Variación y cambio lingüístico en situaciones de contacto 9783954876648

Este volumen aborda el estudio de la variación y el cambio lingüístico en zonas de contacto de lenguas a partir de una s

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Spanish; Castilian Pages 300 Year 2017

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Table of contents :
Índice
Introducción. Sobre los cambios lingüísticos en situaciones de contacto
Imperatividad y atenuación en el castellano andino ecuatoriano
Usos del pluscuamperfecto en el español peruano amazónico
Valores evidenciales y discursivos del pretérito perfecto compuesto en narraciones de migrantes andinos en Cuzco
Un antes y un después en la teoría del número verbal: el aporte del español de los Andes
Discordancia de número en el español de contacto de bilingües tepehuano del sureste-español: un primer acercamiento
Hablar sin clíticos: una muestra del español aprendido del País Vasco
Español en contacto con la lengua vasca: datos sobre la duplicación de objetos directos posverbales
Los pronombres de objeto indirecto en el español de contacto con el maya yucateco y el fenómeno de la discordancia
“Robó taxi de una parada y chocó por una columna”: una hipótesis explicativa sobre el empleo de la preposición por en Paraguay
“¿Podés creer usted?”: sobre las formas de tratamiento híbridas en el español de los malecus de Costa Rica
Plurilingüismo e hibridación como recursos de indexicalidad social: dinámicas lingüísticas en contextos diaspóricos
Entre diversidad lingüística y acomodación comunicativa: las ecologías lingüísticas y sus implicaciones
Construcción de identidad y problemas de mutuo entendimiento en un encuentro intercultural entre maestros indígenas y expertos lingüísticos (México): para la inclusión del análisis crítico del discurso en la planificación lingüística
Sobre los autores
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Variación y cambio lingüístico en situaciones de contacto
 9783954876648

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Azucena Palacios (coord.) Variación y cambio lingüístico en situaciones de contacto

Lengua y Sociedad en el Mundo Hispánico Language and Society in the Hispanic World Editado por / Edited by: Julio Calvo Pérez (Universidad de Valencia) Anna María Escobar (University of Illinois at Urbana-Champaign) Luis Fernando Lara (El Colegio de México) Francisco Moreno Fernández (Universidad de Alcalá de Henares / Instituto Cervantes at Harvard University) Juan Pedro Sánchez Méndez (Université Neuchâtel) Armin Schwegler (University of California, Irvine) José del Valle (The Graduate Center-CUNY) Klaus Zimmermann (Universität Bremen)

Vol. 37

Azucena Palacios (coord.)

Variación y cambio lingüístico en situaciones de contacto

IBEROAMERICANA - VERVUERT - 2017

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)

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ÍNDICE

Azucena Palacios Introducción. Sobre los cambios lingüísticos en situaciones de contacto .............

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Marleen Haboud y Azucena Palacios Imperatividad y atenuación en el castellano andino ecuatoriano...........................

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Margarita Jara Usos del pluscuamperfecto en el español peruano amazónico ..............................

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Ana Isabel García Tesoro Valores evidenciales y discursivos del pretérito perfecto compuesto en narraciones de migrantes andinos en Cuzco ...............................................

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Angelita Martínez Un antes y un después en la teoría del número verbal: el aporte del español de los Andes .....................................................................................................

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Nadiezdha Torres Sánchez Discordancia de número en el español de contacto de bilingües tepehuano del sureste-español: un primer acercamiento ...................................................

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Bruno Camus Bergareche Hablar sin clíticos: una muestra del español aprendido del País Vasco .................

127

Sara Gómez Seibane Español en contacto con la lengua vasca: datos sobre la duplicación de objetos directos posverbales ........................................................................

143

Edith Hernández Méndez Los pronombres de objeto indirecto en el español de contacto con el maya yucateco y el fenómeno de la discordancia .................................

161

Élodie Blestel y Rachel Fontanier “Robó taxi de una parada y chocó por una columna”: una hipótesis explicativa sobre el empleo de la preposición por en Paraguay ......................

185

Carlos Sánchez Avendaño “¿Podés creer usted?”: sobre las formas de tratamiento híbridas en el español de los malecus de Costa Rica .....................................................

205

Carolin Patzelt Plurilingüismo e hibridación como recursos de indexicalidad social: dinámicas lingüísticas en contextos diaspóricos ..............................................

237

Théophile Ambadiang Entre diversidad lingüística y acomodación comunicativa: las ecologías lingüísticas y sus implicaciones .................................................

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Klaus Zimmermann Construcción de identidad y problemas de mutuo entendimiento en un encuentro intercultural entre maestros indígenas y expertos lingüísticos (México): para la inclusión del análisis crítico del discurso en la planificación lingüística ......................................................

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Sobre los autores ....................................................................................................

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INTRODUCCIÓN SOBRE LOS CAMBIOS LINGÜÍSTICOS EN SITUACIONES DE CONTACTO AZUCENA PALACIOS Universidad Autónoma de Madrid

Las situaciones de contacto lingüístico son complejas, diversas —adquisición de la lengua en contextos bilingües; cambio lingüístico y tipología de lenguas; procesos, mecanismos y resultados lingüísticos del contacto; restricciones, tendencias universales y escalas de jerarquías lingüísticas; ámbitos de uso de las lenguas en contacto; desplazamiento, sustitución o mantenimiento de las lenguas, etc.— y, desgraciadamente, no siempre bien conocidas. Solo en las áreas de contacto histórico intenso, donde la convivencia del español con otras lenguas se ha prolongado en el tiempo, tiene lugar la influencia de estas en la fonética, la morfosintaxis, la semántica o la pragmática de las variedades locales de español, como ocurre en Paraguay, donde la población mayoritaria urbana y semiurbana es bilingüe español/guaraní; en el español andino —desde el sur andino de Colombia, áreas andinas ecuatorianas y peruanas, occidente de Bolivia, noroeste argentino y norte de Chile—, el español de Yucatán o el español del País Vasco, entre otras. En esas modalidades se aprecian variaciones y cambios lingüísticos inducidos directa o indirectamente por las lenguas en contacto que responden a las necesidades comunicativas de los hablantes bilingües, que buscan la eficiencia comunicativa aprovechando los recursos que ofrecen los idiomas que manejan; variaciones tan consolidadas que, en algunos casos, son compartidas por los hablantes monolingües de español. En los últimos decenios, dada la consistencia teórica y empírica de los estudios sobre contacto de lenguas, las investigaciones se centran menos en ocuparse de cuáles son las restricciones lingüísticas que impiden el transvase de elementos y más en concebir estas situaciones desde un punto de vista dinámico, donde el hablante ocupa el lugar central y no las lenguas. Una de las restricciones más recurrentes en este tipo de estudios era la relación o el grado de congruencia que hay

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Sobre los cambios lingüísticos en situaciones de contacto

entre las lenguas en contacto; así, se consideraba que, si las lenguas en contacto son tipológicamente distantes o si no hay similitud estructural interlingüística, el cambio inducido por contacto se verá dificultado y las restricciones lingüísticas lo frenarán considerablemente. Aunque lingüistas como Thomason (2001) han afirmado que no existen restricciones absolutas para los cambios inducidos por contacto y que todo tipo de interferencia es posible en situaciones de contacto lingüístico intenso, la postura mayoritaria ha sido precisamente la contraria (Lass 1997, Coetsem 1988, Winford 2005, entre otros). Las investigaciones han mostrado, sin embargo, que los cambios lingüísticos inducidos por contacto, directos e indirectos, entre lenguas tipológicamente diferentes (español y quechua, guaraní, lenguas mayas, tepehuano o euskera, entre otros) tienen lugar de manera muy productiva en situaciones de contacto intenso en ámbitos gramaticales tan diversos como el sistema pronominal átono del español, las construcciones de gerundio, el cambio de régimen preposicional, los valores evidenciales y modalizadores de los tiempos verbales de pasado o en los marcadores discursivos, por mencionar solo algunos (Blestel 2010 y 2011; Calvo Pérez 2008; Camus Bergareche 2013a y 2013b; Camus Bergareche/Gómez Seibane 2013 y 2015; Cerrón-Palomino 1995; García Tesoro 2010 y 2014; Gómez Seibane 2012 y 2014; Granda 1999 y 2001; Haboud 1998 y 2005; Martínez 2001, 2006, 2010, 2012 y 2013; Palacios 2008, 2013, 2014 y 2015; Palacios/Pfänder 2014; Pfänder 2009; Pfänder/Palacios 2013). Jarvis y Pavlenko (2008) consideran que, aunque la transferencia se produzca entre lenguas que son completamente diferentes, los cambios inducidos por contacto se producen mayoritariamente en áreas de la lengua que los hablantes perciben como similares. Y es desde esta perspectiva desde donde partimos para mostrar que la gramática hablada en situaciones de contacto puede modelarse a partir de los recursos lingüísticos que tienen los hablantes a su alcance, ya que estos son los que asumen y/o perciben similitudes y diferencias entre las lenguas, independientemente de si estas existen o no objetivamente. Concebimos, así, la variación y el cambio lingüístico inducido por contacto como procesos dinámicos que implican, en muchos casos, cambios conceptuales, cognitivos, culturales o pragmáticos; cambios complejos, sistemáticos o individuales, en los que subyace una explicación general. Dentro de este marco, es preciso entender las situaciones de contacto lingüístico como un continuo complejo donde se superponen, aun en una misma comunidad, hablantes con distinto grado de bilingüismo e incluso ya monolingües de español. Los datos muestran que, en estas variedades de español surgen cambios inducidos por contacto que posibilitan reelaboraciones de estructuras gramaticales, que reorganizan paradigmas, que impulsan nuevos usos semánticos o pragmáticos, que afectan a la variación de frecuencias de uso, a la ampliación o la eliminación de restricciones para que

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un fenómeno tenga lugar, esto es, que potencian la selección congruente de usos lingüísticos de acuerdo con las características de las lenguas en contacto. Tomemos como ejemplo el estudio del sistema pronominal átono del español de zonas de contacto1. En estos sistemas, aparentemente simplificados, las formas pronominales pierden las distinciones funcionales de género y/o de número relevantes en el sistema pronominal etimológico, y se convierten en marcas de concordancia de objeto. Se ha producido un proceso de gramaticalización inducido por contacto, un cambio compatible con las tendencias internas del sistema motivado tanto interna (evolución interna de la lengua) como externamente (por el contacto con otras lenguas). De este caso, me interesa destacar, sobre todo, que este cambio no sigue los patrones de gramaticalización universales que desarrollan los sistemas pronominales átonos de otras lenguas románicas o los sistemas pronominales de variedades de español de España (Fernández-Ordóñez 2001). Se aparta, por tanto, de los caminos de evolución universales que se han formulado a partir de los universales del lenguaje y de las jerarquías interlingüísticas propuestas, en contra de lo que predicen las teorías tipológicas-funcionales. La razón que explica la dirección contraria de los cambios experimentados por los sistemas pronominales átonos del español de áreas de contacto, a diferencia de los que han tenido lugar en la variedad peninsular española, es precisamente la intervención de un factor exógeno, el contacto intenso del español con lenguas como el quechua, el aimara, el malecu, el maya yucateco, el tzutujil, el tepehuano o el euskera; lenguas que, aunque pertenecen a familias lingüísticas distintas, tienen en común ciertas características estructurales como no tener un sistema pronominal átono similar al del castellano y, sobre todo, carecer de marcas gramaticales de género (Palacios 2015). Así, si en los cambios de las variedades de España predomina un patrón de género por encima del caso (Fernández-Ordóñez 2001), en los cambios inducidos por contacto no hay tal patrón de género porque este rasgo no es relevante gramaticalmente en las lenguas de contacto implicadas. Lo esencial no es, por tanto, si estas lenguas están o no emparentadas tipológicamente, sino si las características estructurales de cada lengua implicada en el proceso de cambio son congruentes con las del español y con el resultado del cambio (Palacios/Pfänder 2014). Si en el caso de los sistemas pronominales se constata que diferentes comunidades lingüísticas crean soluciones similares en función de la congruencia estructural de las lenguas, en otros casos se documenta cómo comunidades bilingües en las que están implicadas las mismas lenguas construyen soluciones diferentes

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Para un estudio sistemático de los sistemas pronominales átonos en áreas de contacto, véase el volumen monográfico coordinado por Palacios (2015).

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Sobre los cambios lingüísticos en situaciones de contacto

para las mismas cuestiones gramaticales, lo que da indicios de la complejidad de las situaciones de contacto. Un ejemplo de ello puede ser la codificación de la evidencialidad en el español andino. Como es bien sabido, la evidencialidad es un dominio semántico altamente relevante en quechua, y también en aimara, hasta el punto de poseer diferentes vías de gramaticalización de esta categoría semántica. La lengua quechua posee un sistema de marcadores evidenciales que codifica la fuente de la información (directa, indirecta o conjetura), pero también alude a valores epistémicos relacionados con la evaluación que el hablante hace de la información transmitida (compromiso con la veracidad de esa información), por lo que autores como Adelaar (1997) consideran que se trata de un sistema de marcadores evidencial/ validador muy productivo, ya que el hablante hace un uso dinámico de estos marcadores en función de las necesidades comunicativas que el contexto requiere. El quechua expresa además valores evidenciales/validadores a través del sistema verbal. La bibliografía ha vinculado tradicionalmente estos usos evidenciales y validadores con ciertos tiempos verbales de pasado en español andino. Así, en el caso de Bolivia el morfema evidencial quechua —sqa de evidencia no directa se ha relacionado tradicionalmente con el pluscuamperfecto, como se aprecia en el ejemplo (1), donde se muestra el contraste de experiencia directa, codificado mediante el pretérito perfecto compuesto, y de experiencia no directa, codificado mediante el pluscuamperfecto: (1)

—¿Y cómo es el calvario? —Se sube arriba al cerro, se saca piedra, dice que había unos borra- chitos, que habían hecho su virgencita de piedra. —Ah sí, ¿cómo? —Dice que una virgencita de piedra habían tallado y allí ovejitas dice habían hecho. —Sí, [...]. —Se han ido ellos, nosotros estábamos jugando, helados nos hemos comprado, refrescos, al baño hemos ido, la Neli se ha trancado en el baño, no podía salir, “ay no se puede”, yo igual al mismo baño he entrado, “ay no se puede”, chistoso, hemos salido (CC.1,301) (Pfänder 2010: 229-230).

Para el español andino ecuatoriano, Pfänder y Palacios (2013) muestran el contraste que se da en los tiempos verbales de pasado entre hechos categorizados como experiencias vividas, informaciones contrastadas, que están en el saber colectivo o en los medios de comunicación (perfecto simple), y hechos no experimentados o presenciados, creencias, rumores, informaciones no contrastadas, dudosas o informaciones reportadas (perfecto compuesto). Cuando se alude a informaciones inferidas a partir de evidencias oídas, percibidas o lejos de ser

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verificadas, se utiliza el pluscuamperfecto para codificar el distanciamiento del hablante con respecto a la información transmitida. Es interesante destacar que el hablante no activa “automáticamente” estas lecturas, sino que evalúa el contexto situacional y juega con estas formas de manera dinámica. Véase el ejemplo (2), donde un hablante quiteño alude a un pariente que emigró a España. El hablante, dado que no puede comprometerse con la veracidad o la fiabilidad de la información transmitida, activa el uso reportativo del perfecto compuesto para narrar la experiencia que ese pariente le transmitió sobre su migración a España y su posterior regreso a Quito; cuando el hablante narra hechos presenciados y experimentados personalmente, los verbos aparecen en pretérito simple: (2)

Eso es lo que él cuenta, lo más que ha pasado bien, pero lo que ha pasado mal, nunca cuenta. Sólo lo cuenta lo que... se ha ido a los parques, se han encontrado con los primos, eh, han estado bebiendo, se han ido a ver un concierto, han estado... o sea, [...], eso es lo que ha conversado. Él no... es un poco reservado [...]. A ver, se fueron los tres. Se fueron los tres y regresaron, un hijo más, pero dejando aquí tres más, cuando era pequeñitos, ahora ya están todos unos señores, ya. Dejaron, no estudiaron aquí, se hicieron malos [...] (Pfänder/Palacios 2013: 78).

En el caso del español andino peruano, las investigaciones sobre el uso de los perfectos muestran que, si bien el pretérito simple es la forma no marcada, el compuesto está extendiendo paulatinamente sus usos a contextos temporales del pasado perfectivo que no tienen relación temporal con el presente. Investigadores como Anna María Escobar (1997) y Ana Isabel García Tesoro (en este volumen) aluden a que los hablantes usan el pretérito compuesto, a diferencia de lo que ocurre en Ecuador, para narrar experiencias vividas en primera persona que quieren destacar, eventos experimentados por personas muy cercanas con cuya veracidad se comprometen o para actualizar y vivificar un evento pasado experimentado, como muestra el ejemplo siguiente tomado de García Tesoro: (3)

Entonces así pues de pequeño allá hemos crecido en una escuela todavía así... ahí siempre abierta, había ese tiempo una pobreza también allá.

En esta variedad, el pluscuamperfecto tiene también valores evidenciales que permiten al hablante codificar cierto distanciamiento con respecto a la información reportada, narrar acontecimientos legendarios, no vividos o de cuya veracidad no se está seguro. Ahora bien, si los pretéritos han tomado valores evidenciales a causa del contacto histórico con el quechua, ¿por qué no se aplican las mismas soluciones en las distintas áreas andinas? En el caso del español andino boliviano, la forma

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de pretérito no marcada es la compuesta —el simple apenas se documenta en el discurso oral—, por lo que el hablante codifica la información reportada a través del pluscuamperfecto. En el caso del español andino peruano y ecuatoriano, donde las tres formas de pasado (simple, compuesto y pluscuamperfecto) están activas en el discurso oral, el pretérito compuesto permite codificar información experimentada y reportada, respectivamente. Pero esta diversidad de usos ya está presente en los propios valores de la forma, esto es, forma parte de las potencialidades de la lengua española. Como es bien sabido, el pretérito compuesto en español está inmerso en un proceso de gramaticalización a partir de los valores experiencial y de evaluación (relevancia en el presente) que tiene en español. Ya Criado de Val (1948: 124) consideraba que esta forma verbal era la adecuada para expresar en español el comentario, el coloquio y la conversación; un tiempo subjetivo “prototípico del diálogo dramático, [que] tiene carácter subjetivo y de actualidad temporal”. Otros autores (por ejemplo, Hernández 2006; Howe 2006 y 2009; Jara 2009 y 2011; Schwenter/Torres Cacoullos 2008) han abundado en esa línea al considerar que esta forma puede expresar usos epistémicos relacionados con las creencias o la actitud del hablante sobre la información transmitida, valores subjetivos que permiten codificar el punto de vista del narrador con respecto a lo narrado, enfocar un evento pasado con relevancia psicológica actual, introducir información nueva, comentarios aclaratorios, resumir y evaluar eventos, o introducir citas de discurso reportado o reproducido. Según esto, esta forma verbal habría iniciado un proceso de gramaticalización similar al que ha desarrollado el italiano (Camus Bergareche 2008). En definitiva, más allá de las soluciones adoptadas localmente, lo que sí parece común a todas las áreas andinas es que el hablante hace un uso subjetivo de los tiempos verbales de pasado en función de la evaluación que establece sobre los hechos que quiere transmitir y el distanciamiento/implicación que desea mantener con respecto a los mismos. El contacto intenso prolongado del español y del quechua en el área andina posibilita así la emergencia de estos nuevos valores evidenciales, estrategias comunicativas construidas a partir del uso subjetivo y dinámico de los tiempos verbales que hace el hablante en función de la evaluación de los hechos y de las conceptualizaciones que establece; esto es, el hablante explota las potencialidades que el español ya tiene y el quechua ofrece. Defendemos, por tanto, que en el contacto de lenguas lo relevante son las similitudes estructurales y/o las equivalencias funcionales que los hablantes perciben entre las lenguas implicadas, y que son estas las que realmente condicionan los cambios inducidos por contacto, creando soluciones emergentes altamente productivas que resultan congruentes con las lenguas implicadas. Desde esta

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perspectiva, el estudio de las situaciones de contacto lingüístico permite perfilar mejor las jerarquías y escalas universales que las regulan. Por ello, en este volumen nos hemos propuesto incidir en el estudio de algunos aspectos relativos a la variación y el cambio lingüístico del español en situaciones de contacto analizando un repertorio de fenómenos lingüísticos sujetos a variación cuyo análisis ha sido en muchos casos parcial o inexistente. El volumen recoge algunos de los resultados de los proyectos de investigación “El español en contacto con otras lenguas: variación y cambio lingüístico” y “El español en contacto con otras lenguas II: variación y cambio lingüístico”, parcialmente financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad/Fondo Europeo de Desarrollo Regional (ref. FFI2012-31702 y FFI2015-67034-P, MINECO/FEDER). El objeto de estos proyectos es estudiar distintos procesos del español en contacto con otras lenguas e identificar los mecanismos que los han producido a partir del análisis comparado de los datos de corpus orales y escritos actuales, tanto de hablantes bilingües como de hablantes monolingües de zonas de bilingüismo histórico con contacto intenso. Así, el estudio de casos concretos en estas variedades de español en contacto permite comparar los resultados obtenidos para extraer generalizaciones significativas sobre los cambios inducidos por contacto que puedan extrapolarse a otras situaciones de contacto. En este sentido, el artículo de Haboud y Palacios analiza las distintas estrategias de atenuación de ruegos y mandatos que utilizan los hablantes de español andino ecuatoriano a partir de los recursos que tienen a su disposición en las lenguas en contacto (kichwa2 y español). Tras analizarlas exhaustivamente, las autoras describen los procesos de gramaticalización implicados en las mismas y muestran que se trata de cambios motivados por el contacto entre el kichwa y el español; procesos complejos en los que convergen características estructurales y semántico-pragmáticas de las lenguas involucradas e impulsados por las necesidades comunicativas de los hablantes. El artículo de Jara estudia los valores semánticos y pragmáticos del pluscuamperfecto de indicativo en el español amazónico peruano, variedad formada en un contexto multilingüe complejo de la que aún se sabe bastante poco. La autora analiza narrativas de experiencias personales e identifica las estructuras narrativas en las que aparece la forma verbal. El valor epistémico que adopta en estos casos el pluscuamperfecto tiene una función pragmática ya que permite codificar la distancia

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Las autoras mantienen la grafía del alfabeto oficial de la lengua aceptado por la Confederación de las Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), la Dirección Nacional de Educación Intercultural Bilingüe (DINEIB) y la Constitución del Ecuador (2008) para la variedad quechua hablada en Ecuador.

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subjetiva con la que el hablante quiere presentar su discurso y evaluar subjetivamente los hechos pasados narrados en contextos en los que canónicamente aparecen otras formas de pasado. Jara constata que estos usos pragmáticos modalizadores coinciden en gran medida con los que se han descrito para el español andino. En la misma línea temática, García Tesoro analiza los valores evidenciales y discursivos del pretérito perfecto en el español andino de Cuzco. Considera que la emergencia de estos valores en esta variedad está motivada tanto por la evolución interna de la lengua —la gramaticalización del perfecto— como por el contacto con el quechua, que actúa como un disparador del cambio lingüístico y acelera su evolución, en un proceso de convergencia lingüística en el que los hablantes perciben similitudes entre ambas lenguas en contacto. El resultado es un cambio semántico, similar al descrito para otras formas de pasado en el español andino y amazónico, un proceso de subjetivación que potencia los valores epistémicos del español y los evidenciales presentes en el quechua. Estas formas funcionan como estrategias discursivas muy útiles que permiten codificar el distanciamiento del hablante con respecto a los hechos transmitidos, su acercamiento psicológico, especialmente si fueron vividos en primera persona, o focalizarlos para destacarlos de la escena por motivos discursivos. La concordancia de número ha sido uno de los temas recurrentes del español en contacto con otras lenguas. En esta ocasión, Martínez revisa la variación en la concordancia de número (sujeto/verbo) en migrantes bolivianos bilingües (quechua/español) residentes en La Plata. Tomando como referencia un estudio anterior donde mostraba que el sujeto simple singular favorece en gran medida la concordancia, pero no así los sujetos compuestos, considera la autora que los casos de sujeto compuesto son conceptualizados por los hablantes bilingües como duales, en un continuo cuyos extremos son el singular y el plural. Esa necesidad comunicativa de manifestar dualidad como un concepto diferenciado hace aflorar la estrategia lingüística de marcar al verbo como singular, estrategia muy creativa dado que permite al hablante llenar un espacio conceptual que el español no categoriza en su morfología. Considera, igualmente, que el bilingüismo de los hablantes puede ser el disparador de esta variación y la flexibilidad de la gramática quechua en la codificación del número, el motor que los activa. Torres Sánchez analiza también discordancias de número en el español de bilingües tepehuano del sureste-español; estudia en detalle el fenómeno y lo relaciona con la influencia que las características de la lengua indígena mexicana pueden tener en el español. Los datos analizados le permiten mostrar que, a diferencia de la concordancia de género, abordada en estudios anteriores, la de número es porcentualmente bastante baja. La autora ofrece un análisis comparativo con otros trabajos que analizan las discordancias de número en situaciones de

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contacto en México y concluye que, si bien no se constatan calcos de la estructura de las lenguas indígenas, se observan distintos patrones en función de las características morfológicas de las lenguas implicadas en el contacto. Descarta, igualmente, que estas variaciones se deban a errores relacionados con un aprendizaje deficiente de la lengua. Los trabajos de Camus Bergareche, Gómez Seibane y Hernández Méndez abordan variaciones y cambios lingüísticos en el sistema pronominal átono de hablantes bilingües y monolingües del País Vasco y de la zona maya yucateca mexicana, que explican a partir de la convergencia lingüística del español y la lengua de contacto. Camus Bergareche ensaya una explicación de cómo emerge una nueva gramática para las formas pronominales átonas del español en la variedad hablada en el País Vasco a partir del uso de los clíticos por parte de los hablantes bilingües consecutivos de español; una hipótesis que pretende dar cuenta del desarrollo de los rasgos distintivos de la sintaxis de estos clíticos en esta variedad. Para ello, el autor traza un continuo desde las modalidades de hablantes bilingües consecutivos de español, caracterizadas por la elisión de clíticos, hasta el llamado español del País Vasco. Gómez Seibane se centra en la duplicación de objetos directos posverbales en el castellano del País Vasco, un fenómeno poco explorado en esa variedad. La autora analiza las características de este fenómeno y su frecuencia, y lo compara con un corpus de español del centro peninsular, fuera del ámbito del contacto de lenguas. Los resultados del análisis le permiten mostrar que, si bien la frecuencia de aparición de la duplicación es inferior en el corpus de la zona de contacto, las variables discursivas, cognitivas y referenciales analizadas arrojan diferencias notables en ambos corpus. Dadas estas diferencias, Gómez Seibane se plantea si existe en la zona de contacto una incipiente fase de gramaticalización del acusativo que implicaría las jerarquías de Animación y de Definitud. Hernández Méndez estudia los clíticos de objeto indirecto en el español en contacto con el maya yucateco a partir de un corpus de hablantes bilingües y monolingües. Tras su análisis concluye que el grado de mono/bilingüismo y el nivel de instrucción son variables externas relevantes en el cambio hacia la despronominalización, junto con variables lingüísticas como la posición del referente. La autora muestra que se está produciendo un cambio para extender el uso de le plural a todos los contextos sintácticos, que la dirección del cambio no es aleatoria y que el contacto con la lengua maya actúa como un acelerador del cambio. Concluye planteando una hipótesis en la que los monolingües de variedades sin contacto y los bilingües llegan a este cambio en curso por distinta vía: los primeros, mediante reanálisis; los segundos, mediante una estrategia de simplificación motivada por la necesidad comunicativa y basada en principios lingüísticos universales.

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Blestel y Fontanier ensayan una hipótesis sobre el empleo no normativo de por en el español paraguayo. Cuestionan que estos usos se deban a calcos del guaraní, como ha sido planteado por la bibliografía anterior, y, a partir de la búsqueda del significado de esta preposición y cómo interactúa con los contextos discursivos no normativos, proponen que la convergencia de ambas lenguas se fundamenta en las conceptualizaciones posibilitadas por las formas mismas, ya que por permite relacionar dos entidades de forma dinámica y sus equivalentes guaraníes -rehe/-re y rupi también parecen vincular entidades que no tienen por qué estarlo. Sánchez Avendaño aborda la variación en las formas de tratamiento pronominal y verbal en el español de los malecus en Costa Rica. Tras un análisis exhaustivo de las formas emergentes —formas híbridas resultantes de la confluencia de formas de voseo y ustedeo a las que denomina ustevoseo—, concluye que se trata de un cambio indirecto inducido por contacto, una solución de causación múltiple propiciada por la situación de inestabilidad y variación de las formas de tratamiento en el español costarricense en general y disparado por la gramática de la lengua malecu, que abundaría en la neutralización sociopragmática de las formas, ya presente en variedades no malecu. El resultado sería la reorganización de las mismas para codificar formalmente la distinción deíctica entre la segunda y la tercera persona. Patzelt aborda la construcción de identidades plurilingües como resultado de la formación dinámica de nuevos espacios multilingües: migración y contacto de lenguas. A partir del estudio de casos concretos, en los que analiza las lenguas o variedades que forman el repertorio lingüístico de los hablantes —centrándose fundamentalmente en el valor atribuido a las lenguas de herencia—, el grado de hibridación de sus creaciones lingüísticas y el papel funcional de esta hibridación en el contexto situacional, la autora muestra que la construcción de identidades plurilingües en estos contextos es altamente dinámica e indexical. Patzelt visualiza además los desafíos metodológicos con los que la lingüística se enfrenta para abordar estas identidades plurilingües, ya que estos casos se muestran como creaciones lingüísticas diferentes a las descritas tradicionalmente por la sociolingüística o la lingüística de contacto. Ambadiang se interna en el estudio de los procesos de apropiación lingüística entendidos como espacios de tensión entre acomodación y diversificación lingüística y analiza sus efectos en diferentes ecologías lingüísticas y las consecuencias que conllevan en el aprendizaje de lenguas y en los procesos de acomodación comunicativa. El autor muestra cómo, a diferencia de lo que ocurre en las ecologías monolingües, donde el discurso dominante impone fuertes condicionamientos sobre el aprendizaje de lenguas no nativas y el proceso de acomodación comunicativa, en las ecologías multilingües estos procesos favorecen la diversificación de códigos,

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ya que posibilita la presencia de nuevas variedades de las lenguas usadas y la aparición de nuevas modalidades híbridas, pudiendo llegar, incluso, a modificar la ratio lenguas/hablantes en esos contextos. El volumen se cierra con el artículo de Zimmermann, que analiza, a partir de un estudio de caso de un encuentro intercultural entre expertos indígenas y no indígenas en México, los conflictos, los malentendidos y las ideologías preexistentes en estos encuentros. El autor considera que en ellos subyacen estereotipos negativos producto de experiencias previas que se arraigan en la compleja relación histórica de dominación y opresión que ha tenido lugar entre la sociedad mayoritaria y las comunidades indígenas minorizadas. Esta experiencia concreta le permite al autor teorizar sobre la construcción que hace el colectivo indígena sobre el otro, el no indígena, y cómo esta construcción prefigura y orienta los significados de los enunciados de los no indígenas como parte de un discurso de dominación. El autor reivindica, en este sentido, la necesidad de incorporar el análisis crítico del discurso en los procesos de política y planificación. Este volumen pretende, en definitiva, arrojar alguna luz sobre la complejidad de las situaciones de contacto y aportar, en alguna medida, herramientas teóricas y metodológicas que permitan aventurarse en esa complejidad. Es, por tanto, esencial abordar el estudio de una amplia gama de situaciones de contacto para conocer y mostrar que la gramática en estas situaciones puede modelarse a partir de los recursos lingüísticos que tienen los hablantes a su alcance y de sus necesidades comunicativas, de la negociación comunicativa de la comunidad, de la congruencia estructural de las lenguas en contacto y de la coherencia en el significado de las formas y del mensaje que se desea transmitir.

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IMPERATIVIDAD Y ATENUACIÓN EN EL CASTELLANO ANDINO ECUATORIANO1 MARLEEN HABOUD/AZUCENA PALACIOS Pontificia Universidad Católica del Ecuador/ Universidad Autónoma de Madrid

1. Introducción El tema de los enunciados imperativos, actos verbales con los que se solicita algo, y de la atenuación de las órdenes y mandatos se ha discutido en numerosas ocasiones2. El imperativo, como recuerda Garrido Medina (1999: 3910, §60.2.1.2), se caracteriza por ser una petición del hablante para que el oyente realice una acción que, de realizarse, se lleva a cabo en un momento posterior a la enunciación. Las peticiones pueden ser mandatos categóricos o atenuados, lo cual se logra gracias a estrategias sintácticas, léxicas, fonéticas, semánticas y pragmáticas. Según Briz Gómez (2003, 2007), la atenuación es una categoría pragmática que permite reducir la fuerza ilocutiva de los actos de habla y, como tal, se convierte en una muy productiva estrategia reguladora de las relaciones de los participantes en el acto comunicativo. Su función es, por tanto, social y, en la medida en que busca conseguir la colaboración de los participantes para lograr la realización de una acción, forma parte de la cortesía lingüística. Mediante las estrategias de atenuación se facilitan, pues, las necesidades comunicativas en

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Esta investigación se ha desarrollado en el marco de los proyectos “El español en contacto con otras lenguas: variación y cambio lingüístico” y “El español en contacto con otras lenguas II: variación y cambio lingüístico”, parcialmente financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad/Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Ref. FFI2012-31702 y FFI201567034-P, MINECO/FEDER). Agradecemos a Esmeralda de la Vega por sus comentarios y sugerencias a una versión anterior de este trabajo. Véase, entre otros, Albelda Marco 2010; Albelda Marco/Briz Gómez 2010; Briz Gómez 1995, 1998; Briz Gómez/Albelda Marco 2013; Escandell Vidal 1999; Fraser 1980; Garrido Medina 1999; Haverkate 1979 y 1994; Meyer-Hermann 1988; Searle 1969.

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contextos que exigen minimizar mandatos y peticiones mitigando, suavizando o escondiendo las verdaderas intenciones comunicativas (cortesía estratégica). Así, es posible crear un continuo imaginario (Givón 1990) que presenta, en un extremo, formas imperativas prototípicas de mandato (Levántate) y, en el otro, formas tan atenuadas que expresan ruegos (¿Serías tan amable de levantarte?). En el castellano andino ecuatoriano (CAE) existen varias formas específicas de atenuación como el futuro usado como imperativo y la perífrasis dar + gerundio (Haboud 1997, 1998, 2003; RAE 2009; Niño-Murcia 1988; Olbertz 2002, 2008; Bruil 2008), que se suelen analizar como calcos del kichwa3 (RAE 2009; NiñoMurcia 1988, 1992) o como procesos de convergencia lingüística del español y el kichwa (Haboud 1995, 1997, 2003). En algunos trabajos se incluye, además, la perífrasis mandar + gerundio (RAE 2009; Niño-Murcia 1988; Olbertz 2002, 2008; Bruil 2008) como un mandato expeditivo descortés; sin embargo, esto no se ajusta al uso que de esta construcción hacen los hablantes en el que mandar no significa ‘ordenar’ sino ‘enviar’4. Es preciso, por tanto, repensar cómo funcionan estas estrategias de atenuación y analizarlas más exhaustivamente tomando en cuenta aspectos muy poco tratados hasta el momento como la laxitud temporal en el cumplimiento de la orden, la relación entre los participantes en el acto de habla, el control y la agentividad que cada participante tiene sobre la realización de la petición y la gradación de la imperatividad que vertebra todas esas formas. Luego de un análisis en profundidad de las estrategias utilizadas por los hablantes para moldear su variedad de lengua y recrearla negociando con los recursos que tienen a su disposición en las lenguas en contacto (kichwa y español), estudiamos los factores lingüísticos y los rasgos sociopragmáticos relacionados con la atenuación y la cortesía para referirnos brevemente al efecto de (in)comunicación que el uso de estas estructuras ya rutinizadas puede causar en colectivos que no comparten el mismo bagaje sociocultural ni la misma variedad lingüística, como es el caso de la población migrante ecuatoriana residente en Madrid. Finalmente, describimos los procesos de gramaticalización implicados en estas estrategias y si han sido motivados por el contacto entre el kichwa y el español.

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Kichwa corresponde a la variedad de la lengua quechua hablada en Ecuador. Se la escribe según el alfabeto oficial de la lengua aceptado por la Confederación de las Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), la Dirección Nacional de Educación Intercultural Bilingüe (DINEIB) y la Constitución del Ecuador (2008). Nos ocupamos de esta forma en un trabajo en curso.

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2. Los datos Si bien el análisis propuesto se basa en datos cualitativos, hemos utilizado también datos cuantitativos. Los primeros provienen de muestras de habla natural de monolingües de español de la Sierra ecuatoriana recogidos durante reuniones familiares y conversaciones informales, donde se tiene en cuenta el contexto discursivo; los segundos provienen de 56 entrevistas realizadas con estudiantes ecuatorianos cuya estancia en España oscilaba entre seis meses y seis años, y que asistían a instituciones educativas localizadas en Madrid. Con dicho grupo, se realizaron además pruebas en las que se les solicitó que seleccionaran o completaran formas de imperativo convenientes para situaciones específicas (i.e. ¿Cómo le pides a tu hermano que te pase el cuaderno?). Finalmente, con el fin de tener una visión más completa del fenómeno, hemos realizado búsquedas en corpus digitalizados como CREA y CORDE, prensa escrita, material audiovisual de uso público como propagandas políticas (YouTube5), redes sociales como Facebook y servicios de mensajes como WhatsApp. Para este análisis tomamos en cuenta tanto parámetros lingüísticos —la laxitud en el cumplimiento de la orden o valor de futuridad, el control y/o agentividad de los participantes o el valor benefactivo— como rasgos pragmáticos que incluyen el marco situacional, la relación entre los participantes, el grado de proximidad de los mismos y el tipo de cultura del colectivo en estudio (culturas de distancia y de acercamiento).

3. Las construcciones imperativas en español andino ecuatoriano Como es bien sabido, las órdenes, las peticiones y los ruegos se incluyen bajo la categoría de actos de habla directivos (Searle 1969: 13). Sin embargo, como menciona Orozco (2012: 3), no hay acuerdo a la hora de caracterizar los rasgos que determinan que un acto directivo sea considerado orden, petición o ruego, ya que las mismas formas gramaticales pueden aparecer en actos comunicativos que requieren diferente fuerza ilocutiva. Así, unas veces se pone el énfasis en la relación entre los interlocutores (Searle 1969: 66; Haverkate 1979: 70 y ss.; Garrido Medina 1999: 3902; Escandell Vidal 1999: 3976); otras, por el contrario, en el grado de control y agentividad que tienen los participantes en el cumplimiento de la petición o el mandato (Lyons 1980: 681 y ss.). Consideramos que la caracterización de un acto de habla como mandato, petición o ruego conjuga

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Imperatividad y atenuación en el castellano andino ecuatoriano

necesariamente elementos distintos como la situación de habla en la que se verbaliza, la relación de los participantes y los códigos comunicativos utilizados. Esto hace que una forma gramatical tenga cierto valor entre los interlocutores que pertenecen a una misma comunidad de habla6 y que, por tanto, formas imperativas consideradas prototípicas por esa comunidad se puedan considerar marcadas en otra. En la variedad oral andina ecuatoriana puede usarse el imperativo categórico junto a formas de imperativo atenuadas, tan frecuentes que en uno de los diarios más importantes del país se puede leer: “Casi hemos desterrado del habla cotidiana el uso del imperativo” (Corral 20157). Esta afirmación, aunque parezca exagerada, alude a la cotidianeidad con la que se emplean las formas atenuadas. La elección de unas u otras formas está ligada a la relación de los participantes8 en el acto comunicativo, el contexto de situacional y la intención comunicativa. Así, es posible escuchar una forma categórica como Cierra esa maleta que ya es hora de irnos, o bien formas atenuadas como Cerrarás la maleta o Dame cerrando la maleta. Es de estas formas atenuadas —el futuro utilizado como imperativo (futuro imperativo, de ahora en adelante) y la perífrasis dar + gerundio— de las que nos ocupamos en este trabajo.

3.1. Futuro imperativo El futuro como imperativo atenuado se ha documentado en el sur de Colombia, en la Sierra ecuatoriana (Toscano Mateus 1953; Albor 1973; Yépez 19849; NiñoMurcia 1988; Haboud 1997, 1998, 2003; Haboud/Vega 2008) y en el español de Cochabamba (Gutiérrez Marrone 1980; Pfänder 2000). En el caso ecuatoriano se da con tanta frecuencia que puede aparecer no solo en la variedad oral de la lengua, sino también en escritos informales. La RAE (2009: 1777) menciona que este uso puede deberse a un calco del quechua10. Igualmente alude a que estas formas pueden tener valor optativo, “como en Dirasme si puedo poner tu foto en

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Entendemos comunidad de habla como conjunto o agrupación de hablantes que comparten el mismo código lingüístico y tienen, en algún grado, consciencia de su uso.

En este trabajo utilizamos peticionario para referirnos a quien da la orden (petición, ruego, consejo) y receptor a quien se solicita que la cumpla. Según Yépez (1984), el futuro imperativo —considerado como más familiar— es la forma más frecuente para hacer una solicitud en la ciudad de Quito, si bien los hablantes no siempre lo aceptan. Quechua corresponde a la familia lingüística y a las variedades habladas en Perú y Bolivia, denominada quichua/kichwa en Ecuador.

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mi club” (RAE 2009: 3150). Por otra, se apela al término optativo para describir el valor del futuro como imperativo; sin embargo, la propia gramática afirma que “se denominan tradicionalmente OPTATIVAS o DESIDERATIVAS las oraciones que se forman con verbos en subjuntivo y expresan deseos del hablante, por tanto, actos verbales que pueden dirigirse o no a un destinatario: ¡Ojalá llueva!” (RAE 2009: 3129, 42.3a). Este no es, de ninguna manera, el caso que nos ocupa ya que el futuro imperativo ecuatoriano implica una petición atenuada, aunque explícita, que un hablante hace a un oyente con el deseo de que esta se cumpla, si bien no necesariamente de forma inmediata. Es preciso puntualizar, además, que investigaciones anteriores han mostrado que no se trata de un calco sino de un fenómeno complejo de convergencia lingüística del español y el kichwa (Haboud 1998)11. El futuro se utiliza desde el español antiguo como una forma autoritaria de expresar un mandato; en el caso ecuatoriano, este uso está restringido a registros formales escritos del ámbito jurídico-administrativo o periodístico como en: En las pólizas o certificados el usuario deberá respetar el plazo que acordó para retirar el dinero. El tiempo de depósito va desde 30 días hasta más de un año. En caso de que lo quiera antes deberá comunicarlo al banco, pero pagará una comisión12. Por el contrario, en la variedad oral andina el futuro opera como un imperativo atenuado tanto por sus características morfosintácticas como semántico-pragmáticas (Haboud 1995: 212): a) se suele conjugar con los pronombres tú, usted y ustedes13, si bien se documentan también usos esporádicos en primera persona de plural nosotros; b) si el verbo aparece con un clítico, este se ubica en posición posverbal como en el imperativo; si están en posición preverbal, se elimina la lectura atenuada en favor de la categórica: ‘se lo comprarás’. Cuadro 1. Posición del clítico en el imperativo y el futuro imperativo

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Imperativo

Futuro imperativo

Cómprale un terno para el cumpleaños

Comprarasle un terno para el cumpleaños

Cómprele un terno para el cumpleaños

Comprarale un terno para el cumpleaños

Cómprenle un terno para el cumpleaños

Compraranle un terno para el cumpleaños

La relación del español y el kichwa se analiza en §5. El Universo, 08/12/2003. Real Academia Española: Banco de datos (CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. (02-02-2016). Recordemos que en Hispanoamérica las variedades del español carecen de las formas vosotros/as y su correspondiente conjugación.

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Imperatividad y atenuación en el castellano andino ecuatoriano

El futuro imperativo expresa una petición (1a) que puede codificarse también como consejo (1b), amenaza (1c) o sugerencia velada (1d) para instar al oyente a realizar la acción solicitada. El contexto y la entonación son determinantes para establecer el significado de estas construcciones: (1)

a. Avisarame cuando vaya a venir a la ofi. ‘Por favor, avíseme cuando vaya a venir a la oficina’. b. Pedirás cita con tiempo, verás que ella (la doctora) está siempre bien ocupada. ‘Te aconsejo que pidas cita con tiempo porque ella está siempre muy ocupada’. c. Camilo, ¡recogerás esa cáscara de plátano! ‘Recoge, esa cáscara de plátano (tendrás problemas si no lo haces)’. d. ¡Qué buena fiesta! Dirémosle que está lindo, que venga nomás. ‘Por favor, vamos a decirle que venga a la fiesta’.

El caso (1d) expresa la petición más atenuada; el peticionario se incluye en el grupo al que dirige la petición mediante el empleo de la primera persona de plural (nosotros), intentando sutilmente que esta se cumpla. De algún modo este caso es similar a procedimientos indirectos del tipo No vayas a ponernos en ridículo (Garrido Medina 1999: 3919-3920, 60.2.2.2), en donde la atenuación parece darse tanto por la forma utilizada del subjuntivo, como por el hecho de que el peticionario se diluye en el grupo. Las formas que nos ocupan muestran una gradación de mayor a menor atenuación, de una petición a una sugerencia, que puede plasmarse esquemáticamente en el continuo siguiente: Cuadro 2. Atenuación e imperatividad de enunciados imperativos en CAE [+ atenuación] [- imperatividad]

dirémosle que está lindo dirasle que está lindo

[- atenuación] [+ imperatividad]

dile que está lindo

Fuente: Haboud y Palacios para este estudio (a partir de Haboud 1998).

El futuro imperativo puede aparecer en oraciones negativas, pero, a diferencia de lo que ocurre en variedades como el español peninsular, donde connota una prohibición categórica (No te levantarás de la mesa hasta que termines toda la comida ‘te prohíbo que te levantes hasta que termines toda la comida’), en el CAE puede tener varias lecturas dependiendo de la entonación: ‘te aconsejo que no te levantes’, ‘te prohíbo que te levantes’.

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El lapso de tiempo en el que se espera que se realice la acción y el grado de control que los participantes tienen sobre el mandato, y los factores pragmáticos que aluden a las relaciones que se dan entre los interlocutores son parámetros poco analizados hasta el momento. En cuanto al parámetro “lapso de tiempo de cumplimiento del mandato” y en consonancia con el valor intrínseco del futuro, cuando una petición es expresada en futuro imperativo no se espera que esta se realice necesariamente de forma inmediata, de ahí que se la use preferentemente en contextos en los que la petición puede cumplirse en un tiempo mediato, si bien dependerá, en última instancia, de la situación comunicativa. Así, en un caso como Dejarasme las llaves, se espera que el cumplimiento de la petición sea inmediato si el interlocutor está saliendo de la casa en presencia del peticionario; si sale más tarde, el cumplimiento de la petición tendrá lugar en un momento posterior. En casos como Iraste abrigado, se espera el cumplimiento inmediato si el interlocutor está saliendo o a punto de salir. Los casos siguientes ilustran el uso de cumplimiento mediato del mandato. En (2), un hablante de la variedad serrana ecuatoriana puede utilizar la oración Cambiaraste, verás que llega en 30; por el contrario, una respuesta como Cambiaraste, la ambulancia está en la puerta sería poco apropiada en (3) debido precisamente a la urgencia de salir: (2)

Situación: la ambulancia viene a recoger a X para llevarle a rehabilitación, pero X aún está en pijama. Le aconsejo, le recuerdo, que llega la ambulancia en 30 minutos y digo: cambiaraste, verás que llega en 30.

(3)

Situación: la ambulancia está en la puerta y digo: cámbiate a mil, la ambulancia está en la puerta.

Por otra parte, a diferencia de lo que ocurre con el imperativo categórico, la forma de futuro imperativo codifica menor control del peticionario sobre la realización de la petición, en la medida en que el oyente adquiere mayor agentividad para decidir si cumple o no lo solicitado. Como puede verse en (4), el control y la agentividad de los participantes es proporcionalmente inversa al grado de atenuación del mandato: (4)

Situación: M. necesita una carpeta con pasta transparente y es urgente. Le dice a su asistente: Por favor, ándate a Dilipa [una librería] y cómprame una carpeta. Respuesta: Ahorita me vuelo.

Aquí el hablante emite una orden categórica que se espera que se realice en el menor tiempo posible (Ahorita me vuelo) y que no permite al oyente muchas posibilidades de decidir sobre su cumplimiento —menor agentividad— a menos

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que tenga una razón inexcusable para no cumplirla. En cambio, como se muestra en (5), el futuro imperativo, al atenuar el mandato y convertirlo en una petición suave, dilata el tiempo de cumplimiento y posibilita que el oyente tenga mayor control sobre la realización de la petición o incluso que pueda no realizarla: (5)

Situación: M. necesita una memoria flash. Le dice a su asistente: C. comprarasme una memoria flash en El Espiral. Respuesta: Es que no voy a pasar por El Espiral.

Esto implica que una solicitud como Ándate a El Espiral y cómprame... difícilmente es respondida con: Es que no voy a pasar por El Espiral. Además, la coordinación de una orden categórica (Ándate a El Espiral) y una atenuada (Comprarasme una memoria flash) en el mismo enunciado, es poco probable: *Ándate a El Espiral y comprarasme una memoria flash. En consonancia con los ejemplos anteriores, es común encontrar en redes sociales el futuro imperativo cuando el peticionario tiene menor control de la realización de la petición y el receptor, por el contrario, mayor agentividad: (6)

Situación: un oyente de una emisora de radio gana unas entradas y el locutor le escribe en un tweet: Te dejo [las entradas] a tu nombre en recepción. Puedes venir hoy hasta las 20:00 y mañana de 11:00 a 19:00 :). Pero vendrás a ver, no se vayan a desperdiciar14.

3.2. Perífrasis “dar” + gerundio Como bien muestra la bibliografía (Toscano Mateus 1953; Albor 1973; RAE 2009; Niño-Murcia 1992; Hurley 1995a, 1995b; Haboud 1997, 1998, 2005; Olbertz 2002, 2008), la perífrasis dar + gerundio, muy utilizada en el español andino ecuatoriano y en el sur de Colombia, permite al hablante atenuar los mandatos y convertirlos en peticiones o ruegos, como se muestra en (7): (7)

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a. Dame haciendo el pan mientras duermo. ‘Puedes hacer el favor de hacer el pan por mí/para mí mientras duermo’. b. Dame vendiendo el libro a María. ‘Puedes hacer el favor de venderle a María el libro por mí’. c. Flaca, dame bajando una cobija. ‘Flaca, por favor, baja una cobija por/para mí’ (Haboud 1997: 212-213).

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Estas formas están tan extendidas en la variedad andina ecuatoriana que la RAE afirma que: Por influencia del quechua, se construyen perífrasis en imperativo “dar + gerundio”: Deme cerrando la puerta (‘Cierre la puerta, por favor’); Démelo trayendo (‘Tráigamelo, por favor’). La perífrasis adquiere el sentido de ruego cortés, por lo que admite también paráfrasis como ‘Hágalo por mí’, ‘Hágalo en mi lugar’, y otros similares. Esta idea de sustitución está presente en el uso no imperativo de la construcción, como en Le di haciendo el deber (‘Hice por él el deber’); ¿Me diste hablando con el profesor? (‘¿Hablaste en mi lugar con el profesor?’) (RAE 2009: 3147, 42.5f).

Igualmente pueden encontrarse algunos artículos de opinión en importantes diarios del país subrayando lo extendido de su uso en la sociedad quiteña: Frases como “darás viendo” mi casa, porque estaremos ausentes por corto tiempo, es un encargo constante que, en el caso de los inmuebles, incluye el “comedimiento” no tan solo de vigilancia, sino de alimentar a los canes y a las aves15.

Esta perífrasis se ha analizado como una construcción imperativa altamente gramaticalizada16 en donde el verbo dar, que funciona como un auxiliar, ha adquirido valor benefactivo (beneficio hacia el hablante y/o sustitución del hablante), mientras que el verbo principal lleva la carga semántica. Este último puede ser transitivo o ditransitivo (Dame limpiando la mesa ‘limpia la mesa por mí, por favor’; Dame llevando este libro a mi hija ‘por favor, lleva este libro a mi hija por mí’), incluso intransitivo si metafóricamente expresa el beneficio que recibe el peticionario: Dame llorando porque no tengo más lágrimas ‘llora por mí porque no tengo más lágrimas, por favor’ (Haboud 1998). El significado más frecuente, inherente al verbo dar, es el benefactivo, es decir que el peticionario recibe el beneficio de la acción (Dame abriendo la puerta ‘ábreme la puerta, por favor’; Da bajando el volumen ‘bájalo para mí, por favor’; Darasme viendo esos papeles del Rector ‘mira, lee esos papeles del Rector para mí, por favor’). El receptor de la petición puede fungir también como un agente sustituto que realiza la acción en lugar de quien la solicita (Dame abriendo la puerta ‘abre la puerta por mí, por favor’; Da viendo la compu ‘cuida la computadora por mí, por favor’; Da bajando el volumen ‘bájalo por mí, por favor’; A.M., dame entregando la tarjeta a B. ‘A.M., entrega la tarjeta a B. por mí, por favor’). Los ejemplos anteriores muestran cómo en una misma perífrasis pueden simultanearse las lecturas

15 16

La cursiva es nuestra. Enrique Echeverría, El Comercio, (10-03-2016). Para un análisis detallado del proceso de gramaticalización y reanálisis de la construcción dar + gerundio, véase Haboud 1997, 1998, 2003; Olbertz 2002 y 2008.

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Imperatividad y atenuación en el castellano andino ecuatoriano

de beneficio y de sustitución, cuya desambiguación es posible en función del contexto; sin embargo, en todos los casos la cortesía está siempre implícita. En enunciados como Yo te voy a dar dictando la clase para que no te empeores con esa garganta, donde se explicita el beneficio que el hablante realiza (dictar la clase para favorecer al oyente), el valor de cortesía es aún más transparente. Hemos documentado estos usos incluso en redes sociales como Facebook (Es que quería saber si hay buses que te lleven desde el aeropuerto a Quito. Dame averiguando por favor) o en notas escritas (C. me das cuidando a los peces dando la comida). En los enunciados imperativos directos el verbo auxiliar generalmente lleva un pronombre enclítico que remite al beneficiario (C., dame cuidando a los peces, ‘cuídame a los peces, por favor’). El clítico puede omitirse si el beneficiario es evidente o arbitrario (Damos vendiendo, damos comprando ‘le hacemos el favor de vender y comprar por usted’), o en contextos de mayor familiaridad y solidaridad (Mami, da cuidando al Nino ‘por favor, mami, cuida al Nino’; Den viendo la casa hasta que regrese ‘por favor, cuiden la casa...’). En los enunciados indirectos (¿Me das cuidando a los peces? ‘¿me puedes cuidar a los peces, por favor?’) y en los no imperativos —donde no hay restricciones de modo, tiempo o aspecto— el pronombre precede al auxiliar (Haboud 1998): Me da/daba/daría lavando la ropa todos los domingos. En todos los casos, la construcción mantiene el valor benefactivo. Se documentan también casos de la perífrasis con un clítico de segunda persona en la posición del benefactivo sin que ello implique que el beneficiado sea el mismo participante que va a realizar la acción: (8)

a. Hijito, date cambiando la llanta ‘haz el favor de cambiar la llanta por/para mí’. b. Mami, del colegio te mandaron esta carta. [La mamá, mientras mira la televisión, responde]: Aaah, date leyendo ‘léeme la carta, por favor’. c. Vea J., dese revisando las facturas para que yo pueda entregarle al contador ‘por favor J., revise las facturas para que yo pueda entregárselas al contador’. d. Date trayendo mis tabacos ‘pásame por favor mis tabacos’.

Aquí, el beneficiado sigue siendo el peticionario, pero hay un grado mayor de atenuación de la petición al incluir al oyente, codificado con el clítico te/se, como receptor del beneficio. En algunos casos, el beneficio puede recaer tanto en el peticionario como en el receptor: Date prendiendo la luz que ya no vemos ‘por favor, prende la luz por mí, para mí y para todos’. El uso de dar + gerundio está tan generalizado en la Sierra ecuatoriana que lo hemos registrado tanto en hablantes leístas como en aquellos que utilizan un

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sistema pronominal etimológico, como se aprecia en el ejemplo siguiente: en un restaurante, una clienta le dice al mesero: ¿Puedo bajar el volumen? (el equipo de música está junto a ella); el mesero responde: Yo se lo doy bajando ‘yo bajo el volumen por usted’. Mostrando un grado de gramaticalización mayor que el ya descrito para la perífrasis hasta el momento, pueden encontrarse lecturas en las que no es posible la inclusión de un beneficiado ni de un agente sustituto; en estos casos la perífrasis expresa únicamente cortesía17: Dé haciendo caso ‘hágame caso, por favor’; Dé oyendo lo que le estoy diciendo ‘oiga lo que le estoy diciendo, por favor’; Dé prestando atención ‘présteme atención, por favor’; Dé respondiendo ‘respóndame, por favor’. Estos casos se caracterizan por: a) haberse extendido a contextos que no permiten la lectura benefactiva ni la sustitución del beneficiado; b) tender a la omisión del clítico (Dé haciendo caso en lugar de Deme haciendo caso). En (9) se ilustra este uso a partir de un extracto de conversación espontánea que tuvo lugar en un centro de salud: (9)

Paciente 1: X cuenta que anteriormente ya había estado en este hospital y que no le atendían, por lo que le dijo a la enfermera: Dé atendiendo que me duele... [y continúa] y no daba atendiendo por más que le rogaba ‘atiéndame, por favor, que me duele... y no hizo el favor de atenderme...’.

Los ejemplos con valor exclusivo de cortesía recogidos en nuestros datos tienden a la omisión del clítico y a aparecer con formas de tratamiento de usted, seguramente porque se trata de relaciones sociales en las que prima la asimetría jerárquica. Es posible, sin embargo, que se dé con el tuteo cuando las relaciones son de mayor cercanía (Darás viniendo ‘haz el favor de venir’). Hemos encontrado enunciados similares entre grupos de bilingües kichwa/español y grupos de monolingües hablantes de una variedad del español considerada rural. Este uso está indexado como socialmente bajo, aunque sí es entendido por la población de la sierra ecuatoriana en general. En los últimos años, se emplean estas formas con lectura exclusiva de cortesía en programas considerados cómicos para mostrar públicamente la existencia de estos sociolectos y estereotiparlos18. Igualmente hemos documentado usos similares en jóvenes citadinos universitarios que reiteran

17

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A partir de datos recogidos por Muysken entre bilingües de Salcedo, Olbertz (2008) menciona que en algunos casos la perífrasis en enunciados imperativos indirectos puede expresar únicamente cortesía y que equivale a ‘por favor’ (expresión honorífica): ¿Y ustedes me pueden contar cómo fue Pilaló antes? A los 30 años ¿cómo fue... cómo estaba aquí Pilaló? — En eso no podemo dar contando. No hemos sabido también (SC-BQ 25a, 4). Ver, por ejemplo, Picardía ecuatoriana (), Vivos (), entre otros.

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la petición de un favor en situaciones en las que se dan relaciones sociales simétricas y de mucha familiaridad, como se muestra en la situación siguiente en la que interactúan tres amigos en la cafetería de la universidad: (10)

Joven 1: Date pasando el ají a L. ‘¿puedes hacer el favor de pasarle el ají a L. por mí?’ [Joven 2 ignora la petición]. Joven 1: Da pasando, ¡ve!19 ‘oye, haz el favor de pasárselo’.

4. Imperativos atenuados en una escala de imperatividad Hemos mostrado hasta ahora el importante papel comunicativo que tienen estas construcciones en la variedad andina ecuatoriana. En este punto, podemos ya retomar la escala de imperatividad ofrecida por Haboud (1998) y Haboud y Vega (2008), que resume de alguna manera lo presentado hasta el momento. Esta escala ilustra la amplia gradación de enunciados imperativos documentados en el español andino ecuatoriano, de la orden categórica a la sugerencia y el ruego en un continuo de hasta ocho niveles: Cuadro 3. Escala de imperatividad en español andino ecuatoriano

Pásame el poncho

- atenuación

Pasarasme el poncho Dame pasando el poncho Darasme pasando el poncho Date pasando el poncho Daraste pasando el poncho Da pasando el poncho Darás pasando el poncho + atenuación

Fuente: a partir de Haboud (1998).

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Ve es aquí un marcador discursivo que significa ‘oye, hazme caso, préstame atención’.

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Si bien estas escalas nos permiten vislumbrar algo de la amplia gama de enunciados posibles en el español andino ecuatoriano, para comprender mejor el uso de las estrategias de atenuación es necesario caracterizar los enunciados imperativos en función de los rasgos ya analizados —el control y la agentividad que los participantes tienen sobre la realización de la petición, el tiempo estimado de cumplimiento de la misma, el significado benefactivo o la recepción del beneficio y la sustitución del peticionario—, como se muestra en el cuadro 4: En cuanto a las formas que no explicitan el beneficiario, será el contexto el que lo determine. La omisión del clítico, como ya se indicó, es una estrategia adicional de atenuación del peticionario con la que se opaca su rol de beneficiado para transferirlo en alguna medida al receptor, desviando así la dirección del beneficio; esto se hace más evidente en el caso de da(te) + gerundio. Es necesario insistir en que estas formas pueden aparecer incluso en un mismo acto comunicativo, siendo el contexto el que desambigua el significado, como se muestra en el extracto recogido en (11): (11)

Cuatro jóvenes caminan rumbo a la universidad. Uno de ellos (Joven 1) tiene el teléfono celular en su mano e inicia el diálogo: Joven 1: ¿Qué hago, le llamo o no le llamo? [a una joven] Joven 2: Sí, llámale. Joven 1: Es que me odia. Joven 3: Llámale, no seas huevón, pero llamarasle tranquilo nomás. Joven 1: Mejor da llamando...

En este fragmento, los hablantes seleccionan una u otra forma en función de los rasgos que las hacen más adecuadas al contexto. Así, Llámale es la respuesta a una pregunta previa en la que el joven 1 espera una respuesta inmediata mientras sostiene el teléfono en la mano. Ante la duda del joven 1, un tercer participante insiste en que debe llamar a la joven (de nuevo una orden), pero le aconseja que lo haga sin alterarse mediante el imperativo atenuado (Llamarasle). Finalmente, el joven 1, todavía inseguro, pide a uno de sus amigos que haga la llamada por él, lo que se codifica con la perífrasis dar + gerundio en su significado benefactivo, de sustitución y de cortesía. Para completar este análisis, nos ocupamos a continuación de los rasgos pragmáticos que favorecen la elección de las formas bajo estudio, lo que pone en evidencia la complejidad que puede alcanzar la escala.

-

-

-

-

-

-

-

Pasarás(me)

Dame/le pasando

Darasme/le pasando

Date pasando

Daraste pasando

Da pasando

Darás pasando

-

-

-

-

-

-

-

+

Control peticionario

Fuente: Haboud y Palacios para este estudio.

+

Pása(me)

Mandato categórico

+

+

+

+

+

+

+

-

Agentivid. receptor

+

-

+

-

+

-

+

-

Tiempo de realización

+ (no explicito)

+ (no explicito)

+ (no explicito)

+ (no explicito)

+

+

-/+

-

Beneficio recibido por peticionarios o terceros

Cuadro 4. Escala de enunciados imperativos y sus rasgos característicos

+

+

+

+

+

+

-/+

-/+

Sustitución del peticionario

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5. Rasgos pragmáticos de atenuación Como es bien sabido, los atenuantes léxicos, frasales y morfosintácticos son estrategias muy productivas para mitigar el carácter impositivo de los enunciados imperativos, transformando los mandatos directos en enunciados imperativos indirectos, como se aprecia en (12): (12)

Doctorita, lo que quería pedirle de favor es que vea la posibilidad de darme comprando [...] que pena molestarle [...] ojalá pueda darme averiguando [...] también haya posibilidad de darme preguntando fuera (correo electrónico 02/22/16).

En este caso, el peticionario se dirige al oyente para conseguir un beneficio; la petición realmente rebaja su nivel de imposición hasta convertirse en un ruego mediante atenuadores léxicos (de favor, la posibilidad de, ojalá), el empleo del subjuntivo (pueda, haya), el uso del imperfecto con un valor epistémico de posibilidad (quería pedirle), el uso del diminutivo (Doctorita) y el empleo de la perífrasis dar + gerundio. Nótese que no se utiliza ninguna forma verbal imperativa. La intención comunicativa del hablante se codifica mediante estos recursos lingüísticos para conseguir su propósito. Sin embargo, los factores pragmáticos como la relación social, el grado de proximidad de los participantes o el entorno social donde se desarrolla, son esenciales para comprender mejor los procesos de atenuación, como aseguran Albelda Marco y Briz Gómez (2010), y las estrategias y motivaciones conversacionales que subyacen en la elección de las formas de imperativo. Basamos nuestro análisis en el marco descrito por estos autores, que incluye cuatro rasgos: (a) el marco físico donde tiene lugar la situación comunicativa, (b) las relaciones de poder entre los interlocutores, (c) el grado de proximidad y (d) el origen geográfico y cultural de los hablantes. Aunque se los analiza por separado en aras de una mayor claridad, estos rasgos no funcionan aisladamente, sino que se entrecruzan en los eventos comunicativos de manera dinámica. Cuadro 5. Rasgos pragmáticos de atenuación 1. Marco físico donde se realiza la entrevista o conversación: (- atenuación) Familiar/cotidiano (+ atenuación) Transaccional 2. Relación de poder/jerarquía entre los interlocutores (- atenuación) Igualdad funcional y/o social (+ atenuación) Desigualdad funcional y/o social

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3. Grado de proximidad, conocimiento común compartido entre los interlocutores (- atenuación) Relación vivencial de proximidad: amigos, parientes, colegas, conocidos (+ atenuación) Relación vivencial de no proximidad (desconocimiento) 4. Origen geográfico y cultural del hablante (culturas de distancia y de acercamiento): (- atenuación) cultura de acercamiento (+ atenuación) cultura de distanciamiento

Fuente: a partir de Albelda Marco/Briz Gómez (2010) y Briz Gómez/Albelda Marco (2013).

Según el cuadro anterior, esperamos encontrar mayor atenuación de los enunciados imperativos en marcos transaccionales, en situaciones de desigualdad funcional y/o social, así como en situaciones en las que las relaciones de los participantes son de menor familiaridad. En contextos de mayor familiaridad, igualdad funcional y/o social, y de relaciones de mayor proximidad, la atenuación disminuirá.

5.1. Marco físico donde se realiza la conversación (familiar/transaccional) En cuanto al rasgo denominado marco físico donde se realiza la conversación, el análisis de nuestro corpus muestra que, en situaciones comunicativas de mayor familiaridad, es posible usar un espectro más amplio de formas de petición, que van de menor a mayor atenuación, incluso en el mismo acto comunicativo: (13)

Situación: A. y M., jóvenes compañeros universitarios, tienen la siguiente conversación en un aula de la universidad. A: Ya te vas a almorzar? M: No, no tengo tiempo pero me muero de hambre. A: ¿Quieres que te dé comprando alguna cosa? M: Sí, porfa. Cómprame una de esas tortas de chocolate que estaban buenísimas.

(14)

Situación: interacción entre dos amigas de mediana edad en un café. V: S..., ya tengo el regalo pero sin tarjeta. Cuando te vayas al almuerzo, dame comprando una tarjeta bonita y por favor no te olvides de llamarle a la E. no sea que se le olvide que ahora le festejamos. [V. se marcha y vuelve a ver a S. un poco más tarde. Entonces S. le dice a V.]: S: Amiga, olvidaraste de hablarle a la E. porque acabo de hablar con ella.

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(15)

Situación: en un correo electrónico una colega le escribe a otra colega lo siguiente: Yo ya estoy confirmadísima, verá ‘yo ya he confirmado [mi participación], tómelo en cuenta, acuérdese’.

(16)

Situación: las luces están prendidas, hace demasiado sol, la mamá les dice a sus hijos: ¡Chicos!, dense apagando la luz.

Si bien para otros fines, Placencia (2011: 201) recoge conversaciones de castellano andino ecuatoriano que muestran variaciones de los enunciados imperativos directos similares a los encontrados en nuestro corpus: (17)

Situación: un hijo está visitando a su madre quien está acabando el almuerzo20. Madre siéntate mijo (.) saca un helado Hijo no no quiero helado gracias [...] Madre un trocito de torta toma (.) come Hijo [sí ya voy a comer gracias Madre aquí tienes el cuchillo Hijo no aquí hay uno Madre pero calentarasle mijo (.) muy poquito está pues saca otrito

En situaciones de menor familiaridad (entorno transaccional) se precisa mayor atenuación y, por tanto, menor amplitud del espectro de mandatos y peticiones, como se aprecia en los ejemplos siguientes recogidos el mismo día en un centro de fotocopias en Quito, donde varios clientes utilizaron formas distintas, en general atenuadas: (18)

Situación: los clientes 1 y 2 son jóvenes estudiantes universitarios, mujer y hombre, respectivamente. Cliente 1: ¿Puede ayudarme con unas poquitas copias? [Tras esperar un rato]. Bueno ayudarame cuando pueda. Cliente 2: Deme sacando unas copias por favor.

Sin embargo, cuando entran en juego otros parámetros como la desigualdad social o jerárquica, las interacciones son mucho más complejas, ya sea que se activen estrategias de acercamiento para conseguir los objetivos, como en (19), ya sea que se haga evidente la superioridad jerárquica en la transacción para que el mandato se cumpla con mayor efectividad, como en (20):

20

El ejemplo original ha sido abreviado, pero se ha respetado la notación. Señalamos en cursiva los enunciados imperativos directos.

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(19)

Situación: en la misma copiadora entra un estudiante universitario joven. Cliente 3: Buenos días, ¿tiene copias a color? Dependiente: Sí. Cliente 3: Deme sacando dos copias de la cédula porfa.

(20)

Situación: entra un cliente de mediana edad con terno y corbata. Cliente 4: Buenos días, necesito cinco copias. Dependiente: ¿De lado y lado? Cliente 4: Sí gracias, sáqueme de lado y lado.

Estas situaciones permiten mostrar cómo se ponen en juego distintos parámetros que los interlocutores pueden resaltar u opacar, esto es, buscar mayor complicidad para ser mejor atendido o poner en evidencia quién establece la jerarquía en la situación comunicativa, dando una orden de forma tan evidente que no haya margen para incumplirla. Recordemos, según se muestra en (12), que en relaciones de menor familiaridad se apela a otros elementos atenuadores como por favor, si le es posible, uso de diminutivos y de peticiones indirectas, etc.

5.2. Relaciones de poder/jerarquía entre los interlocutores Si nos centramos en la relación de poder/jerarquía entre los interlocutores, parece que en situaciones en las que los participantes tienen relaciones de horizontalidad hay menor necesidad de emitir formas atenuadas en el discurso espontáneo, si bien es posible usar en estos casos un espectro más amplio de formas de petición que van de menor a mayor atenuación: (21)

Situación: es domingo, día de lavado de ropa. X1 le dice a su esposo X2, quien generalmente se ocupa del lavado: X1: Mi amor, pondrás a lavar la ropa temprano antes de que se vaya el sol. X2: Ya puse.

El uso del futuro imperativo atenúa el mandato y flexibiliza el lapso de tiempo para su realización, lo que implica cierto control del receptor, si bien este disminuye de facto debido a la acotación temporal (antes de que se vaya el sol). En la relación de igualdad social que tienen X1 y X2 tendrían cabida prácticamente todas las expresiones del espectro de imperatividad: Por favor, pon la ropa en la lavadora...; Da poniendo la ropa...; Ponte la ropa...; Pondraste la ropa en la lavadora... Si no hay respuesta a la solicitud, la petición puede incrementar el grado de imperatividad hasta llegar a Pon la ropa en la lavadora.

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En situaciones en las que se ponen de manifiesto relaciones de verticalidad entre los participantes, el tratamiento puede variar si el peticionario se posiciona jerárquicamente por encima del receptor o viceversa: (22)

a. Situación: el director le dice a su secretaria: E. por favor páseme las notas. b. Situación: la secretaria solicita a su directora que llame por teléfono a otro director para resolver un asunto: M. deme llamando al director P. que a usted sí le ha de hacer caso.

En (22a) es posible que el director solicite a su secretaria la misma petición de manera atenuada: Deme pasando las notas. En ambas situaciones, el peticionario puede añadir otros elementos atenuadores como por favor, le agradezco que me dé pasando, le agradezco que me pase las notas, gracias por darme... en función de la relación de proximidad, la cortesía individual del hablante, etc. No podemos dejar de lado que se trata de relaciones interpersonales dinámicas en las que confluyen factores individuales complejos y cuyo análisis pormenorizado dificulta aún más la generalización de resultados. Además de los enunciados imperativos indirectos que tendrían cabida en estas situaciones (Me puede dar llamando; Me daría llamando), es posible utilizar un futuro imperativo a manera de recordatorio de una petición realizada con anterioridad pero que no se ha cumplido todavía: (23)

Situación: la secretaria solicita a la directora de tesis que registre la calificación de un estudiante, ya que el plazo para su graduación está a punto de terminar: M. pasarasme la nota de la tesis porque si no J. no se gradúa.

Como puede verse en el ejemplo anterior, en la relación entre la secretaria y M. hay cierta familiaridad evidenciada por el uso del tuteo y de la apelación por el nombre, no por el cargo. Esto suaviza la relación jerárquica asimétrica entre los participantes y da cabida a la elección de una forma imperativa atenuada21. Los factores pragmáticos son, sin duda, importantes condicionantes para la selección de las formas de imperativo; sin embargo, no debemos olvidar que están inmersos en un permanente dinamismo y que, además, pueden interaccionar simultáneamente en una misma situación. De este modo el peticionario tendrá que extremar el cuidado en sus elecciones verbales para ver cumplidas sus motivaciones comunicativas.

21

Valdría la pena analizar el tratamiento que los bilingües consecutivos tienen en relaciones sociales asimétricas y que pueden ser una copia del tratamiento que reciben; por ejemplo: Trae ropita para la Navidad/Traerás ropita...

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5.3. Grado de proximidad, conocimiento común compartido entre los interlocutores En contextos en los que los participantes comparten una mayor proximidad y un conocimiento compartido, se espera menor atenuación en las formas imperativas, como ocurre en el ejemplo (24): (24)

Situación: una familia ha salido de paseo en su carro y se encuentra atrapada en un atasco. Para distraerse juegan barajas, pero en un momento determinado los carros empiezan a moverse. El conductor le dice a su hijo, que funge de copiloto: S. dame jugando. El niño no juega rápido y el papá le dice: juega, te dije que juegues, ¿no ves que estoy manejando?

Similar a (24) son los ejemplos (11) o (13), que ilustran las relaciones que se dan en el entorno familiar y que muestran variación en el uso de las formas. En estos casos los imperativos categóricos pueden aparecer más fácilmente que en contextos de menor proximidad, como el de (25): (25)

Situación: un paciente debe entregar los resultados de los análisis de laboratorio a su cirujano, entonces le pide a la secretaria que se los entregue: Deme entregando al doctor pero no se olvidará ‘por favor, entregue esto al doctor por mí pero no se olvide’.

No obstante, es difícil predecir cómo se va a desarrollar un evento comunicativo, debido a las múltiples relaciones que un interlocutor tiene simultáneamente con el resto de los participantes (familiaridad, pero también proximidad, solidaridad, conocimiento compartido, etc.). Estas categorizaciones, si bien facilitan el análisis, no consiguen representar plenamente la complejidad de las prácticas lingüísticas de los hablantes, quienes mantienen relaciones de distinto tipo incluso con los mismos interlocutores, formando así redes comunicativas complejas más que taxonomías fijas.

5.4. Origen geográfico y cultural del hablante El cuarto rasgo que impacta en la atenuación de los mandatos es el denominado origen geográfico y cultural del hablante, que alude a comportamientos culturales de distancia o acercamiento en las interacciones comunicativas. Para el caso ecuatoriano, los habitantes de la región de la Sierra, que han vivido una historia de contacto desigual, mantienen mayor distanciamiento interpersonal, lo que se evidencia mediante un uso mayor de formas de atenuación. En culturas de mayor acercamiento, como sería la española, parece haber una tendencia a

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disminuir el tratamiento atenuado y las fórmulas de atenuación (Albelda Marco 2008; García/Placencia 2011; Placencia 1998, 2005, 2010). Placencia (2011: 30) señala que, comparativamente, parece haber mayor tendencia a realizar formulaciones más directas en las peticiones de los hablantes españoles que en las de los ecuatorianos y afirma que las estrategias de atenuación aumentan considerablemente cuando los ecuatorianos utilizan fórmulas más directas. Esta situación la constatan igualmente Ambadiang et al. (2009), a partir de un estudio realizado con 56 estudiantes ecuatorianos de la Sierra que asistían a centros de educación secundaria en la Comunidad de Madrid. Los autores afirman que la variedad ecuatoriana da mayor importancia a la atenuación y a la cortesía que la sociedad española, lo que dificulta las relaciones interpersonales entre los dos colectivos, no solo por las diferencias lingüísticas sino también por las culturales, que se manifiestan entre otras cosas en el mayor o menor acercamiento entre los participantes del evento comunicativo. Se muestran así los problemas de (in)comunicación existentes entre el colectivo ecuatoriano y español objeto del estudio, debido tanto a fronteras lingüísticas objetivas —diferencias lingüísticas— como a simbólicas —identidades e ideologías lingüísticas—. Se destaca igualmente el importante papel que las cortesías juegan para el colectivo ecuatoriano y cómo el uso de estas estrategias impacta en el grupo y sus relaciones sociales. En efecto, al preguntar a los estudiantes ecuatorianos si creían que los españoles pedían las cosas de la misma manera que ellos, el 87,5% afirmó que cada uno de estos colectivos utilizaba estrategias lingüísticas distintas (Ambadiang et al. 2009). El análisis del material recogido durante esa investigación muestra el uso permanente de la atenuación que los estudiantes ecuatorianos hacen en función del receptor (español o ecuatoriano) y de su relación social o jerárquica con ese receptor, ya sea por medio de enunciados imperativos indirectos (¿Puede hacer el favor de pasarme el libro?; ¿Me puede pasar?) o de construcciones imperativas atenuadas como las descritas en este trabajo (¿Me da pasando el saco, tío?; Dame pasando el saco; Hijito, harás los deberes). Hasta el momento hemos analizado las formas de imperativo a partir de sus rasgos lingüísticos y pragmáticos. Sin embargo, estos, al entrecruzarse de manera dinámica, forman redes complejas en las que es necesario que el hablante tenga la habilidad de codificar todos los factores que inciden en la selección de una u otra forma, y que incluyen características individuales como la edad, el género, los niveles educativos, el nivel socioeconómico o el posicionamiento identitario. En este sentido, toda representación que se intente hacer tiende a convertirse en un reflejo lineal incompleto que no representa la fuerza ilocutiva de las formas, el dinamismo real de las relaciones interpersonales que los hablantes experimentan

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en la vida diaria o la manera creativa en la que estos actualizan sus estrategias de negociación en cada interacción, utilizando así las formas más adecuadas para conseguir sus motivaciones comunicativas. En definitiva, lo que podemos determinar son tendencias de uso de las formas imperativas rutinizadas en ciertos contextos comunicativos, algunos más prototípicos que otros. Es crucial, como bien dice Briz Gómez “ser estratégicamente cortés por medio de la atenuación” (1995: 107), disminuyendo así la probabilidad de cualquier desacuerdo.

6. Español y kichwa: una historia de contacto Si bien no hay acuerdo aún en explicar el tipo de mecanismo de contacto que se dio para que estas construcciones tuvieran lugar en esta variedad de castellano, todas las fuentes coinciden en que las formas de imperativo en estudio son resultado del contacto lingüístico. En efecto, se habla de procesos de calco sintáctico (RAE 2009) y de convergencia lingüística (Haboud 1998), mecanismos que tienen características muy diferenciadas y que pueden resultar incompatibles entre sí. Consideramos que los cambios lingüísticos aquí estudiados son cambios indirectos inducidos por contacto; cambios sutiles que aprovechan los recursos y estrategias de las lenguas implicadas —kichwa y español— para explotarlos comunicativamente mediante el mecanismo de la convergencia lingüística, entendida esta como un conjunto de procesos que aproximan ciertas estructuras y significados de las lenguas en contacto, tomados por los hablantes bilingües como similares, haciendo emerger soluciones congruentes en las lenguas en contacto. Estas soluciones novedosas comparten similitudes cognitivas y estructurales de las lenguas implicadas en el contacto y con las que el hablante bilingüe negocia nuevos significados en nuevos contextos pragmáticos. En este sentido, analizamos estas formas como procesos de gramaticalización resultado de la convergencia entre el kichwa y el castellano, donde el kichwa actúa como impulsor del cambio. El resultado es la emergencia de nuevos significados en formas ya existentes (futuro imperativo) y la creación de nuevas estructuras con nuevos significados (perífrasis dar + gerundio). Es importante, en este punto, aludir a cómo se concibe el concepto de gramaticalización en este trabajo. Entendemos gramaticalización, no como un proceso lineal de desemantización o de blanqueamiento, sino como procesos dinámicos en espiral (Meillet 1912: 140) que se dan a partir de los distintos valores semánticos y pragmáticos que tienen las formas debido a su uso. Como bien dice Bybee (2003), la gramática no es autónoma con respecto a la semántica o la pragmática y se deriva del uso y de las distribuciones que aparecen en el habla

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en su contexto sociocultural. En este sentido, consideramos que los procesos de gramaticalización son, como dice Diewald, “un complejo proceso multiescalonado que es motivado, desencadenado y dirigido por factores pragmáticos que nos adentran en la gramática” (2011: 452)22.

6.1. El futuro como imperativo en castellano y kichwa El futuro imperativo del español andino ecuatoriano muestra un caso bastante transparente de convergencia del kichwa y del castellano. En esta forma confluye la sintaxis de las dos lenguas con los valores semántico-pragmáticos del kichwa, ya que expresa un mandato atenuado, no uno categórico como es tradicional en otras variedades de español (Haboud 1998: 213). En efecto, el futuro puede connotar en kichwa mandatos atenuados que no requieren de una respuesta inmediata, a diferencia del imperativo, que sí expresa un mandato categórico (Catta Quelen 1985; Cole 1983; Haboud 1998; Niño-Murcia 1992; Olbertz 2008), como muestran los ejemplos siguientes tomados de Haboud (1998: 213): (26)

Futuro/Imperativo Shamu-nki Venir-FUT/IM ‘Vendrás, por favor’

Imperativo Shamu-y! Venir-IMP ‘Ven’

Los hablantes bilingües que hemos consultado para esta investigación reiteran que “shamuy es muy directo, no es algo cordial, aquí decimos más shamunki y más decimos shamupanki, ‘darás viniendo’, ‘haz el favor de venir’. Es como un favor que se le pide”. Es interesante notar que todos ellos dan como primera opción de traducción ‘darás viniendo’ en lugar de ‘haz el favor de venir’23, lo que nos remite al último paso de gramaticalización de dar en la construcción dar + gerundio (sección 3.2). Más que insistir en este análisis ya registrado en la literatura, es importante resaltar que los procedimientos de atenuación son recursos comunicativos muy productivos en la lengua kichwa, como el marcador honorífico -pa- del ejemplo anterior (shamupanki), que permiten atenuar aún más los mandatos. Abundando en esta idea, Weller destaca algunas actitudes lingüísticas expresadas sobre el imperativo categórico del quechua cusqueño:

22 23

La traducción es nuestra: “grammaticalization is a complex, multi-layered process which is motivated, triggered, and steered by pragmatic factors and which leads ‘into grammar’”. Esto refuerza las afirmaciones de Taylor (1982) y Haboud (1998) en torno al uso de dar + gerundio y los fenómenos lingüísticos producto del intenso contacto entre el kichwa y el castellano en Ecuador.

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Si bien se acepta gramaticalmente, el empleo escueto del imperativo puede percibirse como haplla simi, o sea habla tosca, desconsiderada, vulgar, tachándose al que se expresa de tal forma de llama o allqo [...]. En contraste, se conoce el misk’i simi, palabras que salen del alma, que llegan al alma y conllevan matices afectivos de cariño, respeto, ruego, súplica, gracias al empleo de locuciones apropiadas y especificaciones verbales (Weller 1988: 1).

La autora alude a los procedimientos de atenuación como garantía de una comunicación exitosa, en la que se mantiene una actitud cortés entre los interlocutores. En este procedimiento evaluativo, el hablante se somete aparentemente a la voluntad del interlocutor para convertir el mandato en un ruego o una súplica y así evitar conflictos. Nótese que estos valores del futuro atenuado están muy próximos a los que describimos para el español andino ecuatoriano y que no aparecen en el futuro imperativo del español general. El hecho es que los valores que ha adoptado el futuro imperativo andino no pueden explicarse como un simple calco semántico sino como un cambio indirecto inducido por contacto en el que ha tenido lugar la convergencia lingüística de formas y significados similares del castellano y del kichwa que han negociado exitosamente. El futuro sintético español, como es bien sabido, tiene valores temporales y modales resultado de un proceso de gramaticalización. Se ha mostrado que en las rutas de gramaticalización se encuentran precisamente valores modales como deseo, obligación, posibilidad, entre otros (Bybee et al. 1994; Bybee 2006). En este sentido, la forma verbal de futuro en español puede expresar valores temporales vinculados con el dominio semántico de posterioridad —alude a un evento cuya realización será posterior al momento de la enunciación— y modales, como el futuro volitivo (Ya sé que necesitas la llave. No te preocupes, te la devolveré en cuanto acabe) o el futuro de mandato, entre otros24. Este último, también con una orientación prospectiva, “tiene marcado carácter modal de obligación. Equivalente a un imperativo, es utilizado para dar instrucciones u órdenes categóricas. Se trata de órdenes tajantes, leyes, mandamientos, etc., de gran fuerza, que no ofrecen la posibilidad de ser rechazados o de rebelarse ante ellos independientemente de que lo mandado se realice o no” (Sastre Ruano 1995: 388). Descripciones similares pueden verse en RAE (2009). El valor imperativo del futuro se documenta desde el español antiguo, como recordaba Keniston (1937), quien lo describe como una forma autoritaria de expresar un mandato. Niño-Murcia (1988), sin embargo, atribuye al futuro

24

Cartagena (1995-1996) ya muestra que en distintas variedades del español se usa el futuro simple para connotar mayoritariamente valores modales, a diferencia del futuro analítico en el que predominan valores temporales.

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imperativo del castellano antiguo carácter de súplica, no de mandato categórico. Según la autora, este supuesto valor de súplica del castellano antiguo sería el que ha incidido en el valor del futuro imperativo andino estimulado por el contacto. Si bien la interpretación de Niño-Murcia resulta interesante, por nuestra parte, tras una búsqueda sistemática en el CORDE25 de formas de futuro imperativo, no hemos encontrado testimonios que apoyen esa afirmación, como muestran algunos casos representativos de esta lectura registrados en distintas épocas: (27)

E yendo contra la palabra que el dixo por ysayas profeta no enaienaras tu onrra nin la daras a otri. [1491, Anónimo. Siete Partidas de Alfonso X. BNM I 766. Pedro Sánchez Prieto, Universidad de Alcalá de Henares (Alcalá de Henares), 2004].

(28)

Si no viniere dentro de diez días darasle por traidor y por infame... [1598 1602 Lope de Vega Carpio, Los Benavides]

(29)

Le daras muchos recados a mi padre ia mi madre y a mi hermana y a mi hermano Don fernando y a mi hermana francisca [...] [1710. Anónimo. Documentos lingüísticos de Colombia, Dos cartas de Pedro Antonio Bocanegra a su mujer Feliciana de Zúñiga. Elena Rojas, ALFAL (Madrid), 2002].

Estos casos muestran que históricamente la forma verbal de futuro podía expresar un mandato categórico similar al descrito por las gramáticas para el español actual, pero no un mandato atenuado. Este valor atenuado ha sido desencadenado por el kichwa mediante la convergencia de los valores de futuro imperativo categórico del español y los valores de imperativo atenuado de la forma de futuro imperativo en kichwa, favoreciendo el significado atenuado del kichwa. Se crea así una solución emergente con un nuevo significado pragmáticamente muy rentable ya que no compite con el imperativo canónico del español o con el futuro imperativo categórico que, sin duda, se emplearía en contextos más restringidos. Esta forma emergente se convierte en un auténtico imperativo, aunque atenuado, ya que muestra, características específicas de gramaticalización que inciden en sus rasgos suprasegmentales, morfosintácticos (orden de los clíticos26) semánticos y pragmáticos (fuerza ilocutiva atenuada).

25 26

Real Academia Española: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español. (25-02-2016). Como se aprecia en los ejemplos (27) a (29), en el español clásico los clíticos pueden aparecer en posición posverbal o enclítica; en el español andino ecuatoriano, si aparecen, solo pueden hacerlo en una posición enclítica.

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6.2. “Dar” + gerundio Esta perífrasis de gerundio se origina, sin duda, por el contacto del castellano con el kichwa. No se trata, en nuestra opinión, de un calco sintáctico del kichwa al español sino de un proceso complejo que opera en diferentes niveles: a) transferencia de significados kichwas en estructuras posibles del español (verbo + gerundio); b) reanálisis del verbo dar como un auxiliar con valor benefactivo. Haboud (1998: 218 y ss.) recoge, a partir de un exhaustivo trabajo de campo con hablantes bilingües kichwa/español en las nueve provincias de la Sierra ecuatoriana, datos relacionados con formas imperativas atenuadas en español y en kichwa. En dicho trabajo se muestra que las formas kichwas de imperativo elicitadas difieren de las recogidas en el habla espontánea. Así, mientras los hablantes de mayor edad utilizaban durante conversaciones espontáneas construcciones con el morfema honorífico/benefactivo -pa/pak que funciona como un atenuador (30), los más jóvenes tendían a utilizar una expresión kichwa idéntica a la perífrasis dar + gerundio del castellano andino, como en (31): (30)

a. Tanta-ta apamu - pa — y. pan-Acc traer -HON/BEN-IMP. ‘Podría traerme el pan (para mí), por favor’ (Taylor 1982: 60). b. Apa-pa-y. llevar-HON/1IO-IMP [FG.06.96] ‘Llévame por favor’ (Da llevándo(me)). c. Yanapa-pa-y ayudar-HON-/1IO-IMP ‘Ayúdame por favor’ (Da ayudándo(me)).

(31)

Tanta-ta pasa-chi-shpa ku-wa-y pan-ACC pasar-CAUS-GER dar-1OI-IMP lit.: pan haz de pasando dame ‘hazme el favor de darme pasando el pan’.

Las diferencias de uso de (30) y (31) podrían explicarse si consideramos que se trata de una influencia de retorno. Así, la estructura dar + gerundio, generalizada entre la población hispanohablante, habría sido adoptada posteriormente por la población kichwahablante más joven a manera de contacto de retorno. Esto explicaría por qué en la elicitación directa realizada por Haboud (1998) con hablantes bilingües jóvenes se documentaron en kichwa construcciones idénticas a las del castellano, pero no entre los mayores. Resultados similares se han encontrado durante trabajos consecutivos y visitas recientes a comunidades rurales (abril de 2016). A manera de ilustración, podemos ver que la traducción al español de Yallichimupay celularta y de Yallichimushpa karay celularta es ‘da pasándome celular’, sin embargo, solo la segunda incluye el verbo dar (karay).

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Estos datos refuerzan la hipótesis de que la perífrasis dar + gerundio no es un calco sintáctico del kichwa sino el resultado de una situación compleja por medio de la cual se expresan las necesidades comunicativas que los hablantes bilingües tienen para codificar en castellano las estrategias de atenuación usadas en kichwa. En este sentido, estos hablantes habrían transferido los significados benefactivo y de cortesía (honorífico) del morfema -pa(k), vistos en (30), a estructuras propias del castellano. El hablante bilingüe, congruentemente con sus necesidades comunicativas, habría buscado similitudes en el castellano para expresar el valor benefactivo de la construcción kichwa, utilizando para ello una estructura existente en castellano (auxiliar + gerundio) ciertamente productiva. En esta estructura, el espacio del auxiliar está ocupado por el verbo dar, que universalmente expresa beneficio y direccionalidad (Lord 1993) y una estructura del español que es muy productiva, la perífrasis de gerundio27. Se crea así una nueva forma para expresar categorías propias del kichwa en español. Como ya se ha mostrado en la lingüística de contacto (Besters-Dilger et al. 2014), las lenguas implicadas en el contacto no necesitan ser tipológicamente similares; lo importante es que haya congruencia en los rasgos gramaticales y pragmáticos que se negocian en estas. En efecto, el kichwa es una lengua aglutinante en la que el benefactivo y el honorífico se marcan con afijos, mientras que en el castellano se precisa una frase preposicional (por/para mí; por favor). Así, la perífrasis toma los valores kichwas de benefactivo y de cortesía, y, cuando esta se rutiniza en español, se consolidan dichos valores. Esta forma emergente se extendería permeando todas las capas sociales del español coloquial serrano. El proceso de gramaticalización de la perífrasis ha sido ya detallado por Haboud (1998 y 1999). No está descrita, sin embargo, la evolución de la perífrasis cuando esta muestra únicamente valor de cortesía, consecuencia de un proceso de gramaticalización muy avanzado, una etapa de evolución posterior en la que el valor benefactivo de la perífrasis se diluye dando lugar a una forma emergente, un marcador de cortesía, que trasciende el ámbito pragmático para codificarse con el nuevo significado semántico de ‘por favor’ (Traugott 2004; Traugott/Dasher 2002; Nicolle 2011). Dar en el sentido de ‘por favor’ muestra la convencionalización de una implicatura conversacional que se explica metonímicamente (Garachana 1999: 165) a partir de la relación existente entre el benefactivo de cortesía y el valor de la expresión de cortesía que adquiere el verbo dar en la perífrasis dar + gerundio. Recordemos que esta construcción puede tener lecturas ambiguas (benefactivo + atenuación ‘por y para X’, expresión de cortesía) que se desambiguan gracias al contexto.

27

Para un análisis detallado de este proceso véase Taylor (1982), Haboud (1998).

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Este proceso de gramaticalización puede representarse de la manera siguiente: Dar

>

Dar + Gerundio

> Dar + Gerundio

Verbo principal

>

AUX > benefactivo/cortesía

> cortesía

Es la codificación del dominio semántico/pragmático la que prima en este intercambio, muestra de cómo los cambios lingüísticos inducidos por contacto no se dan en línea recta sino en una especie de espiral dinámica, como ya mencionamos. El contacto lingüístico podrá entenderse mejor si se analiza holísticamente y no como resultado de la copia o traspaso automático de segmentos gramaticales de una lengua a otra.

7. A modo de conclusión Nos propusimos analizar las estrategias de atenuación utilizadas por los hablantes de castellano andino ecuatoriano, describir los procesos de gramaticalización implicados en las mismas y los aspectos sociopragmáticos relacionados con la atenuación y la cortesía, así como ver el efecto de (in)comunicación que el uso de estas estructuras puede causar en los hablantes. Nuestro punto de partida fue que los mecanismos de atenuación no son únicamente formas amables o corteses, sino que muestran una mayor complejidad de la que se tiende a describir. En efecto, hay una multiplicidad de factores de distinta índole que se entrecruzan y nos advierten de la dificultad de entenderlas plenamente. En relación con lo propuesto, hemos ahondado en el análisis de los enunciados imperativos atenuados utilizados por los hablantes del español andino ecuatoriano. Nuestra aportación ha consistido en realizar, a partir de muestras de lengua natural, un análisis profundo de los usos y valores que adoptan estas formas en sus distintos contextos comunicativos y que trascienden la cortesía, como se venía diciendo. Se han tomado en cuenta tanto los rasgos lingüísticos como los pragmáticos que subyacen en las distintas formas de atenuación y que posibilitan a los hablantes elegir las formas más apropiadas para responder a sus necesidades comunicativas satisfactoriamente. Se ha visto además que dichas formas han desplazado al imperativo categórico en el registro coloquial. Por otra parte, hemos constatado que estas formas atenuadas no son simples calcos del kichwa sino que son productos de procesos más complejos en los que convergen características estructurales y semántico-pragmáticas de cada lengua, y que esto obedece a necesidades comunicativas y no a copias mecánicas consecuencia de una adquisición deficiente de la lengua segunda. No se trata, pues, de procesos de aprendizaje incompletos sino del trasvase de estrategias en las que

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subyacen procesos cognitivos para responder satisfactoriamente a una historia de contacto. En cuanto a cómo se dieron estos cambios, si tomamos en cuenta que el cambio lingüístico tiene básicamente dos etapas ‒una de innovación, hecho individual y funcional donde el hablante tiene un papel protagonista, y otra de propagación social del cambio‒, es de suponer que fueron los hablantes bilingües kichwa/español los que iniciaron los cambios y que estos se extendieron a los monolingües posteriormente, constituyendo un rasgo estable del español andino ecuatoriano actual. Esto es coherente con la historia de contacto intenso del kichwa y el español en la Sierra ecuatoriana, con una gran concentración de focos de poder (las haciendas) en los que los indígenas compartían espacios con los hacendados, así como la responsabilidad de cuidar a los herederos de los patrones, quienes con frecuencia conocían el kichwa. El cambio tendría lugar porque los hablantes bilingües que lo originaron enfrentarían situaciones comunicativas concretas en las que las formas imperativas del español no satisfarían sus necesidades comunicativas esenciales, por lo que ensayarían la codificación de estos valores a partir de soluciones emergentes creativas. Con respecto a los procesos de gramaticalización analizados, hemos visto cómo tienen lugar varios estadios del proceso. Así, para el caso del futuro imperativo, se ha evidenciado cómo este ha adoptado, debido al contacto con el kichwa, un valor de atenuación inexistente en el castellano. Los valores modales del futuro sintético castellano relacionados con la imperatividad —mandatos categóricos— han convergido con los valores atenuados del kichwa motivando la emergencia del futuro atenuado analizado en este trabajo. En relación con la perífrasis dar + gerundio, su gramaticalización ha avanzado desde los valores benefactivo/cortesía iniciales, existentes ya en kichwa, hasta un marcador de cortesía (‘por favor’). El análisis de las estrategias de atenuación, como hemos señalado, conlleva una notable dificultad por los distintos elementos que participan en su configuración y por la complejidad de los parámetros en juego, que varían individual y colectivamente. No es de admirarse, pues, que el uso de estas formas en espacios socioculturales extraños para los hablantes resulte en comunicaciones fallidas no siempre bien entendidas en su dimensión compleja, como lo demuestra el caso de migrantes ecuatorianos en Madrid.

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USOS DEL PLUSCUAMPERFECTO EN EL ESPAÑOL PERUANO AMAZÓNICO MARGARITA JARA YUPANQUI University of Nevada

1. Introducción Este artículo estudia la variación dialectal del pluscuamperfecto del indicativo (PCP)1 en el sistema verbal del español amazónico peruano (EAP). Con este fin se analizan formas verbales de PCP que poseen valores semánticos tanto típicos como atípicos. Este trabajo tiene dos objetivos principales: 1) examinar qué valores semánticos tiene el PCP en las narrativas de experiencias personales del español amazónico peruano; y 2) identificar las estructuras narrativas en las que el PCP aparece. Tales significados son del tipo observado en otras lenguas europeas y aunque el objetivo principal es la interpretación de estos significados, dado que esta variedad se formó en un contexto multilingüe, también se discute brevemente el posible impacto de este contacto en la difusión de las realizaciones actuales del PCP en la variedad amazónica. Desde el periodo colonial, el EAP ha experimentado un intenso contacto lingüístico con las lenguas amazónicas y el quechua. La ciudad de Iquitos en la que se recogieron los datos está ubicada en el nororiente del Perú y constituye un lugar representativo de los procesos históricos, socioeconómicos y de desplazamiento lingüístico-cultural por los que han atravesado muchas comunidades amazónicas (Santos Granero/Barclay 2000; San Román 1994). El habla de Iquitos despliega una serie de características lingüísticas que la tipifican como representativa del

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A través de este artículo se emplearán las siguientes abreviaturas: PCP = pluscuamperfecto, PCP/ANT = pluscuamperfecto de anterioridad, PCP/AOR = pluscuamperfecto aoristo o perfectivo, PCP/PP-PR = pluscuamperfecto de relevancia en el presente, PCP/IPF = Pluscuamperfecto con valor imperfectivo, PS = pasado simple, PP = presente perfecto o pretérito perfecto compuesto, IPF = imperfecto, PRS = presente.

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habla amazónica de la región Loreto (Escobar 1978; Marticorena Quintanilla 2010; Ramírez 2003). Esta variedad se formó a lo largo de sucesivos periodos de tiempo en el que hay que considerar los procesos sociales e históricos: las estructuras socioeconómicas formadas desde la llegada de conquistadores y misioneros, la propagación lenta y tardía de la lengua española en la Amazonía peruana, el fenómeno de contacto de lenguas, el aislamiento de esta región de Lima y la estrecha comunicación de la región amazónica con Brasil y con el mundo a través del océano Atlántico, entre otros factores (Jara Yupanqui 2012). Para entender la formación del español amazónico es necesario ir hacia atrás a la época colonial. La Compañía de Jesús creó la Misión de Maynas (1634-1768) y envió a sus misioneros a formar pueblos o reducciones. Durante este periodo, el quechua, el español y las lenguas amazónicas fueron empleados como lengua de evangelización (Cerrón-Palomino 1987: 40-45; Maroni 1988: 168; Mercier 1983: 36; Solís Fonseca 2003: 77-90). En general, hasta mediados del siglo XIX, la difusión gradual de la lengua española en la Amazonía peruana fue principalmente el resultado del proceso de evangelización por los misioneros franciscanos y misioneros jesuitas (Escobar 1978: 73; San Román 1994: 83). En la etapa posterior a la salida de los jesuitas, se formó un estrato ribereño mestizo compuesto por aquellas poblaciones que vivían en caseríos y pueblos a lo largo de los ríos amazónicos. Luego, durante el periodo del caucho (1880-1914), se produjeron olas migratorias de los centros poblados amazónicos a los centros caucheros, las que también involucraron el contacto lingüístico entre el español y las lenguas amazónicas. Sobre todo, este movimiento migratorio implicó la difusión de la variedad andina como principal modelo hablado de español al que tenían acceso las poblaciones ribereñas mestizas y las indígenas. Las rutas de comunicación y de intercambio lingüístico, cultural, social y económico contribuyeron a la difusión del español desde la costa y sierra peruanas, y permiten entender ahora cómo ocurrió el desplazamiento poblacional y la difusión mayoritaria de la variedad andina de español en la Amazonía. Las distintas fuentes históricas señalan a Chachapoyas y Moyobamba (Santos-Granero/Barclay 2000; Barclay 2009: 46), situadas al este de la actual Región Loreto, como los principales lugares de influencia de la variedad de español con la que la selva baja loretana tuvo más contacto en los años posteriores a la partida de los jesuitas2. Ya a principios del siglo XX el habla de la región amazónica mostraba algunas de las características que la definen hoy en día. Hacia 1908, Fuentes describe que

2

Es necesario señalar que se conoce poco sobre el español de estas áreas de influencia y que estudios futuros sobre las variedades de español habladas allí arrojarían luz sobre la formación de español hablado en la región Loreto.

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la población ribereña hablaba español con entonación, sintaxis y vocabulario propios (1908: 392). En general, durante el periodo republicano el avance del español se hizo más estructurado a través de las escuelas y del contacto más frecuente con hablantes de la costa y de la sierra. En la actualidad, estos contactos continúan siendo un foco de influencia en las variedades de español habladas en esta región.

2. Revisión de la literatura sobre el pluscuamperfecto del indicativo El PCP designa una situación pasada anterior a otra situación pasada (RAE 2009: 1786). En términos Reichenbachianos, se dice que un evento (E) expresado por el PCP ocurre antes del tiempo de habla (H) y antes del tiempo de referencia (R) determinado contextualmente (Reichenbach 1947). El siguiente enunciado y el esquema que lo representa, tomado de Bosque y Gutiérrez-Rexach (2008: 653), ejemplifican la relación entre E, R y H. En este esquema la flecha discontinua simboliza la línea temporal. (1) Estructura prototípica del PCP Ayer Luis ya había terminado los deberes terminar los deberes = E Ayer = R H

De acuerdo con este esquema la acción de terminar los deberes se realiza antes de ayer, que a su vez ocurre antes del tiempo del habla. Entonces, la relación entre estos tres puntos temporales del PCP se puede expresar como E_R_H. En diversas lenguas, los tiempos usados típicamente para avanzar la narración son los pasados aoristos o perfectivos —por ejemplo, el passé simple en francés y el passato semplice/remoto en italiano (Bertinetto 2013)—, aunque también el presente puede emplearse para avanzar la narración (Wolfson 1979, Schiffrin 1981; Silva-Corvalán 1983). Asimismo, hay lenguas en las que el perfecto ha incursionado en el territorio aoristo (e.g. passé composé en francés). Bertinetto (2013) señala que, a diferencia del perfecto, el PCP tiene cierta estabilidad diacrónica en cuanto a pasar del dominio de perfecto al dominio de aoristicidad. Sin embargo, afirma que el PCP puede desempeñar este tipo de función. De manera similar al cambio gradual del perfecto a perfectivo, hay variedades lingüísticas en las que el PCP también se mueve hacia el aspecto perfectivo, si bien este proceso es menos extendido. En ambos casos se trata de la pérdida del componente R. En italiano, por ejemplo, se usa el PCP para poner eventos en primer plano y avanzar la secuencia narrativa —ej. (3)—, una función que el PCP típicamente no

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desempeña. Se trata de un PCP/AOR. Bertinetto (2013: 154-155) señala que el PCP porta este valor pero que al mismo tiempo comunica un matiz de anterioridad que sugiere una suerte de “completamiento inmediato” del evento, produciendo una aceleración repentina en la cadena discursiva. El efecto es puramente de carácter pragmático y puede ser ambiguo, de manera que el lector se ve en la situación de elegir entre un perfil anterior y otro aoristo o perfectivo. (2)

Italiano: Salgari (Aventure di prateria...:279) Capitano, —gridò PS-1 —all’erta! Un orso si è introdotto nel nostro rifugio! Il comandante, svegliato bruscamente da quelle grida, s’era sbarazzato PCP-1 prontamente della coperta e aveva afferrato PCP-2 il fucile che s’era messo PCP-3 al fianco. -Dov’e, Torp? chiese PS-2 (tomado de Bertinetto 2013: 153). ¡Capitán, alerta! —gritó PS-1. ¡Un oso se ha introducido en nuestro refugio! El comandante, despertado bruscamente con aquellos gritos, se deshizo PCP-1 rápidamente de su manta y cogió PCP-2 la escopeta, que se la puso PCP-3 a su lado ¿Dónde está Torp? —preguntó PS-2.

Desplazamientos de este tipo también se encuentran documentados históricamente en otras lenguas europeas, como en francés y en lenguas galo-romances (Söhrman 2013a). En el francés medio, se usaba más el PCP (plus-que-parfait) para marcar anterioridad y duración, a diferencia del francés antiguo en el que la forma empleada era el PS (passé simple) (Ménard 1987: 141-142, en Söhrman 2013a: 192). Similarmente, en el caso del inglés afroamericano, Ross, Oetting y Stapleton (2004) también reportan el uso del PCP para poner en primer plano eventos pasados dentro de la historia narrada. Este uso parece depender de otros factores, como el estilo narrativo del hablante, y está relacionado con la edad y con el desarrollo de la habilidad narrativa. Cuanto mayor es la edad del hablante, mayor es el uso del PCP. (3)

Inglés afroamericano (Ross/Oetting/Stapleton 2004) a. (Hm, I bet you’ve had to bring your car to a service station to be fixed.) b. Uh huh. c. (I wonder why.) d. Hm, once because my mama had got in a wreck. e. Somebody had hit PCP-1 and run. f. My mama had flipped PCP-2 over in the ditch. g. (Oh no, I hope she didn’t get hurt.) h. She did. i. I didn’t know.

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j. k.

I was asleep. When she, when, when he finally came in the ditch then he woke, then they woke me up. l. (You were in the car asleep? Oh, were you hurt?) m. Uh huh. a.

(Hm, apuesto que has tenido que traer tu carro a una gasolinera para que la arreglen.) b. Ajá. c. (Me pregunto por qué.) d. Hm, una vez porque mi mamá tuvo un accidente. e. Alguien la chocó PCP-1 y se fugó. f. Mi mamá terminó PCP-2 en la cuneta. g. (¡Oh no! Espero que no resultara herida.) h. Sí se hirió. i. No lo sabía. j. Estaba dormido. k. Cuando ella, cuando, cuando él finalmente llegó la cuneta, entonces se despertó, entonces ellos me despertaron. l. (¿Estabas dormido en el carro? ¡Oh! ¿Te heriste?) m. Ajá.

Por otra parte, otras investigaciones muestran que el PCP sustituye al perfecto, como ocurre en algunas variedades de latín (Söhrman 2013a: 197), en rumano (Avram 2001, en Söhrman 2013a: 197), en sardo (Jones 1993, en Söhrman 2013a: 197), y en el inglés indio (Sharma 2001). Con respecto al inglés, Sharma (2001: 363) analiza una variedad de la India y la compara con el inglés americano y británico. Sharma encuentra que el PCP en el inglés indio comunica valor perfectivo y perfecto. Al comparar esta variedad con las del inglés americano y británico, halla que una de las funciones que desempeña el PCP es la codificar tiempo relativo a una descripción inmediata. En este tipo de casos el evento previo se convierte en el punto R de la cláusula siguiente en la que aparece el PCP. (4)

This is the second time that such an object had been sighted PF-1 here. (KC A13 144). Esta es la segunda vez que tal objeto se ha visto PF-1 aquí.

(5)

Never before in the Capital’s history these colonies had faced PF-2 such a flood threat. (KC A37 177). Nunca antes en la historia de la capital estas colonias han enfrentado PF-2 tal amenaza de inundación.

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Sharma puntualiza que el inglés americano exhibe más restricciones en ciertas dimensiones, mientras que el inglés indio extiende el uso de la construcción más allá de las restricciones del inglés británico. Este nuevo uso parece derivarse de una manera no estándar de marcar el punto de vista pragmático dentro de un foco narrativo y la reorientación temporal, de manera que se generaliza la distancia temporal y el término del evento (Sharma 2001: 344, 370).

2.1. El PCP en español El estudio del PCP en español ha sido abordado desde diversos puntos de vista. Desde una perspectiva temporal, Rojo y Veiga (1999: 2877-2888) proponen usar un sistema vectorial en el que O indica ‘origen’ o el centro deíctico del sistema temporal que se sitúa habitualmente en el momento del habla, y -V indica ‘anterioridad’. En la terminología propuesta por Rojo y Veiga, la fórmula que expresa el pluscuamperfecto es (O-V)-V, donde O-V significa ‘anterior al origen’ y -V ‘anterioridad’. De manera que en la oración (6) la forma de pluscuamperfecto había salido “expresa una relación temporal de anterioridad a una referencia que, a su vez, es anterior al origen (me comunicaron)”. (6)

Me comunicaron que habían salido a París el día anterior. (O-V) (O-V)-V

Cartagena (1999: 2953) añade que el PCP o ante-co-pretérito es dependiente de un punto en el pasado que usualmente es un PS, como en (7) o un IPF como en (8). En los ejemplos siguientes, los verbos que sirven como marco de referencia se encuentran subrayados con líneas discontinuas, mientras que los PCP que se apoyan en estos se marcan en letras itálicas subrayadas. (7)

Una noche, por primera vez, alguien llamó a mi puerta: era una mujer que decía llamarse María, igual que yo. Matilde la había enviado a buscarme. [GS, 22] (Cartagena 1999: 2953).

(8)

Elsa, atrapada en lo que en un principio quizá fuera sólo un juego, había perdido el control...Ahora se hallaba inmersa en un marasmo que la sobrepasaba [GS, 131] (Cartagena 1999: 2953).

Cartagena señala también que la anterioridad expresada por el PCP designa un periodo indefinido, lo que lo hace propicio para codificar larga duración (9) o incluso repetición (10).

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(9)

Yo no estaba seguro que prefería morirse antes de vender una casa donde había sido feliz durante más de 30 años [GC, 59] (tomado de Cartagena 1999: 2954).

(10)

Yo ya había ido varias veces a su cocina, que en algunas ocasiones hacía las veces de tienda [GS, 86] (tomado de Cartagena 1999: 2955).

Asimismo, como en el caso del IPF, para el PCP se han descrito usos modales que portan funciones pragmáticas, como el PCP que expresa cortesía o modestia (11), aunque este tipo de usos es menos frecuente que los del IPF. Por último, también existen usos oníricos (12) o de figuración y lúdicos (13). (11)

Disculpe usted. Me había parecido que la conocía (RAE 2009: 1787).

(12)

En mi sueño, tú habías comprado un auto nuevo (RAE 2009: 1788).

(13)

Tú te habías vestido de princesa (RAE 2009: 1788).

Por otro lado, Castañeda Castro (2006) propone una interpretación epistémicotemporal para interpretar el rol del PCP y de otros tiempos verbales. En su análisis sobre la diferencia entre el IPF y el PS, discute también el rol del PCP como un morfema que caracteriza el evento como terminado y anterior al momento de la enunciación; el IPF “es un morfema temporal que localiza un proceso en un espacio epistémico no actual, prototípicamente pasado y en el momento en curso de la reconstrucción temporal subjetiva de dicho espacio” (Castañeda Castro 2006: 108), como en me tomaba el helado (110). Agrega, además, que al centro deíctico (CD) primario que corresponde al momento de la enunciación (el aquí y ahora del hablante), el IPF agrega un CD secundario, que se establece paralelamente al CD primario. El resultado es que el IPF “sitúa al evento en un ámbito epistémico no actual (pasado, ficticio, contrafactual, etc.)” (110). Entonces, de manera análoga al IPF, el espacio epistémico del PCP es distinto del CD primario y establece un CD secundario. Por último, Bermúdez (2008) propone una perspectiva evidencial de los usos del PCP. Este investigador señala que interpretar al PCP simplemente como “el pasado del pasado” en realidad no permite explicar una serie de usos. Propone, más bien, que la función principal del PCP es la de poner los eventos narrados en perspectiva y que, en realidad, la función evidencial es más relevante que la temporal: Concretamente, postulamos que el PCP presenta un evento terminado asignándole una referencia a una fuente. O, expresando de otra manera, que presenta un evento terminado marcándolo con un distanciamiento evidencial. Y que el significado temporal del perfecto, o pasado, del pasado es una consecuencia de este significado evidencial y aspectual primario (Bermúdez 2008: 208).

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Inspirándose en el trabajo de Willett (1988: 57), Bermúdez distingue entre evidencialidad directa (sensorial y endofórica) e indirecta (transmitida e inferida). La evidencia directa sensorial agrupa las situaciones en las que el hablante recibe la evidencia a través de los sentidos. La evidencia directa endofórica se refiere a los casos en los que el hablante tiene acceso a través de deseos, intenciones y estados mentales. Esta información no es accesible a través de los sentidos, pero el hablante la considera evidencia directa. Por otro lado, la evidencia indirecta inferida se puede dar a través de inferencias o razonamientos, mientras que en la transmitida se trata de información de segunda mano obtenida de otra persona. Asimismo, Bermúdez (2005a; 2005b; 2008) organiza el dominio semántico de la evidencialidad en tres dimensiones: el modo de acceso a la información, la fuente de información y el acceso a la información. Cada una de estas tres dimensiones tiene dos polos entre los cuales se presenta una continuidad. Dominio de la evidencialidad (Bermúdez 2005: 30): Modo de acceso a la información: Cognitivo  sensorial Fuente de información: Externa  Interna Acceso a la información: Universal  Exclusiva

Bermúdez señala que al marcar el modo de acceso a la información el PCP se aleja de lo sensorial y se acerca a lo cognitivo, de modo que su fuente es endofórica, como en el ejemplo (14) que alude a un sueño (Bermúdez 2008: 213): (14)

Yo había salido de la cárcel y de alguna manera había adquirido superpoderes.

Añade, por otra parte, que los usos admirativos o mirativos reportados sobre el PCP pueden ser interpretados como relativos a la evidencialidad. La miratividad se refiere a la información inesperada, en contradicción con las expectativas que se desprenden del entendimiento que tiene el hablante de cómo funciona el mundo (DeLancey 1997, 2001) y está estrechamente ligada a la sorpresa (Peterson 2015). Bermúdez (2008) afirma que la miratividad se relaciona con la evidencialidad ya que se contrasta la información nueva con aquella a la que el hablante tiene acceso. Se marca la información proporcionada en el enunciado como nueva para el hablante expresando sorpresa ante lo inesperado. De esta manera, se explica que en (15) habías sido es empleado por el hablante para marcar que José es bueno para el fútbol pero que esta información es nueva y sorpresiva para él.

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(15)

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Pedro, viendo a José que unos metros más allá hace juegos extremadamente hábiles con una pelota de fútbol, le dice: —¡Habías sido bueno para el fútbol! (Bermúdez 2008: 214).

Este investigador puntualiza que este uso y otros similares no pueden ser explicados desde una perspectiva temporal y que no son exclusivos de variedades en contacto.

2.2. El PCP desde los estudios del español en contacto con otras lenguas En el área de estudios del español en contacto con las lenguas andinas, se han propuesto también lecturas evidenciales del PCP. Diversas investigaciones que analizan el español en contacto con el quechua/quichua y el aimara argumentan que el sistema evidencial de estas lenguas actúa como una influencia sustratística en el sistema verbal de estas variedades. La siguiente compilación sobre estudios del PCP en el español en contacto con otras lenguas no pretende ser exhaustiva sino solamente mostrar algunas investigaciones relevantes que se han realizado sobre esta forma. En el español ecuatoriano en contacto con el quichua, Pfänder y Palacios señalan que el PCP se emplea para indicar que la información es poco confiable, que no corresponde a una experiencia directa ni referida, más bien se trata de información inferida (El niño se había caído) (2013: 67). Asimismo, describen una distinción entre el PP ha venido, que indica cierto grado de distanciamiento con respecto a la información, y el PCP había venido, que indica un mayor grado de distanciamiento (2013: 83). De otro lado, en el español andino peruano en contacto con el aimara, Schumacher de Peña reporta el empleo del PCP no para indicar anterioridad sino conocimiento indirecto y recuerdos de la infancia —...Una vez se les había robado toditos sus bultos (acción que el informante solo conoce indirectamente, aparentemente no sabe nadie sobre quién lo hizo...) (1980: 557)—. Similarmente, Hardman encuentra que el PCP codifica conocimiento indirecto: o eventos a los que se accede en estado inconsciente, o recuerdos de la niñez e información recién descubierta —había visto la casa ‘she saw the house, but I have no personal knowledge of her having done so’ (1982: 154)—. En cuanto al español en contacto con el quechua, Escobar señala que el PCP es usado con valor reportativo en construcciones precedidas por dice que —según dice que había aparecido por ahí ... dos señores una señora y un señor (1994: 26)— o incluso con la omisión de dice que, y también para expresar sorpresa —[fábrica de té

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Huiro] muy lindo... almacenes grandes había sido/ con motores/ fabrican en áhi [sic] (1994: 29)—. En Bolivia, Laprade reporta que el PCP se emplea para indicar acción no intencional o accidental, conocimiento no personal y sorpresa —Lo había dejado el libro en la escuela (1981: 19, A-26)— o conocimiento indirecto (Martin 1981). El estudio posterior de Mendoza (1991) también manifiesta que el PCP en español boliviano en contacto con quechua y aimara comunica desconocimiento personal y/o sorpresa. Lo que parece común a estos usos es la posibilidad que tiene el hablante de usar el PCP para alejarse de la información que reporta no desde una dimensión temporal sino mental. Esta función del PCP en las variedades de español andino en contacto con el quechua y el aimara mantienen vasos comunicantes con los usos que se analizan en el español amazónico. En ambos casos, se observa que el PCP marca distanciamiento cognitivo.

2.3. Participantes, datos y codificación El presente estudio ofrece un análisis cualitativo de los valores semánticos del PCP. Los datos consisten en narrativas de experiencias personales obtenidas a través de treinta entrevistas sociolingüísticas (aprox. 88 761 palabras), recogidas en el año 2014 en la ciudad de Iquitos. El cuestionario inquiere sobre experiencias personales relativas a la infancia, a situaciones de peligro, a experiencias tristes, a la vida en la escuela, etc. (Labov 1972). Los participantes son hablantes monolingües de español (EPA) con diferentes grados de educación primaria y secundaria. Sus ocupaciones no involucran especialización alguna y cubren diversos rubros, tales como vendedor en el mercado, vendedor ambulante, empleada del hogar, ama de casa, empleada de limpieza, etc. Todos residían en la ciudad de Iquitos al momento de la entrevista y habían vivido en esa ciudad desde su nacimiento o desde muy pequeños. Sobre la base de diversos estudios que dan cuenta del papel que desempeña la estructura narrativa en los procesos de gramaticalización y de lo útil que resultan en el estudio de la variación y el cambio lingüísticos (Engel/Ritz 2000; Hernández 2006; Ritz/Engel 2008), para la codificación se han extraído narrativas de experiencias personales (NEP). Se ha seguido la definición de Labov de narrativa: We define narrative as one method of recapitulating past experience by matching a verbal sequence of clauses to the sequence of events which (it is inferred) actually occurred (pp. 359-60). [...] Any narrative, by definition, includes at least two “narrative

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clauses.” A narrative clause is one that cannot be moved without changing the order in which events must be taken to have occurred (Labov 1972: 637).

A continuación, se ha procedido a identificar las estructuras narrativas en las que aparecen los PCP, de acuerdo con la clasificación llevada a cabo por Labov y Waletzky (1997 [1967]) en compendio, orientación, acción complicante, resolución, evaluación y coda3. El compendio o resumen sintetiza la historia que se relata en una o dos cláusulas que encabezan la NEP. La orientación informa sobre el tiempo, el lugar, los participantes y la situación, y ocurre al inicio de la NEP, pero también puede aparecer en cláusulas libres dentro de la narrativa. La acción complicante recapitula la secuencia de eventos pasados y nos lleva a los momentos de máximo suspenso, creando tensión en el momento de la narración. La evaluación señala la razón de ser de la historia, y puede ser de dos tipos: la interna y la externa. La evaluación externa corresponde a aquella sección en la que el narrador detiene su narrativa para dirigirse al oyente y establecer cuál es la razón de su narración. Por otro lado, la evaluación interna se usa para reproducir el sentimiento de lo vivido como si ocurriera realmente o para reproducir este sentimiento en las palabras del propio narrador. La resolución expresa el desenlace de la historia, dice lo que realmente pasó finalmente. Por último, la coda expresa el fin de la historia. Marca un cambio de pasado a presente que señala el fin de la historia. Se tuvo en cuenta que la mayoría de ellas presentara una estructura completa, aunque también se incluyeron algunas narrativas mínimas. Finalmente, se procedió a extraer las formas de PCP, dejando de lado las incidencias en perífrasis verbales, en enunciados incompletos o repeticiones de comentarios o preguntas del entrevistador. Un total de 164 formas de PCP fueron analizadas y 11 formas fueron excluidas, siguiendo los criterios que se acaban de mencionar. El presente estudio es de carácter cualitativo y selecciona solo unas secuencias para ejemplificar los valores identificados.

3. Análisis En nuestros datos encontramos usos prototípicos del tipo de los que explican “el pasado del pasado” y que, siguiendo a Bertinetto (2013), se denominan en este artículo PCP anterior (PCP/ANT) para diferenciarlo de los otros usos. Por ejemplo,

3

En este proceso se tuvo en consideración que las narrativas incluyeran la estructura evaluativa, ya que según observan Labov y Waletzky una narrativa que solamente tiene orientación, acción complicante y resultado no es una narrativa completa (1997 [1967]: 28).

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en (16) el PCP había hecho se refiere a dos momentos en el pasado. El interlocutor narra un momento en el pasado en el que su madre recibe una notificación de la directora de la escuela. Según el narrador, su madre intuyó que esa llamada se realizaba porque su hijo había hecho algo malo previamente a esa llamada. En efecto, este tipo de situaciones había ocurrido anteriormente y la madre infiere que su hijo había cometido una travesura. Asimismo, en (17) la participante emplea había cortado para referirse a un evento previo al haber sido reñida por su madre. (16)

Mi mamá sabía que era porque había hecho PCP/ANT mi travesura o algo. Ya, ya estaba medio acostumbrada ya (Iquitos, e1HJI1).

(17)

E: ¿y recuerdas alguna travesura especial cuando eras niña? P: no, una vez, le agarré, mi madrina era costurera, agarré la tijera y empecé a cortar todas las telas [sonrisas]. Le corté las telas y me regañaron. Me riñó porque había cortado PCP/ANT las telas, porque ella iba a hacer un vestido. No sé qué iba a hacer de ahí (Iquitos, MJI6 Juana).

En los datos también son frecuentes los usos del PCP en los que el narrador se distancia de la situación que narra y al mismo tiempo subraya el resultado de la situación expresada por el verbo. Obsérvese que en la frase donde que más en mi vida (= el momento en mi vida en el que más...) del ejemplo (18), el PCP se emplea en una posición en la que usualmente aparece un PS. En este contexto equivale a decir el momento en mi vida en el que más me asusté y expresa el punto de vista subjetivo del hablante dentro de la narración. En cuanto a la estructura narrativa, el PCP en (19) ocurre dentro de la evaluación de un evento pasado. Nótese también que había asustado se inserta en una secuencia temporal para expresar un evento en primer plano, mientras que los eventos que sirven de plano secundario se expresan típicamente en IPF (estábamos jugando, metíamos, pensaba). Como señala Bertinetto (2013), el participante parece tener dos perfiles de los cuales escoge uno. Véase cómo después de iniciar la descripción con formas de IPF continúa el avance de la narración con el PS encontramos y luego cambia al PCP había asustado, para poner en perspectiva lo que dice y situar los eventos en el plano del recuerdo lejano. (18)

Ah, en ese caso sí. Cuando, en ese transcurso cuando estábamos fugando (jugando), bueno que nos metíamos en diferente, como las yerbas son por ahí un poco ¿no? Nos metíamos, encontramos una serpiente, una mantona grande y ahí donde que más en vida me había asustado PCP/AOR. Pensaba que me iba a morder. Eso era (Iquitos, e2HJI2).

Este tipo de incidencias corresponden a la interpretación del valor del PCP propuesta por Söhrman (2013a, 2013b). Este plantea convincentemente que el valor

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del PCP es de distancia mental más que temporal, en la que la distancia temporal (remoteness) es más bien cognitiva: The basic idea is that though ante-preterit often or more correctly almost always, is seen as an uncontroversial tense, its value is in fact more mental (cognitive) than temporal, indicating remoteness, but this remoteness is mainly perceived by the speaker and not necessarily temporal in real time (Söhrman 2013: 194).

Söhrman argumenta que en realidad es esta distancia cognitiva la que es prototípica del PCP y que es la presencia de la deixis la que la vuelve temporal. Bermúdez (2011: 48) coincide con esta interpretación, pero considera evidencial la distancia entre el hablante y el mensaje, tipificándola como más indirecta. Söhrman añade, además, que el valor modal es en realidad el valor básico y prototípico del PCP y que este emana del valor cognitivo de distancia temporal (remoteness). Continuando con el análisis, de manera similar al ejemplo (18), en el extracto (19) el mismo participante narra también un asalto. Él fue al centro de la ciudad a hacer unas compras y tomó un motocarro para regresar a su casa, pero el vehículo se desvió del trayecto usual y repentinamente otros dos motocarros lo interceptaron. Luego, los individuos que lo detuvieron lo asaltaron, le robaron y le pegaron. En este ejemplo el participante emplea el PCP dentro de una estructura narrativa resolutiva. La resolución baja la tensión y dice lo que finalmente pasó (Johnstone 2007: 637). Tal posición la suele ocupar comúnmente el PS, ya que no se trata de un evento previo al que se narra sino de un evento que cuenta cómo se resolvió la trama de la historia. Es decir que el PCP había golpeado no se refiere al “pasado del pasado” sino que equivale al PS golpeó. Nuevamente en este contexto también el hablante se posiciona en un plano que le permite alejarse de su propia narración para proporcionar en palabras de Bertinetto (2013) una suerte de “ilusión temporal” o de mundo de ensueño que lo prepara para cerrar la historia. (19)

P: un día cuando me fui... acá cuando estaba en Iquitos en inmediaciones de la Próspero. Un día me fui a comprar, bueno como de acá salimos tarde de trabajar, me fui a comprar y tanto buscar la cosa que yo quería, estaba regresando, era creo once de la noche. Y bueno, en ese trayecto venía un motocarro y después el motocar se metió por una zona que no conozco ¿no? Y bueno ahí donde que me asaltaron. Yo luché, yo luché con los que me estaban asaltando ¿no? E: ¿Cómo fue a ver? El motocar se desvió. P: Sí se desvió. E: ¿O sea el motocar estaba metido? P: Sí parece que era cómplice, ¿no? Venían dos motocarros más y cuando se metió, al mismo tiempo paró y me (inaudible) los dos motocarros que venían

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atrás. [E: ah] Y allí pue comencé a pelear. Me puñetearon. La mitad de mi vista, el anteaño pasado era eso, [...] sangre, me habían golpeado PCP/AOR. Todo (Iquitos, e2HJI2).

El PCP en las narrativas analizadas también presenta valores similares a los usualmente desempeñados por el IPF, que se refiere a situaciones evocadas. En el español general, el IPF presenta situaciones que requieren de un dominio o marco previo al momento del habla. Veamos algunos ejemplos proporcionados por la RAE (2009: 1748-1749, 1788). (20)

A Luisa le presentaron dos muchachos; uno de ellos era rubio, y el otro, moreno.

(21)

En mi sueño usted me soplaba lo que tenía que dictarles a los alumnos [...].

En la oración (20) el domino o marco requerido para entender era sería el momento de la presentación. El establecimiento de un dominio o marco previo permite también usos modales del IPF. Así, en la oración (21), la frase En mi sueño proporciona el dominio o marco o espacio mental que conduce a la interpretación adecuada del valor del IPF. Por otra parte, también el PCP puede usarse para comenzar el relato, como en el ejemplo siguiente, aunque esto sucede infrecuentemente (RAE 2009: 1748-1749): (22)

Los hechos habían sucedido de manera tan rápida como inesperada.

El ejemplo (22) activa también un escenario mental en el que ocurrieron los eventos pretéritos (RAE 2009: 1788). Análogamente al ejemplo previo, en (23) la narradora comienza con la cláusula subordinada Cuando me había embarazado en la que inserta el PCP, para comunicar aoristicidad (= Cuando me embaracé). El PCP/AOR me había embarazado aparece en una estructura narrativa de orientación y es usado para establecer distancia con respecto a lo narrado como si se visualizara mentalmente desde una perspectiva lejana lo que ocurrió en el pasado. Continúa la acción complicante de la narración usando el PCP: Le había dado [dio] un paro. Se había parado [se paró] su corazón, de la impresión. Las tres primeras formas del PCP en (23) ocurren en contextos en los que se esperaría el PS (me embaracé, le dio un paro, se paró su corazón). Una vez más los PCP evocan instancias mentalmente lejanas que se ubican en un espacio cognitivo de remembranza, marcando una distancia sobre los hechos narrados. (23)

E: ¿y alguna experiencia eh, triste o muy alegre? P: Triste fue cuando mi papá casi se muere.

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E: ¿qué pasó? a ver... P: Cuando me había embarazado PCP/AOR-1. Se enteró. Le tenemos que decir. Le había dado PCP/AOR-2 un paro. Se había parado PCP/AOR-3 su corazón, de la impresión. Ahí nomás se quedó duro. E: ooh! P: sí. Ese para mí ha sido lo más terrible que me había pasado PCP/PP-1 [...] (Iquitos, e8MJI8).

La última incidencia de PCP en (23) porta un valor de relevancia en el presente. Esta instancia se encuentra apoyada por el PP ha sido; equivale a decir: Ese para mí ha sido lo más terrible que me ha pasado [hasta ahora]. Se trata de un valor continuativo cuyo efecto llega al presente. La inserción de la frase adverbial hasta ahora permite corroborar este valor de relevancia actual. En nuestros datos muchas de las formas de PCP son empleadas por el narrador para establecer una distancia con respecto a los eventos narrados y acceder a los hechos a través del recuerdo, de la evocación cognitiva; es decir, el acceso es de carácter endofórico. El ejemplo (24) alude claramente tanto al acto de acceder a los eventos del pasado a través de la acción de recordar, como al efecto presente que tiene ese evento pasado (me recuerdo). Obsérvese que la participante usa este PRS para codificar una acción en proceso en el momento de la enunciación. Después vuelve a usarlo: Esa es una travesura, y esto corrobora la actualidad del evento; sin embargo, después, en lugar de insertar un PP (me he recordado) o el PRS (me acuerdo), emplea el PCP (me había acordado). En el nivel pragmático es una forma de cerrar la narración a través de una estructura narrativa de evaluación externa. La historia está por terminar y el hablante “se aleja” mentalmente de los hechos narrados para cerrar la historia. (24)

E: Ajá. Ah, también. Eh... ¿Puedes recordar alguna travesura de cuando era niña? P: Me recuerdo cuando nosotros éramos niños, en Santo Tomás anteriormente en la punta que se dice, ahí había una playa y yo le llevé a mi hermanito que tenía tres años. De ahí le poníamos arena, arena y esa era nuestro, nuestra travesura. Mi mamá nos vio y nos resondró [risas] E: ¿así? Esa es una travesura P: Esa es una travesura que, que me había acordado PCP/PP-1 yo (Iquitos, e30MMST30).

Por último, también se observan en las narrativas un uso en el que el PCP aparece sustituyendo al IPF. En el extracto que presentamos a continuación, la narradora usa el PCP para resaltar la imperfectividad del evento más que la temporalidad y de esta manera realza la duración del tiempo interno. Se trata de una instancia de evaluación externa en la que la narradora reproduce el sentimiento como si

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estuviera reviviendo el momento del golpe. El verbo de carácter estativo sentir apoya la interpretación durativa en concomitancia con la expresión de dolor físico ¡Mi cara l’había sentido asííí! para el cual usualmente en el español general se emplea el IPF ¡Mi cara l’sentía PCP/IPF-PS-1 asííí! Sin embargo, cabe señalar que también permite una interpretación perfectiva ¡Mi cara l’sentí PCP/IPF-PS-1 asííí! (25)

P: Ya. Allí. Los animales, las plantas, la playita... ¡Ah, bruto! Me he divertido. Pero cuando he regresado, sí asuu, me castigaron horrible. Mi papá me dio dos cachetadas que esto me la, la [cogiéndose la mandíbula y moviéndola], porque esto cuando yo hago así se suena, estoy acá. E: De cólera. P: Sí, de cólera me dio. Ay, esas manazas de mi papá ¡Asuu! ¡Mi cara l’había sentido PCP/IPF-PS-1 asííí! ¡Oy, Dios! Me agarraba. Mi papá sí nos golpeaba con la mano. Mi mamá no. Mi mamá nos pegaba con correa (e7MJI7).

Es pertinente mencionar que este uso del PCP puede estar relacionado con el significado original del IPF que forma parte de la construcción HABÍA + PARTICIPIO. Se ha señalado que varios de los significados de IPF se transfirieron a la forma compuesta: El pretérito pluscuamperfecto se ha considerado un imperfecto de haber cantado. Aunque este análisis presenta algunas dificultades, permite entender que se extiendan a HABÍA CANTADO varias características del imperfecto, y también que HABÍA CANTADO se diferencie fundamentalmente de CANTABA en que la relación de coincidencia característica de ese otro tiempo se sustituye por la de anterioridad. Algunas de las variedades del imperfecto descritas en los §23.10-12 tienen su correlato en el pretérito pluscuamperfecto. Ello es posible porque este último tiempo verbal puede mantener las propiedades aspectuales del imperfecto, aunque se distinga notablemente de él en la forma en que está anclado y en sus rasgos aspectuales. El uso ITERATIVO o CÍCLICO de CANTABA [...] se extiende a HABÍA CANTADO, como en A esa hora, los viernes Eugenio había salido del trabajo [...]. Los llamados usos modales del imperfecto tienen asimismo correlato en el pluscuamperfecto [...]. Aun así, el imperfecto es un tiempo imperfectivo, mientras que el pretérito pluscuamperfecto es perfectivo. [...] (RAE 2009: 1787).

Es factible que el uso del PCP analizado en (25) sea un rezago semántico del valor original del IPF que ahora forma parte del PCP y que parece encontrarse activo en el español amazónico peruano. También es posible que el rasgo semántico se reactivara en el contexto de multilingüismo en el que se vio inmerso. En todo caso, este valor en el PCP amazónico aparece, aunque su ocurrencia es escasísima (1%).

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4. Discusión El PCP se utiliza en el EAP para establecer distancia entre el hablante y su discurso que aquel “visualiza” mentalmente desde una perspectiva lejana presentando los eventos pasados como desde un recuerdo distante. Es bastante extendido en el EAP el empleo de formas de PCP que ocurren en contextos en los que típicamente se espera el PS. Estos PCP evocan instancias lejanas que se ubican en un espacio epistémico de remembranza, ilusión temporal o reconstrucción mental, marcando una distancia cognitiva sobre los hechos narrados. Tal distanciamiento tiene función pragmática y es empleado subjetivamente por el hablante quien opta entre más de un lente a través del cual presenta los eventos. Estos distintos lentes que el PCP permite escoger pueden ser usados en contextos en los que este sustituye al PS, al PP y al IPF. Entonces, además de los significados prototípicos de “pasado del pasado” y dependiendo de con cuál de estos tiempos se sobreponga, el PCP puede indicar respectivamente eventos situados en un pasado remoto [mental] (PCP/AOR), situaciones que son relevantes en el presente (PCP/PP) y eventos durativos (PCP/IPF). En cuanto al tipo de estructura narrativa, el PCP aparece principalmente en la acción complicante y la evaluación, y en menor medida en estructuras como el compendio, la resolución, la orientación y la coda. El hecho de que el PCP ocurra con más frecuencia en los dos tipos de estructura mencionados permite observar el grado de superposición de sus funciones con las del PS. De todas las incidencias analizadas una gran parte sustituye al PS (aprox. 50%) y otra muy reducida al PP (1%) y al IPF (1%). Es pertinente mencionar que algunos estudios muestran cómo en el PP inicia el avance dentro de la narrativa a partir de las estructuras evaluativas (Hernández 2006). La incursión del PCP en el territorio del PS es frecuente en el habla oral y sugiere que el PCP con este valor ha encontrado un nicho semántico estable. Se infiere que esta distribución funcional supuso un proceso de gramaticalización a través del cual se sucedieron procesos de reanálisis hasta llegar al patrón de uso actual del PCP en el EAP. Ahora bien, este trabajo no es de carácter diacrónico y no pretende resolver la pregunta de cómo pudo haber ocurrido este avance. Para ello se requeriría acudir a material lingüístico histórico del español peninsular y peruano, con el propósito de compararlo con el contemporáneo. Sin embargo, sí se puede formular hipótesis de los factores que pudieron haber contribuido a este proceso. Por un lado, se observa que algunos de los valores semánticos del PCP discutidos en este trabajo son muy similares a los observados en variedades de lenguas de origen europeo y, también, a aquellos descritos en diversas variedades en contacto con lenguas andinas. Cuando el español se transpuso a América ya habría poseído la característica semántica que luego habría favorecido la expansión del PCP a otros contextos en una situación de intenso

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y prolongado contacto lingüístico (Silva-Corvalán 1996). En la zona andina, es probable que la necesidad de los hablantes bilingües de expresar la fuente de la información habría aprovechado ese rasgo inherente de distancia temporal del PCP para expresar la evidencia indirecta (con respecto a la cual el hablante no se percibe cerca sino lejos). Algunos de estos valores que se describen en el español andino peruano (Escobar 1997, 2000; Klee/Ocampo 1995; entre otros) habrían estado presentes en el momento de la formación del EAP y se habrían mantenido presentes en esta variedad a través del tiempo, aunque visiblemente disminuyeran los usos reportativos con una marca abierta, se mantuvieron otros con valor evocativo, expandiéndose a otros contextos y fortaleciéndose. No hay que olvidar tampoco el impacto de las lenguas amazónicas en la formación del EAP. El contacto del español con la amplia variedad de lenguas habladas en la región tuvo también un impacto, aunque resulte difícil rastrearlo por la falta de documentos históricos. Es posible acudir a los estudios sobre sistemas verbales de las lenguas más numerosas y extendidas al momento de la colonización y posteriormente en la época de formación de esta variedad. Algunas de ellas, el Kukama-Kukamiria y el Omawa, miembros de la familia tupi-guaraní. En todo caso, se requieren estudios de las variedades de español habladas más cerca del área geográfica desde la cual ocurrieron migraciones (Amazonas y San Martín), para poder comparar sus rasgos con los del EAP. Nuestra hipótesis es que la(s) variedad(es) de español que se difundió (difundieron) en la Amazonía y que daría(n) posteriormente nacimiento al EAP fue(ron) principalmente andina(s), tanto de hablantes bilingües como de hablantes monolingües. En este proceso, se ha de tener en cuenta el aprendizaje temprano del quechua como L2 en la Amazonía, en otros casos muy posiblemente el aprendizaje de español como L3, y los desplazamientos lingüísticos sucesivos. Con el tiempo la nueva variedad de español hablada en la Amazonía habría desplazado progresivamente a las lenguas amazónicas y al quechua, al menos en las zonas ribereñas. Esta nueva variedad de español habría conservado los usos desarrollados en la variedad de español andino, el contacto de lenguas habría acelerado el cambio lingüístico en las formas de PCP y los habría generalizado su ocurrencia a otros contextos, conservando los valores iniciales.

5. Conclusiones Este estudio identifica los valores semánticos del PCP en el discurso narrativo del EAP. El análisis de algunas formas de pasado en las narrativas de experiencias personales sugiere que los usos de esta forma indican principalmente anterioridad y aoristicidad. El PCP se usa para referirse a eventos pasados, marcando una

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perspectiva más lejana que el PS pero que no es de carácter temporal. Tal distancia marcada por el PCP consistiría en una “perspectivización” de los eventos en el sentido señalado por Bermúdez (2006). El PCP en el EAP se emplea para indicar el pasado del pasado, pero también desempeña valores que le permiten sustituir al PS, al PP y al IPF. Básicamente las construcciones innovadoras del PCP se pueden agrupar en la siguiente lista: •

Pasado remoto: el punto E del evento en estos usos se localiza en el pasado remoto (PS).



Eventos con relevancia en el presente: estos usos suponen una vigencia del evento en el presente apoyado en el contexto (PP).



Eventos durativos, con verbos estativos: eventos en los que el tiempo de referencia y el del evento coinciden y además preceden al momento del habla (IPF).

Estas funciones del PCP tienen valor pragmático y expresan distanciamiento cognitivo en la narración. El distanciamiento involucra el posicionamiento del hablante en un plano panorámico desde el que se accede a la experiencia pasada. Tales valores semánticos del PCP se dan en todas las estructuras de la narración, pero principalmente en la acción complicante y en la evaluación. Este trabajo tiene como objetivo contribuir en general a la descripción de los dialectos del español peruano y, en particular, al conocimiento de las variedades de español amazónico peruano, que han sido escasamente estudiadas. También muestra que, así como en algunas lenguas europeas se observa la ampliación de campo semántico del PCP de indicar anterioridad a indicar aoristicidad, en el español amazónico ocurre este fenómeno, lo cual la ubicaría como una variedad cuyo sistema verbal muestra alto grado de innovación como ya ha sido observado en otros estudios previos (Jara Yupanqui/Valenzuela 2013).

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VALORES EVIDENCIALES Y DISCURSIVOS DEL PRETÉRITO PERFECTO COMPUESTO EN NARRACIONES DE MIGRANTES ANDINOS EN CUZCO1 ANA ISABEL GARCÍA TESORO Universidad de Antioquia

1. Introducción El presente trabajo tiene como objetivo analizar los valores del pretérito perfecto compuesto (PPC) en el español andino peruano y se basará en un corpus oral de historias de vida recopilado en la ciudad de Cuzco en 2014 a personas procedentes de diferentes localidades del departamento de Cuzco que migraron a la ciudad en su juventud. El foco de nuestro estudio se centrará en la extensión del PPC a ámbitos de pasado perfectivo que no tienen conexión con el presente, esto es, en contextos del pretérito perfecto simple (PPS), así como en la identificación de los valores evidenciales y discursivos del PPC en el corpus. Siguiendo la teoría que apunta a que la gramaticalización de las formas de perfecto se dirige hacia la evidencialidad (Aikhenvald 2004; Bermúdez 2005), partimos de la hipótesis de que la adquisición de estos nuevos valores del PPC está motivada por el contacto con el quechua, lo que se constituye como un disparador del cambio lingüístico y acelera su evolución. Proponemos, por tanto, que el contacto con el quechua motiva el cambio analizado a través de un proceso de convergencia lingüística en el que los hablantes perciben similitudes, siguiendo

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Esta investigación se ha desarrollado en el marco de los proyectos “El español en contacto con otras lenguas: variación y cambio lingüístico” y “El español en contacto con otras lenguas II: variación y cambio lingüístico”, parcialmente financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad/Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Ref. FFI2012-31702 y FFI201567034-P, MINECO/FEDER).

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Valores evidenciales y discursivos del pretérito perfecto compuesto

a Jarvis y Pavlenko (2008) y Palacios y Pfänder (2014), y las formas lingüísticas de las dos lenguas de contacto se acercan en un proceso de cambio semántico. La asunción de los valores innovadores ha sido posible porque este tiempo en español ya presenta valores que permiten una lectura epistémica, e igualmente ha sido puesto de manifiesto para otros tiempos verbales compuestos del español (Jara Yupanqui 2011, 2013; Soto/Hasler 2013; Speranza 2010, 2014). El cambio estudiado, por ende, se enmarcaría dentro de la perspectiva de la subjetivación (Traugott 1989, 1995), pues se fundamenta en la necesidad de expresar valores gramaticalizados en el quechua como la evidencialidad y se orienta hacia la subjetivación en el discurso oral, proceso que ya ha sido apuntado para otros fenómenos de variación en español andino.

2. Pretérito perfecto compuesto vs. pretérito perfecto simple en español El PPC es un tiempo que presenta cambios en las diferentes variedades del español y ha seguido un proceso de gramaticalización, común a otras lenguas románicas, en el que a partir de su valor resultativo original fue gradualmente expresando un pasado cuyo resultado guarda cierta relación con el sujeto en el momento presente, y posteriormente un pasado reciente conectado temporalmente con el presente, esto es, antepresente. Tiene en común con el PPS que ambos marcan acciones pasadas y perfectivas, y por ello, compiten en determinados contextos. La diferencia semántica entre ambos es que el PPS señala anterioridad respecto del presente, del momento del habla, mientras que el PPC sitúa esta anterioridad dentro de la actualidad del hablante, indica acciones más próximas al momento de habla que las referidas por la forma simple. No obstante, siguiendo adelante con su proceso de gramaticalización, el PPC gradualmente se ha ido empleado para referir a acciones pasadas y concluidas que tienen importancia para la actualidad del hablante, esto es, ha ampliado aún más sus valores extendiéndolos a contextos que corresponden a valores propios del aoristo, de eventos pasados acabados en su totalidad y que no tienen relación con el presente, lo que corresponde prácticamente a las funciones del PPS en español (Bybee et al. 1994; Martínez-Atienza 2008; Sqartini/Bertinetto 2000). En las diferentes variedades de español el PPC, que convive siempre con el PPS, presenta distintos grados de frecuencia en su uso respecto de este, dependiendo de su mayor o menor extensión a valores de antepresente y de perfecto, en algunos casos de aoristo como veremos, así como su combinación con distintos predicados o modos verbales o su empleo en diferentes tipos de discurso (Cartagena 2001; Gutiérrez Araus 2001). No obstante, aunque existen grados y

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diferencias de uso en cada uno de los países hispanohablantes, las funciones canónicas de perfecto resultativo son comunes a todas las variedades. En cuanto a la función de antepresente, a grandes rasgos podemos afirmar que se consideran usos innovadores los registrados en el español peninsular, al menos en los estudios realizados en el habla de Madrid y Alicante (Schwenter 1994, Schwenter/ Torres Cacoullos 2008, entre otros), e igualmente en Bogotá, Ciudad de México, Puerto Rico y San Juan (Berschin 1985, Lope Blanch 1961, Morales de Walters 1992, entre otros), dado que el PPC presenta valor hodiernal, de antepresente, lo que siempre va acompañado de un aumento de su frecuencia de uso respecto del PPS. Schwenter (1994) señala para el español peninsular que incluso se va extendiendo, aunque de forma incipiente, a los contextos propios del PPS; es decir, que estaría en un estadio más avanzado del proceso de gramaticalización antes señalado: (1)

a. Fíjate que mi padre ha muerto hace diez años. b. El otro día he pisado un chicle en la acera (Schwenter 1994: 96).

Por el contrario, el español americano en general mantiene valores restringidos de perfecto para el PPC y muestra preferencia por el PPS que se observa en contextos del PPC, tendencia que también ha sido observada en el español de Galicia, Asturias, León y Canarias (Cartagena 2001, Gutiérrez Araus 2001, Serrano 1996, entre otros), con ejemplos como “hoy llegué tarde”, “este año no pude ir” o “ahora no me hablaron por teléfono”. En general no se usa el PPC como antepresente ya que guarda relación con la generalización del uso del PPC resultativo que daría lugar a los usos de referencia temporal en el pasado propios del aoristo. Por último, la perspectiva de actualidad que ofrece el PPC, diferente de otras formas de pasado, ha permitido que se desarrolle una función discursiva que ha sido abordada en varios estudios (Bentivoglio/Sedano 1992; García Negroni 1999; Morales de Walters 1992). Con frecuencia aparece junto a otras formas de pasado narrativas y es común a todas las variedades de español (Gutiérrez Araus 2001). También conocido como enfatizador, se trata de un valor discursivo usado especialmente en la narración escrita mediante el cual un hecho es destacado al ir en PPC, especialmente en contextos como ponderaciones, expresiones de cortesía, exclamaciones de alto contenido emotivo, reiteraciones, cierres de una concatenación de eventos y otras situaciones que propician la relevancia en el discurso, como se puede apreciar en el siguiente ejemplo: (2)

[...] y de repente vino una persona, vino una mano y le ha dado un golpe tan duro en la espalda que le quedó la marca de la mano (Bentivoglio/Sedano 1992: 790-791).

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De igual modo, Jara Yupanqui (2011, 2013), en un estudio sobre el PPC en el español hablado en Lima, muestra que se emplea con valores modales que derivan de su relevancia en el presente, lo cual permite al hablante expresar valores subjetivos como su punto de vista respecto de lo narrado o comentarios, introducir información nueva o discurso reportado, narrar hechos pasados con especial relevancia en el presente, resumir y valorar eventos. El PPC en las variedades de contacto con el quechua, objeto de estudio del presente trabajo, conserva siempre su significado original perfectivo (excepto el de antepresente), pero presenta nuevos significados y funciones relacionados con el ámbito de la modalidad y la evidencialidad, a la vez que aumenta considerablemente su frecuencia de uso frente el PPS. Varios investigadores dan cuenta de ello y lo ponen en relación directa con la situación de contacto intenso con el quechua del área andina. Por ejemplo, en Ecuador donde los pasados adquieren valores claramente evidenciales, el PPS se emplea para transmitir información reportada, no experimentada, incierta o con la que el hablante no se quiere comprometer (Bustamante 1991; Haboud 1998; Pfänder/Palacios 2013), a diferencia del PPC que se usa para indicar un evento que ha sido vivido por el hablante o cuya fuente de información es confiable; en relación con ello, el pretérito pluscuamperfecto se usa para marcar aún un mayor grado de duda sobre la información. El contraste de los valores de los tiempos de pasado en el español ecuatoriano se muestra de manera resumida en los siguientes ejemplos: (3)

a. El niño se cayó ‘lo he visto con mis propios ojos, la información es confiable’. b. El niño se ha caído ‘lo infiero, me lo han dicho, pero no lo he visto directamente, la información no es tan confiable’. c. El niño se había caído ‘información poco confiable, no experiencia directa ni referida, más bien inferida’ (Pfänder/Palacios 2013: 67).

Igualmente, en estudios realizados en Buenos Aires a población procedente de Bolivia y Paraguay, esto es, de áreas de contacto con quechua y guaraní, se observan usos emergentes de los tiempos de pasado: el PPS conserva su valor aspectual perfectivo y se emplea para referir a acciones concluidas en el pasado. El PPC, en cambio, se emplea para indicar hechos pasados pero con un matiz de “vivencialidad”, es decir que el hablante establece ciertos vínculos con los hechos narrados porque los vivió personalmente o de alguna manera aún se siente involucrado con ellos. Por último, el pretérito pluscuamperfecto expresaría un menor grado de certeza y en consecuencia un distanciamiento respecto de la información (Álvarez Garriga/Speranza 2012; Speranza 2010, 2014). Para el español andino peruano el fenómeno más destacable sobre el PPC, y que ha sido notado por diversos investigadores, es su paulatina extensión a contextos

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temporales del pasado perfectivo que no tienen relación temporal con el presente, esto es, del PPS. Es importante señalar que estos cambios van acompañados siempre de un aumento de la frecuencia de uso del PPC respecto del PPS2. Por ejemplo: (4)

a. En el año... cincuentai... siete, creo, ha muerto. b. Ya cuando ha llegado la Reforma Agraria [en 1969] hemos tenido que... separarnos... sí y... después trabajaron los otros... como dueños... (Klee/Ocampo 1995: 61).

Asimismo, el PPC ha adquirido nuevas funciones, Klee y Ocampo (1995) apuntan que se emplea para señalar la información que el hablante ha vivido o presenciado directamente. En la misma línea, Escobar (1997) sugiere que indica relevancia temporal y espacial con respecto de eventos que coinciden con el aquí y el ahora, así como evidencialidad cuando es empleado para codificar eventos experimentados o presenciados por el hablante, normalmente con la participación directa del mismo en el evento. Por último, recordemos que en Perú igualmente existe una diferencia semántica en el empleo no únicamente de PPS y PPC, sino también en relación con el pretérito pluscuamperfecto, que se emplea con valores evidenciales para distanciarse de la información reportada para narrar acontecimientos legendarios, no vividos o de cuya veracidad el hablante no está seguro, así como para expresar miratividad o sorpresa ante la información recibida o los hechos ocurridos (Escobar 1997; García Tesoro 2015; Klee/Ocampo 1995).

3. El corpus El corpus que analizamos en el presente estudio está formado por 10 entrevistas de 40 a 60 minutos de duración realizadas en un trabajo de campo llevado a cabo en la ciudad de Cuzco en marzo de 2014. Todos los informantes proceden de localidades del departamento de Cuzco que migraron a la ciudad en su juventud tras la búsqueda de mejores oportunidades de estudio o de trabajo. Se entrevistó a personas con diferentes características; los detalles y la subdivisión en función de la edad, el género, la ocupación, el nivel de instrucción, el nivel socioeconómico, grado de bilingüismo, lugar de procedencia y la edad de llegada a Cuzco se pueden apreciar en la siguiente tabla.

2

Aunque no se trata de una zona de contacto con el quechua, en el área amazónica peruana se produce un cambio similar. El trabajo de Jara y Valenzuela (2013) muestra que en el español de Jeberos, que se encuentra en una situación de contacto con lenguas amazónicas, el PPC se utiliza en contextos del PPS con valores modales que permiten narrar acontecimientos pasados con relevancia en el presente y expresar valores subjetivos al hablante.

M

M

+ 65

50

59

33

50

52

mayor de 50

90

54

B

C

D

E

F

G

H

I

J

M

M

H

M

H

H

M

M

54

A

Género

Edad

Participante

bajo

quinto de primaria

trabajo informal

medio

primaria

agricultura, ama de casa

bajo

medio

no terminó la secundaria segundo de primaria

medio-bajo

medio

medio-bajo

medio-bajo

medio

medio

Nivel socioeconómico

universidad

universidad

bachillerato

bachillerato

universidad

universidad

Instrucción

trabajo informal

restaurante propio

turismo

turismo

trabaja en un hostal

turismo

maestra jubilada

ama de casa

Ocupación

Tabla 1. Distribución de los informantes

Tungasuka, Canas

Apurímac

Guaraypata

Ollantaytambo

Apurímac

Puno

Chinchero

Uyuyo, Chumbivilcas

Qanchi, Sicuani

Acomayo

Procedencia bilingüe, quechua como L2 bilingüe, quechua como L2 bilingüe, español como L2 bilingüe, español como L2 monolingüe, entiende quechua y aimara bilingüe, español como L2 bilingüe, quechua como L2 bilingüe, español como L2 bilingüe, quechua como L2 bilingüe, español como L2

Grado de bilingüismo

16

25

17-18

16

7

30

14

14

18

16

Edad de llegada a Cuzco

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Las transcripciones han sido realizadas con el programa ELAN3 y revisadas por dos hispanohablantes nativos. La técnica de recopilación de datos fue la entrevista semidirigida que llevó a cabo la propia investigadora. En el protocolo se exhortó a los informantes a que narraran su historia de vida, así como su experiencia de migración a Cuzco. En todas las entrevistas, se procuró crear un ambiente de confianza, valiéndonos siempre de la ayuda de un mediador bilingüe quechua-español, y en algunos casos de la colaboración de vecinos y amigos que con su presencia contribuyeron a crear una comunicación más fluida con los informantes.

4. Análisis En total hemos recogido 549 ocurrencias de verbos en PPC, frente a 677 de PPS. Dado que nos interesa estudiar la extensión del PPC a contextos de aoristo, para nuestro estudio descartamos los usos de PPC canónicos (271) y tuvimos en cuenta los casos de PPC que apuntan a hechos del pasado terminados sin conexión temporal con el presente (278), esto es, que se encuentran en contextos del PPS. Contabilizamos ambos y los resultados se muestran en la tabla 2. Tabla 2. Usos de PPC y PPS en contextos de aoristo PPC

PPS

278 (29,1%)

677 (70,9%)

Como se puede apreciar el porcentaje de uso del PPC en contextos de PPS es notablemente elevado, un 29,1%, lo que corrobora las observaciones de estudios previos y pone de manifiesto la productividad en el discurso oral de este fenómeno. Efectivamente, en el corpus se emplea ampliamente para referirse a eventos del pasado perfectivos y lejanos en la línea temporal, incluso para el pasado remoto. Nótese en (5) que el PPC aparece con expresiones temporales que indican un pasado alejado del presente e igualmente determinan los límites temporales de los eventos, es decir, con un inicio y un final claramente definidos, como “de pequeño”, “el 2005” o “en la Segunda Guerra Mundial”. De esta forma, el PPC 3

El software ELAN se encuentra disponible en , Max Planck Institute for Psycholinguistics, The Language Archive, Nijmegen, The Netherlands. Véase también: Wittenburg, P., Brugman, H., Russel, A., Klassmann, A., Sloetjes, H. (2006): “ELAN: a Professional Framework for Multimodality Research”, en: Proceedings of LREC 2006, Fifth International Conference on Language Resources and Evaluation.

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parece ocupar el lugar del PPS y se combina también con otras formas de pasado como el pretérito imperfecto o el presente histórico en la narración. Asimismo, se utiliza con todo tipo de verbos —estativos, de movimiento o de acción, transitivos e intransitivos—, por lo que no conoce restricciones en ese sentido. Véanse los siguientes ejemplos en el que los hablantes se refieren con PPC a hechos de su infancia o de un pasado lejano4: (5)

a. A: Después ya cuando era ado- eh... más o menos también todavía era niña hemos- por el trabajo de mi papá nos hemos venido a acá a Cuzco, porque él es cuzqueño, ¿no? b. D: Entonces así pues de pequeño allá hemos crecido en una escuela todavía así... ahí siempre abierta, había ese tiempo una pobreza también allá. c. D: He tenido muy tarde también por eso mis hijos, a los treinta y cinco años ya he tenío (tiene 59 años). d. G: Y así y el día que he inagurado el restaurante pa’ turistas, ¡ay!, he llorado de alegría. P: ¿Cuándo, cuándo fue eso? ¿Hace cuántos años? [...] G: El turístico he abierto el dos mil cinco. El dos mil cinco, ¿no?, hemos abierto. e. Otro participante: Bueno, perdóneme, lo singular de ella es que se casa a los dieciocho años con un alemán. Y era un la, alemán fugitivo. P: ¡Ah, con un alemán! I: Se ha escapado de la barbarie que había en el.... en la Segunda Guerra Mundial. f. P: ¿Allí fue fuerte el terrorismo (años 80 y 90), más que en Cuzco? J: Fuerte, uff, fuerte, fuerte... Incluso a mí me han agarrado pero yo no he hecho daño a nadie, no me hicieron naaada...

De los ejemplos se desprende que la distancia temporal o la perfectividad no determinan, por tanto, la elección del PPC o del PPS, sino que estos usos del PPC perfecto que remiten a un pasado lejano son explotados en la narración y su desarrollo respondería a una necesidad comunicativa de expresar otros valores no relacionados con la temporalidad o a la aspectualidad. Asimismo, en la mayoría de los casos aparece en la narración el PPC en combinación con el PPS (véase 5f), lo que nos lleva a pensar en que existen otros valores y recursos discursivos en juego. Como ya señalamos en el apartado 2, el PPC permite expresar valores discursivos y subjetivos en español, y es especialmente empleado con estos valores en la narración. Esta tendencia parece ser muy bien explotada en el español 4

En las transcripciones anotamos la letra correspondiente en la tabla 1 a cada informante y “P” para la entrevistadora.

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de Chinchero, al igual que ha sido apuntado para otras variedades de español andino, pues son numerosos los casos en los que el hablante destaca y acerca determinados eventos de su narración, juega con sus propias experiencias o con las de terceras personas haciendo énfasis en determinados acontecimientos para llamar la atención del oyente o mostrar su actitud hacia los mismos. En el corpus hemos observado tres funciones que detallamos a continuación: a) Acercar y poner en primer plano determinados eventos o experiencias con el fin de hacerlos más vívidos, en casi todos los casos porque los ha vivido el propio narrador o los ha observado de cerca, o bien para llamar la atención del interlocutor. b) Narrar experiencias vividas en primera persona que revisten importancia para el narrador y que quiere destacar o llamar la atención sobre ellas. Las dos primeras funciones tienen en común que el hablante narra acontecimientos que ha vivido de primera mano o con cuya veracidad se compromete; entrarían en sentido amplio en el campo de la evidencialidad que ya ha sido señalado por varios investigadores. c) Valores discursivos en la narración, especialmente para cerrar con evento llamativo o que resume lo narrado anteriormente, comentar y evaluar la narración, resumirla o marcar un punto culminante o especialmente emocionante. En numerosos casos se aprecia en el corpus una voluntad de dar relevancia presente a eventos del pasado, como ya han indicado otros investigadores, con el fin de acercarlos y narrarlos con mayor viveza y llamar así la atención del interlocutor, casi como si el hablante los estuviera experimentando en ese momento. Véase en (6a) cómo las dos informantes comentan visiblemente enfadadas que los campesinos, a su juicio, se repartieron tierras de cultivo y además recibieron excesivas ayudas económicas por parte del Estado tras la reforma agraria de Velasco Alvarado en 1969, así como durante los gobiernos de Alan García (1985-1990) y Alberto Fujimori (1990-2000). Ambas marcan con PPC los acontecimientos que considera destacados en su argumentación y que se refieren a la entrega de dinero y ayudas, acercando y actualizando de esta manera aquellos hechos, mientras que los demás se marcan con PPS. Igualmente, en (6b) el narrador acerca y destaca los acontecimientos que le sucedieron a su padre cuando fue asesinado por rencillas con los vecinos cuando él era un adolescente. En (6c) una mujer cuenta el esfuerzo que hizo para sacar adelante un restaurante tras la enfermedad de su marido y remarca mediante el uso del PPC que empezó sin tener un capital para iniciar su negocio: (6)

a. B: Y todos se han repartío tan bonitas HACIENDAS, se han repartido pa’ parcelas y como son ociosos no trabajan nada, absolutamente.

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A: Y en total está abandonao. B: Entonces yo pienso que Velasco lo que ha debido hacer es tecnificar al campesino. A: Es que también lo mataron a él antes de su gobierno loo... murió, entonces quedó ahí. Entraron otros gobiernos ahora, eh... Fujimori implantó pero todo era así- ahora ya no quieren- Fujimori ha dado que las mujeres se hagan el LIGADO. Después que los- las mujeres sean atendidas gratuitamente en todo. Después el vaso de leche él ha creado. Con... Alán García igualito, ha repartido dineros a todos y campesinos después los ha condonado, no han pagado, ¿pues qué más quieren? b. C: Y parece que esas cosas la gente estaría acumulando y de la chacra siempre se van pues un poco mareados a caballo. Y parece que lo han esperao en algúuun sitioo oscuro yy lo han golpeao y lo han subío al caballo. Lo han llevao hasta la puerta (()) y de ahí lo han soltao a mi papá pero ya estaba reventao, ya... Él posiblemente... las páncreas, los intestinos... c. G: Porque para mí, como te digo, yo no he tenido un capital. No he tenido dinero para hacer, ¿no? Entonces como no tenía mucho capital me faltaba muchas cosas, yo empecé con lo que tenía era, tú vieras las, te voy a echar las fotos del restaurante. Mi restaurante está calato. Era algunas cositas y mis floreros y así... Pero ahora cuando armo el restaurante, el patio tiene mesas, tiene mueebles, tiene sombrillas... Es muy bonito pero ha- cuando empecé no era así. Pero empecé así y cuando empecé a vender diario así, tenía que invertir, el dinero que yo vendía tenía que comprar una cosa, otra cosa, lo que faltaba tenía que mejorar.

Constatamos también que se emplea el PPC para narrar experiencias vividas en primera persona que el hablante quiere destacar y con cuya veracidad se compromete. En (7a) se puede observar otro fragmento de la conversación entre las dos hablantes de (6a) en el que una cuenta lo que vio en la cárcel cuando fue allí una vez con su madre para comprar algunos tejidos a bajo precio pero se sorprendió pues los precios eran más elevados que en el mercado común. Su experiencia vivida de haber entrado en la cárcel, de que les pidieron que se pusieran un vestido y no pantalones, así como que vieron los precios caros, esto es, lo más destacado de su discurso y con cuya veracidad se compromete, los marca con PPC. Igualmente, en (7b) observamos el relato de la aparición de un fantasma cuando la hablante era niña, todo lo que tiene que ver con ese hecho extraordinario que ella experimentó se marca con PPC: (7)

a. A: Sí, yo he entrado dos veces a la cárcel a... he entrado a ver así porque su papá de [...] también va siempre hacer las audiencias y TODO. La fecha nos dijeron, yo quería hacer mandar hacer unos TRABAJOS pero ahí mismo los presos tienen sus TIENDAS ellos, cada cual hacen sus negocios ahí dentro. Ah... venden, VENDEN. Ahí tienen artesanía... venden pero es más caro que en la calle.

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B: Ah, ¿sí? A: Yo he entrao una vez, inclusive nos hann estee pedido que entremos con vestidos, nos prohíben entrar con pantalones. Entonces hemos entrao con mi madre más para hacer tejer esto algo de artesanía y no, no, realmente era más caro que en afuera. Y ahí hemos visto cada precio tiene suu, su taller de zapaterííía, de carpinterííía de tejiiidos deee esto cómo se llama... su taller de carpintería, de manualidades, de TODO. b. G: En el día cuando había noche de luna así todos los niños de los vecinos, todos jugábamos doce de la noche, una de la mañana. Una vez se nos ha aparecido un alma, alma que le dicen otra vida. Estábamos jugando ahí en la calle todos gritando feliz y no sé quién dijo “un alma, un alma”, así. Y verdaderamente en el puentecito en, de mi casa hay un puentecito de la, en la acequia ahí había una mujer parada en el aire. ¡Ah! Y nosotros qué hemos hecho, teníamos que... mi casa estaba ahí no más pero tenías que saltar un andén. P: Volasteis. G: Hemos saltao y no sé cómo pero todos hemos desaparecido...

En otros casos, el PPC se usa como de forma estratégica en el discurso, especialmente para poner punto final a la narración o indicar con PPC el momento culminante y más emocionante, como ocurre en los ejemplos de (8): (8)

a. P: ¿Lo aprendió su familia? (el quechua) B: No, yo, yo, como yo vivía en zona rural, o sea, nosotros en el distrito... TODOS hablaban castellano y quechua, las chicas deee la clase media como las chicas de los CAMPESINOS hablábamos, jugábamos en la ((ESCUELA)). Yyy como eran, como era... P: ¿O sea, las dos a la vez? B: A la vez aprendíamos nosotras el castellano a ellas y ellas el quechua a NOSOTROS... (RISAS). Y áhi he aprendido yo. b. Otro participante: Sí, había una enfermedad... ¡Cólera! F: Sí, apareció un colera. Encima... ¡Claro! P: ¿Hubo una peste de cólera aquí en Cuzco? F: Exactamente. Otro participante: Sí, ¡claro! F: Entonces ha sido uunos años terribles y Alán García cuando se va del gobierno deja la país, al Perú en el, desastre económico.

En (8a), la hablante explica de qué forma aprendió quechua jugando con otras niñas quechuahablantes y con el verbo en PPC resume lo que ha explicado anteriormente. En (8b) tras una conversación en la que se relata lo duros que fueron los años del terrorismo en Cuzco por la violencia, la pobreza y algunas enfermedades como el cólera, la hablante cierra el tema evaluándolo como “unos años terribles” con PPC.

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5. Discusión Hasta aquí hemos visto que en el español hablado en Cuzco por migrantes andinos el PPC se da en contextos del simple con una frecuencia de uso considerable, señalando así a pasados perfectivos alejados en la línea temporal y no conectados con el presente, lo que lo situaría en un estadio más avanzado en su proceso de gramaticalización. Asimismo, hemos observado que no conoce restricciones lingüísticas en cuanto al tipo de verbo ni a los adverbios o expresiones temporales con los que aparece, y que puede desempeñar las funciones del pretérito simple y combinarse con otras formas verbales de pasado o con el presente histórico. Este cambio ha propiciado el desarrollo de valores modales y subjetivos en el PPC que permiten al hablante usar estrategias en su narración para acercar y dar viveza a determinados eventos del pasado, narrar sucesos experimentados en primera persona o en personas muy cercanas que interesa destacar y con cuya veracidad el hablante se compromete, así como usos discursivos para cerrar el discurso, comentar, evaluar lo narrado o llamar la atención del interlocutor. Como hemos mencionado, el PPC presenta polisemia en el mundo hispanohablante, es inestable y también permite una explotación discursiva, por lo que no es de extrañar que en una variedad de contacto como la estudiada muestre cambios en este tiempo verbal. Como es sabido, además, algunas tendencias de cambio internas en las lenguas se aceleran o producen cambios inesperados en situaciones de contacto con otras lenguas. La pregunta que se plantea a continuación es inmediata: ¿podría estar el contacto con el quechua tras estos cambios? Creemos que esta lengua posee ciertas características que lo potencian, al menos en cuanto a la evidencialidad que está gramaticalizada en su sistema verbal. Efectivamente, en quechua existen dos sufijos que marcan los verbos en pasado pero que establecen una diferenciación semántica importante que no existe en español: •

-r(q)a: se utiliza para señalar un hecho puntual en el pasado y para señalar eventos del pasado sin otro significado añadido;



-sqa: se emplea para narrar hechos no vividos o realizados sin control por parte del hablante, por ejemplo, en sueños o en otra circunstancia que haga imposible su conocimiento directo, como datos transmitidos mediante narraciones orales. El sufijo -sqa también se explota pragmática y discursivamente para referirse a una información que ha sido realizada fuera del control del hablante, de modo que no puede asegurar la veracidad de los mismos. Por esta razón y no estrictamente por la exigencia de que el hablante haya presenciado o no los hechos, en muchas ocasiones es empleado para narrar eventos míticos

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o leyendas transmitidas oralmente, por lo que este sufijo es llamado también “narrativo” o “delegatorio” (Cerrón-Palomino 1987: 273). Igualmente se usa como sorpresivo para comunicar que un evento o información es inesperado o produce sorpresa en el hablante y lo acaba de descubrir. Por otro lado, el quechua posee unos marcadores de evidencialidad y modalización o validación que marcan la evaluación por parte del hablante de la información que está transmitiendo: •

la forma evidencial -mi indica que el hablante asegura que la información es cierta y que ha experimentado u observado aquello de lo que está hablando. Implica, por tanto, compromiso del hablante con la información que está transmitiendo;



el reportativo -shi señala que alguien le ha reportado la información y que, por ende, no se responsabiliza o se distancia con la veracidad de la misma o la fiabilidad de la fuente de información.

Cabe señalar, por último, que en línea con Cerrón-Palomino (1987) o Adelaar (1997), creemos que el sufijo -sqa y los otros marcadores de evidencialidad y validación como -mi o -shi no están sujetos al sentido estricto evidencial de realidad experimentada y observada, sino que más bien funcionan coma validadores que codifican la evaluación del hablante sobre la veracidad de la información o la fiabilidad de su fuente, así como de su compromiso o distanciamiento frente al evento narrado; al expresar miratividad igualmente el hablante trata de distanciarse de un hecho pasado que no responde a sus expectativas pues acaba de descubrir que no sucedió como imaginaba5. Como ya mostramos en García Tesoro (2015), los valores evidenciales de distanciamiento respecto a la información y miratividad parecen expresarse con cierta claridad a través del pretérito pluscuamperfecto en esta variedad, que también suele aparecer acompañado de otras expresiones para expresar evidencialidad y recurso reportado como dice. En el caso del PPC, parece haber asumido valores evidenciales por el contacto con el quechua, pero para expresar información vivida y experimentada, normalmente en primera persona, lo que lleva aparejado su extensión a todo tipo de contextos de pasado para poder evaluar las informaciones 5

En ese sentido, coincidimos con la postura de Dendale y Tasmowski (2001) y entendemos la evidencialidad en un sentido amplio ligada a la modalidad epistémica, como un modo de expresar la evaluación subjetiva que el hablante hace de la fuente de la información, así como de la veracidad de un enunciado. Entendemos la miratividad también relacionada con la modalidad, como la categoría que especifica la probabilidad de veracidad de un enunciado, y con la evidencialidad.

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narradas y la explotación discursiva en la narración que se produce asimismo con el pluscuamperfecto, al igual que en quechua (Howard 1988; Hintz 2007). Por lo que hemos podido observar en el corpus, los valores canónicos y emergentes tanto del pluscuamperfecto como del perfecto compuesto conviven sin problemas, y más bien parece que los nuevos valores se activan en función de la narración y las necesidades comunicativas de los hablantes. Así el uso de valores evidenciales y validadores responde a la libertad del hablante para jugar con los distintos significados del lenguaje y adecuarlos a sus necesidades comunicativas, agregando además un elemento subjetivo de evaluación de veracidad de la información o de la fuente de datos sobre la información que se quiere transmitir, y desvinculándose de ella si subjetivamente lo cree necesario. Se explota de esta manera las posibilidades que ofrece el sistema gramatical del español y, aunque se acercan a los significados descritos para el quechua, creemos que los valores evidenciales y validadores se han introducido a través de PPC en este caso (y del pluscuamperfecto), pues de por sí en español es susceptible de expresar valores subjetivos y de evaluación de la información, así como ubicación en un pasado anterior y terminado pero que está vinculado con el momento presente. El pretérito compuesto como tiempo de pasado perfectivo, y con características particulares que lo diferencian del simple, sería el ámbito perfecto para codificar estos valores. De hecho, se ha descrito que con frecuencia el perfecto y el evidencial comparten un origen diacrónico en estructuras resultativas, y que en lenguas que no gramaticalizan la evidencialidad es frecuente usar el perfecto como recurso para expresarla, tanto por propia evolución interna como por situaciones de contacto con otras lenguas, como se ve en español andino (Aikhenvald 2004; Bermúdez 2005). Efectivamente, su evolución se fundamenta en una base semántico-pragmática común a los sistemas de perfecto, evidencial y mirativo relacionada con la subjetividad epistémica y la vinculación del hablante con el evento que está narrando (Soto/Hasler 2013). Esto unido a las posibilidades discursivas y para codificar valores subjetivos del PPC hacen que este se constituya como un excelente recurso para referirse a un hecho pasado, perfectivo y cuya relación con el presente lo haga más cercano y vívido, el espacio perfecto mediante el cual codificar las experiencias vividas en primera persona, que afectan de lleno al hablante y con cuya información se compromete de manera absoluta. Postulamos entonces que se ha producido un cambio lingüístico inducido por contacto y que el mecanismo para que se produzca el cambio es un proceso cognitivo en el que los hablantes bilingües perciben semejanzas (siguiendo a Jarvis/ Pavlenko 2008 y Palacios/Pfänder 2014) en un recurso de la gramática quechua para expresar evidencialidad y miratividad, validación de la información, con los significados modales que puede expresar el PPC en español, así como de acercamiento en el eje cronológico y de perfectividad, por lo que se dispara el

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cambio que desemboca en la ampliación de usos discursivos y la adopción de valores evidenciales por parte del perfecto compuesto. Ello implica asimismo un aumento en su frecuencia de uso, dado que resulta de la aplicación de estrategias comunicativas que los hablantes bilingües ya tienen en su lengua primera y se constituye como un recurso productivo en la segunda. En definitiva, las estrategias que se ponen en marcha tienen que ver con la necesidad de cubrir necesidades comunicativas de los hablantes a partir de los recursos coherentes que perciben en su segunda lengua.

6. Conclusiones En esta investigación hemos tratado de demostrar que en el español andino peruano se registran usos del PPC que se extienden a los contextos propios del pretérito simple y que, debido a la situación de contacto intenso con el quechua, adquiere valores relacionados con la evidencialidad y se emplea con estrategias discursivas de manera muy productiva en la narración de acontecimientos en el pasado. Dado que en español el PPC se encuentra en un proceso de gramaticalización en el que tendería a ocupar los contextos del aoristo (en la variedad peninsular y en algunas capitales hispanoamericanas), así como a expresar valores subjetivos y a la explotación discursiva del PPC, postulamos que los fenómenos estudiados se introducen mediante puertas abiertas que la lengua española ya posee y no mediante importaciones directas de elementos del quechua. Esta extensión a los contextos del PPS además se explota en el discurso, es decir, se reinterpreta con otras funciones. En este caso se ponen en marcha estrategias discursivas que tienen que ver con la evidencialidad, acercar eventos relevantes, especialmente si fueron vividos en primera persona, o destacarlos en la narración por motivos discursivos. Finalmente, no se podría entender el cambio únicamente del PPC en español andino sin tener en cuenta que van en consonancia con los valores modales y evidenciales que están adquiriendo otros tiempos de pasado. Los estudios apuntan a que el pluscuamperfecto se está empleando con valor evidencial y mirativo (véanse, en otros, Escobar 1997; Haboud 1998; Klee/Ocampo 1995; Speranza 2010) e igualmente lo hemos podido corroborar en el corpus de Chinchero (García Tesoro 2015), lo que nos permite atisbar que estamos ante un reajuste paradigmático en el que determinados tiempos asumen valores en función de las necesidades comunicativas de los hablantes bilingües de quechua y de las posibilidades que las formas verbales ofrecen en español. La coincidencia asimismo con los cambios estudiados en Bolivia, e incluso con variedades de contacto con lenguas amazónicas (Jara Yupanqui/Valenzuela 2013) o guaraní (Álvarez Garriga/Speranza 2012;

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Speranza 2010, 2014), nos lleva a pensar que estamos ante procesos generales de cambio en español en situación de contacto con lenguas amerindias.

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UN ANTES Y UN DESPUÉS EN LA TEORÍA DEL NÚMERO VERBAL: EL APORTE DEL ESPAÑOL DE LOS ANDES1 ANGELITA MARTÍNEZ Universidad Nacional de La Plata

When contact speakers talk, linguistic theory listens. Ricardo Otheguy (1995)

1. Introducción Las ausencias de concordancia de número entre el sujeto y el verbo han sido advertidas una y otra vez por los estudiosos de distintas lenguas, pero, a la luz de la concepción de reglas gramaticales, dichas ausencias fueron consideradas excepciones motivadas, en general, por el significado de los lexemas que constituyen el sujeto. Los avances en los estudios sobre contacto de lenguas y, en especial, los trabajos realizados a partir de distintos corpus correspondientes a hablantes en situación de contacto del español con lenguas amerindias, nos ofrecen la posibilidad de volver a considerar dichas ausencias en el marco del uso variable observado. En efecto, lo que se manifiesta una y otra vez, en distintas variedades del español, es la alternancia intra-hablante entre la presencia y la ausencia de concordancia, incluso para un mismo sujeto gramatical. En (1), por ejemplo, un migrante boliviano que reside en la ciudad de La Plata, en la Argentina, está reflexionando, en el ámbito de una entrevista, sobre su 1

Esta investigación se ha desarrollado en el marco de los proyectos “El español en contacto con otras lenguas: variación y cambio lingüístico” y “El español en contacto con otras lenguas II: variación y cambio lingüístico”, parcialmente financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad/Fondo Europeo de Desarrollo Regional (ref. FFI2012-31702 y FFI201567034-P, MINECO/FEDER).

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percepción acerca de la presencia de Dios en la vida de las personas. Selecciona el lexema gente como sujeto de la emisión y alterna el singular y el plural en los verbos. (1)

[...] la gente o por ahi [sic] se olvida [de Dios], solamente se acuerda cuando está en problemas, cuando estan enfermos entonce yo creo que es por eso, estan tan ocupados con lo que es el trabajo, lo que tienen que hacer, entonces se van olvidando, no van incluyendo [a Dios] digamos, en su vida diaria (CORdEMIA, BOL.).

En un trabajo anterior (Martínez 2012), centrado especialmente en el discurso periodístico de la comunidad boliviana en la Argentina, hemos mostrado que la variación en la concordancia de número entre el sujeto y el verbo constituye una estrategia comunicativa de alta productividad. En efecto, tal como se advierte en la tabla siguiente, la alternancia entre la concordancia y la no concordancia se hace evidente en estructuras correspondientes a sujeto simple singular, simple plural y compuesto. Tabla 1. Frecuencia relativa de concordancia canónica vs. otra concordancia a la luz de la estructura del sujeto (periódico Vocero Boliviano) Concordancia

No concordancia

Sujeto simple singular

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83%

20

17%

Sujeto simple plural

21

78%

6

22%

Sujeto compuesto

5

38 %

8

62%

Odds ratio: 7,5 (sujeto simple vs. compuesto)

Los datos que registramos señalan que el sujeto simple singular favorece, relativamente, la concordancia. Por otra parte, llamativamente, la inconcordancia se ve favorecida, más allá de que los números sean pequeños, en las emisiones con sujeto compuesto. A la vista de estos resultados, en esta oportunidad, vamos a explorar la variación en la concordancia de número en estructuras con sujeto compuesto. Añadiremos un corpus de veinticinco entrevistas a migrantes bolivianos bilingües o en situación de contacto del español con el quechua, que residen en la ciudad de La Plata o alrededores. Para llevar a cabo este trabajo, presentaremos, en §2, la variación del número verbal desde la visión de la Escuela Lingüística de Columbia, perspectiva que

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se considerará un marco teórico apropiado para el análisis de la alternancia en el español. A continuación, en §3, ofreceremos una reflexión sobre el caso de la concordancia de número en emisiones con sujeto compuesto de dos entidades, tanto en español como en otras lenguas, y analizaremos, en §4, la variación tal como se presenta en el corpus de español de los Andes seleccionado. En §5, nos preguntaremos por la influencia del contacto y finalizaremos, en §6, con algunas conclusiones que se desprenden del análisis.

2. El marco teórico de la Escuela Lingüística de Columbia Las investigaciones sobre la concordancia del número verbal llevadas a cabo por investigadores de la Escuela Lingüística de Columbia constituyen una excepción en el área. En efecto, su trabajo está orientado a la búsqueda de explicaciones a la alternancia observada desde una perspectiva centrada en el lenguaje como instrumento de comunicación y en la sintaxis como colocación de formas semántica y pragmáticamente motivadas. En esta línea de análisis, Reid (2011) lleva a cabo un estudio de la variación en la (in)concordancia de número en inglés y llega a la conclusión de que “[t]he -S suffix is part of a system that signals information about what is at the center of attention with respect to the verb” (2011: 1092)2. El aludido centro de atención es considerado por el autor “la entidad en foco” —que habitualmente coincide con el sujeto— y el sistema al que se está refiriendo es el de número del foco, que caracteriza como sigue: [...] the Focus Number system gives speakers a second opportunity to characterize the entity in focus numerically: the first opportunity is coupled with its lexical expression (subject noun number), and the second, as it relates to the event (verb number)”. Most often the two choices coincide; but not always. In choosing verb number, speakers are building upon that part of the message already established by the word or phrase describing the entity in focus (the subject), conceptually refining it —even transforming it— rather than simply echoing it (Reid 2011: 1094).

El autor enfatiza, además, el hecho de que su análisis contempla las dos alternativas: la concordancia y la ausencia de concordancia. Y, tal como se desprende del artículo, su hipótesis es innovadora dado que relaciona el número verbal a los significados de dos lexemas: el del verbo y el del nombre que describe la entidad en foco (Reid 2001: 1093). A partir de estas consideraciones, se manifiesta 2

“El sufijo -S es parte de un sistema que señala información sobre lo que es el centro de atención respecto del verbo” (traducción mía).

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en desacuerdo con la idea de que entre el sujeto y el verbo haya una relación de concordancia formal y propone un análisis alternativo sobre la idea de que el número verbal es un fenómeno expresivo: So I will simply invite readers to consider an alternative analysis, one in which verb number is treated in essentially the same way as noun number; that is, as a phenomenon of expression rather than syntax (Reid 2011:1092).

Según esta hipótesis alternativa, el núcleo del sujeto no es la única selección léxica relevante al número del verbo. La diferencia crucial, entonces, se basa en que se trata de un sistema cuya sustancia semántica categoriza el número (uno / más de uno) de la entidad en foco, siendo tal entidad aquella sobre la cual se focaliza la atención con respecto al evento expresado por el verbo (Reid 2011:1093). Por su parte, Diver, tempranamente (2012: 403-405; 441), ya había reflexionado sobre este tema: Let us now return to the problem of verbal discord. The construction ad sensum here generally has to do with such matters as collective nouns. What is being talked about can be viewed as either singular or plural; the nominatives specify one point of view, the verb the other. It should first be noted that incorporating a double perspective into a single clause is not limited to subjects and verbs (Diver/Davis/Reid 2012: 441).

En este orden de ideas, se hace necesario señalar que, como todos percibimos, la ausencia de concordancia se manifiesta con una frecuencia relativa muchísimo menor que la concordancia. Este hecho también ha sido considerado por Reid: The words dog and bark frequently co-occur in such phrases as the barking dog and the dogs bark, while the words dog and meow rarely if ever co-occur. The grammar of English doesn’t block us from saying a meowing dog or dogs meow; we simply have little call to do so. By the same token, speakers often have reason to combine singular subjects with singular verbs and plural subjects with plural verbs: a boy plays, boys play; and far less frequently do they have reason to cross those categories: a people are, sex lives seems, our newsroom realize, old master is. In the analysis to come, the proposed grammar of English doesn’t block us from saying even a boy play and boys plays; we just rarely if ever have reason to do so (Reid 2011: 1092).

De la misma manera, la gramática del español no impide la posibilidad de seleccionar un verbo plural para un sujeto singular o un verbo singular para un sujeto plural y, de hecho, tal opción se manifiesta en textos de diferentes géneros, tal como puede observarse en (2) y (3), si bien, en general, son pocas las razones que el hablante y el escribiente tienen para hacerlo.

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(2)

En base a sus respuestas, las opciones de viaje podría ser en avión, de acuerdo al siguiente recorrido [...] (correo electrónico).

(3)

Pero este conocimiento tan valorado por los viejos docentes comenzó a perder su brillo en el aula en la década del 80/90 cuando aparece en el escenario de la ciencia dos corrientes con proyecciones importantes: la pragmática y la lingüística del texto o transoracional (texto académico, estudiante de doctorado).

Como hemos adelantado, nos ocuparemos, en esta oportunidad, de las emisiones con sujeto compuesto en el intento de hallar factores contextuales que nos permitan explicar la variación.

3. El caso de los sujetos compuestos La posibilidad de seleccionar un verbo en singular, cuando la entidad en Foco está constituida por un sujeto compuesto, es una estrategia que se ha manifestado desde antiguo en distintas lenguas. En efecto, Diver, Davis y Reid (2012: 441-443) acuden a ejemplos tanto de la Antigüedad clásica como del inglés moderno, como puede verse en los enunciados que siguen: (4)

Gallos a Belgis Matrona et Sequana dividit El Matrona y el Sequana divide a los Galos de los Belgas

En esta emisión, que está tomada del Libro I, Capítulo I, sección 2 de De Bello Gallico, César presenta un sujeto compuesto —Matrona et Sequana—, pero selecciona el verbo en tercera persona del singular —dividit—. Para Diver, César, mediante esta estrategia, señala que la entidad en foco, ambos ríos — El Marne y el Sena—, constituyen un solo límite, una sola línea de agua. En inglés moderno, también de acuerdo con los autores, la alternancia en la selección del verbo, en lo que respecta al número, puede ser utilizada, exitosamente, con fines comunicativos, como en los ejemplos siguientes: (5)

a. Ham and eggs has gone up (verbo en singular) Jamón y huevos ha aumentado b. Ham and eggs have gone up (verbo en plural) El jamón y los huevos han aumentado

En efecto, en (5a), la selección del verbo con marca de singular (uno) remite a un plato de comida con al menos dos ingredientes y, como tal, es apropiado que se conceptualice como una unidad, hecho que la selección del número verbal expresa. En (5b), por el contrario, el evento comunicativo alude a dos productos

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que se comercializan separadamente y que han aumentado su valor. La selección del número (más de uno) del verbo describe a la entidad en foco (el sujeto) desde esa perspectiva. Reid, por su parte, propone el siguiente ejemplo, tomado de la revista Newsweek del 27 de marzo de 1989, en el que se observa el uso variable del número verbal. Como puede advertirse, para la misma estructura de sujeto compuesto heaven and hell se selecciona, en primer lugar, un verbo singular mientras que, a continuación, el autor opta por un verbo plural: (6)

Heaven and hell is not about ending up in two different places, says moral theologian James Burtchaell of the University of Notre Dame. “It’s about ending up in this life, and forever in the next, being two very different kinds of persons. It’s about character, not context.” In other words, heaven and hell are no longer thought of as different locations, with separate ZIP codes, but radically opposed states of intimacy with and alienation from God (Reid 2011: 1094).

Del contexto se desprende que la selección del número verbal está relacionada con la descripción de lo que está en foco: en el primer caso, el verbo singular corresponde a la conceptualización de heaven and hell como una unidad, un colectivo, mientras que, en el segundo caso, se describe a la misma entidad como pluralidad señalada en el verbo.

3.1. En la lengua española Como señalamos en la introducción, la concordancia entre el sujeto y el verbo ha sido considerada, tradicionalmente, como una regla formal con algunas excepciones, fundamentadas en causas de orden semántico y sintáctico. La adhesión a la regla de concordancia incluye a los llamados sujetos compuestos, es decir, a aquellos sujetos que poseen más de un núcleo, por ejemplo: Juan y Pedro acordaron reunirse. En efecto, de acuerdo con Salvá, “[s]i dos o más nombres del singular, unidos por alguna conjunción, rigen un verbo, debe estar en plural” (1988: 299). Asimismo, en su Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, la Real Academia dice que “[c]uando el verbo se refiere a varios sujetos, debe ir en plural” (3.6.2.: 387). Para estas construcciones, en lo que corresponde a las llamadas excepciones, el mismo Esbozo (3.6.8.) remite a “pluralidad gramatical y sentido unitario” para ejemplos como el siguiente: La entrada y salida de aviones ha sido suspendida, a causa de las grandes nevadas.

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Por su parte, en el Diccionario panhispánico de dudas (4.1), bajo el título “Sujeto de varios elementos en singular unidos por una conjunción copulativa” se manifiesta lo siguiente: Si los elementos coordinados se refieren a entidades distintas, el verbo va en plural: «Su voz y su gesto HAN HECHO nido en mi corazón» (Matos Noche [Cuba 2002]); «En el patio CRECÍAN un magnolio y una azalea» (Mendoza Ciudad [Esp. 1986]); pero si dichos elementos se conciben como una unidad, de la que cada uno de ellos designa un aspecto parcial, el verbo puede ir también en singular: «El desorden y la algarabía ES total» (Leñero Mudanza [Méx. 1979]); en ese caso es frecuente que solo lleve determinante el primero de los elementos coordinados: «La dirección y realización CORRIÓ [...] a cargo de Manolo Bermúdez» (Díaz Radio [Esp. 1992]). El verbo suele ir asimismo en singular cuando el sujeto va pospuesto y los elementos coordinados son sustantivos abstractos o no contables, especialmente si aparecen sin determinación: «Me GUSTA el mambo y el merengue» (GaRamis Días [P. Rico 1986]); «Solo me QUEDA ánimo y tiempo para responderle lo que sigue» (Proceso [Méx.] 20.10.96).

4. La variación a la luz del contacto de lenguas: el español de los Andes La estrategia de la ausencia de concordancia con sujeto compuesto se presenta, activamente, en el español andino, tanto en la escritura como en la oralidad. Es posible que las características de la lengua quechua, en lo que corresponde a la mayor flexibilidad en el ámbito del número, muestren influencia en la variedad de español de bolivianos migrantes en la Argentina, dado que, de acuerdo con Pfänder (2010), en el español de los Andes se observa que, si bien no se ha abandonado la concordancia, esta es menos obligatoria que en otras variedades de español. Asimismo, nuestros trabajos, sobre la base de distintos corpus de español andino en la Argentina (Martínez 2001, 2012; Narvaja de Arnoux/Martínez, 2000, 2001, 2008), en los que hemos examinado el empleo de la concordancia en el español de migrantes bolivianos, nos llevan a pensar que, aunque la variación en la concordancia de número se observa en el español en general, el español de los Andes, dadas sus características ligadas al contacto con el quechua, se manifiesta como una variedad fértil para el estudio de dicha alternancia y, en consecuencia, como una posibilidad de echar luz sobre una perspectiva teórica que contempla que lo que ha sido considerado, tradicionalmente, la excepción a una regla, corresponde a una estrategia que los hablantes o escribientes adoptan porque se adecua mejor al mensaje que desean transmitir.

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En situación de contacto español y quechua, se advierte una frecuencia relativa del empleo alternante de la concordancia de número que posibilita explicar las estrategias comunicativas que subyacen a la variación. En el caso de sujeto compuesto y verbo en singular, los emisores están conceptualizando la idea de “dual”. Si bien el número “dual” no se encuentra morfologizado en la lengua española, que para señalar “dos” acude al morfema de plural, la necesidad comunicativa de manifestar dualidad como un concepto diferenciado puede hacerse presente y el emisor, entonces, halla la solución mediante la estrategia lingüística de marcar al verbo como singular. Si esto es así, la disrupción de la concordancia sería un acto creativo que le permitiría al hablante llenar un espacio conceptual que la lengua española no categoriza en su morfología.

4.1. El análisis de los datos Como ya hemos señalado, el español de los Andes abunda en el empleo alternante de la concordancia de número entre el sujeto y el verbo y su ausencia, tanto en la oralidad como en la escritura, tanto entre usuarios expertos como inexpertos. Damos cuenta, a continuación, de ejemplos en uno y en otro campo: (7)

Ent incluso te digo que (.) mi papa y mi mama trabajaban la tierra 111 Ent o sea cosechaban maiz (.) e: papa e: (.) bueno papa no ((risita)) (.) porque era en otro lado (CORdEMIA, BOL.)

(8)

no poquee/ porque viste que yaaa/ como te puedo deci/ ee como está mi mamá y mi papá acá, ya no te dan gana de ir a boludear (CORdEMIA, BOL.)

(9)

Populismo e historia se entrelazan en la disputa política actual boliviana. (Migrante boliviano, estudiante de posgrado, trabajo académico 2009).

(10)

La Embajada y el Consulado hace más de lo que se ve (Vocero Boliviano, agosto 2000).

Como ya hemos comentado más arriba, las gramáticas del español percibieron la variación en términos de reglas y excepciones y, en lo que corresponde a los sujetos compuestos, la excepcionalidad fue vinculada a la concepción de los mismos como una unidad de la que cada uno de ellos designa un aspecto parcial, como así también a la índole no contable o abstracta de los elementos, a la posposición del sujeto y a la ausencia de determinación. Desde la perspectiva que hemos adoptado, la asignación de número en el verbo siempre está ligada a la descripción de la entidad en foco en su relación con el evento.

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Como se desprende de los ejemplos que anteceden, en general, se observa que, por razones obvias, los sujetos compuestos contienen entidades que, de alguna manera, se presentan relacionadas. Sin embargo, la relación entre ambas entidades puede ser más o menos cercana. Creemos que la ausencia de la concordancia, que implica la descripción de la entidad como unitaria mediante la selección de un verbo en singular, se vería favorecida en los casos en que la relación entre los núcleos del sujeto es más íntima. (11)

Nosotros lo que queremos es ayudar a colaborar para que de alguna manera los directos responsables sea usted y su esposa [...] (Entrevista migrante boliviano, corpus Bravo de Laguna)

En efecto, observamos sujetos compuestos cuyos núcleos implican lazos de parentesco (12 y 13), comidas típicas (14 y 15), danzas regionales (16), instituciones ligadas a la migración (17) o valores de la comunidad (18): (12)

ee no alla mas que todo quechua no/ no/ como viste ya casi sabían todo no después hubo/mi esposo y mi hermana me dijo que pusieron maestro nuevo de/ (CORdEMIA, BOL.)

(13)

Lo que no queremos es que ustedes vengan y están averiguando el tema de su pensión, supuesta pensión, no, se debe creer que nosotros nos queremos quedar con la plata ahí es donde nosotros le hemos dicho nosotros lo que queremos es ayudar a colaborar para que de alguna manera los directos responsables sea usted y su esposa (CORdEMIA, BOL.)

(14)

ehh por ejemplo, las cosa comoo de comer o esas cosas de... paan, agua ehh se dice muy distinto. Yo siempre lo aprendí de chica a mi m hasta que vine acá, mi mamá siempre me decia que tal cosa se decía así en quechua y para mí siempre fueron esa hasta que bue, mi tía me dice no se dice así (CORdEMIA, BOL.)

(15)

un fin de semana siempre se hace la sopa de mani y el chicharron ehh también, se separa en digamos como acá vite rock, pop y todo eso, allá hay cumbia checha, ehh... zapateo, waiño, que son se... se baila distinto, digamo tiene distinto ritmo, ehh bueno wl waiño es unn tema como más movido y se baila agarrado de la mano, y el zapateo, bueno, se zapatea, digamos... (CORdEMIA, BOL.)

(16)

La Embajada y el Consulado hace más de lo que se ve (Vocero Boliviano, agosto 2000)

(17)

cuando le pedis : eh : trabajo y prosperidad (.) a esa virgen (.) te lo concede (CORdEMIA, BOL.)

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(18)

creo que hace falta la sinceridad y la humildad (.) la humildad diría (CORdEMIA, BOL.)

Necesitamos, ahora, evidencia objetiva de que nuestra predicción constituye un patrón distribucional. Tal evidencia deberá ser cuantitativa y medirá la frecuencia relativa de nuestra variable dependiente a la luz del factor independiente recién descrito. Por ello, para probar si nuestra hipótesis es correcta, medimos, a continuación, la frecuencia relativa de la selección del número verbal de acuerdo con la índole de la relación entre las entidades que constituyen el sujeto compuesto. Tabla 2. Frecuencia relativa de verbo plural vs. verbo singular respecto de sujetos compuestos en relación con la mayor o menor independencia semántica entre los mismos Verbo singular

Verbo plural

Núcleos semánticamente relacionados

38

84%

7

16%

Núcleos semánticamente independientes

4

19%

17

81%

o.r. 17

p < 0,001

χ2 = 24,21

Tal como surgía de nuestro análisis cualitativo, los resultados de la tabla muestran que la selección del número singular en el verbo se ve ampliamente favorecida cuando se trata de relaciones conceptualizadas como cercanas, íntimas. En efecto, los núcleos que hemos considerado semánticamente relacionados favorecen en un 84% la selección del verbo en singular, mientras que los núcleos semánticamente más independientes favorecen en un 81% la concordancia. Por otra parte, el test χ2 muestra que los números son significativos. Los resultados de la tabla también nos indican que aproximadamente el 20% de la muestra se encuentra motivado por otros factores. Los casos minoritarios, es decir, los que no responden al uso esperado, merecen ser explicados. Fieles a la idea de que los hablantes seleccionan la forma que mejor se adecua al mensaje comunicado, intentamos justificar el uso observado cuando a pesar de tratarse de emisiones altamente relacionadas, el emisor selecciona el verbo en plural, y cuando en contextos de sujetos de los que no se desprende una relación fuerte, el emisor selecciona el verbo en singular. Veamos, en primer lugar, cómo se manifiesta la variación cuando los núcleos se hallan semánticamente relacionados:

Angelita Martínez

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(19)

[...] incluso te digo que mi papá y mi mamá trabajaban la tierra, o sea cosechaban maiz (.) e: papa e: (.) bueno papa no ((risita)) (.) porque era en otro lado (CORdEMIA, BOL.)

(20)

no porquee porque viste que yaaa, como te puedo deci ee como está mi mamá y mi papá acá, ya no/ te dan gana de ir a boludear (CORdEMIA, BOL.)

Ya hemos dicho que la opción por el número del verbo se corresponde con una segunda oportunidad de describir la entidad que es el foco de la emisión. La anteposición del verbo y la relación del evento con el sujeto constituyen factores que favorecen la variación. En el par mínimo que presentamos, el sujeto se halla antepuesto al verbo en (19) y los verbos remiten a eventos que los padres llevaban a cabo en el pasado, independientemente del emisor. En (20), en cambio, contexto apropiado para la selección del verbo en singular, el sujeto se halla pospuesto al verbo hecho que permite describir la entidad antes de ser nombrada. Por otra parte, el verbo señala una circunstancia que repercute en el emisor. Sus padres están con él y su accionar, depende, en parte, de dicho acontecimiento. Veamos, ahora, las siguientes emisiones en las que los núcleos del sujeto son más independientes: (21)

Emiliana Mamani y Nilda González escucharon este comentario de una adolescente internada en un psiquiátrico.

(22)

Y (Simona) luego interrumpe su conversación para seguir mirando los regalos que ese día le llevó Emiliana y Nilda. (Vocero Boliviano, agosto 2000)

La posición del verbo sigue mostrándose como un factor que influye en la variación, pero, además, el devenir del discurso hace, en esta ocasión, que las mismas entidades que conforman el sujeto se vuelvan más relacionadas. En efecto, el contexto refiere a dos personas, Emiliana Mamani y Nilda González que pertenecen a una entidad benéfica. Como tales, el periodista las presenta con sus nombres y apellidos, aunque, a medida que avanza el relato y ambas se comprometen con la situación de una adolescente internada en un psiquiátrico y finalmente le llevan regalos, el emisor selecciona solo los nombres de pila y el verbo en singular. De esta manera, la individualidad queda opacada. La opción por le llevó Emiliana y Nilda da cuenta de ello. La relación entre los núcleos surge, entonces, de una situación contextual determinada que desencadena la estrategia comunicativa. Los resultados de la frecuencia relativa de emisiones con ausencia de concordancia de número entre el sujeto y el verbo en el habla de los migrantes bolivianos,

108

Un antes y un después en la teoría del número verbal

como también en la escritura de expertos correspondiente a los periódicos de la comunidad boliviana en la Argentina, nos permiten relacionar la ausencia de concordancia en el caso de sujetos compuestos por dos núcleos coordinados con la categoría de dual. Guillaume (citado por Tobin 2000: 99) considera al número dual como el resultado de interceptar un movimiento del pensamiento del plural al singular en su penúltima posición (citado por Tobin 2000: 99). El dual es la versión más pequeña del llamado plural interno, obtenido de la división del continuado en dos. Así, en el movimiento mental de la pluralidad a la singularidad del espacio continuado, el dual es el significado obtenido inmediatamente después del singular, una mínima pluralidad interna que significa dos. La sustancia semántica que se relaciona con el número de la entidad en foco se categoriza en los significados “más de uno” y “uno”, y, en el caso de sujetos compuestos por dos núcleos, la elección de señalar “uno” y renunciar a la concordancia indicaría la necesidad de expresar la intimidad en el vínculo que se construye entre los dos núcleos. Como hemos propuesto más arriba, dado que una y otra vez los hablantes acuden a un verbo en singular cuando se trata de dos núcleos coordinados que mantienen una relación, creemos que esta estrategia tiene como objetivo elaborar un dual. La posibilidad cognitiva de percibir el número como un continuo permite, en uno de sus extremos, configurar un intermedio entre la singularidad y el plural, “una mínima pluralidad interna que significa dos”.

5. ¿Influencia del quechua? En lo que respecta al número gramatical, las gramáticas del quechua establecen, coincidentemente, que la concordancia es optativa. En la Gramática quechua: Cajamarca-Cañaris, se explicita que tanto sustantivos como verbos poseen flexión de número. El sufijo -kuna pluraliza raíces sustantivas: trakra-kuna: chacras (Quesada Castillo 1976: 89). En cuanto al verbo, los plurales de segunda y tercera persona y el plural exclusivo se forman añadiendo a las personas del singular el sufijo pluralizador -llapa o -sapa. El autor aclara: “Por el hecho de que en el quechua no es obligatoria la concordancia de número del verbo con el sujeto, -llapa se omite” (Quesada Castillo 1976: 127). La Gramática quechua: San Martín también alude a la no obligatoriedad de la concordancia de número entre el sujeto y el verbo:

Angelita Martínez

109

Tampoco es obligatoria la concordancia de número entre el sujeto y el verbo. Hay una tendencia de evitar la redundancia de número. Ej. Pay-kuna shamu-nka kaya “Ellas vendrán (Lit. vendrá) mañana” (Coombs/ Coombs/Weber 1976: 86).

Por su parte, Cerrón-Palomino (1976: 125 y ss.) considera al sufijo -kuna como pluralizador de sustantivos, adjetivos y pronombres, y señala algunas limitaciones respecto de su empleo, por ejemplo, cuando el sustantivo está precedido por una raíz cuantificante (numeral o adverbio de cantidad): tawa mishi (cuatro gatos). Otra restricción tiene que ver con las raíces nominales plurales: manos, brazos, orejas, ojos. En lo que respecta a los pluralizadores del verbo, CerrónPalomino advierte que se emplean los sufijos -paaku y -lkaa, pero añade que “[c]uando se emplean los pronombres, estos deben flexionarse con -kuna; en tal caso la forma verbal puede opcionalmente prescindir de los pluralizadores” (1976: 173). Si bien de este supuesto —concordancia optativa— se infiere que se trata de variación libre, no hemos encontrado trabajos sobre el tema que así lo demuestren. Creemos, por el contrario, que, dadas las características que las lenguas muestran respecto de la variación morfosintáctica, se trate, también en este caso, de variación. Es decir, de un empleo alternante que podría ser explicado a través de la interpretación de factores que favorezcan dicha alternancia, a la luz de necesidades comunicativas de la comunidad hablante. La influencia de un paradigma gramatical que contemple, naturalmente, ambas opciones resultaría en la mayor flexibilidad del español andino para categorizar el continuado semántico de número, que, en el caso que estamos considerando, se manifestaría en la necesidad comunicativa de producir un dual. Merece destacarse, como elemento que apoya nuestra hipótesis, el hecho de que Cerrón-Palomino advierta que una restricción especial en el quechua tiene que ver con las raíces nominales que por su esencia son plurales de por sí. Tal es el caso de los ojos, las manos, brazos, orejas, etc. En estos casos la raíz no lleva flexión de número y frases como ñawi-uki, maki-y-ki se traducen como ‘tus ojos’ y ‘tus manos’ respectivamente (1976: 126).

6. Conclusiones La revisión de las categorías tradicionales que han oficiado como verdaderos principios en los que apoyar el análisis, nos puede llevar a la comprensión de las variedades lingüísticas y a la esperanza de que en el futuro puedan desarrollarse dialectologías explicadas. En una misma lengua, los hablantes de diferentes

110

Un antes y un después en la teoría del número verbal

espacios comunicativos resuelven sus necesidades mediante explotaciones diferentes que se manifiestan en desplazamientos intra-paradigmáticos a partir, en general, del mismo inventario de formas. El análisis del español de los Andes basado en la explicación del uso alternante de las formas lingüísticas nos permite, además, observar la influencia del contacto. En efecto, el bilingüismo puede ser el verdadero disparador de los desplazamientos cuantitativos observados y la flexibilidad que acusa la gramática quechua respecto de la concordancia de número entre el sujeto y el verbo, el motor que los activa. Lo cierto es que el contacto de lenguas constituye, siempre, una fuente de conocimiento sobre el funcionamiento del lenguaje y, en consecuencia, sobre la teoría lingüística. Estamos de acuerdo con Otheguy (1995): “Cuando los hablantes en contacto hablan, la teoría lingüística escucha”.

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Angelita Martínez

111

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DISCORDANCIA DE NÚMERO EN EL ESPAÑOL DE CONTACTO DE BILINGÜES TEPEHUANO DEL SURESTE-ESPAÑOL: UN PRIMER ACERCAMIENTO1 NADIEZDHA TORRES SÁNCHEZ El Colegio de México

1. Introducción Cuando se piensa en el contacto, específicamente el contacto entre las lenguas amerindias y el español, se asume que se encontrará en la estructura de ambas lenguas elementos ya sean fónicos, léxicos o sintácticos que se hayan importado de una lengua a otra, esperando, en algunos casos, copias de las estructuras de la lengua donadora en la lengua receptora. Sin embargo, Palacios (2011), dentro de su tipología para el estudio de los cambios inducidos por contacto, propone el llamado cambio indirecto inducido por contacto el cual es definido como aquellos cambios multicausales compatibles con las tendencias internas del sistema. Este tipo de cambio ha sido motivado tanto interna (evolución interna de la lengua) como externamente (por el contacto de otras lenguas). No supone importación de material ajeno, ya que el cambio lingüístico se produce a partir de una variación ya existente en la lengua (Palacios 2011: 25).

Así, en este trabajo se analiza la discordancia de número en el español de bilingües no como un fenómeno en el que se importe material en la lengua sino como

1

Esta investigación se ha desarrollado en el marco de los proyectos “El español en contacto con otras lenguas: variación y cambio lingüístico” y “El español en contacto con otras lenguas II: variación y cambio lingüístico”, parcialmente financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad/Fondo Europeo de Desarrollo Regional (ref. FFI2012-31702 y FFI201567034-P, MINECO/FEDER).

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Discordancia de número en el español de contacto de bilingües tepehuano

un fenómeno variable en el que el contacto con el tepehuano del sureste y, por ende, con las características estructurales de esta lengua puede influir o no en la marcación de la concordancia de número. El interés principal de analizar este fenómeno se debe a que en estudios previos, en esta misma comunidad de habla, al analizar el sistema pronominal de objeto directo para la tercera persona (Torres Sánchez 2015) se observó la simplificación de dicho sistema en relación con la categoría de género pero no, al menos no tan claramente, con la categoría de número, tal y como se puede observar en el cuadro 1 en el que el uso de los pronombres lo/los con referentes femeninos alcanza un 81,09% frente al uso de la/las con tan sólo un 17,7%. Cuadro 1. Relación de pronombres con el género del referente lo/s

la/s

le/s

femenino

64/79 (81,09%)

14/79 (17,7%)

1/79 (1,2%)

masculino

80/87 (91,9%)

2/87 (2,2%)

5/87 (5,7%)

27/30 (90%)

3/30 (10%)

neutro

Fuente: Torres Sánchez 2015: 20.

Mientras que en el cuadro 2 se observa que el uso de lo para referentes plurales alcanza un 25% mientras que los un 72,7%. Cuadro 2. Relación de pronombres con el número del referente lo

los

la

las

le

les

referente singular

99/132

3/11

12/12

2/4

3/5

(75%)

(27,2%)

(100%)

(50%)

(60%)

referente plural

33/132

8/11

2/4

2/5

1/1

(25%)

(72,7%)

(50%)

(40%)

(100%)

Fuente: Torres Sánchez 2015: 23.

Por lo tanto, y a partir de estos resultados, el objetivo de esta investigación es analizar la discordancia de número en otras estructuras gramaticales en las que se marca el número vía el fenómeno de la concordancia, esto es, dentro de la frase nominal, adjetiva, y en la relación entre el sujeto y el verbo, con el fin de

Nadiezdha Torres Sánchez

115

explorar si los porcentajes encontrados en el sistema pronominal se mantienen en las otras estructuras y determinar qué factores, ya sean lingüísticos o sociales, influyen en la no marcación de número, así como el papel que pueda estar jugando el contacto en la presencia o ausencia de la marca de número.

2. La concordancia de número La concordancia gramatical puede ser definida como una relación entre dos elementos: uno de ellos es considerado el controlador y el otro el controlado. El elemento controlador, que puede identificarse por ser el elemento nominal, es el encargado de indicar qué funciones gramaticales tienen que aparecer en el segundo elemento, el controlado, que para el caso del español serían las categorías de número, género y persona. Por su parte, el elemento controlado, también denominado concordante, llevará las mismas marcas morfológicas indicadas por el elemento controlador. En este mismo orden de ideas, la concordancia puede ser estudiada desde dos puntos de vista: el primero en el que se resalta solo las coincidencias formales, es decir, si las marcas gramaticales que disparan la concordancia (género, número y persona) coinciden o no en los dos elementos, mientras que el segundo extiende su análisis a si los elementos gramaticales involucrados en la concordancia coinciden no solamente en lo formal sino también en lo semántico (Soler Arechalde 2012: 16). Para esta investigación nos enfocaremos únicamente en la primera perspectiva y se analizará si las marcas morfológicas de flexión del número en español se indican en los dos elementos: el controlador y el concordante. Como se menciona en el apartado anterior uno de los elementos que entran en juego en esta investigación es la situación de contacto en la que la comunidad de habla está. Este fenómeno, la concordancia de número, ha sido abordado por diferentes autores en situaciones de contacto. Angelita Martínez (2001) realiza una investigación con base en un corpus escrito de estudiantes bilingües guaraní-español y quechua-español. El objetivo principal de esta autora es analizar las estructuras concordantes de sujeto y predicado específicamente cuando una de ellas no tiene la marca de número. Sin embargo, la autora no solo se enfoca en la ausencia o presencia de estas marcas sino también en el significado de pluralidad que pueden tener los referentes. En relación con esto, sus resultados muestran que lo que se halla en juego, es, probablemente, la relevancia discursiva de la información semántica ‘+ de uno’. Las operaciones mentales de los seres humanos responden al sentido común, es decir a la coherencia entre significados y contextos, mediante los cuales son capaces de producir infinitos mensajes, en un quehacer creativo e inteligente (Martínez 2001: 9).

116

Discordancia de número en el español de contacto de bilingües tepehuano

Por su parte, Héctor Ramírez Cruz (2009) analiza el corpus oral de 243 colaboradores bilingües de español y sukuani, wayuu y tikuna en tres comunidades Vichada, La Guajira y Amazonas. El autor estudia tanto las discordancias de género como de número en el español de contacto, partiendo de la necesidad de poder distinguir fenómenos “reales” de contacto de aquellos fenómenos que pueden ser explicados a través de una hipótesis de un aprendizaje temprano de una segunda lengua. Con esto en mente, Ramírez Cruz (2009) compara lo encontrado en las narraciones y encuestas sociolingüísticas de los hablantes bilingües de una lengua amerindia y español con lo encontrado en otras situaciones de contacto en las que las lenguas indoamericanas no están presentes, específicamente analiza el español de bilingües japonés-español que habitan en el estado de Jalisco. En todos los casos de contacto bajo estudio, el autor describe tanto las discordancias que se encuentran en el español (L2) como las formas de marcar, si es que existe, el género y el número en el sukuani, wayuu, tikuna y japonés mostrando, además de una amplia diversidad en la marcación de estas categorías gramaticales, que en las cuatro lenguas no existe una correlación entre los sistemas de marcación de las primeras lenguas con lo descrito en el español de contacto. A partir de este análisis el autor concluye que los fenómenos de inconcordancia lingüística parecen típicos, antes que excepcionales, en el español de contacto o de bilingües, pues tales manifestaciones tienen más que ver con su gramática que con una hipotética lengua fuente de la presunta interferencia. Entendemos estos rasgos no como interferencias lingüísticas, sino, [...] de acuerdo con Schumann [...] como características de un sistema “simple, reducido, y no marcado, producto de las restricciones cognitivas derivadas del desconocimiento general de la lengua objeto [de aprendizaje] [que refleja] categorías lingüísticas universales primitivas” (Ramírez Cruz 2009: 189).

Así, para este autor el hecho de que un mismo fenómeno esté presente en distintas situaciones de contacto en las que intervienen distintas lenguas y en conjunto con que no se encuentre una relación uno a uno con la forma de marcar la categoría estudiada entre la primera lengua del hablante y lo que este produce al hablar su segunda lengua, es decir, no se encuentra un elemento o estructura importada a esta segunda lengua, son argumentos suficiente para concluir que no se tratan de fenómenos de contacto sino de fenómenos ocasionados por el aprendizaje de una segunda lengua. Sin embargo, en este caso, sería importante destacar, tal y como se mencionó en los primeros párrafos de este escrito, la existencia de fenómenos de contacto en los que no hay importación alguna de material; sino más bien es en la variación ya existente en la L2 en donde se ve reflejado el cambio. Esto es, que la estructura gramatical de la L1 afecta ya sea en la trayectoria final del cambio ya iniciado o bien en su frecuencia de aparición. Así, es necesario

Nadiezdha Torres Sánchez

117

apostar a esta idea antes de poder determinar si en los casos de discordancia de género y número se está enfrentando ante un fenómeno de contacto o no. Finalmente, Alonso Guerrero Galván (2006) analiza, desde la perspectiva de la sociolingüística variacionista, una red de 28 hablantes bilingües otomí-español de la comunidad de Santiago de Mexquititlán en el estado de Querétaro. El corpus está compuesto por narraciones basadas en imágenes, historias de vida y entrevistas sociolingüísticas. El autor recupera los primeros cincuenta ejemplos de cada uno de los colaboradores con el fin de describir si en las distintas estructuras (frases nominales, relación sujeto y predicado y pronombre y antecedente) está o no presente la marca de número, es decir, si la discordancia se da porque la marca de número está ausente en el controlador, en el concordante o en ambos proponiendo tres tipos: “1) presencia de marca + ausencia de marca; 2) ausencia de marca + presencia de marca; y 3) presencia o ausencia en los dos elementos concordantes” (Guerrero Galván 2006: 99-100). Así, el autor determina que el tipo de discordancia más productivo en los datos, el tipo 1, está relacionado con la marcación morfosintáctica del otomí cuya marca de plural solo aparece en uno de los elementos el modificador y no el núcleo nominal. Asimismo, los factores sociales que favorecen la ausencia de marcas de plural son el grupo de edad mayor (31-61 años), el tipo de texto (historias de vida) y la ocupación (amas de casa y estudiantes). A partir de esta investigación podemos observar, que a diferencia de lo presentado por Ramírez Cruz (2009), el contacto y la influencia de la lengua materna, en este caso del otomí, parecen jugar un papel importante en la variación de la presencia y ausencia de las marcas de pluralidad en los elementos concordantes. En este apartado es posible observar tres acercamientos distintos al fenómeno de la concordancia de número en contextos del contacto lingüístico. El primero hace hincapié en la importancia de no solo observar si la coincidencia de marcas se da de manera formal sino también de tomar en cuenta los valores semánticos de pluralidad que puede tener el referente y que pueden ser determinantes para la marcación de la concordancia del número. El segundo hace un estudio en varias situaciones de contacto atribuyéndole el fenómeno de la discordancia más a los procesos de aprendizaje de una segunda lengua que a la influencia estructural que puede tener una lengua sobre otra. El tercero permite observar los tipos de ausencia de marcas de número que se producen en el español de bilingües y si estos tipos se asemejan a lo descrito en la lengua indígena y proporcionan información sobre los factores sociales y/o lingüísticos que favorecen dicha ausencia de marcas. A continuación, presentaremos tanto la metodología como los resultados encontrados en el español de los hablantes bilingües del tepehuano del sureste y

118

Discordancia de número en el español de contacto de bilingües tepehuano

español. Es importante remarcar nuevamente que se trata de un primer acercamiento a este fenómeno, por lo que se centró la investigación, al igual que Guerrero Galván (2006), en las ausencia y presencia de las marcas de número de los elementos concordantes, dejando para futuras investigaciones los valores semánticos de los referentes.

3. Metodología La presente investigación se centra en la comunidad de habla de los tepehuanos del sureste, autodenominada como o’dam2. Se trabajó con dos grupos: aquellos que habitan en la sierra en la comunidad de Santa María de Ocotán y los que, ya sea de manera permanente o temporal, se han desplazado a la capital del estado de Durango y cohabitan en la casa comunitaria de Santa María de Ocotán (ver mapa 1). El interés principal de tener dos grupos de estudio se basa en las características sociales de ambas localidades, mientras que en Santa María de Ocotán la lengua de comunicación preferente es el o’dam y por lo tanto es un contexto en el que el español aparece de manera aislada y generalmente cuando hay presencia de individuos ajenos a la comunidad, en la Ciudad de Durango los diferentes contextos de interacción están supeditados al español dejando el o’dam con un uso preferencial en la casa comunitaria. Para esta investigación se trabajó con un total de once colaboradores cinco de la ciudad y seis de la sierra. En el cuadro 3 se puede observar la información correspondiente al género, edad, edad de aprendizaje del español, nivel de bilingüismo3 y lugar de residencia.

2 3

La lengua o’dam pertence al grupo tepimano de la familia yutoazteca. El nivel de bilingüismo se determinó a partir de una prueba para medir la competencia del español diseñada para mi investigación doctoral titulada “Aquí hablamos español y allá tepehuano. Un estudio de la situación de bilingüismo incipiente entre el español y el tepehuano del sureste en Santa María de Ocotán y Durango”. Dicha prueba está dividida en tres niveles estructurales: fónico, léxico y sintáctico. A cada respuesta proporcionada se le daba un puntaje: 1 si no había ningún tipo de interferencia del o’dam, 0,5 si había algún tipo de dubitación y 0 si existia algún tipo de interferencia. A partir de estos puntajes se dividió el grupo en tres tipos de bilingüismo: incipiente de 50-66 puntos, consecutivo de 67-85 puntos y simultáneo de 84-100 puntos. Es importante aclarar que si bien se usa la denominación de tipos de bilingüismo según la edad de aprendizaje de una segunda lengua, para esta investigación no se está tomando en cuenta dicha información para la clasificación de la muestra en tipos de bilingüismo, solo se toma la denominación.

Mapa 1. Ubicación y distancia entre Santa María de Ocotán y la Ciudad de Durango

Nadiezdha Torres Sánchez

119

120

Discordancia de número en el español de contacto de bilingües tepehuano

Cuadro 3. Muestra de colaboradores Nombre

Género

Edad

Edad de aprendizaje

Tipo de bilingüismo

Lugar de residencia

Alonso

H

35

14

simultáneo

comunidad

Alondra

M

40

15

consecutivo

comunidad

Andrés

H

62

10

simultáneo

ciudad

Basilio

H

39

15

simultáneo

ciudad

Elías

H

47

9

simultáneo

ciudad

Fermina

M

30

10

simultáneo

comunidad

Maleno

H

44

8

simultáneo

comunidad

Paco

H

71

10

consecutivo

comunidad

Estrella

M

13

7

simultáneo

comunidad

M.ª Victoria

M

30

15

incipiente

ciudad

Fabiola

M

38

8

consecutivo

comunidad

El corpus está compuesto de entrevistas sociolingüísticas y narraciones ya sea de historias tradicionales o de vida, recopiladas en tres estancias de campo entre los años 2012 y 2015. El objetivo principal de este estudio es observar y describir la concordancia de número por lo que se recopilaron los primeros cincuenta ejemplos de estructuras plurales distinguiendo cuatro tipos de construcciones: predicativa (ejemplo 1), sujeto (ejemplo 2), frástica (ejemplo 3) y adjetiva (ejemplo 4): (1)

ent: fueron (sus hermanos) a la escuela? and: no, pus es (son) mayor-es

(2)

cuando crece-ø (los hongos grises) como estos meses

(3)

nuestro-ø padre-s hablaban

(4)

un conejo andaba en el llano, verda? muy pobre-s

Una vez que se clasificaron los ejemplos de cada uno de los colaboradores, se continuó con el análisis de cada uno determinando si estaban las marcas morfológicas de número tanto en el elemento controlador como en el controlado distinguiendo, al igual que el trabajo de Guerrero Galván (2006), tres tipos de marcación: 1) ausencia + presencia, tal y como se puede observar en el ejemplo (5) el núcleo

Nadiezdha Torres Sánchez

121

nominal, el controlador cochinitos tiene la marca morfológica de plural misma que no coincide con el artículo el; 2) presencia + ausencia, de manera contraria al tipo anterior el ejemplo (6) muestra que la marca de pluralidad se mantiene en el elemento controlado los y no en el controlador tomate; y, finalmente, 3) presencia + presencia, el ejemplo (7) sirve para mostrar que tanto el núcleo nominal enfermeras como el modificador los tienen la marca de plural, hecho que se repite en el nivel oracional donde la conjugación del verbo ser está marcando el número de igual forma. Sin embargo, en este tipo de marcación es importante aclarar que se encontraron algunos casos de ultracorrección, esto es, casos como el expuesto en el ejemplo (8) en el que los dos elementos concordantes llevan la flexión de número, pero en la narración se está hablando de un referente singular. (5)

el (los) cochinito-s

(6)

lo-s tomate-ø

(7)

la-s enfermera-s son de aquí

(8)

traiba (sic. traía) su-s esposa-s (su esposa)

A partir de esta clasificación se analizaron los datos y se entrecruzaron con el resto de variables tanto lingüísticas (tipo de construcción) como sociales (edad, género, edad de aprendizaje, tipo de bilingüismo y lugar de residencia) desde la frecuencia porcentual por grupo como un análisis probabilístico a través del programa Goldvarb X (Sankoff et al. 2005). Estos resultados se presentan en la siguiente sección.

4. Análisis Como se explicó en el apartado anterior se trabajó con los primeros cincuenta ejemplos de cada uno de los colaboradores. No obstante, y debido a que un mismo ejemplo podía estar compuesto por más de una estructura —como en (7) antes expuesto donde es posible encontrar tanto una estructura frástica (las enfermeras) como una predicativa (las enfermeras son...), se registró un total de 610 construcciones plurales de las cuales 50 (8,2%) no tenían la marca de plural en alguno de los elementos dejando 560 (91,8%) construcciones en las que sí existían dichas marcas. Este primer conteo nos muestra una alta tendencia a sí concordar el número porcentaje similar al encontrado en relación con el sistema pronominal para objeto directo. En relación con los tipos de marcación, específicamente en aquellos en los que no se mantenía la concordancia, se observó que el tipo ausencia + presencia es el

122

Discordancia de número en el español de contacto de bilingües tepehuano

que tiene un poco más de frecuencia con un total de 24 casos frente a 17 del tipo presencia + ausencia, tal y como se puede apreciar en la tabla 1. Tabla 1. Concordancia de plural vs no concordancia de plural EC + N

Presencia

Ausencia

Presencia + Presencia

560 (98,4%)

Ausencia + Presencia

0

24 (100%)

24 (3,9%)

Presencia + Ausencia

0

17 (100%)

17 (2,8%)

9 (1,6%) Ultracorrecciones

Total 569 (93,3%)

En cuanto al grupo de factores sociales, se observa que los hombres tienen un total de 309 (92,8%) de casos en los que la concordancia sí está presente frente a un 29 (1,6%) en los que no. El grupo de edad se dividió en dos: menores de 40 años y mayores de 40. Los primeros con 313 (93,4%) de casos de presencia de concordancia frente a 22 (6,6%) de ausencia y los segundos con 247 (90,6%) casos de presencia y 28 (9,4%) de ausencia. Esta misma distribución y los porcentajes correspondientes se mantienen en los otros tres factores. Para el caso de edad de adquisición, aquellos que iniciaron la enseñanza del español antes de los 15 años tienen un total de 411 (92,2%) casos de presencia frente a 35 (7,8%) de ausencia, mientras que los que aprendieron español después de los quince años tienen 149 (90,9%) casos de presencia frente a 15 (9,1%) de ausencia. En el tipo de bilingüismo, los simultáneos muestran unos totales de 309 (93,6%) de presencia y 21 (6,4%) de ausencia, los consecutivos 202 (90,2%) de presencia y 22 (9,8%) de ausencia y, finalmente, los incipientes 49 (87,5%) casos de presencia y 7 (12,5%) de ausencia. Por último, el lugar de residencia Santa María de Ocotán o Durango muestra este mismo comportamiento de tal suerte que para Santa María de Ocotán los casos de presencia contabilizados son un total de 308 (90,9%) y los de ausencia son 31 (9,1%) y para Durango son 252 (93%) en los que las marcas de concordancia están presentes y 19 (7%) en los que no. Si se observan los porcentajes de los casos en los que no están presentes las marcas de concordancia se puede apreciar una ligera tendencia de una frecuencia mayor por parte de las mujeres, del grupo de mayores de cuarenta años, de aquellos que aprendieron después de los quince años de edad, del tipo de bilingüismo incipiente y de los que habitan en Santa María de Ocotán. Con el fin de comprobar esta tendencia en los porcentajes de ausencia de marcas de número se hizo un análisis binomial de un nivel y de regresión escalonada para determinar

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Nadiezdha Torres Sánchez

qué tipos de variables lingüísticas y/o sociales están relacionadas con la falta de marca de la concordancia de número en cualquiera de los elementos concordantes con base en el programa Goldvarb X (Sankoff et. al 2005) En la tabla 2 se muestran las distintas variables lingüísticas y sociales que se tomaron en cuenta para este análisis. Tabla 2. Análisis binomial de un nivel Variable

Tipo

Peso

1. Tipo de construcción

Predicativa

0,578

Sujeto

0,322

Frástica

0,612

Adjetiva

0,699

Hombre

0,407

Mujer

0,611

Menor de 40 años

0,362

Mayor de 40 años

0,666

Antes de los 15 años

0,526

Después de los 15 años

0,430

Simétrico

0,468

Consecutivo

0,477

Incipiente

0,758

Santa María de Ocotán

0,546

Durango

0,442

2. Género

3. Edad del hablante

4. Edad de aprendizaje

5. Tipo de bilingüismo

6. Lugar de origen

Total Chi-square = 35,5182 Chi-square/cell = 0,8880 Log likelihood = -159,319 Maximum possible likelihood = -140,798 Fit: X-square(31) = 37,042, accepted

124

Discordancia de número en el español de contacto de bilingües tepehuano

En negritas, se puede apreciar aquellos tipos dentro de las variables que son representativas para la ausencia de marcas morfológicas de plural. Así, en tipo de construcción se ve una clara diferencia entre la construcción de sujeto frente a la predicativa, frástica y adjetiva, siendo esta última la que tiene el mayor peso. Otra clara diferencia se da en el tipo de bilingüismo siendo los incipientes quienes tienen un mayor peso probabilístico. De manera general, este análisis nos confirma lo observado en los porcentajes con excepción de edad de aprendizaje, pues son los que aprendieron antes de los 15 quienes tienen un mayor peso. Ahora bien, se continuó con el muestreo probabilístico y para determinar cuáles de estas variables favorecían la no marcación de número en algunos de los elementos concordantes se hizo un análisis de regresión escalonada de ascenso y descenso. La tabla 3 muestra que las variables seleccionadas fueron: tipo de construcción y género y edad del hablante. Al igual que en la tabla anterior se señalan en negritas los tipos con mayor peso probabilístico. Tabla 3. Análisis de regresión escalonada Grupos

Tipo

Peso

1. Tipo de construcción

Predicativa

0,582

Sujeto

0,318

Frástica

0,616

Adjetiva

0,700

Hombre

0,401

Mujer

0,618

Menor de 40 años

0,381

Mayor de 40 años

0,644

2. Género de hablante

3. Edad del hablante

Log likelihood = -161,077 Significance = 0,622 Maximum possible likelihood =155,245 Fit: X-square (11) = 11,665, accepted

Así, se podría parafrasear lo expuesto en la tabla anterior en el sentido que la ausencia de marcas flexivas de número en los elementos concordantes tendría una mayor probabilidad si se trata de una mujer mayor de 40 años y en las estructuras adjetivas y frásticas.

Nadiezdha Torres Sánchez

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5. Consideraciones finales Esta investigación es un primer acercamiento a este fenómeno, pues quedan pendientes la ampliación de la muestra de colaboradores y del número de casos analizados, así como un estudio no solo a nivel sintáctico sino, también, semántico. A partir de esta serie de análisis planteamos algunas reflexiones en relación con la marcación de la concordancia de número en el español de bilingües tepehuano del sureste-español. En la introducción se manifestó que una de las razones por las cuales se exploraba la marcación de concordancia de número se debía a que en un análisis previo del sistema pronominal se notó que la tendencia a simplificar este sistema en relación con el número no era tan clara como con el género, pues los porcentajes apenas alcanzaban un 25%. En los resultados aquí expuestos se observa también un bajo porcentaje, pues la ausencia de la marca flexiva de número en alguno de los elementos concordantes es de tan solo el 8,2%. Otro punto a resaltar tiene que ver específicamente con el tipo de marcación que más casos presentó: fue aquel de ausencia + presencia con un total de 24 casos de 50 ausencias. Este comportamiento se podría explicar por la característica del tepehuano del sureste de marcar el plural en el núcleo por medio de una reduplicación de la primera sílaba. En (10) se observa la reduplicación en el núcleo nominal to-tobaa y el uso de un numeral, mas no de una marca morfológica de número en el dependiente. (10)

Klabuimuk =jam ja- ga’ra-a’ gook gu to-tobaa mañana ellos los-vender-FUT dos ART PL- guajolote “Mañana van a vender dos guajolotes” (Willett et al. 2005: 268)

En este punto es importante comparar los resultados encontrados por Guerrero Galván (2006), pues en el español de bilingües otomí y español el tipo más frecuente fue el de presencia + ausencia haciendo también referencia a las marcas morfosintácticas de número en el otomí en el que es en el dependiente donde se marca el número y no en el núcleo. Esto ayuda a contrarrestar lo expuesto por Ramírez Cruz (2009) sobre la no influencia de la primera lengua y del contacto para los casos de discordancia de número; en efecto, si bien se observa que no se hace una calco de la estructura de la lengua indígena —no hay ejemplos en los que la marcación de plural en el español de bilingües tepehuano del suresteespañol se reduplique un elemento de la palabra—, lo que sí se advierte son distintos patrones según sean las lenguas involucradas en la situación de contacto. Tanto en el español de contacto de bilingües otomí y español como en el del tepehuano del sureste y español se encuentran casos de discordancia de número,

126

Discordancia de número en el español de contacto de bilingües tepehuano

la diferencia recae que para la primera situación de contacto el tipo presencia + ausencia es el de mayor frecuencia, mientras que para la segunda es el de ausencia + presencia; ambos casos parecen estar siguiendo la marcación de número de la lengua indígena en cuestión, por lo que se podría argumentar que no se trata de errores relacionados con una deficiencia en el aprendizaje del español sino de fenómenos del contacto lingüístico. Finalmente, si bien el número de casos de discordancia de número son muy pocos, el análisis probabilístico permitió determinar qué variables están favoreciendo la ausencia de marcas de plural siendo estas dos sociales: el género (mujeres) y la edad (mayor de 40), y una lingüística: tipo de construcción (frástica y adjetiva)

Referencias bibliográficas GUERRERO GALVÁN, Alonso (2006): “Hablamo(s) así todo(s) iguale(s): Concordancia plural en un contexto bilingüe”, en: Martín Butragueño, Pedro (ed.): Líderes lingüísticos. Estudios de variación y cambio. México: El Colegio de México, 89-110 MARTÍNEZ, Angelita (2001): “Contacto de lenguas. Discordancias gramaticales y concordancias semánticas: el número”, en: Estudios de lingüística del español. Vol. 13: Actas del I Congreso Internacional de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina (ALFAL) Región Norte de Europa. PALACIOS, Azucena (2011): “Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto: hacia un modelo dinámico del contacto de lenguas”, en: Lenguas Modernas 38, 17-36. RAMÍREZ CRUZ, Héctor (2009): “La Incordancia de género y número en el contacto de lenguas”, en: Forma y Función 22, 2, 165-195. SANKOFF, David/TAGLIAMONTE, Sali A./SMITH, Eric (2005): Goldvarb X: A Variable Rule Application for Macintosh and Windows. Toronto: University of Toronto. SOLER ARECHALDE, María Ángeles (2012): La concordancia de número en español. Cuatro casos de alternancia. México: UNAM. TORRES SÁNCHEZ, Nadiezdha (2015): “El sistema pronominal en el español de bilingües tepehuano del sureste-español”, en: Círculo de Lingüística Aplicado a la Comunicación 61, 10-31. WILLETT, Thomas/WILLETT, Elizabeth R. de/CERVANTES MÁRQUEZ, Mariana/CERVANTES SOLÍS, Melesio/CERVANTES SOLÍS, Emiliano/RAMÍREZ SOLÍS, Cornelio (2005): Diccionario tepehuano de Santa María de Ocotán. Edición preliminar. México: Instituto Lingüístico de Verano.

HABLAR SIN CLÍTICOS: UNA MUESTRA DEL ESPAÑOL APRENDIDO DEL PAÍS VASCO1 BRUNO CAMUS BERGARECHE Universidad de Castilla-La Mancha

1. Introducción A lo largo de este trabajo pretendemos comenzar a dibujar las líneas básicas de una hipótesis sobre el proceso de convergencia entre español y vasco que dio como resultado la sintaxis actual de los clíticos pronominales del castellano hablado en el País Vasco. En la base de esta hipótesis se encuentran algunos datos correspondientes al uso de los pronombres personales por parte de bilingües consecutivos vascos, conocidos pero no bien descritos hasta ahora. De hecho, será la consideración y análisis de estas muestras de habla lo que constituirá nuestro principal interés (§4). Antes será necesaria una breve presentación de la situación del español hablado en territorio vasco y, sobre todo, de sus distintas variedades, no solo la mayoritaria de los monolingües castellanoparlantes (§2) sino también, y muy especialmente, la aprendida por los vascoparlantes nativos (§3). Teniendo de este modo a nuestra disposición el panorama lingüístico y los datos específicos relativos al uso de los pronombres por parte de estos bilingües consecutivos, daremos paso a una discusión tentativa acerca del modo en que ha ido desarrollándose, a partir de esos usos, una nueva gramática para las formas pronominales átonas del español en la variedad hablada en el País Vasco (§5). Finalizaremos esta exposición con un repaso esquemático de las principales conclusiones.

1

Esta investigación se ha desarrollado en el marco de los proyectos “El español en contacto con otras lenguas: variación y cambio lingüístico” y “El español en contacto con otras lenguas II: variación y cambio lingüístico”, parcialmente financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad/Fondo Europeo de Desarrollo Regional (ref. FFI2012-31702 y FFI201567034-P, MINECO/FEDER).

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Hablar sin clíticos

2. El español en el País Vasco. El español de los monolingües castellanoparlantes 2.1. Diversidad del español hablado en el País Vasco En los territorios españoles donde todavía hoy sigue habiendo hablantes de vasco, esto es, la Comunidad Autónoma del País Vasco y Navarra, se han desarrollado históricamente modalidades romances diversas hasta llegar a las variantes actuales de español habladas en esos territorios. Efectivamente, como ya plantearon en su día Saralegui y Lesaca (2002) o Saralegui (2006), es fundamental saber distinguir entre las hablas romances propias del País Vasco y desarrolladas in situ como resultado del proceso de conquista romana y de latinización, y las variedades de formación más reciente que se fueron generando en un contexto de intenso contacto lingüístico con la extensión del español por territorios originalmente vascoparlantes. Siguiendo lo señalado en trabajos anteriores (Camus Bergareche 2011: 60-69; 2013: 137-139), llamaremos a las primeras romance vasco patrimonial o autóctono y distinguiremos dentro de las variedades de contacto entre la variante nativizada o romance importado y la modalidad de los bilingües incipientes y consecutivos o romance aprendido. Veamos a continuación con más detalle estas diferencias.

2.2. Romance autóctono Son formas de español dialectal que resultan de la evolución del latín en los límites occidental y meridional del País Vasco español, zonas todas ellas de romanización intensa y en las que no parece haberse hablado vasco en tiempos históricos. Como es entonces esperable, se trata de variedades que continúan en casi todo el habla de las zonas colindantes no vascas. Tenemos así variantes de español dialectal de tipo fundamentalmente castellano en las Encartaciones vizcaínas y en Ayala y cuadrilla de Añana en Álava, que siguen sin mayor diferenciación el castellano del oriente de Cantabria o las Merindades burgalesas. Asimismo, el español de las comarcas ribereñas del Ebro o la Rioja en Álava coincide fundamentalmente con las hablas riojanas vecinas, más cercanas al español de Aragón y con base navarro-aragonesa, por tanto.

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2.3. Variedades de contacto: romance importado (castellano del País Vasco) Como quedó dicho arriba, una cosa bien distinta de lo anterior en términos históricos es el caso del español hablado en el interior del País Vasco, que es fruto de la expansión de esta lengua en detrimento del vasco a lo largo de un proceso de sustitución y desplazamiento que se acelera a finales de la Edad Media y llega hasta nuestros días. El resultado ha sido la aparición de un continuo de variedades de español en contacto que presentan características más modernas que las variedades autóctonas. En este continuo es posible distinguir entre la modalidad propia de los monolingües castellanoparlantes, que denominamos romance importado y describimos inmediatamente a continuación, y el español aprendido que era habitual hasta hace poco entre la población rural vascoparlante, a la que nos referiremos casi en exclusiva en los siguientes apartados. El romance importado es, en efecto, la variedad más habitual entre la población vasca cuya primera lengua es el español, pero también entre la población vascoparlante con una alta competencia en castellano. Esto último se ha convertido hoy día en un hecho absolutamente corriente debido a la generalización de la educación y la instrucción temprana en español. Es, por tanto, esta naturaleza abrumadoramente mayoritaria la que justifica que reservemos para esta variante dialectal la denominación por antonomasia de castellano del País Vasco. Se trata, en realidad, de un tipo de español con rasgos específicos pero perfectamente clasificable como parte del continuo dialectal que se ha denominado español septentrional o norteño. Y, en tanto que variedad de contacto, en muchos casos las especificidades son explicables a partir de la convivencia duradera y estrecha con el euskera. Efectivamente, no resulta difícil encontrar interferencias reconocibles en la fonética o abundantes préstamos léxicos, pero es la sintaxis la que presenta rasgos peculiares del mayor interés para la lingüística de contacto. Por ejemplo, es posible señalar la presencia de marcas discursivas y de modalidad oracional propias o modificadas respecto a las del español general (pues, ya, o así...) que admiten explicación desde elementos similares en euskera. Asimismo, la frecuencia y los valores diferenciados de algunas perífrasis verbales como la formada con soler encuentran también paralelos en la gramática vasca (Camus Bergareche 2013: 139-143). Y, de manera todavía más clara, encontramos en el castellano del País Vasco un uso de los pronombres átonos en el que resultan habituales el leísmo generalizado, el doblado de objetos de referencia humana o la omisión de clíticos de referencia inanimada (Gómez Seibane 2012a y b). Respecto a esto último, puesto que será el asunto en el que nos vamos a centrar más adelante, será necesario recordar las condiciones en que es posible la omisión de los clíticos en esta variedad que estamos denominando castellano

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Hablar sin clíticos

del País Vasco. En primer lugar, los clíticos de acusativo de referencia definida inanimada, esto es, las formas lo-los / la-las, se omiten regularmente, como muestran los ejemplos siguientes: (1)

a. ¿Encontraste las llaves? No, no Ø encontré. b. Aunque yo le puedo preguntar esto cuando le escriba, más quiero que le Ø diga V. porque yo tal vez no le Ø diría bien. Archivo Zavala, 3178, 65.8.6.

Mucho más raramente podemos encontrar la omisión de clíticos acusativos de referencia animada, aunque no falten ejemplos en que está ausente incluso el clítico correspondiente a un CD de referencia humana: (2)

No vayas a buscar al niño, que Juan te Ø trajo (Landa 1995: 140, 143).

A este respecto, conviene señalar que en esta variedad de español el leísmo de persona masculino es la norma y que, incluso, es habitual el leísmo de persona femenino, por lo que lo que encontramos omitido en estos casos son las formas le-les (o la-las). Por último, y como se desprende de lo ya dicho, en el castellano del País Vasco no se da en ningún caso la omisión de los clíticos de dativo (le-les), a los que, por tanto, les corresponde una distribución idéntica a la del español general.

3. El español aprendido de los bilingües con euskera como primera lengua Además de esta variedad vasca de español de contacto propia de hablantes monolingües, históricamente se ha documentado profusamente la variedad que aquí hemos denominado aprendida, propia de los vascoparlantes que adquieren un cierto nivel de competencia también en español. Es, de hecho, una modalidad lingüística cuyas características más notables solo se encuentran entre aquellos bilingües consecutivos que aprendieron castellano con un mínimo de fluidez ya en edad algo avanzada y de manera más o menos informal o espontánea. Es el caso habitual hasta hace cincuenta años de los que conseguían un manejo suficiente de la lengua, por ejemplo, en el servicio militar, pero no previamente en la escuela. También podemos considerar como hablantes de esta modalidad a los bilingües con un dominio todavía precario del español, bilingües incipientes, por tanto, que debieron ser más frecuentes en siglos pasados y disminuir una vez que empieza a extenderse la enseñanza obligatoria en la segunda mitad del siglo XIX. En la actualidad, para encontrar usuarios de este español aprendido hay que buscar entre hablantes mayores —muchas veces, hombres—, habitantes del

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medio rural y, dentro de estos, entre aquellos vecinos de caseríos y lugares más aislados y con menos contacto con castellanoparlantes y población urbana. Son, evidentemente, cada día más escasos, pero conviene no olvidar que constituyeron la mayoría de los hablantes de español en el interior del territorio vascófono hasta hace más o menos un siglo. Y esta es, precisamente, la razón por la cual es esta variedad de español hablado por vascos la que ha sido objeto tradicional de atención y descripción por parte de lexicógrafos y dialectólogos hasta fines del siglo pasado. Las obras paradigmáticas en este sentido son las de Echaide (1968) sobre el castellano hablado en Orio y la de Zárate (1976) sobre el español de la comarca vizcaína del Txorierri. Durante mucho tiempo, incluso, los datos que allí se suministraban han servido de base para la definición del español de los vascos cuando en realidad se trataba de datos correspondientes a una modalidad fuertemente marcada en términos estrictamente fonéticos y gramaticales, pero, sobre todo, muy peculiar y limitada desde el punto de vista de su origen y su distribución social. Difícilmente, por tanto, podía considerarse representativa del español hablado en el País Vasco en época contemporánea. Sin duda, este carácter tan marcado y peculiar es lo que explica que sirviera de base para la génesis del estereotipo de español de vascos en época clásica y todavía hasta los primeros años del siglo XX. Es lo que, en definitiva, representan los numerosos ejemplos del habla de vizcaínos en la literatura del Siglo de Oro, empezando por el mismo Cervantes. Pero también los casos de parodias humorísticas del habla de caseros y aldeanos en la prensa guipuzcoana, vizcaína o navarra hacia 1900 (Etxague 2012). Como cabe esperar en una modalidad lingüística que es fruto de un aprendizaje poco reglado y relativamente tardío, los rasgos que la definen suelen presentarse de modo heterogéneo y, sobre todo, resultan fuertemente inestables, por lo que su frecuencia varía considerablemente a lo largo de la vida de cada individuo, en función de la situación y, desde luego, de hablante a hablante. Son, en definitiva, elementos propios de una interlengua desarrollada en un contexto de aprendizaje informal e inevitablemente llena de interferencias de la lengua de origen, en este caso, el euskera. Son interferencias muy visibles en el vocabulario —con abundantes vasquismos y calcos semánticos— o la fonética —con problemas para la articulación de /f/ o seseo—, rasgos todos ellos que no se dan del mismo modo o no se dan en absoluto entre los vascos monolingües. Y, naturalmente, también encontramos una sintaxis fuertemente dependiente del euskera. Son, en primer lugar, muy numerosos los errores tanto en la concordancia nominal de género y número como en la concordancia verbal —las famosas concordancias vizcaínas del Siglo de Oro—, o un orden de palabras ciertamente anómalo, con verbo final

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Hablar sin clíticos

u objetos antepuestos al principio de la oración. Estos dos son fenómenos muy bien documentados y, desde luego, están ya, por mucho que magnificados, en el habla del vizcaíno en el Quijote. Finalmente, encontramos en el español aprendido de los vascos un último rasgo. Los usuarios de esta modalidad presentan muy altas tasas de leísmo femenino y la omisión casi general de clíticos acusativos inanimados, pero también de acusativos humanos o de dativos. Nótese que se trata de características también presentes en la variedad importada de los monolingües, pero, como mostraremos inmediatamente a continuación, se presentan ahora con menos restricciones y una frecuencia considerablemente mayor.

4. Una muestra de español aprendido Ya señalamos en el apartado anterior que a lo largo de los últimos cuarenta años los usuarios de español aprendido han ido reduciéndose y los pocos que quedan son ya muy mayores. La considerable mejora en el acceso al castellano por parte de las generaciones más jóvenes ha hecho, además, que se trate de un tipo de lengua sin usuarios entre las generaciones nuevas. Sin embargo, proyectos como el del COSER (Fernández-Ordóñez 2015), que reúnen precisamente muestras de extensión considerable del habla del tipo de población dentro de la cual todavía es posible hallar este español aprendido de los vascos —gente de edad avanzada, de instrucción escasa y habitante del ámbito rural— permiten dar con algún ejemplo, si bien minoritario. Abordamos, pues, en este apartado la descripción del español de uno de estos hablantes encuestados en COSER, el informante correspondiente a la grabación identificada como COSER-2007_03, realizada en la localidad guipuzcoana de Oiartzun2. Se trata de una entrevista de una duración aproximada de una hora que fue realizada durante una de las campañas de encuesta del equipo COSER dirigido por Fernández-Ordóñez en mayo de 2000. El informante se identifica como Antonio y el lugar de la conversación es alguna plaza en la localidad de Oiartzun, como explicaremos, parte del entorno familiar de este individuo. Antonio, como se deduce de la información que va aportando, ha nacido en el año 1934 y cuenta en ese momento con 66 años. Procede de la localidad vecina de Goizueta en Navarra. Es huérfano y ha vivido desde muy joven en distintos lugares del interior de Gipuzkoa, donde se empleó como trabajador agrícola, hasta casarse e instalarse 2

Quiero dar las gracias a Inés Fernández-Ordóñez, Carlota de Benito y Olga León por permitirme el acceso a los materiales no publicados de COSER. Sin su amabilidad y excelente disposición este trabajo no hubiera sido posible.

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definitivamente en un caserío de Oiartzun. Su vida ha transcurrido siempre en un entorno rural, por tanto, relativamente aislado y vascófono. Ha recibido una instrucción breve y muy elemental hasta el punto de que confiesa haber aprendido español durante su servicio militar en Burgos gracias al contacto obligado con compañeros castellanoparlantes. En estas circunstancias no resulta extraño que dé muestras de un dominio ciertamente precario de español, aunque, en términos generales, parece no tener problemas para comprenderlo y sigue bien la conversación y las preguntas que le formulan las encuestadoras. Pero, efectivamente, cuando es a él a quien le toca hablar, se hacen evidentes los problemas. Construye periodos y frases cortas, vacila a menudo con el vocabulario y, más aun, con la gramática, e incurre muy frecuentemente en errores o desviaciones sintácticas. Son estas equivocaciones de un tipo bien documentado para los usuarios de esta modalidad de español aprendido en el País Vasco y un repaso a la descripción del español de la localidad relativamente próxima de Orio en Echaide (1968) permite comprobarlo sin dificultad. Tenemos así de manera más destacada, por ejemplo, en primer lugar, serios problemas en la identificación y conjugación de los verbos pronominales del castellano, sin equivalente en euskera: (3)

a. ...de Alcíbar te pasa por la carretera a Rentería... b. ...cuidar las vacas y luego traer a casa, te comes... c. ... aquello no hay dios que come... d. ...aquello tiempo se manda todo curas...

Igualmente, encontramos muy habitualmente dificultades con la concordancia nominal y numerosos errores en el uso de las marcas de género y hasta de número: (4)

...la jueves santo; otro fábrica...

(5)

...el caseros; pasar otro cuatro (horas)...

Y, del mismo modo, abundan los errores de concordancia verbal, de número y persona: (6)

a. ...esas pasó antes... b. ...novio y novia se conoces...

A este respecto, cabría preguntarse qué tipo de bilingüe debe ser considerado este informante. Parece estar a medio camino entre el bilingüe incipiente con una competencia activa muy regular y el bilingüe consecutivo perfectamente capaz de entender lo que se le dice y sostener un diálogo de alcance limitado.

134

Hablar sin clíticos

4.1. La omisión de clíticos en la muestra de “COSER-2007_03” Todavía más notable que los fenómenos ilustrados arriba en (3-6) es el uso que de los clíticos hace este informante Antonio. El leísmo femenino o el doblado de clíticos acusativos, que tan habituales son en usuarios más expertos de español aprendido o en el castellano de los monolingües vascos (véase arriba §2.3), son aquí raros o inexistentes. Y probablemente la razón principal tiene que ver con el hecho de que en el habla de este individuo se dan tasas tales de omisión de toda clase de clíticos (animados e inanimados, dativo y acusativo, especialmente de 3.ª persona) que lo difícil resulta ser documentar casos de aparición de estos pronombres. En el siguiente cuadro, mostramos los porcentajes de omisión para los pronombres átonos de 3.ª persona y sus distintos tipos de referencia en el español hablado por Antonio. Tabla 1. Tasas de omisión de clíticos de 3.ª persona (COSER-2007_03) Omisión de clíticos de 3.ª persona TOTAL 76% Clíticos de dativo

Clíticos de acusativo

81%

73% Referencia humana

Referencia no humana

73%

81%

Además de los altos porcentajes de omisión de los pronombres átonos de referencia no humana —que resultan ser del doble de los que se registran entre hablantes monolingües guipuzcoanos (un 45%, Camus Bergareche/Gómez Seibane 2015: 227)—, lo que separa de modo crucial el español de este individuo y el castellano importado del País Vasco es el hecho de que se omitan con frecuencias similares también los clíticos acusativos de referencia humana. Y, más aun, el hecho de que ocho de cada diez clíticos de dativo también faltan. Esta omisión de las formas dativas resulta excepcional porque no se encuentra de ningún modo entre castellanoparlantes nativos vascos. Veamos a continuación algunos ejemplos de estos tres contextos de omisión en las intervenciones grabadas a este informante y, recordemos, casos como los de (8) no son habituales en el castellano nativo del País Vasco y los de (9) no se documentan en absoluto en esa modalidad:

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a) Acusativos inanimados: (7)

a. ...y hay horno, ahora no sé si tú Ø has visto... b. [la carne] la ponían en un barreño, Ø tapaba con una sábana...

b) Acusativos humanos: (8)

Novio y novia [...] se conoces [...] y cuando Ø conoces...

c) Dativos: (9)

No le dejaba bailar agarrada [...], suelto sí, suelto sí Ø dejaba...

Pero los datos más sorprendentes son los casos en que el clítico aparece sustituido por formas tónicas del pronombre o por un sintagma léxico pleno en contextos donde en la lengua estándar es obligado. Esto es, se trata de casos en que el hablante opta por usar como formas anafóricas no los clíticos esperados sino procedimientos alternativos ciertamente extraños al español general. Tenemos, así, en primer lugar, el caso de pronombres tónicos que sustituyen al átono, especialmente junto a infinitivos o gerundios: (10)

Yo tiene que ayudar a ti [por ayudarte] pa hacer las cosechas...

Es interesante señalar que sobre este tipo de construcción ya había llamado antes la atención Echaide (1968: 71), que citaba frases como estuvimos muy contentos mirando a ellos, pero su descripción no ha sido después retomada, al menos por lo que nos consta. De un tipo muy parecido al de (10) son los casos en que tenemos complementos indirectos léxicos o plenos que no se doblan con clítico. De nuevo, tenemos una omisión anómala del pronombre átono obligado en la lengua general: (11)

a. ...a uno dan [por le dan] huevos y otro dan [por le dan] alubias... b. Y no hace caso a la casa, la familia, o sea, la madre, la padre, lo que sea, no hace caso [por no les hace caso]...

E igualmente interesantes resultan ser las oraciones en que, dentro de una cadena anafórica en la que se espera la inserción obligada de un clítico correferente con el antecedente expreso, este aparece sustituido de nuevo por un SN pleno: (12)

a. ...hacían trigo, c(l)aro, hacían trigo y luego el panadero se llevan el trigo [por se lo lleva]... b. Las vacas, llevarØ al monte, cuidar la vacas [por cuidarlas]...

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Hablar sin clíticos

c. Pues, cortar hierbas, secar hierbas [por secarlas] en las metas, cavar la maíz...

En estos casos cabe una interpretación diferente en la que la repetición del SN antecedente puede ser un efecto retórico o enfático, pero el hecho de que ocurra en más de una ocasión y en un hablante poco experto en español y que, por otro lado, tiende a omitir los pronombres átonos en muchos otros contextos inesperados, hace pensar que se trata del mismo fenómeno que veíamos en (10-11). En resumen, tenemos una muestra de español aprendido por un hablante vascófono que incluye, entre otras cosas, una omisión extrema de los pronombres átonos de todo tipo, muy general y prácticamente sin restricciones. Para descartar que se trate de un caso particular e individual, mostraremos a continuación ejemplos parecidos extraídos de distintos informantes COSER del País Vasco con un perfil parecido al de Antonio de Oiartzun.

4.2. Otras encuestas vascas del “COSER” Efectivamente, entre los informantes vascos del COSER hay unos pocos más, al menos cuatro, que presentan un uso muy similar de los pronombres átonos españoles. Se trata de tres mujeres (una de Aulesti en Bizkaia y dos guipuzcoanas de Oiartzun y Errezil, respectivamente) y un hombre (de Lizartza en Gipuzkoa). Parece tratarse, entonces, de un fenómeno en absoluto extraño en el habla de los vascoparlantes mayores de ámbito rural y menor competencia en castellano. Veamos a continuación cómo se repiten entre estos hablantes algunos de los mismos esquemas ya vistos para nuestro informante Antonio de Oiartzun. Encontramos, como en ese caso, oraciones como las de (10) en que los pronombres tónicos sustituyen al átono junto a infinitivos o gerundios: (13)

a. Sus padres la enviaron allí porque..., pa cuidar a ellos (por cuidarlos)... Oiartzun (2007-01). b. Milagros fue a una fábrica a limpiar ropa de los obreros. Y a hacer comida a ellos (por hacerles comida) en la misma fábrica... Oiartzun (2007-01). c. ...eso no se enseñaba entonces, lo que se sabía, o viendo a ellos [los chicos] (por viéndolos) a escondites o... Errezil (2003-01).

E, igualmente, no faltan casos como el de las oraciones de (11) en que los complementos indirectos léxicos en posición argumental no requieren un clítico que los doble, como parece necesario hacer en español general. De nuevo, son estructuras de omisión peculiares:

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(14)

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a. —¿Este granizo hace daño? —Mucho, mucho, decir (por decidles) a los navarros..., y a los de la Ribera, lo que les pasa. Errezil (2003-01). b. —¿Quién le dio el anillo a usted? —¿Dar a mí? (por ¿darme a mí?) La mujer. Lizartza (2005-01). c. ...caserío por caserío íbamos con el camión, y pesar [las manzanas], y dar (por darles) nota a ellos, a los aldeanos... Aulesti (4501-01).

En definitiva, estamos, como ya dijimos, ante un fenómeno de omisión extrema de los clíticos pronominales españoles que es posible documentar todavía hoy entre los usuarios de español aprendido en las zonas vascófonas del País Vasco. Es posible pensar que este tipo de construcciones han debido de ser más habituales hasta hace cincuenta años en tanto que este tipo de hablantes han sido en esas épocas bastante más numerosos que hoy, cuando resultan ciertamente escasos o raros.

5. Una hipótesis 5.1. Convergencia y desarrollo del sistema pronominal del castellano del País Vasco Como se ha sugerido en numerosos trabajos (sobre todo, Landa 1995 y 2008; Camus Bergareche/Gómez Seibane 2015: 214-216), es defendible sostener que los usos de los pronombres átonos en el castellano del País Vasco, y, entre ellos, señaladamente, la omisión de clíticos de acusativo inanimados —cf. §2.3., ej. (1-2)—, responden a un proceso de convergencia con el euskera en un contexto de contacto intenso con esta lengua. La ampliación en esta variedad de español de los contextos en que es posible tener objetos nulos sería el resultado de un cambio inducido por la convivencia con el euskera, una lengua en la que no existen pronombres átonos de ninguna clase y la recuperación anafórica de referentes previamente expresos o sobreentendidos se realiza mediante la concordancia obligatoria en la morfología de los verbos de los rasgos de caso, número y persona. La confluencia de esta gramática sin clíticos con la del español, una lengua con un sistema de pronombres átonos de naturaleza anafórica que concuerdan en género, número y caso con sus antecedentes, explicaría la disminución de las restricciones para la omisión de estos pronombres en el castellano del País Vasco. En efecto, en esta variedad la naturaleza inanimada de los referentes en el caso de los complementos directos y su prominencia temática, su recuperabilidad, en definitiva, hacen posible, a diferencia del español general, que no se inserte el correspondiente clítico en la oración.

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Los datos descritos en §4, relativos a vascófonos con un dominio limitado del español, creemos que podrían representar la fase inicial en este proceso de cambio inducido por contacto. Tenemos aquí todavía un español fuertemente interferido por el euskera con un sistema pronominal inestable en que la opción por defecto es la omisión prácticamente en cualquier contexto de los clíticos anafóricos. Incluso, en aquellos casos en que su ausencia haría imposible una recuperación de los antecedentes correspondientes, la reinserción de este en forma de sintagma pleno o pronombre tónico resulta ser una alternativa plausible, como muestran los ejemplos (10-14). En definitiva, la modalidad lingüística sobre la que se va a desarrollar el actual castellano del País Vasco en sus primeros estadios tenía como opción real la omisión extrema de los pronombres átonos, en clara correspondencia con lo que existe en la lengua de partida, el euskera, y lejos de la gramática de la lengua meta, el español general. La creciente mayor exposición de generaciones posteriores de vascoparlantes al español general, la presencia cada vez mayor de esta lengua en todo tipo de situaciones, el aumento del número de hablantes bilingües y la mejora de su conocimiento de la lengua y, sobre todo, la aparición de hablantes nativos y monolingües de español están en el origen del desarrollo contemporáneo del español importado o castellano del País Vasco actual. En este marco de extensión del español en este territorio, la consolidación de los rasgos peculiares de la sintaxis de los pronombres átonos, con la omisión parcial de los acusativos de 3.ª persona que caracteriza a esta nueva variedad de español, debió de alcanzarse mediante un proceso de reintroducción progresiva de los clíticos. Dado el resultado final, parece evidente que la reconstrucción de esta parcela de la gramática española ha seguido tanto jerarquías temáticas como de animacidad y, por tanto, ha avanzado paso a paso por el camino en ellas diseñado, lo que explica su recuperación prácticamente completa en el caso de los SSNN más prominentes: 1.ª y 2.ª persona, dativos y, finalmente, acusativos humanos de 3.ª persona. Nótese que se trata de los complementos para los que el español general reserva el marcado diferencial con la preposición a, por lo que su identificación por parte de los aprendices vascos de esta lengua quedaba fuertemente favorecida. De este modo, y en fases sucesivas que probablemente se pueden rastrear en el continuo que forman los distintos tipos de español hablados por los vascófonos actuales, se acaba por fijar el uso de los pronombres que caracteriza el último escalón de ese proceso de desarrollo del español hablado por los vascos, el castellano del País Vasco adquirido como primera lengua por los monolingües que describimos arriba en §2.3.

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5.2. Paralelos en otras modalidades de español en contacto La plausibilidad de la hipótesis propuesta en el apartado anterior encuentra apoyo en algunos datos procedentes de modalidades de español de contacto con características similares a las del castellano del País Vasco, es decir, las que encontramos en las áreas paraguaya y argentina de sustrato guaraní o las distintas modalidades de español andino en contacto con quechua. Respecto al español hablado por guaraní-hablantes, es importante advertir desde el principio que, como la variedad vasca, presenta leísmo y omisión frecuente de clíticos de referencia inanimada que replican propiedades de la lengua de sustrato (Palacios 2000 y 2005). Pues bien, entre hablantes de menor nivel cultural y, por tanto, competencia limitada del español, está documentada la sustitución de los pronombres átonos españoles por las formas tónicas en lo que es un paralelo exacto de las oraciones de hablantes vascos que teníamos en (10) y (13): (15)

La maestra dice a ellos (por les dice) para venir temprano (Fernández-Ordóñez 1999: 1349, apud Abadía y Usher).

E, igualmente, es posible encontrar construcciones similares en el español en contacto con quechua/quichua, de nuevo una variedad leísta y con tendencia a la omisión de objetos directos de referencia inanimada (Palacios 2005 y 2006). Es el caso, por ejemplo, de una oración como la siguiente recogida en Quito en un ambiente universitario (Marleen Haboud, comunicación personal): (16)

Con unos amigos quichuas empecé a reunir a ellos (por reunirlos)...

Son ambos indicios de que en situaciones de contacto con lenguas que no disponen de elementos como los clíticos pronominales del español (vasco, guaraní y quechua/quichua) se pueden hallar variantes de esta lengua, más frecuentes entre bilingües incipientes o consecutivos, en que se den a menudo oraciones en las que la recuperación de antecedentes en la anáfora prescinda de los pronombres átonos y recurra para esto a formas más básicas como los pronombres tónicos.

5.3. Paralelos en español en contacto con vasco de niños bilingües Por último, otro argumento en favor de esta fase incipiente sin clíticos en las variedades de español en contacto lo proporcionan los datos acerca de la adquisición de la gramática de los clíticos por parte de niños vascos en un contexto bilingüe. Por ejemplo, el detallado trabajo de Larrañaga y Guijarro-Fuentes (2012) da cuenta de un proceso de adquisición de estos elementos en etapas que coinciden en líneas

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generales con las expuestas como parte del continuo que va del español aprendido de bilingües consecutivos al español importado de monolingües que hemos propuesto en §5.1. Para estos autores, en una primera fase que llega hasta el segundo año los niños vascos estudiados no utilizan en absoluto en una gran mayoría de contextos las formas pronominales átonas. La segunda fase en este proceso, aquella en que los niños comienzan a insertar los clíticos de manera progresiva, se da crucialmente en momentos distintos según se trate de niños de un entorno con dominancia de español (a partir de este segundo año) o de niños de entornos de dominancia vasca (a partir del tercer año). En la última fase tanto unos como otros igualan la frecuencia de uso de los clíticos para ajustarla a la que corresponde a la variante lingüística de referencia, esto es, el castellano del País Vasco. Se trata de una descripción que otros estudios de tipo similar corroboran en líneas generales. Así, en un trabajo sobre la adquisición de los pronombres en un conjunto numeroso de lenguas europeas, se vuelven a encontrar constataciones parecidas en el sentido de que los niños vascos bilingües presentan altas tasas de omisión de los clíticos españoles (Variokosta et al. 2016: 4). En un sentido parecido hay que entender algunas de las conclusiones relativas a la adquisición temprana de los pronombres átonos que se recogen en el trabajo de Domínguez (2003: 219-220). Como en el caso anterior, se trata de datos que hacen pensar que en el principio del desarrollo de la distribución actual de los clíticos de 3.ª persona en el castellano del País Vasco pudo haber una fase inicial en la que la opción por defecto era sencillamente la omisión extrema o general de estas formas.

6. Conclusiones Partiendo de la consideración y descripción detallada de algunos datos relativos al uso que de los clíticos pronominales del español general hacen los vascoparlantes nativos cuando aprenden esta lengua, hemos presentado las líneas generales, todavía provisionales, de una hipótesis que pretende dar cuenta del desarrollo de los rasgos distintivos de la sintaxis de estos clíticos en el castellano del País Vasco. En ella defendemos que en la formación de esta variedad de español el punto de partida se sitúa en modalidades de español aprendido muy inestables en las que la inserción de clíticos, especialmente los de 3.ª persona, resulta muy infrecuente. Más adelante, para la construcción del sistema que finalmente encontramos en el llamado castellano del País Vasco hablado por monolingües y castellanohablantes nativos debió de operar un proceso de recuperación de esos pronombres átonos

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en el que primaron principios temáticos y de animacidad que tendrían como consecuencia la eliminación de alguna de las restricciones a la omisión pronominal propias del español estándar. El resultado es, pues, una nueva sintaxis para estas formas, el llamado sistema pronominal de zona vasca, caracterizado precisamente por una mucho mayor presencia de objetos omitidos (Fernández-Ordóñez 1999: 1350; Gómez Seibane 2012a: 24-25).

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ESPAÑOL EN CONTACTO CON LA LENGUA VASCA: DATOS SOBRE LA DUPLICACIÓN DE OBJETOS DIRECTOS POSVERBALES1 SARA GÓMEZ SEIBANE Universidad de La Rioja

1. Introducción La duplicación de objetos directos posverbales es un fenómeno de variación frecuentemente descrito en la gramática de los clíticos del español (Echenique 1986, Landa 1993, Camus Bergareche 2011). Así se ha caracterizado en la variedad oral del español en contacto con la lengua vasca, especialmente cuando los objetos directos son humanos, definidos y/o específicos, y el pronombre es le/s (1)2. Con todo, no es un fenómeno muy descrito, más allá de las impresiones sobre su mayor frecuencia con respecto a otras variedades peninsulares, y su fuerte asociación con el leísmo. (1)

Le estoy buscando a Juan, pero no le encuentro (Landa apud Camus Bergareche 2011: 89). Ya les han cogido a los que han robado el banco (Echenique apud Camus Bergareche 2011: 89).

La aparición conjunta de un pronombre átono junto con su variante tónica, o junto con la frase nominal a la que se refiere, presenta mayores restricciones en los objetos directos que en los indirectos en todos los dialectos del español (RAE 2009: 16.14). Dejando de lado los casos de modificación del orden básico

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Esta investigación se ha desarrollado en el marco de los proyectos “El español en contacto con otras lenguas: variación y cambio lingüístico” y “El español en contacto con otras lenguas II: variación y cambio lingüístico”, parcialmente financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad/Fondo Europeo de Desarrollo Regional (ref. FFI2012-31702 y FFI201567034-P, MINECO/FEDER). En los ejemplos, el referente aparece en cursiva y el pronombre correferencial en negrita.

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de constituyentes (como las dislocaciones a la izquierda), la correferencia con el pronombre clítico de acusativo solo es obligatoria para los objetos directos constituidos por un pronombre personal tónico (2a); asimismo, ciertos contextos, como aquellos con adverbios iniciales enfáticos del tipo de ya, con cuantificadores todo(s) o artículo + numeral (2b), favorecen la coaparición de este clítico junto con el objeto directo. (2)

a. La van a elegir a ella (RAE 2009: 16.14a). b. Ya lo creo que vendrá. Lo sé todo. Los conozco a los cuatro (Fernández Soriano 1999: 1249).

No obstante, en el discurso oral y en el registro coloquial, la duplicación es un fenómeno relativamente frecuente, dependiendo del área geográfica y de los rasgos semánticos y pragmáticos de dicho objeto. Con respecto a su distribución geográfica (DeMello 2004: 337), parece un fenómeno frecuente en el español americano, especialmente en Buenos Aires y La Paz (47%), y también se conoce en el español europeo —Madrid (13%) y Sevilla (4%)—, si bien las diferencias diatópicas que sugieren las distintas frecuencias están aún por describir. En principio, la duplicación es un fenómeno panhispánico explicable en el marco de las jerarquías de Animación (Humano > Animado > Inanimado) y Definitud (Pronombre tónico > Nombre propio > SN definido > SN indefinido específico > SN indefinido inespecífico), de manera que las diferencias en su manifestación interdialectal responderían a factores internos y, simultáneamente, podrían estar coadyuvados por el contacto del español con lenguas tipológicamente diferentes (Gómez Seibane 2012a). Efectivamente, tanto en la variedad monolingüe del Río de la Plata como en las variedades en contacto con lenguas amerindias, la duplicación sucede con objetos directos humanos, definidos y/e (in)específicos (3a), pero también con inanimados, definidos y específicos (3b), e incluso indefinidos inespecíficos (3c), con la única diferencia de que la variedad monolingüe utiliza el clítico de acusativo, mientras que en las zonas de contacto como la andina3 o la paraguaya, entre otras, prefieren las formas invariables lo y le. (3)

3

a. Yo no lo quería soltar a mi mamá (Guatemala, García Tesoro 2008: 106107). Yo lo mato al que me dice eso (Argentina, Belloro 2007: 98). b. ¿Vos creés que podés hacerlo el contrato? (Argentina, Belloro 2012: 415). La polisía le desalojó el lugar (Paraguay, Palacios 2000: 127-128).

Esta tendencia a la duplicación de objetos directos posverbales se ha advertido en un bilingüe de la zona andina boliviana de comienzos del siglo XIX, con referentes animados, definidos y específicos, pero también con [-animados] (15,4%), [-definidos] (18,6%) y [-específicos] (21,4%) (Gómez Seibane 2012b).

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c. No lo he llegado a tener nunca un diálogo inteligente (Argentina, Belloro 2007: 98). Se lo llevó una caja (Zona andina, Lipski 1996: 347).

En cualquier caso, estos testimonios evidencian un importante avance de la duplicación por las jerarquías de la animación y la definitud, mayor incluso que la descrita para la variedad de español del área vasca, y son, además, un ejemplo del proceso de gramaticalización de los pronombres átonos en marcas de objeto4. Junto a estos factores de índole semántica, se han propuesto otros relacionados con el grado de accesibilidad cognitiva de los referentes, entendida esta como la situación de los referentes en la mente de los hablantes, lo que ha permitido distinguir varios tipos de duplicación, diferenciados tanto por sus características formales como por sus funciones comunicativas (Belloro 2012, 2015). Lo que esta autora denomina “doblado” de objeto, uno de los tipos de duplicación, suele ocurrir con entidades cognitivamente accesibles en la mente del interlocutor porque a) se trata de tópicos del discurso, b) se han activado por asociación convencional con otras entidades que acaban de mencionarse, o c) se intentan desactivar otros referentes que compiten por la atención del interlocutor. En este contexto, y habida cuenta de la escasez de estudios empíricos sobre la duplicación de objetos directos en la variedad de español de zona vasca, nuestro objetivo es describir la frecuencia y características de este fenómeno en un corpus oral de zona vasca, en comparación con un segundo corpus de un área sin contacto de lenguas, lo que permitirá valorar con precisión las posibles innovaciones de la zona vasca5. En §2 se exponen las características del corpus utilizado, así como la clasificación de los testimonios en función de las variables referenciales (§2.1), del discurso (§2.2) y cognitivas (§2.3) analizadas. Los resultados del estudio comparativo de ambos corpus y las tendencias observadas se presentan y explican en §3. El trabajo se cierra en §4 con una recapitulación.

2. Corpus y metodología El corpus seleccionado para este trabajo se ha confeccionado a partir del COSER, accesible en abierto, con entrevistas semidirigidas a informantes mayores de 60 años de zonas rurales (Fernández-Ordóñez 2015). Para la variedad de español en contacto con la lengua vasca o Corpus de Zona Vasca (CZV) se reunieron 59

4 5

Habida cuenta de las limitaciones de espacio, no podemos detenernos en esta cuestión. Véanse, al respecto, Company (2006) y Leonetti (2007), entre otros. Por razones de espacio, no podemos valorar la asociación de estas construcciones con el leísmo de la zona. Habrá de quedar, por tanto, para futuros trabajos.

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objetos directos posverbales correferenciales con un clítico procedentes del País Vasco (Aulesti, Lekeitio, Errigoitia, Ermua, Aginaga, Lizartza, Gabiria, Luzuriaga y Burgelu), así como de la zona norte de Navarra (Leitza, Azcona y Etxauri). Como corpus de control o comparativo (CC), se tomaron 66 objetos directos posverbales correferenciales con clítico de las zonas centro-peninsulares de Madrid (Humanes, Manzanares el Real, Sieteiglesias y Valdilecha), Toledo (Los Navalmorales y Pulgar) y Guadalajara (Yebra). Para la extracción de los testimonios, no se consideraron aquellos en los que participaba un pronombre personal tónico, aunque sí los formados por pronombres demostrativos o cuantificadores (eso, todo). Cada caso fue clasificado en función de las siguientes variables: variables referenciales, relacionadas con el tipo de construcción correferencial (nominal, pronominal o cláusula) y con la semántica del referente (animacidad, humanidad, definitud e individuación); variables del discurso, conectadas con la distinción de Belloro (2012, 2015) de los tipos de duplicación de objeto directo (reparaciones, antitópicos y doblados); y variables cognitivas vinculadas con el nivel de accesibilidad de los referentes en la mente de los hablantes (activos, semiactivos o accesibles e inactivos).

2.1. Variables referenciales Los ejemplos se ordenaron en función del tipo de construcción en la que se explicitaba el objeto directo correferencial (nominal, pronominal o cláusula), dado que esta variable ha resultado útil en la distinción entre tipos de duplicación en tres variedades de español (Belloro 2012). Igualmente, resulta de interés la semántica del referente a la vista tanto de las descripciones sobre la variedad de castellano de zona vasca, como de las de otras zonas monolingües en español (vid. la síntesis crítica de Belloro 2015: 17-36), por lo que se han considerado los rasgos +animado, +humano, +definido e +individuado. La consideración de las dos últimas variables responde al hecho de que, si bien la definitud garantiza que una entidad sea identificable y accesible para el interlocutor, en ocasiones esta garantía es relativa, por ejemplo, cuando se denotan referentes genéricos. Por eso, se ha introducido la individuación, que es la que vincula (o no) el objeto directo expreso con un referente discursivo o extralingüístico, en todo caso identificable por hablante y oyente6. A continuación, se presentan un objeto indefinido con duplicación (4a), uno definido que denota

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No se han considerado las variables de definitud e individuación para los objetos directos formados por una cláusula, ni para los sintagmas nominales escuetos.

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referentes genéricos de lectura no-individuada (4b), y un tercero definido e individuado (4c)7. (4)

a. Pos es eso, que vendían mucho antes los mieleros que iban por ahí: “Arrope, arrope”. Tú a lo mejor no lo has visto, pero en Madrid yo que he estado sirviendo, lo he comprao en Madrid a los señores un arrope que es muy bueno (CC, Yebra). b. Porque es muy trabajosa, la matanza es muy trabajosa, te da un trabajo enorme. Pues porque, lo primero, si le compras el gorrino grande, pues bien, el gorrino grande (CC, Manzanares el Real). c. Yo soy de Casal Rubio. ¿Le conoces el pueblo ese? (CC, Humanes).

2.2. Variables del discurso A partir del análisis de 600 ejemplos de construcciones duplicadas en tres variedades de español oral (argentina, mexicana y española), Belloro (2015: 85111) distingue tres tipos de duplicación de objeto directo. En primer lugar, las reparaciones, que funcionan como mecanismo de desambiguación con contorno entonativo distintivo, puesto que aparecen asociadas con una pausa. Esta pausa delimita el primer enunciado, con el clítico correspondiente, del objeto directo explicitado, que es entonces correferencial con dicho clítico y cuya presencia se explica como reparación, enmienda o aclaración. Este tipo de construcciones se conocen tradicionalmente como dislocaciones a la derecha (RAE 2009: 16.14p, 40.2k, Sedano 2013). Ejemplos que ilustran este tipo de duplicación se recogen en (5), donde el hablante, tras una pausa, restituye el objeto léxico (las morcillas, las costumbres) para que el oyente evalúe correctamente la referencia. (5)

a. Este es una caldera muy grande de..., de cin, se pone con lumbre en la calle y áhi se echa agua y se echa ajo de laurel. Y según se van haciendo las morcillas, se tiene que cocer en ese agua. Y pincharlas, las morcillas (CC, Manzanares el Real). b. I1: [...] aquí vienen a preguntar las costumbres de aquí del pueblo. I2: Bueno, pos ya se las hemos dicho, las costumbres. (CC, Yebra).

En segundo lugar, los antitópicos, a diferencia de las reparaciones, están integrados prosódicamente en la cláusula y reactivan un tópico discursivo. Los antitópicos no sirven para desambiguar la referencia, pues, de hecho, la simple codificación pronominal del objeto directo sería perfectamente comprensible 7

Los ejemplos se citan con la referencia al corpus (CZV para el de área vasca y CC para el de la zona centro peninsular), seguido del lugar de realización de la entrevista.

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para el oyente. Su función es, por tanto, focalizar la atención del interlocutor sobre un tópico discursivo concreto. En (6), se focalizan los tópicos del discurso (el queso y eso). Nótese que una construcción sin las frases correferenciales no ocasionaría problemas de comprensión en el discurso. (6)

a. E: ¿Y con esos quesos, qué hacían? I1: Pues nada, luego ya ponían a secar aonde fuera, lo conservaban y algunos lo echaban en aceite, en un cacharro... que tuviera... medida del queso, le metían allí el queso y luego ya según iban comiéndole, iban sacando (CC, Sieteiglesias). b. Pescao inmaduro en sí es el pescao de menos de diecinueve centímetros de longitud, lo que pasa es que eso se ve poco, es la | el pitillo o la pijota, que le llaman en la parte de Andalucía. Eso está, legalmente está prohibido, los franceses no lo pescan, aquí las mallas, por desgracia, sí la | sí lo pescan eso (CZV, Aginaga).

En tercer lugar, los doblados se diferencian de los antitópicos en que la frase correferencial alude a referentes que no podrían recuperarse a partir de una codificación solo pronominal. En general, suele tratarse de entidades accesibles para los hablantes (tópicos discontinuos, tópicos continuos pero ambiguos), o discursivamente nuevas pero inferibles a partir de otras. Así, en (7a) se recupera un tópico discontinuo (la leche) como frase correferencial al clítico ante la aparición de un nuevo tópico como es el queso. Por su parte, en (7b) don Agustín es correferente al clítico le por la presencia de otros participantes susceptibles (don Luis) de actuar como referentes de dicho clítico. En (7c), el referente doblado, el Papa, es nuevo pero inferido a partir de la información que se proporciona en el discurso, esto es, el viaje de peregrinación a Roma. (7)

a. E1: Sí, pero la tradición aquí ¿para qué?, no, ya sé que con la leche se hacen muchas cosas. I1: Lo usan aquí, hay renterías, renterías, que llamamos, de queso, fábricas de queso y esas recogen la leche de tos los ganaderos qu’hay por aquí cerca y luego, ellos hacen el queso en la fábrica y luego lo venden, lo venden. E1: Y usted, ¿ha hecho quesos? I1: Nosotros lo hacíamos cuando teníamos ovejitas, que teníamos unas ovejitas, poquitas, y vivíamos de eso. Y el quesito, cuando ya vendíamos los corderitos, la sacábamos la leche, y hacía la mamá tos los días un quesito (CC, Pulgar). b. Sí, siempre hemos tenido médico. Siempre, siempre. Don Agustín antes, antes, y antes, antes, don Luis no le conocí yo, pero don Agustín sí, muy majo era. ¡Uf!, le queríamos más a don Agustín... (CZV, Leitza). c. E1: ¿Para qué fueron a Roma, para qué? I1: Pues... había una peregrinación a Roma, y fuimos a verle al Papa (CZV, Errigoitia).

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Ahora bien, no todos los testimonios de doblado con referentes nuevos resultan tan fácilmente inferibles como (7c). En algunos casos, la cultura general compartida permite la interpretación inferible del referente, como en (8a), donde los padres es el referente nuevo doblado (ayudarles a los padres), lo que podría conectarse con el conocimiento de que los hijos con frecuencia ayudaban a los padres en las labores del campo. Igualmente, en (8b), la yegua podría ser accesible por su situación en una enumeración de las tareas agrícolas y de ciertos animales implicados en ellas. (8)

a. E: ¿No has cultivao la tierra? I1: No, algo sí, algo sí, algo sí. I2: Yo empecé a coser, me | aprendí | mi ritmo de trabajo. He trabajao algo, ayudándoles a los padres así, pero lo demás, no he trabajao todo (CZV, Gabiria). b. Así como ahora no, que las mujeres que están aquí casadas no hacen nada, vamos, no hacen, pos hacen la casa, la labor de la casa [...] Sin embargo antes, joder, pues to los días y ordeñar la vaca, a darles de comer a los cerdos, atarle a la yegua allá pa que coma yerba (CZV, Burgelu).

En otros contextos, sin embargo, el referente doblado no puede ser inferible del contenido de la conversación, como sucede en (9). En (9a) el objeto las garrafas aparece doblado en su primera mención como recipiente para hacer un tipo de helado, y en (9b), que relata las antiguas costumbres de las romerías, una de las cuales era acompañar a casa a la joven con la que se había bailado, es precisamente a la chica el objeto que se dobla. Estos referentes serán considerados inactivos, como se explica en §2.3. (9)

a. I1: Yo iba a comprar frutos secos, a por ello. Ahora, que sí, que lo que hemos hecho ha sido helado tipo valenciano. E3: ¿Helado? ¿Y cómo...? I1: ¿No la habéis visto vosotras esas garrafas? (CC, Humanes). b. Y cuando ya estaba a punto de terminar la romería [...] era costumbre de acompañarle a casa a la chica (CZV, Gabiria).

2.3. Variables cognitivas Como ya se ha adelantado, Belloro (2012, 2015) sostiene la idea de que los fenómenos de duplicación se encuentran en estrecha relación con las escalas cognoscitivas de accesibilidad de los referentes. Siguiendo la distinción tripartita propuesta por Chafe (1994), distingue entre los referentes activos, es decir, los que están en la conciencia de los interlocutores, los semiactivos o accesibles, aquellos para los que los interlocutores tienen una sensibilización periférica, y

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los inactivos, esto es, los que se encuentran en la memoria a largo plazo de los interlocutores, en ocasiones, solo del hablante, y no son ni focalmente ni periféricamente activos. Los referentes activos suelen contener pronombres, como en (10a), donde eso se refiere a la cláusula subordinada inmediatamente anterior (si una chica andaba con un chico) o puede ser una frase nominal (10b) que alude a un mismo referente, justo mencionado en la oración anterior. (10)

a. Porque él, si una chica andaba con un chico, él lo deshacía eso (CZV, Aulesti). b. Y iba a por la leche a la vaquería y así la cocíamos la leche (CC, Humanes).

Los referentes semiactivos o accesibles, por su parte, lo son a través de dos vías: o bien a través de la desactivación de un anterior estado activo (debido a las limitaciones de atención y de la memoria a corto plazo), o por ser activado por asociación con una idea que es o fue activa en el discurso. El primer caso suele ocurrir cuando hay varias cláusulas entre la mención del referente y la duplicación, como en (11a), y/o cuando compiten varios referentes, como en los ejemplos vistos de (7a) y (7b). Asimismo, un referente resulta accesible cuando, una vez mencionado, es reintroducido a través de una nueva descripción. Es el caso de (11b), donde la señora y la rata tienen el mismo referente. (11)

a. Cogía las botellas esas y las escondía debajo la cama. Y como éramos cuatro o cinco de servicio, pos nos hacíamos unas perrerías, se las quitábamos las botellas y, bueno, le hacíamos cuarenta, pero hambre, no (CC, Yebra). b. Y llego yo allí y me veo a la señora en, en la cama, mira, era fea, la pobre [...] Bueno, yo ya pasé allí a la habitación y la veo a aque-, aquella rata, que parecía una rata (CC, Yebra).

En el segundo caso, los referentes aparecidos por vez primera en el discurso son semiactivos o accesibles cuando son identificables a través de alguna vinculación (textual o inferencial) con el contexto de la interacción. Un ejemplo de ello se ha recogido en (7c), donde el objeto directo al Papa se considera accesible a partir de la información sobre la peregrinación a Roma. Esto mismo sucede en varios casos de duplicación de cláusulas, en las que el contenido de la cláusula reproduce la misma idea (irse a Egipto) dicha por el hablante (12a), o el contenido de la cláusula refuerza un argumento aparecido anteriormente (12b), esto es, que en el pasado se comía de lo que se producía en la casa y no se surtía la mesa de variedad8.

8

Según Lambrecht (apud Sedano 2013), el contenido de las cláusulas subordinadas suele estar más cerca de la información conocida que de la nueva.

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(12)

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a. E: De tener usted ahora dinero, todo el dinero que quisiera, no, no... ¿qué, qué haría? I: Irme a Egipto [...] Y, y no puedo, pero si no, ¡ya lo creo que iría! (CAV, Azcona). b. I1: Porque antes llegaban y en una casa pues, a lo mejor, que fueran cuatro o cinco, conservaban, vamos, metían así un... y se colgaba a lo mejor ochenta kilos de uva. Y después de comer, como postres y ahora pues, pues son cuatro y... “Yo quiero naranja”, el otro quiere limón, y al otro le gustan las peras o un plátano [...] pero yo lo he visto aquí de chico que las cosas no se compraban más que las que no se tenían (CC, Valdilecha).

Los referentes nuevos que no son accesibles textual o inferencialmente por parte del hablante y del oyente son considerados inactivos. A los ejemplos de (9), cabe añadir el de (13a), donde a los pobres chavales es un referente que no está en la conciencia del interlocutor, como tampoco lo está el de (13b), a los hombres que iban a cortar helechos, que solo está presente en la mente del hablante, que es el que conoce la mitología vasca. (13)

a. E2: ¿Hasta qué edad estuvo en la escuela? I1: Trece años, con trece años en la calle pero... empezar como ahora no, tampoc- | eh... nos empezamos... con siete o ocho años a la escuela, ahora... con dos años ya le llevan a los pobres chi- | chavales a la escuela (CZV, Errigoitia). b. Las miñas eran antiguamente brujas, posterior son sorriña, ‘brujas’ en castellano. Salían las miñas ahí, y por eso que se le puso nombre de las miñas, que les seguía a los hombres que iban a cortar helechos, que les seguía; porque la gente iba de madrugada a cortar el helecho y luego lo... dejaban a secar, al día siguiente (CZV, Aulesti).

3. Discusión de los resultados Del corpus de zona vasca, de 153 509 palabras, se obtuvieron 59 casos de duplicación, mientras que del corpus de control, de 122 861 palabras, fueron 66 los casos registrados. Una vez aplicado el test de proporciones (Z-test Calculator), en el cuadro 1 puede comprobarse que la frecuencia de la duplicación es inferior en el corpus de zona vasca. Este resultado es, en principio, inesperado con respecto a las descripciones de esta variedad de castellano. Por lo tanto, si existe alguna peculiaridad en esta zona, debe estar relacionada con aspectos cualitativos del fenómeno.

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Cuadro 1. Frecuencia de aparición en ambos corpus CZV  Duplicación de OD posverbal: 1 cada 2 601 palabras CC  Duplicación de OD posverbal: 1 cada 1 861 palabras (Test de proporciones, p = 0,00)

En lo que se refiere a los tipos de duplicación, cabe señalar que los tres (reparaciones, antitópicos y doblados) son posibles en ambos corpus. Ahora bien, la frecuencia relativa de cada tipo es diferente. Como se observa en la tabla 1, el tipo de duplicación preferida en la zona vasca es el doblado (71,2%), mientras que en la zona centro peninsular el doblado es también el más seleccionado, pero con una menor frecuencia (51,5%). Tabla 1. Tipos de duplicación en ambos corpus Tipos de duplicación Reparaciones

Antitópicos

Doblados

CZV

8,5% (5/59)

20,3% (12/59)

71,2% (42/59)

CC

19,7% (13/66)

28,8% (19/66)

51,5% (34/66)

Por lo tanto, de acuerdo con las variables discursivas analizadas hasta este punto, aunque los tres tipos de duplicación son posibles, las estructuras dobladas son las preferidas en ambos corpus. No obstante, la mayor frecuencia de doblados en la variedad de zona vasca (71,2% frente a 51,5% en el corpus de control) permite precisar la primera conclusión obtenida de los datos cuantitativos generales, que, recordamos, ha señalado que la frecuencia de la duplicación era inferior en el corpus de zona vasca. En efecto, a la vista de los datos cuantitativos en general y a los tipos de duplicación en particular, la comparación de ambos corpus permite concluir que la variedad de castellano de zona vasca muestra una mayor frecuencia relativa de doblados de objeto directo posverbales, si bien hay una menor frecuencia de estructuras duplicadas, en concreto, reparaciones y antitópicos. Con respecto a las variables cognitivas, la tabla 2 muestra una importante diferencia entre ambos corpus relacionada con el grado de accesibilidad de los referentes. El corpus de zona vasca concentra la mayoría de sus referentes entre los semiactivos (59,3%) y los inactivos (28,8%), en contraste con el corpus

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de control, cuyos referentes son mayoritariamente semiactivos (53%) y activos (42,4%), y solo residualmente hay referentes inactivos (4,5%). Tabla 2. Grado de accesibilidad de los referentes en ambos corpus Grado de accesibilidad Activos

Semiactivos

Inactivos

CZV

11,9% (7/59)

59,3% (35/59)

28,8% (17/59)

CC

42,4% (28/66)

53% (35/66)

4,5% (3/66)

Centrándonos en el doblado como tipo de duplicación más común en ambos corpus, y relacionándolo con el grado de accesibilidad de los referentes (tabla 3), los resultados revelan que las diferencias de la zona vasca residen en una mayor frecuencia de doblados con referentes inactivos, del 28,6%, frente al corpus de control, para el que los referentes inactivos representan solo el 2,9%. Cabe recordar, en este sentido, que la asociación de los doblados con referentes inactivos se ha considerado un indicio del proceso de gramaticalización/despronominalización de los clíticos de acusativo, sobre todo en variedades como la argentina (Belloro 2012). Antes de plantear esta hipótesis para la situación de la zona vasca, se analizarán a continuación los resultados de las variables referenciales. Tabla 3. Doblado y grado de accesibilidad de los referentes grado de accesibilidad en doblados activos

semiactivos

inactivos

CZV

7,1% (3/42)

64,3% (27/42)

28,6% (12/42)

CC

29,4% (10/34)

67,6% (23/34)

2,9% (1/34)

En relación con las variables mencionadas, se detectan diferencias significativas entre ambos corpus que afectan al tipo de construcción correferencial y a la semántica del referente. En primer lugar, la tabla 4 revela que la nominal es la construcción preferida para el corpus de zona vasca (74,6%), mientras que para la zona centro peninsular también lo es, si bien con una frecuencia menor (54,5%).

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Tabla 4. Tipo de construcción correferencial en ambos corpus Tipo de construcción correferencial Nominal

Pronominal

Cláusula

CZV

74,6% (44/59)

20,3% (12/59)

5,1% (3/59)

CC

54,5% (36/66)

36,4% (24/66)

9,1% (6/66)

Si tenemos en cuenta el tipo de duplicación, y más en concreto el doblado, que es por donde parecen residir las diferencias entre ambos corpus, se observa en la tabla 5 que los doblados se asocian preferentemente con nominales (76,1%) en zona vasca, en contraste con el corpus de control, que oscila entre las construcciones pronominales (52,9%) y las nominales (35,3%). Tabla 5. Tipo de construcción correferencial en los doblados de ambos corpus Tipo de construcción correferencial en doblados Nominal

Pronominal

Cláusula

CZV

76,1% (32/42)

16,6% (7/42)

7,1% (3/42)

CC

35,3% (12/34)

52,9% (18/34)

11,8% (4/34)

En segundo lugar, la semántica de los referentes resulta también una variable explicativa de las diferencias entre las dos variedades, especialmente los rasgos +animado y +humano. Según la tabla 6, en la zona vasca se duplican mayoritariamente referentes humanos (55,9%) y animados (10,2%), y en la zona centro peninsular se prefieren los inanimados (63,6%). Tabla 6. Semántica de los referentes (animación) Semántica Animado

Inanimado

Humano

CZV

10,2% (6/59)

33,9% (20/59)

55,9% (33/59)

CC

18,2% (12/66)

63,6% (42/66)

18,2% (12/66)

Phi = 0,39; V de Cramer = 0,39 (p = 0,00)

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El alcance de esta diferencia se refuerza, además, por los resultados del análisis estadístico inferencial9, que revela que la relación entre ambos corpus y la animación es estadísticamente significativa (p = 0,00). Estos datos coinciden con la descripción del fenómeno en la zona vasca, que reiteradamente ha señalado la característica de la animación como rasgo fundamental del mismo. El foco sobre los casos de doblado permite, nuevamente, pulir los resultados anteriores. Como queda de manifiesto en la tabla 7, la zona vasca dobla preferentemente los objetos directos de rasgo humano (64,3%), en contraste con la zona centro peninsular que prefiere los inanimados (67,6%). Si conectamos las preferencias en materia de tipo de construcción doblada y animación de los referentes doblados, podemos definir como construcción prototípica de cada corpus las siguientes: para la zona vasca, el doblado suele ser nominal con referente humano (14a) y para la zona centro peninsular, el doblado selecciona referentes pronominales inanimados (14b). Tabla 7. Semántica de los referentes (animación) en los doblados de ambos corpus Semántica en doblados Animado

Inanimado

Humano

CZV

4,8% (2/42)

31% (13/42)

64,3% (27/42)

CC

8,8% (3/34)

67,6% (23/34)

23,5% (8/34)

(14)

a. Y aquí nos prohibió bailar con los chicos, tiniendo baile, no nos dejaba bailar el señor ese [...]; pues el domingo siguiente, primero les llamó a las madres, y luego nos llamó, llamó por el púlpito (CZV, Aulesti). En casa se casaba una y tenía que cuidar los chavales [...] y luego tenía que ir ayudarle al marido a sembrar o a sacar patatas (CZV, Burgelu). b. Nosotros nos lo teníamos que hacer todo, pa divertirnos (CC, Pulgar). Eso de joven porque ahora también lo hay eso (CC, Yebra).

En lo relativo a la definitud, los datos no muestran diferencias relevantes entre ambos corpus: los porcentajes de frecuencia mayores del 90% en ambos indican, sin lugar a dudas, que la duplicación se asocia con referentes definidos (tabla 8). En cuanto a la individuación, sin embargo, los datos revelan que la zona centro peninsular prefiere la duplicación de objetos directos individuados (76,3%), mientras que en la zona vasca este fenómeno puede ocurrir tanto con referentes

9

Se ha utilizado el programa SPSS (IBM SPSS Statistics 22.0), del que se han obtenido Phi y V de Cramer porque son robustos para muestras no iguales.

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individuados (61,1%), pero también con cierta frecuencia con referentes noindividuados (38,9%). Tabla 8. Semántica de los referentes (definitud e individuación) Definitud

Individuación

Definido

Indefinido

Individuado

No-individuado

CZV

96,3% (52/54)

3,7% (2/54)

61,1% (33/54)

38,9% (2154/)

CC

98,3% (58/59)

1,7% (1/59)

76,3% (45/59)

23,7% (14/59)

Las diferencias con respecto a la individuación de los referentes son aún más acusadas en los doblados. La tabla 9 muestra que la asociación entre doblado e individuación es más fuerte en el corpus de control (80%) que en el de zona vasca (63,2%). Así, en zona vasca se duplican objetos directos con referentes no-individuados definidos, como en (4b), (9b) o (13a), e incluso no definidos, como en (15). Tabla 9. Semántica de los referentes (individuación) en los doblados de ambos corpus Individuación en doblados

(15)

Individuado

No-individuado

CZV

63,2% (24/38)

36,8% (14/38)

CC

80% (24/30)

20% (6/30)

E: Claro, ¿y antes las chicas no salían a trabajar? [...] I3: No, alguna, alguna pues igual le cogían alguna de Vitoria, Salvatierra pues alguna de mucha pasta pues, oye dame esta hija pa[ra] [...] ‘criada’ (CZV, Luzuriaga).

A la vista de los resultados de las variables referenciales en los tres tipos de duplicación, puede concluirse que en el corpus de zona vasca la duplicación suele asociarse con referentes nominales (74,6%), mayoritariamente humanos (55,9%) y animados (10,2%), relación que es estadísticamente significativa; además, casi siempre son definidos, aunque no siempre individuados (61,1%). En la zona centro peninsular, por su parte, la duplicación se asocia con menos frecuencia con referentes nominales (54,5%), preferentemente inanimados (63,6%), definidos e individuados (76,3%).

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Como se ha venido señalado a lo largo de este trabajo, las diferencias significativas entre ambos corpus emergen de forma más clara en uno de los tipos de duplicación, el doblado. Las variables referenciales, en el caso de los doblados, revelan que en la zona vasca se caracterizan por ser nominales (76,1%), mayoritariamente de rasgo humano (64,3%) e individuados (63,2%). Por el contrario, el corpus de control muestra tendencias a la codificación de construcciones pronominales (52,9%), de rasgo inanimado (67,6%) y preferentemente individuadas (80%).

4. Recapitulación Este trabajo describe con mayor precisión el fenómeno de la duplicación de objetos directos posverbales en la zona vasca. Según los resultados obtenidos, las diferencias en esta variedad son más cualitativas que cuantitativas. En efecto, aunque la frecuencia de la duplicación es inferior en el corpus de zona vasca en comparación con el del centro peninsular, las variables discursivas, cognitivas y referenciales analizadas arrojan importantes contrastes en ambos corpus, como se resume a continuación: a) Los doblados son las estructuras preferidas en zona vasca, mientras que en el corpus de control los doblados son frecuentes, pero representan la mitad de las estructuras con duplicación. b) La variedad de zona vasca duplica objetos directos semiactivos y con bastante frecuencia los inactivos, mientras que el corpus de control prefiere los semiactivos y activos. c) Los nominales, humanos y animados, casi siempre definidos pero no siempre individuados, son los referentes favorecidos por la duplicación en zona vasca. En contraste, la variedad centro-peninsular se asocia con referentes nominales y pronominales, preferentemente inanimados, definidos e individuados. d) Las tendencias cognitivas y referenciales señaladas en b) y c) son más acusadas en uno de los tipos de duplicación, el doblado. e) A la vista de lo anterior, cabría plantearse la posibilidad de una incipiente fase de gramaticalización del acusativo en la variedad de español de zona vasca, menos cuantitativo que cualitativo, y que afectaría especialmente a referentes humanos y animados en la jerarquía de la Animación y que habría avanzado por la de Definitud hasta los sintagmas indefinidos y no-individuados en ciertos casos.

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Referencias bibliográficas BELLORO, Valeria A. (2007): Spanish Clitic Doubling: A Study of the Syntax-Pragmatics Interface. Tesis. State University of New York at Buffalo. (0508-2016). — (2012): “Pronombres clíticos, dislocaciones y doblados en tres dialectos del español”, en: Nueva Revista de Filología Hispánica 60/2, 391-424. — (2015): To the Right of the Verb. An Investigation of Clitic Doubling and Right Dislocation in three Spanish Dialects. Newcastle upon Tyne: Cambridge Scholars Publishing. CAMUS BERGARECHE, Bruno (2011): “El castellano de San Sebastián: desarrollo y caracterización”, en: Oihenart 26, 59-101. CHAFE, Wallace L. (1994): Discourse, Consciousness, and Time. Chicago: The University of Chicago Press. COMPANY, Concepción (2006): “El objeto indirecto”, en: Company, Concepción (dir.): Sintaxis histórica de la lengua española. Primera parte: la frase verbal. México: FCE/UNAM, 1, 479-574. DEMELLO, George (2004): “Doblaje clítico de objeto directo posverbal: Lo tengo el anillo”, en: Hispania 87/2, 336-349. ECHENIQUE, M.ª Teresa (1986): “El romance en territorio euskaldun”, en: Ciérbide, Ricardo (dir.): Lengua y literatura románica en torno al Pirineo. Bilbao: Universidad del País Vasco, 153-169. FERNÁNDEZ-ORDÓÑEZ, Inés (dir.) (2015): Corpus oral y sonoro del español rural. Universidad Autónoma de Madrid. (Dis)continuidad > Caso

Según esta argumentación, se espera que el caso se neutralice antes que el género y el número, por su posición más externa al núcleo, como ocurre en los sistemas pronominales referenciales de España. No obstante, como se evidencia con estos datos, el caso se mantiene en esta variedad de contacto, lo que parece ir en contra de las jerarquías universales propuestas y, por tanto, de las tendencias generales de cambio lingüístico. Revisando ahora el fenómeno de la discordancia, en este corpus se registró un 37,7% de uso de le para referentes plurales, mientras que Mojedano (2014) reporta 18% en la variedad mexicana; Sorenson (2013), 70% para la ciudad de México, y Huerta Flores (2005), 57% para el español de México. Sin embargo, no parece adecuado hacer comparaciones con estos estudios, dado que las metodologías y corpus usados (algunos orales y otros escritos) son muy diferentes, y las cifras reportadas difieren mucho unas de otras. Lo que pudimos constatar con estos datos es que la escala de mono/bilingüismo y el nivel de instrucción desempeñan un papel relevante en el cambio en curso de la despronominalización y observamos que la interacción de estas variables con la posición del referente lo favorece en gran manera. Los datos muestran claramente cómo los hablantes van extendiendo el uso de le plural a todos los contextos en el orden: duplicaciones con el referente en posición posverbal > duplicaciones con el referente topicalizado > construcciones cuyo referente aparece en otra cláusula. Las frecuencias de uso en estos contextos mantienen estrecha relación con la escala de mono/bilingüismo y el nivel de instrucción: son los bilingües consecutivos y los informantes del nivel básico los más productivos en los tres contextos sintácticos. Evidenciamos, por tanto, un cambio lingüístico en progreso que obedece tanto a razones internas —la gramaticalización de los sistemas pronominales átonos de tercera persona en español— como a factores externos —la influencia de la lengua maya y el nivel de instrucción—; y son ambos factores los que aceleran la gramaticalización de las formas pronominales en concordancias de objeto e imponen la dirección del cambio. Para explicar el papel del bilingüismo en esta situación de contacto como un acelerador del cambio hacia la concordancia de objeto, proponemos que existe una convergencia en los procesos de monolingües y bilingües que resulta en

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Los pronombres de objeto indirecto en el español de contacto con el maya yucateco

la discordancia de le invariable. Mientras que los primeros llegan a esta por reanálisis (mecanismo de la gramaticalización) (Huerta Flores 2005; Company, 2010), los segundos parecen utilizar una estrategia de simplificación7 motivada por la necesidad comunicativa y basada en principios lingüísticos universales. Dado que, en maya, al igual que en español, los pronombres de dativo marcan número, pero no género (ver sección arriba sobre OI en maya), la probabilidad de transferencia parecería muy alta y esto debería dar como resultado el uso canónico de los pronombres le y les en español. Sin embargo, esto no es lo que evidencian los datos. ¿Qué ocurre entonces? ¿Por qué son los bilingües los de la vanguardia en el fenómeno de la discordancia? Los estudios de adquisición de niños monolingües y bilingües pueden quizás arrojar luz a este problema. Los pronombres átonos de tercera persona en español suponen una estructura semántica y morfológica más compleja que los de la primera y la segunda persona, pues especifican los rasgos de género y número, en el caso de los pronombres de acusativo, y de número en los del dativo. De ahí que en estudios de adquisición de español como L1 o L2 se haya identificado que estos se adquieren posteriormente a los correspondientes a la primera y a la segunda persona (Montrul 2004). Adicionalmente, Domínguez (2003) sugiere que la adquisición de los clíticos en español puede consistir de diferentes etapas de desarrollo, ya que en sus datos de adquisición monolingüe encontró en las primeras etapas el uso de la forma singular masculina (lo) como pronombre exclusivo para codificar objetos directos. Ezeizabarrena (1996, 1997) reportó también este lo exclusivo en su estudio de adquisición bilingüe de vasco y español. De la Mora (2004) señala que los niños con impedimento del habla también muestran una etapa de “errores” en el uso de los clíticos de objeto directo, con preferencia por las formas singulares, sobre todo cuando el número y género del sujeto y del objeto directo difieren. Y Montrul (2004: 201) apunta que, si el clítico lo es la forma por defecto en estas etapas de adquisición, los clíticos pueden ser meros marcadores de concordancia libres de propiedades referenciales. Los estudiosos de la adquisición tratan estos datos como desviaciones o errores y los atribuyen, en general a limitaciones de acceso o a dificultades para computar todo el material lingüístico. Este argumento parece plausible, pero lo sorprendente es que en algún momento de la adquisición de los clíticos de español como L1 o L2, los niños o adultos confluyen en este mismo tipo de “error”; en una 7

Entendemos “simplificación” de rasgos gramaticales, no de la gramática, ya que los hablantes deben crear nuevas estrategias para establecer la referencia de los clíticos, evaluar su accesibilidad y explotar posibles usos pragmáticos de los mismos en función de esa evaluación.

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etapa de simplificación de los rasgos gramaticales que rigen el sistema pronominal de los adultos nativo hablantes. Podemos suponer que, en una primera etapa, ante tanto input y material lingüístico a los que está expuesto el niño o el adulto de una L2 y que implican una fuerte carga mental y diferentes procesos cognitivos para su procesamiento y consiguiente producción, es natural el uso de estrategias que satisfagan la necesidad comunicativa. Una de ellas puede ser, precisamente, la aplicación de los universales de Greenberg (1963) y de la teoría de la marcación. Así, van a preferir las formas no marcadas: masculinas para género; y singular para número en una fase inicial de la adquisición. En una siguiente etapa del desarrollo lingüístico en los niños monolingües de español, podemos suponer que con el input al que están expuestos, la frecuencia de uso de las formas normativas, la evidencia positiva y la propia madurez (desarrollo de la teoría de la mente), los niños adquieren la especificación de los rasgos de género y número, y los integran a su interlengua. En el caso de los bilingües (niños y adultos) en contextos de intenso contacto, la siguiente etapa parece un escenario diferente, pues las condiciones de exposición a las lenguas de contacto, el input lingüístico, la frecuencia de uso de las formas normativas (del español en este caso) y la evidencia positiva pueden diferir significativamente y tener repercusiones en la adquisición de los pronombres. La exposición al español es nula o casi nula en los primeros años de vida de los bilingües consecutivos (L1 maya y L2 español): muchos de ellos lo aprenden cuando ingresan a la primaria o más tarde. Puede ocurrir, entonces, que estos bilingües tiendan a estabilizar el sistema pronominal con formas simplificadas (lo para acusativo y le para dativo), el cual parece ser eficiente y efectivo comunicativamente. Esta estabilización puede deberse a un limitado input, una escasa frecuencia de las formas normativas (los otros miembros de la comunidad posiblemente sean bilingües también con este mismo sistema, o monolingües de maya, o monolingües de español con padres, familiares o amigos bilingües) y por convergencia lingüística: mantienen la diferencia de caso por un paralelismo con la lengua maya; y distinguen la persona y el número para marcar los objetos, pero no distinguen el género; característica que coincide con el español en el caso de los OOII. Además, muchos de estos hablantes bilingües tienen un nivel educativo bajo (a veces solo primaria) y la evidencia positiva que reciben o las presiones sociales o lingüísticas normativas a las que se someten son pocas (en la escuela o en sus lugares de trabajo). Estos hablantes bilingües se comunican efectivamente con la comunidad monolingüe con este sistema pronominal reorganizado y

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recategorizado, y no tienen mucha presión para dejar de usarlo (con la excepción de aquellos que continúan estudios superiores o se insertan en un mercado laboral que los presiona lingüísticamente). La escuela, sin duda alguna, representa un medio importante para el aprendizaje de la norma, pero si los hablantes no tienen acceso a esta, y su medio y redes sociales se conforman de bilingües (instrumentales, simultáneos y consecutivos) o de monolingües de maya, la estabilización y extensión de estas formas emergentes se puede dar de manera acelerada; incluso al grupo de monolingües de español por el contacto intenso entre ambos grupos y la falta de presiones lingüísticas normativas. Bullock y Toribio (2006), citando a Schmidt (1985) y a Dorian (1994), señalan que en comunidades bilingües donde no hay presiones lingüísticas normativas, es patente una mayor variación. No resulta así sorprendente que el factor nivel de instrucción sea condicionante de la variación y el cambio lingüístico, y que en este corpus interactúe tan estrechamente con la escala de mono/bilingüismo.

9. A manera de conclusión Hemos identificado a través de este estudio que, en esta variedad de español en contacto con el maya yucateco, el dativo se codifica mediante los pronombres le/ les, principalmente. Constatamos también que la discordancia de número entre el pronombre y su referente es un cambio en progreso motivado por factores internos (número y posición del referente) y por factores externos (escala de mono/bilingüismo y nivel de instrucción), los cuales interactúan notablemente. Demostramos que son, precisamente, los hablantes bilingües consecutivos (maya L1 y español L2) y los de nivel de instrucción básico, los que aceleran el cambio al extender el fenómeno a todos los contextos sintácticos y presentar altas tasas de producción de le plural en contextos que los monolingües muestran de manera incipiente. Con base en estudios de adquisición de monolingües y bilingües, proponemos la hipótesis de que, para el caso del cambio en progreso de la gramaticalización de le por les, mientras que los monolingües de variedades sin contacto llegan a esta por reanálisis, los bilingües en situación de contacto intenso parecen utilizar una estrategia de simplificación motivada por la necesidad comunicativa y basada en principios lingüísticos universales. Sugerimos, así, la realización de estudios comparativos (variedades en contacto vs. variedades sin contacto) y de adquisición que puedan validar o rechazar esta hipótesis y dar cuenta del papel del contacto lingüístico.

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“ROBÓ TAXI DE UNA PARADA Y CHOCÓ POR UNA COLUMNA”: UNA HIPÓTESIS EXPLICATIVA SOBRE EL EMPLEO DE LA PREPOSICIÓN POR EN PARAGUAY1 ÉLODIE BLESTEL / RACHEL FONTANIER Université Sorbonne Nouvelle - Paris 3

1. Introducción La peculiar situación de contacto que se ha ido manteniendo desde hace siglos entre las dos lenguas cooficiales del Paraguay, el español y el guaraní, ha incidido en el que muchos estudiosos explicaran algunos rasgos de la variante dialectal del español paraguayo a la luz del cambio inducido por contacto. Uno de estos rasgos es el empleo no normativo de la preposición por en dos contextos discursivos específicos: a. en enunciados en los cuales se esperaría una construcción transitiva directa, como en este primer ejemplo en el que la preposición por sigue al verbo mirar (1): (1)

—¿Te cansa que la gente siempre esté diciendo que las modelos son tontas? —La verdad es que ya estoy curada de espanto con ese tema. Ya no hago caso. No miro por las otras, solo me concentro en mí y en mi trabajo (Hoy, 05/06/2016; )2.

b. En circunstantes del verbo que también exigen el uso de otra preposición en español estándar (en, contra, sobre...): 1 2

Esta investigación se ha desarrollado en el marco del proyecto “El español en contacto con otras lenguas II: variación y cambio lingüístico”, Ministerio de Economía y Competitividad/ Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FFI2015-67034-P, MINECO/FEDER). Las cursivas de los ejemplos son nuestras.

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“Robó taxi de una parada y chocó por una columna”

(2)

De pronto, un jugador contrincante trancó fuerte con el papá del peque, este quedó chalái en el pasto, situación que vio el mitã’i, quien sin pensar dos veces corrió para defender a su ídolo, intentando inclusive reaccionar por el adversario de su pa [...] (“Niño defendió a su papá de un agresor”, Crónica, 13/05/16; ).

(3)

Durante la persecución, el joven maleante perdió el control del taxi robado y chocó contra una columna de la ANDE, sobre la Avenida Carretera de López, de Lambaré [...] (“Robó taxi de una parada y chocó por una columna”, Extra, 20/01/16; ).

(4)

Hicieron de todo: patada, trompada, agua por la cara del árbitro, proyectil... (“El peor arbitro del mundo, con locutor paraguayo”, YouTube, 17/09/13; ).

Usher de Herreros (1976: 103-109) fue la primera en atestiguar estos cambios de régimen que analiza como transferencias de los morfemas (“posposiciones”) del guaraní -rehe/re3 y -rupi4. Algunos años más tarde, Granda (2003: 266) propuso también lo siguiente: como en guaraní, la posposición -rehe/-re (con el alomorfo -hese, usado con la tercera persona verbal) tiene un amplísimo campo de aplicación (con verbos de percepción sensible o intelectual, pero también en secuencias conexas con núcleos verbales que expresan acción física o psicológica), “estas modalidades han sido adoptadas por el castellano paraguayo en el que, sistemáticamente, se encuentra la preposición por (= -rehe/-re en guaraní) en los contextos oracionales antes mencionados, con desplazamiento general del régimen preposicional normal en zonas hispanohablantes no guaraníticas”. Más recientemente, Avellana (2012: 67) también observa que “en el español en contacto con el guaraní se constata el uso intensivo de la preposición por en estructuras que calcan construcciones de la lengua indígena (fundamentalmente, las que involucran la posposición -rehe/-re)”.

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4

“Un régimen muy típico del guaraní lo constituye la construcción de verbos con la posposición rehe (oscilante según la persona verbal): che rehe, nde rehe, hese: por mí, por ti, por él; re en el lenguaje corriente. El castellano paraguayo acusa la transferencia de esta posposición, la cual se reconoce en el empleo constante de la preposición por en el régimen de verbos de percepción sensorial, anímica o intelectual, de acción corporal, de significación moral y aun de significado diverso” (Usher de Herreros 1976: 103). Este segundo morfema es lo que explica, según la autora, que encontremos enunciados como “En la campaña vamos a la escuela por pie” que los hablantes traducirían del guaraní “Campañape roho escuelape yvýrupi”.

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Pero el postular que los morfemas -rehe/-re y -rupi pueden ser “transferidos” o “calcados” con el mismo significado y la misma función sintáctica de una a otra lengua plantea varias interrogantes. Si estos morfemas son traducidos o calcados, ¿qué se traduce? ¿Por qué los hablantes se valen de la preposición por en particular para calcar estos morfemas? Como veremos en los ejemplos de nuestros corpus, las demás preposiciones que podrían “competir” con por no desaparecen de estos contextos, por lo cual queda por explicar por qué se recurre a veces a esta preposición que, por otra parte, tampoco se ve desplazada de otros contextos normativos que detallaremos más adelante. Desde los postulados de la lingüística del significante5, consideraremos que el significado de por no varía a pesar de la heterogeneidad de sus manifestaciones discursivas en Paraguay. Nos preguntaremos entonces cuál puede ser el significado de esta preposición y cómo interactúa con los contextos discursivos no normativos típicamente paraguayos que se han descrito hasta ahora. Con esto, queremos cuestionar el alcance del contacto de lenguas como factor explicativo y proponer que la posible convergencia entre los dos idiomas se fundamenta en las conceptualizaciones posibilitadas por las formas mismas que interactúan en el discurso.

2. Enfoque teórico, corpus y metodología 2.1. Enfoque teórico Antes de presentar nuestra hipótesis explicativa para el funcionamiento de la preposición por en nuestro corpus, es preciso aclarar cuáles son nuestros postulados teóricos en el marco de la lingüística del significante6.

2.1.1. Monosemia y primacía del significante Primero, postulamos que el significado que hay que relacionar a cada signo, en este caso a la preposición por, es “idéntico a sí mismo en todas las ocurrencias de esta forma” (Luquet 2004: 24), ya que “a cada significante corresponde un 5 6

Ver infra. Los postulados de la “linguística del significante” han sido puestos a prueba por tres autores hispanistas, Maurice Molho, Michel Launay y Jean-Claude Chevalier, a principios de los años ochenta y han sido adoptados por numerosos estudiosos posteriormente. Los postulados se resumen en español en Molho (1984: 42-56). Ver también Blestel/Fortineau-Brémond (2015).

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único significado de lengua, y viceversa” (Chevalier/Launay/Molho 1988: 46)7. Para ser más precisos, hay que tener en cuenta que el signo por permite una sola conceptualización, sin importar el contexto discursivo. Las distintas interpretaciones según los contextos se consideran manifestaciones discursivas no impedidas por este mismo significado lingüístico. Este primer principio tiene como consecuencia metodológica el que procuramos evidenciar cuál es el significado único de por, con el objetivo de mostrar cómo este es compatible con la pluralidad de sus explotaciones discursivas —incluso las explotaciones inducidas por contacto—, pues como afirmaba Launay, “lo que plantea problema, no es que haya diversidad en sí, sino que esta diversidad pueda manifestarse bajo algo idéntico. Y sostengo que es precisamente en este problema, y no en otro, donde tiene que encontrarse el propósito del lingüista” (1986: 16-17)8. Con esta óptica, se puede definir el significado como la representación de una o varias propiedades cuyo papel es doble: Por una parte, [el significado] limita las capacidades referenciales del significante, es decir, el campo de homónimos a los cuales este puede contribuir a referir. Esta es su función limitativa. Por otra parte, el significado de lengua es lo que diferencia los sinónimos y confiere al significante su singularidad en el campo onomasiológico. Esta es su función diferenciadora (Chevalier/Launay/Molho 1988: 47)9.

A este primer principio, hay que añadir otro que consiste en dar la “primacía al significante” ya que postulamos que este “no es una materialidad estrictamente fónica, y tampoco su conceptualización fonológica” (Chevalier/Launay/Molho 1986: 97)10. Al contrario, “no hay nada más profundo en un lenguaje que su superficie: para quien sabe observarla, esta es la traducción misma de lo que es en profundidad” (Chevalier/Launay/Molho 1986: 96)11. Este enfoque supone pues

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“à chaque signifiant correspond un seul signifié de langue, et vice-versa” (todas las traducciones al español son de las autoras). “[...] ce qui fait problème, ce n’est pas qu’il y ait de la diversité en soi, c’est que cette diversité puisse apparemment se manifester sous du même. Et je tiens que c’est très précisément dans ce problème et non dans un autre que doit se trouver l’objet du linguiste”. “D’une part il limite les capacités référentielles du signifiant, c’est-à-dire le champ d’homonymes auxquels celui-ci peut contribuer à référer, en d’autres termes son champ sémasiologique. C’est sa fonction limitative. D’autre part le signifié de langue est ce qui différencie les synonymes et confère au signifiant sa singularité dans un champ onomasiologique. C’est sa fonction différenciatrice”. “[Le signifiant] n’est pas une matérialité strictement phonique, non plus que sa conceptualisation phonologique. Il est indissociable de son signifié, c’est-à-dire du mentalisme qu’il marque et qui y transparaît”. “il n’y a rien de plus profond dans un langage que sa surface: pour qui sait la regarder, elle est la traduction même de ce qu’il est en profondeur”.

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rechazar la idea según la cual el significado precede el significante dado que, al contrario, sostenemos que el orden superficial, morfofonológico, da cuenta del orden semántico, y no al revés. Este es el motivo por el cual muchos trabajos que se enmarcan en la lingüística del significante se han esmerado en echar luz sobre redes de relaciones paronímicas y analógicas entre significantes buscando evidenciar cuáles podían ser las relaciones semánticas que ponían de manifiesto dichas redes.

2.1.2. Hacia un enfoque enactivo del lenguaje Este afán por evidenciar las redes de relaciones semiológicas —y, por tanto, semánticas—patentes en la lengua ha llevado numerosos estudiosos de esta corriente teórica a interesarse por la estructura morfémica e incluso submorfémica de las unidades lingüísticas. Desde un punto de vista metodológico, esto ha supuesto adoptar herramientas específicas, entre las cuales podemos mencionar la Cognemática, elaborada por Bottineau (2003 et seq.), la cual se sitúa en una teoría enactiva del lenguaje12. Este autor propone que los “cognemas”, que son unidades de nivel inferior al de los morfemas, llevan instrucciones cognitivas motivadas por el perfil sensoriomotor de los fonemas a los que están asociados. Estos cognemas ponen pues de manifiesto “una correlación entre procesos vocales y procesos cognitivos que no se impone universalmente [...] pero que aparece con una frecuencia suficientemente importante para llamar la atención y necesitar una exploración” (Bottineau 2009: 126)13. Se conciben estos cognemas como operadores de procedimiento “bio-mecánicamente encarnados” (Bottineau 2003 et seq.) que entran en interacción con el cotexto inmediato y el contexto de la enunciación en el discurso, y permiten que la significación surja no solamente para los receptores del acto de habla sino también para el propio emisor. Dicho de otra manera, consideraremos aquí que la experiencia sensoriomotriz, física y sensible del habla es la que modela la significación: el significado de la preposición por no existe en sí, sino que surge

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13

En las ciencias cognitivas, el paradigma de la enacción considera que la cognición se ubica en la coordinación (eventualmente intersubjetiva) de procesos encarnados que permiten al advenimiento conjunto del cuerpo propio y del entorno. En las ciencias del lenguaje, este paradigma implica que concibamos el lenguaje humano como una serie de acciones, comportamientos y coordinaciones intersubjetivamente compartidos que inciden en la emergencia de la significación. Esta no es predeterminada sino que surge con y por las formas (es decir, procesos dinámicos encarnados, situados cultural y socialmente y distribuidos en la interacción) que la producen (ver Bottineau 2013). “corrélation entre processus vocal et processus cognitif qui ne s’impose pas universellement [...] mais qui se déclare de manière sporadique et cohérente avec une fréquence suffisante pour attirer l’attention et requérir une exploration”.

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con y por su estructura submorfológica, mediante alternancias cognemáticas que transcienden las categorías habituales de las partes del discurso.

2.1.3. Consecuencias sobre nuestro acercamiento de los conceptos de calco y de transferencia Con este cuerpo de doctrina como referencia, entendemos cuán delicado es el problema de los conceptos de calco o de transferencia. Si los hablantes traducen los morfemas del guaraní -rehe/-re o -rupi por por, esto tiene dos consecuencias: no conciben lo mismo al usar -rehe/-re o -rupi por una parte y por, por otra parte, ya que cada morfema se inserta en una red semiológica —y, por ende, semántica— diferente. El significado de por tiene que ver con todas las formas del español con las cuales mantiene relaciones semiológicas, es lo que trataremos de mostrar más adelante. Otra consecuencia es que, a pesar de las diferencias que acabamos de mencionar, sí tienen los hablantes que encontrar algo en por que tiene que ver con las estructuras del guaraní, o por lo menos con cierta conceptualización posibilitada por las estructuras del guaraní. De no ser así, no lo traducirían de esta manera. Procuraremos entonces definir cuál es el alcance del contacto entre español y guaraní en estos empleos en particular.

2.2. Corpus y metodología 2.2.1. Elección del corpus Para observar el funcionamiento de la preposición por en todos sus contextos discursivos en Paraguay, hemos utilizado un corpus constituido de enunciados recogidos en la prensa paraguaya en línea. Hemos reunido ejemplos tanto normativos como no normativos, en enunciados en los cuales también podíamos observar alternancias entre por y otras preposiciones afines (contra, en, para, a, de, etc.), con el fin de efectuar un estudio sincrónico de la cuestión por lo menos en la prensa paraguaya en línea (Hoy, ABC Color, Última Hora, Crónica, etc.). Nos limitamos a un corpus cerrado de ocurrencias encontradas en artículos publicados estos diez últimos años en los periódicos paraguayos en línea.

2.2.2. Extracción de “por” y clasificación de los contextos discursivos Como hemos expuesto arriba, como partimos del postulado según el cual tenemos que confiar en el que por presenta un significado común en todos sus

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contextos discursivos, intentamos observar su funcionamiento en todo tipo de enunciados. Clasificamos estos contextos intentando distinguir lo que pertenece, por un lado, al co(n)texto discursivo en sí (significado de los demás signos, situación referencial, etc.), y, por otro lado, al significado de la preposición por sí sola. Presentamos brevemente a continuación los contextos en los cuales aparece. Luego, trataremos de determinar cómo se articulan las ocurrencias no normativas de por típicamente paraguayas con sus empleos normativos.

3. Funcionamiento discursivo de por en Paraguay 3.1. “Por” en contextos normativos Primero, es importante recalcar que por aparece en todos los contextos clasificados por las gramáticas normativas del español. Permite expresar una localización espacial o temporal: “Si estábamos por acá nos moríamos”14, “Por esa época su familia no sabía que Rogelio mantenía un noviazgo secreto”15; pero también el cruce de un espacio: “El día que un ovni ‘pasó’ por Asunción, causó conmoción y dio pie a ‘vida extraterrestre’”16. También permite expresar una causa, un móvil o introducir un complemento de agente en una construcción pasiva: “Noelia pensó que la mujer le decía eso por celosa”17, “Justin perseguido por policía turca”18. Los enunciados en los cuales por introduce un medio se pueden considerar como una versión debilitada de esos casos ya que el medio es lo que permite la realización de la acción. También podemos integrar en esta categoría los ejemplos en los que por expresa una concesión ya que se trata de una causa declarada como inoperante: “Exigen aplicar normas de seguridad en obras ‘por más que cueste caro’”19. Se usa también por para expresar el intercambio o la equivalencia: “No te cambio por nadie”20.

14 15 16 17 18 19 20

Hoy, 17/04/16; . Hoy, 29/08/16; . Hoy, 21/10/16; . Hoy, 20/10/16; . Hoy, 3/05/13; . Hoy, 8/06/15; . Hoy, 24/07/2015; .

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Desde ya, podemos hacer algunos comentarios. Se observa a menudo que se elige por en vez de otra preposición para expresar una localización espacial o temporal con el fin de expresar la idea de una ubicación difusa, imprecisa21. Sin embargo, opinamos que esto se debe al contexto inmediato, ya que si retomamos el enunciado siguiente: “un ovni ‘pasó’ por Asunción”, no se trata aquí de una localización imprecisa introducida por la preposición por, sino más bien del camino exacto por el que va a pasar el sujeto. Otros estudios explican que la capacidad intrínseca de por para significar el recorrido completo de un espacio interno22 permite explicar el uso que se hace de por para expresar una causa. Pero, desde el enfoque de la lingüística del significante que hemos adoptado, por no puede significar a la vez un recorrido interno completo —es decir, desde un límite hasta otro en el espacio evocado— y el cruce de un espacio como lo podemos ver en el ejemplo que acabamos de mencionar en el que el locutor concibe una partida desde un punto fuera del espacio interno de “Asunción” para llegar a otro punto fuera de este mismo espacio23. Entonces, dejando de lado todo lo que está contenido en el entorno sintáctico de por, ¿qué es lo que incluye la preposición en su significado mismo que se encuentra en cada uno de los empleos enumerados? Lo que sucede es la puesta en relación, gracias a por, de dos entidades autónomas. Y la preposición no solo las vincula, sino que también lo hace de manera dinámica24.

3.2. “Por” en contextos no normativos Como hemos mencionado al inicio de este trabajo, muchos estudiosos han observado que por se presentaba en contextos específicos en Paraguay. Podemos encontrar la preposición por en dos contextos discursivos específicos: - en enunciados en los cuales se esperaría una construcción transitiva directa: (5)

21 22 23 24 25

Ya no hago caso. No miro por las otras, solo me concentro en mí y en mi trabajo (Hoy, 14/08/2016; )25.

Por ejemplo, Jiménez (2003: 251). Ver Bénaben (2002: 145). Ver Fontanier (2016: 20-26). Ver Fontanier (2016: 59), Fortineau-Brémond (en prensa) e infra. Las cursivas de los ejemplos son nuestras.

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- en circunstantes del verbo que también exigen el uso de otra preposición en español estándar (aquí en): (6)

El exjugador de Libertad chocó contra una camioneta y posteriormente fue a parar por un árbol, destrozando su rodado. Fue asistido por sus familiares y llevado hasta un centro asistencial. En principio se habló de que el “Topo” perdió el control y solo chocó por el árbol, pero una pareja presentó denuncia en la Comisaría 1.ª Metro, diciendo que fueron chocados por el jugador. “Topo Cáceres ‘casi mata a mi familia’, he’i” (Crónica, 04/07/16; ).

(7)

Se olía el alcohol por ella y parecía que si no se apoyaba se caía (Hoy, 30/07/13; ).

3.3. El problema de los conceptos de calco y transferencia 3.3.1. -rehe/-re y -rupi en guaraní Como hemos expuesto arriba, estos autores observan que estos empleos se deben al calco o a la transferencia de los morfemas -rehe/-re o -rupi del guaraní. Ya Guash consideraba las traducciones que hemos descrito como calcos del guaraní que habría que evitar: Adviértase que rehe, hese rarísima vez se traduce por medio de la preposición por. El decir “reparo por él, pisó por él, hace bien por nosotros” son guaranismos que conviene evitar a toda costa, si no queremos estropear al castellano (Guash 1956: 243).

Ayala (1996: 187) también observa que -rehe “es una posposición muy especial, que no corresponde a ninguna preposición castellana y en cada caso se traduce por distintas preposiciones”. Tomando la clasificación de Guasch, propone una nomenclatura a partir de la significación de los verbos que rigen -rehe y plantea cuatro grupos: 1) los verbos no compuestos, activos, intransitivos que expresan una acción que se repercuta sobre las personas o las cosas como objeto indirecto (Aja okẽrehe: “me arrimo a la puerta”, o Mario opu’ã itúvarehe: “Mario se rebela contra su madre” [sic]26);

26

En guaraní, itúva significa ‘su padre’ y no ‘su madre’.

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2) los verbos atributivos que expresan cualidades o acciones que implican una relación indispensable entre el sujeto y una persona o cosa (Che’angata cheménarehe: “Estoy preocupada por mi marido” o Mário itavyete itajyrapahaguérehe: “Mario está chocho por su última hijita”); 3) los verbos con un término verbal intransitivo que rige -rehe y que se transitiva con el factitivo -mbo/-mo (Amoĩta cheréra che rókẽrehe: “Pondré mi nombre en mi puerta”); 4) los verbos reflexivos que expresan acciones para las cuales el sujeto se pone en relación con alguien o algo que no es el objeto ni el paciente (Santiágo ojekó hína amo yvyrárehe: “Santiago está recostado contra aquel árbol”). Esta nomenclatura permite observar que, en todos estos casos, la posposición -rehe aparece con verbos cuya construcción no requiere necesariamente un complemento. El morfema -rehe queda fuera del predicado e introduce siempre sintagmas oblicuos. Por otra parte, sabemos que -re/rehe se utiliza también para hacer preguntas e introducir una cláusula causal, por ejemplo en Mba’érehepa ndepochy. Chembotavyhaguérehe (“¿Por qué estás enojado? Porque me engañó”). Este morfema permite en guaraní relacionar dos elementos (predicado < > sintagma oblicuo/causa < > consecuencia) entre dos elementos cuya relación es prescindible. De la misma manera, sirve para relacionar una entidad con una superficie (Santiágo ojekó hína amo yvyrárehe: “Santiago está recostado contra aquel árbol”), un verbo de percepción con el objeto de esta (Che’angata cheménarehe: “Estoy preocupada por mi marido”), la superficie que va a recibir el golpe con el golpe mismo (Oñembota yvyrárehe: “chocó con un árbol”), etc. De la misma manera, -rupi puede expresar la causa (Mba’éicharupi piko yvatetégui ra’e ha neremanóire’a: “¿cómo se explica que te hayas caído de tan alto y no hayas muerto?), o la puesta en relación con un espacio (Rehokuévo tupâópe ehasa ko’a rupi: “Cuando te vayas a la iglesia, pasa por aquí”).

3.3.2. El problema de la traducción Observamos con esto que lo que tienen en común los morfemas por, -rehe y -rupi es que son elementos relacionales: la relación puede ser metadiscursiva, nocional o espacial. En guaraní son morfemas que quedan fuera del predicado, en una posición circunstancial. Ahora bien, la traducción no es automática: -rehe y -re pueden ser calcados con la preposición española de (Krivoshein de Canese/ Corvalán 1987: 59-66), y el morfema -rupi con mediante que en otros contextos (Granda 1988: 266-267). Además, recordemos que los contextos no normativos de por se mantienen junto con otros que se consideran como normativos, con

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lo cual, la preposición por en español no tiene por qué haber cambiado de significado. Por eso, Dietrich propone que lo que cambia aquí es una cuestión de valencia verbal: Las interferencias del guaraní en el castellano local afectan, sobre todo, las diferentes valencias de los verbos: [...] se trata, por regla general, de un complemento de lugar obligatorio en guaraní al cual corresponde, en la mayoría de los casos, una valencia directa transitiva en el castellano estándar, con menos frecuencia, de un complemento preposicional, pero de concepción local-regional diferente de la del guaraní (Dietrich 1995: 208).

Expondremos a continuación una propuesta de significado único para la preposición por, que pretende encajar tanto con los empleos normativos del español estándar como con las sintaxis típicamente paraguayas.

4. Una hipótesis explicativa 4.1. Significado de “por” 4.1.1. Por y su red semiológica La lingüística del significante propone estudiar lo que las relaciones de analogía y paronimia entre los distintos significantes permiten deducir de las relaciones de los significados asociados a ellos. Como hemos dicho, la Cognemática, elaborada por Bottineau a inicios de los años 2000, permite aislar componentes submorfémicos que entran en los significantes de numerosos subsistemas gramaticales. Estos cognemas vehiculan instrucciones cognitivas motivadas por el perfil sensoriomotor de los fonemas a los que están asociados27.

27

Bottineau enumera así las circunstancias no cumulativas en las cuales podemos considerar que la relación fonema/invariante cognitivo se activa: “1) se manifiesta en una alternancia recurrente [...]. 2) El operador-palabra en el cual se manifiesta viene formado también por la aglutinación de marcadores extraídos de alternancias semejantes [...]. 3) El submorfema, combinado con una raíz o con otros submorfemas en una posición constante como la inicial o la final, clasifica todos los operadores afectados en una categoría dada [...]” (Bottineau 2004: 29) [“1) il se manifeste dans une alternance récurrente [...]. 2) L’opérateur-mot dans lequel il se manifeste est lui-même globalement formé d’une agglutination de marqueurs extraits de telles alternances [...]. 3) Le submorphème, combiné à une racine ou à d’autres submorphèmes dans une position constante comme l’initiale ou la finale, classe tous les opérateurs concernés dans une catégorie donnée [...]”.

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Para la lengua española, varios autores han puesto de manifiesto la existencia de un cognema R, que asocian con el concepto de dinamismo. Este emerge por iconicidad con las propiedades articularias de /r/, a saber, la vibración. Así, el fonema /r/ final en por permite identificarlo no solo con los nombres de agentes que tienen un sufijo en -or, sino también con los infinitivos y futuros españoles. De ahí que el cognema R entra en dos tipos de sistemas: un sistema de oposición R/S evidenciado por Luquet (2010: 74), y otro de oposición entre R y T expuesto por Bottineau (2010: 30), sistema que se encuentra particularmente visible en el sistema verbal español como en la oposición entre cantar y cantado, donde el cognema R conceptualiza una impulsión dinámica, y T un límite, significando el no cumplimiento de la acción. De la misma manera, por compite con preposiciones que contienen el cognema T, como de28, contra y durante en este contraste impulsión/dinamismo vs. límite29. Esta alternancia la encontramos asimismo en las construcciones pasivas donde la preposición introductora varía entre por y de según si se trata de una concepción dinámica o estática del complemento de agente30. En cuanto al fonema /o/, también se ha mostrado que se trataba de un cognema: Fortineau-Brémond (en prensa) postula que O es un operador de involución, de repliegue hacia dentro, por iconicidad con la articulación del fonema: esta supone en efecto un movimiento de retracción de la lengua hacia la zona velar. Muestra la autora cómo se opone O a A, en particular en la oposición entre por y para, y propone que, con por, “los dos elementos se conceptualizan como pertenecientes a priori a dos esferas diferentes pero el [cognema] O de por manda ‘repatriar’ uno en el campo conceptual [...] del otro” (Fortineau-Brémond, en prensa)31. Hasta ahora, el fonema /p/ no se ha identificado como posible cognema en la lengua española, pero postulamos que el significado de por emerge por las instrucciones cognitivas vehiculadas por estos dos cognemas.

28 29 30 31

El rasgo de sonoridad no interviene en la detección de este cognema. Ver Blestel (2015) donde proponemos también que en el caso de la preposición en, en cambio, la presencia del cognema N es un operador de interioridad. Ver Funes (2016) que propone un estudio comparativo de las construcciones pasivas con complemento agente explícito introducido por las preposiciones por y de en el marco teórico del Enfoque Cognitivo-Prototípico. “les deux éléments sont posés comme appartenant a priori à deux sphères différentes mais le O de por enjoint de ‘rapatrier’ l’un dans le champ conceptuel [...] de l’autre”.

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4.1.2. Significado de por Proponemos que por permite relacionar de manera dinámica dos entidades que no tienen nada en común. El carácter dinámico emerge mediante el cognema R y el carácter relacional entre dos entidades separadas por el cognema O. Concebimos el significado de por como un vector, un soporte de transmisión de entidades en movimiento. Para representar esta capacidad de por para unir dos entidades distintas de manera dinámica, proponemos simbolizar su significado con el esquema siguiente:

Figura 1. Significado de por

El eje horizontal permite dibujar el nexo que relaciona las dos entidades entre sí, sin forzosamente alcanzar los límites del espacio así determinado y las flechas bidireccionales representan el movimiento de vaivén consecutivo al dinamismo que une A y B32. Este significado que acabamos de exponer, hace falta ahora verificarlo con todos los empleos de por, normativos y no normativos, en Paraguay.

4.2. Explotación discursiva en contextos normativos 4.2.1. Causa, medio, complemento de agente, móvil e intercambio Consideremos por ejemplo el enunciado (8) en el que por sirve para expresar una causa: (8)

El donativo por un valor de unos 4 palos, fue realizado por una persona que era investigada por omisión de auxilio, en carácter de resarcimiento al daño causado33.

El esquema podríamos representarlo así:

32 33

Ver Fontanier (2016: 60). Crónica, 03/06/16; .

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Figura 2. Representación del ejemplo (8)

Por permite vincular dos sintagmas, “era investigada” y “omisión de auxilio”, en una relación de dinámica bidireccional: la existencia de la investigación existe en relación con la “omisión de auxilio”, y viceversa. La conceptualización es similar con el medio, en (9): (9)

“Llevo34 tiempo juntar todas las imagenes porque son muchas cámaras. Nosotros hemos colaborado en todo momento, incluso por nota nos hemos puesto a disposición”, indicó [sic]35.

Aquí, “nota” indica el medio por el cual los hablantes han colaborado, pero “nos hemos puesto a disposición” es también lo que motiva la existencia de “nota”. Lo mismo pasa con el complemento de agente: (10)

Cuatro ocupantes de una motocicleta fueron embestidos esta tarde por un tractor y perdieron la vida el papá, la mamá y un hijo de 12 años de edad, mientras, que un chico de 8 años está grave en el hospital de Santa Rosa36.

Cuando el complemento de agente es introducido por por, estamos ante eventos marcados por un alto grado de dinamismo. En los enunciados en los que por expresa un móvil (11), se trata de una relación de validez permanente entre el elemento inicial y el término de la preposición y por mantiene un vaivén continuo entre los dos polos que relaciona: (11)

34 35 36 37

Se jugó por sus sueños [...]. Así, este joven paraguayo que decidió jugarse por algo para lo que tiene un gran talento sobresale y apunta lejos. ¿No habrá llegado también tu momento de explotar?37

Se trata probablemente de “llevó” ya que también faltan tildes en otras partes del artículo. La Nación, 17/05/16; . ABC Color, 25/05/16; . En este ejemplo, el carácter no normativo del enunciado no proviene de la preposición por sino de la ausencia del pronombre la: “*se jugó” por “se la jugó”. ABC Color, 30/08/13; .

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En los casos en los cuales por sirve para establecer una relación de intercambio, se trata también de una relación de interdependencia entre los dos polos relacionados mediante por: (12)

El procesado comentó que no recordaba a “un fiscal que no se haya pagado” sobornos y al mismo tiempo salpicó a la diputada Cristina Villalba. Según De Souza, era una de las que recibía dinero por el narcotráfico38.

4.2.2. Localización espacial y temporal En el ejemplo (13), la preposición permite relacionar una acción con un periodo no limitado (de ahí la impresión de carácter difuso) y dinámico: (13)

Un ambiente tenso se vivió por momentos en la mañana de este martes en los alrededores del Cerro Ñemby, ubicado en la ciudad del mismo nombre [...]. Hay material para seguir explotando por 20 a 30 años más39.

No sabemos aquí si el Cerro Ñemby va a seguir siendo explotado de manera continua durante 20 o 30 años, o bien si va a ser explotado y luego abandonado para ser explotado de nuevo después. Es lo que permite la conceptualización dinámica de por. En el ejemplo (14), la entidad relacionada con las marchas tampoco tiene límites: el hablante se atiene a presentar un movimiento de “marcha” multidireccional en el microcentro: (14)

Los manifestantes se concentran en la plazoleta de la Junta Municipal, realizando permanentes marchas por el microcentro40.

4.3. Explotación discursiva en contextos no normativos Hemos observado que en los dos contextos discursivos en los cuales surgen empleos no normativos de por —a saber, el empleo no normativo de la preposición por en enunciados en los cuales se esperaría una construcción transitiva directa y en circunstantes del verbo que también exigen el uso de otra preposición en

38 39 40

ABC Color, 07/06/16; . ABC Color, 31//05/16; . ABC Color, 01/06/16; .

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español estándar—, estamos siempre ante eventos télicos que implican la conceptualización del alcance de un límite final: puede ser el límite donde acaba una mirada —“No miro por ellas” (1)—, donde acaba una reacción —“reaccionó por el adversario” (2)—, donde acaba un taxi —“chocó por una columna” (3)— o donde acaba el agua en el caso de la cara del árbitro —“ Hicieron de todo: patada, trompada, agua por la cara del árbitro, proyectil” (4)—. Esta conceptualización de alcance de límite proviene, o del significado del verbo que acompaña por (por ejemplo, pegar, estrellarse, chocar e incluso mirar algo), o bien de la asociación de un verbo con cualquier substantivo que implica un límite (columna, árbol, etc.). Ahora bien, como hemos mostrado anteriormente, este límite no viene incluido en el significado de la preposición por, sino en el co(n)texto inmediato que la rodea. De la misma manera que en los empleos normativos de la preposición, por implica la conceptualización de un vector bidireccional de entidades en movimiento que participa en el alcance de un límite presente en el co(n)texto, como averiguamos en el ejemplo (15): (15)

El chofer del colectivo, Oscar Recalde, indicó a la 730 AM que el policía cruzó indebidamente y terminó impactando por la puerta de su vehículo. “Yo iba por Brasil, pasé el semáforo en verde. La moto impactó por mi colectivo, venía a gran velocidad”, expresó el trabajador41.

Figura 3. Representación del ejemplo (15)

La preposición por permite relacionar el elemento inicial “la moto impactó” con el término “mi colectivo”, los cuales no tienen por qué tener algo en común. Esta relación dinámica permite conceptualizar el recorrido de la relación que une el colectivo y la moto. De la misma manera, en un enunciado del tipo {reaccionar + por}, podemos entrever el mismo tipo de vector de entidades en movimiento: (16)

41

“Estábamos forcejeando, cuando la jugada sale para otro lado, él reaccionó por mí”, comenzó relatando del central que logró un alto rendimiento en

Hoy, 26/02/16; .

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Olimpia. Agregó que Menéndez tuvo que ser expulsado por la forma en que reaccionó42.

En (16) se ve cómo la acción reaccionar refiere a una impulsión como respuesta a un evento anterior. Se produce un movimiento entre la persona que reacciona y la persona que recibe la reacción:

Figura 4. Representación del ejemplo (16)

Notamos también que “mí” podría interpretarse como causa de la reacción y como la persona que recibe la reacción (límite final). Esto se debe a que ninguna de estas dos significaciones viene incluida en el significado de por: este se limita a relacionar entidades en movimiento de manera dinámica.

5. Conclusiones Con este trabajo, hemos querido matizar el alcance del contacto de lenguas, en particular las nociones de calco y transferencia. Como hemos querido mostrar desde los postulados de la lingüística del significante, los empleos no normativos de por no evidencian una mera traducción de los morfemas guaraníes -rehe/-re y -rupi. La sensación de desvío con respecto a la norma proviene más bien del hecho de que por aparece en contextos discursivos que implican la conceptualización del alcance de un límite cuando justamente la preposición no lleva esta “limitación” en su significado: en estos casos, el alcance del límite viene implicado por el co(n)texto semántico-sintáctico de por. Hemos propuesto al contrario que por permite relacionar dos entidades de forma dinámica, lo que coincide con la capacidad de los morfemas -rehe/-re y -rupi para relacionar entidades que no tienen por qué ser relacionadas, bien porque aparecen con un verbo intransitivo, o porque se trata de establecer una relación de causa < > consecuencia. En este sentido, tal vez sí podamos hablar, con Palacios, de convergencia lingüística:

42

D10: .

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Consecuentemente con su sistema cognitivo guaraní, los hablantes bilingües de variedades de español en contacto con el guaraní han optado por seleccionar la posibilidad del español que más se acerca a la lengua guaraní [...] (Palacios 2007: 274-275).

Si prescindimos de la norma establecida por las instituciones académicas, el significado de la preposición española por no impide tales conceptualizaciones cognitivas. Es lo que hemos querido mostrar con este trabajo.

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“¿PODÉS CREER USTED?”: SOBRE LAS FORMAS DE TRATAMIENTO HÍBRIDAS EN EL ESPAÑOL DE LOS MALECUS DE COSTA RICA1 CARLOS SÁNCHEZ AVENDAÑO Universidad de Costa Rica

1. Introducción Las formas de tratamiento pronominal y verbal en español constituyen probablemente uno de los subsistemas gramaticales con mayor variación en el mundo hispanohablante, no solo en cuanto a lo puramente formal (conjugaciones de tuteo, de ustedeo y de voseo, este último con varias posibilidades en diversas regiones), sino en especial en lo concerniente a las variables sociolingüísticas y pragmáticas que rigen la selección de una u otra opción disponible para los hablantes (Fontanella de Weinberg 1999). Es de suponer, entonces, que en las zonas de bilingüismo intenso y prolongado entre el español y una lengua amerindia tal variación también esté presente y que incluso incidan otros factores relacionados con el contacto de lenguas. En el caso de Costa Rica, si bien se han publicado diversos trabajos acerca de las formas de tratamiento en diferentes variedades del español hablado en el país (Quesada Pacheco 2009), no se ha analizado pormenorizadamente este subsistema en las variedades habladas por grupos indocostarricenses. Apenas se encuentran sucintas menciones de la presunta alternancia libre de formas ustedeantes y formas voseantes en el habla de individuos que adquirieron el español como

1

Esta investigación se ha desarrollado en el marco de los proyectos “El español en contacto con otras lenguas: variación y cambio lingüístico” y “El español en contacto con otras lenguas II: variación y cambio lingüístico”, parcialmente financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad/Fondo Europeo de Desarrollo Regional (ref. FFI2012-31702 y FFI201567034-P, MINECO/FEDER), así como el proyecto inscrito en el Instituto de Investigaciones Lingüísticas de la Universidad de Costa Rica.

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“¿Podés creer usted?”

segunda lengua y que aparentemente mostraban escasa competencia productiva en este idioma para inicios de la segunda mitad del siglo XX (Agüero Chaves 1962). Asimismo, en publicaciones aparecidas a partir de la década de 1990 se alude sin mayor detalle a construcciones en las que formas de voseo y de ustedeo confluyen en una misma cláusula en el habla de individuos bruncas (borucas), huetares y malecus (guatusos). Así, Quesada Pacheco (2000: 92) —sin especificar el grupo al que se refiere— afirma que “entre los hablantes indígenas de Costa Rica, tanto bilingües como monolingües en español [...], el plano de la solidaridad se caracteriza por la convergencia del paradigma pronominal de usted más el verbal del voseo: ¿qué es lo que comistes usted?”. Constenla Umaña (2005: 71), por su parte, informa de la existencia de este fenómeno en el español de malecus y bruncas, el cual atribuye a interferencia de sus respectivas lenguas vernáculas: “uso [...] del pronombre usted con las formas verbales correspondientes al voseo (las lenguas indígenas del área no tienen ninguna distinción del tipo usted/vos), como en el caso ¿cómo estás usted?”. Finalmente, Quesada Pacheco (2008: 67) se refiere a esta confluencia como “confusión” presente en el español hablado por los indígenas en Costa Rica y aduce que se trata de un fenómeno de contacto: “sucede porque ninguna lengua del área posee pronombres de tratamiento condicionados por factores sociolingüísticos o pragmáticos”. Ninguno de estos autores ha argumentado a favor de su interpretación acerca del origen del fenómeno, sino que únicamente se han limitado a recoger el dato y han sospechado del influjo lingüístico amerindio. El objetivo del presente artículo consiste, por lo tanto, en abordar a profundidad esta cuestión con base en datos del español hablado por los malecus y desde la perspectiva de la lingüística de contacto. Nos planteamos mostrar, siguiendo la propuesta de Palacios (2011, 2013) en lo relativo a los cambios indirectos inducidos por contacto, que resulta necesario tomar en cuenta la particular situación de inestabilidad y variación de las formas de tratamiento en el español costarricense sin influjo reciente de una lengua indígena para comprender esta innovación morfosintáctica, consistente en la confluencia de formas de voseo y ustedeo del tipo “¿cómo estás usted?” (fenómeno al que denominaremos con el neologismo ustevoseo precisamente para destacar que se trata de una construcción híbrida). Asimismo, explicamos de qué modo la gramática del idioma malecu habría disparado o acelerado su surgimiento. Como se verá en el apartado 3, si ya de por sí las formas de tratamiento constituyen un ámbito de la lengua española particularmente susceptible a cambios y reacomodos, en las variedades del español costarricense el asunto parece ser particularmente complejo, hasta el punto de que se produce un fenómeno de

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variación muy distinto al reportado para otras regiones hispanohablantes. Valga destacar, por el momento, que el voseo pronominal y verbal muestra plena vitalidad en Costa Rica (Agüero Chaves 2009; Quesada Pacheco 2009). Además, el ustedeo no solo aparece en situaciones formales de distancia entre los interlocutores y en relaciones asimétricas, sino que también es común en las situaciones de familiaridad, amistad, cercanía, informalidad y solidaridad (Quesada Pacheco 1996, 2000, 2010; Leraand 1995; Murillo Rojas 1995; Vargas Dengo 1974). El tuteo —forma aparentemente inusual en el habla costarricense en los siglos XIX (Gagini 1892) y xx (Agüero Chaves 1962; Gagini 1918; Quesada Pacheco 1929; Vargas Dengo 1974; Villegas 1963)— se escucha con cada vez mayor frecuencia en la actualidad (Leraand 1995; Moser 2003; Quesada Pacheco 2000, 2009). Por último, se reportan alternancias entre formas de voseo (y más recientemente de tuteo) y de ustedeo en una misma situación comunicativa y entre los mismos hablantes (Leraand 1995; Moser 2006, 2008; Quesada Pacheco 2000, 2009). El voseo tradicional costarricense es de tipo monoptongado, con las formas cantás, comés y vivís en presente de indicativo; cantés, comás y vivás en presente de subjuntivo; y cantá, comé y viví en imperativo. Para el pretérito perfecto simple aún subsisten las formas cantastes, comistes y vivistes en algunos hablantes, pero las comunes en la actualidad son las formas convergentes con el tuteo cantaste, comiste y viviste. Las formas de futuro cantarés, comerés y vivirés apenas sobreviven en locuciones fosilizadas (como “esperate y verés”). El pretérito compuesto de subjuntivo se construye con la forma hayás del auxiliar haber. Las demás conjugaciones coinciden plenamente con las de tuteo. El pronombre personal en función de sujeto y de término de preposición es vos, mientras que el clítico de objeto directo e indirecto es te y el posesivo es tu/tuyo (Agüero Chaves 2009; Quesada Pacheco 2009). Sin embargo, además del empleo esporádico del pronombre tú y de formas como contigo, se escuchan con frecuencia en la actualidad conjugaciones tuteantes en presente de indicativo, subjuntivo e imperativo (Moser 2003). Podría plantearse, entonces, que en este momento coexisten construcciones de ustedeo, de voseo tradicional (el monoptongado en la conjugación verbal de los presentes de todos los modos, con acento en la última sílaba: sos, cantás, podés, más el pronombre de sujeto y de término de preposición vos: a vos, para vos, con vos), de voseo innovador (con conjugaciones muchas veces coincidentes con las de tuteo en presente de todos los modos: eres, cantas, puedes, más el pronombre de sujeto y de término de preposición vos: a vos, para vos, con vos), y de tuteo pleno (conjugaciones de tuteo y uso del pronombre de sujeto tú y los de término de preposición ti~tigo: a ti, para ti, contigo).

208

“¿Podés creer usted?”

2. Las formas de tratamiento en el español hablado por los malecus Los malecus constituyen uno de los nueve pueblos amerindios asentados en el actual territorio de Costa Rica. Se trata de un grupo conformado por unos 500 o 600 individuos que habitan mayoritariamente en el cantón de Guatuso, provincia de Alajuela, en tres poblados: El Sol, Tonjibe y Margarita. Su contacto cotidiano y frecuente con hispanohablantes, así como la extensión del bilingüismo malecu-español y el desplazamiento progresivo de su idioma autóctono no se empezaron a producir sino hasta la segunda mitad del siglo XX (Sánchez Avendaño 2015a, 2016). En la actualidad, todos los miembros de este grupo son o bilingües (equilibrados, con el malecu como lengua dominante o con el español como lengua de mayor competencia y uso) o cuasi-monolingües en español. En realidad, el continuo de competencia bilingüe es muy amplio y, si bien existen personas que se declaran totalmente monolingües en español, lo cierto es que un gran número muestra competencia receptiva o al menos conocimiento de algunas palabras y expresiones en malecu (Sánchez Avendaño 2011). Existe, por lo demás, correlación entre la edad, el grado de bilingüismo y la frecuencia de aparición de diversos fenómenos de contacto en el español hablado por estos individuos (Sánchez Avendaño 2015b, 2016). Para el análisis de las formas de tratamiento en su variedad de español, contamos, en primer lugar, con un corpus de discurso deliberativo acerca de la situación de su lengua y su cultura tradicional (aproximadamente veinte horas y media de grabación) que documenta el habla de 74 individuos (aproximadamente el 13-14% de la población), participantes en grupos de discusión y en entrevistas cualitativas, de todas las generaciones y de los tres poblados (Sánchez Avendaño 2011, 2016). En segundo lugar, a lo largo de cinco años de trabajo con miembros de la comunidad, hemos anotado ejemplos de ustevoseo y hemos observado la frecuencia de aparición de las diversas formas de tratamiento en interacciones espontáneas. A este respecto, hemos constatado que el fenómeno de variación que nos interesa (el ustevoseo) está infrarrepresentado en el corpus discursivo en comparación con el habla coloquial espontánea. Pese a ello, este corpus tiene la ventaja de que nos permite cuantificar la aparición de cada forma de voseo o ustedeo, pronominal o verbal. Cabe destacar que, sobre todo en el corpus de discurso deliberativo, se pueden distinguir varios empleos de las formas de tratamiento. El más abundante aparece en relatos dramatizados; es decir, en secuencias discursivas en las que el hablante reproduce una conversación en estilo directo dentro de la narración de una historia, anécdota o vivencia. Si bien se trata de una interacción recreada,

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el relato dramatizado, al buscar imitar “el modo de hablar, vocabulario, entonación, acento, etc., propios de la persona citada” (Baixauli Fortea 2000: 90), constituye una fuente de información valiosa sobre las relaciones sociales y el contexto en que se desarrolla la conversación tal y como se los representa el hablante/narrador. Es de suponer, entonces, que las formas de tratamiento incluidas en los segmentos conversacionales muestren información socio y pragmalingüística, si es que parámetros de esta índole median en la selección de una forma u otra; o bien, por el contrario, que revelen la alternancia libre y la neutralización de formas. La ventaja de las interacciones conversacionales en los relatos dramatizados reside en que se recoge una multiplicidad de situaciones comunicativas con interlocutores diversos, lo cual es difícil de conseguir cuando se analiza discurso conversacional in situ. Además, en el corpus discursivo se encuentran casos de formas de tratamiento con valor inespecífico, equivalentes al uso del indefinido generalizador uno (v.g. “uno puede entrar sin permiso” = “usted puede entrar sin permiso” = “vos podés entrar sin permiso”), conectores pragmáticos originados en verbos y no completamente invariables (v.g. ‘vieras’, ‘¿ves?’, ‘¿ve?’, ‘mirá’), así como ejemplos de formas de tratamiento en interacciones in situ, cuando los participantes de los grupos de discusión se dirigen al entrevistador o interactúan entre ellos. En el cuadro 1 se muestran los resultados del conteo en el corpus deliberativo de las construcciones con una forma de tratamiento en función de sujeto, sea que el pronombre aparezca en la misma cláusula con el verbo que rige o que solo aparezca el verbo. Téngase en cuenta que, para efectos de llevar a cabo este análisis cuantitativo preliminar, no distinguimos factores sociolingüísticos o pragmalingüísticos que promoverían el uso del ustedeo o del voseo, sino que solamente se contabilizan las apariciones de las construcciones vinculadas a una u otra forma de tratamiento.

86

3

0

Ustedeo verbal y pronominal tónico (usted come)

Ustedeo solo verbal (come)

Ustedeo pronominal con voseo verbal (usted comés)

2

6

4

78

2

0

8

0

60

2

7

1

9

109

1

0

11G

0

9

45

1

0

22G

33G

22G

0

3

12

0

0

33G

1

2

10

0

0

11G

0

0

32

0

0

22G

El Sol

4

0

26

0

0

33G

20/522 3,8%

30/522 5,7%

458/522 87,7%

7/522 1,3%

7/522 1,3%

Total por tipo de construcción

30/488 6%

458/488 94%

7/14 50%

7/14 50%

1G = jóvenes, 2G = adultos, 3G = adultos mayores. Para la segmentación demosocial del corpus, véase Sánchez (2011).

1

Voseo solo verbal (comés)

2

0

Voseo verbal y pronominal tónico (vos comés)

11G2

Tonjibe

Margarita

Totales por formas de voseo y de ustedeo separadas

Cuadro 1. Construcciones con formas de tratamiento en función de sujeto

20/522 3,8%

488/522 93,5%

14/522 2,7%

Totales de voseo y de ustedeo (verbal y pronominal + solo verbal)

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Se puede apreciar que el voseo pronominal y verbal se registra en este corpus únicamente en la generación de los adultos mayores de Margarita, aunque sí se documentan ejemplos de voseo solo verbal en todos los grupos de Margarita y en la generación de jóvenes y de adultos de Tonjibe. No obstante, es evidente que la forma de tratamiento predominante en este corpus es el ustedeo y que el ustevoseo se registra con más frecuencia que el voseo: de un total de 522 construcciones contabilizadas, 488 (93,5%) casos corresponden a construcciones de ustedeo verbal y pronominal o solo verbal, frente a 14 (2,7%) casos de construcciones de voseo verbal y pronominal o solo verbal, y 20 (3,8%) casos de construcciones de voseo verbal más ustedeo pronominal. No puede pasarse por alto tampoco que, de las 488 construcciones de ustedeo, 458 (el 94%) corresponden a construcciones en las que el verbo conjugado en ustedeo se acompaña del pronombre de sujeto usted, frente a 30 (el 6%) casos en los que este pronombre no aparece en la misma cláusula que el verbo (pero se recupera del contexto discursivo inmediato). Estos números indican que la posible ambigüedad referencial del ustedeo verbal (es decir, la posible confusión entre un referente de segunda persona y uno de tercera persona, provocado por la coincidencia formal de la conjugación del ustedeo con la conjugación de tercera persona) se soluciona preferentemente en el habla de los entrevistados malecus mediante la inclusión del pronombre usted. Si bien la conjugación de voseo no implica esta confusión formal, es probable que la frecuente estrategia desambiguadora de incluir el pronombre usted motive también la aparición de construcciones de ustevoseo, en las que el verbo aparece conjugado en voseo y se acompaña del pronombre usted, pues el voseo solo verbal es menos frecuente que el ustevoseo y el empleo del pronombre vos parece estar circunscrito a los adultos mayores de Margarita3. Volveremos más adelante sobre estas tendencias. En el cuadro 2 se muestra el conteo de construcciones con formas de tratamiento en función de objeto. Para el ustedeo básicamente se trata del uso del clítico le, puesto que en el corpus aparecen muy pocos clíticos lo para el objeto directo de ustedeo, mientras que resto de los objetos directos referidos a una segunda persona aparecen con el clítico de voseo te, forma que también codifica el objeto indirecto (en cuya función sintáctica sí alterna recurrentemente con el clítico le de ustedeo en el corpus).

3

Nuestras observaciones de interacciones esporádicas nos permiten afirmar que el pronombre vos efectivamente aparece con muy poca frecuencia en el habla de los malecus.

212

“¿Podés creer usted?”

Cuadro 2. Construcciones con formas de tratamiento en función de objeto Margarita

Tonjibe

Total por construcción

El Sol

11G

22G

33G

11G

22G

33G

11G

22G

33G

Clíticos de ustedeo le, lo (como le dije antes)

43

26

16

29

5

0

8

20

8

Clítico de voseo te (como te dije antes)

33

10

90

57

21

12

2

28

49

155/457 33,92%

302/457 66,08%

Así las cosas, ya es de por sí indicativo que, si bien la forma de tratamiento predominante en muchos hablantes es el ustedeo verbal con o sin el pronombre de sujeto usted, para el objeto directo prima el empleo de la forma te proveniente del voseo. También resulta significativo que, sea con la función de objeto directo o indirecto, el uso del clítico te duplique al de los clíticos de ustedeo (302 apariciones de te de un total de 457 clíticos contabilizados, lo que corresponde al 66,08% de las ocurrencias). De nuevo, probablemente se trate de una estrategia formal para evitar la posible ambigüedad del referente, debido a que los clíticos de ustedeo lo/la coinciden con los de tercera persona, mientras que el clítico te codifica solamente la segunda persona. El empleo más numeroso del clítico le de objeto indirecto en ustedeo (coincidente también con el clítico de tercera persona) probablemente se explique porque es común que este aparezca duplicado con una frase preposicional en la que se incluyen los pronombres usted, él, ella o un nombre propio, lo cual ayuda a resolver la ambigüedad referencial. Sin embargo, cabe destacar asimismo que una gran parte de los usos de este clítico en el corpus corresponde a preguntas que sirven como rellenos de pausa y como marcadores de continuidad del habla (¿cómo le dijera?, ¿cómo le explico?). Finalmente, cabe destacar la frecuencia con la que aparecen construcciones híbridas con clítico te y frase preposicional con usted (del tipo “¿qué te pasa a usted?”). Este es el otro tipo de ustevoseo más habitual en el español hablado por los malecus. Se aprecia, además, la baja frecuencia de aparición del pronombre vos también en este tipo de construcciones (únicamente registramos dos casos nuevamente en la generación de adultos mayores de Margarita y uno en

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la generación de jóvenes de El Sol), lo cual coincide con los datos recogidos en el cuadro 1. Las posibles variables para dar cuenta de la variación del tipo vos viniste ~ Ø viniste ~ usted vino ~ Ø vino ~ usted viniste serían de cuatro tipos: 1) lingüísticocomunicativas, como la continuidad referencial y la necesidad de evitar la ambigüedad referencial, las cuales explicarían que se explicite o no el pronombre de sujeto; 2) sociolingüísticas (particularmente importantes al hablar de formas de tratamiento), como el tipo de relación (relación simétrica o asimétrica, de solidaridad o no, de jerarquía o no), situación comunicativa (formal o informal); 3) pragmalingüísticas, como las estrategias que apuntan a la mitigación o a la no mitigación de actos de habla directivos; y 4) tipo de bilingüismo (relevante en el estudio de los fenómenos de variación y cambio inducidos por contacto de lenguas): equilibrado/incipiente, simultáneo/secuencial, (cuasi)monolingüismo en español. Seguidamente se comentará sobre la incidencia de estas variables. Si bien la cuantificación nos muestra la mayor o menor frecuencia de las formas en un corpus dado, en este caso el análisis cualitativo de las formas en el discurso es mucho más esclarecedor e informativo de los cambios o innovaciones, así como de los factores que inciden en la aparición de una u otra construcción. A modo de ejemplo, comentamos a continuación con detalle cómo se emplean las formas de tratamiento en un grupo de discusión mixto. En este grupo participaron la madre, el padre, un hijo, tres hijas, una amiga adulta y un amigo anciano de la familia. El análisis detallado del discurso en este grupo muestra la diversidad de empleos, así como la diversidad de alternancias y la complejidad del fenómeno (indicio en gran medida de la complejidad que se encuentra en todo el país, según se verá en el apartado siguiente). Así, se evidencia cómo en unos hablantes predomina el ustedeo y en otros, el voseo: el padre tiende a usar formas de voseo, mientras que en la madre son más frecuentes las de ustedeo, al igual que en los hijos. En todos los casos, se presentan, no obstante, alternancias entre formas voseantes y ustedeantes, las cuales al fin y al cabo son las que resultan más interesantes para mostrar el fenómeno de variación y la posible ruta de aparición de las construcciones híbridas de ustevoseo. En el siguiente fragmento4 de un relato dramatizado narrado por el padre se revela cómo no se puede argumentar que un factor social o pragmático detone la aparición del voseo o del ustedeo. Se trata de lo que le dice el entrenador del 4

Las claves de transcripción son las siguientes: / = pausa o linde entre enunciados, [...] = fragmento omitido, ‘’ = fragmento de discurso directo en un relato dramatizado, “” = ejemplo transcrito tal cual se documentó.

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“¿Podés creer usted?”

equipo de futbol al padre cuando este era niño, a raíz de las burlas que recibía de parte de los espectadores del partido por ser identificado como indígena. Nótese cómo el entrenador cambia del voseo al ustedeo dos veces en una secuencia de voseo-ustedeo-voseo-ustedeo (no se puede argüir que medien factores sociolingüísticos o contextuales, pues se trata de los mismos interlocutores en una misma situación) y cómo cuatro de las formas de tratamiento son imperativos (así que no se puede aducir que haya cambios para mitigar el acto directivo): (1)

concentrate en lo que vos estás haciendo / deje que ellos hablen [...] / así que [no te] vayás a sentir eh / pequeño por eso / siga haciendo su papel.

El siguiente ejemplo es del mismo tipo. El padre relata cuando tuvo una conversación con otro señor de una edad parecida a la suya y con el mismo estatus social. En el fragmento que nos interesa, primero aparecen dos formas de ustedeo (una pronominal-verbal y otra solo pronominal) y luego una de voseo (solo verbal): (2)

usted sabe que como yo conozco el malecu / no comparto con usted / porque me estás diciendo cosas que no está dentro del malecu.

Asimismo, el padre emplea en sus enunciados dirigidos al entrevistador clíticos de voseo (“¿cómo te dijera yo?”) y la alternancia inmediata entre formas voseantes y ustedeantes en enunciados de generalización o inespecificidad del referente: “ya usted ve eh / allá en las comunidades donde estamos / [...] / ya vos no vas a a ver eso” y poco después “hoy vos le preguntás / a los jóvenes / ‘¿cuál clan es usted?’ / o o le hablás de clan [...]”. No deja de ser llamativo que este sea el único hablante de este grupo que emplea el pronombre tónico vos. Se puede suponer que, cuando adquirió el español o a lo largo de su vida, ha tenido más interacciones con personas voseantes. Si bien en el habla de la madre predomina el ustedeo, aparecen formas de voseo cuando se dirige al entrevistador (todas de clíticos: “¿cómo te dijera yo?”, “te voy a decir”, “¿cómo te explicaría?, “yo te estoy desviando el camino”), además de formas de ustedeo (con verbos y pronombres: “ya usted me entiende”). Al parecer, entonces, en su habla las formas de voseo tienden a aparecer con los clíticos de objeto, mientras que la conjugación verbal y los pronombres de sujeto suelen ser de ustedeo, como se muestra en un relato dramatizado entre ella y su hijo menor (“‘tome / hijo / aquí te arreglé la iguana pa que lo lleve’”). Esta hablante, empero, en uno de sus relatos dramatizados (en el cual narra una interacción entre una de sus hijas y su nieta) emplea también la alternancia de formas verbales y clíticos reflexivos de voseo y ustedeo: “‘¿ya te bañaste?’ / ‘sí’/ ‘úntese el chocolate’”.

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En el habla de los jóvenes (los tres hijos, todos menores de 30 años y mayores de 20), predomina el ustedeo verbal y pronominal, como se aprecia en el siguiente fragmento de relato dramatizado, en el que uno de los jóvenes se dirige a su hermano menor: “‘hermano, si a usted algún día le dicen algo / [...] / usted no tiene por qué reaccionar’”; en el siguiente, en el cual la abuela se dirige a su nieta: “‘el día que usted se avergüence de ser malecu / mejor diga [...] / porque usted es malecu’”; o en el siguiente, en el que un joven se dirige a un compañero de colegio de su misma edad: “‘deje de andar jugando de peligroso usted / usted sí tiene sangre india / usted es indio’”. Nótese cómo se trata de situaciones comunicativas en las que la posible relación simétrica o asimétrica no incide en la selección de la forma de tratamiento. Sin embargo, aparecen también formas voseantes en conectores (“yo no lo sé, ¿ves?”) y clíticos (“yo te puedo decir”) en enunciados dirigidos al entrevistador, así como formas verbales voseantes en relatos dramatizados (“‘mirá / mirá / aquel indio viejo’”, dicho en el relato por un grupo indefinido de personas a un joven malecu, y “no hablés en malecu”, dicho en el relato por un maestro a su alumno) y en clíticos de voseo con valor inespecífico o generalizador (“te enseñan otros idiomas [en el colegio]”, “te lo habla”). También en la hablante amiga de la familia aparecen, en sus enunciados dirigidos al entrevistador, clíticos de voseo (“¿cómo te dijera?”, “te voy a describir un poco”, “sería mentirte”) y de ustedeo (“como le dije yo al principio”), así como verbos en ustedeo (“imagínese”). Finalmente, en este grupo de discusión se registra un caso de ustevoseo. El amigo anciano de la familia recrea una conversación que tuvo con otro señor de su misma edad y estatus social. Se trata de una pregunta en tono de reclamo. Apréciese cómo la construcción híbrida está compuesta por un verbo conjugado en voseo acompañado de un pronombre de ustedeo en función de sujeto de dicho verbo: (3)

“‘¿pero qué hacés usted / dando / clase en malecu?’”.

Si nos concentramos ahora solo en la alternancia inmediata de formas voseantes y ustedeantes en un mismo hablante y en un mismo turno de habla (es decir, no en las construcciones híbridas de ustevoseo, sino en el empleo alternante de formas de ustedeo y de voseo en cláusulas distintas), cabe anotar que, si bien en algunos pocos casos se podría intentar aducir la mediación de una variable socio o pragmalingüística, especialmente se aprecia cómo todo apunta a que se trata de una alternancia libre, pues en cada ejemplo se ven involucrados los mismos interlocutores y el mismo contexto (lo que podría variar es el tipo de acto de habla y la intención comunicativa, pero, al igual que en los ejemplos analizados con detalle párrafos atrás, muchas veces se trata de los mismos actos comunicativos).

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“¿Podés creer usted?”

Del habla de los adultos mayores, algunos ejemplos de alternancia son los siguientes: (4)

“‘ahora no me pregunte / no no no / ya no te voy a decir’”, “‘usted me está mintiendo / lo que yo sé de usted / en su juventud / cuando estabas en periodo de de adolescencia / eras muchacha y todo / fue que se avergonzó de nuestra lengua’”, “usted va en Tonjibe / todos los chiquitos te contestan”, “‘vea qué fea te oís’”, “mirá / yo le voy a decir la verdad”, “viera cómo te habla en malecu”, “‘venga / sentate’”, “‘yo no te estoy contando para que usted vaya a mediar’”, “yo hago reuniones con vos para ayudarte en el trabajo que usted hace”, “cuando necesitan de vos ahí sí vienen por usted’”.

En el habla de los adultos documentamos los siguientes ejemplos: (5)

“decirte también que lo hablo fluidamente / sería mentirle”, “‘mami / ¿qué me estás diciendo? / mami no le entiendo’”, “usted no va a saber qué te está hablando”, “‘hable un poquito para escucharte’”, “‘mami / cállese / ¿no ve que te están escuchando?’”, “si usted le pregunta él te habla el malecu”, “‘vea a ver cómo te las ingeniás’”, “‘te lo voy a dar para que usted se lo tome’”, “dígale a su mamá que te lo ponga”, “‘conmigo podés hablar / lo que quiera contarme’”, “‘mi hermana quiere decirte algo, así que yo le voy a dar su número’”, “vení para que me ayude”.

Del habla de jóvenes recogimos los siguientes ejemplos: (6)

“‘vea / yo te escribí que usted se va a morir seco si usted lee esa / historia’”, “‘¿por qué no me contestás? / parece usted que no sabe eso’”, ‘“¿pero usted no es indio?’ le digo / ‘¿por qué te avergonzás?”’, “‘lástima que no podás entenderle / no sabe lo que se está perdiendo’”, “usted llegó aquí y nadie te lo impidió”, “‘¿y se acuerda cuando yo te agarré y te tiré contra la pared?’”, “‘porque usted ni sabe qué es lo que te estoy diciendo’”, “‘lea lo que vos querrás’”, “‘olvídese que yo te voy a perdonar’”.

En cuanto propiamente a las construcciones híbridas de ustevoseo, estas no se registran con abundancia en el corpus de discurso deliberativo, pero nuestra interacción habitual a lo largo de los años con miembros del pueblo malecu nos permite afirmar que son frecuentes sobre todo en los hablantes bilingües equilibrados. Las posibilidades combinatorias de formas dentro de la misma cláusula son variadas: pueden alternar un verbo conjugado en ustedeo o en voseo con un pronombre personal de voseo o ustedeo; un pronombre personal de voseo o ustedeo con un posesivo de voseo o ustedeo; un verbo en voseo o ustedeo con un posesivo de ustedeo o voseo; un clítico personal en voseo o ustedeo con un pronombre tónico correferencial en voseo o ustedeo; un clítico de voseo con un

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posesivo de ustedeo; e incluso un clítico reflexivo en voseo o ustedeo con un verbo en ustedeo o voseo. Los siguientes son ejemplos del habla de ancianos: (7)

“‘enseñale a su nieta’”, “usted venís en un bus”, “que te dijera a usted”, “‘ya es hora de que usted te pongás a escribir’”, “‘estás loco usted’”, “‘usted me vas a creer’”, “‘usted no me vas a callar’”, “‘yo te digo a usted’”, “‘si usted hablás en malecu’”, “‘ya estás rematado usted’”, “‘¿qué es lo que tenés usted?’”, “¿siempre usted viniste viernes?”, “‘usted aquí lo oís’”, “‘¿qué llamás usted linh?’”. Incluso hemos documentado construcciones en ustetuteo: “‘ahora usted quieres’”.

En el habla de adultos encontramos los siguientes ejemplos: (8)

“‘su papá nunca te enseñó hablar en malecu’”, “te hablará a usted en español”, “cuando usted me contastes”, “‘usted tuviste que auxiliar’”, “¿usted te casarías con una persona que no te gusta?”, “‘solo para complacerte a usted’”, “‘¿para qué usted me pediste eso?’”, “‘como te dije yo a usted’”, “‘el tonto sos usted’”, “‘¿quién sos usted?’”, “usted tenés esas cosas”, “¿podés creer usted?”, “usted ya te habías ido”, “usted sos profesional”, “lo que usted dijiste”, “‘yo te lo entregué a usted’”, “ellos saben que andás usted”, “usted te vas”, “todo lo que usted has visto”, “dígame usted porque sos usted”, “‘yo te voy a presentar a usted y usted como llegaste tarde no te presentaste’”, “‘¿por qué no lo hablás usted?’”, “‘¿qué te está pasando a usted?’”, “’¿y si te caés usted?’”, “véalo con tus ojos”, “usted lo sentás”, “era para no interrumpirte en su trabajo”.

Por último, del habla de jóvenes registramos menos ejemplos, casi todos ellos de individuos con alta competencia productiva en malecu. Sin embargo, también hemos documentado ejemplos de personas cuasi-monolingües en español (“callate usted”): (8)

“yo te puedo estar diciendo a usted”, “eso no te incumbe a usted”, “usted vas a decir”, “‘te tenemos en la mira a usted y a su hermano’”, “‘no te estoy molestando a usted’”, “‘yo te conozco a usted’”, “‘deme artesanía tuya’”, “‘todavía usted tiene tu raíz’”.

Del análisis de las construcciones de ustevoseo documentadas, se puede concluir que la combinación más frecuente es la del pronombre tónico usted más un verbo en voseo o el clítico de objeto directo o indirecto te. Debe destacarse, asimismo, el hecho de que incluso en los hablantes predominantemente ustedeantes, cuando en sus intervenciones se produce la alternancia de formas en cláusulas

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“¿Podés creer usted?”

distintas, es común que aparezca el clítico de objeto directo o indirecto en voseo te. Se propone una explicación al respecto en el siguiente apartado. A continuación, se transcribe un fragmento de un relato contado por un hablante bilingüe en el que se puede apreciar la alternancia libre o neutralizada de formas de voseo y de ustedeo, así como de formas propiamente de ustevoseo. Se incluye como ejemplo último de que la variación no está determinada por características sociales del interlocutor ni por el contexto comunicativo ni por estrategias de tipo pragmático. Se trata de un relato dramatizado entre el hablante y un conocido de una edad cercana, en el cual el narrador cuenta cómo intentó prevenirlo sobre un posible hechizo del que habría sido víctima. Salvo alguna excepción, se transcriben únicamente las intervenciones del hablante y no las reacciones o respuestas de su interlocutor; además, se omiten algunas partes no pertinentes: (9)

“‘Primero que todo yo quiero hacerte una pregunta pero me vas a ser sincero’ le digo [...] / ‘es que [...] me contó que usted era cristiano hace muchos años’ / ‘no / yo soy cristiano’ me dice / y yo me reía / ‘ah bueno / qué dicha que sos cristiano / entonces no hay mucho que preguntar’ le digo / ‘eso significa que usted cree [...] / hay un pasaje que dice que hace mucho tiempo existían magos y hechiceros [...]’ le digo / ‘usted lo has leído / me imagino’ / ‘sí / yo lo he leído’ me dice / [...] ‘usted es el blanco de él y él te está haciendo algo a usted [...] / ‘si te está haciendo efecto o no te está haciendo efecto / pues en buena hora’ le digo / ‘pero yo te lo advierto’ le digo / ‘él te está haciendo eso a usted’ [...] / ‘hasta donde yo entiendo y siento / él no te está tocando sus hijos / el blanco sos usted’ le digo / ‘él quiere acabar con usted’ le digo / ‘[...] me contó que usted padece de esto / [...] me contó [...] que de un pronto a otro como que las cosas no te funcionó / como que se le vino abajo todo el trabajo que estás haciendo [...] / vea / tenga cuidado / porque las personas que hacen eso te pueden dar de beber algo y usted ni cuenta te das [...] / usted nunca espere que ese hombre te llegue a dar algo en la mano’ le digo / ‘puede utilizar un familiar suyo / puede ser su mujer / no sé si tenés mujer’ le digo / ‘y te puede dar eso sin usted darse cuenta’ le digo / ‘porque entiendo que él conoce su mujer / te conoce usted / y aparentemente conoce donde usted vive’ le digo / ‘y al rato te hizo entierros ahí a usted’”.

3. ¿Es el ustevoseo malecu una innovación inducida por contacto de lenguas? Si examinamos algunos de los más recientes compendios del estado de la cuestión acerca de cambios inducidos por las lenguas amerindias en las variedades locales del español hablado en Hispanoamérica por grupos históricamente bilingües (en particular, Palacios 2008), así como síntesis de investigaciones (Klee/

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Lynch 2009 y Blas Arroyo 2008, entre otros) o estudios por áreas (por ejemplo, Escobar/Wölck 2009, Olbertz/Muysken 2005, Zimmermann/Stolz 2001), notamos que existen innovaciones comunes (por ejemplo, la reestructuración de los sistemas de clíticos de objeto directo), así como una gran diversidad de cambios que únicamente se encuentran en una variedad. Pese al variopinto repertorio de fenómenos, los autores no suelen referirse a cambios acaecidos en el sistema de las formas de tratamiento verbal o pronominal en español como consecuencia del contacto con una lengua indoamericana. Ciertamente se trata de un ámbito de la lengua española que se ha descrito como particularmente complejo, sujeto tanto a factores sociolingüísticos como a pragmáticos diversos y específicos para cada región (Fontanella de Weinberg 1999; Quesada Pacheco 2000; Lipski 1994), pero apenas si se informa de variaciones particulares vinculadas a situaciones de bilingüismo. Al respecto, Calvo Pérez (2008: 208) indica que en el español peruano costeño “se alterna el formalismo del tuteo con el ustedeo. Podríamos decir que esto se ve favorecido por las lenguas indígenas, que carecen de la distinción tú / usted”. Se infiere de esta sucinta información que probablemente se trate de un fenómeno más parecido a la alternancia libre de formas en cláusulas distintas que a construcciones híbridas como las del ustevoseo. Por su parte, Martínez (2008: 261) cita un trabajo de Inés Abadía de Quant en el cual esta autora considera interferencia del guaraní en el español del nordeste argentino “la ausencia de concordancia entre el pronombre de segunda persona y la forma verbal: ...usted... ya le conoce... a ver si podés hacerle venir...”; no obstante, el ejemplo parece ser más una muestra de alternancia en cláusulas distintas que una construcción híbrida. Del mismo modo, Rojas (1998: 48) anota que “en Santiago del Estero se advierte la falta de concordancia entre sujeto y predicado, lo cual se atribuye al desconocimiento de esas formas en quechua; caso que se produce, en especial, entre gente bilingüe, de escasa cultura: vos, señor, me ha comprado; Ud. no me querés”. De acuerdo con esta misma autora, en esta región argentina predomina el ustedeo en las zonas rurales y solo recientemente se aprecia la pujanza del voseo bonaerense en el trato simétrico y en el asimétrico. Los ejemplos consignados por Rojas sí constituyen muestras de construcciones híbridas. Así las cosas, hasta donde hemos podido indagar, una construcción similar a la registrada en el español de grupos indígenas de Costa Rica solo se ha reportado para una región de bilingüismo en Argentina. Lamentablemente, la información es tan exigua que no permite profundizar en el posible paralelismo con los datos descritos en el apartado anterior. Ahora, si efectivamente estamos ante un cambio en variedades del español habladas por grupos indígenas, inducido por sus

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respectivas lenguas autóctonas, ¿por qué únicamente se informa de este fenómeno en Costa Rica y en una región de Argentina?5 La inexistencia de sistemas de tratamiento (verbal y pronominal) condicionados socio y pragmalingüísticamente es una característica frecuente en muchas lenguas indoamericanas. De este modo, lo esperable sería que el fenómeno se hubiera documentado en diversas variedades de español hablado por grupos amerindios, como ocurre, por ejemplo, con la neutralización de los clíticos de objeto directo a favor de lo (Palacios 2011, 2013). Dicho esto, el hecho de que la lengua de contacto carezca de un subsistema de formas de tratamiento con varias opciones no resulta criterio suficiente para aducir que las formas de ustevoseo hayan surgido como innovación inducida por el contacto. Debe examinarse, entonces, cuáles otros factores inciden en el cambio; por ejemplo, ¿qué ocurre en ciertas variedades del español que serían caldo de cultivo para que esta innovación se produzca? Desde la perspectiva de la lingüística de contacto, Palacios (2008, 2011, 2013) señala que no se debe perder de vista que la influencia de la lengua A (el malecu, en nuestro caso) puede consistir en incentivar un cambio estructural incipiente ya presente en la lengua B (el español, en nuestro caso) más que en la importación de una estructura como tal. En estos cambios indirectos inducidos por contacto, el contacto actúa como factor exógeno al sistema lingüístico para promover el cambio, pues en realidad lo que ocurre es que se aprovechan la inestabilidad, la variabilidad o las tendencias internas del sistema mismo: Entiendo los cambios indirectos inducidos por contacto como cambios multicausales compatibles con las tendencias internas del sistema. Este tipo de cambio ha sido motivado tanto interna (evolución interna de la lengua) como externamente (por el contacto con otras lenguas). No supone importación de material ajeno, ya que el cambio lingüístico se produce a partir de una variación ya existente en la lengua. Así, mediante la influencia indirecta de una lengua en contacto A surgen variaciones gramaticales muy significativas, generalmente en el registro oral coloquial de la lengua B, que aprovechan la propia evolución interna de esa lengua B para hacer aflorar estrategias gramaticales cuya funcionalidad comunicativa obedece a procesos cognitivos de la lengua A de contacto (Palacios 2011: 25-26).

De acuerdo con Palacios (2011, 2013), los subsistemas morfosintácticos del español inestables, con notable variabilidad o en proceso de cambio son particularmente propensos al cambio inducido por contacto, sea porque este se encuentre

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Ciertamente hace falta realizar trabajo de campo al respecto y prestarle más atención al fenómeno. Recientemente algunas colegas lingüistas me comentaron de la existencia de construcciones de ustevoseo en hablantes de origen indígena en Chiapas, México.

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ya en marcha y se acelere por efecto del contacto, porque se desdibujen las restricciones de tipo lingüístico que limitan su extensión, porque se produzca una restructuración del subsistema gramatical completo o porque los repertorios idiomáticos disponibles adquieran nuevos valores semánticos. Así, se requiere indagar tanto en la motivación estructural-cognitiva del cambio promovido por la lengua A como en el proceso de evolución del fenómeno y de variación interna en el idioma B. Resulta indispensable, por consiguiente, examinar la compleja situación de alternancia entre formas de voseo y ustedeo en las variedades del español costarricense sin contacto con una lengua amerindia, con el fin de mostrar que estamos ante un proceso de cambio en marcha que ayudaría a explicar lo que ocurre en el español hablado por los malecus. A continuación, se bosqueja esta situación, de acuerdo con las publicaciones disponibles y nuestras propias observaciones. Limitamos nuestros apuntes acerca de las formas de tratamiento en el español costarricense sin influjo reciente de una lengua amerindia a lo reportado a partir de la segunda mitad de siglo XX, puesto que no es sino hasta este momento cuando se puede hablar de que el español comenzó a formar parte del repertorio lingüístico de los malecus (Sánchez Avendaño 2011, 2016). Circunscribiéndonos a la posible alternancia y neutralización, el primer indicio se encuentra en Agüero (1962), quien se refiere a la “mescolanza” y “promiscuidad” de formas, fenómeno consistente en alternar formas de ustedeo, tuteo, voseo e incluso de vosotros en situaciones en las que se intenta hablar de una manera divergente del uso habitual en Costa Rica (como en dramatizaciones escolares o en discursos formales). En cuanto al habla rural, afirma Arroyo (1971: 72) que “el campesino usa a menudo el vos para dirigirse a una persona que trata por primera vez, mientras que se usa usted para referirse a los niños, especialmente cuando se les reprende”. Esto es, el voseo podría aparecer en relaciones sin cercanía, mientras que el ustedeo se consideraría adecuado para el trato con los niños, al menos en esta variedad. Por su parte, Vargas Dengo (1974: 9) acuña el concepto de “el otro usted” para dar cuenta del complejo sistema de tratamiento en Costa Rica, por el cual el ustedeo aparece en relaciones simétricas y se constata una alternancia entre voseo y ustedeo: [...] existe, independientemente del usted convencionalmente aceptado como pronombre de formalidad, respeto y distancia, otro usted que se emplea en relaciones de gran intimidad y cercanía. En cuanto a la forma es idéntico al primero; lo que varía son las situaciones en que se aplica.

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Se oye este usted [...] entre personas que por su relación podrían o deberían, siguiendo la pauta común, tratarse de vos, y que en efecto a veces lo hacen o en algún momento acostumbran hacerlo [...]. De modo que se trata de un usted que incita, como el vos, verdadera confianza y proximidad, presencia de una actitud sincera y ausencia de formalidad (Vargas Dengo 1974: 28).

En la misma tónica, Gaínza (1976: 81) se refiere a que “[l]a alternancia de vos y usted en el apelativo singular, no está sujeta a determinaciones muy rígidas”, hasta el punto de que “los hermanos alternan vos con usted, tratamiento común, además, entre enamorados”. Es decir que se confirma la normalidad de la alternancia de formas voseantes y ustedeantes en las relaciones simétricas reportada por Vargas Dengo (1974). Para la década de 1980, en cuanto a las variedades rurales, Quesada Pacheco (1981) asegura que en las tres comunidades estudiadas por él en el cantón de Aserrí, provincia de San José, predomina el ustedeo y en muchos casos los encuestados contestaron emplear tanto usted como vos con los mismos interlocutores. Quesada (1981:98) declara no haber investigado lo que denomina “interferencia de formas de tratamiento”, aunque cita un ejemplo recogido por él: “esperate pa’contale”, una clara muestra de alternancia en cláusulas distintas pero muy vinculadas sintácticamente. Este autor también aclara que documentó formas de voseo en imperativo, con función pragmática (“mirá”, “fíjate”), en “hablantes que nunca o casi nunca vosean”. Para esta misma década, Agüero (1984:12) se refiere a las diferencias entre las zonas urbanas (predominantemente voseantes) y las zonas rurales (predominantemente ustedeantes), pero de su descripción se infiere también la posibilidad de neutralización de los factores sociolingüísticos para la selección entre el voseo y el ustedeo al menos en algunas regiones de Costa Rica, en las que “vos se usa más que usted en el trato general, sin la diferencia de connotaciones entre una y otra forma”. Para la década de 1990, Murillo Rojas (1995) informa del predominio del ustedeo como forma de tratamiento entre niños de edad preescolar durante conversaciones espontáneas en instituciones educativas urbano-marginales, urbanas públicas y urbanas privadas. Sin embargo, esta autora encuentra también varias alternancias de formas voseantes y ustedeantes en conversaciones entre los mismos interlocutores; por ejemplo, en el habla de una niña que se dirige a una amiga (“tome y la pinta, oyó” y luego en otra intervención “pintala amarilla”, o “ya terminaste de pintar el aguacate” y “ahora pintá la pera”). Esta lingüista documenta formas alternantes incluso en un mismo enunciado (“venga para que veás”).

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Asimismo, Quesada Pacheco (1996: 107-108) comenta la alternancia entre ustedeo y voseo no regida por factores sociales, sino —en su opinión— pragmáticos: “es la situación conversacional y el estado de ánimo los que deciden uno u otro pronombre, de manera que se puede pasar de usted a vos hasta en la misma conversación”. En otro estudio (2000), el autor llama la atención sobre este fenómeno con mayor detalle: Un caso especial de alternancia pronominal, no estudiado a fondo aún, lo constituye Costa Rica, donde los factores condicionantes de la convivencia de vos con usted en el plano de la solidaridad no están del todo claros, de manera que, dentro de la misma situación comunicativa, un hablante puede saltar de un pronombre a otro, rompiendo todos los esquemas sociolingüísticos que regulan su uso en el español estándar, según se puede observar en los siguientes ejemplos (recopilados por mí en conversaciones espontáneas): Mirá, ¿por qué no me llamás a las 11? Le agradecería mucho ¡Qué sorpresa verla por aquí! Es que me habían dicho que te habías ido Ya te comunico... Disculpe [conversación telefónica con una desconocida] Dios te ha iluminado. Por eso, déjelo, olvídese de él [en un programa televisivo] (Quesado Pacheco 2000: 90).

Obsérvese que no se trata de una fusión, pues uno y otro pronombre se emplean con sus respectivos paradigmas, sino más bien de una verdadera alternancia, cuyas causas se desconocen. Se puede apreciar en los mismos ejemplos consignados por Quesada Pacheco (2000) que no se trata únicamente de una alternancia entre pronombres, sino también entre pronombres y formas verbales de voseo y ustedeo. Quesada encuentra ya desde el siglo XVIII indicios de esta alternancia. Así, en una carta fechada en 1811, un hermano le escribe a su hermana: “Igualmente mandarás entregar doce al padre don Feliz Garcia, a saber diez de los 60 pesos que me presto y dos de María del Rosario, quien te dará la obligación mía [...]. Dígame si don Santos les ha dado lo que necesitaban [...] y no se le olvide mandarme también más papas” (Quesada Pacheco 2009: 252; los destacados son de este autor). Quesada Pacheco (2009) propone que quizás sean factores de tipo pragmalingüístico los que incidan en la alternancia. Precisamente con esta perspectiva, Moser (2003, 2006, 2008) analiza interacciones entre personas de la provincia de San José grabadas en la segunda mitad de la década de 1990 y encuentra que la dirección de la alternancia se verifica en dos vías: del ustedeo al voseo (esta autora incluye las formas de tuteo dentro del voseo) y del voseo al ustedeo.

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En el caso de la dirección del ustedeo hacia el voseo en un mismo hablante con un mismo interlocutor, Moser (2008: 130) afirma que “no se trata de una alternancia libre o ‘inofensiva’ [...], sino que se trata de una variación obligatoria con función mitigadora determinada, que hasta podría presentar un recurso de cortesía codificada”. Asimismo, constata la preponderancia del ustedeo para todas las situaciones de conversación coloquial familiar y entre jóvenes universitarios, pero registra alternancias entre voseo y ustedeo en hablantes de edad avanzada, por lo que supone que el fenómeno no es reciente. Algunas de las alternancias que registra Moser (2003: 155) se dan, por ejemplo, en el habla de una anciana de 70 años dirigida a su nieto (“permíteme tu platito, si me hace el favor, tu platito”), o en el de un joven de 16 años hacia su amigo de 19 años (“se está haciendo el pelionero, te estás haciendo el pelionero”), o de una joven universitaria de 20 años al hablar con otra de 22 años (“¿le gusta el diseño?, vieras cómo me costó”). A modo de ejemplo de un intento de explicación pragmalingüística para la alternancia, Moser (2006, 2008) estudia una conversación entre dos hermanas en la que, desde su punto de vista, la única forma voseante (“comprame”) que aparece —en un contexto de formas ustedeantes— tiene como propósito mitigar una solicitud, interpretación que se basa en un análisis pormenorizado de la interacción y, además, en la diferencia de sentido que, al preguntársele al respecto, la hablante estableció entre “comprame” (“menos dominante”) y “cómpreme” (“más fuerte”). En nuestra opinión, si bien conviene reconocer el potencial explicativo del acercamiento pragmalingüístico para algunos casos, no hay que perder de vista que las alternancias son muy diversas y complejas, como se evidencia en los cuatro ejemplos consignados por Quesada (2000) y en muchos de los que registra Murillo (1995): muchas de estas pueden ser más difíciles de interpretar como mitigaciones de actos de habla directivos, por ejemplo. Así, aunque algunas alternancias sean susceptibles de analizarse con herramientas de la sociolingüística y la pragmática, es muy probable que muchas otras sean producto de neutralizaciones que apuntan a la pérdida de distinción (social, pragmática) entre formas que básicamente pueden llegar a desempeñar las mismas funciones. La amplia difusión del ustedeo de solidaridad y simetría, así como su valor de forma “menos marcada y cuyo uso no causa problemas de inadecuación comunicativa” (según el Dr. Víctor Sánchez Corrales, en Murillo Rojas 1995: 19), al lado del voseo para la interacción cotidiana, informal y simétrica ha sido tierra fértil para que ambas formas sí hayan podido llegar a alternar en interacciones en las que se desdibuja la incidencia de las variables sociolingüísticas y pragmáticas que presuntamente habrían motivado la aparición de una u otra forma.

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Ahora, hasta el momento, en el español costarricense sin contacto reciente con una lengua indoamericana, solo se ha documentado la alternancia entre formas de ustedeo y de voseo (y tuteo) en cláusulas distintas. En tal caso, además de que es común que porciones del discurso de un mismo hablante, con un mismo interlocutor, en una misma situación, aparezcan en voseo y luego en ustedeo (y viceversa), y así como es común también que aparezca esporádicamente una forma de voseo en un discurso predominantemente en ustedeo (y viceversa), asimismo es regular que la alternancia se dé en cláusulas inmediatamente contiguas o en oraciones complejas. De este modo, puede ser que una forma pronominal y verbal o solo pronominal o solo verbal de ustedeo aparezca en una cláusula, y que, inmediatamente después, aparezca una forma pronominal y verbal o solo pronominal o solo verbal de voseo en otra cláusula, sea esta contigua pero independiente —como en los ejemplos “¡Qué sorpresa verla por aquí! Es que me habían dicho que te habías ido”, documentado por Quesada Pacheco (2000), y “¿le gusta el diseño?, vieras cómo me costó”, recogido por Moser (2003)—, o bien subordinada o al menos con un vínculo sintáctico estrecho con la anterior —como en los ejemplos “venga para que veás”, consignado por Murillo Rojas (1995), y “esperate pa’contale”, registrado por Quesada Pacheco (1981)—. Es decir, si entendemos la cláusula como una unidad compuesta por un verbo, sus argumentos nucleares (sujeto, objeto directo, objeto indirecto y complementos de régimen) y sus adyacentes circunstanciales, el fenómeno de la alternancia de formas voseantes y ustedeantes parece ser común en cláusulas distintas. Así ocurre en los dos primeros ejemplos del párrafo anterior, o en los siguientes documentados por nosotros en interacciones simétricas (entre amigos de una misma edad y en un contexto informal): “Si usted quiere hacerlo, pero yo no sé en qué momento lo vas a hacer”, “Yo te había preguntado y usted me dijo que no” y “Lo intentaste y no pudo”. No obstante, también se registran alternancias en cláusulas muy vinculadas sintácticamente, como en los dos últimos ejemplos del párrafo anterior y en los siguientes recogidos por nosotros: “Si quiere, te doy arroz” (dicho por una madre a su hijo) y “Usted últimamente como que las cosas que ve no te gustan” (dicho por un amigo a otro en un contexto informal). Nótese que en todos los casos se trata de cláusulas compuestas o complejas6.

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Recientemente, empero, hemos documentado las siguientes construcciones híbridas (esto es, dentro de una misma cláusula): “tomar pastillas es algo que tenés que meter a sus costumbres” (dicho por una médica a su paciente) y “al suyo [su helado] le podés echar cuatro cositas” (dicho por una dependiente a su cliente). Se puede apreciar que en ambos casos aparece una forma verbal de voseo con un posesivo de ustedeo. En nuestra opinión, estas construcciones apenas empiezan a escucharse, muy esporádicamente aún, pero constituyen un paso más

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En los exiguos testimonios acerca del español hablado por los malecus en los siglos XIX y XX (Sánchez Avendaño 2016) no hallamos ningún dato que nos permita suponer cuáles formas de tratamiento empleaban, aunque sí podemos inferir que al menos algunos de los hispanocostarricenses de la zona que interactuaban con ellos habrían alternado el voseo y el ustedeo ya en las primeras décadas del XX. Así, Céspedes Marín (1923: 71-72) reproduce dos conversaciones entre un agente de policía y dos parejas de malecus, en las cuales se puede apreciar que el agente de policía utiliza, en distintas intervenciones, primero una forma verbal en voseo (“querés”) y un posesivo de voseo/tuteo (“tu”), luego un pronombre personal de ustedeo (“usted”) y un clítico de ustedeo (“lo”), y, finalmente, una forma verbal en tuteo (“vives”). Si bien no se puede confiar en la precisión de la transcripción del diálogo, cabe subrayar que la posible alternancia es significativa. Por pequeña y recreada que sea esta interacción, nos brinda una pista muy relevante: el input de español que recibieron los malecus desde inicios del siglo XX habría contenido alternancias de este tipo, y ello resulta fundamental para comprender tanto la frecuente alternancia aparentemente libre de formas de voseo y ustedeo en su discurso, como también el surgimiento del ustevoseo. En cuanto a la situación actual, el Atlas lingüístico-etnográfico de Costa Rica (Quesada Pacheco 2010) lamentablemente no recoge datos de la población hispana de Guatuso, pero sí de Upala, ciudad a una hora de distancia del territorio malecu. Según los informantes upaleños, en el tratamiento con familiares (en relación ascendente y descendente), amigos, cónyuges y novios emplean la alternancia usted-vos o vos. Los datos de otras regiones aledañas o históricamente relacionadas con el pueblo malecu, como Tilarán (lugar adonde los malecus viajaban y viajan aún a vender productos) o Ciudad Quesada (sitio donde se encuentra el hospital más cercano) muestran que el ustedeo sería la forma predominante con todos los interlocutores. Sin embargo, no debe perderse de vista que los datos del Atlas corresponden a habla reportada y, por lo tanto, no revelan con exactitud la realidad comunicativa ni la complejidad del uso de las formas de tratamiento. Por ejemplo, los fragmentos discursivos que se transcriben a continuación corresponden a un hablante joven de Ciudad Quesada que realizó sus estudios universitarios en San José

avanzado en el proceso de alternancia y neutralización de formas de ustedeo y de voseo en el español costarricense sin contacto con una lengua amerindia. Una forma híbrida que sí hemos documentado desde hace años, en el habla de personas predominantemente ustedeantes, es la compuesta por el conector vieras más el pronombre usted (“vieras usted”). Las formas de ustevoseo malecu, atestiguadas desde hace décadas, adelantan este resultado del cambio.

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y quien, por lo tanto, posiblemente sea catalogable como un neovoseante (es decir, alguien que adquirió formas de voseo en edad adulta por haber migrado a un entorno en el que el voseo era común). Nótese cómo el hablante, en su exposición sobre las películas de miedo, pasa de emplear formas de ustedeo de generalización o inespecificidad en un primer momento, con incrustación de formas de voseo esporádicas, a luego usar predominantemente formas de voseo y más adelante formas de ustedeo nuevamente. El pronombre tónico que predomina en su discurso es usted (únicamente aparece vos una vez). Igualmente prevalecen los verbos conjugados en ustedeo. Sin embargo, son comunes los clíticos de objeto te, propios del voseo. Se trata de una muestra de alternancia muy semejante a la que se documenta en los hablantes malecus predominantemente ustedeantes —tal y como se expuso párrafos atrás—, que además revela las limitaciones de recoger datos de habla reportada y que, sobre todo, proporciona indicios claros de la existencia de hispanocostarricenses ustedeantes que insertan formas de voseo en su discurso sin que la alternancia se pueda explicar muy bien con el instrumental de la sociolingüística o la pragmática: (10)

“Crea usted o no crea que haya fantasmas en la vida real / es diferente / es una cuestión de magia / es poco probable que a vos te vaya a pasar algo así / [...] / está esta película de [...] / que es básicamente que no existe dinero en el mundo / todo se paga con las horas de vida que uno tiene / y las horas de vida es básicamente un reloj que uno tiene en la mano / entonces usted puede ver / a partir de que usted cumple veintiún años / el reloj se activa y dice cuántos años de vida tiene usted [...] / entonces usted puede ver cuántas horas de vida te quedan / ¿cómo hace usted para ganarse más horas de vida? / que es la plata básicamente / entonces para pagar cosas tiene que pagar con sus horas / con sus minutos / para montarse a un bus / para comprar comida / lo que sea / y así recibe el salario también / con horas y minutos / [...] / no hay ninguna película de miedo buena / pero las de zombis son malísimas / ninguna / o sea es que / un zombi no te puede dar miedo / es lo más ilógico del mundo / son lentos para caminar / y llegan poco a poco / y hacen mucha bulla / entonces no es que ya te diste con ellos / de golpe / [...] eso no te va a dar miedo / lo que te va a dar miedo es que en una película te salga algo de repente y te asuste / te haga brincar / eso es lo que da miedo en una película de miedo / pero si usted de repente escucha un bicho que viene y lo vuelve a ver / y poco a poco se va acercando y se va viendo / eso no da miedo en una película [...] / en la vida real algo no te sale de la nada / o sea está ahí / nada más que usted no se da cuenta / o sea usted como como como persona que lo van a atacar / [...] / la cuestión está en que / como él salía / como él se presentaba / asustaba / [...] usted estaba con miedo de que algo iba a pasar en cualquier momento y pasaba / de repente / no era paulatino”.

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No debe perderse de vista, asimismo, que el primer grupo hispano con el que los malecus establecieron algún contacto regular, ya desde la segunda mitad del siglo XIX, fueron los nicaragüenses, población que aún sigue manteniendo una presencia importante al norte del territorio malecu (Sánchez Avendaño 2015a), lo que en principio explicaría algunos rasgos, sobre todo fonéticos, del español hablado por ellos (Sánchez Avendaño 2016). El voseo monoptongado, con conjugaciones y pronombres/clíticos iguales a los citados en la introducción, se describe como la forma de tratamiento regular en Nicaragua (Lipski 1994; Quesada Pacheco 1996). A partir de las décadas de 1970 y 1980, la región circundante al territorio malecu comenzó a ser poblada por campesinos del interior del territorio costarricense (Sánchez Avendaño 2015a), con mucha probabilidad predominantemente ustedeantes, pero sin duda también con un habla caracterizada por alternancias y neutralizaciones. Todo esto significa que los malecus han estado expuestos a variedades de español muy disímiles en cuanto a las formas de tratamiento: el voseo en un primer momento con los nicaragüenses, lo cual explicaría la existencia del pronombre vos en el habla de los más ancianos (de hecho, este pronombre solo se registra en el corpus en tres hombres ancianos), y el ustedeo (con posible inserción al menos esporádica de formas de voseo) posteriormente con los grupos de campesinos costarricenses, lo que explicaría la omnipresencia del pronombre usted actualmente en el habla de casi todos los malecus. Además, al parecer la alternancia usted-vos es común en Upala, lo que muestra que probablemente la neutralización sea común en las zonas aledañas. Este input tan variopinto, que sin duda habría incluido y sigue incluyendo alternancias tanto motivadas y como no motivadas por variables sociolingüísticas y pragmáticas, en una situación prolongada de contacto intenso de lenguas, constituye caldo de cultivo para que el proceso de cambio lingüístico ya presente en el español costarricense sin contacto reciente con una lengua amerindia vaya más allá si las características de la gramática del idioma de contacto lo promueven o refuerzan. En nuestra opinión, así ocurre en el caso del español malecu. La lengua malecu únicamente posee una forma de tratamiento de segunda persona, con un pronombre personal (pó~pu~púe) y prefijos verbales de persona (rrifa- y varios alternantes morfofonológicos para el ergativo, y mi-~ma- para el absolutivo) que codifican los participantes en el evento correspondientes a los que se codifican como sujeto y objeto en español; además, cuenta con un prefijo idéntico al verbal de absolutivo (mi-), el cual se une a sustantivos y frases nominales para codificar la noción de posesión, correspondiente al determinante posesivo del español. Por último, este mismo prefijo se une a posposiciones para cumplir la función

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gramatical de término de posposición, equivalente a la de término de preposición en español (Constenla Umaña 1998). Este sistema, por ende, distingue formalmente con total claridad la segunda persona de la primera y de la tercera, como de hecho lo hacen el tuteo y el voseo del español, pero no el ustedeo, que comparte formas con la tercera persona. Así, por ejemplo, en el caso de un verbo intransitivo como mitóye e itóye, segunda y tercera personas, respectivamente, del verbo ir en modo real, se puede apreciar que el prefijo mi- y el prefijo i- codifican personas gramaticales distintas en malecu, al igual que lo hacen las formas fuiste y fue, respectivamente, en español, si fue es tercera persona, pero el problema radica en que fue también puede ser segunda persona (en ustedeo). Es decir, en términos contrastivos, la forma fue en español equivale tanto a mitóye (segunda persona) como a itóye (tercera persona) en malecu. En un verbo transitivo como ver (cuánhe ya conjugado en modo real), las formas malecus marracuánhe y arracuánhe están compuestas por el prefijo rra- de primera persona ergativo en ambos casos y por el prefijo ma- de segunda persona absolutivo o por el prefijo a- de tercera persona absolutivo, respectivamente. Sus equivalentes en español son te vi para marracuánhe y lo/la vi para arracuánhe. Esto es, de nuevo, formalmente la segunda y la tercera personas son muy distintas en malecu, al igual que ocurre con la segunda persona de voseo/tuteo frente a la tercera persona en español (en este caso con sistema etimológico de clíticos de objeto), pero la forma lo/la vi también puede codificar un objeto directo de segunda persona de ustedeo (= lo/la vi a usted). Lo mismo cabría anotar, siguiendo esta lógica contrastiva, de las construcciones posesivas: miú e iú en malecu, con el prefijo mi- de segunda persona e i- de tercera persona, equivalen a las formas tu casa y su casa (= la casa de él/ella), respectivamente, en español, pero su casa también puede referirse a una segunda persona gramatical (de ustedeo) en español, equivalente a miú, por lo que es potencialmente ambigua. La existencia de una única forma de tratamiento (o dicho formalmente: de segunda persona gramatical) en malecu es lo que se ha aducido como origen de las construcciones híbridas de ustevoseo (Constenla Umaña 2005), pero hace falta profundizar tanto en los datos lingüísticos del ustevoseo malecu, como en la motivación estructural-cognitiva que subyace a él, debido a que la ausencia de más de una forma de tratamiento en malecu resulta insuficiente para explicar la aparición de las construcciones híbridas. Solo así puede sustentarse la hipótesis de su surgimiento como una innovación inducida por contacto.

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Recapitulando, entonces, con excepción del pronombre usted, en el ustedeo del español se toman los sufijos verbales de persona, los clíticos de objeto y los posesivos del paradigma de tercera persona singular (o, expresado en términos descriptivos sincrónicos, todas estas formas coinciden con las de tercera persona singular). Por el contrario, además del pronombre tónico vos, el voseo tiene sufijos verbales de persona, clíticos de objeto y posesivos “propios”; es decir, morfológicamente distintos a los de cualquier otro paradigma personal (resulta irrelevante que históricamente muchos de ellos provengan del tuteo, pues lo importante es que sincrónicamente son solo de segunda persona singular). En malecu, por su parte, como queda dicho, las formas de segunda persona y de tercera persona (además de las de primera persona) son morfológicamente distintas no solo en cuanto a los pronombres personales (los equivalentes a los pronombre tónicos del español), sino también en cuanto a los prefijos verbales (correspondientes tanto a los sufijos de sujeto en el verbo español como a los clíticos de objeto directo), los prefijos posesivos (equivalentes a los determinantes posesivos del español) y los prefijos en función de término de posposición (correspondientes a los pronombres personales en función de término de preposición del español). Desde esta perspectiva contrastiva entre ambas gramáticas, sin duda el ustedeo resulta formalmente ambiguo. Así las cosas, se podría esperar entonces que el español malecu se decantara por el voseo, al menos para algunas formas, con el fin de evitar la ambigüedad formal. Ello posiblemente fue así, pero lamentablemente contamos con pocos indicios, pues esta variedad de español no fue documentada sistemáticamente en los primeros momentos del contacto, cuando el input recibido de los hispanonicaragüenses habría sido más rico en formas de voseo. Únicamente tuvimos ocasión de registrar el habla de un hombre muy anciano que posiblemente sea representativa de este español malecu de la primera generación bilingüe (aunque asimétrica, con el español adquirido tardíamente como segunda lengua). En efecto, en la muestra discursiva de este hablante se aprecia que predomina el clítico te del voseo para el objeto (directo e indirecto), con once apariciones, frente a lo del ustedeo, con dos apariciones. El pronombre usted aparece solo una vez, como término de preposición (“para usted”), al igual que el pronombre vos, en función de sujeto (“vos no vive”). En cuanto a la conjugación verbal, aparecen tanto formas en ustedeo (“hable”, “¿me entiende?”, “venga venga”, “no tire”) como en voseo (“hablá”, “conocés”) y una forma híbrida con pronombre de sujeto vos más un verbo aparentemente en ustedeo vive (aunque es posible también que se trate de una forma de tercera persona, fenómeno común en el español de esta generación; véase al respecto Sánchez Avendaño 2016).

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El primer input lleno de formas voseantes se habría correlacionado con un español malecu en el cual también habría habido más formas voseantes en un inicio. Luego el input de formas ustedeantes habría aumentado en frecuencia y ello explicaría que preponderen en la actualidad. Sin embargo, como se vio en el apartado 2, incluso en el habla de los malecus que predominantemente ustedean, el clítico de objeto te aparece con recurrencia en los casos de alternancia. Es decir, si bien el pronombre usted se ha impuesto como forma por antonomasia de segunda persona en el español hablado por los malecus, sin duda por el predominio del ustedeo en las oleadas de campesinos hispanocostarricenses que poblaron el territorio aledaño, el empleo del clítico de voseo te sigue muy vigente. ¿Qué presión o motivación cognitivo-estructural ha ejercido la gramática del idioma malecu al respecto? Posiblemente la necesidad de distinguir formalmente la segunda persona de la tercera, como ocurre en malecu de manera sistemática, sea lo que explique que predomine el pronombre de segunda persona usted (distinto de él/ella de tercera persona), pero que al mismo tiempo muchas veces se prefiera el clítico de objeto de segunda persona te (distinto a lo/la o a le de tercera persona) y no los clíticos lo/la y le del ustedeo (coincidentes con los de tercera persona). Así, la alternancia entre formas de voseo y de ustedeo en el español malecu no está regida tanto por variables sociolingüísticas o pragmalingüísticas, como por una variable lingüístico-comunicativa: la distinción semántico-deíctica entre segunda y tercera persona singular, formalmente inconfundible en la lengua malecu, promueve que aparezca el clítico de voseo te incluso en un discurso caracterizado por el predominio del ustedeo verbal y pronominal (de sujeto o de término de preposición), el cual inconfundiblemente codifica la segunda persona (no como lo/la y le, que codifican tanto la segunda como la tercera personas)7. Es decir, en la innovación se aprovecha el material lingüístico del español para crear una distinción formal promovida cognitiva y estructuralmente por la gramática del malecu. El ustevoseo, por lo tanto, debe entenderse como un paso más adelante en este proceso de cambio inducido por contacto. De nuevo, predomina el pronombre usted, pero aparece con frecuencia el clítico de voseo te, esta vez en la misma

7

Muy probablemente no ocurre lo mismo con el determinante posesivo su/suyo, debido a que en el español oral costarricense este con frecuencia codifica la segunda persona usted, mientras que la tercera persona muchas veces se realiza con las formas analíticas de él/de ella (Sánchez Corrales 1987). Sin embargo, ambas estrategias formales (su~de él/ella) coexisten en la codificación de la tercera persona y el factor condicionante parece ser de índole discursiva: el mantenimiento de la referencia y la necesidad de evitar la confusión cuando dos referentes entran en competencia en la misma porción del discurso (Sánchez Avendaño 2008).

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“¿Podés creer usted?”

cláusula (como en “¿qué te pasa a usted?”). Además, formalmente se distingue un verbo conjugado en segunda persona de voseo de un verbo conjugado en tercera persona (coincidente con la conjugación de segunda persona de ustedeo), por influjo de la gramática del malecu, lengua en la cual el prefijo de segunda persona es formalmente muy distinto al de tercera persona (motivación estructural), por la necesidad de establecer sin equívoco la referencia deíctica de segunda persona (motivación cognitiva). Ello explicaría el surgimiento de las construcciones híbridas del tipo “¿podés creer usted?”8. En suma, el ustevoseo se caracteriza por dos tipos de construcciones híbridas: pronombre tónico usted (en función de sujeto) + verbo conjugado en voseo, y pronombre tónico usted (en función de objeto o término de preposición) + clítico de objeto de voseo te. Las demás construcciones de ustevoseo son más bien marginales, muchas veces documentadas en un solo caso, aunque resultan también de este proceso de reestructuración en progreso y revelan el gran dinamismo de los fenómenos de cambio, innovación o reestructuración inducidos por el contacto de lenguas. Esta hibridación habría tenido su origen en la alternancia de formas voseantes y ustedeantes en cláusulas distintas —en coincidencia con lo que se encuentra en el español costarricense sin contacto reciente con un idioma amerindio, pero con una motivación cognitivo-estructural particular— y luego se habría extendido a la combinación de formas ustedeantes y voseantes en una misma cláusula.

8

Otra manifestación del influjo de la gramática del malecu se evidenciaría en las formas de ustevoseo en las que se emplea un clítico te y un pronombre ustedes para hacer referencia a un interlocutor plural. Hemos documentado solo tres casos, en hablantes de distintas generaciones: “¿cómo voy a quitarte plata a ustedes?”, “que ellas no te griten a ustedes” y “te llevaron a ustedes”, lo que implicaría que esta innovación es muy esporádica, aunque posible. El origen se encuentra en el hecho de que los prefijos verbales de segunda persona en malecu no distinguen formalmente el singular del plural (así, mi- codifica el argumento absolutivo de segunda persona tanto singular como plural), por lo que la distinción se realiza mediante otros mecanismos, como el marcador de plural maráma pospuesto al verbo o la inclusión del pronombre personal pó maráma ‘ustedes’, si es que contextualmente es necesario. Como se ve, entonces, una forma como “que ellas no te griten a ustedes” se produce como resultado de trasladar este esquema morfosintáctico en el que el clítico de objeto te (equivalente al prefijo verbal mi- del malecu en este caso) no marca la pluralidad, sino solo la persona, y la noción de plural se codifica mediante el pronombre personal ustedes. Nótese, por consiguiente, cómo para la gramática del malecu lo fundamental es la distinción formal de la categoría de persona y cómo este parámetro cognitivo-estructural es el que subyace a las innovaciones en su variedad de español, en la línea de lo que hemos venido argumentando. Para fenómenos similares a este, motivados por la gramática del malecu, véase Sánchez Avendaño (2015b).

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4. Conclusión El ustevoseo malecu surge en el contexto de un subsistema gramatical inestable, con gran variabilidad y en proceso de cambio: el de las formas de tratamiento en el español hablado en Costa Rica. En variedades del español sin contacto reciente con una lengua amerindia en las que la alternancia entre voseo/tuteo y ustedeo se rige por claros condicionamientos socio o pragmalingüísticos, es muy probable que este tipo de cambio no cuaje. Ello explicaría por qué no se ha informado de su existencia en prácticamente ninguna otra región hispanohablante en la que exista una situación de contacto de lenguas, pese a que la lengua amerindia solo tenga una forma de tratamiento. No se trata de un cambio directo, por el cual se hace calzar la gramática del español en los esquemas de la gramática del idioma de contacto, sino de un cambio en progreso en un subsistema gramatical inestable y variable en el español sin contacto reciente que se profundiza y se lleva más adelante por influjo del contacto. Por esta razón, resulta imperativo estudiar cada situación de contacto en particular, el comportamiento del subsistema morfosintáctico en las variedades de español implicadas y la gramática de la lengua de contacto. Habría que indagar, por tanto, en la historia del input del español al que han estado expuestos a lo largo de la historia los huetares y los bruncas, los otros dos pueblos indocostarricenses en los que se ha registrado el ustevoseo, así como la situación peculiar del español en contacto con el quechua en Santiago del Estero, en Argentina, la otra región hispanohablante —hasta donde tenemos conocimiento— para la que se ha documentado la existencia de formas híbridas aparentemente similares a las que hemos analizado en este artículo. De este modo, la confluencia de formas de voseo y ustedeo en el interior de una misma cláusula en el español hablado por los malecus parece ser una innovación de causación múltiple en la que las distintas variedades de español no malecu han aportado el repertorio de todas las formas verbales y pronominales vigentes en el español malecu, mientras la gramática de la lengua malecu ha reforzado la neutralización sociopragmática entre ellas (ya presente en la variedad no malecu con alternancia) para reestructurarlas en función de manifestar formalmente con claridad la distinción deíctica entre la segunda persona y la tercera persona.

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PLURILINGÜISMO E HIBRIDACIÓN COMO RECURSOS DE INDEXICALIDAD SOCIAL: DINÁMICAS LINGÜÍSTICAS EN CONTEXTOS DIASPÓRICOS CAROLIN PATZELT Universidad de Bremen

1. Introducción El alto grado de diversificación de las sociedades actuales requiere estudios por parte de la (socio)lingüística que no simplemente describan la multiplicidad de idiomas hablados en un lugar, sino que analicen y expliquen los mecanismos guiando las dinámicas lingüísticas en contextos de superdiversidad (cf. Blommaert/Rampton 2011). El presente artículo quiere contribuir a esta tarea a través del análisis de algunos mecanismos fundamentales que guían la construcción de identidades lingüísticas en contextos diaspóricos. Se parte de la hipótesis de que las variedades lingüísticas no representan entidades invariables, sino que pueden adquirir connotaciones diferentes en distintos contextos de migración y diáspora, siempre en función del contexto y de quién las utiliza1. De acuerdo con Le Page y Tabouret-Keller (1985), se asume también que la construcción de identidades lingüísticas en un entorno multilingüe —y altamente dinámico— constituye un recurso de indexicalidad social importante por parte de los propios hablantes2, los cuales se sirven de la selección consciente de cierto repertorio

1

2

Véase Eckert (2008) para una discusión del concepto de indexicalidad expresada a través de variación lingüística. Según Eckert, una variable lingüística nunca contiene un significado fijo, sino que representa un campo de significados posibles (indexical field), cada uno de los cuales puede ser activado en ciertas situaciones comunicativas. Le Page/Tabouret-Keller (1985: 181) basan su modelo de los actos de identidad (Acts of Identity) en la hipótesis de que “the individual creates for himself [/herself] the patterns of his [/her] linguistic behavior so as to resemble those of the groups with which from time to time he [/she] wishes to be identified or so as to be unlike those from whom he [/she] wishes to be distinguished.”

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Plurilingüismo e hibridación como recursos de indexicalidad social

lingüístico para expresar su pertenencia a ciertos grupos sociales, proyectando así en los intercambios comunicativos una distribución nueva y sumamente dinámica de recursos lingüísticos en una ecología multilingüe3. La contribución está organizada de la siguiente forma: el capítulo 2 ofrece un breve esbozo del concepto antropológico de la superdiversidad (Vertovec 2007) y del campo de una “sociolingüística de la globalización” (Blommaert 2010). Ambos conceptos sirven como trasfondo teórico para situar la reproducción de identidades plurilingües como resultado de la formación dinámica de nuevos espacios multilingües a través de migración y contacto de lenguas. En los capítulos 3 y 4 se discuten algunos ejemplos concretos de la construcción de identidades lingüísticas en contextos diaspóricos. Los aspectos fundamentales a analizar en este contexto son las lenguas o variedades que constituyen el repertorio lingüístico (activo) de un determinado hablante, el grado y papel funcional de la hibridación en el uso activo de este repertorio lingüístico y el uso situacional de ciertas variedades o creaciones lingüísticas. El capítulo 3 discute las implicaciones sociolingüísticas de la reproducción de identidades plurilingües en la diáspora. El análisis se centra, sobre todo, en el valor atribuido a las lenguas de herencia, es decir, a la lengua materna de los migrantes en la sociedad receptora. Se demuestra que las dinámicas del valor social que una lengua de herencia puede adquirir en contextos diaspóricos varían mucho e influyen en la selección del repertorio lingüístico de un migrante en la sociedad receptora. A continuación, el capítulo 4 presenta y discute ejemplos del uso creativo y dinámico que los hablantes hacen, pero no simplemente de lenguas como entidades fijas, sino de formas lingüísticas bien variables en contextos diaspóricos. Finalmente, el capítulo 5 pregunta por los desafíos metodológicos con los que la lingüística se enfrenta a la hora de acercarse a las identidades plurilingües construidas en contextos diaspóricos actuales.

2. Identidades lingüísticas en los márgenes de la superdiversidad 2.1. “Superdiversidad” y “sociolingüística de la globalización” Como consecuencia de los fenómenos migratorios y de la creciente globalización, surgen espacios multilingües nuevos, sobre todo en los centros urbanos del mundo, y por ello se requiere una mirada nueva hacia la construcción de identidades lingüísticas. Mientras que la sociolingüística tradicional aún trató

3

Para el concepto de ecología lingüística del que partimos aquí, véase Mufwene (2001).

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de predecir quién habla, qué lengua, cuándo y con qué persona (cf. Fishman 1972), la realidad multilingüe actual parece requerir nuevas metodologías de investigación, ya que en contextos de migración y plurilingüismo cada vez más complejos, el individuo se ve forzado a adquirir y poder activar un cierto repertorio lingüístico de manera flexible y dinámica según la situación comunicativa y/o el interlocutor. Esto implica que el mantenimiento de la dicotomía tradicionalmente fija entre hablante y lengua ya no parezca adecuado y haya llevado a algunos investigadores, como Pennycook (2007) o Blommaert (2010), a esbozar el campo de una “sociolingüística de la globalización”, la cual favorece una metodología etnográfica en vez de cuantitativa de la sociolingüística tradicional y sustituye el concepto de sociedades mono- o bilingües estables, obviamente anclado en la tradición sociolingüística de Labov, por el de sociedades plurilingües dinámicas. El concepto de un plurilingüismo dinámico también exige el abandono del concepto de lenguas como entidades estables, bien separables, porque, como afirma Blommaert (2010), tal concepto puede impedir la percepción de las variaciones internas que puedan darse dentro de una misma lengua o variedad, siendo utilizadas por el mismo hablante de manera indexical. En definitiva, la sociolingüística de la globalización parte de la presunción de que en las sociedades modernas se proyectan nuevas distribuciones jerárquicas y translocales de lenguas como consecuencia de los nuevos flujos migratorios y nuevas constelaciones de contacto lingüístico, y de que hay que analizar las estrategias de tal tipo de proyección en los intercambios comunicativos y en las repercusiones de estos procesos en la reproducción de identidades.

2.2. Hacia una (socio)lingüística de la diáspora Los fundamentos conceptuales de la sociolingüística de la globalización, expuestos en 2.1., han ofrecido a la sociolingüística moderna valiosas posibilidades para enfrentar los nuevos desafíos teórico-metodológicos que plantean las situaciones de contacto lingüístico y de multilingüismo en las sociedades modernas. Gracias a los trabajos de Blommaert et al., la sociolingüística ha avanzado considerablemente en el estudio de las identidades plurilingües y del cambio lingüístico en situaciones de contacto sumamente complejas y dinámicas. Sin embargo, para completar el cambio de paradigma sugerido por la sociolingüística de la globalización, falta una mirada sistemática hacia el desarrollo de las lenguas —sobre todo las lenguas de contacto— en contextos diaspóricos. Hasta ahora, la emergencia de variedades híbridas solo se ha investigado como consecuencia del contacto de lenguas inducido por la migración en un lugar determinado (cf. Gugenberger 2009, 2010). Sin embargo, en los estudios referidos a casos de contacto lingüístico en contextos diaspóricos, aún parecen dominar las

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Plurilingüismo e hibridación como recursos de indexicalidad social

concepciones tradicionales, ya que se parte de la suposición (implícita) de que las lenguas llevadas a la diáspora son entidades estables (cf. Patzelt en prensa). En cambio, no se ha estudiado todavía el desarrollo de lenguas ya híbridas que se llevan a la diáspora. Las lenguas criollas, por ejemplo, solo suelen analizarse in situ, a saber, en los lugares donde emergieron como consecuencia de situaciones de colonialismo o en contextos de poscolonialismo. Además, su análisis suele centrarse en constelaciones de diglosia o de continuo con la lengua colonizadora (cf. Hazaël-Massieux 1996), es decir que se limita a constelaciones supuestamente bi- en vez de plurilingües. En cambio, se ignora el desarrollo de las lenguas criollas in motu (cf. Stehl 2011), o sea, en la diáspora y en contacto con otras lenguas diferentes a la lengua colonizadora —a pesar de que la mayoría de criollohablantes vive en la diáspora—. En general, la sociolingüística de la diáspora constituye hasta ahora un campo más bien descuidado. Se sabe muy poco aún sobre los procesos de cambio lingüístico característicos de contextos diaspóricos, por ejemplo: ¿Qué pasa con las lenguas de herencia cuando se trasladan a nuevos territorios y entran en nuevas situaciones de contacto lingüístico ahí? ¿Cómo cambia el sistema interno de la lengua, cómo cambia su valor social en estos nuevos contextos? En este contexto, hay que analizar también qué pasa cuando una lengua que ya es de contacto (una lengua criolla o híbrida) se traslada a la diáspora4: ¿demuestra el mismo desarrollo que una lengua de herencia estable en contextos diaspóricos? ¿Cuál es la indexicalidad social de una lengua criolla en la diáspora y de qué factores parece depender? ¿Cómo se utiliza una lengua criolla que muchas veces ya fue estigmatizada en el país de origen del hablante y que posiblemente sufra una “doble estigmatización” en la diáspora?

3. Valores sociolingüísticos de lenguas de herencia en contextos diaspóricos 3.1. Dinámicas de indexicalidad según la autoestima lingüística de los hablantes Hasta ahora se ha prestado poca atención a los estudios comparativos del prestigio social que tiene una lengua en la sociedad de origen y en contextos diaspóricos. Sin embargo, parece tratarse de un campo de investigación valioso, incluso

4

Entre los pocos estudios ya dedicados explícitamente a este campo figuran los de Hinrichs (2011, 2014) para el inglés, y los trabajos de Hebblethwaite (1996, 1999) para lenguas románicas.

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respecto a lenguas de contacto: frente a lo que cabría sospechar, las lenguas criollas —muchas veces ya estigmatizadas en su país de origen— no se pierden necesariamente en favor de la(s) lengua(s) dominante(s) del país receptor en la diáspora. Al contrario, es posible incluso que la autoestima de los criollohablantes aumente en la diáspora, como lo demuestra Zéphir (1990). Esta autora discute el ejemplo del criollo haitiano en la diáspora estadounidense5. En Haití, la lengua es un factor de estratificación social: aunque el francés y el criollo haitiano no representan una diglosia clásica6, el francés de hecho cuenta como variedad alta, mientras que el criollo haitiano puede considerarse como estigmatizado en el propio país (cf. Stepick et al. 2001). Los demás factores que determinan la estratificación social en Haití son complejos y engloban, entre otros, la religión, el lugar de residencia (campo vs. ciudad) o el nivel de educación de una persona, pero no la raza. En EE.UU., sin embargo, los migrantes haitianos se encuentran estigmatizados precisamente por su raza. Como el sistema norteamericano no suele distinguir entre mulatos y negros, a los migrantes haitianos —por ser gente “de color”— los catalogan ahí como grupo homogéneo de bajo nivel social, junto a los afroamericanos (cf. Zéphir 1990). Por lo tanto, los factores que en Haití suelen determinar la estratificación social, posibilitando un ascenso social, aparentemente se desconsideran en la diáspora estadounidense. Como consecuencia, los migrantes haitianos en EE.UU. se ven obligados a crear un símbolo de identidad étnica propia —de haïtianité— para diferenciarse de los afroamericanos y señalar una movilidad social ascendente. El francés no les sirve, porque los haitianos en EE.UU. tienen fama de hablarlo “mal” (cf. Zéphir 1990), por lo que el criollo haitiano se convierte en símbolo importante de una identidad étnica propia, “no-afroamericana” de los haitianos en EE.UU. Así, de repente, el criollo haitiano se percibe como instrumento de un posible ascenso social, y la autoestima de sus hablantes en la diáspora estadounidense tiende a ser aún más alta que en Haití7. Como símbolo lingüístico de la identidad haitiana en EE.UU. los migrantes suelen servirse de un criollo haitiano “anglicizado” como ilustrado en (1)-(3):

5 6 7

En EE.UU., las comunidades más significantes de migrantes haitianos se encuentran en la costa atlántica (cf. Hebblethwaite 1999: 463). El criollo haitiano es hablado por prácticamente toda la población, mientras que el francés solo se habla por un 5-10% de los haitianos. Por lo menos, esto parece ser válido para la primera generación de migrantes haitianos. La segunda generación, en cambio, parece acercarse más al inglés y abandonar el uso activo y regular del criollo haitiano (cf. Hebblethwaite 1996: 55), pero faltan estudios más amplios y sistemáticos para poder hacer afirmaciones más claras sobre el comportamiento lingüístico de la segunda y tercera generación y del uso del criollo haitiano en la diáspora estadounidense a largo plazo.

242

Plurilingüismo e hibridación como recursos de indexicalidad social

(1)

M a call8 ou pita pou m fè ou konnen. I will call you later to let you know.

(2)

Lè m fè ovètaym, se a dizè m rantre. When I work overtime I come home at ten.

(3)

Se ou k pou fè manje, se ou k pou clean, se ou k pou fè londri. You have to cook, you have to clean, you have to do the laundry (Zéphir 1996: 135).

A pesar de que, aparentemente, el criollo haitiano pueda experimentar una transformación y revalorización propia en la diáspora, las ideologías lingüísticas9 de la sociedad de origen —en este caso Haití— se llevan a la diáspora y no dejan de influenciar la construcción de identidades lingüísticas ahí. Por lo tanto, los haitianos en la diáspora tampoco forman un grupo homogéneo. Zéphir (1997) muestra que los haitianos bilingües emigrados a EE.UU. muchas veces destacan sus conocimientos de francés por dos motivos: por una parte, para impresionar a la población angloamericana, porque saben que en EE.UU. la lengua y cultura francesa gozan de una reputación como “chic, classy” (Zéphir 1997: 397), y, al mismo tiempo, para distinguirse de los afroamericanos como “gente de color”; por la otra, intentan mantener la estratificación social haitiana en la diáspora, protestando contra la uniformación étnica de “los” haitianos en EE.UU. La declaración de conocimientos del francés se convierte entonces en una justificación para reclamar la pertenencia a una clase social más alta que la de los haitianos criollohablantes monolingües. En definitiva, la indexicalidad lingüística de haïtianité en este grupo engloba el francés, el criollo haitiano y el inglés (cf. Zéphir 1997), siendo estas las lenguas centrales para la construcción de identidades lingüísticas de haitianos en EE.UU. Sin embargo, la combinación o énfasis de una (o varias) de estas lenguas por parte de un individuo es sumamente dinámica y aparentemente viene determinada por un conjunto de factores sociales cuya interrelación aún queda por estudiar. En el caso de los haitianos en EE.UU. —aunque simplificando bastante— las lenguas aparentemente enfatizadas como socialmente indexicales en la construcción de identidades plurilingües se podrían representar de la siguiente manera:

8 9

Las cursivas y negritas de los ejemplos son nuestras. Es decir, creencias sociales compartidas que se refieren al uso y valor de las lenguas (Schieffelin et al. 2012).

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monolingües G1

G2

bilingües G1

Figura 1. Identidades plurilingües de haitianos en la diáspora estadounidense

En cualquier caso, las ideologías lingüísticas de la sociedad de origen llevadas a la diáspora tropiezan con nuevas constelaciones e ideologías lingüísticas, provocando que una lengua de herencia adquiera un papel indexical bien distinto, no solo a nivel individual, sino también en diferentes contextos diaspóricos, como se demostrará en 3.2.

3.2. Dinámicas de indexicalidad según el contexto multilingüe en la sociedad receptora Una comparación de la diáspora haitiana en EE.UU. con la de la Guayana Francesa muestra lo dinámico que aparentemente resulta el proceso de construcción de identidades plurilingües, tanto respecto a las lenguas implicadas como respecto al nivel de indexicalidad condicionado por el entorno: en la Guayana Francesa, el criollo haitiano es una de las varias lenguas criollas que se hablan en el país10. Sin embargo, las ideologías lingüísticas ligadas al criollo haitiano en el país receptor producen construcciones de identidades lingüísticas bien distintas en la Guayana Francesa: en este país predominan dos definiciones distintas de “criollo” (cf. Patzelt 2016). Por una parte, existe, desde luego, la definición del criollo como lengua autóctona; en este caso, los hablantes se refieren al créole guyanais. Por otra parte, sin embargo, es muy común la definición de “criollo” como designación genérica para variedades rudimentarias del francés como L2 habladas por distintas etnias de migrantes. Como ejemplo, se puede citar a un nativo de Cayena de 63 años: “Ce créole, c’est seulement pour se communiquer

10

Por un lado, existen varias lenguas criollas de base francesa, como el criollo guayanés, haitiano o martinicano; por el otro, también hay varias lenguas criollas de base inglesa, como el aluku, ndyuka, pamaka o sranan tongo.

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avec les étrangers de la Martinique ou du Surinam” (Patzelt 2016: 150). Tal definición implica una connotación claramente negativa ya que sobre todo los criollohablantes del Surinam suelen tener una reputación bastante mala como hablantes del taki-taki11. Por lo tanto, para apartarse de los Maroons en concreto, pero también —en un plan más general— de los migrantes que no dominan la(s) lengua(s) del país receptor, la indexicalidad social que cultivan los migrantes haitianos en la Guayana Francesa es la de francité. La integración lingüística en el país suele hacerse a través de una identidad (pan-)criolla que engloba al conjunto de criollos de base francesa, además del mismo francés, como demuestran las siguientes citas de dos informantes criollohablantes, las cuales pueden considerarse como representativas de la opinión dominante en el país: (4)

On se comprend très bien et nous avons pratiquement la même culture, le même passé [migrante de la primera generación (G1), Martinica].

(5)

C’est la langue du pays. On parle un créole ici avec des éléments d’Haïti et des Antilles. Je ne sais pas si on peut parler d’un “créole guyanais” [migrante G1, Guadalupe] (Patzelt 2016: 303).

En (4), el hecho de que los criollohablantes compartan una misma cultura y un mismo pasado —según afirma el migrante de Martinica— lleva a una base común de “identidad criolla” que parece ir más allá de las diferencias lingüísticas entre las variedades autóctona y alóctonas. Sin embargo, aún más interesante parece la cita de otro migrante en (5), porque él incluso niega la existencia de un criollo verdaderamente autóctono del país (créole guyanais). El “criollo” considerado como típico de la Guayana Francesa, según él, es una nueva variedad “pan-criolla”, una mezcla de distintos criollos autóctonos y alóctonos. Por lo tanto, la identidad francófona cultivada por los haitianos en la diáspora guayanesa se puede representar como sigue:

11

En la Guayana Francesa, este término suele utilizarse para nombrar de forma genérica las lenguas criollas de base inglesa, las cuales se atribuyen a los así-llamados Maroons, descendientes de esclavos refugiados del Surinam. Para una discusión más detallada del término taki-taki y la realidad sociolingüística que engloba, cf. Léglise/Migge (2007: 133s.) y Migge/ Léglise (2013).

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otras lenguas

Figura 2. Identidades plurilingües de haitianos en la diáspora guayanesa

En definitiva, el papel indexical adscrito a una lengua de herencia en contextos diaspóricos parece depender de varios factores cuya interrelación aparentemente compleja aún queda por estudiarse. Un papel fundamental parecen ejercerlo los procesos de creación lingüística de los hablantes, cuyas prácticas lingüísticas cotidianas se examinan en 4.

4. Procesos de creación lingüística en contextos diaspóricos 4.1. Usos funcionales de elementos lingüísticos A continuación, se examinarán algunos ejemplos de una combinación indexical y obviamente consciente de formas lingüísticas procedentes de distintas lenguas en la Guayana Francesa. Una estrategia que se puede observar muy a menudo es la integración funcional de elementos de una lengua o variedad en un discurso pronunciado en otra. Esto no es nada excepcional en situaciones de contacto lingüístico, pero un aspecto llamativo en contextos de superdiversidad parece ser el uso claramente funcional, indexical de tales integraciones en ciertas situaciones comunicativas. Un buen ejemplo es la siguiente conversación entre una migrante haitiana y su hijo, Ludovic: (6)

Ludovic: Mo, guyanais, mwen fèt la. Je suis né ici. Alors, je fais comme les Guyanais. Je suis guyanais. Je suis né ici. Je suis né ici. Alors, je fais comme les Guyanais. La mère: To fèt la, oui. To fèt la, oui. Men, se ayisyen ou ye. Pa janm bliye se ayisyen ou ye. Ou kontan ak laguyan, to vle sanble vagabon. Tu es né là, oui. Tu es né là, oui. Mais, tu es Haïtien. N’oublie jamais que tu es Haïtien. Tu aimes la Guyane, tu veux ressembler à un vagabond (Laëthier 2007: 200).

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Obviamente, tanto el hijo, Ludovic, como su madre, utilizan los pronombres del criollo guayanés en un discurso pronunciado en criollo haitiano (mo en vez del pronombre haitiano mwen, etc.). Como Ludovic nació en la Guayana Francesa, parece lógico que domine el criollo guayanés o por lo menos utilice elementos del mismo para demostrar su integración lingüística (y cultural) en el país en que nació y que considera su patria. Sin embargo, es interesante que no solo utilice el criollo guayanés cuando habla con amigos o interlocutores de otra etnia, sino también con su madre, es decir, dentro de la propia familia de migrantes haitianos. Aún más notable es el hecho de que la madre, migrante haitiana de primera generación, haga lo mismo. Esta integración (funcional) del criollo autóctono en una conversación entre miembros de una familia haitiana sugiere que, entre los criollohablantes de la Guayana Francesa, la mezcla del propio criollo con el criollo guayanés parece haberse convertido en una estrategia indexical para expresar identidades sociales y lazos personales que se negocian según situaciones comunicativas e interlocutores —aparentemente, “language use loses its [...] function of ethnolinguistic boundary maintenance” (Pujolar/González 2013: 138) aquí—. Por lo tanto, parece necesario emprender estudios más amplios del comportamiento lingüístico de individuos en distintas situaciones comunicativas en la diáspora, ya que Raymond (2012), en su análisis del uso pronominal por migrantes salvadoreños en EE.UU., demuestra también cómo los sistemas voseantes y tuteantes de las distintas variedades del español involucradas12 varían tanto de una generación a otra como en el discurso de un mismo interlocutor, utilizándose en una misma conversación de forma indexical según el interlocutor.

4.2. Usos situacionales de elementos lingüísticos Como ya han indicado los análisis de 4.1., los usos situacionales de la mezcla de lenguas y/o variedades parecen merecer un estudio mucho más amplio y sistemático de lo que hasta ahora se ha realizado. Sin embargo, no se trata de describir simplemente la combinación o mezcla de elementos lingüísticos en una determinada situación comunicativa, sino que un entorno de superdiversidad requiere estudiar la dinámica de los repertorios lingüísticos activados por los hablantes en sus distintas prácticas lingüísticas cotidianas. Un buen ejemplo del uso sumamente situacional de recursos lingüísticos es el migrante Loïc, procedente de Santa Lucía. Loïc dice que dispone de un repertorio plurilingüe y afirma

12

En El Salvador la segunda persona del singular es vos, mientras que en el español de migrantes hispanohablantes en Los Ángeles —profundamente marcado por la dominancia del español mexicano— domina el tuteo.

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hablar francés, portugués y saamaka13. En una conversación con el vecino, cuya lengua materna es el saamaka, Loïc dice lo siguiente: (7)

Ça go bon? Você vai nas vacances, na Caiena? A be moro quente in Caiena (201109-B 115)14.

La mezcla de lenguas que utiliza en (7) se compone de recursos lingüísticos de varias lenguas: los elementos subrayados proceden del inglés —lengua oficial en Santa Lucía—, mientras que el elemento en cursiva viene del francés, “moro” del sranan tongo y el resto del portugués. Dicho de otra manera, lo que Loïc habla aquí, y lo que él mismo identifica como “saamaka”, es de hecho portugués con elementos del francés, inglés y sranan tongo. Esta observación es interesante por dos razones: por una parte, porque Loïc elige una denominación fija para nombrar su propio idioma, la cual es bien distinta del idioma hibridizado que realmente habla. Por lo tanto, cabe preguntarse qué importancia tiene la denominación —probablemente también indexical— de una variedad híbrida, cuáles son los factores que determinan tal denominación, y qué impacto tiene esto en la construcción de identidades lingüísticas de los hablantes. Por otra parte, también es interesante observar cómo, en distintas conversaciones, el mismo informante parece cambiar —e incluso adaptar— la nivelación de los recursos lingüísticos disponibles y utilizados por él. Así, en la siguiente conversación con un interlocutor europeo, Loïc afirma hablar “francés” y utiliza una combinación de recursos lingüísticos bien distintos de (7): (8)

Créole est langue étudiée15. Langue geral est anglais. Mo étudié anglais. Moi, étudié anglais. Ça, c’est langue étudiée [...]. Então, quand je viens ici, j’aprann français, des francais et portugais. Et même saamaka aussi [...] un petit peu, il y a des mots qui sont igual [...] (201109-B114).

Sin embargo, aquí también se nota una influencia obvia del portugués (geral, então, igual, etc.), y la base sintáctica del “francés” hablado aquí es claramente criolla16, lo que lleva a la pregunta a) si, en contextos de superdiversidad, el individuo 13 14 15

16

Es interesante que no menciona ninguna lengua criolla, aunque a lo largo de la entrevista realizada con él sí afirma hablar también el criollo de Santa Lucía. Número de la grabación en el corpus elaborado en la Guayana Francesa en el 2011. Fonéticamente, la expresión francesa “est langue étudiée” no se distingue de la criolla “é lang étudié”. En el caso de expresiones homófonas en ambas lenguas, las cuales no se pueden atribuir claramente o al francés o al criollo, hemos optado por la transcripción de la expresión francesa para facilitar la lectura. Para una discusión de los problemas de transcripción de las grabaciones presentadas aquí cf. Patzelt (en prensa). Para una discusión más detallada de este ejemplo y de los elementos criollos en (8) véase Patzelt (2016).

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simplemente se arma de un cierto pool de recursos lingüísticos procedentes de lenguas distintas y los utiliza con una acentuación diferente y situacional en sus conversaciones para expresar indexicalidad social, y b) por qué en (8) el hablante niega hablar criollo. Esta observación lleva al tema de la construcción de identidades lingüísticas estratégicas como asimilación a ciertos grupos sociales, la cual se discute en 4.3.

4.3. La creación de nuevas comunidades de hablantes La nueva identidad “pan-criolla” discutida en 3.2. no solo se menciona en las entrevistas realizadas con los hablantes, sino que también se transmite, de manera concreta y visible, en conversaciones entre migrantes criollohablantes que combinan elementos de distintas lenguas criollas de base francesa, como se observa en la siguiente conversación entre un migrante haitiano (H) y otro martinicano (M)17: (9)

H: Bonjou. A koman ou fika? To ka fè yon timache? Bonjou. Kijan ou ye? Ou ap [Tu fais une petite marche?] M: Nou pa té pouvé sòti avant. pé avan [On ne pouvait pas sortir avant.] M: Si mo té ni lajan, mo té ké achté vwati-tala. man man loto [Si j’avais eu de l’argent, j’aurais acheté cette voiture.] H: Mo ké rele w demen. M’ap [Je t’appellerai demain.] (201109-B136).

En (9), cada interlocutor habla su propio criollo, pero inserta regularmente elementos del criollo guayanés (en cursiva) y hasta elementos del francés (subrayados). De esta manera, los migrantes crean su identidad lingüística a dos niveles: a “nivel macro”, crean una identidad francófona “guayanesa” que implica las lenguas principales del país; a “nivel micro”, es decir, entre los distintos grupos étnico-sociales de la Guayana Francesa, crean una identidad (pan-)criolla que se expresa por la mezcla del criollo guayanés con distintas lenguas criollas alóctonas, convirtiendo esta mezcla en símbolo de una identidad criolla específicamente “guayanesa”. De 17

En (9), las partes en cursiva pertenecen al criollo guayanés. Abajo, en la segunda línea, se encuentran las expresiones correspondientes del criollo haitiano o martinicano; la tercera línea contiene la traducción al francés.

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manera muy semejante se crean otras comunidades de hablantes, como por ejemplo el grupo de “sudamericanos”, el cual representa otro grupo nuevo “guayanés”. La siguiente conversación demuestra bastante bien las estrategias lingüísticas con las cuales se crea este nuevo grupo social. Una mujer que emigró de Brasil conversa con su amiga colombiana y su hija: (10)

[B = madre brasileña, H = su hija, C = amiga colombiana de la madre] B: [...] E ele... ele agora mesmo se jubilou, acho que... ele foi com uma boa jubilação [...] falei... eu falei com ele a Noite Boa [...]. [a su hija] Senta-te, ma chérie! C: Siéntate, chérie, ya va a empezar. H: Déjà? Ça commençe déjà, mami? [como la madre no reacciona, la amiga colombiana le contesta] C: Sí, empieza. H: Mami, empeça já? B: Senta-te, senta-te bem, chérie [...]. Regarde, il y a les touloulous! (Patzelt 2016: 248).

En esta conversación, por una parte, salta a la vista que se utilizan con bastante frecuencia calcos de la otra lengua. Así, por ejemplo, se jubilou, que en portugués normalmente sería aposentar-se, se usa como calco del verbo español jubilarse. Igualmente, Noite Boa representa un calco de la palabra española Nochebuena, que en portugués sería Véspera de Natal. Lo que es interesante es que, en otras conversaciones grabadas, la mujer brasileña utiliza el verbo portugués aposentar-se con otros brasileños, y hasta en la misma conversación discutida en (10), utiliza la palabra portuguesa Véspera de Natal con su hija. Por lo tanto, el uso de varios calcos del español parece hacerse de manera consciente e indexical aquí. Las mismas amigas conversando en (10) incluso afirman haber creado su propia manera de celebrar su amistad lingüísticamente; en la entrevista describen su forma de hablar: “On parle [...] une sorte de portunhol” (Patzelt 2016: 249). No obstante, el uso consciente e indexical de calcos solo parece ser una de varias estrategias para crear una identidad común de “migrante iberoamericano” en la Guayana Francesa. Otra estrategia se muestra en el uso del verbo empezar por parte de la hija brasileña: primero, la hija hace su pregunta en francés (Ça commençe déjà, mami?), pero cuando su madre no le hace caso, la repite en portugués, utilizando un verbo empleado por la mujer colombiana en español (empezar). Curiosamente, el verbo empeçar existe también en portugués, pero en esta lengua tiene un significado bien distinto que en español18. Aunque en la situación dada en (10), es probable que la hija utilice la palabra española en 18

Se utiliza en el sentido de enredar, poner obstáculos a, chocar contra algo/alguien.

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un discurso en portugués por casualidad, parece que tales casos tienen un gran potencial de convertirse en fenómenos de una “re-indexicalización” (cf. Blommaert 2010) lingüística. Sobre todo en conversaciones de migrantes iberoamericanos de la segunda generación, se utilizan muchas palabras que existen tanto en español como en portugués, pero con sentido inverso. Un buen ejemplo es la palabra aula, que en español indica la sala de clase, mientras que en portugués es la clase o enseñanza. Es curioso que en la Guayana Francesa, en particular los hijos de migrantes brasileños o hispanohablantes, nacidos en el país, utilicen tales palabras con sentido inverso al que tienen en la otra lengua19. Las primeras observaciones sugieren que el empleo de significados inversos o incluso nuevos de ciertas palabras entre migrantes iberoamericanos se produce de manera sistemática y consciente dentro del grupo en cuestión y se abandona en otros contextos comunicativos. Por lo tanto, se puede formular la hipótesis de que el empleo de calcos o el uso de palabras con significados nuevos represente una estrategia para crear identidades lingüísticas dentro de un determinado grupo de hablantes mediante un código “secreto” que solo se emplea dentro del grupo respectivo. La re-indexicalización de elementos lingüísticos en contextos de diáspora es un campo donde aún queda mucho por explorar. Por ejemplo, todavía se ignora ampliamente la función de calcos y cambios de significado para la constitución de nuevos lazos entre distintos grupos étnicos o sociales del país: ¿la combinación consciente de elementos lingüísticos procedentes de distintas variedades indica una integración en la sociedad plurilingüe del país receptor? ¿Ayuda a establecer una nueva identidad grupal específica o sirve como código secreto entre miembros de un cierto grupo? Tampoco queda muy clara la relación entre distintos niveles de integración lingüística. En este contexto, hay que analizar si existen diferencias sistemáticas entre el comportamiento lingüístico y el tipo de mezcla de lenguas (o recursos lingüísticos) que emplea un hablante cuando conversa con distintos interlocutores y en distintas redes sociales.

5. Posibilidades y límites metodológicos en el análisis Aparentemente, el análisis de identidades lingüísticas en contextos plurilingües y diaspóricos actuales implica una evaluación crítica de los conceptos teóricometodológicos tradicionales de la sociolingüística. Uno de los principales desafíos a resolver parece ser la descripción adecuada de los procesos de creación

19

Así, por ejemplo, es muy común que un hijo de migrantes brasileños haga una pregunta como “Onde tá minha aula?” cuando conversa con otros niños iberoamericanos en la Guayana Francesa.

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lingüística sumamente compleja y dinámica de los hablantes que se observan en las prácticas lingüísticas cotidianas. Los ejemplos discutidos en 4 han mostrado que no se pueden describir tales prácticas lingüísticas con los conceptos tradicionales del contacto lingüístico (cambio de código, préstamo, etc.), ya que no se trata de la simple inserción de elementos de una lengua A en una lengua B, sino de una combinación sumamente compleja y dinámica de recursos lingüísticos cuya clasificación no siempre queda clara ya que varía según contexto e interlocutor. En un sentido más amplio, estos resultados implican que el análisis tradicional de lenguas como entidades fijas y bien identificables ya no parece adecuado para el estudio del plurilingüismo como recurso de indexicalidad social. Más bien, hay que partir del concepto de un feature pool (cf. Cheshire 2011) del cual se seleccionan y combinan elementos lingüísticos procedentes de distintas lenguas o variedades según la situación comunicativa y el interlocutor. Los ejemplos discutidos arriba han revelado la importancia de la situación comunicativa en la que se utiliza una cierta combinación de recursos lingüísticos. Por lo tanto, parece necesario un estudio más amplio del comportamiento discursivo de un mismo hablante en distintos contextos comunicativos y con distintos interlocutores para descubrir las dinámicas lingüísticas decisivas en contextos de superdiversidad. En este contexto, también parece jugar un papel decisivo un factor vinculado a las ideologías lingüísticas del propio hablante: hay que tener en cuenta la autodenominación asignada por un individuo a las lenguas que habla. Como demuestran por ejemplo Migge y Léglise (2013) en su discusión del taki-taki, cada grupo étnico o social puede referirse a variedades lingüísticas bien distintas con la misma denominación, y, por el contrario, una misma lengua o variedad lingüística puede recibir denominaciones bien distintas según quién la hable o se refiera a ella. Este hecho no solo muestra la importancia de las ideologías lingüísticas, sino que también revela lo problemático que resulta la dicotomía tradicional lengua/grupo de hablantes (speech community) en contextos de superdiversidad. En fin, el análisis de la formación de identidades plurilingües en contextos diaspóricos exige un repertorio nuevo, más complejo y flexible que abandone muchas de las dicotomías estables y tradicionales para poder captar la realidad dinámica de sociedades multilingües modernas.

6. Resumen A lo largo de esta contribución se ha intentado demostrar que el análisis de la construcción de identidades lingüísticas en contextos diaspóricos representa una tarea amplia que vale la pena emprender por varias razones. Primero, porque

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contribuye al desarrollo de una metodología adecuada de la sociolingüística moderna. Se ha demostrado que la construcción de identidades plurilingües en contextos diaspóricos es muy dinámica y sumamente indexical. Los ejemplos discutidos han revelado que no se trata de creaciones lingüísticas tradicionalmente descritas por la sociolingüística o la lingüística de contacto. La construcción de identidades y la selección del repertorio lingüístico para realizarla requieren una metodología nueva y más apta para estudiar las dinámicas lingüísticas en contextos de migración y diáspora. Tal metodología no debe limitarse al análisis de las estructuras lingüísticas, aunque ya en sí representen una combinación más compleja y creativa de lo que se suele analizar tradicionalmente. Sin embargo, la selección y combinación de distintos recursos lingüísticos parece depender de una variedad de factores que requieren un análisis sistemático. Los ejemplos discutidos arriba han mostrado que los hablantes disponen de un conjunto de recursos lingüísticos que activan y combinan según la situación comunicativa y el interlocutor. Por eso, parece necesario observar también el contexto sociolingüístico correspondiente y la autoestima lingüística de los hablantes, apenas estudiada hasta ahora. La comparación entre la situación del criollo haitiano en EE.UU. y en la Guayana Francesa ha demostrado, además, que vale la pena estudiar el desarrollo de una lengua de herencia en distintos contextos diaspóricos, ya que el desarrollo parece variar, tanto entre el contexto in situ vs. in motu como de un contexto diaspórico a otro, y hasta dentro de un mismo grupo étnico que emigra. Por lo tanto, solo un análisis contrastivo de distintas situaciones diaspóricas puede conducir a un entendimiento más profundo de los mecanismos que guían el desarrollo de una lengua de herencia in motu y que determinan si una lengua se mantiene o se abandona, si empieza a utilizarse en nuevos ámbitos comunicativos o si sus recursos se mezclan con elementos de otras lenguas para convertirse en una nueva variedad lingüística, indexical de un cierto grupo de hablantes en la nueva sociedad. En cuanto a la metodología para analizar identidades lingüísticas en contextos diaspóricos, hay que optar por un método de análisis pluridimensional que vaya más allá de las meras estructuras lingüísticas y que también tenga en cuenta factores descuidados hasta ahora. Por ejemplo, hay que analizar el repertorio lingüístico del que los mismos hablantes afirman disponer, porque los ejemplos discutidos arriba han mostrado que la autodesignación de la “lengua” hablada no siempre corresponde al uso real del idioma. También parece importante la denominación de una lengua por el propio hablante, porque el nombre dado a la variedad hablada ya puede transmitir ideologías lingüísticas por parte del hablante. En definitiva, también hay que prestar atención al valor sociolingüístico que una lengua de herencia tenga en la patria del migrante y el valor de esa

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patria y las lenguas habladas allí en la sociedad receptora. Finalmente parece obvio que solo un análisis que combine factores sociolingüísticos y estructurales pueda conducir a un análisis adecuado de identidades plurilingües en contextos diaspóricos.

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ENTRE DIVERSIDAD LINGÜÍSTICA Y ACOMODACIÓN COMUNICATIVA: LAS ECOLOGÍAS LINGÜÍSTICAS Y SUS IMPLICACIONES1 THÉOPHILE AMBADIANG Universidad Autónoma de Madrid

1. Introducción Cabe estudiar la diversidad lingüística desde al menos dos perspectivas. Por un lado, el estudio se puede basar en lo que sería en último término un recuento de las lenguas existentes en un espacio y momento dados, con independencia de las interrelaciones e interacciones que puedan producirse entre ellas, en proporción con la población que ocupa dicho espacio en ese momento dado (Greenberg 1956). Por otro lado, más allá de estas consideraciones cuantitativas, las interrelaciones e interacciones de las lenguas coexistentes en un lugar en un momento determinado se pueden convertir en una manifestación interesante de la diversidad lingüística. En términos generales, no se suele establecer entre estos aspectos de la diversidad lingüística ninguna correlación, en parte porque mientras que enfoques del primer tipo se ocupan de las lenguas que coexisten en un espacio determinado, los que se centran en las interacciones tienden a reducir su alcance a un número más limitado de lenguas que están a menudo en contacto debido, generalmente, a razones históricas tales como la colonización en sus diversas modalidades. En la medida en que no cabe entender la diversidad lingüística en toda su complejidad (cf. Blommaert 2015 y Silverstein 2015, por ejemplo), si no se tienen en cuenta tanto las lenguas humanas existentes como sus interacciones, la aportación de cada uno de estos enfoques resulta necesariamente parcial a la hora de dar cuenta de ella o de explicarla.

1

Esta investigación se ha desarrollado en el marco del proyecto “El español en contacto con otras lenguas: variación y cambio lingüístico”, parcialmente financiada por el Ministerio de Economía y Competitividad/Fondo Europeo de Desarrollo Regional (ref. FFI2012-31702).

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Entre diversidad lingüística y acomodación comunicativa

Partimos de la idea de que la diversidad lingüística observada en un momento determinado se produce en función de las lenguas coexistentes y de su interacción, y relacionamos esta última con procesos muy diversos asociados a modalidades dispares de apropiación lingüística que están subsumidas en las múltiples dinámicas inherentes a la globalización. Estas últimas propician la formación de redes comunicativas cuyos miembros presentan una enorme disparidad desde el punto de vista tanto de los códigos que conforman sus repertorios comunicativos respectivos como en lo que se refiere al dominio de esos códigos y al uso que hacen de ellos. Las observaciones que aducimos en relación con esta situación nos inducen a sugerir que existe cierta correlación entre el modo en que los sujetos implicados en intercambios comunicativos recurren a los códigos que conforman sus repertorios comunicativos respectivos y los procesos de acomodación que ponen en funcionamiento en estos intercambios. En una era de flujos múltiples y multiformes como la actual, al implicar un número cada vez mayor de hablantes dispares en sus repertorios comunicativos y en el dominio de los códigos incluidos en ellos, estos intercambios favorecen a la vez que constriñen los procesos de diversificación lingüística. Las asociaciones que puedan existir entre estos últimos y las prácticas asociadas a ellos inducen a cuestionar muchas de las generalizaciones formuladas sobre la relación que contraen las lenguas y las culturas, las prácticas lingüísticas y los discursos formulados sobre ellas, así como a la cultura y la ideología en torno a la lengua y la cultura. Nuestras observaciones no conciernen directamente tales generalizaciones ni los discursos acerca de las relaciones que contraen la lengua y la cultura. Nos proponemos estudiar los procesos de apropiación lingüística en tanto que “espacios” de tensión entre acomodación y diversificación lingüística, así como los efectos de estos procesos en diferentes ecologías lingüísticas, en un contexto de marcada ambivalencia, en el que la ideología hegemónica tiende a ser monolingüe y monocultural (Auer 2007), a menudo en contradicción con otros discursos que pretenden promover la diversidad y en los que destacan nociones tales como la de aprendizaje a lo largo de la vida (learning across the lifespan).

2. La diversidad lingüística como contexto: aprendizaje/apropiación de lenguas no maternas y variación lingüística 2.1. Enseñanza de lenguas no maternas y planificación lingüística La enseñanza de lenguas no maternas, a menudo caracterizadas como segundas lenguas o lenguas extranjeras, suele descansar en una relación jerárquica que se establece entre códigos que coexisten en un espacio determinado, uno de

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los cuales, generalmente de procedencia foránea, ocupa la posición de mayor relevancia, sobre todo desde un punto de vista simbólico. A diferencia de los códigos locales, está presente en el ámbito escolar donde sirve generalmente como vehículo exclusivo para la transmisión del conocimiento, es decir, en tanto que lengua de enseñanza y como lengua enseñada. Por definición, también es un código interétnico, si bien, a diferencia de otros códigos de la misma naturaleza, este hecho no lo convierte en foco o motivo de tensiones, al tratarse del único código al que pueden recurrir dos interlocutores cuando no llegan a acordar otro código para el intercambio comunicativo en el que están implicados. Las consecuencias de esta situación son muy diversas. Por una parte, tiene el efecto de imponer cierta homogeneización lingüística en un espacio caracterizado por la heterogeneidad de los códigos en uso en los intercambios comunicativos. El código asociado a este proceso en un país determinado, generalmente una variedad de alguna lengua europea, difiere en diversos grados tanto de la que caracteriza a los hablantes nativos de esta última como de la que es típica de los hablantes no nativos que tiene en otros países. Por otra parte, desde un punto de vista psicolingüístico, el coste cognitivo asociado a la presencia de diversos códigos en una mente dada tiende a favorecer cierto desajuste entre ellos a favor del código foráneo, que tiene mayor presencia en el ámbito escolar y extraescolar al tiempo que más prestigio y valor económico en las dinámicas sociopolíticas del país. En este sentido, con la escolarización se inicia un doble proceso en el que se produce, por un lado, una regresión progresiva de las lenguas adquiridas en edad preescolar y, por otro, el afianzamiento progresivo de la lengua foránea implicada en la escolarización. El efecto más frecuente de este desajuste es el dominio parcial, por parte de los individuos, de los códigos que conforman sus repertorios lingüísticos respectivos, y una pérdida más o menos pronunciada de la diversidad lingüística característica de un contexto de este tipo. En términos generales, uno de los efectos más señalados de la presencia de lenguas europeas en espacios alejados de su “ámbito natural” o territorio original tiene que ver con la pérdida de las lenguas locales más vulnerables. El hecho de que esta última resulta indisociable de la escolarización tal como se entiende en la tradición euro-occidental es lo que induce Skutnabb-Kangas (2000) a asociar las consecuencias de la educación al estilo euro-occidental con lo que llama genocidio lingüístico. Dicho de otro modo, los efectos de la educación euro-occidental no difieren, a pesar de la distancia temporal que existe entre las primeras campañas de educación universal asociadas a la Revolución francesa y las campañas de instrucción típicas tanto de las etapas finales de la colonización como posteriores a las independencias. En todos estos casos, el objetivo primordial es promover una comunicación eficaz y ello pasa esencialmente por la presencia de una única lengua en el espacio de intercomunicación y, por consiguiente, por la

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homogeneización lingüística de los hablantes. Por esta razón algunos estudiosos asocian esta tradición educativa a una planificación monolingüe e incluso a una ideología monolingüe, característica de la historia de los países europeos (cf. Auer 2007, entre otros).

2.2. Ecologías lingüísticas y procesos de apropiación de lenguas Si bien lo que se suele destacar de la situación anterior es una disminución progresiva del número de lenguas locales presentes en el espacio comunicativo, las situaciones más comunes implican códigos que presentan diferentes grados de mezcla, en consonancia con los contextos socioeducativos y político-culturales en los que se usan estos códigos. A modo de ejemplo, la presencia de las lenguas europeas en los países colonizados no tiene la profundidad histórica suficiente para permitir su uso exclusivo en los diversos ámbitos de la esfera pública. Por otro lado, las circunstancias que rodean el proceso de escolarización en el caso de muchos individuos (docentes no nativos, discontinuidad, abandono y fracaso escolar, etc.) dan pie a un dominio muy dispar de la lengua europea por parte de los hablantes y, correlativamente, a diversas clases y grados de mezcla de códigos, de acuerdo con su nivel de instrucción y con las lenguas (locales o no) que conforman sus repertorios lingüísticos respectivos. El hecho de que la mayor parte de la población tenga solo un dominio aproximado de la lengua europea y el semilingüismo resultante de esta situación no impiden, con todo, la presencia de esa lengua en el espacio comunicativo, algo que resulta a menudo consistente con las culturas lingüísticas locales, en las que el multilingüismo tiende a tener carácter aditivo en el sentido de que, como subrayan Makoni y Meinhof (2003) en relación con el contexto africano, permite hacer uso de dos o más lenguas sin necesidad de sustituir una por otra ni de mantenerlas separadas de manera nítida. Esta tendencia a asumir el uso de una modalidad aproximada de las lenguas europeas se ve reforzada por el hecho de que por un lado, a pesar de la relevancia que tienen estas lenguas desde un punto de vista simbólico y económico, sus hablantes nativos tienen un peso demográfico más bien escaso en estos espacios no metropolitanos y, por otro, ni siquiera los hablantes no nativos que ostentan el mayor dominio de esas lenguas pueden evitar un uso discontinuo de ellas en el que es también inevitable la mezcla. El cotejo de estos espacios con el contexto europeo sugiere que, además de los paisajes lingüísticos, las dinámicas comunicativas y las actitudes varían según se esté en una ecología monolingüe o no. Así, mientras que en las ecologías monolingües prevalece la ilusión de la homogeneidad lingüística, asociada a la presencia casi exclusiva de una única lengua en la esfera pública, esta última se convierte, fuera de Europa, en un

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espacio en el que interactúan de manera muy variada códigos muy diversos (cf. Banda 2009). De acuerdo con las observaciones aducidas en esta sección, mientras que la planificación lingüística vinculada a la escolarización se caracteriza por un marcado sesgo hacia el monolingüismo, los resultados del proceso de apropiación o aprendizaje lingüístico en contextos no metropolitanos no se ajustan a este objetivo y, de hacerlo, solo resultan parcialmente consistentes con él. Esta diferencia se evidencia en las producciones típicas de los sujetos en ambos tipos de contextos. En el contexto metropolitano tienden a confirmar la ilusión de la homogeneidad lingüística y la idea de una comunidad lingüística única, mientras que fuera de Europa la impresión de diversidad persiste incluso en aquellos casos en los que uno de los efectos de la interacción, generalmente a largo plazo, es la pérdida de alguna(s) de las lenguas implicadas en los intercambios comunicativos. Según se ha señalado antes, el uso de cualquier código de origen europeo lleva consigo una jerarquización de sus usuarios basada en el dominio relativo que cada uno de ellos tiene de dicho código. Las asimetrías interindividuales resultantes inciden en los intercambios comunicativos de una manera diferente a como ocurre con los códigos locales. A las causas sociohistóricas de estas asimetrías, a las que hemos aludido antes, cabe añadir como otro factor relevante la mayor diferencia que se produce entre los códigos foráneos y locales, a saber, el hecho de que solo aquellos resultan ser un capital tanto simbólico como económico. Esta particularidad de las lenguas europeas, únicos vectores de promoción social en contextos poscoloniales, explica la tendencia de las élites a caracterizar las masas populares como refractarias a su uso y, correlativamente, a estigmatizar las variedades populares de esas lenguas típicas de sus países, en una estrategia de cierre social que Myers-Scotton (1993) describe como “elite closure”.

3. Cultura lingüística, regímenes lingüísticos y diversidad lingüística Las diferencias que acabamos de señalar entre los códigos locales y europeos en lo que se refiere a sus implicaciones desde el punto de la estratificación social no se pueden disociar de lo que llamaremos aquí el “modelo de hablante”. Este último concepto explica en buena medida tanto las dinámicas en torno a la identidad como los procesos de acomodación comunicativa y los diversos perfiles que presenta la diversidad lingüística en diferentes contextos o ecologías lingüísticas, como ponen de manifiesto los nuevos espacios de interacción entre colectivos migrantes y receptores.

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3.1. Regímenes lingüísticos y ecologías lingüísticas En su inmensa mayoría, los estudiosos de la interacción comunicativa tienden a recalcar la dimensión simbólica del lenguaje y, más específicamente, su relevancia para la identidad tanto individual como colectiva. Con todo, en la medida en que las dinámicas sociolingüísticas características de las diversas ecologías lingüísticas y las divergencias observadas en las interacciones que tienen lugar en cada una de ellas no se producen de manera arbitraria, cabe asociarlas a diferencias relativas a la cultura lingüística o al régimen lingüístico. La cultura lingüística subsume esencialmente las ideas, creencias, actitudes, así como los valores, prejuicios y mitos relativos al lenguaje que reflejan las prácticas lingüísticas de los hablantes (Schiffman 1996), es decir, una especie de ethos relativo al lenguaje que caracteriza a los hablantes de una lengua dada. Por su parte, los regímenes lingüísticos tienden a descansar en alguna instancia de autoridad de la que emana el poder que permite determinar las normas y expectativas que rigen, en un espacio dado, en torno a lo que es la competencia lingüística y comunicativa, así como el alcance que puede o debe tener (Kroskrity 2000 y Blommaert/ Collins/Slembrouck 2005). Las diferencias que se producen en torno a la cultura lingüística y a los regímenes lingüísticos tienen implicaciones interesantes para la identidad individual y colectiva, así como para el modo en que el multilingüismo se manifiesta en diversos contextos. Por ende, el régimen lingüístico característico del contexto euro-occidental tiene mucho que ver con el monolingüismo. Ello implica que la lengua asociada al colectivo del que un individuo es miembro es el factor de mayor relevancia para la categorización tanto colectiva como individual, siendo esta última moldeada a imagen de aquella o estrechamente ligada a ella. Además, el proceso de enseñanza/aprendizaje de otros códigos no supone para esa lengua regresión o atrición y, en caso de hacerlo, los efectos tienden más bien a ser marginales y efímeros. En este sentido, la diversidad lingüística, al igual que la variación dialectal, es indisociable de la identidad lingüística y, por consiguiente, de la identidad social. Las dinámicas en torno a la identidad (identity work en el sentido de Owens, Robinson y Smith-Lovin 2010) refuerzan las actitudes lingüísticas y viceversa, debido a la transparencia y la lealtad que caracteriza el uso que los individuos hacen de las lenguas y las variedades dialectales asociadas a su identidad. De este modo, el monolingüismo de los individuos refuerza la ilusión de identidad única (o al menos la favorece), mientras que su incomodidad ante la variabilidad de la categorización social favorece la tendencia a la lealtad lingüística. Fuera del contexto euro-occidental, el régimen lingüístico tiende al multilingüismo, y la relación de la lengua y la identidad entraña una complejidad mucho

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mayor. Por un lado, los códigos usados en la intercomunicación se convierten en recursos para la negociación de la identidad social y, en este sentido, no existe necesariamente una correlación estricta entre esta última y la identidad lingüística. Por otro, el hecho de que la identidad social queda reflejada en prácticas lingüísticas en las que están diversamente implicadas múltiples lenguas permite expresarla por medio de combinaciones muy dispares de códigos. Así, uno puede fingir un acento que no tiene, ocultar un acento que tiene, e incluso calibrar el conocimiento que tiene de un código determinado, con el fin de conseguir un menor o mayor distanciamiento de su interlocutor, es decir, de acuerdo con sus expectativas y estrategias en torno a la identidad social. La tendencia a mezclar lenguas, el llamado multilingüismo aditivo, no favorece la lealtad lingüística, mientras que la variabilidad de la asociación de las prácticas lingüísticas con la identidad social hace posible cierta variación en esta última y, finalmente, refuerza la tendencia a la diversificación lingüística, puesto que cada individuo usa los códigos a su disposición a su manera y según sus circunstancias. Desde este punto de vista, la observación siguiente de Canut en relación con las dinámicas sociolingüísticas típicas de Mali tiene validez para otras ecologías multilingües: For the majority of the [...] population, my surveys show that linguistic practices are never related to the positioning or defining of the self, to identification, to membership, or to what is commonly referred to as the construction of identity. The near absence of metalinguistic discourse on this topic has led me to argue [...] that heterogeneity is constitutive of linguistic practice. Language mixing, linguistic overlap, and plural linguistic practices are all part of daily life and do not for the most part evoke any special type of metadiscourse, they are simply a reality; moreover, speakers are always baffled by the importance researchers give to the topic (Canut 2009: 87).

El autor sugiere que en contextos de este tipo resulta difícil determinar el tipo de relaciones que puedan contraer las actividades llevadas a cabo en torno a la identidad y (el uso de) los códigos presentes en los repertorios lingüísticos de los hablantes, en parte porque, como también recalca, “language is not a mark of possession, the goal is not perfect competence in a language, but instead it is the link that facilitates relations with another, through pieces or bits of language” (Canut 2009: 89). En este sentido, las relaciones que puedan existir entre la lengua y la identidad, marcadamente distintas de las que priman en ecologías monolingües, se asemejan a las que se observan en contextos tales como Nueva Guinea, en los que se tiende a privilegiar la diversidad lingüística o al menos la variedad dialectal, según se desprende de observaciones como las siguientes: “It wouldn’t be any good if we all spoke the same” o bien “We like to know where people come from” (cf. Crowley/Bowern 2010: 14).

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Mientras que el régimen lingüístico característico de las ecologías multilingües permite una enorme plasticidad comunicativa que subsume, por definición, mucha variación en el uso de los códigos que conforman los repertorios lingüísticos de los hablantes, la rigidez típica de las ecologías monolingües, cuyo régimen lingüístico está motivado en el concepto de posesión de una lengua —entendido en términos de identidad y de competencia lingüística—, da pie para interpretar la (multi)competencia subsumida en la plasticidad comunicativa señalada antes como competencia truncada o parcial, es decir, en un sentido que entra en contradicción con el estatus de hablante nativo que, en último término, no es distinto del de hablante tout court. La incidencia de estas diferencias alcanza, más allá de los procesos de apropiación, a la propia diversidad lingüística, como intentamos mostrar en el próximo epígrafe.

3.2. Nativismo lingüístico y nativización de códigos lingüísticos Las diferencias entre los efectos de las dinámicas características de los dos tipos de ecologías que hemos venido cotejando se hacen cada vez más manifiestas debido a los procesos de migración masiva hacia el espacio euro-occidental. El número cada vez mayor de inmigrantes africanos, asiáticos y latinoamericanos en Europa y Estados Unidos lleva consigo no solo la presencia de los códigos que traen de sus lugares de procedencia, sino también peculiaridades en cuanto al modo en que usan esos códigos en el nuevo contexto de migración y, particularmente, el lugar que ocupa y la forma que adopta en su repertorio la lengua del país al que migran, en lo que es en muchos casos su segundo contacto con ella. Lo que se espera de una situación de este tipo es un incremento de la diversidad lingüística en la forma de variedades novedosas e incluso de nuevos códigos como resultado de la mezcla o alternancia de códigos, al igual que ocurre en las ecologías multilingües. Obsérvese, con todo, que un cambio de este tipo no se puede disociar de procesos que tienen un fuerte componente de nativización, es decir, en los que los aprendices se apropian las lenguas de su entorno, imponiéndoles acentos y giros que permiten una mejor adaptación a sus necesidades comunicativas (y tal vez identitarias). En este sentido, la nativización de lenguas favorece la diversidad lingüística, si bien las consecuencias de la variación asociada a ella van a diferir dependiendo del alcance o el grado de generalización entre los usuarios de las variedades resultantes, así como de su pervivencia que, a su vez, está ligada al peso demográfico de cada grupo de hablantes. En marcado contraste con situaciones de contacto del tipo que acabamos de reseñar, la coexistencia de múltiples lenguas en contextos de ecologías monolingües hace posible el incremento de la variación lingüística, en el sentido de una mayor

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diversificación de las prácticas lingüísticas, pero no la existencia de nuevos códigos, debido a la tendencia al multilingüismo sustitutivo que los caracteriza. En efecto, el nativismo lingüístico característico de los hablantes, reflejado en su tendencia a aprender lenguas con el hablante nativo como modelo y usarla al modo de este último, o sea, sin supuestamente mezclarla con otros códigos, restringe drásticamente los cambios que pueden imponer a las lenguas que usan y, por tanto, limita el alcance de la diversidad lingüística. Ello explica que la variación que traen consigo los inmigrantes sea ignorada y, cuando no lo es, justifica procesos de planificación orientados hacia una mayor homogeneización sociolingüística, es decir, hacia la anulación u ocultación de aquello que las prácticas lingüísticas (sobre todo de los inmigrantes) puedan entrañar en términos de variación o divergencia. Desde este punto de vista, el uso en la sociolingüística actual de conceptos tales como el de superdiversidad (cf. Vertovec 2007 y Blommaert/Rampton 2011, entre otros muchos) no supone más que poner un rótulo (si bien, muy llamativo; cf. Pavlenko 2016) a un proceso bastante común en ecologías multilingües pasadas y actuales, con la consecuencia de que hace perder de vista una diferencia esencial entre ecologías lingüísticas, a saber que no favorecen en igual medida la diversidad lingüística, debido precisamente a que los hablantes recurren a estrategias diferentes (nativismo y nativización) en su interacción con los códigos que van incorporando a sus repertorios lingüísticos respectivos. De este modo, a cada ecología le corresponde, en términos de diversidad lingüística, un paisaje diferente. Las ecologías monolingües se caracterizan porque las prácticas lingüísticas de los hablantes, basadas en el nativismo y la lealtad lingüística y contrarias a la mezcla de códigos, no favorecen (el incremento de) la diversidad lingüística, lo que implica un paisaje lingüístico relativamente estático desde un punto de vista sociolingüístico. Por otro lado, en las ecologías multilingües, la capacidad de los hablantes para diversificar sus prácticas lingüísticas, adaptando los códigos que usan a sus necesidades comunicativas e identitarias, tiene el efecto de incrementar la diversidad en lo que se refiere tanto a las prácticas lingüísticas como a los códigos en uso en contextos marcadamente dinámicos desde un punto de vista sociolingüístico. Como veremos en las próximas secciones, estos contrastes tienen implicaciones interesantes en relación con lo que llamaremos “modelo de hablante” y, sobre todo, para la acomodación comunicativa.

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4. “Modelos de hablante” y acomodación lingüística 4.1. “Modelos de hablante” y competencia comunicativa Las observaciones aducidas en la sección anterior sugieren que la relación entre la lengua y la identidad varía según el contexto y, por consiguiente, lo que puede haber de indexicalidad (transparencia respecto de procesos de categorización social) en una lengua —o mejor, el discurso formulado por medio de ella— no se puede disociar de la cultura lingüística de sus hablantes. Otra vertiente de esta relación tiene que ver con el “modelo de hablante” que predomina en diferentes ecologías lingüísticas, así como con el tipo de comunidad al que se adscriben o son adscritos los diferentes tipos de hablantes en cada caso. Como veremos a continuación, el modelo de hablante incide fuertemente en los procesos de acomodación comunicativa y, en último término, en la diversificación de las prácticas lingüísticas que, a su vez, subyace a la diversidad lingüística. El primer modelo de hablante que consideraremos se basa en la dicotomía hablante nativo-hablante no nativo. Estos dos tipos de sujetos difieren en que aquel forma parte de una comunidad de la que está excluido por definición el hablante no nativo, en parte porque tiene mucho más de aprendiz que de hablante. De ahí se siguen diferencias de carácter sociolingüístico y psicolingüístico que tienen, a su vez, consecuencias específicas desde el punto de vista de la comunicación. En efecto, el hecho de que el hablante nativo sea un modelo respecto del hablante no nativo establece entre ellos una asimetría radical que no favorece el intercambio comunicativo, al contraponer el dominio que aquel tiene de su lengua materna al desconocimiento (ausencia de competencia o competencia truncada) del hablante no nativo. A su vez, el esfuerzo de este por ajustarse al modelo del hablante nativo tiene el efecto de provocar la regresión e incluso la atrición de otro(s) código(s) de su repertorio. Por último, la tendencia a hacer recaer el peso del esfuerzo comunicativo en el hablante no nativo libera al hablante nativo de ciertas obligaciones que, como veremos más abajo, le podrían corresponder desde un punto de vista comunicativo. De este modo, el modelo del hablante nativo opone comunidades lingüísticas nítidamente diferenciadas cuyos códigos y culturas lingüísticas están en pugna constante, con consecuencias muy variadas para sus hablantes y los procesos comunicativos en los que están implicados. Una de las manifestaciones de esa pugna es la tensión que se produce en cualquier intercambio entre, por un lado, el resultado del aprendizaje lingüístico, que no supone ausencia de variación ni mezcla en las prácticas lingüísticas típicas de los hablantes no nativos, y, por otro, los requisitos relativos a la acomodación comunicativa, que obligan a los

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hablantes no nativos a ajustar sus prácticas lingüísticas y comunicativas a (las de) sus interlocutores nativos. El lugar central que ocupa esta relación dentro de este modelo impide que este último favorezca la diversidad lingüística: las necesidades de acomodación comunicativa tienen el efecto de constreñir (las manifestaciones de) la variación lingüística que, con independencia del dominio que tienen los sujetos no nativos de una lengua, es inherente en aquellas de sus prácticas lingüísticas en las que está implicada. En el segundo modelo, con independencia de su estatus como hablantes nativos o no nativos, los interlocutores forman parte de una misma comunidad de prácticas lingüísticas que tiene mucho de un continuo lingüístico. Debido a que los códigos tienden a manifestarse de manera muy dispar y a que todas sus manifestaciones son válidas desde un punto de vista comunicativo, el hablante nativo puede servir de modelo solo de manera contextual. Si bien este segundo modelo tampoco puede evitar la discriminación de hablantes nativos y no nativos, las consecuencias de esta distinción son muy diferentes. Por una parte, el resultado de la interacción no es la pérdida de códigos, puesto que la adopción por parte de un hablante no nativo de rutinas comunicativas y rasgos lingüísticos típicos de los hablantes nativos de un código determinado no implica necesariamente el descarte de otras prácticas asociadas a otros códigos. Por otra, el esfuerzo de acomodación no recae exclusivamente en el hablante no nativo que, por consiguiente, interviene con mayor libertad en intercambios comunicativos caracterizados por la igualdad de los interlocutores en tanto que hablantes, o por lo menos por una responsabilidad compartida desde un punto de vista comunicativo.

4.2. Competencia acomodaticia y competencia lingüística Como hemos señalado en el epígrafe anterior, la competencia comunicativa está sujeta a diversas interpretaciones, de acuerdo con las ecologías lingüísticas existentes. Esas interpretaciones están estrechamente ligadas no solo a diferentes “modelos de hablante”, sino también a divergencias relativas tanto a la cultura lingüística como al régimen lingüístico, como indicado antes. Intentamos mostrar aquí el modo en que estas diferencias inciden en los procesos de acomodación comunicativa y, más allá, la tendencia a constreñir la diversidad lingüística asociada al choque entre ecologías monolingües y plurilingües. Antes de comentar los efectos de este choque, conviene que caractericemos previamente el proceso de acomodación. Según Gasiorek, Giles y Soliz (2015: 2), la acomodación comunicativa es un proceso en el que los individuos implicados ajustan sus prácticas y comportamientos comunicativos con el fin de reducir o acentuar las diferencias o similitudes que

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existen entre ellos desde un punto de vista social o comunicativo. Dichos ajustes son posibles gracias a la competencia comunicativa de los interlocutores, que subsume esencialmente dos tipos de aptitudes: lingüística e interaccional. Las aptitudes lingüísticas están asociadas a la capacidad que tiene un individuo de hablar diferentes lenguas, así como al dominio relativo de cada una de ellas y los recursos de los que sirve para la comunicación no verbal. Desde el punto de vista de la interacción, las aptitudes tienen que ver con la flexibilidad, la atención y la capacidad de ponerse en el lugar del otro, es decir, entender sus circunstancias y su punto de vista. Si bien estos autores no profundizan mucho más en la caracterización de este proceso, su doble orientación hace que, en principio, estén implicadas en él aptitudes y habilidades relativas tanto a la producción como a la recepción de mensajes y, en este sentido, motiva una interpretación universal de la metáfora del puente que proponen Finlaysson y Slabbert (1997) en referencia al contexto africano. De acuerdo con esta última, la convergencia comunicativa es posible solo cuando cada uno de los interlocutores está dispuesto a recorrer la mitad del puente que le corresponde en el intercambio comunicativo. Los cometidos de los interlocutores difieren según les corresponda codificar o descodificar los mensajes, lo que no supone con todo que sus aptitudes y habilidades comunicativas tengan que ser diferentes. A la vista de esta caracterización, llama poderosamente la atención la diferencia que Pitts y Harwood (2015: 94) establecen, en el marco de la teoría de la acomodación comunicativa —“Communication Accommodation Theory” (CAT)—, entre las aptitudes de los individuos implicados en un intercambio comunicativo. Según señalan, el proceso de producción requiere tanto la competencia comunicativa como la interaccional, mientras que solo las aptitudes relativas a la interacción resultan relevantes desde el punto de vista de la recepción. Para este último proceso, parecen suficientes, en su opinión, un alto grado de tolerancia, la capacidad de perdonar, así como de inferir o intuir las intenciones y los objetivos del interlocutor. Esta asimetría se ve agravada por el desajuste en torno a la contribución de cada tipo de interlocutor, según se puede colegir de la observación siguiente de Pitts y Harwood: “the more the message producer can adopt the beholder’s perspective, the more likely it is that accommodatively competent messages will be produced” (2015: 94). De acuerdo con esta última observación, el proceso de recepción no parece pasar del papel de mero oyente (listener) (cf. Lindemann 2002, 2011, entre otros), cuando no se reduce a meras reacciones ante el protagonismo que entraña la producción de mensajes. Tienen también interés para nuestra discusión las soluciones que sugieren Pitts y Harwood en relación con aquellos casos en los que los repertorios lingüísticos de

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los interlocutores resultan totalmente dispares. Consideran que en tales circunstancias, “[individuals who do not share a language] can tap internal resources and accommodate nonverbally, attempt to communicate via some lingua franca, or speak slowly [...], or seek help from external resources” (Pitts y Harwood 2015: 96). En la medida en que estas soluciones son solo algunas de las estrategias posibles en este tipo de situación, la propuesta de Pitts y Harwood no puede evitar cierto sesgo en lo que se refiere tanto al proceso de acomodación comunicativa como al concepto de competencia lingüística y comunicativa, al menos en comparación con otras soluciones que presentamos brevemente abajo antes de comentar sus implicaciones para la acomodación comunicativa y la competencia lingüística. Soluciones alternativas a la necesidad de recurrir a una única lengua, típica de ecologías monolingües, han ocurrido y ocurren en diferentes contextos, dependiendo del ethos lingüístico característico de cada grupo de hablantes en un momento dado. Así, Pavlenko (2016: 20) destaca la mezcla de lenguas como la solución privilegiada en la Europa premoderna más avanzada aludiendo y cita, a modo de ejemplo, las prácticas multilingües manifiestas en los poemas bilingües árabe-español (muwashshahat) de la Andalucía de la época del al-Ándalus, así como los versos macarrónicos de la Europa renacentista e ilustrada cuando “well-educated Europeans entertained their polyglot circles of friends with verses in Latin, French, German, and English, caring more about apt and witty formulations than about how well they knew the languages involved or which features belong together”. Otra solución también documentada en el contexto europeo consiste en prácticas que ten Thije y sus colaboradores en diversos trabajos asocian a lo que llaman multilingüismo receptivo (“receptive multilingualism”). Bahtina y Ten Thije (2012: 1), por ejemplo, asocian esas prácticas a lo que caracterizan como “language constellations in which interlocutors use their own language while speaking to each other”. Estos dos tipos de soluciones relegan la competencia lingüística a un segundo término o, mejor, la ponen al servicio de la competencia comunicativa y, por consiguiente, de la acomodación comunicativa entendida como un proceso bidireccional en el que lo que no puede aportar un individuo implicado en un intercambio comunicativo se ve compensado en un sentido u otro por su interlocutor. Desde este punto de vista, existe una estrecha correlación entre la manera en que se concibe la competencia comunicativa por un lado y, por otro, la competencia lingüística. Una concepción unidireccional de la acomodación entronca con una interpretación de la competencia lingüística en términos de posesión y dominio de una lengua, en la que el hablante nativo es el modelo. Por el contrario, una concepción bidireccional de la acomodación hace posible la intercomunicación aun en aquellos casos en que los interlocutores tienen un dominio parcial o imperfecto de los códigos que usan.

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Solo en este último caso cabe el bricolaje y la heteroglosia que caracteriza la mezcla de códigos, lo que hace del multilingüismo receptivo una solución intermedia.

5. Dinámicas en torno a la diversidad lingüística: comunidades y redes comunicativas La diversidad lingüística está estrechamente ligada al contacto de códigos y, por consiguiente, al modo en que una lengua dada media entre hablantes nativos y no nativos. Hemos sugerido en las secciones anteriores que los efectos del contacto de lenguas varían de acuerdo con las ecologías lingüísticas y que, en rigor, solo las dinámicas sociolingüísticas típicas de las ecologías multilingües favorecen la diversidad lingüística, en el sentido de incrementar el número de códigos usados en un contexto dado. En esta sección intentamos mostrar, además, que en las ecologías monolingües los intercambios comunicativos tienen el efecto de constreñir la diversidad lingüística, debido a la concepción que se tiene de ella, mientras que las interacciones características de ecologías multilingües ponen de manifiesto las limitaciones que entrañan las diferentes interpretaciones que ha recibido el concepto de comunidad (lingüística, de habla, de prácticas, etc.) y, en definitiva, el variación en asociación con el (tipo de) hablante.

5.1. Prácticas lingüísticas y comunidades sociolingüísticas Como se ha señalado antes, una de las características que distinguen los contextos de ecología multilingüe tiene que ver con la coincidencia en un espacio determinado del multilingüismo individual y colectivo. Esta coincidencia se produce típicamente en aquellos casos en los que la relación de la lengua foránea con la mayor parte de los hablantes no nativos se resuelve por medio de un proceso de apropiación o nativización. Otras diferencias se siguen de las dinámicas sociolingüísticas típicas de las ecologías lingüísticas monolingües y multilingües, muchas de las cuales tienen que ver con la manera en que se conciben los colectivos conformados por los hablantes que están implicados en dichas dinámicas, así como la relación que contraen con las lenguas que forman parte de sus repertorios. Una distinción básica a este respecto es la que está asociada a los conceptos de comunidad y contacto, tales como los usa Pratt (1991) por ejemplo. Con independencia del factor en el que se sustenta, cualquier comunidad de naturaleza sociolingüística tiende a basarse en un código común y en un conjunto de normas y creencias compartidas en lo que se refiere a su uso y sus funciones

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(cf. Eckert 2006, Blommaert 2007, Meyerhoff/Strychraz 2013). Cualquiera que sea la naturaleza de la comunidad, es decir, se trate de una comunidad lingüística, una comunidad de habla o una comunidad de prácticas, aquello que comparten sus miembros permite interpretar colectivos de este tipo como estructuras de dimensiones muy dispares, generalmente asociadas a variedades y repertorios lingüísticos que están imbricados o insertados unos en otros. Desde este punto de vista, una caracterización del tipo que hace Pratt (1991) en relación con las comunidades lingüísticas se puede extender a cualquier otro tipo de comunidad. De acuerdo con Pratt, tales colectivos se caracterizan por ser comunidades imaginadas, a saber, colectivos específicos relativamente estables delimitados por el espacio que habitan sus miembros y, sobre todo, por prácticas y conocimientos supuestamente compartidos por ellos. La idea según la cual cualquier individuo puede formar parte de varias comunidades de este tipo, debido en parte a que las prácticas lingüísticas están estrechamente ligadas a un proceso continuo de aprendizaje y convencionalización (enregisterment), ha inducido a algunos estudiosos a sugerir que tales entidades colectivas resultan de las interacciones o los intercambios en los que están implicados sus miembros, en contradicción en parte con la estructura anidada que las caracteriza. En efecto, la relación jerárquica inherente a este tipo de estructura, aun siendo susceptible de cierta variación, no deja de implicar cierta estaticidad, en consonancia con la asociación de cada uno de sus componentes con un determinado código o variedad. Situaciones que dan pie a caracterizaciones aparentemente contradictorias como estas son típicas de ecologías monolingües, cuya descripción contrapone dos concepciones de la diversidad lingüística, según se la asocie o no a interacciones comunicativas. A modo de ejemplo, Blommaert (2007: 131) asocia la asimetría que señala entre las comunidades lingüísticas o grupos de individuos que se identifican con una lengua dada, a menudo institucionalizada, y las comunidades de habla, es decir, colectivos que comparten el uso de determinados códigos o registros, a factores que subyacen a la conformación de estas comunidades, así como a la concepción que se tiene de la comunidad en ambos casos. Mientras que en las comunidades lingüísticas prevalece la lengua como un símbolo colectivo, las comunidades basadas en el habla privilegian las prácticas lingüísticas. Con todo, si bien la especificidad, estabilidad y pureza lingüística típicamente asociada a aquellas comunidades contrastan con el carácter dinámico y cambiante de las comunidades de habla, resulta difícil dar cuenta de estas últimas en ausencia de cualquier código de referencia, como sugieren Blommaert y Rampton (2011). En términos generales, las ecologías multilingües se caracterizan porque, debido a los efectos de la apropiación, los procesos de contacto enmarcados en ellas resultan en un complejo lingüístico que consiste en un continuo de variedades más o menos puras diversamente distribuidas entre los hablantes de los códigos implicados.

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En tales contextos, conceptos del tipo de “comunidad lingüística” o “comunidad de habla” distan de tener el interés que desde un punto de vista explicativo puedan tener otros del tipo de “cadena lingüística”, por ejemplo. La caracterización siguiente que proponen Fardon y Furniss de este último concepto en el contexto del África subsahariana se puede extender a cualquier otra ecología multilingüe. De acuerdo con estos estudiosos, una cadena lingüística [...] offers a choice of varieties and registers in the speaker’s immediate environment, and a steadily diminishing set of options to be employed in more distant interactions, albeit a set that is always liable to be reconnected more densely to a new environment by rapid secondary language learning or by development of new languages (Fardon/ Furniss 1994: 4).

Si bien la distancia espacial implícita en la imagen a la que recurren Fardon y Furniss ayuda a visualizar mejor el funcionamiento de la cadena lingüística desde un punto de vista sociolingüístico, el concepto de cadena se puede usar también con los repertorios lingüísticos de los hablantes como referencia y, en términos más específicos, en relación con el grado de solapamiento que se produce entre esos repertorios. En este sentido, desde un punto de vista psicolingüístico, cuanto mayor la distancia (léxica y estructural) entre códigos, mayor será la creatividad lingüística de los hablantes (sobre todo no nativos) que recurren a ellos, es decir, su capacidad de moverse entre diversos espacios y sistemas semióticos e incluso de inventar códigos nuevos (cf. Dyers 2015), cuyo fin es precisamente salvar esa distancia. Soluciones de este tipo son difíciles de imaginar en ecologías monolingües, incluso en aquellos casos en los que el contacto puede favorecer el proceso de apropiación lingüística, como ocurre en territorios fronterizos, por ejemplo. De acuerdo con las observaciones aducidas en las secciones 3 y 4, uno de los efectos de esta creatividad es el incremento de la diversidad lingüística en el sentido de que puede dar pie a nuevos códigos. Ello es posible solo en un contexto en el que se tolera la mezcla de códigos y, correlativamente, la norma está tan ligada a las prácticas que necesariamente su importancia resulta relativa (cf. Canut 2009). Con todo, esta última observación no implica que no existan códigos previamente a las prácticas lingüísticas, como se desprende de las observaciones de Eckert (2006), ni que la variedad pura derive de la impura o mixta, como se colige de las de Blommaert (2007). Sugerimos en el próximo apartado que el concepto de “red comunicativa” permite dar cuenta de esta complejidad y de la diversidad ligada a ella de manera más interesante todavía que el de “cadena lingüística” que, como hemos visto, plasma de peor manera la dimensión psicolingüística del solapamiento de códigos.

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5.2. Continuos lingüísticos y redes comunicativas De acuerdo con las observaciones aducidas en el apartado, las generalizaciones basadas en el concepto de comunidad están estrechamente ligadas a la existencia de algún código común a un conjunto de hablantes y de una serie de normas compartidas por ellos en lo que se refiere a las prácticas lingüísticas. Por consiguiente, difícilmente pueden dar cuenta de dinámicas sociolingüísticas que se producen entre individuos cuyos repertorios lingüísticos se solapan solo parcialmente. Debido al hecho de que tales dinámicas están estrechamente relacionadas con un tipo específico de contacto lingüístico característico de ecologías multilingües, entraña más interés y relevancia en estos contextos un concepto como el de “cadena comunicativa”, que una interpretación multidimensional permite abstraer en términos de “red comunicativa”. Este último concepto tiene la ventaja de aunar el interés explicativo que puedan contener tanto el concepto de “continuo lingüístico” de Blommaert (2007) como el de “cadena lingüística” de Fardon y Furniss (1994), al tiempo que evita sus limitaciones. En efecto, mientras que en un continuo lingüístico dado están implicados al menos los dos códigos que ocupan sus dos polos, asociándose la variación a la mayor o menor presencia de cada uno de estos códigos en las prácticas lingüísticas de los hablantes, una red comunicativa está conformada por la interacción de múltiples continuos lingüísticos en los que están implicados diversos códigos, pudiendo un mismo código participar de diversos continuos lingüísticos. Por otro lado, el concepto de cadena lingüística supone entre los códigos coexistentes en un contexto dado una linealidad y una contigüidad espacial no siempre manifiestas en los hechos descritos. El hecho de que este último tipo de relación sea solo uno de los muchos factores que dan cuenta de la interacción de los códigos, así como de sus efectos, parece confirmar, por contraposición, el interés explicativo del concepto de “red comunicativa” que, por otra parte, no se limita a la sola dimensión lingüística, como pone de manifiesto la caracterización que Makoni y Meinhof (2003) hacen del multilingüismo, tal como se produce en el contexto africano. De acuerdo con estos estudiosos, [...] Africans generally make no clear distinctions between “language” as a code and cultural practices. It is possible to be treated as a mother tongue speaker of a language in many African contexts even if one does not speak the relevant language with anything near native speaker fluency, but has mastered the cultural practices of the community [...]. The native/non-native distinction is thus culturally contingent: in many African contexts it reflects perceived cultural competence and not primarily linguistic expertise (Makoni/Meinhof 2003: 9).

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Al igual que las comunidades basadas en el habla, las redes comunicativas tienen carácter emergente, además de estar fuertemente constreñidas por el contexto. Sin embargo, a diferencia de tales comunidades, las redes no requieren que los hablantes compartan un (único) código, ni que asuman ciertas normas desde el punto de vista de su uso. Basta con que haya algún solapamiento entre sus repertorios lingüísticos y culturales. Esta especificidad que aporta la red da a los hablantes una autonomía mayor, a la hora de recurrir a los códigos que conforman sus repertorios lingüísticos, de lo que se espera en una ecología monolingüe, estrechamente ligada al concepto de comunidad. Esta autonomía del hablante es en el fondo una manifestación de sus capacidades en tanto que agente desde un punto de vista lingüístico y comunicativo. En este sentido, no se puede disociar de cierta tendencia a igualar en lo simbólico, económico y propiamente comunicativo los códigos coexistentes en un espacio dado y, correlativamente, a privilegiar la dimensión comunicativa de estos últimos. La agentividad de los hablantes está sujeta a diversos tipos de restricciones. Por una parte, tanto el dominio relativo que un sujeto tiene de los códigos que conforman su repertorio como la amplitud y configuración interna de este último inciden en el uso que hace de ellos, así como en el modo en que los hace interactuar de cara a las circunstancias que rodean los intercambios en los que está implicado. Por otra, como evidencia la historia de aquellos continuos cuyos polos corresponden a una lengua europea y otra no europea, los códigos implicados en las redes tienen una existencia autónoma y separada, cualquiera que sea la manera en que concibamos esta última. Desde este punto de vista, la relación o interacción de dos códigos se puede interpretar como un continuo únicamente desde la perspectiva de los usos de los hablantes, es decir, si se privilegian las prácticas lingüísticas individuales por encima de las características formuladas en referencia a comunidades lingüísticas o de hablantes. Como se puede colegir de la observación formulada por Makoni y Meinhof, restricciones de este tipo distan, con todo, de incidir en la agentividad del hablante en la misma medida en que esta queda constreñida en las ecologías monolingües, debido a que las limitaciones del hablante (señaladas arriba) están compensadas por el oyente, según sugiere la metáfora del puente. Por el contrario, dado que, como se ha señalado antes, las ecologías monolingües están basadas en la noción de comunidad lingüística, las observaciones aducidas en esta sección confirman que contextos de este último tipo constriñen de manera mucho más severa que las ecologías multilingües la diversidad lingüística inherente a cualquier situación de contacto. Es lo que pone de manifiesto el escaso efecto que tiene en las ecologías monolingües el contacto de lenguas en tanto que potenciador o multiplicador de las redes comunicativas. Una muestra interesante de esta diferencia es que mientras que en las ecologías monolingües

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se mantiene el código preexistente al contacto, por lo que la comunidad de hablantes implicada se ve afectada esencialmente desde el punto de vista de su amplitud, al resultar marginadas o ignoradas (muchas de) las prácticas lingüísticas de los hablantes no nativos, el carácter fundamentalmente dinámico de las ecologías multilingües permite que las consecuencias del contacto afecten, más allá de las comunidades de hablantes asociadas a cada uno de los códigos implicados, a los propios códigos. En este caso, los efectos van desde la variación hasta la diversificación de códigos y, por tanto, la diversidad lingüística, mientras que en las ecologías monolingües no pasan de la variación interna al código característico de una comunidad. Restricciones de este tipo están estrechamente ligadas al sesgo que, desde el punto de vista de la acomodación comunicativa, se establece en las ecologías monolingües entre hablantes nativos y o nativos.

6. Observaciones finales En estas páginas hemos intentado mostrar la correlación que existe entre las prácticas lingüísticas y las ecologías lingüísticas en cuyo marco se producen, así como sus consecuencias tanto para el aprendizaje de lenguas y su uso en procesos de acomodación comunicativa por hablantes nativos y no nativos como para la diversidad lingüística. Hemos sugerido que en las ecologías multilingües el proceso de aprendizaje de lenguas no nativas favorece la diversificación de códigos, al permitir no solo la presencia de nuevas variedades de las lenguas usadas en un contexto determinado, sino también la existencia de nuevos códigos que pueden resultar de la mezcla de algunas de esas lenguas y, por tanto, modificar la ratio lenguas/hablantes en dicho contexto. Sin embargo, el discurso dominante en torno tanto al aprendizaje de lenguas como a su uso y el proceso de acomodación comunicativa tiene el efecto de constreñir fuertemente la diversidad lingüística. No permite, ni predice, sino de manera marginal, la presencia estable de nuevas lenguas en un contexto dado, como muestra la paradoja de la presencia de muchas lenguas no europeas en la Europa actual y su escasa incidencia en las prácticas comunicativas tanto de las instituciones como de los individuos autóctonos. En este sentido, empobrece las redes comunicativas en tanto que únicos espacios en los que se pueden originar nuevos códigos o, en otras palabras, reduce la potencia del motor de la diversificación lingüística.

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CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDAD Y PROBLEMAS DE MUTUO ENTENDIMIENTO EN UN ENCUENTRO INTERCULTURAL ENTRE MAESTROS INDÍGENAS Y EXPERTOS LINGÜÍSTICOS (MÉXICO): PARA LA INCLUSIÓN DEL ANÁLISIS CRÍTICO DEL DISCURSO EN LA PLANIFICACIÓN LINGÜÍSTICA1 KLAUS ZIMMERMANN Universidad de Bremen

1. El contexto histórico y cultural En 2003 la Cámara de Diputados de México votó por primera vez en la historia de México una “ley de derechos lingüísticos”. La finalidad de esta ley era la defensa y el fomento de desarrollo de las lenguas indígenas del país, tanto en el uso como en su estructura, y con ello el mantenimiento de la diversidad lingüística. Anteriormente no había habido leyes semejantes en México; al contrario, la política oficial propugnaba la castellanización de los pueblos indígenas y la extinción de sus lenguas, si bien hubo algunas políticas que declaraban promover la educación bilingüe sin hacer lo necesario para lograrlo. Esta ley ha sido el resultado de varios factores y movimientos del pasado: muchos antropólogos y lingüistas, mexicanos y no mexicanos, habían exigido el reconocimiento y la defensa de las lenguas indomexicanas así como medidas de

1

En 2010 he presentado una primera versión de este estudio en la Third International Conference on Multicultural Discourses (27 al 29 de agosto de 2010) Zhejiang University, Hangzhou (China). En 2009 Kristina Menzel, una estudiante mía, ha hecho un análisis previo con base en los materiales empíricos (grabación y transcripción) entregados por mí bajo mi tutoría en el marco de su tesis de BA. Pude aprovechar la detección de algunos incidentes conversacionales en el corpus por ella.

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planificación de estatus y de corpus (normalización y normativización) con el objetivo de impedir la muerte y el desplazamiento de las lenguas, de crear espacios de uso público donde estos habían desaparecido (por ejemplo, de emplearlas en el sistema educativo de las regiones indígenas) y de crear instituciones que trabajaran en la elaboración de las lenguas para hacerlas utilizables en dominios de comunicación de donde habían sido relegadas o donde nunca habían podido entrar a causa de las políticas económicas, sociales, educativas y lingüísticas del pasado. Las demandas se fundaron en los principios siguientes: a)

Las lenguas indígenas (como cualquier lengua) deben ser consideradas como patrimonio cultural (tanto del país donde se hablan como de la humanidad en general).

b)

Cada pueblo indígena (y cada individuo) tiene el derecho de hablar (y escribir) su lengua autóctona.

c)

Las lenguas indígenas han sufrido una política de 500 años que las ha desplazado de sus usos posibles. Además, se ha imposibilitado su desarrollo y elaboración en función de sus necesidades de comunicación, dado el panorama instaurado en el transcurso de la época colonial y poscolonial. Las lenguas indígenas han sido relegadas a nivel de lenguas informales de uso solo familiar, comunal y rural. Por ello, hoy en día hace falta su revitalización, es decir, frenar su desuso y hacerlas aptas para ser utilizadas en nuevos ámbitos de la vida cotidiana y del mundo “moderno”, así como de enseñarlas en las escuelas, tanto como lenguas de instrucción como materia de la enseñanza2.

d)

Hacer dispositivos para que las lenguas puedan ser usadas en situaciones y espacios en los que hasta el momento no han sido admitidas por ley u otras formas de coerción o hegemonía social.

Cabe mencionar como antecedente la resolución de la Asociación Mexicana de Lingüística Aplicada (AMLA) en 1989 y la aprobación del Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes de 1989 por la Cámara de Senadores en 1990 y su promulgación por el presidente mexicano Carlos Salina de Gortari en 1990. Salvo una mínima mención en la Constitución de 1994 no se ha concretizado la aprobación en medidas correspondientes3.

2 3

Cf. mis planteamientos acerca de la revitalización en Zimmermann (2011). Un análisis de esta ley de derechos lingüísticos, sus antecedentes y su contexto político se encuentra en Pellicer/Cifuentes/Herrera (2006).

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Es evidente que tuvo un papel primordial como antecedente de esta ley la rebelión indígena en Chiapas (Estado federado en el sur de México, en la frontera con Guatemala), una rebelión ejecutada por activistas de los pueblos tzeltal y tzotzil, reunidos en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), con la asistencia/liderazgo de por lo menos un intelectual “mestizo” (no indígena), el famoso subcomandante Marcos. Esta revuelta empezó en 1994 con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre EE.UU., Canadá y México. Este movimiento exigía cierta autonomía política y cultural de los pueblos indígenas, mayores ayudas de infraestructura del Estado central, incluido el reconocimiento de las lenguas indígenas y su fomento (cf. Sámano/Durand Alcántara/Gómez González 2000). El EZLN encabezó una rebelión armada y ganó simpatía y apoyo moral en muchas partes del mundo. Logró que el gobierno firmara varios contratos con él; sin embargo, no consiguió que se aceptaran todas sus demandas. No obstante, la Ley de Derechos Lingüísticos puede considerarse como uno de sus logros. Después de haber sido votada la ley (hubo muchas reticencias durante el proceso de debate y la ley no se corresponde totalmente con las demandas), el gobierno tenía que comenzar con la implementación de la ley. Para tal efecto la Secretaría de Educación Pública (SEP) con su Dirección de Asuntos Indígenas (en colaboración con la Universidad de Querétaro) había convocado un encuentro de maestros (profesores) indígenas y de expertos lingüistas4 para discutir las necesidades concretas de política y planificación lingüística de las lenguas indígenas, celebrado en la ciudad de Querétaro en 2004. La meta de este encuentro fue definir los múltiples problemas de forma más concreta y diseñar proposiciones para su resolución. Tal vez una de las metas del gobierno haya sido organizar un evento para demostrar seriedad. Otro objetivo puede haber sido manifestar la buena voluntad de inclusión de la población indígena en el proceso de política y planificación lingüística (como medida profiláctica para evitar eventuales críticas de paternalismo y de política desde arriba sin la participación de los afectados). Después de una mesa de apertura del encuentro con tres ponencias de expertos en ciencias del lenguaje y planificación, los participantes del evento fueron divididos en cuatro talleres que debían discutir temas distintos determinados por los organizadores (los temas y la composición de las mesas y de los grupos habían sido preestablecidos por los colaboradores de la SEP). Así, se grabaron

4

En uno de los talleres participó el autor de este estudio, hecho no insignificante, ya que por medio del análisis posterior se ha dado cuenta de sus propios fallos de entendimientos, lagunas de información y tal vez también prejuicios.

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las discusiones de las cuatro mesas. Este hecho se anunció antes de comenzar la discusión, a pesar de que era evidente dadas las intervenciones del equipo técnico para manejar la grabadora y cambiar las cintas. El análisis de este estudio se refiere a una de las mesas cuyo tema debía ser la estandarización de las lenguas indomexicanas5.

2. Cuestiones temáticas que debían tratarse La discusión se abrió con la siguiente declaración de propósito (estandarización) e intento de ordenamiento de subtemas por parte de una colaboradora de la SEP (ministerio): [...] Sería una propuesta, un proyecto pero por supuesto de una manera abierta, una conversación muy entre nosotros y ver si podemos hacer algo a partir de aquí. Entonces en esta estandarización, organización de las lenguas indígenas la pregunta número uno dice: ¿Qué entendemos por modernización de las lenguas indígenas? La número 2: ¿Qué problema había en el logro de la estandarización de las lenguas indígenas? La número 3: ¿Es la estandarización una meta de las comunidades de hablantes? La 4: ¿Qué problemáticas subsisten en la relación oralidad-escritura? La número 5: ¿Quiénes son los que elaboran las gramáticas y los diccionarios realmente? La número 6: ¿Cómo propiciar el uso público de lenguas no estandarizadas? La número 7: ¿Cómo se relacionan las políticas lingüísticas con las políticas educativas? (L. 657-667).

3. Observación y propósito Los expertos mexicanos y extranjeros eran en su gran mayoría profesores universitarios o investigadores de institutos de lingüística. Se puede suponer que eran defensores solidarios de asuntos indígenas y que tenían una actitud favorable hacia la revitalización de las lenguas y que eran conscientes de la dominación, 5

Agradezco a los colaboradores de la SEP de haberme dejado una copia de la grabación. La transcripción fue hecha por Aurelio Penca, El Decá (Hgo.), México, colaborador mío durante años.

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discriminación, etc. de los pueblos indígenas y ansiosos de entrar en una discusión sin prejuicios entre todos los miembros del grupo, especialmente con los miembros indígenas. Creo también que no hubo una construcción preestablecida de dos grupos distintos de participantes en la mente de los expertos. Como miembro de una de las mesas, yo no tenía la impresión de que hubiera una actitud que diferenciara los dos grupos, por lo menos no una actitud valorativa o siquiera opositora. Por ello, el encuentro podría haber sido clasificado en términos de teoría interaccionista como encuentro cooperativo. No se puede excluir, sin embargo, que existiera el prejuicio inconsciente por parte de los expertos de tener ellos mismos más y mejores conocimientos que los maestros de escuela indígenas. A pesar de que se discutieron también aspectos pedagógicos y de planificación lingüística, mi propósito no es analizar estos aspectos sino el análisis crítico de la interacción para detectar presupuestos inadvertidos y prejuicios presentes en el encuentro intercultural.

4. Un encuentro intercultural específico Podemos caracterizar esta reunión como un evento intercultural. Hay dos conceptos de interculturalidad que se manejan con frecuencia en las discusiones actuales. El primer concepto puede llamarse concepto descriptivo-crítico (en la línea teórica de Gumperz 1978, Ehlich 1996) y el segundo concepto político-pedagógico: Interculturalidad en el sentido descriptivo tiene como objetivo en antropología, sociología y sociolingüística, analizar lo que pasa cuando se encuentran o enfrentan dos o más grupos étnicos y/o culturales. Acorde con las características conflictivas de muchos de los encuentros interculturales se suelen destacar aquellos que tratan aspectos conflictivos, así como la tendencia a presentar análisis críticos que resultan incluso denunciadores de procesos abiertamente discriminadores o de malentendidos interculturales, que se producen sin la voluntad de los interactuantes y que conducen a situaciones conflictivas. Esto es muy comprensible. Sin embargo, no hay que olvidar que en el mundo existen también encuentros interétnicos e interculturales que no son conflictivos, sino enriquecedores para ambas partes. El concepto político-pedagógico se deriva del concepto descriptivo-crítico. Constituye la contrapartida de este y puede definirse como el conjunto de actividades y disposiciones destinadas a terminar con los aspectos y resultados negativos de las relaciones interculturales conflictivas. También se puede entender como una contribución al establecimiento de relaciones pacíficas, al mutuo entendimiento, al derecho de vivir la propia cultura, a la tolerancia y, en fin, a la autodeterminación cultural (Zimmermann 1999a: 168).

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En esta investigación me refiero al primero de los dos conceptos, o sea, al hecho de que los miembros de diferentes culturas entran en una interacción. Se supone que en las interacciones interculturales surgen problemas de comprensión mutua debido a las diferentes visiones del mundo, el significado de las palabras, los gestos, la mímica, kinésica y proxémica, la relevancia atribuida a las acciones y creencias, las obligaciones de trabajo de la cara (face work) (Goffman 1970: 11-25), las implicaturas de los enunciados (Grice 1975), la prosodia y otros. Es preciso señalar que la lengua de comunicación era el español, idioma nacional de México y lengua vehicular para las poblaciones indígenas con la sociedad hispanohablante y entre diferentes pueblos indígenas. Los idiomas indígenas se hablan sobre todo en situaciones informales en el interior de sus espacios de origen. Los maestros indígenas manejan con mayor fluidez la lengua española. Esta habilidad es una condición necesaria en los estudios para ser maestro. La formación como maestro refuerza esta habilidad y les proporciona un papel destacado en las comunidades indígenas como mediadores con la sociedad no indígena. Con esta formación, se convierten también en los intelectuales (sobre todo en materia de lengua) de las comunidades indígenas. Dado que este encuentro estaba desarrollándose en español, o sea, de manera monolingüe, parecería, a primera vista, que la situación no era de interculturalidad. Sin embargo, una visión más profunda de todo ello nos muestra que: a) Si algunos de los expertos no indígenas pudieran tener algún conocimiento de un idioma indígena, este era meramente estructural, no se trataría de una competencia comunicativa para participar en una comunicación ejecutada en lengua indígena. b) Por otro lado, tenemos que ser conscientes de que los maestros indígenas son bilingües, que el español es su segunda lengua, un tipo de variedad étnica de español. c) A nivel psicolingüístico cada participante tiene un fondo bilingüe. d) La reunión puede ser vista como multicultural, también, en el sentido de que entre los maestros indígenas estuvieron representados: un otomí / hñähñu, un tarasco / p’urhépecha y un mixteca / ñuu savi. e) Entre los expertos también había representantes de varias culturas nacionales: mexicana, estadounidense, alemana y colombiana (todos bien informados acerca de la historia de México, la política, la cultura, la estructura social, etc.). Todos ellos tenían una actitud crítica frente a la política indígena del gobierno mexicano en el pasado. Este grupo era de hecho multicultural (“internacional”). Sin embargo, no me parece ilícito concebir los expertos como un solo grupo cultural

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por sus características comunes como compartir conocimientos científicos de lingüística, tener formación universitaria, tener tiempo para dedicarse a pensar los asuntos lingüísticos con detenimiento y finalmente tener conocimientos sobre la discusión en política y planificación lingüística a nivel internacional. Todo ello constituye también un rasgo cultural en sí, aunque sea de otro orden y parte de la cultura occidental. Así, estamos aquí frente a un encuentro/interacción multicultural y multilingüe. Multicultural y multilingüe no en el sentido de uso actual de varias lenguas en la discusión sino en el sentido de origen de los participantes de varias culturas y diferentes lenguas nativas que actúan como trasfondo en la visión mental del mundo. Este conjunto de personas trata de conseguir una solución a los problemas de una parte del grupo, los indígenas. El tema no aborda cuestiones o problemas de los grupos de donde proceden los expertos, lo que produce una constelación asimétrica en términos de dinámica interactiva y actitudinal. En total, el corpus está compuesto por 28 101 palabras (2 146) líneas. No pretendo presentar un análisis secuencial de la dinámica de la discusión sino proceder a la identificación de los cinco aspectos conflictivos más salientes que surgieron al documentar y analizar los turnos interactivos.

5. Análisis del discurso oral e interactivo Contrariamente a la expectativa de una interacción cooperativa y el tipo de discurso correspondiente, cuyo objetivo compartido es llegar a definir los problemas colaborando para obtener una visión compartida de estos y cooperando para encontrar soluciones técnicas viables a nivel sociocultural y aceptables por los pueblos indígenas, resulta que el encuentro-discurso interactivo fue fuertemente conflictivo. Los aspectos de conflicto detectados son: Conflicto 1: Denominar adecuadamente a los pueblos indígenas (grupos étnicos o pueblos). Conflicto 2: La presuposición de irracionalidad de los pueblos indígenas. Conflicto 3: La planificación lingüística (normalización y estandarización de la lengua) como imposición desde el exterior. Conflicto 4: El respeto. Dentro de la discusión acerca de la normalización, un maestro indígena afirma que, antes de todo, hace falta el respeto de la sociedad mestiza a los “indios”.

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Conflicto 5: Inclusión o exclusión: falta de comprensión de pronombre personal de plural nosotros. Todo ello puede resumirse en una sola macrocategoría: identidad. En términos de teoría comunicativa de Watzlawick, Beavin y Jackson (1971), se trata de conflictos a nivel de relación, no de conflictos a nivel de contenido. Vamos a detallar los conflictos en lo que sigue.

Conflicto 1: Denominación de “grupo étnico” por los expertos En el transcurso de la discusión durante una de las intervenciones, uno de los expertos ha utilizado la denominación “grupo indígena”. A esta denominación un maestro indígena contesta: No somos un grupo, e la la etnia para nosotros significa una tribu una tribu nómada que está en un lugar, luego en otro lugar y y nosotros e vivimos en nuestras tierras, en nuestros territorios desde hace mucho tiempo. Entonces por eso e de que e en ellos de que en lugar de que se nos considere como etnia e nos dé el reconocimiento de pueblo (L. 2024-2028).

El experto replica: Me parece una cosa, me parece que hay un mal entendimiento en los conceptos: para mí el concepto etnia no tiene ninguna connotación de tribu em, por lo menos [...] tal vez es una interferencia del alemán: nosotros e utilizamos eso al nivel [...] como pueblo, una nación: de hecho la palabra étnico es del griego y significa lo mismo que nación, sí, podemos hablar de la nación.

Este es un caso muy interesante en el que están involucrados varios aspectos. Primero, sabemos desde el análisis del discurso que la denominación de los hechos y personas es un acto de habla con un impacto fuerte de identidad. No es un acto simple e inocente de referencia, sino un acto que construye y atribuye identidad. En este sentido tiene toda la razón el maestro indígena indicando que “grupo” tiene otra connotación que “pueblo”. Entretanto, en 2010, la Unesco ha publicado un Atlas sociolingüístico utilizando oficialmente el término “pueblo indígena”6. Al mismo tiempo, en la ciencia antropológica existe una tradición de llamar a los pueblos indígenas “grupos” sin connotación peyorativa. 6

Cf. Atlas sociolingüístico de pueblos indígenas en América Latina (2009). El autor de este estudio publicó en 1999 un libro en cuyo título también se utiliza el término “pueblo amerindio” (cf. Zimmermann 1999).

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Sin embargo, la diferencia de llamar a los mexicanos, alemanes, franceses, etc. “pueblos” y a los otomíes (hñähñus), los nahuas o los p’urépechas “grupos” demuestra una distinción que presupone un valor diferente (o implica una apertura de significación para construir un valor diferente), sea de importancia cuantitativa, de desarrollo cultural o de estatus internacional. Y la historia de la relación conflictiva y opresora entre Estado-nación y pueblos sin Estado propio permite entender el término “grupo indígena” de manera no neutral sino discriminatoria, aun si esta no fuera la actitud del experto (solidario con los intereses indígenas).

Conflicto 2: Presuponiendo irracionalidad de los pueblos indígenas Protesta uno de los maestros indígenas que la sociedad nacional presupone que las culturas indígenas se caracterizan por rasgos irracionales: O [se dice] nosotros seamos irracionales porque no tenemos pues todo esto...no, al contrario, yo creo porque en el caso de cuando hablamos de la filosofía indígena, aquí nos damos cuenta de que existe una cosmovisión muy fuerte y un respeto muy fuerte con la naturaleza misma (L. 1663-1666).

Otro maestro le apoya diciendo que el reproche de la irracionalidad no es justo, ya que hoy en día los pueblos indígenas conocen los avances de la ciencia y tecnología y se dejan conducir por estos conocimientos: [...] sabemos que que dominando a la ciencia y la tecnología vamos a poder resolver muchos problemas sociales incluso hasta para el reconocimiento de los derechos de los pueblos indios (L. 2124-2126).

Es interesante observar que en la discusión no se ha emitido tal acusación. El maestro se refiere a una percepción general antes de la discusión del encuentro. Esta actitud de la sociedad nacional interfiere en la discusión como imputación válida también entre los participantes expertos (o los organizadores de la SEP). Sin embargo, tiene toda la razón el maestro indígena. Es un mito de la sociedad mestiza (no indígena) que ella se deja conducir por la racionalidad científica. Muchos sectores sociales sí lo hacen, pero muchos otros no. Además, cabe insistir que precisamente la sociedad mexicana no constituye la vanguardia de la creación científica y tecnológica sino que, a lo mejor, importa estos conocimientos producidos en otros países y los aplican. Lo que hay es un desfase temporal en la recepción y aplicación de las dos culturas, y evidentemente el resultado del régimen colonialista y actual, lo que produjo una estructura de impedimento de autodesarrollo de los pueblos indígenas en la que la sociedad nacional tiene los

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recursos y el aparato científico, mientras que las culturas indígenas se relegaron a economías rurales. Cabe recordar, como uno de los maestros lo hace, que las culturas indígenas antiguas habían logrado ciertos conocimientos científicos, como por ejemplo astronómicos, antes de la Conquista: e creo que somos muy, venimos de una raza muy grande, muy importante porque dominaba el asunto de ciencia y tecnología. E sería algo así muy raro estar e relatando una explicación técnica, por ejemplo la definición de la ciencia. Con nosotros sabemos a 100 palabras simples de qué es el conocimiento de la naturaleza y nuestra y nuestros hermanos, nuestros hermanos primero dominaron la naturaleza. Entonces somos grandes e somos importantes (L. 1728-1733).

Asimismo, es menester señalar que hasta hoy se distinguen los pueblos indígenas por su sostenibilidad con la naturaleza (si no se seducen al modo occidental capitalista). También esto es un rasgo de racionalidad frente a la irracionalidad del modo de vivir de la cultura capitalista y también comunista.

Conflicto 3: Planificación lingüística (normalización y estandarización de la lengua) como imposición desde el exterior La estandarización de lenguas ha sido una invención hecha en una cultura y adoptada en otras. La propuesta de estandarización de las lenguas amerindias constituye una transferencia de un modelo de desarrollo planificador de otras lenguas/culturas lingüísticas. Con ello implica la presuposición de que esta lengua no está al mismo nivel de desarrollo que las lenguas estandarizadas que sirven de modelo. Los maestros indígenas rechazan primero la presuposición de que sean contrarios a la modernización en términos de avances científico y tecnológico. No entienden que el concepto de “modernización” en el sentido de Max Weber se extiende a una estructura social más amplia (cf. Weber 2012). La estandarización de la lengua (es decir la creación de una variedad estándar además de las variedades regionales existentes) se entiende como una de las medidas a nivel lingüístico de este proceso sociocultural. Los maestros ven la propuesta de iniciar un proceso de modernización como una implicación para que se consideren sus culturas como atrasadas, lo que no es el caso, ya que la modernización implica de hecho un cambio constante de todas las culturas, también la mexicana o francesa o española. Lo que se considera por parte de los expertos como una propuesta de adoptar una invención adoptada por muchas culturas lingüísticas

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que puede ayudar en la identidad étnica y concebirse y sentirse como pueblo más allá de los límites locales (por supuesto, tampoco sin problemas, conocidos por los sociolingüistas), se siente como una imposición desde el exterior y exigen respetar su derecho de autodecisión sobre tales intervenciones lingüísticas. Este argumento implica la reclamación de respetar la identidad de los pueblos indígenas como sujetos de su modo de vida: Sí, sí. Muchas gracias. En cuanto al tema de la estandarización ese es es un tema dentro de la de los pueblos indios. Y los pueblos indios en México e no están tampoco, no estamos peleado con la modernización, la modernización desde punto de vista de los avances científicos, de los avances de las telecomunicaciones, no estamos peleados. Lo que sí podemos nosotros e para poder diferenciar e un término con otro término, la estandarización, nosotros estaríamos de acuerdo siempre y cuando primeramente e pedir permiso para que nosotros podamos dar una opinión a nuestros hermanos acá de de em de de la universidad, de la universidad tecnológica y nuestros hermanos acá otomí.

El maestro mixteco (ñuu savi) reclama que él también quiere ser considerado como experto ya que ha colaborado en el pasado en la elaboración de un sistema gráfico de su lengua que es, como dice, normativo y flexible hacia las variedades de su lengua (la norma es uno de los puntos cruciales de la negación de la identidad local o regional). Con ello declara también que las comunidades indígenas son capaces de ocuparse ellas mismas de la planificación de su lengua (y que no necesitan ayuda desde fuera): [...] en agosto de 1994. En este encuentro logramos consolidar en alfabeto básico para la escritura de ñuu savi [...] (L.255-256). Uno de los logros más importantes para nosotros es de haber consolidado el alfabeto para toda la nación y ñuu savi y un manual de normatividad para escritura respetando la variante de cada quién (L. 310-312).

Insisten en que hubo intentos (y logros) por parte de los maestros indígenas (como encargados de sus comunidades) de establecer algunas planificaciones lingüísticas en las comunidades indígenas en el pasado. Dice el representante del pueblo p’urhépecha que incluso estaban ya trabajando con los nuevos medios, hecho y prueba del avance moderno que los expertos de la sociedad nacional aparentemente no conocen: Y y nosotros estamos trabajando ya hace un rato en la [...] elaboramos una guía para la construcción de un libro electrónico “P’urhépecha”. (L. 193-194)

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Conflicto 4: Presuponiendo falta de respeto. Dentro de la discusión acerca de la normalización, un maestro indígena afirma que, ante todo, la sociedad mestiza debe respetar a los indígenas: Primero debe de haber sí el respeto, el respeto po eee de la misma del Centro de Estudios del Nivel Superior hacia los estudiantes indios, hacia los maestros indios y y de de ellos respetar la eee los valores y y principios. Si si no existe ese respeto de la institución hacia los indios, no podemos hablar de los contenidos de la cultura.

Parece que los maestros indígenas sienten discriminación por parte de la institución que forma a los maestros. Esto es una experiencia no de la discusión en la que se encuentran sino de su vida profesional anterior. Sin embargo, el maestro indígena cree que los expertos presentes con los que está discutiendo asumen la misma actitud de discriminación, es decir, es otro caso de presencia mental de las interacciones previas a este encuentro lo que constituye un trasfondo de percepción de lo que se dice en este evento. Concluye que el respeto es una condición previa a todo tipo de colaboración. Otro maestro reclama también respeto en lo que se refiere a situaciones como el encuentro presente: [...] por ello pedimos desde nuestro punto de vista el respeto, creo que podemos hacer mucho en en las reuniones como las que hoy estamos revisando, para que podamos implementar y poder convivir como iguales entre indios y no indios, para poder e e tener la comunicación fluida y permanente con todos saberes que se tienen en las comunidades indígenas (L. 2046-2050).

Conflicto 5: Inclusión o exclusión: suposición de estar excluido de la planificación lingüística. Falta de comprensión de pronombre personal de plural nosotros Uno de los expertos, asumiendo una actitud empática con los asuntos indígenas y declarándose solidario con ellos, dice lo siguiente utilizando el pronombre de primera persona de plural nosotros en un sentido inclusivo: Em y las lenguas amerindias ESTAMOS ahora en un momento primero decidir si queremos una estandarización que tiene la función de contribuir algo a la identidad de este grupo que participar en la estandarización y ahí está el problema (L. 805-807; realce del analista).

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Los participantes indígenas toman el pronombre en este contexto como exclusivo de ellos, como “nosotros, los únicos expertos’”. Para el experto significa ‘nosotros todos (comprometidos en la tarea de revitalizar las lenguas indígenas)’. ¿Por qué hacen eso? En el debate no hay una estrategia de imponer las opiniones de los expertos. La comprensión exclusiva es causada por experiencias anteriores y la historia general de la dominación. Los indígenas entienden tales enunciados de esa manera, y no como corresponde con las intenciones de los emisores (expertos no indígenas). Y esta interpretación (errónea) se debe a que tienen una expectativa escéptica frente a las actitudes presupuestas de la parte del mundo oficial. Construyen a los expertos como parte del aparato gubernamental y les atribuyen toda la carga de política anti-indígena de la historia de opresión. Así dice otra experta (originaria de Estados Unidos): Creo que no será tan realista pensar en conservar esas lenguas para la próxima generación o las generaciones. Espero que sí, pero creo que a lo mejor que no, pero queremos pensar en que es lo bueno que podemos aportar para esta generación de hablantes o de [no se entiende] [...]. E van a sufrir programas e [...] (L. 107-112).

Con ello no expresa su expectativa presuntamente negativa hacia la supervivencia de todas las lenguas indígenas, sino que quiere manifestar que algunas lenguas posiblemente no lograrán sobrevivir. El maestro p’urhépecha comienza con precaución: [...] Nosotros eh Indios como como VEMOS el problema con el español, eh desde nuestro punto de vista decimos que: eh voy hablar de de nuestra idioma p’urhépecha. Eh describimos e estaba una sola palabra TODO SIGNIFICADO UNO, todo un UNO Acción de las Naciones Unidas (L. 969-971; realces del analista). Em y las lenguas amerindias ESTAMOS ahora en un momento primero decidir si QUEREMOS una estandarización que tiene a su vez la función de contribuir algo a la identidad de este grupo que participar en la estandarización y ahí está el problema (L. 805-807; realces del analista).

Encontramos otro problema en esta parte del discurso: la opinión de uno de los expertos de que la construcción de la identidad étnica-cultural está implícita en el proceso de estandarización, ya que contribuye al rasgo de unidad de los pueblos que tienen variación dialectal. En su constatación piensa en los procesos de construcción de identidad nacional hecha por la estandarización de los países europeos. Esta proposición es rechazada por el maestro indígena: él contrapone la opinión de que la planificación de la identidad debe ser asunto de los pueblos indígenas. Esto se debe a que el maestro indígena interpreta el pronombre nosotros

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utilizado por el experto como exclusivo, es decir que los expertos quieren hacer la planificación de la identidad. Sin embargo, el experto hace referencia a que todos están implicados en la tarea de revitalización. Bueno, este, como ya decía en la mesa yo creo que en relación a los términos no nos interesa mucho en los casos de los que ya hablamos en la lengua indígenas, si, o sea, no nos interesa mucho utilizar qué es el término de estandarización, qué modernización. Yo creo que lo que nos interesa son las acciones que debemos de ir realizando para rehabilitar nuestras lenguas, las culturas, nuestras tradiciones, ¿sí? De hecho, lo que yo les decía hace un rato en cuanto a la conciliación en su alfabeto fue una necesidad del pueblo ñuu savi. Esto no nos lo impuso ninguna oficina federal estatal ni tampoco lo decidimos nosotros mismos, y los acuerdos que fueron saliendo no fue de dos o tres personas, no fue detrás del escritorio, fue resultado de seis encuentros y aparte de eso de seis congresos, de cinco congresos, perdón, que llevamos hasta ahorita como Academia de la Lengua Mixteca.

Podemos ver que hay una alternancia repetida de la referencia de nosotros. ¿Por qué el maestro indígena interpreta el nosotros como ‘nosotros (solo los expertos)’ o sea como exclusivo? En la discusión no hay estrategia de imponer opiniones por parte de los expertos. La interpretación por parte del maestro indígena no corresponde a la intención del locutor, pero sí es una interpretación posible, por la ambigüedad del pronombre personal de plural, que puede incluir al interlocutor o no. En este caso, el experto no tenía la oportunidad de explicar la referencia inclusiva (por falta de tiempo). Ex post no ha sido posible preguntarle. Anotación metodológica: en el fragmento del discurso de este encuentro no tenemos ninguna evidencia que permita detectar entonces que la interpretación exclusiva del maestro indígena no se correspondía con la intencionalidad del locutor experto. Este es un punto importante, un dilema del análisis discursivo: para detectar “correctamente” a lo que se refiere el otro o para localizar otros procesos psicolingüísticos como inferencias, tendríamos que emplear otro paso metodológico, el de preguntar al locutor acerca de su referente o su intención por medio de la entrevista o emplear métodos hermenéuticos como la inferencia de conocimientos del medio ambiente, de la historia, de la ideología del locutor o conocimientos semejantes por parte del analista.

6. Conclusiones Los malentendidos, imputaciones prejuiciosas y conflictos conversacionales en este encuentro, como la interpretación del nosotros como exclusivo, implicaciones teóricas, etc. están provocados por experiencias previas y la relación

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histórica de dominación y opresión entre la sociedad mexicana mayoritaria y los indígenas conquistados convertidos en minoría sin derechos. Esta experiencia permite constatar que los miembros indígenas construyen a todos los miembros expertos como opositores, aliados de los poderosos del pasado y dominadores. Esta construcción prefigura los significados en los enunciados de los otros como parte de un discurso de dominación. Puede ser que el hecho de la organización del encuentro por parte de la SEP, el primero de este tipo y como tal una innovación, provoque la confusión de que los expertos sean agentes del ministerio o que el ministerio y los expertos constituyan un solo grupo frente a los (maestros) indígenas. Los destinatarios verdaderos de la insistencia de los maestros en el respeto de su identidad7 pueden ser así los miembros del gobierno. Este ejemplo de encuentro intercultural, que se suponía que estaría impregnado por un espíritu de cooperación y de buena voluntad, resulta ser conflictivo a nivel relacional y no permite llegar a su objetivo inicial, el de desarrollar líneas de política y planificación lingüística, su aspecto de contenido. Los problemas ocurridos en este encuentro donde participan miembros de la comunidad de los afectados —condición esencial de una planificación democrática que debería organizarse en todas las situaciones de revitalización de lenguas según las proposiciones teóricas de la planificación lingüística (cf. Zimmermann 1999b: 85-96)— corren el peligro de repetirse en otras ocasiones (no solo en México). El peso de las inferencias históricas y políticas recientes destacadas en el análisis de este estudio, entre ellas la experiencia de opresión y el miedo a la continuación de esta, son difíciles de erradicar, pero esa erradicación es necesaria para garantizar el cambio deseado. Los indígenas tienen además razón en no confiar plenamente en la realización efectiva del cambio legislativo. Los gobiernos mexicanos tienen fama de ejecutar políticas simbólicas sin querer realmente llegar a los objetivos declarados. Por ello, cabe desarrollar distintas estrategias para evitar estos sucesos, comprensibles desde la teoría de la comunicación, pero negativos para los procesos de planificación-revitalización. Los organizadores y miembros de tales encuentros deben ser sensibilizados previamente para enfrentar, atenuar y evitar estos peligros. Y si se repiten, hay que analizar estos discursos posteriormente para detectar los problemas relacionales y para avanzar en la discusión de los problemas de contenido, también estos controvertidos. Por ello, el análisis crítico del discurso (aquí de encuentros entre expertos y

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En otro encuentro de este tipo organizado por la SEP años más tarde —en la que el autor participó— también se ha podido observar la insistencia en este tipo de aspectos relacionales durante la discusión por parte de maestros indígenas.

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afectados) debe integrarse como una fase esencial en los procesos de política y planificación para llegar a la verdadera revitalización de las lenguas indígenas. Finalmente, el autor que ha participado en este encuentro se ha dado cuenta durante el análisis de sus propias presuposiciones y de su pretensión de identidad como experto (la que incluye cierta pretensión de validez argumentativa y posición conversacional frente a los maestros indígenas).

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SOBRE LOS AUTORES

Azucena Palacios Alcaine es doctora en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid y profesora de Lengua Española en esa misma universidad. Su investigación versa sobre contacto de lenguas: español y lenguas amerindias. Dirige el proyecto de investigación “El español en contacto con otras lenguas: variación y cambio lingüístico” (), coordina el proyecto “Lenguas en contacto: español/portugués y lenguas amerindias” en ALFAL y el grupo de investigación “Cambio lingüístico en situaciones de contacto” de la Universidad Autónoma de Madrid. Marleen Haboud, Ph.D. en Lingüística por la Universidad de Oregón, es docente-investigadora de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y especialista en el estudio de las lenguas indígenas y de los efectos lingüísticos y sociales del contacto. Dirige los proyectos “Oralidad Modernidad” () y “Léxicos etnográficos y prácticas ancestrales en el Ecuador andino”. Ha participado en proyectos internacionales sobre el español de contacto y desarrolla, desde hace algunos años, metodologías de investigación que priorizan el trabajo de colaboración con los hablantes. Margarita Jara Yupanqui es doctora por la Universidad de Pittsburgh y profesora asociada en la Universidad de Nevada (UNLV). Su libro El perfecto en el español de Lima (2013) estudia la variación lingüística en el habla de Lima. Ha publicado en revistas académicas como Spanish in Context, Revista Internacional de Lingüística Iberoamericana, Studies in Hispanic and Lusophone Linguistics, Signo y Seña, Sociolinguistic Studies y Lexis. Su más reciente contribución forma parte del libro Aorist and Perfects (2017), editado por March Fryd y Pierre-Don Giancarli. Ana Isabel García Tesoro es doctora en Lengua Española y Lingüística General por la Universidad Autónoma de Madrid y profesora de la Universidad de Antioquia, Colombia. Su investigación se centra en el español en contacto con

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lenguas amerindias, especialmente en Guatemala y Perú. Participa en distintos proyectos y comisiones sobre contacto lingüístico y forma parte de los grupos de investigación “Cambio lingüístico en situaciones de contacto” de la Universidad Autónoma de Madrid y Español de los Andes. Angelita Martínez es doctora en Letras por la Universidad de Leiden (Países Bajos), directora del Centro de Estudios e Investigaciones Lingüísticas (CEIL) y coordinadora de la Maestría en Lingüística de la Universidad Nacional de La Plata. Es profesora titular ordinaria de la Cátedra de Lingüística en la misma universidad y responsable de la Delegación Regional de la Asociación de Lingüística y Filología para la América Latina (ALFAL) y de la subsede La Plata de la Cátedra Unesco, para el mejoramiento y equidad de la Lectura y la Escritura. Nadiezdha Torres Sánchez es investigadora por proyecto en el Laboratorio de Estudios Fónicos de El Colegio de México. Actualmente se encuentra realizando su tesis doctoral acerca del español de bilingües tepehuano del sureste-español en el estado mexicano de Durango. Forma parte del grupo de investigación sociolingüística coordinado por Pedro Martín Butragueño y del grupo de investigación “Cambio lingüístico en situaciones de contacto” de la Universidad Autónoma de Madrid. Bruno Camus Bergareche es profesor de Lengua Española en la Universidad de Castilla-La Mancha. Ha publicado trabajos especializados en sintaxis histórica del español, morfología teórica y descriptiva y sobre la historia y descripción de la variedad de español del País Vasco, en contacto intenso con la lengua vasca. Entre ellos cabe destacar “La expresión de la negación”, en la Sintaxis histórica de la lengua española. Parte I, dirigida por C. Company (2006); “El castellano de San Sebastián: desarrollo y caracterización”, en Oihenart (2011); y la edición junto a Sara Gómez Seibane del libro El castellano del País Vasco (2012). Sara Gómez Seibane es doctora por la Universidad de Deusto, profesora de Lengua española en la Universidad de La Rioja y antes en la Universidad de Castilla-La Mancha. Su actividad investigadora se centra en la (morfo)sintaxis del español, con especial atención al contacto con la lengua vasca, sobre lo que ha publicado varios artículos y, con B. Camus Bergareche, la monografía El castellano del País Vasco (2012). Destacan, asimismo, Los pronombres átonos (le, la, lo) en español (2016) y Los pronombres átonos (le, la, lo) en español: aproximación histórica (2013).

Sobre los autores

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Edith Hernández Méndez es doctora en Lingüística Hispánica por la Ohio State University (Estados Unidos) y profesora-investigadora en la Universidad de Quintana Roo (México). Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Ha participado en diversos proyectos sobre adquisición de lenguas y, más recientemente, sobre contacto lingüístico. Sus publicaciones versan sobre la adquisición de lenguas, la sociolingüística y la didáctica de la lengua española. Coordina el Seminario de Contacto Lingüístico, evento nacional que se realiza bianualmente. Élodie Blestel es doctora en Lingüística Hispánica por la Universidad de Rennes 2 (Francia). Profesora titular de Lingüística en el departamento de Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Sorbonne Nouvelle, también imparte clases de introducción a la lengua guaraní en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales de París (INALCO). Como investigadora, forma parte del equipo CLESTHIA (EA 7345 “Langages, systèmes, discours”) y sus trabajos se centran en el contacto entre español y guaraní. Rachel Fontanier es licenciada en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos por la Universidad Sorbonne Nouvelle (Francia) y titular de un Máster de Estudios Hispánicos y Latinoamericanos por la misma universidad. Como investigadora, forma parte del equipo CLESTHIA (EA 7345 “Langages, systèmes, discours”) y sus trabajos se centran en el contacto entre español y guaraní en el dominio preposicional. Carlos Sánchez Avendaño es profesor de la Universidad de Costa Rica. Trabaja con diversas comunidades etnolingüísticas de Costa Rica en documentación linguo-cultural, materiales didácticos e iniciativas para la revitalización y revalorización de lenguas en proceso de desplazamiento, efectos del contacto de lenguas y cambio lingüístico en los idiomas en proceso de desplazamiento, historia sociolingüística y análisis de la situación sociolingüística de Costa Rica. Es autor del libro La cola de la iguana. El pueblo malecu ante el desplazamiento de su lengua y su cultura tradicional (2015). Carolin Patzelt es catedrática de Lingüística Románica en la Universidad de Bremen (Alemania). Realizó sus estudios de Maestría y Doctorado en Lingüística Románica en las universidades de Siegen (Alemania) y Salamanca (España). Sus principales líneas de investigación son el contacto de lenguas, la sociolingüística interaccional, las variedades del español y francés en Latinoamérica y las dinámicas lingüísticas en sociedades multilingües.

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Théophile Ambadiang es doctor por la Universidad Complutense y profesor titular en la Universidad Autónoma de Madrid. Su investigación se centra en cuestiones de morfología, fonología y enseñanza/aprendizaje de lenguas y culturas no maternas. Ha publicado La morfología flexiva (1994), así como capítulos en libros y artículos en revistas que tratan tanto de la morfología y morfofonología del español y de lenguas bantúes como de la enseñanza de lenguas no maternas y comunicación intercultural. Klaus Zimmermann es catedrático jubilado de Lingüística Románica de la Universidad de Bremen. Sus campos principales de investigación son el contacto del español con las lenguas amerindias, lengua y migración, el español en América, lenguas criollas y variedades afrohispánicas, política y planificación lingüística, historiografía de la lingüística misionera, sociolingüística, lingüística pragmática (cortesía), lenguaje de jóvenes, análisis de discurso y metalexicografía. Para mayor información y publicaciones véase .