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Spanish Pages [234] Year 2019
Índice Cubierta Portada Créditos A manera de prólogo… Mi encuentro con mi propio niño herido: testimonio de un derrumbe emocional Los sanadores heridos: de la sobreadaptación a la resignificación Los 10 mandamientos del psicoanalista ortodoxo Principios terapéuticos para un psicoanálisis 2.0 Consejos a los psicoanalistas del futuro (y del presente también) Diagnóstico y tratamiento en mi práctica como psicoterapeuta Contexto, afecto e influencia recíproca en psicoterapia La historia no contada de Claudia ¿Por qué no me quieres? Vida en pareja: cuando lo «obvio» no es obvio Paracaídas emocional Inestabilidad ¡Sea infeliz en 5 sencillos pasos! La vida de Emilse: de abandonos y mentiras Sábado en la noche Mensaje de agradecimiento Resignificación de la debilidad y la fortaleza en palabras de una adolescente de catorce años El principito en cuarto medio Lo esencial es invisible a la PSU. Suelto, luego cambio Crianza (des)conectada Crisis de pánico: vivir con freno de mano Padre Nuestro Botar la mierda En busca del tiempo perdido La psicoterapia como emancipación ¿Qué nos hace felices? Ser padres 2
Machismo en la familia chilena: 10 personas, 10 testimonios Favor no robar infancia ni juventud Acompañamiento parental La creatividad según Violeta Si es millonario, es bueno No confundir Deportes y patriarcado Amar en 5 palabras Dar lugar a la diferencia. Mensaje a las abuelas y los abuelos Yo quería una guagua del otro sexo,pero saliste tú Separación y pánico escénico Una mañana en Buenos Aires Impenetrable Represión de la rabia e impotencia masculina Amar a los hijos por lo que son y no por lo que hacen Culpa, responsabilidad y reparación Días largos, años cortos Los amigos como sustitutos de los hermanos Tú no eres un hombre malo Paranoia reactiva Comprender la historia Depresión versus tristeza Apego seguro en la adolescencia Un cuento Sufí Quejas (otro cuento Sufí) Esteban o el sentido de la depresión ¿Conexión onírica, sincronía o azar? No hay insight express Carta a una persona abusada Soltar la lealtad a la madre muerta Los pañuelos y el basurero La parentalidad y sus caminos 7 Sinónimos de psicoterapia Viaje al interior Cultivar la amistad Receta para fracasar en el amor Miedo al amor y abandono infantil 3
No hay momento presente sin pasado sanado Yo me acepto Amor y disciplina en la crianza Depresión: adiós al superhéroe Depresión y crisis de pánico: dos alarmas dolorosas Celos infantiles El valor de alentar en psicoterapia Sexo por amor Migraña: cuando contener las emociones se vuelve un dolor de cabeza Si no me aman, es porque no merezco amor No pertenezco De piedra a plasticina Personalidad y psicoterapia Todos los hombres son infieles Amanda y el problema del mal Vida en pareja y círculos viciosos ¿Qué les dirías a tus papás hoy? Claudio, el patito feo Daniel, el hombre invisible Antonia roba monedas de amor Soltar la sobreexigencia La psicoterapia como deconstrucción biográfica Depresión: tragarse la mierda Marcelo o los tres tipos de conocimiento emocional en psicoterapia Acompañamiento terapéutico madre–hija en etapa de nido vacío Te postergarás por los demás Julio o la necesidad de parar Reflexión en el teatro Hijo bastón El duelo durmiente El terapeuta interior Cambiar el patrón De piano, fútbol y yoga Trabajo y vida Paradoja del aprendizaje Cura por amor José Luis, de robot a persona 4
De psicoterapia y de fútbol Psicoanálisis y terapia de pareja Palmadas y ducha fría «Yo no me traumé» Maltrato infantil: el infierno puertas adentro Del ideal de la autonomía al reconocimiento de la interdependencia Conexión emocional antes que corrección conductual Abuso sexual infantil en Chile: 10 datos Relación con los hijos: más amor y menos sobreexigencia Un acto revolucionario Carlos, Rosa Y Rosita: una familia chilena De escrituras y gestaciones A estos cabros les faltaron correazos Mamá con hijo adolescente Sentirse desplazada 3 Ingredientes para una buena vida sexual en pareja De corduras y locuras Aportes de la psicoterapia Estorbar El caballero de la armadura de acero y el niño invisible Trauma infantil, desarrollo emocional y psicoterapia ¿Cuándo termina una psicoterapia? Miedo a caer al vacío Infertilidad emocional Jubilar al hijo complaciente Dejar de repartirse a los hijos Rocío, veterinaria Adolescencia: crecer, no adolecer Sea un mal padre o una mala madre en dos sencillos pasos La regla implícita del silencio en la familia Depresión adolescente Idealización, disociación, depresión: la sombra del suicida Psicología escolar Yo seré el bebé que ustedes anhelan Bruxismo: cuando la rabia va por dentro El hijo bufón Me gustaría volver a ser feliz como antes 5
Carta al padre Dios padre No A la cabeza de la familia Machismo, feminismo y terapia de pareja Mamá menos aprehensiva, papá menos distante Pánico escénico El enigma del llamado Andrés o las secuelas del maltrato psicológico Abuso sexual: traumas múltiples Hulk va al psicólogo Pareja: amigos con ventaja Los niños no cuidan a los padres Ciclo menstrual, ciclo emocional ¿Quién mierda diseñó esta vida? Cuando pedir ayuda es un problema El dolor invisible de la adultez 3 Influencias del capitalismo en la vida cotidiana 3 alternativas: consuma menos, trabaje menos, tenga más tiempo libre. La vida completa Una paradoja parental Trastorno de personalidad Contener a la madre que contiene Vale y Lulú Josefina y la disociación Los hijos «perfectos» Terapia de pareja Los hijos de cristal La dificultad de cobrar La comunicación relacional implícita de las escenificaciones en psicoterapia El mensaje de las pataletas Contención emocional, no domesticación conductual Soy mis fracasos Hogar emocional Crianza respetuosa: la nueva moda de los psicólogos infantiles Mundo imaginario 6
Del sometimiento a la dificultad para pedir ayuda Me contienen, luego me contengo Niños viejos chicos (niños sobreadaptados) 3 «Argumentos» parentales adultocéntricos y autoritarios Psoriasis: alarma en la zona de contacto Hija, tú lo provocaste Desactivar la madre interna o el padre interno El niño azotado que soñaba ser artista Por un Chile más feliz Monstruo o ángel Manuel y la coca Dibujo libre y dibujo opuesto en psicoterapia con adultos Crianza natural extrema Una persona dura se ablanda Diálogo escuchado en un ascensor o las dos caras de Chile Cuando sea grande Papás separados culposos Espacios sin celular Habilidades sociales y psicoterapia Una suegra posesiva Liviandad: soltar las cargas emocionales ¿Qué sientes que espero de ti? Quiebre económico, quiebre emocional 3 Bases físicas de la salud mental Reduccionismos Terapia de pareja: aceptar las diferencias Un psicoanálisis más humano y democrático Conversación entre dos psicoanalistas El dulce hacer nada Yo no creo en los psicólogos
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SEBASTIÁN LEÓN
UN PSICOANALISTA INFIEL Herejías para combatir el dogmatismo en psicoanálisis
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UN PSICOANALISTA INFIEL HEREJÍAS PARA COMBATIR EL DOGMATISMO EN PSICOANÁLISIS
Primera edición: septiembre de 2016 © Sebastián León, 2016 Registro de Propiedad Intelectual Nº 268.643 © RIL® editores, 2016 SEDE SANTIAGO: Los Leones 2258 CP 7511055 Providencia Santiago de Chile (56) 22 22 38 100
[email protected] • www.rileditores.com SEDE VALPARAÍSO: Cochrane 639, of. 92 CP 2361801 Valparaíso (56) 32 274 6203
[email protected] Composición, diseño de portada e impresión: RIL® editores ePub hecho en Chile • ePub made in Chile ISBN 978-956-01-0359-8 Derechos reservados.
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A MANERA DE PRÓLOGO… UN PSICOANALISTA INFIEL
«
Y ANTIDOGMÁTICO»: FRAGMENTO DE ENTREVISTA PARA UN ESTUDIANTE DE
PSICOLOGÍA
–Hola Sebastián, agradezco tu tiempo. Me ha pasado que muchas personas que conocen tu trabajo y tus publicaciones más recientes, quedan extrañadas de que tu formación haya sido en un psicoanálisis más bien clásico y tradicional. Mi primera pregunta es: actualmente, ¿con qué corriente de psicoterapia te identificas? ¿Cómo te defines en tu trabajo clínico? –Hola Álvaro. La verdad, desconfío un poco de las «identificaciones» y «definiciones», porque muchas veces etiquetan, encasillan y alienan más de lo que orientan y acogen. Sin embargo, si lo tomo como un juego, no me desagrada pensarme actualmente como un psicoanalista humanista, sistémico y posracionalista. –¿Integrativo? –No, si eso significa una forma solapada de hegemonía cognitivo-conductual. Prefiero la palabra «dialogador». –Pero en primer lugar, te sigues concibiendo como psicoanalista... –En realidad, en primer lugar me concibo como psicoterapeuta: me preocupa menos la lealtad y fidelidad hacia una bandera teórica, que la preocupación por ayudar al otro en el alivio de su sufrimiento emocional. –¿Implica eso un eclecticismo? –El «eclecticismo» puede confundirse con una actitud facilista e irreflexiva de tomar todo por igual, del tipo «todo vale». Prefiero las palabras «pluralismo» y «diálogo», «creatividad» y «flexibilidad». –O sea que, en resumen, tu trabajo clínico podría describirse como el de un psicoterapeuta formado en psicoanálisis e interesado principalmente por ayudar al otro en el alivio de su sufrimiento emocional, y por lo mismo, abierto al diálogo plural, creativo y flexible con otras corrientes en psicoterapia, más que como el de un psicoanalista fiel y leal a la bandera del psicoanálisis. –Puede ser una buena síntesis... Algo así como un «psicoanalista infiel»... (Risas). Me explico un poco más: me interesa tanto una práctica clínica como una reflexión teórica libres de dogmas, en disposición abierta a conversar no solo con otras corrientes en psicoterapia, sino también con otras disciplinas y con los contextos culturales y desafíos sociopolíticos de nuestra época. Curiosamente, hay mucho del espíritu freudiano en esto (pese a que Freud también era bastante sectario) aunque jamás apelaría a un «retorno a 11
Freud», como hiciera Lacan, porque allí hay una consigna que siembra adoctrinamiento y fundamentalismo. Si me obligaran a un eslogan, prefiero «sacude tus dogmas», que es uno de los flagelos que más afectan a los psicoanalistas, invitación que apuntaría a estimular la apertura a diálogos a la vez respetuosos y críticos. –En otro tema: hay colegas tuyos que miran con recelo o incluso con rechazo que seas tan activo en redes sociales y que difundas tus ideas a un público más general y menos especializado. De manera sarcástica, te han comparado incluso con Pilar Sordo. ¿Qué piensas de eso? –Me lo tomo con humor. Grandes personajes del psicoanálisis y la psicoterapia, como Winnicott y Dolto, por nombrar solo un par, usaron los medios de comunicación masivos de su época para divulgar sus ideas y ayudar a un público más amplio, no solo a la élite capaz de sostener una psicoterapia. Respecto a Pilar Sordo, valoro su valentía de exponerse y abrir una ventana al diálogo psicológico, en un país conservador y cerrado como el nuestro. Al mismo tiempo, y a nivel de las ideas, cuestiono su discurso, justamente por conservador, patriarcal y machista, muy a la medida de los chilenos. En cuanto a las redes sociales, me parece que hoy Facebook es equivalente a lo que en los años cincuenta, en la época de Winnicott (que es uno de mis autores regalones) era la radio. Winnicott hacía programas de radio para mamás, del tipo «Aló Winnicott», y publicaba en formato de libro lo que resultaba de sus aportes radiales. Estoy seguro que, si estuviera vivo, ahora él tendría una cuenta de Facebook activa y participativa, que es lo que yo mismo he aspirado a hacer. –Una vez más, gracias por tu tiempo, también por tu sinceridad y claridad, Sebastián. –Gracias a ti, Álvaro, por darme la oportunidad de pensar en la manera en que realizo o que al menos me interesa realizar mi trabajo, que ciertamente es una de mis grandes pasiones en la vida.
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MI ENCUENTRO CON MI PROPIO NIÑO HERIDO: TESTIMONIO DE UN DERRUMBE EMOCIONAL
Mis papás se separaron cuando yo tenía tres años. Los siguientes quince años, viví con mi mamá de lunes a viernes y con mi papá los fines de semana. A mi mamá le tocó el tiempo escolar y ejerció una disciplina rigurosa. A mi papá le tocó el tiempo de descanso y desplegó un alma festiva. Durante mi vida escolar, mi mamá era sinónimo de exigencia académica y mi papá sinónimo de relajo. Estaba menos tiempo con mi papá y lo extrañaba mucho durante la semana. Mi rol en la familia durante mis primeras dos décadas fue el del niño bueno, armónico y tranquilo. No solía dar problemas, ni a nivel conductual ni académico. Era el «gordito regalón»: todo conflicto me lo tragaba, muchas veces literalmente. Recuerdo que una vez me disfrazaron de angelito para un acto escolar. Siempre he sentido que yo ocupaba ese lugar: el del niño angelical, dulce y tierno. Cuando entré a la universidad, al poco tiempo me fui a vivir con mi papá: quería invertir la rutina, estar con él en la semana y conocer la cara más festiva de mi mamá los fines de semana. Fue una buena experiencia, gracias a la cual logré mi objetivo de tener una vivencia más integral de cada uno de mis padres. Eso duró más de ocho años, hasta que me fui a vivir con mi actual mujer. Sucedió que, poco tiempo antes de irme de la casa de mi papá, ya titulado, trabajando y explorando mi historia en mi propia terapia personal, me tomó por sorpresa una profunda crisis emocional. Me sentí angustiado, deprimido y desvalido, como un niño... de tres años. Necesité mucha contención afectiva, especialmente de parte de mi papá: lo quería conmigo, cerca, casi acunándome. Fueron meses muy difíciles, de profundo e intenso derrumbe emocional. Requerí de mucho cuidado y apoyo emocional. Agradezco infinitamente haberlo tenido, no solo de parte de mis padres, sino también de mis hermanos, de mi pareja y de mis amigos más cercanos. El «ángel» había caído y necesitaba ser recogido y abrazado. Ahora lo veo más claro: viví una regresión. Una abismante regresión a esa dependencia propia de la primera infancia. Y claro: me había faltado vivir etapas de mayor cercanía emocional con mi papá y ahora ya estaba a punto de irme de la casa para siempre. Era ahora o nunca. Es como si el mensaje hubiera sido el siguiente: «Me faltó vivir más apego infantil con mi papá, y como ahora ya soy adulto y me voy a vivir con mi pareja, la única forma de recuperar el tiempo perdido, es volviendo a sentirme como un niño pequeño, para sentir su cuidado, dedicación y presencia, y así cerrar el círculo pendiente y sentirme listo para pasar a la próxima etapa». En esta regresión a la primera infancia, también necesitaba a mi madre, quien igualmente supo estar a la altura de las 13
circunstancias, apoyándome y acompañándome. Viví esa fase con mucho sufrimiento, como una verdadera temporada en el infierno. Pero también salí de esa turbulencia emocional mucho más humano: con menos soberbia intelectual, con menos omnipotencia y con mucha mayor empatía hacia el dolor emocional que traían y siguen trayendo mis pacientes. Dejé de ser el niño angelical y me volví un adulto humano, de carne y hueso, capaz de dejarse caer, de pedir ayuda y de expresar sus más oscuros dolores. Por mucho tiempo, esta etapa de mi vida la mantuve en estricta reserva, como una especie de secreto o tabú profesional. Sentía vergüenza. Y me daba miedo sentirme juzgado como incompetente, como loco, quizás especialmente autojuzgado. Me generaba temor el estigma de haber pasado por tales tormentas afectivas siendo psicólogo. Han pasado casi quince años de eso. Yo mismo he acompañado a centenares de personas en circunstancias similares, incluidos muchísimos psicólogos y estudiantes de Psicología. Siento que me tocó encarnar, como a tantos otros, el viejo arquetipo del sanador herido: el terapeuta que antes de estar preparado para ayudar a sanar las heridas de otros, debe pasar por el dolor de sanar las heridas propias, por la experiencia de tomar contacto profundo con la propia vulnerabilidad. Hoy, quizás por primera vez, siento la valentía suficiente como para superar el estigma y el tabú, y revelar el encuentro con mi propia sombra, con mi propio niño herido. No hay experiencia en mi vida que haya sido tan profunda, tan dolorosa y tan generosa en aprendizaje.
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LOS SANADORES HERIDOS: DE LA SOBREADAPTACIÓN A LA RESIGNIFICACIÓN
La mayor parte de las personas que se dedican a ayudar a sanar emocionalmente a otras: 1. Han sufrido ellas mismas heridas emocionales profundas (asociadas a disfunción familiar, abuso sexual, enfermedad mental propia y/o de personas cercanas, duelo, etc.). 2. Han postergado sus propias necesidades emocionales para enfocarse en los otros. 3. Han necesitado o necesitan ayuda profesional para canalizar positivamente sus heridas emocionales y transformarlas en empatía, sensibilidad y autenticidad. Es importante que el psicoterapeuta tome contacto afectivo con su propio niño herido. En caso contrario, fácilmente puede proyectarlo en sus pacientes y quedarse él mismo adherido a una imagen grandiosa de sanador omnipotente. Desde el centauro Quirón en la mitología griega hasta la investigación empírica en psicoterapia de nuestros días, pasando por los inspirados aportes de Carl Jung y Alice Miller, hay conciencia de que el poder para sanar proviene del propio dolor emocional.
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LOS 10 MANDAMIENTOS DEL PSICOANALISTA ORTODOXO
1. Amarás a Freud sobre todas las cosas. 2. No citarás las Obras Completas de Freud en vano. 3. Santificarás el diván. 4. Honrarás a tus analistas y supervisores. 5. No criticarás al psicoanálisis y descalificarás las psicoterapias. 6. No explorarás psicoterapias impuras. 7. No pertenecerás a otras instituciones. 8. No hablarás de manera sencilla y sin metapsicología. 9. Te vestirás preferentemente de negro y asumirás un look intelectual. 10. No ignorarás que si no cumples estos mandamientos, podrás ser expulsado.
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PRINCIPIOS TERAPÉUTICOS PARA UN PSICOANÁLISIS 2.0
1. Cura por la relación: la relación terapéutica como factor curativo principal. 2. Técnica elástica y flexible: adaptada a las necesidades del paciente. 3. Terapeuta como persona real: auténtico, sincero y transparente; se permite sentir y expresar emociones, evita una actitud omnipotente. 4. Contacto del terapeuta con su propia vulnerabilidad: implica trabajo terapéutico personal, supervisión y autocuidado. 5. Uso de habilidades dialécticas: capacidad de conciliar introspección y empatía, mutualidad y asimetría, encuadre y espontaneidad, autenticidad y responsabilidad. 6. Manejo de la contratransferencia: autoconciencia y autoobservación corporal; capacidad de recibir, contener y devolver ansiedades del paciente de manera «digerida» o transformada. 7. Validación del trauma: partir de una actitud de confianza y aceptación de la experiencia y del discurso del paciente, en lugar de una posición de sospecha y desconfianza. 8. Contacto con niño herido: acompañar la soltura gradual de la coraza o armadura defensiva del paciente, así como acoger y contener su vulnerabilidad latente. 9. Resignificación positiva de la vulnerabilidad: asumir la vulnerabilidad, la dependencia, la debilidad y la fragilidad como recursos emocionales; comprender lo infantil como fuente de autenticidad y creatividad, y lo adulto como coraza protectora (flexible en la salud o rígida como respuesta al trauma). 10. Proceso humanizador: la psicoterapia como conexión del paciente con su propia historia de vida, en lugar de patologizar a la persona que consulta en términos de «enfermo».
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CONSEJOS A LOS PSICOANALISTAS DEL FUTURO (Y DEL PRESENTE TAMBIÉN)
1. No olviden el valor de la relación terapéutica humana y auténtica (más allá de la transferencia) y eviten un interés dogmático por la escucha del inconsciente. 2. No olviden el papel de los contextos relacionales traumáticos (maltrato, abuso, violencia, etc.) ni exacerben una comprensión desmedidamente teórica y descontextualizada de la persona. 3. No olviden la experiencia sufriente y concreta de las personas que consultan, privilegiando una lealtad fanática hacia los escritos de Freud, Lacan o el ídolo de turno. 4. No olviden apreciar el valor de otras aproximaciones clínicas y cuídense de desestimar las críticas hacia el psicoanálisis, quedando adheridos a una posición intelectualizadora y arrogante. En síntesis: no olviden que son personas antes que psicoanalistas.
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DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO EN MI PRÁCTICA COMO PSICOTERAPEUTA
Diagnóstico: exploración de coraza defensiva de la persona y su relación con el motivo de consulta. Tratamiento: descongelamiento gradual y contacto con la niña herida o el niño herido que habita debajo de la coraza defensiva.
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CONTEXTO, AFECTO E INFLUENCIA RECÍPROCA EN PSICOTERAPIA
1. Contexto y no mente aislada. 2. Afecto y no primacía intelectual. 3. Influencia recíproca y no neutralidad.
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LA HISTORIA NO CONTADA DE CLAUDIA
Claudia (38 años): «Esta es nuestra cuarta sesión. Pero hay algo que todavía no te he contado. Quizás por vergüenza, pero ahora siento más confianza... Ahora te voy a contar la historia. Con la Vero, mi vecina y amiga, tenemos llaves cada una del departamento de la otra, para cuidar a nuestros perritos cuando no estamos. Resulta que una tarde, el Sultán, mi perro, ladraba mucho. A la Vero le pareció raro, porque nunca ladra así. Me tocó el timbre y yo no abría. Me escribió al celular y no respondía. También raro, porque siempre respondo al toque. Ella sabía que yo estaba depre, lo habíamos hablado. Así que ella abrió con su llave la puerta de mi departamento. El Sultán corría como loco, en círculo, se le tiraba encima, ladraba desesperado. Él mismo la llevó a mi cocina. Ahí estaba yo, tirada. La Vero vio al lado mío un frasco vacío: era cloro. Pegó un grito. Llamó a la ambulancia, que no llegó nunca. Ella misma me tomó en brazos y, con ayuda del conserje de nuestro edificio, me subió a su auto y me llevó a urgencia. El médico de turno le dijo que si ella llegaba media hora más tarde, yo no hubiera sobrevivido. Me hicieron lavados estomacales. No sé qué otra cosa. Mucho suero, muchas pastillas. Eso fue hace tres meses. Y aquí estoy». Yo: «Uff... Agradezco que me lo hayas contado. Es muy importante para nuestro trabajo. Entiendo que tomaste cloro para suicidarte... Qué alivio la presencia de Sultán y de Verónica: no estabas del todo sola. Una pregunta, solo para ir tanteando: yo me pregunto: ¿por qué el cloro? ¿Con qué relacionas el cloro?». Claudia: «No sé... Pero siempre pensé, desde que era adolescente, que si alguna vez me quitaba la vida, sería con cloro. ¿Con qué lo relaciono? Con nada en particular, no se me ocurre... El cloro es un desinfectante, qué sé yo...». Yo: «Efectivamente, el cloro se ocupa para desinfectar, para destruir microbios, bacterias, suciedad en general... Y si pensaras en algo que infecta, ¿se te ocurre algo?». Claudia solloza y responde: «Yo mucha veces he sentido que molesto a los demás con mis problemas, que infecto con mi presencia. Siempre me he sentido una mierda, que no debería estar en este mundo...». Yo: «Ahora entiendo que, como te has sentido una mierda que infecta, entonces tomaste cloro para eliminarte y así sentir que dejabas de infectar al mundo...». Claudia llora y agrega: «Lo había borrado, pero lo último que le dije al Sultán antes de tomarme el cloro fue eso: ahora mis penas dejarán de ensuciar tu vida...». Yo: «Entiendo... Y valoro mucho tu valentía de atreverte a entrar en esta zona tan oscura... Sigamos un paso más: si pudieras pensar en un objeto infeccioso, ¿en qué piensas?». Claudia: «No sé, en desechos, en la caca, no sé...». Yo: «¿Y alguna vez te has sentido una mierda para alguien?». 21
Claudia estalla en llanto. Con la respiración entrecortada, alcanzo a descifrar sus dolientes palabras: «Mi papá me decía siempre que yo era una «cabra de mierda»... Cuando se enojaba conmigo, decía que mi mamá tendría que haberle hecho caso a él y haberme abortado...». Claudia sigue llorando por varios minutos. La acompaño con un silencio respetuoso y con una caja de pañuelos. Le ofrezco un vaso de agua. Lo acepta. Se calma. Le digo: «Parece que lo que limpia y purifica el dolor y las heridas no es el cloro, sino las lágrimas...». Ella complementa mis palabras: «Y algo tan simple como un vaso de agua entregado con afecto y preocupación, que fue lo que yo nunca recibí de mis papás...».
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POR QUÉ NO ME QUIERES?
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Roberto (34 años): «A mi papá no lo conozco. Nunca lo conocí. Lo único que sé es lo que mi mamá me decía siempre: que era un irresponsable y un inútil, y que yo era igual a él. Cuando niño, mi mamá me maltrataba física y psicológicamente. Me pegaba correazos por todo, un par de veces me quemó con su cigarro y me decía «pendejo culiao» en vez de tratarme por mi nombre. Pese a todo, yo sentía que la quería y también la defendía siempre. No conocía otra cosa y me daba terror que me dejara botado, que era con lo que ella siempre me amenazaba cuando no cumplía sus órdenes. En la adolescencia, empecé a entender su maltrato y me rebelé. Me fui a vivir con una tía, no quería estar al lado de ella. Mi mamá hizo un intento de suicidio cuando me fui, para intentar retenerme, pero yo no cedí. Hoy, de adulto, mi relación con ella es distante. Casi no la veo. Pero me doy cuenta que igual repetí la historia, aunque de otro modo: tengo una hija, Macarena, que ahora tiene doce años. Solo la vi una vez, a los pocos meses de nacida. Hace dos semanas, me encontró por Facebook y me escribió cinco palabras que me llegaron al corazón: «¿Por qué no me quieres?». Casi me da un infarto: esa era la misma exacta pregunta que yo le hacía a mi mamá y que ella nunca me respondía. Por eso estoy acá: quiero empezar a ser un papá presente, ni ausente como he sido hasta ahora (repitiendo el pésimo ejemplo de mi papá) ni maltratador como mi mamá... Más vale tarde que nunca... Y siento que no podré hacerlo si no cicatrizo las heridas de mi relación con mis papás».
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VIDA EN PAREJA: CUANDO LO «OBVIO» NO ES OBVIO
Cada integrante de la pareja llega al vínculo amoroso con un conjunto de supuestos acerca de la vida, construidos al interior de su familia de origen y dados por obvios. Por ejemplo: Marcelo vivió en su familia de origen el alcoholismo de su papá y para él tomar alcohol es sinónimo de problema. Rocío, en cambio, vivió en su familia de origen muchas peleas entre sus padres, pero recuerda que los buenos momentos entre ellos sucedían compartiendo un vino en la terraza. Cada vez que Rocío toma alcohol, Marcelo lo vive como amenaza y Rocío como espacio de encuentro. Un tip: cuando existan temas de desencuentro con tu pareja (sexualidad, hijos, dinero, suegros, amigos o cualquier otro tema), pregúntense cómo era vivido ese tema en sus respectivas familias de origen. Comprendiendo las diferencias, lo «obvio» deja de ser «obvio» y hay más espacio para el diálogo y el acuerdo.
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PARACAÍDAS EMOCIONAL
Dícese del apoyo afectivo que brindan la pareja, la familia, las amistades, los compañeros de trabajo y la comunidad en general, así como también los profesionales de salud mental, en situaciones de crisis emocionales, derrumbes personales o caídas libres durante la vida.
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INESTABILIDAD
Detrás de una persona inestable, suele haber padres inestables. Detrás de esos padres inestables, suele haber abuelos inestables. Detrás de esos abuelos inestables, suele haber bisabuelos inestables. Adán y Eva tampoco tienen la culpa: es una cadena de transmisión de la inestabilidad. Pero como dijo un tal Sartre, somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros. Tú puedes elegir entre ser otro eslabón en la cadena y transmitirles la inestabilidad a tus hijos, o ser la tijera que rompe la cadena. Para ser la tijera, puedes necesitar ayuda profesional. Acéptala.
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SEA INFELIZ EN 5 SENCILLOS PASOS!
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1. Viva para cumplir expectativas ajenas. 2. Trabaje en exceso y postergue a su familia. 3. Guarde sus sentimientos. 4. Aléjese de sus amistades. 5. Olvide el sentido del humor.
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LA VIDA DE EMILSE: DE ABANDONOS Y MENTIRAS
Emilse: «Hola Sebastián, soy Emilse, de Argentina. Leo todo lo que escribís. Te cuento que fui desde los trece años a psicólogos. Tengo un problema que no puedo solucionar: miento por cualquier cosa y sin necesidad. En la hora de llegada, en lo que hago o dejo de hacer. Es algo que no puedo controlar y lo hago para que los demás no se enojen. No puedo vivir más así. ¿Qué me recomendás?». Yo: «Hola Emilse, cuéntame un poco tu relación con tu mamá y tu papá cuando eras niña, para entender tu contexto, cariños». Emilse: «Mi mamá a mis cuatro años se fue de casa. Me quedé con mis abuelos maternos. Nunca sentí su falta, porque ellos siempre estuvieron presentes. A los dos años de que ella se fuera, por arte de magia aparece mi papá exigiendo llevarme a la casa de sus padres con él. Me fui, sufrí, me sacaron de mi casa, al año de estar viviendo con mis abuelos paternos y mi papá, él se casa y se va de casa, a formar su familia, con su mujer. Yo no existía, ella era muy celosa, ya no podía estar cerca de él. Nada, para que ella no se pusiera mal. A los dieciséis, después de la muerte de mi abuelo materno (mi segundo padre), tuve una crisis grande e intenté suicidarme. Ahí mi papá me llevo a su casa con su mujer y sus hijas... Todo empeoró: ella vivía maltratándome y cuando él llegaba después del trabajo me trataba como si nada hubiera pasado. No duró mucho, un año y no aguanté más... Con dieciocho me fui a vivir sola... Formé mi familia, una hija y un marido buenísimo que acabo de perder por mis mentiras. Mentiras sin sentido». Yo: «Sin duda faltan más elementos para poder tener una visión más global de tu historia, pero yo me quedo con la sensación preliminar de que el gran tema en tu vida es el abandono. En efecto, relatas muchas experiencias de abandono o separación traumática: primero se fue tu mamá, después te sacan de la casa de tus abuelos maternos, después tu papá se casa y te desplaza, más tarde muere tu abuelo materno y segundo papá, posteriormente te separas de tu familia paterna y formas la tuya, y finalmente sufres la pérdida de tu marido. En este contexto, la compulsión a mentir aparece inicialmente como una manera de evitar el enojo del otro, enojo que pudiera llevar a un nuevo abandono; sin embargo, lo que sucede es una profecía autocumplida: es justamente esta recurrencia a la mentira la que lleva a repetir la experiencia de abandono. Si esta hipótesis te hace sentido, es muy probable que las heridas traumáticas asociadas a tus múltiples experiencias de abandono infantil y adolescente estén todavía demasiado abiertas. Aunque dices que has ido desde hace años a psicólogos, es posible pensar que todavía está pendiente la tarea de ir a buscar a esa niña abandonada, tomarla en brazos, acogerla y sanar su dolor, para que la mujer adulta que eres pueda seguir su camino. Cariños».
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SÁBADO EN LA NOCHE
Conversaron hasta largas horas de la madrugada. Recordaron anécdotas: cuando se conocieron, cuando se casaron, cuando nacieron sus hijos. Rieron. Se abrazaron. A la segunda botella de vino, lloraron. Después, con los cantos de los pajaritos, él se fue a acostar y soñó que el cáncer no le había robado a su mujer y que ella era más que un recuerdo, de esos que su imaginación le regalaba cada sábado en la noche.
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MENSAJE DE AGRADECIMIENTO
Sin razón alguna, solo porque sí, escríbale a alguna persona que usted aprecie un pequeño mensaje (escrito a mano, o un mail, o un WhatsApp o un mensaje interno por redes sociales). Su contenido: un breve agradecimiento. Puede ser por algo puntual o por algo más general. Lo que a usted se le ocurra. Ejemplo: «Gracias por prepararme el desayuno hoy. Lo disfruté. Te amo». Otro ejemplo: «Gracias por aparecer en mi vida». Y otro ejemplo: «Amiga, gracias por nuestro chat, me río y me siento acompañada, te quiero». Y uno más: «Gracias mamá por todo lo que has hecho por mí y nunca te he agradecido». Lo que para algunos puede parecer dulzón o cliché, para otros puede significar un momento de inesperada alegría. Un pequeño regalo de amor. De esos que nunca sobran. Requisito: solo si de verdad lo sientes. Pruébelo.
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RESIGNIFICACIÓN DE LA DEBILIDAD Y LA FORTALEZA EN PALABRAS DE UNA ADOLESCENTE DE CATORCE AÑOS
«Yo no sé quién inventó que la debilidad es mala y que ser fuerte es bueno. ¡Yo encuentro que la debilidad es bacán! Blandita, suavecita, amorosa, hasta calentita. Nada más insípido, duro, frío y rígido que la fortaleza. Fome, puaj».
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EL PRINCIPITO EN CUARTO MEDIO
Lo esencial es invisible a la PSU.
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SUELTO, LUEGO CAMBIO
«Yo venía súper planificada, al principio llegaba incluso con mi cuaderno de anotaciones a nuestras sesiones, ¿te acuerdas? Poco a poco fui soltando el control... No fue fácil... Recién ahí siento que nuestro trabajo empezó a ser transformador para mí. Digámoslo así: yo creía que hacía una psicoterapia, pero es la psicoterapia la que me hizo a mí».
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CRIANZA (DES)CONECTADA
Rafael (5 años): «Mamá, ¿a quién quieres más, a tu celular o a mí?»
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CRISIS DE PÁNICO: VIVIR CON FRENO DE MANO
«Llegué acá por mis crisis de pánico. En nuestras sesiones, me di cuenta que no eran solo mis crisis de pánico, sino que yo le tenía pánico a la vida, igual que mi mamá: siempre muy aprehensiva, queriendo controlarlo todo, muy ansiosa, hipocondríaca y preocupada en exceso. Poco a poco, he ido aprendiendo a vivir sin freno de mano, a decirle que sí a la vida. Hoy, me arrepiento de las oportunidades que dejé ir en el pasado, pero al menos ya cambié la actitud».
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PADRE NUESTRO
«Ya murió. Yo tenía doce años y él unos cincuenta. Además de cura, tenía un alto cargo en la Iglesia. Me pedía que le ayudara en la parroquia. Yo no tenía papá y él era como un padre para mí. Así le decía: Padre, con mayúscula. Para mí, era como un enviado de Dios. Por eso al principio no pensé mal cuando me pedía dormir la siesta con él. La cosa se puso más rara cuando me dijo que durmiéramos «piluchitos, como el Señor nos trajo al mundo». Él empezó a restregar su pene contra mi trasero. Me hacía tocarlo, mientras me tocaba a mí. Lo peor es que yo me sentía halagado y también excitado: eso me confundió por muchos años, me hizo sentir culpable. «Esto no es pecado, hijo mío, a mí me lo hicieron también, esto es normal, yo lo hago con todos los angelitos que el Señor me envía, para limpiar con mi lechecita sus pecados. Esto es leche bendita, sigue así, sigue así...». Todavía recuerdo sus asquerosas palabras, las tengo pegadas a mis oídos. Así pasaron casi tres años. Hasta que lo enfrenté. Y me amenazó y ofendió: «Jamás te obligué, siempre te protegí. Si no fuera por mí, serías un simple huacho. Puedes hablar si quieres, pero terminarás preso conmigo». Esta es primera vez que lo hablo... Ni mi mujer ni mis hijos lo saben... Todo explotó porque mi hijo mayor hará la primera comunión y es muy cercano a un cura, el Padre Miguel. Cuando vi que el Padre Miguel acariciaba la cabeza de mi hijo igual como este otro lo hacía conmigo, me enfurecí y lo empujé. Nadie entendió nada. Ahí supe que tenía que venir al psicólogo».
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BOTAR LA MIERDA
«Me siento culpable. Tuve una mamá muy sumisa y pasiva, muy machista. Siempre dije que yo iba a ser distinta cuando tuviera hijos. La semana pasada, mi hijo de veinticinco años me dijo: «Siempre he vivido para cumplir tus expectativas, porque tenía miedo de que no me quisieras si no lo hacía. He sido el niño bueno y obediente que tú soñaste. Pero tú, mamá, siempre tan dominante y explosiva, has creado mucho temor en mí. Por veinticinco años, he sido incapaz de expresar la rabia, por temor a tus castigos. Me he vuelto una persona sumisa, insegura, pasiva, infantil. Incluso tengo problemas para ir al baño. Mi psicólogo me dijo que quizás era porque, literalmente, me guardaba toda la mierda, por miedo a dejar la cagá. Pero ahora ya no puedo seguir aguantando, así que decidí botar toda la mierda, de frente y en tu cara». Eso me dijo mi hijo, ¿puedes creerlo? Al principio exploté de vuelta, igual que siempre y lo mandé a que se disculpara conmigo. Pero por primera vez, no me hizo caso. Yo entré en shock. Recién estoy reaccionando. ¿Será que tiene razón?».
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EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO
«Hace días que andaba angustiada, pero ayer estaba un poco mejor. Buscando un lápiz, revisé el estuche de mi hija y de pronto sentí ese aroma escolar, entre goma de borrar y lápices. Al instante, sentí también una sensación de angustia, de pena: me acordé de la fragilidad y vulnerabilidad que sentí durante mi infancia. Mis padres se separaron cuando yo tenía siete años. Siempre decía que era lo mejor que pudieron haber hecho, así no peleaban tanto. Nunca lloré cuando mi papá se fue, pero me angustiaba ver a mi madre esperarlo. Él no llegaba y mi madre lloraba tanto y me angustiaba mucho... Pero yo, siendo pequeña, no lloraba. Ayer, ese pequeño estímulo de abrir el estuche de mi hija, me remontó a la historia de mi niñez y me desbordé, lloré tanto… Sentía que estaba sacando algo de lo profundo de mi pecho, de mi corazón…».
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LA PSICOTERAPIA COMO EMANCIPACIÓN
La psicoterapia es emancipadora o no es. La pregunta fundamental es la siguiente: ¿de qué necesitas liberarte?
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QUÉ NOS HACE FELICES?
¿
La Universidad de Harvard ha estudiado durante varias décadas a centenares de personas a lo largo de su vida, intentando responder la siguiente pregunta: ¿qué nos hace felices? La respuesta: no se trata del dinero ni de la fama. Aquello que nos hace más felices y también más sanos, son las relaciones humanas cercanas, cálidas y satisfactorias con la pareja, la familia, los amigos y la comunidad. El aislamiento social y emocional es tóxico y provoca infelicidad y problemas de salud. También los conflictos interpersonales crónicos, el rencor duradero y la falta de afecto. Lo que importa no es la cantidad de relaciones cercanas, sino su calidad: sentir que podemos contar con la otra persona si lo necesitamos y viceversa; transmitir afecto, respeto y cuidado hacia la pareja, la familia, los amigos y la comunidad. Estos resultados confirman, una vez más, el valioso aporte de una psicoterapia, que muchas veces tiene por objetivo, directo o indirecto, ayudar a desarrollar relaciones humanas más amorosas y menos dañinas. A ponerlo en práctica.
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SER PADRES
Ser padres no consiste en ser personajes duros y distantes con los niños, para mostrarles que la vida es difícil y que deben pararse solos y sin ayuda. Ser padres consiste en ser personas cercanas y cálidas con los niños, en ser cuidadores capaces de contener emocionalmente a los hijos, sin abandonarlos, para que cuando sean adultos ellos puedan caminar por la vida sintiendo en su interior el apoyo incondicional que recibieron de sus padres cuando niños. A esto, que los psicólogos llamamos desde hace décadas «confianza básica» y «apego seguro», los seres humanos le han llamado, desde hace milenios, simplemente «amor».
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MACHISMO EN LA FAMILIA CHILENA: 10 PERSONAS, 10 TESTIMONIOS
Señala un ejemplo de machismo en la crianza, desde tu propia experiencia infantil: 1. «Que ambos padres trabajen en el mismo horario, pero que mi madre le sirva, haga la comida y lave la ropa, mientras el hombre descansa». 2. «Sírvele la comida a los hombres primero, ellos tienen que servirse primero y más. Y ahí iba yo, la bien mandada, y le servía a cualquier mujer primero, jajajajaja». 3. «–Mamá quiero aprender a conducir. –Hazlo, pero cuando tengas auto. –Pero ¿cómo a mis hermanos le pasas el auto? Hasta les pagaste la licencia. –Ellos son hombres, tú eres mujer». 4. «No tengo ejemplos de machismo en la familia, pero sí lo vi mucho en el colegio. Allí, los que no nos gustaba el fútbol éramos unos parias, raros o, de frentón, inadaptados. Y por supuesto, nos obligaban a jugar». 5. «El hombre de la casa trabajaba hasta las dos de la tarde y la mujer toooodo el día, no tenía descanso, solo cuando dormía esas seis horas en la noche. Incluso hasta el día de hoy, esa pobre vieja no para ni un rato. Pero, sin embargo, el cansado era él, el agotado era él, el que no debía ser molestado por los niños era él, el plato más grande y primero en servirse era para él. Y ella a veces ni le tocaba almuerzo, por atender al resto o muchas veces por lavarle los pies al esposo, que estaba cansado por la pega. Claro, como a mi abuela no le pagaban por estar el día entero haciendo de todooooooo y al abuelo sí le pagaban y mantenía con eso la casa, él se creía con el derecho a ser atendido y mi abuela a recibir sobras. Incluso ahora que ya no vivo con ellos hace años, cuando voy a verlos él sigue siendo prioridad. Incluso con mi abuela recién operada de vesícula, ella se tenía que levantar a atenderlo... Machista y abusador, no sé cómo soy yo la única en la familia que se da cuenta de esa injusta vida de mierda que le han dado a esa señora... Todo por tener menos educación (cuarto básico) y ser mujer». 6. «Yo nunca fui el prototipo de «mujer bien» para mi mamá. Ella tiene ahora setenta y seis años, así que son otros tiempos, pero siempre fui contestataria, siempre cuestioné, siempre pregunté todo. Para qué les voy a contar cuando pregunté por la masturbación o por mi regla… Buena pa’ la mocha cuando chica, así que ella siempre me hizo ver que yo no era lo que ella esperaba. De hecho, cito textual: «Yo quería una niña a quien poder peinar bonita, que anduviera de la mano conmigo a donde yo fuera, que me hiciera compañía». Esa frase resuena aún en mi cabeza. Bueno, ahora el cuento es un poco diferente, pero en esos años nuestra relación era así». 7. «En la mesa, sentar a las mujeres (mamá, hermanas) lo más cerca de la puerta de la cocina, para que puedan pararse rápido a servir o retirar la mesa. Cuando se acaba el almuerzo, cena o lo que sea, los hombres haciéndose los locos sin mover un músculo, 42
como esperando a que les retiren el plato... Podridamente clásico». 8. «Experiencia infantil ninguna, ya que en mi familia somos puras mujeres, todas mis tías madres solteras y mi madre también, así que no se permitía nada de eso. Ahora sí: vivo con mi suegra y ella siempre hace cosas como lavarle la ropa a mi pareja porque él trabaja, servirle a él primero, coserle su ropa diciendo que si la mujer no lo hace un hombre no puede coser, ¡diciéndome que el hombre es el que manda en la relación! Atrooooz, hay veces que he querido colgarme». 9. «Desear que el primer hijo (que fui yo y nací mujer) fuera hombre y, luego de que naciera el hombre, hacer claras diferencias entre ambos: si él sale, le dan plata, «a ti no porque eres mujer, que un weón te invite». Y así muchos ejemplos. Ahora él ni mira a la familia y yo soy la que está en las buenas y malas... Cosas de la vida». 10. «Mi mamá decía: «Usted hijo, ¡¡¡no lave ropa!!!» Jajajaj, pero bueno, eran otros los tiempos y otras las realidades, todo distinto. El hombre es tan machista (algunos, no quiero generalizar) que si la mujer goza en una relación sexual es maraca... A ese nivel de estupidez y pensamiento cavernario... Por lo mismo, los derechos deben ser iguales... No hay diferencia entre un pene y una vagina... Somos todos iguales». BONUS TRACK. «Recuerdo un almuerzo familiar donde mi madre le decía a mi hermano de catorce años: «Te pasaremos condón». Teniendo entonces dieciocho años, yo pregunté: «¿Y para mí?». Su respuesta fue tajante: «Tú no, debes llegar virgen al matrimonio». Conclusión: fui mamá soltera...».
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FAVOR NO ROBAR INFANCIA NI JUVENTUD
Jessica (25 años): «A partir de mi propia experiencia como hermana mayor, le aconsejaría a todas las madres y padres lo siguiente: no dejen a sus hijos menores a cargo de sus hermanos mayores, estos últimos son hermanos y no papás, es una responsabilidad que no les corresponde. No les roben la infancia ni la adolescencia a sus hijos mayores, permítanles ser niños y ser jóvenes».
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ACOMPAÑAMIENTO PARENTAL
Catalina: «Ahora sentimos que manejamos mejor las pataletas de la Marti. Lo que más nos ha servido es entender eso de la crianza como un trabajo en equipo: por ejemplo, cuando yo estoy sobrepasada, en lugar de descargarme con ella, gritarle o forzarla, le pido a Claudio que se haga cargo, y viceversa». Claudio: «Eso del tiempo fuera para los papás también lo hemos aplicado harto. El fin de semana la Cata y yo tenemos dos horas de salida, cada uno solo: yo voy a andar en bici y la Cata a vitrinear. Eso nos da aire para no colapsar. Y cuando uno de nosotros está solo con la niña y ya está entrando en colapso, aplicamos lo de encerrarnos dos minutos en el baño con puerta cerrada, lavarnos la cara, respirar y salir más tranquilos». Catalina: «Ahora miramos para atrás y no podemos creer lo que hacíamos: Claudio una vez metió a la Marti a la ducha fría y yo la dejaba encerrada en su pieza. De puro ignorantes, repitiendo lo que habíamos aprendido de nuestros padres, que no tenían la información que hay ahora…». Claudio: «Obvio que la terapia era para nosotros y no para la Martina. Venir para acá nos ha hecho sentirnos más seguros como papás, más acompañados, más tranquilos...».
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LA CREATIVIDAD SEGÚN VIOLETA
«Les diría a los jóvenes creadores que escriban como quieran, que usen los ritmos que les salgan, que prueben instrumentos diversos, que se sienten en el piano y destruyan la métrica, que griten en vez de cantar, que soplen la guitarra y que tañen la trompeta, que odien la matemática y que amen los remolinos. La creación es un pájaro sin plan de vuelo que jamás volará en línea recta».
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SI ES MILLONARIO, ES BUENO
Daniel (32 años, sociólogo): «No me sorprende el caso Trump. La gente cree que un tipo millonario puede ser buen presidente, aunque haya dado muestras más que suficientes de faltas a la moral. Es la aplicación a la política del capitalismo salvaje: si es millonario, es bueno. Nada más importa. Acá en Chile también ha pasado».
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NO CONFUNDIR
Libertad de expresión con libertad de agresión.
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DEPORTES Y PATRIARCADO
Javiera (22, futbolista): «En muchos deportes, el que mete gana y el que recibe pierde. ¿Habrá algún deporte donde el que reciba gana y el que meta pierda? O mejor aún: ¿donde no se trate de meter versus recibir, ni de someter, dominar o derrotar al otro? Cómo hace falta más feminismo en el mundo patriarcal y machista del deporte...».
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AMAR EN 5 PALABRAS
Dar lugar a la diferencia.
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MENSAJE A LAS ABUELAS Y LOS ABUELOS
Abuelas y abuelos del mundo: no critiquen la forma en que sus hijos crían a sus nietos. Ellos son los padres y no ustedes. Hace rato que llegó el momento de soltar el control. Si de verdad quieren ayudar y sentirse valiosos (y por supuesto que lo son), aporten con su presencia y disponibilidad, con su apoyo y su cariño. Así, todos se ahorrarán innecesarios malos ratos y discusiones. Y lo más importante: sus hijos y nietos lo agradecerán.
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YO QUERÍA UNA GUAGUA DEL OTRO SEXO, PERO SALISTE TÚ
Madres y padres del mundo: tengan cuidado con esperar con demasiadas ansias un hijo o hija de determinado sexo. Si nace del otro, la decepción será proporcional a la expectativa. Y es muy posible que su hijo o hija sienta que les defraudó. Isabel: «Mi mamá tenía dos hijas mujeres y soñaba con que yo fuera hombre, me tenían hasta el nombre pensado. Pero nací mujer. Siempre he sentido que si hubiera nacido hombre, tendría más amor de su parte y ella se sentiría más orgullosa de mí. Ella misma me dice que hubiera preferido que yo fuera niño». Cristian: «Mi papá soñaba con una primera hija niñita. Me iba a llamar Cristina. Mi hermana menor nació mujer y es su regalona. A mí me trata con mucho más distancia».
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SEPARACIÓN Y PÁNICO ESCÉNICO
«Ahora entiendo la crisis de pánico que me vino al decidir separarme... Fue, literalmente, un pánico escénico, que me advirtió que el camino no sería fácil. Con el pasar de los meses, he ido asumiendo que las grandes decisiones a veces asustan y duelen, que las grandes renovaciones requieren grandes sacrificios...».
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UNA MAÑANA EN BUENOS AIRES
Es lunes en la mañana y estoy en Buenos Aires. En las calles, abundan carteles de obras de teatro, recitales y cine arte. Mientras camino, en la radio suenan los Ramones, los Rolling Stones y Attaque 77, en ese orden. Me detengo en una librería y noto que la vitrina está llena de libros de psicoanálisis. El vendedor percibe mi acento chileno y hablamos de fútbol: de Chile y de Argentina, de la Copa América, del Barcelona y el Manchester City. Más adelante, paso por un local de chocolate en ramas y un restaurante de carnes. Un taxista me dice que no entiende cómo en Chile todavía hay gente que defiende a Pinochet.
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IMPENETRABLE
–Todo el mundo dice que yo tengo una personalidad muy cerrada, hermética, casi impenetrable... –Te escucho y me queda resonando lo de «impenetrable»... Me pregunto si alguna vez, quizás en tu infancia, sufriste alguna experiencia invasiva que te hiciera después cerrar herméticamente tu mundo emocional... –Touché... Cuando tenía siete años, mi mamá me llevó a la psicóloga porque descubrió que mi primo de trece años «jugaba» a que era mi esposo y metía sus dedos en mi vagina... A mí no me gustaba eso, pero no decía nada, no sé por qué... –Entiendo... O sea, que alguien penetró en tu cuerpo y en tu intimidad de manera amenazante y desagradable... –Yo pensé que lo tenía superado... ¿Crees tú que mi personalidad cerrada tenga que ver con eso? –Quizás ahí aprendiste a volverte impenetrable, para mantenerte a salvo... –(Suspira). Toda mi vida he soñado mucho con Matías, ese primo. El sueño más típico es que somos marido y mujer, y luego él quiere matarme... –Puedo imaginar a la niña de cinco o siete años enamorada de su primo grande, y luego sintiendo en carne propia que ese mismo primo le hace daño... –(Vuelve a suspirar). Mientras hablamos, me voy sintiendo más liviana... Qué loco... –¿Tendrá que ver con ir soltando la armadura? –Puede ser... (Suspira)... Puede ser...
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REPRESIÓN DE LA RABIA E IMPOTENCIA MASCULINA
Lucio (38 años): «Nunca me había sentido capaz de enojarme con mi papá por haberse suicidado. Tenía toda esa rabia guardada. Me sentía culpable si lo juzgaba. Acá en la terapia me has ayudado a darme permiso para sentir y expresar lo que he tenido guardado tanto tiempo... Y lo que nunca imaginé que pasaría, es que con eso de soltar la rabia también mejoraría mi sexualidad. Te había contado que yo desde hacía mucho tiempo sufría problemas con la erección. Ahora que me solté, ese tema está desapareciendo. Me las voy a dar de psicólogo: es como si algo de la potencia masculina y de la acción de la penetración tuviera que ver con ocupar la fuerza de la agresión... No sé, a lo mejor nada que ver, pero así lo siento: solté mi rabia guardada y recuperé mi potencia sexual casi al mismo tiempo... Podrías escribir algo sobre eso, sobre la relación entre la represión de la rabia (represión, rechazo o como se diga) y la impotencia masculina. Pero sin citar mi verdadero nombre eso sí po...».
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AMAR A LOS HIJOS POR LO QUE SON Y NO POR LO QUE HACEN
Ama a tus hijos y demuéstrales tu amor cuando se porten mal, cuando se equivoquen, cuando fracasen, cuando no sean los mejores, cuando te defrauden y desilusionen. Así entenderán que tu amor hacia ellos es incondicional y que los amas por lo que son y no por lo que hacen.
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CULPA, RESPONSABILIDAD Y REPARACIÓN
El paso clave: pasar del sentimiento interno de culpa a la actitud de hacernos responsables y reparar el error o el daño cometido. La secuencia: primero, conectarnos emocionalmente con el sentimiento de culpa; segundo, transformar el sentimiento en una actitud de responsabilidad, orientada a la acción; tercero, ejecutar la acción reparadora. Sentimiento de culpa, actitud de responsabilidad y acción de reparación.
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DÍAS LARGOS, AÑOS CORTOS
«Mi mamá murió de cáncer cuando yo estaba embarazada, no alcanzó a conocer a Vicente... La última vez que hablamos, me dijo algo que atesoro: «Disfruta tu maternidad, sin desgastarte en cosas sin importancia. Verás cómo el tiempo pasará volando. En la vida en general, pero especialmente en la crianza, los días son largos y los años son cortos». La extraño tanto...».
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LOS AMIGOS COMO SUSTITUTOS DE LOS HERMANOS
«Yo fui el único hombre, con tres hermanas mujeres. Ellas eran muy unidas cuando éramos chicos, incluso ahora, pero yo siempre me sentí apartado. Quizás por eso para mí son tan importantes mis amigos, hasta el día de hoy: ellos han sido los hermanos hombres que siempre soñé y nunca tuve».
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TÚ NO ERES UN HOMBRE MALO
«Ella me decía mientras teníamos sexo: «Tú no eres un hombre malo, tú no eres un hombre malo...». Casi como un mantra, como espantando malos espíritus. Ahí supe que a ella le habían hecho algo. Esa misma noche, cuando le pregunté, se puso a llorar y me contó que su papá y su hermano mayor la violaban cuando niña...».
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PARANOIA REACTIVA
«Siempre he sido un hombre muy perseguido. Siempre he tenido miedo de que alguien me perjudique o me haga daño. Y siempre había pensado que estaba loco. Hasta ahora. Acá he empezado a entender que mi paranoia no es una simple fantasía: como mis papás, que se supone que debían ser personas confiables, me sacaban la cresta por todo cuando yo era niño, aprendí a desconfiar del mundo».
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COMPRENDER LA HISTORIA
«Desde que me ayudaste a explorar e investigar la historia infantil de mi papá y comprendí que él fue un niño muy maltratado, ya no engancho con sus agresiones. Entiendo que él es una persona que está muy dañada y que repitió su historia conmigo. Yo ahora estoy enfocado en no repetir mi historia de maltrato infantil con mi hijo».
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DEPRESIÓN VERSUS TRISTEZA
«Depresión no es sinónimo de tristeza: la depresión es oscuridad pura, mientras que en la tristeza siempre se ve la luz al final del túnel».
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APEGO SEGURO EN LA ADOLESCENCIA
Capacidad de volar con la confianza de que es posible volver al nido.
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UN CUENTO SUFÍ
«Es de noche y, bajo la potente luz de un farol, un hombre busca las llaves de su auto, que extravió hace un rato. Se le acerca una anciana y le pregunta: «¿Qué estás buscando?» Y él responde: «Las llaves de mi auto». Ante lo que la anciana le interroga: «¿Estás seguro que se te perdieron aquí?». Y el hombre contesta: «A decir verdad, se me cayeron por allá al frente, pero es que en ese lugar está oscuro y no veo nada».
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QUEJAS (OTRO CUENTO SUFÍ)
«Un maestro ya anciano estaba cansado de escuchar las permanentes quejas de su discípulo, así que pensó que debía enseñarle algo que le hiciera recapacitar. Una mañana, le pidió que le trajera sal. Cuando regresó, el maestro le dijo que echara un puñado de sal en un vaso de agua y que, a continuación, se la bebiera. –¿Qué sabor tiene ahora el agua? –preguntó el sabio. –Muy salada –respondió el discípulo, con evidente cara de asco. El maestro le pidió que repitiera la acción, pero que en lugar de arrojar la sal en un vaso, lo hiciera en un lago. Caminaron sin prisa hacia un gran lago situado en medio de un parque, a las afueras de su pueblo. Cuando el discípulo cumplió con la solicitud, el maestro le pidió que tomara un sorbo. –¿Qué sabor tiene ahora el agua? –volvió a preguntar el sabio. A lo que el aprendiz le respondió: –Esta agua está muy fresca y agradable. No tiene sabor a sal, es una delicia para el paladar. Entonces el maestro, tomándole la mano a su discípulo, le dijo: –El dolor de la vida es pura sal. Siempre hay la misma cantidad. Sin embargo, su sabor depende del recipiente que contiene la pena. Por eso, cuando te aflijan las adversidades de la vida, agranda el sentido de las cosas. Deja de ser un vaso y conviértete en un lago».
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ESTEBAN O EL SENTIDO DE LA DEPRESIÓN
Esteban (45 años): «Yo había escuchado muchas veces que el sufrimiento de los adultos proviene de experiencias dolorosas infantiles no suficientemente sanadas, pero otra cosa ha sido vivirlo en carne propia. Ahora puedo ver que en cada mujer que conocía, aparecía mi mamá, y la amenaza de su abandono volvía una y otra vez. Siempre me creí autosuficiente... Necesité de una depresión para sacar al niño abandonado e indefenso que lloraba dentro de mí... Ahora le veo el sentido a mi depre: me ayudó a salir de mi coraza adulta, racional y autosuficiente, para conectarme con mis dolores que siempre había rechazado. En fin... Gracias por acompañarme en el camino de encontrarme con mis verdades más dolorosas. Siento que acá he podido escuchar los mensajes de mi cuerpo y liberar mis emociones ocultas. Yo antes era súper cerebral y he empezado a darme cuenta que el motor de las personas son las emociones y no la inteligencia racional, que el cerebro emocional es más fundamental que el cerebro cognitivo».
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CONEXIÓN ONÍRICA, SINCRONÍA O AZAR?
¿
Anoche soñé con un paciente, que llamaré Patricio. Soñé que Patricio, de cuarenta y dos años, agonizaba en un incendio. Me desperté preocupado y sorprendido: no es habitual que yo sueñe con mis pacientes. Hoy teníamos hora. Pero su mujer me acaba de llamar para avisarme que anoche lo asaltaron, le dispararon en una pierna y no podrá venir. Le conté mi sueño a Patricio, que estaba junto a su señora. Los dos guardamos un sorprendido silencio. Después me dijo: «Cuando me dispararon y estaba tirado en el suelo, pensé, entre todo el dolor, que mañana no iba a poder visitarte y que tenía mucho que contarte... Encontré raro pensar eso justo en ese momento. Parece que te avisé y te pedí ayuda en alguna frecuencia extraña que tú recibiste... Qué loco...». Mañana lo visitaré al hospital.
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NO HAY INSIGHT EXPRESS
Advertencia: los relatos clínicos que comparto, además de estar modificados por confidencialidad, muchas veces son abreviaciones de sesiones completas en unas pocas líneas. En psicoterapia, no existe el «insight express».
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CARTA A UNA PERSONA ABUSADA
Tú, que sufriste un abuso sexual en tu infancia. Tú, que aún lo mantienes en secreto para proteger a otros. Tú no tuviste la culpa. Tú puedes salir del hechizo. Tú puedes buscar ayuda. Tú puedes hablar. Tú puedes experimentar cómo la verdad libera.
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SOLTAR LA LEALTAD A LA MADRE MUERTA
Ricardo (30 años, primera sesión): «Mi mamá murió hace diez meses. Yo era su hijo regalón. Nadie me amará como ella. No amaré a nadie como a ella». Ricardo (31 años, última sesión): «Mi mamá murió hace un año y diez meses. Yo era su hijo regalón. He podido hacer el duelo. Su recuerdo seguirá siempre conmigo. Pero ya he podido soltar la dañina lealtad a su amor: hoy tengo una pareja. La amo y me ama. Siento que mi mamá nos sonríe desde el cielo».
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LOS PAÑUELOS Y EL BASURERO
«Siempre llegaba con mis propios pañuelos, me secaba mis lágrimas y guardaba mis pañuelos usados en mi cartera. Hoy puedo recibir tus pañuelos, usarlos y botarlos en tu basurero. Siento que es como permitirme recibir tu contención y poder dejar mis penas acá. Puede ser una tontera o un detalle. Pero siento que, por primera vez en mi vida, estoy dejando de lado mi coraza de autosuficiencia y aprendiendo a dejarme cuidar».
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LA PARENTALIDAD Y SUS CAMINOS
No se trata de ser padres perfectos, sino de ser padres conscientes.
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SINÓNIMOS DE PSICOTERAPIA
1. Regresar a la dependencia. 2. Soltar la coraza. 3. Dejar de lado la armadura. 4. Flexibilizar las defensas. 5. Salir del personaje. 6. Tomar contacto con la vulnerabilidad. 7. Abrazar al niño interior herido. Agregue otro sinónimo, a partir de su propia experiencia:
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VIAJE AL INTERIOR
«Nunca había estado en psicoterapia. El año pasado salí de la universidad y parece que este es mi año de los viajes: el segundo semestre viajaré al exterior por primera vez; y este primer semestre estoy viajando al interior por primera vez».
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CULTIVAR LA AMISTAD
Juntémonos hoy. Dale. Te tinca ir a escuchar jazz. Me tinca. Conversemos una chelita en el Thelonious. Hecho. Tocan Los Andes Big Band. Kunstmann y Paceña, por favor.
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RECETA PARA FRACASAR EN EL AMOR
«Mi receta para fracasar en el amor: me vuelvo muy exigente y muy demandante con las mujeres que conozco, y deposito en ellas altísimas expectativas desde el principio. Así, me aseguro que cada una de ellas me defraudará y se aburrirá de mi intensidad desbordante. De paso, confirmo la hipótesis de que soy una persona poco interesante y que los demás siempre terminan por dejarme. Igual como sucedió con mi mamá en mi infancia».
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MIEDO AL AMOR Y ABANDONO INFANTIL
1. Le temes al amor. 2. Le temes al amor porque te aterra el abandono. 3. Te aterra el abandono porque ya lo sufriste en tu infancia.
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NO HAY MOMENTO PRESENTE SIN PASADO SANADO
Para vivir con conciencia plena en el momento presente, es necesario cicatrizar las heridas del pasado.
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YO ME ACEPTO
Acepto mis virtudes Acepto mis defectos Acepto a mis padres Acepto a mis hijos Acepto mi historia Acepto mi cuerpo Acepto mi vida Acepto mi muerte
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AMOR Y DISCIPLINA EN LA CRIANZA
La base es el amor. Sobre la base del amor, la disciplina. Nunca al revés. Que jamás sea más importante que tu hijo ordene su pieza a que sienta la certeza de ser amado. Si la base es el amor, ambas cosas no serán excluyentes. Pero si es al revés, es posible que sí.
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DEPRESIÓN: ADIÓS AL SUPERHÉROE
«Llegué a esta psicoterapia por mi depresión. Y termino la terapia soltando el rol del hijo perfecto, del viejo chico, del fuerte, del hermano mayor autosuficiente, del papá de mis papás, del que no pide ayuda, del que nunca necesita nada, del que no se equivoca, del que no llora, del que no se enoja, del que no fracasa. Tuve que deprimirme para sacarme la capa de superhéroe y darme cuenta que también soy persona».
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DEPRESIÓN Y CRISIS DE PÁNICO: DOS ALARMAS DOLOROSAS
Depresión: sentimiento exacerbado de impotencia experimentado por personas que suelen ser demasiado omnipotentes. Crisis de pánico: sentimiento exacerbado de descontrol experimentado por personas que suelen ser demasiado controladoras. Depresión y crisis de pánico: dos alarmas dolorosas que el cuerpo hace sonar para recordarnos que no somos tan omnipotentes ni que podemos controlarlo todo. Advertencia: esta breve explicación no refleja el contexto de toda depresión ni toda crisis de pánico, aunque sí de muchas.
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CELOS INFANTILES
En lugar de rechazar los celos infantiles y forzar un crecimiento prematuro, validarlos y acogerlos: demostrarle al hermano o hermana mayor que, junto con ser más grande, también puede seguir siendo el bebé regalón de los papás. Que el amor, la contención y el regaloneo no están en riesgo, ni son propiedad exclusiva del recién nacido o del hermano menor.
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EL VALOR DE ALENTAR EN PSICOTERAPIA
«Yo tenía el prejuicio de que los psicólogos eran neutrales y no opinaban ni daban consejos. Menos aún los psicoanalistas, que yo imaginaba casi mudos. Por eso al principio fue raro sentir que me alentabas a retomar mis dibujos y pinturas, e incluso luego a exponerlas, y escucharte decirme que yo tenía mucho talento cuando tímidamente te mostré mi croquera secreta. Ahora, días después de mi primera exposición pública como artista autodidacta, agradezco ese gesto. Fue el palmetazo en la espalda que necesitaba para creerme el cuento y darme confianza. Te sentí jugado, comprometido. En especial porque tú sabes que en mi familia nunca nadie dio un peso por mí».
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SEXO POR AMOR
Daniela (24 años): «Fui promiscua por mucho tiempo: me metía con el primer tipo que me mirara. Un día, me acosté con tres minos distintos. Ahora veo que, al menos en mi caso, era de pura baja autoestima. Estaba buscando sentirme valorada por algo y por alguien. Tú sabes que mis papás siempre me trataron de fea, de tonta, de inútil. Pero al final, los gallos obvio que solo querían algo pasajero y yo terminaba sintiendo una y otra vez la misma sensación de desprecio y rechazo que sentía en mi familia...».
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MIGRAÑA: CUANDO CONTENER LAS EMOCIONES SE VUELVE UN DOLOR DE CABEZA
Fernando: «Cuando tengo migrañas, siento que mi cabeza va a explotar y también vomito». Yo: «Sin dejar de considerar los aspectos biológicos, si pudieras pensar en algún sentimiento hacia alguien que suelas contener mucho y expresar muy poco, ¿se te ocurre algo?». Fernando: «Nunca he podido enojarme con mi papá. Quizás porque después de su intento de suicidio lo veo muy débil, y me asusta hacerle daño. Para mí, la relación con mi papá siempre ha sido un dolor de cabeza».
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SI NO ME AMAN, ES PORQUE NO MEREZCO AMOR
«A última hora como siempre. Esa necesidad de esperar hasta el estrés para todo... ¡Qué lugar más inspirador para hablar de amor y desamor que el metro a las ocho de la mañana! Aprovecho la circunstancia para hacer una analogía: dejo y dejo pasar trenes sin siquiera la intención de subirme. ¿Para qué? Si está lleno y yo no voy a caber. ¿Para qué desgastarme y hacer al menos el amague de subirme? Además me da plancha... ¿Seré igual en el amor? ¿Para qué? Si igual no resultará, igual no me quieren. «No merezco que me amen»: no sería capaz de hacer consciente y lúcida esta aseveración, pero de que hago lo posible para que no lo logren, eso sí. Físicamente, me lleno de barreras: kilos, ropa, oscuridad. Mentalmente, para qué decir: es como si tuviera un cartel en la frente diciendo: «Ni lo intentís weón, porque no sacai na, soy superior a ti y esto lo manipulo yo y se te arrancai con los tarros es porque yo lo quise así». ¿Me amaría yo a mí misma? ¡¡¡Ni cagando!!! Inevitable llegar a lugares comunes tipo «si no me amo a mí misma, nadie me amará» y cuanta cháchara de libro feminista pro. ¿Y dónde está la segunda parte? ¿Qué pasa cuando uno no quiere amarse? Cuando ha decidido conscientemente no quererse, dejarse de lado. Es como si quisiera dejar esa parte de mi pirámide para la vida siguiente, onda «en esta me da paja, pa la otra sí que sí». Palos de ciego x montón, remontarme a las relaciones primarias buscando entender, ¡¡¡obvio!!! Más después de casi un año de terapia. De hecho, por eso comencé este relato y no sé si tenga la intención de seguir... Quizás solo lo hago para que mi analista me quiera. El amor y yo tenemos un pacto: ni él me busca ni yo lo encuentro».
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NO PERTENEZCO
«En nuestras sesiones, he podido entender por qué toda mi vida he sentido que no pertenezco... Fui la hija de una madre adolescente violada por su vecino alcohólico. Muchas veces he pensado y sentido que yo no debería haber nacido. El tipo desapareció, ella pensó abortar, pero al final me tuvo. Me crié con mis abuelos maternos, para los que yo era un cacho. Pasaba en la calle. Siempre sentí que no tenía lugar. Después, en el colegio, llevé mi drama conmigo: me sentía un bicho raro, distinta a todas las niñas. Siempre muy sola. Incluso sintiéndome ajena a mi cuerpo: en mi adolescencia, lo sentía mío solo cuando me cortaba. Después, estudié la carrera que mi mamá me impuso «para ganar plata» y otra vez me sentía gallina en corral ajeno. Siento que acá, hablando de mi historia y entendiéndome, ha sido la primera vez que me he sentido parte del mundo, de mi vida y de mí misma...».
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DE PIEDRA A PLASTICINA
«Nunca quise ir a terapia. No creía en los psicólogos. Decía «yo soy así, al que le guste bien y al que no, que se joda». Hasta que me separé y se me vino el mundo abajo. Conversando contigo, he podido entender mi historia, mis dolores y por qué me puse una armadura para vivir. Yo veo la psicoterapia como un espejo donde poder mirarse desde afuera, porque uno mismo es ciego a sus flaquezas. Ahora me doy cuenta que el «yo soy así» era porque estaba a la defensiva. He podido cambiar. Las personas no estamos hechas de piedra, sino de plasticina».
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PERSONALIDAD Y PSICOTERAPIA
La palabra «personalidad» alude a cualidad de persona, y «persona» remite –en su raíz etimológica originaria– a la máscara de un personaje teatral. En otras palabras, la personalidad tiene que ver con el personaje o rol que ocupamos al interior del guion de nuestra familia y sociedad. En este sentido, la personalidad no se trata de una esencia estable, natural e inmodificable, sino de una construcción histórica en el marco de una biografía, una familia y una sociedad determinada. En consecuencia, si la personalidad es una construcción, también es posible su deconstrucción y reconstrucción sanadora, proceso al cual comúnmente llamamos «psicoterapia». La psicoterapia, entonces, tiene por objetivo explorar el personaje que hemos encarnado en nuestra vida familiar y social, de manera de volverlo menos rígido y más flexible, menos cerrado y más abierto, menos impuesto y más auténtico. Por ejemplo, Macarena me dice: «Ya no juego a ser la mamá de todo el mundo, incluidos mis hermanos, mis padres y mis amigas. Me saqué de encima el personaje de la Gran Madre y ahora me siento más libre para expresar mis propias necesidades y problemas».
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TODOS LOS HOMBRES SON INFIELES
Paula (42 años): «Cuando yo era niña, mi abuela, que vivía conmigo y me crio, siempre me decía: «Nunca confíes en los hombres, son todos infieles, está en su naturaleza no apegarse a una sola mujer». Ella lo decía porque lo había visto en su papá y en su marido. Yo crecí con esa idea metida en la cabeza. Y de adulta, me transformé en una mujer celópata: cada vez que empezaba una relación con un hombre que parecía confiable, mi propia desconfianza la arruinaba. Y muchas otras veces me buscaba tipos mujeriegos que confirmaban la sagrada hipótesis de mi abuela, a quien yo amaba. Me costó dos divorcios darme cuenta que necesitaba revisar mi infancia...».
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AMANDA Y EL PROBLEMA DEL MAL
Amanda, 10 años: «Si Dios existiera, no permitiría cosas malas, como la guerra, la pobreza o las catástrofes naturales. Yo estoy segura de algo, pero no le digas a mi mamá... Dios es como el Viejo Pascuero: en verdad no existe, son los padres».
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VIDA EN PAREJA Y CÍRCULOS VICIOSOS
Él muy cansado. Ella con gripe. Él llega a la casa directo a darse una ducha, para relajarse. Ella le reprocha que no la cuida. Mientras él más siente las críticas de ella, él más se aísla. Mientras ella más siente el aislamiento de él, ella más lo critica. La discusión escala: ella le grita a él un garabato, él le cierra a ella la puerta del baño en la cara de un portazo. Pasa un rato. Los ánimos se enfrían. Él le pide perdón a ella por descuidarla en su enfermedad; ella le pide disculpas a él por agredirlo. El problema: el círculo vicioso de aislamiento y agresión. A mayor agresión de ella, mayor aislamiento de él y viceversa. La solución: tiempo para el enfriamiento, reconocimiento de los propios errores y de las necesidades del otro, conciencia del círculo vicioso.
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QUÉ LES DIRÍAS A TUS PAPÁS HOY?
¿
Gustavo (17 años): «Si tuviera que decirle algo a mis papás hoy, les diría: gracias papá por no pagar mi pensión alimenticia y gracias mamá por usarme como moneda de cambio». Y tú, ¿qué les dirías a tus papás hoy?
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CLAUDIO, EL PATITO FEO
Claudio (21 años): «Toda mi infancia me sentí rechazado. Me sentía fome, poco atractivo, torpe. Mis hermanos eran los minos. Todas las niñas andaban detrás de ellos. Yo era el patito feo. Hasta que un día, una mujer me miró. Yo tenía quince y ella diecisiete. Era de las populares. Me sentí en el cielo. Pololeamos mucho tiempo. Pero yo seguía sintiéndome feo. A los diecinueve, me hice adicto al gimnasio. Bajé quince kilos y saqué músculos y calugas. Me compré ropa más apretada. Empecé a sentir cómo las mujeres me miraban con más interés. Eso me hizo alucinar. Por primera vez me sentí atractivo y deseable. Terminé con mi polola. Quería sentirme libre, quería experimentar. Primera vez que me sentía popular. Pero no me duró mucho tiempo. Me sentía, solo, egoísta, triste. Por eso consulté. Acá en terapia, me di cuenta que yo estaba poniendo mi propio lado rechazado en mi polola: antes, ella era la popular y yo el poco interesante, y yo había invertido la cosa, sintiéndome yo popular y viéndola a ella como poco interesante. Ahora, después de estos meses, siento que ya no necesito ser ni el rechazado ni el popular, ni ella tampoco. Me saqué de encima el trauma del patito feo. Me acepto como soy y la acepto como es».
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DANIEL, EL HOMBRE INVISIBLE
Daniel (24 años): «Mis dos papás trabajaban mucho. Me dejaban con mi abuela, que solo veía televisión. Los fines de semana, mis papás dormían, porque estaban cansados. Me quedaba con mi abuela, que solo veía televisión. Crecí sintiéndome invisible. Poco interesante. Poco valioso. Poco querido. En mis relaciones de pareja, siempre tenía miedo de que me dejaran. Tanto, que me ponía celoso, posesivo y eso hacía que mi miedo se concretara. Una y otra vez. Yo también era ciego a mi propia historia. Venir a psicoterapia me ha ayudado a abrir los ojos. A entender cómo mis vínculos de pareja han repetido mi guion infantil. Yo siempre he terminado abandonado. Ahora sigo solo, pero siento que me voy de acá con mucho más lucidez. Ahora me veo. En estricto rigor, quizás por primera vez ya no estoy solo: estoy conmigo mismo».
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ANTONIA ROBA MONEDAS DE AMOR
«Llegamos porque la Antonia, nuestra hija de ocho años había empezado a sacarnos plata de mi billetera y de la cartera de la mamá. Y nos mentía, diciéndonos que la había encontrado botada en el colegio. Nosotros la castigábamos, buscando cambiar su conducta. Venir a estas sesiones nos ha ayudado a entender el trasfondo emocional del asunto: la Anto era hija única, la niñita, la princesa. Y nació la Emilia. Entonces la Anto perdió el trono: todas las miradas se fueron hacia su hermana. Recuerdo cuando nos dijiste: «La Anto no quiere robar plata. Ella necesita tener de vuelta la atención y la dedicación de ustedes, que es algo muy valioso para ella. La Anto quiere de vuelta lo que alguna vez tuvo y que ahora siente que le quitaron». Nos sugeriste que, en lugar de retarla, la regaloneáramos o mimáramos. Así lo hicimos. Nunca más necesitó sacar plata. Ahora ya no es la hermana mayor buenita y perfecta de antes, ahora está más celosa. Pero también más espontánea. Ya no le exigimos tanto. Como papás, estamos mucho más tranquilos».
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SOLTAR LA SOBREEXIGENCIA
«Me ha costado sacarme el rol de hermana mayor por la vida. Ha sido difícil aprender a ser menos exigente conmigo misma y con los demás, a ser menos perfeccionista, menos rígida, a aceptar mis propios defectos y los ajenos, a soltar más...».
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LA PSICOTERAPIA COMO DECONSTRUCCIÓN BIOGRÁFICA
«Cuando llegué a terapia pensaba que era obvio que las mujeres somos y debemos ser el pilar emocional de la familia. Ahora me doy cuenta, entrando a picar en mi historia familiar, que esa obligación es aprendida: es algo que viene de mi crianza, de mis papás y de mis abuelos, de mi educación machista. Poder verlo me ha servido para poder soltar, para dejar de mediar en todos los problemas familiares, para descansar más y para que mi marido también haya empezado a involucrarse más en los asuntos emocionales de nuestros hijos...».
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DEPRESIÓN: TRAGARSE LA MIERDA
«Mi mamá se suicidó cuando yo tenía veinte años. Éramos súper cercanas. Mi vida se detuvo con su muerte. Me congelé. No pude avanzar. Ella era mi ídola. Ahora entiendo que nunca pude expresar mi rabia inmensa hacia ella por haberme dejado, y por haberlo hecho de esa manera. Fui yo quien la encontró tirada en el baño, desangrada e inconsciente... Fue terrible... Acá, hablando contigo, ha sido la primera vez, después de nueve años, que he podido sacar afuera toda la mierda que, sin darme cuenta, me tragué durante tanto tiempo... En plena depresión, yo misma me sentía una mierda. Ahora entiendo que yo necesitaba decirle a mi mamá «fuiste una mierda, me cagaste la vida», pero la idealizaba tanto, que me daba una culpa feroz hacerlo. Ahora pienso que mi mamá no era una santa ni un demonio: era una buena mamá que se enfermó y murió de depresión. Ya no la tengo en un altar, ni tampoco necesito echarla a la hoguera. Por primera vez desde que ella se mató, me siento en paz».
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MARCELO O LOS TRES TIPOS DE CONOCIMIENTO EMOCIONAL EN PSICOTERAPIA
En nuestra primera reunión, Marcelo, de treinta y cuatro años, entra a mi consulta furioso porque me demoré cinco minutos en atenderlo. No alcanzo a hablar, cuando ya lo escucho gritándome: «¡Es el colmo! ¡Estoy pagando por esto, me estás robando! ¡Pensé que serías diferente, pero eres igual de chanta que todos los psicólogos…!». En nuestra segunda reunión, le pido a Marcelo que haga un dibujo libre que asocie a la palabra «rabia». Macelo dibuja a un niño rompiendo sus juguetes porque sus papás lo dejaron solo. En nuestra última sesión, Marcelo me dice: «Recuerdo nuestra primera sesión. Estaba emputecido porque te habías demorado unos minutos. Te eché la media foca. Fue una sorpresa que eso mismo nos sirviera para entender después el núcleo de mis problemas: cómo yo me enfurecía muy rápido cuando sentía que me dejaban botado. Eso lo vi con más claridad a partir del dibujo que hicimos en nuestra segunda sesión. Ahora entiendo mucho mejor el origen de mi reacción en nuestra primera sesión, que fue idéntica a lo que eran mis reacciones habituales, tanto con mi familia como con mi pareja y mis amigos: en el fondo, era la rabia que tenía guardada hacia mi papá por haberme abandonado, rabia con la que nunca me había conectado antes de llegar acá». Este breve relato ejemplifica tres tipos de conocimiento emocional que acontecen en la psicoterapia: conocimiento emocional enactivo (a través de la acción, como en la escena del enojo), conocimiento emocional icónico (a través de la imagen, como en el dibujo de la rabia) y conocimiento emocional simbólico (a través de la palabra, como en la verbalización de Marcelo en su última sesión).
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ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO MADRE–HIJA EN ETAPA DE NIDO VACÍO
–Mariana (27 años): «Como hija única, me sentía culpable de irme de la casa y dejar a mi mamá sola, porque mi papá trabaja todo el día y no los veía bien a ellos...». –Delia (mamá de Mariana): «No sabía que mis problemas de pareja te amarraban y te impedían irte de la casa tranquila. Entenderlo nos ha servido a mí y a tu papá para volver a acercarnos». –Mariana: «Sí, últimamente los he visto más pololos, jajaja. Eso me alegra… Aunque me vaya de la casa, igual seguiremos siendo cercanas». –Delia: «Por supuesto, hija, siéntete tranquila. Yo soy feliz de que tú crezcas. La pena de que ya no seas mi niñita es pasajera…». –Yo: «Parece que la relación entre madre e hija es como la materia: nada se pierde, solo se transforma». Mariana y Delia sonríen y se abrazan.
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TE POSTERGARÁS POR LOS DEMÁS
Clara: (27 años): «Acá en terapia he podido ver y tomar distancia del mandato que ha dominado la vida de mi mamá, de mi abuela y de mi bisabuela. Ese que dice «te postergarás a ti misma y sacrificarás tu vida por los demás». Mi bisabuela vivió sometida a su marido, mi abuela a mi abuelo y mi mamá a mi papá. Yo he querido vivir mi propia vida. Al principio, eso me hacía sentir culpable, como si fuera mala hija por pensar distinto. Venir para acá me ha ayudado a ser libre sin culpa, sin por eso dejar de estar vinculada a mi familia… La verdad, no ha sido fácil…».
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JULIO O LA NECESIDAD DE PARAR
Julio (52 años): «Venía con el chip familiar incorporado de que los hombres deben ser exitosos, trabajólicos, proveedores infalibles. Y esa obligación de producir sin parar, muy al ritmo acelerado de Santiago, me terminó por sobrecargar y estresar. Así llegué a verte, irritable, desganado y apagado, totalmente reventado. Este ha sido un oasis emocional para mí, también como un espejo para mirarme y darme cuenta que no todo en la vida es trabajo, que estaba farreándome a mis hijos, a mis amigos y a mí mismo. Hoy, he soltado esa imposición de vivir para trabajar. He recuperado tiempo para el ocio y para el descanso. Gano un poco menos de plata, pero me siento mucho mejor».
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REFLEXIÓN EN EL TEATRO
La vida sin cultura es como psicoterapeuta sin pañuelos.
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HIJO BASTÓN
«Como madre viuda de un hijo único de ocho años, me ha costado no confundir amor con pegoteo, ni protección con sobreprotección. Llegué preocupada por él y ahora me doy cuenta que soy yo quien más necesita ayuda, para no ocupar a mi hijo como mi bastón, ni como mi antidepresivo, ni como reemplazo de mi marido...».
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EL DUELO DURMIENTE
«Cuando murió mi mamá, yo tenía cuatro años. No recuerdo haber llorado. Todo el mundo se impactó de que yo siguiera mi vida sin complicaciones, siendo tan niño y tan apegado a ella. Pero a mis diecisiete años, cuando me pateó mi primera polola, con la que duré dos años y con la que perdí mi virginidad, se me vino el mundo abajo y me deprimí. Necesité venir a terapia para darme cuenta que ahí no solo reaccioné a la pérdida de mi polola, sino también a la muerte de mi mamá. Tenía ese duelo dormido y pendiente, y ahí se me despertó. Viví dos lutos en uno».
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EL TERAPEUTA INTERIOR
«Cada vez que me enojo, me acuerdo de la terapia, de lo que hemos hablado acá, y eso me sirve para no explotar como lo hacía antes. Es como que ahora llevara un terapeuta interior conmigo...».
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CAMBIAR EL PATRÓN
«¿Para qué me ha servido la terapia? Para entender mi historia y, desde allí, cambiar mi presente. Llegué porque siempre salía herida de mis relaciones de pareja. Tal como lo hablamos tantas veces, siempre terminaba arrastrándome y humillándome. Acá pude ver que, en el fondo, mi tranca tenía que ver con mi papá: él siempre me rechazó. Me trataba de estúpida, de guatona, de hedionda; me decía «chiquilla de porquería». Nunca pude sentirme querida por él. Después de que murió de cáncer de próstata, a mis veinte años, busqué hombres iguales a él: fríos, autoritarios, déspotas. En el fondo, tal como me ayudaste a comprenderlo, mi ilusión era poder hacer que alguno de ellos me amara de verdad, cosa que nunca logré con mi papá. Y por supuesto que siempre salía trasquilada. Ahora pololeo con un hombre muy distinto a mi papá: Jorge es cariñoso y para nada violento. Tú lo conoces. Por fin pude cambiar el patrón, pero para eso primero tuve que bucear en mi infancia y lograr entenderme...».
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DE PIANO, FÚTBOL Y YOGA
Madres y padres que ponen a sus hijos en talleres o clases de piano, fútbol, yoga o cualquier otra actividad: pregúntense si es lo que sus niños verdaderamente quieren o si más bien es el deseo de ustedes. En caso de lo segundo, cuiden de forzar o imponer sus propios intereses y expectativas a sus hijos. Corren el riesgo de que una experiencia supuestamente creativa se transforme en un recuerdo amargo.
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TRABAJO Y VIDA
Vivir para trabajar es esclavizante. Trabajar para vivir es meramente instrumental. Que el trabajo sea una actividad suficientemente disfrutable: he allí una tercera alternativa. Ni vivir para trabajar ni trabajar para vivir: trabajar como parte del vivir.
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PARADOJA DEL APRENDIZAJE
La mejor forma de aprender es enseñar.
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CURA POR AMOR
–Yo enfermé por falta de amor: la frialdad y la indiferencia de mis papás hizo que me volviera un hombre duro e insensible, y que el cuerpo me pasara factura, viviendo siempre lleno de dolores en la espalda y en el cuello. Había ido a otro psicólogo, pero me fui porque me pareció frío, muy distante, y yo ya tenía demasiada frialdad y distancia afectiva en mi vida. Venir para acá y conocer a la Marce fueron dos cosas que llegaron juntas el año pasado, y que le volvieron a dar sentido a mi vida. Lo que más valoro de este espacio no han sido tanto tus palabras, sino tu calidez y preocupación, que he sentido como algo genuino de tu parte, más allá de que sea parte de tu pega... –O sea, parece que enfermaste por falta de amor y que has empezado a sanar con la presencia de vínculos cálidos y amorosos… –Sí, quizás suene cursi o medio dulzón, pero estoy convencido, por experiencia personal, que el amor es lo fundamental en la vida, lo que lleva a que uno cambie y pueda alcanzar una vida que tenga sentido... –Te escucho y pienso que parece que los Beatles tenían razón: todo lo que necesitas es amor. –Jajaja, sí, tal cual… No sé si todo, también hay más cosas, pero sí siento que tener amor en la vida es lo principal.
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JOSÉ LUIS, DE ROBOT A PERSONA
José Luis (53, ingeniero): «Venir a terapia me ha ayudado para darme cuenta que en la vida no todo se resuelve con números. Desde niño, yo me destaqué en las matemáticas. En nuestras sesiones, fui viendo que yo tapé con mi inteligencia abstracta carencias mucho más concretas de amor y de cariño, especialmente de mi mamá, que siempre estaba demasiado preocupada de sus propias depresiones como para preocuparse por mí. Y mi papá, tú sabes, él siempre trabajaba demasiado como para darse cuenta que yo lo necesitaba…». Yo: «En ese sentido, tu intelecto pasó a ser el sustituto de tus papás: tu intelecto te protegió de los miedos, los vacíos y las angustias, aunque al mismo tiempo dejaste de sentir y te refugiaste en tu mente…». José Luis suspira y responde: «Claro, yo quería un mundo donde todo se resolviera con ecuaciones: el amor, la amistad, la familia, la pareja. Y esperaba que los otros fueran igual que yo: que tuvieran desconectados sus cables emocionales y fueran robots como yo. Por eso estaba tan solo…». Yo: «Siento que, poco a poco, ese robot que conocí hace casi un año, se ha ido sacando la armadura y descubriendo que también es una persona viva, que siente, que se emociona…». José Luis: «El otro día fui al cine y me puse a llorar con la película… ¡Nunca en la vida me había pasado! Hoy me siento más vivo, con más inteligencia emocional…».
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DE PSICOTERAPIA Y DE FÚTBOL
El psicoterapeuta está en la cancha emocional, no solo en la galería intelectual. Está presente en el partido, con su cuerpo e historia, sus sensaciones y opiniones. No es neutral ni abstinente: es parte del mismo equipo que el paciente, ambos juegan para la Alianza Terapéutica. El psicoterapeuta no oculta su propia subjetividad, pero tampoco olvida que el capitán del equipo es la persona que consulta: lo que orienta el trabajo son las necesidades emocionales del paciente. El psicoterapeuta no es un árbitro solemne e imparcial, ni tampoco el goleador de la cancha: es un jugador cuya función es facilitar el juego. El psicoterapeuta juega de diez y no de nueve: se encarga de dar los pases y es el propio paciente quien hace los goles.
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PSICOANÁLISIS Y TERAPIA DE PAREJA
¿Qué aporta el psicoanálisis a la terapia de pareja? Acaso la insistencia de que cada persona llega al vínculo amoroso encarnando una historia, que es al mismo tiempo su biografía y la huella de la historia familiar, que es a la vez propia y que lo excede. Hacer consciente en compañía del otro la propia historia familiar inconsciente, encarnada en convicciones emocionales transferidas a la vida en pareja, y a partir de allí, generar nuevos diálogos y acuerdos para salir del doble monólogo de la repetición individual: he allí uno de los aportes del psicoanálisis a la terapia de pareja que, personalmente, más rescato, valoro y aplico.
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PALMADAS Y DUCHA FRÍA
Andrea (29 años, primera sesión): «Yo le pego palmadas a mi hija para educarla, también de vez en cuando una buena ducha fría. Hoy está de moda dejarlos ser y por eso después vemos tantos cabros delincuentes, drogadictos y alcohólicos. A mí me entregaron una buena disciplina cuando niña, incluidos sus buenos correazos, y no estoy traumada. Gracias a mi educación, soy quien soy y también quiero enrielar derechita a mi hija». Andrea (última sesión): «Llegué a terapia justificando el maltrato que sufrí cuando chica, súper ciega, no quería ver. Acá he podido recordar cosas bien dolorosas, que tenía bloqueadas: cuando me encerraban a oscuras en el baño por horas, cuando me dejaban sin comer un día entero porque no me gustaba la comida, cuando mi mamá me dejó sangrando de una cachetada. Ya no necesito seguir teniendo a mis papás en un altar: ellos también fueron maltratados de niños y no tuvieron las herramientas para cambiar la historia. Yo sí. Hace meses que no le pego a la Josefa. A ella la veo más cercana a mí y más contenta». (Datos y contextos modificados por confidencialidad)
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YO NO ME TRAUMÉ»
«
Margarita: «Toda la gente que dice «a mí me pegaron y yo no me traumé» está más traumada que la chucha…».
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MALTRATO INFANTIL: EL INFIERNO PUERTAS ADENTRO
7 de cada 10 niños chilenos son maltratados física y/o psicológicamente por su madre o su padre, según cifras de UNICEF. Cuando hay violencia física en la pareja, el riesgo de maltrato infantil se multiplica seis veces. Apenas 3 de cada 10 niños disfruta de buen trato en su propio hogar. ¿En qué grupo están (o estarán) tus hijos?
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DEL IDEAL DE LA AUTONOMÍA AL RECONOCIMIENTO DE LA INTERDEPENDENCIA
«Deja que esa guagua llore, para que desarrolle los pulmones», «no la tomes en brazos, que se va a acostumbrar», «que se vaya a dormir lo antes posible a su propia pieza», «que controle esfínter luego, no te demores en sacarle los pañales», «que entre al jardín sin llorar ni pedirme que me quede», «que deje de manipular con sus pataletas y tolere la frustración». En nuestra cultura occidental capitalista, individualista y exitista, la autonomía está sobrevalorada y la interdependencia invisibilizada.
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CONEXIÓN EMOCIONAL ANTES QUE CORRECCIÓN CONDUCTUAL
Madres y padres del mundo: antes de «corregir la conducta» de sus hijos, comprendan la necesidad emocional subyacente a esa conducta.
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ABUSO SEXUAL INFANTIL EN CHILE: 10 DATOS
1) Al menos 1 de cada 10 menores de edad sufre abuso sexual infantil. 2) 3 de cada 4 víctimas son niñas. 3) 1 de cada 2 víctimas tiene padres que han presentado violencia física entre ellos. 4) 9 de cada 10 abusadores son personas conocidas por las niñas y los niños. 5) 3 de cada 4 abusadores son hombres. 6) 1 de cada 2 abusadores son familiares de las niñas y los niños. 7) La edad promedio del abusador es de 30 años. 8) Dentro de los abusadores al interior de la familia, la mayoría son tíos, primos mayores, padrastros y hermanos. 9) Dentro de los abusadores al exterior de la familia, la mayoría son «amigos de la familia», «alguien que no conocía pero que había visto antes» y «un vecino». 10) El abuso sexual infantil es transversal a todos los niveles socioeconómicos: si bien las cifras señalan que la pobreza aumenta el riesgo, también hay más silenciamiento del problema en las familias más acomodadas. Bonus track: 10 de cada 10 niñas y niños abusados no tienen la culpa del abuso. (Fuente: UNICEF Chile)
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RELACIÓN CON LOS HIJOS: MÁS AMOR Y MENOS SOBREEXIGENCIA
Pequeña encuesta informal por Facebook. Primera consigna: «A partir de tu propia experiencia en tu infancia, señala un ejemplo de algo que sí es importante hacer con los niños». La respuesta más votada fue: «Escucharlos, hablarles, decirles que los aman. Los niños son concretos, por lo que ellos no necesariamente lo deducirán por las acciones. También es importante que los padres puedan expresar verbalmente lo que esperan de ellos, porque los niños necesitan claridad para poder moverse con seguridad y dentro de parámetros que les ayuden a crecer». Segunda consigna: «A partir de tu propia experiencia en tu infancia, señala un ejemplo de algo que no se debe hacer con los niños». La respuesta más votada fue: «Joderlos con que deben ser los mejores en la escuela y en todo siempre. No sé, pero creo que meterles ese ánimo de competencia, los hace egoístas, los mecaniza y es, en suma, perjudicial, porque el chiquillo crece con preocupación y estrés. Cuando cree que ha logrado algo, se jacta de los fracasos de los demás, y cuando se siente derrotado es peor. Incluso iría más allá: debemos dejar de hacerles creer que siempre tendrán la razón y ayudarlos a entender que no todo se consigue tal como se planea». Conclusión: es necesario más amor explícito y menos sobreexigencia exitista en la relación con los hijos.
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UN ACTO REVOLUCIONARIO
Sebastián: «Hoy en día, no ser sobreexigentes ni exitistas como padres es un acto revolucionario».
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CARLOS, ROSA Y ROSITA: UNA FAMILIA CHILENA
Carlos golpea a Rosa. Rosa aguanta a Carlos. Carlos es infiel con Rosa. Rosa aguanta a Carlos. Carlos abusa de la hija de Rosa. Rosa ya no aguanta a Carlos. Carlos es abandonado por Rosa. Rosa es asesinada por Carlos. Carlos dice al juez que Rosa era suya. Rosa hija se suma a la lucha por el feminismo.
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DE ESCRITURAS Y GESTACIONES
Con la Agu, mi mujer, tardamos dos años en quedar embarazados de Santi, nuestro primer hijo. En el caso de Dante, nuestro segundo retoño, tardamos una sola noche. Ciertamente, los amamos a ambos inmensamente y por igual, apreciando y valorando sus similitudes y diferencias. Dicen que lo más cercano a parir para un hombre es crear (quizás no sea casual que las palabras «criar» y «crear» tengan la misma raíz lingüística). Y algunos señalan, también, que los libros son algo así como hijos de papel. Tardé más de diez años en escribir mi primer libro, Psicoterapia Psicoanalítica: Una Ética Terapéutica Más Allá de la Técnica, que atravesó toda mi extensa formación como psicoanalista. Demoré otros siete, con duros estudios doctorales entre medio, en escribir mi libro El Lugar del Padre en Psicoanálisis. Mis últimos libros de psicología los he escrito en apenas uno o dos meses cada uno: El Psicoterapeuta Como Persona, La Psicoterapia en los Tiempos de Facebook, Confieso Que He Sentido, El Otro, su Locura y la Mía y ahora Un Psicoanalista Infiel, son cinco libros que habré parido en menos de un año. Algo similar me ha sucedido con mis libros de poesía: mi Antología Poética la escribí durante veinte años. Y Santiago en 100 Poemas en apenas dos tardes de otoño. Agrego que este último logró mejor acogida que el primero. No sería capaz de decir que mis libros de larga gestación son mejores y los de corta gestación son peores. Simplemente, son diferentes. Diversos en temáticas y especialmente en estilos. Los primeros, de gestación extendida, han sido el fruto de largos procesos de estudio, detalle y reflexión. Los segundos, de escritura fulminante y condensada, han pretendido conservar el sabor creativo de lo espontáneo, improvisado y coloquial. Como a mis hijos, y guardando por supuesto las distancias de la comparación, los amo por igual. Con sus luces y sombras, con sus similitudes y diferencias, con sus destellos de creatividad y sus zonas opacas y oscuras.
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A ESTOS CABROS LES FALTARON CORREAZOS
Lorena: «Yo trabajo con muchos adolescentes con trastornos disociales y en todos se cumple el ciclo de abandono y maltrato infantil, abusos, explotación por parte de los padres o cuidadores. Por eso encuentro insólito cuando dicen «¡¡a estos cabros les faltaron correazos!!». La gente opina sin saber, sin ver la realidad, ¡¡solo repiten como papagayos!!».
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MAMÁ CON HIJO ADOLESCENTE
Carmen Gloria (47 años): «Consulté por Martín, mi hijo mayor, de diecisiete años, que estaba muy rebelde y contestador conmigo. Después de tres meses, me he dado cuenta que su rebeldía y oposicionismo no solo han tenido que ver con su edad, sino con que yo seguía tratándolo como niño. El problema no era él, sino nuestra relación. Ahora hemos ido cambiando nuestra relación a una de mamá con hijo adolescente. Yo misma he aprendido a negociar más con él en lugar de imponer, a darle más autonomía y no la misma que cuando tenía diez o doce años... Haciendo eso, Martín ha visto que yo he cambiado y él también está más amoroso y menos agresivo conmigo...».
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SENTIRSE DESPLAZADA
Carolina (23 años): «Fue loco descubrir acá en terapia que, aunque tenga veintitrés años, igual sentí celos cuando mi papá se puso a pololear hace unos meses. Yo creo que esto de ser hija única y regalona de él me pasó la cuenta, como que me sentí desplazada. ¿O es muy edípico lo que estoy diciendo?».
131
I
3 NGREDIENTES PARA UNA BUENA VIDA SEXUAL EN PAREJA
1. Pasión: deseo y excitación hacia el otro, sin obligaciones ni forzamientos; en el acto sexual mismo, disposición para entregarse mutuamente a un juego previo estimulante. 2. Confianza: vínculo seguro que permita el despliegue espontáneo y la exploración lúdica y creativa a nivel sexual. 3. Comunicación: a partir de la confianza, verbalización explícita (o comunicación gestual clara) acerca de gustos, preferencias y fantasías propias y de la pareja, superando la vergüenza y evitando la expectativa de ser adivinados. De 1 a 7, ¿qué nota le pones a la pasión, la confianza y la comunicación en la vida sexual con tu pareja?
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DE CORDURAS Y LOCURAS
Hay quienes, en una psicoterapia, logran ser personas menos locas y más cuerdas. También hay quienes, en una psicoterapia, logran ser personas menos cuerdas y más locas. Tal parece ser que, de lo que se trata, es de poder hacer cohabitar en uno mismo a la cordura y a la locura.
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APORTES DE LA PSICOTERAPIA
¿Qué es lo que más te ayudó o ha ayudado en tu psicoterapia? –El hacer consciente mis conductas destructivas, que más encima son heredadas. Darme cuenta de que puedo cambiarlas y mejorar. Entender que mis padres me criaron de la forma en que mejor pudieron hacerlo, considerando todo el cagazo psicológico que ellos tienen detrás. Entre otro millón de cosas más. –A manejar más mi intolerancia a la frustración, mandar a la chucha sin remordimiento y a que mis penas duren poco. –Necesitaba contar lo que me pasaba... –Lo que más me ayudó fue el vínculo, me sentí muy contenida y comprendida, creo que logré sentirme como niña y luego cerrar esa etapa. –El tener a alguien que me hiciera ver las cosas desde otro ángulo y abrirme a nuevas perspectivas. Visualizar desde otras aristas el problema en cuestión, hizo que el peso se hiciera más liviano. –Vaciar la mochila, darme cuenta que estaba funcionado como una máquina y no como un ser humano, y que ahí estaba el origen de mis síntomas. –Al contarle mis problemas a ella, me escuchaba a mí misma y me hacía consciente de todo lo que pasaba y de qué manera me podía desenvolver. Cuando tuve dudas le pedí su opinión y me la dio sin compromiso, me hacía sentido o no, siempre es uno quien decide qué hacer. –Me ayudó a darme cuenta de los errores cometidos y que el mundo no se detendrá si yo lo paso mal. Me ayudó a darme cuenta de que yo soy la responsable de mis actos y que de mí dependen los cambios. –La empatía que tenía con el psicólogo, eso me ayudó a que yo contara más cosas y que él pudiera trabajar sin mayores dificultades. La empatía con el psicoterapeuta o el feeling es muy importante. –Soltar mi estrés. Necesitaba mucho la psicoterapia. –Nivelar las emociones y dejar de boicotearme. –Reconocer que existe el problema, asumirlo y desde esa base buscarle solución. –Ir sanando mi niña interior. –Saber y sentir que mi terapeuta está ahí para mí, dispuesta para acompañarme en el enfrentamiento con mis demonios. –Tener mayor consciencia de lo que pienso y siento, de mis procesos internos. –Buenas e incisivas preguntas. Las preguntas que nunca me había hecho y de las que tuve que buscar la respuesta, con las que pude resignificar. –La conexión de mi terapeuta con mi dolor, la ausencia total de juicios y críticas. –Alivio infinito y permitirme la vulnerabilidad. 134
–A aceptarme tal cual soy y a aprender a manejar mis emociones... –El vínculo fue lo mejor... –La escucha empática, la intervención sencilla y oportuna y el silencio. –La empatía y ética demostrada por mi terapeuta. Me ayudó a encontrar una perspectiva más estructurada. –Empatía. –Clima de confianza. –Desahogo. –Exteriorizar sin culpa. –Autoobservación permanente o darse cuenta. Estar aquí y ahora, tanto de parte mía como de quien fue mi terapeuta. –El vínculo de apego que formé con mi terapeuta, que me permitió reescribir el mío, y las ideas que me proponía y que iban transformando las mías... –A valorarme como mujer y parar con la violencia que yo permitía que todos hicieran conmigo. Noté que creía que lo había superado todo, pero no lo había hecho, y por lo tanto no solo me tocó perdonar sino perdonarme. Y bueno, sigo trabajando mucho. Pero volví a nacer. Es loco... Estoy dándome permiso para tanto que no se me permitió y que luego no me permití. Hoy hay, sin dudas, una nueva yo. No sé, me encuentro y descubro, y me permito estar en libertad. –Primero que todo, encontrarme con un profesional, algo que me costó mucho: recién a la cuarta psicóloga lo conseguí, con una psicoterapeuta experimentada que me entregó el tratamiento que necesitaba. Derivó a psiquiatra –lo cual un psicólogo anterior no hizo– quien me dio un antidepresivo. A nivel psicoterapéutico, abordar mi niñez fue muy reparador, así como conectarme con lo positivo y valorar lo resiliente que he sido. –A darme cuenta que yo siempre tengo la solución a mis problemas, solo que a veces no logro verlo por mí misma y necesito un poco de ayuda u orientación, pero que nadie va a resolver mis problemas y que de nadie depende mi felicidad, ambas cosas dependen de mí. –Me ayudó mucho saberme escuchada y entendida... –Que cada persona ama y siente diferente, a perdonar y dejar mi pasado atrás, que el futuro se lo construye uno mismo y con el corazón sanito y sin rencores es mucho mejor. –Escucharme... –La empatía del terapeuta.
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ESTORBAR
Luis (55 años): «Nunca llamo por teléfono ni les escribo a mis hijos, porque siento que los molesto, que soy un estorbo...». Yo: «¿Alguna vez te sentiste un estorbo para alguien en tu infancia?». Luis: «Yo soy el concho, mis papás eran viejos cuando yo nací. Siempre sentí que estaban cansados, que yo no les interesaba, que preferían dormir la siesta o jugar cartas a estar conmigo. Mi niñez fue muy solitaria... Ahora que me lo preguntas, yo creo que desde ahí aprendí a tener muy bajo perfil, por sentir que yo era un cacho para los demás... ¿Crees tú que por eso soy tan poco expresivo y comunicativo con mis hijos? ¿Será porque repito ese molde que incorporé de niño?»
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EL CABALLERO DE LA ARMADURA DE ACERO Y EL NIÑO INVISIBLE
Terapeuta: «Si te volviste una persona dura y fría, fue para sobrevivir. Puedo imaginar el horror de haber sido niño y haber tenido que presenciar el suicidio de tu papá, el alcoholismo de tu mamá, la violencia feroz de tu abuelo. Por muchos años, esa coraza de acero que te pusiste fue una armadura necesaria, que te permitió salir adelante pese a tanta adversidad. Algunos le llaman «resiliencia». Hoy, ya sabes que la tormenta pasó, que estás en tierra firme y que ahora el caballero andante de la armadura de acero necesita descansar. Hoy, el niño desprotegido e invisible que aún respira allí adentro está tocando la puerta para asomarse y, por primera vez, ser visto...».
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TRAUMA INFANTIL, DESARROLLO EMOCIONAL Y PSICOTERAPIA
Doble reacción emocional frente a un trauma infantil: 1. Congelamiento del desarrollo emocional. 2. Desarrollo de una coraza defensiva protectora. Una psicoterapia posterior (ya sea en la misma infancia, en la adolescencia o en la adultez) ofrece un sostén alternativo a la coraza, de manera de poder acceder a la vulnerabilidad herida, acogerla y cicatrizarla, y descongelar así el desarrollo afectivo.
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CUÁNDO TERMINA UNA PSICOTERAPIA?
¿
Respuesta oficial: «Cuando paciente y terapeuta coinciden en que el objetivo terapéutico se ha logrado». Respuesta habitual: «Cuando al paciente ya no le queda plata». Respuesta mixta: «Cuando la terapia deja de ser una prioridad económica y eso indica que hay suficiente camino avanzado».
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MIEDO A CAER AL VACÍO
Terapeuta: «Quizás tu miedo a caer al vacío desde lo alto de un edificio, tenga que ver con tu temor a caer o derrumbarte y no ser sostenida. Y no estás loca: eso fue justamente lo que te pasó en tu infancia, cuando experimentaste que tus papás no estaban emocionalmente disponibles para contenerte...».
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INFERTILIDAD EMOCIONAL
La infertilidad o imposibilidad de concebir naturalmente a un hijo, tiene varios factores biológicos. Pero a veces, aunque la biología funcione, hay asuntos psicológicos que pueden bloquear la maternidad y la paternidad. En mi experiencia clínica, hay dos factores emocionales que, con cierta frecuencia, obstruyen el canal emocional de la maternidad, especialmente en mujeres: en primer lugar, una expectativa tan grande de ser mamá, que es como si el hijo imaginario de tamaño gigante impidiera anidarse al feto real; y en segundo lugar, traumas y conflictos no resueltos con la propia madre, que taponean con miedos y fantasmas el espacio afectivo para asumir la propia maternidad. Afortunadamente, ambos factores emocionales pueden ser trabajados y suficientemente resueltos en una psicoterapia, situación que no pocas veces lleva a un desbloqueo de la fertilidad.
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JUBILAR AL HIJO COMPLACIENTE
Nicolás (26 años): «Es raro, pero ahora que ya llevo unos meses en terapia, mi familia me dice que ando más pesado, más antipático, menos amable. Pero yo creo que es algo positivo: siempre fui el hijo complaciente, agradable y servicial, el que siempre decía que sí a todo, postergando mis propias necesidades, siempre pendiente de acomodarme a las expectativas de los demás. Ahora, por fin, aprendí a decir que no y empecé a poner límites a las demandas de los otros, especialmente de mi mamá. Acá me di cuenta que yo sentía que tenía que complacer a los demás para sentirme seguro de que me querían y me aceptaban. Pero me he ido liberando de esa premisa y ahora me siento más seguro de mí mismo. Hice jubilar al hijo complaciente».
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DEJAR DE REPARTIRSE A LOS HIJOS
«Cuando nació mi segundo hijo, mi primer hijo se acercó más a su papá. Eso marcó una pauta: por varios años, fueron como dos equipos: yo con el menor y el papá con el mayor. Es como si nos hubiéramos repartido a los niños. Venir acá nos ha servido para intercambiar un poco más las cosas: ahora también me siento igual de cercana con el mayor y mi marido con el menor, cosa que no pasaba antes».
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ROCÍO, VETERINARIA
Yo: «Ahora que te escucho hablar del maltrato que sufriste cuando niña, pienso que es sensato que de adulta trabajes como veterinaria: quizás aprendiste que los animales son mucho más confiables que las personas...». Rocío: «Nunca lo había visto así... Pero es cierto: siempre he sentido que los animales son más sinceros y confiables que los seres humanos...». Yo: «Y a lo mejor te preocupas de que los perritos que han sido abandonados o heridos, no sigan sufriendo la desprotección que tú viviste...». Rocío guarda silencio y luego solloza. Después de un par de minutos, me dice: «Uff! Me pasa que muchas veces me siento reflejada en esos pobres cachorritos... Ellos son como mi espejo...»
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ADOLESCENCIA: CRECER, NO ADOLECER
La palabra «adolescencia» no remite, en su sentido originario, a «adolecer» sino a «crecer». Es importante que los adultos comprendamos que los numerosos e intensos cambios en esta etapa (mayor autonomía, rebeldía, desorden, intimidad, sociabilidad, inestabilidad, exploración, etc.) suelen ser expresiones saludables de un proceso gradual de maduración, diferenciación y subjetivación. El rol de nosotros los adultos es acompañar, sostener y sobrevivir emocionalmente a los desafíos de esta etapa, asumiendo que los roces serán inevitables, pero que la violencia es evitable. Esta etapa también trae consigo la invitación a que los padres crezcamos emocionalmente junto con nuestros hijos. En suma, la adolescencia implica crecimiento y no adolecer o carecer de algo. Somos los adultos quienes podemos adolecer de empatía y comprensión emocional, si nos limitamos a juzgar la adolescencia como déficit y no la consideramos una valiosa, aunque difícil, oportunidad de desarrollo para todos.
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SEA UN MAL PADRE O UNA MALA MADRE EN DOS SENCILLOS PASOS
1. Ame a la hija o hijo imaginario con quien usted sueña y no a la hija o hijo real con quien usted vive. 2. Maltrate a su hija o hijo de una o más de las siguientes maneras: péguele, insúltele, descuídele, abandónele.
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LA REGLA IMPLÍCITA DEL SILENCIO EN LA FAMILIA
«Era muy loco. Como un secreto a voces. Todos sabíamos que mi papá había tenido un hijo fuera del matrimonio. Pero era un tema tabú. Nadie podía hablar: eso decía la regla implícita en nuestra familia. Como si no existiera. Cuando mi mamá supo, hace unos quince años, casi se separaron. Decidieron seguir juntos y enterrar el tema. Por eso, cuando busqué a mi medio hermano por Facebook y me junté con él, mis papás casi se desmayaron. Fue bueno conocer a Vicente. Es igual a mi papá. Idéntico. Yo he decidido mantener mi contacto con él. Sé que con esto he quebrado un pacto de silencio. Pero no me interesa seguir con la mentira y el silencio. Cuando yo mismo fui papá, me acordé de este hijo abandonado de mi papá, que también era un hermano abandonado por mí, y quise cambiar la historia. Él no tuvo la culpa de nacer en la teleserie familiar en que nació. Él no tiene por qué pagar la hipocresía de los adultos». Y en tu familia, ¿de qué no se habla?
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DEPRESIÓN ADOLESCENTE
A veces la depresión adolescente puede pasar desapercibida, por cierta semejanza con el ánimo fluctuante e inestable que es propio de la adolescencia. En mi experiencia clínica, cuando no existe un episodio depresivo el adolescente o la adolescente es capaz de disfrutar de sus actividades, concentrarse y socializar, además de conservar rutinas de alimentación y sueño habituales. En cambio, la depresión adolescente suele expresarse en una pérdida de interés en actividades antes placenteras, desconcentración y baja brusca en las notas escolares, desánimo crónico e irritabilidad sostenida, aislamiento social y familiar, desórdenes de la alimentación y del sueño, sentimientos intensos de autodesvalorización o de culpa, cortes y autoagresiones, ideación e intentos de suicidio. En el mundo, según cifras de la OMS, 350.000.000 de personas sufren de depresión, población equivalente a más de 20 veces Chile. En nuestro país, al menos 3 de 10 mujeres y 1 de cada 10 hombres mayores de 15 años ha presentado alguna vez síntomas depresivos. Para la depresión adolescente, como para tantas otras afecciones, no hay mejor cura que un tratamiento integral o biopsicosocial (psicoterapia, fármacos, apoyo familiar y social), a partir de una detección pronta y oportuna.
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IDEALIZACIÓN, DISOCIACIÓN, DEPRESIÓN: LA SOMBRA DEL SUICIDA
En casos de suicidio, la idealización masiva es un mecanismo defensivo peligroso en los familiares directos sobrevivientes, en tanto puede servir para disociar u obstaculizar el contacto emocional con la rabia que, destinada a la propia persona, podría favorecer el desarrollo de una depresión. Si tú sufriste el suicidio de un familiar cercano, abraza no solo los buenos recuerdos, sino también los dolorosos sentimientos de rabia, abandono y decepción. Es una puerta para salir de la depresión.
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PSICOLOGÍA ESCOLAR
Primero contención emocional, después estimulación cognitiva.
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YO SERÉ EL BEBÉ QUE USTEDES ANHELAN
Terapeuta: «Ahora que los escucho contarme que han deseado fervientemente tener un nuevo bebé, pero que han sufrido tres pérdidas recientes, me pregunto si Valeria, volviendo a hacerse pipí a sus siete años, no se estará sacrificando por ustedes y regalándoles la oportunidad de volver a tenerla a ella en versión guagüita…».
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BRUXISMO: CUANDO LA RABIA VA POR DENTRO
Antonio (28 años): «Llegué a terapia porque me lo sugirió mi dentista, al ver que estaba con un bruxismo heavy. Ahí me di cuenta que sí po, que con razón venía sintiendo dolor en la mandíbula y cansancio al despertar, porque no estaba durmiendo bien. Acá en la psicoterapia fui cachando que mi bruxismo no solo tenía que ver con mi sobrecarga y mi estrés en la pega, sino que con algo más de fondo: toda mi vida retuve la rabia, la apretaba por dentro, sin demostrarla. Por fuera mostraba mi eterna cara de feliz y contento, pero por dentro muchas veces estaba tenso y apretado. Acá me empecé a dar permiso para soltar la rabia, para sacarme la máscara de payaso, y la tensión empezó a bajar. Todavía me queda un poco de bruxismo, pero no alcanza a ser ni la mitad de cuando llegué. Ayer tuve dentista y me dijo que el desgaste en mis dientes se detuvo. También estoy durmiendo mejor y tengo menos dolor de mandíbula. A un amigo que tiene bruxismo le dije al toque: «vo estai entero apretao, te guardai la rabia, por eso estai así». Y lo dejé pensando…».
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EL HIJO BUFÓN
«Mi mamá quedó huérfana a los cinco años. Después enviudó cuando yo tenía dos años. Yo siempre la vi triste. Desde chico, sentí que mi misión en la vida era animarla, alegrarla y hacerla feliz. Aprendí a ser su pequeño bufón, a intentar transformar sus tardes oscuras en fiestas. Pero nadie estaba ahí cuando yo me sentía triste. Aprendí a guardar a pena, la soledad, también el miedo. Aprendí a ser mi propio pilar, mi propio sostén. En el fondo, cambiamos los roles: mi mamá se volvió mi hija, y yo me transformé en la mamá de mi mamá, y también en mi propia madre. Cuando empecé la terapia, nunca pensé que mis crisis de pánico tendrían que ver con todo esto, que eran mi válvula de escape, mis estallidos emocionales...».
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ME GUSTARÍA VOLVER A SER FELIZ COMO ANTES
«Cuando estaba deprimida, siempre me decía a mí misma «me gustaría volver a ser como antes, alegre y feliz». Pero ahora veo que eso era mentira, porque en el fondo antes no era alegre ni feliz, sino que estaba encerrada en mi rol de la hija perfecta y siempre sonriente. Con mi depresión, mi familia se enteró que yo también tengo problemas, que yo no tengo porque estar siempre en el podio de la hija maravillosa. Pero no fue solo mi familia la que se enteró, sino también yo misma, y eso es lo más importante».
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CARTA AL PADRE
«Querido Papá: Hoy ya no estás conmigo. Extraño nuestras conversaciones, pero también he aprendido a ver tu lado negativo. Y quiero poder escribirte lo que nunca me animé a decirte a la cara, por miedo a tu agresividad y a que me dejaras de amar. Papá: he fracasado en el amor, como tú. He sido infiel. He sido violento. He sido posesivo. He sido alcohólico. Pero ya no quiero seguir siendo un hombre machista, como lo fuiste tú toda tu vida. Quiero lograr ser respetuoso y amoroso con las mujeres. En realidad, con todas las personas. Estoy yendo al psicólogo para lograr eso, papá. Hoy, aunque estés muerto, escribo estas palabras para dejar de lado los celos, el autoritarismo y el despotismo que me enseñaste con tu ejemplo. Tú no pudiste cambiar lo que viste en tu casa cuando niño. Yo quiero hacerlo a mis cuarenta años, aunque me haya demorado varias décadas. Quiero que mi hijo, Luis Alberto, que hoy tiene cinco años y a quien tú le dijiste «serás un buen macho López, como tu abuelo», no sea un macho López como fueron su abuelo y su papá. Me quedo con tus conversaciones, con tu pasión por el Colo y con tu gusto por la hípica. Hoy dejo de lado tu violencia, tus excesos y tu egoísmo. Te perdono y te amo. Lucho».
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DIOS PADRE
Juan Esteban: «En el fondo, me di cuenta que quería ser cura porque sentía que Dios podía cubrir la ausencia de mi papá en mi infancia. En el seminario, habíamos muchos con historias parecidas: estábamos buscando un padre celestial que nos brindara la protección que no nos habían dado nuestros padres terrenales... Yo creo que por eso, dentro de la iglesia, los niños y jóvenes son más vulnerables de ser abusados por quienes son idealizados como protectores y autoridades con poder celestial».
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NO
Madres y padres del mundo: el «no» de los niños es una exploración saludable de autonomía, no un maligno oposicionismo desafiante. No necesitan demostrarles «quién manda» ni entrar en un gallito de autoridad.
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A LA CABEZA DE LA FAMILIA
Tomás (23 años): «Después de nuestra última sesión, me di cuenta de algo que me pasa todos los días y nunca me había detenido a pensar: en la mesa del comedor de mi casa, yo me siento en la cabecera, en el puesto principal y más espacioso. A un lado mío, mi papá; al otro, mi mamá y mi hermano mayor. Ella ayuda a mi hermano a comer. Siento que tiene que ver con lo que hemos hablado: como Juan Pablo, mi hermano mayor, nació con su problema cerebral, todas las expectativas de grandeza quedaron depositadas en mí. No es casual que yo vaya a transformarme el próximo año en el primer profesional de la familia... No es fácil para mí sacarme la presión de ser el hijo estrella sin herir los sentimientos de mis papás...».
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MACHISMO, FEMINISMO Y TERAPIA DE PAREJA
–Julia (terapeuta de parejas): «Para mí, la cosa es simple: al menos en nuestros días, no hay pareja machista que sea funcional y no hay pareja feminista que sea disfuncional. ¿Por qué? Porque el machismo destruye las relaciones y está a la base de la violencia, los celos patológicos, la infidelidad, el alcoholismo, el abandono. Aunque la infidelidad sea ejercida por mujer: al menos en mi experiencia, se trata de mujeres atrapadas en una ideología machista. Mientras que el feminismo es sinónimo de equidad como personas, es decir, de respeto y reconocimiento del otro en su diferencia. Muchas terapias de pareja consisten en el tránsito desde un funcionamiento machista a un funcionamiento feminista. Obviamente, no se trata de que el hombre sea el malo y la mujer la buena, sino de comprender el machismo como violencia y el feminismo como respeto». –Antonio (terapeuta de parejas): «No puedo estar más en desacuerdo... Primero, voy a utilizar palabras distintas a «machismo» y «feminismo» ya que hoy están muy cargadas de juicios no siempre fundados; entonces hablaré de pareja «tradicional-patriarcal» e «igualitaria-posmoderna». Segundo, utilizo el concepto «disfuncional» en muy pocas ocasiones, ya que implica un juicio clínico cimentado en alguna «verdad absoluta» de cómo debería funcionar una pareja, lo que va en contra de mi epistemología más aceptadora de las diversas realidades de mis pacientes. He visto y atendido parejas tradicionales que han venido por problemas puntuales, pero se sienten bastante satisfechos en todas las otras áreas de su relación. Vale decir que ambos están de acuerdo en una forma de vivir tradicional (machista, si quieres plantearlo así). Son felices y se sienten bien de esa forma. Por otro lado, la gran mayoría de las parejas que hoy atiendo parecieran ser igualitarias, pero el tema del poder dentro de la relación les ha generado mucho sufrimiento y se sienten profundamente insatisfechas en la relación. Vale decir, expresamente se sienten y creen que deben ser iguales, colaborativos, aceptadores, pero reconocen y aceptan parcialmente las diferencias que tienen. Sin embargo, implícitamente, hay quejas de que uno de los dos «debería» actuar más «tradicional» (hombres que se quejan que su mujer es el «macho» de la pareja, y mujeres que se quejan que su hombre es la «mina» de la relación). Es el fenómeno que observo día a día: una transición de lo tradicional a lo igualitario que aún está en pañales. Creo que faltan al menos tres generaciones para que esta pareja igualitaria sea realmente cercano a lo igualitario. Ninguna forma de vivir para mí es buena o mala per se, pues eso lo definen los que viven la relación. En general escucho y respeto lo que ambos esperan de una relación, pero paso sesiones y sesiones haciéndolos pensar acerca de cuán viables son estas expectativas en el contexto que viven. Lo que hago básicamente es acercar a ambos lo más posible a lo que buscan, aun cuando sea que apuesten que una relación «igualitaria» se vuelva un poco más «tradicional». Hay que tener mucho cuidado en 159
cómo definimos «salud» en la relación, ya que nosotros, los terapeutas, podemos crear un problema donde no lo hay».
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MAMÁ MENOS APREHENSIVA, PAPÁ MENOS DISTANTE
«Cuando llegamos a la terapia, yo era una mamá aprehensiva y mi marido un papá distante. Hoy, estamos mucho más promediados».
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PÁNICO ESCÉNICO
«Llegué a terapia por mi pánico escénico. Cuando tenía que hablar en público por mi pega, lo pasaba muy mal: los días previos me los pasaba pensando en escenarios catastróficos. Varias veces me hice el enfermo para faltar al trabajo el día que tenía que hacer alguna presentación pública. Y cuando iba, lo pasaba horrible: muy tenso, sudaba entero, se me secaba la boca, sentía que el corazón se me iba a salir, siempre con el miedo de quedarme en blanco, de no poder responder. Me sentía súper evaluado, me imaginaba mi audiencia como un juez o un árbitro muy severo e implacable. Me acuerdo que tú me dijiste que quizás tenía que ver con que mis papás me veían como el niño perfecto, y con que yo siempre tuve miedo de que si no cumplía con sus expectativas ellos podrían rechazarme o dejar de quererme, y que entonces yo proyectaba esa exigencia en la audiencia de turno. Eso me llegó y me hizo pensar mucho. Toda mi vida jugué el papel del hijo fuerte, el perfecto, el especial. Para mí, el pánico escénico ha sido una oportunidad para aceptar mi lado más vulnerable, para darme cuenta que no puedo vivir sintiendo que tengo que ser perfecto. La semana pasada, me tocó presentar los avances de un proyecto en mi pega. No te niego que me resultó difícil, pero no lo evité ni me puse tan ansioso como antes. Además, mi jefe es muy piola, muy buena onda. Yo sé que si me equivoco en algo, no va a ser terrible. Era yo quien le ponía la máscara de evaluador terrible…».
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EL ENIGMA DEL LLAMADO
«No nos habíamos visto en cinco años. Habíamos perdido el contacto. Esa noche, como nunca antes, soñé con él. A la mañana siguiente, recibí un llamado: había muerto la noche anterior».
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ANDRÉS O LAS SECUELAS DEL MALTRATO PSICOLÓGICO
Andrés (32 años): «Llegué acá por mis fracasos en mis relaciones de pareja y descubrí que, aunque siempre sueño con estar con alguien, en el fondo le tengo miedo al amor. Acá me he dado cuenta que ese miedo muchas veces se ha vuelto una profecía autocumplida: busco personas que sé que me van a dejar, para confirmar que no sirvo para el amor. Me aterra salir dañado, aunque siempre me vuelve a pasar. Me aterra salir dañado porque ya estoy demasiado dañado. Toda mi infancia escuchando a mi mamá tratarme de tonto, de inútil, de incapaz. Y no solo en mi infancia, sino en mi adultez también. Hoy, la base de mi seguridad es mi trabajo. Por eso me cuesta tanto aceptar críticas de parte de mi jefa: porque es la base de mi autoestima y porque escucho en ella la voz hiriente de mi mamá… Es increíble cómo el maltrato psicológico de mi mamá me ha afectado tanto en mis relaciones de pareja y en mi vida laboral… Por eso estoy aquí: quiero seguir cicatrizando esas heridas…».
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ABUSO SEXUAL: TRAUMAS MÚLTIPLES
«Yo sufrí tres traumas en uno: el abuso sexual de mi hermano mayor, la incredulidad de mi mamá y el silencio de toda mi familia». Advertencia: nunca desacredite ni silencie la revelación de un abuso sexual.
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HULK VA AL PSICÓLOGO
«Antes de venir al psicólogo, el copete era mi válvula de escape: yo, que siempre era súper reprimido, sacaba toda mi rabia estando copeteado. Me transformaba en un Hulk violento. Y después de la caña, volvía a ser el tipo tímido y opacado. Así viví por más de treinta años, con esa doble personalidad. Hoy, siento que me liberé de esa moneda de dos caras, de ese oscilar entre inseguridad y violencia. Mis amigos dicen que ando más alegre… Igual sé que tengo que medirme con el trago, porque me sigo poniendo agresivo cuando se me pasa la mano…».
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PAREJA: AMIGOS CON VENTAJA
Gabriela (37 años): «Cuando nacieron los niños, nos enfocamos a full en ellos. Y con Mauricio nos perdimos un poco como pareja. Quizás es algo natural y esperable. Pero ha sido rico este último año volver a encontrarnos, a mirarnos, a conversar solos, a tener tiempo para nosotros, a retomar nuestra vida sexual como era antes. Para mí, la pareja tiene que ser tu mejor amigo. Por ahí leí que el amor de pareja es una amistad con momentos eróticos. Me encanta esa frase. Ser pareja es como ser amigos con ventaja».
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LOS NIÑOS NO CUIDAN A LOS PADRES
Madres y padres el mundo: los niños están para ser cuidados, no para cuidarlos a ustedes ni para cuidar a sus hermanos. Si ustedes invierten los roles, les robarán la infancia, obligándolos a volverse adultos antes de tiempo.
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CICLO MENSTRUAL, CICLO EMOCIONAL
«Aprendí a reconocer mis estados emocionales asociados a mi ciclo menstrual: antes de la regla, ando hipersensible e irritable; durante la regla, más tierna y regalona; los días después de la regla, más energética y vital; cuando estoy ovulando, ando más caliente; y después de la ovulación, más normal, como en estado meseta, hasta que llegan los días premenstruales y vuelve a repetirse el ciclo».
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QUIÉN MIERDA DISEÑÓ ESTA VIDA?
¿
Javiera (13 años): «Voy al colegio de ocho de la mañana a cinco de la tarde. Llego a hacer tareas de seis a ocho. Después como y me acuesto. Mi mamá es profesora. Trabaja de ocho de la mañana a seis de la tarde. Llega a las siete y media después de soportar el metro, y tiene que corregir trabajos y pruebas de ocho a diez de la noche. ¿Quién mierda diseñó esta vida?».
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CUANDO PEDIR AYUDA ES UN PROBLEMA
Maximiliano (36 años): «Siempre he sido el fuerte, el independiente, el autónomo. Mis dos papás sufren enfermedades psiquiátricas graves. Yo cuidé a mis hermanos todas las veces que ellos estuvieron internados. No sabes lo difícil que fue para mí escribirte... Me cuesta mucho pedir ayuda... Otras veces he ido una o dos sesiones al psicólogo y abandono la terapia. Me cuesta confiar en que otra persona me pueda contener. ¿Me pasará acá lo mismo?».
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EL DOLOR INVISIBLE DE LA ADULTEZ
«De niño, aprendí que debía preocuparme por la salud de mis papás. Me transformé desde muy chico en su enfermero, en su psicólogo, en su médico de cabecera. Y yo me fui volviendo invisible. Aprendí a guardarme mis miedos, mis rabias, mis penas, mi soledad. Me dediqué a ser el niño inteligente, exitoso, independiente y armónico, el hijo soñado de mis papás. Después me casé con una mujer inestable y enferma, a quien cuido de la misma manera como cuidaba a mis papás cuando niño. Y en mi trabajo, tal como en mi colegio, soy el de mejor rendimiento, el infalible, el perfecto. Mi adultez es un calco de mi infancia. Nunca he podido ser niño. Nunca he podido sacarme la coraza. Fui el niño invisible. Soy el adulto invisible. Recién estoy empezando a verme a mí mismo...».
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I
3 NFLUENCIAS DEL CAPITALISMO EN LA VIDA COTIDIANA
1. Consumismo. 2. Trabajolismo. 3. Falta de tiempo.
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3 ALTERNATIVAS: CONSUMA MENOS, TRABAJE MENOS, TENGA MÁS TIEMPO LIBRE.
Advertencia: son necesarias políticas sociales que apunten a la igualdad de oportunidades, para que las alternativas señaladas sean posibles y viables.
174
LA VIDA COMPLETA
Estudiar jornada completa para trabajar jornada completa para consumir propaganda completa.
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UNA PARADOJA PARENTAL
Una de las mejores formas de ser buenos padres es evitando la obsesión por ser los mejores padres.
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TRASTORNO DE PERSONALIDAD
Dícese de la enfermedad asignada a muchos niños maltratados cuando se vuelven adultos.
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CONTENER A LA MADRE QUE CONTIENE
María de los Ángeles (30 años): «Mi mamá, mi suegra y mis amigas me decían que dejara llorar a mi guagua, que no la tomara tanto en brazos para que no se acostumbrara, que la sacara rápido de mi pieza para no volverla dependiente, que hiciera dieta rápido para no quedar guatona y que si se me cortaba la leche igual podía darle relleno. No les hice caso. Y pasé a ser la hija malagradecida, la nuera desubicada, la amiga cuática, aprehensiva y loca. Tuve que venir al psicólogo para sentirme acogida y confirmar que mi guagua necesita amor mucho antes que autonomía».
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VALE Y LULÚ
Valeria (12 años): «Como hija única, pasé la primera parte de mi niñez harto sola. Mi vida cambió cuando un psicólogo le sugirió a mis papás que me regalaran una mascota. Tengo a la Lulú, mi perrita, desde que tengo siete años. La Lulita me cambió la vida: ha sido mi compañera, mi amiga, mi hermana y un poco mi hija...».
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JOSEFINA Y LA DISOCIACIÓN
Josefina (26 años): «Cuando era niña, todos los días escuchaba gritos e insultos entre mis papás. No pasaba semana sin ser testigo de algún golpe entre ellos. Muchas veces yo tenía que separarlos. A mi papá una vez le quité un cuchillo carnicero de las manos. Yo tenía ocho años. Lo curioso es que en el colegio siempre fui la mejor alumna. Nunca bajé las notas. Yo no quería ser un problema. Yo no podía ser otro problema. No me quedaba otra que seguir con mi vida como si nada estuviera pasando...».
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LOS HIJOS «PERFECTOS»
Los hijos «perfectos» parecen perfectos porque aprendieron a aparentar perfección para sentirse queridos. Los hijos «perfectos» muchas veces esconden sus propios problemas emocionales por temor a sentirse rechazados si se revelan vulnerables, falibles y humanos.
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TERAPIA DE PAREJA
Ni para unir ni para separar: para acompañar, contener y comprender.
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LOS HIJOS DE CRISTAL
Dícese de aquellos hijos que han tenido problemas importantes de salud en su primera infancia y que más tarde, ya suficientemente sanos, les cuesta crecer, tanto por la sobreprotección de sus padres como por su propia autoimagen de criaturas frágiles y desvalidas.
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LA DIFICULTAD DE COBRAR
¿Te cuesta cobrar por tus servicios profesionales o laborales? Probablemente, aprendiste en tu infancia que siendo una persona «amorosa», «generosa» y «bondadosa», recibías amor, aceptación y reconocimiento; e incorporaste el temor a que, dejando de lado ese rol, podrías sufrir rechazo de parte de los demás. Y entonces quizás sientes que cobrar es un acto «frío» y «duro», poco «amoroso», y llegas a sentirte culpable por ello. En suma, el problema no es cobrar, sino el mandato que tienes grabado a fuego, ese que dice: «Te amarán solo si eres una persona amorosa, generosa y bondadosa, y te rechazarán si no lo eres».
184
LA COMUNICACIÓN RELACIONAL IMPLÍCITA DE LAS ESCENIFICACIONES EN PSICOTERAPIA
En la primera sesión con alguien que siempre ha sido la «persona perfecta», quedo con la sensación –sin que me lo haya dicho– de que su vida es maravillosa y mucho mejor que la mía. En la primera sesión con alguien que siempre ha sido la «persona enfermiza», quedo con la sensación –sin que me lo haya dicho– de que es muy frágil y que necesita urgentemente mi ayuda para sobrevivir. En la primera sesión con alguien que siempre ha sido la «persona conflictiva», quedo con la sensación –sin que me lo haya dicho– de haber sentido agresión de su parte hacia mi persona. En psicoterapia, no solo importa escuchar el contenido de las palabras, sino también estar atentos a lo que es escenificado en la relación. De Freud al psicoanálisis relacional contemporáneo, pasando por Watzlawick, los psicoterapeutas sabemos que, en ese nivel, suele ocurrir lo más importante.
185
EL MENSAJE DE LAS PATALETAS
Las pataletas de los niños podrían traducirse así: «Todavía no puedo manejar mi frustración ni mis emociones. Ayúdame y enséñame a hacerlo, con tu ejemplo amoroso y no violento, y de a poco yo también iré aprendiendo». Esto es algo que madres y padres solemos olvidar.
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CONTENCIÓN EMOCIONAL, NO DOMESTICACIÓN CONDUCTUAL
Los niños necesitan ser contenidos emocionalmente, no domesticados conductualmente.
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SOY MIS FRACASOS
Juan José (75 años): «¿Qué me ha enseñado la vida? La vida me ha enseñado que soy lo que soy gracias a mis fracasos. Mis éxitos me han servido para el aplauso y la autocomplacencia. Pero son mis errores y mis caídas los que me han hecho aprender, los que me han hecho crear, los que me han hecho más humano, los que me han entregado la oportunidad para volver a fracasar y seguir creciendo desde mis nuevos fracasos».
188
HOGAR EMOCIONAL
«Mi papá me maltrataba y mi mamá no decía nada. Nunca me sentí acogida en mi familia. Mi verdadero hogar cuando niña y adolescente fueron mis amigas: con ellas me sentía querida, aceptada, escuchada, tranquila. Esa misma sensación la vivo ahora con mi pareja: yo sé que en Miguel me puedo apoyar, puedo confiar en él, siento su amor muy vivo y presente. Cuando vivía con mis papás, en cambio, tenía techo y comida, pero nunca un hogar emocional como con mis amigas y como con el Migue ahora».
189
CRIANZA RESPETUOSA: LA NUEVA MODA DE LOS PSICÓLOGOS INFANTILES
Laura (32 años): «Hola Sebastián, partí leyendo tus escritos sobre crianza respetuosa pensando: «Esta nueva moda de los psicólogos, de que los niños hagan lo que quieran… ¡Si a veces se merecen un correazo!». Hoy iré a mi primera cita con una psicoterapeuta. Ayer con mi esposo nos dimos el regalo de la posibilidad de que ambos estuviésemos profundamente equivocados, siendo dos personas criando desde nuestros propios traumas. Nos dimos la oportunidad de creer que existe una forma de hacer las cosas que no está impresa en nosotros mismos. Gracias por ayudarnos a hacer un click, que espero se traduzca en un cambio. Sobre todo por la felicidad de mis hijos. Somos muchos los padres y madres que pasamos años buscando el profesional que pueda con los problemas de conducta de nuestros hijos, cuando debimos buscar ayuda para nosotros».
190
MUNDO IMAGINARIO
Benjamín (13 años): «Me encanta seguir a los youtubers. Siento que son como mi otra familia… Ellos siempre me sacan una sonrisa cuando tengo pena… Ellos no se pelean como mis papás. El mundo de los youtubers es como un mundo perfecto: todo es alegría y diversión, ahí no existen los problemas que hay en mi casa… Igual en mi familia no soy el único al que le gustan las pantallas: mi mamá, que es súper solitaria, apenas despierta enciende la televisión, yo creo que para sentirse más acompañada. Con mi papá, ni se pescan. A veces siento que mi mamá disfruta más viendo el matinal que estando con su familia. Me acuerdo que ella lloró más cuando se murió Camiroaga que cuando se murió su mamá...».
191
DEL SOMETIMIENTO A LA DIFICULTAD PARA PEDIR AYUDA
«Mi abuela fue una mujer sometida a mi abuelo. Mi mamá se dejó dominar por mi papá. Yo siempre me dije que sería distinta: una mujer fuerte, independiente, autónoma. Pero parece que me fui al otro extremo: me quise sentir tan autosuficiente, que cuando tuve problemas, me los guardé y por varios años no me atreví a pedir ayuda, por temor a sentirme dependiente como mi mamá y mi abuela. Y por supuesto que colapsé. No sabes lo difícil que ha sido para mí aceptar que necesito venir al psicólogo…».
192
ME CONTIENEN, LUEGO ME CONTENGO
Daniela, de siete años, volvió a hacerse pipí cuando sus papás se separaron. Martín, de seis años, es agresivo en el colegio. En su casa, pasa solo con la nana hasta las nueve de la noche, cuando llegan sus papás agotados a dormir. Julieta, de ocho años, llora la muerte de su abuelita. Su mamá llora con ella todas las tardes. Para que una niña o un niño pueda contenerse (contener el pipí, la agresividad, las lágrimas, etc.), es necesario que sea emocionalmente contenido.
193
NIÑOS VIEJOS CHICOS (NIÑOS SOBREADAPTADOS)
Dícese de aquellos hijos que se ven obligados a madurar antes de tiempo y adaptarse en exceso a su ambiente (postergando sus propias necesidades emocionales), porque sus propios padres no han madurado suficientemente todavía y se han convertido en adultos desadaptados (imponiendo sus propias necesidades emocionales por sobre las de sus hijos).
194
A
3 « RGUMENTOS» PARENTALES ADULTOCÉNTRICOS Y AUTORITARIOS
1. «Porque soy tu madre». 2. «Porque esta es mi casa». 3. «Porque sí y punto». Agregue otro:
195
PSORIASIS: ALARMA EN LA ZONA DE CONTACTO
Mariano (37 años): «Llegué acá porque el dermatólogo que me veía la psoriasis me lo recomendó. Yo no creía en los psicólogos. Acá me di cuenta que, desde niño, al ver tanta violencia entre mis padres y de mi mamá hacia mí, aprendí a evitar tomar contacto con las emociones y con las personas. Me convertí en una persona fría, de «poca piel», de poco contacto emocional. Aprendí a evitarlo todo: conflictos, personas, todo. Pero vivía a mil kilómetros de distancia emocional de mi familia. Me acuerdo cuando me dijiste que no era raro que me haya enfermado de la piel, porque la piel es justamente la zona de contacto con los otros, con las emociones y con el mundo. Siento que ahora tengo menos problemas con el contacto. Mi psoriasis sigue, también tiene factores genéticos, pero ha bajado. Antes se me disparaba con el estrés y ahora vivo menos estresado. Hace un año, cuando llegué a terapia, jamás me habría imaginado hablando así de mis emociones. Es como que aprendí un idioma nuevo…».
196
HIJA, TÚ LO PROVOCASTE
Claudia (19 años): «Cuando le conté que me habían abusado en la fiesta, lo primero que el imbécil de mi papá me dijo fue: «¿Y cómo esperas que no te abusaran si te vistes así de provocativa?». Al día siguiente, me fui de la casa. Ahora vivo con mis abuelos maternos».
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DESACTIVAR LA MADRE INTERNA O EL PADRE INTERNO
«Mi hija quería comer el postre antes del plato principal. Le dije que no. Se opuso. Me ofusqué y le grité. Mi marido se enojó conmigo por mi reacción exagerada. Después pensé y me di cuenta que estaba haciendo lo mismo que no me gustaba que mi mamá hiciera conmigo: gritar y ser autoritaria con cosas que no valían la pena». «Cuando vamos saliendo al colegio, me enfurezco si mis hijas se atrasan. A veces he salido con una y dejado a la que se atrasó en la casa, aunque llore. Acá en terapia, me he dado cuenta que eso es lo mismo que hacía mi papá. Ayer estábamos un poco atrasadas, pero me acordé de esto, y en lugar de sobrerreaccionar, me relajé. Llegamos sin problemas y me ahorré un mal rato para mí y para mis hijas». Tip: cada vez que sobrerreacciones, pregúntate si estás repitiendo el modelo de tu papá, de tu mamá o de algún cuidador significativo. Si puedes darte cuenta a tiempo, desactivar ese «padre interno» o esa «madre interna» valdrá la pena.
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EL NIÑO AZOTADO QUE SOÑABA SER ARTISTA
«Nací fruto del incesto entre dos primos. Cuando niño, mi papá me azotaba con un palo casi todos los días. Mi mamá no me protegía, se escondía detrás de la puerta. Yo decidí no llorar cuando era azotado: no quería darle ese gusto a mi papá. Aprendí a esconder mis sentimientos. Pero el arte era mi salida: ahí expresaba todo, amaba pintar. Yo quise ser artista y mi papá siempre rechazó y ridiculizó esa idea. Después mi papá murió. Yo me enfermé. Deserté del colegio, nunca terminé la enseñanza media. Cuando crecí, postulé a estudiar Arte, pero fui rechazado. Entonces me quedé sin espacio para expresar mi dolor. Me volví cada vez más duro y más frío. Me enrolé en el ejército. Ascendí rápido. Ahí sentí el reconocimiento que no tuve como hijo ni como artista. Eso me fascinó. Se transformó en mi adicción. Empecé a tratar al resto tal como mi papá me trataba a mí: sin piedad y sin empatía» (Adolf Hitler). PD: Este relato obviamente no justifica los horrores del genocidio, ni pretende reducir a un psicologicismo el drama social y político involucrado.
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POR UN CHILE MÁS FELIZ
Señale una acción simple, gratuita y cotidiana que podría hacer de Chile un país un poco más feliz. Por ejemplo: 1. Saludar y despedirse. 2. Pedir por favor y dar las gracias. 3. No botar la basura al suelo. Agregue la suya:
200
MONSTRUO O ÁNGEL
Astrid: «El maltrato infantil te puede convertir en un monstruo o en un ángel, cuando no en un ser autodestructivo, dependiendo de cómo soluciones ese dolor».
201
MANUEL Y LA COCA
Manuel (35 años): «Empecé a quedarme pegado en la coca porque guardaba todas mis emociones. No sabía expresarlas. Ocupaba la droga para no sentir pena, para no sentir rabia, para no sentirme solo. Y al final me sentía peor. Venir a psicoterapia me ha servido para entender que mi drogadicción era una forma de evadir mis sentimientos y no enfrentar los conflictos familiares que venían desde mi infancia y que no tenía resueltos».
202
DIBUJO LIBRE Y DIBUJO OPUESTO EN PSICOTERAPIA CON ADULTOS
Melissa (28 años): «Me acuerdo cuando me pediste que hiciera un dibujo libre. Me dibujé a mí misma sonriendo, con el pulgar hacia arriba. Me pediste que inventara una historia a partir de ese dibujo. Inventé que era una niña que saludaba a su mamá y le decía que había tenido un muy buen día, y la mamá se ponía feliz. Después me pediste que dibujara lo opuesto al dibujo anterior. Y dibujé a mi mamá llorando. Me pediste una historia, y conté que era mi mamá llorando porque sentía que su vida era gris y amarga. Me preguntaste cómo podía relacionar los dibujos y las historias con mi propia vida. Ahí hablamos que yo había aprendido que debía ser una niña feliz, para no darle más problemas a mi mamá, que siempre ha sido depresiva. Hacer esos dibujos me sirvió para ver, de manera literalmente gráfica, el rol que yo jugaba en mi familia, especialmente con mi mamá. De a poco, me he dado más permiso para sacarme la máscara de felicidad y poder expresar mis problemas... Fue liberador poder darme cuenta de eso...».
203
CRIANZA NATURAL EXTREMA
Rodrigo (25 años): «Mis papás trataron de darme lo mejor en mi niñez. Eran partidarios de la crianza natural. Pero se fueron al chancho: en los cumpleaños infantiles de mis primos, era el único niño que no podía comer dulces ni golosinas. En Fantasilandia con mis compañeros de curso, veía como todos tomaban Coca Cola y comían papas fritas, mientras yo tomaba jugo natural y comía verduras. Fue demasiada la burbuja. Tanto, que ahora soy malo para las frutas y verduras. Quedé chato. La primera vez que me dejaron ver tele fue a mis ocho años, porque se supone que era mala, que yo tenía que subir a los árboles y correr por el pasto todo el día. Todos los niños jugaban a los superhéroes y personajes de los monos animados y yo quedaba súper colgado y excluido. Después me pusieron en un colegio donde todos los papás criaban así a sus hijos, y todos los niños nos quejábamos de lo mismo que yo. Quedé traumado con la crianza natural extrema: la sentí como algo súper autoritario, como un fanatismo new age de mis papás. Al final, todos los extremos son malos».
204
UNA PERSONA DURA SE ABLANDA
Las sesiones de psicoterapia que más me emocionan son aquellas en las que soy testigo de cómo una persona dura se ablanda, soltando su coraza y conectándose con su lado más humano y vulnerable. No hay camino más genuino para ello que yendo a su historia de vida, a su infancia y su relación con sus padres, para comprender cómo allí se fue gestando su manera de ser en el mundo.
205
DIÁLOGO ESCUCHADO EN UN ASCENSOR O LAS DOS CARAS DE CHILE
–Hoy es día de manifestación de los pingüinos. Debieran estar estudiando estos cabros en vez de estar desordenando el tráfico en la calle. En otros tiempos había más orden en este país, ahora día por medio hay marchas por cualquier cosa. –A mí me parece excelente que los estudiantes se manifiesten: ellos son una fuerza potente de cambio en este país, donde tanto cuesta transformar este sistema que favorece solo a una minoría. Deberíamos manifestarnos todos. De hecho, yo voy saliendo a sumarme a la manifestación. Y a ti, ¿cuál de estas dos opiniones te representa más?
206
CUANDO SEA GRANDE
«Cuando sea grande, quiero vivir mi propia vida y no la vida que quieren mis papás».
207
PAPÁS SEPARADOS CULPOSOS
Andrea (48 años): «He salido con varios hombres separados que tienen hijos y a casi todos les pasa lo mismo: como se sienten culpables por el daño emocional causado a sus hijos con la separación, se vuelven padres excesivamente complacientes, casi serviles con ellos, incapaces de decirles que no».
208
ESPACIOS SIN CELULAR
Marcia (45 años): «Acordamos una regla familiar que nos cambió la calidad del tiempo compartido: sin celulares en la mesa, ni en el living, ni en el auto, al menos cuando estamos juntos».
209
HABILIDADES SOCIALES Y PSICOTERAPIA
«Cuando llegué acá, me guardaba tanto la rabia que al final terminaba explotando. Oscilaba entre los extremos: reprimir la rabia y vomitarla. Ahora siento que estoy expresando mucho mejor mis emociones. Estoy más asertivo, ni cerrado ni agresivo».
210
UNA SUEGRA POSESIVA
«Mi mamá interfirió mucho en mi primer matrimonio y yo no supe pararla. Ahora que estoy de nuevo en pareja, empecé a sentir a mi mamá de nuevo como celosa, descalificando a mi polola, tal como lo hacía con mi exmujer. Pero esta vez ya aprendí: le paré los carros y le dije que no quería que se metiera más en mi relación de pareja. Me escuchó y puso cara de asombro. Debe ser la primera vez que me animo a ponerle límites a mi mamá».
211
LIVIANDAD: SOLTAR LAS CARGAS EMOCIONALES
«Me siento más liviana, siento que me saqué un peso de encima: el peso de cumplir la expectativa de ser la hija perfecta para mis papás. Solté el perfeccionismo y ahora siento que disfruto más, que estoy más flexible y más centrada en el presente, más liberada...». La experiencia de sentirse una persona «más liviana», de haberse «liberado» de cargas emocionales que antes hacían más pesada la vida, es un testimonio habitual de quienes llegan al final de su experiencia psicoterapéutica.
212
QUÉ SIENTES QUE ESPERO DE TI?
¿
Madres y padres del mundo, pregunten a sus hijas e hijos: «¿Qué sientes tú que yo espero de ti?». Luego de que les respondan (cuando tengan la capacidad para hacerlo), pueden decirle, si así lo sienten: «Yo te amo incondicionalmente: no necesitas cumplir mis expectativas para que yo te ame». Y tú, que ahora lees estas líneas: ¿Qué sientes que tus padres han esperado de ti? ¿Has sentido de su parte alguna condición para sentirte amado o amada? ¿Ser una persona exitosa, fuerte, buena, continuar con sus intereses o proyectos, lograr lo que ellos no lograron o algún otro requisito amoroso?
213
QUIEBRE ECONÓMICO, QUIEBRE EMOCIONAL
Si algún hombre de tu familia o de tu círculo de amistades ha sufrido un quiebre económico que lo ha llevado a un quiebre emocional, si lo ves deprimido, apagado, callado o aislado, no lo dejes solo: el sentimiento de fracaso económico es una de las principales causas de la depresión masculina que puede llevar al suicidio. PD: Sin duda, lo anterior también ocurre en mujeres. Es la ideología patriarcal y machista la que hace que el mandato del éxito económico pueda ser más pesado para hombres que para mujeres.
214
3
BASES FÍSICAS DE LA SALUD MENTAL
Dormir bien, comer bien, hacer ejercicio.
215
REDUCCIONISMOS
Biologicista: «El ser humano es solo una estructura biológica». Psicologicista: «El ser humano es solo un aparato psíquico». Sociologicista: «El ser humano es solo una construcción social».
216
TERAPIA DE PAREJA: ACEPTAR LAS DIFERENCIAS
Myriam: «Hoy estuvimos hablando con Jaime antes de venir a la sesión. Nos acordamos cómo al principio cada uno creía que su propio punto de vista era el correcto y trataba de imponérselo al otro…». Jaime: «Sí, eso fue hace como diez meses atrás. Hoy los dos hemos asumido que no hay una sola forma de ver las cosas, que cada uno tiene su propia perspectiva, fruto de su propia historia, y que esa diferencia es válida y también valiosa». Myriam: «Hemos aprendido a aceptar nuestras diferencias y soltado el esfuerzo de someter al otro...». Jaime: «Obvio que igual tenemos discusiones, pero no como antes, que estábamos a punto de llegar a pegarnos».
217
UN PSICOANÁLISIS MÁS HUMANO Y DEMOCRÁTICO
Javier (33 años): «Yo venía de pasar por la experiencia de un psicoanálisis clásico, donde mi analista siempre tenía una interpretación para todo, donde él nunca se equivocaba y donde mis frecuentes rechazos a sus interpretaciones eran considerados resistencias. Llegó un momento que me cansó ese estilo autoritario y decidí buscar otra alternativa. Después de un año acá, ha sido una sorpresa encontrarme con un psicoanálisis más humano y democrático, donde mi analista no siempre tiene una respuesta o una explicación para todo, donde él admite cuando no sabe y reconoce cuando se equivoca, y donde mis puntos de vista y discrepancias son validados y considerados un aporte...».
218
CONVERSACIÓN ENTRE DOS PSICOANALISTAS
–Me gustan tus últimos libros, pero prefiero los primeros: tienen mayor peso metapsicológico. –Pucha... Ya perdí la fe en la metapsicología. Soy un psicoanalista ateo.
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EL DULCE HACER NADA
Menos niños sobrecargados y más niños con tiempo libre. Menos adultos sobrecargados y más adultos con tiempo libre. Menos énfasis en tareas o deberes y más énfasis en el derecho al descanso. No hay momento más sereno y creativo que el tiempo para estar sin hacer nada. La imaginación encuentra tierra fértil en el aburrimiento. «Il dolce far niente» o «el dulce hacer nada»: así llaman en Italia al sagrado tiempo para disfrutar del ocio y el descanso, tantas veces postergado por el loco e hiperactivo afán de nuestros días por «no perder el tiempo» y por el culposo mandato asociado de no estar «haciendo algo útil». Cuando la frase «se nota que tienes mucho tiempo libre» sea dicha como un halago sincero y no como una descalificación irónica, podremos decir que mundo se ha vuelto un lugar menos exitista, materialista y competitivo.
220
YO NO CREO EN LOS PSICÓLOGOS
¿Sabía usted que aquellas personas que dicen no creer en los psicólogos –sin que hayan tenido malas experiencias psicoterapéuticas previas– suelen ser quienes más necesitan ayuda de psicólogos? La explicación es simple: la experiencia clínica muestra con frecuencia que la expresión «yo no creía en los psicólogos» remite a la siguiente revelación: «Yo me ponía una coraza de dureza y escepticismo por temor a conectarme con todo el sufrimiento que había guardado durante tantos años...». Detrás de un adulto duro, suele esconderse un niño asustado.
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Table of Contents Cubierta Portada Créditos A manera de prólogo… Mi encuentro con mi propio niño herido: testimonio de un derrumbe emocional Los sanadores heridos: de la sobreadaptación a la resignificación Los 10 mandamientos del psicoanalista ortodoxo Principios terapéuticos para un psicoanálisis 2.0 Consejos a los psicoanalistas del futuro (y del presente también) Diagnóstico y tratamiento en mi práctica como psicoterapeuta Contexto, afecto e influencia recíproca en psicoterapia La historia no contada de Claudia ¿Por qué no me quieres? Vida en pareja: cuando lo «obvio» no es obvio Paracaídas emocional Inestabilidad ¡Sea infeliz en 5 sencillos pasos! La vida de Emilse: de abandonos y mentiras Sábado en la noche Mensaje de agradecimiento Resignificación de la debilidad y la fortaleza en palabras de una adolescente de catorce años El principito en cuarto medio Lo esencial es invisible a la PSU. Suelto, luego cambio Crianza (des)conectada Crisis de pánico: vivir con freno de mano Padre Nuestro Botar la mierda En busca del tiempo perdido La psicoterapia como emancipación ¿Qué nos hace felices? Ser padres Machismo en la familia chilena: 10 personas, 10 testimonios Favor no robar infancia ni juventud Acompañamiento parental La creatividad según Violeta Si es millonario, es bueno No confundir Deportes y patriarcado 222
Amar en 5 palabras Dar lugar a la diferencia. Mensaje a las abuelas y los abuelos Yo quería una guagua del otro sexo,pero saliste tú Separación y pánico escénico Una mañana en Buenos Aires Impenetrable Represión de la rabia e impotencia masculina Amar a los hijos por lo que son y no por lo que hacen Culpa, responsabilidad y reparación Días largos, años cortos Los amigos como sustitutos de los hermanos Tú no eres un hombre malo Paranoia reactiva Comprender la historia Depresión versus tristeza Apego seguro en la adolescencia Un cuento Sufí Quejas (otro cuento Sufí) Esteban o el sentido de la depresión ¿Conexión onírica, sincronía o azar? No hay insight express Carta a una persona abusada Soltar la lealtad a la madre muerta Los pañuelos y el basurero La parentalidad y sus caminos 7 Sinónimos de psicoterapia Viaje al interior Cultivar la amistad Receta para fracasar en el amor Miedo al amor y abandono infantil No hay momento presente sin pasado sanado Yo me acepto Amor y disciplina en la crianza Depresión: adiós al superhéroe Depresión y crisis de pánico: dos alarmas dolorosas Celos infantiles El valor de alentar en psicoterapia Sexo por amor Migraña: cuando contener las emociones se vuelve un dolor de cabeza Si no me aman, es porque no merezco amor No pertenezco De piedra a plasticina 223
Personalidad y psicoterapia Todos los hombres son infieles Amanda y el problema del mal Vida en pareja y círculos viciosos ¿Qué les dirías a tus papás hoy? Claudio, el patito feo Daniel, el hombre invisible Antonia roba monedas de amor Soltar la sobreexigencia La psicoterapia como deconstrucción biográfica Depresión: tragarse la mierda Marcelo o los tres tipos de conocimiento emocional en psicoterapia Acompañamiento terapéutico madre–hija en etapa de nido vacío Te postergarás por los demás Julio o la necesidad de parar Reflexión en el teatro Hijo bastón El duelo durmiente El terapeuta interior Cambiar el patrón De piano, fútbol y yoga Trabajo y vida Paradoja del aprendizaje Cura por amor José Luis, de robot a persona De psicoterapia y de fútbol Psicoanálisis y terapia de pareja Palmadas y ducha fría «Yo no me traumé» Maltrato infantil: el infierno puertas adentro Del ideal de la autonomía al reconocimiento de la interdependencia Conexión emocional antes que corrección conductual Abuso sexual infantil en Chile: 10 datos Relación con los hijos: más amor y menos sobreexigencia Un acto revolucionario Carlos, Rosa Y Rosita: una familia chilena De escrituras y gestaciones A estos cabros les faltaron correazos Mamá con hijo adolescente Sentirse desplazada 3 Ingredientes para una buena vida sexual en pareja De corduras y locuras 224
Aportes de la psicoterapia Estorbar El caballero de la armadura de acero y el niño invisible Trauma infantil, desarrollo emocional y psicoterapia ¿Cuándo termina una psicoterapia? Miedo a caer al vacío Infertilidad emocional Jubilar al hijo complaciente Dejar de repartirse a los hijos Rocío, veterinaria Adolescencia: crecer, no adolecer Sea un mal padre o una mala madre en dos sencillos pasos La regla implícita del silencio en la familia Depresión adolescente Idealización, disociación, depresión: la sombra del suicida Psicología escolar Yo seré el bebé que ustedes anhelan Bruxismo: cuando la rabia va por dentro El hijo bufón Me gustaría volver a ser feliz como antes Carta al padre Dios padre No A la cabeza de la familia Machismo, feminismo y terapia de pareja Mamá menos aprehensiva, papá menos distante Pánico escénico El enigma del llamado Andrés o las secuelas del maltrato psicológico Abuso sexual: traumas múltiples Hulk va al psicólogo Pareja: amigos con ventaja Los niños no cuidan a los padres Ciclo menstrual, ciclo emocional ¿Quién mierda diseñó esta vida? Cuando pedir ayuda es un problema El dolor invisible de la adultez 3 Influencias del capitalismo en la vida cotidiana 3 alternativas: consuma menos, trabaje menos, tenga más tiempo libre. La vida completa Una paradoja parental Trastorno de personalidad 225
Contener a la madre que contiene Vale y Lulú Josefina y la disociación Los hijos «perfectos» Terapia de pareja Los hijos de cristal La dificultad de cobrar La comunicación relacional implícita de las escenificaciones en psicoterapia El mensaje de las pataletas Contención emocional, no domesticación conductual Soy mis fracasos Hogar emocional Crianza respetuosa: la nueva moda de los psicólogos infantiles Mundo imaginario Del sometimiento a la dificultad para pedir ayuda Me contienen, luego me contengo Niños viejos chicos (niños sobreadaptados) 3 «Argumentos» parentales adultocéntricos y autoritarios Psoriasis: alarma en la zona de contacto Hija, tú lo provocaste Desactivar la madre interna o el padre interno El niño azotado que soñaba ser artista Por un Chile más feliz Monstruo o ángel Manuel y la coca Dibujo libre y dibujo opuesto en psicoterapia con adultos Crianza natural extrema Una persona dura se ablanda Diálogo escuchado en un ascensor o las dos caras de Chile Cuando sea grande Papás separados culposos Espacios sin celular Habilidades sociales y psicoterapia Una suegra posesiva Liviandad: soltar las cargas emocionales ¿Qué sientes que espero de ti? Quiebre económico, quiebre emocional 3 Bases físicas de la salud mental Reduccionismos Terapia de pareja: aceptar las diferencias Un psicoanálisis más humano y democrático Conversación entre dos psicoanalistas 226
El dulce hacer nada Yo no creo en los psicólogos
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Índice Cubierta Portada Créditos A manera de prólogo… Mi encuentro con mi propio niño herido: testimonio de un derrumbe emocional Los sanadores heridos: de la sobreadaptación a la resignificación Los 10 mandamientos del psicoanalista ortodoxo Principios terapéuticos para un psicoanálisis 2.0 Consejos a los psicoanalistas del futuro (y del presente también) Diagnóstico y tratamiento en mi práctica como psicoterapeuta Contexto, afecto e influencia recíproca en psicoterapia La historia no contada de Claudia ¿Por qué no me quieres? Vida en pareja: cuando lo «obvio» no es obvio Paracaídas emocional Inestabilidad ¡Sea infeliz en 5 sencillos pasos! La vida de Emilse: de abandonos y mentiras Sábado en la noche Mensaje de agradecimiento Resignificación de la debilidad y la fortaleza en palabras de una adolescente de catorce años El principito en cuarto medio Lo esencial es invisible a la PSU. Suelto, luego cambio Crianza (des)conectada Crisis de pánico: vivir con freno de mano Padre Nuestro Botar la mierda 228
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En busca del tiempo perdido La psicoterapia como emancipación ¿Qué nos hace felices? Ser padres Machismo en la familia chilena: 10 personas, 10 testimonios Favor no robar infancia ni juventud Acompañamiento parental La creatividad según Violeta Si es millonario, es bueno No confundir Deportes y patriarcado Amar en 5 palabras Dar lugar a la diferencia. Mensaje a las abuelas y los abuelos Yo quería una guagua del otro sexo,pero saliste tú Separación y pánico escénico Una mañana en Buenos Aires Impenetrable Represión de la rabia e impotencia masculina Amar a los hijos por lo que son y no por lo que hacen Culpa, responsabilidad y reparación Días largos, años cortos Los amigos como sustitutos de los hermanos Tú no eres un hombre malo Paranoia reactiva Comprender la historia Depresión versus tristeza Apego seguro en la adolescencia Un cuento Sufí Quejas (otro cuento Sufí) Esteban o el sentido de la depresión ¿Conexión onírica, sincronía o azar? 229
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No hay insight express Carta a una persona abusada Soltar la lealtad a la madre muerta Los pañuelos y el basurero La parentalidad y sus caminos 7 Sinónimos de psicoterapia Viaje al interior Cultivar la amistad Receta para fracasar en el amor Miedo al amor y abandono infantil No hay momento presente sin pasado sanado Yo me acepto Amor y disciplina en la crianza Depresión: adiós al superhéroe Depresión y crisis de pánico: dos alarmas dolorosas Celos infantiles El valor de alentar en psicoterapia Sexo por amor Migraña: cuando contener las emociones se vuelve un dolor de cabeza Si no me aman, es porque no merezco amor No pertenezco De piedra a plasticina Personalidad y psicoterapia Todos los hombres son infieles Amanda y el problema del mal Vida en pareja y círculos viciosos ¿Qué les dirías a tus papás hoy? Claudio, el patito feo Daniel, el hombre invisible Antonia roba monedas de amor 230
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Soltar la sobreexigencia La psicoterapia como deconstrucción biográfica Depresión: tragarse la mierda Marcelo o los tres tipos de conocimiento emocional en psicoterapia Acompañamiento terapéutico madre–hija en etapa de nido vacío Te postergarás por los demás Julio o la necesidad de parar Reflexión en el teatro Hijo bastón El duelo durmiente El terapeuta interior Cambiar el patrón De piano, fútbol y yoga Trabajo y vida Paradoja del aprendizaje Cura por amor José Luis, de robot a persona De psicoterapia y de fútbol Psicoanálisis y terapia de pareja Palmadas y ducha fría «Yo no me traumé» Maltrato infantil: el infierno puertas adentro Del ideal de la autonomía al reconocimiento de la interdependencia Conexión emocional antes que corrección conductual Abuso sexual infantil en Chile: 10 datos Relación con los hijos: más amor y menos sobreexigencia Un acto revolucionario Carlos, Rosa Y Rosita: una familia chilena De escrituras y gestaciones A estos cabros les faltaron correazos 231
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Mamá con hijo adolescente Sentirse desplazada 3 Ingredientes para una buena vida sexual en pareja De corduras y locuras Aportes de la psicoterapia Estorbar El caballero de la armadura de acero y el niño invisible Trauma infantil, desarrollo emocional y psicoterapia ¿Cuándo termina una psicoterapia? Miedo a caer al vacío Infertilidad emocional Jubilar al hijo complaciente Dejar de repartirse a los hijos Rocío, veterinaria Adolescencia: crecer, no adolecer Sea un mal padre o una mala madre en dos sencillos pasos La regla implícita del silencio en la familia Depresión adolescente Idealización, disociación, depresión: la sombra del suicida Psicología escolar Yo seré el bebé que ustedes anhelan Bruxismo: cuando la rabia va por dentro El hijo bufón Me gustaría volver a ser feliz como antes Carta al padre Dios padre No A la cabeza de la familia Machismo, feminismo y terapia de pareja Mamá menos aprehensiva, papá menos distante Pánico escénico 232
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El enigma del llamado Andrés o las secuelas del maltrato psicológico Abuso sexual: traumas múltiples Hulk va al psicólogo Pareja: amigos con ventaja Los niños no cuidan a los padres Ciclo menstrual, ciclo emocional ¿Quién mierda diseñó esta vida? Cuando pedir ayuda es un problema El dolor invisible de la adultez 3 Influencias del capitalismo en la vida cotidiana 3 alternativas: consuma menos, trabaje menos, tenga más tiempo libre. La vida completa Una paradoja parental Trastorno de personalidad Contener a la madre que contiene Vale y Lulú Josefina y la disociación Los hijos «perfectos» Terapia de pareja Los hijos de cristal La dificultad de cobrar La comunicación relacional implícita de las escenificaciones en psicoterapia El mensaje de las pataletas Contención emocional, no domesticación conductual Soy mis fracasos Hogar emocional Crianza respetuosa: la nueva moda de los psicólogos infantiles Mundo imaginario 233
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Del sometimiento a la dificultad para pedir ayuda Me contienen, luego me contengo Niños viejos chicos (niños sobreadaptados) 3 «Argumentos» parentales adultocéntricos y autoritarios Psoriasis: alarma en la zona de contacto Hija, tú lo provocaste Desactivar la madre interna o el padre interno El niño azotado que soñaba ser artista Por un Chile más feliz Monstruo o ángel Manuel y la coca Dibujo libre y dibujo opuesto en psicoterapia con adultos Crianza natural extrema Una persona dura se ablanda Diálogo escuchado en un ascensor o las dos caras de Chile Cuando sea grande Papás separados culposos Espacios sin celular Habilidades sociales y psicoterapia Una suegra posesiva Liviandad: soltar las cargas emocionales ¿Qué sientes que espero de ti? Quiebre económico, quiebre emocional 3 Bases físicas de la salud mental Reduccionismos Terapia de pareja: aceptar las diferencias Un psicoanálisis más humano y democrático Conversación entre dos psicoanalistas El dulce hacer nada Yo no creo en los psicólogos 234
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