Ultimas Operaciones Del Ejercito Constitucional

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EJERCITO CONSTITUCIONAL PARTES OFICIALES DE LAS BATALLAS DE

CONCÓN Y LA PLACILLA

AGOSTO 2 1 - 2 8 DE 1 8 9 1

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S A N T I A G O DE CHILE IMPKENTA NACIONAL, CALLE DE LA MONEDA, N,° 112 1892

10.40 8

PARTE OFICIAL DEL

CMUnUR II JEFE »111ÉIII0 tiSflWIOIAl SEÑOR MINISTRO DE LA GUERRA:

Paso á dar cuenta á US. de las operaciones militares llevadas á cabo por el ejército constitucional, bajo mis órdenes, durante la campaña de ocho días que principió el 20 de agosto próximo pasado con el desembarco de las fuerzas expedicionarias en el puerto de Quintero y subsiguiente victoria de Concón, y terminó con la victoria de la Placilla y ocupación de Valparaíso, dando por final resultado el derrocamiento de la dictadura, entronizada en Chile el día 1.° de enero del presente año, y el feliz restablecimiento del orden legal y constitucional de la República. En cuanto á los detalles circunstanciados de aquellas operaciones, US. los encontrará minuciosamente explicados en el prolijo y luminoso parte adjunto del Estado Mayor General y en los planos anexos al mismo.

I Se sabe cómo se pasaron los primeros meses del año en aquella ruda y porfiada lucha que terminó en Pozo Álmonte y dio por resultado la posesión de la provincia de Tarapacá y la subsiguiente ocupación de las provincias de Antofagasta, de Tacna y de

— .4 — Atacania por nuestras fuerzas. Por eso, solo á mediados de mayo pudo emprenderse la formal organización del ejército constitucional, improvisado en el norte y destinado á operar en el centro de la República, centro también del poder dictatorial, sin embargo de que aquella organización no pudo eficazmente acelerarse y completarse sino cuando la feliz llegátía del transporte Maipo llevó á Iquique armas y municiones, de que carecíamos, en los primeros días de julio, con lo que los preparativos de la expedición entraron en un período de grande actividad. Fué una fortuna para la causa constitucional la incorporación en nuestro ejército del ilustrado profesor de nuestras Academia de guerra y Escuela militar, don Emilio Körner, hacia mediados de mayo. Con el modesto título de Secretario del Estado Mayor General, asimilado al empleo de coronel, desempeñó en realidad el señor Körner, desde aquella época hasta el final de la campaña, las funciones propias de jefe del Estado Mayor General. Con sus vastos conocimientos militares y con su incansable laboriosidad, fué el señor Körner un poderoso auxiliar, que prestó muy distinguidos servicios á la buena y rápida organización de nuestro ejército y á su conveniente disciplina. El mismo dio, en Iquique y en Copiapó, á los señores jefes y oficiales interesantes conferencias sobre diversas materias del arte militar; y bajo su dirección, se hicieron diagramas para la mejor comprensión del orden disperso de combate, cuya enseñanza se había implantado' en nuestro' ejército, según una cartilla desprovista de láminas, y se levantaron cartas de los puertos y de las regiones que podían ser teatro de nuestras futuras operaciones. Iniciado, por fin, desde Iquique, el movimiento de las diversas brigadas y completado en lo posible el reclutamiento en la provincia de Atacama, se embarcaron aquéllas en los puertos de Caldera y de Huasco, en la forma y tiempo indicados en el parte del Estado Mayor General. Á los cuatro días de feliz navegación, arribó la expedición al puerto de Quintero en la mañana del 20 de agosto, y el mismo día, con rapidez verdaderamente notable, atendida la deficiencia de nuestros elementos de desembarque, tomó allí tierra el ejército expedicionario, fuerte de 9,284 hombres.

— 5 — Cabe observar en esta parte que, ni durante aquel día en Quintero, ni durante la marcha subsiguiente hasta las márgenes del río Aconcagua, tuvimos noticia alguna autorizada que nos permitiera conocer el número ó la situación del enemigo, ignorándose si, mediante la prevenida cortadura de telégrafos y ferrocarriles, se habría ó nó impedido la concentración en nuestra contra de diversas divisiones del ejército dictatorial. Todo lo que sobre éste supimos fué que fuerzas militares, más ó menos considerables, se divisaban en las alturas que dominan el Aconcagua por el sur, noticia vagamente comunicada en Quintero por ignorantes campesinos de aquellas localidades. Debimos, sin embargo, presumir que aquella concentración se efectuaría en gran parte, pues la oficina telegráfica en aquel puerto funcionó hasta el momento en que la escuadra se puso á la vista, lo que permitía creer que telégrafos y ferrocarriles se mantenían corrientes, y que, á lo menos, las divisiones dictatoriales de Valparaíso y de Santiago, noticiadas instantáneamente de nuestro desembarque, no dejarían de operar su inmediata reunión, que fué lo que sucedió. Á medida que desembarcaban, nuestras brigadas se organizaban en la ribera é inmediatamente se ponían en marcha, conforme á la orden que al efecto di. El plan de operaciones expuesto en el parte del Estado Mayor separaba una de otra las brigadas más de lo conveniente, á mi juicio, para que, en caso necesario, pudieran mutuamente protegerse. Aquel plan era sin duda perfectamente estratégico, calculado para grandes mazas de ejércitos, respecto de las cuales, poco significan relativamente las distancias, pudiendo una gruesa división, de 100,000 hombres, por ejemplo, detener por dos ó tres días á un ejército tres veces más numeroso, al paso qué 3,000 no podrían intentar detener á 9,000 sin exponerse á un probable fracaso. Por eso, creí inaplicable aquel plan á nuestras circunstancias, y por lo mismo, ordené que desde Quintero nuestras brigadas marcharan hacia el sur, como marcharon, guardando las convenientes distancias, en la forma siguiente: La 1. á las órdenes del teniente coronel don J. Aníbal Frías, a

tomó el camino de la costa, protegida por la escuadra, para pasar el río Aconcagua por el vado vecino á su desembocadura, en Con-

— 6 — con Bajo. La 2. , á las órdenes del coronel don Salvador Vergara, y la 3. , á las del teniente coronel don Enrique del Canto, siguieron escalonadas, á un kilómetro de distancia entre ambas, el camino que conduce á Colmo para cruzar en ese punto el río por el vado de Concón Alto. a

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Fué una circunstancia afortunada, que debía influir en el feliz éxito de la próxima batalla, la de haberse extraviado en la marcha nocturna dos cuerpos de la 3. brigada, los cuales, en vez de seguir el camino de Colmo, siguieron el de la costa y fueron así á reforzar las fuerzas de la 1. brigada, destinadas á iniciar y sostener el combate en la maflana siguiente. a

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La presencia del enemigo al sur del río, detuvo, al norte de éste, la marcha de nuestras tropas. II

Corre en esa parte el Aconcagua por entre dos cadenas de cerros de 150 á 200 metros de altura, que dejan entre sí un estrecho y descubierto valle de 600 á 800 metros de ancho. En la mañana del 21 de agosto, el ejército dictatorial aparecía ocupando las alturas meridionales, desde las cuales dominaba el valle, y extendía sus posiciones formando una línea como de cuatro kilómetros, entre Concón Alto, frente á Colmo, y Concón Bajo, cerca del mar. Segán cálculos, confirmados posteriormente, contaba con cinco regimientos de línea de 1,000 plazas cada uno, y con diez batallones de guardias nacionales movilizadas de 500 plazas cada uno, fuera de caballería y artillería, entre las cuales habría más de 1,500 hombres, con lo que el ejército enemigo pasaba de 11,000 soldados, bien armados, bien pertrechados, con poderosa artillería de campaña y de montaña, con ametralladoras y con numerosa y descansada caballería. Las fuerzas constitucionales, que ocuparon las alturas de la margen septentrional del río, solo alcanzaban, como he dicho, á 9,284 hombres, muchos de los cuales se habían incorporado en los quince días que precedieron á la expedición, careciendo, por lo tanto, 'de toda preparación militar. Estaban todos casi rendidos

por el sueño y el cansancio, después de una noche de marcha forzada de más de 25 kilómetros, y carecían también de recursos á la mano, como que la falta de vehículos y de bestias de carga había hecho dejar atrás, en Quintero, parque y bagajes. De artillería solo teníamos pocas piezas de montaña y no más de seis ametralladoras, sacadas de la escuadra, al mando de un teniente 1." de la armada. En tales condiciones, era aventurado por nuestra parte emprender el ataque de las excelentes posiciones elegidas por el enemigo, para lo cual, era además forzoso cruzar el correntoso río con el agua á la cintura ó al pecho de nuestros soldados, bajo el fuego de la fusilería dictatorial, atravesar de este modo al descubierto el valle, y trepar en seguida, de frente y por los flancos, las alturas coronadas por el enemigo. Sin embargo, era preciso hacerlo. Atendidos el tiempo y la estación, era de temerse una lluvia. Para hombres sin abrigo ni amparo posibles, aclimatados á los calores y la sequedad del norte, una lluvia de algunas horas habría sido desastrosa, á lo cual se agregaría, en caso de permanecer en nuestras posiciones, la falta de rancho, pues las provisiones habían quedado á bordo en Quintero, después de dar allí á cada hombre una doble ración de víveres secos. Finalmente, la paralización en aquel punto haría indefectiblemente decaer el espíritu y la energía moral de los entusiastas soldados constitucionales, notando que sus jefes parecían arredrados á la primera vista del enemigo. En estas circunstancias, rotos ya desde temprano por una y otra parte, al través del valle, los fuegos de artillería, llegó á las alturas de Colmo, donde estaban nuestra ala izquierda y el Cuartel General, como á las 10 A. M., uno de los ayudantes del Estado Mayor, y me comunicó que la 1. brigada, cerca de la cosa

ta, se hallaba sustraída á la vista del enemigo, teniendo al frente un excelente vado, que permitía pasar por allí el río con relativa facilidad. En consecuencia, ordené que el coronel Korner reconociera la posición de aquella 1. brigada, y atacara con ella, si era posible, a

el flanco izquierdo del enemigo, pasando al efecto el río por Concón Bajo. En tal caso, debería yo pasarlo por Concón Alto y ata-

— 8 — car con las otras dos brigadas, de frente, el ala derecha del ejército dictatorial. Serían las 11.30 A. M. cuando sentí, lejos, á nuestra derecha, la ruptura de los fuegos de infantería, lo que me reveló que ya había emprendido el ataque la 1. brigada por el flanco izquierdo enemigo, cosa que no tardó en ratificarme la llegada del distinguido ayudante del Cuartel General don Juan Antonio Orrego González, quien, de orden mía, se había dirigido á las posiciones de aquella brigada, con encargo de traerme oportuno aviso del ataque concertado. La batalla de Concón había principiado. a

Á dicha hora, el coronel Vergara, que ya ocupaba con su 2. brigada posiciones convenientes hacia nuestra izquierda, ordenó que el regimiento Chañaral atravesara el río por donde pareciera mas fácil y avanzara, inclinándose á la derecha para servir de contacto á la 1. brigada y poder reforzarla en caso necesario. En consecuencia, dirigido por el mismo señor coronel Vergara, pasó el Chañaral el río por el vado de Verdejo. Los otros cuerpos de la misma brigada recibieron la orden de pasarlo en las proximidades, por donde fuera más conveniente, cuidando de evitar, en lo posible, los nutridos fuegos del enemigo. Hiciéronlo así el regimiento Valparaíso y el batallón Huasco, por el vado situado á la izquierda, frente á Colmo, no haciendo lo mismo desde luego el regimiento Atacama porque, segím me lo representó su comandante tenía orden del jefe de la brigada para cruzar el río por el mismo punto en que lo había cruzado el Chañaral; pero, como este punto quedaba demasiado distante hacia la derecha, y no podía, por lo mismo, cumplirse aquella orden con seguros buenos resultados, dispuse que el Atacama cruzara también el río por el vado de Colmo. a

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Á ese tiempo, la batalla se había hecho general, aunque por nuestra parte la sostenían solas la 1. y la 2. brigadas, viniendo todavía la 3. en camino de Quintero. Para que forzara su marcha y acelerara principalmente la de los batallones núms. 1 y 3 de artillería, despaché diversos emisarios. Con efecto, no tardaron mucho en llegar á Colmo aquellos dos batallones, los cuales, unidos al núm. 2 de artillería, que desde la mañana hacía fuego en conveniente posición, protegieron la infantería en el paso del río, a

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auxiliados en parte por algunas ametralladoras de la sección de marina. No faltaron en aquellas difíciles circunstancias momentos de indecisión por parte de nuestras tropas, que, cruzando penosamente el río y el valle, bajo el nutridísimo fuego de la infantería enemiga, se vieron dos ó tres veces detenidas en sus renovados intentos de avance sobre las casi inespugnables posiciones de aquélla. Por otra parte, al paso que, según pudo notarse, las tropas dictatoriales, con su parque á la mano, se amunicionaron varias veces, arreciando otras tantas sus fuegos, sucedió que las municiones comenzaron á escasear á las nuestras. La situación llegó á hacerse crítica; pero, no duró mucho así. Las municiones de los que caían eran recogidas y distribuidas entre los combatientes. La llegada de los últimos cuerpos de la 3.

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brigada y su vigorosa entrada en acción por nuestra izquierda, coincidieron felizmente con el oportuno y atrevido avance de la 1.

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brigada y demás tropas que, dirigidas por el valeroso coronel Kórner, atacaban el flanco izquierdo enemigo y lo arrollaban sobre la derecha del mismo, auxiliadas aquéllas oportuna y eficazmente por certeros disparos de la escuadra. Aquella feliz combinación modificó la situación, tornándola francamente favorable á nuestra parte. Las ventajosas posiciones que con toda enerjía tomaron en la altura dos compañías del regimiento Esmeralda hasta dominar el flanco derecho dictatorial, y el vigoroso impulso desplegado por nuestras tropas en sus dos alas, decidieron la suerte de la jornada. A las 4 P. M., después de cuatro horas y media de porfiado combate, el enemigo, totalmente derrotado, huyó en completa dispersión, dejando el campo sembrado de muertos y heridos, y abandonadas en él su artillería y gran cantidad de armas y municiones. Nuestra caballería persiguió á los fugitivos: los escuadrones Libertad y Carabineros, por nuestra izquierda; los Guías y Lanceros, por nuestra derecha. El número de prisioneros, sin contar oficiales y jefes, pasó de 1,500, los más de los cuales solicitaron y obtuvieron su ingreso á los cuerpos de nuestro ejército, protestando que solo la violencia 2

— 10 — y la fuerza habían podido obligarlos á formar en las filas dictatoriales. No ha sido posible obtener datos precisos á cerca del número de bajas del enemigo en la batalla de Concón; pero, según cálculos aproximados y con referencia solo á individuos de tropa, puede estimarse aquél en cerca de 1,700, distribuidos, más ó menos, por mitades entre muertos y heridos. Para calcular la inmensidad del desastre, baste decir que, según fidedignas informaciones posteriores, de los restos deshechos de aquel soberbio ejército dictatorial de 11,000 ó más soldados, sus vencidos generales, Barbosa y Alcérreca, á penas pudieron reunir como 3,000. Aquella espléndida victoria nos ocasionó sensibles pérdidas, si bien, inferiores á las del enemigo, y muy inferiores á las que debían naturalmente esperarse, atendidas las desventajosas condiciones en que, por nuestra parte, se empeñó y se sostuvo la batalla. Muertos, tuvimos: 2 jefes, 17 oficiales y 197 individuos de tropa. Heridos: 4 jefes, 45 oficiales y 482 de tropa. Desaparecidos: 122 de tropa, de los cuales muchos fueron, sin duda, los ahogados en los pasos del río. Total de bajas del ejército constitucional: 869. III Tal fué la brillante victoria de Concón. Si al día siguiente no llegó el vencedor hasta entrar á Valparaíso, ello se debió á la falta de municiones, principalmente para los cuerpos armados de fusil Mannlicher, los cuales no tenían .más de diez tiros por hombre; falta desgraciadamente insubsanable por el momento, pues el parque no pudo, como antes he dicho, acompañar al ejército. Dejando á los cirujanos de cuerpos y ambulancias y á los capellanes continuar prestando en Concón sus humanitarios servicios á los heridos de uno y otro ejército, avanzó el constitucional como 10 kilómetros en dirección á Viña del Mar, puerta de Valparaíso, y á medio día del 22 de agosto, acampó en el lugar de Reñaca, á fin de reorganizar sus unidades, de dar a la tropa algún descanso y alimento, que harto necesitaba, y de esperar que llegasen las municiones pedidas á Quintero, sin las cuales era de todo punto imposible el avance sobre Valparaíso.

Provisto, por fin, el ejército de municiones, aunque no muy ' abundantes, despachadas de á bordo de la escuadra por la caleta de Concón, se dispuso que se atacaría á Viña del Mar y á los fuertes que defienden á Valparaíso por esa parte, hasta ocupar aquella plaza. El ataque debía emprenderse al amanecer del día 23, para lo cual se había reconocido la posición que tomaría la artillería y señalado la dirección que debían llevar la 2. y la 3. brigadas, encargadas de atacar sucesivamente. a

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Sucedió que, durante toda la noche del 22 al 23, se sintió en Reñaca continuo movimiento de trenes del lado de Viña del Mar, y que, al amanecer del 23, pudieron en su marcha los jefes de aquellas brigadas convencerse dé que aquellos trenes conduelan numerosos cuerpos de tropas dictatoriales, que iban tomando, y muchos habían tomado ya, excelentes posiciones, sobre las alturas situadas á la espalda de Viña del Mar. Se sabe que esos cuerpos formaban la división dictatorial de Concepción, aumentada con otros de los puntos intermedios. Los telégrafos y los ferrocarriles, perfectamente corrientes en toda su extensión, desde Talcahuano hasta Valparaíso, habían permitido á la dictadura concentrar, en menos de 40 horas, un nuevo ejército, más numeroso que el vencido en Concón. Los jefes de la 2. y de la 3. brigadas, ante aquella imprevista y difícil situación, resolvieron, de común acuerdo, no emprender el ataque ordenado, dando cuenta de lo ocurrido, resolución que hubo de ser aprobada. a

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No era ya posible, con efecto, el ataque por aquella parte. Á las dificultades nacidas del número y posiciones del enemigo, no bien conocidos, se agregaban las circunstancias de que, para llegar al objetivo, era forzoso pasar sobre la población de Viña del Mar, tomar los fuertes vecinos y penetrar en Valparaíso violentamente. Sobre ser todo ello no poco peligroso para nuestras armas, sería en todo caso desastroso para aquellas ciudades, como que son sabidos é inevitables los funestos efectos que, para la disciplina y la moralidad de un ejército y para la seguridad de las poblaciones, produce la ocupación de éstas á viva fuerza ó luego después de una batalla dada en sus cercanías; y nosotros no podíamos olvidar que Viña del Mar y Valparaíso son ciudades chilenas! * %

— 12 — En consecuencia, después de un estéril cañoneo á la vista y por encima de la población de Viña del Mar,, entre nuestra artillería y la artillería del ejército enemigo en combinación con la del fuerte Callao, y de otro cañoneo, igualmente estéril, entre los fuertes del norte de Valparaíso y algunos buques de la escuadra, en la cual se creía con eso cooperar al ataque dispuesto para el 23, nuestro ejército, no poco desalentado, volvió en la tarde dé ese día al campamento de la Reñaca. No era conveniente ni posible permanecer allí más tiempo en la inacción. Para proveer de víveres y de recursos al ejército y para interrumpir la comunicación por ferrocarril entre Santiago y Valparaíso, interponiéndonos entre ambas ciudades, resolví ocupar el día siguiente la población de Quilpué, lo que se ejecutó. Tenía este movimiento el inconveniente notorio de apartarnos del contacto con la escuadra, base hasta entonces de nuestras operaciones y recursos, y amparo en caso de una posible retirada; pero, tenía también la incuestionable ventaja de inducir al enemigo á dejar sus inespugnables posiciones de Viña del Mar, sea que se moviera en persecución de nuestro ejército hacia Quilpué, temeroso de nuestra posible marcha contra la desguarnecida capital, sea que forzosamente se moviera para cerrarnos en la Plaeilla el camino de Valparaíso, si llegábamos á tomar esa dirección. En el primer evento, lo esperaríamos en ventajosas posiciones; en todo caso, evitaríamos las horrorosas consecuencias de una batalla dada en las vecindades ó en las calles de aquella ciudad. Cortada la línea férrea en el puente de las Cucharas, entre Viña del Mar y Quilpué, y ocupada esta población el 24 de agosto, el ejército permaneció en ella todo el día siguiente, detenido con motivo de un-reconocimiento enviado hacia Limache y de una lluvia que cayó en la tarde y en las primeras horas de la noche. En Quilpué dejé definitivamente desechado el proyectado ataque por Viña del Mar, y después de madura deliberación adopté un plan de operaciones, según el cual, marcharía el ejército desde Quilpué hacia el sur por el camino de Marga-Marga hasta la hacienda de las Palmas, y tomaría en seguida hacia el poniente el camino de las Cadenas hasta llegar al llano de Peñuelas y lugar de la Plaeilla, por donde va el antiguo camino que por el Alto del

— 13 — Puerto conduce á Valparaíso, á espaldas de los cerros de Viña del Mar. En ejecución de este plan, abandonamos á Quilpué al amanecer del 26 de agosto, y á medio día, acampamos en las Palmas, donde se nos incorporó el escuadrón de Húsares, escapado de la guarní ción dictatorial de Limache, con 14 jefes y oficiales y 310 hombres de tropa, al mando del sargento mayor don Tulio Padilla. En la tarde de aquel día, tomadas las convenientes medidas de seguridad, emprendimos la marcha hacia las Cadenas, calculando que la batalla se daría en la mañana siguiente; pero, llegó luego la noche, fría y tenebrosa: en medio de la oscuridad, tenían nuestros soldados que marchar silenciosamente, por senderos boscosos y quebrados, cruzando arrollos y terrenos cenagosos. Rendidos de sueño y de fatiga, muchos quedaron rezagados, dormidos entre los árboles. Fué aquélla la marcha más penosa de toda la campaña. Ella nos obligó á postergar un día más la batalla. Sin embargo, durante esa triste noche, nuestra caballería, á las órdenes del comandante don Rodolfo O valle, sorprendió una partida del regimiento dictatorial de Cazadores á caballo compuesta de tb hombres, á quienes hizo prisioneros. Con escepción de 12 ó 14, todos los demás solicitaron y obtuvieron su incorporación al ejército constitucional. El día 27 se acampó en las Cadenas, donde fueron reincorporándose los rezagados de la noche precedente, y donde todos comieron y durmieron. Los ánimos se habían recobrado y el entusiasmo renacido con la espectativa de la batalla que, á la mañana siguiente, se daría indefectiblemente en los vecinos campos de la Placilla, á 10 kilómetros de distancia. En las alturas de aquélla, había la víspera elegido el enemigo posiciones inmejorables, después de abandonar las que antes ocupaba sobre Viña del Mar. IV Cierra por el norte el llano de Peñuelas un cordón de cerros con algunos contrafuertes de aguda cresta, en forma de cuchilla,

— laque avanzan hacia el sur, bajando hasta perderse en el llano. Al pié de aquellos cerros están las casas de la Placilla, y por el lado de éstas, sube, en dirección al noroeste, el antiguo camino carretero que de Santiago conduce al Alto del Puerto y á Valparaíso.En las alturas de aquellos cerros, con frente al sur, y abarcando un espacio de 3 á 4 kilómetros, estendía su línea de combate el ejército dictatorial, á uno y á otro lado del indicado camino carretero. Al oriente de éste, sus posiciones dominaban una serie de boscosas quebradas de difícil atravieso. Un poco al poniente del mismo, la derecha enemiga ocupaba la parte superior de uno de los expresados contrafuertes, por cuya cresta o cuchilla se dibuja otro camino, más angosto y menos traficado que el anteriormente indicado. Según informaciones fidedignas obtenidas en Reñaca y confirmadas en Quilpué por una comisión de distinguidos caballeros, que allí contaron prolijamente el número de carros con tropas que pasaban en cada tren y el número de hombres que contenia cada carro, puede establecerse que el ejército dictatorial reunido en las alturas de la Placilla no bajaba de 14,000 hombres. El ejército constitucional, que iba á atacarlo en las ventajosas posiciones descritas, no pasaba de 10,000, tomadas en cuenta las bajas de Concón y las incorporaciones do dictatoriales verificadas después de aquella batalla y en las Palmas. Reconocidas el 27 de agosto las posiciones enemigas, provoqué una reunión de nuestros jefes de brigadas y comandantes de cuerpos, la cual tuvo lugar aquel día, entre siete y ocho de la noche, en la casa de las Cadenas, con el objeto de concertar el plan de ataque. Expuse en dicha reunión que, atendidas las fuerzas y posiciones del enemigo, conocidas de los asistentes, según lo declararon, creía yo: que el ataque debía dirigirse por la cuchilla del cerro situado al poniente del camino principal, sobre la derecha dictatorial, cuchilla que consideraba espugnable y era para mí la llave de las posiciones enemigas; que, á mi juicio, las fuerzas de la izquierda enemiga, situadas hacia el oriente del-mismo camino, podían considerarse inutilizadas ó perdidas si lográbamos forzar la posición de la referida cuchilla, pues dichas fuerzas, atendida la.

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naturaleza del terreno quebrado que ocupaban, no podrían oportuna y eficazmente, avanzar ni proteger con sus fuegos su flanco derecho, cabeza de su línea general de combate; que el ataque, así dirigido, debía ser ejecutado por dos brigadas, escalonadas á unos 500 metros de distancia, quedando la otra al cuidado de la artillería y como reserva, para emplearla en caso necesario; por último, observé que era preciso no olvidar que nuestra infantería solo disponía de 150 tiros por plaza, lo cual, aconsejaba llevar el ataque con la mayor rapidez y la mayor energía posibles, de manera que los fuegos de infantería se rompiesen á no más de 300 á 400 metros, siendo conocida la propensión del soldado á no estrechar las distancias y á gastar de lejos gran cantidad de municiones, cuando se ve protegido por cualquier accidente del terreno. Tal fué el plan de ataque sometido por mí á la consideración de los jefes asistentes á la expresada reunión, sobre el cual abrí discusión á fin de que cada uno hiciera presentes las observaciones que pudiera sujerirle. Todos estuvieron conformes en considerar dicho plan como el más conveniente, con lo cual dispuse que se llevara á efecto en todas sus partes. Seguidamente indiqué al jefe de Estado Mayor, coronel Körner, que procediese á desarrollar el plan, esto es, á señalar el respectivo rol de las brigadas, lo que aquél hizo gráficamente, diseñando con carbón, sobre el suelo mismo de la sala de reunión, las posiciones del enemigo y la marcha que deberían ejecutar cada una de las brigadas y cada uno de los cuerpos de nuestro ejército en el ataque acordado. Entre 4 y 5 de la mañana del viernes 28 de agosto, el ejécito constitucional dejó su campamento de las Cadenas y marchó á tomar sus posiciones de combate. Á las 7.30 A. M. el enemigo rompió, desde las alturas del norte, sus fuegos de artillería sobre nuestros cuerpos que avanzaban por el llano de Peñuelas^ fuegos que no tardó en contestar nuestra artillería, una vez colocada en sus posiciones. Á poco rato, se rompieron por una y por otra parte los fuegos de infantería y el combate se hizo general. En la orden del día se había indicado que el Cuartel General ocuparía en la batalla las posiciones correspondientes á la 3. brigada, destinada á reserva; pero, luego noté que la 1. , encargada a

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— 16 — de llevar el ataque sobre la derecha enemiga por la cuchilla de cerro situada al poniente del camino carretero, lo hacía desviándose hacia la izquierda dictatoria], mientras que la 2. , encargada de marchar á 500 metros á retaguardia de la 1. , llevaba su verdadera dirección sobre aquella cuchilla, exceptuado el regimiento Atacama; que se cargó demasiado á nuestra izquierda. a

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En vista de ello, llevé hacia el poniente la colocación del Cuartel General y fui á situarme frente á la derecha enemiga, en una altura, desde la cual despaché sucesivamente á diversos ayudantes con órdenes reiteradas para que la 3. brigada de reserva enviase refuerzos á la 2. , que era la única que atacaba el objetivo, ó sea, la indicada cuchilla ocupada por la derecha dictatorial, de donde ésta hacía vivísimos fuegos de artillería y de infantería. a

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Los ayudantes regresaban anunciándome que la 3. brigada ó reserva había también empeñado combato por la misma parte que la 1. , bajo la dirección del coronel Körner, sobre la izquierda enemiga, lo que importaba una alteración del plan general adoptado. a

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Sin resfuerzos oportunos, los cuerpos de la 2 brigada que atacaban el objetivo, comenzaron á encongarse en serias dificultades: les era imposible continuar avanzando, al paso que, según podía notarse, el enemigo reforzaba su posición, haciendo visibles preparativos para rechazarnos por esa parte. ,a

En tal situación, que comenzaba á hacerse crítica, sin reserva de infantería que poder oportunamente enviar en auxilio de aquella 2. brigada, resolví emplear con ese objeto la caballería, á riesgo de resultar ésta sacrificada, extraordinaria medida que, lo reconozco, solamente circunstancias extremas pueden aconsejar. • Ordené, pues, que los escuadrones de Húsares Constitucionales, Guías y Lanceros, á las órdenes de los respectivos comandantes Padilla, Solar y Vergara, avanzaran rápidamente á reforzar á nuestros infantes, subieran á la altura por la cuchilla tantas veces indicada y atacaran en ella al enemigo con energía suprema. Ordené á la vez que los escuadrones Libertad, Granaderos y Carabineros siguieran en refuerzo. a

No hubo necesidad de esto. Los tres primeros escuadrones nombrados, al galope de sus caballos, cruzaron el llano y remontaron

— 17 — la cuchilla, cayendo, sable en mano, sobre el enemigo, con bizarría y denuedo verdaderamente extraordinarios. Esa audaz carga de caballería decidió la suerte de la batalla. Fué un recio golpe en la cabeza. De los defensores de aquella temible posición, los que no cayeron bajo el sable, huyeron desconcertados y deshechos. Entre los cadáveres aparecieron los de los generales dictatoriales don Orozimbo Barbosa y don José Miguel Alcérreca. Poco después, á las 10.30 A. M. la derrota se había pronunciado en toda la línea. El ejército dictatorial huyó, poseído de espanto; y se deshizo para no rehacerse jamás. Las bajas en esta batalla fueron mucho mayores que en la de Concón: llegaron á 5,000 y más, entre muertos y heridos de una y otra parte, en la forma siguiente: Constitucionales.—Muertos: 4 jefes, 18 oficiales y 463 individuos de tropa. Heridos: 8 jefes, 75 oficiales y 1,041 de tropa. Desaparecidos de tropa: 191. Total: 1,800. Dictatoriales. — Muertos: 941 individuos de tropa. Heridos de id.: 2,422. Total: 3,363. No ha sido posible precisar el número de jefes y oficiales dictatoriales muertos y heridos en la Placilla. Dos horas después de la batalla, nuestros cuerpos, ya reorganizados en el Alto del Puerto, descendieron á Valparaíso, cuya plaza, fuertes y cuarteles ocuparon sin resistencia, en medio de las aclamaciones populares. V Componíase el Cuartel General en campaña del siguiente personal: secretario, don Gaspar Toro; auditor de guerra, don Abraham König; capellán mayor, don Francisco Lisboa; ayudantes, los sargentos mayores don Gustavo Adolfo Holley, don Juan de Dios Olivares y don José María Barahona, y los capitanes don Nemecio Dávila Baeza y don Juan Antonio Orrego Gonzalez. Agregados al personal de planta: el teniente-coronel don Sinforoso Ledezma, el sargento mayor don Julio B. Sanhueza y el capitán don Alfredo Irarrázaval Zañarfcu. Antes de la Placilla,

— 18 — fué también agregado como ayudante el sargento mayor don Miguel A. Padilla. El sargento mayor don Guillermo S. Toro, agregado igualmente al Cuartel General, pasó en la batalla de Concón al regimiento Atacama y allí murió combatiendo valerosamente. Al enumerar aquí á los componentes del Cuartel General, me complazco en declarar que todos ellos cumplieron dignamente sus deberes, así mis ayudantes como los señores secretario, auditor y capellán mencionados, los cuales desempeñaron también las funciones de verdaderos ayudantes, trasmitiendo mis órdenes á los jefes de brigadas y de cuerpos durante las batallas. Si á algunos debiera mencionar particularmente sería al capellán don Francisco Lisboa y al capitán don Juan Antonio Orrego Gonzalez, cuya actividad y cuyo celo se distinguieron, antes de la campaña, en la preparación del equipo del ejército, y durante la campaña, en importantes y variados servicios. No necesito encarecer aquí, por haberlo ya hecho en el cuerpo de este parte, las relevantes cualidades de actividad, de pericia y de valor que tanto enaltecen al jefe del Estado Mayor, coronel don Emilio Körner. Sus distinguidos servicios y su abnegada consagración á la causa constitucional lo hacen digno de señalados merecimientos y lo recomiendan á la consideración del Supremo Gobierno y á la gratitud de los chilenos. Cúmpleme también recomendar particularmente á los señores jefes de brigadas y comandantes de cuerpos. Todos ellos cumplieron su deber con inteligencia y bizarría, haciéndose dignos de la confianza depositada en ellos y del honor que han alcanzado. No terminaré este parte sin hacer especial mención del señor coronel don Adolfo Holley y del señor don Joaquín Walker Martínez. Uno y otro abandonaron en Iquique las funciones que allí desempeñaban respectivamente de Ministros de Guerra y de Hacienda, ante la Excma. Junta de Gobierno. Uno y otro quisieron compartir los riesgos y las penalidades de la campaña, formando parte de la expedición y prestandos u cooperación en ella. Tocó al señor Holley, después de la ocupación de Valparaíso, la tarea de ir á ocupar la provincia de Coquimbo y disolver las

— 19 — numerosas fuerzas dictatoriales que allí había, lo que llevó afortunadamente á cabo sin efusión de sangre. El señor Walker Martínez acompañó al Cuartel General en las batallas de Concón y de la Placilla, apresurándose en ésta á trasmitir una orden, por espontaneidad suya, que no por pedido mío. Son muy dignos de recomendación todos los cirujanos y los empleados de ambulancias, quienes han llenado cumplidamente sus deberes. Con el corazón profundamente contristado evoco aquí el recuerdo de los señores jefes, oficiales y soldados que en Concón y en la Placilla rindieron sus preciosas vidas en defensa de nuestras instituciones, dejando en mísera horfandad á sus desconsoladas familias. Invoco ese triste recuerdo fiado, Señor Ministro, en que habréis de interceder en favor de los deudos queridos do aquellos ilustres muertos, á fin de que en todo tiempo y con liberalidad reciban de los representantes de la nación la merecida recompensa que la nación les debe. Fío igualmente en que tampoco faltarán la protección y el auxilio á que tienen derecho los que aún sufren de dolorosas heridas y los que, á consecuencia de éstas, han quedado inválidos para el resto de sus días. El amparo de la ley debe alcanzar hasta ellos de modo que jamás puedan con razón lamentar su suerte y el día en que concurrieron á verter su sangre generosa en servicio de la República. VI *En la noche misma que se siguió á la victoria de la Placilla, el dictador don José Manuel Balmaceda abandonó en Santiago el palacio de la Moneda para esconderse en ignorado asilo, donde, tres semanas más tarde, él mismo había de poner fin á su atormentada vida. A la ocupación de Valparaíso se siguió la de la capital, donde, en la tarde del 31 de agosto, hicieron su entrada el Gobierno Provisorio y el Cuartel General. Toda la República quedó en pocos días pacificada y sometida á las nuevas autoridades, encargadas de restablecer en ella el orden constitucional. 3

— 20 — Antes de terminar, séame permitido, Señor Ministro, hacer votos porque jamás el patriotismo chileno vuelva á verse en la dolorosa, pero imprescindible, necesidad en que se ha visto, de hacer cruenta guerra á un tirano para poder todos gozar los bendecidos frutos de la paz y de las libertades públicas. Que la cruel esperiencia de lo pasado aproveche en lo futuro y lleve á todos el profundo convencimiento de que nada ni nadie podrá en Chile sobreponerse al derecho y á la ley, bien representados por la voluntad nacional. Son ellos los que deciden del triunfo. Porque, si las últimas victorias se han debido á la pujanza del ejército constitucional, esa pujanza se ha debido, sin duda, á estar aquél compuesto de abnegados patriotas, defensores voluntarios y entusiastas de la causa del derecho y de la libertad; al paso que sus adversarios eran hombres forzados, inconcientes ó sobornados, puestos al servicio de la tiranía. La opinión nacional, que contrariaba á los últimos y quebrantaba sus ánimos, comunicaba á los primeros aquella invencible enerjía moral que los impulsó á las corrientes del Aconcagua y á las alturas de Concón y la Placilla. La causa era nacional: el triunfo corresponde á la nación. Santiago, á 15 de diciembre de 1891. E . DEL CANTO.

I

PARTE OFICIAL DEL

JEFE BE HBO MAYOR MEMI, M E l i KOB

Señor Comandante en Jefe: Habiéndose resuelto en Iquique expedicionar sobre el centro de los recursos de la Dictadura, después de haber tomado en seria consideración las razones que obraban en favor y en contra de los distintos proyectos que se presentaron, se acordó embarcar el Ejército Constitucional en las naves de guerra y transportes de nuestra Escuadra, y desembarcarlo en el puerto de Quintero para marchar sobre la ciudad de Valparaíso. La composición del Ejército de operaciones era la siguiente: CUARTEL GENERAL

Comandante en Jefe, Coronel don Estanislao del Canto. Jefe de Estado Mayor General, Coronel don Adolfo Holley, que era al mismo tiempo Ministro de Guerra. Por esta causa, se creó el puesto de Secretario General el 18 de mayo i se confió al Teniente Coronel don Emilio Körner, facultándolo para tomar la dirección de los asuntos privativos del Jefe de Estado Mayor General. ESTADO MAYOR GENERAL

Jefe de Marina, Capitán de fragata don Arturo Fernandez Vial. Ayudante General, Sargento Mayor don Carlos Rivera Jofré.

— 22 Primer Ayudante, Sargento Mayor don Gonzalo Muñoz H. Primer Ayudante, Capitán don Alvaro Donoso. Segundo Ayudante, Capitán don Francisco Lezaeta Rivas. Segundo Ayudante, Capitán don Carlos Briones. Contador, Capitán don Pedro A. Ewing. Agregados Sargento Mayor don Amadeo Vergara. Capitán don Francisco Garnham. Sargento Mayor, don Alfredo Cruz Vergara. Sargento Mayor, don Roberto Dávila Baeza. Capitán, don Jerónimo Lazo. Capitán, don Luis Izquierdo. Capitán, don Manuel Vial Solar. Ayudante del Jefe de Marina, Capitán don Roberto Barriolet. PRIMERA BRIGADA

Comandante, Teniente Coronel don J. Aníbal Frías. Jefe del Estado Mayor, Sargento Mayor don Aurelio Berguño. Regimiento Constitución núm. 1.—Comandante, Teniente Coronel don José Ignacio López.—810 hombres. Regimiento Iquique núm. 6.—Comandante, Teniente Coronel don Enrique Bernales.—760 hombres. Regimiento Antofagasta núm 8.—Comandante, Teniente Coronel don Roberto A. Goííi.—532 hombres. Escuadrón Libertad núm. 1.—Comandante, Teniente Coronel don Alejandro Valenzuela.—150 hombres. Escuadrón Carabineros del Norte núm. 3.—Comandante, Teniente Coronel don César Montt.—130 hombres. 1. Batería de montaña del Batallón núm. 2.—Comandante, Sargento Mayor don Carlos Hurtado.—80 hombres. 1? Compañía de Ingenieros Militares.—Comandante, Capitán don Augusto Bruna.—50 hombres. Ambulancia núm. 1.—Jefe, Dr. don Enrique Deformes. Parque de Brigada núm. 1.—Jefe, Sargento Mayor señor Camilo. a

SEGUNDA BRIGADA

Comandante, Coronel don Salvador Vergara. Jefe del Estado Mayor, Sargento Mayor don Manuel J. Poblete.

— 23 — Regimiento Valparaíso núm 2.—Comandante, Teniente Coronel don Florencio Baeza.—560 hombres. Regimiento Chañaral núm. 5—Comandante, Teniente Coronel don Vicente Palacios.—460 hombres. Regimiento Atacama núm. 10.—Comandante, Teniente Coronel don Jorge Boonen R.—869 hombres. Batallón Huasco núm. 11.—Comandante, Teniente Coronel don Elias Beytía.—560 hombres. Escuadrón Guías núm. 4-—Comandante, Teniente Coronel don Vicente del Solar.—140 hombres. Escuadrón Lanceros núm. 5.—Comandante, Teniente Coronel don Benjamín Vergara.—120 hombres. 0. Batería de montaña del Batallón núm. £—Comandante Teniente Coronel don Roberto Silva Renard.—150 hombres. #. Compañía de Ingenieros Militares.—Comandante, Capitán don Eduardo Pardo.—40 hombres. Ambulancia núm. %.—Jefe, Dr. don Luis Avalos. Parque de Brigada núm. 8.—Jefe, Capitán don Enrique Phillips. a

a

TERCERA BRIGADA

Comandante, Teniente Coronel don Enrique del Canto. Jefe del Estado Mayor, Teniente Coronel don Evaristo Gatica, Regimiento Pisagua núm. 3.—Comandante, Teniente Coronel don José A. Echeverría.—730 hombres. Regimiento Taltal núm. J¡..—Comandante, Teniente Coronel don Juvenal Bari.—1,015 hombres. Regimiento Esmeralda núm. 7.—Comandante, Teniente Coronel don Patricio Larraín.—759 hombres. " Batallón Tarapacá núm. 9.—Comandante, Teniente Coronel don Santiago Aldunate B.—471 hombres. Escuadrón Granaderos núm. 2.—Comandante, Teniente Coronel don Rodolfo Ovalle.—120 hombres. Batallón núm. 1 de Artillería.—Comandante, Teniente Coronel don José Manuel Ortúzar.—220 hombres. Batallón núm. 3 de Artillería.—Comandante, Teniente Coronel don Belisario Rivera J.—129 hombres. 3. Compañía de Ingenieros Militares.—Comandante, Capitán, don Julio Piderit.—37 hombres. a

— 24 — Columna de Rifleros.—.Comandante, Sargento Mayor don Miguel A. Padilla en Concón, i Teniente Coronel don Carlos Rojas A., en Placilla.—150 hombres. Ambulancia núm. 3,—Jefe, Dr. don Alfonso Klickman. Parque de Brigada núm. 3.—Jefe, Sargento Mayor Aguilera. SERVICIOS ANEXOS

Intendencia General del Ejército.—Delegado, don Ismael Valdés Valdés. Servicio Sanitario.—Jefe, Dr. don Oloff Page. Parque General.—Jefe, Teniente Coronel don Ricardo Jara U. Cuerpo de Bagajes.—Jefe, Teniente Coronel don Antonio Zavala. TOTAL DE FUERZAS DEL EJÉRCITO CONSTITUCIONAL

Primera Brigada Segunda Id Tercera Id

2,524 hombres. 3,029 id. 3,731 id.

Total

9,284 hombres.

La 1. Brigada, desde el 10 de Julio del presente año, había ocupado los departamentos de Vallenar y Freirina, haciendo un servicio de reconocimientos hacia las posiciones dictatoriales de la Serena con las fuerzas de los Escuadrones Libertad, Granaderos Constitucionales.'y Carabineros del Norte, á fin de llamar la atención del enemigo hacia dicha región y prevenir de un modo eficaz acontecimientos como los sucedidos á principios del mismo mes. Se embarcó dicha Brigada el 15 y el 16 de Agosto en el puerto de Huasco en los transportes Aconcagua y Amazonas, convoyados por el crucero Esmeralda y por la cañonera Magallanes. Esta escuadrilla hizo rumbo al sur el expresado día 16 en la tarde. a

La 2. Brigada se había embarcado en Iquique durante los días 9,10 y 11 en los transportes Maipo, Cacliapoal, Copiapó, Isidora Cousiño, Limarí y Abtao, convoyados por el blindado Cochrane y por la corbeta O'Higgins, haciendo el mismo día 11 rumbo á Caldera, con el objeto de embarcar allí la 3. Brigada. Llegada la escuadrilla á Caldera el día 14 de Agosto, se embarcó allí la 3. Brigada, durante ese día y hasta medio día del 16. a

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P R I M E R A

B R I G A D A

S E G U N D A

B R I G A D A

T E R C E li A

lì R l G A D A

Comandante teniente-coronel don Aníbal Frías

Comandante coronel don Salvador Vergara

Comandante teniente-corone] don Enrique del Canto

Jefe de Estado Mayor, sargento-mayor don Aurelio Berguño

Jefe de Estado Mayor sargento-mayor don Manuel J. Poblete

Jefe de Estado Mayor tcukntc-coiouel don Evaristo Gatica

Regimiento Regimiento Regimiento Constitución núm. 1 Iquique núm. 6 Antofagasta núm. 8 Comandante tent. -coronel Comandante tent. -coronel Comandante tent. -coronel D. José Ignacio López D . Enrique Bernales D . Roberto A . Gofti 810 hombres 760 hombres 532 hombres

Regimieuto Regimieuto Regimiento Valparaíso núm. 2 C'hañaral núm. 5 Atacama núm. 10 Comandante tent.-coronel Comandante tent.-coronel Comandante tent.-coronel D. Florencio Baeza D. Vicente Palacios D. Jorge Boonen R. 560 hombres 460 hombres 869 hombres

Regimiento Regimiento Regimiento Pisngua urim. 3 Taltal núm. 4 Esmeralda núm. 7 Comandante tent.-coronel Comandante tent,-coronel Comandante tent.-coronel D. José, K. Echeverría D. Juvenal Bari T>. Patricio Larraiu 780 hombres 1,015 hombres 7511 hombres

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Escuadrón Libertad núm. 1 Comandante teniente-coronel don Alejandro Valenzuela 150 hombres

Batallón Huasco núm. 11 Comandante teniente-coronel don Elias Beytia 560 hombres

Batallón Tarnpacá núm. 9 Comandante teniente-coronel don Santiago Aldnnatc 471 hombres

Escuadrón Carabineros del Norte núm. 3 Comandante teniente-coronel don Cesar Montt 130 hombres

Escuadrón Guías núm. 4Comandante teniente-coronel dou Vicente del Solar 140 hombres

Escuadrón Granaderos núm. 2 Comandante teniente-coronel don Rodolfo Ovalle 120 hombres

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1 . Batería de montaña del Batallón núm. 2 Comandante sargento-mayor don Carlos Hurtado 80 hombres a

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Escuadrón Lanceros núm. 5 Comandante teniente-coronel don Benjamín Vergara 120 hombres

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Batallón núm. 1 de Artillería Comandante teniente-coronel don José Manuel Ortúzar 220 hombres

ftt* 1 . Compañía de Ingenieros Militares Comandante capitán don Augusto Bruna 50 hombres a

2 Baterías de montaña del Batallón núm. 2 Comandante teniente-coronel don Roberto Silva Renard 150 hombres

tj, Ambulancias núm. 1 Jefe doctor don Enrique Deformes

Parque de Brigada número 1 Jefe mavor señor Camilo

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Batallón num. 3 de Artillería Comandante teniente-coronel don Belisaiio Rivera Jofré. 129 hombres

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2 . Compañía de Ingenieros Multares Comandante capitán Pardo en Concón y ayudante Sierralta en Placilla 40 hombres

¡i." Compañía de Ingenieros Militares Comandante capitán don Julio Piderit 37 hombres

Ambulancias núm. 2 Jefe doctor Luis Abalos

Ambulancias núm. 3 Jefe doctor don Alfonso Klickman

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Parque de Brigada número 2 Jefe capitán Philipps

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Parque, de Brigada número 3 Jefe mayor señor Aguilera

Columna de Rifleros Comandante sargento-mayor Padilla en Concón y teniente-coronel Carlos Rojas A. en Placilla 150 hombres

Servicio Sanitario Jefe doctor don Oloff Page

Parque General Jefe teniente-coronel don Ricardo Jara U.

Cuerpo de Bagajes Jefe teniente-coronel don Antonio Zavala

— 25 — Para asegurar en lo posible el orden del embarque y de la navegación, se habían dado las instrucciones siguientes: «El día del embarque de un cuerpo, su Comandante deberá disponer: I. Que el equipo del cuerpo se encuentre en el muelle ó en el lugar que oportunamente se le designe, por lo menos tres horas antes de la fijada para el embarque de la tropa, debiendo mandar un oficial con ocho soldados para su custodia; II. Que se mande á bordo del buque designado para el embarque del cuerpo, por lo menos una hora antes de que éste tenga lugar, un ayudante con las siguientes instrucciones: 1.° Vigilar el embarque del equipo; 2.° Solicitar del Comandante del transporte el número de camarotes necesarios para los jefes y oficiales hasta el grado de capitán inclusive; 3.° Solicitar del mismo el espacio necesario para la tropa; 4 Colocar centinelas en la cocina, en la aguada y en la panadería, para que los servicios correspondientes se efectúen con orden y regularidad; 5.° Arreglar el espacio conveniente para los oficiales subalternos; 6.° Vigilar la estiva de los individuos de tropa, cuidando que queden libres el acceso á los camarotes y la colocación de las armas, las cuales deben ser amarradas á los pasamanos de los camarotes; 7.° Disponer los turnos de la comida y nombrar los ayudantes de cocina; o

8.° Hacer barrer después del desayuno la cubierta, pidiendo una escoba por cada compañía; 9.° Nombrar un capitán de servicio; 10.° Colocar un centinela en cada bote del transporte con orden de no permitir subir á nadie durante la navegación; 11.° Colocar un centinela en las escalas para que ningún soldado salga fuera del buque durante la navegación; 12.° Colocar un centinela para que guarde el orden en los lugares y orinarios, no permitiendo en ellos más de seis hombres á la vez; 13.° Nombrar un oficial de servicio para que haga cumplir las disposiciones anteriores y

— 26 — 14.° No permitir á nadie abandonar su puesto sin permiso previo». Á la 1 P. M. del día 16, salió de Caldera esta parte de la Escuadra con dirección al sur. La distribución de los cuerpos en los distintos buques y el orden de marcha durante la navegación se detallan en los anexos núms. 1 y 2. Para la provisión de víveres se llevaban 300,000 raciones, de éstas 50,000 secas, arregladas para los morrales. El 17 en la tarde, se separó de la escuadrilla que conducía á la 1. Brigada el crucero Esmeralda, para hacer, frente á Valparaíso, tres disparos, los cuales debían servir como aviso de que 40 horas después desembarcaría en Quintero el Ejército Constitucional. El 19 en la mañana, después de cumplida su comisión, volvió el crucero á reunirse á la escuadrilla. a

Á medio día del 19, se juntó toda la Escuadra á la altura del paralelo de Quintero y más ó menos á 60 millas de la costa, punto de reunión fijado. Á bordo del blindado Cochrane, que conducía al Presidente de la Excma. Junta de Gobierno, al Comandante en Jefe del Ejército y al Secretario del Estado Mayor General, hubo una reunión compuesta de los jefes de las Brigadas y de los Comandantes de los buques, con el objeto de darles las disposiciones para el desembarque y para las operaciones que habían de efectuarse el 20 de Agosto. Se leyeron después á las tripulaciones y á las tropas las proclamas de la Excma. Junta de Gobierno y del señor Comandante en Jefe, que se acompañan como anexos bajo los núms. 3 y 4. En la noche, toda laEscuadra, precedida de la división de vanguardia, según el diagrama formado para el desembarque, anexo núm. 5, y las indicaciones á que se refiere el anexo núm. 2, hizo rumbo á Quintero. La división de vanguardia se adelantó con el objeto de encontrarse en Quintero á las 4 A. M. para rastrear la bahía, por si el enemigo hubiese tendido en ella líneas de torpedos. ' El orden de batalla de la Escuadra durante el desembarque, la ejecución de éste y los movimientos preparados con anterioridad para el mismo día, se enuncian en los anexos núms. 1 y 2. Las instrucciones para cumplir el programa de desembarque, y la orden para el 20 de Agosto, son las que siguen:

— 27 — ORDEN PARA EL 20

DE AGOSTO, DADA EL 19

«La tropa tendrá en el morral ración seca para dos días, que se distribuirá hoy después de la comida. A las 2 A. M. se repartirán caldo, cafó y una ración de carne cocida para el morral. Á las 3 A. M. todas las tropas se prepararán para el desembarque, llevando la infantería 150 tiros por fusil. Orden para el desembarque La vanguardia desembarcará los 300 hombres del Pisagua que van en el Bío-Bío, y éstos ocuparán, protegidos por los fuegos de artillería, una posición que permita dominar los puntos de acceso al desembarcadero. El grueso desembarcará en cuatro series: 1. Regimiento Constitución, Ingenieros y Rifleros de la 1.» Brigada y Regimiento Chañaral de la 2. Brigada, de los transportes Aconcagua y Cachapoal. 2. Escuadrones Libertad, Granaderos, Carabineros, Lanceros y Guías; batería Hurtado de la 1. Brigada, y batería Armstrong de la 2. Brigada, de los trasportes Aconcagua, Amazonas, Gacha' poal, Maipo, Limarí y Abtao. 3. Regimientos Iquique y Antofagasta de la 1. Brigada, de los transportes Aconcagua y Amazonas; Rejimientos Chañaral, Atacama y Batallón Huasco de la 2. Brigada, del Cachapoal y del Limarí. Ambulancias, fondos y una ración diaria para los cuerpos desembarcados. 4. La 3. Brigada, según arreglo de su Comandante, de los transportes Maipo, Copiapó, Isidora, Limarí, O'Higgins y Abtao. a

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Distribución

de las fuerzas

desembarcadas

Las fuerzas de la 1. serie se reunirán, inmediatamente después de puestas en tierra, al sur del camino del puerto á la hacienda de Quintero: A. El Regimiento Constitución, los Ingenieros y Rifleros, sobre el camino de Puerto Viejo á Concón Bajo. 4 a

— 28 — El Comandante del cuerpo de Ingenieros cortará la comunicación telegráfica de Quintero á Viña del Mar y tratará de inutilizar las minas que pudiera haber. B. El Regimiento Chañaral, sobre el camino de Quintero á Colmo. Los Comandantes de los cuerpos responderán de que esta reunión tenga lugar sin demora y de que ningún soldado entre en las casas, ni se aleje de la fila. Fuerzas enemigas se atacarán á la bayoneta, aprovechando el efecto de los fuegos de artillería y de infantería de á bordo de la Escuadra. La persecución del enemigo derrotado se verificará por un fuego bien apuntado. El primer Batallón de cada uno de los dos Regimientos se adelantará hacia la primera altura en la dirección del camino que le corresponde, y esperará allí la llegada del otro Batallón del Regimiento. Reunidos los dos Batallones de estos Regimientos, formarán la vanguardia de sus correspondientes Brigadas, y cada uno será reforzado por una compañía de Ingenieros, provista de las herramientas necesarias para facilitar el paso de un río y de útiles de destrucción. Estas vanguardias avanzarán sobre los caminos señalados hacia Concón Bajo y Concón Medio respectivamente, para preparar el paso del río Aconcagua en los dos puntos marcados en el mapa con la palabra Vado. El capitán Lazo facilitará al Comandante del Cuerpo de Ingenieros los medios de movilización para las lanchas planas traídas por la Escuadra. El Escuadrón Libertad y la Batería Hurtado seguirán á la vanguardia de la 1. Brigada. El Escuadrón Guías y la Batería Armstrong á la de la 2. . Los dos Escuadrones adelantarán patrullas al mando de oficiales para explorar el terreno á los dos lados de los caminos tomados por las vanguardias, y para reconocer el río Aconcagua respecto á su viabilidad, sobre todo, en los vados. Una de las patrullas del Escuadrón Libertad tomará el camino de Puerto Viejo á Concón Bajo, y otra del Escuadrón Guías, el de Quintero á Concón Alto. Con estas patrullas se adelantarán los comandantes de las correspondientes compañías de Ingenieros, con a

a

— 29 — el fin de determinar los puntos ipara el paso del río antes de la llegada de las vanguardias. Los gruesos de los dos Escuadrones avanzarán sobre los mismos caminos basta que alcancen á la vanguardia y dejarán á ésta la correspondiente Batería. Tratarán en seguida de alcanzar cuanto antes la ribera opuesta del Aconcagua para ocupar las alturas al sur del río, manteniendo sus gruesos sobre ó cerca de los caminos que conducen á Viña del Mar, y avanzando patrullas de oficiales hacia Viña del Mar, Salto y Quilpué. Una compañía del Escuadrón Guías se dirigirá á Limache inmediatamente después de haber pasado el río. El Comandante de esta compañía recibirá del Comandante de la compañía de Ingenieros de lá correspondiente vanguardia, al pasar por ésta, un destacamento provisto de útiles de destrucción, y tratará de destruir el ferrocarril y la línea telegráfica cerca de Limache, ó, si fuera posible, el túnel de San Pedro. En caso de encuentro con fuerzas enemigas, los Escuadrones adelantados evitarán un combate siempre que no puedan contar con ayuda eficaz de parte de las vanguardias, retirándose ante fuerzas superiores sobre sus vanguardias, pero nó sin avisar á éstas previamente, y dejando patrullas de observación frente al enemigo. Los gruesos de las dos Brigadas se formarán en columna de marcha sobre los caminos que han tomado sus vanguardias, y seguirán á éstas inmediatamente después de concluida su formación. Las ambulancias seguirán á los gruesos de sus Brigadas, llevando consigo los rancheros, fondos y raciones para un día. El Escuadrón Carabineros, reforzado por cuatro escuadras de Rifleros montados y por cuatro destacamentos de Ingenieros igualmente montados y provistos de útiles de destrucción, dirigirá una compañía por Colmo hacia Manzanar y San Pedro. Las otras dos compañías seguirán el camino de las minas y el de la cuesta de Chillicauquén hacia Quillota, y el de la cuesta de Pucalán hacia los Nogales. Patrullas de oficiales reforzadas por Rifleros ó Ingenieros tratarán de alcanzar las estaciones de San Pedro, de Quillota y de la Cruz y el túnel de San Pedro, con el fin de destruir las líneas férreas y telegráficas en cuantos puntos fuere posible. En caso de que no pudieran alcanzar los puntos señalados, procurarán mantenerse en los cerros de la ribera norte del río. El Escuadrón Granaderos se dirigirá, con cuatro escuadras de

— 30 — Rifleros montados, á Puchuncaví, y desde ahí, hacia los Nogales, Purutún y la Ligua. Todas las patrullas de caballería tratarán de mantenerse en comunicación no interrumpida entre sí, establecerán un servicio de aviso entre ellas y los gruesos de las compañías que les siguen, y dirigirán todas las carretas y los carretones que encuentren, con sus respectivos animales, á la hacienda de Quintero, las carretas cargadas con tablas ó vigas, y los carretones con verduras. Aprovecharán los servicios de los vecinos como guías y conductores de los carretones y carretas. En caso de encuentros con fuerzas enemigas, la caballería aprovechará de buenas posiciones para defenderlas, sobre todo, por el fuego de los Rifleros; pero, dejará siempre la mayor parte de sus jinetes a caballo, con el fin de seguir reconociendo por los costados de la posición enemiga. La gente'que se encuentre dispuesta á formar en las filas del Ejército Constitucional será encaminada por aquellas patrullas hacia Quintero y Colmo; pero habrá de prevenírsele que, si es posible, se presente montada y armada con arma de fuego. El Escuadrón Lanceros se dirigirá hacia Quintero (la hacienda) y esperará allí segunda orden. El resto de los Rifleros y de los Ingenieros se reunirá con los Lanceros. La 3. Brigada tomará formación de reunión al norte del camicamino de Puerto Viejo á Quintero (la hacienda), esperando segunda orden del Comandante en Jefe. Para la dirección acertada de las columnas, se facilitarán á los comandantes guías competentes, por el capitán Lazo, del Estado Mayor General. El Comandante en Jefe se dirigirá, después de su desembarque, á la hacienda de Quintero.—(Firmado).—Romera. a

DESEMBARQUE EN QUINTERO

El programa para el desembarque sufrió desgraciadamente una modificación perjudicial para la ejecución de los movimientos prescritos, porque, bajo el influjo de la corríante y del viento, la Escuadra había sido arrastrada durante la noche hacia el norte, de modo que, al hacer después rumbo hacia tierra, en vez de encontrarse frente á Quintero, se encontraba como á 10 millas más al norte, frente á Zapallar. Esto solo vino á notarse al amanecer del

— 31 — día 20, llegando frente á la bahía de Quintero después de las 7, por lo cual no pudo principiarse el desembarque sino á las 9.30 A. M, Esta pérdida de cuatro horas influyó poderosamente en las operaciones del primer día y de toda la campaña. A las 8 A. M. del día 20, la escuadrilla de vanguardia terminó su tarea de rastrear y explorar la bahía en todo sentido, habiendo desembarcado poco antes la tropa del Regimiento Pisagua, la cual ocupó tranquilamente el caserío de Quintero, la playa y la altura del Centinela. La guarnición dictatorial del puerto, compuesta de 26 hombres de caballería, se retiró al avistar nuestros buques, destruyendo la línea telegráfica á Valparaíso. Habiendo hecho el Bío-Bío la señal convenida para manifestar que el puerto estaba franco, los transportes se dirigieron á él sin pérdida de tiempo, y se dio comienzo al desembarque. A las 10 A. M., el Comandante de la 2. Brigada con el Regimiento Chañaral núm. 5, 150 hombres del Atacama núm. 10, una compañía del Escuadrón Guías núm. 4 y la 2. compañía de Ingenieros se puso en marcha hacia Colmo por el camino de las Tres Palmas. El resto de la 2. Brigada solo pudo ponerse en marcha á las 3 P. M. por el camino de las casas de la hacienda de Quintero y caserío de Dumuño. La vanguardia de la 2. Brigada alcanzó la ya mencionada caballería enemiga, le quitó un rebaño de cerca de 3,000 ovejas llevadas de Quintero hacia el sur, y ocupó las casas de Dumuño, apostando avanzadas en las alturas que dominan el valle del Aconcagua; pero, no llegó á estas posiciones sino al oscurecerse, de modo que no era posible pasar el río y proceder allí según la orden dada para este día 20, La 1. Brigada concluyó su desembarque á las 2 P. M. Inmediatamente después que se encontró en tierra el Regimiento Constitución núm. 1, se dirigió, como vanguardia de la Brigada, por el camino de la costa hacia Concón Bajo. Á las 4 P. M. emprendió la marcha por el mismo camino el jefe de la Brigada con el Escuadrón Libertad núm. 1, y, contrariando la orden del Estado Mayor General, con el de Carabineros del Norte núm. 3. De este modo, llegó con el grueso á Concón Bajo, á las 8 P. M., en la margen, norte del río Aconcagua, donde ya se encontraban el Regimiento Constitución y el Escuadrón Libertad, que se había adelantado durante la marcha. Este Escuadrón, al llegar á orillas del río, sostuvo un pequeño tiroteo, río por medio, con fuerzas enemia

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— 32 — gas, quedando con esto dé manifiesto la presencia de tropas dictatoriales al sur del río, lo cual se comprobó todavía más de cerca por las declaraciones de varios campesinos, quienes aseguraban haber visto en la tarde numerosas partidas de tropas que, viniendo de Valparaíso y de Viña del Mar, tomaban posesión de las alturas de la margen sur del río. Á las 10 P. M. se encontraba reunida toda la 1. Brigada en Concón Bajo. La 3. Brigada solo pudo concluir su desembarque á las 10.30 P. M., y dos horas después, emprendió su marcha en el siguiente orden: Regimiento Pisagua núm. 3, Esmeralda núm. 7, Batallones núms. 1 y 3 de Artillería, Regimiento Taltal m m i . 4 y Batallón Tarapacá núm. 9. El Escuadrón Granaderos fué mandado con anterioridad hacia Puchuncaví á proceder conforme á la orden del Estado Mayor General dada para el día 20. Poco después de ponerse en marcha la Brigada, sobrevino una densa neblina que hizo desviarse del camino á los dos últimos cuerpos de la columna (Taltal núm. 4 y Tarapacá núm. 9), los cuales, en vez de seguir el camino de ésta, tomaron el de la playa y se reunieron con la 1. Brigada al amanecer del día 21. La falta de guías y la neblina dificultaron la marcha de la 3. Brigada, que solo pudo llegar al caserío de Quintero á las 3 A. M. del día 21, donde recibió la orden de seguir en dirección á Colmo, lo cual efectuó á las 6.15 A. M. En el caserío de Quintero se reunió á la 3. Brigada el Escuadrón Lanceros núm. 5. Desde el mismo caserío, se dio orden al Escuadrón Granaderos núm. 2 de replegarse al grueso de su Brigada, aunque la orden para el 20 disponía otra cosa respecto de este cuerpo. a

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Día 21 A las 7 A. M., desde las posiciones de la 1. Brigada, oculta detrás de las ondulaciones del terreno hasta encontrarse por completo sustraída á la vista del enemigo, se notó que las fuerzas dictatoriales aumentaban cada vez más, viéndose desfilar varios cuerpos de las tres armas, y que al mismo tiempo la margen del río ocupada por ellos era vigilada por partidas de tropa en todo el frente. Con el propósito de obligar al enemigo á descubrir su artillería, a

— 33 — el jefe de la 1. Brigada ordenó hacer sobre la infantería enemiga un fuego lento por la batería Hurtado. Á las 7.30 A. M., esta batería rompió el fuego desde la altura situada al oriente del camino, sin recibir contestación del enemigo, aun cuando algunos certeros disparos de las piezas de montaña y de una ametralladora Hotchkins causaron numerosas bajas en las filas de aquél, y lo obligaron á retirarse precipitadamente á mayor distancia y á ocultarse en las ondulaciones del terreno. a

Se ordenó entonces á una sección de Rifleros, armados de fusil Mannlicher, romper sus fuegos sobre los caseríos ó ranchos de al orilla sur del río, en los cuales se habían divisado tropas enemigas, con el objeto de rechazarlas y de poder explorar sin grandes bajas los vados del río. Este fuego dio por resultado el abandono de aquellos ranchos por el enemigo, pudiendo entonces verificarse que el vado se encontraba en buenas condiciones. La 2. Brigada, que había vivaqueado con un batallón del Chañaral en el caserío de Dumuño, y con el grueso, entre este caserío y Quintero, recibió á las 4 A. M. la orden de avanzar y llegó á las 7.30 A. M. á la margen norte del Aconcagua con su vanguardia. Poco después, llegó la cabeza del grueso, y á las 8.15 A. M. rompió sus fuegos la batería Armstrong contra las fuerzas enemigas que se desarrollaron poco á poco en los cerros al sur del río, llegándose como á las 8.40 A. M. á un cañoneo con la artillería dictatorial, que duró cerca de una hora sin resultado positivo. El reconocimiento del vado de Verdejo, punto por donde aquella Brigada debería pasar el río, indicó que el paso era posible en algunas partes sin peligro por la hondura, pero que en ninguna parte se podría hacer en formación de combate, ni siquiera en formaciones de más de 15 á 20 metros de frente. En consideración al desarrollo no interrumpido de fuerzas enemigas á los dos costados del camino que baja de la altura opuesta hacia el vado existente frente á Colmo, parecía bien difícil forzar el paso en este punto, sin haber obtenido una superioridad manifiesta de fuego sobre la otra ribera. Esta superioridad no podía conseguirse desde luego por la lentitud con que se mueve la artillería de montaña. Antes de reunir una fuerza superior á la del enemigo, haciendo fuego en eso momento, se habría pasado mas de una hora, y entonces, aquél probablemente habría aumentado la suya. Á más de esto, el fuego de la artillería no correspondió en los primeros momentos á la eficacia que se esperaba, porque los saa

— 34 — quetes, compuestos de una mezcla de pólvoras de artillería y de minas (los proyectiles traídos de Europa llegaron sin saquetes ni estopines), se quemaban con excesiva irregularidad, comprometiendo la exactitud del tiro, á lo cual se agregaba la falta de instrucción de la tropa últimamente incorporada. Por otro lado, los movimientos de la tropa que debía forzar el paso se hicieron muy despacio. La 2. Brigada quedó reunida á las 9 A. M. La 3. Brigada no llegó á la altura de Dumuño sino á las 10 A. M., á pesar de que había recibido orden de juntarse lo más pronto posible á la 2. Las faenas del desembarque habían influido sobre la regularidad del servicio de alimentación en los buques, de modo que las tropas de la 3. Brigada no habían recibido rancho á bordo en la tarde del 20, á pesar de que era indudable que su desembarque no podría tener lugar antes de la noche. Por este motivo, el Comandante de esta Brigada creyó indispensable darle un descanso á la altura de Dumuño, concentrar allí toda su fuerza, á una legua poco más ó menos de distancia de la 2. , y hacer rancho. a

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Pero, la situación no permitía demora. L » 2. Brigada tenía toda la fuerza necesaria para defender la posición en la ribera norte del Aconcagua, reforzada por la artillería de la 3. ; más, la situación del momento escluyó imperiosamente una ofensiva en esta parte, en vista de la concentración colosal de las fuerzas enemigas. Por otro lado, precisamente la acumulación de tropas en esta parte dejaba suponer que, frente á la 1. Brigada, las condiciones fuesen más favorables para atacar, pues no era creíble que el enemigo hubiese logrado concentrar allí dos veces la fuerza que estaba desarrollando á su derecha, frente á Colmo. a

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En vista de esto, parecía muy probable que la 1. Brigada se encontrara en condiciones favorables para el ataque decisivo. Entonces, en Colmo no podría tratarse sino de contener al enemigo por medio de un despliegue ostensible de toda la fuerza disponible, de llamar y conservar su atención por el fuego de artillería y del fusil Mannlicher, que alcanzaba esa distancia, de asegurar la posición ocupada contra un ataque de parte de los dictatoriales, y de caer sobre ellos solo en caso de que se retiraran hacia el sur, á Viña del Mar, ó hacia el oriente, á Quillota, ó hacia el poniente, contra la 1," Brigada. a

El ayudante del Estado Mayor General, señor Cruz Vergara,

— 35 — mandado á la 1. Brigada con el.fin de averiguar su situación y de reconocer el camino entre ella y la 2. , volvió á las 9.25 A. M. avisando que casi no había fuerzas enemigas frente á la 1. ; que, al parecer, aquéllas ni presumían siquiera la presencia de esta Brigada, perfectamente oculta; que el Taltal y el Tarapacá habían llegado á retaguardia de la misma Brigada; que el vado, cerca de la desembocadura del Aconcagua, era bastante practicable; y que^ entre las posiciones de la 1. y las de la 2. Brigada, había un camino muy bueno sobre la altura. a

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En consideración á las noticias trasmitidas por el expresado ayudante, pedí al señor Coronel del Canto, que se encontraba en la altura al norte de Colmo, autorización para trasladarme á nuestra ala derecha, á fin de reconocer personalmente y pasar el río en Concón Bajo, en caso de que las condiciones fueran favorables á esta empresa. El señor Coronel del Canto aprobó esta idea, agregando que él esperaría la concentración del grueso, para tomar entonces la resolución correspondiente á la situación. La 2. Brigada estaba concluyendo de concentrarse. El ala derecha se componía del grueso de su infantería, el Chañaral, el Huasco y el Atacama; el centro, de su artillería; y el ala izquierda, del Valparaíso. Los Guías y los Lanceros se encontraban todavía detrás del centro. Á la 3. Brigada se había ya mandado la orden de avanzar y de apresurar en lo posible la marcha de su artillería. a

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A las 9.5S A. M. llegué al ala derecha nuestra, posición de la 1. Brigada. a

La batería Hurtado, colocada en la altura frente á los caseríos de Concón Bajo más cercanos de la costa, hacía un fuego lento contra las poquísimas fuerzas enemigas situadas al otro lado del río, las cuales se habían retirado á las casas esparcidas en la misma ribera sur del Aconcagua. El Comandante Frías se encontraba en la falda de la altura, hacia la playa, detrás de la cual estaban, en una ensenada formada por los cerros, toda la 1. Brigada, y á un kilómetro más al norte, la 3. a

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Dicho Comandante había reconocido la posición enemiga con los dos Escuadrones de su mando, avanzándolos hacia el río, como para, pasarlo. El enemigo se había concretado á un fuego de fusilería poco nutrido y sin efecto por la gran distancia. Aquel Jefe era de opinión que, salvo las pocas fuerzas existentes en los case5

ríos mencionados, no había más enemigos en esa parte del campo de combate. Las condiciones favorecieron una ofensiva rápida. El infrascrito ordenó, en vista de esta situación, que la 1. Brigada siguiera por el camino de la playa para cruzar el río por el vado, con el Constitución y el Antofagasta, como primer escalón, y con el Iquique, como segundo. Tenía esto por objeto apoderarse de la altura de la ribera opuesta, tomando con el ala derecha dirección hacia los caseríos situados á ambos lados del camino que sube á la altura, luego después de haber pasado el río. La caballería debía seguir al Iquique. a

Para proteger el paso del río, la batería Hurtado debía tomar la distancia á los puestos ocupados todavía por el enemigo al sur del Aconcagua, y fijar su atención sobre las alturas por encima de las cuales pudieran aproximarse refuerzos á la posición principal de los dictatoriales, para tomarlos bajo un fuego eficaz desde el primer momento de su aparición. Con el mismo objeto, debían ocupar los dos cuerpos de la 3. Brigada (Taltal y Tarapacá) las alturas mas bajas de la misma ribera norte del río. El ai-mamento Mannlicher del Tarapacá podía barrer todo el campo en que se movían las fuerzas de la 1. Brigada hasta la misma altura, punto objetivo de su primer movimiento, y el Gras del Taltal alcanzaba hasta más allá de los caseríos en que se encontraba la infantería balmacedista. a

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Con el fin de impedir que el enemigo ocupara con sus reservas, colocadas talvez más al sur, las alturas meridionales de Concón Bajo, se comunicó por semáfora á la Esmeralda la dirección del ataque, pidiéndole hiciera fuego sobre esas alturas hasta el momento en que las fuerzas constitucionales las hubiesen tomado, momento que se señalaría izando el Yack de la Escuadra en la parte ocupada. Se dieron dos guías competentes, uno al Constitución i otro al Antofagasta, antes de ponerse estos cuerpos en movimiento hacia el río. Al Comandante en Jefe se envió aviso detallado antes de empezar el movimiento. BATALLA DE CONCÓN

La 1. Brigada dio inmediatamente cumplimiento á la orden recibida, atravesando en formación por cuartas el río, cuya hona

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dura en el vado de Concón Bajo no era de más de un metro. El Regimiento Constitución núm. 1 desplegó sus primeros tiradores tomando por objetivo el caserío de la margen sur, desde el cual el enemigo empezó inmediatamente á hacer un nutrido fuego de fusilería. A retaguardia del Constitución, pasó el Antofagasta núm. 8. El Iquique núm. 6 protegía, mientras tanto, desde la orilla la pasada de los dos cuerpos ya nombrados, sin hacer fuego. Tras del Antofagasta y cerrando la retaguardia, seguían los Escuadrones Libertad núm. 1 y Carabineros del Norte núm. 3. La batería. Hurtado, con sus cuatro piezas y una ametralladora Hotchkins, de las seis que había desembarcado la Escuadra y que eran servidas por personal de marinería y mandadas por el teniente 1.° don Luis Gómez, protegió el avance de la infantería haciendo fuego contra la del enemigo que se divisó sobre las alturas, hacia Concón Medio, i después, contra su artillería en la misma dirección. El Taltal y el Tarapacá no encontraron ocasión para romper sus fuegos durante el paso del río. La artillería enemiga, que hasta ese momento se había ocupado en contestar los fuegos de la 2. Brigada, empezó á dirigirlos oblicuamente sobre la 1. solo cuando la cola de ésta concluía ya de pasar el último brazo del río. Esta circunstancia y la poca hondura del vado, permitieron que el paso se efectuara sin inconveniente ni más demora que la producida por la doble operación de sacarse y ponerse los zapatos la infantería, antes y después del paso. A las 11.25 A. M. principió el paso del río. A las 11.50 A. M. podía ya formarse el Constitución en la ribera opuesta, é inmediatamente después, el Antofagasta. A las 12.15 P. M. llegaba el Iquique. Mientras el Taltal y el Tarapacá, que habían recibido orden de seguir á la caballería, pasaban el Aconcagua, la tropas enemigas que habían ocupado los caseríos de la margen sur se replegaron sobre sus líneas extendidas desde el alto de Reñaca hasta Concón Medio. Allí el Ejército de la dictadura parecía aprestarse á presentar una resistencia formidable con su grueso, compuesto de tropas de las tres armas. a

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El fuego de á bordo hizo probablemente que los Jefes del Ejército dictatorial renunciaran á tomar una posición más avanzada, desde la cual habrían podido impedir la subida de la 1. Brigada al alto de la ribera sur, a

— 38 — Los Regimientos Constitución y Antofagasta subieron esta altura sin grandes pérdidas y se dirigieron en seguida hacia el frente de la línea enemiga, venciendo las dificultades que presentaba el terreno accidentado, sin abandonar la formación de combate rigurosamente tomada después de haber ascendido al alto. El Iquique formó detrás de aquéllos á las 12.45 P. M. La caballería subía la pendiente cuando recibió la orden de dirigirse más hacia la costa, aprovechando la protección de la falda para no ser vista desde las posiciones enemigas, y de avanzar lo más pronto posible hasta alcanzar la cabeza de la infantería, la cual, por la conversión hacia la izquierda, se convirtió poco á poco en el ala derecha de la línea de combate, con frente hacia el oriente. Para evitar perjuicios por el fuego de á bordo, el Constitución izó el Yack convenido en la altura, con lo que se consiguió hacer cesar inmediatamente aquel fuego, que habría impedido desde ese momento un avance resuelto. Las fuerzas enemigas avanzadas hasta allí se replegaban lentamente á las líneas de defensa que ocupaba á su espalda el grueso de ellas y que, por ir ascendiendo el terreno, siguieron siempre dominando, desde el poniente hacia el oriente, hasta la profunda y dificilísima quebrada de Las Petras. El objetivo de los dos cuerpos del primer escalón de la 1. Brigada era transponer sucesivamente las distintas colinas y aquella quebrada, para llegar á la altiplanicie que formaba la principal posición enemiga. El Antofagasta alcanzó el borde poniente de la quebrada á las 12.45 P. M., después de una encarnizada lucha con un enemigo muy superior en número. El Constitución lo hacía, á la derecha del Antofagasta, como á la 1 P. M. Mientras tanto, el Regimiento Iquique y los Escuadrones Libertad y Carabineros, conducidos por el Jefe de la Brigada, se dirigieron por el camino que desde Concón Bajo lleva á Reñaca, con el fin de tomar colocación detrás del ala y en el flanco del Constitución, el cual debió extenderse hacia el sur para corresponder así á la longitud de la línea enemiga. Haciendo en gran parte ese trayecto al trote, aquellas tropas llegaron á la altura del Constitución como 20 minutos después de la llegada de este Cuerpo al borde de la quebrada, recibiendo constantemente fuego de tres baterías distintas que parecían perseguirlas durante su movimiento, aunque éste no podía ser divisado sino de trecho en trecho. a

— 39 — Llegado á la altura prescrita, el Iquique avanzó con dirección hacia el ala izquierda de la línea enemiga, amenazando ostensiblemente una batería dictatorial de siete piezas de campaña que, media hora antes, había llegado en protección de aquélla. Los Escuadrones Libertad y Carabineros recibieron, mientras tanto, orden de proteger el flanco derecho. Después de varias tentativas, frustradas por las dificultades que presentaba el terreno accidentadísimo, y la retirada de la caballería enemiga (que, al parecer, quería mantenerse en posesión del camino á Reñaca), cargaron aquéllos á las 2.30 P. M. sobre el ala izquierda dictatorial, en circunstancias de que el Iquique llegaba á 200 metros de la batería enemiga y empezaba á x'etroceder, estenuado por su larga marcha y por la tenaz resistencia de esta batería que, á la distancia mencionada, le hacía nutridas descargas de metralla. En estos momentos críticos, no solo para el Iquique sino también para el Antofagasta y el Constitución, los cuales, rendidos igualmente por una marcha forzada de legua y media al través de terrenos quebrados, se batían cuerpo á cuerpo con el tenaz enemigo, ya con las municiones casi agotadas; en éstos momentos, digo, llegaron en refuerzo de la 1. Brigada el Taltal, el Tarapacá y un Regimiento de la 2. , el Chañaral. El Taltal y el Tarapacá, que habían recibido orden de formar la reserva detrás del ala izquierda de la 1. Brigada, llamados por el Comandante del Antofagasta cuando casi habían alcanzado el punto de coyuntura de este cuerpo y del Constitución, entraron á la línea de fuego, reforzándola directamente el Taltal, mientras que el Tarapacá seguía su marcha hacia el sur para reforzar el ala derecha. a

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El Chañaral, primer cuerpo de la 2. Brigada en esta parte del combate, prolongó la línea del Antofagasta hacia la izquierda, restableciendo así la unidad de acción entre las dos partes de nuestro Ejército, separadas, para los fines de la marcha, por la orden correspondiente al día 20 de Agosto. Ante el ataque general de toda esta línea, se rompió la resistencia del enemigo. A las 3.45 P. M. se pronunció éste en completa derrota por su ala izquierda, quedando enteramente flanqueado por esa ala, tomada su artillería y cortada su retirada hacia Viña del Mar, que era por entonces su base de operaciones. Mientras tanto, el Jefe de la 2." Brigada, á penas había notado que tropas de la 1. empezaban á vadear él río frente á Concón a

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— 40 — Bajo, ordenó al Regimiento Chañaral núm. 5 que vadease también el río y marchase á proteger el flanco izquierdo de la 1. Brigada. Este Regimiento dio inmediato cumplimiento a la orden pasando el río por el vado de Verdejo, que el Comandante de la 2.*, Coronel Vergara, había reconocido personalmente. Extendiéndose la tropa en formación de combate, no podía seguir el curso irregular del vado; por esta razón, pasó el Chañaral más ó menos transversalmente á las aguas, las cuales llegaron por esto eñ algunas partes hasta el cuello de los soldados. a

El Chañaral pasó solo el río, porque los otros cuerpos que debían seguirlo inmediatamente fueron detenidos por una orden del Comandante en Jefe, quién quería esperar la llegada de la 3. Brigada, y sobre todo, su artillería, con el fin de proceder al ataque con toda la fuerza necesaria y asegurar desde luego su éxito. Por esta razón, el Chañaral se vio en la ribera sur del Aconcagua en situación bastante crítica: al atravesar el río, había tenido muchas bajas, causadas tanto por lo correntoso y profundo de éste, como por los fuegos de artillería y de infantería enemigas; y al llegar á la orilla arenosa y cubierta de matorrales, tropezó con muchas dificultades para rehacerse y formar convenientemente á fin de poder atacar. a

La energía del Comandante logró vencer estas dificultades y el Chañaral pudo avanzar cubierto por la pendiente de la altura en que estaba colocado el enemigo, y protegido por la batería Hurtado, de la 1. Brigada, que se había corrido hacia la izquierda. La presencia del Valparaíso primero, y después del Atacama y del Huasco, que luego atravesaron el río por el vado situado más al oriente, frente á Colmo, aseguraron también aquel avance. La artillería de la 3. Brigada, llegando poco á poco á nuestra ala izquierda, había concentrado sus fuegos sobre la del enemigo; pero, no consiguió llamarle de tal modo la atención que permitiera á nuestras fuerzas vadear el Aconcagua sin experimentar pérdidas. a

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Probablemente pudieron haberse evitado los combates sangrientos que se trabaron en aquella parte del campo de batalla, manteniendo la 2. Brigada á la defensiva en las lomas inexpugnables situadas al norte de Colmo, mientras llegaba la 3. en su apoyo; pero, en este caso, habría sido muy posible que el enemigo hubiese tenido el tiempo necesario para reunir todas sus fuerzas y dar un golpe desesperado hacia el sur, rompiendo la línea que le cerraba a

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— 41 — por esa parte su retirada hacia Viña del Mar. Entonces no habría sido tan completa su derrota como fué. El ataque que emprendió inmediatamente la 2. Brigada y el efecto de los fuegos concentrados de la ai-tillería de ésta y de la 3. , permitieron que los dos Cuerpos de esta última Brigada, Esmeralda y Pisagua, pudieran pasar el río con relativa tranquilidad. El Pisagua lo hizo frente a Colmo, y el Esmeralda, más al oriente, en un lugar sumamente difícil por la fuerte corriente y por la irregularidad de la hondura. a

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La llegada del Esmeralda, que después de pasar el río tenía orden de dirigirse hacia la derecha enemiga, decidió la suerte de la batalla, que el ataque emprendido poco antes por el Pisagua no habría podido producir. Las dos primeras compañías del Esmeralda aparecieron de repente sobre el flanco derecho de la posición enemiga, y salvaron al Pisagua de la emergencia de una retirada ante un ataque al arma blanca de las fuerzas dictatoriales, alentadas éstas por la disminución de los fuegos producida por el gasto exorbitante de municiones hecho por este Regimiento, el cual, dicho sea de paso, había imitado á este respecto el ejemplo de los Cuerpos de la 2. Brigada, dejándose arrastrar por la rapidez con que se podía disparar con su fusil Mannlicher, hasta abusar de ella. La decisión del combate en esta parte se produjo más tarde que en la derecha nuestra, donde se encontraba la 1. Brigada. Muchas de las fuerzas enemigas que entraron sucesivamente en combate con el Atacama, con el Valparaíso, y sobre todo, con el Pisagua, fueron las que, ya derrotadas por la 1. Brigada, se retiraban hacia el ala derecha de la posición enemiga por estar su paso cerrado hacia el sur. a

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Este movimiento del enemigo explica el hecho de que en su mayor parte los prisioneros fueron tomados en esta zona. En ella las tropas dictatoriales, por segunda vez detenidas en el camino de salvación, se vieron colocadas en la alternativa de rendirse, ó de pasar por encima de la alta cumbre del Morro Negro, que separa de San Pedro y de Quilpué el campo de batalla de Concón, si no querían caer bajo la acción de los Guías y de los Lanceros. Estos Escuadrones pasaron el río después del Esmeralda, y no pudieron por el momento tomar parte en la acción decisiva, pero sí influir sobre la retirada del enemigo persiguiéndolo, sobre todo, los Lanceros, en dirección hacia Pangalillo, aumentando la confusión de

— 42 — la derrota y tomando más de 500 prisioneros, entre ellos, como 30 oficiales. La derrota del enemigo por su derecha fué también completa como á las 4 P. M., y no pudiendo retirarse por encima del Morro Negro sino la infantería y los jinetes sueltos, se tomaron por nuestra parte toda su artillería, parque, bagajes y ambulancias. Para la artillería del Ejército Constitucional fueron una presa muy valiosa las piezas de campaña tomadas, las municiones y, sobre todo, los saquetes, con los cuales se reemplazaron los fabricados en Iquique, preparados, como ya se ha dicho, con mezcla de pólvoras de cañón y de minas. A las 4.30 P. M., se apagaron los últimos disparos en todo el campo de batalla y nuestros Cuerpos principiaron á reunirse. La 2. Brigada y el grueso de la 3. acamparon inmediatamente al sur del Aconcagua, encima de la altura que había sido ocupada por el ala derecha de los dictatoriales. El Esmeralda lo hizo un poco más al sur, sobre el camino de Colmo á Viña del Mar, dejando á la caballería la protección del flanco izquierdo, hacia Quillota y Limache. La artillería y las ambulancias de las dos Brigadas, como el Cuartel General, quedaron en Colmo. La 1. Brigada y los dos cuerpos de la 3. que se le habían agregado, dejaron solamente destacamentos en el campo de batalla, para recoger los dispersos y los heridos y para guiar al servicio sanitario y á la ambulancia de la Brigada, que habían llegado al campo como á las 3 P. M. y que siguieron trabajando durante toda la noche. a

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El grueso avanzó hacia Reñaca, siguiendo el camino de Concón Bajo á Viña del Mar, para perseguir á las tropas enemigas, porque, según noticias que se recibieron en esos momentos, el Regimiento dictatorial Chillan 8.° de línea se había divisado en esa dirección. Con ello se procuraba también alcanzar una posición más inmediata al punto objetivo de las operaciones, que era Valparaíso. El Constitución y el Escuadrón Libertad acamparon en las alturas de Reñaca, y el grueso, cerca del punto de reunión de los caminos que conducen de Colmo y de Concón á Viña del Mar. La provisión de víveres á las tropas tropezó con algunas dificultades, porque la gente no había economizado las dos raciones secas que recibió á bordo. Muchos soldados las habían consumido en la noche anterior y en la mañana del día del combate; otros

— 43 — las habían botado; y las que debían llevar los bagajes, según la orden, no habían podido movilizarse por falta de medios de transporte: la capacidad de los buques de la Escuadra no permitió conducir más que los animales indispensables para el servicio de la caballería, de la artillería y de las ambulancias, pero de ningún modo los necesarios para los bagajes y parques. A pesar de que, á última hora, se había conseguido un transporte más, el Ditmarschen, destinado exclusivamente á traer animales, no había sido posible transportar más que 200 muías para todos los servicios de ambulancias, parques y bagajes. Como todos los animales se desembarcaron echándolos á nado desde lo alto de los buques en Quintero, se mezclaron ellos de tal modo que no fué posible separar los de los distintos servicios. En primer lugar, tomaron sus muías los Cuerpos de artillería y el parque de municiones, y solo en segundo lugar se permitió que lo hicieran los bagajes y las ambulancias. No podía, pues, causar extrañeza que éstos carecieran de los medios de transportar sus provisiones y útiles. Por lo demás, se había contado perfectamente con esta circunstancia antes del embarque. Al formar el plan de operaciones, se calculó poder aprovechar para los transportes de provisiones, municiones, heridos, etc., las muías, las carretas y los carretones que se esperaba encontrar en el territorio de operaciones. La orden para el día 20 tomaba en cuenta muy especialmente la falta de dicho material, exigiendo á les Cuerpos de caballería que procurasen al Ejército estos recursos. El atraso del desembarque y la falta de cumplimiento estricto de las ordenes dadas, dificultaron notablemente la utilización eficaz de los medios indicados de transporte de los cuales se habría podido disponer en abundancia. (

El gasto exajerado de municiones en el combate del 21 de parte de la infantería y de la artillería, indujeron al Comandante en Jefe, en la tarde de ese día, á ordenar que todas las muías se aprovecharan para el acarreo de municiones. Por este motivo, ninguna quedó para las provisiones y los titiles del servicio sanitario; pero, gracias á la actividad de los Jefes respectivos, se logró hacer llegar á los campamentos una parte de las provisiones y de los útiles, y mediante la captura de una ambulancia dictatorial con todo su personal, se pudieron efectuar los servicios médicos. Una buena parte de las municiones se acarreó durante toda la misma noche, y al amanecer del 22, ya se había alcanzado á pro-

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veer de la mitad de las necesarias á las tropas de la 1. Brigada. Menos eficaz había sido el esfuerzo hecho para volver á proveer á las tropas de sus abrigos, botados totalmente antes de entrar en acción. Los Cuerpos de la 1. Brigada habían arrojado sus rollos en el cajón del Aconcagua, antes de pasarlo. Los del Taltal y del Tarapacá habían sido dejados en el campamento; los demás, en el camino; y casi todos los Cuerpos que habían traído sus rollos al campo de combate los dejaron ahí al principiar éste. Por esto, la tropa sufrió muchísimo á causa del frío. A pesar de que se mandaron destacamentos especiales para recojer los abrigos abandonados, no pudo esto conseguirse completamente antes del día de la batalla de la Placilla. a

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La falta de víveres no se hizo sentir con igual fuerza, porque en todas partes se encontraron bueyes y corderos, y solo pocas veces hubo necesidad de matar los animales de tiro.

Día 22 La vanguardia de la 1. Brigada notó que, durante toda la noche del 21, se había efectuado un tráfico extraordinario de trenes entre Santiago y Valparaíso; y como las patrullas mismas de caballería y de Ingenieros no habían conseguido cumplir con las tareas que les designaba la orden para el 20, podía suponerse que las fuerzas del enemigo en Valparaíso habrían sido aumentadas notablemente, lo que era además presumible por no haber llegado noticia alguna sobre destrucciones en la línea férrea, entre aquel puerto y Concepción. Sin embargo, como se trataba de proseguir las operaciones sobre Valparaíso para establecer lo más pronto posible la comunicación más inmediata entre nuestro Ejército y la Escuadra, el infrascrito resolvió en la mañana quedarse en la posición adelantada que ocupaba la 1. Brigada, mientras llegaban la 2. y la 3. a

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La reunión de todo el Ejército en la posición de la 1. Brigada, se efectuó á las 10.20 A. M. Antes del medio día, ya habían llegado las municiones necesarias para proveer cada fusil con 120 tiros, y cada pieza de artillería, con 64. La provisión de carne fresca no era abundante, pero sí suficiente para que la tropa no sufriera hambre. a

A las 10.30 A. M., llegó un aviso de don Juan Walker Martínez,

Secretario del Jefe de la 1. Brigada, diciendo que Valparaíso y Viña del Mar estaban completamente abandonados por las fuerzas dictatoriales y que los movimientos del ferrocarril durante toda la noche habían sido para concentrar en Santiago todo el material rodante. Pero más seguro era creer que el enemigo tuviese la intención de aprovechar la línea férrea para transportar fuerzas considerables de Santiago á Valparaíso. Tanto para evitar esto, como para aprovechar el aislamiento instantáneo de Valparaíso, se reiteró la orden al Cuerpo de Ingenieros de destruir en cuantos puntos fuere posible la línea férrea entre Quillota y Limache. Se dio también al Comandante Ovalle orden de tomar el mando de los dos Escuadrones avanzado», el de Granaderos, su propio Cuerpo, y el de Lanceros, para avanzar sobre Viña del Mar y ocupar en el acto esa población, si era abandonada por el enemigo. a

A la 1. Brigada se le ordenó seguir inmediatamente á la caballería para ocupar hasta nueva disposición la altura de Reñaca. El fuego de infantería con que se recibió á nuestra caballería, a penas se presentó cerca de Viña del Mar, probó que el aviso recibido era inexacto. Calculando, sin embargo, que las fuerzas de Valparaíso serían inferiores á las del Ejército Constitucional, se ordenó la concentración de éste frente á Viña del Mar, dejando la 1." Brigada en la posición de Reñaca, y avanzando la 2. y la 3. hasta el Paso del Gallo, que domina á Viña del Mar y al Salto, como también á Quilpué. a

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En la noche de este día, volvió á observarse un tráfico extraordinario de trenes en la línea, esta vez entre Quilpué y Valparaíso; y como todos iban á este puerto y no regresaban debía suponerse que ya se había aumentado considerablemente la guarnición de la plaza. El feliz éxito de un ataque de sorpresa sobre la posición de Viña del Mar parecía, no obstante, asegurado por las noticias que se tenían sobre el espíritu poco favorable de las tropas hacia el Dictador y sobre su poca disposición para combatir por él, como asimismo por el hecho observado personalmente por el infrascrito, á laslO P. M., de que en el cuartel de la Fábrica de Azúcar tuvo lugar un combate de fuego entre los mismos soldados enemigos, seguido, según se supo, de algunos fusilamientos. Por este motivo, se dio, á las 10.45 P. M., la siguiente orden: «Mañana á las 4 A. M. las fuerzas del Ejército habrán ocupado siguientes posiciones:

— 46 — La 1. Brigada, el Alto de las Cruces, al sur del camino que conduce hacia la punta de las Salinas. La artillería de las tres Brigadas, reunida bajo el mando del Comandante Ortúzar, en la misma altura, ocupando posiciones que permitan hacer un fuego eficaz sobre el terreno situado entre la Fábrica de Azúcar y el fuerte Callao. La 2. Brigada se colocará en la posición de Buena Vista, reconocida en la tarde, frente á Viña del Mar. La 3. Brigada, á retaguardia de la 2. . El Coronel Vergara, como Jefe, al mando de las dos Brigadas, tomará las posiciones de Viña del Mar y el fuerte Callao, moviéndose tan temprano que, á las 6 A. M., pueda estar en posesión de ellas. La ejecución del ataque se hará sin ruido. Fuerzas enemigas se atacarán resueltamente á la bayoneta. La 1. Brigada se concretará, hasta Segunda orden, á la defensa de la posición ocupada. La artillería observará el avance de la 2. Brigada, manteniéndose lista para romper instantáneamente sus fuegos sobre el punto en que se presente resistencia al ataque, y sobre todo, sobre la artillería enemiga cuando ésta entre en acción. El Comandante en Jefe estará en la posición de la 1. Brigada». a

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Día 2 3 Los movimientos de las tropas se retardaron á pesar de los reconocimientos prolijos que se habían hecho del terreno que tenían que atravesar y de la noche bastante clara, de modo que la 2. y la 3. Brigadas no llegaron sino al amanecer a los puntos que se les tenían señalados. La posición de Viña del Mar estaba fortificada de un modo lijero, pero que impresionó á los jefes del Cuerpo de ataque, á pesar de que las tropas que ocupaban esa posición se retiraron hacia las alturas, al poniente del fuerte Callao, á penas divisaron á las fuerzas constitucionales. a

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Desde la colocación de la 1. Brigada se notó con perfecta seguridad la retirada de las fuerzas enemigas hacia Valparaíso, y nuestra artillería solo esperaba el momento del avance para romper sus fuegos sobre los puntos mas convenientes; pero, no se avanzó. Una sorpresa ya no habría sido posible, porque la luz del día habría permitido conocer al enemigo, desde el principio del avance, a

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nuestra intención de atacarlo. En consideración á este inconveniente, los dos Comandantes de Brigadas no ejecutaron la orden recibida, quedándose inmóviles en las posiciones que ocuparon al amanecer. Se desarrolló entonces un combate de artillería, en el cual el enemigo hizo un verdadero derroche de municiones, manifestándose muy pronto su superioridad, tanto en el número como en la calidad de sus piezas y municiones. Mientras que las nuestras, aún las de campaña tomadas en Concón, no alcanzaban á las posiciones dictatoriales, las de ellos, principalmente las colocadas en el fuerte Callao, pasaban por encima de las nuestras. Pero, parecía faltar el conocimiento de su arma á los artilleros balmacedistas. A pesar de que dispararon un número considerable de Sehrapnels, cuyas espoletas funcionaban con perfecta seguridad, no pudieron nunca armonizar la elevación con el tiempo de com-. bustión de la espoleta, verificándose por esto la explosión d é l a mayor parte de estas granadas, tan terribles en manos del artillero competente, á tanta altura que casi no produjeron bajas, por mas que el batallón núm. 3, que todavía se servía de sus piezas Grieves, se adelantó hasta 1,600 metros del fuerte, Callao con el objeto de poder alcanzar al enemigo. A las 9 A. M. se presentaron los Comandantes de la 2. y de la 3. Brigadas, declarando que, á su juicio, era imposible atacar con buen éxito la posición enemiga por lo inespugnable, reforzada considerablemente, como estaba, por trabajos visibles de fortificación y por el gran número de defensores de que disponía. Se dio entonces orden de retirar sucesivamente del campo de combate la artillería, y de volver, también sucesivamente, á los campamentos ocupados en la noche anterior. La 2. Brigada retrocedió por la falda norte de la loma Buena Vista, y á las 2 P. M., vivaqueó en el mismo lugar que la noche anterior. La 3. Brigada practicó idéntica operación, llegando como á las 2.30 P. M. k su antiguo campamento. La 1. Brigada debía conservar su posición adelantada, con el fin de cubrir el movimiento de retirada de las otras dos, y porque se creyó, á causa de ciertos movimientos visibles de las tropas del enemigo, que intentara éste emprender un golpe ofensivo contra la posición ocupada por aquella Brigada, posición cuya inferioridad no podía habérsele ocultado. Sin embargo, durante las primeras horas de la tarde, se observó con seguridad infalible la falta a

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— 48 — de intenciones ofensivas en las medidas tomadas por el enemigo. Por otra parte, las tropas de la 1. Brigada fueron, durante todo el día, sin interrupción, molestadas por los fuegos del fuerte Callao, que felizmente no produjeron resultado, á pesar de que los proyectiles varias veces hicieron explosión entre los hombres y caballos, llegando uno de aquéllos á destruir un fondo con rancho. Por esta razón, á las 3 P. M., se tomó la resolución de retirar también la 1." Bi'igada hasta la pendiente, á espaldas de la altura de Las Cruces, en cuya cumbre había vivaqueado la noche anterior. La retirada se efectuó aprovechando los abrigos del terreno, para no exponer las tropas al fuego del fuerte Callao, que no se interrumpía. Al anochecer, todas las fuerzas de esta Brigada ocuparon campamentos fuera de alcance del expresado fuerte. La Escuadra tomó parte en las operaciones de aquel día 23. El Almirante Cochrane y la Esmeralda cambiaron sus fuegos con los fuertes del norte de Valparaíso, aunque sin resultado positivo. Para dar eficacia á su acción, preciso habría sido que aquéllos acortaran su distancia á los fuertes; pero, en tal caso, habrían corrido serio peligro sin utilidad efectiva, y como luego vieron que en tierra no se empeñaba un combate decisivo, los buques suspendieron sus fuegos y se retiraron sin recibir daño alguno. a

Los resultados de las operaciones de este día hicieron que se tomara la determinación de renunciar á seguir la ofensiva contra Valparaíso por este lado. Habiendo sido rechazado definitivamente en las deliberaciones que habían tenido lugar á bordo sobre el plan de operaciones, el proyecto de desembarque al sur de aquel puerto, y tomando en cuenta las dificultades casi insuperables de un reembarque en las circunstancias en que se encontraba el Ejército, se tomó la resolución de atacar la plaza por el sur, á pesar de que este plan no podía contar con la seguridad del éxito, sino en caso de poder efectuarse sorpresivamente, pues la posición que se debía atacar, por sus condiciones topográficas, no era menos fuerte que la de Viña del Mar. Además, debíamos, en este caso, renunciar á la cooperación de la Escuadra en el combate y en la provisión de municiones, víveres, etc., los cuales ésta no podría ya suministrar á nuestro Ejército durante los movimientos necesarios para transladarlo de su actual posición á la nueva que debía ocupar.

— 49 — Se trataba, pues, de acortar en todo lo posible el tiempo necesario para efectuar estas operaciones, y de conducir al Ejército al punto de decisión, antes de que el enemigo pudiera haberlo ocupado con sus fuerzas. La realización de esta idea debía tropezar con dificultades bien serias. El punto decisivo era el Alto del Puerto, al sureste de Valparaíso. El único camino practicable que podía tomarse para alcanzar ese punto, era el de Quilpué, haciendas de Las Palmas y Las Cadenas. La viabilidad de este camino depende exclusivamente del estado del tiempo. Él muy bueno cuando está seco; pero, con un poco de lluvia, se convierte en pantanoso é intransitable. Mucho más grave que este inconveniente era el de la distancia que debía recorrerse: más de 45 kilómetros. Un Ejército bien adiestrado en marchas podría recorrerlos sin dificultad en 12 horas; pero el Constitucional no había tenido tiempo para dedicarse al aprendizaje de este servicio. Además, los voluntarios, siempre deseosos de pelear, se sometían sin dificultad á la instrucción de combate, no así á la mucho más penosa de las marchas forzadas, que es la única que puede llegar al fin á formar una tropa marchadora. Había, pues, que contar con que el Ejército necesitaría de dos días para recorrer aquella distancia relativamente corta. El enemigo, por el contrario, disponiendo de varios caminos entre sus posiciones de Viña del Mar y el Alto del Puerto, y no teniendo que recorrer sino distancias de pocos kilómetros para transladarse de una á otra, podría llegar á cualquier punto amagado, no solamente á tiempo, sino con sobrada anticipación para la ocupación y cuidadosa fortificación de su nueva posición, la cual además estaría de antemano muy estudiada por los muchos reconocimientos y ejercicios de campaña que habían tenido lugar en esa zona. En vista de la poca probabilidad de poder efectuar una marcha rápida, había que hacer todos los esfuerzos posibles para ocultar al enemigo el verdadero objetivo de la operación, recurriendo á demostraciones ostensivas frente á la posición de Viña del Mar, y ejecutando las marchas durante la noche. Contando con el esfuerzo que podía exigirse de la energía viril de la tropa, se esperó poder llegar en la noche del primer día de operaciones á Quilpué, descansar allí durante .el segundo, y alcanzar el tercero las casas de Las Cadenas, tan temprano que, al amanecer del cuarto día de operaciones, se pudiera to-

— 50 — mar posesión del Alto del Píierto. Amagando al mismo tiempo á Quilpué, ó mejor todavía, al Salto, era bien probable que laatención del enemigo no se fijara sobré nuestro objetivo (el Alto del Puerto) antes de la llegada á él del Ejército Constitucional. Entonces, y contando con la conocida falta de capacidad militar de los Jefes dictatoriales, y con la poca instrucción de campaña que tenía su Ejército, eran de esperarse, por parte de aquéllos, medidas precipitadas, órdenes poco estudiadas, contraórdenes, etc., todo lo cual produciría confusión inevitable en esas circunstancias.

Día 2 4 El nuevo plan de operaciones comenzó á ejecutarse el 2i. Con el fin de asegurar una base solida para la maniobra dificilísima que iba á practicarse frente á un enemigo activo, se ordenó que la 2. Brigada se dirigiera á Quilpué, que tomara allí una posición que dominase la línea férrea á Santiago y la destruyera lo más cerca posible de Quillota, y que preparase todo lo necesario para esperar la llegada de las otras dos Brigadas, en la tarde y en la noche del mismo día. La 1. Brigada debía esperar en la posición que ocupaba la llegada de las últimas cargas de municiones y de provisiones que la Escuadra, con suma dificultad, había desembarcado en Concón Bajo, y aguardar que esas cargas hubiesen pasado por su retaguardia, debiendo marchar enseguida hacia la izquierda, pasando, por la espalda de la 3. Brigada. La artillería, los bagajes y el parque debían retirarse primero. A la Escuadra se le avisó que, después de las 10 A. M., no despachara más cargas, y que era conveniente reembarcar todo lo que hasta aquella hora no se hubiese podido remitir. La infantería de la 1. Brigada debía ejecutar movimientos demostrativos en su posición, para mantener sobre ella la atención del enemigo, y aún amenazarlo con un ataque en caso de que éste efectuara movimientos retrógrados. La caballería de esta Brigada debía formar el ala derecha de la ofensiva simulada y proteger eficazmente los artículos que estaban en camino entre Concón Bajo y el campamento. Al comenzarse la retirada de la infantería, tocaba á la caballería cubrir este movimií lito, y luego que aquélla hubiese desfilado por detrás de la posición de la 3. Brigada, debía proteger el íianco derecho de esta último. a

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La 3. Brigada debía conservar su posición frente al Salto hasta a

— 51 — que la 1. se hubiese adelantado hacia Quilpué, para seguirla después en la misma dirección. Con el fin de mantener al enemigo en la creencia de que no se efectuaba una variación tan notable en toda la posición del Ejército Constitucional, se ordenó alimentar en todas partes los fuegos de los campamentos y encender otros antes de moverse. Los movimientos prevenidos se ejecutaron sin inconveniente hasta la mañana del segundo día de operaciones. La 2. Brigada ocupó á Quilpué y mandó su caballería hacia Quillota; pero, no logró hacer destrucciones en la línea férrea por inconvenientes imprevistos. La 8. Brigada fué más afortunada y pudo cortar la línea frente al Salto, tomando también algunas máquinas y algunos carros con empleados del servicio de ferrocarriles. Por éstos se supo que en las anteriores 24 horas habían llegado trece trenes, con más de 8,000 hombres venidos de Concepción; que todos esos trenes habían quedado en Valparaíso; que el Dictador había estado en la mañana en Quillota; que los generales Barbosa y Alcérreca estaban en Valparaíso; y que las tropas dictatoriales manifestaban muy poca disposición para combatir, pero que tenían «un miedo mortal á sus oficiales, quienes los hacían fusilar á la primera sospecha de desobediencia». El número de enemigos concentrados en Valparaíso alcanzaba á 20,000 hombres, según los empleados del ferrocarril ya citados. a

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La retirada de la 1. Brigada tropezó con dificultades casi insuperables, causadas por el transporte de piezas de campaña, ametralladoras de marina, parque, etc., en un terreno en que no había camino y en que, muchas veces, era aún bien difícil moverse á caballo. El Comandante Ortúzar y el Sargento Mayor Fuenzalida, segundo Jefe del Cuerpo de bagajes, encontraron por fortuna y reconocieron un camino por el cual pudo arrastrarse casi todo el material; pero, esto duró hasta la noche. a

Por este motivo, la 1. Brigada no pudo empezar su marcha antes de anochecer, y esta circunstancia dificultó aún más su movimiento. Sin embargo, se cumplieron todas las órdenes, y al amanecer del 2.° día (el 25 de Agosto), no se encontraban en camino sino las últimas fuerzas de la última Brigada, las cuales habían efectuado estrictamente la tarea de mantenerse frente al enemigo hasta lo conclusión del movimiento. a

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Día 2 5 Para mantener el orden y facilitar el servicio de alimentación, y sobre todo, para el empleo táctico de las tropas en el caso bien poco probable de una ofensiva de parte del enemigo, cuya conducta en los últimos días había sido absolutamente pasiva, se ordenó que la 2. Brigada ocupara las alturas del sur, la 3. las del norte, y la 1. las del poniente del pueblo de Quilpué. Con las provisiones traídas de la Escuadra, con los recursos del pueblo y con los animales reunidos por la caballería durante el día 24, se pudo suministrar al ejército un rancho bien abundante y vino. Todos los Cuerpos descansaron en sus posiciones, salvo una columna compuesta de las tres armas de la 2. Brigada, con la cual el Coronel Vergara practicó un reconocimiento sobre Peña Blanca, donde se aseguraba había un destacamento enemigo de fuerza notable. En este reconocimiento, se tomó una numerosa partida de animales que había en un tren abandonado en aquella estación. a

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Los esfuerzos del enemigo para componer la línea destruida cerca del Salto hicieron necesario un servicio cuidadoso de seguridad hacia ese lado, en el cual se empleó el material rodante tomado el día anterior. No se pudo destruir el túnel de San Pedro, cerca de Limache, por falta de dinamita, la cual no fué desembarcada de la Escuadra en cantidad necesaria; pero, se obstruyó haciendo saltar con ese explosivo una locomotora dentro del mismo túnel. Con el fin de aprovechar el día 25 en el descanso de la tropa y de ocultar al enemigo el movimiento proyectado hacia Las Cadenas, cuyo comienzo no podía hacerse de día por estar á la vista de la posición dictatorial de las alturas del Salto, se ordenó en la tarde que la marcha principiara á la salida de la luna (1.30 A. M.). Debía empezar por la 2. Brigada, cuyo Comandante era conocedor del terreno, diri giéndose hacia la hacienda de Las Palmas con el fin de comer y de descansar en ese punto hasta segunda orden. La 3. Brigada debía mantenerse lista á las 2.30 A. M. para seguir inmediatamente á retaguardia de la 2. , y la 1. , á las 3.30 para seguir sin demora á la 3. a

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Desgraciadamente cayó en la tarde una lluvia que obligó á mover la tropa para abrigarla bajo techo, quitándole así una parte de su descanso y perdiendo por este motivo una porción notable de

— 53 — su fuerza y resistencia físicas, á las cuales se pensaba apelar enérgicamente durante los dos días siguientes.

Día 26 La marcha de este día se inauguró bajo auspicios desfavorables. La 2. Brigada, en vez de estar lista á la salida de la luna, no lo estuvo sino en parte y solo una y media hora más tarde, poniéndose en marcha á las 3 A.M. Este retardo, que habría podido contrarrestarse por una marcha más acelerada, fué aumentado en su efecto perjudicial por la poca instrucción, en marcha, del Atacama, que desgraciadamente iba á la cabeza de la 2. Brigada. Este Regimiento, cuya fuerza no alcanzaba á 1,000 hombres, no pudo concluir de salir de Quilpué sino á las 4 A. M., poco más ó menos, por haber pequeños pantanos en dos partes del camino. A consecuencia de este atraso de la cabeza, se retardó el movimiento de toda la 2. Brigada, de tal modo que la 3. solo pudo ponerse en marcha poco antes del amanecer. La marcha de esta Brigada, como la de la 1. , que empezó á las 6.30 A. M., se hizo por consiguiente en plena luz del día. Felizmente, á causa de la lluvia, sin duda, las fuerzas dictatoriales descuidaron un tanto su vigilancia. Así fué que las columnas de marcha, obligadas á tomar el mismo camino de la vanguardia, desfilaron frente á las posiciones enemigas sin ser molestadas. El estado pantanoso del camino disminuyó la rapidez de la marcha de tal modo que la 2. Brigada solo pudo llegar á Las Palmas á las 9 A. M., y la 3. no llegó sino á las 2 P. M. La 1. Brigada, haciendo siempre el servicio de protección de la retaguardia de la larga columna de marcha, salió de Quilpué, como ya se ha dicho, á las 6.30 A. M. Luego se le incorporó espontáneamente el Eseuadrón de caballería dictatorial Húsares de Oollipulli al mando del Sargento Mayor don Tulio Padilla. Anunciado este feliz acontecimiento en el campamento de Las Palmas, se adelantó el Escuadrón, llegando allí á medio día, y fué inmediatamente incorporado al Ejército Constitucional con el nombre de Húsares Constitucionales núm. 6. a

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La 1. Brigada llegó á Las Palmas á las 3.30 P. M. La continuación, la marcha debió resentirse considerablemente de la lentitud con que se hizo la primera parte de ella. En vista a

— 54 — de la necesidad de apresurar el movimiento en lo posible, se dio á las 3.30 P. M., la siguiente orden: «La 2. Brigada avanzará á las 5 P. M. por el camino de las casas de Las Cadenas y ocupara allí una posición á los dos lados de aquél, tomando severas medidas de seguridad hacia el Alto del Puerto. a

La 3. Brigada se mantendrá lista para seguir á la 2. á las 6 P. M., y la 1. á las 7.30. a

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La 3. acampará al norte del camino que conduce de Las Palmas á las casas de Las Cadenas, y la 1. al sur, resguardándose la 3. hacia el lado del Salto y la 1. hacia el de Casablanca. El Comandante de bagajes llevará todos los bueyes y ovejas que pueda recoger, y seguirá inmediatamente á retaguardia de la 1. Brigada. El parque irá detrás de los bagajes. El Comandante en Jefe marchará con el grueso de la 2. Brigada.» La caballería en gran parte se .encontraba ya en movimiento cuando se dio esta oden. a

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El Escuadrón Libertad, que había seguido un camino más corto, pero menos practicable, para cubrir el flanco derecho de la columna de marcha, tomó nuevamente el de Las Cadenas, como á dos leguas de Las Palmas, y se mantuvo en ese punto durante toda la tarde, haciendo el servicio de seguridad. Los Granaderos y los Lanceros habían recibido orden á la 1 P. M. de dirigirse por la ruta más corta hacia el camino de Casablanca á Valparaíso, á fin de sorprender un destacamento de 150 á 200 Cazadores dictatoriales, los cuales, según noticias traídas por un hacendado de las vecindades, se ocupaban en reunir todos los animales de esa región para arriarlos hacia Valparaíso. La marcha de Las Palmas á Las Cadenas se puede hacer en cuatro horas con tropas de infantería, sin exigirles un grande esfuerzo; pero, por la oscuridad de aquella noche, mucho mayor que la de las anteriores, y por el camino difícil, que la lluvia del 25 había empeorado considerablemente, la columna de marcha de la 2. Brigada se prolongó demorándose de tal manera que las otras, que habían salido de Las Palmas á las horas fijadas, se vieron detenidas á cada paso. Por este motivo, en vez de llegar á su destino á más tardar á media noche, todavía al amanecer se encontraban en camino muchos rezagados de las tres Brigadas, los cuales se habían a

— 55 — tendido en los puntos donde, rendidos por el sueño, habían perdido su energía moral.

Día 27 Á las 8 A. M., poco más ó menos, quedó restablecido el orden en el campamento, á pesar de que, por la dispersión parcial del Ejército, debió renunciarse á la idea de apoderarse al amanecer del Alto del Puerto, que era la llave de las posiciones dictatoriales de Valparaíso y de Viña del Mar. Por los movimientos que se notaron desde el aclarar en el Alto del Puerto, no podía dudarse de que el enemigo, ya muy advertido del objetivo de la marcha del Ejército Constitucional, se preparaba para cerrarle el paso. Para impedir eficazmente que los Cuerpos Constitucionales fuesen molestados en sus campamentos, se hizo avanzar al Atacama hasta las alturas del noroeste de las casas de Las Cadenas, reforzando a este Regimiento con la artillería de campaña y con las ametralladoras, á fin de defender esa posición en caso de un ataque. A igual altura, poco más ó menos, al poniente del camino de Las Cadenas, se colocó al Batallón Tarapacá; al Escuadrón Guías se encargó el servicio de seguridad hacia Valparaíso; á los Granaderos y Lanceros, el mismo servicio hacia Casablanca,; la protección del flanco derecho, hacia el Salto, Quilpué y Las Palmas, se confió á los Escuadrones Libertad, Carabineros y Húsares. A medio día la tropa estaba ya repuesta de las penurias de la noche anterior; pero, como solamente á esa hora llegaban los elementos necesarios para disponer un rancho abundante, se creyó conveniente dar tiempo á la tropa para prepararlo. A las 2.30 P. M. tuvo lugar una reunión de los Comandantes de las Brigadas en el Cuartel General, en la cual aquéllos declararon que las tropas estaban «del todo listas y deseosas de atacar, pero que convenía no molestarlas otra vez de noche». En vista de esta declaración, se resolvió atacar la posición enemiga en la mañana del 28, y á las 8 P. M., se impartió á los Comandantes de Brigadas y de Cuerpos, reunidos en las casas de Las Cadenas, la siguiente orden, basada en un reconocimiento prolijo que se había hecho del campo dictatorial: «Las fuerzas balmacedistas ocupan el Alto del Puerto y parecen alcanzar un número por lo menos igual al nuestro. A ambos

— 56 — lados del camino, ha tomado posiciones su artillería, la cual barre todo el campo á su frente, exceptuando el pié de la altura y la pendiente sur de la colina situada entre Las Cadenas y el Alto del Puerto. Las casas del fondo del valle no están ocupadas por uerzas enemigas, ni tampoco los montes que hay al pió de la altura. El ataque de la posición se ejecutará mañana al amanecer. La 3. Brigada ocupará á las é A. M. las alturas de Las Cadenas, frente al Alto del Puerto y al oriente del camino de las casas á la Placilla, con el objeto de proteger á la artillería, que se colocará en las mismas alturas, y de formar la reserva para el ataque. Toda la artillería de la 1. y de la 3. Brigadas y las ametralladoras ocuparán las posiciones reconocidas esta tarde en las alturas mencionadas y las prepararán, fortificándolas del mejor modo posible, para un combate con las fuerzas superiores de artillería enemiga. El Comandante Ortúzar tomará el mando de la Constitucional; y el Comandante del Cuerpo de Ingenieros, para ejecutar anticipadamente los arreglos del camino y los trabajos de fortificación que sean necesarios, se pondrá á sus ordenes. La artillería observará la del enemigo, no romperá sus fuegos sino cuando ésta lo haga, y entonces, tratará de apagarlos á la mayor brevedad, sin precipitarse. La 1. Brigada se encontrará concentrada á las 5 A. M. en formación de reunión á retaguardia del ala izquierda de la 3. , con el fin de atacar de frente el Alto del Puerto, y tomará como punto de dirección la casa aislada que hay en esa altura, no extendiéndose hacia la izquierda sino hasta el camino de las casas de Las Cadenas á la Placilla. Los Cuerpos de la Brigada encontrarán en la falda sur de la altura campo á propósito para prepararse para el asalto, y deberán recorrer con la mayor rapidez posible el valle hasta alcanzar el pié no barrido de la posición del Alto. La 2. Brigada se colocará en formación de reunión á retaguardia de la 1. y seguirá á ésta, como segundo escalón, á 500 metros de distancia, tratando de ganar terreno hacia la izquierda con el objeto de envolver la posición enemiga por su ala derecha, graduando esta maniobra por el éxito que obtenga el ataque de la 1. El Comandante de la 1. Brigada recibirá oportunamente la orden de atacar. La 3. Brigada, como ya está ordenado, constituirá la reserva para el ataque, y observará el ala derecha de la 1. para protegerla á tiempo en caso de necesidad. a

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La caballería de la 2. Brigada, Guías y Lanceros, reforzada por los Húsares, se reunirá, al mando del Comandante Solar, á retaguardia de la 2. Brigada, al poniente del camino ele las casas de Las Cadenas á la Placilla, seguirá los movimientos de esta Brigada, protegiendo su ala izquierda, y tratará de envolver el ala derecha de la posición dictatorial. .La caballería de la 1. y de la 3. Brigadas se reunirá, bajo el mando del Comandante Ovalle, á retaguardia del ala derecha de la 3. , seguirá haciendo reconocimientos hacia el Salto y Las Palmas, y protegerá el ala derecha del ataque, procediendo en el particular según la marcha de los acontecimientos. . «Los parques se colocarán al oriente de las casas de Las Cadenas, según su orden numérico. El Parque General, á retaguardia del de las Bridadas. a

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Los bagajes se reunirán á retaguardia de los parques, recogiendo todos los animales que se encuentren. El Comandante en Jefe se encontrará en la posición de la 3. Brigada. Inmediatamente después de tomado el Alto del Puerto, la 1. Brigada se reliará sobre el camino de Casablar.ca á Valparaíso (camino de Los Lecheros), y la 2. , sobre el que conduce á la nueva Escuela Naval. Una vez rehechas, las dos Brigadas seguirán sin demora á Valparaíso. La 3. formará siempre la reserva y esperará, sobre la altura, segunda orden.» a

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Día 28 BATALLA

DE

LA

PLACILLA

Á pesar de que en los movimientos ordenados para concentrar las fuerzas constitucionales en la posición de reunión, trente al punto de ataque, hubo tanto atraso que, al amanecer, no habían aquéllas llegado á los puestos designados, el enemigo no inte ntó estorbar dichos movimientos, aunque algunos de ellos no podían ocultarse á su vista. Efectuada por fin la reunión, poco antes de las 7 A. i VI, se ordenó á la 1. Brigada que avanzara por un desfiladero angos to al poniente de la altura ocupada por la 3. y por la artillería, y que marchara á formarse para el ataque á la falda sur de la colim i, en medio del valle. a

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— 58 — El Constitución formó á la derecha; el Iquique, á la izquierda; y el Antofagasta, á retaguardia del primer Cuerpo, como segundo escalón. El Constitución se dirigió directamente hacia el centro de la posición enemiga, y el Iquique más al poniente, hacia el peñón denominado el Salto. En el vacío que se produjo por éste movimiento, se íntensiió el Antofagasta, perdiéndose así forzosamente la reserva de la Brigada. Sin romper el fuego, se acercó esta 1. Brigada hasta 400 metros de la posición enemiga, atravesando un terreno bastante accidentado, en el cual había algunos esteros y muchos alambrados de púas, y sufriendo desde el principio los efectos de la artillería dictatorial, que le causaron numerosas bajas. Desde esta primera posición, la Brigada avanzó, como á las 8.30 A. M., por un terreno siempre inclinado, manteniendo un combate tranquilo con fuegos bien dirigidos, pero detenida á cada paso por quebradas hondas y escarpadas, por matorrales y alambrados. a

j¡;. La 2. Brigada avanzó al poniente del camino real, y para aprovechar la protección que le ofrecían algunas colinas en aquella parte, se corrió tanto hacia la izquierda que ya no pudo atender á la primera y principal parte de su tarea, que era servir de reserva á la 1. Brigada, sino solamente á la segunda parte, que era envolver el ala derecha del enemigo. En comparación con la primera, esta segunda tarea no era más que secundaria. Las consecuencias de esta modificación no tardaron en hacerse sentir de una manera bastante perjudicial para la 1. Brigada. Destinada ésta, la menos numerosa de las tres, a servir de vanguardia en el ataque, con el fin de dirijir las otras dos más fuertes al punto en que podía esperarse la verdadera decisión de la batalla, se vio obligada á sufrir de parte del enemigo un fuego enormemente superior al que ella podía hacer, sin tener á su retaguardia las reservas con que habría debido contar si se hubiesen observado las detalladas instrucciones que se habían dado acompañadas de una representación gráfica del procedimiento que debía observarse en el ataque. a

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Fué inútil mandar ordenes al Comandante de aquella 2. Brigada. Los fuegos enemigos barrían tremendamente el terreno, el cual debía atravesarse oblicuamente á la derecha por haberse avanzado ya, hacia vanguardia, tanto que hubo necesidad de renunciar á restablecer del todo el orden fijado en las instrucciones de la noche anterior, Solos el Valparaíso y parte del Huasco, a

— 59 — Cuerpos que formaban el ala derecha de la 2. Brigada, pudieron reunirse á la 1. reforzando muy oportunamente al Iquique y al Antofagasta en su desigual combate. El grueso de la 2. Brigada se dirigió hacia las colinas situadas al suroeste de la Placilla, y su artillería tomó en ellas posición, rompiendo sus fuegos, los cuales luego hubo de suspender porque molestaban al Iquique. La infantería avanzó hacia el ala derecha de los dictatoriales, apareciendo en la altura al mismo tiempo que la caballería, la cual, por orden del Comandante en Jefe, se le había reunido para envolver dicha ala. a

a

a

La situación del Constitución se hacía, mientras tanto, más crítica que la del ala izquierda de la 1. Brigada, porque los refuerzos ya citados de la 2. no entraron, como se ha dicho,, en esta parte. Además, el enemigo se corría hacia su izquierda. Por estas razones, fué indispensable hacer entrar en acción á la Brigada de reserva, es decir, la 3. Primeramente, avanzaron hasta la altura en el valle, la artillería y el Batallón Tarapacá, y poco después, todo el resto. a

a

a

A penas llegó el Batallón Tarapacá á la falda sur de la mencionada altura, se vio obligado á adelantarse más para reforzar inmediatamente el flanco derecho del Constitución, que se encontraba sumamente comprometido por el movimiento enemigo. Avanzando resueltamente y como en un campo de ejercicio, el Tarapacá llevó al Constitución el refuerzo que tanto necesitaba; pero, perdió como la mitad de su efectivo, y resultaron heridos sus tres Jefes. Los Regimientos Pisagua y Taltal, que siguieron al Tarapacá, tomando una dirección más hacia el oriente, encontraron mayor abrigo en el terreno y no sufrieron pérdidas tan grandes. La llegada del Esmeralda, que se dirigió sobre el flanco izquierdo del enemigo, decidió la batalla en esta parte del campo, poco más ó menos al mismo tiempo en que los Guías, Lanceros y Húsares, después de una brillante carga, se apoderaron de las piezas de campaña que habían formado el principal núcleo de resistencia del ala derecha dictatorial. Á las 10.25 A. M. aparecieron sobre el alto nuestras fuerzas del centro, las cuales se habían visto obligadas á atravesar hondas y casi impracticables quebradas, dominadas siempre por los fuegos que el enemigo hacía de arriba hacia abajo, desde las trincheras naturales formadas por los tres largos zig-zags del camino á Val-

— 60 — paraíso y ocupadas por las tropas de la dictadura. Hubo un momento en que, atacando nuestros Regimientos simultáneamente por la derecha, por el centro y por la izquierda, se habían encontrado en peligro de hacerse fuego entre sí; pero, este peligro no duró sino breves instantes. El Ejército balmacedista había sido puesto en completa derrota. Nuestros Jefes y oficiales "se dedicaron con todo empeño á reunir las tropas, tarea que resultó ser bastante difícil, porque en el centro de las posiciones enemigas los Regimientos Constitucionales, no solamente estaban mezclados entre sí, sino también con los vencidos., Para facilitar aquella operación, se ordenó que los oficiales reunieran su tropa en el mismo lugar en que se encontraba en ese momento, y en seguida, que se juntasen los distintos grupos de los mismos Cuerpos y fueran tomando el mando los Jefes ú oficiales de mayor graduación. Conseguido lo anterior, la 1. Brigada debía concentrarse sobre el camino de Los Lecheros; la 2. , á la izquierda, sobre el camino á Playa Ancha; y la 3. , á retaguardia de las otras dos. Se dispuso también que los soldados dictatoriales dieran vuelta al revés sus chaquetas, vistiéndose así para distinguirse de los demás. a

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a

Á medio día ya se había conseguido separar á los vencedores de los vencidos, y reunir los Cuerpos y las Brigadas Constitucionales. Para perseguir inmediatamente al enemigo, que huía en completa dispersión, se dio orden á la caballería de la 2. Brigada de avanzar por el camino de La Pólvora. Entre tanto, el infrascrito se adelantó con los Granaderos, seguidos poco después por los Lanceros, por el camino de Los Lecheros, mandando á los Comandantes de las dos Brigadas de primera línea, orden de hacer seguir en las mismas direcciones á, los primeros Cuerpos que se reorganizaran por completo. Como á las 11.30 A. M., llegó el infrascrito á la altura de Las Ramaditas, donde recibió aviso de que en Valparaíso, además de la Policía, se encontraban el Batallón Angeles y un Escuadrón de Gendarmes, con lo cual inmediatamente se mandó apresurar la marcha de los Lanceros y de la vanguardia de la 2. Brigada. Los primeros llegaron como á medio día. a

a

— 61 — No teniendo conocimiento de que el señor Comandante en Jete había ya mandado un parlamentario, el que suscribe envió al Intendente de Valparaíso la siguiente carta: «El Ejército Constitucional tiene poder para tomar la plaza. Con el fin de evitar más derrame de sangre, íntimo á US. rendición incondicional.—Emilio Kornerl>. Se ordenó también al Jefe del Escuadrón Granaderos enviar patrullas de reconocimiento hacia el estero de las Delicias. Este Escuadrón bajó luego de la altura, y desarmó en el cruzamiento de la Alameda de las Delicias y de la calle de la Victoria, al Batallón dictatorial Angeles, que se rindió con sus Jef es y oficiales. En estos momentos, empezó á llegar á Valparaíso la cabeza de nuestra infantería. Bajé entonces con los Lanceros, dirijiéndome por la calle de la Victoria hacia la Intendencia. Poco después, me salió al encuentro el capitán don Alfredo Irarrázaval, portador de una petición del Cuerpo Consular, reunido en la Intendencia, por la cual éste rogaba no se hiciera entrar tropas en la plaza. Habiendo ya avanzado la caballería por la calle de Prat, se contestó á los Cónsules que no era posible acceder á sus deseos, Á las 12.30 P. M. llegó el que suscribe á la plaza de la Intendencia, en la cual, cerca del muelle, había todavía tropa enemiga con dos piezas de montaña, pero sin disparar. Inmediatamente fué aquélla envuelta por masas del pueblo ebrio de entusiasmo. En la Intendencia declaró el Jefe de la Escuadrilla Alemana que el Intendente de la provincia y otros Jefes dictatoriales se encontraban á bordo de los buques de su mando, y que serían entregados si se les daba perfecta garantía de seguridad; pero, esto no pareció conveniente en vista de la excitación del pueblo. La caza-torpedera Almirante Lynch repentinamente hizo varios disparos, como 20 minutos más tarde, lo que obligó al Regimiento Constitución á tomarla al abordaje, utilizando las lanchas disponibles en el puerto. Con este hecho concluyeron, á la 1.30 P. M. del día 28 de Agosto, las hostilidades de la campaña principiada al amanecer del 20 del mismo mes, La ocupación de la plaza, con sus fuertes y buques, se efectuó sin tropiezos. Llegaron á ella US. poco después de las 3 P. M., y el

— 62 — señor Comandante en Jefe de la Escuadra, con parte de ésta, cómo á las 5 P. M. Todo el Ejército dictatorial que combatió en el Alto del Puerto fué dispersado, haciéndosele un gran número de prisioneros, cuya mayor parte ingresó al Ejército Constitucional. Las bajas de Jefes, oficiales y tropa sufridas por el Ejército Constitucional en toda la campaña, ascienden á 2,672 entre muertos, heridos y desaparecidos, como se demuestra en el cuadro que sigue:

CD CD

Agosto 21 Concón i! 23 Viña del Mar 28

2 17 197

4

i 18 463

8

Total..,.

6 35 660

M

Suma L

y-s

Tropa

e m

Oficiales

COMBATES

Jefes

1891

DESAPARECIDOS

HERIDOS

Tropa

Y

MUERTOS

Oficiales

BATALLAS

Jefes j 1 Oficiales J Tropa

FECHAS

45 482 2 1 75 1041

122 869 3 191 1800

12 121 1525

313 2672

Las bajas del enemigo fueron mucho mayores que las nuestras; pero, no ha sido posible obtener la cifra exacta de ellas, sobre todo, la de los Jefes y oficiales. Murieron en la Placilla sus dos Generales, Barbosa y Alcérreca. El cuadro que sigue manifiesta el número aproximado de las bajas de tropa dictatoriales:

[FECHAS

MUERTOS

HERIDOS

BATALLAS

1891 Agosto 2 1 . . . 28... Total

SUMAS

Tropa

Tropa

833

815

1648

941

2422

3363

1774

3237

5011

— 63 Se tomó al Ejército dictatorial el armamento mayor y menor que á continuación se indica: Cañones de diversos sistemas. Ametralladoras de id. id Rifles y carabinas de id. i d . . . Tiros para id. id Sables

105 23 23,960 2.500,000 1,350

El día 29 llegó de Santiago la noticia de que el Dictador había entregado el mando al General don Manuel Baquedano. El 30 marchó el que suscribe á la capital con el objeto de preparar los cuarteles para recibir al Ejército. Al siguiente día, se trasladaron también US. y la Excma. Junta de Gobierno á esta ciudad y llegaron además los primeros Regimientos de la 2. y de la 3. Brigadas, quedando en Valparaíso la 1. Para la completa conclusión de la campaña, faltaba solamente disolver las fuerzas dictatoriales de Coquimbo y otras menos numerosas que se encontraban en distintas partes de la República. De la primera tarea se encargó personalmente el señor Ministro de la Guerra, Coronel don Adolfo Holley, que la realizó con toda felicidad. A los 15 días después de la batalla decisiva de la Placilla, se encontraba desarmado y disuelto el resto de las tropas dictatoriales, pudiendo considerarse completamente restablecidos el orden y la tranquilidad en todo el país. Al concluir, séame permitido recordar los importantes servicios prestados por el Jefe» de Marina del Estado Mayor General don Arturo Fernandez Vial, principalmente en la organización del aprovisionamiento y de la movilización del Ejército. Como en la composición del Ejército detallada al principio de. este parte, aparece el Cuerpo de Ingenieros Militares distribuido entre las tres Brigadas, sin designación de su Comandante, debo también expresar aquí que éste cargo fué desempeñado por el Teniente-Coronel don Augusto Orreo-o Cortés. Adjuntos encontrará US.: el anexo ó cuadro núm. 1, que demuestra las disposiciones tomadas en Iquique sobre el mayor número de tropas, animales y materiales que podía embarcarse en cada buque y transporte de la Escuadra; el anexo ó cuadro núm. 2, que manifiesta el orden de marcha de la Escuadra y su a

a

a

— 64 — entrada á puerto; los anexos núms. 3 y 4, que son la proclama del Excmo. Señor Presidente de la Junta de Gobierno y la de US. y del señor Ministro de Guerra; y por último, el anexo núm. 5, en que se representa un diagrama sobre el modo como los buques debían tomar su fondeadero. Santiago, Diciembre de 1891. EMILIO KÖRNER.

CROQUIS DEMOSTRATIVO DE LAS OPERACIONES DEL EJÉRCITO CONSTITUCIONAL EN LA CAMPAÑA

DEL 20

AL 28

DE AGOSTO DE 1891.

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Estado que manifiesta la distribución dpi Ejército Constitucional en los buques y transportes de la Escuadra

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300 8 minutos

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Cóndor Huemul... Miraflores.

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1000

800| s Regimiento número 6 120 200 Escuadrón número 1 120 S00 Id. i.l. 3 Cuatro piezas de artillería, Ba-¡ 60 «O tería M. Hurtado , 30 .30' Servicio Sanitario

Í

8 íoool /Regimiento número 1 8 1000 "Id. id. 8 150 200 Escuadrón número 2 80| (Artillería número 2 ló [Esta.lo Mayor, diez oliciales Ingenieros 170 •10! agajes 200!

Regimiento número ÍBagajes

300; 40

^Artillería número 2 '(Regimiento número 1.

200:

300 8 minutosi

[ Regimiento número 3 . Id, id. 9, Id. id. 7 i Artillería número 1.... [Estado Mayor, cinco.., {Baga jes

800| 600 800| 275 401

300 '8 minutos

(Regimiento número 10. Id. id. 11. Id. id. 5, (Escuadrón número 4....

800^ 8 9 500 8 800| 150 150

300! 8 minutos

800¡ 3¡ /Regimiento número 4 200' G0¡ 1 Artillería número 3 130j 130 lEscuadrón número 5 1 Estado Mayor, 3. Briga10 10 [ da 201 (Servicio Sanitario a

Parque de la 1. Brigada a

Ambulancias de la 1.* Brigada 10 hombres cuidando caballo: 5 hombres cuidando muías

200

500

1

2000

r=3

número 2. Bagajes. ÍRegimiento

500 2 300 8 minutos 4 Con Cuatíones fran ceses

2000!

Número en el convoy

1

80

8 8 S 60 40 50

Parque de la 3." Brigada Las piezas de art. irán en bat. listas para hacer fuego 3 carretas desarmadas con 200 muías de bagaje»

[

Las piezas de artillería irán listas para hacer fuego

— 65 — El embarque de las tropas se ejecutará bajo la dirección del Comandante ó Jefe de Marina más antiguo, quien con la debida anticipación ordenará el embarque de los animales y el acarreo al muelle de los equipajes de los Cuerpos, dejando la operación de embarcar las tropas para el liltimo momento. Antes de enviar á bordo los objetos, se calificará lo que debe ir como equipajes. No se permitirá á nadie movilizar muebles ni objetos propios para el servicio de guarnición, y será especial atención^del Jefe del embarque el prohibir cualquiera transgresión de esta orden. El equipaje del soldado para campaña es el rollo. El del oficial, también el rollo, más una maleta y la silla de montar. Los artículos llamados de Almacén del Batallón deberán dejarse á bordo del transporte hasta que el Ejército haya afianzado un centro ó base de operaciones de carácter estable en donde puedan aceptarse las comodidades que proporciona un equipaje. El cuadro anterior contiene: en la columna marcada con la letra A, el número de hombres que transporta cada buque; en la B, el número de lanchas; en la C, el número de hombres que desembarca en cada vez; en la D, el tiempo empleado en el embarque de una lancha; en la E, el número de viajes de las lanchas; en la F, el número de botes de remolque; en la G, el número de botes guías; en la H, el número de escalas de embarque; en la J, qué tropa debe desembarcar y el orden de la marcha; en la K, los Cuerpos que transporta y su efectivo en hombres. En estas instrucciones se ha calculado el personal efectivo, pudiendo el plan modificarse en la repartición de ciertos Cuerpos, y particularmente, para cada vapor. OBSERVACIONES

SOBRE LAS LETRAS DEL

CUADRO

ANTERIOR

A. Puede dirigir la composición, pero no el total de tropas que debo llevar. JB. Puede disminuirse á la mitad en el Aconcagua, en el Maipo y en el Gacliapoal. Cada lancha desembarca más o menos 150 hombres. C. Se entiende que, habilitando cuatro escalas, se embarcan simultáneamente 150 hombres por cada una. D. Preparada la lancha con cuatro hombres, uno á cada boza y dos para recibir los soldados, esta operación puede hacerse en 30 minutos por cada Batallón. E. Un oficial debe haber en cada escala para ordenar la salida de la gente. Se ha fijado un tercio más del tiempo. Remolcada cada lancha por un bote, ésta puede ir y venir en 60 minutos por viaje, desde que se larga del costado, si se tiene cuidado de ordenar á los lancheros que se

— 66 — mantengan tocando con la popa la playa, y la boza en la mano, lista para hacerse avante. F. Las embarcaciones serán dotadas por cada buque con cuatro bogadores á Ib menos. Cada bote llevará un andarivel, como remolque propio, y un patrón ú oficial, si es posible, para conducir bien la lancha remolcada. Descargada la lancha en la playa, el bote regresará inmediatamente al buque con la lancha vacía. Los botes con las lanchas, al salir de cada buque, se dirigirán sobre la playa, en la cual se fondearán boyas, con andariveles á tierra, para facilitar el ir y venir de las lanchas. G. Estos botes serán de dos remeros y uno ó dos hombres más, los cuales guiarán los caballos desde el buque hasta la playa é impedirán que los caballos se dirijan hacia la costa en que haya piedras. Se cuidará que los caballos se dirijan todos hacia el mismo punto de la playa, el cual se conocerá por los soldados de á pié que en él los esperarán para enlazarlos. Especial atención' debe ponerse en que los caballos no se metan debajo de la popa. H. Se preparará el número de escalas que se señalan para cada buque, con bozas de cabo de tres pulgadas para mantener las lanchas atracadas, y guarda-mancebos largos en la cadena de las escalas, debiendo encon trarse en las plataformas en buena condición. Un marinero diestro ayudará al pié de la escala á embarcar los soldados, y un oficial del buque se colocará en la parte alta para que no permita bajar más de un soldado por cada dos peldaños. I. Se resolverá por el Estado Mayor General si conviene desembarcar Batallones completos ó compañías de varios á la vez. En todo caso, la tropa estará formada y con sus elementos para la marcha al entrar el buque al puerto. Los Jefes de las tropas estarán cerca del Comandante militar del respectivo buque para hacerles ejecutar lo que éste ordene. Los Jefes de Cuerpos ó de compañías sueltas que vayan en cada buque harán lo mismo. Un ayudante de cada uno de estos Jefes se mantendrá cerca del respectivo Comandante para llevar á la tropa las órdenes que se impartan.

ANEXO NÚM. 2 . Instrucciones para cumplir el programa de desembarque, según el cuadro anterior. Tropa de caballería.—Con cada soldado de esta arma se embarcarán también la montura y el freno, todo en un solo bulto, debiendo cada soldado saltar á tierra con estas piezas. No se dejará á bordo á ningún ofi cial ni soldado de caballería. La gente del buque atenderá á los estrobos

— 67

-

y al embarque ó soltura de los caballos. En los aparejos habrá un hombre para largar los estrobos cuando los caballos estén en el agua. Agua.—Toda la tropa ha de llevar su caramayola llena de agua y sus municiones de combate en número d e . . . . por fusil. En el morral se distribuirán la ración de carne conservada, para dos días, pan ó galleta para el mismo tiempo, y los paquetes con azúcar y cafó para cada soldado. Bollos.—Cuando la tropa no desembarque á viva fuerza, los rollos se llevarán á la espalda. Los rollos de las tropas que asalten la playa ante el fuego del enemigo se dejarán á bordo, á cargo del contador, con cuatro soldados para desembarcarlos junto con los fondos para la comida. Queda bajo la responsabilidad del Comandante del transporte el mandar á tierra los rollos en cuanto llegue la ocasión, á fin de que la tropa los tenga antes de la noche ó de la hora de iniciar la marcha. Alimentos.—Señalado el punto objetivo del desembarque, calcularán los Comandantes de los transportes, sea de día ó sea de noche, el tiempo de la llegada, sino se les avisa, y tendrán una comida abundante, hecha con ración fresca y café para toda la tropa. Este punto es de capital importancia y comprometerá el nombre del Jefe de buque que lo olvide. Al entrar al puerto.—-Si la vanguardia de buques ha terminado el rastreo de una zona ó canal donde no haya torpedos, los buques entrarán en formación de fila para tomar el fondeadero que se señala en el croquis. La velocidad será de cuatro nudos. Al llegar al ancla, deberá precederse á poner la proa perpendicular á la playa, largando un anclote por la popa como rejera. Ordenes.—Los Comandantes, desde el puente, atenderán á las órdenes que se les den por el Jefe de desembarque, el cual llevará la insignia de buque de guardia. Los ayudantes de este Jefe llevarán un gallardete en una asta, por el cual se les podrá reconocer desde los buques. Se impartirán con anticipación órdenes lacónicas y escritas para que cada Jefe de buque realice el objetivo que se le señale en el plan general. Comandante en jefe, miembros del cuartel general, del estado mayor y de las brigadas.—De los buques que protegen el convoy de cada Brigada, se enviarán botes con buenos bogadores para llevar á aquéllos al lugar que ellos mismos elijan en la playa. Banderas.—Cuando un transporte haya terminado el desembarque de sus tropas, levantará al tope la bandera, la cual se izará á media asta á proa cuando comience el desembarque. Los buques que no lleven lanchas planas y tienen tropas que desembarcar levantarán al tope la bandera roja. El comienzo del desembarque de las tropas de estos buques so hará como en el caso anterior. 9

— 68 — Los buques que necesiten lanchas para desembarcar equipos, izarán al tope mayor la bandera W del Código Internacional. Los buques que pidan lanchas para desembarcar víveres para las tropas por Brigadas, izarán al tope mayor la bandera azul. Servicios que deben ordenar los Comandantes con anticipación.—-Tendrán presente los Comandantes de los transportes que toda faena que demanda tiempo debe comenzarse en el más oportuno para que, á la hora de desembarcarlas tropas, se encuentren éstas en las condiciones siguientes, y por su orden; 1.° Con una comida caliente. 2.° Con la dotación de 150 tiros en canana ó morral. 3.° Con ración seca para dos días en morral. 4.° Con los rollos, cada oficial y cada soldado. El equipaje al desembarcar debe ser éste y no otro: rollo para el soldado, rollo para el oficial. 5.° Las tropas formadas en dos filas, con los capitanes á la cabeza de las compañías. 6.° Se embarcarán primero los capitanes. Cerca de la escala, estará el teniente. 7.° Cada oficial de portalón recibirá órdenes claras de su Comandante. En caso de marejada, se colocará en las lanchas hasta un cuarto menos del personal asignado. Las bozas en los portalones deben trabajar lo más á proa y lo más á popa posible, no estando las lanchas construidas para resistir grandes esfuerzos en el sentido del largo. Contadores de los transportes.—Estos oficiales deben llevar preparados en su respectivo buque tantos lotea de cajones con raciones secas como Batallones haya á bordo, de manera que les sea expedito entregar simultáneamente á todos los Cuerpos que lleva el transporte el número de raciones que á cada uno corresponde, ó sea, dos por cada persona, oficial ó soldado. Lanchas planas.—Las lanchas planas deberán completarse á bordo de cada buque, haciendo entregar los elementos que falten, y vigilando esto el segundo del buque. Desembarque de caballos.—En caso de usar las lanchas para echar á tierra los caballos, se emplearán las ocho lanchas con puentes para caballos. Fusiles.—Prevenir á los soldados que los fusiles deben llevarse con la mano izquierda y cerca de la primera abrazadera en el momento del embarque. Para desembarcar, fusil al hombro; y si hay agua, cananas al pescuezo.

ANEXO

№2

E N T R A D A A P U E R T O DE LA 1 D I V I S I O N

E N T R A D A A P U E R T O D E L A 2« D I V I S I O N

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— 69 —

ANEXO NÚM. 3 Proclama El 6 de Enero del presente año, la Escuadra respondió al llamamiento que el Congreso Nacional había hecho á los defensores del país para que amparasen y mantuvieran el imperio de la Constitución y de la ley, conculcados por la más odiosa é inexcusable dictadura. Han corrido siete largos meses desde ese día memorable, y en ellos ha tenido la Escuadra repetidas ocasiones para comprobar con hechos la santidad de sus propósitos, su amor al régimen legal y su incontrastable resolución de no deponer las armas hasta afianzar el triunfo definitivo del orden constitucional. Durante este tiempo se ha organizado y disciplinado el brillante Ejército eme conducen las naves de la Escuadra al centro mismo en que la dictadura ha acumulado los elementos de fuerza y resistencia de que se ha valido para sojuzgar y oprimir al país, bajo un régimen de implacable persecución y de tiranía sin nombre en la época moderna y sin precedente en nuestro estado político y social. Toca ahora á la Escuadra abrir y facilitar al Ejército el camino de la victoria, haciendo oportuno y expedito su desembarco y limpiando las playas de los enemigos que puedan cerrarle el paso. Para ello son necesarios la previsión, el orden, la exactitud y la disciplina más rigurosas, á fin de realizar estrictamente y en todos sus detalles el plan acordado. Esta Comandancia en Jefe sabe bien que no necesita hacer recomendación de ningún jónero á los señores Jefes y Oficiales y tripulaciones de la Escuadra para asegurar el mas feliz éxito. Más aún: abriga la íntima convicción de que todos probarán una vez más, en esta ocasión, que son los dignos herederos de los que dieron á Chile el dominio del Pacifico y que, si han sabido mantener incólume y sin mancha el honor de la bandera en el exterior, no economizarán sacrificio alguno para restablecer el imperio de la Constitución en el interior. Ha llegado la hora, ansiada por todos, de libertar á Chile de la dictadura, y de afirmar para siempre el predominio de la ley y del derecho, resguardado por la lealtad y la sumisión incondicionales del Ejército y de la Escuadra, que sellarán mañana en el campo de batalla su unión indestructible para defender, en todo tiempo, las instituciones patrias. Señores Jefes, Oficiales y tripulaciones de la Escuadra: vuestro Comandante en Jefe os saluda, asegurándoos eme la mayor honra que puede recibir en su vida es haber mandado á los que, defendiendo la Constitución, se han hecho dignos de la victoria, que Dios siempre con-

— 70 — cede á los que luchan por la justicia, y de la gratitud con que el país paga á sus buenos servidores. Á bordo del blindado Almirante Cochrane, en la mar. frente al puerto de Quintero, á 19 de agosto de 1891. J. MONTT.

ANEXO NÚM. 4 Proclama Señores Jefes, Oficiales y soldados: Llega el momento de herir al dictador en su guarida, pues vamos á buscarlo allí donde cree contar con elementos de incontrastable poder. Valparaíso primero, Santiago después, hé ahí, soldados, el objetivo de la campaña, el blanco de nuestros patrióticos esfuerzos. En su demencia, el tirano que por largos meses ha oprimido y humillado á nuestra patria, se halagaba con la idea de que buscaríamos, para atacarle, los estremos, sin atrevernos á llegar al corazón del país. ¡Iluso! al pensar así olvidaba que sois los mismos que, desnudos, sin armas ni municiones, hicisteis las campañas legendarias de Tarapacá y Antofagasta. Olvidaba todavía que sois los- soldados de la patria, los entusiastas voluntarios del deber, y que el hombre que pelea por una gran causa sabe elevarse, llegado el caso, hasta la altura de Prat' y de Serrano, de Ramírez y de Santa Cruz, de Aguirre y de Williams. ¡Soldados! vamos á probarle á ese gran criminal que vive en la Moneda, que en Chile no hai aire respirable para los déspotas y que bastará nuestra presencia para que sus mercenarios huyan despavoridos. Pero, para asegurar la victoria, es preciso mantener la mas severa disciplina en las filas del Ejército. Hasta después de vencer en Santiago, no tenemos ni madres, ni esposas, ni hijos, ni amigos. Desde tambor a Comandante, todos, todos quedarán en los cuarteles y en el campamento, sin abandonar ni por un instante el fusil. • Aunque vencedores i aunque sintamos no ver a Valparaíso, no lo veremos si ello es preciso para asegurar la rapidez del último y definitivo golpe en Santiago. Señores Jefes y Oficiales: pesa sobre vosotros una gran responsabilidad, pero que no es superior á vuestro patriotismo. Cueste lo que cueste, debéis mantener la disciplina más estricta y más severa.

3

U E R T O DE

CROQUIS P A R A T O M A R EL FONDEAD

Los buques deben quedar en 4 brazas como máxii

a'o^aaï rastreado por escampavías.

Después de rastreado un fondeadero se orde tomarlo como definitivo en el apostadero \

'""ero. ib,

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1¿

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— 71 — Haced presente á vuestros soldados que hacemos la guerra en nuestro propio país y que somos los libertadores y no los enemigos de las poblaciones en que vamos a entrar. Hacedles comprender que la embriaguez después de la victoria podría traer la ruina de nuestras esperanzas. Dadnos la disciplina y el orden perfecto en las filas y nosotros responderemos de nuestra grande y santa causa. Vuestros Jefes esperan que el Ejército Constitucional será por su moralidad i heroísmo motivo de orgullo para la patria. En alta mar, á 19 de Agosto de 1891. A.

HOLLEY. CORONEL CANTO.

PARTES OFICIALES DE

JEFES

LOS

DE

BEIGADA

PASADOS

AL ESTADO MAYOR GENERAL, SOBRE LAS ULTIMAS OPERACIONES

ESTADO MAYOR DE LA 1. BRIGADA A

DEL

EJÉRCITO CONSTITUCIONAL

Santiago, 28 de Octubre de 1891. Paso á dar cuenta á ese Estado Mayor General de las operaciones emprendidas y realizadas por la Brigada de mi mando desde el 2 0 de Agosto próximo pasado, día del desembarco en Quintero del Ejército Constitucional hasta el 2 3 del mismo en que nuestras fuerzas entraron victoriosas á la ciudad de Valparaíso. La Brigada se descomponía, en aquella fecha, del modo siguiente: Regimiento Constitución 1.° de línea, su comandante el teniente coronel don José Ignacio López, con 810 plazas. Regimiento Iquique 6.° de línea, su comandante el teniente coronel don Enrique Bernales, con 760 plazas. Regimiento Antofagasta 8.° de línea, su comandante el teniente coronel don Roberto Goñi, con 532 plazas. Una batería de artillería del Batallón núm. 2 de esta arma, su jefe el sargento mayor don Carlos Hurtado, con 8 0 plazas. Escuadrón Libertad núm. 1, su comandante el teniente coronel don Alejandro Valenzüela, con 150 plazas.

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Escuadrón Carabineros del Norte núm. 3, su comandante el teniente coronel don César Montt, con 130 plazas. Una compañía de ingenieros, su jefe el capitán don Augusto Bruna, con 52 plazas. Total de plazas, 2,524, Al partir de Vallenar con destino á Huasco el día 13 de de Agosto, con el objeto de embarcarnos en este puerto, traía mi Brigada un efectivo de 2,674 hombres, y la diminución que se produjo fué causada por la disgregación del Escuadrón de Granaderos núm. 1 que pertenecía á la 3. Brigada sin embargo de estar acantonado en Vallenar y bajo mis órdenes durante la ocupación de ese departamento. El día 9 de Agosto despaché sobre las fuerzas enemigas avanzadas en la Higuera un destacamento de 90 hombres del Escuadrón Libertad núm. 1 y del de Carabineros núm. 3, movimiento de diversión éste que afirmaría al Gobierno de la Dictadura y al Jefe de la 5. División acontonada en Coquimbo en su creencia de que nuestras fuerzas atacarían esa provincia. En efecto, el comandante don Alejandro Valenzuela amagó la vanguardia enemiga sorprendiéndola y poniéndola en fuga al amanecer del día 11; cortó sus líneas de comunicación extendidas hasta Palacios, y.se retiró á marchas lentas sobre Vallenar, con el fin de regresar á tiempo de la jornada que todas las tropas de mi mando debían emprender hacia el puerto de Huasco para embarcarnos con destino al sur. a

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El 13 hice salir al Regimiento Constitución con dicho rumbo, haciendo escala en Freirína, y el mismo día despachaba con idéntico destino el parque de la Brigada, consistente en 400,000 tiros Grass de 9 milímetros y en 700 fusiles del mismo sistema que eran la excedencia de los 3,000 que recibí en Iquique como dotación calculada para armar el total de fuerza á que podría alcanzar mi Brigada, mediante el reclutamiento de jente que debía verificarse en todo el valle de Huasco. El 14 emprendieron esta misma jornada los demás cuerpos que dejo enumerados, haciéndose la movilización de estas tropas, del equipo, pertrechos y armamento, con la facilidad que nos procuró la rápida recomposición de la línea férrea que se extiende desde Bodeguillas hasta el puerto de Huasco. Para realizar esta obra que era estratégica, aún para nuestra permanencia en Vallenar, solicité y obtuve por telégrafo del señor Ministro de la Guerra, la competente autorización, sin más gasto que el de dos mil y tantos peses. El 20 del mes ya citado, surta la Escuadra constitucional en la bahía de Quintero, desembarqué con las primeras fuerzas de mi mando á las 9.30 A. M., terminándose la operación del desembarco de todo el efectivo, con excepción de 78 hombres que quedaron á bordo, unos por ser músicos y otros por enfermos, á las 2 P. M.

En conformidad con las instrucciones recibidas del Estado Mayor General, ordenó el avance del Regimiento Constitución por el camino de la costa hacia Concón Bajo, para que eligiendo la última altura dominante al norte del río Aconcagua, constituyese la vanguardia de la Brigada de mi mando que debía marchar toda por esa ruta con arreglo al itinerario prefijado en la orden general del día 19 en sentido de pasar el río Aconcagua el mismo día 20 del desembarco y ocupar posiciones convenientes sobre la misma vía. A las 4 P. M., ó sean dos horas después de la marcha del Constitución, emprendí la mía con los escuadrones Libertad y Carabineros del Norte, á fin de que siguiese á retaguardia el grueso de la Brigada, compuesto de los Regimientos Iquique y Antofagasta y la batería de artillería. A las 8 P. M. arribé á Concón Bajo, en la margen norte del Aconcagua, donde ya se hallaban el Constitución y el escuadrón Libertad. Rectifiqué los servicios de seguridad establecidos y se me dio cuenta de que el enemigo, al arribo del Libertad, había sostenido un pequeño tiroteo, rio de por medio, con la fuerza de este escuadrón. Quedaba entonces manifiesta la presencia del ejercito dictatorial en la orilla sur del río, y se comprobó todavía esa circunstancia con las declaraciones de varios campesinos que vieron en la tarde del 20 cómo arribaban á las altoas de la margen sur, y viniendo de Valparaíso y Viña del Mar, las tropas de la dictadura. Por consiguiente, el itinerario que se me había marcado, señalándoseme como fin de la primera etapa la ocupación de la primera prominencia allende el Aconcagua, era irrealizable. Se contaba con pasar el río mediante un puente de carretones que los vecinos adictos á nuestra causa llevarían con ese objeto, y esto no se efectuó, y además, como dejo dicho, el enemigo había tomado ya posiciones de resistencia en la orilla opuesta á la ocupada por el infrascrito. Resolví, pues, acampar allí, con las precauciones necesarias, y esperar la concentración de los cuerpos de la Brigada de mi mando. Á las 10 P, M. quedaba terminada esta operación, no sin prevenir á los jefes, á su arribo al campamento, que evitasen á todo trance, con fogatas ú otras incidencias de cualquiera naturaleza, revelar nuestra presencia al enemigo. Al aclarar del 21 mis tropas siguieron ocultas para evitar los reconocimientos del enemigo, cuya presencia en elevados apostaderos fué notada por nosotros. A las 7 A. M. pude advertir cómo engrosaban las fuerzas dictatoriales, viendo desfilar varios cuerpos de las tres armas, y á la vez me persuadí de que la orilla por ellos ocupada era vigilada por diferentes grupos de tropa en una extensión como de legua y media á partir desde la desembocadura del río. En vista de sus movimientos) 10

— 76 — destinados indudablemente á hacerme revelar cuáles eran las fuerzas constitucionales acampadas á su frente, resolví abrir un fuego lento de artillería contra esos grupos, también con el propósito de descubrirles su artillería. Este ataque se inició á las 7.30 A. M. del 21, sin que se contestasen sus fuegos por espacio de hora y media, aún cuando certeros disparos de cañón y ametralladora produjeron al enemigo numerosas bajas y su precipitado repliegue á mayores distancias, fuera de tiro. Hice abrir el fuego de infantería por una sección de rifleros armados de Mannlicher sobre los caseríos de la orilla enemiga para provocarlos á pasar el río y para ocultar al mismo tiempo la exploración disimulada de los vados del Aconcagua, y obtuve la dispersión de alguna tropa de ellos oculta en los ranchos, así como conocer que el vado se encontraba en buenas condiciones. Á las 10 A. M. se presentó V. S. á mi campamento, precisamente cuando yo extendía hacia nuestra izquierda el fuego de cañón. Debo recordar á V. S. que á las 6.30 ó 7 A. M. habían anubado á mi acantonamiento el Regimiento Taltal núm. 4 y el Batallón Tarapacá núm. 9, pertenecientes á la 3. Brigada, por haber equivocado su ruta que estaba determinada sobre Concón medio. Impuse verbalmente á V. S. de este suceso y resolvió dejar estos cuerpos allí para no estenuarlos con una nueva marcha hacia su destino acordado. En ese momento había terminado un amago para flanquear el río que ordené hacer á los dos escuadrones de caballería, y el enemigo no se preocupó de prevenirlo ni de repelerlo. Con estos datos, V. S. me preguntó si mi Brigada estaría lista para emprender en el acto el paso del Aconcagua, y habiéndole contestado afirmativamente, resolvimos iniciarlo inmediatamente, ordenando V. S. que el Regimiento Taltal núm. 4 y el Batallón Tarapacá núm. 9 sirviesen de reserva á la Brigada de mi mando, ya que ambos cuerpos se encontraban allí por un incidente imprevisto. a

La batería Hurtado con sus cuatro piezas de montaña Krupp, quedaba encargada de proteger el paso de nuestra infantería, manteniendo su posición en la altura al norte del Aconcagua y atacando con vigor el caserío de la orilla sur, donde con razón suponíamos ocultas las guerrillas de vanguardia del ejército dictatorial. La columna púsose en marcha en esta forma: á vanguardia, el Constitución; en seguida, el Regimiento Antofagasta; después, el Regimiento Iquique, y cerraban la retaguardia los escuadrones Libertad y Carabineros núm, 3. Á cada uno de" estos cuerpos dótelos de un guía que les señalase el vado oblicuo por donde debíamos atravesar el Aconcagua. Fué así cómo, á las 11-^ A. M. se empeñaba la batalla de Concón por la 1. Brigada. a

— 77 — Mientras tanto, quedaban también á la orilla opuesta, junto con la batería Hurtado, los cuerpos Taltal y Tara paca, esperando mis órdenes para salvar las corrientes del caudaloso río. La artillería enemiga, que desde temprano de este día mantuvo sostenido fuego con las fuerzas de la 2. Brigada, acantonada en Colmo, dirigió desde entonces sus disparos oblicuos sobre la 1. Brigada, cuando la cola de la columna concluía de pasar el último brazo del río. El Regimiento Constitución desplegó sus tiradores sobre el caserío desde el cual el enemigo solo entonces nos hizo nutrido fuego de infantería, ¡i mansalva de sus ocultamientos; y desde ese instante las fuerzas de la Dictadura que allí no cayeron fueron replegándose sobre sus líneas de batalla escalonadas en sentido ase endenté desde el plan del caserío hasta el grande espaldón que forma la cadena de cerros extendida desde el alto de Reñaca hasta Concón medio. En este espaldón era donde el ejército de la Dictadura había constituido su línea formidable de resistencia, compuesta de cuerpos de las tres armas. a

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Como digo á V. S., las guerrillas dictatoriales extendidas hasta el pie del caserío en escalones, empezaron su repliegue de línea en línea, siempre amagadas de frente por nuestras tropas del Constitución y del Antofagasta, que tomó colocación á la izquierda del primero. Nuestro avance era asaz dificultoso, pues que se trataba de salvar de abajo arriba la honda quebrada de las Petras, y en cuya extensa colina siempre había sobre nuestra gente tres ó cuatro líneas de fuego con otras tantas zonas mortíferas, pero que no por eso hicieron retroceder á nuestros soldados. El objetivo de los dos cuerpos enumerados era transponer esas colinas y llegar á la altiplanicie, causando, como era natural, la influencia desmoralizadora con que era preciso anonadar á nuestro numeroso enemigo, y tardó una hora en realizarse después de una lucha tenaz y encarnizada entre el repliegue de los dictatoriales y el repecho audaz de nuestras tropas. Tan penosa operación demoró hora y cuarto, y al fin de este tiempo quedaron, pues, sobre la altiplanicie, formando línea de combate, los regimientos ya dichos, Constitución y Antofagasta. El Regimiento Iquique y los escuadrones Libertad y Carabineros núm. 3, conducidos personalmente por mí sobre el camino que desde el - caserío de Concón Bajo se dirige á Reñaea, hicieron este rápido trayecto al trote y por el espacio de hora y cuarto á que me acabo de referir, recibiendo nutrido fuego de artillería que desde tres posiciones fijas diferentes nos hacían las baterías enemigas. Llegado el Regimiento Iquique á la altura necesaria de nuestra ala dei*echa para amagar de flanco el ala izquierda enemiga, dividióse en dos batallones y marchó de frente con empuje irresistible, amenazando

— 78 — Ostensiblemente la gruesa batería de siete piezas de campaña que protegía el flanco izquierdo dictatorial y que había sido allí colocada media hora antes por haber llegado solo entonces como último elemento de aquella resistencia. El comandante del Escuadrón Libertad, don Alejandro Valenzuela, como jefe de la caballería de la Brigada de mi mando, había recibido verbalmente del infrascrito la prevención de proteger nuestro flanco derecho, orden que, á las 2-| P. M., le ratifiqué con un ayudante, mandándole cargar sobre la izquierda enemiga precisamente cuando las tropas del Iquique comenzaban á retroceder extenuadas por su larga marcha y faltas ya de bríos ante la tenacidad de la metralla dictatorial que las abrasaba á 200 metros de distancia, nada más. Fué entonces cuando 80 hombres del Escuadrón Libertad echaron pie á tierra para proteger como infantes al Eegimiento Iquique, y cuando éste, alentado con tan oportuno auxilio, volvió furioso á la carga para tomarse definitivamente y á viva fuerza las siete piezas de campaña que formaban el baluarte izquierdo del enemigo, colocado, para mayor ventaja, sobre una falda dominante que hacía más mortíferos sus fuegos. La carga de caballería ordenada llevóse, pues, á efecto con todo empuje por sobre el camino real y atacando el ala izquierda. Este movimiento envolvente llevado á efecto con el Eegimiento Iquique y los escuadrones susodichos, tenía la doble importancia de amagar el ala izquierda dictatorial que debíamos suponer descuidada, y la más primordial aiin, de cortar al enemigo su vía de comunicación con Viña del Mar, que era 'por entonces su base de operaciones. Eota, pues, esta vía de comunicación, quedaba irremisiblemente cortada la retirada natural y lógica del ejército enemigo sobre dicho punto. Tal se verificó, perdiendo la Dictadura su parque y su ambulancia precisamente en la quebrada y estero de Eeñaca. Desconcertadas de este modo las fuerzas de la izquierda dictatorial, emprendieron unas su fuga por la retaguardia del espaldón de cerros que cruza hasta Colmo y que está dividido por dos quebradas que conducen, haciendo un semicírculo, una á Limache y San Pedro, y la otra á Quilpuó. Las demás tropas huyeron corriéndose á su derecha, circunstancia por la cual fueron tomadas prisioneras por los cuerpos que se batieron al centro y á la izquierda de nuestra línea. Eetrogradando en el orden seguido en este parte, debo referirme al auxilio que prestaron á la primera Brigada una hora después de empezado el combate, los cuerpos Taltal y Tarapacá, y á los cuales mandó venir y conducir por mi secretario el señor don Juan Walker Martínez, hasta hacerlos pasar la quebrada de las Petras á la altura del centro de nuestra línea de batalla, para proteger de un modo eficaz las diezmadas

— 79 — filas de los regimientos Constitución y Antofagasta que habían comenzado el ataque desde un principio y haciendo en todo el trayecto de su ascención una jornada no menor de legua y media bajo el mortífero fuego enemigo. El Regimiento Chañaral 5.° de línea llegó también frente al centro de nuestra línea de batalla é hizo el mismo trayecto que el Tarapacá y el Taltal, prestando decisivo contingente de fuerza moral y material á los dos regimientos de infantería que formaron la vanguardia de la Brigada de mi mando. Tales refuerzos, señor Jefe de Estado Mayor, mantuvieron intacto el empuje de nuestras tropas é infundieron el pavor en las huestes dictatoriales. La derrota quedaba pronunciada en la izquierda enemiga á las 3f P. M., siguiéndose después el sostenido tiroteo de los que, pretendiendo salvar su retirada, se batían desesperadamente con sus tenaces perseguidores. Á las 4.45 P. M. se apagaban los últimos fuegos en el frente de la Brigada de mi mando, y a las 5.30 ajDarecían, con gran sorpresa del infrascrito, sobre la altura de Reñaca, un cuerpo de caballería dictatorial y el Regimiento Chillan 8.° de línea que sin duda venían en auxilio, á esa hora, del ejército del Dictador. Ordené hacerles fuego de artillería á dos mil metros de distancia con éxito admirable, y esto, unido al aspecto del campo de batalla, aconsejó á los comandantes de esos cuerpos emprender una prudente y rápida retirada. Á las 5.45 P. M. hice tocar reunión á los cuerpos de la Brigada de mi mando, cuyas tropas se hallaban diseminadas en el vastísimo escenario de la batalla de Concón. No cabe aquí por la naturaleza del sacrificio como por la índole de la causa defendida con tanto ardor y patriotismo, recomendación especial en favor de determinados cuerpos, pues que todos ellos rivalizaron en denuedo y bravura para cumplir noblemente su deber; pero permítame V. S. estampar de nuevo los nombres de los comandantes señores Lorjez, Bernales, Goñi, Valenzuela, Montt y Hurtado, gestores de este espléndido triunfo, y dejar asimismo un recuerdo del frío valor de mi secretario y ayudantes, señores "Walker Martínez, Gormáz, Irarrázabal, Orrego, García, Valenzuela y Cañas I., quienes cumplieron su delicada misión como la cumplieron también en su esfera, y con celo digno del mayor elogio, el jefe del servicio sanitario de mi Brigada, cirujano clon Enrique Deformes, y el capellán presbítero clon Emeterio Arratia. La noche del 21 del mes de que me vengo ocupando, es decir inmediatamente después de la batalla de Concón, las tropas de la brigada de mi mando pernoctaron sobre el extremo sur del camino que conduce al alto de Reñaca, ó sea á seis cuadras de este punto; y para precaver toda sorpresa que pudiera sobrevenir de parte de las fuerzas enemigas que

— 80 — habían asomado por esa ala después de terminada la batalla y que se retiraron amedrentadas hacia Viña del Mar, dispuse que el Eegimiento Constitución 1.° de línea y un escuadrón de caballería se avanzasen en dirección á esa altura y estableciesen allí los servicios de seguridad requeridos. Siendo esa la llave de nuestro provisorio campamento elegido en el campo de batalla mismo, buscó el soldado su reposo, aunque sin sus abrigos, por haberlos dejado en el paso del río, como medida previa antes de combatir. El servicio de centinelas triples fué adoptado al rededor de las alegres fogatas del campo victorioso; y allí á la lumbre secaba la tropa sus ropas de brin impregnadas todavía del agua del río aún á través del sol del 21, gastado todo puede decirse en las más encarnizada lucha. V. S. recordará, ya que allí vivaqueó aquella noche, que los víveres escasearon casi en absoluto, pues que el aprovisionamiento de carne conservada hecho el 20, al tiempo del desembarco en Quintero, ya había sido consumido ó abandonado por las tropas, sea en el paso del Aconcagua, en los descansos ó en la batalla misma para aligerar el pesQ.de sus morrales. La Brigada de mi mando había entrado en la batalla de la víspera con 150 tiros por plaza, y esta munición quedó casi totalmente agotada. Fué preciso en la noche proveer á la tropa de algunos cartuchos antes de establecer los servicios de seguridad en Eeñaca y en contorno del vivac. Las circunstancias apuntadas habrían impedido emprender toda nueva operación de hostilidad. El 22 al amanecer, como Jefe de la Brigada que estaba más cerca del nuevo objetivo de nuestro ataque que sería, á no dudarlo, Viña del Mar, me encaminé por la ruta que conduce allí á hacer un reconocimiento, así como para conocer las novedades que hubiesen ocurrido en las avanzadas de nuestra ala derecha extendida seis cuadras mas allá de Eeñaca. A las 10 A. M. de dicho día 22 resolvióse por el Cuartel General el avance de la 1. Brigada, y V. S. ordenó que las cuatro piezas del mayor Hurtado fuesen sobre la marcha reemplazadas por el Batallón núm. 1 de artillería, comandado por su jefe el teniente-coronel don José Manuel Ortúzar. Desfiló la columna rumbo á Viña del Mar, y á mitad de camino se me ordenó contramarchar y acampar en los potreros situados á la derecha de la ruta y sobre altiplanicies que elegí convenientemente. La tropa iría allí á reponer todavía sus fatigas, á completar su amunicionamiento y á aguardar las decisiones sobre el anhelado avance á Viña del Mar, baluarte dictatorial postrero que deseábamos ver abatido y rendido para ver también franca nuestra entrada triunfal á Valparaíso. a

La orden general del 22 puso á mis ordenes toda la artillería del ejército y me sustrajo los escuadrones de caballería, y dispuso á la vez, en instrucciones privadas, que las tropas de mi mando tomasen posi-



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ciernes frente de Viña del Mar, sobre el alto de las Cenizas, para proteger y secundar de frente el ataque que la 2. y la 3. Brigadas debían realizar á las 4 de la mañana del 23 sobre el fuerte Callao y demás posiciones ocupadas por el Ejército de la Dictadura en los cerros que sirven de espaldar á Viña del Mar. Cumplidas las instrucciones antedichas á la hora señalada, trascurrió el plazo prefijado y solo se abrió nutrido fuego de cañón entre la 1. Brigada y la numerosa y potente artillería enemiga, á las 7-\ A. M. El ataque ordenado no se llevó á efecto, como V. S. lo recordará, y la acción de las fuerzas de mi mando se limitó á mantener vivo y con la enerjía posible el combate de artillería hasta las 10-J- conjuntamente con el blindado Gochrane, el crucero Esmeralda, y la corbeta O'Higgins, que coadyuvaban eficaz y valientemente á abatir los fuegos enemigos, prolongados ya por tan largo espacio de tiempo. Las tropas de infantería, ociosas de suyo, en este combate parcial á larga distancia, hubieron de buscar mediano abrigo para el fuego de la artillería dictatorial. Á las 11 quedaban agotadas las cajas de municiones de nuestras piezas, y recibí orden de acampar frente á Viña del Mar, camino de por medio, en la quebrada honda que mira al corte de la línea férrea, y á la vista del mar. a

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Los humos del campamento denunciaron á las 12 del día nuestra presencia en aquella quebrada, humos del rancho de la tropa, que se comenzaba á hacer', y no tardó en mortificarnos un más nutrido fuego de artillería que estábamos en la imposibilidad de contestar por el agotamiento de nuestras granadas. Este cañoneo impune y cobarde del enemigo, connaturalizó á la tropa con el constante peligro en que se trataba de mantenernos, y hasta las 5£ P. M. lo sufrimos, y hasta esa hora el soldado vivaqueó allí haciendo la frugal carne asada que fué su alimento obligado y favorito en el resto de la campaña. Tuve orden del cuartel general de mantener allí mis posiciones al fuego del enemigo, y no podía ser de otra suerte para no demostrar un temor que en realidad nadie abrigaba. Á la hora indicada, 5| de la tarde, comencé mi retirada habiendo hecho desfilar por el único camino posible y dominado por la metralla dictatorial, al Batallón núm. 3 de artillería, que pasó la zona peligrosa de la ascensión recibiendo varios tiros pero sin ningún contratiempo. Siguió el Batallón núm. 2 de la misma arma, y después el núm. 1, con igual impunidad, y á retaguardia, al entrarse ya el sol, las masas de infantería de mi Brigada que todo ese día 23 habían sufrido no el sacrificio de un peligro, sino el de tener que soportar el ataque aleve del enemigo sin la más remota probabilidad de contestarlo como merecía. Ese día quedaban, pues, por primera vez sin ejecutarse les operado-

— 82 — nes proyectadas y ordenadas por el Cuartel General, por haberse resuelto en la reunión á eme fuimos convocados los jefes de brigadas por el señor Comandante en Jefe á las 9¿- A. M., previo el dictamen del señor Comandante de la 2. Brigada, que las posiciones del ejército contrario eran inexpugnables, y sobre todo á aquella hora, excedida con mucho de las 4 de la mañana, aparente para un ataque sorpresivo, no digo para las fuerzas dictatoriales que teníamos al frente, sino para el ejército más veterano y aguerrido. a

Al término de la jornada de ese día, que habrá de denominarse combate de Viña del Mar, no contamos sino con un oficial, un cabo y un soldado heridos, pertenecientes al Batallón núm. 2 de artillería que comandaba el teniente coronel clon Roberto Silva Renard, dependiente entonces del infrascrito, y cuyo cuerpo, dicho sea en su honoi-, tomó las más avanzadas y valientes posiciones en la mañana del 23. Á las 6-| P. M. quedábamos ya todas las fuerzas propias y agregadas á la 1. Brigada, en camino hacia el campamento del alto de Reñaca que habíamos ocupado la noche anterior. Esperóse allí á la tropa con rancho abundante y confeccionado, que el soldado no probaba ya desde el 19, á bordo; y recibí durante la noche las instrucciones para el día siguiente, 24 de Agosto. Consistían éstas en que yo con la Brigada debía mantener mis posiciones y guardar la retirada que la 2. y la 3. Brigadas emprendería á las 10 A. M. sobre Quilpué, siendo la parte esencial de la consigna guardar y ocultar ese movimiento, resistir sin retroceder cualquier amago enemigo y conservar ¿siempre las líneas de comunicación de mi Brigada con las otras dos que avanzaban alejándose, para que en ningún caso el enemigo se pudiese interponer rompiendo aquella extensa base de operaciones que comenzaba en Reñaca y terminaría á las 12 de la noche en el Salto. a

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Comencé á las 8-|- de la mañana un nuevo reconocimiento sobre el enemigo, desde las alturas de nuestro dominio, y dispuse en el acto que pequeñas partidas de caballería, en una hilera, de los escuadrones Libertad y Carabineros desfilasen metódicamente á la vista del enemigo, de tal manera que éste creyese allí todo el ejército constitucional y no descubriese la escasez verdadera de las fuerzas de mi mando, encargadas del honroso papel de guardar la retirada. Los cuerpos de artillería ó infantería repitieron ese mismo desfile falso, aparentando gran concentración de tropas, y así trascurrió aquel día hasta las oraciones, hora en que, escalonados á cortas distancias, despaché uno á uno todos los cuerpos de mi mando, con el itinerario de seguir la ruta hacia Quilpué con escala en el Salto. A las 7 P. M. salió el infrascrito con dicho destino á la cabeza de los últimos cuerpos, después de haber dispuesto que la caballería encendiese

— 83 — en el campamento los fuegos que se prendían de ordinario en nuestros vivacs y de dejar allí hombres paisanos que mantuviesen en combustión la leña hasta hora avanzada, á fin de afirmar al enemigo en la persuasión de nuestra presencia en ese sitio, siempre en acecho ó en espectativa de un ataque sobre las formidables posiciones dictatoriales de Viña del Mar, que á lo más distaban de nosotros 20 á 25 cuadras. Á las 10 P. M. llegaban al Salto los cuerpos de la Brigada de mi dependencia, habiendo hecho el trayecto en dos largas jornadas; y á las 12, es decir, dos horas después, para dejar que se alejase la cola de la 3. Brigada, cuya retaguardia íbamos picando, seguimos marcha hacia la meta ordenada, que era el lugar de Quilpué. Con un solo descanso hicimos ese trayecto y arribamos á nuestro destino á las 6f A. M. del día 25, hora en que se nos ordenó acampar en los cerros de la derecha para descansar al soldado de sus fatigas y reponer sus fuerzas con alguna comida. Logróse el propósito no obstante la lluvia lenta y mojadora de ese día 25 y se me dieron órdenes de seguir cerrando la retaguardia del ejército con mi Brigada, debiendo emprender la marcha sobre Las Cadenas, pasando por Marga-Marga y las Palmas. Á las 6-| A. M. del 26 emprendí la marcha cerrando la retaguardia, no sin celebrar el acontecimiento del pase del Escuadrón Húsares de Collipulli, cuyo jefe me mandó un emisario á fin de que le recibiese en son de paz, al tiempo de dejar las calles de Quilpué. Eespondí á aquel ofrecimiento patriótico tal como se merecía, y á pocas cuadras se nos presentó el cuerpo montado que revistó minuciosamente y lo hice ingresar á la columna de camino, colocándolo entre dos regimientos de infantería. A las 3| P. M. de dicho día 26 llegamos á la hacienda de Las Palmas y comenzó el descanso délos cuerpos mientras concurríamos los jefes de Brigada á una citación que se nos hizo por el Cuartel General para acordar el nuevo punto da reunión al final de la última etapa que nuestro ejército haría para amagar á Valparaíso por la retaguardia. Acampó allí la tropa, tomó su rancho de la mejor manera posible, con los recursos y elementos que la abundancia de la localidad nos proporcionaba, y á las 7-| emprendió su marcha la Brigada de mi mando, cerrando siempre la columna y guardando todavía aquella retirada que emprendíamos con toda felicidad á partir desde el alto de Eeñaca, y desconcertando, como se supo después, al enemigo sobre los designios que nuestras fuerzas tenían y acerca del verdadero rumbo de aquella rápida y atrevida marcha envolvente que tendría que darnos la victoria. Nuestro objetivo al salir de Las Palmas era llegar á las Cadenas al amanecer del 27, fundo situado en la altiplanicie que forman la hacienda de este nombre, las Zorras, el Alto del Puerto y la Placilla, y que coronan a

— 84 — á Valparaíso por el oriente y por el sur. En efecto, á las 4£ A. M. del 27 acampamos en el lugar del objetivo y allí pernoctó la tropa por espacio de dos horas después de hacer una marcha penosísima, no solo por su extensión y el tiempo empleado en ella, sino que, lo que es mucho peor, porque íbamos recogiendo sin cesar y haciendo marchar con nosotros no menos de dos mil hombres rezagados de las otras dos brigadas que habían marchado á la vanguardia y que por la rudeza de la jornada se veían quizá los jefes obligados á dejarlos á uno y otro lado del camino, extenuados por el cansancio, el frío y la carencia de raciones de marcha que cada vez faltaban al ejército aiin á despecho del legítimo anhelo de los empleados de la provisión que tanto se empeñaban en proporcionarlas. Había que subordinar el hambre á la celeridad, y es, pues, un hechoque las tropas llegaron allí incapaces de poder combatir si en el momento se les hubiese ofrecido. A las 8 A. M. de dicho día recibí orden de moverme hacia las casas que distaban tres kilómetros siguiendo por el camino, y acampamos conjuntamente con todo el ejército constitucional, formando el ala derecha de la línea. Era preciso, según se comprendía, dar un aliento á las tropas que en tal estado se encontraban; pero que no obstante sus condiciones de manifiesta fatiga, se mostraban desesperadas y descontentas con el aplazamiento del ataque, diferido por marchas agoviadoras que se les obligaba á hacer sin que comprendiesen los planes superiores ni su decisiva utilidad. Instalados los vivacs y suministrados los escasos elementos de rancho que se nos proporcionaron ese día, se ordenó descansar y tomar á los cuerpos correspondientes las posiciones y medidas de seguridad que ese nuevo campamento requería. A las 2J P. M. fuimos convocados los jefes de brigada á un consejo para dar nuestra opinión acerca de la consulta que nos hacía el señor comandante en jefe sobre sí atacaríamos ó nó al enemigo, que tenía ya tomadas fortísimas posiciones á nuestro frente y á una distancia de seis mil metros de nosotros, á lo más. Emitidos nuestros votos en sentido afirmativo para llevar el ataque al día siguiente 28 á las 4 A. M. sin vacilar un minuto más, tocóme acompañar al señor Ministro de Guerra á un ligero reconocimiento que hicimos á las 4| de la tarde hasta corta distancia de la línea enemiga. Señaláronse allí los objetivos de nuestro amago del siguiente día y regresamos á nuestros respectivos acantonamientos. En la noche de ese día debíamos concurrir á una reunión con los jefes de cuerpo para fijar el orden de nuestro despliegue al frente del enemigo y señalar á cada brigada el rol que deberían desempeñar, y este que-

— 85 — do determinado así: La 1. Brigada, que era la de mi mando, atacaría de frente sobre el centro de las posiciones dictatoriales; la 2. sería mi reserva, y la 3. quedaría como reserva general en mano del señor comandante en jefe. Todas las fuerzas de caballería obrarían independientemente de los jefes de Brigadas para disponer de ellas el Cuartel General. Á las 4£ A. M. del día 28 levantábamos nuestras tiendas y emprendíamos por el camino real, en columna de marcha, nuestra postrera jornada para buscar al enemigo en sus mismas posiciones. Dos horas después formaba .la Brigada de mi mando en columnas paralelas por compañía frente al enemigo, tras de un cerro distante 2,400 metros del ejército dictatorial, y á las 1\ sonaba el primer tiro de cañón lanzado en esa batalla que decidiría, de una vez por todas, la suerte de nuestra causa. Esta fué la señal para que comenzasen los cuerpos de infantería de la Brigada de mi mando el desfile contra el enemigo. El Constitución 1.° de línea marchó, como siempre, á la cabeza y sobre el centro; el Regimiento Iquique en seguida, oblicuando hacia la izquierda, para flanquear y forzar si era preciso el lugar que se denominaba El Salto, y el Antofagasta, por fin, como fuerza coadyuvante de las anteriores, marchando también sobre el centro. Mi tropa, arma al brazo y en campo abierto, salvando obstáculos, como las cercas de alambre, que le impedían el paso á cada instante, marchó serena hasta colocarse á 400 metros de la infantería enemiga y sufriendo numerosas y sensibles bajas producidas por los tiros de la artillería dictatorial, colocada en nutridas baterías sobre prominencias que dominaban en absoluto el terreno de nuestro obligado trayecto. Desde ese momento, es decir, 8|-, trabóse el combate de infantería y se mantuvo el fuego de mi Brigada con el ejército enemigo por espacio de una hora, más ó menos, mientras llegaba por nuestra izquierda avanzando bajo el fuego enemigo, la 2.' Brigada que apoyarla á la de mi mando por el ala antedicha. Mientras tanto, la línea enemiga se corría hacia su izquierda, no sé si con el propósito de envolver mi derecha ó de retroceder ante el avance de la 2. Brigada sobre su ala derecha; pero el caso fué que yo, advirtiendo esta faz de la batalla y en la imposibilidad absoluta de hacer volver á mi tropa ya empeñada por el centro en el ataque, para repeler aquella corrida que amenazaba mi flanco derecho, advirtiendo, digo, aquella peligrosa novedad, me permití solicitar de US., por medio de mis ayudantes sargento-mayor Aguirre y capitán Irarrázaval, que me mandase refuerzos de las tropas de la 3. Brigada. Vinieron estos refuerzos sobre el centro y dispuse que oblicuaran á la derecha á paso rápido, porque ya los fuegos enemigos los recibíamos A

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— 86 — claramente nosotros por el frente y por el flanco derecho. Logróse hacer avanzar con su natural y valiente empuje hacia ese costado á los regimientos Esmeralda, Pisagua y Taltal, y parte del Regimiento Valparaíso, á la vez que el 5.° de línea y tropa del Tarapacá 9.° apoyaban eficazmente y con empuje irresistible el ataque de la izquierda y del frente. Las penosas ascensiones que tuvo que hacer nuestra tropa á través de hondísimas y casi impracticables quebradas, dominadas todas por el fuego enemigo hecho de arriba abajo y tras de trincheras naturales que le proporcionaban los tres largos zig-zags del camino sobre que operaba el ejército del Dictador, lo difícil de esta jornada queda demostrado con la estadística de las bajas ocurridas en esta batalla que, no obstante de haber sido corta, pues que quedó terminada á las 10£ A. M., son mucho mayores y más sensibles que las de,la batalla de Concón. De la Plana Mayor de la Brigada de mi mando que me acompañaba en esta gloriosa acción, quedaban heridos en el campo el sargento mayor don Eduardo Gormáz, con dos tiros de rifle, el soldado M. Carmona, herido en la boca, y mi corneta de órdenes Abel Sepúlveda, herido en una pierna cuando tocaba calacuerda. Para terminar este parte en lo que toca á la batalla de la Placilla, debo recomendar a US. especialmente á mis ayudantes señores Gormáz y Aguirre, al capitán don Manuel Francisco Irarrázaval cuyo caballo fué muerto en el campo, el de igual clase don Rafael Orrego, el teniente don Alberto Valenzuela Castro y el subteniente don Julio Cañas Irarrázaval, jefes y oficiales todos que cumplieron con valor y entusiasmo su deber. Dignos de mención especial son aquí por su arrojo y por su heroico sacrificio los señores sargentos mayores don Francisco Cabezón y don Isidoro Labra, de los Regimientos Antofagasta ó Iquique, respectivamente, que murieron en esta batalla defendiendo la augusta y santa causa que los arrastró llenos de patriotismo á las filas del Ejército Constitucional, así como lo son en igual grado los demás señores oficiales cuyos nombres constan de las nóminas acompañadas. De entre los heridos, que merecen todos una recomendación proporcionada al mérito contraído, estamparé aquí los nombres de los sargentos mayores don Alberto Amagada, que lo fué en una pierna, de don José Miguel Dodds, herido en Concón, dignos de ser atendidos por la nación en la forma que sus justicieros mandatarios de hoy más en equidad lo estimen. El capellán de la Brigada de mi mando, don Emeterio Arratia, que en el lugar correspondiente de mi parte sobre la batalla de Concón le cupo una recomendación en armonía con sus servicios, la merece aquí más acentuada, porque en el campo mismo de la batalla de la Placilla asistió, expuesto á las contingencias del encarnizado combate, á los heridos

— 87 — y moribundos que caían á 400 metros del enemigo, exhortándolos á morir satisfechos de una victoria que adivinaba y que estaba muy distante de realizarse cuando él la anunciaba como un supremo consuelo á los agonizantes. El jefe del servicio sanitario de la 1. Brigada, cirujano don Enrique Deformes, es digno de especial mención. Sus servicios profesionales que nunca escatimó en las ambulancias de guarnición, los excusó mucho menos en el propio terreno de la acción, expuesto al fuego enemigo como el último de los soldados á quienes él corría á aliviar de sus dolencias, alentándolos con su ejemplo de fría serenidad en el combate. Todo esto hacía el cirujano señor Deformes en las dos batallas de que me vengo ocupando, sin embargo de que este rol pertenecía por entero, de hecho y de derecho, á los cirujanos de cuerpo que apenas si bastaban á llenar en el campo su delicada y humanitaria misión á causa del crecido número de bajas que experimentó la Brigada de mi mando en las acciones que le cupo la honra de tomar parte. Termino, señor Jefe de Estado Mayor, esta reseña de las operaciones de la Brigada, dándole cuenta de que al Secretario de ella, señor don Juan Walker Martínez, fuera de sus importantes servicios prestados, le cupo el honroso y difícil papel de parlamentario para intimar su rendición incondicional á la ciudad de Valparaíso el día 28 de Agosto, cuando aún no se extinguían los postreros disparos-de la batalla de la Placilla. Ese mismo día las fuerzas de la Brigada de mi mando fueron las primeras en ocupar la población de dicha ciudad, correspondiendo á los cuerpos de caballería y al Regimiento Constitución, como los primeros, por orden verbal que me fué impartida por el señor Ministro de la Guerra, tomar los fuertes del sur á partir del cerro de la Escuela Naval. En el trayecto que el infrascrito hacía con el Regimiento Constitución, viniendo de la altura y del extremo de las Delicias para tomar el malecón, le tocó á este cuerpo contestar el fuego de artillería que le hiciera á pocos pasos de distancia la caza-torpedera Almirante Lynch, cuyo buque fué tomado por tropa de este Regimiento, que en botes y chalupas se puso á su costado y lo abordó, quedando desde ese instante al servicio de la causa constitucional. Reitero, finalmente, á US. mi recomendación señaladísima que merecen en primer término, también en esta victoria, hermana de la de Concón, los señores comandantes de cuerpo de la Brigada de mi mando, quienes rivalizaron en valor y pericia para dar á la patria y á las leyes chilenas los días de gloria y de paz de que hoy disfruta nuestra República. a

Dios guarde á US. J. ANÍBAL FRÍAS. Señor Jefe de Estado Mayor General.

— 88 — COMANDANCIA DE LA 2.

A

BRIGADA

DEL EJÉRCITO CONSTITUCIONAL

Santiago, Octubre 10 de 1891. Señor Jefe del Estado Mayor General: Tengo el honor de dar cuenta á V. S. de las operaciones llevadas á cabo por la 2. Brigada del Ejército Constitucional, desde el 20 de Agosto próximo pasado, hasta el 28 del mismo mes. La Brigada de mi mando constaba de los Regimientos Valparaíso 2.°, Chañaral 5.° y Atacama 10.° de línea; del Batallón Huasco 11.° de línea, del Batallón núm. 2 de Artillería y de los Escuadrones 4.° y 5.° de caballería (Guías y Lanceros). La fuerza total de estas tiopas era de 253 jefes y oficiales y 3,029 clases y soldados. Apenas desembarcamos en Quintero, emprendí la marcha hacia Colmo por el camino de las Tres Palmas, con 150 hombres del 10.°, el Regimiento 5.° y una compañía de Guías. Además llevaba una compañía de Ingenieros, que me había sido agregada esa misma mañana. El resto de la 2. Brigada marchó por el camino carretero de las casas de la Hacienda de Quintero. La columna que iba á mis inmediatas ordenes, tuvo esa tarde la suerte de quitarle al enemigo un rebaño de cerca de 3,000 ovejas, que arreaba hacia el sur. Además conseguimos ocupar sólidamente las casas de Dumuño, apostando avanzadas en las lomas que dominan el valle del Aconcagua, de manera que por esa parte el Ejército no podía ser sorprendido durante la noche. La posición que ocupaban las tropas á las 9 P. M. era la siguiente: 1.° Primer Batallón del 5.°, una compañía del 10.°, una compañía de Ingenieros, una compañía de Guías y un piquete de Lanceros en Dumuño; 2.° Segundo Batallón del 5.°, 1,000 metros á retaguardia, en una posición dominante; 3.° Escuadrón Guías en la ovejería de Pacheco; 4.° Regimiento 2.° de línea, Batallón núm. 2 de artillería, Batallón núm. 11 de línea y Regimiento 10.° de línea en las casas de la Hacienda de Quintero y las alturas vecinas; 5.° Escuadrón Lanceros á disposición de US. Entro en estos detalles porque considero interesante demostrar que la misma noche del desembarco, estábamos en situación de repeler cualquier ataque del enemigo, pues la concentración de la 2. Brigada se habría podido operar en poco más de una hora, en cualquiera de los puntos que ocupaban sus vivacs. A

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89 —

BATALLA DE

COLMO

Al día siguiente se emprendió nuevamente la marcha, llegando á las 7-| A. M. á la margen norte del río Aconcagua, donde coloqué las tropas en el siguiente orden: Á la derecha el 5.°, en la loma del Camino de los Costinos; al centro el 2.° Batallón de Artillería; á la izquierda el 2.° de línea y á retaguardia del centro el 10.° y 11.° de línea. La caballería mientras tanto hacía el servicio de seguridad, a la extrema izquierda y al frente de nuestras posiciones. Poco después rompíamos el fuego de artillería, que fué contestado inmediatamente por el enemigo, siguiéndose un cañoneo que duró cerca de una hora. En estas circunstancias y viendo que la artillería del adversario concentraba sus fuegos sobre el 5.° de línea, fui á reconocer el vado de Verdejo, que era el punto por donde deseaba hacer pasar el río al mencionado cuerpo y al 10.° y 11.° de línea, dejando en posición, hasta que llegara toda la 3. Brigada, al 2.° de línea y á la artillería. Mientras hacía este reconocimiento, vi que la 1. Brigada vadeaba el Aconcagua frente á Concón Bajo. Esto me decidió á hacer avanzar inmediatamente el 5." de línea, en protección del flanco izquierdo de dicha Brigada, operación que efectuó el comandante Palacios, con toda facilidad á pesar del tremendo fuego que de todas partes se le hacía. Junto con dar la orden anterior envié á uno de mis ayudantes á participarle al señor comandante en Jefe, la determinación que había tomado y á pedirle la venia para apoyar el movimiento con el 10.° y 11.° de línea. Desgraciadamente, la larga distancia que tenía que recorrer dicho oficial y los muchos accidentes del terreno, le impidieron llegar pronto á su destino, dando así tiempo á que la acción se empeñase también polla izquierda y que el Comandante en Jefe dispusiera de las tropas que allí había, de modo que no fué posible cuando llegó el ayudante á presencia del señor Coronel Canto, dar contra-orden, para que los cuerpos que yo mandaba buscar, marcharan á apoyar el movimiento del 5.° de línea. Cuando llegué á las casas de Colmo, encontró alguna tropa dispersa que aun no había atravezado el río, pero en general los cuerpos (2.°, 10.° y 11.°) combatían en la vega de Colmo, con toda enerjía, avanzando siempre hacia las posiciones enemigas, que seguramente habrían ocupado desde el primer momento, sino les hubiera hecho falta la munición en lo más recio del combate. Felizmente el 3.° de línea, por el centro, y el 7.°, por la izquierda, a

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— 90 — vinieron á reforzar á las tropas de la 2. Brigada , que rehaciéndose, lo mejor que les permitía el accidentado campo que ocupaban, volvieron nuevamente á la carga, obteniendo esta vez un completo y definitivo triunfo. Debo agregar que á última hora llegaron varia s cargas de munición de infantería, la que so repartió inmediatamente. Una vez en las alturas que están á retaguardia de las posiciones enemigas, reuní algunos jinetes de Guías y Lanceros, y con ellos perseguí á los fujitivos, hasta los cerros del Pangalillo, tomando muchos prisioneros. El mal estado de los caballos, el escaso número de la tropa que me acompañaba y sobretodo la oscuridad, me impidieron prolongar la persecución Antes de dar cuenta á V. S. de las operaciones que al día siguiente hubo que emprender, me permito hacerle presente que en la batalla de Colmo, la Artillería de la 2. Brigada, los batallones núrns. 1 y 3 de artillería y la batería de ametralladoras de marina, contribuyeron mucho al éxito de la jornada por su precisión en el tiro y el arrojo con que acompañaban á nuestros infantes, hasta donde el terreno se los permitía. La caballería también ayudó eficazmente á la infantería, después de haber atravezado el río, cargando varias veces sobre grupos de tropas enemigas que aun hacían resistencia. —Después de terminada la acción, la 2. Brigada incorporó en sus filas cerca de 1,000 hombres que habian pertenecido al ejército del Dictador, los que gustosos ingresaban al nuestro, con su propio armamento, ó con el que recogían en el campo de batalla. Toda esta gente, me es grato hacérselo presente á V. S. se condujo perfectamente durante el resto de la campaña. Á las 8 A. M. del día 22 emprendí la marcha en dirección al alto de Las Cruces, llegando á las oraciones al vivac del Paso del Gallo, punto de donde dominábamos á Quilpué y al Salto. Esa noche, á las 2Í¿ A. M. cumpliendo las ordenes impartidas por el señor Comandante en Jefe, avancé sobre Viña del Mar por el Llano del Boldo y la Loma de Buena Vista, de donde al aclarar pude cerciorarme, por las fogatas que encendió el enemigo para preparar el café, que los datos que teníamos sobre su posición eran muy incompletes. En realidad el Ejército contrario ocupaba la posición más fuerte que puede darse y que sólo las personas que, como yo, conocen palmo á palmo esa comarc, podían apreciar desde luego. Creí necesario, por consiguiente, ponerme al habla con el comandante don Enrique del Canto, jefe de la 3. Brigada, que debía apoyar mis a

-

a

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— 91 — movimientos contra el enemigo, para decidir si en vista de la inminencia del peligro que corríamos asaltando al Ejército dictatorial en tan malas condiciones para nosotros, no sería mejor retroceder para dar la batalla en un terreno que no nos fuera tan desfavorable. Tanto el comandante Canto, como la mayor parte de los jefes, opinaron porque debía diferirse el asalto (pues tal era en realidad la operación que íbamos á ejecutar contra el fuerte Callao y las 80 piezas de artillería que teníamos al frente, en verdaderos reductos) hasta imponer al señor comandante en Jefe, de la verdadera situación. En efecto, fui con el señor Canto a verme con el comandante en Jefe, qnien después de oídas las explicaciones que le dimos, reunió un consejo de guerra, al cual asistieron los señores Ministros de la Guerra en campaña y de Hacienda, el Auditor de Guerra del Ejército, los jefes de la 1. y 3. Brigada, V. S. y el que suscribe. También estaban presentes varios señores jefes pertenecientes al Cuartel General y al Ministerio de la Guerra en campaña. La opinión de todos, salvo la de V. S., fue que no debíamos atacar al enemigo en sus posiciones de Viña del Mar y que iríamos á Quilpué, para emprender desde allí el avance definitivo por el sur de Valparaíso, donde no tendríamos que vencer, en ningún caso, ni la mitad de las dificultades que se nos presentaban por el lado norte. Inmediatamente impartió sus órdenes el señor Coronel Canto á los jefes de las tres Brigadas, mandando yo á mi vez, orden á la 2. Brigada, que retrocediera por donde había bajado al valle, es decir por la falda norte de la Loma de Buena Vista, donde el enemigo no podía hacerlo el menor daño, por más que estaba á menos de 2,000 metros del centro de su posición. La operación se efectuó sin contratiempo alguno, llegando las tropas al vivac de la noche anterior, entre la 1 y 3 P. M. Durante el cañoneo que tuvo lugar ese mismo día, la Artillería de la 2. Brigada combatió en las lomas de la Granadilla (ala derecha del Ejército), contestando el fuego enemigo con particular energía y serenidad. El 24 por la mañana emprendí la marcha sobre Quilpué, en el siguiente orden: El Regimiento 2.° de línea por el Alto del Buitre, Los Barbones, Los Culenes y El Retiro; El Regimiento 5.° de línea por el Alto de los Barbones y los cerros de El Retiro; El Batallón 11 de línea, por los Coligues y el Pasohondo; El Regimiento 10 de línea y la Artillería á retaguardia del 5.°; y La Caballería, haciendo el servicio de seguridad en toda la zona que abarcaban las diversas columnas. 12 a

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— 92 — Acampadas las tropas en Quilpué, después de establecer avanzadas y enviar reconocimientos hacia Peña Blanca, ordené cortar las líneas férrea y telegráfica, al oriente de la población, lo que se llevó á cabo con ayuda de muchos vecinos, que entusiastas se ponían á las órdenes del jefe que suscribe. El 25 marché con un batallón del 2.°, otro del 5.°, una sección de Artillería y los Guías y Lanceros á Peña Blanca, donde tomé una numerosa partida de animales que había en un tren abandonado en esa estación, por el enemigo, el día anterior. Como tuviera noticias que algunas fuerzas del Dictador, tanto de caballería como de infantería, habían sido vistas por el lado de la Quebrada de Escobar, marché con el grueso de la columna á ese punto. Las tropas que efectivamente habían estado allí poco antes, pertenecían al Regimiento de Húsares del Comandante Padilla, establecido en ese entonces en el valle de Limache. Después de darle descanso á la columna, regresé á Quilpué, llegando á ese pueblo á las oraciones. Habiendo decidido el señor Comandante en Jefe que marchara esa noche la 2. Brigada á ocupar Las Palmas, salí por el camino de Moscoso y El Pequen á las 2-J- A. M., llegando sin incidente digno de mencionarse, á las casas de la hacienda, á las 9 A. M. del día 26. A las 5 P. M. volví á emprender la marcha, teniendo esta vez por objetivo la pasada de Las Cadenas, donde llegamos al amanecer del día 27. Desde Quilpué hasta Las Cadenas, las tropas macharon en una sola columna y por caminos descompuestos por las lluvias. El día 27 lo empleamos en concentrar el Ejército y en reconocer las posiciones enemigas, que aunque muy fuertes, no eran sin embargo comparables á las que tenía el día 23. Además no dispuso, el Ejército del Dictador, del tiempo necesario para llevar á la nueva posición una parte de la Artillería, que quedó siempre resguardando el paso por el lado de Viña del Mar. a

BATALLA D E LA

PLACILLA

En conformidad con el plan acordado en reunión de jefes, la noche anterior, á las 6£ del día 28 empecé á avanzar hacia las posiciones enemigas. Con mi Brigada formaba yo el ala izquierda del Ejército y tenía por primer objetivo, las lomas del S.O. del caserío de la Placilla, donde el jefe enemigo había colocado á los regimientos y batallones Santiago, Angol, Linares, 2.°, 7.° y Buín y los restos del Traiguén y del Temuco.

— 93 — El segundo objetivo era la Escuela Naval y las baterías de Playa Ancha. La formación que adoptó en el avance fué la siguiente: Á la derecha el 2.° y el 11 de línea; al centro el 5.° de línea y la Artillería y á la izquierda el 10 de línea. Los Guías y los Lanceros, quedaron á retaguardia hasta el momento en que el comandante en jefe les ordenó cargar en unión del resto del arma, sobre el centro del enemigo. Bien sabe V. S. que esta brillante acción contribuyó mucho á la victoria que segundos después alcanzaba el Ejército Constitucional sobre las huestes del Dictador. En efecto fué tan decisivo el empuje de todos, en esta jornada, que el combate se desarrolló sin tropiezos dignos de ser mencionados, llegando las tres brigadas á la meseta que ocupaba el enemigo, después de haberle envuelto por ambas alas y de forzar el paso por el centro de la fuerte posición que ocupaba, recorriendo bajo los fuegos de su poderosa artillería, cerca de 4,000 metros, por un terreno perfectamente descubierto y casi sin ondulaciones. Una vez que reorganicé la Brigada, lo mejor que pude, marché por todo el cordón de cerros (Camino de la Pólvora) llegando en la tarde á Valparaíso. En Playa Ancha tuve la suerte de apresar una partida de caballería enemiga que escoltaba á varios jefes (que también cayeron en poder nuestro), que pretendían escapar hacia el sur, por los senderos de la orilla del mar. En esta gran victoria que aseguraba el triunfo de la noble causa que defendía el pueblo de Chile, tuvimos, empero, muchas bajas que lamentar, que unidas á las que experimentamos en la batalla de Colmo llegan en la 2. Brigada á un total de 800 entre jefes, oficiales é individuos de tropa, fuera de combate. Entre las pérdidas más sensibles, no solo para la 2. Brigada, sino para el Ejército entero, figuran los mayores don Fernando García Huid obro (de Guías) y don J. A. Fontanes (del 11): ambos cayeron cubiertos de gloria en el puesto que les señalaba su honor y el deber. También cayó como bueno el mayor Toro (agregado al 10). Además tenemos que lamentar la desgracia del teniente-coronel don Elias Beytía, mal herido en Colmo, lo que sin embargo no le impidió combatir en la Placilla al frente de su cuerpo (11 de línea); del mayor Almendroza (2.° de línea), que se encuentra en el mismo caso que el jefe anterior; del teniente-coronel Figueroa (10 de línea), herido en la última batalla; de los mayores don Luis Orrego Luco (o.° de línea) y clon Nicanor Ibáñez (2.° de línea) y tantos otros nobles oficiales que caían al frente de sus soldados, diezmados por el plomo enemigo. No me atrevo, señor Jefe de Estado Mayor General, recomendar pera

a

— 94 — sonalmente á nadie, pues considero que todos cumplieron con su deber, y si hubo debilidades y flaquezas de ánimo, no las vi en los jefes y oficiales de la 2 . Brigada. A

Haré presente sí, que siempre he encontrado en mi Estado Mayor y en los pundonorosos cuanto hábiles jefes de cuerpo, la más espontánea y decidida cooperación, de suerte que la dirección de la 2 .

A

Brigada en

la campaña que acaba de terminar, era por demás fácil. Dios guarde á V . S. S. VERGARA Á .

SEÑOR JEFO DE ESTADO MAYOR GEIIBRAL.

ESTADO M A Y O R DK LA 3 .

A

BRIGADA

DEL EJÉRCITO CONSTITUCIONAL

Señor Jefe del Estado Mayor General: En virtud ele la orden dictada por el E. M . G., la tercera Brigada fué la última en practicar el desembarco en el puerto do Quintero, habiendo terminado de hacerlo, más ó menos, á las 1 0 i- P. M. del día 2 0 , que fué el del desembarco. A las 1 1 P. M. se recibía una orden escrita del Coronel Korner en que ordenaba que la 3. Brigada se pusiera en marcha á la 1 de la maA

ñana en dirección al pueblo do Quintero. Esta disposición fué cumplida con una hora de anticipación por el Comandante de la Brigada, que ordenó so emprendiera la marcha á las 1 2 M. en el orden siguiente: Pisagua 3.° de infantería, Esmeralda 7.° de infantería, Batallón núm. 1 de Artillería, Batallón núm. 3 de Artillería, Taltal 4.° de infantería y Tarapacá 9.° do infantería. El Escuadrón Granaderos, que era la caballería perteneciente á la Brigada, había sido enviada con anterioridad, á las C.30 P. M . del día anterior á practicar un reconocimiento en dirección á Puchuncavi y hasta llegar a ese punto. Pocos momentos después de ponerse en marcha la columna, levantóse una densa neblina que hizo perder el contacto á los dos últimos cuerpos de infantería con el grueso, extraviando así el camino y dirigiéndose en una dirección tal, que los reunió al amanecer del día 2 1 con las fuerzas de la 1. Brigada. A

La falta de guías dificultó un tanto la marcha del grueso de la B r i . gada, que en varias ocasiones estuvo por tomar direcciones falsas, hasta

— 95 — que pudo encontrarse una persona de aquellos lugares que la condujo sin dificultad para llegar á las 3 de la mañana del 21 al caserío de Quintero, en donde se recibió una orden verbal del Estado Mayor General que disponía emprender nuevamente la marcha en dirección á Colmo. El Estado Mayor de la Brigada ordenó desde allí, que el Escuadrón Granaderos, que se encontraba en Puchuncaví, se replegara al grueso tan pronto como recibiera la orden. Á las 6¿ A. M. la Brigada emprendió la marcha en dirección al fundo de Colmo, haciéndolo lentamente por la dificultad que oponía el éamino con algunos esteros y otros obstáculos que detenían las tropas. En el caserío de Quintero la 3. Brigada se unió al Escuadrón Lanceros, que había quedado atrás de su Brigada. El orden de marcha fue el siguiente: Escuadrón Lanceros, 3.° de infantería, Artillería núm. 1, Artillería núm. 3 sección de ametralladoras y 7." de infantería. Más ó menos á las 7 A. M. y encontrándose la Brigada á un tercio del camino entre Quintero y Dumuño se oyeron los primeros disparos de la artillería de montaña de la 1. Brigada. Esos disparos influyeron notablemente en el ánimo de los soldados que cansados ya de una marcha tan prolongada, avanzaban con cierta lentitud. A medida que pasaba el tiempo el cañoneo se hacía más sostenido; pero á pesar de ello el Comandante de la Brigada no viendo todavía la necesidad de una marcha forzada hasta el campo de batalla, ordenó hacer alto en las casas de Dumuño, á fin de que la tropa tuviera un momento de descanso y prepararan como fuera posible su rancho. A las 11 A. M. se recibió una orden del Comandante en Jefe del Ejército que disponía el inmediato avance de la Brigada. Las tropas constitucionales de las otras Brigadas atravesaban en esos momentos el río Aconcagua, y el fuego de cañón y fusilería ya demasiado sostenido se percibía distintamente. Un cuarto de hora después la Brigada se encontraba en el campo do batalla. a

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Á primera vista el combate lo íbamos á dar en un terreno cuya topografía nos era sumamente desfavorable: á la distancia del alcance de la artillería dictatorial teníamos que bajar mías lomas que permitía perfectamente que el enemigo contara nuestras tropas; teníamos en seguida que pasar el Aconcagua por distintos puntos donde no existía vados; escalar las alturas donde se encontraba el enemigo, y, por fin,

— 96 desalojarlo de las posiciones formidables y bien elegidas por ellos en días anteriores, como dueños del terreno. Una batería de Artillería del núm. 2 fué la primera que rompió el fuego contra las posiciones dictatoriales, á fin de proteger el Regimiento Pisagua que, á la altura de las casas de Colmo, comenzaba á pasar el río. Pocos momentos después rompía también el fuego la sección de ametralladoras de marina, las baterías del núm. 1 de Artillería y también las del núm. 3 que, de menor alcance, se habían colocado en las mismas casas de Colmo. El Regimiento Esmeralda, que era el último cuerpo de que podía disponer, recibió la orden del Comandante de la Brigada de formar la extrema izquierda de la linea de ataque, habiéndose visto obligado á atravesar el río por un sitio peligroso donde no existía vado. Ordenadas así las fuerzas se emprendió por la infantería el ataque de frente y en orden disperso (un tanto desordenado por los mil accidentes del

terreno),

mientras la artillería—salvo el número

granada común—hacían

sobre el enemigo

un

3 que usaba

vivísimo

fuego

de

Shrapnell. Las tropas dictatoriales han resistido valientemente en su ala derecha, que era laque atacaba la 3. Brigada, y estoy convencido que sin el moA

vimiento envolvente ejecutado por la 1. Brigada reforzada por los dos A

cuerpos de la 3. que se habían extraviado la noche antes, habría sido A

muy difícil conseguir la victoria. Si es cierto eme las tropas dictatoriales—como pudo comprobarse después—no tenían en sus cananas sino cien tiros por soldado, también es verdad que á su espalda contaban con un provisto parque que llenaba las cartucheras de la tropa que era relevada de la línea de batalla. En cambio nuestros soldados no podían disponer sino del contenido de sus cananas, porque el parque, por motivos justificados, había quedado á re taguardia, muy distante para poder prestar su ayuda. La artillería constitucional es indudable que hizo muy superior papel á la del enemigo: ésta recibió muy pronto la orden de retirada sin duda por haber sentido aproximarse demasiado los proyectiles Mannlicher, dejando así libre á la nuestra para herir con sus Shrapnclls únicamente á la infantería. El movimiento envolvente dé la 1. Brigada trajo asimismo, como conA

secuencia lógica, la caída de gran número de prisioneros, oficiales y soldados en poder de la 3. Brigada, algunas piezas de artillería de camA

paña y de montaña y gran parte del parque de municiones. Las pérdidas nuestras en la tropa no fueron de consideración y las bajas habidas* en los cuerpos se hallan anotadas en los partes de los comandantes de batallones, escuadrones ó regimientos.

— 97 — Más ó menos á las 4 de la tarde la batalla estaba concluida y la caballería emprendía la persecución de los dictatoriales aunque con la orden de no apartarse demasiado del grueso del Ejército. La fuerza con que contaba la 3. Brigada el día del combate de Concón era la siguiente: a

Rifleros Ingenieros Pisagua Taltal Esmeralda Tarapacá Granaderos Artillería núm. 1 Id. núm. 3 . . . . . Total

150 137 730 1,015 759 471 170 220 129 3,731

Armamento y municiones de la Brigada: ARTILLERÍA

Artillería núm. 1, 8 cañones Krupp, 256 granadas, 64 tarros metralla, 192 Sbrapnells, 115 rifles comblain y 13,000 tiros de fusil. Artillería núm. 3, 12 cañones Grieve, 109 granadas, 110 tarros metrallas, 80 rifles Grass y 10,000 tiros de fusil. INFANTERÍA

Pisagua 3.° de infantería, 730 rifles Grass y 91,133 tiros. Taltal 4.° de id., 1,015 rifles Grass y 105,000 tiros. Esmeralda 7.° de id., 759 rifles Grass y 110,072 tiros. Tarapacá 9.° de id., 473 rifles Mannlicher y 92,000 tiros. Ingenieros, 200 rifles Mannlicher y 38,700 tiros. CABALLERÍA

Lanceros, 24 carabinas, 12 rifles Grass, 3 Beaumont, 990 tiros de carabina, 120 lanzas y 4 sables.

BATALLA

D E LA P L A C I L L A

A. la mañana siguiente ele la batalla Je Concón, la 3. Brigada, recibió la orden de seguir el camino que conduce á Vina del Mar, tocándolo por orden de número ir á retaguardia de las otras dos brigadas. Ese mismo día el parque llegaba oportunamente de Quintero y la Brigada volvía á municionarse con 1 5 0 tiros por soldado. En la noche, la Brigada que había avanzado algunos kilómetros, vivaqueó á la vista en Valparaíso, y fué allí donde pudimos apreciar nuestra situación y que ora indudable que vendría pronto otra batalla: el gran tráfico de trenes hacían comprender la concentración de las tropas balmacedistas en Valparaíso. a

Á las 2 de la mañana de esa noche la Brigada púsose en marcha en dirección siempre á Viña del Mar, hasta amanecer en las alturas que dominan por la parte norte aquella población. La orden era emprender el ataque tan pronto como lo hiciera la 2.* Brigada; pero el tiempo oportuno para el ataque, que era la madrugada, pasó y los dictatoriales apercibiéndonos ya, comenzaron á parapetar sus tropas y á reforzar con artillería de campaña ol fuerte Callao. Aquí croo oportuno hacer presente á US. que la medida de no atacar las posiciones dictatoriales de Viña del Mar, me pareció del primor momento muy bien tomada: El fuerte Callao y todas las demás alturas donde cstalia colocada la tropa enemiga dominaban á su frente una extensa zona, sitio obligado y sin protección alguna que debía ser cruzado por nuestras tropas al ataque. El estero mismo era otro obstáculo; y luego las fuerzas que defendían el pueblo estaban protegidas por murallas de piedras y los mil parapetos que pueden improvisarse en una población como aquella. Después de haber presenciado un cañoneo entre el fuerte Callao, nuestra artillería y dos buques de la Escuadra, quedamos allí á la espectativa, hasta recibir la orden de abandonar aquellas posiciones y dirigirnos hacia el camino de Quilpué. Después de marchar algunos kilómetros en esa dirección, se nos hizo formar on orden de reunión y allí vivaqueamos hasta amanecer el día 24, El día 21- la 3. Brigada no hizo otra operación! (pie corlar la línea férrea á Santiago, dejando de ese modo aislada, de la. capital á las tropas que defendían ¡i Valparaíso. En la noche del 21 se recibió la orden de marchar sobre Quilpué, siendo aquella marcha sumamente penosa á causa del mal estado de los caminos, que casi cían imposibles para la artillería, y á causa también a

— 99 — de la fatiga de la tropa que desde el desembarco de Quintero no había comido sino rara vez algún pedazo de carne sin sal. La Brigada llegó á Quilpué al amanecer y allí pudo encontrarse algunas provisiones con que dar aquel día un ligero rancho á la tropa. Habíase recibido la orden de emprender ya la marcha, más ó menos á las 3 de la tarde del 25, cuando una lluvia importuna obligó á dar contra-orden y á disponer que las tropas buscaran abrigo en las casas de la población y allí pasamos la noche hasta el amanecer del 26, día en que muy de mañana emprendimos nuevamente la marcha hacia la hacienda de Las Palmas, donde llegó la Brigada más ó menos á las 2 P. M. A las 6 P. M. de ese mismo día la Brigada se dirigía hacia la hacienda de Las Cadenas, donde llegó después de una penosísima marcha, practicada de noche y por caminos en pésimo estado, á las 8 A. M. del día 27.

** * La noche del 27, el Comandante de la" [Brigada recibió la orden de avanzar en las primeras horas de la mañana del 28 á colocarse en orden de reunión más ó menos á 1,300 metros distantes de las posiciones dictatoriales de la Placida. Allí debía esperar y proteger con su artillería el ataque de la 1. y 2. Brigada que debía ser practicado por su izquierda. Para llevar á cabo esta orden la 3. Brigada, púsose en marcha como á las 3-J- de la mañana llevando á su cabeza á la artillería núm. 1 y núm. 3, que quedó muy pronto colocada en unas alturas que le daban exce. lente campo de tiro. La infantería quedó tras las posiciones de artillería, como se había dispuesto, en orden de reunión. A las 1\ de la mañana del 28, cuando los dictatoriales divisaron las dos columnas de la 1. y 2. Brigadas que avanzaban hacia ellos, rompieron el fuego de su artillería contra la nuestra, con excelentes punterías, aunque causándonos pocas bajas. Este fuego de artillería muy sostenido por ambas partes nos fué menos molesto cuando los dictatoriales tuvieron que batir á la artillería de la 1. y 2. Brigada que rompía muy pronto sus'fuegos. Á la media hora de combate, 8 A. M., el Comandante de la Brigada dio la orden do avanzar, hasta quedar á 800 metros del enemigo, á las baterías del núm. 3. La orden fué cumplida rápidamente y 20 minutos después esta artillería rompía el fuego en su nueva posición. Luego recibió también la Artillería núm. 1 la orden de avanzar hasta aquellas mismas posiciones v toda la artillería de la 3. Brigada, consu13 a

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— 100 — mía allí todas sus municiones hasta quedar haciendo únicamente disparos á fogueo. La infantería, por su parte, había sido empleada á medida de las necesidades. El Batallón Tarapacá recibió la orden de ir en protección de la artillería y quedar tras unas alturas protegido hasta nueva orden; pero parece que allí recibió alguna orden superior, por que lo vimos entrar muy pronto en combate, atacando el centro do la línea dictatorial. Habiendo observado el Comandante de la Brigada que la línea enemiga se extendía demasiado hacia la derecha nuestra, dispuse que el Taltal avanzara á contener aquella ala, mandando pocos minutos después, con el mismo objeto, al Pisagua 3." de línea. Al Batallón Esmeralda y columna de Rifleros se lo dio la orden de atacar reforzando la línea de ataque del Tarapacá, Batallón que habiendo soportado lo más recio del combate había sido diezmado. Juntamente con el Esmeralda avanzaba el Comandante de la Brigada don E. del Canto, cuando á 1,000 metros de la línea enemiga recibió una herida en el pecho que le causó cinco minutos después la muerte. En este momento, por orden superior, tomaba el mando de la Brigada el Comandante clon J. M . Ortúzar. E . G-ATICA LIRA.

PARTES OFICIALES DE LOS

JEFES

DE

CUERPOS

PRIMERA BRIGADA

REGIMIENTO CONSTITUCIÓN 1.° DE LÍNEA.

En Valparaíso, á 20 de Octubre de 1891. Tengo el honor de dar cuenta á US. ¡de la parte que al Regimiento de mi mando le cupo desempeñar en la campaña al sur. En la bahía de Quintero, el 20 de Agosto del presente año, se me ordenó, por el jefe de la 1. Brigada, teniente-coronel don José Aníbal Erias, desembarcar en dicho punto y á la vez marchar al interior hasta tomar posesión de las primeras alturas y reunir allí todas las fuerzas del Regimiento, operación que se efectuó á las 9^- A. M.; después de un corto descanso marché por el camino que conduce á Concón Bajo y acampó en las alturas que dominan dicho punto, y á donde se reunió la 1. Brigada. Al día siguiente, 10.30 A. M., se me ordenó pasar el río Aconca-. gua y tomar posesión de las alturas de la parte sur por el camino que sube de las casas de Concón hacia Viña del Mar, operación que se llevó, á cabo bajo los fuegos del enemigo i de la manera siguiente: Una vó^ pasado el río, ordené que el primer Batallón del Regimiento, al mando, de su Comandante, sargento-mayor don Alberto Amagada, i bajo las; órdenes del de igual clase y 2.° jefe del Regimiento, don Indalicio Aria-' a

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— 102 — balón y Urzua atacase al enemigo que se presentaba por las cuchillas de la parte oriente de las casas de Concón y poder así tomar las alturas con el 2.° Batallón. Tomadas éstas y con los refuerzos del Regimiento Iquique 6.° de línea, procedí á atacar al enemigo por su flanco izquierdo y se consiguió impedirle la retirada sobre Viña del Mar, tomái'sele cuatro piezas de Artillería de campaña y dos ametralladoras. Mientras esto sucedia, el 1." Batallón á las órdenes del mayor Anabalón y reforzado por los Regimientos Antofagasta, Taltal, Chañaral y Tarapacá, contribuía eficazmente á la completa derrota del Ejército dictatorial. Después de esta jornada y reunida la 1. Brigada al mando do su Jefe, Sr. Comandante Frias, marché con el Regimiento á ocupar la oi'illa sur de la quebrada de Reñaca y hacer allí el servicio de vanguardia del Ejército, adonde permaneció acampado el Regimiento hasta el amanecer del día 23, en que se me ordenó marchar sobre Viña del Mar, y después de asistir al combate de Artillería que se trabó entre el fuerte Callao y las baterías de nuestro Ejército, regresé á ocupar el anterior campamento. A las 5.30 P. M. del día 24 se me ordenó marchar en dirección á la población de Quilpué. en cuyo punto acampaba á las 2 A. M. del 25. El 26 á las 7 A. M. recibí orden de ponerme en marcha siguiendo el camino que conduce por la hacienda de Las Palmas á la placida del Alto del Puerto, á cuyas inmediaciones.llegué á las 9 A. M. del día 27. En la tarde de este día, reunidos por orden de US. los jefes del Ejército Constitucional, se nos hizo saber que, al amanecer del día siguiente, 28 de Agosto, se atacaría al enemigo apostado en las Alturas de Placilla ó Alto del Puerto y que la 1. Brigada, de la cual formaba parte el Regimiento de mi mando, sería la primera en emprender el ataque y á la vez, el Constitución, como en la batalla de Concón, el primero en atacar de frente las posiciones enemigas. En efecto, al amanecer del citarlo día, como estaba ordenado, me moví con mi Regimiento en dirección á las posiciones del enemigo y llegado al punto de donde la columna podia ser ofendida por los fuegos de Artillería, emprendí el ataque de frente, tomando por objetivo la posisión de unos molinos que se divisaban á retaguardia de la Artillería enemiga, lo que se consiguió conjuntamente con la derrota del enemigo después de haberse asociado á mi Regimiento, además de los cuerpos que formaban la 1. Brigada, los restantesdel Ejército. En seguida y después de reunir parte del Cuerpo, marchó por orden de US. sobre la ciudad de Valparaíso; llegado que hube aquí recibí orden del Sr. Ministro de Guerra para marchar á ocupar la Escuela Naval y los fuertes Bueras y demás que existen en ese lado de la costa, lo que se efectuó sin resistencia de parte de las tropas que los guarnea

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— 103 — cían y á la vez se colocó la señal convenida con la Escuadra para significarles que los fuertes estaban rendidos. En la marcba por la ciudad y cuando desfilaba con el Eejimiento por la parte de la explanada que daba frente á la torpedera Lynch, ésta hizo tres disparos; inmediatamente ordenó que el teniente Don" Abrahán Sánchez con tropa del Rejimiento tomase algunas embarcaciones y procurase (tomar posesión de dicho buque, lo que se efectuó ayudándole en esta empresa algunos cuantos fleteros que lo condujeron á bordo. En estas dos jornadas ha tenido el Rejimiento que lamentar sensibles bajas, según lo demuestra la lista adjunta y que dáel siguiente resumen: Muertos en Concón, 39 individuos de tropa y un capitán. Id en Placilla, 88 id id y cuatro oficiales. Heridos en Concón, 46 individuos de tropa, 9 oficiales y un sargento-mayor; id en Placilla, 111 individuos de tropa, 11 oficiales y un sargento-mayor. Lo que dá un total de bajas de "2S4 individuos de tropa, 25 oficiales y dos sargentos-mayores. Cumplo con el deber de recomendar especialmente á la consideración del Supremo Gobierno, por intermedio de US., al sargento-mayor y 2.° jefe del Regimiento, don Indalicio Anabalón y Urzúa, que desempeñó cumplidamente y con un valor digno de aplauso, las diversas comisiones que se le encomendó al frente del enemigo. La conducta de los demás Srs. jefes y oficiales del Regimiento, sin escepción, fué, también, digna de aplauso y como así mismo la de las clases y soldados. Dios guarde á US. JOSÉ IGNACIO LÓPEZ. Señor Coronel Jefe de Estado Mayor General. Sautiago.

REGIMIENTO IQUIQUE 6.° DE LÍNEA

Señor Comandante, jefe de la 1." Brigada: Después de cumplir con la orden de tomar la línea de la, costa, acampé con el regimiento de mi mando en la mai-gen norte del río Aconcagua más ó menos á una milla de su desembocadura en el mar. Esto fué el día 20; pero á las 10 A. M. del 21 me fué nuevamente ordenado que vadease dicho río en dirección al sur, y cuando la artillería- del Ejército Constitucional contaba ya dos horas de refriega con las tropas de la dictadura, sin vacilar puse en movimiento la tropa para salvar las corrien-

— 104 — tse y atacar al enemigo que nos agredía con sus fuegos de rifle y de metralla. Esta orden la cumplimos con tanta mayor presteza por cuanto veía que los otros dos regimientos de la 1. Brigada, que debíamos apoyar, -estaban comprometidos cerca de media hora en vigorosa acción contra el enemigo. Venciendo, pues, los obstáculos correspondientes al paso del río en tales circunstancias, entramos á paso de carga atacando el ala izquierda del enemigo con mi primer batallón mientras el segundo lo dirigí al centro para reforzar las fuerzas del Antofagasta que se defendían contra un número superior de enemigos. El primer batallón, cuando acortó la distancia que lo separaba de las fuerzas dictatoriales, recibió un nutrido fuego de cañón que se consideró inesperado por las posiciones ocultas en que se encontraba esa parte de artillería que hasta entonces había permanecido muda. En ese momento, el que suscribe, en conformidad con las indicaciones del señor Coronel Körner, dio orden al jefe de este batallón, que lo era el sargento-mayor don Eduardo Eamírez, de atacar el ala izquierda enemiga, envolviéndola por el flanco para así inutilizar los fuegos de esa artillería; lo que se llevó á cabo con rapidez y éxito brillante, pues en menos de una hora las siete piezas de campaña y las dos ametralladoras que nos hacían fuego habían caído en nuestro poder con sus municiones y parte de la guarnición. Es verdad que durante pocos minutos, á consecuencia del poco número de tropas que emprendió este ataque por haber aparecido ra caballería enemiga y tropa de infantería, tuvimos que batirnos en retirada; pero felizmente nos vino refuerzo á tiempo del Regimiento Chañaral y del Escuadrón Libertad y se volvió á la carga con mayor ímpetu y arrojo que antes, recuperando definitivamente dichas piezas con todo su material y tomando prisioneros á la mayor parte de sus sirvientes. a

Con esto se dio por terminado el combate, ocasionando la precipitada fuga del enemigo y cortándoles la retirada á Valparaíso y Viña del Mar, de modo que tuvieron que huir en completo desorden por las quebradas montañosas que caen á Quilpuó. Serían las 4 de la tarde más ó menos. Entre tanto el 2.° Batallón al mando del sargento-mayor don Isidoro Labra prestaba eficaz apoyo á sus compañeros del 1.° y 8.° de línea, que concluyeron por destrozar totalmente el centro de las fuerzas enemigas haciendo patente la victoria de las armas constitucionales. Pérdidas dolorosas hemos sufrido, bajas que en esta situación pueden considerarse irreparables: el capitán Baquedano de la 2. del 1.°, el teniente don Carlos Solo Zaldívar y el subteniente don Rogelio Bravo, de la 4. del 2.° cayeron como buenos en medio del combate. Entre los heridos debemos contar al capitán Rahausen, de la 2. del 2.°, á los tenientes don Manuel Ruiz de la 4. del 2.°, don Manuel Burgoa de la 1. a

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— 105 — del 2.°, don Enrique Ortiz de la 2. del 1.° y don Enrique Guzmán de la 1. del 2.°, y á los subtenientes don Victorino Lucero de la 4. del 2.°, don Alejandro Gallo sub-ayudante del l . Batallón y don Maximiliano Benavente de la 1. del 1.°, cuya herida fué leve. Asimismo la tropa ha sufrido las pérdidas correspondientes al puesto que ocupaba, más ó menos ciento veinte á ciento treinta individuos entre muertos y heridos. Cumplo con mi primer deber de justicia indicando á Ud. que tanto los señores jefes, sargentos-mayores don José Luis Délano, don Eduardo Ramírez y don Isidoro Labra, como todos los oficiales, clases y soldados del regimiento de mi mando han cooperado al éxito de la jornada del 21. Las recomendaciones particulares no tienen cabida, señor comandante, en esta acción en que todos sin excepción alguna han ciado el más alto ejemplo de disciplina y valor. Es cuanto tengo que comunicar á Ud. sobre la batalla de Concón que nos dio el triunfo del día 21 del mes próximo pasado. a

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El 28 del mes próximo pasado á las 5 A. M. se alistó el Regimiento de mi mando para ir á atacar las fuerzas de la dictadura que se hallaban atrincheradas en las altaras que circundan la Placilla por el poniente, en conformidad á las instrucciones que se me dieron. A las 7 A. M., más ó menos, nos formamos en columna de combate sobre la falda oriente de un cerrito que se hallaba distante de las fuerzas enemigas de tres á cuatro mil metros. A las 7¿ A. M. dispararon ellos el primer cañonazo, é inmediatamente recibí orden de hacer avanzar mi cuerpo faldeando por el lado sur el cerrito en que nos encontrábamos para atacar al enemigo por su ala derecha, tratando de flanquearla. En consecuencia, di orden al comandante del l. Batallón, sargento-mayor don Eduardo Ramírez, que se dirigiese con su Batallón por la quebrada, cargándose á la izquiei'da con dirección á las casas de la quebrada de El Salto. Igual movimiento ordenó ejecutase el comandante del 2.° Batallón, sargento-mayor don Isidoro Labra. Tan pronto como estuvimos colocados bajo batería, cerca del puente de la quebrada, reorganicé un poco la tropa y continué el avance á la izquierda entrando poco después en acción contra el enemigo. Desde este momento el combate se empeñó enérgicamente, rompiéndose los fuegos de infantería de mil á mil doscientos metros de distancia. El enemigo, desde el principio, intentó flanquearnos é inmediatamente habría conseguido su objeto si mi Regimiento y el Antofagasta no sg cr

— 106 — lo hubiesen impedido, pues el decidido y rápido movimiento envolvente de nuestras tropas lo obligó á retroceder á sus primeras posiciones, quedando ya flanqueados por el ala derecha por el Regimiento de mi mando y tropas del Antofagasta, Huasco y Atacama, lo que hizo apagar sus fuegos de artillería, recrudeciéndose con más vigor los fuegos de infantería; pero como por el frente los atacaba parte del Huasco, Chañaral y 10.° mientras que nosotros avanzábamos en nuestro flanqueo, principiaron á batirse en retirada, declarándose por esa parte la victoria de nuestras armas á las lO-J A. M. poco más ó menos. Serían las 11J A. M. cuando principiamos á reunimos en el Alto del Puerto después de la completa derrota del enemigo, en donde recibimos orden de descender á la ciudad, juntos con el resto del Ejército. Tengo el sentimiento de comunicar á TJd. que en este brillante hecho de armas han caído, como caen los valientes, animando su tropa y alentándola con su ejemplo, el sargento-mayor don Isidoro Labra que serene avanzaba en la línea de tiradores hasta caer herido mortalmente; dejando de existir pocos momentos después, y el teniente de la 3. compañía del l. Batallón don Hernán Pinto Concha. Entre los heridos tengo el sentimiento de contar al capitán-ayudante don Alberto Pinto Izarra, que con valor y serenidad dignos de mención me acompañó durante todo el combate, y á los tenientes don Félix Rojas de la 1. del 1.°, don Santiago Romero M . de la 2. del 1.° y á los subtenientes don Blas J. Urzúa y don Eduardo Valdivieso Vidal, ambos de la 3. del 1.° Las de tropa ascienden á ciento cuarenta entre muertos y heridos. En esta acción debo á los jefes y oficiales que eficazmente me acompañaron, como asimismo á las clases y soldados, el más alto elogio porque han cumplido con sus deberes de soldados y de patriotas. Le adjunto la nómina de los muertos y heridos habidos en esta batalla. a

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Dios guarde á Ud. ENRIQUE BERNALES. REGIMIENTO ANTOFAGASTA 8.° DE LÍNEA

Valparaíso, 12 de Septiemfa-e de 1801. Señor Comandante: Tengo el honor de dar cuenta á Ud. de la participación que ha cabido al Cuerpo.de mi mando en las líltimas operaciones militares del Ejército Constitucional.

— 107 — Llegados á Quintero en el transporte Aconcagua en la madrugada del Jueves 20 del pasado Agosto, comenzamos nuestro desembarco alas \\i¡ A. M. de ese día. Á las 3.45 de la tarde nos pusimos en marcha hacia Concón Bajo y á las 10.30 de la noche nos encontrábamos á orillas del río Aconcagua, frente al vado por donde debíamos atravesarlo al siguiente día. Allí nos reunimos con el Regimiento Constitución núm. 1 y con el Escuadrón Libertad. En cumplimiento á lo ordenado por esa Comandancia, acampamos y pasamos la noche en ese punto, á donde llegaban, j>oco más tarde, el Iquique núm. 6, y al amanecer el Taltal núm. 4, el Tarapacá núm. 9, cuatro piezas de artillería de montaña al mando del sargento-mayor don Carlos Hurtado y una ametralladora Hotchkiss.

Recibida á las 11.30 A. M. del día siguiente, Viernes 21, la orden de atravesar el Aconcagua, pasamos este río á las 12 del día, á retaguardia del Constitución, é inmediatamente procedimos al ataque de las fuerzas enemigas que ocupaban una casita próxima al río, desde donde nos habían comenzado á hacer un fuego vivísimo que nos produjo algunas bajas. Desde este momento quedaba empeñada la acción con el ala izquierda enemiga, que se vio obligada á abandonar sus posiciones, siguiendo nosotros nuestro movimiento de avance al costado izquierdo del Constitución. Durante todo el tiempo del combate nos mantuvimos en esta situación, avanzando siempre. Entre 2 y 2.30 de la tarde, hora en que el enemigo se vio poderosamente reforzado, lo que nos obligó á suspender por un momento nuestro avance, recibimos muy oportunamente por nuestra parte el refuerzo de los Regimientos Tarapacá núm. 9 y Taltal núm. 4. El enemigo, atacado al mismo tiempo con vigor en la derecha por una parte del Regimiento Iquique núm. 6, por el Chañaral núm. 5, llegado poco antes en nuestra ayuda, y por los Escuadrones Libertad núm. 1 y Carabineros del Norte núm. 3, no pudo resistir ya al empuje de nuestras fuerzas y cedió en toda la línea, de modo que á las 4.45 se declaraba en completa derrota. El fuego que se debilitaba gradualmente, y la persecución de los fugitivos, duraron más ó menos hasta las 5.15 de la tarde, hora en que cesaron completamente y en que comenzaba la tarea de reunir nuestras fuerzas para acampar en la noche en el punto en que tenía su extrema izquierda el enemigo, sobre el camino que conduce á Viña del Mar. Quedaban muertos en el campo de batalla el sargento mayor don Federico Gutiérrez y el teniente don Rodolfo Piderit; heridos, el capitán ayudante don Eduardo Godoy H., el capitán don Horacio Fábres, los tenientes clon Santiago Vial R. y don Luis V Montt y el subteniente 14

— 108 — don Horacio Lémus, muerto pocos días después á consecuencia de sus heridas. Las bajas en la tropa alcanzaron á 83.

El Sábado 22, reunidos los dispersos, nos pusimos en marcha hacia las alturas de Reñaca, donde permanecimos hasta el siguiente día, Domingo 23, en la madrugada del cual (3 hs. 7 ms.) salimos en dirección á Viña del Mar con los demás cuerpos de la Brigada.

Una vez en las alturas de Viña del Mar y apenas colocada la mayor parte de nuestra artillería frente al fuerte Callao para proteger nuestro movimiento de avance, rompió sus fuegos de cañón el enemigo, á las 7.15 A. M. Al mismo tiempo la 1. Brigada recibía orden de pasar por la retaguardia de la artillería para situarse cerca de la playa. Mientras practicábamos este movimiento, el enemigo nos hizo un nutrido fuego, que fué contestado por nuestros cañones y por los de la Escuadra. Á las 10 A. M. se recibió orden de contramarcha y acampamos, después de retirada nuestra artillería, en un bajo en donde quedábamos ocultos á la vista del enemigo. Sin embargo, descubierta nuestra presencia-por los humos del campamento, fuimos en el día constantemente cañoneados por el fuerte Callao, una batería de campaña y una de las torpederas que salió fuera de la bahía, no pudiendo retirarnos á nuestro campamento de Reñaca sino cuando empezó á oscurecer. Á las 8 de la noche llegamos á este punto. a

Tomada por el Cuartel General la resolución de atacar al enemigo por la espalda, para lo cual había necesidad de dar una larga vuelta por Quilpué, emprendimos nuestra marcha hacia esce pueblo á las 6.30 P. M. del Lunes 24. Esta marcha fué sumamente penosa por la circunstancia de haber sido efectuada en la noche y por malísimos caminos.

El Martes 25 llegamos á Quilpué á las 6.30 de la mañana y acampamos en el recinto de la estación. Á las 9 A. M. recibimos orden de cambiar de campamento y de instalarnos con los demás cuerpos de la Brigada en una altura á inmediaciones del pueblo. Allí permanecimos hasta las 5 P. M., hora en que la lluvia, que se hacía ya muy sostenida, nos obligó á volver al pueblo para buscar más cómodo alojamiento.

— 109 — El Miércoles 26 partimos de Quilpué á las 7.45 A. M. Á las 4 P. M. llegamos á la hacienda de Las Palmas, donde permanecimos, para que la tropa tomara su rancho, hasta las 7 de la tarde, hora en que emprendimos nueva marcha hacia la hacienda de Las Cadenas, á donde llegamos en la mañana del Jueves 27.

Todo el día 27 permanecimos en Las Cadenas. Á las 8 P. M. tuvo lugar en el Cuartel General una reunión de todos los Jefes de Brigada y de cuerpos, presidida por el señor Comandante en Jefe del Ejército, en la cual se nos dio á conocer el plan de ataque del siguiente día.

El Viernes 28 de Agosto, á las 5.45 de la mañana se puso nuestra Brigada en marcha hacia Valparaíso por el camino de Casablanca. Á las 6.30 llegamos al punto de reunión general para tomar nuestra formación preparatoria de combate en una altura á la derecha de nuestra línea. Á las 7.20 el enemigo rompió sus fuegos. Inmediatamente recibió orden la 1. Brigada de avanzar sobre el centro enemigo. Inició este movimiento, eficazmente protegido por la artillería, el Regimiento Constitución; siguióle inmediatamente el Iquique y luego el cuerpo de mi mando. Mientras avanzábamos nos hizo el enemigo un nutridísimo fuego, primero de cañón y luego después de fusilería. Continuamos nuestro avance sin detenernos ni hacer fuego hasta llegar al pié de una altura, en el ala derecha del enemigo, en que éste tenía una doble línea de artillería. Nuestro ataque fué recio, siendo tres veces rechazado el Regimiento de mi mando y alguna tropa de los Regimientos Iquique núm. 6, Valparaíso núm. 2, Chañaral núm. 5 y Huasco núm. 11, que había venido poco antes en nuestro auxilio, por el enemigo que en esos mo-. mentos se veía también reforzado por el Regimiento 2.° de línea, que nos hizo inmediatamente un vivísimo fuego. La oportuna llegada del Regimiento Húsares de Concón, pasado á nuestras filas dos días antes de la batalla, y de los Escuadrones Lanceros núm. 5 y Guías núm. 4 que seguidos de nuestra infantería, escalaron valientemente el cerro para cargar por la retaguardia de la artillería enemiga, la cual se vio completamente envuelta, como también el 2.° de línea y demás tropa que protegían sus piezas, trajo la completa derrota del ala derecha enemiga. Á esa misma hora, 10.15 A. M., el enemigo se veía completamente deshecho en su ala izquierda. a

Á la 1 P. M., después de haber reunido parte de la tropa dispersa, entró el cuerpo de mi mando á Valparaíso, dirigiéndose, por orden del

— 110 — señor Ministro de la Guerra, á ocupar los fuertes Valdivia y Bueras, abandonados por el enemigo. Como á las 4 de la tarde recibí orden de alojar el Regimiento en un galpón de la aduana, donde se encontraba ya el Regimiento Constitución núm. 1. En esta batalla tuve el sentimiento de ver caer á mi lado al valiente sargento-mayor, 2.° jefe del Regimiento, don Francisco Cabezón. Murieron también en el combate los tenientes clon Desiderio Cabrera y don Eduardo Godoy Verdejo y los subtenientes don Aurelio Valdivieso, qué se distinguió por su arrojo en Concón y en la Placilla, y don José Manuel Olguin. Heridos quedaron los capitanes don Eduardo Chester, don Caliste Mandiola y don Eleodoro Cabrera, y los subtenientes don Gabriel Ocampo, don Luis Echaverría, don Ciríaco Valenzuela y don Julio Molina Gómez, y levemente herido el contador 2.° don Carlos Rodríguez Cerda. El subteniente don César Novoa ha desaparecido y no tengo noticias de él, á pesar de las activas diligencias que se han hecho para encontrarle, lo cual me hace creer que ha muerto también en el combate. Bajas de tropas hemos tenido 136. Réstame, señor Comandante, manifestar á Ud. que el Regimiento de mi mando ha cumplido con su deber en ambas batallas, como lo manifiesta el hecho de haber caido en ellas 21 jefes y oficiales de 41 que entraron en combate y de 537 individuos de tropa, 219; cifra esta última, en realidad mayor por que después de nuestro desembarque en Quintero y después de la batalla de Concón ingresaron a nuestras filas algunos voluntarios que han muerto en los combates y cuyos nombres no aparecen porque tenían las listas en su poder los oficiales que murieron al mismo tiempo. Los jefes y oficiales que hemos perdido en ambas acciones de guerra, han muerto en los puestos de más peligro, distinguiéndose entre ellos los mayores don Francisco Cabezón y don Federico Gutiérrez y el subteniente don Aurelio Valdivieso. El comportamiento del resto de la oficialidad, en general, nada ha dejado que desear; pero debo recomendar especialmente, por haberse distinguido por su serenidad y valor, al capitán ayudante don Aníbal Meza al contador 1.° don Manuel Aldunate Bascuñán, que me sirvió de ayu dante en ambos combates, á los capitanes don Eduardo Chester y don Samuel Wilshaw, al teniente don Santiago Vial y al subteniente don Ciríaco Valenzuela. Debo recomendar también especialmente á Ud. á los ayudantes de esa Comandancia de Brigada, sargento-mayor don Eduardo Gormaz y capitán don Manuel Francisco Irarrázaval, que estuvieron á mi lado en Concón durante la parte más recia del combate.

— 111 — Los Cirujanos don Gregorio Amunátegui y don Javier Grez, se han hecho también merecedores de especial mención por el empeño con que han atendido á los heridos en los puntos en que era más vivo el fuego del enemigo. Dios guarde á Ud. ROBERTO A. Señor Comandante do ]a 1 .

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Brigada.

BATERÍA DEL BATALLÓN DE ARTILLERÍA NÚM.

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Valparaíso, 9 de Septiembre de 1891. Cumpliendo con la orden del día del 5 del presente, doy cuenta á Ud. de los hechos en que ha tomado parte la batería de mi mando, desde el 20 al 28 de Agosto. En la primera de estas fechas desembarcamos en Quintero ó inmediatamente marchamos sobre Concón Bajo, donde llegamos al amanecer del día 21. A las 6f de ese mismo día rompimos el fuego sobre unas partidas de caballería enemiga que se divisaban en la margen izquierda del río, logrando dispersarlos completamente. A las 10 A. M. cambiamos de posición corriéndonos más hacia nuestra izquierda y rompimos el fuego nuevamente, á fin de desalojar al enemigo de los caseríos que estaban hacia nuestro frente. A las 11 A. M. recibí orden del señor Coronel Körner de proteger el paso del río Aconcagua de la 1. Brigada y demás cuerpos que atacaron por nuestra derecha. Esto se cumplió; hasta que recibí orden nuevamente, del mismo señor Coronel, de pasar el río ó ir á proteger la extrema derecha de nuestra línea. El paso del río se efectuó á las 34- P. M. y avanzamos durante media hora, hasta que nos pusimos en batería y rompimos el fuego sobre la extrema izquierda del enemigo. Cuando ya estaba casi completamente pronunciada la derrota de los dictatoriales, el capitán Unzueta don Francisco con el teniente Mackay don Luis avanzaron con dos piezas por el camino real hasta el mismo lugar donde acampamos en la noche, las cuales ayudaron á completar la dispersión del enemigo y tropas que venían en su auxilio. En esta batalla se agotaron todas las municiones, con excepción de los tarros de metralla. Desgracias personales no tuvimos que lamentar. a

— 112 — El que suscribe fué mandado á las 11 P. M. por el señor Coronel Körner á recoger y hacerse cargo de las piezas de campaña tomadas al enemigo, lo que efectuó durante toda la noche ayudado por el teniente don Luis Mackay, los conductores de la batería y por toda la tropa de Artillería tomada y pasada del enemigo. El día 22 lo ocupamos en la marcha sobre Viña del Mar y el 23 al amanecer tomamos posiciones en los cerros que están al frente de la ciudad. Momentos después cambiamos de posición, por orden del señor Coronel Körner, corriéndonos hacia nuestra derecha, hasta unas alturas que están frente al fuerte Callao; desde ahí sostuvimos un combate contra la artillería de dicho fuerte hasta que aquélla cesó de contestar los nuestros, que duró poco más ó menos dos horas. Tampoco tuvimos desgracias personales que lamentar y consumimos 35 tiros por pieza. Nos retiramos de esta altura y volvimos á nuestra primitiva posición. El resto de este día permanecimos acampados en estas posiciones; en la tarde nos retiramos al campamento de la noche anterior. El día 24 nos ocupamos en hacer demostraciones frente al fuerte Callao. En la tarde de este día marchamos sobre Quilpué, donde llegamos á media noche. El día 25 acampamos en Quilpué. El día 26 avanzamos sobre la hacienda de Las Palmas. El día 27 al amanecer llegamos á la Placilla, donde acampamos frente al enemigo, que estaba posesionado de las alturas. Al amanecer del día 28 avanzamos sobre el enemigo y fuimos á tomar posiciones sobre una altura que estaba sobre la derecha de nuestra línea y desde ahí contestamos los fuegos de la artillería enemiga durante hora y media, desde cuyos momentos no pudimos seguir disparando por haberse confundido la línea nuestra con la del enemigo y por haberse apagado por completo los fuegos de su artillería. .En esta acción consumimos 52 tiros por pieza y tuvimos dos bajas, el cabo 1.° José Santos Morales, muerto, y el cabo 1.° Belarmino Tapia gravemente herido. Tanto los señores oficiales como los individuos de tropa que estaban bajo mis órdenes cumplieron con su deber. Dios guarde á Ud. CARLOS HURTADO Señor Comandante Jefe de la 1 .

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Brigada.

W.

— 113 — ESCUADRÓN LIBERTAD NÚM.

1 Valparaíso, 7 de Septiembre de 1891.

Señor Comandante de la 1. Brigada del Ejército Constitucional: a

Tengo el honor de dar cuenta á Ud. de la parte que tomó el Escuadrón de níi mando en la gloriosa batalla de Concón el día 21 del próximo pasado Agosto. A las 8 de la mañana de aquel día recibí orden de Ud. para ponerme en marcha protegiendo la retaguardia del Regimiento Antofagasta 8.° de línea, que en breve debía principiar á pasar el río Aconcagua por la parte más próxima á la caleta de Concón, punto en que había acampado la Brigada la noche del día 20. El paso del río por este lado que formaba el ala derecha de nuestro Ejército, se hizo sin novedad; pero aún no habíamos salido del cauce del río cuando principiamos á recibir una lluvia de granadas disparadas por los cañones enemigos, haciendo nuestro avance bajo el fuego hasta que llegamos al pie de las alturas que coronaba el enemigo y de donde sus cañones no nos podían ofender. Entre tanto ya el combate se había trabado encarnizadamente por la infantería de nuestra Brigada y la dictatorial. En este momento, que serían las diez y media, recibí orden verbal de Ud. para avanzar por el flanco derecho y cargar con el Escuadrón de mi mando y el de Carabineros del Norte sobre el flanco izquierdo del enemigo. Inmediatamente emprendí la marcha y comisioné al 2.° jefe de mi cuerpo, sargento-mayor don Pedro José Pérez, para que reconociera la línea enemiga y los puntos que conviniera atacar. El mayor Pérez descubrió que la artillería dictatorial estaba protegida en su flanco izquierdo nada más que por un Escuadrón de caballería y que no sería muy difícil tomarla haciendo un movimiento por entre las hondonadas que presentaba el terreno y caer de sorpresa sobre ellos. Con tal conocimiento seguimos avanzando por detras de unas lomas pequeñas y nos presentamos como á quinientos metros del flanco izquierdo dictatorial y sobre la marcha cargamos sobre el Escuadrón que protegía la artillería citada; el Escuadrón enemigo fué deshecho completamente: los que no cayeron bajo el filo de los sables de nuestros soldados fueron hechos prisioneros, no salvando, gracias á la ligereza de sus caballos, sino unos veinte hombres más ó menos. El Escuadrón despedazado fué del Regimiento Carabineros de Yungay con alguna tropa del Escuadrón Colchagua al mando del sargento-mayor don Rafael Casanueva.

— 114 — En nuestro avance sobre la caballería recibimos como veinte granadas, pero sin que nos causaran daño alguno. Una vez que concluímos con la caballería, enderezamos, medio organizados, la carga sobre la artillería matando á sus artilleros al pie de sus piezas, haciendo prisioneros el resto y quedando en nuestro poder cuatro cañones de campaña con sus municiones, caballos y demás arreos correspondientes. Apenas habíamos terminado las operaciones que dejo detalladas cuando una descarga de fusilería cayó sobre nosotros por un enemigo oculto detras de tapias y árboles en donde era imposible la acción de la caballería. En tal emergencia tuve que retirarme y ceder el puesto á tropas del Regimiento Iquique 6.° de línea que contestaba los fuegos de las tropas dictatoriales. Trabóse una lucha sangrienta y tenaz hasta tal punto que ya el ala derecha nuestra formada por el Iquique cedía terreno á los enemigos porque las municiones se les agotaban. En tan críticas circunstancias el mayor don Pedro José Pérez con el beneplácito mío hizo echar pie á tierra á noventa hombres del Escuadrón que estaban armados de rifles Grass y á la cabeza de ellos avanzó en protección del ala derecha del 6.° de línea, los que viendo este refuerzo avanzaron con nuevos bríos, teniendo sí que ir midiéndose para aprovechar las pocas municiones de que disponían. El enemigo que sin duda alguna no vio la operación ejecutada por mi Escuadrón de echar pie á tierra, creyó que era algún cuerpo de infantería que llegaba á reforzar al Iquique cuando vio aparecer la nueva línea mandada por el mayor Pérez, por cuanto cesó en su avance y siguió batiéndose á pie firme. Los noventa hombres comandados por el mayor Pérez que entraban de refresco, por decirlo así por cuanto ahora peleaban como infantes, rompieron sobre los dictatoriales tan nutrido fuego como tan certero, que diez minutos más tarde huía el enemigo en la más desastroza derrota, dejando en nuestro poder cuatro cañones más y dos ametralladoras y un gran número de prisioneros, quedando todo terminado por el flanco derecho nuestro como á las cuatro de la tarde. Inútil me parece, señor, recomendar la conducta de la oficialidad en particular, por cuanto toda ella ha cumplido noblemente con su deber tanto en su papel de caballería como cuando lo hizo de infantería. Las pérdidas que hemos tenido que lamentar por nuestra parte, felizmente no son muchas, como lo verá Ud. en la relación nominal que adjunto, de los señores oficiales y tropa que cayeron en la pelea. Es cuanto tengo que comunicar á Ud. sobre los puntos en que tomó parte mi cuerpo en la memorable jornada del 21 de Agosto de 1891.

Tengo el honor de dar cuenta á Ud. de la parte que tomó el Escuadrón de mi mando en la batalla de la Placilla el día 28 del próximo pasado mes de Agosto del año en curso. A las seis de la mañana del día citado recibí orden de marchar por el flanco derecho de nuestro Ejército con el fin de proteger ese costado y hacer observaciones ó reconocimientos sobre el enemigo para evitar un flanqueo de nuestra línea. En cumplimiento de esta orden me moví en el sentido indicado y viendo que el enemigo permanecía en sus inaccesibles posiciones y que caballerías no podrían avanzar por esa ala por cuanto el terreno está sembrado de inabordables quebradas, me replegué al centro de nuestra línea y permanecí allí hasta que recibí orden del señor comandante en jefe del Ejército de avanzar con el objeto de cortar la retirada á las tropas dictatoriales que ya emprendían la fuga en completa derrota. En la persecución llegamos hasta las puertas de Valparaíso, en donde el señor Ministro de la Guerra don Adolfo Holley se puso á la cabeza del Escuadrón y nos ordenó entrar á la población no obstante de saber que existían todavía cuerpos organizados. Efectivamente, al llegar á la plaza de la Victoria encontramos al Batallón Ángeles formado con sus armas y municiones, al que se le intimó rendición como asimismo á ochenta hombres del Regimiento Carabineros de Yungay. Estas tropas no hicieron resistencia y depusieron sus armas, siendo desarmados inmediatamente y remitida la tropa con sus oficiales á la Escuela Naval. De la plaza de la Victoria salí en dirección á la estación del Barón, por cuyo punto escapaban algunos restos del que fué Ejército dictatorial; avanzando por la línea férrea llegué al fuerte Andes, del cual tomó posesión el mayor don Pedro José Pérez, y después de dejar la guarnición correspondiente avanzó el mayor Pérez en dirección al Pudeto; de este fuerte hicieron fuego, teniendo que detenerse el mayor Pérez para enviar un parlamentario y evitar así algún mal resultado. Fué enviado el capitán Labarca en calidad de parlamentario, al que también le hicieron fuego. En tal circunstancia se le ocurre al mayor Pérez hablar por teléfono con el jefe de ese fuerte, que lo era el mayor Pulido, de la Artillería de Costa, y le notificó entregara la fortaleza so pena de ser fusilado él y todos los suyos si nos mataban un solo soldado con sus disparos. Se le hizo saber que la plaza estaba tomada y que era inútil toda resistencia. Con tal prevención el mayor Pulido rindió la fortaleza y el mayor Pérez tomó posesión de ella, quedando todo terminado á las 2 P. M. Los prisioneros hechos en los dos fuertes fueron un teniente-coronel.

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— 116 — un sargento-mayor, siete oficiales subalternos y doscientos veinte individuos de tropa. Las pérdidas por nuestra parte son, felizmente, muy insignificantes, como lo podrá ver Ud. en la relación nominal que adjunto. Es cuanto tengo que comunicar á Ud. sobre la jornada de la Placilla día 28 de Agosto de 1891. A.

ESCUADRÓN

VALENZUELA.

CARABINEROS

DEL NORTE NÚM. 3

El día 21 del próximo pasado mes de Agosto, al iniciarse á las 1\ A. M. por nuestra artillería el combate de Colmo, permaneció el Escuadrón de mi mando inactivo hasta las 9 A. M., hora en que recibí orden de efectuar un reconocimiento por la ribera sur del rio Aconcagua, destinado á descubrir las posiciones del enemigo en el costado opuesto. Á las 10 y minutos, habiendo ya comenzado el paso del río por nuestras tropas, bajo el fuego de cañón y fusilería de los dictatoriales, recibí orden de atravesar el vado sur en compañía del Escuadrón Libertad. La travesía del río no ofreció en los primeros momentos dificultad, por cuanto la atención del enemigo estaba concentrada en nuestra ala izquierda, por donde nuestra infantería atravesaba dificultosamente la corriente. Solo al llegar á la ribera opuesta y en los momentos que por los esteros del bosque en que debíamos entrar, tuvimos que detenernos en un claro del terreno, la artillería enemiga dirigió sus granadas al numeroso grupo formado por los dos Escuadrones, con bastante buenas punterías, sin producir grandes estragos. Desde este momento emprendí con el Escuadrón de mi mando y siempre en compañía del Libertad núm. 1, marcha al trote en avance y en dirección del camino de Viña del Mar. Nuestra infantería y artillería habiendo ya tomado las piezas de artillería y las posiciones del ala enemiga, solo seguía vivo el fuego por su ala izquierda. En esta situación emprendimos marcha al galope y á los pocos minutos divisábamos un regimiento de caballería enemiga que al apercibirnos avanzaba rápidamente hacia nosotros por la planicie más elevada que atraviesa el camino. Inmediatamente los dos Escuadrones Constitucionales empezaron la carga, que fué desastrosa para la caballería contraria, que resultó ser de

— 117 — Carabineros de Yungay, emprendiendo éstos una precipitada fuga en la que perdieron gran número de tropa, caballos y armas. En fuga la caballería, contraria nos quedaron solo al frente dos piezas de campaña que á los cinco minutos después de una corta resistencia caían en nuestro poder con todo su material y más de 200 prisioneros. Incluyo á Ud. una relación nominal de los oficiales ó individuos del Escuadrón que tomaron parte en esta batalla. Por ella verá Ud. que de los 103 individuos de tropa que la componían hubo 12 de baja. No me sería posible hacer á Ud. ninguna recomendación especial, por cuanto que, tanto la oficialidad como la tropa del Escuadrón de mi mando, cumplieron todos con su deber como les correspondía hacerlo. Dios guarde á Ud. CÉSAR MONTT. Señor Comandante de la 1 .

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Brigada.

SEGUNDA BRIGADA

REGIMIENTO 2.°

VALPARAÍSO

DE LÍNEA

Santiago, 15 de Septiembre de 1891. Señor Jefe de Estado Mayor: Cumplo con el deber de dar cuenta á Ud., si bien someramente, de la parte que cupo al Regimiento de mi mando, desde su partida de Iquique hasta llegar á Santiago, en la expedición libertadora. Embarcado el 10 de Agosto último á bordo del Cachapoal, se hizo á la mar esta nave al día siguiente, siendo convoyada la escuadrilla que conducía á la 2. Brigada por el Cochrane, á cuyo bordo iban las dos primeras compañías del Valparaíso. La navegación se prosiguió sin novedad alguna, fondeando el 15 en la bahía de Caldera para unirnos á la 3. Brigada que concluía allí de embarcarse. El 16 nos hacíamos nuevamente á la mar. Á bordo el Regimiento se adiestraba en el manejo del arma y se hacía diariamente ejercicio de zafarrancho y academia para jefes y oficiales. Oportunamente se procedió á la distribución de víveres y municiones para la tropa, que se encontraba lista para desembarcar á las 3 A. M. del día 20, en conformidad á las ordenes impartidas. Pasadas las 9 de la mañana, se procedió al desembarco en el puerto de Quintero, operación que se ejecutó con toda felicidad, á pesar de las rompientes y carencia de muelle. Correspondió al Regimiento Valparaíso ser de los primeros en pisar en tierra. Una vez formados sus dos batallones, se emprendió la marcha al sur hasta las casas de la hacienda de Quintero, acampando á las oraciones en las cumbres cercanas y dominantes de esa región. Antes del amanecer del siguiente día, 21 de Agosto, continuó la marcha en dirección al río Aconcagua; y se hizo alto en los cerros que lo A

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— 119 — bordan por el norte. Estábamos á la vista del enemigo, sólidamente parapetado en las alturas del costado sur del río, extendiendo su línea por la izquierda hasta los morros más próximos á Concón. Rotos los fuegos por la artillería, el Valparaíso se desplegó en guerrilla formando sus líneas en la eminencia de los cerros que miran hacia la bajada al Aconcagua, permaneciendo allí á la espectativa. Empeñado el combate por la 1. Brigada á la derecha nuestra, cerca de la desembocadura del río, á las 11.20 A. M. recibí orden del señor Coronel Canto para que el Regimiento avanzara, debiendo pasar el río ya nombrado frente á las casas de la hacienda de Colmo. Inmediatamente se dio cumplimiento á esta orden. Hechando rollos á tierra el Regimiento de mi mando descendió en columna de combate hacia las casas de Colmo, bajo la lluvia de granadas que lanzaba la artillería enemiga para impedir nuestro avance y defender el paso del río. La artillería que mandaba el Comandante señor Silva Renard protegía nuestros movimientos. En el punto indicado, el río presentaba serias dificultades para atravesarlo en sus tres grandes brazos, tanto por la fuerza de la corriente y considerable caudal de aguas, como por la ignorancia de los vados y el vivísimo fuego de artillería dictatorial. Un joven empleado de la hacienda indicó personalmente uno de estos vados y casi instantáneamente el Valparaíso comenzaba el paso del Aconcagua bajo los nutridos disparos de artillería y muy luego de fusilería que el enemigo hacía desde las alturas. Á la vez que el Cuerpo de mi mando, que ocupaba el centro y avanzaba en primera línea, ejecutaban igual operación el Huasco y el Atacama por la izquierda y el Chañaral por la derecha, apoyada ésta por el Pisagua y el Esmeralda. Vencidas las numerosas dificultades que ofrecía el paso del río en sus tres brazos que arrastró entre sus aguas á varios soldados que sucumbieron ahogados y los cadáveres de los que caían bajo el plomo enemigo, se formaron nuevamente las líneas de tiradores tras de unos chilcales. Apenas recobrado el aliento, chorreando agua los uniformes,—lo cual dificultaba más aún los movimientos,—el Valparaíso avanzó al trote hasta las primeras posiciones ocupadas por las fuerzas de la Dictadura, las que se replegaron á su retaguardia coronando las cumbres. Como á las dos y media de la tarde, se diseñaba ya el triunfo para las armas constitucionales; pero la escasez de municiones Mannlicher retardó éste por algunos momentos. Emprendido con nuevo y mayor ímpetu el ataque, el enemigo principió á desbandarse á nuestro frente, sus fuegos fueron cesando paulatinamente, y, á las 4-| de la tarde, más ó menos, las tropas dictatoriales a

— 120 — huían en completo desorden, dispersándose por los elevados cerros que circundaban el campo de batalla y especialmente hacia Viña del Mar. La victoria era completa para el Ejército Constitucional, si bien costaba á Chile la sangre de muchos de sus buenos hijos. El Valparaíso ha tenido que lamentar la muerte del teniente don Mateo Fernández Franco, que recibió un balazo en la frente al atravesar el río, y del subteteniente don Carlos Garcés Puelma, que cayó valerosamente en una vigorosa carga dada contra el enemigo. Resultaron además, heridos, el sargento-mayor don Justiniano Almendroza que, á pesar de la gravedad de su herida, tomó parte en la batalla de la Placilla; capitán ayudante don Simón P. Carvajal, y subtenientes señores Francisco Canales y Carlos Rengifo. Á las oraciones acampábamos en las mismas posiciones que poco antes ocupaba el enemigo.

Algunas horas de reposo para recobrar fuerzas y secar algo las ropas, y antes de que clareara el día 22, nos poníamos en movimiento, siguiendo el camino que el enemigo había tomado en su fuga. A la caida de la tarde acampábamos en una altiplanicie situada entre Quilpué y Viña del Mar, por el lado norte de la línea férrea. En la madrugada del Domingo se continuó la marcha en dirección al cerro llamado de Buena Vista, haciendo alto más ó menos frente á Miramar. Aquí se encontraban las tropas de la Dictadura ocupando posiciones verdaderamente inespugnables en las cumbres opuestas. Nuestra artillería rompió sus fuegos contra la enemiga, á la vez que de la Escuadra se disparaba sobre los fuertes de Valparaíso que contestaban. Después de cambiar de posiciones en vista del poco resultado obtenido hasta entonces y de que el enemigo no abandonaba sus formidables atrincheramientos, desde donde podía diezmar á mansalva al Ejército Constitucional; caso que éste hubiera entrado en acción, se me ordenó que fuera á ocupar el mismo campamento de la noche anterior, al cual llegamos terminada la tarde. Al día siguiente, como á las 3 de la mañana, nos movimos hacia Quilpué, por la quebrada que cae al pueblo de este nombre. Apenas se tuvo noticia de nuestra aproximación, huyó la guarnición de esta plaza, á la cual entrábamos en la mañana del mismo día 24, en medio del regocijo y V í c t o r e s de la población, yendo á acampar en las alturas que la cierran por el lado opuesto á la línea férrea. Como se diera aviso de que fuerza enemiga pretendía avanzar en un tren en dirección al sur y que además se trataba de reconocer nuestro

— 121 — campamento, recibí orden para dirigirme al pueblo con el Regimiento de mi mando. Elegido el punto conveniente para operar en caso necesario, permanecí allí hasta entrada la tarde sin que ocurriera novedad, regresando al campamento. Á medio día del 25 se dio orden para que el 2.° Batallón del Regimiento saliera, en unión de otro Batallón del Chañaral, una sección de artillería y otra de caballería, á expedicionar bajo las ordenes del señor Coronel Vergara, en dirección al sur. Después de recorrer la expedición el camino carretero hasta los cerros inmediatos á Limache, regresó en la noche el 2.° Batallón al campamento, habiendo cumplido el objeto de su misión, á pesar de la lluvia que le sorprendió en la tarde y que no cesó sino con el nuevo día. Sin reponerse aún de esta marcha, el 2.° Batallón se unió al 1.° para emprender con el resto de la Brigada la marcha hacia la hacienda de Las Palmas, á donde llegaba y acampaba el 26. En la tarde de este día seguimos camino de La Placilla haciendo alto en el fundo Las Cadenas y pernoctando en las cimas de esas cercanías. Racionada y municionada la tropa, continuamos marchando en busca del enemigo, pasando la noche del 27 en las alturas inmediatas á la Placilla. El ejército dictatorial se hallaba ya atrincherado y ocupando las posiciones más ventajosas en el camino del Alto del Puerto y lomajes del Molino de Viento, aprovechando los zig-zags de la cuesta defendidos por parapetos de tierra. Apoyaba su derecha en la cumbre del Cerro Colorado, el centro en los Altos de la Placilla y la izquierda en las cimas que miran á la represa de las Cenizas. Posiciones éstas á todas luces inespugnables. Llegados á distancia conveniente y formada la línea de batalla, recibí orden de marchar sobre Valparaíso, una vez iniciado el combate, marchando con toda presteza por los cerros que dominan la ciudad, teniendo por objetivo y punto de reunión el nuevo edificio de la Escuela Naval. Al principio de la batalla debía seguir los movimientos del Huasco y, atravesando los fuegos enemigos, emprender la marcha ya indicada. El enemigo rompió los fuegos á las 7.20 A. M. con dos disparos de cañón, que luego fueron contestados por nuestra artillería, que se había situado en unos cerros de la derecha para protejer el avance de la infantería. Desplegado el Regimiento de mi mando en tiradores, avanzó al trote bajo las granadas enemigas que estallaban á su paso sin detenerlo, llevando al Huasco á la izquierda, que hacía alto poco después. Hasta ese momento, el Valparaíso no disparaba un tiro. En estas circunstancias recibí orden del Jefe de la Brigada para to-

mar el mando de ambos cuerpos, el Regimiento Valparaíso y el Batallón Huasco; y continué avanzando siempre al trote y rompiendo los fuegos por el centro inclinándome hacia la derecha en el caserío de la PlacillaEl enemigo reconcentraba sus fuerzas en el centro y nos hacía nutrivísimo fuego que enrarecía nuestras filas, pero sin conseguir atenuar el ímpetu del ataque. Nuevas tropas de refresco que reforzaron á nuestros adversarios, parecían detener por un instante nuestro avance. Con nuevos bríos llegamos hasta las mismas posiciones del ejército dictatorial que ya comenzaba á desbandarse. Faltaban poco minutos para las 11; y media hora después nuestro triunfo era completo, como era completa la derrota de las fuerzas de la Dictadura. Apenas pronunciada ésta y reorganizada la formación del Regimiento de mi mando, seguí por la cumbre de los cerros y camino de circunvalación el trayecto que se me había trazado para llegar á la Escuela Naval. Como en una quebrada inmediata hubiera fuerzas de caballería enemiga, de orden del Coronel señor Vergara se destacó para perseguirlas un piquete del primer Batallón. Después de algunos disparos, éstas se rindieron y entregaron armas y caballos. Un cuarto de hora más tarde llegábamos á la Escuela Naval, que nos sirvió de cuartel. En esta jornada tuvimos las siguientes bajas entre jefes y oficiales: Muertos.—Teniente Miguel M. Gajardo y subteniente J. Liborio Godoy. Heridos.—Sargento-mayor don Nicanor Ibañez; capitanes señores Manuel E. Muñoz y Tomás Ríos González; tenientes señores Tomás Ponce y Belarmino Montero; subtenientes señores Carlos Infante, Mauricio Bobadilla y Pedro Soazo. Tres días después, el 31 de Agosto, el Regimiento de mi mando entraba á la capital de Chile, compartiendo con la población, que aclamaba al Ejército Constitucional, el regocijo que rebozaba en todo los corazones por la vuelta del orden y la paz pública, la tranquilidad y bienestar á los hogares. Réstame agregar que los jefes, oficiales y tropa del Regimiento Valparaíso, impulsados por el patriotismo, guiados por la estrella de nuestra bandera, defendiendo la más santa de las causas y amparados por la Divina Providencia, han sabido, en las jornadas del 21 y del 28 de Agosto, cumplir con su deber como soldados y como chilenos. Dios guarde á Ud. F. Seiíor Jefe del Estado Mayor de la 2 .

a

Brigada.

BAEZA

— 123 — REGIMIENTO 5.°

CHAÑARAL

DE LÍNEA

Santiago, 9 de Septiembre de 1891. En cumplimiento de lo dispuesto por US. en la orden general de hoy, paso á dar cuenta de las operaciones efectuadas por el Regimiento de mi mando desde el día 20 de Agosto, que desembarcó el Ejército en Quintero hasta el 28 del mismo mes que por la completa derrota de las fuerzas del Dictador ocupamos el puerto de Valparaíso. Desembarcado el Regimiento con 460 plazas, el antedicho día 20, se movió en dirección á Colmo, acampando esa noche en las casas del fundo Dumuño, lugar que se halla á media jornada del río Aconcagua y en consecuencia de las posiciones ocupadas por el enemigo. El 21 á las 7 A. M., por orden de US. emprendimos marcha hacia el río, manteniéndonos toda esa mañana á la vista de las fuerzas contrarias sin empeñar combate. A las 12 más ó menos, la artillería del Dictador rompió sus fuegos sobre nuestras filas, sin alcanzar resultado. Una hora después comenzó á pasar el río el 2.° Batallón del Regimiento que comando dirigido por el mayor Rioseco y bajo la protección del 1.° al mando del que suscribe. El enemigo impedía con su nutrido fuego el paso del Aconcagua; pero salvado por el 2.° Batallón procedí á efectuarlo con el 1.°, que por no estar protegido por otras fuerzas de las nuestras sufrió gran número de bajas, tanto por las granadas del enemigo como por el impetuoso caudal del río, que se pasó en partes con el agua al cuello. Salvada esta seria dificultad, salí á marcha forzada á proteger la 1. Brigada que ya se batía en nuestra ala derecha, contribuyendo eficazmente á producir el movimiento envolvente que arrolló el ala izquierda de las fuerzas del Dictador. En esta acción se distinguió el sargento-mayor, jefe del 2.° Batallón don Luis Orrego Luco, que fué herido por dos proyectiles. El 22 á las 2 P. M. próximamente y después de haber pernoctado en el mismo campo de batalla, el Regimiento, según orden de US. se puso en marcha hacia la hacienda de Viña del Mar, donde acampó hasta e día 23 á las 3 A. M. que nos movimos en demanda del enemigo en dirección al pueblo del mismo nombre, que avistamos tres horas después. Cuando llegamos al valle que recorre el estero de Viña del Mar y divisamos al enemigo en sus fuertes posiciones, para desorientarlo contramarchamos al norte sin que él se apercibiera de este movimiento y fuimos á vivaquear al mismo campamento del día anterior. 16 a

— 124 — El día 24 á las 8 A. M. avanzamos hacia Quilpué, población que ocupamos más ó menos á la 1 de la tarde. En este pueblo descansó nuestra tropa hasta el 26 á las 2 de la madrugada, hora en que nos pusimos en marcha á la hacienda de Las Palmas, en cuya propiedad almorzó la tropa para continuar avanzando después hasta pasada la media noche. El 27 se dio descanso á la tropa en las inmediaciones de Placilla. En este día, el que suscribe en unión de US. y demás jefes de los euerpos de la 2. Brigada, practicamos el reconocimiento de las posiciones ocupadas por el enemigo. El 28 á las 7 A. M. emprendí marcha en dirección de dichas posiciones y tres cuartos dé hora después estábamos bajo los fuegos de artillería del enemigo, y por instrucciones de US. y especiales que recibí del señor comandante en jefe del Ejército emprendí el ataque sobre el ala derecha enemiga, la que después de dos horas de reñido combate fué arrollada completamente. En este avance que me produjo grandes pérdidas, marché en unión de los Regimientos Iquique y Atacama. A las 12 horas en que estaba terminada la acción con la derrota total del enemigo, salí en dirección á Valparaíso y tomé posesión en dicho puerto de la Escuela Naval, local que se me había señalado con anterioridad. Antes de concluir séame permitido manifestar á US. que los jefes, oficiales é individuos de tropa del Regimiento Chañaral que tengo el honor de comandar, han estado á la altura de la noble causa que defendíamos. Creo un acto de justicia .recomendar al animoso joven don Carlos García Cross, quien sin pertenecer al Ejército nos acompañó desde Quilpué encontrándose en la batalla de Placilla prestando útiles servicios. Acompaño á US. los cuadros que manifiestan las bajas habidas en el personal del Regimiento. a

Dios guárdela US. VICENTE PALACIOS Señor Coronel don Salvador Vergara, jefe de la 2 .

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B.

Brigada.

REGIMIENTO ATACAMA 10.°

DE

LÍNEA

Santiago, 7 de Septiembre de 1891. En cumplimiento á la orden de V. S. tengo la honra de elevar á ese Estado Mayor General, el parte oficial de las operaciones realizadas por

— 125 — el cuerpo de mi mando en la campaña emprendida contra las fuerzas dictatoriales que ocupaban el centro del territorio de la Repríblica. El 20 de Agosto en la rada de Quintero, recibió el Regimiento orden de desembarcar á la 1 P. M., lo que se ejecutó en el acto, quedando el cuerpo en tierra á las 5| P. M. A las 6 P. M. púsose por disposición del señor Coronel, jefe de la 2. Brigada, en marcha por el camino de la hacienda de Quintero hacia Dumuño. A las 9-| P. M. llegaba á orillas del estero de Quintero, donde recibí orden de acampar en la ribera norte y de continuar la marcha en la dirección indicada á las 6 A. M. del 21. A dicha hora el Regimiento cruzó el estero señalado, y se dirigió á Colmo, punto que se le indicaba y en donde llegó á las 11 A. M. del día 21, tomando inmediatamente la formación de reunión sobre las laderas septentrionales de las colinas que se hallan al norte del río Aconcagua y frente al caserío de Colmo; la tropa preparóse á almorzar. A las 12|- P. M. recibía orden del jefe de la Brigada de avanzar y proteger la izquierda del Regimiento Chañaral que pasaba en ese momento el río bajo los fuegos del enemigo en posición sobre los montecillos ubicados en la margen meridional del Aconcagua. Cuando daba cumplimiento á dicha orden, recibí otra del Cuartel General, en que se disponía que el Regimiento avanzara hacia la izquierda de nuestra artillería y que cruzara el río por el vado existente frente á las casas de Colmo y atacar el cerro, al poniente del camino de Colmo á Viña del Mar, en que se hallaba la artillería enemiga. Después de hacer presente al Cuartel General la orden que tenía del jefe de la Brigada, di cumplimiento á lo que se me ordenaba por la autoridad superior. En efecto, organizado el Regimiento, que en su marcha fué cruzado por el Batallón Huasco, tras de la falda de la primera loma que se halla al norte de Colmo, dispuse que el 2.° Batallón, á mis órdenes personales, avanzase inmediatamente al caserío de Colmo mientras el 1.°, bajo la dirección del comandante Figueroa, seguía á quinientos metros á retaguardia en calidad de reserva del cuerpo. La ocupación del caserío, aunque bajo un molesto fuego de artillería, efectuóse sin grandes pérdidas, y en él encontré al Regimiento Valparaíso, que se disponía á cruzar el río por los puntos que se me habían indicado, y tras del cual siguió el Atacama. El vado era estrecho y estaba bajo la fusilería enemiga; pero apesar de todos los inconvenientes su paso se llevó á cabo, y el batallón pudo tender una nutrida línea de tiradores que avanzaron inmediatamente hacia las posiciones enemigas. Notando que fuerzas del 1." Batallón se quedaban en la margen norte del Aconcagua, envióles orden *con el capitán Muñoz Hurtado, que siguieran el movimiento del resto del cuerpo que ya había tomado pie en la ribera sur del estero de Limache y que empezaba conjuntamente con el Valparaíso y el Huasco á ascender las a

— 126 — faldas de las posiciones enemigas, tenazmente defendidas por fuerzas numerosas de artillería é infantería. El avance de las fuerzas bajo mis órdenes, realizóse basta la medianía de las posiciones enemigas, de un solo empuje; pero agotadas las municiones y perdidos algunos oficiales y el mayor don Guillermo S. Toro, que se había agregado al cuerpo en el momento de iniciar la acción, la línea de tiradores disminuyó la intensidad de sus fuegos, lo que aprovechó el enemigo para acribillarla bajo los suyos, haciendo para ello entrar sus reservas, con lo cual víme obligado á retroceder cerca de la mitad de lo que habíamos ascendido del cerro que constituía nuestro objetivo. En tan críticos momentos, la entrada en acción del 7.° de línea que con el jefe de la 3. Brigada á su cabeza, tomó por el flanco á la linea enemiga, restableció nuevamente el combate, y continuóse el avance sin detenerse hasta llegar á la meta de las colinas en cuya altiplanicie habían tomado posición las fuerzas enemigas y que ahora se retiraban precipitadamente abandonando su artillería y gran número de prisioneros. Esto tenía lugar á las 4 P. M., hora en que el Escuadrón Guíaslanzóse en persecución de las fuerzas dictatoriales que en gran confusión abandonaban el campo de batalla. La jornada estaba ganada con pérdida de un jefe muerto, seis oficiales heridos y una cantidad de tropa. Creo que todos los jefes, oficiales, clases y soldados del Regimiento han cumplido con su deber, pero debo hacer especial recomendación de la conducta observada por el capitán ayudante don José 2.° Rojo, el teniente don Marcos Montt y el subteniente don Víctor Torreblanca C. El Regimiento recibió orden á las 6 P. M., del Estado Mayor de la Brigada, de vivaquear al oriente del camino de Colmo, Concón Bajo, Quillota y de cocinar los víveres frescos que el enemigo dejó abandonados en su campamento. A las 7 A. M. del día 22, recibí instrucciones de seguir á retaguardia del Regimiento Chañaral 5.° de línea, por el camino de Colmo á Viña del Mar, y á las 10J la de acampar, á lo largo del de Valparaíso á Caletilla, á la derecha del 5.° de línea. A las 2 P. M. poníase nuevamente el cuerpo en movimiento, según disposición del jefe de la Brigada, formando á retaguardia del Regimiento Chañaral, y á las 5 P. M. conducido personalmente por el señor Coronel Vergara estableció su vivac en las alturas que se hallan al norte y próximas al estero de Viña del Mar. A las 2 A. M. del día 23, el cuerpo constituyendo la cabeza de la 2. Brigada avanzó hasta los primeros lomajes que forma la quebrada del estero de Viña del Mar, y según disposición del señor coronel Vergara, establecióse á las 7 A. M. en formación de reunión á fin de esperar nuea

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— 127 — vas órdenes, al lado sur de la gran represa de Viña del Mar, oculto á la vista y á los fuegos de la artillería enemiga que en ese momento abría sus fuegos contra la nuestra. A las 9 A. M. trájome el capitán don Manuel Rengifo, orden de retirarme al campamento en que había vivaqueado la víspera, porque se desistía del propósito de atacar al enemigo en dicho día. Hice presente al señor capitán, que desde la posición en que me hallaba, á lo sumo mil quinientos metros del enemigo, veía que las tropas dictatoriales abandonaban las suyas y que se retiraban hacia el Alto del Puerto, y que antes de cumplir la orden recibida, diera cuenta al señor Coronel para que retirase la disposición que me transmitía. El capitán señor Rengifo, después de una larga hora y cuando ya me hallaba en movimiento de retirada por habérseme reiterado la orden que dejo dicha por el señor mayor Espejo, dióme cuenta que no había podido cumplir con mi cometido por no haber encontrado al señor Coronel, jefe de la Brigada, en el punto que lo había dejado anteriormente é ignorar dónde se hubiera dirigido. A las 2 P. M. el cuerpo ocupaba su anterior vivac, en el cual pasó la noche del 23 al 24. A las 7 A. M. del 24, después de un lijero café, el cuerpo recibió orden de desfilar detras del Batallón Huasco y en dirección á Quilpuó, por el sendero que se dirige hacia dicho punto, por la cima de las colinas del mismo nombre. A las 2 P. M. llegó á Quilpué y á las 6 P. M. estableció su vivac al sur del camino de Quilpué á Limache. El 25 acantonóse á lo largo del mismo camino, y á las 3 A. M. del día 26 emprendió la marcha formando la cabeza de la columna, en dirección á Las Palmas, punto donde llegó á las 10 A. M. La marcha había sido muy pesada, por el pésimo estado del camino deteriorado por la lluvia caída la víspera, y la tropa requería descanso. Este se le dio conjuntamente con un abundante almuerzo, hasta las 3-|- P. M., hora en que en las mismas condiciones continuó hacia Las Cadenas por un mal y vegoso camino, A las P. M. prodújose una pequeña confusión por una falsa alarma ocurrida en momentos en que por orden del señor Coronel, secretario general del Estado Mayor General avanzaban dos compañías del Regimiento á sorprender una fuerza de caballería enemiga que se decía se hallaba vigilando el camino que traía el Ejército Constitucional. La alarma provino de que un posta de un piquete del Libertad al contestársele Atacama hizo fuego sobre la cabeza de la columna, con lo cual ésta lo tomó por enemigo. Restablecido el orden, continuó la marcha hasta llegar á las casas de Las Cadenas á la 1 P. M. del día 27; en dichas

— 128 — casas acantonóse el Regimiento, tomando las medidas de seguridad del caso. A las 1\ A. M. el Regimiento ocupó las fuertes posiciones al norte de las casas de Las Cadenas que se hallan al poniente del camino de Casahlanca á Valparaíso, en las cuales vivaqueó hasta las 6 P. M. del día siguiente. A.dicha hora el día 28 avanzaba el Regimiento constituyendo la cabeza de la 2. Brigada, cuando recibió orden del señor Coronel Vergara de establecer en formación de reunión tras de una pequeña ondulación situada frente al ala derecha de las posiciones de Peñuelas que se veían ocupadas por las fuerzas dictatoriales. Concluía de dar cumplimiento á la disposición anterior cuando recibí orden del Cuartel General de avanzar sobre la derecha del enemigo, lo que hice acto continuo, desplegando el l . Batallón y haciendo que el 2.° siguiera á trescientos metros en orden de combate. El avance fué enérjico; y al llegar á quinientos metros de la linea enemiga, el ayudante de la Brigada, capitán señor Babra, me comunicó que el Atacama debía constituir el ala izquierda de nuestra línea. Con este dato, resolví envolver la derecha enemiga, y al efecto dos compañías del 2.° Batallón, tercera y cuarta, recibieron orden de cargarse á la izquierda y flanquear al enemigo en esa dirección, lo que se realizó con toda felicidad, pero en cuya ejecución el cuerpo tuvo que lamentar sensibles bajas, entre ellas la del señor comandante don Francisco E. Figueroa, que fué herido en el momento en que señalaba el camino á dicha fuerza. A las 10 A. M. el Regimiento se hallaba en las posiciones en que se había establecido el enemigo, habiendo tomado numerosos prisioneros del Regimiento Santiago y 2.° de línea, que eran los cuerpos dictatoriales encargados de la defensa de dicha parte de la línea. El terreno en que había atacado el Regimiento era muy ondulado y presentaba grandes dificultades materiales para el avance. La conducta del cuerpo ué altamente satisfactoria y cábeme la honra de recomendar á V. S. al señor teniente-coronel don Francisco E. Figueroa y capitán ayudante don José 2.° Rojo. La lista de heridos, muertos y desaparecidos en ambas batallas, fueron oportunamente remitidas á V. S. Alas 11 A. M., reorganizado el Regimiento, emprendió la marcha hacia Valparaíso á retaguardia del Chañaral 5.° de línea, y á las 2 P. M. ocuj)ába el edificio de la Escuela Naval para trasladarse á las 5 P. M. al cuartel de la calle de San José. El 31 á las 4 A- M. embarcóse en dirección á la capital de la República, que las victorias alcanzadas sobre la dictadura habían puesto en 11

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— 129 — nuestras manos; y actualmente hállase acantonado en el edificio del Internado Santiago, ubicado en la Quinta Normal de Agricultura. Al terminar, señor Coronel, séame permitido consignar una especial recomendación á favor de los doctores Eivero, Figueroa y Sierralta, que en esta ruda campaña han cumplido sobradamente con su deber. Dios guarde á V. S. J.

BOONEN RIVERA.

A l señor Coronel jefe de Estado Mayor General.

BATALLÓN HUASCO 11.°

DE

LÍNEA

Señor Coronel, comandante de la 2. Brigada del Ejército Constitucional: a

Siguiendo las instrucciones dadas por el jefe de la 2. Brigada, el cuerpo que comando hizo su marcha desde su desembarco en Quintero hasta llegar á orillas del río Aconcagua sin ningún incidente digno de mencionarse. A la 1 P. M. del día 21, recibí instrucciones verbales del señor Comandante en jefe de pasar á toda costa el río y atacar el flanco derecho del enemigo. El atravieso del río se llevó á cabo con las dificultades y riesgos consiguientes y que V. S. personalmente ha tenido ocasión de apreciar. El ataque lo llevé á efecto aprovechando eficazmente las ventajas que me ofrecían las sinuosidades y ondulaciones del terreno, obteniendo después de un reñido combate de tres ó cuatro horas la dispersión completa del enemigo en su flanco derecho. Después del combate de Concón hasta la madrugada del 28 de Agosto el cuerpo que comando siguió los movimientos generales de la Brigada. En el combate del Alto del Puerto y á las 7 A. M. recibí instrucción del Comandante en jefe de situarme en línea desplegada á esperar órdenes en el punto señalado por los ayudantes del Cuartel General. Quince minutos después se me ordenó avanzar y entrar en combate, lo que efectuó mi Batallón con todo orden y serenidad, atacando el centro del Ejército dictatorial con igual ó mayor bravura que en el combate de Concón y peleando directamente con el Batallón 7.° de línea, de cuyo cuerpo hicimos gran número de prisioneros. a

— 130 — La decisión y el valor desplegado por los señores oficiales y el arrojo y serenidad de la tropa son dignos del más alto encomio, siendo para mí motivo de legítimo orgullo haber tenido el honor de comandar á tan valientes y abnegados defensores de la Constitución y leyes de la patria: Tengo el honor de incluir á V . S. la nómina de los señores jefes, oficiales é individuos de tropa muertos ó heridos en ambos combates. Dios guarde á V . S. ELIAS

BATALLÓN NÚM.

BEYTIA.

2

DE ARTILLERÍA

Santiago, 12 de Septiembre de 1891. Señor Coronel, jefe de Estado Mayor General: Habiendo tomado parte el Batallón núm. 2 de Artillería en la 1. y 2. Brigada, paso á dar parte á V. S. de las operaciones que realizó dicho Batallón contra el Ejército de la dictadura. El 20 de Agosto á las 2 P. M. concluyó el desembarque de las fuerzas que lo formaban, consistentes en diez piezas Krupp de montaña divididas en dos baterías. Dos horas después una batería de seis cañones emprendía la marcha bajo el mando inmediato del sargento-mayor don Guillermo Armstrong, siguiendo las operaciones de la 2. Brigada en dirección del valle de Aconcagua y otra de cuatro cañones con el mayor don Carlos Hurtado marchaba con la 1. Brigada en la misma dirección por el camino de la playa. A las 8 de la mañana del siguiente día estas baterías estaban en posiciones ocupando los cerros que dominan la margen derecha del río frente al enemigo que organizaba sus líneas de combate en las alturas de la margen opuesta. En esta colocación se inició el fuego de Artillería ejecutado lentamente y dirigido á reconocer las posiciones enemigas y á medir las distancias. Contestado por los cañones contrarios, este fuego se mantuvo sin mayor animación hasta las 11, hora en que se hizo vivo y general por haber principiado ya las operaciones de nuestra infantería. La batería del mayor Armstrong rompió sus fuegos á discreción protegiendo el avance y paso del río por el centro de nuestra línea de bataa

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la de la 2 . Brigada y descendiendo escalonados pov secciones los cañones de las alturas de la jn'imera posición fueron puestos en batería en la misma orilla del río para protejer el ataque de nuestra infantería al otro lado. Aquí el fuego se hizo con toda eficacia, barriendo con Schraiiell las líneas enemigas de infantería que sucesivamente se renovaban sin cesar y que eran divisadas por nuestros cañones colocados y abrigados en las casas de la hacienda de Colmo antes de efectuar sus despliegues. A

Mientras tanto la batería del mayor Hurtado ejecutaba iguales operaciones ayudando con sus fuegos á la 1. división, que habiendo iniciado el paso del río un poco antes, atacaba enérgicamente el flanco izquierdo del enemigo. a

Colocadas así las fuerzas de Artillería de mi mando y ganando siempre terreno á retaguardia de las líneas de la infantería, el fuego se sostuvo hasta las 4 P. M. más ó menos, hora en que el enemigo batido en todas direcciones era puesto en derrota. El día 22, en las primeras horas las baterías del Batallón repusieron sus municiones, tomando saquetes y estopines en los cofres del enemigo que abandonó con su derrota del día anterior y luego emprendieron la marcha con sus respectivas brigadas hacia Viña del Mar. A l amanecer del día siguiente, la Artillería ámis órdenes tomó posiciones en los cerros que dominan la playa por el lado de las salinas en unión de los otros cuerpos do Artillería y de 4 piezas de campaña tomadas al enemigo en la batalla del 21. En esta disposición se provocó el fuego de Artillería enemiga por vía de reconocimiento. Esta respondió con viveza dejándonos apreciar su superioridad en cañones y alcance, no así lo mismo respecto á sus municiones ó proyectiles, que no estallaban. Apreciado esto, para aminorar las ventajas do alcance dispuso que la batería del mayor Armstrong tomara posiciones más á vanguardia aprovechando una pequeña colina. Instalada aquí la batería del mayor Armstrong se llevó á cabo un violento cañoneo sobre el fuerte Callao y alrededores ocupados por la Artillería enemiga á fin de protejer el avance proyectado de nuestra infantería que debía descender por los corros de la izquierda. No efectuándose este movimiento y por órdenes de V. S. se retiró esta batería, después de una hora de combate, al grueso do Artillería resguardada por la 1. división, permaneciendo durante el día á la vista del enemigo y respondiendo do tarde en tarde al fuego que el enemigo hizo hasta oscurecer. a

A la oración de este día 23 la batería del mayor Armstrong marchó á unirse á la 2. Brigada para marchar al día siguiente á Quilpué. La . batería del mayor Hurtado se unió á la 1. división que quedó á nuestra. a

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— 132 — izquierda cubriendo'hasta el 24 á medio día nuestro movimiento hacia Quilpué. Nuestra estadía en Quilpué permitió algún descanso al ganado que se encontraba en mal estado y á la vez me dio tiempo para medio organizar con los prisioneros y pasados del enemigo en Colmo, una compañía de infantería para defensa propia de Artillería. El día 26 á las 2 A. M. habiendo principiado el movimiento del Ejército Constitucional sobre Valparaíso por Placilla, la batería del mayor Armstrong seguía la marcha de la 2. Brigada y la batería del mayor Hurtado la de la 1. Brigada. Ambas baterías, perfectamente provistas de municiones suministradas parte por nuestro parque y otra por el enemigo en su derrota de Concón, tomaron posiciones el día 27 en el campamento Las Cadenas, al frente del enemigo, en resguardo de cualquier ataque ó sorpresa que intentara el Ejército dictatorial. Al amanecer del día 28 las baterías se pusieron en movimiento para ocupar el puesto asignado en las respectivas brigadas. La batería del mayor Hurtado ocupó á la derecha una altura y contestó al fuego de la Artillería enemiga, roto desde el momento que principió á moverse nuestro Ejército: La batería del mayor Armstrong avanzó con la 2. Brigada y puesta en batería la primera posición favorable rompió sus fuegos sobre los cañones del enemigo y progresivamente siguió el avance de la infantería de la 2. Brigada por la izquierda de la línea de batalla. La batería del mayor Hurtado que operaba por el ala opuesta apoyando el avance de la 1. Brigada y aumentada con un cañón de campaña sostuvo el fuego hasta que la línea de nuestra infantería se confundió con la del enemigo y se apoderó de sus posiciones. Derrotado el enemigo las baterías volvieron á reponerse sus municiones en el parque del enemigo y después siguieron la marcha del Ejército victorioso hasta Valparaíso. Las bajas experimentadas por las baterías en las batallas de Colmo y Placilla apesar del nutrido fuego de artillería que han soportado, han sido muy pocas, debido á que los proyectiles enemigos generalmente no estallaban. El batallón de mi mando solo ha tenido que lamentar la baja del alférez don Alberto Phillips herido el día 23 en el cañoneo de Viña del Mar, y 15 individuos de tropa entre muertos y heridos, cuyos nombres se expresan en la relación adjunta. Al terminar este parte, no cumpliría con un deber de justicia sino consignara una recomendación muy especial de los sargentos-mayores don Guillermo Armstrong y don Carlos Hurtado que han guiado y dirigido las operaciones de sus respectivas baterías con inteligencia y mucho espíritu. Los señores oficiales se han portado brillantemente en esta corta pero cruda campaña. Por sea

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— 133 — parado remito á V. S. una nómina de los jefes y oficiales que tomaron parte en las operaciones que dejo expuestas. ROBERTO SILVA

RENARD.

ESCUADRÓN GUÍAS NÚM.

4

Santiago, 29 de Septiembre de 1891. I En cumplimiento de mi deber, paso á dar cuenta á V. S. de las operaciones ejecutadas por el cuerpo de mi mando, desde su desembarco en Quintero el 20 de Agosto, hasta el 28 del mismo. II * A las 12 M. del día 20, cuando solo estaba desembarcada una pequeña parte del Escuadrón, se avisó la presencia del enemigo hacia el lado de Colmo. Inmediatamente se dio orden de salir á reconocerlo con la tropa que hubiera disponible. Al efecto, hice montar 40 hombres á las ordenes del teniente señor Luis Rojas A., y salí en la dirección indicada, poniéndose V. S. mismo á la cabeza del reconocimiento. Al cabo de una hora de marcha, haciendo prolijas investigaciones del terreno, se descubrió la presencia del enemigo—una compañía de caballería, más ó menos—que se retiraba conduciendo una gruesa cantidad de ganado lanar y vacuno. Después de algunos tiros cambiados, se retiró precipitadamente hacia las casas de Dumuño, dejando en nuestro poder todo el ganado lanar. Emprendimos su persecución, y serían ya las 5¿ P. M., cuando llegamos frente á las citadas casas, de las que nos separaba una ondonada del terreno. V. S. me ordenó entonces que tomara posesión de ellas. Con ese fin hice que el capitán don Darío Navarro, que se nos había incorporado poco antes, avanzara con una media sección en reconocimiento del terreno, pero como fuera recibido con disparos que se le hacían, al parecer de los corrales de las casas, ordenó montar á la grupa algunos soldados de uno de los batallones del Regimiento Chañaral que en ese momento llegaba á aquel lugar. Se hizo así ya fácil desalojar al enemigo, el que fué perseguido hasta las alturas que dominan el paso de

134 — Concón. Dejé allí de avanzada al teniente señor Rojas, con 40 hombres, y volví á encontrar al Escuadrón que vivaqueó, esa noche, en las casas de Quintero una compañía, mientras el resto hacía el servicio de seguridad. III BATALLA D E

CONCÓN

A las 10J A. M. del 21, en obedecimiento á órdenes superiores, estaba ya reunido el Escuadrón en las lomas bajas que, por el norte, dominan el río Aconcagua, en el vado de Concón. A poco el enemigo, que ocupaba las alturas de la ribera opuesta, rompió sus fuegos de artillería, que fueron contestados por los nuestros. Eso, y la iniciación del combate por la 1. Brigada en nuestra ala derecha, hizo la acción ya general en toda la línea. Como los escuadrones Lanceros núm. 5 y Guías núm. 4, servían en ese momento de inútil blanco á los disparos enemigos, el señor Comandante en Jefe ordenó se movieran á la izquierda, y tomaran colocación al abrigo de unas colinas que se levantan en aquel paraje. En esa posición permanecía el Escuadrón una media hora, cuando se me comunicó una orden del mismo señor Comandante en Jefe, de atravesar el río en protección de la infantería, orden que fué ejecutada inmediatamente. Como era natural, el enemigo hizo converjer sus fuegos sobre las dos columnas de caballería que atravesaban el río, pues el Escuadrón Lanceros, que había recibido la misma orden, lo vadeaba un poco más arriba. En la ribera opuesta, el Escuadrón se colocó en columna, en la dirección del camino que corre paralelo al río, punto en donde me era fácil observar las fases del combate, que ya muy reñido estaba trabado entre las infanterías. Pude hacerme cargo, así, de las oscilaciones ya de avance ó retroceso que se producían en nuestras tropas; y para estar listo en cualquiera emerjencia desgraciada que pudiera ocurrir, hice avanzar el Escuadrón hasta colocarlo en el mismo camino que, viniendo del sur, desciende al paso de Concón. En esta situación, el que suscribe, acompañado de sus ayudantes, se ocupó por largo rato en hacer avanzar las tropas de infantería que se iban reuniendo. Serían las i\ P. M., cuando el mayor del cuerpo, señor don Fernando García H., me avisó que en ese momento un ayudante del Cuartel Ge^ neral había venido á comunicar la orden de cargar sobre el enemigo, que, ya debilitado, comenzaba á retirarse. a

— 135 — Di en el acto la orden de avance, y, al encimar la cuesta, fui alcanzado por el ayudante señor Alfredo Irarrázaval, quien, de orden del Cuartel General, me comunicaba que era indispensable un ataque enórjico para solucionar la acción empezada. En este momento, graneles masas de infantería enemiga se destacaban á corta distancia á nuestro frente; pero sólo hacían un fuego inseguro y debilitado. Visto esto por el jefe de la 3. Brigada, señor Enrique del Canto, creyó conveniente hacer detener un momento el avance de la caballería; más dando de nuevo la orden de ataque, hice desplegar el Escuadrón en batalla, y, con un avance rapado y enórjico, caímos sobre las columnas enemigas que apenas hicieron ya una pobre resistencia. En el momento del ataque se desplegábala la vez, por la derecha el Escuadrón Lanceros, de modo que al caer sobre el enemigo lo hicieron juntos los dos escuadrones. Creo de. justicia dejar constancia que en este avance lo hizo también con el Escuadrón el citado ayudante, señor Irarrázaval. Dio por resultado este ataque el que cayeran en nuestro poder más de mil prisioneros con sus armas y municiones, en su mayor parte del Regimiento Chorrillos 9.° de línea. En la noche, el Escuadrón hizo el servicio de seguridad hacia el camino que conduce á Quilpuó y Quillota. a

IV El 22 se ocupó el Escuadrón en reconocer la planicie y alturas que, por el norte, dominan á Viña del Mar y El Salto. En la noche hizo por ese mismo lado el servicio de seguridad de la 2. y 3. brigadas, que habiendo avanzado durante el día, vivaqueaban en la planicie de mi referencia. V a

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En el día 23, mientras se producía el cañoneo de que V. S. tiene conocimiento, ocupó la mayor parte del Escuadrón en reconocer bien El Salto, donde se descubrió la presencia de un escuadrón de caballería enemiga y algunos piquetes de infantería, que se retiraron á nuestra aproximación; y en reconocer, sobre todo, las alturas que dominan á Quilpué. ' VI El 24 sirvió de descubierta á la 2. Brigada que, en esa mañana, tomó posesión del pueblo de Quilpué; y durante todo el resto del día y la noche se ocupó el Escuadrón en cubrir y reconocer nuestro flanco iza

— 136 — quierdo hacia Peña Blanca, de cuya estación se trajeron las huinchas del telégrafo recientemente usadas por el enemigo y se recojieron otros datos importantes. VII Durante el día 25, que estuvo el Ejército en Quilpué y sus cercanías, se ocupó el Escuadrón en diversas comisiones: reconocimientos sobre la línea férrea, busca de animales, etc., etc. VIII El 26 avanzó el cuerpo, con el resto del Ejército, hasta las casas de Las Palmas, donde llegó á las 12¿; A. M., más ó menos. Aquí refrescamos un poco la caballada hasta las 4|- P. M. más ó menos, en que recibí orden de salir en unión de los escuadrones de Granaderos y Lanceros en dirección al camino de Casablanca. Se trataba de reconocer aquellos parajes y cortar una partida de ganado vacuno que, por caballería de la dictadura, era conducida para su Ejército, que ya se suponía en La Placilla. Llegamos al oscurecer á un punto medio del camino entre Casablanca y Valparaíso. Cortamos el telégrafo, y avanzamos, siempre los tres escuadrones, en el sentido de las casas de Las Cadenas, donde á las 8 P. M., más ó menos, chocamos con un escuadrón de Cazadores del Ejército dictatorial. Después de los «quién vive» respectivos, y de la intimación de rendirse al Ejército constitucional, pues estaban rodeados, cayeron en nuestro poder unos 70 hombres, entre ellos tres oficiales; el resto pudo escapar merced á la oscuridad de la noche, y, por esta misma circunstancia, pudieron todavía, después de estar en nuestro poder, huir otros dos oficiales y algunos individuos de tropa. Una parte del Ejército vivaqueó esta noche en las citadas casas de Las Cadenas, mientras el resto avanzaba en el mismo sentido. El Escuadrón hizo el correspondiente servicio de seguridad. IX El 27, reunido ya todo el Ejército en Las Cadenas, se ocupó el cuerpo, en el día, en reconocer las posiciones enemigas hacia su ala izquierda hasta evidenciar su presencia en puntos determinados y, en la noche, en cubrir con patrullas el frente de la 2. Brigada. a

— 137 — X BATALLA DE LA PLACILLA

En la noche del 27 el señor Comandante en Jefe reunió á los jefes de Brigada y á los comandantes de cuerpo, y el señor Coronel Jefe del Estado Mayor General, nos explicó el plan de la batalla que debería librarse al día siguiente. Por su parte, el señor Comandante en Jefe nos dijo, á los comandantes de caballería, que, en el caso de que hubiera oportunidad durante la batalla, se formara de los seis escuadrones dos columnas de tres escuadrones cada una; la primera, de los escuadrones Libertad, Granaderos y Carabineros del Norte, que debía ser mandada por el comandante Ovalle, y, la segunda, de Guías, Lanceros y Húsares, que debería ser mandada por el que suscribe. Iniciado el combate, el 28, y creyendo llegado el caso oportuno, conforme á las instrucciones del señor comandante en jefe, ordené el avance de los tres escuadrones Guías, Lanceros y Húsares hasta irles á dar colocación en un punto que nos dejaba un espacio al frente, libre de las cercas de alambres que, en general, entorpecían el avance de las tropas en el resto del campo del combate. La posición elegida quedaba al frente de la artillería enemiga, que no cesó un momento de dispararnos desde que empezó nuestro avance, é inmediatamente á retaguardia de la infantería que atacaba. Dejé abrigados los escuadrones contra el fuego enemigo, en cuanto era posible, en las faldas de unas colinas bajas que se levantan en aquel punto, y avancé con mis ayudantes para observar más de cerca el estado del combate. Después de larga observación, pude convencerme que nuestras tropas dificultosamente empeñadas en el ataque de la posición artillada del enemigo, sino perdía muy ostensiblemente el terreno ganado, al menos el avance era inseguro. En mi condición de jefe de caballería, y no sabiendo dónde estaba en ese momento el señor comandante en jefe, creí que debía y podía ejecutar un ataque de caballería por ese lado. Ordené, en consecuencia, á mi ayudante señor Arturo González que volviera á retaguardia y comunicara la orden de avance á los tres escuadrones. Hacía poco que había marchado el ayudante á cumplir esta orden, cuardo veo ya venir la caballería en actitud de ataque. Me plegué á ella y se me explicó que el señor comandante en jefe había dado la orden de atacar.

— 138 — Apesar del mal estado de la caballada, y de que perdimos algunos minutos preciosos al ser detenido el avance por un paso estrecho, donde sobre seguro' el enemigo nos hizo lamentables bajas, la carga fué tan rápida y caímos sobre ellos de una manera tan inesperada que, después de un corto tiempo de desesperada resistencia cuerpo á cuerpo, quedaron muertos en el campo sus dos generales, gran número de oficiales y tropa, y, en poder del Ejército Constitucional, toda su artillería y número inmenso de prisioneros. Así, pues, señor Coronel, esta espléndida victoria que nos abrió las puertas de Valparaíso el 28 de Agosto de 1891, produjo, por fin, la caída de la odiosa dictadura. Si tratara de hacer recomendaciones especiales, no sabría como hacerlas, porque todos los oficiales y tropa han rivalizado en decisión lo mismo en los servicios de reconocimientos, avanzadas ú otros, que en los campos de batalla. No podría, sin embargo, dejar de hacer especial mención del sargento-mayor señor don Fernando García Huidobro, 2.° jefe del cuerpo, uno de. los más distinguidos jefes del Ejército constitucional, que cayó como bueno al frente de sus soldados, y en quien pierde el arma de caballería toda una esperanza. En la noche del 28 hizo el Escuadrón, en Valparaíso, el servicio de policía. Adjunto hallará V. S. la lista de los muertos y heridos Dios guarde á V. S. VICENTE DEL SOLAR

ESCUADRÓN NÚM.

L.

LANCEROS

5 San Bernardo, 11 de Septiembre de 1891.

Cumpliendo con lo pedido por US. en telegrama de ocho del corriente mes, paso á dar cuenta de los trabajos efectuados por el Escuadrón de mi mando desde su desembarco en Quintero hasta su entrada á Valparaíso. Terminado el desembarco el día 20 de Agosto, la tropa acampó á orillas de la playa hasta las 3 A. M. del día 21, hora en que el Escuadrón se puso en marcha hacia el interior por orden del señor comandante en jefe de nuestro Ejército. Después de marchar el resto de la noche, nos

— 139 — detuvimos una hora en las casas de Quintero, dirigiéndonos en seguida á Santa Rosa de Colmo, según las instrucciones que personalmente me transmitió el señor comandante de la 3. Brigada. A las 9 A. M. de este mismo día llegábamos á las márgenes del río Aconcagua y allí, por orden del señor comandante en jefe, esperamos acontecimientos posteriores. Apenas se iniciaba el almuerzo de la tropa cuando recibí orden de • US. de avanzar, vadear el río y proteger el paso de nuestra infantería que iniciaba un movimiento ofensivo sobre el enemigo, situado en la margen opuesta del Aconcagua y en las colinas adyacentes. Inmediatamente puse en marcha el Escuadrón para dar cumplimiento á lo ordenado por US. Llegado al terreno en que se divisaba al enemigo, un ayudante de US. me transmitió la orden terminante de bajar la pendiente siguiendo nuestra marcha de frente y por el mismo lugar en que lo hacía la infantería en orden disperso. Aún cuando comprendí que la artillería enemiga podía concentrar sus fuegos sobre nosotros, avancé con el Escuadrón para dar cumplimiento á una orden tan imperativa. Mi suposición no salió falsa. En breve, los fuegos enemigos se concentraron sobre nosotros, hasta el punto de hacer imposible el avance en esas condiciones y el vadear el río por el lugar indicado. Visto esto y comprendiendo que US. no había impartido esa orden, sino que era una mala interpretación de ella, ordenó que el Escuadrón desfilara al galope por el camino que se extiende casi al mismo borde del río para pasarlo por un lugar menos amagado por los fuegos del enemigo. Para tener seguridad en los movimientos posteriores, envié á uno de mis ayudantes á recibir órdenes de US. Pronto las recibí y ellas fueron tales como me las imajiné desde un principio. La cuestión era vadear el río y proteger desde la margen ocupada por el enemigo el flanco izquierdo de nuestra infantería contra un probable ataque de la caballería. Así se hizo y en breve tiempo el Escuadrón se encontraba en la margen sur del río protegiendo eficazmente el avance de los nuestros. Al mismo tiempo distribuí pequeñas partidas de tropa al mando de oficiales para que ocuparan puntos dominantes ó impedir de este modo cualquier sorpresa. A las 3 P. M., más ó menos, recibí la orden de avanzar, subir al alto y cargar contra el enemigo. Emprendí la marcha al galope, llegamos á las posiciones enemigas y allí comprendí que no había lugar para cargar, puesto que el enemigo estaba en completa derrota. No quedaba más que la persecución. Ella se efectuó hasta el último instante y con tan buen éxito, que puedo asegurar á US. que se hicieron más de quinientos soldados y más de treinta jefes y oficiales prisioneros Aún cuando todavía 18 ík

— 140 — había algunos que hacían fuego en retirada, no tuvimos sino dos soldados heridos. Al anochecer el Escuadrón regresó al campo de batalla. Allí permanecimos algún tiempo para dar de cenar á la tropa y nuevamente bajamos á la ribera del Aconcagua para acampar en las casas de Concón. A las 7 A. M. del día 22 el Escuadrón se puso en marcha hacia Viña del Mar. A las 10 A. M. nos detuvimos una hora en un potrero de Reñaca, para á las 11 seguir la jornada que debía terminar con la posesión de Viña del Mar y Valparaíso, según lo indicó un ayudante de US. En compañía de los escuadrones Granaderos y Carabineros, llegamos 'á los cerros que dominan á Viña del Mar por el lado norte. Después de efectuar algunos reconocimientos pudimos convencernos de la imposibilidad en que estábamos para cumplir con la orden recibida. En la villa había fuerzas de las tres armas muy superiores á las que nos acompañaban. Después de un corto tiroteo con la infantería enemiga, por orden del comandante Ovalle emprendimos la retirada. Por orden de US. el Escuadrón de mi mando se retiró poco después para acampar en el mismo lugar de Reñaca, quedando á mi cargo el convoyar y proteger el desembarque de víveres y municiones. El día 23 se pasó desempeñando el mismo servicio antes mencionado y á las 2 P. M. me vi en la necesidad de ponerme en marcha con el Escuadrón dirigiéndome hacia Concón,punto según me dijeron era amagado por caballería enemiga. La 3. compañía de ingenieros me acompañó en esta jornada, infructuosa por cierto, pues, como todos los denuncios de la misma especie, resultó ser falso. Regresamos en la tarde de ese día al mismo campamento y al siguiente, 24, á las 6 A. M. nos dirigimos hacia Viña del Mar. Allí estuvimos dos horas, más ó menos, presenciando el tiroteo entre la artillería enemiga, la Escuadra constitucional y la artillería nuestra. A las 10 de la mañana volvíamos nuevamente á Reñaca y enviaba patrullas de reconocimiento hacia el lado de Quilpué, punto donde según el comandante Orrego Cortes existían numerosas fuerzas enemigas. Después de avanzar bastante las patrullas y reconocer prolijamente el terreno, regresó esa tropa sin haber descubierto nada sospechoso ni^alarmante. A las 5|- P. M. de este mismo día, el Escuadrón se ponía en marcha hacia Quilpué, punto á donde llegamos el día 25 á las 7 A. M., después de haber marchado toda la noche en compañía de la 2. y parte de la 3. Brigada. A las 9 A. M. del mismo día el Escuadrón se puso en marcha hacia Peña Blanca, formando parte de una división exploradora á las órdenes del señor Coronel don Salvador Vergara. La expedición se realizó sin haber dado resultado práctico de ningún género, regresando á Quilpué á las 6 P. M. del mismo día. a

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— lél — En este día fué cuando se hizo sentir de un modo más palpable el pésimo estado de la caballada del Escuadrón, tanto por la mala calidad de . los animales y pésima alimentación de ellos, como por lo penoso del servicio efectuado en los días anteriores. A las 3 A. M. del 26 el Escuadrón se preparaba á marchar según órdenes dadas al que suscribe por el señor comandante de la 2. Brigada. Sin embargo, la partida se verificó solo á las 6 A. M. en dirección á la hacienda de Las Palmas, á cuyas casas llegamos á las 12 M. Después de almorzar la tropa y de darle un rato de descanso, partimos á las 3£ P. M. en dirección á Casablanca, bajo las órdenes del comandante don Bodolfo Ovalle y en compañía de los escuadrones Granaderos y Guías. Dejando á un lado á Casablanca, fuimos á Las Cadenas, hijuela de la hacienda Las Palmas. A este punto llegamos á las 7| P. M. En compañía de los tres escuadrones pudimos sorprender y tomar prisioneros á una avanzada enemiga compuesta de sesenta y cuatro soldados de Cazadores y un teniente. Verificado esto, volvimos á juntarnos con la 2. Brigada, lo cual realizamos á la media noche, siguiendo nuestro viaje en dirección á Placilla, punto al cual llegamos á las 5-J- A. M. del día 27. En este lugar acampamos durante todo el día y noche siguiente para entrar en batalla á las 8 A. M. del 28. Los escuadrones Húsares, Guías y el de mi mando formaban una división de caballería á las órdenes del comandante don Vicente del Solar. Por orden del indicado jefe, una vez iniciado el combate, emprendimos, los tres escuadrones, una marcha de flanco hasta colocarnos inmediatamente á retaguardia de las tropas que atacaban la posición ocupada por la artillería enemiga. En la nueva colocación nos fué fácil dar inmediato cumplimiento á la orden de ataque dada por un ayudante del Cuartel General, emprendiéndola unidos los tres escuadrones. En el trayecto recibí dos avisos del señor comandante en jefe: «Que me fijara en que el ala derecha del enemigo avanzaba y que el puente que teníamos que atravesar lo pasáramos al galope, pues al frente de él funcionaba la artillería enemiga». Muy en cuenta se tomaron estas circunstancias, pues el desfiladero se salvó con suma rapidez, llegando entonces al sendero que conducía directamente á las posiciones enemigas. Una vez en este punto se hace difícil explicar á US. claramente lo que sucedió. El enemigo, en medio de los cuales estaba el Cuartel General, era numerosísimo, bien atrincherado y bien municionado. Los nuestros al grito de «Viva la Constitución, viva el Congreso» se lanzaron al torbellino de la pelea con ímpetu terrible . No hay nada que se iguale, señor Coronel, en esta memorable campaña, á la brillan+e carga dada por los tres escuadrones ya nombrados. a

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— 142 — Por todas partes vomitaba el fuego, por todas partes había enemigos, á una corta distancia nos esperaba casi toda la caballería enemiga mandada por el Coronel Marzán, la artillería de. ellos nos hacía un fuego nutrido, y sin embargo en menos de un cuarto de hora la derrota más espantosa para ellos, la victoria más espléndida para nosotros, coronaba los heroicos esfuerzos de nuestros ínclitos soldados. A medida que avanzábamos por el camino á Valparaíso se rendía un número considerable de oficiales y soldados de la dictadura. Cerca de la ambulancia enemiga nos encontramos con el G-eneral Barbosa, comandante en jefe de los dictatoriales. Verlo ó írsele enoima, fué cuestión de segundos. El alférez de mi mando don Carlos Fuenzalida le disparó los cinco tiros de su revólver y soldados de Lanceros, Húsares y Guías lo ultimaron á lanza, sable y carabina. Al mismo tiempo que acontecía esto, el teniente de mi Escuadrón clon Pedro A. Díaz era mandado por el que suscribe con quince soldados á tomar las piezas de artillería enemiga que nos hacían fuego por lá espalda. El teniente cumplió satisfactoriamente mis órdenes. La artillería fué tomada y la caballería enemiga se ponía en vergonzosa fuga. En medio de la confusión producida por el avance tan rápido de nuestra caballería, parte de la infantería, enemiga que se nos había rendido momentos antes, hizo fuego sobre los nuestros por la espalda, por lo cual me vi en la necesidad de cargar sobre ellos y darles un serio escarmiento. Despejado el terreno de enemigos, hice alto en estas posiciones á fin de dar un pequeño descargo y de reunir la tropa dispersa. Cuando emprendíamos nuevamente la marcha, fuimos alcanzados por el señor Ministro de la Guerra, quedando desde este momento bajo sus órdenes inmediatas y avanzando con rapidez para tomar posesión de la ciudad de Valparaíso. Las bajas ocurridas en el Escuadrón de mi mando han sido las siguientes: muertos, tres soldados; heridos, el capitán don Luis Arteaga, muy levemente; capitán don Enrique Suhercaseaux, de alguna gravedad; alférez porta-estandarte don Julio Guerrero Vergara, leve, y cuatro soldados; desaparecidos en el campo de batalla, dieciocho soldados. Imposible se me hace, señor Coronel, dar una recomendación especial. Tengo la íntima satisfacción de que todos han sabido cumplir noble y valerosamente con su deber. Confiando en que US. participe de esta misma opinión, tengo la honra de suscribirme de US. su A. y S. S. BENJAMÍN VERGARA Señor Coronel jefe de Estado Mayor General.

E.

TERCERA BRIGADA

BATALLÓN PISAGTJA 3.°

DE LINEA

Quilloía, Septiembre 20 de 1891. En cumplimiento de mi deber paso á dar parte á US. de la acción que le cupo desempeñar al cuerpo de mi mando en la batallare Concón, hecho de armas que ha venido á dar á. nuestra cara patria su libertad é independencia, ayer no más atada á la vil dictadura. Concón.—Después de haber principiado el combate por el ala izquierda del enemigo que era atacada por nuestra 1. Brigada, se nos dio orden de avanzar sobre el centro y á la derecha enemiga en protección del Regimiento Atacama. Al primer Batallón le di orden de cargar sobre la derecha enemiga, y al segundo que lo batiera en las posiciones que tenía frente á las casas de Colmo, y á la derecha del primer Batallón. La pasada del río era sumamente peligrosa, pues no solo presentaba como inconveniente su fuerte corriente y profundos canales, sino que también nos encontrábamos bajo un fuego nutridísimo del enemigo. Pocos minutos bastaron para salvar tan crítica situación, aunque ella nos costara la vida.de muchos valientes. Atacado con vigoroso impulso el enemigo, tuvo que ceder al valor de nuestra tropa, después de habernos rechazado por dos veces de sus mismas posiciones, debido á los refuerzos que recibían. El primer Batallón mandado por el mayor don Mariano Necochea cargó vigorosamente por la derecha enemiga, donde fué protegido por el Regimiento Esmeralda. El segundo Batallón Pisagua mandado por su jefe el sargento-mayor don Amador Elgueta fué rechazado, y volviendo con más vigor, cargó á bayoneta sobre él tomándole sus posiciones. Después de cuatro horas de combate, poco más ó menos, el enemigo fué completamente derrotado. A

— 144 — En la batalla cayeron valerosamente al frente de sus soldados los capitanes ayudantes don Eusebio Guerra, de la 1. compañía y don Pedro Eosende y los tenientes don José del Carmen Vasquez y don Juan Martínez y los subtenientes don Santiago Sims, don Eugenio Bojo y 160 individuos de tropa entre ahogados, muertos y heridos. Me cabe la satisfacción de comunicar á US. que tanto el segundo jefe señor Alvaro Besa como los demás jefes, oficiales, clases y soldados estuvieron á la altura de su deber y de la causa que libertó á Chile del oprobio, demostrando al mundo entero que el ciudadano chileno sabe defender su patria y sus leyes. El ciudadano don Víctor W. Castro, agregado al cuerpo de orden del señor Comandante en Jefe del Ejército, prestó importantes servicios en esta batalla desempeñando el puesto de ayudante. Lo que comunico á US. para su conocimiento y fines consiguientes. a

Quittota, Septiembre 30 de 1891. Cumpliendo con las ordenes dadas por el teniente coronel clon Enrique del Canto, jefe de la 3. Brigada, el día 28 de Agosto á las de la mañana, avancé con mi cuerpo sobre las posiciones del enemigo colocado en la Placilla y en protección de los Eegimientos Taltal 4.° de línea y Esmeralda que atacaban el ala izquierda, á las 8-£ A. M. poco más ó menos. Cuando coronábamos ya las alturas, me fué comunicada la sensible pérdida de nuestro valiente jefe Comandante Canto, y muy pocos minutos después caía herido gravemente el Comandante, jefe del Eegimiento núm. 1 de Artillería, don José Manuel Ortúzar, que había tomado el mando de la Brigada; y fui testigo de la entereza y valor del señor Comandante Ortúzar, que sin embargo de su grave herida me pidió le hiciera subir á caballo para proseguir su heroica tarea. Esto no era posible; los acontecimientos se desarrollaban con una prontitud admirable, y la derrota del enemigo se pronunciaba ya: era necesario avanzar, y tuve que abandonar á tan digno jefe, después de recibir la orden de tomar el mando de la Brigada. A las 10 A. M. éramos dueños del campo enemigo, el que derrotado completamente huía en dirección a Valparaíso, dejando en nuestro poder toda su artillería, dos generales muertos, y una gran cantidad de muertos y prisioneros. Creo que no debo recomendar especialmente á ninguno de los jefes, oficiales, clases y soldados de mi cuerpo, porque todos a uno rivalizaron a

— 145 — en ese torneo de vida ó de muerte para nuestro ejército, y cuya divisa era «vencer ó morir». Los ciudadanos que en el campo de batalla se asociaron voluntariamente para cooperar á la defensa de nuestras libertades, prestaron también importantes auxilios en servicios y en valor, y especialmente don Ascanio Bascuñán Santa María, quien manifestó tanto arrojo y decisión peleando en primera fila, que infundía con su ejemplo la más importante decisión á los soldados de nuestro ejército.—Podría también citar al señor José Tomás Mátus y á don Víctor W. Castro; pero no obstante, es cumplimiento de un deber llamar la atención, como lo he hecho, acerca del proceder del señor Bascuñán Santa María. Me es sensible hacer constar que en tan gloriosa jornada tuvimos que lamentar la pérdida de nuestro inolvidable jefe el teniente coronel don Enrique del Canto; los tenientes don Manuel Moya y don Alfredo Tornero y el subteniente don Samuel Lindsay, fueron heridos; y además las bajas de 120 individuos de tropa entre muertos y heridos. Al terminar la presente relación, felicito á US., y por su intermedio á la Excma. Junta de Gobierno, por las glorias alcanzadas en esta campaña que ha devuelto á nuestra querida Patria sus libertades y derechos que en hora infausta le fueron arrebatados. Dios guarde á US. J.

ANTONIO ECHEVERRÍA.

A l señor Jefe del Estado Mayor General.

REGIMIENTO TALTAL 4.»

DE LÍNEA

Santiago, 1.° de Septiembre de 1891. Formando parte de la 3. Brigada, desembarcó el Regimiento de mi mando en la bahía de Quintero el 20 de Agosto del mes próximo pasado. A las 12 de la noche de ese mismo día recibí orden para marchar á retaguardia de la Artillería de la Brigada. En consecuencia, mandé al ayudante Andrade para que me diera aviso de la partida de la Artillería, y después de esperar un largo rato volvió diciéndome que la Artillería había ya marchado. En vista de esto, me puse en marcha por un camino que estaba demasiado visible, pero sin llevar guía alguno. A los a

— 146 pocos momentos recibí orden del Jefe de la Brigada, Comandante don Enrique del Canto, de detenerme, lo que efectué sin demora. Un soldado que marchaba á la cabeza del Begimiento, me dijo ser muy conocedor de la localidad y que habia otro camino por nuestra izquierda, pero que en unos corrales que había más adelante se juntaban con el que nosotros llevábamos. Esta circunstancia la puse en conocimiento por medio de uno de mis ayudantes al Jefe de la Brigada, y entonces se me ordenó siguiera por el camino que llevaba. Marché casi sin descanso hasta las 3 A. M., hora en que creí oportuno hacer alto para esperar el resto de la Brigada. Media hora después me alcanzó el 2.° Jefe del Batallón Tarapacá 9.° de línea, don José María Bari, y me-preguntó por qué estaba parada la Brigada, á lo que le contesté que adelante de mi Regimiento nadie marchaba. Solo entonces vinimos á convencernos que nos habíamos extraviado y que solo los dos cuerpos íbamos juntos. En vista de esto, resolvimos con el Comandante Aldunate seguir adelante por el mismo camino de la playa, que era el que habíamos andado durante toda • la noche. Al amanecer llegamos á un pequeño brazo del Aconcagua, el que pasamos sin gran dificultad y nos fuimos á acampar á algunas cuadras más adelante y esperar en ese lugar órdenes superiores. Dos horas después llegó el ayudante del E. M., señor Cruz Vergara, y me dijo que el resto de la Brigada estaba muy lejos del punto en que nosotros nos encontrábamos. Le hice presente la necesidad que había de que se nos ordenara lo que habíamos de hacer, y á las 10 A. M. más ó menos recibí orden de incorporarme á la 1. Brigada. Pocos momentos después de cumplir esta orden, la 1. Brigada se puso en movimiento, y más ó menos Una hora después, recibí orden de pasar el río, lo que efectué sin demora y me dirijí á protejer el avance de los cuerpos que marchaban á la vanguardia, habiendo entrado en combate á las 12 M. más ó menos. A las 4 P. M. la batalla estaba terminada, habiendo conseguido el más completo triunfo, pues las fuerzas del dictador huían en completa dispersión. a

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Procuré reunir el mayor número de tropa de mi Regimiento, y esa noche acampamos en el lugar que se designó para los cuerpos de la 1. y 2. Brigada. Los días 22, 23 y 24, se ocuparon en reconocer las posiciones del enemigo, y en la noche de este último día emprendimos la marcha á Quilpué, donde permanecimos todo el día 25. En la madrugada del 26 nos dirijimos á la hacienda Las Palmas, de donde partimos á la oración, llegando á Las Cadenas á las 8 A. M. del 27. En la noche de ese día recibí orden de marchar á las 4 A. M. del 2S, en dirección de las posiciones enemigas, juntos con los demás cuerpos que componían la 3. Brigada. Esta operación se realizó sin dificultad y tomé la colocación a

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— 147 — que se me ordenó, quedando al pié de unos cerros donde estaba colocada la Artillería de la Brigada. En ese punto esperé hasta que el Comandante en Jefe de la Brigada, señor don Enrique del Canto, me dio orden de atacar al enemigo por su ala izquierda. Con la rapidez que permitía la configuración del terreno, principiamos el ascenso hacia las posiciones enemigas; y después de tres horas más ó menos' de combate, llegamos á los campamentos que ocupaba el Ejército dictatorial, que, impotente para resistir al empuje de nuestros bravos soldados, había desalojado. Entonces me cercioró por segunda vez que, en el transcurso de ocho días, el Ejército Constitucional había obtenido una nueva y decisiva victoria. Me hago un deber en recomendar á los señores jefes, oficiales y tropa del Regimiento de mi mando, por su brillante comportamiento en las dos batallas, de Concón y la Placilla. Á su decisión ó intrepidez se debe en la parte que les cupo, que la thanía cayera hecha jirones para no levantarse jamás en Chile. Acompaño á Ud. las listas nominales de las bajas que tuvo el Regimiento de mi mando en ambos combates. Dios guarde á Ud. J. Señor. Comandante en Jefe de la 3 .

REGIMIENTO 7.°

DE

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BAEI.

Brigada.

ESMERALDA LÍNEA

En cumplimiento de la orden del Estado Mayor General, paso á US. la relación de la parte que tocó desempeñar al cuerpo de mi mando en la última campaña que terminó en Concón y la Placilla. El 24 de Julio en Antofagasta se efectuó el embarque del Regimiento en el transporte Maipo, siguiendo inmediatamente rumbo al sur. Al o s curecer del 26 desembarcamos en Caldera, tomando momentos después el tren que nos condujo á Copiapó. En esta ciudad se nos proveyó del nuevo armamento Grass y los días se pasaron, ya en ejercicio de orden disperso, de tiro al blanco, de maniobras en distintos campos, ya en los diversos preparativos para la próxima expedición. El 14 de Agosto salimos de nuevo de Copiapó á Caldera para quedar embarcados en el mismo transporte Maipo, esa misma noche. El 16 á las 11.30 P. M. dejábamos el fondeadero de Caldera llegando á anclar en el puerto de Quintero á las 7 A. M. del día 20. 19

Desembarcado el Regimiento á las 10 P. M. con 755 hombres armados, emprendíamos la marcha en dirección á las casas de la hacienda de Quintero, á donde llegamos á las 5.15 A. M., después de haber vencido algunas dificultades ocasionadas por la oscuridad de la noche, la diversidad de caminos y la falta de guías. Cuando en las mencionadas casas nos preparábamos para acampar, dando algunas horas de sueño y algún rancho á nuestra tro23a, vino la orden urgente de marcha, pues ya se supo que el enemigo defendería el paso del río Aconcagua. Se siguió entonces el mismo camino hasta las casas de Dumuño, donde acampamos, pero solamente hasta poco después de mediodía. Una hora más tarde sintiendo el fuego de cañones y de rifles y abandonando el equipo del Regimiento, entrábamos al extremo izquierdo de nuestra línea, donde se me ordenó hacer alto y tomar posiciones que nos protejieran del fuego de la artillería enemiga. Momentos después el ayudante del Cuartel General, comandante Ledesma, me comunicaba la orden del señor Coronel Canto de atravesar el río y de atacar el ala derecha de la línea contraria, que se sostenía con denuedo en una altura. Ordené en el acto el avance del Regimiento pasando por retaguardia de nuestra artillería. En la llanura que sirve de ribera norte al río y en el mismo paso de éste, recibimos un sostenido fuego de cañones que no causaron baja alguna. Á causa de la corriente y hondura del río perdimos algunos hombres, pero pudimos con el l . Batallón dominar en pocos minutos la ribera opuesta, haciéndolo marchar en dirección al cerro, que era la llave de la posición en la derecha enemiga. Dirigí el 2.° Batallón por la orilla del río algo más arriba, tanto para apurar el paso como para efectuar después el movimiento envolvente. Por desgracia, este Batallón solo en parte pudo cumplir la orden, pues nos convencimos de que el río era casi invadeable en ese punto. Momentos después vi que otros cuerpos habían marchado ya hacia la izquierda extendiéndose á alguna distancia, lo que iba á producir una demora considerable en el ataque; éste se hacía á cada momento más apremiante, pues las tropas enemigas no solo se sostenían en su posición sino que hacían retroceder á las nuestras que atacaban de frente. Con parte del 2.° Batallón que pude reunir, avancé á servir de sosten al 1.°, marchando entonces por la diagonal á la derecha para llegar en el menor tiempo al núcleo y frente del enemigo por aquel extremo. El resto del Regimiento siguió el movimiento envolvente iniciado ya por las demás fuerzas de nuestra izquierda. Después de trepar las alturas que caen perpendiculares al río llegamos en el ataque de frente hasta muy corta distancia y hasta dispersar las xÜtimas líneas de resistencia que opuso el enemigo en su ala derecha, er

— 149 — distinguiéndose en este ataque por la regularidad de formación y da marcha la 1. y 2. compañía del l . " Batallón. En el ascenso, que se hizo con verdadero denuedo y entusiasmo, tuvimos relativamente pocas bajas; entre muertos y heridos 47 individuos de tropa y herido también el subteniente don Benjamín Pereira. Debo consignar aquí que el ataque llevado a feliz éxito por la mayor parte del cuerpo de mi mando, fué secundado por las fuerzas que habiéndose extendido antes á la izquierda llegaron oportunamente á envolver al enemigo tomando buen número de prisioneros. Se continuó la persecución después de haber organizado las tropas hasta las 4.30 P. M., y desde esta hora hasta oscurecerse, pude reunir el Regimiento incorporando en sus filas á 93 hombres del 7.° dictatorial. Por orden superior seguí la marcha en dirección á Valparaíso durante una hora, acampando, solo entonces, sobre el camino de Tabolango. Á las 3.30 A. M. más ó menos me ordenó personalmente el señor Coronel Körner avanzara para llegar al amanecer á la quebrada de Reñaca para emprender el ataque antes que se rehiciera el enemigo; sin embargo, en vista de la observación hecha de dar descanso y tiempo para el sueño y rancho al Regimiento que no había comido ni dormido en las 24 horas, no emprendimos la marcha hasta las 7 A. M., hora también en que se nos juntaban los demás cuerpos de la 3. Brigada. Á las 11 A. M. acampábamos de nuevo distribuyendo á la tropa su ración de carne. Salimos a las 3 P. M., deteniéndonos al oscurecerse en las alturas desde donde divisábamos las luces de la bahía de Valparaíso. Una hora antes del amanecer dejábamos el campamento para llegar á las 6 A. M. del 23 á dominar las lomas que por el norte caen á Viña del Mar, asistiendo hasta las 4 P. M. al combate que sostuvo nuestra artillería y nuestra Escuadra contra los reductos y fuertes de Miramar y Valparaíso. A la hora indicada recibí orden de replegarme hacia la izquierda en la misma hacienda de Viña del Mar, ocupando con mi Regimiento el extremo derecho de nuestra línea y cubriendo en ese costado el servicio de seguridad durante la noche. El 24 en la mañana avanzábamos en dirección del Salto, donde fuerzas destacadas del Tarapacá llegaron á ocupar la estación, y la compañía de ingenieros, cortaba la línea férrea. Marchando hacia aquel punto, por orden del jefe de Estado Mayor General variamos de dirección llegando á acampar y vivaquear durante toda la tarde en las alturas intermedias entre Salto y Quilpué. Á las 8 P. M. abandonamos el campamento y seguimos la marcha por el camino que conduce á Quilpué, donde solo pudimos entrar al amanecer del 25, empleando en esa jornada de dos á tres leguas más de nueve horas; esta tardanza fué ocasionada por a

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— 150 — las dificultades que oponía el mismo camino á la marcha de la artillería que iba á vanguardia de nuestra tropa. Ya en el pueblo la lluvia nos hizo repasar^el estero de Quilpué para buscar un abrigo. Ahí se pasó la tarde y parte de la noche, hasta que fuimos sorprendidos por el fuego que rompió la avanzada del Regimiento sobre la caballería enemiga que se vio obligada á retirarse sin contestar. En esos momentos, en la madrugada del 26, volvimos hacia el pueblo y pasando por su espalda tomamos el camino que debía llevarnos á los Molles y á Las Palmas. Al medio día llegábamos á esta hacienda, y al caer la tarde marchábamos hacia Las Cadenas. En este camino relativamente corto se empleó toda la noche, notándose los mismos inconvenientes que en la penosa marcha efectuada á Quilpué. La oscuridad de la noche y los malos pasos detenían á cada momento y durante largos intervalos á la artillería y á otros cuerpos que marchaban á vanguardia. Á las 7 A. M. del 27 acampamos cerca de las casas de Las Cadenas, recorriendo en la tarde algunas cuadras más, con el objeto de tomar posiciones defensivas donde pasar la noche. En reunión de jefes á que fuimos citados á las 9 P. M., recibimos las instrucciones para efectuar el ataque decisivo al día siguiente. El 28 á las 4 A. M. levantamos nuestro último campamento para llegar hasta una distancia de poco más de 2,000 metros de las posiciones enemigas, á tomar colocación ocultos de su vista tras los cerros que ocuparon momentos después nuestras piezas de artillería y ametralladoras. Á las 7.30 el enemigo rompió el fuego de sus cañones que algún tiempo después era contestados por los nuestros. Á las 8 A. M. el fuego de artillería se hizo general emprendiendo el ataque de la derecha enemiga nuestra 1. Brigada. Media hora después recibía orden directa del comandante Cantó para que marchara al ataque con el Regimiento. Nuestra primera dirección después de flanquear la pequeña altura que nos protegía momentos antes, fué por la diagonal hacia la derecha. La tropa, en número de 800 hombres, recorrió al trote un trayecto de 1,000 metros más ó menos, en un campo plano y cultivado, batido por un nutrido fuego de granadas, hasta colocarse tras una eminencia que la protegía y ocultaba de la vista del enemigo. Por orden del señor jefe de Estado Mayor General, hice formar el Regimiento en columnas de compañías y minutos después emprendimos el ataque en formación de combate, siguiendo siempre por la diagonal á la derecha, y libres ya del fuego de la artillería contraria, pues entrábamos al ángulo muerto de sus cañones. Ya en la zona de fuego, el mismo señor Coronel Körner dispuso que tres compañías del Regimiento dejaran la primera dirección para marchar al frente, simulando un ataque al centro de la línea enemiga. Estas a

— 151 — compañías siguieron, hasta llegar á corta distancia del camino público, siendo allí detenidas por el fuego que se les hacía desde las pequeñas zanjas ó trincheras naturales de la cuesta, reforzado más tarde por las tropas dictatoriales que derrotadas se replegaban hacia su izquierda. Mientras tanto con el resto del Regimiento entraba por una estrecha quebrada variando á la izquierda para atravesar unas después de otras las. distintas lomas casi paralelas á la línea principal del enemigo. El ataque se hizo entonces por avances sucesivos, sosteniéndose el fuego desde cada altura hasta el momento de ver que las líneas de tiradores después de atravesar cada quebrada ascendían y ocupaban las mesetas de vanguardia. Así en un espacio de tiempo relativamente corto, habíamos llegado á ocupar la última loma que nos separaba del cordón de cerros de la Placilla. Parte del centro y del ala izquierda del enemigo estaba cortada en esos momentos en tres partes mientras que su derecha estaba en completa derrota ó en dispersión. La 1. , que replegándose hacia su izquierda se batía en retirada ascendiendo por la cuesta, recibía los fuegos de las tres compañías del Regimiento que atacaron el centro y que fué perseguida por tropas de distintos cuerpos, fué cortada y hecha prisionera por nuestra caballería que llegaba en esos momentos por la altura. La 2. , que formó antes en una primera línea ó formada por dispersos ó derrotados de la cuesta que había bajado á las hondonadas, quedó intercalada entre las tres compañías que atacaron el centro y el resto del Regimiento que envolvía al enemigo por su izquierda. En efecto, al atacar el centro enemigo las tres compañías del Esmeralda., mientras que el resto del Regimiento recorría un espacio mayor para flanquear, el intervalo que separó estas tropas no sería menor de 1,000 metros, sirviendo durante algún tiempo á las fuerzas contrarias para sostenerse dirigiendo sus fuegos á derecha ó izquierda según los accidentes del terreno. Este intervalo durante el ataque y sobretodo al fin, se fué reduciendo por el avance hasta que las dos porciones del Regimiento se concentraron en un vórtice que distaba del cordón de la Placilla 250 á 300 metros más ó menos. La otra 3. parte, situada en una alta loma avanzada al extremo izquierdo enemigo, mantuvo durante el combate un nutrido fuego sobre el flanco de nuestras líneas de tiradores. Esas fuerzas en número al parecer de 300 hombres, pudieron retirarse por la alturas á Viña del Mar. Eran las 9.45 A. M. cuando hice cesar los fuegos que seguían haciendo nuestras tropas sobre los dictatoriales que subían por la cuesta, pues vn esos momentos podían dañar á la caballería que se presentaba en la ¡! tura en la misma línea de tiro. El número de bajas que tuvo el Regimiento de mi mando entre muert JS y heridos fué el de 266 individuos de tropa. Los oficiales heridos a

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— 152 — fueron los siguientes: capitanes-ayudantes, don Alfredo Vial Solar y don José Clemente Larrain; capitán don Carlos Irarrázaval; tenientes: don Eicardo Cox, clon Santiago Ortúzar, don Rafael Prado, don Manuel Pinera y contuso don Lincoln Luco; subtenientes: don Leonardo A. Dodds, don Manuel Montero, don Ricardo Irarrázaval, don Abelardo Lavín y don Teófilo Rojas. Reunida la tropa en el alto de la Placilla, marchamos á las 2 P. M. hacia Valparaíso con 500 hombres más ó menos. En el estero de las Delicias recibí la orden de contramarchar y de seguir á Viña del Mar, á donde llegamos á las 7 P. M. Al terminar este relato de la parte que en esta gloriosa campaña cupo al cuerpo de mi mando, debo dejar consignado que tengo la convicción de qué tanto la tropa como todos los oficiales del Regimiento, supieron cumplir tan bien los deberes de la disciplina, como los que les impuso su mismo patriotismo. Dios guarde á US. PATRICIO LARRAIN A l señor jefe de la 3 .

A.

Brigada.

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BATALLÓN TARAPACA 9.°

DE LÍNEA

J

Santiago, 1J¡. de Octubre de 1891. Señor Comandante de la 3. Brigada del Ejército Constitucional: a

Solo ahora puedo tener el honor de dar cuenta á Ud. de ln. participación que ha cabido al cuerpo de mi mando, Batallón Tarapacá 9.° de línea, en la campaña que ha puesto fin á la dictadura. A las 11 P. M. del día 20 de Agosto terminó el desembarco del citado cuerpo, que se hallaba á bordo de transporte Maipo, en la bahía de Quintero. Después de haber permanecido breve tiempo en formación de reunión al sur del punto de desembarco, en obedecimiento á instrucciones dadas anteriormente, recibí del señor comandante de la Brigada, clon Enrique del Canto, la orden de marchar á retaguardia del Regimiento Taltal 4.° de línea. Cumplí puntualmente esa orden, y, siguiendo al indicado Regimiento, llegué á las 3 A. M. del día 21 á la orilla del mar y poco al norte del río Aconcagua; en este punto tuve que detenerme por haber hecho lo mismo la cabeza de la columna.

— 153 — Viendo que el camino por donde veníamos no coincidía con la ideaque yo tenía sobre nuestra marcha, mandé al segundo jefe de mi bata llón, sargento-mayor don José María Bari, á indagar del señor comandante del Taltal, teniente-coronel don Juvenal Bari, cuál era nuestra situación; solo en ese momento supe que nos habíamos extraviado: habíamos tomado el camino de la costa y habíamos llegado á la ribera norte del Aconcagua en su desembocadura, quedando separados por dos cordones de cerros de nuestra Brigada. Después de algunas vacilaciones, mandé al capitán-ayudante de mi cuerpo, don Antonio Becerra, á tomar órdenes del Cuartel General ó del Estado Mayor General sobre lo que debíamos hacer en tal situación; el señor Coronel Körner nos ordenó al Regimiento Taltal y al Batallón Tarapacá, que apoyáramos á la 1. Brigada, de la cual estábamos cerca, en el ataque que debía ella iniciar sobre las posiciones que el enemigo habla tomado en los cerros de Concón, en la ribera opuesta del río Aconcagua. Como á las 12 M. el cuerpo de mi mando pasó sin dificultad el rio, ó inmediatamente avanzó, con gran trabajo, por el cansancio de la tropa, pero en orden, á apoyar el centro y el ala derecha de nuestra línea, que en ese momento perdía terreno y no podía responder eficazmente al fuego sostenido del enemigo. Nuestra presencia y la del Regimiento Taltal, que venía á retaguardia, cambiaron la faz de la acción en esa parte, y la resistencia enemiga fué debilitándose hasta las 4 P. M., más ó menos, hora en que la victoria era nuestra en toda la linea. Tuve el sentimiento de perder en la batalla al distinguido y valiente oficial, teniente don Homero Echegóyen, que murió en su puesto. Fueron heridos el capitán contador don Santiago Toro Lorca, que hacía las veces de ayudante, el capitán don Alfredo Stone y el teniente don Luis Varas H. También pereció ahogado al pasar el río el subteniente don Alberto Risopatrón, que aún no había alcanzado á incorporarse al Batallón y formaba parte de la Columna de Rifleros. De tropa tuve entre muertos y heridos treinta y una bajas, de cuatrocientos setenta hombres de combate. Cumplo un grato deber al recomendar muy especialmente la conducta de la oficialidad en el campo de batalla, que fué secundada dignamente por la tropa. El 22 lo ocupamos en reorganizarnos. Completó ese día quinientos ochenta hombres de combate, con los soldados pertenecientes al Ejército dictatorial, y principalmente al 9.° de línea de ese ejército, que ingresaron voluntariamente con su armamento y municiones al Batallón de mi mando. El 23 tómanos posiciones en Viña del Mar. a

— 154 — El 24 por la mañana, estando mi Batallón de avanzada frente á la estación del Salto, hice que algunos soldados del cuerpo de mi mando cortaran las líneas telegráficas y protegí, por orden del señor comandante Canto, los trabajos del cuerpo de Ingenieros Militares para cortar la línea férrea y el puente de las Cucharas. En la misma mañana había ya desplegado una compañía al costado de la línea férrea, y ella había hecho fuego sobre los convoyes que pasaban á su frente, obligando á dos máquinas á detenerse, y habiendo tomado y enviado al Cuartel General á I:;s maquinistas y fogoneros. Más tarde, por orden del señor comandante de la Brigada, hice tomar posesión por dos compañías, al mando del segundo jefe clon José María Barí, de la estación del Salto, donde se tomaron algunas comunicaciones telegráficas, y protegí con otra compañía á una ametralladora mandada por el teniente de marina señor Becerra, que contestaba el fuego é impedía la aproximación por la línea férrea de una máquina enemiga que traía un carro blindado artillado. Los días 25, .26 y 27 estuvimos respectivamente en Quilpué, Las Tablas y Las Cadenas. Á las 5 P. M. de este último día fui, en compañía del señor Coronel Körner, y de los señores comandantes Canto, Ortúzar, Larrain y Orrego Cortés, á reconocer las posiciones enemigas. El día 28 á las 4 A. M. marchamos á tomar nuestras posiciones frente al enemigo, que se había situado en La Placilla para cerrarnos el camino de Valparaíso. Avanzamos á retaguardia de la artillería de nuestra Brigada, y, por orden del señor comandante Canto, nos colocamos á retaguardia de las posiciones que ella había tomado, protejiéndonos contra el fuego de la artillería enemiga, que comenzó sus disparos á las 7.20 A. M. Á las 8 A. M. recibí orden de avanzar con mi Batallón. En la marcha de avance encontré al señor Coronel Körner, quien me dio orden de atacar de frente y por su centro izquierdo las posiciones enemigas. El ataque, hecho rápidamente y sin disparar un tiro hasta doscientos metros de las posiciones enemigas, solo pudo hacerse de frente en una parte del trayecto de ascensión que tenían que recorrer los nuestros. Á causa de los numerosos obstáculos que impedían el avance, como cercados de alambre y zanjas, se hizo un movimiento hacia la izquierda enemiga, y> ascendiendo gradualmente el cerro, nuestra tropa lo coronó y tomó á los contrarios por su flanco izquierdo y por retaguardia, desalojándolos completamente de sus posiciones, y encerrando grupos de tropa que no alcanzaron á retirarse oportunamente. El Tarapacá siguió su avance por la retaguardia enemiga, hasta llegar á colocarse detrás del punto en que estaba la artillería enemiga llamada de Concepción, y alcanzando á envolver, conjuntamente con tropas de otros cuerpos consti-

— 155 — tucionales, al Cuartel General dictatorial, cuyos jefes murieron en el campo de batalla. Pronunciada la victoria á nuestro favor y terminada la acción, el Batallón Tarapacá se reunió en el Alto del Puerto, y, en cumplimiento de órdenes superiores, marchó á Valparaíso, á donde llegó en la tarde y ocupó el cuartel de policía. El Batallón de mi mando tuvo muy numerosas bajas en esta batalla, principalmente en el ataque de frente, pues soportamos durante la mayor parte de nuestro avance el fuego de casi toda el ala izquierda enemiga y de una parte de su centro. De los veinticinco oficiales que quedaron después de la batalla de Concón, fueron heridos en ésta doce, que son: sargento-mayor, segundo jefe, don José María Bari; sargento-mayor, tercer jefe, don Julio Lorca Prieto; capitán don Arturo Herrera; tenientes don Guillermo Pérez V., don Florencio Guerrero V. y don Roberto Cuevas B.; subtenientes don Claudio Arteaga Ureta, don Ricardo Prieto M., don J. Manuel Olea, don Francisco Flores Zamudio, don Alberto Sánchez Urmeneta y el que suscribe, comandante del cuerpo. Las bajas de tropa ascienden, según los minuciosos informes que he tomado, á más de trescientos entre muertos y heridos, alcanzando los muertos á más de cien. No me ha sido posible obtener la cifra exacta de las bajas de tropa. Creo escusado manifestar á US. cual ha sido el comportamiento de la oficialidad y tropa del Batallón de mi mando en esta brillante acción de guerra. SANTIAGO ALDUNATE

B

BATALLÓN DE ARTILLERÍA NÚM. 1

Señor Jefe del Estado Mayor General: El 1 3 de Agosto estando acampados en el puerto de Caldera, recibí orden del jefe de la 3. Brigada, Comandante don Enrique del Canto, de la que formaba paH e el cuerpo de mi mando, que con todo él me embarcase al día siguiente á bordo del trasporte Maipo. El 16 en la mañana dejábamos la rada de Caldera con rumbo á Quintero, según supimos en alta mar. Durante la navegación, de acuerdo con el Comandante Valenzuela, jefe del trasporte, mantuve siempre los cañones en aptitud de contestar cualquier ataque de naves enemigas. 20 A

— 156 — En la madrugada del 20 anclamos en la caleta de Quintero, y habiéndose fijado para desembarcar el cuerpo de mi mando, una vez que hubiese concluido la 1. y la 2. Brigada, solo á las i P. M. pude dirigir á tierra la primera lancha con material, llegando la última á las 8-| P. M., debido á la escasez de éstas y al mal desembarcadero, por cuyo motivo nos vimos obligados á heehar los animales á nado, lo que nos ocasionó algunas pérdidas. a

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Más ó menos á las 11 P. M., en unión del Regimiento Esmeralda, nos poníamos en marcha con dirección á las casas de la hacienda de Quintero, donde llegamos solo al amanecer del 21, por haber extraviado el camino. Aquí se nos dio un corto descanso, el indispensable para mudar algunas muías que se encontraban fatigadas, y componer los atalajes. A las 6 A. M. más ó menos emprendimos nuevamente la marcha en dirección al río Aconcagua, cuyo paso, sabíamos, nos sería disputado por el enemigo. En el camino recibí orden de forzar la marcha para llegar á las casas de Dumuño y dar rancho á la tropa antes de entrar en combate, que ya se consideraba inminente. Como viese que la tropa se fatigaba mucho con los rollos, se los hice quitar, ordenándole al teniente Donoso que con los músicos, los cargase en las muías dejadas al efecto, y continuase despacio la marcha hasta reunirse al cuerpo. Tan pronto la trojia hubo tomado su rancho, continuamos siempre á marcha forzada en dirección al paso del Aconcagua, porque ya se batía la 1. Brigada. Poco antes de llegar á la ribera de éste, el capitán ayudante del Cuartel General, don J. A. Orrego, me trasmite la orden de tomar posiciones y contestar los fuegos del enemigo lo más rápidamente posible. En cumplimiento de esta disposición, ordenó al mayor Altamirano que hiciese colocar en batería la del capitán Barros, aprovechando una eminencia del terreno que dominaba, tanto el paso del río como el campo enemigo, y que dirígese sus fuegos á la artillería; lo que ejecutaba momentos después, disparando con granada común y alza de 2,000 metros. a

El capitán Matta sigue con su batería, hasta colocarla en batería á 1,800 metros de su objetivo, la infantería enemiga, rompiendo sobre ésta un nutrido certero fuego de Schrapnels. En esta situación avanza el mayor Altamirano con dos piezas hasta esa altura y el capitán Barros con otras dos hacia el lecho del río, desde donde continúan los fuegos con Schrapnels. El capitán Flores por su parte lo hace con los artilleros de reserva hasta las líneas de infantería. A las 3-| P. M. más ó menos, el enemigo se declaraba en derrota y hacíamos nuestros últimos disparos. Difícil por demás fué el vadeo del río, pues hubo muías que cargadas

— 157 — con el material fueron arrastradas por la corriente y otras eran volcadas, consiguiendo escaparlas solo á costa de ímprobo trabajo. El 22 recibía orden verbal de TJS. para hacerme cargo de arreglar los cañones de campaña tomados al enemigo. En esta operación me sorprendió la de avanzar, con el Batallón de mi mando, á incorporarme á la 1. Brigada, lo que ejecuté poniéndome á las ordenes del jefe de ella, Comandante don A. Frías, y dejando á retaguardia al capitán Flores con los alféreces López, Morando y 25 individuos de tropa á fin de que concluyesen de alistarlos y recojesen proyectiles de los abandonados por el enemigo en el campo de batalla; comisión que ejecutaron satisfactoriamente, reuniéndoseme en la tarde con dos piezas de campaña 7-5 y regular número de aquéllos. Esa misma noche á las 11 P. M. me ordenaba US. marchase á inspeccionar los terrenos que descienden hacia Viña del Mar para que al amanecer del 23 tuviese colocadas las baterías en situación de atacar tanto al fuerte Callao como las líneas enemigas, que se extendían á la derecha de éste. En esta operación fui eficazmente secundado por el señor Secretario de la 1. Brigada, don J. Walker Martínez, mayor de Artillería núm. 2 don Rodolfo Hurtado y capitán don Manuel Irarrázaval. Observadas las posiciones, el mayor Altamirano con una batería tomó colocación en las alturas á la izquierda del camino real; el capitán Flores con las piezas de campaña en el mismo camino y el capitán Barros con otra batería más avanzado, y á la derecha de éste. A las A. M. más ó menos el enemigo rompió sus fuegos de artillería, los que le fueron contestados sin demora, como US. lo pudo apreciar, disparando las baterías Altamirano y Flores lentamente con granada común y alza de 3,000 metros y las del capitán Barros con Schrapnels y alza de 2,500 metros; momentos después, la primera de estas baterías cambiaba su posición y se colocaba á la derecha de la última, contestando al enemigo sus disparos con fuego muy lento, hasta que recibí orden de dar rancho á la tropa é incorporarme nuevamente á la 1. Brigada. Nuestras punterías fueron buenas. Es de notar que, á pesar del nutrido fuego que recibíamos, no hayamos tenido bajas que lamentar, debido, sin duda, á que el enemigo no disparaba Schrapnels y á que en las granadas comunes no usaban espoleta de concusión sino de percudan, inadecuadas para estallar en el terreno reblandecido por las lluvias. a

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El 24 en la mañana se me ordenó dirigirme á nuestra ala izquierda, que se encontraba cerca del pueblo de Quilpué; á medio día, al pasar por el vivac de la 3. Brigada, su jefe, Comandante don E. del Canto, me pide dos piezas de artillería para repeler el ataque que de tiempo en tiempo recibían de una máquina blindada enemiga que avanzaba por la a

— 158 — línea férrea. Dejé al ayudante Castro Hidalgo á cargo de ellas, reuniéndoseme esa misma noche después de haber inutilizado con sus certeros disparos la máquina enemiga. El camino para artillería de campaña era pésimo, y á pesar de venir las piezas arrastradas con tres yuntas de bueyes, á cada momento nos veíamos obligados á hacer alto para enganchar mayor numero ó para componer los pasos más malos. Por no atrasar la marcha me vi obligado á dejarlas á retaguardia bajo las inmediatas ordenes del capitán Flores; el que venciendo toda clase de dificultades se me reunía en la madrugada del día siguiente. Á las 5 P. M. llegábamos á Quilpué, acampando en las alturas del costado sur al pueblo y á la izquierda del Regimiento Valparaíso. • El 26 á las 2 A. M., salíamos en dirección á la hacienda de Las Palmas, llegando á las casas al medio día. En la tarde continuábamos la marcha hacia las casas de Las Cadenas, donde llegamos cerca de las 7 A. M. del 27, después de una corta pero penosa jornada, en que nuestros soldados tuvieron que marchar por sobre un verdadero fango de barro y agua y la Artillería de campaña por senderos casi intransitables. En la tarde de este día acompañando al señor Ministro de la Guerra, efectuamos un reconocimiento de las posiciones enemigas, caminos y puntos convenientes para colocar artillería en el ataque que debíamos emprender al día siguiente. A las 8 P. M. tuvo lugar en el campamento del Cuartel General, la reunión de jefes á que habíamos sido citados, con el objeto de darnos á conocer y explicarnos el plan de combate que debíamos desarrollar al amanecer del 28. Allí recibí orden de reunir á las 3 A. M. la artillería de campaña, ametralladoras y los batallones núm. 1 y 3 del arma, para marchar, protegidos por la 3. Brigada, á tomar posiciones en las alturas inmediatas al campo enemigo á la derecha del camino real que conduce á Valparaíso. Este movimiento fue ejecutado con suma felicidad, abrigando la certidumbre de no haber sido notado por el enemigo, puesto que, estando situados á distancia de 1,600 metros, no fuimos molestados inmediatamente, alcanzando á oir los acordes de la Diana tocadas por sus bandas, ya con nuestras piezas desplegadas en batería colocadas en el orden siguiente: El núm. 3, al mando inmediato de su jefe, Comandante don Belisario Rivera Jofré, en la primera altura sobre la derecha del camino; á su derecha el núm. 1, á cargo del Mayor Altamirano; en seguida las piezas de campaña, al mando respectivamente de los capitanes del Canto, Flores y alféreces López M., Morandé, Lavín y Campino y por último, la batería de ametralladoras, á las ordenes de su Comandante teniente don Luis Gómez. Los primeros disparos del enemigo no los contestamos, tanto porque a

siendo nuestro objetivo llamarle la atención para que dirijiéndonos sus fuegos permitiese avanzar tranquilamente á la 1. Brigada que debía atacar de frente y no estaba aún al alcance de sus cañones, cuanto por economizar nuestros escasos proyectiles. A las 7| A. M. más ó menos, viendo que la 1. Brigada estrechaba la distancia, ordené al mayor Altamirano romper sus fuegos con alza de 1,600 metros, disparando primero con granada común y después con Schrapnels, siguiéndolo las ametralladoras núm. 3 y piezas de campaña. Habiendo la 1. Brigada salvado el campo batido por la artillería enemiga, el señor Ministro de Guerra Coronel Holley, que se encontraba en ese momento á la altura de las piezas, me ordenó avanzar la artillería. El teniente Gómez lo efectuó con las ametralladoras por el ala derecha; el Comandante Bivera con el Batallón de su mando de frente y cuando éste estaba en batería, el mayor Altamirano con el núm. 1. El 1.° se colocó en batería á 4'50 metros y los dos últimos á 550 metros de la línea enemiga. Habiéndoseme avisado que el Comandante don Enrique del Canto, jefe de la 3. Brigada, había recibido una gloriosa pero mortal herida, por orden de US. tomé el mando de ella. El detallado y exacto parte del jefe del Estado Mayor de la Brigada Comandante don E. Gatica, que acompaño á US. como asimismo el de los jefes de cuerpo, me ahorran narrar el importante papel que le cupo desempeñar á la Brigada en esta gloriosa jornada. Poco antes de terminar el combate entregué el mando de ella al Comandante del Regimiento Pisagua 3.° de línea, don José Antonio Echeverría, por haber recibido una herida el que suscribe. Réstame solo recomendar á la consideración de US. el heroico comportamiento del Comandante don Enrique del Canto, quien con su noble ejemplo y buena dirección imprimió á la Brigada la norma de conducta que debía seguir. No podría hacer recomendaciones especiales acerca de los cuerpos que componían la Brigada, porque todos rivalizaron en entusiasmo y valor; me concreto solamente á apuntar el nombre de sus jefes por ser el mejor elojio que de ellos podría hacer. El Comandante del Batallón Tarapacá 9.° de línea, don Santiago Aldunate, cayó herido en las primeras filas; el Comandante don José A. Echeverría mandaba el Regimiento Pisagua 3.° de línea; el Comandante don Patricio Larrain, el Esmeralda 7.° de línea; el Comandante Juvenal Bari, el Taltal 4.° de línea; el Batallón núm. 3 de Artillería, el Comandante don B. Rivera Jofré; el núm. 1, el mayor don Luis Altamirano; las ametralladoras, el teniente primero don Luis Gómez; el Escuadrón Granaderos el Comandante don Rodolfo Ovalle. a

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A

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— 160 — El jefe del Estado Mayor, teniente coronel don Evaristo Gatica, estuvo siempre á la altura del delicado puesto que con tanto acierto ha sabido desempeñar. Por último, debo hacer notar que los entusiastas jóvenes señores José Manuel Larraín, Luis Correa y Jenaro Prieto, que se incorporaron al Ejército después de la batalla de Concón, me sirvieron de ayudantes desde Quilpué, conduciéndose en la batalla como verdaderos veteranos. El sargento-mayor don A. Cruz, secretario de la Brigada y el capitán ayudante don Emilio Sánchez cumplieron puntualmente mis ordenes. Los ayudantes, capitanes don Epifanio Eobyns y don Roberto Huneeus, probaron una vez más su reconocido valor. Dios guarde á US. J.

M.

OKTÚZAR.

BATALLÓN DE ARTILLERÍA NÚM.

3 Valparaíso, 7 de Septiembre de 1891.

Dando cumplimiento á la orden de ese Estado Mayor, paso á relatar á US. el papel que cupo en suerte desempeñar al Batallón de mi mando en las batallas de Concón y Placilla. Antes de hacerlo permítame US. recordarle la deficiencia de nuestro material de guerra, compuesto de doce cañones de montaña sistema Grieve, de bronce, de calibre de seis centímetros, y que por carecer del número necesario de albardones no era posible transportarlo á lomo de muía. Su pequeño alcance, 2,000 metros á lo sumo, fué el principal factor que debí tomar en cuenta al escojer las posiciones para el combate. En Concón, después de una marcha al trote de más de media legua, nos colocamos en batería en una planicie situada á la ribera norte del río Aconcagua y á 2,000 metros más ó menos del enemigo, á las 12.45 del día 21 del mes pasado. El combate se había trabado ya entre nuestras fuerzas y las dictatoriales y nuestro papel se redujo al principio á proteger el paso del rio de la infantería. La poderosa artillería de campaña enemiga nos hacía un nutrido y certero fuego, sin que pudiéramos contestarlo eficazmente á causa de la distancia á que nos hallábamos colocados. Fué preciso avanzar y escojer nuevas posiciones. Ordené que una batería de cuatro piezas vadeara el rio y fuera á colocarse á la margen sur á menos de mil metros de nuestros adversarios; el resto de las piezas

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las coloqué un poco atrás de las anteriores, pero sin atravesar el río. En tales posiciones pudimos hacer eficaces y certeros nuestros fuegos y proteger ventajosamente el avance de la infantería; una hora después el enemigo se retiraba en completa derrota. En este combate, tanto los señores jefes y oficiales como la tropa de mi mando, cumplieron bizarramente su deber. De noche ya se me ordenó atravesar el Aconcagua y acampar en el mismo lugar que ocupaba el Ejército dictatorial durante la batalla. Lo correntoso del río unido al óansancio de nuestras muías que no habían tenido sino una hora de descanso desde el día anterior, hizo penosísimo este avance y fué causa de que tuviera que abandonar una de las piezas en el río/la cual fué imposible sacarla, por haber muerto de fatiga la muía que la arrastraba. En este combate, apesar de estar bajo los fuegos de fusilería enemiga y del encarnizamiento con que era rechazado nuestro ataque, no tuve bajas que lamentar. Por no fatigar la atención de US., omitiré detallar las marchas y contramarchas ejecutadas durante los siete días subsiguientes al combate de Concón: US. conoce la entereza y entusiasmo con que el cuerpo de mi mando sufrió inerme los fuegos del fuerte Callao durante seis horas el día 23; sabe asimismo que, como el resto del Ejército Constitucional, careció de abrigo y estuvo escaso de alimentos durante aquellos días y que tanto esto como el exceso de fatigas consiguientes lo supo sobrellevar con patriótica resignación. Permítame, sí, US. hacerle, presente que en ésta como en otras circunstancias, los señores jefes y oficiales alentaron á la tropa con el ejemplo y cumplieron con creces sus deberes. Por fin, el día 28 6n la Placilla cúpome el honor de hacer romper el fuego sobre el enemigo á las 7.15 de la mañana. Los primeros disparos los hicimos á 1,800 metros, avanzando luego hasta colocarnos á 800 metros del Ejército dictatorial. La poderosa artillería enemiga fué aquí como en Concón nuestro blanco principal, y tengo la satisfacción de poder decir á US. que sus fuegos fueron apagados pronto y que no cesamos de acosar al enemigo hasta no agotar completamente nuestras municiones. Acompaño á US. una lista de los señores jefes y oficiales que pelearon en ésta como en la batalla de Concón; y otra de los individuos de tropa muertos ó heridos en el último combate. El servicio médico atendido de cerca por el 2.° cirujano, pues el 1." prestaba sus servicios en una de las ambulancias, no dejó nada que desear. Si US. piensa en que el Batallón de mi mando solo tiene dos meses de organización, en los que hemos tenido que fabricar nosotros mismos

— 162 — desde los estopines hasta los atalajes y en que solo teníamos 130 hombres para servir doce cañones, podrá formarse una idea de la patriótica labor llevada á cabo por los señores oficiales que lo componen. Han sido obreros en el cuartel y han arrastrado y disparado ellos mismos los cañones en los combates. Dios guarde á US. B.

RIVERA

JOFRÉ.

Señor jefe de Estado Mayor de la 1 . Brigada del Ejército Constitucional. a

ESCUADRÓN

GRANADEROS

NÚM.

2 Santiago, Octubre 1S de 1891.

Tengo el honor de dar cuenta á US. de las operaciones practicadas por el Escuadrón de mi mando, desde el día 20 de Agosto, fecha en que desembarcó en Quintero el Ejército Constitucional hasta el 28 del mismo mes en que, después del triunfo definitivo de la Placida, entramos á Valparaíso. El día 20 á las 3 de la tarde, más ó menos, recibí orden de US. para dirigirme á Puchuncaví á fin de salir al encuentro de la caballería dictatorial que se decía merodeaba por el camino de La Calera, en observación de los movimientos que debía ejecutar nuestro Ejército. En la noche de ese día acampé sobre los lomajes de Puchuncaví y envié avanzadas que pudieran traer noticias del sitio donde se hallaba el enemigo, recojiéndolas personalmente el que suscribe en el mismo campamento de entre los moradores de las cercanías. De mis informaciones resultó que en la mañana de ese día habían andado por aquellos alrededores grupos de caballería dictatorial que se internaron tan pronto como supieron que avanzaba para batirlos. El día 21, al aclarar, marché sobre Puchuncaví con el propósito de tomar el camino que conduce á Colmo, para evitar que el enemigo pudiera ofender por la retaguardia á las últimas tropas de nuestro Ejército que se dirigía á la ribera del Aconcagua. Después de tomar las medidas que las circunstancias aconsejaban y de haber dado un momento de reposo á la tropa, recibí orden de reunirme al Ejército, cuando éstos habían empeñado ya el combate. Con la presteza que el caso requería me dirigí á Concón, á donde llegué á las 3| de la tarde, más ó menos, cuando la línea enemiga había sido rota por nuestras fuerzas y empezaba el desbande de sus tropas.

— 163 — La acción de mi cuerpo se limitó en esas circunstancias á aprehender fugitivos en las quebradas de Concón y después de esto á recojer heridos y armamento. En la misma noche de ese día recibí orden de avanzar hasta Reñaca para hacer reconocimientos en los alrededores de Viña del Mar y Valparaíso, y al día siguiente, después de las 12, se me mandó avanzar sobre el primer punto, con los Escuadrones de Granaderos, Carabineros del Norte y Lanceros. Esta orden obedecía á noticias que se recibieron de que Viña del Mar estaba desocupado y que bastarían los Escuadrones de caballería que indico para tomar posesión. Cuando había llegado á distancia de ocho ó diez cuadras de la estación de Viña del Mar, fuerzas de infantería que había allí parapetadas rompieron sus fuegos sobre las tropas de mi mando, visto lo cual ordenó que Carabineros del Norte y Lanceros se retiraran á distancia conveniente, mientras los soldados de mi cuerpo armados de rifle dejaban sus caballos para contestar á pié firme los fuegos del enemigo, á fin de tener tiempo para apreciar el número de fuerza que había en la plaza y obrar en definitiva. Llegué pronto al convencimiento de que la caballería no podía penetrar al pueblo sin experimentar grandes pérdidas, lo que inmediatamente comuniqué á US., quien mandó retirar la orden que me había dado de avanzar. Durante los días que precedieron á la batalla de la Placida el Escuadrón de mi mando hizo servicios de avanzadas y de reconocimiento, sin que en ellos hubiera nada digno de notar, hasta el día 26 en que recibí orden de avanzar con Granaderos, Guías y Lanceros hasta el fundo de Las Cadenas, cortar el telégrafo á Casablanca y observar los movimientos del Ejército dictatorial. Inmediatamente me puse en marcha, y llegando al camino de Casablanca al caer la tarde, procedí á cortar el telégrafo y á tomar algunas personas que pudieran darme las noticias que deseaba obtener. Avancé hacia Las Cadenas hasta las ocho de la noche, hora en que al encontrarme cerca de las casas del fundo, la descubierta de mis fuerzas me dio aviso de que el enemigo estaba al frente y que presumía era compuesto de fuerzas de caballería. Ignorando su número, procedí en el acto á formar los Escuadrones en batalla y á tomar toda clase de precauciones, haciéndolos avanzar hacia las casas con la mayor cautela, lo que fácilmente conseguí sin que se apercibiera de mis movimientos, gracias á la oscuridad de la noche. Cuando me hallaba á poco pasos de los dictatoriales ordené á mi tropa movimientos para envolverlos; y ellos creyéndonos de los suyos, permanecieron en sus puestos, hasta que les intimé rendición. Momentos 21

— 164 — después los hice desarmar y en calidad de prisioneros permanecieron durante la noche bajo la vigilancia de mis fuerzas. Eran 65 individuos del Regimiento de Cazadores. En la mañana del 28 envié, por orden de US., piquetes de mi cuerpo á hacer reconocimientos por el ala izquierda de nuestra línea, antes que se rompieran los fuegos. Poco después de las 9 de la mañana, y cuando iha debilitándose el fuego de fusilería del enemigo, se me dio orden de atacar el centro de su línea, operación que realicé sin pérdidas de mi parte y dio por resultado la dispersión completa de un cuerpo dictatorial, la captura de algunos jefes, oficiales y crecido número de individuos de tropa. Cuando hubieron cesado los fuegos en ambas líneas se me dio orden de avanzar sobre Valparaíso, lo que en el acto realicé sin que en la ocupación del puerto ocurriera novedad digna de mencionar. Creo un deber de mi parte recomendar á la consideración de US. á los señores jefes, oficiales é individuos de tropa del Escuadrón de mi mando. Dios guarde á US.

. RODOLFO

A l señor Jefe del Estado Mayor General.

OVALLE.

CUERPOS SUELTOS Y OTROS SERVICIOS

BATALLÓN DE INGENIEROS

Señor Jefe de Estado Mayor: Cumplo con el deber de dar cuenta á US. de la participación que tuvo el cuerpo de mi mando en las operaciones militares que dieron lugar á las batallas de Concón y La Placilla. Desde luego, el 19 en la nocbe recibí á bordo del Aconcagua, del comandante Frías, de la 1. División, copia de la orden general de las operaciones relativas al cuerpo de Ingenieros. Según ellas, debería mandar comisiones de mi cuerpo protegidas por caballería, á la Calera, á la Cruz, á San Pedro y otros puntos de la línea férrea, con el objeto do cortarla é impedir el paso de trenes con tropa á Valparaíso. Debía asimismo pedir elementos de transporto al capitán Jerónimo Lazo, del Estado Mayor, para transladar hasta el río las balsas, puentes y demás aparatos que se habían hecho construir con anticipación para servir en el desembarco y en el paso del río Aconcagua. Estas dos órdenes quedaron sin cumplimiento: 1.° Porque el capitán Lazo no me dio los elementos do movilidad que necesitaba; 2.° Porque la dinamita que, según me lo aseguraron los comandantes Goñi y Merino Jarpa, debió haber sido embarcada en el Copiapó, no estaba en este buque, y vino á ser encontrada á las doce de la noche del 20 en las bodegas de los escampavías Huemul, Cóndor y otro buque pequeño, el Bío-Bío; 3.° Porque aunque quise yo cumplir las órdenes, sin el auxilio de tropa de caballería, no me fué posible por haberme sido tomados los animales pertenecientes al cuerpo, de tal manera que fuera de ocho muías y cuatro caballos, todos los demás se perdieron. Habiendo el suscrito hecho presento á US. las dificultades que encona

— 166 — traba para transladar los elementos de desembarco, me dijo US. que tenía motivos para creer que los soldados pasarían sin dificultad y que no había necesidad de llevar los puentes por haber poca agua en el río Por otra parte, los distintos escuadrones de caballería partieron sin avisar su salida y apenas se encontraron listos, unos en dirección al río, y otros en dirección á la Calera, para rehacer poco d espués el camino y juntarse con nosotros en Concón; de modo que solo hubiéramos podido partir solos, para lo que nos eran indispensables la dinamita y los animales que, como he dicho á US., no me fué posible obtener sino en parte y ya de noche. Según lo determinado en la orden general, las tres compañías de mi cuerpo que juntas contaban ciento veintisiete hombres, fueron agregadas á las tres brigadas, la 1. á las órdenes del capitán A. Bruna, la 2. á las órdenes del capitán E. Pardo en Concón y del ayudante Liborio Sierralta en Placilla y la 3. á las órdenes del capitán J. Piderit. La plana mayor, compuesta del suscrito, del mayor A. Larenas, de los capitanes Francisco Garnham y Alejandro Varas, de los tenientes Luis Riso-Patrón y Ernesto Pearson, del subteniente Enrique Bunster y del contador, se dividió, por mi orden, agregándose unos á las compañías de combate, otros al Cuartel General y otros al Estado Mayor. En estas condiciones el cuerpo sufrió todos los inconvenientes de su división, sin ventaja alguna para el Ejército, porque los jefes de brigadas no dieron colocación conveniente á las compañías que le estaban subordinadas y muchas veces se olvidaron de darles alojamiento y rancho; de tal manera que los reclamos de los capitanes de las compañías fueron constantes. Sí hago aquí esta observación es porque la creo conveniente tratándose dé un cuerpo que, aúneme en una esfera de acción modesta y casi oscura, ha prestado servicios constantes que tal vez por su género especial no han sido muchas veces debidamente estimados. Los fuertes de Iquicjue y Tocopilla, los cuarteles y el parque de la misma ciudad, los campos de tiro y hasta la desinfección de cuarteles, fueron la ocupación constante de los oficiales y soldados del cuerpo, que, por otra parte, hacían también guardias y ejercicios militares. Raro ha sido el trabajo en que no haya tomado parte; y hasta las granadas Krupp que se fundieron en Iquique con tan completo éxito, lo fueron bajo su iniciativa y dirección. Después del desembarco dé Quintero, que tuvo que ser desordenado por lo rápido, se buscó á bordo la dinamita hasta las doce de la noche, y á esa hora emprendieron los oficiales comisionados al efecto su marcha hasta la hacienda de Quintero, á donde llegaron al amanecer, conduciendo el material eléctrico y cinco cajones de explosivos. a

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— 167 El electricista señor Bunster iba á pie, y pude con grande esfuerzo y bajo recibo obtener un caballo del administrador de la hacienda para poder llegar hasta el túnel de San Pedro. Esto no pudo efectuarse poique ya el enemigo tenía cortado el paso del río, que ocupaba en su ribera sur. Las compañías quedaron incorporadas á las brigadas, y por mi parte recibí orden del Coronel Canto para mandar un oficial á Quintero utilizando las muías del bagaje de mi cuerpo para traer municiones. Comisioné con este objeto al teniente de la plana mayor don Ernesto Pearson, quien llenó cumplidamente dicha comisión. Después de la batalla de Concón recibí orden de US, y del comandante en jefe de proponer á los prisioneros su libertad ó tomar voluntariamente un puesto en nuestras filas. Todos aceptaron lo último, y se incorporaron como dos mil hombres á los distintos cuerpos de nuestro Ejército, de los que veinte eligieron el de mi mando. Al día siguiente se me encargó de reunir las compañías y ocuparlas en reunir las armas y municiones esparcidas en gran cantidad en el campo de batalla, lo que se hizo en todo ese día y en el siguiente. Volvió á ordenárseme la división del cuerpo, y en las posiciones tomadas frente á Viña del Mar se ocuparon las compañías en abrir paso á la artillería, y me ocupé yo mismo personalmente, y por orden de US., en colocar algunas piezas. El día 23 de Agosto obtuve por intermedio del secretario de la 1. División, don Juan Walker, que el comandante Montt de Carabineros me proporcionara veinte hombres de su escuadrón, con los que me dirigí á Quilpué por un camino de bosque que va por la izquierda de los cerros que por ese lado limitan la línea férrea. Llevaba conmigo un dinamo y explosivos necesarios para volar un terraplén ó un puente. Desgraciadamente, en Quilpué había quinientos hombres de infantería y doscientos de caballería que escoltaban al Dictador, que se hallaba en ese punto. Este creyó que una división de nuestro Ejército avanzaba sobre Quilpué y abandonó precipitadamente el pueblo, dirigiéndose á Santiago. Por mi parte regresó al campamento por el mismo camino. He tenido ocasión de saber después que esa ida de Balmaceda fué causa de que el Imperial y Zapadores fueran retenidos en la capital y no marcharan á engrosar el Ejército de Valparaíso. En Quilpué tomó posesión de la oficina telegráfica y destruí todas las líneas. Mandó una comisión montada, á las órdenes de un telegrafista agregado á mi cuerpo, con el objeto de cortar el alambre que pasa por Casablanca. La comisión regresó á media noche, trayendo prisionero á ua a

— 168 — correo portador de una carta que di á US., firmada por Francisco Javier Concha y dirigida al Intendente de Valparaíso, en que detallaba el número de tropas de infantería y caballería escalonadas en el túnel de San Pedro, Limache y Quillota. El día 25 por la mañana la 3. compañía de mi cuerpo reforzada por otra del Tarapacá bajó hasta la línea y voló el puente de las Cucharas. Esta operación fué ejecutada en ocho minutos por el subteniente Bunster. En la tarde se sacaron las vigas y manipostería del puente de Quilpué por el capitán Varas, y á media noche se voló por el capitán Garnham y el mismo subteniente Bunster, el puente que se halla como á cinco mil metros de Quilpuó en dirección á Peña Blanca. El material rodante estacionado entre El Salto y Valparaíso pasaba de cien locomotoras y dos mil carros, y con el objeto de impedir que de ninguna manera pudiera ser llevado por el enemigo, ó que el Ejército enemigo mismo se escapara de Valparaíso mientras el nuestro hacía el rodeo hacia la Placilla, ordené al capitán Garnham y al teniente Pearson que desrielaran una locomotora en el túnel de las Cucharas; lo que se efectuó trabajando toda la noche apesar de la oscuridad y de la lluvia. Antes de salir de Quilpuó procedí á buscar guías seguros que pudieran conducir el Ejército á Valparaíso. Conseguí uno de los señores Larrain, que acababan de llegar al pueblo, y acepté los servicios ofrecidos con el mismo objeto por don Ascanio Bascuñán y don Víctor Castro. Con ellos me dirigí á la habitación de US., donde en presencia del plano del terreno se dieron á US. todos los datos de la marcha, que fué ordenada esa misma tarde por US. También acepté en Quilpué los servicios de don José Eamón Martínez, ingeniero quien me los prestó con toda buena voluntad hasta Santiago; lo que creo de mi deber consignar aquí. Desde Las Palmas hasta Las Cadenas los soldados de mi cuerpo se ocuparon en auxiliar en lo posible el paso de las tropas por los puntos malos, ó en alumbrar los charcos ó depósitos de agua para señalar el camino. Llegué á Las Cadenas á la una de la mañana, y allí supe que el enemigo solo se encontraba á una legua de distancia. Eegresé inmediatamente para comunicarlo á US., pero no pude hacerlo por haberme extraviado la oscuridad y los charcos, y solo pude encontrarme con US. al aclarar. Antes do la batalla de la Placilla acompañé al señor Coronel Holley en el examen del terreno, y en la tarde de esc día, á US. en el reconocimiento que se hizo con el comandante Ortúzar para colocar la artillería de campaña. Toda la noche se ocupó el capitán Garnham en la operación de abrir paso con ese objeto, á la vez que otros oficiales se ocupaa

— 169 — ban en cortar las cercas de alambre y de abrir senderos para el paso de las tropas. En el consejo de jefes de la noche del 27, se me asignó la obligación por US. de proteger con todo mi cuerpo la artillería de campaña, pero en seguida me ordenó que lo dividiera en las brigadas como antes. Después de la batalla recibí orden del Coronel Canto, en el Alto del Puerto, de hacerme cargo de los ferrocarriles y telégrafos.' Me dirigí á la estación del Barón con este objeto, y allí se encontraba el Ministro de la Guerra con el mayor Holley, quien me ordenó lo acompañara. Así lo hice, y al enfrentar al muelle de pasajeros, tuvimos ocasión de presenciar la felonía del comandante de la Lynch, que en ese momento empezó á disparar sus ametralladoras sobre la ciudad. Seguí con el Coronel Holley hasta el fuerte Bueras, que se encontraba, como los demás de esa sección, completamente abandonado. Al regresar recibí orden de US. de acompañarlo al Barón con el objeto de apoderarse del fuerte Pudeto, que, según un oficial que venía de allí, hacía resistencia; y poco después me ordenó US. que la trasmitiera al primer jefe con fuerza armada que encontrara, lo que efectué. Ese día 28 se me asignaron sucesivamente cuatro cuarteles para alojar mi tropa: la Artillería, el cuartel del Parque, el galpón de la Aduana y el liceo de niñas; y esta es la razón porque hubo tantos dispersos de mi tropa en la ciudad, pues les era casi imposible saber cuál era el punto fijo de reunión. El 29 y el 30 me ocupé en apurar lo posible la reparación de la línea férrea. En la tarde de ese día tomé un carro blindado con el objeto de recorrerla en toda su extensión, pero fui detenido en el túnel de las Cucharas por la locomotora desrielada por mi cuerpo y que aún no había podido ser puesta en el carril. Al salir de Valparaíso hice entrega al comandante de policía de cerca de dos mil rifles recojidos en mi cuartel. Posteriormente he ordenado el levantamiento de los planos de Concón y la Placilla, que han demorado en su terminación por no haber podido disponer para los dos de más de tres ingenieros. A la fecha están terminados los cálculos del de Concón y hecho el trabajo desde Las Palmas hasta Valparaíso. Tales son. señor, á grandes rasgos las modestas labores confiadas al cuerpo de mi mando; y aquí debo hacer presente que ya sea por falta de preparación suficiente del cuerpo, sea por falta de material, ó por haber recibido constantemente órdenes de carácter urgente ó inmediato, muchos de estos trabajos han quedado á veces con algo sin terminar; pero ha habido que trabajar sin interrupción con pocos elementos, y

— 170 — tenido, por consiguiente, que sacrificar lo acabado de las obras á la rapidez de su construcción. Citaré como muestra el fuerte de Cavancha, cuya base mandé demoler, y el almacén del Parque, que el contratista dejó sin fortificar suficientemente después de mi salida de Iquique. Apesar de todo, puedo asegurar á US. que no be economizado un solo instante de incesante labor en servicio del Ejército, y que he tratado siempre de compensar mi deficiencia personal con una voluntad decidida á no perdonar esfuerzo alguno para poder cumplir en el menor tiempo posible las órdenes de US. Para terminar, agrego á continuación la lista de los muertos y heridos que ha tenido el cuerpo en las últimas batallas. En Concón: Sargento 2.°, Benito Vilches, muerto. Soldado, Ramón Guerra, id. Id. Miguel Cordero, id. Id. Lisandro Barros, id. Teniente, Luis Riso-Patrón, herido. Sargento 2.°, Gustavo Amblar, id. Soldado, José Rojas, id. Id. Quintín Santander, id. Id. Pedro Santander, id. Id. Luis Jerez, id. En Placilla: Soldado, Nicanor Delgado, muerto. Id, Juan Pino, id. Subteniente, Osear Fisher, herido. Soldado, Mateo Araya, id. Id. Antonio Calderón, id. Id. José Rosa Céspedes, id. Id. Arturo Gil, id. Id. Juan Miranda C, id. Id. Santiago Segovia. Dios guarde á US. A.

ORREGO CORTÉS.

— 171 — COLUMNA DE RIFLEROS

Santiago, 16 de Septiembre de 1891. Señor comandante en jefe del Ejército Constitucional: Cábeme la honra de exponer á continuación á US. la relación de la parte que cupo al cuerpo de mi mando en la batalla de Concón. Dividida inmediatamente después de su desembarco en dos secciones la Columna de Rifleros, hice avanzar la primera á las órdenes del teniente-ayudante señor Ángel C. Espejo, quien pernoctó esa noche en la orilla norte del río Aconcagua. A las 6 P. M. del mismo día, me ponía en movimiento con mi sección marchando á retaguardia del Huasco, hasta alcanzar á las 12 P. M. las casas de la hacienda de Quintero, donde pernoc té con mi tropa. En la madrugada del 21 me ponía en movimiento nuevamente, marchando á retaguardia del Regimiento Esmeralda T.° de línea. Al sentir que empezaban los fuegos de la artillería, y creyendo que ya se empezaba á forzar el paso del río, me resolví á adelantarme á tomar el mando de mi sección de vanguardia, dejándole á la 2."sección por jefes á los capitanes-ayudantes señores Ventura Anrique y García, á quienes ordené avanzar á marcha forzada sobre el Aconcagua. En cuanto llegué á mi sección de vanguardia, recibí inmediatamente orden de tomar alturas en la orilla norte del río, y de proteger el paso de nuestras tropas. En cumplimiento á estas órdenes tomó las mayores, y extendí mi línea de tiradores. Mientras tanto, el Taltal 4.° de línea, tomaba posiciones á nuestra derecha con el mismo objeto que nosotros. Posteriormente vi que el Taltal se movía en sentido de poder pasar el río, y creyendo que este movimiento obedecía á una orden de avance general, atravesé el río á la altura de la vanguardia del Taltal, y tomándole la delantera fui á colocarme con mi sección á la izquierda del Antofagasta 8.° de línea. Empezado el fuego de las fusilerías, se dio igualmente comienzo por parte de toda nuestra división de la derecha á un movimiento de avance general que el enemigo no pudo contener ni un solo instante, hasta terminar por la derrota completa del enemigo. Tuvo mi sección en esta batalla tres muertos y cinco heridos, los que agregados á las bajas de la 2." sección hacen un total de seis muertos y once heridos. En cuanto á la parte que le cupo á la 2. sección, transpaso á US. el parte del capKán-ayudante señor Ventura Anrique. 22 a

— 172 — Tengo finalmente que anunciar á US. la muerte, á consecuencia de sus heridas, del niño-soldado señor Víctor Torreblanca, de trece años y tres meses de edad. Dios guarde á US. MIGUEL

PADILLA.

Señor comandante: Tengo el honor de dar cuenta á Ud. de la parte que cupo á la sección déla Columna de Rifleros que estuvo á mis órdenes en la batalla de Concón el 21 de Agosto. Habiendo sido nombrado por Ud. jefe de la segunda sección de la Columna en el mismo momento en que se dirigía á ponerse al frente de la primera que ya entraba en combate por el ala derecha nuestra, di orden de continuar la marcha forzada que hacíamos á fin de poder verificar cuanto antes el paso del Aconcagua; ya á la orilla del río recibí órdenes para avanzar con la parte de la Columna que estaba á mi cargo á apoyar el ala izquierda nuestra que en esos momentos era defendida con denuedo por el Regimiento Pisagua 3.° de línea. Cruzamos el río en los mismos momentos que lo hacía el Regimiento Esmeralda 7.° de línea y en el paso del mencionado río tuvimos la desgracia de perder á dos entusiastas jóvenes que perecieron ahogados, sea por el cansancio con que iban ó por alguna bala que les impidió salir á la orilla opuesta: estos fueron los señores Luis Alberto Riso-Patrón y Emilio Cortés. Ya salvado el río me dirigí con la sección de mi mando en la dirección que se me había indicado, procurando que todos marcharan en el mayor orden, y con este fin el capitán-ayudante don Belisario García se hizo cargo de las escuadras de la izquierda, el teniente don Marcial Valenzuela de las de la derecha y el que suscribe marchó con las del centro. El contador don Benjamín Salas quedaba á retaguardia haciendo avanzar á los pocos que rendidos por el cansancio marchaban atrás. En esta forma avanzamos haciendo fuego desplegados en tiradores hasta reunimos con el Regimiento Huasco 11 de línea que había ya ocupado las posiciones que se nos habían designado; desde este momento continuamos haciendo fuego en avance hasta que se nos mandó cargar al enemigo; di, en consecuencia, las órdenes del caso y marchamos con el Huasco 11 de línea y el Tarapacá 9.° de línea, que se encontraban juntos á la sección de mi mando, en persecución del enemigo, que ya se pronunciaba en derrota. En la persecución avanzamos hasta encimar los cerros que ocupaba el ala derecha nuestra ó sea el camino de Viña del Mar; en este punto tuve el sentimiento de saber que Ud. había caído herido y procuré reunir á s

— 173 — toda la Columna para acampar esa noche en el punto donde se nos había designado. En la segunda parte de la batalla ó sea después del paso del río, la sección do mi mando ha tenido las bajas siguientes: señor Manuel F. Fuentes, que murió instantáneamente atravesado por una bala, y los señores Juan Francisco Que vedo, Jaime Mandiola, Luis Funer y otros tros más cuyos nombres se me olvidan en este momento, que cayeron heridos do más ó monos gravedad. No terminaré, señor, sin recomendar á Ud. el entusiasmo demostrado por todos los jóvenes que formaron parto de la sección que me cupo el honor de mandar, tanto en la pesada marcha que hicimos como durante la batalla. Dios guarde á Ud. VENTURA ANRIQUE Z., Capitán-ayudante.

Santiago, 7 de Septiembre de 1891. Tengo ol honor de dar cuenta á U S do la parte que cupo á la Columna de Rifleros en la batalla de la Placilla, que tuvo lugar el 2 8 del mes próximo pasado. Al iniciarse el combate, á las 7] de la mañana de ese día, recibí orden del jefe do la 3. Brigada para que la Columna se colocase á retaguardia del Batallón núm. 3 do Artillería para esperar ahí órdenes y proteger á la artillería en caso necesario. Á las 8 A. M. el señor Ministro de Guerra me d i o orden verbal pora ir á reforzar la infantería de nuestra ala izquierda, que en esos momentos empeñaba seriamente el ataque contra la derecha enemiga, y en el desempeño do esta orden croo que todo ol personal de la Columna cumplió con su deber. La Columna tuvo dos rifleros muertos, un oficial, el teniente don Ángel C. Espejo, y veinticuatro rifleros heridos, ó sea un 18 por ciento de bajas. ;

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Acompaño á U S . la lista del personal que estuvo presente en esta batalla. Habiendo sido nombrado el que suscribo comandante de la Columna el 2 4 do Agosto último, no lo correspondo pasar ol parte oficial sobre los servicios que los rifleros prestaron en la batalla de Concón. Dios guarde á U.S. CARLOS ROJAS ARANCIBIA. Señor jefe de listado Mayor General.

— 174 — ESCUADRÓN

HÚSARES

Temuco, 12 de Noviembre de 1891. En cumplimiento á la orden de US„ paso á dar cuenta del rol que le cupo desempeñar al Escuadrón de mi mando, que se componía de doscientos cincuenta y siete hombres al entrar en acción en la memorable batalla de Placida el 28 de Agosto del presente año. Estábamos formados en batalla como á tres mil metros de la línea del Ejército dictatorial cuando el comandante del Guías núm. 4 y jefe de la fuerza de caballería del ala izquierda de nuestro Ejército, don Vicente Solar, recibió orden de hacer avanzar á los tres escuadrones de que se componía, á fin de que con nuestro despliegue de fuerzas impusiéramos al enemigo. Emprendimos la marcha alineados los escuadrones en cuanto era posible, en el siguiente orden: Húsares á la derecha, Guías al centro y Lanceros á la izquierda. Cuando nos faltaban unos quinientos metros para llegar al terreno ocupado por el enemigo nos alcanzó un ayudante y nos comunicó que de orden del señor comandante en jefe del Ejército cargásemos. Para suerte del Escuadrón de mi mando el ayudante que partía del centro, como era natural, tuvo que comunicarme la orden primeramente á mí. Inmediatamente mandé desenvainar los sables y al galope marchamos hacia las posiciones enemigas, y trepando por un cerrillo atacamos las baterías, que se defendían tenazmente, las hicimos apagar sus fuegos tomando las piezas y haciendo prisioneros á una gran parte de su personal. Seguimos nuestro avance en medio de un nutrido fuego de fusilería, haciendo prisioneros al primero y segundo jefe con varios oficiales del Tacna 2.° de línea; primero y segundo jefe con oficiales del Buín 1.° de línea; primero y segundo comandante del Regimiento Arauco, algunos oficiales del Batallón Tomé y otros á quienes no pude conocer porque en ese momento recibí orden de avanzar para cortar la retirada del Ejército dictatorial que se pronunciaba en derrota. El Escuadrón de mi mando lamentará siempre la muerte del capitánayudante don Roberto Moran, oficial pundonoroso que rindió su vida como bueno, la del alférez don Francisco de Paula Miranda, que sucumbió en medio de la refriega, como asimismo la de veintiocho individuos de tropa. Hubo además cuatro oficiales heridos gravemente, 16 individuos de tropa y varios contusos. Róstame solo decir á US. que el segundo jefe, señor don Luis A. Toro, los señores oficiales y tropa del Escuadrón de mi mando cumplieron brillantemente con su deber. Dios guarde á US. TULIO Al señor jefe de Estado Mayor General.

PADILLA.

— 175 — SECCIÓN DE MARINA DEL ESTADO M A Y O R GENERAL

Valparaíso, 21 de Noviembre de 1891. En cumplimiento á las instrucciones generales del Estado Mayor, después del desembarco, se dispuso que dos ametralladoras pasaran á formar parte de la artillería de cada Brigada, como agregadas al cuerpo de esta arma. El día 20 solo pudo atalajarse y marchar al frente tres ametralladoras al mando del teniente 1.° don Luis Gómez, las cuales tomaron parte en la batalla de Concón, conjuntamente con la artillería de la 2. Brigada, ocupando posición táctica muy buena para proteger el paso del río. Las otras tres ametralladoras no pudieron marchar hasta la mañana siguiente por falta de muías, y después de muchos esfuerzos pudo conseguirse arreglar ocho para arrastrar las ametralladoras. Tres de éstas se pusieron bajo la dirección del teniente 2.° don Wenceslao Becerra, y no tomaron parte en la batalla por haber llegado después de las 4 P. M. al Aconcagua. Pudo arreglarse el acarreo de munición por medio de angarillas llevadas á hombros por 30 marineros de diferentes buques, que se juntaron para formar un cuerpo de tiradores, el cual acompañó todo el tiempo á la batería. En el campamento al pié del cerro de Torquemada las ametralladoras se distribuyeron dos por cada Brigada, quedando la Gatling, á la orden del guardia-marina señor Langlois, agregada á la 1.» Brigada ó vanguardia. Como recibiera orden de US. para dar colocación personalmente á la batería en la pestaña del cerro frente á Viña del Mar, tomé el mando de las ametralladoras, y después de instaladas en las líneas más avanzadas recibí de US. orden de hacer igual cosa con la artillería de campaña tomada en Concón y con la artillería núm. 3. Después de ejecutar el reconocimiento á las posiciones del enemigo, las ametralladoras recibieron orden de retirarse al Alto de Reñaca, lo cual se hizo con toda felicidad, en circunstancias de que las baterías del fuerte Callao hacían un nutrido fuego sobre el camino. En la marcha de Reñaca á Quilpuó las ametralladoras se agregaron á las Brigadas y bajo las ordenes de los Comandantes de los cuerpos de artillería. La pésima clase de montages que se tenían preparados en Caldera para estas armas dificultaron notablemente las faenas de las marchas. a

— 176 — Fué siempre ol mayor trabajo el de hechar los cañones sobre las ruedas en cada pendiente del camino. La ametralladora de la O'Higgins perdió una rueda y se inutilizaron las varas, por lo cual tuvo que abandonársele sin las piezas de. culata en vista de no poderse trasportar. Aunque se recibió la orden de enterrar las ametralladoras, antes de salir de Quilpué, se hizo toda clase de esfuerzos á fin de reparar las averías con los recursos del pueblo en las varas y en las ruedas de estas armas. Al abandonar la población seis ametralladoras con su gente completa acompañaron á las Brigadas hacia Las Palmas, teniendo que experimentar todo jénero de contrariedades y retardos en las marchas. En el campamento de Las Cadenas se ordenó al teniente 1.° clon Luis Gómez tomar el mando de la batería é incorporarse con todo el armamento á las baterías de campaña que mandaba el Comandante don José M. Ortúzar. Las posiciones que estas piezas tomaron ya se habían señalado en el reconocimiento en que tuve el honor de acompañar ft US. Terminada la comisión que US. tuvo á bien confiarme de llevar al campo de batalla á la 1. Brigada, y cuando de ésta ya había entrado el último soldado, US. se sirvió ordenarme fuera á comunicar al jefe de la 2. Brigada que activara el avance de esa fuerza en protección de la 1. Brigada que ya estaba en el fuego. En el campo de batalla tuve el honor de recibir orden del General en Jefe para que me trasladase al ala izquierda para contribuir al avance del Regimiento Atacama por ese ladoj solo después de ejecutar estas ordenes pude venir á la batería de ametralladoras y la encuentro batiéndose casi sin municiones á pocos pasos del enemigo, protegidas las piezas por los rifles de los marineros. En esta situación fué separada nuestra ala derecha y las ametralladoras escaparon de ser asaltadas por fuerzas superiores. Aprovechando los movimientos de la caballería que iniciaba la carga, se recojieron todas las municiones, alcanzando á juntar 58 tiros, y se mandó una ametralladora para que siguiera á retaguardia de esa tropa para ocupar el Alto del Puerto y hostilizar al enemigo en mejores condiciones. Reunida la marinería con infantería y los soldados dispersos en el campo de batalla, se formó un cuerpo de 200 hombres con los cuales pudo organizarse una reserva de infantería para apoyar la carga de la caballería. En esta operación, el que suscribe fué auxiliado por el Comandante del Escuadrón Guías, don Vicente del Solar. Con la marinería se organizó después de la batalla un cuerpo de custodia á los prisioneros, en gran número, los cuales estaban custodiados por algunos soldados de caballería. Reunido el Ejército, replegada^ las tropas á sus banderas, se entregó a

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— 177 — la custodia de prisioneros al cuartel de los Rifleros, y la marinería con tres ametralladoras disponibles y con pocas municiones emprendió el avance hasta Valparaíso, yendo á alojarse al cuartel del Parque Municipal y posteriormente al Liceo de Niños. La precipitación en salir de Quintero al sentirse los primeros disparos de la batalla de Concón y la incorporación de marineros de diversos buques, sin armas y deseosos de combatir en tierra, no nos permitió formar listas. Donde faltaba uno por herida hubo otro siempre listo á tomar su puesto; no nos es posible computar el número de bajas, porque el que suscribe tuvo muchas atenciones al llegar á Valparaíso y sólo unos pocos marineros se recojieron después de entregadas las armas en el cuartel del Liceo de Niños. Al emprenderse el movimiento para Santiago^ se destinó una sección de marineros al mando del teniente 2.° don Wenceslao Becerra para que marchase de vanguardia en un tren blindado para inspeccionar la línea, cumpliendo este oficial satisfactoriamente su cometido. Recibí orden del señor Mayor de la Escuadra par.i poner á disposición de los buques las tripulaciones y oficiales de las ametralladoras. El armamento que se dejó enterrado en el campo de batalla se recojió por el Parque General, auxiliado en dos ocasiones por los oficiales de las piezas, las que, por falta de ruedas unas veces, de muías y de munición, se vieron obligados a dejarlas hasta adquirirse los elementos. Al dar cuenta á US., cumplo con el deber de poner en su conocimiento que la marinería en medio de las penurias del campamento, en las dificultades de todo género de las marchas con carruajes pésimos y en el combate, estuvieron siempre al lado de sus oficiales y con ellos gastaron, á 400 pasos del enemigo, hasta el último cartucho, ya combatiendo como artilleros unas veces, como tiradores otras; sin abrigos ni morrales, pero llenos del mayor entusiasmo. Los señores oficiales al mando de las piezas y los jefes de las secciones, tenientes don Luis Gómez y don Wenceslao Becerra, se mostraron siempre á la altura de los más distinguidos por su valor y pericia en los combates. Tengo el honor de adjuntar dos partes particulares del teniente 1.° don Luis Gómez Carreño. Dios guarde á US. A.

FERNÁNDEZ VIAL.

— 178 — SECCIÓN DE DESEMBARCO DE LA ESCUADRA

• Valparaíso, 18 de Noviembre de 1891. Cumpliendo con las instrucciones impartidas por el Cuartel General una vez efectuado el desembarco de Quintero, a las 11 toras P. M. de Agosto liltimo me puse en marcha con una parte de la sección á mi cargo hacia el río Aconcagua, haciendo el camino que seguía el Regimiento de Artillería núm. 3. Al día siguiente 21, á las 9 horas A. M., y después de una marcha constante de diez horas, pudimos llegar al sitio en que había tomado posiciones el Regimiento de Artillería núm. 2 que ya batía á las lineas enemigas. Á la inmediata llegada de las ametralladoras á la línea de nuestra artillería se me ordenó avanzar hasta situar las piezas en la orilla norte del río con el fin de proteger por ese lado el paso de nuestra infantería. En ese momento se puso á mis órdenes la reserva del Regimiento núm. 2 de Artillería mandada por el capitán Tirapegui y alférez Carreíio Gómez. Poco después, los Regimientos Atacama primero, y Pisagua en seguida hacían su avance á través del Aconcagua en medio del nutrido fuego que la artillería enemiga sostenía contra nuestras tropas. Cuando nuestra infantería llegaba á ocupar las trincheras abandonadas por el enemigo, recibí órdenes de atravesar el río al tiempo que la Artillería N.° 2 llegaba á acampar en el alto del sur del río á las 11 horas de esa noche. Las ametralladoras que tomaron parte en la acción de ese día fueron tres: dos mandadas por el que suscribe y el aspirante señor Felipe 2.° de la Fuente que empeñamos el combate por el frente, y una, que bajo las órdenes del Guardia-Marina señor Osvaldo Cámus, se batió por nuestra derecha apoyando al Regimiento Constitución 1.° de línea, QUciales y marinería se batieron con denuedo, ayudados eficazmente por los oficiales y tropa que componían la reserva del Regimiento núm. 2 de Artillería. Dios guarde á US. LUIS GÓMEZ.

Seiíor Jefe de Marina en el Estado Mayor General, don Arturo Fernández Vial.

— 179 — SECCIÓN DE DESEMBARCO DE LA ESCUADRA

Valparaíso, 18 de Noviembre de 1891. En conformidad á las instrucciones recibidas del Estado Mayor General la noche del 27 de Agosto último, a las 3 horas de la madrugada del 28 abandonábamos nuestro campamento de Cadenas para al aclarar encontrarnos en posición de poder batir al enemigo que se habia atrincherado en el Alto del Puerto de Valparaíso. Siguiendo el movimiento general de toda nuestra artillería, pudimos a la amanecida encontrarnos en condiciones de emprender el ataque, ocupando la sección de mi cargo el extremo de nuestra ala derecha. Poco después el enemigo iniciaba el combate rompiendo el fuego con su artillería en dirección á toda nuestra línea. Al iniciarse el fuego de la infantería por ambas partes y después de unos pocos disparos hechos á 1,800 metros, recibí del Cuartel General la orden de avanzar inmediatamente en proteccción de la infantería nuestra que emprendía su primer avance. Al efecto hice moverse las seis ametralladoras, sosteniendo la formación en batalla hasta donde el terreno me lo permitió. Á 700 metros del enemigo me vi precisado á hacer alto para contestar con la certeza que nos era posible á un nutrido fuego de artillería y ametralladoras que elj enemigo desde el Alto nos hacía. Tan pronto como las circunstancias del combate me lo permitieron, continuó el avance ordenado, escaso ya un tanto de municiones, hasta que, á 400 metros de las primeras posiciones ocupadas por las fuer'zas del Dictador, me faltaron las municiones por completo, notando á ese tiempo que el enemigo tendía sus tiradores por su izquierda flanqueando las piezas por ese lado, de lo que me apresuré á dar cuenta por intermedio del aspirante señor Muñoz. En virtud de la circunstancia de encontrarme sin municiones con que servir las ametralladoras, ordené inutilizar las piezas moviéndolas antes hacia nuestra izquierda y á la vez tendí en línea de tiradores los cien marineros que servían á mis órdenes. El Esmeralda 7.° de línea y el Tarapacá 9.° protegían en ese momento el ala derecha de nuestro Ejército y entraban en acción en medio de un mortífero fuego de fusilería que les hacía inumerables bajas. La carga de nuestra caballería puso término feliz al combate que duraba ya algunas horas. Al terminar, creo debo hacer constar que el valor desplegado por la marinería de mi mando se debe en parte al denuedo con que los oficia23

— 180 — les los ejemplarizaban, haciéndose notar por su arrojo el Teniente 2." señor Wenceslao Becerra. La relación de muertos y heridos la remito á US. por separado. Dios guarde á US. Luis

GÓMEZ.

Señor Jefe do Marina en el Estado Mayor General, don Arturo Fernández Vial.

DIRECCIÓN GENERAL DEL PARQUE Y

MAESTRANZA

Santiago, 10 de Septiembre de 1891. Señor Jefe del Estado Mayor General: Cumpliendo con las ordenes impartidas por US. en la bahía de Quintero con fecha 20 de Agosto último, desembarqué el parque general y los parques de Brigada en la madrugada del día 21, y á las 3 P. M. pude mandar con los elementos de transporte que había disponibles una sección con municiones de las tres armas al mando del sargento-mayor don Martín Prats, á fin de que pudiese proveer en caso necesario a nuestro Ejército que á esa hora se batía en las alturas de Concón. Estos elementos, como los que yo conduje jDersonalmente, se unieron al Ejército, cuando acababa de obtener la memorable victoria de Concón. El día 23, fecha en que se debía atacar al ejército dictatorial en las alturas de Viña del Mar, recibí orden de colocarme á retaguardia del Batallón núm. 2 de Artillería en un punto en donde no podía ser ofendido por los fuegos enemigos. Terminado ese día el cañoneo de nuestra artillería, me coloqué por disposición superior, en distintas posiciones, según la colocación que en los días posteriores tomó nuestro Ejército hasta el 28, fecha en que, cirmpliendo las ordenes de US., marché á retaguardia de la 2. Brigada con el parque general y los parques divisionarios, hasta el momento en que el enemigo rompió sus fuegos de artillería sobre nuestro Ejército que con gran rapidez marchaba á forzar las fuertes posiciones que los dictatoriales ocupaban en las alturas de la Placilla. Comprendiendo que era llegado el momento de distribuir los diversos parques, envió los de las tres Brigadas á tomar sus respectivas colocaciones á retaguardia de la que á cada cual le correspondía, marchando el que suscribe al centro de la línea. a

— 1S1 — Durante todo el combate, cada uno de los jefes de las diversas secciones cumplió con las instrucciones que con anterioridad les había comunicado, estando siempre listos para atender cualquier pedido que se les hiciera. Pronunciada la victoria por nuestra parte, se amunicionó nuevamente á toda la tropa, y quedó en actitud de emprender un nuevo combate si el ejército dictatorial se resolvía á presentar una segunda batalla en la ciudad de Valparaíso. De los conductores salieron dos heridos, uno de gravedad y otro levemente. Esta ha sido toda la desgracia que ha habido que lamentar. Tengo la satisfacción de decir á U S . que los señores jefes, oficiales y demás empleados de mi dependencia cumplieron con su deber con un entusiasmo digno de la santa causa que defendían. Al terminar, me hago un deber en felicitar álaExcma. Junta de Gobierno, al señor Comandante en Jefe del Ejército y á US. por las dos grandes victorias que ha obtenido nuestro glorioso Ejército, derrocando con ellas la más nefanda de las tiranías, y restableciendo el imperio de la Constitución y las leyes. Dios guarde á U S . RICARDO JARA UGARTE.

SERVICIO SANITARIO DEL EJÉRCITO 'CUSO,

lo de Diciembre de 1891.

Tengo el honor de poner en conocimiento de US. la memoria relativa á la organización del Servicio Sanitario del Ejército Constitucional, y á los trabajos ejecutados por él durante la campaña que terminó con la derrota ele las fuerzas dictatoriales en la Placida, el 28 de Agosto próximo pasado. Inmediatamente después de la ocupación de Tacna por el Ejército Constitucional, recibí de la Comandancia General de la Escuadra y del Ejército la siguiente nota: Tac)ia, 8 de Abril de 1891. Con esta fecha, esta Comandancia ha decretado lo que sigue: «Considerando cpie el desarrollo de la campaña requiere la organización de un Servicio Sanitario que esté á la altura del aumento del Ejército,

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182 —

Decreto: Nómbrase Jefe del Servicio Sanitario al doctor don Olof Page y Secretario al doctor don Alcibíades Vicencio, debiendo presentar á esta Comandancia y á la brevedad posible un proyecto de organización y reglamento de este servicio. Anótese y comuniqúese». Lo que transcribo á Ud. para los fines consiguientes. Dios guarde á Ud. E.

VALDÉS

VERGARA.

De este modo, quedó instalado el Servicio Sanitario, esperando solamente el concurso del cuerpo médico y el acopio de elementos para en cualquier tiempo estar «á la altura del aumento del Ejército». Sin embargo, el Ejército no estaba sin cirujanos, pues algunos, desde el principio del movimiento en contra de la dictadura, se habían declarado p>or la causa constitucional. De Taltal salió el doctor José Eivero, en Enero, para hacerse cargo de la ambulancia Pisagua. Los doctores Ramón Vega y Demetrio Raygada, de la Serena, acompañaron la expedición al norte. Con el Ejército en Tacna encontró de cirujanos primeros á los señores Moisés Pedraza, Roberto Montt, Jorge Eckers, Conrado 2.° Ríos y al malogrado Juan Boza Cádiz, que más tarde perdiera su vida en el hundimiento del Blanco, y de cirujano segundo al señor Caupolicán Pardo. En Iquique se hallaban, al mismo tiempo, de cirujanos segundos, los señores Valentín Osandón, Eduardo Mizón y Arturo Brandt. Este último embarcado el 10 de Enero en la Esmeralda, cuando estuvo en Coronel, se batió en San Francisco y Huara, con grado de capitán en el Batallón Constitución núm. 1. Después del regreso del Ejército á Iquique quedó la Dirección del Servicio Sanitario radicada en esta ciudad. Con la eficaz cooperación del Secretario don Alcibíades Vicencio, se formuló el siguiente proyecto de organización, que, con fecha 29 de Abril y sin ninguna modificación, fué aprobado por la Excma. Junta de Gobierno: «Iquique, 29 de Abril de 1891.—Sección de Guerra.—Núm. 149. La Junta de Gobierno ha acordado y decreta: Art. l.° El Servicio Sanitario del Ejército constará del siguiente personal: Un Jefe de servicio; un Secretario general; los cirujanos primeros y segundos y practicantes que exijan las necesidades del servicio y un contralor-farmacéutico.

— 183 — Arfc. 2.° El Jefe del Servicio tendrá las siguientes atribuciones: 1. Renovar á los empleados del Servicio, dando cuenta á la Secretaría de Guerra y Marina. 2. Designar en la misma forma que en el inciso anterior al cirujano que ha de reemplazarlo, en caso de ausencia ó imposibilidad para desempeñar sus funciones. 3. Conceder licencia á todos los empleados del sei'vicio, tanto de cuerpo como de ambulancia y guarnición, en vista de los certificados de imposibilidad expedidos por los cirujanos que comisionare al efecto. 4. Distribuir el personal y material del servicio según las necesidades del Ejército. 5. Visitar los cuarteles, ambulancias y destacamentos; cerciorarse del buen servicio y recomendar á la autoridad militar respectiva las reglas de higiene y salubridad que crea convenientes, para que sean insertadas en la oi'den del día, 6. Pasar quincenalmente á la Secretaría de Guerra y Marina un informe estadístico del Estado Sanitario^de los diferentes cuerpos, según los partes recibidos de los cirujanos subalternos. 7. Dar los certificados ó mandar informar para la licencia de los oficiales del Ejército ó inspeccionar las bajas por inutilidad declaradas por los otros cirujanos del Ejército. 8. Dictar los reglamentos y disposiciones internas para las ambulancias, servicio de cuerpos y hospitales, haciendo en el personal y material las alteraciones que crea convenientes. 9. Recabar de la autoridad competente los fondos y especies necesarios para atender al servicio. 10. Proponer á la Secretaría de Guerra y Marina los empleados que deben ocupar los puestos señalados en este reglamento y los auxiliares que fuere necesario agregar. Art. 3.° Son atribuciones del Secretario General: 1. Subrogar al Jefe del Servicio en caso de ausencia ó imposibilidad en el ejercicio de sus funciones. 2. Escribir y llevar la correspondencia del Jefe del Servicio. 3. Recabar de los empleados las notas ó informes ó estados que se le pidieren. Art. 4.° El Contralor-farmacéutico tendrá las siguientes obligaciones: 1. Llevar cuenta y razón de los útiles de medicina y cirugía, así como también de la parte económica y administrativa de las ambulancias, hospitales y servicios de cuerpo. 2. Llevar la contabilidad de cada ambulancia y servicio de cuerpo, para lo cual levantará un inventario que comprenderá el material de repuesto y las especies de consumo existentes.

— 184 — 3. Consignar en un libro diario tanto el ingreso de todos los artículos que lleguen al almacén general como el egreso de aquellos que se' destinen á las ambulancias, hospitales y servicios de cuerpo. 4. No podrá entregar ningún artículo de los puestos á su cargo sin una orden por escrito del Jefe del Servicio. 5. Presentar mensualmente al Jefe del Servicio un balance general del material y de las especies y medicinas que corren, á su cargo, justificando con documentos las salidas y existencias. 6. Suministrar á los cirujanos de cuerpo, ambulancias y hospitales, los remedios y litiles que necesiten previa orden competente. 7. Pedir con anticipación al Jefe del Servicio las medicinas y útiles para satisfacer las necesidades del ramo y constituir un depósito en su almacén. Art. 5.° Los empleados designados en el presente reglamento gozarán del rango, sueldo y gratificaciones correspondientes á los siguientes grados del Ejército: De Coronel, el Jefe del Servicio. De Teniente Coronel, el Secretario General. De Sargento Mayor, los cirujanos l. De Capitán, los cirujanos 2. De Subteniente, los practicantes. El Contralor farmacéutico no tendrá rango militar y gozará del sueldo de cuatrocientos pesos mensuales.—-Anótese, comuniqúese y publíquese.—MONTT.—Joaquín Walker M.i> os

0S

Igualmente aprobado fué el siguiente REGLAMENTO D E CIRUJANOS DE CUERPO

«Art. 1.° Pasar diariamente visita á los oficiales y tropa del cuerpo á que pertenezca, é igualmente inspeccionar las condiciones higiénicas de la alimentación y del edificio que sirve de cuartel, d ebiendo dar cuenta inmediatamente al Jefe del Servicio Sanitario y al Jefe del cuerpo de las faltas ú omisiones que en aquéllos notare. Art. 2.° Informar quincenalmente al Jefe del Servicio Sanitario del estado del cuerpo á que pertenezca, especificando el nombre y enfermedad de los que se asisten en el cuartel, como asimismo de los que se hubieran remitido al hospital, y á la mayor brevedad posible la ocurrencia de cualquier enfermedad de carácter infeccioso. Art. 3.° Pedir con la debida anticipación y recabar por escrito los útiles y medicamentos necesarios para la completa provisión de la cantina de su cuerpo.

— 185 — Art. 4.° El cirujano 2.° estará bajo las órdenes del cirujano 1." y se someterá en todo á las instrucciones que éste le diere para el buen desempeño de su cargo.» A mediados de Abril salió el doctor José Rivero con su ambulancia, acompañando las fuerzas que espedicionaron sobre Caldera y Copiapó, quedando en Atacama como Delegado del Servicio hasta poco antes del movimiento general al Sur. Los heridos que hubieron en los diferentes encuentros que tuvieron lugar en la Pampa, 300 más ó menos en número, se encontraron distribuidos en Iquique, entre los hospitales de la Beneficencia, el llamado de la Barraca, y los de la Marina en un edificio particular. Los médicos civiles, del Río y Campos, atendían á los del hospital de la Beneficencia, y el doctor Neill, también civil, acompañado en los primeros días por cirujanos de la marina inglesa y del vapor Silvestovm á los de la Barraca. El hospital de la Marinería era asistido por el doctor Raygada y el cirujano 2.° don Eduardo Mizón. Habiendo demasiada aglomeración de heridos en el hospital de la Beneficencia, fueron sacados 4 oficiales y 40 soldados, y mandados al hospital de Tacna, bajo el cuidado del cirujano 2.° clon Carlos Altamirano. Hubo en esta época y aún casi hasta el fin de nuestra estadía en Iquique una gran carencia de instrumentos de cirugía y material de curación. Apesar de tener graves heridas casi todos los heridos sanaron, debiendo atribuirse estos buenos resultados á la constante atención que les prestaron ios cirujanos y ayudantes, como también á la generosa y caritativa actitud de la sociedad de Iquique, tanto extranjera como nacional, y en fin á las notables condiciones atmosféricas del lugar. Á fines de Abril y principios de Mayo empezaron á llegar médicos y estudiantes, habiendo tenido casi todos que sufrir toda clase de penalidades durante el viaje. Con el aumento en el personal, que tengo orgullo en decirlo, podría compararse favorablemente con el de cualquier ejército europeo, fué posible dotar á cada cuerpo de un cirujano 1.° y un 2.° (y poco antes de embarcarnos para el Sur) hasta de dos segundos y de dos practicantes. En la última quincena de Mayo se formaron la 1. y 2. ambulancia, siendo jefe de la 1. el doctor Cornelio Guzmán, y de la 2. el doctor Luis Ábalos. El doctor O. Echegóyen fué nombrado para asistir á los enfermos en el hospital de la Beneficencia y otros establecimientos, siendo los heridos asistidos por los cirujanos de ambulancia. Al celo é inteligente dirección del señor Rafael Miquel, Contralor farmacéutico del Servicio, se debe que en una ciudad relativamente pequeña como Iquique, haya sido posible surtir á los cuerpos y ambulancias no solamente de cantinas, camillas y demás útiles, sino también de medicinas y elementos de curación, en pequeñas cantidades, es cier» a

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— 186 — to, pero suficientes para las necesidades del día. Á cada cuerpo se le dio dos cantinas, una de medicina y la otra de cirugía, y diez camillas, y á las ambulancias de cuatro á seis cantinas, cada una, y doscientas cincuenta camillas, sin hacer mención de muchos otros útiles. Al tiempo de salir al Sur, contaba el Servicio con 900 camillas. Dediqué mi atención á los cuarteles desde los primeros días de mi llegada á Iquique, pues los que ya había visto en Tacna, si eran casi inhabitables por su mala construcción, lo eran totalmente por su desaseo simplemente repugnante en que los había dejado el Ejército dictatorial. No era mucho mejor lo que encontré en Iquique, y más tarde en Santiago y aún en Valparaíso. Todo esto, sin embargo, luego cambió, pues tuvo el Servicio la suerte de encontrar un fuerte apoyo en el Comandante en Jefe del Ejército y en los inteligentes Jefes de cuerpo, como también después muy especialmente en US. La construcción de dos grandes galpones en la Cancha de Carreras para evitar aglomeración de tropa dentro de los límites urbanos fué una medida sugerida por la Dirección de este Servicio, é inmediatamente llevada á cabo por orden del Comandante en Jefe. El Servicio Sanitario fué llamado á facilitar cirujanos para algunos transportes. En el Maipo se embarcaron los cirujanos Montt y Escobar, cumpliendo con sus deberes á satistacción del Comandante Fernando Gómez, en su largo y memorable viaje al Atlántico, en busca de armas. El cirujano 2.° don Maximiliano González estuvo embarcado en el Cachapoal durante la campaña, y prestó también buenos servicios. Viva preocupación causaba en el ánimo de todo el personal del Servicio, la casi falta absoluta de instrumentos y elementos de curación, escasez que solamente fué subsanada por la valerosa oferta del señor R. Pohlbammer para irse á Valparaíso, y obtener todo lo que nos fuese necesario. El 22 de Mayo se embarcó para Valparaíso, y gracias á su actividad y circunspección pudo esta Dirección tener todo el material deseado, para tomar parte en una campaña que prometía ser dura y probablemente larga. Por indicación de US. la Dirección del Servicio se ocupó de la confección de alimentos comprimidos para el uso del Ejército en campaña, dedicando una atención á esto el señor Alcibíades Vicencio y el Contralor don Rafael Miquel. Habiéndose obtenido buen resultado en las muestras, estos alimentos, por orden de US., fueron preparados en cantidad suficiente para el objeto que se tenía en vista. Como también manifestara US. gran interés en la salud del Ejército, visitando los cuarteles é imponiéndose puntualmente de su bienestar y délas condiciones higiénicas que lo rodeaban, me permito presentar á "US. un corto resumen del Estado Sanitario de las tropas en la última

— 187 — quincena del mes de Junio. Sobre 6,000 hombres, más ó menos, hablan 712 en tratamiento. Esto no incluye los heridos y enfermos en los hospitales: x

De las vías pulmonares Id. digestivas Fiebres Reumatismo Venéreo Heridas Otras afecciones

186 72 4 9

50 1 9 2

••

8 0

^3

Total

712

Habiéndose dividido el Ejército en tres Brigadas, fué necesario la creación de una tercera ambulancia, para que de esta manera tuviese cada Brigada la suya. Fue nombrado jefe de ésta el doctor Alfonso Klickmann, recientemente vuelto de Europa, donde había ido en comisión del Gobierno el año 1889. Por iniciativa de este cirujano se inició un taller para la confección de paquetes antisépticos, que fueron en número de más de 3,000, distribuidos entre los cirujanos de cuerpo y de ambulancias. Creo de mi deber felicitar al señor Klickmann, pues en los campos de batalla dieron magníficos resultados. Otros talleres, instalados bajo los auspicios de las señoras de Iquique y Copiapó, cooperaron á la gran obra de la curación de los heridos. Habiéndose ido el jefe de la 1. ambulancia, el doctor Cornelio Guzmán en comisión del servicio á California, y también como cirujano del Itata, fué nombrado en su lugar el doctor Enrique Deformes. Su ambulancia fué la primera en prestar servicios al Ejército, en el combate de Vallenar. Quedó incorporada ala 1. Brigada. La 2. ambulancia fué destinada á la 3. Brigada, y la 3. á la 2. Brigada., El 16 de Agosto zarpó el convoy de Caldera, habiendo tenido los jefes de la 2, y 3. Brigada la suerte, debido á la actividad del Delegado, doctor Echegóyen. de conseguir la dotación de muías (25) indispensables para el acarreo del material. La 1. ambulancia se embarcó en Huasco, habiendo también podido proporcionarse las muías necesarias. Después de una feliz navegación de 4 días, llegamos á Quintero. La 1. ambulancia desembarcó á media noche (20 de Agosto) llevando según el parte de su jefe—2 cirujanos primeros, 4 segundos, 1 contralor, 10 practicantes, 30 mozos, 200 camillas, 4 cantinas y 35 muías aparejadas. Salió para Concón á las 3.30 A. M. del 21, incorporándose á la 1. Brigada á las 10 A. M. á retaguardia del Regimiento Taltal 4.° de línea, a

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— 188 — «pasando el río Aconcagua sin experimentar pérdida alguna, á pesar de las numerosas granadas que ya en ese momento disparaba sobre dicbo punto la artillería enemiga». Se instaló en las casas de Concón Bajo, y á fuerza de constante trabajo, pudo recoger hasta las 12 de la noche, 220 heridos, y en la mañana del día siguiente 50 más. En la noche del 22 el número total de heridos en esta ambulancia alcanzó, a 280. La translación de éstos se hizo con mozos de la ambulancia y 25 ó 30 soldados que andaban dispersos. Llamo muy especialmente la atención de US. á lo que dice el Jefe de la ambulancia en las siguientes líneas: «Las muías que nos habían servido mucho como medio de transporte, habían sido llevadas en la tarde por el señor Comandante Fernández Vial para conducir pertrechos de guerra». Esto explicará á US. por qué no pudo el señor Deformes, cuando acompañó a la 1. Brigada en su marcha á la Placilla, llevar consigo las camillas y material, que tanto hubieran servido en ese campo de batalla. Apesar de tener que tropezar con muchas dificultades para conseguir alimentación para los enfermos y heridos, se pudo, sin embargo, darles caldo, carne de cordero y café á las 6 P. M. La mortalidad durante los 7 días que permaneció la ambulancia en Concón, no pasó, me dice el señor Deformes, de 3 por ciento. Asistió el doctor Deformes, acompañado del doctor Gundelach, del segundo el señor Feliú y dos practicantes á la batalla de la Placilla, donde con los señores Echegóyen y otros cirujanos atendieron á más de 400 heridos, hasta que fueron éstos transladados á Valparaíso. a

El Jefe de la 2. ambulancia, doctor Luis Abalos, después de haber prestado servicios profesionales con su personal por 4 semanas en el hospital de Copiapó, se embarcó con el siguiente personal, etc.: 2 cirujanos primeros, 4 segundos, 1 contralor, 8 practicantes, 1 mayordomo, 20 mozos, 6 cantinas y 20 muías. En su parte á esta Dirección dice: «Recordará US. que en la reunión tenida en Iquique y á la cual asistieron el Jefe del Estado Mayor General, señor Coronel Körner, US., el doctor Klickmann, Jefe de la 3. ambulancia, y el que suscribe, se acordó que cada ambulancia recibiría como elemento de movilización 20 muías aparejadas, número que se creyó suficiente para poder transladar desde el primer momento al campo de batalla las camillas y elementos de curación necesarios para atender 80 heridos, debiendo ir el resto del material en carretones junto con los bagajes»; y más adelante: «Como US. sabe, el desembarco de nuestro material en esta bahía (Quintero) fué un poco difícil: sin embargo, a las 5 P. M. ya estaba lista para marchar una parte de la ambulancia á cargo del doctor 0. Molinare, que debía seguir á la vanguardia de la Brigada, según instrucciones verbales recibidas del señor Coronel. Körner, Jefe del Estado Mayor General. Á a

a

— 189 — esta hora se nos presentó el sargento-mayor, señor Fuenzalida de Bagajes, á pedirnos los aparejos para transportar la Artillería, pedido á que hubo que acceder después de una orden del señor Ministro de Guerra en campaña. Por la confusión de animales habida en Quintero, no pude recob-ar las muías mansas que para el servicio se nos habían dado en Oopiapó, consiguiendo algunas después de m ucho trabajar. A las 9 P. Mya estaba desembarcado todo el material de nuestra ambulancia, careciendo sí de elementos de movilización, pues hasta esta hora no nos habían dado aparejos para nuestras muías.» Salió un destacamento de la ambulancia á las 12 P. M. llevando 30 camillas, de las cuales 10 se abandonaron en el camino por ser las muías bastante malas. «Cuando recien hubieron pasado el río, junto con la 1." ambulancia, la artillería enemiga, situada en los cerros frente á la bahía de Concón, les hizo varios disparos de granada, pero por felicidad sin hacer baja ninguna. El resto de la ambulancia, por falta de elementos de movilización, falta debida única y exclusivamente á la orden superior que habíamos recibido para entregar los aparejos, solo pudo moverse á las 8 A. M., dejando gran parte del material en la playa al cuidado del contralor, por falta de animales en que transportarlo, llegando al punto en que se había establecido la ambulancia (Concón Bajo) á las 2-J P. M. con otras 2 cantinas y 60 camillas». Á las 8 P. M. tenían en esta ambulancia 137 heridos, mucho de ellos en el suelo por falta de camillas, pero todos vendados. Al día siguiente continuó el trabajo, empleando como angarilleros á soldados del batallón San Fernando y 10.° de línea. «El día 22 á las 4 P. M. ya teníamos 236 heridos, y el material era sumamente escaso y nada se podía hacer para salvar esta gran dificultad, pues las muías y carretas estaban ocupadas en llevar municiones para nuestro Ejército, acampado entonces en el camino de Reñaca, y solo el día 24 pude conseguir se me trajeran 100 camillas más, y las otras cantinas». Añade el doctor L. Ábalos que desde el 21 hasta el 28 no hubieron más que 4 defunciones. En vista de lo que expone el doctor Ábalos, es fácil comprender que tampoco pudo su ambulancia asistir á la batalla de la Placilla. La 3. ambulancia, cuyo jefe era el doctor A. Klickmann, tenía el siguiente personal, material, etc.: 2 cirujanos primeros, 4 segundos, 1 contralor, 8 practicantes, 25 mozos, y material bastante para atender á 250 heridos por S días. El 8 de Agosto se embarcó para Caldera, y recibió del señor Delegado doctor Echegóyen 25 muías aparejadas. En Quintero desembarcó á las 9 P. M. y «una vez listas en tierra las muías aparejadas nos fueron quitadas por la artillería, para su propio servicio. US. comprenderá el trastorno inmenso á que dio lugar este contratiempo. El material quedó botado en la playa cuando ya mi Brigada había mara

chado en dirección á Concón. Con ella iban mis cirujanos segundos Philippi y Mac-Lean, provistos de morrales con elementos de curación. A retaguardia envié los cirujanos segundos Soza y Astorquiza, 2 practicantes, 4 mozos con el material que pudieron cargar cuatro muías, que se consiguió á última hora én la playa, todos bajo ordenes del cirujano primero doctor J. D. López. Dicho material consistía en 8 camillas, 4 cantinas y varios sacos conteniendo elementos de curación». Los cirujanos y personal estuvieron en general muy expuestos al fuego del enemigo, pues varias veces atravesaron el río Aconcagua los cirujanos Klickmann y Sierra, como también otros de la ambulancia en busca de heridos. Estos se colocaron en Santa Rosa de Colmo y en las casas de la hacienda del señor Zegers. Se atendieron 459 heridos, sin contar, muchos que curados de heridas leves, se alejaron inmediatamente en dirección á Quilpué y Limache.—En esta ambulancia fueron dejados 20 oficiales dictatoriales que cayeron prisioneros durante la batalla de Concón. En vista de lo que transcribo de los diferentes partes, US. se habrá convencido, en primer lugar, de que todas las ambulancias trabajaron con mucho empeño, y en segundo lugar, que les fué materialmente imposible seguir al Ejército, pues sus mejores deseos de prestar sus servicios en algún otro campo de batalla fueron completamente paralizados, á consecuencia de la orden superior que les mandó quitar todos los elementos de movilización que US. les había proporcionado. Los cirujanos de cuerpo cumplieron también perfectamente con sus deberes, entrando en combate y curando á los heridos en el mismo campo de batalla. Acompañado del Secretario general doctor Vicencio y del doctor R. Pohlhammer pasó el río en Concón Bajo á las 2 P. M., y después de haber inspeccionado los trabajos de la 1. y 2. ambulancia, seguí camino por el ala derecha de nuestro Ejército, en dirección á Reñaca. Asistimos á los heridos que encontramos en el camino, y después de la ba. talla estuvimos ocupados en la misma tarea hasta las 10 P. M. El 22 hice transladar la ambulancia dictatorial con su personal de practicantes y mozos, 60 camillas, cantinas, frazadas, etc., á unos ranchos en el punto donde se subdivide el camino de Viña del Mar en los que van á Concón Alto y Concón Bajo, dejándola á cargo del cirujano primero doctor R. F. Budge. Aquí se curaron 150 heridos, casi todos dictatoriales. El total de heridos atendidos en las cuatro ambulancias era de 1,115, siendo de éstos como 600 dictatoriales. Tomando en cuenta los de nuestro Ejército, que levemente heridos pudieron seguir sus cuerpos, y los del ejército enemigo, en iguales condiciones, que se fugaron por los cerros en dirección á Qailpué, Limache y otros puntos, el número total de hea

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— 191 — rídos se puede calcular en cerca de 2,000. Del Ejército Constitucional hubieron 200 ó más muertos, y como 600 heridos. El 24 de Agosto se puso el Ejército en marcha á Quilpuó, sin contar con una sola ambulancia organizada. En Concón las ambulancias eran bastantes para atender á nuestros propios heridos, pero no para cuidar también á los del enemigo, pues viniendo de las provincias del norte, nuestro personal era necesariamente limitado. Pero fuera de estas consideraciones, habiéndose privado al servicio por orden superior de todos sus elementos de movilización, no fué posible que las ambulancias estuvieran presentes en la batalla de la Placida. En Quilpuó, felizmente encontramos las camillas, cantinas etc. de la ambulancia dictatorial, y el doctor José Eivero fué en el acto encargado de buscar su personal y arreglar el material. Esta ambulancia prestó excelentes servicios en la cruda batalla de la Placida, no abandonando su puesto, hasta no dejar un solo herido en el Alto del Puerto. Los señores Echegóyen, Gundelach y Deformes- trabajaron con incansable actividad, como también los cirujanos de cuerpo. Pero, como antes he dicho, siendo nuestro personal limitado, no era suficiente para el gran número de heridos, cuyos sufrimientos habrían sido aún más terribles de lo que fueron, á no haber sido por la pronta y eficaz cooperación de los médicos extranjeros y nacionales de Valparaíso, y de centenares de caballeros que desde los primeros momentos acudieron, trayendo consigo toda clase de elementos. No habiendo hecho la Dictadura preparativo ninguno para recibir heridos, á pesar aún de la derrota en Concón, que pudiera haberle servido de advertencia, fué preciso que la sociedad ¡norteña improvisara por todas partes hospitales con este objeto. Además de los hospitales existentes en Valparaíso, como los de San Agustín, de San Juan de Dios, y la ambulancia de la calle de Chacabuco, se instalaron heridos en la Providencia, en el asilo del Salvador, en el Seminario, ambulancia Alemana, Liceo de Niñas, y algunos pocos en los hospitales Inglés y Alemán en el cerro Alegre. En casi todos estos establecimientos fueron los heridos tanto de noche como de día solícitamente atendidos, por señoras y señoritas sin distinción de nacionalidad. La Junta de Socorros, representando el Comercio de Valparaíso, prestó su valioso concurso en la humanitaria obra del día. En la batalla de la Placida alcanzó el número total de muertos á 1,600. Al Ejército Constitucional le corresponde de esta cifra, 400 muertos. Fueron incinerados 1,430 cadáveres. Esta higiénica medida, tan necesaria en las cercanías de una gran ciudad como Valparaíso, fué debida al señor Juan Stambrook, vecino de este puerto, y gracias á su incansable actividad llevada á cabo. Heridos del Ejército Constitucional, 1,300. Me es grato poner en su conocimiento que el Servicio Sani-

— 192 — tario pudo valerse del valioso ofrecimiento de los cirujanos de los buques de guerra extranjeros surtos en esta bahía, que desinteresadamente y durante algunas semanas prestaron sus servicios profesionales á nuestros heridos. Con la llegada de los heridos de Concón, hubo tal aglomeración en los hospitales, que fué preciso transladar á Santiago todos los que pudieran emprender el viaje sin peligro. La oportuna llegada del señor doctor Barros Borgoño, acompañado de un numeroso personal de médicos, facilitó mucho esta operación. Fueron los heridos distribuidos entre los diferentes hospitales civiles de esa ciudad, y el Hospital Militar á cargo del doctor L. Abalos. A Talca se mandaron 100, al cuidado de médicos de esa ciudad. Los heridos dictatoriales de Concón, que llegaron al hospital de Limache, también fueron remitidos al Hospital Militar de Santiago. La estadística médico-quirúrgica ha sido encomendada por esta Dirección al señor doctor S. Valenzuela, cirujano primero del Ejército Constitucional, y no dudo que en su debido tiempo presentará este señor un luminoso informe sobre el particular, incluyendo también uno sobre el efecto de los proyectiles modernos. Á fines de este mes tendré el honor de poner en manos de US. la estadística del hospital de San Agustín, formada exclusivamente por el señor doctor José Bivero. Tan pronto como presente su parte el señor Rafael Miquel, Contralor general del Servicio Sanitario, me apresuraré á remitírselo á US. Saluda á US. OLOFF PAGE. A l señor Jefe