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Spanish; Castilian Pages 338 Year 2009
Lorenzo Gómez Pardo y Ensenyat
Viajes de un ingeniero español por Centroeuropa y Francia Estudio preliminar, edición, glosarios e índices de Beatriz Vitar Prólogo de José Manuel Sánchez Ron
Lorenzo Gómez Pardo y Ensenyat Viajes de un ingeniero español por Centroeuropa y Francia
Estudio preliminar, edición, glosarios e índices de Beatriz Vitar Prólogo de José Manuel Sánchez Ron
Iberoamericana • Vervuert • 2009
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X S
PARDO
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Ilustraciones de cubierta: Hornos de fundición de Schwarzenberg, Alemania, y de Alais, Francia (dibujos de Lorenzo Gómez Pardo) Diseño de cubierta: W Pérez Ciño
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ÍNDICE
Agradecimientos
IX
Prólogo
XI
Lorenzo Gómez Pardo y su travesía por Centroeuropa y Francia
XVII
VIAJES MINERO-METALÚRGICOS
1829. Viaje a Bohemia [Viaje por la Suiza sajona, Sajonia]
77 125
1831. Apuntes sueltos de Berlín
131
Mina de Neuhoffnung Gottes [Sajonia, mayo de ¿1831?]
143
[Viaje geognóstico por las cercanías de Dresden, Sajonia]
145
Sajonia. Excursión a Herzogswalde [Sajonia, ¿1831?]
149
Schwarzenberg [Sajonia]
153
[Inauguración de la fundición de ¿Antonhütte?, en las cercanías de Schwarzenberg]
157
[Segunda visita a Schwarzenberg]
163
[Visita a Zwickau]
169
1833. Viaje de Clausthal a Anhalt-Bernberg, Mansfeld, &
171
[Viaje a Silesia, Cracovia, Moravia y Austria]
189
[Viaje a Heidelberg, 1833]
197
[Viaje de París a Alais]
201
GLOSARIO E ÍNDICES
Glosario onomástico
231
Glosario de términos relativos a la minero-metalurgia, geología, botánica, zoología y otros
265
índice anotado de minerales, rocas y términos relativos a la botánica y la zoología
289
índice anotado de topónimos
301
Fuentes y bibliografía
329
Un libro, escrito o leído, es una patria. Nos resguarda de la desolación, nos mantiene al abrigo en la intemperie, nos cobija de aquellos sinsabores que el viaje también posee. Escribir, leer y viajar están secretamente vinculados. Y por esa intimidad, la literatura de viajesjamás perecerá. Axel Gasquet
AGRADECIMIENTOS
Al director de la Fundación Gómez Pardo, Alfonso Maldonado Zamora, por su entusiasmo y la confianza otorgada para investigar el rico patrimonio documental de la Escuela de Minas de Madrid, cuya dirección ejerció hasta hace unos meses. Al académico e historiador de la ciencia José Manuel Sánchez Ron, a quien debo la distinción de haber prologado esta obra. Al actual director de la Escuela de Minas de Madrid, Benjamín Calvo Pérez, y a Ricardo Castroviejo y José Luis Enriquez Berciano, docentes de esa institución, que atendieron con gentileza a mis consultas sobre mineralogía y metalurgia. Debo destacar muy especialmente la dedicación y generosa colaboración de Jürgen von Raumer (Universidad de Friburgo), que realizó una lectura atenta de la transcripción de los apuntes de viajes, resolviendo las dudas planteadas por el vocabulario alemán relativo a la geología y a las prácticas mineras y metalúrgicas: el tramo más espinoso en la empresa de publicar los cuadernos del viajero Lorenzo Gómez Pardo. En este plano, me corresponde mencionar también a Waltraud Müllauer-Seichter (UNED, Madrid) por su ayuda con términos generales del idioma alemán. A Clara López Beltrán (Università degli Studi, Torino) y a Juan José Villarias Robles (CSIC, Madrid), con quienes mantuve un fructífero intercambio de ideas acerca de este tipo de edición. A los compañeros de la Fundación Gómez Pardo y al personal de la Dirección y de la Biblioteca Histórica de la Escuela de Ingenieros de Minas de Madrid, por responder con amabilidad a los requerimientos del trabajo cotidiano. A mi familia y a los demás amigos, por su paciencia y disposición para compartir la labor realizada. A todos, muchas gracias. Beatriz Vitar
PRÓLOGO
La tarea de reconstruir el pasado es compleja; «The past is a foreign country» («El pasado es un país extraño») escribió L. P. Hartley en The go-between {El mensajero). Para reconstruirlo utilizamos recursos diversos. Así, si de lo que se trata es —como en el presente caso— de los mundos de la tecnología y de la ciencia, el pivote central de nuestras reconstrucciones históricas son logros y desarrollos tecnológicos o científicos que se alcanzaron en una época determinada, así como las personas o instituciones que participaron en ellos. Ideas, instrumentos, publicaciones, laboratorios, industrias, universidades constituyen elementos indispensables para familiarizarse con ese «país extraño» al que dedicamos nuestra atención y esfuerzos. Por supuesto, sabemos muy bien que nada es fruto sólo del trabajo individual o de lo que se realiza en un único centro de trabajo, y por ello nos afanamos también en encontrar —e integrar en nuestras presentaciones— cuantos más rastros mejor de las relaciones que mantuvieron con otros los productores de la ciencia o la tecnología de las que nos ocupamos. Las correspondencias son, en este sentido, unas piezas particularmente valoradas. Cartas que intercambiaron científicos o ingenieros entre sí, o las que enviaron a familiares o conocidos y en las que, seguramente, se expresaban con mayor naturalidad que en la publicación que termina siendo objeto, en principio inalterable, del escrutinio universal. ¿Conoceríamos, por ejemplo, realmente a Darwin, entenderíamos el propósito de su obra, limitándonos únicamente a la lectura de sus libros? No, claro que no, y afortunadamente nos dejó una herencia preciosa: la de miles de cartas, que están siendo publicadas. Otro elemento extremadamente valioso a la hora de reconstruir el pasado son los diarios o cuadernos de notas. Extremadamente valiosos, pero raros, mucho menos abundantes que las correspondencias. De entre esos diarios o cuadernos, unos son aquellos en los que los investigadores consignaban los resultados de los experimentos que iban realizando. Documentos como éstos
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José Manuel Sánchez Ron
nos enseñan mucho; por ejemplo, que la producción de nuevos conocimientos no es tan «lineal», tan «sincera» como se enseña habitualmente. Estoy pensando en el caso de las medidas que realizó el físico estadounidense Robert Millikan para medir la carga del electrón, utilizando gotas de aceite cargadas que caían bajo la influencia de la gravedad en presencia de un campo eléctrico. Los cuadernos de notas en las que recogió los resultados de las medidas que realizó entre, aproximadamente, 1908 y 1914, demuestran que Millikan descartó aquellos resultados que no se ajustaban al resultado que finalmente presentó. Si los hubiese tomado en consideración, el valor que publicó para la carga del electrón habría sido otro (erróneo, por cierto). Otro tipo de diarios o cuadernos de notas son los que recogen los viajes de estudios que científicos o ingenieros jóvenes o, incluso, maduros, realizaron por el extranjero buscando mejorar sus conocimientos. Estos documentos —que se encuentran entre los menos frecuentes— son, se podría decir, tan preciosos como el oro, porque nos permiten acceder a un conjunto de tesoros históricos de diversa naturaleza. A través de ellos, en efecto, obtenemos información de primera mano acerca de la situación en educación y en investigación o desarrollo tecnológico en países diferentes, así como de algunas de las características geográficas, culturales y sociales de éstos, vistas, además, desde la óptica de un extranjero, lo que, aunque pueda añadir parcialidad, compensa tal defecto resaltando las características más diferenciales del país. Es posible, asimismo, que esos diarios recojan también conversaciones con personalidades destacadas o el contenido de cursos a los que el viajero haya asistido. Todos estos datos son, como es evidente, piezas sin las cuales es imposible confeccionar estudios comparativos, de los que tanto se beneficia el conocimiento histórico. Pues bien, de documentos de esta clase trata el presente libro; en concreto de las notas de los viajes «minero-metalúrgicos» que realizó entre 1829 y 1834 por varios países centroeuropeos (de lo que constituía entonces la Confederación Germánica) y por Francia el ingeniero de minas (también fue licenciado en Farmacia) Lorenzo Gómez Pardo (1801-1847). Independientemente de otras consideraciones, la importancia que tales documentos tienen para un mejor conocimiento de la historia política, económica e industrial española se hace evidente sin más que recordar, por un lado, el papel que Gómez Pardo desempeñó en la creación de la Escuela de Minas de Madrid (fue uno de sus «padres» fundadores), y por otro la importancia de la minería en la economía hispana del siglo xix. Ahora bien, cuando se habla de
Prólogo
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«minería», no sólo hay que referirse a recursos mineralógicos (minas), también a técnicas. Y como el conocimiento o desarrollos relativos a esas técnicas se encontraba repartido por el mundo, y muy especialmente por la vieja Europa central, si los españoles pretendían mejorar sus artes mineras había que viajar por allí para aprenderlas e introducirlas en el país. Es dentro de este contexto que se produjeron los viajes de Gómez Pardo, pensionado por la Dirección General de Minas, a cuyo frente se encontraba el célebre Fausto de Elhuyar, recordado sobre todo por haber descubierto con su hermano, Juan José, el wolframio (o tungsteno). Aunque fragmentario en ocasiones, la riqueza e interés del contenido de las notas de Gómez Pardo es grande. Prima la información de carácter técnico (son muchas las páginas dedicadas a descripciones de minas, fundiciones, sistemas de administración minera o escuelas técnicas de minería), pero hay más, mucho más: personalidades del mundo técnico y científico, noticias relativas a la geografía, política, economía y costumbres de los lugares visitados, entre los que se cuentan localidades pequeñas, pero también grandes ciudades como Praga, Dresde, Berlín, París o Lyón. De Berlín, por citar un ejemplo, tan divertido como significativo del interés que poseen estas descripciones, Gómez Pardo escribía en 1831: «Situado en un inmenso arenal; sus cercanías son monótonas y sólo hay un punto, que es el parque Tiergarten, que presenta un paseo menos desagradable. Tiene 224 calles, en lo general espaciosas, tiradas a cordel, muy simétricas y elegantes, sobre todo en la ciudad de Federico, que es la parte nueva». Y añadía: «Los perros pagan una contribución de 3 thalers. Cada uno debe llevar un collar en donde cuelga una medalla con el número del perro». Es, pues, mucho el interés de estas notas de viajes minero-metalúrgicos, pero conviene no olvidar a los principales responsables de que hayamos podido acceder a ellas. En primer lugar a la Escuela de Ingenieros de Minas de Madrid, en cuya Biblioteca Histórica se conserva el «Legado Gómez Pardo», donado a la Escuela en 1869 por el hermano de Lorenzo, José, y constituido no sólo por los documentos reproducidos aquí sino también por otros, como correspondencia y apuntes de clases de cursos que Gómez Pardo siguió durante sus años de formación y viajes. Casi siglo y medio después de aquel generoso donativo —así es de lenta y parsimoniosa con frecuencia la historia (mejor dicho, su reconstrucción)— el hasta hace poco director de la Escuela, Alfonso Maldonado Zamora, redescubrió — o si se prefiere, «puso en circulación»—- aquel legado, tomando las
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medidas necesarias para que fuese organizado y estudiado. Al hacer tal descubrimiento, el profesor Maldonado sintió, utilizando sus propias palabras, «con la misma calidad y posiblemente con desigual intensidad y, evidentemente, de forma más humilde, lo que Champollion, Carnavon o Cater debieron sentir en sus momentos históricos». Para el estudio y difusión del legado, Alfonso Maldonado se aprovechó de su condición de presidente de la Fundación Gómez Pardo, que haciendo honor a su nombre apoyó económicamente —continúa haciéndolo— esos trabajos. Y en este punto aparece la última contribución que quiero mencionar, la de la historiadora y profesora Beatriz Vitar, a la que se encargaron — f u e una elección ciertamente afortunada— los trabajos de clasificación y estudio de los documentos de Gómez Pardo. En lo que a publicaciones se refiere, un primer gran fruto de tales tareas fue la edición (2007) del libro La pasión científica de un liberal romántico. Lorenzo Gómez Pardo y Ensenyat, 1801-1847, la tan necesaria biografía de aquel ingeniero de breve pero intensa y fructífera vida. Tras esta obra — n o su opera prima, ya que la profesora Vitar puede presumir de un extenso y competente curriculum—, llega ahora Viajes de un ingeniero español por Centroeuropa y Francia. Lorenzo Gómez Pardo y Ensenyat (18291834), el libro que ahora tiene, amigo lector, en sus manos. He hablado antes de la importancia de los escritos de Gómez Pardo, pero es preciso decir también que se trata de manuscritos enrevesados, de difícil lectura. No es el menor de los méritos de Beatriz Vitar el haber sabido desentrañar esa maraña caligráfica, tarea en la que se ha afanado desde el comienzo de sus trabajos con el Legado, que incluyen también, como ya he indicado, cartas y apuntes que ya utilizó en su biografía de nuestro personaje. Los textos de Gómez Pardo en los que relata sus viajes de 1829-1834 son importantes, interesantes y entretenidos, pero necesitan de un lazarillo que guíe al lector, que le sitúe en el contexto histórico y geográfico en el que tuvieron lugar. El magnífico estudio de la profesora Vitar que abre la presente obra —completado, además, con glosarios onomásticos y terminológicos— cumple semejante función, redondeando así una obra a la que en el futuro tendrán que acudir todos aquellos que quieran estudiar y comprender mejor la historia de la minería española, al igual que la europea. Y no sólo éstos; también todos los que pretendan conocer mejor la historia de España decimonónica en su conjunto. Sólo me resta añadir que confío en que la ejemplar y benemérita tarea que la Escuela de Ingenieros de Minas de Madrid y la Fundación Gómez Pardo
Prólogo
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han acometido con la publicación de los dos libros dedicados a Lorenzo Gómez Pardo se vea pronto completada con la edición de su correspondencia y, al menos, algunos de los apuntes de los cursos que siguió. Ciertamente, merece la pena. José Manuel Sánchez Ron Real Academia Española
L O R E N Z O G Ó M E Z PARDO Y SU TRAVESÍA POR C E N T R O E U R O P A Y F R A N C I A
El 13 de agosto de 1828, la Dirección General de Minas de España, a cuyo frente se hallaba Fausto de Elhuyar, comunicó al farmacéutico Lorenzo GómezPardo y Ensenyat su nombramiento como «pensionado del Gobierno de Su Majestad» con el objeto de profundizar sus conocimientos mineralógicos en la Academia de Minas de Freiberg (Sajonia, Alemania) 1 . Junto a la organización de la administración minera, Elhuyar se había propuesto mejorar la calidad de la enseñanza en la vieja Academia de Almadén 2 mediante el perfeccionamiento de los futuros profesores en la minero-metalurgia y ciencias anejas. Además del aprendizaje académico, el plan de actividades de Pardo y de su compañero Isidro Sáinz de Baranda, también beneficiado con una pensión 3 , debía complementarse con una fase de prácticas, cuyo objeto era la visita a minas y fábricas metalúrgicas en las actuales Alemania, República Checa, Austria, Polonia y Francia. A lo largo de sus viajes minero-metalúrgicos, Lorenzo dejó plasmado en un conjunto de apuntes y dibujos sus minuciosas observaciones sobre los establecimientos visitados, así como las particularidades geológicas de las regiones mine-
1 LEGADO GÓMEZ PARDO, DGM-Oficios e Instancias: «Oficios contestados. Minutas de oficio a la Dirección [General de Minas]», Carpeta 8, Biblioteca Histórica de la Escuela de Minas de Madrid. 2 La Academia de Minas de Almadén se creó en 1777, durante el reinado de Carlos III, con el objetivo primordial de perfeccionar los conocimientos sobre la extracción del azogue, utilizado para el beneficio de la plata proveniente de las Indias. 3 Lorenzo Gómez Pardo e Isidro Sáinz de Baranda viajaron a Freiberg — d o n d e ya se hallaban otros españoles, como los hermanos Mújica— en 1828, haciéndolo al año siguiente Joaquín Ezquerra del Bayo, Felipe Bauzá y Rafael Amar de la Torre ( Centenario de la Escuela de Minas de Madrid, Madrid, Fundación E. T. S. I. Minas Madrid, 1977, p. 76).
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Beatriz Vitar
ras más importantes de su recorrido. A la par de la información estrictamente técnica, dichos escritos ofrecen toda una galería de personalidades del mundo científico-académico, de la administración minera y de la esfera política, sin desdeñar las noticias sobre sucesos históricos, aspectos económico-sociales y costumbristas, más una dosis de variadas anécdotas sobre el discurrir cotidiano; por lo demás, como ingrediente habitual en este tipo de narrativa, Gómez Pardo incluyó la descripción de algunos pueblos y ciudades — e n especial, de grandes capitales como Praga o Viena y de otras localidades dignas de destacar por su antigüedad y atractivo monumental— comprendidas en su itinerario. La documentación aludida forma parte del denominado «Legado Gómez Pardo» 4 , conservado hoy en la Biblioteca Histórica de la Escuela de Minas de Madrid, consistiendo en una serie de cuadernos en los que Gómez Pardo pasó en limpio sus primeras anotaciones 5 , no sólo por la lógica necesidad de ordenar el material acumulado al tiempo que realizaba sus recorridos y actividades, sino también con la expectativa de publicarlos en el futuro. Los diarios de viajes se habían convertido en una forma narrativa muy en boga, contando ya con una sólida tradición entre los científicos viajeros para difundir las experiencias y conocimientos obtenidos en sus periplos. Las crónicas viajeras, como coronación de la aventura ilustrada, representaban la fase de divulgación que proporcionaba «la coherencia final» a dicha empresa 6 . En lo que concierne a Gómez Pardo, la vorágine de su vida profesional y política con posterioridad a su regreso de Alemania dejaría frustrado el proyecto de editar sus cuadernos de viajes, tal como ocurrió con las «sabias Lecciones de Metalurgia» que dictó en la Escuela de Minas, según afirman sus primeros biógrafos7. Mejor suerte que Lorenzo
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El L E G A D O G Ó M E Z P A R D O (en adelante LEG. GP) se compone de una importante colección de documentos que pertenecieron a Lorenzo Gómez Pardo, donada -según fue su voluntad— por su hermano José Gómez Pardo a la Escuela de Minas de Madrid mediante testamento dictado en 1869. Para mayores detalles sobre este y otros aspectos relacionados con la figura del autor de los cuadernos de viajes aquí editados, véase Beatriz V I T A R , La pasión científica de un liberal romántico. Lorenzo Gómez Pardo y Ensenyat (1801-1847), Madrid/ Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert, 2007. 5 Así lo explica en el relato referido al día 16 de enero de 1834, cuando se hallaba en SaintEtienne, Francia (LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 6). 6 Ricardo C I C E R C H I A , Viajeros ilustrados y románticos en la imaginación nacional. Viajes, relatos europeos y otros episodios de la invención argentina, Buenos Aires, Editorial Troquel, 2005, p. 13. 7 Eugenio M A F F E I y Ramón R Ú A F I G U E R O A , Apuntes para una Bibliografía Española de libros, folletos y artículos, impresos y manuscritos, relativos al conocimiento y explotación de
Lorenzo Gómez Pardo y su travesía por Centroeuropa y Francia
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tuvo su contemporáneo Ezquerra del Bayo, quien llegó a publicar un primer volumen con la narración de sus viajes centroeuropeos 8 . Los referidos avatares hacen hoy más significativa la edición de los pormenorizados apuntes que Lorenzo Gómez Pardo elaboró durante sus «viajes minero-metalúrgicos» —como él mismo los titulara, según consta en uno de los cuadernos con el que inicia su relato—. Este precioso material, que con merecida justicia y en honra a su memoria hoy ve la luz, constituye un singular testimonio sobre el desarrollo científico-técnico centroeuropeo y francés en el siglo XIX y para el estudio de la vida y obra de aquel ilustre farmacéutico e ingeniero de minas, cuya contribución a la ciencia española es un hecho incontrastable.
LORENZO G Ó M E Z PARDO Y ENSENYAT
(1801-1847):
UNA VIDA PARA LAS CIENCIAS
Al emprender el viaje a Alemania en 1828, este joven madrileño dejaba a sus espaldas unos años de intensa y responsable dedicación a los estudios de Farmacia —concluidos meses antes de su partida— como así también al aprendizaje de la lengua germana. N o menos celo había demostrado en su adhesión a la causa liberal —iniciada a los 19 años, con su enrolamiento en la Milicia Nacional en los tiempos de Riego—, participando en hechos memorables como la batalla de Platerías en Madrid (7 de julio de 1822) y la de Trocadero en Cádiz (septiembre de 1823). En esa etapa de convulsión política y de actividad miliciana germinó su interés por la mineralogía, comprendida en el plan de estudios farmacéuticos. En la carrera de Gómez Pardo como ingeniero de minas fue crucial la figura de Fausto de Elhuyar, quien comenzó su labor en una coyuntura clave para la evolución de la minería española tras la pérdida de las colonias americanas. las riquezas minerales y a las ciencias auxiliares, Madrid, Imprenta de J. M. Lapuente, Vol. I (1871), p . 317. 8 Joaquín EZQUERRA DEL BAYO, Viaje científico y pintoresco por Alemania, Tomo I [Que comprende el Salzburgo, el Tirol y parte del gran Ducado de Badén], Madrid, Imprenta de D. Antonio Yenes, 1847. No deja de resultar curioso que años antes de esta publicación, estando ya en plenas funciones como miembro del Cuerpo Facultativo de Ingenieros de Minas, Ezquerra del Bayo anduviera a la búsqueda de un préstamo de dinero (recurriendo a sus colegas, y a Gómez Pardo en especial) para publicar su obra Laboreo de Minas, finalmente editada en 1839
(v. al r e s p e c t o VITAR 2 0 0 7 : 2 9 0 - 2 9 1 ) .
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Beatriz Vitar
Desde su regreso del Virreinato de Nueva España, donde fue el máximo responsable de los asuntos mineros, Elhuyar se abocó a la preparación del proyecto orgánico para la organización y gobierno del ramo en la Península, base del decreto de julio de 1825 por el que se creó la Dirección General de Minas. Elhuyar contaba con una brillante trayectoria, labrada principalmente en sus años de docencia en el Seminario de Vergara y en su larga labor en México, desarrollada entre 1788 y 1821. Fue precisamente a mediados de la década de 1820 cuando Lorenzo, ya en posesión del grado de bachiller en Farmacia, inició por sus propios medios una primera fase de perfeccionamiento en París, para estudiar por espacio de dos años (1825-1826) junto a destacados mineralogistas y geólogos en la Universidad de la Sorbona y otros centros académicos de la capital francesa. Posiblemente habría influido en esa decisión el futuro que se avecinaba para la minería española y el conocimiento del proyecto de Elhuyar, en lo que se refiere al fomento de los estudios mineros para potenciar este sector en España. No obstante, y sin desmedro del amor por la minería, fue la metalurgia la gran vocación de Gómez Pardo, nacida en «la más tierna edad» a través del seguimiento cotidiano de las labores de afinado de oro y plata en la fábrica de su padre, Tomás G. Pardo (Vitar 2007: 18). Bien ilustran ese fervor sus años en París, que aprovechó también para estudiar en el laboratorio de N. Louis Vauquelin, visitar fábricas para empaparse de nuevos procedimientos en la elaboración del vidrio y de la porcelana y asistir a los ensayos de oro y plata en la Oficina de Contraste Público y Real Casa de la Moneda de la capital francesa. Una vez obtenida la licenciatura en Farmacia, sobrevino la segunda etapa de estudios en el extranjero, al ser enviado como pensionado a Freiberg. Así como había ocurrido en el reciente pasado colonial, Alemania constituía para España un referente de importancia en todo lo relacionado con la minería y la metalurgia, tal como lo demuestra la gestión del propio Elhuyar antes y durante su actuación en México. Este científico riojano no sólo había cumplido entre 1778 y 1781 con el paso obligado por la academia sajona, sino que había realizado también ese grand tour minero-metalúrgico por otros territorios centroeuropeos, con el fin de impregnarse de los avances técnicos que ayudasen al progreso de la minería indiana 9 .
9 Francisco PELAYO y Sandra R E B O K , «Fausto de Elhuyar y la Societát der Bergbaukunde. Un proyecto científico de red europea para la difusión pública de las prácticas minero-meta-
Lorenzo Gómez Pardo y su travesía por Centroeuropa y Francia
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El viaje a la Confederación Germánica ofreció a Gómez Pardo un terreno propicio para adentrarse en un universo metalúrgico de resplandores y hornos crepitantes, cuyo espectáculo llegaría a emocionarle tanto como los parajes naturales de gran belleza que atravesó en su itinerario, dedicando a unos y otros párrafos dignos de un romántico. Además, la metalurgia sería el campo de su futuro ejercicio docente en Almadén, según lo acordado por la Dirección de Minas. Por ello, no es de extrañar que los diarios de viajes que aquí presentamos abunden en información sobre fundiciones y técnicas de amalgamación, con especial énfasis en los ensayos y funcionamiento de los diversos tipos de hornos. Tal fue este afán metalurgista del estudiante viajero que Elhuyar, en una de las cartas enviadas a Alemania, debió advertirle sobre la necesidad de no descuidar los asuntos propiamente mineros: [...] si bien convino [la Dirección de Minas] en que V. se dedicase con mayor atención a la Metalurgia, esta ciencia no ha debido ni debe formar el objeto exclusivo de los estudios de V., y bajo tal concepto, como todas las demás partes del laborío de minas, deben merecer a V. la mayor atención 10 .
Lorenzo G. Pardo regresó a España hacia febrero de 1834, tras haber visitado en Francia, en el tramo final de su viaje, los establecimientos mineros y metalúrgicos de Saint-Etienne y Alais. En el Madrid bajo la regencia de María Cristina, retomó su actividad político-miliciana, que compaginó con su labor profesional en la Dirección General de Minas, en calidad de miembro de su Cuerpo Facultativo y como docente de la Escuela Especial de Ingenieros de Minas de Madrid. Fue el inicio de una vida ajetreada, en la que nuestro personaje cosechó triunfos en la política desde las filas del liberalismo progresista, llegando a ocupar escaños en la Diputación Provincial de Madrid y en las Cortes entre 1838 y 1841. Paralelamente, su actuación en la administración minera estuvo signada por el desarrollo de tormentosas comisiones, como las cumplidas en el distrito de Linares (con el fin de resolver los problemas lúrgicas», Cronos. Cuadernos Valencianos de Historia de la Medicina y de la Ciencia, Vol. 5-6 (2002-2003), p. 71. La Societát der Bergbaukunde se constituyó en una localidad de Hungría, en la que se reunieron científicos europeos, entre ellos Elhuyar, con el objeto de asistir a los ensayos de amalgamación en caliente —para la obtención de la plata y el oro de los minerales que lo contenían a través del mercurio—, método ideado por el consejero imperial Ignaz von Born como alternativa al sistema de fundición (pp. 70-73). 10 Oficio de Fausto de Elhuyar a Lorenzo Gómez Pardo, Madrid, 22 de marzo de 1832 (Mss. de la Biblioteca Histórica de la Escuela de Minas de Madrid).
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Beatriz Vitar
suscitados en torno a la producción y comercialización del plomo argentífero), Almadén (en concreto, la visita de inspección a este establecimiento estatal productor de azogue, en el que a un laboreo «rapiñoso», caracterizado por la ausencia de las reglas del arte y la saca irracional del mineral, se sumaba el secular enfrentamiento entre el personal facultativo y el administrativo) y, en calidad de miembro del Tribunal Superior de Minería, el estudio y resolución de los pleitos por demarcaciones originados en Sierra Almagrera, en plena «fiebre» de la plata tras el descubrimiento de los filones ricos del Barranco Jaroso en 1839". Tales funciones significaron para Gómez Pardo horas de tediosa labor burocrática y fuente de no pocos disgustos, ya que en la misma Dirección General de Minas se reproducían las luchas políticas entre liberales progresistas y moderados, sin faltar, en los tiempos en que ocupó el grado más alto del escalafón del Cuerpo Facultativo —el de inspector general— la presión de los «hombres poderosos e influyentes» que, en un infernal tráfico de influencias, buscaban su intercesión para obtener fallos favorables a sus intereses empresariales en el campo minero (Vitar 2007: 137). Para un hombre de ciencias como Gómez Pardo, fue sin duda mucho más grato su desempeño en la Escuela de Minas, en calidad de profesor de Metalurgia y director del Laboratorio Docimàstico, de cuyo acondicionamiento se ocupó él mismo, incorporando piezas, muebles y demás materiales adquiridos en Alemania por orden de la Dirección General de Minas. Gómez Pardo inició su labor docente en enero de 1836, una vez trasladada la Academia de Almadén a Madrid. En esta decisión tuvo gran influencia el dictamen que él mismo elaborara en 1834, en su condición de miembro de la comisión encargada de estudiar la conveniencia de instalar una escuela de minería en la capital del reino. El discurso pronunciado por nuestro ingeniero en la inauguración de la Escuela de Minas de Madrid 12 resulta de sumo interés en tanto que permite dimensionar la posición de un liberal progresista ante las ciencias y el impacto de éstas en la vida económica y social de la nación, como reflejo de las nuevas ideas impuestas al quehacer científico por el romanticismo, corriente en pleno auge en la Alemania que él visitó: la 11 Para mayores detalles sobre la trayectoria política y profesional de Gómez Pardo, véase VITAR (2007), capítulos II, III y IV. 12 «Discurso inaugural leído en la apertura de la Escuela Especial de Ingenieros de Minas el 7 de enero de 1836», por D. Lorenzo Gómez Pardo, profesor de Metalurgia», en Centenario
de la Escuela de Minas de Madrid, ob. cit., pp. 180-195.
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imposición de un nuevo ethos científico, que otorgaba a las ciencias, a quienes las cultivaban y a los gobiernos que las promovían, el rol de «benefactores» de la humanidad 1 3 . Gómez Pardo celebró en su discurso al estado «benefactor» y protector del conocimiento, cuya resolución había hecho posible su formación en Alemania, así como la de otros ingenieros, también profesores de la Escuela de Minas de Madrid. En este plano, sus palabras encierran toda una manifestación de principios con respecto a las bases científicas del desarrollo minero, un sector considerado fundamental para la prosperidad nacional. En atención al estado de la explotación de dicho ramo en España —limitado a los establecimientos estatales de Almadén y Riotinto— y a la «falta absoluta de hombres del arte», Gómez Pardo resaltaba el papel de la Escuela que iniciaba su andadura en Madrid sobre «los sólidos cimientos de la ciencia y la experiencia», exhortando al joven alumnado a convertirla en «ciudadela inexpugnable de nuestra minería, contra la que se estrellen inútilmente, y para siempre, los tiros del descarado empirismo, de la obcecada rutina, del temerario charlatanismo que por tantos años han usurpado su imperio». Este discurso contiene también un alegato al nacionalismo económico, al considerar que las minas de Almadén y Río Tinto, confiadas a mineros alemanes e ingleses y suecos para su explotación y beneficio, respectivamente, «estuvieron muy distantes de procurarlas todas las [mejoras] que el arte reclamaba, y que en vano se mendigarán de manos extranjeras» (Gómez Pardo [1836] 1977: 189). Los ideales nacionalistas, como expresión de los anhelos románticos, se manifestaron también en esa esperanza puesta en los futuros estudiantes, quienes, en agradecimiento «de la joya más preciosa que todos los metales, la libertad y la instrucción con que los recompensa», [...] sabrán ofrecer a [...] Isabel II una India subterránea; una nueva patria que no costará lágrimas ni sangre; que no degradará la industria y población de la antigua, y que identificada para siempre con ella, la reintegrará en el goce de sus tesoros naturales, y en el elevado rango de cultura y pujanza que alcanzó en las épocas de su mayor esplendor y grandeza (Gómez Pardo [1836] 1977: 195).
13
Jean D H O M B R E S , «La motivación romántica de algunos científicos europeos a principios del siglo xix», Ciencia y romanticismo [Symposium «Ciencia y Romanticismo», Maspalomas, 2002], Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia, Maspalomas, Gran Canaria, 2003, p. 22. La idea del científico como «benefactor» de la humanidad había sido expuesta por Lavoisier en 1793 (p. 21).
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A la par de la docencia, Gómez Pardo desarrolló una importante labor académica, habiendo sido uno de los miembros de la Academia de Ciencias Naturales desde su fundación (1834) hasta 1837 y académico numerario de su sucesora, la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, honor que recibió en 1847, meses antes de su muerte. Integró también la Academia Alemana Española y la Sociedad Numismática Matritense, instituciones ambas a las que ingresó en 1841. A pesar de su intensa actividad política y profesional, no descuidó el cultivo de otras ramas del conocimiento (medicina, historia, literatura y filosofía, entre otras), tal como queda demostrado en su biblioteca personal, compuesta por obras de grandes autores, y de diferentes épocas y materias14. Fue un amante de la poesía y autor de una buena colección de versos, dedicados a los más variados personajes y temáticas. En el plano de la vida social, Gómez Pardo se mostró como una persona amigable y generosa, afecta a la música —en ocasiones animaba reuniones con el piano— y al baile. Fue caballero galante al que no le faltaron las aventuras sentimentales, aunque ninguna acabó por cuajar en una relación oficial o unión matrimonial, según se desprende de testimonios de su Legado documental, tales como el rico material epistolar o sus propias poesías. Con una salud frágil desde su juventud, ocasionada por su celo miliciano y tantos desvelos en aras de sus estudios de ciencias, y más tarde agravada por el frenético quehacer en su etapa de ejercicio profesional y participación en la política, el golpe que le significó la cesantía en todos sus cargos públicos en 1844 — a raíz del triunfo conservador—, le llevaron a un estado crítico, del que no llegaría a reponerse por completo. A pesar de ello, no permaneció ajeno a los temas mineros y metalúrgicos, desempeñándose en el ámbito privado como asesor de la Sociedad Peninsular Minera hasta poco antes de su fallecimiento. Lorenzo murió en Madrid en junio de 1847, como consecuencia —según todos los indicios— del problema hepático que le aquejaba desde hacía algunos años. Le sobrevivió su hermano José Gómez Pardo, joyero de la villa, quien cumpliría con el deseo de aquél de legar a la ciencia del futuro su valiosa colección de libros, minerales y demás materiales de estudio, junto con los papeles acopiados a lo largo de su polifacética trayectoria. Y, dentro de ellos, la inapreciable contribución de sus cuadernos de viajes.
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LEG. GP, Biblioteca de Lorenzo Gómez Pardo, Carpeta 14.
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LA CONFEDERACIÓN GERMÁNICA Y F R A N C I A E N LA P R I M E R A M I T A D DEL SIGLO XIX
La complejidad de los procesos acontecidos en los más diversos órdenes dentro de esta porción de Europa en la primera mitad del siglo xix, es sin duda meritoria de un análisis exhaustivo que excedería los límites de este estudio, por lo que nos limitaremos a presentar de modo sucinto el panorama políticoeconómico y cultural que presentaban aquellas regiones para enmarcar en él los viajes realizados por Gómez Pardo entre 1829 y 183415. Los territorios visitados por nuestro ingeniero formaban parte de la Confederación Germánica (Bund), constituida en virtud de los acuerdos firmados en el Congreso de Viena (1815), celebrado tras la derrota napoleónica. La Confederación estaba integrada por 39 estados (reinos, principados, ducados y ciudades libres) presididos por el emperador de Austria, Francisco I de Habsburgo, cuyo reinado se extendió hasta 1835. Austria y Prusia (entonces bajo el reinado de Federico Guillermo III), los estados más poderosos, se disputaron la hegemonía dentro de la nueva entidad político-territorial que puso fin a la Confederación del Rin, creada en 1806 en sustitución del Sacro Imperio Romano Germánico. Como sucesos relevantes ocurridos en el seno de la Confederación Germánica durante la estancia de Pardo, cabe destacar el movimiento nacionalista de 1830, eco de la segunda gran oleada de agitación liberal que sacudió a las monarquías del continente y que habría de repetirse en 1848. En el plano económico, la Confederación Germánica se hallaba próxima a consolidar un mercado único y libre de barreras aduaneras, hecho realidad
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Para mayor información sobre algunos de los aspectos tratados en este apartado, pueden consultarse los Glosarios e Indices que acompañan esta edición. Como complemento a los datos ofrecidos en éstos y en orden a plasmar otras observaciones críticas o valoraciones relativas a su estancia en Freiberg y a las demás regiones visitadas, recurrimos a otros testimonios de Lorenzo Gómez Pardo. Por una parte, las cartas enviadas a Fausto de Elhuyar durante su permanencia en Alemania (LEG. GP, Carpeta 11: DGM-Cartas), que ofrecen noticias sobre experiencias personales y académicas, itinerario de viajes, visitas a minas y fábricas, etc.; lamentablemente, se trata de borradores sin fecha y en la mayoría de los casos sin indicación de lugar, aunque en algunos casos ambos datos pueden inferirse del propio contenido de las misivas. Por otra, los escritos publicados por Gómez Pardo: el ya citado discurso leído en el acto de apertura de la Escuela de Minas (1836) y sus estudios sobre el plomo almeriense, contenido en Dos memorias sobre el influjo que ha tenido la extraordinaria producción de las minas de plomo de la Sierra de Gádor, Madrid, Imprenta Real, 1834.
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en 1834 mediante la constitución del Zollvereinl(>. Este importante acuerdo, sumado al desarrollo de los transportes (barco a vapor y ferrocarriles, cuya construcción fue asumida por el gobierno), fue un factor decisivo en el desarrollo comercial e industrial alemán bajo la égida de Prusia y una plataforma decisiva para la unión nacional, ya que en un proceso recíproco «la economía podía ayudar al Estado y el Estado podía ayudar a conseguir el desarrollo económico»17. La actividad minera era uno de los bastiones de la economía de Alemania, considerada como la «cuna de la minería moderna». Al cabo de tres años de experiencia en aquellas tierras, Gómez Pardo no dejó de analizar con realismo el tan mentado prestigio germano, concluyendo que el arte de las minas no era ya patrimonio exclusivo de una sola nación (1834: 43). Dentro de la industria minera alemana en la primera mitad del siglo xix destacó la producción de plata, que experimentó un aumento progresivo a lo largo de dicho periodo, llegando entre 1841-1850 a un total de 36.000 kg, del que un 30% correspondía al Harz y un 50% a Sajonia; una gran parte de los mineralogistas germanos habían contribuido a tales progresos, al especializarse en la metodología de la explotación argentífera18. Sin embargo, según Mentz de Boege (2006), el desarrollo tecnológico alcanzado en la obtención de plata en el Harz y en Sajonia no tuvo su equivalente en otras facetas productivas, como la fundición del hierro o la construcción de maquinaria, por ejemplo, en las que fue notoria la superioridad inglesa. El Harz, región de «ásperas montañas [...], con espesos y tristes pinares», según lo describía Gómez Pardo, poseía abundantes minas de plata, plomo, cobre, acero, hulla y lignito, riqueza a la que se unían unas condiciones naturales idóneas «para un laborío ventajoso». Estas facilidades habían permitido el progreso de la minería desde el siglo xvi, pese a las guerras y otras muchas calamidades; tal era la razón que llevó a nuestro viajero a aseverar que «como
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Tanto este nombre como otros citados más adelante, pueden consultarse en el Glosario Onomástico; con relación a los toponímicos mencionados en este estudio, v. Indice anotado de Topónimos. 17 Niall FERGUSON, «La economía europea, 1815-1914», en T. C. Blanning (ed.), Elsigloxix. Europa 1789-1914, Barcelona, Crítica [Col. Historia de Europa Oxford], 2002, pp. 126-127. 18 Brígida M. VON MENTZ DE BOEGE, «Tecnología minera alemana en México durante la primera mitad del siglo xix», Estudios de historia moderna y contemporánea de México, Universidad Nacional Autónoma de México - Instituto de Investigaciones Históricas, Vol. 8 (2006), Documento 98 (http://www.iih.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc08/098).
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país minero, [el Harz] debe más a la naturaleza que al arte» (Gómez Pardo, 1834: 41-42). Además de sus reservas de plata, este distrito minero era el máximo productor de plomo dentro de Alemania, a la vez que sede de importantes fábricas metalúrgicas; no obstante, la decadencia y abandono de algunas explotaciones en las «célebres» minas de plomo de Bleiberg en los primeros años de la década de 1830, habían obligado a recurrir al plomo procedente de Sierra de Gádor (Almería, España)19 para la fabricación de manufacturas como tubos y láminas de plomo (Gómez Pardo, 1834: 20). El sistema de administración minera del Harz era similar al que regía en la mayor parte de las minas alemanas, es decir, eran de propiedad del soberano local, pero éste las cedía a accionistas bajo determinadas obligaciones, entre ellas la de pagar el diezmo de los productos mineros, recibiendo a cambio no pocos privilegios. Por lo demás, al tener la minería el rango de «industria generatriz», todo se hallaba «sometido» a ella, de modo que a la máxima autoridad del ramo correspondía no sólo la responsabilidad de las minas sino también la de las fundiciones y bosques, la jurisdicción civil y criminal, las funciones de policía y la observancia de las leyes (Gómez Pardo 1834: 46); todos estos aspectos resultan de interés de cara a la lectura de los cuadernos de viajes, en los que aparece un nutrido plantel de la administración minera 20 . En el territorio prusiano existían importantes minas, aunque su producción de plomo resultaba insuficiente para atender la demanda de las fábricas de albayalde, sales plomizas y ácido sulfúrico —que habían incrementado considerablemente su número—, circunstancia que también había promovido la compra de plomo español, «muy apropiado» por su pureza; sin embargo, la competencia que haría al plomo hannoveriano acabaría impulsando a este reino a frenar tales importaciones (Gómez Pardo 1834: 73). En lo que se refiere a Sajonia, este reino sobresalía por su producción de plata, la mayor de toda Europa. La potencia de la minería sajona tuvo su principal base en el poder económico y político de los príncipes, cuya intervención fue clave en el desarrollo de los procesos de producción, mediante el recurso de capitales nacionales y extranjeros 21 . Tales circunstancias se encuentran 19
Las minas de Gádor eran «tal vez las [...] más ricas del mundo», a juicio de Dietrich L.
G . K a r s t e n ( G Ó M E Z PARDO 1 8 3 4 : 3 5 ) . 20
Para una descripción detallada de la organización minera en el Harz, ibídem, pp.
44-49. 21 «Texto remitido por el Rector de la Escuela de Minas de Freiberg, Profesor Stezodka, escrito en colaboración con el Profesor de Historia de la Minería Dr Wáchtler», en II Cente-
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reflejadas en los diarios de Pardo, a través de sus alusiones a los soberanos y aristócratas propietarios de minas en Sajonia y en otros estados de la Confederación Germánica. Para el beneficio de los metales en Freiberg se aplicaba el llamado «método de toneles», que resultaba más rápido y económico debido al ahorro de mercurio. Por último, dentro de los límites de la Alemania actual, otra de las zonas visitadas por Gómez Pardo fue el estado del Sarre, cercano a la frontera con Francia e importante centro de producción de acero en el siglo xix. Su capital, Saarbrücken, había sido anexada al imperio napoleónico en 1806, aunque con posterioridad al Congreso de Viena pasó a integrar la Confederación Germánica. Bohemia, una de las tres regiones históricas de la República Checa (que al igual que Moravia y una parte de Silesia fue incorporada a Checoslovaquia en 1919, después de la Gran Guerra), formó parte de los dominios austríacos de los Habsburgo desde el siglo xvi, experimentando a partir de entonces una progresiva germanización. Desde el punto de vista geológico la región bohema es una meseta granítica rodeada de montañas (montes de Bohemia, Erzgebirge, Riesengebirge) y surcada por los ríos Elba (Labe) y Moldava (Moldau); Bohemia poseía grandes riquezas minerales, especialmente en el distrito de Elnbogen22 (plata, oro, cobre, hierro, plomo, lignito), a la vez que ostentaba un notorio desarrollo industrial y agrícola. Cuando Pardo visitó Praga en 1829, esta capital contaba ya con una Escuela Politécnica y un Museo de Historia Natural, siendo además el lugar de residencia de científicos prominentes, dedicados al ejercicio docente y al cuidado del patrimonio museístico, como el conde de Sternberg, los Gerstner y Franz Zippe, entre otros. La región de Moravia importante por su agricultura, también formó parte del recorrido de Pardo, aunque sólo de paso hacia Viena, la capital imperial. Polonia, otro de los puntos del itinerario de Pardo, había desaparecido como tal a raíz de la presión territorial ejercida por Austria, Rusia y Prusia, potencias que desde el siglo x v m obtuvieron sucesivos repartos de aquel antiguo reino. El ducado de Varsovia, creado por Napoleón en 1807, también fue borrado nario de la Escuela de Minas de España 1877-1977, Madrid, Fundación E. T. S. I. Minas de Madrid, 1979, p. 143. 22 V. al respecto F. X. M. ZIPPE, «General Overview of the Physical and Statistical Situation of the Elbogen District», en Johann Gottfried Sommer, The Kingdom of Bohemia. In a Statistical-Topographic Representation [Traducción al inglés de Urs Geiser], 2001, Vol. 15, pp. I-LIV.
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del mapa europeo tras su derrota y la celebración del Congreso de Viena en 1815, circunstancias que alimentaron los sentimientos nacionalistas que hicieron eclosión en los movimientos revolucionarios de 1830 y 1848, aunque la reunificación de las regiones históricas que conformaban el reino polaco no se lograría hasta después de la Primera Guerra Mundial. La región de Silesia, hoy integrada en Polonia y entonces anexada a Prusia, figuraba entre los centros mineros más importantes de la Confederación Germánica, gracias a sus abundantes reservas de carbón y minas de plata en las cercanías de Tarnowitz (Alta Silesia), beneficiándose sobre todo en «la fundición de Federico» (Gómez Pardo 1834: 95). En Austria la producción minera se concentraba en localidades del sur, destacándose la existencia de yacimientos de oro y la producción de plomo en Iliria, Carintia y Tirol y las salinas y la galena cupro-argentífera en Salzburgo, que era beneficiada en sus fundiciones aunque con un bajo rendimiento «que sólo paga los gastos de extracción por la plata y cobre que contiene» (Gómez Pardo 1834: 87-88); todas aquellas zonas eran, por lo demás, puntos de gran interés «para el geólogo y el pintor paisajista», según había escrito Humboldt 23 . No obstante, del paso de Pardo por dichas regiones, apenas contamos con unas escuetas anotaciones, como puede constatarse en los cuadernos de viajes que se han conservado. El relato de su visita al territorio austríaco está más bien centrado en Viena, dado su interés científico-cultural como sede del Instituto Politécnico y del Museo de Ciencias Naturales, dotado con una rica colección mineralógica. Fuera de la Confederación Germánica, debe destacarse la localidad de Schemnitz (Hungría), que albergaba la conocida Academia de Minas. Dentro del territorio húngaro (incluido originariamente en el itinerario fijado por la Dirección de Minas, aunque no llegó a ser visitado por Pardo y Sáinz de Baranda), sobresalía la producción de plomo, plata y cobre argentífero (Gómez Pardo 1834: 86); a fines del siglo x v m , Hungría llegó a concentrar la mayor parte de la producción de plata de Europa, mediante el uso de tecnología germana (Mentz de Boege 2006). A pesar de las ventajas que poseía la Confederación Germánica en cuanto a la disponibilidad de minerales y a la existencia de un buen número de fábricas para su beneficio, la experiencia acumulada en ya varios años de estancia en
23 José Luis MONTESINOS SiRERAyJürgen RENN, «Expediciones científicas a las Islas Canarias en el período romántico (1770-1830)», en Ciencia y romanticismo..., ob. cit., p. 338.
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aquellas tierras llevaría a Gómez Pardo a reivindicar la «minería antigua» de España, ponderando su abundancia y las riquezas minerales de las diferentes regiones, que «excitaron la admiración de Plinio», según escribía en una de sus Memorias sobre el plomo de la Sierra de Gádor en 1832. La mención de esta abundancia de minerales, que ya había enriquecido «a los dominadores del orbe» (los romanos), era un alegato y un voto de fe hacia España y al progreso de su minería, «[...] si se considera que ella hace ver a esa Europa, que casi se desdeña en mirarnos como parte integrante suya», que no sólo había producido «hombres extraordinarios en armas, ciencias, letras y artes, sino [también] en la metalurgia misma»; aludía con ello a la trascendental contribución del sevillano Medina 24 mediante la introducción del procedimiento de la amalgamación, y también a la de Alonso Barba, descubridor de la amalgamación en caliente y promotor del empleo de hornos de reverbero para la fundición de los metales (Gómez Pardo 1834: 35-36). Francia fue el último de los territorios visitados por Pardo. Tras los sucesos revolucionarios y las hazañas napoleónicas, esta nación había vivido la restauración borbónica (Luis XVIII), debiendo afrontar posteriormente, como algunas de sus vecinas europeas, la agitación revolucionaria de 1830. Estos sucesos ocasionaron el fin del reinado de Carlos X y el advenimiento de la dinastía de Orleans, con el monarca Luis Felipe, durante cuyo reinado tuvieron lugar las movilizaciones de los obreros de la seda en Lyon, acontecimientos de los que Gómez Pardo fue un testigo excepcional. Francia poseía una destacada industria textil, concentrada en el norte y en el Macizo Central (Lyon y SaintÉtienne), una próspera metalurgia del hierro y ricas explotaciones carboníferas, localizadas especialmente en los departamentos de Nord y Loira (Ferguson 2002: 130); dentro de este último, se hallaban Saint-Etienne y Rive de Giers, dos importantes centros de producción de carbón visitados por Gómez Pardo al final de su periplo. A comienzos del siglo xix Saint-Étienne era la principal cuenca hullera francesa, y en ella se instaló en 1827 el primer camino de hierro, que llegaba hasta Andrézieux (población a orillas del río Loira) para facilitar el transporte de carbón 25 ; en 1832 se habilitó una segunda línea férrea, que
24 El sevillano Bartolomé de Medina (siglo xvi) fue el descubridor del método de amalgamación, por el que se obtenía la plata mediante el uso de otros metales como el azogue o mercurio (Diccionario Histórico de la Ciencia Española, Madrid, Ediciones Península, 1983, Vol. II, pp. 45-47). 25 Phillippe C H E P E L I N , «Le premier chemin de fer français», AVSE (Association des Amis du Vieux Saint-Etienne), 1996 (http://www.emse.fr/AVSE/chemfer.htm). En esta dirección web
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enlazaba Saint-Étienne y Lyon, destinada al transporte de mercancías y de pasajeros.
El contexto cultural y científico europeo Respecto de las circunstancias europeas en estos ámbitos merece señalarse el auge del romanticismo, corriente que tuvo su centro de desarrollo en Alemania y cuyo influjo se dejaría sentir más allá del ámbito propiamente literario. El movimiento romántico aportó una percepción singular del mundo, marcada por unos principios que, en ciertos aspectos, mostraba su rechazo a los postulados de la Ilustración; el romanticismo exacerbaba la sensibilidad y daba alas a la imaginación, a la vez que atendía a lo individual y a lo contingente, concibiendo a la naturaleza «como un todo a experimentar», conforme a los principios de la filosofía natural de Friedrich Schelling 26 . En un siglo como el xix, carente de revoluciones científicas como las producidas en la centuria anterior, Sheehan destaca como una de sus aportaciones la síntesis e interpretación de las ideas dieciochescas, además de un proceso de «institucionalización intensa y amplia», plasmado en las entidades de diverso tipo que hicieron su irrupción en la vida cultural, tales como teatros, museos, empresas editoriales, etc.27. Algunas de estas novedades aparecen reflejadas en los apuntes de viajes de Gómez Pardo: por lo general, su paso por las ciudades capitales incluía, entre otras actividades, la asistencia a funciones teatrales y visitas museísticas. El nuevo marco institucional expresaba un modo inédito de difusión de la cultura que aspiraba a quebrantar el modelo del Antiguo Régimen (Sheehan 2002: 154). No obstante, esa vocación de universalidad se tradujo sobre todo en la superación de los límites palaciegos para convertir las manifestaciones artístico-culturales en productos de consumo de una elite burguesa e ilustrada. En el campo de las ciencias en particular, se impusieron los valores «profanos» como consecuencia del proceso de secularización de la cultura, que desplazó a la religión del lugar hegemónico que ocupaba en el plano del cono-
puede verse la copia digital del primer billete de tren que se conserva en el mundo (que lleva la fecha de 17 de febrero de 1834), expuesto en el Musée du Vieux Saint-Etienne. 26 John L . H E I L B R O N , «Figuras sobre un fondo romántico. Representantes de las ciencias físicas en Góttingen en la década de 1790», Ciencia y romanticismo, ob. cit., pp. 185-186. 27 James J. S H E E H A N , «La cultura», en El siglo xix. Europa 1789-1914, ob. cit., p. 152.
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cimiento; una tendencia que en los años 1840 encontraría su plena expresión en la corriente positivista 28 . Respecto de las relaciones entre ciencia y romanticismo, si bien hay autores que coinciden en señalar que no podría hablarse propiamente de una «ciencia romántica», es dable destacar que los fundamentos de este movimiento — e n lo que incumbe al «desprecio» por la razón en los términos presentados por los filósofos franceses, al rechazo de los postulados de Locke y a la «cuantificación del mundo» introducida por Newton— llegaron a influenciar en el quehacer científico de algunos ámbitos universitarios, como lo demuestra el caso de Góttingen, analizado por Heilbron (2003: 185). En el desarrollo científico del siglo xix, las instituciones universitarias se consolidaron como ámbitos en los que se conjugaban la docencia, la investigación y la divulgación del conocimiento, siendo punteros en este sentido los centros académicos germanos (Sheehan 2002: 161). Bien supo apreciarlo el estudiante y viajero Gómez Pardo, quien en reiteradas ocasiones puso de relieve la superioridad alemana sobre Francia en lo que se refiere a la calidad de la enseñanza científica, lo que se reflejaba a su vez en la metodología de explotación minera; así, en una de sus cartas a Elhuyar desde Sajonia, exponía: [...] después de haber comparado lo que se hace en la Escuela [Politécnica] de París con lo que se enseña en esta Academia [Freiberg], nos felicitamos cada día más de que la previsión de Vd. [...] nos haya proporcionado el instruirnos en la verdadera fuente de la minería 2 9 .
Sin embargo, no todas las instituciones universitarias de Alemania presentaban un nivel homogéneo de calidad, según lo que Gómez Pardo había podido concluir tras haberse informado sobre «los respectivos métodos y medios de enseñanza que hay para aprender en cada una» y haber oído las opiniones de A. de Humboldt y Heinrich Rose, a quienes visitó en Berlín. Convencido de que la universidad berlinesa era «el foco de la ciencia en Alemania» 30 y con vistas a 28
Con relación a las relaciones entre ciencia y positivismo, el filósofo Nicola Abbagnano aportaba, a modo de síntesis, la idea de que «el positivismo es el romanticismo de la ciencia» (en Jerónimo BOUZA, «La difusión de innovaciones científicas y el desarrollo de la balneoterapia: la incorporación de los progresos de la química», en Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2000, N° 69 (39): www.ub.es/geocrit/sn). 29 «Cartas [de LGP] al Sr. de Elhuyar», [Berlín, c. agosto de 1830], LEG. GP, DGMCartas, Carpeta 11. 30 Ibíd.
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completar su educación metalúrgica, decidió optar por ella para estudiar química analítica en los laboratorios de Rose y Mitscherlich, en lugar de hacerlo con Stromeyer en la Universidad de Góttingen 31 . Esta última gozaba del estatus de «real» por hallarse situada en el reino de Hannover, habiendo consolidado su prestigio gracias a su cuerpo de profesores, su excelente biblioteca, sus museos y laboratorios y a un «selecto» alumnado procedente de la realeza alemana e inglesa (Heilbron 2003: 191)32. En lo que respecta a la Academia de Minas ( B e r g a k a d e m i e ) de Freiberg en Sajonia, esta institución se hallaba reputada como uno de los centros europeos más importantes para el estudio de la minería; una fama acrecentada sin duda por haber contado entre sus docentes a un afamado mineralogista como A. G. Werner y formarse en sus aulas figuras que alcanzaron notoriedad en su tiempo, como Humboldt y el propio Fausto de Elhuyar. Otras razones fundamentaban la solidez de la Academia sajona, cuya fundación, en 1765, había sido efecto «del desarrollo de las fuerzas productivas» dirigidas a la explotación de de los minerales metálicos (esencialmente la plata, desde comienzos del siglo xn) y «no [...] una consecuencia de la Revolución Industrial, como lo fue la explotación de carbón», en palabras del rector de aquel centro de estudios en los años 197033. Así como Gómez Pardo se expresó en términos moderadamente elogiosos con relación a la minería germana, tampoco obvió el comunicar a Elhuyar su disconformidad con algunas de las enseñanzas recibidas en Freiberg; en una de sus misivas, detallaba los motivos de su rechazo de Góttingen y de su desencanto con relación a una de las asignaturas cursadas en la Academia 31 La universidad de Góttingen fue fundada en 1734 por Jorge II, príncipe elector de Hannover y rey de Inglaterra. 32 En su análisis del «trasfondo romántico» existente tras las ideas y prácticas de los profesores de Góttingen a fines del siglo x v m , H E I L B R O N (2003) destacaba el influjo de A. de Humboldt, cuya posición en torno a una «ciencia unificada y omniabarcante» se aproximaba a la Naturphilosophie de Schelling, aunque luego acabara distanciándose de la misma (p. 205). Por su parte, Schelling había manifestado su desdén por la «desasosegada actividad» de Humboldt, «que quiere que toda la naturaleza sea expuesta con descaro al análisis» (en M O N T E S I N O S y R E N N 2003: 338). 33 «Texto del Rector de la Escuela de Minas de Freiberg, Prof. Stzodka», en II Centenario de la Escuela de Minas de Madrid 1877-1977, ob. cit., pp. 146-147. El autor de este escrito destacaba la importancia de las relaciones recíprocas entre el desarrollo minero y la Revolución Industrial, entendida ésta como proceso central de mecanización (uso generalizado de máquinas de vapor en la minería del hierro y del carbón), que impuso nuevos desafíos a las disciplinas mineras (p. 150).
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sajona, en un campo que era fundamental para su futuro ejercicio docente en Almadén 3 4 , al tiempo que se ratificaba en sus juicios sobre el profesorado francés: Ya había dicho a V. que a u n q u e el curso de Lampadius 3 5 era el ú n i c o que de este género se daba en Alemania, sin e m b a r g o n o llenaba de n i n g ú n m o d o lo que yo m e prometía de él, y que había suspendido sus lecciones privadas desde m u y \sic] luego, siendo que n o correspondía ni a su costo ni a lo que debía ser 36 .
Siguiendo a Sheehan en su análisis del marco científico del siglo x i x y con relación a las facetas que son dables constatar en los diarios de Pardo, es importante destacar el fenómeno que representó una de las preocupaciones intelectuales de la centuria: la sistematización del conocimiento, expresada en la elaboración de sistemas filosóficos, enciclopedias, diccionarios y organización de colecciones (Sheehan 2002: 177). En lo que incumbe a las ciencias naturales, la botánica, la zoología y la mineralogía acapararon gran parte del afán coleccionista, tal como lo reflejan no sólo las colecciones institucionales sino también las particulares a las que Gómez Pardo se refiere en sus relatos. El coleccionismo, comenta Cicerchia, «[...] es el traslado y acumulación controlados, es decir, de lo disperso que debe ser seriado y reunido. Cada pieza que se suma pierde parte de la función que tenía para fusionarse en una nueva identidad colectiva, dada por la empresa cultural que la promueve»; la formación de colecciones expresaba, en suma, una política de «acumulación de capital simbólico» (Cicerchia 2005: 26) que entraba dentro del proyecto de Elhuyar con respecto a la minería española. Precisamente, uno de los cometidos a cumplir por Gómez Pardo y Sáinz de Baranda en Alemania fue la compra de colecciones minerales para formar el gabinete mineralógico de la Dirección General de Minas, adquisiciones que pasaron luego a la Escuela Especial del Ramo en Madrid, constituyendo hoy parte del patrimonio del Museo Histórico Minero Felipe de Borbón. El mismo Gómez Pardo fue un gran coleccionista, 34
Como antes se señalara, estaba previsto que Gómez Pardo ejerciese en el futuro la cátedra de Metalurgia en la Academia de Almadén; la propuesta de traslado de ésta a Madrid no se debatiría sino meses después de su retorno a España, producido en febrero de 1834. 35 Gómez Pardo aludía a uno de los cursos dictados por Lampadius en Freiberg, en cuya Academia impartía clases de Química Analítica y Metalurgia (v. «Lista de los cursos en la Academia de Freiberg. 1829», en LEG. GP, Escuela de Minas, Carpeta 21). 36 «Cartas [de LGP] al Sr. de Elhuyar», [Berlín, c. agosto de 1830], LEG. GP, D G M Cartas, Carpeta 11.
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de ahí el mote de «Sr. Pedruscos» que le endilgaran sus compañeros de estudios en el país germano.
Los viajes científicos en el siglo xix El viaje en sí mismo es un hecho que no deja de movernos a reflexionar sobre su función y trascendencia, especialmente si consideramos que acontecimientos clave en la historia de la humanidad han tenido su raíz en una travesía, como, por ejemplo, la protagonizada por Colón a las tierras amerindias. Su impacto fue tal que Michel de Certeau atribuyó a esta hazaña, en la que se conjugaron el viaje y el «encuentro colonial», el origen de la historiografía occidental37. En el siglo xix se asistió a una popularización de los viajes, continuando con la tradición de la época ilustrada, en la que la modernidad se expresaba en ese ineludiblegrandtour por Europa38. El ideario romántico incorporó nuevos ingredientes, como la búsqueda de exotismo y lejanía39, razón por la cual el Oriente pasó a convertirse en uno de los destinos favoritos de los viajeros del romanticismo. El viaje científico, más allá de los placeres estéticos y vivencias que llevaba implícitos en su faceta de travesía turística, fue también un requisito obligado para los hombres de ciencias del período romántico. Ello demuestra la pervivencia del legado de la Ilustración, época en la que proliferaron los viajes y exploraciones científicas bajo el impulso del progreso y la aspiración de difundir el conocimiento; España misma contaba con antecedentes importantes, como la célebre expedición de Malaspina, entre muchas otras. Ezquerra del Bayo expresaba en su diario esa íntima ligazón entre viaje y conocimiento: «Un hombre solo, aislado, sin relaciones íntimas con sus semejantes, no puede aprender nada, no puede saber nada» (Ezquerra del Bayo 1847: V). La búsqueda de aprendizajes para el enriquecimiento del intelecto en otros países y Citado en Elena CARRERA, «Escritura femenina y literatura de viajes. Viajeras inglesas en la España del XIX, lugares comunes y visiones particulares», en M. Lucena Giraldo y J. Pimentel (eds.), Diez estudios sobre literatura de viajes, Madrid, CSIC, 2006, p. 110. 38 María Belén T E J E R I N A G Ó M E Z , Viaje a Italia de Leandro Fernández de Moratín [Tesis Doctoral], Departamento de Filología Italiana, Facultad de Filología, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 1980, pp. LV-LVI. 39 María Celia FORNEAS FERNÁNDEZ, «¿Periodismo o literatura de viajes?», Estudios sobre el mensaje periodístico, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, n° 10 (2004), p. 222. 37
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la comunicación con otras gentes llevaba implícito además un cierto carácter de «aventura», por el desafío que suponía afrontar lo desconocido, dando así singularidad a la empresa de conocimiento. En lo que incumbe a los ingenieros españoles, estudiar en la Academia de Freiberg en Alemania, visitar sus minas y fundiciones, en suma, beber en «la verdadera fuente de la minería» (en palabras de Gómez Pardo), debió significar lo que París para los hombres de letras, si nos detenemos a considerar la trascendencia que Mariano José de Larra adjudicara al hecho de «escribir y crear en el centro de la civilización» 40 . A ello debe sumarse otra cuestión no menos importante, cual era el impacto de los viajes de estudios al extranjero en cuanto al reconocimiento de los ingenieros de minas dentro de la comunidad científica, lo que fue señalado por Dhombres (2003) a propósito de los profesores de la Escuela Politécnica de París que acompañaron a Napoleón Bonaparte en su viaje a Egipto41. En este aspecto, quien fuera el mentor de Gómez Pardo y de otros estudiantes españoles en Alemania, Elhuyar, fue un ejemplo de la implementación de redes científicas, como hemos señalado al hablar de sus comisiones en países centroeuropeos. La «apretada» agenda de actividades de G. Pardo y Sáinz de Baranda a lo largo de sus recorridos, les permitió trabar conocimiento con personalidades de las distintas esferas de la vida pública y especialmente del mundo científico: una galería de sabios que bien reflejan los cuadernos de viaje aquí presentados. Por lo demás, en la misma Alemania, el país de referencia en el proyecto científico dentro del cual fue concebido el plan de perfeccionamiento de los ingenieros españoles, el viaje era concebido «como el primer elemento de civilización: «[...] ningún profesor de ninguna clase de ciencias, es considerado como tal si ha estado siempre estacionado en su pueblo», escribía Ezquerra del Bayo (1847: X). España era también el destino de muchos viajes científicos germanos, como 40 Leonardo ROMERO TOBAR, «Españoles en París, contactos de románticos españoles y escritores franceses contemporáneos», en Jean-René Aymes y Sebastián Javier Fernández (eds.), L'image de la France en Espagne (1808-1850). [Colloque international de Paris, Ili-Sorbonne Nouvelle CRODEC: Centre de Recherche sur les Origines de l'Espagne Contemporaine, Paris, 1-2 décembre 1995], Paris, Presses de la Sorbonne Nouvelle, 1997, p. 216. 41 Dhombres destacaba como un hecho importante la participación de un grupo de jóvenes profesores franceses de la Escuela Politécnica en la expedición de Bonaparte a Egipto en 1798, dando lugar al reconocimiento de su condición de científicos, «puesto que habían sido educados en ciencias»; a la vez, este viaje les había permitido experimentar el conocimiento como una «aventura, una vida activa» y desde una dimensión social que otorgaba un nuevo sentido a su labor (DHOMBRES 2003: 40).
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—por citar un ejemplo—, las expediciones a Canarias de A. de Humboldt y Leopold von Buch (Montesinos y Renn 2003). En lo que respecta al contexto científico alemán en particular, es importante analizar el impacto de las hazañas humboldtianas (1799-1804), en lo que respecta a la instauración de un nuevo enfoque del viaje, en el que se complementaban la metodología experimental y la observación en el terreno (trabajo de campo), con especial atención a la interrelación de los fenómenos naturales. La narrativa asociada a los viajes científicos habría pues de encontrar su «modelo» en Humboldt y sus Tableaux de la Nature, de 1808, obra que inauguró una línea discursiva que dejó su sello en las crónicas de los científicos viajeros, señaladamente en Darwin y el relato de su viaje alrededor del mundo42. Lucena Giraldo (2006) analiza las causas de ese «hechizo humboldtiano», fundado en «la capacidad comprehensiva e integradora de su método y su discurso, capaz de vincular hombre y naturaleza en un sistema de referencia único, fundador de la escritura del paisaje y de la propia geografía» 43 . Tampoco nuestro viajero escapó a ese deslumbramiento: en sus cuadernos de viajes hay pasajes en los que busca legitimar sus observaciones destacando su coincidencia con las hechas por el ilustre científico alemán; así, en el caso de la visita a las minas de Zinnwald (Montes Metálicos), Gómez Pardo expresaría que: «Entre las muchas [rocas] que examinamos, una particularmente me llamó mucho la atención, como asimismo había llamado la de Humboldt»44. Sin embargo, a la par que realizaba su contribución al mundo a través de las expediciones de sus científicos, Alemania se nutría también de los saberes de otros pueblos. En sus Memorias sobre el plomo de Gádor (una de ellas fechada en Clausthal en julio de 1833, en la recta final de su estancia alemana), Gómez Pardo aseguraba que los adelantos introducidos en los últimos ocho años en la preparación mecánica de los minerales del Harz «[...] hacen ver de un modo 42 Axel GASQUET, «Bajo el cielo protector. Hacia una sociología de la literatura de viajes», en M. Lucena Giraldo y J. Pimentel (eds.), Diez estudios sobre literatura de viajes..., ob. cit., pp. 31-66. 43 Manuel L U C E N A G I R A L D O , «Paisajes desposeídos. El tropicalismo de Alejandro de Humboldt», Diez estudios sobre literatura de viajes..., ob. cit., p. 154. En lo que respecta a las posesiones españolas en América, la narrativa de Humboldt ayudó también a configurar una definición del territorio que sirvió como soporte del discurso político durante el proceso de emancipación. 44 LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 9. Día 20 de marzo de 1829.
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inequívoco las ventajas que le ha procurado la instrucción sólida y científica de algunos de sus empleados perfeccionada en sus viajes al extranjero» (Gómez Pardo 1834: 53; subrayado añadido). Por último, con relación al tema que nos ocupa, el viaje, creemos oportuna una breve consideración sobre su significación para los hombres del liberalismo —ideología que compartían Gómez Pardo y sus compañeros en Freiberg: Sáinz de Baranda, Bauzá, Ezquerra del Bayo y Amar de la Torre—, a quienes no era del todo ajeno, si no por experiencia propia sí por la de sus familiares, amigos o allegados, ese «viajar y perder países, perderlos todos viajando», como escribe Vila-Matas 45 . Seguramente aquellos españoles que estudiaron en Freiberg asentirían las apreciaciones de Larra respecto de la marca de identidad que imprimía a los hombres del liberalismo el hábito de desplazarse fuera del terruño, vista la trayectoria de exilios y retornos de muchos de ellos durante el reinado de Fernando VII: [...] efectivamente, por p o c o liberal que u n o sea, o está u n o en la emigración, o de vuelta de ella, o disponiéndose para otra; el liberal es el s í m b o l o del movimiento perpetuo, es el m a r con su eterno flujo y reflujo. Yo no sé c ó m o se lo c o m p o n e n los absolutistas; pero para ellos no se han establecido las diligencias; ellos esperan siempre a pie firme la vuelta de su Mesías; en u n a palabra, siempre son de casa.. , 4 6 .
Para el propio Lorenzo Gómez Pardo el viaje a Freiberg fue una emigración temporal, quizá para mantenerse alejado de España dada su conocida trayectoria miliciana; nuestro viajero no regresó a la Península hasta después de fallecido Fernando VII, contra cuya política absolutista había combatido abiertamente, participando en memorables batallas.
L o s VIAJES MINERO-METALÚRGICOS
Itinerarios y actividades
(1829-1834)
El plan de viajes diseñado por el director general de Minas, Fausto de Elhuyar, incluía un recorrido por minas y fundiciones en diferentes territorios perteEnrique VILA-MATAS, París no se acaba nunca, Barcelona, Anagrama, 2003, p. 33. Mariano José de LARRA, Artículos varios [Art. publicado en Revista Mensajero, 16 abril 1835] (Edición de E. Correa Calderón), Madrid, Clásicos Castalia, 1986, p. 484. 45
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necientes a la Confederación Germánica (hoy comprendidos en Alemania, República Checa, Polonia y Austria) y Francia. La visita de los pensionados a Hungría también estaba comprendida en la hoja de ruta, conforme a las instrucciones que Elhuyar reiterara a Gómez Pardo y a I. Sáinz de Baranda mediante oficio remitido a Alemania: [...] después de visitado el Harz, pasen Ustedes a la Silesia y luego por las salinas de Wielitzka en Polonia, vayan a la Baja Hungría, de donde por Viena seguirán reconociendo los establecimientos de minas y fundiciones de la Styria, la Carinthia, el Tirol y Salzburgo 47 .
El viaje a Hungría no llegó a verificarse, presumiblemente tras reconocer la Dirección General de Minas los inconvenientes de tiempo y presupuestarios que opusiera Gómez Pardo para cumplir con lo ordenado por aquélla: La experiencia además de los costes de dos años de viajes verificados no pequeña parte a pie y sin limitación de tiempo, me hacen ver la imposibilidad de atender con mi sola pensión y cortos ahorros a los gastos de tan largo y acelerado viaje 48 .
Aparte de los recorridos arriba indicados, Gómez Pardo realizó algunos más, aunque una parte de ellos no ha quedado reflejada en los cuadernos existentes en su Legado, pudiendo deberse a un posible extravío de los apuntes correspondientes; en concreto, en sus Dos Memorias sobre el plomo escritas en Alemania, Pardo mencionaba los «recientes viajes por los ducados de Nassau, Westfalia y Berg, por Eifel, Siegen, provincias prusianas del Rhin y Hannover»49, sobre los que no existe ninguna otra referencia (Gómez Pardo 1834: 4). Por otra parte, si bien se había dispuesto que Gómez Pardo y su compañero Isidro realizasen conjuntamente los diferentes recorridos, esto no llegó a cumplirse a raíz de las desavenencias surgidas entre ambos50. Entre 1829 y 1833, Lorenzo efectuó la Oficio de Fausto de Elhuyar a Lorenzo Gómez Pardo, Madrid, 22 de marzo de 1832, Mss. de la Biblioteca Histórica de la ETSIM de Madrid. 48 «Cartas [de LGP] al Sr. de Elhuyar», Clausthal, 25 de junio [c. 1832], LEG. GP, DGMCartas, Carpeta 11. 49 Véase Indice anotado de topónimos. 50 V. al respecto la carta enviada desde París por Pedro Sáinz de Baranda (padre de Isidro) a Lorenzo Gómez Pardo, con fecha de 10 de enero de 1833 (LEG. GP, DGM-Cartas, Carpeta 10). En esa misiva, Sáinz de Baranda, exiliado en la capital francesa desde 1823 (al finalizar 47
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mayor parte de sus viajes con otros ingenieros españoles que estudiaban en Freiberg (los Mújica y Ezquerra del Bayo) y también con profesores y funcionarios de minas de Sajonia y de otras regiones de la Confederación Germánica. Los viajes realizados en el periodo arriba citado son los que se detallan a continuación, incluyendo el itinerario seguido y una somera indicación de las actividades realizadas.
Viaje a Bohemia, marzo-[abril / mayo] de 1829^ Conforme a las fechas señaladas en los cuadernos de viajes, el 18 de marzo de 1829 Pardo dio inicio en Freiberg a la que supuestamente fue su primera gira —cuya duración no puede determinarse con precisión, dada la insuficiencia de indicaciones cronológicas—, con el objeto de visitar minas y fundiciones en Sajonia y Bohemia. En su viaje de ida, el paso de los Montes Metálicos o Erzgebirge lo realizó a través de Zinnwald-Cinovec, frontera entre Alemania y la actual República Checa, retornando desde Praga por la región bohema de Karlovy Vary (Karlsbad). De nuevo en territorio germano, se detuvo en la importante localidad minera de Annaberg (Sajonia), tras lo cual continuó su viaje hacia Freiberg. Los hitos de este itinerario fueron: En Sajonia, camino a Bohemia: Freiberg-Altenberg Montes Metálicos (Erzgebirge): Zinnwald-Cinovec Recorrido por Bohemia: Teplice-Schlan-Praga-Nischburg (desde este punto visitas a altos hornos y ferrerías de Joachimsthal)-Rostock (Roztoky)-Nischburg-Pürglitz (Krivoklát)Lahna (Lány)-Kaschitz (Kastice)-Joachimsthal (segunda visita)-NischburgFranzensthal (Frantiskov Lazné)-Lerhowitz-Horowitz (Horovice)-KomárovKarlsbad (Karlovy Vary)-Engelhaus-Elnbogen-Schlackenwald-Schónfeld (Kaiserwald = Krásno nad Teplou)-Schlackenwert-Gottesgab-Wiesenthal y Beinberg (frontera con Sajonia)
el Trienio Constitucional), manifestaba su contrariedad por la decisión de Pardo de ocultar el desentendimiento con Isidro: «Está V. muy equivocado en creer habernos convencido a la Dirección [Elhuyar] y a mí de que no ha habido entre Ustedes una verdadera desunión». 51 LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 9.
Lorenzo Gómez Pardo y su travesía por Centroeuropa y Francia
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De regreso a Sajonia52: Annaberg-Wiesenbad-Wolkenstein Una vez finalizado el viaje a Bohemia, Gómez Pardo se dedicó al estudio de los métodos de amalgamación aplicados en Freiberg y Halsbrücke (Sajonia), elaborando una serie de cuadernos y borradores con dibujos, en los que constan datos puramente técnicos53. Al finalizar el curso académico 1829-1830, emprendió un recorrido por la Suiza sajona (dentro del mismo reino de Sajonia), con el fin de realizar observaciones geognósticas y visitar minas y fundiciones. Viaje a la Suiza Sajona (Sajonia), junio de 183054 El itinerario seguido en esta región —actualmente parque nacional, del que una parte (Suiza Bohema) corresponde a la República Checa (National Park Böhmische Schweiz)— fue el siguiente: Dresden-Lohmen-Ottowalde-Ottowaldergrund-Bastei-Fortalezade Königstein-Amselgrund-Rathewalde-Valle de Polenz-Hohnstein—TiefengrundSchandau-Valle de Ostrau (Ostrava)-Kuhsthall-Winterberg-Habichtgrund-Prebischthor-Bielgrund-Herrnskretschen—Schandau-Lilienstein-Königstein. Viaje y estancia en Berlín (curso académico 1830-1831) Concluido el cometido en la Suiza sajona, Gómez Pardo se trasladó a Berlín «para enterarme de todo por mí mismo», según le comunicaba al 52 Sólo es posible conjeturar la fecha de finalización de este viaje, ya que la última referencia que proporciona el relato correspondiente al mismo es la del 11 de abril [de 1829], con lo que el retorno a Sajonia podría haber tenido lugar hacia fines de mayo o principios de junio de 1829. 53 LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16. La documentación relativa a los procesos de amalgamación y funcionamiento de hornos en fundiciones de Sajonia puede consultarse en Subcarpeta 1: «I o Cuaderno von L. G. Pardo. Amalgamación», con notas sobre los ensayos realizados en Halsbrücke, y «2o Cuaderno. Amalgamación. Freiberg, 1831»; Subcarpeta 5: «Amalgamación en toneles. Freiberg, 1830», con apuntes sobre los ensayos dirigidos por el profesor Lampadius (una parte escrita en alemán); Subcarpeta 8: «Copelación. Freiberg» (un cuadernillo con notas y dibujos y otros varios con notas y dibujos a lápiz sobre hornos) y Subcarpeta 9, que contiene un cuadernillo titulado «Roharbeit, Freiberg. 1829» y una Memoria remitida a la Dirección General de Minas sobre el empleo de carbón de piedra en las fundiciones de Halsbrücke, con fecha de 28 de noviembre de 1830. 54
LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 9.
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director Elhuyar en una de sus cartas 55 y así poder decidir sobre los próximos pasos a seguir, en aras de su perfeccionamiento en el campo metalúrgico. En ese viaje fue decisivo su encuentro con Humboldt y Karsten para optar por la alternativa de pasar en la capital prusiana los meses de invierno «con preferencia a Freiberg y Góttingen», estudiando «al lado del célebre Rose y Mitscherlich, dignos discípulos de Berzelius»56. Así pues, de acuerdo con la misiva antes citada, Lorenzo habría permanecido en Berlín «desde fines de octubre [de 1830], que empiezan aquí los nuevos cursos»57, hasta abril del siguiente año. Fuera de sus cursos en los laboratorios de aquellos científicos — d e lo que no existen otras referencias, salvo la correspondencia enviada a Elhuyar, con sus lagunas e imprecisiones-, otras actividades desarrolladas durante la etapa berlinesa de Gómez Pardo quedaron reflejadas en un cuaderno titulado «Notas de Berlín»58, entre ellas paseos por la ciudad, concurrencia al teatro y visitas a la Dirección de Minas, Museo Mineralógico y Casa de la Moneda, como así también a coleccionistas de minerales y a diversos establecimientos metalúrgicos. Al tratarse de apuntes sueltos, título con el que el mismo Gómez Pardo inicia el relato, volvemos a toparnos con la falta de datos precisos y en especial con respecto a las fechas, constando sólo tres: 22 de diciembre (sin indicación de año), 2 de enero de 1831 y 12 de marzo (probablemente de este último año), de lo que podría deducirse que su estancia en Berlín coincidió con el desarrollo del curso universitario 1830-1831, tal como había sido su propósito. En ese período habría realizado también un viaje para visitar fundiciones en Neustadt-Eberswalde (región rica en minerales y con una importante industria metalúrgica, hoy comprendida en el estado federado de Brandenburgo), recorrido del que sólo se conservan unas hojas sueltas —sin fecha-, con dibujos y notas sobre un alto horno 59 . Completada
55
«Cartas [de LGP] al Sr. de Elhuyar», [Berlín]. Borrador sin fecha [c. agosto de 1830], LEG. GP, DGM-Cartas, Carpeta 11. 56
Ibíd. Ibíd. 58 LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 2. El cuaderno en cuya portada reza «Notas de Berlín», referido a las actividades desarrolladas por Gómez Pardo en esta ciudad, se compone de un conjunto de apuntes dispersos, alternadas con páginas en blanco. Por esta razón, se agrupan todas ellas bajo el epígrafe «Apuntes sueltos de Berlín», según figura al inicio del relato, omitiendo a su vez en la transcripción algunas anotaciones y cálculos contenidos en las primeras páginas. 57
59 LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 8. «Viaje a NeustadtEberswalde, a [espacio dejado en blanco] millas de Berlín, camino de Stettin» [sin fecha].
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esta fase formativa, Gómez Pardo habría retornado a Freiberg en abril o mayo de 1831, emprendiendo a continuación una serie de desplazamientos de corta duración dentro de la misma Sajonia.
Visita a la mina de Neuhojfnung Gottes [Sajonia], mayo de [c. 1831]60 Aunque el fragmento que contiene la descripción de esta mina, se encuentra a continuación del referido a Annaberg (viaje de regreso de Bohemia, 1829)61, se trataría de una visita que Gómez Pardo habría realizado en 1831, antes o después del itinerario arriba citado (por Dresden y sus inmediaciones, en mayo de 1831); a pesar de no estar precisado el año —ya que donde debía figurar éste deja un espacio en blanco, sucediendo lo mismo con respecto al día— el mismo relato ofrece una pista, al mencionar las pérdidas sufridas por la mina en el año de 1830.
Viaje geognóstico por las cercanías de Dresden (Sajonia), iniciado el 24 de mayo de 183162 Fue éste una excursión de dos días, que Gómez Pardo realizó con compañeros de estudio y bajo la guía de uno de sus profesores en Freiberg, Georg A. C. F. Naumann, con el objetivo de practicar un reconocimiento geológico de zonas inmediatas a Dresden, ciudad en la que iniciaron y culminaron un recorrido que compendió los siguientes puntos: Tharandt - Coschitz - Künsche - Loschwitz - Dohna - Krebs - Pirna
60
LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 9. La indefinición y falta de orden cronológico, especialmente en la serie de viajes emprendidos en 1830-1831, obedecería al hecho de que, al tratarse de cuadernillos independientes en los que Gómez Pardo pasó en limpio sus primeras notas —tarea que en parte realizó en Francia en enero de 1834, según lo expresa en sus cuadernos-, es probable que con el transcurso del tiempo hubiese olvidado y/o confundiese las fechas de los sucesivos desplazamientos hechos años atrás. 62 LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 9. 61
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Excursión a Herzogswalde (Sajonia) Sin fecha [c. mayo de 1831]63 Fue éste un viaje de corta duración, con el objeto de efectuar observaciones geognósticas, visitar algunos trabajos mineros a cielo abierto —la mayoría abandonados— y estudiar el funcionamiento de hornos para calcinar la piedra. Itinerario: Freiberg-Nauendorf-Niederschóna-Mohorn-Herzogswalde
Viaje a Schwarzenberg (julio de [¿1831?])y Zwickau (sin fecha, [c. agosto de 1831]) en el reino de SajoniaM Con relación a las actividades desarrolladas en ambas localidades sajonas, Gómez Pardo apunta únicamente el día y el mes, por lo que en la transcripción señalamos, entre corchetes, las fechas aproximadas. Por lo demás, la narración de estos recorridos resulta un tanto caótica, estando compuesta por una serie de notas —dispersas en varios cuadernillos—, sin referencias precisas a la localización de minas (UnverhofF-Glück y Rottemberg) y fundiciones (del Ural y Antonhütte), aunque es de suponer que todas ellas se hallaban en el término de Schwarzenberg: Fundición de Erlhammer (Schwarzenberg)- Fundición de hierro del UralInauguración de la fundición de Antonhütte - Mina de Unverhoff-Glück - Mina de Rottemberg. Zwickau: visita a fábricas.
En el intervalo de tiempo que se extiende desde la finalización de estas visitas hasta el viaje por la región del Harz (de Clausthal a Anhalt-Bernberg y Mansfeld) existe una laguna informativa, dada la ausencia de testimonios dentro del Legado Gómez Pardo. Es probable que la llegada de Lorenzo se hubiese producido en el otoño de 1831, de acuerdo con los indicios que ofrece la primera de sus Memorias sobre el plomo de la Sierra de Gádor, fechada en Clausthal en agosto de 1832 (Gómez Pardo, 1834: 36); dicho escrito, que comprende además una pormenorizada descripción del Harz y abundantes datos 63
Ibíd. Ibíd., Subcarpeta 7. El cuadernillo lleva por título (escrito con lápiz): «Erzgebirge Freiberg Halsbrücke Neinstedt». Sin embargo, no incluye noticia alguna respecto de esta última localidad, perteneciente al estado de Sajonia-Anhalt; además de los relatos que han sido transcritos, en el mismo cuadernillo se encuentran notas y cálculos y dibujos sobre hornos. 64
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relativos al laboreo de sus minas, producción metalúrgica y otros aspectos, revela de por sí un conocimiento directo de aquella zona minera alemana, sólo factible tras haberla recorrido durante cierto tiempo. La estancia de nuestro viajero en Clausthal —convertida al parecer en su centro operativo, tal como lo había sido Freiberg al iniciar sus estudios en Alemania— se prolongó hasta comienzos de agosto de 1833, fecha en que abandonó definitivamente aquella ciudad para iniciar el viaje hasta Mansfeld, siguiendo luego camino a Silesia (reino de Prusia) y desde ésta a la región de Moravia y otras localidades de Austria65:
Viaje de Clausthal a Anhalt-Bernberg y Mansfeld (región del Harz). Agosto de 1833 En el relato de este viaje no existe, salvo en el título que lo encabeza, ningún detalle de la visita a Mansfeld66. Durante este recorrido visitó minas y fundiciones, siguiendo el siguiente itinerario: Clausthal-Polsterberg-Altenau-Brudberg-Andreasberg-Braunlage-Rothehütte-Rübeland-Elbingerode-Blankenburg-Thale-Neinstedt-Suderode-Genrode-Mágdesprüng.
Viaje a Silesia y República de Cracovia (boy Polonia), Moravia (actual República Checa) y Austria, del 21 de octubre al 9 de noviembre de 1833 Recorrido por Silesia (hoy comprendida en el territorio de Polonia): Tarnowitz-Beuthen-Cracovia-Wieliczka-Podgorze-Kenty-Bielitz Itinerario seguido en Austria: visita a Kotschau-Teschen-Olmütz-PredlitzWischau-Brünn-Reygern-Pohrlitz-Nikolsburg (localidades de la región de Moravia, entonces bajo el dominio austríaco) y Wilfersdorf-Kunzendorf-Wolkersdorf-Viena-Linz-Lambach-Salzburgo-Hallein.
65
Ibíd., Subcarpeta 6. Respecto a Mansfeld, sólo existe un cuadernillo titulado «22. Lambachhütte. Mansfeld», con dibujos y notas escritas a lápiz (LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 8). 66
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Visita a Heidelberg (hoy en el estado de Baden-Württemberg), al sur de Alemania. Del 19 al 22 de noviembre de [1833] Gómez Pardo no señala el año ni la localidad de partida y tampoco el itinerario seguido hasta llegar a Heidelberg, aunque es probable que realizara el mismo trayecto que Ezquerra del Bayo (1847), partiendo desde Hallein (Austria). Dentro de la documentación relativa a las actividades desarrolladas en Baden-Württemberg, existe además otro cuadernillo suelto, titulado «Aprovechamiento de los gases combustibles o empleo del aire caliente en Wasseralfingen67. Caminos de hierro y carretones»68, en el que se describen procedimientos técnicos observados en una fundición de esa localidad, sin constar ninguna otra referencia a los caminos de hierro citados en el título.
Viaje al distrito de minas de Saarbrücken, en la región del Sarre, fronteriza con Francia. Año 1833 Las únicas noticias sobre este recorrido, que presumiblemente Gómez Pardo emprendió tras cumplir con su cometido en Wasseralfingen, están contenidas en un cuadernillo con apuntes breves y dibujos referidos a la visita de dos establecimientos fabriles en el estado del Sarre (en Neukirchen y en Dillingen), bajo el título: «1833. Alemania. Distrito de minas de Saarbrücken. Fundición de hierro de Neukirchen. Fábrica de hojalata y chapas de hierro de Dillingen», además de unas notas e ilustraciones sobre los «caminos de hierro o ferrocarriles» del distrito 69 .
Visita a la fundición de Hayange, cerca de Thionville (Francia) Gómez Pardo podría haberse trasladado a esta localidad (cercana a la frontera con el estado del Sarre) desde Saarbrücken, con el objeto de visitar sus minas de hierro y fundiciones, conservándose como testimonio de ello un cuadernillo de apuntes sobre las características del mineral y el funcionamiento de hornos 70 . Es de suponer también que desde Hayange seguiría 67
Wasseralfingen es un importante centro metalúrgico de Württemberg, hoy estado de Baden-Württemberg. 68 LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 3. 69 Ibíd. 70 Ibíd.
Lorenzo Gómez Pardo y su travesía por Centroeuropa y Francia
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hasta París, para emprender el último tramo de su travesía antes de retornar a España.
Enero 1834. Viaje de París a Alais, del día 7 al 2771 El itinerario seguido en este recorrido fue el siguiente: Paso por Charanton y otros pueblos pequeños hasta llegar a Melun, continuando por: Montereau-Fosard-Pont sur Yone-Sens-Autun-ChalonMácon-Anse-Joigny-Auxérre-Lyon-Givors-Rive de Giers-Saint ChamondSaint-Étienne (visita a minas, fundiciones y Escuela de los Mineros). Desde Saint-Étienne regresó a Rive de Giers y a Saint Chamond (visita a una fábrica de vidrio y minas), para luego retornar a Lyon, siguiendo la ruta por Limonest-Chessy (visita a minas y a una fundición) y Chátillon. De aquí volvió a Limonest y de ésta nuevamente a Lyon, prosiguiendo el viaje por VienneValence-Pont St. Esprit-Avignon y Nimes hasta llegar a Alais (visita a minas, fábricas y fundiciones). En esta última localidad Gómez Pardo concluyó su viaje, cerrando la narración del mismo con el detalle de las actividades del día 27 de enero de 1834.
L o s CUADERNOS DE V I A J E S
El relato: forma y materia
narrativa
Los textos aquí editados se inscriben en una forma de relato específica, la literatura de viajes científicos, generalizada en el siglo x v m para difundir los resultados de las empresas de conocimiento —individuales o colectivas— desarrolladas en territorios comprendidos dentro y fuera del país de origen de sus protagonistas. Dentro de la tipología aplicada al ámbito de la narrativa de viajes, Roussell-Zuazu clasifica los relatos de expediciones científicas como un «subgénero» científico-histórico caracterizado por la precisión de detalles y el énfasis en las circunstancias difíciles o adversas del viaje 72 . Desde el punto de vista formal, los documentos del Legado Gómez Pardo catalogados como «Viajes minero-metalúrgicos», consisten en una serie de LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 6. Chantal ROUSELL ZUAZU, La literatura de viaje española del siglo xix. Una tipología [Tesis de Doctorado en Filosofía], Texas Tech University, mayo 2005 (http://dspace.lib.ttu.edu). 71
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cuadernos, en los que su autor anotó en forma de diario su recorrido por pueblos y ciudades, las observaciones y actividades desarrolladas en los establecimientos mineros y metalúrgicos visitados y variadas noticias y anécdotas del cotidiano andar. Llevar prolija anotación del itinerario de viajes y de todo lo inherente a éstos era, ante todo, una medida lógica para no exponer al olvido la secuencia temporal, las experiencias vividas y los aprendizajes adquiridos en la travesía, tal como lo explicaba Ezquerra del Bayo, compañero de Gómez Pardo en algunos recorridos por Alemania: «Sin llevar el diario de viaje es imposible poder dar razón de lo que se ha visto, a menos de estar dotado de una memoria extraordinariamente privilegiada» (Ezquerra del Bayo 1847: XIX). C o m o antes señaláramos, los cuadernos de Gómez Pardo constituyen —aparentemente— una primera versión en limpio de sus escritos e ilustraciones, un paso ineludible para corregir los efectos de la premura con que fueron hechos, es decir, de modo simultáneo a sus viajes y visitas. La provisionalidad de esta primera reescritura quedaría incluso refrendada por el final abrupto de su narración, que acaba abruptamente — a u n q u e fiel a su inclinación metalúrgica— con la pormenorizada descripción de un horno de la fundición de la ciudad francesa de Alais. Lorenzo se abocó al ordenamiento de sus apuntes y dibujos en el transcurso mismo de sus recorridos, según refiere en la crónica del día 16 de enero de 1834, cuando se hallaba en Saint-Etienne (Francia): «Afortunadamente, fue el [día] más malo de todos por las incesantes lluvias, pero era el que yo había reservado para arreglar mis apuntes y dibujos [...]»73. Además de las inclemencias del tiempo, que hacían del diario de viajes un buen recurso para «llenar» las horas de encierro forzoso y aliviar esa «secatura» de que hablaba Ezquerra, otras motivaciones más profundas subyacen en la elaboración de este tipo de narrativa. En cualquier tiempo y lugar, el acto de escribir — u n libro, un relato de viajes— introduce a su autor en un territorio que le es propio, amparándose bajo ese «cielo protector» que lo alivia del extrañamiento y del desamparo, como tan bien lo definiera Gasquet (2006: 65) al aludir a la función de la escritura y la lectura en el fragmento con el que iniciamos estas páginas. Tal había sido el sentir de Ezquerra del Bayo, según lo expresaba en su relato:
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1834.
LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 6. Día 16 de enero de
Lorenzo G ó m e z Pardo y su travesía por C e n t r o e u r o p a y Francia
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[...] cuando se viaja, y sobre todo por país extranjero, donde se tienen pocas relaciones particularmente en un principio, se pasan muchos ratos de fastidio y secatura; que no sabe uno qué hacerse, y mucho más si empieza á llover ó hace un frío de 14 ó 15 grados bajo 0: con la formación y revisión del diario se llenan perfectamente muchos de estos ocios (Ezquerra del Bayo, 1847: XIX).
Los dibujos constituyen un complemento importante a los apuntes de viajes de Gómez Pardo, conforme al modelo instaurado en la etapa de la Ilustración, es decir, la observación científica «ilustrada» con documentos gráficos74. Sus notas se interrumpen una y otra vez con ilustraciones a veces diminutas (pequeños detalles de lo observado, como la forma de una roca, partes de una maquinaria, pieza de un horno, etc.), en un afán descriptivo y de registrarlo todo. Durante el período romántico, el «pintar los objetos naturales» llevaba implícito además, como en el caso paradigmático de Humboldt, el objetivo de «suscitar un puro amor por la naturaleza», al tiempo que el propósito de capturar su unidad (Montesinos y Renn 2003: 338-339). Los dibujos que acompañan el relato de Gómez Pardo son en su mayoría de tipo técnico (hornos, partes de maquinarias, cortes geológicos), contrario a lo que se observa en Ezquerra del Bayo, por ejemplo75. Sin embargo, en el caso del diario que Lorenzo escribió durante uno de sus viajes en territorio español76 —en concreto el emprendido a Linares por motivos oficiales, en 1838—, se encuentran magníficas ilustraciones, como las vistas panorámicas de Jaén y de Bailén y su castillo, edificación ésta muy grata a los ojos románticos, como símbolo de un pasado mirado con nostalgia. 74 Jaime M O R E N O V I L L A R R E A L , «El mapa originario», Debats 7 8 (2002), Quadern (www. alfonselmagnanim.com/debats/78/quadern01.htm-16k). 75 Ezquerra incorpora en su relato ilustraciones variadas: paisajes de lagos y montañas, personajes con vestimentas típicas, máquinas, etc. Este ingeniero era experto en Dibujo y Pintura, materias que estudió en la Academia de Nobles Artes de San Fernando y con el conocido pintor Vicente López (Rafael A M A R DE LA T O R R E , Biografía del limo. Sr. D. Joaquín Ezquerra del Bayo, Inspector General de Minas, Madrid, Imp. Vda. de A. Yenes, 1859). 76
Dentro del L E G A D O G Ó M E Z P A R D O se conservan dos pequeños cuadernillos, relativos a los viajes que Lorenzo realizó a Linares (Jaén) y a Almadén (Ciudad Real) en cumplimiento de comisiones oficiales, en su condición de ingeniero I o y de inspector general de la Dirección General de Minas, respectivamente: «1838 y 1839. Diario de mi viaje desde Madrid a Linares, y desde esta villa a Jaén, Bailén, Granada, Baeza» y «Viaje a Almadén, Abril de 1843» (LEG. GP, DGM-Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 9). Ambos relatos son breves, especialmente el referido a Jaén, narrado en unas pocas páginas, acompañadas de las ilustraciones arriba señaladas.
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Sin desterrar del todo el nosotros como persona narrativa, utilizado en no pocos pasajes de la narración, predomina en ésta el uso de la primera persona, no obstante tratarse de viajes y actividades desarrolladas con compañeros de estudios u otras personas; la forma del yo narrativo era, por lo demás, la preferida por los autores de la literatura de viajes (Forneas Fernández 2004). En lo que se refiere a otros rasgos formales, por las misma razón antes expuesta (es decir, el carácter supuestamente provisional de los textos), la redacción no se corresponde, por lo general, con el estilo más esmerado —aunque no carente de influencias culteranas— que ostenta Gómez Pardo en otros escritos, como puede constatarse en el discurso leído en la Escuela de Minas o en sus Memorias sobre Gádor; así pues, es frecuente toparse con párrafos de laberíntica sintaxis, que no pocas veces acaban inconclusos. En contraste con este barroquismo, el texto contiene ciertos pasajes en los que el autor consigna las actividades realizadas a modo de simple enumeración (véase al respecto algunas notas sobre el viaje por Silesia y Austria), a la par de otros en los que deja espacios en blanco, correspondientes a nombres de personas o de lugares, medidas, distancias en kilómetros, etc., que supuestamente esperaría a corroborar de cara a una publicación de todo el material narrativo. Además, en la crónica referida a algunos trayectos, efectuados bajo circunstancias personales (malestar físico, por ejemplo) o climáticas adversas, resalta la brevedad de las notas, que parecen haber sido escritas sólo con el fin de dejar constancia de tales inconvenientes. Como hemos advertido al exponer los recorridos de Gómez Pardo por Europa central y Francia, la minuciosidad en la indicación de las fechas no es equilibrada a lo largo de todo el texto: determinados tramos del itinerario son descritos con prolija indicación de hora, día, mes y año, mientras que otros carecen de cualquier especificación al respecto o constituyen referencias incompletas (señalamiento del mes y del día y no el año, o viceversa). En lo que se refiere a su contenido, los relatos de Gómez Pardo ofrecen un campo de análisis de extremada riqueza. Sus viajes por tierras centroeuropeas y Francia —así como los realizados por otros ingenieros del Cuerpo de Minas— fueron financiados con fondos públicos, en el marco de un proyecto institucional específico, puesto en marcha tras la creación de la Dirección General de Minas con el objeto de introducir en España los adelantos de otras naciones europeas en el campo minero-metalúrgico. Si bien no se trataba de una aventura viajera que los protagonistas emprendieron de manera autónoma, los apuntes tomados por Gómez Pardo y Ezquerra del Bayo a lo largo de sus
Lorenzo G ó m e z Pardo y su travesía por Centroeuropa y Francia
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viajes de estudios, cuajaron en narraciones que trascienden lo meramente científico y técnico. Los relatos minero-metalúrgicos de Gómez Pardo reflejan en sí mismos los nuevos enfoques de la ciencia, teñidos de ciertos principios del romanticismo, aunque sin desterrar las influencias ilustradas, pudiendo ser considerados en este sentido como el reflejo de «la furia empirista por la observación, el dato y la crónica», conforme a lo apuntado por Cicerchia al tratar de los viajes ilustrados y románticos, especialmente a partir de la hazaña de Humboldt (2005: 17). Una vez en el terreno, las vivencias asociadas a la travesía se convirtieron en materia narrativa, de modo similar a los datos objetivos sobre minas, fundiciones o condiciones geológicas del terreno. Resultaba del todo imposible reducir a la sola información técnica la riqueza de unos tiempos marcados por el movimiento constante, la transitoriedad de las relaciones humanas en una sucesión de partidas y llegadas con sus bienvenidas y adioses, el azaroso recorrido en diligencias y el alojamiento en insufribles posadas, en suma, las múltiples contingencias que rodean la experiencia viajera. Las penalidades e inconvenientes propios de los viajes —transporte, alojamiento, comidas, abusos con el «turista»— son referidos como la cuota de sacrificio y aventura intrínsecos a un viaje en pos del conocimiento, que en su faceta de travesía sacrificada recuerda en cierta manera las cruzadas evangelizadoras de los misioneros en tierras de «infieles»; aunque en el caso de Pardo y sus amigos, ellos iban a ser «evangelizados» por la ciencia alemana. En su travesía, el científico viajero se enfrenta a lo desconocido, a países distantes del suyo no sólo en virtud de la lejanía geográfica sino, también por su idiosincrasia y costumbres, circunstancias éstas que lo llevan a ejercer como un cronista que observa y da cuenta de todo lo nuevo. Por otro lado, es un extranjero más, sometido a la continua presentación de pasaportes, paso de aduanas y requisas, al obligado alojamiento en fondas y a la lidia con los ciceroni e incluso a la inusitada discriminación establecida en el salón de comidas de una fonda de Praga, «[...] en que hay tres separaciones: una para los nobles, otra en el centro para los extranjeros y otra para los demás»77. En el relato de Gómez Pardo, esta experimentación de la extranjería podría tener a la vez como contrapartida su discurso sobre esos «otros» con los que
77 L E G . GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 9. Viaje a Bohemia, día 21 [marzo de 1829].
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Beatriz Vitar
se encuentra en el hacer camino, devolviéndonos como un espejo su propia imagen 78 . Como bien señala Forneas Fernández a propósito de la estrecha relación entre «viajar» y «narrar», «todo viajero es un cronista en potencia [...], la experiencia del viaje no se completa hasta que no se cuenta» (2004: 223). De ahí emerge esa particularidad globalizadora del relato, incorporando en él elementos que habían pasado a convertirse en un lugar común de las narraciones de viajes, para atraer a un público no especializado. En este sentido, los rasgos costumbristas están presentes en la crónica de Gómez Pardo, tal como se estilaba en los relatos de viajeros de su tiempo, un género que nuestro ingeniero conocía bien, a juzgar por los libros que componían su biblioteca 79 . Por otra parte, la misma España, como ha sido de sobra destacado en los estudios sobre la literatura de viajes, fue la meta de muchos viajeros románticos, cuyos tópicos (Forneas Fernández 2004: 230) afloran a su vez en los relatos de Gómez Pardo, lo que puede constatarse en sus comentarios sobre el interrogatorio al que fue sometido por funcionarios mineros durante una comida en una localidad del Harz, en cuyo transcurso: «[...] me molieron con todas las cuestiones que son consiguientes a un español en estos países», y que, claro está, tuvieron que ver con Andalucía, sus mujeres y los toros 80 . A la vez y acorde con los influjos del romanticismo, en los apuntes de Pardo afloran sus sentimientos y emociones, palpables en sus descripciones de la naturaleza y del paisaje, así como en las referencias a las personas con las que llegó a trabar una relación afectiva y, cómo no, a las mujeres que le impresionaron favorablemente por recordarle a alguna andaluza trianera, que parece haber sido el prototipo femenino que encajaba dentro de sus preferencias: en la narración de viaje «todo cabe» (Forneas Fernández 2004: 231). Con relación al carácter autobiográfico de los relatos de viajes, véase Santiago HENRÍ«Tránsito ensimismado: la autobiografía que no cesa», en José M. Oliver [et al.] (eds.), Escrituras y reescrituras del viaje: miradas plurales a través del tiempo y de las culturas, Bern, Peter Lang, 2007, pp. 283-289. 79 Entre las obras pertenecientes al género de la literatura de viajes, Pardo había leído los relatos de Teófilo Gautier, Voyage en Espagne (1840), y de Alphonse de Lamartine, Souvenirs, impressions, pensées et paysages pendant un voyage en Orient (1832-1833) ou notes d'un voyager (1835), elaborando sobre ellas algunas notas que, en el caso del primero (Gautier), destacaban la cantidad de «disparates» y noticias falsas sobre España (VITAR 2007: 249). Véase también LEG. GP, Biblioteca de Lorenzo Gómez Pardo, Carpeta 14. 80 LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 6. Día 14 de agosto de 1833. 78
QUEZ J I M É N E Z ,
Lorenzo Gómez Pardo y su travesía por Centroeuropa y Francia
Minería y
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metalurgia
Conforme a las motivaciones de los viajes realizados por Gómez Pardo, sus cuadernos ofrecen principalmente información científico-técnica, abundando en datos relativos a explotaciones mineras, fundiciones y fábricas de diverso tipo visitadas en los diferentes recorridos, destacando a su vez las notas e ilustraciones relativas a los hornos de fundición. Como resultado de su aprendizaje en Freiberg y de los recorridos minero-metalúrgicos y geognósticos practicados en diferentes regiones comprendidas en la Confederación Germánica, los cuadernos de viajes aportan una larga lista de términos técnicos del alemán, referidos a los métodos de laboreo de minas, a los procesos de amalgamación y fundición y a las formaciones geológicas de los terrenos cercanos a las explotaciones mineras. Por otro lado, a la descripción de lo observado se suma la información minuciosa de medidas (longitud, altitud, volumen, etc.), ya se trate de trabajos y equipos mineros, hornos de fundición o de maquinaria fabril. La inclusión de este tipo de datos ejemplifica ese «entusiasmo por el refinamiento de la medición» que había comenzado a fines del siglo x v m (Cicerchia 2005: 13). Aunque Gómez Pardo no llegó a publicar sus diarios ni tampoco las lecciones de Metalurgia dictadas en la Escuela de Minas, cabe incidir en su contribución al léxico científico, particularmente en el campo de su materia docente. Dentro de las actividades científicas desarrolladas en su itinerario, Gómez Pardo dio especial importancia a la excursión geognóstica. Esta constituía para él no sólo una práctica necesaria como estudioso de la minería sino también una de sus ocupaciones predilectas: salir a «geognosear» —según su propia expresión— le significaba una fuente de disfrute, a la que habría de recurrir en un futuro no muy lejano en su país natal, con el fin de escapar de las tensiones de la vida política y profesional. En los cuadernos de viajes de Gómez Pardo, los elementos geológicos son abarcados bajo una mirada integradora del mundo natural y del construido por el hombre. Atento al objetivo primordial que subyacía en su empresa viajera —el aprendizaje minero-metalúrgico—, a menudo en sus narraciones otros aspectos quedan supeditados a la prioridad de la información científica, tal como se observa en la descripción de elementos del mobiliario o de los materiales de que se componen las edificaciones, en las que se habían aprovechado las rocas u otros componentes de los terrenos aledaños, que fueron objeto de los recorridos geognósticos de nuestro viajero. No hay más que leer, para comprobarlo, sus alusiones a «la columna del Conde de Findlater», en Karlsbad
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(Bohemia), consistente en «una pirámide de arenisca» y a la plaza de otra ciudad bohema, Elnbogen, «en la que hay una gran pirámide triangular de granito churrigueresca»81, o el detalle que ofrece de la mesa que observó en la posada de Mácon (Francia), «formada de piedra caliza conchilífera extraída de las cercanías»82, por citar unos ejemplos. La referencia a castillos, monumentos o iglesias también suele convertirse en pretexto para introducirse en la geognosia, aunque sin desmedro de la inclusión de pasajes en los que el dato técnico cede espacio a la subjetividad y al goce estético, según podemos constatar en el relato del descenso a las minas de hierro de Zinnwald, en el Erzgebirge (Montes Metálicos) 83 . En este sentido, el acopio de información sobre las modalidades de laboreo o de las técnicas de fundición no está disociado de la percepción romántica. En la observación de las galerías mineras, de los cortes geológicos o de los procesos metalúrgicos, Gómez Pardo no omite la descripción del placer estético producido al contemplar ciertas escenas, como la que dibujaban los hornos en pleno funcionamiento en una fragua de Rübeland (Harz), suavizando así la densidad de los fragmentos dedicados a las cuestiones técnicas, con la ayuda también de la intercalación, en este caso, de los pormenores de la comida organizada por funcionarios de aquella fundición. Otro ejemplo es la descripción del espectáculo que ofrecía un establecimiento metalúrgico de Schwarzenberg, a cuya inauguración asistió, embellecido por el esplendor de su entorno natural (río y montañas), la música y la solemnidad del acto; el relato de esta celebración constituye una muestra cabal de la sensibilidad de Gómez Pardo para captar la belleza de los elementos naturales y de los materiales propios de un oficio determinado, del paisaje fabril en su dimensión estética; en suma, los efectos plásticos producidos por la conjunción de la naturaleza y de los artificios creados por el hombre. En otro orden de cosas, la información que Gómez Pardo brinda acerca del quehacer europeo en el ámbito concreto de las fundiciones o explotaciones mineras, muestra otras facetas de interés; aparte de los contenidos técnicos, sus comentarios aluden a las actitudes y comportamientos profesionales observados en los diferentes sitios recorridos. En lo que concierne a esto último, su relato es esclarecedor con relación al saber científico-técnico en el que se sustentaba la actividad minero-metalúrgica y el modo en que tales conoci81
L E G . GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 9. Viaje a Bohemia,
día 12 [abril de 1829]. 82
Ibíd., Elnbogen, día 31 de [¿mayo?] de 1829.
83
Ibíd., Zinnwald, día 2 0 de marzo de 1829.
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mientos eran objeto de cierto celo profesional manifestado en el retaceo de información, permitiendo con ello sopesar las diferencias y similitudes dentro del espectro de naciones visitadas. En este aspecto, es importante considerar las nuevas circunstancias que rodeaban el quehacer científico en el siglo xix, en contraste con el misterio que rodeó al conocimiento en épocas pasadas; como resalta Dhombres, «[...] el progreso, disipaba cualquier misterio en beneficio de todos [...], la certeza se alcanzaba mediante pruebas humanas» (Dhombres 2003: 26). En parecidos términos se expresaba Gómez Pardo al hablar de Alemania y de su célebre academia sajona (la de Freiberg), otrora «la universal del mundo minero» gracias al «genio del inmortal Werner», cuyos discípulos —procedentes de todas las latitudes— habían divulgado sus doctrinas por el orbe, con lo que «se popularizaron, por decirlo así, los secretos de la minería alemana, perdiendo parte de su prestigio misterioso» (Gómez Pardo 1834: 43). Por otra parte, el ambiente científico de Alemania contrastaba con el de Francia, país éste que ya conocía Pardo a raíz de su primer viaje para estudiar en París, a mediados de los años 1820; en una de sus misivas a Elhuyar desde Freiberg, nuestro viajero apuntaba que en su Academia, los profesores se afanaban por que los alumnos sacasen provecho de las clases «y ponen para ello todos los medios, sin ocultar nada ni monopolizar la ciencia como hacen los franceses» 84 . Esta actitud en el ámbito académico tenía su equivalente en el secretismo profesional imperante en las prácticas metalúrgicas, aunque en lo de escatimar información iban parejos alemanes y franceses; ello puede constatarse en el relato de la visita de Pardo a una fundición en Mágdesprüng: «Pasamos luego al molino o fábrica de arambre de hierro, de la que hacen gran secreto, como de casi todo, a pesar de no ofrecer mucho de nuevo» 85 y en ocasión de recorrer la acería de la Berardiére en Saint-Étienne (al sur de Francia), cuyo capataz y obreros, de origen alemán 86 , le habían acogido con «amabilidad y franqueza» al oír que les hablaba en su lengua:
84
«Cartas [de LGP] al Sr. de Elhuyar [Freiberg, c. 1829], LEG. GP, DGM-Cartas, Carpeta 11. 85 LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 6. Agosto de 1833. 86 El proceso de industrialización de los países europeos provocó grandes movimientos migratorios en el siglo xix, siendo notorio, dentro de Alemania, la pérdida de población de algunas regiones, entre ellas Prusia y Sajonia. Berlín se convirtió en receptora de población, al igual que ocurrió con otras capitales europeas como París y Viena. Por otra parte, no fue menor el flujo migratorio hacia territorios fuera del continente (Ferguson 2002: 130-133).
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Me dijeron que no querían enseñar a ningún francés, y que les decían siempre lo contrario de la verdad. Vi con ellos todo el establecimiento, la fundición de acero, la cementación, la refinación, &. Nos entretuvimos, a costa del pellejo de los franceses en su presencia, porque habiendo yo conocido en Rheinscheid, de donde eran, y en Hachen al padre del capataz o subdirector, no hizo ningún secreto para enseñarme objetos que yo ya había visto en su patria87 (subrayado añadido). La idiosincrasia nacional se manifestaba también en la vida cotidiana del m u n d o minero, aunque en este caso la información no proviene de Gómez Pardo sino de Ezquerra del Bayo, quien realizó un recorrido similar por Europa central, siendo su observación de interés respecto de lo que aquí tratamos; así, por ejemplo, destacaba en su relato la falta de obsequiosidad de los mineros en las explotaciones visitadas en Austria, en contraste con la experiencia habida con sajones y prusianos: «[...] ningún minero austríaco me ha ofrecido una taza de café; ¡qué digo una taza de café! Ni siquiera un vaso de agua» (Ezquerra del Bayo 1847: 163).
Política, economía y sociedad En el campo de la vida política, los cuadernos de viajes de Gómez Pardo sólo contienen alusiones pasajeras a los grandes acontecimientos que dejaron huella en la historia de las naciones europeas, como el célebre Congreso de Viena de 1815 o, en el caso concreto de Alemania, la alianza aduanera promovida por Prusia —hecho crucial para el futuro proceso de unificación nacional— y el movimiento revolucionario de 1830; a este último nuestro viajero apenas dedicó una ligera referencia, en ocasión de narrar la inauguración de una fundición de Sajonia, región que había logrado sostener su ritmo de producción «en medio de las convulsiones políticas de la patria» 88 . N o deja de sorprender la ausencia de mayores observaciones por parte de quien — c o m o Gómez Pardo— había participado una década atrás en acciones milicianas de importancia contra el poder absolutista de Fernando VII; esta parquedad de noticias no nos impide aventurar que, dada la provisionalidad del texto, hubiese dejado los comentarios in extenso para una futura publicación. De la visita a capitales importantes 87
LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 6. Día 15 de enero de
1834. 88
1831].
LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 7. Día 4 de julio [c.
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como Praga o Viena, centrada en su interés científico, cultural y artístico, el relato no recoge noticias relacionadas con el escenario político. El viaje por Austria, relatado de modo sucinto, tampoco ofrece referencias de este tipo, contrastando con la jugosa información que aporta Ezquerra del Bayo, por ejemplo, cuando alude al «gobierno despótico» con sede en Viena, al poder omnímodo de Metternich, «el verdadero emperador, como también lo fueron su padre y abuelo», y a la estricta vigilancia a la que fueron sometidos él y sus compañeros de viaje 89 «al saber que los tres [...] pertenecíamos al partido liberal» (Ezquerra del Bayo 1847: 292-293). En lo que incumbe a la vida económica y el marco socio-laboral, Gómez Pardo volcó importantes observaciones, en particular sobre el desarrollo industrial centroeuropeo y francés a comienzos de los años 1830. En este aspecto, en algunas de sus notas dejan entrever los principios de los ideólogos del liberalismo económico (F. List, Adam Smith) sobre la «natural» división internacional del trabajo en virtud de las circunstancias geográficas particulares de las regiones, correspondiendo a las templadas la función manufacturera; así, al mencionar la fertilidad de los campos de los alrededores de Lyon, resaltaba «todos los encantos de un clima meridional, en el que sin embargo la industria prospera»90. Un elemento importante del proceso de industrialización fue la introducción del ferrocarril, con un fuerte impacto en la economía y en la vida social (Sheehan 2002), como bien se refleja en la crónica de Gómez Pardo relativa a su recorrido por Francia. Por otra parte, al tratar de los avances en el campo de la industria, aspecto íntimamente ligado con la cuestión social, Gómez Pardo nos introduce en el fenómeno de su impacto en el mundo laboral (el desempleo), presentando éste como una amenaza concreta para los obreros de la seda en Lyon, que en los primeros años del decenio de 1830 se movilizaron en demanda de mayores salarios: «Es imposible que las fábricas de Lyon puedan sostener una concurrencia ventajosa con las de Erbelfeld y otras de Prusia, en que la mano de obra es infinitamente más barata y las máquinas hacen menos necesaria»91. La industrialización promovió a su vez el asociacionismo en los sectores obreros en defensa de sus derechos, lo que podemos constatar en la crónica de Gómez 89
Ezquerra se refería a Rafael Amar de la Torre y Felipe Bauza, que integraron la segunda «tanda» de pensionados enviados por la Corona a Freiberg. 90 LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 6. Día 11 de enero de 1834. 91 Ibíd. Día 22 de enero de 1834.
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Pardo sobre aquella ciudad francesa. Sin embargo, en la opinión de nuestro viajero, su pujanza industrial había permitido un buen nivel de vida a los trabajadores, que se habían acostumbrado al «lujo», moviéndoles esto a reclamar salarios «desproporcionados» y a formar «conjuraciones muy perjudiciales a la industria»92. Fue precisamente la cuestión social francesa una faceta a la que Gómez Pardo dedicó especial atención, haciendo hincapié en lo «exorbitante» de los salarios de los mineros, situación que a su juicio era impensable en un país «en que se creen los más ilustrados del mundo»; estos comentarios pintan al liberal ilustrado, a quien aterraba el «desorden» de la clase obrera y «su mala educación religiosa y política», fomentando su «amotinamiento»93. Yendo más lejos todavía, Gómez Pardo no obvió ironizar, en cuanto se le presentó la ocasión, sobre los principios de la «filosofía política francesa»: fue durante su parada en una fonda de Chessy, en la que más que en cenar se entretuvo en minuciosas observaciones sobre el lugar y sus parroquianos; su discurso narrativo sobre el particular muestra toda la crudeza de un observador culto ante un grupo de pueblerinos analfabetos, que intentaba enterarse del contenido de un folleto de la Sociedad de los Derechos del Hombre, dándoselo a leer a la posadera94. El largo pasaje relativo a la posada de Chessy contiene algunas diatribas contra la fama de la Francia civilizada y sobre sus logros revolucionarios, para contrarrestar de modo implícito cierta imagen de barbarismo y «disparates» que algunos autores de relatos de viajes —el francés Teófilo Gautier es un buen ejemplo de ello- habían difundido con respecto a España (Vitar 2007: 249). Los juicios negativos de Gómez Pardo sobre el país galo se reiteran en otros pasajes relacionados con la vida cotidiana, dándole ocasión para criticar su sistema político e incluso su Revolución: sentencias poco benignas que, al fin y al cabo, tendrán un paradójico contrapeso en el texto del autor francés (Axel Gasquet) que precede a este estudio, y que hemos escogido en función de la pertinencia de su contenido. La opinión de Gómez Pardo acerca de los reclamos obreros en Francia contrasta con la sensibilidad que demostró en su visita a Almadén en 1843 —en calidad de inspector general de Minas—, circunstancia en la que destacó la insalubridad y penurias que debían afrontar los trabajadores mineros (Vitar
92 93 94
Ibíd. Día 11 de enero de 1834. Ibíd. Día 22 de enero de 1834. Ibíd. Día 20 de enero de 1834.
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2007: 173-174)95. N o obstante, su mirada crítica hacia muchos aspectos de la vida francesa, bien podría tener su raíz en el antijovellanismo de los liberales exaltados — m á s tarde denominados progresistas—, grupo político al que perteneció nuestro ingeniero. Los moderados o «jovellanistas» eran los antiguos afrancesados, enemigos del liberalismo radical o exaltado y sobre todo de los milicianos (miembros de la Milicia Nacional, cuerpo que también integró Gómez Pardo), basando su doctrina política en el sostén de los privilegios de la clase tradicionalmente dominante 96 . Con respecto al mundo de las relaciones sociales, los lazos establecidos por Gómez Pardo y sus compañeros de estudios en los diferentes recorridos se produjeron en el marco de ambientes principescos, con todo un séquito de barones, condes y duques, incorporando en ese «hacer conocimiento» no sólo a tan altos personajes sino también a miembros de la burguesía emergente, como banqueros o propietarios de fábricas. Los estudiantes viajeros fueron acogidos por científicos y aristócratas que les convidaban a beber té o a suculentos banquetes en sus palacetes o mansiones, mientras exponían sus colecciones minerales. Un mundo jerarquizado que se manifiesta hasta en la división social de la cultura en el caso de Lyon y sus salas teatrales: «Además de éste [el teatro principal], hay un teatro del pueblo, llamado de Celestins, que es bastante regular y muy concurrido» 97 . En el otro polo, encontramos el universo pueblerino y mísero de las posadas, y en especial de las de Francia, cuanto más deplorables en tanto que el recorrido por ese país poco había ofrecido a Gómez Pardo en cuanto a esplendor de salones con buena mesa, a excepción de la que disfrutó en Saint-Étienne en la casa de un ingeniero de minas y de su esposa alemana, con quienes compartió una cena prolongada en una velada musical al estilo de las que gustaban a nuestro viajero, con piezas ejecutadas al piano. En un sentido general, el viaje implica el descubrimiento del otro, frente al cual se configura la identidad del viajero, que se define a sí mismo a través
95
A este propósito, bien cabe recordar lo señalado por GASQUET (2006): el viajero «gana en lucidez lo que pierde en inserción». La observación que el visitante realiza desde la distancia que le separa de una realidad que le es ajena, favoreciendo la objetividad, no siempre es sinónimo de «verdad»; en tal sentido, el mismo Goethe había sostenido «la existencia de dos verdades, la del viajero y la del indígena», las que sólo «excepcionalmente» coincidían (en G a s q u e t , 2 0 0 6 : 49). 96 97
1834.
Raymond CARR, España 1808-1939, Barcelona, Ediciones Ariel, 1970, pp. 164-165. LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 6. Día 11 de enero de
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de sus juicios sobre los otros; el viaje «crea relaciones, es decir, identidades individuales y a la vez colectivas» 98 . En el relato de Gómez Pardo, el discurso sobre la alteridad" tiñe los más diversos aspectos abordados, como puede constatarse a través de sus apreciaciones sobre Francia, por ejemplo; también se revela con nitidez al tratar de ciertos sectores de la sociedad que por sus particularidades raciales o de sexo constituían esos «otros» que despiertan prejuicios y prevenciones, en un caso, o bien la tendencia a omitirlos o volverlos casi »invisibles» en el otro, como ocurre con los judíos y las mujeres, respectivamente. En los tiempos en que Gómez Pardo realizó sus viajes a las actuales República Checa y Polonia existía en ambos territorios una importante presencia judía, población ya desde entonces objeto de discriminación, que sería llevada a la persecución y el exterminio en el siglo x x . La alusión a los judíos ofrece una visión estereotipada y arraigada en el imaginario occidental y español en particular, en lo que incumbe a la percepción de aquéllos como comerciantes prestos a embaucar y a sacar provecho; en esa imagen está latente la idea de la usura, asociada a su expulsión de los dominios castellanos durante el reinado de Isabel y Fernando. Así, por ejemplo, en su visita a Praga, Gómez Pardo diría que «el inmenso número de judíos obliga a tener mucho cuidado para no dejarse engañar» 100 . Tópico éste al que se añade el uso de los adjetivos «sucio-sucia» para designar los lugares habitados por judíos, así como sus calles, casas o posadas, según se constata en las notas sobre Polonia. En lo que respecta a las mujeres, éstas aparecen mencionadas en el relato de Gómez Pardo bajo las fórmulas de «la hija», «la madre», «la viuda» o «la esposa de», constituyendo la única excepción el caso de una de las hijas de un ex ministro del reino de Hannover, citada con su nombre de pila, al tiempo que el de su hermana es indicado sólo con la inicial. Los estereotipos afloran en ocasión de narrar los pormenores de la comida ofrecida por un directivo
98 Marc AUGE, «El viaje inmóvil», en M. Lucena Giraldo y J. Pimentel (eds.), Diez estudios sobre literatura de viajes, ob. cit., p. 15. 99 Hemos abordado específicamente este tema en la conferencia «Francia y Centroeuropa en la mirada de un científico español del siglo xix: los 'viajes minero-metalúrgicos' del ingeniero Lorenzo Gómez Pardo, 1829-1834», dictada en el marco del III Encuentro. La problemática del viaje y los viajeros. América Latina y sus miradas. Imágenes, representaciones e identidades (Tandil, Buenos Aires, 14-16 de agosto de 2008). Actas en prensa. 100 LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 9. «Particularidades de Praga».
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de la administración minera en el Harz, ágape en el que participaban aquellas dos mujeres, al expresar que «[...] colocado entre las dos jóvenes a la cabeza de ella [de la mesa], creí que tendría que aburrirme, como muchas veces con las jóvenes alemanas» (subrayado añadido)101; comentario éste al que se suman otros de variado tenor sobre la presencia femenina en los viajes en diligencia. Por otra parte, como un claro ejemplo de intertextualidad, en la crónica de nuestro viajero se reproducen los clichés difundidos por los viajeros románticos del siglo xix —franceses e ingleses- con respecto a la belleza seductora de las españolas, representada en concreto por el tipo de la mujer andaluza, de ojos y cabellos oscuros, símbolos de la sensualidad y de la pasión102. Esos rasgos físicos, resumidos en el reiterado uso que Gómez Pardo hace de los adjetivos derivados de «viveza», constituyen el marco de referencia en su mirada sobre el mundo femenino, como puede verse en el relato sobre un tramo del itinerario realizado de París a Alais: «Al poco rato entraron en el interior [de la diligencia] dos hermosísimas jóvenes y un lugareño: aquéllas sumamente vivas, y con toda la expresión del Mediodía y facciones cortadas a la andaluza [.. .]»103 (subrayado añadido), o bien a través de sus comentarios sobre la posada en la que se alojó en Rothehütte, donde le recibió una joven que habría de inspirar una de las frases más ocurrentes de su relato, que ofrece, además, un tácito contrapunto entre las mujeres germánicas y mediterráneas: La posada [en Rothehütte] no me pareció mala; sin duda por haberme conducido a mi cuarto un par de ojos negros y brillantes, con una fisonomía que recordaba, salvo en el lugar, a las cercanías de Triana. Es preciso confesar que la naturaleza animada tiene siempre mayor influjo que inanimada 104 .
101 LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 6. Rübeland, día 14 [agosto de 1833]. 102 Inmaculada TAMARIT VALLES, «La mujer española, una imagen esbozada en el discurso de los viajeros franceses en el siglo X V I I I » , en José M. Oliver [et al.] (eds.), Escrituras y reescrituras del viaje: miradas plurales a través del tiempo y de las culturas, ob. cit., p. 514. En opinión de algunos autores románticos, esa «hipersexualidad» asociada a las mujeres andaluzas se fundaba en factores de orden climático (véase al respecto Carmen Mozo GONZÁLEZ y Fernando TENA D Í A Z , Antropología de los géneros en Andalucía: de viajeros, antropólogos y sexualidad, Sevilla, Mergablum, 2003, p. 71). 103 LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 6. Día 25 de enero de 1834 [crónica de la llegada a Nimes, Francia]. 104 Ibíd. [Visita a Rothehütte (Harz), agosto de 1833].
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Por último, tales observaciones de Gómez Pardo sobre las mujeres, no desmerecen la inapreciable información ofrecida — a propósito del relato sobre sus visitas a fundiciones del Harz—, respecto de la libertad de movimientos de que gozaban las religiosas en Alemania, lo que de por sí sugiere las conquistas logradas por sus congéneres del mundo laico.
Mundo urbano y naturaleza, travesía y experiencias En los relatos de viajes del periodo romántico, sus autores contraponen lo urbano a la naturaleza 105 , conforme a la visión idílica de ésta como algo sublime. Sin embargo, en el relato de Gómez Pardo la descripción de ciudades ocupa un lugar relevante, en especial las de aquellas que albergaban reliquias del pasado (castillos, iglesias, obras de arte, etc.). Los viajeros románticos buscaban una naturaleza en estado puro, una faceta particularmente notoria en los viajeros ingleses, que huían de un paisaje que progresivamente iba tiñéndose con los humos fabriles y siendo atravesado por las vías férreas, como consecuencia del avance industrial de su país; paisaje industrial que, por cierto, podía también apreciarse en algunas regiones de la Europa continental, como lo refleja el fragmento en el que Gómez Pardo habla de la zona carbonífera de Rive de Giers106, a la que definía como el «Birmingham» francés. En contraste, España significaba para los viajeros ingleses la posibilidad de disfrutar una naturaleza no contaminada y de extasiarse con el exotismo de los monumentos y ruinas del pasado árabe. No obstante el ansia de naturaleza propia de los románticos, en sus viajes minero-metalúrgicos Gómez Pardo experimentó no poco disfrute ante las innovaciones introducidas por el progreso; al salir de Lyon en el ferrocarril que iba a Saint-Etienne y al atravesar varios túneles excavados en las montañas, escribía: «Cuando deslizándose por medio de estas bóvedas oscuras, rechinando al ruido de las ruedas, se contempla los progresos de la civilización por obra de estos prodigios, se siente un placer inexplicable»107. Estas impresiones constituyen la antítesis de la actitud de un viajero como G. A. Bécquer, que prefería desplazarse a lomo de muía para 105 Epicteto DÍAZ NAVARRO, «La m i r a d a romántica: el viaje interior de E n r i q u e Gil y Carrasco», Revista del Centro de Estudios Superiores Felipe II, Aranjuez, n° 7, J u n i o 2007, p. 9 (www.cesfelipesegundo.com/revista/articulos2007). 106 L E G . GP, Viajes minero-metalúrgicos, C a r p e t a 16, Subcarpeta 6. Día 13 de enero de 1834. 107
Ibíd. Día 12 de enero de 1834.
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librarse del sonido chirriante de las máquinas y gozar de una percepción más directa del paisaje (Díaz Navarro 2007: 9). El paseo por los centros urbanos como Praga, Viena o Karlsbad (y asimismo por sus cercanías), que Gómez Pardo describe en detalle, expresa una marcada valorización de las fortificaciones, murallas, monumentos, iglesias, puentes o cualquier otro elemento añejo, de «una antigüedad espantosa», como la que ostentaba el castillo de Pürglitz en Bohemia, por ejemplo 108 ; el gusto por estas edificaciones reflejaba esa nostalgia por el pasado tan propia de los románticos 109 , que sumaban a ello el placer estético de la contemplación de las obras de arte que albergaban. En este sentido, resulta ilustrativa la admiración de Gómez Pardo por la vetusta entrada a la ciudad de Elnbogen, «que recuerda y retrata la puerta de los siglos caballerescos»110, época que sobre todo evocaban todos esos castillos que pueblan su relato. El gusto de Pardo por los Schloss o castillos bien podría ser el equivalente de la predilección de los viajeros románticos, en especial ingleses, por los alcázares de España. Estos vestigios de la presencia árabe se erigieron en uno de los más fuertes reclamos para visitar la Península, en tanto elemento que denotaba esa diferencia que la singularizaba 111 . Por otra parte, los cuadernos de viajes retratan una ciudad burguesa y culta —la que usualmente frecuentó Gómez Pardo—, con cafés, librerías y teatros, escenarios todos en los que se movían las clases pudientes e ilustradas; centros urbanos, además, en los que dicho sector social tenía acceso a la información, como ocurría en el Museo de Heidelberg (Alemania), cuyos miembros «[...] forman una sociedad, en la que tienen la mayor parte de los periódicos de Europa, que se leen en unas salas destinadas al efecto»112. Un caso paradigmático de la ciudad como disfrute era la localidad balnearia de Karlsbad — p u n t o de concentración de la realeza, la aristocracia y la alta burguesía—, al conjugarse en ella la cura, el descanso113 y un ambiente pro108
LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 9. Viaje a Bohemia,
1829. 109
Jorge SOTO ROLAND, «El viajero del romanticismo. El siglo xix y la experiencia sensible del viaje» (http:// www.edhistorica.com). 110 LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Viaje a Bohemia, 1829. 111 Antonio Z A R A T E M A R T Í N , «Pintura de paisaje e imagen de España. Un instrumento de análisis geográfico», Espacio, Tiempo y Forma, Serie VI, Geografía, T. V, 1992, p. 41-66. 112 LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 6. Heildelberg, 19 de noviembre [de 1833]. 113 Sobre el auge de la balneoterapia en el siglo xix, v. BOUZA (2000).
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picio para el encuentro social, sin faltar los paseos por floridas alamedas y las sesiones musicales, entre otros placeres. Las descripciones de Karlsbad y de sus peculiaridades como centro de relax apuntaban, también, a ofrecer unas notas de interés para un determinado sector social, que hizo de los balnearios no sólo lugares apetecibles por la virtud de sus aguas, sino también por constituir un importante marco de sociabilidad burguesa en el siglo xix. La crónica del recorrido por las ciudades presenta, por lo demás, los inconvenientes propios de un turista en cualquier tiempo y lugar, como lo eran la persecución y abusos de los ciceroni, cuestión a la que alude Gómez Pardo, especialmente para dejar sentada su queja por las propinas exigidas para visitar monumentos o iglesias. Una protesta que se reitera en ocasión de verse obligado a pagar precios desmesurados por el transporte del equipaje hasta la diligencia, como le sucediera en su viaje de París a Alais. El casi continuo tránsito de un sitio a otro constituye una de las facetas intrínsecas a la condición de viajero (Gasquet 2006: 53), y de ello dan cuenta numerosos pasajes de los diarios de Gómez Pardo, en ese hacer camino en el transporte «estrella» de la época: la diligencia114. Este elemento de la cotidianidad se vuelve materia narrativa, dando ocasión a la anécdota divertida, como la protagonizada a su paso por Sens y Estrasburgo (Francia)115 y también a la confesión íntima, en esa lógica expectación ante el ingreso de los pasajeros y pasajeras con quienes habrá de compartir, la más de las veces, una larga y penosa travesía; en ese tránsito el científico se convertía en un pasajero más, sujeto y objeto de observación al mismo tiempo. En otro sentido, el viaje conlleva «la mutación continua del lugar que transforma la mentalidad del viajero, su personalidad y su relación con los hombres» (Gasquet 2006: 52). La búsqueda de albergue en los hitos del itinerario escogidos para estancias de diferente duración, es otra de las circunstancias inherentes a la experiencia viajera. Al tratar de este tema, Gómez Pardo nos lleva al terreno de las posadas, un mundo peculiar con claras reminiscencias quijotescas. Y es en este aspecto donde aflora la mirada del extranjero, siendo ilustrativo el comentario que hace en la narración de su arribo a Mágdesprüng: 114
Mariano José de LARRA dedicó a este medio de transporte un memorable artículo, que define a la perfección la aventura que representaba el viaje en aquél, mostrando muchas de las facetas que emergen en los cuadernos de viajes de Pardo (V. «La diligencia» [Revista Mensajero, 16 de abril de 1835], en Artículos varios, ob. cit., pp. 481-490). 115 LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 6. Día 8 de agosto de 1834.
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Me alojé en una mala posada que hay delante de la fundición y en la que se halla el portazgo. Eran las 5V2 dadas cuando avistamos la fundición; es decir que tardé unas nueve horas largas en hacer un viaje de unas 6 leguas y me costó 4 Thalers. ¿Y habrá quién se queje de España en estos países?116.
Por último, entre tantos ingresos y salidas que Lorenzo realizó a lo largo de su periplo, en su crónica no omitió las notas curiosas, como aquel detalle que le llamó la atención en el trayecto de Thale a Mágdesprüng (Harz) y que bajo la mirada de hoy, sólo nos lleva al dicho común de que todo — o casi t o d o — ya está inventado; en sus cuadernos, nuestro viajero describe la modalidad de cobro del portazgo, que bien podría definirse como una forma primitiva del actual peaje en las carreteras: «[...] llegamos a un portazgo en que el portazguero me sorprendió al pasar, sacando por un ventanillo un palo largo, a cuyo extremo había una bolsa en la que se echa el dinero, y de la que se recoge después la boletita de pago»117. En el terreno de las curiosidades, recurrimos una vez más a Ezquerra del Bayo para volver a reconfirmar aquella sentencia popular sobre la escasa novedad de algunos «inventos», sorprendiéndonos con su alusión a los letreros «con letras grandes y negras», observados en distintos estados de Alemania — e insertos incluso hasta en las paredes de palacios—-, que llevaban el nombre de «un estudiante alemán viajero, que le ha dado la manía de hacerse célebre por ese estilo, y siempre lleva consigo un pucherete lleno de unto de botas y una brocha» (Ezquerra 1847: 43-44). Salvando las distancias en cuanto a los recursos técnicos, ¿qué madrileño no recordará, a propósito de lo narrado por Ezquerra, aquel famoso letrero de un artista callejero («Muelle») que inundó la ciudad en los años 80? Naturaleza y paisaje son dos elementos clave en la narrativa de viajes del período romántico, que inauguró modos inéditos en su percepción, incorporando a la narración una fuerte carga de subjetividad. El romanticismo impuso una nueva forma de experimentar la naturaleza, que pasó a revestir el carácter de «sublime»118; en ese sentido, comenta Soto Roland, la emoción del romántico ante la naturaleza era una «reacción nostálgica por el Paraíso pre-industrial Perdido».
Ibid. Dia 18 de agosto de 1833. Ibid. 118 En Trevor H. LEVERE, «Samuel Taylor Coleridge: Viaje por Ignotos Mares», Ciencia y romanticismo, ob. cit., p. 275. 116 117
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Esa naturaleza «sublime» se percibe a través de las palabras con las que nuestro viajero describe parajes como una escena pictórica, vivida con todos los sentidos. Así lo ejemplifica la relación de su paso por la peña de la Doncella en Mágdesprüng, que ofrece un cuadro estético-sonoro compuesto por las rocas y la vegetación y el susurro de las aguas y de las hojas mecidas por el viento, en el que «todo ofrece encantos que sólo pueden sentir los amantes de la naturaleza»119. Por lo demás, el relato de Gómez Pardo bien marca el contraste de los paisajes «románticos» —adjetivo al que recurre una y otra vez para transmitir el deleite producido por la naturaleza en todo su esplendor— con los parajes áridos como los del Harz y el clima gris de sus fábricas y fundiciones: «Después de haber pasado tanto tiempo en el Harz, es decir, en un país más detestable y árido que Siberia, todo lo que era ver la naturaleza adornada de sus galas me parecía cosa nueva y portentosa» 120 . Otro buen ejemplo es el cuadro pastoril que pinta en la crónica del viaje de Andreasberg a Braunlage (Harz), trayecto en el que pudo disfrutar del atractivo de una «naturaleza primitiva», en la que se combinaban estéticamente los elementos de sus tres reinos, siendo el mineral (las rocas graníticas de formas pintorescas) un componente que realzaba la belleza del conjunto. A la par de esta búsqueda de armonía y serenidad en los rincones naturales, también lo «oscuro» e «irregular» fueron elementos que atraparon al observador romántico, según expone Díaz Navarro (2007: 7). Ello puede constatarse al leer el pasaje en el que Gómez Pardo se solaza en detalles para narrar el descenso a las profundidades de la mina de Zinnwald, haciendo hincapié en sus efectos «tenebrosos» y «aterradores»121; asimismo, en la apreciación de la música «lúgubre» que hizo de la celebración en la fundición de Antonhütte (en su día inaugural) un acto «imponente». Dentro del marco natural, las montañas se convirtieron en objeto de adoración para los románticos, tal como lo ilustran dos grandes exponentes de este movimiento en Inglaterra, Lord Byron, autor de los versos en que cantaba a la naturaleza toda: «Mis altares son las montañas y el océano, la tierra, el aire y las estrellas.. .»I22, y Samuel Coleridge, que entraba en estado de trance al trepar 119
LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 6. Mágdesprüng (Viaje de Clausthal a Anhalt-Bernberg), [agosto de 1833]. 120 V. el relato que hace Gómez Pardo al llegar a Thale (Ibid., [agosto de 1833]). 121 LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 9. Día 20 de marzo de 1829. 122 Cecil M. B O W R A , La imaginación romántica, Madrid, Taurus, 1972, p. 175.
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montañas, una experiencia «sublime» que «exaltaba» y «enriquecía» su alma. Coleridge era un gran escalador de cimas en solitario; alcanzar las alturas era el equivalente de conquistar lo sagrado y, dicho por él mismo, era «su mejor cura y reconstituyente» (en Levere 2003: 272-273). Un arrebato similar se apoderaba de Gómez Pardo al transitar por las alturas, las «románticas montañas» —tal como las define— que recorre con su mirada; sus descripciones de los parajes montañosos reflejan su emoción ante la magnificencia y la fuerza de las rocas, que constituyen un elemento omnipresente en la percepción del paisaje. Dentro del romanticismo, este «culto» a las alturas —elemento mítico de muchas civilizaciones, como las amerindias—, se fundaba en su representación como vía de elevación espiritual (Soto Roland), cada vez más lograda a medida que se avanzaba en la escalada. Una armonía y estado espiritual que la sacudida mortal de un peligro latente como la epidemia de cólera que azotaba Europa podría hacer tambalear; veamos los comentarios de Gómez Pardo al respecto, mientras visitaba los alrededores de Elnbogen, en Bohemia: El hermosísimo y vasto valle, sembrado de m i n a s de lignito que se descubren desde la altura del c a m i n o , los trozos disformes de c u a r z o e s p a r r a m a d o por sus llanuras, el corte de los valles accesorios: todo contribuye a llamar la atención geognósticamente y a separarla de la idea de la a m e n a z a n t e cólera 1 2 3 .
En el relato de Gómez Pardo puede palparse ese goce que proporcionaban las cimas al contemplar desde ellas el mundo, en un ejercicio en el que se fundían la sensación de poderío y libertad con la ilusión de estar más cerca del cielo y de lo sagrado. Un placer redoblado cuando en las elevaciones del terreno se hallaba asentado un castillo, elemento que venía a completar el cuadro romántico, sin omitir el dato científico. Los cuadernos de Gómez Pardo nos muestran al viajero ilustrado, movido por el afán de aportar a la sociedad y al mundo científico en particular, el «beneficio» de los conocimientos adquiridos en su travesía124. En un proceso a la inversa, se interpone en ese cometido la percepción del viajero romántico, desde la cual el viaje —y dentro de él la naturaleza y el paisaje— se convierte en una experiencia «sensible».
123
L E G . GP, Viajes minero-metalúrgicos, C a r p e t a 16, S u b c a r p e t a 9. Viaje a Bohemia,
1829. 124 M a r í a del M a r SERRANO, «Viajes y viajeros por la E s p a ñ a del siglo x i x » , críticos de Geografía Humana, Universidad de Barcelona, N ° 9 8 , 1993.
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Las sensaciones íntimas que provoca la contemplación del paisaje y el dato geognóstico se alternan continuamente en el relato; así, el fragmento que contiene la narración del viaje a Rübeland, pueblo «situado de un modo romántico en medio de las rocas calizas de transición que ostentaban formas agrestes y [...] atravesadas por el Grünstein», denota claramente cómo las particularidades geológicas están también atravesadas por la mirada romántica. La mención de los castillos va por lo general unida a la observación geognóstica, pareciendo tales edificaciones un pretexto para incluir aquélla, como la referencia al castillo de Frauenstein en Sajonia —por citar un ejemplo—, «formado de un pórfido feldespático con grandes aristas, lo que hace más fácil su descomposición»125. En suma, parafraseando el título que diéramos a su biografía (Vitar 2007), bien podría decirse que el romántico Lorenzo Gómez Pardo a menudo solía caer presa de su pasión científica. A través de las consideraciones antes expuestas tan sólo hemos esbozado algunas líneas para el análisis de estos relatos, en la plena convicción de que su lectura habrá de propiciar su profundización, así como la aplicación de otros enfoques. Dada su gran riqueza, los cuadernos de viajes de Gómez Pardo representan una auténtica «mina», susceptible de ser explotada desde diferentes ángulos. La presente publicación constituye un paso más en el objetivo que se ha trazado la Escuela de Minas en orden a sacar a la luz un importante patrimonio documental como lo es el Legado de Lorenzo Gómez Pardo, de gran valor para el estudio de la historia de la ciencia y en particular de la minería y la metalurgia, dos sectores clave en la economía de la España decimonónica. Es también otro merecido homenaje a la figura de aquel ingeniero de minas, cuya intensa labor profesional y corta vida le impidieron dar a conocer al público de su tiempo los valiosos apuntes recogidos en sus viajes. Sin duda su edición habrá de contribuir no sólo al enriquecimiento de la narrativa de viajes científicos, sino también a valorar el papel de los ingenieros del siglo xix en el progreso de la industria minero-metalúrgica de España.
125
de 1829.
LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 9. Día 18 de marzo
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N O T A S S O B R E ESTA EDICIÓN
Los apuntes de Lorenzo Gómez Pardo transcritos para esta edición corresponden a los viajes y estancias en ciudades, excursiones geognósticas y desplazamientos cortos para visitar minas y fundiciones durante el período 1829-1834: viaje a Bohemia (República Checa); estancia en Berlín; recorridos breves por Sajonia (Suiza sajona, mina de Neuhoffhung Gottes, Dresden y localidades cercanas, Herzogswalde, Schwarzenberg y Zwickau); distrito del Harz (trayecto de Clausthal a Anhalt-Bernberg y Mansfeld); viaje a Polonia (regiones de Silesia y Cracovia), República Checa (Moravia) y Austria; visita a Heidelberg (estado de Baden-Württemberg) e itinerario de París a Alais (Francia). Como hemos señalado al reseñar los distintos itinerarios seguidos por Gómez Pardo a lo largo de aquellos años, de acuerdo con los testimonios que obran en el Legado documental que lleva su nombre, existen algunos otros referidos a sus viajes minero-metalúrgicos europeos que no se han incluido en este volumen; tal documentación está compuesta por un conjunto de cuadernillos de pocas páginas, con dibujos y notas técnicas sobre establecimientos minero-metalúrgicos visitados en Francia y en Alemania 126 . Por lo demás, en ciertos pasajes de los relatos de viajes que nos ocupan, podrá observarse que su autor remite a otros cuadernos, a los efectos de complementar la información sobre procesos metalúrgicos —concernientes a fundiciones alemanas y francesas—, testimonios éstos que no se conservan en el Legado Gómez Pardo, salvo los cuadernos n° 1 y 2 sobre ensayos de amalgamación en Freiberg y Halsbrücke (Sajonia)127. Es probable que tales cuadernos se hubiesen extraviado en algunos de los múltiples recorridos de su autor o bien, ya de regreso en Madrid, en alguna de sus mudanzas de domicilio o en las de su hermano José, custodio de los papeles del mencionado Legado hasta su entrega a la Escuela de Minas. Los apuntes de viajes que componen la presente edición proceden de una serie de cuadernos, compuestos a su vez por cuadernillos cosidos a mano; pro126
Esta documentación se encuentra detallada en páginas anteriores, al reseñar la totalidad
de los recorridos y actividades desarrolladas por Gómez Pardo, incluso el material consistente en dibujos y anotaciones breves, que no constituyen propiamente una crónica de viajes. 127
G ó m e z Pardo no especifica el número de estos cuadernos salvo en un caso, el del
cuaderno n° 37, que contiene, según él mismo apunta, la descripción de la fábrica de armas de Saint-Étienne (Francia); no obstante la falta de mayores datos al respecto, la sola cifra antes citada habla de por sí de la proporción de este material complementario, elaborado durante sus viajes.
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ceso éste en el que Gómez Pardo no siguió un orden sistemático en cuanto al itinerario, actividades y fechas, lo que es dable señalar en el caso de las visitas a Schwarzenberg y Zwickau (Sajonia) y a Mágdesprüng (Harz). En consecuencia, al transcribir los textos hemos efectuado una reordenación de los fragmentos relativos a estos itinerarios con el fin de corregir los desfases cronológicos que ofrecen. Con relación a las fechas de inicio de determinados viajes, hemos colocado entre paréntesis los años y meses aproximados, según los indicios que aportan los mismos diarios y otros testimonios de Gómez Pardo, como las cartas a Elhuyar y sus Memorias sobre el plomo (1834). Aunque se trata de una primera versión en limpio de las notas que Gómez Pardo escribiera de modo simultáneo a su recorrido (véase como ejemplo la ilustración n° I), el volumen y precisión de la información aportada no resulta homogéneo a lo largo del texto, contrastando la minuciosidad descriptiva y cronológica de ciertos viajes (como es el caso del emprendido de París a Alais) con el enunciado sucinto de otros desplazamientos y actividades (por ejemplo, el itinerario seguido en Polonia y Austria y la visita a dos importantes centros mineros de estos países, Wieliczka y Salzburgo, respectivamente), más la indeterminación de año y mes de algunos trayectos; lo mismo se advierte con la fecha de los días, no obstante especificar su nombre («lunes», «miércoles», «sábado», etc.). En los textos transcritos se ha actualizado la ortografía, aunque respetando lo más fielmente posible el original en lo que se refiere a la sintaxis, las anotaciones al margen, las palabras o frases entre signos de interrogación, como así también las que figuran entrelineas o entre paréntesis; igualmente transcribimos estos últimos (indicándolo entre corchetes), aun cuando encierran espacios en blanco, que corresponden a nombres de personas, lugares, o cualquier otro dato (por lo general medidas de longitud, volumen, distancias, etc.) que Gómez Pardo no llegó a precisar. Se reproduce igualmente mediante cursivas las palabras subrayadas en el original respetando así la intención del autor de resaltar determinados nombres, propios y comunes. Hemos desarrollado las abundantes abreviaturas a la vez que actualizado la acentuación e intervenido a veces en la puntuación, en aras de una mayor comprensión del relato, siguiendo el mismo criterio al detectar la falta de alguna preposición, artículo u otra palabra que dificulta la lectura, agregándolos entre corchetes en el texto. Sin embargo, se mantienen como en el original aquellas frases largas y truncas, en las que Gómez Pardo cayó en la trampa de su propio estilo de escritura.
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También utilizamos los corchetes para aclarar algún nombre o concepto y señalar los escritos al margen e indicar las manchas y roturas, las palabras ilegibles por estar escritas al borde de páginas deterioradas o cualquier otro «accidente» que hace ilegible el texto, aplicando similar recurso para indicar los pasajes o lugares de la narración en la que Gómez Pardo inserta dibujos relativos a sus descripciones técnicas (maquinaria fabril, caminos de hierro, hornos, etc.). En la transcripción de los cuadernos de viajes se han conservado las notas al pie introducidas por el autor (indicándolo con la leyenda «Nota al pie de LGP»); por nuestra parte, sólo hemos agregado las que consideramos indispensables, es decir, para señalar la localización de los distintos cuadernos dentro de la sección del Legado Gómez Pardo (Carpeta 16 y diferentes Subcarpetas), consignar la presencia de espacios en blanco entre paréntesis y frases interrogativas del original, la intercalación de páginas con cálculos y/o dibujos, la transposición de fragmentos (en el caso de la crónica sobre Mágdesprüng, durante la visita al Harz) o bien para alguna otra aclaración imprescindible para la comprensión del relato. Esta edición va acompañada de un Glosario e Indices compuestos a su vez por un Glosario Onomástico; un Glosario de términos relativos a distintos campos científicos (minero-metalurgia, geología, botánica y zoología) y otros de uso común; un índice anotado de minerales y rocas y un índice anotado de Topónimos. Las páginas a las que remitimos en las diferentes entradas son las relativas a los textos transcritos (que van en números arábigos), ya que los manuscritos no están numerados; en algunos casos, las entradas se refieren a nombres citados en el estudio preliminar (esta última en números romanos). En aras de simplificar el enunciado de las referencias específicas (en particular enciclopedias y páginas web) de cada Glosario o Indice, las mismas se indican sólo al final de cada uno de éstos. Las referencias bibliográficas citadas de modo abreviado en la Introducción y en las diferentes entradas de los Glosarios e Indices pueden verse completas en el apartado «Fuentes y Bibliografía». En lo que se refiere al Glosario Onomástico, dado que Gómez Pardo no ofrece los datos completos de las personas citadas, aludiendo generalmente a ellas sólo con sus apellidos, hemos colocado al lado de éstos los nombres entre corchetes, una vez corroborada su pertinencia mediante el cotejo de la información ofrecida en los cuadernos de viajes con la proporcionada por las fuentes consultadas, teniendo en cuenta las fechas y lugar de nacimiento de dichos personajes, sus estudios académicos y especialización científica, ámbitos de ejercicio profesional, etc. En el caso de los nombres de los que no se han
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obtenido otras referencias, salvo las que aparecen en el propio relato, se consigna únicamente el apellido y la descripción del cargo o actividad, indicándolo mediante la referencia «LGP». Con relación al Glosario Onomástico, debemos advertir que en él figuran algunas personalidades sobre las que no se han encontrado datos que pudiesen confirmar y/o complementar la información aportada por Gómez Pardo, ofreciendo en tal caso los nombres a los que posiblemente habría querido aludir el autor, tras las indagaciones realizadas al respecto. Las referencias (fuentes, bibliografía y páginas web) indicadas al final de las notas biográficas relativas a personas del entorno en el que se desenvolvió nuestro viajero en sus recorridos minero-metalúrgicos (profesores, funcionarios de minas y fundiciones, miembros de la realeza y de la nobleza relacionados con el mundo científico, etc.), se consignan solamente en la entrada correspondiente del Glosario Onomástico. Al final de éste y de modo general, señalamos las enciclopedias y páginas web consultadas para los restantes nombres (reyes, músicos y sus obras, personajes de la mitología, etc.). El Glosario de términos técnicos y otros de uso corriente comprende un listado de palabras del alemán y del francés que figuran en el manuscrito, con su correspondiente traducción al español; respecto a este último, incluimos también un vocabulario de nombres poco usuales o propios de la minería, de la metalurgia y de otros campos técnicos. Los vocablos de las diferentes lenguas se mantienen como en el original, aunque adecuando su ortografía cuando ésta es incorrecta. En cuanto al vocabulario alemán, la tarea ha planteado no pocas dificultades, ya que Gómez Pardo apela recurrentemente a este idioma para designar cargos y a funcionarios de la administración minera y de otros ámbitos, como así también para la descripción de facetas del laboreo de minas y de los procesos metalúrgicos (en especial de los hornos de fundición). En muchos casos, los errores ortográficos, la letra diminuta y el estado del manuscrito complicaron la tarea de determinar la exactitud de los términos, sumado al hecho de que una considerable cantidad de ellos han caído en desuso. En algunas entradas, incluimos las definiciones apuntadas por Lorenzo Gómez Pardo en su Vocabulario de términos de minas y fundiciones [1830] o bien en los mismos cuadernos de viajes, lo que indicamos con las referencias «LGP, Vocab. alemán-francés» y/o «LGP, Viajes», según el caso. Asimismo, citamos los autores que ofrecen variantes o complementan la traducción de determinados términos. Las definiciones de vocablos españoles han sido extraídas textualmente del Diccionario de la Real Academia, edición de 1994, debiendo apuntar al respecto que, en el caso de palabras
Lorenzo Gómez Pardo y su travesía por Centroeuropa y Francia
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que tienen más de una acepción, solamente consignamos la relacionada con el contexto en el que aparecen. Con respecto al Indice de minerales, en nombres como el de la sienita, mantenemos en la transcripción la forma masculina utilizada por Pardo (sienito), aunque ya desde finales del siglo x v m y principios del xix había comenzado a aplicarse el género femenino a los nuevos minerales hallados, incluso a los que llevaban el nombre de sus descubridores, como el de sternbergita, por ejemplo128. Asimismo, hemos unificado con mayúsculas —dada la predominancia de su uso, particularmente en los escritos relativos a Berlín— los nombres de los minerales en español citados en minúscula. Las entradas del Indice de Topónimos contienen una breve anotación sobre la situación geográfica de las ciudades, pueblos, ríos, montañas, etc., ampliándose con datos históricos en algunos casos. En lo que respecta a Polonia y la República Checa, los nombres aparecen en primer lugar en alemán, tal como figuran en el relato de Gómez Pardo, consignando a la par su correspondencia en las respectivas lenguas (polaco y checo), salvo en algunas localidades cuyo nombre actual no ha sido posible determinar, lo que destacamos con la referencia «LGP». Por último, sólo agregar que, dada la complejidad de una edición de estas características —en especial por la índole de los textos que la motivaron- y no obstante el esfuerzo realizado, no es nuestra intención darla por definitiva y sí considerarla como un primer avance en lo que se refiere a dar a conocer un material documental de gran interés, fruto de los «viajes minero-metalúrgicos» de Lorenzo Gómez Pardo. Beatriz Vitar
128 Miguel Ángel P U C H E L O R E N Z O , «Difusión de tecnicismos en la lengua de la minería del s. xix: la aportación de Sebastián de Alvarado y de la Peña», Revista de Investigación Lingüística, Yol. VII, 2004, pp. 199-216.
Viajes minero-metalúrgicos
1829. VIAJE A BOHEMIA1
El 18 de marzo a las siete de la mañana salimos Monsieur Haber y yo de Freiberg para el viaje a Altenberg. Pasamos por un camino no muy desigual pero con bastante nieve, hallando en él algunas aldeas miserables, y llegamos con nuestro mal carricoche de posta a las 10 a: Frauenstein: ciudad situada en una alturilla, que fue fortificada en otro tiempo y que tiene aun los restos de un antiguo castillo, en el que hay una especie de palacio habitado. Las ruinas que se ven a su lado ofrecen un punto de vista sumamente pintoresco, por hallarse en una altura que domina todos los contornos y el pueblo, que no deja de ser grandecito. Las casas suelen tener techos de madera, y aun serlo en su totalidad algunas, como lo eran la mayor parte que vimos por el camino. En la plaza, que es grande, hay dos edificios en su centro, una iglesia con una gran torre cuadrada y muy sólida, que tiene un gran balcón en su parte superior, y el otro con otro torreón redondo. El castillo está situado y formado de un pórfido feldespático con grandes aristas, lo que hace muy fácil su descomposición; todo el terreno es, pues, porfírico. De allí salimos en un Schlitten con un caballo a las 11, después de tomado café; y atravesando montañas, y a causa de la mucha nieve y de no poder subir muchas de ellas nuestros ya fatigadísimos caballos, tuvimos que ir a pie muchos trechos. La vista de estas montañas es sumamente pintoresca por hallarse cubiertas de infinita nieve por los muchos pinares que las coronan, algunos pueblecitos que se encuentran con casas de madera y muy miserables; se hallan éstas esparcidas en las lomas de las montañas. Finalmente a las dos y media llegamos a: Altenberg, pueblo minero y tristísimo, con malas calles y muy peligrosas por el mucho hielo. Paramos y comimos en el Hotel de la Estrella, en donde había estado Humboldt. 1
LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos, Carpeta 16, Subcarpeta 9.
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Después de comer nos presentamos al Bergmeister, Mr. [Monsieur] el Conde de Holtzendorff, sujeto muy amable, y que nos acompañó en persona a recorrer las cercanías de la mina y bajó a reconocer los trabajos de un pozo que se había derrumbado hacía cuatro días en un sábado y que por poco no coge a cuatro obreros: el hallarnos en el punto mismo del derrumbe, pudiendo observar todas las circunstancias como asimismo la naturaleza de la roca, que es un Greisen cuarzoso (todas las cercanías son de pórfido) pero sumamente hendido y lleno de resquebrajaduras, lo que lo hace necesariamente peligroso. Vimos la consulta que hizo con el Steiger, &. Igualmente pasamos al lado de la mina, a ver un vastísimo anfiteatro de más de 50 toesas de diámetro y 100 y tantas de profundidad [escrito al margen: llamado el Pingen], que se ha hundido hace muchos años sobre los antiguos trabajos, y en el que se ve ahora el corte de ellos y las antiguas galerías, &. Es cosa sorprendente por ver el destrozo que hacen las aguas y los grandes trozos que se desprenden de la roca, que está muy cortada y goza de una inclinación muy vertical. Toda la masa está intercalada y sembrada de estaño (es un Stockwerk). Por la noche nos invitó Holtzendorff a tomar el té en su casa, lo que verificamos muy de tono, habiéndonos presentado a su señora; y tuvo la complacencia de enseñarnos todos los planos de los trabajos de las minas, haciéndonos ver lo peligrosas que eran y que dentro de unos cincuenta años todo estaría arruinado. Nos mostró los hornos e hizo ver los ensayos verificados para extraer la enorme cantidad de hierro que se halla en ellos y para ver los del arsénico, que no quería volatilizar del todo: el cual por medio de la tostión, absorbiendo el oxígeno del deutóxido de cobre, le hace pasar a hierro magnético, el que es de este modo separado por medio del imán. Nos hizo ver lo ventajoso que era el que las cabezas fuesen de hierro forjado, porque así eran más económicos. En este solo distrito hay más de quinientos filones, es decir, más que en el de Freiberg.
DÍA 19
A las 6 fuimos a casa del Obersteiger, que es un viejo de muchos conocimientos prácticos, el que nos mostró todos los planos de la mina y de los trabajos —tanto antiguos como modernos— por los que debíamos de pasar: en efecto, a las 7 estábamos ya recorriendo las galerías, habiendo bajado por
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pozos casi verticales, revestidos de maderos por causa del resquebrajamiento de toda la roca, que es preciso sostener en una gran parte de la galería por medio de maderos. En la Pinge (donde está el grande agujero o derrumbo: este nombre se da a todo derrumbo), que está horadada de antiguos trabajos, las galerías están todas sostenidas por armazón de madera; y es una de las cosas que causan más respeto, el ver una infinidad de enormes maderos tronchados y que parece van a permitir el hundimiento de toda la gran masa que lo sobrecarga. En el día se hacen galerías rectas, de las que de cinco en cinco lacter se dirige otra en el terreno derrumbado, que todo es del granito impregnado del óxido de estaño; en estas galerías más cortas [dibujo], todas sostenidas por maderaje, con un gran palo o palanca remueven el terreno, en cuyo caso cae una gran porción y es una de las cosas más imponentes y peligrosas el oír removerse sobre su cabeza todo el terreno, reemplazándose sucesivamente las piedras caídas por otras; un ruido sordo y sucesivo como el de un trueno; se percibe a lo lejos y deja atónito al espectador, que rodeado de peligros admira la serenidad del hombre. Estas galerías exigen reparaciones continuas. Recorrimos igualmente los antiguos trabajos, bóvedas inmensas ennegrecidas por el fuego que para excavarla hacían los antiguos; grandes derrumbos por algunos lados, & , no podían menos de llamar mucho nuestra atención. Igualmente vimos los trabajos de filón, que no tiene gran potencia pero que es muy rico en algunos lados; las galerías no son tan horizontales como en otras minas. El filón presenta en medio del pórfido bolas de Gneis, de la que recogí, como un trozo tan importante, el ejemplar que está en mi colección. En el Stollen advertimos con sumo cuidado el tránsito o corte, por mejor decir, del granito porfiríco al grueso; se ve perfectamente marcado el plano de separación entre el que se ha hallado antracita. Lo más notable e interesante para la geología es el ver bolas o almendras de Gneis rodado y de granito en medio del pórfido: y lo que interesa aun más es que en el Stollen las bolas eran de Glimmerschiefer y en los filones de cuarzo. Además de estas galerías (a 112 lacter bajo de tierra las más profundas) vimos la que constituye una especie de filón de picnita, del que cogí los ejemplares de mi colección y el magnífico para la Dirección [General de Minas], que corté yo mismo. La picnita se presenta inclinada [bosquejo]. Vimos igualmente el modo con que habían utilizado la parte del pozo aun no derrumbada, cubriéndola con grandes maderos. Finalmente recorrimos el Stollen y todos los puntos más interesantes y a la una salimos sudosos, cansados y satisfechos de una mina
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que ofrece tanto que estudiar, especialmente para la fortificación subterránea y para la geología. Los muchos minerales que cogimos en la mina y los que prometieron los Steigers fueron bastantes para formar una gran caja. Convidamos a comer a los dos Obersteigers que tanto nos habían servido, que no nos habían dejado solos ni en un solo instante [y] que nos habían hecho notar todos los pormenores más interesantes de la mina, los puntos en que Humboldt había hecho últimamente observaciones, &. Por la tarde, acompañados del Factor, sujeto muy instruido, afable y complaciente, pasamos a recorrer la fundiciones, bocartes, &, situados en la falda de una gran loma de la que se aprovechan las aguas. El número de bocartes es inmenso; todos movidos por el agua, que sólo suelen tener durante tres meses, por cuyo motivo tratan de aprovecharla lo posible y aumentan tanto el número de baterías. Vimos una de tres en que los filones estaban movidos por cilindros de esta forma [dibujo], lo que disminuye mucho el frotamiento. Entre otros había uno nuevo, que contenía doce baterías, unas tras de otras. El mineral después de extraído de la mina [es colocado] en toneles cubiertos de aros de hierro, de los que cada sesenta toneles contienen un quintal de metal. Los Steigers ya prácticos hacen la prueba del mineral en una especie de cuchara o artesilla de madera muy poco excavada y de poco más de un pie, en la que ponen un puñado de mineral bien remolido con un mazo sobre una piedra. Sumergen en agua la artesilla o batea, que es de esta forma [dibujo]; la menean un poco con los dedos, la sacan, dan unos cuantos golpecitos en a [kc] y el mineral se reúne como más pesado en donde están los puntos y purgan por su tamaño, que contiene un Thaler, 2 de tantos Grossen o tantos peniques, según se aproxima la masa que ha quedado al tamaño o diámetro de estas monedas. El mineral bocardado pasa a los lavaderos, en donde se les echa en una artesa de esta forma [dibujo]; un chorro de agua deshace poco a poco la masa y cae por una rejilla a los lavaderos, donde la tabla recibe por medio de la máquina un sacudimiento progresivo, &. Los minerales ricos se lavan simplemente en unas tablas inclinadas. Después se los pasa a la tostión, que se hace en hornos de reverbero con carbón de pino. Estos hornos tienen simplemente esta figura [dibujo]; encima se halla un agujero adonde se coloca el mineral para que se licué y por el que se hace pasar el polvo; encima suele haber una cámara de condensación. El mineral así tostado se vuelve a lavar y finalmente pasa a la fundición en hornos simples que tienen esta figura [dibujo], a [los] que después de infinidad
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de ensayos han tenido que volver siempre. La fundición se hace con carbón y tierra. Tienen punzones para sellarlo: ensayaban de fundirle como el de Malaca, en rieleras de hierro fundido que tienen esta forma [dibujo], pero que no salen lustrosos por cima. El Greisen contiene en general 1/3 por ciento, pero los hay mucho más ricos: 1) Syenitporphyr (Feldespath, Hornblende) 2) Feldspath Porphyr 3) Quarzporphyr 4) Hornsteinporphyr Después visitamos el cerro llamado Gersingberg (montaña de basalto) que se eleva en medio del terreno sobre el sienito porfíritico y ofrece el aspecto de un gran cono cubierto de árboles. Finalmente fuimos conducidos en el Schlitten del factor por él mismo y acompañados por el Obersteiger, a hacer una visita a un maestro de minas y otra a un comerciante de minerales que vive en una de las casillas sobre la frontera, pero que no pudimos ver por no hallarse en casa. Entregamos en la frontera los pasaportes para no tener que detenernos lo más mínimo al día siguiente, y a las ocho y media de la mañana íbamos sobre la mucha nieve que cubre aquellas montañas, disfrutando de una luna clarísima y de un frío muy fuerte. Llegamos a la posada a las diez de la noche.
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El que empleamos en recorrer los apuntes que se nos habían dado y dibujos de Weissenbach, y en empezar a empaquetar los minerales; compramos una porción de ellos, que tanto los Steigers como otro comerciante nos trajeron; cosas todas raras y baratas. A las 10 visitamos al Bergmeister, el Señor Conde Holtzendorff, el que nos enseñó la preciosa colección que tiene formada de todos los minerales de aquellas cercanías. No sólo todas las variedades del granito stannífero (Greisen) sino de los pórfidos cuarcíferos que le acompañan, &. En esta mina se ha hallado a la vez mezclado con estaño; cosa muy rara, se encuentran cristales de cobre oxidado, hierro oligisto, mica cristalizada, espato pesado, la picnita, bismuto nativo, plata roja. Vimos ejemplares de basalto que contenían en su centro porcelanita de Haüy en su centro, & & , bismuto nativo, espato flúor, arseniato de cobre.
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Visitamos igualmente al jurado en la mina, sujeto muy instruido y que nos dio muchos datos, y al que debemos escribir antes de volver. Finalmente a la una y media, después de comer, salimos para la frontera atravesando algunos pueblecitos miserables y llegamos a las célebres minas de: Pueblo. Zinnwald. El Steiger y otros mineros nos estaban esperando con las lámparas y vestidos. Entrando por el Stollen, nada me ha sorprendido más que ver las magníficas cristalizaciones prismáticas y entrelazadas, como la sal de que estaban cubiertos todos los maderos de la entrada. Jamás pudo presentarse una cosa tan linda y pintoresca, ni mucho menos tan perfecta. Este Stollen es hermosísimo y en él se va viendo el pórfido granítico, que forma este terreno interesante. Hay aquí ocho capas, de las que sólo tres se explotan. Vimos el modo con que las capas se presentan, siendo muy particular el hallar las salbandas de granito y luego el pórfido; seguimos todas las ondulaciones que se forman, observando que en la parte superior son mucho más gruesas que en las inferiores, pero contiene el mineral más esparcido. Las capas presentan hermosas cristalizaciones de mica plateada, entre las que se hallan el tungstato de hierro, el tungstato de cal, hermosos cristales de cuarzo, &. Seguimos y vimos todos los puntos examinados por el Barón de Humboldt. La mina está explotada según la inclinación de las capas que se siguen siempre, mientras producen mineral. Vimos el interesante modo con que los filones cortan las capas haciéndolas sufrir un desvío a veces de muchas toesas [dibujo], otras de pocas: notándose siempre que aun cuando los filones son estériles en el punto en que cortan las capas, la riqueza del mineral aumenta. Observamos las preciosas cristalizaciones muy gruesas de mica argentina que presentan las capas entre las que se hallan los cristales de tungstato de hierro. Como la masa porfírica es sumamente sólida no ha habido necesidad de amurallar nada, y las excavaciones, tanto para seguir las ondulaciones e irregularidades de las capas cuanto por la misma solidez de la roca, tienen una extensión espantosa. Entre las muchas que examinamos, una particularmente me llamó mucho la atención, como asimismo había llamado la de Humboldt cuando la visitó, una oquedad enorme de muchos cientos de toesas, apoyada sobre nuevas bóvedas excavadas en la roca misma con el mayor atrevimiento. Las aguas que se veían en el fondo, las enormes grutas que por todas partes indicaban los puntos de donde se había extraído el mineral —que en esta parte de la mina ofreció una riqueza inmensa—, la dificultad de descender por entre aquellos precipicios, el silencio espantoso interrumpido sólo por la debilidad y resonancia de nuestras voces, la luz débil de nuestras lámparas reverberando
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sólo en algunos puntos y mostrando apenas algunas partes de esta magnífica e imponente escena, en que se admiraba aun más que la grandeza misma de la naturaleza, el atrevimiento de los hombres: el ver al Steiger, que bajó hasta el fondo mismo por un punto inaccesible y que iluminándole, hablando nos mostraba el inmenso peligro en que nos hallábamos; todo contribuyó a hacer en nosotros una de aquellas impresiones que no pueden borrarse jamás. Finalmente, después de haber recorrido los demás trabajos, subimos por los pozos que, como en toda la mina, tienen la mayor parte de los maderos podridos: las escalas muy gastadas, y que están verticales; en los pozos observamos un punto en que se veían las inclinaciones de tres capas en muy poco trecho. El pueblo de Zinnwald sólo presenta casas esparcidas. Finalmente nos presentamos en la Aduana, en la que se nos ofreció agua, & para lavarnos, pues llevábamos el traje de las minas. Nos despacharon pronto, registrándolo todo escrupulosamente y con especialidad los libros y a eso de las cuatro salimos de la Aduana, siempre en nuestro trineo. La frontera por este punto no presenta límite natural ninguno, la montaña sobre que está situada la adueñan los pueblos inmediatos, construidos de malas casuchas de madera; los ningunos árboles, la infinita nieve, la vista de muchos hastiales que denotaban antiguos trabajos abandonados, la presencia de algunos crucifijos, todo ofrecía ya un aspecto nuevo. Este camino poco interesante por su aspecto, se fue trocando al bajar una gran loma en otro más ameno: una infinidad de arbolados empezaban a presentarse, las montañas son ya frecuentes, la mucha nieve que impulsada por los vientos se apoyaba y formaba sobre los pinos una especie de capas y bóvedas. Finalmente las montañas continuaron espesándose, los enormes y antiquísimos pinos presentaban en su cumbre un aspecto pintoresco y todo el país ofrecía una analogía con nuestros Pirineos. Siguiendo siempre las lomas de los cerros y con un camino tortuoso, estrecho y muy malo, y que por haberse derretido ya la nieve no podía marchar el Schlitten fue preciso ir a pie, llegamos a las cinco [a un] pueblo que tiene algunas buenas casas, aunque la mayor parte son con techos de madera. La posada era sucia y llena de paja y todas las gentes sumamente rústicas, aunque con nosotros muy afables; tanto aquí como en la frontera nos advirtieron sobre los efectos de no perder ojo, puesto que eran muy rateros los de este país. Tomamos inmediatamente un carricoche con dos hermosos caballos y a las cinco y media salimos por un buen camino, aunque mal cuidado, dejando a derecha e izquierda las altas e imponentes montañas del Erzgebirge y pasando por el precioso valle
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que divide este terreno del intermediario. Nada más interesantísimo que la vista de las vastas formaciones basálticas que se presentan en aquel dilatado anfiteatro, sus enormes conos 2 , especialmente uno parecía querer llegar hasta las nubes (el dicho), y la nieve que los cubría, les daba un aire más imponente. Estos basaltos son de la antigua formación basaltinense. Finalmente, corriendo sin cesar, llegamos a Teplitz, ciudad célebre por sus baños de aguas minerales, que los tienen en todas las casas. Las calles son bastante buenas, bien empedradas y con aceras. Las casas, por el estilo de la arquitectura italiana, tienen en lo general mucho gusto y alguna magnificencia. Paramos en el Hotel de la Posta, que es magnífico y está perfectamente amueblado. Salimos a ver la ciudad, habiendo recorrido sus calles, notando sus buenas tiendas perfectamente puestas, almacenes lujosos de loza, buenas librerías y posadas de mucho lujo a las que vienen a pasar temporadas de baños, que es en verano, muchos soberanos. Vimos varios edificios notables y entre otros el palacio del rey de Prusia, que es nuevo. Salimos, aunque apenas se veía, a notar las inmediaciones; las montañas están pegadas por un lado a esta interesante población y no lejos de ella se ve un castillo célebre que la domina. Cenamos muy bien en la posada en la que encontramos un [doctor] que hablaba algo [de] español y que conocía al señor de Cea. A las 7 tomamos la diligencia para Praga. La noche era hermosísima; una luna clara y el poco frío nos dejaba disfrutar perfectamente de la vista de la formación basáltica —objeto de las importantes observaciones y el que dio a conocer el genio de Werner— por el lado derecho, el Erzgebirge. Encontramos algunos pueblecitos, muchos crucifijos por los caminos. A las tres llegamos a
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Schlan, ciudad grande que ha sido murada y tiene una gran plaza y buenas calles; tomamos café en la posta que está en la plaza y continuamos nuestro camino, que nos fue tanto más grato cuanto que además de la hermosa noche sólo íbamos tres personas en el coche, siendo una de ellas un griego negociante que hablaba español y que había estado en Madrid. El 21 a las 6 de la mañana llegamos a la capital de Bohemia.
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Entrelineas: sobre todo el enormísimo cono llamado Donnerberg.
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Praga. Las cercanías de esta importantísima plaza —cubiertas de caseríos—, en la que ya se ve una porción de conventos, algún jardín, son muy amenas aunque no bien arboladas. Al entrar se notan las fortificaciones que hubo en algún tiempo, algunas no muy antiguas. El aspecto de la ciudad es imponentísimo; las muchas torres y edificios notables, el mucho tráfico, el inmenso número de militares que se ven por todas partes, sus trajes: todo llama la atención del viajero, pero muy particularmente la perspectiva que ofrece la ciudad desde que se empieza a bajar por la cuesta que conduce del Palacio al puente; es una de las más pintorescas e interesantes que en mi vida he visto. Pasamos por el ameno y dilatado puente sobre el Moldava, que tiene dieciséis ojos magníficos, todo él lleno de estatuas, la mayor parte de piedra, y llegamos a las siete y media, después de habernos detenido algo en la posta, a la posada de Schwarzesrosse, situada en uno de los puntos más importantes de la ciudad, y a la que van muchos extranjeros. Inmediatamente después de habernos vestido, salimos a recorrer la ciudad y a entregar las cartas de recomendación y a hacer algunas visitas. A las dos comimos en la Table d' Hóte, muy concurrida, en un gran salón en que hay tres separaciones: una para los nobles, otra en el centro para los extranjeros y otra para los demás. Hicimos conocimiento con Mr. Engelert, joven de Badén, minero, y que había recorrido la Polonia. Continuamos nuestras visitas y en ver la ciudad y por la noche lo pasamos en el teatro, que es bastante grande; no mal decorado por fuera y por dentro con palcos al modo de los de España. La tragedia no estuvo del todo mal ejecutada.
El domingo 22 lo empleamos en recorrer nuestros apuntes y en visitar al célebre Director de la Escuela Politécnica, el sabio Gerstner, uno de los hombres más célebres de Alemania, bien conocido por sus obras; nos recibió con el mayor obsequio como asimismo su hijo, encargándole nos enseñara toda la Escuela. Él mismo nos presentó al profesor de Química, Mr. de Steinmann, que nos recibió igualmente con el mayor agasajo. El joven Gerstner nos enseñó y trajo a casa los dibujos de una rueda hidráulica de Joachimsthal, en donde por no haber sino una pequeña cantidad de agua pero que tenía mucha altura, había construido dos ruedas para aprovechar ésta de esta forma [dibujo], de modo que el agua excedente de la una cae sobre la otra y ocupa poco trecho. Vimos los dibujos del fuelle movido por esta rueda, que se reduce a tres cajones movidos por ruedas excéntricas. La cosa es sumamente ingeniosa.
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Por la tarde, después de haber comido en casa del banquero Lemel, uno de los más ricos de la ciudad, que convidó expreso al profesor de Mineralogía y a otro sabio, y que tanto él como su señora me dieron el lugar preferente y una soberbia comida, salimos a pasear acompañados de dichos señores y por la noche fuimos al teatro, en que se dio una comedia.
El lunes 23 [al margen Dr. Schmit] Después de haber visitado al Dr. Schmit, sujeto muy instruido y uno de los jurisconsultos más célebres de aquí, pasamos al Museo, palacio cedido para este objeto por el dignísimo Conde de Sternberg, que se ha pasado a vivir a una mala casa, sólo por dejar la mejor para el establecimiento. El Museo sólo tiene seis o siete años y está situado en lo alto de la ciudad, al lado del palacio arzobispal. Su entrada no es correspondiente [ s i c \ , el edificio es magnífico. El bibliotecario, que es un poeta célebre, nos enseñó toda la biblioteca, que es un gran salón elíptico con un corredor superior. Contiene todas las mayores obras de ciencias, la mayor parte de las floras, la Peruviana, la magnífica edición de Berlín de la Portuguesa, las Liliáceas de Redouté, &. El primer libro de ciencias impreso en Alemania en 1475, muchos manuscritos raros, & , todo dado por el Conde, como asimismo su magnífica Flora de Vorwelt o del mundo antediluviano, obra en que este sabio ha desplegado sus conocimientos geológicos y botánicos. Vimos su herbario. Pasamos enseguida acompañados del profesor de Mineralogía, Monsieur Zippe, a ver la magnífica colección que está toda en estantes con cajones que tienen encima un armarito o urna con cristalizaciones. Los cajones se abren con una llave de esta forma [dibujo]. La colección está arreglada por el sistema de Mohs. Nos fue enseñando, cajón por cajón, todos los magníficos ejemplares de la Bohemia, entre los que sobresalen los plomos carbonatados con cristalizaciones magníficas, los plomos fosfatados, las magníficas cristalizaciones de barita, de espato calizo, platas. La [cristalización] verde de Apofilitas, dotada de todo su lustre, es la mayor que he visto. El ejemplar de plata roja cristalizada enviado por el Emperador es una de las mayores preciosidades del establecimiento. Las magníficas cristalizaciones de galena con todas sus variedades: todas las nuevas sustancias; la cronstedtita, mineral fibroso y negruzco, es la mejor que se conoce; la sternbergita. Vimos la serie de modelos de cristales o cristalizaciones hechos ionométricamente y con yeso, y igualmente la colección zoológica que está en el mismo salón sumamente largo, y en cuyo frente hay un armario grande con una colección preciosa.
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Por la tarde visitamos la Escuela Politécnica, habiendo pasado por el taller de las máquinas. Un profesor nos aguardaba acompañado del joven Gerstner. La sala de máquinas en que se notan todas las simples para la enseñanza elemental. El modelo de rueda de Planetas [dibujo], inventado por el célebre Director Mr. Gerstner [escrito al margen: Mr. Gerstner, profesor de Mecánica] a quien se debe todo el establecimiento; modelos de fuelles, modelos de prensas colgados; las piezas y modelos de los caminos de hierro; diferentes máquinas hidráulicas, máquina para los tejidos, &. Máquina de brazos elásticos para hacer que todos los hombres marchen necesariamente [dibujo]. Además de esta hay otra sala con máquinas en real, bastante interesante. Recorrimos las de dibujo que no lo son menos y en la que hay modelos muy acabados. Vimos el modelo de madera del puente colgado que va a construirse sobre el Moldava y que tendrá un gran pilar en medio. Por la noche lo pasamos en casa del Dr. Schmit, acompañados de una tertulia de profesores invitados expresamente a tomar el té.
El martes 24 volvimos a ver la colección acompañados del profesor Zippe notando las wavelitas de Bohemia, los cobres arsenicados, y una infinidad de objetos raros, señaladamente un piropo cristalizado, las esmeraldas del país, &, la cronstedtita, la sternbergita, los cobres arseniatados, uranio hidrofosfatado, pulverulento, &. Comimos en casa del banquero que invitó al efecto dos profesores célebres. Por la tarde fuimos a ver al profesor de Química de la Escuela Politécnica, con el que pasamos la tarde, enseñándonos todos sus productos, entre los que noté con gusto todos los seleniuros; buenos ejemplares de selenio; el mejor que he visto de acetato de plomo cristalizado de 3 pulgadas de largo. El aparato para extraer el sodio [frase trunca]; el horno como el de casa, en que se hace, y el condensador de cobre [dibujo]. El anfiteatro es espacioso pero muy frío en invierno y sin buena chimenea. Después fuimos a casa del fabricante de productos químicos, Batka, que nos enseñó preciosas cajas de reactivos, las lámparas de nueva invención y otras muchas frioleras. Finalmente visitamos una farmacia, en la que se siguen, como en todas, la antigua nomenclatura y la farmacopea de Viena de 1817. Todo está con el mayor lujo y aseo; pero nada vi de nuevo. Aquella noche estuvimos en un buen concierto.
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El miércoles 25 fuimos a ver la colección y pasamos después a ver la gran orquesta de la antigua capilla de la Catedral de 1381, que está en el Palacio; obra gótica, de gran majestad y soltura, sumamente antigua y llena de objetos raros y preciosos, toda pintarrajeada de colores. Tiene varios cuadros muy antiguos, el altar de San Juan Nepomuceno, todo de plata (contiene 75 quintales de este metal). Hay además los sepulcros de varios Emperadores y otros personajes a los pies de la iglesia: falta la antigua fachada y en la parte que resta se conservan aún buenos dibujos al fresco. La misa se dijo con la mayor pompa. Los canónigos son todos mitrados y la música es de lo mejor que he oído en este género. Fuimos a comer a casa del Arquitecto mayor, que nos obsequió mucho y nos llevó al Paseo sobre la antigua muralla que estuvo sumamente concurrido; por la noche [El\ Barbero de Sevilla, &&, y otras funciones.
El Jueves 26. Fuimos en un magnífico coche que se nos envió a visitar al profesor de Mineralogía, quien después de habernos dado sobre sus modelos, que él mismo hace de yeso con el goniómetro (360 por unos 150 ps.), una buena lección del sistema de Mohs, salimos a recorrer las cercanías de la ciudad sobre la parte más alta, habiendo notado la Grauwacke que reposa inmediatamente sobre el Tonschiefer y la falta de formaciones intermediarias. Pero lo que mas llamó nuestra atención fue la preciosa formación de Plánerkalk, caliza muy moderna que forma la gran masa que reposa sobre el Tonschiefer de transición, entre cuya formación se nota la falta de otras muchas que debieran estar intercaladas. Este Pláner se halla en la parte más alta que domina la ciudad y ofrece el aspecto de las catacumbas de Paris. En efecto, grandes excavaciones para extraer la caliza de que forman las paredes, sobre todo interiores, de la ciudad, ofrecen una vista imponente. Una gran porción de pilares dejados de la misma piedra que se presenta estratificada y entre las junturas de los estratos con una disolución del mismo carbonato de cal, presentan el aspecto de una masonería hecha por el arte. En este Pláner se presentan petrificaciones que son las de los terrenos de la creta. A las 3 nos presentamos en casa del conde de Sternberg, que nos recibió con el mayor aparato, convidando al efecto al Dr. Schmit y a los profesores de Mineralogía y de Química. La comida fue suntuosísima y el conde nos hizo los honores. Es imposible olvidar jamás ni su amabilidad ni sus vastos conocimientos.
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Por la noche estuvimos en un magnífico concierto dado por los discípulos del Gimnasio, que estuvo brillantísimo, y al que asistieron todas las personas más principales de la ciudad.
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II. I. Notas de borrador tomadas por Lorenzo Gómez Pardo durante su visita a Praga (LEG. GP, Viajes minero-metalúrgicos)
Viernes 27. Por la mañana visitamos la magnífica Fábrica de telas pintadas de Mr. Jerusalén, situada al lado de la muralla y sobre una isla que forma el [río] Moldava, sobre cuyas praderías se tienden las telas. Los edificios de que se componen son sumamente vastos y su situación al lado del río, sobre el que hay un puente para pasar a la isla, es interesante. Las telas se blanquean en grandes cubas de madera [dibujo], a modo de baño, en el que hay una disolución acuosa de cloro, el que se produce por medio del manganeso de sal, & , en vasijas de plomo colocadas sobre un horno. Después se pasa a la pieza espaciosa del lavado. Vimos igualmente la máquina para quitar la borra, reducida a un cilindro de hierro, colocado en un horno y llevado hasta la incandescencia por medio de leña, y cuando lo está, se hace pasar por cima de él bien aprieta la tela [dibujo]. Vimos igualmente las preciosas máquinas del estampado, reducidas a un cilindro de latón colocado dentro de una caja o baño de cobre en el que está el color. Este cilindro de latón tiene labrados los dibujos y este grabado se imprime
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a la tela para impedir que haya un exceso de color, que sólo se imprima la parte excavada o grabada. [En] el cilindro hay una hoja de acero sumamente igual y delgada que apoya al ras del cilindro y le quita todo el exceso de color [dibujo]. La tela sube inmediatamente a un gran secador calentado por el vapor, en el que hay muchos cilindros por los que la tela va dando vueltas para secarse pronto. Vimos igualmente la prensa para dar el lustre, compuesta de tres cilindros, dos de hierro fundido hechos con estaño al modo de la hojalata, muy pulidos, y el intermedio de madera cubierta de cartón formando una masa. Igualmente recorrimos el establecimiento del estampado para dar otros colores que no se podrían dar en el cilindro: estos se dan a mano y con moldes de madera, empapándolos en cubas donde está el color y sobre las que hay una tela elástica al través de la que pasan los colores. Vimos igualmente el interesante taller del grabado y la máquina de grillos con que se hace. La impresión se hace por medio de un cilindro de acero que imprime su grabado en el de latón o por unos cojinetes o troquelillos que a golpe, dejándose caer por un mecanismo excelente sobre el cilindro, dejan su impresión [dibujo]. En fin, recorrimos todo el resto de la fábrica en que hay un orden, un aseo y esmero cual no he visto en ninguna. Después salimos con Mr. Zippe a nuestra segunda expedición geológica por estas cercanías, siguiendo siempre al [río] Moldava. La formación de Tonschiefer se muestra inmediatamente. Después se la ve alternando con capas o lajas de la caliza compacta de transición que forma este interesante terreno. En esta caliza, cuyas capas son muy inclinadas, se nota, confundiéndose con la misma caliza, el pedernal, de modo que es difícil distinguirla del resto de la masa. Se ve a la misma caliza formar capas de nodulos o como cantos rodados de la misma caliza, y luego las capas van ofreciendo ya lajas mucho más espesas y gruesas y grano más unido. Lo más notable es el zigzag que estas mismas capas forman, notándose los ángulos entrantes y salientes y la formación como de cubiertas que presentan. En algunos puntos se ve el desorden producido por el Grünstein (diorita) al tiempo de querer atravesar estas masas. En efecto, más lejos se ve aparecer el Grünstein rompiendo ya las capas de caliza de transición, sobre la que se ve el Tonschiefer, también trastornado (sobre el Tonschiefer reposa la caliza de Pláner como vi el día anterior). Lo que llamó más mi atención fue ver el mismo Grünstein en bolas o núcleos concéntricos que se presentan un poco más allá. Las norias laminosas que ofrece esta interesante formación y sobre lo que ella nos dijo el profesor, son cosas que nunca podré olvidar por su mucha importancia [dibujo].
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A este viaje fuimos en un coche magnífico abierto. Finalmente, a todo escape, salimos a comer a casa de Lemel, donde nos esperaba una porción de convidados de alto bordo. Por la noche tertulia en casa de Schmit.
Sábado 28. Visitamos la preciosa colección de rocas del Museo, notando perfectamente la serie de las formaciones. En la gran sala en que están los armarios, se sigue el mismo orden que tienen los dieciséis círculos de la Bohemia entre sí: sobre cada armario hay cristales y en ellos muestras notables de lo que encierran los cajones. Igualmente visitamos la preciosa colección de impresiones de plantas petrificadas, descrito en la obra de Sternberg, Flora de Vorwelt o Flora del mundo antiguo, cuyas preciosas láminas reconocimos. El profesor nos hizo notar observaciones muy preciosas y entre otras, las de una roca que había observado (diorita), la que había dado unas vueltas sobre sí misma sin duda cuando la masa estaba aún fluida. El modo de observar cruzando por líneas en ángulo recto el país, & & . Después, en su precioso coche, pasamos a casa de Jerusalén (su esposa, muy amable, es hermana del banquero), que la tiene con un lujo asiático y que es uno de los particulares más ricos de la Bohemia. La comida fue muy delicada y suntuosa, y servida con el mayor lujo. Pasamos a recorrer varios puntos interesantes de la ciudad con el Arquitecto, señaladamente el puente hecho en tiempo de Carlos IV, sumamente largo, con dieciséis ojos magníficos, todo él hecho de Grauwake. Notamos la estatua de San Juan Nepomuceno, que es de bronce y una de las primeras que se hicieron en Nüremberg. Sobre cada uno de los machones hay grupos de imágenes de santos, &, sumamente colosales; a los dos extremos del puente hay torres que sin duda fueron para defenderle. La casa del Ayuntamiento, sumamente antigua e irregular, ofrece un salón muy notable y raro en que hay muchos cuadros y un techo precioso de madera. Vimos un patio en que la luz ofrece por el modo con que es proyectada lo mismo que la rotunda de Roma, es decir que las personas no proyectan más sombra que la vertical. Por la noche estuvimos convidados en casa del consejero de Hacienda, muy obsequiados, & & .
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Domingo. Asistí a la sesión del camino de hierro, que fue sumamente importante, y en la que pude conocer a todos los sabios de Praga. Vi el Palacio que tiene ochocientos cuartos y está situado sobre uno de los puntos más elevados de la ciudad, desde el que se goza de una perspectiva magnífica sobre toda la población. La entrada es majestuosa: dos figuras colosales y hercúleas, la majestad, aterrando la rebelión, asumirían. El edificio es de mal gusto y nada tiene de particular. Recorrimos las muchas pinturas que encierra, notando alguna sumamente preciosa. Vimos la gran sala de la coronación de los reyes de Bohemia, sumamente espaciosa, y cuya techumbre es gótica, muy suelta, majestuosa e imponente. Igualmente, otra sala de audiencia en que está el trono, la tiene gótica y muy libre. Finalmente visitamos el salón español, que es uno de los más grandes que he visto y tiene una infinidad de arañas. Mr. Lemel convidó a Kástner y otra porción de sabios, a Mr. Nittinger, &. La comida, de las de echar el resto [sic]. Por la noche estuvimos en casa de un amigo del Arquitecto que nos obsequió infinito. Fábrica de Refinación de Azúcar. Lunes. Visitamos la gran fábrica de refinación de azúcar de M., sumamente vasta. Notamos la forma de las calderas [dibujo], hornos de arcilla pastosa que se colocan sobre las formas que son conos de arcilla sólida y colorada de diversas magnitudes y recubiertos de hojas muy delgadas con aros de madera [dibujo]. Recorrimos las diversas operaciones y sobre todo las grandes salas calentadas por un grande horno, que comunica su calor al aire por medio de conductos que atraviesan toda la fábrica. Se emplea el carbón de piedra [dibujo]. Nos enseñó su magnífica estufa, en la que conserva preciosas plantas, vainilla, café, canela, y de la que cogimos una pizca para la mesa; la que fue sumamente delicada, bien servida, &. Por la tarde visitamos la bomba que surte de agua a la ciudad, que es sumamente interesante por su mecanismo. Tiene cuatro cilindros de bronce, movidos por una palanca de brazos dobles [dibujo], & y da una gran columna de agua que sube por medio de conductos de hierro a una torre muy antigua, desde la que se reparte a toda la ciudad. La vista de ésta, desde lo alto de la torre, es magnífica. Por la noche gran tertulia, &. Antes estuve en la gran sesión del Museo, en que fue reelegido presidente Sternberg. Fuimos a ver la biblioteca del Príncipe Fürstenberg, que la tiene magnífica. El bibliotecario, poeta de gran mérito que acaba de publicar una tragedia nacional que ha hecho mucho ruido, nos la enseñó con el mayor placer, habiéndonos enseñado muchos manuscritos
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preciosos, obras españolas, Lope de Vega, &, muy antiguas ediciones. Una infinidad de las de las obras de Horacio, &. Fuimos a despedirnos del conde de Sternberg, que nos mostró sus nuevos descubrimientos, sus obras, las observaciones que había hecho y verificado sobre las plantas petrificadas de Europa y de América [entrelineas]: norte y que había hallado eran las mismas que en ambos hemisferios, ideas sublimes de este grande hombre, & & . El resto del día lo empleamos en despedirnos, señaladamente de Kástner, que nos dio una lección de dos horas y media, en que nos manifestó la profundidad de sus conocimientos en todos los ramos de la mecánica.
PARTICULARIDADES DE PRAGA
Esta hermosa ciudad tiene una infinidad de iglesias notables y de Palacios de grandes. Los edificios son sólidos, pero no son de buen gusto en lo general. Las casas son igualmente muy sólidas, con muchas bóvedas: las ventanas con dobles vidrieras. No tiene buenos paseos, pero sí una calle muy espaciosa por donde pasean los días festivos. La comida es buena en lo general, abundante y barata. Hay muy buenas tiendas, bien surtidas y algunas de mucho lujo y gusto, platerías, boticas, librerías. El tallado del cristal y los objetos de él son muy baratos y preciosos. El inmenso número de judíos obliga a tener mucho cuidado para no dejarse engañar. Cuando se da una propina besan la mano. La iluminación es bastante buena y se enciende como en Freiberg. La tropa está en lo general vestida de blanco: los granaderos tienen gorra muy rara pero aun lo son más los sombreros de la infantería, que son redondos y con un ala alta doblada [dibujo]. Los húsares son magníficos y su oficialidad muy vistosa.
C O N T I N U A C I Ó N DEL VIAJE
El viernes a las 7 de la mañana salimos de Praga. Fuimos observando las cercanías que son bastante buenas y sobre todo la formación de Tonschiefer que después es cortada por grandes masas de Grünstein. El Tonschiefer alterna con capas de caliza muy compacta. Después se presenta un gran Pláner por un largo trecho y finalmente aparece una formación de Grauwacke muy compacta.
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