Una doble mirada : Alexander von Humboldt y España en el siglo XIX: Alexander von Humboldt y España en el siglo XIX 8400088719, 9788400088712

Esta publicación ofrece un estudio sistemático de la mutua percepción y recepción entre el viajero y científico prusiano

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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
LA VISIÓN HUMBOLDTIANA DE ESPAÑA
LA RECEPCIÓN DE HUMBOLDT EN ESPAÑA
CONSIDERACIONES FINALES
BIBLIOGRAFÍA
ÍNDICE DE NOMBRES E INSTITUCIONES
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Una doble mirada : Alexander von Humboldt y España en el siglo XIX: Alexander von Humboldt y España en el siglo XIX
 8400088719, 9788400088712

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55

43 Mauricio Nieto Olarte Orden natural y orden social: ciencia y política en el Semanario del Nuevo Reyno de Granada. 44 Raquel Álvarez Peláez y Armando García González Las trampas del poder. Sanidad, eugenesia y migración. Cuba y Estados Unidos (1900-1940). 45 María Isabel del Cura y Rafael Huertas García-Alejo Alimentación y enfermedad en tiempos de hambre. España, 1937-1947. 46 Assumpciò Vidal Parellada Luis Simarro y su tiempo. 47 Nuria Valverde Pérez Actos de precisión. Instrumentos científicos, opinión pública y economía moral en la ilustración española. 48 Miguel Alcíbar Comunicar la Ciencia. La clonación como debate periodístico. 49 Gustavo Vallejo Escenarios de la cultura científica argentina. Ciudad y universidad (1882-1955). 50 José Antonio Rodríguez Esteban (ed.) Conmemoración de la expedición científica de Cervera-Quiroga-Rizzo al Sáhara Occidental en 1886. 51 Claude Debru Neurofilosofía del sueño. 52 Néstor Herran Agua, semillas y radiaciones: El Laboratorio de Radiactividad de la Universidad de Madrid, 1904-1929. 53 Alberto Gomis Blanco y Jaume Josa Llorca Bibliografía crítica ilustrada de las obras de Darwin en España (1857-2008).

Esta publicación ofrece un estudio sistemático de la mutua percepción y recepción entre el viajero y científico prusiano Alexander von Humboldt, por un lado, y España como unidad político-cultural por el otro. Respecto a la mirada del célebre prusiano hacia España, se distinguen dos visiones: por un lado, la de la España coetánea; por el otro, su visión histórica de este país, condicionada por su intenso estudio de la historia colonial española a través de las fuentes de los primeros cronistas y, particularmente, de José de Acosta. Con el fin de analizar la reciprocidad de este proceso, también se presenta la recepción de Humboldt en España, fenómeno que es reconstruido a través de las distintas miradas existentes en el interior de la sociedad española durante el siglo XIX. Muestras de estos enfoques son su representación en la prensa española, la exposición de distintos modi de recepción dentro del mundo científico e intelectual, así como la historia de la edición de sus escritos y la recepción de los mismos por la sociedad española. Además, se analiza la influencia de Humboldt en distintas instituciones científicas de España y, finalmente, se abordan los avatares de la percepción de su persona en el sector político. Se trata, por tanto, de un trabajo interdisciplinar que se sitúa entre la historia y la antropología, con su análisis de las estrategias de percepción y representación del otro. Además de este análisis, en la obra se discute el simbolismo humboldtiano que se manifiesta hoy día en diferentes lugares de España (Madrid, Galicia y Tenerife) y que se ha de entender como consecuencia de los sucesos aquí expuestos. En este sentido, la autora se ha ocupado de demostrar que estos procesos históricos no pueden ser vistos solamente en su determinación material abstracta, sino también en conexión con discursos simbólicos.

ALEXANDER VON HUMBOLDT Y ESPAÑA EN EL SIGLO XIX

42 Alberto Gomis y Jaume Josa Llorca Bibliografía crítica ilustrada de las obras de Darwin en España (1857-2005).

SANDRA REBOK

UNA DOBLE MIRADA

ÚLTIMOS TÍTULOS PUBLICADOS

ESTUDIOS SOBRE LA CIENCIA

Sandra Rebok

UNA DOBLE MIRADA ALEXANDER VON HUMBOLDT Y ESPAÑA EN EL SIGLO XIX

54 Juan Mainer Baqué La forja de un campo profesional. La pedagogía y la didáctica de las Ciencias Sociales en España (1900-1970).

CSIC

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS

Sandra Rebok estudió sociología y antropología en Heidelberg, Alemania, con estancias en Madrid y ­París. Es doctora en antropología por la misma universidad, y ha trabajado durante varios años en el Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid en un proyecto de investigación sobre la estancia de Alexander von Humboldt en España y sus vínculos con este país. El resultado de esta investigación ha consistido en diversas publicaciones relacionadas con el tema así como en la traducción y edición de distintos documentos desconocidos hasta entonces en España. Además, junto al Dr. Miguel Ángel Puig-Samper, es comisaria de la exposición titulada “Un viaje del espíritu: Alexander von Humboldt en España”, que ha sido organizada por el Instituto Cervantes de Madrid y se ha exhibido en distintas sedes de esta institución (Berlín, Múnich, Bremen, Manchester, Londres, Viena). Además, ha publicado varios estudios sobre exploradores alemanes en América en el siglo XIX e investiga los trabajos de los viajeros alemanes y franceses que, tras las huellas de los hermanos Humboldt­, visitaron y exploraron España por motivos científicos durante la misma época. Asimismo, mantiene una línea de investigación sobre historia atlántica, que versa en concreto acerca de la experiencia europea de Thomas Jefferson, su encuentro personal con Alexander von Humboldt en 1804, así como del intercambio de ideas y de información de Jefferson con el Viejo Mundo a través de su correspondencia. Actualmente presta sus servicios en el Área de Cultura Científica del CSIC, donde ha coordinado, entre otras cosas, los contenidos del portal web del CSIC sobre Charles Darwin y la exposición sobre José Celestino Mutis.

Ilustración de cubierta: Vista de la fachada principal del Real Palacio de Aranjuez. Brambilla, 1826-1830. Palacio de la Zarzuela. Patrimonio Nacional

UNA DOBLE MIRADA: ALEXANDER VON HUMBOLDT Y ESPAÑA EN EL SIGLO XIX

ESTUDIOS SOBRE LA CIENCIA, 55

Director José Luis Peset Reig, Instituto de Historia. CSIC (Madrid) Secretario Jon Arrizabalaga Valbuena, Institución Milá y Fontanals. CSIC (Barcelona) Comité Editorial Antonio Lafuente García, Instituto de Historia. CSIC (Madrid) Rafael Huertas García-Alejo, Instituto de Historia. CSIC (Madrid) Miguel Ángel Puig-Samper Mulero, Instituto de Historia. CSIC (Madrid) M.ª Luz López Terrada, Instituto López Piñero. CSIC (Valencia) M.ª Isabel Vicente Maroto, Universidad de Valladolid Mauricio Jalón Calvo, Universidad de Valladolid Víctor Navarro Brotons, Universidad de Valencia Consejo Asesor Manuel Sellés García, UNED (Madrid) Luis Montiel Llorente, Universidad Complutense de Madrid M. Christine Pouchelle, CNRS (París, Francia) Thomas Glick, Universidad de Boston (USA) Antonello la Vergata, Universidad de Módena (Italia) Julio Samsó, Universidad de Barcelona Javier Puerto Sarmiento, Universidad Complutense de Madrid Concepción Vázquez de Benito, Universidad de Salamanca Marisa Miranda, CONICET (La Plata, Argentina) Raquel Álvarez Peláez, Instituto de Historia. CSIC (Madrid) Leoncio López-Ocón Cabrera, Instituto de Historia. CSIC (Madrid) Rosa Ballester Añón, Universidad Miguel Hernández (Alicante) Emilio Balaguer Perigüell, Universidad Miguel Hernández (Alicante) Francisco Pelayo López, Instituto de Historia. CSIC (Madrid) Nicolás García Tapia, Universidad de Valladolid José Manuel Sánchez Ron, Universidad Autónoma de Madrid Ricardo Campos Marín, Instituto de Historia. CSIC (Madrid) Juan Pimentel Igea, Instituto de Historia. CSIC (Madrid) Jorge Molero Mesa, Universidad Autónoma de Madrid

SANDRA REBOK

UNA DOBLE MIRADA: ALEXANDER VON HUMBOLDT Y ESPAÑA EN EL SIGLO XIX

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS MADRID, 2009

Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por ningún medio ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, asertos y opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsablidad del autor o autores. La editorial, por su parte, sólo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones. Esta publicación está basada en la tesis doctoral Alexander von Humboldt und Spanien: Analyse eines reziproken Wahrnehmungsprozesses, entregada en la Facultad de Ciencias del Comportamiento y Ciencias Culturales Empíricas de la Ruprecht-Karls-Universität de Heidelberg en el año 2004. La traducción del alemán fue realizada por Marta Fernández Bueno.

Catálogo general de publicaciones oficiales http://www.060.es

© CSIC © Sandra Rebok NIPO: 472-09-143-3 ISBN: 978-84-00-08871-2 Depósito Legal: M. 36.287-2009 Preimpresión, impresión y encuadernación: Sociedad Anónima de Fotocomposición Talisio, 9 - 28027 Madrid Impreso en España. Printed in Spain En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado ECF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.

ÍNDICE

PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

11

NOTA DE LA TRADUCTORA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

15

AGRADECIMIENTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

17

I. INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

19

.................

25

II. LA VISIÓN HUMBOLDTIANA DE ESPAÑA . . . . . . . . . . . . .

41

................

52

I.1.

II.1.

DESCRIPCIÓN

LA

VISIÓN HUMBOLDTIANA DE LA ÉPOCA

II.1.1. II.1.2. II.2.

DEL OBJETO DE ESTUDIO

Formulación explícita de la visión humboldtiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Interpretación de las alusiones implícitas a España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

REFERENCIA II.2.1. II.2.2.

II.3.

86

HISTÓRICA:

TERPRETATIVO

JOSÉ DE ACOSTA Y SU MODELO INHISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS

59

Referencias explícitas de Humboldt a Acosta . . . . Paralelismos implícitos entre el modelo de Acosta y el concepto humboldtiano de geografía física .

CONCLUSIONES:

97 99 104

CIRCUNSTANCIAS CONCOMITANTES DE LA VI-

SIÓN HUMBOLDTIANA DE

ESPAÑA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

7

109

Sandra Rebok

III. LA RECEPCIÓN DE HUMBOLDT EN ESPAÑA . . . . . . . . . . III.1. LA

HUMBOLDT EN LA PRENSA ESPAÑOLA DEL MO..........................................

133

FIGURA DE

MENTO

III.1.1. Prensa de signo moderado . . . . . . . . . . . . . . . . . . III.1.2. Prensa de signo liberal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . III.1.3. Interpretación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . III.2. MODOS

140 152 171 176

DE PERCEPCIÓN DENTRO DEL MUNDO CIENTÍFICO E

INTELECTUAL .

.....................................

III.2.1. Percepción explícitamente negativa de Humboldt . III.2.2. Percepción explícitamente positiva de Humboldt . III.2.3. Estudio estrictamente científico de la investigación humboldtiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . III.2.4. Seguimiento implícito del modelo humboldtiano. III.2.5. Análisis de los diversos modos de percepción . . III.3. HISTORIA

181 185 190 204 209 218

DE LA EDICIÓN Y LA RECEPCIÓN DE LAS OBRAS DE

HUMBOLDT

.......................................

222

III.3.1. Experiencias acerca del galvanismo . . . . . . . . . . . III.3.2. Ensayo político sobre el reino de la Nueva España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . III.3.3. Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . III.3.4. Ensayo político sobre la isla de Cuba . . . . . . . . . III.3.5. Essai sur la géographie des plantes . . . . . . . . . . . III.3.6. Cosmos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . III.3.7. Cuadros de la naturaleza. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . III.3.8. Sitios de las cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América . . . . . . . . . . . . . . . . . . III.3.9. Cristóbal Colón y el descubrimiento de América . III.3.10. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

224

III.4. RECEPCIÓN POR PARTE DE LAS INSTITUCIONES CIENTÍFICAS . . III.5. PERCEPCIÓN POLÍTICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . III.6. CONCLUSIONES: HUMBOLDT DESDE LA PERSPECTIVA ESPAÑOLA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

246 258

8

227 230 230 233 234 238 239 239 242

274

Doble mirada. Alexander von Humboldt y España en el siglo XIX

IV. CONSIDERACIONES FINALES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IV.1.

CONDICIONANTES Y CARACTERÍSTICAS DE LA PERCEPCIÓN MU............................................ LA PRESENCIA DE HUMBOLDT EN ESPAÑA: DISCURSO SIMBÓLICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . TUA .

IV.2.

V. BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . V.1.

V.2.

281 281 288 305

FUENTES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

305

V.1.1. Manuscritos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . V.1.2. Tesis inéditas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . V.1.3. Revistas o publicaciones periódicas . . . . . . . . . . . .

305 305 306

..............................

307

ÍNDICE

BIBLIOGRÁFICO

V.2.1. Literatura secundaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . V.2.2. Distintas ediciones de las obras de Alexander von Humboldt . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VI. ÍNDICE DE NOMBRES E INSTITUCIONES . . . . . . . . . . . . .

9

307 326 331

PRÓLOGO Ya hace diez años que tuve la fortuna de conocer a Sandra Rebok en el contexto de su primer acercamiento al CSIC, en el antiguo edificio de Medinaceli, hoy solo habitado por nuestros queridos fantasmas, con intereses en el mundo de la investigación científica que se movían entre la antropología, la educación y la historia, tras una trayectoria muy interesante de colaboración solidaria en la República Dominicana y la India. Tres años antes de su llegada al CSIC había realizado su primer estudio en España, trabajo de investigación en el Museo de América de Madrid sobre el Americanismo Español, dirigida por el entonces subdirector del Museo, Félix Jiménez Villalba. Poco después preparaba una investigación sobre la aportación de Alexander von Humboldt al estudio de los pueblos indígenas de América, dirigida por Fermín del Pino en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Madrid. Fue precisamente nuestra coincidencia en la figura de Humboldt la que nos llevó a buscar en el archivo de la Universidad Complutense los trabajos de doctorado de Germán Bleiberg, el pionero de los trabajos sobre el científico prusiano en España, y posteriormente iniciar una colaboración que llega hasta la actualidad. Primero con una beca de la Fundación Alexander von Humboldt de Bonn para colaborar en el Instituto de Historia bajo mi dirección y después con una beca predoctoral del CSIC para desarrollar un trabajo doctoral codirigido por mí y Klaus-Peter Köpping de la Universidad de Heidelberg, que se inició con una paciente investigación conjunta en la Hemeroteca Municipal de Madrid, en la que las horas transcurrieron lentamente hasta dar un fruto interesante en el estudio de la prensa. El resultado final del trabajo doctoral fue el estudio que hoy se da a la luz sobre Humboldt y su mirada sobre España, así como la percepción de la sociedad española sobre la figura del sabio berlinés. He sido testigo excepcional de cómo Sandra Rebok se convertía en historiadora de la ciencia, impregnada sin duda por el trabajo que se desarrollaba en el Departamento de Historia de la Ciencia del Instituto de Historia del CSIC y por la formación recibida en sus numerosos viajes por Estados Unidos, Alemania, Francia, México, Perú, Bolivia, Cuba, etc., sin perder 11

Sandra Rebok

sus virtudes como antropóloga, algo que sin duda enriquece su trabajo de investigación y que aquí puede verse en sus análisis sobre la percepción mutua. Es precisamente el tratamiento que aparece en esta investigación lo que la diferencia claramente del trabajo conjunto que publicamos en el año 2007 como Sentir y medir, dedicado a la estancia de Alexander von Humboldt en España en 1799. En este nuevo libro la autora se ha fijado, además de la visión humboldtiana de España, tanto en su época como en las anteriores, en el impacto de la obra y la figura de Humboldt en la prensa española, algo que se negaba hasta hace poco, la influencia entre los intelectuales y naturalistas españoles de la segunda mitad del siglo XIX, gracias a la edición y traducción de sus obras, la percepción política, que irá variando desde Carlos IV hasta Isabel II, el reconocimiento de las corporaciones científicas, etc. Es especialmente interesante el análisis de Humboldt y su perspectiva metodológica, su visión holística de los fenómenos observados y su mirada hacia el otro desde lo europeo, aunque trascendiendo a una mirada cosmopolita —poco alemana según su familia— que le llevaría al final de su vida a intentar comprender el Cosmos. También hay que señalar la influencia que destaca Sandra Rebok sobre la figura y las ideas de José Acosta en la obra de Alexander von Humboldt y en su visión geográfica, que marca un modelo de interpretación y nos ofrece además la visión humboldtiana de la historia colonial española, un aspecto que no es suficientemente conocido y que Humboldt expresó en su obra Examen critique de l’histoire de la géographie du Nouveau Continent..., como nos recuerda la autora en este libro, que acertadamente nos explica cómo el científico alemán no solo creó una nueva imagen de América en Europa sino que participó activamente en la difusión de una imagen diferente de España, incluyendo la actividad científica desplegada por los marinos y los científicos españoles, y especialmente de las islas Canarias, que se convirtieron en un paraíso en el imaginario de muchos europeos, especialmente la isla de Tenerife y el Teide como símbolo volcánico del exotismo subtropical. Como el lector podrá comprobar, es este un libro de investigación en toda regla pero con la virtud de que se puede leer de forma agradable, un mérito de la autora en el original alemán que ahora debe una parte 12

Doble mirada. Alexander von Humboldt y España en el siglo XIX

importante a su traductora, Marta Fernández Bueno, que ha realizado un excelente trabajo en este estudio sobre Alexander von Humboldt de Sandra Rebok. MIGUEL ÁNGEL PUIG-SAMPER Profesor de Investigación del CSIC Cercedilla, 2009

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NOTA DE LA TRADUCTORA Las citas originales del alemán que aparecen reproducidas en estas páginas se han traducido en su integridad, a fin de facilitar al lector el acceso a tales textos y obedeciendo a criterios de evidente distancia lingüística con el español. En determinados casos, se ha recurrido a las versiones ya existentes en el mercado editorial, con mención del traductor en la correspondiente nota a pie de página. Las citas de textos inéditos, cuya traducción se recoge en estas páginas por primera vez, aparecen a pie de página sin mayor indicación, ya que todas ellas han sido traducidas por quien esto suscribe. En lo que se refiere a las citas del francés o del inglés, se ha procedido por expreso deseo de la autora a mantener las lenguas originales o a reproducir las traducciones que existen publicadas. MARTA FERNÁNDEZ BUENO

15

AGRADECIMIENTOS

En este lugar quisiera dar las gracias a todas aquellas personas e instituciones que me han apoyado en el largo camino de la realización de esta investigación y, por lo tanto, han contribuido significativamente a que este trabajo pueda finalmente ver la luz de su publicación. Mi agradecimiento especial se dirige en primer lugar al asesoramiento profesional realizado por el Dr. Miguel Ángel Puig-Samper Mulero del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, así como el Prof. Dr. Klaus-Peter Köpping del Instituto de Antropología de la Ruprecht-Karls-Universität de Heidelberg. El tiempo y conocimientos que me concedieron me sirvieron de gran ayuda e inspiración en este proyecto y me han resultado de un valor inestimable para llevar a cabo la necesaria investigación y, de manera particular, para el enfoque interdisciplinario aplicado, situado entre la antropología y la historia. Además, de la misma forma quisiera mencionar el apoyo profesional recibido por parte de mis colegas del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, al proporcionarme información contextual procedente de sus respectivas áreas de conocimiento. Igualmente, por motivos similares, estoy agradecida a diversos investigadores del Centro de Investigación Alexander von Humboldt de la Academia de Ciencias de Berlín-Brandenburgo, así como al Prof. Dr. Michael Zeuske del Departamento Ibérico y Latinoamericano del Seminario Histórico de la Universidad de Colonia. Para la realización de un proyecto de investigación de tal envergadura, tan importante como el asesoramiento profesional es el apoyo económico. Mis agradecimientos especiales se dirigen en este sentido a la Fundación Alexander von Humboldt de Bonn y al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, por la concesión de una beca doctoral. Podrían enumerarse muchas personas más que me han ayudado de una manera u otra en los últimos años en este proyecto de investigación. Así, también quisiera dar las gracias tanto a Aurelio Hinarejos Rojo, como a mi familia por el apoyo brindado en todo momento. Finalmente, tam17

Sandra Rebok

bién es gracias al esfuerzo lingüístico de la traductora Marta Fernández Bueno, que este trabajo puede ofrecerse en la debida forma al lector español. SANDRA REBOK Madrid, octubre 2008

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I INTRODUCCIÓN La presente investigación, a diferencia del enfoque tradicional en cuanto a los métodos de percepción en el campo de la etnología, que se limita en la mayoría de los casos a una perspectiva europea de las culturas «exóticas» o lejanas, propone una ampliación del concepto de percepción por cuanto pone sobre la mesa el carácter bidireccional de este proceso. No en vano, aunque los escritos que documentan tal coincidencia en general sólo nos brindan la perspectiva de una de las partes, lo cierto es que se trata siempre de una relación de reciprocidad. Como es bien sabido, la percepción constituye un acercamiento a una realidad distinta que, partiendo del punto de vista propio, incluye esta perspectiva de una manera más o menos consciente. El resultado de semejante apreciación es, por lo tanto, una fusión concreta entre el carácter que imprime la propia cultura y las peculiaridades de la otra. Por otro lado, esta relación se ve siempre influida por los propios intereses personales: la constatación de qué aspectos se perciben y cuáles no proporciona pistas no sólo sobre lo otro sino también sobre lo propio. Esta vinculación a una situación de partida concreta, sumada al hecho de que la aproximación a lo otro esté guiada por un interés personal, lleva a que la forma de percibir lo otro sea distinta en cada caso y que el proceso de recepción sea siempre único. La presente investigación da cumplida cuenta de estas circunstancias sirviéndose para ello del ejemplo que representan las estrategias de percepción mutua entre el científico y viajero prusiano Alexander von Humboldt (1769-1859) y la potencia colonial que por entonces era España, como unidad político-cultural. El marco temporal en que se encuadra este estudio comienza con la estancia del investigador en España durante el año 1799 y se extiende al resto de sus días. En lo que hace a España, nos centraremos igualmente en los años de vida de Humboldt, si bien ampliaremos el período objeto de estudio a todo el siglo XIX, a fin de incluir además la imagen de su persona en los decenios inmediatamente posteriores a su muerte. Se trata, por lo tanto, de un análisis ubicado en 19

Sandra Rebok

un período histórico bien delimitado, si bien en las CONSIDERACIONES FINALES se analizará la recepción actual de Humboldt en España, teniendo en cuenta además los condicionamientos históricos de la misma. Una peculiaridad del enfoque que presentamos aquí es el hecho de que se centra en la percepción de un solo individuo por un lado y de todo un país, por otro; es decir, de una sociedad que, si bien muestra vertientes diversas, constituye sin embargo un contingente humano con similares características y que se mueve dentro de un mismo marco sociopolítico o ideológico. En este sentido, resulta interesante apreciar que en este país conviven las corrientes e intereses más dispares, hecho que se evidencia con especial claridad en las comparaciones que se han establecido de manera sistemática a lo largo de este trabajo: la imagen política frente a la imagen científica, la existente en el seno de los sectores liberales frente a los conservadores y en el plano de la recepción oficial y extraoficial de Humboldt. Por lo tanto, en el análisis de la recepción colectiva por parte de un grupo hay que establecer una diferencia entre las estrategias de carácter individual y particular frente a las de índole oficial y dirigidas por el Estado. También a escala individual pueden percibirse marcadas diferencias, en función de la propia actividad, del sesgo político o de la orientación ideológica, condicionantes que inciden en la visión de Humboldt y que han obligado en este trabajo a presentar también la percepción de individuos particulares. Mediante un minucioso análisis de estas circunstancias ilustraremos además la complejidad de semejante proceso de percepción. Por otra parte, conviene resaltar aquí que esta investigación supone un enfoque interdisciplinar, a caballo entre la etnología y la historiografía. Tal planteamiento viene dado por la elección del tema, que hace suyo un afán que podríamos calificar de etnológico al analizar un proceso de recepción, investigándolo en un contexto histórico o poniendo de relieve su contextualización histórica. Un paradigma de investigación orientado únicamente hacia una de las dos disciplinas científicas no habría hecho posible la amplia perspectiva que pretendíamos. Hasta la fecha se han publicado innumerables estudios y trabajos de investigación en torno a la figura del científico prusiano Alexander von Humboldt y su expedición americana. En ellos se ponían de manifiesto las facetas más dispares de su biografía y de su obra, así como las reper20

Doble mirada. Alexander von Humboldt y España en el siglo XIX

cusiones de su trabajo científico. No obstante, hay aspectos que hasta hace pocos años han encontrado muy escasa resonancia: su estancia en España, la relación que durante toda su vida mantuvo con la Península Ibérica en múltiples aspectos, la enorme relevancia que tuvo España en el marco de su gran proyecto expedicionario y de investigación, así como la evolución que experimentó la recepción de su persona y su obra en España. Antes de emprender viaje al Nuevo Mundo, Humboldt pasó cinco meses en la Península, en el transcurso de los cuales llevó a término todos los preparativos de un viaje científico con el que haría historia y que se prolongaría entre los años 1799 y 1804. Dado que a nivel internacional los estudios sobre Humboldt sólo dedican escasa atención a su viaje por España, limitándose a mencionar datos orientativos del mismo (Barcelona, Valencia, Madrid y La Coruña), realizaremos a continuación una breve semblanza de la ruta1: El día 3 de enero de 1799 Humboldt partía del sur de Francia junto con su compañero de viaje, el francés Aimé Goujaud Bonpland2. Tras atravesar el paso de La Junquera llegó a España. El día 7 de enero realizó mediciones geográficas en Gerona; un día más tarde llegaría a Barcelona, alojándose en la Fontana de Oro. Durante varios días, hasta finales de 1 Para poder seguir al detalle y en orden cronológico la ruta del prusiano por la Península Ibérica, pueden consultarse los siguientes trabajos: Alexander von HUMBOLDT, «Über die Gestalt und das Klima des Hochlandes in der iberischen Halbinsel». Hertha. Zeitschrift für Erd-, Völker- und Staatenkunde. Vol. 4. Stuttgart; Tübingen: Cotta, 1825, pp. 5-23. Alexandre de HUMBOLDT, Recueil d’observations astronomiques, d’opérations trigonométriques et de mesures barométriques, faites pendant le cours d’un voyage aux régions équinoxiales du Nouveau Continent, depuis 1799 jusqu’en 1803. 2 vols. Paris: Schoell, 1810 a, aquí: vol. 1 (El capítulo «Observations faites en Espagne et aux isles Canaries», pp. 3-33, contiene mediciones exactas o bien los datos de cuándo fueron tomadas). Asimismo pueden encontrarse informaciones a este respecto en una carta dirigida al barón Franz Xaver Zach con fecha del 12 de mayo de 1799 y publicada en Ilse JAHN; Fritz G. LANGE (eds.), Die Jugendbriefe Alexander von Humboldts 1787-1799. Berlin: Akademie Verlag, 1973, pp. 667-676; así como en: Germán BLEIBERG, Alejandro de Humboldt y España, tesis inédita, Universidad de Madrid, 1958 (Archivo Histórico de la Universidad Complutense, sign. 3824). No obstante, conviene precisar que los datos que revelan estas fuentes en ciertos casos no coinciden. 2 1773 (La Rochelle, Francia) - 1858 (Santa Ana, Argentina), médico y especialista en Botánica. Sobre la figura de Bonpland: Heinz SCHNEPPEN, Aimé Bonpland: Humboldts vergessener Weggefährte. Berliner Manuskripte zur Alexander von Humboldt-Forschung, cuaderno 14. Berlin: Alexander-von-Humboldt-Forschungsstelle, 2000.

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enero, llevó a cabo un buen número de estudios científicos en la ciudad condal3. Además, emprendió desde allí, acompañado de Bonpland, excursiones de varios días al Montserrat, a Tarragona, cuyas ruinas romanas visitaron, y también a Sagunto, desde donde emprendieron viaje rumbo a la capital. El 26 de enero regresaron a Barcelona, pernoctando el día 28 en la Venta de Lionet, en Los Munjos el día 29, en Figueretta el día 30 y, por último, en Col de Balaguer el día 31 de enero. Realizaron desde allí nuevas mediciones en las ruinas de Sagunto, adonde habían tenido que regresar, ya que, durante su primera estancia, la abundante nubosidad había impedido al científico efectuar los estudios que pretendía. El 2 de febrero hicieron noche en la Venta de la Sienita; entre el 5 y el 7 de febrero efectuaron sus investigaciones en Valencia para finalmente pasar el día 9 en las ruinas de Sagunto y el castillo de Morviedro. Saliendo de la Venta de Morente subieron el Paso de Almansa, dejando atrás El Bonete, junto a cuya falda Humboldt tomó reiteradas mediciones de altura. Pasaron luego por las localidades de Venta del Rincón, Albacete, El Provencio, Quintanar de la Orden, Alcázar de San Juan, Corral de Almaguer, la meseta de Ocaña, el valle del río Tajo para llegar finalmente a Aranjuez, donde al parecer tuvieron ya una entrevista con el embajador de Sajonia, el barón Philippe von Forell (1756-1808). Finalmente llegaron a Madrid4, pasando por Valdemoro, el 23 de febrero; durante algunas semanas permanecieron allí, ocupándose de todos los preparativos para su expedición. Con motivo de su audiencia con el rey Carlos IV, necesaria para la obtención del correspondiente salvoconducto, tuvieron que desplazarse en diversas ocasiones a Aranjuez. Hay testimonios de que Humboldt comenzó sus mediciones en Madrid el día 4 de marzo en el Palacio del Duque del Infantado5 y de que el 2 de mayo determinó la posición geográfica del Palacio Real de Aranjuez. El 13 de ese mismo mes6 par3 Humboldt menciona las siguientes fechas: 11 de enero, 15 de enero y 26 de enero de 1799. 4 En una carta dirigida a Reinhard y Christine von Haeften con fecha del 28 de febrero de 1799 les comunica que había llegado a Madrid cinco días antes. Cfr. JAHN; LANGE, 1973, p. 648. 5 Ibidem, p. 676. 6 Al parecer partieron antes de lo previsto: el 12 de mayo escribió al barón von Zach informándole de que tenía pensado emprender la marcha en un plazo de tres días. Cfr. JAHN; LANGE, 1973, p. 676.

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tieron los dos científicos hacia La Coruña, camino que les llevaría por El Escorial, el Puerto de Guadarrama, León, Medina de Campo, Tordesillas, Venta de Almaraz, Villalpando, Benavente, Astorga y diversas localidades de Galicia, como Villafranca, Los Nogales, Sobrado y Lugo, hasta llegar finalmente un 26 de mayo a La Coruña, tras un trayecto de trece días y habiendo pasado por Guitiriz y Betanzos. Ese mismo día Humboldt realizó diversas mediciones en la ciudad gallega, donde permanecerían diez días hasta que llegó el momento de su tan anhelada marcha a América, el día 5 de junio. Sin embargo, su nave puso rumbo a las Islas Canarias; el día 17 de ese mismo mes avistaron la Isla Graciosa, y entre los días 19 y 25 de junio se quedaron en Tenerife. Durante sus seis días de estancia en Santa Cruz, La Laguna y el Valle de la Orotava tuvieron ocasión de realizar extensas observaciones y estudios científicos, así como de ascender a la cima más alta de España, el Pico del Teide7. De este modo, su viaje por España les sirvió también como preparación científica para su célebre expedición americana, puesto que desarrollaron el mismo tipo de investigaciones con las que iniciaron su trabajo en el Nuevo Continente. Como dijimos anteriormente, a lo largo de su viaje por España los dos científicos aprovecharon la ocasión para realizar un estudio completo y mediciones (sobre todo desde el punto de vista geográfico, geológico y climatológico) de las regiones por las que iban pasando8. Humboldt puso a prueba los nuevos instrumentos de medición que había adquirirdo en París: sextante, cronómetro, barómetro y termómetro. Gracias a ellos pudo determinar la altitud sobre el nivel del mar, así como la situación astronómica de diversos enclaves de interés desde el punto de vista geográfico. Además investigó especialmente la formación geológica de la meseta castellana, en tanto que su colega galo 7 Para una descripción detallada de la estancia de Humboldt en Tenerife consultar: HUMBOLDT, Alexander von, Reise in die Äquinoktialgegenden des Neuen Kontinentes (editado por Ottmar ETTE). 2 vols. Frankfurt a. M.; Leipzig: Insel, 1999 a, aquí: vol. 1, cap. 2; así como sus diarios inéditos: Margot FAAK (ed.), Alexander von Humboldt. Reise durch Venezuela. Vol. 12. Berlin: Akademie Verlag, 2000, pp. 81-99. 8 Karl FÖRSTER, Die Iberische Halbinsel als Arbeitsgebiet Alexander von Humboldts: Spanische Reise im Jahr 1799. Tesis inédita presentada en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Leipzig, 1923, ofrece un estudio detallado de las investigaciones que Humboldt llevó a cabo en España.

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se dedicaba a la recolección y clasificación de la flora hispana. A la vista de la escasez de estudios previos a los que poder recurrir en este tipo de investigaciones y de que en muchos aspectos su medición de la Península Ibérica abría nuevos horizontes, debemos considerar la suya como una empresa extraordinariamente valiosa desde el punto de vista científico, sin olvidar tampoco la enorme contribución de Humboldt al estudio de España desde el punto de vista de la historia natural9. Por otro lado, allanó el camino para futuros estudios centrados primordialmente en las condiciones geográficas de España. En este sentido, cabe llamar la atención sobre los dos perfiles —de Valencia a La Coruña y de Sierra Nevada a los Pirineos— que elaboraron estos dos viajeros, pioneros en reconocer que Madrid se halla situada en una meseta. Durante su estancia en Madrid, Humboldt aprovechó para ultimar los intensos preparativos de su expedición americana, tanto en el plano diplomático, solicitando del rey Carlos IV el permiso pertinente, como en el científico-naturalista, para lo cual no dudó en establecer contacto con los eruditos residentes en la capital, con viajeros científicos, así como con instituciones del saber10, haciendo así acopio de los conocimientos necesarios acerca del continente americano. En este sentido, no debemos pasar por alto que su contacto con los círculos eruditos de España se prolongó más allá de su estancia en este país. Incluso a lo largo del viaje Humboldt les hizo llegar extensos informes en los que describía sus actividades, así como los primeros resultados emanados de las mismas. Tales informes aparecieron publicados en España cuando él se encontraba aún en el Nuevo Mundo11. En algunos casos, la correspondencia llegó a dar lugar a una colaboración profesional perpetuada a lo largo de muchos años. Como veremos más adelante con detalle, Humboldt comenzó a analizar de forma intensiva las fuentes españolas de la Conquista. Mediante la reela9 Humboldt no publicó los resultados de las investigaciones que había llevado a cabo en España hasta pasados muchos años y lo hizo en la revista geográfica Hertha; cfr. HUMBOLDT, 1825. 10 En: Miguel Ángel PUIG-SAMPER, «Humboldt, ein Preuße am Hofe Karls IV». En: Ottmar ETTE; Walther L. BERNECKER (eds.), Ansichten Amerikas. Neuere Studien zu Alexander von Humboldt. Frankfurt a. M.: Vervuert, 2001, pp. 19-49, puede encontrarse información detallada a este respecto. 11 Cfr. capítulo III.1.

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boración de las crónicas españolas referidas a este hito histórico, restableció la conexión con el país donde tuvo su comienzo la singular expedición. Llama la atención el hecho de que durante mucho tiempo no se haya abordado el análisis del papel desempeñado por España en la expedición americana de Humboldt y su posterior repercusión científica, ni de la conexión que mantuvo a lo largo de toda su vida con el mundo hispánico. Ni siquiera en España se ha dedicado suficiente atención a este asunto. Hasta hace poco, la persona y la obra de Alexander von Humboldt eran relativamente poco conocidas en este país y escasamente estudiados12. Ya en el año 1933 el profesor de Madrid Amando Melón y Ruiz de Gordejuela —uno de los investigadores del alemán que más descollaron en la España de la primera mitad del siglo XX— apelaba al estudio del científico prusiano en España, llamamiento que apenas sí encontró resonancia en su momento13. En principio, esta circunstancia tal vez podría parecer sorprendente, pero puede explicarse, entre otras razones, por el hecho de que la expedición humboldtiana sucedió en una época en las que las diversas regiones de Hispanoamérica se encontraban en medio de su proceso de independización de su «madre patria». De ahí que su expedición se haya venido asociando con una América inmersa en afanes independentistas más que con la metrópoli española. Por esta razón han sido científicos americanos en su mayoría quienes se han dedicado al estudio de la figura y la obra de Humboldt. Muchos de ellos consideraban al prusiano como un abanderado de sus inquietudes sociopolíticas y llegaron a crear un mito en torno a su persona, de tal forma que los científicos españoles tenían ciertas dificultades para acercarse a él desde una perspectiva neutral.

I.1.

DESCRIPCIÓN

DEL OBJETO DE ESTUDIO

A fin de poner de manifiesto cómo se ha venido tratando este tema en el ámbito de la investigación humboldtiana internacional y perfilar cuáles son los objetivos científicos que precisan de una mayor elaboración, Esto no es aplicable al caso de la isla de Tenerife, donde Humboldt ha sido estudiado desde hace tiempo. 13 Amando MELÓN Y RUIZ DE GORDEJUELA, Alejandro de Humboldt en la América española. Discurso leído en la solemne apertura del curso académico 1932 a 1933. Universidad de Valladolid: Tip. Cuesta, 1933, pp. 19-29. 12

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comenzaremos aquí por un análisis historiográfico de estas circunstancias14: Ya a finales del siglo XIX algunos autores pusieron sobre la mesa cuestiones relacionadas con la estadía de Humboldt en España. Citaremos en primer lugar el título de Alexandre Daguet Les Barons de Forell. Ministres d’Etat à Dresde et à Madrid. Si bien este tratado se refiere a la familia Forell, dedica un extenso fragmento a la estancia de Humboldt en España, en particular a los prolegómenos administrativos del viaje, a sus contactos con científicos españoles, así como a las circunstancias de orden político que encontró el prusiano a su llegada a la capital de España y bajo las cuales acometió la preparación de su viaje15. Por otro lado, Daguet incluyó en esta publicación el curriculum vitae de Humboldt, su «Notice sur la vie littéraire»16, del que éste hizo entrega al monarca español Carlos IV con motivo de su audiencia personal. Corría el año 1897 cuando José R. Carracido publicó en su obra Estudios histórico-críticos de la ciencia española el capítulo titulado «Alejandro Humboldt y la ciencia hispano-americana», que pone de manifiesto una actitud marcadamente nacionalista, a la vez que resalta la trascendencia de la obra humboldtiana para el progreso de la investigación científica en Hispanoamérica17. La obra Guillaume de Humboldt et l’Espagne, publicada por primera vez por Arturo Farinelli en el año 1898, se centra principalmente en la figura de su hermano Wilhelm, si bien dedica todo un capítulo a la descripción de la estancia de Alexander en España18. Por último, en 1899 vio la luz una obra editada en conme14 Una buena sinopsis de las mismas es la que brindan: Miguel Ángel PUIG-SAMPER, «La investigación humboldtiana en España. Antecedentes y perspectivas». Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, Köln; Weimar; Wien, vol. 37, 2000, pp. 347-356; Miguel Ángel PUIG-SAMPER, «España en la memoria de Humboldt y en el olvido de los humboldtianos». Matices, Köln, núm. 23, otoño 1999 c, pp. 44-45. 15 Alexandre DAGUET, Les Barons de Forell. Ministres d’Etat à Dresde et à Madrid. D’après des documents inédits et des lettres égalment inédits d’Alexandre de Humboldt. Lausanne: Imprimerie Lucien Vincent, 1872, pp. 81-117. 16 Ibidem, pp. 135-140. 17 José R. CARRACIDO, Estudios histórico-críticos de la ciencia española. Madrid: Establecimiento Tipográfico de Fortanet, 1897. En el capítulo III.2 trataremos esta obra con más detenimiento. 18 Arturo FARINELLI, Guillaume de Humboldt et l’Espagne. Paris: Librairie Félix Alcan, 1930, pp. 28-49.

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moración del centenario de la expedición a América en la que se incluía el artículo de Eduard Lentz titulado «Alexander von Humboldt’s Aufbruch zur Reise nach Süd-Amerika. Nach ungedruckten Briefen Alexander von Humboldt’s an den Baron von Forell»19. En él, Lentz analiza en profundidad la estancia de Humboldt en Madrid, así como los contactos que tuvieron mayor relevancia en el desarrollo de los preparativos. Por otro lado, el autor incluía documentos de singular trascendencia, como el currículo redactado para el rey Carlos IV o también la correspondencia mantenida con el embajador de Sajonia, el barón von Forell20. A comienzos del siglo XX, en 1915, Ramón de Manjarrés publicó «Alejandro de Humboldt y los españoles», un tratado de sesgo nacionalista que pone en relación la labor científica desempeñada por Humboldt con la de otros investigadores españoles, con el único objetivo de demostrar que estos últimos se habían adelantado al prusiano en muchos aspectos21. En otro orden de cosas, Karl Förster defendió en 1923 la tesis titulada Die Iberische Halbinsel als Arbeitsgebiet Alexander von Humboldts: Spanische Reise im Jahr 179922, un estudio sumamente detallado —y hasta ahora insuperable— acerca de las mediciones científicas de índole astronómica, geológica, geográfica y climatológica efectuadas por Humboldt en España. Ya hemos mencionado la primera publicación aparecida sobre este asunto ya en los años treinta, obra del madrileño Amando Melón y Ruiz de Gordejuela, profundo conocedor de Humboldt. En su discurso Alejandro de Humboldt en la América española23, publicado en 1933, dedicaba buena parte de la descripción a la estancia de Humboldt tanto en la Península como en Tenerife. También podemos encontrar un relato del tiempo que Eduard LENTZ, «Alexander von Humboldt’s Aufbruch zur Reise nach Süd-Amerika. Nach ungedruckten Briefen Alexander von Humboldt’s an Baron von Forell». En: Wissenschaftliche Beiträge zum Gedächtnis der hundertjährigen Wiederkehr des Antritts von Alexander von Humboldt’s Reise nach Amerika am 5. Juni 1799. Aus Anlass des Siebten Internationalen Geographen-Kongresses, herausgegeben von der Gesellschaft für Erdkunde zu Berlin. Berlin: W. H. Kühl, 1899, pp. 3-55. 20 Ibidem, pp. 36-55. 21 Ramón de MANJARRÉS, Alejandro de Humboldt y los españoles. Sevilla: Establecimiento Tipográfico de la Guía Oficial, 1915. En el capítulo III.2 también analizaremos esta obra al detalle. 22 FÖRSTER, 1923. 23 MELÓN Y RUIZ DE GORDEJUELA, 1933. 19

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pasó en España en su artículo «Humboldt en el conocer de la España peninsular y canaria»24. En 1960, con motivo de la conmemoración del centenario de la muerte de Humboldt en 1959, se publicó en Madrid una obra que incluía otros dos artículos centrados en este asunto: por un lado, el titulado «Triple significación del “gran viaje” de Alejandro de Humboldt», con la firma del profesor Melón, que trata las múltiples vertientes de su expedición americana25. El autor pone el acento sobre la relevancia de España en la consecución de esta empresa, al tiempo que lamenta el hecho de que la estancia del prusiano en este país haya tenido escasa resonancia internacional en la investigación humboldtiana, que hace caso omiso de las reiteradas manifestaciones de gratitud en este sentido por parte de Humboldt. Otro artículo referido al vínculo del viajero con los científicos naturalistas españoles lleva la firma de Enrique Álvarez López26. Tras un primer trabajo sobre Humboldt, de corte más bien genérico27, en éste da breve cuenta de la estancia del alemán en España, de su estudio en Madrid de las colecciones científico-naturalistas realizadas en anteriores viajes, así como del contacto que durante su viaje por el Nuevo Mundo mantuvo con científicos españoles. Álvarez López llama la atención sobre la necesidad de que este asunto reciba una elaboración sensiblemente mayor y de más profundo calado, lo que le llevó a redactar años más tarde la continuación de este trabajo, con el extenso título «El viaje a América de Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland y las relaciones científicas de ambos expedicionarios con los naturalistas españoles de su tiempo»; el autor se centra en este caso en los científicos españoles residentes en 24 Amando MELÓN Y RUIZ DE GORDEJUELA, «Humboldt en el conocer de la España peninsular y canaria». Estudios Geográficos, Madrid, núm. 67-68, mayo-agosto de 1957, pp. 239-259. 25 Amando MELÓN Y RUIZ DE GORDEJUELA, «Triple significación del “gran viaje” de Alejandro de Humboldt». Conferencias leídas en la Academia en los días 19 y 22 de octubre de 1959, con motivo del centenario del fallecimiento de Alejandro de Humboldt. Madrid: Real Academía de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1960 b, pp. 81-127. 26 Enrique ÁLVAREZ LÓPEZ, «Alejandro de Humboldt y los naturalistas españoles». Conferencias leídas en la Academia en los días 19 y 22 de octubre de 1959, con motivo del centenario del fallecimiento de Alejandro de Humboldt. Madrid: Real Academía de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1960, pp. 129-166. 27 Enrique ÁLVAREZ LÓPEZ, «Para un ensayo sobre la trayectoria científica de Alejandro de Humboldt». Estudios Geográficos, Madrid, núm. 76, 1959, pp. 325-371.

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América, sobre todo en las figuras de José Celestino Mutis y Francisco José Caldas28. En 1960 publicó Melón la primera biografía de Humboldt aparecida en España. En ella se concede a la estancia de Humboldt en la Península Ibérica y en Tenerife un lugar considerablemente mayor que en biografías anteriores29. Por último, debemos también a su pluma el artículo de 1967 titulado «Vivencias de Alejandro de Humboldt»30, de talante generalista, en el que sin embargo profundiza en la relación del prusiano con España, en sus contactos con los círculos diplomáticos y científicos que encontró a su llegada a Madrid, así como en la bibliografía publicada hasta ese momento en torno a estos temas. La segunda tesis doctoral acerca del paso de Humboldt por España se presentó en Madrid en el año 1958 bajo el título Alejandro de Humboldt y España. Germán Bleiberg, autor de este trabajo que ha sido a su vez objeto de numerosos estudios, analiza primordialmente los preparativos de la expedición americana que Humboldt ultimó en España, las circunstancias políticas y científicas que encontró a su llegada a este país, así como sus conexiones con los círculos eruditos de Madrid31. Por otra parte, en 1959 dedicó otro artículo32 a un suceso, desconocido hasta entonces, que encontró documentado en un archivo de Madrid: el segundo viaje a España33 que Humboldt pensaba realizar en 1830 y que nunca llegó a producirse. Hans Schneider publicó en 1959 un estudio que bajo el título «Alexander von Humboldt als Kritiker spanischer und portugiesischer Literatur» giraba en torno al estudio que llevó a cabo Humboldt acerca de varios cronistas españoles y las diversas reacciones que suscitó en Espa28 Enrique ÁLVAREZ LÓPEZ, «El viaje a América de Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland y las relaciones científicas de ambos expedicionarios con los naturalistas españoles de su tiempo». Anales del Instituto Botánico A. J. Cavanilles, Madrid, núm. XXII, 1964, pp. 11-60. 29 Amando MELÓN Y RUIZ DE GORDEJUELA, Alejandro de Humboldt. Vida y obra. Madrid: Artes Gráficas Clavileño, 1960 b, pp. 47-63. 30 Amando MELÓN Y RUIZ DE GORDEJUELA, «Vivencias de Alejandro de Humboldt». Gesammelte Aufsätze zur Kulturgeschichte Spaniens. Primera serie, vol. 23. Münster: Aschendorffsche Verlagsbuchhandlung, 1967. 31 BLEIBERG, 1958. 32 Germán BLEIBERG, «Sobre un viaje frustrado de Humboldt a España». Estudios Geográficos, Madrid, núm. 76, 1959, pp. 373-389. 33 Cfr. capítulo III.5.

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ña34. En 1963 este mismo autor publicó un trabajo que llevaba por título «Alexander von Humboldt y la lengua española»35, en el que analizaba los conocimientos que tenía Humboldt de la lengua española en diferentes momentos de su vida. Un año antes se publicó en Barcelona una edición abreviada del diario de viaje escrito por Humboldt Relation historique con un apéndice: el amplio estudio de Rafael Candel Vilas titulado «Alejandro de Humboldt y los españoles»36. El autor analiza en profundidad los contactos científicos y diplomáticos del prusiano en Madrid, decribe su viaje por España, su conexión con miembros de expediciones españolas anteriores o simultáneas a la suya y brinda por último una relación de las ediciones de las obras de Humboldt aparecidas en lengua española hasta ese momento. José María Artola aborda en su artículo del año 1991 sobre «La vocación de Alexander von Humboldt y su relación con España»37 los vínculos de Humboldt con España en diferentes épocas y bajo diversos aspectos. A partir de los años noventa vieron la luz otros trabajos que ya no se centraban únicamente en la descripción reiterada y generalista de las cuestiones que hemos mencionado, sino que exploraban con mayor precisión aspectos más concretos. El intenso intercambio científico de Humboldt con el erudito español Felipe Bauzá, que perduró en el tiempo mucho más allá de su expedición americana, es el motivo central de dos trabajo aparecidos en los años 1992 y 1994 con la firma de Carlos A. Bauzá38; posterior34 Hans SCHNEIDER, «Alexander von Humboldt als Kritiker spanischer und portugiesischer Literatur». En: Joachim H. SCHULTZE (ed.), Alexander von Humboldt. Studien zu seiner universalen Geisteshaltung. Berlin: Walter de Gruyter, 1959, pp. 243-257. 35 Hans SCHNEIDER, «Alexander von Humboldt y la lengua española». En: Homenaje a Dámaso Alonso. Vol. III. Madrid: Gredos, 1963. 36 Rafael CANDEL VILA, «Alejandro de Humboldt y los españoles». En: Alejandro de HUMBOLDT, Del Orinoco al Amazonas. Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. Barcelona: Labor, 1962, pp. 395-422. 37 José María ARTOLA, «La vocación de Alexander von Humboldt y su relación con España». En: Hans JURETSCHKE (ed.), La imagen de España en la Ilustración alemana. Madrid: Görres-Gesellschaft, 1991, pp. 265-286. 38 Carlos A. BAUZÁ, «Tres cartas inéditas de Felipe Bauzá a Alexander von Humboldt». Revista de Historia Naval, año X, Instituto de Historia y Cultura Naval, 1992, núm. 39, pp. 59-74; Carlos A. BAUZÁ, «Alejandro de Humboldt y Felipe Bauzá: Una colaboración científica internacional en el primer tercio del siglo XIX». Revista de Indias, Madrid, 1994, LIV, núm. 200, pp. 84-106.

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mente, Margot Faak ha examinado el contacto de Humboldt con Enrique Gil y Carrasco, escritor y diplomático español39. Augustí Camós Cabecerán llevó a cabo un análisis de la recepción de Humboldt a través de diversos medios impresos. En su artículo, publicado bajo el título «Humboldt en algunos medios de comunicación del siglo XIX en España», el autor destaca principalmente los casos de Madrid y Barcelona40. Camós redactó además un trabajo en catalán acerca de la relación de Humboldt con Cataluña y la recepción que tuvo el científico en los círculos catalanes41. Dorothea Schuster realizó un estudio de la imagen de Humboldt a través de los medios de comunicación españoles en su tesis de licenciatura, presentada en el año 200142. En este mismo sentido, Xosé Antonio Fraga Vázquez ha tratado en diferentes artículos diversos aspectos de la recepción humboldtiana en España a través de las traducciones existentes, así como la presencia del prusiano en los medios de comunicación españoles43. En trabajos posteriores —un artículo aparecido en el catálogo de la exposición celebrada en Madrid44, así como un estudio en torno a las figuras de Humboldt y Margot FAAK, «Alexander von Humboldt in seinen Beziehungen zu dem spanischen Dichter Enrique Gil y Carrasco». Organon, Varsovia, núm. 12/13, 1976/1977, pp. 233-247. 40 Agustí CAMÓS CABECERÁN, «Humboldt en algunos medios de comunicación del siglo XIX en España». En: Javier CREMADES UGARTE; Francisco Javier DOSIL MANCILLA; Xosé Antonio FRAGA (eds.), Humboldt y la ciencia española. La Coruña: Edicios do Castro, 2005, pp. 83-102. 41 Augustí CAMÓS, «Humboldt a Catalunya; Catalunya en Humboldt». En: Joseph BATLLO ORTÍZ et al.(eds.), Actes de la VI Trobada d’Història de la Ciencia i de la Técnica. Barcelona: SCHCT, 2002, pp. 269-275. 42 Dorothea SCHUSTER, Die Rezeption des Corpus Americanum von Humboldt in spanischen Medien des 19. Jahrhunderts. Tesina inédita presentada en el Seminario de Historia de la Universidad de Colonia en febrero de 2001. 43 Xosé A. FRAGA VÁZQUEZ, «Un científico alemán en España». Inter Nationes, Bonn, monografía núm. 126, 1999, pp. 76-78; Xosé A. FRAGA VÁZQUEZ; Javier DOSIL MANCILLA, «Características y factores condicionantes de la recepción y difusión de la obra de Humboldt en España en el siglo XIX». En: Mari ALVAREZ LIRES et al.(eds.), Estudios de Historia das Ciencias e das Técnicas: VII Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas. Vol. I. Pontevedra: Diputación Provincial, 2001, pp. 313-324; Xosé A. FRAGA VÁZQUEZ, «La recepción de la obra científica de Humboldt en España». En: Javier CREMADES UGARTE; Francisco Javier DOSIL MANCILLA; Xosé Antonio FRAGA (eds.), Humboldt y la ciencia española. La Coruña: Edicios do Castro, 2005 a, pp. 195-214. 44 Xosé A. FRAGA VÁZQUEZ, «La relación de Alejandro de Humboldt con los científicos españoles de su tiempo». En: Frank HOLL (ed.), Alejandro de Humboldt - una nueva visión 39

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Johann Wolfgang von Goethe— elabora una descripción de los contactos de índole científica que tenía el alemán en Madrid, así como la posterior recepción de su persona o de su obra en España45. Un primer trabajo de vocación localista data del año 1960 y lleva la firma de Alejandro Cioranescu. Se trata de un minucioso estudio de la estadía de Humboldt en Tenerife (Alejandro de Humboldt en Tenerife46), así como de la edición aparecida en 1995 a cargo de Manuel Hernández González en torno al viaje del prusiano a las Islas Canarias y que nos remite principalmente a las explicaciones del propio Humboldt que podemos encontrar en su obra Relation historique así como en su correspondencia47. En 1999 Hernández González publicó en el catálogo de la exposición berlinesa Netzwerke des Wissens48 una breve reseña del paso de Humboldt por la Península Ibérica y Tenerife, que si bien no aporta grandes novedades, tiene la virtud de tratar explícitamente la cuestión de la estancia de Humboldt en España. En otra obra, aparecida en ese mismo año, podemos encontrar otros textos suyos, algunos de ellos muy breves, dedicados al mismo asunto49. Por último, en el año 2005 Hernández González publicó de nuevo un libro de ámbito regional50, así como otro del mundo, catálogo de la exposición (Madrid, octubre de 2005 - enero de 2006). Madrid; Barcelona: Lunwerg, 2005 b, pp. 75-79. 45 Xosé A. FRAGA VÁZQUEZ, «Alexander von Humboldt und Johann Wolfgang von Goethe in der spanischen Naturwissenschaft des 19. Jahrhunderts». En: Ilse JAHN; Andreas KLEINERT (eds.), Das Allgemeine und das Einzelne - Johann Wolfgang von Goethe und Alexander von Humboldt im Gespräch. Leopoldina-Meeting celebrado los días 29-30 de octubre de 1999 en Halle (Saale). Stuttgart: Wissenschaftliche Verlagsgesellschaft, 2003, pp. 33-46. 46 Alejandro CIORANESCU, Alejandro de Humboldt en Tenerife. La Laguna: Instituto de Estudios Canarios, 1960. 47 Alejandro de HUMBOLDT, Viaje a las islas canarias (editado por Manuel HERNÁNDEZ GONZÁLEZ). La Laguna: Francisco Lemus, 1995. 48 Manuel HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, «“Nie hatte die spanische Regierung einem Fremden größeres Vertrauen bewiesen”. Humboldt in Spanien und auf Teneriffa». En: Frank HOLL, Alexander von Humboldt: Netzwerke des Wissens. Catálogo de la exposición celebrada en Berlin, 15 de septiembre 1999 - 9 de enero 2000. Bonn: Hatje-Cantz, 1999, p. 56. 49 Alexander von Humboldt. Escalas de un viajero explorador. Stationen eines Forschungsreisenden. Fundación canario-alemana «Alexander von Humboldt» (ed.). Berlin: Stiftung Stadtmuseum, 1999, pp. 56-67. 50 Alexander von HUMBOLDT, Permanencia en Tenerife (editado por Manuel HERNÁNDEZ GONZÁLEZ). Santa Cruz de Tenerife/Las Palmas de Gran Canaria: Idea, 2005 a.

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artículo incluido en el catálogo de la exposición celebrada en Madrid51. Otra publicación, de carácter conmemorativo y centrada en primer término en la estancia tinerfeña de Humboldt, es la aparecida en el año 2000 con el título Canarias y el bicentenario de Humboldt (1799-1999)52. Adicionalmente, una obra de corte localista es la editada en lengua gallega en aquella comunidad en el año 1999: Un Novo Mundo para un home universal, que se centra en la visita de Humboldt a esta región antes de emprender su gran expedición53. Leoncio López-Ocón publicó en 2001 sus «Notas sobre la recepción de Humboldt en España. Maneras de leer a un sabio a lo largo de dos décadas (1851-1871)»54, donde repasa la recepción del erudito alemán en diversos círculos españoles entre los años 1851 y 1871. Además estudió en otros dos artículos la influencia ejercida por Humboldt sobre el viajero e investigador español Marcos Jiménez de la Espada55.

Manuel HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, «Humboldt en Tenerife». En: Frank HOLL (ed.), Alejandro de Humboldt - una nueva visión del mundo, catálogo de la exposición (Madrid, octubre de 2005 - enero de 2006). Madrid; Barcelona: Lunwerg, 2005 b, pp. 87-95. 52 Canarias y el bicentenario de Humboldt (1799-1999). Fundación canario-alemana «Alexander von Humboldt». Puerto de la Cruz: Imprenta Rodríguez, 2000. 53 Francisco DÍAZ-FIERROS VIQUEIRA; Daniel ROZADOS GRELA, Un Novo Mundo para un home universal. Partida de Humboldt desde A Coruña. Santiago de Compostela: Consello da cultura galega, 1999. 54 Leoncio LÓPEZ-OCÓN CABRERA, «Notas sobre la recepción de Humboldt en España. Maneras de leer a un sabio a lo largo de dos décadas (1851-1871)». En: Mari ALVAREZ LIRES et al.(eds.), Estudios de Historia das Ciencias e das Técnicas: VII Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas. Vol. I. Pontevedra: Diputación Provincial, 2001 a, pp. 335-347. 55 Leoncio LÓPEZ-OCÓN CABRERA, «Epígonos de una tradición científica plural: lectores y editores de “Historias Naturales y Morales” en dos mundos durante el siglo XIX». En: José Juan SALDAÑA (ed.), Science and Cultural Diversity. Proceedings of the XXIst International Congress of History of Science, celebrado en México 2001, publicación en CD, 2005; Leoncio LÓPEZ-OCÓN CABRERA, «Quarta Pars. El impacto de un mundo nuevo en la ciencia europea de principios del siglo XVI según Alejandro de Humboldt y Marcos Jiménez de la Espada». En: Ernest BALAGUER CEBRÍA (ed.), De la unión de coronas al Imperio de Carlos V. Vol. II. Madrid: Sociedad Estatal para la conmemoración de los centenarios de Felipe II y Carlos V, 2001, pp. 371-388. 51

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«Humboldt y la polémica de la ciencia española»56 (1999), de Fermín del Pino Díaz, se centra en el estudio realizado por Humboldt del pasado colonial de España a partir de los primeros cronistas, así como de su recepeción en este país. Miguel Ángel Puig-Samper constató también el vacío existente en la investigación humboldtiana internacional y realizó una intensa labor archivística con el fin de localizar documentos inéditos o informaciones referidas a la estancia de Humboldt en España. Su artículo «Humboldt, un prusiano en la Corte del rey Carlos IV» es uno de los frutos de este trabajo. En él analiza los contactos del erudito con los círculos científicos madrileños, así como el proceso administrativo que llevó a la autorización de su expedición americana por parte de la Corona española57. Puig-Samper es además autor de otros dos trabajos en los que muestra el estado de la investigación humboldtiana en España58: una descripción panorámica de la permanencia de Humboldt en la Península Ibérica59, así como un estudio de su vinculación con otras expediciones de índole científica emprendidas por españoles60. En 2000 presentamos un estudio acerca de las vivencias de Humboldt en España en el marco de un coloquio celebrado en las cercanías de París en torno a la figura del prusiano. El estudio, fruto de la colaboración con Puig-Samper, se publicó con el título «La experiencia española de Alejandro de Humboldt y la repercusión de su obra»61. Dos años más tarde 56 Fermín del PINO DÍAZ, «Humboldt y la polémica de la ciencia española». Cuadernos Hispanoamericanos, Madrid, núm. 586, abril 1999, pp. 35-43. 57 El texto se publicó primero en español y fue luego vertido al alemán: Miguel Ángel PUIG-SAMPER, «Humboldt, un prusiano en la Corte del rey Carlos IV». Revista de Indias, Madrid, vol. LIX, núm. 216, 1999 a, pp. 329-355; PUIG-SAMPER, 2001. 58 PUIG-SAMPER, 2000; id., 1999. 59 Miguel Ángel PUIG-SAMPER, «Alejandro de Humboldt en la Península Ibérica». En: Frank HOLL (ed.), Alejandro de Humboldt - una nueva visión del mundo, catálogo de la exposición (Madrid, octubre de 2005 - enero de 2006). Madrid; Barcelona: Lunwerg, 2005 a, pp. 65-73. 60 Miguel Ángel PUIG-SAMPER, «La organización del viaje de Alexander von Humboldt y las exploraciones científicas españolas de su época». En: Javier CREMADES UGARTE; Francisco Javier DOSIL MANCILLA; Xosé Antonio FRAGA (eds.), Humboldt y la ciencia española. La Coruña: Edicios do Castro, 2005 b, pp. 171-194. 61 Miguel Ángel PUIG-SAMPER; Sandra REBOK, «La experiencia española de Alejandro de Humboldt y la repercusión de su obra». En: Thomas GOMEZ (ed.), Humboldt et le monde hispanique. Paris; Nanterre: Centre de recherches Ibériques et Ibéro-americaines, 2002 c.

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pronunciamos en el coloquio celebrado en Lima Humboldt y la América Ilustrada una conferencia sobre los preparativos de su expedición llevados a cabo en España62. Otro de los frutos que ha dado este trabajo en equipo es la traducción al castellano del artículo publicado por Humboldt en la revista Hertha en el año 1825, titulado «Über die Gestalt und das Klima des Hochlandes in der iberischen Halbinsel»63, donde describe las mediciones científicas que realizó en España. Esta versión, aparecida en 2002, contiene una extensa introducción que brinda información sobre los antecedentes de dicha expedición64. Una parte de las investigaciones llevadas a término en el marco del presente trabajo ya han visto la luz en una primera versión65, como por ejemplo: un estudio de la adopción por parte de Humboldt del modelo desarrollado por José de Acosta en su obra Historia Natural y Moral de las Indias 66 y el análisis de la presencia de Humboldt en la prensa española67. Igualmente, en el año 2000 presenta62 Miguel Ángel PUIG-SAMPER; Sandra REBOK, «Alejandro de Humboldt y España: La preparación de su viaje americano y sus vínculos con la ciencia española». Humboldt im Netz (revista de Internet: http://www.uni-potsdam.de/u/romanistik/humboldt/hin), Berlin/Potsdam, núm. VIII, 15, 2007 b. 63 HUMBOLDT, 1825. 64 Este artículo apareció primeramente en la española Revista de Occidente y a continuación en la revista electrónica Humboldt im Netz, con el fin de darle una difusión internacional: Miguel Ángel PUIG-SAMPER; Sandra REBOK, «Un sabio en la meseta: el viaje de Alejandro de Humboldt a España en 1799». Revista de Occidente, Madrid, núm. 254-255, 2002 a, pp. 95-125; Miguel Ángel PUIG-SAMPER; Sandra REBOK, «Un sabio en la meseta: el viaje de Alejandro de Humboldt a España en 1799». Humboldt im Netz (http://www.uni-potsdam. de/u/romanistik/humboldt/hin), Berlin; Potsdam, núm. III, 5, 2002 b. 65 Se trata, en este caso, de versiones anteriores, publicadas bien de forma abreviada o extensa o bien en español. 66 Sandra REBOK, «Alejandro de Humboldt y el modelo de la Historia Natural y Moral». Humboldt im Netz (http://www.uni-potsdam.de/u/romanistik/humboldt/hin), Berlin; Potsdam, núm. III, 3, 2001 a. Aparece también publicado, en versión abreviada y revisada, en las actas de este congreso: REBOK, Sandra, «Alejandro de Humboldt y el modelo interpretativo de José de Acosta». En: Saldaña, José Juan (ed.), Science and Cultural Diversity. Proceedings of the XXIst International Congress of History of Science, celebrado en México (2001), publicación en CD, 2005. 67 Publicado primero en español: Sandra REBOK, «La percepción de las ideas de Alexander von Humboldt en la prensa española durante la primera mitad del siglo XIX». En: Miguel Ángel PUIG-SAMPER (ed.), Debate y perspectivas. Alejandro de Humboldt y el mundo hispánico. La Modernidad y la Independencia americana. núm. 1. Madrid: Fundación Histórica Tavera,

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mos con motivo del seminario «La construcción de la imagen de España en el exterior, siglos XVI-XX», dirigido por Manuel Lucena Giraldo, una versión previa del capítulo dedicado a la percepción que de España tenía el erudito, texto que previsiblemente aparecerá publicado en las actas de dicho seminario68. En el año 2004 vieron la luz dos artículos que tratan la recepción de la figura de Humboldt en España, así como la documentación hallada al respecto69. Un año más tarde se publicó un estudio acerca de las relaciones del prusiano con las instituciones científicas españolas70. Por último, no queremos pasar por alto dos artículos cuyo objetivo no era tanto la publicación de nuevos hallazgos científicos como la difusión de unos conocimientos básicos acerca de la presencia de Humboldt en España71. La segunda biografía de Humboldt72 publicada en España dedica todo un capítulo a la permanencia del erudito en este país, si bien no aporta ninguna novedad desde el punto de vista científico; se trata en su mayor 2000, pp. 125-149; y revisado posteriormente en su traducción al alemán: Sandra REBOK, «Alexander von Humboldt im Spiegel der spanischen Presse: Zur Wahrnehmung seiner Person und seiner Ideen während der ersten Hälfte des 19. Jahrhunderts». Humboldt im Netz (http://www.uni-potsdam.de/u/romanistik/humboldt/hin), Berlin; Potsdam, núm. IV, 3, 2002. 68 Una versión muy reducida de este artículo se ha publicado en: Sandra REBOK, «La imagen de España creada por Alexander von Humboldt». Revista de Occidente, Madrid, núm. 294, 2005 b, pp. 57-75. 69 Miguel Ángel PUIG-SAMPER; Sandra REBOK, «Virtuti et merito. El reconocimiento oficial de Alexander von Humboldt en España». Humboldt im Netz (http://www.uni-potsdam. de/u/romanistik/humboldt/hin), Berlin; Potsdam, núm. V, 8, 2004 a; Miguel Ángel PUIGSAMPER; Sandra REBOK, «El científico y la reina: La concesión de la Gran Cruz de Carlos III a Alexander von Humboldt». Revista de Occidente, Madrid, núm. 280, 2004 b, pp. 81-91. 70 Sandra REBOK, «Una mirada desde España: Alejandro de Humboldt y las instituciones científicas». En: Frank HOLL (ed.), Alejandro de Humboldt - una nueva visión del mundo, catálogo de la exposición (Madrid, octubre de 2005 - enero de 2006). Madrid; Barcelona: Lunwerg, 2005 a, pp. 80-85. 71 Miguel Ángel PUIG-SAMPER; Sandra REBOK, «Alejandro de Humboldt en España». Eidon, Madrid, núm. 15, 2004 c, pp. 50-54; Sandra REBOK; Miguel Ángel PUIG-SAMPER, «Humboldt y España». National Geographic, Barcelona, octubre de 2005 (páginas sin numeración). 72 Joaquín FERNÁNDEZ PÉREZ, Humboldt. El descubrimiento de la naturaleza. Tres Cantos: Nivola, 2002, pp. 55-76.

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parte de una refundición de trabajos publicados con anterioridad. Este autor ya había publicado en 2000 un breve artículo de corte genérico sobre el segundo centenario de la llegada a España de Alexander von Humboldt73. Finalmente, hay que señalar que recientemente fueron publicados unos trabajos que analizan la relación de Humboldt con algunos científicos españoles74. La relación que acabamos de citar pone de manifiesto que los estudios realizados hasta la fecha acerca de estas cuestiones no se pueden dar por concluidos. El proyecto de investigación75 que sobre Humboldt puso en marcha el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Madrid demostró que estos estudios podían considerarse únicamente como una aproximación a un tema que revela aún múltiples lagunas76. En esa dirección apunta el hecho de que en la labor de archivo que ha acompañado a la presente investigación se hayan descubierto documentos inéditos hasta entonces. Por otro lado, tan sólo una parte de los estudios mencionados anteriormente puede calificarse de innovadora, ya que en muchos casos se trata más bien de una refundición o reelaboración de informaciones ya existentes. Hasta la década de 1990 apenas sí se llevaron a cabo nuevos estudios sobre la materia. Con posterioridad se han introducido noveda73 Joaquín FERNÁNDEZ PÉREZ, «El segundo centenario de la llegada a España de Alexander von Humboldt». Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, Madrid, vol. 97, 2000, pp. 61-67. 74 María Rosario MARTÍ MARCO, «El naturalista Alejandro de Humboldt, Cavanilles y Juan Andrés». Estudios Dieciochistas, vol. 7, Universidad de Salamanca, 2006, pp. 47-68; María Rosario MARTÍ MARCO, «Wilhelm y Alexander von Humboldt: el último gran ejemplo clásico de las ciencias y el humanismo». Hispanogalia III. Revista hispanofrancesa de Pensamiento, Literatura y Arte, 2006-2007. Madrid: Consejería de Educación. Embajada de España en Francia, pp. 57-70; María Rosario MARTÍ MARCO, «La figura del botánico valenciano Antonio José Cavanilles en su relación científica con Humboldt y los botánicos alemanes». Humboldt im Netz (http://www.uni-potsdam.de/u/romanistik/humboldt/hin), Berlin/Potsdam, núm. IX, 17, 2008, pp. 17-31. 75 Proyecto de investigación «Las relaciones científicas hispano-alemanas en la época ilustrada: Alejandro de Humboldt y las reformas de la minería y la mineralogía en España e Iberoamérica» (BHA 2000-1230), aprobado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y dirigido por Miguel Ángel Puig-Samper. 76 Los artículos publicados sobre esta materia llaman en parte la atención sobre estas lagunas o desiderata.

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des en aspectos concretos, como pueden ser: la recepción de Humboldt en España, la imagen que de él brinda la prensa escrita, su estudio de los cronistas españoles, su relevancia para la ciencia española, la relación que mantuvo con determinados representantes de la misma, así como el protocolo administrativo que acompañó la autorización de su viaje por parte de las autoridades españolas. Hay que decir, no obstante, que estos estudios abarcaban un campo más bien reducido, por lo que ciertos aspectos no se trataban en profundidad, quedando meramente esbozados. Por otro lado, no podemos por menos de señalar que la tendencia que también empieza a percibirse a partir de la década de 1990 de publicar los frutos de la investigación humboldtiana, e incluso una de las obras del viajero, en alguna de las lenguas oficiales de España, no ha contribuido precisamente a su más amplia difusión. La constatación de lo mucho que queda por hacer en el terreno de la investigación fue el factor decisivo que nos determinó a profundizar en algunos de esos vacíos, partiendo siempre del marco conceptual y metodológico que constituye el análisis de la percepción bidireccional entre Humboldt y España. A través de esta situación de percepción mutua se ilustrarán los procesos de recepción, sus condicionamientos y su vinculación al correspondiente contexto histórico, político y social. La demarcación geográfica de esta investigación comprende la permanencia de Humboldt tanto en la Península Ibérica como en Tenerife. Si bien esta diferenciación no ha recibido un tratamiento específico en cada capítulo, conviene aclarar que la forma de actuar de Humboldt y su enfoque científico revelan enormes diferencias en este sentido, dando como resultado una percepción distinta de dichas regiones. Por lo tanto, el objetivo explícito del presente estudio es explorar los vacíos existentes dentro de la investigación humboldtiana en cuanto a la estancia y actividad del alemán en España. Se trata por un lado de estudiar de forma sistemática y exhaustiva el proceso de recepción e influencia de Humboldt en España, y por otro, de analizar al detalle su visión de este país. De manera que podamos formular cómo conceptualiza Humboldt lo otro, en oposición a lo propio, que técnicas y métodos posibilitaron la percepción por ambas partes, qué factores la condicionaron, así como los paralelismos y discrepancias de las estrategias de representación manifiestas en cada caso. Para terminar, será de interés estudiar la evolución 38

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de este proceso de percepción mutua, que, sujeto a un contexto histórico determinado, ha variado en función de las transformaciones que operan en el terreno sociopolítico. Por este motivo, analizaremos de forma pormenorizada y por separado las dos caras de ese proceso de percepción mutua. En lo que se refiere a la visión que tenía Humboldt de España, distinguiremos dos aspectos: la percepción humboldtiana de la España de entonces y la perspectiva que afecta a los acontecimientos históricos de este país. En lo tocante al primero de ellos, hemos dado cuenta de los comentarios y valoraciones sobre este país y otras cuestiones relacionadas con esto, contenidas tanto en sus escritos como en su abundante correspondencia, interpretando a continuación la imagen resultante. Seguidamente explicamos su visión de la historia colonial de España, imagen sujeta a condicionantes históricos, y los primeros testimonios que documentan ese pasado colonial, todo ello merced al intenso estudio que hizo de un destacado representante de estos cronistas, el jesuita José de Acosta. El análisis de la evolución de la recepción española de Humboldt revistió una mayor complejidad, puesto que en este caso había que estudiar de forma diferenciada las distintas vertientes de la realidad española. A través de las facetas que presentan los diversos aspectos de esta sociedad y el vínculo de cada uno de ellas con el erudito prusiano, completaremos todo el mosaico. En primer lugar, examinamos la imagen que de él transmitía la prensa española, dentro de la cual distinguiremos los medios escritos de signo moderado y con patente española y los medios liberales, procedentes en su mayor parte del exilio londinense. A continuación, recogemos diferentes formas de percepción a través de ciertos exponentes del mundo científico e intelectual, cuya actitud respecto al prusiano puede clasificarse en diversas categorías. Por otro lado, examinamos con detenimiento las ediciones existentes en España de la obra humboldtiana, cuya amplia difusión en lengua española supone una condición indispensable para la recepción de la obra del prusiano. En este sentido profundizaremos además en la resonancia diversa que encontraron ciertos escritos suyos en el seno de la sociedad española. Por último examinaremos la influencia de Humboldt en diversas instituciones españolas, dentro de las cuales incluiremos los centros 39

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con los que ya estableció contacto a lo largo de su estancia en el país, así como los que han hecho referencia al investigador años o incluso decenios después, a la vista de la posición que alcanzó dentro de la comunidad científica. El último aspecto que contempla este análisis se centra en la recepción de Humboldt en el ambiente político de España, lo que comprende no sólo su primer contacto con la Corte española en el año 1799, sino también los momentos de desconfianza, debidos a motivaciones políticas, así como las muestras de respeto que le brindó el Gobierno de Isabel II en sus últimos años de vida. Podemos, en fin, extraer una serie de conclusiones a dos niveles, logrando así no sólo una progresiva desvinculación del tema objeto de estudio de las circunstancias históricas concretas, sino también su inserción dentro de un marco teórico a partir de la abstracción del resultado: En primer lugar, se trata de los hallazgos derivados directamente del proceso de recepción entre Alexander von Humboldt por un lado y España por otro. A continuación se explica el imaginario de Humboldt que podemos encontrar hoy día en España y que puede entenderse como resultado de las explicaciones aquí reflejadas. En este sentido, hemos de poner de relieve que los procesos históricos no deberían ser contemplados en su dimensión material abstracta, sino también en relación con discursos simbólicos. Son objeto de estudio las proyecciones emblemáticas y culturales, así como la elaboración de símbolos mediante los cuales pueden configurarse identidades y que en el transcurso de dicho proceso pueden articularse en múltiples facetas. En este sentido, las circunstancias que se mencionan aquí se ponen en relación con la actual recepción de Humboldt en España para dilucidar hasta qué punto los acontecimientos de aquella época determinan su recepción actual. De este modo, se atenderán las distintas representaciones del prusiano, así como las técnicas destinadas a la creación y transmisión de tales construcciones simbólicas.

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II LA VISIÓN HUMBOLDTIANA DE ESPAÑA Es de sobra conocido que la percepción de la otredad está poderosamente condicionada por los motivos que determinan la propia perspectiva. Por ello iniciaremos este análisis de la percepción que tenía Humboldt del país que le dio acogida interrogándonos por las razones así como por el contenido de su estancia en España. Según afirma Gewecke: «motivationsund interessensspezifische Ausgangslage beim Subjekt [bewirkt] eine nichtbewusste und willensunabhängige Steuerung der Wahrnehmung, welche die Herausbildung eines spezifischen Stereotyps zur Folge hat»1. No obstante, en el caso de Humboldt debemos distinguir entre su impulso primigenio para la realización de su proyecto americano, las razones que subyacen a su estancia en la Península, así como sus intereses científicos en general, que también han influido notablemente en su estrategia de percepción. Alexander von Humboldt creció en la era de las grandes expediciones, como fueron las de Louis Antoine de Bougainville (1766-1769), James Bruce (1768-1773), Carsten Niebuhr (1761-1767), la de Alejandro Malaspina (1789-1794) o los múltiples viajes de James Cook (1768-1771, 1772-1775 así como 1776-1780). Los relatos de estas aventuras fascinaron a Humboldt desde muy joven y provocaron en él una aproximación romántica a las regiones tropicales, idealizadas en los relatos de Rousseau y Buffon. Con ese mismo entusiasmo leyó obras originales de Haller, MacPherson y Goethe que recrean la naturaleza, los viajes o el regreso del ser humano a su estado originario, presuntamente alejado de la civilización2. Humboldt trabó conocimiento de lo exótico también a través de Bernardin de Saint-Pierre, cuya Frauke GEWECKE, Wie die neue Welt in die alte kam. München: Klett, 1992, p. 278 («La situación de la que parte el sujeto en cuanto a motivación e intereses [provoca] una manipulación inconsciente e involuntaria de la percepción, que tiene ademá como consecuencia la generación de un estereotipo específico»). 2 Charles MINGUET, Alejandro de Humboldt: Historiador y geógrafo de la América española (1799-1804). 2 vols. México, D. F.: Universidad Nacional Autónoma, 1985, aquí: vol. I, p. 110. 1

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obra, Paul et Virginie (1787), había leído en reiteradas ocasiones; por otro lado, la obra del que fuera su preceptor, Joachim Heinrich Campe, autor de Robinson, der Jüngere (1779) y Die Entdeckung Amerikas (1781-1782)3, ejercieron una notable influencia sobre él. Si bien la lectura de estos títulos no le proporcionó conocimientos concretos acerca de las regiones descritas, sin embargo la plasticidad con que aparecían retratados esos mundos exóticos despertó en él el ansia de viajar. De modo que desde temprana edad se planteó realizar él mismo un viaje científico. En un principio no estaba definido cuál sería el destino, pero la expedición en sí constituía para él un reto personal, como él mismo confesaría en su obra Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente: «Desde mi temprana juventud había sentido el ardiente deseo de hacer un viaje a regiones lejanas y poco visitadas por los europeos»4. Tras ver fracasar varios proyectos de llevar a la práctica sus anhelos viajeros, imbuidos de una inspiración romántica y aún con un planteamiento muy difuso, tomó la decisión de poner en marcha su propia expedición, acompañado por el botánico francés Aimé Bonpland, a quien había conocido en París. Dicho periplo habría de llevarle en primer lugar por tieras americanas, para poner luego rumbo a Asia, y más concretamente, a las Islas Filipinas5.

PREPARATIVOS

CIENTÍFICOS EN

MADRID

El viaje de Humboldt a España y en particular su prolongada estancia en la capital obedecían a varios motivos. Uno de los más importantes era de índole económica, ya que debía ponerse en contacto con un banco español que aceptara las cartas de crédito que traía de Berlín y estuviera dispuesto a suministrarle a través de sus filiales americanas las cantidades de dinero que precisara en las colonias españolas. Por otro lado, existía Ibidem, p. 38. Alejandro de HUMBOLDT; Aimé BONPLAND, Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, 5 vols. Caracas: Monte Ávila Latinoamericana, 1991, vol. 1, p. 37, traducción anónima. 5 Como ya sabemos, este primer plan sufrió numerosos cambios, pero el viaje a Filipinas no llegó nunca a producirse. 3 4

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también una razón de naturaleza diplomática: como ya hemos mencionado, para la consecución de las investigaciones que proyectaba realizar en el Nuevo Continente, necesitaba el permiso del rey de España. Por lo general, esto último no resultaba tarea fácil, dado que en aquella época el gobierno español tenía la política de mantener lejos de sus territorios de ultramar a quienes no fueran súbditos de la Corona. Sin duda, el hecho de que Humboldt lograra obtener el permiso necesario para la ejecución de su proyecto6 se debe en parte a su talento personal para la diplomacia, pero también contribuyeron en buena medida sus contactos con personalidades influyentes, sin olvidar tampoco las circunstancias peculiares que marcaron ese momento de la historia de España7. El embajador de Sajonia, Forell, a cuyo hermano había conocido previamente en la ciudad alemana de Dresde y con quien se había ido consolidando una relación personal, le ayudó a conseguir una audiencia privada con el por entonces ministro de Estado8 Mariano Luis de Urquijo (1768-1817). Éste se mostró profundamente comprometido con el proyecto científico de Humboldt, de modo que le procuró una audiencia con el rey Carlos IV en Aranjuez durante el mes de marzo de 17999, quien a su vez mostró gran interés por los planes del prusiano, hasta el punto de ordenar que les fueran expedidos, tanto a él como a Bonpland, dos visados extremadamente generosos: uno del Secretario de Estado, que llevaba la firma de 6 En: PUIG-SAMPER, 2001 y BLEIBERG, 1958, puede encontrarse una descripción detallada de este proceso administrativo así como de los contactos tanto científicos como diplomáticos de Humboldt en España. 7 Nos referimos aquí en primer término a las dificultades que empezaban ya a perfilarse con la obtención y administración del imperio colonial español. Como también apunta Mary L. Pratt, el monarca español confiaba en que Humboldt le ayudara a restablecer el control sobre las colonias que quedaban. Cfr. Mary Louise PRATT, Imperial Eyes. Travel writing and transculturation. Londres; New York: Routledge, 1992, p. 116. 8 En aquella época el cargo de ministro de Estado cubría además las funciones del ministro de Asuntos Exteriores. 9 Este ministro, que tanto se esforzó por fomentar las ciencias, siguió interesándose, aún muchos años después, por las obras de Humboldt sobre su expedición americana, como testimonia un escrito suyo, inédito hasta ahora, fechado en el año 1816 y dirigido a Humboldt. Este hallazgo se produjo al revisar las actas de las delegaciones diplomáticas de Prusia en Paris y Madrid, que se conservan en el berlinés Geheimes Staatsarchiv Preußischer Kulturbesitz (Signatura de las actas: Rep. 81, Madrid, V33).

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Urquijo, así como un documento de la Secretaría de Gracia y Justicia de España e Indias, con la rúbrica del ministro de Justicia, José Antonio Caballero10. Los salvoconductos iban además acompañados de numerosas cartas de recomendación, que habrían de garantizarles protección y ayuda en las colonias de América. Humboldt era plenamente consciente del alcance de tal generosidad, como él mismo afirmó: Nunca había sido acordado a un viajero permiso más lato; nunca un extranjero había sido honrado con mayor confianza de parte del gobierno español11.

En ese pasaporte había hecho incluir la siguiente cláusula, (...) que yo estaba autorizado para servirme libremente de mis instrumentos de física y geodesia: que podía hacer en todas las poseciones españoles observaciones astronómicas: medir la altura de los montes: colectar las producciones de la tierra, y ejecutar todas las operaciones que juzgare útiles para el progreso de las ciencias12.

Además, hizo que constara por escrito la orden según la cual recibía también el encargo de recolectar plantas y minerales para museos y jardines botánicos españoles13. El diplomático Forell no sólo abrió al joven viajero las puertas de la corte, sino que también le facilitó el acceso a los círculos científicos de Madrid. Forell los conocía a la perfección y de ese modo presentó a Humboldt a los eruditos más reconocidos y le proporcionó importantes contactos para la preparación de su proyecto científico. Y como sea que por entonces Madrid era el sitio de Europa que reunía más colecciones naturales procedentes de Hispanoamérica, Humboldt tuvo la oportunidad única de ampliar notablemente sus conocimientos acerca de las regiones americanas y prepararse así de forma óptima para su viaje. En el capítulo III se citan estos documentos literalmente. El segundo de ellos ha llevado a un error muy extendido en los estudios humboldtianos, al confundirse este Ministerio con el Consejo de Indias. 11 HUMBOLDT, BONPLAND, 1991, vol. 1, p. 54. 12 Ibidem. 13 En el capítulo III.4 retomamos y estudiamos al detalle este aspecto, al analizar los estudios en torno a la recepción de Humboldt por parte de las instituciones españolas. 10

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El embajador le introdujo, por ejemplo, en el Círculo del Gabinete (perteneciente al Real Gabinete de Historia Natural, inaugurado en 1776), que estaba compuesto por investigadores muy competentes y en su mayoría de origen extranjero. Entre sus miembros se encontraban, entre otros, el francés Louis Joseph Proust (1754-1826), que anteriormente había sido profesor de Química en Segovia y más tarde fue nombrado director del Laboratorio Real, bajo el mandato de Carlos IV, Christian Herrgen (17651816), profesor de Mineralogía y director de la sección mineralógica del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, y por último Johann Wilhelm Thalacker, un joven minerálogo alemán que en 1799 se encontraba en Madrid. Proust y Thalacker le proporcionaron todo tipo de informaciones acerca de minerales americanos. A través de ellos estableció contacto con José Clavijo y Fajardo (1730-1806), vicedirector del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid y traductor al español de las obras de GeorgeLouis Leclerc (1707-1788), más conocido como marqués de Buffon. A lo largo de su estancia en Madrid, Humboldt también se puso en contacto con los miembros de la expedición de Malaspina14, a fin de aprovechar sus conocimientos y experiencias para su propia empresa. José Espinosa y Tello (1763-1815), por ejemplo, le cedió mediciones cartográficas efectuadas en suelo americano; su intercambio con Luis Née, botánico de la expedición de Malaspina, reveló ser muy fructífero, más teniendo en cuenta que éste había traído los herbarios más completos que se habían visto nunca en Europa. Por otro lado, Humboldt aprovechó su estancia madrileña para tomar contacto con el círculo científico del Real Jardín Botánico, dentro del cual hay que destacar la figura del que fuera director de tal institución, Antonio José Cavanilles (1745-1804), quien era a su vez discípulo y amigo de Antoine Laurent de Jussieu y tenía además conexiones literarias con el especialista en Botánica Karl Ludwig Willdenow (1765-1812), antiguo profesor y persona de referencia para el prusiano. Cavanilles se había propuesto difundir los resultados obtenidos a raíz de la expedición española a América en el campo de la Botánica. Él fue también quien daría a conocer los trabajos de José Celestino Mutis, médico y botánico español residente en las colonias, a quien más tarde habría de conocer Humboldt personalmente. Además, 14

BLEIBERG, 1958, p. 101.

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el prusiano no perdió ocasión de estudiar en profundidad las colecciones naturales que albergaba el Real Jardín Botánico y que habían sido reunidas por Hipólito Ruiz López y José Pavón en la expedición que en 1777 realizaron junto con J. Dombey a Perú. Por último, Humboldt conoció en Madrid al «Cronista oficial de Indias», Juan Bautista Muñoz, quien le brindó el acceso a documentos históricos que él mismo había compilado en diversos archivos y que daban testimonio de la historia colonial española en el continente americano. Ya al comienzo de su actividad investigadora, formuló Humboldt con claridad meridiana lo que él consideraba como el objetivo de su investigación: el estudio de los más diversos fenómenos naturales en su interacción, incluida la relación del ser humano con el medio ambiente. Se trataba de conectar las partes con el todo, es decir, de una interpretación holística del mundo. Esta concepción holística, en la que Humboldt profundizaría en los últimos decenios de su vida, se encontraba ya presente en su pensamiento en sus años de juventud, si bien en un estadio germinal, como atestigua la correspondencia de aquella época15. Como tendremos ocasión de ver con más detalle a continuación, este planteamiento de objetivos científicos repercutió de manera directa en la forma que tuvo él de encarar la realidad que se le brindaba de España y en las facetas hacia las cuales él orientaba su mirada.

LAS

ANOTACIONES DE

HUMBOLDT

SOBRE

ESPAÑA:

ESTADO DE LAS FUENTES

¿Cuáles eran, por tanto, las fuentes con las que contábamos para desarrollar nuestro análisis y de las que nos podíamos servir para averiguar dónde o de qué manera percibió Humboldt la realidad española, construyendo a partir de ella su imagen de España? En términos generales puede decirse que los comentarios que hizo sobre este país se hayan diseminados por todo tipo de documentos. Amén de su correspondencia y de unos pocos escritos, referidos de forma explícita a España, en su obra americana podemos encontrar descripciones y reflexiones relacionadas con España y añadidas por él con un afán contrastivo. En su mayor parte se refieren a la vegetación, la situación geográfica o los minerales. 15

Cfr. JAHN; LANGE, 1973.

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Las primeras formulaciones científicas de las investigaciones que llevó a cabo en España se hallan en la revista española Anales de Historia Natural 16. En 1809 Alexandre de Laborde editó un diario de viaje sobre España, dentro del cual publicó Humboldt su breve artículo «Notice sur la configuration du sol de l’Espagne et son climat»17. El libro de Laborde, quien había realizado un viaje por España en 1806, expedición que, por su intención, hemos de atribuir al movimiento romántico que llegaría a su cenit años más tarde18, cuenta además con una primera versión de los perfiles realizados por Humboldt, tanto de España como de Madrid en particular. En 1825 se publicaron en la revista Hertha las anotaciones de Humboldt, en una versión muy ampliada. Su artículo apareció bajo el título «Über die Gestalt und das Klima des Hochlandes in der iberischen Halbinsel» y en él se incluyeron las mediciones de altura que Humboldt reflejó gráficamente19. Estos perfiles aparecieron también en el Atlas géographique et physique des régions équinoxiales du Nouveau Continent, de Humboldt20, así como en otra obra de la época: la colección de mapas de Alexis Donnet titulada Mapa civil y militar 21. Por otra parte, en la obra Recueil d’observations astronomiques 22 podemos encontrar el capítulo «Observations faites en Espagne et aux isles 16 Joaquín FERNÁNDEZ PÉREZ (ed.), Anales de Historia Natural 1799-1804. 3 vols. Aranjuez: Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología, 1993. En el capítulo III.1.2. volveremos sobre este título. 17 Alexandre de HUMBOLDT, «Notice sur la configuration du sol de l’Espagne et son climat». En: Alexandre de LABORDE, Itinéraire descriptif de l’Espagne. Paris: Nicolle, 1809, pp. cxlvij-clvj. Unos años más tarde vio la luz la traducción al español: Alejandro de HUMBOLDT, «Noticia de la configuracion del suelo de España y de su clima». En: Alejandro de LABORDE, Itinerario descriptivo de las provincias de España y de sus islas y posesiones en el Mediterráneo. Valencia: Imprenta de Ildefonso Mompié, 1816, pp. 5-10. 18 Sobre estos viajes y la imagen de España que subyace a los mismos: Cfr. Francisco CALVO SERRALLER, La imagen romántica de España. Arte y arquitectura del siglo XIX. Madrid: Alianza, 1995; Arturo FARINELLI, Viajes por España y Portugal desde la Edade Media hasta el siglo XX: nuevas y antiguas divagaciones bibliográficas. Roma: Reale Academia d’Italia, 1942-1944. 19 HUMBOLDT, 1825. 20 Alexander von HUMBOLDT, Atlas géographique et physique des régions équinoxiales du Nouveau Continent fondé sur d’observations astronomiques, des mesures trigonométriques et des nivellements barométriques. Paris: Librairie de Gide, 1814-1838. 21 Alexis DONNET, Mapa civil y militar de España y Portugal con la nueva división en distritos: enriquecido de los planos particulares de 34 ciudades y puertos principales. Paris: Dauty-Malo, 1823. 22 HUMBOLDT, 1810 a, vol. 1, pp. 3-33.

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Canaries», que si bien compuesto por Jabbo Oltmann, se basaba en las anotaciones que le había hecho llegar Humboldt. Su relato de viaje Relation historique contiene comentarios del prusiano, tanto acerca de su estancia en España, como de los frutos de su labor investigadora en la Península Ibérica y en las Islas Canarias; más escuetos en el primer caso y algo más extensos en lo que se refiere a su estancia tinerfeña. En cuanto a los diarios de Humboldt, la cuestión adquiere una mayor complejidad: en las ediciones de sus diarios publicadas hasta la fecha sólo se ha incluido una parte del abundantísimo material. Con el fin de facilitar la lectura se eliminaron documentos con excursos científicos de carácter específico, diversas tablas de medición u otros resutados de mediciones23. En la parte publicada por Margot Faak no hallamos informaciones respecto a su viaje por la Península Ibérica24, aunque sí una descripción detallada de las Islas Canarias25. Junto a los escritos publicados existen otros periódicos que no han tenido cabida en las ediciones aparecidas hasta la fecha26, algunas de las cuales contienen informaciones relativas a España: una relación de costes del viaje por España y Perú27 así como explicaciones detalladas sobre la altitud de Madrid28. Los siguientes documentos pueden 23 Margot Faak consagró muchos años de su vida a esa ardua labor: Margot FAAK (ed.), Lateinamerika am Vorabend der Unabhängigkeitsrevolution. Eine Anthologie von Impressionen und Urteilen aus den Reisetagebüchern. Vol. 5. Berlin: Akademie Verlag, 1982; Margot FAAK (ed.), Alexander von Humboldt. Reise auf dem Rio Magdalena, durch die Anden und durch Mexiko. Vol. 8. Berlin: Akademie Verlag, 1986; Margot FAAK (ed.), Alexander von Humboldt. Reise auf dem Rio Magdalena, durch die Anden und durch Mexiko. Vol. 9. Berlin: Akademie Verlag, 1990; así como: FAAK, 2000. 24 Hace poco fueron publicados por Ulrike Leitner unos apuntes de Humboldt sobre su estancia en la Península, descubiertos recientemente, que forman la base de su artículo aparecido en la revista Hertha: Ulrike LEITNER, Alexander von Humboldts spanisches Tagebuch. Berliner Manuskripte zur Alexander-von-Humboldt-Forschung, cuaderno 28. Berlin: Alexander-von-Humboldt-Forschungsstelle, 2007. 25 FAAK, 2000, pp. 81-99. 26 En: Margot FAAK, Alexander von Humboldts amerikanische Reisejournale. Eine Übersicht. Berliner Manuskripte zur Alexander-von-Humboldt-Forschung, cuaderno 25. Berlin: Alexander-von-Humboldt-Forschungsstelle, 2002, puede encontrarse un resumen de todo ello. 27 Ibidem, p. 9 (II, 217V-218, 2). 28 Ibidem, p. 11 (III, 74V).

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considerarse ya no tanto en relación con su estancia en este país como con su percepción de la presencia española en América29: una propuesta dirigida al gobierno de España para la prospección científica de todas las colonias a cargo de un grupo de investigadores y, más concretamente, una propuesta para la realización de una expedición por el Orinoco con fines científicos30; informes diversos acerca de la deficiente información cartográfica del gobierno español, propuestas para mejorar la organización del registro geográfico de las regiones coloniales31, y sobre la libertad de comercio imperante allí32. No podemos dejar de mencionar aquí la obra de Humboldt Examen critique33, en la que expone su opinión tanto de los marinos españoles, sus conocimientos astronómicos y náuticos, como de los escritos de los «cronistas de Indias» para la interpretación de la historia americana. En otras dos publicaciones revisaría sus datos acerca de España: Ansichten der Natur34 y Kleinere Schriften35. Por último, en su abundante correspondencia podemos encontrar comentarios o reflexiones que de una manera u otra están relacionadas con este país36. Tras esta descripción del estado, un tanto farragoso, de las fuentes, comenzaremos seguidamente por la primera de las cuestiones que tratamos en este trabajo: la percepción humboldtiana de la realidad española y su modo de representación. 29 Buena parte de estos documentos sí ha tenido cabida en diversos volúmenes de sus diarios. 30 Ibidem, p. 56 (VII bb y c, 54V-54R). 31 Ibidem, p. 59 (VII bb y c, 202V-207V). 32 Ibidem, p. 65 (VII bb y c, 224R). 33 En este trabajo hemos utilizado la siguiente edición del título conocido como Examen critique: Alexander von HUMBOLDT, Histoire de la géographie du Nouveau Continent et des progrès de l’astronomie nautique aux XV et XVI siècles: comprenant l’histoire de la découverte de l’Amérique. 5 vols. Paris: Legrand, Pomey, Crouzet, 1836-39. 34 Alexander von HUMBOLDT, Ansichten der Natur mit wissenschaftlichen Erläuterungen. Stuttgart; Tübingen: Cotta, 1849 a, vol. II, p. 13. 35 Alexander von HUMBOLDT, Kleinere Schriften. Stuttgart; Tübingen: Cotta, 1853, III parte, p. 417. 36 Está prevista la publicación de la correspondencia de Humboldt referida a su estancia en España y sus vínculos con este país.

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Como ya se ha dicho aquí, en esta primera parte de nuestro análisis distinguiremos entre su percepción de la España de aquella época y la de épocas pretéritas. Esta diferenciación es fundamental, ya que el tipo de aproximación al ámbito correspondiente, las fuentes de la recepción, así como el método de entendimiento son radicalmente distintos. Por otra parte, es a través de la inmersión en la realidad presente de España —tanto en la Península como en las colonias españolas del Nuevo Mundo— como se llega a la reflexión crítica sobre el pasado de este país. Efectuaremos el análisis de los modos en que Humboldt percibe la realidad española que se le presenta mediante la presentación de una selección de citas sobre los más diversos temas, y mediante la descripción de las circunstancias personales y socio-históricas que rodearon dicha percepción. Al referirnos a la visión que tenía Humboldt de la España de la época en cada una de sus facetas, se plantea la cuestión de hasta qué tal percepción pudo estar marcada por la imagen que se tenía de España en la Alemania de entonces37. Como sabemos, se trataba de los años del prerromanticismo, en los que se había despertado el interés de los poetas y escritores alemanes e ingleses por ese país del sur de Europa. Tal predilección se manifestó, por ejemplo, en el drama de Johann Wolfgang von Goethe Clavigo (1774) —tragedia basada en acontecimientos ocurridos en Madrid— o en Don Carlos (1887), de Friedrich von Schiller. En idéntica proporción creció la curiosidad por la literatura española: hacia 1799 se empezaron a traducir las obras de Pedro Calderón de la Barca, en 1815 Cfr. Werner BRÜGGEMANN, «Die Spanienberichte des 18. und 19. Jahrhunderts und ihre Bedeutung für die Formung und Wandlung des deutschen Spanienbildes». En: Johannes VINCKE (ed.), Gesammelte Aufsätze zur Kulturgeschichte Spaniens (Spanische Forschungen der Görres-Gesellschaft, serie 1, vol. 12). Münster: Aschendorff, 1956, pp. 1-146; Hans JURETSCHKE (ed.), Zum Spanienbild der Deutschen in der Aufklärung: eine historische Übersicht (Spanische Forschungen der Görres-Gesellschaft, serie 2, vol. 33). Münster: Aschaffendorff, 1997; Hiltrud FRIEDERICH-STEGMANN, La imagen de España en los libros de los viajeros alemanes del siglo XVIII. Tesis inédita, UNED, Madrid, 2002; Christian von ZIMMERMANN, Reiseberichte und Romanzen. Kulturgeschichtliche Studien zur Perzeption und Rezeption Spaniens im deutschen Sprachraum des 18. Jahrhunderts. Tübingen: Niemeyer, 1997. FARINELLI, 1930 ofrece una descripción detallada de la imagen que había en Europa de España, sobre todo el capítulo «Goethe et l’Espagne», pp. 317-362. 37

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Jakob Grimm publicó la primera versión moderna del Romancero, a la que siguieron nuevas reediciones38. Pero no sólo nos centraremos en la relación de Humboldt con España como país, sino también con cuestiones españolas, especialmente en su dimensión histórica. En este sentido, hemos de mencionar la temática del colonialismo, por cuanto durante su estancia en las colonias españolas, el prusiano tuvo ocasión de presenciar los primeros síntomas de que esa época tocaba ya a su fin. La posterior independencia de las repúblicas americanas, así como la nueva definición de España como una potencia colonial drásticamente mermada39, no hicieron sino intensificar el interés de Humboldt por adentrarse en la historia española, comenzando por la Conquista de América. No obstante, conviene distinguir aquí entre su perspectiva general de la historia conquistadora y colonial española, es decir, el colonialismo como institución por un lado, y por otro su valoración de los avances conseguidos en lo que a conocimientos científicos se refiere al calor de la conquista y colonización de América40. Si bien la obra de Humboldt presenta numerosas disquisiciones sobre el primero de estos aspectos, no hay espacio en el marco de esta investigación para profundizar en esta temática, toda vez que, además, ya ha sido suficientemente tratada en otros trabajos41. De este modo, el presente análisis se limita a los resultados de su reflexión crítica acerca de la conquista del Nuevo Mundo. No debe sorprendernos, a la vista de la profunda imbricación existente entre la totalidad de su obra y el mundo hispanohablante, que Humboldt valorara y reelaborara casi siempre de forma crítica el abundante mateEnciclopedía universal ilustrada europea-americana. 95 vols. Madrid: Espasa-Calpe, 1969, vol. LII, p. 142. 39 Hasta el año 1898, en que España perdió de forma definitiva todas sus colonias de ultramar, sólo quedaban bajo dominio español Cuba, Puerto Rico y las Islas Filipinas. 40 Sandra REBOK, «A new approach: Alexander von Humboldt’s perception of colonial Spanish America as reflected in his travel diaries», Itinerario, vol. XXXI, 1/2007, Leiden, pp. 61-88; Sandra REBOK, «Alexander von Humboldt’s perception of colonial Spanish America», Dynamis, 2009, núm. 29, Granada, pp. 49-72. 41 Cfr. Max ZEUSKE, «Kolumbus und die Conquista. Die spanische Eroberung im Urteil Alexander von Humboldts». En: Michael ZEUSKE; Bernd SCHRÖTER (eds.), Alexander von Humboldt und das neue Geschichtsbild von Lateinamerika. Leipzig: Leipziger Universitätsverlag, 1992, pp. 32-37. 38

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rial de los primeros cronistas. Su obra Kosmos 42 contiene disquisiciones completas y detalladas en torno a la historiografía española y portuguesa. Humboldt trata en este libro no sólo las descripciones de la naturaleza que crearon célebres poetas de la Península Ibérica, sino también el estudio realizado por Cristóbal Colón, que ya había mencionado en su Examen critique. Uno de los factores determinantes a la hora de acometer un análisis más pormenorizado de la relación de Humboldt con estos cronistas ha sido la trascendencia que él mismo les concedía o la repercusión que tenían estas circunstancias en la imagen que circulaba en España de su persona, como tendremos oportunidad de ver más adelante43. A la vista de la abundancia de material se optó por seleccionar para su estudio detallado únicamente el análisis que hizo Humboldt de la obra original de uno de estos cronistas, el jesuita español José de Acosta (1540-1600), a quien más a menudo cita el prusiano44. Por lo tanto, en el segundo capítulo de esta primera parte de la investigación dejaremos constancia documental del profundo análisis que llevó a cabo Humboldt sobre los trabajos de Acosta. Además, analizaremos la influencia que este célebre cronista ejerció sobre el prusiano, a través de referencias tanto explícitas como implícitas. Documentaremos todo ello cotejando el concepto humboldtiano de la Geografía Física y el modelo de Acosta descrito en Historia Natural y Moral de las Indias.

II.1.

LA

VISIÓN HUMBOLDTIANA DE LA ESPAÑA DE LA ÉPOCA

Entre los muchos aspectos que han pasado por alto hasta la fecha los estudios humboldtianos se encuentra el análisis del papel desempeñado por Humboldt como creador o principal difusor de una determinada imagen de España en el extranjero. La relevancia del prusiano en el surgimiento de una nueva imagen de América está fuera de toda duda. 42 Alexander von HUMBOLDT, Kosmos. Entwurf einer physischen Weltbeschreibung (edición y epílogo de Ottmar ETTE y Oliver LUBRICH). Frankfurt a. M.: Eichborn, 2004, pp. 312352. 43 Cfr. capítulo II.2. 44 Sus referencias a Bartolomé de Las Casas, Antonio de Herrera, Gonzalo Fernández de Oviedo y Francisco López de Gómara aparecen analizadas en: SCHNEIDER, 1959.

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Tras su regreso a Europa en 1804, publicó numerosos escritos acerca de su encuentro con el mundo americano, con lo que adquirió un papel significativo en la adopción de una cierta imagen de los territorios hispánicos. Sin embargo, hasta ahora no se había acometido el análisis de la imagen que él creó de España. Por ello nos interesaba observar con detenimiento su descripción del país, prestando especial atención a los aspectos que él describe en sus obras y las facetas que destaca, defiende o también critica. Sin embargo, este afán tropieza de inmediato con serias dificultades. El principal escollo reside en el hecho de que Alexander von Humboldt no dejó ninguna descripción detallada y contextualizada de su estancia en España, como sí hiciera en cambio su hermano Wilhelm, quien había partido hacia este país meses después de que Alexander emprendiera su viaje rumbo a América45. No pretendemos ahondar aquí en la estancia de Wilhelm en España, pero no podemos tampoco pasarla por alto, teniendo en cuenta la estrecha relación existente entre ambos viajes, a pesar de su evidente disparidad en cuanto a su configuración formal y de contenidos. Aunque Wilhelm tal vez pudiera haber pergeñado con anterioridad la idea de viajar a España (la hispanofilia de un cierto sector de la elite intelectual alemana representaba una tendencia más que evidente) las descripciones que le proporcionaba su hermano de este país contribuyeron de forma decisiva a despertar su interés. En esta misma dirección apunta el hecho de que Wilhelm emprendiera tal viaje poco después de la estancia de su hermano. Wilhelm von Humboldt (1767-1835) realizó dos viajes a España. El primero de ellos comenzó en octubre de 1799: atravesando la frontera con Francia por Irún, llegó a Madrid, donde permaneció un tiempo; visitó luego las ciudades más importantes de Andalucía, continuó rumbo a Valencia y Barcelona, para regresar por Perpiñán a París, adonde llegaría finalmente en abril de 1800. Un año más tarde regresaría de nuevo a 45 Christian August FISCHER, «Über das Reisen in Spanien». Allgemeine geographische Ephemeriden, Weimar, vol. 3, núm. 3, marzo de 1799, pp. 217-238, nos ofrece una descripción clara de las circunstancias que rodeaban los desplazamientos geográficos en la España de aquel entonces. Alexandre de Laborde también menciona esos condicionamientos en la obra que ya hemos citado aquí: «Notice sur les voyages en général, et celui de l’Espagne en particulier». En: LABORDE, 1809. pp. cxvj-cxlij.

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España, limitándose en este caso a las provincias vascas a fin de efectuar allí estudios de carácter etnológico. No abundaremos más en esta segunda estancia. A través tanto de sus diarios como de su correspondencia privada46, Wilhelm nos brinda una descripción minuciosa del país y de la sociedad española de aquel entonces. Comenta ciertos detalles de los usos y costumbres populares y describe con toda viveza las precarias circunstancias que rodearon el viaje así como sus impresiones personales. Además de estas fuentes, se han conservado tratados literarios sobre Montserrat47, el teatro romano de Sagunto48 y sus estudios acerca del pueblo vasco49, si bien estos últimos son fruto de su segunda estancia en España. Merced a estos documentos ha podido estudiarse con detalle la relación de Wilhelm con la Península Ibérica y la imagen que creó y difundió entre los círculos de Weimar50. Por el contrario, el caso de Alexander es bien distinto, ya que las informaciones que dejó sobre España se limitan en buena medida a sus estudios científicos así como a la exposición de sus resultados en forma de estadísticas. Como ya se ha dicho a lo largo de estás páginas, en 1809 Laborde publicó una parte de tales resultados por primera vez en la obra Itinéraire descriptif de l’Espagne, si bien se echa en falta el tipo de información que podría servirnos de ayuda en las cuestiones que estamos tratando aquí. Sus observaciones iniciales es lo único que nos permite inferir cuál 46 Cfr. las informaciones al respecto contenidas en: Wilhelm von HUMBOLDT, Diario de Viaje a España 1799-1800. Madrid: Cátedra, 1998, o también la siguiente edición, que incluye también su correspondencia con España, así como la de su esposa Caroline: Justo GÁRATE, El viaje Español de Guillermo de Humboldt (1799-1800). Buenos Aires: Patronato Argentino de Cultura, 1946. 47 Wilhelm von HUMBOLDT, «Der Montserrat bey Barcelona». Allgemeine geographische Ephemeriden, Weimar, vol. XI, marzo de 1803, pp. 265-313. 48 Wilhelm von HUMBOLDT, «Über das antike Theater in Sagunt». En: Albert LEITZMANN (ed.), Gesammelte Schriften. 17 vols. Berlin: (Königliche) Preußische Akademie der Wissenschaften, 1903-1936, vol. 3 (1904), pp. 60-113. 49 Wilhelm von HUMBOLDT, Prüfung der Untersuchungen über die Urbewohner Spaniens vermittelst der Vaskischen Sprache. Berlin: Dümmler, 1821. 50 Cfr. Otto QUELLE, «Wilhelm von Humboldt und seine Beziehungen zur spanischen Kulturwelt». Ibero-Amerikanisches Archiv, Berlin; Bonn, año 8, 1934/35, pp. 339-349.

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era su imagen de España. En primer lugar comenta las peculiaridades del paisaje español51: Aucun pays de l’Europe ne présente une configuration aussi singuliere que celle de l’Espagne. C’est sa forme extraordinaire qui explique l’aridité du sol dans l’intérieur des Castilles, la force de l’évaporation, le manque de rivieres, et cette différence de température que nous observons entre Madrid et Naples, deux villes situées sous le même degré de latitude52.

A continuación se lamenta de no poder suministrar más que una vaga imagen de la situación meteorológica de España, ya que a pesar de que ya se había realizado un cierto número de estudios, estos apenas habían sido evaluados o incluso publicados: Un très-petit nombre d’observations sur la température moyenne ou sur les hauteurs barométriques y ont été faites jusqu’à ce jour. Beaucoup de matériaux précieux peuvent étre restés enfouis dans les manuscrits de quelques personnes éclairées, qui, sans communication entre elles ou avec des savants étrangers, se sont abandonnées à des recherches de ce genre53.

De todo ello deduce Humboldt que la constitución física de la Nueva España resultaba sensiblemente más fácil de perfilar que la de España, es decir, que desde ese punto de vista, las colonias eran más conocidas que la propia metrópoli. En estas observaciones se manifiesta ya la actitud de Humboldt hacia la ciencia española, aspecto sobre el que volveremos más adelante. Menciona trabajos realizados con anterioridad, si bien censura En las citas de fuentes antiguas mantendremos la escritura original. LABORDE, 1809, p. cxlvij. La traduccíon al español (LABORDE, 1816) fue reproducida en PUIG-SAMPER, REBOK, 2007, p. 177 («Ningún país de Europa presenta una configuración tan singular como la de España, y solo a ella puede atribuirse la aridez de su suelo en lo interior de las Castillas, la fuerza de la evaporación, la falta de arroyos, y el diferente temple que se observa entre Madrid y Nápoles, estando ambas ciudades en un mismo grado de latitud», traducción anónima). 53 Idem («No es posible dar una noticia exacta del estado meteorológico de España, siendo tan pocas las observaciones hechas hasta el día sobre su temperatura media y las alturas barométricas. Y no porque no se hayan dedicado a estas investigaciones muchos españoles ilustrados, sino que trabajando aisladamente y sin comunicarse con otros sabios de su país ni con los extranjeros, ha venido a quedar oculto desgraciadamente su trabajo, y sin ver la luza pública.»). 51 52

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su deficiente elaboración o utilización, contribuyendo por su parte a la publicación de muchos resultados al referirse a ellos en sus escritos. En este mismo sentido, su segunda y más importante publicación, el artículo que publicó en 1825 en la revista Hertha, contiene casi exclusivamente datos científicos, sobre todo de carácter geográfico y climatológico, en tanto que elude sus impresiones personales acerca de la población española, de las ciudades que visitó o de los paisajes que encontró a su paso. En lo concerniente a su célebre descripción de la expedición americana, su Relation historique54, los dos primeros capítulos están dedicados a su estancia en la Península Ibérica, su travesía rumbo a las Islas Canarias, así como a los estudios realizados en Tenerife. Pero esta publicación adquirió en manos de Humboldt un carácter netamente científico: se trata en primera instancia de una pura y llana descripción de su ruta, de sus actividades y observaciones científicas, de los resultados arrojados por éstas, así como de unas cuantas valoraciones subjetivas. Del mismo modo, sus escritos de carácter privado, es decir, su correspondencia y las anotaciones que tomó en sus diarios a lo largo de todo el viaje no nos proporcionan ni cuantitativa ni cualitativamente las observaciones que serían menester para la realización de semejante análisis. Como ya hemos dicho aquí, en los diarios de Humboldt que se han publicado hasta hoy apenas sí se menciona su estancia en la España peninsular. No así el período de preparación transcurrido en Francia. En cambio, el viaje por la Península se suprime, para retomar luego el hilo de la narración en el momento de su partida desde La Coruña con dirección a las Islas Canarias55. 54 Cuando en lo sucesivo hablemos de la Relation historique, nos referimos a la primera parte del gran relato de viaje de Alexander von Humboldt: Voyage aux régions équinoxiales du Nouveau Continent, fait en 1799, 1800, 1801, 1802, 1803 et 1804. 12 vols. Paris: Gide; Smith, 1816-1826. Con el transcurso de los años esta parte ha cobrado entidad propia y se conoce en español como: Alejandro de HUMBOLDT; Aimé BONPLAND, Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, 5 vols. Caracas: Monte Ávila Latinoamericana, 1991. 55 Hemos de mencionar no obstante que en sus diarios de viaje originales había anotaciones acerca de las mediciones que llevó a cabo en la Península. Según argumenta él mismo, el artículo aparecido en la revista Hertha y que ya hemos mencionado en estas páginas, se basa en unas anotaciones sobre España que él creía haber perdido y que finalmente encontró y pudo publicar de esa manera.

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Por el contrario, en las cartas que dirigió a sus amigos y colegas científicos —ya sea en las que había redactado durante su estancia en España, o en las que escribió en años posteriores— podemos encontrar algunos comentarios y valoraciones que pueden resultarnos de gran ayuda a la hora de analizar cuál era la percepción personal que tenía Humboldt de España, si bien en una proporción mucho menor de la que cabría esperar, tratándose de una correspondencia tan abundante. Otra dificultad añadida es la que surge al tratar de reconstruir los motivos que pudieron llevar a Humboldt a presentar su visión de España en primer término desde un prisma científico. En este sentido, un argumento de peso es el profundo agradecimiento que tenía Humboldt al monarca español por haberle concedido el permiso para realizar la expedición, así como por las cartas de recomendación. Agradecimiento que hizo extensivo a la administración española en las colonias americanas por la ayuda que le prestaron. El viajero prusiano era plenamente consciente de que la realización de su expedición por territorios de la Corona española dependía del buen criterio del monarca. Estos dos factores condicionaron en gran medida su conducta y las opiniones que expresaba en público sobre España o sobre cuestiones españolas de toda índole, como él mismo demuestra en una carta remitida a Antonio José Cavanilles desde México: (...) entre tanto ruego a vm. encarecidamente publique nuestra gratitud a los innumerables favores que hemos debido a los Españoles en todos los puntos de la América que hemos visitado, porque faltaríamos a nuestra obligación si no dieramos los mayores elogios a la generosidad de su nación y del Gobierno, que no ha cesado de honrarnos y protegernos56.

Debemos analizar la ausencia de impresiones personales subjetivas de España en relación con el significado y el carácter que Humboldt concedía a su estancia en España. A través de sus apuntes, el erudito pone de manifiesto dos circunstancias: que los estudios llevados a cabo por él en España eran tan sólo una suerte de preparación a fin de probar el instrumental que había traído de París, y que jamás contempló este país como parte de su gran proyecto de investigación americano. Por esa ra56 Carta fechada el 22 de abril de 1803. En: Ulrike MOHEIT (ed.), Humboldt. Briefe aus Amerika. 1799 - 1804. Berlin: Akademie Verlag, 1993, p. 228.

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zón, durante su estancia en España no llegó a aplicar su método científico holístico, que poco después caracterizaría sus trabajos. De modo que en ningún momento se propuso realizar un estudio de profundo calado que comprendiera todos los ámbitos de España y de su población, sino que únicamente realizó estudios con carácter puntual. Por el contrario, Wilhelm von Humboldt formuló su motivación personal para viajar a España con esa orientación humanista que le caracteriza: Mir von fremdartiger Eigenthümlichkeit einen anschaulichen Begriff zu verschaffen, war, was ich vorzüglich bey meinen Reisen beabsichtigte. Um das Ausland wissenschaftlich zu kennen, ist es nur selten nöthig, es selbst zu besuchen; Bücher und Briefwechsel sind dazu weit sichrere Hülfsmittel, als eignes Einholen immer unvollständiger und selten zuverlässiger Nachrichten. Aber um eine fremde Nation eigentlich zu begreifen, um den Schlüssel zur Erklärung ihrer Eigenthümlichkeiten in jeder Gattung zu erhalten, ja selbst nur um viele ihrer Schriftsteller vollkommen zu verstehen, ist es schlechterdings nothwendig, sie mit eignen Augen gesehen zu haben57.

Esta cita pone de manifiesto que su forma de ver las cosas era en cierto sentido contraria a la de su hermano Alexander: este pretendía justamente el «conocimiento científico» del «extranjero» y consideraba ciertamente visitarlo en persona y realizar sus propias investigaciones en lugar de extraer tales informaciones únicamente de otras fuentes (que él sin embargo no dudó en utilizar bien como preparación o bien como segundo término de la comparación). Por otro lado, la terminología empleada aquí nos da pistas acerca de la imagen del mundo que subyace en cada caso: Mientras Wilhelm establece una división entre Alemania y el resto de países, Alexander no reconoce tal diferenciación. Su mirada, llevada por un enfoque holístico —basado en la comprensión y el estudio de las 57 HUMBOLDT (Wilhelm), 1803, p. 266 («El afán que perseguía con mis viajes, era, en primer término, extraer una idea clara de las peculiaridades existentes en otros lugares. Sólo en contadas ocasiones es necesario visitar el extranjero para conocerlo desde el punto de vista científico. En ese sentido, los libros y el intercambio de correspondencia son medios mucho más seguros que el propio acopio de información, siempre incompleta y raras veces fiable. Pero para llegar a comprender de veras otra nación, para tener la clave que explique sus peculiaridades de toda índole, es más, incluso simplemente para entender a la perfección a muchos de sus escritores, es imprescindible haberla visto con los propios ojos»).

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leyes globales propias de las ciencias naturales—, no es sólo más extensa, sino completamente distinta.

II.1.1.

Formulación explícita de la visión humboldtiana de España

A través de la siguiente carta podemos hacernos una idea de cuál pudo haber sido la primera impresión general de Humboldt acerca de este país. La remitió pocos días antes de su partida desde La Coruña al barón von Forrell: (...) tous ces petits traveaux m’ont fait oublier les mauvaises auberges, le manque de comestibles et l’insipide Compagnie d’une jeune Officier (...) Quelle pauvreté et quelle industrie des habitans! L’aisence n’est pas toujours le fruit du travail58.

No obstante, en sus cartas se han podido localizar dos comentarios netamente positivos acerca del paisaje español. Escribió a sus amigos Reinhard y Christine von Haeften diciéndoles que había pasado «8 herrliche Tage in dem palmenreichen Valencia»59. Desde Valencia envió al que había sido su preceptor, Karl Ludwig Willdenow, una ardorosa descripción del lugar: In den Thälern der Pyrenäen blühten die Schoten, während daß der Canigou sein schneebedecktes Haupt daneben erhob, in Katalonien und Valencia ist das Land ein ewiger Garten, mit Cactus und Agave eingefaßt. 40 - 50 [F.] hohe Dattelpalmen streben mit Traubenfrüchten beladen über alle Klöster hervor. Der Akker scheint ein Wald von Ceratonia, Oelbäumen und Orangen, von denen viele Kronen wie unsere Birnbäume haben. (...). Das bassin, in dem die Stadt Valencia liegt, südlich wie Calabrien, hat an Ueppigkeit seines Gleichen in Europa nicht. Man glaubt nie Bäume und Blätter gesehen zu haben, wenn man diese Palmen, Granaten, Ceratonia, Malven p. sieht. Mitte Januar stand das Thermometer im Schatten 18.º Réaum. Alle Blüthen waren fast schon abgefallen.(...) Ihr Armen, die ihr Euch kaum erwärmen könnt, während daß ich mit triefender Stirn unter blühenden Orangen und auf Äkkern umherlief, Carta fechada el 1 de junio de 1799. En: JAHN; LANGE, 1973, p. 678. Carta del 28 de febrero de 1799. En: ibidem, p. 649 («Ocho espléndidos días en Valencia, paraje repleto de palmeras»). 58 59

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die durch tausend Kanäle bewässert, in einem Jahr 5 Erndten (Reis, Weizen, Hanf, Erbsen und Baumwolle) tragen. Wie gern vergißt man bei dieser Ueppigkeit des Pflanzenwuchses, bei dieser unbeschreiblichen Schönheit der Menschenformen die Beschwerden des Weges und die Wirtshäuser, in denen auch nicht einmal Brod zu haben ist. Dazu die Küste fast überall schön angebaut. In Catalonien herrscht eine Industrie, die der Holländischen gleicht. (...). Der Akker- und Gartenbau ist vielleicht in Europa nicht weiter gediehen als zwischen Castellon de la Plana und Valencia. Aber 15 Meilen in das Innere des Landes hinein ist alles Öde60.

Muchos años después, en el artículo que publicó en la revista Hertha, ensalza con vehemencia las agradables temperaturas que tanto en el crudo invierno como en lo más cálido del verano se registran en la costa: «in dem herrlichen mit Pomeranzen und Dattel-Palmen geschmückten Erdstrich, welcher die Hochebenen umzingelt, eine mittlere Wärme von 17º»61. Todas las citas se refieren, claro es, al mismo paisaje: lo que más impresionó al prusiano fue la vegetación valenciana; en otro punto haría luego una descripción de los paisajes de otras regiones de España, si bien con un talante estrictamente científico, sin dejar ver en tales descripciones un atisbo de subjetividad. 60 Carta del 20 de abril de 1799. En: ibidem, p. 662-663. («¡En las provincias de Cataluña y de Valencia el país parece un eterno jardín, rodeado de cactus y de maguey. Los dátiles altos de 40 a 50 pies, cargados de racimos de frutos, rivalizan con la altura de los conventos. Los campos parecían bosques de árboles de pan, olivares y naranjales, muchos de los cuales están coronados como los perales (...). La exuberancia de la vegetación de la cuenca de Valencia no tiene parangón en Europa. Uno cree ver por primera vez árboles y hojas frente a esas palmeras, a esos granados, esas ceratonias, esas malvas etc. El termómetro subía a 18 grados Réaumur a la sombra, en mitad de enero.(...) Pobres de vosotros, que apenas podéis calentaros, mientras que yo estoy sentado bajo naranjos en flor, la frente empapada de sudor, o recorro campos que, irrigados por miles de canales, preparan cinco cosechas (...) ¡Qué facilmente se olvida el mal estado de los caminos y los albergues, donde a menudo no se encuentra ni un pan, en presencia de esta abundancia de plantas, y de estas formas humanas de indescriptible belleza! Casi toda la playa está bien cultivada. En Cataluña se encuentra una industria similar a la de Holanda (...) En el país entre Castellón de la Plana y Valencia, la agricultura y la jardinería no han sido sobrepasadas posiblemente en toda Europa. Pero quince leguas más lejos, hacia en interior del país, todo es desierto.», traducción de Susanne Kramer). 61 HUMBOLDT, 1825, p. 23 («La espléndida franja que rodea las mesetas, adornada con naranjos y palmeras datileras, registra una temperatura media de 17 grados»).

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A lo largo de esta investigación no se han encontrado reflexiones o descripciones de peso en lo que se refiere a la opinión de Humboldt acerca de la población del país, sino únicamente comentarios breves en diversas cartas. En la que dirigió a sus amigos los von Haeften, y que ya ha salido a colación en páginas anteriores, podemos leer: «(...) sorget nicht, ich bin immer unter gebildeten Menschen»62; dirigiéndose a Carl Freiesleben, hizo una observación en la que calificaba el carácter español de «edel, brav», además de «ächt dienstfertig»63; en una carta que remitió desde Madrid a Gottlob Christian Kunth alude a la «edle Spanische Nazion», «cette nation qui tient religieusement ses promesses»64, y en otra que envió desde Roma a Aimé Bonpland hace referencia a la lentitud española65. Pero la misiva que más datos aporta acerca de su impresión personal es la que remitió a su hermano Wilhelm desde Barcelona66. En ella le relataba un suceso que se había producido en la ermita de Santiago de Compostela, al noroeste del país: un joven mulero, que acababa de ver cómo su mula se precipitaba por un barranco, pedía ayuda a un ermitaño, en tanto que él limitaba sus esfuerzos por salvar al animal a elevar sus ruegos y plegarias a la Virgen María y a todos los santos. Al describir con detalle un suceso que en sí no revestía mayor importancia, Humboldt nos muestra su visión de la mentalidad religiosa que encontró a su llegada a España. En una carta dirigida al barón Franz Xaver Zach encontramos otro comentario sumamente interesante acerca de los contactos del erudito con la población autóctona. Humboldt describe en su misiva las dificultades con que se encontró a la hora de realizar sus mediciones: Im Königreich Valenzia habe ich viel vom Auszischen des Pöbels leiden müssen, da ich dazumal noch die Erlaubniß der Regierung nicht in den Händen hatte, die man mir jetzt in sehr großer Ausdehnung angefertigt hat. Oft 62 Carta fechada el 28 de febrero de 1799. En: JAHN; LANGE, 1973, p. 649 («No os preocupéis, estoy siempre entre gente culta», traducción de la autora). 63 Carta fechada el 4 de junio de 1799. En: ibidem, p. 680 («noble, honrado y muy servicial», traducción de la autora). 64 Carta inédita del 4 de abril de 1799; referencia en: ibidem, p. 656 («noble nación española», «que religiosamente mantiene sus promesas», traducción de la autora). 65 Carta del 10 de junio de 1805. En: Charles MINGUET (ed.), Alejandro de Humboldt. Cartas Americanas. Caracas: Ayacucho, 1980, p. 149. 66 Carta posterior al día 25 de enero de 1799. En: JAHN; LANGE, 1973, p. 647.

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habe ich den Schmerz gehabt, die Sonne culminiren zu sehen, ohne meine Instrumente auspacken zu dürfen. Ich war genöthigt, die Stille der Nacht zu erwarten, um mich mit einem Sterne zweyter Größe zu begnügen, der sich traurig in einem künstlichen Horizonte darstellt67.

En otro punto de esa misma carta se mencionan los problemas surgidos al parecer en el transcurso de su labor científica en España. Al referir las observaciones que llevó a cabo en Col de Balaguer añade, entre paréntesis, que en el transcurso de las mismas el comandante del fuerte le amenazó con encarcelarlo68. Lamentablemente éstos son los únicos testimonios de su encuentro con la población autóctona. El comentario contenido en la última cita sin duda debe ser entendido en el contexto de los estudios que desarrolló en España. En lo que se refiere a este asunto, podemos presumir que sus reflexiones respecto a la población que encontró en este país debieron tener un mayor calado de lo que pueden hacer creer estas breves alusiones. No olvidemos tampoco que, como ya sabemos, su propósito no era el de profundizar en la esencia de la mentalidad española. Lo que le llevó a decidir no incluir estas reflexiones ni en su diario ni tampoco en su correspondencia de carácter privado fue más bien su gratitud hacia el gobierno español, su cautela y, muy especialmente, su naturaleza diplomática. Al contrario que la España peninsular, Humboldt concede un lugar privilegiado a las Islas Canarias, particularmente a Tenerife. Prueba de ello son tanto su programa de investigación —la isla aparece aquí incluida en su proyecto americano—, como lo extenso de la descripción de la isla en su diario y en su Relation historique. El segundo capítulo de este relato de viaje está dedicado en su totalidad a Tenerife, lo que en términos 67 Carta fechada el 12 de mayo de 1799. En: ibidem, p. 671. Versión traducida al castellano publicada en: PUIG-SAMPER; REBOK, 2007, p. 213 («En el reino de Valencia tuve que sufrir los abucheos de la chusma, puesto que por entonces no tenía en mis manos el permiso del Gobierno, que me ha sido concedido ahora con toda clase de poderes. A menudo he tenido que pasar por ver el sol en su apogeo sin que me estuviera permitido sacar mis instrumentos. Me vi obligado a esperar a la tranquilidad de la noche para contentarme con una estrella de segunda magnitud y triste estampa en un horizonte artificial.»). 68 Ibidem, p. 674.

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cuantitativos equivale a 83 páginas, en la edición que se ha utilizado en la elaboración de este estudio. Cifra muy alejada de las 10 páginas que emplea para relatar los preparativos que llevó a cabo en Madrid, así como su viaje a través de la Península69. Por otra parte, en este capítulo integra un extenso retrato de los habitantes de Canarias70, referido tanto a la población actual como a la cultura ancestral de los guanches. En él encontramos las siguientes reflexiones acerca del carácter de los insulares: Los canarios son gente honrada, sobria y religiosa; despliegan menos industria entre ellos que en los países extranjeros. Un espíritu inquieto y emprendedor les lleva a estos insulares (...) a América, y dondequiera que haya establecimientos españoles, desde Chile y la Plata hasta Nuevo México. A ellos se deben en gran parte los progresos de la agricultura en estas colonias71.

En ese sentido, consideramos de especial relevancia su valoración de la cultura canaria, en particular de su producción literaria: Place a los Canarios considerar su país como parte de la España europea. Han aumentado en efecto las riquezas de la literatura castellana. El nombre de Clavijo, autor del Pensador, los de Vera, Iriarte y Betancourt, son conocidos honrosamente en las ciencias y las letras: el pueblo canario está dotado de la vivacidad de imaginación que distingue a los habitantes de Andalucía y Granada, y es de esperar que algún día las islas Afortunadas, donde experimenta el hombre, lo mismo que en todas partes, los beneficios y los rigores de la naturaleza, serán dignamente celebradas por un poeta indígena72.

Como ya hemos mencionado anteriormente, el diario de Humboldt retoma el hilo con su partida de La Coruña, brindándonos una descripción detallada y bastante positiva de la realidad canaria que encontró a su llegada a Tenerife. Describe los días que allí pasó como «die genußreichsten Tage meines Lebens», repletos de actividad («in diesen Tagen (...) so viel gesehen, empfunden und erfragt») y expresa el deseo de «jetzt in der Furcht, vieles aus dem Gedächtnis zu verlieren, die Materialien nur flüchtig und ungeord69 70 71 72

HUMBOLDT; BONPLAND, 1991, vol. I, pp. 43-52. Ibidem, pp. 232-241. Ibidem, p. 237. Ibidem, p. 241.

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net niederschreiben»73. Afirma además que Tenerife ya era «seit der Römer Zeiten (...) seiner Annehmlichkeit wegen berühmt»74, algo que fascinó, entre otros, a su amigo Georg Forster. Y destaca, por último, las «reinlichen Wohnungen der Menschen im Schatten der Dattelpalmen»75, así como los hermosos pueblos situados por encima del valle de La Orotava76. Su correspondencia privada revela ese mismo tono de admiración. Tal es el caso de, por ejemplo, una carta que dirigió a su hermano, en la que manifestaba haber conocido en Tenerife la hospitalidad característica de las colonias y aseguraba que allí todos le habían brindado una cordial acogida, con o sin cartas de recomendación, por el simple hecho de traer noticias de Europa77. En otra carta dirigida a Ludwig Bollmann desde Cumaná exponía en este sentido: «Welche glücklichen Tage habe ich in Teneriffa, wo ich den Pic bestieg, welche in den tausendjährigen Wäldern dieser Gebirgskette, zugebracht!»78. En el siguiente mensaje, dirigido al barón von Forell, encontramos una visión más que favorable de la cultura que encontró en esta isla a su llegada, opinión que deja entrever incluso una cierta sorpresa por parte de Humboldt ante su estado de desarrollo: «Quelle culture, quelle aisance. On se croirait transporté à Londres, si les Bananiers, les Cocotiers ne Vous ressouvenaient pas les Isles fortunées»79. Sus comentarios acerca del desarrollo de las ciencias en España, así como su valoración de las investigaciones llevadas a cabo en este país nos aportan una gran información acerca de la imagen que él tenía de España. Testimonio de ello son, por ejemplo, las palabras que dirigió a 73 FAAK, 2000, p. 81 («Los más dichosos de mi vida. (...) He visto, percibido y preguntado tantas cosas en estos días (...) Temo ahora que se me olvide buena parte de ellas, por lo que me dispongo a poner ese material por escrito, aunque sea sólo a vuelapluma y sin orden»). 74 Ibidem, p. 82 («conocida por sus encantos desde la época de los romanos»). 75 Ibidem, p. 81 («viviendas aseadas de la gente, construidas a la sombra de las palmeras datileras»). 76 Ibidem, p. 87. 77 Carta del 20-25 de junio de 1799. En: MOHEIT, 1993, p. 36. 78 Carta del 15 de octubre de 1799. En: ibidem, p. 62 («¡Qué felices los días que pasé en Tenerife, donde ascendí a la cima del Teide, qué felices también los que transcurieron en los bosques milenarios de esa cordillera!»). 79 Carta del 24 de junio de 1799. En: ibidem, p. 38.

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Alexander von Humboldt. Steabe pinxit. Lith. Demanne. Biblioteca Nacional de España.

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Aimé Bonpland. Pellegrini. Grabado. Museo Nacional de Historia Natural, París.

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Mariano Luis de Urquijo y Musa. Francisco Agustín (copia de Goya). 1800. Óleo. Real Academia de la Historia, Madrid.

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Carlos IV. Francisco de Goya. 1789. Óleo sobre tela. Real Academia de la Historia, Madrid.

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Pasaporte de Humboldt y Bonpland con el sello del rey Carlos IV de España. Tinta sobre papel. Col. del Banco Central de Ecuador. Quito.

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Noticia en la que relata su trayectoria científica (Notice sur la vie littéraire). Alexander von Humboldt, 11 de marzo de 1799. Archivo Histórico Nacional, Madrid.

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Memorial de Alexander von Humboldt en el que solicita la protección de Carlos IV en su viaje a América (primera página). Alexander von Humboldt, 11 de marzo de 1799. Archivo Histórico Nacional, Madrid.

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Memorial de Alexander von Humboldt en el que solicita la protección de Carlos IV en su viaje a América (segunda página). Alexander von Humboldt, 11 de marzo de 1799. Archivo Histórico Nacional, Madrid.

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Vista del río con parte de Madrid y Real Palacio. Brambilla. Entre 1829-1934. Óleo. Patrimonio Nacional, Madrid.

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Vista del Convento y Plaza de San Antonio del Real Sitio de Aranjuez. Brambilla. 1826-1830. Óleo. Palacio Real de Madrid. Patrimonio Nacional.

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Vista de la fachada principal del Real Palacio de Aranjuez. Brambilla. 1826-1830. Óleo. Palacio de la Zarzuela. Patrimonio.

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Wilhelm von Humboldt. Carl Wildt. Aproximadamente en 1830. Litografía según un dibujo de Franz Krüger, fundación del Museo Municipal de Berlín, colección gráfica.

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Wilhelm y Alexander von Humboldt y Wolfgang von Goethe en el jardín de la casa de Friedrich von Schiller en Jena. Andreas Müller. 1796. En: Die Gartenlaube, 1860, Nr. 15. Centro de Investigación Alexander von Humboldt, Berlín.

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Diario I, 2 vo. Alexander von Humboldt. 1799. Manuscrito. Archivo de la familia von Heinz, Castillo de Tegel, Berlín.

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Diario II, 218 Alexander von Humboldt. 1799. Manuscrito. Archivo de la familia von Heinz, Castillo de Tegel, Berlín.

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De la natural historia de las indias. Gonzalo Fernández de Oviedo. Toledo, 1526. Archivo Doce Calles.

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Manuel Espinosa y Tello, hermano del Director del Depósito Hidrográfico, sobre el enorme progreso de la marina española en el campo de la astronomía naútica: La posterioridad más remota agradecerá a los marinos españoles los immensos y importantes trabajos q.e han savido accopiar en los últimos 20 años. Yo a lo menos no conosco otra nación qe uviese adelantado más la Astronomía naútica en publicando más Mapas exactos en tan corto tiempo80.

En reiteradas ocasiones, Humboldt transmitió una imagen positiva de la investigación científica que, por parte española, se estaba desarrollando en el continente americano81. Acerca de los estudios cartográficos de Joaquín Francisco Hidalgo en Cartagena de Indias82 encontramos la siguiente anotación en su diario: «Die Arbeit an sich ist vortrefflich, u. keine einzige europäische Nation hat ein solches Werk aufzuweisen»83. En su estudio sobre México hallamos otra evidencia de la impresión favorable que le causaba el interés que desde el punto de vista científico mostraba el gobierno de España por sus colonias de ultramar: Desde fines del reinado de Carlos III, y durante el de Carlos IV, el estudio de las ciencias naturales ha hecho grandes progresos no sólo en México, sino también en todas las colonias españolas. Ningún gobierno europeo ha sacrificado sumas más considerables que el español, para fomentar el conocimiento de los vegetales. Tres expediciones botánicas, a saber, las del Perú, Nueva Granada y el de Nueva España, dirigidas por los señores Ruiz y Pavón, don Jose Celestino Mutis y los señores Sesse y Mociño, han costado al Estado cerca de 400,000 pesos84.

En su obra Relation historique, así como en su correspondencia privada, alude repetidas veces al saludable estado en que encontró el mundo Carta del 8 de noviembre de 1803. En: ibidem, p. 253. Cfr. Jorge ARIAS DE GREIFF, «Humboldts Begegnung mit der Wissenschaft im spanischen Amerika: Transfer in zwei Richtungen». En: Ottmar ETTE; Ute HERMANNS; Bernd M. SCHERER; Christian SUCKOW (eds.), Alexander von Humboldt - Aufbruch in die Moderne. Beiträge zur Alexander-von-Humboldt-Forschung 21. Berlin: Akademie Verlag, 2001, pp. 169-178. 82 Cfr. Jorge ARIAS DE GREIFF, «La expedición Fidalgo». En: José Luis PESET, La ciencia moderna y el Nuevo Mundo. Madrid: CSIC, 1985, pp. 251-261. 83 FAAK, 1982, p. 5 («El trabajo en sí es excelente y ninguna otra nación europea cuenta con una obra de semejantes características»). 84 HUMBOLDT, Alejandro de, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España. México: Porrúa: 2002, p. 80, traducción de Vicente González Arnao. 80 81

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científico español a su llegada, especialmente en el momento justo en que estaba ultimando los preparativos administrativos de su expedición «bajo la administración de un Ministro ilustrado, el caballero Don Mariano Luis de Urquijo»85. Describe luego la ayuda y la colaboración que le brindaron los círculos científicos madrileños en la fase de preparación «material» de su viaje científico, en la cual intervinieron, entre otros, miembros de anteriores expediciones que le facilitaron el acceso a las colecciones que habían traído86. El prusiano consideraba estas circunstancias que se le ofrecían tan favorables a sus intereses que de buena gana habría permanecido aquí, a fin de «(...) estudiar por mayor tiempo las producciones de los países que habían sido objeto de nuestras investigaciones, pero estábamos demasiado impacientes de aprovechar el permiso que la corte acababa de otorgarnos, para así demorar nuestra partida»87. Tan sólo encontramos una apreciación desfavorable acerca de la calidad de la labor científica realizada en Madrid en sus anotaciones de carácter privado, en las que menciona, por ejemplo, que ciertos decretos reales que se observaban en Lima y Quito adolecían de un notable desconocimiento geográfico88. No queremos pasar por alto tampoco la consideración que manifestaba Humboldt en una carta dirigida en un momento posterior (1825) a su colega, el investigador Felipe Bauzá. En ella expresaba su decepción ante la escasa resonancia que pareció tener su investigación en el seno de la ciencia española: (...) j’ai été traité jusqu’ici avec un oubli très marquant dans les ouvrages espagnoles tandis que je n’ai pas laissé despuis mon rétour en Europe de faire des justes éloges des beaux traveaux du Depósito Hidrográfico de Madrid89.

Al margen de esta valoración negativa y de su descontento ante la falta de repercusión de sus estudios científicos en España, Humboldt da muestras constantes de su interés por los logros científicos de este país, que en aquella época eran casi por completo desconocidos. 85 86 87 88 89

HUMBOLDT; BONPLAND, 1991, vol. 1, p. 44. Ibidem, pp. 46-47. Ibidem, p. 47. FAAK, 1982, p. 127. Carta del 29 de noviembre de 1825. En: BAUZÁ, 1994, p. 101.

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En general, Humboldt se oponía al colonialismo como institución, puesto que iba en contra de sus convicciones personales. No obstante, en sus escritos no dejó constancia de opiniones adversas respecto a la gestión española de las colonias en particular. Es más: en determinadas ocasiones pone de relieve sus rasgos «humanitarios», comparando la situación de los esclavos sujetos a la legislación española con la de aquellos localizados en otros lugares de las Antillas: En ninguna parte del mundo donde hay esclavos es tan frecuente la manumisión como en la isla de Cuba, porque la legislación española, contraria enteramente a las legislaciones francesa e inglesa, favorece extraordinariamente la libertad, no poniéndola trabas ni haciéndola onerosa (...). La posición de los libres de color en la Habana es más feliz que en ninguna otra nación de las que se lisonjean, hace muchos siglos, de estar muy adelantadas en la carrera de la civilización90.

Al abordar un tema tan controvertido como es el del colonialismo, no debemos olvidar que las valoraciones formuladas por Humboldt deben contemplarse en relación con su deuda de gratitud para con la Corona española. A través de comentarios como el que veremos a continuación, extraído de una carta dirigida a su hermano Wilhelm, podemos hacernos una idea de qué visión tenía Humboldt de las colonias españolas: Ich kann dir nicht genug wiederholen, wie sehr glücklich ich mich befinde in diesem Theile der Welt, in welchem ich mich schon so an das Klima gewöhnt habe (acclimaté) daß es mir vorkommt, als wenn ich gar nicht in Europa gewohnt hätte. Es giebt vielleicht kein Land in der ganzen Welt, wo man angenehmer und ruhiger leben könne, als in den spanischen Kolonien, die ich seit 15 Monaten durchreise91.

Como ya hemos apuntado aquí, la relación de Humboldt con España no se limita ni mucho menos a su estancia en la Península Ibérica o en 90 Alexander von HUMBOLDT, Ensayo político sobre la isla de Cuba (edición crítica de Miguel Ángel PUIG-SAMPER, Consuelo NARANJO OROVIO y Armando GARCÍA GONZÁLEZ. THEATRUM NATURAE. Colección de Historia Natural, Textos Clásicos). Aranjuez: Doce Calles, Junta de Castilla-León, 1998, p. 192-193, traducción de José López de Bustamante. 91 Carta del 17 de octubre de 1800. En: MOHEIT, 1993, p. 105 («No me cansaré de repetirte lo dichoso que me siento en este continente, a cuyo clima ya me he adaptado (acclimaté) de tal forma que me parece que nunca haya vivido en Europa. Tal vez no haya país en el mundo en el que se viva de forma más agradable y con más tranquilidad que en las colonias españolas que llevo recorriendo quince meses»).

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Tenerife, sino que se prolongó durante todo su recorrido por los territorios coloniales del Nuevo Mundo. Esa confrontación con «el componente español» de América sale a la luz en diversos contextos. Así, encontramos, por ejemplo, en una carta que remitió desde Caracas al barón von Forell el siguiente comentario acerca del carácter español: J’admire parmi les habitans de ces contrées éloignées cette loyauté, cette simplicité de charactère, ce melange d’austerité et de bonhomie qui de tous les temps a signalé la Nation espagnole. Si les lumières sont plus répandues, l’immoralité l’en est autant moins. (...) Plus que je vis dans les Colonies espagnoles et plus je m’y plais92.

En otra carta, dirigida a Ludwig Bollmann, se percibe un tono más crítico: Aber so geläufig ich auch Spanisch rede, so sehr ich auch die Biederkeit des Span[ischen] Charakters zu schätzen weiss, so ist ein freidenkendes Deutsches Gemüth auf Spanischem Boden doch in sich eingeengt und vergraben93.

En la misma línea abunda otro comentario extraído de sus diarios: Die amerikan[ische] Jugend ist in einer inneren Gemüthsbewegung, welche man in Spanien nicht kennt. Alles klagt über das Joch und den Unsinn der Peripatetiker und will die Fesseln abschütteln, welche die Mönche der Vernunft setzen94.

No obstante, en un escrito dirigido a Willdenow desde La Habana constatamos la siguiente observación: Meine Aufnahme in den Span[ischen] Colonien ist so schmeichelhaft, als der eitelste und aristokratischte Mensch sie nur wünschen kann. (...) Wir Ostund Nordeuropäer haben übrigens gar tolle und wunderbare Vorurtheile über Carta del 3 de febrero de 1800. En: ibidem, p. 86. Carta del 15 de octubre de 1799. En: ibidem, p. 62 («Por fluido que sea mi español, por mucho que aprecie la honradez del carácter español, lo cierto es que un espíritu alemán librepensador se siente constreñido y sepultado en suelo español»). 94 FAAK, 1986, p. 114 («La juventud americana atraviesa por un estado emocional desconocido en España. Todos se quejan del yugo y lo absurdo de los peripatéticos y ansía romper las cadenas que los monjes ponen a la razón»). 92 93

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das Spanische Volk. Ich habe nun 2 Jahre lang vom Capuciner an (ich war lange in ihren Missionen, unter den Chaymas-Indianern) bis zum Vicekönig mit allen Menschenklassen genau verbunden gelebt, ich bin der Spanischen Sprache jetzt fast wie meiner Muttersprache mächtig - und in dieser genauen Kenntniß kann ich versichern, dass diese Nazion trotz des Staats- und Pfaffenzwanges mit Riesenschritten ihrer Bildung entgegengeht, dass ein großer Charakter sich in ihr entwickelt95.

A través de esta descripción manifiestamente positiva, Humboldt nos muestra su perfecta aclimatación al «ambiente español» de América y su perspectiva más que optimista del desarrollo social de aquellas regiones. El hecho de que a lo largo de toda su vida subrayara la vinculación afectiva que le unía a España es un argumento a favor de que no se interprete sólo como manifestación de gratitud hacia la corte su predisposición favorable hacia España y las colonias del Nuevo Mundo, y la expresión reiterada de su gusto por la vida en aquellos lares. En varias cartas da prueba de su simpatía por este país, como demuestra en las siguientes palabras que dirigió a von Forell: «De retour en Europe j’aurai de la peine à me déséspagnoliser»96. A José Clavijo y Fajardo se dirige también en los siguientes términos: «J’espère de Vous embrasser dans le Courant de l’année 1803 car je suis si espagnolisé que je veux absolument voir l’Espagne encore une fois. (...) Ne m’oubliez pas tout à fait, car il y a 2 ans que je n’ais pas eu un mot d’Espagne»97. Humboldt formuló su deseo de regresar a España una vez concluida la expedición americana en otras ocasiones98. En 1802 informó a Domin95 Carta del 21 de febrero de 1801. En: MOHEIT, 1993, p. 126 y ss. Traducción al castellano publicado en MINGUET, 1980, p. 67 («El recibimiento que se me hace en las colonias españolas es tan halagador (...). Nosotros los Europeos del Este y del Norte, tenemos singulares prejuicios contra los españoles. He vivido dos años vinculado con todas las clases, desde los Capuchinos (porque he pasado bastante tiempo en sus misiones entre los indios Chaimas) hasta el virrey; sé el español casi como fuera mi lengua materna y, gracias a este conocimiento preciso, aseguro que la nación pese al despotismo del Estado y la Iglesia, avanza a pasos de gigante hacia su desarrollo, hacia la formación de un gran carácter», traducción de Marta Traba). 96 Carta del 3 de febrero de 1800. En: ibidem, p. 86. 97 Carta del 12 de junio de 1802. En: ibidem, p. 181 y 182. 98 Como veremos más adelante con más detalle, en el año 1830 se planteó en efecto la idea de volver a pasar una temporada en España.

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go de Tovar y Ponte99 acerca de su proyecto de marchar a México, para, desde allí y pasando por La Habana, emprender su regreso a España100, planes que tres meses más tarde comunicaría también a su hermano desde Lima101. Su relación con España, así como su interés por todo lo español, son patentes a lo largo de toda su vida y se manifiestan además en sus atenciones para con el escritor español Enrique Gil y Carrasco, quien, por encargo de su Gobierno, visitó Berlín en el año 1844, a fin de revisar el estado de las relaciones diplomáticas y comerciales con Prusia102. Gil y Carrasco portaba una carta de recomendación dirigida a Humboldt, con quien se entrevistó a los pocos días de su llegada. Además, el prusiano le presentó a destacadas personalidades y le prestó su ayuda en muchos aspectos. Pasado el tiempo, Humboldt siguió manteniendo el contacto con el escritor a través de una cordial correspondencia103. Por otro lado, el prusiano dio muestras de su interés por la literatura española, así como por la promoción de tan talentoso escritor, persuadiéndole de que hiciera llegar al rey de Prusia Friedrich Wilhelm IV un ejemplar de su última obra El Señor de Bembibre, acto que le valió la concesión, presuntamente a instancias de Humboldt, de la Medalla de Oro de las Artes y las Ciencias por parte del monarca prusiano, distinción que se otorgaba por vez primera a un escritor español.

II.1.2.

Interpretación de las alusiones implícitas a España

A la luz del análisis que acabamos de exponer ha quedado demostrado que la imagen que Humboldt creó de España se compone en buena parte de sus comentarios acerca de los aspectos reseñados. Pero junto a esa Domingo José de Tovar y Ponte (1762-1807) era el hijo mayor de Martín Antonio de Tovar y Blanco, el primer conde Tovar. 100 Carta del 2 de agosto de 1802. En: MOHEIT, 1993, p. 190. 101 Carta del 25 de noviembre de 1802. En: ibidem, p. 213. 102 En: FAAK, 1977, y Ricardo GULLÓN, Cisne sin lago. Vida y obra de Enrique Gil y Carrasco. Madrid: Insula, 1951, pp. 184-194, pueden encontrarse informaciones acerca de la relación existente entre Humboldt y Gil y Carrasco. 103 Dicha correspondencia se publicó en: GIL Y CARRASCO, Enrique, Obras en prosa. Madrid: Imprenta de la viuda de Aguado, 1883, vol. 1 pp. 333-335, así como en su traducción al alemán en: FAAK, 1977, pp. 241-247. 99

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visión del país, formulada de manera explícita, hay también otra que se hace patente a partir de su actitud respecto a ciertos temas. Como sea que el erudito alemán no dejó más que unas pocas valoraciones de la primera categoría, la interpretación de las alusiones implícitas a España nos puede proporcionar más datos relevantes acerca de nuestro objeto de estudio. En este sentido, comenzaremos por analizar al detalle el carácter del viaje de Humboldt por España, comparándolo en algunos aspectos con el que realizó su hermano Wilhelm. Mediante esa contraposición podremos comprender mejor las circunstancias concretas que rodearon la estancia de Alexander, sus objetivos y su metodología científica, de todo lo cual deriva su actitud hacia España. Los motivos que llevaron a los dos hermanos a residir por un tiempo en España eran absolutamente dispares. Como ya se ha dicho a lo largo de estas páginas, en el caso de Alexander fueron las circunstancias concretas que rodearon la preparación de su gran expedición americana las que lo llevaron hasta la Península, donde comenzaría a hacer realidad su proyecto. Por el contrario, Wilhelm llevó a cabo el viaje por el gran interés que suscitaba en él este país del sur de Europa. Tenía curiosidad por explorar las distintas regiones, así como las gentes y los usos de una nación tan poco conocida por aquel entonces. Hay que decir, no obstante, que el arte y la literatura españoles capitalizaban su interés histórico y cultural. Se basaba en lo que podemos denominar «motivación de Weimar». Este concepto alude a un grupo de eruditos que se habían reunido en Weimar en torno a la figura de la duquesa María Amalia, caracterizados todos por su interés explícito por España104. Este país representaba para ellos la parte que les restaba para culminar su elaboración de una historia cultural europea, proyecto en el que estaban empeñados105. También las circunstancias externas de ambos viajes difieren considerablemente. Alexander viajó con su colega y amigo Aimé Bonpland, en tanto que Wilhelm lo hizo en compañía de su esposa Carolina, sus hijos de En: Dietrich BRIESEMEISTER; Harald WENTZLAFF-EGGEBERT, Von Spanien nach Deutschland und Weimar-Jena. Verdichtungen der Kulturbeziehungen in der Goethezeit. Heidelberg: Universitätsverlag Winter, 2003, se encontrarán más datos sobre las relaciones entre Weimar y España. 105 HUMBOLDT, W., 1998, p. 26. 104

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corta edad, y un empleado de servicio. Este último era tanto el instructor de los niños como el secretario y dibujante de Wilhelm106. Como humanista y filósofo que era, Wilhelm se movía también por un interés etnológico, algo que se puso de manifiesto especialmente a lo largo de su segundo viaje por España. Con semejante orientación científica cabe esperar un mayor número de reflexiones acerca de la sociedad foránea de las que aportó Alexander, interesado casi exclusivamente en los aspectos geográficos, geológicos y climatológicos del país. Esta circunstancia, acompañada de la autonomía de que gozaba Wilhelm respecto de la corte española, tuvieron como consecuencia que tanto en sus diarios como en las extensas cartas redactadas durante su estancia, podemos encontrar un esquema interpretativo de la sociedad española que refleja una visión en ocasiones muy crítica y peyorativa, diametralmente distinta a la de su hermano. Esta divergencia se percibe también en el tipo de personas que frecuentaban uno y otro en España, sobre todo en Madrid. Mientras Wilhelm nos ha dejado comentarios que tal vez ponen al descubierto su verdadera opinión, Alexander se muestra en todo momento extremadamente agradecido y actúa de una manera mucho más diplomática, evitando observaciones sospechosas o peligrosas desde el punto de vista político. Tan sólo en su correspondencia privada con personas de su confianza se percibe en contadas ocasiones un atisbo de crítica soterrada, en tanto que en el ámbito oficial mantiene siempre un tono benévolo. Un aspecto muy significativo a la hora de interpretar la imagen que cada uno de los hermanos se formó de España es la cuestión acerca del grado de integración de ambos viajeros en la nueva realidad. Wilhelm viajaba acompañado de su familia, por ende en un entorno alemán. Alexander, por el contrario, se hallaba inmerso en un ambiente cosmopolita, al viajar en compañía del francés Aimé Bonpland; esta es sin duda otra de las claves para entender sus respectivas maneras de percibir y valorar la otredad. A través de sus comentarios Alexander demuestra guardar mucha menor distancia con la realidad española; da la impresión de que se reubicó en su entorno acostumbrado —los círculos intelectuales y la corte real— y que se integró en él a la perfección. Su distinto enfoque se revela además en el hecho de que en más de una ocasión Alexander hablara de su «españolización», en tanto que 106

Ibidem, p. 25.

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Wilhelm confirmaba en parte de su correspondencia que el viaje no había cambiado en nada su mentalidad, que seguía siendo alemana, como pone de manifiesto la carta que en mayo de 1802 escribió a Schiller, en la que podemos leer: «Ich bin einmal sehr Deutsch, und werde es ewig bleiben» y casi un año más tarde, en abril de 1803, le comunicaba que «Je mehr ich mich von Deutschland entferne, das weiß ich nun einmal schon, desto mehr schlägt mir der Deutsche in den Nacken»107. Todo ello evidencia una enorme diferencia en su grado de integración, y por ende una percepción distinta de la realidad española. Además, todo esto revela un concepto distinto de lo otro: para Wilhelm lo otro, es decir, lo extraño era claramente España; para Alexander, sin embargo, era sin duda América; Tenerife suponía para él un primer anticipo de ese mundo ajeno y exótico. De este modo la isla adquiría un estatus intermedio, a caballo entre España y el continente americano. La forma en que Alexander describe el paisaje español también deja entrever esta perspectiva. Como ya hemos tenido ocasión de comprobar a través de los pasajes que hemos citado aquí, le fascinaban los alrededores de Barcelona y Valencia por los elementos exóticos que presenta el paisaje mediterráneo: las palmeras, los naranjos, así como la vegetación que florece en invierno. Más adelante se mostraría deslumbrado por la naturaleza tropical de Tenerife. Por el contrario, la escasa vegetación de la meseta castellana despertó en él mucho menos entusiasmo. El paisaje de otras regiones de la geografía española le mereció también alguna mención, pero de índole exclusivamente científica, sin revelar en ellas una implicación personal. Esto representa una muestra inequívoca de que también él estaba influido, y no en poca medida, por el exotismo europeo y de que había interiorizado ese esquema mental o el enfoque subyacente, factor que sin lugar a dudas influyó en su forma de vivir y describir España. Por otra parte, como naturalista que era, Alexander mostraba más interés por lo raro y lo curioso. Percibía España como una nación que, si bien manifestaba una mentalidad atrasada en numerosos aspectos, presentaba sin embargo una cultura de corte europeo, una monarquía y una estructura social que en principio no distaban mucho de aquella de la que él provenía. 107 Citado en: FARINELLI, 1930, p. 65 («Soy muy alemán, y lo seguiré siendo siempre». «Cuanto más me alejo de Alemania —es ahora cuando lo sé— más me atenaza el alemán [que llevo dentro]»).

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Ésta es la razón de que Alexander von Humboldt no pareciera mostrar gran interés por considerar España como su objeto de estudio desde el punto de vista humanístico y etnológico. No olvidemos que se hallaba inmerso en una corriente atraída por el componente exótico y extraño de otras culturas, tendencia que daría lugar posteriormente al nacimiento de la Etnología como disciplina científica. Con tal orientación, la Península Ibérica no podía en modo alguno incluirse en su proyecto científico. El contacto con la cultura desconocida de los guanches canarios y, por supuesto, su llegada al territorio que conocemos hoy como Venezuela fueron los factores que despertaron en el investigador el interés por todos estos aspectos. Como ya hemos indicado aquí, el análisis de un acontecimiento no puede en ningún caso limitarse al hecho en sí, sino que éste debe ser entendido y valorado en su contexto epocal. Desde el punto de vista histórico y en cuanto a su enfoque y metodología científicos, Humboldt se encontraba a caballo entre dos épocas: la Ilustración y el Romanticismo alemanes108. Por una parte, su concepción científica manifiesta una marcada impronta de la Ilustración. Prueba de ello es el uso de instrumentos de medición para tratar de comprender un mundo que le es extraño, así como su forma de proceder, basada en la obtención de análisis aislados. Por otra parte, su visión integradora y global de la realidad americana —con cuya ayuda pudo llegar a análisis más generales— puede entenderse más bien como precursora de las prácticas de percepción del Romanticismo. Si analizamos desde ese punto de vista la actitud de Humboldt hacia la naturaleza, tal y como aparece reflejada en sus obras, podemos ver que él se movía entre esas dos corrientes. Al incluir su percepción subjetiva en las descripciones cumplía no sólo con 108 Cfr. Michael DETTELBACH, «Alexander von Humboldt zwischen Aufklärung und Romantik». En: Ottmar ETTE; Ute HERMANNS; Bernd M. SCHERER; Christian SUCKOW (eds.), Alexander von Humboldt - Aufbruch in die Moderne. Beiträge zur Alexander-von-HumboldtForschung 21. Berlin: Akademie Verlag, 2001, pp. 137-149; Kristian KÖCHY, «Das Ganze der Natur - Alexander von Humboldt und das romantische Forschungsprogramm». Humboldt im Netz (http://www.uni-potsdam.de/u/romanistik/humboldt/hin), Berlin; Potsdam, núm. III, 5, 2002; Marta MONREAL SANZ; Luis ÁLVAREZ FALCÓN, «Del racionalismo ilustrado a la sensibilidad romántica: La concepción singular del cambio de paradigma en la ciencia de Alexander von Humboldt». En: Mari ALVAREZ LIRES et al. (eds.), Estudios de Historia das Ciencias e das Técnicas: VII Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas. Vol. I. Pontevedra: Diputación Provincial, 2001, pp. 349-357.

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el afán de la Ilustración por ordenar y medir la naturaleza a fin de entender cómo funciona cada una de sus partes, sino también con la forma en que el Romanticismo se acerca a la naturaleza como paisaje. Si aplicamos este análisis a la imagen humboldtiana de España se pone de manifiesto que la información oficial que nos dejó acerca de su estancia —los resultados de sus estudios científicos— han de atribuirse sobre todo a la metodología investigadora propia de la Ilustración. Por el contrario, el enfoque característico del Romanticismo, como ilustra la descripción subjetiva de paisajes, se encuentra rara vez y en todo caso en su correspondencia de carácter privado. No obstante, su llegada a América supuso un giro copernicano en su punto de vista. En el Nuevo Continente los elementos narrativos y emocionales, por su implicación subjetiva, fueron adquiriendo cada vez más presencia. De ahí que exprese de una forma mucho más explícita aquella faceta del paisaje americano que tenía influencia sobre sus emociones. De esta forma, en América Humboldt dio muestras de una actitud notablemente más «romántica» que la que tuvo en su acercamiento a España, dominado en todo momento por los principios ilustrados. Un aspecto de extraordinario interés en cuanto a la imagen de España que forjó por el viajero alemán constituye su revalorización del país, a la vista de los logros científicos alcanzados a lo largo de la historia y en aquel preciso momento. Esto también es aplicable a la opinión positiva que le merecía la administración de las colonias por parte española, tanto en épocas pretéritas como en la época de la que él fue testigo de primera mano. En todo momento subrayó el interés del gobierno español, marcado por el espíritu de la Ilustración, poniendo de relieve su mérito en la consecución de diversas expediciones científicas, desarrolladas en los años previos a su estancia en España. Humboldt manifestaba cuál era su valoración de los estudios científicos que se realizaban en España citándolos en sus obras como referencia. En el artículo que publicó en 1825 sobre la Península Ibérica, al que ya hemos hecho referencia, menciona, por ejemplo, los resultados de las mediciones que efectuaron, entre otros, José Dominique Chaix (1766-1811), Isidoro de Antillón y Marzo (17781814), Jorge Juan y Santacilia (1713-1773), José Joaquín Ferrer y Cafranga (1763-1818), y sobre todo Felipe Bauzá (1764-1834), comparándolos con los que él mismo había obtenido. Demostró así que en España se habían 91

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realizado investigaciones científicas de indudable trascendencia, aunque no llegaran a tener una gran repercusión en el extranjero, a causa de la conexión inexistente o simplemente deficiente con la Europa del progreso. No obstante, la red científica que creó para el intercambio de datos y más concretamente la correspondencia mantenida durante largos años con Felipe Bauzá, en la que ambos cotejaban los resultados de las ediciones que habían tomado en España, pueden considerarse como una expresión más de su revalorización de la actividad científica española109. En este sentido hemos de referirnos a otro artículo que apareció en 1828 en las páginas de la revista Hertha. Llevaba el extenso título «Beiträge zur Hydrographie und Geographie von Amerika. Auszüge aus Briefen des spanischen Schiffskapitäns Don Felipe Bauzá an den Freiherrn Alexander von Humboldt und Professor Oltmanns»110. El hecho de que Humboldt mantuviera durante muchos años una intensa correspondencia con Bauzá y de que colaborara en la edición de esta revista nos permite suponer que las mediciones de Bauzá se publicaron en la revista alemana a instancias de Humboldt. Este es otro claro exponente de su compromiso en la difusión de los trabajos realizados por científicos españoles. Consideramos de especial interés un suceso que ha investigado Germán Bleiberg111 y que ha bautizado como «el viaje frustrado de Humboldt». Nos referimos a la oportunidad que en 1830 se ofreció a Humboldt de viajar nuevamente a España con el objetivo de efectuar diversos análisis acerca de la mineralogía peninsular. El viaje no llegó nunca a realizarse por diversos motivos112. El dato revelador para nuestro estudio es, además del hecho en sí de que por entonces Humboldt aún siguiera deseando regresar a España, el contenido de una carta escrita por el ministro español en San Petersburgo, Juan Miguel Páez de la Cadena. En ella se demuestra que Humboldt seguía estando agradecido al gobierno español, aún muchos Cfr. BAUZÁ, 1994. Felipe BAUZÁ, «Beiträge zur Hydrographie und Geographie von Amerika. Auszüge aus Briefen des spanischen Schiffskapitäns Don Felipe Bauzá an den Freiherrn Alexander von Humboldt und Professor Oltmanns». Hertha. Zeitschrift für Erd-, Völker- und Staatenkunde. Vol. 12. Stuttgart; Tübingen: Cotta, 1828, pp. 73-109. 111 BLEIBERG, 1959. 112 Aquí únicamente mencionaremos este suceso, para ocuparnos de él con mayor profundidad en el capítulo III.5. 109 110

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años después de la expedición americana y que tenía intención de difundir una imagen positiva del país e incluso de su política colonial: En quantas ocasiones encontré aqui frecuentemente en sociedad a dicho Baron, siempre le oy hablar con la mayor gratitud y aprecio a nuestra España y de los auxilios que se le habian facilitado en sus viages; y aun le escuché con sumo gusto hacer elogio (...) de las medidas que en todo adoptaba ultimamente el gobierno del Rey N. S. de lo que por ellas prosperaban la Havana y quantas colonias nos quedaban, de que acababa de publicarse el reglamento sobre mineria mas sabio que poseía Nación alguna de Europa etca. (...)113.

Resulta evidente que Humboldt tomó partido por España en muchos sentidos, por ejemplo mediante su valoración y fomento de la ciencia española, su argumentación en contra de la presunta inferioridad de América, y por consiguiente de la potencia colonial que la regía. Arremetió también contra la Leyenda Negra, una idea de España, muy difundida por aquel entonces en Europa, que mostraba una imagen sombría y atrasada del país y de sus colonias. Por otro lado, valoraba en términos positivos la función de España como potencia colonial en el pasado y en el presente y concedía una gran importancia a los escritos de los primeros cronistas. Merced a la importante posición que ostentaba, así como a la dimensión internacional que había ido adquiriendo, pudo influir de forma positiva en la imagen predominante que existía de España. Posiblemente, ésta sea la mayor contribución de Humboldt a la imagen de España en el extranjero, puesto que sus escasas descripciones del país en los aspectos aquí referidos se vieron pronto superadas por los apasionados relatos de los viajeros románticos. Centrémonos seguidamente en la evolución de la imagen humboldtiana de España a lo largo del tiempo. En este sentido nos interesan en primer término las expectativas que pudo albergar el viajero prusiano a su llegada a España. Son reveladoras las informaciones acerca del país que pudo haber obtenido con anterioridad, así como su propia preparación para la estancia en una región de Europa que en aquella época era absolutamente ignota para la mayoría de los alemanes. A diferencia de los relatos de viajes que inspiraron su expedición al Nuevo Continente, nada sabemos acerca de las fuentes mediante las que 113

Carta del 15 de octubre de 1830. En: BLEIBERG, 1959, pp. 380-381.

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se informó sobre España, algo que lejos de sorprendernos hemos de contemplar en relación con el carácter de su estancia en España, al que ya se ha aludido aquí. Sabemos que su hermano Wilhelm llevaba en su equipaje las obras Viage de España, de Antonio Ponz, Nouveau Voyage en Espagne, de Jean François de Bourgoing, y Reisen durch Portugal und Spanien im Jahr 1772 und 1773, de Richard Twiss114, pero no podemos presumir que Alexander las hubiera leído antes de llegar a España. Lamentablemente tampoco nos ha dejado información respecto a la idea que se había conformado de este país antes de iniciar el viaje. De ahí que no nos sea posible analizar la modificación de esa imagen contrastándola con la realidad. Al buscar datos referidos a este extremo se tropieza siempre con el hecho de que, al menos en los documentos que se conservan y a los que se tiene acceso, no queda constancia de ningún tipo de preparación a su estancia en España. Si bien sabemos que a su llegada ya hablaba algo de español, debemos considerar los conocimientos adquiridos del idioma más bien como una preparación a su expedición americana. Por esta razón, la única forma de conocer cuál era su imagen de España antes de su llegada es analizar la imagen que de este país predominaba entre la elite intelectual alemana durante la Ilustración. Es evidente que la visión que Humboldt tenía de España fue desarrollándose o cambiando con el paso de los años debido a su propia experiencia. Su estudio de los aspectos culturales españoles existentes en América vino sin duda a enriquecer la imagen que se estaba formando. Como ya se ha explicado en estas páginas, durante toda la expedición realizó diversos comentarios sobre este país, sobre su carácter, presente en el Nuevo Mundo, y sobre su interés por los asuntos españoles, que reflejan en todo momento una actitud de simpatía y agradecimiento. A su regreso a Europa, en la fase de elaboración de sus obras, la opinión de Humboldt se basaba en los amplios conocimientos sobre España que acumuló durante su estancia tanto en España como en América. Al estudiar la historia española a través de los manuscritos de los primeros 114 Gisela NOEHLES-DOERK, «Spanien und Weimar - Caroline und Wilhelm von Humboldt 1799/1800 in Spanien». En: Gisela NOEHLES-DOERK (ed.), Kunst in Spanien im Blick des Fremden. Frankfurt a. M.: Vervuert, 1996, p. 161.

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cronistas, adquirió conocimientos acerca de otros aspectos que también influyeron en su visión de este país. En resumidas cuentas podemos decir que la imagen de España que Humboldt desarrolló con el tiempo no era en absoluto imaginaria ni obedecía a una determinada intención, sino que más bien fue tomando forma con el paso de los años mediante la confrontación con la realidad de este país. De modo que su experiencia personal forjó esa imagen, acompañada siempre de la actitud positiva ante la ayuda brindada por la Casa Real española. Esta imagen de España adquiere además un significado especial por cuanto nos transmite una impresión de esta época a través de la pluma del célebre prusiano y por su visión, más que objetiva en algunos aspectos. Una imparcialidad que se debe precisamente al hecho de que Humboldt no se adscribía por completo al movimiento ilustrado, durante el cual España fue objeto de crítica en múltiples aspectos, ni tampoco al romántico, con su forma entusiasta de reelaborar el carácter «típico» de la Península Ibérica. ¿Qué interés por parte de Humboldt revela la imagen de España que él mismo transmitía? Por una parte, puede reconocerse su afán por hacer públicos los resultados de las investigaciones científicas desarrolladas en este país, dando así a los logros alcanzados por España en el ámbito de la ciencia su correspondiente trascendencia. Y por otra parte, se constata su preocupación por no expresar críticas demasiado evidentes contra el gobierno español, a causa de la deuda de gratitud que había contraído con él. Su apertura hacia la producción científica española, así como sus considerables conocimientos de la historia hispana estaban en consonancia con la curiosidad existente en Alemania por lo español, una tendencia característica de la Ilustración y el Romanticismo alemanes. La corriente filosófico-literaria que se estaba constituyendo y a la que pertenecían Lessing, Hegel, Kant, Fichte, Schelling etc. se había formado con un talante deliberadamente contrario a la cultura humanista francesa. Sin embargo, el hispanismo de Humboldt parece ser más comprometido que el de la elite cultural alemana, a pesar de perseguir el mismo objetivo: buscar en la tradición española el contraste con la supremacía francesa de la época. Humboldt no poseía conocimientos tan dilatados, como en cierto modo solía ser el caso entre los círculos eruditos de Göttingen y Weimar. Parece más bien que intentó 95

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de manera explícita defender la tradición científica española de los juicios negativos que en la Europa ilustrada estaban a la orden del día115. A pesar de su evidente contribución a la constitución de una imagen de España en el exterior, hasta ahora este asunto ni se ha tratado suficientemente ni ha recibido especial atención, a diferencia de la perspectiva que nos brindó Alexander von Humboldt de los países iberoamericanos116. Como veremos más adelante117, esta última fue utilizada en seguida por parte de las nuevas repúblicas del continente americano, que aprovecharon las afirmaciones de Humboldt en beneficio de sus aspiraciones independentistas y en pro del surgimiento de una identidad nacional. En el caso de España, sin embargo, no se fomentó por propio interés ni el estudio de la imagen creada por Humboldt, ni de sus fuentes de información, ni tampoco hubo tal difusión por parte del propio Humboldt. Resulta revelador descubrir que el hecho de que no saliera a la luz algún que otro comentario de tono crítico, no se debió únicamente a la autocensura que se imponía Humboldt, sino que existían además otras instancias, en especial los editores de sus escritos, que supusieron un filtro adicional. El siguiente ejemplo corrobora nuestra afirmación: El artículo tantas veces citado de Humboldt sobre su viaje por España y que él hizo llegar al principio en forma de carta al editor Heinrich Berghaus, contiene en esa primera versión la siguiente frase: Vor wenigen Wochen bin ich durch die Güte meines Freundes des berühmten Hydrographen Don Felipe Bauzá - (der vor der Tyrannei eines Mönchkönigs, wie Ferdinand von Spanien es ist, nach dem freien England flüchtig, als Verbannter gegenwärtig in London lebt) - in den Stand gesetzt PINO, 1999, p. 39. Cfr. PRATT, 1992, capítulo 6: «Alexander von Humboldt and the reinvention of America»; Ottmar ETTE, «La puesta en escena de la mesa de trabajo en Raynal y Humboldt». En: Leopoldo ZEA; Mario MAGALLÓN (eds.), La huella de Humboldt. México, D. F.: Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 2000, pp. 31-67; Ottmar ETTE, «Der Blick auf die Neue Welt». En: HUMBOLDT, 1999 a; Manuel LUCENA GIRALDO, «Alejandro de Humboldt y la invención del Trópico». En: Thomas GOMEZ (ed.), Humboldt et le monde hispanique. Paris; Nanterre: Centre de recherches Ibériques et Ibéro-americaines, 2002, pp. 43-58. 117 Cfr. capítulo III.1. 115 116

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worden, die Barometerhöhen von Madrid monatsweise wenigstens für Ein Jahr zu erhalten118.

Por el contrario, en la versión publicada en la revista Hertha desaparece por completo la crítica hacia el rey de España, y encontramos únicamente entre paréntesis: «der als Verbannter gegenwärtig in London lebt»119. Este ejemplo nos permite constatar otro aspecto interesante: 21 años después de concluir su expedición americana, Humboldt suavizó su autocensura, dando así rienda suelta a una opinión política tan taxativa. Hay que decir empero que seguramente contribuyera lo suyo el hecho de que ya no se tratara del mismo monarca que le posibilitó entonces el viaje. Por último, en una investigación como la que aquí presentamos se debe tener siempre presente la incertidumbre existente acerca de si, además de las ya descubiertas, pudiera haber expresado otras reflexiones u opiniones de naturaleza crítica acerca de España entre sus más allegados, conminándoles expresamente a que no permitieran que trascendieran. Por esa misma razón no ha de sorprendernos que la diferencia entre las opiniones extraídas de sus escritos oficiales y las contenidas en sus anotaciones personales sea tan notoria.

II.2.

REFERENCIA

HISTÓRICA: JOSÉ DE

INTERPRETATIVO DE LAS INDIAS

ACOSTA Y SU MODELO HISTORIA NATURAL Y MORAL

Bajo este título de carácter bimembre —natural y moral— se recoge una serie de escritos monográficos en los que se describe la geografía, la naturaleza y las sociedades del Nuevo Mundo. El primero en hacer uso de tal título para su obra fue el padre jesuita José de Acosta con su Historia Natural y Moral de las Indias, publicada en el año 1590. En términos geneHeinrich BERGHAUS (ed.), Briefwechsel Alexander von Humboldt’s mit Heinrich Berghaus aus den Jahren 1825 bis 1858. Vol. 1. Jena: Hermann Costenoble, 1869, carta núm. 5, pp. 18-48, aquí: pp. 21-22 («Gracias a la bondad de mi amigo, el célebre hidrógrafo Don Felipe Bauzá —(quien, huyendo a la libre Inglaterra de la tiranía de un rey monje como es Fernando VII, vive en la actualidad exiliado en Londres)— estoy en disposición de obtener mensualmente las alturas barométricas de Madrid al menos por un año»). 119 HUMBOLDT, 1825, p. 9 («vive en la actualidad exiliado en Londres»). 118

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rales se presupone que esta obra representa el decálogo de dicho sistema de observación y clasificación. No obstante, ni las ideas sobre las que se asienta este modelo narrativo para el análisis de la diversidad biológica y cultural, ni la inclusión del ser humano en el estudio de la naturaleza representan una novedad; revelan, en efecto, la influencia del pensamiento grecolatino en torno a la «gran cadena del ser». Por esa razón, podemos rastrear las huellas de este modelo descriptivo en la Antigüedad, en las obras de Aristóteles, Plinio y otros clásicos, así como en otras crónicas de Indias escritas por coetáneos de Acosta, como por ejemplo: en Gonzalo Fernández de Oviedo y Cieza de León, en las obras de Bartolomé de Las Casas, los estudios científicos de Francisco Hernández, médico de cámara del rey Felipe II, y sobre todo en los proyectos para la recopilación de datos oficiales («relaciones geográficas»), promovidos a instancias de la Corona a fin de contar con una relación de los recursos existentes en el continente americano120. Debemos concluir, por lo tanto, que ese esquema bipartito con el que se trató de describir aquellas regiones en toda su abundancia y diversidad existía ya desde un principio: Acosta únicamente lo reorganizó. A lo largo de la historia encontramos innumerables ejemplos de este fenómeno. Lo vemos en la influencia recíproca de filósofos, cronistas y científicos, o en otras palabras: en el encadenamiento de ideas que no surgen, por lo general, de forma aislada, sino que se asientan a menudo sobre la base de las obras de otros pensadores anteriores, cuyo pensamiento sirve de inspiración para el desarrollo de un concepto propio. El objetivo de esta investigación es, por lo tanto, demostrar que esto es también aplicable a Alexander von Humboldt; él no sólo leyó esas crónicas, sino que utilizó el modelo descriptivo de la Historia Natural y Moral como fundamento para la elaboración de sus reflexiones acerca del Nuevo Mundo. El modo en que Humboldt contempló la población americana en medio de la naturale120 Cfr. Francisco de SOLANO (ed.), CUESTIONARIOS para la formación de las RELACIONES GEOGRÁFICAS DE INDIAS. Siglos XVI-XIX. Madrid: CSIC, 1988b; Raquel ÁLVAREZ PELÁEZ, La conquista de la naturaleza americana. Madrid: CSIC, 1993, sobre todo: pp. 99-123.

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za circundante nos remite de forma inequívoca a sus predecesores jesuitas del siglo XVI, y muy especialmente a José de Acosta121. Por todo ello, analizaremos no sólo la repercusión del estudio de las crónicas en la obra de Humboldt, sino también de qué forma investigó este género, qué postura adoptó respecto a este modelo de descripción científica de América y hasta qué punto podemos constatar aquí una elaboración o desarrollo ulterior de sus ideas. Dado que el sistema bimembre Historia Natural y Moral se encuentra estrechamente unido a Acosta y que Humboldt mostró un vivo interés por la obra del jesuita, nos limitaremos aquí a analizar las relaciones con Acosta de forma ejemplar, aludiendo de forma tangencial a otros cronistas que también dejaron su impronta en las obras del prusiano. Estudiaremos a continuación la influencia que ejerció este modelo interpretativo sobre Humboldt a dos niveles distintos. En la primera parte, de naturaleza descriptiva, presentamos los resultados de una búsqueda sistemática de referencias explícitas a los escritos de los cronistas, sobre todo de Acosta, en la obra de Humboldt. Serán objeto de estudio los aspectos reconocibles en cuanto al contenido y carácter de tales comentarios, así como al desarrollo de sus explicaciones. La segunda parte es de índole interpretativa y se centra en el análisis de los paralelismos que se pueden establecer entre el concepto científico que Humboldt aplicó en sus estudios y el modelo Historia Natural y Moral.

II.2.1.

Referencias explícitas de Humboldt a Acosta

Tras su regreso de América, Humboldt comenzó a estudiar en profundidad la historia de las colonias españolas122. En consonancia con su 121 El artículo: Horacio CAPEL, «De la armonía de la naturaleza a la física del globo. Las interrelaciones de la naturaleza terrestre durante el siglo XVIII». Quipu. Revista Latinoamericana de Historia de las Ciencias y la Tecnología, México, D. F. 13, núm. 1, 2000, pp. 81-104, profundiza a partir de la p. 97 en el estudio de este modelo que desarrollaron científicos españoles con anterioridad a Humboldt. 122 Dado que durante su estancia preparatoria en Madrid entabló contactó con el historiador español Juan Bautista Muñoz podemos deducir que ya antes de su expedición se interesó por los aspectos históricos de los territorios que se disponía a visitar. Véanse en

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planteamiento historicista, consideraba necesario conocer el pasado de una región para comprender su presente. Se basó para ello en la lectura de las fuentes españolas antiguas, es decir, las anotaciones de los primeros cronistas, misioneros, viajeros y administradores de las colonias. No desatendió tampoco las compilaciones e interpretaciones de los escritos a los que se habían dedicado los investigadores a lo largo de los siglos XVII y XVIII. En su obra Examen critique afirma Humboldt: (...) la lectura de las obras que contienen las narraciones de los conquistadores ha tenido para mí especial atractivo, y las investigaciones hechas en algunos archivos de América y en bibliotecas de diferentes partes de Europa me han facilitado el estudio de una rama descuidada de la literatura española123.

Mediante el estudio de la práctica totalidad de las obras relacionadas con el continente americano, desde el Descubrimiento hasta su época contemporánea, Humboldt se convirtió por un lado en un excelente conocedor de la historiografía hispana clásica y por otro dotó a estas obras de un nuevo valor. Con el paso del tiempo habían ido cayendo en el olvido, ya que hasta entonces no habían sido tomadas en serio dentro del mundo científico, que más bien las tachaba de exageradas y poco creíbles. Se abordaba su estudio con un cierto grado de escepticismo, y se despachaban a menudo como meros «cuentos de frailes»124. Las obras de Humboldt reflejan las horas que dedicó su autor al estudio de la historia colonial española; llama la atención el elevado número de referencias a los escritos de los cronistas, patentes sobre todo en los siguientes textos: Vues des Cordillères et monumens des peuples indigènes de l’Amérique, cuya primera edición apareció en Francia entre 1810 y 1813125, se centra en el pasado de la civilización americana y por lo tanto en la forma en que era percibida desde Europa; Examen critique de l’histoire de la géographie du Nouveau Continent et des progrès de l’astronomie nautique aux XVI et XVI siècles, editada en francés entre los años 1836 y 1839, representa el este sentido los comentarios de Humboldt contenidos en el prólogo de su obra Examen critique (1836-39). 123 Alejandro de HUMBOLDT, Cristóbal Colón y el descubrimiento de América. Caracas: Monte Avila Editores, 1992 b, p. 12, traducción de Luis Navarro y Calvo. 124 MINGUET, 1985, aquí: vol. II, p. 12. 125 Alexander von HUMBOLDT, Vues des Cordillères et monumens des peuples indigènes de l’Amérique. Paris: Schoell, 1810-1813.

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resultado directo de su detallado análisis de la historia colonial española y, por último, los cinco volúmenes de Kosmos, publicados entre los años 1845 y 1862126 y en los que se sintetiza su trayectoria vital. En primer lugar, conviene señalar que Humboldt recurre en todos sus escritos, más especialmente en Vues des Cordillères y en Kosmos, al jesuita español en primer término como referencia bibliográfica y por ende como autoridad científica. Podemos encontrar citas de Acosta, numerosas referencias a él y a su obra en forma de notas al pie o en las comparaciones de los resultados de sus estudios con los escritos de otros autores. Asimismo, Humboldt utilizó las referencias a Acosta a fin de otorgar un mayor peso a las conclusiones a las que había llegado en sus investigaciones. Como sea que la función de la mayor parte de estas alusiones se limita al papel que Humboldt concedía al jesuita como autoridad científica, en relación con diversos temas carentes de interés en el marco de nuestra investigación, no profundizaremos en ellas. Junto a tales referencias, dichas obras contienen también comentarios de Humboldt que dejan entrever la existencia de un profundo vínculo entre el prusiano y este cronista y dan prueba además de que el concepto global que defiende el primero en sus obras se halla íntimamente relacionado con las ideas que revelan estas crónicas acerca del Nuevo Mundo y de la forma de percibirlo. Respecto a la cuestión que desarrollamos en el presente capítulo resulta sumamente reveladora una cita extraída de Examen critique, en la que Humboldt se pronuncia acerca de dicha continuidad de las ideas: (...) procuro sobre todo hacer ver la continuidad de ideas, la ligazón de opiniones que, a través de las supuestas tinieblas de la Edad Media, unen el final del siglo XV con los tiempos de Aristóteles, Eratóstenes y Estrabón. He querido comprobar que en todas las épocas de la vida de los pueblos, cuanto se refiere a los progresos de la razón tiene las raíces en los siglos anteriores127.

Todo ello demuestra por un lado que Humboldt no sólo conocía el origen del pensamiento del cronista, que se remonta a los filósofos gre126 Alexander von HUMBOLDT, Kosmos. Entwurf einer physischen Weltbeschreibung. 5 vols. Stuttgart; Tübingen: Cotta, 1845-1862. 127 HUMBOLDT, 1992, p. 14.

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corromanos, sino que además lo incorporó a sus propias reflexiones. Por otro, da prueba de que al estudiar sus documentos, se erige en continuador de los mismos. En el siguiente comentario Humboldt abunda en la idea de que estos escritos albergan las bases del pensamiento moderno: Cuando se estudia a los primeros historiadores de la conquista y se comparan sus obras, sobre todo las de Acosta, de Oviedo y de Barcia, con las investigaciones de los viajeros modernos, sorprende encontrar el germen de las más importantes verdades físicas en los escritores españoles del decimosexto siglo128.

La principal obra de Humboldt, Kosmos, presenta una mayor abundancia de referencias a Acosta y su Historia Natural y Moral de las Indias, así como ideas más desarrolladas y perfeccionadas acerca del origen de las teorías que subyacen a su modelo bimembre. En las primeras páginas de esta magna obra pone de relieve la importancia de la compilación de escritos originales de anteriores cronistas que reunió Acosta: Desde la descripción del Nuevo Continente, discretamente bosquejada por el jesuita José de Acosta (Historia Natural y Moral de las Indias, 1590), no habían sido consideradas de una manera tan general las cuestiones que se relacionan con la física del globo129.

La totalidad de las alusiones a Acosta se encuentran en el capítulo VI del segundo volumen, que trata del desarrollo de las ideas acerca del cosmos a lo largo de los siglos XV y XVI. La siguiente cita es de extraordinaria importancia para nuestro estudio. En ella el propio Humboldt asegura que el modelo de Acosta puede considerarse el precursor de lo que él denomina Geografía Física: Cuando se estudian seriamente las obras originales de los primeros historiadores de la Conquista, sorpréndenos encontrar en los escritores españoles del siglo XVI el germen de tantas verdades importantes en el orden físico. (...) la curiosidad impaciente de los primeros viajeros y de los que recogían Ibidem, p. 20. Alejandro de HUMBOLDT, Cosmos. Ensayo de una descripción física del mundo. 4 vols. Madrid: Imprenta Gaspar y Roig, 1874-75, vol. I, p. 356 (nota al pie número 25, pág. 51), traducción de Bernardo Giner de los Ríos. 128 129

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sus narraciones, originó desde luego la mayor parte de las graves cuestiones que aún en nuestros dias nos preocupan. (...) El fundamento de lo que hoy se llama fisica del globo, presciendiendo de las consideraciones matemáticas, se halla contenido en la obra del jesuita José Acosta, titulada Historia natural y moral de las Indias, así como en la de Gonzalo Hernández de Oviedo, que apareció veinte años despues de la muerte de Colon. En ninguna otra época, desde la fundación de las sociedades, se ha ensanchado tan repentina y maravillosamente el círculo de las ideas, en lo que se refiere al mundo exterior y a las relaciones del espacio (...)130.

Estas afirmaciones demuestran que las ideas que Humboldt ya había mencionado en su Examen critique reaparecieron años más tarde, si bien con un mayor grado de madurez y profundidad, en la obra que él concibió como culminación de su pensamiento, tras una larga vida plena de proyectos científicos. Por todo ello deducimos que las reflexiones que hemos citado eran en efecto de indudable interés para él. El paso del tiempo no hizo que cayeran en el olvido, sino todo lo contrario: se contemplaron y expresaron con una mayor claridad. Al hilo de nuestra argumentación anterior, topamos con un comentario que incluiremos aquí, dado el interés de su contenido: sus consideraciones acerca de la figura de Cristóbal Colón y posteriores conquistadores de América y su valoración, más que patente aquí, de Acosta y del resto de cronistas. Humboldt no era muy proclive a conceder una excesiva relevancia a Colón —a quien imputaba una «falta absoluta de conocimientos en historia natural»131— en relación con el descubrimiento de América, puesto que: No es a ellos a quienes pertenece la gloria de los progresos científicos que tienen incontestablemente su principio en el descubrimiento del nuevo continente, y han engrandecido los conocimientos de los Europeos (...). Tales progresos son obra de viajeros mas pacíficos; se deben á un pequeño número de hombres, distinguidos funcionarios municipales, eclesiásticos y médicos, que viviendo en antiguas ciudades indias (...), podían observar por sí mismos la Naturaleza que les rodeaba, comprobar y combinar, durante una larga permanencia, lo que otros habían visto ó recogido de las producciones de la Naturaleza, describirlas y enviarlas á sus amigos de Europa. Basta citar aquí á Gomara, Oviedo, Acosta y Hernandez132. 130 131 132

Ibidem, vol. II, p. 255 ss. Ibidem, p. 269. Ibidem.

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La conclusión que podemos extraer del análisis precedente es que el propio Humboldt percibió enormes similitudes entre el concepto que desarrolla en la Geografía Física y el modelo que reproduce Acosta en Historia Natural y Moral de las Indias. Por otra parte, al analizar la evolución cronológica de las ideas que pasados los años fueron dejando su poso en los textos, podemos comprobar que en los primeros trabajos de Humboldt (en este caso Vues des Cordillères) abundan las menciones a Acosta como autoridad científica en ciertas cuestiones, mientras que en Examen critique su autor parece haber percibido las analogías con mayor claridad, llegando por último, en Kosmos a formular conclusiones tan inequívocas como las mencionadas anteriormente.

II.2.2.

Paralelismos implícitos entre el modelo de Acosta y el concepto humboldtiano de Geografía Física

Las citas que acabamos de reproducir nos permiten demostrar la existencia de un estrecho vínculo entre Alexander von Humboldt y José de Acosta, como representante del modelo Historia Natural y Moral. Tal afinidad se manifiesta tanto en su concepto como en el pensamiento subyacente. Nos proponemos ahora demostrar que estas conexiones no se limitan únicamente a menciones explícitas a Acosta, sino que de forma implícita Humboldt parte también de esas mismas reflexiones, que en sus obras sigue un modelo descriptivo análogo y que, por lo tanto, existen paralelismos palpables y fehacientes entre Humboldt y Acosta, tanto en sus concepciones teóricas como en la praxis científica. Para analizar de forma contrastiva ambos métodos de percepción y descripción del mundo americano, hemos de trazar primero un objetivo. Desde el comienzo de su labor científica, Humboldt formuló con claridad meridiana cuál era el objetivo de su investigación: entender y describir el Nuevo Mundo y desarrollar la teoría holística de la Geografía Física. Ya en 1793, es decir, antes de emprender su célebre expedición americana, concitó el interés del mundo científico con su definición y explicación metodológica de lo que llamaba por entonces Physique du monde133. Entre 133 Hanno BECK (ed.), «Einleitung». En: Alexander von HUMBOLDT, Kosmos für die Gegenwart (editado por Hanno Beck). Stuttgart: Brockhaus, 1978, pp. VIII-XIII.

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los años 1795 y 1799 Humboldt proyectó la elaboración de una completa Geografía de las plantas del mundo, poniéndola en relación con las fuerzas geofísicas134. En la introducción de su obra Relation historique explica en qué consistía tal idea: Un doble fin me había propuesto en el viaje cuya relación histórica publico ahora. Deseaba que se conociesen los países que he visitado, y recoger hechos que diesen luz sobre una ciencia apenas bosquejada y asaz vagamente designada con los nombres de Física del mundo, de Teoría de la tierra, o de Geografía Física. De ambos objetos parecióme más importante el segundo. (...) prefiriendo siempre al conocimiento de los hechos aislados, aunque nuevos, el del encadenamiento de los hechos observados largo tiempo ha, parecíame mucho menos interesante el descubrimiento de un género desconocido, que una observación sobre las relaciones geográficas de los vegetales, sobre la migración de las plantas sociales, sobre el límite de altitud a que se elevan sus diferentes tribus hacia la cima de las Cordilleras135.

Si analizamos su obra desde este punto de vista, llegamos a la conclusión de que la totalidad del proyecto investigador de Humboldt, así como su pensamiento holístico, se basan en la idea de una Geografía Física, concepto que ampliaría al final de sus días en Kosmos, su testamento científico, mediante la unión de lo creado tanto en el orbe como en el universo, hasta dar en lo que él llamó «descripción física del mundo». En el prólogo de Kosmos detalla cuál es su objetivo en relación con su teoría holística: (...) el de comprender el mundo de los fenómenos y de las formas físicas en su conexión y mútua influencia. Desde mi primera edad he tenido la suerte de escuchar los benévolos consejos de hombres superiores, convenciéndome desde luego de que si no se poseen sólidos conocimientos relativamente á las diversas partes de las ciencias naturales, la contemplación de la Naturaleza en mas estensos horizontes, como el intento de comprender las leyes porque se rige la física del mundo, solo vana y quimérica empresa serian. Los conocimientos especiales se asimilan y fecundan mútuamente por el mismo enlace de las cosas. (...) De este modo es como el naturalista ávido de saber 134 Ilse JAHN, «Alexander von Humboldt’s cosmical view on nature and his researchs shortly before and shortly after his departure from Spain». En: Mari ALVAREZ LIRES et al. (eds.), Estudios de Historia das Ciencias e das Técnicas: VII Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas. Vol. I. Pontevedra: Diputación Provincial, 2001, pp. 31-39, aquí: p. 32. 135 HUMBOLDT; BONPLAND, 1991, vol. I, p. 4.

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se vé conducido de una esfera de fenómenos dada á otra segunda que limita los efectos de aquella136.

Este pasaje demuestra además que Humboldt no contemplaba las diversas disciplinas científicas como el mayor mérito de su investigación, sino que las consideraba únicamente como estudios previos que le acercaban al objetivo que él mismo se había marcado. Para definir las motivaciones de Acosta basta con acudir a la explicación que él mismo da al lector en el prólogo de su obra: (...) hasta ahora no he visto autor que trate de declarar las causas y razón de tales novedades y extrañezas de naturaleza ni que haga discurso e inquisición en esta parte; ni tampoco he topado libro cuyo argumento sea los hechos e historia de los mismos indios antiguos y naturales habitadores del nuevo orbe (...) Deseando, pues, yo tener alguna más especial noticia de sus cosas, hice diligencia con hombres prácticos y muy versados en tales materias, y de sus pláticas y relaciones copiosas pude sacar lo que juzgué bastar para dar noticia de las costumbres y hechos de estas gentes. Y en lo natural de aquellas tierras y sus propiedades con la experiencia de muchos años, y con la diligencia de inquirir, y discurrir y conferir con personas sabias y expertas; también me parece que se me ofrecieron algunas advertencias que podrían servir y aprovechar a otros ingenios mejores, para buscar la verdad, o pasar más adelante, si les pareciese bien lo que aquí hallasen. Así que aunque el mundo nuevo ya no es nuevo, sino viejo, según hay mucho dicho, y escrito de él, todavía me parece que en alguna manera se podrá tener esta Historia por nueva, por ser conjuntamente Historia, y en parte Filosofía, y por ser no sólo de las obras de naturaleza, sino también las de libre albedrío, que son los hechos y costumbres de hombres. Por donde me pareció darle nombre de HISTORIA NATURAL Y MORAL DE INDIAS, abrazando con este intento ambas cosas. En los dos primeros libros se trata lo que toca al Cielo y temperamento y habitación de aquel orbe; (...). En los otros dos libros siguientes se trata, lo que de elementos y mixtos naturales, que son metales, plantas y animales, parece notable en Indias. De los hombres y de sus hechos (quiero decir de los mismos indios, y de sus ritos, y costumbre, y gobierno, y guerras, y sucesos) refieren los demás libros, lo que se ha podido averiguar, y parece digno de relación137. HUMBOLDT, 1874, vol. I, pp. VII-VIII. La última edición de esta obra ha sido publicada recientemente: ACOSTA, José de, Historia Natural y Moral de las Indias (edición crítica de Fermín del PINO-DÍAZ). Madrid: CSIC, 2008. Para este trabajo, sin embargo, se ha utilizado la edición anterior: José de ACOSTA, Historia Natural y Moral de las Indias. Madrid: Biblioteca de Autores Españoles, 1954, pp. 3-4. 136 137

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Esta extensa cita pone de manifiesto que Acosta no se limitó únicamente a describir de manera superficial los fenómenos culturales y naturales, sino que pretendió elaborar una taxonomía de los mismos, tratando de describir las leyes que rigen sobre tales fenómenos. Encarar la cuestión de esta manera supone en primer término preguntarse acerca del origen de tales manifestaciones naturales y culturales, y de eso mismo trata la parte histórica de sus estudios. Los evidentes paralelismos que hemos detectado en lo que a objetivos se refiere entre el concepto taxonómico de Acosta y de Humboldt nos sirven de punto de partida para demostrar hasta qué punto el modelo de la Geografía Física se corresponde con el de la Historia Natural y Moral. Por esa razón, traemos a colación una serie de ejemplos que ilustrarán la similitud existente entre el concepto operativo de Humboldt y las convicciones de Acosta. Llama a primera vista la atención que ambos autores se plantearan el mismo objetivo: demostrar la hipótesis de que las distintas partes que integran la naturaleza constituyen una unidad y describir en una sola obra las características fundamentales que configuran todo el universo. En el prólogo de su obra, que ya hemos citado más arriba, Acosta explica con sus propias palabras cuáles son sus pretensiones; Humboldt expresa ese mismo pensamiento de forma muy explícita en una carta que envió a Karl August Varnhagen von Ense el día 24 de octubre de 1834: Ich habe den tollen Einfall, die ganze materielle Welt, alles was wir heute von den Erscheinungen der Himmelsräume und des Erdenlebens, von den Nebelsternen bis zur Geographie der Moose auf den Granitfelsen, wissen, alles in einem Werke darzustellen, und in einem Werke, das zugleich in lebendiger Sprache anregt und das Gemüht ergötzt. Jede große und wichtige Idee, die irgendwo aufglimmt, muss neben den Thatsachen hier verzeichnet sein138. Alexander von HUMBOLDT, Briefe von Alexander von Humboldt und Varnhagen von Ense aus den Jahren 1827 bis 1858. Leipzig: Brockhaus, 1860, p. 20. («Tengo la espléndida idea de presentar en una sola obra todo el mundo material, todo lo que sabemos hoy acerca de los fenómenos del espacio y de la vida en la tierra, desde las estrellas nebulosas hasta la geografía de los musgos en las rocas de granito, y en una obra que al mismo tiempo inspire con un idioma vivo y deleite el alma. En ella ha de quedar constancia, junto a los hechos, de cada idea grande e importante que surge en cualquier sitio», traducción de la autora). 138

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Como podemos desprender de estos pasajes, tanto Acosta como Humboldt son partidarios de acometer simultáneamente todas las disciplinas científicas, tanto la historia natural como humana, para así combinar entre sí los conocimientos específicos de cada ámbito, ya que ambos parten de la idea de que toda la naturaleza obedece a un orden (en griego κõσμος), todo se rige por unas leyes y nada ocurre de forma casual. Antes de emprender su expedición americana, Humboldt ya tenía clara esta idea, como demuestra el famoso escrito que redactó en 1799 para el rey Carlos IV acerca de su «vida literaria»; en él definía los objetivos de su expedición en los siguientes términos: Ayant le desir ardent de voir une autre partie du monde y de la voir sous les rapports de physique générale, d’étudier non seulement les espèces et de leur caractères, étude au quel on s’est voué trop exclusivement jusqu’ici, mais l’influence de l’Atmosphère et de sa composition chymique sur les corps organisés; la construction du globe, l’identités des couches dans les pays les plus éloignés les uns des autres, enfin les grandes harmonies de la Nature (...)139.

Al igual que Humboldt, Acosta tenía un enorme interés por desvelar las analogías existentes entre la naturaleza y el ser humano, así como analizar la función que desempeñan ambos campos para la vida. Como se desprende del pasaje que citamos seguidamente, Acosta da prioridad a sus reflexiones acerca de la esencia de los distintos elementos —reducidos aquí a metales, plantas y animales— y la imbricación existente entre éstos: (...) aunque hay otros muchos géneros, a tres reduciremos esta materia, que son metales, plantas y animales. Los metales son como plantas encubiertas en las entrañas de la tierra, y tienen alguna semejanza en el modo de producirse, pues se ven también en sus ramos, y como tronco de donde salen (...) y en alguna manera parece que crecen los minerales al modo de planta (...) porque de tal modo se producen en las entrañas de la tierra por virtud y eficacia de 139 Reproducido en: PUIG-SAMPER, 2001, p. 48. Una traducción al castellano de este documento se encuentra en: PUIG-SAMPER, REBOK, 2007, p. 203 («Teniendo un ardiente deseo de ver otra parte del mundo y de verla con la referencia de la física general, de estudiar no solamente las especies y sus caracteres, estudio que se ha hecho casi exclusivamente hasta hoy día, sino la influencia de la Atmósfera y de su composición química sobre los cuerpos organizados; la formación del globo, las identidades de las capas (estratos) en los países más alejados unos de otros, en fin las grandes armonías de la Naturaleza (...)», traducción de Miguel Ángel Puig-Samper).

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sol, y de los otros planetas, que por discurso de tiempo largo se van acreditando, y cuasi propagando. Y así como los metales son como plantas ocultas de la tierra, así también podemos decir que las plantas son como animales fijos en un lugar, cuya vida se gobierna del alimento que la naturaleza les provee en su propio nacimiento. Mas los animales exceden a las plantas, que como tienen ser más perfecto tienen la necesidad de alimento también más perfecto, y para buscalle, les dio la naturaleza movimiento; y para conocelle y descubrille, sentido. De suerte, que la tierra estéril y ruda es como materia y alimento de los metales; la tierra fértil y de más sazón es materia y alimento de plantas; las mismas plantas son alimento de animales, y las plantas y animales alimento de los hombres: sirviendo siempre la naturaleza inferior para sustento de la superior, y la menos perfecta subordinándose a la más perfecta140.

Resumiendo lo expuesto anteriormente podemos decir que Humboldt y Acosta partieron de presupuestos muy similares: presuponían la unidad de todos los fenómenos y pretendían poner de manifiesto la conexión e interacción entre todas las fuerzas para así poder reconocer y analizar el encadenamiento de los distintos elementos, sin separar al ser humano de la naturaleza. Al utilizarse distinta terminología, esta similitud no es patente a primera vista, sino después de un análisis comparativo del significado de los conceptos empleados. En este sentido debe tenerse siempre presente que en un análisis comparativo de esta índole lo esencial no es la denominación conceptual de las ideas, ya que éstas cambian a lo largo de la historia en función de las circunstancias reinantes en cada momento. Si se usan los mismos conceptos con significados divergentes o si, por el contrario, damos a una misma cosa denominaciones distintas puede llegar a producirse un cierto grado de confusión. Incluso Humboldt utiliza como sinónimos los conceptos de Geofísica, teoría del orbe y Geografía Física para definir el objeto de sus investigaciones.

II.3.

CONCLUSIONES: CIRCUNSTANCIAS DE LA VISIÓN HUMBOLDTIANA DE

CONCOMITANTES

ESPAÑA

Como ya se indicó en la INTRODUCCIÓN, la percepción de lo otro implica también la observación del propio origen, ya que éste marca de manera 140

ACOSTA, 1954, libro IV, capítulo I, pp. 88-89.

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inequívoca la visión de lo ajeno. Esta mirada no parte nunca de una posición neutra e imparcial, sino que está siempre manipulada a fin de detectar unos determinados fenómenos141: Die Begegnung mit einer andersartigen, fremden Welt und ganz besonders mit andersartigen, fremden Völkern wird dadurch erleichtert, daß das Eigene und Vertraute in das Fremde und Unvertraute hineinprojiziert, daß das Fremde mit den eigenen Kategorien wahrgenommen und schließlich an den eigenen Normen gemessen wird. Eine solchermaßen vorgegebene Perspektive ist eine Konstante menschlicher Erfahrung (...)142.

Por este motivo, estudiaremos a continuación los orígenes de Alexander von Humboldt, con el propósito de determinar en qué dirección apuntan sus mecanismos de identificación. En este sentido, nos interesa de forma especial saber hasta qué punto sus estrategias de percepción pueden calificarse de «europeas», «alemanas» o «prusianas», precisar también en qué medida estaban condicionadas por su pertenencia a la aristocracia y, por último, si los aspectos religiosos condicionaron también este proceso de percepción. En lo que se refiere a la europeización de la visión humboldtiana, hemos de decir que su obra testimonia la condición europea de su percepción del Nuevo Mundo. Como ya ha señalado Ette143, en su relato de viajes Relation historique Humboldt evoca continuamente al lector su visión europea. Semejante tratamiento revela la diferencia entre una perspectiva europea y una eurocéntrica: Nicht eine vorgegebene, stillschweigend behauptete Objektivität, sondern vielmehr das Bewußtsein und die bewußte Einbeziehung der eigenen Herkunft machen eine adäquate Wahrnehmung des Anderen erst möglich144. HUMBOLDT, 1999 a, vol. 2, p. 1591. GEWECKE, 1992, p. 12 («Lo propio y conocido se proyecta en lo ajeno y desconocido y lo otro se percibe conforme a categorías propias y se mide al fin y al cabo por el rasero de las propias normas. Tal circunstancia facilita el encuentro con otro mundo distinto y ajeno, y muy en particular con otros pueblos, distintos y ajenos. Semejante perspectiva constituye una constante en la percepción humana (...)»). 143 HUMBOLDT, 1999 a, vol. 2, pp. 1583-1584. 144 Idem («El factor que posibilita una correcta percepción de lo otro no es tanto una objetividad a priori y supuesta implícitamente, como la conciencia y la integración consciente de los propios orígenes»). 141 142

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En el caso de Humboldt podemos constatar de forma clara esa conciencia de la mirada subjetiva. Hay, además, un afán por hacer comprensibles la relatividad o subjetividad de determinados conceptos —como, por ejemplo, el sentido de la estética en las tribus indias— y por fomentar la comprensión de otros usos. En muy diversas ocasiones se manifestó en contra de la simple trasposición de las ideas europeas al mundo americano, especialmente al mundo indiano y también en contra de la consiguiente valoración apresurada145. De todo ello podemos deducir que al mirar lo otro, Humboldt concede un lugar nada despreciable a la visión que tiene eso otro. Por mucho que se manifieste claramente en Humboldt esta perspectiva europea y la conciencia subyacente de una posición subjetiva respecto a la percepción de América, este enfoque prácticamente deja de tener validez si hablamos de su visión de España. En este otro caso, Humboldt no se tomó la molestia de verbalizar la cuestión de una forma más explícita; o al menos, no se percibe una elaboración consciente de la subjetividad del propio punto de vista. Respecto a su pasado alemán, en una conversación de su hermano Wilhelm con su esposa Caroline encontramos una afirmación muy interesante en relación con la visita que Alexander realizó a Londres en 1817: Aber wahr bleibt dabei immer, daß einem leid tut, wie er aufgehört hat, deutsch zu sein und bis in alle Kleinigkeiten pariserisch geworden ist. Auch die BERG hat das gefunden, und was am schlimmsten ist, auch bei Lesung seines Buches. Hierin ist nun jetzt nichts mehr zu ändern146.

Sin embargo la explicación es evidente: la dimensión cosmopolita de su actividad científica147 así como su estilo de vida personal estaban muy inIbidem, p. 1584. Hanno BECK (ed.), Gespräche Alexander von Humboldts. Berlin: Akademie Verlag, 1959, p. 52 («Pero una cosa es cierta: Uno siente lástima al ver cómo ha dejado de ser alemán para convertirse en un parisino hasta en los más nimios detalles. También la señora Berg comparte mi parecer, y lo que es aún más grave, incluso durante la lectura de su libro. Ahora ya no hay nada qee se pueda hacer»). 147 Sobre este aspecto véase: Ulrich PÄSSLER, «Alexander von Humboldt und die transnationale Wissenschaftskommunikation im 19. Jahrhundert». Humboldt im Netz 145 146

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fluidos por su contexto, es decir, los usos y costumbres del siglo XVIII148. Y si bien es cierto que en este sentido el ascenso de los nacionalismos en el siglo XIX provocó un cambio notable, también lo es que Humboldt no llegó nunca a distanciarse de su actitud cosmopolita, intentando incluso, (..) mit seinen Vorstellungen und Forschungen längerfristig auf den Zeitgeist einzuwirken und bei seinen europäischen (und darunter auch preußischen) Zeitgenossen ein Bewußtsein für globale Zusammenhänge zu schaffen149.

La cuestión que se plantea ahora es en qué medida su origen prusiano condicionó su perspectiva peronal. En este sentido, no debemos olvidar que Humboldt desarrolló su obra y su labor científica en su mayor parte, fuera de Prusia. Ello se debe a que prefirió llevar a cabo sus actividades por iniciativa privada antes que labrarse una carrera como especialista en minería al servicio del gobierno prusiano. Por lo tanto, su obra no estaba vinculada a Prusia, lo que dio lugar a que él se percibiera a sí mismo con una relativa independencia de aquel Estado. Por ese motivo, el vínculo que le une a su lugar de origen se define más en términos intelectuales que emocionales. Como se ha apuntado aquí, el método de Humboldt se basaba en la interconexión de los fenómenos que observaba. De ahí deduce Ette que estas comparaciones, a primera vista arbitrarias, cumplen la nada desdeñable función de crear asociaciones, llamando así la atención sobre la necesidad de no concebir los fenómenos observados en un determinado país como conocimientos aislados150. Por lo tanto, las conexiones que (http://www.uni-potsdam.de/u/romanistik/humboldt/hin), Berlin/Potsdam, núm. IX, 17, 2008, pp. 39-52. 148 Ottmar ETTE, «“...dass einem leid tut, wie er aufgehört hat, deutsch zu sein”. Alexander von Humboldt, Preußen und Amerika». Humboldt im Netz (http://www.uni-potsdam. de/u/romanistik/humboldt/hin), Berlin; Potsdam, núm. III, 4, 2002 b (sin numeración, capítulo: «Der Staatsbürger als Weltbürger»). 149 Idem («influir con sus ideas y sus investigaciones en el espíritu de la época de una forma duradera, así como crear entre sus coetáneos europeos (incluidos los prusianos) una conciencia de lo global»). 150 Ibidem (sin numeración, capítulo: «Was Preußen und Indianer verbindet, oder: Der kühne Vergleich als Antwort und Impuls einer globalisierten Wissenschaft»).

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Perfil de la Península Ibérica. Alexander von Humboldt. Atlas géographique et physique du Nouveau Continent. Paris: Librairie de Gide, 1814-1838.

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Itinerario descriptivo de las provincias de España y sus islas y posesiones en el Mediterráneo. Alexandre Laborde. Valencia, 1826. Biblioteca de Humanidades del CSIC. Madrid.

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Cuadro físico de las Islas Canarias. Geografía de las plantas del pico del Teide. Basado en las observaciones de Leopold von Buch y Christian Smith. L. Coutant. Grabado iluminado. En: Alexander von Humboldt: Atlas géographique et physique du Nouveau Monde fondé sur (...). Paris: Librairie de Gide, 1814-1838.

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Isla Tenerife. Tomás López. 1779. Grabado Real Academia de la Historia. Madrid.

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Ramón de la Sagra Grabado. Archivo Doce Calles.

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La Abeja. Frontispicio de la noticia necrología. Tomo I, Barcelona, 1862, p. 121. Biblioteca del Centro de Humanidades del CSIC, Madrid.

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Seminario Pintoresco Español. Tomo 1, Madrid, 1862, p. 227. Biblioteca del Centro de Humanidades del CSIC, Madrid.

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Título del nombramiento correspondiente de la Real Academia de Medicina de Madrid, 1811. Archivo del Centro de Investigación Alexander von Humboldt, Berlín.

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Título de nombramiento de corresponsal extranjero de la Real Academia de Ciencias. Madrid, 1847. Archivo del Centro de Investigación Alexander von Humboldt, Berlín.

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Fernando VII con uniforme de Capitán General. Vicente López. Óleo. 1814, Museo del Prado, Madrid.

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Isabel II. Federico Madrazo (copia), 1850 Óleo. Real Academia de la Historia, Madrid.

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José Celestino Mutis. Anónimo. Real Jardín Botánico de Madrid (CSIC).

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Vista del Paseo del Prado con la fuente de la diosa Cibeles. Domingo de Aguirre, 1773?

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Real Sitio de Aranjuez visto desde un balcón del Palacio de S.M. en la fachada que mira al Oriente. Domingo de Aguirre, 1773.

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Real Decreto de la concesión de la Gran Cruz de la Orden de Carlos III al Barón Alexander von Humboldt. 3 de diciembre de 1845. Manuscrito. Archivo Histórico Nacional, Madrid.

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Carta de Alexander von Humboldt al Duque de Sotomayor, primer secretario de Estado, agradeciendo la concesión de la Gran Cruz de Carlos III. 9 de agosto de 1848. Archivo Histórico Nacional. Madrid.

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Humboldt establece entre Brandenburgo y Cuba han de entenderse como parte de este afán de asociar y comparar lo propio y lo ajeno151: Der kühne Vergleich zielt auf die Aktivierung der Leserschaft und beabsichtigt, diese selbst zum vergleichenden Denken zu provozieren. Das Fremde soll durch die Kategorien des Eigenen bewußt verfremdet, das Eigene durch jene des Fremden so verändert werden, daß eine Art Außenblick auf das Eigene entsteht. Eigenes und Fremdes sind nicht klar voneinander geschieden, alles ist mit allem verbunden152.

No obstante, se pone aquí de manifiesto su diferente percepción de América y de España. No establecería relación entre ciertos accidentes geográficos localizados en España y en el Nuevo Continente hasta más adelante, en el transcurso de su expedición americana y sobre todo a continuación de la misma. Sin embargo, jamás llegó a asociar en modo alguno el mundo ibérico con sus orígenes prusianos, de modo que España era para él únicamente un «prolegómeno», que difería de lo «verdaderamente» ajeno. La cuestión acerca del posible condicionamiento religioso de su percepción no plantea dudas: en el caso de Humboldt no tiene relevancia153. A pesar de que por sus orígenes familiares tenía un trasfondo protestante, parece que tales cuestiones no tuvieron especial trascendencia en su faceta científica. Su visión de otras comunidades no tenía en absoluto visos religiosos. Y en sentido contrario puede decirse también que su desvinculación del catolicismo imperante tanto en América como en España no le acarreó inconveniente alguno154. Su confesión protestante no supuso un Ibidem. Ibidem («Una comparación tan arriesgada tiene como objetivo movilizar al público lector, con la pretensión de inducirle a pensar en términos comparativos. Las categorías de lo propio han de provocar un distanciamiento intencionado de lo ajeno y las de lo ajeno transformar lo propio de tal modo que surja una especie de visión externa de lo propio. Lo propio y lo ajeno no están separados uno de otro de forma clara, todo está unido con todo»). 153 En cuanto al papel de la religión en relación con la percepción o la representación de lo otro, cfr. Stephen GREENBLATT, Wunderbare Besitztümer. Die Erfindung des Fremden: Reisende und Entdecker. Berlin: Wagenbach, 1998, pp. 18-19. 154 No debemos pasar por alto aquí el hecho de que en momentos posteriores de su vida, Humboldt fuera gravemente atacado en círculos eclesiásticos, tanto españoles como estadounidenses, en parte porque no seguía una doctrina dogmática y porque en algunas de sus actividades había criticado a la Iglesia (especialmente en lo concerniente a la evangeliza151 152

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obstáculo, ni siquiera durante la gestión administrativa de su salvoconducto, a pesar de que en términos de la política colonial española, la confesión religiosa constituía un criterio sumamente concluyente155. El propio Humboldt sólo expresó en alguna ocasión una cierta extrañeza ante la influencia que ejerce el dogma católico en distintos ámbitos de la vida, sin profundizar más en esta cuestión ni extraer conclusiones de mayor calado. Se refirió a un exponente de las dificultades a las que se veía expuesta la ciencia española a causa del poder del catolicismo; en una carta dirigida a Forell con fecha del 4 de abril de 1799 se lamenta de las serias dificultades con que se había encontrado el astrónomo Pierre François André Méchain a la hora de efectuar sus mediciones geográficas, ya que el padre abad Ximénez guardaba bajo llave los pocos instrumentos necesarios a tal efecto156. Resumiendo las cuestiones planteadas más arriba, podemos decir que en el caso de España no se documentan excesivas comparaciones con su país de origen, como sea que lo definiera Humboldt. Su cosmopolitismo y su concepción de sí mismo como ciudadano del mundo son los factores clave que definen la visión de Humboldt y su concepción de lo otro157. Por otra parte, el cosmopolitismo representaba por aquel entonces el ideal de formación de la aristocracia; hasta el siglo XIX no surgiría lo que poco después marcaría la política mundial en forma de nacionalismos. En tiempos de Humboldt —y más aún en los círculos que él frecuentaba— había ción de la población indígena). En: Ingo SCHWARZ, Alexander von Humboldt und die Vereinigten Staaten von Amerika. Briefwechsel. Berlin: Akademie Verlag, 2004, pp. 61-62, se encontrará información detallada al respecto, junto con varios ejemplos ilustrativos. 155 Por el contrario, en la contratación de mineros alemanes por parte del gobierno español, la confesión religiosa desempeñó un papel indudable. Cfr. Francisco PELAYO; Sandra REBOK, «Fausto de Elhuyar y la Societät de Bergbaukunde. Un proyecto cientifico de red europea para la difusion de las practicas minero-metalúrgicas». CRONOS. Cuadernos Valencianos de Historia de la Medicina y de la Ciencia, Valencia, vols. 5-6, 2002-2003, pp. 69-92, aquí: p. 58. 156 Publicada en: JAHN; LANGE, 1973, p. 655. 157 Cfr. Ottmar ETTE, «The Scientist as Weltbürger: Alexander von Humboldt and the Beginning of Cosmopolitics». Humboldt im Netz (http://www.uni-potsdam.de/u/romanistik/humboldt/hin), Berlin; Potsdam, núm. II, 2, 2001; Ottmar ETTE, Weltbewußtsein. Alexander von Humboldt und das unvollendete Projekt einer anderen Moderne. Weilerswist: Velbrück Wissenschaft, 2002 a, pp. 66-67.

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relativamente pocas cosas que caracterizaran «lo alemán». Por esa razón no llegó a producirse ninguna identificación en este sentido. Se puede establecer una conexión entre su cosmopolitismo y su concepto de las ciencias. Como sabemos, Humboldt buscaba siempre lo común, lo sustantivo y no tanto lo singular. Por lo tanto, para el funcionamiento del todo él consideraba determinantes los rasgos en común y no tanto las diferencias: Alexander von Humboldts Denken ist in seiner Deutung kultureller Phänomene jedoch weniger dem «Netz» als der «Wanderung», weniger der Anerkennung kultureller Differenzen und Alterität als der Vorstellung eines unilinearen Fortschreitens der menschlichen Kultur insgesamt verpflichtet (...). Humboldt ist ein Nomade zwischen den Wissenschaftsdisziplinen, nicht zwischen den Kulturen: Sein Denken ist transdisziplinär, nicht transkulturell angelegt158.

Abstrayendo lo antedicho podemos aseverar que Humboldt navegó siempre entre dos aguas, tanto entre disciplinas científicas, como entre las dos ideologías básicas de su época: la Ilustración y el Romanticismo. Una vez descrito el trasfondo ideológico que marcó el carácter de su visión, nos detendremos a continuación brevemente en la metodología que empleó Humboldt tanto en la percepción como en la definición científica de lo otro. Hemos mencionado ya su afición por todo tipo de instrumentos científicos. Tenían para él tal trascendencia que se aseguró de que en el permiso expedido por Carlos IV se consintiera de forma expresa su utilización, en lo que podemos considerar como una herencia de la Ilustración. Posteriormente, a la hora de redactar los resultados de tales mediciones, entró en juego otra serie de aspectos que en cierto modo debemos atribuir al Romanticismo. No obstante, ese enfoque ya había despertado su interés con anterioridad, como demuestra el estímulo que representó para él la lectura de relatos de viajes en su juventud. Los métodos de percepción de Alexander y su hermano Wilhelm revelan notables divergencias: mientras que el primero se remitía como 158 ETTE, 2002 a, pp. 74-75 («El pensamiento de Alexander von Humboldt, en lo que a su interpretación de los fenómenos culturales se refiere, no debe tanto al «entramado» como a la «transformación», no tanto al reconocimiento de las diferencias culturales y de la otredad como a la idea del progreso unilinear de la cultura humana en su conjunto (...). Humboldt es un nómada itinerante entre las distintas disciplinas científicas: su pensamiento es de índole interdisciplinar, no transcultural»).

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científico en primer término a su instrumental, Wilhelm, humanista, ponía el acento mucho más en la lectura, sus observaciones personales y las reflexiones que éstas le inspiraban. Hemos de decir que ambas posturas fueron acercándose más y más con el transcurso de sus respectivas vidas, pero en el momento de su viaje a España se aprecia una marcada diferencia. Como ya dijimos al tratar su exhaustivo estudio de los cronistas en el marco de la historiografía española, años más tarde Alexander acabó también por conceder a la lectura una mayor trascendencia. Aparte de la percepción y la recepción de lo otro hemos de hacer aquí una breve mención también de su respectiva representación. Junto a los tratados escritos, Humboldt dio gran importancia a las representaciones artísticas como forma de transmisión de su imagen de América. Se ha investigado en profundidad su papel en la representación iconográfica del Nuevo Mundo159. Pero por desgracia sólo aplicó esa forma de representación a América, soslayando España. En lo tocante a la Península Ibérica, no nos queda otra cosa que su representación gráfica de las diferentes cotas de altitud, basada en el perfil que elaboró. Esto, junto con los imponentes paisajes iconográficos que él mismo pintó o encargó en América, nos aporta nuevos datos sobre su visión de España. Por último, para definir esa visión hemos de tener presente que Humboldt estaba siempre a la búsqueda de lo otro. De ahí que redactara un estudio sobre los territorios coloniales de Nueva España y Cuba, pero no sobre Prusia o España. Para concluir reiteraremos que en el caso de Humboldt no puede decirse que se aferrara a una identificación como europeo, alemán o prusiano: Humboldt era un ciudadano del mundo, que se impuso a sí mismo la tarea de describir el orbe, el cosmos. La Península Ibérica y Tenerife no eran en este sentido más que el primer paso. 159 Cfr. Miguel ROJAS-MIX, «Die Bedeutung Alexander von Humboldts für die künstlerische Darstellung Lateinamerikas». En: Heinrich PFEIFFER (ed.), Alexander von Humboldt. Werk und Weltgeltung. München: R. Piper & Co., 1969, pp. 97-130; Renate LÖSCHNER, «Alexander von Humboldt als Initiator eines künstlerisch-wissenschaftlichen Amerikabildes». En: Amerika 1492-1992. Neue Welten- Neue Wirklichkeiten. Catálogo de la exposición de la Fundación Preußischer Kulturbesitz (Berlin, 19 de septiembre de 1992 - 3 de enero de 1993). Braunschweig: Westermann, 1992; Sandra REBOK, «El arte al servicio de la ciencia: Alexander von Humboldt y la representación iconográfica de América», actas del 51.º Congreso Internacional de Americanistas, Santiago de Chile, 14-18 de julio de 2003 (en formato electrónico).

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III LA RECEPCIÓN DE HUMBOLDT EN ESPAÑA Una vez analizadas en el capítulo anterior las circunstancias que condicionaron la visión humboldtiana de España, nos centraremos seguidamente en la perspectiva inversa, es decir, en la historia de la recepción del insigne científico y viajero en este país. Examinaremos dos aspectos con especial interés: por un lado, la percepción que había tanto de su persona como de su expedición americana en los diversos sectores de la sociedad española decimonónica y, por otro, los resultados científicos derivados de la misma. En primer lugar estudiaremos cómo deseaba él que se le considerara en España o bien qué imagen propagó él de sí mismo. En este sentido serán particularmente reveladores los documentos mediante los cuales se efectuó su presentación oficial ante la corte de Carlos IV. Una de las fuentes de que disponemos es una carta remitida el 11 de marzo de 1799 por el barón von Forell al por entonces ministro de la Presidencia, el señor Urquijo. En ella, el embajador de Sajonia exponía el proyecto de Humboldt, presentando a su autor como un experto en minería y un «jeune savant dont la célébrité est si bien établie non seulement en Allemagne mais dans l’Europe entière»1. Forell era un ferviente defensor de los proyectos de carácter científico y un apasionado de la mineralogía; poseía además una importante colección de minerales y tenía muy buena relación con Urquijo. En su carta solicitaba del ministro que apoyara el proyecto de Humboldt, con el que pretendía darle un empuje a la ciencia. Si bien Humboldt no fue quien redactó este comunicado, lo cierto es que la existencia de dos documentos anejos escritos por el propio Humboldt, nos lleva a suponer que participó en su formulación. Junto con ellos, Forell remitió al monarca una carta manuscrita de Humboldt que se creyó largo tiempo perdida (o se confundía con otro documento distinto2) y que no se recuperó hasta hace Reproducida en: PUIG-SAMPER, 2001, p. 46. Cfr. Karl BRUHNS, Alexander von Humboldt. Eine wissenschaftliche Biographie. 3 vols. Osnabrück: Otto Zeller, 1969 (1872), en vol. 1, p. 272; MINGUET, 1985, vol. 1, p. 66; MELÓN Y RUIZ DE GORDEJUELA, 1960, pp. 48-49. 1 2

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unos años por Puig-Samper en el Archivo Histórico Nacional de Madrid. En dicho escrito no hallamos referencia alguna al pasado profesional de Humboldt como especialista en minería, sino que él mismo se retrata como un científico sumamente ambicioso: Occupé depuis plusieurs années de l’etude de la Nature en Europe, je brule du desir de me transporter dans cette partie du Globe, dont les contrées les plus belles et les plus vastes jouissent des bienfaits de Votre Majesté. Les progrès qu’on fait despuis quelque tems les sciences chimiques et physiques, l’usage des nouveaux instrumens, construits pour analyser l’Atmosphere et en connaitre des propriétés souvent aussi nuisibles à la vie de l’homme; la reunion de tous ces moyens promet une riche moisson au Naturaliste observateur. Ce n’est, Sire, que dans l’étendue immense des Royaumes soumis à Votre Sceptre, que l’on puisse étudier la Construction du Globe, mesurer les couches que le composent, et de reconnaitre les rapports généraux qui lient les êtres organisés. Ce sont les considerations qui, de l’approbation du Roi, mon maître, m’ont conduit dans la Peninsule, ce sont elles, qui me font reclamer la Protection auguste de Votre Majesté, pour oser pénêtrer dans le nouveau monde3.

Además, este fragmento pone de manifiesto que en ese momento Humboldt ya tenía perfectamente definido cuál sería el objetivo científico de su expedición: la concepción holística del mundo en cada una de sus manifestaciones y en su interrelación. Ese afán habría de encontrar al final de sus días su punto álgido en Kosmos, tratado que sintetiza toda su trayectoria científica. Por otra parte, llama la atención el hecho de que en su 3 Reproducida en: PUIG-SAMPER, 2001, p. 28. Una traducción al castellano se encuentra en PUIG-SAMPER, REBOK, 2007, p. 201 [«Dedicado desde hace varios años al estudio de la Naturaleza en Europa, deseo ardientemente trasladarme a esta parte del Globo, cuyas comarcas las más bellas y las más vastas gozan de las gracias de Su Majestad. Los progresos que han hecho desde hace algún tiempo las ciencias químicas y físicas, el uso de nuevos instrumentos, construidos para analizar la Atmósfera y conocer las propiedades a menudo tan nocivas para la vida del hombre; la reunión de todos estos medios augura una rica cosecha al Naturalista observador. No es, Señor, más que en la inmensa extensión de los Reinos sometidos a Vuestro Cetro, donde puede estudiarse la Formación (composición) del Globo, medir las capas que lo componen, y reconocer las relaciones generales que unen a los seres organizados. Son estas consideraciones las que, con la aprobación del Rey, mi señor, me han conducido a la Península, son ellas, las que me hacen reclamar la augusta Protección de Su Majestad, para atreverme a penetrar en el nuevo mundo», traducción de Miguel Ángel Puig-Samper].

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planteamiento de objetivos no haga referencia a la actividad a la que estaba vinculado en el momento de su presentación oficial a cargo de von Forell: la minería. Este pasaje se diferencia, además, de otro apéndice con que cuenta el comunicado, el documento autobiográfico que lleva por título: «Notice sur la vie littéraire de Mr. de Humbold (sic), communiquée par lui même au Baron de Forell»4. Este curriculum vitae supone una descripción de las actividades llevadas a cabo por el prusiano con anterioridad, entre las que él mismo destaca las referidas a la industria minera, lo que vendría a corroborar lo dicho por von Forell en el marco de la presentación oficial de Humboldt. Su proyecto americano se imbuirá de ese mismo interés por la mineralogía, adquiriendo así una finalidad eminentemente práctica, que a su juicio era de indudable interés para el gobierno español. A través de este documento, clave para nuestro objeto de estudio, tenemos noticia de sus primeras investigaciones en torno a las montañas basálticas del Rin. Estos estudios propiciaron que el director de los yacimientos mineros de Freiberg, el barón von Heinitz, le confiara el desempeño de diversas labores en su demarcación minera. Este escrito deja por una parte constancia del viaje que, movido por sus intereses mineralógicos y naturalistas, emprendió Humboldt a Holanda, Inglaterra y Francia bajo la dirección del célebre naturalista Georg Forster y, por otra, de su ulterior dedicación a la minería, tanto en Freiberg como en Harz. Además hace una breve alusión a sus trabajos en el ámbito de la botánica, titulados: Flora Fribergensis y Physiologie chymique des végetaux, y traducidos a varias lenguas y menciona un buen número de informes de carácter físico y químico aparecidos en diversas revistas francesas y alemanas. Tras resumir su anterior trayectoria profesional, Humboldt formula cuál era su objetivo: realizar estudios holísticos en el campo de las ciencias naturales. Con ese fin había solicitado del rey de Prusia Friedrich Wilhelm III una excedencia y por ese fin estaba dispuesto a poner en juego su propia fortuna. No sin cierta presunción añade Humboldt que el monarca, haciendo caso omiso de su petición, le nombró «Conseiller Supérieur des Mines», aumentándole además el sueldo y concediéndole permiso para realizar un viaje como naturalista. El científico no dejó tampoco de mencionar que declinó aceptar tal emolumento, habida cuenta de 4

Reproducido en: ibidem, pp. 47-49.

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que estaría ausente de su patria durante largo tiempo, y reiteró su lealtad al soberano: Je demandai mon congé, mais S. M. au lieu de me l’accorder, me nomma Son Conseiller Supérieur des Mines, augmentant ma pension et me permettant de faire un voyage d’histoire naturelle. Ne pouvant être util à ma patrie dans un éloignement aussi grand, je n’ai point accepté la pension, en remerciant S. M. d’une faveur, moins accordée à mon peu de mérite, qu’à celui d’un pere, qui joissoit jusqu’à sa mort de la confiance la plus distinguée de Son Souverain5.

En otro orden de cosas, Humboldt alude también a su libro sobre el galvanismo6, fruto de sus experimentos en torno al sistema nervioso, sus estudios sobre Botánica, desarrollados en Dresde, Viena y Roma, así como su hallazgo de un nuevo método de análisis del aire atmosférico. Refiriéndose a las actividades que en ese preciso momento le ocupaban, menciona la creación de un nuevo barómetro, añadiendo además que acababa de estar en París colaborando con un grupo de químicos durante cinco meses. El fruto de ese esfuerzo colectivo había sido publicado ya por entonces en dos obras. Se refiere luego brevemente a la invitación que le había trasladado el Directorio francés para tomar parte de la circunnavegación del mundo capitaneada por Nicolas-Thomas Baudin, sin olvidar tampoco sus proyectos fallidos de diversas expediciones. Para concluir su informe, Humboldt solicita el permiso y la protección del monarca español para emprender su expedición americana, que supondría la culminación definitiva de un proyecto largamente pergeñado. Pero, ¿de qué manera se presentó Humboldt a las autoridades españolas? En primer lugar podemos decir que, si bien aludió a los otros trabajos que había desempeñado, daba una especial relevancia a su experiencia en el Ibidem, p. 48. Una traducción al castellano de este documento se encuentra en: PUIGSAMPER, REBOK, 2007, p. 203 («Solicité mi licencia, pero S. M. en lugar de concedérmela, me nombró su Consejero Superior de Minas, aumentando mi pensión y permitiéndome hacer un viaje de historia natural. No pudiendo ser útil a mi patria en una ausencia tan grande, no acepté la pensión, dando las gracias a S. M. por una gracia, menos acorde a mi poco mérito, que al de un padre, que gozó hasta su muerte de la confianza más distinguida de su Soberano», traducción de Miguel Ángel Puig-Samper). 6 Friedrich Alexander von HUMBOLDT, Versuche über die gereizte Muskel- und Nervenfaser nebst Vermuthungen über den chemischen Process des Lebens in der Thier- und Pflanzenwelt. 2 vols. Posen: Decker und Compagnie; Berlin: Heinrich August Rottmann, 1799. 5

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campo de la minería. Poco importaba que tal circunstancia apenas tuviera que ver con el objetivo científico que le daba a su empresa. Podemos presumir que esta conducta estaba relacionada más bien con las habilidades diplomáticas de Humboldt para presentarse del modo que más le conviniera en cada momento. Aparte ya de los logros que obtuviera en el campo estrictamente científico, que no dejaban de ser atractivos para un gobierno como el español, próximo a los postulados de la Ilustración, Humboldt confiaba en ver acrecentado el interés de la Corona española con aquellos otros descrubrimientos que pudieran tener una traducción inmediata en términos económicos. Por otro lado, mostraba un particular afán por mostrarse como un joven y prometedor científico, dotado de una extraordinaria ambición y poseedor de una considerable experiencia profesional, a pesar de su corta edad. Su trasfondo cosmopolita, sus múltiples viajes, sus vivencias en diferentes rincones de Europa eran factores a su favor cara a la realización de una expedición por el Nuevo Mundo, empresa que duraría varios años y que habría de acometer por cuenta propia. Para él lo más importante era, además de exponer su cualificación profesional, mostrar su mejor perfil, desde el punto de vista humano, poniendo para ello de relieve el aprecio que el rey de Prusia manifestó hacia su persona y la lealtad que a su vez él, como súbdito prusiano, le profesaba. De esta manera se mostró cumplidor, honesto y consciente de sus deudas de lealtad, algo que por otra parte podía interpretarse como una indicación más que clara hacia el soberano español. El documento no revela ningún tipo de interés político, lo que igualmente podemos considerar deliberado y no casual. La cuestión que se plantea ahora es cómo interpretó el gobierno español la imagen que Humboldt proyectaba de sí mismo y cómo consiguió éste suscitar su interés hasta el punto de lograr que se le proporcionaran cartas de recomendación junto con un salvoconducto extremadamente generoso. Echemos un vistazo a su correspondecia de carácter oficial relacionada con esta cuestión diplomática, a fin de descubrir cuáles son los aspectos de esos documentos que hicieron suyos las autoridades españolas. En un breve comunicado del ministro de Justicia, José Antonio Caballero, dirigido a Urquijo el 18 de marzo de 17997, enviaba a Humboldt el pasaporte que le había solicitado con las siguientes palabras: 7

PUIG-SAMPER, 2001, p. 31.

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Remito a V. E. el adjunto Pasaporte, que me pidió en Oficio de 16 del corriente para que el Sr. Hunlbald (sic), Prusiano, y su Secretario, puedan pasar a la América a continuar el estudio de Minas, y perfeccionarse en el conocimiento de otros descubrimientos; a fin de que V. E. le de la dirección correspondiente.

Como podemos ver, al margen de otros descubrimientos, los estudios mineralógicos de Humboldt cobraban un carácter prioritario. Una orientación similar revela su pasaporte definitivo, expedido por Urquijo con fecha del 7 de mayo de 1799 y atendiendo de forma explícita a los deseos de Humboldt8. Decía textualmente: Por quanto ha resuelto el Rey, que Dios guarde, conceder pasaporte a Don Alexandro Federico Barón de Humboldt, consejero superior de Minas de S.M. el Rey de Prusia, para que acompañado de su Ayudante o Secretario Don Alexandro (sic) Bonpland, pase a las Américas, y demás posesiones ultramarinas de sus dominios a fin de continuar el estudio de las minas, y hacer colecciones, observaciones, y descubrimientos útiles para el progreso de las ciencias naturales; por tanto ordena S.M. a los Capitanes Generales, Comandantes Gobernadores, Intendentes, Corregidores, y demás Justicias o personas a quienes tocase, no pongan embarazo alguno en su viage al expresado Dn. Alexandro Federico Barón de Humboldt, ni le impidan por ningún motivo la conducción de sus instrumentos de Física, Chímica, Astronomía y Matemáticas, ni el hacer en todas las referidas posesiones las observaciones y experimentos que juzgue útiles, como también el colectar libremente plantas, animales, semillas, y minerales, medir la altura de los montes, examinar la naturaleza de éstos, y hacer observaciones astronómicas, pues por el contrario quiere el Rey que todas las personas a quienes corresponda den al expresado Don Alexandro Federico y a su Ayudante todo el fabor, auxilio, y protección que necesitaren, y ademas ordena y manda S.M. a todas las personas a quienes correspondiese por razon de sus oficios que reciban y hagan embarcar para Europa con direccion a esta primera Secretaría de Estado y del despacho, y con destino al Real Gabinete de Historia natural, todos los caxones que contengan objetos naturales pertenecientes a esta Historia, y que les fueren entregados por dicho Don Alexandro Federico Barón de Humboldt a quien se ha encargado que recoja y colecte las expresadas producciones para enriquecer el Real Gabinete de Historia natural, y los Jardines Reales, que así es la voluntad de S.M.9. 8 Cfr. carta de Humboldt a Forell, fechada a finales de marzo de 1799; reproducida en: JAHN; LANGE, 1973, p. 653. 9 PUIG-SAMPER, 2001, p. 33.

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En la carta, anteriormente mencionada en estas páginas, daba Humboldt instrucciones para la redacción de su pasaporte, haciendo hincapié en que se incluyera de forma expresa tanto la utilización de instrumental10 como la investigación de fenómenos astronómicos. Ya había tenido ocasión de comprobar en primera persona que la utilización ilimitada de tales aparatos científicos no era ni mucho menos moneda corriente en España. De nuevo se presenta a Humboldt en primer término como especialista en minería; como finalidad de su expedición americana se cita la continuación de sus estudios mineralógicos. Conviene además poner de relieve que el permiso que le fue concedido destaca por su gran extensión y por lo llamativamente liberal de sus términos: se permitía a su portador realizar las investigaciones y estudios que considerara relevantes, sin ningún tipo de cortapisa, haciéndose además mención expresa de que la administración española habría de prestar toda la ayuda que fuera necesaria. Como contrapartida, Humboldt se comprometía por su parte a enviar muestras de carácter científico al Real Gabinete de Historia Natural y al Real Jardín Botánico11. Por lo tanto, resumiendo lo antedicho, podemos afirmar que tanto Forell, al presentar a Humboldt como experto en minería, como este último, orientando su escrito en un determinado sentido, habían dado muestras de tener gran tino. Sin duda, este aspecto contribuyó en buena medida a la obtención de un permiso tan dadivoso, sin olvidar tampoco el compromiso que contrajo el prusiano de preparar colecciones científicas para instituciones de la Corona española. No obstante, más allá del interés práctico de aprovechar de forma ventajosa su experiencia en el campo de la mineralogía, hay aquí otra circuntancia que parece haber desempeñado un papel crucial. En aquella época España y Alemania ya habían establecido relaciones en dicho ámbito: muchos españoles habían pasado por la Escuela de Minas de 10 En: Ramón SÁNCHEZ; Max SEEBERGER, «Humboldt y sus instrumentos científicos». En: Frank HOLL (ed.), Alejandro de Humboldt en México. México, D. F.: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1997, pp. 57-65 podemos encontrar una relación de dichos instrumentos. En su obra Voyage aux régions équinoxiales. Vol. 1, pp. 106-114, es el propio Humboldt quien nos proporciona un resumen de los mismos. 11 Para más información, cfr. capítulo III.4.

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Freiberg12 y en Madrid trabajaban varios expertos en mineralogía venidos de Alemania, como por ejemplo: los hermanos Heuland, Christian Herrgen y Johann Heinrich Thalacker13, y las minas de Almadén contaban con la presencia de varios especialistas alemanes14. De esta manera, los especialistas alemanes de esta rama científica se habían labrado una fama, iniciando una tradición de la que Humboldt quería formar parte. En lo concerniente a las huellas que dejó a lo largo de su estancia en España y a la repercusión que tuvieron tanto su expedición americana como la publicación de los frutos obtenidos a raíz de la misma, podemos hacer una distinción entre la percepción de su persona durante su estancia en España y su recepción ulterior. Dado que, como se puede comprender, existe menos material que documente el primer aspecto, el siguiente análisis pretende esclarecer sobre todo los momentos previos a su salida de España. Para ello examinaremos la recepción de su persona y de su obra en distintos sectores de la sociedad española. Si bien aquí analizaremos dichos ámbitos por separado, a nadie escapa que al fin y al cabo ambas facetas están interrelacionadas.

III.1.

LA

FIGURA DE

HUMBOLDT

EN LA PRENSA ESPAÑOLA

DEL MOMENTO

La recepción de Alexander von Humboldt en los medios escritos de la época constituye uno de los aspectos que a fecha de hoy apenas ha sido objeto de investigación. La presencia del viajero prusiano en la prensa española es un indicador determinante para analizar el grado de interés que mostró entonces España por él. La prensa puede interpretarse como un barómetro fiable de los acontecimientos considerados relevantes y tiene, por lo tanto, un carácter representativo de una sociedad en un determinado momento o época históricos15. 12 Cfr. Francisco PELAYO; Sandra REBOK, «Un condiscípulo español de Alexander von Humboldt en la Bergakademie de Freiberg: Josef Ricarte y su informe sobre el método de amalgamación de Born (1788)». Asclepio, Madrid, núm. 56.2, 2004, pp. 87-111. 13 Más información en: PUIG-SAMPER, 2001, pp. 35-37. 14 Cfr. Antonio MATILLA TASCÓN, Historia de las minas de Almadén. 2 vols. Madrid: Instituto de Estudios Fiscales, 1987, aquí: vol. II, pp. 270-282 y 140-148. 15 Recomendamos en este sentido los siguientes estudios acerca del papel de la prensa española: Iris M. ZAVALA, Románticos y socialistas. Prensa española del XIX. Madrid: Siglo XXI

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El presente análisis se basa en una revisión sistemática de una selección de periódicos y revistas españoles que contienen informaciones de o sobre Humboldt. El período analizado comprende la totalidad de su vida. No obstante, hemos optado por incluir además los años inmediatamente posteriores a su fallecimiento, a fin de mostrar la imagen de Humboldt a través de las necrologías publicadas en los medios españoles e indagar así cómo se produjo la recepción de su persona tras su deceso. Dado que la España decimonónica se caracteriza por presentar un panorama sociopolítico muy complejo y cambiante, ha sido preciso investigar no sólo la prensa moderada publicada en España bajo la censura absolutista, sino también los medios liberales, publicados en el exilio londinense. En este aspecto partimos de la hipótesis de que en el exilio liberal y en los círculos afines a la Corona española, con la supresión de la libertad de prensa o el férreo control a que estaba sometida, debía de haber una percepción de Humboldt diferente. Para entender mejor estas circunstancias, analizaremos en primer lugar brevemente el aparato de la censura en su contexto histórico y en su orientación ideológica. En el último decenio del siglo XVIII llegaron a España los ecos de la Revolución Francesa, calando en todos los aspectos de la cultura. La relativa apertura y tolerancia, que había abierto las puertas tanto a la Encyclopédie Méthodique como a las ideas de Montesquieu, Voltaire y Rousseau, tocó a su fin cuando el gobierno español se dio cuenta de la deriva que podía acabar tomando esa corriente intelectual16. Al calor de los sucesos acaecidos en Francia, a partir del mes de septiembre de 1789 empezaron ya a adoptarse medidas de carácter censor con el fin de levantar un cordon sanitaire en contra del pensamiento revolucionario. De esta manera, se prohibió a los oficiales del ejército pronunciarse acerca de España, 1972; Eugenio HARTZENBUSCH, Apuntes para un catálogo de periódicos madrileños desde el año 1661 al 1870. Madrid: Ollero y Ramos, 1993; Joseph-Francesc VALLS, Prensa y burguesía en el XIX español. Barcelona: Antropos, 1988; Antonio ASENJO, La prensa madrileña a través de los siglos. Apuntes para su historia desde el año 1661 al de 1925. Madrid: Madrid Artes Gráficas, 1933; La prensa española durante el siglo XIX: ponencias de las I Jornadas de Especialistas en prensa regional y local, Almería, 14, 15 de julio de 1985. Almería: Instituto de Estudios Almerienses Diputación Providencial, 1987. 16 Francisco VILLACORTA BAÑOS, Burguesía y cultura. Los intelectuales españoles en la sociedad liberal 1808-1931. Madrid: Siglo XXI de España, 1980, p. 7.

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de los acontecimientos ocurridos en el país vecino y que los periódicos publicaran artículos referidos a Francia. Se abolió también el secreto postal y se reprimió cualquier forma de propaganda «revolucionaria». Los estudiantes requerían a partir de ahora un permiso especial para poder viajar al extranjero y por su parte los extranjeros residentes en España tenían que someterse a unas condiciones muy estrictas y jurar lealtad al rey y a la Iglesia católica. En 1791 se clausuraron finalmente todos los periódicos no gubernamentales, poniéndose así fin al despertar intelectual iniciado bajo el reinado de Carlos III17. Una de las instituciones que más y mejor contribuyeron a la implantación de medidas represoras fue la Santa Inquisición, que no se disolvió definitivamente hasta el año 1834 y que prohibía, so pena de excumunión, la impresión, venta y lectura de numerosos libros franceses, además de perseguir toda publicación que criticara de una u otra forma a la Iglesia o a la Corona18. La censura de obras extranjeras calificadas de «nocivas» se mantuvo vigente hasta el año 1808, afectando no sólo a los libros que no obedecían a los principios del catolicismo, y que se incluían bajo la etiqueta común de «ateísmo francés», sino también a los escritos sospechosos desde el punto de vista moral19. Ambas categorías ofrecían un amplio margen de interpretación, de modo que era al final el monarca quien definía su alcance. Desde el punto de vista de la monarquía española, los libros escritos bajo el signo de la Ilustración habían provocado la Revolución y posterior ejecución de Luis XVI, por lo que había que proteger el país de semejante «doctrina demagógica». Pese a todas estas medidas, el pensamiento revolucionario prendió entre la población española y se extendió por todo el territorio a partir de 1790. Ni la reactivación de la Inquisición ni los esfuerzos por impedir el avance del proselitismo francés tuvieron éxito. Así se explica por qué la ocupación francesa y la regencia de José Bonaparte (1808-1814) no sólo Sobre la política de reformas llevada a cabo por las monarquías ilustradas y la crisis del Ancien Régime, cfr. Walther L. BERNECKER; Horst PIETSCHMANN, Geschichte Spaniens. Kohlhammer: Stuttgart, 1997, pp. 164-203. 18 Walther L. BERNECKER, Sozialgeschichte Spaniens im 19. und 20. Jahrhundert. Frankfurt a. M.: Suhrkamp, 1990, p. 14. 19 Emiliano FERNÁNDEZ DE PINEDO; Alberto GIL NOVALES (eds.), Centralismo, Ilustración y agonía del antiguo régimen (1715-1833). Barcelona: Labor, 1980, pp. 377-396, aquí: p. 379. 17

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desencadenaron la guerra de la Independencia contra la Francia napoleónica, sino también la promulgación de la Constitución de signo liberal por parte de las Cortes de Cádiz (1812), y el surgimiento de un nutrido grupo de colaboracionistas llamados afrancesados, que veían en estos acontecimientos una oportunidad de renovar la monarquía española. Con el regreso del rey Fernando VII en 1814 quedó restaurada la dinastía borbónica, implantándose de nuevo el absolutismo como forma de gobierno. Inmediatamente se restableció el statu quo anterior a 1808, eliminándose los logros alcanzados por las reformas de los monarcas ilustrados del siglo XVIII e instaurándose un lóbrego feudalismo en el que los liberales y afrancesados fueron sometidos a persecución, represalias y encarcelamiento, viéndose por ello obligados a exiliarse20. Por otra parte, volvieron a entrar en vigor la antigua prohibición de publicación y difusión de libros y prensa, así como las directrices dirigidas a las autoridades civiles o eclesiásticas sobre el control de la importación de obras extranjeras21. Al término del Trienio Liberal (1820-23), gobierno constitucional transitorio, comenzó un decenio absolutista que se conoce en la historiografía liberal como Década Ominosa. La monarquía impuso su dictadura con medidas represivas: por todo el país se llevaron a cabo purgas contra los disidentes, ante las que nadie podía sentirse inmune. Se endureció nuevamente el control estatal sobre la prensa y cualquier manifestación cultural, llegándose incluso al cierre de las universidades en 1830. De esta manera, el golpe de timón que experimentó la política española a partir de 1823 fue sin duda el más drástico de todo el siglo. El poder absolutista se implantó si cabe con más dureza y crueldad que en el año 1814. Por aquel entonces se arremetió contra los liberales y afrancesados, aunque de una forma asistemática y en mucha menor escala; por el contrario, ahora llegaron a promulgarse leyes concretas y extensas, destinadas a alejar sistemática y definitivamente del país las ideas y los individuos de signo liberal22. En: Miguel ARTOLA GALLEGO, La España de Fernando VII. Madrid: Espasa-Calpe, 1968; Miguel ARTOLA GALLEGO, Memorias de tiempos de Fernando VII. Madrid: Atlas, 1957, puede encontrarse más amplia información a este respecto. 21 VILLACORTA, 1980, p. 16. 22 Cfr. Mariano PESET REIG; José Luis PESET REIG, «Legislación contra liberales en los comienzos de la década absolutista (1823-1825)». Anuario de Historia de Derecho Español, Madrid, núm. 37, 1967, pp. 437-485. 20

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Será tras la muerte de Fernando VII en 1833 cuando pueda hablarse de una apertura política y cultural. Ya durante el período comprendido entre 1833 y 1840, en que se hizo cargo de la regencia su viuda María Cristina de Borbón, se percibió un cambio en lo ideológico, al incorporarse al gobierno liberales moderados y facilitarse el regreso a los exiliados. Su hija Isabel II mantuvo ese mismo talante moderado cuando subió al trono en 1844, posibilitando así que en España germinara un clima de relativo liberalismo político. La convulsa historia de la España del siglo XIX estuvo marcada en las décadas siguientes por un distanciamiento de la monarquía absoluta, el fortalecimiento de los sectores sociales moderado y liberal, sin olvidar tampoco el hecho de que la supuesta amenaza que suponía la Revolución Francesa dejaba de percibirse ya como real23. Resumiendo lo antedicho podemos afirmar que a lo largo del siglo XIX la censura se constituyó como una maquinaria más o menos férrea en función de los diferentes gobiernos. Pese a todo el trasfondo fue siempre el mismo24: se trataba de proteger al Estado frente a un posible peligro, así como de preservar la monarquía, las antiguas instituciones y el catolicismo como confesión oficial. En este sentido, los poderes eclesiástico y secular se prestaron mutua ayuda a fin de defender su causa común. Con la implantación de este control la Iglesia y el Estado se guardaban la posibilidad de emplear una maquinaria represora, puesto que la censura clerical contra el ateísmo francés podía interpretarse de múltiples formas con tal de lograr el mantenimiento del poder. Esto dejó su impronta en todos los aspectos de la sociedad, pero muy especialmente en los medios de comunicación y más aún en la prensa. Por lo tanto puede resultar sumamente esclarecedor investigar qué percepción había por entonces en España de Humboldt, sus obras y sus ideas, en una España que se debatía entre un régimen autoritario y unas corrientes ideológicas liberales provenientes de Francia. En primer término, nos interesa averiguar de qué tipo eran las informaciones que se publicaban sobre él; qué imagen fue fraguándose de él y qué papel se le asignó; a qué aspectos de su persona y de su trabajo se daba un mayor Más información en: BERNECKER, 1990; BERNECKER; PIETSCHMANN, 1997. VILLACORTA, 1980 presenta una descripción detallada de la historia de los intelectuales y liberales en los diferentes sistemas políticos españoles. 23 24

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relieve y a cuáles, por el contrario, se daba menor peso o se «omitían». Además no deja de ser revelador ver cuáles son los intereses ocultos que pudo haber por parte española. La presencia de Humboldt en la prensa española se manifiesta, tanto en su faceta personal como en la profesional, de tres modos distintos: a través de la publicación de sus cartas, de fragmentos de su obra (o bien reseñas de la misma), así como mediante artículos sobre él mismo o sobre sus avances en el terreno científico. También ahora nos corresponderá averiguar qué vertientes de su labor investigadora o qué aspectos de su extensa obra se destacaban o se consideraban especialmente importantes en España. En primer lugar se analizará la función que se atribuyó a este erudito en relación a un asunto extremadamente controvertido en aquella época: el movimiento independentista hispanoamericano a comienzos del período al que se circunscribe nuestra investigación. Es de sumo interés observar cómo percibían su actitud los medios escritos españoles. Además de la diferencia que se establece en el capítulo siguiente entre la prensa de carácter moderado y la de carácter liberal, dentro del primer grupo se estudiará además hasta qué punto pueden constatarse diferencias desde el punto de vista geográfico en cuanto a la información. Este enfoque se propone en primer término contrastar los medios publicados en Madrid y en Barcelona; no obstante, también se tendrán en cuenta otras publicaciones aparecidas al margen de los dos grandes epicentros de la política y cultura españolas. A la hora de valorar la imagen del viajero prusiano que nos transmiten tales medios, trataremos también el desarrollo cronológico de su recepción en España. A modo de anticipo del capítulo III.5, señalaremos aquí las motivaciones políticas que subyacían al papel que se otorgó a Humboldt en la prensa española a lo largo de la primera mitad del siglo XIX, lo que nos llevará a plantearnos hasta qué punto podemos hablar de una cierta instrumentalización de Humboldt, de su expedición y de su obra en el contexto político de la época. Tradicionalmente se ha venido colocando a Alexander von Humboldt en la órbita de los movimientos independentistas hispanoamericanos25, 25 Cfr. Manuel LUCENA GIRALDO, «El espejo roto. Una polémica sobre la obra de Alejandro de Humboldt en la Venezuela del siglo XIX». Dynamis, Granada, núm. 12, 1992, pp. 73-86; Michael ZEUSKE, «Vater der Unabhängigkeit? - Alexander von Humboldt und

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bien sea por la coincidencia en el tiempo de su expedición americana con las primeras evidencias del posterior independentismo, por los comentarios referidos a estos acontecimientos que pueden encontrarse en sus obras o bien por la autoridad de que se fue invistiendo con el paso de los años. Las nuevas naciones lo instrumentalizaron por cuanto hicieron surgir un Humboldt afín a sus intereses políticos y lo consiguieron, a tenor del estrecho vínculo que existía en la América del XIX entre la constitución de una nación y la búsqueda o creación de mitos políticos y científicos26. En este sentido, Humboldt se reveló como el artífice perfecto para desempeñar tal tarea, convirtiéndose reiteradamente en objeto de culto, más aún, en una figura épica de la Independencia. La base sobre la cual pudo crearse tal mito fueron por un lado las críticas hacia el gobierno colonial que podían encontrarse en sus obras, de las cuales derivó la imagen de un Humboldt que militaba claramente a favor de la independencia americana. Por otro lado, y partiendo de su correspondencia con Simón de Bolívar, se ha elucubrado acerca de la existencia de una estrecha amistad entre ambos, hasta el punto de llegar a considerar a Humboldt como la persona que inspiró a Bolívar en el desarrollo de su labor posterior. De esta manera, el «mito humboldtiano de la independencia», en combinación con el culto al precursor de la independencia venezolana, constituyeron un terreno abonado sobre el que germinó el discurso nacional y patriótico criollo27. Esta interpretación sesgada e interesada se percibe con claridad al investigar la correspondencia existente entre ambos28. die Transformation zur Moderne im spanischen Amerika». En: Ottmar ETTE; Ute HERMANNS, Bernd M. SCHERER; Christian SUCKOW (eds.), Alexander von Humboldt - Aufbruch in die Moderne. Beiträge zur Alexander-von-Humboldt-Forschung 21. Berlin: Akademie Verlag, 2001, pp. 179-224. 26 LUCENA, 1992, p. 74. 27 Joachim GARTZ, «Alexander von Humboldt. Der Mythos vom „wissenschaftlichen” Vater der Unabhängigkeit Lateinamerikas». Matices. Zeitschrift zu Lateinamerika, Spanien und Portugal, Köln, núm. 23, 1999, p. 29. 28 Charles MINGUET, «Las relaciones entre Alexander von Humboldt y Simón de Bolívar». En: Alberto FILIPPI (ed.), Bolívar y Europa en las crónicas, el pensamiento político y la historiografía. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República, 1986, vol. I, pp. 743-754; ZEUSKE, Michael, «Humboldt und Bolívar». En: Frank HOLL (ed.), Alexander von Humboldt: Netzwerke des Wissens. Catálogo de la exposición celebrada en Berlin, 15 de septiembre 1999 - 9 de enero 2000. Bonn: Hatje-Cantz, 1999, p. 129.

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En nuestro análisis debemos tener en cuenta el hecho de que la expedición de Humboldt a América se produjo en un momento en que se consideraba este continente inferior, tanto desde el punto de vista natural como social29. La vehemencia de Humboldt a la hora de describir el Nuevo Mundo le puso en contra de la tradicional concepción europea de América, echando además por tierra las ideas de Buffon, de Pauw, Raynal y Robertson, al documentar la grandeza del territorio y las habilidades y el ánimo de sus habitantes. Su descubrimiento científico de esta región, así como su interés por fomentar la investigación autóctona en América, a partir de la creación de todo tipo de instituciones de carácter científico, han pasado a ser la piedra angular de la conciencia histórica nacional de los criollos. Estas nuevas instituciones no sólo alentaron la creencia en «lo americano», sino que aglutinaron en su entorno a quienes más tarde militarían de forma activa en la lucha por la independencia30. La presunta adhesión de Humboldt al movimiento independentista de las colonias españolas en América sigue siendo aún hoy motivo de controversia. Es bien sabido que era una persona que se adaptaba a las circunstancias políticas reinantes en cada momento y que tenía además un enorme talento diplomático. De ahí que dos siglos después de su expedición sus escritos y declaraciones sigan dando pie a interpretaciones dispares e incluso diamentralmente opuestas, en función de los intereses que tengan los distintos exégetas. A ello hay que añadir que con el paso del tiempo se percibe en su obra un cambio de perspectiva. No profundizaremos aquí en la polémica acerca de si Humboldt participó de forma activa en el independentismo, o si se limitó a proponer reformas o si en realidad prestó únicamente apoyo ideológico a este movimiento merced a su revalorización de América. El propósito central de este capítulo no es tanto la interpretación de su postura y de sus comentarios acerca de 29 Cfr. Antonello GERBI, La naturaleza de las Indias Nuevas: de Cristóbal Colón a Gonzalo Fernández de Oviedo. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1978; Antonello GERBI, La disputa del Nuevo Mundo: Historia de una polémica 1750-1900. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1982. 30 Leopoldo ZEA, «Humboldt y la independencia de América». En: Luis GONZÁLEZ (ed.), Ensayos sobre Humboldt. México, D. F.: Universidad Nacional Autónoma de México, 1962, p. 107. También: José Luis PESET, Ciencia y libertad. El papel del científico ante la Independencia americana. Madrid: CSIC, 1987.

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la independencia iberoamericana como la descripción de cómo aparecen reflejados esos hechos en la prensa española de la época. A lo largo de este estudio hemos llegado a la conclusión de que, al menos en el período de tiempo y en los medios escritos que se han investigado, no hay ningún indicio que pudiera clarificar la postura de Humboldt en cuanto a la independencia americana. Tan sólo hallamos una única observación en el periódico El Español, una de las publicaciones de signo liberal que editó desde su exilio londinense José María Blanco White entre 1810 y 1814. Este periódico mensual, extraordinariamente crítico, trataba los sucesos políticos que acontecían en España y se manifestaba en contra de la ocupación francesa de España. A pesar de ello, se oponía igualmente a la política del gobierno español en el exilio, razón por la cual el embajador español en Londres procuró desde un principio, aunque sin éxito, que se prohibiera este medio. Blanco White formuló el propósito de esta publicación como una lucha «por la independencia española, amenazada por la presencia francesa en la Península, ejercer una leal oposición a la política de las nuevas autoridades españolas, y defender la causa de la emancipación americana, dentro de los términos políticos que él considera razonables»31. A la vista de su orientación, no ha de sorprendernos que El Español publicara una extensa reseña de la primera parte del Essai politique sur le royaume de la Nouvelle-Espagne du Mexique, publicado en París entre 1808 y 1811, en la cual se incluían los comentarios vertidos por Humboldt en esa obra acerca de la independencia de las colonias españolas32. El historiador John Allen, autor del texto, califica a Humboldt como una eminencia dentro del mundo científico, añadiendo que, dada la importancia del tema, su deseo es acercar al lector de esa reseña el contenido de la obra así como otras valiosas informaciones sobre México33. En varias ocasiones se incluye la opinión del erudito sobre los asuntos tratados en la investigación, dándose una especial consideración a los aspectos críticos desde el punto de vista social que revela la obra de Humboldt 31 Miguel ARTOLA GALLEGO, «El Español». En: Enciclopedia de Historia de España. Diccionario temático. Madrid: Alianza, 1991, vol. V, pp. 484-485, aquí: p. 484 y ss. 32 El Español, Londres, 1810, vol. I, núm. IV, pp. 243-304. 33 Ibidem, 1810, p. 246.

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sobre el país azteca. El solo hecho de que este periódico diera cabida a un artículo de 60 páginas sobre dicha obra es indicativo suficiente de la trascendencia que atribuía su editor tanto a la persona de Humboldt como a su estudio de aquel país. Dos años más tarde, en 1812, apareció una nueva reseña de esa misma obra34, en la que ya se incluía el segundo volumen sobre México. Se trataba de una traducción literal de un artículo publicado en la británica Edinburgh Review35, en el cual se analiza la obra de Humboldt, revisándose también su pensamiento en torno al movimiento independentista americano. El autor explica así las circunstancias que rodearon aquel movimiento, atendiendo sobre todo a sus causas, su desarrollo y sus posibles repercusiones. Pese a todo, no podemos dejar de mencionar aquí que el interés que suscitó este estudio de México, materializado en esas extensas reseñas, se debía en parte a la descripción que hizo Humboldt de sus riquezas y de sus potenciales recursos naturales. Se despertó así un gran interés por este territorio, sobre todo en Gran Bretaña, país que invirtió allí capital inglés a la expectativa de obtener pingües beneficios. En este sentido puede decirse que Humboldt, sin pretenderlo y al parecer sin tener cociencia de ello, se convirtió en precursor de la segunda conquista de Latinoamérica: la económica36. Si prescindimos de estos comentarios, publicados en la llamada prensa liberal, los medios escritos españoles no se detienen a explicar la actitud de Humboldt respecto a estos hechos. En un principio esto tal vez pueda resultar sorprendente, más teniendo en cuenta que el movimiento de independencia en las colonias de ultramar había concitado un enorme interés en la España de la época, acaparando la atención y convirtiéndose en un asunto que desató controvertidas discusiones. Ibidem, 1812, vol. IV, núm. XXII, pp. 241-277. En: Calvin P. JONES, «The Spanish-American works of Alexander von Humboldt as viewed by leading British periodicals». The Americas, Washington, DC, XXIX/4, abril 1973, pp. 442-448, se encontrará más información sobre las referencias de esta revista a Humboldt. 36 Cfr. Walter L. BERNECKER, «Der Mythos vom mexikanischen Reichtum. Alexander von Humboldts Rolle vom Analysten zum Propagandisten». En: Ottmar ETTE; Walther L. BERNECKER (eds.), Ansichten Amerikas. Neuere Studien zu Alexander von Humboldt. Frankfurt a. M.: Vervuert, 2001, pp. 79-103. 34 35

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Ante la falta de información al respecto, no pueden ofrecerse aquí más que interpretaciones de carácter especulativo. Mencionaremos, por ejemplo, el hecho de que en España se concedía escasa importancia a la faceta política de Humboldt, algo que no ocurría, ni ocurre, en Iberoamérica. Da la impresión de que en España se consideraba al prusiano en primer término como científico, y que su expedición americana y los resultados derivados de sus investigaciones le valieron el reconocimiento de que gozó en este país. También podemos extraer la conclusión de que España deseaba a toda costa distanciarse del mito creado en los estados latinoamericanos en torno a un Humboldt partidario de la independencia. Y del mismo modo que en las repúblicas recién fundadas se había atribuido al viajero prusiano el papel de precursor del independentismo latinoamericano, instrumentalizándolo en función de sus propios intereses, en España se hacía hincapié en su faceta de autoridad científica, respondiendo así también a sus propias necesidades. Otra interpretación apunta más bien hacia un acto deliberado de Humboldt: dado que su postura en esta cuestión era públicamente conocida, podemos suponer que en los medios escritos se quería ocultar esa faceta de su personalidad, a fin de mantener en España una imagen «inmaculada» de él, dirigiendo el interés que él despertaba exclusivamente a sus logros de carácter científico. De no ser así, sus comentarios acerca del régimen colonial español podrían haberse interpretado como falta de gratitud hacia la Corona española. Hay otro aspecto que tampoco podemos pasar por alto, teniendo en cuenta que nos hallamos en una época de censura parcial o total. La imagen sesgada de Humboldt puede interpretarse como una medida de precaución por parte de la prensa, si bien puede significar también que sus posiciones políticas eran contrarias a las del editor de las publicaciones, de modo que no interesaba sacar a la luz esa aspecto de su obra. La cuestión es, por lo tanto, saber si estamos ante una elisión deliberada de información o si la prensa española simplemente no se hizo eco de la vertiente política del ilustre científico. Si bien no pueden definirse a posteriori las razones exactas que expliquen el énfasis que se dio a la faceta científica del prusiano, podemos inferir de lo analizado hasta ahora que la importancia que se le atribuía en España distaba mucho de la que de la que se le otorgaba en los países latinoamericanos. En la Península Ibérica se consideraba al prusiano primordialmente 150

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como un científico que había llevado a cabo una expedición de cinco años de duración por las colonias españolas de ultramar. Durante su viaje y a su regreso había en España un gran interés por conocer sus experiencias y los resultados científicos de su investigación. Por el contrario, en los países iberoamericanos se le atribuyó un papel mucho más destacado, como impulsor de la modernización científica y política de estas regiones. Por esta razón una revisión a fondo de la prensa iberoamericana en el intervalo objeto de estudio llevaría sin duda a obtener otros resultados muy dispares. Una vez puesto de manifiesto que la prensa española no sacó a la luz todas las facetas de la personalidad o de las actividades de Humboldt, la siguiente parte de este trabajo, de índole descriptiva, se centra en el estudio de aquellos aspectos que tuvieron repercusión en las revistas y periódicos analizados aquí. En este sentido habremos de tener en cuenta por un lado qué informaciones acerca de su persona se consideraban de interés para el lector y por otro, cuáles se juzgaban oportunas o recomendables cara a su publicación. Como ya hemos dicho, para analizar en profundidad estas cuestiones, de las cuales pueden derivarse diversas interpretaciones, resulta aconsejable clasificar la prensa objeto de estudio en función de su orientación, liberal o conservadora. Cada una de las categorías se estudiarán aquí siguiendo un orden cronológico. De esta manera puede atenderse también a las variaciones habidas en el ambiente sociopolítico, entorno que a su vez condiciona, por sus restricciones y orientación ideológica, el contexto en el que se desarrolla cada medio de comunicación. Por otra parte, se tiene en cuenta también la evolución biográfica de Humboldt, sin olvidar tampoco el hecho de que con los años su fama y su prestigio fueron in crescendo, modificando la imagen que predominaba de él. Igualmente hemos de tener presente que a lo largo de su vida hubo momentos en que por motivos ajenos a él tenía una mayor presencia en la prensa española que en la foránea. Por lo general, las fases de mayor presencia mediática coincidían en el tiempo con la aparición de sus publicaciones o de sus respectivas traducciones al español, que contribuyeron a alentar el interés por su persona y por sus ideas o cuando se le citaba como una autoridad en el marco de diversos debates y polémicas científicos, apelando a los resultados que obtuvo en sus investigaciones. 151

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No estableceremos una clasificación en función de la orientación ideológica de la publicación en cuestión. Tal categorización no habría sido muy productiva, ya que en aquella época muchas de estas publicaciones contenían informaciones de muy diversa índole, de modo que habría sido francamente difícil elaborar una estricta tipificación desde este punto de vista. Por otro lado, esta investigación no abarca periódicos y revistas lo suficientemente dispares como para poder llegar así a una interpretación útil. Por ese motivo nos limitamos a indicar brevemente la orientación y propósito de algunas de estas publicaciones37 para poner luego de relieve qué aspectos de Humboldt catalizaron la atención y desvelar así de qué manera está eso relacionado con el credo ideológico de la publicación correspondiente. En un estudio acerca de la recepción de la obra humboldtiana en las revistas inglesas más destacadas, Calvin P. Jones resalta la importancia de tener en cuenta su ideología política: There was a good reason why the Tory periodicals failed to compliment Humboldt whereas the Whig periodicals exaggerated in their flattery. Humboldt was one of the foremost liberals of his day. He championed many of the causes which were distasteful to the British conservatives, among them the independence of Spanish-America38.

III.1.1.

Prensa de signo moderado

No han podido encontrarse referencias a Humboldt o a sus estudios científicos durante el período en que residió en España, lo cual no debe extrañarnos, teniendo en cuenta que en aquel momento el prusiano apenas sí era conocido. Sin embargo, poco tiempo después, a comienzos de su expedición americana, se publicaron en Madrid sus primeros informes sobre el Nuevo Mundo en los Anales de Historia Natural, llamados posteriormente Anales de Ciencias Naturales. Ésta era la primera revista española Las fuentes de las que se han extraído estas informaciones son: HARTZENBUSCH, 1993; Gloria SANZ TESTÓN, Los liberales asturianos en Inglaterra. 1814-1846. Gijón: Sociedad Cultural Gijonesa, 1995; Vicente LLORENS, Liberales y románticos. Una emigración española en Inglaterra 1823-1834. Madrid: Castalia, 1968. 38 JONES, 1973, p. 445. 37

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cuyo único propósito era difundir los artículos más importantes en el campo de las distintas ciencias naturales39. Se publicó entre 1799 y 1804, coincidiendo exactamente con los años que duró la expedición americana de Humboldt. Entre sus editores se encontraban el botánico Antonio José Cavanilles, el minerálogo Christian Herrgen y los químicos Louis Proust y Domingo García Fernández. Pertenecían al círculo de científicos con el que el prusiano entabló contacto y hasta una cierta amistad durante su estancia en Madrid, un factor que a buen seguro contribuyó a acrecentar su interés por reflejar e ilustrar su expedición americana40. Prueba de ello son las siete cartas y dos artículos41 que se publicaron en la revista a lo largo de sus cinco años de existencia y que hicieron de Humboldt el autor más publicado, tras Cavanilles y Herrgen. Las cartas que envió desde América a Forell, Clavijo, Cavanilles, Delambre, Fourcroy y a su hermano Wilhelm, algunos fragmentos de las cuales aparecen recogidos en las distintas ediciones de los Anales 42, suponen un anticipo tanto de su magna obra científica como de sus primeras impresiones acerca del Nuevo Mundo. Todos estos escritos describen la expedición de Humboldt e informan acerca de las labores y observaciones que efectuó. Asimismo, presentan sus primeros resultados, así como tablas con datos de mediciones e información sobre diversas colecciones mineralógicas que había remitido a varias personas. Al haber sido redacFERNÁNDEZ, 1993, vol. I, p. 9 y ss. Sobre la presencia de Humboldt en esta revista cfr. Joaquín FERNÁNDEZ PÉREZ, «Alexander von Humboldt y los Anales de Historia Natural». En: Javier CREMADES UGARTE; Francisco Javier DOSIL MANCILLA; Xosé Antonio FRAGA (eds.), Humboldt y la ciencia española. La Coruña: Edicios do Castro, 2005, pp. 45-82. 41 Se trata de dos artículos: el primero de ellos lleva por título «Nivelacion barométrica» y se basa en experimentos efectuados en 1801 entre Cartagena de Indias y Santa Fe de Bogotá; el segundo se titula «Memoria sobre el desprendimiento del calórico, considerado como fenómeno geognóstico», que ya había publicado en 1799, antes de su expedición al Nuevo Mundo, en los Anales del Barón de Moll. Cfr. Ibidem, vol. III, núm. 15, pp. 231-233 y núm. 17, pp. 246-258. 42 Ibidem, vol. I, núm. 2, pp. 125-127; vol. II, núm. 6, pp. 251-261; vol. II, núm. 6, pp. 262-268; vol. II, núm. 11, pp. 199-206; vol. II, núm. 12, pp. 285-294; vol. III, núm. 18, pp. 267-281; vol. III, núm. 18, pp. 281-287. 39 40

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tadas en el transcurso del viaje, están dotadas de una gran espontaneidad y actualidad. En esta revista aparecieron también más de 30 referencias a Humboldt y su obra, a través de artículos de otras personas. Se trata en este caso de citas de toda índole: desde discursos laudatorios en general hasta comentarios concretos acerca de sus tratados, los resultados de sus mediciones, las muestras de minerales que envió desde América, etc. De todo ello lo más sorprendente es que el gran número de referencias a su trabajo nos permite deducir que ya por entonces, sin haber vuelto aún de ultramar, se le atribuía una gran importancia y se le concedía además una cierta autoridad en el mundo científico. Si bien la mayoría de estos trabajos se refería a su viaje por tierras americanas, también se ha hecho referencia a unos cuantos artículos que reflejan la actividad científica de Humboldt con anterioridad a la expedición. Los Anales no sólo constituyen el primer medio que publicó las conclusiones científicas que extrajo Humboldt, sino que hicieron accesible al público interesado su experiencia viajera incluso durante la propia expedición. Humboldt aparecía retratado en primer término como un científico viajero, no vertiéndose en cambio comentario alguno acerca de sus opiniones políticas o sus observaciones sobre aspectos de índole social. Podemos decir, en suma, que los Anales nos muestran a Humboldt como un intrépido investigador, preciso a la hora de trabajar, dotado de una formación científica única y de inmejorables contactos con los medios oficiales y científicos españoles. Sin embargo, su más que apreciable labor científica, en la que se había volcado con anterioridad a la expedición americana, parece suscitar menor interés. Resulta sorprendente y a la vez esclarecedor el hecho de que en los Anales no se publicara ningún artículo sobre Humboldt, sino únicamente escritos firmados por él, lo cual es indicativo de que en los círculos científicos españoles se conocía sobradamente al autor y su obra, circunstancia que hacía innecesario cualquier artículo de carácter introductorio. El hecho de que varias de sus cartas se publicaran únicamente de forma fragmentaria, es decir, que sus escritos se abreviaran a fin de eludir explícitamente ciertas informaciones de carácter personal, político o de cualquier otra índole, que no se consideraran aptas para su publicación, es también una circunstancia de la que podemos extraer datos indirectos. 154

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No obstante, ignoramos si quien realizó la selección fue Humboldt, su hermano (en el caso de las las cartas que éste puso a disposición), o bien los editores de los Anales43. El Semanario de Agricultura y Artes dirigido á los párrocos comenzó su andadura por iniciativa de Juan Antonio Melón en el año 1797, años más tarde, en 1804, tomó sus mandos el madrileño Real Jardín Botánico hasta su definitiva extinción en 1806. Como su propio nombre indica, la revista iba dirigida a los párrocos españoles y su aparición vino a coincidir en el tiempo con las reformas agrícolas defendidas por el asturiano Gaspar Melchor de Jovellanos44. La revista contribuiría, con ayuda de los párrocos de las distintas demarcaciones, a informar a los agricultores, a menudo analfabetos, acerca de los progresos en el seno del sector agrícola. A lo largo de los años se publicaron en ellas cuatro artículos referidos a Humboldt y su expedición americana. Entre ellos destaca una carta remitida por éste desde Lima al general y virrey de Santa Fe de Bogotá, Pedro Mendinueta, con fecha del 7 de noviembre de 1802, en la que le da cuenta de su periplo hasta llegar a Lima, tras pasar por Quito. En ella menciona su ascenso del Chimborazo y sus estudios sobre la quina, materia prima que era por entonces muy buscada, a causa de sus propiedades terapéuticas y las consiguientes posibilidades de comercialización. También hallamos referencias a Humboldt en otros dos artículos, relacionados igualmente con la posible explotación económica de diversas plantas, como la palma de coco y el caucho45. En este caso se alude de forma más que respetuosa al erudito prusiano, calificándolo de «celébre Barón de Humboldt»46 y poniendo de relieve su incansable exposición a los mayores peligros con tal de llevar sus investigaciones a buen puerto. El único trabajo de esta publicación que no se refiere a la expedición de Humboldt, sino a la labor científica que desempeñó con anterioridad es un 43 Por ejemplo, en la carta que desde México dirigió Humboldt a Cavanilles en el año 1803, y que ya hemos mencionado a lo largo de estas páginas, el remitente indica personalmente al destinatario los pasajes que se han de eliminar cara a la publicación. 44 Más informaciones al respecto en: SCHUSTER, 2001, pp. 28-29. 45 «Del cultivo y utilidades de la palma de coco». Semanario de Agricultura y Artes dirigido á los párrocos, Madrid, 1805, vol. XVIII, núm. 461, pp. 273-279 y 301-319; «De la goma ó resina elástica llamada cauchuc». En: ibidem, 1805, vol. X, núm. 248, pp. 211-224. 46 «Del cultivo y utilidades de la palma de coco». Ibidem, p. 274.

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estudio firmado por él mismo acerca de cuestiones referidas al cultivo de plantas o a la absorción del oxígeno por las superficies explotadas desde el punto de vista agrícola47, en el que hace gala de sus amplios conocimientos de la bibliografía especializada. En este sentido, es interesante comparar esta publicación con la revista Memorias de Agricultura y Artes, publicada entre 1815 y 1821 por la Junta de Comercio barcelonesa. Tenía una orientación similar a la del Semanario de Agricultura y Artes dirigido á los párrocos, con la única diferencia de que su especialización era la mecánica y la química, en detrimento de los ensayos sobre vegetación americana. En sus seis años de existencia encontramos una sola referencia a Humboldt, y no al hilo de su expedición, sino enlazando con sus investigaciones anteriores. Se trata de disquisiciones acerca de fertilizantes48, en las que se llama la atención sobre los estudios humboldtianos mencionados anteriormente, que tratan el fenómeno de la absorción de oxígeno por la tierra49. El Mercurio de España, publicado desde 1784 hasta 1830, era otra de las revistas de aparición mensual que informó con enorme prontitud acerca de la labor científica de Humboldt. Aparece citado en «Elogio histórico de Luis Galvani», artículo publicado en diciembre de 1801 en el que se ilustraban las diferencias entre los experimentos científicos sobre electricidad que desarrollaron Humboldt y Galvani50. Esta referencia presente en el Mercurio de España nos demuestra nuevamente que la prensa española también se hizo eco de los estudios que Humboldt había realizado con anterioridad a su expedición americana. Llama la atención el hecho de que en ese artículo ni siquiera se mencione su célebre expedición, que se estaba desarrollando en esa época51. «Extracto de una memoria sobre la absorción del oxígeno por las tierras primitivas y sobre su influxo en el cultivo». En: ibidem, 1800, vol. VIII, núm. 190, pp. 113-120. 48 «Agricultura de los abonos». Memorias de Agricultura y Artes, Barcelona, julio de 1815, pp. 53-65. 49 Ibidem, p. 55. 50 Mercurio de España, Madrid, diciembre de 1801, pp. 340-353. 51 Hemos de decir que la primera obra de Humboldt que se había traducido y publicado en España no estaba relacionada con su famosa expedición, sino con sus trabajos precedentes (Federico Alejandro Barón HUMBOLDT, Experiencias acerca del galvanismo y en general sobre la irritación de las fibras musculares y nerviosas. Madrid: Imprenta de la Administración del Real 47

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La siguiente mención de Humboldt en las páginas de esta revista aparecería unos años más tarde, en el número correspondiente a marzo de 1807; el artículo «Anuncio de la obra intitulada Voyage de Humbolt (sic) et Bonpland dans l’interieur de l’Amerique. A Paris»52 estaba íntegramente dedicado a su expedición americana y abordaba la correspondencia del prusiano que había sido publicada en los Anales de Ciencias Naturales y que revela numerosos detalles sobre el viaje emprendido junto con Bonpland. Encontramos allí un interesante comentario, añadido con la intención de explicar su actitud de gradecimiento hacia la Corona española: Estos sabios han manifestado freqüentemente lo mucho que han debido á la proteccion y auxîlios del Gobierno español, y á los buenos oficios, urbanidad é instruccion de infinitos españoles y habitantes de nuestros dominios de América en el discurso de su larga y útil peregrinacion53.

El Memorial Literario ó Biblioteca Periódica de Ciencias y Artes publicaba también las últimas novedades sobre los experimentos sobre galvanismo que Humboldt realizó antes de su expedición. Esta revista, titulada inicialmente Memorial Literario y Curioso de la Corte de Madrid, se publicó en diversos intervalos: 1784-1790, 1793-1797 y 1801-1808. El número de junio de 1804 recogía un artículo titulado Experimentos acerca del galvanismo y en general sobre la irritación de las fibras musculares y nerviosas54 acerca de la obra homónima de Humboldt, ya mencionada en estas páginas. En el texto se mencionaba el viaje que el científico emprendió a París con la intención de repetir allí algunos de sus experimentos ante la Comisión de la Academia de Ciencias y se apuntaba que ya en esos años Humboldt era un «sugeto muy conocido por sus interesantes descubrimientos en la Física, en la Historia natural y en el galvanismo»55. Seguidamente se explicaba la argumentación de Humboldt en su obra y se glosaban los Arbitrio de Beneficencia, 1803). No obstante, no se ha podido dilucidar hasta qué punto su estancia en España contribuyó a acrecentar el interés por esta obra, hecho que pudo haber llevado a su inmediata traducción. 52 Mercurio de España, Madrid, mayo de 1807, pp. 107-119. 53 Ibidem, p. 107. 54 Memorial Literario ó Biblioteca Periódica de Ciencias y Artes, Madrid, junio de 1804, vol. VI, pp. 224-230. 55 Ibidem, p. 226.

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experimentos que realizó, así como las teorías y conclusiones a las que había llegado56. En Variedades de Ciencias, Literatura y Arte, editada en Madrid por Manuel José Quintana entre 1803 y 1805, podían leerse noticias tanto científicas como literarias. En esta publicación encontramos numerosas referencias a Humboldt. En el segundo número de 1805 apareció, dentro de la sección «Física», la «Memoria sobre las variaciones del magnetismo terrestre á diferentes latitudes»57 que escribieron conjuntamente Humboldt y Biot y que este último expuso el día 17 de diciembre de 1804 en un curso sobre ciencias matemáticas y físicas en el Institut National de París. El informe destacaba la relevancia que para la física tenía la expedición de Humboldt58 y describía además la forma de ejecución de las observaciones, así como las conclusiones que había extraído59. También se hacía hincapié en la calidad y precisión de sus mediciones, o el celo con que se habían llevado a cabo60. Se explicaban las tablas de medición que él había elaborado, con un estilo estrictamente científico, comparándolas con otras y comentando sus resultados. En el mismo volumen aparece publicado, en la sección «Historia literaria», un texto acerca de los «Progresos de las ciencias físicas en Europa», en el cual se alude a la expedición de los dos viajeros, enumerándose los objetos traídos por ellos. Además se menciona la circunstancia de que había, por parte de algunas personas, un cierto interés por rebajar el prestigio del prusiano, poniendo de relieve las ayudas prestadas por España para la consecución del proyecto: Como Mr. Humboldt debe la mayor parte de estas preciosidades, más que á sus fatigas é investigaciones, á la generosidad de los Españoles Americanos, que á porfía salían, hasta por los caminos á regalarle lo más curioso de aquel continente, esperamos, que en las varias obras, que de resultas de su viage prepara al público, nos hará la justicia que se nos debe, y que no atribuirá, como otros extrangeros desagradecidos, á estúpida ignorancia e indiferencia, nuestras prodigalidades, hijas de los generosos deseos que nos animan de que se conozcan en Europa nuestras riquezas naturales61. 56 57 58 59 60 61

Ibidem, p. 229. Variedades de Ciencias, Literatura y Arte, Madrid, 1805, vol. II, núm. VII, pp. 211-223. Ibidem, p. 212. Ibidem, p. 214. Ibidem, p. 215. Ibidem, 1805, vol. III, núm. XIII, p. 353.

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En el artículo «Reparos á algunas de las noticias y observaciones del Baron de Humboldt»62 encontramos otra referencia a las publicaciones que sobre Humboldt aparecieron en los Anales de Ciencias Naturales. Se trata de fragmentos de una misiva fechada el 19 de agosto de 1804 y remitida a Antonio José Cavanilles por Sebastián José López desde Santa Fe de Bogotá. López se refiere en ella a dos comunicados que Humboldt dirigió desde México a Cavanilles, a la sazón director del madrileño Real Jardín Botánico. Lo había conocido en el transcurso de su estancia en Madrid en la primavera de 1799. Ambas cartas se habían publicado en el año 1803 en los Anales, al hilo de la polémica existente por entonces acerca de la quina. López se pronuncia sobre el conocido debate63, afirmando, en contra de la opinión de Humboldt, que fue él mismo y no el botánico José Celestino Mutis quien descubrió tal sustancia. En su argumentación refuta unas cuantas afirmaciones erróneas de Humboldt64 e insiste en la importancia de discutir y corregir las opiniones y los fallos de un erudito, tanto más cuanto mayor es la autoridad científica que se le atribuye65. Pero las frecuentes referencias a Humboldt no se limitan únicamente a las investigaciones sobre la quina: también abundan en los estudios acerca del vulcanismo. En este sentido hemos de mencionar el trabajo titulado «Nuevas observaciones sobre los volcanes y sus lavas», cuyo autor afirma que en las cartas que Humboldt enviaba desde Perú, éste daba noticia de ciertos volcanes que había visto personalmente; sus descripciones, sin embargo, carecían de suficiente precisión como «para poder formarse por su relación una idea justa de ellos»66. Continúa su crítica citando a Humboldt en repetidas ocasiones, lo que hace suponer que conocía en profundidad las investigaciones que sobre este asunto Ibidem, 1805, vol. II, núm. X, pp. 246-252. Cfr. Joaquín FERNÁNDEZ PÉREZ, José FONFRÍA DÍAZ; Cristina JIMÉNEZ ARTACHO, «Alexander von Humboldt y los árboles de la quina». En: Mari ALVAREZ LIRES et al. (eds.), Estudios de Historia das Ciencias e das Técnicas: VII Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, vol. I, Pontevedra: Diputación Provincial, 2001, pp. 295-312. 64 Variedades de Ciencias, Literatura y Arte, Madrid, 1805, vol. II, núm. X, p. 250 y ss. Más informaciones en: SCHUSTER, 2001, p. 32. 65 Ibidem, p. 246. 66 Ibidem, 1805, vol. I, núm. II, p. 88. 62 63

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realizó el prusiano. De Luc examina minuciosamente otra carta, redactada en México67, a fin de contrastar la veracidad de los datos aportados y, llegado el caso, invalidarlos mediante argumentos, como revela el siguiente ejemplo: Qué idea se habrá formado de los volcanes Mr. Humboldt para persuadirse, que las paredes de sus crateres son rocas naturales? Quando se reflexîona en ello, se conoce fácilmente que no es posible (...)68.

Además de las duras críticas a las que se vieron sometidos los resultados que obtuvo Humboldt en sus investigaciones, llama la atención en estas consideraciones que se estudiaran sus investigaciones con tal fruición y exhaustividad y semejante talante crítico, ya en un momento tan temprano (1805), cuando aún no se habían publicado sus célebres trabajos y no había adquirido aún la importancia que más tarde tendría como autoridad científica a escala europea. En un texto acerca de la labor científica del médico y botánico español Martín Sessé hallamos una alusión al viajero prusiano, con un trasfondo completamente distinto. Al hilo de los estudios que desarrolló aquel en el Jardín Botánico de La Habana se hace referencia, no sin una cierta dosis de orgullo patrio, a un comentario de Humboldt acerca de tal labor científica: (...) el célebre fisico, y famoso viajante varon de Humboldt dice no haber encontrado en ninguna Colonia de las naciones extrangeras más ilustradas, y adictas al estudio de las ciencias naturales, un acopio de plantas tan exquisitas y bien ordenadas69.

En una de las ediciones de esta publicación encontramos también un artículo dedicado en exclusiva a las observaciones volcánicas de Humboldt70, en el que, tras exponer su parecer acerca de ciertas cuestiones científicas, su autor se lamenta de no contar con más escritos del viajero Ibidem, p. 89. Ibidem, p. 90. 69 «Noticia de los trabajos científicos de Don Martin Sessé». En: ibidem, 2. 1804, vol. IV, núm. XXIV, pp. 353-358, aquí: p. 355. 70 «Observación del Baron de Humboldt». En: ibidem, 1805, vol. II, núm. VII, pp. 126128. 67 68

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en español, al tiempo que promete mantener a los lectores de la revista al corriente de sus avances en el terreno científico71: Continuarémos en adelante publicando algunos hechos de este insigne observador, á medida que se vayan dando a luz en los periódicos extrangeros, y creemos hacer en esto un servicio á nuestros naturalistas, tanto mayor, por quanto á pesar de la celebridad y el mérito de este ilustre viajero, todavía no tenemos en castellano sino una obra suya72, que justamente excita el deseo de poseer las demas73.

Llama la atención las múltiples formas en que la publicación Variedades de Ciencias, Literatura y Arte presenta las informaciones relativas a Humboldt, no limitándose a rendir tributo o hacer referencia a su autoridad científica, sino generando, por atípico que fuera, un intenso análisis de sus investigaciones, en el que tenía también cabida la crítica, tanto de sus trabajos como de sus teorías. Esta revista contrastó sus consideraciones con los planteamientos contrarios, sometiendo así a debate las ideas de Humboldt con un talante crítico. Pero por otra parte, también resulta sorprendente que, más allá de todas estas alusiones a su persona, su labor científica y los resultados derivados de la misma, no se mencione al prusiano en dos casos. Mencionaremos en primer lugar un artículo74 en el que se reseña la publicación por esas fechas de un libro firmado por Joachim Heinrich Campe. Se trataba del antiguo preceptor de Humboldt, autor de libros sobre exóticos viajes que marcaron de forma indeleble a su pupilo, según testimonios de éste. Aunque habría sido de esperar que se aludiera en él a Humboldt, no fue tal el caso. No obstante, es aún más llamativa y trascendente la disputa habida entre Josef Chaix e Isidoro Antillón respecto de la medición astronómica de Madrid, discusión que se prolongó, alimentada por nuevos artículos, 71 Propósito que no llegaría a cumplirse, puesto que esta revista dejó de publicarse en ese mismo año (1805). 72 El autor se refiere aquí al trabajo de Humboldt sobre galvanismo: Federico Alejandro Barón HUMBOLDT, 1803. 73 Variedades de Ciencias, Literatura y Arte, Madrid, 1805, vol. II, núm. VIII, pp. 127128. 74 «Biblioteca Geografica, ó Coleccion de viages para la juventud». En: ibidem, 1804, vol. II, núm. VIII, pp. 121-128.

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durante varios números de Variedades de Ciencias, Literatura y Arte75. Aunque aquí se exponen al detalle y contrastan entre sí las distintas mediciones que se llevaron a cabo en este sentido, falta toda información repecto a las propias investigaciones de Humboldt. Por otro lado, esto plantea la cuestión de hasta qué punto y en qué medida se han integrado sus estudios en la ciencia hispana. Por el contrario, en el caso de la localización astronómica de Valencia, de una trascendencia considerablemente menor, Antillón hace referencia a las mediciones obtenidas por Humboldt76. En el periódico literario Minerva o El Revisor General, editado en Madrid por Pedro M. Olivé entre 1805 y 1808 y entre 1817 y 1818, pueden encontrarse informaciones acerca del erudito prusiano. En 1818 publicó un extracto del Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, pero ya en 1807 se presentó el primer volumen del libro de viajes de Humboldt y Bonpland, que contenía un tratado sobre la geografía de las plantas, así como una descripción física de los lugares que visitaron. Esta obra fue profusamente evaluada, siendo considerada como testimonio de la «mas ardiente pasion á las ciencias»; igualmente se encomiaron los amplísimos conocimientos de Humboldt y sus grandes ideas77. Además, se consideraba un gran mérito el hecho de que esta obra hubiera sido escrita con tanta exactitud como elocuencia78 y por último fue calificada como obra de altísima utilidad para todos los estudiosos por mor de los datos precisos referidos a la geografía de América79. Los diferentes volúmenes de este trabajo se ponderaron como «coleccion digna de hallarse en las principales bibliotecas de Europa, como uno de los más preciosos monumentos elevados en honor del ingenio humano»80. Y no sólo se ensalzaron sus tratados científicos, sino también la propia persona de Humboldt: Isidoro de ANTILLÓN, «Observaciones astronómicas, en cuyos resultados se funda la situacion de Madrid en longitud y latitud». En: ibidem, 1804, vol. II, núm. XII, pp. 321-332; Josef CHAIX, «Sobre la longitud y latitud de Madrid». En: ibidem, 1804, vol. III, núm. XV, pp. 129-148; Isidoro de ANTILLÓN, «Sobre la longitud y latitud de Madrid en contestación a Don Josef Chaix». En: ibidem, 1804, vol. III, núm. XVII, pp. 279-290. 76 «Astronomia». En: ibidem, vol. IV, núm. XIX, pp. 33-34. 77 Minerva o El Revisor General, Madrid, 1807, vol. VIII, núm. XCVII, p. 73. 78 Ibidem, p. 78. 79 Idem. 80 Idem, p. 79. 75

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Este ilustre personage, desdeñándose de emplear sus grandes riquezas en los frívolos (...), las destinó desde su temprana juventud al cultivo de las ciencias, en las que ha trabajado con tal ardor, que ha contribuido y contribuye á sus adelantamientos81.

Otra publicación que hace mención del científico en reiteradas ocasiones fue la Crónica Científica y Literaria, publicada en Madrid dos veces en semana a instancias de José Joaquín Mora entre los años 1817 y 1820. La revista estaba financiada por un grupo de comerciantes liberales con conexiones con la francmasonería e intereses comerciales en las Antillas, y comprometida con la difusión de la ciencia en una época marcada por la represión82. Este enfoque económico se refleja también en los dos artículos de Humboldt publicados ya en el primer año de existencia de la revista: «Investigaciones sobre la acumulacion de las riquezas metálicas en Asia»83 y «Por menores sobre el cultivo y comercio del azúcar»84. El número 27 contiene, dentro de la sección Bibliografía extrangera, un «Extracto y jucio» de la obra de Humboldt titulada Vista de las Cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de la América 85 y en el número 36, bajo el epígrafe «Noticias científicas y literarias», se pone en público conocimiento que en aquel momento iba a tocar a su fin —satisfactorio fin— la formidable empresa científica de Humboldt y Bonpland. Se hacía una breve introducción al contenido de su obra, indicándose que en la última sesión de la Academia de Ciencias de París Humboldt había presentado el mapa geográfico del Orinoco86. Pero además se dieron a conocer otros estudios científicos elaborados en aquella época. En 1818, se rendía tributo a la labor realizada por Humboldt en un artículo acerca del Diccionario de ciencias naturales —cuya versión ampliada, en la cual habían colaborado los más reputados científicos de la época, como Cuvier, Geoffroy y Lamarck, se había publicado a la sazón en la capital francesa— de esta guisa: 81 82 83 84 85 86

Ibidem, p. 73. FRAGA VÁSQUEZ; DOSIL MANCILLA, 2001, p. 321. Crónica Científica y Literaria, Madrid, 1817, núm. 4 (páginas sin numeración). Ibidem, núm. 10. Ibidem, núm. 27. Ibidem, núm. 36.

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Para que nada falte de cuanto puede realzar el mérito de una obra de esta especie, los ilustrados viageros Humboldt, Bonnpland (sic) y Raimond suministrarán artículos interesantes sobre los objetos que han observado en sus escursiones87.

Estas palabras ponen de manifiesto el grado de repercusión que había alcanzado el prusiano a nivel internacional al socaire de su expedición a lo largo y ancho del continente americano, que lo convertía en un codiciado colaborador en todos los manuales especializados. No obstante, en esos momento su magna obra sobre América se hallaba justamente en sus inicios. Dentro de la sección Sociedades científicas se reseña el acto de presentación de la primera parte de su informe acerca del reparto del calor terrestre en la Academia de Ciencias de París88. Dos números más tarde, la sección Geología se hace eco de la publicación en la capital francesa de un interesante informe sobre grutas con la firma del prusiano, quien aplica sus teorías a «las muchas y singulares cavernas que ha visto y examinado en el curso de sus viages, cuyas descripciones están escritas con suma elegancia»89. En el Semanario Pintoresco Español, editado por Mesonero Romanos en Madrid entre los años 1836 y 1857, aparecieron más informaciones sobre Humboldt. Esta publicación era conocida por el espacio que consagraba en sus páginas a las biografías de célebres personalidades, así como a la descripción de monumentos hispánicos. En su primer año de andadura presentó un artículo sobre Humboldt junto con una breve descripción de su viaje. Este artículo constituye un auténtico panegírico de su persona, que caracteriza por «su valor, por su generosidad ó por su talento», y por el hecho de haber enriquecido la ciencia «á fuerza de sacrificios»90. Pero centrémonos ahora en algunos exponentes de la prensa barcelonesa91. La revista de signo liberal El Europeo, que publicó Bonaventura Crónica Científica y Literaria, Madrid, 1818, núm. 122. Ibidem, núm. 131. 89 Ibidem, núm. 133. 90 Semanario pintoresco español, Madrid, 1836, vol. I, p. 276. 91 Tales ejemplos han sido analizados por CAMÓS (2002, 2005); las informaciones que incluimos aquí han sido extraídas de este artículo. 87 88

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Carles Aribau entre octubre de 1823 y abril de 1824, destacaba por su presentación sistemática tanto de la ideología como de la temática de la literatura romántica. Encontramos en ella dos alusiones a Humboldt: la primera de ellas, contenida en un artículo sobre «Observaciones sobre la vegetacion» dentro de la sección correspondiente a Botánica, se refiere a sus estudios acerca de la función del oxígeno en el desarrollo de la flora92; la segunda, sin embargo, incluida en la sección de novedades editoriales, se refiere a sus trabajos en el ámbito de la Geología93. También encontramos tributos de esta índole en la barcelonesa El Museo de Familias (1838-1841), revista mensual que publicaba Antonio Bergnes de las Casas y cuya finalidad era hacer accesibles al gran público los avances de la ciencia. En un artículo acerca de la inclusión del género humano dentro del grupo de los seres vivos94, se alude a Cuvier, Blumenbach, Virey y también a Humboldt; años más tarde —en una época en la que en España había empezado a gestarse una cierta predilección por Alemania o se tomaba esta nación como modelo— un estudio acerca de las universidades europeas concederá a este último un lugar entre los grandes científicos alemanes. En las consideraciones referidas a la Universidad de Berlín podemos leer: Aunque una de las modernas, esta universidad, gracias á la solicitud del gobierno cuenta en su seno los hombres más eminentes de Alemania: (...) al enciclopédico de Humboldt (...)95.

Humboldt saldrá también a colación en las páginas de esta revista en relación con uno de los hallazgos técnicos más relevantes de la primera mitad del siglo XIX, el daguerrotipo: Mr. Daguerre ha comunicado y sigue comunicando á MMrs. Arago, Biot y de Humboldt la serie de experimentos y ensayos que ha hecho para llegar al prodijioso resultado que embarga hoy dia á todos los sabios y artistas96. El Europeo, Barcelona, 1823, núm. 8, p. 234. «Noticias literarias». En: ibidem, 1824, núm. 5, p. 160. 94 «Observaciones sobre las principales clasificaciones del género humano». En: El Museo de Familias, Barcelona, 1838, vol. I, p. 241. 95 «De las UNIVERSIDADES de la Alemania y de la enseñanza superior en diferentes partes de Europa». En: ibidem, 1841, vol. V, p. 364. 96 «Noticia sobre el Daguerrotipo». En: ibidem, 1839, vol. II, p. 468. 92 93

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Esta alusión no es en absoluto baladí por cuanto demuestra que Humboldt era uno de los científicos radicados en París en los que Daguerre había depositado no sólo su confianza sino también su consideración, hasta el punto de confiarle los secretos de sus nuevas técnicas97. El Album Pintoresco Universal es el título de otra revista ilustrada que se publicó en la Barcelona de los años 1841 a 1843 con una periodicidad bisemanal y cuyo subtítulo («Colección de artículos relativos a toda clase de ciencias y artes; parte recopilados de las obras europeas más acreditadas, y parte originales escritos por los principales escritores españoles») pone de manifiesto la finalidad que perseguía. En la descripción de un fósil se pone de relieve la labor pionera de Humboldt en el campo de la Ecología, disciplina que establece una conexión entre las peculiaridades físico-químicas de un entorno y los organismos que en él habitan: Uno de los títulos más gloriosos de Mr. Humbold (sic) es el de haber sido quien mejor ha dado á conocer las infinitas variaciones, que segun la diferencia de climas y lugares presentan las causas externas de la existencia de los seres organizados bajo todas las zonas, y haber fijado de una manera exacta el grado de influencia que tales variaciones ejercen en la vida de los seres á ellas sometidos98.

El Museo Universal 99 era una revista «de ciencias, literatura, industria, artes y conocimientos utiles. Ilustrado con multitud de laminas y grabados por los mejores artistas españoles», publicada en Madrid entre los años 1857 y 1869 y de amplia difusión en los hogares españoles de la clase media burguesa. Se refleja en ella con toda claridad el ambiente cultural que se respiraba en el último decenio del reinado isabelino, caracterizado tanto por rasgos de sensibilidad romántica como por una mentalidad positivista100. En el número correspondiente al año 1859 encontramos una necrológica sobre Humboldt101, en la que, en tono laudatorio, se le califica CAMÓS, 2005, p. 95. «Fosil anti-diluviano. Descripcion de la cabeza del dinotherium gigantem». En: El Album Pintoresco Universal, Barcelona, 1842, vol. II, p. 84. 99 Sobre esta publicación cfr. Elena PÁEZ RÍOS (ed.), El Museo Universal (1857-1869). Madrid: CSIC, 1952. 100 LÓPEZ-OCÓN, 2001, p. 339. 101 El Museo Universal, Madrid, 15 de mayo de 1859, p. 79. 97 98

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de: «hombre científico de reputacion universal», «nestor de la ciencia», y «nuevo Colon». En 1869 hallamos referencias al hecho de que el Ayuntamiento de Berlín deseaba rendir homenaje a su hijo predilecto erigiendo un monumento en su honor o dando su nombre a un nuevo parque de la ciudad102. En esta revista, publicada por un catalán radicado en Madrid, Gaspar y Roig, colaboraban también algunos científicos, como por ejemplo el astrónomo José Genaro Monti, muy comprometido con la difusión de esta disciplina científica y que citaba a menudo la obra de Humboldt. Dado que en el momento de su publicación el prusiano ya no vivía, los artículos de Monti constituyen una prueba de cómo se recibió a Humboldt en los medios españoles durante los años inmediatamente posteriores a su muerte. En un artículo dedicado al catalán Juan Güell i Renté, por ejemplo, Monti subraya la importancia de Humboldt en la popularización de la ciencia: Con estos trabajos llegaron las ciencias á un alto grado de perfeccion, pero (...) no se popularizaron hasta que Alejandro de Humboldt, en nuestro siglo, dando una nueva y acertada direccion a todos los conocimientos y encaminando las ciencias por nunca hollados derroteros, despojó de su aridez á la observacion científica, presentando el resultado de la contemplacion física del mundo á la inteligencia de todos a una exposicion clara y estética103.

A continuación formula de manera aún más explícita la posición tan destacada que dentro de la ciencia concedía al erudito prusiano por mor de su extensa obra vital: El talento de este célebre naturalista era verdaderamente incomparable. En todos los ramos de las ciencias exactas, físicas y naturales trabajó sin descanso: en todas descubrió nuevos fenómenos, explicó nuevos hechos, reveló nuevas verdades; y estudiando los fenómenos que se verifican en nuestro planeta y en su atmósfera, creó la meteorología, la geografía vegetal, la climatología, la hidrografía y la geografía física, ciencias que por su profunda importancia no sólo hacen la apología de Humboldt, sino que lo colocan á una altura estraordinaria104. Ibidem, 18 de julio de 1869, p. 231. «Astronomía. Al ilustrísimo señor don Juan Güell y Renté». En: ibidem, 28 de diciembre de 1867, p. 410. 104 Idem. 102 103

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Otra publicación clave para la recepción de Humboldt es La Abeja, publicada en la ciudad condal por Antonio Bergnes de las Casas105 entre otros. De vocación científica y literaria, iba dirigida a un público eminentemente intelectual. Si bien apareció entre los años 1862 y 1870, es decir, tres años tras el fallecimiento de Humboldt, la presencia de éste se deja sentir de forma constante. Ello se debe a que los editores se habían propuesto —como revela el subtítulo de la publicación: «Extractada de los buenos escritores alemanes»— informar en España acerca del desarrollo de la cultura y ciencia alemanas, estableciendo así un acceso directo a las obras alemanas y eludiendo de paso las traducciones francesas. Se entiende por ello que Humboldt catalice toda la atención, por ser uno de los representantes más significativos de la ciencia germana de la época. Nuevamente se hacía referencia al papel fundamental que desempeñó Humboldt en la disfusión de la ciencia. En este sentido afirma Bergnes en su introducción lo siguiente: No puede negarse que á tan lisonjero resultado ha contribuido en gran manera el ejemplo de Alejandro de Humboldt, cuyas Representaciones a la Naturaleza, y cuya obra más reciente, El Kosmos, hermanan, con la hermosura de la forma y la viveza del colorido, tanto valor intrínseco, tanta ciencia, y, por decirlo en una palabra, tanta filosofía106.

En este mismo número encontramos también una detallada necrológica de Humboldt firmada por Juan Font i Guitart107. Aunque ya habían transcurrido tres años desde la muerte del científico, el autor del obituario se sintió motivado a rendir su particular homenaje al erudito mundialmente conocido: Y cómo pudiera mantenerse silenciosa entre el luto universal y la universal alabanza nuestra publicacion, que es un destello de su lumbre, puesto que á su grito se alzaron, y á su semejanza se formaron todos aquellos escritores cuyas obras son ricos venenos que á beneficio del público español esplotamos? ¿Cómo pudiéramos callar, cuando se cierra la tumba sobre los restos de aquel que fue creador y cabeza de las ciencias populares, que la Abeja, está destinada á propagar en nuestro suelo?108 Se encontrarán más informaciones acerca del editor en SCHUSTER, 2001, pp. 55-56 y en CAMÓS, 2002. 106 La Abeja, Barcelona, vol. 1, 1862, p. 1. 107 Ibidem, pp. 121-138. 108 Ibidem, p. 123. 105

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Este artículo refleja a la perfección la recepción de Humboldt en los círculos germanófilos españoles a los pocos años de su fallecimiento. En fragmentos como el que a continuación recogemos son evidentes la idealización y heroización incondicionales que se atribuyen al prusiano: Humboldt había llegado á aquella altura de tan pocos alcanzada. superior á toda consideracion de partido, de nacionalidad, de religion; objeto de la admiracion del mundo, que ya en vida gozan de la inmortalidad reservada á su nombre109.

O también: Ni en la antigüedad, ni los siglos modernos presentan el ejemplo de un varon tan completo, de un ánimo más levantado, de un espiritu más poderoso110.

Tras este obituario aparecen otros dos artículos de Font i Guitart sobre Humboldt. El primero de ellos acerca al público una carta que el científico había enviado al historiador y lexicógrafo Ferdinand Höfer en el año 1858 y que hacía referencia a una semblanza de Humboldt escrita por Höfer para la Biographie Générale111. Humboldt aludía en su carta a determinados aspectos de esa biografía y expresó su deseo de que se modificaran ciertos pasajes, puesto que, en su opinión, resultaban excesivamente elogiosos dada la amistad que les unía112. El motivo de la publicación en una revista española de una carta como ésta, que no guardaba relación alguna con España, ni con la expedición americana de Humboldt, ni siquiera con sus hallazgos científicos, ha de buscarse en el afán de Font i Guitart por transmitir una imagen absolutamente positiva del célebre científico alemán, al que adornaban las virtudes de la humildad y la nobleza de carácter en el cénit de su carrera. Así lo formula él en su introducción a esta carta: No dudamos que todos leerán con placer y respeto estos renglones, trazados por aquella mano firme, no helada por el soplo de noventa inviernos, estas Ibidem, p. 122. Ibidem, p. 137. 111 Ferdinand HÖFER, «Humboldt, Frédéric-Henri-Alexandre». En: Nouvelle Biographie Générale. Vol. 25. Paris: Holst-Irwin, 1861, pp. 510-525. 112 La Abeja, Barcelona, vol. 1, 1862, pp. 139-140. 109 110

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palabras emanadas de un corazon entero y sencillo. ¿A quién no ha de prendar y cautivar tan acendrada modestia unida á méritos tan esclarecidos?113

El tercer artículo de Font i Guitart, titulado «Humboldt y el Austria», revela también idéntico interés. En él comunica al lector que según la prensa francesa habían aparecido informaciones injuriosas hacia la persona de Humboldt en ciertos periódicos austriacos, mediante las cuales se ponían en entredicho tanto su mérito como su celebridad114. En medios afines se comparaba la actitud atribuida a la prensa austriaca con el carácter magnánimo del gobierno francés, que el mismo día de la muerte de Humboldt ordenó erigir un monumento en su memoria. El autor formula una defensa vehemente de los pueblos austriaco y alemán, así como de la orientación de sus medios, escribiendo que estos carecían de todo motivo para obrar en tal sentido, de forma que no había razón para dar credibilidad a las inculpaciones vertidas por la prensa francesa. Se trataba más bien de intereses creados en torno a su obra, tras los cuales se escondían ambiciones políticas, pero muy especialmente las tensiones entre Francia y Alemania existentes en aquella época. Se muestra además extremadamente airado ante la instrumentalización que se hacía de Humboldt, ya finado, con el propósito de dirimir conflictos nacionalistas: Da grima el ver como así se prostituye el sagrado ministerio de la prensa; como las irritadas pasiones políticas no vacilan en profanar el nombre de un varon eminente para convertirlo en instrumento de viles maquinaciones, en tocar con mano limpia á las cenizas de un héroe de la humanidad para lanzar sobre todo un pueblo inmerecido baldon. Se abusa de su nombre para sembrar odios y rencores, para exasperar aun más los ánimos, harto acalorados ya, ¡él, que sólo anheló amor y armonia! ¡No se confundan los sentimientos de los pueblos con la política de los gobiernos! no se quiera acorralar en los cuarteles el espíritu nacional!115

Las consideraciones de Font i Guitart tienen especial relevancia en las cuestiones que estamos tratando, ya que ponen de manifiesto una tendencia dentro de la recepción humboldtiana que en años posteriores cobraría más actualidad y que lamentablemente aún hoy se sigue percibiendo: la 113 114 115

Ibidem, p. 139. Ibidem, p. 140. Ibidem, pp. 140-141.

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instrumentalización de Humboldt y la interpretación de sus escritos en función de los propios intereses políticos o ideológicos. En el Diario de Barcelona116 encontramos otra reacción más a la muerte de Humboldt. El día del óbito se publicó en la sección «Partes telegráficos particulares» una noticia referida a la orden que se había dado en la capital francesa de erigir un monumento a Humboldt en el Museo de Versalles117, sin mencionarse su defunción. Cuatro días después se informa acerca de su entierro en Berlín, así como del levantamiento de una estatua conmemorativa en Versalles, apuntándose también que se trataba del primer ciudadano extranjero en obtener un lugar de honor junto a los próceres de la patria118. Hasta el día 19 de mayo no se publicó una necrológica detallada, cuyas últimas palabras reproducimos a continuación: M. Humboldt ha escrito multitud de obras que justifican los títulos que se le han dado de «creador de la geografía comparada», y de «renovador universal de las ciencias naturales»119.

En el caso del periódico granadino La Alhambra (1839-1924), otra publicación de difusión regional, en los meses de mayo y junio de 1859 no apareció ninguna reseña sobre el fallecimiento de Humboldt; no obstante, este medio dedicado a la información general escribió sobre su persona en dos ocasiones: al publicar el conocido comunicado, en el que rogaba que se le escribieran menos cartas120 y al mencionar la venta de la biblioteca humboldtiana121.

III.1.2.

Prensa de signo liberal

Las primeras referencias de la prensa española en el exilio londinense al científico prusiano se encuentran en un periódico que ya se ha citado en estas páginas, El Español 122. Ambas reseñas son las únicas que hemos ha116 117 118 119 120 121 122

Cfr. CAMÓS, 2005, p. 97. Diario de Barcelona, Barcelona, 1859, núm. 130, p. 5054. Ibidem, núm. 134, pp. 5177-5178. Ibidem, núm. 136, pp. 5364-5366. La Alhambra, Granada, 11 de mayo de 1859, sección «La gazetilla». Ibidem, sección «Correo extranjero». Cfr. capítulo III.1.1.

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llado en el desarrollo de esta investigación. No hemos localizado, sin embargo, referencias a sus trabajos sobre Cuba123. Al margen de lo anterior, las informaciones que brinda la prensa del exilio sobre su persona distan mucho de las de los medios moderados, en los cuales se publicaron primordialmente aquellas cartas en las que se mostraba extraordinariamente diplomático y agradecido para con el gobierno español. Por el contrario, la prensa de signo liberal presenta las descripciones que hizo Humboldt de aquellos países. En ellas, el erudito se pronunciaba en tono crítico acerca del sistema colonial instaurado en el Nuevo Mundo por los españoles. Como se podrá comprender, tal circunstancia se explica por el hecho de que, al tratarse de una revista opositora del exilio, no tenía por qué mostrar especial consideración hacia las estructuras de poder españolas. Unos años más tarde inició su andadura la revista mensual El Español Constitucional: ó Miscelanea de Politica, Ciencias y Artes, Literatura etc. Publicada en Londres entre los años 1818 y 1820, gozó de una posición destacada entre los medios liberales por su vocación política y de representación de los Comuneros124. En el primer volumen del año 1818 hallamos dos artículos con referencias de índole estrictamente científica: en el primero de ellos, titulado «Historia Natural-Botánica» se apunta que un tal Hooker ha publicado una obra acerca de especies vegetales raras y poco conocidas, a las que se añaden los ejemplares recogidos por Humboldt y Bonpland en Sudamérica125; en el segundo, se reseñan las investigaciones desarrolladas por Humboldt en este terreno bajo el título «Botánica»126. La publicación Variedades o Mensajero de Londres (1823-1825) recoge en 1823 otros aspectos bien distintos sobre la figura de Humboldt. En el artículo titulado «Noticia biográfica de Don Simon de Bolivar» leemos lo siguiente: «Entre las ventajas que le proporcionó este viage no debe pasarse por alto el trato y amistad de los célebres filosofos Humboldt 123 Como tendremos ocasión de ver en el capítulo III.3 con más detenimiento, la administración española en las colonias prohibió esta obra inmediatamente después de que apareciera su traducción al español en el año 1827 por contener comentarios de corte crítico acerca del fenómeno de la esclavitud, sumamente extendido en Cuba. 124 SANZ, 1995, p. 86. 125 El Español Constitucional: ó Miscelanea de Politica, Ciencias y Artes, Literatura etc., Londres, 1818, vol. I, p. 133. 126 Ibidem, pp. 189-190.

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y Bonpland, en cuya compañia hizo algunos viages»127. Estamos por lo tanto ante dos nuevas facetas de la imagen que la prensa española creó de Humboldt: por una parte la consideración de ambos viajeros como filósofos, y por otra, lo que es aún más significativo, el establecimiento de un nexo de unión entre Humboldt y Bolívar. La relación de Humboldt con el movimiento independentista latinoamericano sólo podía verbalizarse en la prensa del exilio: la mera alusión a este mito en los medios escritos de la España absolutista habría sido inconcebible. Por último, en un breve apéndice titulado «Patriotismo del celebre Humboldt» al final de este volumen se relata cómo Napoleón Bonaparte había propuesto al prusiano en más de una ocasión que le vendiera su magna colección naturalista para ampliar los fondos del Musée de Paris. Sin embargo, haciendo oídos sordos a los ruegos del corso, Humboldt donó su colección al Museo de Berlín128. También podemos encontrar varias alusiones a Humboldt en la hoja Ocios de Españoles Emigrados, publicada con periodicidad mensual entre abril de 1824 y octubre de 1826 y trimestral entre enero y octubre de 1827 y dedicada a divulgar «observaciones y anécdotas selectas de historia literaria, económica y política de España»129. En el epígrafe «Estadistica Americana» del primer número correspondiente al año 1825 se apunta la necesidad de disponer de datos sólidos y fiables sobre la población americana: (...) solo ha podido adquirirlo un hombre, que á la instruccion mas extensa reúne la imparcialidad mas severa: un hombre, cuyos estudios, dirigidos por un espiritu elevado, y por el hábito de escudriñar, se ha consagrado constantemente á este género de investigaciones: un hombre en fin, que con solo nombrarse puede alejar la desconfianza, y responder de antemano á todos los reparos. Ya está dicho que este es el Señor Alejandro Humboldt130.

Otro de los periódicos que ensalzaron la figura de Humboldt fue el Museo Universal de Ciencias y Artes (1825-1826). En la siguiente cita, extraída del primer volumen del año 1825, los editores revelan el que consideran su deber: mantener a los lectores informados de los avances científicos logrados por el célebre prusiano: 127 128 129 130

Variedades o Mensagero de Londres, Londres, 1823, vol. I, núm. 1, pp. 1-2. Ibidem, vol. II, p. 198. LLORENS, 1968, p. 303. Ocios de Españoles Emigrados, Londres, 1825, vol. III, p. 489.

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El nombre del Baron de Humboldt es tan conocido en todo el mundo civilizado, y tan celebre en los países a cuya instruccion dedicamos nuestros trabajos, que nos creemos constituidos en la obligacion de darles las producciones que aquel sabio observador de la naturaleza vaya sucesivamente dando a luz131.

En efecto, tal propósito se cumplió a pies juntillas: el «Ensayo Geognostico sobre la Colocacion de las Rocas en los dos Hemisferios», que llevaba su firma y se distinguía por su enfoque y conclusiones novedosos, vio la luz en esta publicación. En la sección Química de ese mismo volumen apareció un tratado con el título «Analisis del agua de Rio Vinagre, en los Andes de Popayan, por don Marino Rivero, con ilustraciones por el Baron de Humboldt»132. Los hallazgos de Humboldt en el campo de la Botánica se pusieron de manifiesto en el «Estracto de una memoria sobre la palma de cera», en el que se hace referencia al hecho de que «los célebres botánicos Humboldt y Bonpland» habían bautizado esta planta con el nombre de ceroxilon133. El Instructor o repertorio de historia, bellas letras y artes, aparecido entre los años 1834 y 1841, recoge en el artículo «Origen, progreso y estado actual de correos», incluido en su segundo volumen, numerosas alusiones de diversa naturaleza a Humboldt, ilustradas con un grabado extraído de su obra Vues des Cordillères134. En números posteriores se incluye una sección titulada «Noticias de M. Humboldt» en la que de forma continuada se informa acerca del prusiano, en el tono laudatorio que recogemos seguidamente: Jamas salió al teatro del mundo un viajero mas adornado con todos los caracteres que constituyen un perfecto investigador como Humboldt. Enriquecida su mente con un conocimiento muy considerable de astronomia, fisiologia, botánica, química, mineralogía, y bellas letras, nada podia escapar á la comprehension de su genio en los tres reinos de la naturaleza. Su caracter franco y amable le ganaba una acojida favorable entre todas las clases del pueblo; su zelo y genio emprendedor le llevaba á las cumbres mas elevadas de los Andes, del mismo modo que á las escavaciones mas profundas de la Museo Universal de Ciencias y Artes, Londres, 1825, vol. I, p. 63. Ibidem, pp. 140-144. 133 Ibidem, p. 357. 134 El instructor o repertorio de historia, bellas letras y artes, Londres, 1835, vol. II, núm. 21, pp. 257-265. 131 132

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tierra (...): mientras que una agilidad de cuerpo estraordinaria, unida á una resolucion de ánimo singular, le hacian vencer todo obstáculo sin esfuerzo alguno aparente135.

Seguidamente se revisa de forma somera la formación de Humboldt, la trascendencia de su obra y su expedición americana, poniéndose de relieve que ningún otro científico había sido capaz de reunir nunca tantos datos de utilidad como los que brindaron Humboldt y Bonpland a su regreso a Europa, al «altar de las ciencias»136, dejando claro también que es imposible menoscabar la actividad y el entusiasmo del «filósofo prusiano» y del botánico galo137. El relato de viajes finaliza con la llegada de ambos viajeros a Callao, si bien en el siguiente número aparece una «Continuacion de las noticias de Humboldt», que retoma la narración del viaje sin escatimar elogios: A Humboldt, pues, se debe el honor de haber desvanecido en gran parte las tinieblas en que los Europeos, y aun los mismos Americanos, estaban con respecto á aquellas partes las más importantes del Nuevo Mundo. Seria casi imposible dar una idea del vasto caudal de inteligencia é informacion util contenidas en las obras publicadas por estos viajeros á su vuelta á Francia. Humboldt, con respecto á la historia natural, nos ha instruido mas con sus observaciones, durante solo cinco años, que todos los viajeros que le precedieron (...)138.

A continuación se presentan sus obras y se detallan las novedades habidas en la actividad de Humboldt y Bonpland tras su regreso de América. En otro artículo titulado «Noticia de las principales montañas del mundo» pueden encontrarse diversas citas de Humboldt, así como observaciones y cálculos de carácter general efectuados por él mismo139. En un artículo que lleva por título «Indios bravos de ambas Americas»140 hemos localizado referencias a una faceta de Humboldt que aún 135 136 137 138 139 140

Ibidem, 1834, vol. I, núm. 6, p. 170. Ibidem, p. 171. Ibidem, p. 172. Ibidem, núm. 7, p. 195. Ibidem, pp. 202-209. Ibidem, pp. 246-250.

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no hemos mencionado: sus estudios etnológicos. También en este ámbito se le considera una autoridad: El Barón de Humboldt tan distinguido como viajero y filólogo cuanto lo es en las ciencias naturales, atribuye la diferencia de lenguas á la naturaleza y configuracion del suelo, la fuerza de la vegetacion, y á la repugnancia que tienen los montañeses debajo de los trópicos á exponerse a los rayos abrasadores del sol; todo lo cual considera él como otros tantos obstáculos para la comunicacion, contribuyendo así á la grande variedad de los dialectos americanos141.

Una página más delante escribe el autor: Las investigaciones filosóficas de Humboldt y otros, prueban satisfactoriamente que prevalece una grande analogía entre los mejicanos y peruanos no solo en su lengua, costumbres, astronomía, arquitectura, mitologia y sistema jeroglífico, sino en su formacion orgánica (...)142.

En otro artículo de esta misma revista, titulado «Geografía Física»143, se le retrata como autoridad competente en este terreno, aunque esta vez sin talante panegírico, al tiempo que se comentan sus investigaciones y se presentan sus mediciones en este campo.

III.1.3.

Interpretación

De los datos que acabamos de exponer se desprende en primer lugar que el análisis de la imagen de Alexander von Humboldt en la prensa española puede considerarse como un método eficaz para estudiar la repercusión que tuvieron en España sus diferentes facetas. La prensa escrita refleja tanto el sentir de la opinión pública, como la instancia que dio forma a tales creencias. A la luz del análisis llevado a cabo en las páginas precedentes, podemos colegir de manera sumaria que el interés que mostraba España por este investigador bien puede haber sido menor que el de otros países, muy especialmente las repúblicas americanas recién fundadas. Pese a todo, las alusiones diversas a Humboldt no han sufrido variaciones. 141 142 143

Ibidem, 1840, vol. VII, núm. 80, p. 248. Ibidem, p. 249. Ibidem, 1835, vol. II, núm. 24, pp. 355-359.

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Los comentarios que han podido encontrarse en el trascurso de esta investigación pueden dividirse grosso modo en las siguientes categorías: artículos de índole científica (en los que se citan los resultados emanados de sus investigaciones), artículos de índole objetiva (que versan sobre su persona y sus actividades) y, por último, artículos de talante apologético, sin referencias concretas. Estos últimos contribuyen más a la glorificación del científico prusiano que a la divulgación de información. La imagen que los medios transmiten de un individuo es sumamente esclarecedora, ya que permite descubrir los distintos intereses subyacentes. De esta forma, hay dos cuestiones capitales que conformarán la base de nuestra interpretación: • ¿Qué aspectos de la persona de Humboldt, de su vida y de su obra se reflejan en las publicaciones objeto de estudio y qué informaciones se consideran suficientemente relevantes como para ser publicadas? • ¿Qué facetas se omiten? ¿Se trata en este caso de informaciones que simplemente carecen de la suficiente trascendencia o por el contrario existen otros intereses que impiden que salgan a la luz ciertas informaciones? Hemos de tener presente en todo momento que ambas cuestiones nos brindan valiosos indicios, ya que la suma de los dos aspectos conforman la imagen que se desea transmitir de una determinada persona. Es de sobra conocido que la prensa no sólo es testigo de los cambios que se producen en la política, sino que además se halla estrechamente vinculada a la situación política que atraviese un país en un determinado momento. A la hora de analizar las modificaciones que en este sentido se dan en un determinado período de tiempo, es imprescindible tener también en cuenta el contexto sociopolítico en el cual aparecen tales publicaciones. El sistema político vigente en ese momento es también de suma importancia, ya que determina el grado de libertad de prensa y el alcance y contenidos de la censura. No menos importante es conocer también la filiación política de las diversas publicaciones, ya que nos proporciona pistas acerca del interés que puede haber por defender un determinado punto de vista. Una conclusión a la que hemos llegado es que en España tuvieron mucha más repercusión los estudios científicos de Humboldt, así como los resultados derivados de los mismos, que su propia persona. La prensa 177

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española del momento siempre se hizo eco tanto de su expedición a las Américas y su regreso a Europa, como de la época durante la cual recompuso los apuntes que había tomado durante el viaje y de la publicación de su obra; sacó a colación incluso algunos de los trabajos que publicó con anterioridad a su viaje. En el mundo científico también era considerado como un punto de referencia fundamental y se le hacía partícipe de diversos debates. Merced a su orientación científica y su metodología, muy adelantada a su tiempo, Humboldt logró ser percibido no sólo como mito científico, sino, en un sentido más amplio, como mito del progreso y la modernidad, de esa corriente, por tanto, que hunde sus raíces en su misma época. Por el contrario, su representación como persona fue sólo parcial. La prensa española no refleja la vertiente política de su actividad o sus ideas, ni tampoco recoge informaciones acerca de otros aspectos de su vida privada. Se presentaba a Humboldt prácticamente sólo como científico. Sin embargo, dentro de su labor investigadora se ponían de relieve sus publicaciones en el ámbito de la geografía —especialmente las referidas a la medición de la situación o la altura de diversos enclaves—, y sus trabajos en el campo de la botánica. La diferenciación entre la prensa de signo moderado y la de signo liberal proveniente del exilio nos permite llegar a las siguientes conclusiones: • La prensa del exilio monopoliza las referencias existentes a los aspectos políticos de su obra y es el único espacio en el que se apunta la conexión entre Humboldt y Bolívar. • La prensa de signo moderado subraya en diversas ocasiones la relevancia de España dentro del proyecto del prusiano y recalca por un lado la enorme deuda de gratitud que tenía con la Corona española por la protección y ayuda que ésta le habría brindado y, por otro, la forma en que dio muestras de su agradecimiento a lo largo de toda su vida. • De los trabajos realizados por Humboldt en las fases previas a su expedición se hace eco únicamente la prensa moderada. También hemos tenido oportunidad de constatar que no sólo existe una diferencia considerable entre la imagen de Humboldt que transmite la prensa liberal y la que traslada la prensa moderada, sino que su presencia mediática varía también en función de las diferentes regiones de España. Fuera de Madrid, con excepción de Barcelona, son muy pocas 178

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las revistas que trataron en sus páginas la figura del prusiano. Este hecho se explica, además de por la posición dominante que tenía Madrid en todos los sentidos como capital del reino, por la importancia que tuvo esta ciudad en los prolegómenos científicos y administrativos de su proyecto investigador: en ella había establecido contactos tanto científicos como políticos, relaciones que en parte seguiría manteniendo incluso tras su viaje. A buen seguro estos vínculos personales fueron muy provechosos a la hora de acrecentar el interés por su trayectoria posterior. A ello sin duda contribuyó la circunstancia de que, en contraprestación por la concesión del permiso para realizar su expedición, se comprometió a enviar con regularidad colecciones de naturaleza mineralógica y botánica a las instituciones científicas españolas. Como tendremos ocasión de comprobar, cumplió con su compromiso144, algo que tendría siempre presente. La recepción de Humboldt por parte de la prensa madrileña estaba asociada en primer término con su expedición americana y difería mucho de la imagen que se tenía de él en Barcelona. Como explicaremos más adelante145, en la ciudad condal era mucho más conocido por sus trabajos sobre galvanismo, realizados con anterioridad a su expedición. En la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona había un claro interés por estos trabajos suyos, de tal manera que en los primeros años del siglo XIX ya circulaba en Barcelona la imagen de un investigador que había desarrollado investigaciones sumamente esclarecedoras acerca del galvanismo146. Sin embargo, habrían de transcurrir tres décadas para que la prensa escrita barcelonesa volviera a referirse a él en sus páginas, esta vez en relación a la autoridad que había adquirido en diversos ámbitos de la ciencia. Llama la atención el hecho de que no hayamos podido localizar ninguna referencia a su expedición americana durante el desarrollo del viaje y en los años inmediatamente posteriores. A mediados de siglo, empero, los resultados científicos fueron adquiriendo una relevancia mediática cada vez mayor. Con motivo de su muerte se publicaron diversas necrológicas de profundo reconocimiento y pasados los años el erudito prusiano siguió estando presente en la prensa barcelonesa. Por otro lado, lo más peculiar 144 145 146

Cfr. capítulo III.4. Más consideraciones al respecto en el capítulo III.3. CAMÓS, 2005, p. 90.

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de la imagen que imperaba de él en la ciudad condal es el hecho de que la recepción de su persona se hallaba siempre íntimamente relacionada con el marcado interés que allí había por Alemania, de modo que Humboldt se consideró siempre como ínclito embajador de la cultura alemana. Por otra parte, la recepción del científico prusiano por parte de la prensa española atraviesa por distintas fases. Los períodos que detallamos a continuación presentan rasgos específicos: El primer de ellos comprende los años de preparación y de ejecución de su célebre expedición, así como los inmediatamente posteriores. Humboldt era un científico novel que había conseguido llamar la atención de la opinión pública con un viaje que prometía ser espectacular en muchos sentidos. Así se despertó también el interés por sus trabajos precedentes. Además, con el tiempo había logrado crear una red de contactos muy importantes en el mundo científico, a pesar de que aún no había escrito ninguna de sus obras más señaladas. De modo que las referencias de esta época, al margen del interés que despertaron en Barcelona sus anteriores investigaciones, se circunscriben mayoritariamente a su expedición, a las observaciones concretas que efectuó durante la misma o a los primeros frutos de sus investigaciones. La segunda fase estaría constituida por sus últimos años de estancia en París y su etapa berlinesa, durante los cuales Humboldt sin duda había pasado a ser uno de los más afamados científicos de la época. Entretanto sus obras más importantes ya habían sido publicadas y traducidas a varios idiomas, asegurándose así su difusión por numerosos países, y por otro lado, ya había pronunciado sus disertaciones científicas en la Universidad de Berlín y en la Academia de Canto (Singakademie), lo que le proporcionó una gran popularidad en amplios círculos de la población. Y por último, estaba gestándose también su obra de madurez, el Kosmos, síntesis de su vida como investigador. Todo esto repercutió en la manera como fue retratado por los medios de comunicación españoles. En la mayoría de los casos se apela a él como autoridad científica a fin de apuntalar una afirmación o el resultado de una determinada investigación. Su mérito no radicaba ya en haber llevado a término su proyecto americano, sino en su relevancia para el desarrollo de las ciencias. De ahí que actuara de consejero en otras cuestiones de índole científica, tal como ocurrió en el caso del daguerrotipo. Estas publicaciones no tienen una orientación estrictamente científica, sino que se trata también de revistas con información miscelánea. 180

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Por último, a partir de sus últimos años de vida puede percibirse una cierta idealización o glorificación, que tras su deceso dio paso a una auténtica mitificación de su persona. Ya no es considerado como el científico viajero o como el autor de una relevante obra científica, sino como un mito de la ciencia, emulado por numerosos investigadores. Los artículos que se publican sobre él y las referencias a él tienen en muchos casos el solo propósito de agrandar su fama, sin aportar informaciones concretas o novedosas. Buen ejemplo de ello es el tenor de las necrológicas aparecidas tras su fallecimiento en diversos medios escritos.

III.2.

MODOS

DE PERCEPCIÓN DENTRO DEL MUNDO CIENTÍFICO

E INTELECTUAL

¿De qué manera percibían a Humboldt los científicos e intelectuales españoles? Para dar respuesta a esta cuestión era recomendable ampliar el período objeto de estudio hasta los albores del siglo XX, a fin de analizar la repercusión de su persona y su obra, especialmente en las primeras décadas posteriores a su muerte. La metodología que hemos adoptado para tal análisis se fundamenta en una presentación sistemática de los modos de percepción que podemos encontrar en este círculo social, muy divergentes entre sí. A fin de mostrar mediante ejemplos concretos la diversidad de orientaciones existente, se han estudiado detenidamente los textos de los siguientes autores: Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912)147, Marcos Marcelino Menéndez y Pelayo, filólogo y naturalista, nació en Santander en 1856, donde también acabaría sus días en 1912. Está considerado como el científico y escritor español más relevante e influyente del siglo XIX. Tras iniciar sus estudios en su ciudad natal, visitó las universidades de Barcelona y Madrid para ampliar luego su formación en Portugal, Francia e Italia. Con sólo 21 años de edad obtuvo la cátedra de Literatura en la Universidad Central de Madrid. Tres años más tarde, en 1881, ya era miembro de la Real Academia Española de la Lengua, y poco después pasó a formar parte también de la Academia de Historia. En 1898 fue nombrado Director de la Biblioteca Nacional de Madrid. En 1881 publicó su Historia de los heterodoxos españoles, una de las obras clave dentro de la historiografía española. A ella siguieron numerosas publicaciones y estudios críticos en el ámbito de la Historia y la Filosofía (Historia de las ideas estéticas, Orígenes de la novela, Antología de poetas líricos españoles, Estudios sobre el teatro de Lope, Historia de la poesía hispanoamericana). 147

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Jiménez de la Espada (1831-1898)148, Ramón de La Sagra (1798-1871)149, Miguel Rodríguez Ferrer (1815-1889)150, Ramón de Manjarrés y de Bofarull (1827-1918)151 y José Rodríguez Carracido (1856-1928)152. 148 Marcos Jiménez de la Espada, naturalista, viajero, erudito y escritor, nació en 1831 en Cartagena y murió en 1898 en Madrid. Entre los años 1862 y 1865 participó en la Comisión Científica del Pacífico, expedición científica que recorrió distintas regiones de América con el propósito de reunir colecciones naturalistas para el Museo Nacional de Ciencias Naturales y el Real Jardín Botánico de Madrid. Años más tarde Jiménez de la Espada trabajó en ese mismo museo, así como en la Universidad de Madrid. Reelaboró los resultados obtenidos tras su expedición en numerosas publicaciones. Fue uno de los miembros fundadores de la Sociedad Española de Historia Natural (1870) y de la Sociedad Geográfica de Madrid (1875) y en 1877 fue nombrado director de la Asociación Española para la Exploración de África. 149 Ramón de La Sagra (1798-1871), coruñés de nacimiento, terminó sus días en Suiza. Adquirió renombre como naturalista y economista. Tras concluir sus estudios universitarios en Madrid, fue nombrado director del Jardín Botánico de La Habana en 1820 y profesor de Botánica en la universidad de esa misma ciudad. Entre 1832 y 1835 recorrió los Estados Unidos de América, para regresar luego a su país natal. Durante su estancia en Cuba se dedicó especialmente al estudio de la flora autóctona y a la elaboración de una historia natural de la isla. En los años siguientes se aplicó a su labor editorial, publicando diversas revistas y una ambiciosa obra titulada Historia económico-política y estadística de la isla de Cuba. 150 Este naturalista sevillano comenzó su actividad docente en la universidad hispalense tras concluir sus estudios de Derecho y Teología. A partir de 1838 estuvo vinculado al ejército, desempeñando diversas funciones, hasta que en 1843 el gobierno lo destinó a Cuba en misión de estudios, para ayudar en la elaboración del Diccionario Geográfico de Pascual Madoz; su labor se inclinó así del lado de la ciencia. Durante su estancia en la isla tuvo tiempo de recopilar material suficiente para fundar la Revista de España y sus provincias de Utramar, por lo que a su regreso a Madrid se dedicó durante las décadas siguientes casi exclusivamente a elaborar el balance de la expedición y a publicar títulos en torno a la misma, como por ejemplo Naturaleza y civilización de la grandiosa isla de Cuba (1876). 151 El barcelonés Ramón de Manjarrés y de Bofarull (1827-1918) era ingeniero industrial de formación. En 1856 accedió a la cátedra de Química en la Escuela Industrial de Sevilla. Cuatro años más tarde se hizo con la cátedra de Química Inorgánica en la misma Universidad y en 1868 fue nombrado director del centro. Cuando éste cerró sus puertas, le fue concedido idéntico puesto en su ciudad natal. En 1891 volvería a la ciudad hispalense para tomar posesión de su cátedra en la Facultad de Ciencias. Fue luego corresponsal académico de la Real Academia de Madrid y Barcelona, presidente de esta última, miembro de honor de la Real Sociedad Económica Sevillana así como de otras instituciones. Trabajó además como comisario de diversas exposiciones y como director de la revista barcelonesa Guia de la Industria. Fue también autor prolífico, sobre todo de publicaciones sobre industria y agricultura. 152 José Rodríguez Carracido nació en Santiago de Compostela en 1856 y acabó sus días en Madrid en 1928. Químico de formación, perteneció entre 1875 y 1880 a la sección farma-

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Hemos incluido en nuestro análisis a Menéndez y Pelayo por ser el exponente más destacado de la ciencia española de finales del siglo XIX y por la enorme influencia que a través de su obra ejerció sobre amplios círculos de la población y en su calidad de intelectual adelantado a su tiempo. A él hemos añadido también a Jiménez de la Espada, miembro de la Comisión Científica del Pacífico, la más importante expedición científica por el Nuevo Mundo que lideró España a mediados del siglo XIX. A su regreso ocupó una posición muy destacada en el seno de la Americanística española. Además de los anteriores, hemos decidido incluir a los siguientes autores: La Sagra, por tratarse de un reputado naturalista que consagró la totalidad de su labor científica al estudio de Cuba y cuya trayectoria revela más de un paralelismo con la del propio Humboldt; Rodríguez Ferrer, otro naturalista que viajó por Cuba, pero que sin embargo procedía del ámbito castrense y tuvo mucho menor notoriedad. Cierran la nómina otros dos científicos y escritores españoles, Manjarrés y de Bofarull por un lado y Rodríguez Carracido por otro, quienes no contaban con experiencia en la realización de expediciones ni compartían con Humboldt un propósito de investigación, factores que habrían podido condicionar su visión del científico alemán. Se trata, por lo tanto, de personas provenientes de los más diversos ámbitos de la ciencia y cultura españolas, cada una de ellas con un peso específico propio y un vínculo distinto con Humboldt. Sin embargo, no es nuestro propósito que en el siguiente análisis estas personas cobren excesivo protagonismo: se trata únicamente de que ilustren unas determinadas estrategias de recepción existentes en el seno de la sociedad española. En primer lugar estableceremos una distinción general entre el llamado estudio retórico de Humboldt —que, dependiendo del grado de acercamiento entre las posiciones del firmante y del prusiano, puede ser positivo o negativo— y un uso de carácter más bien práctico, es decir, un análisis intensivo del contenido específico de sus obras, que a menudo lleva apacéutica del ejército. Catedrático de Química Orgánica en la Universidad de Madrid desde 1881, obtuvo en 1898 la cátedra de Química Biológica. Años antes, en 1887 entró a formar parte de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. A partir de 1905 fue también miembro de la Real Academia Nacional de Medicina y dos años más tarde, de la Academia de Medicina de Madrid. Perteneció además a otras academias foráneas y fue autor de numerosas obras.

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rejada la adopción de sus ideas y conceptos. La primera categoría no se asienta realmente en un estudio de la labor científica de Humboldt, sino que en muchos casos representa más bien un enfoque ideológico, íntimamente relacionado con los propios intereses y que se manifiesta bien en términos laudatorios o bien en tono de dura crítica. La segunda, por el contrario, se manifiesta en muchos casos a través de las similitudes en la orientación de la propia investigación o de la metodología, a menudo sin una cita explícita, lo que dificulta su detección. Habremos de distinguir, por tanto, si Humboldt fue únicamente el factor desencadenante de un análisis intelectual, traducido en la instrumentalización de su persona merced a su integración en un discurso ajeno, o si se produjo una incorporación de aspectos humboldtianos en la propia labor científica. Basándonos en tal diferenciación y tras un detallado estudio de diversos escritos firmados por los científicos que hemos enumerado más arriba siguiendo los criterios mencionados, proponemos para el presente análisis la siguiente clasificación: • En primer lugar, nos centraremos en la visión explícitamente negativa, a continuación nos referiremos a la actitud explícitamente positiva, teniendo presente que ambos enfoques están siempre relacionados con el propio posicionamiento ideológico y que, por lo tanto, resultan en cierta medida subjetivos. • A continuación presentaremos un análisis estrictamente científico e intensivo de los estudios realizados por Humboldt, que en principio parece hallarse exento de prejuicios. • Para concluir, traeremos a colación algunos ejemplos que ilustran una orientación implícita en función del patrón humboldtiano y demuestran que el estudio de su metodología llevó a la adopción de unos determinados elementos, a pesar de que no haya referencias explícitas al respecto. Pese a todo, estas posiciones no pueden en absoluto atribuirse de una forma clara y unívoca a las personas que hemos incluido en nuestra investigación. La realidad se presenta de un modo más complejo y trae consigo una visión poliédrica y también actitudes ambivalentes. Ello explica que una misma persona pueda representar diversas formas de percibir 184

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al prusiano. Y por otra parte, estos planteamientos pueden sucederse en el tiempo, ya que el estudio de un científico también está sujeto a cambios.

III.2.1.

Percepción explícitamente negativa de Humboldt

Dos aspectos fundamentales caracterizan este tipo de recepción: Por un lado, la crítica al apoyo ideológico que Humboldt supuestamente prestó al movimiento independentista del Nuevo Mundo y, por otro, la idea de que se le habían atribuido por error hallazgos y logros científicos que en realidad eran mérito de sus predecesores, que en aquellas regiones de América eran en su mayoría españoles. Tal forma de percepción crítica y sobre todo nacionalista se encuentra, por ejemplo, en Ramón de Manjarrés. Este científico compara los estudios de Humboldt con investigaciones análogas de viajeros españoles caídos en el olvido, llegando a la convicción de que la labor del prusiano, en comparación con la de los españoles, había sido a todas luces sobrevalorada. Por otra parte, trata de ilustrar con ejemplos que el prusiano asimiló en parte los logros alcanzados por los españoles, por lo que se le atribuyeron a él, cuando en realidad en algunos casos él fue únicamente el primer difusor, que no descubridor, de tales informaciones. En este sentido acusa a Humboldt de publicar con su propio nombre las investigaciones de científicos españoles, concluyendo que, en su opinión, éste no era merecedor de la celebridad que se le otorga. Manjarrés añade además que éste no es en absoluto un caso aislado, sino que no son pocos los científicos extranjeros que han copiado obras españolas, haciendo pasar así como propios conocimientos que son en realidad españoles. En 1915 publica su obra «Alejandro de Humboldt y los españoles»153, en la que da cumplida cuenta del mérito español en lo que al estudio científico de América se refiere. Pretende con ello provocar una reacción contraria hacia lo que él considera una sobrevaloración de la persona y la obra del alemán: El claro nombre de Alejandro de Humboldt ha brillado durante una centuria, como lucero magnífico que atrae todas las miradas: llenos de citas 153

MANJARRÉS, 1915.

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de sus obras están cuantos libros de asuntos físico-naturales han aparecido en ese tiempo: el gran público estudioso le ha venerado y hasta los novelistas de su época, cuando han querido describir la biblioteca de un hombre de mundo instruido, han colocado en ella, como señal más expresiva, las producciones suyas154.

Continúa el autor su argumentación arremetiendo contra uno de los estereotipos más viejos y manidos: el «de la general indiferencia de los españoles por el conocimiento de las ciencias»155 y contra la creencia tan extendida de que España ha mostrado poco interés por explorar, también desde un punto de vista científico, el continente americano. Manjarrés no manifiesta en modo alguno desprecio por la obra del prusiano; todo lo contrario: le concede una enorme trascendencia (menciona de hecho todos y cada uno de sus títulos y pone de relieve su relevancia científica), sin perder tampoco de vista los avances logrados por españoles ni, sobre todo, llegar a considerarlo como segundo descubridor de América: Bastantes méritos son éstos, sin que para ensalzar á Humboldt deba tenérsele por segundo descubridor de América, negando una cultura española que tantos materiales le suministró para su lucimiento156.

Observa, por otra parte, que no se ha concedido la atención que merece a Aimé Bonpland, compañero de viaje de Humboldt, y que éste no sólo podría haber hecho que figurara únicamente el nombre del francés en las obras escritas por Bonpland157, sino que además debería haber puesto de manifiesto en su diario de viaje la importancia que tuvo el galo158. Ibidem, p. 5. Ibidem, p. 17. 156 Ibidem, p. 9. 157 Se trata de los siguientes títulos: Alexandre de HUMBOLDT; Aimé BONPLAND, Plantes équinoxiales, recueillies au Mexique, dans l’île de Cuba, dans les provinces de Caracas, de Cumana et de Barcelone, aux Andes de la Nouvelle-Grenade, de Quito et du Pérou, et sur les bords du Rio-Negro, de l’Orénoque et de la rivière des Amazones. 2 vols. Paris: Schoell, 1805-1817; Alexandre de HUMBOLDT; Aimé BONPLAND, Monographie de melastomacées, comprenant toutes les plantes de ce ordre recueillies jusqu’à ce jour, et notamment au Mexique, dans l’île de Cuba, dans les provinces de Caracas, de Cumana et de Barcelone, aux Andes de la Nouvelle-Grenade, de Quito et du Pérou, et sur les bords du Rio-Negro, de l’Orénoque et de la rivière des Amazones. 2 vols. Paris: Schoell, 1806-1823. 158 MANJARRÉS, 1915, p. 9. 154 155

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Subraya además el hecho de que España, a diferencia de otras potencias, dio luz verde a la exploración de sus colonias, refutando nuevamente el argumento de quienes piensan que este país no promueve la investigación científica: Los que creen firmemente, por haberlo leído mil veces, que España ha retrasado el conocimiento científico de América por su negativa á que la visitasen sabios extranjeros, los que ignoran que Inglaterra en el siglo XVIII no permitía tampoco á extranjeros la exploración de su dominio norteamericano, mediten sobre el caso de Humboldt, rechazado por las dos naciones más ilustradas de Europa y acogido por España, mientras presentamos á Loeffling solicitado por nuestra patria y rechazado por Holanda159.

Para no faltar a la equidad menciona también las muestras de agradecimiento para con el gobierno español que manifestó el científico alemán en sus obras160. Siguiendo su razonamiento, Manjarrés analiza en profundidad los comentarios y valoraciones del prusiano acerca de la situación que se encontró en las posesiones españolas de ultramar a su llegada. Le atribuye, por un lado, los típicos prejuicios sobre España que tiene un extranjero y una simpatía encubierta por los movimientos independentistas que comenzaban a apuntar en aquella época y culminarían más tarde. Sin embargo, también recapitula brevemente comentarios de Humboldt extraídos de diferentes contextos en los que éste se pronuncia de manera favorable acerca del estado social de las colonias, que o bien era en efecto mejor de lo que comúnmente se creía o bien tenía tal apariencia, en comparación con las regiones que administraban otras potencias coloniales161. También pone de relieve la visión optimista que tenía el prusiano acerca de la situación que atravesaba la ciencia española, patente en la realización de expediciones, la creación de jardines botánicos, y colecciones mineralógicas o botánicas o las reiteradas alusiones de Humboldt a las obras españolas por él consultadas162. Podemos hablar por consiguiente de una instrumentalización de Humboldt, con el propósito de adjudicar una mayor relevancia a los resultados 159 160 161 162

Ibidem, p. 10. Idem. Ibidem, p. 12. Ibidem, pp. 13-15.

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obtenidos por la ciencia española valiéndose de la autoridad del viajero. Manjarrés se centró especialmente en dos aspectos: por un lado mostrar qué investigaciones había llevaado a cabo Humboldt y, por otro, mencionar la considerable cantidad de material con que había contado para realizar sus investigaciones y sus tratados. El hecho de que Humboldt pudiera recurrir a numerosas investigaciones realizadas con anterioridad por españoles demuestra, en opinión de Manjarrés, la intensa actividad científica que en ese campo desarrollaba España por aquel entonces, a pesar de que, a su juicio, fuera infravalorada las más de las veces a nivel internacional. Al referirse a los estudios realizados por españoles expone una interesante observación: como argumento a favor de que se realizaran más expediciones a instancias de la Corona española, se aducía la imposibilidad de negar a sus propios súbditos el prestigio que se había concedido de forma tan generosa a extranjeros, en clara alusión al amplio permiso otorgado a Humboldt163. De esta manera, el prusiano no sólo contribuyó directamente al desarrollo de la ciencia española, sino también de forma indirecta. En su obra Manjarrés hace especial hincapié sobre un tema recurrente de parte española: la actitud positiva de Humboldt hacia los cronistas españoles, en otras palabras, el hecho de que él mismo aludiera a obras de los primeros americanistas, como Acosta o Gonzalo Fernández de Oviedo. En reiteradas ocasiones incidió en que en sus textos había topado con el fundamento de sus teorías164: «Aquí también se muestra benévolo y justo con los españoles, alabando la sencillez y tinte verdadero y local que caracteriza las narraciones de los primeros viajeros (...)»165. La percepción de Humboldt que acabamos de examinar pone de manifiesto la utilización que de él hace Manjarrés tanto para mostrar los logros de la ciencia española en particular como para arremeter en general contra los vestigios de la llamada Leyenda Negra que durante tanto tiempo tiñó la imagen de España. Algunas facetas de la actitud de Jiménez de la Espada —a quien analizaremos en profundidad más adelante— pueden también circunscribirse 163 164 165

Ibidem, p. 24. Ibidem, pp. 18-19. Cfr. capítulo II.2. Ibidem, p. 15.

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a este modo de percepción. El siguiente hecho ha de entenderse en el marco de este tipo de invectivas dirigidas contra Humboldt: el español había hallado en una biblioteca o archivo de Madrid y publicado posteriormente un extracto del diario que había redactado Carlos Montúfar y Larrea166, compañero de viaje de Humboldt y Bonpland desde Quito167. En una extensa nota de la primera página censura el hecho de que el prusiano no mencionara nunca a Montúfar en sus posteriores escritos sobre la orografía de Quito o Nueva Granada y que no señalara en ningún momento que, acusado por insurrecto años más tarde, sería luego ejecutado por orden del General Morillo. Jiménez de la Espada hace hincapié en su teoría de que esto ocurrió en el ejercicio o puesta en práctica de las ideas que Humboldt había difundido por las posesiones españolas y en este sentido reprueba también al prusiano haber olvidado que si pudo visitar estas regiones fue gracias a la benevolencia y protección de la Corona española168, recriminación claramente infundada, como demuestran las numerosas muestras de agradecimiento expresadas por Humboldt en este sentido. Podemos reconocer, por lo tanto, que Jiménez de la Espada mostraba una actitud de un talante crítico e indudable motivación política hacia Humboldt, postura que sin embargo no explica en mayor profundidad y que en otros pasajes da paso a una percepción netamente científica del erudito prusiano. La imputación de que fue objeto Humboldt por su presunto apoyo a los afanes independentistas, aunque éste se limitara a lo ideológico, marcó de forma indeleble su lectura e interpretación en España.

166 Carlos Montúfar y Larrea (1780-1816) era el segundo hijo del Marqués de Selva-Alegre, en cuya residencia estuvieron de visita Humboldt y Bonpland. Los acompañó durante el resto de su expedición, viajó con ellos de regreso a Paris, de donde partió rumbo a Madrid, para ponerse al servicio del ejército. Tras regresar a Quito luchó contra España en la guerra de la independencia. En 1816 cayó en Buga (Colombia) a consecuencia de un disparo. Cfr. Teodoro HAMPE MARTÍNEZ, «Carlos Montúfar y Larrea (1780-1816), el quiteño compañero de Humboldt». Revista de Indias, Madrid, vol. LXII, núm. 226, 2002, pp. 711-720. 167 Marcos JIMÉNEZ DE LA ESPADA, «Biaje de Quito a Lima de Carlos Montufar con el Baron de Humboldt y don Alexandro Bompland». Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid. Vol. XXIV, Madrid: Establecimiento Tipográfico de Fortanet», 1888, pp. 371-389. 168 Ibidem, p. 371, nota al pie núm. 1.

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III.2.2.

Percepción explícitamente positiva de Humboldt

En las antípodas de la imagen de Humboldt que acabamos de describir, dominada por una actitud negativa o escéptica, encontramos la postura explícitamente positiva, caracterizada por una reflexión profunda sobre el contenido de sus obras y una referencia a Humboldt meramente superficial. Se concede una gran autoridad a sus escritos y su autor es considerado como un modelo, prueba de ello son las continuas referencias concretas a su obra y el claro reconocimiento, todo lo cual deja entrever también un cierto afán por seguir sus pasos. Los intereses de índole nacionalista pueden surtir ese mismo efecto: en esta subcategoría de recepción suele subrayarse a menudo el hecho de que Humboldt concediera a la ciencia española una gran relevancia y diera prioridad a la revalorización que experimentaron las investigaciones científicas españolas gracias a su intervención, así como a la imagen favorable de España que él difundió. El escritor y pensador Marcelino Menéndez y Pelayo puede considerarse como representante de esta actitud. Llevó a cabo una clara revaluación de la obra humboldtiana, hecho que, dada la importancia del santanderino para las letras españolas, no cayó en saco roto. El hecho de que Menéndez y Pelayo dedique en su obra Historia de las ideas estéticas en España un capítulo íntegro a los hermanos Humboldt evidencia su gran interés por el prusiano desde su perspectiva ideológicohistórica. En este sentido manifiesta en primer lugar su admiración por la cultura alemana del período clásico: Este mismo género de universalidad que hace inmortales las obras de Goethe y de Schiller se encuentra, aunque en menor grado, en casi todos los grandes hombres que produjo en su edad de oro la cultura alemana. Winckelmann y Lessing, Herder, Kant, Fichte, los dos Humboldt, no son los clásicos ni los pensadores de una nación particular, sino los educadores, en bien o en mal, del mundo moderno. Todos ellos han dado a sus escritos cierto sabor de humanidad no circunscrita a los estrechos límites de una región o raza169. 169 Marcelino MENÉNDEZ Y PELAYO, Historia de las ideas estéticas en España. Vol. IV, cap. II, p. 104. En: MENÉNDEZ Y PELAYO DIGITAL, Obras completas, Epistolario, Bibliografía. Edición en CD-Rom de su obra completa y su correspondencia. Madrid: Fundación Histórica Tavera, 1999.

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Alude muy en especial a Wilhelm y Alexander que, a su juicio, albergaban entre los dos todo el conocimiento de la humanidad, y a quienes Menéndez y Pelayo consideraba incluso como «hijos de una humanidad superior»170 en su parcela de especialización, que habría iniciado su andadura por entonces. Además, encuentra palabras de elogio para Alexander von Humboldt, que le describen como: (...) admirable explorador y viajero, que llevó de frente todas las ciencias naturales, y supo, exponiendo sus resultados, dejar, a la vez que un gran nombre científico, un nombre literario casi único, como expositor animado y brillante de los fenómenos del Cosmos y de sus relaciones armónicas, es el gran maestro de la Física estética, tratada antes de un modo vago y superficial por Bernardino de Saint-Pierre171.

Con extensos comentarios sobre el contenido de las obras de Humboldt, Menéndez y Pelayo demuestra que se había dedicado al estudio riguroso de las mismas y que éstas le habían servido de inspiración para trabajos posteriores: Por otra parte, en Humboldt, a pesar de no ser hombre de muy ardiente fantasía, la contemplación científica se confundió muchas veces con la contemplación estética: el naturalista cede a cada paso la palabra al viajero entusiasta, no sólo en los Cuadros de la Naturaleza y en los Paisajes de las Cordilleras, sino en infinitos lugares del Cosmos, al cual preceden unas Consideraciones sobre los diversos grados de placer que causan el aspecto de la naturaleza y el estudio de sus leyes, y en el cual hay un volumen entero, quizá el más excelente, consagrado a estudiar el reflejo del mundo exterior en la imaginación del hombre, el sentimiento de la naturaleza según las razas y los tiempos, la literatura descriptiva, la influencia de la pintura de paisaje sobre el estudio de la naturaleza, el arte del dibujo aplicado a la fisonomía de las plantas, los efectos del contraste producido por la fisonomía característica de los vegetales, y, finalmente, el desarrollo progresivo de la idea del universo en la mente humana. El mundo reflejado en la poesía, en el arte y en la ciencia: cuadro ciertamente vasto y magnífico, en el cual la ejecución es digna de la grandeza del asunto. El estudio científico del sentimiento de la naturaleza, arranca del segundo volumen del Cosmos, verdadero inspirador del bello libro de Víctor de Laprade y de tantos otros172. 170 171 172

Ibidem, p. 129. Ibidem, p. 132. Idem.

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Esta valoración de las obras de Humboldt ilustra nuevamente la óptica desde la cual el español contemplaba al erudito prusiano: que no estaba marcada por el interés por una obra determinada, ni tampoco fue la existencia de un tema común de investigación lo que le obligó a estudiarlo, como precursor de una cuestión concreta o en relación con la exploración de una determinada región. Más bien se dedicó al estudio de Humboldt en su calidad de precursor de la modernidad, que había proporcionado a su época impulsos importantes y novedosos que, a su vez, ejercieron una influencia determinante tanto en la labor científica como en la visión filosófica del mundo. Además, esta cita testimonia su fascinación por el concepto humboldtiano de la naturaleza o la visión holística del mundo que éste revelaba. En su obra Estudios y discursos de crítica histórica y literaria Menéndez y Pelayo somete a análisis el estudio que Humboldt realizó sobre el pasado colonial español y expresa su convicción de que el erudito añadió nuevas facetas al descubrimiento científico de América: La historia científica del descubrimiento había sido renovada por Alejandro Humboldt, que sobre la misma base de los documentos de Navarrete entró en todas aquellas minuciosas discusiones de geografía física y de astronomía náutica, que el elegante narrador norteamericano había esquivado, ya por falta de competencia, ya en obsequio a la armonía artística de su obra. Lo de menos en el memorable Examen de la historia de la geografía del Nuevo Continente, que por desgracia quedó incompleto, es la erudición inmensa y segura173.

En otros capítulos de este trabajo el español analiza también las declaraciones de Humboldt sobre este tema, que se encuentran sobre todo en su Examen critique y también en Kosmos. Este autor hace numerosas alusiones tanto objetivas como loatorias a Humboldt. En especial, menciona en reiteradas ocasiones, como muchos de sus compatriotas, el reconocimiento de Humboldt hacia los primeros cronistas españoles, en particular hacia el jesuita Acosta, a quien considera prácticamente como el creador del modelo de la Physique du monde. En el capítulo que dedica a la obra de Acosta Historia Natural y Moral de las Indias hace hincapié en la 173 MENÉNDEZ Y PELAYO, Estudios y discursos de crítica histórica y literaria. Vol. I, cap. «Interpretaciones del Quijote», p. 310. En: ibidem.

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importancia que Humboldt atribuyó a estos primeros tratados174. Cuando se manifiesta sobre los «Historiadores de Colón», el intelectual español, caracterizado en general por su sobriedad, entona un himno de alabanza enardecedor a la figura del prusiano y a su Examen critique: Era autor del nuevo libro, que sin disputa es el más importante de cuantos se han consagrado a la historia del descubrimiento, aquel insigne varón, gloria de la ciencia moderna, cuyos límites de tantas maneras ensanchó, llevando como de frente todos los conocimientos humanos, y haciendo servir los unos de ilustración y complemento a los otros: hombre familiarizado además no ya sólo con la erudición americana, sino con todos los accidentes físicos del territorio, que largamente había explorado con el martillo del geólogo y con el teodolito del geodesta175.

Además, Menéndez y Pelayo considera que en este contexto concreto el método holístico de Humbodt es de gran ayuda a la hora de entender la Conquista de América en su totalidad: (...) detalles de la historia de las ciencias, que aislados significarían poco, pero que en manos de Humboldt pierden el carácter de circunstancias accidentales y, presentándose en agrupación inmensa, conducen a probar la necesidad histórica del descubrimiento en el punto y hora en que se hizo, merced a esa labor incesante y oculta que va conservando y cultivando desde la antigüedad cierto número de nociones más o menos confusas, hasta que de todas ellas resulta un como impulso irresistible, que se transforma en acción176.

A su juicio, nadie ha conseguido exponer los logros científicos de la conquista española de América con tanto tacto y tanta seguridad ni aprehender de forma tan certera las facetas humanas de Cristobal Colón como Humboldt177. También en relación a sus consideraciones sobre el famoso mapamundi de Juan de la Cosa —tema que en España despertaba un gran interés— remite a los extensos comentarios de Humboldt al respecto178. Ibidem, vol. VII. En: ibidem. Ibidem, p. 105. 176 Ibidem, p. 109. 177 Ibidem, p. 109. 178 MENÉNDEZ Y PELAYO, La ciencia española. Vol. III, cap. X, p. 213. En: ibidem. Juan de la Cosa, compañero de viaje de Cristóbal Colón, diseñó en 1500 este mapa de América, el más antiguo que existe. En 1832 fue hallado por el barón Charles Athanase Walckenaer, quien tras adquirirlo comunicó su hallazgo a Humboldt. Éste, por su parte, menciona esta 174 175

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Finalmente, en las obras de Menéndez y Pelayo se encuentran también alabanzas de índole general que, por un lado, resaltan la importancia del prusiano como heredero de la tradición científica del siglo XVIII y, por otro, su papel como precursor de la modernidad: El grande heredero de la tradición científica del siglo XVIII, destinado a sobrepujarla muy pronto y a hacer entrar en nuevas vías el pensamiento moderno, heredó también aquellas luminosas condiciones de exposición; y desde el Viaje de las regiones ecuatoriales hasta el Cosmos, mereció por medio siglo el nombre de mago de la ciencia, juntando en rara armonía las cualidades de genio inventivo y las de expositor animado y brillante179.

Así, pues, se puede aseverar que Menéndez y Pelayo podía apelar a un conocimiento profundo de las obras de Humboldt, especialmente de Kosmos y de Examen critique. Sus comentarios reflejan un estudio exhaustivo de tales trabajos y de las conclusiones de Humboldt que no excluye la crítica bien intencionada180. Su actitud hacia Humboldt es muy positiva, sin caer tampoco en el mero elogio. La valoración de su persona y de su obra se justifica siempre con rigor objetivo. El explorador Miguel Rodríguez Ferrer revela un modo de percepción positiva diferente del anterior. Su estudio de Humboldt se concentró especialmente en el marco del tratamiento científico de su expedición a Cuba, realizada en el año 1843. De esta manera, representa a aquellos científicos españoles que analizaron un ámbito que Humboldt había explorado con anterioridad y que por ello hacen mención explícita de él en sus trabajos. En este caso llama la atención que Rodríguez Ferrer establezca estas refecircunstancia en la obra que publicó entre los años 1836 y 1839 con el título Examen critique. A la muerte de Walckenaer el gobierno español compró este valioso documento a instancias de Ramón de la Sagra. En: Fernando SILIÓ CERVERA, «Juan de la Cosa. El Padrón Real y la imagen de América». En: Sociedad Geográfica española (ed.), Marinos Cartógrafos españoles. Madrid: Prosegur, 2002, pp. 59-89, sobre todo: pp. 64-69; Jesús VARELA MARCOS, «La Carta de Juan de la Cosa». En: IX Congreso Internacional de Historia de América. Vol. II. Mérida: Editora Regional de Extremadura, 2002, pp. 317-325, podrán encontrarse más informaciones acerca de Juan de la Cosa, la elaboración y el redescubrimiento de este mapa. 179 MENÉNDEZ Y PELAYO, Historia de la poesía hispano-americana. Vol. I, cap. VI, p. 375. En: ibidem. 180 Sobre su crítica cfr. en el capítulo III.3. los comentarios de Menéndez y Pelayo acerca de la obra de Humboldt Examen critique.

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rencias sin aportar información introductoria sobre Humboldt, por lo que presupone un conocimiento previo del prusiano y de sus obras. En su obra sobre Cuba181, publicada en el año 1876, apenas se registran comentarios directos sobre Humboldt o sobre su repercusión, pero, sin embargo, las numerosas y variadas referencias a sus obras son muestra inequívoca del exhaustivo análisis que Rodríguez Ferrer realizó de las mismas y en particular de Kosmos y de su estudio sobre Cuba. Tales referencias se suceden en forma de notas a pie de página o de alusiones directas en el texto a los logros científicos de Humboldt, que introduce con formulaciones como: «según Humboldt», «como ya afirmara Humboldt», pero de nuevo sin anticipar ningún otro tipo de aclaración. Con el objeto de cotejar se emplean en numerosas ocasiones datos obtenidos por Humboldt o incluso citas de sus obras, utilizándose calificativos del tipo: «el gran Humboldt»182 para expresar la admiración del autor por el científico prusiano. No obstante, también se reserva el derecho a corregir, llegado el caso, las consideraciones de Humboldt183. Finalmente, al nombrar a una serie de personas como predecesores de su estudio sobre Cuba menciona explícitamente al prusiano184. No cabe duda de que Rodríguez Ferrer consideraba a Humboldt como una autoridad científica de gran relevancia aunque no infalible. En el caso concreto de este autor, tal percepción se debe a los conocimientos específicos de Humboldt, es decir, está orientada al contenido y no se manifiesta en halagos de carácter general o desmesurados como era el caso de algún que otro autor. Uno de los pocos pasajes, en los que menciona los méritos del prusiano en general, es también objetivo y se refiere a su talento artístico para reproducir objetos o paisajes: «(...) nadie como Humboldt ha tenido pluma más fiel para cuadros tan científicos como artísticos. No se le escapan los menores detalles a su mirada de águila (...)185. 181 Miguel RODRÍGUEZ FERRER, Naturaleza y civilización de la grandiosa isla de Cuba, o Estudios variados y científicos, al alcance de todos, y otros históricos, estadísticos y políticos. Madrid: Imprenta de J. Noguera, 1876. 182 Por ejemplo en: ibidem, pp. 126 y 142. 183 Desmiente, por ejemplo, que el primer Capitán General fuera Pedro Valdés, como afirmaba Humboldt en su obra, sino Juan Tejada; cfr. ibidem, p. 53. 184 Ibidem, p. 105. 185 Ibidem, p. 267.

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Acto seguido, Rodríguez Ferrer menciona —gratamente sorprendido por el hecho de que los estudios geográficos de Humboldt tomen como punto de partida el descubrimiento del continente americano— su análisis de los primeros cronistas españoles, especialmente del mapamundi de Juan de la Cosa que se creía desaparecido186. Sin embargo, a pesar de las referencias constantes al erudito como autoridad científica no se efectúa un análisis real o concluyente de la persona de Humboldt o de sus obras. Se podría llegar a pensar que la relación con Humboldt se basaba única y exclusivamente en que Cuba había sido objeto de investigación común a ambos. Sin embargo, tal impresión es errónea, como demuestra el hecho de que Rodríguez Ferrer no aludiera sólo al estudio de Humboldt sobre Cuba, sino también a Kosmos, al Essai politique sur le royaume de la Nouvelle-Espagne du Mexique, y que estuviera además familiarizado con el Examen critique, como demuestra la referencia anterior al estudio de los cronistas antiguos realizado por Humboldt. En el tratado de José Rodríguez Carracido titulado Estudios Histórico-críticos de la ciencia española187, publicado en el año 1897, encontramos de nuevo una percepción explícitamente positiva del prusiano, si bien con una motivación sumamente nacionalista. En este caso, se pone de relieve el valor de los estudios de Humboldt sobre los cronistas españoles a fin de acrecentar la reputación de la ciencia hispanoamericana. Empieza aludiendo en términos elogiosos al hecho de que Humboldt, en varios fragmentos, pero especialmente en el prólogo de su obra sobre México, que había dedicado a Carlos IV, exprese su agradecimiento al gobierno español, así como las constantes alusiones que hace en sus obras a estudios de científicos españoles: En el decurso de la obra el autor cumple admirablemente lo prometido en sus primeras palabras prodigando las citas y los elogios de cuanto se refiere á la civilización hispano-americana. Nuestros historiadores de Indias, juntamente con los botánicos y los metalúrgicos, todos comparecen exhibiendo los valiosos precedentes de sus observaciones y estudios188.

Ibidem, p. 268. CARRACIDO, 1897 (capítulo: «Alejandro Humboldt y la ciencia hispano-americana», pp. 71-81). 188 Ibidem, p. 76. 186 187

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En cambio, no alcanza a comprender por qué, a su juicio, Humboldt supuestamente no contribuyó a crear una imagen más favorable de España entre los autores extranjeros189. Está convencido de que, incluso los comentarios de Humboldt, según los cuales ningún otro gobierno europeo habría invertido tales sumas de dinero para el avance de la ciencia como el de España190, y su referencia a las expediciones de Mutis, Ruiz y Pavón así como Sessé y Mociño191, no hicieron sino contribuir a que científicos extranjeros emplearan los materiales recogidos durante dichas expediciones que en parte habían permanecido mucho tiempo inéditos: Si la malquerencia de los extraños supo aprovecharse de nuestro abandono, que impasible dejó extinguir en el silencio el recuerdo de las glorias nacionales, A. Humboldt, inspirado por la justicia, tuvo en sus publicaciones 189 La autora del presente trabajo no comparte tal opinión, como se desprende de la argumentación que sigue. 190 CARRACIDO, 1897, p. 77. Se refiere aquí a la siguiente cita de Humboldt: «Depuis la fin du règne de Charles III et depuis celui de Charles IV, l’étude des sciences naturelles a fait de grands progrès non seulement au Mexique, mais en général dans toutes les colonies espagnoles. Aucun gouvernement européen n’a sacrifié des sommes plus considérables pour avancer la connaissance des végétaux, que le gouvernement espagnol. Trois expéditions botaniques, celle du Pérou, de la Nouvelle-Grenade et de la NouvelleEspagne, dirigées par messieurs Ruiz et Pavón, par don José Celestino Mutis et par MM. Sessé et Mociño, ont coûté à l’État près de deux millions de francs». (HUMBOLDT, 1997, vol. I, p. 151). 191 Sobre dichas expediciones cfr. Antonio GONZÁLEZ BUENO, La expedición botánica al Virreinato del Perú (1777-1788). Barcelona: Lunwerg, 1988; José Antonio AMAYA, Celestino Mutis y la Expedición Botánica. Madrid: Debate, 1986; Marcelo FRÍAS NÚÑEZ, Tras el Dorado Vegetal. José Celestino Mutis y la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada. Sevilla: Diputación de Sevilla, 1994; Mutis al natural: ciencia y arte en el Nuevo Reino de Granada. Catálogo de la exposición celebrada en el Real Jardín Botánico: Madrid, 2 de abril - 24 de mayo de 2009 (textos: Miguel Ángel PUIG-SAMPER, José Antonio AMAYA). Madrid: Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales; Museo Nacional de Colombia, D.L. 2009; María Pilar de SAN PÍO ALADRÉN; Miguel Ángel PUIG-SAMPER (eds.), El águila y el Nopal. La expedición de Sessé y Mociño a Nueva España (1787-1803). Madrid: Lunwerg, 2000. En: Miguel Ángel PUIG-SAMPER; Francisco PELAYO, «Las expediciones botánicas al Nuevo Mundo durante el siglo XVIII. Una aproximación histórico-bibliográfica». En: Diana SOTO ARANGO; Miguel Ángel PUIG-SAMPER; Luis Carlos ARBOLEDA (eds.), La Ilustración en América Colonial. Aranjuez: Doce Calles, 1995, pp. 55-65, se encontrarán informaciones detalladas, así como una relación de la bibliografía publicada en torno a estas expediciones.

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firmeza de ánimo y rectitud de juicio suficientes para devolvernos la parte que en la obra de la civilización nos pertenece192.

No obstante, según Rodríguez Carracido hay que reconocer enormente a Humboldt el hecho de que éste no considerara la mera recopilación de objetos como la aportación española al progreso de la ciencia, sino que más bien analizó los primeros trabajos intelectuales españoles sobre el Nuevo Mundo. Efectivamente, éste era un aspecto que siempre salía a colación en la percepción de Humboldt que se tenía en los círculos intelectuales españoles y gracias al cual el prusiano se había ganado las simpatías de los más diversos grupos del país. Esto debe contemplarse a la vista del debate existente en aquel entonces sobre la supuesta inferioridad de América y la Leyenda Negra, cuya repercusión seguiría afectando incluso mucho tiempo después a la imagen de España que imperaba en el extranjero. En relación directa con esta constelación específica de la época se halla sobre todo la crítica formulada por la vecina Francia en torno a la presunta escasa contribución española al avance de la ciencia, una polémica que había vuelto a desatarrse tras la publicación en 1782 de la obra de Nicolas Masson de Morvilliers193. Esta ofensiva tuvo como consecuencia que España recalcara cada vez más la notable aportación que hasta aquel momento había realizado al mundo científico194 y que la Corona española fomentara y financiara sin dilación otros proyectos de este tipo195. Entre tales medidas se encuentran, por ejemplo, la inmediata autorización de la expedición de CARRACIDO, 1897, p. 77. El francés había realizado un comentario despectivo acerca de la aportación de España a la ciencia en un artículo que sobre este país publicó en la Encyclopedie Méthodique de Panckouke. Cfr. Ernesto y Enrique GARCÍA CAMARERO, La polémica de la ciencia española. Madrid: Alianza, 1970, sobre todo pp. 45-71. 194 En: José María LÓPEZ-PIÑERO, Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII. Barcelona: Labor, 1979, y: ÁLVAREZ, 1993, puede encontrarse una relación detallada de la actividad científica que España desarrolló en América a lo largo de los siglos XVI y XVII. En los últimos años se han publicado tres títulos sobre la historia de la ciencia española en general. Se trata de: Juan VERNET, Historia de la Ciencia Española. Barcelona: Alta Fulla, 1998; Leoncio LÓPEZ-OCÓN CABRERA, Breve historia de la ciencia española. Madrid: Alianza, 2003; J. Luis MALDONADO; Armando GARCÍA GONZÁLEZ, La España de la técnica y la ciencia. Madrid: Acento, 2002. 195 Cfr. PINO, 1999, p. 38. 192 193

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José Celestino Mutis al año siguiente —permiso por el que había estado esperando 20 años—, así como la preparación prácticamente simultánea de otra expedición a Nueva España, a cargo de Martín Sessé, en el año 1785. En este sentido hay que comprender también que el gobierno español encargara al historiador español Juan Bautista Muñoz la redacción de su Historia del Nuevo Mundo, una extensa obra sobre la historia de América196. Esta obra era una clara réplica española a la obra de William Robertson The History of America publicada en el año 1777 que mostraba las perspectivas inglesa y francesa197. Además, Muñoz fundó en 1783 el Archivo General de Indias, con sede en la ciudad del Guadalquivir, donde se conservaban para fines científicos todos los documentos sobre el Nuevo Mundo198. Si bien es cierto que estos acontecimientos tuvieron lugar mucho antes de la época en la que se sitúa la historia de la recepción que tratamos aquí, esta polémica marcó de forma indeleble el debate y la percepción españoles. De este modo, no sorprende que en España se percibiera de forma muy positiva el hecho de que un extranjero no cayera en este prejuicio, sino que, por el contrario, tomara partido a favor de este país en determinados contextos. Esto tenía especial validez cuando por parte extranjera no sólo se renunciaba a la repetición de estereotipos manidos, sino que además se adjudicaba a la ciencia española un enorme protagonismo y una relevancia internacional ahí donde ni ella misma se había apercibido de su propia valía: los primeros cronistas y sus tratados sobre América. Rodríguez Carracido aprovecha esta circunstancia para destacar el mérito de la nación española en el descubrimiento del Nuevo Mundo: Si para el autor del Cosmos todos los esplendores del Renacimiento son consecuencias del maravilloso suceso con que se despidió el siglo XV, las Lamentablemente sólo llegó a publicar el primer volumen: Juan Bautista MUÑOZ, Historia del Nuevo Mundo. Madrid: Viuda de Ibarra, 1793, que se tradujo de inmediato al alemán: Juan Bautista MUÑOZ, Geschichte der neuen Welt. Aus dem Spanischen übersetzt und mit erlaeuternden Anmerkungen herausgegeben von Matthias C. Sprengel. Weimar: Industrie-Comptoir, 1795. 197 William ROBERTSON, The History of America. 2 vols. Londres: A. Strahan, 1777. 198 En: Nicolás BAS MARTÍN, Juan Bautista Muñoz (1745-1799) y la fundación del Archivo General de Indias. Valencia: Artes Gráficas Soler, 2000; Francisco de SOLANO, «El Archivo General de Indias y la promoción del americanismo científico». En: Manuel SELLÉS; José Luis PESET; Antonio LAFUENTE, Carlos III y la ciencia de la Ilustración. Madrid: Alianza, 1988 a, pp. 277-296, podrán hallarse más informaciones al respecto. 196

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glorias de la nación que lo llevó á cabo deben ser objeto predilecto de sus entusiasmos, y así acontece dedicando párrafos vehementes á nuestra entrada en el Nuevo Mundo, cuyos elogios no se limitan á la temeraria empresa del descubrimiento, sino que se extienden á la poderosa intuición del espíritu observador de nuestras compatriotas (...)199.

En este fragmento cita la referencia de Humboldt a los cronistas españoles del siglo XVI, así como su aseveración en el sentido de que ellos sentaron las bases para el entendimiento de muchas leyes físicas importantes200. Según Rodríguez Carracido, el prusiano colma de gloria a la ciencia hispanoamericana cuando constata que el fundamento de lo que en aquella época se llamaba Physique du monde ya se encontraba en las obras de José de Acosta y Gonzalo Fernández de Oviedo201. El autor considera también digno de mención que Humboldt haga público su entusiasmo por los escritores españoles de la época de la Conquista, a pesar de que él había venido al mundo en un país protestante202. Aquí encontramos otro indicio más que se debería tener presente en cuanto a la recepción de Humboldt en España: su condición de protestante en un país acendradamente católico. Lamentablemente, a excepción de la que contiene este fragmento, hay pocas alusiones directas a este respecto. En su alegato final, Rodríguez Carracido resume muy bien su visión de las cosas y su motivación para la redacción de este artículo: En una época en la que sólo oiamos acusaciones de ignorancia, de codicia, de fanatismo, cayendo sobre nuestra historia como unánime reprobación, A. Humboldt, más instruido que los propaladores de tales agravios, escribió con criterio independiente honrando la memoria de quienes en los tiempos de nuestro predominio por la fuerza de las armas, enseñaron al mundo nuevos CARRACIDO, 1897, p. 78. Idem. Se refiere aquí a la siguiente cita de Humboldt: «Wenn man sich ernsthaft mit den Originalwerken der frühesten Geschichtsschreiber der Conquista beschäftigt, so erstaunt man, oft schon den Keim wichtiger physischer Wahrheiten in den spanischen Schriftstellern des 16. Jahrhunderts zu entdecken (...)». En: HUMBOLDT, 2004, p. 329. 201 Idem. Cfr. continuación de la cita anterior: «Die Grundlage von dem, was man heute physische Erdbeschreibung nennt, ist, die mathematischen Betrachtungen abgerechnet, in des Jesuiten Joseph Acosta Historia Natural y Moral de las Indias wie in dem kaum 20 Jahre nach dem Tode des Kolumbus erschienenen Werke von Gonzalo Hernández de Oviedo enthalten». 202 Idem. 199 200

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caminos con las potentes luces de su entendimiento. Imitemos tan generosa conducta recordando, ahora que nuestra reparación comienza á tener mantenedores en el campo de la crítica histórica, á quien nos alentó en los días de mayor postración, difundiendo con su autoridad la brillante ejecutoria de la Ciencia hispano-americana203.

Este autor ejemplifica otro modo de percepción de Humboldt en España: La instrumentalización del prusiano para argumentar contra la imagen negativa de España en el extranjero. En este caso ni se ahonda en la importancia de su persona o de su obra, ni se informa grosso modo sobre el viajero ni tampoco se comentan de forma explícita sus logros científicos. Simplemente se enumeran sus comentarios elogiosos sobre los logros de la ciencia española, bien en su propia época bien en las épocas históricas analizadas por Humboldt. Como sea que el erudito ofrece abundantes comentarios lisonjeros, su imagen en este aspecto es muy positiva. De este modo, no encontramos en este artículo argumentos contra Humboldt, como por ejemplo su actitud liberal ante el movimiento independentista de las colonias españolas en el Nuevo Mundo, postura que por lo general había sido objeto de crítica por parte española. Ramón de La Sagra fue otro de los expedicionarios y científicos españoles cuya percepción de Humboldt se puede catalogar en parte como explícitamente positiva. Merced a su larga estancia en Cuba, que le sirvió para explorar esta isla desde el punto de vista científico, conocía a la perfección los trabajos de Humboldt, remitiéndose a él muy a menudo. Desconocemos si además conocía a Humboldt en persona, aunque está demostrado que mantuvieron correspondencia, de la que, desgraciadamente, tan sólo se conserva una carta de Humboldt a La Sagra, que testimonia con nitidez el respeto que el prusiano dispensaba al científico español como colega. En esta carta, Humboldt agradecía al español el envío de un ejemplar de los primeros volúmenes de su monumental obra sobre Cuba204, pronunciándose en tono muy cordial sobre su contenido: Ibidem, p. 81. Ramón de la SAGRA, Historia física, política y natural de la isla de Cuba. 13 vols. Paris: Librairie de Arthus Bertrand, 1840-1861. Conviene matizar que Sagra fue autor de una parte relativamente pequeña de esta monumental obra, compuesta por 13 tomos. Los restantes volúmenes son obra de los científicos que colaboraron con él en Paris. Por este motivo se ha utilizado en este trabajo la siguiente reedición, que sólo incluye el texto por él redactado: 203 204

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Muy señor mío: He recibido el magnífico presente de V. casi en el momento de mi partida para juntarme con el rey: Sírvase Vd. de aceptar el homenaje de mi más vivo y afectuoso reconocimiento. La historia física y política de la isla de Cuba que V. ha compuesto, está trazada de una gran escala, y ese soberbio país merecía un historiador semejante. Ya he recorrido la introducción geográfica que es del mayor interés, y sabré aprovecharme de las muchas noticias curiosas y combinaciones ingeniosas que contiene su libro de V. Es raro que se encuentre en solo un hombre tanta variedad de conocimientos y tanta elevación en el modo de pensar205.

Además, se muestra sumamente satisfecho de publicar el mapa original y redescubierto de Juan de la Cosa206 en su obra sobre Cuba —aunque sólo se tratara de la parte correspondiente a América—, haciéndolo así accesible al público de los países hispanoparlantes: Me ha sido muy satisfactorio que haya V. podido hacer grabar entera y de su mismo tamaño toda la carta de América de Juan de la Cosa; yo descubrí el nombre y la importancia de este monumento geográfico durante el cólera en la primavera de 1832, cuyo hallazgo anuncié en la introducción del examen crítico publicado en 1838 (no en 1837, hist., pág. 5)207.

Debido a las numerosas referencias a y comparaciones con Humboldt (en particular con sus trabajos sobre Cuba) no cabe duda de que La Sagra empleó los estudios de su predecesor prusiano como punto de partida para su propia obra. Trató además otros aspectos que Humboldt no había tenido en cuenta pero que, sin embargo, a juicio del español eran importantes y además introdujo las modificaciones necesarias derivadas de sus nuevos hallazgos. En análogos términos lo formula él mismo ya en la introducción de sus exhaustivas reelaboraciones, explicando cuáles son Ramón de la SAGRA, Historia física, política y natural de la isla de Cuba. Edición facsímil. 2 vols. La Coruña: Xunta de Galicia, 1996. 205 Carta de Humboldt a La Sagra, con fecha del 19 de junio de 1838, citada en: Consuelo NARANJO OROVIO, «Humboldt en Cuba: reformismo y abolición». En: Miguel Ángel PUIG-SAMPER (ed.), Debate y perspectivas. Alejandro de Humboldt y el mundo hispánico. La Modernidad y la Independencia americana. Madrid: Fundación Histórica Tavera, 2000, pp. 183201, aquí: p. 201. 206 Dada la enorme trascendencia de este mapa como documento nacional, Sagra decidió incluirlo en su obra sobre Cuba, la más importante de las colonias que por entonces aún poseía España. Cfr. SAGRA, 1996, vol. 1, p. 85. 207 NARANJO, 2000, p. 201.

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sus objetivos y manifestando que Humboldt, en su valioso estudio, sólo pudo tratar estos puntos de forma muy somera, ya que en el transcurso de su breve estancia en Cuba no tuvo la posibilidad de recoger el material necesario208. En otro pasaje corrobora nuevamente este extremo: El capítulo de la obra del Sr. de Humboldt sobre población, nada dejaría que desear hoy día si comprendiese los últimos censos de 1817 y 1827. Refiriéndome al trabajo de este sabio en todo lo que sean cálculos sobre las castas, las condiciones, etc., hasta 1811, me propongo reunir y examinar bajo un plan semejante, los nuevos documentos que no ha podido tener a la vista, para que este capítulo sirva como de complemento al suyo209.

No obstante, La Sagra no pretendía simplemente completar los datos de Humboldt sino también corregir cálculos erróneos ya que no se limitaba a las consideraciones de Humboldt sino que también se esforzó por revisar las fuentes originales, es decir, las que había utilizado su predecesor210. Así, pues, además del reconocimiento expresado en la introducción («un deber el tributar los mas sínceros elogios á la obra del Sr. baron de Humboldt»211), en esta obra abundan sobre todo las referencias científicas. Fundamentalmente en los capítulos dedicados a la geografía y al clima, pero también en sus disquisiciones sobre la población y la agricultura cubanas hallamos constantes referencias a y comparaciones con los resultados obtenidos por Humboldt en sus mediciones. Por un lado, esto es evidente, ya que Humboldt había tratado los mismos ámbitos en su obra sobre Cuba, pero por otro, La Sagra, en su análisis de los estudios de Humboldt no se limitó exclusivamente a su Essai politique sur l’île de Cuba, sino que también extrajo un buen múmero de citas de su Examen critique, de su relato de viaje Relation historique, así como de su correspondencia. Además, en su obra se encuentran muchas tablas y estadísticas que también recuerdan al estudio sobre Cuba de Humboldt. SAGRA, 1996, vol. 1, p. 8. Ramón de la SAGRA, Historia económica-política y estadística de la isla de Cuba. La Habana: Imprenta de las Viudas de Arazoza y Soler, 1831, p. 8. 210 Michèle GUICHARNAUD-TOLLIS, «Ramón de la Sagra y su contribución a las ciencias en Cuba». En: Ramón de la Sagra y Cuba. Actas del congreso celebrado en Paris. La Coruña: Ediciós do Castro, 1992, p. 107. 211 SAGRA, 1996, vol. 1, p. 9. 208 209

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Al leer la obra de La Sagra desde el punto de vista del tipo de perspectiva que éste tenía sobre Humboldt, cobra fuerza la impresión de que incluyó datos que hacen suponer que el conocimiento que La Sagra tenía del prusiano no podía deberse únicamente al estudio de sus obras. Esto reforzaría la hipótesis de la existencia de un contacto personal entre los dos científicos. A ello hay que añadir la circunstancia de que ambos se movieron, si bien en diferentes momentos, en el mismo ambiente intelectual o entorno científico del Musée National d’Histoire Naturelle de Paris y La Sagra podría haber obtenido también parte de su información de este círculo de expertos. Como conclusión se puede afirmar que La Sagra consagró su vida al tema de Cuba —circunstancia que quedó de manifiesto en su monumental obra sobre esta isla— y por ello era inevitable el estudio de los trabajos de Humboldt. Las referencias y citas a su predecesor prusiano son en su mayoría de tipo científico y objetivo, pero también expresan su valoración de Humboldt como corifeo científico. Sin embargo, este tipo de referencias halagüeñas no contribuyen simplemente a acrecentar la celebridad de Humboldt, sino que siempre quedan justificadas por un contexto científico determinado. En otras palabras, La Sagra no pertenecía al círculo de personas que consideraban de buen tono halagar a Humboldt, sino a aquellas otras que estudiaron su obra a fondo y por esta razón lo apreciaban.

III.2.3.

Estudio estrictamente científico de la investigación humboldtiana

Como ejemplo de análisis objetivo —entendiéndose «objetivo» como exento de prejuicios o intereses—, pero también de un estudio científico crítico de Humboldt, cabe citar a Marcos Jiménez de la Espada. Jiménez de la Espada entró en contacto con Humboldt a través de su famosa expedición a América, la llamada Comisión Científica del Pacífico de 1862-1866212. Se trataba de la primera expedición científica que por encar212 Cfr. Miguel Ángel PUIG-SAMPER, Crónica de una expedición romántica al Nuevo Mundo: La Comisión Científica del Pacífico (1862-1866). Madrid: CSIC, 1988; Robert Ryal MILLER, Por la ciencia y la gloria nacional: La expedición científica española a América (1863-66). Barcelona: Serbal, 1983; Manuel ALMAGRO, Breve descripción de los viajes hechos en América por la Comisión

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go del gobierno español se realizaba a esta región tras la pérdida de gran parte de sus colonias en el Nuevo Mundo. Concretamente hacia finales de 1864 y principios del año 1865, Jiménez de la Espada recorrió aquellas zonas del actual Ecuador que el científico prusiano había explorado más de 60 años antes. Cuando Jiménez de la Espada se dirigía con sus compañeros de viaje de Guayaquil a Quito, tuvieron curiosidad por localizar una serie de volcanes que Humboldt había documentado en sus obras y que habían despertado también en ellos el deseo de ascenderlos213. Se puede afirmar que este viaje representó el punto de partida de la relación científica que Jiménez de la Espada entabló con Humboldt, relación que habría de acompañarle durante las siguientes décadas de su vida y que con el tiempo sufriría una transformación. Su diario de viaje214 ilustra cómo percibía a su predecesor en esta etapa temprana de su labor científica. En sus páginas se encuentran de vez en cuando referencias a Humboldt, debidas en su mayor parte a dos circunstancias: por una parte, al hecho de que Jiménez de la Espada pasara por los mismos lugares que el prusiano había visitado anteriormente y por otra, al hecho de que, a falta de otras fuentes, resultaba evidente referirse a sus descripciones y conclusiones científicas. Además, cuando se realizaban expediciones a zonas que ya habían sido visitadas por Humboldt, en cierto modo se esperaban declaraciones laudatorias sobre el «gran maestro». De esta manera, en el diario se encuentran comentarios como el que recogemos a continuación y que alude a la exploración del Chimborazo que en su día realizara Humboldt: Hoy no es notable por su grandeza, sino porque es ya (gracias á Humboldt, Boussingault y otros sabios) un momento que la Ciencia [se] ha apropiado; tomado de la naturaleza para perpetuar tanto bello descubrimiento. La fama del Chimborazo eternizará también los nombres de algunos sabios, y debe á Humboldt la gloria de haberla engrandecido215. Científica enviada por el Gobierno de p. M. C. durante los años de 1862 a 1866. Madrid: M. Rivadeneyra, 1866. 213 LÓPEZ-OCÓN, 2001 a, p. 342. 214 P. Agustín Jesús BARREIRO (ed.), «Diario de la expedición al Pacífico llevado a cabo por una comisión de naturalistas españoles durante los años 1862-1865, escrito por D. Marcos Jiménez de la Espada, miembro que fue de la misma». En: Publicaciones de la Real Sociedad Geográfica. Madrid: Patronato de Huérfanos de Intendencia e Intervención, 1928. 215 Ibidem, pp. 130-131.

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Sin embargo, mientras que Jiménez de la Espada al principio de su exposición siguió en cierto modo las huellas de Humboldt, su actitud fue cambiando a medida que revisaba las conclusiones del prusiano. De modo que su inicial aceptación sin reservas o su fe en los logros científicos de aquel se fueron relativizando en sus posteriores publicaciones. Una de las principales razones es que Jiménez de la Espada, defensor a ultranza del positivismo, echaba en falta en algunos pasajes de los trabajos de Humboldt la exactitud científica que hubiera cabido esperar. Así, descubrió inexactitudes, errores de medición, descripciones o conclusiones erróneas, así como una elaboración superficial, a juicio del español, de determinadas circunstancias. Tal vez estas incorrecciones se debieran atribuir por un lado a la brevedad de la estancia de Humboldt en dichos lugares y, por otro, a la falta de preparación o a los instrumentos de medición, que con el tiempo fueron mejorando y ganando en precisión; no obstante, y con toda seguridad, se debieron también a su método científico. En cierto modo decepcionado, el español se marcó como cometido corregir, profundizar y continuar los resultados obtenidos por su predecesor, especialmente en el campo de la geografía y de la arqueología. En sus trabajos posteriores, particularmente en artículos sobre lugares que Humboldt había visitado con anterioridad, se encuentran numerosas referencias al científico prusiano. En un estudio titulado «El geólogo. El volcán de Ansango», que público en el año 1871 en los Anales de la Sociedad Española de Historia Natural216, cita literalmente varios pasajes de las obras de Humboldt, en los que aparecen explicaciones que considera incompletas o inciertas217, censura la falta de exactitud218, corrige determinadas conclusiones219, o incluso pone en duda sus aseveraciones220. Para concluir este artículo, Jiménez de la Espada presenta, con las correcciones que él creía pertinentes, un extracto del mapa del 216 Marcos JIMÉNEZ DE LA ESPADA, «El geólogo. El volcán de Ansango». Anales de la Sociedad Española de Historia Natural. Vol. I, pp. 49-76, reeditado en: Leoncio LÓPEZ-OCÓN CABRERA; Carmen María PÉREZ-MONTES SALMERÓN (eds.), Marcos Jiménez de la Espada (18311898). Tras la senda de un explorador. Madrid: CSIC, 2000, pp. 225-242. 217 Ibidem, pp. 226-227. 218 Ibidem, p. 230. 219 Ibidem, pp. 231-232. 220 Ibidem, p. 239 (cfr. sobre todo nota al pie núm. 18 del artículo).

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altiplano de Quito, concretamente de Antisana y sus alrededores, elaborado y publicado por Humboldt en el atlas de bolsillo Physikalischer Hand-Atlas de Berghaus. En otro de los trabajos del científico español sobre el ascenso del Pinchincha221 se observa una aproximación similar a la obra de Humboldt222. En relación con la erupción del Pichincha, que había sido atestiguada por diferentes personas, se mofa en toda regla de la descripción que Humboldt hace del suceso: «Qué contraste con la espantosa visión que turbó los ojos de Humboldt al asomarse por primera vez a la boca del mismo volcán!»223 A continuación, cita varias declaraciones del prusiano en las que éste describe, a juicio del español de forma inadecuada, lo sucedido en el crater del Pinchincha, concluyendo con las siguientes palabras: Cómo se conoce que el Aristóteles prusiano era mozo todavía cuando trepaba a las sublimes crestas del Pichincha, y que su poderoso entendimiento no lo era bastante para dominar las expansiones imaginativas propias de aquella edad hasta en los sabios!224

Aquí se pone de manifiesto una percepción de Humboldt que rara vez se encuentra: Jiménez de la Espada remite, en el contexto que acabamos de mencionar, al hecho de que Humboldt realizara su expedición siendo aún muy joven y que, ya sólo por esa razón, tanto sus conclusiones como sus descripciones no habrían tenido tiempo de madurar225. Por lo demás, el español califica al prusiano de «celebre viajero y colector ilustre de nuestro Museo de Ciencias» y justifica este calificativo en la correspondiente nota a pie de página con una cita del pasaporte de Humboldt, expedido el 7 de mayo de 1799, en la que se hace mención de la orden expresa de reunir colecciones para el Real Gabinete de Historia 221 Marcos JIMÉNEZ DE LA ESPADA, «El historiador de las exploraciones geográficas. Una Ascención a el Pinchincha en 1882». Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, 1887, vol. XI, pp. 345-351, y Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid, 1888, vol. XXIV, p. 371-389. Reeditado en: LÓPEZ-OCÓN; PÉREZ-MONTES, 2000, pp. 321-329. 222 Ibidem, p. 321 223 Ibidem, p. 326. 224 Ibidem, p. 327. 225 En: LÓPEZ-OCÓN, 2001 a, p. 343, se encontrarán detalles sobre la crítica de Jiménez de la Espada a Humboldt.

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Natural y los Jardines Reales226. Así, pues, en su caso, se percibe no sólo una clara crítica y degradación de los resultados obtenidos por Humboldt, sino también un intenso análisis del explorador prusiano que va más allá del mero estudio de su obra. En particular, manifiesta un cierto interés por los «aspectos españoles» de la expedición humboldtiana, es decir, por lo tocante a su legitimación y a los compromisos adquiridos o a lo acordado con el Gobierno de dicho país. En otro de sus pasajes define y justifica en cierta manera su postura ante su afamado predecesor, postura, que puede en ocasiones parecer poco respetuosa pero que, por otro lado, habla en favor de su percepción puramente científica de Humboldt. Según Jiménez de la Espada, cuando alguien se encuentra en tierras lejanas, se puede hallar ante la encrucijada de tener que escoger entre: (...) la evidencia que salta a sus ojos o la autoridad de palabras universalmente creídas y aceptadas casi como oráculos; y si, corriendo la temeraria aventura de ponerse frente a frente con el maestro, opta por el testimonio de los ojos que ven y de las manos que palpan, y trata, como es natural, de explicar el desacuerdo, todavía incurrirá en riesgo más peligroso: o ha de desmentir afirmaciones, o ha de suponerlas hijas de la alucinación, inexplicable en los que dieron repetidas muestras de haber sabido penetrar los más altos misterios de la naturaleza y difundir la luz en la duda o en la ignorancia227.

Ante el dilema de elegir entre el saber propio y el conocimiento arraigado de una autoridad reconocida, Jiménez de la Espada se decanta claramente por el primero. Lo que llama la atención de este autor es su estudio casi exclusivamente científico de Humboldt, que parece estar poco influenciado por otras opiniones, bien de índole negativa bien positiva. Entabla un auténtico diálogo con el investigador prusiano, a quien cede la palabra a través de largas citas de sus descripciones228, o también mediante la exposición de sus conclusiones. Para Jiménez de la Espada, Humboldt representa una referencia científica, pero no necesariamente una autoridad. Este modo de percepción además no le impide criticar abiertamente los trabajos de Humboldt. En definitiva, no percibimos en este autor una 226 227 228

Ibidem, p. 327, nota al pie núm. 74. JIMÉNEZ DE LA ESPADA, 2000, p. 227. Por ejemplo en: ibidem, pp. 227-228.

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instrumentalización ideológica, sino más bien científica de la persona de Humboldt, con el objetivo de convertirse en el crítico y corrector de las conclusiones del ínclito corifeo científico del siglo XIX.

III.2.4.

Seguimiento implícito del modelo humboldtiano

En este modo de percepción, el método de Humboldt, sus objetivos o su puesta en práctica de la Geografía Física se utilizan como modelo, sin referencia explícita, para la propia metodología científica. Cabe analizar más detenidamente la labor de aquellos exploradores que recalaron en las regiones que el prusiano había visitado anteriormente o que realizaron estudios sobre regiones a las que éste ya había dedicado un ensayo, como es el caso de Cuba y México. En este caso, interesa sobre todo averiguar si el estudio de la obra humboldtiana surgió como consecuencia de la labor rutinaria de investigación del estado de la cuestión o si, en un sentido más amplio, se evidencia un seguimiento de su modelo. Dentro de esta categoría hemos de reconsiderar el papel desempeñado por Miguel Rodríguez Ferrer para determinar en qué medida podemos percibir en la estructura de su trabajo no sólo una referencia al investigador prusiano en cuanto a contenidos, sino incluso una orientación temática, metodológica o conceptual hacia el mismo. En el prólogo mismo de la obra de Rodríguez Ferrer229 titulada Naturaleza y civilización de la grandiosa isla de Cuba se explican con más detalle los dos bloques temáticos de su estudio que ya refleja el título, recurriendo para ello a palabras que todo conocedor de Humboldt recuerda bien: De este modo, las dos partes no compondrán mas que un todo, y aunque independiente cada libro en su objeto, ambas se confundirán en una sola idea y en una sola manifestación: el conocimiento más completo del país y pueblo que debe ser apreciado bajo todos sus aspectos230.

Se podría llegar a la conclusión de que aquí se lleva a la práctica el concepto holístico de Humboldt. Una ojeada al índice, elaborado con asombrosa extensión y detalles, brinda más argumentos a favor de esta 229 230

RODRÍGUEZ, 1876. Ibidem, p. IX.

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teoría: Comienza con un estudio introductorio sobre el colonialismo en general, si bien desde una perspectiva claramente más nacional que la de Humboldt, le siguen, entre otros, los Estudios físicos, geográficos y geológicos de Cuba, con especial hincapié en la climatología y su influencia sobre la isla, para continuar con el estudio de la mineralogía, la vegetación y la zoología. Al comparar a ambos queda de manifiesto que Rodríguez Ferrer estudió fenómenos históricos y de las ciencias naturales semejantes a los que había analizado su predecesor prusiano y que para él también era de gran importancia aprehender Cuba en su totalidad y ofrecer un «conocimiento verdadero, tanto físico como moral»231. No obstante, existe una diferencia notoria: Rodríguez Ferrer evita incluir en su estudio a las gentes de la época; faltan trabajos de investigación sociológica, por ejemplo: sobre la composición de la población o la situación económica de la isla. En consecuencia, no existen tampoco estudios de naturaleza crítica como pueda ser el capítulo que Humboldt dedicó a la esclavitud232; en la obra de Rodríguez Ferrer no se encuentran tan siquiera referencias a la opinión de Humboldt sobre esta institución. Esto es especialmente sorprendente si tenemos en cuenta que el científico español sentía un gran interés por los aspectos etnológicos, arqueológicos y antropológicos de la región objeto de estudio, como se demuestra tanto en el capítulo cuarto de su obra sobre Cuba («Conclusion de las antigüedades cubanas, con referencia á más excursiones y objetos»), así como en pasajes aislados en otros capítulos sobre los restos de la antigua cultura americana de los taínos. Además, tras su regreso a Madrid, Rodríguez Ferrer publicó varios artículos con los que adquirió renombre como etnólogo y arqueológo233. Así pues, podemos concluir que este autor se Ibidem, p. XIII. Se trata aquí del capítulo séptimo de su obra sobre Cuba. Cfr. además capítulo III.3. 233 Miguel RODRÍGUEZ FERRER, «La paleo-arqueología cubana en su instalación del Museo de Americanistas». Revista de la Ilustración Española y Americana, año 25, núm. XXXVII, Madrid, 1881, p. 219-221; Miguel RODRÍGUEZ FERRER, «De los terrícolas cubanos con anterioridad a los que allí encontró Colón, según puede inferirse de las antigüedades encontradas en esta Isla». En: Congreso Internacional de Americanistas. Actas de la cuarta reunión. Madrid 1881. Madrid: Fortanet, 1883, vol. 1, pp. 224-267. Cfr. también: Miguel Ángel PUIGSAMPER, «Aportes de Miguel Rodríguez Ferrer a la antropología cubana». Revista de Indias, 231 232

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interesó exclusivamente por la faceta histórica de la población cubana, pero no por su coetánea. El planteamiento de Marcos Jiménez de la Espada también se puede contemplar bajo el aspecto de una orientación implícita al modelo humboldtiano. A pesar de arremeter, como hemos dicho, contra el prusiano tanto en materia política como científica, el pensamiento geográfico de Humboldt —a quien llamaba «Aristóteles prusiano» y del que se consideraba pupilo y admirador— ejerció una influencia decisiva en el español. El influjo de Humboldt en Jiménez de la Espada atañe a la técnica literaria utilizada por el primero para transmitir sus conocimientos, incluye elementos de su visión armónica de la naturaleza y se convierte, a su vez, en un estímulo para sus temas de investigación sobre la arqueología americana. Al principio de su viaje, Jiménez de la Espada apenas poseía nociones acerca de Humboldt. Fue en el transcurso de su expedición cuando topó en reiteradas ocasiones con el investigador prusiano. A partir de este encuentro y con el paso del tiempo se fue desarrollando una adopción implícita de su visión de la naturaleza y de la historia: A lo largo de este periplo, en el que siguió las huellas de Humboldt por varios lugares, —como en los volcanes ecuatorianos—, desplegó una mirada humboldtiana, una visión integradora de la naturaleza y de las culturas americanas234.

Es un hecho que Humboldt representó una referencia clave en la realización de la expedición al Pacífico de Jiménez de la Espada durante los años 1862-1866, y no sólo en lo tocante a las conclusiones y descripciones del naturalista español235. López-Ocón aclara hasta qué punto la forma de aproximarse a la naturaleza de Humboldt influyó al español: Madrid, vol. LII, núm. 194, 1992, pp. 195-201; Manuel RIVERO DE LA CALLE, «Localización de la Cueva del Indio, de Rodríguez Ferrer (1847), en Maísi, provincia de Guantánamo». Revista El Yunque, Baracoa, año 1, núm. 1, 1980, p. 13-19; y: Manuel RIVERO DE LA CALLE, «Estudio de la calvaria taina hallada por Rodríguez Ferrer en 1847. Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, año 69, vol. XX, núm. 2, 1978, pp. 89-116. 234 LÓPEZ-OCÓN, 2005. 235 Cfr. capítulo «Tras las huellas de Humboldt: una visión integradora de la naturaleza y el paisaje de un naturalista romántico» en: LÓPEZ-OCÓN, 1991, pp. 177-185.

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Al situarse tras las huellas de Humboldt, Espada mirará la naturaleza y los paisajes de su itenerario con una singular simbiosis de objetividad y subjetividad, de observación y contemplación, de razón y sentimiento. Este viajero (...) adopta una forma de aproximación a la naturaleza y al paisaje, de cuño humboldtiano, que a la vez que evidencia una sistemática y rigurosa apoyatura científica, es capaz también de aunar armónicamente ingredientes subjetivos y objetivos, idealidad y empirismo, referencias humanistas y naturalistas, utilizando las analogías y el método comparativo236.

En este sentido, hemos de analizar también nuevamente a Ramón de La Sagra, ya que constituye uno de los ejemplos más interesantes de este modo de percepción. Su constante referencia a Humboldt, como se ha detallado más arriba, está relacionada con el hecho de que en la época de La Sagra apenas se disponía de datos de referencia, puesto que la expedición a Cuba de Humboldt y Bonpland era la que más se había dado a conocer y los resultados de su investigación, los que se habían documentado con más detalle237. A continuación, demostraremos que además tuvo lugar una percepción mucho más profunda hasta llegar incluso a una asimilación de la obra humboldtiana. La Sagra adoptó el modelo científico de organización propio de Humboldt en muchos aspectos: En primer lugar, se reconoce una clara analogía tanto en lo tocante a los objetivos como al método y contenido de su trabajo. Quería realizar una exploración científica global de Cuba de la que resultaría la publicación de una obra extensa y variada sobre esta isla tan importante para la España de la época. Con tal fin siguió el modelo holístico de organización humboldtiano, aunque la elaboración de una obra tan sintentizadora sobre una región no se ajustara mucho al uso de la época ya que en ese tipo de estudios las distintas ramas del saber se solían tratar por separado.

Ibidem, p. 181. Había bastantes más pioneros en territorio cubano, si bien menos conocidos. Su labor investigadora no había aparecido publicada en su totalidad. Cfr. Armando GARCÍA GONZÁLEZ, «El coleccionismo científico en las ciencias naturales en Cuba (siglos XVII y XVIII)». História e meio-ambiente o impacto da expansão europeia. Região autónoma da Madeira: Centro do História do Atlântico, Secretaría Regional do Turismo e Cultura, 1999, pp. 359367. 236 237

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En una carta a su amigo T. Gener, La Sagra le comunica su propósito, que en efecto recuerda mucho a la visión de Humboldt: Pretendo realizar una historia de Cuba en la que se reflejen todos los aspectos físicos, económicos, políticos y culturales de la isla; para ello son necesarios los apoyos técnicos que no se hallan en Cuba, donde los mecanismos de imprimir son muy rudimentarios238.

Este objetivo se refleja ya en el índice de su obra sobra Cuba239. El método de La Sagra evidencia la utilización constante de principios humboldtianos, tanto en lo referente a la causalidad como a los métodos comparativos aplicados. Asimismo, para él la naturaleza representa, en la ostensible diversidad y en la interconexión de sus fenómenos, un todo cuyas leyes deberían sacarse a la luz. De este modo, a su llegada a Cuba en el año 1823, se propuso recoger todos los materiales que permitieran conocer las distintas ramas de las ciencias naturales, (...) pero la misma mutua conexion de los objetos (...) hizo que pasásemos del estudio de ellos al de las producciones, de éstas á los recursos del pais, y de aquí á los demás ramos que constituyen el gobierno, la administracion y la riqueza del pueblo cubano240.

De igual modo, compartía el interés de Humboldt por la historia, disciplina que tampoco estudiaba por razones estrictamente históricas, sino a fin de poder realizar predicciones para el futuro: La historia (...) debe ser no solo comprensiva de todas las partes que constituyen la existencia política de las sociedades modernas, sino además comparativa con la de estas sociedades las mas en analogía ó relacion con su vida y sus intereses. La historia escrita así, será no solo un cuadro fiel de lo pasado y de lo presente sino también un reflejo enseñador para el futuro241.

La cita que aparece a continuación sobre la unidad de las ciencias naturales podría haber salido de la pluma de Humboldt: 238 Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, correspondencia entre La Sagra y Gener, citada en: Ascensión CAMBRÓN INFANTE, El socialismo racional de Ramón de la Sagra. La Coruña: Imprenta Provincial, 1989, p. 91. 239 SAGRA, 1996. 240 Ibidem, vol. 1, pp. 7-8. 241 Ibidem, pp. 6-7.

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Las ciencias naturales se ofrecen en el árbol de los conocimientos humanos como una rama simétrica cuyas divisiones, más bien son producidas por la abundancia que por la diversa naturaleza de sus frutos. Sus partes, estrechamente unidas, forman un todo único e indivisible bajo el aspecto común como se presenta a la imaginación el grande objetivo que las constituye, a saber, el estudio de la Naturaleza242.

También encontramos claras analogías en cuanto a la clasificación terminológica entre Historia Física de La Sagra y la Geografia Física de Humboldt. Por consiguiente, el español define también claramente la distinción entre la Historia o la Geografía Física y la Historia Natural como dos disciplinas interrelacionadas, pero a la vez independientes la una de la otra. De la misma manera, la botánica descriptiva de La Sagra corresponde más bien a la geografía botánica, es decir, nuevamente al método de Humboldt243. Tanto la ruta de la expedición como el diseño con que redactaría posteriormente sus resultados ponen de manifiesto otros paralelismos que no se pueden interpretar como simples casualidades. Así, La Sagra organizó su partida desde La Coruña y al igual que Humboldt, realizó observaciones meteorológicas y físicas durante la travesía a La Habana244. En la obra fruto de dichas observaciones afirma, refiriéndose a Humboldt, que «(...) solo el Barón de Humboldt y el desgraciado Perón me presentaban en el plan de trabajos un cuadro que abrazase todo el problema en su generalidad»245. Al final de la expedición La Sagra permaneció cinco meses en Estados Unidos246 y partió desde Filadelfia rumbo a Europa. Esta estancia Anales de la Ciencia, 1 (1827): 5, citado en: CAMBRÓN, 1989, p. 214. En: Francisco QUIRÓS LINARES, «Ramón de la Sagra, epígono de Humboldt». En: Josefina GÓMEZ MENDOZA et al. (eds.), Geógrafos y naturalistas en la España contemporánea. Estudios de historia de la ciencia natural y geográfica. Madrid: Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid, 1995, p. 9-34, aquí: pp. 16-19, pueden hallarse más datos sobre la comprensión análoga, si bien diferenciada, de estos conceptos. 244 Ramón de la SAGRA, «Observaciones físicas hechas por D. Ramón de Sagra en el Océano Atlántico durante su viaje de La Coruña a La Habana». Memorias de la Real Sociedad Económica de La Habana, La Habana, 1823, núm. 46, pp. 209-39. 245 Ibidem, p. 211. 246 La estancia de Humboldt en la zona de Philadelphia y Washington de los Estados Unidos se prolongó entre el 20 de mayo y el 30 de junio de 1804. Cfr. Peter SCHOENWALDT, «Alexander von Humboldt und die Vereinigten Staaten von Amerika». En: Heinrich PFEI242 243

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en los Estados Unidos de América tuvo para La Sagra una motivación similar a la de Humboldt. También para él, como para muchos de los ilustrados e intelectuales de la época, este territorio era la encarnación de la modernidad y un ejemplo de las posibilidades de desarrollo que ofrecía un mundo independiente y libre247. Su experiencia en Estados Unidos y la toma de contacto con una sociedad a su juicio más desarrollada le influyó de tal manera que a raíz de ella se dedicó más intensamente al estudio de la sociedad; sus visitas a diversas instituciones sociales o sin ánimo de lucro le sirvieron de base para las actividades que desarrollaría en el futuro encaminadas a lograr una reforma social248.

(ed.), Alexander von Humboldt. Werk und Weltgeltung. München: R. Piper & Co., 1969, pp. 431-482; Kurt BIERMANN; Ingo SCHWARZ, «Alexander von Humboldt - “half an American”». Alexander-von-Humboldt-Magazin, Bonn, núm. 67, 1996, pp. 43-50; Ingo SCHWARZ, «“Shelter for a Reasonable Freedom” or Cartesian Vortex». En: Miguel Ángel PUIG-SAMPER (ed.), Debate y perspectivas. Alejandro de Humboldt y el mundo hispánico. La Modernidad y la Independencia americana. Núm. 1. Madrid: Fundación Histórica Tavera, 2000, pp. 169-182; Ingo SCHWARZ, «Alexander von Humboldts Bild von Latein- und Angloamerika im Vergleich». En: Wolfgang REINHARD; Peter WALDMANN (eds.), Nord und Süd in Amerika: Gegensätze. Gemeinsamkeiten. Europäischer Hintergrund. Vol. 2. Freiburg: Rombach, 1992, pp. 1142-1154; Ingo SCHWARZ, «Alexander von Humboldt und der nordamerikanische Westen (partes 1 y 2)». Magazin für Amerikanistik. Zeitschrift für amerikanische Geschichte. Wyk auf Föhr, núm. 19 (1995), cuaderno 2, trimestre 2, pp. 8-10, cuaderno 3, trimestre 3, p. 19-22; Ingo SCHWARZ, «Alexander von Humboldt - Socio-political Views of the Americas». En: Ottmar ETTE; Walther L. BERNECKER (eds.), Ansichten Amerikas. Neuere Studien zu Alexander von Humboldt. Frankfurt a. M.: Vervuert, 2001, pp. 105-115. Hermann R. FRIIS, «Alexander von Humboldts Besuch in den Vereinigten Staaten von Amerika vom 20. Mai bis zum 30. Juni 1804». En: Joachim H. SCHULTZE (ed.), Alexander von Humboldt. Studien zu seiner universalen Geisteshaltung. Berlin: Walter de Gruyter, 1959, pp. 142-195. 247 Sobre la visión de Humboldt acerca de Estados Unidos cfr. REBOK, 2007; Sandra REBOK, «Two Exponents of the Enlightenment: Transatlantic Communication by Thomas Jefferson and Alexander von Humboldt». En: The Southern Quarterly, Imagining the Atlantic World, vol. 43, núm. 4, 2006, Hattiesburg, pp. 126-152; Sandra REBOK, «Enlightened Correspondents: The Transatlantic Dialogue of Thomas Jefferson and Alexander von Humboldt». En: Virginia Magazine of History and Biography, Richmond, núm. 4, vol. 116, 2008, pp. 329-369. 248 Ascención CAMBRÓN INFANTE, Ramón de la Sagra. El poder de la razón. La Coruña: Vía Láctea, 1994, p. 29. Fruto de su estancia estadounidense es: Ramón de la SAGRA, Cinco meses en los Estados Unidos de América del Norte, desde el 20 de abril al 23 de septiembre de 1835. Paris: Imprenta de P. Renouard, 1836. FFER

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En lo referente al lugar de redacción y publicación de sus resultados, La Sagra sigue nuevamente el esquema de trabajo de Humboldt: El español eligió París, ya que en la ciudad del Sena disponía de unas técnicas de impresión avanzadas y del ambiente científico que requería para la elaboración de su monumental obra. Así, a su vuelta del Nuevo Mundo se instaló en la capital francesa de forma prolongada hasta que se vio obligado a regresar a su patria tras haber sido elegido diputado del parlamento español, es decir, por causas externas y relacionadas con sus deberes como ciudadano, al igual que su modelo prusiano. También la organización y el procedimiento elegidos para la valoración científica de su material parecía seguir las huellas de Humboldt: Entregó sus apuntes a científicos parisinos de renombre y éstos reelaboraron algunos volúmenes de su obra. Además, pueden percibirse paralelismos de orden ideológico: La Sagra poseía también una visión muy optimista de la ciencia, especialmente en cuanto a su aplicación a la industria y a la agricultura. Según La Sagra, la transformación que de este modo se había puesto en marcha sería el vehículo que conduciría a una sociedad más desarrollada y más racional. Tenía el convencimiento de que con ayuda de la ciencia o de un criterio científico se podría combatir la ignorancia y la pobreza tan extendidas entre la población y originar una industrialización del país. A su juicio, esto llevaría a un tipo de sociedad más solidaria249. Esta manera pragmática, si bien no tan utópica, de entender la ciencia como motor de cambio social también la encontramos en Alexander von Humboldt, quien ya en tiempos de Freiberg había desarrollado modos de alivianar el trabajo de los mineros250 y había propuesto también reformas sociales y económicas en su obra sobre la expedición americana. Ibidem, p. 77. Cfr. sus propias explicaciones en la autobiografía que entregó a Carlos IV «Notice sur la vie littéraire...», reproducida en: PUIG-SAMPER, 2001, pp. 47-49. «C’est pendant ce sejour continuel dans les mines, que je fis une suite d’expérience assez dangereuses sur les moyens de rendre moins nuisible les moffettes souterraines, et de sauver les personnes asphyxiées. Je parvins à construire ma nouvelle lampe antimephitique, qui ne séteint dans aucun gaz, et la machine de respirations, instrumens qui servent en même temps aux mineurs militaires, lorsque le contremineur empêche leurs traveaux par des camouflets», pp. 353-354. Otros títulos de interés: Alexander von HUMBOLDT, «Über die einfache Vorrich249 250

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Además, las reformas propuestas por La Sagra para Cuba son muy semejantes a las que el investigador prusiano planteó años antes: la lucha contra el monocultivo del azúcar, la introdución de alternativas para la agricultura cubana, así como el empleo de una tecnología más avanzada en la elaboración del azúcar. La postura ante las reformas sociales de La Sagra se pone de manifiesto especialmente en relación con el tema de la esclavitud, de mucha actualidad y gran controversia por aquel entonces. Aunque La Sagra no dedicó un capítulo entero a este tema, como había hecho Humboldt en su obra sobre Cuba, sí lo trató detenidamente en varios pasajes de su larga introducción251, aludiendo repetidas veces al explorador prusiano252. Al margen de su estudio sobre Cuba, La Sagra dedicó mucha atención a este tema en otros trabajos. Además de considerarla un sistema extremadamente inhumano, la definió como uno de los factores que más obstaculizaban el desarrollo de la isla caribeña: (...) [la esclavitud] un sistema, carente de estímulo y que elimina completamente la intelegencia del operario, para que predomine exclusivamente su fuerza muscular [...] [la esclavitud] se opuso al progreso racional de las prácticas agrónomas e imposibilitando la introducción de los sanos y comprobados principios de la ciencia253.

En términos de La Sagra, la esclavitud suponía un impedimento para la agricultura porque la dejaba en manos de quienes carecían de visión de futuro y modernidad y a los que únicamente interesaba un incremento inmediato de sus ganancias. De esta manera, su concepto de la esclavitud y de las reformas económicas que debían emprenderse sobre todo en el sector agrario coincide plenamente con el de Humboldt254. tung durch welche sich Menschen stundenlang in irrespirablen Gasarten ohne Nachteil der Gesundheit und mit brennenden Lichtern aufhalten können; oder vorläufige Anzeige einer Rettungsflasche und eines Lichterhalters». En: Rudolph ZAUNICK, Alexander von Humboldt. Kosmische Naturbetrachtungen. Stuttgart: Alfred Kröner, 1958, pp. 10-28. 251 SAGRA, 1996, vol. 1, pp. 5-79. 252 Por ejemplo en: vol. 1, p. 38. 253 Ramón de la SAGRA, Selección de artículos sobre agricultura cubana. La Habana: Comisión Nacional Cubana de la UNESCO, 1963 (1860), pp. 33 y 200. 254 Para más información cfr. NARANJO, 2000, pp. 198-200, y CAMBRÓN, 1992, pp. 149166.

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Por último, el hecho de que La Sagra incluya o cite de forma explícita las obras de los primeros cronistas como fuente científica, en su caso particularmente los trabajos de Oviedo255, podría considerarse como otra adopción del modo de proceder de Humboldt. Por tanto, podemos afirmar que La Sagra fue una de las personas que en mayor medida siguió y aplicó en sus propios estudios el método del científico prusiano: Si en el panorama científico español del siglo XIX buscáramos un naturalista que utilizara el modelo trazado por Alejandro de Humboldt, quizá no encontráramos otro mejor que Ramón de la Sagra, el científico que desde una posición liberal intentó dar una visión sintética y global de la sociedad cubana atendiendo a numerosos aspectos del conocimiento, tal como Humboldt hizo en su Ensayo político sobre la isla de Cuba, publicado en París tres años después de la llegada de Ramón de la Sagra a La Habana256.

III.2.5.

Análisis de los diversos modos de percepción

¿De qué modo llegaron a fijar su atención en el investigador prusiano las personas que acabamos de citar y qué intereses se escondían tras el estudio de sus obras? En teoría se pueden distinguir dos modos de referencia, que se corresponden con el esquema expuesto arriba: O bien se percibía a Humboldt en función de su popularidad y en este caso se tomaba partido en tono crítico o loatorio, o bien se topaba con sus obras en el transcurso de la elaboración de los propios trabajos, de manera que oficiaba de autoridad científica o predecesor en un determinado campo. En este caso se producía una confrontación con sus conclusiones y en parte con su metodología, fruto de la cual resultaba una adopción y continuación de la misma. La alusión a Humboldt así como la referencia a sus resultados de investigación y medición eran prácticamente inevitables cuando se exploraban regiones que éste había visitado con anterioridad, ya que o bien dichos resultados todavía no se habían recogido de manera sistemática, o bien, en los casos en los que Humboldt no había entrado en SAGRA, 1996, vol. I, p. 154. Miguel Ángel PUIG-SAMPER, «Ramón de la Sagra, un naturalista humboldtiano en Cuba». En: Las Flores del Paraíso. La expedición botánica de Cuba en los siglos XVIII y XIX. Madrid: Lunwerg, 1999, p. 161. 255 256

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campos geográficos o científicos desconocidos, no se habían publicado o dado a conocer en la medida en la que lo hizo el prusiano. Por tal razón, el hecho de que se realizara una lectura de sus obras porque se conocía ya su nombre o sus trabajos o que el estudio de los resultados de Humboldt se produjera de forma automática como consecuencia de las indagaciones habituales en torno al estado de la cuestión en el ámbito correspondiente, marcaba claramente una diferencia en el modo de percepción. Además, habría de tenerse siempre presente, si el autor en cuestión había leído realmente a Humboldt y su estudio del mismo se refería en efecto a sus obras y a las ideas que éstas contenían, o si más bien se trataba de una cierta noción de las mismas, es decir de una percepción y uso parciales de los aspectos que interesaban al autor en un contexto determinado. Como ha quedado demostrado en virtud de lo antedicho, estos puntos de partida personales llevaron a una percepción de Humboldt diametralmente distinta y muy polifacética. No obstante, a la vista de tal diversidad podemos constatar que, por encima de dichas diferencias, había determinados aspectos de su persona y de su modo de actuar que solían cosechar simpatías, mientras que otros que solían desatar críticas. En el contexto del que se ocupa la presente investigación se valoró de modo sumamente positivo su enfoque científico holístico, que encontró expresión sobre todo en su última obra, el Kosmos. El modo de percibir la naturaleza inherente a este enfoque despertó un gran interés en España, en algunas personas más bien como idea filosófica, en otras, en cambio, como guía práctica para llevar a cabo estudios geográficos propios. Además, los «temas españoles» que trataba Humboldt de sus obras eran, como no podía ser de otra forma, los que recababan cierta atención en este país. Entre ellos se encontraba en primer lugar su estudio de las fuentes españolas antiguas de la época de la Conquista y de la primera exploración científica de América, sobre todo la importancia que había otorgado a los trabajos de Acosta y Oviedo. Además, la imagen que se había forjado gracias a esto se vio evidentemente fortalecida por el hecho de ser considerado el descubridor científico del mapa de Juan de la Cosa y de haber incorporado este importante hallazgo a su obra Examen critique. Lo que la totalidad de la comunidad intelectual y científica española había acogido de buen grado —con independencia de la orientación de cada modo de percepción— fue la valoración de la ciencia española expresada 219

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por Humboldt, tanto en su contexto coetáneo como en su referencia histórica. A este respecto sería muy interesante averiguar —aunque es imposible reconstruir los hechos desde la perspectiva actual— si Humboldt era consciente del efecto que alcanzaría con esta valoración positiva, si lo había provocado conscientemente por consideraciones diplomáticas, o si era realmente simple expresión de su más firme convicción. Por otro lado, se le criticó por sus declaraciones sobre el sistema colonial en sí y sobre la posibilidad de un final no muy lejano de dicha institución, así como por su postura liberal y defensora de los valores del humanismo, que le fue recriminada como indicio de su proximidad al movimiento independentista. Como ya se ha expuesto anteriormente, existía también la convicción de que la fama de Humboldt no estaba siempre justificada, puesto que en algunos casos tendría que reconocer el mérito a otros viajeros, fundamentalmente españoles, que en algunos campos se le habían adelantado. De esto se desprenden dos conclusiones: Por un lado, ha quedado claro que también en el caso de científicos y eruditos hay que distinguir entre una percepción científica y una política de Humboldt. Por otro lado, se pone de manifiesto que una percepción de entronque nacionalista podía conllevar una actitud tanto positiva como negativa hacia el prusiano. Lo sorprente es que ninguna de las personas incluidas en la presente investigación mencione su aportación a la investigación mineralógica, geológica y geográfica de España. No se ha encontrado ninguna referencia a los datos de medición que recabó Humboldt en España ni al perfil de altitud del país que elaboró él por primera vez. Esto sorprende por cuanto se trataba de una aportación de gran relevancia para la geografía española y en España existía acceso a dichas informaciones: Como se ha mencionado al principio, Humboldt había publicado el perfil de altitud entre Madrid y Valencia en el año 1779 en los Anales de Historia Natural 257, unos años más tarde también en Laborde258 y en Donnet259, además en el Atlas géografique260 hacía mención de estos resultados de medición. En Cfr. apéndice en: FERNÁNDEZ, 1993, núm. 1, p. 86. LABORDE, 1809. 259 Alexis DONNET, Mapa civil y militar de España y Portugal con la nueva división en distritos: enriquecido de los planos particulares de 34 ciudades y puertos principales. Paris: Dauty-Malo, 1823. 260 HUMBOLDT, 1814-1838. 257 258

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este contexto hay otras dos cuestiones que son asimismo difíciles de comprender: El hecho de que en la discusión mencionada anteriormente acerca de los valores de medición referentes a la ubicación de Madrid, y de la que se hizo eco la prensa, no se incluyeran los datos recogidos por Humboldt y que el único artículo en el que Humboldt exponía exclusivamente su campaña de medición científica por España y que había sido publicado en 1825 en la revista alemana Hertha, se publicara por primera vez en español en 2002261. Además, en este análisis puede verse claramente en qué medida la recepción de Humboldt en el mundo científico o intelectual español dependía de la realidad histórica de este país. Esto se hace evidente sobre todo en relación a la llamada Leyenda Negra, así como al debate sobre la presunta inferioridad de América, aspectos que marcaron esta época. Ambos discursos por un lado influyeron de forma durarera en el modo en el que se percibía a España en el extranjero y en la imagen que allí se había creado de esta nación, pero por otro lado también se convirtieron en parámetros relevantes para la estrategia de percepción propia de este país. Al investigar la historia del influjo de Humboldt en el mundo intelectual y científico de España, se observa únicamente una ligera transformación en la percepción de su persona a lo largo del siglo XIX. Los modos de percepción estaban mucho más relacionados con el propio criterio de los autores, con la orientación ideológica personal y con el modo de acceso a Humboldt que con las circunstancias histórico-políticas del momento, es decir, con el hecho de si la base para el estudio de las obras del prusiano se cimentaba en la necesidad profesional, en la curiosidad intelectual o en un objeto de investigación común. Por otra parte, en algunos casos aislados se ha evidenciado cómo el modo de percepción iba cambiando en parte con el paso del tiempo. Se ha podido constatar que algunos autores españoles dieron claras muestras de tener una postura positiva explícita hacia Humboldt, actitud que a menudo desembocaba en una adopción implícita de su modelo y de sus convicciones, una vez vistos más detenidamente y analizados con más exhaustividad. En algunos casos este intenso análisis dio lugar a la glorificación de Humboldt, al estudio de otras obras suyas o también a una 261

PUIG-SAMPER; REBOK, 2002 a y b.

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postura crítica, ya que de esta manera se descubrían también sus errores y limitaciones. Por ello es interesante observar que, en la mayoría de los casos, las personas objeto de investigación no se podían adscribir a una sola categoría. Esta interpretación poliédrica por parte de una misma persona se debe valorar muy positivamente ya que pone de manifiesto una cierta sensibilidad a la hora de captar los diferentes aspectos de la persona de Humboldt, de su obra y de su actuación. Como ha quedado reflejado en virtud de este análisis —y en plena concordancia con la hipótesis formulada en el presente trabajo acerca de que la percepción de lo otro se halla estrechamente relacionada con la posición de lo propio— en ningún caso se puede hablar de una recepción homogénea de Humboldt por parte de la sociedad española. Más bien se produjeron una percepción y una interpretación muy diferenciadas de Humboldt: De la «realidad Humboldt» el mundo científico y culturalintelectual español del siglo XIX percibió lo que presentaba referencias a la realidad propia o personal por una parte y a la realidad superior o nacional, por otra.

III.3.

HISTORIA DE LA EDICIÓN HUMBOLDT

Y LA RECEPCIÓN DE LAS OBRAS

DE

Un aspecto decisivo para la recepción de Humboldt en España era una amplia divulgación de sus trabajos en bibliotecas públicas y privadas. Sin embargo, ante todo había que franquear un obstáculo lingüístico: El único trabajo que había redactado directamente en español262 eran las Tablas geográfico-políticas del reino de Nueva España263, todos los demás los había 262 Durante un tiempo se supuso por error que Humboldt había escrito su texto sobre pasigrafía directamente en español: Andrés Manuel del RÍO, Elementos de orictognosia ó del conocimiento de los fósiles, dispuestos, según los principios de A. G. Werner, para uso del Real Seminario de Minería de México. Segunda parte, que comprende combustibles, metales y rocas seguidos de la Introducción a la pasigrafía geológica del Señor Barón de Humboldt inédita hasta ahora, con tres láminas. México, D. F.: Mariano de Zuñiga y Ontiveros, 1805. Hanno Beck enmendó el error al haber dado con el original francés. Cfr. Hanno BECK, «Alexander von Humboldts „Essay de Pasigraphie” (México 1803/04). Forschungen und Fortschritte, Berlin, XXXII, cuaderno 2, 1958, pp. 33-39. 263 Alejandro de HUMBOLDT, «Tablas geográfico-políticas del reino de Nueva-España, en el año de 1803, que manifiestan su superficie, población, agricultura, fábricas, comercio,

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escrito en francés o en alemán y únicamente después se habían traducido a otros idiomas264. Si bien algunas personas le leían en el idioma original, era imprescindible traducir sus obras si se quería facilitar su lectura a un público más amplio. Por ello, en este capítulo se enfocará la historia de la edición y recepción de sus obras en España desde dos ángulos: Por un lado, se expondrá una relación cronológica de las distintas traducciones, así como de la consecuente relevancia atribuida a cada una de las obras. Concretamente se analizará hasta qué punto existen diferencias en este sentido, si se publicó una obra determinada en español y en caso afirmativo con qué frecuencia, cuánto tiempo transcurrió desde la publicación del original y se cotejarán original y traducción por si hubiere fragmentos modificados u omitidos. Por otro lado, se abordará, en el marco de esta historia de la edición, la repercusión que tuvo cada una de las obras en España y que quedó plasmada, entre otros, en comentarios y reacciones de diversa índole sobre determinadas obras. De esta manera, se analizarán los diferentes tipos de interés que suscitaron las obras de Humboldt y se hará una interpretación de los mismos, enmarcándolos en el contexto histórico-político correspondiente. A este respecto, es de particular interés examinar de qué manera se aludía a las obras, en qué se diferenciaba la recepción de los distintas trabajos y qué publicaciones despertaron el mayor o el menor interés en España. minas, rentas y fuerza militar. Por el Baron de Humboldt. Presentadas al Exmo. Señor Virey [sic] del mismo reino en enero de 1804». Boletín de geografía y estadística. Dedicado a la memoria del ilustre Alejandro de Humboldt, en el aniversario del centésimo año de su nacimiento. Por la sociedad de Geografía de México. México. Ep. 2, vol. 1, 1869, p. 635-657. Se trata de una versión ampliada de la edición de 1822, que apareció bajo el mismo título en la editorial mexicana de D. Mariano Ontiveros. Sobre los conocimientos que lengua española que tenía Humboldt, cfr. Hans SCHNEIDER, «Alexander von Humboldt y la lengua española». En: Homenaje a Dámaso Alonso. Vol. III. Madrid: Gredos, 1963, pp. 397-409. 264 En: Horst FIEDLER; Ulrike LEITNER, Alexander von Humboldts Schriften. Bibliographie der selbstständig erschienenen Werke. Beiträge zur Alexander-von-Humboldt-Forschung, vol. 20. Berlin: Akademie Verlag, 2000, encontramos una extraordinaria relación de las obras de Humboldt, junto con sus traducciones. Cfr. también: Antonio PALAU Y DULCRET, Manual del librero hispanoamericano. Bibliografía general española e hispanoamericana desde la invención de la imprenta hasta nuestros tiempos con el valor comercial de los impresos descritos. 28 vols. Barcelona: Libreria Palau, 1948-1977, aquí: 1953, vol. 6, pp. 671-674.

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Se ha elegido esta perspectiva a fin de investigar de qué modo se produjo un acercamiento a la obra de Humboldt en España, condicionado por los intereses específicos de este país. Antes que nada, cabe apuntar que, conforme al tema de este trabajo se trata en primer término de las traducciones realizadas en España o a instancias de este país y en consecuencia no se incluyen las publicaciones aparecidas en varios Estados de Latinoamérica. Aunque es evidente que estas ediciones también llegaron a España, propiciando su divulgación en los círculos científicos o intelectuales del país, habían surgido de los intereses concretos de estos países y por ello no guardan relación con nuestro objeto de estudio. Por el contrario, sí deben incluirse las ediciones que se publicaron en el exilio francés explícitamente para el mercado español, ya que debido al régimen absolutista que dominó España durante los primeros decenios del siglo XIX y las restricciones que de éste se derivaron para la ciencia, en Francia había florecido un próspero negocio editorial en lengua española265. Siguiendo el marco temporal en el que se encuadra la presente investigación nuestra atención se centrará en las primeras ediciones de la obra de Humboldt en español, que vieron la luz en el siglo XIX; no tomaremos en consideración ediciones posteriores.

III.3.1.

Experiencias acerca del galvanismo

La primera obra del viajero prusiano que se publicó en español fueron los experimentos sobre fibras musculares y nerviosas266 que había acometido antes de su expedición americana. En el año 1803, es decir, pocos años después de la publicación de la versión original en alemán (1797), se publicó dicha obra bajo el título Experiencias acerca del galvanismo y en general sobre la 265 Mencionaremos únicamente que durante la guerra de la independencia el ejército napoléonico se hizo con 60.000 prisioneros de guerra españoles, que en su mayoría fueron deportados a Francia. Al subir al trono Fernando VII en 1814, reinstaurando el absolutismo, otras 12.000 familias se vieron forzadas a abandonar el país por su afinidad ideológica con la potencia invasora. Todo ello redundó en una creciente edición de libros españoles en Francia, fenómeno que ya se había dado durante el Ancien Régime. Cfr. Aline VAUCHELLEHAQUET, Les ouvrages en langue espagnole publiés en France entre 1814 et 1833. Etudes Hispaniques 9. Gardanne: Imprimerie Esmenjaud, 1985. 266 HUMBOLDT, 1797.

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irritación de las fibras musculares y nerviosas267 de la mano de un traductor hasta ahora desconocido y que se escondía tras las siglas D.A.D.L.M. Así, pues, la primera obra de Humboldt publicada en España no guardaba relación alguna con su famosa expedición y testifica una recepción de sus trabajos al margen de (y en este caso aún anterior a) su expedición americana. Siete años más tarde parece ser que vio la luz una segunda traducción de la misma obra, esta vez realizada por el médico español Tomás García Suelto que la tituló Experimentos sobre el galvanismo268, lo que se ajustaba más al título original en alemán. Desafortunadamente no hemos podido averiguar en el marco de la presente investigación los motivos que llevaron a esta segunda e inmediata traducción, puesto que únicamente se ha hallado la referencia a dicha obra269; todos los intentos de encontrar y examinar esta versión han resultado infructuosos. Por ello, sólo se puede formular la hipótesis de que esta nueva versión fue fruto del descontento producido por la primera traducción270, aunque, sin embargo, no tuvo mayor repercusión. La inmediata traducción de esta obra temprana de Humboldt debe contemplarse en relación con el enorme interés que en esta época, especialmente por su posible contribución al avance en el campo de la medicina271, despertaba el galvanismo en sí. Poco antes Pedro Gutiérrez Bueno había publicado un ensayo sobre esta materia que había suscitado el deseo de saber más acerca de tan prometedor asunto272. Así se explica el hecho de que también otras obras sobre dicha temática se tradujeran de inmediato, a fin de hacerlas accesibles a la ciencia española. En el prólogo del traductor HUMBOLDT, 1803. Alejandro de HUMBOLDT, Experimentos sobre el galvanismo. Madrid: (sin editorial), 1810 b. 269 FIEDLER; LEITNER, 2000, p. 17. (Datos de: Allg. Med. Ann. Abth. 1 (1813), julio, Sp. 668.) 270 No debemos olvidar que las traducciones que se llevaron a cabo en el siglo XIX a menudo eran muy libres, no sólo en lo que a la exactitud de los textos se refiere, sino por el hecho de que simplemente se omitían determinados pasajes. 271 También lo formula así Pedro Gutiérrez Bueno en el prólogo de su obra sobre el galvanismo, publicada en 1803, que estaba dedicado al Secretario de Estado español Godoy: Pedro GUTIÉRREZ BUENO, Observaciones sobre el Galvanismo según se hallan en el curso de la práctica química. Madrid: Imprenta de Villalpando, 1803 (sin numeración de páginas). 272 Cfr. HUMBOLDT, 1803, vol. I, p. 5. 267 268

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de la obra de Humboldt, áquel menciona las posibilidades que brinda el galvanismo en cuanto a la curación de determinadas enfermedades: Sea pues nuestra traduccion el primer paso para acercarse á penetrar una materia harto espinosa é intrincada en el dia; y si en algun tiempo lograse la España el hacer una aplicacion feliz y segura del Galvanismo al arte de curar, hallaremos bien recompensadas nuestras tareas273.

Otra muestra del enorme interés que desató el galvanismo por aquel entonces es una obra del italiano Juan Aldini publicada en aquellos años274. En general, se puede afirmar que la electricidad y el magnetismo tuvieron un gran impacto en el ámbito de la medicina española, ya que concretamente en el Colegio de Cirugía de Santiago de Compostela se proyectaba integrar las ciencias naturales en la medicina275. En este contexto cabe mencionar el interés de un profesor de este Colegio, Eusebio Bueno276, que en el año 1803 empleó una aparato galvanostático con fines terapéuticos y refirió que Humboldt había sido el primero en sugerir el galvanismo para la curación del reumatismo277. Este tema también suscitó gran interés en muchos otros especialistas. En esta épooca el catalán Francesc Salvá i Campillo leyó tres informes sobre el galvanismo en la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, en los que se citaba reiteradamente a Humboldt y se defendía la tesis humboldtiana Ibidem, p. 6. Juan ALDINI, Sobre el galvanismo. Referencia hallada en una carta que Pedro Ceballos dirigió, junto con esta obra, al Secretario de la Real Academia Nacional de Medicina con fecha del 2 de octubre de 1802. Luis MALDONADO; Susana PINAR, Catálogo de los fondos manuscritos del siglo XVIII de la Real Academia Nacional de Medicina. Madrid: Real Academia Nacional de Medicina, 1996. Núm. 787. 275 FRAGA; DOSIL, 2001, p. 318. 276 Cfr. manuscrito de Eusebio BUENO, «Discurso inaugural que a la abertura del Curso sexto del R. Colegio de Cirurgía-médica de Santiago, dixo el Dr. D. Eusebio Bueno Martínez el día 1 de octubre de 1804. La relación íntima y recíproca de la Naturaleza entera y con el hombre sano y enfermo». Archivo de la Real Academia de Medicina de Catalunya, Papeles del Dr. Pedralbes, 1804, caja XXIII (IV), 26. 277 Archivo de la Real Academia de Medicina de Catalunya, Papeles del Dr. Pedralbes, 1804, caja XXII (III), 40.8. 273 274

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según la cual habría que diferenciar el fluido galvánico del eléctrico278. Se trata de la «Disertación sobre el galvanismo (14 de febrero de 1800), la «Adición sobre la aplicación del galvanismo a la telegrafía» (14 de mayo de 1800), y la «Memoria segunda sobre el galvanismo aplicado a la telegrafía» 22 de febrero de 1804), que, sin embargo, no se publicaron hasta el año 1878 en las Memorias de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona279. Al menos en el caso de las dos primeras conferencias la fecha de lectura nos permite deducir que se tuvieron que utilizar o bien la versión francesa de la obra de Humboldt, que había sido publicada ese mismo año, o bien la versión original en alemán, ya que la traducción española no se editó hasta 1803. Además, estos datos corroboran la tesis de una recepción inmediata de las obras de Humboldt en España, en una época en la que él aún no se había forjado un nombre como autoridad científica280. No obstante, Salvá i Campillo expresa ya en sus conferencias su alta estima por el entonces todavía muy joven científico, como queda patente en la cita que recogemos a continuación: El barón de Humboldt lo cree así, apoyado en muchos experimentos, y después de haberlos yo repetido y hecho otros relativos al asunto no puedo menos que suscribir el dictamen de este sabio (...)281.

Así, pues, podemos resumir que la traducción española de su primera obra no tuvo nada que ver ni con el interés por su famosa expedición ni con su persona en sí, es decir, no obedecía a la curiosidad que podían despertar los primeros trabajos del afamado científico, sino que fue motivada única y exclusivamente por las cuestiones científicas que trataban.

III.3.2.

Ensayo político sobre el reino de la Nueva España

La siguiente edición de una obra de Humboldt en Madrid no vio la luz hasta el año 1818, en plena época absolutista, cuando Pedro María Olive CAMÓS, 2005, p. 90. Memorias de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, Barcelona, segunda época, vol. I, 1878, pp. 13-27, 28-40 y 41-55. 280 Lamentablemente desconocemos cómo o por medio de quién se introdujo esta primera obra de Humboldt en España. 281 SALVÁ, F. «Disertación sobre el galvanismo». Memorias de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, Barcelona, segunda época, vol. I, 1878, p. 15. 278 279

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publicó con el título Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España282 una edición española de su estudio sobre México283, que había aparecido en francés entre los años 1808 y 1811. Sin embargo, esta edición no supone una traducción exacta, sino que más bien responde a la intención de hacer accesible a un nutrido público aquellos trabajos de singular relevancia para España, pero en una edición de bajo coste y con una vocación no tanto científica, como divulgativa284. Dado el significado nada desdeñable que para la «madre patria» tenía la descripción que Humboldt había realizado de la colonia española, apareció pocos años más tarde una traducción completa de la obra, pero llevada a cabo en París por Vicente González Arnao. Primeramente se publicó en el año 1822285, y tuvo tan buena acogida que se reimprimió reiteradas veces, en parte en edición revisada y corregida286, una de las cuales se editó en Barcelona en el año 1842287. La editorial Rosa, con domicilio en París, tenía relaciones comerciales con el editor de la versión original en francés, Jean Renouard, y publicaba en esta época gran cantidad de libros españoles288. Algunas cartas de Humboldt a Renouard289 demuestran que Humboldt intervino como corrector al menos en la segunda edición, publicada por esta editorial en 1827290. Incluso aunque no encontrara tiempo para la lectura de la edición completa, su revisión de la introducción en español queda atestiguada merced a un extracto de este fragmento que contiene correcciones de su puño y letra291. 282 Alexandro de HUMBOLDT, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España. 2 vols. Madrid: Nuñez, 1818. 283 HUMBOLDT, 1808-1811. 284 El editor enumera los criterios de selección de tal dato en: HUMBOLDT, 1818, vol. I, p. 5. 285 Alejandro de HUMBOLDT, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España. 4 vols. Paris: Casa Rosa, 1822. 286 Las siguientes ediciones de dicha traducción se publicaron en 1827, 1836, 1842 y 1869-1870. 287 Alejandro de HUMBOLDT, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España. Barcelona: Librería de Don M. Sauri, 1842. 288 Cfr. FIEDLER; LEITNER, 2000, p. 203. 289 Cfr. idem. 290 Por el contrario, no se conoce la existencia de cartas dirigidas al traductor González o a la editorial Rosa. 291 Cfr. FIEDLER; LEITNER, 2000, p. 203.

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La recepción de este estudio económico, sociológico y político estuvo claramente marcada por el hecho de que la región en cuestión se estaba independizando de España justo en aquel momento, con lo que el objeto de investigación era un tema candente. Por ello, la aparición de esta obra fue ampliamente comentada en diversos contextos. A este marcado interés contribuyó tal vez la circunstancia de que este trabajo estuviera dedicado a Carlos IV, es decir, al rey que había posibilitado la expedición de Humboldt, aunque en aquel entonces su reinado hubiera tocado a su fin tiempo ha. Así, ya en el prólogo de la traducción parcial publicada en 1818 se subrayaba la importancia que revestía este trabajo para toda Europa y especialmente para España: Siguiendo el plan que nos hemos propuesto, extractarémos aquí una de las obras mas célebres publicadas en Europa en estos últimos tiempos, y del mayor interes para nosotros por contener la descripcion de una parte considerable de nuestras posesiones de América292.

Interesado en divulgar esta obra entre amplios círculos de la población, el responsable de esta edición perseguía el siguiente objetivo: (...) con lo que el comun de los lectores hallará en breve volúmen, y á poco precio, el espíritu ó análisis de unas obras que tanto conviene generalizar en España, y aun de las quales es como vergonzoso el que no tengamos exâcta idea293.

El hecho de que esta obra contuviera también pareceres críticos hacia el colonialismo o una comparación entre la productividad del México colonial y la de los Estados Unidos independientes llevó a una recepción ambivalente de esta obra en la sociedad española. Junto al enorme interés por las informaciones detalladas sobre Nueva España, ofreció también nuevos argumentos para el recelo ya existente entre sus detractores294.

292 293 294

HUMBOLDT, 1818, vol. I, p. 3. Ibidem, p. 5. Por ese motivo sólo se mencionaba esta obra en la prensa liberal.

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III.3.3.

Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente

Esta misma editorial española en el exilio, Rosa, publicó también en el año 1826 la traducción295 de la Relation historique, el relato del viaje de Humboldt. Como ésta fue publicada antes de que se concluyera el original en francés, en la versión española faltan las partes que aparecieron después de esta fecha. También en este caso la traducción es anónima y, además, está plagada de errores e incorrecciones. Por ello cabe preguntarse por qué corría había tal premura en poner esta obra a disposición del público español incluso antes de la conclusión del original en francés para publicarse luego de manera tan errónea e incompleta. Hasta los años 1941-1942 no se publicó en Venezuela296 una nueva edición de buena calidad y acorde con las exigencias de la ciencia; ni siquiera en España se ha acometido nunca una publicación de esta obra. Así pues, durante todo el siglo XIX y hasta la mitad del siglo XX no se dispuso de una versión aceptable en español. El hecho de que en España durante todo este tiempo no se considerara necesario realizar una nueva traducción da muestra de la escasa relevancia que se dio a este relato del viaje. Los lectores realmente interesados tuvieron que recurrir al original en francés; pero esta cirscunstacia se daba, al parecer, más por un interés personal por la descripción de la famosa expedición que por un afán de integrarla en un discurso científico, económico o político. Por lo tanto, apenas encontramos referencias a esta obra en trabajos de aquella época.

III.3.4.

Ensayo político sobre la isla de Cuba

También la obra de Humboldt sobre Cuba, Essai politique sur l’île de Cuba297, se tradujo inmediatamente en París298. El traductor prefirió

Alejandro de HUMBOLDT; Aimé BONPLAND, Viage á las regiones equinocciales del Nuevo Continente, hecho en 1799 hasta 1804. 5 vols. Paris: Casa de Rosa, 1826. 296 Alejandro de HUMBOLDT; Aimé BONPLAND, Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. 5 vols. Caracas: Escuela Técnica Industrial Talleres de Arte Gráficas, 1941-42. 297 Alexandre de HUMBOLDT, Essai politique sur l’île de Cuba. 2 vols. Paris: Gide Fils, 1826. 298 Alejandro de HUMBOLDT, Ensayo político sobre la isla de Cuba. Paris: Jules Renouard, 1827. 295

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también en este caso permanecer en el anonimato y esconderse tras las siglas Don J. B. de V. y M. Esta edición incluía un texto adicional —un balance comercial del año 1825299— que Humboldt había obtenido a posteriori, por lo que no aparece en el original francés; por el contrario, no se incluyeron las «Notes du livre X»300. Sólo dos años después aparecía en la editorial parisina Renouard una nueva edición de esta traducción, más tarde se imprimieron en París en los años 1836, 1840 y 1847 tres ediciones inalteradas que, haciendo caso omiso de lo antedicho, se calificaron de «nueva edición». La que sí plantea interrogantes es una edición de 1836, que indica como lugar de publicación Gerona, es decir España, y como traductor a Vicente González Arnao301, y otra más que apareció simultáneamente y en el mismo lugar, pero que señala como traductor a José López de Bustamante. Desafortunadamente, no se han podido encontrar estas ediciones en los archivos españoles consultados para así comprobar hasta qué punto diferían entre sí o si, por el contrario, se trataba de la misma versión bajo nombres diferentes302. Sin embargo, el cubano Fernando Ortiz, gran conocedor de Humboldt, defiende la tesis de que las dos versiones editadas supuestamente en Gerona obedecen a una treta de los editores franceses Lecointe y Lassere. Según sus investigaciones, existía solamente una única versión, aunque las distintas ediciones indicaran diferentes traductores, editoriales o lugares de publicación. En relación a los nombres, el especialista cubano supone que en el caso del primero se trataba de las iniciales reales y en el caso del segundo simplemente de un pseudónimo303. Aparte de esto, cabría señalar que hasta el año 1998 no se publicó una edición de esta obra304 «Balanza general». En: ibidem, pp. 342-346. «Sur la consomation du sucre en Europe», «Observations météorologiques...» y «De la témperature des différents parties de la zone torride au niveau des mers», desde la p. 40 en: ibidem, vol. II. 301 Alejandro de HUMBOLDT, Examen político sobre la isla de Cuba. Gerona: Oliva, 1836. 302 Según FIEDLER; LEITNER 2000, p. 128 se ha podido localizar un ejemplar de la traducción original de Vicente González Arnao en la Biblioteca Nacional de La Habana. 303 Fernando ORTIZ, «Introducción biobibliográfica». En: Alejandro de HUMBOLDT, Ensayo político sobre la isla de Cuba. La Habana: Fundación Fernando Ortiz, 1998, p. LXXXVII, nota al pie núm. 3. 304 HUMBOLDT, 1998. 299 300

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en España, que a su vez se basa en la primera traducción publicada por el anónimo Don J. B. de V. y M., y que hasta 2003 no se realizó una nueva traducción de este texto305. La recepción de la obra de Humboldt sobre Cuba contrasta con la resonancia que obtuvo su primer estudio geográfico sobre Nueva España. Bien es verdad que también se trataba de una colonia española, pero el momento histórico era otro: A la isla se le atribuía un significado central por ser una de las últimas colonias que le quedaban a España; además, había puestas muchas esperanzas en su productividad y en el consiguiente beneficio para la metrópolis. Debido a la circunstancia de que el rendimiento económico de la isla se basaba primordialmente en la producción de azúcar, es evidente que una crítica tan fundamental, como la que ejerció Humboldt contra la esclavitud, práctica sumamente extendida en la isla, echó sal en la herida del gobierno español. Para comprender mejor la recepción de esta obra nos remitiremos brevemente a la polémica que se suscitó a causa de su divulgación en Cuba. Tanto durante la estancia de Humboldt en la isla como en los años posteriores, la elite española y criolla le dispensó un profundo respeto, lo que se reflejaba, entre otras cosas, en el hecho de que hasta la publicación del Essai politique sur l’île de Cuba en el año 1826 se pusieron a su disposición numerosos documentos y datos que le sirvieron de ayuda en sus tareas de investigación. Sin embargo, la traducción al español de esta obra desencadenó un cambio radical: su inmediata prohibición en Cuba en el año 1827. Tal veto se basó en la moción presentada por Andrés de Zayas, miembro de una familia de alta alcurnia y muy considerada de La Habana, en la cual argumentaba de la siguiente manera: (...) esta obra bajo muchos aspectos apreciabilísimos era sin embargo sobremanera peligrosa entre nosotros por las opiniones de su autor acerca de la esclavitud y mas que todo por el cuadro tanto mas terrible que es mas cierto que presenta las gentes de color de su inmensa fuerza en esta Isla, y 305 Alexander von HUMBOLDT, Ensayo político sobre la isla de Cuba (1826) (traducción de María-Rosario MARTÍ MARCO e Irene PRÜFER LESKE). Alicante: Universidad de Alicante, 2003.

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su preponderancia excesiva en todas las Antillas y las costas del continente que nos cerca (...)306.

De esta manera, el alegato de Humboldt contra la esclavitud se estimó a todas luces peligrosa para la pervivencia del orden colonial. La consecuencia no fue sólo la prohibición de la versión española de esta obra y el secuestro de todos los ejemplares en circulación; además se tomaron medidas para impedir que la obra volviera a entrar en la isla307. Como tales dificultades eran previsibles, se entendería que a día de hoy no se haya podido adjudicar la autoría de la traducción de este trabajo. En cuanto a la historia de la recepción del Ensayo político sobre la isla de Cuba en España, se puede constatar que estuvo marcada por una cierta contradicción: Aparte de la problemática mencionada arriba, la obra resultó ser también de enorme utilidad a causa de su excepcional recopilación de datos geográficos sobre la isla, inexistente hasta aquel momento. De ella se beneficiaron sobre todo los científicos y viajeros que exploraron dicha región después de que lo hubiera hecho Humboldt y que aludieron en repetidas ocasiones a este Ensayo; por lo demás, no fue mencionado ni en la prensa ni en los trabajos de carácter general que no tuvieran a Cuba como tema.

III.3.5.

Essai sur la géographie des plantes

Por el contrario, la obra de Humbolt sobre la geografía de las plantas, la primera publicación en el marco de su expedición americana, cuya 306 «Expediente en que el exmo. Ayuntamto., sobre que se recoja la obra del Barón de Humboldt titulada ensayo político de la Isla de Cuba y q. se nieguen las licencias ála gente de color, para escuelas». Boletín del Archivo Nacional, La Habana, vol. LVI, enero-diciembre 1957, pp. 31-35. Citado en: HUMBOLDT, 1998, p. 91. 307 Cfr. Sandra REBOK, «Alejandro de Humboldt en Cuba: reflexiones historiográficas». En: Josef OPATRNÝ (ed.), El Caribe Hispano. Sujeto y objeto en política internacional, (suplemento núm. 9 de Ibero-Americana Pragensia). Praga: Universidad Carolina, Karolinum, 2001, p. 133.

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versión en francés fue publicada ya en 1807308, sigue sin ser publicada en España en castellano309. Únicamente una versión provisional de 1803, que sirvió de base para su posterior elaboración y de la que Humboldt había enviado una copia a Mutis, apareció publicada con un prólogo y algunas anotaciones de Francisco José Caldas en el año 1809 en una revista de la que éste era editor310. Por ello, la difusión de este trabajo en España fue mínima y su resonancia muy limitada, hecho que puede parecer sorprendente ya que el propio Humboldt lo consideraba uno de sus estudios más importantes. Esta circunstacia se puede justificarse, además de por el profundo interés general que suscitaban en España los aspectos económicos o políticos de la expedición de Humboldt, por el hecho de que las obras de De Candolle311 desbancaron pronto los estudios biogeográficos de Humboldt. De este modo, la influencia que el prusiano hubiera podido tener en el discurso científico como uno de los fundadores de la biogeografía fue limitada.

III.3.6.

Cosmos

Seguramente debido al enorme interés que suscitó en todo el mundo, Kosmos, la última obra de Humboldt y que sintetizaba su labor científica, fue traducida al español en los años 1851-1852, inmediatamente después 308 Alexandre de HUMBOLDT, Essai sur la géographie des plantes accompagné d’un tableau physique des régions équinoxiales. Paris: Schoell, 1807. 309 En 1991 se publicó una edición en gallego: Alexander von HUMBOLDT, Ensaio sobre a Xeografia das Plantas (editado por Javier DOSIL MANCILLA, María Jesús FUENTES SILVEIRA y Xosé A. FRAGA VÁSQUEZ). La Coruña: Talleres Gráficos López Torre, 1999 b, pp. 29-53. 310 Federico Alejandro Barón de HUMBOLDT, «Geografía de las Plantas, ó cuadro físico de los Andes equinocciales y de los Países Vecinos, Levantado sobre las observaciones y medidas hechas en los mismos lugares desde 1799 hasta 1803, y dedicado, con los sentimientos del más profundo reconocimiento, al ilustre patriarca de los botánicos, D. José Celestino Mutis». Semanario del Nuevo Reino de Granada, núm. 16 de 23 de abril de 1809. Además esta versión apareció de nuevo en la misma revista en 1849, publicada esta vez en Paris: Alejandro HUMBOLDT, «Geografía de las Plantas, ó cuadro físico de los Andes equinocciales y de los Países Vecinos, Levantado sobre las observaciones y medidas hechas en los mismos lugares desde 1799 hasta 1803». Semanario del Nuevo Reino de Granada. Paris: Lib. Castellana, 1849 b, pp. 245-373. 311 FRAGA; DOSIL, 2001, p. 318.

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de la aparición de los primeros volúmenes en alemán. La traducción fue realizada por Francisco Díaz Quintero, y se publicó simultáneamente en Madrid y en México convirtiéndose así, tras el trabajo sobre México de 1818, en la primera obra de Humboldt que veía la luz en la capital de España312. Esta edición, más bien desconocida y limitada exclusivamente a los dos primeros volúmenes de Kosmos, supone una traducción de la versión original en alemán, de la que se tomaron las numerosas notas a pie de página de Humboldt. Sin fecha de publicación se editó otra versión de esta obra que, en realidad, parece ser una simple copia de la edición citada anteriormente, aunque se calificó de forma engañosa como «traducción libre» y no incluye ni el prólogo del traductor ni las notas de Humboldt313. No obstante, tanto la traducción como el formato (resalte de determinadas expresiones, etc.) coinciden por completo con la versión arriba mencionada. Así pues, es de suponer que no podía tratarse de una copia autorizada de la edición de 1851-1852, es decir, que esta editorial quería sacar al mercado una versión en español propia de la edición de Kosmos, pero sin tener que realizar el esfuerzo que suponía la elaboración de una nueva traducción. Durante el trabajo de archivo en la biblioteca de la Academia Médica Matritense descubrimos otra versión de este trabajo y que hasta entonces no se había registrado en ninguna recopilación de las obras de Humboldt314. Se trata de una edición publicada también en el año 1852315, traducida por Francisco Xeréz y Varona, un astrónomo del Observatoire Royal de París, pero que no partió del original alemán sino de una versión del francés realizada por H. Faye316. Además, al examinar este 312 Alejandro de HUMBOLDT, Cosmos ó ensayo de una descripcion fisica del mundo. Madrid: Establecimiento tipográfico de D. Ramón Rodríguez de Rivera, 1851-52. 313 Alejandro de HUMBOLDT, El Cosmos ó Ensayo de una descripción física del mundo por Humboldt. Madrid: Imprenta de Valero Diez, sin año. Sólo se ha podido localizar el primer volumen; no se sabe si se han traducido más tomos. 314 Cfr. FIEDLER; LEITNER, 2000, pp. 429-431. 315 Alejandro de HUMBOLDT, Cosmos ó ensayo de una descripcion fisica del mundo. Madrid: José Trujillo, 1852. También en este caso sólo hemos podido localizar el primer volumen. 316 Dado que el francés resultaba más accesible, por entonces no era en absoluto inusual que se tradujeran libros del francés, independientemente de que fueran originales o traducciones.

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trabajo, se pudo constatar que no se trataba de una traducción completa, ya que se habían omitido algunas partes y todas las notas aclaratorias. Habrían de pasar más de 20 años hasta que se retomara el proyecto inacabado de la edición de Kosmos, pero con una nueva traducción. Esta vez se encargó de la traducción de la obra Bernardo Giner de los Ríos, que más tarde también trasladaría al español Ansichten der Natur. A él debemos la más completa edición de esta obra317 en español, que consta de cuatro volúmentes y que, además de las notas de Humboldt, incluye un apéndice con datos biográficos sobre la figura del prusiano318. El último volumen de Kosmos quedó inconcluso a la muerte de Humboldt en el año 1859 y no vio la luz en Alemania hasta 1862. Esta edición constaba de las partes que ya se encontraban en prensa, así como de algunas notas y revisiones de Johann Karl Eduard Buschmann y Edward Sabine. No llegó nunca a traducirse al español319. Casi de forma simultánea, en 1875-1876, apareció otra edición española impresa en Bélgica y Sevilla320. A principios del siglo XX se intentó publicar en Madrid una nueva edición que, sin embargo, se volvió a limitar al primer volumen321. También aquí se puede observar que si bien al principio existía un notable interés en una publicación inmediata de la edición en español, ésta no se llevó a término y sorprendentemente se tardó mucho en retomar el proyecto, mejor dicho, en completarlo por primera vez. Por consiguiente, la historia de la edición española de esta obra es notable ya que está caracterizada por una enorme discontinuidad. Las razones son evidentes: debido a la notoriedad que entretanto había alcanzado Humboldt, la edición de una versión española de esta obra ya no era sólo de interés para los científicos de una determinada disciplina, como sí había sido el caso en su primer trabajo sobre el galvanismo. Ahora se trataba HUMBOLDT, 1874-75. Ibidem, pp. XIII-XX. 319 En general no se incluía el quinto volumen en las traducciones a otras lenguas, o bien sólo se consideraban los pasajes cuya autoría podía atribuirse a Humboldt con total seguridad. 320 Alejandro de HUMBOLDT, Cosmos. Ensayo de una descripción física del mundo. 4 vols. Bélgica - Sevilla: Perié, 1875-76. Cfr. datos en: FIEDLER; LEITNER, 2000, p. 430. 321 Alejandro de HUMBOLDT, Cosmos. Ensayo de una descripción física del mundo. Madrid: Imprenta de Valero Díaz, 1907. 317 318

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de una empresa lucrativa, puesto que la popularidad de Kosmos entre la población prometía beneficios económicos. Como sea que además por aquel entonces los derechos de traducción no estaban regulados y por lo tanto cualquiera se podía dedicar a la edición de nuevas traducciones, aun sin contrato ni emolumentos, surgieron varios trabajos que se habían iniciado paralelamente, la mayoría de las veces sin saberlo o con pleno conocimiento de la competencia322. Este enorme interés por la publicación de diferentes ediciones de Kosmos fue acompañado de un profundo reconocimiento y un gran aprecio de la obra por parte de los lectores. En innumerables alusiones a Humboldt se hacía referencia en clave general a esta obra, que sin lugar a dudas también en España es considerada su obra magistral. Como ya se ha expuesto detalladamente, también la prensa española tributó no pocos elogios a este trabajo. No obstante, tan abundantes referencias apenas se remiten al contenido; en numerosas ocasiones se hacía simple mención de a la obra, pero sin realizar un verdadero análisis de su contenido científico. En determinados círculos o en determinadas situaciones parecía ser de buen tono remitir, en el contexto adecuado, a «el sabio Humboldt» y a su «su gran obra, el Cosmos». Pero también se escucharon palabras cargadas de encomio por parte de las personas que se habían volcado en el estudio de sus obras. Así, Menéndez y Pelayo escribe en relación a esta obra: Sólo Humboldt era capaz de escribir tal obra, por lo mismo que no se había encerrado en una ciencia particular, sino que había visto los nexos y correlaciones de todas, logrando los mayores resultados de la aplicación de unas a otras323.

Podemos concluir que, por un lado, el Kosmos es la obra que más se asoció al nombre de Humboldt en España y por la que más mérito se le Ulrike Leitner ha profundizado en esta cuestión, en relación con las traducciones al inglés de sus obras. Cfr. Ulrike LEITNER, «Die englischen Übersetzungen Humboldtscher Werke». Acta Histórica Leopoldina, Leipzig, núm. 27, 1997, pp. 63-74, sobre todo el epígrafe «Business in späten Jahren», que gira en torno a las traducciones autorizadas y no autorizadas del Kosmos (pp. 69-74). 323 MENÉNDEZ Y PELAYO, Historia de las ideas estéticas en España. Vol. IV, cap. II, p. 132. En: MENÉNDEZ Y PELAYO, 1999. 322

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atribuyó. Por otro lado, esto no parece haber tenido como consecuencia una lectura profunda de la misma, puesto que no se registra una verdadera integración del contenido de dicha obra en el discurso científico del país. No obstante, esto no refleja una percepción específicamente española de los últimos trabajos de Humboldt, sino que más bien se corresponde con la tendencia existente en otros países. Sin embargo, en el caso de España hay que añadir la circunstancia de que se trata de una obra puramente científica, carente de contenido político susceptible de interpretaciones, lo que a su vez hubiera podido provocar una resonancia sumamente conflictiva en este país. Esta situación originó que el Kosmos fuera la obra de Humboldt más citada en España, hecho que permitió una percepción estrictamente científica, por mucho que las referencias que se hacían a la misma tuvieran en la mayoría de los casos una función meramente loatoria y carecieran de función en cuanto al contenido.

III.3.7.

Cuadros de la naturaleza

No será hasta el año 1876 cuando Bernado Giner de los Ríos realice la primera traducción española de Ansichten der Natur, otra de las obras más populares de Humboldt324. La primera edición de esta obra había aparecido en Alemania ya en el año 1808325, aunque no adoptaría su forma definitiva hasta la publicación de las dos ediciones posteriores, en los años 1826 y 1849 respectivamente. Las primeras versiones en francés y neerlandés habían sido publicadas simultáneamente en el año 1808; en el año 1849 salió al mercado la edición inglesa; en 1828 se tradujo al polaco; en 1855 apareció la versión en ruso y en 1865, en sueco326. Por lo tanto, llama la atención que en España no se llevara a cabo ninguna traducción de este trabajo en vida de Humboldt, sobre todo teniendo en cuenta que no se había publicado ninguna edición en ningún país de habla hispana que hubiera podido circular en España. 324 Alejandro de HUMBOLDT, Cuadros de la naturaleza. Madrid: Imprenta y librería de Gaspar, 1876. 325 Alexander von HUMBOLDT, Ansichten der Natur mit wissenschaftlichen Erläuterungen. Vol. 1. Tübingen: Cotta, 1808. 326 En: FIEDLER; LEITNER, 2000, pp. 37-63 pueden hallarse informaciones detalladas al respecto.

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III.3.8.

Sitios de las cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América

Giner de los Ríos también tradujo en el año 1878327 los textos en los que Humboldt describió las cordilleras y la población indígena de América, la Vues des Cordillères328 que se habían publicado en francés entre los años 1810 y 1813. También en este caso las ediciones alemanas (1810) e inglesa (1814) habían visto la luz con mucha anterioridad329, lo que hace suponer que hasta finales del siglo XIX no existía en España un interés acuciante por estos aspectos de la expedición americana de Humboldt que hubiera propiciado una traducción más temprana.

III.3.9.

Cristóbal Colón y el descubrimiento de América

Sin embargo, lo más curioso es que la obra que analiza exhaustivamente la historia colonial española en el Nuevo Mundo, el Examen critique330, editado en París entre 1836 y 1839, no se publicara en España con traducción de Luis Navarro y Calvo hasta 1892331. Además, no se trata de una traducción completa y sistemática del original francés; más bien el traductor se tomó plena libertad para modificar por cuenta propia dicha obra. De este modo y arbitrariamente se crearon títulos para determinados fragmentos, sin respetarse en absoluto el orden dispuesto por Humboldt, se excluyeron algunos párrafos y en su lugar se incluyeron suplementos en el apéndice. Incluso el título fue modificado: mientras que Humboldt dio a la edición original francesa el extenso título Examen critique de l’histoire de la géographie du Nouveau Continent et des progrès de l’astronomie nautique aux XVI et XVI siècles: comprenant l’histoire de la découverte de l’Amérique, para la 327 Alejandro de HUMBOLDT, Sitios de las cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América. Madrid: Imprenta Gaspar, 1878. 328 HUMBOLDT, 1810-1813. 329 Cfr. FIEDLER; LEITNER, 2000, pp. 133-151. 330 HUMBOLDT, 1836-39. 331 Alejandro de HUMBOLDT, Cristóbal Colón y el descubrimiento de América. Historia de la geografía del Nuevo Continente y de los progresos de la astronomía náutica en los siglos XV y XVI. 2 vols. Madrid: Librería de la Viuda de Hernando, 1892.

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edición española se optó por un título de lo más prometedor para el país Cristóbal Colón y el descubrimiento de América. Historia de la geografía del Nuevo Continente y de los progresos de la astronomía náutica en los siglos XV y XVI. Por lo tanto, esta obra representa un caso de excepcional interés para la historia de la recepción española de las obras de Humboldt. Desafortunadamente, no se ha podido esclarecer por qué tuvieron que pasar 53 años hasta la publicación de una edición española de esta obra tan interesante para el país; tampoco se han podido desvelar los motivos para la modificación de su contenido. No obstante, se han encontrado interesantes comentarios de Menéndez y Pelayo sobre este trabajo, que pueden arrojar un poco de luz sobre la recepción de esta obra en España. Menéndez y Pelayo, que además de analizar el Kosmos se dedicó sobre todo al estudio del Examen critique, describió esta última como la mejor obra sobre la historia de la conquista española de América. En el capítulo «Estudios Históricos de los Historiadores de Colón» de su estudio, lamenta que las escasas publicaciones por parte española sobre este tema no aporten nada nuevo a la historia de este primer viaje a las posesiones de ultramar, sino que por el contrario se concentren, desde una perspectiva biográfica o monográfica, en la persona de Colón. En este contexto alude al Examen critique de Humboldt y expresa la convicción de que esta obra es hasta ese momento la única que se aproxima al tema de la manera sugerida por él332. A causa de la importancia de esta obra para la reflexión española en torno a la historia colonial y sobre todo a la vista de la escasa literatura existente al respecto, Menéndez y Pelayo expresaba su perplejidad ante la exigua repercusión de este trabajo en España en los siguientes términos: Nunca he comprendido por qué este Examen, que apenas trata más que de cosas españolas, y que a los españoles interesa más que a nadie, es tan poco leído entre nosotros, como si estuviéramos tan sobrados de libros que hiciesen justicia a la cultura de nuestros antepasados y a la grandeza de su misión histórica333.

No obstante, su admiración por esta obra no le impidió ser crítico con el contenido: 332 MÉNENDEZ Y PELAYO, Estudios y discursos de crítica histórica y literaria, vol. VII, p. 107. En: MÉNENDEZ Y PELAYO, 1999. 333 Ibidem, p. 106. En: ibidem.

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Lástima que este inapreciable Examen, donde lo de menos es la reducción inmensa y segura, y lo de más las intuiciones geniales y los puntos de vista enteramente nuevos, tenga, como otros muchos libros alemanes, ciertos defectos de composición, que indudablemente han perjudicado a su popularidad; comenzando por el título mismo, que es demasiado general y no da idea exacta del contenido, y prosiguiendo con la ausencia de toda división de capítulos; con la intercalación, no siempre justificada, de larguísimas digresiones; y con cierto desorden de método que lleva muchas veces a las notas lo más importante y lo que debiera ser materia principalísima del texto!334

Pese a todo, en sus declaraciones sobre la cultura científica en España resume la relevancia de esta obra de Humboldt para la rehabilitación del pasado científico de su país de la siguiente manera: (...) apenas teníamos más punto de partida que las admirables y geniales intuiciones de Humboldt en su Examen crítico de la historia de la geografía del Nuevo Continente, libro que nunca agradeceremos bastante, porque en él puede decirse que comienza la rehabilitación seria y formal de nuestro pasado científico335.

Aparte de estas interesantes declaraciones de Menéndez y Pelayos no se encuentran apenas referencias al Examen critique. En la obra de Rodríguez Ferrer336 se menciona en dos ocasiones este trabajo, aunque estas alusiones simplemente confirman que conocía la obra, ya que empleó algunas de las informaciones que contenía, pero sin realizar un análisis profundo de la misma. Por consiguiente, el Examen critique es, por un lado, el trabajo de Humboldt menos conocido en España y aparentemente menos leído, pero es, por otro, el trabajo que, una vez analizado, gozó de mayor consideración. En este contexto, pueden ser también de interés la percepción que el propio Humboldt tenía de esta obra. En una carta aparecida poco antes de la conclusión de este trabajo y dirigida a un editor de París, cuya identidad se desconoce, se puede leer: Ma Géographie du 15me siecle qui ennuie tout le monde et sourtout l’auteur va être terminée cet automne337. Ibidem, p. 107. En: ibidem. MÉNENDEZ Y PELAYO, La ciencia española. Vol. II, cap. V, p. 424. En: ibidem. 336 RODRÍGUEZ, 1876, pp. 202 y 268. 337 Carta fechada el 17 de junio de 1838 en Potsdam (copia conservada en el Centro de Investigación Alexander von Humboldt de la Akademie der Wissenschaften Berlin-Brandenburg). 334 335

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III.3.10.

Conclusiones

La conclusión que se puede extraer de esta historia de la edición y recepción de la obra de Humboldt es compleja. En primer lugar, cabe señalar que estuvo marcada por una clara discontinuidad y también transmite la sensación de una ausencia de planificación, ya que presenta tanto distintas ediciones que aparecían simultáneamente como proyectos editoriales que quedaban inconclusos. Además, hubo versiones cuyos traductores prefirieron quedar en el anonimato y ediciones que se publicaron bajo otro nombre, pero que eran idénticas a las anónimas. Esto ha traído consigo que, a pesar de la investigación intensiva llevada a cabo al respecto, queden todavía muchos interrogantes en el aire y sólo se puedan formular hipótesis. En este punto se debe hacer hincapié en la gran importancia de la actividad editorial en el exilio, que en el caso de las publicaciones científicas se desarrollaba especialmente en París. Podemos afirmar, en suma, que las obras que nunca fueron editadas en español (a excepción de su trabajo sobre el galvanismo) fueron sobre todo las primeras, es decir, las publicadas con anterioridad a su expedición americana338, sus obras sobre botánica y otras publicaciones especializadas339, los trabajos realizados esencialmente por Bonpland340, y, por último, los trabajos no relacionados con su obra sobre la expedición al Nuevo Mundo341. 338 Alexander von HUMBOLDT, Mineralogische Beobachtungen über einige Basalte am Rhein. Braunschweig: Schulbuchhandlung, 1790; Alexander von HUMBOLDT, Florae fribergensis specimen. Berolini: August Rottmann, 1793; Alexander von HUMBOLDT, Ueber die unterirdischen Gasarten und die Mittel ihren Nachtheil zu vermindern: Ein Beitrag zur Physik der praktischen Bergbaukunde. Braunschweig: Friedrich Vieweg, 1799 a; Alexander von HUMBOLDT, Versuche über die chemische Zerlegung des Luftkreises und über einige andere Gegenstände der Naturlehre. Braunschweig: Friedrich Vieweg, 1799 b. 339 Alexander von HUMBOLDT, Nova genera et species plantarum: quas in peregrinatione ad plagam aequinoctialem orbis novi collegerunt, descripserunt, partim adumbraverunt. 7 vols. Paris: Lutetiae, 18151826; Alexander von HUMBOLDT, Recueil d’observations de zoologie et d’anatomie comparée, faites dans l’Océan Atlantique, dans l’intérieur du Nouveau Continent et dans la mer du sud pendant les années 1799, 1800, 1801, 1802 et 1803. 2 vols. Paris: Schoell, 1811-1833; HUMBOLDT, 1810 a. 340 HUMBOLDT; BONPLAND, 1805-1817; HUMBOLDT; BONPLAND, 1806-1823. 341 Alexandre de HUMBOLDT, Essai géognostique sur le gisement des roches dans les deux hémisphères. Paris: F. G. Levrault, 1823; Alexander von HUMBOLDT, Fragmens de géologie et de

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Por lo tanto, se observa que los criterios seguidos para la realización de una edición española fueron de naturaleza diversa: por una parte, se trataba, evidentemente, de las elaboraciones de mayor interés científico, es decir, de las que se ocupaban de un ámbito más amplio —y no tanto los trabajos especializados— así como de las obras que gozaban de mayor resonancia internacional. Además, podemos aseverar que el interés de España por Humboldt, de nuevo a excepción de su trabajo sobre el galvanismo, se centraba en su famosa expedición americana. Por otra parte, como veremos con detalle más adelante, detrás de la elección de las obras y del tiempo que transcurría hasta su publicación se escondían intereses políticos o ideológicos. Por consiguiente, la publicación de sus obras en España está claramente relacionada con el contexto político correspondiente o, mejor dicho, con el grado de libertad político-científica del momento. Como hemos podido documentar en virtud de este estudio, los momentos en los que se publicaron las obras de Humboldt en español, deben ser examinados dentro de su contexto histórico342. La traducción de los trabajos de Humboldt siempre estuvo condicionada por la situación política del momento. De este modo, se observa una clara relación entre las fechas de aparición de las traducciones españolas y los períodos de mayor libertad política. Por tanto, se percibe con claridad que la época absolutista de Fernando VII (1814-1833) dificultó la divulgación de las obras de Humboldt. Por ello, en esta época, las ediciones españolas de sus obras se publicaron principalmente en las editoriales del exilio parisino. Esta circunstancia se puede relacionar con la negativa, anteriormente mencionada, a concederle el permiso para realizar un segundo viaje por España en el año 1830. Como ya hemos dicho, tras la muerte del monarca Fernando VII se impuso, bajo el reinado de su viuda María Cristina de Borbón, una liberalización del régimen en los ámbitos más diversos de la vida política y social, tendencia que se acentuaría bajo el reinado climatologie asiatiques. 2 vols., Paris: A. Pikan de la Forest, 1831; Alexander von HUMBOLDT, Asie centrale. Recherches sur les chaines de montagnes et la climatologie comparée. 3 vols. Paris: Gide, 1843; HUMBOLDT, 1853. 342 Al final del capítulo III.5 retomamos con más detenimiento el trasfondo político bosquejado en estas páginas de forma muy somera y sólo en su relación con la historia de la recepción humboldtiana.

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de Isabel II. Esto se manifestó también, entre otras cosas, en el avance de la ciencia en general y con respecto a Humboldt en particular. Fue entonces cuando, después de un largo período, se volvieron a publicar en España traducciones al castellano de sus trabajos. Igualmente evidente es que el contexto de corte más liberal durante el ínterin revolucionario de 1868-1874, el llamado Sexenio Democrático, pero también la subsiguiente reinstauración de la monarquía de los Borbones bajo Alfonso XII coincidieron con la publicación de algunas de sus obras. Sin embargo, esto no debe contemplarse tanto en relación con la nueva situación política, sino con la fundación de la Institución Libre de Enseñanza343 en el año 1876 por Francisco Giner de los Ríos, quien a su vez era hermano de Bernardo Giner de los Ríos, traductor del Cosmos, de los Cuadros de la Naturaleza y de las Sitios de los cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América. Esta institución perseguía una reforma pedagógica del sistema educativo religioso conservador español, y tenía como trasfondo ideológico el krausismo, una adaptación española de las ideas del filósofo alemán Carl Ch. Fr. Krause (1781-1832). Además, los intelectuales vinculados a esta institución se caracterizaban por una cierta sensibilidad hacia el desarrollo de las ciencias naturales y trabajaron con empeño en la divulgación en España de los conocimientos europeos existentes en este campo. De ahí que consideraran de gran importancia tanto la traducción de obras no españolas como la difusión de noticias científicas y culturales provenientes del extranjero. Su enfoque, orientado explícitamente hacia Europa y manifiesto, por ejemplo, en numerosos viajes o estancias de estudios sobre todo en Alemania, explica su enorme interés por las obras y la repercusión de Alexander von Humboldt. Por último, cabe preguntarse qué aspectos de la historia de la edición y recepción de las obras de Humboldt examinados en la presente investigación, son específicamente españoles o en qué se diferencian tales características de las de otros países. En este sentido podemos afirmar que, sobre todo en cuanto a la recepción de su primer trabajo sobre el galvanismo y la de su última obra, el Kosmos, no se percibe ninguna peculiaridad propiamente española. La diferencia se manifiesta más bien en 343

Cfr. Antonio JIMÉNEZ LANDI, La Institución Libre de Enseñanza. Madrid: Taurus,

1973.

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aquellos trabajos que, de alguna manera, tocan temas españoles. Por ello, constatamos una resonancia mucho más significativa de aquellos trabajos que se ocupan de la historia de la época colonial española, algo que se puede aplicar sobre todo al Examen critique. En este tipo de trabajos se incluyen también sus dos estudios geográficos sobre Cuba y Nueva España, en los que la situación colonial se estudia directa o indirectamente. Estas dos obras recabaron en España una singular atención, aunque su recepción varió ostensiblemente en función del contexto político en el que fueron publicadas: el estudio sobre Nueva España vio la luz en una época en la que el proceso de independencia de España se hallaba en pleno apogeo en el continente americano, mientras que Cuba, hasta 1898 una de las últimas colonias, tenía una importancia particular para la «madre patria». Por lo tanto, se observa que el marco político medió en muchos aspectos en la historia de la edición de las obras en español: dependiendo de la orientación coyuntural del gobierno y de su grado de liberalismo se publicaban o no las obras de Humboldt en español; además a menudo se reflejaba también el interés oficial que había por su trabajo. En este caso, siempre gozaron de mayor popularidad los planteamientos científicos de Humboldt que los políticos. No obstante, en la presente investigación no se puede pasar por alto la importancia y la función que tuvieron las ediciones del exilio francés, ya que partieron de una iniciativa española, pero con independencia del sesgo político del gobierno español. Por ello, en cuanto a la recepción de los trabajos de Humboldt hay que distinguir entre la postura oficial política de los círculos afines al gobierno, el empleo explícitamente científico de sus obras y la aceptación que éstas tuvieron en amplios círculos intelectuales. Así, pues, se seleccionaron unas determinadas obras, en tanto que otras, bien fueron víctimas de la situación política de España, bien se miraron con recelo a causa de su temática. Como conclusión podemos afirmar también que las obras que se publicaron en España no presentan ningún tipo de orientación susceptible de interpretaciones políticas: se trata por un lado del trabajo que redactó a temprana edad, centrado en un campo de investigación científico limitado, el galvanismo, y por otro, del Kosmos, la obra que escribió hacia el final de sus días y que supuso la culminación de su actividad investigadora. Lo 245

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específicamente español de esta percepción no es, por tanto, la selección en sí, sino únicamente su orientación temática; tanto en lo concerciente a los trabajos que se publicaron en español de forma inmediata y reiterada, como en lo tocante a las obras que los lectores españoles no llegaron a leer nunca en su lengua materna. Por último, un factor decisivo para la recepción española de sus obras fue la implicación directa o indirecta de España en el proyecto de investigación de Humboldt.

III.4.

RECEPCIÓN

POR PARTE DE LAS INSTITUCIONES CIENTÍFICAS

Otro sector relevante de la sociedad española que en el marco de la presente investigación merece un análisis por separado es el de las instituciones científicas. Humboldt ya entabló una primera relación en este ámbito durante su estancia en Madrid cuando, como preparación científica para su expedición, examinó las colecciones de las expediciones americanas anteriores a la suya que se encontraban en el Real Jardín Botánico y en el Real Gabinete de Historia Natural, actual Museo Nacional de Ciencias Naturales344. De este contacto personal con el Jardín Botánico surgió la primera distinción que le concedería una institución científica española y que recibió al partir hacia La Coruña: el 8 de junio de 1799, Casimiro Gómez Ortega, que en esta época era todavía director de esta institución hasta que en el año 1801 le sucediera Antonio José Cavanilles, le nombró corresponsal del Real Jardín Botánico345. En los años posteriores, el vínculo con esta institución y con el Real Gabinete de Historia Natural se afianzó aún más, también debido al hecho de que Humboldt se había comprometido con el soberano español a enviar a estas instituciones colecciones científicas desde el Nuevo Mundo. Interesante para nuestro estudio es esclarecer, hasta qué punto Humboldt cumplió su promesa, cuál fue la reacción de las instituciones involu344

Agustín J. BARREIRO, El Museo Nacional de Ciencias Naturales. Aranjuez: Doce Calles,

1992. 345 Francisco Javier PUERTO SARMIENTO, La ilusión quebrada. Botánica, sanidad y política científica en la España Ilustrada. Madrid: Serbal/CSIC, 1988, p. 138. En el Archivo del Jardín Botánico comprobamos la veracidad de este dato. Cfr. Libro de Acuerdos del Real Jardín Botánico 1783-1801, RJB 01/001/0003.

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cradas y cómo evolucionó el contacto tras su regreso a Europa. El estudio de su correspondencia nos brinda esta información. En primer lugar, cabe mencionar una carta que Humboldt dirigió a Forell desde Cumaná el 16 de julio de 1799, en la que le comunica que ya le había enviado una pequeña colección de minerales a José Clavijo y Fajardo, por aquel entonces vicedirector del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid346. En otra misiva, redactada en Caracas el 3 de febrero de 1800347 y dirigida a Clavijo y Fajardo, le informaba igualmente de que había remitido una colección de minerales y semillas al Real Gabinete de Historia Natural y al Jardín Botánico y adjuntaba una lista y una descripción de los 68 minerales llamados «Rocas de la América Meridional». El ministro del gobierno español Luis de Urquijo acusa a su vez, en una carta del 2 de agosto de 1800348, el recibo de este envío (o quizás de uno anterior) y escribe que ya se encuentra en el Real Gabinete de Historia Natural. Además, recordaba a Humboldt su promesa de enviarle observaciones útiles para la marina. En otra carta dirigida a Clavijo y Fajardo el 25 de noviembre de 1801 Humboldt explicaba que desde hacía dos años había intentado de todas las maneras posibles hacer llegar a las instituciones correspondientes de Madrid minerales y tratados sobre las diferentes rocas de Sudamérica, pero que hasta ese momento no le había llegado ninguna notificación sobre su recibo349. De nuevo enviaba muestras de minerales, esta vez con la observación de que podrían ser de interés para el Real Gabinete de Historia Natural, sugiriendo a Clavijo y Fajardo que las expusiera junto con su colección de minerales del Pico de Teide350. Además, señalaba que tenía conocimiento de que las anotaciones que había enviado a Madrid habían sido publicadas en los Anales de Historia Natural y mencionaba también Carta reproducida en MINGUET, 1980, p. 16-18. En la obra de MELÓN Y RUIZ (1960 a, p. 63) hay además una indicación según la cual Humboldt ya habría hecho entrega al cónsul francés de una colección petrográfica para el Real Gabinete de Historia Natural de Madrid el 24 de mayo de 1799 en La Laguna, Tenerife. Sin embargo, no aporta la fuente. 347 MOHEIT, 1993, pp. 81-84. 348 Ibidem, p. 91. 349 De este modo, parece que en ese momento no había recibido la carta de Urquijo o bien se refería al expreso acuse de recibo por parte de los directores de dichas instituciones, que no había llegado a producirse. 350 MOHEIT, 1993, pp. 157-162. 346

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que hacía dos años y medio que no recibía ninguna carta de España. Como comunicaba en una carta del 12 de junio de 1802 enviada a Clavijo y Fajardo desde Quito, había vuelto a remitir al Real Gabinete de Historia Natural una colección mineralógica y una lista con la descripción de los 44 objetos. Además, en esta carta prometía enviar al Jardín Botánico semillas de diferentes especies de plantas351. En su diario también se encuentra una lista de las muestras de minerales que había hecho llegar al soberano español, entre otros lugares, desde Quito, lo que a su vez demuestra que Humboldt se había tomado muy en serio su comisión352. El museo acusó el recibo, en mayo de 1803, de cuatro cajas con minerales americanos que Humboldt había recogido en los Andes ecuatorianos, principalmente en diferentes volcanes, y cuyo envío había anunciado en su carta del 12 de junio de 1802353. Con fecha del 22 de abril de 1803, Humboldt vuelve a remitir una carta a Cavanilles, quien entretanto había ocupado el puesto de director del Jardín Botánico. Desde México le transmitía información botánica sobre la quina354 y le agradecía que hubiera hecho mención honrosa de su persona en los Anales355. Según cuenta a José Espinosa y Tello en una carta remitida desde La Habana, el 25 de abril de 1804 parecía seguir sin recibir noticia alguna de España. Se lamentaba de que llevaba cinco años enviando muestras de semillas y minerales importantes al Real Gabinete de Historia Natural y al Real Jardín Botánico, sin que jamás se produjera una reacción al respecto. Además, menciona que de haber recibido respuesta por parte del gobierno español, habría podido elaborar más informes importantes356. Esto pone de manifiesto que el cumplimiento de su promesa para con las instituciones mencionadas debió de ser más bien una empresa frustante para Humboldt, ya que ni Cavanilles ni Clavijo respondieron jamás para agradecerle sus envíos ni para confirmarle su recibo357. Las razones de 351 352 353 354 355 356 357

Ibidem, pp. 179-183. FAAK, 2002, p. 24 (hojas del diario 347V-347R). BARREIRO, 1992, p. 119. Cfr. capítulo III.1.1. MOHEIT, 1993, pp. 225-228. Ibidem, pp. 286-290. En algunos casos puede probarse la llegada a Madrid de tales envíos.

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este comportamiento son desconocidas; tal vez se tratara simplemente de una negligencia. Todo ello podría también estar relacionado con el hecho de que por aquel entonces Humboldt estaba todavía muy lejos de ser el famoso científico al que todo el mundo habría agasajado y cuyos envíos, con toda seguridad, habrían sido confirmados y agradecidos de inmediato. No obstante, el hecho de que Humboldt enviara muchas más cartas a científicos españoles que a la inversa, a juzgar al menos por los ejemplares que se conservan, no es solamente propio de este caso. Sin embargo, hay que mencionar, adelantando lo que expondremos más adelante358, que la correspondencia que enviaba a España fue censurada parcialmente o incluso retenida, circunstancia que, a su vez, es prueba de una cierta reserva de las autoridades españolas frente al espíritu liberal de Humboldt, por mucho que hubieran respaldado generosamente su expedición. En cuanto a la forma que adoptaron estas relaciones tras su regreso a Europa, no volvemos a localizar un testimonio sobre su contacto con el Jardín Botánico de Madrid hasta el año 1827. En este caso, se trata de dos cartas dirigidas a Humboldt por Mariano Lagasca y Segura, a la sazón director de dicha institución. La primera, con fecha del 30 de abril359 y con una extensión de seis páginas, era la respuesta a una consulta de Humboldt sobre el legado de la expedición dirigida por José Celestino Mutis360 que se había quedado en Santa Fe de Bogotá. Lagasca le informaba detalladamente sobre el legado de Mutis, que ya había sido transportado a Madrid en el año 1817. La segunda carta, con fecha del 3 de mayo361 es tan extensa como la primera y se trata de una continuación de los temas abordados en la anterior. La extensión de estas cartas así como la minuciosidad en la exposición de los temas en cuestión van más allá de una mera respuesta formal y apuntan más hacia un sentimiento mutuo de solidaridad y estima. En cierto sentido fue en este momento cuando surgió el tipo de diálogo que en vano el investigador prusiano se había esforzado en entablar anteriormente con las instituciones mencionadas. En el capítulo III.5. Miguel Ángel PUIG-SAMPER; J. Luis MALDONADO; Xosé FRAGA, «Dos cartas inéditas de Lagasca a Humboldt en torno al legado de Mutis». Asclepio, Madrid, núm. 56.2, 2004, pp. 80-83. 360 Cfr. AMAYA, 1986. 361 PUIG-SAMPER; MALDONADO; FRAGA, 2004, pp. 83-86. 358 359

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Cabe suponer que el enorme grado de popularidad que entre tanto había adquirido Humboldt contribuyó a que su consulta obtuviera tan detallada respuesta; especialmente porque esta carta no se limitaba a responder una pregunta concreta, sino que más bien parece tratarse de un informe dirigido a una autoridad acerca del legado de Mutis. La correspondencia aquí expuesta ilustra que Humboldt siguió manteniendo el contacto con la ciencia española, tanto con personas concretas como con instituciones, muchos años después de su viaje a España y a América. Por su parte no había tampoco nada en contra, ya que se había comportado de forma impecable y había cumplido los compromisos adquiridos con el Jardín Botánico y el Real Gabinete de Historia Natural en cuanto al envío de colecciones científicas. Por otro lado, asombra la escasa resonancia por parte de estas instituciones y se plantea la cuestión de hasta qué punto esta reacción es sintomática de sus estrategias de percepción frente al erudito prusiano. A fin de averiguar el tratamiento que se dio a las muestras enviadas por Humboldt en las instituciones mencionadas, se procedió a revisar en las mismas qué entradas habían quedado registradas en los documentos correspondientes o qué partes de dichas muestras existen aún hoy en día. En el Real Jardín Botánico se revisaron todos los libros de siembra362 durante el período comprendido entre marzo de 1799 y abril de 1805 para localizar entradas de envíos realizados por Humboldt y Bonpland. Sin embargo, asombrosamente sólo se descubrió un indicio: la anotación de que hubo un envío realizado por Bonpland desde Caracas que se sembró el 14 de abril de 1801363. En este sentido, queda por saber qué suerte corrieron los otros envíos. En el caso del Museo Nacional de Ciencias Naturales también se plantea la cuestión de si se mantuvo la relación tras el regreso de Humboldt, a pesar de la falta de resonancia. A primera vista parece ser que no fue el caso, ya que no se conserva ningún tipo de correspondencia. Sin embargo, una consulta sobre los envíos de Humboldt que se conservan en este museo, arroja una luz completamente distinta sobre este asunto: en una lista sobre los objetos existentes se encuentran no solamente los minerales que 362 363

Libros de Siembra núm. 16-32, Real Jardín Botánico, Madrid. Libro de Siembra núm. 25/1801, p. 62.

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envió durante su expedición, sino que también se conservan varias rocas volcánicas procedentes del Vesuvio364 que supuestamente se compilaron durante la visita de Humboldt a su hermano en Roma, que se produjo después de su regreso a Europa365; también se conservan minerales rusos que pudieron haber sido enviados tras su primer viaje por este territorio en el año 1829366. Podemos inferir de todo ello que entre esta institución y Humboldt tuvo que existir una relación duradera después de que éste regresara de su expedición, aunque no se pueda documentar en la correspondencia existente hoy en día. No queremos concluir sin mencionar antes otra institución con la que Humboldt mantuvo vínculos incluso décadas después de su estancia en Madrid: el Depósito Hidrográfico, institución científica perteneciente a la marina y que se ocupa de la cartografía marítima. Desafortunadamente, no está documentado cómo se desarrolló exactamente esta relación durante su estancia en España, pero dos cartas dan muestra del interés de Humboldt por colaborar con esta institución: una remitida por él a José Espinosa y Tello367, a la sazón director de dicho centro, y otra enviada por éste último a Humboldt. En dichos escritos se intercambiaban información de índole científica. Con el sucesor de Espinosa y Tello, Felipe Bauzá368, Humboldt mantuvo una correspondencia científica369 más duradera, más intensa y en cierto modo de mayor confianza, en la que ambos comentaban y contrastaban detalladamente sus logros científicos. Por ello, se puede constatar que Humboldt no había recibido ninguna orden expresa 364 Cfr. documento interno del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid (Sección Geología), núm. de referencia: CATNO núm. 18190, 18191, 18193, 18194 y 18205. 365 Entre marzo y octubre de 1805 Humboldt emprendió diversos viajes a Roma y Nápoles. 366 Cfr. CATNO núm. 18213. 367 Carta de Humboldt a Espinosa y Tello, 25 de abril de 1804, La Habana, publicada en: MOHEIT, 1993, pp. 286-290; carta de Espinosa y Tello a Humboldt, 22 de febrero de 1804, Madrid; ejemplar consultado en el Centro de Investigación Alexander von Humboldt de la Akademie der Wissenschaften Berlin-Brandenburg. 368 Bauzá fue Director del Depósito Hidrográfico hasta 1823, año en que decidió exiliarse a Londres por razones políticas. 369 Rafael de UREÑA, «Autógrafos de Humboldt existentes en la Biblioteca Nacional». Revista de la Academia Colombiana de Ciencias exactas, físicas y naturales, Bogotá, 4, núm. 14, 1940, pp. 248-252; 5, núm. 18, 1941, pp. 249-250; BAUZÁ, 1992; BAUZÁ, 1994.

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de colaborar con esta institución y que el contacto científico con ambos directores surgió y se desarrolló por iniciativa propia370. A excepción del Depósito Hidrográfico hemos descrito todas las instituciones con las que el viajero prusiano había entablado contacto personal durante su estancia en Madrid y cuya relación con él estaba en cierto modo condicionada por compromisos que se especificaban en su pasaporte. A continuación, ampliaremos la perspectiva a la recepción posterior que le brindaron otras instituciones españolas que, en parte, no se fundaron hasta años después de su viaje por España o después de su muerte. El objetivo es presentar cómo fue acogida su persona por aquellas instituciones cientíticas españolas que, por su orientación temática, hubieran podido sentir un enorme interés por él. Humboldt contó con una recepción notable en la Sociedad Española de Historia Natural 371, fundada en Madrid en el año 1871. Jiménez de la Espada, quien tras regresar de su expedición americana en el año 1866 deseaba hacer públicos sus logros científicos372, contribuyó decisivamente a la fundación de esta Sociedad. En las publicaciones de la Sociedad Española de Historia Natural se encuentran numerosas referencias a Humboldt, también debido al interés personal de Jiménez de la Espada por el investigador prusiano. A fin de analizar cómo fue percibido por dicha Sociedad, se han consultado dos fuentes: los Anales de la Sociedad Española de Historia Natural y un catálogo con las publicaciones de esta institución373. La primera edición de los Anales apareció en el mismo año de su fundación y se financió con las aportaciones de los socios, lo que la convertía en una asociación privada e independiente económicamente, cuyas investigaciones y publicaciones no estaban sujetas a los intereses del Estado374. En esta revista se prestó especial atención a la correspondencia de Humboldt; tras el hallazgo de cartas hasta aquel momento inéditas, se procedió a su 370 PUIG-SAMPER, 2001, pp. 41-45 estudia las relaciones de Humboldt con dicha institución o con los científicos de la Marina. 371 En: LÓPEZ-OCÓN, 1992, pp. 93-103 pueden encontrarse más informaciones acerca de su programa historiográfico. 372 PUIG-SAMPER, 1988, p. 82. 373 Real Sociedad Española de Historia Natural, Índices Generales (1872-1945). Madrid: Estades, 1952. 374 SCHUSTER, 2001, p. 62.

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inmediata publicación a fin de ponerlas a disposición del público. Así pues, en la edición de 1872 salió a la luz una carta de Humboldt a José Clavijo y Fajardo con fecha del 25 de noviembre de 1801, que había sido localizada en el archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid375 por un miembro de la sociedad. Por otra parte, se informaba sobre lo que había sido la vida de Bonpland tras su regreso de la expedición que había realizado con Humboldt376; y se completaba con una carta de Bonpland a Mutis377, que Miguel Comeiro —director del Museo de Ciencias, fundador de la Sociedad de Historia Natural y, a partir de 1868, también director del Jardín Botánico de Madrid— había encontrado en el archivo de éste último. Únicamente se ha podido documentar el estudio explícito del erudito prusiano por medio de estas publicaciones; aunque fue imposible revisar si los demás artículos contenían referencias a Humboldt, sí cabe suponer que también en otros trabajos se menciona al prusiano. Sin embargo, no se produjo un análisis profundo de su persona o su obra, ni tampoco una investigación de aspectos novedosos. También aquí se vuelve a observar que el interés por Humboldt fue notable, pero siempre superficial. No obstante, en la práctica científica de los naturalistas sí se aprecia un influjo real del modelo humboldtiano: mientras que en el siglo XVIII el método científico habitual todavía consistía en investigar el objeto de estudio aislado de su contexto, en el siglo XIX el enfoque holístico propagado por Humboldt se fue imponiendo paulatinamente hasta que, por fin, en la segunda mitad del siglo se completó con el paradigma evolucionista de Darwin378. La especial atención que se dedicó a Humboldt en esta sociedad se debió también en parte a que los investigadores que ésta agrupaba es375 «Cartas inéditas del Barón Alejandro de Humboldt: Copia de una carta del Barón de Humboldt al Sr. D. José Clavijo y Faxardo». En: Anales de la Sociedad Española de Historia Natural, Madrid, vol. 1 (1872), pp. 153-162. 376 Ibidem, vol. 2 (1873), pp. 12 y ss. 377 En: ibidem, p. 13. 378 Cfr. José SALA CATALÁ, Ideología y Ciencia Biológica en España entre 1860 y 1881. La difusión de un paradigma. Madrid: CSIC, 1987. Véase también la información sobre el impacto que ha tenido Darwin en España, y particularmente la exposición presentada, en Internet: http://www.darwin2009.csic.es/index.jsp.

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taban empeñados en encontrar una tercera vía379 respecto a la polémica que rodeaba a la ciencia española: tenían pleno convencimiento de que su desarrollo no debía radicar ni en un insensato orgullo nacional ni en un desánimo crítico; el legado científico de Humboldt les ofrecía más argumentos a favor de esta postura380. Otra institución de la que habría cabido esperar un cierto interés por la figura de Humboldt debido a su orientación temática, es la Real Sociedad Geográfica, fundada en el año 1876. Sin embargo, sorprendentemente, del estudio de sus actividades científicas apenas se desprenden alusiones a sus obras. En efecto, en un compendio de las tareas realizadas durante sus primeros cincuenta años de existencia no se encuentra ningún trabajo sobre el prusiano381. Una revisión de la publicación Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid realizada con tal propósito reveló que tampoco aquí se hace ninguna mención a Humboldt382. Esta revista vio la luz por primera vez también el año de fundación de la Sociedad y su interés por la expedición americana del prusiano se limita al hecho de que Jiménez de la Espada publicara en ella el diario de Montúfar383. Tan sólo en otra publicación de la Real Sociedad Geográfica384, pero impresa en el año 1917, al hilo de los estudios geográficos efectuados por él en España, se encuentran algunas referencias a Humboldt; se trata tanto de citas de su obra sobre 379 Cfr. Leoncio LÓPEZ-OCÓN CABRERA, «Ciencia e historia de la ciencia en el Sexenio democrático: la formación de una tercera vía en la polémica de la ciencia española». Dynamis, Granada, núm. 12, 1992, pp. 87-103. 380 Leoncio LÓPEZ-OCÓN CABRERA, «Un naturalista en el panteón de la ciencia. El culto a Humboldt en el viejo y el nuevo mundo durante el siglo XIX». Cuadernos Hispanoamericanos, Madrid, núm. 583, abril 1999, p. 32. Cfr. también LÓPEZ-OCÓN, 1999, p. 32. 381 En: Miguel de ASUA Y CAMPOS, Real Sociedad Geográfica 1876-1926. Resumen histórico de la labor realizada durante su primer cincuentenario é importancia de sus tareas en el campo de las ciencias que especialmente cultiva. Madrid: Patronato de Huérfanos de Intendencia e Intervención, 1926 puede encontrarse un resumen de las actividades llevadas a cabo por esa Sociedad en sus primeros 50 años de existencia. 382 Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid. Madrid: Imprenta de T. Fortanet, 18761898. 383 JIMÉNEZ DE LA ESPADA, 1888, pp. 371-389. 384 Jerónimo BECKER, Los Estudios Geográficos en España. Publicaciones de la Real Sociedad Geográfica. Madrid: Establecimiento tipográfico de Jaime Ratés, 1917.

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México385 como de otras alusiones breves386 que presentan a Humboldt como una personalidad de reputación universal cuya mención no precisa de mayores aclaraciones. En comparación con otras instituciones científicas, en el caso de la Real Sociedad Geográfica se pone de manifiesto una integración más bien limitada de Humboldt en sus intereses propios. Esto no deja de ser sorprendente, ya que justo entre los geógrafos sería de esperar una mayor curiosidad tanto por su persona como por su obra. Tampoco la circunstancia de que esta sociedad iniciara su andadura años después de la muerte de Humboldt nos ofrece una explicación convincente, especialmente porque su obra se hallaba en ese momento en el cenit de su importancia como referente científico, a lo que se añadía que también había sido rehabilitado políticamente en España, como tendremos oportunidad de ver más adelante. En cuanto a la recepción de Humboldt por parte de las academias españolas, habría que mencionar en primer lugar la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona. Como ya se ha expuesto anteriormente, su trabajo sobre el galvanismo gozó de pronta aceptación, integrándose en la actividad científica de la Academia. Por ello, su recepción en esta institución quedó limitada al contenido, no estando aún marcada por una postura glorificadora. En la época de la ocupación francesa de España, en el año 1811, otra academia española, la Academia Médica Matritense, nombró a Humboldt miembro de la misma. Esta institución —de la que, por cierto, era miembro activo Tomás García Suelto, médico y traductor de su trabajo sobre el galvanismo— le rindió un homenaje presuntamente a instancias del entonces vicepresidente de la Academia, José Mariano Mociño. En la asamblea general ordinaria de la Academia de Medicina, celebrada el 24 de enero de 1811, su secretario, Ramón López Mateos, hizo constar que Mociño proponía a Humboldt como corresponsal, solicitando su admisión en la institución387. Ibidem, pp. 180-181. Ibidem, pp. 181, 183 y 230. 387 Actas de la Real Academia Nacional de Medicina, Madrid, 24 de enero de 1811 (en el original: «(...) propuso el mismo para correspondiente al Sr. Baron de Humboldt, y le decretó la admisión en su clase, y despacharle su diploma»). 385 386

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Poco después, en una carta redactada el 16 de marzo de 1811, comunicaba él mismo a Humboldt su decisión: Ninguno recibe Usted antes lo hace admitiendo el titulo de socio de la Real Academia Medica de Madrid, cuyo diploma entregará a Usted Mr. Robert, porque he querido hacer mi vice-presidencia recomendable a este cuerpo con la adquisición de un individuo como Usted a quien deseo mucha salud, y larga vida, para que continúe sus utilísimas tareas388.

La obra del científico fue también galardonada por una de las más importantes instituciones científicas españolas, la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid. Ya en 1847389, año de su fundación, nombraron a Humboldt corresponsal. Las actas del primer año revelan que encabezaba la lista de «Academicos Corresponsales Estrangeros»390. Este hecho pone de manifiesto dos aspectos: Por un lado, es significativo que este nombramiento se llevara a efecto en el año de fundación de la Academia, lo que le distinguía como uno de los científicos más sobresalientes de la época. Por otro lado, esta fecha evidencia que la percepción por parte de las instituciones científicas también estuvo condicionada por el escenario político de la época en cuestión, ya que esta distinción del año 1847 se produjo durante el reinado de Isabel II, quien se caracterizó por su talante moderado y liberal. En un compendio de las actividades llevadas a cabo entre los años 1858-1859 realizado por la propia Academia, se encuentra una necrológica de Humboldt que ilustra la perspectiva desde la cual esta institución contemplaba al investigador. Antes de nada, expresan su condolencia por la muerte de este gran personaje con las siguientes palabras de admiración: Ya no existe el Baron de Humboldt; su muerte ha consternado al mundo entero; las Ciencias todas están de luto, y con doble motivo la Real Academia 388 Carta de José Mariano Mociño a Humboldt, fechada el 16 de marzo de 1811 y contenida en los diarios inéditos de Humboldt (Diario VIII, 179 V), cfr. FAAK, 2002, p. 31 (copia consultada en el Centro de Investigación Alexander von Humboldt de la Akademie der Wissenschaften Berlin-Brandenburg). 389 Fundada en 1834 la Academia de Ciencias Naturales representa un temprano precursor de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, creada en 1847. 390 Mariano LORENTE, Resumen de las actas de la Real Academia de Ciencias de Madrid en el año académico de 1847 a 1848, leído en la sesión del día 6 de octubre. Madrid: Imprenta y librería de Don Eusebio Aguado, 1848, p. 21.

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de Ciencias de Madrid, que como Corresponsal extrangero le contaba entre los individuos de su seno desde los primeros momentos de su creacion391.

Le sigue un panegírico que retrata al ilustre prusiano en el mismo tono que otras necrológicas. Como siempre se pondera su formidable aportación al progreso de muchos ámbitos científicos, la fama que le reportó su expedición americana y el incalculable valor de su obra Kosmos392. Es sumamente revelador que se le califique reiteradas veces o bien como el Aristóteles moderno o bien como el Colón científico de los siglos XVIII y XIX393. Además, en este texto se recuerda su nombramiento como miembro de la Academia o también como corresponsal extranjero, citándose las palabras con las que agradeció la concesión de tal distinción: Hubiera tenido el mayor sentimiento en bajar á la tumba sin ver mi nombre unido al de los hombres científicos que forman la Real Academia de Ciencias de la Nacion Española, para mí tan querida394.

Asimismo se transcribe la carta en la que Humboldt agradecía oficialmente su nombramiento al presidente de la Academia, sin escatimar elogios hacia esta institución: La fuerza de este sentimiento se ha aumentado con el honroso testimonio de estimacion que recibo de una Sociedad en que se halla lo más ilustre que encierra la Península, sosteniendo la antigua gloria del nombre castellano, y su benéfico influjo para ensanchar la esfera de los conocimientos que ennoblecen á la humanidad395.

Tanto en esta carta como en las actas de la Academia396 señala la existencia de un retrato al óleo de Humboldt, que el prusiano habría regalado a la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid Mariano LORENTE, Resumen de las actas de la Real Academia de Ciencias de Madrid en el año académico de 1858 a 1859, leído en la sesión del día 14 de octubre. Madrid: Imprenta y librería de Don Eusebio Aguado, 1860, p. 27. 392 Ibidem, p. 28. 393 Ibidem, p. 29. 394 Ibidem, p. 30. 395 Idem. 396 Mariano LORENTE, Resumen de las actas de la Real Academia de Ciencias de Madrid en el año académico de 1848 a 1849, leído en la sesión del día 14 de octubre. Madrid: Imprenta y librería de Don Eusebio Aguado, 1849, p. 22. 391

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con motivo de dicha ocasión. Sin embargo, no se han encontrado en esta institución ni la obra de arte ni alusión alguna a la misma. Para finalizar, podemos resumir que las estrategias de percepción de las instituciones científicas españolas coinciden con los modos de percepción de los sectores de la sociedad española analizados en capítulos anteriores. Sin embargo, el rango oficial adquiere, en el caso de las instituciones, un papel más relevante. Estas instituciones estaban estrechamente vinculadas al contexto político y a su inherente perspectiva del científico prusiano: como arrojado expedicionario en sus años jóvenes, como autoridad científica que trabajaba infatigable en la edición de los logros de su expedición y como corifeo rodeado de un halo de extraordinaria fama en el que llegó a convertirse en su madurez. También en el presente capítulo ha vuelto a quedar de manifiesto el componente político que se ramifica a todos los ámbitos de la recepción de Humboldt en España. Sin embargo, en este análisis no se puede olvidar el hecho de que la reglamentación política de una época no influye sólo en la adopción de una determinada postura hacia el liberal prusiano, sino que también afecta al alcance de la investigación científica como tal y, en consecuencia, a la capacidad o competencia de las instituciones científicas en sí. Bajo el régimen absolutista de Fernando VII esta actividad más bien cesó, lo que, unido a una visión escéptica de Humboldt, llevó a una presencia limitada, cualitativa y cuantitativamente hablando, de su persona en las instituciones científicas de la época. Sin embargo, durante el reinado de Isabel II la ciencia volvió a experimentar un renacer. Como se ha expuesto, esto se manifestó también en la postura adoptada por el mundo científico ante el erudito prusiano.

III.5.

PERCEPCIÓN

POLÍTICA

El hecho de que ni las posturas políticas de Humboldt en general, ni sus ideas u opiniones sobre el movimiento independentista gestado en las colonias españolas de América tuvieran eco en la prensa española, no debe llevar a extraer la errónea conclusión de que en España no se percibió al viajero prusiano desde un punto de vista político. Al investigar y profundizar en este aspecto, se han descubierto documentos probatorios de que sus ideas liberales eran sobradamente conocidas y debatidas en círculos diplomáticos y próximos a la administración colonial española. 258

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Es cierto que él mismo resalta la confianza que el gobierno español había depositado en su persona, como pone de manifiesto una declaración extraída de su diario de viaje y que hemos mencionado en reiteradas ocasiones: «Jamais permission plus étendue n’avoit été acordée à un voyageur; jamais étranger n’avoit été honoré de plus de confiance de la part du gouvernement espagnol»397. Sin embargo, y en contra de la convicción que expresa en este fragmento, este más que generoso permiso que le otorgaba el rey español no contribuyó a erradicar la desconfianza que el prusiano despertaba tanto en España como en la administración colonial americana, representada en la persona de los virreyes o capitanes generales. La censura que sufrió su correspondencia hace palpable tal recelo. Una carta manuscrita de Humboldt a Cavanilles, fechada en México el 22 de abril de 1803 y que ha sido localizada en el archivo del Jardín Botánico de Madrid incluye el siguiente comentario inicial: Il parait qu’il y a quelque mauvais genie qui se plait de derober toutes mes lettres, car depuis 2 ans il ne m’ pas parvenue une seule d’Europe et si ma méfiance ne m’avait pas fait prévoir ce cas avant de quitter l’Europe, j’aurais pu me trouver ici en mille embarras pecuniaires398.

Sin embargo, en la versión impresa de esta misma carta no aparece dicho comentario399. Además, esta cita constata que Humboldt era consciente del control al que estaba sometido, no sólo después de su expedición, sino también durante el transcurso de la misma. La censura y su reacción ante ella se hacen más patentes incluso en otro contexto. Ya en su misiva del 15 de mayo de 1805 a Felipe Bauzá, con el que intercambió durante años datos de mediciones, escribe: «Me ha sido muy sensible el destravío (sic) de mis cartas y mucho mas quando esto á retardado nuestra comunicación Directa bastante tiempo (...)»400. Con el paso del tiempo, sobre todo a partir de 1823, año en el que Bauzá se exilió a Londres por motivos políticos, parece que la correspondencia entre los dos científicos fue causa de gran malestar para las 397 398 399 400

HUMBOLDT; BONPLAND, 1816, vol. I, pp. 80-81. Archivo Real Jardín Botánico, Madrid, XIII, 3, 30, 1. MOHEIT, 1993, pp. 225-228. Publicada en: BAUZÁ, 1992, p. 61.

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autoridades españolas. El prusiano era plenamente consciente del control al que era sometido este intercambio epistolar y expresaba su desazón al respecto, si bien con una cierta ironía. Así, en una carta a Bauzá del 24 de mayo de 1820 encontramos un comentario sumamente esclarecedor: «J’espére que ceux qui se plaisent à décachéter nos lettres auront vu que nous ne conspirons que pour le progrés des sciences, conspiration bien innocente sans doute»401. En un punto posterior de esa misma carta se expresa incluso con mayor claridad y subraya la lealtad que siempre ha manifestado al gobierno de Carlos IV, que no se ha visto en ningún momento afectada por sus relaciones con los nuevos jefes de estado americanos: Mes liaisons avec les personnes respectables qui se trouvent à la tête des nouveaux États américains ne me mettent pas en odeur de sainteté à Madrid, quoique, vous le savez bien, je ne me sois jamais permis aucune de ces déclamations banales contre la Métropole, et que je me suis toujours montré reconnaissant des faveurs qui m’ont éte accordés sous le Gouvernement du Roi Charles IV402.

Llegados a este punto, convendría analizar más detalladamente la percepción política de Humboldt por parte del gobierno colonial español en el Nuevo Mundo. En este sentido es interesante una carta del vicerrey de Nueva Granada, Pedro Mendinueta, al Secretario de Estado Pedro Ceballos, que en aquel momento sustituía a Urquijo. Este documento redactado en Santa Fe de Bogota el 19 de julio de 1801403, es prueba de la gran atención que prestó el gobierno colonial español a la estancia de un extranjero en sus territorios americanos. A pesar del permiso de viaje concedido por el rey español, Mendinueta aboga por que se lleve a cabo una cierta labor de seguimiento y vigilancia. Para justificar su propuesta argumenta que, si bien era cierto que la expedición de Humboldt representaba un viaje puramente científico, era inevitable que en el transcurso del mismo adquiriera un amplio conocimiento de todos los ámbitos de la política colonial española, así 401 402 403

Publicada en: UREÑA, 1941, núm. 18, p. 249. Ibidem, p. 251. Archivo General de Indias, Sevilla, Estado, 52, N.113/1/1.

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como de sus efectos sobre la población, algo contrario a las intenciones del gobierno español404. Con esta situación de fondo, no queremos dejar de mencionar que el gobierno portugués había prohibido terminantemente a Humboldt pisar su territorio colonial en Suramérica e incluso se había llegado a redactar un documento en el cual se ordenaba que en caso de que infringiera dicha prohibición fuera detenido de inmediato405. A continuación nos detendremos a analizar dos hechos de interés informativo en el contexto de esta investigación y que revelan una nueva perspectiva de aspectos hasta ahora prácticamente desconocidos. El primer ejemplo se refiere al ya mencionado segundo viaje a España que Humboldt tenía pensado realizar en el año 1830406, pero que finalmente no tuvo lugar. El ministro español en San Petersburgo, Juan Miguel Páez de la Cadena, había planteado a su equipo gubernamental esta propuesta, que perseguía un propósito científico. Inicialmente, el gobierno de Fernando VII acogió dicha propuesta con gran interés y las autoridades competentes en esta materia dieron luz verde a la expedición. Sin embargo, el representante de la diplomacia española en Berlín, Luis Fernández de Córdova, rehusó contra todo pronóstico formular esta invitación, ya que consideraba al erudito prusiano excesivamente liberal y veía encarnado en él todo aquello que ideológicamente se oponía al absolutismo de Fernando VII407. En este orden de cosas, se produjo un intercambio de correspondencia extraordinariamente esclarecedor: de las seis cartas, tres eran de Páez de la Cadena, una del ministro del Gobierno, Manuel González Salmón, otra de Fernández de Córdova y, finalmente, una de Humboldt, dirigida al representante español en San Petersburgo. Este último intentó, habida 404 Este aspecto constituye otro campo de investigación cara al futuro. Sería interesante indagar qué efecto tuvo en la administración de las colonias americanas la expedición de un pasaporte tan generoso por parte del gobierno español. Algunas de las cuestiones que se podrían investigar son: la reacción de las distintas autoridades a la estancia de Humboldt o bien las diferencias que en este sentido podrían establecerse en función de las diversas regiones. Debería considerarse también el desarrollo cronológico del viaje. 405 Una versión española aparece en: MINGUET, 1980, p. 254. 406 BLEIBERG, 1959, pp. 373-389. 407 Ibidem, p. 374.

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cuenta de su posición liberal y su excelente opinión del científico prusiano, defenderle de los ataques del conservador Fernández de Córdova. En estas cartas se ponen de manifiesto las diversas percepciones del erudito prusiano que se podían encontrar en España en función de la orientación política o los intereses de la persona en cuestión. Mientras que en el caso de Páez de la Cadena su percepción de Humboldt se basaba sobre todo en los aspectos científicos, razón por la cual veía en su posible segunda estancia en España una clara ventaja para este país, en el caso de Fernández de Córdova primaba una percepción claramente política. En ningún momento aceptó el componente científico del proyecto, viendo únicamente las complicaciones políticas que podían resultar del mismo. En su primera carta, fechada el 21 de febrero de 1830, el representante en San Petersburgo confirmaba al ministro de gobierno que había oído en repetidas ocasiones cómo Humboldt expresaba su reconomiento al gobierno español por la ayuda que éste le había prestado en la realización de la expedición americana408. Meses más tarde, el 6 de mayo de 1830, el representante español en Berlín enviaba a González Salmón una carta en la que culpaba a Humboldt de haber respaldado la escisión de los antiguos territorios españoles en el continente americano de su «madre patria». Por otra parte, Fernández de Córdova le informaba de sus encuentros diarios con el erudito prusiano en la residencia berlinesa de la duquesa de Duras a lo largo del año 1822. Aquí se manifiesta de forma nítida su empeño por desacreditar a Humboldt, toda vez que reitera su supuesta contribución al movimiento independentista y resalta a este respecto, tanto su relación con las personas más influyentes del movimiento como con los españoles exiliados en Londres. Continúa señalando que la opinión política del prusiano no es conforme a los principios básicos del gobierno español y expresa además su sospecha de que seguramente este último ya habría tenido ocasión de lamentar su gesto de generosidad para con Humboldt. Entre las razones que arguye se encuentran las observaciones que el erudito realizó en España y publicó posteriormente en el extranjero, así como sus obras sobre el Nuevo Mundo, que en su opinión habrían resultado insultantes y funestas para los intereses del monarca: 408

Ibidem, p. 375.

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Concurriendo diariamente con el Baron de Humboldt a casa de la Duquesa de Duras en Paris el año 1822 crei deber hacerle a su llegada aqui algunas atenciones y le convide a comer. Eso sorprendió bastante a los sujetos mas recomendables del partido realista, quienes al manifestarme su extrañeza me dijeron que el Baron se jactaba de haber contribuido eficazmente a la revolucion de 1820 por su notoria relacion con los Españoles mas ilustrados e influyentes de aquella epoca y que en la actualidad conservaba correspondencias con los principales refugiados de Londres. Las opiniones politicas de este sujeto y justo es decir en su obsequio que el no procura disfrazarlas, son aqui conocidas pero estas son poco conformes a los principios fundamentales del Gobierno de S. M. y es muy de creer que sus observaciones en España, publicadas despues en el extrangero, diesen al gobierno la ocasion de arrepentirse de la proteccion que estaba dispuesto a acordar a este viagero, cuyas obras sobre las Americas Españolas son tan injuriosas como han sido fatales a los intereses del Rey N. S.409

El 15 de octubre del mismo año, Páez de la Cadena volvió a hacerse cargo de la defensa de Humboldt. Además de volver a recalcar el agradecimiento expreso de Humboldt hacia España410, intentó quitarle hierro al asunto de que éste mantuviera contactos con el exilio londinense resaltando que dicha expatriación no se debía a motivos políticos, sino científicos: Tampoco he estado en el caso de cuidarme ni saber la correspondencia que el Baron tuviese con algunos de los refugiados en Londres; mas si eran con sus antiguos amigos el Director que fue del Deposito Hidrográfico Don Felipe Bauzá y con el sabio Astronomo y Mineralogista Rodriguez tan apreciado en toda Europa o con otros semejantes, es muy de creer que no ocupase gran parte en dicha correspondencia la politica411.

En referencia a la crítica que había surgido en torno a la obra de Humboldt sobre México, el enviado comunicaba en la misma carta su total disconformidad con la opinión de que ésta pudiera suponer una injuria para España. Por el contrario, él la consideraba un estudio de extraordinaria perfección y detalle que ilustraba cómo había prosperado esta colonia bajo el dominio español. Otro argumento con el que apuntala su defensa es que el prusiano había dedicado dicha obra al rey Carlos IV, 409 410 411

Ibidem, p. 379. Ibidem, p. 380. Este pasaje se ha citado ya en el capítulo II.1.2. Ibidem, p. 381.

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ignorando el hecho de que Napoleón Bonaparte habría deseado disfrutar de tal honor: Por lo demas ignoro tambien que la obra de dicho Baron, Essai politique sur le royaume de la nouvelle Espagne, sea tan injuriosa a la España; al contrario siempre juzgué había sido la que daba idea mas exacta y ventajosa de quanto habian prosperado nuestras colonias bajo la suave dominacion española, y oí generalmente quando se publicó dicha obra, citar como un acto desinteresado, generoso y de justa gratitud del Baron de Humboldt el que deseando Bonaparte que se lo dedicase no se prestó a ello, sino que lo dedicó al Señor Don Carlos IV. Augusto Padre del Rey N. S. en epoca de desgracia, persecucion y cautiverio de toda nuestra Augusta Real Familia; y en verdad que al presentar tal muestra de gratitud que los hombres honrados de todas las naciones cultas aplaudieron, ni el Baron ni nadie pensó graduar dicha obra de injuriosa a la España412.

Las posiciones contrarias que se reflejan en esta correspondencia son de gran importancia para el presente estudio, ya que testimonian la diversidad imperante en los círculos diplomáticos españoles de la época en cuanto a la percepción del erudito prusiano. Los aspectos de la obra y la labor de Humboldt que se percibían y se empleaban como argumento eran nuevamente aquellos que coincidían o sustentaban la postura propia del observador. El hecho de que finalmente no se llegara a realizar el viaje demuestra que a pesar de la apasionada defensa de Páez de la Cadena en favor del prusiano, la idea de invitar a alguien que era conocido por su ideología liberal tenía, al parecer, mucho más peso que el provecho científico que el las autoridades españoles pensaban extraer de una segunda estancia de Humboldt en España413. En virtud de este proceso, así como de los hechos mencionados anteriormente, se perciben indicios del persistente recelo del gobierno español hacia Humboldt en diferentes momentos de su actividad, a pesar Idem. El propio Humboldt era muy consciente de las complicaciones que iba a producir un viaje así a España, y de hecho intentaba imposibilitar que fuese adelante este proyecto, como explica al conde Ferdinand von Galen el 21 de junio de 1830. Véase el interesante artículo que explica detalladamente estos sucesos: Christian SUCKOW, «Humboldts spanische Option 1830 - Eine Nachlese». Humboldt im Netz (http://www.uni-potsdam.de/u/romanistik/humboldt/hin), Berlin/Potsdam, núm. IX, 16, 2008, pp. 37-40. 412 413

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—o precisamente a causa— de la generosa autorización que se le había concedido. Aun cuando la argumentación o la motivación de esta desconfianza se modificara con el transcurso del tiempo, coincidiendo en el tiempo con otros acontecimientos, fue una constante de la percepción política de su persona en España. A diferencia de la percepción claramente negativa que Fernández de Córdova tenía de la postura política de Humboldt ante el movimiento independentista, el siguiente documento ilustra una posición más comedida de Humboldt a este respecto. Se trata de un informe del 17 de diciembre de 1817, redactado por el embajador español en Londres, el duque de San Carlos, y dirigido al Secretario de Estado, José García de León y Pizarro. Con motivo de una visita del erudito a Londres el embajador mantuvo una conversación con Humboldt sobre sus ideas sobre la independencia de Hispanoamérica, tras la que redactó un informe, basado en tales declaraciones, que tituló: «Observaciones sobre el estado actual de las relaciones de la Inglaterra con la España con respecto a los asuntos de América»414. El dictamen describe al viajero prusiano no tanto como partidario de la independencia, sino más bien como defensor de una reforma integral. Desafortunadamente, debido a la falta de claridad en sus formulaciones no se desprende de este documento lo que podría haber declarado el propio Humboldt, qué aspectos de la conversación habría podido interpretar el embajador o en qué medida había vertido su propia opinión. Únicamente en un fragmento se enumeran de forma concreta las medidas que, a juicio de Humboldt, podrían llevar a una pacificación de la región: Una amnistía general, y la concesión a los americanos de todas las franquicias y libertades civiles y de industria, que sean compatibles con la seguridad de aquellos dominios, son también circunstancias precisas (según la opinión del Barón de Humboldt, y otros) para facilitar y consolidar la pacificación deseada, aunque por lo que hace a las Potencias extranjeras, esta medida es secundaria, y de poco interés para ellas415. Archivo General de Indias, Estado, acta: «Informe del Duque de San Carlos a D. José Pizarro, titulado Observaciones sobre el estado actual de las relaciones de la Inglaterra con la España con respecto a los asuntos de América, enviado desde Londres el 17 diciembre de 1817». 415 Ibidem (sin numeración). 414

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Es obvio que aquí se nos pretende mostrar a un Humboldt alejado de la defensa a ultranza de la independencia y que parece adoptar una postura liberal y reformista. Según este documento, el erudito prusiano aboga por una amplia reforma de la política colonial española con la esperanza de evitar así que las posesiones de ultramar se separasen definitivamente de la metrópoli416. Cabe señalar que la pluralidad de percepciones que se pone de manifiesto en los documentos mencionados, se debe tanto a los intereses individuales de la persona o instancia perceptoras como con al formidable talento diplomático que caracterizó al erudito prusiano. El hecho de que se mostrara según cómo o desvelara según qué facetas de sus convicciones en función de la situación o de su interlocutor, dificultaba a la persona que tenía enfrente aprehender qué postura defendía realmente. Recapitulando lo antedicho, podemos afirmar que en el mundo científico español se percibió a Alexander von Humboldt claramente como científico, mientras que en los círculos diplomáticos se le juzgó en función de coordenadas políticas. Con la diferencia, no obstante, de que la comunidad científica tenía un gran interés por elevar a Humboldt a la categoría de erudito poseedor de un saber universal, como punto de referencia en todas las áreas de investigación y figura mítica del progreso y la modernidad. Por el contrario, en el contexto político esto resultaba más difícil por los motivos que hemos expuesto, lo que a su vez tuvo como consecuencia que en el mundo científico no se tuvieran en consideración ni sus declaraciones políticas ni sus juicios de valor. Un último ejemplo servirá para ilustrar la recepción política de la persona de Humboldt por parte del gobierno español en un período más tardío: además del mencionado tributo científico por parte de diferentes instituciones, en el año 1845, es decir, bajo el reinado de Isabel II y prácticamente al final de su larga existencia, se le concedió la Gran Cruz de Carlos III, distinción de extraordinario prestigio político y social. Se trata de una de 416 Michael ZEUSKE, «Vom buen gobierno zur besseren Regierung? Alexander von Humboldt und das Problem der Transformation in Spanisch-Amerika». En: Michael ZEUSKE; Bernd SCHRÖTER (eds.), Alexander von Humboldt und das neue Geschichtsbild von Lateinamerika. Leipzig: Leipziger Universitätsverlag, 1992, pp. 145-215, trata la postura de Humboldt respecto al paso del estatus colonial a la independencia de los territorios españoles en América.

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las más altas condecoraciones417 que la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III otorga, desde su fundación en 1771 por dicho monarca, a insignes ciudadanos por su destacado servicio a la Casa Real418: Siendo uno de los fines principales de esta institucion el tener nuevos medios de condecorar á nuestros vasallos distinguidos, así en España como en las Indias, y de premiar sus servicios, será nuestro especial ciudado atenderlos segun el mérito que contraigan sirviendo á nuestra Real Persona y Estado en cualquiera carrera que sigan419.

Aunque esta distinción estaba reservada principalmente a los súbditos residentes en España o en las posesiones de ultramar, se previó desde el principio su concesión a ciudadanos de otras naciones420. En los estatutos de esta orden se encuentran además indicaciones muy claras respecto lo que se debía acreditar421: una vida ordenada, buenos modales, origen legítimo, confesión cristiana, así como el estudio del árbol genealógico. en orden a comprobar la limpieza de sangre422, que debía remontarse a los tatarabuelos maternos y paternos423. La concesión de esta orden, tributo político a Humboldt, había partido de una iniciativa del ya mencionado diplomático y escritor español Enrique Gil y Carrasco, quien había conocido al erudito durante su estancia en Berlín424. En agradecimiento por la distinción que le había otorgado el rey de Prusia Friedrich Wilhelm IV a instancias de Humboldt, el español Las demás distinciones que otorgaba esta Orden eran: Caballeros Grandes Cruces, Caballeros Pensionistas y Caballeros Supernumerarios. 418 La propuesta partió de una persona cercana al monarca, quien tiene la última palabra y decide sobre el inicio del proceso administrativo. 419 Constituciones de la real y distinguida Orden española de Carlos Tercero, instituida por el mismo Augusto Rey a 19 de septiembre de 1771 en celebridad del felicísimo nacimiento del infante. Madrid: Imprenta Nacional, 1865, p. 17 (§ XX). 420 Ibidem, p. 29 (§ XLII). 421 Vicente de CADENAS Y VICENT, Extracto de los expedientes de la Orden de Carlos III, 1771-1847: editada bajo el mecenazgo de la Asociación de Hidalgos a Fuero de España, con motivo del XXV aniversario de su fundación y con cargo al donativo que para tal fin efectuó don Carlos Galimberti. 13 vols. Madrid: Hidalguia, 1979-1988, recoge información sobre las extensas actas que se confeccionaban con ocasión de cada nuevo nombramiento. 422 Se trataba en primer término de poder demostrar procedencia cristiana (exenta de influencias árabes o judías) y pertenencia a la baja nobleza, cuando menos. 423 Ibidem, pp. 26-27 (§ Paragraph XXXVI). 424 Cfr. capítulo II.1.1. 417

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puso todo su empeño en que se galadornara al científico prusiano con la prestigiosa Gran Cruz. No obstante, no es cierto que, como escribe Gullón425, se aprobara con tal celeridad que Gil y Carrasco pudiera hacerle entrega del título a Humboldt en persona a finales de enero de 1846, es decir poco antes de su fallecimiento en febrero de 1846. En el marco de la presente investigación se encontraron en el Archivo Histórico Nacional los documentos que permiten la reconstrucción del proceso en su totalidad. Según estas actas, el 3 de diciembre de 1845 se promulgó el decreto necesario para poner en marcha el protocolo administrativo y pocos días después, el 20 de diciembre, se iniciaron oficialmente los trámites para la expedición del título. Para ello, la propia Isabel II había escrito una carta a Humboldt en la que le comunicaba su decisión con las siguientes palabras: Por cuanto queriendo dar una prueba de mi Real aprecio a Vos Baron Alejandro Humboldt, Consejero de Estado de S.M. el Rey de Prusia, tuve á bien nombraros Caballero Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos Tercero en Decreto de 3 del actual, relevandoos como extrangero de las Pruebas Depositos y demás requisitos que prescriben en sus Estatutos y Resoluciones posteriores426.

Lamentablemente no menciona los motivos que habían llevado a tal decisión y que habían sido relevantes para la presente investigación. Sin embargo, parece que el gobierno de Isabel II deseaba la rehabilitación política de Humboldt, toda vez que hasta ese momento no se habían reconocido de manera oficial sus méritos científicos en ultramar, de los cuales también se había beneficiado España al recibir sobre todo colecciones mineralógicas y los primeros informes de la investigación. Posiblemente, este reconocimiento pudo haberse producido como reacción a la prohibición expresa del gobierno absolutista de Fernando VII de que Humboldt viajara por segunda vez a España. De esta carta y de todos los comunicados relacionados con este proceso427 se desprende otra peculiaridad: el ínclito prusiano fue eximido de presentar el certificado de limpieza de sangre, necesario para su admisión en la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III. Como tributo adicional 425 426 427

GULLÓN, 1951, p. 216. Archivo Histórico Nacional, Madrid, Estado, actas 7376-73. Cfr. más correspondencia en: ibidem.

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el proceso se efectuó «libre de pruebas y gastos como estrangero», es decir, también se le dispensó del pago de las tasas que normalmente se debían abonar para recibir este reconocimiento. Se nos antoja extraño el hecho de que, si bien el título se había expedido el 13 de enero de 1846, el erudito expresara en una carta dirigida al duque de Sotomayor y con fecha del 9 de agosto de 1848 su agradecimiento por la distinción que se le acababa de entregar. Como sea que este hallazgo es de singular relevancia dado que prueba una nueva toma de contacto entre el prusiano y la Corona española, transcurridos casi 50 años desde su primer encuentro, a continuación reproduciremos íntegramente esta carta de agradecimiento, inédita hasta el momento: Monsieur le Duc, Votre Excellence a daigné me faire adresser, pendant l’absence de mon respectable ami Mr. le Lieutenant General Dn. Antonio Remon Zarco del Valle, Ministre de Sa Majesté la Reine a notre Cour, les Insignes et la Patente de Grand Croix de l’Ordre de Carlos Tercero qui m’avait eté gracieusement conferé dès le mois de Decembre 1845. En recevant cette marque de la faveur Royale par l’entremise de Mr. le Chevalier de Bourman, actuellement Chargé d’Affaires d’Espagne, je me suis empressé de lui exprimer combien l’ancien et ineffaçable souvenir de la haute Protection du Gouvernement Espagnol pendant mon long et hereux séjour dans les regions tropicales m’a rendu chere une grace que je ne pourrois mériter que par une haute admiration pour le caracter national, pour les trésors de la litterature, pour le bienfait des grandes decouvertes que le monde civilisé doit a la valeur et au genie des Castillans. Heureuse d’avoir vu retablis, sous le Ministere de Votre Excellence, les rapports de sympathie mutuelle et d’intime confiance entre l’Espagne et ma Patrie (rapports que mes voeux ont appelé depuis tant d’années!) j’ose supplier Monsieur le Duc de Sotomayor, Premier Secretaire d’Etat au Ministere des Relations etrangeres, de vouloir bien deposer au pied du Trône de Sa Majesté, l’auguste Reine, la faible hommage de ma véneration, de ma respectueuse reconnaissance, de mes voeux les plus ardens pour un regne de Gloire et de Paix428. 428 Carta de Humboldt al duque Sotomayor, Carlos Martínez de Irujo, redactada el 9 de agosto de 1848. En: Archivo Histórico Nacional, Madrid, Estado, actas 6291-59. Versión traducida al castellano publicada en PUIG-SAMPER, REBOK, 2007, p. 237 («Señor Duque, Vuestra Excelencia se ha dignado hacerme llegar, durante la ausencia de mi respetable amigo el Teniente General D. Antonio Remón Zarco del Valle, Ministro de Su Majestad la Reina en nuestra Corte, las Insignias y el Título de la Gran Cruz de la Orden de Carlos Tercero que graciosamente me había sido concedida ya en el mes de diciembre de 1845. Al recibir esta señal del favor real por mediación del Caballero de Bourman, actualmente Encargado

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Es interesante que Humboldt aprovechara esta ocasión para expresar también su gratitud al gobierno español por la autorización de su expedición americana y para ponderar tanto la mentalidad y la literatura españolas como los logros científicos de este país. Finalmente, habría que señalar que en la rúbrica hizo uso del título de miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales que le había sido concedido un año antes. En esta carta también encontramos una explicación a la demora de tres años en la recepción del documento oficial. El motivo está relacionado con las intrigas políticas de la época: La crisis de Estado que había surgido a causa de las rencillas en torno a la sucesión de Fernando VII y que llevaría a las tres Guerras Carlistas, tuvo como consecuencia que algunos estados no reconocieran la subida al trono de Isabel II y que, por ende, no mantuvieran relaciones diplomáticas con su gobierno. También Prusia veía en Carlos María Isidro de Borbón (1788-1855), hermano del fallecido, al legítimo heredero. España reaccionó enviando el título a París y no a Berlín, aprovechando una estancia de Humboldt en la capital francesa para realizar la entrega oficial de la condecoración. Sin embargo, Prusia terminó por reconocer el mandato de la monarca y la entrega pudo realizarse por parte de los representantes españoles en Berlín429. Si volvemos a examinar el carácter de esta distinción política así como el círculo de personas distinguidas con la misma, se obtienen más datos de Negocios de España, me he apresurado a expresarle cuánto el antiguo e imborrable recuerdo de la alta Protección del gobierno español durante mi larga y dichosa estancia en las regiones tropicales me ha hecho grata una gracia que no podría merecer más que por una alta admiración por el carácter nacional, por los tesoros de la literatura, por el beneficio de los grandes descubrimientos que el mundo civilizado debe al valor y al genio de los Castellanos. Dichoso de ver restablecidas, bajo el Ministerio de Vuestra Excelencia, las relaciones de mutua simpatía y de íntima confianza entre España y mi Patria (¡relaciones a las que mis deseos han llamado desde hace tantos años!) me atrevo a suplicar Señor Duque de Sotomayor, Primer Secretario de Estado en el Ministerio de Relaciones Extranjeras, tenga a bien depositar en el pie del Trono de Su Majestad, la augusta Reina, el sencillo homenaje de una veneración, de un respetuoso reconocimiento, de mis más ardientes deseos para un reinado de Gloria y de Paz», traducción de Miguel Ángel Puig-Samper). 429 Para obtener una reconstrucción detallada de estos sucesos consúltense los documentos al respecto en: Archivo Histórico Nacional, Madrid, Estado, actas 6291-59 y 7376-73, sobre todo el comunicado oficial de Madrid al diplomático de Berlin, con fecha del 14 de julio de 1848.

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sobre el significado de este acontecimiento para la percepción política de Humboldt en España. La concesión de esta orden fue concebida en señal de agradecimiento del rey Carlos III a aquellas personas «que hubiesen acreditado celo y amor á su servicio, distinguiendo así el mérito y la virtud de los nobles»430. En los estatutos de esta orden se pone de relieve que no sólo era deseable poseer ascendencia nobiliaria431, además se concedía un gran valor a la virtuti et merito, es decir a la virtud y al mérito. Al admitir a Humboldt en el selecto círculo de los ciudadanos ennoblecidos por la más alta instancia política de España, se le reconocían implícitamente estas cualidades con respecto a su obra íntegra. A fin de trazar un perfil de las personas distinguidas con tal Orden y esclarecer así la política que se escondía tras esta distinción, se ha llevado a cabo432 una revisión sistemática de las personalidades433 a las que en aquella época se honró con semejante distinción, pudiéndose establecer los siguientes grupos: Se encuentran sobre todo integrantes de la nobleza española434 y representantes del clero435; pero también numerosos 430 431

Constituciones de la real y distinguida Orden española de Carlos Tercero, 1865, p. 8. Hasta el año 1847 sólo podían ingresar en dicha Orden los miembros de la no-

bleza. 432 Se ha consultado para ello el compendio de las propuestas, solicitudes e ingresos en esta Orden, en la que se incluye también a ciudadanos extranjeros: Propuestas, solicitudes y decretos de la Real y muy distinguida Orden de Carlos III. 5 vols. Madrid: Hidalguia, 1991-1996. El siguiente título también aporta un resumen de las condecoraciones concedidas: CADENAS Y VICENT, 1979-1988. Guillermo LOHMANN VILLENA, Los americanos en las órdenes nobiliarios. Madrid: CSIC, 1993, vol. II, pp. 263-445, se centra únicamente en la admisión de ciudadanos americanos en esta Orden nobiliaria. 433 Dado su nutrido número, se han considerado primordialmente los nuevos ingresos reseñados entre 1843 y 1849. Como sea que no se detallaban las razones que justificaran la admisión, no ha podido llevarse a cabo una clasificación en función de tal parámetro. 434 Pueden citarse, a modo de ejemplo, los siguientes nombres: Aguirre y Gadea, Alfonso de (conde de Yoldi, 1843); Alcazar, Juan Gualberto del (príncipe de Roca, 1846); Arestegui, Rafael de (conde de Mirasol, 1847); Despuig, Ramón (conde de Montenegro, 1845); conde de Esterhazy (1849); Falcoa, Joaquín José (1847); Fernández de Córdoba, Luis (príncipe de Medinaceli, 1846); Alcazar, Vicente del (conde de Requena, 1847); Fernández de Córdova, Joaquín (condeduque de Povar, 1846); Roca de Togores, Juan (conde de Pinohermoso, 1847) y Girón, Pedro (príncipe de Anglona, 1846). 435 Alameda, Fray Cirilio de la (arzobispo de Cuba, 1848); Reyes, Salvador de (arzobispo de Granada, 1852); Donnet, Fernando Francisco (arzobispo de Burdeos, 1847); Dupont,

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representantes de la burguesía, que habían sido distinguidos a causa de méritos diversos436. Las listas examinadas confirman además que a partir de la segunda mitad del siglo XIX —coincidiendo con la apertura y la liberalización de la política española— se había honrado a muchos más extranjeros con este privilegio, que en sus albores había sido archiespañol. No obstante, en la época de Humboldt esto constituía más bien una excepción437, de modo que su condecoración se puede entender como expresión del cambio que supuso el reinado de Isabel II y como un homenaje especial a su persona por parte del gobierno español. Entre los extranjeros se honró sobre todo a gobernantes de otras naciones438, aunque es significativo que se premiaran primordialmente las actividades desempeñadas al servicio de un Estado, con menor frecuencia las labores al servicio de la Iglesia y en contadas ocasiones otro tipo de actividades. En principio, ésta sigue siendo la práctica actual, como demuestra el perfil de los galardonados en las últimas décadas439; tampoco ha cambiado el hecho de que prácticamente todas las personas honradas con esta distinción sean hombres. Recapitulando podemos afirmar que Cornelio (cardenal/arzobispo de Erzbischof von Bourges, 1848) y Farancon, Manuel Joaquín de (obispo de Zamora, 1846). 436 Amor, Bartolomé (1843/44); Zavala, Juan (1843); Egaña, Pedro (1846); Isturiz, Francisco Javier (1846); Enna, Manuel (1849); Flojeras y Sion, Luis (1849); Gutierrez de la Concha, José (1847); Antonelli, Jacobo (1848/49); Fulgosio, Francisco (1846-47) y Ramírez Orozco, Juan (1847). 437 Entre las personalidades de aquella época que recibieron esta distinción sin provenir del ámbito hispanoparlante se encuentran: Weisweiller, Daniel (1843); el emperador Franz Josef I de Austria (1849); el barón Thomas Ward (1852); el barón Renduff (1846) y el príncipe Knuth (1848). 438 El príncipe de Wellington (1866); Aali Baja (gran visir, 1870); conde de Waldkirch (1856); Weimar Eisenach, Karl Alexander August (1861); Wendland, August (1854); Karl von Württemberg (1866); el príncipe Philipp von Württemberg (1884); Zaldiver, Rafael (Presidente de la República de El Salvador, 1884); el barón Alfons von Rothschild (1871); el barón Jaime von Rothschild (1868); Rothschild, James Nathaniel von (1865); Rothschild, Myer Karl von (1856); el barón Dalwigk von Lichtenfels (1859); el rey Francisco I de Nápoles (1832) y el príncipe Friedrich Wilhelm Heinrich de Holanda (1848). 439 Entre los condecorados con esta Orden a lo largo de la segunda mitad del siglo XX destacaremos al príncipe nipón Aki-Hito (1972), Iribarne Fraga, Manuel (1969); Genscher, Hans Dietrich (1981); Kiesinger, Kurt Georg (1968); la princesa Sofía de Grecia (1962); Stroessner, Alfred (1964) y el archiduque Otto von Habsburg (1951).

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el monarca español Carlos III concibió esta orden como distinción de los nobles ilustrados que se hallaban a su servicio y más tarde se fue empleando cada vez más como homenaje político, también para con naciones extranjeras. Sin duda, este reconocimiento por parte del gobierno español de la labor científica de Humboldt, y por ende de su lealtad durante muchos años, aun siendo tardío fue de suma importancia para el propio Humboldt. También en el caso de la percepción política que hemos tratado a lo largo de este capítulo, el pensamiento de la época brinda una especial atención a los condicionamientos históricos que mrcan la percepción de Humboldt en España. En el presente capítulo se ha evidenciado que la orientación ideológica del gobierno de turno determinaba la óptica desde la cual se contemplaba al viajero prusiano. Bajo el reinado del monarca ilustrado Carlos IV (1788-1808) se le concedió una autorización muy generosa y si bien algunos sectores no la vieron con buenos ojos, lo cierto es que le posibilitó realizar su expedición sin ningún tipo de impedimentos. Siguieron años de confusión política desencadenados por la invasión napoleónica de España en 1808, que vino seguida de la ocupación francesa bajo el reinado de su hermano José Bonaparte hasta el año 1814, a la que sucedió la guerra de la independencia. Durante este período la presencia de Humboldt se deja sentir especialmente en la prensa. Además, hasta el año 1814 su obra fue mencionada por los liberales en las Cortes de Cádiz y, por lo tanto, estimada entre los reformistas españoles440. Durante su reinado absolutista, de 1814 a 1833, Fernando VII puso fin a este espíritu liberal. En esta época de represión cultural, la postura liberal de Humboldt se convirtió más bien en un peligro potencial; consecuentemente bajo estas circunstancias era impensable la realización de un nuevo viaje a España. El breve período de liberalismo durante su reinado, el llamado Trienio Liberal (1820-1823), no se prolongó lo suficiente como para que se diera un cambio de actitud perceptible hacia la persona de Humboldt; además, tras este ínterin se reinstauró una política mucho más represiva que provocó nuevamente el exilio forzoso de muchos liberales. No sería hasta el régimen liberal de María Cristina de Borbón e Isabel II cuando se homenajeara al erudito prusiano, no sólo como científico sino también 440

ZEUSKE (Michael), 1992, p. 169.

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como persona política. El período político inmediatamente posterior, el Sexenio Revolucionario (1868-1874), así como la restauración de la monarquía en el año 1874 bajo Alfonso XII sentaron las bases para mantener la recepción positiva de Humboldt; sin embargo, en la primera mitad del siglo XIX y a causa de los profundos cambios ideológicos, la interrelación entre la percepción de su persona y la situación política fue mucho más acusada. En consecuencia, podemos considerar probados dos aspectos: Por un lado, que el erudito prusiano fue percibido también por los círculos políticos españoles y, por otro lado, que tanto la recepción de su persona como la de su obra estuvieron fuertemente condicionadas por la constelación política del momento. Es de sobra conocido que la percepción política ocupa una posición central, ya que en la política se concentra el poder, que a su vez puede controlar y dirigir otros tipos de percepción. Como ha quedado reflejado detalladamente, esto sucedió también en el caso que aquí nos ocupa.

III.6.

CONCLUSIONES: HUMBOLDT

DESDE LA PERSPECTIVA

ESPAÑOLA

Hemos podido demostrar que en las facetas analizadas en el presente trabajo, la recepción española del viajero y científico prusiano estuvo sujeta a transformaciones drásticas en el transcurso de su larga vida. Durante su estancia en la Península Ibérica, por parte española se puso de manifiesto una actitud muy favorable hacia su proyecto, así como un gran apoyo a la hora de realizar los preparativos diplomáticos y científicos de su expedición. En el transcurso de los cinco años que duró la expedición americana no disminuyó el interés por su exploración, considerada atípica por cuanto la organizó y financió él mismo, y ya en esa época se le contemplaba como autoridad científica. Durante las décadas que invirtió en la elaboración y publicación de sus conclusiones científicas, su reputación como autoridad científica aumentó de forma considerable, si bien afloraban las críticas hacia su persona y su labor, motivadas fundamentalmente por razones político-ideológicas, aunque en parte también por el contenido de su obra. Hoy en día, en los círculos científicos españoles también se 274

Doble mirada. Alexander von Humboldt y España en el siglo XIX

registra un profundo interés y un gran aprecio por la persona y la obra de Humboldt; sin embargo, en los círculos no científicos de regiones remotas e incluso de la capital de este país es prácticamente desconocido441. En lo concerniente a la percepción del prusiano en España cabe preguntarse, dónde residía su especial importancia a su llegada a este país. Como se ha expuesto exhaustivamente en el presente análisis, tanto la comunidad científica de Madrid como el mundo político-diplomático de dicha ciudad le veían como una joven promesa en el ámbito científico. Por un lado, se esperaban de él aportaciones científicas sobre las colonias españolas que, a su vez, pudieran reportar beneficios económicos a la metrópoli. Por otro lado, no se le percibía como un serio peligro político ya que, en caso contrario, no se le habría concedido el permiso de estancia en la América hispana, y mucho menos de la manera tan generosa en la que se le cedió y con cartas de recomendación incluidas442. Por aquel entonces, Humboldt se caracterizaba por su liberalismo y contaba con una profunda y sólida formación en mineralogía, botánica, química, física y geología; además, era defensor de la ciencia moderna, con un enfoque del estudio de la naturaleza marcado por la filosofía natural alemana. El interés concreto por su persona que imperaba en aquella época en España radicaba primordialmente en su mezcla de extraordinaria formación científica y talante liberal: Creemos que para los científicos españoles que establecieron un primer contacto con Humboldt, éste fue percibido sobre todo en su faceta de científico liberal con importante formación especializada en las nuevas disciplinas científicas443.

Sin lugar a dudas, esta recepción temprana de Humboldt ha de ser entendida en relación con la óptica desde la cual se contemplaban la literatura y la ciencia alemanas por aquel entonces, con un aprecio creciente de la cultura alemana y, en consecuencia, con una orientación general hacia Alemania en lo concerniente a la literatura, las ciencias naturales y En las CONSIDERACIONES FINALES se detallan más informaciones al respecto. Debemos tener presente que tras su expedición americana, Humboldt trató de conseguir, sin éxito, autorización para visitar las colonias inglesas. 443 FRAGA; DOSIL, 2001, vol. 1, p. 315. 441 442

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la pedagogía444. En esta época las corrientes intelectuales y científicas del espacio cultural alemán se consideraban ya un ejemplo modélico; Humboldt representaba un claro exponente. A fin de comprender mejor estas relaciones, examinaremos a continuación el ambiente científico que había en España a su llegada445. En aquella época, este país estaba realizando un considerable esfuerzo por progresar en el ámbito de la ciencia en general, y sobre todo en el de las ciencias naturales, empeño que ya había sido iniciado por el monarca ilustrado Carlos III y continuado por su sucesor Carlos IV. Todo su afán era alcanzar el mismo nivel que se había logrado en otros países europeos, lo que exigía una reforma profunda y una sistematización de las ciencias en España. A tal deseo obedecían las expediciones científicas que se realizaron446, y si bien es cierto que la elaboración y publicación de los resultados de estas exploraciones solía topar con problemas de orden económico, estas expediciones suponían un paso crucial en la dirección deseada: España había tomado conciencia del potencial científico que le ofrecía su dominio sobre vastas partes de América y lo empleaba para su progreso científico y cultural. Además, se fomentó la ciencia mediante una floreciente actividad editorial, con traducciones al español de obras sobre historia natural firmadas por autores extranjeros (Buffon, Linné etc.) y con nuevas ediciones de clásicos españoles (Acosta, Cobo, Laguna, Sepúlveda, Hernández, Fernández de Oviedo). Se emprendió una reforma educativa, vieron la luz las llamadas tertulias científicas y literarias y se fundaron sociedades científicas con orientaciones diversas. También cabe nombrar la inauguración Hans JURETSCHKE, «La recepción de la cultura y ciencia alemana en España durante la época romántica». En: Estudios románticos. Valladolid: Museo de Zorilla, 1975, pp. 63-120. 445 Cfr. BLEIBERG, 1958, pp. 33-50 (Capítulo: «El espíritu científico y crítico español en el siglo XVIII»). 446 Pueden destacarse las siguientes expediciones: La expedición de Sessé y Mociño a Nueva España (1786-1803), el viaje de Ruiz y Pavón por Perú y Chile (1777-1788), la larga estancia de José Celestino Mutis en Nueva Granada, el viaje científico de Alejandro Malaspina y José Bustamante (1789-1794), la exploración científica de Cuba por parte del conde de Mopox (1796-1802), así como la expedición por Centroamérica a cargo de Félix Azara (1781-1801). En: Miguel Ángel PUIG-SAMPER, Las expediciones científicas durante el siglo XVIII. Historia de la ciencia y de la técnica. Vol. 28. Madrid: Akal, 1991 podemos hallar un buen compendio de las mismas. 444

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de varias instituciones. Asimismo se creó la primera revista española con un planteamiento estrictamente científico; se trata de los ya mencionados Anales de Historia Natural (1799-1804). Este florecimiento de la ciencia española atrajo a muchos extranjeros a España que impulsaron este desarrollo con su labor. Este era el clima científico y político que se vivía en España y especialmente en Madrid, justo cuando Humboldt puso el pie en la Península Ibérica y todo ello provocó un ferviente interés por el joven científico prusiano, que ya contaba con una notable experiencia y un dilatado currículum y que, además, acariciaba planes de sumo interés para el país. Por ello, en los círculos científicos madrileños se buscaba el contacto directo con Humboldt, poniéndose a su disposición información y material; por otro lado, también se aprovechaba el hecho de que sus conocimientos científicos estuvieran al tanto de los últimos avances tecnológicos. Así, por ejemplo, Humboldt les instruyó en el manejo de los nuevos instrumentos de medición, lo que pone de manifiesto el interés existente por un intercambio científico. En cuanto al desarrollo posterior, se percibe que no sólo sufrió una transformación la manera de mirar a Humboldt, sino que en el trancurso del tiempo también se fueron modificando los mecanismos de percepción. Sintentizando todos los ámbitos que hemos venido tratando por separado a lo largo del presente estudio, obtenemos el siguiente retrato histórico de la recepción de Humboldt en España: En sus años jóvenes e incluso antes de realizar su expedición americana, Humboldt ya se había forjado un nombre en determinados círculos científicos gracias a sus publicaciones sobre el galvanismo y otros estudios sobre mineralogía. Acto seguido, en el transcurso de su estancia en España entabló relaciones personales, especialmente en la corte de Carlos IV y en la comunidad científica madrileña. A todo ello contribuyeron tanto su personalidad, abierta y extrovertida, como su talento diplomático. Estableció numerosos contactos de los que resultaron algunos lazos profesionales duraderos y en parte sólidas amistades. Dichos vínculos ejercieron su influencia tanto en la imagen que se había creado en España de su persona como en la divulgación y recepción de sus trabajos. Sus nuevas amistades fueron las que publicaron en España sus primeros trabajos, en una época en la que todavía estaba inmerso en su expedición. A medida que iba 277

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aumentando su fama en el resto del mundo, su persona se fue cobrando más peso en este país su imagen de autoridad científica. Entretanto adquirieron protagonismo sus amplios conocimientos en las más diversas disciplinas, en detrimento del interés por su persona o el viaje realizado por las ex colonias españolas. Esto propició que sus obras se tradujeran y publicaran en español con mayor rapidez, aunque pueden percibirse diferencias significativas en el interés que éstas suscitaron. Mientras que sus primeros trabajos se recibieron en un círculo muy limitado, ya durante la realización de su expedición americana sus obras encontraron acogida en círculos más amplios de la población española, hecho que en buena medida obedece al interés general que despertaban las expediciones a las colonias españolas. Sin embargo, pocos años después de su estancia en España comenzaron en el país los desórdenes políticos que condujeron a una profunda cisura en el desarrollo tan prometedor de la ciencia española. Tales disturbios fueron esencialmente: la ocupación de gran parte de España por parte de los franceses (1808-1814), que provocó numerosos levantamientos de la población española; la política absolutista y represiva de Fernando VII y los movimientos independentistas acaecidos en el Nuevo Mundo a principios del siglo XIX. Debido a estos acuciantes problemas de política interior y exterior y los costes que llevaban aparejados, la ciencia en general pasó a muy segundo plano. Así pues se tuvieron que concluir diversos proyectos científicos en muy poco tiempo; se persiguió políticamente a un gran número de científicos, entre los que se encontraban muchos que Humboldt había conocido anteriormente y con los que en parte mantenía una relación amistosa. Además, en los años siguientes fallecerían algunas de sus amistades madrileñas —Muñoz (1799), Cavanilles (1804), Clavijo (1806) y Herrgen (1816)— y tanto Proust como Bauzá abandonaron España en los años 1806 y 1823 respectivamente. Sin lugar a dudas, todos estos acontecimientos contribuyeron a que la recepción de la persona de Humboldt y sus estudios científicos disminuyera durante estos años. Como muestra esta parte del estudio, la percepción del científico prusiano en España no aconteció de manera lineal. Simplificando mucho, se puede hablar de una evolución cronológica dividida en dos partes: el primer modo de percepción corrió principalmente a cargo de personas que había conocido durante su estancia en España, por lo que este modo 278

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se orienta más bien al contacto personal con Humboldt o a sus actividades en Madrid. A ello habría que añadir también la atención que le dedicó este círculo de personas durante su expedición americana y que, entre otras cosas, se puso ya de manifiesto en la publicación de sus informes epistolares durante esta época. A continuación se produjo una interrupción de este proceso a causa de los motivos expuestos más arriba. El segundo modo de percepción que difiere del anterior se inició con la proliferación de la traducción al español de sus obras y su consecuente divulgación lo que llevó a una integración aún más profunda de sus trabajos en la ciencia y la cultura españolas. Esto sucedió especialmente en la segunda mitad del siglo XIX. En este caso, sus relaciones personales no desempeñaron ningún papel, sino que la percepción de Humboldt estuvo condicionada por su importancia para la investigación científica. Al régimen absolutista de Fernando VII le sucedió una constelación política más propicia que contribuyó a una recepción más lisonjera de Humboldt. Esto se manifestó no sólo en el mundo diplomático, sino que influyó también en otros círculos de la sociedad española que ya hemos mencionado anteriormente. Estas distintas fases se manifiestan en los estudios particulares revisados en el marco de la presente investigación. Mientras que el análisis de la prensa se concentra en los artículos publicados en vida de Humboldt, es decir, durante la primera mitad del siglo XIX, el estudio de la recepción de su pensamiento en los círculos científicos e intelectuales se centra más bien en la segunda mitad del siglo XIX, extendiéndose en algunos casos hasta los primeros años del siglo XX. La razón estriba en el hecho de que en el caso de los medios impresos, que se hacen eco de los acontecimientos de actualidad, se trataba de descubrir a partir de qué momento, de qué modo y en qué tipo de medios se dio noticia de él. Por el contrario, el estudio de la resonancia que tuvieron sus obras afecta más bien a la segunda mitad del siglo XIX, cuando ya habían sido publicadas en España y, por tanto, habían encontrado una divulgación más intensa. En este caso, la intención era sobre todo mostrar los diversos modos de percepción en el momento en que su grado de popularidad y su gloria habían alcanzado el cenit. Por último, podemos concluir la segunda parte del presente estudio afirmando que, a pesar de los obstáculos que dificultaron la recepción de su persona y de sus obras en España, Humboldt adquirió en este país una 279

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notable importancia gracias a su compromiso constante con la ciencia, a su inigualable talento para entretejer redes científicas y a la divulgación sistemática de su conocimiento. El hecho de que ya dominara estos métodos durante su estadía en España, queda ilustrado en las publicaciones tempranas de sus informes en la prensa científica del país, así como en la función que asumió, por ejemplo, Christian Herrgen como traductor y divulgador de la ciencia de Humboldt. En otras palabras, también en este caso se pusieron muy pronto en marcha los mismos mecanismos que más tarde, a escala internacional, contribuirían al culto de la persona de Humboldt. Esto tuvo como consecuencia que el prusiano se convirtiera en uno de los eruditos más influyentes de España en la época objeto de estudio y ello, no solamente entre la elite científica, sino también entre aquellas personas interesadas en los avances de la ciencia447.

447

LÓPEZ-OCÓN, 2001 a, p. 336.

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IV CONSIDERACIONES FINALES

IV.1.

CONDICIONANTES

Y CARACTERÍSTICAS DE LA PERCEPCIÓN

MUTUA

Dos son los aspectos que han copado nuestro interés en este primer apartado de conclusiones: por un lado, de qué manera y con qué medios percibió el prusiano la sociedad, la ciencia y la política españolas en sus diversas vertientes, y por otro, cómo aparecía representada su persona en dichas parcelas de la realidad española. En este sentido se ha puesto especial énfasis en la necesidad y la reciprocidad de tal proceso. Como hemos explicado aquí con detalle, en el caso que nos ocupa los factores que condicionaron la percepción mutua no eran las clásicas estructuras de poder, sino más bien un complejo entramado. Por parte española han de mencionarse en primer término el respectivo contexto sociopolítico o histórico, así como la posición que ocupaba Humboldt en el mundo científico a nivel internacional, que varió con el transcurso del tiempo en función de la fama creciente que fue adquiriendo. Por parte del científico, hay que hacer mención de la lealtad que durante tanto tiempo demostró hacia el gobierno español por la autorización que éste le concedió, la cálida acogida que le brindaron las colonias, sin olvidar tampoco las medidas de precaución que adoptó en cuanto a la franqueza de sus manifestaciones. También su propia concepción como científico, según la cual él se percibía a sí mismo en primer término como naturalista —lo que orientaba sus intereses personales en ese sentido y no en el político— desempeñó un papel decisivo en la conformación de su visión de España. Con el transcurso de los años fue ampliándose su perspectiva, merced a su intenso estudio de los documentos escritos por los cronistas y la inclusión de la temática que estos abordaban en ellos. Por otro lado, podemos constatar que la relación del erudito prusiano con el gobierno español puede considerarse la clave para interpretar su repre281

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sentación en España. Su inquebrantable lealtad le ocasionó dificultades a la hora de realizar la descripción real o crítica de Hispanoamérica, en particular al abordar cuestiones como las misiones, la esclavitud o la situación de los indios, asuntos todos ellos que no le eran en absoluto indiferentes, a causa de su pensamiento humanista1. Por otra parte, en el contexto del movimiento independentista de las distintas regiones del Nuevo Mundo y en particular a raíz de la apropiación que las repúblicas recién fundadas hicieron de su persona como líder ideológico, Humboldt se vio inmerso en una situación de extrema precariedad. Todo ello explica la crítica de que fueron objeto sus posiciones liberales, sobre todo en los períodos absolutistas, a pesar de dichas precauciones. No obstante, con el tiempo creció la valoración de sus méritos por parte española, no sólo dentro del ámbito científico, sino también desde el gubernamental, de modo que ambos le rindieron tributo. La percepción que el gobierno español tenía de Humboldt en lo político, tal como ha quedado reflejada en este trabajo, nos lleva a plantearnos la siguiente cuestión: ¿hasta qué punto puede ser considerado como «descubridor al servicio de la Corona española»? En este sentido hemos de precisar que el término «servicio» no puede utilizarse aquí con el significado habitual. En el caso de Humboldt se trataba sin duda de una expedición independiente desde el punto de vista económico e ideológico, que no le había sido encomendada por nadie. No obstante, por parte española sí puede hablarse de un «reclutamiento» del científico prusiano con intereses nacionales, tanto al comienzo de su periplo como al término de la redacción de los tratados científicos resultantes del mismo. Corrobora tal argumentación el hecho de que en el salvoconducto expedido por Carlos IV figurara el encargo expreso de hacer llegar tanto al Jardín Botánico como al Real Gabinete de Historia Natural colecciones naturales procedentes de América, y que casi 50 años después fuera distinguido con la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, en reconocimiento de su meritoria labor en favor de la Corona española. Como es bien sabido, hasta ese momento no se Las anotaciones de sus diarios dan fe de lo mucho que le preocuparon tales problemas. Como sea que aquellos apuntes estaban destinados en primera línea a su uso personal, o bien a servir como fundamento para sus estudios posteriores, pueden encontrarse aquí reflejadas sin censura previa sus primeras impresiones y otras reflexiones acerca de las cuestiones antedichas. 1

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le había concedido en España ningún reconocimiento oficial a cuenta de los logros científicos de su famosa expedición americana. También hemos podido comprobar que tal circunstancia no era imputable al prusiano, sino más bien al curso que fue tomando la situación política en ese momento. Si al regreso de Humboldt Carlos IV hubiera seguido en el trono, probablemente sí le hubiera rendido homenaje. La concesión que hizo Humboldt debido a ese compromiso adquirido con la Corona española fue la autocensura de sus publicaciones, derivada de su lealtad: si bien sus anotaciones privadas revelan críticas de un tono un tanto elevado hacia la miseria que encontró en las colonias españolas, en las obras que publicó apenas tuvieron cabida tales reprobaciones. Por otro lado, el hecho de que el erudito hubiera dedicado a Carlos IV su obra sobre Nueva España no tuvo ninguna repercusión política para él y constituyó únicamente una muestra de gratitud. Por esta razón puede hablarse de una servidumbre intelectual del viajero prusiano respecto de la Corona española. Además hemos de poner nuevamente de relieve el componente cronológico que tenían estas prácticas de representación. Con el paso del tiempo las respectivas visiones fueron experimentando cambios, que obedecían, en lo tocante a España, como se ha apuntado ya, a la relevancia creciente que fue adquiriendo Humboldt como autoridad científica y a las circunstancias políticas. En lo que hace a Humboldt, al principio su percepción de la realidad española se concentró de forma casi exclusiva en la utilización de sus instrumentos de medición, circunstancia que cambiaría poco más tarde, tras su llegada al continente americano. Allí la observación personal, al margen de tales instrumentos, tendría mucha mayor trascendencia, pero lo cierto es que en España, al menos durante su estancia, ese proceso se efectuó con ayuda de tal material. En efecto, Humboldt atribuía a los instrumentos científicos de medición una gran importancia: ya en el curso de las negociaciones diplomáticas para la aceptación del viaje solicitó de forma explícita que le fuera permitida su utilización y más tarde, durante su viaje por tierras rusas en el año 1829, los calificó como «organes qui nous rapprochent du monde extérieur»2. 2 Cfr. discurso de Humboldt en la Academia Imperial de Ciencias de San Petersburgo el 16/28 de noviembre de 1829. Publicado en: M. de la ROQUETTE, Humboldt. Correspondance inédite scientífique et littéraire. Paris: L. Guérin et Cie. Éditeurs, 1865, p. 297.

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En el transcurso de su expedición americana se unieron a éste otros intereses, tales como su fascinación por las facetas paisajística o artística de la realidad, o también aspectos de índole social, que captaron su atención y le sirvieron de inspiración para realizar estudios de un mayor calado. De esta forma se redujo sensiblemente la utilización de sus instrumentos de medición y, si bien ocasionalmente acompañó sus tratados de estadísticas, en sus textos se encontrarán impresiones personales y reflexiones acerca de los fenómenos en cuestión. Por el contrario, durante su estancia en tierras españolas su único interés consistió en efectuar mediciones. Con posterioridad a la expedición se integraron otros factores en su percepción de este país, tales como la confrontación con el «elemento español» en el Nuevo Mundo, su vivencia personal de la realidad de Hispanoamérica, la consulta de archivos coloniales europeos y, por último y muy especialmente, su estudio de la historia de las colonias. Todo ello, unido al mantenimiento de sus contactos con científicos españoles, tuvo como consecuencia una intensa profundización en el panorama científico del país. En este sentido, se percibe un cambio en sus estrategias de percepción desde el punto de vista metodológico, que a su vez provocaron una mutación de su imagen de España. Al analizar por separado ambos procesos de percepción y contrastar sus respectivas peculiaridades, pueden constatarse tanto paralelismos como divergencias. Estas últimas se ponen de manifiesto en el hecho de que por parte española el abanico de intereses era notablemente más amplio y presentaba una mayor variedad de facetas, en parte de carácter antagónico. Por otro lado, en este caso las críticas existentes podían expresarse de un modo más claro que en el de Humboldt, quien en buena medida hubo de mantener oculto todo cuanto pudiera revelar una posible percepción crítica o negativa. Los paralelismos consisten en que tanto en uno como en otro ámbito se dio una reflexión profunda en torno a algo nuevo acerca de lo cual no existía demasiada información hasta la fecha. Además, la percepción de lo otro estaba siempre filtrada por los propios intereses. En ambos casos, la aproximación a lo otro se hallaba constreñida por una serie de condicionantes externos, que en el caso de España era la ideología liberal de Humboldt y en el caso del alemán, el hecho de que el centro de interés de su proyecto se encontraba al otro lado del Océano, siendo España una mera etapa preparatoria. De haberse dado otras cir284

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cunstancias, a buen seguro las estrategias de representación habrían sido distintas en ambos casos. De este modo existen ciertos determinantes que condicionan tanto la tendencia como el contenido de la percepción, lo que viene a corroborar la tesis de que ésta es subjetiva y se ve sujeta a influencias y modificaciones. No obstante, conviene recordar aquí que a la hora de realizar el presente análisis nos hemos basado tan sólo en los testimonios que en diversa forma nos dejó Humboldt. De tal modo que, aun siendo de indudable interés, no se pueden contemplar aquí aquellos aspectos que soslayó en sus publicaciones, bien porque no les concediera importancia, bien porque diera la orden explícita de no publicar nunca o destruir de inmediato ciertos pasajes, como ocurriera en el caso de su correspondencia o de sus diarios privados. Todo ello da prueba de que, en la medida de lo posible, Humboldt trató siempre de tener la representación de su propia persona bajo control. Por esa misma razón no ha de descartarse la posibilidad de que esos documentos inaccesibles al público hubieran dado como resultado una imagen distinta. Continuando esta línea argumentativa, podemos hablar de un cierto componente etnológico en la visión que Humboldt tenía de España, a pesar de que en su obra no dio cabida a la descripción de la población. Nos referimos aquí a la perspectiva de quien, desde fuera, percibe cosas que los miembros del grupo en cuestión no ven o ven de un modo diametralmente opuesto. De ahí que otro de los objetivos de esta investigación haya sido dilucidar qué aspectos de la cultura española trató, desde su perspectiva de extranjero, para contrastarlos luego con la propia visión española. Como hemos tenido ocasión de comprobar, había sin duda ámbitos en los que el alemán, en su postura de forastero, mostraba una actitud divergente de la española que sin embargo a la larga influyó sobre esta última. Baste recordar aquí su valoración de los informes de los primeros cronistas, que él consideraba valiosos, a pesar de que la ciencia española había permitido que cayeran en el olvido. Un aspecto de capital importancia a la hora de analizar el proceso de percepción es la cuestión de qué se considera lo otro en contraste con lo propio, de tal forma que se imponía explicar en primer término cómo define Humboldt lo otro o hasta qué punto aplicó ya la idea de lo extraño a España. Para perfilar con mayor claridad su visión de España, podemos compararla con su percepción tanto de Francia, país en el que había 285

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residido con anterioridad, como de América, adonde tenía proyectado viajar. De esta manera se puede constatar un progresivo acercamiento de Humboldt a lo extraño, aproximación que extrapoló también en la misma medida a su proyecto científico. Si bien él no percibía Francia como lo extraño, debido a los múltiples y evidentes paralelismos que revelaba con su entorno berlinés, la Península Ibérica suponía el primer paso de una transición. Por aquel entonces, y muy especialmente en los círculos de Weimar afines a Goethe y Schiller, que ejercieron una notable influencia sobre él, España representaba lo ignoto que había que descubrir. Sin embargo, no se correspondía con la imagen de lo extraño en el sentido humboldtiano, dado que contenía demasiados elementos de lo propio. En cambio, Tenerife ya se aproximaba más a su idea del exótico mundo tropical, como se ha podido ver en detalle. Esta circunstancia explica también su mayor apertura a la hora de percibir las distintas facetas de la realidad que le salieron aquí al encuentro. En este sentido puede considerarse sintomático el hecho de que fuera en las Islas Canarias donde empezó a incluir en sus investigaciones el estudio de la población. Por último, el impacto que produjo en él la región que hoy corresponde a Venezuela, como primera toma de contacto con el continente americano, le llevó a adoptar de inmediato la posición del viajero científico que observa todos los aspectos de forma equitativa, que trabaja en definitiva siguiendo un método holístico. En múltiples ocasiones se ha hablado de la «visión europea» que tenía Humboldt acerca de América, perspectiva que sin embargo en modo alguno puede calificarse de eurocéntrica, como ya hemos explicado en estas páginas, toda vez que él era consciente de su propia posición de observador3. Su concepto de España en cuanto que parte de Europa también se hallaba influido por su procedencia. No obstante, en lugar de constatar que se acercó a España desde sus raíces prusianas, es más acertado decir, en términos generales, que contactó con la Europa meridional a partir de su universo experiencial noreuropeo y del nivel de conocimientos inherente al mismo. Las anotaciones demandan del viajero unas ciertas nociones previas, ideas que por otro lado condicionan tanto su capacidad de comprensión y percepción como su facultad de transmitir lo captado, y marcan 3

Cfr.: HUMBOLDT, 1999 a, vol. 2, pp. 1583-1584.

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el carácter de lo escrito en la misma medida que presuponen una serie de funciones de representación4. Sin embargo, mientras su descripción del Nuevo Mundo está siempre entreverada de parangones con Europa, en el caso de España apenas si hubo comparación con otras regiones. La enorme trascendencia que tuvo España en la célebre empresa científica de Humboldt, como hemos tenido ocasión de analizar en detalle, no se puede reducir únicamente a la ayuda que le brindó este país tanto en la preparación como en la ejecución de su proyecto. La relación que unió al prusiano con España puede calificarse como una interacción recíproca que se prolongó a lo largo de toda su vida. Ese vínculo tomó forma de un lado en su presencia, sin duda relevante, dentro del debate científico español y de otro, en la inspiración que supusieron para él las crónicas españolas a la hora de desarrollar en toda su amplitud el concepto holístico de la Geografía Física, que constituye a su vez los fundamentos de su Kosmos. Hemos ilustrado además que la evolución de la recepción y representación españolas de su persona diverge de la de otros países. Un análisis de la percepción de Humboldt en Alemania, Francia, Latinoamérica o Estados Unidos arrojaría un resultado completamente distinto. Ello viene a corroborar de nuevo la tesis que formulamos al comienzo: la percepción de lo otro se ve fuertemente condicionada por la posición de lo propio. De esta manera, otra de las conclusiones que podemos extraer de la presente investigación es la siguiente: Humboldt no sólo configuró y difundió una imagen específica del Nuevo Mundo, sino también de España, sólo que esta última se ha desarrollado e investigado mucho menos, habida cuenta de que no había el mismo afán que se daba en el caso latinoamericano por instrumentalizar esa imagen en algún sentido. Por otro lado, un estudio a fondo de este hecho ha demostrado que España había sido sumamente sensible a su perspectiva innovadora del país. No en vano, su revaluación de la ciencia española y su distanciamiento del discurso negativo, tan extendido por entonces, acerca de España, contribuyó sin 4 Eva-María SIEGEL, «Repräsentation und Augenschein. Organisation des Wissens und der Wahrnehmung des Fremden um 1800 am Beispiel der Reiseberichte und -tagebücher Alexander von Humboldts». Humboldt im Netz (http://www.uni-potsdam.de/u/romanistik/humboldt/hin), Berlin; Potsdam, núm. IV, 7, 2003, p. 8.

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lugar a dudas a fomentar una representación positiva de su persona en ciertos círculos españoles. Este último extremo puede considerarse también como la prueba de que la percepción constituye un proceso de desarrollo bilateral que además depende en gran medida de las respectivas circunstancias concomitantes, no sólo en un momento determinado, sino también en su desarrollo temporal, debido a su mutuo condicionamiento. Para decirlo en términos más sencillos: la descripción positiva de ciertos aspectos de la realidad española por parte de Humboldt trajo consigo una recepción positiva de su persona.

IV.2. LA PRESENCIA DE HUMBOLDT EN ESPAÑA: DISCURSO SIMBÓLICO En una segunda instancia explicaremos la conexión existente entre la situación histórica objeto de análisis en este trabajo y la realidad actual. En opinión de Edward Said, remitirse al pasado constituye una de las estrategias más significativas para interpretar el propio presente, circunstancia que obedece a la convicción de que el pasado no es tiempo que se fue para no volver, sino que perpetúa su existencia en el presente, si bien de otra manera5: The main idea is that even as we must fully comprehend the pastness of the past, there is no just way in which the past can be quarantined from the present. Past and present inform each other, each implies the other (...). Neither past nor present, any more than any poet or artist, has a complete meaning alone6.

Según Said, las experiencias históricas se transmiten sobre todo por medio de ideas, formas, imágenes y fantasías7. Así, no puede contemplarse el pasado desligado del presente, puesto que tiene importantes repercusiones tanto sociales como políticas8. Seguidamente queremos extrapolar al tema de este estudio el minucioso análisis que desarrolla este autor en su muy citada Culture and Imperialism a partir de la observación de los efectos 5 6 7 8

Edward W. SAID, Culture and Imperialism. London: Chatto & Windus, 1993, p. 1. Ibidem, p. 2. Ibidem, p. 6. Ibidem, p. 15.

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del imperialismo sobre la relación actual entre las expotencias coloniales y sus territorios, vínculo que se refleja a menudo en las llamadas relaciones norte-sur. De modo que comenzaremos por la percepción de este científico alemán que hoy día se difunde en España, imagen resultante de las circunstancias históricas que hemos descrito exhaustivamente. En este sentido, las siguientes cuestiones manifiestan especial relevancia: • Cómo se materializa el proceso de percepción aquí descrito, en la situación actual y en los diferentes rincones de España. • Cuáles de las reacciones descritas mantienen su vigencia. • En términos más abstractos, qué conclusiones se derivan de todo ello, en cuanto a la simbología o el «capital representativo» de Humboldt. La actual representación que experimentó en España el viajero y científico prusiano es, en primer término, una cuestión simbólica. La utilización del nombre de Humboldt en todo el mundo, peculiarmente en América del Norte y del Sur, es harto conocida9. Llevan su nombre innumerables localidades, montañas, ríos y corrientes marinas, sin olvidar calles, escuelas y hoteles. El científico también dio su nombre a 9 minerales, 107 animales y fósiles, así como 267 plantas10. En lo tocante a su representación simbólica en España, cabe establecer en primer término una diferenciación entre tres zonas geográficas, cruciales en el desarrollo de su viaje por el país: Galicia, al noroeste, y muy en particular la ciudad de A Coruña, la isla de Tenerife en el archipiélago canario, y por último, como no podía ser de otra forma, Madrid, donde más tiempo permaneció, pudiendo establecer así casi todos sus contactos de índole científica y diplomática. Las huellas de la utilización simbólica de Humboldt en estos lugares, están estrechamente ligadas a la forma en que el erudito se refirió a cada uno de ellos. Cfr. Ulrich-Dieter OPPITZ, «Die Namen der Brüder Humboldt in aller Welt». En: Heinrich PFEIFFER (ed.), Alexander von Humboldt. Werk und Weltgeltung. München: Piper, 1969, pp. 277-429. 10 Pierre BERTAUX, «Vorwort». En: Wolfgang-Hagen HEIN, Alexander von Humboldt. Leben und Werk. Frankfurt a. M.: Weisbecker, 1985, p. 8. 9

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En A Coruña tuvieron lugar numerosos actos conmemorativos del bicentenario de su partida rumbo a América desde el puerto de la ciudad el día 5 de junio de 1799, en el marco de los cuales no sólo se puso de relieve la importancia de la figura de Humboldt y de su expedición, sino también y sobre todo, aunque de forma implícita, la trascendencia de la ciudad gallega en este contexto. Entre los días 14 y 15 de julio de 1999 se celebró en A Coruña el coloquio internacional «Humboldt e a Ciencia española»; en ese mismo año se publicó en gallego el tratado de Humboldt acerca de la geografía de las plantas11. En el marco de esas mismas celebraciones también se editó en 1999 un volumen en gallego con escritos sobre la estancia de Humboldt en A Coruña, la correspondencia que allí redactó, así como una nota de su diario referente a su partida desde esta ciudad12. Además, una de las salas del Acuario de Finisterre, que a la sazón fue inaugurado en la simbólica fecha del 5 de junio de 1999, lleva el nombre de «Sala Humboldt», donde se puede apreciar una inscripción conmemorativa en honor del erudito viajero. Sin embargo, con anterioridad a estos fastos ya se empezó a utilizar de manera simbólica su nombre. En efecto, en A Coruña existe una calle que lleva su nombre y en el municipio coruñés de Oleiros hay también una calle dedicada al científico, la Rúa Humboldt, muy cercana a las calles Darwin o Linné13. En Tenerife se acometió el homenaje a la estancia del célebre prusiano en la isla entre los días 19 y 25 de junio de 1799 con un talante aún más intenso y con una más clara vocación simbólica: en el castillo de San Felipe, ubicado en el Puerto de la Cruz, se presentó entre el 21 de septiembre y el 24 de octubre de 199914 una exposición titulada «Alexander von Humboldt. Escalas de un explorador». La muestra estaba orientada hacia los visitantes de la isla; en este sentido, la nota salutatoria del Presidente del gobierno insular que encabeza la publicación derivada de este HUMBOLDT, 1999 b. DÍAZ-FIERROS; ROZADOS, 1999. 13 Información personal proporcionada por Xosé Antonio Fraga Vázquez, de La Coruña. 14 Cfr. Alexander von Humboldt. Escalas de un explorador. Stationen eines Forschungsreisenden. Fundación canario-alemana «Alexander von Humboldt» (ed.). Berlin: Stiftung Stadtmuseum, 1999. 11 12

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evento establece un vínculo entre el erudito y el turismo de la zona15. Es remarcable el hecho de que este acontecimiento se encontrase inserto en la dinámica política, y sobre todo turística, de la isla. En este catálogo se menciona el resto de conmemoraciones que se celebran en distintos lugares de la isla, y se presentan también diversos textos acerca de la estancia tinerfeña de Humboldt. La fundación canario-alemana «Alexander von Humboldt» publicó también en colaboración con el Parlamento Europeo un volumen sobre el homenaje a Humboldt en Tenerife con motivo del bicentenario16. El libro incluye una descripción, detallada e ilustrada con numerosas fotografías, de todos los eventos que tuvieron lugar a lo largo de ese año, como por ejemplo: el ciclo de conferencias sobre Humboldt celebrado durante los días 9 y 10 de marzo de 1999, el congreso de Humboldt, entre los días 20 y 23 de septiembre de ese mismo año, la exposición que mencionamos anteriormente, la colocación de un busto de Humboldt en el Jardín Sitio Litre del Puerto de la Cruz, y por último el lanzamiento del vino Humboldt, un caldo dulce y licorado que las Bodegas Insulares de Tenerife dedicaron al naturalista alemán. Además, el Puerto de la Cruz fue escenario del Torneo Humboldt de waterpolo y de la inauguración del recinto de los pingüinos en el Loro Parque, que se efectuó en presencia de los descencientes de los hermanos Humboldt y en el que no podían faltar, por supuesto, los pingüinos Humboldt. Por otro lado, con ocasión del aniversario salieron al mercado incluso cigarros de Humboldt con un etiquetado especial, así como agua extraída de lo que se dio en llamar manantial de Humboldt, con lo que se puede hablar de una comercialización en toda regla del nombre del científico. Al hilo de estas celebraciones, la fundación César Manrique de la vecina isla de Lanzarote recordó el breve paso de Humboldt por la islita La Graciosa en el marco de una mesa redonda celebrada el día 17 de junio de 799. Al margen de estos actos, en Tenerife se publicaron también estudios de corte científico acerca de la estancia de Humboldt en aquella isla, así como cartas relacionadas con su presencia allí, y los correspondientes 15 16

Ibidem, p. 6. Canarias y el bicentenario de Humboldt (1799-1999), 2000.

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pasajes de su diario, sin olvidar las explicaciones sobre la isla que podemos encontrar en su obra Ansichten der Natur17. Otros testimonios del tributo que rinde la isla de Tenerife al insigne alemán son el Mirador Humboldt, en La Orotava, así como la colonia Humboldt en el valle homónimo y dos escuelas Humboldt alemanas18, sin olvidar tampoco la calle Humboldt, sita en el municipio de Santa Úrsula. Por último, el que se conoce hoy como Hotel Taoro, ubicado en el Puerto de la Cruz, llevó su nombre durante la Primera Guerra Mundial19. En la capital española, por el contrario, encontramos un panorama diametralmente opuesto en lo que a este aspecto se refiere: mientras que las regiones que acabamos de ver se apropiaron en mayor o menor medida del científico, integrándolo en su propio discurso, en Madrid no encontramos un solo indicio de su estancia en la ciudad. No se ha puesto su nombre ni a calles ni a plazas, no existen tampoco placas conmemorativas en la casa donde moró ni en los lugares en los que llevó a cabo sus mediciones, circunstancia que contrasta dramáticamente con su presencia efectiva en Tenerife y Galicia, y más aún con ciertos lugares de América, donde se han colocado bustos o inscripciones conmemorativas en señal de homenaje, aunque el científico sólo recalara brevemente en ellos. Con independencia del hecho de que se celebrara el bicentenario con actividades tales como exposiciones20, coloquios y publicaciones monográficas tanto en las regiones de España como en la práctica totalidad de los países americanos por los que pasó Humboldt, hasta fechas recientes no se ha recordado en igual medida su paso por Madrid. Hasta el otoño de 2005 no tuvieron lugar diversos eventos conmemorativos, ni se acometió la publicación de 17 HERNÁNDEZ, 1995. Otra edición de los escritos de Humboldt sobre Tenerife fue editada por Nicolás González Lemus: Alexander von HUMBOLDT, Viaje a las regiones equinocciales del nuevo mundo: Las islas Canarias (estudio introductorio, notas y bibliografía de Nicolás GONZÁLEZ LEMUS). Fundación Canario - Alemana Alexander von Humboldt. La Laguna: Nivaria Ediciones, 2005 b. 18 Una se encuentra en la capital, Santa Cruz, en tanto que la otra está situada en Adeje, al sur de la isla. 19 Información proporcionada por Manuel Hernández González, a quien debemos numerosas publicaciones acerca de la estancia de Humboldt en Tenerife. 20 Cfr. las exposiciones comisariadas por Frank Holl desde 1997 en Berlin/Bonn, México, D. F., Lima, Caracas, La Habana, Bogotá y Quito.

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estudios o actas en homenaje a Humboldt, que en buena medida llevaban ya largo tiempo preparados. En este sentido cabe mencionar la exposición sobre Humboldt dirigida por Frank Holl en el madrileño Museo Nacional de Ciencias Naturales21, así como otra exposición titulada Alejandro de Humboldt: El gran explorador alemán y sus vínculos con España, de dimensiones mucho más reducidas, que organizamos en colaboración con el Goethe-Institut de Madrid y que hasta la fecha ha recorrido el Centro de Estudios Superiores Felipe II de Aranjuez, el Colegio de Caracciolos de la Universidad de Alcalá de Henares, la barcelonesa Residència d’Investigadors del CSIC, así como la Universidad de Alicante. A continuación se elaboró con el Instituto Cervantes una versión más ampliada de esta exposición que bajo el titulo Un viaje del espíritu: Alexander von Humboldt en España fue inaugurada en otoño de 2006 en el Instituto Cervantes de Berlín y recorrió posteriormente las sedes de esta insitución en Munich, Bremen, Manchester, Londres y Viena22. A esta versión la Asociación Cultural Humboldt de Tenerife ha añadido unos paneles adicionales sobre la estancia de Humboldt en esta isla. Bajo el nombre Alexander von Humboldt en la Península Ibérica y en Canarias esta exposición ampliada, que fue inaugurada en junio de 2009 en el Puerto de la Cruz, itinerará por las diferentes islas canarias. No podemos dejar de mencionar tampoco el simposio internacional «Alexander von Humboldt. La estancia en España y su viaje americano», que organizamos junto con la Real Sociedad Geográfica y el Instituto Cervantes de Madrid23. Además, en 2007 se publicó un volumen sobre la estancia del científico en España24 y en breve se editará un DVD con la práctica totalidad de la obra humboldtiana en su lengua original y en su versión Frank HOLL (ed.), Alejandro de Humboldt - una nueva visión del mundo, catálogo de la exposición (octubre 2005-enero 2006): Madrid; Barcelona: Lunwerg, 2005. 22 Cfr. catálogo de exposición: Miguel Ángel PUIG-SAMPER; Sandra REBOK, Un viaje del espíritu: Alexander von Humboldt en España. Catálogo de exposición (Instituto Cervantes). Aranjuez: Doce Calles, 2006. 23 Mariano CUESTA DOMINGO; Sandra REBOK (eds.), Alexander von Humboldt. La estancia en España y su viaje americano. Madrid: Real Sociedad Geográfica, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2008. 24 Miguel Ángel PUIG-SAMPER; Sandra REBOK, Sentir y medir. Alexander von Humboldt en España. Aranjuez: Doce Calles, 2007 a. 21

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al castellano25. Otro resultado de nuestro proyecto de investigación que tocará a su fin en el futuro cercano es la edición en castellano de la correspondencia de Humboldt referida a España. Por último, se proyecta erigir un busto de Humboldt en Aranjuez y una placa conmemorativa en un lugar emblemático de Madrid, así como dedicar una calle o una plaza a su memoria. Esta circunstancia puede explicarse en una mínima parte por el hecho de que los lugares más pequeños cuentan con menos referencias históricas que la capital de España, y hacen por ello un mayor uso de las mismas. Sin embargo, por Madrid han pasado en los dos últimos siglos numerosos viajeros, científicos u otras celebridades. Desde esta ciudad se han emprendido múltiples expediciones, de manera que hoy día no escasean las posibles referencias históricas. Pero en el caso que nos ocupa hay otra motivación mucho más notoria y evidente: la imagen política de Humboldt y de forma más concreta el presunto apoyo que brindó al movimiento independentista en el continente americano26, alcanzó su cenit en Madrid, como epicentro del poder. Mientras que en otras latitudes el insigne prusiano se utilizó sin ambages para definir la propia identidad, en Madrid los aspectos políticos repercutieron directamente en la forma que hubo de representarlo. En el Nuevo Mundo, la apropiación de su persona en el marco de los movimientos independentistas tuvo lugar en un momento muy temprano, en España se produjo un hecho análogo, pero más bien en relación con las identidades regionales en oposición al centralismo impuesto por Madrid, y ha de contemplarse por tanto en conexión con ciertas aspiraciones autonomistas27. Por esta razón, en Madrid no llegó a producirse una instrumentalización de Humboldt con fines políticos, ni su consiguiente representación simbólica. Y al parecer su reputación científica no ha revelado suficiente 25 Sandra REBOK; Miguel Ángel PUIG-SAMPER, Alejandro de Humboldt Digital, DVD. Madrid: Fundación Ignacio Larramendi, 2009 (en fase de producción). 26 Cfr. por ejemplo la correspondencia referida al segundo viaje a España que nunca llegó a realizar. 27 Cfr. sobre este movimiento en el siglo XIX: BERNECKER, 1990, pp. 208-217; sobre su evolución posterior a la Guerra Civil: Walther L. BERNECKER, Spaniens Geschichte seit dem Bürgerkrieg. München: Beck, 1997, pp. 20-24, 169-179 y 245-255; y: BERNECKER; PIETSCHMANN, 1997, pp. 378-382.

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atractivo hasta la fecha, razón de más para que se hubiera celebrado un homenaje con motivo del bicentenario. El caso de Tenerife es el más interesante a efectos de una investigación de estas características, motivo por el cual queremos volver a referirnos a él ahora. Si en La Coruña encontramos referencias más bien de índole científica a Humboldt —a pesar de que las celebraciones contribuyeron también a subrayar la relevancia de la ciudad gallega a escala internacional—, en Tenerife se produce una popularización mucho más acusada de su persona. La figura del científico sirve al archipiélago canario para poner de relieve su autonomía cultural y su cercanía al continente americano. Esta circunstancia se remonta al siglo XIX: ya por entonces buscaban las Canarias una referencia a su propia identidad cultural28, y no sólo en el caso de Humboldt, sino también en el de otros viajeros foráneos. No obstante, el científico alemán disfrutó siempre de una cierta predilección dada su fama internacional. En Tenerife se percibe de forma muy positiva el interés que Humboldt tenía por esta isla, puesto que contribuye a la constitución de su propia imagen. Surge así un modelo de percepción y representación que revela numerosas analogías con la visión que prima en el Nuevo Mundo acerca del científico alemán. Tal circunstancia puede explicarse teniendo presente el pasado del archipiélago: la conquista y anexión de que fue objeto por parte de la Corona de Castilla en el siglo XV. Paralelamente a la percepción que de esta isla tenía Humboldt, como una primera aproximación al mundo exótico, en Tenerife se considera al alemán como un vínculo de unión con América y muy en especial con los trópicos29. La idiosincrasia canaria se considera a sí misma como un puente entre Europa y el Nuevo Mundo, circunstancia que parecen corroborar las descripciones de esta isla que aporta Humboldt, sobre todo de la vegetación tropical, que representa el símbolo cultural de la cercanía a América. Cfr. Federico CASTRO MORALES, “La isla-molineta: la reescritura del creacionismo en Canarias”. En: Eliseo TRENC (ed.), Au Bout du Voyage, L’Île: Mythe et Réalité. Reims: Presses Universitaires, 2001. 29 Compárense a tales efectos las descripciones que Humboldt realiza de la naturaleza en las Islas Canarias y en Venezuela. 28

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Estos factores hicieron posible el aprovechamiento del hecho de que Humboldt visitara la isla durante unos días antes de emprender su expedición americana, obsequiándola con una descripción que, además de tener un tinte marcadamente elogioso, pone de manifiesto las divergencias entre Tenerife y la Península. Asimismo, no podemos dejar de mencionar la utilización que se hace del nombre de Humboldt para la comercialización de productos de la más diversa índole. Su nombre se asocia siempre a la fama, es símbolo de la ciencia y garantiza un cierto nivel de calidad en el más amplio sentido. En otras palabras: este erudito se presta razonablemente bien a todo tipo de marketing. Para concluir, podemos añadir que al comienzo de su viaje, Humboldt se benefició del salvoconducto que le expidió la Corona española y de los contactos que estableció en Madrid. Posteriormente en algunas zonas de España se dio en cierto sentido el caso contrario: se instrumentalizó la figura del erudito alemán, produciéndose por tanto una integración en un discurso al servicio de los intereses españoles. Siguiendo los pasos de los primeros conquistadores, este insigne viajero, considerado como artífice de la segunda conquista de América —su descubrimiento científico— era un mediador cultural30, que trajo a Europa las impresiones que le causó el Nuevo Mundo, tamizadas por el filtro de su percepción personal, y que tanto en Europa como en América difundió, si bien en mucho menor medida, una determinada imagen de España a través de sus obras. A fin de poder transmitir los distintos aspectos, las personas que desempeñan esta función son conocedoras de ambos entornos culturales, de tal modo que se hallan entre ambas culturas, ganando así una mayor movilidad espacial. De ello deriva a menudo una apropiación del mediador, por cuanto se le atribuye una simbología específica, que puede variar tanto en el fondo como en la forma, y que se refiere al país correspondiente. Al ser mucho más que un mero cronista, Humboldt se ratifica a 30 Sobre el papel de mediador en diferentes culturas y contextos históricos consúltese: Berta ARES QUEIJA; Serge GRUZINSKI (eds.), Entre dos mundos. Fronteras culturales y agentes mediadores. Sevilla: CSIC, 1997, así como: GREENBLATT, 1998, pp. 183-228 (capítulo: «Die Vermittler»).

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través de la simbología que se le atribuye en el correspondiente entorno sociopolítico. Esta forma de instrumentalización de su persona a partir de su identificación con unas determinadas creencias propicia la construcción de una idea merced a una serie de mitos y símbolos. Con estos elementos se crea un discurso social que refrenda la nueva identidad: Signos, emblemas, mitos, símbolos son, pues, elementos constitutivos de un discurso social, mediante el cual se busca afirmar una identidad, crear una opinión, movilizar unas masas cuyo papel se acrecienta en la historia (...)31.

En este sentido, los acontecimientos simbólicos se desvinculan de su verdadero contexto, así como de sus principios originarios, de manera que se produce una evolución independiente de los símbolos, que a su vez encuentran su función de acuerdo con el nuevo contexto histórico y social. En el caso de Humboldt podemos hablar en definitiva de una pugna por la apropiación de su persona como estandarte de unos determinados intereses. Dado que en Latinoamérica fue instrumentalizado como mito del movimiento independentista, en España su recepción no puede ser neutra. El hecho de que en la actualidad el archipiélago canario lo utilice para reafirmar su propia identidad puede considerarse como un elemento cohesivo. La primera representación de Humboldt en Latinoamérica condiciona así la forma en que es percibido en la Península Ibérica y en Canarias, perdiéndose el verdadero punto de referencia a causa de tan estrecho vínculo. Así es como en España la representación habitual y predominante de su persona no responde a sus propias afirmaciones, sino a la imagen que se generó de él en el Nuevo Mundo, siéndole atribuida una determinada simbología. De esta forma, en la mayoría de lo casos no se entra en contacto con la realidad humboldtiana, sino únicamente con su imagen, en lo que se evidencia el peligro de la imputación de una determinada ideología. Por esta razón, en el caso de Humboldt es ajustada la calificación de «mito»: un mito presenta siempre múltiples facetas que desvirtúan la realidad a fin de generar o consolidar una idea propia. La historia nos brinda 31 Carlos SERRANO, El nacimiento de Carmen. Símbolos, mitos y nación. Madrid: Santillana, 1999, p. 17.

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innumerables ejemplos de cómo puede llegar a instrumentalizarse y utilizarse de múltiples formas un acontecimiento. En este sentido, el célebre alemán no es sino un exponente más. A continuación analizaremos en profundidad cuáles son los requisitos que él mismo satisfacía para lograr que en su caso este proceso funcionara de un modo tan ejemplar. Para proseguir nuestra argumentación recurriremos nuevamente a su trascendencia como redescubridor de los fundamentos históricos de la conquista española de América: los testimonios escritos de los primeros cronistas. Humboldt se distanció de la infravaloración generalizada de esas fuentes, estudiando ese material con auténtica fruición, integrándolo en sus propios tratados e incluso creyendo ver en ellos el origen de sus propias teorías, con lo que en cierto sentido devolvió a España su capital histórico, siendo él extranjero. Como se ha podido comprobar sobradamente a través de lo expuesto en este trabajo, esta circunstancia tuvo una acogida sumamente favorable por parte española, puesto que estas crónicas representan en cierto modo la piedra angular de un capital histórico español que hasta entonces no se había valorado como correspondía. Como también hemos mencionado ya, el artífice de esta nueva valoración de los cronistas no fue únicamente Humboldt: ese mismo afán por parte de la Corona española ya era percepetible anteriormente y se manifestó en las tareas de elaboración del Archivo General de Indias (1783) y de la obra Historia del Nuevo Mundo (1793) llevadas a cabo por Juan Bautista Muñoz. Sin embargo, la diferencia sustancial entre ambos, responsable en último término del éxito de la empresa, era que los esfuerzos del español apenas trascendieron las fronteras nacionales; Humboldt, por el contrario, logró dar a esta cuestión una proyección internacional, algo que en aquel momento era más que deseable y que podría contrarrestar las críticas que en el exterior suscitaba la ciencia española. Por lo tanto, fue determinante la perspectiva externa que aportaba Humboldt acerca de este capital histórico frente a la interna de Muñoz, que además obedecía a un encargo que le había encomendado la Corona. Humboldt sin embargo indagó motu proprio en esas fuentes, llevado por un convencimiento personal del valor científico que poseían. A consecuencia de todo ello, se atribuyó a sus conclusiones una relevancia aún mayor para los intereses españoles. 298

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Para el análisis de este proceso de representación son de utilidad los conceptos de «capital simbólico», de Pierre Bourdieu32, y «capital mimético», de Greenblatt. Según Bourdieu el capital simbólico está relacionado con otras formas de capital, tales como el material, cultural o social. De este modo, el concepto de capital, tal como lo entiende Bourdieu, va mucho más allá de la definición netamente económica, propia de Marx. No se trata por lo tanto de un valor económico en sí mismo, sino que está relacionado con la simbología de las relaciones, es decir, con el capital cultural, adquirido por el entorno familiar y la educación, donde por ejemplo se incluye el saber, así como el capital social, destinado al aprovechamiento de una red de relaciones institucionales. Compete a esas sutiles diferencias, el entramado de marcas que ubican a un individuo dentro de la sociedad. Para que este capital pueda tener un efecto, ha de ser reconocido por otros, es decir: ha de desarrollar su propia simbología, lo que redunda en un cúmulo de símbolos, componentes y estereotipos que constituyen el fundamento de una idea y que se asocian a unas determinadas convicciones. Como sea que el capital simbólico puede definirse además como la capacidad de manipular y dirigir las distintas interacciones sociales en función de los propios intereses y necesidades, este concepto nos brinda un enfoque distinto para comprender la razón del éxito sin precedentes de la expedición americana del insigne alemán. Sin ningún género de dudas Humboldt era hombre de saber enciclopédico, que trajo a su regreso una inmensa cantidad de datos y experiencias, de incalculable valor para la investigación científica de la época. Pero fue la confluencia de estas circunstancias con su capital simbólico lo que motivó la enorme repercusión de su viaje, que no ha tenido parangón hasta la fecha y que le aseguró por derecho propio un lugar en el pasado y también en el presente, a diferencia de otros viajeros o expediciones que concitaron mucha menor atención. Humboldt parece haber tenido plena conciencia del capital que poseía en este aspecto, sabiendo aprovecharlo también en su propio interés. Todo ello se pone de manifiesto por un lado en los atributos que lo adornaban y que puso de relieve con motivo de su presentación ante la corte 32 Cfr. Pierre BOURDIEU, Esquisse d’une théorie de la pratique. Genf: Librairie Droz, 1972, pp. 227-243.

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española y muy en especial en el escrito de recomendación que dirigió al rey Carlos IV33, y por otro en el hecho de que Humboldt no poseía el título de barón conforme a derecho, pese a lo cual se arrogó este título nobiliario, consciente de la simbología que se asociaba al mismo34. En este sentido, Humboldt potenció adrede su capital simbólico y, como hemos tenido ocasión de comprobar a lo largo de este estudio, su empeño se vio recompensado: se dio luz verde a su solicitud de permiso para emprender el viaje a América, expedición que catalizaría y aún hoy sigue catalizando la atención en gran parte del mundo, en una aventura sin precedentes hasta la fecha. A través de este ejemplo se ha podido demostrar que el capital simbólico puede convertirse también en capital económico, aspecto que Bourdieu establece como otro rasgo definitorio de su concepto: (...) à savoir la distinction entre le capital économique et le capital symbolique, elle ne peut appréhender l’indifférenciation du capital économique et du capital symbolique que sous la forme de leur convertibilité parfaite35.

Dado que el capital simbólico es fácilmente transformable en capital económico el enriquecimiento del primero constituye la única forma de acumulación reconocida y legítima en una sociedad36. Al fin y al cabo, la cuestión que se dirime aquí es qué atributos personales se aportan y cómo se hace uso de ellos, un asunto que, como sabemos, Humboldt supo afrontar con sobrada eficiencia. Stephen Greenblatt emplea también el concepto de «capital» en el contexto histórico objeto de su análisis. Le interesan los diferentes escenarios de representación, puesto que éstos parecen apuntar a que el problema de la asimilación de lo otro se halla en estrecha relación con la reproducción y circulación del capital mimético37: Cfr. capítulo II. Cfr. Kurt-Reinhard BIERMANN, «War Alexander von Humboldt ein „Freiherr” (oder „Baron”)?». Schriftenserie für Geschichte der Naturwissenschaften, Technik und Medizin, Leipzig, NTM 26, 1989, núm. 2, pp. 1-3. 35 BOURDIEU, 1972, p. 235. 36 Ibidem, p. 237. 37 GREENBLATT, 1998, p. 15. 33 34

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Die mimetische Zirkulation - die Bewegung und Anwendungsweise der Repräsentationsmaschine (...) - hat zwei Seiten: Zum einen werden bestimmte Repräsentationen mitsamt der konkreten Technologien, durch die sie hervorgebracht werden, von einem Ort zum anderen getragen, meist folgen sie in ihrer Bewegung der Logik der Eroberung und des Handels, zuweilen jedoch driften sie, sei es durch Zufall oder Perversion, in unvorhergesehene Richtung; zum anderen bedienen sich die Empfänger dieser fremden Repräsentationen, mehr oder weniger frei, aus einem Spektrum von Bildern und Techniken, die ihnen durch ihre eigene Kultur zur Verfügung gestellt werden38.

Él justifica el uso que hace de una terminología que se remonta a Marx basándose en tres argumentos39: en primer lugar desea llamar la atención sobre la evidente conexión entre mimesis y capital, ya que la difusión y circulación de imágenes, así como de las técnicas encaminadas a producirlas y transmitirlas, no han alcanzado proporciones modernas y globales hasta el advenimiento del capitalismo. En segundo lugar, pone así de manifiesto que tanto representaciones, como imágenes y técnicas son susceptibles de acumularse, hasta que se precisen para la producción de nuevas representaciones: Die wichtigen Bilder, die den Ausdruck «Kapital» verdienen, erlangen eine eigene Reproduktionsmacht: Indem sie sich die kulturellen Außeneinflüsse durch Erzeugung neuer und häufig unerwarteter Formen anverwandeln, bewahren und vervielfältigen sie zugleich sich selbst40.

Y en tercer y último lugar, la mimesis constituye para él, como el capital para Marx, un factor social de producción, lo que por otro lado significa 38 Ibidem, pp. 183-184 («La circulación mimética —el movimiento y modo de aplicación de la máquina de representación (...)— presenta dos vertientes: por una parte, se transportan de un lado a otro unas determinadas representaciones junto con las tecnologías concretas que las generan; en la mayoría de los casos obedecen en su movimiento a la lógica de la conquista y del comercio, no obstante a menudo pueden tomar una deriva inesperada, ya sea por casualidad o por perversión. Por otra parte, los destinatarios de estas representaciones ajenas se sirven, con mayor o menor libertad, de un espectro de imágenes y técnicas que se encuentran a su disposición por su propia cultura»). 39 Ibidem, pp. 15-16. 40 Ibidem, p. 16 («Las imágenes importantes que merecen denominarse “capital” adquieren su propio potencial de reproducción: apropiándose de las influencias culturales externas mediante la generación de nuevas formas, a menudo inesperadas, se preservan y multiplican a un mismo tiempo»).

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«daß Repräsentationen nicht nur Produkte, sondern auch Produzenten sind und insofern die Bedingungen, denen sie ihre eigene Existenz verdanken, entscheidend verändern können»41. De este modo, Greenblatt define el capital mimético como las reservas de imágenes, así como los medios para producir y hacer circular tales imágenes en función de las fuerzas del mercado, diferenciándose así de otras formas de capital no mimético42. Si extrapolamos estos argumentos a nuestro objeto de estudio vemos con claridad que este concepto también es aplicable en nuestro caso y lleva a interesantes reflexiones. Los dos conceptos que hemos descrito aquí explican distintas facetas de un mismo proceso de representación. Por ese motivo, dilucidaremos seguidamente qué conclusiones se derivan de la aplicación de estos conceptos a la presente investigación. Al hacer uso del capital histórico de España a través de los cronistas, Alexander von Humboldt confiere a esos textos su propio capital simbólico, debido tanto a su ascendencia nobiliaria prusiana y a su fama de célebre investigador, como a su proyección internacional. Como sabemos, estas fuentes históricas no gozaban de consideración científica, ni dentro de España ni en el resto de Europa. Humboldt sería quien las transfiriera a la modernidad. En este sentido podemos afirmar que el científico alemán consiguió una revaluación de este capital histórico de España merced a su propio capital simbólico. De modo que si bien el capital histórico existía ya con anterioridad, precisaba, entre otras cosas, del capital simbólico para obtener su correspondiente valor. Por consiguiente, el capital simbólico se sitúa por encima del capital histórico o material, conclusión a la que llega también Bourdieu: (...) il arrive qu’une terre prenne une valeur symbolique disproportionnée avec sa valeur économique en fonction de la définition socialement admise du patrimoine symbolique (...)43. Idem («que las representaciones no son sólo productos, sino también productoras y que por lo tanto pueden transformar de forma decisiva las circunstancias a las que deben su existencia»). 42 Idem. 43 BOURDIEU, 1972, p. 241. 41

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Por otra parte, con el tiempo Humboldt fue convirtiéndose en un modelo desde el punto de vista intelectual y científico. Según Greenblatt había acumulado de esa manera capital mimético, pudiendo servir así a otros como modelo. Semejante capital mimético como caballero, ciudadano del mundo, científico, defensor de unas determinadas convicciones morales, etc. conforma su imagen cara al exterior y puede ser aceptada por otros en tanto en cuento esté de acuerdo con sus intereses. Por lo tanto, el propio individuo puede construir el capital imitativo. Por el contrario, el capital simbólico se ve condicionado por la procedencia y es en cierta medida un crédito, «c’est-à-dire une espèce d’avance que le groupe et lui seul peut accorder à ceux qui lui donnent le plus de garanties matérielles et symboliques», de manera que «l’exhibition du capital symbolique» constituye uno de los mecanismos que provocan «que le capital va au capital»44. Humboldt podía ceder a los científicos españoles el crédito de que disponía por su procedencia; en este sentido, el capital mimético constituye la desviación del capital simbólico hacia otros individuos. De acuerdo con esta teoría, las relaciones entre Humboldt y los intelectuales españoles ponen de manifiesto que se establece una mayor igualdad mediante una mutua circulación, si bien esta puede acarrear también desigualdades: Parce qu’il dissimule, en l’étalant dans le temps, la transaction que le contrat rationnel resserre dans l’instant, l’échange de dons est le seul mode de circulation des biens à être sinon practiqué, du moins pleinement reconnu, en des societés qui, selon de mot de Lukacs, nient «le sol véritable de leur vie» et qui, comme si elles ne voulaient et ne pouvaient conférer aux réalités économiques leur sens purement économique, ont une économie en soi et non pour soi45.

Entre España y el viajero alemán surgió un sistema de reciprocidades a través del cual él obtuvo por un lado el apoyo de la Corona española y por otro proporcionó un modelo que imitar. La Corona le concedió el permiso para que en sus colonias de ultramar pudiera descubrir, describir y publicarlo todo luego a discreción, puesto que con ello contribuía a aumentar el prestigio de España. Pese a no disponer apenas de capital económico, el gobierno español supo reconocer la oportunidad que Hum44 45

Ibidem, p. 238. Ibidem, p. 228.

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boldt representaba de sacar a la luz su capital histórico. Al hacer uso del capital simbólico del aristócrata prusiano, tuvo lugar una transformación de lo que España podía dar —el material que representaban las fuentes y la riqueza histórica—, produciéndose un engrandecimiento del capital simbólico de esta nación. Prosiguiendo con esta reconstrucción, podemos sintetizar que en ese preciso momento Humboldt representaba una posibilidad muy prometedora de acumulación y de expresión del prestigio español, oportunidad que supo reconocer a tiempo la Corona, de modo que pudo producirse la circulación mutua de los respectivos capitales. Demostramos así que la relevancia de Humboldt, es decir, el efecto de proyección de su persona hacia la posteridad, estaba condicionado por su capital simbólico en una medida más que considerable. No queremos concluir estas exhaustivas consideraciones finales sin extraer la conclusión de que la historia puede considerarse como un discurso, con la interpretación de símbolos e imágenes que le es propia. También en España podemos percibir la integración de Alexander von Humboldt en el propio discurso mediante la simbología, aunque en una proporción mucho más reducida y con una repercusión mucho más modesta que en el caso de Latinoamérica. Ha quedado probado igualmente que ciertos fenómenos de la recepción y representación humboldtianas, que hasta la fecha sólo habían sido objeto de investigación en relación con el Nuevo Continente, son también válidos en el caso de España. En este sentido, hay que mencionar por parte del alemán tanto la imagen de su persona en España, marcada por su capital simbólico, como la difusión de la imagen que él tenía de este país, y su capital mimético, que se pone de manifiesto en su función modélica. Por parte de lo otro, ya sea España o América, todo ello desembocó en una instrumentalización de su persona y en la atribución de la propia simbología, así como su inclusión en el propio discurso. Por último, el presente análisis también permite ver con claridad que estos dos mecanismos de representación regionales en este punto se hallan profundamente imbricados, algo que se percibe de forma evidente en la transmisión de la visión correspondiente: la apropiación de que fue objeto Humboldt en el Nuevo Mundo como adalid ideal del movimiento independentista ejerció una poderosa influencia sobre la estrategia de representación de su persona tanto en la Península Ibérica como en el archipiélago canario. 304

V BIBLIOGRAFÍA

V.1. V.1.1.

FUENTES Manuscritos

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V.1.2.

Tesis inéditas

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Sandra Rebok

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V.1.3.

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Doble mirada. Alexander von Humboldt y España en el siglo XIX

V.2. V.2.1.

ÍNDICE

BIBLIOGRÁFICO

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V.2.2.

Distintas ediciones de las obras de Alexander von Humboldt

HUMBOLDT, Alexander von, Mineralogische Beobachtungen über einige Basalte am Rhein. Braunschweig: Schulbuchhandlung, 1790. HUMBOLDT, Alexander von, Florae fribergensis specimen. Berolini: August Rottmann, 1793. HUMBOLDT, Friedrich Alexander von, Versuche über die gereizte Muskel- und Nervenfaser nebst Vermuthungen über den chemischen Process des Lebens in der Thier- und Pflanzenwelt. 2 vols. Posen: Decker y Compagnie; Berlin: Heinrich August Rottmann, 1797. HUMBOLDT, Alexander von, Ueber die unterirdischen Gasarten und die Mittel ihren Nachtheil zu vermindern: Ein Beitrag zur Physik der praktischen Bergbaukunde. Braunschweig: Friedrich Vieweg, 1799 a. HUMBOLDT, Alexander von, Versuche über die chemische Zerlegung des Luftkreises und über einige andere Gegenstände der Naturlehre. Braunschweig: Friedrich Vieweg, 1799 b. HUMBOLDT, Federico Alejandro Barón, Experiencias acerca del galvanismo y en general sobre la irritación de las fibras musculares y nerviosas. Madrid: Imprenta de la Administración del Real Arbitrio de Beneficencia, 1803. HUMBOLDT, Alexandre de; Aimé BONPLAND, Plantes équinoxiales, recueillies au Mexique, dans l’île de Cuba, dans les provinces de Caracas, de Cumana et de Barcelone, aux Andes de la Nouvelle-Grenade, de Quito et du Pérou, et sur les bords du Rio-Negro, de l’Orénoque et de la rivière des Amazones. 2 vols. Paris: Schoell, 1805-1817.

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Doble mirada. Alexander von Humboldt y España en el siglo XIX

HUMBOLDT, Alexandre de; Aimé BONPLAND, Monographie des melastomacées, comprenant toutes les plantes de ce ordre recueillies jusqu’à ce jour, et notamment au Mexique, dans l’île de Cuba, dans les provinces de Caracas, de Cumana et de Barcelone, aux Andes de la Nouvelle-Grenade, de Quito et du Pérou, et sur les bords du Rio-Negro, de l’Orénoque et de la rivière des Amazones. 2 vols. Paris: Schoell, 1806-1823. HUMBOLDT, Alexandre de, Essai sur la géographie des plantes accompagné d’un tableau physique des régions équinoxiales. Paris: Schoell, 1807. HUMBOLDT, Alexander von, Ansichten der Natur mit wissenschaftlichen Erläuterungen. Tübingen: Cotta, 1808. HUMBOLDT, Alexandre de, Essai politique sur le royaume de la Nouvelle-Espagne du Mexique. 5 vols. Paris: Schoell, 1808-1811. HUMBOLDT, Alexandre de, «Notice sur la configuration du sol de l’Espagne et son climat». En: Alexandre de LABORDE, Itinéraire descriptif de l’Espagne. Paris: Nicolle, 1809, pp. cxlvij-clvj. HUMBOLDT, Federico Alejandro Barón de, «Geografía de las Plantas, ó cuadro físico de los Andes equinocciales y de los Países Vecinos, Levantado sobre las observaciones y medidas hechas en los mismos lugares desde 1799 hasta 1803, y dedicado, con los sentimientos del más profundo reconocimiento, al ilustre patriarca de los botánicos, D. José Celestino Mutis». Semanario del Nuevo Reino de Granada, núm. 16 del 23 de abril de 1809. HUMBOLDT, Alexandre de, Recueil d’observations astronomiques, d’opérations trigonométriques et de mesures barométriques, faites pendant le cours d’un voyage aux régions équinoxiales du Nouveau Continent, depuis 1799 jusqu’en 1803. 2 vols. Paris: Schoell, 1810 a. HUMBOLDT, Alejandro de, Experimentos sobre el galvanismo. Madrid: (sin indicación de la editorial), 1810 b. HUMBOLDT, Alexander von, Vues des Cordillères et monumens des peuples indigènes de l’Amérique. Paris: Schoell, 1810-1813. HUMBOLDT, Alexander von, Recueil d’observations de zoologie et d’anatomie comparée, faites dans l’Océan Atlantique, dans l’intérieur du Nouveau Continent et dans la mer du sud pendant les années 1799, 1800, 1801, 1802 et 1803. 2 vols. Paris: Schoell, 1811-1833. HUMBOLDT, Alexander von, Atlas géographique et physique des régions équinoxiales du Nouveau Continent fondé sur d’observations astronomiques, des mesures trigonométriques et des nivellements barométriques. Paris: Librairie de Gide, 1814-1838. HUMBOLDT, Alexander von, Nova genera et species plantarum: quas in peregrinatione ad plagam aequinoctialem orbis novi collegerunt, descripserunt, partim adumbraverunt. 7 vols. Paris: Lutetiae, 1815-1826.

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HUMBOLDT, Alejandro de, «Noticia de la configuracion del suelo de España y de su clima». En: Alejandro de LABORDE, Itinerario descriptivo de las provincias de España y de sus islas y posesiones en el Mediterráneo. Valencia: Imprenta de Ildefonso Mompié, 1816, pp. 5-10. HUMBOLDT, Alexandre de; A. BONPLAND, Voyage aux régions équinoxiales du Nouveau Continent, fait en 1799, 1800, 1801, 1802, 1803 et 1804. 12 vols. Paris: Gide; Smith, 1816-1826. HUMBOLDT, Alexandro de, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España. 2 vols. Madrid: Nuñez, 1818. HUMBOLDT, Alejandro de, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España. 4 vols. Paris: Casa Rosa, 1822. HUMBOLDT, Alexandre de, Essai géognostique sur le gisement des roches dans les deux hémisphères. Paris: F. G. Levrault, 1823. HUMBOLDT, Alexander von, «Über die Gestalt und das Klima des Hochlandes in der iberischen Halbinsel». Hertha. Zeitschrift für Erd-, Völker- und Staatenkunde. Vol. 4. Stuttgart; Tübingen: Cotta, 1825, pp. 5-23. HUMBOLDT, Alejandro de; Aimé BONPLAND, Viage á las regiones equinocciales del Nuevo Continente, hecho en 1799 hasta 1804. 5 vols. Paris: Casa de Rosa, 1826. HUMBOLDT, Alexandre de, Essai politique sur l’ile de Cuba. 2 vols. Paris: Gide Fils, 1826. HUMBOLDT, Alejandro de, Ensayo político sobre la isla de Cuba. Paris: Jules Renouard, 1827. HUMBOLDT, Alexandre de, Fragmens de géologie et de climatologie asiatiques. 2 vols. Paris: A. Pikan de la Forest, 1831. HUMBOLDT, Alejandro de, Examen político sobre la isla de Cuba. Gerona: Oliva, 1836. HUMBOLDT, Alexander von, Histoire de la géographie du Nouveau Continent et des progrès de l’astronomie nautique aux XV et XVI siècles: comprenant l’histoire de la découverte de l’Amérique. 5 vols. Paris: Legrand, Pomey, Crouzet, 1836-39. HUMBOLDT, Alejandro de, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España. Barcelona: Librería de Don M. Sauri, 1842. HUMBOLDT, Alexandre de, Asie centrale. Recherches sur les chaines de montagnes et la climatologie comparée. 3 vols. Paris: Gide, 1843. HUMBOLDT, Alexander von, Kosmos. Entwurf einer physischen Weltbeschreibung. 5 vols. Stuttgart; Tübingen: Cotta, 1845-1862. HUMBOLDT, Alexander von, Ansichten der Natur mit wissenschaftlichen Erläuterungen. 2 vols. Stuttgart; Tübingen: Cotta, 1849 a. HUMBOLDT, Alejandro de, «Geografía de las Plantas, ó cuadro físico de los Andes equinocciales y de los Países Vecinos, Levantado sobre las observaciones y

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medidas hechas en los mismos lugares desde 1799 hasta 1803». Semanario del Nuevo Reino de Granada. Paris: Lib. Castellana, 1849 b, pp. 245-373. HUMBOLDT, Alexander von, Cosmos ó ensayo de una descripcion fisica del mundo (traducido por Francisco Díaz Quintero). 2 vols. Madrid: Establecimiento tipográfico de D. Ramón Rodríguez de Rivera, 1851. HUMBOLDT, Alejandro de, Cosmos ó ensayo de una descripcion fisica del mundo. Madrid: Establecimiento tipográfico de D. Ramón Rodríguez de Rivera, 1851-52. HUMBOLDT, Alejandro de, Cosmos ó ensayo de una descripcion fisica del mundo. Madrid: José Trujillo, 1852. HUMBOLDT, Alejandro de, El Cosmos ó Ensayo de una descripción física del mundo por Humboldt. Madrid: Imprenta de Valero Diez (sin indicación de año). HUMBOLDT, Alexander von, Kleinere Schriften. Stuttgart; Tübingen: Cotta, 1853. HUMBOLDT, Alexander von, Briefe von Alexander von Humboldt und Varnhagen von Ense aus den Jahren 1827 bis 1858. Leipzig: Brockhaus, 1860. HUMBOLDT, Alejandro de, «Tablas geográfico-políticas del reino de Nueva-España, en el año de 1803, que manifiestan su superficie, población, agricultura, fábricas, comercio, minas, rentas y fuerza militar. Por el Baron de Humboldt. Presentadas al Exmo. Señor Virey [sic] del mismo reino en enero de 1804». Boletín de geografía y estadística. México D. F., vol. 1, 1869, pp. 635-657. HUMBOLDT, Alejandro de, Cosmos. Ensayo de una descripción física del mundo. 4 vols. Madrid: Imprenta Gaspar y Roig, 1874-75. HUMBOLDT, Alejandro de, Cosmos. Ensayo de una descripción física del mundo. 4 vols. Belgien - Sevilla: Perié, 1875-76. HUMBOLDT, Alejandro de, Cuadros de la naturaleza. Madrid: Imprenta y librería de Gaspar, 1876. HUMBOLDT, Alejandro de, Sitios de las cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América. Madrid: Imprenta Gaspar, 1878. HUMBOLDT, Alejandro de, Cristóbal Colón y el descubrimiento de América. Historia de la geografía del Nuevo Continente y de los progresos de la astronomía náutica en los siglos XV y XVI. 2 vols. Madrid: Librería de la Viuda de Hernando, 1892. HUMBOLDT, Alejandro de, Cosmos. Ensayo de una descripción física del mundo. Madrid: Imprenta de Valero Díaz, 1907. HUMBOLDT, Alejandro de; Aimé BONPLAND, Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. 5 vols. Caracas: Escuela Técnica Industrial Talleres de Arte Gráficas, 1941-42. HUMBOLDT, Alexander von, «Über die einfache Vorrichtung durch welche sich Menschen stundenlang in irrespirablen Gasarten ohne Nachteil der Gesundheit und mit brennenden Lichtern aufhalten können; oder vorläufige Anzei-

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ge einer Rettungsflasche und eines Lichterhalters». En: Rudolph ZAUNICK, Alexander von Humboldt. Kosmische Naturbetrachtungen. Stuttgart: Alfred Kröner, 1958, pp. 10-28. HUMBOLDT, Alexander von, Kosmos für die Gegenwart (editado por Hanno BECK). Stuttgart: Brockhaus, 1978. HUMBOLDT, Alejandro de; Aimé BONPLAND, Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, 5 vols. Caracas: Monte Ávila Latinoamericana, 1991. HUMBOLDT, Alexander von, Cuba-Werk (editado y comentado por Hanno BECK). Darmstadt: Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1992 a (Alexander von Humboldt Studienausgabe, vol. III). HUMBOLDT, Alejandro de, Cristóbal Colón y el descubrimiento de América. Caracas: Monte Avila Editores, 1992 b. HUMBOLDT, Alejandro de, Viaje a las islas canarias (editado por Manuel Hernández González). La Laguna: Francisco Lemus, 1995. HUMBOLDT, Alexander von, Ensayo político sobre la isla de Cuba (edición y estudio introductorio de Miguel Ángel PUIG-SAMPER, Consuelo NARANJO OROVIO y Armando GARCÍA GONZÁLEZ. THEATRUM NATURAE. Colección de Historia Natural, Textos Clásicos). Aranjuez: Doce Calles, Junta de Castilla-León, 1998. HUMBOLDT, Alexander von, Reise in die Äquinoktialgegenden des Neuen Kontinentes (editado por Ottmar ETTE). 2 vols. Frankfurt a. M.; Leipzig: Insel, 1999 a. HUMBOLDT, Alexander von, Ensaio sobre a Xeografia das Plantas (editado por Javier DOSIL MANCILLA, María Jesús FUENTES SILVEIRA y Xosé Antonio FRAGA VÁSQEZ). La Coruña: Talleres Gráficos López Torre, 1999 b, pp. 29-53. HUMBOLDT, Alejandro de, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España. México: Porrúa: 2002. HUMBOLDT, Alexander von, Ensayo político sobre la isla de Cuba (1826) (traducido por María-Rosario MARTÍ MARCO e Irene PRÜFER LESKE). Alicante: Universidad de Alicante, 2003. HUMBOLDT, Alexander von, Kosmos. Entwurf einer physischen Weltbeschreibung (editado y con un epílogo de Ottmar ETTE y Oliver LUBRICH). Frankfurt a. M.: Eichborn, 2004. HUMBOLDT, Alexander von, Permanencia en Tenerife (editado por Manuel HERNÁNDEZ GONZÁLEZ). Santa Cruz de Tenerife/Las Palmas de Gran Canaria: Idea, 2005 a. HUMBOLDT, Alexander von, Viaje a las regiones equinocciales del nuevo mundo: Las islas Canarias (estudio introductorio, notas y bibliografía de Nicolás GONZÁLEZ LEMUS). Fundación Canario - Alemana Alexander von Humboldt. La Laguna: Nivaria Ediciones, 2005 b.

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ÍNDICE DE NOMBRES E INSTITUCIONES

Aali Baja, gran visir, 272 Academia de Canto, Berlín, 180 Academia de Ciencias de Paris, 163, 164 Academia de Medicina, Madrid, 183 Academia Imperial de Ciencia de San Petersburgo, 283 Academia Médica Matritense, 235, 255 Acosta, José de, 12, 35, 39, 52, 97, 98108, 188, 192, 200, 219, 276 Aguirre y Gadea, Alfonso de, conde de Yoldi, 271 Aguirre, Domingo de, 125, 126 Aki-Hito, príncipe, 272 Alameda, Fray Cirilio de la, arzobispo de Cuba, 271 Alcazar, Juan Gualberto del, príncipe de Roca, 271 Alcazar, Vicente del, conde de Requena, 271 Aldini, Juan, 226 Alfonso XII, 244, 273 Allen, John, 148 Álvarez López, Enrique, 28 Amor, Bartolomé, 272 Antillón y Marzo, Isidoro de, 91, 161 Antonelli, Jacobo, 272 Arago, François, 165 Archivo General de Indias, 199, 298 Archivo Histórico Nacional, Madrid, 70, 71, 72, 127, 128, 134, 268 Arestegui, Rafael de, conde de Mirasol, 271 Aribau, Bonaventura Carles, 165 Aristóteles, 98, 101, 207, 257 Asociación Cultural Humboldt, 293

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Asociación Española para la Exploración de África, 182 Azara, Félix, 276 Banco Central de Ecuador, Quito, 69 Barcia; véase González Barcia, Andrés Baudin, Nicolás-Thomas, 136 Bauzá, Felipe, 82, 91, 92, 96, 251, 259, 260, 263, 278 Berghaus, Heinrich, 96 Bergnes de las Casas, Antoni, 165, 168 Betancourt, Agustín de, 63 Biblioteca Nacional de España, Madrid, 65, 181 Biot, Jean-Baptiste, 158, 165 Blanco White, José María, 148 Bleiberg, Germán, 11, 29, 92 Blumenbach, Johann Friedrich, 165 Bolívar, Simón de, 146, 172, 173, 178 Bollmann, Ludwig, 64, 84 Bonaparte, José, 142, 273 Bonaparte, Napoleón, 173, 264 Bonpland, Aimé Goujaud, 21, 22, 27, 29, 42, 43, 61, 66, 69, 87, 88, 157, 162-164, 172, 173, 175, 186, 189, 212, 242, 250, 253 Borbón, Carlos María Isidro de, 270 Borbón, María Cristina de, 144, 243, 273 Bougainville, Louis Antoine de, 41 Bourdieu, Pierre, 299, 300 Bourgoing, Jean François de, 94 Bourman, Fidencio, caballero de, 269 Boussingault, Jean Baptiste, 205 Brambilla, Fernando, 73-75 Bruce, James, 41 Buch, Leopold von, 115 Bueno, Eusebio, 226

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Buffon, conde de (Georges Louis Leclerc), 41, 45, 147, 276 Buschmann, Johann Karl Eduard, 236 Bustamante, José, 276 Caballero, José Antonio, 44, 137 Caldas, Francisco José, 29, 234 Calderón de la Barca, 50 Campe, Joachim Heinrich, 42, 161 Candel Vilas, Rafael, 30 Candolle, Augustin Pyrame de, 234 Carlos III, 81, 127, 142, 197, 266-268, 271, 273, 276, 282 Carlos IV, 12, 22, 24, 26, 27, 43, 45, 69, 71, 72, 108, 131, 133, 196, 197, 216, 229, 260, 263, 264, 273, 276, 277, 282, 283, 300 Carracido, José R., 26 Cavanilles, Antonio José, 45, 57, 153, 155, 159, 246, 248, 259, 278 Ceballos, Pedro, 226, 260 Centro de Estudios Superiores Felipe II, Aranjuez, 293 Centro de Investigación Alexander von Humboldt (Academia de Ciencias, Berlín-Brandenburgo), 17, 77, 120, 121, 241, 256 Chaix, José Dominique, 91, 161 Cieza de León, Pedro, 98 Cioranescu, Alejandro, 32 Clavijo y Fajardo, José, 45, 63, 85, 153, 247, 248, 253, 278 Cobo, Bernabé, 276 Colegio de Caracciolos, Universidad de Alcalá de Henares, 293 Colegio de Cirugía, Santiago de Compostela, 226 Colón, Cristóbal, 52, 102, 103, 193, 239, 240, 257 Comeiro, Miguel, 253 Consejo de Indias, 44 Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Madrid, 11, 17, 37, 118, 119, 124

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Cook, James, 41 Cosa, Juan de la, 193, 194, 196, 202, 219 Cuvier, Georges, 163, 165 Daguerre, Louis, 165, 166 Daguet, Alexandre, 26 Darwin, Charles, 253, 290 De Luc, Jean-André, 160 Delambre, Jean Baptiste, 153 Departamento Ibérico y Latinoamericano del Seminario Histórico, Universidad de Colonia, 17 Depósito Hidrográfico, Madrid, 65, 251, 252, 263 Despuig, Ramón, conde de Montenegro, 271 Díaz Quintero, Francisco, 235 Dombey, José, 46 Donnet, Alexis, 47, 220 Donnet, Fernando Francisco, arzobispo de Burdeos, 271 Dupont, Cornelio, cardenal/arzobispo de Erzbischof von Bourges, 272 Duras, duque de, 263 Egaña, Pedro, 272 Enna, Manuel, 272 Eratóstenes, 101 Escuela de Minas, Freiberg, 140 Escuela Industrial de Sevilla, 182 Espinosa y Tello, José, 45, 248, 251 Espinosa y Tello, Manuel, 81 Esteráis, conde de, 271 Estrabón, 101 Ette, Ottmar, 110, 112 Facultad de Filosofía, Universidad de Leipzig, 23 Falcoa, Joaquín José, 271 Farancon, Manuel Joaquín de, obispo de Zamora, 272 Farinelli, Arturo, 26 Faye, Hervé-Auguste-Etienne-Albans, 235 Felipe II, 98

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Fernández Bueno, Marta, 13, 15 Fernández de Córdova, Joaquín, condeduque de Povar, 271 Fernández de Córdova, Luis, 261, 262, 265 Fernández de Navarette, Martín, 192 Fernández de Oviedo, Gonzalo, 52, 80, 98, 101-103, 188, 200, 217, 219, 276 Fernando VII, 122, 143, 144, 224, 243, 258, 261, 268, 270, 273, 278, 279 Ferrer y Cafranga, José Joaquín, 91 Fichte, Johann Gottlieb, 95, 190 Flojeras y Sion, Luis, 272 Font i Guitard, Juan, 168-170 Forell, familia, 26 Forell, Philippe von, 22, 27, 43, 44, 59, 64, 84, 85, 130, 133, 135, 138, 139, 153, 247 Forster, Georg, 64, 135 Förster, Karl, 27 Fourcroy, Antoine-François de, 153 Fraga Vásquez, Xosé Antonio, 290 Francisco I de Nápoles, 272 Franz Josef I de Austria, 272 Freiesleben, Carl, 61 Friedrich Wilhelm Heinrich de Holanda, príncipe, 272 Friedrich Wilhelm III, 135 Friedrich Wilhelm IV, 86, 267 Fulgosio, Francisco, 272 Fundación Alexander von Humboldt, Bonn, 11, 17 Fundación canario-alemana «Alexander von Humboldt», 291 Fundación César Manrique, 291 Galen, Ferdinand von, 264 Galvani, Luis, 156 García de León y Pizarro, José, 265 García Fernández, Domingo, 153 García Suelto, Tomás, 225, 255 Gaspar y Roig, editores, 167 Geheimes Staatsarchiv Preußischer Kulturbesitz, 43

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Gener, Tomás, 213 Genscher, Hans Dietrich, 272 Geoffroy Saint-Hilaire, Étienne, 163 Gewecke, Frauke, 41 Gil y Carrasco, Enrique, 86, 267, 268 Giner de los Ríos, Bernardo, 236, 238, 239, 244 Giner de los Ríos, Francisco, 244 Girón, Pedro, príncipe de Anglona, 271 Goethe, Johann Wolfgang von, 32, 41, 50, 77, 190, 286 Gómara; véase López de Gómara, Francisco Gómez Ortega, Casimiro, 246 González Arnao, Vicente, 228, 231 González Barcia, Andrés, 102 González Lemus, Nicolás, 292 González Salmón, Manuel, 261, 262 Greenblatt, Stephen, 299, 300, 302, 303 Grimm, Jakob, 51 Güell i Renté, Juan, 167 Gullón, Rocardo, 268 Gutiérrez de la Concha, José, 272 Gutiérrez Bueno, Pedro, 225 Habsburg, Otto von, archiduque, 272 Haeften, Christine von, 22, 59, 61 Haeften, Reinhard von, 22, 59, 61 Haller, Albrecht von, 41 Hegel, Georg Wilhelm Friedrich, 95 Heinitz, barón de, 135 Heinz, familia von, 78, 79 Hemeroteca Municipal, Madrid, 11 Herder, Johann Gottfried, 190 Hernández González, Manuel, 292 Hernández, Francisco, 98, 103, 276 Herrera, Antonio de, 52 Herrgen, Christian, 45, 140, 153, 278, 280 Heuland, Christian, 140 Heuland, Konrad, 140 Hidalgo, Francisco Joaquín, 81

Sandra Rebok

Hinarejos Rojo, Aurelio, 17 Höfer, Ferdinand, 169 Holl, Frank, 293 Hooker, Joseph Dalton, 172 Humboldt, Carolina von, 87, 111 Humboldt, Wilhelm, 26, 53, 54, 57, 58, 61, 76, 77, 83, 87-89, 94, 111, 132, 153, 190 Instituto Cervantes, 293 Instituto de Historia, CSIC, 11, 17 Instituto Goethe, Madrid, 293 Iriarte, Tomás de, 63 Iribarne Fraga, Manuel, 272 Isabel II, 12, 40, 123, 144, 244, 256, 258, 266, 268, 270, 272, 273 Isturiz, Francisco Javier, 272 J. B. de V. y M., 231, 232 Jardín Botánico, La Habana, 160, 182 Jiménez de la Espada, Marcos, 33, 182, 183, 188, 189, 204-209, 211, 252, 254 Jiménez Villalba, Félix, 11 Jones, Calvin P., 152 Jovellanos, Gaspar Melchor de, 155 Juan y Santacilia, Jorge, 91 Kant, Immanuel, 95, 190 Kiesinger, Kurt Georg, 272 Knuth, príncipe, 272 Köpping, Klaus-Peter, 17 Krause, Carl Ch. Fr., 244 Krüger, Franz, 76 Kunth, Gottlob Christian, 61 Laboratorio Real, Segovia, 45 Laborde, Alexandre, 47, 53, 54, 114, 220 Lagasca y Segura, Mariano, 249 Laguna, Andrés, 276 Lamarck, Jean-Baptiste, 163 Laprade, Victor, 181 Las Casas, Bartolomé de, 52, 98 Laurent de Jussieu, Antoine, 45 Lecointe y Lassere, editores, 231 Leitner, Ulrike, 48, 237

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Lentz, Eduard, 27 Lessing, Gotthold, Ephraim, 95, 190 Lichtenfels, Dalwigk von, barón, 272 Linneo, Carlos, 276, 290 López de Bustamante, José, 231 López de Gómara, Francisco, 52, 103 López Mateos, Ramón, 255 López, Sebastian José, 159 López, Tomás, 116 López-Ocón, Leoncio, 33, 211 Louis XVI, 142 MacPherson, James, 41 Madrazo, Federico, 123 Malaspina, Alejandro, 41, 45, 276 Manjarrés y de Bofarull, Ramón de, 27, 182, 183, 185-188 Manuel Hernández González, 32 María Amalia de Sajonia, 87 Martínez de Irujo, Carlos, 269 Marx, Karl, 299, 301 Masson de Morvilliers, Nicolas, 198 Méchain, Pierre François André, 130 Melón y Ruiz de Gordejuela, Amando, 25, 27, 28 Melón, Juan Antonio, 155 Mendinueta, Pedro, 155, 260 Menéndez y Pelayo, Marcelino, 181, 183, 190-194, 237, 240, 241 Mesonero Romanos, Ramón, 164 Ministerio de Ciencia y Tecnología, 37 Mociño, José Mariano, 81, 197, 255, 256, 276 Montesquieu, 141 Monti, José Genaro, 167 Montúfar y Larrea, Carlos, 189, 254 Mopox, conde de, 276 Mora, José Joaquín, 163 Morillo, Pablo, general, 189 Müller, Andreas, 77 Muñoz, Juan Bautista, 46, 99, 199, 276, 298 Museo de América, Madrid, 11 Museo del Prado, Madrid, 122

Doble mirada. Alexander von Humboldt y España en el siglo XIX

Museo Municipal de Berlín, 76 Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid, 45, 182, 246, 250, 253, 293 Museo Nacional de Historia Natural, París, 66, 204 Mutis, José Celestino, 29, 81, 124, 159, 197, 199, 234, 249, 250, 276 Navarrete; véase Fernández de Navarette, Martín Navarro y Calvo, Luis, 239 Née, Louis, 45 Niebuhr, Carsten, 41 Observatoire Royal, París, 235 Olivé, Pedro María, 162, 227 Oltmann, Jabbo, 48, 92 Ontiveros, Mariano, 223 Ortiz, Fernando, 231 Oviedo; véase Fernández de Oviedo, Gonzalo Páez de la Cadena, Juan Miguel, 92, 261-264 Palacio Real de Aranjuez, 75 Palacio Real de Madrid, 74 Pauw, Cornelius de, 147 Pavón, José, 46, 81, 197, 276 Pedralbes, José Francisco, 226 Pino Díaz, Fermín del, 34 Plinio, 98 Ponz, Antonio, 94 Pratt, Mary Louise, 43 Proust, Louis Joseph, 45, 153, 278 Puig-Samper, Miguel Ángel, 17, 34, 134, 136, 270 Quintana, Manuel José, 158 Raimond, 164 Ramírez Orozco, Juan, 272 Raynal, Guillaume-Thomas, 147 Real Academia de Ciencia y Artes de Barcelona, 226, 255 Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Madrid, 183, 256, 257, 270

Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, 179 Real Academia de la Historia, Madrid, 67, 68, 116, 123 Real Academia de Medicina, Madrid, 120, 121 Real Academia Española de la Lengua, 181 Real Academia Nacional de Medicina, Madrid, 183, 226 Real Gabinete de Historia Natural, Madrid, 34, 138, 139, 208, 246, 247, 248, 250, 282 Real Jardín Botánico, Madrid, 45, 46, 124, 138, 139, 155, 159, 182, 207, 246-250, 253, 259 Real Sociedad Económica Sevillana, 182 Real Sociedad Geográfica, Madrid, 254, 255 Rebok, Sandra, 11-13 Renduff, barón, 272 Renouard, Jean, 228 Residència d’Investigadors, CSIC, Barcelona, 293 Reyes, Salvador de, arzobispo de Granada, 271 Robert, Mr., 255 Robertson, William, 147, 199 Roca de Togores, Juan, conde de Pinohermoso, 271 Rodríguez Carracido, José, 182, 183, 196, 198, 199, 200 Rodríguez Ferrer, Miguel, 182, 183, 194-196, 209, 210, 241 Rodríguez González, José, 263 Rothschild, Alfons von, barón, 272 Rothschild, Jaime von, barón, 272 Rothschild, James Nathaniel von, 272 Rothschild, Myer Karl von, 272 Rousseau, Jean-Jacques, 41, 141 Ruiz López, Hipólito, 46, 81, 197, 276 Ruprecht-Karls-Universität, Heidelberg, 17

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Sandra Rebok

Urquijo, Mariano Luis de, 43, 44, 67, 82, 133, 137, 138, 247 Valdés, Pedro, 195 Varnhagen von Ense, Karl August, 107 Viera y Clavijo, José de, 63 Virey, 165 Voltaire, 141 Walckenaer, Charles Athanase, 193, 194 Waldkirch, conde de, 272 Ward, Thomas, baron, 272 Weimar Eisenach, Karl Alexander August, 272 Weisweiller, Daniel, 272 Wellington, príncipe de, 272 Wendland, August, 272 Wildt, Carl, 76 Willdenow, Karl Ludwig, 45, 59, 84 Winckelmann, Johann Joachim, 190 Württemberg, Karl von, 272 Württemberg, Philipp von, príncipe, 272 Xeréz y Varona, Francisco, 235 Ximénez, abad, 130 Zach, Franz Xaver, 21, 22, 61 Zaldiver, Rafael, Presidente de la República de El Salvador, 272 Zarco del Valle, Antonio Remón, 269 Zavala, Juan, 272 Zayas, Andrés de, 232 Zeuske, Michael, 17

Sabine, Edward, 236 Sagra, Ramón de la, 117, 182, 183, 194, 201-204, 212-218 Said, Edward, 288 Saint-Pierre, Bernardin de, 41, 190 Salvá i Campillo, Francesc, 226, 227 San Carlos, duque de, 265 Schelling, Friedrich, 95 Schiller, Friedrich von, 50, 77, 190, 286 Schneider, Hans, 29 Sepúlveda, Juan, Ginés de, 276 Sessé, Martín, 81, 160, 199, 276 Smith, Christian, 115 Sociedad Española de Historia Natural, 182, 252 Sociedad Geográfica de Madrid, 182 Sofía de Grecia, princesa, 272 Sotomayor, duque de, 128, 269, 270 Stroessner, Alfred, 272 Tejada, Juan, 195 Thalacker, Johann Heinrich, 140 Thalacker, Johann Wilhelm, 34 Tovar y Ponte, Domingo, 86 Twiss, Richard, 94 Universidad Central de Madrid, 181, 183 Universidad Complutense de Madrid, 11 Universidad de Berlín, 165, 180

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43 Mauricio Nieto Olarte Orden natural y orden social: ciencia y política en el Semanario del Nuevo Reyno de Granada. 44 Raquel Álvarez Peláez y Armando García González Las trampas del poder. Sanidad, eugenesia y migración. Cuba y Estados Unidos (1900-1940). 45 María Isabel del Cura y Rafael Huertas García-Alejo Alimentación y enfermedad en tiempos de hambre. España, 1937-1947. 46 Assumpciò Vidal Parellada Luis Simarro y su tiempo. 47 Nuria Valverde Pérez Actos de precisión. Instrumentos científicos, opinión pública y economía moral en la ilustración española. 48 Miguel Alcíbar Comunicar la Ciencia. La clonación como debate periodístico. 49 Gustavo Vallejo Escenarios de la cultura científica argentina. Ciudad y universidad (1882-1955). 50 José Antonio Rodríguez Esteban (ed.) Conmemoración de la expedición científica de Cervera-Quiroga-Rizzo al Sáhara Occidental en 1886. 51 Claude Debru Neurofilosofía del sueño. 52 Néstor Herran Agua, semillas y radiaciones: El Laboratorio de Radiactividad de la Universidad de Madrid, 1904-1929. 53 Alberto Gomis Blanco y Jaume Josa Llorca Bibliografía crítica ilustrada de las obras de Darwin en España (1857-2008).

Esta publicación ofrece un estudio sistemático de la mutua percepción y recepción entre el viajero y científico prusiano Alexander von Humboldt, por un lado, y España como unidad político-cultural por el otro. Respecto a la mirada del célebre prusiano hacia España, se distinguen dos visiones: por un lado, la de la España coetánea; por el otro, su visión histórica de este país, condicionada por su intenso estudio de la historia colonial española a través de las fuentes de los primeros cronistas y, particularmente, de José de Acosta. Con el fin de analizar la reciprocidad de este proceso, también se presenta la recepción de Humboldt en España, fenómeno que es reconstruido a través de las distintas miradas existentes en el interior de la sociedad española durante el siglo XIX. Muestras de estos enfoques son su representación en la prensa española, la exposición de distintos modi de recepción dentro del mundo científico e intelectual, así como la historia de la edición de sus escritos y la recepción de los mismos por la sociedad española. Además, se analiza la influencia de Humboldt en distintas instituciones científicas de España y, finalmente, se abordan los avatares de la percepción de su persona en el sector político. Se trata, por tanto, de un trabajo interdisciplinar que se sitúa entre la historia y la antropología, con su análisis de las estrategias de percepción y representación del otro. Además de este análisis, en la obra se discute el simbolismo humboldtiano que se manifiesta hoy día en diferentes lugares de España (Madrid, Galicia y Tenerife) y que se ha de entender como consecuencia de los sucesos aquí expuestos. En este sentido, la autora se ha ocupado de demostrar que estos procesos históricos no pueden ser vistos solamente en su determinación material abstracta, sino también en conexión con discursos simbólicos.

ALEXANDER VON HUMBOLDT Y ESPAÑA EN EL SIGLO XIX

42 Alberto Gomis y Jaume Josa Llorca Bibliografía crítica ilustrada de las obras de Darwin en España (1857-2005).

SANDRA REBOK

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54 Juan Mainer Baqué La forja de un campo profesional. La pedagogía y la didáctica de las Ciencias Sociales en España (1900-1970).

CSIC

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS

Sandra Rebok estudió sociología y antropología en Heidelberg, Alemania, con estancias en Madrid y ­París. Es doctora en antropología por la misma universidad, y ha trabajado durante varios años en el Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid en un proyecto de investigación sobre la estancia de Alexander von Humboldt en España y sus vínculos con este país. El resultado de esta investigación ha consistido en diversas publicaciones relacionadas con el tema así como en la traducción y edición de distintos documentos desconocidos hasta entonces en España. Además, junto al Dr. Miguel Ángel Puig-Samper, es comisaria de la exposición titulada “Un viaje del espíritu: Alexander von Humboldt en España”, que ha sido organizada por el Instituto Cervantes de Madrid y se ha exhibido en distintas sedes de esta institución (Berlín, Múnich, Bremen, Manchester, Londres, Viena). Además, ha publicado varios estudios sobre exploradores alemanes en América en el siglo XIX e investiga los trabajos de los viajeros alemanes y franceses que, tras las huellas de los hermanos Humboldt­, visitaron y exploraron España por motivos científicos durante la misma época. Asimismo, mantiene una línea de investigación sobre historia atlántica, que versa en concreto acerca de la experiencia europea de Thomas Jefferson, su encuentro personal con Alexander von Humboldt en 1804, así como del intercambio de ideas y de información de Jefferson con el Viejo Mundo a través de su correspondencia. Actualmente presta sus servicios en el Área de Cultura Científica del CSIC, donde ha coordinado, entre otras cosas, los contenidos del portal web del CSIC sobre Charles Darwin y la exposición sobre José Celestino Mutis.

Ilustración de cubierta: Vista de la fachada principal del Real Palacio de Aranjuez. Brambilla, 1826-1830. Palacio de la Zarzuela. Patrimonio Nacional