo se elevó la base monetaria. E n Alemania la eliminación rápida y completa de la inflación llevó a tipos de interés nominales bajos. Mientras que en Chile los tipos de interés bajaron de un 224 % a mediados de 1975 hasta un 51 % en abril de 1978,4 en Alemania a finales de 1949 el tipo de interés interbancario fue sólo del 3,5 % y en el promedio de los años cincuenta del 4 %. 5
Banco Central de Chile: Indicadores económicos y sociales 1960 - 1982. Santiago de Chile 1983, pág. 219. Deutsche Bundesbank: Deutsches Geld- und Bankwesen in Zahlen 1876 - 1975. Frankfurt 1976, pág. 280. 107
3. Indexación de salarios En Chile la continuación de la inflación necesitaba la indexación de los salarios y eso se hizo a base de la tasa de inflación anterior, ya que nadie conocía la futura tasa de inflación. Debido a la indexación los costos salariales reales se elevaron tanto más, cuanto más fuertemente descendía la inflación. Todo éxito en la lucha contra la inflación se lograba a costa del crecimiento de los costos salariales reales lo que dificultó la lucha contra la inflación y la reducción del desempleo. En Alemania, con la estabilidad monetaria lograda rápidamente, no se necesitaba ninguna indexación.
4. Política cambiaría En Alemania la fijación del tipo de cambio combinada con la estabilidad monetaria en el país y mayores tasas de inflación en otros países llevó a la creciente subvaluación del marco alemán lo que fomentó la exportación. Los crecientes superávits de la balanza comercial, sin embargo, fomentaron más tarde la inflación, aunque en la República Federal de Alemania la tasa de inflación nunca sobrepasó el 7%. En Chile la fijación del tipo de cambio en junio de 1979 con una inflación de casi 40 % en el país y sólo 8 % en el promedio de los países industrializados, llevó a una creciente sobrevaluación del peso. Esta fijación del tipo de cambio, que debía de disminuir la inflación en lugar de una política monetaria restrictiva, tuvo como consecuencia graves cambios en la estructura económica, que llevaron finalmente a la crisis económica de 1981. Los bienes extranjeros podían ser importados a precios que correspondían a las relativamente bajas tasas de inflación de los países industrializados, mientras que en el interior del país los precios y todavía más los costos salariales aumentaban (debido a la indexación sobre la base de la tasa de inflación pasada). Durante 1979 - 1981 los salarios reales aumentaron como promedio anual de un 9,5 %. 6 Los productores de bienes no transables (es decir aquellos que no son objeto del comercio internacional), en especial los servicios y la construcción, podían cargar los crecientes costos sobre los precios, sin tener que temer la competencia
Indicadores económicos y sociales, o.c.a., pág. 151.
108
exterior. Se podían financiar con tipos de interés relativamente bajos en el extranjero, los cuales condujeron en vista de las altas tasas de inflación del país a cargas de intereses reales negativos. Debido a que el gobierno aseguraba la estabilidad del tipo de cambio, los relativamente bajos tipos de interés exteriores no necesitaron ser corregidos por expectativas de devaluación porque no existían tales expectativas. Como consecuencia de la combinación de las altas tasas de inflación del país y de los altos tipos de interés nominal y del tipo de cambio considerado como estable, aumentaron las entradas de capital, las cuales condujeron finalmente al problema del excesivo endeudamiento exterior, que pasó de 7507 millones de dólares en el año 1978 a 12.553 millones de dólares en 1981.7 Las inversiones financiadas con capital exterior no fortalecieron, sin embargo, la capacidad exportadora de Chile, sino que sirvieron principalmente para la construcción de edificios de negocios y viviendas de lujo. Los productores chilenos, que estaban en desventaja con respecto a los competidores extranjeros debido a la fijación del tipo de cambio y a los altos costos crecientes por la inflación, quebraron bajo la competencia exterior. Las tasas de crecimiento de la producción industrial disminuyeron de 7,8 % en el año 1979 hasta un 0,3 % en 1981.
Año
Tasas de crecimiento de la producción de bienes transables
de bienes no transables
1979
7,0%
10,0%
1980
5,5%
10,0%
1981
3,8%
5,4%
1982
-11,2%
-10,8%
Fuente: Banco Central de Chile: Cuentas nacionales de Chile 1960 - 1983. Santiago de Chile 1984, pág. 48.
7) Banco Central de Chile: Statistical Synthesis of Chile 1978 - 1982, Santiago de Chile 1983, päg. 34.
109
Fue la crisis económica de 1981 y 1982 la que llevó a una notable reducción de la tasa de inflación, resultando dudoso hasta que punto se puede atribuir la estabilidad del nivel de precios a la reducción drástica de la tasa de crecimiento del volumen monetario o a la intensificación de la competencia exterior y a la consiguiente depresión. De esta manera el gradualismo llevó a que por primera vez en 9 años después del cambio del gobierno fuese alcanzada la estabilidad del nivel de precios, sin que pudiese ser evitada la crisis de estabilización temida por una verdadera terapia de shock. La devaluación retrasada del peso en 1982 alivió la posición competitiva de la industria y agricultura pero empeoró la situación de los deudores exteriores y produjo quiebras de bancos, de empresas comerciales y constructoras. Había otros fallos de la política económica de Chile:
5. La concentración de empresas La ley de 1973 para la defensa de la libre competencia se dirigía, al igual que la ley alemana de 1957, contra limitaciones a la competencia, exclusivamente contra los cártels y las prácticas monopolísticas y, sin embargo, no contra la concentración de empresas. Esta fue fomentada en gran medida mediante la política de reprivatización. Después del cambio de gobierno de 1973 solamente unos pocos chilenos estaban en condiciones de comprar empresas industriales y los bancos nacionalizados, que fueron ofrecidos a la venta por el estado. De esta manera nacieron entre 1974 y 1981 una serie de grandes grupos económicos, en los cuales las empresas industriales y los bancos estaban estrechamente conectados. Estos grupos nuevamente disponían de los medios financieros para comprar otras empresas estatales. 8
) IBAÑEZ, o.c.a., pág. 29. - A. SCHNEIDER, Supply-Side Economics in a Small Economy: The Chilean Case. En: E . NELL (editor), Free Market Conservatism. A Critique of Theory and Practice. London 1984, págs. 215 y siguientes. 8
110
6. Política regional Si bien es verdad que el gobierno intentó conseguir, por medio de la descentralización de la administración y por medio de un fomento financiero diferenciado de las 12 regiones, una reducción de las grandes diferencias regionales de desarrollo, sin embargo, los medios utilizados para el fomento regional fueron bastante escasos: estos aumentaron del 1,05 % del total de gastos del estado en el año 1974 hasta el 2,88 % en el año 1976 y disminuyeron después de forma continua hasta el 0,57 % en el año 1983.9 También la descentralización de la administración se quedó estancada en la división formal del país en 12 regiones, las cuales, sin embargo, no gozaban de ninguna autonomía de decisión. "Este centralismo ahoga las actividades locales y no deja emerger a los líderes." 10
7. Constancia y continuidad La insuficiente constancia de la política económica se expresa en los frecuentes cambios de los ministros de economía y de hacienda (por lo menos hasta 1985), en la experimentación con distintos sistemas de tipo de cambio así como en una política monetaria inestable. Contrarío a esta inestabilidad, en la República Federal de Alemania Ludwig Erhard fue ministro de economía por 14 años (1949 - 1963) y el Banco Central siempre realizaba una política monetaria orientada a la estabilidad del valor del dinero.
Aspectos positivos de los últimos años Mientras que muchos otros países en vías de desarrollo intensificaban el intervencionismo en la crisis económica de comienzos de los años ochenta, hay que resaltar que Chile mantenía la economía de mercado y sólo transitoriamente aumentaba los aranceles.
9
) ODEPLAN: Chilean Economic and Social Development y pág. 79. - Economic Report of Chile 1983, o.c.a., pág. 138.
1973-1979,
o.c.a.,
pág.
39
10) Informe de la Escuela de Negocios de Valparaíso, Febrero 1985, pág. 2.
111
La adaptación del tipo de cambio a la inflación restableció la competitividad internacional de la economía chilena y fomentó el desarrollo económico, lo que se manifiesta en el cuadro siguiente: Año
Balanza comercial en millones de dólares
Tasa de crecimiento del PGB real en porciento
Tasa de desempleo en porciento
Tasa de inflación (precios al consumidor) en porciento
1981
- 2677
+ 5,5
11,3
9,5
1982
+
63
-14,1
19,6
20,0
1983
+ 986
- 0,7
14,6
23,1
1984
+ 293
+ 6,3
14,0
23,0
1985
+ 849
+ 2,4
11,9
26,4
1986
+ 1079
+ 5,7
8,8
17,4
1987
+ 1229
+ 5,4
7,9
21,5
1988
+2219
+ 6,8
6,3
12,7
Fuente: Banco Central de Chile: Síntesis estadística de Chile 1981 - 1985. Santiago 1986. - Economic and Financial Report, March 1988, págs. 18, 29 y 34, January 1989, págs. 8, 13 y 28.
Aunque la tasa de inflación en los últimos años está muy por debajo de la inflación de los años setenta, todavía es demasiado alta para una economía social de mercado porque también una tasa de inflación de un 20 % hace necesario una devaluación continua, entorpece la inversión productiva, fomenta la especulación, reduce el ahorro productivo y amenaza la conciliación social. Aunque el ingreso per cápita de Chile se acerca al ingreso per cápita de Portugal, los portugueses se adaptan más rápidamente al estilo de política económica de países desarrollados que Chile. Portugal podía reducir su tasa de inflación de un 29 % en 1984 hasta un 9,3 % en 1987, aumentando al mismo tiempo su crecimiento económico de un 3,3 % en 1985, hasta un 5,0 % en 1987. La inflación puede ser un fenómeno necesario a lo sumo para 112
países tan subdesarrollados que no tienen la administración adecuada para la recaudación de los impuestos necesarios para la financiación de los gastos públicos. Pero incluso los países asiáticos en 1985 tenían en su promedio sólo una tasa de inflación de un 7 %, mientras que el promedio de los países latinoamericanos tenía una tasa de inflación de un 164 %. Comparado con este promedio la inflación chilena es baja, pero es igual a la tasa de inflación del promedio de los países africanos (21 %) aunque en su mayoría éstos tienen un ingreso per cápita muy por debajo del de Chile. 11 Recién en 1988 la tasa de inflación se redujo al 12,7%. En 1987 la Comisión de Leyes Orgánicas Constitucionales ha despachado una ley que otorga autonomía al Banco Central. Se puede esperar que tal reforma del orden monetario haga posible una política monetaria más orientada a la estabilidad monetaria que en los años anteriores.
n
) IMF Survey del 11 de agosto de 1986. 113
Vorstellungen des Proyecto Alternativo für die Wirtschaftsentwicklung Chiles nach Rückkehr zur Demokratie Dieter W. Benecke, Bonn
I. WIRTSCHAFTSORDNUNG ALS POLITISCHER FAKTOR
Ein Jahr vor der Entscheidung des Wahlmänner-Gremiums, das dem chilenischen Volk den Kandidaten für das Plebiszit Anfang 1989 vorzuschlagen hat 1 , gilt immer noch die seit den 60er Jahren bekannte "Drittel-Sympathie" der chilenischen Bevölkerung. Ein Drittel neigt den Konservativen, ein Drittel den Christdemokraten und ein Drittel den Sozialisten und Kommunisten zu. Wenn also das Plebiszit negativ für den Junta-Kandidaten ausfallen sollte, so wird der Anfang 1990 unter mehreren Kandidaten zu wählende Präsident eine Koalition bilden müssen, da nicht abzusehen ist, daß sich zwischenzeitlich wesentliche Verschiebungen in der Wählersympathie ergeben. 2 Damit gewinnt das Wirtschaftsprogramm der künftigen potentiellen Kandidaten eine eminent politische Bedeutung, da die drei politischen Lager besonders im sozial- und wirtschaftspolitischen Bereich starke Unterschiede aufweisen. Während das Programm der "Linken" ideologisch festliegt als staatswirtschaftlich-zentralplanerisches Modell, sind die "Rechten" ebenfalls ideologisch fixiert auf ein liberales Wirtschaftskonzept (Chicago-Schule), von dem sich übrigens die augenblickliche, pragmatisch bestimmte Wirtschaftspolitik in einigen Punkten positiv abhebt. Die "humanistisch-kommunitär" bestimmte Wirtschaftsordnung des Proyecto Alternativo, im wesentlichen von den Christdemokraten bestimmt, enthält staats- und marktwirtschaftliche Elemente. Es liegt
Das von der derzeitigen Regierung bestimmte Verfahren sieht vor, daß das chilenische Volk bei einem zwischen dem 10. 1. und 9. 2. 1989 stattfindenden Plebiszit sich nur positiv oder negativ zu einem Präsidentschaftskandidaten äußern kann, der zuvor die Zustimmung der Regierungsjunta (Vertreter der drei Waffengattungen Heer, Marine, Luftwaffe und der Polizei) gefunden hat. Erst wenn das Volk diesen Kandidaten ablehnt, ist ein Jahr später eine Wahl zwischen mehreren Kandidaten ohne Vorauswahl vorgesehen. 2 ) Das Plebiszit vom 11. 9. 1980 über die neue Verfassung, die von 67,04% fand, unterlag Gegebenheiten, die die Drittel-Aufteilung aufhoben.
eine
Zustimmung
115
somit zwischen den Vorstellungen der "Rechten" und der "Linken", was Kompromisse nach beiden Seiten möglich macht, aber auch die Gefahr in sich birgt, als "nichtFisch-nicht-Fleisch"-Programm profillos und damit wenig wählerwirksam zu bleiben. Die wichtigsten Elemente dieser Wirtschaftsvorstellungen sollen im folgenden kurz dargestellt werden.
II. ENTSTEHUNG DES PROYECTO ALTERNATIVO Das Proyecto Alternativo ist in der Wirtschaftskrise 1983 entstanden. Diese drohte zur politischen Krise zu werden, da General Pinochet seine Regierung nicht nur mit der politischen Abwehr des Kommunismus, sondern auch mit dem Wirtschaftserfolg identifiziert hatte. Eine besondere Motivation für ein alternatives Programm entstand, als der Wew-up-Aufschwung von 1981/82, weitgehend getragen vom Import-Boom und von Spekulationen im Finanzbereich, zusammenbrach, im Mai 1983 erstmals die dann monatlich wiederholten Protestmärsche begannen, die ihren traurigen Höhepunkt mit 31 Toten und mehreren
100 Verletzten fanden. Auch für die sich anschließenden
Gespräche zwischen dem damaligen Innenminister Sergio Onofre Jarpa und der oppositionellen Alianza Democrätica, die eine zwischenzeitliche Beruhigung brachten, benötigte man ein inhaltliches Konzept; denn die Opposition mußte schon mehr zeigen als den Willen zur Ablösung des Diktators, wenn eine Mehrheit der Chilenen für eine Neuorientierung der chilenischen Politik gewonnen werden sollte. Dies bewegte die Christdemokraten, die seit 1981 im Stillen ihre Vorstellungen über eine Politik Chiles nach Rückkehr zur Demokratie ausgearbeitet und in parteiinternen Kreisen erörtert hatten, zu einer breiter angelegten Diskussion mit Akademikern und Fachleuten aus der Praxis. Die Ergebnisse dieses Seminars in Santiago im Januar 1984 sind zusammengefaßt in dem Dokument "Proyecto Alternativo"3, das fünf Teile enthält:
- Reflexionen über die Wiederherstellung der Demokratie mit konkreten Vorschlägen zur Gestaltung der künftigen Verfassung und eines Parteiengesetzes; - Überlegungen zu einer künftigen Außenpolitik Chiles; - Grundlagen für eine sozio-ökonomische Entwicklungsstrategie; 3)
Proyecto Alternativo Seminario de profesionales nos, Santiago de Chile 1984 (im folgenden als "P. A." zitiert).
116
y
técnicos
humanistas
cristia-
-
Vorschläge für eine Neugestaltung der Sozialpolitik, wobei Arbeitslosigkeit, Sozialversicherung und Gewerkschaftswesen im Vordergrund der Überlegungen stehen;
- eine "humanistisch-christliche Sicht" der Rolle, die die Frau künftig in der chilenischen Gesellschaft spielen soll. Von diesen fünf Teilen wird für die hier folgenden Darstellungen der Abschnitt "Grundlagen für eine sozio-ökonomische Entwicklungsstrategie" herausgegriffen. Zu beachten ist hierbei, daß alle Aussagen unter der generellen Zielsetzung "Wiederherstellung der Demokratie bzw. Stabilisierung einer wiedergewonnenen Demokratie" zu betrachten sind.
III. GRUNDLAGEN FÜR EINE SOZIO-ÖKONOMISCHE ENTWICKLUNGSSTRATEGIE GEMÄSS DEM PROYECTO ALTERNATIVO Dieses Kapitel des Proyecto Alternativo gliedert sich in vier Teile, die Wirtschaftsentwicklung zwischen 1973 und 1983, die zentralen Elemente der neuen Strategie, den dafür nötigen Referenzrahmen und die Prioritäten der künftigen Strategie. Zusätzlich werden Aussagen über die Ziele einer künftigen Wirtschaftspolitik und die Rolle des Staates gemacht.
1. Die Wirtschaftskrise 1983/84 und ihre Ursachen Dieser recht allgemein gehaltene Teil, dessen Gegenstand zum Beispiel von CIEPLAN 4 sehr gründlich analysiert wurde, ist als - auch politisch gemeintes - Verdikt des neoliberalen Modells zu betrachten. Die damals zu beobachtende Stagnation, die hohe Arbeitslosigkeit, die Einkommens- und Reichtumsverteilung zugunsten der Reichen sowie die hohe Inlands- und Auslandsverschuldung werden im wesentlichen auf die passive und subsidiäre Rolle des Staates in der Wirtschaft, das spekulative Verhalten des Bankensektors, die Öffnung des Landes für den Import und Devisenhandel sowie
z.B. N. FLAÑO, R.E. SAEZ, le 1981-85, Santiago de Chile 1986.
El
modelo
económico
neoliberal
frente
a
la
crisis,
Chi-
117
die "extreme Ideologisierung" und den "Dogmatismus" (P.A., S.176) der Wirtschaftspolitiker zurückgeführt. Jeder dieser Punkte verdient eine gründlich abwägende Diskussion, denn es wäre kurzsichtig, die positiven Aspekte der Strukturbereinigung, der Reduzierung des öffentlichen Sektors und des Geldmarktes zu übergehen. Auch der Tatsache, daß bis zu 50% des Staatsbudgets der Sozialpolitik gewidmet wird und daß die nicht traditionellen Exporte enorm gesteigert werden konnten, somit die frühere einseitige Orientierung auf den Kupferexport abgebaut wurde, wäre mehr Aufmerksamkeit zu schenken. Dies gilt auch für den - m. E. sehr negativ zu bewertenden - Konzentrationsprozeß, der es scheinbar nötig machte, den Wettbewerb über den freien Import herzustellen. Daß aus der Sicht der Christdemokraten die Wirtschaftspolitik von 1973 bis 1983 negativ bewertet wird, erstaunt nicht. Aber selbst bei gründlicherer Analyse und auch bei Berücksichtigung der positiven Aspekte ist nicht zu übersehen, daß die breite Bevölkerung Chiles in dieser Zeit benachteiligt wurde. Deshalb ist es auch berechtigt, sich über eine alternative Wirtschaftspolitik Gedanken zu machen.
2. Zentrale Elemente für die künftige wirtschaftspolitische Strategie gemäß dem Proyecto Alternativo Ausgehend von einer humanistisch-christlichen Auffassung steht der Mensch im Mittelpunkt aller Überlegungen. Die Gesellschaft und die Wirtschaft haben allein ihm zu dienen. Angestrebt wird eine künftige "freiheitliche, brüderliche Gesellschaft, in der alle Menschen gleich sind und in der der Faktor Arbeit als fundamental und prioritär für die kulturelle, ökonomische und soziale Schaffenskraft der Gesellschaft betrachtet wird. Die Suche nach der Gleichheit, verstanden als Versuch, den wahrlich brüderlichen Geist zu konkretisieren, beherrscht den sozialen Prozeß und unsere Hoffnung, die unvermeidlichen Kämpfe und Konflikte zu überwinden" (P.A., S. 303). Der Bedarf einer Gesellschaft und Wirtschaft an Kapital und technischem Fortschritt wird zwar auch anerkannt (P.A., S.204), allerdings ist nur "die direkte menschliche Anstrengung ein zentraler Wert, der Menschenwürde inhärent", während "der Gewinn und das aus Kapitalbesitz bezogene Einkommen einen instrumentalen Charakter besitzen." (P.A., S. 234). 118
Diese politischen Prinzipien sind so schön wie verschwommen. Für die Wirtschaft sind die Prinzipien Gleichheit, Freiheit und Brüderlichkeit zudem unsinnig. Leistungskraft, sozialer Ausgleich, Freiheit der Berufswahl, freier Zugang zu den Märkten oder staatliche Verantwortung für bestimmte Bereiche würden einem Ökonomen eher eine Orientierung ermöglichen. Hier äußern sich nach wie vor die der christlichen Soziallehre entstammende Minderwertigkeit des Produktionsfaktors Kapital, technischer Fortschritt und Boden gegenüber dem Produktionsfaktor Arbeit sowie die alten Befürchtungen vor Ausbeutungsprozessen, die in einem demokratischen System - auf das sich alle Überlegungen des Proyecto Alternativo beziehen - wohl unberechtigt sind.
3. Ziele der neuen Wirtschaftsordnung Im Rahmen der generellen Demokratie-Festigungsbestrebungen soll auch die Wirtschaft einem Demokratisierungsprozeß unterworfen werden. Demokratie wird somit nicht für hinreichend gehalten, um über politische Entscheidungsprozesse und Wahlen Einfluß auf das Wirtschaftsleben zu nehmen, vielmehr wird ein direkter Eingriff in den Entscheidungsprozeß innerhalb der Wirtschaft für nötig gehalten. "Die zunehmende Schaffung von Konditionen für eine wirtschaftliche und soziale Demokratie muß die hauptsächliche Orientierung für jegliche demokratische Entwicklungsstrategie sein." (P.A., S. 206). Damit sollen extreme Armut überwunden und Vollbeschäftigung erreicht werden, darüber hinaus wird eine - egalitärere Gesellschaft, - partizipativere Gesellschaft, - Befriedigung der Grundbedürfnisse angestrebt. Diesem Ziel der Demokratisierung unter- oder auch beigeordnet - das ist nicht klar aus der Prioritätenrangfolge zu erkennen - werden die Ziele - gleichmäßigere Verteilung von Einkommen und Reichtum, -
Chancengleichheit,
- soziale Partizipation, insbesondere Mitbestimmung und Arbeiterselbstverwaltung, •
Wirtschaftspluralismus, abgestellt auf ein Nebeneinander von staatlichen, privaten und selbstverwalteten Unternehmen, 119
- Abstimmung zwischen Arbeitnehmer- und Arbeitgeberinteressen, - Zugang zur Kultur. Läßt man das letztgenannte Ziel außer acht, das angehängt wirkt und allein als Derivat der Wirtschaftsentwicklung oder der Sozialpolitik in diesem Zusammenhang zu verstehen ist, so ist der Zielkatalog sehr staatsbestimmt und arbeitnehmerfreundlich. Diesen Eindruck vermittelt auch die Diktion, die den Unternehmern - nur selten direkt erwähnt - innerhalb der staatlichen Redistributionspolitik "vernünftige Gewinne" ("utilidades razonables", P.A., S. 207) zubilligt. Dem folgt auch gleich die Einschränkung: "Der Schwerpunkt liegt darauf, die Verteilung der Vermögens- und Einkommenszuwächse zu ändern", allerdings, und dieser Zusatz soll wohl wieder beruhigend wirken, "unter Vermeidung einer konfiskatorischen Steuerpolitik und massiven Enteignung" - freilich auch wieder "nur so weit, als eine Wirtschaftsordnung etabliert werden kann, die Vermögenskonzentrationsprozesse korrigiert oder verhindert." (P.A., S. 207). Dies liest sich wie ein Wechselbad und dürfte dem einen zu wenig versprechen und dem anderen zu bedrohlich erscheinen. In diesen Vorstellungen der Wirtschaftsdemokratisierung schwingt wohl auch immer noch das in der Regierungszeit von Eduardo Frei (1964-1970) bei den Christdemokraten hochgeschätzte "jugoslawische Modell" mit, ohne daß dessen praktische Ergebnisse in Betracht gezogen würden.
4. Voraussetzungen für den Erfolg der skizzierten Wirtschaftsstrategie Obwohl das Ziel einer durchgreifenden Demokratisierung Änderungen und Reformen unabdingbar macht, wird zu Recht auf die Notwendigkeit eines friedlichen Zusammenlebens sowie einer Kontinuität und Verläßlichkeit der Rahmenbedingungen verwiesen (P.A., S. 213). Unter Hinweis auf die extremen ordnungspolitischen Sprünge in der jüngsten Vergangenheit Chiles wird dem Prinzip der "graduellen Übergänge" (P.A., S. 213) besonderes Gewicht gegeben, weil man eine "Stabilität und Kontinuität der Spielregeln und Wirtschaftspolitik" (P.A., S. 213) anstrebt. Dies ist eine äußerst wichtige und mit vielen vorher genannten Unausgegorenheiten versöhnende Aussage. Auch daß "Stabilität und Kontinuität der Rahmenbedingungen" als oberste Voraussetzung genannt werden, ist beachtlich. Noch eindeutiger wäre ein Bekenntnis zur Stabilität, Kontinuität u n d K l a r h e i t der Rahmenbedingungen gewesen. Es wird allerdings - und das wäre besonders verdienstvoll gewesen - nicht der Versuch 120
unternommen, die vorherigen Grundelemente und Ziele unter dem Gesichtspunkt dieser Voraussetzung zu überprüfen. Sehr klar formuliert ist die zweite Erfolgsvoraussetzung, die eigentlich freilich mehr ein Ziel der Entwicklungsstrategie ist, nämlich die makroökonomischen Gleichgewichte. Hier findet sich auch eine so bedeutende Aussage, daß sie mehr als einen Halbsatz verdient hätte, nämlich, daß die chilenische Wirtschaft eine nach außen geöffnete Wirtschaft sei und sein müsse. Nicht konkret genannt, aber aus der Instrumentennennung ablesbar, sind die Gleichgewichte im Haushalt und im Außenhandel sowie die Vermeidung von Inflation und konjunktureller Überreaktion. Als dritte Erfolgsvoraussetzung wird das Zustandekommen
eines
Sozialpakts
genannt, an dem sich Arbeitgeber, Arbeitnehmer und der Staat zu beteiligen hätten. Hier wird vorrangig die Stärkung der Arbeitnehmerorganisationen angestrebt, damit diese zu gleichen Partnern der Arbeitgeberorganisationen werden; außerdem wird plädiert für eine erhöhte Repräsentativität der Sozialpartner, wobei man freilich aufgrund der heutigen Parallelität von Gewerkschaftsorganisationen und aufgrund der politischen Probleme der früheren Einheitsgewerkschaft (Central Unica de Trabajadores, CUT) für Vielfalt plädiert und damit den Gleichklang bei Verhandlungen wieder in Frage stellt. Dieser Widerspruch wird noch verstärkt durch die Forderung, der Sozialpakt müsse "Inhalt und Rhythmus des sozio-ökonomischen Wandels" (P.A., S. 217) widerspiegeln. So überrascht denn auch nicht, daß letztlich der Staat als Regulator bemüht wird. Erneut wird auch hier die Versicherung gegeben, daß - abgesehen von Ausnahmefällen - die Enteignung von Unternehmern ausgeschlossen werde (P.A., S.218), ja, daß die private Wirtschaft Raum für eine dynamische Entwicklung finden müsse, die nicht durch "unnötige Kontrollen und bürokratische Eingriffe behindert werden dürfe" (P.A., S. 218 f.).
Ordnungspolitisch ist dies der klarste und auch überzeugendste Teil der wirtschaftspolitischen Ausführungen. Hier wird auch am deutlichsten ein Lernprozeß gegenüber den 60er und 70er Jahren erkennbar. Da aber die sonstigen wirtschaftspolitischen Äußerungen nur teilweise im Einklang mit diesen "Erfolgsvoraussetzungen" stehen, wirken diese eher "nachgeschoben" als originär kompatibel mit den wirtschaftspolitischen Gedanken der Verfasser.
121
5. Rolle des Staates Im Proyecto Alternative) wird für eine "gemischte Wirtschaft" plädiert. Der Staat soll dabei für Stabilität der makroökonomischen Gegebenheiten sorgen, die Ungleichheiten korrigieren und neue Aktivitäten fördern, die besonders viele Arbeitsplätze schaffen. Schließlich soll er eine übersteigerte Konzentration der Wirtschaftsmacht vermeiden. Diese generelle Beschreibung der Rolle des Staates soll eingepaßt werden in eine "gemischte Wirtschaft", in der Markt, Planung und Mitbestimmung als Entscheidungsmechanismen nebeneinander und miteinander arbeiten. Die staatlichen Aktivitäten in diesem System werden mit zehn Forderungen umschrieben (P.A., S. 225/26): 1. Beitrag zur Effizienz der Wirtschaft in dem Sinne, daß die soziale Wohlfahrt die sozialen Kosten übersteigt. 2. Beitrag zur Machtverteilung und -delegation. 3. Aktive Verteilungspolitik. 4. Suche nach Kongruenz zwischen staatlichem Handeln politischen Zielen.
und
gesellschafts-/sozial-
5. Bescheidenheit und Angemessenheit der staatlichen Einkünfte. 6. Festlegung von solchen Spielregeln/Rahmenbedingungen für das Verhältnis des öffentlichen Sektors und der Privatwirtschaft, die der Privatwirtschaft Vertrauen einflößen. 7. Anerkennung von klaren Regeln auch durch den Staat. 8. Eindeutige Festlegung von Enteignungsmöglichkeiten und den dabei vorgesehenen Kompensationen. 9. Förderung der Privatinitiative mit entsprechender sozialer Kontrolle zwecks zunehmend gleicher werdender Verteilung von Macht, Reichtum und Einkommen. 10. Entpolitisierung des öffentlichen Dienstes. Dem Staat kommt - besonders in der Verteilungspolitik - somit eine relativ starke Position zu, freilich "besteht Übereinstimmung, daß der Markt das hauptsächliche Instrument zur Assignation von Ressourcen in jeder authentisch demokratischen Gesellschaft ist" (P.A., S. 226), eine nach allen vorherigen Aussagen in dieser Klarheit überraschende Feststellung. Sie wirkt denn auch eher eingefügt, weil die Ausführungen fortgeführt werden mit der Nennung von dreizehn Aufgaben des Staates: 122
1. Eingreifen in das Marlctgeschehen bei unvollkommenem
Wettbewerb.
2. Information über die Staatsabsichten im Entwicklungsprozeß. 3. Gesetzgebung und Schaffung eines institutionellen
Rahmens.
4. Kontrolle des Bankensektors und Finanzbereichs. 5. Preisregelungen, gesetzliche Modifikationen,
Außenhandelsbestimmungen
etc. bei
Monopolsituationen. 6. Unterstützung von Erziehung Gesundheit und sozialem
Wohnungsbau.
7. Förderung der Infrastruktur und Grundlagenforschung. 8. Schaffung von neuen arbeitsintensiven Wirtschaftseinheiten und Anstöße zu Wirtschaftswachstum in arbeitsintensiven Sektoren. 9. Überwindung aller Entwicklungshindernisse. 10. Förderung der Exportwirtschaft. 11. Förderung von Aktivitäten, bei denen komparative Vorteile genutzt werden können. 12. Mittelstandsförderung. 13. Angemessene Organisation der öffentlichen Verwaltung.
Diese Staatsfunktionen werden ausgeweitet und noch detaillierter festgelegt bezüglich des Spar- und Investitionsprozesses, insbesondere was die Investition der öffentlichen Hand und von ausländischen Financiers angeht, bezüglich der Staatsunternehmen und der direkten Verteilung bzw. Umverteilung durch den Staat. Da diese Argumentation immer wieder explizit oder implizit an den imperfekten Lösungen durch den Markt ansetzt, bleibt von der eingangs erwähnten generellen Akzeptanz des Marktes und des Wettbewerbs nicht mehr viel übrig. Hier scheinen moderne, dem Markt mehr Vertrauen schenkende, und traditionelle Christdemokraten, die den Staat als spiritus rector der Wirtschaft sahen, nach wie vor keine gemeinsame und ausgewogene Position gefunden zu haben. Die Ausführungen lassen vielmehr vermuten, daß die Befürworter einer Führungsrolle des Staates nach wie vor bestimmend sind; selbst diese scheinen aber inzwischen die weltweite Erfahrung zu akzeptieren, daß eine Dominanz des Staates in der Wirtschaft deren Dynamik nicht gerade fördert.
123
6. Prioritäten für den Entwicklungsprozeß
Auf die 90er Jahre bezogen wirbt das Proyecto Alternativo für folgende Prioritäten: Erhöhung des Lebensstandards, die erreicht werden soll durch mehr Produktion, nicht durch höheren Konsum; Erhöhung des Beschäftigungsgrades, vorrangig durch die Schaffung produktiver Arbeitsplätze zu erreichen, aber auch durch die Fortsetzung der Arbeitsbeschaffungsprogramme; Überwindung der extremen Armut, von der inzwischen etwa 20% der chilenischen Bevölkerung betroffen ist, durch Programme zur Deckung der Grundbedürfnisse; Förderung der Wirtschaftsbereiche, die aufgrund von Importen, Bankenspekulation und Konzentrationsprozessen ihre Tätigkeit einstellen oder reduzieren mußten; dabei geht es freilich mehr um die Nutzung von nicht ausgelasteten Kapazitäten als um Neugründungen, nicht um eine reine Importsubstitution, sondern um ein Gleichgewicht von Exportdiversifizierung und Importförderung in den Bereichen, die der Modernisierung der Wirtschaft dienen.
Dieser Abschnitt, in Verbindung mit den vorigen, besonders mit den Ausführungen über die Staatsaktivitäten gesehen, läßt vermuten, daß erhebliche Mittel, über deren Ausmaß und Beschaffung nichts Konkretes gesagt wird, benötigt werden. Sollte der Staat sie nicht über die Steuereinnahmen beschaffen können, was unwahrscheinlich ist in Anbetracht der Notwendigkeiten, und sollte man von der Anti-Inflationspolitik nicht abrücken wollen, die erklärtes Ziel der hier skizzierten Wirtschaftspolitik ist, so bleibt nur die Hoffnung auf Hilfe von außen. Es ist nicht unwahrscheinlich, daß diese angeboten wird, allerdings dürfte sie kaum so fühlbar sein wie in früheren Zeiten bei anderen Ländern, in denen man von der Diktatur abgerückt ist. Man wird sich schon mehr auf die eigene Wirtschaftskraft stützen müssen. Dies ist bei der heutigen relativ guten Wirtschaftssituation Chiles - im Gegensatz zu der Lage 1983/84 - auch durchaus möglich, vorausgesetzt - und hier sind Zweifel berechtigt - man gewinnt das Vertrauen der Unternehmer in eine langfristig verläßliche und für die Privatwirtschaft günstige Wirtschaftspolitik.
124
IV. POLITISCHE BEWERTUNG DES WIRTSCHAFTSPROGRAMMS DES PROYECTO ALTERNATIVO
Das Proyecto Alternativo ist zweifellos ein politisches Programm. In seinen Wirtschaftsteilen nähert es sich - besonders wenn man den Umfang und die Diktion der Ausführungen betrachtet - eher den sozialistischen als den konservativen Kreisen. Die starke Betonung der Staatsfunktionen dürfte bei den privaten Unternehmern, die unter dem letzten christlich-demokratischen Präsidenten Eduardo Frei einen großen Spielraum - vom Agrarbereich abgesehen - besaßen, wenig Sympathie erzeugen. Zwar wird in Nebensätzen, bisweilen auch in Kernsätzen, die Privatwirtschaft als positiver Faktor bezeichnet, der Gesamtduktus der Ausführungen und die Vielzahl nicht genau festgelegter Eingriffsmöglichkeiten dürften den traditionellen chilenischen Unternehmer jedoch kaum davon überzeugen, daß er besonders geschätzt wird. Gingen dann die Christlichen Demokraten aufgrund der Ablehnung durch die Konservativen ein Bündnis mit den Linken ein, so wären auch die positiven Absichten hinsichtlich des Privatsektors wohl Makulatur. Immerhin bieten die Absätze über die Erfolgsaussichten der Wirtschaftsstrategie, auch die Beschreibung der Staatsaktivitäten, Raum für Diskussionen, die eine Annäherung an gemäßigte konservativ-liberal eingestellte Kreise und an sozialdemokratische Gruppen möglich erscheinen lassen. Hierdurch könnte eine Überwindung des Drittel-Patts erreicht werden, falls es zu einer Ablehnung des Referendums Anfang 1989 und anschließend zu einer freien demokratischen Wahl kommt.
Offen bleiben viele, vom Text des Proyecto Alternativo nicht beantwortete Fragen. Die Tatsache, daß man sich dessen ungeachtet zur Veröffentlichung eines Programms entschlossen hat, ist unabhängig von dessen Unzulänglichkeiten, die mancher bei der Analyse des Proyecto Alternativo empfinden mag, sehr positiv zu werten. Symbolträchtig zeigt der Umschlag des Dokuments das Foto eines nur halbgeöffneten Fensters; der linke (Fenster-) Flügel läßt (nur etwas) frische Luft hinein in das traditionelle wirtschaftspolitische Denken der Christlichen Demokraten Chiles. Oder sollte das Bild aussagen - wie der Text es öfter vermuten läßt - daß die Christlichen Demokraten sich eher "nach links" als "nach rechts" zu öffnen gedenken, wenn man Partner aus den beiden andern "Dritteln" braucht?
125
Deutsche Kaufleute in Valparaiso (bis zur Mitte des 19. Jahrhunderts) Hermann Kellenbenz, Thannried
In der Geschichte der Überseebeziehungen, in unserem Fall zwischen Nordeuropa und Südamerika, kann man das Hauptgewicht auf die quantitativen Fakten, auf das Zahlenmaterial der Schiffsbewegungen, auf eine möglichst genaue statistische Erfassung der ein- und ausgeführten Güter und die wirtschaftspolitischen Rahmenbedingungen legen. Die Menschen, die in die Handelsbeziehungen eingeschaltet waren, mögen dabei in den Hintergrund
treten. Diesen menschlich-gesellschaftlichen Hintergrund
zu
erhellen ist schwieriger, aber auch interessanter. In der folgenden Studie sollen die quantitativen Daten nicht außer Betracht bleiben, aber sie dienen mehr als Ausgangsbasis, als Hilfe, um näher an die Menschen heranzukommen, die auf den Routen nach Valparaiso und in Valparaiso tätig waren. Im Mittelpunkt stehen die Kaufleute, eine spätere Studie soll sich mit den Schiffern und ihren Mannschaften befassen. In erster Linie geht es um Kaufleute, die mit Hamburg und Bremen, den wichtigsten deutschen Seehäfen, in Verbindung standen. 1 Um an diese Menschen heranzukommen, Näheres über ihre Lebensumstände zu erfahren, muß man verschiedenartige, manchmal schwer aufzuspürende Quellen benutzen. Einiges enthalten die offiziellen Archive, insbesondere die Konsulatsakten, also die Unterlagen, die über die Bewerber und Inhaber eines Konsulats Auskunft geben. Man betraute ja mit dem Posten eines Konsuls nicht jeden Beliebigen, sondern holte Informationen bei führenden Handelshäusern ein und traf dann unter den 1 Eine Übersicht über benutzte Quellen und gedruckte Literatur habe ich zusammengestellt in meinen Aufsätzen, Eduard Wilhelm Berckemeyer, mercader hamburgués en Valparaíso (1837-1838), in: Historia de Chile, Instituto de Historia, Universidad Católica de Chile, n° 22, Santiago de Chile 1987, 25 - 45, und Relaciones consulares entre las Ciudades Hanseáticas y Chile, in: Jahrbuch für die Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas (JBLA, im Druck). Für freundüche Auskunft und sonstige Hilfe danke ich dem Staatsarchiv in Bremen und Hamburg (Dr. Gabrielsson), Frau Dr. Maria Möring (Wirtschaftsgeschichtliche Forschungsstelle Hamburg), Frau Eva Lembcke (Commerzbibliothek Hamburg), Frau Ingeborg Schwarzenberg de Schmalz (Santiago de Chile), Frau Karin Klaußner (Zentralinstitut (06) der Universität Erlangen-Nürnberg) und Herrn Dr. hábil. R. Walter (Seminar für Wirtschafts- und Sozialgeschichte Universität Erlangen-Nürnberg). 127
verschiedenen in Frage kommenden Bewerbern die Auswahl. War der Betreffende bestallt, dann schickte er an seine vorgesetzte Behörde, hier den Senat von Hamburg bzw. Bremen, von Zeit zu Zeit Berichte. Von ihnen ist für die hier in Frage kommende Phase leider verhältnismäßig wenig erhalten geblieben. Im Falle Hamburgs sind die durch den Brand von 1842 erlittenen Verluste besonders beklagenswert. Einiges läßt sich ergänzen durch Unterlagen, die sich im chilenischen Nationalarchiv in den dortigen Konsulatsbeständen befinden. Eine andere Quellenart stellen die Zeitungen der Epoche dar, die meist in den Bibliotheken aufbewahrt sind. In ihnen kann man etwa lesen, wann eine Handelsgesellschaft gegründet und wann sie wieder aufgelöst wurde. Man erfährt Notizen über den Konkurs einer Firma und wer zu den Gläubigem gehörte. Bei öffentlichen Sammlungen wurden gerne die Spender, unter ihnen voran die Kaufleute, bekannt gegeben. Interessante Einblicke eröffnen die Berichte von Reisenden, die die Westküste Südamerikas besuchten und dabei nach Valparaiso kamen. Für die frühe Zeit haben wir eine Reihe englischer und französischer Berichte, die aber auf die deutschen Kaufleute nur beiläufig eingehen. Ausführlichere Auskünfte geben dagegen Reisende, die in deutscher Sprache schrieben, so Eduard Poeppig und der Schweizer Tschudi. Hinzukommen Logbücher und Schiffstagebücher. Leider ist diese Gruppe noch wenig erschlossen. Hierher gehören die Berichte des jungen Oswald, der im Dienst der Preussischen Seehandlung an die südamerikanische Westküste kam. Besonders aufschlußreich ist das Tagebuch, das Eduard Wilhelm Berckemeyer, der spätere hamburgische Konsul, auf seiner Chilereise 1837/38 führte. Hier werden uns Einblicke ermöglicht, wie sie der gewöhnliche nur auf seine Geschäfte bedachte Kaufmann nicht zu vermitteln vermochte. Einiges erfahren wir aus der Geschichte des Vereinslebens, der Religionsgemeinschaften und der Friedhöfe. Schließlich sei auf die Quelle der Privatarchive verwiesen, die leider nur schwer zugänglich und, wo sie zur Benutzung offenstehen, noch nicht hinreichend ausgeschöpft sind. 2
2 Verwiesen sei vor allem auf: W. KRESSE, Materialien zur Entwicklungsgeschichte der Hamburger Handelsflotte 1765-1823 (Mitteilungen aus dem Museum für Hamburgische Geschichte, Neue Folge III), Hamburg 1966; ders., Die Fahrtgebiete der Hamburger Handelsflotte 1824-1888 (ebenda, Neue Folge VII), Hamburg 1972; J. BROCKSTEDT, Die Schiffahrtsund Handelsbeziehungen Schleswig-Holsteins nach Lateinamerika 1815-1848 (Forschungen zur internationalen Sozialund Wirtschafts(Forts.)
128
II
Zunächst ein gewisses Gerüst von Daten über den politischen Hintergrund, der als Voraussetzung für die Anwesenheit deutscher Kaufleute im wichtigsten Hafen an der Westküste des südamerikanischen Subkontinents diente. Die politische Lage in Europa war, nachdem sich die spanischen Kolonien von ihrem Mutterland unabhängig gemacht hatten, zunächst nicht günstig für die Aufnahme diplomatischer und konsularischer Beziehungen. Die Heilige Allianz (1815), der Zusammenschluß von Rußland, Österreich und Preußen, bestimmte den Kurs der Restauration. Ihre Sympathien waren auf Seiten der legitimen Verhältnisse, wie sie vor der Revolution bestanden hatten, und dementsprechend war von dieser Seite ein Verzicht auf die spanischen Kolonien nicht zu erwarten. Erst die Verträge mit dem unabhängig gewordenen und zum Kaiserreich erklärten Brasilien vom Jahre 1827 leiteten eine neue Phase der diplomatischen Verhandlungen ein, in die sich auch die Hansestädte einschalten konnten. Ein Vertrag der Städte mit Mexiko, den der in London residierende Minister der Städte Colquhoun im Juni 1827 vereinbarte, gelangte allerdings nicht zur Ratifikation. Die politische Instabilität in Mexiko führte erst 1841 zur Ratifikation eines weiteren Vertrags. Noch schwieriger war es, mit den Republiken des südamerikanischen Subkontinents zu dauerhaften Vereinbarungen zu gelangen. Nur in zwei Fällen gelangten die Städte zum Ziel. Im Mai 1837 kam ein Vertrag mit Venezuela zustande und im Juni 1854 mit der Republik Neu-Granada. In der Region des Rio de la Plata wie an der pazifischen Küste kam es vorerst zu keinen Abschlüssen. 3
Das besagte indessen nicht, daß offizielle Verbindungen ganz unterblieben. Es gab ja die Möglichkeit, konsularische Vertretungen einzusetzen. Im Fall Chile begann dies
2 (Forts.) geschichte 10), Köln-Wien 1975; ders., Statistik Holsteins nach Lateinamerika 1815-1848, Kiel 1976.
der
Schiffahrtsbeziehungen
Schleswig-
3 Vgl. dazu besonders J. PRÜSER, Die Handelsverträge der Hansestädte Lübeck, Bremen und Hamburg mit Uberseeischen Staaten im 19. Jahrhundert (Veröffentlichungen aus dem Staatsarchiv der Freien und Hansestadt Bremen, hg. v. K. H. SCHWEBEL, Bd. 30), Bremen 1962, 41 ff.
129
im Jahre 1834. Wir werden weiter unten darauf zurückkommen. Trotz dieser fehlenden Sicherungen von Seiten der übergeordneten Behörden ließen sich Reeder, Schiffer und Kaufleute dazu verlocken, auf den Märkten des Subkontintents ihr Glück zu versuchen. Gelang es einmal, Verbindungen mit den Häfen Brasiliens und des Rio de la Plata aufzunehmen, so fehlte es nicht an wagemutigen Schiffern, die die oft gefährliche Fahrt um das Kap Horn riskierten, um die Häfen an der Westküste zu besuchen, und an Bord hatten sie meist junge, einsatzbereite Kaufleute, oft als Supercargos, die sich dann in Valparaiso oder an einem anderen Küstenplatz niederließen, um früher oder später ein eigenes Geschäft aufzumachen. Andere unternahmen die weniger gefährliche, aber um so beschwerlichere Reise von Argentinien über das Gebirge der Anden. Die Schiffer, die nach den brasilianischen Häfen fuhren, sahen sich leicht veranlaßt, zur Ladung aus ihrer Heimat, vor allem wenn sie nicht alles absetzen konnten, tropische Produkte, voran Zucker, Tabak und Mateblätter an Bord zu nehmen und damit die Fahrt um die Südspitze Amerikas zu machen, um die Fracht in Valparaiso zu löschen. Und das, was sie hier nicht losbrachten, konnten sie in einem der weiter nördlich gelegenen Häfen der Westküste verkaufen. Das Geschäft wurde dadurch erleichtert, daß viele Kaufleute in den Hansestädten gute Verbindungen zu britischen oder nordamerikanischen Handelshäusern hatten; und daß deutsche Kaufleute in Brasilien und am Rio de la Plata Gesellschafter von angelsächsischen Firmen waren, erleichterte das Geschäft. Allerdings liefen die Handelschancen an der Westküste nach der Unabhängigkeitserklärung Chiles im Jahre 1818 nur langsam an. In diesem Jahr lief die preußische Brigantine Clotilde mit einer Ladung Lärchenholz den Hafen von Valparaiso an. 1822 kam mit der bremischen Fregatte Mentor der junge Wilhelm Oswald, der später ein erfolgreiches Handelshaus in Hamburg eröffnete. Er machte die Reise im Auftrag der Preußischen Seehandlung, um die Marktlage an der Westküste des südamerikanischen Subkontinents für den Absatz von Tuchen und Leinenwaren zu erkunden und um diese Reise mit einem Besuch Chinas zu kombinieren. Das Schiff verließ den Hafen von Valparaiso mit einer Ladung von "frutos del pais" und hatte Coquimbo als nächstes Ziel. Weitere Schiffe aus dem Norden werden für das Jahr 1825 verzeichnet, so eine schwedische Brigantine namens Perle. Die letztere lief dann zu einer Küstenfahrt mit dem weiteren Ziel Indien aus. Die Liste von 1826 führt fünf Schiffe auf, die uns hier interessieren, einen Engländer, der von Hamburg kam, eine russische Fregatte, die eine Weltreise machte, ein Bremer Schiff, das vom Heimathafen kam, die preußische Fregatte Prinzessin Louise, die in Rio de Janeiro angelegt hatte, und die hamburgische Brigantine Paradies, die ebenfalls von Rio als Zwischenstation kam und eine Fracht
130
Zucker brachte, um mit Weizen nach Rio zurückzukehren. Insgesamt blieb der Anteil der aus dem Norden kommenden Schiffe, wie wir sehen werden, bescheiden.4
III
Inzwischen hatten sich bereits einige Firmen in Valparaiso niedergelassen. Ihre Rolle wird deutlicher sichtbar, wenn man sie in Verbindung mit den anderen Häfen an der Westküste sieht, vor allem mit Callao, dem Haupthafen von Peru. Abgesehen von der Firma Federigo Pfeiffer haben wir in dieser Zeit in Callao zwei Namen, die uns interessieren. Der eine ist Friedrich Bergman, der sich bezeichnenderweise mit einem Engländer zur Firma Bergmann, Templeman y C la zusammenschloß. Die andere Firma, deren Zentrale in London war, hieß Huth Grüning y C la . Der Gründer dieses Hauses, Johann Friedrich Andreas Huth, stammte von der unteren Elbe und wurde in Harsefeld bei Stade als Sohn eines Musketiers geboren. Seine Lehre machte er bei der Hamburger Firma Urbieta, die eine Niederlassung in La Coruna hatte. Huth hielt sich während der napoleonischen Phase in diesem nordwestspanischen Hafen auf, um dann nach London zu übersiedeln. Dort gründete er eine Firma, die jahrzehntelang eine führende Stellung in der Londoner City einnahm und rege Südamerikaverbindungen unterhielt.5
4 H. KELLENBENZ: Phasen des hanseatisch-nordeuropäischen Südamerikahandels, in: Hansische Geschichtsblätter 78, I960, 115 ff.; ders., Buques norteeuropeos en la navegación entre el Brasil y Buenos Aires en los primeros años de la Independencia, in: Academia Nacional de la Historia, Cuarto Congreso Internacional de la Historia de América, celebrado en Buenos Aires del 5 al 12 de octubre de 1966, tomo VI, Buenos Aires 1966, S. 241-259; ders., Eduard Wilhelm Berckemeyer (wie Anm. 1), S. 27 f. 5 Staatsarchiv Bremen, C 19.b.l.b; O. MATHIES, Das Leben Hamburger Kauflcutc in Valparaiso im dritten Viertel des 19. Jahrhunderts, in: Vorträge und Aufsätze, hg. v. Verein f. Hamburgische Geschichte, Heft 2, Hamburg 1927, S. 5 ff.; H. WAETJEN, Der deutsche Anteil am Wirtschaftsaufbau der Westküste Amerikas, Leipzig 1942, S. 70; D. SIKORA, Der deutsche Handel in Chile in den frühen vierziger Jahren des 19. Jahrhunderts unter Verwendung der preußischen Konsulatsberichte, Diplomarbeit rer. pol. der Wirtschaftsund Sozialwissenschaftlichen Fakultät der Universität ErlangcnNürnberg, Wintersemester 1973/74, S. 19 f.; H. GERDES, Ein Sohn Hersefclds als Großkaufmann in London, Stade 1924; J.R. FREEDMAN, A London Merchant Banker in Anglo-American Trade und Finance, 1835-1850, London 1969, S. 11.
131
In Valparaiso treten ebenfalls seit den zwanziger Jahren zwei Firmen deutlicher hervor. Die eine nannte sich Schutte Post y C ia , die andere Friedrich Huth y C la . Der Chef der ersteren, Daniel Schütte ( gewöhnlich bald Schutte), wurde 1793 in Bremen geboren. Er bewarb sich 1831 um das preußische Konsulat in Valparaiso, doch unterblieb die Ernennung, weil er sich damals längere Zeit in Deutschland aufhielt. Auch der Kompagnon Post war Bremer. Die Familie Post gehörte seit Generationen zur führenden Schicht und wurde im 18. Jahrhundert nobilitiert. Simon Hermann von Post wurde 1798 als Sohn des Sekretärs am Bremer Obergericht gleichen Vornamens geboren. Sein älterer Bruder Laurenz Dietrich ließ sich in New York nieder und heiratete eine Tochter von Caspar Meier. Meier hatte auf Manhattan ein Handelshaus gegründet, dem dann der Bruder Hermann Henrich beitrat. Der letztere kehrte nach Bremen zurück und gründete hier ein eigenes Unternehmen. Später wurde er berühmt als der Gründer des Norddeutschen Lloyds in Bremen. Es wäre im Rahmen unseres Themas interessant zu erfahren, wieweit eine Zusammenarbeit der Firma in Valparaiso mit den Handlungshäusern der Post und Meier in Bremen und New York bestand. 6 Simon Hermann von Post ging 1822 nach Valparaiso und nahm hier 1829 seinen festen Wohnsitz. In den dreißiger Jahren war das Ansehen der Firma Schutte Post y C i a so gefestigt, daß sie in Frage kam, als der Bremer Senat einen Konsul im chilenischen Hafen bestellte. Als Schutte 1834 eine Reise nach Europa machte und dem Senat Simon Hermann von Post als Konsul vorschlug, ging dieser ohne langes Zögern darauf ein. Die Ernennung erfolgte am 11. April. Gegen Ende des nächsten Monats hatte von Post das Patent und die den künftigen Auftrag erläuternden Instruktionen in den Händen. Das Exequatur erhielt er am 12. Januar 1835. Simon Hermann von Post schied Ende 1845 aus dem Unternehmen aus, das nun mit D.Schutte y C l a firmierte. Neue Gesellschafter waren Arnold Theodor Droste und G.F.L. Diestel, die bereits 1843 Handlungsvollmacht erhalten hatten. Diestel übernahm von Posts Kapitalanteil. Später wurde die Firma in Schutte, Droste y C>a abgeändert. Simon Hermann von Post kehrte im März 1849 nach Europa zurück, wurde aber erst am 16. April 1855 auf seinen Wunsch vom Posten des Konsuls entlassen. Von Diestel und Droste wissen wir verhältnismäßig wenig. Der erstere wurde 1817 in Ebstorf bei Hamburg geboren. Er kam 1841 nach Valparaiso und kehrte 1858 nach Hamburg zurück, wo er dann eine
6 F. PRÜSER, Vom Bremer Überseekaufmann (Abhandlungen und Vorträge, hg. v. d. Bremer Wissenschaftlichen Gesellschaft Bd. 14, Heft 1, Bremen 1940; F. HARDEGEN und Käthe SMIDT, H.H. Meier, der Gründer des Norddeutschen Lloyd, Lebensbild eines Bremer Kaufmanns 1809-1898, Berlin/Leipzig 1929; K.H. SCHWEBEL, Bremer Kaufleute im Ausland, in: Bremen-Bremerhaven, Häfen am Strom, hg. v. d. Gesellschaft für Wirtschaftsförderung Bremen, Bremen 1966, S. 220.
132
Segelschiffsreederei betrieb. Droste war der Sohn eines Bremer Senators. Als Simon Hermann von Post 1849 Chile verließ, übernahm Droste die Verwaltung des Bremer Konsulats. Doch wurde er, wie schon angedeutet, erst im April 1855 offiziell Nachfolger von Post. Er blieb im Amt bis zu seiner Rückkehr nach Europa im Mai 1868. 7 Schutte kehrte nicht mehr nach Chile zurück. Er ließ sich in Hamburg nieder, wo er im Dezember 1835 das Bürgerrecht erlangte. Im selben Monat wurde er chilenischer Konsul in Hamburg und versah diesen Posten dann jahrelang. Im Juni 1845 verheiratete er sich mit Bertha Marianne de Jongh. Er starb in Hamburg im Jahre 1886. 8 Die zweite Firma von Ansehen in Valparaiso war diejenige von Friedrich Huth. Chef der Firma war zunächst Samuel Friedrich Scholtz, ein Schlesier aus Breslau, der ein Zeitlang in Peru tätig gewesen war. Er ist bekannt geworden durch seine Bemühungen um die Genehmigung zur Errichtung eines protestantischen Friedhofs. Zu diesem Zweck arbeitete er mit dem englischen Konsul zusammen. Als das Ziel erreicht war, hielt eine Tafel mit einer englischen Inschrift das Ergebnis seiner Bemühungen zur Erinnerung fest. In dieser Zeit firmierte die Firma mit Huth Gruning (Grüning) y C l a . In den dreißiger Jahren bekleidete August Hermann Kindermann eine Vertrauensstellung in dieser Firma. Wenn man erfährt, daß er mit Manuela Huth verheiratet war, dann versteht man die tieferen Gründe für diese Vertrauensstellung. Auch in der Hamburger Kaufmannschaft genoß Kindermann Ansehen. 9 Die Kindermann stammten von der unteren Oder. Ein Bruder war Pastor, zuletzt in Frankfurt an der Oder, ein weiterer Brauer in Garz. Ein anderer Bruder, Franz, war 1836 Kassierer bei Huth Gruning y C l a . Er war dann tätig als Förderer der deutschen Auswanderer nach Chile. Konsul Kindermann gab seinen Posten 1838 auf. Sein 7 StA Bremen C.19.b.l.b.Nr. 0005 und 0073; MATHIES, Das Leben Hamburger Kaufleute, S. 6; A. LOHMANN, Aus der Geschichte der deutschen konsularischen Verbindungen in Valparaiso, in: 125 Jahre Deutscher Verein in Valparaiso 18381963,o.O. 1963, S. 38 f.; SIKORA, Der deutsche Handel in Chile, S. 21. 8
Hamburgisches Adressbuch.
9 G. v. WALDHEIM, Die ersten deutschen konsularischen Beziehungen zu Chile, insbesondere in Valparaiso, in: J B L A 4, 1967, S. 604-628; J. P. BLANCPAIN, Les Allemands au Chili (1816-1945), Lateinamerikanische Forschungen 6, Köln/Wien 1974; J.M. LAPPENBERG, Listen der in Hamburg residierenden sowie dasselbe vertretenden Diplomaten und Consuln, in: Zeitschr. d. Ver. f. Hamb. Gesch. 3, Hamburg 1851, S. 414-534, bes. S. 487; sowie frdl. Auskunft von Frau Ingeborg Schwarzenberg de Schmalz, Santiago de Chile. Vgl. auch Anhang.
133
Nachfolger wurde ab September des gleichen Jahres Ernst Ferdinand Mutzenbecher. Dieser hatte zuvor das Konsulat in Lima bekleidet und zeitweilig Kindermann vertreten. Die Mutzenbecher stammten aus Hamburg. Schon seit der Mitte des 17. Jahrhunderts gehörten sie zu den Familien, die den Senat beschickten. Am Ende des 18. Jahrhunderts war ein Angehöriger der Familie, Matthias Mutzenbecher, Senator. Er verstarb 1797. Zwei seiner Enkel wurden Pastoren. Der Sohn des einen, namens Heinrich, war Ernst Friedrich. Er wurde 1804 in Brakel in der Nähe von Bremen geboren und ließ sich nach seiner Lehrzeit in Lima nieder, wo wir ihm als Gesellschafter der Firma Huth Gruning y C l a begegnen. Seinen Posten in Valparaiso bekleidete er bis 1842, als er eine Reise nach Europa machte. Er kehrte nicht mehr nach Chile zurück. Im Dezember 1843 heiratete er in Hamburg die Tochter des Notars Dr. Hübbe. Ernst Friedrich Mutzenbecher hatte eine schwache Gesundheit. Er starb im April 1848, ohne Kinder zu hinterlassen. 10
Nachdem Mutzenbecher seinen Posten in Valparaiso verlassen hatte, vertrat ihn Eduard Wilhelm Berckemeyer. Die Berckemeyer gehörten zu jenen Familien, die aus Westfalen nach Hamburg zuzogen und hier durch kaufmännische Betätigung ihren sozialen Aufstieg erlebten. Die Heirat des Vaters von Eduard Wilhelm, Bernhard Philipp Berckemeyer, mit Caecilia Böhl läßt das Ansehen erkennen, das die Familie zu Ausgang des 18. Jahrhunderts genoß. Caecilias Vater Johann Jakob Böhl unterhielt wichtige Handelsbeziehungen zu Cádiz. Eduard Wilhelm war das zweite von zehn Kindern. Im November 1798 wurde er in Hamburg geboren. Wenige Monate danach kaufte der Vater das Gut Groß-Thurow im Herzogtum Mecklenburg. Dort verbrachte Eduard Wilhelm die Jugend. Seine Intelligenz und seine Veranlagung zu aktivem Handeln waren gute Voraussetzungen für seinen künftigen Beruf als Kaufmann. Wie seine späteren Tagebuchaufzeichnungen belegen, war er ausgestattet mit der Fähigkeit scharfer Beobachtung der ihn umgebenden Welt. Die Vorzüge, aber auch die Schwächen der Menschen, die ihn umgaben, durchschaute er klar. Manchmal erreichte seine Neigung zur Kritik eine auffallende Schärfe. Vermutlich spielte dabei ein körperlicher Defekt
10 StA Hamburg, Senat, C1 VI n° 16 e , Vol. 2 a , Fase. 1; Deutsches Geschlechterbuch, Vorrede und Stammfolge. Verzeichnis zum 9. Hamburger Sonderband, Limburg/ Lahn, oJ. Verzeichnis der Geschlechter, deren Stammfolgen im Hamburger Geschlechterbuch Bd. 1-10 enthalten sind: Berckemeyer (2), Kunhardt (2), Mutzenbecher (2).
134
herein, er war mißgebildet. Um so auffallender die Energie, mit der er sich auf zahlreichen Reisen seinen Weg zum angesehenen Kaufmann bahnte. 11 Schon in jungen Jahren begann Berckemeyer zu reisen, um sich auszubilden und die Welt, mit der er künftig zu tun hatte, kennenzulernen. Im Jahre 1824 machte er eine Reise nach Argentinien. Zwei Jahre später begegnen wir ihm erneut am Rio de la Piata. Diesmal stand er im Dienst des Handelshauses John Parish Robertson y C la . Der Krieg zwischen Buenos Aires und Brasilien, der am Rio de la Piata zu einer geschäftlichen Flaute führte, veranlaßte Berckemeyer, eine Reise nach Chile zu machen, und zwar auf dem Landweg, also über die Gebirgskette der Anden, um an der pazifischen Küste ein neues Arbeitsfeld zu suchen. Eine Zeitlang stand er im Dienst des Handelshauses Dubern Rejo y C la , kehrte aber Ende 1828 über Valparaiso nach Europa zurück. Weitere Reisen folgten. Im Jahre 1834 ernannte ihn die Republik Argentinien zu ihrem Generalkonsul in den Hansestädten mit Sitz in Hamburg; da er aber nicht das erforderliche Diplom und die zur Ausübung seiner Funktion nötigen Instruktionen zugeschickt bekam, verzichtete er auf das Amt Ende 1836. Im nächsten Jahr machte er seine siebte Reise nach Südamerika, und zwar an Bord einer dänischen Fregatte. Begleitet wurde er von Georg Hilliger, der später ein eigenes Handelshaus errichtete, sich auf den Salpeterhandel konzentrierte und die treibende Kraft des Handelshauses Ugarte Ceballos y C i a wurde. Berckemeyer hatte die Fregatte zusammen mit "Herrn D. Schutte" befrachtet, war aber mit dessen Verhaltensweise nicht zufrieden, weshalb er die Beziehungen zu ihm abbrach. Inzwischen hatte er in Valparaiso bereits einen Verbindungsmann in Sebastian Lezica, einer aus der früheren Geschichte der argentinischen Republik bekannten Persönlichkeit. Die Firma Sebastian Lezica y Hermanos hatte am Rio de la Piata zu den führenden Handelshäusern gehört, bis Veruntreuungen des Kassiers im Jahre 1835 zum Zusammenbruch geführt hatten. Doch hatte die Firma eine Niederlassung in Valparaiso, die es Sebastian Lezica gestattete, sich hier niederzulassen. Lezica stand in Korrespondenz mit Johann Christian Zimmermann in Buenos Aires, dessen Handelshaus dort eine führende Rolle spielte. In Valparaiso verstand es Lezica offenbar in Kürze so gut Fuß zu fassen, daß er nach den Tage-
11 StA Hamburg, Senat, CI. VI n° 16 e Vol. 2 a , Fase. 1 u. 2; Commerzbibliothek Hamburg, Konsulatsberichte; Tagebuch einer Reise von Hamburg nach Valparaiso. Geschrieben 1837/38 von Eduard Wilhelm Berckemeyer, hg. v. E. Hieke (Hamburger Wirtschaftschronik Bd. 1, Heft 2), Hamburg 1950; KELLENBENZ, Eduard Wilhelm Berckemeyer (wie Anm. 1), sowie ders., Relaciones consulares [...], (wie Anm. 1)
135
buchaufzeichnungen von Berckemeyer im chilenischen Hafen eine der angesehenen Firmen leitete. 12 Die Tagebuchaufzeichnungen, die Berckemeyer während seiner Seefahrt machte, vermitteln Einblicke in die politische und wirtschaftliche Lage der chilenischen Republik, die um so aufschlußreicher sind, als der Schreiber Vergleiche anstellte mit den Verhältnissen während seines früheren Besuchs. Damals liefen an die hundert Schiffe in den Hafen ein, jetzt waren es über tausend. Damals mußte Chile alle seine Einfuhren aus Europa mit Gold und Silber bezahlen. Die Ausfuhr getrockneter und gesalzener Häute war noch unbedeutend. Von 100 Schiffen mußten damals an die 80 bis 90 in Ballast auslaufen. Jetzt hatte Chile verschiedene Exportgüter zur Verfügung, so das Silber der Minen von Copiapö, die 1830 entdeckt wurden, dann vor allem Kupfer, das wegen der hohen Löhne der einheimischen Arbeitskräfte nach England befördert, dort im Bereich der Steinkohlen von Swansea geschmolzen und gereinigt und dann, weil die Britischen Inseln ihren Bedarf anderweitig deckten, wieder ausgeführt wurde. Dieses Geschäft hatte vor drei oder vier Jahren begonnen. Ein anderes Produkt war die Wolle, die bisher allerdings vernachlässigt wurde. Dazu kam der Hanf. Außerdem wurden Weizen, Weizenmehl, Gerste, getrocknetes Fleisch und Holz, letzteres vor allem nach Peru, ausgeführt. Über die eigene kaufmännische Tätigkeit Berckemeyers in Valparaiso erfahren wir wenig. Ursprünglich, nach seiner Ankunft, hatte er die Absicht, längere Zeit, etwa fünf Jahre zu bleiben, aber zu Beginn des nächsten Jahres änderte er seine Absicht und reiste im Februar auf einem englischen Schiff von Valparaiso ab. Offensichtlich hing der plötzliche Entschluß zur Reise mit kaufmännischen Überlegungen zusammen, die seine rasche Rückkehr nach Europa erforderlich machten. 13
12 Wie Anm. 11, dazu K.W. KÖRNER, El cónsul Zimmermann, su actuación en Buenos Aires 1815-1847, in: Boletín del Instituto de Historia de América Dr. Emilio Ravignani, t. VII-VIII, segunda serie, Buenos Aires 1966, S. 52; J. SCHNEIDER, Frankreich und die Unabhängigkeit Spanisch-Amerikas I, Zum französischen Handel mit den entstehenden Nationalstaaten (1810-1850) (Beiträge zur Wirtschaftsgeschichte, hg. v. H. KELLENBENZ u. J. SCHNEIDER, Bd. 10), Stuttgart 1981, S. 308; KELLENBENZ, Eduard Wilhelm Berckemeyer (wie Anm. l);ders., Relaciones consulares [...], (wie Anm. 1).
13
136
Wie Anm. 11 und 12.
Inzwischen teilte der Konsul Kindermann dem Hamburger Senat mit, daß ihn private Gründe veranlaßten, eine Reise nach Europa zu machen. Zu seinem Stellvertreter hatte er Ernst Ferdinand Mutzenbecher, den hamburgischen Konsul in Lima, bestellt. Mutzenbecher hatte bereits das Exequatur der chilenischen Regierung erhalten und ersuchte den Hamburger Senat um die Bestätigung der Substitution. Der Senat erklärte sich damit einverstanden. Die Wertschätzung, deren sich Mutzenbecher in Hamburger Kaufmannskreisen erfreute, wird ersichtlich aus der positiven Beurteilung, die der Syndikus Sieveking gegenüber dem Senat abgab. Dabei erfährt man, daß Mutzenbecher in Lima Herrn Christian Hellmann beauftragt habe, der "Associé" des Hauses Huth Grüning & Comp. sei. Mutzenbecher hatte Sieveking gebeten, ihm den Posten des Konsuls in Valparaiso zu überlassen, mit dem ihn Herr Kindermann, "Associé des Hauses Huth Grüning & Co", betraut habe. Dabei fügte er in Klammern hinzu: "auch H. Mutzenbecher ist Associé d[er] H[errn] Friedrich Huth Grüning & Co". Am 26. November 1838 beschloß der Senat, das Konsulat in Valparaiso Herrn Mutzenbecher zu übertragen, "jetzigem Associé u. Chef des Hauses Friedr. Huth Grüning & Co" in Valparaiso. Im Februar des nächsten Jahres wurde dann Hellmann zum Konsul in Lima ernannt. Es sei hier vermerkt, daß auch Hellmann, als er sein Amt 1848 niederlegte, einen Mann der Firma Huth Grüning y C l a zu seinem Nachfolger vorschlug, nämlich Hermann Georg Rodewald. Und der Senat ging auf den Vorschlag ein. Rodewald erhielt das Konsulat. 14
Mutzenbecher blieb nur kurze Zeit in seinem Amt. Am 13. Juni 1840 kündigte er dem Hamburger Senat an, er habe zu seinem Stellvertreter Herrn Eduard Wilhelm Berckemeyer ernannt, und die chilenische Regierung habe ihn bereits als Stellvertreter anerkannt. Mutzenbecher verließ Valparaiso am 15. Juni, um nach London zu fahren. Er rechnete mit einer Abwesenheit von 12 bis 15 Monaten. Im Protokoll des Hamburger Senats befindet sich eine Notiz, die besagt, daß Berckemeyer Hamburg vermutlich 1839 verlassen habe. So befand sich Berckemeyer nun ein weiteres Mal im chilenischen Hafen und stand in guten Beziehungen zu Mutzenbecher, wobei er sein eigenes Kommissionsgeschäft betrieb. Vom 30. Juli 1840 stammt ein erster Informationsbericht von ihm an den Hamburger Senat. Ein weiterer Bericht Berckemeyers stammt vom 19. Februar 1841. Er ist begleitet von einer Liste der Schiffe, die im Jahr zuvor in den Hafen von Valparaiso eingelaufen waren. Mit 3652 englischen Tonnen befanden sich die 17 Hamburger Fahrzeuge hinter den Engländern, Chilenen,
KELLENBENZ, Relaciones thek Hamburg, Konsulatsberichte, 27. V. 1848.
consulares 1846-1848,
[...], (wie Anm. 1), sowie CommerzbiblioLima, Chr. Hellmann an Syndikus v.
137
Nordamerikanern, Franzosen und Peruanern an sechster Stelle, während die Bremer erst an zehnter Stelle kamen. Berckemeyer äußerte sich befriedigt über die ruhigen Verhältnisse im Lande, und daß die Wahl des neuen Präsidenten, des Generals Bulnes, im August 1841 ohne Eingreifen des Heeres erfolgte, ließ ihn hoffen, daß die Ruhe und Ordnung, die dieses schöne Land seit 10 Jahren genoß, auch weiter dauern werde. Wir bekommen aus den wenigen Berichten, die von Berckemeyer nach Hamburg gelangten, den Eindruck, daß es ihm in dem aufstrebenden chilenischen Hafen gefiel. Die Schiffahrt von Hamburg nach Valparaiso belebte sich weiter. Nach einer Zusammenstellung Berckemeyers über die Zahl der einlaufenden Schiffe während des Jahres 1841 nahmen die 21 Hamburger Fahrzeuge mit 4709 Tonnen den fünften Platz nach den Engländern, Chilenen, Nordamerikanern und Franzosen ein. Die Engländer freilich lagen mit 56 268 Tonnen weitaus an der Spitze. Beachtlich auch die Position der Dänen mit 15 Handelsschiffen und einem Kriegsschiff auf dem siebten Platz, während die Bremer mit sechs Schiffen und 1080 Tonnen erst an zwölfter Stelle kamen. 15 Wie wir aus den Tagebuchnotizen Berckemeyers wissen, war er an religiösen Fragen nicht besonders interessiert. Der Gottesdienst lockte ihn nicht, weil seiner Ansicht nach die meisten Predigten langweilig waren. Bei der bevorstehenden Auswanderung aus Deutschland nach Chile spielte aber die Religion durchaus eine Rolle. Angeregt durch das Beispiel des führenden deutschen Auswandererhafens Bremen begann man, sich auch in Hamburg stärker für die Auswandererfrage zu interessieren. Bei den deutschen Auswanderern handelte es sich in erster Linie um Nichtkatholiken. Es ging also um die Frage der Tolerierung der Religionsausübung nichtkatholischer Zuwanderen Es gab in Valparaiso eine protestantische Kirche der Engländer. Auch einen eigenen Friedhof hatten sie, an dessen Zustandekommen sich, wie wir hörten, der Kaufmann Schultz maßgeblich beteiligte. Der protestantische Gottesdienst wurde geduldet, trotz der Tatsache, daß die Staatsverfassung die Ausübung keiner anderen Religion als der katholischen gestattete. Mit dem Zugeständnis an die Briten und die, welche in Religionsfragen zu ihnen hielten, wollte die Regierung das Volk und die Deputierten an den Protestantismus gewöhnen, um den Weg zur freien Ausübung des Glaubens zu bahnen. Aber man mußte nach Berckemeyers Ansicht dabei vorsichtig verfahren. Da
KELLENBENZ, consulares [...], (wie Anm. 1).
138
Eduard
Wilhelm
Berckemeyer
(wie
Anm.
1);
ders.,
Relaciones
der Hamburger Senat keine ausschließliche Auswanderung von Katholiken begünstigen wollte, war es besser, mit der Angelegenheit noch etwas zu warten. 1 6 Besorgt war Berckemeyer darüber, daß der nicht befriedigende Gesundheitszustand Mutzenbechers
dessen
Rückkehr
verzögerte.
Daß
er,
Berckemeyer,
lediglich
als
Substitut, ohne Titel des Vizekonsuls, tätig sein sollte, behagte ihm nicht, zumal auch die chilenische Regierung auf einem offiziellen Patent bestand. 1 7 Der Gesundheitszustand Mutzenbechers gestaltete sich
tatsächlich so ungünstig,
daß er im September 1842 auf seinen Posten als Konsul verzichtete. Berckemeyer wurde darauf zum Konsul ernannt. Leider fehlen die Unterlagen darüber. Sie wurden ein Opfer der Brandkatastrophe, die Hamburg im Jahre 1842 heimsuchte. Eine Notiz besagt lediglich, daß Berckemeyer zum Konsul ernannt wurde, aber am 2. November 1843 starb. Ein letztes Zeichen seiner Tätigkeit als Konsul ist eine in der Hamburger Commerzbibliothek verwahrte Liste der Schiffe, die im Jahre 1842 in den Hafen von Valparaiso einliefen. Sie stammt vom 16. Januar 1843. 725 Schiffe liefen ein mit 170325 Tonnen, an der Spitze die Engländer mit 69267 Tonnen. Die Hamburger behaupteten den fünften Platz mit 32 Schiffen und 7800 Tonnen. 1 8 Bezüglich des Todes von Berckemeyer wissen wir nur, daß er seinem Leben selbst ein Ende setzte, offenbar in einer Situation der Verzweiflung. Er hatte mit dem ganzen Vermögen, das er durch seine kaufmännische Tätigkeit erworben hatte, für einen "Geschäftsfreund" gebürgt, dessen Name wir vorerst noch nicht kennen. 1 9 Es brauchte wiederum eine gewisse Zeit, bis der Hamburger Senat einen neuen Konsul ernannte. Das geschah am 27. Dezember 1844. Die Wahl fiel auf Johann Jakob Rambach. Direkte Verbindungen zu Huth Grüning y C l a bestanden offenbar nicht. Jedenfalls lag die Leitung dieses Hauses 1849 in den Händen von Johann Friedrich
16
K E L L E N B E N Z , Relaciones consulares [...], (wie Anm. 1).
17
Ebenda.
1 8
Ebenda.
1 9 I. BOLL, Die preußische Konsularkorrespondenz von Valparaiso (1846-1850) und der deutsche Handel an der Westküste Südamerikas in den vierziger Jahren des 19. Jahrhunderts, Diplomarbeit rer. pol. der Wirtschaftsund Sozialwissenschaftlichen Fakultät der Universität Erlangen-Nürnberg, Wintersemester 1973/74, S. 134 ff; KELL E N B E N Z , Relaciones consulares [...], (wie Anm. 1).
139
Flemmich, der aus Hamburg kam. Die Rambach stammten von einer Familie von Pastoren und Ärzten ab, deren Heimat die Gegend von Halle an der Saale war. Der Vater des neuen Konsuls war der Arzt Dr. Johann Jakob Rambach. Von seinen beiden Söhnen wurde der eine Doktor der Medizin, der andere Kaufmann. Im Jahre 1812 in Hamburg geboren, widmete sich der letztere dem Überseegeschäft, wobei seine Beziehungen zu Urbieta und Huth, von denen wir sprachen, bemerkenswert sind. Huth machte seine Lehrzeit bei der Firma J.A. de Urbieta, Rössler und Cramer, die 1806 aufgelöst wurde. Der Kompagnon Vincent Cramer betätigte sich dann als Makler im Leinengeschäft. Seit 1805 war er verheiratet mit Johanna Juliane Uhde aus einer Familie, auf die wir gleich zurückkommen. Cramers Sohn Vincent, der 1815 geboren wurde, ließ sich in Valparaiso nieder, wo er die Firma Rambach y Cramer gründete. Im Juli 1843, während einer Europareise, setzte sich Cramer beim Hamburger Senat für die Ernennung Rambachs zum Konsul ein. Ein entsprechendes Gesuch an den Senat wurde von Carl von Leesen, einem Geschäftsfreund des Firmeninhabers, gestellt. Der Antragsteller betonte die langjährige geschäftliche Zusammenarbeit mit dem gebürtigen Hamburger, der 30 Jahre alt sei. Seine Firma gehöre jetzt mit zu den älteren deutschen Handelshäusern in Valparaiso. Er betreibe hauptsächlich Kommissionsgeschäfte mit Hamburg. Während seines zehnjährigen Aufenthalts in Valparaiso habe er sich die Freundschaft und Achtung der Einwohner sowie das Vertrauen vieler "hiesiger Handelsfreunde" erworben. 20 Ein Schreiben Rambachs an den Syndikus Sieveking vom 30. Juni 1846 enthält die erfreuliche Feststellung, daß der Handel zwischen Hamburg und Chile weiter zunehme und daß die Hamburger Schiffe jetzt leichter die Möglichkeit hätten, Rückladung zu finden, da es Kupferschmelzanlagen in den Vereinigten Staaten gebe. Einige Hamburger Schiffe waren schon mit Kupfererz beladen nach Nordamerika gefahren. Außerdem habe er von der Errichtung von Schmelzanlagen in der Gegend von Hamburg gehört. Die Hamburger Barke Victoria lade an der chilenischen Küste Kupfererz nach Hamburg. Rambach blieb nur kurze Zeit auf seinem Posten. Anfang 1849 übergab er die Konsulatsgeschäfte dem Bremer Konsul Hermann Simon von Post. Rambach und Cramer verlegten den Sitz ihres Unternehmens nach San Francisco. Wie so viele andere Hamburger ließen sie sich von den Aussichten im Goldland Kalifornien verlocken.
20 BOLL, Die preußische Konsularkorrespondenz, S. 138 ff; KELLENBENZ, Relaciones consulares [...], (wie Anm. 1); R. HAUSCHILD-THIESEN, Die ersten Hamburger im Goldland Kalifornien (Verein f. Hamburgische Geschichte, Vorträge und Aufsätze, 17) Hamburg 1969.
140
Rambach kehrte später nach Hamburg zurück. Nach seinem Tod 1860 wurde Cramer Alleininhaber
der
Firma.
Er
kehrte
1866 nach
Hamburg
zurück,
starb
aber
schon im nächsten Jahr. 2 1 Im Juni 1850 ernannte der Hamburger Senat Otto Uhde zum neuen Konsul in Valparaiso. Wie schon angedeutet, kam Uhde von derselben Gruppe, der auch Cramer angehörte. Vincent Christian Cramer, der Vater des Kompagnons von Rambach in Valparaiso, war mit einer Uhde verheiratet. Otto Uhde war der Sohn des "Schulmeisters" Dr. Uhde und Kompagnon des Hauses Otto Uhde und Hünecken. Auch Uhde gab seine Posten bald wieder auf und kehrte nach Hamburg zurück. Die Firma wurde unter dem Namen Hünecken, Bahr und Comp, fortgeführt. 22 Seit 1838 erscheint die Firma Kunhardt Moller y C l a in Valparaiso. Das Geschäft leitete 1844 Heinrich Theodor Moller, der Sohn eines Hamburger Kaufmanns. Im Mai dieses Jahres bemühten sich die Hamburger Kaufleute Kunhardt, Kayser und Hayn, ihm das damals vakante Konsulat zu verschaffen. In der Gründungsliste des Deutschen Vereins in Valparaiso befindet sich der Name Geo. H. Kunhardt. 23 In dieser selben Liste werden die Namen Lampe, Müller und Fehrmann erwähnt. Um 1844 wurde die Firma Lampe Müller y C i a gegründet. Später führte sie den Namen Lampe Fehrmann y Müller. Am 30. Juni 1855 gaben H. L. Lampe und E. Müller ihre Beteiligung auf. Ihre Aktiva und Passiva wurden von J. G. Fehrmann und dem bisherigen Prokuristen Ferd. Hinrichsen übernommen. Die Firma hieß künftig Fehrmann Hinrichsen & Co. 24 Von ihnen kennen wir Eduard Müller. Er lernte bei der Bremer Firma Fr. u. Ev. Delius und arbeitete später bei Huth Grüning & Co. Diese setzten ihn in ihren Niederlassungen an der Westküste Südamerikas ein. Im April 1844 bewarb er sich um das preußische Konsulat in Valparaiso, wobei er von L. Delius in Bremen und von Friedrich Delius, preußischem Konsul in Bremen, unterstützt wurde. Am 19. April 1845 21 BOLL, Die preußische Konsularkorrespondenz, Relaciones consulares [...], (wie Anm. 1). 22
Ibid.
23
Ibid.
24
Ibid.
S.
138
ff;
KELLENBENZ,
141
erhielt er die Bestallung, doch gab ihm die chilenische Regierung das Exequatur erst im September 1846, da Preußen vorerst nicht bereit war, Chile als Republik anzuerkennen. Als Müller 1846 eine Europareise machte, vertrat ihn sein Associe Fehrmann. Dieser übernahm dann 1852 das Konsulat. 25 Unter den übrigen deutschen Firmen, die in Valparaiso bestanden, heben wir noch die des Johannes Stüven hervor. Er wurde 1804 in Hamburg als Sohn eines Kaufmanns geboren. 1824 ließ er sich in Valparaiso nieder. Zunächst bei der englischen Firma Waddington beschäftigt, gründete er im nächsten Jahr ein eigenes Geschäft und handelte mit Schiffsausrüstungsgegenständen. Er heiratete in eine chilenische Familie ein und gründete im Lauf der Jahre verschiedene Gewerbebetriebe, so eine Brennerei, eine Zuckerraffinerie und die erste deutsche Brauerei. Er ist offenbar derselbe, den Berckemeyer 1838 als erfolgreichen Bäcker erwähnt. Während der Krise von 1861 machte er bankrott. Doch gelang ihm in Santiago ein erfolgreicher Neuanfang. 26
IV
Wie wir aus den Geburtsjahren ersehen haben, handelte es sich bei den Leuten, die nach Valparaiso gingen, um sich kaufmännisch zu betätigen, um verhältnismäßig junge Jahrgänge. Gerne schlössen sie sich zunächst einer englischen Firma an. Da sie gewöhnlich das Englische beherrschten und auch sprachgewandter als die Engländer waren, nahm man sie gerne als Buchhalter oder als Kassierer auf. Wenn sie sich eingearbeitet hatten, wurden sie Gesellschafter oder machten sich selbständig. Dabei schlössen sich gewöhnlich zwei zusammen. Ein angehängtes y C l a in der Firmenbezeichnung wies darauf hin, daß dahinter noch dieser oder jener andere Geldgeber, meist im Heimathafen Hamburg oder Bremen, stand. Nur wenige Firmen wie die von Schutte Post y C l a haben eine längere Dauer gehabt. Meist waren die Gesellschaftszusammenschlüsse recht kurzlebig. Trotz der mühsamen Schiffsreise waren die deutschen Kaufleute immer wieder bemüht, durch eine solche Reise engeren Kontakt mit der
142
25
ibid.
26
Ibid.
Heimat und mit England zu wahren. Später sind die meisten wieder nach Deutschland zurückgekehrt. Nur wenige wie Stüven haben in einheimische chilenische Familien eingeheiratet. Das gesellschaftliche Leben an diesem fernen Ende der Welt bot begreiflicherweise wenig Abwechslung. Man suchte gegebenenfalls Kontakt zu den Engländern und Nordamerikanern und besuchte etwa ihren Gottesdienst. Da die meisten evangelisch waren, lag es nahe, sich um die Gründung einer evangelischen Gemeinde zu bemühen; doch war man damit erst in den sechziger Jahren soweit. Dagegen fand sich 1837 eine Gruppe zu einem geselligen Klub zusammen, der dann am 9. Mai des nächsten Jahres als "Deutscher Verein" offiziell ins Leben trat. 27 Kaufleute gaben mit ihren Unterschriften die Zustimmung. Im Jahre 1840 zählte der Klub schon 57 Mitglieder. Bücher, Zeitungen, Zeitschriften, ein Spielzimmer, Billardeinrichtungen und ein Musiksaal halfen den Junggesellen, denn meist handelte es sich um solche, einen Teil ihrer Langeweile zu vertreiben. 27
2 7 Vgl. dazu Chr. CONVERSE, Die Deutschen in Chile, in: H. F R Ö S C H L E (Hg.), Die Deutschen in Lateinamerika, Schicksal und Leistung, Tübingen/Basel 1979, S. 301 ff.; H.-J. PRIEN, La historia del cristianismo en América Latina, Salamanca 1985, S. 749.
143
ANHANG
A List of the Subscribers for the Purchase and Enclosure of the Burying Ground for Foreigners of all Description
English American German Samuel Frederick Scholtz Hermann Post C.W. Schutte Christian Kellerman A.H. Kinderman S.H. Kunharstly (= Kunhardt) J.H. Fritsh C.R.P. Flucker Ship Frew Borgfets Ship Princess Louise Franz Hasenclever
Ps rs 50.4 34.4 34.4 17.2 10.10.17.2 17.2 50,10.Total 260.60
French Quelle: Mercurio de Valparaiso vom 26.12.1827 (Biblioteca Nacional, Santiago de Chile)
144
Pour une étude comparée des Allemands et des Français au Chili. Perspectives, méthodes, premières conclusions. Jean-Pierre Blancpain, Baden-Baden
Introduction: Deux types d'enquêtes et deux problématiques dissemblables.
Hormis quelques travaux déjà anciens, mais d'une louable impartialité (Tonnelat), l'étude de l'expansion allemande outre-mer a souvent obéi en France à des présupposés idéologiques ('Lévy, Brunschwig). Cette manière de voir à l'image et à l'usage du present était naturellement conditionnée par les visées pangermanistes ordinaires ou par la propagande anti-weimarienne et nazie auprès des "Allemands de l'extérieur". S'étonnera-t-on,
dans ces conditions, qu'aujourd'hui encore
le sujet ravive
les
passions, enchaîne au passé immédiat et soit l'occasion de stigmatiser l'abomination exportée du nazisme? Reste que si, en la matière, l'historiographie est riche, elle est rarement innocente: 70 à 80 % au moins des sources imprimées sur l'immigration et la colonisation en Amérique latine sont marquées au coin du nationalisme allemand. Une telle orientation fait que l'ignorance actuelle du public allemand apparaît bien comme la rançon de sa répugnance à toucher aux stéréotypes ou à renouer des contacts qui pourtant serviraient l'entente entre les peuples et d'abord une connaissance plus objective du passé (H. Froeschle). Lourde hypothèque, on le voit; d'où l'effort à faire pour réhabiliter ce qui fut une pacifique et belle aventure humaine, l'occasion aussi de ruiner lieux communs et idées reçues propres à l'inconscient collectif européen qu'obsédèrent, si longtemps, la séduction dolosive ou l'expression belliqueuse du germanisme conquérant... Rien de tel, assurément, en ce qui concerne l'immigration et, plus largement, la présence française au Chili, thème à la fois plus diffus et divers, intégré, depuis les Lumières, à l'histoire commune de l'Europe moderne. Par le biais des aires culturelles et des voyages circumterrestres, il participe au rayonnement universaliste propre au 145
grand XVIir siècle français. Dans cette extrémité (mal défendue) de l'oekoumène et du monde ibérique qu'est alors le Chili, l'élite sociale qui lit, écrit, possède les loisirs pour la conversation, échange les idées et use volontiers d'une langue de communication - le français peu à peu remplace le latin d'autrefois -, regarde déjà vers la France. Dès l'aube du dernier siècle colonial, l'homme des Lumières affirme son ambition d'une totale intelligibilité de la nature et du réel; avec l'Illustration et les O'Higgins, la volonté de se déprendre du vieux monde ibérique s'affirme après 1780. Officiellement combattue durant la colonie, l'intervention française est donc bien antérieure au temps "glorieux" de l'Indépendance; elle devient délibérée avec les demisoldes napoléoniens, puis à la faveur des projets de colonisation et de promotion d'un pays attardé, grâce à l'introduction des "arts mécaniques" et à l'adoption résolue des modèles intellectuels français. L'achèvement territorial, humain et économique du Chili doit beaucoup à l'immigration allemande qui, à compter de 1850, en fortifie ses frontières encore imprécises. S'agissant de la France et des Français, c'est d'abord la très ancienne "imprégnation de France des élites" qui appelle l'attention, et seulement ensuite l'étude mieux circonscrite de contigents migratoires apportant, dans tel ou tel secteur géographique ou social, sa contribution non négligeable au "progrès" de la République. Passé 1885, le Reich unifié monté en puissance jouit auprès de l'opinion publique chilienne d'un prestige incontestable. A la fois carrefour et enjeu des impérialismes contemporains, le Chili apparaît comme un creuset d'idées, mais d'idées étrangères, toute une série d'études diachroniques le montrent. En matière de sciences humaines et par le jeu des migrations comme des rivalités internationales, il devient ce qu'il n'a jamais cessé d'être: un laboratoire de l'essentiel (P. Chaunu).
Nous avons, selon des approches différentes, consacré de nombreux travaux aux Allemands et aux Français du Chili.1 Ils justifient donc, outre certaines réflexions d'ordre méthodologique, le rappel d'interrogations fondamentales sur l'"européanisation" du pays, ainsi que l'esquisse de conclusions provisoires que des enquêtes plus poussées conduiraient sans doute à nuancer sensiblement. Les Allemands au Chili, thèse, Bôhlau, Cologne, 1974; Los alemanes en Chile, Histo-Hachette, Santiago 1985; Francia y los franceses en Chile, 1700-1980, HistoHachette, Santiago 1987; Migrations et mémoire germanique en Amérique latine, XIXXX 0 siècles, essai de sociologie historique, Hachette, Buenos Aires, à paraître en 1988.
146
1. L'INVENTAIRE GEOGRAPHIQUE ALLEMAND D U "CONE SUD" A L'AUBE DU XIX° SIECLE, PREFACE A L'EMIGRATION ALLEMANDE AU CHILI La présence allemande au Chili est - les P. Havestadt et Thaddäus Haenke mis à part - sans grande signification avant l'indépendance du pays. Elle s'ouvre par la fièvre de découverte et d'exploration du "Cône sud" qui précède ou accompagne, selon le cas, les premiers flux migratoires d'importance à partir de 1845. Renouant avec le rêve exotique français du siècle précédent, avec les traductions de Vischer et la riche documentation du Weltbott jésuite entre 1725 et 1745, elle fait directement suite aux voyages équinoxiaux de Humboldt. Dans l'intérêt des géographes allemands pour l'Amérique latine en général et le Chili en particulier, l'inventaire scientifique scrupuleux le dispute après 1820 à la littérature d'évasion. L'aventurier imaginatif rivalise avec le labeur de l'homme de science. Des images populaires du pays, on retiendra les chevauchées chiléno-argentines de Bibra ou encore la conquête des coeurs araucans de Paul Treutler qui saisit toutes les occasions d'enrichir le "magasin pittoresque" dans un jaillissement incessant d'imprévisibles nouveautés; parmi les premiers géographes - Heeren, Gasparis, Lips, Wappäus -, Eduard Poeppig occupe une place de choix. "Sommet solitaire de la littérature scientifique allemande sur les Amériques" (Banse), car plagié, pillé, éclipsé par le génie d'un Humboldt, il rappelle par son sens de l'ethnopsychologie moderne et par ses observations intuitives, rigoureuses et prudentes du Chili républicain balbutiant, qu'on ne saurait être géographe ou historien sans aimer. Les plus instruits des premiers migrants allemands, en 1848, l'auront lu d'abondance. D'autres, beaucoup d'autres, tous aventuriers voyageurs doublés d'hommes de science, vont après lui interrompre aux rives du Chili leur projets de voyage en Polynésie ou leur inventaire patient des Amériques latines indépendantes. Chamisso avait ouvert la voie dès 1815; suivent, après 1830, Meyen, Tschudi, Seemann, Byam, Schmarda, August Kahl et surtout Carl v. Scherzer, infatigable du Nord au Sud du continent, Friedrich Gerstäcker enfin qui observe déjà en 1860 les premières communautés allemandes installées à Valdivia et Valparaiso. Grâce à leurs observations, la géographie allemande de l'Amérique fait un bond avec Ritter, Gersting, Andrew, Guth Muth et encore Wappäus. La conséquence directe de ces voyages sur l'émigration, c'est, d'autre part, la révélation de l'Amérique latine tempérée - et d'abord du Chili - comme champ d'expansion possible à la germanité, en un mot, le premier "rêve allemand" qu'elle favorise en lui donnant une caution scientifique. Qu'est-ce, sinon la voie ouverte à la promotion humaine d'une Amérique méridionale devenant, par le seul fait de l'immigration (et non par l'impérialisme d'une 147
métropole encore désunie, donc impuissante), une authentique "Australie allemande", réplique de l'Amérique anglo-saxonne alors en plein élan? Le propos est délibéré chez Wappäus, Gaebler, Dieterici, Lehmann, Roscher, Bülow, Froebel, Kerst et, plus encore, Stürz qui en 1862 célèbre les "millions d'Allemands" devant peupler les rives de la Mésopotamie argentine. Mais la préhistoire de la colonisation allemande au Chili, c'est surtout l'histoire d'une idée, du projet à l'efflorescence, du voeu à son accomplissement: à l'origine, dès 1830, Bernhard Eunom Philippi, le pionnier par excellence, l'aventurier au sens noble du terme, pour les nazis, plus tard, le nouveau Siegfried des antipodes, empreint de noblesse native et chef charismatique d'une oeuvre trop tôt interrompue, symbole du mythe de l'éternelle jeunesse allemande... Vingt ans après, voici que la secousse de 1848 nourrit d'autres ambitions, des phalanstères démocratiques du peintre visionnaire Karl Alexander Simon aux vues étroitement nationalistes de l'austère Aquinas Ried. Mieux encore et plus largement, ces longs préliminaires opposent les avertissements d'un Poeppig quant à l'espoir d'une colonisation dévoreuse d'espace à la présence effective du "premier grain de sénevé" débarqué à Valdivia en 1850 sous la conduite du héraut par excellence, le pharmacien brasseur de Kalau Karl Anwandter; ex-député démocrate au Landtag de Prusse, le voilà, sur place, "conscience de Valdivia", "voix du Chiledeutschtum", figure de proue de l'immigration intelligente, du savoir et du savoirfaire, comme l'écrit alors Paul Leroy-Beaulieu qui en fait de l'Allemagne «l'atelier par excellence». Dans ces préludes - d'où la spéculation la plus rapace n'est pas absente, voyez les démêlés de Kindermann et de son beau-père Renous -, l'exaltation entretenue par le premier congrès germaniste, en 1848, occupe naturellement une place de choix, comme aussi la vieille légende noire antihispanique, si vivace en pays protestants, ravivée encore, un demi-siècle plus tôt, par les champions de 1'Aufklärung... De tels "rêves" sont donc inséparables de la fermentation politique caractéristique des pays allemands dans les années 1840. Un ensemble de causes, intimement mêlées, constituent les vrais moteurs de l'émigration: avec la révélation du Chili comme refuge, l'oppression politique en Allemagne et le refus de l'intelligence (qui vont sans dout ennoblir les "grands ancêtres" dans la mémoire collective), mais tout autant et plus encore sans doute, la fièvre hectique des Notjahre, la mutilation arbitraire des droits légitimes de la vie sociale, le morcellement ou l'accaparement de la propriété, le 148
chômage provoqué par l'industrialisation et la hantise d'une réduction à l'état de Fabrikler, enfin la pression démographique en Hesse, en Saxe ou en pays souabe, sans parler des conséquences du conflit austro-prussien de 1866 qui dicte - les preuves sont là - le départ massif des paysans des Falkengebirge. Que dire enfin de la presse d'émigration (elle abhorre le Pérou, recommande le Chili après 1850), des négriers modernes agissant pour le compte des "sociétés d'émigration", des administrations désireuses de se défaire des "asociaux" après avoir, des siècles durant, interdit les départs? Entrent aussi en ligne de compte les appels chiliens qui jugent alors "l'Allemand" comme le meilleur colon, le seul inoffensif à la faiblesse chilienne puisqu'il ne peut avoir recours à la canonnière pour faire valoir ses droits (Vicuña Mackenna). C'est la première vague migratoire allemande, à Valdivia et Llanquihue, au mieux 5 ou 6000 individus, qui va, de 1850 à 1875, conférer au Chiledeutschtum ses caractères fondamentaux. Les migrants beaucoup plus nombreux des années 1880, destinés à la Frontera enfin soumise par les armes chiliennes, ne modifieront guère le comportement général et réussieront d'ailleurs moins bien. Mais de quels instruments disposons-nous pour une étude qui ne soit point superficielle? Comment à la fois établir avec certitude et en tous domaines les "indices de performance" des migrants, tout en restituant la richesse d'une existence spécifique et autonome?
2. L'ETUDE DE LA SOCIETE GERMANO-CHILIENNE: METHODOLOGIE CLASSIQUE E T NECESSAIRE COMPLEMENTARITE DES SOURCES
En dépit de l'abondance et de la diversité des sources, comme de la nécessaire prise en compte des acquis les plus récents des sciences sociales, l'étude du processus de l'immigration et de la colonisation allemandes au Chili obéit à une méthodologie classique,
mais exige, croyons-nous, un va-et-vient
constant
entre
l'Europe
et
l'Amérique. 149
Le rappel s'impose, dans un premier temps, de la législation migratoire particulière à chacun des pays allemands avant la règle commune établie de 1867 à 1870 jusqu'aux effets rétroactifs de la loi Delbrück. La statistique aussi mérite discussion, compte tenu des écarts sensibles entre sources allemandes et américaines. Enfin comment ne point commenter, au moins de façon sommaire, les points de vue des sociétés et de la presse d'émigration? Comment ne pas évoquer la floraison des répertoires, des traités et des rapports diplomatiques concernant cette question, notamment dans les années 1840? Côté américain, le commentaire ne peut être omis des lois de colonisation (et d'abord la chilienne de 1845), ainsi que des appels locaux officiels ou privés, sans parler des missions en Europe (celle de Pérez Rosales à Hambourg où il publie son "Essai sur le Chili" en 1854) tendant à distraire au profit de la colonisation du Chili des forêts et des lacs à peine égratignés par la civilisation au temps colonial finissant, un ruisselet de l'hémorragie dont profite l'Amérique anglo-saxonne. Se garder enfin de passer sous silence toutes les expériences pionnières malheureuses en Guyane, en Centre-Amérique et surtout au Pérou en 1850-51. Les rares rescapés d'un véritable esclavage vont, toutes proportions gardées, faire bénéficier par contrecoup le Chili d'une réputation flatteuse...
Ceci posé, reste l'essentiel. Il va de soi que l'étude de la société germanochilienne, du labeur pionnier à l'efflorescence des Vereine, ne peut être correctement appréhendée que par l'inventaire patient des ressources de sa propre mémoire - une mémoire ici prodigieuse et multiple, génétique, culturelle et religieuse tout ensemble. Reisetagebücher, Tagebücher, pétitions, comptes rendus d'événements majeurs, archives des Vereine et autres écrits spontanés des pionniers - tous lisants-écrivantsconstituent un véritable trésor. Sources capitales et précieuses entre toutes que celles-ci, c'est l'évidence. Voyez par exemple ces états secrets du Deutsch-Chilenischer Bund naissant, en 1916-17 (544 formulaires manuscrits), qui donnent de la communauté linguistique allemande une image complète, sincère et riche d'enseignements dans une période cruciale.
Mais quels que soient l'effort et la moisson, faut-il, comme on le croit trop souvent, en rester là? Serait-ce aller au fond des choses que de s'en tenir à la mémoire de la communauté et à sa démarche strictement reproductive? Faut-il, en un 150
mot, se satisfaire de Festbucher, Jahresberichte, Sonderhefte, Fest- und
Jubilàums-
schriften répétitifs, fussent-ils la manifestation et la preuve de mémoires fidèles et sans caprice? Et ces redondances ne renseignent-elles pas plus sur elles-mêmes que sur leur objet? Le traitement d'une telle masse documentaire impose, pour cerner la vérité - ou du moins ce qu'elle nous paraît être - un mouvement alternatif constant entre l'Europe et l'Amérique, entre le Chili officiel et la présence allemande effective, entre deux manières d'être et de voir, deux sociétés contraintes à la cohabitation et, peu à peu, aux contacts inégalitaires, puis à l'échange. Notre interrogation doit être celle du "nouvel historien": que peuvent me dire d'objectif sur une société les relations subjectives que celle-ci entretient avec sa propre mémoire? Mais aussi: comment l'administration chilienne et les Chiliens de souche ont-ils vu les arrivants? Comment ont-ils, de leur côté, perçu "l'étrangeté radicale" entre deux groupes humains? Répondre à ces question oblige à un dépouillement systématique - qu'ignore la mémoire germano-chilienne - des archives nationales (Ministère de l'Intérieur et des Relations Extérieures pour l'essentiel, sans oublier les archives notariales et judiciaires), les rapports des intendants des provinces méridionales constituant, surtout avant 1891, des documents de premier ordre, tant sur "la rivalité des races" que sur la mise en valeur de l'espace par les immigrants. Ainsi échapperons-nous à la vision unilatérale et myope des colons, même si leurs témoignages sont essentiels pour la connaissance "de l'intérieur" de la société, de la solidarité et de la sociabilité germano-américaine, du labeur des pionniers aux contraintes qu'imposait le milieu, des structures du quotidien aux multiples catégories de la vie spirituelle. Le reste, tout le reste, n'est qu'affaire de compilation, puis de mesure et d'impartialité face à une masse documentaire d'accès certainement plus facile. En premier lieu, les éléments constitutifs d'une identité: le maintien de la langue allemande et les progrès du bilinguisme aux paramètres statistiques souvent établis avec soin (Grandjot et Schmidt); la vie quotidienne surtout, avec l'histoire de l'école, des sociétés et des rivalités d'ordre confessionnel - au Chili particulièrement âpres entre un clergé catholique "de croisade" avec l'arrivée des jésuites et des esprits piétistes hautains, hostiles aux Pfaffen de tous bords; l'allogène et la cité chilienne enfin, des apparences démocratiques aux réalités des procédés électoraux frauduleux, de la vie politique provinciale aux grandes options nationales perçues avec retard par les descendants d'immigrés. La réceptivité et l'entraînement aux idéologies nationa151
listes allemandes, de 1885 à 1945, sont à apprécier avec prudence, les réticences, quoi qu'on ait pu écrire, l'emportant
parfois sur les manifestations visibles et tapageu-
ses d'adhésion aux thèses pangermanistes et surtout hitlériennes. Tardive - elle n'intervient vraiment qu'en 1885 -, la rencontre de l'Allemagne impériale et du Chili mutant a pour effet une véritable "coopération" avant la lettre: intensification des échanges commerciaux, transformation radicale de l'institution militaire chilienne calquée sur la prussienne, investissements allemands massifs dans le salpêtre, rénovation de l'enseignement national par adoption des modèles d'outreRhin... L'intelligentsia chilienne, conditionnée jusque-là par le positivisme français, se persuade aisément que l'instituteur allemand a gagné la guerre de 1870. De là, la division profonde de l'aristocratie dirigeante en 1914 - 18, les francophiles inconditionnels s'opposant aux "victimes" enthousiastes de "L'ensorcellement allemand" (E. de la Barra). Ce temps majeur de l'influence allemande n'est pas sans intérêt. Il a valeur pédagogique, intéresse le sociologue autant que l'historien. Enfin, il apprend beaucoup sur la propension des Chiliens à tout attendre du concours étranger comme sur les effets limités de nos coopérations actuelles. Mais c'est bien finalement l'immigration et la colonisation, donc aussi, sur le plan de l'esprit, l'aptitude des Allemands à transmettre l'acquis et à entretenir leurs réseaux de transmission de la culture en pays étranger, qui fournissent au chercheur l'occasion de dégager de pareilles rencontres les conclusions les plus originales.
3. LA TRADITION ALLEMANDE ET SES ENSEIGNEMENTS ESSENTIELS
L'histoire de l'immigration allemande au Chili est celle d'une élite, d'une sélection d'hommes solidaires - bourgeois de Valdivia et colons de Llanquihue, plus tard d'Araucanie - participant au coude à coude sur les fronts pionniers à la mise en valeur d'un espace bien délimité de l'Amérique première. Elle réveille des provinces délaissées, catastrophées par les séquelles des guerres civiles de l'Indépendance. Les témoignages nationaux concordants sur ce "véritable choc" sont légion (Préndez, Alonso, Espinoza, Espejo, Pérez Canto, Ovalle, Lara, Lloyd, Gotschlich, ... ). 152
Ces
"faiseurs de
terre" et
autres
créateurs
de
richesses
forment
ici
une
représentation de la société d'origine, du député-maire au plus modeste des payans. C'est
une
micro-société
transplantée,
panallemande,
familiale
et jeune,
issue
majoritairement des régions frontières et forestières de la germanité: quadrilatère bohémien, Haute-Lusace, Poméranie, Westphalie, Silésie, Tyrol, pays souabe. La forêt australe américaine est un adversaire qui ne les effraie pas. Nous connaissons avec précision leurs ressources à l'arrivée. Cargos et bultos déchargés, consignés dans les archives chiliennes, permettent, avec les achats de terre, les prêts consentis par les bourgeois à des compatriotes moins pourvus, les inventaires et les testaments, de juger des biens professionnels ou d'usage domestique détenus par chacune des familles à l'arrivée au Chili. Des journaux intimes aident de surcroît à recenser réserves et placements en Allemagne même (car le lien avec la métropole est rarement rompu), en immeubles, en rentes et en obligations. A Valdivia, l'immigration bourgeoise ne vient pas chercher la fortune: elle l'apporte. Dans les patrimoines figurent du mobilier, du linge, des livres - et jusqu'à des bibliothèques entières-, des outils et du materiél surtout, parfois en quantité notable. Il n'est pas rare que les bourgeois connaissent un métier manuel. "Il faut partir armé", dit un magistrat hessois qui a pris la précaution de se faire tonnelier pour passer le cap toujours difficile de la survie. Cette société endogame et culturelle - puisqu'elle a comme ambition sa propre perpétuation dans le climat de liberté que le Chili lui garantit - est une société à mémoire. Certes, les pionniers connaissent, ici comme ailleurs en Amérique, le combat initial "pour une pauvre vie", le long temps de l'installation et de la survie biologique avec le défrichage, l'aide officielle (non négligeable, les états chiliens le confirment), les risques de toute nature, éventuellement les échecs. Mais sitôt les protections élémentaires assurées -"être logé, c'est commencer à vivre", dit Braudel -, nous savons tout de la vie familiale, de l'école, préoccupation fondamentale, des cloisonnements religieux et des associations, "miroir des Allemands d'outre-mer", "troisième cellule de la vie" selon la belle formule de Cari Ilg, signe le plus évident de la vitalité d'un vieux peuple sociétaire et fruit de la nécessité dans ce dernier coin du monde d'où les services élémentaires sont absents: communications, état civil, pompiers et protection civile, écoles, hôpitaux, bibliothèques, secours mutuels, tout le nécessaire à une existence civilisée. Armés de la hache et du Livre, les Allemands ont fait ici, "entre les lacs et les volcans", une double conquête: la liberté et la terre. D'où, pour finir, des questions 153
essentielles appelant des réponses nuancées: ont-ils constitué une catégorie sociale originale? Ont-ils introduit ici une mentalité économique nouvelle (Pablo Huneeus)? Peut-on parler à leur propos et au vu de leur endogamie stricte sur plusieurs générations, d'une authentique minorité nationale? Tous propriétaires, mais n'ayant jamais constitué plus de 5,5 % de la population des provinces méridionales du Chili, ont-ils conféré à ces régions le caractère d'un "peuplement balte" (Hettner)? Serait-il enfin possible de définir, à partir de leur exemple, les lois de maintenance du germanisme "extérieur"? Quels sont les facteurs de perpétuation du Deutschtum d'acculturation
des migrants? Quel rôle ont joué dans cette conservation
ou des
caractères originaux de l'ethnie les liens familiaux, commerciaux, intellectuels avec le pays de départ, la composition sociale des différentes vagues migratoires, le niveau d'instruction des arrivants et de leur descendance immédiate, l'attitude des autorités du pays d'accueil face au comportement des immigrés, enfin la distance sociale et culturelle entre eux et " les enfants du pays" venus sur leurs pas se mettre à leur service? Que de questions, en vérité! Quoi qu'il en soit, l'immigration et la colonisation allemande au Chili font figure, plus encore qu'au Brésil, de "véritable raccourci épique de l'histoire de l'humanité" (Jean Roche). Cette expérience introduit à bien des problèmes de psychologie sociale et permet de saisir sur le vif "le dialogue des cultures" caractéristique de notre époque. Prodigieuse et multiple, la mémoire allemande nous fait tester dans l'épreuve de la transplantation toute la valeur d'un système de civilisation.
4. LA FRANCE E T LES FRANÇAIS: APPROCHE DIFFERENTE D'UN CHAMP D'INVESTIGATION PLUS LARGE
Aborder l'étude de la présence française au Chili oblige à suivre des pistes de recherche qui vont bien au-delà de l'histoire, à tout prendre classique, des migrations internationales. Il faut d'abord remonter haut dans le temps, jusqu'aux premières années du XVIIP siècle quand débarque à Concepción - l'ancienne Penco - un lot fourni de déserteurs bretons "transformés en Espagnols" (Campos Harriet). De fait, pas de descendances plus chiliennes que celles des Caux, Pradel, Leclerc, Droguett, Duval, Labbé, Camus, Pinochet, Letelier, Morandé... 154
Cet empire espagnol où les Français ont été, au temps colonial, plus nombreux qu'on ne le croit dans un monde moins fermé qu'on ne l'a dit (J. Meyer), les grands navigateurs français l'ont abordé surtout au début et à la fin du XVIIF siècle. Frézier s'est attaché dans les années 1710 à l'observation des indigènes et La Pérouse, 75 ans plus tard, à celle de la société espagnole "penquiste". Son souci de "recherches exactes" n'a pas empêché Bougainville d'accréditer, après ses concurrents britanniques, la thèse des "Patagons géants" dont le mythe va perdurer près deux siècles dans les campagnes françaises! Les Français entrent aux Indes, soit directement par l'Espagne, soit par l'Amérique du Nord où, après la guerre de Sept ans, la Louisiane fait office d'antichambre. De 1701 à 1710, la guerre de Succession stimule un flot ininterrompu de capitaines et de trafiquants français dont la "fraude externe" secoue le système colonial espagnol au point d'avoir constitué "la plus sensationelle aventure des marins français, portée à une dimension mondiale" (Braudel). Escale obligé de la Mer océane sur la route polynésienne, le Chili mal défendu, marqué par l'inertie, les servitudes et la rapine de sa métropole, attise la curiosité et les ambitions d'une France audacieuse et puissante, rivale des Anglais... Tout est prêt pour lui voir occuper, à la faveur de l'Indépendance et par le truchement de ses propres afrancesados, un rôle directeur dans la conscience nationale du Chili, ses institutions et les catégories de sa vie intellectuelle. Les contours de ce "gallicisme intellectuel" sont difficiles à déterminer. Le siècle s'ouvre sur le proclamations francisantes des jeunes idéologues
révolutionnaires
(Infante, Lastarria, Bilbao, Arcos et autres "Egalitaristes"). Très vite, la "Société littéraire du Chili" fondée par Lastarria en 1842 se laisse guider par les leçons de Quinet, de Littré, de Michelet, de Renan, de Lamennais, sans omettre Comte dont la pensée s'impose à tout l'Amérique latine. Tout ce qui vient de France est exalté comme antidote au "Royaume madrilène des Ténèbres"; c'est à la Sorbonne et au Collège de France que Barros Arana - à la fois Voltaire et Michelet national - doit sa formation et sa déformation anticléricale décisive sur les deux premières générations intellectuelles nationales. Système de pensée valable pour toutes les disciplines, le positivisme est d'abord, au Chili, affaire d'universitaires. Jules Ferry des Amériques, Valentin Letelier diffuse et 155
impose la pensée du maître "génie le plus fécond, penseur incomparable, savant le plus accompli des temps anciens et modernes" que la France a heureusement donné à l'humanité, donc aux Amériques indépendantes. Quelques-uns des disciples les plus fervents, tels les frères Lagarrigue "transplantés" à Paris, embrassent même la "religion de l'humanité" avec ses mystères, sa liturgie, son culte et la croisade universaliste qu'elle imposePositivisme, donc radicalisme avec ces "ministres de l'irréligion" que sont Barros Arana et les épigones "canonisés" dans le culte chilien de la laïcité: Isidoro Errâzuriz, Nicolas Palacios, Manuel Antonio Matta, patriarche exemplaire et Barros Borgono, le neveu du premier "saint laïc". Quoi d'étonnant à constater une certaine similitude, aujourd'hui encore, entre les lexiques politiques français et chilien? (A. Labarca). Les arts plastiques, de la peinture officielle à la révolution impressionniste en fin de siècle, obéissent à la même magistrature. Légion d'artisans besogneux, appliqués et d'autant plus prétentieux qu'ils régnent en maîtres, les peintres français installés au Chili donnent le ton. L'inévitable, l'encombrant, le surproductif Monvoisin, peintre des industriels et industriel de la peinture, ouvre la voie que ferme, vers 1900, le médiocre par excellence, Richard Louis Richon-Brunet.
Ce que nous constatons dans les beaux-arts vaut pour la littérature où règne sans partage l'art du décalque français, au moins jusqu'à la Première Guerre mondiale. Combien sont les écrivains nationaux, de Pérez Rosales à Vicuna Mackenna, qui s'expriment directement en français? Nulle part en Amérique, la postérité de Zola n'a été aussi profilique qu'au Chili, y compris dans l'entre-deux-guerres.
Mais le recensement de la pensée nationale francisée s'arrête-t-il là? S'agissant de l'aristocratie nationale, ce n'est plus d'"attachement des Chiliens à tout ce qui vient de France" qu'il faut parler, mais d'exilés volontaires, "transplantés" à Paris et, pour certains, francisés sans esprit de retour. Les Chiliens - ici encore les exemples abondent - ne sont pas les derniers des Sud-Américains à participer à la compétition des loisirs, de l'inutilité et de la frivolité parisienne... La "mise en scène aristocra156
tique" (G. Vial) témoigne d'un afrancesamiento et d'une francomanie irrésistibles dont les excès finiront même par révolter en fin de siècle les esprits nationalistes les plus éminents... Encore une fois, les limites de l'influence française sont, on le voit, difficiles à tracer, puisque c'est toute une société qui, de l'aristocratie au dernier des siúticos, vit à l'heure et à la mode étrangères. On remarquera seulement que même les Chiliens vivant en Europe n'ont pas rectifié les images absurdes que les Français se sont toujours faites de l'Amérique en général et du Chili en particulier; en témoigne (avec un sens aigu et bien chilien de l'humour) ces "Lettres persanes" qu'est le Chile en Europa d'Alberto Mackenna. La France donc et son rayonnement multiforme - mais aussi les Français au Chili. On sait que les Français - heureux "comme Dieu en France" - n'ont qu'exceptionnellement aspiré à connaître d'autres horizons. Au besoin, leur empire suffisait à dépayser les plus intrépides ou les moins fortunés d'entre eux. Ceux qui viennent au Chili sont isolés, nombreux certes, mais soucieux de réussite individuelle, exerçant pour la plupart des professions libérales - ingénieurs, artistes, professeurs, avocats, architectes, médecins -, habiles à rechercher aide et protection des cercles dirigeants. Parmi eux, le meilleur et le pire, d'authentiques savantsClaude Gay illustre le patrimoine intellectuel national -, mais aussi des escrocs avérés et verbeux, des aventuriers de haut vol en qui la mémoire nationale s'obstine encore à voir des bienfaiteurs... Il n'y a pas, au XIX o siècle, de zone de colonisation française au Chili, pas plus qu'en Amérique en général; pas de ces "blancs des atlas nationaux" (C. Gay) comblés par des colons français venus, comme les allemands, achever territorialement des nations aux limites géographiques si longtemps imprécises. Nulle part, les Français n'ont constitué de groupes fermés, endogames et homogènes par le credo, le style de vie, les activités et les ambitions, la sensibilité politique et les références qui constituent les lieux de mémoire habituels. En dépit de ces caractéristiques, le chercheur se doit d'individualiser certains groupes venus à des dates précises exercer des activités spécifiques. Les héros fatigués des guerres de l'Empire, d'abord, et autres demi-soldes ayant pris une part 157
active aux guerres américaines d'Indépendance; les plus prestigieux - Viel, Beauchef, Rondizzoni - figurent en bonne place dans l'annuaire militaire national. Les oenologues et maîtres de chais girondins et charentais ensuite, appelés de 1845 à 1870 par les grands propriétaires du Chili central pour révolutionner la culture de la vigne. Enfin les colons recrutés de 1881 à 1904 par T'Agence Générale de Colonisation du Chili en Europe" pour mettre en valeur les nouveaux champs d'Araucanie. Mais comment en évaluer le nombre? Listes d'embarquement, inscriptions aux registres consulaires, recensements périodiques nationaux: aucune statistique n'est vraiment fiable en ce domaine, même si la "colonie" française du Chili figure, vers 1910 ou 1914, en bonne place parmi les communautés étrangères. Nos difficultés ne s'arrêtent pas là. Les Français, en effet, se diffusent rapidement dans le corps social chilien. Rebelles à la constitution d'une société fermée, ils n'appartiennent pas à une seule classe sociale, ne forment pas une caste, ni même un milieu autonome. On ne peut qu'imparfaitement les "suivre" sur le plan sociologique. La vie de famille, le choix du conjoint, l'éducation des enfants, les croyances et les obligations sociales, la dispersion spatiale à chaque génération ne peuvent faire l'objet que de suggestions ou d'estimations localisées qui, en aucun cas, n'ont valeur normative.
Faut-il toutefois en conclure à une disparition rapide de la "mémoire française", à une assimilation inéluctable et sans retour qui rendrait illusoire toute tentative de saisir et de caractériser les comportements français spécifiques? Nous ne le pensons pas. Des exemples existent, suffisamment nombreux en milieu rural notamment, pour juger des coefficients d'accroissement démographique sur plusieurs générations, de la dispersion territoriale des enfants, du maintien des liens avec l'ancienne patrie ou des activités sociales préférentielles.
Comme chez les Allemands, la presse en langue d'origine, l'activité des sociétésen tête les pompiers -, l'organisation des fêtes patriotiques (14 juillet) et la participation aux deux conflits mondiaux permettent de restituer la vie du groupe et les grands moments d'une communauté. Encore convient-il de ne pas se limiter à des monographies descriptives, inévitablement élogieuses (catalogues du type "Le progrès français au Chili") ou à des inventaires décousus, dépourvus d'interprétation, donc d'intérêt. Mais en dépit de revues aussi incomplètes, malgré la dispersion ou la relative pauvreté des sources, quelles conclusions tirer de cet examen? 158
5. LES CARACTERES ORIGINAUX D E LA "COLONIE" FRANÇAISE DU CHILI
Les Français arrivent au Chili du XVIIF siècle à la Première Guerre mondiale par saccades. Les y trouver dès 1700 n'est pas surprenant, on l'a vu. L'atrium, c'est l'escale obligée de Concepción; c'est là qu'ils font la connaissance du pays. L'établissement de ces marins déserteurs et de ces marchands tous célibataires a pour corrolaire un véritable enlèvement des Sabines. "Des Chiliennes, écrit Vicuña Mackenna, les Français choisirent les plus belles". Mais ce premier flux amorce un courant irrégulier tout au long du siècle, continu à partir de l'Indépendance. Ce qui frappe sur la longue durée - au moins deux siècles -, c'est néanmoins la faiblesse du solde migratoire global, compte tenu des séjours limités de bien des isolés, artistes, professeurs, ingénieurs ou aventuriers de tout acabit. Hors les pulsations nettes déjà signalées, le courant le plus fourni se place de 1882 à 1914; des quelque 50 000 Européens recrutés par le Chili entre ces dates, 10 000 environ sont français, 8320 d'octobre 1882 à fin 1897 selon le récapitulatif de Vega. La "colonie" française compte officiellement 2300 membres en 1865 (1 650 six ans plus tôt selon Cochut), 4000 en 1885, 9800 en 1907, 7215 seulement en 1920, chute due aux retours de 1914, à la chilénisation des jeunes et à l'absence d'arrivées notables passé 1918. Malgré son apparente modestie (car les Français sont déjà 38 000 en Argentine en 1868, plus de 100 000 en 1914), c'est une "colonie" étrangère d'importance que celle des Français du Chili, égale en nombre à celles du Brésil et du Mexique, la troisième de toutes les communautés étrangères établies au-delà des Andes. Comme au Mexique, beaucoup de ceux qui s'incorporent définitivement et à titre individuel au destin national sont perdus pour l'historien incapable d'évaluer avec précision le phénomène, même si bien des "trajectoires" personnelles sont remarquables dans tel ou tel domaine d'activité. L'origine géographique des arrivants ne fait, en revanche, aucun doute: à 90 %, ils sont natifs du Sud-Ouest (Bordelais, Charentes, vallée de la Garonne), Basques pour moitié au moins, ce qui est d'ailleurs conforme à la tendance générale de l'immigration française en Amérique au XIX o siècle (hormis les originaires de l'Ubaye au Mexique et du Queyras en Argentine). 159
Socialement, ils sont issus des villages ou des bourgs de la France la plus ancienne, celle des artisans en surnombre, alors que ces experts en "arts mécaniques" font si cruellement défaut à l'Amérique ibérique qui, depuis la Conquête, méprise le travail manuel. Malgré la médiocrité de leur capital de départ - le dénuement de certains contigents basques est extrême -, ils trouvent vite à s'employer; la plupart acquièrent, à force de labeur doublé d'une honnêteté de granit, une position sociale enviable dans un pays qui, en s'urbanisant, se modernise. Mais il n'y a pas de "mirage" chilien; seule la constance ouvre les voies de la réussite. Réelle est la solidarité entre gens de même origine; elle disparaît, dès lors que la confiance semble imméritée. Ayant, dès l'époque coloniale, apporté au Chili "les plaisirs et les agréments de l'existence" (Vicuña Mackenna), les Français se font au XIX o siècle les pourvoyeurs de l'aristocratie et de la bourgeoisie aisée. Ils occupent ainsi une place intermédiaire dans la société nationale, y renforçant une classe moyenne d'insuffisante épaisseur avant l'arrivée des immigrants européens. Leurs relations avec les possédants "francisés" sont excellentes: "Ils changent la vie par vingt métiers utiles", constate le diplomate Charles Wiener en 1875. La boulangerie, l'hôtellerie, le meuble, la coiffure, la mode et ses dérivés, la tannerie surtout, sont leurs spécialités jusqu'à 1940. Aníbal Escobar évoque en 1925 ces "Basques sérieux, scrupuleux et travailleurs infatigables qui jouissent de la sympathie générale". Il n'est donc pas exagéré de dire que les Français ont bien, de cette manière, contribué à structurer la société du Chili comme les Allemands en avaient, par la colonisation, achevé le territoire. Comme au Mexique ou en Argentine (où sur 3 milliards de pesos d'investissements de 1880 à 1914, les Français entrent pour près du tiers), l'activité des Français va du commerce de détail à l'industrie. Commerce et capitaux produisent et appellent de nouveaux capitaux; de là, des investissements importants sans toutefois remettre en question, comme les Barcelonnettes
sous le porfiriat mexicain, la
domination
économique de l'oligarchie nationale. Une ultime observation s'impose, en effet: malgré leur esprit d'entreprise - on passe en dix ans d'un comptoir aux "grands magasins" de Santiago -, les Français n'ont pas été assez soutenus pour résister à l'offensive commerciale et industrielle des Allemands et des Nord-Américains après 1880; la supériorité nouvelle des premiers tourne alors à l'obsession (Bellessort, Cordemoy, Mizgier en 1919 encore), l'expansion allemande menaçant de cantonner les Français dans le commerce de luxe et de détail 160
ou les activités artisanales. Sur place, que de complaintes - voyez Eugène Chouteau sur le terrain perdu face à des concurrents redoutables, puissamment aidés par leurs services diplomatiques alors que les Français ne se signalent que par leur futilité! Mais est-ce à dire que pour s'être si aisément identifiés à leur pays d'adoption, les Français aient été vite oublieux de leurs origines nationales? Phénomène décisif pour en juger, l'épreuve des deux guerres mondiales qui, après 1870, cristallise l'irréductible antagonisme franco-allemand, enseigne clairement le contraire. Les immigrants d'origine germanique ont, par leur rassemblement en 1916, des milliers de retours volontaires et un soutien actif à l'Allemagne en guerre, démontré qu'ils étaient bien restés des "Allemands de l'extérieur". Côté français, une prise de conscience tout aussi vigoureuse. Nantis d'une patrie double pour "aimer et servir deux fois plus" (Maïté Allamand), Français et Franco-Chiliens ont répondu d'un seul élan à l'appel de la plus ancienne; 150 au moins, sinon 200 d'entre eux (sur plus d'un millier d'appelés ou de volontaires) ne survivront pas à l'enfer de Verdun, de Champagne ou des Dardanelles. A Santiago, la moitié de la "Pompe France", 22 volontaires, souvent père et fils ensemble, étaient partis sans hésiter en août 1914; en province, où parfois tous les hommes étaient volontaires, il avait fallu tirer au sort le nom des partants; à Temuco, c'est d'un coup 60 jeunes qui avaient refusé le statut de spectateurs lointains d'un conflit décisif. Plus que jamais "France hors de France", ces Français originaires de Sud-Ouest étaient ainsi devenus comme autant de Français de l'Est au secours de la Lotharingie, s'identifiant sans hésitation à l'ancienne patrie indifférenciée.
Une ou deux générations "chiliennes" n'avaient donc pas suffi à faire oublier une métropole envers laquelle la plupart d'entre eux n'avaient pourtant point de dette. Malgré leur dispersion quasi immédiate en terre étrangère, dès la première génération née ou élevée au Chili, jamais les Français n'avaient vu leurs liens familiaux se distendre; rares étaient les familles constituées sur place dans un hinterland qui les eût condamnées à ne plus rien connaître du monde extérieur. On peut, sans risque d'erreur, affirmer que les Français de Traiguén (noyau de colonisation française en Frontière) étaient restés beaucoup plus proches de la France que leurs homologues argentins de Piguë. 161
L'élan est presque égal en 1940, malgré la surprise d'une défaite éclair humiliante et du maelstrôm de la débâcle. C'est sans doute parce qu'ils vivaient au bout du monde que les Français du Chili ont alors compris, beaucoup plus vite que ceux de métropole, le véritable enjeu mondial du conflit; ils ont clairement perçu que la France n'était pas seule ni maîtresse de son propre destin. Epurée par la distance et par le temps, la représentation qu'ils s'en faisaient était bien celle d'une princesse de légende exigeant qu'une fois de plus on sacrifiât tout à sa survie et à sa renaissance. Des dizaines de destins individuels, odyssées héroïques et mouvementées, du Chili au Canada, du Tchad au Rhin, démontrent ainsi la pérennité de la mémoire de Vieux Européens qui avaient pourtant tout quitté pour se bâtir ailleurs, et sans esprit de retour, une existence nouvelle. En dernier ressort, immigrants allemands ou français étaient, chacun à leur manière, porteurs des valeurs qui ont fait la grandeur de la civilisation européenne: le goût du risque et de l'entreprise, l'appétit de lutte contre les déterminismes de toute nature, l'entretien et l'utilisation des ressources de la mémoire. Essentiellement dynamique, leur histoire illustre et exalte plus qu'aucune autre, donc de manière exemplaire, le gérondif de la vie.
162
Inmigración judía a Chile durante los siglos XIX y XX Günter Böhm, Santiago de Chile
Aunque durante la Independencia de Chile y luego de la abolición del Santo Oficio, estuvo abierta la entrada al país a viajeros e inmigrantes extranjeros que no profesasen la religión católica - credo oficial de la República - no puede precisarse con total exactitud el arribo del primer judío al país. El último censo de extranjeros realizado entonces por las autoridades españolas, en 1809, arrojó un total de 79 personas, entre ellas 75 católicos y 4 protestantes. La mitad vivía en Santiago, 10 en Valparaíso, 15 en Talcahuano, 6 en Valdivia y el resto en otras ciudades del país. 1 En los primeros cuatro decenios, a partir de la proclamación de la Independencia, los extranjeros se establecieron principalmente en Valparaíso y sólo una pequeña parte continuó viaje a Santiago. Aunque en el año 1810 la población de Valparaíso no pasó de los 6.000 habitantes, entre ellos unos diez extranjeros, en 1822 había aumentado por lo menos a 15.000 personas, de las cuales unas tres mil eran extranjeras. Así lo afirmaba, por esa época, don José Ignacio Zenteno, en el "Mercurio de Chile".2 No cabe duda de que en esos años pudieron haber llegado los primeros judíos al país, aunque es probable que se convirtieran al cristianismo por diferentes motivos. Si para algunos el bautizo era condición indispensable para casarse en un país cuya religión oficial era la católica, para otros lo fue a fin de desenvolverse en una sociedad colmada de prejuicios. Hasta el año 1840 fue muy poco numerosa la cantidad de judíos extranjeros que se pudieron haber aventurado a llegar a Chile. Desde entonces, y en especial durante la década de 1850 a 1860, período de gran intercambio comercial de Chile con California en tiempo de la fiebre del oro, aparecen judíos, principalmente llegados desde Alemania y Francia, comerciantes o representantes de firmas exportadoras extranjeras. Desembarcan también en los puertos del sur de la República algunos judíos junto con WILCKENS, A., Hundert Jahre Deutscher Handel und Deutsche Kolonie in Valparaiso, 1922, p. H. 2
) A. WILCKENS, idem, p. 9. 163
los colonos alemanes. El florecimiento de algunas minas de plata en la zona norte de Chile, en especial en los alrededores de Copiapó, atrae asimismo a un pequeño grupo de judíos de diversas nacionalidades europeas.
Lo que caracteriza esta nueva inmigración judía es el hecho de que sus miembros buscan su integración dentro de las organizaciones sociales de los grupos extranjeros europeos, residentes en Chile durante el siglo pasado. De ahí que figuren entre los fundadores y socios de diferentes clubes extranjeros, de instituciones de beneficencia o de colegios.
Así, por ejemplo, las actas del Club Alemán de Valparaíso 3 , uno de los más antiguos de América Latina, fundado en 1838, menciona el 16 de abril de 1842 la incorporación de un nuevo socio, Hipólito Adler, natural de Estrasburgo, hijo de Bernardo Adler y de Sofia Buchental. 4 Adler, seguramente, se hizo católico muy pronto a fin de poder contraer enlace con Agustina Silva, natural de Concepción, en 1843, y fue durante largos años un destacado miembro del Club Alemán de Valparaíso. Junto a un judío alemán llegado de Hamburgo, Philip Calmann, pone su firma en el acta de fundación del Colegio Alemán de Valparaíso, en 1857.5 En estos años llega un judío francés a Santiago de apellido Cohe, más probablemente Cohén, y abre una casa de modas en la capital en 1845, que todavía subsiste, aunque el último descendiente, Julio Cohé, según la ulterior ortografía del apellido, haya vendido su establecimiento al alistarse en el ejército francés en 1914.
El diario de Valparaíso "El Mercurio" publica en marzo de 1848 un manifiesto de la aduana del puerto. Un pequeño bulto va dirigido a una firma comercial alemana, fundada por tres judíos de Hamburgo, Loeser, Mack y Adelsdorfer. 6 Curiosamente,
3
) Club Alemán, Libro de Actas, Vol. I, 1838 - 1900, Valparaíso. Iglesia "La Matriz", Libro de Matrimonios, No. 7, l 5 de agosto de 1843, Valparaíso. 75 Jahre Deutsche Schule Valparaíso, Valparaíso 1932. Diario "El Mercurio", Valparaíso, 18 de marzo 1848.
164
recién en 1852 se estableció legalmente esta misma firma en Hamburgo 7 y más adelante en San Francisco. 8 El gran incendio que destruyó parcialmente el puerto de Valparaíso en Diciembre de 1850, dió lugar a la fundación de un cuerpo de bomberos, todos voluntarios y en su mayoría extranjeros. Entre los fundadores de esta institución se destaca Siegfried Mack como teniente 4° de su primer directorio, el que "reunido [...] en los salones de la Bolsa de Comercio, el 7 de junio de 1851, eligió la primera Oficialidad [...]". Entre los demás voluntarios judíos fundadores de este cuerpo, aparecen en el primer libro de actas Martín Mack, Guillermo Adelsdorfer, Philip Calmann, H. Nathan y Manuel de Lima. 9 Esta Compañía de Bomberos tomó el nombre de "La Germania" por cuanto otro grupo de extranjeros, especialmente de origen inglés y norteamericano, se había constituido en el mismo período en otra Compañía. Manuel de Lima y Sola, descendiente de una antigua familia sefardita residente en Curaçao, quien después de haber pasado un tiempo en Caracas y en Hamburgo dedicado a actividades comerciales - llega a Valparaíso, en 1844, como socio de una firma importadora hamburguesa. Figura también como socio fundador del Colegio Alemán de esta ciudad. En 1853 forma la primera logia francomasónica chilena, la "Unión Fraternal", en Valparaíso, siendo considerado por esta razón como fundador de la Masonería Chilena. 10 Otro inmigrante judío, Julio Bernstein, nacido en el reino de Prusia y abuelo del destacado diplomático chileno Enrique Bersnstein, inmigra a Chile en este mismo período y, gracias a su espíritu e iniciativa industrial, funda la primera Refinerí de Azúcar del país, la de Viña del Mar. La cantidad de judíos provenientes de Alemania, comerciantes o representantes de casas importadaroras en Valparaíso, debe haber sido apreciable en estos años. Pablo 7
) Firmen-Protokoll, Vol. XIII, No. 3421, Staatsarchiv, Hamburgo.
Actas del "Hamburger Konsulat chiv Hamburg, 30 de enero de 1852. Actas de íso, 1851.
"Deutsche
in
Spritzen-Kompanie",
San
No.
Francisco",
2,
No.
Bomba
2,
I,
"Germania",
p.
35,
Vol.
I,
Staatsar-
Valpara-
10) Günter BÔHM, Manuel de ago de Chile, 1979, p. 65, 66, 67.
Lima
y
Sola.
Fundador
de
la
Masonería
Chilena,
Santi-
165
Treutler, viajero y aventurero alemán, que visitó este puerto chileno en 1855, escribe en una publicación: Por este tiempo, los profesionales habían organizado un segundo club alemán, que poseía igualmente un hermoso local y disponía de una buena bibioteca, un billar, un piano de cola y diarios. Los numerosos alemanes eran casi todos jóvenes comerciantes. Una parte de ellos eran hebreos, y muchos masones, por lo cual también se organizó pronto una logia [...].11 Esta afirmación queda demostrada al revisar las listas de las primeras logias en Chile, donde, en gran parte, aparecen nombres de judíos inmigrantes entre sus miembros. En cuanto a la imagen del "judío" en Chile durante el siglo XIX, cabe observar que el fanatismo y la intolerancia religiosa afectan en general a todos los extranjeros no católicos, que pasaron o se establecieron en el país durante el siglo pasado. Constituye ello una herencia nefasta dejada por la rigidez del clero durante el período colonial, y por el espectro todavía presente del abolido Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición. Durante la primera mitad del siglo XIX se emplea todavía el término "judío", indistintemente, tanto para protestantes como para judíos propiamente tales. Así, el Cerro Alegre, en Valparaíso, residencia de norteamericanos e ingleses, es en esa época, para la población porteña, el "Cerro de los Judíos". Alrededor de 1830 se quema publicamente en Quillota una Biblia que misioneros protestantes habían obsequiados a los pobladores, como la "Biblia de los judíos". Igualmente, hay testimonio de fanatismo religioso en Santiago y provincias del norte. Sobre el particular, cuenta el viajero alemán Pablo Treutler cómo en Semana Santa frente a las casas donde vivían hebreos, se colgaban de unas cuerdas unos muñecos de tamaño natural que representaban a Judas Iscariote. 12 Treutler había presenciado ya con anterioridad, en 1853, un intento de provocación del populacho en contra d extranjeros, tanto judíos como protestantes, en Copiapó, los que presa de pánico tuvieron que buscar refugio en la casa de un reputado dueño de minas. Esta imagen n
) Pablo TREUTLER, Andanzas de un alemán en Chile 1851 - 1863, Santiago de Chile, 1959, p. 195.
n
) P. TREUTLER, idem, p. 527, 528. 166
despectiva del término "judío" impide, todavía a comienzos del siglo XX, a las primeras instituciones religiosas del culto israelita, la incorporación del término "judío" en sus respectivas designaciones sociales. A partir del año 1850 amumenta el número de inmigrantes judíos que se dirigen, principalmente, a tres regiones diferentes del país: a Valparaíso y Santiago, a la región sur del país, junto con la inmigarción alemana, y a las minas de Copiapó, en el norte. En lo que concierne a la ruta de los inmigrantes judíos, se sabe que la mayoría de ellos se embarcaron desde los puertos de Hamburgo y Bremen, junto a los numerosos inmigrantes alemanes que se dirigían al sur del país o a Valparaíso, a Callao o a San Francisco de California. El viaje era largo, a veces de seis meses de duración, y lleno de peligros como la travesía del Estrecho de Magallanes y los mares del sur. Otros viajeros prefirieron pasar por Nueva York y continuar su viaje por tierra, a travé de Panamá. Sólo algunos judíos residieron algún tiempo previo en Brasil o en la Argentina, antes de proseguir a Chile. Las razones que tuvieron para emigrar fueron de orden general y especial. Entre las primeras estaban la difícil situación económica en algunos países europeos, debido a malas cosechas entre 1845 y 1850; cambios políticos, posteriores a la Revolución de 1848; atracción por las nuevas minas de oro descubiertas en California, y las de plata en las cercanías de Copiapó, y la búsqueda de trabajo en las sucursales de casas comerciales europeas de ultramar. Entre las segundas, el rebrote del sentimiento antisemita aurgido después de la Revolución de 1848, en los difrentes Estados alemanes; el propósito de evitar el servicio militar, que impedía a los jóvenes judíos observar sus costumbres religiosas, y la imposibilidad de encontrar trabajo en Alemania y Austria en algunas profesiones como la de médico, ya que los hospitales no contestaban a médicos que no profesaron religiones cristianas. Por estos mismos aftos encontramos en Santiago el primer médico judío, inmigrado a Chile, de origen húngaro, el doctor Pedro Herzl, quien se establece en la capital en 1846. Termina sus estudios en la Universidad de Viena y ejerce su profesión, por primera vez, en México. Esto explica que su tesis, para revalidar su título en la Universidad de Chile, en agosto de 1846, tratara de la Historia del pinto, enfermedad
167
endémica del cutis de la costa oriental de México.13 El doctor Herzl trabajaba en un comienzo en el Dispensario Yungay, en Santiago, y se ofrece, en 1855, para dictar clases gratuitas de anatomía patológica en la Facultad de Medicina de la Universidad, de la cual fue aceptado como miembro cuatro años más tarde. En 1859 publica, por vez primera, en los Anales de la Universidad, un trabajo científico suyo.14 Su casa fue lugar de reunión de muchos visitantes extranjeros que pasaron por Chile en estos años, los que mencionan, la estada en ella. Entre otros se cuenta al investigador austríaco Karl von Scherzer, quien, al publicar en 1857 sus experiencias de un viaje alredor del mundo, lo menciona diciendo: "pasé una velada muy acogedora en la casa de mi compatriota austríaco doctor Herzl".15 El doctor Herzl, quien había contraído enlace con una dama de la sociedad santiaguina, Irene Lecaros Valdés, dejó numerosos descendientes. Entre ellos está su bisnieto, el historiador y profesor universitario Jaime Eyzaguirre. Poco divulgada es la participación judía en la colonización alemana del sur del país. Citaremos algunos casos: Así, el primer boticario de la ciudad de La Unión, Moritz Levy16, y los comerciantes Jacob y Heinrich Herzberg residen en este lugar desde 1854, siendo cofundadores no sólo del Club Alemán17, y del Colegio Alemán18, sino también del Cuerpo de Bomberos de esta ciudad. Alrededor de 1870 Moritz Levy vende su botica y se traslada a la vecina ciudad de Valdivia, donde fallece el 13 de marzo de 1873. La colonia alemana de este lugar lo entierra como uno de los suyos en el Cementerio Alemán, en el que, al igual que los 13 ) Dr. Enrique LA VAL, Santiago de Chile sin fecha. 14
Noticias
sobre
médicos
en
Chile,
Apuntes
sin
publicar,
) Anales de la Universidad de Chile, Vol. XVI, 1859, p. 10, 187-191.
15 ) Dr. Karl von SCHERZER, Vol. III, Wien, 1866, p. 278. 16
). Emil HELD, Chile, 1969, p. 66. 17
los
Documentos
sobre
Reise
la
der
österreichischen
Colonización
del
Sur
de
Fregatte
Chile,
"Novarra",
Santiago
de
) Firman el documento de su fundación, La Unión, 18 de junio de 1864.
18) Su nombre figura en la plancha conmemorativa del Colegio Alemán 1910. También lo menciona Günter OSTERMAI, Bilanz der Tat, La Unión, 1960, p. 17.
168
del
año
demás panteones similares del sur de Chile, no interesaba la religión del socio difunto. 19 Paralelamente al período de la "fiebre de oro", en California, empezaron a ser explotadas las minas de oro, plata y cobre en la provincia de Atacama, y entre los extranjeros que afluían a la ciudad de Copiapó, encontramos a varios inmigrantes judíos, dedicados al negocio de las minas o al comercio de la zona, como son los casos de Adolfo Alexander e Isidoro Callmann, dueños de una mina de plata en el mineral de "Tres Puntas" 20 , en 1852, y de David Levingston, quien se había establecido con una fundición de cobre en Caldera. 21
También reside por algunos años en Copiapó el Dr.Germán Schwabe, médico judío, al que encontramos más adelante como cirujano de la Marina, contratado en 1864. 22 En esta misma ciudad, dedicado al negocio de minas, figura, en 1862, Martín Levison Bloch, joven judío nacido en Copenhague, Dinamarca. Once años más tarde, don José Joaquín Pérez, Presidente de la República de Chile, acepta con su firma, en el documento correspondiente, el nombramiento de Levison como Vicecónsul de su patria en Copiapó, siendo él, por lo tanto, la primera persona de origen judío en servicio diplomático extranjero en el país. 23
Otro negocio, fundado en Santiago, por judíos alemanes en 1863, la "Cordonería Alemana", es la única que todavía sobrevive, aunque en forma mucho más reducida, de estos numerosos establecimientos comerciales fundados en el siglo XIX.
19) Libro de Defunciones, Cementerio Alemán de Valdivia, Año 1873, No. 253.
21)
Diario "El Copiapino", 7 de septiembre de 1852; 22 de octubre de 1852.
Diario "El Copiapino", 7 de septiembre de 1852; Levingston ya fue en Copiapó en 1852. "El Copiapino", 29 de diciembre de 1852. También lo menciona Pablo T R E U T L E R , 2 2 ) Dr. Enrique Andanzas de un Laval, alemán Idem. en Chile 1851-1863, Santiago de Chile 1959, p. 72, 87, 88, 237, 238. Archivo del Consulado General de Dinamarca 1862; 17 de diciembre de 1862; 17 de junio de 1863.
en
Valparaíso
17
de
noviembre
de
169
Tanto en Valparaíso como en Santiago reside, alrededor de 1860, un número apreciable de inmigrantes judíos, representantes de casas exportadoras europeas. Muchos de ellos deciden radicarse definitivamente en Chile y establecer sus propias firmas comerciales. Así, Heyman Simon inaugura, en 1857, la "Casa Francesa", la tienda más importante de moda feminina de su época, de la cual sobrevive actualmente sólo la Librairie Française, la que, en sus comienzos, no era más que una sección de la Casa Francesa de Santiago. N o menos famosa era la "Casa Seckel" que abrió sus puertas en Valparaíso en 1859. Carlos Seckel llegó a Valparaíso a comienzos de 1857, a la edad de 25 años. Sus familiares lo habían destinado a este puerto para abrir una tienda y casa importadora de muebles. Más tarde otros hermanos extendieron sus actividades a Santiago donde a fines del siglo X I X inauguraron la casa más importante de Chile en el ramo de mueblería. El de Carlos Seckel y su esposa debe considerarse el primer matrimonio judío, por lo cual, insertamos el texto que atestigua su formalización, recopilado del Libro de Matrimonios Disidentes de la Iglesia de Valparaíso.24
En esta ciudad de Valparaíso a dos de mayo de 1861, Don Carlos Seckel, soltero, de religión israelita, natural de Hamburgo y residente en este curato por cuatro años, hijo legítimo de don Miguel Sekel y de doña Sofia Herz; y doña Cecilia Rehfisch, soltera de la misma religión, natural de Breslau y residente en esta parroquia por un año y medio, hija legítima de don Meir Rehfisch y de doña Moni Brand, después de haber hecho constar su soltería y libertad y su habilidad para contraer matrimonio con arreglo a nuestras leyes dispensadas las proclamas que dispone la ley civil. Finaliza el documento, diciendo: [...] que se reconocían el uno al otro por marido y esposa legítima en virtud de haber celebrado contrato matrimonial conforme a su creencia pidiéndome lo hiciera constar así para que dicho matrimonio surta los efectos civiles de todo lo que doy fe. Firma: Cura Administrador. Llama la atención en el texto mencionado que el cura administrador destaque especialmente que los dos contrayentes hayan celebrado su matrimonio conforme a su creencia. Hasta la promulgaicón de la ley que creara el Registro Civil, en 1885, todos los no católicos, entre ellos naturalmente los judíos, se vieron en la obligación de solicitar los servicios del cura administrador de aquellas iglesias en Chile autorizadas a
24) Iglesia
"La
Matriz",
Libro
de
No. 133, Valparaíso 2 de mayo de 1861.
170
Matrimonios
de
Disidentes,
Vol.
I,
1845-1874,
llevar libros especiales relacionados con matrimonios, nacimientos y defunciones de disidentes, quienes actuaron en esta oportunidad como ministros de fe, en concordancia con las leyes de la República. La corriente inmigratoria más importante para Chile, durante el siglo pasado, se inició en 1846 y tomó cuerpo sobre todo, entre 1850 y 1860, con el comienzo de la colonización alemana de las provincias del Sur del país.
Del barco hamburgués "Hermann" desembarcó en Valdivia, el 13 de noviembre de 1850, el comerciante judío Ludwig Moser, hijo de Salomón Moser y Flora Meyer, quien se convirtió, en 1854 a la religión católica al casarse con Leonora Mojica en Valdivia. 25 En el mismo barco viajaba el médico Francisco Kaskel, de Berlín. 26 Otro viajero hace mención a su persona en cartas dirigidas a familiares suyos en Alemania: [...) el 7 de noviembre se realizó una boda en nuestro barco. Un cirujano de 50 a 54 años de edad, de religión hebrea. La novia, de 31 años de edad, de religión cristiana.27 En 1851 abandona el doctor Kaskel la localidad de Valdivia, para buscar un campo de acción primero en Ancud y después en el llamado territorio de Colonización de Llanquihue, zona del actual Puerto Montt, donde se desempeña en 1853 como primer médico de los colonos alemanes. De su hoja de Servicios Oficiales de la Armada de Chile se desprende que más adelante realizó funciones de cirujano en el bergantín "Janequeo" y más adelante en el barco de guerra "Esmeralda", en el cual viajó en 1868 al Callao "a traer los restos del Señor Capitán General don Bernardo O'Higgins", fallecido en el vecino Perú. 28
En 1851 desembarca en Valdivia un inmigrante judío, compañero de viaje del sabio alemán Dr.Rudolf Amandus Philippi, de larga trayectoria científica en Chile. En sus 25) Iglesia Catedral de Valdivia, Libro de Matrimonios, 1. de enero de 1854. 2®) Emil HELD, Idem, p. 28. 27
) Carta de Johann Jacob KELLER publicada schen See und Vulkan, Stuttgart, 1939, p. 86.
en
el
libro
de
Rudolf
MOSER,
Zwi-
Armada de Chile, Hoja de Servicios Oficiales, Vol. 8, p. 251; Vol. 2-B, p. 320, Archivo Valparaíso.
171
"Memorias" lo menciona Philippi 29 : El octavo compañero
de viaje era un joven
comerciante de Hamburgo, de nombre Jonassohn, que encontró pronto un puesto en Valparaíso. Pero después fue al Norte. Otro inmigrante judío Samuel Juliusberg, comerciante oriundo de Cosel, Prusia, llega a Valdivia en octubre de 1852.30 Poco tiempo después al parecer, se establece también en Valparaíso. 31 A su vez, Theodor Cahen, comerciante de Hamburgo, viaja a Valdivia a fines de 1853.32 A través de un aviso en "El Mercurio" de Valparaíso, sabemos que en 1855 se desempeña en este puerto como agente general de firmas chilenas en el almacén de los Sres. Concha Hnos,33 De un pequeño pueblo de Westfalia, Geseke, en Alemania, emigra a Chile en 1854, Salomón Goldenberg, primero a Valparaíso y más adelante a Chillán. 34 En esta ciudad agrupa a los pocos residentes alemanes y como Presidente del Club Alemán solicita a esta misma institución en Valparaíso el envío de revistas y diarios alemanes ya que aparentemente no se contaba con el dinero suficiente para pagar las suscripciones. 35 En 1859 llegan dos sobrinos suyos, Benjamín y Carl Goldenberg, con los cuales abre, en 1860, un almacén en Chillán. 36 Más adelante llegan otros sobrinos, Abraham y Manuel, ampliándose con ellos las actividades comerciales y con la adquisición de un molino en el vecino pueblo de Bulnes. 37 Los alemanes en Chile Emilio HELD, Idem, p. 39.
en
su
primer
centenario,
Santiago
de
Chile,
1950,
p. 22;-
3°) Emilio HELD, Idem, p. 49. 31
) P. Juan HARTER S. J., wohnten, Manuscrito. Menciona Puerto Montt. 32
Liste der Deutschen, die 1853 in der Provinz Valdivia allí: "S. Juliusberg con esposa se radica en Valparaíso",
) Emilio HELD, Idem, p. 62.
33) Diario, "El Mercurio", Valparaíso 27 de julio de 1855. 34) Datos de Edgardo Goldenberg Urzua, Santiago de Chile, nieto de Benjamín Goldenberg. 35
) Club Alemán, Libro de Actas. Protokoll No. 90, Valparaíso 19 de febreo de 1858.
3®) Josef IVENS, Jahr und Adress-Buch de Chile, 1888-1890, Vol. II, p. 43. 37
) Josef IVENS, Idem, p. 44
172
der
Deutschen
Colonien
in
Chile,
Santiago
El drama del conflicto interior que representaba para un judío la conversión, en muchos casos elemento indispensable para contraer matrimonio en Chile en aquella época, queda reflejado en un comentario que publica el diario "La Discusión" de Chillán en 1878.38 Un subdito alemán, judío de religión, honorable comerciante en ésta, próximo a morir en temprana edad quiso dar a su hogar la corrección que le faltara, precisamente por otras antiguas intransigencias de la iglesia. Pero el cura se negó a unirle con la madre de sus hijos por medio de un matrimonio que debía romperse en muy breves horas. Siendo los contrayentes de distinta religión, no había más modo que la abjuración, sacrificio horrible impuesto a un hombre que cree en la santidad de su religión pero que tiene que consumar en aras del amor a sus hijos. A instancias de sus amigos, el moribundo abjuró, recibió el bautismo, la comunión, etc., para llegar a recibir la bendición. He aquí a la iglesia que ha llegado al colmo de sus aspiraciones. Mas ¿qué importa semejante triunfo? ¿Es un triunfo en realidad? ¿Ha conquistado un alma para el cielo? ¿Es aquello siquiera un ejemplo? Ni esto, ni aquello ni lo otro. El mismo neófito se encargo de probarlo. A las exhortaciones del cura, replicó después de consumado el matrimonio que él moría en su vieja religión, en la religión de toda su vida, en la religión de sus padres.
Sigue más adelante el comentarista del diario: Y bien ¿no habría sido imcomparablemente mejor para el moribundo y para la religión haber casado lisa y llanamente a una católica con un judío que era hombre digno y honorable y que a mayor abundamiento iba a morir horas más tarde?
Una nueva inmigración judía, que finalmente asienta las bases de la colectividad judía actual, comienza a fines del siglo XIX. Sus componentes provienen principalmente de la antigua Rusia zarista, cuya política antisemita termina en numerosos "progrom" sangrientos e imposibilita a muchos judíos continuar viviendo en sus antiguos hogares. Curiosamente, en lo que a Chile se refiere, tenemos los primeros antecedentes de estos nuevos inmigrantes en la zona sur del país. 3®) Diario, "La Discusión", Chillán 27 de septiembre de 1878.
173
Precisamente, a la parte más austral de Chile, a la Patagonia, llega, en 1874, Elias Braun, con su familia, pobres inmigrantes judíos. El y los suyos iban a transformarse, con el tiempo, en una de las familias más destacadas de aquella región y cuya historia ya pertenece a la historia local de la Patagonia. En otra parte del sur que por aquellos años comenzaba a ser poblada en la llamada araucanía, se establecen también algunos inmigrantes provenientes de la Rusia zarista. Pocos años después de la fundación de la ciudad de Traiguén, dos judíos abren una tienda, en 1881, con el nombre de "Depósito Ruso" 39 , y hasta en los poblados más insignificantes de aquella región residen algunos inmigrantes en aquellos años. De los demás inmigrantes judíos que hacia fines del siglo pasado residen ya en Santiago y en la zona de Valparaíso, tenemos pocas informaciones. Uno de los pocos de los cuales conocemos mayores antecedentes es un obrero metalúrgico, José Robinovich, quien se establece en 1883 con un taller mecánico, para el cual contrata más adelante aun joven, su futuro yerno, Salomón Sack, cuya donación a la Universi dad de Chile, en 1948, es considerada como la más cuantiosa que haya recibido un plantel educacional chileno en vida de su benefactor. 40 En 1903, se abre en Santiago uno de los primeros negocios pertenecientes a estos nuevos inmigrantes, "La Casa Rusa". En 1906 residen en Santiago alrededor de 20 a 30 familias judías que viven en un mismo barrio de la capital, principalmente en el sector adyacente a la calle San Diego. Tres años más tarde, el 8 de agosto de 1909, 87 personas firman el acta de fundación de la primera institución judía del país, la llamada "Sociedad La Unión Israelita de Chile", cuyos estatutos fueron aprobados por un decreto firmado por don Pedro Montt, Presidente de Chile, cuatro meses más tarde 41 . Ninguno de los judíos centroeuropeos que se habían establecido con anterioridad en Santiago figura entre los firmantes del documento mencionado, ya que ellos, como lo habíamos indicado, se habían integrado a las instituciones respectivas de sus 39
) Diario, "El Traiguén", Vol.I, Traiguén, 23 de febrero de 1887.
BÖHM, Günter, Cuatro siglos de presencia judía en Chile, en: de Humanidades, Facultad de Filosofía, Humanidades y Educación, Chile, No. 4, Santiago de Chile, 1983, p. 106.
Revista Chilena Universidad de
41) BÖHM, Günter, Documentos relacionados con la primera comunidad judía de Chile 1909-1914, en: MICHAEL, The Diaspora Research Institute, Tel-Aviv University, Vol. XIII, 1983, p. 69.
174
países de origen y fundamentalmente, no habían llegado a Chile como refugiados, debido a lo cual podían regresar a su patria en cualquier momento. Las dificultades que tuvieron que enfrentar los nuevos inmigrantes eran bastante considerables. No sólo el desconocimiento del idioma los perjudicaba, sino también la imagen que del judío tenía el hombre de la calle a comienzos de este siglo. A su vez, la necesidad de organizarse como grupo religioso, la compra de un terreno para enterrar a sus deudos, la inmediata ayuda a los inmigrantes recién llegados, a los enfermos y ancianos que no se atrevían a solicitarla a instituciones cristianas de beneficencia, exigió a todos el máximo espíritu de colaboracion y de solidaridad, desempeñándose en todos los oficios posibles, tanto manuales como comerciales. Otro grupo de inmigrantes judíos llega a Chile durante los años de la Primera Guerra Mundial, principalmente de la actual Yugoslavia, de Grecia y de Turquía. Ellos, de origen español o sefardita, hablando su antiguo español o "ladino", se ubican, en un comienzo, en la región de Temuco. Por tener costumbres e idioma diferentes al grupo ya establecido en la capital, no se integran, al principio, a ninguna de sus organizaciones. Hacia 1930, la población judía de Chile ascendía, aproximadamente, a 3.700 almas, dentro de los 4.267.000 habitantes con que contaba el país. La crisis que derrumbó el sistema económico de todo el mundo occidental en 1929 afectó también, naturalmente, la economía de Chile, arrastrando consigo graves trastornos políticos que culminaron con una sucesión de gobiernos de corta duración, los que tuvieron que afrontar, entre otras cosas, los problemas originados por el gran número de desocupados, que alcanzaba, en 1931, a la considerable cifra de 130.000 personas. Los disturbios revolucionarios que vivió el país este año, consecuencia de esta misma crisis, cobraron, de paso, la vida de dos estudiantes universitarios judíos, Moisés Bilick e Isidoro Nudelman. Al año siguiente, otro universitario judío, Daniel Schweitzer, llegó a ocupar el puesto de presidente de la Federación de Estudiantes de
175
Chile, desde donde participó activamente en la defensa de la candidatura de Arturo Alessandri Palma a la presidencia de la República.42 También la colectividad judía vivió momentos de grandes dificultades económicas que se extendieron, todavía, hasta 1933, año en que la principal institución de la colectividad de entonces, el "Círculo Israelita", estaba por perder su nueva sede social, construida poco tiempo antes. La inmigración judía, sin embargo, no cesó. A fines de 1918, un grupo de 300 refugiados de Rusia desembarcó en Valparaíso y, posteriormente, entre 1925 y 1927, algunos cientos de judíos polacos pudieron entrar sin mayor problema al país. El aumento de la corriente inmigratoria judía a Chile determinó la fundación, en 1929, de un "Comité local de Protección al Inmigrante Israelita", al que siguió la formación, en noviembre de 1936, de un "Comité Central de la Colectividad Israelita de Chile". Mientras el primero negociaba con el gobierno sobre la inmigración judía al país, consiguiendo, inicialmente, el permiso de entrada para 50 familias al año, el segundo comenzó a divulgar, en diversos folletos, el aporte de los inmigrantes al desarrollo de Chile, sin dejar de tomar una firme actitud en contra de los ataques antisemitas que aparecieron en la prensa y que se hicieron escuchar también en el Congreso Nacional. Si bien las principales publicaciones chilenas condenaban el racismo, algunas, entre ellas el influyente diario "El Mercurio", encontraban inoportuno tomar una posición muy condenatoria con respecto a la persecución de los judíos en Alemania, principalmente por no perjudicar las buenas relaciones que Chile siempre había tenido con Alemania y en atención, también, al gran número de alemanes y descendientes de alemanes residentes en el país. Por otro lado, según muchos, Hitler constituía con su ideología nacionalsocialista un importante defensor del mundo occidental en contra del "comunismo internacional".
42
) BÓHM, Günter, Cuatro siglos [..], p. 104.
176
Ya hacia fines de 1934 residen en Chile alrededor de 12.000 judíos, en su mayoría llegados de Europa Oriental, Rumania y Hungría, países estos últimos en que las corrientes antisemitas se hacían sentir cada vez más fuerte después de finalizada la primera Guerra Mundial.
La persecución de judíos en la Alemania Nazi, a partir de 1933, y posteriormente en Austria y Checoslovaquia, aumentó considerablemente el flujo de inmigrantes al país, con lo que se agudizó la problemática sobre la conveniencia de traer o no refugiados judíos a Chile, situación que se extendió incluso a la inmigración de árabes y, más tarde, a la de republicanos españoles, concluida la Guerra Civil en su país.
Al renovarse parcialmente el Parlamento chileno, después de las elecciones de 1937, se incorporaron a él algunos políticos de tendencia pro-nacista y antisemita, pero también fueron elegidos tres parlamentarios judíos: Natalio Berman, socialista; Angel Faivovich, radical; y Marcos Chamudes, comunista. Estos, junto a un número apreciable de colegas de diferente ideología, defendieron la entrada de inmigrantes judíos al país.
En 1939 vuelve a discutirse en la prensa y en el parlamento el tema de la inmigración judía, motivada esta vez por ciertos informes relativos a la venalidad de algunos funcionarios de gobierno que habrían estado recibiendo fuertes sumas de dinero por otorgar los permisos de ingreso.
La inmigración judía al país no se interrumpió después de este escándalo en torno a las visaciones entregadas a los refugiados. El barco italiano "Augustus" alcanzó a transportar aún, a fines de 1939, a más de 500 inmigrantes judíos a Chile. Sin embargo, la investigación por parte del gobierno en torno al, bultado caso, provocó la renuncia del ministro Abraham Ortega, a consecuencia de lo cual se cerraron prácticamente las puertas de Chile a los refugiados judíos.
177
Con la finalización del conflicto bélico mundial, en 1945, vemos entrar de nuevo a Chile a un pequeño grupo de judíos, sobreviviente de los campos de exterminio. En forma posterior, otro grupo de judíos procedentes de Hungría y Checoslovaquia consiguen permisos de residencia en este país entre 1956 y 1960, gracias a la ayuda de familiares establecidos en la nación chilena.
Estimativamente, atendiendo a la falta de estadísticas y cifras oficiales, podemos hablar de un número de 15.000 judíos refugiados en el país entre 1943 y 1960, lo que convierte a Chile en el tercero, dentro de América Latina, en materia de inmigración judía.
178
La frontera, una realidad cambiante en la perspectiva del desarrollo histórico chileno Alvaro Jara, Santiago de Chile
El concepto de frontera ha incidido profundamente en la evolución y en el desarrollo de nuestro país durante largos períodos de tiempo, y el uso de este término, su aplicación dinámica a un intento de comprensión de porciones de este movimiento puede resultar útil y creativo. Aclaremos que en esta aplicación entendemos el concepto de frontera de manera diferente a su concepción de línea divisoria, señal de separación: por el contrario, espacio amplio, extenso y desplegado, ocupado en mayor o menor grado, zona de fricción, que separa y atrae al mismo tiempo a dos conglomerados humanos opuestos, el uno y el otro diferentes en sus características esenciales, culturalmente desiguales y divergentes. Al vocablo 'cultural' damos aquí una significación global: todos los elementos que, integrados y engranados, definen a un pueblo y representan su identidad. Esta noción de frontera, así enunciada, puede resultar de provecho para auscultar el devenir histórico, para ayudar a su interpretación, pero bajo la condición de considerarla como algo con vida, sujeta a transformaciones, en suma, fracción de la realidad dentro de la cual está comprendida. No es una noción estática, no es la frontera, sino una frontera de una realidad, de una época, de un momento histórico, sea éste corto o largo en el tiempo. Frontera es también el juego continuo entre dos espacios habitados que se influyen mutuamente, cada uno de los cuales es variable en el tiempo, ya sea por transmisión del otro o por efectos de factores externos que lo modifiquen. Debemos referirnos a la noción de frontera en los marcos particulares de la América española, en la materialidad de la expansión hispánica iniciada en el siglo XVI.
179
Primero, debemos tener en cuenta que la América anterior a la conquista, era, probablemente mucho más que hoy, una América de diferentes ritmos, de diferentes niveles de desarrollo interno. Las grandes culturas, sedentarias, de fuertes rendimientos agrícolas, estratificadas socialmente, con pujantes castas militares conquistadoras, creadoras de unidad política y religiosa en vastas extensiones territoriales, con almacenamiento y redistribución de excedentes económicos, en fin, poderosa organización estatal, para llegar al final de la escala hasta los modestos nómades, casi inermes ante las fuerzas de la naturaleza. Toda esa gama, contando las formaciones intermedias, todas distribuidas en inmensas comarcas, con variedad de climas y de recursos. Esa múltiple y variada configuración americana de niveles diversos y disímiles significa distancias culturales enormes por sí mismas. En esa América prehispánica ya surgieron numerosas fronteras, como producto de la movilidad invasora de ciertos pueblos. La expansión incaica, en oleadas arrolladoras, creó una organización territorial enormemente dilatada, que cubría por su extremo meridional la zona central del Chile presente. Esta es una tierra que los ríos cruzan con brevedad desde su nacimiento en los Andes hasta el Pacífico y desde el norte seco hacia el sur más frío y húmedo, ellos van aumentando su caudal y su anchura. No es extraño, pues, que a partir del Maule estos cursos de agua puedan contribuir a formar fronteras. La línea del Maule señaló la detención de la penetración incaica. Pero su influencia modeladora profunda quedó enraizada en la zona central. El sistema expansivo incaico estaba basado en el establecimiento y en la convivencia lo más amplia posible, provocando traslados de población desde las tierras seguras hacia las nuevas conquistadas y también en el sentido contrario, para conseguir una fusión permanente. Los mitimaes distribuidos y trasplantados en las zonas nuevas, colonos forzados, transformaban el asentamiento en sólido, su contacto con los habitantes autóctonos derivaba en transmisión de adquisiciones culturales y técnicas y afianzaba el avance. En esta forma, las nuevas conquistas se soldaban al núcleo. La imposición sobre las formas religiosas locales, del culto solar y también de la lengua quechua, eran otro factor adicional de dominación y de su estabilidad en el futuro. Las exigencias de tributos y de prestaciones de servicios eran racionales y adecuadas a las posibilidades y necesidades de la población sometida, para no provocar su colapso. 180
De esta manera, la influencia de tres cuartos de siglo en la zona central del país debía dejar una huella indeleble. En ese lapso de tiempo se disminuyó la distancia entre el desarrollo de conquistados y conquistadores, elevando el nivel de los antiguos habitantes de la región. La influencia incaica fue suficientemente profunda para que manifestaciones culturales, como el uso del quipu, dejara constancia testimonial en documentos españoles de pleno siglo XVII. En esos documentos se dice, refiriéndose al trabajo diario de cuadrillas de indígenas, que hubiese capataz español que llevara la cuenta de los jornales en su libro y que hubiese también un indio con su quipu, que llevara la cuenta de los mismos jornales en él, para confrontar ambas cuentas en el momento oportuno. Esto, a un siglo de iniciada la conquista española. En la toponomía chilena de la zona central de la actualidad, todavía subsisten supervivencias quechuas, incluso ciertos nombres de barrios de la capital. Más todavía. Es sorprendente en el lenguaje diario de una gran cantidad del pueblo chileno la presencia de quechuismos, que la población usa corrientemente sin tener la menor conciencia de su origen, convencidos de que se expresan en castizo. Muchas de estas expresiones tienen, de la misma manera, su lugar en la prensa escrita, sin que los periodistas lo adviertan. Parece difícil que semejantes rastros puedan ser el resultado de contactos posteriores entre ambos pueblos al inicial de la conquista incaica, puesto que tales contactos no parecen haber existido. La geografía y las distancias, con desiertos de por medio, no favorecen su existencia. No hay muchos estudios capaces de aclarar estos problemas, pero, sin embargo resulta de interés destacarlos.
Fusión en la zona central. Al sur del río Maule la influencia incaica devino más feble. Y al sur del Bío-Bío, afirmación de los especialistas, nula. En el Maule comenzaba la región de frontera de la dominación inca, donde el vacío cultural y las diferencias serían más acentuadas.
Como en otras regiones de América, la intromisión hispánica interrumpió abruptamente la marcha de los acontecimientos. Poco sabemos de esa frontera incaica meridional. En todo caso, si el sello de su dominación en la zona central pudo 181
trascender largamente en el tiempo es muy probable que su avance más al sur hubiese tenido consecuencias semejantes. Y ya veremos algo de estas consecuencias un poco más adelante. Comparado con otros modelos de conquista, el incaico implicaba una ocupación demográfica densa, consideradas las medidas y las condiciones de la época. De ahí su poder estructurador, su capacidad de suprimir o disminuir las diferencias con los grupos de más bajo desarrollo. Detenidos en su impulso, reemplazados en su avance por Valdivia y sus compañeros de hueste, la frontera que podríamos llamar incaica, por fuerza sufriría modificaciones substanciales. El modelo incaico de dominación fue substituido por el modelo señorial de la conquista, que estaba ya transformando toda América hasta sus raíces, creando una nueva sociedad colonial hispano-indígena sin precedentes, de un estilo propio y de duración multisecular. Esta prolongación meridional del mundo incaico, establecida en la zona central de Chile, en cierto modo había preparado cualquier otra conquista de ese territorio, en tanto había acortado la distancia cultural con respecto a la nueva oleada invasora, y esa ocupación sería relevar una autoridad establecida en función de una nueva. La anterior había aumentado la productividad autóctona, había hecho posible un sistema de tributos y de prestaciones de servicios. En consecuencia, el cambio - en tales condiciones - no resultaba tan radical como lo hubiese sido en el período precedente. El salto para llenar el vacío cultural mediando entre ambos se había hecho menor. Pensamos que no es casual que el ámbito español de dominación se haya limitado, al final, a los términos de la expansión incaica. Parecería un calco geográfico, aunque las razones esgrimidas parecen tener verdadera validez para sostener la semejanza.
Cuando se crea una zona de frontera, su generación radica de manera específica en las diferencias específicas que caracterizan a los oponentes que juegan en ella. Si hiciésemos un contrapunto entre conquista incaica y conquista española, resalta de inmediato un elemento: la incaica está dirigida por el Estado, en función de sus fines expansivos. La española, aunque tiene detrás un Estado que la regula jurídicamente, permite el pleno ejercicio de los intereses privados, de orden señorial, que actúan en la ejecución bélica con sus propios recursos, realizando una inversión, que requiere 182
todo un sistema de premios, concebido y permitido por la Corona, para que puedan resarcirse de su inversión y de los riesgos personales inherentes a las acciones de guerra. La conquista incaica era densa, desde el ángulo de los hombres. Ocupación con asentamiento de colonos entre la población autóctona. La señorial española, por el contrario, casi insignificante desde el punto de vista de los hombres. Alonso de Ercilla escribía en La Araucana: "la victoria, la fama y posesiones que adquirían, los trujo a tal soberbia y vanagloria, que en mil leguas diez hombres no cabían." Un poco menos exagerado que la expresión del poeta, pero real en cuanto al sentido señorial. Cada presunto nuevo señor aspiraba a tierras extensas y a mano de obra servil numerosa, para ascender en la escala social, acorde con la mentalidad y el esquema social imperante en su propio medio. Este esquema podía ser realizable en la zona que había estado dominada y preparada por los incas, repetimos. Sin embargo, la distancia cultural (y seguimos empleando el término en su globalidad, como advertimos antes) con respecto a los grupos indígenas de más al sur, que habían resistido a los incas, era mayor, casi insalvable. En los primeros años de la conquista hispana, se logró un sometimiento inestable y muy feble, que con toda rapidez demostró ser crítico, peligroso y de una amenazadora flojedad: sin mano de obra obediente y productora de rentas, la economía de los encomenderos sin encomendados no era rentable, no percibían una base de sustentación para mantenerse, y menos para hacer la guerra y tratar de someter a los indios rebelados constantemente. Las instituciones de dominación social y económica que habían pasado a ser el fundamento en México, en Perú, y en otras regiones, eran eficaces medianamente en la zona central de Chile, pero de ninguna manera podían serlo en las provincias del sur. Esta inestabilidad condujo en pocos años al colapso del dominio español en los territorios situados allende el Bío-Bío. En los años finales del siglo XVI se produjo la gran rebelión araucana que barrió con todas las ciudades que los españoles habían establecido entre la línea del Bío-Bío y la de Valdivia. Su dominio fue aventado por completo. Surgió allí una nueva frontera, cuya vida independiente se prolongaría, con muchas mudanzas, hasta los fines del siglo XIX. De esta primera, violenta y fracasada frontera española de estilo señorial, se pasó a otra del todo inversa. Por razones estratégicas imperiales, la Corona decidió asumir la responsabilidad de la defensa del espacio que habían perdido y dejado vacío sus 183
conquistadores y los primeros descendientes de éstos. Un real situado, provisto con los excedentes fiscales prodigados por la riqueza del complejo potosino, permitió la creación de un ejército estatal permanente en Chile, acantonado en la frontera araucana. Ejército profesional, todos sus rangos a sueldo. Desde un punto de vista ideal, la Corona había ideado una buena solución para la emergencia. Sin embargo, las finanzas del Imperio español nunca disfrutaron de la holgura que precisaban sus proyectos y obligaciones. Muy al revés, el desfinanciamiento era perenne. Demasiadas y desmedidas empresas en el campo europeo, en el campo americano y en el ámbito del Oriente. Las guerras de Flandes, el situado de las Filipinas, la guerra de Chile, una corte costosa, una burocracia en aumento, las flotas de Indias, las fortificaciones militares en tantos lugares estratégicos amenazados por los enemigos que se comenzaban a hacer señores de los espacios marítimos. En suma, el situado de Chile no contaba con la regularidad necesaria ni con la buena administración también necesaria. En la frontera, desde el lado español, había cambiado el ejército privado por uno nuevo, estatal, pero mal financiado por la Corona. Desde antes, se había instaurado la costumbre de esclavizar a los indios de guerra (y muchas veces a los que no siéndolo, podían ser vendidos como tales), pese a las prohibiciones que emanaban de la metrópoli. Con frecuencia, ese ejército del rey debía sobrevivir por sus propios medios y financiar su miseria con aquello que la tierra les procuraba. Desde 1608 la monarquía consagró la legalidad de la esclavitud de los indios de guerra, con algunas interrupciones legales a lo largo del siglo XVII. De todos modos, la maloca, es decir, el ataque sorpresivo de los españoles en tierras indígenas, pasó a ser el estilo de la cacería de esclavos, a menudo con la colaboración de los llamados indios amigos, que recibían su premio por cada pieza capturada. Era la nueva frontera, de la maloca y de la esclavitud. La maloca se incorporó al léxico de la época. El idioma, reflejo del tiempo y de sus usos, como la permanencia del quechua. El substantivo fue también verbo: maloquear, y también adjetivo, maloquero, un buen caballo maloquero. Y no sólo el idioma. También sirvió para proveer, el maloqueo en acción, de mano de obra indígena esclava a las faenas de la zona central. Desde luego, la frontera se transformó en centro de aprovisionamiento de esos esclavos, más baratos que los que podían llegar desde Africa, por la muy sencilla razón de la cercanía de la fuente de la cual se los obtenía. 184
De este modo, la frontera aprovisionó de mano de obra barata a la zona central del reino, y, al mismo tiempo, el ejército de la frontera pasó a ser un centro de consumo de los productos de esa zona. La frontera continuaba siendo un factor de la evolución regional, en su medida propia, y sin carácter único, pero factor al fin, aún relativizado. En 1645, en lo más fundamental por precaverse de las amenazas de los enemigos europeos, la corona española decide la repoblación de la ciudad de Valdivia, primera llave táctica del territorio continental. La empresa fue financiada y realizada desde el Perú, con elementos amplios y poderosos. Una cuña contra los adversarios extranjeros, que emergían por la ruta del Estrecho de Magallanes. Pero cuña también, y brazo de una tenaza en el extremo sur de esa extensa frontera todavía no sujeta a control. Todavía tardará más de dos centurias la llegada del sometimiento definitivo. Antes del fin del XVII se decretó la cesación de la captura de indios esclavos, y los que lo eran desde antes, no fueron liberados, sino se los declaró indios de depósito, en respeto al derecho de propiedad. Los pleitos por demanda de libertad de éstos o de los hijos, se encuentran con frecuencia en la documentación judicial de fines del XVII y comienzos del XVIII. Genéticamente, la institución estaba terminada. Por otra parte, las necesidades de mano de obra estaban compensadas por el aumento demográfico, el crecimiento de la casta mestiza y, según algunos estudios, la presencia de una masa campesina migrante de acuerdo con las demandas estacionales de trabajo.
Después de la prohibición de continuar el esclavizamiento de los indígenas, se produjeron muchos otros cambios en la frontera. Suspendidas las expediciones de cacería de indios, la tierra tendió a buscar cauces más pacíficos de contacto.
En el juego de las influencias recíprocas, la sociedad indígena había sido capaz de adaptarse al sistema bélico español, desarrollando nuevas técnicas de combate, suficientes para anular las ventajas iniciales del europeo. Cuando el estilo señorial español en la guerra fue reemplazado por los mayores recursos de un ejército estatal, los avances conseguidos por su adversario se vieron reducidos. Durante el largo desgaste del siglo de esclavitud, con otro modo de guerra, la cacería, la débil unidad indígena no pudo mantenerse. Salvo excepciones cruciales, quedó en posición desmedrada. Al mismo tiempo, las necesidades del ejército estatal engendraron contactos 185
recíprocos de intercambio, mediatizados a menudo por capitanes de indios amigos y por mestizos audaces y buenos comerciantes, que sabían lucrar en el tráfico de abastecimientos de los fuertes emplazados en medio del espacio de relación. Surgieron también los tratantes que con valor y riesgo se internaban en tierras indias, con mercancías encostaladas y cargadas a lomo de muías y caballos, acompañados de algunos arrieros y un lenguaraz conocedor de parajes, rutas y caciques. Los géneros de contratación, más vistosos que de valor, se desplazaban en comitiva en compañía del vino y del aguardiente de uvas. Regresaban los mercaderes de las parcialidades conduciendo ganado de toda clase, de origen europeo, reproducido y multiplicado en ellas, junto con fardos de tejidos de lana, elaborados en sus telares por las indias. Estos tejidos, ponchos de gran calidad entre ellos, eran muy apreciados al norte de la región fronteriza. Estas relaciones de comercio fueron un agente favorable de convivencia y de cambio de mentalidad económica en los indios, que les permitió organizar una cierta producción textil artesanal para atender la demanda de otras regiones del país. Además, así recibían mercancías, vino y aguardiente de uvas que antes no figuraban entre sus necesidades o deseos de consumo. Estas relaciones de convivencia fueron interrumpidas en el siglo XVIII en muy pocas oportunidades, en particular, por los grandes alzamientos de 1723 y de 1766, provocados en buena medida por abusos de los españoles o por políticas erradas de población, en la materia de intentar reducir a pueblos a los indios de allende la frontera. Sin embargo, en lo permanente, las dos caras de la frontera habían cambiado sus intereses y su forma de trato recíproco. El sistema de parlamentos contribuyó también al acercamiento entre ambos protagonistas, como elemento coadyuvante. Arribamos a los inicios del siglo XIX, centuria decisiva para la más numerosa sociedad indígena del territorio chileno. Imposible intentar en tan escasas líneas una presentación y una explicación coherente de las profundas conmociones que remecieron las estructuras chilenas en el siglo pasado.
Llegadas las guerras de la Independencia entre las fuerzas patriotas y las realistas, uno y otro bando trataron de utilizar para sus fines a los araucanos, los cuales no lograban penetrar las razones de las disidencias de ese mundo que les era tan ajeno. Además, una zona tan fluida como la Araucanía era el terreno ideal para la acción de 186
pequeños caudillos realistas y bandoleros interesados en el pillaje. Afianzada la Independencia, a menudo los acontecimientos políticos continuaron involucrando a sectores indígenas en sus luchas. Mientras avanzaba el siglo, el crecimiento interno del país se hacía cada vez más pujante. El sector indígena de la frontera no estaba en situación de comprender las fuerzas que se acumulaban y el potencial que se incubaba en su contra. Sumado a ese crecimiento interno, surgió la aparición de mercados extranjeros para el trigo y harina chilenos, cuya exportación superó la cifra de dos millones de quintales métricos en 1874. Como es fácil imaginar, el acicate de la creciente demanda exterior provocó un interés paralelo por tierras vírgenes, prácticamente no cultivadas. Los rendimientos de sus cosechas quintuplicaban, a nivel de la misma unidad de superficie, los de la zona central.
Los despojos de tierras indígenas marcharon paralelos a los avances de la llamada Pacificación de la Araucanía. Para los araucanos del siglo XIX, a diferencia de la realidad del XVI, ya no era posible un equilibrio militar basado en la asimilación y adaptación de nuevas tácticas, como antaño. El ejército de la República era un ejército moderno. La suerte del flanco sur de la frontera estaba echada.
1883. En ese año terminaba la Guerra del Pacífico y terminaba también la Pacificación de la Araucanía. Por su parte, el país había adquirido una nueva dimensión geográfica, en el norte y en el sur.
187
Orígenes del espíritu de cuerpo del Ejército chileno, 1865-1885
Carlos Maldonado Prieto, Santiago de Chile
Ya hay consenso en todos sectores intelectuales de la sociedad chilena, en otorgarle a las Fuerzas Armadas un papel político preponderante desde principios de nuestro siglo, rol que va a ser ampliado en los años veinte cuando los militares toman el control de la nación en la persona de Carlos Ibáñez del Campo. Sin embargo, hasta ahora poco se sabía sobre los orígenes del espíritu de cuerpo del Ejército chileno, que data, considerando sus primeros vestigios, de los años sesenta del siglo pasado. Este artículo se plantea hacer un recuento de este proceso de toma de conciencia, de desarrollo ético-profesional y de reivindicaciones gremiales, a través de sus más importantes hitos: las guerras internas y externas del país, la polémica con la élite política civil y los cambios que comenzaron a producirse con el inicio de la profesionalización prusiana en las postrimerías de los gobiernos liberales, en la década de los años ochenta.
EL EJERCITO EN LOS AÑOS SESENTA
El advenimiento de un nuevo modelo político de corte liberal en el país coincidió con un período muy importante en el desarrollo institucional del Ejército chileno. A pesar del hecho de que el Ejército no se hacía absolutamente necesario para solucionar conflictos y pugnas al interior de la élite dominante, sus tareas por ello no disminuyeron. En el período del "Ideal Heroico" (Chile como país guerrero) asistimos al despliegue completo de sus potencialidades y capacidades específicas, expresado en su participación en la guerra interna en el sur, luego en la expansión territorial hacia el norte y en su posterior función de protección tanto de las fronteras como de la industria salitrera, tan importante para la reproducción del Estado y de la misma 189
fuerza armada, en definitiva. Coincide este período con el surgimiento de una nueva generación de oficiales sin ligazón directa con las clases propietarias principales, la que se va a encargar en los años sucesivos de dinamizar la carrera militar, contribuyendo en forma importante a la creación de un espíritu de cuerpo castrense, comportamiento típico de todo organismo burocrático, de funciones estatales especiales y relaciones tan estrechas y formales como en el caso del Ejército. Este ya no va a ser más sólo un ente receptivo, relativamente manejable y funcional a ciertas políticas, sino que irá adquiriendo conciencia de sus propios valores e intereses y de su rol en la sociedad, cuestión que va a ser patente sobre todo durante el desarrollo de la Guerra del Pacífico y después. El "esprit de corps" militar es un producto de los ejércitos modernos insertos en los Estados nacionales. La profesión castrense, caracterizada por la férrea jerarquización de su vida interior, unida a una organización estructural bien engranada muchas veces superior a la de los civiles - y al monopolio de las armas, comenzó a desarrollarse cada vez más al margen de la vida civil corriente: el Ejército se hizo autosuficiente en la medida que se organizaba anárquicamente. El surgimiento de maestranzas, talleres, arsenales y academias propias y la misma vida de cuartel con su código moral tan específico y el uso de uniformes, grados jerárquicos, estandartes y medallas distintivas contribuyeron poderosamente al proceso de distinción respecto de los no uniformados. El sentimiento de cohesión militar llamado espíritu de cuerpo, refleja por ello el deseo de los miembros del Ejército de unidad y solidaridad gremiales. Este sentimiento de conciencia profesional se desarrolla también en la medida que existen fuertes tradiciones comunes de continuidad institucional, una mística altamente sofisticada (principalmente respecto de acciones de guerra) y un leitmotiv tan poderoso como el nacionalismo o la defensa de la patria. Para entender mejor el surgimiento de los primeros elementos de un sentimiento corporativo castrense en Chile, es preciso primero analizar la situación que se presentaba en los años sesenta. Aunque el presupuesto del Ministerio de Guerra fue relativamente más bajo que en épocas anteriores, exceptuando claro los años de guerra exterior (1866-1867 y 1879-1884), en el Ejército se realizaron algunos adelantos importantes, pero éstos fueron más bien fruto de la improvisación que de planes preconcebidos. Un ejemplo palmario de ello fue la instalación de la Maestranza Nacional de Artillería a propósito de la guerra contra España, entre los años 1865 y
190
1866. 1 La emergencia de ver bloqueados todos los puertos importantes del país por naves hispanas, obligó a las autoridades a tomar providencias para el caso de una guerra prolongada. Por este suceso más bien circunstancial surgió la necesidad imperiosa de contar con medios propios de defensa en el caso de tener que prescindir de las tradicionales importaciones europeas. La profecía del teniente Olavarrieta, hecha veinte años atrás, se hizo dramática realidad. 2 En 1866 se procedió a la creación de una maestranza militar encargada de aprovisionar a las Fuerzas Armadas con proyectiles y aparatos indispensables para las fortificaciones del puerto de Valparaíso, la que quedó ubicada en la localidad de Limache, siendo su primer director el coronel Marcos Maturana. La institución pronto se especializó en la reparación y fabricación de todo tipo de material de artillería. Sin embargo, terminado el conflicto con la antigua metrópoli, la Maestranza perdió todo valor estratégico para las autoridades responsables, ampliando sus servicios fuera del Ejército y la Marina y procediendo a tomar encargos de Ferrocarriles y muchos particulares que mandaban a reparar sus arados y otras máquinas agrícolas. Ya en 1873, el Ministro de Guerra planteaba que la Maestranza se hacía poco rentable frente al armamento importado de Europa y los Estados Unidos, más sofisticado y barato. 3 Finalmente, en 1875, los talleres fueron arrendados a una empresa privada - Clemente Sunel y C l a . - y las maquinarias más útiles obsequiadas a la Marina y la Escuela de Artes y Oficios. De esta forma, terminaba una experiencia
España había procedido a ocupar territorio peruano en pagas del país vecino. Esta situación movilizó al gobierno y sibilizados por los ecos de la intervención europea en Chile en el conflicto en defensa del Perú. En la guerra, sin mente involucrado el Ejército, pues ésta se desarrolló exclusivamente
represalia por deudas ima la opinión pública, senMéxico, haciendo entrar a embargo, no se vio directaen el mar.
) El teniente de ingenieros Agustín Olavarrieta inauguró, en 1844, el contingente de militares chilenos que fueron enviados a estudiar a Francia. Olavarrieta estudió en la Escuela de Aplicación de Metz, uno de los establecimientos militares más avanzados en su tipo en la Europa de la época. En 1847, impresionado vivamente por los progresos vistos en el Viejo Mundo, escribía al Ministro de Guerra chileno: "Una fábrica de armas portátiles, una fundición de cañones, una fábrica de pólvora y un arsenal de construcción o de reparación de artillería son los establecimientos en que el Supremo Gobierno debería fijar su atención [...] ¿Debemos prevenirnos durante la paz para no ser sorprendidos en la guerra? - Sí, la prudencia lo exige. ¿Debemos recurrir siempre a los arsenales del extranjero para armar nuestros ejércitos? - No, la prudencia lo reprueba". En: Archivo Nacional, Ministerio de Guerra, vol. 322.
2
3
) Memoria del Ministerio de Guerra, Santiago de Chile, 1873, pp. 27-28.
191
inédita en el Ejército y se volvía a la antigua y fácil dependencia de la tecnología extranjera, polémica retomada por los militares recién a principios del siglo XX.4 Por otra parte, la Escuela Militar, encargada de renovar la planta de oficiales, pasaba por una situación de crisis. En 1876, el establecimiento debió ser cerrado por faltas graves a la disciplina de parte de los cadetes. Fue reabierta recién dos años más tarde, a escasos siete meses del inicio de la Guerra del Pacífico. El nivel profesional de la Escuela Militar que había logrado un gran desarrollo desde los años cuarenta, cuando el Ejército envió cadetes a estudiar a Francia y llegaron a sus aulas profesores europeos, había ido descendiendo paulatinamente, pasando de ser una escuela castrense para convertirse en un internado de jóvenes revoltosos sin vocación militar alguna. El mismo Emil Korner, reformador del Ejército a partir de 1885, fue categórico en su juicio sobre la materia, al describir cómo era la Escuela a su llegada al país:
[...] la mayoría de los jóvenes habían sido matriculados por sus padres, en parte, por motivos económicos o para disfrutar de una educación barata y severa, sin tomar para sí la responsabilidad de ofrendar su vida al servicio de las armas. Por el contrario, cuando era suficiente el poder de influencia de la familia, los jovencitos cambiaban la Escuela Militar por la universidad. En el caso en que la influencia familiar no era suficiente, éstos servían el número de años necesarios de estudio, pero no en la tropa, sino que, con el permiso de estudiar en la universidad, se retiraban del servicio militar, quizás sin haber servido nunca en forma práctica en el arma correspondiente.5
Por otro lado, sin embargo, las sucesivas direcciones de la Escuela habían hecho esfuerzos, con diverso resultado, para poner en buen pie el establecimiento. Incluso, en 1867, la Universidad de Chile comenzó a supervigilar los exámenes de los cadetes, para así controlar mejor la excelencia académica de la enseñanza impartida. De todos modos, ya en esos años había conciencia de que era necesaria una gran reforma en los planes de estudio y un aumento drástico del número de cadetes.
Sobre el discurso industrialista de los militares, véase de Augusto al., Chile, Democracia, FFAA., FLACSO, Santiago de Chile, 1980 y su proyecto político-militar, FLACSO, Santiago de Chile, 1984. Memoria del general Emil Korner, en: Patricio NADO P., El Prusianismo en las Fuerzas Armadas 1945, Santiago de Chile, 1988, p. 191, 192.
192
VARAS antología:
et. El
QUIROGA Z. y Carlos MALDOChilenas. Un estudio histórico 1885-
Por último, en 1877 y 1878, por efecto de la crisis económica de esa etapa, los gastos en defensa bajaron dramáticamente. En 1878, los gastos del Ministerio de Guerra representaron apenas el 13,19 % de todo el presupuesto nacional, menos de la mitad del promedio del siglo (33,17 %), y los contingentes del Ejército y la Guardia Nacional también declinaron en gran proporción (una disminución de un 39,6 % en las milicias). De esta manera, se hizo patente la estrecha relación que existía entre el poder defensivo chileno y la capacidad estatal de generar entradas por efecto de las exportaciones. Esta situación de falencia económica repercutió enormemente al iniciarse la Guerra del Pacífico, pero a su vez estimuló su iniciación en la perspectiva de una posible salida a la crisis.
Finalmente, en 1883, después de las experiencias de la campaña en el Perú, el gobierno creyó "conveniente para el servicio del Ejército y para el adelanto de la instrucción, en general, hacer en la Escuela Militar una reforma radical"6, la que no pasaba, sin embargo, de aumentar las plazas y mejorar la impartición del curso de matemáticas. Recién Körner y los instructores prusianos establecieron el Curso Militar, devolviéndole a la Escuela su perdido carácter castrense.
Toda esta situación fue fuente de inquietud en la oficialidad y surgieron a través del tiempo muchas críticas e iniciativas para su solución. Provem'an principalmente de oficiales jóvenes, surgidos de una generación menos ligada a la tierra y a los honores de la Guerra de Independencia o a las persecuciones de la era portaliana. Los casos de los oficiales Lagos y Del Canto, por ejemplo, muestran esta nueva tendencia en la oficialidad chilena: Pedro Lagos ingresó en 1846 a la Sección de Cabos de la Escuela Militar y Estanislao del Canto hizo otro tanto en 1856. Ambos provem'an de familias relativamente pobres que no poseían dinero como para costear sus estudios como cadetes; no obstante, los dos llegaron al generalato, no sin antes haber tenido ciertas dificultades políticas con el gobierno. Otro caso digno de mención es el del general
Memoria del Ministerio de Guerra, Santiago de Chile 1883, p. X X X I I .
193
GASTOS EFECTIVOS EN DEFENSA EN CHILE, 1865-1885: Año
Cantidad (en pesos)
Porcentaje del gasto total
1865
2.786.197
26,05
1866
7.903.246
53,82
1867
5.894.302
38,44
1868
3.171.540
22,94
1869
2.980.136
22,54
1870
3.159.020
22,77
1871
2.941.927
20,84
1872
3.670.930
23,95
1873
3.556.692
20,84
1874
3.943.250
17,51
1875
3.632.619
16,51
1876
3.169.447
15,32
1877
2.697.861
13,19
1878
2.370.233
14,22
1879
10.204.282
39,95
1880
14.125.932
44,48
1881
17.112.786
48,37
1882
16.402.969
39,41
1883
26.621.429
56,17
1884
22.534.091
50,21
1885
8.371.817
20,51
Fuente: Resumen de la Hacienda Pública desde la Independencia hasta 1900, Dirección Jeneral de Contabilidad, Santiago de Chile 1901. 194
Juan Manuel Jarpa, masón y "esclavo del deber militar"7, pues, a diferencia de sus camaradas de generación, no ocupó jamás un cargo que no fuera exclusivamente castrense.8 Justamente un signo novedoso en este período fue la militancia masónica de muchos militares, hecho que no fue reprimido por la liberalidad que caracterizó a los gobiernos posteriores a Montt. Ya en la primera logia masónica que existió en el país, "La Filantropía Chilena" de rito escocés - fundada en 1827 - hubo un militar entre sus fundadores. Se trató del almirante Manuel Blanco Encalada. Después, en la logia "Unión Fraternal" de rito francés, creada en Valparaíso en 1853, algunos militares fueron de la partida. Es el caso de José Manuel Fáez, quien estuviera en 1837 en Francia y fuera luego, en 1843, ayudante en la Escuela Militar. También fue miembro de la logia santiaguina "Justicia y Libertad", fundada en 1862. Otro tanto ocurrió durante la Guerra del Pacífico, cuando una serie de militares chilenos se hicieron masones; incluso sesionaban en medio de la ocupación de Lima. Entre ellos destacan Samuel Valdivieso, Manuel Antonio Jarpa, Alejandro Baquedano y Estanislao del Canto.9
Sin embargo, por otro lado, gran parte de la más alta oficialidad siguió en posiciones tradicionales, pues el general Manuel Baquedano y el almirante Patricio Lynch fueron o trataron de ser candidatos presidenciales del Partido Conservador en 1881 y 1886, respectivamente, y los generales Manuel García (Ministro de Guerra de Montt) y Erasmo Escala sobresalieron a su vez como políticos del conservadurismo criollo.
7
) José Francisco FIGUEROA, Album militar de Chile (1810-1879), Santiago de Chile, 1906, vol. IV p. 296.
Los informes consulares franceses se refieren a esta cuestión, en 1862, de la siguiente manera: "Los rangos de oficiales eran ocupados por 'gente nueva' sin influencia social ni fortuna", y en 1876 así: "En Chile, si un joven tiene tierras, llega a ser agricultor y se hace valer; si es de buena familia, pero pobre, llegará a ser abogado, médico, empleado de banco, pero jamás militar o marino, a pesar de las ventajas muy reales como la de los sueldos superiores a los de nuestros oficiales en Europa". Citado por Hernán RAMIREZ NECOCHEA, Las Fuerzas Armadas y la política en Chile, México 1984, p. 41. De todos modos y aunque estas opiniones de la época son valiosas, hay que tomarlas con cierta distancia. Hay bastantes pruebas de lo contrario, sobre todo en la Marina, ligada tradicionalmcntc a la aristocracia. 9
) Benjamín OVIEDO, La masonería en Chile, Santiago de Chile, 1929, p. 432.
195
NUEVAS PERCEPCIONES EN LAS FILAS
Al calor de la critica a las estructuras arcaicas del Ejército, fue desarrollándose el espíritu de cuerpo. Muestra de ello fue la aparición de la primera publicación periódica de corte castrense en la historia del país. Se trató de La Revista Militar, editada por un grupo de militares no vinculados al gobierno ni al alto mando, la que circuló entre el 16 de octubre de 1867 y el 6 de abril de 1868. El periódico se presentaba como un órgano informativo para la difusión de los adelantos en la ciencia militar en el extranjero y, sobre todo, para tratar en forma crítica cuestiones eminentemente gremiales. Además, se planteaba como tarea estimular la educación de los militares e informar sobre asuntos de tipo oficial tales como decretos, designaciones y traslados. En lo tocante a lo primero, resalta la iniciativa de publicar una larga serie de artículos técnicos sobre innovaciones en fusiles, cañones, etc. 10 Otro tópico importante fue la cuestión de la formación profesional. Para ello incluso se organizó un concurso destinado a la oficialidad. Se trataba de enviar un juicio crítico sobre un libro editado por el coronel Silva11, cuyo primer premio consistía en una espada de honor, muy propio de los ritos castrenses. Respecto de los asuntos gremiales - entendiendo por ello lo tocante a las estructuras internas del Ejército, carrera funcionaría, instrucción técnica, etc. - hubo todo un despliegue de críticas e inquietudes, a las que es bueno pasar revista someramente para dar cuenta de su profundidad y radicalidad. Las dos críticas más severas teman relación con la percepción de que el Ejército chileno estaba atrasado técnicamente respecto del modelo europeo, patrón de comparación considerado por todos los contemporáneos como válido, e, íntimamente relacionado con lo anterior, el poco interés que mostraban los políticos civiles, el gobierno en definitiva, por la suerte que corría el Ejército. Ambas cuestiones estarán recurrentemente en la mira del discurso militar de los siguientes decenios. Al respecto, La Revista Militar y el capitán Villagrán, un oficial prestigioso de la época, son precisos en su planteamiento: 10) La publicación se ofrecía para ayudar a los militares destinados fuera de cuentas o enviar Santiago, realizar trámites burocráticos, encargar libros, cancelar pertrechos propios de la profesión. Hay que tomar en cuenta que muchos de los lectores del periódico estaban combatiendo en Arauco, prácticamente aislados del país. En: La Revista Militar, Santiago 16 de octubre de 1867, p. 6. 11) Coronel José María SILVA CHA VEZ, Manual del soldado de Infantería, Concepción 1865.
196
¿Por qué a nuestro Ejército no se le tiene al nivel de los Ejércitos europeos, por qué no mandar practicar un estudio serio y detenido de las diversas armas que se disputan la supremacía en la guerra, elegir la más adaptable a nuestras necesidades y dotar con ella a nuestras tropas? El Ejército de línea, como lo indica esta misma palabra, está destinado, no a ejecutar servicios de guardias, sino a defender en las fronteras el honor y los fueros de la Patria, batirse con Ejércitos extranjeros, y sostener las emergencias que puedan sobrevenir en el exterior. Preciso es, pues, se ponga a nuestro Ejército en el buen pie en que los sostienen las otras naciones, pues de otra manera se nos expondría a desastres y a vergonzosas derrotas.12 Se desea "ver algún día - que esperemos no sea lejano - convertido nuestro Ejército en un verdadero Ejército, es decir, contando con un cuerpo de oficiales instruidos y amantes del progreso de la carrera militar [...] Ahora que en nuestro país se ha iniciado una era nueva de progreso y liberalismo, pedimos que tienda una mano a la educación militar para ponerla al grado de cultura que las necesidades actuales exigen ".13 En verdad había carencias importantes tanto en la formación de la oficialidad y la tropa como una falta grave de posibilidades de perfeccionamiento. Los autores de La Revista Militar fueron categóricos en criticar estos aspectos, cuestión que debe haber causado profundas repercusiones en la institución. De allí quizás la corta vida de la publicación. Sus denuncias eran verdaderas llagas abiertas: No creemos herir la susceptibilidad de nuestros compañeros de armas asegurando que hay muchos oficiales que no saben hacer más uso de sus sables que el saludo de las paradas. Ellos mismos se han acercado a nosotros para que llamemos la atención sobre este vacío de tanta trascendencia.14 Otro tanto ocurrió con el rechazo de las reglas de la Ordenanza General del Ejército: La actual Ordenanza, remedo de la antigua legislación militar de la atrasada y monárquica España, no es, ni ha podido serlo jamás, un código siquiera medianamente conforme con nuestro modo de ser político y social, ni con el espíritu civilizador y progresista del siglo en que vivimos. Ahora bien: ¿qué tenemos en la actualidad sobre la instrucción de las armas en el sentido que indicamos? Absolutamente nada. Nuestra Ordenanza se preocupa mucho de los saludos que el soldado debe hacer y de los palos que debe recibir, y muy poco de la educación militar y adecuada que se le debe dar.15 12) La Revista Militar, Santiago de Chile, 13 de noviembre de 1867, p. 1. Capitán Belisario V1LLAGRAN, Estudios sobre educación militar, Santiago de Chile, 1873, pp. 3 y 14. El subrayado es nuestro. 14) La Revista Militar, Santiago de Chile, 20 de noviembre de 1867, p. 2. 15) Ibid., 28 de noviembre de 1867, p. 1;
7 de diciembre de 1867, p. 2.
197
Justamente sobre el asunto de los castigos, cuestión que preocupó a cierto sector de la oficialidad desde tiempos antiguos (en 1821 el general Zenteno fue el primero en prohibir absolutamente el castigo de palos debido a la mortandad que producía en la tropa. La medida, sin embargo, tuvo poca acogida) se desarrolló una polémica interesante, principalmente debido a un hecho circunstancial ocurrido en enero de 1868 y que ilustra en el pie que se encontraban las Fuerzas Armadas chilenas. Sucedió que un teniente de Marina fue asesinado a manos de un marinero que había sido sometido al castigo de 25 azotes en la cubierta del buque anclado en Valparaíso y frente a toda la tripulación. Pues bien, surgieron voces de no pocos militares que pedían el indulto del marinero flagelado, alegando lo injusto y vejatorio del acto realizado por el oficial ultimado. Pese a los alegatos en su favor, el acusado fue fusilado en marzo del mismo año. El asunto, no obstante, causó revuelo en las filas, quedando en tela de juicio estos procedimientos disciplinarios atentatorios a la dignidad humana de la tropa (la suboficialidad y evidentemente la oficialidad estaban expresamente liberadas de tales vejámenes). 16 Otras críticas estaban dirigidas en orden a mejorar la situación salarial de los militares, innovar en los uniformes haciéndolos más prácticos para ser usados en diversos eventos - también sociales -, conseguir vacaciones como de las que gozaban otros estamentos de la administración pública, etc. Villagrán, específicamente, pidió una reforma profunda de la Escuela Militar que introdujera a su plan de estudios diversos ramos de corte netamente militar (artillería, gimnasia, fortificación), la creación de una Escuela de Tiro (idea que va a retomar Körner años más tarde) y un museo militar como parte de innovaciones pedagógicas mínimas para un buen desempeño profesional. Además, aconsejaba la instauración de agregadurias militares permanentes en Europa y el envío de observadores militares a los estados mayores en guerra. Por su parte, La Revista Militar aplaudía con entusiasmo en su momento la existencia y progreso de la Maestranza de Artillería:
16) "¡El jefe de cuerpo puede hacer ultimar al soldado a palos! Nosotros hemos oído más de una vez crujir el látigo, y sin sernos permitido separarnos de ese sitio de execración hemos visto saltar la sangre, enredarse en la varilla la carne despedazada, y continuar con furia ese ejercicio de bárbaros". Ibid., 5 de enero de 1868, artículo titulado "La pena de palo encubriendo la pena de muerte", p. 1. Asimismo, durante la Guerra del Pacífico, aunque parezca grotesco, se continuó el castigo de los azotes. Gonzalo Bulnes cuenta de un caso en el año 1880. El altercado causó una fuerte polémica entre Escala y Lagos. En: Gonzalo BULNES, La Guerra del Pacífico, Santiago 1955, vol. II, p. 100 y William F. SATER, Chile and the War of the Pacific, Lincoln-London 1986, p. 44.
198
Este establecimiento debe llegar a ser con el tiempo una gran fábrica de armas, capaz, no sólo de abastecer al país con todo lo que necesite en esta materia, sino también de favorecer en parte a las necesidades de otros pueblos de nuestra América. 17 Su cierre definitivo pocos años más tarde, debe haber producido una gran decepción en esta oficialidad. En evidente respuesta oficial a la inquietud al interior del Ejército, reflejada en La Revista Militar, y, además, como esfuerzo defensivo de cara a la cuestión fronteriza latente sobre todo con Bolivia y como consecuencia de la guerra recién pasada, se inserta la Misión Militar chilena que fue enviada a Europa en enero de 1872. La componían el coronel Emilio Sotomayor, el sargento mayor de ingenieros Arístides Martínez, el capitán de artillería Baldomero Dublé Almeyda y el ya aludido capitán de infantería Belisario Villagrán, siguiendo así la vieja costumbre de dar representación a todas las armas del Ejército. Llegados a Europa, los militares chilenos procedieron a visitar en Gran Bretaña, Francia y Prusia fábricas de armas y dependencias militares con el objeto de adquirir las últimas novedades. Fruto de este viaje fue la compra de ametralladoras Gatling inglesas, cañones Krupp alemanes y fusiles Comblain franceses, material muy sofisticado para la época y que vino a modernizar el arsenal del Ejército chileno (con este armamento se enfrentó las primeras escaramuzas de la Guerra del Pacífico).
LA GUERRA DEL PACIFICO: ABIERTA PUGNA CIVICO-MILITAR
Todo este acervo reivindicativo de la oficialidad, sobre todo de aquellos militares más vinculados al modelo modernista y liberal, va a influir poderosamente en las decisiones políticas que se tomarán al calor de las experiencias de la Guerra del Pacífico y las consecuentes nuevas tareas del Ejército chileno, en orden a acelerar el proce17) El famoso teórico militar Clausewitz plantea que un buen medio de habituarse la guerra en tiempo de paz, es el invitar "a que se incorporen al ejército a oficiales de ejércitos extranjeros que han tenido experiencia en la guerra". En: Karl Maria von CLAUSEWITZ, De la guerra, Barcelona 1984, p. 115. La Revista Militar, Santiago de Chile, 30 de octubre de 1867, p. 1.
199
so de profesionalización de las estructuras castrenses. (Véase la tabla de sueldos, página siguiente). La Guerra del Pacífico, entendida como una salida casi desesperada a la crisis que azotaba al país desde mediados de los años setenta, producto de la baja de los precios internacionales del cobre, y el reemplazo del ciclo cuprífero por el ciclo salitrero, fue la "gran guerra" chilena del siglo pasado. Significó la movilización de miles de hombres y toneladas de pertrechos a cientos de kilómetros de distancia y costó la vida de una gran cantidad de combatientes de los tres países involucrados. La guerra sorprendió de algún modo al Ejército, pues - como se sabe - se encontraba movilizado en el sur. En 1878, más de la mitad de sus efectivos estaban en Arauco. De ser siempre un Ejército de guarnición con dos a tres mil hombres como promedio, pasó a convertirse, en cosa de pocos meses, en una máquina de guerra de miles y miles de soldados. 18 La guerra propiamente tal se caracterizó por dos fases bien definidas. Una primera que se desarrolló entre 1879 (ocupación de Antofagasta por tropas chilenas sin declaración de guerra) y 1881 (ocupación de Lima), fue eminentemente marítima, aunque hubo importantes combates terrestres en Tarapacá. En 1880, Bolivia se retiró del conflicto luego de la batalla de Tacna, y el Perú, destruida su escuadra, quedó a mercer de Chile. Esta etapa fue de evidente expansión y anexión territorial. La segunda se extendió entre 1881 y 1883 (firma del Tratado de Ancón). Esta última parte se desarrolló íntegramente en territorio peruano; las tropas chilenas se dedicaron a combatir los focos aislados de resistencia - principalmente en la Sierra - y a tratar de instalar en Lima un gobierno peruano lo suficientemente sólido como para negociar la paz. Lo realmente novedoso en la Guerra del Pacífico fue la abierta confrontación que se produjo entre la élite civil gobernante y el alto mando militar por la conducción del conflicto armado. Claramente salió a relucir todo el civilismo de los políticos chilenos, además de cierta desconfianza en las aptitudes profesionales de los generales, y, por su parte, los militares evidenciaron todos sus sentimientos de animadversión por los civiles y políticos, que venían amasando hacía años. Al iniciarse el conflicto inter-
18)
Durante la guerra hubo varios ejércitos operando en Chile y en territorio peruano. Se trató del Ejército del Sur que estaba en Arauco, el Ejército del Centro que operaba como contingente de reserva y que estaba acantonado en San Bernardo, y el Ejército en Campaña propiamente tal que estaba en el norte. Existían, además, la Guardia Nacional sedentaria en Chile y la Guardia Nacional movilizada en el Perú. En un momento llegó a haber unos 70.000 hombres en armas, pero no pasó nunca de 25.000 la cantidad de soldados en el Perú.
200
SUELDOS MILITARES, 1860 - 1882. (Cantidades mensuales en pesos) 19
GRADO
1860
1871
1882
General de división
377
377
416,66
General de brigada
333,33
333,33
375
Coronel
279,99
279,99
292,77
Teniente Coronel
204,99
204,99
227,88
Sargento Mayor
154,16
154,16
162,77
Capitán
91,66
91,66
122,08
Ayudante Mayor
74,16
74,16
(*)
Teniente
64,16
64,16
81,55
Subteniente o Alférez
54,99
54,99
68,38
Sargento 1°
17
19,66
25
Q
Sargento 2
15
17,66
22
Cadete
13
(*)
17
Q
Cabo 1
12
14,66
19
Cabo 2°
11
13,66
17
Soldado
9
11,66
14,66
19) La tabla de sueldos está confeccionada de la siguiente manera: en 1860 hubo un aumento sólo para los oficiales, o sea, que los sueldos de la suboficialidad y tropa siguieron siendo los de 1854. Las cifras para 1871 son únicamente el proyecto del diputado Francisco Echáurren, el cual no llegó a materializarse, y como se puede observar, incluía aumento sólo para los subalternos. En 1882 y en plena guerra, sí hubo una alza global de los sueldos. Las mensualidades de general corresponden al grado activo (mando de tropa); el pasivo era mucho más bajo. Además, para simplificar la tabla, se ha procedido a uniformar el sueldo de coronel a soldado, prescindiendo de las pequeñas diferencias que había entre infantería - la menor remunerada -,caballería, artillería e ingenieros, armas que generalmente ganaban lo mismo. Por último, el asterisco indica que no se encontró información.
201
nacional, el político monttvarista Rafael Sotomayor, hermano del coronel Emilio Sotomayor, fue nombrado secretario del comandante de la escuadra, almirante Williams Rebolledo, produciéndose inmediatamente un conflicto de poderes entre el gobierno y la Armada. El almirante Rebolledo amenazó con renunciar. En julio, Sotomayor fue cambiado de cargo, transformándose en el jefe máximo de las operaciones del ejército. El decreto de nombramiento es más que elocuente:
Ia Nómbrase: a don Rafael Sotomayor Comisario General del Gobierno para que cerca del Ejército Expedicionario del Norte y cerca la Armada Nacional, ejerza durante la campaña que está para emprenderse, las atribuciones de inspección y dirección superior que corresponden al Ejecutivo, conforme a las instrucciones reservadas que le serán impartidas. 2a Todas las autoridades del Ejército y de la Armada, y todas las administrativas y judiciales de los territorios ocupados por las fuerzas de la Nación, sin excepción alguna, reconocerán a don Rafael Sotomayor en el carácter que le confiere el inciso precedente y darán en consecuencia cumplimiento a cuantas órdenes y disposiciones impartiere, como si emanaran del Presidente de la República.20 Esta vez los conflictos fueron con el jefe del Ejército, general Justo Arteaga, quien terminó por dimitir. Luego, en agosto de 1879, Sotomayor fue nombrado Ministro de Guerra en campaña, aumentando más todavía sus facultades sobre los uniformados. Una situación semejante tuvieron José Alfonso como auditor de guerra, José Francisco Vergara como secretario general del Ejército y Domingo Santa María como Ministro de Guerra hasta agosto de ese año. Todos poseyeron poderes omnímodos para dirigir la guerra. Los jefes militares terminaron por renunciar uno a uno (los generales Cornelio Saavedra, Justo Arteaga, Erasmo Escala, Manuel Baquedano y Pedro Lagos). Después de la muerte de Rafael Sotomayor en 1880, la situación no mejoró, pero tendió a estabilizarse con el nombramiento del almirante Patricio Lynch como jefe de operaciones en Lima en 1881. 21
Citado por Fernando R U Z , Rafael Sotomayor Baeza, el organizador de la victoria, Santiago de Chile, 1980, p. 121-122. 21) José Francisco Vergara, sucesor de Sotomayor, relata su polémica con Baquedano. Para este último debe haber sido muy hiriente recibir órdenes de un modesto coronel de la Guardia Nacional: "Le hablé a Baquedano de pensar en ir enviando al sur algunos cuerpos para descargarnos del enorme cuanto innecesario peso que soportaba el país y me manifestó muy perceptiblemente que no se encontraba dispuesto apermitir que se desmembrara un solo batallón de su Ejército y que si tal orden no la obedecería. Como vi con evidencia venir una borrasca inevitable creí más conveniente provocarla, ya para aclarar la atmósfera se se desenlazara bien, ya para saber a qué atenerme y definir bien la situación si la cosa iba por mal". En: Gonzalo BULNES,op. cit., vol. II, p. 359.
202
Obviamente esta situación hirió el pundonor de los militares, quienes después del conflicto se dedicaron a formular furiosas críticas a la conducción civil de la guerra. Así, por ejemplo, el historiador militar Ekdahl (oficial sueco al servicio de Chile) planteó que: el Presidente carecía de las dotes para formar plan de operaciones alguno: cosa de lo más natural, visto que no era militar ni tenía los
conocimientos
indispensables para tan difícil tarea.22 Este conflicto de atribuciones mostró claramente las limitaciones que tenían los uniformados dentro del Estado nacional, principalmente su notoria dependencia respecto del poder presidencial y de los partidos políticos. Es por ello que también las candidaturas militares de Baquedano, Lynch y eventualmente Escala - todas del Partido Conservador - fueron finalmente desechadas por los propios políticos. Sin embargo, el conflicto en sí causó profundas heridas en las filas. El capitán Rafael Poblete, casi medio siglo después, atacó con virulencia la conducción civil de la guerra, en un trabajo que el Club Militar premió en 1918 con un primer lugar (lo que equivale a decir que éste interpretaba muy bien el sentir del grueso de la oficialidad, dando de paso luces acerca del ánimo que embargaba a los militares en las postrimerías de la República Oligárquica):
Al declararse la guerra, [...] nada se hizo y la mezquina política interna de algunos de nuestros gobernantes suscitó desde un principio numerosos inconvenientes [...] Así, no es de extrañar que hasta el presente se señalen como verdaderos directores de la Guerra del Pacífico al Presidente Pinto y a sus Ministros Santa María, Sotomayor y Vergara, anomalía que tiene su explicación clara y lógica en los procedimientos para confeccionar los Planes de Operaciones por Consejos de Gabinete en Santiago o por Juntas de guerra en el norte, en los cuales el elemento militar brilló casi generalmente por su ausencia, y para supervigilar directamente en seguida la ejecución de las mismas operaciones acordadas.23
22 ) Coronel Wilhelm EKDAHL, Historia militar de la Guerra del Pacífico entre Chile, Perú i Bolivia (1879-1883), Santiago de Chile, 1917, vol. I, p. 147.
Capitán Rafael POBLETE, Monografías de los Jenerales que actuaron como Comandantes Superiores del Ejército i como Jefes de Estado Mayor en la campaña de 1879-1883, Santiago de Chile, 1920, p. 5. Este sentimiento de autonomía por parte de los militares no se compadece, sin embargo, con la idea clásica desarrollada por Clausewitz, en orden a que en la guerra lo único posible es la subordinación del punto de vista militar al político. "La experiencia general nos enseña también que, pese a la gran diversidad y desarrollo del sistema de guerra actual, el esquema principal de una guerra ha sido determinado siempre por el gabinete, o sea, si usamos el lenguaje técnico, por un organismo puramente político y no por uno militar". En: Karl María von CLAUSEWITZ, op. cit. p. 325.
203
SE INICIA LA PROFESIONALIZACION
Todas las circunstancias ya referidas hicieron imprescindible, en la visión de las autoridades políticas, la rápida profesionalización del Ejército. Esta profesionalización era entendida como un proceso que tuviera preocupados a los militares no de asuntos políticos contingentes, sino de cómo mejorar la instrucción y capacidad guerrera, y que preferentemente se abocaran a proteger los nuevos territorios conquistados. Esta tendencia se comenzó a ver claramente en 1885, fecha en la cual llegó al país Emil Körner, instructor prusiano que encabezó el proceso de modernización del Ejército chileno. Ese año se destinó aproximadamente el 35 % del contingente a la guarnición de Arauco y casi el 30 % a proteger la zona entre Tacna (en poder de Chile hasta 1929) y Antofagasta. Algo similar ocurrió en 1886. El Ministro de Guerra era muy elocuente al explicar la necesidad de enviar tropas al norte: Estas frierzas prestan en el norte, tanto en el servicio de guarnición, cuando el de policía fronteriza, indispensable en territorios que acaban de incorporarse al país, que aún no están asimilados a él y con los cuales circunstancias que conocéis, imponen medidas precautorias en la línea divisoria con el Perú. Además, la condición misma de la industria de Tarapacá y de Antofagasta y las obras que se llevan a cabo en el último territorio, requieren en esos centros apartados de trabajo la presencia de fuerza pública que haga cumplir las prescripciones de las leyes y los mandatos de las autoridades y que den a todos garantías de orden.24 Este proceso de profesionalización que fue inaugurado por iniciativa de los políticos, pero que había sido gestado por inquietudes al interior de las filas ya en los años sesenta, aceleró la constitución definitiva del espíritu de cuerpo y de elementos esenciales de una doctrina militar como cosmovisión del Ejército nacional. Todo el discurso castrense que se desarrolló en los años ochenta respecto de la necesidad social de la guerra y de poseer Fuerzas Armadas poderosas como requisito de un desarrollo económico y social armonioso (doctrina de la "paz armada") es sintomático de este proce-
24) Memoria del Ministerio de Guerra, Santiago de Chile, 1885, p. XI. "[...] la guerra es una necesidad social de que las naciones, en su modo de ser actual, no pueden prescindir sin atentar contra su propia existencia y que por consiguiente, el propender al fomento y desarrollo de las instituciones militares y a la ilustración de los hombres que a ella se dedican, es afianzar la propia existencia y los caros intereses que le están vinculados". En: Comandante José María de la CRUZ SALVO, La guerra como necesidad social, Círculo Militar, Santiago 1886, p. 4. "Las
204
Un hito significativo en el desarrollo institucional del Ejército fue la creación, en 1885, del Círculo Militar, verdadero gremio castrense que animó por decenios la vida intelectual de la oficialidad chilena, organizando concursos literarios y técnicos, y publicando gran cantidad de trabajos científicos e históricos. Su primer gran empresa fue la edición de una publicación semanal - luego pasó a ser mensual - titulada Revista Militar de Chile, órgano del Ejército, de la Marina i de la Guardia Nacional, la que apareció por primera vez en abril de 1885. Su director fue el capitán de Ejército y profesor de la Escuela Militar Alberto de la Cruz. La Revista Militar de Chile se publicó hasta 1896, cuando fue reemplazada por el Memorial del Ejército de Chile, primero, y el Memorial del Estado Mayor General, después. Esta publicación concentró todas las inquietudes de modernización de la oficialidad progresista de ese período. Así, por ejemplo, en el primer número, un "Oficial retirado" afirmaba que era necesaria una renovación del Ejército, pues:
lo único que en Chile resiste el progreso común es la ciencia militar; en todo hemos dado un paso más o menos resuelto, más o menos avanzado, pero en lo militar ni uno solo. Hasta ahora tenemos como legislación las Ordenanzas españolas; como organización militar la misma del siglo pasado; como administración el mismo sistema del coloniaje con sus rasgos característicos de pesada comprobación y enredado mecanismo, y en punto a instrucción el mismo caso con la misma varaP6 Asimismo, en los sucesivos números de la Revista Militar una serie de oficiales dieron sus opiniones y sugerencias. En la siguiente edición se pedía a las autoridades superiores civiles y castrenses la formación del Estado Mayor General, y en el número tres de la Revista Militar un oficial denunciaba la exigua cantidad de los montepíos: una viuda de capitán recibía 15,66 pesos y la de un general de división sólo 66,66 pesos mensuales. También se criticó la lentitud en modernizar los reglamentos internos, recordando los esfuerzos hechos por el general Arteaga, en los años sesenta, por redactar y aprobar un Código Militar que reemplazara a la Ordenanza, proyecto olvi-
guerras son acontecimientos que llegan periódicamente. Los hombres de Estado deben estar siempre apercibidos para afrontarlas [...] No siempre, empero, podremos contar con hallarnos en presencia de enemigos relativamente débiles, y posible es que llegue el caso de que tengamos que presentarnos ante otros igualmente fuertes y apercibidos con todos los elementos que aseguran el éxito en la guerra". En: General Manuel BULNES PINTO, Algo sobre el Ejército, Santiago de Chile, 1885, p. 22. En esta argumentación está claramente presente la inquietud por un posible conflicto con la Argentina. Revista Militar de Chile, No. 1, Santiago 1885, p. 7.
205
dado probablemente
en los archivos de la secretaría de nuestras Cámaras.21 Del mis-
mo modo tuvieron importancia dentro de este proceso de reafirmación profesional castrense la aparición en Valparaíso de la Revista de Marina por el Círculo Naval, en julio de 1885 y la revista semanal El Círculo Militar. Periódico destinado a la instrucción profesional del Ejército de Chile, editado por primera vez en marzo de 1888 por el Círculo Militar y dedicado exclusivamente a la educación de soldados y clases, pues había inquietud en la oficialidad por las frecuentes deserciones, el alcoholismo y el evidente desencuentro entre la tropa y la profesión de las armasSu
editor fue
el conocido oficial José María de la Cruz Salvo y en sus páginas se daban a conocer ascensos, traslados, notas sobre los reglamentos, charlas patrióticas, etc. Este periódico que circuló hasta 1891, se puede considerar como el predecesor del diario militar La Bandera, publicado por el alto mando para la tropa en los años veinte.
En resumen, se puede señalar que con el advenimiento del liberalismo a principios de la década de los sesenta, se vieron incrementadas más todavía las funciones y responsabilidades del Ejército dentro de los marcos del Estado nacional en expansión. "La Pacificación de la Araucanía" o la invasión militar del territorio ocupado por las comunidades indígenas al sur del Bío-Bío - como parte final del proceso de acumulación originaria del capital -, reconfirmó la vocación fronteriza de la fuerza armada chilena. El Ejército fue destinado a la protección de esa zona, destacando allí a casi la mitad de sus efectivos. Simultáneamente a este avance hacia el sur, se fue desarrollando el espíritu de cuerpo al calor de ácidas críticas a la preparación de la tropa, la falta de material adecuado, etc. Este espíritu fue creando conciencia e identidad al interior de las filas, lo que se tradujo en una evidente independencia que llegó a producir graves trastornos en la conducción de la Guerra del Pacífico. Esta "fronda militar" terminó de convencer a la élite política de la necesidad de profesionalizar al Ejército. Sin embargo, el proceso de tecnificación, el aumento del nivel cultural y social y de las perspectivas generales de progreso profesional de la oficialidad - principales productos de la "prusianización" -, junto a los latentes conflictos fronterizos, 27
) La Revista Militar, No. 4, Santiago 1885, p. 53. Véase a Justo ARTEAGA, Proyecto de Código Militar, redactado de orden del Supremo Gobierno, Santiago 1864. Este también se preocupó siendo diputado por el escabroso tema de la pena de palos, pero tampoco tuvo éxito en su empresa. Al respecto, consúltese el Proyecto de ley presentado por la Comisión Militar de la Cámara de Diputados, sobre modificación de los artículos de la Ordenanza que impone la pena de palos, Santiago de Chile 1850. El Círculo Militar, No. 1, Santiago de Chile, marzo de 1888, p. 1.
206
el inmovilismo político de la República Oligárquica y la emergencia de la "cuestión social" por la presencia combativa de la clase obrera salitrera y fabril, produjeron una rápida politización de las Fuerzas Armadas. Esto significó que, a partir de los años ochenta y con mayor énfasis desde principios de siglo, los militares se hayan transformado en verdaderos intelectuales orgánicos del sistema de dominación, desarrollando planteamientos políticos e ideológicos destinados a disciplinar a las clases subalternas y a ocupar ellos mismos un lugar preponderante en las decisiones políticas del país. 29
Sobre el discurso político de los militares en este período, véase a Genaro ARRIAGADA, El pensamiento político de los militares, CISEC, Santiago 1980 y Carlos MALDONADO PRIETO, Sobre doctrina y función de las Fuerzas Armadas chilenas: el caso del Servicio Militar Obligatorio, Cuadernos ESIN-4 No. 2, Instituto para el Nuevo Chile, Santiago de Chile, 1985.
207
Las cárceles llenas: tensiones sociales en los primeros años del siglo XX en Chile y el papel policial de las Fuerzas Armadas Ferenc Fischer, Pècs
Analizando los cuadros de los varios tomos de la Sinopsis Estadística y Geográfica de Chile, podemos recibir muchos datos sobre las instituciones penales, pero ante todo, una visión sobre la vida y sociedad chilenas en los primeros años del siglo XX. Y, a través de los datos de la criminalidad, se pueden sacar algunas conclusiones en cuanto a las tensiones sociales.
En el tomo Sinopsis del año 1904 se puede encontrar, por ejemplo, un cuadro significativo, el cual demuestra la proporción entre los reos entrados a las cárceles a la población de la República desde el año 1892 hasta 1904. Durante estos doce años la población del país aumentó de 2.937.530 habitantes a 3.238.764, o sea, en el país vivían 301.234 ciudadanos más que en el año 1892. Mientras tanto la suma de los reos aumentó de 22.566 a 63.425. Es decir, en el año 1904 pasaron por las cárceles 40.859 individuos más que doce años antes. 1 En otras palabras: la proporción del aumento de la población en este período alcanzó solamente la cifra de 10,25 %, mientras el aumento de los encarcelados fue de un 181 %. Queremos decir que la dinámica del aumento de los reos era aproximadamente 18 veces más rápido que la de los habitantes. La proporción de los reos por cien habitantes muestra también un desarrollo de un 0,79 % en el año 1892, aumentando a un 1,9 % para el año 1904. En consecuencia podemos decir, que durante este período el número de los reos casi se triplicó. Durante doce años, desde 1892 hasta 1904, en total casi 500.000 (497.100) reos sufrieron cárcel en Chile, o en otras palabras, esta suma de reos significa el 15,3 % de la población total de la República Parlamentaria en 1904.
Sinopsis Estadística y Geográfica de la República de Chile en 1904, Santiago de Chile 1905, p. 276.
209
Otros cuadros de la Sinopsis de los años 1902, 1904, 1906 son tal vez aun más interesantes para nuestro tema. Un cuadro lleva el título siguiente: Proporción entre los reos entrados a las cárceles y la población por provincias. Según este punto de vista en el año 1902 las provincias tenían el siguiente orden de importancia: 1. Tarapacá
el número de los reos en esta provincia:
6.550 individuos, o sea, 6,4 % de la población de la provincia 2. Valparaíso 9.456/ 3,8 % 3. Antofagasta
1.476/ 2,8 %
4. Tacna . .
. .792/ 2,79%
5. Santiago . ,
12.356/ 2,5 % 2
En el año 1902, contando la población total de la República, para cada 50 ciudadanos cayó un encarcelado. La lista de las provincias, según este nuevo punto de vista, es la siguiente: 1. El primer lugar es ocupado otra vez por Tarapacá, donde para cada 15 habitantes cae un reo 2. Valparaíso, donde la relación es de 26:1 3. Antofagasta
35:1
4. Tacna
36:1
5. Santiago
38:1
Estos primeros puestos de la criminalidad de las provincias muestran muy característicamente sus problemas sociales, el estado triste y tenso de la "cuestión social". La provincia Tarapacá, con su capital Iquique, ocupó en aquellos años siempre el primer lugar en cuanto a la proporción entre sus reos y población. El "distinguido" segundo lugar en los años 1900, 1901, 1902 de la provincia de Valparaíso señaló claramente que en la provincia había problemas muy grandes desde el punto de vista social. Así no era accidental, que la primera gran "explosión social" en Chile, la sublevación de las masas trabajadoras, sufriendo de hambre y de miseria, tuvo lugar en Valparaíso en mayo de 1903.3
Sinopsis Estadística y Geográfica de la República de Chile en 1902, Santiago de Chile 1903. Luis VITALE, Interpretación marxista de la historia a semicolonia norteamericana), Barcelona 1980, p. 44. Crónica política del siglo XX, Santiago de Chile 1972, p. 38.
210
de Chile (de semicolonia inglesa Fernando PINTO LAGARRIGUE,
Después de los acontecimientos sangrientos de Valparaíso, según las cifras de la Sinopsis de 1904, se realizó un aumento considerable de los reos, pues en aquel año en el proceso de la represión encarcelaron en Valparaíso 12.320 personas, o sea 4,8 % de la población, mientras tanto antes de las luchas abiertas, en 1902, la cifra era más baja, 3,8 %. La respuesta directa del gobierno era represión y venganza: después de mayo en algunos meses la policía llevó 1 % de más, o sea 2864 personas a las cárceles de Valparaíso. 4 Investigando las tablas del Movimiento
habido en las Escuelas
Correccionales,
Cárceles, Presidios y Penitenciarias en 1902 encontramos varios elementos que nos ayudan a tener una visión más amplia sobre la vida chocante en Chile y sobre los detalles del estado criminal y social del país. Según esta estadística perdieron su libertad un total de 67.185 ciudadanos, de entre los cuales 655 detenidos vivían en Escuelas Correccionales (0,9 %); 63.448 reos en cárceles (94,4 %); 2.855 condenados en presidios (4,2 %) y 227 hombres en Penitenciarias (0,3 %). 5 Según los varios tipos de delitos recibimos los siguientes resultados: 10,6 % (7.147 casos) de todos los delitos se dirigieron en 1902 contra personas, pero acercándose a la fecha de la matanza de Iquique en 1907 esta cifra subió, como se ve en 1904 de un 11,6 % (7.770) y en el año 1906 ya alcanzó un 13,2 % (7.077) o sea durante 4 años el alza presenta un 2,6 %. La proporción de los delitos contra la propiedad muestra, desde 1902 hasta 1906 también un desarrollo muy característico. Mientras que en el 1902 la cifra ya alcanzó un nivel muy alto de un 20,8 % (13.977 casos), el más alto entre todos los delitos, pero a pesar de todo, en 1906 la proporción todavía estaba en desarrollo, alcanzando el nivel de 22,2 %. Los datos sobre los establecimientos penales de la Sinopsis Estadística en 1906 merecen atención especial; de sus tablas se pueden analizar los antecedentes directos de la "carnicería humana", la matanza de Iquique. 6 Como hemos visto a través de algunos ejemplos los diferentes tipos de establecimientos penales del país realmente estaban llenos de reos. Puede hacerse la Sinopsis... en 1902, op.cit. p. 363; Sinopsis... en 1904, op.cit. p. 277. 5
) Sinopsis... en 1902, op.cit. p. 369.
Sinopsis Estadística y Geográfica de la República de Chile 1906, Santiago de Chile 1908, p. 212. Manuel GALICH, Algunos precedentes oligárquico-castrenses al 11 de septiembre de 1973, en: Chile vencerá, 47, México 1974, p. 49. 211
pregunta: ¿Cómo reaccionaron los gobiernos enfrentándose con estos problemas? ¿Qué programa de respuesta tuvieron los ministros del interior?
Como vamos a ver más tarde, los gobiernos tratando de resolver, o mejor dicho, reprimir el problema de la criminalidad, el bandidaje y las olas de huelgas no lograron este fin por "vía policial" y por esto, dentro de breve tiempo empezó a formarse en los primeros años del siglo XX la "segunda" y prolongada reacción: "la vía militar", el papel policial de las Fuerzas Armadas chilenas para sofocar la "cuestión social".
La primera reacción de los gobiernos fue construir más cárceles y reforzar y reorganizar las fuerzas policiales. Con el ritmo y dinamismo del aumento de los detenidos y reos, no podía marchar al paso el número de los establecimientos penales; por eso, el propio presidente, Federico Errazuriz había leído en su mensaje parlamentaria en 1898, que debe llamar vuestra atención el hecho doloroso de que la población de los establecimientos carcelarios ha aumentado en el último año en más de 1.800 individuos. El servicio de los prisiones necesita reformas de importancia
i exije la
construcción de casas a propósito para atender a la salud, corrección y moralidad de los detenidosJ Como ejemplo característico tenemos también el informe del gobernador de Magallanes, quien en su Memoria al Ministro del Interior del aflo 1902 claramente describió la situación carcelaria difícil en Punta Arenas, pidiendo fuentes financieras del gobierno para construir una cárcel nueva.
Los departamentos destinados a los reos tanto de cárcel, como de presidio, son cuatro. El más grande 6 x 5,50m, otro, más chico, 5,50 x 3,50m, lo que constituye una área de 72,25m. Al 31. de diciembre de 1900 47 reos, de entre los que dos eran mujeres, que ocupaban uno de los enumerados departamentos, quedando los tres restantes para los 45 hombres con sólo una capacidad de 60 m. De esta manera corresponde a cada detenido sólo l,33m, lo que es un extremo reducido.8 ^ 1° de junio de 1898. Mensaje leído por memorias ministeriales, Santiago de Chile 1898, p. 13.
S.E.
presidente.
Congreso
Nacional
y
Memoria del Gobernador de Magallanes, en: Memoria de relaciones exteriores.Culto y colonización, presentada al Congreso en 1902, Tomo II, Santiago de Chile, p. 329.
212
El número de los establecimientos penales en el año 1901 era de 87, y un año más tarde el número de estos ya había aumentado a 93, clasificados como sigue: 1. penitenciarias. . .
2
2. presidios especiales
2
3. cárceles y presidios
14
4. cárceles
62
5. casas de corrección de mujeres . . .
.10
6. escuelas correccionales de niños. . . .3.9
El Fisco invirtió en el año 1902 en el mantenimiento de los edificios penales un total de 2.099.447 Pesos, o sea 2 % del presupuesto del gobierno. Pero, a pesar de este aumento, fué el gobierno y especialmente el ministro del interior - Ramón Barros Luco - quien buscó otras posibilidades para resolver el problema. Así se puede leer en la "Memoria del Ministro del Interior presentada al Congreso Nacional en 1902", que se ha establecido además, como dependiente de la policía de Valparaíso un retén en la isla de Juan Fernández, donde dicho servicio era necesario para la seguridad de los habitantes [...] Preocupa al gobierno la necesidad de establecer comunicaciones rápidas con las islas de Juan Fernández [...] Además, va a hacerse quizás necesaria la instalación allí de una colonia penal que alivie las cárceles de la República, estrechas en su mayoría para contener los delincuentes quienes ganaran en rejeneración moral y en hijiene, transportadas que sean a las islas.10
Hasta el año 1896 los servicios policiales del país estuvieron a cargo de las municipalidades, pues después de la guerra civil de 1891 vino la dictación de la "Ley de Comuna Autónoma". Por la ley del 12 de febrero de 1896 se reformó el sistema de la policía y al Estado se hizo cargo de todas las policías de cabecera de departamento, colocando así estas policías bajo la autoridad directa del Prefecto. Según esta ley en realidad se reformó una policía doble: comunal y fiscal, lo que produjo en el Sinopsis...l902, op.cit. p. 361. Chile, impreso por el gobierno de Chile 1915. 10) Memoria del Ministro del de Chile 1902, págs. 10, 31.
Interior
presentada
al
Congreso
Nacional
en
1902,
Santiago 213
futuro muchos problemas. Desde esta fecha se puede observar que el gobierno elaboró muchos otros proyectos para dar a los nuevos cuerpos de policías fiscales más eficacia. Usando como fuentes Las Memorias del Ministro del Interior presentadas
al
Congreso Nacional, se puede reconstruir los pasos de este ministerio en búsqueda de resolver los problemas internos y del doble carácter de la policía. 11 Ante todo el Gobierno quería centralizar las fuerzas policiales en su mano. En la Memoria del año 1900 se puede leer que la policía: [...] a pesar de las fuerzas del Gobierno aun no se encuentra en condiciones de satisfacer las exijencias de su importancia y delicada misión [...] La disposición de la Ley [...] de 1896 deja las policías rurales a cargo de las comunas respectivas, establece un fraccionamiento del servicio y constituye un vicio sustancial para su organización [...] Considero, pues, que para dar la unidad que requiere tan importante servicio es indispensable que la dirección y mantenimiento de todas las policías de la República estén en manos del Gobierno. [...] Será más fácil de concentrar en un momento dado las fuerzas necesarias para resguardar el orden o prestar auxilio a un punto o localidad amenazados; i existirá un mayor aliciente en un cuerpo único y de más perfecta formación.12
Examinando la Memoria de 1904 llama la atención, que, como en los años anteriores, los proyectos del Ministro del Interior están todavía en la mesa, pues no podían unificarse y organizarse las fuerzas policiales. Pero la voz del ministro cambió: sus palabras son dramáticas y apremia, exige las reformas estructurales sin demora. La explicación es muy simple: en mayo de 1903 tuvo lugar en Valparaíso el primer gran estallido de las masas pobres. La entrada en acción de las fuerzas policiales duramente fracasó y era necesaria la ayuda directa de las tropas del ejército para resguardar el orden "limpiando" las calles ocupadas y dominadas durante días por las masas, por los "rotos". Sobre la base de este punto de vista tenemos que leer el informe del ministro: Carabineros de Chile, la Independencia Nacional, 109.
en: Patria - Magazine Retrospectiva del Sesquicentenario de Edición especial, N° 417-418, Año XXV, Enero de 1961, p.
Alain JOXE, Las Fuerzas Armadas en el sistema político chileno, Santiago de Chile, 1970, pág. 651. 12) Memoria del Ministro del Interior Chile 1900, Tomo I, págs. 9-10.
214
presentada
al Congreso Nacional en 1900, Santiago de
La experiencia ha demostrado de una manera irrecusable que el actual servicio de seguridad en toda la República adolece de graves defectos. Proviene esto casi exclusivamente de las diferentes organizaciones de las policías que por el hecho de estar bajo las ordenes de diversas instituciones no responden a la unidad de acción y de esfuerzo a que necesariamente están llamadas, por el mismo fin que ellas persiguen, el cual es el de asegurar la tranquilidad de todos los habitantes, sea que en estos se encuentran radicados en ciudades, en comunas o en los cuerpos[...] Este departamento estudia un proyecto de reorganización ¡eneral de las policías de toda la República, de manera de ponerlas a la disposición i bajo la responsabilidad del Gobierno Central, quien cuidará de la disciplina, distribución, remuneración y equipo.13 Las Memorias del Ministro del Interior reflejan además una tarea especial para este ministerio particularmente perseguir el bandidaje. 14 Pues el Ministerio del Interior no podía establecer durante años de sus propias fuerzas policiales un cuerpo eficaz de gendarmería contra "el bandelaje", se necesitaba por fin una ayuda directa por el ejército. La Memoria de 1902 redacta claramente: Para reprimir el bandelaje que se ha desarrollado de un modo alarmante, se ha organizado con fuerzas montadas del Ejército, que se han tomado de diversos rejimientos, un cuerpo de jendarmes, el cual semejante a la Guardia Civil, que forma en España lo que pudiera llamarse la policía militar de las provincias, reunirá las ventajas que, para el descubrimiento y para aprehensión de los malhechores, puedan prestar la educación militar. La dirección superior confiaba en este servicio el Estado Mayor Jeneral, que atenderá los pedidos que le hagan los comandantes de armas cuando necesiten del auxilio de esa fuerza. Para los gastos que demandará este servicio se ha destinado la suma de 100.000 pesos que habrá de sacarse de la cantidad consultada en el presupuesto vijente para un cuerpo de jendarmes ambulantes, servicio que por diversas circunstancias ha sido imposible de organizará La creación de las unidades de gendarmería con la ayuda directa del ejército, y después paso a paso la creación del cuerpo de Carabineros en 190616 - ambos cuerpos dependientes del Ministerio del Interior - podemos así interpretar como un símbolo de 13) Memoria del Ministro del Interior presentada al Congreso Nacional en 1904, Santiago de Chile, 1904, p. 13. 14
) Luis VITALE, op.cit. p. 68.
15) Memoria del Ministro Santiago de Chile 1902, p. 9.
del
Interior
presentada
al
Congreso
Nacional
en
1902,
16) Carabineros de Chile, op.cit. p. 10. Joxe, op.cit. p. 65.
215
la debilidad de las fuerzas policiales tradicionales y como fracaso del intento del Ministerio del Interior de reforzar y reorganizar la policía. En las memorias del Ministro del Interior de los primeros años del siglo XX frecuentemente se repitió la intención firme a aumentar el efectivo de la policía. La memoria de 1902 documenta también este propósito: En general los Intendentes y Gobernadores hacen presente con mucha frecuencia i con acopio de dalos fidedignos la insuficiencia de las policías de sus respectivos departamentos y sería de desear que el Congreso, ya que circunstancias recientes van a permitir de atender de mejor manera las necesidades públicas, atendiera esta de que me ocupo, aumentando el número de guardianes /..J.17 Los efectivos de las policías fiscales en el año 1900 contaban con 5.814 hombres y esto no aumentó en el año 1902. Aunque los efectivos del ejército de 1900 tuvieron más o menos el mismo nivel que la policía (5.885 hombres), pero la ley sobre el servicio militar obligatorio del 5 de septiembre de 1900 cambió radicalmente la situación entre la policía y el ejército. Ya en los años 1901 y 1902 los efectivos del ejército de tierra se triplicaron alcanzando el nivel de 17.385 para el año primero y 18.905 respectivamente al segundo de oficiales y soldados. Mientras los gastos para el ejército en 1900 alcanzaron 11.167.833 pesos, o sea 12,1 % del presupuesto anual, en los próximos dos años se elevó considerablemente desarrollándose hasta el nivel de 14.818.765 pesos (14,3 %) en 1901 y 17.781.420 pesos (17,3 %) respectivamente del año 1902. En 1900 todos los gastos de la policía fiscal costaron al Fisco un total de 4.574.384 pesos, o sea cerca de 5 %. Tampoco se modificó años más tarde esta situación, porque siempre el ejército y la marina gozaron de prioridad en la repartición del presupuesto, desfavoreciendo a la policía, la cual se sentía como un "hijastro del estado".18 El ejército y la marina de guerra, siendo favorecidos por el gobierno y el parlamento, por supuesto tuvo que "pagar", "compensar" este privilegio y los jefes de las Fuerzas Armadas chilenas muchas veces manifestaron su gratitud recibiendo y sacando mayores fondos del Fisco que la policía.
17) Memoria del Ministro del Interior presentada al Congreso Nacional en 1902, Santiago de Chile 1902, p. 10. 18)
Wolfgang ETTMÜLLER, Germanisierte Heeresoffiziere in der cn: Chile-Legenden und Wirklichkeit. Studien zur politischen Amerikanisches Archiv, Neue Folge, Heft 1/2 1982, p. 100. 216
chilenischen Entwicklung,
Politik, Ibero-
Según nuestra opinión, esta rivalidad por los fondos del Fisco entre la policía, el ejército y la armada fue un factor muy importante, que influyó fuertemente el proceso en que las Fuerzas Armadas chilenas - al lado de la policía, ayudándola - empezaron a jugar un papel desplegadamente policial, "cuidando el orden público". Por supuesto los acontecimientos populares de 1903 y de 1905 en Valparaíso y en Santiago no reforzaron el prestigio de la policía y del Ministerio del Interior. En 1900 el prefecto de la capital recibió para sus efectivos 2.000.000 pesos y el prefecto de Valparaíso 680.000 pesos, o sea 43,7 % para el primero y 14,8 % para el segundo, en conjunto un 58,5 % de todos los gastos de aquel año de la policía fiscal. Incluso se concentró en Santiago 2.213 jefes y guardianes, en Valparaíso 826 policías, en consecuencia esto era para el uno 37 % y para el otro 13,8 %, o sea en total 50,8 % de todas las fuerzas de la policía fiscal en el país. A pesar de esta concentración considerable de las fuerzas policiales en esta región, ellas muchas veces fueron incapaces de asegurar el órden. En este período la provincia de Tarapacá, (donde las huelgas casi todos los meses ya señalaron en forma inequívoca la grave situación en el "Norte Grande"), recibió solamente 393.000 pesos, 8,6 % del gasto total de la policía fiscal y se estableció un efectivo muy reducido de 319 hombres, mientras tanto en esta provincia vivían en aquel entonces 101.105 habitantes, de los cuales 6.550 fueron encarcelados durante el año 1902, dando la más alta proporción - 6,4 % - de los reos por 100 habitantes entre las provincias. Para cada miembro de la policía de Tarapacá cayeron 20 reos y 317 habitantes. En la provincia de Antofagasta las fuerzas policiales en 1902 tuvieron solamente 84 hombres, mientras tanto esta provincia ocupó el tercer lugar de la lista de la criminalidad, pues de los 52.853 habitantes 1.476 individuos sufrieron cárcel, o sea el 2,8 % de la población. La relación en esta provincia entre policiales y reos fue 1 : 17; respectivamente entre ellos y la población fue 1 : 629. En el caso de la capital y de Valparaíso la relación entre el número de la policía, los reos, así como la población, muestra otro cuadro. Santiago tuvo la cifra de 1 : 5 así como 1:216 y Valparaíso 1 : 11 así como 1 : 302. 19
Sintetizando estos datos se puede verificar que en Santiago y en Valparaíso, donde se concentraron en 1902 729.296 ciudadanos, el 22,9 % de la población total de la República, había para este número de población una concentración por parte de la 19) Memoria del Ministro del Interior presentada al Congreso Nacional en 1900, Santiago de Chile 1900, p. 12. Sinopsis Estadística [...] en 1902, op.cit. p. 372.
217
policía fiscal tan grande, que en estas dos ciudades más importantes en la vida política de Chile, los efectivos estacionados aquí (3.201 policiales) eran más de la mitad (53,6 %) de todas las fuerzas policiales del país. Basándose en los datos y proporciones antes mencionados, llegamos a la conclusión que entre el Ministerio del Interior y el Ministro de Guerra, o mejor dicho entre las fuerzas policiales y las tropas del ejército, se desarrolló paso a paso una extraña especie de "división del trabajo" con el fin de mantener el orden establecido por fuerza y reprimir todos los movimientos populares. Sobre la base de la "división del trabajo" la
policía fiscal "recibió" la tarea limitada de mantener el orden en el
núcleo del país. Pues quedaron para todas las otras provincias solamente 2.769 policías fiscales, o sea un 46,4 %. Si calculamos con 2.444.514 habitantes restantes del país, cae para cada guardia, fuera de la capital y Valparaíso, 882 habitantes. Es obvio que para las fuerzas policiales de las otras provincias era una tarea irrealizable, imposible de mantener el orden por su número pequeño. Precisamente por eso los prefectos de las provincias e intententes, muchos empresarios chilenos y extranjeros se acostumbraban a pedir en caso de desórdenes o paros, la ayuda de las guarniciones del ejército estacionadas en las lejanas provincias, por falta o escasas fuerzas policiales. Quisiéramos decir que el ejército por escasez y debilidad de las fuerzas policiales en las provincias, ante todo en el Norte, tuvo que sustituir esta fuerza de represalia, llegando el ejército dentro de algunos años hasta la doctrina que "el Ejército es necesario para la seguridad interior del país" 20 transformándose así en algo como un instrumento de las "tareas sucias". Es verdad que el personal de la policía aumentó paulatinamente alcanzando hasta el año 1915 la cifra total de 12.421 hombres, o sea se duplicó en comparación con el año 1900, pero a pesar de este aumento su fuerza era todavía débil, si tomamos en cuenta que en el mismo período la lucha de las masas explotadas año por año se desarrolló y la situación del país, en cuanto a la criminalidad, empeoró. Según nuestra opinión, la debilidad de las fuerzas represalias del Ministerio del Interior fue otro factor importante que jugó un papel en la transformación de las tareas del ejército. Como consecuencia se produjo un cambio drástico en la doctrina
Luis PEREZ, Chile, Estudio histórico, geográfico y económico, Santiago de Chile 1923, p. 60.
218
de las Fuerzas Armadas, dando prioridad a las tareas policiales de carácter de "trabajos sucios". Documentando la afirmación arriba mencionada, damos de las varias fuentes sólo una. La Comandancia Jeneral de Armas de Arauco, instalado en Lebu, informó al Ministro de Guerra en 1902 que en esta provincia no existe fuerza alguna del Ejército: se hace sentir en este departamento la necesidad de dotarlo por lo menos de una compañía de Infantería Montada: que esto serviría para el respeto i seguridad de las propiedades que con frecuencia son amenazadas por el vandalaje. En varias ocasiones i con mucha frecuencia, se tiene que pedir la fuerza de línea a Concepción o ya la manda el Jefe de la Zona en comisión a la subdelegación de Curanilahue, donde todos los meses tiene que asistir para evitar desórdenes después del pago a los mineros, fuera de la pequeña fuerza que se manda del Cuerpo de Policía; quedando así la ciudad, puede decirse, abandonada, porque hay que mandar fuerzas a las diferentes oficinas que hai en este departamento, que se encuentra rodeado de minas de carbón, i muchas veces los pagos son en el mismo día. El Cuerpo de la Policía de esta ciudad es tan deficiente que no se puede tomar en cuenta, llega a 36 hombres, y muchas veces no está completa su dotación.21 Entre otros motivos, lo cual también jugó un papel en la utilización de las tropas del Ejército en las tareas policiales, podemos mencionar una condición especial. El Ejército tuvo muchos caballos y muías - mientras que la policía urbana no fue debidamente abastecida; solamente los gendarmes y los carabineros formaron un cuerpo montado - en consecuencia tuvo varios batallones y regimientos montados y lógicamente una instrucción especial para este fin. Tenemos que calcular con las circunstancias de aquel entonces, cuando en un país muy largo y montañoso, con grandes distancias, como Chile, faltaban todavía buenas vías, caminos de carretera y de ferrocarril. La subida de las guarniciones de la costa a la pampa salitrera del Norte o alcanzar dentro de un tiempo limitado a las aldeas y minas o perseguir el bandidolaje montado en el Sur, podían realizar con éxito solamente los destacamentos montados del ejército. Por ejemplo, el comandante de las tropas instaladas en San Felipe comunicó en 1902 que: /.../ cubre la guarnición de esta plaza dos escuadrones del Rejimiento
«Lanceros». Actualmente
uno de ellos se ha destinado
de
jendarmes
22
encargados de perseguir el bandelaje. 21) Memoria del Ministerio de Chile 1902, p. 448. 22
de
Guerra
presentada
al
Congreso
Nacional
en
1902,
Santiago
) Ibid. p. 377.
219
Cuando empezó a funcionar "la división del trabajo" entre la policía y el ejército y casi todos los meses las tropas del ejército fueron mandadas a reprimir las huelgas, el propio Jefe del Estado Mayor, el general de división Emil Körner protestó contra esta utilización de sus tropas. En 1902 escribía en su informe al Ministro de Guerra, que una vez más, Señor Ministro, me permito hacer presente a U.S. la inconveniencia de que se emplee las fuerzas del Ejército en servicio de policía, desquiciadores de la disciplina militar. Por otra parte, lo reducido de los cuadros no permite mantener destacamentos alejados del cuerpo, como sucede en el del Toco y las comisiones enviadas a Los Anjeles y Coronel. En la primera Zona el Rejimiento Húsares, empleado durante todo el tiempo que duró el acuartalamiento de los reclutas, en comisiones ajenas a su servicio, no pudo terminar la instrucción de los reclutas; i como tuvo comisiones montadas fuera de la propia guarnición i se carecía del suficiente número de caballos, quedó en Tacna un escuadrón desmontado que no recibió propiamente la preparación del arma.23 Leyendo estos párrafos de Emil Körner recibimos en parte una respuesta para su protesta. Completando aun más su posición contraria a la labor policial, tenemos que recordar que después de largos años de su lucha personal por el servicio militar obligatorio se logró este fin en 1900, por primera vez en toda América Latina. Sobre la base de esta ley en 1901-1902 el efectivo del ejército se triplicó y los oficiales por supuesto recibieron nuevas y aumentadas tareas de instruir los conscriptos. El general quería consolidar este ejército en su nueva base de servicio obligatorio. Pero las tareas policiales casi cotidianas de reprimir huelgas o perseguir el bandidolaje, incluso por lo general, lejos del cuartel central, fue incompatible con su visión de un ejército moderno, tipo prusiano. Una parte de otros comandantes tenían la misma opinión que el Jefe del Estado Mayor General, informando al Ministro de Guerra, que la instrucción no pudo desarrollarse de un modo constante i metódico, a causa de los muchos movimientos de tropas que impusieron las huelgas. La instrucción de tiro se resintió también por estas circunstancias. La instrucción primaria tuvo que resentirse también por la falta de estabilidad.24
23) Ibid. p. 21. 24) Memoria del Ministerio de Guerra presentada al Congreso Nacional en 1904, Santiago de Chile 1904, p. 100.
220
La protesta de Emil Körner y de algunos jefes no fue tan fuerte y nunca podían, ni quisieron entender los problemas reales de las capas trabajadoras duramente explotadas, contra quienes dispararon sus soldados. La resistencia de este grupo de comandantes contra el trabajo no militar vino ante todo del interés de cuerpo para crear un ejército moderno de estilo prusiano. Pero para la mayoría de los jefes militares no fue tan difícil acostumbrarse a las tareas policiales. Para el general de mala fama Silva Renard, como el jefe de la primera Zona Militar, la cual incluyó las provincias Tarapacá y Antofagasta, "el órden" tenía la importancia más grande, pensando que este fin justificaría los medios de "cueste lo que cueste" y en consecuencia todos los demás criterios fueron subordinados. En este espíritu castrense "las exigencias de órden" fueron más importantes que el propio interés militar, como se ve en su informe al Ministro de Guerra Creo conveniente dejar constancia en esta Memoria que la instrucción de las tropas en esta Zona no se podrá atender nunca con el órden que es posible seguir en las guarniciones del Sur, donde los cuerpos, se puede decir, viven consagrados a la instrucción sin ninguna obligación o servicio que los aparte de aquella. En los cuerpos de esta Zona la instrucción está subordinada i lo estará siempre a las exijencias de órden que en esta rejión son constantes.25 Para poder realizar la labor represiva del ejército tuvieron lugar importantes cambios en la distribución de las tropas. Se puede leer en la Memoria del Jefe de la I a Zona Militar en Iquique, con la asignación del general Silva Renard del año 1904, que durante el año y con motivo de los movimientos huelguistas que estallaron en esta provincia en los meses de abril a agosto, se realizaron importantes cambios en la distribución de las tropas y servicios de la Zona. La jefatura de la Zona fue trasladada a este puesto a la vez que toda la guarnición, compuesta de Tacna, compuesta del batallón Carampangue, el rejimiento Húsares y el grupo de injenieros Atacama. El batallón Rancagua, que estaba aquí de guarnición, fue trasladada a Tacna [...] creo que esta distribución debe mantenerse, pues es la que conviene al órden de esta importante y extensa región. A causa de los movimientos huelguistas a que me he referido, fue preciso de enviar fuerzas de diversos puntos de la Zona, prestando en todas partes útiles servicios las tropas que se destacaron. En la actualidad se mantiene una guarnición de 50 húsares en las salitreras del Taltal y una compañía del Batallón Esmeralda en Tocopilla.26
25
) Ibid. p. 100.
26) Ibid. p. 98.
221
La dispersión de las tropas en varios destacamentos en la pampa para prestar "útiles servicios" ya se practicó en el Norte. En 1900, el comandante Fischer Rubio anunció que con motivo de un levantamiento que se temió en mes de octubre del año próximo psasado i que se declararon en huelga los numerosos trabajadores de las oficinas salitreras existentes en el interior de esta provincia, se trasladaron desde Tacna tres escuadrones del Rejimiento Húsares instalándose dos en la oficina «Aragón»; la presencia de estos escuadrones contribuyó eficazmente para que se disiparan los temores de huelgas, como así mismo para que estas no se produjeran.27 Pues en el primer decenio del siglo XX casi no había departamento en Chile donde no hubieran pasado huelgas y paros (en consecuencia muy alto porcentaje de los reos en comparación con los habitantes); por eso para sofocarlos y resguardar el órden muchos destacamentos tuvieron que alejarse del cuartel central y fueron enviados a diversos servicios de carácter claramente policial. Por ejemplo, en el año 1903 tuvieron lugar los siguientes movimientos de algunas unidades: Batallón Maipú: desde el 12 de mayo se encuentra en Valparaíso un destacamento compuesto de dos compañías, con un total de 108 individuos. Batallón Rancagua: Con motivo de las huelgas habidas en Tocopilla se envió a ese lugar un destacamento de 25 hombres. Batallón Carampangue: En julio se mandó a Tocopilla un destacamento de 31 individuos i permanecía por tres meses i medio. Estando el cuerpo en Tacna se enviaron 110 hombres a Iquique i este destacamento fue subdividido mandando tropas a Pisagua y a Coleta Buena. En mayo fue enviado un destacamento de 50 hombres a Antofagasta, en previsión de desórdenes. Batallón Chacabuco: Con frecuencia el cuerpo ha mantenido destacamentos en los puertos de Coronel, Lota i Lebu i minas de Caranilahue, para resguardar el órden en las huelgas i además en los pueblos de Yumbu y Talcamávida.28 Como lógica consecuencia de la distribución y del fraccionamiento de las tropas en todo el país, fue la carencia de los cuarteles alrededor de las minas salitreras y de carbón. Los comandantes reclamaron muchas veces fondos del ministerio para construir nuevas guarniciones. Tal vez el jefe de la primera Zona Militar, Silva Renard, tuvo que enfrentarse cada vez más con este problema, pues la antigua división y el número de los cuarteles en el Norte, no respondía a los nuevos requisitos, fines y distribución Memoria del Ministerio de Guerra presentada al Congreso Nacional en 1902, Santiago de Chile 1902, p. 354. Memoria del Ministerio de Guerra presentada al Congreso Nacional en 1902, Santiago de Chile 1902, p. 69.
222
en los primeros años del siglo XX, calculando con el dinamismo del desarrollo del proletario salitrero. El cuartel
de Copiapo es un local estrechísimo e inadecuado enteramente para el objeto. Me parece más conveniente, señor Ministro, estudiar la construcción de un cuartel definitivo en Copiapo o en Serena. En Iquique existen dos cuerpos que no tienen cuarteles: el rejimiento Húsares y la compañía Atacama. El rejimiento Húsares está instalado en dos escuelas públicas y la compañía Atacama está instalada en la escuela «Santa Maria». Respecto al cuartel para Húsares es urjente proceder a construirlo, ya que la esperiencia ha demostrado la necesidad de mantener en esta ciudad una respetable fuerza de caballería, si se quiere, en todo el litoral salitreroP
Dadas las circunstancias peligrosas, causada por las frecuentes huelgas, todas las guarniciones en el territorio Norte, desde Taltal hasta Arica, recibieron una dotación de tropas, las cuales realmente se encontraban siempre en estado de alarma, como si estuvieran preparados para una guerra contra los enemigos del exterior, como si hubiese estallido la "segunda" Guerra del Pacífico contra Bolivia y Perú. Ante todo, a Iquique fue ya en 1904 una concentración considerable, pero Silva Renard, a pesar de una gran dotación de sus tropas en el Norte, todavía no estaba satisfecho con la fuerza de algunos cuerpos, temiendo la fuerza elemental, tamaño y duración de las huelgas. Como escribe:
en Antofagasta el batallón Esmeralda constituye, gracias a su dotación reforzada, una guarnición suficiente. El regimiento Húsares y el batallón Carampangue cuenta con fuerza suficiente, gracias a la dotación reforzada de sus cuadros: (en la Serena) considero que la dotación de este rejimiento debería de reforzarse con 20 soldados más por batería, a fin de poder atender a las necesidades de orden que ahí también son frecuentes por las grandes aglomeraciones de trabajadores de las faenas mineras e industriales de Chañaral, Guayacan i otras de la región [...] En general, los cuerpos están con sus dotaciones de tropas casi completas [...] solo resta aumentar, como dejo dicho, más arriba, la dotación del cuerpo de artillería",30
29) Ibid. p. 102.
30) ibid. p. 99. 223
¿CONTRA QUIEN ESTA "DOTACION DE ARTILLERIA"? - podríamos preguntar. ¿Contra un ejército enemigo que tiene también armas pesadas? ¡No! Trágicamente estos cañones, las ametralladoras fueron usados contra el propio pueblo, contra losminerosde la pampa [...] (Iquique, 1907).31 Después del tratado en 1902, con el país vecino Argentina, no existía una situación peligrosa desde afuera para Chile, tampoco había probabilidad de un conflicto bélico con los otros países vecinos del Norte. A pesar de este hecho, en el Estado Mayor General se prepararon planes de carácter secreto para la movilización del ejército. 32 A falta de un enemigo extranjero real, estos planes de movilización después del choque de Valparaíso en 1903 y de Santiago, en 1905 y de los paros de los trabajadores, servirán contra "el enemigo interno", para un caso de una "especie de guerra civil", contra las masas trabajadoras en los centros mineros, tanto en el Norte, como en el Sur. Incluso no solamente planes de movilización fueron elaborados, sinocomo un paso práctico y previo - reservistas fueron llamados también.
La motivación, como se ve, era evidente: Por decreto Supremo de mayo de 1903, con motivo de los movimientos huelguistas fueron llamados al servicio 2.000 reservistas de la clase de 1882, correspondiendo a la primera Zona 465 hombres.33
Hasta el año 1906 los jefes, oficiales y soldados del ejército de Chile ya se acostumbraban a las tareas de represión, a los "trabajos sucios", jugando un papel como instrumento sangriento y brutal en interés de la oligarquía chilena y de las empresas extranjeras. Incluso en 1906 se realizó una reorganización del ejército, la cual con su nueva dislocación de las guarniciones del ejército justificó y fijó para el futuro la tarea policial del ejército. La opinión de Hernán Ramírez Necochea sobre esta reforma militar nos ayuda para ver claramente los verdaderos objetivos de esta reorganización.
31) Julio César JOBET, Ensayo crítico del desarrollo económico-social de Chile, Santiago de Chile 1955,p. 139. 32
) Memoria del Ministro de Guerra presentada al Congreso Nacional en 1904, Santiago 1904, p. 34.
33
) Ibid. p. 101.
224
Virtualmente todas las ciudades cabeceras de provincia y muchos otros centros urbanos de menor importancia quedaron provistos de un rejimiento [...] Desde el punto de vista de la defensa nacional era inexplicable tan gran dispersión y hasta perjudicial [...] dicha dispersión distaba mucho de ser conveniente para las necesidades de la defensa nacional. Parece entonces fundado pensar que la reorganización [...] se hizo fundamentalmente considerando asuntos de política interna y más precisamente la necesidad de asegurar la presencia de fuerzas «protectoras de orden» a través de todo el territorio, fijándose especial atención en aquellos lugares en los que existía cierto grado de concentración proletaria.34
Hernán Ramírez NECOCHEA, Fuerzas Armadas y política en Chile (1810-1970). /Antecedentes para una historia / 27, Casa de las Américas, 1984, p. 77.
225
Santiago de Chile: Städtisches Wachstum unter gewandelten politischen und wirtschaftlichen Rahmenbedingungen Jürgen Bähr, Kiel
Chile gehört zu denjenigen lateinamerikanischen Staaten, die durch eine ausgeprägte Primatstruktur ihres Städtesystems gekennzeichnet sind. Die überragende Stellung der Landeshauptstadt kommt u.a. darin zum Ausdruck, daß zum Zeitpunkt des letzten Zensus (1982) mehr als ein Drittel der Bevölkerung in Groß-Santiago lebte (Tab. 1). Mit fast 4 Mill. Einwohnern war Santiago damals ungefähr fünfzehnmal so groß wie die zweitgrößte Stadt Chiles, Concepción (Instituto Nacional de Estadísticas 1986). Die höchsten Wachstumsraten erreichte Groß-Santiago in den 50er und 60er Jahren (im Durchschnitt knapp über 4 %/Jahr), gleichermaßen bedingt durch hohe Geburtenüberschüsse und Wanderungsgewinne. Zwischen 1952 und 1982 stieg die Einwohnerzahl von weniger als 1,5 Mill. auf fast 4 Mill.; Schätzungen für 1988 gehen von ca. 4,5 Mill. Bewohnern aus. (Zur Stadtentwicklung vgl. im einzelnen BÄHR 1978; BÄHR & MERTINS 1985; WILHELMY & B O R S D O R F 1985).
H A U P T P H A S E N D E R STÄDTISCHEN ENTWICKLUNG Bis zum Beginn unseres Jahrhunderts hatte Santiago mit seinen überwiegend einstöckigen Häusern noch ganz seinen kolonialen Charakter bewahrt, und auch das für die Struktur spanischer Kolonialstädte bestimmende zentral-periphere Gefälle nach Wohlstand und Ansehen war fast unverändert erhalten geblieben. Selbst die rasche Bevölkerungszunahme während des Salpeterbooms führte nur zu einer verhältnismäßig geringen Flächenausdehnung der Stadt (Abb. 1); stattdessen erfolgte eine Verdichtung innerhalb des bebauten Gebietes, so daß um 1900 die mittlere Bevölkerungsdichte weit über
der
heutigen
lag. Diese
Bevölkerungsverdichtung
einzelner
zentrumsnaher
Stadtviertel ging zum einen auf erste Unterteilungen und zimmerweise Vermietung ehemals von gehobenen Bevölkerungsgruppen bewohnter Häuser zurück, zum anderen auf neu errichtete, meist gangartig angelegte Massenquartiere aus Einzimmerwohnungen zur Unterbringung von Arbeitern (conventillos). Noch 1952 lebten ungefähr 30 % der Bevölkerung Santiagos in Gebäuden dieses Typs. 227
Quilicui Conchalí
j7~> Quinta Normal ;
¡Providencia SANTIAGO]
La Florida
San Berna rdc Puente Atto
Bauliche
Entwicklung
"einschließlich alter Ortskerne
Quelle: BÄHR & MERTINS 1985 (wegen Fehlens von Luftbildern konnte im Gebiet von Quilicura und Puente Alto die Zunahme der bebauten Fläche seit 1970 nur unvollständig ermittelt werden).
Abb. 1: Räumliches Wachstum Groß-Santiagos 228
Tab. 1: Bevölkerungsentwicklung von Groß-Santiago 1865 - 1982 Einw. in Mill. Jahr
jährl. Wachstumsrate ( % )
A n t e i l d e r chil. Bevölkerung(%)
1865
0,12
-
6,3
1895
0,26
2,6
9,5
1907
0,33
2,0
10,2
1920
0,51
3,4
13,7
1930
0,71
3,4
16,2
1940
0,99
3,4
19,8
1952
1,44
3,2
24,3
1960
2,06
4,6
28,0
1970
2,82
3,2
31,7
1982
3,90
2,7
34,4
Quelle: Volkszählungsergebnisse
Mit d e n nach der "Salpeterkrise" in den 30er J a h r e n einsetzenden B e m ü h u n g e n um eine Industrialisierung zeichneten sich erste V e r ä n d e r u n g e n dieses R a u m m u s t e r s ab, und
ein stärker sektorenförmiges Wachstum
begann
(Abb.
1). W ä h r e n d
an
den
Hauptausfallstraßen der Stadt nach Süden größere Industriekomplexe mit den zugehörigen A r b e i t e r q u a r t i e r e n entstanden, f ü h r t e n der Funktionswandel der Altstadt zur City und
die
damit
wohlhabende
einhergehende
Umwelt-
und
Verkehrsbelästigung
dazu, d a ß
Geschäftsleute und U n t e r n e h m e r - zunächst vorzugsweise
sich
Ausländer,
später in z u n e h - m e n d e m M a ß e auch reiche Chilenen - mehr und m e h r im Osten der Kernstadt,
im
sog. barrio
alto,
ansiedelten.
Später
dehnten
sich
die
vornehmen
Wohnviertel immer weiter in Richtung Kordillere aus. Nach d e m Zweiten Weltkrieg entwickelte sich Santiago vollends zu einem ausufernden Ballungsraum. Dabei machte sich ein wachsendes Mißverhältnis zwischen Bevölkerungsanstieg und Flächenzuwachs b e m e r k b a r . So n a h m die b e b a u t e Fläche zwischen 1960 u n d 1970 u m 47 % zu, während sich die Zahl der Bewohner nur u m 37 % erhöhte. Parallel dazu verloren die f r ü h e n Wachstumsachsen der Stadt als Leitlinien der räum229
liehen Ausdehnung an Bedeutung, und das sektorenförmige Ordnungsmuster wurde immer stärker von zellenförmigen Erweiterungen überlagert (Abb. 1). Dazu zählen einerseits die von staatlichen und halbstaatlichen Gesellschaften meist in Flachbauweise errichteten Reihensiedlungen (poblaciones planificadas), andererseits die illegalen Hüttenviertel (callampas, campamentos), die auf Landbesetzungen zurückgehen und vor allem zu Beginn der 70er Jahre sprunghaft zunahmen. 1978 wurden offiziell 52.300 in derartigen Unterkünften lebende Familien registriert (Tab. 2). Die folgenden Ausführungen beschränken sich in erster Linie auf diese Wohngebiete unterer Einkommensgruppen und deren Rolle im städtischen Wachstumsprozeß.
Tab. 2:
Stand der Sanierung von campamentos in Groß-Santiago
Zahl der Familien
1978
Sanierung 1979 - 83
Campamentos de radicación
27.536
10.734
8.185
8.617
Campamentos de erradicación
24.804
13.488
8.755
2.561
Total
52.340
24.222
16.940
11.178
Quelle: La Segunda vom 2. 8. 1984
230
Sanierung 1984 und in Arbeit
Saldo
BEZIEHUNGEN ZWISCHEN INNERSTÄDTISCHEN WANDERUNGEN UND HÜTTENVIERTELN
Lange Zeit ist selbst in der wissenschaftlichen Literatur ein direkter Zusammenhang zwischen städtischem Wachstum durch Zuwanderung und Ausdehnung der Hüttenviertel angenommen worden. Erst seit den Arbeiten von TURNER (1968) und anderen setzte sich die Auffassung durch, daß die peripheren Hüttensiedlungen nur in geringem Umfang die Funktion als erste Auffangstellen für Zuwanderer unterer Sozialschichten haben, sondern die stärksten Wanderungsströme auf abgewertete
Wohnquartiere
(tugurios) in innenstadtnahen Bereichen gerichtet sind. Die Wanderung von dort an den Stadtrand erfolgt erst in einer späteren Lebensphase, wenn eine gewisse Vertrautheit mit der neuen städtischen Umgebung erworben ist (Phase I in Abb. 2). Als Begründung für dieses zweiphasige Wanderungsmodell wird angeführt, daß sich die Wohnwünsche und damit auch die Anforderungen an den Wohnstandort im Laufe der Zeit entsprechend der sozio-ökonomischen Position und Stellung im Lebenszyklus ändern können und daraus Wanderungsbewegungen resultieren. Für neu in die Stadt kommende Migranten aus unteren Sozialschichten spielt die Nähe des Wohnstandortes zu möglichen Arbeitsstätten eine entscheidende Rolle. Als erster "Brückenkopf in der Stadt werden daher Unterkünfte als Mieter bzw. Untermieter in den tugurios am Rande der City bevorzugt. Erst wenn ein einigermaßen sicherer Arbeitsplatz mit regelmäßigen, wenngleich immer noch niedrigen Einkünften gefunden ist, kann der häufig mit der Familiengründung einhergehende Wunsch nach einer eigenen Wohnung eine Wanderungsentscheidung in Richtung Stadtrand auslösen. Dabei wird sogar in Kauf genommen, zunächst in einer behelfsmäßigen Hütte zu leben, die man unter Einsatz der eigenen Arbeitskraft allmählich weiter ausbaut. Um mit TURNER zu sprechen, sind damit die bridgeheaders zu consolidators geworden. Durch neuere empirische Untersuchungen ist das TURNER-Modell in einzelnen Punkten modifiziert worden (vgl. CONWAY 1985, MERTINS 1985, BAHR 1986 a und die dort genannte Literatur). Insbesondere die von TURNER postulierte Rolle des Stadtzentrums als Brückenkopf wurde mehr und mehr in Frage gestellt, denn es konnte gezeigt werden, daß vor allem in den großen, schnell wachsenden Städten sämtliche Wohnbereiche der Unterschicht die Funktion von Auffangquartieren für Neuzuwanderer übernommen haben, darunter auch konsolidierte Hüttenviertel sowie Siedlungen des 231
Wanderungsschritte 1. Wanderungsschritt 2. Wanderungsschritt 3-Wanderungsschritt
4.
Starke der Wanderungsströme 1
stärker weniger stark M = Mieter/Untermieter Neu entstandene Huttenviertel Konsolidierte Hüttenviertel
IE
Viertel des sozialen Wohnungsbaus City
i
Innerstädtische abgewertete Wohnquartiere (tugurios)
Quelle: BAHR 1986 a
Abb. 2: Entwicklungsstufen innerstädtischer Wanderungen unterer Sozialschichten in lateinamerikanischen Metropolen 232
sozialen Wohnungsbaus. Abbildung 2 faßt diesen Erkenntnisstand in Anlehnung an CONWAY & BROWN (1980) zusammen: Nur in einer frühen Verstädterungsphase sind die wichtigsten Zuwanderungsströme auf zentrumsnahe Bereiche gerichtet (Phase I in Abb. 2). Cityaus-dehnung, Sanierungsmaßnahmen sowie eine langfristige Blockierung der Wohnungen sorgen dafür, daß die Bedeutung der tugurios als "Drehscheibe" innerstädtischer Wanderungen zurückgeht. Ihre Funktion übernehmen größtenteils ältere Hüttenquartiere, die mittlererweile konsolidiert, verkehrsmäßig besser erschlossen und damit auch möglichen Arbeitsstätten nähergerückt sind (Phase II in Abb. 2). Vielfach werden hier zunächst Verwandte und Bekannte aufgenommen (alojados), im Laufe der Zeit kommen Untermieter (inquilinos) hinzu. Beide Gruppen, zu denen in zunehmendem Maße auch in der Stadt selbst geborene Personen zählen, leiten später mit der illegalen oder semilegalen Inbesitznahme von noch unbebauten Ländereien am Stadtrand einen neuen Migrationszyklus ein. Diese Entwicklung kann so weit gehen, daß die Verdichtung in allen älteren Wohnbereichen der Unterschicht, einschließlich der bereits seit längerem konsolidierten und in das städtische System integrierten Hüttenviertel, soweit fortgeschritten ist, daß kaum noch eine Aufnahmefähigkeit für Neuzuwanderer besteht. Damit aber verlagern sich die Hauptzuwanderungsströme immer stärker an die Peripherie (Phase III in Abb. 2).
DIE STELLUNG DER HÜTTENVIERTEL IM RÄUMLICHEN WACHSTUMSPROZESS SANTIAGOS VOR UND NACH 1973
Bis zu Beginn der 70er Jahre bildete Santiago ein gutes Beispiel für den geschilderten Entwicklungsablauf. Ein großer Teil des räumlichen Wachstums ging damals auf die schnelle Ausweitung von Hüttenvierteln zurück. Dabei handelte es sich fast ausschließlich um die Besetzung überwiegend am Stadtrand gelegener Ländereien. Diese tomas (itomar = nehmen) liefen jedoch nur selten spontan ab, sondern waren in der Regel vorher genau geplant und organisiert und wurden teilweise von Partei- und Regierungsstellen bewußt gefördert. In den meisten Fällen konnten es daher die Besetzer erreichen, daß ihnen später das Eigentumsrecht übertragen und die Aktion somit im Nachhinein legalisiert wurde. Aus den ersten behelfsmäßigen Behausungen entwickelten sich in Selbst- und Nachbarschaftshilfe allmählich stabilere, je nach den wirtschaftlichen Verhältnissen sehr unterschiedliche Eigenkonstruktionen (mejoras\ abgeleitet von 233
mejorar
= verbessern). Die bauliche Konsolidierung ermöglichte die Vermietung
einzelner Räume, in denen häufig Neuzuwanderer eine erste Unterkunft fanden, so daß später ein neuer Migrationszyklus von hier aus seinen Anfang nehmen konnte (BAHR 1976). Dieser idealtypische Entwicklungsablauf wurde mit dem Umsturz des Jahres 1973 unterbrochen. Der politische Wandel war von tiefgreifenden Veränderungen im wirtschaftlichen und sozialen Bereich begleitet. Die Übernahme des monetaristischen Wirtschaftsmodells bedeutete für das Land eine "Schocktherapie". Die Reallöhne gingen schlagartig um fast 50 % zurück und erholten sich auch später nur langsam, um nach dem abrupten Ende des Booms der Jahre 1976 - 81 erneut deutlich abzufallen. Die Arbeitslosigkeit stieg nach dem Regierungswechsel rasch an und blieb trotz einer Verminderung während des Aufschwungs doppelt so hoch wie in den 60er Jahren (DÜRR 1985). Im Hinblick auf die Wohngebiete unterer Einkommensgruppen sind ergänzend zwei weitere Entscheidungen der Regierung zu nennen (ARRELLANO 1983): 1) Illegale Landbesetzungen wurden nicht mehr geduldet. Die bestehenden Viertel dieser Art sind zwar weitgehend legalisiert und mit einer sanitären Mindestausstattung versehen (campamentos de radicación) bzw. die dort lebenden Menschen in andere Wohnquartiere umgesiedelt worden (campamentos de erradicación),
in
Zukunft sollte sich jedoch die Bebauung nur noch im Rahmen des offiziellen Grundstücks- und Wohnungsmarktes vollziehen (Tab. 2). 2) Im Rahmen der liberalen Wirtschaftspolitik erfolgte ab 1979 eine erhebliche Ausweitung des Baulandes (el suelo urbano no es un recurso escaso), und die zur Bebauung freigegebene Stadtfläche stieg von 36.000 auf 100.000 ha. Dadurch hoffte man, den Preisanstieg für Grund und Boden zu bremsen und auch ärmere Bevölkerungsgruppen in die Lage zu versetzen, eine Parzelle zu erwerben, um sich darauf mit staatlicher Unterstützung oder in Eigeninitiative ein einfaches Haus zu errichten.
Dieses Ziel konnte jedoch nicht erreicht werden. Eher war das Gegenteil der Fall: Aus Spekulationsgründen kam es zu einem schnellen Anstieg der Bodenpreise (TRI234
VELLI 1986), was für die ärmere Bevölkerung besonders nachteilige Konsequenzen hatte, bedeutete es doch, daß kaum mehr Aussichten auf eine Verbesserung ihrer Wohnsituation aus eigener Kraft bestanden, denn im Unterschied zu den Baukosten lassen sich die Grundstückskosten nicht durch Eigenleistungen reduzieren (TRIVELLI 1982, SABATINI 1983). Erschwerend kam hinzu, daß sich gleichzeitig alle anderen Möglichkeiten zur Lösung des Wohnungsproblems erheblich verschlechtert hatten. Die staatlichen Programme (subsidio habitacional,
subsidio variable) erreichten die in
extremapobreza lebenden Menschen kaum und konnten zudem nur einen kleinen Teil der Nachfrage abdecken (NECOCHEA 1986, NICKEL 1988); die Mieten waren nach Aufhebung der meisten Restriktionen ebenfalls stark angestiegen; und das "Ventil" der Landbesetzungen fehlte schon seit 1973. Das hatte zur Folge, daß eine Anpassung der Wohnverhältnisse an einen Wechsel im Familienlebenszyklus entsprechend
dem
TURNERschen Modell weitgehend verhindert wurde. Viele Menschen waren gezwungen, selbst dann noch als allegados (allegar = hinzufügen) in anderen Haushalten zu leben, wenn sie eine eigene Familie gegründet hatten. Schon heute wird die Zahl der allegado-Familien in Groß-Santiago auf ungefähr 150.000 geschätzt (NECOCHEA 1986). Allein in die offiziellen Registrierungslisten trugen sich im Oktober/November 1983 mehr als 100.000 Personen ein. Das räumliche Verbreitungsmuster zeigt eine auffällige Konzentration in den comunas Pudahuel (14 %), San Miguel (11 %), La Granja (24 %) und La Florida (8 %), die sämtlich zu denjenigen Stadtgebieten gehören, in denen vor 1973 Landbesetzungen überdurchschnittlich häufig vorkamen (Abb. 3).
Unter den allegados finden sich verhältnismäßig wenig Neuzuwanderer; überwiegend sind sie bereits in Groß-Santiago geboren oder leben seit mehr als drei Jahren dort. Ihre Altersstruktur stimmt in auffälliger Weise mit derjenigen überein, wie sie für die Teilnehmer an Landbesetzungen zu Beginn der 70er Jahre typisch war (Abb. 4). Die Mehrzahl der Familien ist jung und noch wachsend und daher in besonderem Maße von dem Mangel an Wohnraum betroffen.
235
Quelle: BAHR 1986 b
Abb. 3: Bevölkerungsdichte in den Distrikten Groß-Santiagos 1982 und die Zahl der allegados 1983 236
DAS BEISPIEL DER COMUNA LA PINTANA An einer um 1960 aus einer operación sitio (Vergabe von Parzellen ohne Infrastruktur) hervorgegangenen, am Südrand Santiagos gelegenen Siedlung (comuna La Pintana; bis zur 1974 eingeleiteten Reform der administrativen Gliederung südlicher Teil der comuna La Granja) konnte die Entwicklung durch einen Vergleich der Zensusergebnisse von 1970 und 1982 genauer belegt werden (Abb. 5). Aus der für 1970 gezeichneten Alterspyramide ist zu ersehen, daß die meisten der hier lebenden Familien damals einem Abschnitt im Lebenszyklus zugerechnet werden konnten, in denen die Kinder schon größer waren, aber in den wenigsten Fällen bereits das Haus verlassen hatten. Die Altersgliederung des Jahres 1982 stimmt recht genau mit derjenigen überein, die man durch Fortschreibung der für 1970 registrierten Werte erhalten würde. Entsprechend haben sich die am stärksten besetzten Klassen von den 5- bis 14jährigen auf die 15- bis 24jährigen verschoben. Das kann als Hinweis dafür gewertet werden, daß die meisten der 1970 hier lebenden Menschen ihren Wohnstandort nicht gewechselt haben, selbst wenn sie inzwischen geheiratet und Kinder bekommen haben. Tab. 3: Zusammensetzung eines Durchschnittshaushaltes in einer Straße des Distriktes 2 der comuna La Pintana 1970 und 1982 (in %) Stellung zum Haushaitungsvorstand
1970
1982
Haushaltungsvorstand
19,0
19,9
Ehefrau oder conviviente
15,0
12,7
Kind
58,1
42,8
Eltern oder Schwiegereitern
1,1
0,8
Enkel
1,1
9,5
Andere Verwandte
2,3
8,9
Nicht-Verwandte
3,4
5,4
100,0
100,0
Quelle: Unveröffentlichte Angaben der Volkszählung von 1970 und 1982 237
>75 70-75 65-69
Frauen
Männer
35-39 30-34 25-29 20-24
tO-14
10 %
Yo 10
Quelle: BAHR 1986 b
Abb. 4: Alterspyramide der a//egado-Bevölkerung in der Region Metropolitana de Santiago 1983
238
Dieses Ergebnis bestätigt sich, wenn man die prozentuale Zusammensetzung eines Durchschnittshaushaltes für die Jahre 1970 und 1982 vergleicht (Tab. 3). Dabei tritt vor allem die Verschiebung von der Gruppe der "Kinder" zu den Gruppen "Enkelkinder" sowie "Andere Verwandte" und "Nicht-Verwandte" deutlich in Erscheinung. Hieraus läßt sich folgern, daß einerseits die Mehrgenerationenhaushalte zugenommen haben, weil viele der neugegründeten Familien keine eigene Wohnung finden konnten, und daß andererseits die durch vereinzelte Fortzüge von Kindern "freigewordenen Plätze" von nicht zur engeren Familie gehörenden Personen eingenommen worden sind. Der hohe Anteil von Personen im Alter um 20 Jahre (Abb. 5) läßt eine weitere Verschärfung des Wohnungsproblems erwarten, entspricht dieses Alter doch einer Phase im Lebenszyklus, in der die Kinder gewöhnlich das Elternhaus verlassen. Es ist damit zu rechnen, daß nur ein geringer Teil dieser Gruppe bei der Wohnungssuche erfolgreich sein wird und die meisten sich damit abfinden müssen, weiterhin unter sehr beengten Verhältnissen als allegados in anderen Haushalten zu leben.
BEVÖLKERUNGSVERDICHTUNG AN DER PERIPHERIE Der Mangel an geeignetem Wohnraum für untere Einkommensgruppen ließ die innerstädtischen Wanderungsbewegungen zurückgehen; stattdessen erfolgte eine Verdichtung im bereits bebauten Gebiet: einmal durch Überbelegung der Wohneinheiten (Vergrößerung der Haushalte), zum anderen durch An- und Neubauten auf dem gleichen Grundstück. Aus Abbildung 3 geht hervor, daß dieser Prozeß insbesondere für periphere Wohngebiete der Unterschicht charakteristisch ist. Bereits zum Zeitpunkt des letzten Zensus wurden die höchsten Wohndichten innerhalb Groß-Santiagos nicht in relativer Zentrumsnähe, sondern am südlichen, westlichen und nördlichen Stadtrand erreicht, und das Kern-Rand-Gefälle des Dichtegradienten hatte sich teilweise in das Gegenteil verkehrt (GEISSE & SABATINI 1982; BÄHR & MERTINS 1985). Randliche Verdichtung und die damit einhergehende soziale Segregation wurden durch Umsiedlungen gemäß dem programa de radicación y erradicación de campamentos noch verstärkt (NICKEL 1988). Im Falle der campamentos de radicación bestanden die Sanierungsmaßnahmen in der Vergabe von Besitztiteln, der Vermessung der Parzellen, ihrer Neuverteilung und der Bereitstellung einer Sanitärzelle (caseta sanitaria). Für die campamentos de erradicación waren an anderer Stelle erweiterungsfähige Basiseinheiten 239
> er
CT a
oí
CD (D 2 . TJ DJ
3
(D 3
OL
® 3
13 ® —t
2:
c
s s I® M CO » ä » «g CO
W
S" s cp ® g. Q.
? I CO 00 IO T) 3 i-* A
3 0)
240
>: X SO
6" S
(viviendas bäsicas) vorgesehen. Aus Abbildung 6 wird erkennbar, daß die durch Umsiedlungen hervorgerufene Bevölkerungsumverteilung zu einer Entlastung der zentralen und östlichen Stadtteile - und damit der sozial höherwertigen Wohngebieteführte, während vor allem die Gemeinden am südlichen Stadtrand stark belastet wurden. So hat sich beispielsweise die Einwohnerzahl der comuna La Pintana zwischen 1982 und 1984 von 79.000 E. auf ca. 150.000 E. fast verdoppelt. Da die umgesiedelte Bevölkerung aufgrund ihrer geringen Einkünfte von der kommunalen Steuerzahlung befreit ist, hat sich die Finanzkraft der betroffenen Gemeinden dadurch nicht verbessert, und die Bereitstellung der notwendigen infrastrukturellen Einrichtungen stieß auf große Schwierigkeiten (NICKEL 1988). Zu Beginn der 80er Jahre standen den drei ärmsten (von 17) comunas Groß-Santiagos, in denen 27 % der Bevölkerung lebten, nur 7 % der Finanzmittel zur Verfügung, während die drei reichsten bei ungefähr gleichem Bevölkerungsanteil (24 %) immerhin 54 % der Mittel ausgeben konnten (TRIVELLI 1986).
WACHSENDER BEVÖLKERUNGSDRUCK UND N E U E LANDBESETZUNGEN Daß viele Menschen unter den wirtschaftlichen und politischen Bedingungen, wie sie zu Beginn der 80er Jahre in Chile herrschten, keine Möglichkeiten zur Verbesserung ihrer Wohnsituation sahen, wird dadurch unterstrichen, daß es seit 1980 erneut zu Landbesetzungen gekommen ist, die von verschiedenen allegado-Gruppen
(comités sin
casa) getragen wurden. Nach Angaben von SCHÜTZ (1987) fanden zwischen Juni 1980 und September 1983 in Santiago insgesamt 16 tomas de tierra statt. Anfangs handelte es sich vorwiegend um kleinere Aktionen, die meist sehr schnell mit der Vertreibung der Siedler durch die Polizei endeten (Abb. 7). Erst die im September 1983, genau 10 Jahre nach der Machtübernahme durch die Militärs, durchgeführten Landbesetzungen waren erfolgreich. Seitdem wohnen je 4.000 Familien in zwei großen campamentos
am
Südrand der Stadt, die von den Bewohnern nach dem gegenwärtigen Erzbischof von Santiago und dessen Vorgänger benannt wurden, um sich dadurch der Solidarität der katholischen Kirche zu versichern. Eine 1984 in einem der campamentos durchgeführte Befragung (KLAARHAMER 1988) ergab, daß fast drei Viertel der Familien vorher allegados gewesen waren und im Mittel vier Jahre in anderen Haushalten gelebt hatten. Die übrigen waren aus ihren bisherigen Wohnungen verdrängt worden, weil sie die Miete nicht mehr aufbringen konnten. 241
Quelle: NICKEL 1 9 8 8
Abb. 6: Umsiedlungen von campamenio-Bewohnern in der Region Metropolitana de Santiago 1979-1985 242
Zwar haben die Bewohner in Selbsthilfe Wasserleitungen verlegt und gemeinsame Sanitäreinrichtungen gebaut, sie wissen jedoch selbst, daß eine langfristige Lösung ihres Wohnungsproblems an Ort und Stelle nicht möglich ist, denn die durchschnittliche Größe der einzelnen lotes beträgt nur etwa 20 m 2 , und die Bevölkerungsdichte liegt im Mittel bei 1.500 E./ha und steigt in einzelnen Abschnitten der
campamentos
auf ca. 3.000 E./ha. Wenigstens eine Teilumsiedlung ist daher unumgänglich. Damit wurde 1985 begonnen (SCHÜTZ 1987). Kurz vor Beginn des Papstbesuches im April 1987 soll die Umsiedlung weitgehend abgeschlossen worden sein. Inzwischen hat sich auch innerhalb der Regierung die Auffassung durchgesetzt, daß allein durch die Liberalisierung des Grundstück- und Immobilienmarktes der Wohnungsbedarf unterer Einkommensgruppen nicht sicherzustellen ist. Im September 1984 wurde daher (erneut) eine grundsätzliche Änderung der bisherigen Wohnungsbauund Stadtentwicklungspolitik verkündet. Danach sollen die Marktmechanismen durch eine stärkere staatliche Steuerung ergänzt und die bisherige Wohnungsbauförderung um speziell auf untere Einkommensgruppen zugeschnittene Programme (viviendas básicas, lotes con servicios) erweitert werden. Die in ganz Chile stark gestiegene Neubautätigkeit - 1985 wurde selbst das "Boomjahr" 1981 übertroffen - bei zurückgehender Fläche pro Wohnung (1981: 74 m 2 , 1985: 51m 2 ) deutet darauf hin, daß der Wohnungsbau nicht mehr ausschließlich oberen Einkommensgruppen vorbehalten ist (Abb. 8). Angesichts eines auf ca. 750.000 Einheiten geschätzten Wohnungsdefizites für Chile insgesamt sind jedoch noch große Anstrengungen notwendig, um alle Familien mit angemessenen Wohnungen zu versorgen.
SCHLUSSFOLGERUNGEN Zieht man abschließend einige Folgerungen aus den in Santiago gemachten Beobachtungen, so ist festzuhalten, daß entscheidungstheoretische Ansätze - wie das Modell von TURNER - nicht ausreichen, um das räumliche Wachstum von Wohngebieten unterer Einkommensgruppen zu erklären, denn dabei wird zumindest implizit eine gewisse Wahlfreiheit bei der Auswahl des Wohnstandortes angenommen und bei der Entscheidung, als consolidator an den Stadtrand zu ziehen, ein bescheidener wirtschaftlicher Aufstieg und einigermaßen sicherer Arbeitsplatz vorausgesetzt. Zuwenig 243
Conchali
Renca
Condes
(Providencia
QuintaíjNormal Santiago
La Reiria
S a n Miguel
La
La Cisterna
Florida
La Granja
A n z a h l der Familien Q D
10-80 8,-150
S a n Bernardo
D a u e r der B e s e t z u n g |
]
keine Angaben 6 S t j n a e n
^ ' • r p H ^ 8-24 Stunden I
j 1-4 Wochen
IHllHIHl 7 Monate noch bestehende Campamentos Eisenbahn >4000
ausgewählte Straßen bebautes Gebiet
Quelle: SCHÜTZ 1987
Abb. 7: Tomas de tierra in Santiago de Chile zwischen Juni 1980 und September 1983 244
Einheiten in 1000
Einheiten in 1000 r 70
7060-
©
50-
©
0 -50
©
-40
4030-
©
©
20-
-30
© ©
-20
m
-10
101970
71
72
73
74
75
76
77
78
79
80
81
82
83
84
85
•0
© W o h n f l ä c h e je Einheit in m 1
Quelle: BAHR & MERTINS 1985, Instituto Nacional de Estadísticas 1986
Abb. 8: Wohnungsbau in Chile 1 9 7 0 - 1 9 8 5
245
beachtet wird hingegen, inwieweit überhaupt Alternativen bestehen und durch welche äußeren Zwänge der Entscheidungsspielraum des einzelnen eingeschränkt ist. Besondere Bedeutung kommt dabei neben der persönlichen Einkommenssituation den verschiedenen Arten staatlicher Einflußnahme und Reglementierung zu. Das Zusammenwirken aller derartiger constraints führt häufig dazu, daß sich die Alternativen auf nur ein oder zwei Möglichkeiten reduzieren. Überspitzt läßt sich in Anlehnung an GILBERT & WARD (1982) deshalb formulieren: Nicht individuelle Präferenzen und damit die Nachfrageseite, sondern externe Faktoren und damit die Angebotsseite bestimmen die Entwicklungsdynamik von Wohngebieten unterer Einkommensgruppen und die damit verknüpften innerstädtischen Wanderungsbewegungen. Das Beispiel Santiago spricht für diese Auffassung, läßt sich daran doch ablesen, welche weitgehenden Konsequenzen ein grundlegender Wandel im politischen und wirtschaftlichen Bereich auf räumliches Städtewachstum und innerstädtische Wanderungsbewegungen haben kann.
246
Literaturverzeichnis:
ARELLANO, J. P. (1983): Política de vivienda 1975 - 1981: Financiamiento y subsidios. Revista Eure, 10 (28), S. 9-24. BÄHR, J. (1976): Siedlungsentwicklung und Bevölkerungsdynamik an der Peripherie der chilenischen Metropole Groß-Santiago. Das Beispiel des Stadtteils La Granja. Erdkunde, 30, S. 126-143. BÄHR, J. (1978), Santiago de Chile. Eine faktorenanalytische Untersuchung zur inneren Differenzierung einer lateinamerikanischen Millionenstadt. Mannheimer Geographische Arbeiten, 4. BÄHR, J. (1986 a): Innerstädtische Wanderungsbewegungen unterer Sozialschichten und peripheres Wachstum lateinamerikanischer Metropolen (mit Beispielen aus Santiago de Chile und Lima). In: KOHUT, K. (Hrsg.): Die Metropolen in Lateinamerika - Hoffnung und Bedrohung für den Menschen. Eichstätter Beiträge, 18, Regensburg, S. 143-177. BÄHR, J. (1986 b): The Impact of Socio-Political Structures on Intra-Urban Migration of Low-Income Groups and the Peripheral Growth of Latin American Metropolitan Areas (Including Examples from Lima and Santiago de Chile). In: KLEINPENNING, J. M. G. (Hrsg.): Competition for Rural and Urban Space in Latin America. Its Consequences for Low Income Groups. Nederlandse Geografische Studies, 25, Amsterdam/Nijmegen, S. 140-163. BÄHR, J. & G. MERTINS (1985): Bevölkerungsentwicklung in Groß-Santiago zwischen 1970 und 1982. Erdkunde, 39, S. 218-238. CONWAY, D. & J. B R O W N (1980): Intraurban Relocation and Structure: Low-Income Migrants in Latin America and the Caribbean. Latin American Research Review, 15, S. 95-125. D Ü R R , E. (1985): Chiles Wirtschaftskrisen: Gibt es einen dritten Weg zwischen Interventionismus und Monetarismus? Zeitschrift f. Wirtschaftspolitik, 34, S. 161-189. GEISSE, G. & F. SABATINI (1982): Urban Popular Housing and Habitat Policies: The case of Santiago, Chile. Regional Development Dialogue, 3, S. 80-104. GILBERT, A. G. & P. M. W A R D (1982): Residential Movement among the Poor: The Constraints on Housing Choice in Latin American Cities. Trans. Inst. British Geographers, New Series, 7, S. 129-149. Instituto Nacional de Estadísticas (1986): Compendio estadístico 1986. Santiago. K L A A R H A M E R (1988): The Movement of Pobladores in Chile since 1973. In: BÄHR, J. (Hrsg.): Wohnen in lateinamerikanischen Städten. Kieler Geogr. Schriften, 68, Kiel. MERTINS, G. (1985): Raumzeitliche Phasen intraurbaner Migrationen unterer Sozialschichten in lateinamerikanischen Großstädten. Ibero-Amerikanisches Archiv, N. F., 11, S. 315-332.
247
NECOCHEA, A. (1986): Subsidios habitacionales, reactivación económica y distribución del ingreso: Santiago de Chile 1983. Revista Eure, 12 (36), S. 5-20. NICKEL, A. (1988): Low-Cost Housing in Santiago de Chile nach 1973. In. BÄHR, J. (Hrsg.): Wohnen in lateinamerikanischen Städten. Kieler Geogr. Schriften, 68, Kiel. SABATINI, F. (1983): Precio del suelo y tendencias globales de la economía: El caso de Santiago, 1980 - 1981. In. Relación campo-ciudad: La tierra, recurso estratégico para el desarrollo y la transformación social. Mexico, D. F., S. 221-244. SCHÜTZ, E. J. (1987): Städte in Lateinamerika. Barrio-Entwicklung und Wohnungsbau. Misereor-Dialog, 5, Aachen. TRIVELLI, P. (1982): Accesibilidad al suelo urbano y la vivienda por parte de los sectores de menores ingresos en América Latina. Revista Eure, 9 (26), S. 7-32. TRIVELLI, P. (1986): Access to Land by the Urban Poor: An Overview of the Latin American Experience. Land Use Policy, 3, S. 101-121. TURNER, J. C. (1968): Housing Priorities, Settlement Patterns and Urban Development in Modernizing Countries. Journal Amer. Inst, of Planners, 34, S. 354-363. WILHELMY, H. & BORSDORF, A. (1985): Die Städte Südamerikas. Teil 2. Die Urbanen Zentren und ihre Regionen. Urbanisierung der Erde, 3/2, Berlin/Stuttgart.
248
Chile im Werk von Pablo Neruda Karsten Garscha, Frankfurt
Von Pablo Neruda sprechen, heißt zugleich, von Chile sprechen: Beide bilden eine Einheit. Es gibt kaum einen Zyklus, fast kein Gedicht, in dem Neruda nicht von Chile erzählte, es nicht erwähnte oder interpretierte. Umgekehrt repräsentiert Pablo Neruda Chile wie sonst niemand, wird er selbst von seinen persönlichen oder politischen Gegnern gleichsam als nationaler kultureller Heros anerkannt. Doch Neruda war kein nationalistischer oder regionalistischer Dichter, der nur die Heimat gesehen und sie über die Fremde erhoben hätte. Er mußte ja lange Aufenthalte in fernen Ländern ertragen, mußte erfahren, wie sein Fernweh in Heimweh sich wandelte, und konnte so zu jener für ihn eigentümlichen Dialektik gelangen, die Chile unlösbar an ihn binden, es zugleich mit anderen Ländern und Kontinenten verknüpfen und sich in einem ständigen Hin- und Her von "Seefahrt" und "Rückkehr" verwirklichen sollte. In einem kurzen Prosatext aus dem Jahre 1943 - La copa de sangre - hat Neruda diese besondere Bindung an Chile eindringlich und prägnant zum Ausdruck gebracht; er beginnt mit folgendem Satz: Cuando remotamente regreso y en el extraordinario azar de los trenes, como los antepasados sobre ¡as cabalgaduras, me quedo sobredormido y enredado en mis exclusivas propiedades, veo a través de lo negro de los años, cruzándolo todo como una enredadera nevada, un patriótico sentimiento, un bárbaro viento tricolor en mi investidura: pertenezco a un pedazo de pobre tierra austral hacia la Araucanía, han venido mis actos desde los más distantes relojes, como si aquella tierra boscosa y perpetuamente en lluvia tuviera un secreto mío que no conozco, que no conozco y que debo saber, y que busco, perdidamente, ciegamente, examinando largos ríos, vegetaciones inconcebibles, montones de madera, mares del sur, hundiéndome en la botánica y en la lluvia, sin llegar a esa privilegiada espuma que las olas depositan y rompen, sin llegar a ese metro de tierra especial, sin tocar mi verdadera arena.1 Dieser Text suggeriert vier hauptsächliche Aspekte, die die Präsenz Chiles im lyrischen Werk von Pablo Neruda umreißen: den geographischen, den geschichtlichen, den autobiographischen und den poetischen Aspekt.
La copa de sangre, in: Pablo NERUDA, cas / México 1978, S. 159-160, hier: S. 159.
Para
nacer
he
nacido,
Barcelona
/Cara-
249
CHILE ALS GEOGRAPHIE
Im Leben und im Werk von Pablo Neruda stehen Bewegung und Reise an erster Stelle, wenn es darum geht, Erfahrungen zu sammeln oder Erkenntnisse zu gewinnen: das Reisen zu Pferde, mit der Eisenbahn oder auf dem Schiff (zur Not auch mit dem Auto, doch so selten wie möglich mit dem Flugzeug). Immer wieder - wie z.B. in der Oda a los trenes del Sur 2 - gestaltet der Dichter, dessen Vater ja Lokomotivführer war, das Panorama des Südens als Fahrt mit dem Zug. Ausgangspunkt und Ziel des realen und des poetischen Reisens ist bei Neruda der Süden Chiles, das rauhe, kalte, nasse Grenzland Araukanien oder Patagonien, durch das sich der kleine Zug wie ein Entdecker in wilder Landschaft bewegt, unsicher und tastend, aber zielstrebig und stetig. Chiles Süden, das ist die bedrohliche Natur der Urwälder, der reißenden Bergflüsse, der unberechenbaren Vulkane, der gewaltigen Stürme und des tosenden Meeres. Hier zeigt sich die Natur als mächtige Gegnerin menschlicher Kultur; sie ist barbarisch, mythisch, prähistorisch. Doch sie muß es hinnehmen, daß Pioniere und Kolonisatoren in sie eindringen und ihr Domestizierungswerk beginnen: Es entstehen die Orte, die der Zug berührt, Renaico und Collipulli, Quepe, Loncoche, Osorno und natürlich auch Parral, wo Neruda am 12. Juli 1904 auf die Welt kommt, und Temuco, wo er aufwächst in einer Gesellschaft von Bauern, Viehzüchtern und ländlichen Kleinunternehmern, die Holz-, Fleisch- oder Lederfabriken, Schnapsbrennereien oder Brauhäuser besitzen. Der in einem wie Chile geformten Land sich von selbst anbietende Gegensatz zwischen Süden und Norden ist auch für Nerudas Werk typisch. Allerdings übernimmt der Norden erst ziemlich spät eine tragende Rolle. Neruda bewirbt sich im Frühjahr 1945 um den Senatssitz für die nordchilenischen Provinzen Tarapacä und Antofagasta; am 4. März 1945 wird er mit großer Mehrheit gewählt. Kurz davor - am 27. Februar 1945 - veröffentlicht er in Santiago, in der Tageszeitung El Siglo. das Gedicht Saludo alNorte. 3
2
) Oda a los trenes del Sur, aus: Navegaciones y regresos, ras completas, Buenos Aires 21968, Bd. II, S. 181-283, hier: S. 268-271. 3
) Saludo al Norte, in: Obras completas, a.a.O., II, S. 1059-1063.
250
in:
Pablo
NERUDA,Ob-
Der trockene und heiße Norden erscheint hier als der vollständige Kontrast zum naßkalten Süden. Pampa, Wüste und Küste sind seine drei wichtigsten Regionen. Hier ist Chiles Bergbau und Schwerindustrie zu Hause. Man fördert Kupfer und gewinnt Salpeter. Ist von "Tropfen" die Rede, dann meinen sie hier nicht den Regen, sondern den Schweiß der Minenarbeiter von Chuquicamata. Im Norden reihen sich die Städte die Küste entlang: Taltal, Antofagasta, Tocopilla, Iquique und Arica sind Hafenstädte, ausgerichtet auf Industrie, Handel und Fischwirtschaft. Der Norden ist die Domäne der Arbeiterbewegung und der Gewerkschaften. Die Hauptstadt Santiago liegt zwischen dem Süden und dem Norden. Auch sie hat ihren festen Platz in den Gedichten von Pablo Neruda. Betrachten wir sie, wie sie uns in den Gedichten Contraciudad und Cantasantiago (aus Estravagario) 4 entgegentritt: Santiago ist eine "traurige" Stadt; Neruda schildert sie als grau, voller "Asche", Armut und Schmerz, in der sich "das Herz mit Rauch füllt": Sie hat lange, staubbedeckte Füße, dehnt sich aus wie ein grauer Käse und bietet, von oben besehen, den Anblick einer toten Spinne: La triste ciudad de Santiago extiende piernas polvorientas, se alarga como un queso gris y desde el cielo puro y duro se ve como una araña muerte.5 Santiago verkörpert für Neruda die deformierte Haupt- oder Großstadt eines Landes der "Dritten Welt", die nichts anderes ist als ein Ort der "Einsamkeit" und der "Entfremdung". Santiago habe, so meint Neruda, sich abhängig gemacht von fremden Lebensmustern und Werten, sie habe sich verkauft, prostituiert und sei durch diese Dependenz blutleer und alt geworden. Allerdings, so gesteht er, liebe er sie, könne er sich nicht vorstellen, etwas zu bedeuten ohne sie. Santiago ist ein unverzichtbarer Teil der gegensätzlichen und widersprüchlichen Gesamtheit des Landes. Eine zweite Stadt spielt eine große Rolle bei Pablo Neruda: Valparaiso. Sie markiert einen deutlichen Kontrapunkt zu Santiago. Neruda kannte die Hafenstadt wie seine Hosentasche; denn dort lebte er lange im Untergrund, als ihn - 1948/1949 - die Contraciudad und Cantasantiago, II, S. 71-180, hier: 162-166. 5
aus:
Estravagaiio,
in:
Obras
completas,
a.a.O.,
) Ebenda, S. 162.
251
Polizei des Präsidenten González Videla suchte; und er besaß ein Haus in Valparaiso. Hinterläßt Santiago einen Eindruck von Enge und Beklemmung, so ist Valparaiso im Gegensatz dazu der Inbegriff von Offenheit und Lebenslust. Alles dort ist schnelle Bewegung, Fröhlichkeit und helle Farbe. Valparaiso ist der Hafen (puerto) und das Tor (puerta)
Chiles:
"Valparaíso
tiene
hilos,/
copas
de
largo
alcance,/
redes
entrelazadas."(Al mismo puerto 6 ) Drei Häuser hat sich Pablo Neruda gebaut: La Chascona in Santiago, La Sebastiana in Valparaiso und Isla Negra am Pazifischen Ozean. Als er, am Ende des Spanischen Bürgerkriegs, aus Europa nach Chile zurückkehrt, erwirbt er, vierzig Kilometer südlich von Valparaiso, an einem fast unbewohnten Flecken - Las Gaviotas - von einem abenteuerlichen spanischen Kapitän ein kleines Haus, das er auch sprachlich sogleich in Besitz nimmt: Von nun an heißt der Ort Isla Negra, obwohl er weder eine Insel noch schwarz ist. Zeit seines Lebens wird Neruda dieses sein Lieblingshaus umbauen und erweitern mit Hölzern aus dem heimatlichen Süden und es anfüllen mit den seltsamsten Dingen, die alle mit dem Meer und der Seefahrt verbunden sind: Da gibt es Meermuscheln, Schiffsmodelle (manche in Flaschen), ein Steuerruder, ein Leuchtfeuer, eine Strickleiter (die als Treppe dient), einen alten chinesischen Kompaß und vor allem die Galionsfiguren La Medusa, Maria Celeste und La Guillermina. Die Landschaft von Isla Negra vereinigt die Elemente, die Neruda am nächsten stehen: Holz, Sand, Steine, Pflanzen und Blumen, vor allem aber das Meer. In diesen Materialien sieht er die echten und ursprünglichen Grundstoffe seines Landes. Isla Negra ist Nerudas symbolisches und doch täglich greifbares Chile, und damit am besten geeignet zu Meditation, Lesen und Schreiben. Zu Chile gehört die Osterinsel, Rapa Nui, wie Neruda, den polynesischen Namen verwendend, meist sagt. Das Geheimnis ihrer Kultur hat Neruda schon immer beschäftigt. Im Januar 1971 ist er schließlich mit einem Fernsehteam zu Aufnahmen für den Dokumentarfilm Geschichte und Geographie des Pablo Neruda dorthin gereist. Daraus ist der postum veröffentlichte Gedichtband La rosa separada 7 entstanden. Das Büchlein ist kontrapunktisch aufgebaut: Es konfrontiert die rastlosen, friedlosen, konsumgierigen "Menschen" der modernen Tourismusgesellschaft der ungegliederten, Al mismo puerto, 489, hier: S. 480.
aus:
Plenos
La rosa separada, Buenos Aires 1974.
252
poderes,
in:
Obras
completas,
a.a.O.,
II,
S.
443-
unbewegten und schweigenden Zeit der "Insel", in deren rätselhaften Kolossen, den Moais, sich womöglich größere Menschlichkeit erhalten hat als im Getriebe der zivilisierten Welt. Die archaische Stille der Vulkanlandschaft von Rapa Nui erinnert den Dichter an den Süden Chiles. Neruda hat in seinem dichterischen Werk Chiles Landschaften, Tiere und Pflanzen, Städte und Dörfer unermüdlich beschrieben und besungen. Chile ist die allem zu Grunde liegende bildliche Geographie. Diese Allgegenwart Chiles führt zu einer konstanten Verbindung mit anderen Ländern in Lateinamerika, Nordamerika, Europa und Asien. (Afrika hat Neruda offenbar kaum interessiert.) Neruda erreicht so ein doppeltes Ziel: Chile wird den Lesern überall auf der Welt bekannt und vertraut, und in Chile entsteht größeres Verständnis für die kulturellen, historischen und politischen Interdependenzen.
CHILE ALS GESCHICHTE
Schon im vorigen Abschnitt wurde deutlich, daß sich die eingangs vorgeschlagenen Aspekte nicht streng voneinander trennen lassen. Die Geographie Chiles hatte immer und überall mit der persönlichen Erfahrung des Menschen Pablo Neruda zu tun. Das verhält sich nicht anders beim geschichtlichen Aspekt. Neruda ist kein Historiker. Sein Interesse für die Geschichte wird ausgelöst durch persönliche Eindrücke und durch zeitgeschichtliche Umstände, die ganz unmittelbar in sein Leben eingreifen. Als er zu Beginn der vierziger Jahre die Monumente der altamerikanischen Kulturen in Yucatán, Mittelamerika und vor allem in Perú aus eigener Anschauung kennenlernt, befaßt er sich mit deren Geschichte. Als er als chilenischer Senator plötzlich vom politischen Gegner zum polizeilich gesuchten Staatsfeind erklärt wird und untertauchen muß, lernt er seine zeitgeschichtliche Lektion sehr schnell und verarbeitet sie zum Versepos des Canto General. Die ersten Teile dieses Buches über Lateinamerika und seine Geschichte gehen bis zum Anfang der vierziger Jahre zurück, als Neruda nach langer Abwesenheit nach Chile zurückkehrte. Es ist gewiß kein Zufall, daß der Canto General de Chile (später
253
Teil VII des Canto General) 8 zuerst entsteht. Während des Lebens im Untergrund schreibt Neruda zwei Drittel des Werkes und findet dabei auch seine Struktur. Diese ist wesentlich bestimmt von den zeitgeschichtlichen Ereignissen in Chile, die Neruda nun vor dem Hintergrund der gesamten Geschichte Chiles und Lateinamerikas interpretiert. Diese Interpretation gründet auf einer marxistischen Geschichtsauffassung. Zwar sieht sich Neruda durchaus als Teil dieser Geschichte, als Dichter verfügt er dennoch - nach seiner Meinung - über das umgreifende Wissen, um von einer erhabenen Position herunter zu dokumentieren, zu berichten, zu benennen, klarzustellen, zu bewerten und zu bezeugen. Chile und ganz Lateinamerika sind, wie er denkt, das Produkt einer ununterbrochenen Reihe von Invasionen, Aggressionen, Aufständen und Freiheitskriegen, von Interventionen und diktatorischen Regimen. Des Dichters Wissen bezieht sich auch und gerade auf die der Entwicklung der Geschichte zugrunde liegende Wahrheit. Er geht davon aus, daß der gemeinsame Kampf der Unterdrückten gegen die Unterdrücker siegreich enden werde, da der Gang der Geschichte, trotz aller Rückschläge, Umwege und Opfer doch mit Notwendigkeit zu einer neuen Gesellschaft, gebildet von neuen Menschen, führen müsse. Seines Amtes sei es, die Menschen über die chilenische und lateinamerikanische Geschichte zu unterrichten und aufzuklären, damit sie daraus lernten für ihren eigenen Kampf. Wie sich Chiles Geschichte mit der Lateinamerikas verschränkt und verbindet, zeigt am deutlichsten der Canto General. Im dritten und vierten Kapitel (III. Los Conquistadores. IV. Los Libertadores) zum Beispiel spricht Neruda ausführlich von der Entdeckung und Eroberung des Gebietes der Araukaner, von ihrem heldenhaften, schließlich aber vergeblichen Widerstand. Er insistiert dabei auf der Einheit von "Land" (tierra) und "Mensch" (hombre). Dieses symbiotische Einverständnis habe sich bis in die Gegenwart, bis zu ihm selbst hin erhalten. Die Conquista ist in seinen Augen zwar ein grausamer Eingriff in die Welt Amerikas, doch in der Folge habe sie die moderne Zivilisation - das "Licht" der Aufklärung und die Mittel der europäischen Technikund den Fortschritt dorthin gebracht. Dazwischen jedoch liegen dreihundert Jahre von Angriff und Verteidigung, von kolonialistischer Unterdrückung und Widerstand. Neruda führt die Helden der Verteidigung des Araukanerlandes gegen die Spanier, Caupolicän und Lautaro, ebenso an wie O'Higgins, José Miguel Carrera und, später, Balmaceda und
Canto General, in: Obras completas, a.a.O., I, S. 317-722.
254
Recabarren. Sie verkörpern die gute Seite des Kampfes um Unabhängigkeit und Freiheit. Dagegen stehen die Tyrannen und Verräter, die Diktatoren und Caudillos, von denen es auch in Chile nicht wenige gegeben hat (Canto General. Kapitel V., La arena traicionada). Die Reihe der Schurken endet mit "González Videla el traidor de Chile". Wir befinden uns mitten im kalten Krieg und der Anpassung der chilenischen Politik an den Ost-West-Gegensatz und das Zwei-Lager-Denken. Neruda steht in der Phalanx der KP Chiles und gehört, zu diesem Zeitpunkt, zu den Verfolgten. Unter dem Eindruck der Entstalinisierung gibt Neruda wenige Jahre später dieses ideologische, voluntaristische und optimistische Geschichtsbild auf. Weder maßt er sich an, etwas über den weiteren Gang der Geschichte zu wissen noch beurteilt er den Fortschrittsgedanken so positiv wie früher. Ihm wird klar, wie sehr auch in Chile die Ausbeutung der Natur zu deren irreversibler Zerstörung führt, wie rasch es dem modernen Menschen und seinen Maschinen gelingt, selbst das ehemals so urtümliche und mythische Araukanerland zu verwüsten. Nerudas postumes Werk, das entsteht, als das unglückliche Ende der Präsidentschaft von Salvador Allende sich bereits abzeichnet, ist skeptisch und pessimistisch, was den Einfluß des Dichters angeht und was die Bedeutung des Kontinents, Chiles und seiner Menschen betrifft. Das 6. Gedicht aus 2000 beginnt mit folgenden Sätzen: Yo soy Ramón González Barbagelata, de cualquier parte, de Cucuy, de Paraná, de Río Turbio, de Oruro, de Maracaibo, de Parral, de Ovalle, de Loncomilla, tanto da, soy el pobre diablo del Tercer Mundo, el pasajero de tercera instalado, Jesús!, en la lujosa blancura de las cordilleras nevadas, disimulado entre las orquídeas de fina idiosincrasia.9
CHILE ODER DIE AUTOBIOGRAPHIE DES DICHTERS
Neruda hat die Evokation und Interpretation Chiles stets eng mit der Erforschung seines eigenen Lebens verbunden: Die Bestimmung seiner Identität ist ein Teil seiner
9) Los hombres, aus: 2000, Buenos Aires 1974.
255
Identifizierung mit Chile. Das wird besonders anschaulich in Memorial de Isla Negra.10 Er hat dieses Buch 1964 zu seinem 60. Geburtstag veröffentlicht. Dort ist nun der Süden Chiles mit seiner Kindheit gleichgesetzt. Kindheit bedeutet Verlorensein und Herumirren in einer übermächtigen archaischen Landschaft, in Urwäldern und wilden vulkanischen Gebirgen. Die Menschen dieser Kindheit, vor allem die Männer - der Vater, der Onkel -, die sich im Sattel eines Pferdes oder als "Kapitän" eines Zuges in diese Welt von "Zentauren" hinauswagen, sind polternde Pioniere und rauhe Gesellen. Kindheit steht in Memorial de Isla Negra einmal für die Herkunft des winzigen und hilflosen Menschen aus einer unendlich großen, kosmischen Materie und zum anderen für die erste Erfahrung der menschlichen Gesellschaft als eines Systems von Ausbeutung und Unterdrückung. Die Bilderwelt der Kindheit enthält aber auch die plötzlich hervorbrechende Begabung zu dichterischer Gestaltung und zur Liebe: Das Individuum kann sich mit ihrer Hilfe fragend und suchend auf den Lebensweg machen oder, um Nerudas Metapher zu gebrauchen, den "Nachtzug" besteigen. Im späten und postumen Werk verwandelt sich diese Erinnerung an den Süden und an die Kindheit in die Sehnsucht nach einer unwiederbringbar verlorenen Wirklichkeit. Denn das unaufhaltsame und zerstörerische Eindringen des Menschen in die letzten unberührten Winkel der Natur haben auch das Gesicht des Südens verändert. Wie überall in Lateinamerika und in den Ländern der "Dritten Welt" vernichten die Menschen - aus Not oder Gewinnsucht - auch im chilenischen Süden den Haushalt der Natur. Neruda tritt in seinen späten Gedichten als Anwalt des Südens auf. Er gebietet Einhalt und verlangt die Rettung der Natur und damit die Rettung des Menschen. Er tut dies auch deshalb, weil die Natur des Südens in ähnlicher Weise an seiner Seite gestanden hat gegen die Häscher von González Videla wie einst auf der Seite der Araukaner im Kampf gegen die spanischen Conquistadoren. Als er nämlich 1949 aus Chile floh, da überquerte er im Süden zu Pferd die Anden, beschützt von den Bäumen, den Wurzeln, den Bergen und dem Nebel seiner Heimatregion. Der "Zug" verbindet den Süden mit Santiago. Als Neruda ihn besteigt, erfüllen ihn große Erwartungen. Doch Santiago wird zu einer höchst negativen Erfahrung: Diese Stadt ist der Inbegriff der Kälte, des Hungers und der Armut. Der Student, der 10
) Memorial de Isla Negra, in: Obras completas, a.a.O., II, S. 491-669.
256
Intellektuelle, der Dichter findet in der bürgerlichen Klassenstruktur von Santiago keinen Platz; er steht am Rande der Gesellschaft, ist ein ausgestoßener "poète maudit". Mehr noch als der ungastliche Süden ist die Stadt unbewohnbar. Zwar gibt es da einige Freunde - Alberto Rojas Giménez oder Joaquín Cifuentes zum Beispiel -, doch alle sind in der gleichen Situation: Modernisten oder Avantgardisten, sehen sie ihr einziges Heil in Provokation und Protest. Sie leben hemmungslos und gehen oft auf das erbärmlichste zugrunde. In der unbewohnbaren Stadt ist Freundschaft nichts anderes als die Flüchtigkeit einiger glücklicher Augenblicke. Auch die Liebe bietet weder Halt noch Dauer. Veinte poemas de amor v una canción desesperada 11 bezeugen die widersprüchlichen Momente des Glücks mit "Marisol" und "Marisombra". Sie sind ebenso flüchtig wie die Dichterfreundschaften. Erst später wird Neruda, in Santiago und in Isla Negra, an der Seite von Matilde Urrutia die beständige und erfüllte Liebe finden, von der er im Santiago seiner Studentenzeit weit entfernt ist. Der Norden Chiles tritt in Nerudas Leben, als er 1943, von Mexiko aus, einige am Pazifik gelegene lateinamerikanische Länder besucht und, von Perú her, in Chile eintrifft. Er übernimmt eine doppelte Funktion. Neruda erkennt den kulturellen Zusammenhang mit Perú und Bolivien: Der chilenische Norden gehörte einst zum Tawantinsuyu der Inka. So spielt er eine bedeutsame Rolle bei Nerudas Hinwendung zu Altamerika, zu seiner Kultur und Geschichte. Daraus ergibt sich zwingend die Einsicht in die verheerenden Auswirkungen des spanischen Kolonialsystems auf die soziale, politische und kulturelle Lebenswirklichkeit der Indianer, aber zugleich auch die Erkenntnis, wie sehr die moderne Geschichte nach der Unabhängigkeit mit ihren Grenzziehungen und kriegerischen Auseinandersetzungen erneut die Existenzbedingungen der Menschen des Nordens negativ verändert hat. Diese Veränderungen hängen mit dem Vorkommen von Rohstoffen und Erzen und mit der Intervention ausländischer Mächte und Kapitalinteressen zusammen. Der Indio des Nordens ist zugleich der Minenarbeiter und Proletarier.
11) Veinte S. 85-106.
poemas
de
amor
y
una
canción
desesperada,
in:
Obras
completas,
a.a.O.,
I,
257
Der Norden Chiles bedeutet im Leben von Neruda die Hinwendung zur Politik mit dem doppelten Gesichtspunkt der Parteinahme für das Proletariat und für das authentische Amerika. Er tut dies bekanntlich als Mitglied der Kommunistischen Partei, in die er 1945 eintritt. Im gleichen Jahr wird er Senator der nordchilenischen Provinzen Tarapacä und Antofagasta. Der Kontakt zu den einfachen und armen Arbeitern, die weder lesen noch schreiben können, wirkt sich auf die Schreibweise von Pablo Neruda ganz unmittelbar aus. Er versucht, für sie verständlich und klar zu sein; er greift auf volkstümliche, mündliche Überlieferungen zurück und erreicht so eine unerhörte Popularität. Wenn Pablo Neruda eine politische Versammlung abhielt, trug er, statt lange Reden zu halten, meist ein paar Gedichte vor. Zitieren wir die ersten Verse des Gedichtes En las minas de arriba: En las minas de arriba fui elegido, llegué al Senado, me senté, juré, con los distinguidos señores. "Juro" y era vacío el juramento de muchos, no juraban con la sangre, sino con la corbata, juraban con la voz, con la lengua, labios y dientes, pero allí se detenía el juramento. Yo traía la arena, la pampa gris, la luna ancha y hostil de aquellas soledades, la noche del minero, la sed del día duro y la cuchara de latón pobre de la pobre sopa: yo traje allí el silencio, la sangre de allá arriba, del cavatierras casi exterminado que aún me sonreía con dentadura alegre, y juré con el hombre y con su arena, con hambre y minerales combatidos, con la destreza y la pobreza humana.12
Die in diesem Gedicht ausgedrückte Identifizierung Nerudas mit den ärmsten Menschen seines Landes erfährt drei Jahre später eine eindrucksvolle Antwort. Als der Dichter 1948 untertauchen muß, wird er von seinen Freunden ein Jahr lang versteckt. 12) En las minas de arriba, aus: Memorial de Isla Negra, a.a.O., S. 566-570, hier: S. 566 f.
258
Diese Solidarität repräsentiert in erster Linie die Hafenstadt Valparaiso, wo er die längste Zeit lebte. Neruda wiederum reagiert auf die in dieser Zeit gemachten Erfahrungen und gewonnenen Erkenntnisse, indem er den Canto General zu Papier bringt. Die Vielfalt Valparaisos, seine Mittlerfunktion zwischen Chile und anderen Ländern und Kontinenten entspricht der Aufgabe, die Neruda diesem Buch zudenkt: Es soll seine eigene Person mit Chile und mit Lateinamerika zu einer Einheit verschmelzen und zugleich eine Botschaft sein an die Welt.
CHILE UND DIE DENKFIGUREN DES DICHTERS
Wir wollen diese "chilenische" Lektüre von Nerudas Gedichten mit einigen kurzen Hinweisen beschließen, die sich auf gewisse Konstanten in seiner Bilderwelt beziehen. Wir nennen sie Denkfiguren. Dieser Begriff soll andeuten, daß Denken und Dichten bei Neruda zusammenfinden zu einer unlösbaren Einheit. Diese Denkfiguren ziehen sich durch sein gesamtes Werk und sind relativ unabhängig von den Veränderungen seiner politischen und ideologischen Überzeugungen. Und sie stehen stets in Verbindung mit seiner Heimat Chile.
Eine solche Figur ist die Form des Landes selbst. Er sieht in ihr eine Gitarre oder den Körper einer schönen Frau. Damit weist er auf die hauptsächlichen Quellen seiner Existenz hin: die Liebe und die Dichtkunst. Ohne die Beziehung zu Chile fehlte ihnen die ontische Grundlage.
Eine andere Figur ist der Vulkan. Er signalisiert die Dialektik von zerstörerischer Naturgewalt und fruchtbarer Regeneration des Landes nach einer Eruption. Im materialistischen Denken von Neruda bedeutet sie die fundamentale Auffassung von der Interdependenz zwischen Leben und Tod und zugleich die geschichtsphilosophische Grundlegung der menschlichen Existenz.
259
Eine dritte Figur ist die Araukarie als Lebensbaum. Sie hat einen sichtbaren und einen unsichtbaren, unterirdischen Teil. Die Aufgabe des Dichters besteht darin, Wurzeln zu suchen und zu sammeln; er ist ein "Wurzeljäger". Die hoch aufragende Andentanne verkörpert menschliche Kraft, Stärke und Zähigkeit; sie trotzt allen Stürmen; zugleich bietet ihr Dach Schutz und Geborgenheit, und aus ihrem Holz baut der Mensch seine Häuser.
Als viertes Beispiel diene das Meer, der Pazifik. Er ist Nerudas bevorzugtes Element. Sein Arbeitszimmer in Isla Negra blickt auf das Meer. Wenn er das Meer hört, sieht und riecht, schreibt er am liebsten. Es ist einerseits Transparenz, "azurblaue" Helligkeit und steht für die Fülle des Lebens, für Hoffnung, Liebe, Fortschritt und Menschlichkeit; andererseits ist es dunkel und tief, schrecklich und von zerstörerischer Gewalt und symbolisiert Tod, Vernichtung, Grausamkeit und Irrationalität. Es trennt Länder und Kontinente, es verbindet sie aber wiederum auch. Das hat Neruda auf seinen unzähligen Schiffsreisen immer wieder erfahren. Aus "Seefahrt" und "Rückkehr" bestand sein eigenes, sein "chilenisches" Leben.
260
Das Werk des Omar Saavedra Santis im chilenischen Exilroman der achtziger Jahre Monika Walter, Berlin
Paradoxien sind in keiner Exilgeschichte eine Seltenheit gewesen. Zu absurd ist dieser Lebenszustand,
zu kompliziert
das Geflecht widersprüchlicher
Vorgänge,
Ursachen und Erscheinungen, in denen sich jeder Emigrant verstrickt sieht, als daß sie nicht ständig hervorgebracht würden. Das chilenische Exil bildet darin keine Ausnahme, auch nicht in der mangelnden Aufmerksamkeit, mit der es ihnen zumeist begegnet. Paradox am Fall des Omar Saavedra Santis ist schon, daß er als einer der produktivsten Schriftsteller des chilenischen Exils gelten kann, und doch, mitten in Europa schreibend und veröffentlichend, außerhalb seines Exillandes so gut wie unbekannt ist. Saavedra lebt seit 15 Jahren in der DDR. Neben Einzelveröffentlichungen in Anthologien, neben Dramen und Hörspielen, hat er in den letzten zehn Jahren einen Erzählband und drei Romane geschrieben, ein nächster Roman liegt im Verlag, ein übernächster entsteht bereits am Rostocker Schreibtisch. Bei diesem mehr additiven Überblick muß man noch bedenken, daß der Journalist Saavedra (Jg. 1944) wie so viele andere Chilenen das literarische Schreiben erst im Exil als seine Berufung entdeckt hat. Und hier tritt sogleich eine zweite Paradoxie hervor: Der Chilene Omar Saavedra Santis ist eigentlich ein deutschsprachiger Autor. Einige seiner Texte sind inzwischen sogar in lettischer und japanischer Sprache erschienen, aber kein einziger in Spanisch: "eine Absurdität, mit der ich mich nicht auszusöhnen vermag", wie er unlängst in einem Gespräch bekannte. Das ist ein Novum in der Geschichte der chilenischen Exilliteratur, und es ist zugleich ein besonders zugespitzter Ausdruck jenes schizophrenen Lebenszustandes, den das Exil darstellt. Die Exilsituation hat indessen immer ein ganz konkretes Gesicht. Saavedra kam in ein Land, in dem seiner künstlerischen Botschaft, vom Lektor, über den Schriftstellerkollegen bis zum Zufallsleser, eine große, gemeinschaftliche Neugierde entgegen261
gebracht wurde. Das interessierte Publikum suchte jedoch nicht nur Sachauskünfte über Chile und Lateinamerika, sondern auch die neue Faszination eines Leseerlebnisses, das leider viel zu häufig mit dem sehr vagen, inflationären Etikett des "magischen Realismus" belegt wurde. Saavedra ist inzwischen Mitglied des Schriftstellerverbandes der DDR geworden und nicht selten bestaunt er seine, wie er einmal sagte, "seltsam simultane Doppelrolle von Hausherr und Dauergast". Dieses Wort von der Doppelrolle ist keinesfalls nur als höfliche Rhetorik zu verstehen. Es bezeichnet vielmehr seine unverwechselbare Erfahrung der Gespaltenheit des Exils. Mit freundschaftlicher Selbstverständlichkeit wurde Saavedra als freiberuflicher und zugleich ökonomisch gesicherter Schriftsteller in den Kulturbetrieb seines Exillandes integriert. Eine ideale Bedingung für einen Künstler: Er hatte von nun an alle Freiheit, dem inneren Auftrag zu folgen und unentwegt seine Literatur zu schreiben. Diese Selbstverständlichkeit besitzt indessen eine Kehrseite. Mit ihr wird allzu häufig das äußerst komplizierte, wirklich-unwirkliche "Leben in der Abwesenheit" des Emigranten einfach übersehen, der eigentümliche Grenzcharakter seiner Texte als Exilliteratur gar nicht erst erkannt. Die DDR öffnet den chilenischen Emigranten innerhalb ihrer Landesgrenzen alle Wege künstlerischer Entfaltung, aber sie verfügt über weitaus weniger Möglichkeiten, ihre Werke gleichsam der Welt wieder zugänglich zu machen. Und Saavedra, völlig ungeübt im internationalen Labyrinth eines vertrieblichen Managements, nutzt lieber die Zeit, um einen neuen Roman zu verfassen. All dies hätte höchstens anekdotischen Wert, wenn nicht Saavedra in seiner besonderen Exilsituation eine mehr als beachtenswerte, individuelle Antwort auf alle jene Fragen gegeben hätte, auf die auch andere Chilenen gerade in den 80er Jahren erstaunlich vielstimmig reagiert haben. Diese Fragen chilenischer Literatur des Exils und des "desexilio" (Mario Benedetti) hat Ariel Dorfman in seinem Aufsatz "Politischer und literarischer Code: die Gattung testimonio im heutigen Chile" in der einen Frage zusammengefaßt: Ist es möglich zu überleben, das Gemüt zu stärken, das kollektive Gedächtnis aufzuzeichnen,
ohne diese
schwierige, fast erstickende Realität zu verbergen? Ohne aufzugeben, wie er sinngemäß hinzufügte, was große Kunst zu allen Zeiten auszeichnete: Das Verlangen nach einer Sprache, die wie ein Abenteuer der Entfesselung gelebt wurde, das Bemühen um ein
262
umfassendes Publikum und ein äußerst geschmeidiges, auf alle Widersprüche geöffnetes Wirklichkeitskonzept. 1 In Isabel Allendes Das Geisterhaus. José Donosos La desesperanza. Skármetas Brennende Geduld. Hernán Valdés Vom Ende her. Volodia Teitelboims Pablo Neruda schwingen all diese Fragen unübersehbar mit. Offenkundig ein Beweis dafür, daß auch der einzelne seine persönliche künstlerische Antwort auf den Einschnitt von Militärputsch und Exil immer innerhalb einer Gemeinschaft gibt, für die viele Namen denkbar sind, vor allem aber dieser: die Gemeinschaft aller, die aus den vergangenen und gegenwärtigen Geschichtserfahrungen lernen wollen. Omar Saavedra Santis hat sich nach eigener Aussage von Anfang an in seinem Schreiben der sogenannten Generation der sechziger Jahre (Skármeta,
Délano,
Dorfman) verwandt gefühlt, dennoch verrät schon sein erster veröffentlichter Text, die Erzählung Clown (1978), eine ganz unverwechselbare Subjektivität und literarische Begabung. Weniger als die genannten Autoren wandte er sich schon in den früheren Jahren chilenischer Exilliteratur dem Berichtsstil der Testimonialliteratur zu, sondern suchte nach einer sehr poetischen und zuweilen tragikomischen Erschütterung seiner Leser. In dieser ersten Erzählung antwortet ein Emigrant auf die Frage nach seinem Beruf schlicht und einfach: Clown. Und wo zum Teufel, stecken wir einen Clown hin?2 fragen sich da ratlos die deutschen Genossen und wollen ihn sofort dazu überreden, sich zum Dreher zu qualifizieren. Aber der "Clown" erbleicht nur, zieht sich wortlos zurück, kommt geschminkt und verkleidet für einen improvisierten Auftritt wieder und - hat durchschlagenden Erfolg. Welcher Trottel hat denn gesagt, daß wir keine Clowns brauchen?3,
diese Frage am Schluß der Erzählung enthüllt schon das Verständnis
Saavedras von seiner literarischen Aufgabe im Exil. Ähnlich wie beispielsweise der
1 Ariel DORFMAN, Código político y código literario: el género testimonio en Chile de hoy, in: Testimonio y literatura, Minnesota 1986, S. 198, 224. Der von Mario Benedetti geprägte Begriff des "desexilio" umfaßt ebenso die unterschiedlichen Möglichkeiten der allmählichen oder nur zeitweiligen Rückkehr in die Heimat wie die komplizierten Etappen der Eingewöhnung. Während für Exil wie für "desexilio" die von Dorfman aufgeworfenen Fragen gleichbleibende Gültigkeit haben, wandelt sich jedoch die Schreibsituation des Schriftstellers schon allein durch die Überwindung des Exilsyndroms. Einen typischen Roman des "desexilio" würde ich José Donosos "La desesperanza" nennen. 2 Omar SAAVEDRA SANTIS, Clown, In: In deinem Schmerz seh ich den neuen Tag. Prosa und Lyrik chilenischer Künstler im Exil, Berlin 1978, S. 141. 3
Ebenda S. 146.
263
Autor von Nix passiert sucht auch Saavedra in seiner Literatur von Anbeginn alle kleinen Quellen der Ermutigung, des Humors und der oft ironisch gebrochenen Selbstkritik in dem dramatisch veränderten Alltag aufzuspüren oder wie er später in einem seiner Romane schreiben wird, die Zärtlichkeit als "eine politische Kategorie" zu entdecken. 4 Noch deutlicher tritt dieses Anliegen in seinem ersten, auch im Jahre 1978 erschienenen Erzählband Torero hervor, in dem vor allem solche Alltagssituationen von Durchschnitts-chilenen
dargestellt werden. Aber dieser Alltag im Exil oder im
Faschismus ist ein Augenblick höchster Gefährdung für den einzelnen. Enttäuschung, Ratlosigkeit, Alleinsein ballen sich zu übergroßen Spannungen zusammen und entladen sich oft auf absurde Weise. Mit Trotz, List oder Humor begehren die einzelnen gegen die aufgezwungene Leere und Sinnlosigkeit des eigenen Lebens auf, beispielsweise in der Titelgeschichte, in der sich ein junger arbeitsloser Chilene in Spanien eine einträgliche Laufbahn als Stierkämpfer erträumt. Eines Tages springt er plötzlich von seinem Zuschauerplatz in die Arena. Lebensgefährlich vom Stier verletzt, ist er doch für einen winzigen Augenblick - Torero. Begegnung in Plowdiw heißt eine andere Kurzerzählung, wohl einer der bewegendsten Texte, die von Chilenen über das Exilleben geschrieben worden sind. Die Handlung spielt in Bulgarien, das wegen der Ähnlichkeit seiner Landschaft und Bewohner häufig als Kulisse für Chile-Filme diente. Auch der Held der Geschichte reibt sich die Augen wie bei einem Alptraum
nach
einem schlechten Film? Die Reisende im Zug ist doch seine Mutter, der Kellner in Sofia ganz sicher Rolando aus Santiago ... Sinnestäuschungen, die zu einem vieldeutigen Sinnbild des Exils werden: Ein Trick, um niemals anderswo ankommen zu müssen oder ein heilsamer Selbstbetrug, um sich unmerklich doch einzuleben. Dieses einem Theaterspiel so ähnliche Exilleben gestaltet Saavedra Santis auch in Blonder Tango (1983), seinem ersten Roman und dem ersten überhaupt, in dem ein Chilene das eigene Exil in der DDR beschreibt. Sicherlich hat sein geradezu vitales Interesse an einem Dialog der Kulturen viel mit seiner eigentümlichen Exilsituation zu tun. Die Wirkungsmöglichkeiten, die er gerade aus dieser Lage heraus für die Literatur neu erkundet, weisen wieder auf Saavedras unverwechselbaren Platz innerhalb der chilenischen Exilliteratur hin. In der Literatur
264
liegt eine wunderbare
4
Omar SAAVEDRA SANTIS, Blonder Tango, Berlin 1983, S. 104.
5
SAAVEDRA SANTIS, Torero. Erzählungen, Berlin 1983, S. 33.
Möglichkeit
verborgen, mit überkommenen
Dogmen und Klischees auf eine Weise zu brechen, die
immer den tiefen Respekt gegenüber der anderen, der andersartigen Position
ein-
schließt, sagte er einmal auf einer öffentlichen Lesung. Absichtsvoll wird bereits im Buchtitel auf Klischees angespielt, die den Romanhelden wie den Autor gleichermaßen beunruhigen: Das Klischee zu respektieren ist auch eine Art, die Angst absolut fremd
bleibenß
vor dem
Sicheingewöhnen
zu vermeiden
[...] alles soll
Dem jungen Rogelio stecken die kaum bemerkten vielen
Gewohnheiten, die nicht mehr in Frage gestellte Alltagsroutine seiner deutschen Mitmenschen "wie eine Fischgräte im Hals".7 Da reiben sich jedoch nicht nur unterschiedliche Mentalitäten, sondern auch entgegengesetzte Geschichtserfahrungen aneinander. Für den kommunistischen Emigranten ist sein Exilland ein "auf deutsch gesprochener Sozialismus", den er mit der Bitterkeit des vorerst Gescheiterten, mit den Erwartungen seines noch unerfüllten Ideals betrachtet. Scharf treten daher diejenigen hervor, "die noch von leeren Tagen" oder nach dem "Ellbogengesetz"8 leben. Mutlos, einsam, gefährdet, findet er endlich einen verständnisvollen Partner für seine eigenen Beunruhigungen. Die Gespräche zwischen ihm und dem alten Antifaschisten und ehemaligen Mexiko-Emigranten Stephan Hiller führen jedoch kein Lehrbeispiel, keine gesicherte historische Lektion vor, sondern nur ein gemeinsames Suchen nach dem tieferliegenden Sinn des Erlebten: Such nicht nach einem zu großen Vergleich zwischen deinen traurigen Geschichten und den meinen, die auch sehr traurig sind; übertreibe nicht diesen Vergleich, denn die Geschichten sind nicht rund, wie du glaubst, sondern entwickeln sich spiralförmig nach oben, von wo aus, wenn wir nicht ein für allemal dazugelemt haben, der Fall absolut vertikal sein wirdP Daß sich Saavedra seinen Adressaten von Anfang an immer vielgesichtig und vielsprachig vorgestellt hat, beförderte ganz gewiß seine Neigung, künstlerische Wege zu suchen, die einen hohen Grad der Vergleichbarkeit im Dargestellten und der Relativierung von Wahrheiten, Urteilen, Werten ermöglichten. Bereits in seinem ersten Theaterstück Amapola (1979) zeichnet sich diese künstlerische Eigenart ab. Saavedra 6
SAAVEDRA SANTIS, Blonder Tango, Berlin 1983, S. 110.
7
Ebenda, S. 85.
8
Ebenda, S. 129.
9
Ebenda, S. 130.
265
beschreibt das idyllisch verschlafene Dorf "Amapola", in das die Gegenwart in Gestalt eines ebenso rüden wie verblüfften Soldatentrupps einbricht. Die Geschichte vom Orte Nirgendwo und Überall ist leicht als das Chile vor und nach dem Militärputsch zu entziffern. Aber als eine Art poetisches Geschichtsexempel ist es zugleich offen für den Bezug auf viele ähnliche Situationen in der Welt. Geschichtsexempel in einem weitaus tiefergehenden Sinne will auch Omar Saavedra Santis' Roman Die große Stadt (1986) sein. Dieses Werk bildet den bisherigen Höhepunkt im Schaffen Saavedras. Zugleich kann es als eine Art von Bilanz chilenischer Literaturentwicklung jüngster Vergangenheit und Gegenwart gelesen werden. Gerade deshalb vermag dieser Roman nicht nur die Romanpoetik Saavedras, sondern auch seinen Beitrag für die chilenische Exilliteratur und mit ihm für die lateinamerikanische Gegenwartsliteratur zu verdeutlichen. Der Ort der Handlung liegt in einem Land "entlang der Längen- und Breitengrade" 10 , und in diesem seltsamen Winkel der Erde gibt es eine "Große Stadt", in der ihre Bewohner die 24 Hügel erklimmen,
in den 21 gelben Seilbahnen fahren
[...]
Molluske mit Mayonnaise und gebratenen Schattenfisch essen, ein Horn Chicho oder ein großes Glas Pisco mit Zitrone trinken /.../. 1 1 Diese Bewohner werden die "Menschlein" genannt; sie sind sympathische,
Leute,
ein
Cocktail aus ethnologischen Klischees, denn, wenn man genauer hinsah, konnte
man
an demselben Stoppeln
Menschen
preußischer
[...] noch
leutselige, liebevolle, skeptische eine leicht französische
Halsstarrigkeit, Elemente
Raffinesse
nordamerikanischer
feststellen,
Naivität,
Spuren
afrikanischen Temperaments [...] und Merkmale des erstaunlichen irischen Mutes.12 Saavedra hat hier kein phantastisches Macondo erfunden. Die vergnügliche Maskierung des realen Handlungsorts Valparaiso und der Personen ist wie in einem Ratespiel für jedermann zu durchschauen. Aber die Verfremdung will weitaus mehr bewirken als das bloße Vergnügen am Wiedererkennen. Das verkleidete Vertraute ist auch das nur scheinbar Vertraute und soll ein ebenso schmunzelndes wie kritisches Nachdenken über die tiefer liegenden Zusammenhänge des tagtäglich Wahrgenommenen befördern.
266
10
SAAVEDRA SANTIS, Die Große Stadt, Berlin 1986, S. 95.
11
Ebenda, S. 114.
12
Ebenda, S. 94.
Die Romanhandlung spielt in einem jener Wohnviertel, in dem die einfachen Leute leben und unter ihnen auch der bescheidene und lesewütige Buchverkäufer Oliverio. Eines Tages, als die "tiefe doktorale Stimme" des neuen Präsidenten zu hören ist, ernennt ihn sein alter Freund, der Arbeiter und frisch gebackene Kulturminister Pancho, zum unbezahlten und budgetlosen Direktor der überhaupt noch nicht vorhandenen Volksbibliotheken. Kopfschüttelnd über die Absurdität dieses Auftrags fragt Oliverio den ersten besten Menschen auf der Straße: Sagen Sie, wie würden Sie zum Beispiel eine Geschichte oder ein Märchen lesen, ohne ein Buch zu besitzen und ohne überhaupt lesen zu können? einfach, ich könnte
Und der Gefragte antwortet ebenso unvermittelt: Ganz
die Geschichte zwar nicht selber lesen, aber ich würde meine
Großmutter bitten, sie mir zu erzählen?* Aus dieser Antwort, in der augenzwinkernd die Wirkungsfragen von Literatur auf einem ganzen Kontinent untergebracht sind, entsteht ein einzigartiger Plan. Zwar muß zunächst die riesige Privatbibliothek des abgesetzten Geheimdienstchefs Bruno Perthel enteignet werden, aber dann kann es losgehen: Oliverio bildet mit vielen armen und zumeist arbeitslosen Jugendlichen seines Wohnbezirks Literaturbrigaden
namens
"Cervantes", "Pablo", "Gabriel", "Shakespeare", "Dante", "Heine" usw. Alle lernen je zehn Meisterwerke der Weltliteratur auswendig, und dann durchwandern sie als "sprechende Bücher" erst die Wohnviertel der Großen Stadt, später die Dörfer des Landes. Vor den "Menschlein", dem arbeitenden, ungebildeten, von ständiger Armut und dem flüchtigen Trostrausch einer Trivialkultur ä la Corin Tellado gezeichneten Publikum, entfalten sie nun die magische Akrobatik ihrer Sätze, schießen mit der Virtuosität eines chinesischen Pyrotechnikers [...] Raketen von Bildern, das Feuer ihrer Gesten, den Zauber ihrer Stimmen14
in den Raum der öffentlichen Plätze und Straßen. Diese
Aufführungsspektakel hinterlassen in den "Menschlein" eine "Grabesstille", die wie ein erster Spaziergang
ins Innere
ihrer selbst15
ist, wie das unerbittliche
mehr zu sein [...], denn die Menschlein mit dem geduldigen
13
Ebenda, S. 46.
14
Ebenda, S. 189.
15
Ebenda, S. 151.
Verlangen,
Zorn von Verlierern [...]
267
sahen sich in der Phantasie der Geschichten wie in einem Spiegel und entdeckten, daß sie viel größer waren als sie geglaubt [...] haben.16 Der vorgehaltene "Spiegel" der Vortragenden erinnert nicht zufällig an die Retabel der Märchen: Wer in sie hineinschaute, erblickte weniger die reale Welt, als die darunter verborgenen Sehnsüchte und Energien der Menschen. Als solche sprechende Spiegel wirken die Romanfiguren sicher nicht ohne Grund wie eine Reminiszenz an das Entziffern der Pergamente durch den letzten der Buendias in García Márquez' Roman Hundert Jahre Einsamkeit. Im Handlungsspiel dieser Literaturbrigaden ist indessen auf vielschichtige Weise Saavedras eigene Erzählmethode versinnbildlicht. Wie so viele andere lateinamerikanische Schriftsteller sucht auch er alles Dargestellte im wahrsten Sinne des Wortes in neue Spielräume zu versetzen. Und zwar in dem Maße, wie in diesen "sprechenden Büchern" eine Wirkung von Literatur als gemeinschaftliches Spielereignis modelliert wird, die durchaus nicht zufällig die Erinnerung an Don Quijotes öffentliches Nachahmungsspiel der Ritterromane wachruft. Wie der Auftritt des verrückten Ritters sind auch die "sprechenden Bücher" die vielgestaltige Metapher einer konkreten geschichtlichen Wirklichkeit. Unverkennbar ist die Analogie zu jenen aufregenden und widerspruchsvollen Wandlungen, die während der Regierung der Unidad Popular vor sich gegangen waren. Natürlich ist in Panchos geldlosem Kulturministerium und dem Projekt der Volksbibliotheken ebenso die ausgebliebene Bildung eines "Nationalen Kulturinstituts" wie der neu gegründete Staatsverlag Quimantü mit seiner Millionenauflage von Minibüchern enthalten, die mangelhaft koordinierte Kulturpolitik und die offizielle Förderung kollektiver Kreativität in Malerbrigaden, Singegruppen, Amateurtheatern, Klubs usw. Hernán Valdés geht in seinem Roman Vom Ende an (1984) ebenfalls von diesen konfliktgeladenen Erfahrungen aus. Doch erörtern beide Chilenen die große Frage nach Bedeutung und Bedeutungslosigkeit der Kulturarbeit in einer konkreten revolutionären Situation von ganz unterschiedlichen Positionen aus. In Valdés' Roman streiten junge Intellektuelle unter der Allende-Regierung über die Möglichkeiten eines revolutionären Kulturprojektes, über eine Literatur, die im Volke ankommt, weil sie endlich seine Erfahrung nicht länger aus der eigenen Subjektivität, sondern aus der Tiefe des Empfindens der einfachen Leute selbst heraus gestalten wollen. Sie erhitzen 16
268
Ebenda.
sich über das Kulturprogramm der Unidad Popular, das Kultur nur als ein "bereits fertiges Produkt" betrachte, das man "jetzt nur noch demokratisieren müsse".17 Selbstkritisch zeigt Valdés eine wortstark bekundete Avantgarderolle dieser linken, ungebundenen Intelligenz, aber auch geläutert durch das Alptraumerlebnis des Faschismus bekräftigt er in diesem aufrechnenden Rückblick noch einmal die Funktion des unabhängigen Intellektuellen als wachsames, mahnendes Gewissen, als atalaya. Saavedra sieht seine Stellung anders. Ihn interessiert nicht so sehr eine eindeutig positive oder negative Bilanz aller damaligen Kulturanstrengungen. Er möchte gerade leisten, woran die Intellektuellen damals in ihrer Mehrheit scheiterten: die Volkserfahrung eben wirklich als Erfahren von Kultur im Volk heraufzubeschwören. Deshalb liegt die Analogie zwischen seinem Gleichnis und der historischen Wirklichkeit in dem neuen und schwer faßbaren, ebenso politischen wie poetischen Lebensgefühl, das Kultur in diesen Jahren auszulösen mithalf. Oder wie Antonio Skármeta vor langer Zeit in einem ersten Aufsatz zu Kunst und Kultur im Chile der Allende-Regierung sagte: soviel befreite und befreiende Energie, die zu keinem Zeitpunkt einen endgültigen Weg zu ihrer Verwirklichungfinden konnte.18 Die Geschichte von den "sprechenden Büchern" symbolisiert daher weitaus mehr als die tatsächlich in Chile hervorgerufene Leseexplosion. Sie macht eine ebenso für ganz Lateinamerika wie für die konkrete historische Situation im Chile der AllendeRegierung charakteristische Kulturwirkung faßbar, die, weit über das gedruckte Buch und die einzelne Lektüre hinausgehend, Kultur als Begegnungsraum im Alltag der Menschen umfaßt. Die "umherziehenden Bücher" wirken daher wie Nachfahren der quijotesken escrituras andantes, sie erinnern ebenso an den Vortrag der mittelalterlichen Spielleute wie an die unbekannten Akteure jener unzähligen kulturellen "performances" auf den Straßen Chiles während der Allende-Regierung. Diese "großartige Polyphonie unvergeßlicher Erzählungen"19, die da überall in der Stadt erklingtder "Cid" in der Entbindungsstation, "Don Quijote" im Gefängnis, "Amadis" in der Erdölraffinerie - überbringt den Zuhörern keine fest umrissene ideologische Botschaft, keine sogleich anwendbare lebenspraktische oder ideologische Auskunft, sie löst 17
Hernán VALDES, Vom Ende an, Berlin 1984, S. 85.
18 Z i t i e r t nach M. J Ü R G E N S , Th. M E T S C H E R ( H r s g . ) , Kunst und Kultur des demokratischen Chile, Fischerhude 1977, S. 92. 19
SAAVEDRA SANTIS, Die Große Stadt, S. 189.
269
vielmehr wie einst in den alten Heldengesängen und wie heute in der Wirkungsvielfalt von Massen- und Straßenkultur zunächst einmal einen unbestimmbaren Gefühlszustand aus, eine gemeinschaftliche und nur halbbewußte Bestätigung vergangener Träume für die Zukunft. 20 Bei Saavedra allerdings schließt sie immer zugleich eine unverkennbare, in einem neuen, umfassenden Sinne politische Lust zu kollektivem Verändern des eigenen Lebenszustandes ein. Oder, wie es im Roman heißt, legt sie die unendlichen Möglichkeiten des Staunens21 frei. Wir sind hier mitten im erzählerischen Laboratorium, gleichsam am Drehpunkt der Poetik des Autors angelangt. Nicht allein daß Saavedra das Staunen als ein uraltes und zugleich ganz modernes poetisches Prinzip, gleichsam als "Urknall der Literatur" betrachtet. Für ihn ist überhaupt die Fähigkeit zum Staunen eine der höchsten Formen menschlicher Phantasie, wie er in einem noch unveröffentlichten Interview sagte. Warum bevorzugt Saavedra die ästhetische Einstellung des Staunens vor anderen wie der Erschütterung, der Rührung, dem Mitleid? In dieser "Vorliebe" steht der chilenische Autor einer ganzen Tendenz in den lateinamerikanischen Erzählformen nahe, so dem "sprachlosen Staunen" (Benedetti) angesichts der Übersteigerung des Realen ins Übernatürliche durch die Erzählweise eines García Márquez oder einer Isabel Allende und dem Staunen als "privilegierte Enthüllung der Wirklichkeit"22 im Real-Wunderbaren Alejo Carpentiers. Saavedras Auffassung vom Staunen ist irgendwo zwischen diesen Sichten anzusiedeln. Es ist dem kindlichen Sich-Überraschen-Lassen von den bekannten, ganz normalen Dingen verwandt, eine Überraschung, die offenbar eine allen erreichbare und in allen vorhandene Alltagsphantasie in Gang zu setzen vermag. Was die Phantasie anbelangt, so hüte ich mich sehr, sie als privaten Rohstoff des Künstlers zu betrachten, so Saavedra in dem erwähnten Interview. Die Erfindungen der Weltliteratur werden in den Vortragsspielen der "sprechenden Bücher" tatsächlich in einem sehr greifbaren Sinne demokratisiert. Nicht im Sinne des Herantragens hoher Kulturwerte an das niedere Volk, denn die "Bücher" stammen ja 20 Vgl. Paul Paris 1984, S. 35 ff.
270
ZUMTHOR,
La
Poésie
et
la
21
SAAVEDRA SANTIS, Die Große Stadt, S. 218.
22
Alejo CARPENTIER, Essays, Berlin 1985, S. 19.
voix
dans
la
civilisation
médiévale,
selbst aus dem Volk und haben sich als Künstler erst in den Auftritten entdeckt. Sondern als kollektive Inbesitznahme im Alltag der Menschen, eine Aneignung, die ihren eigenen Gesetzen folgt. Wie einst im Spielmannslied und heute in jenem Bereich gesellschaftlicher Kommunikation, der als "performance culture"23 oder als die "libros hablados" des brasilianischen Alphabetisierungspädagogen Paulo Freire 24 neue Bedeutung gewinnt, ist auch in diesen dargestellten Rezitationen das eigentlich Ästhetische oder Literarische eben nicht nur der greifbare Text, nicht allein der daraus ablesbare Sinn oder die klar umrissene Botschaft. Das Ästhetische ist vielmehr all jenes, was die Vorführung zu einem schöpferischen Ereignis für alle macht, zu einem festlichen gemeinschaftlichen Kontakt. Aber die unendlichen Möglichkeiten des Staunens erschöpfen sich für Saavedra nicht in einem intuitiven, gefühlten Verstehen.25 Saavedra ist wie so viele lateinamerikanische Schriftsteller nur in dem Maße ein Nachfahre der Spielmänner, wie er auf ähnlich gemeinschaftliche Weise Verständigung zwischen Menschen durch Literatur befördern möchte. Denn zugleich ist er immer um eine Vertiefung politischen Wissens seines Publikums bestrebt. Die dargestellten Spielmodelle haben daher viel Ähnlichkeit mit dem Parabeldenken eines Bertold Brecht. Die Textbeispiele der "sprechenden Bücher", die alle vergangenen und gegenwärtigen Ausdrucksformen des gesprochenen und geschriebenen Wortes einsetzen, sollen ebenso die faszinierende Wirkungsmacht von Literatur veranschaulichen wie ihre Ohnmacht gegenüber praktischen Anforderungen scharf ins Bewußtsein rufen. Deshalb schließt Saavedras staunender Rückblick auf den gelebten Traum der ersten 70er Jahre auch das kopfschüttelnde Staunen über das historische Versagen ein. Denn das phantastische Spiel mit den "neuen, weitentfernten Möglichkeiten" der gespielten Weltliteratur verhalf den "Menschlein" nur wenig zu gesicherter Einsicht in die realen, nahen Bewegungsgesetze ihres eigenen Lebens. Die Brigade der Marxrezitatoren scheitert, kein Massenpublikum ist an den trockenen wissenschaftlichen Sprachwindungen von "Arbeitsproduktivität" und "Produktionssteigerung" interessiert. 23
Vgl. Richard SCHECHNER, Essays on Performance Theory, 1970-1976, New York 1977.
24
Vgl. Paulo Freire, La importancia de leer y el proceso de liberación, Madrid 1984.
25
Bereits ein klassischer Text zu diesem unverwechselbaren Kommunikationsverhältnis stammt von Ramón MENENDEZ PIDAL, Volksdichtung und traditionelle Dichtung in der spanischen Literatur, in: Dichtung und Geschichte in Spanien, Leipzig 1984, S. 5-43. 271
Daß sie die Wahrheit sagen, bedeutet nicht, daß die Leute ihnen
glaubenkommen-
tiert lakonisch der Bibliotheksdirektor die durchaus authentischen Wirkungsprobleme ideologischer Propaganda der Unidad Populär. Auch neue literarische Phantasiebilder des Möglichen, die sich auf die unmittelbare Gegenwart beziehen, hat in Saavedras Roman keiner hervorgebracht, ein deutlicher Hinweis auf das Versagen der chilenischen Literatur während der Allende-Regierung. Die Teilnehmer des Unternehmens der "sprechenden Bücher" veranschaulichen aber auch ein politisches Versagen: das Ausbleiben wirksamer praktischer Aktionen gegen die zunehmenden Umtriebe der politischen Reaktion. Diese Anschläge sind eben nicht allein durch Literatur zu bekämpfen, so daß die Rezitatoren zu ihren ersten Opfern gehören. Warnend sagt der Bibliotheksdirektor schon nach den ersten Auftritten der "sprechenden Bücher" zu seinem Ministerfreund: Aber eins muß ich dir jetzt schon sagen: Allein mit Büchern und Samthandschuhen
halten wir keine drei Monate mehr
durch?1
Vor allem durch seine Mehrsträngigkeit - vier Erzählebenen werden miteinander montiert - verwandelt sich der Roman in eine Art Spielexperiment zur Auslösung gemeinschaftlichen Fühlens und Denkens. Die Erzählebene um den schönen und perversen Exgeheimdienstler, der alle Gegenzüge der ökonomischen und politischen Rache bündelt, nickt die Wirklichkeit in die scharf sarkastischen Konturen der Verachtung und der Anklage. Staunen über die negativen Steigerungen von Menschsein, sowie eine vernunftbetonte Klarsicht über Argumente und Praktiken der politischen Gegner, auch dies gehört zur Wirkungsstrategie des Autors. Die Rolle der Massenmedien bei diesen vielfältigen Manipulationen wird auf einer dritten Erzählebene, durch Zwischenschalten von Meldungen der Zeitung Monitor (sprich: Mercurio) durchschaubar gemacht, vor allem der folgenreiche Vorgang, daß über gezielte Halbinformation jenes beschriebene gläubige Staunen der Menschen über das Vermögen der Literatur in eine verhängnisvolle Richtung gelenkt wurde. Auf einer vierten Erzählebene werden in die Romanhandlung die Kommentare eines rückblickenden "Wir" eingeschaltet. Dieses Wir sind die "Menschlein" als damalige naive, gedulderprobte und unbescheidene
Sieger28 und jetzige ernüchterte Verlierer.
Schonungslos werden von ihnen historische Naivität, politische Arroganz,
272
26
SAAVEDRA SANTO, Die Große Stadt, S. 240.
27
Ebenda, S. 218.
28
Ebenda, S. 7.
uneinige
Einheit, übermäßiges Vertrauen in uns selbst und vor allem unsere unsichere Kenntnis von den Bewegungsgesetzen entlarvt.29 In der Erzählebene des Wir wird das Staunen daher nicht nur als ein spontanes, phantasiereiches Ahnen von Lebenssinn und Handlungsmöglichkeiten der "Menschlein" sichtbar, sondern wird ganz deutlich als kognitive Kategorie ausgelotet. Staunen ist hier bewußt genutzt als jene seltsame, schwer faßbare Schwelle, an der das Wundern über die Welt in eine erste Entdeckung der Dinge, wie sie wirklich sind, übergeht. Staunen in dieser Funktion verwandelt sich bei Saavedra in eine Erzählhaltung der Bescheidenheit und der Offenheit, die im übrigen ganz jener von Benedetti allen lateinamerikanischen Intellektuellen empfohlenen dringenden Therapie der Bescheidenheit30 entspricht. Bescheidenheit als Respekt gegenüber einer Realität, die immer reicher und umfassender ist als das gerade gefällte Urteil über sie. Ich glaube, wir müssen mit der Wahrheit ganz bescheiden umgehen. Sie ist eben keine etablierte dogmatische Tatsache, und der Autor nicht ihr allmächtiger Verkünder. Vielmehr hat die Literatur die Pflicht, die Wirklichkeit mit der Möglichkeit zu bombardieren. Soweit Saavedra im Interview. Aber dieses "Bombardement" ist wiederum keineswegs die exklusive Angelegenheit des Autors. Zwar kann nur er als Schriftsteller einen lesbaren Mikrokosmos schaffen, es ist ja sein ganz eigener Beruf, aber für Saavedra hat er deshalb noch lange nicht das Recht, den Anteil der Gedanken, Gefühle und Imagination vieler Menschen am Rohstoff seiner Empfindungen und seiner Sprache zu verhüllen. Auch mit diesem Standpunkt reagiert der chilenische Autor ebenso auf die Erfordernisse seines Exils wie der einer zukünftigen demokratischen Nationalkultur Chiles und überhaupt auf den Entwurf einer neuen lateinamerikanischen Volksliteratur. Saavedras Sprache ist ein überzeugender Ausdruck dieser Bescheidenheit als Erzählhaltung. Seine humorvollen bis sarkastischen Formen des Anderssagen sind eine unentwegte Aufforderung zum Partizipieren des Lesers beziehungsweise zu einer gemeinschaftlichen Selbstironie. Saavedras sehr poetische und zugleich sehr kon-
29 30
Ebenda S. 278 f.
Mario BENEDETTI, Berlin 1985, S. 89.
Weder
Ankläger
noch
Opfer,
in:
Literatur
und
Revolution,
273
struktive Ironie31, die eine eigene Untersuchung erfordert, sucht ebenso nachdrücklich wie undidaktisch die arrogante Selbstsicherheit der "Menschlein" zu erschüttern, das Vergnügen am Distanzüben zu wecken, aber auch das Leben in seiner faszinierenden, ermutigenden Ganzheit zu beachten. Diese Ironie schöpft in allen seinen Erzählungen tief aus dem Alltagswitz und der typischen Sprachironie der Chilenen, wie er auch in zahlreichen Formen einer Kultur des Widerstands in Chile zum Ausdruck kam.
Dem angestrebten solidarischen Zusammenwirken von Autor und Leser entspricht auch die schon erwähnte Romanform als Spielmodell der Wirklichkeit. Dieses verknüpft die Elemente des Realen auf eine Weise, die eine innere Bewegungslogik der Wirklichkeit durchschaubar macht. Allerdings geht es Saavedra um eine Logik, in der die Bewegungsgesetze von Geschichte selbst als ein Spielfeld alternativer Möglichkeiten im Entscheiden und Handeln der Menschen hervortreten. Nicht das Unmögliche darstellen, wenn es wahr isfi2, wie Aristoteles fordert, ist seine Absicht, sondern das Notwendige als möglich darzustellen, auch wenn es unwahrscheinlich scheint. Es ist ein Spielen mit den Zukunftsmöglichkeiten eines konkreten geschichtlichen Augenblicks, aufgefaßt als Möglichkeiten im Denken, Fühlen, Glauben, Träumen, Streben und Irren möglichst vieler Menschen, und verstanden immer, bei aller Absage an enge ideologische Konzepte, als eindeutige Parteinahme für ein gerechteres soziales Zusammenleben des "Menschlein". Es ist zugleich immer ein Spielen mit den Möglichkeiten des Romans. Die staunende Bilanz der Geschichtserfahrung wird im Roman vom Standpunkt eines Kollektiverzählers aus gezogen, genauer: von der ebenso erbarmungslos kritisierten irreführenden Illusion wie zärtlich behüteten großen Hoffnung der Kleinen, eben von ihrem unbesiegbaren Staunen aus. Die "sprechenden Bücher" haben sie geweckt und bestärkt; als sie umgebracht werden und damit das einzigartige Kulturgefühl von damals unterdrückt ist, gibt es nach Saavedra andere Leute, "welche die Hoffnungen aus der Zeit herausnahmen und sie an ein Papier nagelten als einen ewig lebenden Schmetterling in einem Kreislauf'. 33 Diesem Bemühen, die wie das Leben selbst fortdauernde Hoffnung nachzubilden, entspricht Saavedras offenes Buchkonzept: Dieses Buch stellt sich nicht vor als Rezept eines Autors, nicht mehr als die große gewaltige Antwort eines einzelnen, sondern als Möglichkeiten des Fragens von Vielen.
274
31
Vgl. Uwe JAPP, Theorie der Ironie, Frankfurt a.M. 1983, S. 326.
32
ARISTOTELES, Poetik, in: Ästhetik der Antike, Berlin 1983, S. 224.
33
SAAVEDRA SANTIS, Die Große Stadt, S. 331.
Das bezaubernd-entzaubernde Spielspektakel der "sprechenden Bücher" versinnbildlicht besonders eindringlich Saavedras künstlerische Antwort auf das Exil sowie seine Vorstellung von der Bestimmung und Wirkung der Literatur überhaupt. Was diese Spielmannsauftritte in Rezitatoren und Zuhörern gleichermaßen bewirken, sucht er im Leseerlebnis seines Romans zu erreichen: jenen festlichen, fast karnevalesken Kontakt zwischen allen Beteiligten, der für den Augenblick des freudigen Genusses oder des Lachens die Angst vergessen macht, Sicherheit über sich selbst, über die eigene Sprache, die eigene Phantasie und das eigene Gedächtnis wiedergibt und eine tiefe, genußvolle Ermutigung auslöst. Diese Wirkung hatte Saavedra mit der Fähigkeit zum Staunen beschrieben.
Wie einst im traditionellen mündlichen Rezitieren kann auch Saavedra die gegenseitige Inspiration von Sängern und Zuhörern nur durch ein tiefes Wissen und Ahnen von alljenem erreichen, was die kleinen Leute im tiefsten Innern wirklich berührt und beschäftigt. Nicht allein ein noch vorhandenes mythisches oder traditionell orales Kultursubstrat wird hierfür mobilisiert. Was Saavedra in allen seinen ästhetischen und politischen Möglichkeiten und Grenzen aufspürt, ist Jedermannsweisheit und Allerweltsphantasie, Alltagsbewußtsein und Alltagswissen der vielen kleinen Leute mit dem 'Verschwommenen Gesicht".34 Wie aber ist unter den Bedingungen des Exils und des Militärputsches, jenes doppelten Schocks im Leben der Chilenen, diese verlorene gegenseitige schöpferische Kenntnisnahme wieder zu erreichen und aufrechtzuerhalten? Für Saavedra ist die Antwort auf diese Frage eine außergewöhnliche Herausforderung an alle Möglichkeiten der Literatur. Für die mögliche Nähe zu den "Menschlein" hält Saavedra ein ganz einfaches Wort bereit: Liebe. In ihr steckt ein Geheimnis für die sinnliche und ganz natürliche Volkstümlichkeit seiner Romane. Aber die Kenntnis von Alltagswissen ist nicht allein eine Angelegenheit von Intuition und Gefühl. Saavedras Poetik beruht vielmehr, ähnlich der novela-testimonio des Miguel Barnet, auf der Erfahrung jenes neuen Erzählstroms der Testimonialliteratur wie jener Alltagskultur des politischen Widerstands, die ganz neue Beziehungen zwischen Alltagserlebnis und literarischen Formen entstehen ließ. Saavedras Auffassung von gesellschaftlicher Bestimmung und Wirkung der Literatur stimmt daher, wenngleich in umgekehrter Reihenfolge, mit den drei
34
SAAVEDRA SANTIS, Felipe kommt wieder, Berlin 1987, S. 30.
275
wesentlichen Funktionen überein, die nach Dorfman das chilenische testimonio zu erfüllen hat: die Funktionen der Anklage, der Ermutigung und der Erinnerung.35 In Die Große Stadt kommt es nicht mehr zur Gründung eines "Museo Popular de la Memoria" (sprich "Museo de Solidaridad"). Die Literatur, die er schreibt, sieht Saavedra jedoch innerhalb eines solchen imaginären Museums. Erinnerungswerte für die Zukunft zu schaffen, die alle über die Jahrhunderte fortdauernden Mechanismen eines kollektiven Gedächtnisses ausloten und damit zugleich eine Ästhetik des Widerstandes oder eine Ästhetik der Ermutigung begründen helfen, darin sieht Saavedra seinen inneren Schreibauftrag. Diese Bewahrung eines gemeinschaftlichen Gedächtnisses ist eine kontinentale Anstrengung - sie ist in den zahlreichen Formen der Testimonialliteratur als solidarische Suche von Autoren und Erzählern nach der Geschichte der bisher Geschichtslosen enthalten, sie ist es ebenso in den vielfältigen Suchkonzepten dessen, was wir viel zu vereinfachend als "magischen Realismus" eingeordnet haben. Für Omar Saavedra Santis ist Realismus als lateinamerikanische Form des Schreibens wie die Lektüre eines Palimpsests. Unübersehbar ist hier wieder die Anspielung auf den letzten Buendia, der bekanntlich von der "wissenschaftlichen Möglichkeit" gesprochen hatte, die Zukunft durchsichtig in der Zeit zu sehen, so wie man auf der Rückseite eines Papiers Geschriebenes durchschimmern sieht /..J. 3 6 Die Wirklichkeit als Palimpsest zu lesen, bedeutet für Saavedra eine Erzählmethode, die gerade das phantastisch Normale und Alltägliche authentischer historischer Grenzsituationen - die Revolution der Unidad Popular, der Faschismus unter Pinochet, das chilenische Exil, auf neue Weise durchschaubar zu machen vermag. Die Realität als Palimpsest zu lesen, das heißt für ihn, die lange Erinnerungsspur an Vergangenheit und Zukunft unter den "am meisten Übergangenen"37 (Neruda) durchschimmern zu lassen. Auf eine überraschende Weise stimmt dieses Bild vom Palimpsest mit der "ars poética" des Pablo Neruda überein, der den Dichterberuf wie einst auch die Spielleute 35
Ariel DORFMAN, Código político y código Chile de hoy, in: Testimonio y literatura, ebenda, S. 176 f.
276
literario:
el
género
testimonio
36
Gabriel GARCIA MARQUEZ, Hundert Jahre Einsamkeit, Berlin 1975, S. 419.
37
Pablo NERUDA, Denn geboren zu werden... Prosa, Publizistik, Reden. Berlin 1982, S. 445.
en
als ein "Wandermetier" verstand und sich eine "Poesie mit Fingerabdrücken"38 gewünscht hat, die man auf der Straße wie ein Stück Holz auflesen kann. Diese Beziehung zu Neruda ist von Saavedra auch deutlich gesetzt worden. In Die Große Stadt wird der Geburtstag des "Dichtervaters" zu einer überwältigenden Explosion von "Volkskreativität"39. Für Saavedra ist Literatur überhaupt eine poetische Dokumentation eines konkreten historischen Augenblicks und gemeint ist damit ein besonders intensives, gleichermaßen poetisches wie politisches Kontaktverhältnis mit der Welt. In der Nähe zu Nerudas Poetik liegt auch Saavedras Nähe zu einer wesentlichen Tendenz der chilenischen Exilliteratur. Sie besteht, so ist zumindest mein Eindruck, in einer neuen, vielschichtigen und nicht selten sogar gegensätzlichen Aneignung von Leben und Werk des Dichters Pablo Neruda. Neruda wurde und wird als Raum einer neu zu sichernden nationalen Identität entdeckt, in dem eine im Exil geschaffene Kunst und eine in Chile entstandene Widerstandkultur ihren, für eine zukünftige Nationalkultur lebenswichtigen Zusammenhalt finden können.40 Alle Wege führen auf denselben Punkt: die Mitteilung dessen, was wir sind41, dieser Satz Nerudas benennt in der Tat den Punkt, an dem sich bei aller literarischen Gegensätzlichkeit chilenische Autoren wie Saavedra Santis und Jorge Diaz, Skärmeta und Allende, Teitelboim und Donoso berühren.
38 Pablo 1982, S.445.
NERUDA,
Denn
geboren
zu
werden...
Prosa,
39
Ebenda S. 161.
40
SAAVEDRA SANTIS, Die Große Stadt, Berlin 1986, S. 255.
Publizistik,
Reden.
Berlin
Pablo NERUDA, Denn geboren zu werden..., ebenda S. 444.
277
Adressen - Direcciones - Endereçoes Prof. Dr. Jürgen Bähr Geographisches Institut der Universität Kiel Olshausenstr. 40
Dr. Ferenc Fischer Damjainich Utca 30. Janus Pannonius Tudomàny Egyetem Tortènettudomànyi Intèzet
D - 2300 KIEL
H - 7624 PECS HUNGRIA
Dr. Dieter Benecke Inter Nationes Kennedyallee 91-103
Prof. Dr. Karsten Garscha Universität Frankfurt Institut für Romanistik Gräfstr. 76
D - 5300 BONN 2
Prof. Dr. Waither L. Bernecker Universität Bern Historisches Institut Engelhaldenstr. 4 CH - 3012 BERN Dr. Jean-Pierre Blancpain Vogesenstr. 36 Appt. 8
D - 6000 FRANKFURT/MAIN Prof. Dr. Alvaro Jara José Domingo Cañas 2482 - D SANTIAGO DE CHILE Prof. Dr. Hermann Kellenbenz Thannried D - 8151 WARNGAU
D - 7570 BADEN-BADEN
Prof. Dr. Ricardo Krebs Suecia 879, Dep. 70
Prof. Dr. Günter Böhm Universidad de Chile Facultad de Filosofía, Humanidades y Educación Miguel Claro 182 - Casilla 13583
SANTIAGO DE CHILE
SANTIAGO D E CHILE
Prof. Dr. Marcello Carmagnani Università degli Studi di Torino Dipartimento di Studi Politici Via Maria Vittoria, 19 I - 10123 TORINO Prof. Dr. Ernst Dürr Universität Erlangen-Nürnberg Volkswirtschaftliches Institut Lange Gasse 20
Dr. Lothar Lahn Botschafter a. D. Grüner Weg 15 D - 5307 WACHTBERG-PECH Dr. Carlos Maldonado Prieto Mac-Iver 751, Dep. 82 SANTIAGO DE CHILE Prof. Dr. Ryszard Stemplowski Academia de Ciencias de Polonia Instituto de Historia Sección de América Latina Rynek St. Miasta 29/31 00 - 272 WARSZAWA
D - 8500 N Ü R N B E R G Dr. Monika Walter Zentralinstitut für Literaturgeschichte Prenzlauer Promenade 149-152 1100 BERLIN / DDR
Hispanistik im Vervuert Verlag A c t a s del IX Congreso d e la Asociación Internacional de Hispanistas 1 8 - 2 3 agosto 1986, Berlin Publicadas por Sebastian Neumeister 1989. 2 Bde. zus. 1664 S„ 178,00 DM ISBN 3-89354-827-0 Bibliographie der Hispanistik Hrsg. v. Ch. Strosetzki u. T. Heydenreich Bd. 1(1978-1981) u. Bd. 11(1982-1986) ISBN 3-89354-704-5; 3-89354-705-3 je 29,80 DM, z.Zt. vergriffen, Neuauflage: Sommer 1990 Karl Kohut, Andrea Pagni (eds.) Literatura argentina hoy De la dictadura a la democracia 1989, 297 S„ 44,00 DM ISBN3-89354-906-4 Kurt Grötsch Der Kampf u m die Integration Afrokubaner als Protagonisten und Autoren in der Literatur Kubas des 19. und 20. Jahrhunderts 1989, 259 S„ 36,00 DM ISBN 3-89354-821-1 Pere Juan i Tous Die gefesselte Hoffnung »El árbol de la ciencia« von Pío Baroja und der Geist der Jahrhundertwende 1989, 671 S.,80,00 DM ISBN3-89354-825-4 Lutz Küster Obsession der Erinnerung Das literarische Werk Jorge Sempruns 1989, 303 Seiten, 38,00 DM ISBN 3-89354-410-0
Vervuert Verlag Wielandstr. 4 0 D-6000
Frankfurt/M.
Josef Oehrlein Der Schauspieler i m spanischen Theater des Siglo de Oro (1600-1681) Untersuchung zu Berufsbild und Rolle in der Gesellschaft 1984, 269 Seiten, 36,00 DM ISBN3-89354-021-0 Angel San Miguel (Hrsg.) Calderón Fremdheit und Nähe eines spanischen Barockdramatikers 1988, 230 Seiten, 28,00 DM zahlreiche Abbildungen ISBN3-89354-412-7 Regine Schmolling Literatur der Sieger Der spanische Bürgerkriegsroman im gesellschaftlichen Kontext des frühen Franquismus (1939-1943) 1990, 373 S„ 56,00 DM ISBN 3-89354-823-8 Gustav Siebenmann Essays zur spanischen Literatur 1989, 327 Seiten, 34,00 DM ISBN3-89354-413-5 Manfred Tietz (Hrsg.) Das Spanieninteresse im deutschen Sprachraum Beiträge zur Geschichte der Hispanistik vor 1900 1989, 212 S„ 36,00 DM ISBN3-89354-827-0 Manfred Tietz (Hrsg.) Spanische Lyrik der Moderne Einzelinterpretationen Herausgegeben von Manfred Tietz in Zusammenarbeit mit Siegfried Jüttner und Hans-Joachim Lope. 1990, 445 Seiten, 48,00 DM ISBN 3-89354-312-0
Politikwissenschaft im Vervuert Verlag Walther L. Bernecker Josef Oehrlein(Hrsg.)
Helmbrecht Breinig (Hrsg.)
Politik. Wirtschaft. Kultur ca. 380 Seiten, ca. 36,00 DM ISBN3-89354-042-3
Einfluß - Transfer - Migration 213 Seiten, 36,00 DM ISBN3-89354-727-4
Spanien heute
Dieser Band, mit Beiträgen u.a. von A. Hildenbrand, D. Nohlen, K.-W. Kreis, P. Waldmann, W. Hanke, B. Pérez-Ramos, F. Agüero, S.G. Peyne, N. Rehrmann, zieht die Bilanz der 15 Jahre des modernen Spaniens seit Ende der Franco-Diktatur. Gerlinde Freia Niehus
Außenpolitik im Wandel Die Außenpolitik Spaniens von der Diktatur Francos bis sur parlamentarischen Demokratie 2 Bde., 1093 Seiten, 148,00 DM ISBN3-89354-829-7 Peter Waldmann
Militanter Nationalismus im Baskenland 241 Seiten, 32,00 DM ISBN3-89354-830-0 Walther L.Bernecker(Hrsg.)
Der Spanische Bürgerkrieg Materialien und Quellen 230 Seiten, 19,80 DM ISBN3-89354-002-4
Interamerikanische Beziehungen.
Horacio Riquelme
Zeitlandschaft im Nebel Staatsterrorismus, Menschenrechte und psychosoziale Gesundheit in Südamerika ca. 260 Seiten, 26,80 DM ISBN3-89354-044-x Horacio Riquelme (Hrsg.)
Aus dem Gedächtnis des Windes Psychokulturelle Studien su Lateinamerika 191 Seiten, 24,80 DM ISBN 3-89354-040-7 Frauke Gewecke
Die Karibik Zur Geschichte, Politik und Kultur einer Region 220 Seiten, 19,80 DM ISBN 3-89354-010-5 Materialien zur Landeskunde Martin Franzbach (Hrsg.)
Kuba
Günther Schmigalle
Der Spanische Bürgerkrieg Literatur und Geschichte 246 Seiten, 36,00 DM ISBN3-89354-024-5
136 Seiten, illustriert, 16,80 DM ISBN3-89354-008-3 Christel Harjes- Römermann/ Martin Franzbach (Hrsg.)
Mexiko
140 Seiten, illustriert, 16,80 DM ISBN 3-89354-009-1 Reiner Kornberger (Hrsg.)
Peru Vervuert Verlag Wielandstr. 4 0 D-6000
Frankfurt/M.
147 Seiten, illustriert, 16,80 DM ISBN 3-89354-018-0