Teorias De La Globalizacion

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Traducción ISABEL VERICAT NÚÑEZ

TEORÍAS DE LA GLOBALIZACIÓN por

OCTAVIO IANNI

m

______________________________

siglo xxi editores, s.a. de c.v. CERRO OEL AGUA 248, DELEGACIÓN COYOACÁN, 04310, MEXICO, P.F.

siglo xxi editores argentina, s.a. TUCUMAN 1621, 7'N, C1050AAG, BUENOS AIRES. ARGENTINA

portada de gemían montalvo primera edición, 1996 sexta edición, 2004 © siglo xxi editores, s.a. de c.v. isbn 968-23-2001-1 en coedición con el centro de investigaciones interdisciplinarias en ciencias y humanidades, unam derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en méxico/printed and made in mexico

“El m undo del siglo XXI” es una colección que se propone publicar algunas de las obras más significativas de los investigadores y pen­ sadores contem poráneos de Asia, Africa, América Latina, E uropa y N orteam érica. A la necesidad de estudiar cualquier problem a local, nacional o regional en el contexto de la globalización y de las redes interna­ cionales y transnacionales cada vez más significativas en la evolución contem poránea, se añade un creciente m ovim iento intelectual que busca plantear los problem as m undiales y regionales desde las distin­ tas perspectivas geográficas y culturales, en posiciones que no sean “eurocentristas” y que tam poco invoquen las especificidades de cada cultura y civilización para ignorar el carácter universal y plural del m undo. La colección “El m undo del siglo xxi” buscará publicar estudios de los problem as más im portantes de nuestro tiem po y su análisis en relación con la sociedad, la econom ía, la política y la cultura. Algunas obras pon d rán más énfasis en ciertos campos de las especialidades disciplinarias, otras vincularán a varias disciplinas para el análisis de los distintos temas. La obra constituirá una selección muy útil para adentrarse en los problem as de nuestro tiem po y del futuro de la hum anidad. La colección procurará que en sus prim eros cien libros se en cuen­ tren algunos de los m ejores que hoy se publican en todo el m undo. PABLO GONZÁLEZ CASANOVA

VII

ÍNDICE

PREFACIO 1. METÁFORAS DE LA GLOBALIZACIÓN

1

3

2 . LAS ECONOMÍAS-MUNDO

13

3 . LA INTERNACIONALIZACIÓN DEL CAPITAL

31

4. LA INTERDEPENDENCIA DE LAS NACIONES

44

5. LA OCCIDENTALIZACIÓN DEL MUNDO

59

6. LA ALDEA GLOBAL

74

7. LA RACIONALIZACIÓN DEL M UNDO

92

8 . LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN

111

9. MODERNIDAD-MUNDO

135

10 . SOCIOLOGÍA DE LA GLOBALIZACIÓN

158

BIBLIOGRAFÍA

174

Para Antonio Ana Catarina Clara Francisco anunciando el siglo xxi

PREFACIO

La globalización está presente en la realidad y en el pensamiento, desa­ fiando a muchos en todo el m undo. A pesar de las vivencias y opiniones de unos y otros, la mayoría reconoce que esta problem ática está presen­ te en la form a m ediante la que se diseña el nuevo m apa del m undo, en la realidad y en lo imaginario. Ya son muchas las teorías em peñadas en esclarecer las condiciones y los significados de la globalización. Unas con cierta timidez, m ientras que otras con bastante audacia; algunas veces se desconocen m utua­ m ente y otras se influyen. Pero todas abren perspectivas al esclareci­ m iento de las configuraciones y los movimientos de la sociedad global. Vale la pen a m apear las principales teorías de la globalización. Per­ m iten aclarar no sólo las condiciones en las que se form a la sociedad global, sino tam bién los desafíos que se crean para las sociedades na­ cionales. Los horizontes que se abren con la globalización, en térm i­ nos de integración y fragm entación, pueden abrir nuevas perspecti­ vas para la interpretación del presente, la relectura del pasado y la im aginación del futuro. La problem ática de la globalización implica naturalm ente un diálo­ go múltiple, con autores e interlocutores, en diferentes perspectivas his­ tóricas y teóricas. En gran m edida este diálogo está registrado en este li­ bro, en las referencias y en las citas. Algunos de los temas fueron presentados en encuentros intelectua­ les, generalm ente en ambientes universitarios. Y algunos capítulos se publicaron en versiones preliminares: “Metáforas de la globalización”, Ideins, año i, núm . 1, Campiñas, Unicamp, 1994; “La occidentalización del m u n d o ”, con el título “La m odernización del m un d o ”, Margem, núm . 3, Sao Paulo, p u c , 1994; “La aldea global”, con el título “Globali­ zación y cultura”, 0 Estado de S. Paulo, Sao Paulo, 30 de octubre de 1994; “Sociología de la globalización”, con el título “Globalización: Nuevo pa­ radigm a de las ciencias sociales”, Estudos Avanzados, núm. 21, Sao Pau­ lo, ljsp , 1994. Fueron m om entos im portantes del diálogo múltiple, po­ lifónico, que me perm itieron perfeccionar la reflexión y la narración. o c t a v i o ia n n i,

[1]

Sao Paulo, 10 de enero de 1995

1. METÁFORAS DE LA GLOBALIZACIÓN

El descubrim iento de que el m undo se volvió m undo, de que el globo ya no es sólo una figura astronómica, de que la Tierra es el territorio en el que todos nos encontram os relacionados y remolcados, diferen­ ciados y antagónicos, ese descubrim iento sorprende, encanta y atem o­ riza. Se trata de una ruptura drástica en los m odos de ser, sentir, actuar, pensar y fabular. U n evento heurístico de amplias proporciones, que es­ trem ece no sólo convicciones sino tam bién visiones del m undo. El m undo ya no es exclusivamente un conjunto de naciones, socie­ dades nacionales, estados-naciones, en sus relaciones de in terd ep en ­ dencia, dependencia, colonialismo, imperialism o, bilateralism o, multilateralismo. Sim ultáneam ente, el centro del m undo ya no es princi­ palm ente el individuo, tom ado singular y colectivamente, com o pue­ blo, clase, grupo, m inoría, mayoría, opinión pública. A unque la na­ ción y el individuo sigan siendo muy reales, incuestionables y estén presentes todo el tiem po, en todo lugar, y pueblen la reflexión y la im aginación, ya no son “hegem ónicos”. H an sido subsumidos form al o realm ente p o r la sociedad global, por las configuraciones y los m o­ vim ientos de la globalización. El m undo se ha m undializado, de tal m anera que el globo ha dejado de ser u n a figura astronóm ica para adquirir más plenam ente su significación histórica. De ahí nacen la sorpresa, el encanto y el susto. De ahí la im presión de que se han roto m odos de ser, sentir, actuar, pensar y fabular. Algo parecido a las drásticas rupturas epistemológicas representadas p o r el descubrim iento de que la T ierra ya no es el centro del univei ¿o según C opérnico, el hom bre ya no es hijo de Dios según Darwin, el indivi­ duo es un laberinto poblado de inconsciente según F reud.1 Está cla­ ro que el descubrim iento de la sociedad global que el pensam iento científico está realizando al declinar el siglo XX no presenta las mis­ mas características de los descubrim ientos m encionados, aun cuando son diversas y antiguas las instituciones e indicaciones más o m enos notables de globalización. Desde que el capitalismo se desarrolló en Europa, siem pre presentó connotaciones internacionales, m ultina1 Sigmuncl Freud, Oí/ras ampielas, 3 t., traducción de Luis López-Ballesteros y de To­ rres, Madrid, Biblioteca Nueva, 1981, t- m , cap. Cl: “Una dificultad del psicoanálisis”.

[3 ]

4

METÁFORAS DE LA GLOBALIZACIÓN

dónales, transnacionales, m undiales, desarrolladas en el interior de la acum ulación originaria, del m ercantilism o, el colonialismo, el im­ perialism o, la dependencia, la interdependencia. Y esto es evidente en el pensam iento de Aclam Smith, David Ricardo, H erb ert Spencer, Karl Marx, Max W eber y m uchos otros. Pero es innegable que el des­ cubrim iento de que el globo terrestre ya no es sólo una figura astro­ nóm ica, y sí lo es histórica, conm ueve m odos de ser, pensar y fabular. En este clima, la reflexión y la imaginación no sólo cam inan a la par sino que m ultiplican metáforas, imágenes, figuras, parábolas y alego­ rías destinadas a dar cuenta de lo que esfcí sucediendo, de las realida­ des no codificadas, de las sorpresas inimaginadas. Las metáforas pare­ cen florecer cuando los m odos de ser, actuar, pensar y fabular más o m enos sedim entados se sienten conmovidos. Está claro que hablar en m etáfora puede implicar no sólo imágenes y figuras, signos y símbo­ los, sino tam bién parábolas y alegorías. Son múltiples las posibilidades abiertas al im aginario científico, filosófico y artístico, cuando se descu­ bren los horizontes de la globalización del m undo, y éstos envuelven cosas, gentes e ideas, interrogaciones y respuestas, nostalgias y utopías. La problem ática de la globalización, en sus implicaciones empíricas y metodológicas, o históricas y teóricas, se puede plantear de m odo in­ novador, propiam ente heurístico, si aceptamos reflexionar sobre algu­ nas metáforas producidas precisam ente por la reflexión e imaginación desafiadas p o r la globalización. En la época de la globalización, el m un­ do com enzó a ser taquigrafiado como “aldea global”, “fábrica global”, “tierra p a m a ”, “nave espacial”, “nueva Babel” y oüas expresiones. Son metáforas razonablem ente originales, que suscitan significados e impli­ caciones y llenan textos científicos, filosóficos y artísticos. “Llama la atención en esos textos la profusión de metáforas utiliza­ das para descubrir las transformaciones de este final de siglo: ‘prim era revolución m undial’ (Alexander King), ‘tercera ola’ (Alvin Toffler), ‘so­ ciedad inform ática’ (Adam Schafí), ‘sociedad am ébica’ (Kenichi Ohm ae), ‘aldea global’ (McLuhan). Se habla del pasaje de una economía de high volunie a otra de high valué (Robert Reich), y de la existencia de un universo habitado por ‘objetos móviles’ (Jacques Attali) que se des­ plazan incesantem ente de un lugar a otro del planeta. ¿Por qué esta re­ currencia al uso de las metáforas? Estas metáforas revelan una realidad em ergente aún huididiza en el horizonte de las ciencias sociales.”Hay m etáforas, así como expresiones descriptivas e interpretativas fundam entadas, que circulan com binadam ente por la bibliografía so- Renato Ortiz, M urulializafao e cultura, Sao Paulo, Editora Brasiliense, 1944, p. 14.

METÁFORAS DE LA GLOBALIZAOíÓN

bre la globalización: “econom ía-m undo”, “sistem a-m undo”, shopping center global, “disneylandia global”, “nueva división internacional del trabajo”, “m oneda global”, “ciudad global”, “capitalismo global”, “m u n d o sin fronteras”, “tecnocosm os”, “planeta T ierra”, “desterritorialización”, “m iniaturización”, “hegem onía global”, “fin de la geogra­ fía”, “fin de la historia” y otras. En parte, cada u n a de estas y otras for­ m ulaciones abre problem as específicos tam bién pertinentes. Todas ellas suscitan ángulos diversos de análisis, y priorizan aspectos socia­ les, económicos, políticos, geográficos, históricos, geopolíticos, de­ mográficos, culturales, religiosos, lingüísticos y otros. Pero es posible reconocer que varios de estos aspectos son contem plados p o r m etáfo­ ras com o aldea global, fábrica global, ciudad global, nave espacial, nueva Babel y otras, que son em blem áticas y están form uladas preci­ sam ente en el clima m ental abierto por la globalización. Dicen algo respecto a las distintas posiblidades de proseguir las conquistas y los dilemas de la m odernidad. C ontem plan las controversias sobre la m o­ d ern id ad y la posm odernidad, y revelan que es sobre todo desde los horizontes de la m odernidad como se pueden im aginar las posibili­ dades y los callejones sin salida de la posm odernidad en el nuevo m a­ pa del m undo. La “aldea global” sugiere que, finalm ente, se form ó la com unidad m undial, concretada en las realizaciones y las posibilidades de com uni­ cación, información y fabulación abiertas p o r la electrónica. Sugiere que están en curso la armonización y la hom ogeneización progresivas. Se basa en la convicción de que la organización, el funcionam iento y el cambio de la vida social, en el sentido amplio, que com prende eviden­ tem ente la globalización, están ocasionados por la técnica y, en este ca­ so, p or la electrónica. En poco tiempo, las provincias, naciones y regio­ nes, así como las culturas y civilizaciones, son perm eadas y articuladas p or los sistemas de información, comunicación y fabulación agilizados p or la electrónica. En la aldea global, además de las m ercancías convencionales en formas antiguas y actuales, se em paquetan y se venden las inform acio­ nes. Se fabrican inform aciones com o mercancías. Son fabricadas y co­ mercializadas en escala m undial. Las inform aciones, los entreteni­ m ientos y las ideas son producidos, comercializados y consum idos co­ m o mercancías. “Hoy pasamos de la producción de artículos em pa­ quetados al em paquetam iento de las inform aciones. A ntiguam ente invadíamos los m ercados extranjeros con m ercancías. Hoy invadimos culturas enteras con paquetes de inform aciones, entretenim ientos e

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METÁFORAS DE LA GLOBALIZACIÓN

ideas. Ante la instantaneidad de los nuevos m edios de im agen y soni­ do, hasta el periódico es lento.”'’ La m etáfora se vuelve más auténtica y viva cuando se reconoce que prácticam ente prescinde de la palabra: vuelve a la imagen predom inan­ te como form a de comunicación, información y fabulación. La electró­ nica propicia no sólo la fabricación de imágenes, del m undo como un caleidoscopio de imágenes, sino que también perm ite jugar con las pa­ labras en tanto imágenes. La m áquina im presora es sustituida por el aparato de televisión y otras tecnologías electtónicas, tales como el ddd, el teléfono celular, el fax, la com putadora, la red de computadoras; to­ das atraviesan fronteras, siempre on Une everywhere worldwide all time. “En el próxim o siglo, la T ierra tendrá su conciencia colectiva sus­ p en d id a sobre la faz del planeta en una densa sinfonía electrónica, en la cual todas las naciones -si aún existieran com o entidades separa­ d as- vivirán en una tram a de sinestesia espontánea, y adquirirán pe­ nosam ente la conciencia de los triunfos y de las m utilaciones de unos y oü'os. Después se clesculpabilizan de ese conocim iento. Como la era electrónica es total y abarcadora, la guerra atóm ica en la aldea global no p uede ser lim itada.”4 En este sentido, la aldea global implica la idea de com unidad glo­ bal, m undo sin fronteras, shopping cenlerglobal, disneylandia universal. “En todos los lugares todo se parece cada vez más a todo y más, a m e­ dida que la estructura de preferencias del m undo es presionada ha­ cia un punto com ún hom ogeneizaclo.”5 La “fábrica global” sugiere u n a transform ación cuantitativa y cuali­ tativa del capitalismo, más allá de todas las fronteras y subsum iendo form al o realm ente todas las otras formas de organización social y téc­ nica del trabajo, de la producción y la reproducción am pliada del ca­ pital. Toda econom ía nacional, sea cual sea, se vuelve provincia de la econom ía global. El m odo capitalista de producción entra en una épo­ ca propiam ente global, y no internacional o m ultinacional. Así, el m ercado, las fuerzas productivas, la nueva división internacional del trabajo, la reproducción am pliada del capital, se desarrollan en escala m undial. Una globalización que, progresiva y contradictoriam ente, 3 Marshall M cLuhan, “A im agem , o som e a furia”, en Bernard R oscn berg y David M anning W hite (com p ilad ores), Cultura de mnssa, Sao Paulo,.C ultrix, 1973, pp. 563570; cita d e las pp. 564-565. 4 Marshall M cLuhan y Bruce R. Powers, Tin;global villug S.N. Eisenstadt, “Social change, d iferentiation and evolution", American Sociological Omino, vol. 29, núm . 3, 1964, pp. 375-386; cita d e la p. 384; S.N. Eisenstadt, Moder­ nización. M ovimiento de, protesta y cambio social, B u en os Aires, Am orrortu, 1972; Clark Kerr, John T. D u n lop , Frederick H. H arbison y Charles A. Myers, Induslnnlism and in­ dustrial man (The. proble.m o¡ labor and. mmiuge.menl in nconornic growlh), Cam bridge, Har­ vard University Press, 1960; Joseph A. Schum peler, Teoría del desenvolnimie.n 1o económico, M éxico, F ondo d e Cultura E conóm ica, 1944, especialm en te cap. li: “El Fenóm eno Fun­ d am ental del d esenvolvim ien to e c o n ó m ic o ”. 6 H erbert Marcuse, “Som e social im plications o f m odern tech n ology”, Sludi.es in pin-

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LA OCCIDENTALIZACIÓN DEL M U N D O

Es el reino de la razón instrum ental, técnica o subjetiva, que perm ea progresivam ente todas las esferas de la vida social, en el ámbito local, nacional, regional y m undial. En el mismo curso de la m oder­ nización del m undo, sim ultáneam ente a la globalización del capitalis­ m o, prosigue la generalización del pensam iento pragm ático o tecnocrático. Ambos cam inan juntos, más o m enos conjugados o desencon­ trados, difundiéndose p o r el m undo. Este es el m odo de pensar y ac­ tuar que se generaliza. “Se relaciona esencialm ente con m edios y fi­ nes, con la adecuación de procedim ientos a propósitos más o m enos tenidos p o r ciertos y que se suponen autoexplicativos. Concede poca im portancia a la indagación de si los propósitos como tales son racio­ nales. Si esa razón se relaciona de cualquier m odo con los fines, ella tiene p o r cierto que éstos son tam bién racionales en el sentido subje­ tivo, es decir, que sirven a los intereses del sujeto respecto a la autopreservación, ya sea del individuo aislado o de la com unidad de cuya subsistencia dep en d e la preservación del individuo. La idea de que un objetivo p u ed a ser racional por sí mismo -fu n d am en tad a en las cualidades que se pu eden discernir en é l- sin referencia a cualquier especie de lucro o ventaja para el sujeto, es internam ente ajena a la razón subjetiva, incluso cuando ésta se yergue p o r encim a de la con­ sideración de valores utilitarios inm ediatos y se dedica a reflexiones sobre el orden social como un todo.”7 Pero bajo el ideario de la m odernización universal está presente la idea de evolución progresiva, diferenciación creciente, perfecciona­ m iento ilimitado. Según esta perspectiva, la m undialización sería un desdoblam iento posible, necesario e inevitable del proceso de m oder­ nización inherente al capitalismo, entendido como proceso civilizatorio destinado a realizar una especie de culminación de la historia de la hum anidad. Poco a poco, m odernizar y evolucionar se vuelven recípro­ cam ente referidos, intercambiables, correspondientes. En la estela de la m odernización están la evolución y el crecimiento, el desarrollo y el progreso, siempre en el ámbito de la sociedad de m ercado, del capita­ lismo. U na idea antigua, ya presente en las primicias del liberalismo y del positivismo, readquiere vigencia y fuerza en el ámbito de los proble­ mas prácticos y teóricos suscitados por la globalización del capitalismo. losojriiy and sodnl sátrnce, vol. IX, núm . 3, N ueva York, 1941, pp. 414-439; cita de la p. 414. Consultar tam bién, H erbert Marcuse, E l hombre, unidimmxianal, M éxico, Mortiz, 1987. 7 Max H orkheim er, Eclipsa da ruzño, Río de Janeiro, Editorial Labor d e Brasil, 1976. pp. 11-12. C onsultar tam bién, T h eo d o r W. A d orn o y Max H orkheim er, lYudkicu do exclaredmento, R ío d e Janeiro, Jorge Zahar Editores, 1985.

LA OCCIDENTAL1ZACIÓN DEL M U N D O

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El evolucionismo subyacente en la idea de m odernización ya no es sólo el form ulado p o r H erb ert Spencer, un tanto lineal, determ inístico y eurocéntrico. No es el que está im plícito en el positivismo de Auguste Comte, tam bién unilineal, determ inístico y eurocéntrico. El neoevolucionism o form ulado desde m ediados del siglo xx es más m a­ tizado, contem pla rupturas y reorientaciones, además de diferencia­ ciones y cambios de la realidad social como un todo y en sus diversas dim ensiones económicas, políticas, culturales y otras. Está fertilizado p o r las controversias con el m arxism o y otras teorías. Pero conserva un com prom iso esencial con el funcionalism o. En los estudios de cu­ ño evolucionista, la globalización aparece com o culm inación necesa­ ria, más o m enos arm ónica y funcional. C om bina recurrencias y sin­ cronías, cam inando siem pre hacia diferenciaciones necesarias, cada vez más complejas, integradas y perfeccionadas. Supone u n a ten d en ­ cia predom inante de articulación arm ónica entre las partes y el todo: las sociedades nacionales y la sociedad global. Hay algo de ese evolucionismo en la “tesis” del fin de la historia. Esta im plica el supuesto de que la hum anidad estaría llegando, o ya habría llegado, a su estadio superior, a su clímax, al superar contra­ dicciones y rupturas estructurales. A pesar de los problem as aún re­ m anentes, y hasta de otros que surgen, la hum anidad estaría en tran ­ do en u n a época de realización más libre del progreso, dedicándose principalm ente al propio perfeccionam iento. U na especie de antesa­ la del paraíso. “A m edida que la hum anidad se aproxim a al fin del mi­ lenio, las crisis paralelas del autoritarism o y del socialismo centraliza­ do dejarán en el ring a un solo com petidor, com o una ideología de validez potencialm ente universal: la dem ocracia liberal, la doctrina de la libertad individual y de la soberanía popular. Doscientos años después de haber dado vida a las revoluciones francesa y n orteam eri­ cana, los principios de libertad e igualdad se m ostraron no sólo d ura­ deros sino tam bién resurgentes. [...] El éxito de la dem ocracia en un a extensa variedad de lugares y entre m uchos pueblos diferentes indicaría que los principios de libertad e igualdad en los que se basan no son accidentes o resultados del preconcepto etnocéntrico, sino que son en verdad descubrim ientos sobre la naturaleza del hom bre com o hom bre, cuya verdad no disminuye sino que se vuelve más evi­ den te a m edida que el punto de vista se vuelve más cosm opolita.”8 RFrancis Fukuyama, O Jim da historia n o ultimo homem, Río d e Janeiro, Editora R o o co, 1992, pp. 72-73 y 82 [ed. esp.: E l f i n de la historia y ¡d último homlrre, Barcelona, P lan e­ ta, 1992].

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En la época de la globalización del capitalismo en tí a en escena la ideología neoliberal com o su ingrediente, producto y condición. C uando se crean, fortalecen y generalizan las estructuras globales de po d er sobre los estados nacionales, se crea la ilusión de que la época agitada del capitalismo alcanzó su límite, de que llegó el fin de la his­ toria. Se im agina “que la hum anidad alcanzó el pun to final de su evo­ lución ideológica con el triunfo de la dem ocracia liberal occidental sobre todos sus com petidores a finales del siglo xx. El fascismo, otro­ ra un poderoso rival, fue categóricam ente destruido en la segunda g u erra m undial. El com unism o, el gran adversario de la posguerra, estaba en visible colapso, rindiéndose com o sistema al capitalismo al que en otro tiem po había intentado derribar. Desacreditadas estas dos alternativas globales, quedaban residuos locales del pasado histó­ rico: nacionalism os sin contenido social definido o pretensión univer­ sal, fundam entalism os confinados a com unidades religiosas específi­ cas en zonas subdesarrolladas del tercer m undo. La victoria del capi­ talismo liberal se alcanzó no sólo en Europa, con la d erro ta del nazis­ m o y la desintegración del stalinismo, sino tam bién en el campo de batalla de Asia, con la transform ación de Japón en la posguerra, la li­ beralización en curso de Corea del Sur y Taiwán, la creciente m ercantilización de C hina”.9 Tal vez se pueda decir que, en esencia, el evolucionismo se funda en una historicidad un tanto lineal, automática, producida p o r la diferen­ ciación in tern a de las actividades y funciones. Transfiere a la realidad social, o propiam ente histórica, el principio epistemológico form ulado por el evolucionismo darwinista, relativo a la biología hum ana, a la fau­ na y a la flora. Contiene una especie de organicismo e implica una vi­ sión naturalista de la vida social, de la historicidad de lo social. “En nuestro estudio de las sociedades, estaremos orientados por una pers­ pectiva evolutiva... Esta concibe al hom bre como integrante del m un­ do orgánico, y a la sociedad hum ana y a la cultura como analizadas co­ rrectam ente en el marco general adecuado al proceso de la vida. Se use o no el adjetivo ‘biológico’, el princpio de la evolución está firm em en­ te establecido como aplicable al m undo de las cosas vivas. Aquí se de­ be incluir el aspecto social de la vida hum ana. Algunos conceptos bási­ cos de la evolución orgánica -p o r ejemplo, variación, selección, adap­ tación, diferenciación e integración- constituyen, cuando están ade51 Perry Anclerson, O ¡un da historia (Da Httgd a Fukuyama), Río tic Janeiro, Jorge Zahar Editores, 1992, p. 11.

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cuadam ente ajustados al aspecto social y cultural, el centro de nuestr o interés. La evolución sociocultural, como la evolución orgánica, avan­ zó, a través de la variación y la diferenciación, de formas simples a for­ mas progresivamente más complejas. [...] Nuestra perspectiva eviden­ tem ente su p o n e... que las sociedades interm edias son más adelantadas que las sociedades primitivas, y que las sociedades m odernas... son más adelantadas que las sociedades interm edias.”10 Así se intenta conferir mayor consistencia científica a la teoría de la m odernización del m undo. Además de ser racional, o pragmática, se apoya en el paradigm a evolucionista. Un evolucionismo no exento de darwinismo social, al abarcar eurocentrism o y racismo en diferentes gradaciones, siempre a partir de la “tesis” de que el m undo evoluciona hacia el m odelo o parám etro representado por las sociedades domi­ nantes. Se trata de sociedades en las que predom ina el neoliberalism o económico principalm ente, y el político secundariam ente. “La fase ‘im perialista’ de las relaciones de la sociedad occidental con el resto del m undo fue transitoria. Hoy, la tendencia a la m odernización se ha vuelto mundial. Específicamente, las élites de la mayoría ele las socieda­ des no m odernas aceptan aspectos cruciales de los valores de la m oder­ nidad, principalm ente el desarrollo económico, la educación, la inde­ pendencia política y cierta form a de ‘dem ocracia’. Aunque la institucionalización de esos valores sea desigual y esté llena de conflictos -y así deba perm anecer por largo tiem po-, probablem ente continuará la tendencia a la m odernización en el m undo no occidental.”11 Además, el evolucionismo ha sido un estado de espíritu frecuente y generalizado en las ciencias sociales. Aparece explícito y subyacen­ te en conceptos, categorías e interpretaciones. Desde los fundadores de las ciencias sociales, y tam bién en sus continuadores, son frecuen­ tes las intuiciones e interpretaciones que se hacen eco de una visión evolucionista de la sociedad, la cultura, la econom ía, la política, la geografía, la historia y el pensam iento. Hay algo de evolucionista en la teoría sistémica, así como en la teoría de la m odernización, ambas beneficiarías del funcionalism o presente o subyacente en los ideales 10 Talcott Parsons, Suciedades (Perspectivas evolutivas e comparativas), Sao Paulo, Livraria P ioneira Editora, 1969, pp. 12-13 y 171 [ecl. esp.: La sodedad, perspectivas evolutivas y comparativas, M éxico, Trillas, 1974], Consultar tam bién, S.N. Einsenstadt, “T h eories o f social and political evolution and d evelop m en t”, p ublicado por U n esco, '¡'he social satiri­ ces (Problems and orientations), La Haya, París, M outon, 1968, pp. 178-191. 11 Talcott Parsons, O sistema das sociedades modernas, Sao Paulo, Livraria P ion eira Edi­ tora, 1974, p. 165 [ed. esp.: El sistema de las sodedades modernas, M éxico, Trillas, 1974].

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de H e rb ert Spencer, Charles Darwin y Auguste Comte, entre otros. Cabe reconocer p o r lo tanto que la teoría de la m odernización del m undo, con sus ingredientes evolucionistas, lleva consigo la idea de occidentalización del m undo. Al mismo tiem po que im plica la gene­ ralización del capitalismo, im plica la occidentalización como proceso civilizador. En prácticam ente todos los autores que interpretan las realidades sociales en térm inos de m odernización o que teorizan so­ bre las condiciones, dificultades y objetivos de la m odernización, se en cu en tran presentes los ideales de europeización o norteam ericanización. “El m odelo occidental de m odernización contiene elem entos y secuencias cuya pertinencia es global. En todos los lugares, por ejem plo, la creciente urbanización tiende a elevar la alfabetización; la elevación de la alfabetización tiende a aum entar la exposición de los individuos a los m edios de com unicación; la creciente exposición a los m edios de com unicación ha estado acom pañada de una mayor participación económ ica (renta p er cápita) y participación política (voto). El m odelo desarrollado en O ccidente es un hecho, El mismo m odelo básico reaparece en virtualm ente toda sociedad en m oderni­ zación, en todos los continentes del globo, independientem ente de las variaciones de raza, color, credo... ”1Ju n to con la m odernización en m archa con el capitalismo y el occidentalismo, se generaliza el predom inio de las más diversas tecnologías de producción y control sociales. Toda tecnología, en la mecüda i que está inserta en la vida de la sociedad o en el juego de las formas socia­ les, se transform a en técnica social, y puede servir a distintas finalida­ des. Pero com o técnica m onopolizada o adm inistrada por los que de­ tentan el poder, en sociedades atravesadas por desigualdades sociales, económicas, políticas y culturales, es evidente que tiende a ser m anipu­ lada de m odo que reitere y desarrolle las estructuras prevalecientes en sus diversidades y desigualdades. En este contexto, las tecnologías de la electrónica, entre otras, intensifican y generalizan la racionalización de las más diversas formas sociales de vida y trabajo, de los más diferentes m odos de ser y pensar. Poco a poco, la sistemática de la tecnología pue­ bla y organiza tam bién el imaginario de individuos y colectividades. Al entrar en la fábrica de simulacros y virtualidades, la tecnología ayuda a instituir parám etros de pensam iento e im aginación.1?’ D aniel Lerner, The passing o f tradilional sonely (M odem izing the Muidla Easl), N ueva York, T h e Free Press, 1966, p. 46. Consultar tam bién, David E. Apter, The politics o f modem izalian, C hicago, T h e University o f C hicago Press, 1965. 13 p¡ei re Lévy, L a machíne univers (Crcalían, cognition el iu.llura informatújuc), París, La

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En sus líneas básicas, la teoría de la m odernización del m undo pue­ de ser vista como una versión más conspicua de la “teoría” de la occidentalización del m undo. U na sustituye a la otra, pero sin que ésta sea abandonada. Sucede que la teoría de la occidentalización no oculta­ ba, u ocultaba muy mal, el eurocentrism o y el etnocentrism o del pen­ sam iento europeo; elem entos después asumidos, en buena m edida, p or el pensam iento norteam ericano. Además, las ciencias sociales se desarrollan, se vuelven más sofisticadas, elaboran conceptos e inter­ pretaciones que parecen más exentos, más neutros. La teoría de la m odernización es una form ulación “científica” que contem pla algu­ nos de los valores del occidentalismo. Articulada en térm inos lógicos y teóricos, codifica y establece parám etros que, sim ultáneam ente, ex­ plican la trayectoria de las sociedades occidentales y apuntan las con­ diciones y posibilidades de la evolución de las otras sociedades. En am ­ bos casos, tratándose de occidentalización y de m odernización, preva­ lece el com prom iso esencial con la form ación, el desarrollo y la con­ solidación del capitalismo en niveles local, nacional, regional, interna­ cional y global. “Al im ponerse en escala m undial, el capitalismo creó un a doble exigencia de universalismo. Por un lado, en el plano del análisis científico de la sociedad, el descubrim iento de las leyes univer­ sales que ordenan la evolución de todas las sociedades. Y p o r otro, la form ulación de un proyecto hum ano igualm ente universal que perm i­ te rebasar los límites históricos (de las sociedades atrasadas)... Esta óp­ tica inspira fatalm ente u n a percepción ‘etapista’ de la evolución nece­ saria: las sociedades capitalistas atrasadas (periféricas) deben ‘repro­ du cir’ el m odelo avanzado”; en caso contrario pueden ser sorprendi­ das p or los desafíos representados por los nuevos desarrollos posibles, y hasta necesarios, del m odelo avanzado.14 Llevada a las últimas consecuencias, la tesis de la m odernización del m undo tam bién perm ite contem plar las diversidades locales, naciona­ les y regionales, del mismo m odo que las sociales, económicas, políti­ cas y culturales. Aunque la m odernización tienda a im poner las más diD écou verte, 1987; N eil Postm an, Technology (The surrender o¡ culture lo lachnology), N ueva York, V intage Books, 1993. U n a de las prim eras versiones de la n oción d e técn ica so­ cial: Karl M annheim , M a n and soc.iely in an age o f raamslruclion, N ueva York, H arcourt, Brace and Co., 1949, parte V, cap. l, “T h e con cep t o f social tech n iq u e”. 14 Sam ir Am in, 1.’mrocanlnsmt: (Critique d ’u ne ideología), París, A n th op os, 1988, p. 18 [ed. esp.: El eurocentrism o: crítica de una id eología, M éxico, Siglo XXI, 1989], C on­ sultar tam bién, Edward W. Said, Orientalismo, Madrid, Libertarias, 1990; K.M. Panikkar, Asia and Western d o iu in n n tx Londres, G eorge A lien & Unwin, 1959; Eric R. Wolf, Euro­ pa y la gente sin historia, M éxico, F ond o de Cultura E conóm ica, 1987.

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versas formas de organización social de la vida y el trabajo, esto no se da de m odo abrupto, inexorable, m onolítico. En cuanto proceso civilizatorio abarcad o r, ha conmovido con los más diferentes patrones, valo­ res e instituciones. C ontem pla las más distintas m odalidades de confi­ guraciones culturales, religiosas, lingüísticas, étnicas, sociales, políticas y, tam bién, económicas. Los patrones, valores e instituciones de la mo­ dernización no se efectúan más que en contrapunto con patrones, va­ lores e instituciones diferentes, “extraños”, “orientales”, “arcaicos”, “exóticos”. Son múltiples y diferenciadas las formas sociales y cultura­ les, o de civilización, con las que se confrontan los patrones, valores e instituciones m odernos o m odernizantes. No sólo en Asia, Oceanía, Africa, América Latina y el Caribe, sino tam bién en América del Norte (Estados Unidos y C anadá), así como en las sociedades nacionales de Europa Occidental, son múltiples y diferenciadas las formas sociales y culturales, o de civilización, con las que se enfrentan los patrones, valo­ res e instituciones implicados en el proceso de m odernización. Pero es­ te proceso tiende a predominar, estableciendo condiciones y posibili­ dades o inaugurando tendencias. La m odernización trae consigo las ideas de crecimiento, desarrollo, progreso o evolución. Se funda en el supuesto de que las más diversas esferas de la vida social pueden ser modificadas en el sentido de la secularización y la individualización, com prendiendo la mercantilización, industrialización, urbanización, propiedad privada, libertad e igualdad de propietarios organizados en un contrato jurídicam ente establecido. También puede contem plar las nociones de legitimidad, legalidad, representatividad, gobernabilidad, sufragio, partido político, división de los poderes gubernam entales en legislativo, ejecutivo y judicial, lo cual puede propiciar las condiciones de construcción de la soberanía, hegem onía y ciudadanía. Sin em bargo, cabe observar que en el ám bito de la m odernización, de la formación social m oderna o m odernizante, conviven varias y con­ tradictorias temporalidades. Son diversos los pasados., próxim os y re­ motos, presentes en el curso de la m odernización, sea cual fuere su ni­ vel de realización. Modernizar, m uchas veces, es volver contem poráneo lo que es pretérito; y a veces son diversos los pretéritos heredados o re­ creados en configuraciones presentes. Sim ultánem anete, m odernizar es inaugurar lo nuevo o desconocido, ya sea proveniente “de afuera”, ya sea oriundo de cambios “internos”. En todos los casos, está en cues­ tión el contrapunto entre lo contem poráneo y lo no contem poráneo. Y son m uchas las situaciones en las que m odernización significa la bús­ queda, o imposición, de la contem poraneidad. Se desencadenan o in­

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tensifican procesos destinados a volver a individuos, grupos, clases, co­ lectividades o pueblos contem poráneos de su tiempo; entendiéndose que el parám etro de la contem poraneidad lo da la sociedad “más desa­ rrollada” o sim plemente dom inante. Pero nada im pide que subsistan, naturalm ente en distintas gradaciones, las más diferentes formas de di­ versidades y desigualdades, en térm inos no sólo de tiempos sino tam­ bién de espacios. En el mismo curso de la m odernización, así como en el ámbito de la form ación social m oderna o m odernizada, se desarro­ lla la no contem poraneidad o la pluralidad de los tiempos. A unque los procesos de globalización y m odernización se desen­ vuelven sim ultánea y recíprocam ente por el m undo, tam bién p ro d u ­ cen desarrollos desiguales, divergentes, contradictorios. En el mismo curso de la integración y la hom ogeneización se desarrolla la frag­ m entación y la contradicción. Al encontrar otras formas sociales de vida y trabajo, que incluyan culturas y civilizaciones, se constituyen las más sorprendentes diversidades. Tanto pueden reavivarse las formas locales, tribales, nacionales o regionales com o pueden suceder desa­ rrollos inesperados de occidentalidad, capitalismo y racionalidad. El mismo vasto proceso de globalización del m undo es siem pre un vas­ to proceso de pluralización de los m undos. Lo que crea la ilusión de integración u hom ogeneización es el he­ cho indiscutible de la fuerza del occidentalismo, conjugado con el ca­ pitalismo. Tanto la filosofía, ciencia y arte de origen occidental como las fuerzas productivas y las relaciones de producción desarrolladas con el capitalismo, se difunden por el m undo, muchas veces de m odo con­ jugado. Hay centros de poder, agencias de difusión y puesta en prácti­ ca que actúan más o m enos universalmente en térm inos de lo que se define como m oderno, racional, científico, técnico, pragm ático.15 En este escenario florece una parte im portante de la retórica sobre la posm odernidad. Se habla de posm odernidad tanto en París como en la ciudad de México, en Nueva York como en la ciudad de El Cabo, en Moscú como en Nueva Delhi, en Tokio como en Pekín, en H ong Kong como en Puerto Príncipe. Cuando se confunden m odernización y mo­ dernidad, se vuelve fácil hablar de posm odernidad, olvidando que aún no es posible hablar de posm odernización. Pero esto no im pide que Xavier P olan co (o rg.), Nais sanee d dúwlopmenl de la sdenca-monde, París, La D écouverte, 1990; Ernst B. Haas, Mar y Pat W illiams y D on Babai, S á m tisls and world arder (The. usas of luchnical hnowledge in intum alional organizalions), Berkeley, University o f California Prcss, 1977; V.A. V inogradov y otros, “Toward an in ternational inform ation system ”, Inlernalional Sodal Sdance Journal, vol.XXXW, núm . 1, 1981, pp. 10-49.

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muchos, cuando pretenden ser superlativos a propósito de m oderniza­ ción, apelen a la idea de posm odernidad. Mezclan el proceso históricosocial con el m odo de ser, actuar, pensar, imaginar; el m odo de organi­ zar la vida social con el estado de espíritu; las determ inaciones de las formas de sociabilidad vigentes, o en realización, con los horizontes fi­ losóficos, científicos, artísticos que pueden trascender las configuracio­ nes sociales. Sí: la m odernidad se refiere a un m odo de ser, actuar, pen­ sar e imaginar, o sea, a un estado de espíritu que abarca dilemas y ho­ rizontes filosóficos, científicos y artísticos. Se desarrolla de m odo frag­ m entario y contradictorio, principalm ente en las sociedades de Euro­ pa Occidental. Sim ultáneam ente y cada vez más, se difunde por las más diversas tribus, naciones y nacionalidades. Incluso pasa a adquirir desa­ rrollos notables en otros lugares, originalm ente no occidentales. En los tiempos de la globalización sigue desarrollándose de m odo fragm enta­ rio y contradictorio. Se trata de un m odo de ser, de un estado de espí­ ritu, en el que se expresan horizontes excepcionales de emancipación y enajenación. “Ser m odernos es encontrarnos en un entorno que nos prom ete aventuras, poder, alegría, crecimiento, transform ación de no­ sotros y del m undo y que, al mismo tiempo, amenaza con destruir to­ do lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos. Los en­ tornos y las experiencias m odernas atraviesan todas las fronteras de la geografía y la etnia, de la clase y la nacionalidad, de la religión y la ideo­ logía: se puede decir que en este sentido, la m odernidad une a toda la hum anidad. Pero es una unidad paradójica, la unidad de la desunión: nos arroja a todos en una vorágine de perpetua desintegración y reno­ vación, de lucha y contradicción, de am bigüedad y angustia.”16 La m o d ern id ad p uede ser algo que subsiste y se desarrolla en m e­ dio de las más diversas m odalidades de m odernización. Pero cabe re­ conocer que la m odernización, p o r la m anera en que ocurre en el m undo, está predom inantem ente determ inada p o r la racionalidad del capitalismo, en cuanto racionalidad pragm ática, técnica, autom á­ tica. En lugar de em ancipar individuos y colectividades en sus posibi­ lidades de realización e im aginación, produce y reproduce sucedá­ neos, simulacros, virtualidades o espejismos. Es verdad que los suce­ dáneos, simulacros, virtualidades o espejismos, ju n to con los collages, m ontajes, bricolages, desconstrucciones, pastiches y otros lenguajes lh Marshall B erm an, lo do lo .sólido se desvanece en el aire. La experiencia, de la moderni­ dad, M éxico, Siglo XXI, 1988, p. 1. Consultar tam bién, David Harvey, Condigno pós-moderna, Sao Paulo, E d ifó es Loyola, 1992; Jean-Francois Lyotard, Opós-nioderno, Río de Ja­ neiro, José O lym pio Editora, 1986.

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p u ed en ser tom ados como m anifestaciones o preanuncios de posm o­ dernidad. Pero tam bién es verdad que esos lenguajes pueden ser to­ m ados como m anifestaciones extremas, m uchas veces inesperadas y aún no adecuadam ente codificadas, de m odernidad. Son los lengua­ jes de la desterritorialización de las cosas, gentes e ideas, más allá de fronteras culturales y de civilización, por m edio de los que se estable­ cen los horizontes de la m odernidad-m undo.

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C uando el sistema social m undial se pone en m ovimiento y se m oder­ niza, entonces el m undo em pieza a parecer una especie de aldea glo­ bal. Poco a poco o de repente, según el caso, todo se articula en un vasto y com plejo todo m oderno, m odernizante, m odernizado. Y el signo p o r excelencia de la m odernización parece ser la com unica­ ción, la proliferación y la generalización de los m edios im presos y electrónicos de com unicación, articulados en tramas m ultim edia que llegan a todo el m undo. La noción de aldea global es una expresión de la globalización de las ideas, patrones y valores socioculturales, imaginarios. Puede ser vista com o u n a teoría de la cultura m undial, entendida com o cultura de masas, m ercado de bienes culturales, universo de signos y símbo­ los, lenguajes y significados que crean el m odo en el que unos y otros se sitúan en el m undo o piensan, im aginan, sienten y actúan. A consecuencia de las tecnologías oriundas de la electrónica y la in­ formática, los medios de comunicación adquieren mayores recursos, más dinamizados, alcances m ucho más distantes. Los m edios de com u­ nicación de masas, potenciados por esas tecnologías, rom pen o rebasan fronteras, culturas, idiomas, religiones, regím enes políticos, diversida­ des y desigualdades socioeconómicas y jerarquías raciales, de sexo y edad. En pocos años, en la segunda mitad del siglo XX, la industria cul­ tural revoluciona el m undo de la cultura, transform a radicalm ente el imaginario de todo el m undo. Se form a una cultura de masas mundial, tanto p or la difusión de las producciones locales y nacionales como por la creación directa en escala mundial. Son producciones musicales, ci­ nematográficas, teatrales, literarias y otras, lanzadas directam ente al m undo como signos m undiales o de la mundialización. Se difunden p or los más diversos pueblos, independientem ente de sus peculiarida­ des nacionales, culturales, lingüísticas, religiosas, históricas y otras. Son producciones a veces rodeadas de aura científica o filosófica, como los rum ores sobre el fin de la historia, el fin de la geografía, la génesis de la Tierra-patria, las maravillas de la sociedad informática, el m undo co­ m o paraíso libre del castigo del trabajo enajenado. “En el próxim o si­ glo, la T ierra verá que su conciencia colectiva se eleva por encim a de la

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superficie terrestre en una densa sinfonía electrónica, en la que todas las naciones -si siguen existiendo como entidades separadas-vivirán un haz de sinestesia espontánea. [...] Más y más personas entrarán en el m ercado de informaciones, perderán sus identidades privadas en ese proceso, pero surgirán con capacidad para interactuar con cualquier persona en la faz del globo. Referéndum s electrónicos masivos y espon­ táneos atravesarán continentes. El concepto de nacionalismo declinará y también los gobiernos regionales caerán como consecuencia política de la creación de un gobierno m undial por satélite artificial. El satélite será usado como el instrum ento m undial más im portante de propagan­ d a en la guerra por los corazones y m entes de los seres hum anos.”1 En el ámbito de la aldea global, prevalecen los medios electrónicos como un poderoso instrum ento de comunicación, inform ación, com­ prensión, explicación e imaginación de lo que sucede por el m undo. Ju n to con la comunicación impresa, los medios electr ónicos pasan a de­ sem peñar el singular papel de intelectual orgánico de los centros m un­ diales de poder, de los grupos dirigentes de las clases dom inantes. Aun­ que mediatizados, influidos, cuestionados o asimilados en el ámbito lo­ cal, nacional y regional, poco a poco esos medios adquieren el carácter de un singular e insólito intelectual orgánico, articulado a las organiza­ ciones y empresas transnacionales predom inantes en las relaciones, procesos y estructuras de dom inación política y apropiación económica que tejen el m undo, de acuerdo con el “nuevo orden económico m un­ dial” o las nuevas geopolíticas y geoeconomías regionales y mundiales. “La angustia crítica en que viven hoy todos los hom bres es, en gran me­ dida, el resultado de esa zona interfacial que existe entre una cultura mecánica, fragm entada y especializada en decadencia, y u na nueva cul­ tura integral, que es completa, orgánica y macrocósmica. Esta nueva cul­ tura no depende en absoluto de las palabras. De hecho, el lenguaje y el diálogo ya tom aron la form a de interacción entre todas las zonas del m undo. [...] La com putadora suprime el pasado hum ano, convirtién­ dolo por entero en presente. Hace que sea natural y necesario un diá­ logo entre culturas, pero prescindiendo por completo del discurso... La palabra individual, como depósito de información y sentimiento, ya es­ tá cediendo a la gesticulación macrocósmica.”2 1 Marshall M cLuhan y Bruce R. Powers, 'H u í global village (Transfarmalum in world lif. 21x1 century), N ueva York-Oxford, O xford University Press, 1989, pp. 95-118 [ed. esp.: La aldea global. Transfarmaáones en la vida y los medios de comuniranón mundiales en el siglo XXI, M éxico, G edisa, 19911. 2 Marshall M cLuhan, Q u en tin Fiore y [eróm e Agel, Guerra y paz en la aldea global, B arcelona, M artínez Roca, 1971, pp. 72-73 y 98-99.

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Está claro que los medios de comunicación globales no son m onolí­ ticos. Están atr avesados por imposiciones locales, nacionales y regiona­ les, así como por divergencias políticas, culturales, religiosas y otras. Se com ponen de empresas, corporaciones y conglom erados que compi­ ten en los mercados y se disputan clientes, audiencias, públicos, estra­ tos sociales. Son sensibles a las reivindicaciones de diferentes grupos y clases sociales, movimientos sociales y partidos políticos, iglesias y go­ biernos. En este aspecto, y tomados globalm ente, los medios de comu­ nicación expresan m ucho de lo que sucede en el m undo, en la ola de integración y fragm entación, en el ámbito de las diversidades y desi­ gualdades, en el juego de los conflictos y de las acomodaciones. Sin embargo, sim ultáneam ente, una parte de esos mismos medios de com unicación opera en consonancia con centros de poder de alcan­ ce mundial. Con frecuencia presentan el m undo com o un vasto video­ clip, un caleidoscopio aparentem ente sin nexo, transfigurando y refi­ gurando los acontecim ientos como un espectáculo, en el cual todo y cualquier dramatismo queda subjetivado, en el cual las dim ensiones épicas de los acontecim ientos se disuelven en la pirotecnia del audiovi­ sual, tanto simulado y virtual como desterritorializado y ahistórico. La verdad es que la industria cultural tam bién adquirió alcance global. Atraviesa fronteras de todo tipo, geográficas, políticas, cultu­ rales, religiosas, lingüísticas y otras. Se transform a en un poderoso sector de producción, en el sentido de producción de m ercancías, lu­ cro o plusvalía. Em plea a millares de intelectuales de todas las espe­ cialidades, de los más diferentes campos del conocim iento, como asa­ lariados, trabajadores productivos cuya fuerza de trabajo produce ex­ cedente, lucro o plusvalía. Transfigura al periodista, al escritor, al científico social, al publicista, locutor, escenógrafo, técnico de soni­ do, especialista en efectos visuales coloridos y sonoros, artífice de la estética electrónica y m uchos otros en un vasto trabajador colectivo, un intelectual orgánico aún poco conocido. Sim ultáneam ente, la in­ dustria cultural produce y reproduce signos, símbolos, imágenes, so­ nidos, formas, colores, movimientos, todo esto en las más innovado­ ras o inocuas, prosaicas o sorprendentes com binaciones, poblando el im aginario de m uchos en todo el m undo. En el ámbito de la aldea global, todo tiende a volverse representa­ ción estilizada, realidad pasteurizada, simulacro, virtualidad. La indus­ tria cultural se transform a en un poderoso m edio de fabricación de re­ presentaciones, imágenes, formas, sonidos, ruidos, colores y movimien­ to. De m anera cada vez más libre, arbitraria o imaginativa, el m undo

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que aparece en los medios de comunicación tiene m ucho de un m un­ do virtual, algo que existe en abstracto y por sí o en sí. Muchas veces, tiene apenas una rem ota resonancia de lo que podrían ser los aconte­ cimientos, las configuraciones y los movimientos de la sociedad, en los niveles local, nacional, regional o global. “En principio, la inform ación está ahora a disposición inm ediata en todo el globo y puede ser alma­ cenada o recuperada, siempre que se disponga de elecm cidad. El tiem­ po y el espacio ya no están restringidos al intercam bio de inform acio­ nes. La aldea global de McLuhan es técnicam ente realizable.”3 Todo se globaliza y virtualiza, como si las cosas, las gentes y las ideas se trasfiguraran por la magia de la electrónica. La ola m odernizante no se detiene nunca, y se difunde por los más rem otos y recónditos rinco­ nes y entresijos de los m odos de vida y ü abajo, de las relaciones socia­ les, de las objetividades, subjetividades, imaginarios y afectividades. M cLuhan “vio la tecnología como una extensión del cuerpo. De la mis­ ma form a que la rueda es una extensión del pie, el telescopio una ex­ tensión del ojo, así la red de comunicación es una extensión del siste­ m a nervioso. Así como la red de com unicaciones se difundió p o r el m undo, así ocurrió con nuestra red neural. La televisión se volvió nues­ tros ojos, el teléfono nuestra boca y oídos. Nuestros cerebros son los de un sistema nervioso que se extiende por todo el m undo.”4 Es com o si cada individuo pasara a ser eslabón de m últiples redes de com unicación, inform ación, interpretación, diversión, aflicción, evasión. Cada individuo puede ser un haz de articulaciones locales, nacionales, regionales y m undiales, cuyos movimientos y centros de emisión están dispersos y desterritorializados en el m undo exterior. Su m odo de ser, que com prende acciones, relaciones, reflexiones y fantasías, pasa a estar cada vez más poblado por los signos difundidos p o r la aldea global. En el ámbito de la sociedad m undial en formación, cuando son ca­ da vez más num erosas y generalizadas las señales de la globalización, tam bién se multiplican los pastiches, los simulacros y las virtualidades. Las más diversas realidades sociales, en sus expresiones económicas, :jí Mark Póster, The mode o f information: Poslstrucluralism and sodtd amlext, Cam bridge, Polity Press, 1990, p. 2. Citado por Benjam ín W ooley, Virtual wtrrlds (A joum/ty in hype an d hyperrr.alily), Londres, P enguin Books, 1992, p. 124. Consultar tam bién, Arrnand Mattelart, L a rom unicadón-mundo (Historia de las ideas y de las estrategias), M éxico, Siglo XX I, 1996, especialm en te el cap. 6: “Del progreso a la com unicación: las m etam orfo­ sis co n cep tu a les”. 4 Benjam ín Wooley, Virtual wtrrlds (A jimrney in hype and hyperreality), Londres, P en ­ guin Books, 1992. pp. 124-125.

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políticas y culturales, adquieren configuraciones desconocidas e inimaginadas, no sólo para el público en general, sino tam bién para los cien­ tíficos sociales. En todas las esferas de la vida social, incluidas evidente­ m ente las empresas transnacionales y las organizaciones multilaterales, los medios de com unicación de masas y las iglesias, las bolsas de valo­ res y los festivales de música popular, las carreras automovilísticas y las guerras, todo se tecnifica, se organiza electrónicam ente, adquiere las características del espectáculo producido con base en las redes electró­ nicas informáticas automáticas instantáneas universales. La aldea global puede ser una m etáfora y u n a realidad, una confi­ guración histórica y una utopía. Puede ser sim ultáneam ente todas es­ tas posibilidades. Desde que las técnicas de la electrónica propiciaron la intensificación y la generalización de las comunicaciones, más allá de toda y cualquier frontera, se aceleró un proceso que ya se estaba de­ sarrollando en el ám bito de las relaciones internacionales, de las orga­ nizaciones m ultilaterales y de las corporaciones transnacionales. Lo que el m undo ya conocía, a fines del siglo xix y comienzos del xx, co­ mo m onopolios, trusts y cárteles, que tejían geoeconom ías y geopolí­ ticas de sistemas imperialistas, o econom ías-m undo, preanunciaban los prim eros contornos de lo que sería, a fines del siglo xx, la aldea global. En la m edida en que se desarrollan las relaciones, los procesos y las estructuras de dom inación y apropiación que constituyen la so­ ciedad global, lo que se intensifica y generaliza con la creciente movi­ lización de técnicas electrónicas, m uchos em piezan a percibir el m un­ do com o una vasta e insólita o idílica aldea global. La aldea global es diseñada, tejida, coloreada, sonorizada y movili­ zada p o r todo un com plejo de elem entos dispares, convergentes y contradictorios, antiguos y renovados, nuevos y desconocidos que for­ m an redes de signos, símbolos y lenguajes, que abarcan publicaciones y emisiones, ondas y telecom unicaciones. Estos elem entos incluyen las relaciones, los procesos y las estructuras de dom inación política y de apropiación económ ica que se desarrollan más allá de toda y cual­ quier frontera, desterritorializando cosas, gentes e ideas, realidades e im aginarios. En este horizonte se crea y generaliza la cultura de la m undializa­ ción, com o p ro ducto y condición de esa m isma m undialización. Hay elem entos tam bién dispares, convergentes y contradictorios, antiguos y renovados, nuevos y desconocidos: carnaval, fórm ula 1, mil millas, copa del m undo, olimpiada, música global, cine sobre la diversidad de los m undos socioculturales, m ercados de obras de arte y artistas,

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de producciones científicas y cienficistas, de ídolos de la cultura po­ pular m undial, m anifestaciones de iglesias electrónicas, m ercadotec­ nia de m ercancías m undiales que llevan consigo signos de la cultura de la m undialización, ropas y equipam ientos electrónicos, etiquetas y estilos, palabras e imágenes, simulacros y virtualidades. “La acción del m ercado tiene un efecto igualm ente corrosivo en el otro eje de la tra­ dición poética: el tem poral. La preem inencia del ahora lima los lazos que nos un en al pasado. La im prenta, la televisión, y la publicidad ofrecen diariam ente im ágenes de lo que está pasando ahora mismo aquí y allá, en Patagonia, en Siberia y en el barrio vecino; la gente vi­ ve inm ersa en un ahora que parpadea sin cesar y que nos da la sensa­ ción de m ovim iento continuo y sin cesar acelerado. ¿Nos movemos realm ente o sólo giramos y giram os en el mismo sitio? Ilusión o reali­ dad, el pasado se aleja vertiginosam ente y desaparece. A su vez, la pér­ dida del pasado provoca fatalm ente la pérdida del futuro. [...] Des­ pués de la segunda guerra m undial, las actividades artísticas se han m ultiplicado: museos, galerías, bienales, subastas internacionales, ríos de oro, océanos de publicidad. O tro tanto ocurre, aunque en es­ cala m uchísim o m enor, en el dom inio editorial. Sin em bargo, lo mis­ m o en las artes visuales que en la literatura, predom inan los estereo­ tipos.. . A unque las causas de esta situación son m últiples y complejas, creo firm em ente que una de las principales es la transform ación del antiguo com ercio literario y artístico en un m oderno m ercado finan­ ciero. Este cambio económ ico coincide con otro de ord en m oral y po­ lítico en las dem ocracias de O ccidente: la conversión de los ciudada­ nos en consum idores.”5 En un nivel más de lo que es evidente, el principal tejido de la aldea global ha sido el mexxado, la mercantilización universal, en el sentido de que todo tiende a ser mercantilizado, producido y consum ido como mercancía. Sin embargo, cabe observar que en la base de la aldea glo­ bal, sea cual sea su realidad o idea, está la informatización, están las téc­ nicas electrónicas que com ponen una vasta y laberíntica m áquina uni­ versal que opera múltiples mensajes y está presente en todos los luga­ res. Se trata de las tecnologías de la inteligencia y la imaginación, que caracterizan la era de la inform ática y perm iten diseñar, tejer, colorear, sonorizar y movilizar la aldea global. Producen un m undo digitalizado, virtual, instantáneo, ubicuo, plenam ente esférico o totalm ente plano, O ctavio Paz, La oirá voz: p o m a y fin dr siglo, B arcelona, Seix Barral, 1990, pp. 101 y 103-104.

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unidim ensional y multidim ensional, sin cronología, historia o biogra­ fía. Un m undo concebido como un texto, enm arañado de interfases, un hipertexto solam ente inteligible por las tecnologías de la elecuónica inform ática cibernética universal. Esta es la magia: el caos se transfigura en un sistema de signos, sím­ bolos, lenguajes, metáforas, emblem as, alegorías; sim ultáneam ente, este sistema se transfigura en un texto com plejo, un hipertexto; un hipertexto que p u ed e ser leído, traducido, parafraseado, transliteralizado. “Técnicam ente, un hipertexto es un conjunto de nudos liga­ dos p o r conexiones. Los nudos pueden ser palabras, páginas, im áge­ nes, gráficas o partes de gráficas, secuencias sonoras, docum entos com plejos que p u ed en a su vez ser hipertextos. Los rubros de infor­ m ación no están ligados linealm ente, com o en u n a cuerda con n u ­ dos, sino que cada uno de ellos, o la mayoría, extiende sus conexio­ nes en estrella, de m odo reticular. Navegar en un hipertexto significa p or lo tanto diseñar un recorrido en una red que puede ser tan com­ plicada com o posible. Porque cada nudo puede, a su vez, contener una re d en tera.”6 Así se realiza la m etam orfosis del caos en sistema y del sistema en texto o hipertexto. En el límite, la informatización del m undo perm ite la transform a­ ción de hechos, incluyendo relaciones, procesos y estructuras, en un vasto hipertexto. Y en el mismo proceso ya se constituyen las condicio­ nes de su lectura, traducción, paráfrasis o transliteración. De repente, como en un acto de magia, el caos se convierte en sistema, las configu­ raciones y movimientos de la sociedad m undial en aldea global. Una al­ dea diseñada, tejida, coloreada, sonorizada y movilizada como en una invención lúdica. “Un m apa global ¿no correría el riesgo de volverse ilegible a partir de una cierta cantidad de conexiones, al cubrirse la te­ la de líneas entrecruzadas, en m edio de las cuales no sería posible dis­ tinguir ya nada? Algunas investigaciones contem poráneas parecen m osüar que las representaciones de conexiones en tres dim ensiones serían m enos embarazosas y más fáciles de consultar, dada una misma cantidad, que las representaciones planas. El usuario tendría la im pre­ sión de entrar en un a esü uctura espacial y en ella desplazarse como dentro de un volum en.”7 Sin em bargo, en tre todos los elem entos que se movilizan en la or­ ganización y dinám ica de la aldea global sobresale una categoría de h Pierre Lévy, Av tecnologías da inteligencia (O fu tu ro do pensam m lo na era da informáti­ ca), Río d e Janeiro, Editora 34, 1993, p. 33. 7 Jbid., p. 38.

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intelectuales. Son ellos los que piensan los m edios y m odos de opera­ ción del todo y de sus partes; así colaboran para que se articulen di­ nám icam ente, de m odo que constituyan la aldea com o un sistema global. Son estos intelectuales los que prom ueven la traducción de la organización y la dinám ica de las fuerzas sociales, económicas, políti­ cas y culturales que operan en el ám bito m undial, traspasando fron­ teras, regím enes políticos, idiomas, religiones, culturas y civilizacio­ nes. Para esto operan las tecnologías de la inteligencia, cada vez más indispensables, cuando se trata de diseñar, concebir, colorear, sonori­ zar y movilizar la aldea global, para traducir las configuraciones y los m ovimientos de la sociedad m undial. La aldea global no sería inteligible, como realidad o como imagina­ ción, sin la colaboración activa de toda una m ultitud de intelectuales que trabajan en todo el m undo, en las más diversas organizaciones y corporaciones públicas y privadas, nacionales, regionales, transnacio­ nales y propiam ente globales. Son investigadores, analistas, estrategas, ejecutivos, consultores, asesores, técnicos, especialistas, juniors y seniors, form ados en los más diferentes campos del saber, siem pre movilizando conocim ientos científicos para el desarrollo y la puesta en práctica de técnicas. Se trata de los think-tanlis de todo tipo, organizados para pensar la organización y la dinám ica de la sociedad global, en su todo y en sus partes, en O ccidente y en O riente, en el norte y en el sur, en el cen­ tro y en la periferia, teniendo en cuenta la prosperidad y la crisis, el m ercado y la planeación, lo previsible y lo inesperado, la casualidad y la elección racional, la paz y la guerra. R epresentan una argam asa im­ p ortante, m uchas veces no sólo indispensable sino decisiva, para la operación de las organizaciones y corporaciones en las escalas local, nacional, regional y m undial. C om ponen las tecnocracias y las tecnoestructuras que adoptan y ponen en práctica m uchas de las deci­ siones fundam entales relativas a la sistemática de la aldea global, co­ m o un todo y en sus m últiples partes. “Los procesos de decisión en curso en las políticas m undiales indican que el conocim iento especia­ lizado está influyendo sobre la acción política, puesto que las directri­ ces de actuación pasan por cambios significativos... Los especialistas no están sustituyendo a los políticos, sino que están orientando a los políticos sobre cuestiones que nunca estuvieron en la agenda in tern a­ cional; y están delineando program as de investigación y acción con potencial para alterar la m anera en que se puede interpretar el siste­ m a internacional. Sus interpretaciones constituyen uno de los princi-

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pales com ponentes simbólicos de la interpretación colectiva del hom ­ bre, acerca de su lugar y evolución en este planeta. [...] El conoci­ m iento para la acción es el área ocupada predom inantem ente por es­ pecialistas, consultores, planificadores. Son las personas en las que se apoyan los que deciden cuando se trata de obtener inform ación, con­ tribuciones sobre viabilidades, proyecciones sobre oferta y dem anda, y sobre m odelos relativos a las cadenas de causación implicadas en la realización de objetivos políticos. En otros térm inos, el especialista dom ina los medios considerados relevantes para prom over políticas. El político, sin em bargo, m antiene la prem inencia en la definición de los objetivos de la acción y p or lo tanto, dom ina la conceptualización de los fines. Así, el futuro del orden m undial depende de m odo cru­ cial de la capacidad de los especialistas para convencer a los políticos de que acepten sus m etáforas.”8 Ya son innum erables y difundidos por el m undo los centros e ins­ titutos especializados en estudios, investigaciones, análisis, diagnósti­ cos, pronósticos, realización, evaluación, acom pañam iento, etc., de­ dicados a colaborar con organizaciones y corporaciones públicas y privadas, “La vida en un think-tank es favorable. Los m ejores com bi­ nan p ro fundidad intelectual, influencia política, una razonable publi­ cidad, condiciones confortables y un tanto de excentricidad. Pero cuidado. Las cualidades opuestas -p ed an tería, despropósito, oscuri­ dad, pobreza y convencionalism o- tam bién florecen.”9 Cabe por lo tanto reflexionar un poco más y con nuevos elem en­ tos sobre la tesis de que la globalización de los m edios de com unica­ ción, dinam izada y generalizada por las técnicas de la electrónica, lle­ va consigo la form ación y la preem inencia de un intelectual orgánico de alcance m undial. Se trata de un intelectual orgánico que expresa las form as excepcionales adquiridas p o r la producción, reproducción y universalización de la cultura de masas, subvierte radicalm ente las condiciones de la vida política de los pueblos y obtiene directam ente las condiciones de producción y vigencia de hegem onías políticas. Nótese que la globalización de los m edios de com unicación, que incluyen empresas, corporaciones y conglom erados, así como proceHErnst B. Haas, Mary Pat W illiams y D on Babai, Sdenlisls and wtrrld arder ('IIir. uses o f lechnicnl knowkdge in inUtmalitmal organistitions), Los A ngeles, University o f California Press, 1977, pp. 12 y 48-49. 9 “T h e g o o d think-tank g u id e ”, The Economisí, Londres, 21 de d iciem bre de 1992, pp. 78-85; cita de la p. 79. C onsultar tam bién, “Think-tanks: T h e carousels p ow er”, The Economisí, Londres, 25 d e mayo de 1991, pp. 27-30.

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dim ientos, lenguajes, técnicas de inform ación, elaboración y análisis, prom ueve la form ación de equipos de intelectuales bastante com ple­ jos y abarcadores. Son intelectuales de todo tipo, de las más diversas especialidades, que actúan en los más distantes lugares, articulados en redes electrónicas inform áticas telemáticas on Une worldwide. Es co­ m o si todo el m undo, en su organización y dinám ica, en sus articula­ ciones, tensiones y fragm entaciones, fuese continuam ente, m inuto a m inuto, descrito e interpretado, fotografiado y divulgado, taquigra­ fiado y codificado, o representado e im aginado, p o r u n a colectividad de intelectuales especializados en traducir hechos, acontecim ientos, crisis, callejones sin salida, realizaciones, hazañas, revoluciones y gue­ rras. Poco a poco, la opinión pública se form a o se conform a con los signos, símbolos, emblem as, figuras, m etáforas, parábolas y alegorías producidos y divulgados como la realidad de lo sucedido en el m o­ m ento mismo en cualquier parte del m undo. El proceso de describir e interpretar, o representar e imaginar, produce u n a im agen ele la realidad, u n a visión del m undo. En general, da la im presión de que todo es presente presentificado, lugar sin raíz, hecho sin historia ni m em oria. “Con el desarrollo de los m edios electrónicos, la industria de la conciencia se convierte en el m arcapasos del desarrollo socioe­ conóm ico en la sociedad postindustrial. Se infiltra en todos los dem ás sectores de la producción, asume cada vez más funciones de m ando y de control, y d eterm ina la norm a de la tecnología d o m in an te... To­ das las técnicas citadas (satélites de com unicación, televisión por ca­ ble, videos, etc.), form an com binaciones entre sí y con las técnicas más antiguas como im prenta, radio, cine, televisión, teléfono, teleti­ po, radar, etc. Esos m edios se com binan cada vez más para constituir un sistema universal.”10 Se trata de un proceso de producción, reproducción y universali­ zación cultural cada vez más intenso, sistemático y generalizado, ya que está sum am ente potenciado por las más diversas tecnologías. Se trata de un proceso que tam bién se beneficia am pliam ente de la m o­ vilización de conocim ientos científicos de todo tipo, y no sólo de las ciencias sociales, de m odo que perfecciona las descripciones e inter­ pretaciones, las taquigrafías y codificaciones, las fotografías y divulga­ ciones o las representaciones e im aginaciones. En varios aspectos, los recursos científicos son üaducidos en técnicas de todo tipo, de acuer1,1 H ans M agnus Enzensberger, Elementas para urna teoría dos muios de comunicando, Río d e Janeiro, E dicóes T em po Brasileiro, 1978, p. 43 [ed. esp.: Elementas para u n a teoría de los medios dr comunicaáón, B arcelona, A nagram a].

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do con la organización y dinám ica de empresas, corporaciones y con­ glom erados dedicados a los m edios de com unicación, a la cultura de masas, a la industria cultural. En este contexto se da la m etam orfosis de los m edios de com uni­ cación en un vasto, com plejo y global intelectual orgánico. Un inte­ lectual orgánico de las estructuras de po d er prevalecientes en el ám­ bito m undial, que traduce las im ágenes de la realidad y las visiones del m undo en bloques de poder, com posiciones de clases y grupos so­ ciales que poseen m edios y m odos de organizar, influir, inducir o dinam izar las estructuras de dom inación política y apropiación econó­ m ica prevalecientes en la sociedad global. Esta facultad de los m edios globalizados se explica en buena m edi­ da porque el m undo de la cultura se refiere al m odo en que el indi­ viduo, grupo, clase, colectividad, pueblo, tribu, nación, nacionalidad, com unidad o sociedad tienden a verse, im aginarse o traducirse. Toda realidad más o m enos compleja, problem ática o no, siem pre se tradu­ ce en representaciones, imágenes, m etáforas,1parábolas y alegorías, así com o en descripciones e interpretaciones. Y es por m edio de los lenguajes que esto ocurre, al incorporar palabra, im agen, sonido, for­ ma, m ovimiento, etc. Por eso los medios de com unicación se colocan directam ente en el m eollo del m undo de la cultura, de las condicio­ nes y posibilidades de representación e im aginación. Aquel que trabaja con los m edios de representación, principalm en­ te cuando puede m anipular los más diversos lenguajes y las más dife­ rentes técnicas, puede llevar las representaciones a extrem os paroxísticos. Por esto la lengua, la im prenta, el telégrafo, el periódico, la ra­ dio, la televisión y otros medios y técnicas adquieren im portancia cre­ ciente en la organización y dinám ica de la vida del individuo, grupo, clase, pueblo y sociedad. Esta es una historia antigua: “Siempre la len­ gua fue com pañera del im perio.”11 U na historia antigua y reciente: “La suprem a gloria de Napoleón III fue probar que cualquier persona puede gobernar una gran nación en cuanto obtiene el control del te­ légrafo y de la im prenta nacional.”12 U na historia antigua, reciente y actualísima. A estas alturas de la historia, en la época de la electróni­ ca, todos tienen que “vivir en un m undo en el que la m icrocom putado ra y el satélite están llevando velozmente las buenas nuevas de la li­ 11 A n to n io d e Nebrija, citado por Tzvetan Todorov, La conquista menl in Lhe hile Iwenlitdh rmlury), B oulder y Londres, Lynne R ienner Publishers, 1987; Jam es Manor (editor), Ifr.lhinking 'í'hird World polilics, Londres, L ongm an, 1991; V.I. Lenin, Imperialismo: ¡ase. superior del eapilalismii, M éxico, Q u in to Sol.

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U nión E uropea ( ü e ) , pero desem peña un papel especial el Banco de R econstrucción y Desarrollo de la E uropa del Este ( b e r d ) , creado por E uropa O ccidental. Es obvio que ahí se incluyen gobiernos de países capitalistas dom inantes reunidos principalm ente en el G rupo de los 7, y los think-tanks reanim ados con las perspectivas de producción de diagnósticos y pronósticos. Muchos economistas y otros científicos so­ ciales, situados en diferentes perspectivas teóricas o doctrinarias, par­ ticipan más o m enos activamente de las discusiones. La globalización del capitalismo reaviva la controversia “m ercado o planificación” en los sectores productivos, las economías nacionales, los bloques regionales y, obviamente, la econom ía m undial como un to­ do. Ésta es u na controversia más o m enos perm anente en la historia de la econom ía política, aunque se reabra de form a más clara en algunas coyunturas. Luego de la segunda guerra m undial, se generalizó la ad­ hesión de gobernantes, empresarios, políticos, tecnócratas, economis­ tas y otros científicos sociales a la planeación gubernam ental, como téc­ nica de reconstrucción de economías nacionales y de la industrializa­ ción sustitutiva de im portaciones en países del entonces tercer m undo. El Plan Marshall form a parte de esta historia, así como el Fondo Mone­ tario Internacional ( fm i) y el Banco Mundial o el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo ( b ir d ) creados a fines del decenio de los cuarenta y com prom etidos activamente con proyectos de desarrollo económ ico planificado en países del entonces tercer m undo. Fortale­ cer las economías de los países dom inantes y desarrollar las de los que com ponían el tercer m undo, principalm ente la India, Africa del Sur y Brasil, entre o tíos estratégicam ente simados en el m undo capitalista, produjo vanos resultados importantes: se redujeron o se controlaron tensiones sociales potencialm ente revolucionarias en países “subdesarrollados”; se crearon o se desarrollaron mercados, en sentido lato, convenientes para las economías de los países dom inantes, o “desarro­ llados”; y se dinamizó el capitalismo como un todo, el cual se fortaleció frente al m undo socialista.14 La controversia m ercado o planificación fue planteada de form a 14 Albert Waterston, DnvrMtfrmmt planning (Lessons o f exfmiañe*), Baltimore, T h e Johns H opkins Press, 1969; editado para “T h e E conom ic D evelop m en t Institute: International Bank for R econstrnction and D evelop m en t”; Edward S. M asón, Economic planning in undtrrdtrudoped urnas: (im n n n w n t and business, N ueva Vbrk, Fordham University Press, 1958; Everett E. H agen (com p .), V lanm nón d d desarrollo económico, M éxico, F ondo de Cultura Económ ica, 1964; Andrew Shonfield, Mothrrn cajñlatism (The rJumgirig luilamx o/ public and prívalepowcr), Nueva \brk, O xford University Press, 1965.

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particularm ente estridente con la desagregación del bloque soviético y del conjunto del m undo socialista, cuando se pusieron en cuestión las econom ías centralm ente planificadas. Las econom ías socialistas, apoyadas en la planeación estatal sistemática e impositiva, em piezan a desarrollar políticas más o m enos drásticas y generales de desestatización, desregulación, privatización o liberalización para así intensifi­ car la form ación de m ercados abiertos. Se trataba de favorecer la dinam ización de los factores de producción, crear las condiciones de com petitividad, m ultiplicar las iniciativas em presariales, ofrecer can­ tidades y diversidades crecientes de m ercancías, incentivar el consu­ mo. Todo esto implica necesariam ente la adopción de nuevas y reno­ vadas técnicas productivas y de trabajo, así como de m ercadotecnia, adem ás del cambio de m entalidad de em presarios, técnicos, asalaria­ dos y consum idores. U na especie de “revolución”, que implica a fuer­ zas productivas y relaciones de producción, que com prende patrones y valores socioculturales, que prom ueve la sustitución de u n principio de organización básico y general, com o el de la “planificación”, por otro principio de organización básico y general com o el de “m erca­ d o ”. U na parte im portante de la guerra ideológica desarrollada con la g u erra fría está sintetizada en esa controversia, que a fines del siglo xx parece vencida por el principio del m ercado. Pero sería ilusorio pensar que el principio de planificación está sim­ plem ente descartado para todos los efectos. La realidad es que está más vivo que nunca, aunque en otro lugar. Las corporaciones transnaciona­ les, precisam ente las mayores beneficiarías de la liberalización y gene­ ralización de los mercados, son especialistas en planificación. Basan to­ das sus actividades, desde los estudios sobre mercados hasta la movili­ zación de factores productivos, unidades productivas, filiales, revende­ dores, tercerización, etc., en estudios de viabilidad, diagnósticos, pro­ nósticos, planes, program as y proyectos. Todo se planifica con rigor y sistemáticamente en las corporaciones transnacionales, incluso tom an­ do en cuenta las diversidades y las potencialidades de los mercados, las peculiaridades de regím enes políticos nacionales, los pau ones y valores socioculturales de diferentes grupos sociales, clases sociales, colectivi­ dades, pueblos, naciones y nacionalidades. Además, cabe observar que las corporaciones movilizan activamente todos los recursos intelectua­ les, científicos y técnicos necesarios para perfeccionar sus planificacio­ nes, y echan m ano tanto de los conocim ientos acumulados por las cien­ cias sociales como por las potencialidades de las técnicas de la electró­ nica, sin olvidar los refinam ientos de la m ercadotecnia.

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Es obvio que el m ercado sigue siendo el espacio de la competencia, así como del m onopolio, oligopolio, trust, cártel, m onopsonio y otras manifestaciones de com petencia y poder en el ámbito de la econom ía y la sociedad. Son continuas y reiteradas las disputas entre corporacio­ nes y sus productos en el mercado. Allí están presentes, todo el tiempo, las pequeñas y m edianas empresas, los bancos y sus financiamien tos, las agencias gubernam entales y sus directrices. También el fmi, el Banco M undial y la Organización M undial de Comercio (omc), heredera del Acuerdo General de Tarifas y Comercio ( g a t t ) , son organizaciones multilaterales em peñadas en la preservación, consoüdación y generali­ zación de los m ercados nacionales, regionales y mundiales, más allá de su misión de guardianes del capital en general. Pero el principio del m ercado no elim ina el principio de la planifi­ cación. Ambos subsisten todo el tiempo en el ámbito del capitalismo, en sus niveles sectoriales, nacionales, regionales y mundiales. Incluso cuando los gobiernos reducen su interferencia en el desem peño de las fuerzas productivas, subsisten directrices, estímulos, restricciones y cas­ tigos que orientan decisiones y opciones de los propietarios de los m e­ dios de producción; lo que siempre implica la institucionalización y el control de las condiciones sociales y jurídico-políticas de la fuerza de trabajo. “Nike está fabricando sus famosamente caros tenis atléticos en Indonesia, donde sus trabajadoras que laboran largas horas por un ma­ gro salario m ensual de 38 dólares. Wal-Mart, K-Mart y Sears, los gran­ des símbolos norteam ericanos de la venta por catálogo, hacen sus ca­ misas en Bangladesh con mujeres islámicas culturalm ente pasivas que trabajan 60 horas por sem ana y ganan m enos de 30 dólares al mes.”ir> Es raro, o sólo una posibilidad ideal, que los gobiernos y las agencias gubernam entales se ausenten totalmente del juego de las fuerzas pro­ ductivas y de las relaciones de producción, lo que les garantiza oferta de fuerza de trabajo constante, barata y disciplinada o sumisa. En este escenario em piezan a desarrollarse las fuerzas productivas y las relaciones de producción que se producen y reproducen, reite­ ran y generalizan, como el m odo capitalista de producción, en los ám bitos nacional, regional y m undial. La globalización del capitalis­ m o contem pla todo el tiem po el contrapunto m ercado-planificación. El pleno predom inio del principio del m ercado sería el caos. Para evi­ tar que el caos irrum pa de m odo avasallador, gobernantes, propieta­ 15 Terry Collingsworth, F. W illiam G old y Pharis F. Harvey, “Labor and free Lrade: T im e for a glob al new d ea l”, Forrign Affairs, vol. 73, núm . 1, N ueva York, 1994, pp. 8-13; cita de la p. 8.

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rios de los m edios de producción, gerentes, técnicos, organizaciones m ultilaterales, o sea, tecnoestructuras transnacionales o propiam ente m undiales, planean la expansión y la consolidación de las empresas, la com petencia y la política anticíclica, lo cierto y lo incierto. Y para ello movilizan am pliam ente los think tanks, como ferm entos y agentes dinám icos de las tecnoestructuras que piensan y ponen en práctica el ju eg o de las fuerzas sociales, económicas, políticas y culturales que operan en el m ercado y en la planificación. De acuerdo con lo que ya decía Tinbergen en 1968, la planificación es u na técnica de organización y dinam ización de las fuerzas del m er­ cado. “La planificación del desarrollo se volvió una actividad regular para un gran núm ero de corporaciones, así como para entidades gu­ bernam entales de varios niveles, particularm ente gobiernos naciona­ les. Llegó el tiem po de form ular propuestas de creación de una orga­ nización para todas estas actividades en el más alto nivel, esto es, en el nivel m undial.”10 La planificación es una técnica versátil que puede in­ fluir la racionalización de las fuerzas productivas, incluso funcionando como técnica anticíclica. En la m edida en que se traduce en directri­ ces, norm as de acción e instituciones, y abarca patrones y valores socioculturales y jurídico-políticos, influye en las relaciones de produc­ ción tam bién en térm inos de racionalización, siempre de acuerdo con las exigencias de la reproducción am pliada del capital. A las economías capitalistas nacionales, así como a la econom ía ca­ pitalista m undial, se les aplica la noción de excedente económ ico po­ tencial. Se trata de un excedente realizable a partir de que la conjuga­ ción de las fuerzas productivas sea la más eficaz, si se tom an en cuenta las relaciones de producción prevalecientes, que tam bién pueden ser modernizadas. En una interpretación diversa de la propuesta por Ba­ lan, pero inspirada en la de él, se puede afirmar que en la econom ía capitalista la planificación puede ser movilizada como una técnica de realización del excedente económico potencial, naturalm ente de los marcos de un orden social burgués. “Excedente económ ico potencial, esto es, la diferencia entre el producto social que podría ser obtenido en un m edio natural y tecnológico dado, con el auxilio de los recursos productivos realm ente disponibles, y lo que se puede considerar como consum o indispensable. La transform ación de ese excedente potencial en efectivo presupone la reorganización más o m enos drástica de la 1(1Jan T inbergen, “Wanted: A world developvnent plan”, en Richard N. Garclner y Max F. Millikan (editores), The global parlnerxhip (Internnlional agtnáes and m m om ic tlevelojmuml), Nueva York, FrederickA. Praeger Publishers, 1968, pp. 417-431; cita de la p . 417.

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producción y distribución del producto social e implica profundos cambios de la estructura de la sociedad.”17 En la sociedad burguesa tam bién ocurren reorganizaciones más o m enos drásticas de las fuer­ zas productivas y de las relaciones de producción, do m anera que racio­ nalizan y dinamizan la productividad y la lucratividad, sin que necesa­ riam ente haya cambios drásticos en la distribución del producto social. En amplia m edida, las políticas de “m odernización” y “racionaliza­ ción”, así como las de “desregulación”, “desestatización” y “liberaliza­ ción” preconizadas por el FMl y el Banco Mundial, ju n to con las corpo­ raciones transnacionales, en general secundadas por ideólogos del neoliberalismo, significan también la creación de condiciones para la realización del excedente económ ico potencial. Aunque la expresión “planificación” no siempre esté explícita, la realidad es que las políticas y directrices, o diagnósticos y pronósticos, de las organizaciones m ulti­ laterales y de las corporaciones, se destinan a orientar y disciplinar el uso de recursos, la movilización de factores, la m odernización de insti­ tuciones, la racionalización de mentalidades y prácticas, todo esto de m anera que perfeccione y dinamice la productividad y la lucratividad. En vaiias modalidades, que perm ean hasta el contrapunto m ercado y planificación, están en curso los procesos de concentración y centrali­ zación del capital, en niveles nacional, regional y m undial. Para Marx, la técnica es una poderosa fuerza productiva que con­ creta y dinam iza las potencialidades de la ciencia. La tecnología, en todas sus formas, desde la electrónica hasta la sociología, puede ser u na fuerza decisiva en la potenciación de la fuerza de trabajo. Está claro que la tecnología no adquiere el carácter de fuerza productiva si no es al lado del capital, fuerza de tr abajo, división del trabajo so­ cial, m ercado y planificación, entre las principales fuerzas producti­ vas. Pero pu ede ser fundam ental, en el sentido de potenciar las otras fuerzas productivas, en especial la fuerza de üabajo com o la fuerza productiva p o r excelencia. Bajo la influencia de la tecnología, sea en la form a de herram ien­ ta o de com putadora, sea en la de taylorismo o psicología del trabajo, la fuerza de trabajo no sólo puede ser potenciada sino que puede in­ tensificar la realización de trabajo excedente y, sim ultáneam ente, dis­ m inuir la del necesario. Si reconocem os que el trabajo necesario se destina a la reposición de la fuerza de trabajo, es claro que la poten1 ~ Paul A. Baran, A m m om ia política do dcsenvolvimcnLo cconomico, R ío de Janeiro, Zahar Editores, 1960, pp. 35-36; cita del cap. 2: “O con ceito de ex ced en te eco n ó m ico ” [ed. esp.: La economía política del trm m im lo, M éxico, F ond o d e Cultura E conóm ica, 1959].

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dació n de la capacidad productiva de esta fuerza aum enta el exce­ den te que ella puede producir en favor del propietario de los m edios de producción. Ello se efectúa con base en equipos, procesos produc­ tivos, form as de organización y disciplina de los procesos de trabajo, cuando se movilizan los recursos científicos y técnicos de las ciencias sociales, lo que im plica desde la adm inistración hasta la psicología, desde la antropología hasta la política. Las metamorfosis de la ciencia en técnica y de la técnica en fuerza productiva correponden a un desarrollo fundam ental del m odo capita­ lista de producción. Son metamorfosis que multiplican ampliam ente las condiciones y posibilidades de reproducción ampliada del capital, al intensificar el carácter “civilizatorio” del capital. “Si el proceso produc­ tivo deviene esfera de aplicación de la ciencia, entonces... la ciencia devie­ ne un factor, una función, del proceso productivo. Cada descubrimien­ to se convierte en la base de nuevos inventos o de un nuevo perfeccio­ nam iento de los modos de producción. El m odo capitalista de produc­ ción coloca prim ero las ciencias naturales al servicio inm ediato del pro­ ceso de producción, cuando el desarrollo de la producción suministra, en cambio, los instrum entos para la conquista teórica de la naturaleza. La ciencia obtiene el reconocim iento de ser un medio para producir ri­ queza, un m edio de enriquecim iento. De este m odo, los procesos pro­ ductivos se presentan por prim era vez como problemas prácticos, que sólo se pueden resolver científicamente. La experiencia y la observa­ ción (y las necesidades del mismo proceso productivo) alcanzan ahora por prim era vez un nivel que perm ite y hace indispensable el em pleo de la ciencia. [...] El desarrollo de las ciencias naturales (que por otra parte form an la base de cualquier conocim iento), como el de cualquier noción (que se refiera al proceso productivo) se produce nuevam ente sobre la base de la producción capitalista que, por prim era vez, suminis­ tra en amplia m edida a las ciencias los medios materiales de investiga­ ción, observación y experim entación. Los hom bres de ciencia, en la m edida en que las ciencias son utilizadas por el capital como medio de enriquecim iento, y por lo tanto se convierten ellas mismas en medios de enriquecim iento incluso para los hom bres que se ocupan del desa­ rrollo de la ciencia, se hacen recíproca com petencia en los intentos por encontrar una aplicación práctica de la ciencia.”18 Las m etam orfosis de la ciencia en técnica y de la técnica en fuerza Karl Marx, Progreso técnico y desarroUn capitalista, M éxico, Ediciones Pasado y Presente, 1982, pp. 191-193; cita del “Cuaderno xx. C ontinuación del cuaderno xix", escrito por Marx en 1863, pp. 172-193.

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productiva adquieren ritm os crecientes y sorprendentes en el siglo xx. Y en la segunda m itad de este siglo, con los desarrollos de las cien­ cias naturales y sociales, y sus transform aciones en técnicas, todo esto se agiliza y generaliza por las conquistas de la electrónica y la infor­ mática, se verifican otros m odos de potenciación de la fuerza produc­ tiva de trabajo, en todos los sectores de la econom ía, en los ám bitos nacional, regional y m undial. Ésta puede ser considerada una de las características más notables de la globalización del capitalismo: las técnicas electrónicas, que in­ cluyen la m icroelectrónica, la autom atización, la robótica y la infor­ mática, en sus redes y vías de alcance global; intensifican y generali­ zan las capacidades de los procesos de trabajo y producción. En el mismo curso de la dispersión geográfica de las fábricas, m ontadoras y zonas francas, sim ultáneam ente con la nueva división internacional del uabajo y la producción, se intensifican y generalizan las tecnolo­ gías destinadas a potenciar la capacidad productiva de todas las for­ mas sociales de trabajo y producción. Sin em bargo, las maravillas de la ciencia y de la técnica no se tradu­ cen necesariam ente en la reducción o eliminación de las desigualdades sociales entre grupos, clases, colectividades o pueblos. Al contrario, en general preservan, recrean o profundizan las desigualdades. Tanto es así que, en los últimos decenios del siglo xx, las ciencias sociales están elaborando conceptos como los de “desempleo estructural”, “subclase” y “cuarto m u n d o ”, o recuperando nociones como las de “marginalid a d ”, “periferia”, “pobreza”, “miseria” y “exclusión” para caracterizar las condiciones sociales de vida, no sólo de grupos y clases, sino de am­ plias colectividades y, a veces, de pueblos enteros. Además, es también muy sintomático que en la época de la globalización suijan movimien­ tos sociales transnacionales que se movilizan para preservar y recrear' patrim onios ecológicos o ecosistemas, amenazados por el uso predato­ rio de recursos naturales o del m edio am biente principalm ente por parte de corporaciones transnacionales. “La difusión de las actividades económicas industriales y de sus estilos de vida están agotando la rique­ za ecológica básica de nuestro planeta más rápidam ente de lo que pue­ de ser restituida. Están en peligro los recursos naturales de los que de­ p ende la creciente población m undial.”19 Las m etam orfosis de que hem os hablado perm iten intensificar la l!> T h e G roup o f G reen Econom ista, Ecologiml vamomics (A p m ctia d ftrogrnmmr, frr global rtiform), Londres, Zecl Books, 1992, p. 16.

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reproducción del capital y sim ultáneam ente contribuir a la concen­ tración y la centralización del capital. Como esas m etam orfosis se rea­ lizan bajo el control de las corporaciones transnacionales, m uchas ve­ ces apoyadas y estimuladas p o r gobiernos nacionales y organizaciones m ultilaterales, los logros de la ciencia y de la técnica no se traducen en directrices o realizaciones destinadas a reducir o elim inar desi­ gualdades sociales, económicas, políticas y culturales. “Hoy en día, to­ do parece llevar en su seno su propia contradicción. Vemos que las m áquinas, dotadas de la propiedad estupenda de red ucir y volver más fructífero el trabajo hum ano, provocan la miseria o el agotam iento clel trabajador. Las fuentes de riqueza recién descubiertas se convier­ ten, p o r el arte de un extraño maleficio, en fuentes de privaciones. Los triunfos del arte parecen adquiridos al precio de cualidades m o­ rales. El dom inio del hom bre sobre la naturaleza es cada vez mayor; pero, al mismo tiem po, el hom bre se transform a en esclavo de otros hom bres o de su propia infamia. Hasta la pura luz de la ciencia pare­ ce sólo p o d er brillar sobre el fondo tenebroso de la ignorancia. To­ dos nuestros inventos y progresos parecen dotar de vida intelectual a las fuerzas materiales, en cuanto reducen la vida h um ana a sólo una fuerza bruta. Este antagonism o entre la industria m o d ern a y la cien­ cia, p o r un lado; y la m iseria y la decadencia, por otro; este antagonis­ m o en tre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de nuestra época es un hecho palpable, aplastante e incontrovertible.”20 Son vanas las formas de enajenación que se desarrollan y multipli­ can con el capitalismo, visto como proceso civilizatorio. Mientras trans­ form a continuam ente las condiciones sociales de vida en los países en los que ya se encuentra arraigado, y revoluciona las condiciones socia­ les de vida en tribus, clanes, nacionalidades y naciones en los que no había llegado o estaba poco desarrollado, el m odo capitalista de pro­ ducción provoca el surgim iento de otras formas de sociabilidad. Algu­ nas formas de sociabilidad son realm ente innovadoras, liberadoras o deslum brantes. Abren nuevas posibilidades de em ancipación indivi­ dual y colectiva, lo que perm ite otras formas de creación tam bién in­ dividuales y colectivas. Florecen ideas filosóficas, científicas y artísticas, 20 Knrl Marx, "Discurso pronunciado na festa e aniversario do P e o p le ’s P aper”, en K. M arx y F. Engels, Textos, 3 vols., Sao Paulo, Editora Alfa-O m ega, 1977, vol. m, pp. 298299. Consultar tam bién, Ashis Nandy (ed itor), Sam a;, hcgr.mony and violaría: (A m /u w n for modirrnity), Tokio, T h e U n ited N ations University, 1990; Loren Baritz, Thtt servanls o f fumar (A hislory o f Üie use of social súm en in A m a ica n induslry), N ueva York, Joh n Wiley & Sons, 1965.

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al mismo tiem po que se crean distintas condiciones sociales de indivi­ dualización, movilidad social, organización de movimientos sociales y corrientes de opinión pública. Tam bién los movimientos artísticos p u eden disponer de otras condiciones de surgim iento, desarrollo y ge­ neralización. La multiplicación de los m edios de com unicación y las posibilidades de circulación de las cosas, gentes e ideas, en los ám bi­ tos nacional, regional y m undial, abren otros horizontes a individuos y colectividades. Paralelam ente al surgim iento de formas sociales in­ novadoras, liberadoras o hasta deslum brantes, se desarrollan tam bién las que limitan, inhiben o propiam ente enajenan. Estas pueden ser to­ talm ente nuevas o increm entar las preexistentes, que pueden recrear­ las o agravar las. En estos casos, se agravan las limitaciones o hasta las m utilaciones que atañen a individuos y colectividades, o hasta a nacio­ nes y nacionalidades. En varios aspectos se puede decir que el capitalismo liberó a Pro­ m eteo del castigo que le había im puesto Zeus por enseñar a los hom ­ bres el secreto del fuego, para que pudiesen em anciparse de las fuer­ zas de la naturaleza. Pero tam bién es posible decir que Prom eteo es­ capó de la tutela de Zeus y fue puesto bajo la tutela del Capital. El m isterio de la m etáfora no se deshizo, se desarrolló, se rehizo.-1 Para Marx, el capitalismo es un proceso civilizatorio que influye más o m enos radicalm ente en todas las otras formas de organización del trabajo y de la vida con las cuales entra en contacto. Se configura como un m odo de producción que nace, se desarrolla y se generaliza, atravie­ sa crisis, se efectúa en ciclos de corta, m edia y larga duración, y se trans­ form a continuam ente. Tanto crea y recrea algunas de sus determ ina­ ciones estructurales como se vuelve otro crecientem ente. Además de las fuerzas productivas que moviliza todo el tiempo, tales como el capi­ tal, la tecnología, la fuerza de trabajo, la división del trabajo social, el m ercado, la planificación y la violencia, entre oü'as, tam bién desarrolla y recrea simultánea y necesariam ente, las relaciones de producción, al com prender las instituciones en general, las jurídico-políticas en espe­ cial, e implica a los patrones socioculturales, los valores y los ideales; es­ to com pone un todo en movimiento y complejo, integrado y contradic­ torio. En el límite, el m odo capitalista de producción marca más o m e­ nos profundam ente las configuraciones y los movimientos de la socie- 1 David S. Landes, The. unbound Prometheus (Tachnological ch a n g a and industrial (litvulopm m l in Western Europa (rom 1750 lo tha presenl), Cam bridge, C am bridge University Press, 1987; Jacob Schm ookler, Invenlion and economic growlh, Cam bridge, Mass., H arvard University Press, 1966.

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dad, en los niveles local, nacional, regional y mundial. “La burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantem ente los instrum entos de producción y, por consiguiente, las relaciones de pro­ ducción, y con ello, todas las relaciones sociales... Una revolución con­ tinua en la producción, una incesante conom oción de todas las condi­ ciones sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la época burguesa de todas las anteriores. Todas las relaciones estanca­ das y enm ohecidas, con su cortejo de creencias y de ideas veneradas du­ rante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen añejas antes de llegar a osificarse. Todo lo estamental y estancado se esfuma; todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serena­ m ente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas. Espo­ leada p or la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el m undo entero. Necesita anidar en todas partes, es­ tablecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes. M ediante la explotación del m ercado m undial, la burguesía ha dado un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con gran sentim iento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su ba­ se nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido desü'uidas y es­ tán destruyéndose continuam ente. Son suplantadas por nuevas indus­ trias, cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las na­ ciones civilizadas, por industrias que ya no em plean materias primas in­ dígenas, sino materias primas llegadas de las más lejanas regiones del m undo, y cuyos productos no sólo se consum en en el propio país, sino en todas las partes del globo. En lugar de las antiguas necesidades, sa­ tisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas, que re­ claman para su satisfacción productos de los países más apartados y de los climas más diversos. En lugar del antiguo aislamiento y la autarquía de las regiones y naciones, se establece un intercam bio universal, una interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la producción material, como a la intelectual. La producción intelectual de un a nación se convierte en patrim onio com ún de todas. La estre­ chez y el exclusivismo nacionales resultan cada día más dificultosas; de las num erosas literaturas nacionales y locales se form a una literatura universal.”22 Según Marx, el capitalismo es un proceso civilizatorio m undial. A unque desarrolle polos más o m enos poderosos, com o en H olanda, Karl Marx y Friedrich Engels, Manifiesto del Partido Comunista, en Obras escogidas, 3 vols., M oscú, Progreso, 1980, vol. i, p. 114; cita del cap. I: “B urgueses y proletarios”. Cabe observar q u e la prim era ed ición d e este texto data de 1848.

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Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos, Japón y otras nacio­ nes, esos mismos polos se form an y desarrollan con base en un vasto sistema de relaciones con tribus, clanes, pueblos, naciones y naciona­ lidades, próxim os y rem otos, en continentes, islas y archipiélagos. Se trata de un proceso civilizatorio que “invade todo el globo”, envuelve “el intercam bio universal” y crea las bases de “un nuevo m u n d o ”, que influye, destruye y recrea otras form as sociales de trabajo y vida, otras form as culturales y civilizatorias. “El periodo burgués de la historia es­ tá llam ado a sentar las bases m ateriales de un nuevo m undo: a desa­ rrollar, p o r un lado, el intercam bio universal, basado en la d ep en d en ­ cia m utua del género hum ano, y los m edios para realizar ese inter­ cambio; y, de otro lado, desarrollar las fuerzas productivas del hom ­ bre y transform ar la producción m aterial en un dom inio científico so­ bre las fuerzas de la naturaleza. La industria y el com ercio burgueses van creando las condiciones m ateriales de un nuevo m undo del mis­ m o m odo com o las revoluciones geológicas crearon la superficie de la T ierra.”23 No se trata de pensar que la sociedad global ya estaba en Marx. Se trata sólo de reconocer que algunas de las intuiciones e interpretacio­ nes desarrolladas en sus escritos contem plan las dim ensiones m un­ diales del capitalismo com o m odo de producción y proceso civilizato­ rio. En el pensam iento de Marx y de algunos de sus continuadores, pu ed en encontrarse recursos m etodológicos y teóricos fundam enta­ les para la inteligencia de la globalización. Desde esta perspectiva, la sociedad global puede parecer com pleja y evidente, caótica y transpa­ rente; un a totalidad problem ática, contradictoria, en movimiento. Así es com o la sociedad global, vista en sus configuraciones y en sus movimientos, se revela como el nuevo estadio de la historia. Este es el horizonte sobre el cual se puede releer el pasado, interpretar el pre­ sente e im aginar el futuro.

23 Knrl Marx, “Futuros resultados de la d om in ación británica en la In d ia”, en Karl M arx y Friedrich Engels, Obras escogidas, 3 vols., M oscú, P rogreso, 1980, vol. I, pp. 506515: cita de las pp. 511-512.

9. MODERNIDAD-MUNDO

La form ación de la sociedad global reabre la problem ática de la m o­ d ern id ad en sus implicaciones filosóficas, científicas y artísticas. En el ám bito de la globalización de las cosas, gentes e ideas, se modifican los m arcos sociales y m entales de referencia. Todo lo que es evidente­ m ente local, nacional y regional se revela tam bién global. Las relacio­ nes, los procesos y las estructuras característicos de la globalización in funden en prácticam ente todas las realidades preexistentes nuevos significados, otras connotaciones. En la m edida en que se da la globalización del capitalismo, como m odo de producción y proceso civilizatorio, se desarrolla sim ultánea­ m ente la sociedad global, una especie de sociedad civil global en la que se constituyen las condiciones y las posibilidades de contratos so­ ciales, formas de ciudadanía y estructuras de poder de similar alcan­ ce. En esta m isma m edida, se desarrollan las relaciones y los procesos característicos de la globalización, se form an las estructuras de poder económ ico y político tam bién características de la globalización. E videntem ente, la globalización es problem ática y contradictoria, y abarca integración y fragm entación, nacionalism o y regionalism o, racismo y fundam entalism o, geoeconom ía y geopolítica. En este sen­ tido, las diversas teorías de la globalización ofrecen subsidios para la com prensión de distintos aspectos de la sociedad global en form a­ ción. Son teorías que priorizan aspectos tales los siguientes: la inter­ dep en d en cia de las naciones, la m odernización del m undo, las eco­ nom ías-m undo, la internacionalización del capital, la aldea global, la racionalización del m undo y la dialéctica de la globalización, entre otros. A centúan aspectos sociales, económicos, políticos, culturales, geoeconóm icos, geopolíticos y o ü o s de la sociedad global en form a­ ción. A unque destacan los papeles del Estado-nación, la im portancia de estados hegem ónicos y dependientes, las condiciones de la inte­ gración regional y m undial, las tensiones que producen la fragm enta­ ción y la guerra, aunque resaltan este o aquel aspecto del nacionalis­ m o y del regionalism o, o del racismo y el fundam entalism o, todas ofrecen alguna contribución a la inteligencia de las condiciones bajo las cuales se form a la sociedad global.

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En este horizonte se reabre la discusión de la m odernidad. Como la globalización sacude más o m enos profundam ente los parám etros históricos y geográficos, o las categorías de tiem po y espacio, que se habían elaborado con base en el Estado-nación, en las configuracio­ nes y m ovim ientos de la sociedad nacional, se reabre la discusión de la continuidad o de la no continuidad de la m odernidad, así com o el debate m o d ern id ad o posm odernidad. M ucho de lo que se ha con­ trovertido sobre “el pequeño relato y el gran relato”, “el individualis­ m o m etodológico y el holismo m etodológico”, o “las interpretaciones m icro y m acro ”, en tre otros dilemas, tiene algo que ver con la ru p tu ­ ra epistem ológica provocada por la globalización, cuando se conm ue­ ven marcos sociales y m entales de referencia a los que m uchos se ha­ bían habituado. Además, es bastante probable que u n a parte de la producción y del debate sobre la posm odernidad surja precisam ente en la época en que se acentúan las señales de la globalización de las cosas, las gentes y las ideas. Sim ultáneam ente al desarrollo de las relaciones, procesos y estructuras que conm ueven los marcos de referencia habituales, tie­ ne lugar un a repercusión de amplias proporciones sobre aspectos fi­ losóficos, científicos y artísticos de la posm odernidad. M uchos imagi­ nan que está instalado el reino de la fragm entación, de la discontinui­ dad, la desconstrucción, el bricolage, el simulacro, la realidad virtual, la disolución del tiem po y del espacio, el fin de la geografía y el fin de la historia. La drástica y am plia ru p tu ra de los m arcos sociales y m en­ tales de referencia provoca la onda de la posm odernidad. La verdad es que la formación de la sociedad global, a la par con la globalización del capitalismo, com prendido como m odo de produc­ ción y proceso civilizatorio, reabre la discusión de la m odernidad-m un­ do. “A fin de cuentas, es su globalidad sim ultáneam ente estructural y planetaria la que define la m odernidad a fines del siglo xx como un m om ento singular... Este, por lo tanto, es el cambio fundam ental rea­ lizado por la m odernidad: con la m undialización de la econom ía, el tecnocosmos, la internacionalización de la vida social, se crea un siste­ m a global sin equivalente en la historia de la hum anidad... M om ento histórico singular: la m odernidad-m undo im pone tam bién su singula­ ridad a la reflexión histórica y al saber histórico.”1 B uena parte de las producciones y controversias sobre la m oderni­ dad-nación, así como sobre la m odernidad-m undo, plantean el tiem po 1Jean CUesnaux, M

t x h r n i París, La D écouverte, 1989, pp. 196, 198 y 199.

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y el espacio como categorías esenciales, siempre presentes en la filoso­ fía, la ciencia y el arte. La m odernidad, en cuanto m odo de ser de las cosas, gentes e ideas, implica siempre esas categorías, las que perm iten articular la historicidad y la territorialidad, la biografía y la historia, el territorio y el planeta, la continuidad y la discontinuidad, la sincronía y la diacronía, la multiplicidad de los espacios y la pluralidad de los tiempos, la com unidad y la sociedad, la evolución y el progreso, la complem entariedad y la antinom ia, la reform a y la revolución, el norte y el sur, el este y el oeste, el centro y la periferia, el Occidente y el Oriente, el yo y el otro, lo local y lo global, lo mágico y lo fantástico. En m uchos aspectos, el tiem po y el espacio se sitúan en el centro de los problem as de la m odernidad. “Hay u n a form a de experiencia vital -la experiencia de tiem po y el espacio, de uno mismo y de los de­ más, de las posibilidades y los peligros de la vida- que com parten hoy los hom bres y m ujeres de todo el m undo de hoy. Llam aré a este con­ ju n to de experiencias la ‘m o d ern id ad ’. Ser m odernos es encontrar­ nos en un en to rn o que nos prom ete aventuras, poder, alegría, creci­ m iento, transform ación de nosotros y del m undo y que, al mismo tiem po, am enaza con destruir todo lo que tenem os, todo lo que sabe­ mos, todo lo que somos. Los entornos y las experiencias m odernos atraviesan todas las fronteras de la geografía y la etnia, de la clase y la nacionalidad, de la religión y la ideología: se puede decir que en es­ te sentido, la m odernidad une a toda la hum anidad. Pero es u n a uni­ dad paradójica, la unidad de la desunión: nos arroja a todos en una vorágine de p erpetua desintegración y renovación, de lucha y contra­ dicción, de am bigüedad y angustia. Ser m odernos es form ar parte de un universo en el que, como dice Marx, ‘todo lo que es sólido se des­ vanece en el aire’.”2 E ntre las diversas características de la m odernidad-m undo, se des­ tacan las nuevas y sorprendentes formas del tiem po y el espacio aún poco conocidas. Además del localismo, nacionalism o y regionalism o, en general constituidos con base en nociones de tiem po y espacio acentuadam ente influidas por la historicidad y territorialidad del Estado-nación, el globalismo abre otros horizontes de historicidad y teMarshall Berman, Todo lo sólido se. desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad., M adrid-México, Siglo XXI, 1988, p. 1. Consultar también, R enato Ortiz, Mundializapi-o e cultura, Sao Paulo, Editora Brasiliense, 1994, especialm ente cap. lli: “Cultura e modern id ade-m u n do”; David Harvey, A condigio pós^modema, Sao Paulo, Edicóes Loyola, 1992, especialm ente parte ni: “A experiencia do espaco e do tem p o”; Jurgen Haberm as, El dis­ curso filosófico de la modernidad, Madrid, Taurus, 1989.

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rrito n alid ad . Com o la globalización abarca relaciones, procesos y es­ tructuras de dom inación política y apropiación económ ica de alcan­ ce global, propios de las condiciones y horizontes que se abren con la generalización del capitalismo, es evidente que se instituyen otras po­ sibilidades de realización e im aginación del tiem po y el espacio. Lo que ya se preanunciaba en los prim eros tiempos del desarrollo del ca­ pitalismo, se revela m ucho más abierta y generalizadam ente a fines del siglo xx, influyendo decisivamente en las configuraciones y los m ovimientos de la sociedad global. “Por tanto, m ientras que el capi­ tal p o r un lado debe tender a arrasar toda b arrera espacial opuesta al tráfico, id est al intercam bio, y a conquistar toda la T ierra como su m ercado, por el otro lado tiende a anular el espacio p o r m edio del tiem po, esto es, a reducir a un m ínim o el tiem po que insum e el m o­ vim iento de un lugar a otro. C uanto más desarrollado el capital, cuanto más extenso es por lo tanto el m ercado en el que circula, m er­ cado que constituye la trayectoria espacial de su circulación, tanto más tiende al mismo tiem po a extender más el m ercado y a una m a­ yor anulación del espacio a ü'avés del tiem po. [...] Aparece aquí la tendencia universal del capital, que lo diferencia de todos los estadios anteriores de la producción. Desde que se aceleró el proceso de globalización del m undo se m odificaron las nociones de espacio y tiem po. La creciente agilizacion de las com unicaciones, los m ercados, los flujos de capitales y tec­ nologías, los intercam bios de ideas y de imágenes, m odifica los pará­ m etros heredados sobre la realidad social, el m odo de ser de las co­ sas, la m anera de actuar del devenir. Las fronteras parecen disolverse. La naciones se integran y desintegran. Algunas transform aciones so­ ciales, en dim ensión nacional y m undial, hacen resurgir hechos que parecían olvidados, anacrónicos. Sim ultáneam ente, se revelan otras realidades, se abren otros horizontes. Es com o si la historia y la geo­ grafía, que parecían estabilizadas, volvieran a moverse espectacular­ m ente, más allá de las previsiones e ilusiones. En este contexto, visto así de m anera global, se revelan nuevas for­ mas sociales del espacio y el tiempo. Son múltiples, nuevas y recreadas las formas del espacio y el tiempo develadas por los desdoblam ientos de la globalización: el local y el global, el micro y el macro, la hom oge­ neidad y la diversidad, la prim acía del presente y la recreación del pa­ sado, la contem poraneidad y la no contem poraneidad, el norte y el sur, Karl Marx, Elementos [undanumlnlus para la crílim de la economía política (borrador) 1S57-IS5S, 3 vols., M éxico, Siglo XXI, 1971-1976, vol. 2, pp. 30-31.

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el O ccidente y el Oriente, lo real y lo virtual, la experiencia y el simula­ cro, la desterritorialización y la miniaturización, el mensaje y el videoclip, la velocidad y el instante, lo fugaz y el silencio. En el ám bito de la sociedad global, las formas sociales del espacio y el tiem po se modifican y m ultiplican. Dado que la globalización arti­ cula, tensiona y dinamiza configuraciones sociales locales, nacionales, regionales, internacionales y transnacionales, se m ultiplican las posibi­ lidades del espacio y el tiempo. Estos se pluralizan y entr ecruzan en m odelos desconocidos, aún no codificados. S orprenden por las posi­ bilidades potenciales escondidas y por las creaciones inesperadas. Dis­ locan puntos y lugares, ritmos y formas, m odos de ser y de devenir. Todas las velocidades resultan no sólo rebasables, sino que de he­ cho son rebasadas. El tren, el automóvil, el avión, el teléfono, el telé­ grafo se vuelven más veloces, dejan de ser mecánicos, de vapor o eléc­ tricos, y se vuelven electrónicos. C orren atrás de la com putadora, el fax, el telefax, la red electrónica, la com unicación continua on Une everywhere through the loorld all time in English. La electrónica y la infor­ m ática tejen las redes invisibles que atan y desatan las cosas, las gen­ tes, las ideas, las palabras, los gestos, los sonidos y las im ágenes, en to­ do el m undo. De rep ente la velocidad excepcional produce el instan­ te desconocido, algo m om entáneo y fugaz insertado en el nuevo m a­ pa del m undo y el m ovimiento de la historia, que anula e inaugura fronteras reales e invisibles, imaginarias y virtuales. En cualquier m o­ m ento, en cualquier lugar, en todo el m undo, la electrónica relacio­ na y p rende, ata y desata personas, cosas, ideas, palabras, gestos, soni­ dos e imágenes. La velocidad se disuelve en el instante, la dem ora es apagada p o r lo fugaz. A hora el planeta T ierra puede ser concebido com o plenam ente es­ férico, o plenam ente plano, da lo mismo. Los m edios de com unica­ ción, inform ación, locom oción o intercam bio reducen las distancias, obliteran las barreras, ecualizan los pnntos de los territorios, arm oni­ zan los m om entos de la velocidad, m odifican los tiem pos de la dura­ ción, disuelven los espacios y los tiempos conocidos y codificados, inauguran otros, desconocidos e inesperados. Así se tiene la im pre­ sión de que se disuelven fronteras, m ontañas, desiertos, mares, océa­ nos, lenguas, religiones, culturas, civilizaciones. Se crea la ilusión de que el m undo se volvió finalm ente esférico o plano. Se disuelven las realidades, diversidades y desigualdades en el m undo de los simula­ cros y las virtualidades, aunque se reafirm an y desarrollan las realida­ des, diversidades y desigualdades.

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M uchos im aginan que com enzó la era de la posm odernidad. La fragm entación de lo real disperso p o r el espacio y despedazado en tiem po desafía la razón y la im aginación generadas desde la Ilustra­ ción. C uando se acelera el proceso de globalización, y da la im presión de que la geografía y la historia llegan a su fin, m uchos piensan que en tró la posm odernidad, declinó la razón y se soltó la im aginación. Se intercam bia la experiencia por la apariencia, lo real p o r lo virtual, el hecho p o r el simulacro, la historia p o r el instante, el territorio por el dígito, la palabra por la imagen. Todo se desterritorializa. Las cosas, gentes e ideas, así como las pa­ labras, gestos, sonidos e imágenes, todo se desplaza p o r el espacio, atraviesa la duración, revelándose fluctuante, itinerante, volante. Se desarraigan de los lugares, se olvidan los pretéritos, se hacen presen­ tes en los cuatro rincones del m undo. La sociedad global se transfor­ m a en un vasto m ercado de cosas, gentes e ideas, así com o de realiza­ ciones, posibilidades e ilusiones; integra tam bién hom ogeneidades y diversidades, obsolescencias y novedades. “Al final de esta difícil m u­ tación, el hom bre se convertirá al mismo tiem po en p o rtad o r de obje­ tos nómadas y en nómada-objeto él mismo. Su cuerpo se cubrirá de pró­ tesis y luego él a su vez se convertirá en prótesis, hasta venderse y com ­ prarse com o objeto.”4 El m undo se transform a en territorio de todo el m undo. Todo se desterritorializa y reterritorializa. No solam ente cam bia de lugar, se desarraiga, circulando por el espacio, atravesando m ontañas y desier­ tos, mares y océanos, lenguas y religiones, culturas y civilizaciones. Las fronteras son abolidas o se vuelven irrelevantes e inocuas, se frag­ m entan y cam bian de form a, parecen pero no son. Los m edios de co­ m unicación, inform ación, transporte y distribución, así com o los de producción y consum o se agilizan universalm ente. Los descubrim ien­ tos científicos, transform ados en tecnologías de producción y repro­ ducción m aterial y espiritual se difunden por el m undo. Los m edios im presos y electrónicos, acoplados a la industria cultural, transfor­ m an el m undo en paraíso de imágenes, video-clips, superm ercados, shopping centers, disneylandias. Este es el universo de la fragm entación. Se fragm enta el espacio y el tiempo, lo pensado y el pensamiento, la realidad y la virtualidad, el to­ do y la parte. Se disuelven modos de ser sedim entados y formas de pen­ sar cristalizadas. Los lenguajes caminan hacia otras formas de expresar, 4 Jacques Attali, M ilenio, Barcelona, Seix Barra!, 1991, p. 87.

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narrar, soñar, dibujar, ilustrar. La narración es atravesada p o r la disper­ sión de los signos, significados y connotaciones. Se inauguran nuevas formas de narrativa: el gran relato deviene insatisfactorio, rebasado, in­ suficiente. En lugar de la gran narrativa, articulación abarcadora o his­ tórica, se coloca el m étodo aforístico, el collage, el bricolage, el m onta­ je, el video-clip, el pastiche, la pequeña narración el simulacro, el virtualismo, la folklorización de lo singular, la ilusión de la identidad.5 Éste es el clima de la posm odernidad: la historia sustituida p o r lo efím ero, im agen del instante, lugar fugitivo. Todo se disuelve en el m om ento presente, inm ediatam ente superado p o r otra im agen, co­ llage, bricolage, m ontaje, mensaje. Así se deteriora el pasado rem oto e inm ediato. No se in terru m p en las secuencias ni las discontinuida­ des, sólo desaparecen del horizonte, dejan de ser, desgajadas, anula­ das. Se privilega el dato inm ediato evidente cotidiano inesperado prosaico so rp ren d en te fugaz. La violencia urbana y la guerra, de la m isma form a que el show de la televisión, el fútbol, el shopping rentero la disneylandia son im ágenes rutilantes del espectáculo cotidiano su­ cedáneo de la experiencia de la vida, de las tensiones, de los movi­ m ientos de la historia. En el ámbito de la posm odernidad, se disuelven los espacios y los tiempos heredados de la Ilustración, sedim entados en la geografía y en la historia, articulados en las formas de pensam iento, organizados en las prácticas de los grupos y clases, partidos y movimientos, naciones y nacionalidades, culturas y civilizaciones. Se fragm entan las realidades, recurrencias y desencuentros, secuencias y discontinuidades; se multi­ plican los espacios y los tiempos imaginarios, virtuales, simulacros. Cada uno inventa el espacio y el tiem po que quiere. Esta libertad se m ultiplica en la segunda parte del siglo xx, en el um bral del siglo xxi. Las conquistas de la ciencia, traducidas en tecnologías, abren m uchas posibilidades prácticas e imaginarias. Tanto así que algunos, los que disponen de m edios e inform aciones, pueden desprenderse de los parám etros sedim entados, de las explicaciones acumuladas. P ueden lidiar con el espacio y el tiem po en m oldes desconocidos, con la ilusión de que los parám etros pueden ser m odificados a voluntad, im aginando la posm odernidad. Pero las metamorfosis del espacio y del tiem po no son inocentes. No ocurren sólo com o productos de la tecnología, conquistas de la cienJean-Francois Lyotard, O pós-moderno, Río de Janeiro, José O lym pio Editora, 198G; Fredric Jam eson , E l posmodernixmo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, B arcelona. Paiclós, 1991.

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cia, ya que con frecuencia llevan el contrabando de la ideología. No só­ lo pueden sublimar la experiencia sino pasteurizar la realidad, y eligen el simulacro como experiencia de hecho. “U na sociedad capitalista exi­ ge un a cultura basada en imágenes. Necesita proporcional' cantidades muy gl andes de diversiones con el fin de estimular el consum o y anes­ tesiar los daños causados por el hecho de pertenecer a determ inada clase, raza o sexo. Ynecesita igualm ente reunir cantidades ilimitadas de inform ación, explorar los recursos naturales de m odo eficiente, au­ m entar la productividad, m antener el orden, hacer la guerra y p ropor­ cionar em pleos a los burócratas. La doble capacidad de la cámara de volver subjetiva y objetiva la realidad satisface esas necesidades de for­ ma ideal, las refuerza. La cámara define la realidad de dos modos in­ dispensables para el funcionam iento de una sociedad industrial avan­ zada: como sus ojos (para las masas) y como objeto de vigilancia (para los dirigentes). La producción de imágenes proporciona también una ideología dom inante. La üansform ación social es sustituida por otra de las imágenes. La libertad de consumir una pluralidad de imágenes y bienes equivale a la propia libertad. La contracción de la libertad de opción política en libertad de consumo económico exige la produc­ ción ilimitada y el consum o de im ágenes.”6 Es éste es un proceso que viene de largo, desde que la producción, circulación, intercam bio y consumo de las mercancías pasaron a aten­ der las necesidades reales e imaginarias de unos y otros, desde que unos y otros pasaron a deleitarse o resignarse con las exigencias y delicias de las necesidades reales e imaginarias trabajadas, creadas o recreadas por la publicidad universal. En ese m om ento la experiencia se em pobrece y la apariencia enriquece. “Pobreza de experiencias: no se debe imagi­ n ar que los hom bres aspiren a nuevas experiencias. No, ellos aspiran a liberarse de toda experiencia, aspiran a un m undo en el que puedan os­ tentar tan p u ra y tan claramente su pobreza externa e interna, que al­ go decente pueda resultar de eso. [...] La naturaleza y la técnica, el pri­ mitivismo y el confort se unifican com pletam ente, y a los ojos de las per­ sonas, fatigadas con las complicaciones infinitas de la vida diaria y que ven el objetivo de la vida sólo como el más rem oto punto de fuga en una interm inable perspectiva de medios, surge una existencia que se basta a sí misma, en cada episodio, del m odo más simple y más cómo­ do, y en la cual un automóvil no pesa más que un som brero de paja, y una fruta en el árbol se redondea como un globo. [...] Somos pobres. h Susan Sontag, Ensáios solnn a fotografía, Río ele Janeiro, Arbor, 1982, p. 171 [ed. esp.: Solrrti la fotografía, Barcelona, Edhasa].

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Abandonam os una después de otra todas las piezas del patrim onio hu­ m ano, tuvimos que em peñarlas m uchas veces en una centésima parte de su valor para recibir a cambio la m oneda dim inuta de lo ‘actual’.”7 En el ám bito de un mismo y vasto proceso, tiene lugar la sustitu­ ción de la experiencia por la apariencia, del hecho por el simulacro, de lo real p or lo virtual, de la palabra por la im agen. Está claro que todas esas instancias siguen siendo válidas y presentes, pero así rever­ tidas, invertidas. A m edida que se acelera y generaliza el proceso de racionalización de las organizaciones y actividades, de las relaciones y estructuras sociales, con base en la técnica, electrónica, 1 0 botica, in­ form ática, telemática; la apariencia, el simulacro, lo virtual y la ima­ gen adquieren preem inencia en la vida social y pueblan el im agina­ rio de todo el m undo. Ese es el am biente de los m edios im presos y electrónicos, de la industria cultural, de la cultura de masas, en exten­ sión local, nacional y global. U n am biente en que el ciudadano, el pueblo, el individuo, el trabajador, el negro, el blanco, el árabe, el eu­ ropeo, el asiático, el latinoam ericano, la mujer, el hom bre, el adulto, el joven, el niño, el islámico, el budista, el cristiano, el hindú y así su­ cesivamente aparecen com o m ultitud. “Las observaciones de Le Bon sobre la psicología de las m ultitudes se volvieron obsoletas, pues se pu ed e disipar la individualidad de cada uno y uniform izar su raciona­ lidad en su propia casa. El m anejo teatral de las masas al estilo de Hitler se volvió superfluo: para transform ar al hom bre en nadie (y en una criatura que se enorgullece de ser nadie) ya no es preciso aho­ garlo en la masa ni alistarlo com o m iem bro real de una organización de masa. Ningún m étodo de despersonalizar al hom bre, de privarlo de sus poderes hum anos, es más eficaz que aquello que parece pre­ servar la libertad de la persona y los derechos de la individualidad. Y cuando el condicionam iento es puesto en práctica separadam ente en cada individuo, en la soledad de su hogar, en m illones de hogares ais­ lados, es incom parablem ente más eficaz. ”K En este sentido los m edios se convierten en una especie nueva, sor­ 7 Walter Benjam ín, M agia i: técnica, arte, a política (Emilios sobra literatura c ¡listona da cultura), Sao Paulo, Editora Brasiliense, 1985, pp. 118-119; cita del ensayo titulado “E xp eriencia e pobreza". H G unther A nders, “O m un d o fantasm ático da TV ”, Bernard R osenbe rg y David M anning W hite (co m p s.), Cultura de, massa, Sao Paulo, Editora Cultrix, 1973, pp. 415425; cita d e la p. 417. Cabe recordar aquí la frase de Bauclelaire: “La suprem a gloria de N a p o leó n III habrá sido probar que cualquier persona p u ed e gob ern ar u n a gran nación en cu an to o b tien e el control d el telégrafo y de la im prenta n acion al.” Según David Harvey, .4 ('.omliiao pós-modtrma, Sao Paulo, E dicóes Loyola, 1992, p. 215.

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p ren d en te, insólita y eficaz de intelectual orgánico de los bloques de p o d er que se articulan en dim ensión global. Lo que ya ocurre am plia­ m ente en el ám bito nacional, pasa a ocurrir am pliam ente en el ám bi­ to m undial. De la misma form a que los m edios se globalizan, ju n to con la econom ía y la política, la industria cultural y los m edios de co­ m unicación, la electrónica y la inform ática; en esa m isma escala se globalizan los intereses y objetivos, ideologías y visiones del m undo de los que detentan los medios políticos, económicos, sociales y cultura­ les de m ando y “desm ando” en m edida global. Tanto es así que el pla­ neta T ierra parece esférico o plano, indiferentem ente. Pero el m undo no se conform a con la posm odernidad im aginaria o soñada. Al mismo tiem po que da vuelo a la im aginación, se articu­ la más o m enos rigurosam ente según las exigencias de la práctica pragm ática tecnocrática. En la misma m edida en que se difunde la posm odernidad del m undo, el m undo se articula cada vez más de acuerdo con las exigencias de la razón instrum ental. Poco a poco, la razón instrum ental articula espacios y tiempos, m o­ dos de producir y consumir, ser y vivir, pensar e imaginar. En el mismo am biente en que se lanza la posm odernidad, se suelta la racionalidad. Se ordenan racionalm ente el mercado, la producción y la reproduc­ ción, de la misma form a en que las condiciones de vida y las posibilida­ des de la imaginación. Las actividades de las personas, grupos y clases, de la misma m anera que la vida de las naciones y nacionalidades, em­ presas e iglesias, partidos y universidades, pasan a organizarse según pa­ trones de racionalidad, eficacia, productividad, lucratividad.u El tiem po elecü ónico organiza cada vez más la vida de todo el m un­ do. Se aceleran y diversifican las posibilidades de los diálogos y m onó­ logos, com unicaciones y desentendim ientos, sim ultáneam ente con los intercam bios y comercios, cambios y negocios. La razón instrum ental se vuelve electrónica, y estr uctura el m undo de m odo sistemático, prag­ mático, todo con medida, cuantificado. El predom inio del principio de cantidad se acelera por todos los niveles de la vida social, se generaliza por todo el m undo. En la época de la globalización del capitalismo, de los mercados, de las exigencias de los negocios, de las condiciones de productividad y lucro, el principio de la cantidad se extiende hacia to­ das las actividades, producciones culturales, modos de ser, visiones del m undo. “Así como el espacio, el tiem po es una m ercancía provista por •* Max H orkheim er, Eclipsada razan, Río de Janeiro, Editorial Labor do Brasil, 1976. Consultar tam bién, T h eod or W. A d orn o y Max H orkheim er, Dialí.licu do nsclam im m lo, R ío de Janeiro, Jorge Zahar Editores, 1985.

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la com putadora, un material para ser m oldeado lo más posible según los fines humanos. [...] Un reloj convencional produce solam ente una serie de idénticos segundos, m inutos y horas; una com putadora trans­ form a segundos, microsegundos o no segundos en inform ación. La enorm e velocidad de este proceso pone la operación de la com putado­ ra en un universo de tiem po que está fuera de la experiencia hum ana. [...] El tiem po electrónico es el punto más avanzado de este desarrollo (del hom bre occidental), la más abstracta y m atem ática noción de tiem po jam ás incorporada a la m áquina; lleva la m edida del tiempo m ucho más allá del límite inferior de la percepción hum ana. Represen­ ta el triunfo final de la perspectiva europea occidental, cuando el pro­ pio tiem po se vuelve una mercancía, un recurso para ser trabajado, así com o un ingeniero de estructuras trabaja el acero o el alum inio.”10 Todo este universo de cosas, gentes, ideas, realizaciones, posibilida­ des e ilusiones se articula en el m ercado global tejido principalm ente po r el idiom a inglés. El m undo transform ado en territorio de todo el m undo habla, piensa y actúa principalm ente por interm edio de ese có­ digo. En general, el inglés traduce el pensam iento y lo pensado, la in­ form ación y la decisión, la com pra y la venta, la posibilidad y la inten­ ción. “Un análisis global de expansión de la lengua inglesa apunta a su efectiva cristalización como segundo idioma: 85% de las relaciones in­ ternacionales son conducidas en inglés; 3 /4 de la correspondencia m undial es en inglés y más del 80% de los libros científicos publicados son en inglés. Los ejecutivos japoneses conducen sus negociaciones globales en inglés y cuentan con mil escuelas sólo en Tokio. En Japón, el inglés es m ateria obligatoria durante seis años. En H ong Kong, nue­ ve de cada diez alumnos estudian inglés. En China, 250 millones de personas estudian inglés. Incluso en Francia, donde hay poco interés p or idiomas extranjeros, la Ecole des Hautes Études Commerciales ahora ofrece su clásico curso de administración comercial en inglés. En toda Europa, además, en una reciente investigación encargada p o r la Comisión del M ercado Común Europeo, el inglés aparece como el se­ gundo idioma más hablado y enseñado, con 51% contra 42% del fran­ cés, 33% del alemán, 21% del italiano y 18% del español.”11 El inglés puede ser el idiom a de la globalización. La mayor parte 10 J. David Bolter, Turing’x man (Western culture ¡n the compuler age), M iddlesex, Inglaterra, P enguin Books, 1986, pp. 101, 102-103 y 108 [ed. esp.: E l hombre ds Tum i». La m ltura ocáde.nlal en la m i de lu comfmlación, M éxico, F ondo de Cultura Económ ica, 1988]. 11 P aulo Sánchez, "Executivos adotam o idiom a in g lés”, O Eximio de S. Paulo, Sao Paulo, 23 d e ju lio de 1993, p. 1, cu ad ern o “Em presas”.

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de los acontecim ientos, relaciones, actividades y decisiones se expre­ san en ese idiom a o se traducen a él. Así se articula la electrónica, de la misma m anera que los m edios de com unicación y el m ercado, gran parte de la ciencia, tecnología, filosofía y arte. En la época de la glo­ balización, el inglés se unlversaliza: comunicativo y pragm ático, ex­ presivo e inform ático. Así, el lenguaje del m ercado se difunde por el m undo acom pañan­ do al mercado. Se hace presente en m uchos lugares, invade casi todos los círculos de relaciones sociales. El mismo proceso de mercan tilización general unlversaliza determ inado m odo de hablar, taquigrafiar, co­ dificar, pensar. Se crea una especie de lengua franca universal: econó­ mica, racional y m oderna; o práctica, pragmática y telemática. El mis­ mo proceso de mundialización del capitalismo mundializa signos y sím­ bolos, logotipos y eslogans, calificativos y estigmas. “Existe sólo un caso de expresividad -p e ro de expresividad ab erran te- en el lenguaje pura­ m ente comunicativo de la industria: es el caso del eslogan. De hecho, pa­ ra im presionar y convencer, el eslogan debe ser expresivo. Pero su expre­ sividad es monstr uosa porque se vuelve inm ediatam ente estereotipado y se fija en un a rigidez que es lo contrario de la expresividad, la cual es eternam ente m utable y se ofrece a una interpretación infinita. La falsa expresividad del eslogan es así el punto extremo de la nueva lengua téc­ nica que sustituye a la lengua humanística. Es el símbolo de la vida lin­ güística del futuro, esto es, de un m undo inexpresivo, sin particularis­ mos ni diversidad cultural, perfectam ente patronizado y aculturado.”1E1 m u n d o ya está tejido por m uchos tejidos, diferentes lazos y laza­ dos, visibles e invisibles, reales e imaginarios. Son redes electrónicas inform áticas telemáticas online alltim e everywhere w orldw ide in English. Son transnacionales conglom eradas aliadas estratégicam ente planea­ das produciendo y reproduciendo las fuerzas productivas organiza­ das en la nueva división internacional de la producción y trabajo fle­ xible del posfordism o global. Son innum erables superm ercados shop­ p in g centers disneylandias distribuidos en el nuevo m apa del m undo exhibiendo m ercancías globales destinadas a las necesidades reales e im aginarias m ultiplicadas. La m ercadotecnia global se encarga de anunciar y p ronunciar todo lo que es bueno m ejor óptim o indispen­ sable maravilloso fantástico. El mismo escenario creado con la m undialización del capitalismo 12 Pier Pao lo Pasolini, O sjo v m s infdize.s, M ichel Lahud (ed itor), Sao Paulo, Editora Brasiliense, 1990, pp. 45-46; cita de “Análise lingüística de um Slogan".

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instituye el m odo de ser característico de la m odernidad-m undo; una m odernidad en la que predom inan los principios de mercantilización universal, de la tecnificación de las condiciones de vida y traba­ jo y de la cuantificación generalizada en detrim ento del principio de calidad. “A fin de cuentas, es su globalidad sim ultáneam ente estruc­ tural y planetaria la que define a la m odernidad en el fin del siglo xx com o un m om ento singular. Globalidad social de un capitalismo om­ nipresente y de un sistema social fundado en la im bricación y la in­ terconexión de m últiples procesos; éstos tam bién cada vez más com ­ plejos. G lobalidad espacial del planeta com puesto p o r redes, p o r el m ercado m undial y p or el tecnocosm os.”1^ El clima que se crea con la globalización del capitalismo, visto co­ m o proceso civilizatorio, crea sim ultáneam ente el clima de la m odernidad-m undo. Son patrones y valores socioculturales, alteraciones en las form as de sociabilidad, desarraigos de objetos, personas e ideas, todo esto para constituir algo, o m ucho, del estado de espíritu de la m odernidad-m undo. “La m odernidad es esencialm ente globalizante... La globalización puede así ser definida como la intensificación de las relaciones sociales en dim ensión m undial, al ligar localidades distantes de tal m anera que los acontecim ientos locales son m odela­ dos p o r eventos que ocurren a m uchas millas de distancia y viceversa. Se trata de u n proceso dialéctico, porque esos acontecim ientos loca­ les pueden desplazarse en u n a dirección inversa a las relaciones muy distanciadas que los m odelan. La transforvicición locales tanto una p ar­ te de la globalización, cuanto la extensión lateral de las conexiones sociales a través del tiem po y del espacio.”14 Pero éste no es un proceso tranquilo. Se desarrolla de m odo p ro ­ blemático. Al mismo tiem po que im pulsa la hom ogeneización, ecualización o integración, provoca fragm entaciones, rupturas, contradic­ ciones. Se m ultiplican desencuentros de todo tipo, en los ám bitos lo­ cal, nacional y m undial, implica relaciones, procesos y estructuras so­ ciales, económicos, políticos y culturales. Las configuraciones y movi­ m ientos de la sociedad global descubren otras posibilidades de la geo­ grafía y la historia, nuevas formas de espacio y tiem po, a veces lím pi­ dos y transparentes, otras veces caleidoscópicos y laberínticos. En la época de la globalización, las cosas, gentes e ideas se descom­ pasan de los espacios y tiempos instituidos por la electrónica. La manel3Jean C hesneaux, Modernilé-monde, d i., p. 196. 11 A nthony G iddens, A a m s e q u u n d a s da modr.rnidadn, Sao Paulo, Editora U n esp , 1991, pp. 69-70.

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ra de actuar de las relaciones, procesos y estructuras, de las vivencias y existencias, individuos y colectividades, naciones y nacionalidades, cul­ turas y civilizaciones, ha dado m archa atrás, rebasado por la m anera de actuar simbolizada p or la electrónica, al instituir otros puntos y redes, otros ritmos y velocidades. Las fronteras no son abolidas, se disuelven; las lenguas siguen existiendo, traducidas en general al inglés; las m one­ das nacionales siguen circulando, siempre referidas a una m oneda abs­ tracta general m undial; las cartografías son rediseñadas por la com pu­ tadora; las historias son recontadas desde los horizontes de la globali­ zación; las experiencias se traducen en virtualidades, simulacros; las pa­ labras son progresivam ente recubiertas por las imágenes. Es el im perio de la contem poraneidad. El pasado y el presente, de la misma m anera que el espacio y el tiem po, se introducen p o r todos los rincones. La velocidad de algunas transform aciones es diversa de otras. Unas realidades se m odifican con un determ inado ritm o, m ien­ tras que otras tienen un ritm o diferente, además de las direcciones que p u ed en ser divergentes. Son diversos, muy diversos los ritm os en que se deam bula, así como las realizaciones, posibilidades e ilusiones. Se am plían y generalizan los desencuentros. Así com o m uchas cosas se ecualizan, m uchas se desencuentran. Son patrones y valores, m o­ dos de ser y actuar, de pensar e im aginar que sim ultáneam ente se com binan y tensionan. En el ám bito de la globalización, la electróni­ ca, la inform ática y la telecom unicación invaden las actividades y re­ laciones de todo el m undo. Se m odernizan los procedim ientos y no los tem peram entos, los m odos de actuar y no los de pensar, las formas de im aginar y no las de sentir. O cu rren desfases, desniveles, fracturas, anacronismos, disonancias, asincronías, desencuentros, tensiones. Lo residual se mezcla con la no­ vedad, el pretérito con lo predom inante, lo que era con lo que no es. Se m ultiplican las discontinuidades y las repeticiones, los desencuentros y las tensiones. Todo se astilla, se despedaza. El espacio y el tiem­ po se diversifican de m odo sorprendente: se m ultiplica al azar, de m o­ do conjugado y a la vez disparatado. En este sentido, el siglo XX produce un m anantial de obsolescen­ cias sim ultáneam ente con las novedades, innovaciones de todo tipo, “m o d ern id ad es” y “posm odernidades”. En el mismo sentido, las ru p ­ turas que acom pañan la conm oción de la globalización en curso en este final de m ilenio, cuando se anuncia el siglo xxi, inauguran obso­ lescencias y novedades de cuño social, económicas, políticas y cultu­ rales, en los ámbitos individual y colectivo, nacional y m undial. Las

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crisis, guerras y revoluciones no sólo expresan rupturas históricas, si­ no que revelan y profundizan las tramas de la no contem poraneidad. De un m om ento a otro, grupos, clases, movimientos, partidos, co­ rrientes de opinión pública, interpretaciones de la realidad social, es­ tilos de pensam iento, visiones del m undo, pueden volverse anacróni­ cos, exóticos, extraños, inconvenientes, prescindibles. Se decreta lo nuevo y lo viejo, lo arcaico y lo m oderno, se instituyen tradiciones y obsolescencias, novedades e innovaciones, m odernidades y posm o­ dernidades. Se instauran oü'as ü amas de no contem poraneidad, ade­ más de las que se producen y reproducen continua o periódicam en­ te con los movimientos de la historia. En el ámbito de la ru p tu ra histórica, que implica con frecuencia cri­ sis, guerra o revolución, se inaugura el m onum ento y la ruina, dem ar­ cando el presente privilegiado y el pasado tolerado, recreado o simple­ m ente rechazado. Las diversas conmociones de expansión del capitalis­ m o en el m undo pueden ser vistas como conm ociones de creación de novedades y obsolescencias, m odernidades y anacronismos, héroes y traidores, santos y apóstatas, m onum entos y ruinas. El mercantilismo, el colonialismo y el imperialismo que atraviesan la geografía y la histo­ ria desde el Renacimiento, la Reforma y la C ontrarreform a, o los orí­ genes del capitalismo, entendido también como proceso civilizatorio, instituyen m uchas tramas de no contem poraneidad, lo que provoca ruinas por los cuatro rincones del m undo; ruinas no sólo en el sentido literal, sino tam bién como metáforas y alegorías.15 En el seno de la no contem poraneidad se revelan las ruinas, como obras de arte originales, diferentes de sus formas pretéritas y de sus au­ ras prim ordiales. Son marcas de lugares y épocas que señalan las m e­ tamorfosis del espacio y el tiempo, de las configuraciones sociales pa­ sadas, de estilos de vida remotos, de visiones del m undo recubiertas p or la pátina de los tiempos. En las ruinas la batalla de los tiempos car­ ga consigo la batalla enti'e la naturaleza y la sociedad: lo telúrico y la cultura. El mismo espíritu que conform a la naturaleza a la imagina­ ción, asiste a la revuelta de esa misma naturaleza, üansfigurando la obra de arte prim ordial en obra de arte de otra época, con form a di­ ferente y aura sorprendente. La ruina no es un fragm ento, algo m uti­ lado y destrozado, y sólo lo parece así cuando es vista en la óptica del 1:1 K.M. Panikkar, A dominando oddcnlal na Asia, Río ele Janeiro, Editora Paz e Terra, 1977, 3a. ed.; Josep h Ki-Zerbo, Historia (hd Africa negra, 2 vols., Madrid, Alianza; J.H . Elliott., El viejo m undo y d nuevo (1492-1650), Madrid, Alianza Editorial, 1984; Jacques Lafaye, Los comjuisUulorcs, M éxico, Siglo XXI, 1978, 3a. ed ición .

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pasado. Vista en la óptica del presente, es original, incom parable, sor­ p rendente, precisam ente porque es un resultado de la imaginación pasada transfigurado por la pátina de los tiempos, recreado por el mi­ rar presente. “La ru in a aparece como la venganza de la naturaleza por la violencia que le hace el espíritu al conform arla a su propia imagen. El proceso histórico de la hum anidad com o un todo consiste en vina gradual apropiación de la naturaleza por el espíritu, la cual se encuen­ tra fuera de él, pero tam bién de cierta m anera dentro de él. [...] El encanto de la ruina consiste en que u n a obra hum ana es percibida, en definitiva, como si fuese un producto de la naturaleza. Las mismas fuerzas que, p or la erosión, desagregación, sumersión y expansión de la vegetación dieran a las m ontañas su aspecto, dem uestran también aquí su eficacia en los muros. [...] El encanto fantástico y supersensible de la pátina se basaba en la misteriosa arm onía por la cual el obje­ to se em bellece, debido a un proceso químico-mecánico, p o r el cual el proyecto deliberado del hom bre se convierte de m odo no delibera­ do e imprevisible en algo nuevo, con frecuencia más bello, constitu­ yendo una nueva unidad.”16 En varios aspectos, las tramas de la no contem poraneidad perm i­ ten revelar form as insospechadas del tiem po escondidas en la brum a de la historia. La no contem poraneidad puede ser un m om ento ex­ cepcionalm ente heurístico, cuando se trata de sorprender las formas sociales del tiem po, las configuraciones y los m ovimientos de la socie­ dad. En la época de la globalización, la no contem poraneidad se re­ vela nuevam ente em blem ática, para desafiar a la ciencia, a la filosofía y al arte. En este am biente germ inan nostalgias y utopías; unas pretéritas y otras futuras. Delante del nuevo, inesperado y sorprendente sismo de globalización, cuando las naciones, nacionalidades, culturas y civiliza­ ciones son desafiadas; se mezclan, se pelean, se reafirm an y modifican m odos de ser, pensar, actuar, sentir, fabular. Son m uchos los que tienen nostalgia del pasado o del futuro. Aveces, sólo niegan el presente, pe­ ro otras veces pueden utilizar la nostalgia o la utopía para reflexionar m ejor sobre el presente. En todos los casos, nostalgia y utopía pueden ser vistas como señales de configuraciones atravesadas por la no con1(1 G eorg Sim m el, Sobra la availura (Ensayos filosóficos), Barcelona, Península, 1988, pp. 117, 119 y 120; citas de “Las ruinas”. Consultar también, Cario Carena, “R uina/R estauro”, Endclofmdia Einaudi, vol. 1, “Memoria-Historia”, Porto. Im prensa Nacional-Casa da Moeda, 1985, pp. 107-129; Ian Knizck, “El extraño encanto de las ruinas”, Mural, núm. 186, M éxico, 1987, pp. 31-38.

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tem poraneidad. Descubren dimensiones heurísticas escondidas en los desencuentros de espacios y tiempos generados por la globalización.17 El tem a de la no contem poraneidad reaparece de m odo particular­ m ente acentuado y generalizado en la época de la globalización. Cuan­ do se produce una nueva conmoción por la expansión del capitalismo en escala mundial, cuando el capital reaparece como agente “civiliza­ d o r”, todas las otras formas sociales de organización de la vida y del tra­ bajo son desafiadas, llevadas a subordinarse formal o realm ente, en cier­ tos casos hasta marginalizarse. En la m edida en que el capitalismo es un proceso civilizatorio de amplia envergadura, combatividad y agresivi­ dad, se crean y recrean configuraciones socioculturales perm eadas de no contem poraneidad. Son aglutinaciones, integraciones y convergen­ cias, sim ultáneam ente con desencuentros, exclusiones y antagonismos, que se revelan de m anera local, nacional y mundial. Un fenóm eno que está siem pre presente en la realidad social y que siempre ha desafiado al pensam iento científico, filosófico y artístico, reaparece muy fuerte­ m ente en la época en que se da un nuevo sismo de globalización, en la estela del desarrollo intensivo y extensivo del capitalismo en escala mundial. Más de una vez se replantea la problem ática del desarrollo de­ sigual contradictorio y combinado, que repercute en la geografía y la historia, así como desafía la teoría y la práctica en los horizontes de la globalización. “No todos están presentes en el tiempo presente. Están sólo exteriorm ente, puesto que podem os verlos hoy. Pero no es por eso que viven en el mismo tiempo que los otros. Al conü ario, cargan consi­ go un pasado que se infiltra.”18 Vista así, en el contrapunto contem poraneidad-no contem poranei­ dad, la historia se revela plena de posibilidades y sorpresas. Más allá de las regularidades y recurrencias, de las discontinuidades y rupturas, es­ tán las reorientaciones y los retrocesos. En el ámbito de la dinám ica de la vida social, del movimiento de las fuerzas sociales, que atienden tam­ bién sus dimensiones económicas, políticas y culturales, el tiem po pue­ 11 Roland R obertson, (¡lobalizalion (Social llmiry and global culture), Londres, Sage Publications, 1992, esp ecialm en te cap. 10: “G lobalization and the nostalgic paradigm ”; Fredric Jam eson , El posmodernismo o la lógica cultural dul capitalismo avalizado, di., esp e­ cialm en te cap. II: “La p osm odernidad y el p asad o”. IX Ernst Blocii, H m iaga da ce lemps, París, Payot, 1978, p. 95. Cita extraída de la segun d a parte, titulada “N on con tem p oran éité et en ivrem en t”, pp. 37-187. Adem ás sobre el problem a de la no contem poraneidad: Eric Hobsbawm y T erencc Ranger, /l invenido das tnuliffm , Río d e Janeiro, Editora Paz e Terra, 1984; A m o J. Mayer, La per­ sistencia d d antiguo régimen, Madrid, Alianza, 1984; Paul Ricoeur (ed itor), A s culturas a o tempo, P etrópolis, Editora Vozes, 1975.

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de resultar m últiple y contradictorio, progresivo y regresivo, interrum ­ pido y vacío. La ilusión del progreso, evolución o m odernización ha si­ do irrum pida por fracturas y reorientaciones, reanudaciones y regre­ siones, estabilidades y atonías. Hay coyunturas en las que el juego de las fuerzas sociales puede provocar tanto la diversificación como la acele­ ración, tanto la decadencia como la disolución. En este contexto, el contrapunto contem poraneidad y no contem poraneidad reabierto pol­ la globalización, resulta particularm ente heurístico, al desafiar a las ciencias sociales, la filosofía y las artes. Perm ite repensar las formas so­ ciales del tiempo, descubrir algunas de sus formas insospechadas, in­ cluso sublimadas, como las que se esconden en la nostalgia y la utopía. Ni llegó el fin de la historia ni llegó el fin de la geografía. Es sólo ilusoria la im presión de que llegó el reino de la eternidad. Tanto es así que el planeta T ierra no ha alcanzado aún u n a form a acabada y p uede parecer totalm ente esférico o totalm ente plano. M uchos pue­ den actuar, pensar y sentir conform e a su im aginación. Pero este mis­ mo lugar sigue atravesado por m ontañas y desiertos, m ares y océanos, islas y continentes, naciones y nacionalidades, lenguas y religiones, culturas y civilizaciones. Sólo el m undo se fragm entó otra vez, en un m om ento, de repente. Los que sueñan con la eternidad escondida en el fin de la historia y de la geografía, olvidan que ella se dispersa por el espacio y se despedaza en el tiem po.19 Los horizontes abiertos por la globalización ilum inan el presente y recrean el pasado. Gran parte del pasado conocido y desconocido es re­ creado por el presente. Una ruptura histórica excepcional, como la glo­ balización en curso en el umbral del siglo xxi, configura todo un nue­ vo parám etro para la inteligencia y la invención del pasado. Es como si el presente se fuese lejos, allá lejos, en busca de sus orígenes, de sus raí­ ces. Al mismo tiempo que se niega o recrea el pasado reconocido, se busca lo prim ordial escondido. Un pasado que puede surgir como his­ toria y memoria, identidad y pluralidad; simbolizado en héroes y santos, hazañas y glorias, victorias y derrotas, m onum entos y ruinas. Son m etá­ foras dispersas por el espacio, despedazadas en el tiempo. Las marcas del espacio y el tiem po pueden ser m etáforas de la mundialización o signos de la universalidad revelada desde los horizontes 19 Jorge Luis Bo'rges, Historia de la eternidad, Madrid, Alianza, 1971, p. 24. Richard O ’Brien, “La fin de la géographie?", M arie-Francoise D urtand, Jacques Lévy y D enis Retaillé (c.om ps.), I x monde: Esftatxx el syslemes, París, Presses de la F ondation N ationale d es S cien ces P olitiques ík Dailoz, 1992, pp. 169-173. Francis Fukuyama, E lJ in de la his­ toria y el último hombre, Barcelona Planeta, 1992. Perry A n d erson, O fim da historia (De Hegel a Fukuyama), Río d e Janeiro, Jorge Zahar Editor, 1992.

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de la globalización: la tom a de la Bastilla, la caída del m uro de Berlín, la m uralla china y las pirám ides de Egipto, el Cabo de Buena Esperan­ za y el Estrecho de Magallanes, Gibraltar, Suez y Panam á, el Ganges, el Nilo y el Amazonas, los Andes y el Himalaya, la Revolución industrial, la Revolución francesa y la Revolución soviética, la Reforma, la Con­ trarreform a y el Renacimiento, la batalla de M aratón y la bom ba de H iroshim a, Jerusalén, Roma y La Meca, el Viejo M undo, el Nuevo M undo, Asia y Africa, O riente y Occidente, el Cielo, el Infierno y el Pa­ raíso, la A tlántiday el Olimpo. En lugar de la eternidad la hum anidad, de la misma form a que en lugar del hecho la metáfora. D onde no al­ canza la reflexión, puede llegar la imaginación. Cada tiem po inventa su tiem po. El tiem po es una creación social, u n producto de la actividad hum ana, u n a invención cultural. Está cla­ ro que son varias, m últiples, congruentes y contradictorias las formas sociales del tiem po. Tanto es así que puede ser cósmico, geológico, productivo, histórico, biográfico, mítico, épico, dram ático, subjetivo, cronológico, m ecánico, eléctrico, electrónico. Pero todos son crea­ ciones sociales, invenciones culturales. Incluso los altam ente determ i­ nados p o r la naturaleza: cósmico, telúrico, geológico o productivo, p u ed en ser reelaborados por la actividad hum ana, p o r la tram a de las relaciones sociales, y alcanzar procesos y estructuras de dom inación y apropiación. Todos están presentes en la vida social de los individuos y las colectividades, naciones y nacionalidades, sociedades y com uni­ dades. Es verdad que son diversos por el ritm o y la actitud, la fuerza y la localización, la irrelevancia y la repercusión. Significan de m ane­ ra diferente, coexisten, convergen, repercuten y se niegan. Hay situa­ ciones en que unos dan la im presión de recubrir o suprim ir a los otros; pero después los otros reaparecen, se revelan. “En una época en que otros m edios triunfan, dotados de lina velocidad espantosa y de un radio de acción sum am ente extenso, arriesgando reducir toda com unicación a un a costra uniform e y hom ogénea, la función de la literatura es la com unicación entre lo que es diverso p o r el hecho de ser diverso, no em botando, sino antes bien exaltando la diferencia, según la vocación propia de la lengua escrita. [...] En la literatura, el tiem po es u na riqueza de la que se puede disponer con prodigalidad e indiferencia: no se trata de llegar prim ero a un límite preestableci­ do; al contrario, la econom ía del tiem po es algo bueno, porque cuan­ to más tiem po economizamos, más tiem po podrem os p erd er.”20 20 Italo Calvino, Seis frrojmslas para o próximo milenio, Sao Paulo, C om panhia das Letras, 1990. pp. 58 y 59; cita del cap. 2: “R apidez”.

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A pesar de las diversidades y de los desencuentros de las formas so­ ciales del üem po, de las m ultiplicidades de los tiempos, todos están re­ lacionados con la vida social, las actividades de los individuos y colec­ tividades, con los movimientos de la historia. Todos se constituyen y m anifiestan en el ám bito de la fábrica de la sociedad, del trabajo so­ cial. Se presentan como condición y producto de la vida social, lo que aglutina a la com unidad y la sociedad, la tribu y la nación, la sociedad nacional y la sociedad global. Sabiendo o no, pudiendo o no organi­ zados, teniendo que adm inistrarlos en condiciones adversas o some­ tiéndose a sus determ inaciones, la realidad es que las diversas y m últi­ ples formas del tiem po se producen como condición y resultado del üabajo social, del m odo en que opera la fábrica de la sociedad global. Pero cabe reconocer que aquellos que detentan los medios de man­ do y com ando, o de dom inación y apropiación, muchas veces también pueden instituir el ritm o de las actividades, la duración del trabajo, la conm ensurabilidad de lo efímero. En este contexto se desarrolla el pre­ dom inio del principio de cantidad, en detrim ento del principio de ca­ lidad. “El hecho de que sólo sirva de m edida de valor la cantidad de tra­ bajo independientem ente de la calidad, implica a su vez que el ü abajo simple es el eje de la industria. Supone que los diferentes trabajos han sido nivelados por la subordinación del hom bre a la m áquina o por la división extrem a del trabajo; supone que los hom bres desaparecen an­ te el trabajo; que el péndulo del reloj ha pasado a ser la m edida exac­ ta de la actividad relativa de dos obreros como lo es de la velocidad de dos locomotoras. Por eso, no hay que decir que una hora trabajo de un hom bre vale tanto como una hora de otro hom bre, sino más bien que un hom bre en u na hora vale tanto como otro hom bre en una hora. El tiem po lo es todo, el hom bre ya no es nada; es, a lo sumo, la osamenta del tiempo. Ya no se trata de la calidad. La cantidad lo decide todo: ho­ ra por hora, jo rn ad a por jo rn ad a .”- 1 La m isma racionalización que articula progresivam ente las más di­ versas esferas de la vida social, acentúa y generaliza la enajenación de unos y otros, tam bién en el ám bito universal. Lo que ya era un dile­ m a evidente en el siglo xix, se acentúa en e l xx y prom ete profundi­ zarse en el próxim o. La m archa de la racionalización cam ina a la par con la enajenación, y se determ inarán una y otra recíprocam ente. El predom inio de la razón instrum ental, técnica o pragm ática se ge'¿1 Karl Marx, M ism a de. la filosofía. Respuesta a la filoso/ia de. la m ism a de Vroudhon, M éxico, Siglo XXI, 10a. ed „ 1987, p. 21.

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neraliza p o r todos los sectores de la vida social. De m anera creciente, las conquistas de la ciencia son traducidas en técnicas de producción y control social, conform e con el desem peño de las fuerzas sociales, se­ gún las estructuras de dom inación y apropiación prevalecientes. En este contexto, los desarrollos de la ciencia, traducidos en técnicas, pro­ fundizan y generalizan las más diversas m odalidades de enajenación: de la pauperización a la mutilación. “Hoy en día, todo parece llevar en su seno su propia contradicción. Vemos que las m áquinas, dotadas de la propiedad increíble de reducir y volver más fructífero el trabajo hu­ m ano, provocan la m iseria y el agotam iento del trabajador. Las fuen­ tes de riqueza recién descubiertas se convierten, por arte de un extra­ ño maleficio, en fuentes de privaciones. Los triunfos del arte parecen adquiridos al precio de cualidades morales. El dom inio del hom bre sobre la naturaleza es cada vez mayor; pero al mismo tiem po, el hom ­ bre se transform a en esclavo de otros hom bres o de su propia infamia. Hasta la pura luz de la ciencia parece sólo poder brillar sobre el fon­ do tenebroso de la ignorancia. Todos nuestros inventos y progresos parecen dotar de vida intelectual a las fuerzas m ateriales, en tanto re­ ducen la vida hum ana hasta el nivel de una fuerza m aterial b ru ta.”-2 El mismo proceso que carga consigo la racionalización y la eníyenación prom ueve el predom inio del principio de cantidad en detrim en­ to del principio de caüdad, y realiza la creciente inversión en las rela­ ciones entre los individuos y los productos de sus actividades; ello trae consigo la subordinación del creador a la criatura. La creciente disci­ plina y el progresivo ritm o de las organizaciones, empresas y mercados se difunde por todos los rincones de la vida social, e im pregna modos de ser, actuar, sentir, pensar e imaginar. “Desde que el ascetismo co­ m enzó a rem odelar el m undo y a desarrollarse en él, los bienes m ate­ riales fueron asum iendo una creciente y, finalm ente, u n a inexorable fuerza sobre los hom bres, como nunca antes en la historia. Hoy en día -o definitivam ente, quién sabe- su espíritu religioso se libró de la pri­ sión. El capitalismo vencedor, apoyado en una base mecánica, no ca­ rece ya de abrigo. [...] Nadie sabe aún a quién tocará en el futuro vi­ vir en esa prisión, o si, al final de ese trem endo desarrollo, no surgirán profetas enteram ente nuevos, o un rigoroso renacim iento de viejos pensam ientos e ideas, o aun si ninguno de ambos, surja la eventuali-

22 Karl Marx, “Discurso pron u n ciado na festa d e aniversario d o P e o p le ’s P aper”, el d ía 14 d e abril d e 1856, según K. Marx y F. Engels, Textos, 3 vols., Sao Paulo, E dicóes Sociais, 1977, vol. 3, pp. 298-299.

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dad de una petrificación m ecanizada caracterizada por esta convulsi­ va especie de autojustificación.”^ La racionalización que prioriza tiempo, ritmo, velocidad y producti­ vidad produce la subordinación del individuo a la m áquina, al sistema, a las estructuras de dom inación y apropiación prevalecientes, lo que prom ueve su enajenación. Más de una vez, el creador es llevado a su­ bordinarse a la criatura. “Ya no se pregunta por qué ni de qué m anera se llegó a aparatos precisam ente regulados que m iden el tiem po en días, horas y segundos, y al correspondiente m odelo de autodisciplina individual implícito en el saber qué hora es. C om prender las relaciones entre la estructura de la sociedad, que posee una imprescindible e ine­ vitable red de determ inaciones temporales, y la estructura de una per­ sonalidad, que tiene una finísima sensibilidad y disciplina del tiempo, no constituye para los miembros de tal sociedad ningún problem a gra­ ve. Experim entan, en toda su crudeza, la presión del tiem po horario de cada día; y en mayor grado -conform e va creciendo- la presión de los años del calendario. Y esto, convertido en segunda naturaleza, parece un destino que todos deben asumir.”-4 En este contexto se producen, instituyen, desarrollan, transform an o declinan las más diversas formas sociales del tiempo: biográfico, ge­ nealógico, histórico, míüco, dramático, épico, cronológico, mecánico, elécüico, electrónico. Corresponden a distintas formas de organiza­ ción social de la vida y el trabajo, distintos niveles de organización téc­ nica del proceso productivo, diversas estructuras de apropiación y do­ m inación. En este sentido, algunos signos son emblemáticos. A lo largo de los tiempos, el significado de time is money es instituido, modificado, dinamizado, generalizado, priorizado o unlversalizado. Incluso puede tensionar, desorganizar o rom per formas de sociabilidad, m odos de ser. Es siempre inestable, o hasta precaria, la racionalidad instituida por las reglas del m ercado, por la dinámica del capital, aun cuando sea articu­ lada por la sofisticación sistemática electrónica telemática. “Tanto el tiem po como el espacio son definidos por interm edio de la organiza­ ción de prácticas sociales fundam entales para la producción de m er­ cancías. Pero la fuerza dinámica de la acumulación (y superacumulación) del capital, aliada a las condiciones de la lucha social, vuelve las relaciones inestables. En consecuencia, nadie sabe bien cuáles pueden

Max Weber, A tilica frroleslanltt t