Medicina y salubridad en el siglo XIX


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Medicina y salubridad en el siglo XIX

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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS SE M IN A R IO D E H IST O R IA R U R A L A N D IN A

AP CHIVO SEMINARIO DE HISTORIA RURAL ANDINA - UNMSM.

MEDICINA Y SALUBRIDAD EN EL SIGLO XIX

Alejandro Salinas Sánchez

Lima - 2000

UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS SE M IN A R IO D E H IS T O R IA R U R A L A N D IN A SEM IN ARIO

Hospi;;iF- "Dos de Maya".

Alejandro Salinas Sánchez

L im a - 2 0 0 0

DE

HISTORIA

RURAL ANDINA

UNMSM.

s

ARCHIVO

« s ¿ .-

SEMíNARfo Sg H ¡W fifcí

INDICE

INTRO DUCCIÓ N

I XX.

m. IV.

C A R R ER A M É D IC A Y C ENTR O S D E E N S E Ñ A N Z A -—»-—! HIGIENE Y E PID E M IA S-”- — - ............ r— —— ...................13

.m m A E s m u c T O R Á ' V A C U N A C IO N E S Y E S T U D I O S -——- ........ ..................

63

IN TR O D U C CIÓ N E ste trabajo analiza aspectos relacionados con el estado de las condiciones sanitarias y el desarrollo de la profesión m éd ica en el Perú durante el siglo pasado a p a rtir de un conjunto de inform aciones ap arecidas en lo s diarios E í Peruano y E l C om ercio en dicha época. N osotros hem os seguido el curso de e s a docum entación, p o r lo que a quienes desearan integrar nuestras conclusiones dentro de una p e rsp ec tiv a general de l a H isto ria de la M ed icin a les sugerim os re c u rrir a las obras especializadas de X Lastres y H. Valdizán» y a la legislación san itaria com pilada p o r O viedo (1821-59) y R. A panda (1878-79). E l principal

interés

dé nuestro

estudio

es

m ostrar

cóm o

evolucionaron

paralelam ente tees variab les b ásicas en la determ inación de una eficiente salubridad urbana, o rural: A ) Las condiciones sanitarias (higiene p ú b lic a ) y las epidem ias relacio n ad as con las lim itaciones de estas); B ) La. M ed ic in a en su enseñanza y en el ejercicio de la profesión m édica; C) L a p o lític a p ro filá c tic a estatal a p lic a d a a través de la im f ^estructura ho sp italaria y serv icio s m édicos preventivos (vacunaciones) ofrecidos a la población. E l continuo desfase en el desarrollo de estas v a ria b les condujo a que el P erú viviera, en el siglo XIX un período de deficiente salubridad y po r ende de aparición de cíclicas epidem ias y regiones endémicas. En el transcurso del siglo XIX las enferm edades epidém icas y las deficientes condiciones sanitarias urbanas y rurales constituyeron un circulo v icioso cuyos nefastos efectos no fueron com batidos apropiadam ente p o r los reducidos serv icio s m édicos y la vetusta infraestructura hospitalaria.

II La. trilo g ía in fe c c io sa estovo constituida por 1a. viruela, la fiebre am arilla y el c ó le r a En térm inos internacionales, estas enferm edades (junto coa la bubónica) eran las llam adas pestes; mientras que se calificaban de autóctonas la escarlatina, .gripe, fiebre tifoidea, tifus, saram pión o d isen tería L a fiebre amarilla, se había hecho presente en el Perú en el sig lo XVH y era una enferm edad de loe litorales en lo s clim as c á lid o s y para reproducirse requería una cierta p red isp o sició n individual y con d iciones e sp e c ífic a s de tip o clim atológico y social; de a llí que su . control debería efectuarse sobre todo a través de un plan sanitario "aislam iento de enferm os, d esin fección , etc." Las autoridades n acion ales produjeron su cesiv o s reglam entos de salubridad y p o lic ía , y crearon juntas de sanidad com o p ilares d eí sistem a sanitario n acional, pero no m ejoraron efectivam ente las con d iciones higiénicas de puertos y ciudades por lo que ia form ación de region es endém icas fue el ló g ico resultado de esa eq u ivocad a p o lítica p r o filá c tic a En las urbes p ersistía el precario sistem a de acequias y lo s antihigiénicos s ilo s u tilizados por las p o b la cio n es, m ientras que las haciendas y filudos no se d esecaban lo s n o c iv o s pantanos que lo s circundaban. A m bos problem as, acequias y pantanos, constituyeron perm anentes fo c o s de em anaciones tóxicas

que contaminaban el ambiente

p rovocando diversas enferm edades. Por otro lad o, alim entos tan importantes para la p o b la c ió n com o e l pan y

las carnes eran producidos y com erciados en circuitos

antihigiénicos (panaderías, m ataderos, m ercados), lo cual aumentaba e l volum en de p o ten cia les agentes in fecc io so s tal com o lo seis alaran reiteradas v e c e s lo s inspectores m unicipales de higiene o lo s p rofesion ales m éd icos. S i a e llo se agjregá que hasta e l agua potab le no tenía, la calidad requerida para el consumo humano el panorama de la. salubridad en el sig lo pasado era. ciertamente deplorable. En Unto no se com batía ia causa.de la s epidem ias el tratamiento de éstas s e centró en la atenuación de lo s síntom as y el im pedim ento de lo s contagios. En e s a

situación

la

carrera

m édica

no pudo satisfacer la n ecesidad de

s e r v ic io s sanitarios de la p ob lación , especialm ente la de lo s sectores rurales y urbanos populares.

La.

d isp onib ilidad de m édicos por habitantes era ínfim a, y estaba

circunscrita a las prin cipales ciudades, pues en las regiones andinas o am azónicas no se contaba con atención m éd ico ni p rovisión farm acéutica, salvo durante las esporádicas v is ita s de in sp ección o de vacunación que realizaban lo s m éd icos titulares asignados a

111 los departamentos. Sobre la re d u c id a c ifra de m édicos existentes en el p aís a m ediados del sig lo pasado, puede citarse un inform e de Cayetano H ered ta en donde se observa que el 52% del total de m édicos, (94)

e sta b a concentrado en dos grandes ciudades

(L im a y A requipa) e a desmedro: de otras regiones donde e ra im posible a cced er al

servicio m edico profesional. Ante este vacio l a s . gentes ..popularas encontraron una altern ativ a en los curanderos (m edio ru ral) y los m édicos chinos, (secto r urbano), estos últim os presentes desde la segunda m itad del siglo XIX. Las instituciones m édicas com batieron -a estos m édicos .populares b asta c o lo ca rlo s fuera de la ley y som eterlos

relativam ente bajo su control, achacándoles fiindamentabnexite 3a resp o n sab ilid ad de pro p ag ar las epidem ias con sus singulares preparados, que calificaban de tóxicos y antihigiénicos, si bien m ucha gente salió en defensa de estos incluso a .tr a v és de los d iario s de la é p o c a L as reform as del principal centro m édico de ensefíanza nacional tuvieron su punto clave en la conversión del antiguo C olegio de M ed icin a en F acultad (1856), que fue el momento culminante del toaba) o de H e rsd ia en la constitución de una nueva institución

académ ica de la m edicina p e ru a n a A p a rtir de entonces aum entaría el número de cátedras con solidándose nuevas generaciones de p rofesores, entre io s que destacan José C asim iro U lloa. Lino A larco, Leonardo V illar y F. A lm enara



En cuanto a la infraestructura hospitalar ia es evidente su creciente deterioro en la centuria

pasada,

y

lo s

insuficientes

gastos

fisc a le s en un sector de vital

im portancia, más en un p a ís como el P e n i de entonces constituido p or ciudades acordonadas de endem ias m ortíferas (viruela, m alaria, etc.) lo c a les e introducidas del

exterior. Lio hubo, pues m ejoras significativas en el sistem a hospitalario nacional, m ás b ien & e una ép o ca de reducción de centros de salud y hacinam iento de los subsistentes como el de San B artolom é. E sta situación hizo crisis con resultados desastrosos durante ia epidem ia de fieb re am arilla de 1868, lo que hizo que M anuel Pardo durante su gestión - p residencial construyera el H ospital 2 de M ayo, el único que sería ajustado a criterios m odernos de higiene y arquitectura P or lo demás, sucesivas v e c e s se mandó construir

• lazaretos p a ra im pedir la expansión de las epidem ias, los cuales p o r su d esaseo

i

provocaban el rechazo de lo s enferm os que só lo iba allí cuando sentían la proxim idad de

la raneríe.

IV L a prevención e inmunización de los n iñ o s sólo alcanzó a cu b rir sectores red u cid o s, -si bien ios esfuerzos de los m édicos y autoridades fueron evidentes. H ubo oposición de los p a d re s a la vacunación de sus hijos, y p a ra p ro p a g á rse la tuvo que recurrirse a m edios coactivos (m ultas). El sistem a de transm isión “ brazo a brazo” de la vacuna y la c alid ad de la m ism a determ inaron el lim itado éxito de las inm unizaciones h a sta casi fines de siglo en que- se comenzó a p ra c tic a r con la llam ada “ vacuna anim alizada” con m ejores resultados. P o r e sta é p o c a aparecieron las nuevas instituciones m édicas (Instituto V accicaí, N u e v a F acultad de M edicina) que durante el p re s e n » siglo cum plirían 3a. m isión de d esterrar de, las p rin c ip a le s ciudades las terrib les epidem ias iniciando la ofensiva contra ellas, en el secto r rural.

L im a diciem bre de 1,999.

h CARRERA M ED IC A Y C EN TR O S DE ENSEÑANZA A 'fin e s d el sig lo XVUI fiieron esca sa s las graduaciones d e m éd ico s, pues la U niversidad se encontraba en c r isis aí igual que la m ayoría d e instituciones colora ales. E n aquel entonces e l V irrey A b a sca l, asesorad o por H ip ó lito Unanos, randa en 2 808 el R ea l C o leg io 4® M ed icin a y C irqgía de San F em ando qua ibncioBÓ regularm ente a partir d e 1811.

E q 1821 el C o leg io de San Fem ando & e renom brado com o el C o le g io 'd e L a Independencia, al m ism o tiem po que el R ea l Tribunal d el JPrijtomedicato s e convertía en e i Protom edicaío G eneral del E stado, e l cual luchaba por conservar sus atribuciones académ icas y g r e m ia le s ante e í crecim iento d el e s p í n M m t ó m m ü y p r e s í i g i o

d el

renovado centro académ ico.

A sí, el gobierno dictatorial de B o lív a r en 1 8 2 6 reafirm ó al Protom edicaío la ju risd icció n que hasta entonces tenía en ía

v ig ila n cia d e l f e a

e je r c ic io de la m edicina, h

preparación de m edicam entos y la im p osición de m ultas a io s

infractores. L os

farm acéuticos se opusieron a e sta m edida solicitan d o que el control del Protom edicaío se turnara entre m éd icos y farm aéuticos. v si bien no consiguieron introducir esta reform a obtuvieron m cam bio la rebaja de 9 7 1/2 a 4 0 p e s o s en el derecho de v isita que le s cobraba e í Protom edicaío por inspeccionar la s farm acias. P oco después en 1831 obtuvieron del Congreso la separación de la Facultad de Farm acia del P rotom edicaío creándose e l Protofarm acéutico som etido a in sp ección de la s autoridades m unicipales. En 1840 E l Peruano d ecía que el C olegio de M ed icin a se había m antenido hasta entonces obteniendo transitoriamente "de u n o q u e o tr o g o b ie r n o p r o v i d e n c i a s f a v o r a b le s " pero insuficientes para su desarrollo. E l gobierno de Gamarra entonces le dotó de rentas con

es fin de restab lecer sus cátedras y así superar la. c r isis a que lo h ab ía conducido el G obierno Protectoral de Santa Cruz.

A fin es de 1841 el Dr. José M . V a ld é s(i) rem itió al M inistro de Instrucción P ú b lica, Agustín G. Charun, la segunda ed ició n corregida, de un trabajo suyo sobre el m étodo terapéutico m édico. Según V ald és no era conveniente de que ca d a m éd ico " a d a p ta n d o c ie g a m e n te e l s is te m a d e u n a u to r f a v o r ito , e s t é s ie m p r e en c o n tr a d ic c ió n c o n s u s c o l e g a s " por lo que planteaba un m étodo práctico adecuado al Perú y fruto de su dilatada

exp erien cia m éd ica para uniformizar la práctica sanitaria

En 1843 e l C onsejo de Estado, a través de B enito L aso, pensaba reabrir e l C olegio de M ed icin a de l i m a en el lo c a l d el C o leg io de la Independencia, y para becar a jó v e n e s provin cianos que quisieran estudiar a llí com unicó a lo s prefectos d el p a ís que selec cio n a sen lo s jó v e n e s que m erecieran obtener tal b en eficio, para lo cual debían cum plir lo s siguientes requisitos: a) T ener entre 14 a 2 0 años, b) N o tener im pedim entos corporales que limitaran e l ejercicio de la p ráctica m édica; c) H aber estudiado por lo m en os h asta latinidad; d) Presentar partida de bautism o y una d eclaración ante la autoridad que acreditara su p rocedencia, precaria condición econ óm ica y conducta m oral intachable. A dem ás aq u ellos que hubiesen cursado algún n iv e l de estudios podrían presentar sus certificad os y rendir exámen ante el R ector d el C olegio de M ed icin a para v erificar su grado de preparación. R esp ecto al plan curriculár la com isión com puesta p or lo s D rs. M iguel Tafür, J osé M anuel V ald és y J osé M aría D á v iia propuso el dictado de la s cátedras de Anatom ía, F isio lo g ía , P atología, M ateria M éd ica, Farm acia, C lín icas M e m a y Externa, M atem áticas, F ís ic a sensata y experim ental, H istoria Natural, Q uím ica y D ibujo, £1 C olegio d eb ía p roveer de m éd ico s, cirujanos y farm acéuticos a todo e l país. 1

(1) SI Dr, Jo sé M anuel V aldés {1 1 67 -1 8 4 3 ) d esem p eñ é d u ra n te la s d o s p rim e ra s d éc a d a s d e v id a in d ep end íen te la D irección d e l C oleg io d e la Independencia (¿ 8 2 7 )y e l F rotom edicato (1 3 3 6 ).y se con stitu yó d esd e 1 833 en la m a y o r a u to rid a d d e ía m edicina p e ru a n a lu ego d e la d esa p a rició n d e lo s Drs. H ipólito U nanos y M ig u e l Tajar.

3

Por entonces el C olegio ten ía 14 b ecad os y. ó p ensionistas, y sus cátedras eran dictadas con regularidad a pesar de. las esca sa s rentas que le otorgaba el Estado. A sim ism o, recom endaban que se cum pliera con. trasladar d hospital de Santa A na al de San A ndrés, tai com o estaba ordenado por, decreto de noviem bre de 182?, atendiendo un ped id o que lucieran en e s o s años lo s p rofesores d el C o leg io que necesitaban realizar sus prácticas en un hospital que estu viese integrado a dicho centro de estudios1.

En 1843 el cirujano José Leandro M endoza com unicó al P refecto d e Lim a, J.G, M enacho, haber atendido y curado a u n enfenno de elefan íasis (lepra) llam ado A lejandro Cantay, aprovechando e l "oxígeno cargado de sa le s muriáticas" y los "baños de mar" efectuados por Cantay durante la estadía que bajo su recom endación realizó éste en una is la guanera

Las com unicaciones cursadas en 1842 entre el Prefecto de L im a J osé V illa , Subprefecto de l e a

con

el

J.C. de M endiburu, y el Gobernador de P isc o , J osé M aría Conde,

revelan que el Dr. C arlos Corpancho constató que Cantay había curado de la elefantíasis (lep ra o m al de San Lázaro) al cabo de tres años de perm anencia en las isla s del guano.

A l resp ecto, E l Peruano en un editorial señ aló. que d eb ía estudiarse la sustancia-; e sp e c ific a d el guano que hab ía p o sib ilita d o la curación de Cantay, y otros dos e sc la v o s Üarados Pedro Ándrade y Lorenzo C áceres, siendo por e llo necesario que el G obierno y el Protom edicato enviaran enferm os de elefantiasis a las is la s de Chincha y P isc o donde podría estudiarse la evolu ción de la terapia del Dr. M endoza en e so s n uevos pacientes hasta descubrir donde rad icaba ¿1 m isterio de la curación de tan terrible mal.

E n 1846 el Protoraédico G eneral. Cayetano H ered ia dio cuenta al M inisterio de G obierno del núm ero de m édicos

existentes en el Pera.

Fueron registrados 94

profesion ales m éd ico s en tod o e l p aís, concentrándose en L im a y A requipa 50 de e llo s

(52% del total). D e ese número 20 eran extranjeros, mayormente franceses (15) y esp añ oles (5). En el resto de ciudades se contaba con m enor número de m éd ico s en el siguiente orden; le a (10), Junín (ó), Cuzco (ó). L a Libertad (5), M oquegua (5), Supe (3 ), Puno (2) y uno en ciudades com o Chincha, Cañete, P isc o , H uacho, H uancavelica, A ncash

4 y A yacucho. H ered ia señ alab a que la fa lta de m éd ico s en grandes region es del p aís

estim ulaba el crecim iento del curanderismo conform ado por gente que s e d edicaba a "curar después de haber probado su incapacidad para cualquiera otra profesión".

En 1 8 4 8 el G obierno suprim ió el Protom edicato cediendo sus funciones a. una Junta D irec tiv a de M ed icin a form ada para dicho fin, surgió a s í un con flicto entre esta ú ltim a y el C o leg io de M ed icin a el cual se resolvería

tiem po después con la conversión del

antiguo C o leg io en Facultad (1 8 5 6 ).

L os m éd ico s también buscaron desarrollar sus actividades de investigación fuera de las aulas universitarias, y así en 1854 una jo v e n generación form ada por Cayetano H ered ia d ecid ió fundar la S o cied a d de M ed icin a fijándose com o ob jetivos b á sic o s e l estudio de las endem ias y epidem ias, y el contacto con las so cied a d es m éd icas de A m érica y Europa para mantenerse inform ados dé lo s avances de la cien cia m é d ic a E sta S o cied a d se 'mantuvo' activa hasta la é p o c a de la'guerra con C hile, siendo rem plazada en 1885 por la. A ca d em ia L ibre de M ed icin a

En 1 856 s e aprobó el Reglam ento de la nueva Facultad de M ed icin a de la U niversidad de Lim aí2) cum pliendo con lo dispuesto en un decreto de abril de 1855. E ste Reglam ento suscrito por lo s doctores M. R ía s, C am ilo Segura y Julián Sandoval d el antiguo C o leg io de M ed icin a (de la Independencia) tom aba com o m odelo e l de su sim ilar de París. E ste R eglam ento se com ponía de tres seccion es: Enseñanza de la m edicina, E studios M éd ico s, y E ie rcic io de la M edicina, divid idas en 7, 13 y 5 títulos respectivam ente con 140 artículos en total.

E l plan de estudios fue fijado en 7 años a través de 17 cátedras (Q uím ica M éd ica, H istoria Natural M éd ica, F ísic a M éd ica e H igien e, Anatom ía D escriptiva, Anatom ía General y P atológica, F isio lo g ía , P atología General, N o so g ra fía M édica, N oso g ra fía

(2 ) Según J. 3. L a stres el in sp ira d o r d e la refo rm a d e l C olegio d e M edicin a f u e C a yeta n o H eredia, q u ien y a en 1 842 h a b la asum ido la ta r e a d e re o rg a n iza r e l C o leg io d e la Independencia a p o y a d o p o r p r e s tig io s o s cien tíficos com o E b o liy Saim ondi.

Anatom ía T opográfica, M ed icin a Legal y T o x ic o lo g ía , C lín icas Interna y Externa), En el ca so de io s farm acéuticos lo s estudios serían s ó lo de 4 años con la s siguientes cátedras: F ísica.

Quím ica,

Botánica,

Z oología, M ineralogía, M ateria M éd ica y Farmacia;

mientras que la s obstetrices en sim ilar tiem po estudiarían las cátedras de Id ea General del Cuerpo Humano y sus Funciones, Anatom ía de Organos G enitales Fem eninos, T eo ría d el P aito Natural, T eo ría de Partos V ic io so s , T eo ría de Sangría y Vacuna, R epaso general de la s materias- estudiadas, y practicas.- Tam bién liseron reglam entados la B ib lio teca , el M u seo y Jardín B otánico, y fueron fijad o s los requisitos para s e r adm itido com o estudiante en e l C olegio de M edicina, y las pruebas para la obtención del d iplom a de doctor en M ed icin a y Cirugía, asi corno las rentas del colegio y io s su eld os docentes, quedando estab lecid o que no podían ejercerse paralelam ente

Im

p rofesion es de

M ed icin a y F arm acia E l prim er D ecan o de la nueva Facultad file Cayetano H eredia, y entre los docentes destacaban A ntonio Raím ondi (H istoria Natural M éd ica) y Casim iro U llo a (T erapéutica General y M ateria M édica).

A principios de 1 8 5 7 , M iguel de lo s R ío s, P residente de la Sociedad M éd ica de Lima (fundada en 1 854) entregó su Reglam ento Orgánico ai M inisterio de Instrucción,, en donde adem ás de organizar su v id a grem ial se com prom etían a realizar investigaciones en tem as com o higiene p ú b lica y estad ística dem ográfica, lo s cuales serian p ublicados en A lm arios para consulta del Gobierno.

A p e sa r de la trascendencia de loa serv icio s profesionales de !a catrera m édica, ésta parecía no encontrar el reconocim iento social, pues eo 1 860, José C asim iro U llo a lú z o un ferviente alégalo en defensa de los "derechos del cuerpo medico '’. U tio a consideraba

que el trabajo m édico no. tenía en la sociedad y el Estado '‘una g a r a n tía eficaz d e s u s

derechos, un apoyo moral o material para el ejercicio de su santo ministerio. sólo e n c u e n tr a el abandono, de una parte, y d e la otra presión social que extiende su m a n o

hasta él pa ra arrancarle el tanto p o r ciento de ese honorario mezquino con q u e se le r e tr ib u y e "(EX C om ercio, N ro. 6 4 9 1 , 1,860), P or e llo , UUoa so lic ita b a que d e b ía

indem nizarse los serv ic io s prestados- p o r la carrera m éd ica exceptuándola del pago de

6 patente y defendiéndola contra el " charlatanism o ” de los curanderos que cam peaban en Lim a po r la “punible tolerancia de la s autoridades”,

A su vez u a secto r de los m édicos encontró en los cuerpos m ilitares un espacio p a ra d e sa rro lla r su profesión. A s i en 1861 figurabm en el E scalafón General del E jército un total de 43 c iru ja n o s /20 de ellos de clase m ayor, -10 de p rim era clase y 13 de segunda d ase,

E n 1863, el M inisterio de Instrucción recib ió una n o ta del Cónsul G eneral del Períi .en N u e v a G ranada donde inform aba sobre tos éxitos alcanzados en ía aplicación del guano como b e b id a m ezclada con m iel en el tratam iento de la elefantiasis (lepra), A l respecto se p id ió inform e a la F acultad de M edicina, cuyo decano,-M iguel de los R íos respondió que ese m étodo y a e ra conocido p o r los m édicos peruanos desde 1842, cuando, e l Dr, M endoza lo em pleó con éxito, p o r lo que era conveniente que se re c o rd a ra al personal m édico encargado del tratam iento de dicho mal en el H ospital del Refugio el uso de ese m étodo curativo.

En la segunda m itad del siglo XIX los m édicos profesionales encontraron una fuerte com petencia en los m édicos chinos asentados en L im a cuyos serv icio s eran requeridos principalm ente p o r los sectores populares y com batidos p o r la F acultad de M edicina,

Los defensores de la m edicina china acusaban a los “discípulos de H ipócrates" de contam inar el organism o de los lim eños con “dosis' de quinina, mercurio, calóme!ano,

ácidos venenosos y mí! preparaciones diversas ”, m ientras que el m édico chino con sus yerbas e “instrum entos de agujas sanada más enferm os que lo s sabios y bien

exam inados profesores de la Facultad de M edicina ” (El C om ercio, N ro. 10 ,0 0 0 ,1 8 6 8 ).

A ños después en 1870 el Congreso dictó una. ley p a ra que se restab lecieran m édicos titulares eo todas las p rovincias del país, la cual no Fie prom ulgada p o r el E jecutivo, p o r lo que se dispuso su v ig en cia am parándose en las facultades que concedía al Legislativo el artículo 71 de la C onstitución en cuanto a ía prom ulgación de leyes. L a ley consideró que los m édicos titulares serían de preferencia cirujanos m ilitares en actividad, y

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pensión y 65 a las cuales se d ab a habitación”. E ste centro e ra en re a lid ad una especie de

56 cárcel privada cuyo dominio pertenecía anuas cuantas familias poderosas.

Las reformas incluso llegaron ai campo de la sanidad militar. A sí, en mayo de 1856 el Ministerio de Guerra y Marina publicó en El Peruano el Reglamento del Hospital Militar propuesto por el Director General de Hospitales, Francisco de Alvarado. En este reglamento de 20 artículos se establecía la administración de ese hospital a cargo de un Director y un subdirector, además de agrupar a ios profesionales que elegidos por el Director entres departamentos: Medicina, Cirugía y ambos según las circunstancias, •. •



i'

Cada departamento estrnla jefaíurado por un cirujano apoyado por un segundo médico cirujano, un dador de bebidas, un topiquero y dos barchilones. La supervisión del aseo y aprovisionamiento del hospital sería efectuada por un contralor, quien debía denunciar las taitas ante la Dirección General de Hospitales. Los médicos, acompasados de practicantes de la Escuela de Medicina, estaban obligados a hacer tres visitas diarias a los enfermos verificando su atención y alimentación, así como el abastecimiento de la farmacia El bañero y el ropero se encargarían de la limpieza de baños y ropas de los enfermos (soleras, catres, utensilios de comida, etc.). El despensero registraría diariamente los gastos diarios en el servicio de raciones impidiendo así fraudes en el manejo de los víveres. La caja de fondos del hospital sería custodiada por tres personas: Director, Contralor y Comisario, cada uno de ellos tendrta.una llave de la misma Los libros de ingresos y altas y el manejo de las cuentas sería inspeccionado por el Inspector General del Ejército. Quedaba prohibido todo juego de envite

entre los pacientes, y los

incurables pasarían a otro hospital debiendo costear su tratamiento el hospital militar.

/‘i,

En noviembre de 1858 el Peruano publicó un cuadro de los 14 hospitales existentes en siete departamentos de la República (Ancash, Moquegua, Cusco, Puno, Arequipa, Lima y Amazonas), detallando sus ingresos y egresos, y su capacidad de atención (número de camas). De esos 14 hospitales, 8 eran mixtos, 3 de hombres y 3 de mujeres, con un total de 1,498 camas (44? mixtas, 645 para hombres y 406 para mujeres).

Aoiirnsmo un mes después, Juan de D ios Melgar, presentó una razón sobre lo producido por el tomín de hospitales en todo el país, la cual ascendía a 431,540 pesos 3 reales. Los

57 departamentos donde más se recaudaba eran Puno (10,336 pesos 7 reales- 27%) y Cuzco (9,107 pesos 6 reales= 2114), seguidos por Junín (3,853.4), Ayacueho (3,850.7), Lima (3.770.5) , Huancavelica (2,697.7), Ancash (2,678.1), Cajamarca (2,368.4), La Libertad (2.303.5) , Piara (1,373.5), Arequipa (1,343.7), Moquegua (1,119.5), Amazonas (971.2), Callao (472.7) e lea (318.1).

En noviembre de 1859 la Beneficencia presentó un proyecto de reglamento para el hospicio de insanos que debía inaugurarse pronto en Lima Este reglamento compuesto por dos capítulos y 96 artículos otorgaba la administración de este hospicio a un mayordomo elegido ¡entre los socios de la Beneficencia, quien como Director tendría baj o sus órdenes a un grupo de religiosos encargados de los servicios hospitalarios. También quedaba reglamentado el horario de actividad de los pacientes (7 a.m. a 6 p.m. en invierno y 6 a.m. a 7 p.m. en verano), los sueldos del personal y los requisitos para la admisión de dementes por la vía regular o de urgencia •

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A .línea de 1859 Eí Peruano decía que este nuevo Hospital de M isericordia sería construido, por el Gobierno y la Beneficencia apoyados por los señores Chacón y ligarte pon una inversión total de 113,699 pesos 4 y H reales. En este nuevo' local serían albergadlos ios dementes existentes en los hospitales de San Andrés y Santa Ana

En noviembre de. 1863 ei. Ministerio de Guerra y Marina dispuso que e! Hospital Militar de San Bartolomé proveyera regularmente de medicinas a los cuerpos del ejército y buques de la annada cada ó meses, debiendo recibir relación de las medicinas fallantes en esos cuerpos un mes antes de em olirse el plazo semestral respectivo. Los botiquines (mochilas) se entregarían a las tropas sólo cuando estuvieran en campaña o durante la realización de ejercicios militares, pues al regresar debían devolverlos.

La infraestructura hospitalaria limeña colapsó en 1868 durante la epidemia de fiebre amarilla que multiplicó las necesidades de atención sanitaria por parte de la población capitalina,

A pesar de que este mal había sido una permanente amenaza en el litoral peruano, los

hospitales nunca estuvieron preparados para enfrentar «na situación de emergencia sanitaria, por-el contrario étí cuatro décadas y'idédiá de vida republicana (2821-1866} se habían reducido' de. # a 4 •fofrbéntfós hbspitdísrios miétóras que la población se había duplicado,'-./i....

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E l informe sobre el H ospital San Andrés (abril de 1868) elaborado por el Director de

Beneficencia, Manuel Pardo, describe con crudeza las precarias atenciones que el Estado podía ofrecer a los enfermos. Segúá Pardo el' Hospital de San Andrés proyectado para albergar aun máximo1dé^Ü O pacientes, en 1 8 6 7 'mantenía 560 dé ellos, y en el primer trimestre de 1 8 6 8 llegó areunir más de 7 0 0 , para ío cual tuvo que emplear el sistem ado “c a m a s a lta s " ;(óaniároteá) provocándose un terrible hacinamiento en dicho hospital.

Pero no sólo había aumentado el número de enfermos, sino también el tiempo de perpanencía de ellos en el hospital, de 16 días en 1859 a 19 días en 1867. La necesidad de un nuevofrospiíaPerá imprescindible, y para esto Pardo recomendaba tener en cuenta dos factores: a) Reducción del número de camas por hospital hasta un promedio de 600, tal como sucedía en Inglaterra y Francia; b) Proporcionar adecuada ventilación a los amb ientes y salas hospitalarias. Así surgió e l proyecto del nuevo hospital que culminaría años más tarde cuando Pardo ejerciendo la Presidencia dé la República inauguró el “H o s p ita l M e M a y o ’1.

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Pero además de los hospitales la situación exigía la construcción de lagaretas especialmente-en lo s 'terríos poítéáos:? Al respecto una Comisión de la Sociedad ■Nacional d e . Medí Óiha"detall ó las' características que debían tener estos locales, sanitarios: 1} Lfrncaélón á sotaventa dé la ciudad en un espacio seco, elevado, aislado y expuesto «.¡los1vientos; 2) .Seguimiento dé aria línea esté-oeste en su construcción para '• ’

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que estayifes.e¡ e^ u esio 'ifr inayor paita del día a la luz solar; 3) Adoptar la taim a arquitectónica de una cruz) ó de las letras H o X, dividiéndose en salas por sexo (masculino-femenino) y estado de salud (epidemiados-pacíentes bajo observación); 4) Cada salapd®e¡eife45:,« tó á s dispuestas en 2 filas, y tendría suelo enladrillado y'techo plano con alguiíás íyentanás; 6) Las cáníás tendrían caire de fierro y colchón de paja o lana; 7) Además de contarse- con varias ventanas se abrirían espacios a nivel del zócalo para ventilar en todo momento por debajo de las camas; 8) Realizar periódicas

fumigaciones de los ambientes.

En e i periodo siguiente ios médicos limeños insistieron numerosas veces sobTe las carencias económicas de los establecimientos de salud. Pueden citarse apenas algunas iniciativas aisladas como aquella de la Beneficencia del Callao que además de atender a sus vecinos debía tener en cuenta a los marinos extranjeros que enfermaban en el puerto y elaboró un proyecto para ensanchar el Hospital de Guadalupe y pidió que se le d e v o lv ie r a e i de B e ü a v is ta para destinarlo a m ujeres (1 8 7 2 ).

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Con la crisis fiscal en la década del 70 y la pobreza generalizada posterior a l a guerra con Chile, los establecimientos de salud apenas si pudieron satisfacer mínimos objetivos. Entre los que más padecieron estuvieron ios enfermos mentales y en especial los más empobrecidos.

En 1SS6 Joaquín Capelo denunció que no había en Lima un asilo de insanos que pudiera recwír a ios enfermos de escasos recursos q uienes no podían abonar la fuerte pensión que exigía el establecimiento sostenido por la Beneficencia de Lima Hubo entonces quiépes corno ei propio Capelo insistieron en el "deber inaplazable de la autoridad " d e p r e ñ a r eficaz y p o sitivo apoyó a los dem entes que eran la p a rle m ás desvalida d e la ) sociedad. En e l pensam iento de Capelo se delineaba una idea de la seguridad social, p u e s consideraba que el. Estado no tenía derecho de cobrar im puestos a la s gen tes sanas y robustas sino acudía en su ayuda cuando la salud y robustez le s faltaban p o r completo . A n te ¡a escasez de rentas para construir un nuevo hospicio de insanos Capelo sugirió un sorteo extraordinario que podía proporcionar 40 m il soles y q u e entre tanto se realizase estudios sobre el edificio conveniente p a ra "satisfacer las condiciones médicas y arquitectónicas dé que tu l vez carece la actual".

En medio de la austeridad impuesta por las circunstancias el Estado buscó que aprovechar los locales existentes. Así, en junio de 1886 el Ministerio de Instrucción y Beneficencia dispuso que el antiguo Hospital de San Andrés pasara provisionalmente al uso de ía Academia Libre de Medicina, bastáqle ?C