Revolución Permanente en el altiplano: el trotskismo boliviano [1ª ed.]
 9789995417215

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Revolución permanente en el Altiplano: El trotskismo boliviano

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Revolución permanente en el Altiplano: El trotskismo boliviano

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S. Sándor John

Revolución permanente en el Altiplano: El trotskismo boliviano

© S. Sándor John, 2016 © Plural editores, 2016 Primera edición: agosto, 2016 DL: 4-1-1262-16 ISBN: 978-99954-1-721-5 Producción: Plural editores Av. Ecuador 2337 esq. c. Rosendo Gutiérrez Teléfono: 2411018 La Paz, Bolivia e-mail: [email protected] / www.plural.bo Impreso en Bolivia

A los mineros bolivianos, “¡Volveremos!” han dicho. A los hombres y las mujeres que compartieron su historia.

Contenido

Nota a la edición boliviana.............................................................................. 9 Introducción.................................................................................................... 11 capítulo i: Entre Tupac Amaru y Trotsky.................................................. 29 capítulo ii: Retorno a un entierro prematuro............................................ 67 capítulo iii: Bajo el signo de Pulacayo....................................................... 99 capítulo iv: El trotskismo y la Revolución Nacional................................. 161 capítulo v: En la mira de la Guerra Fría.................................................... 223 capítulo vi: “El primer soviet de América”............................................... 269 capítulo vii: De Banzer a Evo.................................................................... 291 apéndice 1: La “revolución permanente” de Trotsky

y América Latina............................................................................................. 323

apéndice 2: Informe sobre el congreso de fundación del por y carta del por a León Trotsky....................................................................... 332 apéndice 3: Sobre el texto de la Tesis de Pulacayo...................................... 339 glosario........................................................................................................ 343 bibliografía................................................................................................. 349

Nota a la edición boliviana

Este libro fue escrito originalmente para un público norteamericano. Resultarán innecesarias para los lectores bolivianos algunas de las explicaciones de contexto incluidas en la edición original. He decidido, sin embargo, mantener la mayor parte de dicha contextualización, ampliando y modificando, a la vez, algunas partes del texto en aras de responder a ciertas inquietudes de interlocutores, amigos y críticos. Por motivos de espacio, no ha sido posible incluir todos los detalles y citas empleados en la tesis doctoral que formó la base original del libro. De todas maneras, espero que la presente edición ayude a incentivar más estudios, debates, polémicas e interpretaciones. Quiero expresar mi profundo agradecimiento a todas las personas cuya ayuda hizo posible este trabajo. Es larga la lista de bolivianas y bolivianos cuya colaboración me ha sido no sólo imprescindible sino un gran honor y fondo de inestimables recuerdos. En primer lugar se encuentran los entrevistados, entre ellos los que ya no están con nosotros; me hubiera gustado que pudieran leer, discutir y criticar este trabajo. Entre tantos que ayudaron con sus conocimientos, su tiempo, sus sugerencias, ayuda con las entrevistas e innumerables ejemplos de generosidad y fraternidad se encuentran Susana Bacherer, Bolshia Bravo y André Gautier, Nadezhda Bravo, Elizabeth Espinoza, Víctor Montoya, Ana María Núñez, Cecilia Salazar, Teresa Villegas, Edgar Zapata y Sonia Sapiencia, Yanchi y muchos más. Es difícil encontrar las palabras que puedan expresar mi agradecimiento por la colaboración y la hospitalidad que me brindaron aquellos guardianes de la memoria y la cultura que son las y los bibliotecarios, entre ellos Edgar “Huracán” Ramírez y su equipo de indomables rescatadores de la historia; Luis Oporto y todo el personal del Archivo del Congreso, entre ellos Rolando Álvarez y Ludmila Zeballos; y Marcela Inch del Archivo Nacional. Quiero también agradecer de nuevo a los colegas y amigos en otros países que me han ayudado, muchos de los cuales son mencionados en la versión original de este libro: Bolivia’s Radical Tradition: Permanent Revolution in

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the Andes (Tucson: University of Arizona Press, 2009), recordando especialmente a Mario Miranda Pacheco, quien fuera mi asesor en la Universidad Nacional Autónoma de México, así como la gran ayuda de mi asesor de tesis en la City University of New York, José Luis Rénique. Huelga decir que todo error es de mi responsabilidad exclusivamente. En cuanto al texto de la presente edición, al traducir al castellano el texto original publicado en inglés, yo habría naufragado si no hubiera contado con la colaboración de José Alberto Fonseca, quien dedicó incontables horas a trabajar conmigo en la revisión y la corrección final. Estoy profundamente agradecido por su ayuda, amistad y hospitalidad. Para facilitar la lectura he decidido reducir las notas al pie de página en cierta medida. Por lo tanto, se agrupan las referencias de cada párrafo en una sola nota, salvo cuando hay motivos especiales para no hacerlo. Como regla general, he conservado las mayúsculas y énfasis de los textos originales.

Introducción

En diciembre de 2005, el dirigente campesino Evo Morales se convirtió en el primer presidente indígena en la historia de Sudamérica. Más que ningún otro acontecimiento desde la muerte de Che Guevara cuatro décadas antes, la elección de Morales hizo que el país andino llamara la atención mundial. Engalanados con guirnaldas de coca, Morales y Álvaro García Linera –exdirigente guerrillero indianista convertido en vicepresidente– tomaron posesión al compás de la morenada, baile que representa a esclavos negros y diablos subterráneos, elemento tradicional del homenaje minero a la Virgen del Socavón. La elección del cocalero Morales, líder del Movimiento Al Socialismo (mas), ocurrió después de una serie de convulsiones sociales. Para Bolivia, el milenio empezó con la “Guerra del Agua” del año 2000 contra la privatización del servicio de agua en Cochabamba. Tres años después, la sanguinaria “Guerra del Gas” en el altiplano boliviano culminó en el derrocamiento del presidente neoliberal que había sido uno de los predilectos de Washington. En 2005, la “Segunda Guerra del Gas” llevó al país de nuevo al borde de la guerra civil, derrocando a otro presidente y abriendo paso para la elección de Morales. Bolivia ha aparecido en primera plana de la prensa mundial en varias ocasiones durante años recientes, pero el país suele ser poco estudiado, y menos aún entendido, en el exterior. Una leyenda sostiene que la reina Victoria sacó su mapa del mundo y trazó una enorme x encima de Bolivia cuando un presidente caudillesco humilló a un diplomático británico.1 Un siglo más tarde, para muchos cuyo conocimiento se limitaba a fragmentos relacionados con palabras como golpe de estado, coca y Che, la historia boliviana parecía incomprensible.

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Agradezco a Nadezhda Bravo Cladera por haberme indicado esta fuente sobre la falsedad de la anécdota: Humberto Vázquez Machicado, La leyenda negra de Bolivia: La calumnia de la borradura del mapa (La Paz: Juventud, 1991).

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Hoy, se acostumbra incluir a Bolivia como un ejemplo entre muchos de nuevas tendencias latinoamericanas, surgidas bajo el impacto de movimientos sociales de los pobres, los desposeídos y los pueblos indígenas que antes se solía borrar del mapa de la historia “oficial”. Sin embargo, el radicalismo boliviano tiene una genealogía peculiar y no cabe dentro de ninguna pauta supuestamente genérica referente a la izquierda del continente. Este libro nació del deseo de entender un país en el que los mineros hablaban de la “revolución permanente” de León Trotsky sin dejar de ch’allar al Tío de la Mina, ofreciendo coca, cigarros y alcohol a esta deidad preincaica del mundo subterráneo. ¿Cómo se explica que en Bolivia el movimiento obrero se haya mostrado, con una persistencia heroica, como el más combativo del Hemisferio Occidental? ¿A qué se debe que el altiplano boliviano haya nutrido un movimiento nacido de disputas sobre doctrina marxista debatidas en la lejana Rusia soviética? Este movimiento, al que denominamos “trotskismo boliviano”, ha jugado un papel central en la conformación de las tradiciones del radicalismo boliviano. Una tradición radical distintiva No cabe duda: en muchos aspectos, Bolivia es un país marcadamente “diferente”. Algunas de sus diferencias son expresiones extremas de tendencias que existen en muchas partes de Latinoamérica; otras son excepcionales. Se trata de uno de los países más pobres del hemisferio, así como el que tiene la mayor presencia indígena, sobrepasando con creces a Guatemala, ya que dos tercios de la población boliviana se describen como indígenas. Por la agudeza de sus contradicciones sociales, ha sido uno de los lugares más volátiles en toda la región. La rebelión de Túpaj ­Katari, acontecida en 1781 en lo que entonces se llamaba Alto Perú, fue uno de los levantamientos indígenas más poderosos en toda la historia del imperio español. Cuando éste fue expulsado en 1825, la nueva república fue bautizada con el nombre del “Libertador” Simón Bolívar. A la independencia, sin embargo, siguieron más guerras civiles, la pérdida del litoral en una desastrosa guerra con Chile, y tantos gobiernos de facto que el país recibió el poco grato sobrenombre de Golpilandia. La economía boliviana giró alrededor de la extracción de una materia prima, la plata, seguida por otra, el estaño, y luego por el petróleo y el gas natural. (La hoja de coca también se convirtió en una materia prima económicamente significativa). Conforme el estaño adquiría una importancia estratégica cada vez mayor en las primeras décadas del siglo xx, los mineros, reclutados del campo indígena, fueron adquiriendo una influencia excepcionalmente importante –un tremendo “peso específico”, en el léxico marxista– dentro de la vida nacional. Centrado en la federación sindical minera, el movimiento obrero boliviano llegó a ser el más politizado y radical del hemisferio, con tradiciones de lucha profundamente teñidas de la cultura e identidad clasista de los mineros.

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La combatividad de estos trabajadores, frente a los regímenes civiles y militares que buscaron aplastar su resistencia, hizo de ellos un punto de referencia clave para los militantes sindicales y de izquierda en todo el continente. Un año después de la Revolución de 1952, el joven Ernesto Guevara pasó por Bolivia, donde encontró una columna de mineros armados que volvían de una manifestación. Se llevó una impresión tan fuerte que dedicó dos emotivos poemas a los mineros de Bolivia, “topos guerreros” que “salen de una caverna colgada en la montaña” para marchar en una conmemoración de la revolución, estallando “cien mil truenos” de dinamita que proclaman “la sed de justicia humana”.2 Después de la muerte de Guevara en 1967, Régis Debray –el intelectual francés que se había presentado como teórico de su guerrilla– calificó al proletariado boliviano como una “clase engañada [con respecto a] su propia importancia política”, con “una confianza desmesurada en sí misma”. A la vez, señalaba que los conceptos y las consignas de la “tradición marxista original” habían “encontrado en Bolivia un ambiente de acogida auténtica [...] como si hubieran nacido en aquel terreno mismo que, si se quiere, los reinventó”. En particular, “la persistencia de una corriente trotskista de base obrera [...] ha marcado con su sello teórico al movimiento sindical desde sus orígenes”, debido a que aspectos cruciales de la sociedad boliviana ilustran “las tesis de la revolución permanente esbozadas por Trotski”.3 Bolivia es, en efecto, el país del Hemisferio Occidental donde el trotskismo ha tenido el impacto más profundo y duradero. Si bien el trotskismo jugó un papel significativo en otros lugares, sólo adquirió un grado de influencia comparable en Sri Lanka y en Vietnam (de los años 1930 hasta los 1940, cuando fue aniquilado). Los historiadores académicos especializados en Bolivia han reconocido la influencia del trotskismo, pero pocos han intentado explicarla. “Una de las curiosidades de Bolivia es el haber producido uno de los partidos trotskistas más longevos e influyentes del mundo”, escriben dos politólogos prominentes, al subrayar que el movimiento “tuvo una influencia ideológica en la izquierda que iba mucho más allá de su peso numérico”.4 Para algunos, se trata de un elemento más de un paisaje pintoresco, el equivalente político de la vicuña o la vizcacha. Sin embargo, para entender el trotskismo boliviano y su lugar en la tradición radical del país, es preciso captar la atracción ejercida por sus ideas, trazándolas en su conexión con las vetas de la historia política, social y cultural.

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“Poesías inéditas”, en Ernesto Che Guevara, América Latina: Despertar de un continente, editado por María del Carmen Ariet García (Melbourne: Ocean Press, 2003), 136-138. 3 Régis Debray, La guerrilla del Che (México: Siglo Veintiuno, 1975), 49, 42. 4 James m. Malloy y Eduardo Gamarra, Revolution and Reaction: Bolivia, 1964-1985 (New Brunswick y Oxford: Transaction Books, 1988), 59.

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¿Cómo se explica que este movimiento se haya arraigado con tanta obstinación –como la resistente kantuta (flor nacional)– en el suelo boliviano? ¿De qué manera nos ayuda a entender la Revolución del 52, así como las explosiones sociales acontecidas en décadas y años más recientes? Para aproximarse a una respuesta, hay que ensamblar los pedazos de un pasado fragmentado, que nos muestran aspectos de la historia latinoamericana comúnmente ignorados u obscurecidos por la mitificación. El trotskismo y la historia boliviana Este libro tiene que ver con un movimiento político que ejerció efectos duraderos al producir ideas que ayudaron a forjar la identidad de mineros, campesinos e intelectuales radicales. Este movimiento adquirió una influencia sorprendente en una sociedad dividida sobre líneas de clase, etnia, región y un grado dramático de desigualdad social. Ayudó a los mineros indígenas a forjar una visión del mundo que reivindicaba su papel central en la vida nacional, dotándolo de un contexto internacional y una misión histórica. Señaló que la memoria colectiva tan preciada por los mineros podía enriquecer la conciencia de clase de los trabajadores del mundo entero. En lugar de ser despreciada y desechada, la rica producción cultural de los pobres de Bolivia formaría parte ya de la lucha por un mundo distinto y mejor. Ya setenta años antes del “fenómeno Evo”, este movimiento proclamaba con orgullo las raíces andinas, indígenas, precolombinas, incaicas y preincaicas de una mayoría nacional abiertamente excluida del poder político. Organizó y movilizó a campesinos quechuas y aymaras para tomar con sus propias manos las tierras de sus amos y hacerse del control de su propia suerte. Predicaba la idea de que la Bolivia aislada y “atrasada” tomaría su lugar en la vanguardia de una revolución mundial de los pobres y explotados. Llamaba a los mineros indios a que salieran de sus socavones, pozos de un calor infernal donde sus pulmones se convertían en polvo, para encabezar a los oprimidos en un asalto final al cielo. Éste no sería un episodio más en el ciclo eterno de golpes militares y pronunciamientos nacionalistas, sino una revolución permanente que abriría paso a una sociedad sin clases. Este movimiento –el trotskismo boliviano– es el que se describe y debate en estas páginas. A Guillermo Lora –dirigente del Partido Obrero Revolucionario (por) cuya cara, con sus rasgos aymaras, fue durante décadas una de las más famosas en la política nacional– le gustaba declarar que “Bolivia es un país trotskizado”. Una aseveración como ésta sería difícil de hacer –con todo y su dosis de jactancia y exageración– en ningún otro lugar. Durante períodos enteros, el movimiento fue a veces interlocutor, a veces rival, socio semivoluntario y espectro temido para presidentes y partidos (los que estaban, habían estado o buscaban estar en

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el poder). ¿En qué otro país se escucharía al Presidente de la República declarar, como advertencia necesaria, que un gobierno trotskista no podría sobrevivir? En la Bolivia revolucionaria de los años 50, “El Jefe” Víctor Paz Estenssoro sintió esa necesidad: al recordar a los bolivianos que el país dependía de otros mucho más poderosos, aseguró que éstos estrangularían rápidamente a dicho gobierno.5 Durante más de setenta años de turbulenta historia, el trotskismo boliviano planteó y buscó contestar preguntas fundamentales acerca de las revoluciones y cómo se hacen; sobre las interacciones de clase y etnicidad que involucran a las ciudades, las minas y el campo; sobre alianzas de clases y las relaciones entre movimientos sociales y el estado. Las disputas dentro del movimiento, y las que éste sostuvo con otras agrupaciones políticas, giraban en torno a estos temas, que preocupaban –y a veces atormentaban– a los que buscaban no sólo interpretar sino cambiar una sociedad a la que consideraban injusta y profundamente opresiva. Ni arcanos ni abstractos, estos debates tenían que ver con cuestiones políticas que en repetidas ocasiones, en un sentido muy literal, adquirieron una importancia de vida o muerte. En una serie de coyunturas cruciales, Bolivia fue un laboratorio de ideologías enfrentadas, muchas de las cuales influyeron a grandes sectores de la sociedad latinoamericana. Los revolucionarios bolivianos tuvieron que lidiar con el liberalismo oligárquico a comienzos del siglo xx, el “socialismo militar” de los años 30, el “nacionalismo revolucionario” de los 40 y 50, la contrainsurgencia promovida por el Pentágono tras el triunfo de la Revolución Cubana, seguida por el “frente popular” de nacionalistas y comunistas prosoviéticos (1982-1985) y luego el embate “neoliberal” que duró dos décadas enteras. El movimiento trotskista tuvo que definirse y redefinirse frente a una amplia gama de corrientes políticas, entre ellas el “indigenismo” radical, ya que los fundadores del trotskismo boliviano, al impugnar la opresión de la mayoría autóctona, volvieron una y otra vez a evocar el pasado incaico; así como el movimiento comunista oficial, que según el trotskismo traicionaba la promesa y el programa del Octubre ruso; pasando por la guerra de guerrillas al estilo guevarista; y sobre todo el populismo basado en el estado, cuyo poder de atracción y cooptación se ha mostrado nuevamente en años recientes. Hoy, se encuentra frente al gobierno de Evo Morales, al que ve no como líder de un empeño revolucionario sino como bombero que busca sofocar las llamas de la rebeldía.

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Discurso del Presidente Víctor Paz Estenssoro, 12 de septiembre de 1953. “En el caso de un gobierno trotzski-comunista” (sic) en Bolivia, los países ricos “no lo tolerarían y le harían un cerco total que a ese gobierno lo estrangularían en pocos días”. El pensamiento revolucionario de Paz Estenssoro (La Paz: Edición Fundamentos y Doctrina de la Secretaría Ejecutiva del Comité Político Nacional del m.n.r., 1954), 52.

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Herencia rebelde En un simposio sobre la izquierda boliviana, celebrado a comienzos de los años 1990, Carlos Mesa –en aquel entonces el historiador y periodista mejor conocido del país– sintetizó de la siguiente manera el impacto del partido trotskista fundado en 1935, al señalar que esta organización “fue muy significativa en el campo de las ideas y de la radicalización de las posiciones de[l] movimiento popular, sindical y político”.6 En junio de 2005, ya como presidente del país, Mesa consiguió otro tipo de fama: fue el segundo mandatario derrocado, en menos de dos años, por movimientos radicalizados de mineros, campesinos y pobladores de la ciudad rebelde de El Alto. Mesa había sido el vicepresidente, y luego el sucesor, del tristemente célebre Gonzalo Sánchez de Lozada. Conocido como “el gringo Goni”, Sánchez de Lozada firmó contratos leoninos que entregaban a los cárteles internacionales gran parte de la riqueza nacional derivada del petróleo y el gas natural. Formado en Estados Unidos, Goni gozaba de una relación especialmente estrecha con las élites norteamericanas. Pertrechado y respaldado por ee.uu., durante la primera Guerra del Gas masacró a los manifestantes en el “Octubre Negro” de 2003. Las ráfagas de sus metralletas cubrieron la carretera a La Paz con cadáveres de campesinos, obreros y jóvenes alteños, pero Goni no logró sofocar el levantamiento. Al huir a Miami, dejó sus oficinas en el Palacio Quemado al desventurado Mesa, quien duró en el cargo menos de dos años. El momento decisivo en la caída de Goni ocurrió cuando los soldados que bloqueaban la carretera a La Paz dejaron vía libre a los camiones llenos de mineros que avanzaban hacia la capital. El momento decisivo en la caída de Mesa ocurrió cuando contingentes de mineros encabezaron a las columnas campesinas que avanzaban hacia la ciudad de Sucre, donde el Congreso se había instalado tras huir de La Paz, donde los mineros lo sitiaron. Cuando un francotirador del ejército asesinó a un dirigente minero, el país llegó al borde de la guerra civil, crisis que se desactivó únicamente cuando Evo Morales intervino para arreglar una “transición ordenada” en la que se instaló al jefe de la Suprema Corte como presidente interino. Fueron estos acontecimientos los antecedentes inmediatos de la elección de Morales a fines de 2005. ¿Qué relación guardan estos sucesos recientes con las tradiciones del radicalismo boliviano? Varios meses después de que Morales tomara posesión, la periodista mexicana Alma Guillermoprieto publicó un análisis de los comicios que comenzaba con la historia de Sacarías Flores, un vicepresidente del partido del nuevo presidente. Exminero, Flores fue uno de los miles de trabajadores “relocalizados” en los trópicos en la década de los 80, después de que el gobierno 6 Carlos d. Mesa Gisbert, “Introducción al tema”, en Carlos f. Toranzo Roca (ed.), Desafíos para la izquierda (La Paz: ildis, 1991), 20.

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cerrara las minas estatales. “Armado con la larga tradición combativa del minero”, transformó una sociedad mutualista local en un “sindicato radical” que a la larga jugaría un papel en la fundación del mas. La particular tradición boliviana de radicalismo minero, señalaba Guillermoprieto, tuvo una relación distintiva con corrientes internacionales del pensamiento revolucionario: “Los mineros, que habían caído bajo la influencia del trotskismo en el único país latinoamericano donde esta variante del marxismo era dominante, crearon un sindicato notablemente combativo y resistente, que sobrevivió a la larga serie de dictaduras militares que terminó en los años 80”. Flores le dijo: “Nuestros hermanos trabajadores de las minas crearon ya en 1946 un documento que se llama la Tesis de Pulacayo”. Hasta ese momento, los mineros habían protestado a favor de uno u otro cambio en sus condiciones de vida, “pero la tesis hablaba de tomar el poder”. En los 80, “nos dijimos, ‘¿por qué no tomar esa linda tesis de nuestros compañeros y hacerla realidad?’”7 Si bien el ideario trotskista tiene poco que ver con el programa masista, los comentarios de Flores subrayan nuevamente la importancia de Pulacayo como punto de referencia en la memoria obrera. De hecho, en el período anterior al derrocamiento de Goni el llamado a “volver a la Tesis de Pulacayo” se hizo común entre los dirigentes sindicales.8 Cuando el precio del estaño cayó estrepitosamente en 1985, los políticos neoliberales aprovecharon la oportunidad para romper la fuerza de la federación minera. Ordenaron el despido de veinte mil obreros e implementaron un programa para relocalizarlos en zonas agrícolas. “La historia”, observa Guillermoprieto, “iba a tornarse útil para miles de mineros organizados, combativos y enfurecidos, entre ellos el mismo Flores. Desarraigados, se unieron al flujo de migrantes a los trópicos. Los mineros llevaron consigo no sólo sus formidables habilidades organizativas, sino también una forma de protesta” que resultó ser “eficaz en su nuevo entorno: el bloqueo de caminos”, que habían utilizado en muchas ocasiones para poner alto al transporte desde el centro minero de Oruro hacia La Paz. Ahora, los bloqueos montados por los sindicatos campesinos comenzaron a cortar la carretera entre Cochabamba, centro agrícola de suma importancia, y la capital. En la Guerra del Agua que estalló en Cochabamba en 2000, un papel fundamental fue el que jugaron los bloqueadores provenientes de la zona cocalera del Chapare, donde Evo Morales dirigía los sindicatos.9 Al nivel internacional, los críticos del capitalismo al estilo neoliberal saludaron las protestas que deshicieron la entrega, a una filial de la multinacional Bechtel, de los servicios de agua cochabambinos. Menos conocido es el trasfondo histórico y social de las luchas recientes. 7 8 9

Alma Guillermoprieto, “A New Bolivia?”, New York Review of Books, 21 de septiembre de 2006, 36-37. Ver, por ejemplo, “Mineros quieren recuperar la Tesis de Pulacayo”, La Prensa (La Paz), 24 de marzo de 2003. Guillermoprieto, “A New Bolivia?”, 36.

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Muchos barrios de la ciudad de Cochabamba fueron poblados por mineros relocalizados. En muchos casos, llevan el nombre de un distrito minero o de un acontecimiento importante en la historia del movimiento obrero. Comenta Cirilo Jiménez –renombrado militante trotskista del centro minero Siglo xx, “relocalizado” en Cochabamba– en una entrevista con una investigadora norteamericana: “La guerra del agua ha sido provocada por los ex mineros, porque los ex mineros nos hemos venido de las minas a [...] los lugares donde no había agua, no había servicio básico de alcantarillado, no había nada, y los mineros nos orientamos perfectamente, ya nos hemos formado desde años atrás en estas luchas”.10 Otro lugar en el que los exmineros se radicaron es El Alto, la ciudad aymara cerca de La Paz que fue el epicentro de las luchas de 2003 y 2005. Ahí también, las “tradiciones de movilización”, la “memoria y habitus organizativo”, en particular las experiencias de los sindicatos mineros y agrarios, contribuyeron a formar los movimientos sociales, como observa un equipo de sociólogos bolivianos (entre ellos Álvaro García Linera, hoy vicepresidente del gobierno de Morales).11 Las bajas de hombres y mujeres de las minas registradas durante las dos guerras del gas dan testimonio del crucial papel que jugaron en dichos conflictos.12 Cuando contingentes disciplinados de mineros encabezaron el derrocamiento de Goni, y luego de Mesa, los partidos que habían vivido del “consenso de Washington” fueron desechados. Lo mismo pasó con la noción posmoderna de que, debido al neoliberalismo, la clase obrera boliviana había dejado de existir. De Prinkipo a Pulacayo Cuando León Trotsky fue exiliado de la Unión Soviética, el primer lugar en el que consiguió refugio fue la isla turca de Prinkipo. Expulsado de un país tras otro, pasó sus últimos años en Coyoacán, México, donde un agente de Stalin lo asesinó en 1940. Poco después, el trotskismo comenzó a tener eco en los socavones de la lejana Bolivia. El que esto ocurriera, y con efectos de tan largo alcance, representa “un fenómeno único y excepcional” en la historia del radicalismo latinoamericano.13 Cuando contingentes de mineros, blandiendo su dinamita, protagonizaron el derrocamiento de presidentes a comienzos del siglo xxi, la consigna “¡Viva la Tesis de Pulacayo!” apareció en las paredes de La Paz, Cochabamba, Oruro y otras ciudades. Prominentes dirigentes sindicales proclamaban que había llegado la hora de “volver a la Tesis de Pulacayo”. Elaborada por el Partido Obrero 10 Cirilo Jiménez, entrevista con Sarah Hines, 22 de febrero de 2007. 11 Álvaro García Linera (coord.), Marxa Chávez León y Patricia Costas Monje, Sociología de los movimientos sociales en Bolivia (La Paz: Diakonía/Oxfam, 2005), 601. 12 Ver Verónica Auza (coord.), Memoria testimonial de la “Guerra del Gas” (La Paz: Cepas-Caritas, 2004). 13 Boris Goldenberg, Kommunismus in Lateinamerika (Stuttgart: Kohlhammer, 1971), 96.

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­ evolucionario bajo la inspiración de la teoría de la revolución permanente de R Trotsky, dicha tesis es un documento programático aprobado en 1946 por la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia. Llamando a los mineros a encabezar a los campesinos indígenas y a la población urbana empobrecida en una revolución social, “se constituyó en el sustento ideológico de la identidad minera”. Hoy, un sitio de Internet invita a los turistas a visitar Pulacayo, “un pueblo significativo en la historia social de Bolivia, porque aquí se formuló la famosa Tesis de Pulacayo”.14 Era perfectamente lógico, entonces, que en 2006, cuando el exminero Flores quiso explicar las tradiciones radicales de Bolivia a una periodista extranjera que escribía sobre la elección de Evo Morales, hablara de la Tesis de Pulacayo. El nuevo gobierno prometía un “capitalismo andino” reformado, no una revolución permanente. Sin embargo, como señala Guillermoprieto, Morales se había convertido en dirigente de los campesinos cocaleros “bajo la guía de un prominente organizador trotskista de la zona minera”. Se refería al otrora trotskista Filemón Escóbar, medio hermano del dirigente porista Guillermo Lora y exdirigente de la Federación Minera. Escribiendo justo después de la elección de Morales, un estudioso boliviano se refería a “su mentor Filemón Escóbar”, a quien ese autor “parafrasea” diciendo que “la revolución viene del Chapare, porque no pudo venir de las minas”.15 La región cocalera del Chapare, en el departamento de Cochabamba, fue uno de los destinos principales de trabajadores “relocalizados” tras el cierre de las minas en la década de los 80. Para algunos, ha parecido insólito que ideas asociadas con el desterrado organizador de la Revolución Rusa y del Ejército Rojo hayan hecho el viaje desde Prinkipo hasta Pulacayo; todavía más llamativo es el impacto duradero que éstas han tenido. El politólogo británico Laurence Whitehead observa que fue aquí donde “los marxistas disidentes [...] ganaron una influencia significativa y establecieron una tradición trotskista más inextirpable que en otras partes de América Latina”, tal vez, sugiere, por estar “más próximos a las aspiraciones de los obreros bolivianos” que sus rivales, los izquierdistas “ortodoxos” fieles a Moscú. Las agencias gubernamentales de ee.uu., junto con sus amigos en la prensa, buscaron informarse acerca del movimiento, siguiendo sus actividades con bastante atención. Cuando una oleada de protestas obreras sacudió al país andino a fines de los años 50, la revista Time señalaba que “Bolivia es la joya más brillante en la corona de 14 Magdalena Cajías de la Vega, “El componente anarquista en el discurso minero del pre-52”, Estudios Bolivianos (La Paz), 12 (2004), 58; “The Salt Route”, www.andes-salt-uyuni.com.bo/ pc11c.htm. 15 Guillermoprieto, “A New Bolivia?”, 37; Paulino Guarachi Huanca, “Las comunidades rurales y urbanas festejan el triunfo de Evo Morales”, en Bolivia: escenarios futuros. Nueve enfoques de la nueva coyuntura política (2006), en línea: http://www.democraciapartidos.org.bo/libro/ escenarios%20futuros.pdf. Guarachi indica que se trata de un paráfrasis a Escóbar.

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la iv Internacional, la organización de ‘verdaderos’ comunistas al estilo ‘obreros del mundo uníos’ que se oponen a los rojos rusos”.16 La trama de este libro comienza con un puñado de jóvenes radicales bolivianos que se rebelaron contra un viejo régimen en el que una pequeña y altiva élite “blanca” vivía de la aplastante labor de mineros y campesinos indígenas. Sumergiéndose en la experimentación intelectual ecléctica de la primera parte del siglo xx en América Latina, se inspiraron en incas y bolcheviques, el amauta peruano marxista José Carlos Mariátegui, comunistas mexicanos y chilenos, y una asombrosa variedad de otros más. En medio de la Gran Depresión, su propia sociedad entró en una profunda y traumática crisis. Sacudida por el conflicto con Paraguay en la Guerra del Chaco (1932-1935), Bolivia experimentó una oleada de radicalización a fines de los años 30. Algunos jóvenes intelectuales que se oponían a la guerra fueron atraídos a consignas y conceptos derivados de la plataforma de la Oposición de Izquierda Internacional de Trotsky, precursora de la iv Internacional que se fundaría en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. El “trotskismo” se oponía al programa de la Internacional Comunista de Stalin, que llamaba a los trabajadores latinoamericanos a aliarse con la “burguesía nacional” en una revolución por etapas (primero “democrático-burguesa”, luego “proletario-socialista”). El trotskismo daba un fundamento teórico a la idea de que el proletariado minero podía encabezar un enfrentamiento decisivo (una “revolución permanente”) con la élite de los “barones del estaño” y sus socios mayores angloamericanos. La alianza que los jóvenes activistas del por forjaron con los dirigentes mineros en la década de los 40 fue un elemento crucial que condicionaba el impacto del movimiento trotskista boliviano. El radicalismo de su programa, y su énfasis en el papel dirigente de los mineros, resonaban profundamente entre los trabajadores de la industria central del país. El trotskismo boliviano fue, además, una ideología con características nacionales específicas, que comenzó con una combinación de elementos del indigenismo y aspectos del pensamiento marxista internacional. Después de la Segunda Guerra Mundial, la expansión de la influencia trotskista fue citada frecuentemente como índice del creciente radicalismo del movimiento obrero. En 1946, “un evento crucial ocurrió que involucraba a las organizaciones mineras de Bolivia”, escribe un historiador norteamericano. “En un congreso especial celebrado en Pulacayo, adoptaron la filosofía trotskista de la lucha de clases”. De ahí en adelante, “las líneas se trazaron de manera tajante” entre la clase obrera boliviana y el viejo régimen. Como señala el historiador norteamericano Herbert Klein, la Tesis estableció la “ideología oficial” del sindicalismo minero. A pesar de su antipatía hacia el trotskismo, Régis Debray comenta que en Bolivia, “las tesis de la revolución permanente”, anunciadas y desarrolladas por Trotsky, “pudieron adquirir 16 Laurence Whitehead, “Bolivia Since 1930”, en Leslie Bethell (ed.), The Cambridge History of Latin America (Cambridge University Press, 1991), 8:528; Time, 16 de marzo de 1959, 40.

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autoridad y verosimilitud para una buena parte del movimiento obrero”. Para éste, observa el mismo autor, la Tesis de Pulacayo sirvió como “carta de fundación”.17 Sin embargo, esta influencia se pagó cara, con el fortalecimiento de la imagen combativa de los dirigentes sindicales afiliados al Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr) de Víctor Paz Estenssoro. Los objetivos de este partido nacionalista estaban muy lejos de los del socialismo marxista. Los voceros de “izquierda” del mnr –en primer lugar Juan Lechín, legendario dirigente de la Federación Minera– hacían un doble juego. Las fuerzas detrás de la Revolución Boliviana de 1952 fueron los mineros, los obreros fabriles y los campesinos indígenas, justamente aquellas en las que los trotskistas habían cifrado sus esperanzas. En poco tiempo, los cuadros poristas ocuparon puestos de dirección en la nueva central obrera –tanto al nivel nacional como en sus instancias departamentales– y entre los campesinos del Valle de Cochabamba, una de las zonas agrícolas más importantes del país. Bajo el impacto de las movilizaciones mineras y de las tomas de tierra realizadas por sectores campesinos, el nuevo gobierno nacionalizó las propiedades de la “Rosca minera” y llevó a cabo una reforma agraria, medidas que parecían hacer eco de consignas que los trotskistas habían planteado desde la época de la Guerra del Chaco. Un año y medio después del levantamiento de abril de 1952, la primera plana del diario parisiense Le Monde llevaba como encabezado: “La Revolución Boliviana entre Wall Street y Trotsky”.18 El mnr, sin embargo, habiendo recibido el poder de manos de los dirigentes mineros y campesinos, prometió no sobrepasar los límites de la Guerra Fría establecidos por Washington. Poco después, la Revolución viró a la derecha, llevando a la larga a una nueva dictadura militar. En las siguientes décadas la historia boliviana siguió siendo tumultuosa, desde la tentativa guerrillera del Che Guevara en 1967 y el resurgimiento del radicalismo basado en el movimiento obrero en 1970-1971 hasta el régimen castrense de Hugo Banzer y el experimento frentepopulista de 1982-1985, seguido por el retorno del mnr en su nuevo papel de paladín del neoliberalismo en el altiplano. Los trotskistas bolivianos jugaron un papel significativo en cada una de estas fases, contribuyendo –de maneras que seguramente les hubieran sorprendido cuando emprendieron su largo camino– a los “procesos de formación estatal” de su país. Para entender esta historia, examinaremos las pautas de actividad política establecidas antes y durante los sucesos de 1952. Éstas, al seguir desenvolviéndose, condujeron una y otra vez a la frustración de los anhelos populares y, con ellos, de los objetivos que los trotskistas bolivianos se habían fijado. Este desenlace es 17 William Carter, Bolivia: A Profile (Nueva York: Praeger, 1971), 61; Herbert s. Klein, Parties and Political Change in Bolivia, 1880-1952 (Cambridge: Cambridge University Press, 1969), 384; Debray, La guerrilla del Che, 46, 55. 18 “La Révolution Bolivienne entre Wall Street et Trotski”, Le Monde, 24 de octubre de 1953.

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una tragedia de oportunidades fallidas. No obstante, si se puede decir algo con certeza respecto al futuro de Bolivia, es esto: la historia de sus revoluciones está muy lejos de haber terminado. El trotskismo y la cultura boliviana Para situar el trotskismo boliviano en su contexto social, hay que cuestionar las distinciones artificiales que muchos hacen entre “proletarios” e “indios”. Desde que la plata y luego el estaño encadenaron la suerte de este país al mercado mundial, la mayoría de sus proletarios han sido de origen indígena. Si bien algunos buscaban distinguirse de “los indios”, la mayor parte nació en hogares donde se hablaba el quechua o el aymara; muchos mantenían estrechos vínculos con familiares en las comunidades autóctonas. Durante despidos masivos o purgas políticas en la fuerza laboral, muchos sindicalistas mineros solían volver al campo. Ya desde los años 40, jugaron un papel importante en la organización de sindicatos campesinos. En Bolivia, como en otras partes, la historia de la formación de las clases sociales está incrustada en el lenguaje. El léxico de la minería está lleno de términos en inglés como block caving y sink and float, junto con vocablos en quechua y (en menor grado) aymara. Una jornada de trabajo se designa con la palabra incaica mita; una manera de perforar se llama huallpa-chaki (pata de gallina), los que roban mineral de interior mina son jucus (búhos), entre las categorías de trabajadores se encuentran khoyanchos (los de tiempo completo), makipuritas (eventuales) y chasquiris (que manejan la pala y cuya designación está relacionada con el mensajero incaico o chasqui). Dentro de la mina se realizan ch’allas (ofrendas a la Pachamama), huajtas (ritos de desagravio) y otras ceremonias; en los tiempos de receso se suele pijchar (masticar coca).19 Al escuchar las radios mineras, que cumplían un papel crucial en las huelgas, protestas y acciones de resistencia a los golpes militares, se escuchaba noticias en quechua, aymara y castellano, música de muchos estilos y noticias deportivas de equipos de fútbol como El Club the Strongest de La Paz. El sincretismo cultural, tema de los estudios realizados por la antropóloga June Nash y muchos otros, ha formado parte de la identidad minera. A la vez que se practicaba el cristianismo en los campos mineros, se realizaba el sacrificio de llamas con el objetivo de aumentar la producción y evitar accidentes. El cuentista boliviano René Poppe –varios de cuyos escritos fueron primero publicados en el semanario porista Masas en la década de los 70– retrata un mundo minero en el que Trotsky podía convivir con el “Tío de la Mina”.20 19 Ver glosario en René Poppe, Interior mina: Testimonio (La Paz: Plural, 2003), 187-191. 20 June Nash, We Eat the Mines and the Mines Eat Us (Nueva York: Columbia University Press, 1979); René Poppe, Compañeros del Tío: Cuentos mineros (La Paz: Plural, 1997).

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El activista e historiador argentino Adolfo Gilly recuerda su sorpresa, durante una visita política a Bolivia, al enterarse de que un dirigente sindical trotskista se iba a ausentar de una reunión importante porque tenía que bailar en la diablada, baile presentado tradicionalmente por fraternidades mineras como parte del Carnaval de Oruro.



En Oruro, los compañeros del Partido Obrero Revolucionario-Lucha Obrera eran mineros y ferroviarios. Uno de ellos, Paulino Joaniquina, era secretario de organización del sindicato de la mina San José, pegadita a la ciudad. Éste estaba en el por, y en la diablada también estaba. Era en el año 1958 y venía regularmente a las reuniones del grupo trotskista. Un día, Paulino no viene. “¿Por qué no viene?”, pregunto yo. “Es que está en la diablada…” “¿Cómo que está en la diablada?” “Sí, está ensayando porque en unas semanas viene el Carnaval”. Entonces, Paulino estaba ahí pegando saltos y ensayando. Y yo que me quedo con los ojos cuadrados. Imagínate: marxista, trotskista, y me cuentan que está en la diablada. Un día me acerqué a ver los ensayos y ahí estaba Paulino con su máscara de diablo, danzando. [...] ¡Paulino no bailaba en la diablada por “entrismo”, sino porque había que bailar en la diablada!

Durante un período, el por tenía su propio grupo de baile en el carnaval paceño, Los Pacochis.21 En Bolivia, lo mismo que en otros lugares, las canciones mineras ayudan a trasmitir la memoria colectiva. Hoy, en puestos de mercado alrededor del país, se puede comprar un sinnúmero de videos musicales basados en estas canciones, cuyas letras dan testimonio del arraigo de la conciencia de clase en este ámbito. Las versiones son a veces tradicionales, a veces actualizadas con instrumentos eléctricos y ritmos pulsantes. Las imágenes que acompañan la música representan las minas, los trabajadores, sus herramientas, sus marchas y las masacres en las que muchos de ellos murieron. En el transcurso de los años los militantes trotskistas participaron en la creación o adaptación de las canciones para conmemorar hitos en la historia del movimiento revolucionario, desde la Tesis de Pulacayo hasta la Revolución Cubana, huelgas importantes, o el asesinato de activistas sindicales o partidistas.22 Debido 21 Adolfo Gilly, Historias clandestinas (México: Editorial Ítaca, 2009), 95-96. Sobre Los Pacochis: entrevistas con Emma Bolshia Bravo Cladera, 4 de agosto de 2003, y Alejandro Carvajal, 5 de julio de 2004. 22 En junio de 2005, en la Plaza San Francisco, escuché a un grupo de militantes de la juventud porista mientras practicaban una nueva versión de un viejo huayño minero, en la que denunciaban el asesinato de Juan Carlos Coro Mayta, un cooperativista minero, acribillado por el ejército mientras dirigía una marcha a Sucre para “cerrar el parlamento”. Sobre las canciones mineras, ver Roy Youdale y Vimar Chire, Cantan las minas (Oruro: cedipas, 1992).

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a su papel en las luchas obreras y en la historia nacional, los trotskistas aparecen también en las caricaturas de los diarios, en los versos satíricos de cantantes populares y en los noticiarios televisivos. Poco antes de convertirse en Presidente de la República, Carlos Mesa narró una historia televisiva de la Revolución del 52. Entre los personajes entrevistados, Mesa presentó a uno sobre todos los demás para pedirle sus comentarios: Guillermo Lora, dirigente del por, tanto como partícipe de lo que aconteció tras el levantamiento de abril de 1952 como el más destacado intérprete de su significado.23 El trotskismo echó raíces en la cultura boliviana no sólo en términos de política sino también de arte. El uso vibrante del diseño gráfico fue una parte importante de la tradición del movimiento. El preeminente muralista boliviano, Miguel Alandia Pantoja, fue también uno de los dirigentes tanto del por como de la Central Obrera Boliviana (cob). Uno de los fundadores del movimiento (José Aguirre Gainsborg) fue nieto del “padre de las letras bolivianas”, Nataniel Aguirre; el otro (Tristán Marof) fue prolífico autor de novelas así como de panfletos y manifiestos. Las tradiciones literarias del movimiento se personificaron además en la obra de la connotada escritora Alfonsina Paredes, prima del destacado costumbrista Antonio Paredes Candia. La dirigente del por en la ciudad de Sucre, Agar Peñaranda, hija de otro famoso literato, organizaba tertulias culturales frecuentadas por destacados músicos y artistas. Con respecto al prolífico Lora, sus escritos incluyen no sólo obras de política e historia sino también de crítica literaria y artística, así como un extenso diccionario de términos políticos, históricos y culturales. Revolución y memoria colectiva La historia parecía irrumpir por la corteza terrestre durante las guerras del gas en 2003 y 2005, cuando obreros y campesinos se enfrentaron al ejército y la policía en las plazas coloniales de la capital. En Bolivia, el pasado nunca queda muy lejos de la superficie del presente. Diciéndolo de otro modo, se rehúsa a quedarse en el pasado; la memoria histórica sigue entrelazándose con la vida cotidiana. Esto se hizo patente dondequiera que me llevaban las investigaciones para este libro, desde la sala de un “derrotista” de la época del Chaco y la cocina de un minero trotskista “relocalizado”, hasta el asilo de ancianos donde vivía el que había ­presidido el congreso minero cuando la Tesis de Pulacayo fue aprobada y el archivo alteño construido de la nada por exmineros que rescataron del basurero ­–literalmente– los invalorables documentos de la historia minera de Bolivia. 23 “1952: La Revolución Boliviana”, presentado por Carlos Mesa Gisbert, Detrás de las Noticias (pat, 2002). En mayo de 2009, la televisión boliviana dedicó mucha atención a la muerte y los funerales de Lora, con títulos como “Movimiento obrero de duelo, murió ayer Guillermo Lora”.

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“Los burgueses se han robado todo desde la época de la plata” durante la colonia española, me comentó un minero jubilado en la Plaza San Francisco de La Paz durante la rebelión de 2005 contra el presidente Carlos Mesa. En un barrio de clase media cerca de la cárcel de San Pedro (donde muchos de los activistas entrevistados para este estudio pasaron largos períodos tras las rejas), presencié otra evocación de la historia y la tradición cultural. “¡Acuérdense de la rebelión de Túpaj Katari!” gritó un orador a los vecinos.

Hoy –seguía– los manifestantes han bloqueado la ciudad de La Paz, y algunos dicen que no los debemos apoyar. Sin embargo, durante la rebelión de Túpaj Katari [en 1781], el bloqueo a la ciudad fue aún más fuerte. Algunos decían que los paceños debían oponerse a los indios y apoyar a los gobernantes de aquel entonces. Salió pues un vecino con su figurilla del Ekeko [deidad preincaica de la abundancia]. Todos le damos al Ekeko su ofrenda, ¿no es así? [Asintieron los presentes.] Lo mismo hacía la gente en aquella época. Entonces dijo ese señor, “¿Pero quién es el verdadero ­Ekeko? Es el campesino, el indio, quien nos trae nuestro chuño, nuestras legumbres, nuestra carne. Es el verdadero dios de la abundancia”. Y todos estaban de acuerdo. Sigue siendo así, pues. Hoy debemos apoyar a los campesinos que están marchando, porque el campesino es el verdadero Ekeko.

Conjurando la memoria, el orador conmovió a la muchedumbre y varios exclamaron: “Sí, tiene razón”. La memoria colectiva ha sido crucial para la identidad de los trabajadores bolivianos. Como escribiera René Zavaleta Mercado, “se trata de una clase dotada de mejor sentido histórico que todas sus iguales en el continente”.24 En sus discursos durante las protestas de 2005, los portavoces mineros enfatizaban el papel de los trabajadores del subsuelo en la Revolución de 1952, en batallas contra las dictaduras militares y en el derrocamiento del odiado “Goni” en 2003. Viéndola como suya también, las enormes multitudes de campesinos y pobladores de los barrios pobres aplaudieron esta historia. Cerca del Palacio Quemado, marchaba un contingente de sindicalistas de Huanuni, cantando “Los mineros hemos vuelto” (adaptando así la famosa canción de César Junaro, “Los mineros volveremos”). Mientras bajaban rumbo a la Plaza San Francisco, una anciana bien vestida gritó a los transeúntes: “¡Aplaudan, aplaudan, son los mineros, ellos son los que hicieron este país!” Y la gente aplaudía. El concepto de la “memoria de la clase obrera” tiene especial importancia para los trotskistas, quienes (siguiendo al mismo Trotsky) ven en la formación del partido revolucionario su expresión más alta. En efecto, la memoria social es un 24 René Zavaleta Mercado, El poder dual en América Latina (México: Siglo Veintiuno Editores, 1974), 84. Ministro de Minas en el gobierno del mnr a comienzos de los 60, Zavaleta se desplazó a una postura más izquierdizante, convirtiéndose en uno de los intelectuales bolivianos más conocidos en América Latina.

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terreno de lucha y polémica con implicaciones para el presente y el futuro. Para los partícipes en los acontecimientos que este libro describe, el acto de compartir sus remembranzas personales formaba parte de la labor colectiva de recordar. En ésta, veían un elemento importante para el futuro diferente a cuya construcción habían dado tanto de sí mismos. ¿Qué dijeron acerca del impacto del trotskismo en su país? Cuando se les solicitó una explicación en breve, dieron respuestas muy variadas. Amadeo Vargas fue durante décadas un prominente activista del movimiento trotskista, pero cuando hablamos en 2004 se encontraba debilitado por la diabetes y cansado tras una vida de sacrificios. Tal vez, opinó, el trotskismo se había arraigado en Bolivia tan sólo “por ser una novedad”. Este no es el punto de vista de Julio García, exminero de Potosí y dirigente de la Confederación Nacional de Rentistas y Jubilados de Bolivia. “El trotskista es respetado porque es el que maneja la teoría revolucionaria y da la mayor orientación en la lucha política”, dijo. El minero jubilado Pastor Peláez, de Llallagua-Siglo xx, tenía una explicación más sencilla, al menos con respecto a sus propias convicciones. Su padre fue un veterano de la Guerra del Chaco que murió joven, “dejándome en pañales”. Esto ocurrió porque “se enfermó de una enfermedad de la mina llamada silicosis”, habiendo llenado los pulmones todos los días con el polvo del socavón. “La pobreza en realidad en este país siempre ha existido y por lo tanto me ha inducido a ser trotskista. La situación de los mineros me ha inducido a tener mis ideas revolucionarias”.25 Organización Las entrevistas forman la base de este libro, junto con manifiestos, cartas, volantes y polémicas que se han desenterrado de archivos públicos y colecciones privadas desde El Alto a Palo Alto (California), París a Potosí. Comienza con los orígenes de la tradición radical conocida como el trotskismo boliviano y su papel en la formación de la generación que llevaría a cabo la Revolución Nacional del 52. El primer capítulo traza los debates de los jóvenes radicales acerca de la opresión de los pueblos aymara y quechua, el potencial revolucionario de los mineros y campesinos indígenas, y el sentido de la catástrofe social y política desatada por la Guerra del Chaco. La batalla de las ideas resonaba de forma poderosa en una sociedad que se veía obligada a cuestionar sus propios fundamentos. La derrota en el campo de batalla dio a luz a un nuevo movimiento revolucionario, cuyos inciertos inicios se describen en el segundo capítulo. Durante el incipiente experimento populista conocido como el “socialismo militar”, el trotskismo boliviano zozobraba, 25 Entrevistas con Amadeo Vargas, 6 de agosto de 2004; Julio García Colque, 30 de julio de 2004; Pastor Peláez, 6 de agosto de 2004.

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presagiando así las dificultades que enfrentaría gran parte de la izquierda latinoamericana bajo los regímenes populistas. “Refundado” en la ciudad provincial de Cochabamba, se abrió una senda hacia las minas durante y después de la Segunda Guerra Mundial. El tercer capítulo describe la lucha encarnizada por la sobrevivencia realizada por el trotskismo boliviano cuando una coalición de partidarios de Washington y de Moscú inauguró un período de severa represión política. En los años cruciales anteriores a la Revolución Nacional del 52, los militantes poristas elaboraron la Tesis de Pulacayo, fueron elegidos al Congreso (y expulsados del mismo) como parte del Bloque Minero Parlamentario, e intentaron forjar un “frente antiimperialista”.26 Las alianzas formadas durante ese período contribuyeron a moldear los contornos políticos de la Revolución Nacional. El cuarto capítulo explora la complicada trayectoria de la corriente más influyente de la izquierda durante ese nuevo período de la historia boliviana, cuando un régimen decididamente burgués, nacido de una insurrección claramente proletaria, descansaba sobre las bayonetas de milicias obreras y campesinas y proclamaba el antiimperialismo a la vez que buscaba (y ganaba) el favor de Washington. Enredado en estas contradicciones, el trotskismo boliviano jugó un complejo papel de antagonista y también de asesor del gobierno. Una camada de “ultraizquierdistas” quechuas llevó la revolución al campo, a la vez que muchos dirigentes poristas se pasaron directamente al mnr y el por se sumió en una guerra fraccional intestina. El lugar de Bolivia en la Guerra Fría es el trasfondo del quinto capítulo, que describe la creciente desilusión de las masas respecto al mnr, las luchas contra los programas de “ajuste estructural” auspiciados por el gobierno estadounidense, y el impacto de la Revolución Cubana. Reconstruido con dólares norteamericanos, asesorado por el Pentágono en los albores de una nueva época de contrainsurgencia, el ejército tomó el poder y selló un “pacto militar-campesino” contra el radicalismo obrero, con lo cual el sindicalismo tuvo que pasar a la clandestinidad. Simbolizando, para muchos, el heroísmo martirizado del proletariado minero, los obreros trotskistas pagaron caro –a veces con la vida– su resistencia a la represión. Fue en este período de muerte y cárcel que la guerrilla del Che evocó la “solidaridad instintiva” de los mineros, a quienes los militares castigaron en masa durante la sangrienta Noche de San Juan de 1967. Mientras la izquierda boliviana debatía la estrategia guerrillera, protestas masivas produjeron una apertura en la situación política y la formación del régimen nacionalista de izquierda de Juan José Torres en 1970. Un nuevo auge del movimiento de masas, descrito en el sexto capítulo, desembocó en lo que algunos sectores trotskistas llamaron “el primer soviet de América”, pero fue cortado de 26 Cabe señalar aquí que en este libro las variaciones antiimperialista, antimperialista y ­anti-imperialista se reproducen tal como aparecen en los textos citados.

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tajo por otro golpe de estado que formaba parte del mortífero “modelo del Cono Sur”, en el cual la represión fue coordinada a nivel regional por la temible Operación Cóndor. Los dirigentes poristas respondieron intentando unir a la izquierda, junto con el depuesto Torres, en un “Frente Revolucionario Antimperialista”. Desde la experiencia de los activistas del movimiento trotskista, el último capítulo traza la convulsiva trayectoria de la sociedad boliviana desde la junta de mano dura hasta la elección de Evo Morales. Una huelga de hambre lanzada en condiciones desesperantes por cuatro mujeres mineras desató una oleada de protestas masivas en contra de la dictadura. Tras el salvaje interregno de la surrealista “narcojunta de los cocadólares”, un frente popular de nacionalistas y comunistas de la línea moscovita llegó al Palacio Quemado, detonando una nueva explosión al imponer medidas de austeridad decretadas por el Fondo Monetario Internacional. Cuando doce mil mineros ocuparon La Paz al grito de “Obreros al poder”, la revolución permanente parecía estar a la mano. En cambio, la dirección sindical dio marcha atrás, con lo cual se inició una reacción derechista que inauguró dos décadas de dominio neoliberal. Frente a la oleada de privatizaciones y de leyes antisindicales, los movimientos sindicales y de izquierda experimentaron un doloroso proceso de recomposición y de luchas defensivas. Surgieron nuevos movimientos campesinos y vecinales, fuertemente influenciados por la tradición minera radical que el trotskismo boliviano había ayudado a conformar. En 2003 y 2005, mineros, campesinos indígenas y vecinos de barrios pobres protagonizaron nuevas rebeliones que, muchos partícipes creían, pondrían nuevamente en el orden del día la cuestión de la revolución. Ésta se conjuró, en gran parte por la intervención de Evo Morales, quien canalizó las esperanzas de un cambio fundamental hacia el aplastante triunfo electoral que obtuvo a fines de 2005. Anunciando una “revolución democrática y cultural”, su gobierno prometió la moderación y la estabilidad frente a los conflictos sociales, étnicos y regionales que amenazaban con desgarrar el país. La narrativa del libro termina con estos acontecimientos. Para los obreros y campesinos de Bolivia, queda pendiente la realización de los ideales expresados en Pulacayo. Antes de entrar plenamente en esta historia, cabe decir una palabra acerca de mis propias simpatías. Admiro la valentía, la determinación y el espíritu de sacrificio de los activistas del movimiento trotskista boliviano. Simpatizo no sólo con sus ideales, sino también y específicamente con los conceptos y el programa formulados por León Trotsky. Esta misma simpatía acentúa mi deber, como historiador, de abordar el tema del trotskismo boliviano con un ojo crítico (y en este libro el término “trotskista” se aplica a aquéllos que así se identificaban, incluso cuando divergían de manera significativa de las posiciones planteadas por Trotsky). Si la solidaridad no va a ser una palabra hueca, exige que pensemos de manera crítica y que aprendamos de la experiencia. Los lectores juzgarán los resultados.

capítulo i

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Cuando Francisco Pizarro y sus conquistadores entraron al altiplano en la década de los 1530, la tierra que llegó a llamarse Charcas, Alto Perú –y luego Bolivia– fue incorporada al mercado mundial. Su función y razón de ser: producir la plata para el imperio español. Del Cerro Rico de Potosí, los mineros autóctonos extrajeron lo que parecía ser una cantidad inagotable del metal. En la Casa de Moneda de la misma ciudad, esclavos africanos ayudaron a acuñarlo; fue de ahí, por mucho tiempo, que Europa consiguió gran parte de su dinero circulante. El campo suministró la mano de obra, mediante un sistema basado en la mita incaica, junto con víveres, coca y animales de tiro. Los mineros supieron que, debido a su labor, la colonia se había convertido en una fuente de riquezas inimaginables, que se enviaban a los reyes que vivían al otro lado del mar. Sin embargo, parecía que cuanto más profundamente entraban en las entrañas de la montaña, más cerca se encontraban del infierno. La centralidad de su trabajo y lo infernal de su existencia constituyeron una poderosa contradicción. Cuando las fuerzas bolivarianas pusieron fin al dominio español en 1825, llevaron su triunfo a Potosí. El Libertador, con cuyo nombre se bautizó al nuevo país, subió al Cerro y dio un discurso apasionado en el que rindió homenaje a generaciones de mineros. La nueva república los necesitaría también, pero no puso fin al infierno de la vida subterránea. Tampoco veía a los indios como ciudadanos. Como observa la historiadora Florencia Mallon: “Más que en ninguna otra parte de Latinoamérica, con la excepción de Haití, fue en los Andes que se hizo patente la dolorosa contradicción entre la promesa incluyente del nacionalismo y su práctica excluyente”.1

1 Florencia e. Mallon, “Decoding the Parchments of the Latin American Nation-State: Peru, Mexico and Chile in Comparative Perspective”, en James Dunkerley (ed.), Studies in the ­Formation of the Nation-State in Latin America (Londres: Institute of Latin American Studies, 2002), 23.

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Si se había pensado que la plata reinaría para siempre, se descubrió que no era así. Cuando el siglo xix llegaba a su fin, su precio se desplomó en el mercado mundial. En 1883 llegó la catástrofe nacional: derrotada en la Guerra del Pacífico, Bolivia perdió su acceso al mar. Ante el descrédito del gobernante Partido Conservador, los liberales movilizaron a comunidades indígenas contra sus rivales, subyugándolas sin piedad después de conseguir su victoria. Afianzada en el poder, la oligarquía liberal inauguró la nueva Edad del Estaño. Las guerras produjeron el boom de este metal, que las grandes potencias necesitaban para hacer armas y enlatar comida para sus ejércitos. Bolivia lo tenía en grandes cantidades, muchas veces en las mismas montañas que habían rendido tanta plata. Mineros indígenas versus barones del estaño Ya para los primeros años del siglo xx, el estaño era la razón de ser económica de Bolivia. En 1929, el país era uno de los cuatro que surtían el 80 por ciento del suministro mundial de este metal, que representaba a su vez casi tres cuartas partes de las exportaciones bolivianas. Los hombres que lo extraían de las montañas estaban concentrados en campamentos en el altiplano, ya que el sistema lode mining empleado en el país dependía de una alta “densidad” de trabajadores.2 Éstos sabían que el “metal del diablo” –tal como su antecesora, la plata– significaba para ellos miseria y una muerte temprana. Entre los extremos de calor y de frío, manejaban dinamita, picos y pesadas perforadoras, y cargaban con mineral los pesados carros, que empujaban a mano. Los accidentes eran frecuentes, en muchos casos mortales. Envueltos en nubes de polvo, los trabajadores morían de silicosis. Un activista recuerda que en la década de 1940, cuando decidió buscar trabajo en las minas de Potosí, “el minero muy difícilmente llegaba a 40, 45 años”. Seis décadas después, el New York Times reportaba: “Ya como cuarentones la mayoría [de los mineros] están acabados. Pocos viven más de cincuenta años [...]. Algunos ‘viejos’ mineros, treintones y cuarentones, pasan sus últimos días en el ala de enfermedades pulmonares del hospital local [...], luchando por respirar”.3 Para muchos, el mal de mina simbolizaba la injusticia y el destino de escupir sangre era una metáfora de la explotación. Hijo de un minero potosino que murió 2 Herbert s. Klein, Bolivia: The Evolution of a Multi-Ethnic Society, 2a ed. (Nueva York: Oxford University Press, 1992), 179; Dunkerley, “The Origins of the Bolivian Revolution in the Twentieth Century”, en Merilee s. Grindle y Pilar Domingo, eds., Proclaiming Revolution: Bolivia in Comparative Perspective (Cambridge, Massachusetts y Londres: Harvard University Press, 2003), 141; Stephen s. Volk, “Class, Union, Party: The Development of a Revolutionary Union Movement in Bolivia (1905-1952)”, 1a parte, Science & Society 39:1 (primavera de 1975), 33. 3 Entrevista con Julio García, 30 de julio de 2004; New York Times, 24 de marzo de 2003.

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de silicosis, Grover Alejandro pasó décadas como activista trotskista en el sindicato minero. Se le entrecorta la voz al citar el viejo dicho: “Minero boliviano, venas de estaño, sangre de copagira”. En Oruro, mientras agonizaba en una cama del hospital local, el dirigente minero Felipe Vásquez hablaba en voz baja de sus luchas por la iv Internacional, riéndose a veces a pesar del dolor. Radicado en Estocolmo durante tres décadas de exilio, Dionicio Coca se maravilla de que pronto alcanzará los setenta años: “Un minero no vive hasta esa edad generalmente; 40 años, 45, como promedio. En las minas casi siempre es así. Mi padre fue también minero... murió con tuberculosis”. ¿Qué es lo que le motivó a dedicarse a la causa revolucionaria? “Hacer experiencia en la vida, en el terreno, en las minas, ahí palpas las contradicciones de las clases sociales, la empresa que te explota, el obrero, esa tesis marxista”, responde.4 En 1940 el trabajador minero ganaba, como promedio, el equivalente de medio dólar en una mita (jornada laboral). Cinco años antes de la Revolución del 52, su salario compraba sólo el 20 por ciento de lo que una familia de cinco personas necesitaba para vivir.5 En el campo, los gamonales (terratenientes) “blancos” sojuzgaban a los campesinos indígenas en un sistema de servidumbre llamado pongueaje, aunque algunas comunidades lograron resistir la destrucción de sus ayllus (unidades socioeconómicas de la vida andina tradicional, relacionadas en muchos casos con sistemas de parentesco). Para las élites “modernizadoras”, los indios constituían el obstáculo que impedía el progreso nacional. Excluidos del sufragio so pretexto del analfabetismo, solían encontrar que se les prohibía el paso a las plazas públicas de las grandes ciudades. De manera rutinaria, los diarios publicaban fotos de grupos de indios encadenados, rumbo a la cárcel por una u otra infracción, junto con advertencias de que la “indiada” estaba al punto de sublevarse a sangre y fuego. En la cima de la sociedad boliviana, un pequeño sector ejercía el derecho al voto, mientras que un núcleo aún más exclusivo tomaba las verdaderas decisiones. El estaño había reconfigurado a los sectores dominantes para formar una “rosca” centrada en las tres empresas mineras más importantes, los políticos y periódicos que éstas controlaban, y los intereses terratenientes con los cuales se aliaban. Los “barones del estaño” –Simón Patiño, Mauricio Hochschild y Carlos Aramayo– dependían de empresas europeas y norteamericanas para procesar su estaño (Bolivia carecía de fundiciones) y comercializarlo; y del ejército para proteger su poder. Tal como los préstamos con los que el tesoro nacional se mantenía a flote, las armas llegaban del exterior. Para los mineros del subsuelo, la solidaridad es fundamental para la sobrevivencia. Con el surgimiento de un movimiento obrero moderno, los mineros 4 5

Entrevistas: Grover Alejandro, 16 de julio de 2004; Felipe Vásquez, 4 de octubre de 1992; Dionicio Coca, 18 de agosto de 2007. La sede de la Central Obrera Departamental orureña está dedicada a la memoria de Felipe Vásquez. Gregorio Iriarte, Los mineros (La Paz: Ediciones Puerta del Sol, 1983), 50-51.

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bolivianos, cuya labor les ubicaba en el centro de la economía nacional, comenzaban a verse como los elementos de vanguardia de la población trabajadora y empobrecida. La creciente conciencia de clase se expresaba en la letra, tanto en quechua como en castellano, de un sinnúmero de canciones populares, como el huayño “Para el minero”, dedicado al “pobre obrero explotado” por los capitalistas e “imperialistas sinvergüenzas”. Como señala un estudio, “el proletariado minero sintetiza la historia del capitalismo en Bolivia”, a la vez que la “explotación minera se encuentra articulada a las formas de explotación rurales, haciendas, empresas, circuitos mercantiles simples, a diversas formas de subsunción formal del trabajo al capital”. A la vez que expresaban un sindicalismo cada vez más combativo, los mineros bolivianos mantenían vínculos estrechos con la sociedad rural. Como recuerda un organizador sindical que simpatizaba con el trotskismo, “yo estaba en las minas [pero] como nosotros éramos siempre campesinos teníamos contacto con los compañeros campesinos y también con los trabajadores”. Lo que aprendió en el sindicato minero le sirvió cuando se dedicó a organizar sindicatos campesinos después de la Revolución del 52.6 Si los mineros no perdieron contacto con el ámbito rural, tampoco lo perdieron con sus raíces precolombinas (y preincaicas). El sincretismo ideológico reflejaba además el ámbito cultural de trabajadores que rezaban a la Virgen en la superficie de la tierra antes de descender al reino del Tío de la Mina. Heredero de las deidades precolombinas Huari y Supay, El Tío exige que se le rinda homenaje con coca, alcohol y tabaco. Tachado de “diablo” por los españoles, se muestra intolerante de los símbolos cristianos. Tal como en otras partes del mundo, el período a finales de la Primera Guerra Mundial produjo una oleada de agitación obrera. Los trabajadores fabriles y del transporte organizaron protestas; en 1917, ’18 y ’19 hubo huelgas mineras. En 1921, el gobierno reprimió a sangre y fuego a las comunidades aymaras de Jesús de Machaca. La situación llegó a un punto crítico en junio de 1923, cuando el ejército atacó a los mineros de Uncía, que habían lanzado una importante huelga. La masacre se convirtió en símbolo de la represión gubernamental al servicio de los magnates mineros. Documentos de la empresa muestran que la compañía Patiño había costeado “la movilización, alimentación de las tropas y varios otros desembolsos durante la huelga” así como la “disolución de la Federación” minera local. A la vez, el choque se convirtió en símbolo de la resistencia minera, hito en su memoria histórica y factor importante en el proceso de su politicización. Cuando el derrocamiento del viejo régimen llegó por fin dos décadas después 6

Raúl Prada Alcoreza, “Perfiles del movimiento social contemporáneo”, Revista del Observatorio Social de América Latina (osal) 4:12 (septiembre-diciembre de 2003), 41; Enrique Encinas con Fernando Mayorga y Enrique Birhuet, Jinapuni: Testimonio de un dirigente campesino (La Paz: Hisbol, 1989), 18.

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de la Masacre de Uncía, los “mineros habían mostrado que eran la fuerza más poderosa del país”.7 El incipiente movimiento comunista ¿Cómo se explica que esto haya ocurrido? El escritor boliviano Víctor Montoya lo describe de la siguiente manera:

Los mineros –conscientes de que el estaño que extraían del vientre de la montaña, arrojando sus pulmones petrificados por la silicosis, volvía a la nación convertido en armas y dinero, que los ricos usaban para perpetrar masacres y tramar golpes de Estado– se apoderaron de lo más avanzado de la doctrina revolucionaria y se lanzaron a luchar por mejorar sus condiciones de vida en actitud beligerante, que los poderes de dominación se encargaron de arremeter y ahogar en sangre.8

El proceso de politización de los obreros bolivianos siguió un camino distintivo. Como fue el caso de la mayor parte de Latinoamérica, Bolivia era terra incognita para la Segunda Internacional (la Socialista). No fue sino hasta 1914 que se estableció un efímero Partido Socialista en La Paz. Después de la guerra mundial, bajo la influencia del chileno Luis Emilio Recabarren –un pionero del movimiento revolucionario sudamericano– se formaron Partidos Obreros Socialistas en algunas ciudades, pero éstos tampoco duraron mucho tiempo.9 Muchos activistas del joven movimiento sindical –artesanos, obreros calificados, trabajadoras culinarias, dirigentes de la federación obrera paceña– se identificaban con el anarquismo; sin duda, algo de esta influencia había también entre los organizadores de sindicatos mineros. No obstante, cuando los núcleos centrales del proletariado boliviano entraron en el campo de batalla, el anarquismo estaba en declive en la mayor parte de América Latina. En Bolivia dicho movimiento nunca consiguió los niveles de adhesión y organización alcanzados en Argentina, México y Brasil. Bajo el impacto de la Revolución Bolchevique, durante la década de los 20 se formaron partidos comunistas con cierta influencia, y a veces poderosos, en muchos países latinoamericanos. En Bolivia, varios grupos e individuos, generalmente del medio anarquista, fueron atraídos hacia la Internacional Comunista (Comintern o ic). Algunos se habían familiarizado con el ideario comunista por primera vez como exiliados en Chile, donde Recabarren había fundado el pc. 7 8 9

Compañía Estañífera de Llallagua, informe anual de 1923, 40-41, colección Patiño, Archivo de la Comibol; George Pendle, A History of Latin America (Middlesex: Penguin Books, 1976), 212. Víctor Montoya, “Crónicas mineras”, http://www.fundacionjuanmunizzapico.org/CronicasVictorMontoya. Guillermo Lora, Historia de los partidos políticos de Bolivia (La Paz: Ediciones La Colmena, 1987), 168-170.

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En México, mientras tanto, el escritor boliviano desterrado Gustavo Navarro (“Tristán Marof”) daba discursos en mítines de la Liga Antiimperialista auspiciada por la Comintern. Ya para 1926, algunos círculos comunistas se habían formado en La Paz y otras ciudades; partidarios de la Comintern estaban activos en varios sindicatos así como en nuevos empeños –que también resultaron efímeros y geográficamente limitados– por establecer partidos socialistas y laboristas. Lo más significativo fue la participación del sastre Carlos Mendoza Mamani en el Congreso Sindical Latinoamericano celebrado en 1929 en Montevideo, donde fungió como representante de la Federación Obrera del Trabajo (fot) paceña. La revista de la fot, Bandera Roja, abogaba por la sindicalización, la laicización y la defensa de los indígenas. Al combinar materiales escritos con llamativas imágenes gráficas, estableció una pauta seguida por futuras publicaciones de la izquierda boliviana. Algunos de los artículos mostraban influencia anarquista, pero otros eran suficientemente afines a la línea de la Comintern como para que ésta los reprodujera en su revista La Correspondencia sudamericana. En el noveno aniversario de la Revolución Bolchevique, Bandera Roja publicó un grabado de Trotsky con un breve esbozo biográfico del que “en el primer gobierno de Lenin fue comisario del Pueblo” y que había organizado el “grande y poderoso ejército rojo”. Sin embargo, la revista manifestaba una notable ingenuidad con respecto a la situación dentro del movimiento comunista internacional. “Últimamente”, comentaba, “se produjo entre él y sus camaradas Comisarios del Soviet, un pequeño distanciamiento”, pero en “un Congreso verificado [sic] últimamente, fue arreglada toda dificultad, mereciendo en esa ocasión, el camarada Trotzky, la confianza de la Rusia Soviética”.10 A pesar de esta versión optimista, Iosif Stalin ya había pasado años orquestando la campaña para anatematizar a Trotsky y falsificar la historia del movimiento comunista. Formada por Trotsky en 1923, la Oposición de Izquierda combatía la doctrina estaliniana del “socialismo en un solo país”, la burocratización del partido soviético y la alianza de la Comintern con nacionalistas burgueses como Chiang Kai-shek, jefe del Guomindang chino. El hombre que Bandera Roja alababa en 1926, como codirigente de la Revolución Rusa, fue deportado menos de tres años después a Turquía, donde estableció la Oposición de Izquierda Internacional, precursora de la iv Internacional. “En Bolivia, el proletariado es indígena” En Bolivia, cualquier movimiento radical serio tenía que hacer frente a la subyugación de las mayorías indígenas. Si bien los primeros comunistas bolivianos 10 Bandera Roja, 8 de noviembre de 1926, 8. En esta y varias otras citas, se reproduce la forma de escribir “Trotzky”, “trotzkista”, etc. con z, tal como aparece en los originales.

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enfrentaron obstáculos organizativos que resultaron infranqueables, una parte significativa de su legado político fue el énfasis que pusieron en buscar respuestas programáticas a la “cuestión indígena”. Este esfuerzo involucró al marxista peruano José Carlos Mariátegui, con el que Tristán Marof, más tarde uno de los fundadores del trotskismo boliviano, estableció una relación política e intelectual. Con demasiada frecuencia se acepta el alegato superficial según el cual los movimientos marxistas han hecho caso omiso de las formas de opresión “no clasistas”. Al buscar entender y hacer frente a la secular exclusión de los pueblos autóctonos, el incipiente movimiento comunista boliviano quería guiarse por el dicho de Lenin según el cual un partido revolucionario debe ser el “tribuno del pueblo” que movilice la fuerza de la clase obrera contra todo tipo de opresión. Este concepto –que había resultado fundamental para construir un Partido Bolchevique multiétnico en la “cárcel de los pueblos” del imperio zarista– fue uno de los puntos que la Comintern enfatizaba cuando enumeraba sus diferencias con la vieja Internacional Socialista. Al informar sobre los esfuerzos por construir el movimiento comunista en Bolivia, los representantes latinoamericanos de la Comintern escribieron con orgullo que “nuestra agrupación de La Paz” hacía hincapié en “el problema indígena, ignorado en absoluto por los intelectuales de ‘izquierda’, menospreciado e incomprendido por los intelectuales anarquistas y, está demás decirlo, por los jefes sindicales amarillos” (es decir, procapitalistas).11 En 1928, el vi Congreso de la Comintern señaló que “las tribus [sic] indígenas juegan un papel muy importante en la estructura social de los países latinoamericanos, especialmente en los países [andinos]”. La Conferencia Comunista Latinoamericana, celebrada en 1929, llamó a los partidos comunistas del continente a superar toda “indiferencia” “respecto del problema de las razas en América Latina” y a “consagrar toda su energía a un estudio concienzudo de las características que el problema de las razas presenta en cada uno de los países”. Además de una discusión detallada sobre la opresión de los negros en Brasil, los documentos de la conferencia subrayan que “los países donde el problema indio tiene que ver con la gran mayoría de la población son: México, el Perú, Bolivia, Ecuador, Guatemala”, señalando a la vez que “en Bolivia, donde la base fundamental de la economía está en las minas, el proletariado es igualmente indígena”.12 Mariátegui aportó un documento para la conferencia, “El problema de las razas en la América Latina”, que escribió junto con otro comunista peruano, el Dr. Hugo Pesce (cuya hospitalidad posterior para con el Che Guevara se r­ epresenta 11 Revista Comunista (Buenos Aires, octubre de 1932), citada en Liborio Justo (“Quebracho”), Bolivia: La revolución derrotada (Cochabamba: Editorial Serrano, 1967), 100. 12 International Press Correspondence (Viena), 17 de octubre de 1928; “Le problème des races”, en Comité Executif de l’Internationale Communiste, Secrétariat de l’Amérique Latine, Matériaux et Informations, boletín no 4 (10 de enero de 1930). La paginación del boletín no está clara.

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en la película Diarios de motocicleta). En los países latinoamericanos, señala el documento, las clases dominantes “sienten por los indios, como por los negros y mulatos, el mismo desprecio que los imperialistas blancos”.

El sentimiento racial actúa en esta clase dominante en un sentido absolutamente favorable a la penetración imperialista. Entre el señor o el burgués criollo y sus peones de color, no hay nada de común. La solidaridad de clase, se suma a la solidaridad de raza o de prejuicio, para hacer de las burguesías nacionales instrumentos dóciles del imperialismo yanqui o británico. Y este sentimiento se extiende a gran parte de las clases medias, que imitan a la aristocracia y a la burguesía en el desdén por la plebe de color, aunque su propio mestizaje sea demasiado evidente.13

El mismo documento, en una versión publicada por la Internacional Comunista, señala que en Bolivia, Perú y Ecuador, los indígenas “están en la base de la producción y de la explotación capitalista y dan lugar, por lo tanto, a un problema de fundamental importancia”. Por lo tanto, en estos países, “el factor raza se complica con el factor clase, en forma que una política revolucionaria no puede dejar de tener en cuenta. El indio Quichua o Aymará, ve su opresor en el ‘misti’, en el blanco. Y en el mestizo, únicamente la conciencia de clase es capaz de destruir el hábito del desprecio, de la repugnancia por el indio”. Incluso entre “los propios elementos de la ciudad que se proclaman revolucionarios”, no era raro encontrar “el prejuicio de la inferioridad del indio”.14 Frente a esta situación, así como las barreras del idioma, el movimiento revolucionario debía entrenar sistemáticamente a “propagandistas indios”, a través de los cuales “la doctrina socialista, por la naturaleza de sus reivindicaciones, arraigará prontamente en las masas indígenas”. Al vincularse con el movimiento obrero, el indígena urbanizado, que en otras circunstancias “se convierte regularmente en un auxiliar de los explotadores de su raza”, entiende su propio “valor como instrumento de emancipación de esta raza, oprimida por la misma clase que explota en la fábrica al obrero, en que descubre un hermano de clase”. Asimismo, el documento llama la atención sobre la alta proporción de trabajadores indígenas en las minas de Bolivia, “constituyendo ellos un fuerte proletariado indio”.15 Durante los debates de la conferencia de 1929, el delegado boliviano “Mendizábal” hizo hincapié en el espíritu “completamente rebelde” de los aymaras 13 José Carlos Mariátegui, Obras (La Habana: Casa de las Américas, 1982), 2:171. 14 El movimiento revolucionario latino americano. Versiones de la Primera Conferencia Comunista Latino Ameri­cana, Junio de 1929 (Buenos Aires: La Correspondencia Sudamericana, sin fecha), 268. Esta versión del texto difiere ligeramente de la publicada en las Obras de Mariátegui. La palabra misti que se menciona aquí tiene su equivalente en el vocablo aymara q’ara que se suele ocupar en el altiplano boliviano. 15 Ibid., 268-269, 282.

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“combativos y valientes” del altiplano. Se refirió además a “las condiciones que soportan los indios en nuestro país”:

Con respecto al blanco, el indio se encuentra en una absoluta inferioridad, está humillado, y así por ejemplo, tiene la obligación de saludar prosternado a todo blanco. No pueden penetrar en los locales donde habitan blancos; no tienen el derecho de utilizar los mismos utensilios que ellos etc. [...].16

El esfuerzo por arraigar el marxismo en la realidad autóctona de los Andes sería una preocupación central del movimiento trotskista boliviano cuando éste surgió a mediados de los años 30. Se manifestó en consignas como “Tierras al indio” así como en varios de los nombres y símbolos (Tupac Amaru, el cóndor andino y otros) que sus fundadores usaron en el período formativo de esta corriente política. Ausencia de un Partido Comunista estructurado Para la Internacional Comunista, Bolivia resultó ser un lugar frustrante, donde fracasaron una y otra vez sus esfuerzos por cohesionar a los grupos de simpatizantes para que pudieran formar un partido estable y bien estructurado. En la conferencia latinoamericana de 1929, el delegado Mendizábal enfatizó que para crear la “verdadera conciencia revolucionaria” en Bolivia, “hay que considerar, en primer término, la formación de un verdadero Partido Comunista”. Sin embargo, sólo se podía informar de la existencia de una organización “simpatizante” en su país.17 En 1932, ya comenzada la Guerra del Chaco, la Comintern señalaba que el movimiento comunista boliviano era aún “incipiente” y que apenas “ha comenzado a gestarse la formación de un Partido Comunista”. En 1934, algunos de sus partidarios formaron la Agrupación Comunista (subrayando con este nombre la ausencia de un verdadero partido); el año siguiente, el Buró Sudamericano estableció un “Secretariado Provisional de los Grupos Comunistas de Bolivia”.18 Estas dificultades reflejaban el aislamiento de Bolivia, su relativo “subdesarrollo”, y la dispersión geográfica de los núcleos obreros más importantes del país. Cabe señalar que estas dificultades no afectaban sólo a una pequeña minoría como era el movimiento comunista; los trabajadores mineros, incluso, no formaron su federación nacional sino hasta mediados de los años 40. La represión también se hizo sentir, con la serie de “procesos contra comunistas” iniciada por el gobierno a comienzos de los años 30. Mientras tanto, aunque la Comintern quería una 16 Ibid., 303. 17 Ibid., 47. 18 Revista Comunista (Buenos Aires), octubre de 1932, citada en Justo, Bolivia, 100; Lora, Historia de los partidos políticos en Bolivia, 187-188.

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sección en Bolivia, daba más prioridad a México y a los países “abc” (Argentina, Brasil y Chile). La ausencia de un Partido Comunista estable y funcional fue una de las condiciones para el surgimiento del trotskismo boliviano, a diferencia de China, Francia, Estados Unidos, España y otros países donde el movimiento trotskista emergió cuando partidos comunistas ya establecidos purgaron a grupos de cuadros que simpatizaban con la Oposición de Izquierda. En estos países, los trotskistas buscaron arrebatarle a los partidos establecidos la lealtad de los sectores más radicales y politizados del movimiento obrero. En Bolivia, este tipo de partido hegemónico no se había consolidado cuando los mineros se organizaron sindicalmente a escala nacional y comenzaron a entrar en la contienda política. El partido más afín al estalinismo soviético sería el Partido de Izquierda Revolucionaria (pir). Cuando el pir se fundó, en 1940, ya era muy tarde: mientras los trabajadores bolivianos se mostraban cada vez más combativos, lo contrario era el caso con los seguidores de Stalin bajo la política del Frente Popular inaugurada un lustro antes por la Comintern. Con la Segunda Guerra Mundial, “en Bolivia como en Argentina”, señala el historiador británico Alan Knight, “la izquierda estalinista se unió con la oligarquía pro-Aliados (y por ende ‘democrática’)”. Cuando el pir se alineó con las empresas que suministraban el estaño, metal estratégico, a Estados Unidos y otros aliados de Moscú, muchos mineros vieron a ese partido como mero sirviente de los mismos patrones que los oprimían. Es en este contexto que Whitehead registra su observación de que los trotskistas estaban “más próximos a las aspiraciones de los obreros bolivianos”.19 El cataclismo del Chaco Si “la guerra es madre de la revolución”, Bolivia no fue excepción a esta regla. El movimiento trotskista surgió en medio de la turbulencia mundial de la Gran Depresión, el ascenso de Hitler y los conflictos regionales que antecedieron a la Segunda Guerra Mundial. Los choques llegaron a América Latina cuando Bolivia y Paraguay se enfrentaron en la Guerra del Chaco (1932-1935), un parteaguas en la vida política, social y cultural. Este conflicto fue uno de los más sanguinarios en el Hemisferio Occidental, junto con la Guerra Civil estadounidense y la Revolución Mexicana, al dejar un saldo de 100.000 muertos entre bolivianos y paraguayos. Veintiún mil soldados bolivianos fueron apresados,20 entre ellos Miguel Alandia Pantoja, que luego sería uno de los trotskistas más influyentes y el muralista más importante del país. La guerra, que “crearía el clima para el 19 Alan Knight, “The Domestic Dynamics of the Mexican and Bolivian Revolutions Compared”, en Grindle y Domingo, Proclaiming Revolution, 64; Whitehead, “Bolivia Since 1930”, 528. 20 Kenneth e. Lehman, Bolivia and the United States: A Limited Partnership (Athens, Georgia: University of Georgia Press, 1999), 72.

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desarrollo de uno de los movimientos obreros más poderosos, independientes y radicales de América”,21 fue una experiencia definitoria en la vida de muchos protagonistas de la Revolución Boliviana. Marcando la agonía del viejo régimen, dio origen a partidos políticos que jugarían un papel importante en el período subsiguiente. El más poderoso de éstos sería el Movimiento Nacionalista Revolucionario, pero seis años antes de la fundación del mnr (y cinco años antes de la del estalinista pir), se estableció el Partido Obrero Revolucionario, de orientación trotskista, como consecuencia directa de la debacle del Chaco. Las causas de la guerra siguen siendo tema de debate y controversia. La región disputada era no sólo inhóspita sino que también estaba virtualmente despoblada. Dos años antes del estallido de la guerra, un informe interno de la Comintern señalaba: “En el Chaco Boreal, no existe un pueblo que pueda disponer de sí mismo, no hay más que mosquitos, cocodrilos y petróleo”.22 Muchos llegaron a creer que el petróleo era el verdadero objeto de la contienda e incluso que Bolivia y Paraguay no eran más que sustitutos o títeres de la Standard Oil y la Royal Dutch Shell. Ya antes de la guerra, el delegado boliviano a la conferencia comunista latinoamericana había advertido que una guerra en el Chaco sería una “lucha entre los imperialismos yanqui e inglés por la conquista de los yacimientos petrolíferos”. La prensa comunista de ee.uu. expresaba conceptos parecidos, publicando, por ejemplo, una llamativa representación gráfica de los conflictos entre “estados-títere de Wall Street e Inglaterra”.23 La carnicería del Chaco fue “una suerte de autofagia, que es una rica curiosidad para uso de antropólogos crueles”, en palabras de Zavaleta Mercado. El mismo autor comenta el “absurdo carácter de duelo multitudinario entre soldados desnudos” en este conflicto entre países que perdieron dos de las guerras que marcaron la última parte del siglo xix: la del Pacífico (en la cual Bolivia perdió el litoral) y la de la Triple Alianza (en la cual Brasil, Argentina y Uruguay devastaron al Paraguay). Cuando Chile y Perú negociaron un nuevo arreglo territorial desfavorable a finales de los años 20, observa otro estudio, “Bolivia se orientó al Río Paraguay como la más factible salida al mar”. Durante la guerra, la prensa trotskista norteamericana observó que si bien los intereses de empresas petroleras respaldadas por ee.uu. e Inglaterra tenían un papel en el conflicto, los yacimientos petroleros chaqueños que se habían reportado eran “de importancia secundaria”. De mayor relevancia era el hecho de que la Standard Oil disfrutaba de un “virtual monopolio de los inmensos yacimientos petroleros existentes dentro de las fronteras mismas de Bolivia”, ubicados “en la base oriental de los Andes [donde] 21 Herbert s. Klein, Historia general de Bolivia (La Paz: Juventud, 1982), 232. 22 Comintern, Matériaux et Informations, boletín no 4 (10 de enero de 1930), citado arriba. 23 El movimiento revolucionario latino americano, 46; Labor Defender (Nueva York), febrero de 1933, portada.

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resultaría extremadamente caro y poco práctico tratar de construir oleoductos para transportar el petróleo por encima de montañas cuya altura supera los 3.300 metros”. Para desarrollar los yacimientos, la “salida natural” sería “a través de un oleoducto que termine en alguna parte del Río Paraguay, accesible a los buques oceánicos”.24 Otros motivos surgieron de la política interna. Tal como observó uno de los fundadores del trotskismo boliviano: “Cuando los Estados Unidos estornudan, los países de América Latina se enferman. [...] Con la crisis económica que comenzó [con el crac de Wall Street] en 1929, regresaban muchos trabajadores bolivianos de Chile”, engrosando las filas del desempleo. Para el presidente boliviano, D ­ aniel Salamanca, preocupado porque el resultante descontento podía representar una “amenaza roja”, la guerra sirvió como antídoto contra la agitación social. José Aguirre Gainsborg, otro de los fundadores del por, escribiría después que la guerra había sido “la plataforma de todos los partidos tradicionales que vieron en ella un éxito político”, mientras la “educación chauvinista ingenua del pueblo” había resultado un “factor sicológico” adicional.25 En los primeros meses de la guerra, predominaba la ilusión embriagadora de una victoria fácil y rápida. Hasta los jóvenes izquierdistas se contagiaron del fervor chauvinista, como otro futuro trotskista recordaría más tarde: “Salimos a la calle a gritar, ‘¡A Asunción! ¡Asunción para el ejército boliviano!’ Me acuerdo de uno que salió a la plaza y gritó, ‘¡Yo soy comunista, pero tenemos que ir al Chaco para defender a la patria!’” Pronto, sin embargo, las fuerzas bolivianas se empantanaron en el “infierno verde” del Chaco. Mientras ocurría un revés tras otro, creció la idea de que el fracaso del gobierno representaba una crisis del viejo régimen como tal. La prometida campaña relámpago se convertía en atolladero desmoralizante. En palabras de Zavaleta: “El Chaco es el fracaso de la república liberal, es decir, la frustración violen­ta, de un tajo, de la asociación con el imperialismo. El país lo vive como una derrota”.26 En lugar de sofocar las llamas del descontento, la guerra azuzó el fuego hasta convertirla en una conflagración. Entre las contradicciones que dejó al desnudo, ninguna fue más chocante que el contraste entre la masiva movilización de soldados indios, base del esfuerzo bélico, y la exclusión política y social de la mayoría indígena que siempre había caracterizado al país. “En el Chaco, los indios 24 René Zavaleta Mercado, Bolivia: Crecimiento de la idea nacional (La Habana: Casa de las Américas, 1967), 22-24; Lehman, Bolivia and the United States, 70; Rosalío Negrete, “Chaco: Imperialist Battleground”, The Militant (Nueva York), 6 de enero de 1934. 25 Entrevista con Eduardo Arze Loureiro, 2 de octubre de 1992; José Aguirre Gainsborg, “Apuntes para la elaboración de una tesis política del por” (1938), citado en Guillermo Lora, Figuras del trotskysmo boliviano (La Paz: Ediciones Masas, 1983), 18. 26 Entrevista con Oscar Barrientos, 2 de octubre de 1992; Zavaleta Mercado, Bolivia: Crecimiento de la idea nacional, 24.

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fueron llamados a defender la nación cuyos gobiernos siempre les habían sido hostiles”, señalan los autores de un estudio del sindicalismo campesino. “Debían defender a ‘su patria’ en peligro y, sin embargo, se les había considerado siempre como apátridas o ciudadanos de segunda clase”.27 Mientras miles de campesinos de remotas aldeas fueron incorporados forzosamente a la vida nacional, los intelectuales urbanos, junto con importantes sectores de artesanos y trabajadores, se radicalizaban ante la manifiesta bancarrota de la élite tradicional. Eduardo Mendizábal tenía diez años cuando comenzó el conflicto. Se acuerda que “veíamos cómo pasaban los excombatientes, recordando su instrucción militar”. Se escondía detrás de su madre mientras ella “hacía cartas para la gente que tenía parientes, hermanos, esposos en la Guerra del Chaco”. Después de décadas como militante trotskista, la memoria sigue siendo vívida. “La guerra en realidad cayó con toda su fuerza sobre las clases humildes”, señala.28 Aguirre Gainsborg y los “derrotistas” Conforme la euforia belicista se convertía en desesperación, el gobierno arremetió contra “agitadores” y “comunistas”, tanto reales como imaginarios. Culpando a los subversivos por el enorme número de desertores del frente (10 mil de los cuales buscaron refugio en Argentina) y el creciente desencanto de la población civil, promulgó una nueva “Ley de Defensa Social” y declaró el estado de sitio; el presidente Daniel Salamanca prometió reprimir al comunismo. La gran prensa acusó a los comunistas de oponerse a “la recaudación de víveres [para la guerra] que voluntariamente quieren entregar los comunarios” del altiplano. “Las medidas de represión deben ser en este caso radicalmente enérgicas”, insistió. Por otra parte, los izquierdistas bolivianos iban a participar en “el congreso contra la guerra que prohija la Conferencia Sindical Latino Americana” de Montevideo, y se señalaba que este evento tenía una “vinculación con tendencias desquiciadoras”. Una serie de procesos militares produjo más material para tenebrosos reportajes sobre los intentos de “conspiración comunista en el Ejército” y de “subversión militar”.29 Hacia finales de 1932 el Tribunal de Justicia Militar enjuició a varios civiles por “promover una subversión de carácter comunista en el seno del Ejército”. Se les acusó de recibir “cartas subversivas” del escritor exiliado Tristán Marof (Gustavo Navarro) y otros “dirigentes del comunismo en Bolivia” que querían “influir en la clase de tropa, interesándola en el desconocimiento de las autoridades, de la disciplina y del orden militares”. El Tribunal procesó separadamente 27 Gregorio Iriarte y Equipo cipca, “El sindicalismo campesino en Bolivia”, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, enero-marzo de 1981, 130. 28 Entrevista con Eduardo Mendizábal, 13 de enero de 2007. 29 El Diario (La Paz), 21 de septiembre, 4 de diciembre y 26 de noviembre de 1932; Ultima Hora (La Paz), 22 de diciembre de 1932.

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e in absentia a Marof –que poco después se convertiría en uno de los fundadores del movimiento trotskista– dictándole una sentencia de seis años de presidio.30 Los temores del gobierno no eran del todo infundados. En efecto, había en Bolivia cierta agitación contra la guerra por parte de los pequeños grupos de simpatizantes comunistas, así como de los círculos anarquistas, involucrando a veces a organizaciones obreras de tendencia izquierdista. “El 1o de Mayo de 1932”, recordó un abogado indígena después de la Revolución, “pronuncié [un] discurso ante una multitud reunida en la plaza principal de Sucre”, en el cual declaró que la guerra “era un negocio estúpido y malvado”.

A poco, todos gritaban: “¡Abajo la guerra, abajo la guerra! ¡Viva el proletariado, viva la revolución social!” Algunos estudiantes me levantaron en hombros y entonces empezó una verdadera pelea con la policía que me halaba [sic] por un lado y los estudiantes por otro. Ganó la policía, y pasé dos meses en la cárcel, en prisión preventiva. [...] Mis tres hermanos fueron enviados al frente. El menor murió o, al menos, desapareció sin que nunca volviéramos a saber de él.31

Un fenómeno más amplio era el crecimiento del “derrotismo” entre jóvenes reclutados al ejército. En un tono cada vez más estridente, la prensa diaria advertía contra el peligro que estos “derrotistas” representaban. Dentro de las filas militares, la mera sospecha de “subversión” o de deslealtad podía ser mortal. Recordaba Eduardo Arze Loureiro: “En el Chaco, a los que se suponía comunistas, a cualquier estudiante [se le podía] condenar a muerte [...] y era muy fácil la manera: darle una comisión delicada, donde se sabía que estaban apostados los soldados paraguayos y allá los acababa”.32 El concepto de derrotismo tenía un significado muy específico en el vocabulario del movimiento comunista, que se basaba en el dicho de Lenin: “En tiempos de guerra reaccionaria, una clase revolucionaria no puede dejar de desear la derrota de su Gobierno, no puede menos de ver que los fracasos militares de este Gobierno facilitan su derrocamiento”.33 Sin embargo, en Bolivia el gobierno y la prensa empleaban el término para describir una amplia gama de posturas, desde la “desmoralización” con respecto a las perspectivas militares del país hasta la repugnancia pacifista ante los horrores de la guerra o la condena explícita de los objetivos del gobierno en el conflicto bélico. Más un medio ambiente que un movimiento de oposición organizado, los “derrotistas” eran en su mayoría ­jóvenes 30 Ultima Hora, 26 de noviembre de 1932; El Diario, 27 de diciembre de 1932 y 10 de enero de 1933. 31 Lilo Linke, Viaje por una revolución (Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1956), 276-277. 32 Entrevista con Eduardo Arze Loureiro, 2 de octubre de 1992. 33 v.i. Lenin, “El socialismo y la guerra” (1915), Obras completas, 5ª edición (Moscú: Editorial Progreso, 1984), 26:347.

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que aún se encontraban en una etapa temprana e ideológicamente indefinida de su rebeldía. Cada vez más, sin embargo, veían a la guerra como síntoma de profundos problemas en la sociedad boliviana. Entre ellos había varios jóvenes intelectuales que luego ayudarían a fundar el movimiento trotskista. Algunos de los “derrotistas” ya se habían comprometido con la causa revolucionaria cuando el gobierno los puso bajo la mira de la represión. El más importante fue José Aguirre Gainsborg, nieto del novelista social Nataniel Aguirre, una de las figuras más importantes de las letras bolivianas, e hijo de un diplomático que se convirtió en Ministro de Instrucción (Educación) en el gobierno nacionalista de Hernando Siles. Nacido en 1909, el joven se hizo bachiller de una escuela establecida por metodistas norteamericanos, el Instituto Americano de La Paz, donde también estudió el hijo de Siles, Hernán Siles Zuazo, quien sería durante un período su compañero de ruta, y más tarde presidente él mismo. A finales de los años 20 Aguirre Gainsborg inició sus estudios de Derecho, jugando un papel activo en el movimiento continental de reforma universitaria que llegó a Bolivia en la misma época. En 1929 fue nombrado secretario de vinculación obrera de la Federación de Estudiantes de La Paz. Cuando su familia se trasladó a Cochabamba a raíz de la caída de Siles, se convirtió en secretario de relaciones de la federación estudiantil de esa ciudad, en 1931. En Cochabamba se hizo amigo de Cesáreo Capriles, director de la influyente revista de izquierda Arte y trabajo.34 El escritor boliviano Porfirio Díaz Machicao describe la primera impresión que se llevó de Aguirre al conocer a este joven “ardiente” y “vibrante” poco antes de la guerra. En su autobiografía, Díaz lo recuerda como “un mozo que irradiaba simpatía por los cuatro puntos cardinales de su continente”: “Amplia frente, soñadora frente, diré. Ojos azules, en medio de unas pestañas que orientaban la mirada en sitios fijos. Su aire de sencillez y su modo de comportarse eran distinguidos”. Aguirre, Díaz y otro joven izquierdista, Guillermo Viscarra, decidieron compartir una “vieja casona de campo” en Cochabamba. Allí vivieron “franciscanamente [...] practicando el vegetarianismo y la helioterapia: legumbres y sol. Leíamos en voz alta, mancomunadamente, a los nuevos literatos rusos”. Con carbones de cocina, Aguirre pintó un enorme retrato de Lenin que “resultó maravilloso” y “presidió nuestra morada hasta que vinieron los enemigos [la policía] y lo llevaron preso”. Habiendo decidido “capacitar a los obreros”, “visitábamos los sindicatos dándoles charlas amigables” y se reunían con los trabajadores “por las noches, a la luz de bujías de sebo, en casas humildes”. Díaz cuenta que también visitaron la capital:

Para aumentar el dolor de cabeza de nuestros parientes, organizamos el sindicato de las cocineras. Las cholas de La Paz nos recibían en sus gremios para saludarnos con

34 Lora, Figuras, 7, 10; Valentín Abecia López, 7 políticos bolivianos (La Paz: Juventud, 1986), 77-79. Juan Lechín fue otro alumno del Instituto Americano.

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papel picado y orquestas de cuerdas que sollozaban esa música doliente del suburbio mestizo, tan cargada de desencantos. ¡Y acabábamos bailando con ellas la cueca! Todo nos ha sido perdonado por las clases burguesas de Bolivia, menos el haber echado a perder a las cocineras, como aducían nuestras madres y parientes. Es malo que la Revolución Social entre por la cocina...

Mientras tanto, en Cochabamba los vecinos comenzaban a murmurar: “Son comunistas... Enemigos de Dios... No quieren a la Patria...”35 Se afirma que Aguirre se adhirió a una organización comunista clandestina en 1930; a comienzos de 1932, participó en una manifestación organizada por la Federación Obrera Departamental cochabambina contra la guerra y la “ley de defensa social”. El joven activista dio un discurso tan “enérgico y vibrante”, en palabras de una revista local, que hasta los “indiferentes y gentes de la clase media [...] aplaudieron con locura”.36 En un escrito posterior, Aguirre recordaba:

Fueron 2 ó 3 manifestaciones proletarias en Cochabamba, La Paz, Potosí – en mayo de 1932, dos meses antes de la movilización se descargó la represión sin cuartel, de obreros y estudiantes revolucionarios. Se abrieron las cárceles. Y dos meses después se abrieron los procesos militares, las “eliminaciones” en la línea de fuego del Chaco. Y el aparato represivo de la reacción aplastó [...] el pensamiento y las organizaciones revolucionarias.37

En carne propia lo había experimentado. Arrestado con otros “agitadores” bajo el estado de sitio, a mediados de 1932 Aguirre fue sentenciado al “confinamiento” (exilio interno) en un pueblo minero cerca de Patacamaya, por “efectuar en estos momentos delicadísimos en cuestión internacional, propaganda comunista y querer llevar a cabo actos de derrotismo que están en abierta pugna con el patriotismo boliviano”.38 La última vez que lo vio su amigo Díaz Machicao fue cuando las autoridades concentraron, en una mazmorra paceña, a varios de los jóvenes que se habían osado a oponerse a la guerra. En su autobiografía, Díaz recuerda: 35 Porfirio Díaz Machicao, La bestia emocional (La Paz: Juventud, 1955), 91-94, 102; puntos suspensivos en el original. En Bolivia, la palabra chola generalmente denota a una mujer indígena o mestiza urbana, vestida tradicionalmente con bombín y pollera. 36 Lora, Figuras, 7, 10, 16; Redención (Cochabamba), enero de 1932, citado en ibid., 15. Díaz (Bestia emocional, 96-98) describe una marcha contra la guerra y también un choque callejero sobre la legalización del divorcio. 37 m. Fernández [José Aguirre Gainsborg], “La Guerra del Chaco está próxima a su fin”, reproducido en Hojas de mi archivo (La Paz), junio de 1992, 22. 38 Ministerio de Gobierno al Subprefecto de la Provincia Sicasica, 10 de agosto de 1932, Archivo de la Paz/p-a. Prov. Sicasica, 1932-1937, c. 7. Agradezco a Carlos Antonio Tenorio Levandro por facilitarme este documento.

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Los derrotistas llegamos a La Paz. Anchas, ávidas, satánicas, se abrieron las puertas de la prisión. Perdimos todo contacto con la libertad, acorralados en un calabozo entenebrecido, punzante de olores, acre, aplastante. La policía estaba situada en frente del Palacio de Gobierno, en la Plaza de Armas. Los murmullos entraban hasta el recóndito sitio en que nos entumecíamos: “¡Abajo el Paraguay!” Y la ola crecida que respondía como una furia: “¡Abajo!”... José Aguirre Gainsborg y Ricardo Anaya, leían. Viscarra daba largas chupadas a su cigarrillo. El grito sin freno de la multitud se perdía y retornaba, como el agua del mar que azota la playa. [...] ¡Pobre pueblo, lo llevaban vendado hacia el matadero!

Un oficial le pidió al Presidente Salamanca llevar a los presos al Chaco para hacerlos morir “en acción de guerra”. En lugar de eso, Díaz y varios otros fueron condenados al confinamiento; fueron recibidos con la sugerencia de “entregarlos a los indios [...] que los piquen los indios” y con el grito de “¡Mueran los derrotistas! ¡Mueran los traidores!” Unos meses después, un columnista de El Diario describió una carta que había recibido “desde el confinamiento”, escrita por el “muchacho soñador” Díaz, que mostraba “sus arraigadas concepciones de una organización social nueva”.39 El caso de Aguirre Gainsborg fue distinto, porque su familia convenció a la embajada de Chile para que permitiera su exilio en ese país. Sin embargo, según Díaz, hubo una “venganza de los patriotas en contra de los Aguirre”: el ejército utilizó a Juan Aguirre Gainsborg, hermano menor de José, para “un ensayo de ‘lanza-llamas’ y los paraguayos lo habían acribillado”.40 En el exilio, Aguirre siguió con su militancia política, adhiriéndose al Partido Comunista Chileno (pcch), una de las secciones más viejas y arraigadas que la Comintern tenía en el hemisferio. Usando el seudónimo m. Fernández, fue nombrado jefe de un Comité Contra la Guerra y el Fascismo en Antofagasta en 1933 y al poco tiempo miembro del Comité Central. En febrero de 1933, asistió a un congreso clandestino de los comunistas chilenos. Cuando el evento fue disuelto por la policía, “los debates continuaron en la cárcel”.41 El revolucionario boliviano llegó cuando el comunismo chileno pasaba por una profunda crisis. El pcch se encontraba en medio de un proceso de escisión entre un ala estalinista, definida por su lealtad a la línea oficial de la Comintern, y una nutrida fracción disidente, encabezada por Manuel Hidalgo, que se inclinaba hacia el trotskismo. Aguirre se alineó con los “hidalguistas” y en breve fue expulsado del partido. Entre otras cosas se le acusó de realizar “una obra de 39 Díaz Machicao, Bestia emocional, 112-114, 118, 125; Bonjour, “Desde el confinamiento”, El Diario, 26 de febrero de 1933. Ricardo Anaya fue más tarde uno de los principales dirigentes del estalinista pir. 40 Díaz Machicao, Bestia emocional, 113, 138. 41 Entrevista con Eduardo Arze Loureiro, 2 de octubre de 1992.

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disgregación y corrupción política”, “discutiendo interminablemente”, y de negarse a “cumplir la decisión de la Conferencia [del pcch] en el sentido de cesar toda actividad hostil a la Internacional Comunista y al Partido Comunista y de propa­ganda del trotskysmo”.42 En marzo de 1933, los disidentes formaron una nueva organización: Izquierda Comunista. No era casualidad que el grupo chileno escogiera el mismo nombre que la agrupación trotskista española dirigida por Andrés Nin. La revista de la ic española, Comunismo, jugó un papel internacional como una de las publicaciones más influyentes, en idioma castellano, asociadas con la Oposición de Izquierda Internacional de Trotsky. Como militante de la Izquierda Comunista chilena, a Aguirre le fue asignada la tarea de escribir varios artículos y tesis sobre la Guerra del Chaco. Subrayando la necesidad de ir más allá de la propaganda general contra de la guerra, Aguirre señaló que había que diseñar “un plan de acción eficaz” para unir a los trabajadores de toda la región:

Cada golpe propinado a la burguesía de Argentina y Chile por la clase obrera, se traducirá no tan sólo en golpe a la guerra del Chaco, sino también en apoyo de los trabajadores de Bolivia y Paraguay, que deben revertir los términos de la lucha actual en guerra contra sus burguesías.43

De esta manera, Aguirre buscaba traducir a términos latinoamericanos contemporáneos el llamado de Lenin a transformar una guerra reaccionaria entre países burgueses en una “guerra civil” contra las clases dominantes. Aguirre fustigó a los estalinistas sudamericanos por quedarse “a la cola” de los acontecimientos del Chaco, en lugar de formular consignas claras para la lucha contra la guerra. A la vez, criticó al gobierno de la urss por adaptarse al pacifismo burgués y apoyar las “recomendaciones” de la Liga de las Naciones a favor de la conciliación entre los gobiernos boliviano y paraguayo. Más grave aun, le pareció, fue que el delegado soviético hubiera declarado que su gobierno estaba dispuesto a suspender el embargo de armas y permitir el tránsito de éstas hacia Bolivia. Según Aguirre, esto se traducía en “apoyo al imperialismo yanqui” y a “la feudal burguesía boliviana para el exterminio del proletariado boliviano-paraguayo”.44 En otro artículo señaló que, para el estalinismo, “Cuanto no se resuelve con pactos de ‘no agresión’ de la urss con los gobiernos burgueses de otros países 42 El documento de expulsión está reproducido en Lora, Contribución a la historia política de Bolivia (La Paz: Ediciones Isla, 1978), 1:74-75. 43 José Aguirre Gainsborg, “Trascendencia de nuestra tesis sobre la guerra del Chaco”, citado en Alberto Saenz, “José Aguirre en Chile”, América India (Santiago), julio-septiembre de 1972, 34-35. 44 Aguirre Gainsborg, “Más carbón a la hoguera del Chaco”, citado en ibid., 35.

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(entre tanto que se abandona a la clase obrera y se le priva de sus medios de defensa) se decide con baladas de tipo pacifista o con gesticulaciones teatrales”. Como ejemplo citó el “Congreso contra la Guerra”, celebrado en Amsterdam, que los estalinistas habían organizado con celebridades pacifistas en julio de 1932. La misma posición oportunista, opinó, marcó las campañas estalinistas en Chile. En contraste, un verdadero combate contra la guerra implicaba luchar por “la extinción del régimen que la engendra”, mediante una “guerra civil liberadora” que desemboque en la revolución social, conforme con “la política de Marx, de Lenin y de Trotsky”.45 Los escritos de Aguirre sobre la Guerra del Chaco son los documentos pioneros del trotskismo boliviano. En otro artículo, aseveró que “los grupos de revolucionarios desterrados, que tienen las manos libres en el exterior y que ganan en calidad aprovechando la experiencia internacional” eran las “únicas posibilidades de renacimiento revolucionario” en las cuales se situaban “las expectativas de una sección boliviana de la iv i[nternacional] naciente” ante la “degeneración [...] del estalinismo internacional”.46 Y en un comentario sobre una carta escrita desde el Chaco por el “camarada Keswar” (Alipio Valencia Vega), Aguirre declaró: “Cuenten con nuestra colaboración internacionalista los cs. [camaradas] de Bolivia y Paraguay: el camino claro y consecuente de la iv Internacional”.47 Infelizmente, ni claridad ni consecuencia programática serían características del camino seguido por Aguirre en el breve período que le quedaba antes de su muerte prematura. De la Izquierda Comunista a la Izquierda Boliviana Si Aguirre Gainsborg fue el primero en introducir el trotskismo en Bolivia, es importante ver qué tipo de organización presentó el trotskismo a Aguirre. La confusión política del trotskismo boliviano en sus primeros años se derivaba en parte de las experiencias formativas de Aguirre en la Izquierda Comunista (ic). La ic chilena era una de las dos “secciones más sobresalientes en la América Latina” (la otra fue la influyente sección cubana), señaló en 1934 una revista trotskista mexicana. La organización, que dirigía importantes sindicatos de trabajadores de la construcción y del agro, estaba “fuertemente ligada a las masas”, “en primera fila dirigien­do las luchas del trabajador”. Además, “los diputados bolchevi­quesleninistas chilenos usan el congreso para desenmascarar al régimen burgués”. Esto se refería a la elección de dos dirigentes de la ic al Congreso chileno: Manuel 45 m. Fernández, “Política contra la guerra: La bancarrota del stalinismo ante el Chaco”, reproducido en Hojas de mi archivo, junio de 1992, 27-29. 46 m. Fernández, “La Guerra del Chaco está próxima a su fin”, reproducido en ibid., 23. 47 m. Fernández, “Correspondencia del Chaco”, en ibid., 26.

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Hidalgo al Senado y Emilio Zapata a la Cámara de Representantes. De hecho, Hidalgo gozaba de tanta popularidad que el periódico Herald Tribune de Nueva York afirmó que podía ganar las siguientes elecciones presidenciales.48 Sin embargo, a pesar de su declarada simpatía hacia Trotsky, distaba de ser clara la adhesión de la ic a la plataforma y los conceptos rectores de la Oposición de Izquierda Internacional. Como su homónimo ibérico, el grupo chileno se mostró mucho más conciliador hacia dirigentes reformistas de lo que el movimiento internacional consideraba permisible. Los hidalguistas habían comenzado a buscar acuerdos con varias corrientes socialistas moderadas y con los seguidores del “militar socialista” Marmaduke Grove, un pintoresco aventurero que había encabezado la fugaz “República Socialista” chilena después de participar en un golpe militar en junio de 1932. De hecho, la resolución del pcch mediante la que se expulsaba a Aguirre lo acusaba de buscar un “frente único” con “Grove, [el expresidente liberal] Alessandri, Hidalgo, etc.”.49 En 1935 la Izquierda Comunista entró al Bloque de Izquierda, antecesor directo del Frente Popular chileno, uno de cuyos voceros fue el futuro presidente Salvador Allende. El Secretariado Internacional del movimiento trotskista mundial señaló que “los desacuerdos con los camaradas chilenos” eran “análogos a los que existen con los camaradas españoles”, que rompieron con el movimiento internacional y al poco tiempo se adhirieron al Frente Popular.50 Para Trotsky, el frente popular era un instrumento de la colaboración de clases; sumarse a él significaba preparar la victoria de la reacción derechista. La ruptura fue permanente: la IC chilena se disolvió en el Partido Socialista. Sólo un pequeño grupo se separó para mantenerse fiel al movimiento trotskista. Todavía como militante de la Izquierda Comunista chilena, Aguirre comenzó a organizar un grupo boliviano. El primer militante que ganó a la causa fue el joven estudiante boliviano Eduardo Arze Loureiro, quien se había mudado a Santiago de Chile a instancias de su familia. Habiendo conocido brevemente a Aguirre en Bolivia, lo reconoció cuando lo vio en la calle en la capital chilena. Se hicieron amigos cercanos y como Arze recordó décadas después, Aguirre “se trasladó para la casa donde yo vivía y fuimos compañeros de pensionado por muchísimo tiempo, con una mesa pobrísima, como es la de los estudiantes de Santiago”:

48 “El movimiento bolchevique-leninista en América Latina”, Nueva Internacional (México), junio de 1934; Osvaldo Coggiola, O Trotskismo na América Latina (São Paulo: Brasiliense, 1984), 22. 49 Lora, Contribución, 1:74. 50 Secretariado Internacional de la Liga Comunista Internacional, “Projet de procès-verbal de la séance du 14 février 1936”, Socialist Workers Party Records (archivos del swp norteamericano), carpeta i.s. 1936, Hoover Institution de Stanford University. (De aquí en adelante, “h-swp”.)

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En ese ínterin, discutimos Aguirre Gainsborg y yo: ¿qué hacemos, cuál es el caso de Bolivia? La guerra terminará con los partidos tradicionales. ¿Cuál será el camino para servir a Bolivia? El socialismo es la única guía. Capacitémonos: lectura de Arguedas51 [y] algunos otros libros y ya: y entonces directo a lo de Marx. El Manifiesto comunista nos sirvió de maravilla. De ahí tiramos la organización de un partido comunista. Pero ¿cómo se hace eso? Con un manifiesto. Y escribimos un manifiesto...el manifiesto de exiliados bolivianos. Caí preso. Todo lo que era literatura revolucionaria estará en los archivos de “Investigaciones” [la policía secreta de aquella época] de Santiago, pero ya para entonces habíamos avanzado mucho en el pensamiento para el partido y la organización de un grupo, que se llamó el grupo Izquierda Boliviana en Santiago de Chile, que fue el principio para un partido [...]. La mayor parte [de la propaganda] fue escrita por José Aguirre Gainsborg.

Al buscar a nuevos reclutas para su incipiente organización, recordaba Arze Loureiro, decidieron que “necesitábamos un líder”. Debía ser alguien que “tuviera suficiente prestigio y nos inspirara confianza. Y Aguirre, quien era un Don Quijote, decía [...] Tristán Marof”.52 Para el nuevo movimiento, esta decisión tendría consecuencias tan profundas como inesperadas. Caudillo de corbata roja Para el autor de un folleto biográfico sobre José Aguirre Gainsborg, “el gran error del joven consistió en haber colocado a la cabeza del nuevo Partido a Tristán Marof, con la peregrina idea de capitalizar su prestigio de ‘temible revolucionario’. [...] Este equívoco ha tenido que ser pagado muy caro por todo el movimiento revolucionario [...]”.53 Tristán Marof era, sin duda, una figura renombrada. Aguirre había escrito tesis políticas para algunas publicaciones de izquierda, mientras que Marof era un escritor famoso. Hoy, la Biblioteca del Congreso norteamericano lo describe como “el indianista más importante de Bolivia”. Entre 1928 y 1940, fue el “más conocido de los líderes socialistas bolivianos”, habiéndose convertido su nombre en “sinónimo de la revolución social y de la liberación nacional”, especialmente después de su proceso militar in absentia por “derrotismo” con respecto a la Guerra del Chaco.54 51 El historiador y político liberal Alcides Arguedas (1879-1946) fue uno de los escritores más influyentes de la historia boliviana, en particular por su polémico libro Pueblo enfermo: Contribución a la historia de los pueblos hispanoamericanos (1909). 52 Entrevista con Eduardo Arze Loureiro, 2 de octubre de 1992. 53 Lora, Figuras, 31. 54 United States Library of Congress Federal Research Division Country Studies, “Bolivia Country Studies”, www.country-studies.com/bolivia; Juan Albarracín Millán, La sociedad opresora (La Paz: Universo, 1979), 31; Andrei Schelchkov, “La Internacional Comunista y Tristán Marof”, Anuario (Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, Sucre) 1998, 4.

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“Sin duda”, escribe Herbert Klein, “Marof era la figura sobresaliente de la vieja generación de radicales de extrema izquierda, que combinaban una fuerte corriente de marxismo europeo con un profundo compromiso con el indigenismo americano”. Sin embargo, Marof “era, más que un militante político científico, un novelista aventurero de pluma panfletaria”. Personaje pintoresco y contradictorio, para muchos bolivianos Marof era el modelo mismo del “rojo” romántico, con su pipa y su barba, su corbata roja y su larga trayectoria de viajes y exilios. Se dice que al cruzarse con Marof en las calles de Sucre, su ciudad natal, las mujeres piadosas se persignaban y murmuraban “Supay chayamushan” (está llegando el diablo).55 Escritor prolífico y talentoso, era también un self-promoter incansable, cuyas obras suelen describir sus propias hazañas y aventuras. No obstante, nos permiten trazar el desarrollo de temas centrales de la tradición radical boliviana, y este sendero nos llevará de nuevo a Aguirre, Arze Loureiro y su búsqueda de un liderazgo revolucionario en la lucha contra la Guerra del Chaco. Tristán Marof era el seudónimo de Gustavo Adolfo Navarro. Casi una década mayor que Aguirre, nació en Sucre en 1898, hijo de un abogado y militar. Comenzó temprano su carrera literaria: ya para 1917 publicaba una revista llamada Renacimiento altoperuano y al siguiente año salió su libro Los cívicos. Comenta Marta Irurozqui que esta novela política señala los “prejuicios sociales y étnicos” que se manifestaban en las elecciones bolivianas, así como la exclusión de capas enteras de la población. Después de un viaje por varios países de Sudamérica, Navarro publicó el folleto Poetas-idealistas e idealismos de la América hispana, con un prólogo de la poetisa chilena Gabriela Mistral. En un texto tan lírico como su título, el autor “exalta” al cubano José Martí, al peruano Manuel González Prada y a “maestros” bolivianos como los políticos Daniel Salamanca, Bautista Saavedra (ambos serían después presidentes de la república) y Franz Tamayo. A Tamayo, figura literaria importante, lo alaba como “exponente de cultura de la raza genuinamente americana” sin “afectaciones francesas” ni “quijotadas españolas”.56 Junto con el nacionalismo “americanista”, el folleto plantea un tema que ocuparía un lugar central en la obra de Navarro-Marof: la idealización del pasado precolombino. Reproduce una ponencia de Navarro ante la Sociedad Sarmiento, sobre el “Concepto de la civilización americana entre los ‘quechuas’”. En ésta, Navarro habla del supuesto “comunismo entre los incas”, que “se había realizado con una dulzura inefable y una suavidad estratégica”, representando un ejemplo para “todos los que sufren hoy día” y “golpean con sus puños miserables las

55 Klein, Parties, 191; Justo, Bolivia, 101; Paulovich, “Apariencia de Tristán Marof”, en Stefan Baciu, Tristán Marof de cuerpo entero (La Paz: Isla, 1987), 147. 56 Marta Irurozqui Victoriano, “La escuela electoral: Comicios y disciplinamiento nacional en Bolivia (1880-1925)”, http://bv.gva.es/documentos/Irurozqui.doc; Gustavo a. Navarro, Poetas-idealistas e idealismos de la América hispana (La Paz: Los Andes, sin fecha [¿1919?]), 130.

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puertas del capital”.57 No sabemos cuál fue la reacción del público de la sociedad que llevaba el nombre de Domingo Sarmiento, ideólogo de la europeización y apologista del exterminio de los indígenas de Argentina. La “dulzura inefable” no estaba en el orden del día cuando Navarro, a la edad de 22 años, participó en otro tipo de tradición: el golpe de estado, al unirse a la “revolución” de julio de 1920 encabezada por el caudillo republicano Bautista Saavedra, que puso fin a 21 años de gobiernos liberales. En sus memorias inconclusas, recuerda que “Don Bautista me había elegido para desempeñar papeles difíciles” en la preparación del golpe.58 Después de que Saavedra tomó el poder, Navarro publicó (con Vicente Fernández), las Crónicas de la revolución del 12 de julio. “No queremos pecar de ideólogos ni de orientadores vulgares, ni de falsos apóstoles ni de fanáticos profetas”, escribieron. “Somos más bien apasionados de un ideal”: la “grandeza de esta república, la unión de América en un solo y enorme sentimiento”.59 El nuevo gobierno lo envió a Europa en 1921 para ser cónsul de Bolivia en Italia y Bélgica. La turbulencia de la posguerra en Europa, donde la Revolución Rusa reverberaba de forma poderosa, profundizó su interés por las ideas radicales. En 1922, publicó El ingenuo continente americano, al que más tarde describió como “un libro áspero, de crítica a la sociedad sudamericana”.60 El prólogo fue escrito por uno de los intelectuales de izquierda más famosos de Europa: Henri Barbusse. Poco después, Navarro publicó una sátira picaresca, Suetonio Pimienta, en la forma de seudomemorias de un diplomático de la “República de Zanahoria”, firmada con un seudónimo que haría historia: Tristán Marof, cuyo sonido vagamente franco-eslavo evocaba misterio y cosmopolitanismo. La naturaleza del libro se manifiesta ya en su primera frase: “Una de esas revoluciones caudillescas que a menudo estallan en América Latina, me sacó de mi sopor y de mi oscuridad, haciéndome ingresar de lleno en la vida pública”. El autor se mofa de los “viejos revolucionarios y cortesanos encanecidos en los golpes de cuartel” que leen “con avidez” los emolumentos señalados en el presupuesto nacional. “En Zanahoria”, observa, “se entablaban discusiones rabiosas y sin ningún sentido por cualquier tema. Era un placer salir triunfante, aunque por ello se inventase argumentos o se mintiese descaradamente”. Poblada de figuras como “el general Puñado”, “Ipólito Incienso, intelectual avanzado en Zanahoria y que pasaba por loco, a quien todos los Gobiernos perseguían sañudamente por revolucionario”, el poeta brasileño “Da Barba Castro y Queixos” y otros por el estilo, la novela parecía buscar enfurecer a la élite latinoamericana. En una reseña publicada en 1928, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias (más tarde Premio 57 58 59 60

Ibid., 191-192. Tristán Marof, La novela de un hombre. Memorias – i (La Paz: sin editorial, 1956), 165. Citado en Albarracín, Sociedad opresora, 297. Marof, “Historia de mis libros”, en Baciu, Tristán Marof, 42.

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Nobel de literatura) escribió que el libro “pega en la cara” a los diplomáticos pretenciosos que se jactan de hacer “propaganda de Hispanoamérica en Europa”.61 A mediados de la década de los 20 Marof entró, pues, al ámbito de los intelectuales latinoamericanos que descubrían su continente en el exterior. Al asistir en 1925 a una conferencia de la “Unión Latinoamericana” en París, junto con Asturias, el mexicano José Vasconcelos, el peruano Víctor Raúl Haya de la Torre y otros, se unió a la confraternidad intelectual que hablaba de la verdadera raza americana y la unificación de Hispanoamérica.62 La raza cósmica de Vasconcelos fue publicado en ese año, y Haya de la Torre acababa de fundar su Alianza Popular Revolucionaria Americana (apra), que mezclaba vocablos marxistas, objetivos nacionalistas y la romantización de las raíces “indoamericanas”. Muchos de estos jóvenes intelectuales habían coqueteado con la Comintern, ya en proceso de estalinización, que los veía como representantes de fuerzas antiimperialistas pequeñoburguesas. En julio de 1928, El Machete, periódico del Partido Comunista de México, informó que “el valiente escritor sudamericano Tristán Maroff” había hablado en dos mítines organizados por la Liga Antiimperialista de las Américas en la capital mexicana, donde apareció con el revolucionario cubano Julio Antonio Mella y el hermano del guerrillero nicaragüense Augusto Sandino, en cuyo honor se cantó el “Corrido de Nicaragua”. Más colorido aportó la participación del conde Károlyi, expresidente de Hungría, junto con el siempre extravagante Diego R ­ ivera. Marof señalaría después que el muralista “sabía mentir a su gusto y pintaba con una pistola 45 en el bolsillo de los pantalones exhibida al público”. Cuando Lupe Marín, entonces esposa de Rivera, le invitó a Xochimilco “a dar un paseo en bote [...] Diego pretendía atemorizarme con su pistola”, pero “Lupe me decía que Diego nunca había disparado un tiro”.63 Un vínculo importante fue el que Marof forjó con el marxista peruano José Carlos Mariátegui. “Comenzando con Manuel González Prada [...] y confluyendo con [...] el socialismo peruano original de José Carlos Mariátegui”, observa Florencia Mallon, “una corriente del pensamiento radical de la primera mitad del siglo xx buscaba inspiración en las tradiciones profundas de los campesinos andinos y sus comunidades organizadas de manera colectiva”. Puesto que “las masas –la clase trabajadora– son en sus cuatro quintas partes indígenas”, insistió Mariátegui, “nuestro socialismo no sería [...] peruano –ni siquiera sería socialismo– si no se 61 Tristán Marof, Suetonio Pimienta (Memorias de un diplomático de la República de Zanahoria). Novela (Madrid: Librería de Alejandro Pueyo, 1926), 7, 18, 215; Miguel Ángel Asturias, “Suetonio Pimienta y otros libros”, reproducido en El Juguete Rabioso (La Paz), 11 de junio de 2000. 62 Albarracín, Sociedad opresora, 298. 63 Julio Antonio Mella, Julio Antonio Mella en el Machete: Antología parcial de un luchador y su momento histórico, ed. Raquel Tibol (México: Fondo de Cultura Popular, 1968), 160-164; Marof, “Carlos Mérida y los muralistas mexicanos”, en Baciu, Tristán Marof, 69.

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solidarizase, primeramente, con las reivindicaciones indígenas”. Se podría decir lo mismo de Bolivia. De igual relevancia era la observación de Mariátegui de que “el anti-imperialismo, para nosotros, no constituye ni puede constituir, por sí solo, un programa político” y “no anula el antagonismo entre las clases”. Por lo tanto, “nuestra misión es explicar y demostrar a las masas que sólo la revolución socialista opondrá al avance del imperialismo una valla definitiva y verdadera”.64 Si bien es discutible la afirmación de un historiador ruso de que Marof “anticipaba a Mariátegui [...] en sus ideas sobre el rol del indígena en la revolución social”, lo cierto es que cuando los dos hombres se conocieron en Lima en 1927, el peruano quedó impresionado. Marof, un “Don Quijote de la política y la literatura americana”, anunció Mariátegui, tenía “la figura [...] de los hombres que nacen para hacer la historia”. En tono menos serio, “a propósito de la barba de Tristán Marof”, prometió desarrollar una “teoría de la barba” y sus funciones en distintas épocas históricas.65 Pronto, Marof comenzó a escribir artículos sobre política, economía, literatura y arte para Amauta, la influyente revista dirigida por Mariátegui. Uno, con la vaguedad apasionada que caracterizaba gran parte de sus escritos, argumentaba que “sólo un grupo de fanáticos y de amantes del pueblo” podía eliminar la “mentalidad colonial”, la “ignorancia” y los sistemas “arcaicos” de la sociedad boliviana; sólo “una juventud esencialmente revolucionaria [...] puede levantar a las masas y sacarlas de su oscurantismo y de su esclavitud”. Otro afirmaba: “Nuestra América, fecunda en sangre y fuerzas, es un campo de experiencias, de donde saldrá una nueva civilización”.66 A Mariátegui le había impresionado un folleto de Marof de llamativo título: La justicia del Inca. Junto con los escritos de Mariátegui y otros, esta obra de Marof “arrastró a la juventud boliviana hacia el conocimiento marxista”, informa una historia del pensamiento político en Bolivia. Publicado en 1926, popularizó la consigna “Tierras al pueblo, minas al Estado” (otra versión era “Tierras al indio, minas al Estado”), que pronto sería adoptada por otros radicales bolivianos. En 1927, un congreso obrero en Oruro fue el primero de muchos eventos y grupos que abanderarían esta “fórmula ‘mágica’”.67 64 Mallon, “Decoding”, 25; “Indigenismo y socialismo”, en José Carlos Mariátegui, Obra política (edición de Rubén Jiménez Ricárdez, Ediciones Era, México: 1979), 225; “Punto de vista antimperialista” en ibid., 275. 65 Schelchkov, “La ic y Marof”, 6; Mariátegui, “Tristán Marof”, en Baciu, Tristán Marof, 193, 195; Mariátegui, “Últimas aventuras de la vida de don Ramón del Valle Inclán” (1928), artículo de sus Obras completas reproducido en www.elpasajero.com/espejo.htm. 66 Tristán Marof, “Política y economía bolivianas”, Amauta (mayo de 1927), 16-17; Marof, “Espartacus y Sandino”, Amauta (abril de 1928), 26. 67 Alipio Valencia Vega, Desarrollo del pensamiento político en Bolivia (bosquejo) (La Paz: Editorial Trabajo, 1953), 92; Schelchkov, “La ic y Marof”, 6. Según Mariátegui, La justicia del Inca era “un libro de propaganda socialista para el pueblo” que mostraba que “Tristán Marof ha sentido

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Salpicado con algunas referencias a Marx y Lenin, La justicia del Inca plantea un nacionalismo aislacionista, a la vez que proclama: “La idea honestamente comunista no es nueva en América. Hace siglos la practicaron los Incas con el mejor de los éxitos y formaron un pueblo feliz que nadaba en la abundancia”. Argumentando que “nuestra raza, nuestro pasado es esencialmente comunista”, lanza el llamado: “Organicemos los últimos descendientes del Inca, volvamos a la fraternidad, demos a cada habitante tierra y pan, y burlémonos de todos los charlatanes democráticos del globo”. De esta forma, Marof presentaba un punto de vista afín al socialismo utópico, no con los intrincados planos de los falansterios de Charles Fourier sino ataviado en la túnica real de Manco Cápac, mítico fundador de la dinastía incaica. “Por razones emocionales”, observa el historiador Juan Albarracín, Marof “entendió a Marx pensando que el comunismo boliviano debía ser una continuación del incario”. Para Marx, sin embargo, la vida preindustrial “no constituía ninguna ‘sociedad idílica’, ‘edad de oro’ ni ‘época dichosa’ del hombre”, ni podía ser “modelo de ninguna sociedad moderna al que se tenga que aspirar”. Por su terminología, Marof se distingue “como un jefe populista de la época más que como un marxista ortodoxo”.68 En 1927, Marof fue uno de los candidatos presentados por el efímero Partido Socialista y trabajó con otros izquierdistas en la región de Sucre para apoyar una rebelión de los ayllus de Chayanta. La revista Amauta reportó que él había emprendido la “labor ardua” de organizar a las “fuerzas revolucionarias valiosas” pero dispersas que existían en Bolivia.69 Llama la atención que a mediados de 1927 la Comintern misma, en su revista La Correspondencia Sudamericana, publicara el manifiesto del Partido Socialista. Documento curioso, plantea “la nacionalización de las minas y la distribución de las tierras”, así como la formación de “Consejos de Trabajadores”, sin precisar qué tipo de transformación social se buscaba. Aspecto notable del texto es el énfasis en la importancia de la población indígena (a la que se caracteriza íntegramente como una clase). Tras declarar que “el obrero consciente, empieza a darse cuenta clara de la situación del país”, el manifiesto señala:

La clase indígena despierta admirablemente y ya alza sus puños contra sus explotadores. [...] Hemos oído hablar a oradores indígenas que por primera vez nos tienden su mano y estrechan sus ideales con nosotros. Vale, pues, decir que nuestro trabajo no ha sido vano y que hemos tocado el corazón de la clase verdaderamente

el drama de su pueblo y lo ha hecho suyo” (nota de 1925 reproducida en “Tristán Marof, el soldado desconocido”, El Juguete Rabioso, 11 de junio de 2000). 68 Tristán Marof, La justicia del Inca (Bruselas: La Edición Latino Americana, 1926),7, 9-10; Albarracín, Sociedad opresora, 302, 313. 69 Sinclair Thomson, “Revolutionary Memory in Bolivia”, en Grindle and Domingo, 127; Abraham Valdez, “Tristán Marof y su labor en Bolivia”, Amauta (marzo de 1928), 35.

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­ roletaria que son los indios. Luego otra cosa que alienta es el entusiasmo de los p indígenas por alfabetizarse y fundar escuelas a su costa.

Aunque el documento hace referencia a la necesidad de crear “células comunistas”, no menciona a la Internacional Comunista. El que se trata de un texto de Marof se evidencia no sólo porque la suya es la primera firma del manifiesto, sino también por los pasajes líricos que declaran que los militantes “deben estar dispuestos al sacrificio y a la muerte misma” ya que “No puede haber términos medios”, así como el llamado a “tender un abrazo amplio, generoso al resto del Continente para fundar la Gran Patria Americana Socialista”. De forma confusa, el texto plantea “la igualdad absoluta de clases” a la vez que sostiene que el “mismo marxismo [...] no es completamente materialista” porque “tiene también su significación espiritual”. Al invitar a “los intelectuales honestos y revolucionarios” a engrosar las filas del partido, se afirma: “Los dirigentes rusos, Lenin, Trosky [sic], Chicherin, precisamente no eran obreros manuales, pero hicieron la revolución proletaria con amor y con fé”.70 Es interesante que el órgano de la Comintern haya reproducido esta referencia positiva a Trotsky, así como el resto del documento, sin comentario alguno. En julio de 1927, el gobierno boliviano declaró que Marof y un “Consejo de Diez” dirigentes sindicales e izquierdistas preparaban un “complot comunista” para tomar el poder. Marof lo denunció como fabricación, como lo hizo también la revista Bandera Roja, que el gobierno no tardó en clausurar.71 Marof fue desterrado a Argentina. En los siguientes diez años, su odisea de exilio lo llevó a México, Panamá, Cuba, Perú, Brasil, Uruguay y otros países, luego de nuevo a Argentina, donde permanecería hasta volver a Bolivia en 1937. El exilio intensificó el contacto de Marof con la izquierda internacional. A comienzos de 1929, publicó un extenso artículo en Amauta dedicado a la minería boliviana, en el que planteaba: “El futuro de Bolivia es la nacionalización de sus minas”. Ésta, declaraba, “tiene que ser un fenómeno revolucionario”, puesto que “no puede ser un efecto de gobiernos interesados en sostener una minoría parásita”, como el de Bolivia, donde la democracia no pasaba de ser una “ficción”.72 Por un breve período, fue el “Director Antiimperialista Latinoamericano” de una revista norteamericana estrechamente vinculada a la Comintern: Labor 70 “Manifiesto del Partido Socialista Máximo de Bolivia”, La Correspondencia Sudamericana (Buenos Aires), 15 de junio de 1927, 13-16. El texto del documento hace referencia al Partido Socialista a secas, sin agregar el adjetivo “máximo” al nombre. Si bien el texto señala la necesidad de un partido revolucionario “de tendencias máximas”, no se explica lo que significaría el término, tratándose probablemente de otra alusión lírica, puesto que la palabra bolchevique solía traducirse incorrectamente como “maximalista”. 71 Klein, Parties, 97. 72 Tristán Marof, “Bolivia y la nacionalización de las minas”, Amauta (febrero-marzo de 1929), 90, 92.

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Defender (Defensor Obrero), publicada en Nueva York por la International Labor Defense (ild – Defensa Obrera Internacional), filial estadounidense del Socorro Rojo Internacional. En septiembre de 1929, Labor Defender publicó una nota de Marof sobre la represión que se había desatado contra una huelga textil en Gastonia, Carolina del Norte. Al señalar que en esta lucha encarnizada “los proletarios –negros y blancos– luchan juntos contra sus explotadores”, Marof expresó la esperanza de que “el proletariado norteamericano luchará con mayor ímpetu que ningún otro del mundo”. En otro artículo escribió acerca de “los trabajadores indígenas de Bolivia” –“El suyo es un pasado brillante. Los incas fueron sus antecesores”– y advirtió del peligro de una guerra entre Bolivia y Paraguay, en la que “los que la pagarán caro serán los obreros y campesinos que engañados o por la fuerza irán a defender territorios para las empresas extranjeras”.73 Marof ya había atraído bastante interés dentro de la Comintern. Los comunistas que habían trabajado con él en México querían enviarlo a la Escuela Lenin para Cuadros Dirigentes en Moscú y se sintieron fuertemente decepcionados cuando en lugar de eso, decidió viajar a Argentina. Cuando México lo expulsó como “subversivo” en 1930, un diplomático mexicano en la urss escribió a su gobierno quejándose de que “la prensa soviética ha estado informando sobre las expulsiones de extranjeros, citando entre ellos al escritor Tristán Marof”.74 El año siguiente, Marof publicó Wall Street y hambre. Divertida novela picaresca sobre las aventuras de un izquierdista latinoamericano en Nueva York, es también una novela costumbrista que describe los usos y las prácticas (reales o inventados) de los habitantes inmigrantes y afroamericanos de la metrópoli, los funcionarios migratorios de Ellis Island, los policías o “cop[s] irlandeses”, “los pobres judíos delgados y ágiles”, así como bares, hoteles de mala reputación y locales comunistas. Una escena describe un show de la Calle 42 en el que participa un “fairy” (palabra traducida en el libro como “hada, invertido”); un miembro del público asegura que “el centro de la ciudad” está “poblado de ‘fairies’”.75 Como muchas de las obras de Marof, esta también cultiva su propio mito. La introducción, de Enrique González Tuñón, compara la barba de Marof con la de Cristo 73 Tristán Marof, nota sin título, Labor Defender (Nueva York), septiembre de 1929 (página ilegible); Marof, “Oil and Blood” (Petróleo y sangre), Labor Defender, abril de 1930, 75. 74 Schelchkov, “La ic y Marof”, 8; Jesús Silva Herzog a sre, 4 de enero de 1930, en Enrique Arriola Woog, Sobre rusos y Rusia: Antología documental (México: Lotería Nacional para la Asistencia Pública e inah, 1994), 333. 75 Tristán Marof, Wall Street y hambre: historia novelesca de dolor y de miseria, en el país más rico del mundo, de muchos que trabajan por una humanidad mejor (Montevideo: Impresora Uruguaya, 1931), 36-37, 141-142 y passim. Sobre este tipo de entretenimiento, así como la palabra fairy, que llegó a ser una de las formas despectivas para referirse a los homosexuales, ver el estudio de George Chauncey, Gay New York: Gender, Urban Culture and the Making of the Gay Male World, 1890-1940 (Nueva York: Basic Books, 1994), 13-24, 184.

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y sus manos con las de El Greco. Marof, asevera, “desde su posición de artista y de revolucionario es universal [...] un ciudadano del mundo”.76 En su siguiente libro, Marof buscó sacar lecciones de la Revolución Mexicana. En una carta a Mariátegui, argumentaba que “México se encuentra a la cabeza de los países nuestros, donde el privilegio, el latifundio como entidad política, el clero, dominan en forma absorbente. Nosotros tenemos que realizar una revolución muy parecida a la de México en 1910; tal vez nuestra revolución tenga mayores contenidos sociales, mayor visión de conjunto, pero esto mismo no es sino el resultado de experiencias obtenidas sobre México”.77 Basándose en esta concepción, México de frente y perfil (1934) combina la descripción de la vida política, económica y cultural de México con una crítica radical de la frustración de la Revolución Mexicana bajo el régimen burgués que Marof, empleando una analogía clásica con la Francesa, llama el Termidor mexicano. Termidor fue el mes del calendario revolucionario francés en el que el Directorio reaccionario derrocó a los jacobinos, preparando así el camino para el ascenso de Napoleón Bonaparte. Era además una referencia crucial en los debates sobre el régimen soviético.78 Para Marof, el régimen “revolucionario” que se había consolidado en México mantenía el sometimiento del país al capital norteamericano, sin resolver a fondo las cuestiones agraria, financiera o educativa. Su libro critica el “nacionalismo estrecho”, declarando que “el único partido que puede conducir a las masas hasta el triunfo final, sin compromisos con la burguesía y sin transacciones con el imperialismo, es el partido comunista”, no sólo en México sino en toda América Latina. “No hay otro camino político para las masas sudamerica­nas, explotadas y oprimidas, que el comunismo”. A la vez, critica a los partidos comunistas latinoamericanos, aunque no por cuestiones programáticas o teóricas de fondo sino por “seña­lar consignas que no son comprendidas claramente por las masas” y hacerse aparecer como “imitadores de todo lo que viene de Europa”.79 La experiencia mexicana, señala, “brinda al proletariado latino-americano, una preciosa enseñanza, una típica experiencia, que no puede ser tachada de extranjera, ni puede ser acusada de traer un sello de exportación”. En “América como en China, en México como en Turquía, el proletariado que no sabe conservar su independencia de acción”, que “adormecido por cualquier alianza temporal y necesaria, en los países semi-coloniales, olvida la vigilan­cia de la lucha de clases”, 76 Marof, Wall Street y hambre, 9, 12. 77 Marof a Mariátegui, 6 de agosto de 1928, en José Carlos Mariátegui, Correspondencia (19151930) (Lima: Biblioteca Amauta, 1984), 2:408-409. 78 En febrero de 1935, Trotsky publicó “El Estado obrero, Termidor y bonapartismo”, argumentando que un “Termidor soviético” había ocurrido en 1923-1924, o sea, que una contrarrevolución política había cambiado los objetivos, concepciones y composición del régimen sin deshacer (aún) la revolución social realizada en 1917. 79 Tristán Marof, México de frente y perfil (Buenos Aires: Editorial Claridad [1934]), 22, 146-149.

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despertará “traicionado, sometido a una opresión más aguda”. Sin embargo, las revoluciones americanas no serían “estrictamente comunistas”:

Las masas tienen que destruir previamente el régimen feudalista con todos sus resabios; aniquilar hasta donde sea posible el imperialismo extranjero, inaugurando gobiernos de obreros, campesinos y soldados. Pero todo esto no quiere decir que se realice una “revolución socialista”. En el curso de la lucha el proletariado irá cada día robusteciendo su partido, capacitándolo mejor y adquiriendo mayores ventajas hasta que pueda cumplir su destino histórico, es decir, hasta la revolución socialista.80

El esquema de Marof se aproximaba a las variantes de izquierda del programa estaliniano de una “revolución por etapas” (primero contra el “feudalismo”, luego, en algún momento indefinido, contra el capitalismo) más que a la teoría de la revolución permanente de Trotsky. Para los trotskistas latinoamericanos, la experiencia mexicana había subrayado la validez de dicha teoría, como lo hizo también la catástrofe ocurrida en China cuando Stalin subordinó a los comunistas al partido nacionalista de aquel país. Desde el punto de vista de Trotsky, “tareas” como las de romper el yugo imperialista, emancipar a la población rural del dominio terrateniente y la pobreza secular, y superar la marginación de las mayorías oprimidas sólo podían llevarse a cabo mediante la toma del poder por parte del proletariado, dirigido por un genuino partido comunista y apoyado por los campesinos pobres junto con otros sectores oprimidos. Sin embargo, un “gobierno obrero y campesino” sólo podría mantenerse en el poder si expropiaba a la clase capitalista y extendía la revolución a los países capitalistas ricos y dominantes. (Para mayor explicación, ver el Apéndice 1.) El Grupo Tupac Amaru y la Guerra del Chaco En vísperas de la Guerra del Chaco, el radical bohemio Marof ya se identificaba como marxista-leninista, aunque su actividad política se desarrollaba fuera del control de la Comintern. A la vez, basándose más en el lenguaje evocativo que en la claridad programática, sus concepciones políticas estaban todavía lejos del trotskismo. Fue su actividad durante la guerra lo que llevó a Aguirre Gainsborg a proponer una alianza con Marof para construir un nuevo partido. Alrededor del comienzo de la guerra, Marof y otros exiliados bolivianos establecieron el Grupo Tupac Amaru (gta) en la ciudad de Córdoba, en el norte de Argentina, “lanz[ando] manifiestos que llegaron a las filas de combatientes bolivianos y paraguayos”. El gta fue “el vínculo más importante entre la izquierda radical boliviana de la preguerra y los 80 Ibid., 24, 150.

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grupos de la posguerra”, señala Klein, que sostiene que la organización contó con una red de agentes que distribuían sus llamamientos en los frentes de batalla. Guillermo Lora cuenta la historia de Raúl de Bejar, que “ha ingresado a la historia de la izquierda boliviana como un personaje mítico”. Llamado a filas como joven estudiante, Bejar fue ejecutado en diciembre de 1932 cuando los oficiales descubrieron una frase que había escrito en su libreta: “Felizmente hasta ahora no he disparado sobre ningún hermano paraguayo”. Se dice que después de ser obligado a cavar su propia fosa, repitió la frase y gritó ante la escuadra de fusilamiento: “¡Viva la revolución socialista! ¡Viva el Grupo Tupac Amaru!”81 Aguirre escribió que el gta tenía dos dirigentes principales: “Tristán Marof, el más antiguo comunista de Bolivia, de honradez e inteligencia comprobadas, y el camarada Ivan Keswar, digno igualmente de confianza, y cuya experiencia en el frente de guerra fue por demás importante”. Keswar era el seudónimo de Alipio Valencia Vega, quien se había integrado a la izquierda mediante su participación en las luchas universitarias antes de ser reclutado al ejército y desertar del mismo. Otro activista del gta era Luis Peñaloza, exteniente del ejército que también desertó y que años después se convirtió en dirigente del mnr.82 En un manifiesto del Primero de Mayo de 1932, el gta condenaba la “minoría de latifundistas, de patrones y de explotadores” que en “sociedad con el capital extranjero explota a Bolivia como a una hacienda”. Esta situación sólo cambiaría “cuando el proletariado unido, organizado y bajo el control de una vanguardia prepa­rada que le indique la línea justa de política, lleve a las masas a la verdadera revolución” que “beneficie a todos los que sufren y se encuentran oprimidos”. El documento ocupaba todavía un terreno intermedio entre el indigenismo y los esquemas estalinianos de la “revolución por etapas”:

La revolución tiene que confinarse en el primer momento al latifundio y a la eliminación del feudalismo, por todos los medios. Esto es posible mediante la destrucción del latifundio y dando tierra a los indios, utilizando las comunidades como células para la construcción de vastos establecimientos agrícolas dotados de las más modernas técnicas y mejoras respectivas; instruyendo y educando al indio, base de la nacionalidad y que constituye el 85 por ciento de nuestra población, en una forma socialista; nacionalizando las minas y explotándolas científicamente para beneficio de la República, reviviendo el sentimiento de cooperación que se ha truncado con la

81 Baciu, Tristán Marof, 131; Klein, Parties, 125-126, 195; Lora, Figuras, 32-34. El relato se basa en versiones de Valencia Vega; Lora da a entender que algunos elementos pueden ser apócrifos. Marof se refiere a “el poeta Raúl de Béjar, [que] cae fusilado en el Chaco ¡vivando a la revolución!” (Tristán Marof, Habla un condenado a muerte [Buenos Aires: Editorial Logos, 1936], 43). 82 M. Fernández, “Falta un partido”, publicado a finales de 1933 o comienzos de 1934 en Izquierda (Santiago), reproducido en América India (Santiago), julio-septiembre de 1972, 36; Lora, Contribución, 1:85.

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conquista española y haciendo de Bolivia un país para todos aquéllos que trabajen, sin distinción de clases y castas; contrayendo fraternales lazos con todo el proletariado de América y del mundo, porque no es inimaginable suponer que la revolución agraria antimperialista cuente con la simpatía de las grandes potencias.83

En 1934 o comienzos de 1935 Marof publicó uno de sus libros más influyentes, La tragedia del altiplano, que despliega sus talentos (y límites) como comentarista radical. Junto con los autoelogios acostumbrados (“Calumniado por unos, combatido por otros, sigo en el mismo brete. [...] No soy, pues, un espectador. Soy un soldado”, etc.), presenta un catálogo de los males que afligían a la sociedad boliviana, apelando a una generación que despertaba a la vida política bajo el impacto del conflicto del Chaco. Una parte importante consiste en materiales que Marof había escrito contra la guerra. En uno, declara: “Luchamos por transformar la guerra, al servicio del imperialismo, en revolución, con carácter social, que arrojase por tierra cuatro siglos de esclavitud que soporta el pueblo indígena del Alto Perú, bajo diferentes regímenes: coloniaje y república”.84 Incluye también la llamativa “carta abierta” que Marof –mostrando una valiente actitud, en medio del fervor belicista– había dirigido “al proletariado boliviano”, en la que denunciaba que “actualmente, Bolivia pertenece a una docena de privilegiados y compañías extranjeras”, señalando en particular a los barones del estaño Aramayo y Patiño, así como la Standard Oil. En contraste con el chauvinismo antiparaguayo promovido por la prensa y el gobierno, enfatiza que los trabajadores del vecino país padecían condiciones similares a las de Bolivia, mencionando también a los izquierdistas paraguayos cuyas opiniones fueron castigadas con la cárcel y el destierro. Declara:

La tierra del Chaco es la trampa indigna, tendida por los gobernantes de Bolivia y Paraguay, para llevar a la muerte a dos pueblos valientes, cuya energía y coraje debían ser aprovechados para libertarse de toda tutela imperialista.

En la guerra por el Chaco, “el proletariado nada puede ganar, sino perder”. “Derramará su sangre inútilmente, y el suelo america­no se cubrirá de despojos, de miseria y de lágrimas”, si la clase obrera “no sabe rebelarse a tiempo, procediendo con audacia y energía”. El documento termina con el siguiente llamado:

A los proletarios de Bolivia y Paraguay se les abre una interrogación con motivo de esta absurda guerra. Tienen las armas en sus manos y pueden rebelarse. Las bayonetas deben servir para hundirlas, no en el pecho del hermano explotado, sino en el

83 Citado en Herbert s. Klein, Orígenes de la revolución nacional boliviana (México: Grijalbo, 1993), 167. 84 Tristán Marof, La tragedia del altiplano (Buenos Aires: Editorial Claridad [1934]), 6, 213.

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del explotador. Bolivianos y paraguayos tienen un destino a cumplir si conocen sus propios intereses. No hay que vacilar. La guerra por cuenta de los amos imperialistas conduce a la masacre de los más infelices. Los ricos no pelean. La guerra es un negocio para los fabricantes de armas y abastecedores de víveres. Con la piel de bolivianos y paraguayos, los imperialistas se preparan un festín. [Los gobernantes de Bolivia y Paraguay] son los empresarios de la muerte. Para ellos, el valor y el heroísmo de los soldados, se cotiza en la bolsa. El proletariado de ambos países, sólo puede derramar su sangre por su libertad e independencia económica. Su lucha puede tener una finalidad: arrojar a los señores feudales de sus privilegios y expulsar a las compañías extranjeras de sus países. ¡Abajo la guerra criminal! ¡Viva la insurrección y la instauración de consejos y comités de obreros, estudiantes, campesinos y soldados!85

El libro también reproduce una declaración de principios del gta, descrito como grupo que “propende a la libera­ción del pueblo boliviano, a su organización revolucionaria y emancipación económica”. Compuesto de “estudiantes, intelectuales, obreros, soldados e indígenas, su anhelo es ver a su país, libre de toda esclavitud y sujeción a los imperialismos extranjeros” a través de una “revolución proletaria y antiimperialista, la única que puede dar libertad a los oprimidos, tierra a los indios y destrozar el bárbaro feudalismo que todavía subsiste en el altiplano boliviano”. El texto explica el nombre del grupo (aunque confunde la rebelión del Bajo Perú dirigida por Tupac Amaru con el sitio de La Paz encabezado por Túpaj Katari en 1781): [El gta] toma el nombre de aquel gran indio, tan fuerte y audaz, que puso en jaque, por 159 días, a la ciudad de La Paz, sublevando más de 200 mil indios con el objeto de reconquistar sus tierras. Fue el primero que comprendió los dere­chos de su clase bajo la dominación española. Hoy día es precis[a] la insurrección, no sólo contra el amo nacional latifundista, sino contra el capital financiero imperialista que le respalda, luchando resueltamente contra ellos, hasta arrancar a Bolivia de su yugo y de su posición inferior de país colonial [...].

La declaración llama a “las clases trabajadoras, a los estudiantes y soldados, a los profesionales y a los pequeños propietarios, a los mineros e indígenas, a que reflexionen sobre su miserable condición y se organicen bajo un frente único, formando el ‘Partido Obrero de Bolivia’”. Es significativo por su llamamiento a “constituir el primer gobierno socialista en América del Sur” y por plantear tajantemente que “El ejército boliviano al servicio de los imperialistas y de la clase feudal, debe ser destruido, formándose en su lugar, el ejército de la revolución, 85 Marof, Tragedia, 216-219.

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al servicio de la clase traba­jadora”. Termina con el lema “la victoria o la muerte”.86 La tragedia del altiplano instaba a los radicales a hablar con los indígenas “en su idioma”, proponiendo una lucha contra su opresión étnica, cultural, lingüística y económica, todo dentro del marco de una revolución social. Los latifundios serían “distribuidos [...] entre los soldados e indígenas, formándose grandes comunidades, dotadas de la más amplia técnica, de tal manera que los pueblos quichuas, aimarás y de mestizos, puedan formar sus organizaciones libres, desarrollar su vida y elevar su cultura”. La vieja sociedad debía ser “derribada por los mismos indios, aliados a todos los que tienen cuentas a saldar con ella: artesanos de ciudad, estudiantes y proletarios de las minas”. Era preciso que “los indios refuercen sus organiza­ciones comunitarias, coordinen vínculos, establezcan contactos entre los del norte y los del sur; entre quichuas y aimarás; elijan sus representantes ante los congresos obreros y sigan una sola línea de conducta”. Sin embargo, lo que pasaría con la propiedad de los capitalistas bolivianos, en una revolución contra lo que Marof llamaba una sociedad “feudal”, no quedaba claro. El texto describe a la población indígena como una sola “clase”. El gta, por su parte, es descrito como “nacional en cuanto a sus métodos de trabajo y lucha” y, vagamente, “internacional en sus relaciones”.87 Nos hemos detenido en las ideas de Marof por dos motivos: sintetizaban conceptos y consignas que ejercieron una profunda influencia en el pensamiento político durante los años posteriores; y manifestaban contradicciones que moldearon al trotskismo boliviano en el período de su gestación. Las publicaciones del gta fueron elementos fundacionales para el proceso de reagrupamiento de la izquierda que surgió del desastre del Chaco. Proclamaba La tragedia del altiplano: “La guerra del Chaco es la li­quida­ción de la Bolivia vieja, feudal y caciquista, siempre que haya coraje y decisión en los soldados, estudiantes y obreros; siempre que una van­guardia proletaria, preparada y enérgica, surja en medio del dolor y la sangre”. Entre los “bolivianos exilados en Chile y en la Argentina” que participaban en la lucha contra la guerra, el libro de Marof mencionaba con aprobación a José Aguirre Gainsborg.88 Así, volvemos a la narración de Eduardo Arze Loureiro, de lo que pasó cuando Aguirre propuso que Marof fuera el “líder” del partido que los dos jóvenes amigos querían fundar.

Yo tengo una malicia indígena y le dije: Suena bonito el nom­bre, pero ¿qué clase de hombre será? ¿Vamos a decirle: “Marof, Marof, ya nos hicimos trotskistas”? En ese entonces Aguirre Gainsborg no tenía muchos argumentos para convencerme.

86 Ibid., 219-222 (mayúsculas en el original). 87 Ibid., 53, 60, 220-222. 88 Ibid., 119, 209.

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Pero entonces un manifiesto de Argentina llegó a Chile, del Grupo Tupac Amaru de Córdoba, donde vivía Tristán Marof. Lo acompañaba Alipio Valencia Vega, más varios bolivianos y también argentinos, por la personalidad de Marof. [...] Y comparamos su manifiesto con el nuestro: parecía el uno copia del otro, ¡qué semejanza! Estábamos en consonancia.89

Sin embargo, Arze no estaba del todo convencido: “yo no tenía todavía confianza sobre la honradez y sinceridad de Marof”. En particular, quería aclarar sus dudas sobre la acusación de que Marof había maltratado a algunos presos en 1920, durante su participación en el golpe de Bautista Saavedra. Ahora, desterrado en Chile por el régimen de Salamanca, Saavedra se había instalado en el Hotel Victoria de Santiago. “Dijimos: ‘vayamos a visitarlo’ [y] nos fuimos los dos, Aguirre Gainsborg y yo, a visitar a Don Bautista Saavedra, expresidente de la República y desterrado ilustre de Bolivia”. Arze me describió la plática que sostuvieron:





Nos presentamos. El presidente desterrado y pobre es otra persona del caudillo mandón del gobierno. Nos invitó a sen­tar, a conversar y nos preguntó: “¿Cuál es la ideología de ustedes?” Saavedra era político. Dijimos: “Don Bautista, somos socialistas”. El había pensado un poco en la socialdemocracia europea, porque cuando dejó la presidencia se fue a Europa, vivió durante un período en Bélgica y estuvo viendo muy de cerca lo que era la socialdemocracia belga, que subsiste igualito hasta ahora. Así entendía el socialismo.90 Dijo que el presupuesto nacional era de 40 millones de dólares y nos preguntó qué haríamos con eso. Ya pensó en atraparnos. Aguirre me dejó hablar. Le dije: “Don Bautista, la revolución socialista que pensamos hacer no ha de ser sobre la base de los 40 millones del presupuesto. ¿Cuántos indios tenemos en Bolivia? De una población de aproximadamente tres millones de habitantes, son más o menos dos millones de indios. Dividiendo por cuatro, son 500 mil indios en edad de trabajo. Quinientos mil hombres pueden significar ocho horas de trabajo diarias, o sea cuatro millones de horas de trabajo: esa es la riqueza del socialismo en Bolivia. ¡Cuántas cosas se pueden hacer!” Se calló y le gustó, fue muy atento...siempre con la idea de ganar militantes para su partido. Aguirre Gainsborg [le preguntó]: “Don Bautista, más que nadie usted ha tenido ocasión de conocer a Tristán Marof, porque él militaba bajo usted. Y se dice que durante la revolución del 20, él fue encargado de cuidar a los presos políticos y que los torturó. ¿Qué puede decir usted sobre eso?”

89 Entrevista con Eduardo Arze Loureiro, 2 de octubre de 1992. 90 Los seguidores de Saavedra llegaron al extremo de llamarse Partido Republicano Socialista para explotar la popularidad de la palabra “socialismo”. Este partido burgués propugnaba el racismo, exigiendo el “fomento de inmigración de razas vigorosas y progresivas” y la “prohibición de inmigrantes chinos [y] negros”; Lora, Historia de los partidos políticos de Bolivia (La Paz: Ediciones La Colmena, 1987), 136.

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Revolución permanente en el Altiplano: El trotskismo boliviano

Entonces Saavedra dijo: “Navarro [Marof] era el militante más joven, era disciplinado, inteligente y valiente. Cuando fue de Sucre a La Paz comprobamos, mejor todavía, esas sus cualidades. [...] Nunca se habló entonces que hubiera torturado o moles­tado a los presos políticos. Había muchas figuras presidenciables. Cualquier maltrato habría tenido una tremenda resonancia contra nuestra revolución triunfante y lo que queríamos era prestigio. “Entonces el partido, ya en el gobierno, decidió mandar a los jóvenes con los mejores valores –había que capacitarlos– y mandamos a Marof a Europa para que dejara su provincianismo. Manteníamos correspondencia frecuente y faltando poco para la terminación de mi mandato, recibí una carta en que me decía: ‘Don Bautista, hemos recorrido un largo trecho de nuestro camino juntos. Usted me mandó a Europa para que estudiara y viera qué era lo que más convenía a Bolivia. He estudiado y hablado con mucha gente y me he convencido de que lo que más convie­ne a Bolivia es el socialismo. Ya no soy republicano y por esto yo seguiré mi camino. Me nombraron ustedes cónsul; renuncio al cargo, pero seguimos siendo los buenos amigos de siempre.’ Y así terminó nuestra correspondencia”. Aquello de que había torturado a los presos fue una invención de la Rosca, sobre todo por haber lanzado el lema “Tierras al pueblo, minas al estado”. Yo quedé convencido y decidimos que él sería nuestro líder.91

Puede parecer una especie de surrealismo político que los dos revolucionarios visitaran así al caudillo burgués, debatiendo el socialismo con el expresidente cuyo gobierno había realizado la masacre minera de Uncía en 1923. Se lo podría imaginar como síntoma de una extraña ingenuidad, posible tal vez en un medio donde la “clase política” era minúscula, y a veces cosa de familia. Se puede preguntar en qué grado la visión de Arze respecto de las bases del socialismo en Bolivia reflejaba la de Aguirre en aquel entonces. Sobre todo, sin embargo, el llamativo episodio da testimonio del aislamiento de estos jóvenes frente al proletariado boliviano que aspiraban a dirigir. * * * La humillación de Bolivia en el Chaco subrayó y profundizó las fisuras de clase, étnicas y generacionales que dividían al país. El “infierno verde” de la guerra se convirtió en un semillero del radicalismo boliviano. Muchos cuadros de los movimientos políticos de décadas posteriores combatieron en el Chaco; muchos se agruparon originalmente para resistir una guerra que para ellos fue tan absurda como mezquina. A la luz cruel de la derrota, las ideas radicales adquirieron un atractivo nuevo y urgente. Dos corrientes convergieron para preparar el camino del movimiento trotskista boliviano. Una agrupación de “derrotistas” desterrados fue representada por 91 Entrevista con Eduardo Arze Loureiro, 2 de octubre de 1992.

Entre Tupac Amaru y Trotsky

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Aguirre Gainsborg, el joven intelectual marxista cuyo aprendizaje en el trotskismo se realizó dentro de la agrupación chilena de la Oposición que pronto rompió con el movimiento internacional. La otra fue encabezada por el carismático Marof, cuya mezcla casera de ingredientes indigenistas, marxistas y nacionalistas se popularizó bajo la consigna de “Tierras al indio, minas al Estado”. Su fusión establecería un movimiento trotskista idiosincrásico, específicamente boliviano, en 1935.

capítulo ii

Retorno a un entierro prematuro

La organización trotskista boliviana constituyó el primero de los nuevos partidos formados en las postrimerías de la Guerra del Chaco, antecediendo tanto al Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr) como al Partido de la Izquierda Revolucionaria (pir). El Partido Obrero Revolucionario (por) trotskista fue fundado en 1935, en un congreso de revolucionarios exiliados celebrado en Córdoba, Argentina. Para entender el curso posterior del trotskismo boliviano, es importante examinar las condiciones en las que se formó el por, así como los conceptos básicos detrás de su estrategia. En 1934, la Izquierda Boliviana de Aguirre, que había cambiado su nombre a Agrupación Comunista Boliviana (acb), estableció un “frente único” –más exactamente, un bloque con el objetivo de la fusión organizativa– con el Grupo Tupac Amaru (gta) de Marof. Como señalaba un informe posterior sobre los orígenes del por, al gta, que comenzó con “unos cuantos intelectuales y obreros comunistas”, se le habían unido “varios de nuestros camaradas que se vieron obligados a desertar del frente y ganar el territorio vecino [Argentina], casi todos ellos procesados por los Tribunales Militares”. Cuando se alió con la acb, se informó, el grupo de Marof ya incluía a “cincuenta militantes en la Argentina y cien entre los prisioneros bolivianos en Asunción”, la capital paraguaya.1 El “frente único” fue anunciado al final del libro de Marof, La tragedia del altiplano.2 Circulado hacia finales de 1934, un manifiesto conjunto de los dos grupos declaraba: 1

“Informe general sobre el primer congreso del p.o.r. al Secretariado de la l.c.i. y secciones nacionales”, sin firma ni fecha, adjunto a la carta del Partido Obrero Revolucionario a León Trotsky, 26 de julio de 1935; colección Leon Trotsky Exile Papers, bms Russ 13.1 (1046), citado con el permiso de la Houghton Library, Harvard University. Se reproduce el informe y la carta en el Apéndice 2. 2 Marof, La tragedia del altiplano, 222. La nota asevera que “las agrupaciones ‘Kollasuyo’ y ‘Exilados’ del Perú” también formaban parte del frente, pero Eduardo Arze Loureiro (entrevista, 2 de octubre de 1992) dijo que estos grupos fueron “inventados casi”.

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Revolución permanente en el Altiplano: El trotskismo boliviano

Las universidades están cerradas... La clase obrera ha sido arrancada de la oscuridad tenebrosa de las fábricas, talleres, minas, para enfrentarse dentro del engranaje militar, con los proletarios del Paraguay... Nuestros miserables campesinos, los indios, fueron transportados... a la defensa de los derechos que desconocen... La guerra ha devorado ejércitos de adolescentes.

Solamente los trabajadores, “dirigidos por su partido de clase” y aliados con los campesinos, podrían derrotar a “la feudalburguesía en sus formas militares o civiles”. Sin embargo, el documento declara: “Tupac Amaru e Izquierda Boliviana, embriones del partido de la clase obrera, se dirigen al ejército, manifestándole públicamente que están de acuerdo con el militarismo progresivo, puesto al servicio de los intereses y de la causa de los trabajadores, es decir, de la verdadera democracia: de la revolución socialista”.3 El llamado a militares “progresistas” –miembros del estrato dirigente de lo que Lenin y Trotsky llamaron el núcleo del estado burgués– fue un signo de los tiempos en un país trastornado por la guerra. Poco después, los jóvenes oficiales se rebelarían contra el viejo orden, proclamando un “socialismo militar” semicorporativista ante el cual los fundadores del trotskismo boliviano quedarían profundamente desorientados. Al comentar el manifiesto, Aguirre declaró que entre su grupo y el de Marof “ya existe identidad de miras al enjuiciar y estimar los problemas estrictamente nacionales, a que su actuación inmediata les tiene abocados”, pero “desde el punto de vista internacional” la posición del gta no estaba tan clara. La acb de Aguirre “ha hecho pública su adhesión a la plataforma de la iv Internacional”, pero Marof y Keswar aún no se habían definido en ese sentido. “¿Qué esperan nuestros camaradas del g.t.a.?”, preguntó. “En el campo internacional, ¿nos colocaremos con la revolución internacional o con el socialismo en ‘un solo país’?” De todas maneras, declaró a nombre de la acb: “Nuestros camaradas están dispuestos a preparar una Conferencia de sus dos grupos para unificarse y formar su partido. ¡adelante! Pero ante todo comenzaremos la discusión”.4 No obstante, el documento de Aguirre termina con un programa de diez puntos que difícilmente cuadraba con su llamado a alinearse con el trotskismo internacional. Comenzando con las consignas de “Paz inmediata” y “Democratización del Ejército”, se limita al marco nacional y no sobrepasa los límites del capitalismo. Exige la “convocatoria a una Asamblea Constituyente, con la representación de los soldados, obreros, indios y universitarios”; el “derecho de sufragio y elegibilidad de los reservistas en campaña, de los prisioneros y de las mujeres”; 3 4

Manifiesto reproducido en Lora, Historia de los partidos políticos, 199-200; los puntos suspensivos aparecen en dicho libro. Fernández [Aguirre], “Falta un partido”, 35-36 (mayúsculas en el original). Señala además que “tanto los camaradas de Bolivia como las secciones nacionales de la iv Internacional deben aplicarse a resolver” el problema de la constitución del partido.

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nacionalización del petróleo y de las minas, distribución de tierras; una amnistía general; la “inviolabilidad de los terrenos de la ‘comunidad’ indígena”, restitución de sus tierras y derogación del tributo; protección de la pequeña propiedad; trabajo para los desmovilizados; así como la libertad de prensa, de asociación y de huelga. Brillan por su ausencia los llamados anteriores a “destruir” el ejército y conformar un gobierno obrero y campesino.5 El informe sobre los orígenes del por –enviado al Secretariado Internacional de la Liga Comunista Internacional (lci), como se denominaba la organización trotskista mundial en aquel entonces, y probablemente escrito por Aguirre– ­señalaba: “Al desencadenarse la guerra las agrupaciones comunistas de Bolivia (nunca existió p.c.) fueron completamente barridas por la reacción”. Los revolucionarios, “encerrados en prisiones, ejecutados por los Tribu­nales Militares o confinados en lugares alejados, fueron redu­cidos a la anulación”. La agitación revolucionaria se redujo “a la iniciativa personal de algunos compañeros movilizados con las tropas”, sin plan coordinado; aquellos que “desempeñaron un papel activo, aunque de resistencia desesperada contra la guerra del Chaco”, fueron los que luego ayudarían a fundar el nuevo partido. Los estalinistas no jugaron ningún papel. El manifiesto del gta “comenzó a circular entre las tropas, llegando a los fortines avanzados”, y el grupo comenzó a ganar a sus filas a algunos desertores. “Posteriormente e ignorando la existencia del g.t.a. salieron por el norte de Bolivia hasta Chile y el Perú, nuestros compañeros que huían de la prisión o del confinamiento o que eran expulsados de Bolivia”. Algunos se unieron al Partido Comunista oficial en Chile, “pero pronto fueron expulsados de él ‘por susten­tar la plataforma trotskista respecto de la lucha contra la guerra’” y formaron, “para su trabajo específico en Bolivia, la agrupación denominada transitoriamente ‘Iz­quierda Boliviana’”. Al comenzar el segundo año de la guerra, el gta y la ib entraron en contacto, “elaborando un frente-único de carácter programático” y emitiendo declaraciones que “entraron en Bolivia, sobre todo en el frente y alcanzaron a los militantes prisioneros en el Paraguay”.6 Aunque sería difícil medir el impacto de estas actividades de agitación, sabemos que se relacionaron con el creciente descontento dentro del país. En el segundo año de la guerra, recordó un abogado indígena, se realizó una celebración secreta del Primero de Mayo “en un galpón oscuro cerca al cementerio” sucrense, con la asistencia de “algunos estudiantes, obreros uniformados, choferes en su mayor parte” y un grupo numeroso de “muchachas del Colegio y la Universidad”. Todos querían “transformar la [...] guerra del Chaco en la revolución socialista”.

5 6

Ibid., 35-36. “Informe general”, citado arriba.

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Los estudiantes habían pintado grandes retratos de Lenin y Trotzky, y los sostenían a lado y lado. Las muchachas repartían, a veces, pan entre los soldados que marchaban al frente, y [...] lo envolvían en panfletos revolucionarios que finalmente fueron leídos incluso por algunas de las tropas paraguayas.7

En junio de 1935, recordó Eduardo Arze, Aguirre Gainsborg viajó a Córdoba para “ponerse de acuerdo con la gente de [Marof en] Argentina”. Mientras “estábamos a la espera de noticias”, Arze no se quedó cruzado de brazos: asistió a un congreso sindical, sufrió otro allanamiento policíaco, y pasó muchos días en el despacho parlamentario de Zapata, dirigente de la Izquierda Comunista, donde “discutía­mos la manera de derrocar el capitalismo e instaurar el socialismo”.8 En Córdoba, Aguirre, Marof, Keswar y otros realizaron un congreso de fusión, con el cual fundaron el Partido Obrero Revolucionario. Su meta: encabezar una revolución socialista en Bolivia. Cuando Aguirre volvió de Argentina, recordó Arze, “trajo un sello que representaba un cóndor y ese era el sello del por”. Un camarada, Guzmán Mon­tal­vo, “que hablaba poco, esa vez con ironía dijo: ‘Más que cóndor me parece pajarón mensaje­ro’”.9 El nuevo partido usó este sello en la carta que envió a Trotsky para anunciar su fundación. (Ver Apéndice 2.) Saludando a Trotsky como el “heredero del bolchevismo”, la carta anuncia que la “Sección boliviana” de la lci, “embrión de nuestra futura iv Internacional”, ha nacido “en medio de la terrible experiencia de la guerra del Chaco”. Aunque las “condiciones que llamamos ‘objetivas’ para nuestro desarrollo se ofrecen favorables”, el nuevo partido “no es todavía fuerte”, y sólo puede contar con “el entusiasmo y el valor de sus militantes, templados en la lucha contra la masacre del Chaco”. A la vez, “necesitamos crecientemente de nuestra incorporación activa a la l.c.i.”. El por haría “cualquier esfuerzo para cumplir con los deberes que nos corresponden ante nuestra organización internacional, pero reclamamos así mismo la mayor atención de vuestra parte por nuestros problemas”.10 El informe acompañante señala que las “agrupaciones que sirven de base al nuevo y primer partido comunista de Bolivia (el p.o.r.)” tuvieron que apoyarse en sus propias fuerzas, sin más ayuda de las secciones de la lci que “su literatura y experiencia internacional”.11 Los camaradas bolivianos “cumplieron con su deber” (énfasis en el original) de defender contra los estalinistas la plataforma de la organización internacional, y ahora necesitaban la ayuda internacional. Específicamente, el informe pide que las secciones argentina y chilena de la lci consideren la propuesta de “reforzar con un miembro de sus respectivas organizaciones, el 7 Linke, Viaje, 277. 8 Entrevista con Eduardo Arze Loureiro, 2 de octubre de 1992. 9 Ibid. 10 Carta del por a León Trotsky, 26 de julio de 1935 (Archivo Trotsky de Harvard), citado arriba. 11 “Informe general”.

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Comité Central del naciente Partido Obrero Revolucionario de Bolivia”, tomando en cuenta “la verdadera significación del conflicto imperialista del Chaco para Latino-América y las posibilidades a cumplir que exige un país próximo y por todas circunstancias favorable a una crisis revolucionaria, como Bolivia”. Esto ayudaría a “vencer nuestro comunismo localista” y preparar un “frente de clase” contra el peligro de una intervención. La última parte del informe señala que una “amplia discusión dio por resultado final la aprobación unánime” de la tesis sobre la situación internacional, la política nacional boliviana, la lucha contra la guerra, la cuestión agraria, el problema del separatismo en el Oriente boliviano, “el carácter de la revolución y objetivos inmediatos”, las consignas y los estatutos del partido. El congreso eligió a Marof como secretario general, con un Comité Central integrado por Aguirre (“Maximiliano Fernández”), Arze (“J. Delgado”), Valencia (“Ivan Keswar”), Marof (“Vicente Flores”), y otros tres que conocemos únicamente como Altajiri, Chumacero y Sergio Justiniano. El informe reporta que tres miembros del cc “se han desplaxado [sic] ya al interior de Bolivia”, y viene firmado por Fernández, Delgado y Justiniano “Por el Comité Central”, pero no por Marof.12 No se sabe de ninguna respuesta. Para el resto del mundo Bolivia era, después de todo, un lugar remoto, aislado y poco conocido. Por su parte, el movimiento trotskista internacional enfrentaba una letal campaña de persecución, la expulsión de Trotsky de un país tras otro, y la terrible escasez de recursos humanos y materiales. Sin embargo, la aparente falta de respuesta a la petición de ayuda internacional hecha por los bolivianos sólo podía acentuar el aislamiento del nuevo partido, que resultó ser trágicamente vulnerable en los años venideros. La fundación del por “fue de la mayor importancia en la historia de la izquierda boliviana”, observa Klein; el primer partido radical de la nueva era abierta con la Guerra del Chaco, “en los decenios posteriores formaría parte de la vanguardia del movimiento revolucionario”. Un adversario reconoció que “corresponde a la corriente trotsquista el mérito de haber sido la primera que llegó a organizarse en Partido”.13 En 1935, sin embargo, la identidad política del nuevo partido era confusa. Con frágiles vínculos a la herencia marxista internacional que Aguirre quería reclamar, sus posiciones políticas eran, en muchos aspectos, más próximas al populismo nacionalista radical que emergía en aquella época en varios países del continente. Guillermo Lora, que luego se convertiría en un dirigente central del partido, reconoce que “el por fue apresuradamente organizado para responder a la convulsión social” y por lo tanto “no fueron debidamente superadas” las diferencias entre los grupos de Aguirre y de Marof. En un documento de 1950, Lora e­ scribió 12 “Informe general”. Aunque el informe promete que los textos de las tesis mencionadas “serán muy proximamente dados a conocer con su publicación”, no se encuentran en el archivo de Harvard y no los hemos encontrado en otra parte. 13 Klein, Parties, 195-196; Mariano Baptista Gumucio, citado en Justo, Bolivia, 99.

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que la “verdadera fisonomía” del partido fundado en Córdoba era la de un “grupo centrista, sobre todo antibelicista, que vegetaba aislado de las masas”. (En el léxico trotskista, “centrismo” denota una corriente que oscila entre la política revolucionaria y la reformista.) El congreso de 1935 había producido “la fusión organizativa, no política” entre los grupos de Aguirre y Marof, señalaba, y “la teoría le fue aportada [al nuevo partido] por el Grupo Tupac Amaru” del “aventurero” Marof. El partido fue concebido como “un frente único de varias tendencias contra [...] el imperialismo y los gobiernos feudal-burgueses”, idea planteada por el nacionalista apra de Haya de la Torre en Perú. Por su parte, Marof declaró posteriormente que el por “no era un partido formado para subsistir toda la vida”. “[A]lentado por las consecuencias de la guerra”, afirmó, “había sido solamente un partido para el momento”.14 En 1935, había poca claridad real acerca de las afiliaciones internacionales del partido. Al describir el flamante por a un amigo, Keswar escribía que “es un partido comunista, pero no pertenece al comunismo oficial o estalinista”, cuya política sobre Bolivia había sido, “antes y durante la guerra, desastrosa”, pero no mencionó su petición de adherirse al movimiento por la iv Internacional dirigido por Trotsky. Un trotskista argentino observó que en aquel entonces, uno de los colaboradores más estrechos de Marof era “Costa [...] un estalinista convencido” que se había opuesto a que el por se afiliara a la lci de Trotsky. En el informe sobre su congreso de fundación, el por observó: “Fueron invitados al Congreso, como delegados fraternales, Oscar Creydt, dirigente estalinista paraguayo y Mancilla Araoz, boliviano estalinista de La Plata (Argentina)”. Contra el chauvinismo atizado por la guerra, la presencia de Creydt podía haber simbolizado la unidad con los perseguidos izquierdistas paraguayos. (A comienzos del siglo xx, un gesto llamativo de unidad internacionalista fue el abrazo público entre el marxista japonés Sen Katayama y su homólogo ruso Georgi Plejánov en el congreso de la Segunda Internacional celebrado durante la Guerra Ruso-Japonesa.) Sin embargo, cuando Trotsky obtuvo el asilo político en México, el mismo Creydt lanzó ataques furibundos contra él y sus partidarios latinoamericanos, llamándolos “agentes” de “provocación y de espionaje” al servicio del fbi norteamericano y la Gestapo alemana. Por su parte, Trotsky señaló que las calumnias de Creydt formaban parte de la “preparación moral” del primer atentado contra su vida en Coyoacán.15 14 Lora, El marxismo en Bolivia, 34; Lora, “La crise du Parti Ouvrier Révolutionnaire bolivien”, Bulletin Intérieur du Secrétariat International de la ive Internationale no vi, noviembre de 1950, 2-3 (citas retraducidas del francés; este documento presenta una visión mucho más crítica de los primeros años del por que la breve biografía de Aguirre escrita por Lora en 1962); Baciu, Tristán Marof, 63. 15 Carta de Vega Valencia citada en Lora, Figuras, 34-35; Documentos para la unificación del movimiento trotskysta argentino (Buenos Aires, 1942), citado en Lora, Contribución, 1:104; “Informe general”; Trotsky, Los gangsters de Stalin, 2a ed. (México: Thomas Guinta/Trotsky Memorial Trust, 2009), 92-93.

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Tampoco había claridad acerca del programa político defendido por el nuevo partido. En junio de 1935 se comenzó a editar en Córdoba la revista América Libre, bajo la dirección de Marof. Un artículo de Keswar, “El primer Partido de masas en Bolivia”, sostuvo que en las tesis del congreso de fundación del por, se habían planteado “todos los problemas bolivianos”, pero “La tierra para quien la trabaja y las minas al Estado son los postulados de acción práctica inmediata que inciden [sic] la reivindicación de la personalidad nacional”.16 No era el único que planteaba un programa inmediato (“mínimo”) en términos esencialmente nacionalistas parecidos a los que utilizaban los movimientos de reforma “estatistas” que se formaban en esos años en varias partes de Latinoamérica. ¿Qué instancia daría la tierra a quien la trabajaba? ¿O sería acaso que los campesinos mismos la tomarían mediante la acción directa? ¿Qué tipo de estado tomaría las minas y en interés de quién? ¿Serían propiedad del estado existente (burgués), o de uno nuevo (obrero)? Interrogativas como éstas iban a adquirir carne y hueso cuando estalló la revolución en el altiplano boliviano. La plataforma de diez puntos del “frente único” entre Aguirre y Marof fue expandida ligeramente en una declaración que el por publicó a comienzos de 1936. La convocatoria de una Asamblea Constituyente era ahora el primer punto; aunque se exigía la “expropiación del latifundio por los campesinos”, el programa no planteaba la cuestión del aparato del estado ni del establecimiento de un gobierno obrero y campesino.17 Problemático fue también el término “feudal burguesía”, que el partido ocupaba para describir a la clase dominante. Si bien comunicaba una actitud de desprecio, no ayudaba a aclarar los conceptos en cuanto a la naturaleza de la sociedad boliviana. Próximo a las teorías estalinistas de una revolución “antifeudal”, ayudaba a sentar las bases para una alianza con sectores nacionalistas que buscaban modernizar el capitalismo, en contra de grupos más retrógrados (“feudales”) dentro de las élites nacionales. Marof y el por Aguirre esperaba que el por se convirtiera en una vanguardia revolucionaria como el Partido Bolchevique en los días en que Lenin y Trotsky encabezaban la Revolución Rusa. Marof tenía otras ideas. Éstas variaron con el tiempo y el lugar, pero a lo largo del siguiente período sus escritos proyectaron la imagen de un grupo identificado con un caudillo (él mismo), un programa mínimo centrado en la nacionali­za­ción de las minas y un vocabulario parecido al de los movimientos nacio­nal-popu­lis­tas que emergían en los años previos a la Segunda Guerra Mundial.

16 Citado en Justo, Bolivia, 102. 17 Documento de febrero de 1936, citado en Lora, Contribución, 1:92-93.

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“[N]uestra fundamental consigna es ‘crear’, no calcar esquemas ni tácticas”, proclamaba la revista de Marof, América Libre. En Latinoamérica,

Nuestras riquezas no nos pertenecen. Nuestros himnos patrios, fogosos de libertad y de gloria, son humorísticos cuando en cada calle de las colonias y semi colonias, el capital monopolizador extranjero nos tiene cogida la garganta con su mano de hierro, indicándonos sumisión. Resultan ridículas las leyes y las constituciones, cuando gobernantes presumidos y esclavos, lucen sus anillas en las narices, danzan y ejecutan paseos de “independencia”, a la par que la mayoría de los hombres públicos cotizan su dignidad, traicionando los intereses vitales de sus pueblos.18

Poco después de la fundación del por, Marof publicó un nuevo libro con el llamativo título de Habla un condenado a muerte. Mezcla característica de tratado político, cuaderno de viaje y autopromoción, reproduce una declaración del “Comité Pro Retorno de Tristán Marof”, que incluye la siguiente descripción:

Tristán Marof, “indeseable y pernicioso” para los gobiernos dictatoriales, es también el primer soldado y orientador del Partido Obrero Revolucionario (p.o.r.), agrupación de izquierda que habrá de jugarse muy en breve el rol más importante que partido político se haya jugado en Bolivia.

Curiosamente, en el libro se reconoce que aunque Marof fue objeto de la persecución gubernamental, no fue en sentido literal condenado a muerte.19 El punto de vista político del libro es también contradictorio. En una concatenación de adjetivos típicamente marofiana, describe al por como “un partido de militantes apasionados, viriles y honrados”. El expresidente Saavedra hablaba de crear un “socialismo boliviano”, pero tal como el capitalismo, el socialismo es “un fenómeno mundial”, y la formación de un “‘frente popular’ [...] nos enyu­garía a Saavedra”, un caudillo oligárquico. Sería incorrecto “quedarse en la etapa antifeudal y anti-imperialista, tal como se quedan los apristas”, porque “el hecho de ser anti-imperialista [...] no quiere decir que se haya recorrido toda la curva ni que se haya encarado resueltamente los problemas fundamentales de la revolución”. De hecho, “sólo la revolución socialista, con su vanguardia proletaria a su cabeza pueden [sic] llegar hasta el final”. No obstante, no se puede “implantar el socialismo integral de porrazo”, pero Bolivia podría “dar el primer paso socialista” mediante “la nacionalización de las minas y petróleos, la posesión de la tierra por los que la trabajan, la socialización de ciertas industrias”, con el poder político “naturalmente en manos de los obreros y campesinos, representados por su vanguardia socialista”.20 18 Citado en Justo, Bolivia, 102. 19 Marof, Habla un condenado a muerte, 18, 91. 20 Ibid., 37-38, 168, 173, 176.

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Dando brochazos de colores retóricos, Marof mostró poca claridad en cuanto a este “primer paso”. La concepción trotskista de la revolución permanente estaba lejos de plantear que se pudiera “implantar el socialismo integral de porrazo”. Sostenía que la sobrevivencia de un régimen proletario exigiría expropiar toda la clase dominante y extender la revolución –sobre todo a los países capitalistas dominantes– para sentar las bases de una sociedad sin clases caracterizada por la abundancia material. El aislamiento nacional fue una de las fuentes de la debilidad política del por. Sin embargo, Marof escribía orgullosamente que a la vez que vivían “la más terrible de las vidas”, los activistas poristas “realizan Congresos, publican manifiestos y periódicos”, teniendo “en el alma incrustada la pasión del triunfo y un destino” y haciendo todo “sin ayuda de ningún organismo internacional”.21 Los duraderos efectos de la confusión programática emergieron con los llamamientos de Marof al nacionalismo boliviano y su orientación hacia los oficiales patrióticos. Un movimiento socialista tendría grandes perspectivas en este “país mediterráneo y montañoso al cual le es posible defenderse con ciertas ventajas”, escribió. El pueblo boliviano “puede darse el gobierno que mejor le parezca y luchar con las armas en la mano por su integridad y sus riquezas”. Ésta “no será una guerra parecida a la del Chaco, sino una guerra eminentemente nacional”. Describe una fiesta en la que los amigos cantaban música folclórica y un simpatizante tocaba el charango:

Hay que oírle tocar el charango a este hombre que es el tipo perfecto de esos chicheños combativos que más de una vez se lanzaron a caballo en las luchas civiles, detrás del caudillo, y muriendo por una quimérica libertad. Pero hasta la mentalidad de este hombre que usa poncho policromado ha llegado la idea socialista. El, con toda sencillez, cree en que es preciso combatir a los ricos, porque los ricos están aliados a su vez a las empresas extranjeras y no son bolivianos. El no entiende de teoría, pero ha oído hablar de que en Rusia, hombres formidables que se llaman Lenin y Trotzky, lucharon por el pueblo y destruyeron a los ricos, fundando una nueva sociedad. Al mismo tiempo que toca el “chicheño”, su charango, [...] en su entusiasmo y exaltación grita: ¡Viva Bolivia Libre! ¡Viva la revolución socialista!22

Más allá del tono paternalista, es sintomático que Marof cite con aprobación la idea del charanguero (poco importa si éste fue real o un producto más de la licencia artística) de que los ricos “no son bolivianos”. Identificar la xenofobia con el antiimperialismo es característico del populismo; en pocos años, esto sería un tema central del “nacionalismo revolucionario” tocado en toda oportunidad por los fundadores del mnr. 21 Ibid., 43. 22 Ibid., 178, 183-184.

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Habla un condenado a muerte describe además las charlas que Marof dice haber sostenido con jóvenes oficiales que lo vigilaron cuando Argentina lo entregó a las autoridades bolivianas a principios de 1936, con lo cual estuvo detenido brevemente antes de ser desterrado nuevamente. Al hablar con un cierto teniente Villarroel, “le hago una larga explicación de lo que es el imperialismo”, que significa que “la patria no pertenece a los bolivianos”. A otro teniente, de apellido Aillón, le explica: “Socialismo es precisamente para nosotros en la primera etapa, como dice un manifiesto del p.o.r., nacionalización de nuestras fuentes de producción, Bancos, ferrocarriles, petróleos; socialización del campo y de las empresas que succionan nuestra riqueza y esfuerzo. Liberación del indio”. No obstante, “el teniente Aillón como muchos otros militares jóvenes, quiere saber si el socialismo está contra el ejército”. Y Marof responde:

Nosotros no estamos contra el ejército que se nutre en el pueblo y se somete al partido del pueblo, que integra la defensa nacional de nuestras riquezas, de todos los bienes que posee la sociedad unida y solidaria. Pero somos enemigos implacables del ejército al servicio de las empresas imperialistas y de los millonarios nativos. Consideramos a ese ejército traidor y antiboliviano. El socialismo –sobre todo en los países reducidos a la condición de semicolonias por el imperialismo– no excluye la defensa de la nacionalidad. Porque defendiendo nuestra condición de pueblo libre y con derecho a la vida, estamos contra el capital financiero, el único que viene a este continente no para construir sino para destruir. Nos ponemos en el plano internacional.23

La idea de que el ejército existente podía cambiar su naturaleza “antiboliviana” para ponerse al servicio del “pueblo” se convirtió en bandera de los jóvenes oficiales que tomaron el poder después de la Guerra del Chaco, y luego por Gualberto Villarroel (aparentemente el mismo que había charlado con Marof) cuando éste se instaló en el Palacio Quemado durante la Segunda Guerra Mundial. En varias formas, este concepto ha influenciado a la izquierda boliviana hasta hoy, notablemente en la consigna de Lora de “bolivianización de las fuerzas armadas” y el llamado de varios dirigentes sindicales a que los “oficiales patrióticos” tomaran el poder durante las convulsivas protestas de 2005. Luego, el Movimiento al Socialismo, convertido en gobierno, proclamó una nueva alianza con las fuerzas armadas. En su libro, Marof también describe una conversación con un general boliviano que había conocido por primera vez en París. “General Quintanilla, le dije, es preciso que usted sea general boliviano y no general yanqui. Si logra usted expulsar a la Standard Oil, será usted general boliviano”.24 Poco después, una 23 Ibid., 137, 147-148. 24 Ibid., 187. Se supone que se trata del mismo general Quintanilla que se convirtió en presidente en 1939.

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nueva junta haría justamente eso; otra lo hizo después con la Gulf. Cada masacre minera mostró que estas medidas no cambiaron la naturaleza del ejército. En un espíritu muy distinto, Trotsky escribía en julio de 1936, cuando la Guerra Civil española comenzaba tras una rebelión castrense contra el nuevo gobierno del Frente Popular:

El cuerpo de oficiales constituye la guardia del gran capital. Sin él, la burguesía no podría mantenerse ni un solo día. [...] El peligro no está en los charlatanes y demagogos militares que se proclaman abiertamente fascistas. Incomparablemente más amenazador es el hecho de que cuando se acerca la revolución proletaria, el cuerpo de oficiales, en bloque, se convierta en el verdugo del proletariado. [...] El cuerpo de oficiales, en cuyo seno se almacenan las seculares tradiciones de servidumbre para el pueblo, debe partirse, disolverse, aplastarse en su conjunto, sin dejar rastro. Es preciso remplazar el ejército de cuarteles, que manda la casta de oficiales, por la milicia popular, es decir, la organización democrática de los obreros y campesinos armados. No hay otra solución. Pero un ejército de este tipo, es incompatible con el dominio de los explotadores, sean grandes o pequeños.25

Podemos sintetizar esta primera fase del trotskismo boliviano de la siguiente manera. Fusionando vigorosas corrientes del pensamiento radical, el partido fundado en 1935 generó conceptos y consignas cuya resonancia se sentiría durante décadas enteras. El por proclamaba y reivindicaba la herencia indígena de Bolivia y el papel central de su proletariado minero. Argumentaba que la liberación nacional y la emancipación social eran incompatibles con el sistema político y social que había conducido a la debacle chaqueña. A la vez, en su nacimiento el por ya manifestaba contradicciones significativas. ¿Apelaba al nacionalismo boliviano o al internacionalismo marxista? ¿Buscaba reemplazar al aparato estatal existente mediante una revolución dirigida por el proletariado, o ganar a una parte de la élite nacional para un proyecto de reforma estatista del capitalismo? ¿Era una sección del trotskismo mundial o un grupo centrado en Bolivia? Estos dilemas perseguirían a los fundadores del por en los tumultuosos años posteriores, cuando el partido pasó por la primera de una serie de crisis políticas y organizativas. El por “desaparece del escenario” Lejos del glorioso triunfo que el gobierno se había imaginado, la Guerra del Chaco se convirtió en una derrota humillante que abrió las puertas al descontento social, anunciando el fin de las viejas formas de gobernar. Cuando Bolivia 25 León Trotsky, “Primeras lecciones de España” (julio de 1936), en León Trotsky, La Revolución Española (Barcelona: Editorial Fontanella, 1977), 2:56-57.

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firmó el Protocolo de Paz con Paraguay en junio de 1935, el viejo régimen sólo esperaba el tiro de gracia. No obstante, con el anhelado fin del horrendo derramamiento de sangre, el por sufrió un colapso tan completo que tuvo que ser “refundado” tres años después. A pesar de la aseveración de América Libre de que el por fue el “primer Partido de masas en Bolivia”, el pequeño partido de exiliados no tenía ninguna base dentro del país. Un poco más de un año después de la fundación del por, “Max Fernández” (Aguirre Gainsborg) escribió que el por “se constituía exclusivamente de los marxistas bolivianos exilados durante la guerra, encontrando cerrado su país por la muralla de la represión necesaria para mantener la carnicería del Chaco”. Sólo “tres o cuatro” cuadros –entre ellos, él mismo– “individualmente logra[ron] su ingreso en Bolivia”, donde encontraron “la realidad de un proletariado desorganizado e intimidado por la guerra y sus consecuencias”.26 Tristán Marof se quedó, por el momento, en el exilio. Cuando el por se fundó, era más una “confederación” entre los seguidores de Marof y de Aguirre, como señala Klein, que un “partido que contara con una estructura de cuadros unificada y una ideología coherente”.27 Ahora, sus militantes estaban en una situación terriblemente vulnerable ante los bruscos virajes de la posguerra. Más tarde, un dirigente del por escribiría:

El “viejo” por, el que había nacido en una situación provo­cada por la guerra […], no sobrevivió a la guerra; no jugó ningún papel en el período de la posguerra, caracterizado por una agravación de la lucha de clases. [...] El por desapareció del escenario.28

En septiembre de 1935, recordó Alipio Valencia Vega (“el camarada Keswar”), “regresó de Chile José Aguirre g. con la misión de establecer el por en Bolivia”. En lugar de hacerlo, “abandonó, de momento, [esta] labor” y se unió a un círculo nacionalista estudiantil. Compartieron esta valoración los participantes sobrevivientes que entrevisté sobre este período. “El por había desaparecido con la entrada de Aguirre Gainsborg” al país, dijo Eduardo Arze; “no existía” en el período de la posguerra del Chaco. Estaba de acuerdo Oscar Barrientos: “Cuando 26 Max Fernández, “El Partido Obrero Revolucionario en Bolivia y el gobierno de Toro”, Alianza Obrera (Santiago), 2a quincena de noviembre de 1936 (mayúsculas en el original). Alianza Obrera fue el vocero de los trotskistas chilenos que se habían mantenido leales al movimiento internacional cuando la Izquierda Comunista se separó del mismo. Luego publicaría un obituario del activista boliviano: D[iego] Henríquez, “Homenaje. Aguirre Gainsborg”, Alianza Obrera (1a quincena de diciembre de 1938). 27 Klein, Parties, 196. 28 Lora, “La crise du Parti Ouvrier Révolutionnaire bolivien” (citado arriba), 4-5. Sin embargo, el mismo autor criticó más tarde a los que “dice[n] irresponsablemente que el por había desaparecido del escenario político después de su fundación” (Lora, Contribución, 1:133).

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yo vine” a Bolivia en abril de 1937, después de tres años en Chile como estudiante de medicina, “nadie hablaba en nombre del por”.29 La represión jugó su papel. Cuando Aguirre y Keswar volvieron a Bolivia, el ejército los arrestó, pero fueron liberados debido a la intervención del dirigente sindical Waldo Álvarez. Otro fundador del por, Luis Peñaloza, fue encarcelado como desertor. Un año después de la guerra, Peñaloza describió la situación: la burguesía trataba de prolongar “la censura impuesta por la guerra [...] el mayor tiempo posible, a fin de que en Bolivia se ignore el juicio que el mundo se ha formado sobre la guerra del Chaco”. Debido al daño hecho por el chauvinismo, sumado a “la relativa juventud del movimiento obrero”, su pobreza y la falta de una “numerosa prensa obrera”, la “inquietud que se siente en la masa no puede cristalizarse en verdadera acción socialista”.30 Si al volver a Bolivia, Aguirre dejó atrás al por, esto no significa que el joven activista dejara de tener un impacto en la política nacional. Pronto, comenzó a jugar un papel prominente en la Federación Obrera del Trabajo paceña, convirtiéndose en estrecho aliado de su dirigente Álvarez. Dejó su impronta más profundamente como mentor del grupo “Beta Gama”, un círculo de jóvenes bolivianos que luego encabezarían al movimiento nacionalista, entre ellos futuros presidentes, ministros y embajadores. Lejos de su sueño de exilio de fundar una versión boliviana del bolchevismo, Aguirre ayudó a cohesionar al ambiente nacional-populista que sacaría provecho político del desastre del Chaco. Como explicó Arze, “para tener alguna actividad, [Aguirre] organizó una clase media aristocratizante que se llamaba Beta Gama”, un grupo de “señoritos de club”. En palabras de Oscar Barrientos, “en La Paz, los intelectuales y los de las cumbres de la clase media, los señoritos, los que se reunían en los cafés, organizaron el grupo Beta Gama”.31 Con la entrada de Aguirre, el grupo cambió su nombre de Acción Nacionalista Beta Gama a Acción Socialista Beta Gama (asbg). Fue un signo de los tiempos: como recordaba Valencia Vega, ante el deseo general de “una profunda transformación del país”, en poco tiempo “todo el mundo en la post-guerra fué ‘socialista’”.32 Abundaba la confusión con respecto a términos como “socialismo”, “nacionalismo”, incluso “nacional socialismo”, y algunos fueron atraídos a la idea (planteada por el mexicano Vasconcelos, el peruano Haya de la Torre y otros) de una “raza” iberoamericana con un destino especial. Buscando adaptarse, 29 Cita de Valencia Vega en José Villa, Los orígenes de la revolución de 1952 y del trotskismo boliviano (sin lugar de publicación, Ediciones Poder Obrero, sin fecha), 5; entrevistas con Eduardo Arze Loureiro y Oscar Barrientos, 2 de octubre de 1992. 30 Waldo Álvarez España, Memorias del primer ministro obrero (Historia del movi­miento sindical y político boliviano), 1916-1952 (La Paz: Renovación, 1986), 82, 111; cita de Peñaloza en Lora, Contribución, 1:227. 31 Entrevistas con Eduardo Arze Loureiro y Oscar Barrientos, 2 de octubre de 1992. 32 Valencia Vega, Desarrollo del pensamiento político, 101 (mayúsculas en el original).

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los republicanos de Saavedra se rebautizaron “republicanos socialistas”. Entre este fermento general, Beta Gama se unió a otros grupos pequeños en una intrincada danza de negociaciones, alianzas y escisiones. Uno de los más importantes fue el encabezado por jóvenes activistas –entre ellos Carlos Montenegro y Augusto Céspedes– que salieron del Partido Nacionalista del expresidente Hernando Siles para fundar un nuevo “Partido Socialista”. Lo más llamativo de Beta Gama es el elenco de personajes, casi un listado de futuros dirigentes del mnr. Uno, a veces identificado como secretario general del grupo, fue Hernán Siles Zuazo (hijo del expresidente Siles), quien luego se convertiría en Sub Jefe del mnr y dos veces Presidente de la República (1956-1960, 1982-1985). Entre los otros que, como Aguirre, integraron el comité ejecutivo del grupo se encontraban Julio Zuazo Cuenca (futuro ministro en el gobierno de Villarroel), Víctor Andrade (futuro canciller y embajador en Estados Unidos), Luis Iturralde (luego un diplomático importante del mnr) y otros.33 Wálter Guevara Arze (futuro dirigente del ala derecha del mnr y presidente de Bolivia por un breve período en 1979) también formaba parte del grupo. Guillermo Lora reconoce: “Se tiene la impresión de encontrarse frente a una célula movimientista, aunque seguramente nadie soñaba con poner en pie al mnr”.34 De hecho, se puede ver la adhesión de Aguirre a Beta Gama como un antecedente de la decisión de varios dirigentes trotskistas de adherirse al mnr después de la Revolución del 52. La continuidad humana entre Beta Gama y el futuro mnr no es una casualidad. Bajo la dirección de Aguirre, el grupo fue un precursor de la variante boliviana del populismo. El “socialismo” que propugnaba era un nacionalismo izquierdizante basado en la idea de amalgamar las clases sociales. Escrito por Aguirre, el programa de Beta Gama declaraba: “El Estado socialista se estructurará teniendo por base al pueblo, a la clase media, al proletariado, al campesinado y a los pequeños propietarios interesados en su liberación del yugo imperialista, como también del feudalismo”. “Beta Gama” puede haber significado Bolivia Grande, reflejando el revanchismo territorial prevaleciente desde la Guerra del Pacífico. “Como paso inmediato al establecimiento del Estado Socialista, a.s.b.g. tenderá a la organización y defensa nacional de sus [sic] conquistas, reforzando los principios ‘Nación’ y ‘Unidad’”. Como “doctrina”, aseguraba el texto, “el socialismo [...] pertenece históricamente al proletariado, correspondiendo prácticamente la iniciativa en estos momentos, en Bolivia, a la clase media intelectual y joven”.35

33 “Directiva de la sociedad Betha Gama”, El Diario, 31 de octubre de 1935. Ver también Klein, Parties, 212. Identificándose ya con las altas esferas del poder, Siles Zuazo publicó un artículo (Ultima Hora, 17 de julio de 1936) en defensa de la gestión presidencial (1925-1930) de su padre. 34 Lora, Contribución, 1:106. 35 Citado en Lora, Figuras, 39-40.

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Habiendo convencido a los propietarios de El Diario de que le dieran una columna regular, “Notas sobre el proceso político”, Aguirre escribió sobre una amplia gama de temas, desde la defensa del ayllu contra el dominio del latifundio hasta la fragmentación de los partidos tradicionales y la necesidad de oponerse a las propuestas de establecer un “Estado corporativo”. Sobre todo, la columna le sirvió de tribuna para exigir “un congreso de unificacion de izquierdas” para establecer un gran Partido Socialista que incluyera a todas las corrientes. Urgía luchar por “la inmensa conquista de la unidad de la izquierda” y la formación de “un solo partido”, insistió. Junto con otros dos representantes de Beta Gama, informó de una reunión celebrada en octubre de 1935:

Las agrupaciones “Célula Socialista Revolucionaria” (antes Juventud Nacionalista), “Betha Gama” y el “Partido Socialista Boliviano” (constituido por los grupos “Andes” y “Bolivia”) discutieron las bases de un frente unico de izquierdas para alcanzar el desenvolvimiento de un plan mínimo de acción común y los preparativos de un gran congreso de juventud, donde se plantearía recién la posibilidad de constituir un nuevo partido político y un programa, que daría lugar a la fusión de todos los organismos socialistas hoy existentes.

Otra nota reportaba un pacto de unidad entre Beta Gama y el Grupo de Izquierda de Cochabamba encabezado por Ricardo Anaya. Aunque los republicanos socialistas de Saavedra fueron excluidos de estas negociaciones de unidad, en abril de 1936 a ellos también se les invitó a formar parte de un “frente único proletario” para exigir un aumento salarial, la confiscación de Standard Oil y otras reivindicaciones.36 Por desconcertante que parezca, el vertiginoso carrusel de escisiones y fusiones tiene su importancia. Además de Aguirre, Siles Zuazo y otros miembros de Beta Gama, los personajes clave incluían a Anaya (futuro vocero del pir estaliniano), Augusto Céspedes y Carlos Montenegro (exmilitantes del Partido Nacionalista que se convertirían en ideólogos del mnr), Álvarez (pronto sería el primer “ministro obrero”) y muchos otros que luego jugaron un rol crucial en la historia del país. La izquierda de la posguerra del Chaco se agrupaba alrededor de un punto de vista político que sentaría las bases para el proyecto “estatista” retomado poco tiempo después por oficiales desafectos y sectores de la élite nacional. Desde el exilio, Tristán Marof agregó su voz al coro, declarando que “mi aspiración más preciada es que todos los socialistas de un confín al otro del país se mantengan unidos, borrando diferencias” y procurando “alianzas con grupos afines”. Escribiendo justo antes de un nuevo golpe militar, señalaba: “A los ex 36 El Diario, 9, 17, 18, 25, 26 y 28 de octubre y 12 y 24 de noviembre de 1935 (mayúsculas en los originales); cita de abril de 1936 en Villa, Orígenes, 7, que proporciona más detalles sobre las negociaciones, escisiones y fusiones entre los grupos.

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combatientes les está reservado un papel principal. A la oficialidad sana y que quiere ver a Bolivia libre y sin cadenas”. Por su parte, Aguirre no se mostró reticente a apelar al nacionalismo. En una columna sobre “Capital y capitalismo”, exigió la “nacionalizacion integral del capital extranjero (minas, petróleo, transportes, crédito)” a la vez que planteaba “defender el capital a favor de bolivia” y hablaba del “capital nacional [...] la etapa nacionalista del socialismo”. Cuando Aguirre y Siles Zuazo se unieron al dirigente sindical Álvarez en un Bloque Socialista de Izquierda, la agrupación afirmó que “nunca ha obedecido ni obedece a inspiraciones extranjeras”.37 Los enemigos de Aguirre no quedaron convencidos. Un periódico paceño hizo sonar la alarma contra el “trotskysmo disociador” y las “tesis de la Revolución Permanente y la de la Revolución Proletaria en Bolivia”. Otro, más adicto al efecto lírico que a la coherencia, usó el nombre del bolchevique desterrado para condimentar una nota sobre una “comparsa de gitanos” que había llegado a la capital:

¡Gitanos! he aquí una palabra, algo así como si fuese algún exorcismo raro, un arcano o alguna invocación cabalística que significara la sabiduría de la distancia de todos los caminos del mundo, algo así como decir hermanos de aquellos geniales vagabundos Knud Hamsun [sic] y Trotsky, que abrazaron el sacerdocio ambulante de haber cruzado todos los horizontes como golondrinas.38

En los escritos de Aguirre Gainsborg, sin embargo, lo que brillaba por su ausencia era justamente el ideario de Trotsky y los temas del trotskismo, de la iv Internacional y del por. El pronóstico de Marof, de que los oficiales jóvenes iban a jugar “un papel principal”, se hizo realidad en la víspera de un gran cambio en la política boliviana. A comienzos de 1936, el orden político estaba a punto de desmoronarse. Los que ocupaban el Palacio Quemado difícilmente podían afirmar la legitimidad de su poder: el vicepresidente José Luis Tejada Sorzano había simplemente echado a Salamanca y tomado la presidencia para sí mismo. La debacle del Chaco había desacreditado a los viejos partidos; los trabajadores y la población urbana empobrecida parecían cada vez más combativos en su actitud; volviendo del frente, miles de reclutas indígenas encontraron que las viejas condiciones de servidumbre no habían cambiado. En muchos lugares, grupos de soldados desmovilizados 37 Carta de Marof publicada en La Fragua (La Paz), 5 de mayo de 1936; El Diario, 20 de octubre de 1935 y 13 de marzo de 1936 (mayúsculas en los originales). Ver también Álvarez, Memorias, 72. 38 La Fragua, 11 de marzo de 1936; La República (La Paz), 29 de marzo de 1936. La referencia al escritor noruego Knut Hamsun (1859-1952), autor de la novela Hambre, puede aludirse al hecho de que este “padre del modernismo literario” pasó varios años viajando por ee.uu. en busca de trabajo.

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f­ ormaban asociaciones con una gran variedad de orientaciones políticas, en muchos casos de índole radical. En Sucre, El Ex-Combatiente proclamaba:



Vivimos en momentos políticos decisivos. La post-guerra con sus agudos problemas de contextura económica, ha venido hasta este momento delimitando con nitidez definitiva dos únicas posiciones: burguesía y proletariado; liberalismo y socialismo. La masa ex-combatiente, que por el solo hecho de haber sido llevada a las trincheras como simple conjunto esclavizado a los intereses de las roscas, debe pertenecer, sin lugar a dudas, a las clases desheredadas [y] debe así mismo poseer una conformación ideológica socialista. [...] Ex-combatientes: o nos unimos, o caeremos ésta vez más en las fauces insaciables del capitalismo.39

El momento de ruptura ocurrió en mayo de 1936 con la huelga general, detonada por los obreros gráficos, por un aumento salarial del 100 por ciento para todos los trabajadores. Piquetes de huelguistas hacían rondas en La Paz, controlando las calles de la capital. El 17 de mayo, bajo la dirección de David Toro y Germán Busch, un grupo de jóvenes oficiales realizó un golpe militar en alianza con los republicanos socialistas seguidores de Saavedra y los disidentes del Partido Nacionalista que habían formado un nuevo movimiento “socialista”. El 20 de mayo, el coronel Toro fue nombrado jefe de una “junta militar socialista”. Recordaba Oscar Barrientos: “Ondeaba en la comuna [municipalidad] de La Paz la bandera roja”.40 Ante la creciente conflictividad social, la junta optó por la incorporación directa del movimiento obrero al gobierno. Toro creó el Ministerio del Trabajo y nombró al dirigente gráfico Waldo Álvarez –líder de los obreros gráficos y camarada de Aguirre en el Bloque Socialista de Izquierda– para encabezarlo. Proclamaba un diario de La Paz: “Es la Primera Vez que un Gobierno Sudamericano Dá Participación en el Poder a un Obrero”. A la vez, el periódico citaba a “representantes obreros” que negaban que Álvarez tuviera “tendencias rojas”. Al contrario, manifestaban, los trabajadores deseaban un “socialismo moderado”: “El obrerismo boliviano no es comunista y si su representante quisiera hacer acción comunista [...] los trabajadores le retirarían su apoyo y su confianza y procederían a sustituirlo”.41 Asimismo, Toro formó un “Partido Socialista de Estado” y (con el apoyo del flamante Ministro del Trabajo) declaró su intención de establecer lo que llamó el “sindicalismo corporativo bajo la tuición del Estado”, o sea, el ingreso obligatorio de los trabajadores en sindicatos que serían un “arma” del estado, “como 39 El Ex-Combatiente (Sucre), 23 de febrero de 1936. 40 Entrevista con Oscar Barrientos, 2 de octubre de 1992. 41 Ultima Hora, 21 de mayo de 1936. Ver también “W. Álvarez, Delegado del Proletariado en la J. de Gobierno”, La Fragua, 20 de mayo de 1936.

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su defensa y bajo su control y dirección”.42 Aunque el gobierno de Toro terminó antes de que pudiera llevar a cabo este proyecto, sí decretó un código laboral, un salario mínimo y límites a las ganancias comerciales. Como “el primer esquema de gobierno populista”, observa el historiador boliviano Mario Miranda Pacheco, el régimen de Toro se basó en una alianza de “núcleos reformistas de la pequeña burgue­sía y sectores urbanos movidos por una ‘revolución de aspiraciones’”, técnicos y burócratas de la industria minera, bajo la dirección de oficiales politizados. Elementos del “frustrado partido nacionalista de Hernando Siles” encabezaron el partido “Socialista de Estado” de Toro, conspicuamente Carlos Montenegro, quien luego jugaría un papel central en la fundación del “partido populista por antonomasia”, el mnr.43 Si bien fue de corta duración, el gobierno torista dejó su impronta en la historia al confiscar las propiedades bolivianas de la Standard Oil en 1937. Ocurriendo un año antes que la célebre nacionalización petrolera de México, la medida reflejaba la creciente conciencia de que los conflictos entre potencias mundiales abrían nuevos espacios de maniobra a los gobiernos latinoamericanos.44 En julio de 1937, Toro fue derrocado por su colega Busch, que muchos creían contaba con el respaldo del barón del estaño Patiño. Asesorado por Víctor Paz Estenssoro y otros jóvenes nacionalistas, Busch convocó una convención para decretar la “protección” de las comunidades indígenas, “límites” al ejercicio de la propiedad privada y otras medidas populistas. No obstante, como señala Miranda Pacheco, “el poder oligárquico estaba intacto” y el “socialismo militar” incluso “devino un factor de potenciamiento para el super-estado minero”.45 En 1938, Busch se proclamó dictador, pero pronto se encontró en un callejón sin salida. A diferencia de Cárdenas en México, Vargas en Brasil y otros dirigentes nacional-populistas, no logró cohesionar un régimen corporativista; carecía tanto del apoyo de masas como de instituciones estatales eficaces; sus posturas demagógicas irritaban cada vez más a las élites. En agosto de 1939, se suicidó con un tiro a la cabeza. Una vez que el “socialismo militar” dio lugar a un régimen castrense más tradicional bajo los generales Quintanilla y Peñaranda, el “dictador suicida” entró al panteón de fallidos caudillos nacionalistas que surtirían la iconografía del futuro Movimiento Nacionalista Revolucionario.46

42 Ultima Hora, 25 de julio de 1936, que señala que el reportaje había salido en su número anterior, pero no pudo circular porque la fot había ordenado un boicot a su distribución. 43 Mario Miranda Pacheco, Crisis de poder en Bolivia: Escritos histórico-políticos (La Paz: Juventud, 1995), 61. 44 Ver “Bolivia y su petróleo”, Clave (México), 1o de junio de 1939. 45 Miranda Pacheco, Crisis de poder, 62-63. La expresión “super-estado minero” se refiere a la sofocante influencia de las grandes empresas mineras. 46 Ver el famoso libro de Augusto Céspedes, El dictador suicida (1956).

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Aguirre, Marof y el “socialismo militar” Uno de los objetivos centrales del régimen “socialista militar” establecido por Toro y Busch era conseguir la subordinación de los sectores disidentes a una estructura política renovada. Tradicionalmente, el movimiento marxista ­condenaba la participación de dirigentes obreros en los gabinetes burgueses como una forma especialmente peligrosa de la colaboración de clases, el “ministerialismo socialista” fustigado por Lenin y denunciado nuevamente por Trotsky y sus seguidores cuando los partidos comunistas promovieron la formación de gobiernos del Frente Popular.47 Tal como al resto de la izquierda boliviana, sin embargo, a los fundadores del trotskismo boliviano les resultó imposible resistir la popularidad inicial del nuevo régimen. Al asumir su cargo, el Ministro del Trabajo Waldo Álvarez se rodeó de un comité de asesoramiento compuesto por jóvenes intelectuales de izquierda. El ministro “designó a José Aguirre Gainsborg Subsecretario” y en poco tiempo éste “se incorporó al Ministerio de Industria y Comercio”. A Ricardo Anaya y José Antonio Arze, futuros líderes del estalinista pir, les designó asesor técnico y asesor jurídico respectivamente.48 En mayo de 1936, la firma de Aguirre fue la primera en una declaración del Bloque Socialista de Izquierda (bsi) que daba a conocer las decisiones de una asamblea del grupo, que había resuelto:

Apoyar y expresar su confianza a su Secretario General el camarada linógrafo Waldo Álvarez, prestándole toda su cooperación y dirección entretanto ocupe el Ministerio del Trabajo y Previsión Social, primera conquista de los trabajadores en el Estado.

El bsi había resuelto también “reconocer en el actual régimen político uno de los medios que pueden servir más directamente a las conquistas y reivindicaciones proletarias” y por lo tanto “defenderlo y sostenerlo contra la feudal-burguesía, tratando de hacer efectiva su compenetración con el pueblo en general”.49 Poco duró la luna de miel. En junio, los seguidores de Saavedra advirtieron que “Todo el país debe ponerse en guardia contra el comunismo”, lanzando una furibunda campaña anticomunista. A pesar del apoyo de Álvarez al plan torista de sindicalización obligatoria, en agosto de 1936 varios grupos obreros rechazaron lo que llamaron la “sindicalización fascista”. La prensa respondió con un aluvión 47 El ¿Qué hacer? de Lenin (1902) comienza con un ataque al socialista francés Alexandre Millerand por entrar al gabinete del político burgués Pierre Waldeck-Rousseau. Una crítica clásica al Frente Popular es el artículo “Lección de España: Última advertencia” (diciembre de 1937), en Trotsky, La Revolución Española, 207-239. 48 Álvarez, Memorias, 98. 49 “Un Voto de Apoyo al Ministro señor Waldo Álvarez”, El Diario, 27 de mayo de 1936.

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de ataques contra el Ministro del Trabajo y sus colegas en la Federación Obrera del Trabajo (fot). El diario nacionalista La Calle blandió como porra el pasado de Aguirre, denunciando “la obra trotzkysta” que amenazaba con transformar el Ministerio del Trabajo en una “camarilla” de amigos de Álvarez. “¿Nos gobernarán los desertores?” se preguntaba un titular del mismo periódico; otro encabezado señalaba: “La bocinglería [sic] trotzkista determina la anarquía en la f.o.t.”. Otro diario exigía que el ejército usara su puño de hierro para “depurar el país” del “extremismo rojo” del “grupito de sovietizantes que son el factor de agitación y de inquietud”: los “desorbitados literatoides, adheridos a la Tercera y Cuarta Internacional”.50 Aunque en realidad Aguirre y sus amigos se habían alejado del movimiento cuartainternacionalista, los ataques contra el “trotzkismo” llegaron al paroxismo, ocupando una asombrosa cantidad de titulares y columnas en los periódicos. La Calle fue especialmente obsesivo en sus denuncias casi diarias del “comunismo, amamantado por Moscú u orientado por la iv Internacional”, de la “acción traidora de los que ponguean de lejos a Trotzky, el más grande felón de la causa obrera”, los “ultrarojos a salario del trotzkismo”, “la egolatría judaica de León Trotzky”, “la funesta célula de Trotzky, cuyos líderes en Moscú han sido fusilados por traidores, por desleales, por desertores”, los “planes trotzkystas” para una “revolución trotzkysta dentro de la cual nadie trabaja”, sin olvidarse de “la fórmula utópica, sin marco ni en el tiempo ni en el espacio, de la ‘revolución permanente’”.51 La embestida preparó el camino para una nueva escalada represiva. “El Gobierno reprimirá con energía las actividades comunistas”, informó la prensa en septiembre de 1936. Cuando Toro emitió un decreto contra el comunismo, muchos izquierdistas fueron arrestados y deportados. El “ministro obrero” Álvarez se quedó en el gabinete dos meses más. Habiendo cumplido su papel de hacer a la dirección sindical corresponsable del régimen militar, ya no era tan útil: su “renuncia irrevocable” fue aceptada en diciembre.52 Aguirre Gainsborg fue desterrado nuevamente a Chile.53 Desde Santiago, escribió algunos textos de autocrítica, uno de ellos en el periódico del pequeño 50 La República, 7 de junio de 1936; El Diario, 9 de agosto de 1936 (una de varias declaraciones contra la sindicalización obligatoria); La Calle, 2 de octubre, 26 de agosto y 12 de septiembre de 1936; Ultima Hora, 26 agosto de 1936. 51 La Calle, 1o, 20, 22 y 27 de agosto de 1936; 9, 10 y 11 de septiembre de 1936. Se trata tan sólo de una muestra del sinnúmero de frases del estilo. 52 La Calle, 22 de septiembre y 3 de diciembre de 1936. Medio año después, sin embargo, en una entrevista con el periódico cochabambino El Socialista (12 de junio de 1937), Álvarez seguía hablando del “apoyo que debe prestarse al actual Gobierno, ya que, si bien destierra de sus prácticas al puro socialismo, yendo hacia un Socialismo de Estado, en cambio, las garantías que da al trabajador y con su intensa preocupación por el mejoramiento económico del mismo, viene preparando el advenimiento de aquel puro y verdadero Socialismo”. 53 Luego, un obituario afirmó que comenzó a estudiar medicina en dicho país: La Calle, 25 de octubre de 1938.

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grupo chileno que se había mantenido leal a la iv Internacional. En este artículo, se pregunta qué habían hecho los “tres o cuatro” militantes del por que lograron volver a Bolivia a fines de la guerra. Y responde:

Ponen excesivas posibilidades sobre su actuación en el plano político; los compromisos y las concesiones se producen al margen de una contradicción fundamental del régimen, de clase contra clase, y más bien se relacionan con la oposición entre el militarismo y los partidos burgueses. En no descubrir en toda su profundidad el sentido de esa oposición, en confundirla con una crisis revolucionaria, está el tremendo error de los marxistas bolivianos.

Aunque “nuestros camaradas” contribuyeron a la campaña de Toro contra Saavedra, el presidente militar “no les dá [...] mayor espacio para actuar”. Aguirre continúa:

Nuestros camaradas que han comprometido su colaboración al gobierno militar a condición de eliminar al partido de Saavedra, entran de este modo en el aparato de un Estado burgués sin contar con la inexistente presión del proletariado. Comienza una verdadera danza de posturas: todas las alharacas no pueden conducir en estas circunstancias a ningún cambio sustancial de esta verdad: el colaboracionismo! Pronto, hasta las posturas se hacen incómodas para los militares (así debe ser; la burguesía no hará la revolución proletaria) y los comunistas son arrojados fuera de la ley, perseguidos.

Pero eso no es todo: debido a la “desorganización”, “las capas superiores del proletariado boliviano han sido iniciadas en el oportunismo”.

Dos meses más tarde de la declaración de ilegal contra el comunismo, el Ministro obrero Álvarez permanece todavía en el poder junto con el Coronel Toro. Los errores de nuestros compañeros en Bolivia no han hecho más que embotellar algunos obreros para que sirvan a la burguesía, les han prestado un gran servicio a los feudalburgueses e imperialistas.54

Los conceptos no están del todo claros; por ejemplo, parece dejar abierta la posibilidad de entrar al aparato del estado burgués en caso de existir la “presión del proletariado”. No obstante, se trata de una llamativa confesión de parte del más importante de estos marxistas bolivianos que se habían sumergido en la colaboración con ese militarismo burgués. El error del por, seguía Aguirre, estuvo en “no mantenerse implacablemente, con dureza, como vanguardia del proletariado”. Agregaba (de nuevo en términos 54 Max Fernández [José Aguirre Gainsborg], “El Partido Obrero Revolucionario en Bolivia y el gobierno de Toro”, Alianza Obrera (2a quin. de noviembre de 1936); mayúsculas y puntuación reproducidas del original.

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no del todo claros): “sino [sic] había llegado la hora del proletariado, tampoco era tiempo del p.o.r. en las esferas políticas”, concluyendo así: “Reorganizar el p.o.r. en Bolivia, salir del Partido Socialista (Torista), aceptar plenamente el papel de vanguardia, volver su confianza al proletariado. Eso es lo que deben hacer ahora los militantes del marxismo revolucionario en Bolivia”.55 En una carta a sus amigos en Bolivia, escrita en el mismo período, Aguirre hizo hincapié en la necesidad de vincularse con la clase obrera, “quitándoles a los trabajadores la venda de los ojos, comenzando por quitárnosla nosotros”. Sin especificar cuándo o cómo, aseveró que la “participación en los puestos de gobierno se ha tornado, hace bastante tiempo en liquidadora de toda teoría y práctica revolucionarias”. Los argumentos a favor de “las ventajas que importa para nuestra actuación mostrándonos a los obreros desde la ubicación burocrática en el Estado burgués” implicaban “echa[r] por la borda nuestra autoridad para llamarles después a la lucha independiente del proletariado contra sus explotadores”. Por otra parte, el ingreso al Partido Socialista, “en momento de su desbarajuste interno, se traducía en una cruz y raya sobre nuestra teoría y nuestro prestigio ante los obreros”. En realidad, el ps era “el Partido torista”.56 En Bolivia, sin embargo, tanto Waldo Álvarez como Eduardo Arze, uno de los fundadores del por, participaron en el establecimiento de un efímero “Partido Obrero”. Esta agrupación formó “un ‘Frente Único Socialista’ de todas las organizaciones de izquierda del país”. El Partido Obrero emitió una declaración de apoyo al nuevo presidente militar, Busch, “en tanto el actual gobierno continúe su labor socialista”.57 Entonces, ¿qué había de Tristán Marof, otrora líder del por? En marzo de 1936, la gran prensa publicó la noticia de su detención por las autoridades argentinas, quienes lo entregaron al gobierno boliviano en el pueblo fronterizo de La Quiaca. Ante las protestas de la fot, el Partido Socialista de La Paz y otros grupos, fue liberado a condición de que saliera inmediatamente del país.58 El episodio generó furiosas polémicas a favor y en contra del famoso escritor. Por su parte, en una carta a un periódico nacionalista que había publicado varios ataques contra su persona, Marof enfatizó: “soy un defensor de los intereses bolivianos y [...] deseo el mayor bien para mi patria”. Las “personas sinceras” que conocían su ideario decían que “eso es bolivianismo puro”, aseguraba. Un subtítulo declaraba: “Mi comunismo es nacionalismo económico”.59

55 Ibid. 56 Carta del 16 de noviembre de 1936, citada en Lora, Figuras, 55-56. 57 Álvarez, Memorias, 148, 150-151. 58 La Fragua, 19 y 20 de marzo de 1936; La República, 29 y 31 de marzo de 1936. 59 La Fragua, 17 de abril de 1936 (mayúsculas en el original). Es posible que el subtitulo fuera agregado por la redacción.

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Mientras tanto, según Andrei Schelchkov –que pudo indagar en los archivos de la Internacional Comunista, ya disponibles para los estudiosos– la Comintern había prestado mucha atención a Marof con la esperanza de establecer una base más sólida en Bolivia. A partir de un informe de marzo de 1936 enviado a la ic por su representante “Morales”, el investigador ruso señala que el año anterior “los comunistas argentinos (por medio de o. Creydt) entraron en contacto con Marof quien, de su parte, les aseguró que ya rompió con el trotzkismo”. Según la misma fuente, Marof se puso en contacto con el pc argentino para proponer la creación de un pc en Bolivia y que él y Keswar (Valencia Vega) viajaran a Moscú para establecer contactos más sólidos. Morales tenía buena opinión de Keswar, pero no de Marof, “un politiquero perdido y agobiado por amor propio inmesurable” según la paráfrasis de Schelchkov. Sin embargo, a Morales y los argentinos les preocupaba mucho la necesidad de evitar que “trotzkistas” como Aguirre Gainsborg ganaran más apoyo; esperaban que una alianza con Marof pudiera servir para lograr ese objetivo. Por eso, la Comintern aceptó la propuesta de un viaje, a condición de que Marof y Keswar declararan públicamente la ruptura con el trotskismo, la solidaridad con la urss (es decir, con la política de Stalin), y la aceptación de la línea del Frente Popular que la ic había proclamado en su vii Congreso.60 La historia se pone todavía más compleja. Según Schelchkov, otro informe en los archivos indica que Marof fue contactado en marzo de 1936 por el grupo “socialista” de Enrique Baldivieso: quería que Marof entrara al frente “revolucionario” con Toro y Busch, quienes preparaban su golpe militar. De acuerdo con este documento, Marof aceptó compartir el poder con los militares y los seguidores de Baldivieso, si el partido de Saavedra era excluido de la alianza. Un tema controvertido en estas negociaciones fue el destino de las minas: Toro y Baldivieso pensaban que era imposible nacionalizarlas sin asegurar un mercado para el estaño boliviano. Puesto que “la urss podía ser una alternativa a los mercados occidentales”, propusieron enviar a Marof y Keswar a Moscú para discutir la idea con los dirigentes soviéticos. Esto, según Schelchkov, fue el verdadero objetivo de Marof cuando se puso en contacto con el pc argentino y buscó viajar a la Unión Soviética. Sin embargo, “los acontecimientos corrían más rápido que el correo y la toma de decisiones en Moscú. Marof quedó desconectado de los conjurados y así perdió también el interés la ic”.61 De todas maneras, Marof volvió a Bolivia, por fin, en septiembre de 1937. La prensa de derecha no ocultó su desagrado, pero Marof fue a ver al Coronel Busch y tuvo una entrevista muy cordial con el mandatario. Según su viejo camarada Arze Loureiro, algunos consi­deraban que Marof podía tener “mucha influencia” 60 Schelchkov, “La ic y Marof”, 12-13. 61 Ibid., 13-14.

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en el joven presidente. Por su parte, Marof recordaba que desde esa entrevista, “Busch se hizo mi amigo y me dispensaba sus confidencias hasta que se volvió dictador y un poco más tarde se suicidó”.62 En 1938, Marof publicó La verdad socialista en Bolivia, un folleto que en frases elocuentes describía la grave situación social y económica del país. Lleno de cifras, presentaba una perspectiva no trotskista sino tecnocrática. Si bien proponía la nacionalización de las minas, puntualizaba: “En las oficinas los ingenieros, los ensayadores y los exportadores dirían la última palabra”. El estado boliviano “no dirigiría” las minas nacionalizadas, pero sí recibiría “los beneficios económicos”. Conforme con la orientación que Marof había seguido desde hace tiempo, el nuevo folleto apelaba a las fuerzas armadas para que se convirtieran en el instrumento del cambio social. Por falta de “un partido vital, disciplinado y fuerte”, subrayaba, el “gobierno socialista” (de los militares) se mantenía en la “política del balancín, temiendo inclinarse a un lado o a otro”. Pero “si quiere salvarse, fatalmente tendrá que inclinarse al lado del pueblo, cumplir con su misión histórica, poner los primeros puntales para que Bolivia deje de ser semicolonia”. Llamando a formar un “gran Partido Socia­lista”, hablaba en nombre del mismo para subrayar:

El partido socialista cree, que solamente unidos el ejército con el pueblo que sufre, puede lograr en la práctica el ideal del socialismo triunfante. Hablamos de un ejército boliviano, integral, defensor de las materias primas, salido de la entraña del pueblo y cooperado por el pueblo, para construir las bases de una Bolivia soberana, independizada del extran­jero y del capital financiero.

El “programa de acción inmediata” propuesto en el folleto incluía un “ejército técnico y competente”. De acuerdo con la retórica nacionalista, aseguraba que el socialismo “constituiría el bastión más sólido de la integridad de nuestro territorio”.63 El antiguo “derrotista”, que había proclamado su adhesión a la política clasista del marxismo internacional, ya se presentaba como el mejor asesor de la junta “socialista” de militares nacionalistas. ¿Qué hacer? A comienzos de octubre de 1938, Marof y otros activistas se reunieron en La Paz con Aguirre, quien había logrado volver del exilio. No queda claro si la reunión fue 62 Entrevista con Eduardo Arze Loureiro, 2 de octubre de 1992; Marof, “Historia de mis libros”, en Baciu, Tristán Marof, 50. 63 Tristán Maroff [sic], La verdad socialista en Bolivia (La Paz: Editorial Trabajo, 1938), 33, 52, 61, 65-69.

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convocada como una “conferencia” del por o, como Eduardo Arze Loureiro nos aseguró, una discusión sobre la posibilidad de fundar un nuevo partido socialista. Según Arze, la reunión ocurrió en su casa; él introdujo una moción para pedir que se presentaran documentos como base para la discusión.64 A pesar de su propio apoyo al “socialismo militar”, Marof juzgó conveniente ahora criticar el curso que Aguirre había seguido. Su documento señalaba:

El camarada José Aguirre g., en lugar de orientar su acción hacia los trabajadores manuales, en cuyo medio habría sido mejor comprendido, se liga en Bolivia a los intelectuales pequeñoburgueses, hijos de los feudal-burgueses, que parlo­tean todo el tiempo sobre el socialismo sin la menor convic­ción, sin el menor conocimiento de la realidad boliviana, solamente por diletantismo y con la segunda intención de ganar un puesto en la administración del gobierno Toro. El camarada Aguirre ha perdido su tiempo. Su fracaso era previsible y él no está sorprendido que el grupo “Beta Gama” hubiese, en su conjunto, emprendido el camino hacia la derecha.

Después de la guerra, indicó Marof, “El por no creció ni tuvo la influencia esperada. No penetró al corazón de las masas”. Sostuvo incluso que el error de los militantes que regresaron del exilio en la posguerra “consiste en no haber hablado del por, en no haber ido a las masas, en no haber explicado elementalmente las consignas del socialismo verdadero. En no haber fundado partido, aunque luego hubieran salido desterrados como sucedió a la postre”. Sin embargo, Marof argumentaba que ya no era operante la “consigna” del por de 1935 de “calidad antes que cantidad”. La propuesta de Marof era adaptar el socialismo al “nivel teórico [...] casi nulo” de las masas bolivianas, que según su plan­teamiento (típicamente caudillesco) “reaccionan con el corazón, no con el cerebro”. Lo necesario era hablarles “de Bolivia, de sus sufrimientos” sin “descuidar el factor sicológico, el medio geográfico, y el telúrico”.65 Durante la discusión, recordaba Arze, “Marof dijo: ‘Necesita­mos un partido con libertad de movimiento. [...] Necesitamos conocer gente, agrupar­la, ganar simpatías’”. Aguirre se mostró “brillante pero abstracto” durante la reunión, presentando “unas dos hojas, con generalidades: ‘este es un gobierno policíacomilitar, no podemos ir en entendimiento con él’ [...] generalidades’”. Quería “hacer 64 Entrevista con Eduardo Arze Loureiro, 2 de octubre de 1992; durante la entrevista, estaba presente Oscar Barrientos, quien participó en la reunión de octubre de 1938 y luego fue figura central en la “refundación” del por. Barrientos no contradijo las versiones de Arze. Por su parte, Valencia se refiere a la “conferencia” de 1938 en la cual el por “prácticamente se disolvió”; critica a Lora por “apoder[arse] por asalto de la figura de José Aguirre Gainsborg del primitivo por” y declararse su “continuador”; Alipio Valencia Vega, El pensamiento político en Bolivia (La Paz: Juventud, 1973), 273. 65 La tesis de Marof viene citada en Lora, Contribución, 1:192-193 y Obras completas (La Paz: Ediciones Masas, 1994-2002), 3:302.

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el partido solamente con los elementos puros, calificados”.66 Su tesis insistió en la necesidad de un “partido revolucionario de clase”, formado por “militantes probados en el campo de la acción revolucionaria”.67 En el curso del debate Aguirre se enojó, señalaba Arze, “con lo cual la discusión se planteó entre Aguirre Gainsborg de una parte y yo, que había sido amigo de él durante tantos años, pero era la primera vez que discrepábamos, porque él quería plantear una cosa que no iba a ninguna parte, menos a la formación de un partido”. No obstante, asevera Arze, Aguirre cedió. “Aguirre Gainsborg dijo, en palabras literales (porque creo tener buena memoria), ‘El compañero Marof siempre se ha caracterizado por la presentación objetiva de los hechos. Yo retiro mi proposición.’ Y la retiró’”. No se hizo ninguna votación sobre los documentos presentados y los asistentes acordaron organizar otra reunión.68 Marof aseveraría después que “varios de mis ami­gos, como Aguirre Gainsborg, coincidieron conmigo en sentido que el por había sido un partido para el momento [de la Guerra del Chaco], un partido extremista con distintas tesis” e inclusive “se convino en cambiarle el nombre al por por el de Partido Socialista Obrero de Bolivia, con el fin de intervenir en elecciones”. Otra versión marofista señala que sí hubo un desacuerdo entre Aguirre y Marof acerca de la propuesta de éste de fundar un “partido legal”; que la reunión referida “no acabó por cuanto los ánimos estaban encendidos y hubo intolerancia”; y que Aguirre inició gestiones para “reiniciar los debates y agotar el tema”, pero su muerte cortó esa posibilidad.69 Un artículo publicado justo después de la muerte de Aguirre arroja luz sobre la controversia acerca del resultado de los debates. Escrito por otro fundador del por, Luis Peñaloza, el obituario subrayaba el “jacobinismo político” de Aguirre, que repudiaba a los “oportunistas”: “Jamás quiso aliarse con ellos. Y, cuando fué preciso romper con los amigos y compañeros de años, que, equivocadamente, se aliaban a esta clase de gente, lo hizo sin vacilaciones”. Por lo tanto, se negó a “intervenir en todo acto en que se pretendiera proclamar partidos socialistas que él consideraba espúreos”. Quería la formación de “un real partido socialista, lejos de los oportunismos políticos” y “así lo expresaba por escrito, hace apenas unos días, en una tesis política que determinó su aislamiento”. No obstante, subrayaba 66 67 68 69

Entrevista con Eduardo Arze Loureiro, 2 de octubre de 1992. Lora cita breves extractos de esta tesis de Aguirre en Contribución, 1:200-202. Entrevista con Eduardo Arze Loureiro, 2 de octubre de 1992. Carlos Camacho Gómez, “Tristán Marof (La última entrevista al viejo luchador)”, en Baciu, Tristán Marof, 163 (ver también la pág. 132 del mismo libro); “La ‘Tesis’ de Aguirre Gainsborg”, Batalla (La Paz), 16 de marzo de 1947. Por su parte, el círculo de jóvenes que “refundó” el por a fines de 1938 reivindicó la posición del “buen y fiel camarada Aguirre g.” que durante la “conferencia” de octubre había sostenido “el único camino revolucionario posible”. (La cita, reproducida en Lora, Contribución, 1:192, es del “Boletín de Información no. 1” de ese por refundado. No he logrado obtener una copia de dicho boletín.)

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Peñaloza, con “su corazón honrado y generoso” Aguirre reconocía “aún en los adversarios cualidades morales”, como en el caso de “algunos hombres colocados en el campo contrario o distanciado de él: Canelas, José Tamayo, Marof”.70 Así que parece haber sido del conocimiento público que una ruptura había ocurrido entre Aguirre y Marof. Éste siguió con sus planes de fundar un partido “amplio”. A comienzos de noviembre de 1938, un comunicado de prensa proclamaba: “Ya se Organiza el Partido Socialista”. Con un “Comité Provisorio bajo la jefatura de Tristán Maroff (Gustavo a. Navarro)”, aseguraba, “varios partidos y organizaciones se fusionarán en el Gran Partido Socialista”. Un manifiesto declaraba que “el bajo nivel de las masas proletarias, la demagogia y el infantilismo extremista, indudablemente han dificultado hasta este momento la creación de un fuerte partido que agrupe a todos los sectores de izquierda”. Ostentando la retórica nacionalista, llamó a “todos los que forman el corazón boliviano y su entraña” –“obreros, estudiantes, profesionales, indios, militares”– a agruparse alrededor del “único partido que lucha por el engrandecimiento del país y el bienestar de las clases que producen”. Además de Marof, la lista de firmantes incluye a otros dos fundadores del POR: Eduardo Arze Loureiro y Alipio Valencia Vega. Otro que firmaba era el futuro dirigente del ala derecha del mnr, Walter Guevara Arce.71 A la larga la agrupación de Marof adoptó el nombre de Partido Socialista Obrero de Bolivia y ayudó a mantener, durante varios años, el perfil de su jefe como dirigente de izquierda. El psob logró cierta influencia en el movimiento obrero, ganó algunas curules y publicó el periódico Batalla. Cuando se creó el pir estaliniano, Marof adoptó una postura fuertemente contraria a ese partido, convirtiéndose también en especialista en ataques contra lo que llamaba el “mnr nazi”. Su ilimitada antipatía hacia la advenediza agrupación nacionalista fue uno de los factores que lo empujaron cada vez más a aliarse con la oligarquía tradicional. Deplazándose hacia la derecha, se convirtió en asesor de los presidentes rosqueros Enrique Hertzog (1947-1949) y Mamerto Urriolagoitia (1949-1951). La defunción del “primer” por –el partido establecido en 1935– fue simbolizada por un extraño hito en la historia del radicalismo boliviano: la muerte súbita, trágica y absurda de José Aguirre Gainsborg. Pocos días después de la reunión de octubre de 1938, fue con unos amigos a un parque de diversiones en La Paz. Al subir a una rueda de Chicago, quitó el barrote, “haciendo gala de sangre fría”. Se cayó, hiriendo a un niño y una mujer. Con el cráneo fracturado, Aguirre murió dos horas después. La izquierda y el movimiento obrero reaccionaron con asombro ante la pérdida prematura de una de sus figuras más talentosas. Las federaciones 70 Luis Peñaloza, “Una semblanza más de José Aguirre Gainsborg”, La Razón, 27 de octubre de 1938. Canelas y Tamayo eran intelectuales y políticos burgueses. 71 La Calle, 3 y 6 de noviembre de 1938 (mayúsculas en el original).

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universitaria de La Paz, obrera de Cochabamba y otros grupos realizaron actos fúnebres. Numerosos obituarios y homenajes salieron en la prensa diaria. Hasta La Calle publicó un titular a toda plana: “Golpe rudo para el socialismo boliviano ha sido la muerte de Aguirre Gainsborg”. La foto acompañante muestra a Aguirre, “momentos antes de partir a Chile en su última deportación”, acompañado del poeta Guillermo Viscarra y otro amigo, sus sombreros ladeados, mirando con desenfado a la cámara. Otros homenajes notaban que Aguirre “salió del estrecho marco de nuestro medio [...] para embriagarse con las brisas del mundo abierto” y que “estuvo en sus manos más de una alta situación en las esferas oficiales. Pudo haber llegado fácilmente y con méritos propios e indiscutibles a una banca parlamentaria y aún un ministerio. Pero prefirió luchar abajo, antes que comerciar con sus ideales”.72 Muchos de los que habían trabajado con Aguirre reaccionaron con shock e incluso enojo. “¡Muerte estúpida para tan brillante varón!” escribió Porfirio Díaz Machicao, que había compartido días de sol y celdas oscuras con Aguirre. “El revolucionario, el alma borracha de banderas rojas [...] murió como un niño”, comentaba un obituario. “[D]elante de la conmoción revolucionaria del mundo, los nuevos hombres no deben morir así.., sino, en las barricadas”, protestó otro amigo, recordando su admiración por el “inolvidable camarada Aguirre Gainsborg”, quien dejó el “pan rubio de la clase social, que repudiaste” por el “pan duro y amargo de los calabozos policiarios, de los confinamientos y del destierro”. De hecho, “tuviste derecho a llamarte universitario de esa gran universidad de los revolucionarios, las cárceles”.73 Además de Luis Peñaloza, otro futuro dirigente del mnr hizo el homenaje a Aguirre. Llamativo, a la luz de los acontecimientos futuros, es el discurso pronunciado en los funerales por Hernán Siles Zuazo. Dirigiéndose a su difunto camarada de Beta Gama y el Bloque Socialista de Izquierda, Siles declamó: “Hermano José, hermano mayor en el ideal, guía para el espíritu [...]. Despreciaste el becerro de oro del poder y luchaste dándolo todo sin pedir nada”. Para “esta nuestra generación sin rumbo, será difícil, sino imposible llenar tu puesto y proseguir en el camino que vigorosamente comenzabas a desbrozar”.74 Dentro de poco, Siles sería el segundo dirigente más importante del mnr. Como vicepresidente y luego presidente del país, en repetidas ocasiones reprimió a los mineros combativos a la vez que lanzaba injurias contra el trotskismo. La oración funeraria que pronunció en 1938 contenía más patetismo que sustancia, 72 La Calle, 25 y 28 de octubre y 1o de noviembre de 1938; El Diario, 27 de octubre de 1938; La Razón, 25 de octubre de 1938. 73 Díaz Machicao, Bestia emocional, 92; El Diario, 25 de octubre de 1938; l. Durán Boger en La Calle, 27 de octubre de 1938 (mayúsculas y puntuación reproducidas de los originales). 74 Hernán Siles z., “A la memoria de José Aguirre g. el luchador que no supo odiar”, La Razón, 26 de octubre de 1938.

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pero nos recuerda qué tan entrelazadas estaban las raíces del mnr con las del trotskismo boliviano. Trotsky y la escuela indígena de Warisata Una foto de Aguirre poco antes de su muerte lo muestra durante una visita al pueblo aymara de Warisata, donde Elizardo Pérez –exmiembro de su Izquierda Boliviana– había establecido la primera escuela indigenista de Bolivia.75 Simboliza otro aspecto de la interpenetración del trotskismo boliviano con los ideales de emancipación indígena que ocupan un lugar fundamental en la tradición radical. Conocida a veces como la escuela-ayllu, Warisata fue pionera del modelo “liberacionista” de la educación indígena en América Latina. Tallada en una de sus portadas aparece la Pachamama, deidad andina de la tierra, que sostiene la hoz y el martillo. Pérez contrató a izquierdistas como Eduardo Arze y Alipio Valencia para trabajar en sus proyectos educativos. Uno de los maestros y publicistas más enérgicos de Warisata fue el joven artista Carlos Salazar Mostajo, que más tarde fundó su propio grupo trotskista y cuyo hermano Jorge se convirtió en uno de los dirigentes del por. En 1940, Arze y Valencia se juntaron con Pérez en México para asistir al primer Congreso Indigenista Interamericano, realizado en Pátzcuaro. Los dos aprovecharon la oportunidad para visitar a Trotsky en la casa fortificada en la que vivía en Coyoacán. Firmantes de la carta que el por había enviado a Trotsky en 1935, fueron los únicos revolucionarios bolivianos que conocieron al “Viejo”. Décadas después, Arze recordaba que fue “cautivado por el sentido humano de Trotsky”, quien habló con ellos de “la importancia del partido”, la situación política en Estados Unidos, la “psicología social” y el trabajo de Elizardo Pérez en el campo de la educación indígena.76 A Trotsky le interesaba tanto la escuela de Warisata que pidió conocer a Pérez en persona, pero este plan fue frustrado cuando el muralista mexicano Siqueiros encabezó la primera tentativa de asesinato contra Trotsky en mayo de 1940. Tres meses después, otro asesino logró llevar a cabo el designio de Stalin. Con el tiempo, la escuela de Warisata sucumbió ante la hostilidad gubernamental, pero su ejemplo se extendió a otras partes de Latinoamérica. Describiéndola como “la mayor experiencia revolucionaria que [Bolivia] ha producido en el campo de la educación”, Salazar escribió que la escuela ayudó a sentar las bases

75 Carlos Salazar Mostajo, Gesta y fotografía. Historia de Warisata en imágenes (La Paz: Lazarsa, 2005), 82; Alipio Valencia Vega y Eduardo Arze Loureiro lo acompañaron en su visita a la escuela. 76 Entrevista con Eduardo Arze Loureiro, 2 de octubre de 1992.

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para las movilizaciones indígenas de los años 50.77 El pueblo de Warisata renovó su reputación como semillero de las rebeliones aymaras durante la Guerra del Gas de 2003. * * * Las viejas estructuras políticas resultaron incapaces de contener las tensiones sociales desatadas por la Guerra del Chaco. La joven oficialidad llenó el vacío en nombre del “socialismo militar”, variante pionera de los regímenes populistas latinoamericanos. Buscando subordinar el movimiento obrero a un estado renovado por el nacionalismo, el proyecto “militar socialista” se contraponía al programa de una revolución socialista encabezada por la clase obrera y orientada a su extensión internacional. No obstante, las contradicciones en la orientación del incipiente movimiento trotskista boliviano lo dejaron vulnerable ante la inicial popularidad del nuevo régimen castrense. El programa de la revolución permanente exigía la independencia política del proletariado frente a todo gobierno burgués, pero los fundadores del trotskismo boliviano no pudieron resistir la tentación de brindar apoyo al régimen nacionalista. Cuando el dirigente sindical Waldo Álvarez se convirtió en el primer “ministro obrero” de la historia nacional, y su asesor Aguirre Gainsborg lo apoyó, establecieron un precedente fatídico para la izquierda boliviana. Más tarde, Aguirre criticó el curso que él y otros habían seguido. Sin embargo, no pudo contrarrestar la decisión de Tristán Marof, el otro fundador central del movimiento, de lanzar un partido “socialista” ideológicamente amorfo basado en el prestigio personal del líder caudillesco. El colapso del por tuvo un macabro eco en la muerte de Aguirre. Los pedazos serían recogidos y ensamblados de nuevo en la ciudad de ­Cochabamba. Como veremos, el por que un círculo de jóvenes intelectuales “refundó” en dicha ciudad no fue una continuación lineal de la primera tentativa. El partido buscó esbozar posiciones revolucionarias sobre cuestiones centrales de la vida nacional; ganó una camada de activistas enérgicos y talentosos; emprendió un vigoroso giro hacia la clase obrera y comenzó a construir una base en el proletariado minero. Sin embargo, se había establecido una pauta. De ahí en adelante, en repetidas ocasiones, cuando los hombres fuertes nacionalistas se ganaron una acogida popular, ésta desorientó a los trotskistas bolivianos, dejándolos mal 77 Salazar Mostajo, Gesta y fotografía, 82. Se informa que la sobrina de Elizardo Pérez, Ana, se unió más tarde al por (comunicación personal de Cecilia Salazar de la Torre, 13 de junio de 2008); y que Rina Pérez, compañera de Guillermo Lora en sus últimos años, fue hermana de Elizardo y nació en Warisata (Luis Oporto Ordóñez, “La biblioteca patrimonial de Guillermo Lora”, 3 de febrero de 2010, http://www.documentalistas.org/colaboradores/firmas/p2/ luis_oporto46.php).

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­ reparados cuando las masas comenzaban a desilusionarse y las fortunas políticas p de los nacionalistas bajaban. En los años que siguieron a la “refundación” del por, el partido desarrolló formas y vías de actividad que serían características de su política durante muchas décadas. Central a su curso fue la alianza que formó con el dirigente minero Juan Lechín y otros líderes sindicales vinculados a un nuevo movimiento nacionalista.

capítulo iii

Bajo el signo de Pulacayo

El “primer por” falleció tempranamente y sus fundadores se alejaron del camino que habían señalado en 1935. El individuo más estrechamente vinculado al trotskismo, José Aguirre Gainsborg, estaba muerto. Si el hilo se hubiera roto ahí, la historia boliviana habría sido marcadamente distinta. En lugar de eso, el movimiento resurgió, se reorganizó, y ya para mediados de la Segunda Guerra Mundial crecía en centros urbanos y zonas mineras, llamaba la atención de la prensa diaria y ganaba terreno contra sus rivales estalinistas. Oscar Barrientos había participado en las últimas reuniones entre Marof y Aguirre. Dos meses después de que éste muriera, Barrientos convocó una reunión en su ciudad natal de Cochabamba. “Dije que había que formar el por. Busqué a unos amigos que querían oír mi discurso y conquisté a tres o cuatro, cinco personas”; todos eran universitarios. “Con esos muchachos con que me reunía, refundé el por” en diciembre de 1938.1 Con los seudónimos Varriosky –una versión rusificada de su apellido– y Tomás Warqui, se convirtió en “secretario general” del pequeño grupo. Comenzando casi de cero, el punto de referencia político de la organización fue un compendio de tesis breves y esquemáticas del congreso de “refundación”, publicado como Boletín de Información No. 1. El boletín también incluía críticas a Marof y algunos otros textos.2 La primera tesis declara que en las colonias y los países semicoloniales (independientes nominalmente pero dominados en realidad por el imperialismo), “la ley de la evolución combinada” había convertido a las clases dominantes en “feudal-burguesías”. Amarradas cada vez más fuertemente al imperialismo yanqui, “las semicolonias de habla latina: Indoamérica” no eran 1 2

Entrevista con Oscar Barrientos, 2 de octubre de 1992. Con fecha de diciembre de 1939, el boletín indica falsamente (por motivos de seguridad) que fue editado en Santiago de Chile. Sin disponer de un ejemplar, he utilizado los extensos extractos de las tesis publicados en Alberto Cornejo s. (ed.), Programas políticos de Bolivia (Cochabamba: Imprenta Universitaria, 1949), 365-383 (énfasis reproducidos del mismo).

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ninguna excepción. Sin embargo, el mismo imperialismo “ha preparado las condiciones objetivas y subjetivas de la revolución proletaria en todo el mundo”. La rivalidad entre las potencias imperialistas debía “fatalmente desencadenar la guerra mundial por un nuevo reparto del globo y, en consecuencia, desencadenar también la revolución proletaria mundial”, la que “ha de empezar en las colonias y semicolonias”. La guerra traería “el auge económico momentáneo de la clase feudal-burguesa, ya que el imperialismo necesita de nuestras materias primas para sostener su contienda bélica”, pero “traerá a su vez como una conse­cuen­cia inmediata, la revolución social”. Afanosos de aplicar las ideas de Trotsky, sus jóvenes admiradores habían embrollado su concepto de revolución permanente. Donde él había argumentado que el “desarrollo desigual y combinado” daba a los proletarios de países “atrasados” la posibilidad de ser los primeros en tomar el poder, ellos proclamaban que necesariamente había de empezar ahí. Trotsky había insistido en que la iv Internacional tenía que resolver la “crisis de la dirección proletaria” –de hecho, subrayó en su Programa de Transición que “La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria”3– y vislumbró que la guerra causaría nuevos trastornos sociales. El por refundado aseguró que el capitalismo ya había preparado las condiciones subjetivas (es decir, la dirección y conciencia del proletariado), y que la guerra iba a “desencadenar” la revolución inmediata y espontáneamente. La tesis sobre el “Tipo de revolución a realizarse en Bolivia” argumenta que ésta “tiene que ser una revolución de tipo combinado, ya que se combinaría la revolución democrático-burguesa –que se fisonomiza por la guerra y el alzamiento campesinos – y la revolución socialista proletaria– que se fisonomiza por la insurrección obrera”. En seguida indica: “El proceso revolucionario en su conjunto es dirigido por el proletariado”. En la concepción de Trotsky, sin embargo, el carácter “permanente” de la revolución se define no sólo por ser ésta dirigida por el proletariado sino también por las tareas planteadas: en países de desarrollo capitalista tardío, las transformaciones democrático-burguesas –la destrucción del latifundio y del dominio imperialista, el desarrollo económico íntegro, los derechos democráticos efectivos para la mayoría– se pueden llevar a cabo sólo a través de la toma del poder por el proletariado, apoyado por los campesinos pobres. Por lo tanto, la revolución plantearía tareas socialistas correspondientes a la naturaleza proletaria del nuevo poder estatal, enfrentando además la necesidad de extenderse a nivel mundial, en particular a los países capitalistas dominantes. En efecto, la siguiente tesis (“Proceso de la revolución socialista”) señala la imposibilidad de construir el socialismo en un solo país y enfatiza el tema de la extensión internacional de la revolución: 3 Trotsky, La agonía del capitalismo y las tareas de la iv Internacional (1938), conocido como el “­ Programa de transición”, publicado en muchas ediciones.

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[L]a revolución que podría empezar en nuestro país, o en otros términos, en la palestra nacional, se desarrollará en la internacional, para llegar a su término y remate en la mundial, con lo que la revolución se habrá convertido en permanente (en el sentido internacional) en que sólo se consuma la revolución con la victoria de la nueva sociedad socialista en todo el planeta.

Otra tesis incluye un texto sobre “la revolución agraria”, que según Eduardo Arze Loureiro reproduce la tesis agraria que él había escrito para el congreso de fundación del por en 1935. Señala que “el Proletariado será el que dirija la revolución, liquidará los latifundios en favor del Estado Obrero, estatizando las tierras, en las que el aliado campesino tendrá derecho a usufructuar vitaliciamente, en igualdad de condiciones con sus compañeros de labor”. Se complementa con un texto que explica la diferencia entre el estado capitalista y el estado obrero, declarando además que “el proletariado no olvida [...] la imperiosa necesidad que el indio tiene de deshacerse del yugo a que está amarrado su porvenir triste y sin esperanzas: la tierra en poder del terrateniente”. Aquí la opresión de la población originaria se identifica fundamentalmente con la cuestión de la tierra, sin profundizar en sus aspectos étnicos y lingüísticos. La penúltima tesis enfatiza la oposición de la organización a las alianzas con partidos burgueses, puesto que “Nuestro partido es completamente opuesto a los de los burgueses: es su antítesis”. La última enfatiza la importancia del por para la realización de la revolución (idea que contradice la de una revolución “inmediata” y fatalmente desencadenada) y señala que el régimen interno del partido debe basarse en el centralismo democrático. Después vienen los estatutos del por, que describen detalladamente la estructura de células y comités (central, regionales, locales) que se proyectaba establecer. Este plan no pasó de un anhelo ambicioso durante los años siguientes, cuando el por consistía fundamentalmente en el círculo de amigos de Barrientos en Cochabamba, que comenzó a llamarse el Comité Central del por, aunque al comenzar no había más militantes que los integrantes de dicho comité. Después de que los viejos dirigentes “se doblegaron ante el gobierno”, escribió Guillermo Lora en 1950, un “nuevo” por fue establecido en 1938, “entre la indiferencia general de un proletariado que había sido engañado, por un lado, y el piadoso desdén de los personajes ‘socialistas’ por otro”. No obstante, lo que implicaba este nuevo comienzo distaba de estar claro. Al principio, informó un veterano porista cochabambino, el por refundado “funciona dentro de cuatro paredes, encerrado, con poca gente”. El “Comité Central” era poco más que un club de amigos, que jugaban a medidas “conspirativas” a la vez que abrían sus reuniones a cualquier simpatizante que llegaba. El grupo hacía una pequeña revista a máquina de escribir, con muy pocos ejemplares, y luego la revista Pauta, distribuida a los “iniciados” y no al público. En cuanto a Barrientos, Lora dijo que era “un niño grande” que

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llegó un día lleno de entusiasmo, diciendo: “He solucionado el problema de la alimentación: ¡voy a criar patos!”4 Instalado, por incongruente que parezca, como embajador de su país en México, en 1992 el extrotskista argentino Jorge Abelardo Ramos recordaba la visita que había hecho 45 años antes a la ciudad de Cochabamba. El viejo por de Aguirre Gainsborg había sido “una cosa muy laxa, floja, una cosa muy incipiente, un poco como los trotskistas de los años 30 en Buenos Aires, de la prehistoria del trotskismo”. Por su parte, Warqui era “un bohemio absoluto” que “vivía en una especie de molino de madera al lado de un lago en Cochabamba” con una inmensa biblioteca. Cuando los activistas decidieron remplazarlo, “No era difícil desplazarle a Warqui de la dirección del por. Lo que era difícil era desplazarlo del lago. [...] Temperamentalmente no era un militante. Era un tipo que pensaba, que leía, que disertaba y tomaba café”.5 Sin embargo, poco después de su refundación, el por pudo enorgullecerse de un logro significativo: la aprobación por parte de la Federación Universitaria Boliviana (fub) de un “Programa de principios” radical, redactado por Ernesto Ayala Mercado, que pronto sería uno de los militantes más conocidos del partido. Lora describe a Ayala como “una mezcla de dandy, de intelectual revolucionario, de bohemio y de Don Juan”. El documento de la fub enfatizaba que “Ninguna actuación universitaria es posible aislada de la lucha de clases”, ligando las luchas estudiantiles con las del proletariado boliviano y de “las clases explotadas del mundo”. Denunciaba el racismo, subrayando que “las ciencias históricas y naturales enseñan que no existen razas superiores ni inferiores” y exigiendo que “las relaciones sociales y productivas del campo” se transformaran para resolver el “problema agrario-indígena”. La fub “tomará parte en todo trabajo que tienda a la toma del poder por los trabajadores”. “Importando el socialismo la liberación de los pueblos oprimidos, la suerte de Bolivia está ligada al triunfo de la causa socialista mundial”; por lo tanto, la federación propugnaría la formación de una “Confederación de las Repúblicas Socialistas de América Latina”.6 La aprobación del documento representaba un avance real para el por, pero el partido no reclutó a muchos adeptos en el ámbito universitario, donde la fuerza preponderante pronto sería el Partido de la Izquierda Revolucionaria (organización estaliniana fundada en julio de 1940). Sin embargo, ganó a algunos militantes de agrupaciones de izquierda en Potosí y Oruro. A través de Ayala, los trotskistas 4 Lora, La crise, 5, 16, Contribución, 1:297; entrevistas con Modesto Sejas, 2 de octubre de 1992, y Guillermo Lora, 1o de agosto de 2003. 5 Entrevista con Jorge Abelardo Ramos, 30 de enero de 1992. Ramos abandonó la iv Internacional y, tras décadas de encabezar a la “izquierda nacional” pro peronista, fue nombrado embajador por el presidente Carlos Menem. 6 Lora, Figuras, 164; Cornejo, Programas, 297-313.

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conocieron a Agar Peñaranda, una de las primeras mujeres poristas y luego una de las más influyentes como dirigente del comité regional de Sucre.7 Oscar Barrientos recordaba otro esfuerzo por romper el aislamiento del partido en este período. Después de la refundación del por, “la gente madura” que simpatizaba con el partido advertía: “Hay que evitar convertirse en una capilla. Entonces dije: Nosotros no vamos a ser una capilla, vamos a [tratar] de ser un partido de masas”. Habló con “gente importante de Cochabamba”, “representantes de los intelectuales con más fama en Bolivia”, diciéndoles: “Se acercan las elecciones y ustedes que son personajes, queremos que sean candidatos del por”. La campaña se publicitó mediante afiches con letras grandes, pero la ilusión del “partido de masas” instantáneo se desinfló cuando los candidatos recibieron pocos votos.8 El por sólo se convirtió en organización nacional en funciones cuando el ingreso de nuevos militantes y nuevos métodos condujo al surgimiento de un nuevo liderazgo en los años 40. Relaciones internacionales En su carta de 1935 a Trotsky, los fundadores del por original lo habían descrito como una “nueva sección de la Liga Comunista Internacionalista –el embrión de nuestra futura iv Internacional”.9 Las conexiones eran tenues, en el mejor de los casos, como muestra la escasez de referencias al grupo boliviano en los documentos públicos e internos del movimiento internacional. A comienzos de 1938, se aceleraban los preparativos para la fundación de la iv Internacional. En una sesión del “All American Pacific Bureau” (Buró para América y el Pacífico) del movimiento, el trotskista norteamericano Max Shachtman exigió la superación de “la nefasta tradición” de “hablar acerca de nuestro Internacionalismo” a la vez que se hacía poco “trabajo consistente [...] en el movimiento Internacional [...] especialmente con respecto a los países latinoamericanos”. Se dieron informes sobre varios países, pero no hubo mención de Bolivia.10 El Secretariado Internacional señaló que “todavía no se ha establecido ningún enlace [...] con los camaradas de varios países latinoamericanos (Bolivia, Panamá, Ecuador, Perú, Costa Rica, etc.)”. Cuando la iv Internacional realizó 7 Lora, Figuras, 164-165; E. Jiménez, “Una entrevista con la camarada Marcel”, Documentos (La Paz), diciembre de 1978, 29. 8 Entrevista con Oscar Barrientos, 2 de octubre de 1992. Entre los que aceptaron la invitación de ser candidatos, recordaba Barrientos, se contaban el escritor Alberto Cornejo y el científico Martín Cárdenas. 9 por, carta a Trotsky, 26 de julio de 1935, citada arriba. El nombre correcto del movimiento trotskista internacional en aquel entonces era Liga Comunista Internacional, no Internacionalista. 10 Actas, 17 de mayo de 1938, h-swp, carpeta aapb.

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su ­conferencia de fundación en septiembre de 1938, un informe sobre las organizaciones afiliadas a la Internacional, o que tenían contacto con ella, se refirió a un “Grupo Bolchevique-Leninista” de Bolivia, sin detalles. El siguiente mes, Bolivia no salió en una lista de 37 países con secciones de la iv Internacional.11 En sus tesis de 1938, el por refundado declaraba que la organización “está sujeta a los principios fundamentales del centralismo democrático de la iv i.”. Sin embargo, agregaba, no era “todavía sección nacional de este organismo”, dando la explicación poco clara de que podía llegar a serlo “solamente cuando pase a un plano superior de desarrollo orgánico y de influencia política”. Se inició cierto grado de comunicación con el Socialist Workers Party estadounidense, que enviaba su semanario, The Militant, pero el contacto se hizo más difícil con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. En mayo de 1940, la iv Internacional celebró una “conferencia de emergencia” para enfrentar los problemas planteados por el inicio de la guerra. Esta vez, el por fue mencionado en un informe sobre América Latina:

Desde sus inicios fue una organización política­mente confusa. Como resultado, la organización pasó por una serie de crisis organizativas. Uno de sus elementos dirigen­tes, Tristán Marof, un típico radical pequeñoburgués que usa fraseología socialista, traicionó al movimiento y lo desertó [...]. Intenta constantemente formar un nuevo partido socialista. Colaboró con la dictadura semifascista [sic] de Busch, con lo cual ha desacreditado a nuestro movimiento en Bolivia. Para comprender mejor el verdadero significado de la naturaleza de la crisis experimentada por nuestra sección boliviana, hay que tener en cuenta que Tristán Marof es una persona con un pasado revolucionario y por eso es popular entre algunos sectores de las fuerzas antiimperialistas.

El informe se refería además a “los militantes revolucionarios que se mantuvieron leales al socialismo revolucionario” para señalar:

[Ellos] están intentando reorganizar sus fuerzas bajo la bandera del Partido Obrero Revolucionario y la iv Internacional. Hace poco enviaron una comunicación oficial pidiendo ser admitidos en las filas de la iv Internacional. De los documentos elaborados en la forma de tesis que hemos recibido, encontramos que en general son de un carácter revolucionario, aunque son incompletos en muchos sentidos. Naturalmente debemos tomar en cuenta el que nuestro movimiento, no sólo en Bolivia sino también en la mayoría de los otros países latinoamericanos, está en proceso de formación, no sólo en lo organizativo sino también en lo político.12

11 “Lettre circulaire”, 1o de abril de 1938, h-swp, carpeta i.s. Corresp. 1935-45; Rodolphe Prager, Les Congrès de la Quatrième Internationale (París: La Brèche, 1978), 1:215, 241; Socialist Appeal (Nueva York), 22 de octubre de 1938. 12 Cornejo, Programas, 383; Documents of the Fourth International (Nueva York: Pathfinder Press, 1973), 381.

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A pesar de describir con bastante precisión el legado de confusión política que el partido boliviano enfrentaba, no hay indicios de que la iv Internacional haya dado seguimiento al tema mediante esfuerzos reales para superar esta herencia. Se comenzó a identificar al por como la sección boliviana de la iv, pero no queda claro cuándo y cómo se formalizó esta relación. Con respecto a la dirección porista de aquel entonces, según Lora era tan laxa en su funcionamiento que al recibir un informe de la Internacional sobre el asesinato de Trotsky, acontecido en agosto de 1940, dejó pasar dos meses antes de copiarlo para su distribución en Bolivia.13 Al comienzo de la guerra, la agrupación de cuartainternacionalistas alemanes en el exilio tenía un núcleo en Bolivia. Por otra parte, el por mantuvo correspondencia con distintas fracciones del trotskismo argentino, en particular la encabezada por el idiosincrásico “Quebracho” (Liborio Justo). Quebracho se había hecho famoso al gritar “¡Muera el imperialismo!” contra Franklin D. Roosevelt durante una visita del presidente estadounidense al presidente argentino, el general Agustín Justo, padre del mismo Liborio. Quebracho se esforzó por establecer un grupo en Bolivia que siguiera su línea política, sin obtener muchos resultados. En contraste, algunos exiliados trotskistas brasileños que fueron a Bolivia tuvieron cierto impacto. El más influyente fue Fúlvio Abramo, que caminó 750 kilómetros para llegar a Santa Cruz, porque no había cupo en la carreta que llevaba a tres de sus camaradas. En años posteriores, Abramo recordaba las pláticas que había tenido con un activista que “había estado en La Paz con Tristán Marof y José Aguirre Gainsborg”, así como el estudiante Wálter Asbun, cuyos vínculos con un pariente rico facilitaron cierto apoyo financiero para el movimiento. Abramo pudo quedarse hasta 1946, cuando el régimen nacionalista de Gualberto Villarroel lo expulsó del país.14 “Un tipo muy enfático” A comienzos de los años 40, empezó el ascenso de una nueva y dinámica figura del trotskismo boliviano, que durante seis décadas jugaría un papel central en los éxitos y fracasos del movimiento: Guillermo Lora Escóbar. El futuro dirigente porista nació en Uncía en 1922. Su padre, un hombre de ideas liberales que emprendió algunos negocios de minería y agricultura, se convirtió en socio menor de una rama de la compañía Patiño. Su madre era una mujer del campo, descrita como señora de pollera.15 13 Lora, Contribución, 1:298. 14 Informe del ikd (grupo alemán de la iv Internacional), boletín sin título, h-swp, carpeta sobre conferencia de emergencia; Fúlvio Abramo, “Construire la ivè Internationale en Amérique Latine”, Cahiers Léon Trotsky no 11 (septiembre de 1982), 91-92. 15 Lora, Figuras, 80-82; Masas (La Paz), 22 de mayo de 2009; documento fechado el 2 de mayo de 1907, Copiador de la Cía. Porvenir de Colquechaca, Archivo de Comibol; entrevista con Elio Vásquez Condori, 17 de julio de 2004.

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Los estudios del joven Guillermo le llevaron de Oruro a la escuela San Calixto en La Paz, donde un profesor le prestó algunos libros izquierdistas –en particular una biografía de Lenin– “y me hice marxista”, recordó después, optando dedicarse a la política en vez de la literatura, que “siempre me interesaba”. Al continuar sus estudios en el Colegio Nacional Ayacucho de La Paz, fue elegido presidente del Centro de Estudiantes y editó un periódico estudiantil llamado abc, que las autoridades mandaron quemar en el patio del colegio por criticar a algunos profesores. Después de hacer el servicio militar obligatorio en Cochabamba, se inscribió en la Facultad de Derecho de la universidad de la misma ciudad. Cuando su profesor Ricardo Anaya, un dirigente del flamante pir, le propuso unirse al partido estaliniano, Lora se rehusó. En contraste, el libro Literatura y revolución de Trotsky, que ya había leído en la secundaria, le influyó para orientarse al trotskismo. Carlos Bayá, un joven estudiante que estaba familiarizado con el círculo de Warqui, lo puso en contacto con el movimiento. Fue así, aparentemente en 1941, que Lora inició su contacto con el movimiento trotskista.16 Warqui (Oscar Barrientos) describió sus primeros encuentros con “un muchachito que había acabado de hacer su servicio militar y estaba estudiando aquí [en Cochabamba] derecho. Venía a las reuniones y nos escuchaba calladito, calladito. Y después de estar un año, decidió irse al altiplano [...] y le dio bastante impulso al por en La Paz”. En contraste con el relajado Warqui, Jorge Abelardo Ramos caracterizó al joven Lora como “un tipo muy enfático”, que “quería hacer cosas”.17 En Bolivia, Guillermo Lora fue una de las figuras más reconocidas de la vida pública durante más de medio siglo. Es llamativo el número de personajes intelectuales y políticos que durante alguna fase de sus carreras estuvieron asociados con él. Como el que escribe vio en varias ocasiones, Lora no podía andar por las calles de La Paz sin que le detuvieran en el camino numerosos literatos paceños, camaradas, excamaradas, sindicalistas y reporteros de la televisión local. Sus rasgos aymaras y voz distintiva aparecen en un sinnúmero de documentales de la historia boliviana. Fue uno de los autores más prolíficos del país, cuyos escritos cubren una amplia gama de temas. Comenzando en 1942 con notas sobre el pir, el segundo aniversario del asesinato de Trotsky y la necesidad de defender la Unión Soviética contra la invasión hitleriana,18 sus Obras completas están reunidas en casi setenta tomos. Lora se ha descrito como un “ser taciturno” caracterizado por “un concentrado orgullo y cierta actitud despectiva hacia las otras personas, hacia las ­comodidades 16 Entrevistas con Guillermo Lora, 1o de agosto de 2003 y 26 de julio de 2004; Lora, Figuras, 80-84, 119-121. 17 Entrevistas: Oscar Barrientos, 2 de octubre de 1992; Jorge Abelardo Ramos, 30 de enero de 1992. 18 Se trata del primer tomo de las Obras completas de Lora, que cubre los años 1942 a 1947.

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más sencillas, hacia todo lo superfluo y los compromisos sociales”, así como dotado de “un carácter muy intransigente”.19 Apodado “El Fiero”, inspiró entre sus seguidores gran lealtad, salpicada con una serie de disputas encarnizadas. A la vez que reconocen casi unánimemente su talento y energía, sus críticos (entre ellos muchos antiguos compañeros) suelen expresarse de él en términos bastante duros. Para Oscar Barrientos, Lora era un “mandón”: debido a “este carácter, estas maneras de patrón [y] un orgullo terrible”, cuando Lora ascendía en el partido, “mucha gente en Potosí, en Oruro, en Santa Cruz no quería que el poder [en la organización] quedara en manos de Guillermo Lora”.20 Después de trasladarse a La Paz, Lora organizó una célula porista que produjo un revuelo a comienzos de 1942 cuando lanzó una ofensiva propagandística pegando afiches con consignas contra el imperialismo y la Rosca. “Fue descubierta una célula de la Cuarta Internacional”, anunció La Razón, cuando una investigación policíaca condujo “al menor Ramallo, alumno de uno de los colegios secundarios nocturnos de la ciudad, que se hallaba colocando estos carteles en una de las paredes de la calle Illampu”. En el domicilio de su profesor de historia, Guillermo Lora, la policía descubrió “una abundante documentación de carácter extremista y las direcciones de los dirigentes [del partido] en esta ciudad”. Se procedió pronto a la detención de varios de ellos.21 “Aborta la intentona de establecer un gobierno trotskista en Bolivia”, bramó un periódico; “Intentaba derrocar al Gbno. la Cuarta Internacional”, otro proclamó. En un tono exaltado, los diarios afirmaron que la célula constaba de treinta militantes, “figurando universitarios, empleados de la administración pública, bancos, obreros y elementos profesionales”; fue dirigida por Lora, que usaba el nombre Puka Tankara, “redactaba los manifiestos y propaganda y daba las principales instrucciones a los demás componentes”; otro de los “elementos subversivos” empleaba el seudónimo indígena Quilco, mientras que un tercero se hacía llamar Cachete. La “propaganda roja” formaba parte de un “vasto plan revolucionario”, según el subjefe de la Policía de Seguridad; los “afiches revolucionarios que todas las mañanas aparecían pegados en las paredes de la ciudad” fueron hechos por “algún artista”: Miguel Alandia Pantoja (de seudónimo Argus, según la misma fuente), el veterano de la Guerra del Chaco que fungía como tesorero de la célula. Lora no fue capturado, pero las autoridades detuvieron a tres bolivianos junto con un “presunto arqueólogo” argentino. Además de tener su Comité Central en Cochabamba, el por tenía células en “La Paz, Oruro, Potosí, Sucre, Pulacayo y otros puntos” y recibía “correspondencia del exterior”, en particular de ee.uu. 19 Lora, Figuras, 83; entrevista con Guillermo Lora, 26 de julio de 2004 (en ésta, utilizó términos más duros aún para caracterizarse a sí mismo, diciendo enseguida: “¡No anotes esa parte!”). 20 Entrevista con Oscar Barrientos, 2 de octubre de 1992. 21 La Razón, 20 de febrero de 1942.

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y de varios países latinoamericanos. El propósito del grupo: “derrocar el actual gobierno e instaurar un nuevo orden de cosas”.22 Para algunos columnistas el episodio tenía su lado humorístico. Bajo el titular “Nos salvamos de la 4a. Internacional para caer en manos de la Gestapo”, La Calle ironizó que “el peligro de la cuarta ha sido por fortuna conjurado, ya que ‘Cachete’ y sus cuatro amigos se hallan detenidos y no podrán ‘derrocar al gobierno’”, procediendo después a mofarse de La Razón por aseverar que en La Paz actuaban agentes de la Gestapo. Sin embargo, la noticia no desapareció. “Miembros del p.o.r. visitan nuestra Redacción”, informó un diario cochabambino. Una delegación encabezada por Ernesto Ayala Mercado había llegado para decir que el por no recibía dinero de nadie, “no tiene nada [en] común con el p.i.r.”, con Marof ni con los partidos tradicionales, y que aceptarían “gustosos” –como manera de comprobar lo que decían– el proceso que amenazaba con instaurar el gobierno (que había declarado que el partido estaba “al margen de la ley”). Sin embargo, un juez ordenó la libertad de los poristas presos, “en vista de no existir indicios de culpabilidad”.23 por versus pir

Lora sacó la conclusión de que el partido necesitaba organizarse de una manera más profesional. Por el momento, no era posible que él se quedara en La Paz. Primero “me refugié en el barrio obrero de San José y después fui a Siglo xx, donde comencé a formar un pequeño grupo [de obreros] que me consideraban como su amigo que les ayudaba con varias cosas”, aunque no aceptó su propuesta de que consiguiera trabajo como empleado de la empresa minera. De hecho, “llegué a ser representante minero sin jamás trabajar como minero”. La región de LlallaguaUncía era de gran importancia para la actividad revolucionaria: empleando a más de 12.000 trabajadores, sus minas no se encontraban en el mismo aislamiento que muchas otras, debido a la cercanía de Oruro y sus líneas ferroviarias.24 Conforme la Segunda Guerra Mundial aumentaba la importancia económica de los mineros, se profundizaba su descontento. El estaño era tan crucial para el esfuerzo bélico de los Aliados que el Subcomité de Servicios Armados del Senado 22 Tierra (La Paz), 24 de febrero de 1942; El Diario, 22 de febrero de 1942; La Razón, 20 y 21 de febrero de 1942. Varios editoriales de la prensa nacional denunciaron la propaganda “extremista” entre los mineros y los campesinos indígenas así como la supuesta influencia del arqueólogo extranjero, Carlos Ibarra Grasso. Once años después, el diario cochabambino Los Tiempos (26 de junio de 1953) informó que el mismo Ibarra había descubierto importantes restos arqueológicos de Tiahuanaco. 23 La Calle, 21 de febrero de 1942; El País (Cochabamba), 25 de febrero de 1942; Tierra, 24 de febrero de 1942; La Calle, 1o de marzo de 1942. 24 Entrevistas con Guillermo Lora, 1o de agosto de 2003 y 26 de julio de 2004; Volk, “Class, Union, Party”, 2a parte, Science & Society 39:2 (verano de 1975), 190.

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norteamericano insistió en que el precio del estaño boliviano tenía que congelarse durante toda la guerra. Estos “precios democráticos” estaban muy por debajo de los precios vigentes en el mercado mundial. Como resultado, “entre 1941 y 1945, la contribución boliviana al esfuerzo bélico fue diez veces superior a la ayuda que ee.uu. brindó a toda América Latina a lo largo de esa década”. Las empresas mineras “vivieron una época de bonanza debido a la insaciable demanda de las potencias aliadas”, a la vez que los mineros “sufrían del hacinamiento, la inflación y la intensificación de la disciplina laboral”, observa Laurence Whitehead. La situación exigía “una campaña a favor de la combatividad obrera”. Sin embargo, de acuerdo con la política soviética, el estalinista pir “creyó que no debía hacer nada que pudiera afectar el esfuerzo bélico” y por lo tanto “refrenaba sus críticas a las empresas mineras”. Sus planteamientos teóricos ayudaron a justificar esta actitud: como parte de un proceso de “transformación democráticoburguesa”, afirmaba, “el burgués nativo, el capitalismo progresista marcha a esta alianza con el proletariado, a [...] la unión nacional”.25 Aunque el pir era la mayor organización de izquierda, ya se observaba que “no pudo penetrar como se esperaba en las minas y los fabriles, [porque] ellos no tenían un programa revolucionario que pusiera en relieve la importancia de la clase obrera, del proletariado”, recuerda un activista orureño que fue ganado al trotskismo en este período.26 Ahora, el apoyo abierto que el pir brindaba a los barones del estaño aliados con ee.uu. causaba el rechazo de mineros que enfrentaban la muerte en las minas de estos mismos patrones, las represiones organizadas por los voceros “rosqueros” que actuaban bajo órdenes de éstos, así como las armas norteamericanas que se utilizaban para sofocar las protestas obreras. Mientras tanto, los políticos que habían despreciado al pir descubrieron que les era útil que este partido “marxista” compartiera la responsabilidad de mantener la paz social. No pasaría mucho tiempo antes de que un ministro del trabajo pirista mandara tropas para ocupar las minas y reprimir a los huelguistas. La hora había llegado, decidió el por, para lanzar una vigorosa ofensiva política. En 1942, un prominente portavoz de la política estalinista visitó al país: el abogado mexicano Vicente Lombardo Toledano, cuya Confederación de Trabajadores de América Latina instaba a los obreros a mantener la “unidad antifascista” con los Estados Unidos. Al recordar que Lombardo había sido el “director de los ataques contra León Trotsky” cuando éste estaba en el exilio en México, un volante del por advirtió que su misión en Bolivia “consiste en conseguir que

25 Raúl Ruiz González, Bolivia, el Prometeo de los Andes (Buenos Aires: Platina, 1961), 97; Y. Le Bot, “Les mineurs boliviens et le marché mondial de l’étain”, Le Monde Diplomatique, febrero de 1981; Whitehead, “Bolivia Since 1930”, 528; “Por qué hablamos de burgués progresista?”, La Chispa (La Paz), 15 de febrero de 1947. 26 Entrevista con exmilitante del por (anónimo), 18 de enero de 2007.

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el obrero minero siga entregando sus pulmones a Wall Street”.27 Sirviéndose del vocabulario de los Procesos de Moscú, los dirigentes del pir tildaron a los poristas de “nazi-trotzkistas”, acompañando el epíteto con tentativas violentas de silenciarlos. Sin embargo, descubrieron que eran cada vez más vulnerables al calificativo con el cual los poristas les respondían: “rosco-estalinistas”. En la ciudad de Oruro, uno de los centros mineros más importantes del país, el por estableció un pequeño grupo que se reunía en la casa de Alberto Aguilar, antiguo compañero de clase de Guillermo Lora. Uno de los militantes más activos era Fernando Bravo James, un maestro y veterano del Chaco que había trabajado durante un período en las minas. Un activista que conoció al por en ese período recuerda a Bravo como un hombre “sereno, muy cordial, muy suave y [que] nos orientaba del modo más elemental”, que era también “un enamorado de los libros: en su habitación, no se podía caminar porque todo estaba lleno de libros, había que hacerse de lado para pasar por los estantes que tenía en su habitación con los libros; en las paredes y en medio de la pieza tenía un montón de libros”.28 El por obtuvo un triunfo significativo cuando ganó a Leticia Fajardo, una de las figuras más destacadas de la izquierda local. Fajardo se había convertido en un personaje célebre a la edad de 18 años, cuando portó la bandera roja en la marcha de inauguración de una conferencia izquierdista que contaba con la asistencia del expresidente chileno Marmaduke Grove. La marcha sufrió un ataque armado de unos derechistas que dispararon contra los manifestantes, pero Fajardo no dejó de sostener la bandera. Fajardo ingresó a la juventud pirista y luego al pir mismo. En 1944, cuando tenía 25 años, publicó una carta de renuncia: en ella afirmaba que, “traicionando los intereses históricos del proletariado”, el pir se había “puesto al servicio incondicional de la feudal-burguesía”. Después de “analizar los programas y el contenido social de cada uno de los partidos políticos existentes en Bolivia, he llegado a la convicción de que el único que lucha por la revolución socialista y que expresa las necesidades reales del proletariado, es el Partido Obrero Revolucionario”, anunció la joven activista.29 Fajardo se convirtió en abogada y defensora pública, organizadora de obreros fabriles –que en muchos casos eran mujeres– y, tras unirse al por, asesora 27 Texto reproducido en Lucha Obrera (Ciudad de México), julio de 1943. Ver también el artículo de Carlos Salazar Mostajo (en aquel entonces militante del psob que se identificaba con el trotskismo), “Escuche usted, Lombardo Toledano”, La Calle, 18 de noviembre de 1942. Por su parte, Lombardo publicó un folleto sobre su visita: Bolivia mártir (México: Publicacio­nes Universidad Obrera, 1943). 28 Entrevista con Alberto Aguilar, 16 de julio de 2004; entrevista con exmilitante del por (anónimo), 18 de enero de 2007. 29 Entrevista con Juan Perelman Fajardo, 5 de julio de 2004; Leticia Fajardo, A los trabajadores (volante), octubre de 1944 (agradezco a Carmen Bedregal por facilitarme este documento).

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de activistas sindicales de la mina San José, de las panaderías y de otros sectores laborales. Jugó un papel importante también en el trabajo del por entre comunidades autóctonas, cuando el partido se dedicó a organizar varios sindicatos campesinos en la región orureña (notablemente en Machacamarca) durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de la dura represión contra este tipo de actividad en el ámbito rural. Las autoridades culparon a Fajardo, entre otros, por un levantamiento local en el que los sublevados indígenas degollaron a unos gamonales. Durante la escalada represiva a finales de los años 40, se trasladó a Argentina, donde se casó con Adolfo Perelman, un activista de la corriente Frente Obrero (antecesora de la “Izquierda Nacional” argentina), quien luego se convirtió en asesor de Lechín y amigo del grupo de trotskistas que hicieron el “entrismo” en el mnr.30 Un antiguo camarada se acuerda de Fajardo, que “para mí ha sido una verdadera maestra”, cuya biblioteca de libros clásicos del socialismo mundial él devoraba siendo un adolescente que gravitaba hacia el por durante la Segunda Guerra Mundial. “Ella era bastante joven, de 26 ó 27 años, bastante simpática [...] de estilo sencillo y al mismo tiempo de ser maestra era abogada”. Activa en el trabajo sindical y político por muchos años, Fajardo publicó un tomo de poesía sobre los obreros, campesinos e indígenas del altiplano, con un grabado de temas mineros, hecho por Miguel Alandia, en la portada.31 Ganando a los militantes no por centenares sino por puñados, el por logró extenderse a nuevos terrenos. Un dirigente que quería enfatizar el crecimiento que la organización experimentó en la posguerra aseveró que en 1945 había sólo 17 militantes en el sentido estricto del término.32 En Sucre, Hugo González Moscoso fue ganado al partido por Ernesto Ayala Mercado, a la sazón su maestro en la secundaria donde González cursaba el quinto año. Junto con otros dos estudiantes de la misma escuela, fundaron un Comité Regional del por. El 20 de agosto de 1941, primer aniversario del asesinato de Trotsky, le “hicimos un homenaje” en un programa de radio. “Al sábado siguiente”, recordaba González, “el periódico del arzobispado, que se llamaba El Lábaro, sacó su edición, ‘La iv Internacional en Sucre’, en la que prácticamente planteaba que se nos elimine simple y llanamente. Así es como comencé mi militancia en la iv Internacional”. El comité sucrense no sólo estaba ligado al “Comité Central” cochabambino sino que también mantenía relaciones amistosas con una agrupación semiautónoma en Potosí, el Centro Obrero Revolucionario, dirigido por Ismael Pérez y el futuro 30 Entrevistas: Juan Perelman Fajardo, 5 de julio de 2004; Andrés Soliz Rada, 29 de septiembre de 1992. 31 Entrevista con exmilitante del por (anónimo), 18 de enero de 2007; Leticia Fajardo de ­Perelman, Pampa, metal y sangre (La Paz: Maceda Cáceres, 1959). 32 Núñez al s.i., 14 de enero de 1947, bdic f. rés 457/1-2 (Dossier Bolivie, iv Internationale, Correspondance), carpeta 1947 (en adelante, “bdic 457/1-2” y carpeta relevante).

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senador trotskista Lucio Mendívil. Según González, el cor se sumó formalmen­te al por cuando éste celebró su iv Conferencia en 1946.33 Fue en Potosí que el primer número de Lucha Obrera fue publicado, por el Comité Regional del por. Se había experimentado ya con la publicación de una revista político-cultural llamada Pucara (“fortaleza” en quechua), en la que saltan a la vista las obras de Miguel Alandia que moldean el estilo gráfico de muchas publicaciones poristas. Sin embargo, Lucha Obrera se convirtió en el órgano central del partido después de trasladar su edición a La Paz. Recordaba González que en sus primeros años se concentraba a tal grado en la vida de los mineros que un paquete enviado a Tarija fue devuelto con una nota diciendo que no querían el periódico porque en Tarija no había mineros.34 La Masacre de Catavi Hacia finales de 1942, estalló una huelga importante en las minas de la empresa Patiño en Catavi, como parte de una serie de conflictos laborales en las regiones de Oruro y Potosí. La huelga fue inconveniente para los intereses angloamericanos: tras la ocupación japonesa de Malasia, la mitad del estaño utilizado en el esfuerzo bélico de los Aliados se producía en Bolivia. El gobierno, encabezado en aquel entonces por el general Enrique Peñaranda, mandó tropas para aplastar la huelga, masacrando a trabajadores y encarcelando a decenas de activistas sindicales. Uno de los regimientos era dirigido por el mayor Gualberto Villarroel, quien poco después tomaría el poder.35 Las mujeres jugaron un papel crucial en el conflicto de Catavi. El cierre de las pulperías enfureció a las amas de casa, que dependían de ellas para dar de comer a sus familias. Cuando el ejército acribilló a una anciana llamada María Barzola, ésta se convirtió en símbolo del sufrimiento y la determinación de las comunidades mineras. Al ocurrir “en un momento en que los obreros de las minas estaban experimentando un proceso de transición histórica en su conciencia de clase”, la Masacre de Catavi “marcó un hito en la etapa formativa de la identidad de clase y en el desarrollo del sindicalismo y el movimiento minero”.36 Muchas décadas después, un veterano activista orureño recordaba el impacto del acontecimiento: 33 Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992. El cor había sostenido correspondencia con el trotskista argentino disidente Quebracho, quien durante un breve período tuvo un grupo de seguidores en Oruro, varios de los cuales se sumaron luego al por (Lora, Contribución, 1:316, 318). 34 Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992. 35 Minneapolis Star Journal, 10 de enero de 1945; Villa, Orígenes, 13. 36 Magdalena Cajías de la Vega e Iván Jiménez Chávez, Mujeres en las minas de Bolivia (La Paz: Ministerio de Desarrollo Humano, Subsecretaría de Asuntos de Género, 1997), 85.

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En aquel entonces yo era estudiante de secundaria, tenía 15 años. Como comerciantes, mis padres nos enviaron a mí y a mi hermano menor a Catavi, para vender ropa y otras mercancías a los mineros, en diciembre de 1942. Es un mes especial en que las empresas pagan bastante dinero, el aguinaldo, etcétera, y entonces los comerciantes van a ofrecer sus productos. [...] Pero justamente ese día, el 21 de diciembre de 1942, se produjo el conflicto de la empresa con los mineros. Vimos la movilización, cuando los mineros bajaban, miles, hacia la oficina central de la empresa. Gritaban consignas: “¡Viva el aumento de salarios! ¡Que vivan los mineros! ¡Viva Bolivia!” Hubo explosiones, el sonido de ametralladoras, fusiles. Tuvimos que poner a buen recaudo todo lo que teníamos. Los tiros volaban por todas partes, y más por curiosos fuimos a ver. Con un poco de audacia, nos trasladamos a la plaza como pudimos y llegamos al kiosco de Llallagua adonde traían los cadáveres, los muertos, los que tenían destrozado el cuerpo con la metralla, un cuadro dantesco que nos impresionó demasiado porque había mucha sangre, mucho dolor, gritos. Los mineros no llevaban armas de fuego ni dinamita siquiera, ellos eran simplemente manifestantes. En cambio, los militares estaban muy bien pertrechados y abrieron fuego contra la masa. Había mujeres, más hombres, también niños, porque las madres van con los niños, no había quien cuidara a los niños. Vimos los cadáveres juntados en el kiosco de la plaza principal de Llallagua. Tuvimos que regresar porque la balacera seguía. [...] Este hecho histórico fue el que determinó, de cierto modo, que yo me dedique a la política, porque me indignó mucho la masacre y la forma como el pueblo indefenso fue masacrado, que no sabía qué hacer ante la metralla.

En Oruro, un compañero de clase un poco mayor que él le puso en contacto con el por y pronto conoció a dirigentes como Fernando Bravo, Leticia Fajardo, Alberto Aguilar y Humberto Salamanca. Su primera tarea fue distribuir un volante de denuncia de la masacre. Decidió hacerlo a la una de la mañana, cuando no había gente en las calles, y ponerlo debajo de las puertas. Cuando fue llevado a la policía bajo sospecha de haber repartido el volante, un periodista simpático le dijo: “No tienes que decir nada. No hay cosa más fea que ser delator”.37 El por exigió el lanzamiento de una huelga general para apoyar a los mineros, que “exigen una reivindicación insignificante: que se les permita vivir como seres humanos”. Lora brindó asesoramiento a los delegados sindicales durante la huelga, sufriendo el primero en su larga lista de confinamientos y encarcelamientos cuando la policía le sorprendió con el esténcil de un manifiesto de solidaridad con la huelga. En los Estados Unidos, The Militant, periódico del Socialist W ­ orkers Party trotskista, señaló que el embajador norteamericano se había “unido al gobierno boliviano y los capitalistas para calumniar a los mineros huelguistas, retratándolos como saboteadores nazis”. Después de acribillar a los huelguistas de Catavi, “el carnicero Peñaranda visitó los Estados Unidos, donde fue festejado por Roosevelt 37 Entrevista con exmilitante del por (anónimo), 18 de enero de 2007.

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en la Casa Blanca y fue saludado por la prensa capitalista como un campeón de la democracia y firme aliado” en el esfuerzo bélico angloamericano.38 Sin embargo, fue Víctor Paz Estenssoro quien cobró fama por su denuncia de la actitud del gobierno hacia la huelga, cuando intervino como diputado nacional en la interpelación parlamentaria acerca del asunto Catavi. El episodio elevó su perfil como Jefe del mnr, que unos meses antes había sido fundado por iniciativa de periodistas de La Calle, exfuncionarios de los gobiernos de Toro y Busch, y varios antiguos militantes del grupo Beta Gama. El mnr distaba mucho de ser un partido de izquierda. En sus primeros años, mostró una marcada influencia de las potencias del Eje. Desde hacía mucho tiempo, La Calle se caracterizaba por una obsesión antisemita: uno de sus temas favoritos era la ascendencia étnica de uno de los barones del estaño, Mauricio Hochschild, a cuyo periódico (La Razón) el diario nacionalista llamaba “el vespertino judío”.39 El programa de fundación del mnr estaba lleno de diatribas contra “las maniobras del judaísmo”, el “internacionalismo disolvente” (y “los internacionalistas judíos”), la “invocación del ‘socialismo’ como argumento tendiente a facilitar la intromisión de extranjeros en nuestra política interna o internacional”, así como “la ideología universalista de una clase obrera que nace apenas en nuestro país”. Ocupaba un lenguaje cuasi-indigenista para proclamar: “Llevamos en nuestra sangre la herencia de los hijos del Sol”, pero sólo exigía en términos vagos “el estudio, sobre bases científicas, del problema agrario indígena con vista a incorporar a la vida nacional a los millones de campesinos marginados de ella, y a lograr una organización adecuada de la economía agrícola para obtener el máximo rendimiento”. Pedía la nacionalización de los servicios públicos, pero no la de las minas.40 Paz Estenssoro había, de hecho, trabajado como uno de los abogados de la empresa Patiño.41 38 Guillermo Lora, Obras completas, 1:87, 23:71; The Militant, 1o de mayo de 1943, 1o de enero de 1944. 39 La Calle, 24 de febrero de 1942. La brigada parlamentaria del flamante mnr llevó a cabo una intensa agitación para, en palabras del diputado Hernán Siles Zuazo, “añadir a la prohibición de ingreso [a Bolivia] de los negros y mongoles, la de los semitas”. Tras las vivas que siguieron a este discurso de Siles, informaba La Calle (2 de octubre de 1942), el recinto parlamentario se llenó de otros gritos que “censuraron al diputado Navarro que apoya a los judíos. Primero fue una voz aislada: ¡Abajo Marof! Poco a poco se extendió la censura: ¡Marof, judío!...”. (Pareciera que éste fue el insulto máximo en el léxico nacionalista de aquel entonces.) “Agradecen un voto de aplauso por su campaña antisemita” fue el título de otra nota de La Calle (21 de febrero de 1942), que reproducía una carta de Víctor Paz Estenssoro, Augusto Céspedes y Víctor Andrade sobre el mismo tema. 40 José Cuadros Quiroga, “Movimiento Nacionalista Revolucionario: Sus bases y principios de acción inmediata”, en Mariano Baptista Gumucio (comp.), José Cuadros Quiroga: Inventor del Movimiento Nacionalista Revolucionario (La Paz: Mariano Baptista Gumucio, 2002), 195-199, 201-202. Entre los que firmaron el documento se encontraban Víctor Paz Estenssoro, Hernán Siles Zuazo, Walter Guevara Arze, Augusto Céspedes y Carlos Montenegro. 41 Contrato con Víctor Paz E., 30 de julio de 1937, colección Patiño, Archivo de C ­ omibol.

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Aunque su denuncia de la Masacre de Catavi llamó la atención de los activistas sindicales, el mnr de este período era una agrupación marcadamente urbana y de clase media. Buscando la “unidad nacional” en vez de la lucha de clases, tenía pocos vínculos con la clase obrera y menos aún con el campesinado. Sin embargo, sus dirigentes entendían que para convertirse en una fuerza política a escala nacional, el mnr necesitaba ganar apoyo entre la población trabajadora e incluir en su discurso algunos temas “prolaborales”. El flamante partido se hizo conocido no con un trabajo de organización desde abajo, sino desde arriba. La oportunidad llegó cuando se unió al gobierno del mayor Gualberto Villarroel, que tomó el poder en diciembre de 1943 en lo que los trotskistas norteamericanos llamaron “un típico golpe de estado sudamericano realizado por una camarilla militar de jóvenes oficiales”.42 A Villarroel le respaldaba la logia castrense Razón de Patria (Radepa), aliada con el mnr, que recibió tres carteras en el gabinete. Conocido como un tecnócrata talentoso, Paz Estenssoro fue nombrado Ministro de Hacienda. Por su punto de vista nacionalista, aunque no por los recursos de los que disponía (dada la pobreza del país), el nuevo régimen era similar al del Grupo de Oficiales Unidos argentino, encabezado por Juan Perón, que tomó el poder en el mismo año. Instalado ya en los corredores del poder, al mnr le convenía moderar su retórica. No era, en realidad, un movimiento fascista; sus simpatías hacia el Eje reflejaban el frustrado “antiimperialismo” de sectores de élite cuya “carrera abierta al talento” estaba bloqueada por la Rosca, que por su parte estaba estrechamente identificada con los intereses angloamericanos. Desembarazarse del bagaje “filo-Eje” se convirtió en una prioridad cuando Villarroel, presionado por los Estados Unidos, echó al mnr –temporalmente– del seno de su gobierno. “No soy enemigo de los ricos, pero soy más amigo de los pobres”, reza la placa que conmemora a Villarroel en la Plaza Murillo. Su gobierno lanzó algunas reformas laborales y cobró popularidad en las minas por su respaldo a la formación en 1944 de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia. Prometiendo respetar la propiedad privada y apoyar el esfuerzo bélico de los Aliados, buscó controlar a las organizaciones populares, a la vez que imponía medidas represivas contra los opositores de izquierda así como de derecha, atacando además a las universidades consideradas baluartes de la oposición. Para los trotskistas bolivianos, no era cosa fácil llegar a una caracterización clara del nuevo régimen. Poco después de que Villarroel tomara el poder, el por advirtió que con este “cuartelazo” de “los nazis criollos”, “el mnr impondrá una salvaje represión”. El por de Oruro formó un Comité Proletario de Lucha Contra el Nazi-fascismo.43 Hugo González recordaba: 42 The Militant, 1o de enero de 1944. 43 Manifiestos de diciembre de 1943, reproducidos en Lucha Obrera (La Paz), 2 de marzo de 1947.

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Frente a Villarroel y la Radepa el partido tenía una posición contradictoria. Bajo la influencia de la propaganda de los aliados y de las características que tomó la logia Radepa, surgió dentro del partido la caracterización de Radepa como grupo fascista, que se extendía al gobierno de Villarroel. Pero no era una caracterización firme, sino contradictoria. No se había hecho una investigación, no se había hecho una discusión dentro del partido a escala nacional. [...] Lo que llevó al partido a adoptar esas caracterizaciones fue la sistemática represión en el gobierno de Villarroel y Radepa. [...] Yo fui apresado en Sucre con el equipo dirigente estudiantil, docente y universitario, y enviado a la isla penal de Coati.44

Acusado de socavar el apoyo de los trabajadores a Villarroel, el joven porista Enrique Ferrante fue detenido en Oruro a fines de 1944 y sometido a terribles torturas, entre ellas simulacros de electrocución y fusilamiento. Con la ayuda de Fernando Bravo y otros camaradas, logró escapar y refugiarse en Argentina, donde estableció una relación estrecha con Esteban Rey y otros trotskistas de ese país. Luego volvió a Bolivia y jugó un papel de dirección muy importante como parte del Comité Regional porista de Sucre.45 A la vez que se mantenía precavido ante las amenazas represivas, el por comenzó a modificar su caracterización del régimen cuando Villarroel convocó un congreso indígena nacional en 1945 y prometió atacar al sistema de servidumbre agraria conocido como el pongueaje. (Esta promesa se quedó en el papel, pero muchos la consideraron un indicio de intenciones progresistas.) Cuando el pir formó el llamado Frente Democrático Antifascista (fda) contra Villa­rroel, junto con partidos de la Rosca, “el por como partido resistió, [la] rechazó”: como resultado, “trabajaba contra la oligar­quía y contra Villarroel”.46 Un volante de 1945 atacaba a “la ‘rosca’ empujada por fuerza a la oposición, que solamente ayer masacraba centenares de obreros, perseguía sañudamente a los sindicatos, clausuraba la prensa y ahora habla en tono solemne y plañidero de las ‘garantías democráticas’”. Asimismo, criticaba al gobierno de Villarroel, que “recurre al mismo asesinato, a la supresión de la independencia sindical, a una despiadada opresión de las mayorías nacionales y que se mueve de acuerdo a los deseos de Washington (es decir, del capitalismo que se mantiene con los pulmones de obreros bolivianos)”. En lugar de “formar filas en ninguno de estos bandos burgueses”, los obreros debían establecer un “Frente Único Proletario [...] para romper las cadenas de la propiedad privada y de su gobierno ‘movimientista’”. Otro volante atacaba la “colaboración de clases y unidad nacional [que] pregonan arteramente los demagogos ‘movimientistas’ y la ‘rosca’ opositora”, así como 44 Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992. 45 Arnaldo Chávez Guzmán, La muerte de Enrique Ferrante Callaú (Remembranzas) (Monteagudo [Chuquisaca]: sin editorial, 2006), 26-27. 46 Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992.

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“los ‘piristas’, lacayos del capitalismo, sirvientes del imperialismo yanqui”.47 El pir se encontraba particularmente vulnerable: su dirigente José Antonio Arze había pedido que Estados Unidos enviara tropas para derrocar a Villarroel, alegando que ésta “no sería una intervención imperialista al viejo estilo”, sino un ejemplo de la “cooperación que las fuerzas democráticas de Sudamérica buscan desesperadamente”.48 El por no tuvo una respuesta unitaria cuando Villarroel fue derrocado en julio de 1946, en un levantamiento alentado por la derecha que a la vez reflejaba una extensa ira popular ante las acciones represivas de su régimen y su incapacidad para satisfacer necesidades básicas de la población urbana. En una de las imágenes más famosas de la historia boliviana, Villarroel fue tomado por una multitud –se dice que varias “cholitas del mercado” lo pincharon con los ganchos de sus mantas– y colgado de un farol frente al palacio presidencial. El fda utilizó comités tripartitos de maestros, estudiantes y trabajadores para movilizar la protesta, estableciendo después un gobierno de partidos de la Rosca, con el pir como socio menor. Puesto que el 21 de julio de 1946 –fecha del derrocamiento de Villarroel– marcó el inicio de un nuevo y doloroso período de reacción rosquera, la actitud y la actuación de las distintas fuerzas políticas se convertiría en un tema importante para la memoria nacional. Guillermo Lora recordaba que en aquel entonces, “no teníamos ni idea de cómo organizarnos”, pero que ante la situación cambiante “los norteamericanos [es decir, el swp] mandaron cartas diciendo: Procedan con mucho cuidado, con mucha calma”.49 Reconoce que por “falta de homoge­neidad política”, los grupos del por en distintas ciudades actuaron de formas diferentes y hasta contrapuestas. En Cochabamba, Carlos Cossío, un miembro del Buró Político del por que militaba bajo el seudónimo Mina, formaba parte del Comité Tripartito en esa ciudad en su calidad de dirigente universitario, recordaba un veterano porista. “Al día siguiente del colgamiento de Villarroel, fue el primero que salió al balcón de la prefectura para hablar en nombre del Comité Tripartito, de [parte de] los estudian­ tes”. En Oruro, influenciado por los mineros que simpatizaban con Villarroel, el partido adoptó una posición de neutralidad. En La Paz, el por tomó parte en el ­levantamiento, bajo la dirección de Jorge Salazar Mostajo, un joven economista y novelista que funcionaba en ese momento como Secretario General del partido. Un “Frente Universitario de Izquierda” participó en el derrocamiento, emitiendo un manifiesto firmado por un Comité Directivo que incluía a Edwin Möller del por. Möller recordaba que en La Paz, “Partici­pamos activamente, militarmente. 47 Volantes sin fecha, bdic, f. rés 468/1 (Dossier Bolivie, iv Internationale, Archives du si [puis su]), carpeta 1945. De aquí en adelante: “bdic 468/1” más carpeta. 48 Citado en Volk, “Class, Union, Party” 2:190; sin acceso a la cita original, la he retraducido del inglés. 49 Entrevista con Guillermo Lora, 3 de agosto de 2004.

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Tomamos inclusive Radio Nueva América y planteamos la creación del comité tripartito de obreros, estudiantes y maestros, frente a la tendencia reaccionaria que planteó entregarle el poder a los viejitos de la Corte Suprema de Justicia”.50 En una respuesta a “las calumnias de Ricardo Anaya”, dirigente del pir, un “militante obrero del por” paceño señalaba que Anaya mintió al sostener “que el p.o.r. no estuvo presente en la lucha contra el nazifascismo”. Al contrario, afirmaba, los militantes del por estuvieron “en las barricadas, arma al brazo, dirigiendo la acción popular” durante el levantamiento del 21 de julio, a diferencia de los “revolucionarios del 22 de julio” que llegaron al otro día en busca de puestos. Por otra parte, fueron los poristas los que habían señalado “el peligro que corría el levantamiento de ser aprovechado por la burguesía y sus sirvientes”.51 Dos semanas después de la caída de Villarroel, un documento elaborado para una “conferencia de emergencia” del por declaraba que los acontecimientos de julio “demuestran el ascenso revolucionario que se produce y la agudización de la lucha de clases”. Entre las tareas que señalaba se encontraban las de “Recrudecer la desconfianza de los trabajadores hacia el [nuevo] gobierno” y “Atacar al f.d.a. y la consigna burguesa de Unidad Nacional”.52 Poco después, el partido lanzó un manifiesto que saludaba el derrocamiento del “nazifascismo” encarnado en el régimen de Villarroel y el mnr, caracterizando a la vez al fda como “el Frente Unico de la Burguesía”. Sin embargo, el manifiesto sostenía que el comité tripartito “debe tener la capacidad de controlar los actos de la Junta de Gobierno”, así como “representar el poder de todos los explotados y frente al Estado burgués, originar la dualidad de poderes”.53 La caída de Villarroel provocó discusiones dentro del movimiento trotskista internacional. El periódico trotskista mexicano Tribuna Socialista denunció la mano de Wall Street en el derrocamiento de su gobierno. Para justificarlo, “el imperialismo yanqui [...] había calificado de nazifascista” a su régimen. El Socialist Workers Party norteamericano hizo eco de esta denuncia.54 Por otra parte, la revista 50 Lora, Contribución, 2:42-43; entrevista con Modesto Sejas, 2 de octubre de 1992; Manifiesto del Frente Universitario de Izquierda, 6 de agosto de 1946, bdic 468/1, carpeta 1946; entrevista con Edwin Möller, 29 de septiembre de 1992. 51 Lucha Obrera (Potosí), 29 de octubre de 1946. 52 Documento para la “Conferencia de emergencia”, 6 de agosto de 1946, archivo de Fernando Bravo y Elsa Cladera (de aquí en adelante, “fbec”), La Paz. No queda del todo claro si el documento citado era un borrador o una resolución aprobada por dicha conferencia, que se realizó en septiembre. 53 Manifiesto del por, 4 de septiembre de 1946, bdic 468/1, carpeta 1946. El documento se reproduce en las Obras de Lora, con la anotación “(Redactado por g. Lora)”; Lora, Obras completas, 1:303. La calificación de “nazifascista” aplicada al régimen de Villarroel ocurre en varios otros escritos recopilados en el mismo tomo. 54 Tribuna Socialista (México), 21 de septiembre de 1946. Otra nota, designada “artículo a discusión”, subrayaba este punto, señalando a la vez que por su “carácter pequeño-burgués”, la “dictadura de Villarroel” tuvo miedo a las organiza­ciones obreras y no pudo resolver los

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teórica del swp señaló que a pesar del heroísmo de las masas, fue la alianza de la Rosca y el pir la que se había beneficiado del levantamiento. El artículo, escrito en Bolivia, advertía del peligro de choques entre trabajadores urbanos hostiles a Villarroel y trabajadores en las zonas mineras que se sentían identificados con el presidente colgado.55 Los acontecimientos de julio de 1946 entraron también a los encarnizados debates que caracterizaban al movimiento trotskista de Argentina. Una de las agrupaciones argentinas atacó al por boliviano por haber “saludado calurosamente” al “movimiento pequeñoburgués” en contra de Villarroel, el cual había sido “alentado y luego guiado por el imperialismo norteamericano”.56 En contraste, en un libro que enfatizaba el carácter plebeyo de la revuelta, un izquierdista argentino citó al pintor trotskista Miguel Alandia Pantoja, quien enfatizaba la oposición del por al nuevo régimen. “Unicamente sobre la base de una revolución generalizada a Latinoamérica y apoyada por la clase obrera norteamericana”, afirmaba Alandia, “puede desarrollarse positivamente en un sentido socialista nuestra revolución en Bolivia”.57 Hacia las minas El por realizó una importante conferencia en 1946, con la participación de cuarenta delegados de La Paz, Oruro, Cochabamba, Sucre y Santa Cruz. Con notable entusiasmo, la prensa trotskista cubana publicó un informe sobre el evento, declarando que éste mostraba que unos años después de la “defección de oportunistas” como Tristán Marof, “el trotskismo boliviano resurge aún más potente, de en medio de las grandes luchas huelguísticas de los obreros bolivianos”, y que “la formación de una genuina vanguardia del proletariado sigue en curso”.58 La iv Conferencia “es el punto de partida de la actuación del [por] como partido nacional”, recordaba Hugo González, en un alentador contraste con la “fallida” conferencia anterior (celebrada tres años antes en Cochabamba), en la cual habían participado sólo diez personas, aproximadamente, cuyos debates intranscendentes se habían centrado en riñas entre Warqui y Ernesto Ayala. La conferencia de 1946 tomó decisiones cruciales, entre ellas la de cambiar la sede

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problemas de los campesinos. The Militant (14 de septiembre de 1946) tradujo el artículo sobre el papel de ee.uu. Juan Valverde, “Bolivia Before and After the July Rebellion”, Fourth International (Nueva York), marzo de 1947, 79-81. “Lettre du Groupe Cuarta Internacional d’Argentine, au Secrétariat International”, i.s. ­Bulletin Intérieur, septiembre de 1950, 14. El por fue atacado también por haberse unido a las protestas, en “Una revolución del dólar en Bolivia”, Octubre (Buenos Aires), marzo-mayo de 1947. Esteban Rey, En Bolivia la revolución empieza ahora (Buenos Aires: La Vanguardia, 1947), 125. Revolución Proletaria (La Habana), 1o de abril de 1946.

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central del partido: “Salimos de la ciudad universitaria, aldeana de Cochabamba, donde vegetaba nuestra dirección, y nos fuimos al centro industrial de La Paz”. Algunos obreros de una fábrica de vidrios participaron en la conferencia; además, el partido comenzó a realizar trabajo en varias fábricas textiles y una embotelladora. Sobre todo, la conferencia emprendió “un viraje hacia el proletariado”. Aunque “todavía la dirección es estudiantil [...] hicimos el viraje casi con exclusividad de trabajar en las minas”.59 Por lo tanto, la ciudad de Oruro se volvió aún más importante para el trabajo partidista. En agosto de 1946, el principal diario de dicha ciudad reportó sobre el acto de conmemoración del asesinato de Trotsky organizado por el por en Oruro, informando que el evento formaba parte de una “activa campaña para agrupar mayor número de adherentes”. Los camaradas en Nueva York estaban emocionados: The Militant describió los discursos de Leticia Fajardo y dos otras activistas, así como los de Guillermo Lora y Fernando Bravo, la poesía revolucionaria que se leyó en el acto, y el canto de “La Internacional” y la “Marsellesa obrera”.60 Una foto del evento muestra a Fajardo junto con un nutrido grupo de mujeres y hombres, frente a una pancarta grande inscrita con la consigna “viva trotsky”. Para Lora, el hecho de que su padre viviera cerca de Oruro era útil en el esfuerzo para forjar vínculos con varios sindicalistas de la zona minera. Algunos de éstos eran trabajadores de base. En sus memorias, el activista campesino Enrique Encinas recuerda a un amigo: “El tipo, dirigente, medio trotskista era; aunque tampoco había llegado a la puerta de la escuela. Había aprendido a leer como obrero, y el Guillermo Lora le había enseñado”. Sin embargo, el contacto más importante era el que se estableció con Juan Lechín Oquendo. Alto, apuesto y sociable, Lechín era hijo de un comerciante libanés. Veterano del Chaco, había sido empleado minero, cobrando popularidad como jugador de fútbol en el equipo de la empresa, así como funcionario municipal en Catavi. Lora informa que los poristas empezaron a reunirse con Lechín a comienzos de 1945, cuando ya era “líder indiscutido” de la Federación Minera.61 Años después, Lechín afirmó que “Lora era un egoísta y no [me] prestaba sus folletos de Trotsky, aunque vivimos juntos seis meses”. Lora ha señalado que por un corto período Lechín fue militante secreto del por (siendo a la vez miembro del mnr), pero Lechín aseguraba que no se había adherido nunca al partido 59 Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992. 60 Noticias (Oruro), 25 de agosto de 1946; The Militant, 21 de septiembre de 1946. La vitalidad del porismo orureño se mostró durante una huelga de trabajadores sanitarios acontecida en el mismo período. Bajo el título “Manifestación troskista en apoyo a los sanitarios”, un corresponsal local informó acerca de una manifestación de 2.000 personas en la cual se portaban carteles con leyendas como “Viva la Revolución Social”, “Viva Trosky”, “Muera la Rosca” (Los Tiempos, 29 de enero de 1947; errores ortográficos en el original). 61 Encinas, Jinapuni, 31; Lora, Contribución, 2:5-6.

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trotskista. Tras la caída de Villarroel, la prensa boliviana identificaba a Lechín como uno de los principales voceros del mnr. Un artículo típico de comienzos de 1947 advertía: “En forma velada circula la propaganda a favor de Paz EstenssoroLechín”. Como reconoce Lora, Lechín “trabajaba inconfundiblemente como la avanzada nacionalista en el seno del movimiento obrero, inclusive en sus momentos de mayor radicalización”. Al indicar que Lechín y su lugarteniente Mario Torres “calibraron sus discursos al estado de ánimo que reinaba en las minas”, Lora cita un informe del por que describía la manera en que los dirigentes de la fstmb “hicieron propaganda villarroelista”, puesto que “ese tenía que ser el tenor de los discursos, si se quería ponerse en contacto con las masas y obtener su apoyo inmediato”.62 La contradicción fundamental radicaba en que los dirigentes del POR eran los principales asesores de Lechín. Las versiones (inclusive la de Lora) coinciden en que el joven Guillermo era el más importante de éstos, confeccionando discursos, documentos y resoluciones para el dirigente sindical. Sin embargo, Hugo González recordaba que “toda la dirección que actuaba en La Paz, y sobre todo en Oruro”, fungía como equipo de asesores de Lechín, a la vez que éste “jugó un papel lleno de ambigüedades”. Gloria Lora, hermana menor del dirigente porista, recuerda: “El Guillermo ha sido maestro de Lechín. Cuando yo vivía en Llallagua siempre venía a buscarlo. [Mario] Torres también, y otros [dirigentes sindicales] más, venían a buscarlo”. Años después, Lechín formaba parte del gobierno del mnr, “y una vez cuando apresaron a Guillermo yo le fui a reclamar, y le dije a su cara a Lechín, ‘Usted se ha olvidado de que siempre venía a buscar a mi hermano.’ ‘No, no, de ninguna manera’, me dijo”.63 La forma en que el por veía la relación se ilustra con la descripción que Lora proporciona de los preparativos de Lechín para pronunciar un discurso en un congreso sindical a comienzos de 1946. “El discurso había sido cuidadosamente elaborado por la dirección del por [...]. Se trataba, en resumen, del programa del por dicho en lenguaje sindical”. En cuanto a Lechín, afirma Lora: “Por mucha que hubiese sido la ambición personal del caudillo, el discurso importaba para él dar un tremendo salto en el vacío”: el texto criticaba no sólo al gobierno sino también a “su partido”, el mnr. Por lo tanto, “era necesario que aprendiese bien su papel y fue sometido a un verdadero entrenamiento. Se trasladó hasta Siglo xx, juntamente con el secretario general del por y Ballesteros [un dirigente sindical vinculado al por], en un autocarril. En el largo trayecto volvió a leer una y 62 Lupe Cajías, Historia de una leyenda. Vida y palabra de Juan Lechín Oquendo, líder de los mineros bolivianos, 2a ed. (La Paz: Ediciones Gráficas eg, 1989), 63; Los Tiempos (Cochabamba), 3 de enero de 1947; Guillermo Lora, Vigencia de la Tesis de Pulacayo (La Paz: Ediciones Masas, 1984), 14; Lora, Contribución, 2:47. 63 Entrevistas: Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992; Gloria Lora, 18 de agosto de 2007.

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otra vez la pieza oratoria”. Durante todo un período, “Lechín seguía leyendo los discursos confeccionados por la dirección porista”, señala Lora.64 Se atribuye a Bismarck el dicho de que toda alianza consiste en un caballo y un jinete. Los jóvenes militantes del por creían ser quienes llevaban las riendas. Las relaciones entre el por y Lechín se hicieron más estrechas en un período en que éste se encontraba relativamente “aislado y obligado a operar por sí solo”, observa el politólogo James Malloy. “No era el estilo de la élite burguesa del mnr gastar mucho tiempo en los campamentos mineros, ni en otros lugares no urbanos”, pero “el mnr necesitaba la fuerza de la clase obrera” y utilizaba a Lechín para ganar influencia. Dada su relación con los trotskistas, y el hecho de que a la larga el partido nacionalista dependería mucho del apoyo que ganó entre los mineros, el mnr estaba “arraigado en una alianza (muchas veces incómoda o inestable) con el por”. Por su parte, continúa Malloy, el por esperaba empujar al mnr para que se moviera en un “sentido más radical”.65 El por ayudó a dar a Lechín una imagen más revolucionaria, con lo cual el partido nacionalista obtenía la mayor parte del beneficio político. A la vez que presentaban su propio punto de vista en sus documentos y manifiestos, los trotskistas bolivianos iban convirtiéndose en un apéndice radical del lechinismo dentro del movimiento obrero, mientras que Lechín resguardaba el flanco izquierdo del mnr. A pesar de la “campaña contra el nacionalismo pequeñoburgués” llevada a cabo por el trotskismo, escribe Lora, “[d]urante todo un período hubo un frente tácito entre activistas del por y del mnr”. Incluso señala: “Todo lo que hacía el Partido Obrero Revolucionario conducía objetivamente al fortalecimiento numérico, aunque no político [sic], del mnr”. Todo esto nos ayuda a entender lo que el mismo escritor llama “la intrincada confusión que se generó en el cerebro de los obreros entre los propósitos, métodos, naturaleza organizativa, etc., del mnr y del por”.66 En su vocabulario y en su concepto de sí mismos, los activistas del por luchaban por el programa de la revolución permanente de Trotsky. En la práctica, en vez de ganar la independencia política de la clase obrera, fortalecieron el ala laboral del mnr. El triunfo político más famoso del joven por, que iba a ocurrir ahora en Pulacayo, manifestó simultáneamente una debilidad política crucial, la alianza con Lechín. Para describir la irrupción del trotskismo en el escenario del movimiento obrero en los primeros meses de 1946, el adjetivo espectacular no es ninguna exageración. El por registró un éxito impactante en el Tercer Congreso de la 64 Lora, Contribución, 2:25-26, 50. 65 James m. Malloy, Bolivia: The Uncompleted Revolution (Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 1970), 146-147. 66 Lora, Figuras, 85; Lora, Historia del movimiento obrero boliviano, 1933-1952 (La Paz: Los Amigos del Libro, 1980), 470; Lora, Contribución, 2:57.

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fstmb, celebrado en marzo de ese año. En una carta a la iv Internacional, un

dirigente del partido afirmaba que “nuestros camaradas poristas convirtieron ese congreso en una manifestación trotskysta y [de] repudio al régimen gobernante”.67 En ese momento al gobierno de Villarroel le quedaban sólo cuatro meses antes de su derrocamiento. El presidente se convertiría luego en una figura mítica de la ideología nacionalista, pero a comienzos de 1946 cundía el descontento entre las masas. Al inicio del congreso minero, bajo el subtítulo “Un trotzkista”, el diario paceño La Razón informaba: “La revelación del Congreso fué Guillermo Lora, delegado de la Asociación de Trabajadores Desocupados”. Al hablar en la sesión inaugural, Lora “se destacó por sus condiciones oratorias, pero [...] en sus expresiones demostró hallarse inspirado en la política trotzkista”. Lora fue el delegado “que más aplausos cosechó, y propugnó la formación del frente único del proletario [sic], censurando la alianza de los partidos liberales y de izquierda”. Cuando Lechín criticó “indirectamente” al gobierno de Villarroel y el secretario de actas Nelson Capellino lo hizo directamente, el representante oficial del gobierno (el Inspector General del Ministerio del Trabajo) abandonó la sala.68 “Con una violenta discusión sobre credenciales inició sus labores el Tercer Congreso Minero”, informó la prensa al día siguiente. El vocero del Ministerio del Trabajo intervino para oponerse a la aprobación de las credenciales de Guillermo Lora, alegando que “Lora se había incrustado en la Federación para llevarla por caminos de la Cuarta Internacional”. Lora respondió “que mil veces prefiere ser internacionalista rojo, q’ [sic] ser fascista al servicio internacional” y que “si la federación sigue entregada al oficialismo, perderá la confianza” de los trabajadores.69 La prensa echó más leña al fuego: “El Sindicato de Mineros desocupados querría encaramar su directiva en el Partido Obrero Revolucionario Trotskista. Fueron inauguradas las labores del Congreso Minero”, rezaba el titular de Los Tiempos.70 Alegaba con regocijo un diario nacionalista: “Lora, líder de la iv Internacional, fue despedido en febrero por ocioso” debido al “incumplimiento” de sus tareas como empleado de la Secretaría de Agricultura.71 Por su parte, el 67 Miguel Núñez (en aquel entonces secretario general del por) al s.i., 14 de enero de 1947, bdic 457/1-2, carpeta 1947. 68 La Razón, 19 de marzo de 1946. 69 La Razón, 20 de marzo de 1946; Los Tiempos (Cochabamba), 20 de marzo de 1946. 70 Los Tiempos, 20 de marzo de 1946; los errores ortográficos provienen del original. 71 Cumbre (La Paz), 21 de marzo de 1946. La Calle (21 de marzo de 1946) publicó la misma noticia bajo el título “Guillermo Lora fué exonerado de su cargo, no por agitador, sino porque no trabajaba”, calificando a Lora como “pequeño agitador y quintacolumnista de la rosca”. Un editorial de La Calle (26 de marzo de 1946) aseguraba que aquellos que estaban “empujando” a los trabajadores mineros y fabriles “hacia una lucha ‘clasista’” servían en realidad a “la c­ ompacta plutocracia minera”.

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Ministro del Trabajo emitió un comunicado en el que denunciaba la “condición de militante del por” de Nelson Capellino, secretario de actas de la fstmb, agregando que “el Sr. Guillermo Lora no tiene representación legal dentro del Congreso por no existir el Sindicato de Obreros Desocupados al que dice pertenecer”.72 En su discurso (escrito por el por, como se describe arriba), Lechín atacó “el colaboracionismo clasista” y señaló la necesidad de destruir el capitalismo. Se aprobaron resoluciones que apelaban a los trabajadores a tomar “el camino de la lucha de clases con prescindencia absoluta de los sectores de la burguesía”, y que exigían un contrato colectivo de trabajo, la recaudación de fondos para las huelgas, el establecimiento de una nueva confederación sindical sin compromisos con los partidos políticos, así como la formación de “un bloque obrero con el propósito de luchar contra el capitalismo”. Se adoptaron también varias consignas que fueron derivadas (aunque esto no se explicitó) del “Programa de Transición” de la iv Internacional, entre ellas la creación de comités de defensa obrera, la “escala móvil de salarios” en contra de la inflación, y la “escala móvil de horas de trabajo” para “acortar las horas de trabajo sin que varíen los salarios”, atacando así el problema del desempleo.73 A finales de septiembre de 1946, el por realizó su propia conferencia (la va), con la asistencia de delegados de La Paz, Oruro, Cochabamba, Potosí y Sucre. El presidente del evento fue el secretario general saliente, Escóbar (Lora), quien había perdido ante Miguel Núñez en la elección del nuevo secretario general, después de ser criticado por quebrantar el “centralismo democrático” debido a su “actuación precipitada” en un caso de disciplina partidista que involucraba a otro militante. La conferencia decidió publicar un manifiesto y fortalecer al partido a través de la formación de “células obreras”; sin embargo, el partido “no imprimirá carnets de militantes”. Por otra parte, aceptó el pedido de una agrupación independiente, el Comité Obrero Revolucionario de Potosí, de incorporarse al POR. En su esfuerzo por ayudar en la formación de sindicatos campesinos, propondría que éstos se afiliasen a la fstmb. Ante los comicios nacionales que se aproximaban, la conferencia resolvió “combatir las actividades del Comité Tripartito, por ser un apéndice del pir y un organismo reaccionario”, así como rehusarse a apoyar cualquier candidato presidencial que el pir presentara. Hubo una amplia discusión de “la posibilidad de que el p. [partido] pueda llevar una brigada al parlamento”. Una mayoría votó a favor de la propuesta de buscar la “legalización” del por para que pudiera concurrir a las elecciones parlamentarias “con listas propias y juntamente con las de los mineros”. Puesto que “se concurrirá a elecciones de acuerdo con los mineros, 72 Ultima Hora (La Paz), 21 de marzo de 1946. 73 La Razón, 19 de marzo de 1946; El Diario, 23 de marzo de 1946; Lora, Contribución, 2:26, 31.

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el c.r. [Comité Regional] de Oruro deberá mantenerse en permanente contacto con los dirigentes de la f.s. de t.m. de b.”.74 La Tesis de Pulacayo Un sitio de Internet que promueve el turismo en Bolivia informa que los que visiten el impactante Salar de Uyuni pueden pasar por Pulacayo, “un pueblo significativo para la historia social de Bolivia, por ser aquí que se formuló la famosa Tesis de Pulacayo”.75 La renombrada Tesis de Pulacayo –un credo del radicalismo revolucionario promulgado por el sindicalismo minero hacia finales de 1946– sigue siendo un punto de referencia para movimientos sociales en Bolivia.76 La aprobación de este documento por la organización obrera más importante de Bolivia es un hito en la historia del trotskismo latinoamericano. La fstmb había programado para noviembre de 1946 la celebración de un nuevo congreso, en el pueblo minero de Pulacayo. En preparación para el evento, el por había elaborado un documento que esbozaba las “tareas centrales” de la Federación, que constaba de una serie de puntos o “tesis”; el texto iba a ser conocido de manera intercambiable como la, o las, Tesis de Pulacayo. Guillermo Lora afirmó más tarde que los mineros le habían “dictado” el texto, pero queda claro que él lo redactó, con la colaboración de otros dirigentes poristas. Elsa Cladera, viuda de Fernando Bravo, recordaba ser la persona que lo pasó en limpio en una máquina de escribir. Por su parte, Hugo González dijo: “Al equipo minero de Llallagua el partido le entregó la Tesis de Pulacayo para que la presente”.77 Quien presidió el congreso minero fue Julio Bardales, secretario general del sindicato de Pulacayo. Veterano del Chaco y conocido de Tristán Marof, Bardales se consideraba un izquierdista moderado y más tarde estuvo al mando de mineros armados en el bando emenerrista durante la guerra civil de 1949. Entrevistado en un asilo de ancianos, Bardales recordaba que “el Fierito Guillermo Lora” –con quien estuvo encarcelado en cuatro ocasiones– llegó a ser influyente en la Federación Minera porque “andaba asesorando a sindicatos pequeños y medianos” en varios lugares. Recordaba que la tesis de Lora fue votada con poco debate a finales del congreso, cuando Lechín y su lugarteniente, “el Loco Mario Torres”, ya se habían ido. La votación fue rápida, dijo, describiéndola así: “‘En conside74 Acta y resoluciones de la v Conferencia del por, 25 de septiembre de 1946, fbec. 75 “The Salt Route”, citado arriba. 76 Como se mencionó arriba, durante las movilizaciones que llevaron al derrocamiento de Goni en 2003, algunos voceros sindicales instaron a “recuperar” los postulados de la tesis. 77 Entrevistas: Guillermo Lora, 3 de agosto de 2004; Emma Bolshia Bravo Cladera, 4 de agosto de 2003; Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992.

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ración, compañeros, la tesis escrita por el compañero Guillermo Lora, ¿están de acuerdo?’ ‘¡De acuerdo!’ [gritaron]; se acabó”.78 La decisión de los delegados fue una sensación nacional y el texto íntegro de la Tesis fue publicado en la gran prensa diaria. “Cuando vi en La Razón el gran titular sobre la Tesis de Pulacayo, casi me desmayo y salgo del lugar”, recordaba Lora más de medio siglo después.79 Una sección de la Tesis sobre “reivindicaciones transitorias” repetía la consigna de la escala móvil de salarios y de horas de trabajo, exigiendo también el control obrero de las minas, “piquetes armados” o “cuadros obreros armados”, así como el contrato colectivo de trabajo, “revocable en cualquier momento por la sola voluntad de los sindicatos”, “bolsas pro-huelga”, la formación de una central obrera nacional y otras consignas relacionadas con la situación de la fstmb y su accionar sindical. Ratificaba además el “pacto obrero universitario” que la fstmb había firmado con representantes estudiantiles en julio de 1946. Sin embargo, lo que más inquietaba a las autoridades y la prensa era el punto de vista abiertamente político de la Tesis. “Con la burguesía no tenemos que reali­zar ningún bloque ni ningún compromiso”, proclama el documento, que llama a la “absoluta independencia” de los sindicatos con respecto a “los sectores burgueses, al reformismo de izquierda y al gobierno”. Llamando a la formación del “frente único proletario”, se opone a “los frentes que a diario viene ideando el reformismo pequeño-burgués”. La federación decidió presentar candidatos en los distritos obreros, con el objetivo de enviar un “Bloque Minero Parlamentario” a las dos cámaras y convertir el parlamento en “tribuna revolucionaria”:

Sabemos que nuestros representantes serán una minoría, pero también que se encargarán de desenmascarar desde el seno mismo de las cámaras las maniobras de la burguesía. Y, sobre todo, la lucha parlamentaria debe estar directamente ligada a la acción directa de masas.

“No podemos ni debemos solidarizarnos con ningún gobierno que no sea el nuestro propio, es decir obrero”, enfatiza la Tesis, que rechaza de la manera más categórica la idea de “ministros obreros” dentro de un gobierno burgués:

Los ministros “obreros” no cambian la estructura de los gobiernos burgueses. Mientras el estado defienda a la sociedad capitalista los ministros “obreros” se convierten

78 Entrevista con Julio Bardales, 28 de junio de 2004. 79 Entrevista con Guillermo Lora, 3 de agosto de 2004. En un obituario de Lora, Los Tiempos lo identificó como “uno de los autores centrales de la Tesis de Pulacayo en 1946, postulado que sirvió de guía a la más importante revolución en Bolivia, la de 1952, cuando se nacionalizaron la minería y los hidrocarburos y expropió tierras en manos de ricos latifundistas, en favor de los indios”; ver “Muere ideólogo y líder trotskista Guillermo Lora”, Los Tiempos.com, 18 de mayo de 2009.

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en vulgares proxenetas de la burguesía. El obrero que tiene la debilidad de cambiar su puesto de lucha en las filas revolucionarias por una cartera ministerial burguesa pasa a las filas de la traición. La burguesía idea a los ministros “obreros” para poder engañar mejor a los trabajadores [...]. La fstmb nunca irá a formar parte de los gobiernos burgueses, pues eso signifi­ca­ría la más franca traición a los explotados y olvidar que nuestra línea es la línea revolucionaria de la lucha de clases.80

Cuando hicieron esta declaración en 1946, los autores de la Tesis sabían que las cosas habían salido muy mal diez años antes, cuando el dirigente sindical Waldo Álvarez se integró al gobierno de Toro. Cabe tan sólo imaginar lo que hubieran dicho si alguien hubiera predicho que seis años más tarde, iban a apoyar a Lechín y Torres cuando éstos se convirtieron en “ministros obreros” de un gobierno del mnr. No obstante, eso es precisamente lo que ocurrió durante la Revolución de 1952. Una sección clave de la Tesis analiza el “tipo de revolución que debe realizarse” en Bolivia. Ha sido un lugar común en el movimiento trotskista afirmar que la “fuente de inspiración” de la Tesis de Pulacayo era “la concepción marxista de la Revolución Permanente”.81 No cabe duda de que los jóvenes poristas tenían esta concepción en mente al escribir la Tesis, que comienza con la afirmación: “El proletariado, aún en Bolivia, constituye la clase social revolucionaria por excelencia”. Entre “la amal­gama de los más diversos estadios de evolución económica”, lo que predomina en este “país capitalista atrasado” es “la explotación capitalista”. Los mineros, enfatiza, constituyen “el sector más avanzado y combativo del proletariado nacional”, que por su parte se iba convirtiendo en “uno de los más revolucionarios” del mundo debido a su “extrema juventud e incomparable vigor”, su falta de “tradiciones de parlamentarismo y colaboracionismo clasista”, así como la “extrema beligerancia” de la lucha de clases en el país. El documento hace referencia a una “revolución democrática-burguesa” que iba a ser encabezada no por “sectores ‘progresistas’ de la burguesía”, sino por la clase obrera. Además, la “consigna de revolución y dictadura proletaria pone en claro el hecho de que será la clase trabajadora el núcleo de dicha transformación”, a la vez que se alía con “los campesinos, los artesanos y otros sectores de la pequeña burguesía”. 80 La “Tesis Central Aprobada en el Primer Congreso Extraordinario de Trabajadores Mineros de Bolivia” fue publicada en La Razón, el 8 de diciembre de 1946. Este documento, que citaremos de aquí en adelante como “Tesis de Pulacayo”, ha sido publicado en muchas ediciones. La versión que citamos es precisamente la que apareció en La Razón, respaldada por las copias mecanografiadas de la Tesis, que datan de 1946, que se encuentran en el Archivo de Comibol y lo que publicó Cornejo en 1949 en su colección Programas políticos de Bolivia. (Ver nota 82.) 81 “Las Tesis de Pulacayo”, Política Obrera (Buenos Aires), 23 de octubre de 1974. Se trata de la tercera nota de la serie “La historia del por boliviano”, en la que la organización argentina “po” presentaba al por como partido modelo, postura que revisó una década después.

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Sin embargo, la Tesis afirma de manera confusa:

Mienten aquéllos que nos señalan como a propugnadores de una inmediata revolución socialista en Bolivia, bien sabemos que para ello no existen condiciones objetivas. Dejamos claramente sentado que la revolución será democrático-burguesa por sus objetivos y sólo un episodio de la revolución proletaria por la clase social que la acaudillará.82

El concepto de una revolución democrático-burguesa dirigida por el proletariado difería sustancialmente de la teoría de Trotsky según la cual las “tareas” históricamente asociadas con la revolución burguesa serían llevadas a cabo por la clase obrera en una revolución proletaria socialista, apoyada por los campesinos pobres.83 Al vincular a los trabajadores bolivianos con el proletariado internacional, afirmando que “estamos empeñados en destruir una fuerza internacio­nal, el imperialismo”, la Tesis declara la solidaridad con el proletariado norteamericano, e incluso afirma exageradamente (tal vez bajo el impacto de la enorme ola de huelgas que sacudió a ee.uu. después de la guerra) que “ee.uu. es un polvorín que espera el contacto de una sola chispa para explosionar”. No obstante, su planteamiento acerca de la revolución en Bolivia se circunscribe esencialmente al terreno nacional. Este es otro contraste con la teoría de la revolución permanente tal como la planteaba Trotsky, que hacía hincapié en la necesidad de extender la revolución, sobre todo a los países capitalistas dominantes, puesto que un estado obrero que se encontrara aislado dentro de las fronteras de un país pobre sucumbiría tarde o temprano ante las presiones del cerco hostil. La Tesis llama a una “guerra a muerte contra el colaboracionismo reformista” y ataca de manera implícita al pir, fustigando como “enemi­gos declarados del proleta­riado a los ‘izquierdistas’ alquilados al imperialismo yanqui”.84 Sin embargo, el texto no menciona el nombre de ningún partido político. Sin duda, hubiera causado fricciones hacerlo, puesto que Lechín, Mario Torres y otros dirigentes de 82 “Tesis de Pulacayo”. Las variaciones “democrático-burguesa” y “democrática-burguesa” aparecen en el texto original, así como la expresión “nos señalan como a propugnadores”. Por otra parte, en la sección sobre “Fundamentos”, la Tesis original, tal como fue publicada en 1946 (ver nota 80), afirma: “Tales tareas burguesas no cumplidas son los objetivos de la revolución democrático-burguesa que inaplazablemente debe realizarse”. En lugar de esto, lo que aparece en las Obras completas de Lora (1:304), así como en varias otras ediciones, es la siguiente formulación: “Tales tareas burguesas no cumplidas son los objetivos democráticoburgueses que inaplazablemente deben realizarse”. Ver el Apéndice 3 sobre este tema. 83 La Liga Socialista Revolucionaria (organización pequeña fundada en 1949 que se reivindicaba como trotskista) criticó este aspecto de la Tesis. Ver el libro de Carlos Salazar Mostajo, Caducidad de una estrategia: Interpretación de la Revolución del 9 de abril, 2a ed. (La Paz: Juventud, 2003), así como la revista Liga Socialista Revolucionaria no 6 (sin fecha [1971]), 9-16. 84 “Tesis de Pulacayo”.

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la Federación Minera eran militantes del mnr. Por otra parte, la tesis no plantea la necesidad de formar un partido revolucionario de la clase obrera. Algunos escritores han señalado el punto de vista “sindicalista revolucionario” de muchos activistas sindicales de la época. Uno sostiene: La Tesis de Pulacayo tiende a acentuar los componentes anarco-sindicalistas [de la ideología obrera] y a centrar la acción política en el sindicato: éstos serán los puntales que servirán de sustento a las posiciones asumidas por la fstmb en las jornadas de abril de 1952 que dieron pie a la revolución nacional que se inicia en ese mismo año.85

Sin embargo, como se ha indicado, los dirigentes de la fstmb no eran “hombres sin partido”. Cuando “el compañero Lechín” visitaba Potosí a finales de los años 40 y “hablaba de la Tesis de Pulacayo”, recordaba el minero jubilado Julio García, “era confundido a la vez como movimientista o trotskista. [...] Los trabajadores confundían al por con el mnr”. La confusión ideológica estaba tan extendida, como reconoce el propio Lora, que “en cierto momento el hombre de la calle se empecinaba en no ver diferencias entre el por y el mnr”.86 La situación hacía que la confusión fuera inevitable: el por había escrito la Tesis para dirigentes sindicales que entretejían en su discurso y en su ideario una hebra revolucionaria, mientras respaldaban a un partido no proletario y de hecho antisocialista.  Es claro que la Tesis de Pulacayo no sólo reflejaba la combatividad de los mineros bolivianos, sino que además la estimuló y contribuyó al fortalecimiento de su conciencia de clase. Despreciados como “indios ignorantes”, los mineros morían jóvenes tras dejar sus pulmones en la mina; no obstante, la Tesis enseñaba que ellos mismos habrían de convertirse en amos de su propio destino. La Tesis proclamaba que eran ellos los que conducirían a toda Bolivia a la conquista de un futuro diferente. Para los mineros, cuya vida misma les llevaba una y otra vez a rebelarse radicalmente contra una realidad inaguantable, la Tesis implicaba esto y mucho más. La contradicción fatal, que se desplegó en los años que siguieron, se derivaba del papel que jugaron sus autores al enredar la combatividad y los anhelos revolucionarios de los mineros con ilusiones en el partido nacionalista. Las reacciones Aprobada en el congreso minero, “la Tesis de Pulacayo se convirtió en la ideología oficial de la fstmb”, produciendo fuertes reacciones desde distintos puntos del 85 Francisco Zapata, Autonomía y subordinación en el sindicalismo latinoamericano (México: Fondo de Cultura Económica, 1993), 54 (cursivas en el original). Un excamarada afirma que los trotskistas bolivianos “siempre fueron medio anarquistas”; conversación con Adolfo Gilly, 13 de marzo de 2008. 86 Entrevista con Julio García, 30 de julio de 2004; Lora, Figuras, 85.

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espectro político. Mientras su autor principal comenta que la Tesis “es seguramente el documento que más ha apasionado a los bolivianos”, un vocero de la extrema derecha lamenta que haya sido “uno de los documentos más discutidos y de mayor gravitación en la vida política de Bolivia”.87 Como observa un historiador del sindicalismo boliviano, la Tesis “despertó la furia de la oligarquía”. Enrique Hertzog, que asumió la presidencia en marzo de 1947, atacó la Tesis como “una injuria al buen sentido y un crimen contra la organización social” cuyos autores merecían ser “puestos fuera de la ley”. Dos años más tarde, su Ministro del Trabajo declaró ante una sesión del Congreso Nacional que “La Tesis de Pulacayo [...] ha servido como arma política para atacar al Gobierno”. Al expresar la misma furia, el partido de Hertzog, el de la Unión Socialista Republicana (purs), condenó al “conglomerado de falsos y apóstatas dirigentes, vale decir, de traficantes fariseos” que forman el por, que “con doctrina e ideología extremistas, disfrazadas de trotzquistas” y aliándose con el “furibundo movimientista” Lechín, sirven “ocultos, tenebrosos y siniestros planes conspiratorios dirigidos desde el extranjero”, con lo cual los anhelos de los trabajadores “van siendo desvirtuados y torcidos” desde el congreso minero “llevado a cabo [...] en el asiento minero de Pulacayo”.88 Por su parte, José Antonio Arze, dirigente del pir, señaló que su partido había luchado por “desenmascarar las maniobras demagógicas de los agitadores profesionales de filiación trotzkysta” durante el congreso de Pulacayo. Sin embargo, a un periódico clerical le pareció prudente recordar a los fieles que “El comunismo pirista o trotzkista es la antinomia del catolicismo”.89 “Antítesis de Pulacayo” fue el apodo que recibió un manifiesto escrito en 1946 por Walter Guevara, dirigente movimientista que más tarde se convertiría en jefe del sector de derecha del mnr.90 Décadas después, los simpatizantes del presidente frentepopulista Hernán Siles Zuazo, para ese entonces jefe del “mnr de Izquierda”, echaron la culpa de la agitación social a lo que llamaron “La tesis del desastre”, o sea la de Pulacayo.91 87 Klein, Parties, 384; Lora, Historia del movimiento obrero boliviano, 1933-1952, 478; Alfredo Candia g., Bolivia: Un experimento comunista en América (La Paz: sin editorial, sin fecha), 89. 88 Agustín Barcelli S., Medio siglo de luchas sindicales revolucionarias en Bolivia (La Paz: Editorial del Estado, 1957), 188; Bolivia (informe anónimo de una delegación de trotskistas latinoamericanos, 1947), 6, Max Shachtman Papers, caja 4, carpeta 42, Tamiment Institute; El Diario, 26 de agosto de 1949; Manifiesto Obrero del purs, La Paz, mayo de 1947, 1-3, bahc-scc. 89 El Diario, 11 de noviembre de 1946; El Imparcial (Cochabamba), 29 de abril de 1947. 90 Se refiere al “Manifiesto de Ayopaya”; ver Ultima Hora, 11 de noviembre de 1990, y “Walter Guevara Arze: Memorias de ultratumba”, en línea en http://www.voltairenet.org/article120493. html. Resulta que otro documento, elaborado en 1950 por dos elementos adictos al gobierno rosquero, fue formalmente titulado “Antítesis de Pulacayo”, según informa Lora, Historia del movimiento obrero boliviano, 1933-1952, 522-523. 91 “La Tesis del desastre”, Siempre Abril (La Paz), 24 de febrero de 1984.

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En mayo de 1947, cuando la fstmb preparaba su siguiente congreso, a realizarse en Colquiri, un diario oficialista instó a los mineros a abandonar “la falsa inspiración ‘de la revolución permanente’ [...] que perjudicó al movimiento sindical”. Otro advirtió contra los “agitadores profesionales” que se dedicaban a “inculcar sentimientos de rebelión, a provocar huelgas ilegales y a pregonar en forma airada e insistente, la ‘dictadura del Proletariado’”, cuando el verdadero problema de los mineros era “esa decadencia orgánica que es el resultante del alcoholismo” y que se traduce en “enfermedades hereditarias que degeneran la raza”.92 Al informar acerca de sus visitas a los campamentos mineros, los funcionarios gubernamentales manifestaron su preocupación. “Los Agentes Poristas Provocaron Animadversión Contra Diputados”, se quejaba un diario paceño. Advertía el Ministro del Trabajo y portavoz pirista Alfredo Mendizábal: “El por que tiene filiación trotzkista opera impunemente con doctrinas erradas que tienen por objeto anarquizar los asientos mineros y penetrar en los campos para subvertir a las masas campesinas”. Dirigiéndose a los mineros en un discurso ante el congreso sindical, el ministro declaró: “El Gobierno de la Unidad Nacional, espera de ustedes y de todos los bolivianos el mayor esfuerzo para realizar victoriosamente la revolución democrático-burguesa [...]”.93 No obstante, en su informe al congreso de Colquiri, Lechín hizo una ­extensa defensa de la Tesis, al sostener: “En Pulacayo ya hemos dicho que nuestra ­guerra contra la burguesía es una guerra a muerte. [...] La tesis de Pulacayo nos ha permitido que en los momentos de dificultad podamos recurrir a [una] fuente ­orientadora”. A pesar del “amplio y profundo ataque de la burguesía” y de la prensa capitalista, “nos hemos convertido en revolucionarios conscientes” motivados por “la esperanza de la revolución proletaria”. De hecho, “Sólo los que buscan liquidar la f.s.t.m.b., pueden intentar destruir la Tesis de Pulacayo”. Afirmó que “nuestro mayor acierto fue indicar en Pulacayo que los dirigentes de la Federación de Mineros no podrán a ningún título formar parte de gobiernos burgueses”, ya que “no hemos querido cambiar el puesto magnífico de revolucionarios a la situación de ministros burgueses”. Al sostener que la Tesis merecía una amplia distribución, agregó: “Compañeros esclavos de las minas: Tened valor suficiente para decir vuestra verdad, que es la verdad de todos los oprimidos”. Entre los oradores se encontraba el militante porista Miguel Alandia Pantoja, que presentó una salutación a nombre de la Central Obrera Nacional (a la sazón, una agrupación sindical incipiente que el por buscaba impulsar).94

92 La Noche (La Paz), 23 de mayo de 1947; La Razón, 9 de junio de 1947. 93 La Noche, 22 de mayo y 9 de junio de 1947. 94 El Comercio (La Paz), 27 de junio de 1947.

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La reacción del presidente Hertzog no se hizo esperar: “El Congreso de Mineros de Colquiri ha ratificado las criminales tesis del Congreso de Pulacayo y que no es más que una repetición vulgar del anarquismo que no cuaja en nuestro país”. Lo preciso era “sanear el ambiente, tal como hace el cirujano con una pierna gangrenada”, proclamó el mandatario, al enfatizar: “Hay que terminar con la agitación que se está haciendo en las minas”.95 Por su parte los trotskistas bolivianos consideraban que la Tesis de Pulacayo fue uno de sus logros más importantes. En un manifiesto emitido a fines de 1946, el por declaró: “Los obreros han demostrado en Pulacayo, que han adquirido una plena conciencia de su misión histórica”; además, las conclusiones revolucionarias de la Tesis adoptada en dicho congreso “son válidas no sólo para el proletariado minero en particular, sino para el proletariado boliviano en general”. Lora escribiría mucho después que la Tesis, “por exponer con nitidez los objetivos estratégicos del proletariado, adquiere peremnidad [sic], esto mientras el capitalismo no sea sepultado”.96 También la celebraron, durante décadas, los opositores de Lora dentro del movimiento trotskista: en los años 60 el grupo porista liderado por Hugo González dedicó una canción especial a la Tesis.97 En su mayor parte, el movimiento trotskista internacional saludó la Tesis de Pulacayo, viendo en ella un importante paso adelante. Sin embargo, algunos adoptaron una posición crítica. Después de una visita a Bolivia realizada en septiembre de 1947 por un grupo de trotskistas latinoamericanos, éstos escribieron un informe en el que observaban:

Es notable que la llamada “Tesis de Pulacayo” que viene a ser una expresión particular de nuestro programa transitorio, no aparezca como un documento del partido [o sea, el por] sino como un programa de la Federación de Mineros. Esta vacilacion en actuar directamente como trotzkistas escudándose siempre tras la organización sindical, es una prueba de debilidad política [...].

Compararon esta actuación con la práctica anterior de los trotskistas cubanos, que publicaban documentos cruciales “bajo la firma de la Federación Obrera de La Habana” cuando tenían mucha influencia en dicho organismo. El informe criticó “el poco énfasis puesto por nuestros camaradas en diferenciar el p.o.r.” de la fstmb, especialmente ante el hecho de que una gran parte de los dirigentes de ésta “fueran originalmente movimientistas” (en realidad todavía lo eran). 95 El Diario, 24 de junio de 1947. 96 Explotados, Obreros y Obreras de Bolivia: Agrupaos bajo la Bandera del Partido Obrero Revolucionario (p.o.r.) (La Paz: Editorial Artística, 1946), 3, bahc-csc; Lora, introducción a Tesis de Pulacayo (La Paz: Ediciones Masas, 1980), 4. 97 Agradezco a Emma Bolshia Bravo Cladera por haberme facilitado el audiocassette de esta canción, así como el Cuaderno de canciones del Comité Local de Catavi del por (Catavi: Lucha Minera, sin fecha).

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Esta situación, señalaron, ayudaba a los reaccionarios a presentar a los trotskistas “como agentes del m.n.r.”.98 Escribiendo después de la Revolución Boliviana del 52, el trotskista francés Pierre Broué formuló una crítica distinta: si bien la Tesis de Pulacayo “formuló tareas cuya realización planteaba el problema del poder, no abordó jamás la cuestión de la preparación de la toma del poder”. Si las masas boli­vianas “se preparaban para el combate decisivo [...], su dirección no estaba preparada para la amplitud de las luchas que se avecinaban”.99 Seis años de represión rosquera La Tesis de Pulacayo había señalado que frente a una amenaza de cerrar las minas, o un “boicot patronal” realizado por los barones del estaño como respuesta a las reivindicaciones obreras, los trabajadores debían ocupar las minas. El planteamiento tenía una relevancia inmediata: en su informe al Congreso de Pulacayo, el portavoz sindical Mario Torres advirtió que los patrones amenazaban con cerrar la importante mina San José, en Oruro. Sin embargo, al materializarse la amenaza, la ocupación prometida no ocurrió: “La dirección del Sindicato de Mineros, asustada por las tareas que se planteaban ante ella, capituló sin combate”, comenta Broué. “La clase obrera perdió la iniciativa”. Viendo que ésta, “desorientada por las fallas de su dirección, retrocedía, la Rosca tomó la ofensiva”, abriendo así “un período de sombrías derrotas”.100 Este período de reacción, desde fines de 1946 hasta 1952, se conoce en la historia boliviana como el sexenio rosquero. Lleno de actos represivos, de purgas contra los trabajadores combativos, de conspiraciones para un putsch del mnr, y de la desintegración del orden político, preparó el escenario para la Revolución de Abril de 1952. René Zavaleta Mercado describe el sexenio como una “guerra civil prolongada” en la que “las armas fueron mineras, los muertos mineros, mineras las grandes operaciones de resistencia y el liderazgo práctico y armado, en fin, minero”.101 Sus episodios más importantes fueron la masacre minera de 98 Bolivia, informe de 1947 (citado arriba), 6; los errores de ortografía provienen del original. Por su parte, el grupo norteamericano de Max Shachtman, que había roto con la iv Internacional en 1940, publicó una serie de artículos advirtiendo contra una alianza del por con el mnr. En uno de estos, el autor –que firmaba con el seudónimo J. Robles– criticaba además al partido boliviano por postular lo que el autor llamaba “una revolución democrática en un solo país” (“Trotskyism in Bolivia”, New International [Nueva York], diciembre de 1947, 284). 99 Pierre Scali [Broué], La révolution bolivienne (París: La Vérité, 1954), 14. 100 “Tesis de Pulacayo”; La Razón, 10 de noviembre de 1946; Scali, La révolution bolivienne, 15. 101 René Zavaleta Mercado, La caída del m.n.r. y la conjuración de noviembre (La Paz: Los Amigos del Libro, 1995), 66. Zavaleta observa además que “sería ridículo pensar que el mnr hubiera podido hacer nada al margen de los mineros” y que llegó al poder debido a las batallas realizadas por éstos (loc. cit.).

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enero de 1947 en Potosí; el estado de sitio decretado por el presidente Hertzog; los despidos masivos de diciembre de 1947 en la Patiño Mines; la masacre de 1949 en Catavi-Siglo xx; la persecución y exilio de dirigentes de la fstmb y del por; una “guerra civil” lanzada por el mnr; finalmente, las elecciones nacionales de 1951, que dieron por resultado un triunfo electoral del mnr que el gobierno se rehusó a respetar. El sexenio acabó enterrando al pir estalinista. Habiendo “conocido el sabor del poder” como parte del gobierno que se formó tras la caída de Villarroel, observa Klein, el pir se rehusó a abandonarlo cuando “el ala más reaccionaria de los partidos tradicionales” –el republicanismo de Hertzog y Mamerto Urriolagoitia– ganó las elecciones de 1947, “resuelta a destruir a la fstmb y toda manifestación de radicalismo dentro del movimiento obrero”. Cuando este régimen de mano dura “utilizó a los ministros piristas para dirigir los ataques contra los trabajadores”, el pir fue “destruido como partido representativo de la izquierda”.102 Ante la conducta del pir que desacreditaba de manera mortal a este partido otrora rival del trotskismo, nuevas oportunidades se abrieron para el por, que logró extender su influencia a nuevos sectores a la vez que intensificaba su trabajo entre los mineros. En un informe del partido se sostuvo que ya para comienzos de 1947, el por dirigía nueve sindicatos en el sector fabril de La Paz y tres en Oruro. Participaba además en la sindicalización de los empleados del Banco Central y de otros sectores de trabajadores al servicio del estado. Edwin Möller, un miembro del Comité Central del por que había aprendido el abc del sindicalismo entre los mineros de Milluni, organizó los Sindicatos de Trabajadores del Estado en 1946 y el siguiente año ayudó a dirigir la huelga realizada por este sector. Fue uno de los 75 activistas despedidos y enjuiciados por subversión como resultado de esta huelga.103 Los primeros disparos del sexenio rosquero se dieron en Potosí, ciudad que durante siglos simbolizó la riqueza y la miseria de la minería boliviana. Para el movimiento minero y para el trotskismo boliviano, los sucesos de enero de 1947 marcaron el inicio de un nuevo período. El choque ocurrió cuando los mineros se unieron a una oleada de protestas obreras contra un fallo de la Corte Suprema de Justicia desconociendo la retroactividad de la ley de retiro voluntario. La detención de dirigentes sindicales y de algunos activistas del mnr intensificó el descontento. Cuando los mineros emplearon los materiales de su oficio para hacerse escuchar, “Ochenta mil cargas de dinamita estallaron el miércoles 29 en Potosí”, como informó la prensa diaria. Apelando al miedo de los sectores acomo102 Klein, Bolivia, 222. 103 Núñez al s.i., 14 de enero de 1947, bdic 457/1-2, carpeta 1947; Manifiesto del Comité Sindicalista del Banco Central, 25 de abril de 1946 (firmado por el militante porista Guillermo Guerrero, secretario general de dicho comité), bdic 468/1, carpeta 1946; Edwin Möller P., El Dios desnudo de mi conciencia revolucionaria (Autobiografía y Revolución Nacional) (La Paz: Plural, 2001), 35.

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dados con respecto a las masas indígenas, las autoridades tacharon de “salvajes” a los manifestantes mineros.104 Muchos fueron los manifestantes que cayeron muertos o heridos en las calles de Potosí. Una más en la larga lista de masacres mineras, ésta tenía una diferencia política importante: fue el Ministro del Trabajo pirista quien ordenó la entrada del ejército a la zona minera; piristas también eran el prefecto y el jefe de policía de Potosí. La prensa oficialista tachaba de subversivos a los mineros. Según el titular de La Razón, “El movimiento de Potosí fue organizado por agentes políti­ cos del mnr y el por”. Los partidarios del pir alegaron que los mineros habían “atacado” la ciudad “al grito de ‘Viva el por’, ‘Viva el mnr’, ‘Gloria a Villarroel’, etc.”. Se congratularon porque se había “vencido en Potosí el villarroelismo minero (Lechinismo) [que] hasta la fecha era una espada de Damocles sobre la Democracia Boliviana”.105 En un comunicado emitido a finales de enero, el Comité Central del por “protesta enérgicamente por la masacre de obreros de Potosí y llama a los trabajadores a fortificar sus cuadros para responder a la violencia organizada de la burguesía”. Señalaba además que “los obreros poristas [...] luchan incansablemente contra la influencia del mnr y del pir”, observando con respecto a éste: “El pir, para cumplir mejor su papel de sirviente de los grandes mineros, ha tomado para sí la labor de masacrar obreros”. Otra declaración, “La verdad sobre los sucesos de Potosí”, criticaba al mnr por haber diseminado rumores incendiarios entre los mineros, fustigando a la vez al “pir que tiene odio por los mineros, que saben de su calidad de lacayo de la ‘rosca’”. Por lo tanto, el pir “aprovechó la oportunidad para masacrar cobardemente sus enemigos indefensos bajo el pretexto de un ‘vasto plan revolucionario’”. “Para sacar mayor provecho de la masacre”, el mismo partido “anuncia que el por agitó a los mineros; se busca así un justificativo para la matanza de la vanguardia revolucionaria del país”. Temiendo aparentemente que pudiera haber más represalias, el Comité Departamental de Cochabamba señaló: “El por en los momentos actuales, se limita a pedir el cumplimiento de las leyes sociales. No quiere agitar ni subvertir el orden público”. Un folleto del por publicado el siguiente año, sobre la base de una documentación extensa, denunciaba que los funcionarios piristas “han masacrado a más de 300 obreros en Potosí”.106 En los meses posteriores, se produjo una escalada de acusaciones en el sentido de que el por y el mnr se habían unido para llevar a cabo una conspiración sub104 Los Tiempos, 31 de enero de 1947. 105 La Razón, 7 de febrero de 1947; artículo de Rebeldías (Potosí) reproducido en La Razón, 9 de febrero de 1947. 106 Comunicado del cc del por, La Paz, 31 de enero de 1947, bahc–csc; La verdad sobre los sucesos de Potosí, volante, 6 de febrero de 1947, bdic 468/1, carpeta 1947; Comunicado del Comité Departamental de Cochabamba del por, Los Tiempos, 1o de febrero de 1947; Guillermo Lora, Los crímenes del pir: La masacre de Potosí (sin lugar de publicación ni editorial, 1948), 3.

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versiva. Un manifiesto republicano calificaba al por como “aborto del m.n.r.”, a la vez que hacía hincapié en el “origen árabe (turco)” del “tristemente célebre” Lechín y se quejaba de la “ingratitud y traición” de Lora, Capellino, “el célebre guitarrista y ‘cantor melódico’” Torres así como “otros descalificados e irresponsables vividores movimientistas, los que hoy por hoy ostentan, arteramente, supuestos cargos dirigentes del p.o.r. y que, en realidad, no son más que falsos detentadores de la voluntad del pueblo trabajador minero”. Bajo el titular “El por: Máscara del m.n.r.”, el periódico del Partido Socialista Obrero Boliviano (psob) de Marof aseveró que “el por no actúa por impulso propio, sino espoleado por las urgencias del m.n.r.”. Al responder a tales acusaciones, el partido trotskista enfatizaba que “el por combate y combatirá al m.n.r.”.107 Tanto los documentos públicos como los internos muestran que durante todo este período, los dirigentes poristas creían efectivamente que su partido luchaba en contra del mnr así como de los demás partidos burgueses y pequeñoburgueses. A veces, incluso, volvieron a caracterizar al mnr como un partido “fascista”. No obstante, el bloque entre el por y el ala laboral del mnr no dejaba de profundizarse. Bajo el sugerente título, “No sabe el p.o.r. si desenmascarar a Lechín o esperar que los propios mineros se decepcionen de él”, un periódico de derecha publicó un análisis del dilema que enfrentaba el partido. Cínico pero en cierto grado perspicaz, arroja luz sobre este período formativo. La “opinión pública” tenía la “plena certidumbre de que los obreros de las minas marchaban a una revolución socialista”, aseveraba el articulista, a la vez que la “fraseología revolucionaria” provocaba “el temor de la gran burgue­sía boliviana”. De hecho, “Muchos pensaban que el sumiso indio del altiplano arrastrado al socavón, estaba en un tremendo delirio por Lenin y por Trotzky”, particularmente cuando el líder máximo del movimiento minero “trabó amistad con Guillermo Lora, el furioso trotzkista que fue el primer asesor de Lechín”. No obstante, las verdaderas “relaciones de Lechín con el grupo de la Cuarta Internacional que tiene el nombre de por” consistían en que el dirigente sindical usaba a los trotskistas para ayudarle a convertirse en “el ‘caudillo’ de los mineros”, a pesar de que, en realidad, estaba lejos de perseguir objetivos socialistas. Esta situación “hizo de ellos un instrumento de Lechín y no éste, un instrumento del por”. Entonces se presentaba la disyuntiva: “o el por desenmascara a Lechín acusándolo de su desmedido lujo con dinero proletario, de sus combinaciones ocultas, de su insinceridad, de su posible colaboración con Hertzog, a quien rechazan los poristas”, o Lechín “se cansa de ellos”.108 “Desenmascarar” a Lechín no fue, sin embargo, el camino tomado por el partido. En abril de 1947, por ejemplo, el periódico porista, dirigido por Lora, 107 Manifiesto Obrero del purs, 1-3; Batalla (La Paz), 1o de mayo de 1947; Los Tiempos, 1o de febrero de 1947. 108 Artículo de Noticias reproducido en Los Tiempos, 30 de enero de 1947.

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publicó una nota bajo el título “Lechín según un minero de Chocaya”. Los mineros “estamos dispuestos a dar nuestra vida” por el dirigente obrero, declaraba; a medida que aumentaban las intrigas de la Rosca en su contra, “se agiganta J. Lechín”, porque “represen­ta [...] la causa de los explotados”. “Camarada Lechín, guía de los trabajadores mineros, salud!” termina la nota, que aparece al lado de un discurso parlamentario del recién elegido Senador Lechín.109 El Bloque Minero Parlamentario En las elecciones de 1947, dos coaliciones de partidos rosqueros presentaron candidatos presidenciales, mientras que las autoridades obstaculizaron la candidatura de Paz Estenssoro, dirigente del mnr. Enrique Hertzog fue el ganador, si bien obtuvo menos de 45.000 votos, cifra que ejemplifica lo reducido del electorado boliviano en aquella época. En conformidad con el llamado de la Tesis de Pulacayo a llevar un “bloque obrero” al parlamento, la fstmb presentó una lista de 17 candidatos en los distritos mineros.110 Con el nombre de Frente Único Proletario, incluía a Lechín, Torres y otros dirigentes sindicales, junto con algunos voceros poristas. Un comunicado del por anunció que el partido “colabora a la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia en las elecciones parlamentarias [y] autorizó a algunos de sus militantes para completar las listas de candidatos del Frente Unico Proletario”, afirmando a la vez que los obreros no debían votar a favor de ninguno de los candidatos presidenciales. Asimismo, subrayaba otra declaración del partido: “Los trotskystas no ofrecen conseguir el paraíso mediante el parlamento; ofrecen únicamente denunciar en el seno mismo del parlamento, los trajines de la rosca y el servilismo de los reformistas”, conforme con “la consigna de Lenin de convertir el Parlamento en tribuna revolucionaria”. En una carta al Secretariado Internacional de la iv Internacional, un dirigente del partido afirmó que de los diecisiete candidatos, “8 [son] militantes del por y 9 mineros no poristas pero pro-poristas”.111 La campaña fue todo un tema de charla de los pueblos mineros. Como niño en Potosí, recuerda Grover Alejandro, vio pintada en las paredes la advertencia, “Guillermo Lora: ateo”. Lucio Mendívil, vocero local del por en Potosí –antiguo militante de Beta Gama y “gran tipo”, según Lora– fue elegido al Senado junto con 109 Lucha Obrera, 3 de abril de 1947. 110 Luis Antezana Ergueta, Historia secreta del Movimiento Nacionalista Revolucionario (La Paz: Editorial Juventud, 1986), 5:1167-1172. Según Antezana, Lechín había ingresado al mnr en 1943, a solicitud de Siles Zuazo, pero al aproximarse los comicios de 1946 el dirigente sindical rechazó la propuesta de que se presentaran algunos candidatos a nombre del mnr en los distritos mineros. 111 La Noche, 3 de enero de 1947; manifiesto del por, diciembre de 1946, Archivo y Biblioteca de la Nación; Núñez al s.i, 14 de enero de 1947, bdic 457/1-2.

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Lechín. De los otros candidatos, ocho fueron elegidos a la Cámara de Diputados, entre ellos los poristas Lora y Aníbal Vargas (por algunos distritos de Potosí), Jesús Aspiazu (La Paz) y Humberto Salamanca (Oruro). A Lora se le asignó la tarea de coordinar el trabajo del flamante Bloque Minero Parlamentario (bmp).112 Junto con Sri Lanka, y Vietnam antes de la Segunda Guerra Mundial, Bolivia fue uno de los tres países en los que voceros trotskistas hablaron desde la tribuna parlamentaria. Al leer los Redactores (actas oficiales), junto con los informes de la prensa diaria, llama la atención el brillante garbo de los discursos de Lora así como lo prosaico e insulso de las intervenciones de algunos de los otros miembros del Bloque. Desde las apasionadas exposiciones acerca de temas de la teoría marxista hasta la promoción de la legislación laboral elemental y el registro de votos sobre proyectos de interés local propuestos por otros parlamentarios, las intervenciones del bmp cubrieron una gama muy amplia de asuntos. A veces, salta a la vista que los jóvenes radicales se divertían al mofarse de sus adversarios. “Somos agitadores”, declararon dos integrantes del Bloque “ante el propio Primer Mandatario”, informaba La Razón. Acusados de realizar “una actividad de agitación de las masas mineras”, los dos enfrentaban una solicitud de desafuero hecha en su contra por el fiscal de San José, tentativa que fracasó igual que la propuesta de que el Senado enjuiciara a Lechín bajo la acusación de “instigación” de una rebelión indígena en Ayopaya, en la que se cometieron “delitos de sedición, ataque en cuadrilla, incendio y otros”.113 El bmp –un tema de la historia boliviana poco estudiado– provocó controversias desde los primeros momentos en que apareció en el Congreso. Proclamó el diputado Lora: “los mineros actúan bajo un programa ideológico, bajo un objetivo definido que es la bandera del Congreso de Pulacayo”. El Bloque “ha dicho que si el Parlamento burgués no defiende los intereses de los trabajadores mineros, van a ir a la revolución y la renovación”, agregó, “y no tendrán inconveniente en abandonar el Parlamento burgués”. No obstante, hasta algunos simpatizantes del bmp creyeron que Lora había ido demasiado lejos cuando publicó algunas críticas al difunto presidente Gualberto Villarroel: “Le hemos hecho diputado a Guillermo y lo vamos a colgar”, comentó un grupo de mineros armados a un activista argentino que estaba de visita.114 Para analizar el impacto del bmp, el punto fundamental que hay que tomar en cuenta es la dinámica política que encarnaba. Hacia fines de 1947 Lora se quejó del “oportunismo” de algunos miembros del Bloque, insistiendo: “Nos oponemos a que el bmp velada o claramente se identifique con el mnr [...]”. En un balance 112 Entrevistas con Grover Alejandro, 16 de julio de 2004, y Guillermo Lora, 26 de julio de 2004; La Razón, 19 de enero de 1947. 113 La Razón, 3 de agosto y 18 de septiembre de 1947. 114 Redactor de la h. Cámara de Diputados, Tomo I de 1947 (La Paz: 1947), 141, 143; entrevista con Jorge Abelardo Ramos, 30 de enero de 1992.

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posterior, escribió: “El jefe en Diputados [del bmp] es Lora, pero está rodeado por elementos que pertenecen a parti­dos diferentes y hasta opuestos al trotskysmo”, refiriéndose a los “elementos controlados por el mnr” e inclusive el purs. Parece, sin embargo, que no cuestionaba el concepto básico de una alianza programática y electoral con dirigentes sindicales afiliados al mnr. Eso se manifiesta en una de sus primeras intervenciones parlamentarias, cuando un representante del pir atacó a Mario Torres por haber sido “uno de los miembros más activos del m.n.r.”. Al emprender la defensa de las credenciales de Torres, Lora observó –según la prensa– que el flamante diputado “no era trotzkista y que en cambio él se enorgullecía de serlo”, reconociendo a la vez que el vocero de la fstmb “había sido indudablemente elemento del m.n.r.”, pero “al menos aparentemente y por sus expresiones objetivas, Torrez [sic] había rectificado su conducta”. Agregó que él no podía “garantizar ese cambio, pues no podía escudriñar en la conciencia del señor Torrez”. Replicó el senador oficialista Pedro Zilvetti “que entre el por y el mnr había relaciones políticas y que en los distritos mineros donde se apoyó al Bloque Minero también se apoyó a Víctor Paz”, candidato presidencial del mnr.115 Al nivel internacional, la respuesta general del movimiento trotskista fue saludar el triunfo electoral del bmp. En su periódico, los camaradas mexicanos vitorearon “El triunfo de los trotskistas bolivianos en las elecciones”. En medio de la campaña del swp entre los sindicalistas norteamericanos a favor de una escala móvil de salarios y de horas de trabajo, The Militant aplaudió el hecho de que “Un diputado boliviano ha presentado un proyecto de ley para implantar la escala móvil” en el país andino.116 Uno de los reportajes más extensos acerca de los sucesos bolivianos fue el que se publicó en la prensa trotskista uruguaya bajo los titulares “El gran triunfo porista” y “El proletariado latino-americano envía 9 representantes revolucionarios al Parlamento Boliviano”.117 Sin embargo, el grupo de trotskistas latinoamericanos que hizo algunas críticas de la Tesis de Pulacayo –en el informe de su viaje de septiembre de 1947 a Bolivia– señaló también que “en la forma en que se hizo la propaganda electoral se aprecia inmediatamente 115 Lora, Obras completas, 2:93, 492-493; La Razón, 29 de marzo de 1947; Cajías, Historia de una leyenda, 92. En su Historia del movimiento obrero boliviano, 1933-1952, 578, Lora informa que “Mario Torres llegó hasta la dirección pursista ofreciendo su cooperación al gobierno a cambio de la aprobación de sus credenciales de diputado”. 116 Tribuna Socialista (México), 10 de marzo de 1947; The Militant, 14 julio de 1947. 117 Contra la Corriente (Montevideo), febrero de 1947. Lleno de optimismo, este reportaje de Juan Valverde declara que “el por se está convirtiendo en un partido de masas”. Brinda detalles de los resultados electorales, por ejemplo, la elección como suplentes de Ernesto Ayala Mercado y Fernando Bravo por la ciudad de Oruro, Ismael Pérez y Ernesto Sanabria por la ciudad de Potosí y Miguel Alandia Pantoja por Murillo. Identifica a Lechín, Torres y otros tres integrantes del bloque como “mineros no poristas pero sí pro-poristas”. A la vez, sostiene que el mnr había “utilizado el nombre de Lechín, contra la voluntad de este, en su fórmula vice-presidencial” (mayúsculas en el original).

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una serie de resabios y limitaciones de carácter completamente ajeno al método accional de un partido marxista”. En particular, “Los camaradas bolivianos no presentaron sus candidatos bajo la bandera del p.o.r. sino dentro del llamado Bloque Minero que venía a ser la expresión política de la Federación Nacional de Trabajadores Mineros”. Por lo tanto, “su actividad electoral estuvo fundamentalmente dominada por un matiz sindicalista”.118 En una carta a la iv Internacional, un representante de los trotskistas peruanos que asistió a la conferencia nacional del por opinó que éste había sido “incapaz de [...] delimitar las fronteras del partido” en sus relaciones con los dirigentes de la fstmb. Habiendo logrado que estos líderes firmaran varios textos radicales, entre ellos la Tesis de Pulacayo, los camaradas bolivianos tenían la impresión de que ellos mismos tenían la influencia decisiva en la federación. Además, “la actividad de nuestros camaradas dentro del Bloque Minero Parlamentario exige una fuerte crítica”. Se había “mantenido la impresión de un bloque homogéneo”, pero la realidad era que entre los dirigentes sindicales que formaban parte del bmp, “al menos la mitad han mantenido o todavía mantienen relaciones con el mnr”. Al “redactar sus discursos y volantes”, el partido ayudaba a crear el “mito Lechín”. Mientras tanto, “la ‘unidad’ del Bloque Minero Parlamentario ha impedido que el por apareciera con su propia fisonomía en el parlamento”.119 El bmp fue también una fuente de fricciones dentro del por, que al acumularse sentaron las bases de una encarnizada lucha fraccional. Décadas después, Hugo Gonzá­lez caracterizó al bmp como un bloque entre el por y “una ala laboral del mnr”, confirmando además que el público lo veía así. El bloque “no surge con una discusión desde la base; en realidad es una discusión de la cúpula”:

Me acuerdo que una noche me quedo en Oruro y participo en una reunión de los dirigentes de la Federación Minera con Lechín y los poristas. [...] Hacía tal frío que alguien llevó una botella de pisco y tomamos un tra­guito y comienza la reunión. Lechín es el que ocupa la tribuna, el que habla y define la situación. Él dice: “Compañeros, la situación es esta, por consiguiente tenemos que concurrir a las eleccio­ nes aliados con los poristas. Vamos a combatir contra la Rosca”, etcétera, etcétera. Y todos los otros dirigentes dicen: “Sí, estamos de acuerdo”. Y se acabó.

En cuanto a los voceros del por dentro del bmp, su actuación no es discutida en el partido, “tampoco es planeada”. “En realidad, la dirección del partido no controlaba al frente, todos actuaban por su cuenta, e inclusive no controlaba a sus propios militantes” en el bmp, recordaba González. Esta situación continuó a pesar de la aprobación de resoluciones que insistían en que el partido tenía que controlar a los integrantes poristas del bmp y conservar “su independencia política 118 Bolivia, informe de 1947 (citado arriba), 6. 119 “Lettre de Lima”, 25 de noviembre de 1947, bdic 468/1-2, carpeta 1947.

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y organizativa frente a todos los otros partidos y sindicatos”.120 El rencor tenía que ver en parte con la disposición de la dieta parlamentaria de Lora, tema que casi llevó a su “margenamiento” (expulsión) del por, según González. Lora argumentaba –supuestamente– que no tenía que entregar el dinero al partido, por estar en el parlamento como representante de los mineros, aunque a la larga declaró que lo daría a su propia fracción. Entre las acusaciones y contraacusaciones, algunas eran de índole personal (por ejemplo, ¡“piratería amorosa”!). Lora recordaría que se tenía “la impresión de que dentro de las filas poristas se desarrollaba una descomunal guerra civil”. Citando conflictos sobre asuntos organizativos, el por escribió a la iv Internacional pidiendo orientación respecto a las normas para la conducción de una lucha fraccional. Había quienes planteaban cuestiones más fundamentales al argumentar que el partido subordinaba su línea política al trabajo sindical o que el Bloque borraba la línea entre el por y el mnr; un crítico interno señaló que “en los centros mineros se nos confunde tan fácilmente con el m.n.r., al extremo de creer que éste partido es sinónimo del nuestro”.121 Cuando la prensa reportaba a fines de 1947 que había fricciones dentro del bmp, el comité paceño del por publicó un volante especial en el que se reprodujo una entrevista con Lora y Lechín. Los miembros del Bloque en la Cámara de Diputados operaban “bajo mi dirección”, declaraba Lora, y “de manera estricta se ajustan a las resoluciones políticas de los Congresos de trabajadores mineros y a las líneas fundamentales de la tesis de pulacayo”. El senador Lechín afirmó que la idea de una escisión dentro del bmp no era más que “una burda calumnia”, ya que “el Bloque sigue luchando con todas sus fuerzas por los anhelos de los trabajadores del país entero”.122 Si bien se trataba de una organización pequeña, el crecimiento del por continuaba, aunque González recordó que la dirección nunca tuvo una idea exacta del número de militantes. Según Jorge Abelardo Ramos, cuando visitó al por en 1947, el partido “podía tener 100 ó 150 militantes en todo el país”, entre ellos “mucha juventud”. Sin embargo, “por las particularidades de la sociedad boliviana, había eco de todo lo que decían, en la prensa, en la radio”. Por lo tanto, la influencia del partido sobrepasaba la cantidad relativamente pequeña de militantes poristas. Lora escribe que la cifra de 350 militantes, que el por había proporcionado al s.i. en una carta de 1947, fue exagerada. Un documento sobre la preparación del congreso mundial de la iv Internacional, realizado en 1948, dio la cifra de 200 120 Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992; “Resoluciones de la Sexta Conferencia del Partido Obrero Revolucionario”, 16 de octubre de 1947, fbec. 121 Lora, Contribución, 2:193; Céspedes, “Carta Consulta”, sin fecha, bdic 457/1-2, carpeta 1948; texto de “Víctor”, citado en Villa, Orígenes, 28. 122 Comité Regional del por, “El Bloque Minero Parlamentario no está escindido y seguirá luchando por los trabajadores”, noviembre de 1947, bahc-scc (mayúsculas en el original).

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como el “número máximo de militantes” del por. Curiosamente, el cálculo hecho por los servicios de inteligencia del gobierno norteamericano era muy exagerado: en 1949 un informe sobre la “Estructura y personal de la iv Internacional (trotskista)” alegaba que la militancia del por boliviano, “combinada con la del partido chileno”, se “calcula entre 5.000 y 6.000”.123 El gran papel que el pequeño partido jugaba en la política sindical se puso bajo la lupa de la opinión pública en el período que siguió a la masacre de Potosí y la elección de un nuevo gobierno de línea dura. “Los trotskistas bolivianos enfrentan el terror de Hertzog”, advirtió The Militant en julio de 1947, mientras los camaradas mexicanos señalaban: “El gobierno rosco-pirista de Bolivia ataca a las masas”. Las autoridades intensificaron la persecución policíaca del por, prohibiendo Lucha Obrera y destruyendo las casas de algunos militantes en Oruro a la vez que el gobierno acusaba al bmp de preparar una “revuelta sediciosa” en esa ciudad. Los ataques al por fueron de la mano del encarcelamiento de dirigentes sindicales, una campaña para quitar varios tipos de armas a los sindicatos mineros locales, y el esfuerzo de la empresa Patiño por romper el sindicato de Catavi. Cuando el presidente Hertzog autorizó a la Patiño Mines el despido de todos sus trabajadores en Llallagua, Catavi y Siglo xx, los mineros y los bancarios lanzaron una huelga de gran envergadura. Sin embargo, como el por informó al swp en una carta sobre la represión, los obreros fueron derrotados cuando Hertzog impuso un estado de sitio.124 Lora utilizó su condición de diputado para denunciar la oleada de represión e impugnar el estado de sitio, pero en 1948 el gobierno exigió la “reorganización” de los sindicatos, la prensa hizo campaña contra la “demagogia” extremista, y un vocero del pir buscó montar un “juicio criminal” contra Lora por haberlo calumniado, supuestamente, cuando era Ministro del Trabajo.125 Ante los p ­ reparativos de un nuevo congreso de la fstmb, la prensa anunció: “‘El país entero está pendiente de las deliberaciones del Congreso Minero de 123 Entrevistas con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992, y Jorge Abelardo Ramos, 10 de enero de 1992; Lora, Contribución, 2:198-199; documento de Natalia Sedova-Trotsky, G. Munis y B. Péret, Internal Bulletin del s.i. de la iv Internacional, diciembre de 1947, 3; The Fourth (Trotskyite) International – Its Structure and Personnel, 5 de diciembre de 1949, 18, “desclasificado” en 1976, h-wer, caja 14, carpeta 2. Este documento, lleno de “información” sensacionalista, forma parte del gran número de informes secretos a los que el público ganó acceso en el contexto de la querella legal que el swp inició en 1973 contra el fbi (Buró Federal de Investigación) a raíz de las actividades de espionaje realizadas por el gobierno norteamericano en contra del partido. 124 The Militant, 14 de julio de 1947; Tribuna Socialista, 16 de julio de 1947; comunicado del cc del por, 24 de junio de 1947, e informe de la iv Internacional sobre Bolivia, 10 de julio de 1947, ambos en bdic 468/1, carpeta 1947; Céspedes a swp, 13 de octubre de 1947, h-swp, carpeta Bolivia 1941-47. 125 Lora, Estado y Rosca (La Paz: 1948), folleto publicado por “Acción Obrera”, la agrupación semi-independiente que Lora formó durante la crisis interna del por; El Diario, 22 de junio de 1948.

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Telemayu’, dijo el Presidente”. Hertzog proclamó que el país “está cansado de que estas deliberaciones sirvan de plataforma a las ambiciones de los agitadores”. Los periódicos señalaban insistentemente que los mineros debían “revisar” o sustituir la Tesis de Pulacayo, que había sido elaborada por “agentes políticos de exóticas teorías internacionales [que] se han incrustado en algunos organismos sindicales del país”. Una serie de reportajes sobre el congreso sindical fue dedicada en gran parte a atacar a la “Sección Boliviana de la iv Internacional, [que] de acuerdo a las ‘consignas de la revolución’ permanente formuladas por Leon Trotzky deseaba y prefería la ilegalidad y la violencia en la lucha por mejoras sociales”.126 Obligado a publicar ediciones “clandestinas” –adornadas frecuentemente con los llamativos grabados de Miguel Alandia– Lucha Obrera denunció el “permanente asalto de las conquistas que tan duramente habían logrado” los trabajadores, llevado a cabo por el régimen de Hertzog. Hizo hincapié en la “inhumana represión” que el régimen desató en contra de los campesinos que protestaban contra los abusos de los gamonales (terratenientes) en varias regiones rurales. “El dolor indígena constituye estigma imborrable del Gobierno Hertzog”, declaró el periódico porista en marzo de 1948.127 El clima político se puso aún más sombrío tras las nuevas elecciones que Hertzog convocó al año siguiente. Después de que el mnr obtuviera el segundo lugar en las votaciones, Hertzog entregó el poder a su vicepresidente, Mamerto Urriolagoitia, conocido popularmente como “El Chivo” debido a su distintiva perilla. Frente a la escalada represiva, el por lanzó una campaña por la formación de un “frente político” contra el gobierno. “posible alianza de los t ­ otalitarios”, advirtió la primera plana de un diario oficialista al publicar extensos extractos de la carta que el por había dirigido al mnr y el pir. Esta llamaba a formar una alianza basada en una “plataforma de lucha”, que incluía: “Defensa y ampliación de las garantías democráticas”; la separación de la iglesia y el estado; “Igualdad de derechos para el hombre y la mujer”, voto universal para todos los hombres y mujeres mayores de 18 años, “incluyendo obreros y campesinos analfabetos”; el fortalecimiento de las organizaciones laborales, “sindicalización de campesinos y empleados públicos”. El pir respondió que sería absurdo suponer que su partido se aliaría con el mnr “nazifascista” o con el por, “un partido de aventureros que engañan a la clase obrera con ilusorias recetas de revolución social, irrealizables desde el punto de vista sociológico”. Por otra parte, “al igual que sus congéneres trotzkistas de todas partes, el por ha sido y es un aliado del nazifascismo criollo”, afirmaba la dirección pirista.128 126 Ultima Hora, 10 y 18 de junio de 1948; El Diario, 2 de julio de 1948; La Noche, 28 de junio de 1948. 127 Lucha Obrera, 6 de marzo de 1948. 128 El Diario, 17 de mayo y 4 de junio de 1949.

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Sin inmutarse, el Comité Central del por aprobó una extensa resolución sobre la necesidad de plantear “un programa de frente único antiimperialista” para movilizar a la clase obrera y poner “en el tapete de discusión la cuestión del Poder político”. El documento calificaba al mnr como “una burocracia desplazada y aventurerista que quiere tomar el poder a toda costa”, habiendo ya “demostrado su prosternación ante el capitalismo extranjero”. En efecto, “La consigna del mnr es: ¡No asustar nunca al Departamento de Estado!” En cuanto al pir, dicho partido servía únicamente a las ambiciones de sus dirigentes y las “maniobras diplomáticas de la pandilla de Moscú”. No obstante, “Debemos obligar al mnr y al pir a tomar posiciones claras y responsables en defensa del pueblo y contra el imperialismo”, al formar un frente con el por así como los mineros, los fabriles y otros sectores obreros. “La consigna del frente unico antiimperialista con la burguesía ‘nacional’ (mnr) y con el stalinismo (pir) no significa un cambio de línea política”, enfatizaba la resolución. Dicha consigna “se justifica por la posición que mantiene la burguesía indígena contra el imperialismo (lucha antiimperialista burguesa, mezquina e inconsecuente) y por el ‘viraje a la izquierda’ operado por el stalinismo en escala mundial”. (Cabe señalar que el término “indígena” se ocupaba en este contexto como sinónimo de lo nacional, no como referencia a los pueblos originarios.) Además de las reivindicaciones democráticas ya propuestas para una “plataforma de lucha”, la resolución planteaba una serie de consignas para la nacionalización de los bancos, de las minas y de otras industrias, así como la nacionalización de las tierras, “sin indemnización, en beneficio de los esclavos del campo” y el establecimiento de un gobierno obrero y campesino. No cabía duda de que el mnr y el pir rechazarían estos planteamientos, señalaba la resolución; por lo tanto, era posible que el por se viera obligado a formar parte de “un frente sobre bases reformistas, sin perder no obstante, nuestro [sic] fisonomía propia en el frente común”. Poco después, el partido publicó un nuevo llamado con el título: “Manifiesto del por. Contra la ofensiva burguesa: El Frente Único Anti-imperialista. El por insiste en su llamado a los Sindicatos obreros, al pir, y al mnr”.129 En el fondo, la propuesta significaba que el por buscaba extender su alianza con el ala laboral del mnr para que incluyera a todo el partido nacionalista. Esto implicaba mutar todavía más el concepto del “frente único”, que para Trotsky significaba que el partido revolucionario llevaría a cabo una acción (o serie de acciones) junto con otras fuerzas, tal como una protesta, una huelga o incluso la “defensa militar” contra una amenaza reaccionaria. (Por ejemplo, los seguidores de Trotsky habían combatido del lado republicano contra las fuerzas franquistas durante la Guerra Civil Española, sin dejar de oponerse al Frente Popular, al que 129 Resolución del cc, 28 de julio de 1949, fbec (énfasis y mayúsculas en el original); manifiesto del por, agosto de 1949, bahc-scc.

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caracterizaban como alianza basada en la colaboración de clases.) Lo que el frente único no significaba, recalcaba Trotsky, era un bloque político o un programa común, mucho menos uno que incluyera a partidos burgueses.130 El temor que el por había expresado –de que este tipo de bloque político pondría en riesgo a su “fisonomía propia”– resultaría estar cada vez más justificado. Guerra civil Urriolagoitia endureció la represión en mayo de 1949, lanzando la nueva escalada al anunciar: “El gobierno tiene documentos probatorios de que se preparaba una huelga general en todo el país”. El “plan revolucionario” era particularmente peligroso, por incluir preparativos para “una sublevación indigenal” (sic). Como autores de la “vasta subversión de carácter político” –preparada, “desde tiempo atrás, por el Movimiento Nacionalista Revolucionario y el Partido Obrero Revolucionario”– el Ministerio de Gobierno denunció a “los seudo-dirigentes sindicales Juan Lechín, Mario Torrez, Guillermo Lora y otros” como el “conocido trotskista Nelson Capellino, miembro director del por”. En cuanto a Lora, el comunicado gubernamental señaló que éste “operaba [...] en el Sindicato de Catavi-Llallagua como gestor y ejecutor de los tenebrosos planes del comunismo oculto detrás del por y más conocidos por la famosa ‘Tesis de Pulacayo’”.131 El gobierno inició un operativo para arrestar a varios dirigentes de la fstmb y el por en Siglo xx. Cuando los mineros recibieron la noticia del apresamiento de sus dirigentes, pararon labores, ocuparon el cuartel de carabineros en Siglo xx y tomaron a varios rehenes, entre ellos algunos gerentes y técnicos norteamericanos. El ejército atacó a los mineros, asaltando el local sindical –cuya defensa fue emprendida, entre otros, por destacamentos de mujeres mineras– y masacrando a centenares de trabajadores (los cálculos varían entre 200 y 2.000). Tres rehenes perdieron la vida.132 “lechin, lora y torrez instigaron a los mineros”, gritaba la primera plana de El Diario, acompañando el titular con una caricatura en la cual el presidente usa un hacha para cortar un tentáculo que dice “por” de un pulpo que representa a “agitadores sindicales”.133 El gobierno anuló el fuero parlamentario 130 “Frente unido” expresa mejor que “frente único” el sentido de esta táctica en el léxico trotskista. Con respecto a la posición de Trotsky respecto a los bloques “antiimperialistas” con partidos nacionalistas, ver Apéndice 1. 131 La Razón, 29 y 30 de mayo de 1949. El mismo comunicado aparece, con pequeñas variaciones, en El Diario. 132 Lora proporciona una elocuente descripción de los acontecimientos en Historia del movimiento obrero boliviano, 1933-1952, 633-654. 133 El Diario, 1o de junio de 1949 (mayúsculas en el original). A la sazón, no era inusitado que el por apareciera en las caricaturas de primera plana de la gran prensa.

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tanto de los miembros del Bloque Minero Parlamentario como de Hernán Siles Zuazo y otros dirigentes del mnr, mandándolos en seguida al exilio. El Ministerio de Gobierno anunció un nuevo estado de sitio en todo el territorio nacional “por encontrarse el país en estado de guerra civil promovida por el Movimiento Nacionalista Revolucionario y el Partido Obrero Revolucionario” tras el “asalto perpetrado por fuertes grupos de trabajadores mineros adictos al mnr y al por a oficinas superiores de la empresa Patiño Mines co en Siglo xx”. Era “deber del Gobierno garantizar los intereses privados, salvaguardar la vida y seguridad de las poblaciones civiles que no pueden estar a merced de hordas irresponsables, fanatizadas, dirigidas y armadas por el mnr y el por” como parte del “plan revolucionario” de estos partidos.134 Se montó un proceso-espectáculo contra los mineros acusados del asesinato de los rehenes en Siglo xx. Sentenciados a la pena capital, fueron liberados años después tras el levantamiento de abril de 1952.135 Ante la espiral inflacionaria provocada por una caída del precio del estaño, cundía el descontento popular. A comienzos de agosto de 1949, el presidente Urriolagoitia dirigió un mensaje a la nación en el cual advertía que las acciones de los “agitadores mineros Lechín, Lora, Torres y otros” habían llevado a “las frecuentes huelgas ilegales” que “han creado un fermento de violencia en las clases trabajadoras”. A pesar de su deportación, el peligro seguía, ya que el “movimientismo nazi-fascista” alentaba, “del brazo de los trotzkistas del p.o.r., la conspiración de la izquierda extremista”. Poco después, en una larga exposición sobre la situación política ante el Congreso nacional, el Ministro del Trabajo dio lectura a la Tesis de Pulacayo, afirmando que dicho documento “dentro del aspecto jurídico penal constituye un delito” y “ha servido como arma política para atacar al Gobierno”. Puesto que “[e]l delito de sedición está perfectamente definido”, había que hacer “cumplir las leyes”.136 A finales de agosto, el mnr lanzó un pronunciamiento con la esperanza de tomar el poder junto con sectores castrenses. Al resultar que éstos no apoyaban la intentona, los nacionalistas se vieron obligados a basarse en sus propios grupos de combate clandestinos, lo que representaba un revés significativo ya que siempre habían buscado aliarse con una u otra ala de las fuerzas armadas. Los insurgentes 134 La Razón, 31 de mayo de 1949. Lora recordó que muchos años después le prohibieron entrar a Estados Unidos bajo la acusación de complicidad en la muerte de rehenes en Siglo xx, a pesar de que él no había estado presente. Cuando el funcionario del servicio de inmigración norteamericano le ofreció una taza de café, “Se la tiré y le dije ‘gringo de mierda’”: entrevista con Guillermo Lora, 26 de julio de 2004. 135 La prensa trotskista internacional publicitó la causa de estos mineros; ver por ejemplo, “Sauveons quatre mineurs boliviens”, La Vérité (París), 30 de mayo de 1951. 136 El Diario, 6 y 26 de agosto de 1949. En ee.uu., el periódico Labor Action (Nueva York), del extrotskista Max Shachtman, publicó varios artículos amarillistas durante el mismo año en los que advertía que el mnr y el por buscaban llevar a cabo un levantamiento “stalinazi” y “totalitario”.

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sufrieron una derrota rápida en La Paz, pero lograron tomar algunas ciudades en otras partes del país. Durante la lucha que tuvo lugar a continuación, conocida como la Guerra Civil de 1949, el mnr estableció su centro de operaciones en la ciudad de Santa Cruz. Temiendo que un conflicto de clases pudiera destruir el orden social, era renuente a distribuir armas entre la población, pero a la larga decidió movilizar a algunos sectores obreros y de clase media. Los mineros, entre ellos un número significativo de hombres que habían recibido entrenamiento militar durante la Guerra del Chaco, jugaron un papel importante en los combates. Julio Bardales –en aquel entonces dirigente del sindicato minero de Pulacayo– recuerda que recibió “órdenes de la Federación, del compañero Lechín, por chasqui [mensajero], para resguardar el distrito”. Algunos exaltados dijeron, “A ver, tenemos las llaves de la pulpería, hay dos mil o tres mil cajones de dinamita, podemos tomar diez cajones para volar unos cien metros de la ferrovía”, pero Bardales se rehusó a tomar tales medidas. Fue nombrado jefe de una “Junta Revolucionaria” local, que resolvió efectuar “la entrega oficial del mando del distrito al Directorio del Sindicato de Trabajadores, para que ejersan [sic] la potestad respectiva a sus funciones inherentes como organismo sindical de este distrito minero”.137 Hijo de un minero potosino, Grover Alejandro recuerda que los trabajadores de la mina Pailaviri “se bajan y toman al ejército” (la guarnición) al comienzo de la guerra civil, sufriendo una “persecución despiadada” cuando el ejército se reagrupó y lanzó un contraataque. Otro minero jubilado y exmilitante porista de Potosí dice que los trabajadores capturan armas y “logran grandes victorias, pero se [les] acabaron las municiones. Entonces los mineros escapan por todos lados. Los cabecillas visibles entran interior mina, en Pailaviri” dentro del Cerro Rico.138 No queda claro si el por sabía de antemano lo que planeaba el mnr cuando el partido de Paz Estenssoro –una organización altamente conspirativa a la sazón– estalló su levantamiento. “Cuando la derrota parecía inevitable”, escribió Lora unos años más tarde, el mnr se desesperó, y algunos grupos locales “invitaron al por a unirse con ellos” en los combates. En Sucre, el activista porista Enrique Ferrante organizó una manifestación contra la Rosca, pero, recuerda Eduardo Mendizábal, “militarmente no hemos podido [participar en los combates], no teníamos efectivos, pero estábamos de acuerdo con que el mnr ganase, porque veíamos posibilidades democráticas en el mnr”. La dirigente local del por, Agar Peñaranda, “saludó con sincero entusiasmo la arremetida antirrosquera emenerrista, pero se opuso a que la militancia porista tomara las armas junto a los grupos desesperados que no apelaron en ningún momento a la acción directa de las masas”, buscando solamente “apoderarse del mecanismo estatal burgués”.139 137 Entrevista con Julio Bardales, 28 de junio de 2004; “Junta Revolucionaria”, Pulacayo, 10 de septiembre de 1949, papeles de Julio Bardales, Archivo de Comibol. 138 Entrevistas: Grover Alejandro, 16 de julio de 2004; Julio García, 30 de julio de 2004. 139 Guillermo Lora, “Class Struggles in Bolivia”, Fourth International (Nueva York), julio-agosto

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En algunos lugares, sin embargo, militantes del por sí participaron en los combates. Integrantes del Comité Regional de Potosí se unieron a la Junta Revolucionaria, que coordinó las acciones armadas.140 Los poristas de dicha ciudad, “dirigido[s] por Ismael Pérez Alcalá y Arnaldo Chávez, tomaron la radio Internacional y desde allí llamaron a los trabajadores a tomar las armas”. En Llallagua, el militante porista Amadeo Morales combatió como parte del grupo minero Flecha Verde. En Tupiza, Edwin Möller participó en un plan del por local para organizar una milicia minera y “tomar locales, la policía, todo eso”.141 Hugo González estuvo con Möller. Al escuchar Radio Internacional, les llegó la noticia de que los poristas de Potosí se habían unido al combate. Debido a una huelga ferroviaria, Möller y González decidieron caminar los 150 kilómetros a Atocha, donde esperaban levantar a los trabajadores de ese centro minero. Al llegar, descubrieron que el ejército ya había ocupado la zona. “Fue un intento de poca magnitud de incorporarnos a la guerra. Nosotros caímos presos y después nos fugamos” con la ayuda de dos soldados. El gobierno dio la orden de fusilar a los dos poristas. Poco después, Möller y González descubrieron que la dirección del partido –centrada, en aquel entonces, en Guillermo Guerrero y Víctor Villegas– “estaba en contra de nuestra intervención” por considerar que “era una aventura y que comprometía la estabilidad del parti­do, al grado de que no quisieron recibirnos y protegernos”. Los dos se fueron a Oruro, donde el porista Fernando Bravo les dio cobertura. Luego llegaron a La Paz, con la ayuda de activistas anarquistas, y lograron convocar una sesión del Comité Central, donde hicieron “la pelea política donde prácticamente obligamos a la dirección a que se nos reincor­pore a la actividad y se apruebe lo que habíamos hecho”.142 Los métodos empleados por el gobierno fueron diseñados para amedrentar a cualquiera que en el futuro pudiera pensar en la rebelión. “Los trabajadores mineros que caen prisioneros en Santa Cruz, Camiri e Incahuasi son tras­ladados en aviones militares hasta Oruro y lanzados desde el aire al lago Poopó”, señala un historiador boliviano. El organizador de sindicatos mineros y campesinos Enrique Encinas recuerda que “el ejército atacó a todo lado y con todo; lo único que hicieron fue matar a la clase trabajadora”. Señala que muchos presos fueron “botados” no sólo al Lago Poopó sino también al Titicaca. “También agarraron de 1952, 127; Chávez Guzmán, Muerte de Enrique Ferrante, 53, 55; entrevista con Eduardo Mendizábal, 13 de enero de 2007; A. Cabezas, “A la memoria de la camarada Marcel”, Documentos, abril de 1978, página “b”. 140 Chávez Guzmán, Muerte de Enrique Ferrante, 55; Lora, Contribución, 2:220, donde reconoce que la política de los distintos comités regionales del partido fue “contradictoria”. 141 El internacionalismo proletario y el renegado Lora (Catavi-Siglo xx: Lucha Minera, 1960), 6; entrevistas con Elio Vásquez, 17 de julio de 2004, y Edwin Möller, 29 de septiembre de 1992. 142 Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992. González señaló que durante ese período, Lora se encontraba en el exilio, aparte de estar aún semialejado de la actividad partidista.

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a otros y los llevaron en volquetas a un lago llamado Tranco”: ahí “a unos mil trabajadores arrojaron estando vivos”, afirma, “amarrados de las manos con alambres para que no salgan, para que se asienten con piedras amarraron sus manos, como para que con el peso los sujete”.143 Tras dos meses de choques sanguinarios, los rebeldes fueron expulsados de aquellas zonas que habían logrado tomar. Su último reducto fue la remota área cerca de Ñancahuazú en el sudeste del país, donde Che Guevara iba a morir dos décadas después.144 Las fuerzas gubernamentales triunfaron, pero la suya fue una victoria pírrica. Si bien el mnr sufrió grandes pérdidas, creció su reputación como partido de resistencia a la Rosca. Frente a la oleada represiva, los poristas consiguieron dos victorias morales modestas pero llamativas. A mediados de septiembre de 1949, la prensa reportó “La Sorpresiva Presencia Del Agitador Guillermo Lora en la Cámara de Diputados”. A pesar de que el gobierno lo había desterrado a Chile, Lora logró volver a La Paz, entrar al parlamento y sentarse tranquilamente en una de las curules. Después de todo, los mineros lo habían elegido. Cuando un reportero insistió en preguntar “cómo ingresó al país no obstante la estricta vigilancia de las autoridades chilenas y bolivianas”, Lora “reiteró no poder dar detalles por tratarse de un secreto profesional”. Cuando la policía hizo desocupar el recinto, Lora se dirigió –acompañado por los diputados secretarios de la cámara– a la legación de Uruguay, obteniendo un salvoconducto para asilarse en ese país.145 Unos meses más tarde, Urriolagoitia presidió el acto inaugural de un Congreso Nacional de Maestros celebrado en Sucre. En su calidad de delegado por Cochabamba, el renombrado orador porista Ernesto Ayala Mercado intervino haciendo pasar al mandatario por “todos los matices de la burla y del escarnio hasta llegar a provocar la incontenible risa colectiva que quitaba todo viso de seriedad a la presencia de la autoridad”. Por eso, “muy rojo de cólera, Urriolagoitia se vio forzado a retirarse apresuradamente seguido de su corte de aristócratas”.146 Por su parte, Möller y González se dedicaron a la estructuración del Sindicato de Trabajadores de la Industria y el Comercio, que en los siguientes años llegó a ser una base importante para el partido. Ayudaron también a establecer un Comité de Coordinación con los fabriles y otros sectores, en el cual participaron partidarios no sólo del por y el mnr, sino también del pir (que ante la presión obrera ya se distanciaba del gobierno) y el flamante Partido Comunista (pcb) 143 Néstor Taboada Terán, Bolivia: La revolución desfigurada (Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1974), 649; Encinas, Jinapuni, 28. 144 Ver Debray, La guerrilla del Che, 88-89. 145 El Diario y La Razón, 14 de septiembre de 1949. 146 Chávez Guzmán, Muerte de Enrique Ferrante, 71-72. Chávez señala que el joven Enrique Ferrante se opuso a la convocatoria de la huelga general de maestros, poco después, por considerarla aventurera.

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formado por exdirigentes de la juventud pirista. El gobierno advirtió contra las “actividades subversivas y antipatriotas” de este comité, “cuyos miembros en su totalidad son afiliados al Stalinismo y Trotskismo”.147 El 18 de mayo de 1950, la agrupación –con Möller como “secretario de agitación”– lanzó una huelga general para enfrentar el catastrófico desplome del poder adquisitivo de los trabajadores provocado por la devaluación de la moneda nacional en un 80 por ciento. El servicio de prensa de la iv Internacional informó que los mineros, fabriles, ferroviarios, bancarios y varios otros sectores se unieron a la huelga. El gobierno respondió con el estado de sitio, procesando a los huelguistas en tribunales militares. Cuando la policía y el ejército dispararon contra una manifestación de huelguistas, los trabajadores erigieron barricadas. En el segundo día de la huelga, siete regimientos de soldados, junto con la policía, cercaron los barrios de obreros textiles de Villa Victoria en La Paz, que luego fueron ametrallados y bombardeados por la aviación mientras la artillería instalada en El Alto los cañoneaba. “Estos barrios fueron completamente arrasados; donde antes había casas obreras, ahora sólo hay escombros. Los obreros han sufrido gran número de bajas, pero aún no se ha podido conocer las cifras”. Entre los poristas capturados, se encontraban varios dirigentes de los sindicatos de bancarios y ferroviarios, junto con Möller y González.148 “Nosotros quisimos resistir”, recordaba éste. Durante los combates, “distribuimos fusiles viejos a la masa fabril y luego distribuimos dinamita”. Incluso “conseguimos una metralleta vieja y nos fuimos a resistir en Villa Victoria. [...] Quisimos romper el cerco y liberar a los fabriles”. Sin embargo, “a nosotros nos derrotaron en seguida y caímos presos”. La composición del Comité de Emergencia se renovó cuatro veces: cada vez que fueron apresados sus integrantes, se lo reorganizó con nuevos elementos, hasta que toda la dirección porista había sido apresada. Fueron deportados primero a la isla Coati en el Lago Titicaca, donde González y Víctor Villegas fueron golpeados severamente. Como resultado de una huelga de hambre en la que participaron aproximadamente 200 presos, los dos fueron desterrados a Chile, donde González tuvo que pasar once meses en el hospital.149 Después de la huelga, La Razón publicó una serie de artículos basados en extractos de una circular interna del por que las fuerzas gubernamentales dijeron 147 Ultima Hora y El Diario, 11 de abril de 1950. 148 Service Presse Internationale (4), París, julio-agosto de 1950, 10-11. Ultima Hora (23 de mayo de 1950) informó que hubo “numerosísimas bajas” en Villa Victoria. Más de seis décadas después, el exdirigente sindical Alfredo Pinto Tellería recordaba: “Había una concentración en la cancha fabril, detrás de la fábrica Said, que se convirtió en una carnicería porque allá habían miles de fabriles. Por aire y por tierra comenzaron a disparar y esa acción comenzó a convertirse en una carnicería que se extendió por las zonas de Munaypata, Villa Victoria y el bosquecillo de Pura Pura” (entrevista publicada en la revista 7 Días [La Paz], 25 de mayo de 2012). 149 Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992. Por cuestiones de espacio, sólo he podido citar algunas partes de la narración de su participación en los sucesos de 19491950, que espero citar más extensamente en un libro exclusivamente de entrevistas.

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haber descubierto en Cochabamba. A pesar de los comentarios sensacionalistas agregados por la redacción, y a diferencia de muchas “revelaciones” de este tipo, hay varias indicaciones de que se trata de un texto auténtico. Al informar sobre los preparativos de la huelga, señalaba la circular que aparte del Comité de Coordinación, se constituyó un Comité Cuatripartito formado por el por, el mnr, el pir y el pcb. Sin embargo, los últimos tres de estos partidos habían mostrado poco interés en acordar una plataforma común, aunque el por había logrado realizar “conversaciones con el ala izquierda del mnr” en La Paz.150 Sobre la base del “informe verbal de los cc. Mendizábal y Arancibia”, la circular informaba también de una importante crisis en el Comité Regional sucrense del por. Actuando sobre la base de un criterio propio, el camarada “Mata” (Enrique Ferrante) había realizado una “reorganización” del cr, marginando a varios militantes de las filas partidistas con el argumento de que había que proletarizar a la organización. Si existían diferencias políticas detrás de estas medidas –que Mata había realizado sin autorización del partido– “éstas deben ser discutidas ampliamente en un boletín para conocimiento de todo el Partido”.151 A finales de junio, el por fue sacudido por la noticia de que Ferrante se había quitado la vida después de matar a su novia, Salwa Sauma Karam, en lo que parece haber sido un pacto suicida. Los padres de la joven eran prominentes comerciantes árabes que no querían que su hija se casara con un revolucionario. Después de que un marxista brasileño lo ganó a la causa revolucionaria en Santa Cruz, su ciudad natal, Ferrante se había convertido en uno de los activistas jóvenes más prometedores del partido. En Sucre, Agar Peñaranda se hizo amiga de él. “Cuando [Ferrante] se fue a Buenos Aires a un congreso internacional del trotskismo, le ayudamos, hasta le dimos ropa” para el viaje, recordó Mendizábal. “Regresó bien, y directamente a lo de la Salwa”. Su cortejo fúnebre fue acompañado por multitudes de trabajadores petroleros y ferroviarios, artesanos, estudiantes y maestros. “No he visto un entierro tan numeroso y tan sentido como eso, porque todo el mundo fue, aunque claro no admitían tampoco nuestras ideas”, recordó Mendizábal.152 150 La Razón, 28 de mayo de 1950. El pasaje citado asevera que “no se ha discutido la plataforma por negligencia de los otros partidos, notándose falta de interés para llegar a conclusiones deficitivas [sic], aunque se ha llegado a plantear la toma del poder, como proyección consecuente a la huelga general de la insurrección armada. Las conversaciones se realizan con el ala izquierda del mnr que controla su Comando Departamental”. (Es de suponer que falta la palabra “y” entre “huelga general” y “de la insurrección armada”.) El texto –al menos los extractos publicados– no aborda la cuestión de qué implicaba políticamente el planteamiento de tomar el poder en alianza con los nacionalistas (junto con dos partidos estalinistas explícitamente contrarios a la idea de una revolución proletaria en Bolivia). 151 La Razón, 29 y 30 de mayo de 1950. 152 Chávez Guzmán, Muerte de Enrique Ferrante, 3-10, 20; entrevista con Eduardo Mendizábal, 13 de enero de 2007. Parece probable que el marxista brasileño al que se refiere era Fúlvio Abramo.

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El por y la iv Internacional Los informes de la iv Internacional sobre la represión en Bolivia reflejaban el creciente interés del trotskismo mundial respecto al aislado país andino, así como sus esfuerzos por fortalecer la comunicación y los vínculos organizativos después de la Segunda Guerra Mundial. El aniquilamiento de la mayoría de los cuadros experimentados de la Internacional durante la guerra fue un factor importante en las crisis políticas de 1951-1953, cuando se escindió entre partidarios y opositores de su nuevo dirigente central, el greco-chipriota Michel Raptis (cuyo seudónimo era “Pablo”). Por otra parte, la guerra había acentuado el aislamiento del por. En 1946 y 1947 el por y el swp norteamericano intercambiaron correspondencia sobre la necesidad de una colaboración más estrecha, conforme con los principios internacionalistas del movimiento trotskista. Una carta del por, escrita en inglés, subrayaba que “deseamos ardientemente dar una orientación internacio­nal a nuestro movimiento, queremos superar nuestro aislamiento en la discusión y solución de nuestros problemas políticos y organizativos más candentes”. Además pedía el envío de “materiales de discusión sobre los problemas fundamentales de nuestro movimiento, de sus tendencias, de la cuestión de la Unión Soviética, etc., etc.”. Hacia finales de 1946, el Secretariado Internacional (s.i.) de la iv Internacional, recién reconstituido en París, registró que “no hay noticias directas” de Bolivia. La situación comenzó a mejorar a finales del siguiente año, cuando los bolivianos establecieron comunicaciones directas con el Secretariado, y trotskistas de Argentina, Chile y Perú asistieron a una conferencia del por. Sin embargo, el partido boliviano no participó en el Segundo Congreso de la Internacional, celebrado en 1948. González recordó que un trotskista uruguayo trajo los documentos de ese congreso durante una visita a Bolivia. No obstante, Lora señala que el por “seguía viviendo al margen de la vida de la Internacio­nal, observando los acontecimientos con cierta indiferencia”. El “partido como tal no intervino en momento alguno” en las discusiones sobre las otras secciones, “como tampoco hizo conocer sus opiniones políticas al Secretariado Internacional”. Por su parte, agrega, el s.i. no promovió una genuina discusión internacional acerca de la línea política del por; su correspondencia se refería solamente a “los hechos consumados”.153 A finales de 1948, la iv Internacional estableció un organismo provisional, el Buró Latinoamericano (bla), con sede en Montevideo. Al asistir al pleno del bla en diciembre de ese año, “Mata” (Enrique Ferrante) fue criticado por negarse a dar informes sobre la crisis interna que las tensiones entre Lora y otros 153 Céspedes al swp, 13 de octubre de 1947, h-swp, carpeta Bolivia 1941-47; actas del S.I., 2 de diciembre de 1946, cermtri; informes Bolivia y Chile (1947), Shachtman Papers, Tamiment; entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992; Lora, Contribución, 2:200-201.

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dirigentes bolivianos habían provocado dentro del por. En una carta al partido boliviano, el bla señaló que “se ha reclamado ya envíe todos los documentos relativos a su actuación desde el momento de [la] fundación” del partido, sugirió algunas medidas para superar la crisis y enfatizó que los problemas planteados en las disputas internas “deben ser conocidos y discutidos por las diferentes secciones latinoamericanas, por el Buró Latinoamericano y por el s.i.”. Por otra parte, el bla dirigió una carta a Lora, criticándole por mostrar “una actitud de franca indisciplina” que podía precipitar una “ruptura del partido”. 154 Otro vínculo con el movimiento internacional se estableció a través del periodista Sherry Mangan, un cuadro del swp que había formado parte del círculo de “poetas de Harvard” y que luego cumplió tareas delicadas y peligrosas para la Internacional en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, así como en Latinoamérica. Mangan viajó a Bolivia y se quedó dos años, “deseando desesperadamente retratar, en forma de una novela, ‘las heroicas luchas, hasta hoy siempre derro­tadas, de los mineros bolivianos del estaño’”. El título iba a ser Catavi, o La montaña de la muerte; entre los personajes figuraban no sólo Lechín sino también el propio Lora, a quien Mangan visitó en la cárcel. Infelizmente, la esposa de Mangan se enfermó gravemente, falleciendo en Cochabamba tras una larga dolencia, y el libro nunca fue publicado. Aunque Mangan no jugó un papel significativo en la vida interna del por, ayudó a arreglar viajes al exterior para varios dirigentes del partido, entre ellos Lora, quien rindió un “emocionado homenaje al revolucionario norteamericano Sherry Mangan” cuando éste murió en 1961.155 En agosto de 1951, por primera vez, el por fue representado en una reunión mundial de la Internacional: el Tercer Congreso Mundial, que se celebró en Francia. El encargado de esta tarea fue Hugo González, que viajó desde Chile, su lugar de exilio, por Argentina a París. En el congreso, dio un informe sobre Bolivia y habló con Michel Pablo y otro dirigente del s.i., Pierre Frank, proponiendo que Lora fuera a París para trabajar con la Internacional. Estuvieron de acuerdo.156 Lora, descubierto cuando trataba de volver a Bolivia, se encontraba en el Panóptico de La Paz junto con los mineros condenados por la muerte de los rehenes en el conflicto de Siglo xx. El Congreso Mundial lo nombró como parte del presidium honorario compuesto de “camaradas encarcelados en Bolivia, China, Grecia y Vietnam”.157 154 Boletín informativo latino-americano, marzo de 1949 (sin editorial), 31-33, h-swp, carpeta International Bulletins, Spanish-language 1949. 155 Alan m. Wald, The Revolutionary Imagination: The Poetry and Politics of John Wheelwright and Sherry Mangan (Chapel Hill y Londres: University of North Carolina Press, 1983), 207-215; Masas, 10 de febrero de 1962. (La versión del obituario publicada en las Obras completas de Lora, 12:89, difiere del original en algunos aspectos.) 156 Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992. Las actas se refieren al delegado boliviano “Rosas” (un seudónimo de González): Prager, Les Congrès, 4:129. 157 Bulletin intérieur, s.i., septiembre de 1951, 5.

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Cuando por fin Lora salió de la cárcel, fue exiliado nuevamente. Décadas después, González aún recordaba las dificultades de los contactos clandestinos en este período: logró reunirse con Lora en la estación ferroviaria de Oruro cuando los dos volvieron clandestinamente al país. La estancia de Lora fue breve: se dirigía a Argentina, donde tenía que embarcarse para Europa. González estaba comenzando una gira por las regionales del por para informarles de las decisiones del Congreso Mundial y trabajar en la “reorganización” del partido, que se encontraba severamente afectado por la represión. La gira fue interrum­pida por la insurrección del 9 de abril, comienzo de la Revolución Nacional. Por su parte, Lora recordaba que al llegar a París, donde la Internacional tenía su sede, le cayeron bien los trotskistas indochinos, que “eran muy buenos tipos”, pero los dirigentes de la Internacional le parecieron poco impresionantes. Para divertirse un poco, les dijo: “Nosotros los indios bolivianos somos antropófagos”.158 El Congreso Mundial desató un conflicto interno que al poco tiempo escindiría al movimiento trotskista en dos campos hostiles: la mayoría, fiel al Secretariado Internacional de Pablo, Frank y Ernest Mandel; y un “Comité Internacional” (ci) basado en el swp estadounidense, los grupos británico y suizo, y la mayoría de la sección francesa. El bla se alineó con Pablo, hacia quien su dirigente, el argentino “j. Posadas” (Homero Cristalli) –un autodidacta extravagante que solía cantar tangos en las conferencias internacionales– mostraba una lealtad feroz. El ci tenía menos adeptos en América Latina: principalmente un grupo de veteranos trotskistas chilenos y la fracción argentina encabezada por “Nahuel Moreno” (Hugo Bressano). Dado el aislamiento geográfico del por boliviano, pasó algún tiempo antes de que el s.i. y el ci comenzaran a competir entre sí por su lealtad. La escisión reflejaba la creencia de Pablo de que desde el fin de la guerra mundial, la iv Internacional había “entrado en un período esencialmente distinto de cualquiera que hayamos conocido en el pasado”: al aproximarse una Tercera Guerra Mundial, las crisis mismas del sistema capitalista harían que se superaran los obstáculos “subjetivos” –lo que Trotsky había caracterizado como la crisis de la dirección revolucionaria– empujando inexorablemente a los dirigentes de las masas a seguir un curso revolucionario.159 Sus opositores lo acusaron de emprender el camino de la “liquidación” de la Internacional. En muchas partes de América Latina, el “pablismo” implicó una creciente adaptación a las organizaciones nacionalistas. El s.i. de Pablo insistió en que el por boliviano debía funcionar de una manera resuelta y disciplinada. Una resolución del Congreso Mundial observaba que en 158 Entrevistas: Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992; Guillermo Lora, 1o de agosto de 2003. 159 Prager, Les Congrès, 4:27, 36, 47.

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Bolivia, se había manifestado cierta “flojedad organizativa” así como una “falta, a veces, de claridad política en nuestros objetivos y nuestra táctica”, señalando además que “en el pasado nuestro movimiento boliviano no se [ha] suficientemente delimitado de otras corrientes políticas del país que explotan el movimien­to de masas”.160 Simultáneamente, Pablo y sus seguidores incluyeron a Bolivia en sus planteamientos teóricos que justificaban, cada vez más explícitamente, una política de adaptación frente a esas mismas corrientes. En un informe al congreso, Pablo declaró que “el movimiento de masas antimperialista y anticapitalista toma frecuentemente formas confusas, bajo dirección pequeñoburguesa como en Perú con el apra, como en Bolivia con el mnr, o hasta burguesa como en Brasil con Vargas, como en Argentina con Perón”. El calificativo “pequeñoburguesa” no era una casualidad semántica; daba a entender que el mnr tenía un carácter intermedio, maleable. Un delegado latinoamericano subrayó el nuevo concepto de que estas corrientes tendrían un “carácter antimperialista y anticapitalista”. Señalando que el por debía “ejercer una influencia sobre el ala izquierda del m.n.r., ala que se apoya precisamente en [los] medios de trabajadores”, la “Resolución sobre América Latina” indicó: “Preconizará en ocasiones precisas una táctica de frente único antimperialista con esta organización (m.n.r.) sobre la base de un programa concreto en el que se recojan y se precisen más todavía las reivindicaciones contenidas en el Programa de Pulacayo de 1946”.161 Al propugnar la formación de un frente programático con el mnr, la dirección internacional contemplaba más que acciones conjuntas episódicas, medidas de defensa coordinadas o bloques militares en contra de la represión gubernamental. Dando un paso nuevo y fatídico, abogó a favor de un gobierno del mnr, o incluso una coalición del mnr y el por. La resolución declaraba:



En el caso de una movilización de masas impulsada o preponderantemente favorecida por el mnr, nuestra sección boliviana la apoyará con todas sus fuerzas e intervendrá con decisión a fin de hacerla avanzar lo más posible, llevándola incluso hasta la toma del poder por el mnr, sobre la base del programa progresivo del frente único antimperialista. Por el contrario, si en el curso de estas movilizaciones parece evidente que nuestra sección boliviana tiene sobre las masas revolucionarias tanta influencia como el mnr, lanzará la consigna por la formación de un Gobierno Obrero y Campesino constituido por ambas organizaciones, provisto del programa aludido y apoyado por los Comités de obreros, de campesinos y de elementos revolucionarios de la pequeña burguesía urbana.162

160 “Resolución sobre América Latina”, Cuarta Internacional (Buenos Aires), agosto-octubre de 1951, 60-61. 161 Boletín interno del s.i., septiembre de 1951, 11; La Vérité (París, fecha ilegible), cermtri; Cuarta Internacional, agosto-octubre de 1951, 61. 162 Cuarta Internacional, agosto-octubre de 1951, 60-61.

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No se trataba, pues, de ejercicios abstractos en el plano doctrinal sino de cuestiones de política fundamental cuyas consecuencias para el movimiento revolucionario boliviano serían de largo alcance. En efecto, Pablo sistematizaba la adaptación al mnr que el por había practicado desde el comienzo de su alianza con Lechín. Al dar un gran paso adelante en esta línea política, de manera explícita, con la propuesta de que el por apoyara la toma del poder por parte del mnr, se sentaba la base programática para respaldar al régimen formado en abril de 1952. Esto difícilmente se reconciliaría con el programa de la “revolución permanente” de Trotsky, que exigía una oposición intransigente frente a cualquier régimen burgués o pequeñoburgués. (Ver Apéndice 1.) Antes de Pablo, la iv Internacional había sostenido que los bloques políticos con partidos nacionalistas atarían a las masas trabajadoras a sus enemigos de clase, obstaculizarían la lucha contra el imperialismo y abrirían el camino para la derrota. Los dirigentes del mnr no sólo eran vástagos de la élite boliviana; ya habían participado en regímenes (Toro, Busch, Villarroel) que buscaron subordinar a las masas al estado capitalista. Aunque la mayoría de los trotskistas franceses se oponían a las posiciones “liquidacionistas” de Pablo en Europa, no se alzaron las voces en contra de las directrices del Tercer Congreso respecto a Bolivia. Si antes del estallido de la revolución en el altiplano se hubiera cuestionado estas concepciones, el futuro del trotskismo boliviano pudo haber sido muy diferente. El mnr gana las elecciones Durante el año anterior al comienzo de la Revolución Nacional, el por intentó en repetidas ocasiones establecer un “frente único antiimperialista”. Lora observa:

El panorama político precedente a la revolución de abril de 1952 se aclara si no se olvida que los intentos frentistas en el campo sindical, realizados con bastante éxito, pretendieron proyectarse al campo político-partidista, que eso fue el fugaz pacto cuatripartito (por, pc, pir, mnr). Como tenemos indicado, ese pacto no logró transformarse o efectivizarse en un frente antiimperialista.

Este “fracaso del frente antiimperialista acentuó el aislamiento del por”, afirma, con lo cual se agravó la “crisis interna del partido”.163 Según Hugo González, cuando la dirección del mnr en el exilio logró restablecer estructuras dentro del país, llegó a la conclusión de que no tenía necesidad del pacto cuatripartito. En lugar de éste, el mnr se preparaba para lanzar un pronunciamiento (una tentativa de golpe) junto con un sector del ejército. Como “camuflaje para sus 163 Lora, Contribución, 2:196-197, 225.

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trajines golpistas”, en palabras de González, participó en las elecciones generales realizadas en mayo de 1951.164 El descontento popular produjo un enorme triunfo electoral para los candidatos emenerristas Víctor Paz Estenssoro y Hernán Siles Zuazo. Como respuesta, el presidente Mamerto Urriolagoitia realizó un “autogolpe” –conocido como el mamertazo– entregando el poder a una junta encabezada por el general Hugo Ballivián. No obstante, esta renovada dictadura militar no logró sofocar la masiva rebeldía, nutrida ahora por la aguda escasez de productos de consumo básico que resultó de una disputa con los Estados Unidos por el precio del estaño. Durante ocho meses, no se exportó el metal a ee.uu. “Para Bolivia”, observaba el New York Times, “la falta de mercado para la mitad de este producto, el único que sirve como base de toda su economía, ha sido casi un desastre”, al deprimir “el nivel de vida, ya de por sí muy bajo, de su pueblo”. Cuando Ballivián intentó “distraer la atención pública mediante la añeja disputa territorial entre Bolivia y Chile”, en palabras de un politólogo norteamericano, su maniobra no surtió efecto.165 Al poco tiempo, Siles Zuazo convenció a Antonio Seleme, miembro del gabinete y jefe de los carabineros (un cuerpo de policía perteneciente a las fuerzas armadas), de que se uniera a la conspiración golpista. No queda claro cuál fue la política del por acerca de los comicios de 1951. Varios historiadores sostienen que el partido apoyó al mnr. La versión de Lora es ambigua.166 Por su parte, Edwin Möller recordó que se dio la consigna de votar en blanco. González dijo que el partido se encontraba tan desorganizado debido a la represión que carecía de una línea clara, aunque los militantes que se encontraban en el país podían haber votado por el binomio Paz-Siles.167 Justo antes del levantamiento de abril de 1952, una circular interna del por informó acerca de las decisiones de un pleno de la dirección partidaria, al señalar: “De acuerdo a la tesis latinoamericana aprobada en el iii c.m. de la i. [Congreso Mundial de la Internacional] ha sido adoptada por el Pleno la táctica del f.u.a. [Frente Único Antiimperialista]”, por lo cual se había lanzado “el llamado por 164 Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992. 165 Cita del New York Times en Latin American Facts (Nueva York), mayo de 1952, 6; Christopher Mitchell, The Legacy of Populism in Bolivia: From the MNR to Military Rule (Nueva York: Praeger, 1977), 33. 166 Entre los que sostienen que el por apoyó al mnr en los comicios de 1951 se encuentran los siguientes: Robert j. Alexander, Trotskyism in Latin America (Stanford: Hoover Institution Press, 1973), 124; Malloy, Bolivia, 152; Mitchell, Legacy of Populism, 31; Villa, Orígenes, 33. Para la versión de Lora, ver Contribución, 2:224-225. Por su parte, un dirigente del s.i. “pablista” sostuvo más tarde que “el por no apoyó la candidatura de Paz Estens­soro y de Siles, aunque existie­ron posiciones en este sentido” (Livio Maitan, “Apuntes para una historia del trotskismo en América Latina”, Combate [Spånga, Suecia], abril de 1978). 167 Entrevistas: Edwin Möller, 29 de septiembre de 1992; Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992.

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el Frente al m.n.r., organizaciones sindicales y estudiantiles en carta abierta”. Enfatizaba la circular:

No perder de vista en ningún momento que no nos guía el propósito de fraccionar o romper en este momento al m.n.r. con la salida de algunos sectores de sus militantes y su aproximación a nosotros. Por el contrario, lo que buscamos es penetrar en sus medios obreros, armarlos teóricamente, hacerlos evolucionar hacia la izquierda de una manera conjunta, en su totalidad. Cuando este proceso este maduro estudiaremos nuevamente lo que debemos hacer.168

En la “Carta abierta del p.o.r. a los sindicatos y al m.n.r.” publicada el 1o de abril, el partido “emplaza nuevamente al mnr a definirse entre uno de los dos campos: el de las masas obreras o el frente de la oligarquía”. El documento pedía al mnr y a los sindicatos pronunciarse sobre un “programa de conquistas inmediatas” que serviría como base para el frente que el por proponía insistentemente. Entre los puntos figuraba la “Constitucionalización del país, mediante el cumplimiento de la voluntad de las masas expresada en las elecciones de mayo de 1951”, o sea la formación de un gobierno del mnr. A esto se agregó la consigna: “Lucha por un Gobierno boliviano que obedezca la voluntad de los bolivianos”. La misma posición se había manifestado en un comunicado que el partido emitió poco antes, publicado en La Razón bajo el título: “El por (trotskista) insiste en que debe entregarse el poder al mnr sin nuevas elecciones”. El comunicado cita una “carta a la junta militar” en la que el por señalaba “que no puede haber otra forma de constitucionalizar el país que la de cumplir la voluntad de las mayorías electorales expresada en mayo de 1951”.169 Un historiador nacionalista conocido por su hostilidad a la izquierda aprovecha estos datos para observar: “En abril de 1952 el por de Lora estaba a la cola del mnr”.170 * * * Los seis años de represión rosquera habían fortalecido la reputación del mnr entre muchos sectores obreros y de la clase media; entretanto, se solidificaba la alianza del por con el ala laboral del movimientismo. La relación tuvo sus altibajos, pero después de cada separación los trotskistas bolivianos volvieron a tomar su lugar al lado de Lechín. 168 Sergio [Möller] a csrs (Comités Regionales), “Absolutamente reservado”, 14 de marzo de 1952, bdic 457/1-2, carpeta 1952 (énfasis y falta de acentos en el original). 169 Noticias (Oruro), 1o de abril de 1952; La Razón, 3 de marzo de 1952. 170 Luis Antezana Ergueta, Historia secreta del Movimiento Nacionalista Revolucionario (La Paz: Editorial Juventud, 1988), 7:2028.

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En una entrevista realizada inmediatamente después del levantamiento de abril de 1952, Guillermo Lora –que se encontraba todavía en París– ofreció este resumen: El por “ha desarrollado en el curso de los últimos meses una gran campaña política” en la cual se llamó “a todos los partidos de masas, entre otros al m.n.r., para organizar un frente común de lucha contra el imperialismo”. Haciendo eco de la “carta abierta”, señaló que la primera de las “consignas centrales defendidas por el partido” era: “Restauración de la Constitución del país mediante la formación de un gobierno del m.n.r., que ha obtenido la mayoría en las elecciones de 1952”. Caracterizando al mnr como “partido pequeñoburgués que se apoya en las organizaciones de masas” y al flamante gobierno de Paz Estenssoro como ejemplo del “bonapartismo”, Lora señaló a la vez que el por “apoya a la fracción de izquierda del nuevo gabinete”. Terminó la entrevista con la siguiente declaración: “Hoy, lejos de caer en el delirio de una lucha contra el m.n.r., tachado de ‘fascista’ por los pro-imperialistas, nosotros marchamos con las masas para hacer del movimiento del 9 de abril el preludio del triunfo del gobierno obrero y campesino”.171 En la “Revolución Nacional” inaugurada en aquellos días, los trabajadores bolivianos vivieron la realidad del régimen nacionalista. Para el partido que depositó sus esperanzas en la revolución permanente, se trató de una prueba decisiva.

171 “Déclaration de Guillermo Lora, député bolivien, dirigeant trotskyste”, La Vérité, 17 de abril-7 de mayo de 1952. Ver también la traducción al inglés en The Militant, 12 y 19 de mayo de 1952.

capítulo iv

El trotskismo y la Revolución Nacional

La Revolución Nacional boliviana fue uno de los acontecimientos más dramáticos del siglo xx en América Latina. Entre movilizaciones de masas que transformaron el escenario político del país, demolió el aparato gubernamental del viejo régimen, realizó una extensa reforma agraria, nacionalizó las principales empresas mineras y concedió el voto a la mayoría indígena. Sólo la Revolución Mexicana había alcanzado dimensiones comparables, aunque, como observa Alan Knight, “México no produjo ningún equivalente de los mineros trotskistas insurgentes de la ‘fortaleza roja’ de Catavi ni de la maximalista tesis de Pulacayo”.1 Los trotskistas bolivianos estuvieron en las barricadas del levantamiento de abril y ayudaron a dirigir a las nuevas organizaciones obreras que cobraron mucha fuerza en el curso de la revolución. Excepcionalmente amplia y extensa, a fin de cuentas la Revolución Boliviana mostró la incapacidad del régimen nacional-populista para llevar a cabo una profunda transformación social. No emancipó al país del dominio imperialista, ni lo elevó de su posición como el segundo más pobre del hemisferio; tampoco pudo resolver la cuestión de la tierra, lograr un desarrollo económico integral ni asegurar el ejercicio de derechos democráticos por parte de las masas indígenas. En el vocabulario de la “revolución permanente” de Trotsky, estas “tareas democrático-burguesas” siguieron sin ser resueltas. Tras doce años de “Revolución Nacional”, el mnr fue derrocado por el mismo ejército que había restablecido, dejando a la población boliviana hundida en la miseria y el analfabetismo, mientras el país dependía aún de un solo producto de exportación (el estaño), cuyo mercado era controlado por los Estados Unidos e Inglaterra. Seguía siendo el caso que el minero promedio vivía menos de cuarenta años. El campesinado indígena había recibido el voto, y en algunas áreas una parte de la tierra, sin dejar de sufrir el racismo y la exclusión del verdadero poder político. 1

Knight, “Domestic Dynamics of the Mexican and Bolivian Revolutions”, 60.

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Cuando el mnr tomó el poder en 1952, el antiimperialismo era su santo y seña. Sin embargo, en el clima polarizado de la Guerra Fría, tuvo cuidado de no sobrepasar los límites marcados por Washington. Como observa un historiador brasileño, estos antiimperialistas declarados lograron “merecer el beneplácito y la ayuda del gobierno norteamericano”, o sea del “guardián del orden capitalista en el continente [y] socio princi­pal de la explotación minera”. Al asegurar que la destrucción del viejo régimen no produjera una revolución social, el mnr calmó el añejo miedo de Washington de que Bolivia, ubicada en el “corazón de Sudamérica”, pudiera encender un polvorín de luchas antiimperialistas a escala regional. “Nuestra revolución no es social sino nacional, expresó el Jefe del Estado”, Víctor Paz Estenssoro, en una declaración difundida por el diario oficialista La Nación.2 Para entender el destino de la Revolución Boliviana, es preciso comprender el papel de la “Izquierda del mnr”. Un abismo social mediaba entre los jerarcas movimientistas y las masas obreras y campesinas. Los abogados y periodistas que dirigían el partido de Víctor Paz, en muchos casos hijos de familias terratenientes y empresariales, buscaban canalizar y controlar el radicalismo plebeyo de una población trabajadora hambrienta y movilizada. Para hacerlo, necesitaban la ayuda de dirigentes con verdaderas raíces entre las masas, sobre todo el carismático líder minero Juan Lechín. De manera astuta, el flamante gobierno de Paz les concedió puestos en el gabinete. Para cubrir su propio flanco izquierdo, Lechín recurrió a la ayuda del por. A los trotskistas bolivianos se les habían abierto enormes oportunidades, pero atados como estaban al equipo de Lechín, reforzaron las ilusiones en el nuevo partido gobernante. Montándose en las masas sublevadas para asirse del poder, el mnr terminó ahogando las aspiraciones revolucionarias expresadas tan apasionadamente por las masas empobrecidas. Las jornadas de abril El día 9 de abril no iba a ser el comienzo de una revolución. Al menos, así razonaban los que estallaron el levantamiento. Hugo González, que participó en los combates, hizo hincapié en que al inicio el mnr no llamó a las masas a movilizarse. “No quería un compromiso con las masas. Quería llegar al poder sin compromiso con las masas”. En lugar de eso, los dirigentes del mnr planeaban un golpe con el general Seleme del cuerpo de carabineros, junto con la ultraderechista Falange Socialista Boliviana (fsb). Organizados en células, los militantes emenerristas de más confianza iban a jugar un papel fundamental.3 2 3

Darcy Ribeiro, Las Américas y la civilización (México: Editorial Extemporáneos, 1977), 199; La Nación (La Paz), 18 de agosto de 1954. Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992. En un análisis publicado en La Batalla (París), julio y septiembre de 1952, Carlos Salazar Mostajo señaló que gran parte

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Los jefes del mnr eran putschistas experimentados e hicieron sus planes con celo profesional. Sin embargo, la fsb reculó y los insurgentes enfrentaron una resistencia inesperada de parte de unidades militares leales al presidente. Cuando sectores de las masas se unieron a los combates, informó The Militant, “Seleme, horrorizado por este viraje, desertó rápidamente y huyó”.4 Hernán Siles Zuazo, hijo de un expresidente y máximo dirigente del mnr dentro del país, trató de convencer a los altos mandos castrenses de que aceptaran un gobierno conjunto de su partido y los militares. El ejército rechazó la propuesta. Los jerarcas movimientistas parecían estar dispuestos a abandonar la intentona. El día 11, Siles llegó al extremo de acordar una tregua con el jefe del alto mando militar.5 No obstante, frente al avance del ejército sobre La Paz, la población civil llevó a cabo una serie de combates que rápidamente se convirtieron en una verdadera insurrección. Esto no significa aceptar lo que el analista político Gonzalo Trigoso critica como el “mito de la espontaneidad” que se ha difundido con respecto a los sucesos de abril.6 Las versiones proporcionadas por veteranos del aparato clandestino del mnr dan fe de la importancia de sus preparativos militares y técnicos. Lo que queda claro es que la participación masiva de sectores obreros y de la población urbana empobrecida, después de que la conspiración emenerrista-castrense comenzó a deshacerse, puso un distintivo sello social y político a los acontecimientos. “A pesar de la visión original del proceso que tenía el mnr”, escribe un politólogo, “en abril de 1952 el país estaba en manos no de los aliados militares del complot emenerrista sino de milicias, rápidamente construidas, formadas por obreros, activistas partidistas, pobladores y mineros. Armada y radicalizada, esta gente exigía más que otro golpe o rebelión: quería una revolución”.7 Con la masacre de Villa Victoria fresca aún en la memoria, los trabajadores fabriles jugaron un papel crucial. Entre ellos estaban los obreros de la fábrica

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de la población “quedó profundamente desconcertada” al saber que el socio del mnr “era nada menos que la Policía, hasta entonces caracterizada como el enemigo público no 1”. “Defend the Bolivian Revolution!”, The Militant, 5 de mayo de 1952. Descrito en un sinnúmero de fuentes, el efímero Pacto de Laja buscaba la “pacificación” nacional. Entrevista con Gonzalo Trigoso, 19 de julio de 2004. Le agradezco por haberme facilitado la narrativa de Hugo Roberts Barragán, La Revolución del 9 de abril (La Paz: Burillo, 1971) y la obra de Gerardo Irusta Medrano, La lucha armada en Bolivia (La Paz: Calama, 1988). Exfalangista y golpista profesional, Roberts jugó un papel importante en una serie de confabulaciones del mnr, notablemente la del 52. La animadversión de Roberts hacia el movimiento obrero parece haberlo inducido a minimizar su participación en los sucesos. Eric Selbin, Modern Latin American Revolutions (Boulder: Westview Press, 1993), 39. Es interesante que en un memorándum secreto enviado en mayo de 1952, el Secretario de Estado norteamericano Dean Acheson escribiera al entonces presidente Eisenhower: “No cabe duda de que el levantamiento del 9 de abril constituyó en gran parte una expresión espontánea del sentimiento popular” (Foreign Relations of the United States, 1952-1954, Volume iv: The American Republics [Washington: u.s. Government Printing Office, 1952-1954], 491).

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de vidrios, así como los de las textiles Forno y Soligno, movilizados por Lechín. Encabezados por el dirigente sindical Natalio Mamani y armados únicamente con dinamita y fulminantes, los mineros de Milluni decidieron bajar a La Paz.8 Siguieron los mineros de Oruro. En Potosí, recuerda Grover Alejandro, “Mi padre dice, ‘yo como minero no puedo quedarme oculto bajo las paredes de mi casa’, saca su viejo Mauser de la Guerra del Chaco y sale” a luchar. “Ha sido en realidad la clase obrera minera la que ha acaudillado esta situación [en Potosí] y después le sigue todo el pueblo”, agrega Alejandro. Enrique Encinas, minero, dirigente campesino y simpatizante trotskista, insiste: “Querían hacer creer que la revolución era del doctor Paz y no era pues de él; era obra de la clase trabajadora, conquista de la clase trabajadora [...]”. La revolución “era pues insurrección popular, mayormente de la clase trabajadora”.9 Un episodio crucial fue la toma del arsenal militar en la plaza Ayacucho de la capital, con la cual los civiles consiguieron municiones y algunas armas modernas. En su reportaje sobre “el proceso revolucionario en La Paz”, Los Tiempos informó que “Grupos de mineros [...] aparecieron en El Alto” cerca de la guarnición militar y “tomaron en plena línea férrea dos vagones con munición”. Luego:

Civiles y mineros al descender a la ciudad, tomaron igualmente por sorpresa a las tropas del Ejército, obligándoles a una precipitada retirada cuando no a entregarse a los revolucionarios. La acción fue decisiva. [...] Dos horas más tarde, los civiles victoriosos de El Alto, ingresaron a la plaza Murillo portando dos cañones capturados al Ejército. Gentío enorme ovacionaba a los triunfantes [...].10

El ejército regular se hizo pedazos. “Para consolidar [la] revolución hemos destruido al ejército”, dice Encinas después de describir tres días de encarnizado combate. Los remanentes desmoralizados se refugiaron en sus cuarteles; las flamantes milicias de mineros y fabriles se convirtieron en la fuerza armada fundamental. El nuevo régimen estaba preocupado por el hecho de que “más de 10.000 rifles y ametralladoras aún se encontraban en manos de la Milicia Popular, principal fuerza del levantamiento”, informaba el New York Times.11 Hecho añicos el aparato represivo de la Rosca, la llave del poder era el control de las milicias obreras, una cuestión fundamentalmente política, no institucional. Juan Lechín fue, por lo tanto, fundamental para el poder del mnr. Gozando de una amplia popularidad entre la clase obrera, había jugado un papel central en 8 Antezana, Historia secreta, 7:1990; Sonia Sapiencia, “El factor conspirativo en el golpe del 9 de abril de 1952”, Universidad Abierta (La Paz), 4 de mayo de 1992, 13; “Lechín: ‘Por ignorante no tomé el poder’”, entrevista publicada en Carlos Soria Galvarro t., Re cuentos (La Paz: Plural, 2002), 193-194. 9 Entrevista con Grover Alejandro, 16 de julio de 2004; Encinas, Jinapuni, 37-38. 10 Los Tiempos, 15 de abril de 1952. 11 Encinas, Jinapuni, 38; New York Times, 19 de abril de 1952.

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el levantamiento de abril. A la cabeza de una multitud de trabajadores armados, Lechín había “tomado” el Palacio Quemado. Al golpear la puerta, se enteró de que el viejo gobierno había huido. Enseguida, entregó el palacio presidencial a Siles.12 Recuerda Encinas: “Ahí hemos ido [al palacio] y hemos encontrado al compañero Lechín que nos dijo ‘Ya hemos tomado el gobierno, ahora está ahí el Siles Zuazo, pero ustedes vayan a descansar’”.13 Siles declaró que El Jefe, Paz Estenssoro –ya conocedor de los despachos y pasillos del palacio– llegaría por avión desde el exilio para encargarse de la presidencia. Siles sería vicepresidente y el gabinete incluiría a Lechín y otros dos “ministros obreros”. Bajo la dirección de Lechín, se formó una poderosa federación obrera una semana después del levantamiento: la Central Obrera Boliviana. La cob ejercía el “cogobierno” con el mnr, como se lo denominaba oficialmente: un reconocimiento de la fuerza de la central que era a la vez un mecanismo para cooptarla. Encinas señala la contradicción: “El Juan Lechín esa vez estaba como líder dirigente de la clase trabajadora y de otro lado también era Ministro de Minas y Petróleo, nombrado por el Paz Estenssoro”, con lo cual no podía “trabajar bien para la clase trabajadora”.14 En los primeros años, la autoridad de la cob iba mucho más allá del alcance normal de un organismo sindical. Innumerables sectores sociales se afiliaron a la central; hasta hoy las comerciantes conocidas popularmente como “las cholas del mercado” marchan por las calles de La Paz gritando “¡Viva la Central Obrera Boliviana!” En el período posterior a abril del 52, era común que los campesinos, vendedores ambulantes y otros sectores oprimidos pero no proletarios acudieran a la cob para resolver problemas que en otros países competerían a los funcionarios gubernamentales. En el campo, los sindicatos campesinos vinculados a la cob representaban, en muchos casos, las autoridades máximas de la comunidad. Las milicias obreras y el peso excepcional de la cob significaban que había “elementos del poder dual en Bolivia”, como explicaba The Militant:

Este es un término científico que el marxismo utiliza para des­cribir una situación que ocurre muchas veces en una revolución genuinamente popular, donde las masas colocan en el poder a un gobierno de carácter “moderado”; sigue un período inquieto, en el que ni el gobierno ni las masas tienen el poder pleno; luego, a la larga, el gobierno somete a las masas, desarmándolas y controlándolas, o las masas pierden toda su paciencia con el gobierno y buscan sustituirlo con otro comprometido con la realización de sus exigencias radicales.

12 Versión de Hugo González Moscoso, citada más abajo. 13 Encinas, Jinapuni, 38. 14 Ibid., 49.

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En Argentina, un grupo trotskista publicó una revista especial sobre los acontecimientos bolivianos, en la cual enfatizaba: “Este es el rasgo central, distintivo, del proceso revolucionario boliviano: el pueblo en armas ante un gobierno que carece de los atributos de un gobierno burgués normal: un soporte de fuerzas militares factible de dirigir contra las masas”.15 Los representantes del mnr se apresuraron a tranquilizar a la Casa Blanca. La insurrección estaba todavía en curso cuando Siles Zuazo declaró a la prensa extranjera que el levantamiento era “completamente democrático, sin ningún vínculo al comunismo internacional”. Asegurando que los acuerdos internacionales de Bolivia “se respetarán”, prometió que “el mnr iniciará una época de pacifica­ ción”. Antes de volver al país, Paz Estenssoro declaró desde Buenos Aires que el levantamiento representaba “una vuelta revolucionaria a la legalidad”. “Nuestro partido es de las masas pero es completamente anticomunista”, aseguró, al enfatizar que el mnr era “un partido nacional” en cuyas filas estaban “no sólo los mineros del estaño” sino miembros de otras clases sociales también. Por otra parte, subrayó: “Nuestros planes no son anticapitalistas”. Una semana después, insistió: “Aseguraremos que el capital reciba sus ganancias legítimas, pero exigiremos el respeto debido al poder público”. En un artículo titulado “Dirigente bolivia­no fija meta antimarxista”, el New York Times informó: “El actual Gobierno Boliviano es el último baluarte contra el comunismo en este país, declaró el vicepresidente Hernán Siles Zuazo”, al “indicar contundentemente la intención del Gobierno de mantener un estrecho control sobre los grupos de extrema izquierda”.16 El tema minero era candente. En sus declaraciones desde Buenos Aires, Paz señaló: “En nuestras plataformas jamás hemos dicho que deseamos nacionalizar las minas”. Dos años antes, según Edwin Möller, Paz había escrito “una carta en que sostenía que plantear la nacionalización de las minas era una provocación extremista”.17 No obstante, después de la insurrección de abril el viejo lema de “minas al estado”, que se remontaba a los orígenes del trotskismo boliviano, se planteó con renovada urgencia: el movimiento obrero exigió insistentemente la nacionalización inmediata. Ante la amenaza de que los trabajadores mismos tomaran las minas principales, Paz –buscando apaciguar los temores de ee.uu. a la vez que cedía ante la presión de las masas– nombró una comisión con la tarea de estudiar el tema durante seis meses. En octubre de 1952, las propiedades de los “barones del estaño” Patiño, Aramayo y Hochschild fueron nacionalizadas bajo la égida de una nueva empresa estatal, la Corporación Minera Boliviana (Comibol). El “cogobierno” se extendió a las minas a través de un “control obrero” institucionalizado que integró a una capa de dirigentes laborales en la gerencia de Comibol. 15 Militant, 5 de mayo de 1952; Revolución en Bolivia (Buenos Aires), mayo de 1953, 9, h-lsh, caja 18, carpeta Bolivia Miscellaneous. 16 New York Times, 10 de abril, 17 de abril y 4 de mayo de 1952. 17 New York Times, 10 de abril; Möller, Dios desnudo, 40.

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En un acto público convocado en la Plaza 14 de Septiembre de Cochabamba para respaldar y conmemorar la nacionalización, un militante del por habló a nombre de la flamante Central Obrera Departamental (cod), de la cual había sido nombrado secretario de relaciones. “No me olvido nunca de la frase que dije”, recordaba medio siglo después: “‘Compañeros, en este minuto se está firmando el acta de defunción de la Rosca minera’”. Sin embargo, como observa James Malloy, el decreto “representaba una transacción: se nacionalizó el estaño, pero quedaba claro que no se trataba de una medida socialista”. Afectó solamente a las tres grandes empresas, no a la minería mediana o pequeña. “No se atacó el principio de la propiedad privada”.18 El gobierno pagó una indemnización de más de us$22 millones a los viejos dueños, a pesar de los deseos de sectores radicales del movimiento de masas. El estaño boliviano aún estaba sujeto a los monopolios que dominaban el mercado mundial de metales. Careciendo Bolivia de una planta para fundir el estaño, la Unión Soviética ofreció construirle una fundidora, pero el mnr rechazó la propuesta a la vez que abrió la puerta a las empresas petroleras extranjeras. Una de las medidas más significativas de los primeros meses fue el decreto del voto universal (julio de 1952): hasta ese entonces, a la mayoría indígena se le había negado el derecho de votar porque éste estaba reservado para los que sabían leer y escribir el castellano. Tras una oleada de tomas de tierra realizadas por los campesinos en algunas regiones agrícolas, se decretó la reforma agraria en agosto de 1953. El mnr buscó pacificar el campo y crear una capa de pequeños propietarios como baluarte contra los mineros y trabajadores urbanos radicalizados. Bolivia “entre Wall Street y Trotsky” La irrupción de mineros, fabriles y campesinos –de las masas indígenas, explotadas y oprimidas– en el escenario político de un país desesperadamente pobre en el corazón de América Latina, era en sí un acontecimiento profundamente radical. Ahora la cuestión que la revolución planteaba a quemarropa era: ¿Hasta dónde van a llegar? ¿Se contentarán con una nacionalización minera parcial e indemnizada bajo el ojo vigilante de Wall Street y Washington, con una política fiscal sujeta a la aprobación del fmi y con las riquezas y los privilegios aún en manos de los miembros de la élite no directamente integrados a la vieja Rosca? En los meses que siguieron a abril del 52, continuó como una cuestión abierta. El prestigiado corresponsal latinoamericano de Le Monde, Marcel Niedergang, resumió la disyuntiva en un titular que salió en la primera plana del diario 18 Entrevista con exmilitante del por (anónimo), 18 de enero de 2007; James m. Malloy, El mnr boliviano: Estudio de un movimiento popular nacionalista en América Latina (Pittsburgh: University of Pittsburgh, 1970), 75.

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­ arisino: “La Revolución Boliviana entre Wall Street y Trotsky”.19 Al escribir p sobre el “poderoso por”, opinó que “los trotskistas bolivianos tienen un líder excepcional, Guillermo Lora” y “pueden ser los únicos en Bolivia que saben exactamente lo que quieren”. Ellos “han tenido una influencia considerable en los últimos congresos sindicales”, agregó Niedergang.20 Más allá de estas observaciones, el renombrado periodista francés buscaba subrayar un punto fundamental. Con la frase “entre Wall Street y Trotsky”, planteaba la cuestión: ¿Cuál camino iba a tomar la revolución: el de una “modernización” controlada, que mantendría la propiedad privada en alianza con los Estados Unidos; o el de una transformación social fundamental, una “revolución permanente” para desarraigar el poder de las clases dominantes y extender la rebelión más allá de las fronteras del país? Al demostrar su rechazo del planteamiento radical, el gobierno del mnr atacó repetida y explícitamente al trotskismo a la vez que abogaba por la “unidad” multiclasista. Provenientes de sectores intelectuales de la élite boliviana –así como de capas de la clase media interesadas en la movilidad social ascendente– los dirigentes emenerristas buscaban representar y fortalecer un sector modernizante de la burguesía, e incluso sustituirle cuando fuera necesario. Víctor Paz Estenssoro ya era “El Jefe de la Revolución Nacional” y la “v” de su nombre había sido convertida en símbolo de la revolución. En pos del viejo sueño de Bolivia Grande, los dirigentes del mnr ejemplificaban la pauta populista de basar “sus argumentos en una visión armónica de la sociedad, en que todos los conflictos deben disolverse para la grandeza de la Nación”.21 En un discurso programático ante la vi Convención de su partido, celebrada en 1953, Paz declaró que “la burguesía nacional ha abierto los ojos y ve que su interés está en la Revolución Nacional porque las divisas que antes se llevaban Patiño, Aramayo y Hochschild se van a quedar ahora a disposición de este país para importar maquinarias, camiones y tractores y demás bienes de producción”. Un sector empresarial iba a “aprovechar de esas divisas estableciendo industrias dentro de la política de fomento de la industria fabril que vamos a realizar”. Además:

Nuestra política va a beneficiar a la burguesía nacional no solamente así, sino porque la reforma agraria, al hacer que los campesinos dis­pon­gan de dinero, entren a la economía monetaria y formen parte de toda la actividad económica nacional, van a crear un mercado para las grandes industrias de consumo.

El Jefe advirtió contra los “partidos de izquierda que no están identificados con el interés nacional”, reiterando que el mnr “es profundamente revolucionario, 19 Le Monde (París), 24 de octubre de 1953. 20 Le Monde, 21-22 de agosto de 1955. 21 Maria Lígia Prado, O populismo na América Latina (São Paulo: Brasiliense, 1986), 77.

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pero no es comunista”; de hecho, la Revolución Nacional era el “único medio de combatir al comunismo”.22 Al proclamar la bona fides anticomunista de su partido, Paz no hizo más que decir la verdad. Desde sus inicios, el mnr había proclamado su antipatía hacia el socialismo marxista. No obstante, para proporcionar un respaldo “científico” a su ideología multiclasista, tomó prestada una serie de conceptos estalinistas, en particular los del “bloque de cuatro clases” y de la “revolución por etapas” que emergieron de la política que la Comintern había seguido en China. En su discurso a la convención de 1953, Paz empleó ideas de Mao Zedong para subrayar su argumento de que la “coincidencia de intereses” encarnada en la Revolución Nacional “abarca inclusive a la burguesía”. La bandera de la flamante República Popular de China tenía cuatro estrellas pequeñas y una grande, notaba; y “Esas cuatro estrellas representan las cuatro clases sociales que están luchando por la liberación China: proletariado, campesinado, clase media y burguesía”.23 Siendo “el partido que es la vanguardia del pueblo de Bolivia”, enfatizaba Paz, el mnr tenía que rechazar los “planteamientos extremistas, planteamientos seductores [...] irrealizables en la presente etapa histórica”, hechos precisamente por esos “partidos de izquierda que no están identificados con el interés nacional”, tomando en cuenta asimismo que una “actitud sectaria [...] empujaría a la clase media, a la pequeña burguesía y a la burguesía nacional a echarse en brazos de la reacción”.24 El “ministro obrero” Ñuflo Chávez ocupó un lenguaje parecido al sostener: El m.n.r. es, pues, la vanguardia de las clases proletarias, campesinas y media revolucionaria que aliadas en esta primera etapa, con el artesano y la burguesía nacional, libran la batalla de Bolivia contra la opresión financiera imperialista, el monopolio de los jerarcas del estaño y el atraso feudal de los terratenientes. Su doctrina dimana de los principios generales del socialismo científico, que aplicados en el análisis de nuestra realidad histórica, ha creado la doctrina del nacionalismo boliviano y la teoría de la Revolución Nacional, antifeudal y anti­imperialista, eminentemente revolucionaria y democrá­tica.25

Llama la atención el esmero que el nuevo régimen puso en el combate al trotskismo. En septiembre de 1953, el presidente Paz Estenssoro habló de “la presión constante del infantilismo de los extremistas de izquierda, empeñados 22 Víctor Paz Estenssoro, “Fundamentos científicos de la Revolución Nacional”, Cultura Política (La Paz), abril de 1954, 63-64, 67-68. 23 Ibid., 62-63. (La frase “liberación China” tiene la “C” mayúscula en el original.) 24 Ibid., 67, 64. 25 Ñuflo Chávez, “La lucha contra el tiempo” (1953), Cinco ensayos y un anhelo (La Paz: Burillo, 1963), 43. Para respaldar su argumento, Chávez también se refiere varias veces a la teoría de Mao del bloque de cuatro clases y de la “nueva democracia”.

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en crear el caos en la esperanza de que [de] ese caos podría salir un gobierno trotzskista [sic] en Bolivia”. Imaginarse que los trotskistas “lograran llevar a todo el pueblo a una situación de caos” y “lograran tomar el poder” requería “un gran esfuerzo mental”, señaló.

Pero supongamos que llegaran los trotzskistas al gobierno. Bolivia es un país [...] tremendamente dependiente en lo económico del extranjero. Un gobierno trotzskista aquí si no se le compra el estaño por más que las minas siguieran produciendo, ¿de dónde ha de obtener las divisas necesarias para comprar los artículos de alimentación y materias primas? [...] En el caso de un gobierno trotzski-comunista no lo tolerarían y le harían un cerco total que a ese gobierno lo estrangularían en pocos días.

Por lo tanto, no existía “la posibilidad de un gobierno comunista”.26 El nuevo gobierno boliviano fue uno de los pocos en el mundo que dedicaba tiempo y recursos a una campaña ideológica contra la teoría de la revolución permanente de Trotsky. De las muchas publicaciones que se ocupaban de esta tarea, una de las más llamativas es el folleto oficialista El nacionalismo y la acción demagógica y proimperialista del trotzkismo de Juan Fellman Velarde, uno de los teóricos del mnr. Con una fuerte dosis de sarcasmo, ataca “el choque ‘permanente’ del trotzkysmo con la realidad” y su tentativa de “empujar a la clase obrera boliviana a una lucha contra molinos de viento” bajo la consigna de la revolución permanente, que busca “el sabotaje a la unidad del proletariado boliviano con otras clases sociales interesadas en la liquidación del imperialismo y del feudalismo en Bolivia”.27 Según el diario oficialista La Nación,

La política internacionalista del trotzkismo traída de los cabellos a nuestro medio no deja de ser más que [sic] una aventura infantilista y reaccionaria, ya que pretender implantar en nuestra Patria una dictadura de tipo bolchevique –gobierno obrero

26 Discurso del 12 de septiembre de 1953 (extractos), en El pensamiento revolucionario de Paz Estenssoro, 49-52. Lucha Obrera (20 de septiembre de 1953) se refirió al discurso, como lo hizo más tarde el extrotskista Ernesto Ayala Mercado en su folleto de polémica emenerrista ¿Qué es la Revolución Boliviana? (La Paz: Burillo, 1956), 50n. 27 Carlos Velarde (seudónimo de Juan Fellman Velarde), El nacionalismo y la acción demagógica y proimperialista del trotzkismo (La Paz: mnr, s.p.i.c, sin fecha), 4, 19; las variaciones ortográficas son del original. Fellman se refiere repetidamente al ejemplo de la China maoísta para refutar los conceptos trotskistas. Otras obras emenerristas que atacan al trotskismo incluyen el ya citado folleto de Ayala Mercado; Carlos Serrate Reich, Qué es profundizar la revolución! (La Paz: Dirección Nacional de Informaciones, 1964); Guillermo Bedregal, La Revolución Boli­viana, sus realidades y perspectivas dentro del ciclo de liberación de los pueblos latinoamericanos (La Paz: Dirección Nacional de Informaciones de la Presidencia de la República, 1962); Roberto Jordán Pando, De Bolívar a la Revolución Boliviana (Buenos Aires: Legasa, 1984); Luis Antezana Ergueta, La clase media y la clase obrera en la Revolución Nacional del mnr (sin lugar de publicación ni editorial, 1987).

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y campesinos [sic]–, con un total desconocimiento de la etapa económica que vive el país, es una aberración.28

El mnr no se limitó a las armas de la crítica. Luchó para subordinar, en la medida de lo posible, las organizaciones obreras y campesinas al gobierno, cooptando a sus dirigentes y burocratizando sus estructuras. A la vez, buscó restablecer una fuerza armada confiable para resguardar el orden social y acabar con los elementos del “poder dual”. A finales de 1953, formó el temido Control Político, una especie de policía política cuya labor se suplementaba con brigadas de choque emenerristas, entre ellas los grupos femeninos llamados “Barzolas” (por la heroína de la Masacre de Catavi).29 Al oponerse a la opción “Trotsky”, ¿abrazaba el mnr a la de “Wall Street”? Así fue en una medida cada vez mayor. Con dinero y asesores de ee.uu., logró finalmente recomponer el ejército regular, mediante un decreto cuyo cosignatario fue el propio Lechín, fruto amargo del “cogobierno” con el cual el régimen recibía el aval de la dirección cobista. Cuando Siles sucedió a Paz en la presidencia, el gobierno decidió que el nivel de movilización de las masas había bajado en un grado suficiente para lanzar un ataque frontal contra el movimiento obrero a través de los planes de “estabilización” propuestos por expertos norteamericanos y el fmi. Para 1958, Bolivia dependía tanto de la ayuda de Washington que la tercera parte del presupuesto se pagaba directamente con fondos norteamericanos. En 1959, partidarios del gobierno, entre ellos contingentes de campesinos que se habían beneficiado de la reforma agraria, fueron enviados para aplastar una huelga minera en San José y un comando emenerrista masacró a mineros disidentes en Huanuni. Ya para fines de 1964, “Paz tuvo que basarse en la acción policíaca constante para mantener el control”.30 Un gobierno nacionalista que no podía mantener el control sobre las masas, cuyo desengaño frente a las promesas incumplidas generaba un desorden constante, se convirtió en un lastre no sólo para las élites bolivianas sino también para el Departamento de Estado norteamericano. Los “nacionalistas revolucionarios” fueron derrocados en 1964 por un general “revolucionario” entrenado en ee.uu., con lo cual se abrió un nuevo ciclo de gobiernos de facto y furibunda represión. 28 La Nación, 7 de marzo de 1953. 29 El historiador británico James Dunkerley observa que el Control Político “funcionó durante una década como el principal órgano represivo del país” y fue encargado del manejo de la “red de campos carcelarios (Coati, Mididi, Pekín) que surgió a finales de los años 50 cuando crecía la oposición al gobierno”; agrega: “El Comando Político fue en muchos aspectos el antecedente de los grupos paramilitares que emergieron a finales de los 70, y varios de sus miembros figuraron en éstos también” (James Dunkerley, Rebellion in the Veins: Political Struggle in Bolivia, 1952-1982 [Londres: Verso, 1984], 81). 30 Klein, Bolivia, 238, 118.

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Papel y política de los trotskistas bolivianos Cuando el gobierno “revolucionario” despotricaba contra el trotskismo, no se trataba de un caso de paranoia delirante. Desde los primeros días de la revolución, el por ocupó posiciones estratégicas en el movimiento obrero. Sin que pasara mucho tiempo, lo mismo era el caso en sectores importantes del campesinado. Con un alto perfil político y el talento para hacerse oír, los trotskistas bolivianos fueron los partidarios más visibles y enérgicos de la perspectiva de que la revolución debía ir “hasta el final” mediante la expropiación socialista de toda la clase capitalista y latifundista. Sin embargo, la política del Partido Obrero Revolucionario no representaba la oposición intransigente a los regímenes nacionalistas burgueses exigida por la doctrina de la revolución permanente. Tampoco se aferraba a la consigna de la Tesis de Pulacayo de rechazar la participación de “ministros obreros” en un gobierno burgués. En lugar de eso, el por combinaba las críticas de izquierda hacia el régimen con el apoyo, especialmente a Lechín y los demás ministros obreros, buscando empujar y presionar al gobierno a realizar las aspiraciones de las masas. El recién formado Partido Comunista, con su teoría explícita de la existencia de una burguesía progresista, se ubicaba a la derecha del por y mostraba menos contradicciones cuando se trataba de respaldar a los nacionalistas. Sin embargo, dado su historial como semillero de ideas radicales, la actitud ambigua del por influenció a gran número de activistas, pareciendo trazar el margen izquierdo de la política radical. En los primeros años de la revolución, las masas tendían a aceptar la imagen que el mnr proyectaba de sí mismo como la voz del “pueblo”. Las masas trabajadoras y empobrecidas esperaban fervientemente que el nuevo gobierno satisficiera sus necesidades así como sus aspiraciones de emancipación social y nacional. En su propia manera, el por reflejaba –y reforzaba– la ilusión de que el mnr cumpliría con estas expectativas, incluso si esto significaba trascender el marco capitalista. El eje de la política de los trotskistas bolivianos era su orientación hacia la Izquierda del mnr capitaneada por Lechín, que encabezaba a la cob a la vez que participaba en el gabinete de Paz Estenssoro. Que el mnr no podía gobernar al país sin el apoyo de la cob fue una realidad encarnada en el “cogobierno”. El por había agitado durante años a favor de la creación de una “Central Obrera Nacional”; jugó un papel importante en la fundación de la cob y sus cuadros figuraban prominentemente en la dirección de la misma, así como de varios de sus organismos locales y sindicatos afiliados. Cuando el gobierno anunció que se indemnizaría a los barones del estaño por la nacionalización de sus minas, el por logró hacer que la cob protestara contra esta decisión. Mientras tanto, el por volvió a su rol de redactar los discursos y tesis radicales que Lechín, Torres y otros necesitaban tanto para movilizar como para controlar a las masas.

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La adaptación del por al ala izquierda del partido de gobierno preparó el camino para una profunda crisis en el partido, la absorción de muchos de sus dirigentes por el mnr y la frustración de sus anhelos de liderar una radicalización más honda del proceso revolucionario. Las tensiones acerca de su actitud hacia el mnr en el poder llevaron al por a una escisión devastadora tres años después del estallido de la Revolución. En las barricadas Cuando estalló el levantamiento del 9 de abril de 1952, el por todavía no se había recuperado de la oleada de represión que lo había golpeado duramente en 19491950. La revolución comenzó antes de que el partido pudiera llevar a cabo una reorganización que permitiera su funcionamiento eficaz y centralizado a escala nacional. Uno de sus dirigentes más talentosos y mejor conocidos, Guillermo Lora, se encontraba en Europa. Según Filemón Escóbar, el hecho de que “Lora no está en la calle” durante el levantamiento, siendo “el hombre más importante del partido”, “es muy dramático”. Por lo tanto, para mucha gente, “no tenía importancia” lo que el vocero porista opinaba sobre los acontecimientos; para siempre tendría que enfrentar el reproche: “Tú no estabas en las jornadas de abril”. Por lo tanto, sostiene Escóbar, el partido “está marginado, [...] este es el drama del por”. Enfatiza: “Tienes un segundo en la historia para mostrar tus ideas, si dejas pasar ese segundo estás liquidado”. Por otra parte, argumenta, “cuando se funda la cob, el por no reconoce en la cob un órgano de poder”. Debido a estos errores, se produce una “ausencia del por [que] hace que el mnr se consolide en el gobierno”.31 Por su parte, en un análisis posterior Lora escribió que en las jornadas de abril, el por no intervino de una manera coordinada, “aunque en ellas intervinieron sus militantes en forma aislada”; por lo tanto, “no se pudo sacar toda la ventaja posible del trabajo partidista anterior”. En contraste, un informe interno del por, escrito unas semanas después del 9 de abril, señala que “nuestro partido se hizo presente en los acontecimientos; buscó fijar un objetivo concreto de la lucha armada de las masas y publicó una declaración” inspirada en la tesis sobre América Latina aprobada por la iv Internacional.32 En La Paz, Oruro y otras partes del país, los veteranos del por recordaban el papel que habían jugado en las barricadas, así como en el Comando Obrero, compuesto de trabajadores fabriles, mineros y constructores, cuyo combate fue un elemento clave en la derrota del ejército. Edwin Möller recordó que “en el 31 Entrevista con Filemón Escóbar, 23 de septiembre de 1992. 32 Lora, La Revolución Boliviana (análisis crítico) (La Paz: Difusión s.r.l., 1964), 38; Extrait d’un document intérieur du p.o.r. bolivien, 21 de abril de 1952, h-swp, carpeta Bolivia 1952-1953 (retraducido al español).

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Comando Obrero, encabezado por Lechín, nuestro representante fue Miguel Alandia Pantoja, el pintor, con quien estaba vinculado estrechamente yo”. En ese grupo “estuve actuando durante los tres días de la pelea, juntamente con [Víctor Villegas], que era un dirigente nacional del partido, luchando contra los cadetes”. Cuando “estábamos perdidos nosotros” –o al menos así parecía la situación– “los mineros de Milluni por detrás del ejército liquidaron al ejército y la cosa cambió a favor nuestro”. Un testigo escribió después que “las fuerzas rendidas del Ejército desfilaron por la ciudad custodiadas por las milicias revolucionarias que encabezaba el ‘Comando Obrero’”.33 Comentó Hugo González Moscoso que cuando parecía que el golpe del mnr fracasaba, Siles hizo una declaración desde un auto en la que saludó a los insurrectos, “les dijo que se había fracasado y se despi­dió”. Pero “las masas, que tenían concentrado el odio, la rabia, la desesperación, se volcaron a la calle”. En ese momento, “Lechín tiene el acierto de ir a las fábri­cas. La masa sale. Nosotros también vamos a las fábricas”. El jefe de los carabineros huyó, pero “no tuvieron el tiempo de avisar a la tropa de carabineros, [que] estaba en la calle”.

Cuando los obreros se movilizan, nos movilizamos todos [...] y muchos combates se realizaron codo a codo con los carabineros. [...] El por intervino el 9 de abril codo a codo con el proletariado fabril, el estudiantado y los mineros. Estuvimos en el asalto al arsenal de la Plaza Antofagasta, donde ahora es la terminal de buses, y de ahí sacamos morteros. Estuvimos en las barricadas que cerraban el paso al ejército que subía hasta Laikacota. [...] Se agarró un mortero, se lo llevó a una altura que está en Mira­flores y la Calle Yungas. Y con este mortero despejamos las posiciones tomadas por el ejército en el cerro Laikacota. Nosotros hacíamos la barricada en la Calle Yungas y el mortero, desde más arriba, comenzaba a regar los tiros, haciendo desaparecer todos los nidos de ametralladora del ejército. Y después nosotros opinamos –Alandia Pantoja, Villegas, yo, estuvimos en la barricada de la Yungas– sugerimos que el mortero se traslade a las alturas de Villa San Antonio, desde donde se dominaba el Colegio Militar y el regimiento que era la fuerza del régimen. [...] Allí aparece Lechín y nos veta, que no había que destruir­lo. [...] Él tenía autoridad, en ese entonces era el líder. Lechín tiene una actitud especial. Con toda esa masa y una bandera boliviana, se dirige al Palacio de Gobierno y toca la puerta, para que le abran. [Se ríe.] Se toma así el Pala­cio de Gobierno, le abrieron. Se entregó el palacio; se rindieron los que estaban adentro, porque ya la lucha era en toda la ciudad.

El viejo gobierno había huido. González observó que en Oruro, “intervinimos en los combates entre los mineros y el ejército con el Comité Regional de Oruro, que era muy antiguo. El 33 Entrevista con Edwin Möller, 29 de septiembre de 1992; j. Valdivia Altamirano, citado en Justo, Bolivia, 145.

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camarada Fernando Bravo estaba allí, estuvo en los combates de Papel Pampa con nuestros mineros que vinieron de Huanuni y Catavi”.34 Otro activista –que había entrado al por poco después de presenciar la Masacre de Catavi diez años antes de la Revolución– nos describió cómo vivió las jornadas de abril de 1952 en Oruro, centro estratégico de la industria minera. A pesar de los rumores de un levantamiento inminente, recordaba, el partido no había hecho preparativos concretos. Cuando estallaron los combates, se reunió con Bravo y otros camaradas, y todos acordaron que debían participar. Así, “participó el por, no organizativamente sino espontáneamente”: “la gente [del partido] espontáneamente participó”. Estaban en la vía del tren, en la zona norte de la ciudad, cuando el dirigente minero Mario Torres “lanzó un discurso, y dijo que había que consolidar la Revolución Nacional, que en La Paz ya se estaba triunfando y que nosotros tenemos que respaldar, porque se sabía que podían movilizarse otros regimientos del ejército” desde el sur, para atacar a los insurgentes. Los carabineros estaban distribuyendo algunas armas. “A mí me entregaron una ametralladora liviana, con su cargador, con su cinturón. Como yo había hecho el servicio militar, estaba familiarizado con ese armamento”. Acto seguido, “Marchamos hacia la toma de la segunda división del ejército. [...] Hubo una resistencia de los militares, pequeños disparos, pero se logró abrir la puerta con un camión y se penetró y se tomaron armas”. De ahí, se dirigieron hacia el objetivo principal: el cuartel del Regimiento Camacho. Un oficial, Blacutt, aseveró que podía convencer al regimiento de que se rindiera pacíficamente. Encabezada por gran número de mujeres, la muchedumbre marchó hasta la puerta del cuartel y Blacutt entró. Fue una trampa.



Pasan diez o quince minutos y no regresa Blacutt. [...] Lo único que se escuchó fue cuando abrieron fuego contra una manifestación que no estaba disparando ni estaba atacando, nada. Y entonces se escuchó ¡bam!, los primeros en caer fueron las mujeres y algunos militantes, cayeron más de 20 personas. Entonces, todos instintivamente retrocedimos, y yo corrí, como había tenido entrenamiento militar, salí al arrastre hasta las rieles y me lancé una carrera para cubrirme y dar la vuelta en una esquina para protegerme de la balacera. [...] Era tan confuso que no sabías qué hacer. Era una emboscada, así que nosotros éramos presa fácil. Y todos protestando: “Hay que meterles bala”. Alguien me agarró mi ametralladora y allí empezó la balacera. Fue una traición de Blacutt y de los militares. [...] Eso fue un error de los militares, porque los mineros se organizaron, los fabriles se organizaron, se subieron a los cerros próximos al cuartel y se pertrecharon allí, había como trinchera. La mina de San José [está] en los cerros, entonces los mineros se apoderaron de los cerros que eran su medio natural, y con las armas que consiguieron en el Regimiento Camacho y las que ya tenían abrieron fuego intenso

34 Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992.

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contra el Regimiento Camacho, toda la tarde y parte de la noche. Y los militares, ahora sí, estuvieron en desventaja ¡porque nosotros estábamos arriba y ellos estaban abajo! Los papeles se invirtieron. [...] Hacia las siete de la tarde, fui a la Segunda División, que estaba copada por los mineros y los milicianos, que así se llamaban y me dijeron, “Joven, joven, venga”. Distribuí a toda la gente coca, cigarrillos y algo de alcoholes, me encargaban eso. Todos habían hecho causa común, siguió la pelea, pero participaron gentes así como el por, de forma activa, sin esperar una orden o una instructiva o una deliberación. [...] La Rosca minera, con el Presidente Urriolagoitia, había movilizado regimientos del sur [...] pero los mineros, noticiados de esta movilización, y el mnr noticiado de este movimiento, se desplazaron en los alrededores de Oruro en el sector sur. [...] Los militares avanzaban de la zona de los arenales y por la zona sur, por la línea ferroviaria que viene desde el sur hacia Oruro, pero estaban mal dirigidos y en gran desventaja, porque estaban desplazados como en una mesa, no hay árboles, no hay montañas, no hay nada, y los revolucionarios estaban atrincherados en las viviendas populares, en el cementerio, etcétera, esperándolos, y cuando se abrió fuego los que perdieron fueron los soldaditos. [...] Entonces ante esta situación los militares tuvieron que rendirse. Y los mineros los apresaron, los golpearon de cierto modo pero no los mataron. Y los pusieron en una especie de calle de la amargura, los mineros aquí, los mineros acá, y los militares, con la gorra volteada, sin calzados, sin uniformes, degradados, tuvieron que andar allí desde esos lugares, atravesar toda la ciudad hasta el Regimiento Camacho y allí quedar presos. Los humillaron como correspondía y la gente estaba más enojada por la masacre que había, por la cobardía en que murieron muchos amigos, ­amigas.35

Otro activista del por que se unió al combate en Oruro fue Modesto Sejas, un militante de origen campesino quechua que había entrado al partido en 1947 junto con un grupo de estudiantes de secundaria en Cochabamba. El 9 de abril de 1952, Sejas se encontraba en La Paz. Salió a las seis de la mañana en camión, rumbo a Oruro. “Llegué a las 3 de la tarde, en pleno combate. [...] Tomé contacto con el Comité Regional de Oruro y me puse a colaborar con Fernando Bravo, que era el máximo dirigente del por en Oruro. Nos dedicamos a dirigir, a ir a uno y otro lugar a reforzar la lucha, a organizar. [...] La consigna era derrocar a la Rosca”. Según Sejas, durante la insurrección en La Paz, los obreros le dijeron a Lechín que tomara el poder, pero se negó.36 En Potosí, el minero trotskista Julio García fue uno de los miles de trabajadores que acudieron a una asamblea general en la plaza central, convocada 35 Entrevista con exmilitante del por (anónimo), 18 de enero de 2007. Días después de los acontecimientos, Los Tiempos (15 de abril de 1952) publicó una versión que confirma varios de los detalles narrados por este activista. 36 Entrevista con Modesto Sejas, 2 de octubre de 1992.

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cuando los dirigentes sindicales recibieron un mensaje de Lechín por la radio de la Federación Minera, que según García dijo: “Hemos buscado derribar al poder de la Rosca minera y ese momento ha llegado. En este momento están luchando los mineros en San José contra el ejército y [en La Paz] están bajando los compañeros de Milluni y de Corocoro”. Desde la tarima del mitin de masas –en el que los mineros aún tenían las caras negras, cubiertas por el lodo y el polvo de los socavones– el dirigente sindical Nicolás Bernal les exhortó que recordaran las luchas que habían librado en 1947 y 1949. “Y dice [Bernal]: ‘Compañeros mineros, en este momento están en combate en Oruro y están en combate en muchas partes del país. Y les pregunto, compañeros: ¿quién va a tomar el poder político en Potosí?’ Entonces hay un coro generalizado: ‘¡Los mineros!’ Como un rugido. [...] Y vuelve a preguntar: ‘¿quién va a tomar el poder?’ ‘¡Los mineros!’” En aquel entonces la gente “creía que su rol era tomar el poder, y que el caudillo de la revolución no era otro que el minero”, comenta García. Recuerda que Bernal dijo entonces: “Hay que organizar las comisiones para preparar cachorros de dinamita, que todos los delegados de sección se hagan cargo de toda su gente, los organice y los incorpore a la gran manifestación que en este momento debe organizarse y bajar con dirección al cuartel, a tomar el cuartel”. Luego habló un minero porista para apoyar lo que Bernal había dicho. Y García recuerda: “Entonces bajamos por la Calle Bustillo y Chayanta. Y podíamos ver que no había una sola persona en las calles, porque estaban bajando con una tronadera de dinamita los mineros, ¡bum, bum! Habían cerrado almacenes, todo, sólo estaban los mineros en las calles en gran manifestación, abucheando a la Rosca, abucheando la tiranía del régimen”. Aparte de la dinamita, “había cinco, seis viejos fusiles Mauser” que habían conservado de la Guerra Civil del 49. Llegando al cuartel del ejército, casi no encontraron resistencia. Un trabajador fue herido gravemente y “hay un enfurecimiento de toda la gente”. Acto seguido “la gente corre, los mineros, y quieren entrar al cuartel. Podemos ver que no hay resistencia. No hay [más] disparos. Entonces los dirigentes mineros dijeron: ‘Compañeros, aquí no vamos a matar a nadie, porque los soldados son hijos de los Condori, de los Mamani’, es decir, que son hijos de los obreros y campesinos”. Los soldados se rindieron “con las manos en la nuca”. “Nicolás Bernal les dijo, ‘¿Dónde están los oficiales?’ Habían escapado frente a la tronadera de dinamitas. Dejaron a los soldados”. Tomando armas, “salimos con vista de la captura de la prefectura y de la municipalidad” así como otros puntos clave. A la larga “llegamos a la Plaza de Armas. No hay resistencia y las puertas de la prefectura están abiertas. [...] En ese momento hemos podido ver que recién los movimientistas de la clase media –ingenieros, abogados– aparecieron y dijeron, ‘aplaudimos a los mineros’ y dieron abrazos. Recién se constituye el Comando Político Revolucionario, y ellos están a la cabeza. Dividen [entre ellos los puestos], hay un prefecto interino, hay

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un alcalde, lo reparten”. Puesto que los mineros fueron los que se expusieron al peligro, fue “una gran falla política” dejar que los voceros del mnr ocuparan los puestos clave en la ciudad.37 Apoyo crítico al nuevo régimen “La masa cree que es su gobierno, cree que el mnr va a hacer la revolución”, recordó Hugo González. “E inclusive nuestros camaradas creían eso”, o al menos “un sector” de ellos lo creía.38 La línea oficial del partido reflejaba estas ilusiones. Una semana después del levantamiento, el principal periódico de Cochabamba publicó un comunicado de los poristas de esa ciudad. “El p.o.r. desde los primeros instantes de esta movilización ha participado en ella desde las bases”, declaraba. “Muchos camaradas obreros nuestros han caído en las espantosas matanzas de La Paz, Oruro y los centros mineros”. Señalaba asimismo que era necesaria “la inmediata organización de Consejos de Obreros y Campesinos” así como “la entrega de armas a los trabajadores, pues el fusil en el brazo del obrero es la única garantía de sus conquistas y su única defensa contra los masacradores”. A la vez, el comunicado señala que “el Frente Unico Anti-Imperialista se ha dado en los hechos, en la lucha conjunta contra el poderío de la oligarquía”. Después de plantear que el por “no busca puestos de control burocrático”, sostiene: “En el presente momento en que urge presentar un bloque unido contra la feudal-burguesía imperialista [sic], no busca, tampoco, dividir las filas del m.n.r. Contrariamente, el p.o.r. desea que las masas consoliden el triunfo antirosquero”. El partido “se solidariza plenamente” con una serie de “consignas impartidas en el momento de la movilización de las masas por el compañero Juan Lechín”, entre ellas “devolver a Bolivia el control de las minas”. Para realizar estas aspiraciones, hay que “complementar las palabras del compañero Lechín, con un programa que contemple los objetivos concretos del pueblo laborioso” mediante una “plataforma conjunta del Frente Unico Anti-Imperialista, propuesto para la lucha conjunta entre el Partido Obrero Revolucionario y los compañeros del Movimiento Nacionalista Revolucionario”. Propone una plataforma cuyas reivindicaciones incluyen la “Constitucionalización inmediata del país mediante la entrega del mando a Paz Estenssoro, para cumplir la voluntad de las masas expresada en las elecciones de Mayo de 1951”; una amnistía general, la abolición del pongueaje, el aumento inmediato de sueldos y salarios, “la independencia del movimiento obrero” y su unificación en una Central Obrera Nacional, así como otras consignas.39 37 Entrevista con Julio García, 30 de julio de 2004. 38 Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992. 39 “Comunicado del por”, Los Tiempos, 16 de abril de 1952.

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En el informe interno emitido después del levantamiento, el por señalaba:

No se debe lanzar un ataque frontal contra el mnr, sino simplemente exigir del mnr que respete y satisfaga la voluntad y las aspiraciones de las masas. [...] Nuestra posición frente al gobierno se reduce a esto: Apoyo y defensa del gobierno contra la “rosca” y el imperialismo. Nosotros apoyamos toda medida progresista del gobierno, sin por eso renunciar a criticar sus vacilaciones. Pero esta crítica no debe confundirse con una fobia anti-mnr.40

Conscientemente o no, así se hacía eco del llamado de 1917 a “apoyar al Gobierno Provisional en cuanto luche contra la reacción y la contrarrevolución” que Stalin y algunos otros bolcheviques lanzaron después de la Revolución de Febrero en Rusia. De hecho, Trotsky hizo hincapié en el ataque frontal de Lenin contra esa posición.41 Entrevistado en París, Guillermo Lora comentó que los trabajadores, en particular los textiles, habían decidido “imponer sus condiciones a la derecha del mnr, es así que la obligan a aceptar en el nuevo gabinete a los elementos obreros que constituyen en el mismo la fracción de izquierda”. Señaló asimismo que la “lucha que se abre inmediatamente es la de las masas para imponer sus propias reivindicaciones al gobierno del 9 de abril”. Se le preguntó: “¿Nuestro partido está en la vanguardia de esta lucha?” Lora respondió: “Sí, y apoya la fracción de izquierda del nuevo gabinete. Hay que decir que nosotros somos los únicos capaces de defender cada medida progresista, mediante la movilización de masas”. Recalcó que “lejos de hundirnos en el delirio de una lucha contra el mnr”, los poristas “marchamos con las masas para hacer del movi­miento del 9 de abril el preludio del triunfo del gobierno obrero y campesino”.42 Al escribir sobre la situación del movimiento obrero tras la insurrección de abril, en la que el proletariado “irrumpe victorioso, destrozando más de ocho regimientos bien equipados y armados”, Lucha Obrera observaba:

40 Retraducido al español de: Extrait d’un document intérieur du p.o.r. bolivien, 21 de abril de 1952, citado arriba. 41 Desde el exilio, “Lenin telegrafía a Petrogrado, vía Estocolomo: ‘Nuestra táctica: desconfianza absoluta, negar todo apoyo al nuevo gobierno; recelamos especialmente de Kerenski; no hay más garantía que armar al proletariado; elecciones inmediatas a la Duma de Petrogrado; mantenerse bien separados de los demás partidos’”. Citado en Trotsky, Historia de la Revolución Rusa (Madrid: sarpe, 1985), 1:238. 42 Traducido de la entrevista con Lora publicada en francés en La Vérité, 17 de abril-7 de mayo de 1952, citada arriba. Veintiséis años después, Lora señaló: “Hasta ahora no se le ha dado su verdadera importancia a la anunciación del programa trotskysta hecha por Escóbar [seudónimo de Lora] en París pocos días después de saberse la llegada del mnr al poder” (Contribución, 2:237).

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[E]s el proletariado, principalmente minero y fabril, el que armas al brazo, dirige las acciones victoriosamente y plasma sus propios objetivos de clase en la Central Obrera Boliviana. [...] [L]a c.o.b. trata por todos los medios de mantener su independencia política de clase y lucha consecuentemente por la maduración del movimiento obrero a través de planteamientos programáticos claros, específicos. Apoya al gobierno surgido de la insurrección popular del 9 de abril en la medida en que este cumpla el programa prometido y, además, frente a cualquier intento de la ­reacción imperialista de volver al pasado. Tiene dos ministros obreros en el gabinete pequeño burgués pero enteramente controlado [sic] y sometidos a las decisiones de la c.o.b. en representación del proletariado y de todos los sectores oprimidos de la clase media urbana y rural.43

En los siguientes meses, el por expresó la esperanza de que la presión de las masas produjera el predominio de la izquierda lechinista dentro del gobierno y que esto condujera a la transformación del régimen existente en un “gobierno obrero y campesino”. En octubre de 1952, una conferencia del partido “fijó la posición del p.o.r. frente al gobierno” en los siguientes puntos:

1) Apoyo al Gobierno frente a los ataques del imperialismo y la rosca; 2) Apoyo de todas las medidas progresivas que dicte, señalando siempre sus alcances y limitaciones. El sentido de estos apoyos no será simplemente formal, sino real y activo, lo que significa lucha en los sindicatos, universidades [y] el campo y movilizaciones de masas obreras para que a travez [sic] de estas medidas impuestas por su fuerza vayan adquiriendo conciencia de la necesidad de su propio gobierno. 3) En la lucha de las dos alas del m.n.r. el p.o.r. apoya a la izquierda integrada por obreros, campesinos y elemento[s] de clase media depauperada señalando a esta izquierda que su futuro depende de la comprensión y claridad ideológica a que llegue sobre el proceso histórico que vive el mundo y particularmente Bolivia. El p.o.r. apoyará a la izquierda del m.n.r. en su lucha contra la derecha de su partido, en toda su acción que tienda a destruir la estructura sobre la que descansa la explotación feudal-burguesa e imperialista, en todo intento de profundizar la revolución y cumplir el programa obrero, así como el control integral del gobierno desplazando al ala derecha.44

De hecho, la prensa porista aseveraba que “el mnr es un partido en transición de la tradicional política de reforma a la nueva política de transformación revolucionaria con el proletariado a la cabeza de la sociedad”. Entrevistado casi un año más tarde, Víctor Villegas, descrito como “miembro del Comité Central del por, director de ‘Lucha Obrera’ y Secretario General de la Federación Nacional de Empleados de Comercio e Industria”, dijo que el por “lamenta que los líderes 43 Lucha Obrera, 18 de mayo de 1952. 44 Buró Político del por, “Se realizó la 9a. Conferencia del p.o.r.”, octubre de 1952, bdic 468/1, carpeta 1952.

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del ala izquierda se dejen sorprender con la política hábilmente dirigida por la derecha” y declaró: “En esta situación, mi partido viene llamando al ala iz­quier­ da para trabajar en pro de la transformación del actual gobierno en un gobierno obrero-campesino”.45 Esta perspectiva correspondía a la de un grupo de presión, en lugar de un partido independiente que buscara que sectores del movimiento de masas rompieran con el mnr en vías de preparar una lucha por el poder. Durante un período decisivo en la reestructuración del estado boliviano después de abril de 1952, el por se presentó una vez tras otra justamente de esa manera: o sea, como un grupo que presentaba ideas y propuestas para presionar al partido gobernante para que éste hiciera lo que se debía hacer. La dirección de la iv Internacional, encabezada por Michel Pablo, reforzaba esta concepción; hacia fines de 1952 una resolución del s.i. señaló que “la manera en que el por [...] ha actuado hasta ahora es generalmente correcta”, al aprobar explícitamente los esfuerzos del partido por evitar “aislarse de las bases del ala izquierda del mnr”, así como “el apoyo crítico otorgado al gobierno del mnr, acompañado por la actividad revolucionaria directa entre las masas con el propósito de ejercer y reforzar su presión” así como las organizaciones de masas independientes. Por su parte, la revista teórica del swp también se refirió al “apoyo crítico” que el por daba al gobierno.46 Aunque Lora negara en años posteriores que ésta había sido la línea de su partido, la campaña del por por “transformar” al gobierno mediante el apoyo a los “ministros obreros” se reiteró en innumerables ocasiones. Trotskistas en la cob La influencia de los trotskistas en la Central Obrera Boliviana fue tan marcada que el ala derecha del mnr acuñó un nuevo término despectivo: trotscobitas. La revista londinense The Economist informó que en la cob, durante el período posterior a abril de 1952, los “verdaderos gerentes eran los trotskistas”, quienes “la usaban para presionar al gobierno”. La revista conservadora exageraba al aseverar que el por, “uno de los pocos partidos trotskistas importantes en el mundo”, no había sido más que un “apéndice” del mnr, “en particular de su ala laboral, encabezada por el Sr. Juan Lechín, ahora Ministro de Minas”; pero era bastante exacta su observación de que “para él, el gran valor de los trotskistas ha sido su capacidad de redactar programas impresionantes para su sindicato”.47

45 Lucha Obrera, 11 de noviembre de 1952, citado en The Militant, 19 de enero de 1953 (cita retraducida del inglés); Los Tiempos, 16 de mayo de 1953. 46 International Information Bulletin (swp), enero de 1953, 24; Fourth International, enero-febrero de 1953, 16. 47 The Economist, 23 de mayo de 1953, 528.

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La prensa conservadora boliviana mostró menos compostura, despotricando frecuentemente contra el papel que estos “extremistas” jugaban en el movimiento obrero. Los Tiempos (Cochabamba) aseveró que la cob “nació el 9 de abril [sic] bajo la paternidad de Guillermo Lora”, y agregó: “Era tan visible la influencia del por en las filas sindica­les, que el público y los observadores políticos, se acostumbraron pronto con las consignas del por: Nacionalización de minas, sin indemnización, liquidación del ejército burgués, milicias armadas campesinas, colectivización de la tierra, etc., etc.”. Además, la organización de centrales obreras departamentales (cod) afiliadas a la cob “se debe al trabajo clandestino de los militantes trotskistas, muchos de los cuales [...] se incorporaron al mnr para ‘orientar’ a sus bases”, se quejaba el diario derechista.48 Una figura importante en la fundación de la cob fue el renombrado pintor trotskista Miguel Alandia Pantoja, quien en el período anterior a la Revolución había participado en la agitación porista a favor de la formación de una Central Obrera Nacional. Edwin Möller dijo que Alandia sirvió como “co­or­dina­dor” en la funda­ción de la cob y que el pintor le citó a la reunión en el Sindicato Gráfico, el 17 de abril, donde se fundó la central obrera. Alandia fue también el primer director de Rebelión, el periódico de la cob. El New York Times se mostró consternado porque el periódico saludó la nacionalización del petróleo iraní, “expresó su solidaridad con los ‘guerreros independentistas’ coreanos, indochinos, egipcios y marroquíes”, y declaró: “Nosotros, juntos con todos los obreros del mundo, continuaremos la lucha revolucionaria hasta la victoria final”.49 Alandia encarnaba las contradicciones de la posición del por. Nacido en Catavi en 1914, profundamente influenciado por el sufrimiento y las luchas de los mineros, fue enviado a combatir en el Chaco, cayó preso, pero luego logró escaparse de Paraguay. Atraído a la “escuela indigenista” de pintura, comenzó a hacer imágenes de la guerra, convirtiéndose más tarde en amigo estrecho de Guillermo Lora en el período en que éste se adhirió al trotskismo. Miembro de la célula porista de La Paz, formó parte de la planilla del Bloque Minero Parlamentario en 1947 y jugó un destacado papel en las luchas callejeras durante el levantamiento de abril de 1952. Es llamativo entonces que Alandia se haya convertido también en buen amigo del presidente Paz y del vicepresidente Siles, ejerciendo además una fuerte influencia sobre Juan Lechín. Cuando se comisionaron enormes murales para representar la Revolución dentro de los edificios gubernamentales, a Alandia se le asignó la tarea y por sus magníficas imágenes de mineros y campesinos, de

48 Los Tiempos, 13 de mayo de 1953. 49 Entrevista con Edwin Möller, 29 de septiembre de 1992; New York Times, 3 de mayo de 1952. Las citas de Rebelión en este párrafo, publicadas en inglés por el periódico neoyorquino, han sido retraducidas al español.

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Túpaj Katari, y otros temas se le pagó grandes sumas.50 Señala Carlos Salazar Mostajo: “El nuevo régimen lo designa Jefe del Departamento de Cultura del Ministerio de Educación, si bien su permanencia en el cargo es breve: el artista no había nacido para la burocracia”.51 Al señalar que “Alandia Pantoja es un infatigable revolucionario en el campo social y artístico”, La Nación proclamó que su mural en el Palacio de Gobierno “perdurará haciendo realidad las ideas de la Revolución Nacional y las trasmitirá a las futuras generaciones”.52 Era llamativo el paralelo con la manera en que el régimen “revolucionario” de México empleaba a muralistas de izquierda como Diego Rivera. Después de una visita a Bolivia, Rivera se refirió al “mural muy importante de [Alandia] en la Casa de Gobierno”, agregando: “Me emocionó fuertemente, porque era una afirmación de que existe ya un movimiento de arte colectivista monumental en nuestro Continente, conectado con el nuestro, fuente de él; pero llegando a expresiones nacionales y personales autónomas dentro de la unidad continental [...]”.53 Alandia no fue el único porista que jugaría un papel prominente en la cob. José Zegada fue Secretario de Actas de la central. Otros ocuparon puestos adicionales, aunque en general no se reunían como “fracción” para coordinar su actuación respecto a cuestiones de política y táctica. Recordaba Edwin Möller: “Yo fui el más connotado diri­gente trots­kista en el comité [ejecutivo] de la Central Obrera”, sirviendo como Secretario de Organización. La revista Economist informó que Möller “ha dirigido hábilmente” las fuerzas poristas dentro de la cob.54 A la vez, seguía a la cabeza del sindicato de trabajadores del comercio, cuyo periódico 50 Carlos Salazar Mostajo, La pintura contemporánea de Bolivia (La Paz: Juventud, 1989), 131-135; Lora, Figuras, 132-133; Cecilia Salazar de la Torre, “Identidad nacional y conciencia reflexiva: La figura del indio en la plástica boliviana del Siglo xx” (tesis de licenciatura, umsa, La Paz, 2004); Presencia (La Paz), 13 de noviembre de 1983 y 10 de julio de 1984; Carlos Cordero g., “Alandia, el Inmortal”, Cultural, diciembre de 2005 (La Paz), 8-18; Víctor Montoya, “Las pinturas rebeldes de un muralista latinoamericano”, http://www.margencero.com /miguel_alandia.htm. En Figuras, 128, Lora informa: “La amistad con Paz Estenssoro, Siles Zuazo y sus allegados se mantuvo a la larga de su existencia”. La apasionante obra y vida de Alandia merecen una biografía completa. 51 Salazar Mostajo, Pintura contemporánea, 133. 52 “El Mural de Alandia Pantoja en el Palacio de Gobierno”, La Nación, 1o de enero de 1953; las palabras que comienzan con “perdurará” están todas en mayúsculas en el original. Refiriéndose a Alandia, el artículo comenta: “El proletariado boliviano lo cuenta desde hace más de una década como a uno de sus destacados y brillantes dirigentes, cuya participación activa en la lucha sindical ha llevado a la consolidación de la unidad obrera en nuestro país”. Junto con Carlos Salazar –cuyo hermano Jorge, un dirigente del por, era su amigo íntimo– Alandia estableció un Sindicato de Pintores Revolucionarios (La Nación, 12 de enero de 1953). 53 Citado en volante sin título (agosto de 1961) que presenta el mural “El parlamento burgués y la revolución”, que Alandia pintó en el Hall del Palacio Legislativo de La Paz. 54 Entrevista con Edwin Möller, 29 de septiembre de 1992; Economist, 23 de mayo de 1953, 528.

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Emancipación publicaba materiales sobre las disputas dentro de la cob, la “revolución agraria”, la reforma educativa y muchos otros temas.55 En enero de 1953, tras el fracaso de una intentona lanzada por derechistas, La Nación informó que Möller había sido uno de los principales oradores sindicales en una “monstruosa manifestación” en apoyo del gobierno; parafraseando su discurso, reportó que había señalado que “la grandeza de la manifestación daba una pauta de la magnitud del apoyo con que cuenta el gobierno de la Revolución Nacional”.56 En otras partes del país, militantes poristas eran influyentes en las cod, especialmente las de Cochabamba y Santa Cruz. Las relaciones con Lechín alcanzaron una nueva cúspide de intensidad, ya que “el asesoramiento de Lechín vuelve a replantearse durante el 52”, en palabras de González. Como señala Lora:

Al lado, no al frente, de Paz se encontraba Lechín, que inmediatamente después del 9 de abril retornó a las posturas trotskystas, acomodándose así a la radicalización de las masas, se rodeó de militantes del por y recitaba, donde era posible, los discursos que escribían éstos.57

González nos dio detalles: “Nosotros en La Paz éramos redactores de los discursos de Lechín en el 52, 53. [...] Redactaba yo, redactaba el compañero [Jorge] Salazar, había un compañero Zegada, militante de la dirección del por” que era “secretario de Lechín”. Mientras tanto, “Möller redactaba los discursos de Mario Torres desde el palacio de gobierno y nosotros íbamos a escuchar [...] allá abajo”. El mnr utilizaba con astucia la imagen izquierdista de Lechín. Al referirse al flamante Ministro de Minas y Petróleo, un folleto sobre los héroes movimientistas asegura que “sus actos tienen el pigmento de un revolucionario de izquierda, basado en la marxista orientación doctrinal”, agregando: “Desde la Tesis de Pulacayo hasta la Nacionalización de las Minas, su diáfana trayectoria deja traslucir la firmeza de sus convicciones”.58 Las asociaciones con izquierdistas eran útiles para el gobierno cuando éste necesitaba presentar una cara radical ante sectores de masas que exigían cambios sociales fundamentales. Paz Estenssoro se reunió con Lora a comienzos de 1953, aunque un informe interno del por indicaba que la entrevista, si bien se realizó “en un tono cordial”, consistió en “un sondeo de parte de los dos interlocutores, sin ninguna otra importancia”. Casi a la misma vez, ataques contra el por daban señales de la campaña gubernamental por frenar el radicalismo de las masas: los 55 56 57 58

Ver, por ejemplo, “Bases para la Reforma Educacional”, Emancipación (La Paz), abril de 1953. La Nación, 8 de enero de 1953. Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992; Lora, Contribución, 2:228. Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992; Así lucharon los hombres del m.n.r. (La Paz: ecege, sin fecha), 85.

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trotskistas fueron el blanco de resoluciones que exigían su expulsión de la cob, mientras que La Nación tachó al por de “aliado eficaz del imperialismo y del latifundismo”, al aseverar que “los trotzkistas, equivocados de buena o mala fe, constituyen un serio y grave peligro para el proletariado boliviano” y que eran instrumento inconsciente de la reacción. El régimen prohibió que los talleres gráficos imprimieran el periódico porista Lucha Obrera, arrestando además a militantes que lo vendían en distritos mineros y fabriles. Se volvió común que las brigadas de ventas poristas tuvieran que enfrentarse con comandos emenerristas, que después de agredir y golpear a los poristas los entregaban al Control Político, policía secreta del mnr.59 “Todo el poder a la izquierda” (del mnr) La Tesis de Pulacayo había asegurado que los dirigentes mineros “nunca irá[n] a formar parte de los gobiernos burgueses, pues eso significaría la más franca traición a los explotados”. Al condenar rotundamente tal participación, señalaba: “La burguesía idea a los ministros ‘obreros’ para poder engañar mejor a los trabajadores”. Sin embargo, una historia de la cob constata:

El primer voto resolutivo aprobado por la cob fue la ratificación de Lechín y Germán Butrón como Ministro de Minas y Petróleo y de Trabajo y Previsión Social respectivamente, ambos designados por el “Supremo Gobierno de la Revolución Nacional ante el beneplácito de los trabajadores de toda la República”.60

En agosto de 1952, la cob aprobó otra resolución que señalaba que ante la necesidad de los trabajadores de recibir “información de parte de sus representantes en el Gobierno, sobre la política de él, al que la cob presta su apoyo incondicional, en razón de los postulados de la nacionalización de las minas y la revolución agraria”, dichos representantes “están obligados a informar con carácter permanente, mientras ejerzan sus cargos ministeriales, de todo cuanto políticamente interesa a la relación de fuerzas entre explotados y explotadores”.61

59 Bulletin intérieur del s.i. sobre Bolivia, abril de 1953, 3 (el informe referido fue publicado en francés en este boletín); La Nación, 27 de febrero de 1953; Bulletin intérieur del s.i., enero de 1953, 1-4; Lucha Obrera, 5 de julio de 1953; carta de Rosas a Dobbs, 30 de noviembre de 1953, h-swp, carpeta Bolivia 1952-53; entrevistas con Alejandro Carvajal, 5 de julio de 2005, y Grover Alejandro, 16 de julio de 2004. Ver también: La Nación 5 de marzo de 1953; Los Tiempos, 5 de febrero de 1953. 60 “Tesis de Pulacayo”; Jorge Lazarte R., Movimiento obrero y procesos políticos en Bolivia (Historia de la c.o.b. 1952-1987) (La Paz: ildis, 1989), 7 (énfasis en el original). 61 “Resolución de la cob sobre los ministros obreros”, Revolución en Bolivia (Buenos Aires), mayo de 1953, 24.

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Cabe recordar que en este período inicial, en palabras de Lora, la cob era una “institución fuertemente influenciada por los trotskystas, que no daba un solo paso sin previamente consultar su criterio”. No hay indicios de que los voceros del por dentro de la cob se hayan opuesto a la participación de Lechín y Butrón en el gabinete. Al contrario, el por la presentó como una conquista del movimiento obrero, conforme con la declaración de Lora en mayo del 52 de que “los trabajadores textiles decidieron imponer sus condiciones al ala derecha del mnr, obligándola a aceptar a los elementos obreros en el gabinete, quienes constituyen la fracción de izquierda de éste”. En su historia del por, Lora escribe:



Bajo sugerencia porista se aprobó que las decisiones de la cob eran mandato imperativo para los “ministros obreros”. Cuando se presentó la lucha dentro del gabinete entre las tendencias movimientistas de derecha e izquierda (dentro de ésta figuraban los ministros obreros que constituían el lechinismo), el por lanzó la consigna de más ministros obreros y, por tanto, la expulsión del gobierno de la derecha, demanda que quedaba muy grande para Lechín y Cía.62

“Control total del Estado por el ala izquierda del mnr” se convirtió, de hecho, en un eje de la propaganda porista. Cuando el Secretariado Internacional de la iv Internacional expresó algunas reservas respecto a la consigna de “Mayoría obrera en el gobierno”, el partido boliviano la defendió con el argumento de que buscaba “tomar las aspiraciones de la base obrera del mnr para ayudarla a derrotar al ala derecha que controla al gobierno”.63 En septiembre de 1952, se celebró la ix Conferencia del por, cuyas sesiones –reportadas prominentemente en La Nación– fueron traducidas al quechua y al aymara, dado el número significativo de delegados campesinos indígenas. La conferencia ratificó la línea de apoyar “todas las medidas progresistas” del mnr, y de respaldar al ala izquierda del gobierno en particular. Un informe a la iv Internacional hacía hincapié en la idea de que “las bases obreras del mnr” debían derrotar al ala derecha del mnr y “tomar en sus manos el control del gobierno”, así como las propuestas del partido “a las fracciones de izquierda del mnr [para formar] una alianza sobre la base de un programa mínimo”.64 A comienzos de 1953, el Comité Central del por envió un mensaje a la convención nacional del mnr. El documento (reproducido en las Obras de Lora) 62 Lora, La Revolución Boliviana, 282; entrevista con Lora, La Vérité, 17 de abril-7 de mayo de 1952 (ver también la traducción al inglés en The Militant, 12 y 19 de mayo de 1952); Lora, Contribución, 2:252-253. 63 Carta del por al s.i., 7 de febrero de 1953, h-swp, carpeta Bolivia 1952-1953 (cita retraducida del francés). Por otra parte, un artículo de The Militant (5 de mayo de 1952) había cuestionado la decisión de Lechín de formar parte de “un gobierno capitalista”. 64 La Nación, 14 de octubre de 1952; Bulletin d’Information del s.i., 1o de noviembre de 1952, 5-6; Bulletin intérieur del s.i., enero de 1953, 5. (Materiales publicados en francés han sido retraducidos al español.)

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argumenta: “La Convención del mnr para cumplir su misión histórica debe ser el escenario de la derrota de la reacción [...]”. Además:

Si el ala izquierda [del mnr] logra imponerse y adquiere una fisonomía proletaria, el por está llano a colaborar con ella e inclusive fusionar sus cuadros. Esta nueva modalidad partidista deberá reflejarse en las formas gubernamentales que no podrán ser otras que las del gobierno obrero-campesino.65

A veces, los trotskistas reprendieron duramente a los “ministros obreros” a quienes buscaban guiar y orientar, criticándolos por la creciente burocratización de la cob, por aprobar el restablecimiento del ejército y otras medidas antiobreras. De manera insistente, sin embargo, especialmente en momentos de crisis nacional, el por llamó a estos mismos ministros a tomar las riendas del gobierno. En lugar de la oposición intransigente frente a un gobierno burgués, lo que el por proponía era que la transformación de la sociedad boliviana se emprendiera por el ala izquierda de dicho gobierno o incluso por el mismo presidente Paz. En junio de 1953, cuando agrupaciones rosqueras junto con la Falange lanzaron una serie de tentativas golpistas, Paz dio un discurso ante una multitudinaria manifestación de la cob, amenazando retóricamente a los grandes comerciantes e industriales si éstos “se empeñan en poner trabas a la marcha de la Revolución Nacional”. En respuesta, bajo el titular “Radicalización de Victor Paz Estenssoro”, Lucha Obrera aseveraba:

El presidente, revisando toda su actitud politica pasada, señala a la revolución objetivos anticapitalistas y no solamente antiimperialistas y anti-feudales. Este lenguaje puede muy bien ser calificado de trotskista. Es lamentable que la actitud de vpe sea resultado solamente de una crisis nerviosa creada por el frustrado complot –el tono utilizado en el discurso es de amenaza– y no de una orgáni[c]a concepción política.

La “solución política” que indicaba el periódico porista fue la siguiente: “La única salida de izquierda a la situación creada era imponer el dominio total de la izquierda en el Gabinete”.66 En el mismo número se publicó una declaración del Buró Político del por indicando varias consignas, entre ellas que “en todos los sindicatos deberá procederse a la organización de milicias y pedirse la entrega inmediata de armas”, escala 65 “Mensaje del Partido Obrero Revolucionario a la Convención del mnr”, Lora, Obras completas, 4:167, 166. 66 Lucha Obrera, 5 de julio de 1953 (mayúsculas en el original). El titular original reza “Victor” en lugar de “Víctor”; por un error tipográfico la palabra “orgánica” salió como “orgánima” en el original.

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móvil de salarios, control obrero en las empresas nacionalizadas y la “legalización de la ocupación de tierras por los campesinos”. La declaración termina reiterando: “Toda esta lucha debe girar alrededor de la consigna ‘Control total del Estado por el ala izquierda del mnr’”. A comienzos del mes siguiente Lucha Obrera exigió de nuevo en su primera plana: “¡Todo el poder a la ‘Izquierda’!”67 Argumentando que como presidente “sabrá escoger a sus colaboradores sin presiones exteriores”, Paz Estenssoro no cedió ante algunos grupos emenerristas “que han pedido el control del Gabinete por la izquierda”, informaba Lucha Obrera. “A los revolucionarios, la conducta del Presidente nos parece equivocada”, comentaba el periódico. “Si bien es cierto que un Jefe de Estado tiene responsabilidades, más éstas las tiene ante el pueblo”, y si el presidente emenerrista “es temeroso de su responsabilidad ante la historia, tiene mayor motivo para acatar la voluntad popular y recoger las aspiraciones de los trabajadores, organizando un Gabinete integrado, exclusivamente, por hombres de la izquierda de su Partido”. Reiteraba asimismo:



La tendencia proletaria empuja al llamado sector izquierdista para que controle el Gabinete, porque este paso significará un avance en la revolución. [...] Lo que tiene que hacer la izquierda del mnr es organizarse como fracción dentro de su Partido, en escala nacional, homogeneizar su pensamiento y unificar su acción. Eso sólo se puede conseguir mediante un Programa, que hasta hoy la izquierda no lo posee. [...] Ahora hay que pelear por imponer un Gabinete del Ala Izquierda del mnr, es decir una tendencia política con un programa. Los nombres de los Ministros se considerarán junto a ese programa y no separadamente. En la cob la fracción porista ha realizado este planteamiento. Los candidatos de esta Central irán al Gabinete con un programa y su acción será supervigilada por la clase obrera. El pronunciamiento de la cob es una superación en sus relaciones con el Ejecutivo y permitirá a los trabajadores un mejor control sobre los Ministros salidos de su clase.68

Observando que “La izquierda sólo ha contado con la orientación nuestra, que se ha dejado sentir a través de ‘l.o.’ y de la fracción sindical del por en la cob”, el siguiente número de Lucha Obrera señaló que “la cob ha asumido una posición justa frente al problema ministerial”:

Ha permitido el aglutinamiento de los “izquierdistas” en base a una terna elevada al Presidente de la República y ha limado las disputas personales. La intervención obrera en el gobierno ya no se la realizará en base a simple colaboración personal de determinados dirigentes, como hasta ahora; sino que las personas que integren los ministerios en representación obrera, lo harán sujetos a un programa especialmente

67 Lucha Obrera, 5 de julio de 1953 y 2 de agosto de 1953. 68 Lucha Obrera, 23 de agosto de 1953.

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aprobado por la cob. El mismo ha sido redactado por los cuatro proyectistas que representan tendencias diversas.

Además, informaba, con “el fin de respaldar efectivamente el programa de realizaciones inmediatas y la integración de más obreros en el gabinete, así como el control total del mismo por la izquierda del mnr”, la cob había decidido movilizar las bases sindicales.69 Lacerantes contradicciones de la posición porista se mostraron de otra manera en el volante que el partido publicó a comienzos de 1954, para apoyar a un miembro de la Izquierda emenerrista contra un representante del ala derecha durante las elecciones internas al Comando Departamental paceño del mnr. Señalando que el lechinismo “va de conciliación en conciliación”, lo que “hace peligrar la revolución”, critica un “grave error de la izquierda”: “ha escogido un hombre que tiene un pasado turbio. Su candidato, Gutiérrez Granier, conocido por sus inclinaciones clericales es un fanático anti-comunista” y expresa “desprecio por las masas obrero-campesinas”. Sin embargo, “El por llama a las bases del mnr a apoyar la fórmula blanca del Frente Popular Nacionalista Revolucionario. Así evitaremos que la izquierda sea derrotada y fijaremos la premisa para empujar la revolución hacia adelante”.70 Empujar a la izquierda emenerrista hacia posturas revolucionarias era la idea que se fijaba cada vez más en el pensamiento partidista. Una anécdota que relata Lilo Linke, en su libro de viaje a la Bolivia revolucionaria, muestra el impacto que estos conceptos tuvieron entre las bases del por. En La Paz, la periodista germano-ecuatoriana conoció a María Julia, una joven maestra que militaba en el por. Amistosa y entusiasta, exclamó: “Esto es una revolución [y] las cosas están cambiando. El fin de la explotación está cercano. Los mineros, los campesinos, todos ellos se están sacudiendo su milenaria 69 Lucha Obrera, 30 de agosto de 1953. Lejos de un desliz pasajero, la idea de que los trabajadores podían controlar a los “ministros obreros” de un gobierno burgués fue reiterada nuevamente en una plataforma de reivindicaciones que se preparó para el ii Congreso de la cob (realizado en junio de 1957), en el que se proponía lo siguiente: “Para evitar que los ministros obreros y los parlamentarios dependientes de la cob actúen contra los intereses del país, el Congreso decide que los problemas fundamentales que deben resolver estos elementos deben previamente ser discutidos en las bases obreras y las resoluciones de éstas tener el carácter de mandato imperativo para su actuación en el parlamento y en el seno del gabinete. El Congreso declara que la representación obrera en el Gabinete y en el Parlamento es revocable en todo momento en que él que la ejerza pierda la confianza de las masas”. Ver: “Plataforma de reivindicaciones inmediatas (Proyecto presentado al ii Congreso de la cob)”, en César Lora, Escritos (La Paz: Ediciones Masas, 1969), 5 (mayúsculas en el original). 70 Las elecciones del Comando Departamental del m.n.r.: El p.o.r. con la izquierda y contra la derecha, volante sin fecha, bdic, f. rés 468/2 (Dossier Bolivie, iv Inter., Archives du si [puis su], 1954-1965), carpeta 1954. (De aquí en adelante, “bdic 468/2” y carpeta.)

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servidumbre”. Cuando Linke le preguntó si no creía “que el m.n.r. traicione a la revolución”, su nueva amiga contestó:

Ni mucho menos. No pueden, aunque quisieran hacerlo. Las masas están sobre la marcha, y nada ni nadie puede detenerlas. Además, me han dicho que los dirigentes del m.n.r. se han aproximado a nuestro Partido. Eso prueba que les falta una definida orientación política que nosotros podemos darles.71

A fines de noviembre de 1954, Gui­llermo Lora alertó al movimiento trotskista mundial sobre una nueva escalada represiva contra su partido. El gobierno había lanzado “reiterados apresamientos en masa de trotskystas mineros”, de dirigen­tes poristas de otros sindicatos y organizaciones campesinas, junto con nuevas medidas contra Lucha Obrera y la implantación de un sistema de “listas negras”. “En esta sucia tarea los ‘ministros obreros’ tienen la mayor responsa­ bilidad”, señalaba.72 Ineludible, sin embargo, es el hecho de que el por mismo ayudó a construir y fortalecer la reputación de estos líderes-ministros entre las masas obreras y campesinas. Movilización campesina en Cochabamba Uno de los aspectos más importantes de la Revolución Boliviana fue la reforma agraria, que también eliminó el sistema de servicio personal obligatorio conocido como el pongueaje. El programa original del mnr no había propuesto ninguna transformación de las relaciones agrarias, sino sólo realizar un “estudio” del problema agrario para lograr una “organización adecuada” de la agricultura.73 El nuevo gobierno estaba lejos de proponer “la tierra para quien la trabaja”, ni mucho menos la formación de granjas cooperativas o colectivas. La reforma agraria se proclamó 16 meses después del levantamiento del 52, en gran parte como respuesta a una oleada de tomas de tierra realizadas por campesinos armados. El epicentro de esta movilización fue el pueblo de Ucureña en el Valle de Cochabamba. Ucureña fue el centro del trabajo de los trotskistas bolivianos entre el campesinado. La rápida extensión de este trabajo, y los conflictos que generó, constituyen un aspecto fascinante y poco conocido de la historia radical latinoamericana. Bolivia tenía una larga historia de conflictos agrarios, incluso en los años anteriores a la insurrección de 1952. Sin embargo, el campesinado no jugó casi 71 Linke, Viaje por una revolución, 296-297 (énfasis en el original). 72 Guillermo Lora, “El anti-trotskismo del gobierno boliviano”, ¿Qué Hacer? (México), noviembre de 1954, 163. 73 Cuadros Quiroga, declaración de “bases y principios de acción inmediata” del mnr (citado arriba), en Baptista Gumucio, Cuadros Quiroga, 201-202.

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ningún papel en ésta, acontecida sobre todo en la capital y otros centros urbanos. El aplastamiento del ejército rosquero abrió el camino para que la movilización popular, desatada por la insurrección, se extendiera gradualmente al campo. En algunas zonas, entre ellas Cochabamba, este proceso fue facilitado por la presencia en las comunidades de exmineros con experiencia sindical. Algunas protestas locales comenzaron a fines de 1952, alcanzando un nivel de intensidad con el que “la guerra civil se convirtió en una posibilidad amenazante”, observaba un antropólogo norteamericano. Ya que el gobierno “se vio forzado a actuar”, “el resultado fue el decreto ley de reforma agraria, firmado [el 2 de agosto de 1953] en el pueblo indígena de Ucureña bajo la mirada vigilante de cincuenta mil campesinos”. El nuevo régimen buscaba una redistribución gradual y limitada de las tierras, y que la acción directa de los campesinos no desbordara el control gubernamental. La implementación varió mucho de una región a otra, dejando muchas propiedades latifundistas; sólo el 28,5 por ciento fueron afectadas en los primeros dos años. En Cochabamba la cifra sólo alcanzó el 16 por ciento.74 Qué debía hacerse desde “arriba” y desde “abajo” fue una cuestión candente con implicaciones de largo alcance. La respuesta del por reflejó las contradicciones de su orientación. Cuando Paz anunció que se formaría un grupo de trabajo para preparar una ley de reforma agraria, el por respondió: “Sabemos que el gobierno pretende, mediante la creación de la comisión de reforma agraria, estrangular el movimiento de las masas campesinas” y “poner en salvo gran parte de los privile­ gios” de los terratenientes. Sin embargo, “en vista del carácter deliberativo de dicha comi­sión y, de estar al margen del manejo político estatal, el por si es invitado a integrar la comisión de reforma agraria delegará a uno de sus elementos para esta labor, con el objeto de hacer conocer sus propios puntos de vista y seña­lar la ruta revolucio­naria a los campesinos”. Al exigir “la nacionalización de la tierra sin indemnización y su entrega a las organizaciones campesinas”, la declaración porista vinculó esta consigna con la estrategia partidaria de presionar a la izquierda movimientista, cuyos líderes eran los “ministros obreros”, para que evolucionara en un sentido revolucionario:

La alianza entre el proletariado y los campesinos, paralelamente a la acción directa de las masas, lleva como tendencia su proyección en el plano estatal, es decir, la formación del gobierno obrero-campesino. La creación de este gobierno no descarta en principio la participación del partido pequeño-burgués o de una fracción de él. Por el momento y mientras impere la ilusión de la unidad del mnr, esta perspectiva debe descartarse. Sin embargo, teniendo en cuenta la característica del “ala izquierda” de su constante desplazamiento de derecha a izquierda y viceversa, el por se

74 Richard w. Patch, “Bolivia: The Restrained Revolution”, Annual of the American Academy of Political and Social Science, 334 (1961), 129; Dunkerley, Rebellion, 73.

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esforzará en lograr la evolución del sector de izquierda del actual gobierno hacia el gobierno obrero-campesino.75

Dado su papel prominente en el movimiento de masas, el por sí fue invitado a formar parte de la comisión, y envió a Ernesto Ayala Mercado a participar junto con el antiguo pirista Arturo Urquidi y representantes gubernamentales. El historiador emenerrista Luis Antezana escribe que “casi todos” los miembros de la comisión eran “hacendados de ‘izquierda’”.76 En los debates de la comisión, recordaba Edwin Möller, el por argumentó a favor de “mantener la unidad de las comunidades [indígenas], convertirlas en cooperativas, crear el cooperativismo inmediatamente sin forzar las cosas, expropiar todos los latifundios, productivos o improductivos”. La posición del Ministro de Asuntos Campesinos, Ñuflo Chávez –un dirigente de la Izquierda del mnr– era parecida a la del estalinista Urquidi; Möller la caracterizó así: “respetar los latifundios producti­vos y disolver las comunidades, entregando la tierra a los campesinos” de manera individual.77 En una tesis presentada ante la cob a mediados de 1953, Möller se refirió a la “revolución agraria”, pintándola sin embargo como algo que el gobierno promovería, “toma[ndo] como punto de partida lo ya hecho por las masas” mediante la acción directa. “El objetivo de la política gubernamental en el campo no puede ser la iniciación de un largo ciclo capitalista”, escribió, sino “el paso a formas sociales superiores”. Asimismo, “El Estado debe permitir y coadyuvar a la organización de la Confederación Nacional Campesina, que permita materializar la alianza revolucionaria obrerocampesina”.78 La prensa del por dio amplia cobertura a la situación del campo, denunciando abusos perpetrados por los gamonales y publicitando las tomas de tierra. Un artículo informó de la toma de una hacienda en la provincia de Charcas del Departamento de Potosí, donde “era práctica diaria el flagelamiento, el derecho de pernada, la expropiación de vacas y ovejas [y] el asesinato”. Los colonos “han realizado la revolución agra­ria en su comarca” y esperaban “que el gobierno ‘revolucionario’ no podrá menos que felicitarles por el paso dado”. Sin embargo, 75 Resolución del ampliado del cc del por: El por llama a las masas campesinas a luchar organizadamente por la conquista de las tierras, volante, La Paz, 18 de febrero de 1953. En este, como en tantos otros textos del período, se nota que la definición de “pequeñoburgués”, aplicada al partido de gobierno, estaba estrechamente ligada a la idea de que la presión podría causar una evolución de su ala izquierda y que ésta podría entonces ganar el predominio, transformando así al partido de gobierno e incluso abriendo la posibilidad de un gobierno de coalición con el por. 76 Luis Antezana e., Proceso y sentencia de la reforma agraria en Bolivia (La Paz: Ediciones Puerta del Sol, 1979), 71. 77 Entrevista con Edwin Möller, 29 de septiembre de 1992. 78 La Nación, 5 de julio de 1953.

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“para lograr su completa liberación no deben confiar más que en sus propias fuerzas organizadas”. Otro advirtió: “Numerosas células poristas campesinas [...] han hecho llegar a ‘l.o.’ sus denuncias de que numerosos gamonales parcelan sus haciendas y presionan a los indígenas para que las compren”. Esto debía evitarse mediante la ocupación de las tierras “por la propia organización sindical”.79 Un mes antes de que se decretara la reforma agraria, Lucha Obrera mani­ festó que el por “ha sido el único partido político que ha tomado en cuenta las tendencias más profundas que animan al movimiento campesino y las ha elevado al plano de las formulaciones programáticas y de las consignas”, además de educar “a luchadores campesinos que ocupan [un] lugar de vanguardia”. Por eso, el 2 de agosto (fecha de la promulgación del decreto) “será día de victoria de las masas campesinas y también será día de victoria del Partido Obrero Revolucionario”. Después de su promulgación, sin embargo, el partido se quejó de que el decreto “estaba des­ti­nado a pacificar el agro para procurar se verifique una reforma de tipo burgués”. Sin embargo, aseveró: “El Ejecutivo con el acto de Ucureña y la paralela movilización campesina, han dado un mayor impulso aún a la combatividad de los explotados del agro y prácticamente han desatado la avalancha campesina”.80 El por y el radicalismo campesino En los meses anteriores al decreto de la reforma agraria, los voceros oficialistas expresaron su intensa preocupación respecto al papel de los trotskistas en zonas rurales alrededor de Sucre, el Lago Titicaca y otras regiones. Se enfocaron sobre todo en Cochabamba, donde las movilizaciones campesinas pasaron de huelgas locales a la formación de grupos armados para tomar haciendas, mientras los terratenientes establecieron destacamentos armados bajo su mando en contra de los campesinos. Bajo titulares como “Denuncian agitación de elementos del trotskismo en las labores del campo”, La Nación advertía de tentativas de “crear un clima de insurgencia”.81 Las luchas dentro del movimiento campesino cochabambino reflejaban distintas prioridades locales (en algunas áreas la tierra, en otras el agua), rivalidades personales, conflictos entre aldeas, el grado de influencia de la iglesia y otros factores. No obstante, la línea divisoria más clara fue la que se estableció entre los líderes progubernamentales y una corriente radical basada en la acción directa de los campesinos mismos. Esta tendencia radical, centrada en Ucureña y otras partes del Valle Alto de Cochabamba, estaba dirigida por militantes del por y algunos activistas emenerristas que cooperaban con ellos. 79 Lucha Obrera, 1a quincena de mayo y 31 de mayo de 1953. 80 Lucha Obrera, 5 de julio y 23 de agosto de 1953. 81 La Nación, 19 de marzo de 1953.

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El choque entre las dos tendencias se resumía en consignas contrapuestas, como un dirigente campesino, el exminero y otrora porista Sinforoso Rivas, recordó años después:

Los poristas querían cabalmente copar todas las Federaciones. Entre ellos estaban: un porista campesino Encarnación Colque, Orlando Capriles, Emilio Pérez y Modesto Sejas. La consigna de ellos era la Revolución Agraria y la consigna del Gobierno era la Reforma Agraria. Veíamos que con la Reforma Agraria sin costo nosotros hubiéramos tenido que atenernos a las leyes leguleyescas. ¡Había que tomar las propiedades!82

Los nombres de estos y otros dirigentes campesinos trotskistas figuraron en un torrente de artículos en Los Tiempos, el diario clericalista que fungía como vocero de los gamona­les cochabambinos. Los estruendosos titulares reflejaban la extensión de la movilización además de expresar también los temores clasistas y raciales de los terratenientes: “Golpe de estado en la Federación Campesina – Militantes poristas destituyen a la directiva” (4 de enero); “Intranquilidad en Pojo por violencia de los indígenas” (22 de enero); “Dirigentes ‘Trotskistas’ fueron desplazados de la Federación Departamental de Campesinos” (27 de enero); “Agitadores campesinos arrestados por la policía” (31 de enero); “Centenares de indígenas de Ucureña, armados y en actitud hostil, pidieron libertad de varios dirigentes campesinos” (1º de febrero); “Ucureña ha caído en manos del por” (5 de febrero); “Campesinos de Sivingani cumplen las órdenes de plana mayor establecida en Ucureña y no las de autoridades” (21 de abril); “El proceso de agitación indigenal perjudica la labor de la Comisión de Reforma Agraria” (24 de abril); “Centenares de indígenas sembraron pánico en Tarata” (12 de mayo); “Campesinos continúan secuestro de armas en haciendas” (13 de mayo). La turbulencia política dentro de la Federación Sindical de Trabajadores Campesinos de Cochabamba se reflejó en las páginas de Los Tiempos. Cuando la fracción radical, encabezada por los poristas, desplazó a los dirigentes que apoyaban al gobierno, éstos respondieron proclamando la expulsión de los “extremistas”. El 30 de enero la policía arrestó a varios militantes del por y otros “cabecillas” de las protestas (entre ellos José Rojas, que militaba en el mnr) bajo la acusación de “intranquilizar los núcleos campesinos con prédicas demagógicas”. Lo que ocurrió después fue descrito por un vocero del swp, Bert Cochrane, en una conferencia sobre “La revolución en Bolivia” que presentó en Detroit:

Cuando a los campesinos les llegó la noticia de que sus dirigentes habían sido arrestados, dejaron sus herramientas en los campos y marcharon inmediatamente de todas partes hacia [la ciudad de] Cochabamba, armados con cachiporras, rifles de

82 Comentarios de Sinforoso Rivas Antezana en José m. Gordillo (coord.), Arando en la Historia: La experiencia política campesina en Cochabamba (La Paz: Plural, 1998), 100.

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caza, barras de hierro y armas improvisadas hechas rápidamente de tubos llenos de pólvora, que explotan cuando se les prende fuego.

Mil campesinos de Ucureña ocuparon el centro de la ciudad. Las autoridades dieron la orden de tocar bocinas de automóviles, intentando ahogar las voces de Modesto Sejas y Emilio Chacón, que daban discursos a la multitud. Una dirigente movimientista local cochabambina hizo un discurso anticomunista, la policía lanzó gases lacrimógenos y miembros del grupo Vanguardia del mnr, armados con fusiles, ayudaron a desalojar a los indígenas.83 Rojas y otro dirigente fueron llevados a La Paz, donde el mismo presidente Paz se reunió con ellos y “prometió apoyar a Rojas en sus pretensiones de ser el principal dirigente de Cochabamba, pero con la condición de que Rojas a su vez apoyara al mnr y no a los ‘comunistas del por’”. Al exigir medidas fuertes, el Coordinador de Asuntos Campesinos, Víctor Zannier, fue citado en un titular de Los Tiempos: “Los poristas son los culpables de las sublevaciones indigenales”. Bajo el titular “Bolivia preocupada por ‘purga’ indígena – Choque campesino atribuido a la explotación roja del malestar sobre demora de la reforma agraria”, el New York Times informaba:

Según un memorándum que el jefe de policía de Cochabamba entregó al Ministro de Gobierno, los estallidos han sido causados por la creciente actividad de los agitadores del Partido Obrero Revolucionario. [...] Estos organizadores [...] dicen a los campesinos indios que ellos representan la única agrupación que logrará una distribución de las tierras.

El reportaje alegaba que los agitadores “trabajan bajo órdenes de Edwin Möller, un importante miembro de la Central Obrera Boliviana encabezada por el Ministro de Minas Juan Lechín”. En realidad, los militantes poristas de Cochabamba actuaban, en gran parte, por sí solos.84 Por su parte, un dirigente del Partido Comunista de Bolivia dijo a una periodista argentina que “los peores enemigos de la marcha de las cosas son los trotskistas, extremistas que tienen mucha fuerza, sobre todo en Cochabamba, e influyen indirectamente sobre el ala izquierda del m.n.r.”. Advirtiendo contra el “izquierdismo peligroso” de su agitación campesina, reiteraba: “Hay mucha influencia trotskista en Cochabamba y esa gente va a provocar trastornos serios si no se los pone en vereda”.85 83 Los Tiempos, 31 de enero y 1o de febrero de 1953; “The Revolution in Bolivia”, manuscrito de conferencia de Bert Cochrane, 24 de abril de 1953, 21-22, colección Cochrane, caja 2, carpeta 18, Tamiment; entrevista con Modesto Sejas, 2 de octubre de 1992. 84 Iriarte y Equipo cipca, “El sindicalismo campesino”, 154-155; Los Tiempos, 25 de abril de 1953; New York Times, 8 de febrero de 1953. 85 Alicia Ortiz, Amanecer en Bolivia (Buenos Aires: Hemisferio, 1953), 42, 164.

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La dirección cobista alternaba entre protestar contra la represión de los radicales campesinos y condenar la “actitud de provocación y de soliviantación por parte de elementos interesados en crear problemas al Gobierno”. En marzo de 1953 el Ministro de Asuntos Campesinos Ñuflo Chávez dirigió un mensaje al presidente Paz Estenssoro quejándose de que el sindicato campesino de Sacabamba (municipio del departamento de Cochabamba) “obedece consignas del por” y habría “cometido atropellos contra los administradores de las propiedades circunvecinas”; informaba además que había ordenado la detención de varios dirigentes campesinos, “especialmente de Manuel Cruz Vallejos”, un prominente porista al que llamaba “capitán de esta cuadrilla de malhechores”. En Ucureña, “el dirigente porista Modesto Sejas es el princi­pal autor de esta agita­ción dirigida contra el Gobierno, motivo por el que he ordenado su detención”, junto con la de otros dirigentes en Totora y Colomi. Resumía el ministro:

Espero Excmo señor Presidente que estas medidas y sus emergencias, de las cuales me declaro, personalmente, res­ponsable, serán aprobadas por el Supremo Gobierno; pero como la agitación en el campo es dirigida por el Partido Obrero Revolucionario y no habrá tranquilidad mientras los dirigentes de este partido continúen gozando no sólo de garantías, sino hasta de privilegios, me permito insistir sobre la necesidad de desterrar a todos los diri­gentes y militantes del por, que no pasan de quinientos en toda la República. [...] Como creo que esta situación no debe continuar, vuelvo a insistir en la necesidad de tomar medidas de carácter general contra el por, de lo contrario me veré en la imperiosa necesidad de hacer renuncia de la Cartera con cuyo ejercicio me honrara vuestra Presidencia.86

Chávez, como hemos notado, era uno de los principales portavoces de la Izquierda movimientista. Aunque su exigencia de desterrar a toda la militancia del por no fue realizada (tampoco renunció de su cartera), sí se arreció la represión contra el partido. En junio y julio de 1953, el mnr organizó grupos armados en zonas rurales, que a veces fueron utilizados contra el por. Contratado aparentemente por gamonales locales, un grupo de matones (algunos armados con ametralladoras) asesinó a Manuel Cruz Vallejos, el dirigente campesino porista de Sacabamba que Chávez había denunciado. En Pojo, los pistoleros asesinaron a Alberto Herbas, un dirigente campesino trotskista que tenía sólo 17 años. Un llamado a la solidaridad internacional, emitido por el partido, declaraba que los asesinos de Herbas fueron “descuartizados después por las masas campesinas enfurecidas”.87 86 Comunicado de la cob citado en Iriarte y Equipo cipca, “El sindicalismo campesino”, 153; mensaje de Ñuflo Chávez reproducido en Gabriel Ponce Arauco, “Insurgencia campesina y respuesta estatal en el período 1952-1953”, Estudios sociales 1:1 (Cochabamba), junio de 1987, 19-20. 87 Bulletin intérieur del s.i., febrero de 1954, 23; declaración de “Walker”, secretario general del POR, 27 de enero de 1954, bdic 468/2, carpeta 1954. Ver también la tesis de licenciatura de Sonia Sapiencia, Movilización campesina e insurrección popular (1946-1953) (umsa, 1986), 121.

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“Dirigimos toda la expropiación de las tierras” El testimonio de Modesto Sejas nos proporciona una imagen viva de los acontecimientos en el Valle de Cochabamba. Hijo de campesinos sin tierra del pueblo de Totora, Sejas nació en 1927 y originalmente hablaba sólo quechua. En 19461947, como estudiante de secundaria en la capital departamental, se juntó con algunos estudiantes de origen judío para organizar la efímera Vanguardia Juvenil de Estudios Sociales, algunos de cuyos miembros luego se adhirieron al por. En enero de 1947, dio un discurso en una asamblea de la Federación Obrera Sindical en el que defendió a los mineros de Potosí masacrados por el pir. Varios militantes piristas estaban presentes y “me sacaron a patadas”. Carlos Bayón, en ese entonces secretario general del Comité Regional cochabambino del por, lo llevó a su casa y curó sus heridas. Poco después Sejas se unió al por, que tenía aproxima­damente 30 militantes en Cochabamba, entre ellos estudiantes, campesinos y algunos obreros (principalmente mecánicos y pintores).88 Después de participar en el levantamiento de abril de 1952, Sejas se entregó a la labor de organización entre los campesinos del Departamento de Cochabamba. Recordaba que Juan Lechín mandó a mineros que habían estado presos antes de la insurrección, para que organizaran sindicatos campesinos, pero estos elementos se burocratizaron y siguieron la línea oficialista. Sejas se integró a un comité campesino y trabajó contra la dirección oficialista. “Hicimos asambleas regionales de los campesinos, denunciamos: Estos no van a hacer la revolu­ción agraria, solamente van a hacer simples reformas que no nos van a favorecer”. La agitación se realizaba principalmente en quechua. A principios de enero de 1953, Lechín asistió a una reunión de la federación campesina. “Con Lechín discutimos dos días y lo derrotamos. Nosotros sostuvimos la revolución agraria y él sostenía la reforma agraria, la posición del mnr”. Para los poristas campesinos de Cochabamba, la revolución agraria consistía en esto:



La socialización de la tierra [...] que de los gamonales las haciendas pasen íntegramente a manos de los sindicatos como una propiedad colectiva, volvió a llamarse también cooperativa. [El mnr,] asesorado por el Departamento de Estado, quiso parcelar la tierra, una contrarrevolución en la cuestión agraria. Nosotros dirigimos toda la ocupación de las tierras, esta federación. Nosotros hemos explicado que la propiedad no se va a dividir: nosotros vamos a manejar estas haciendas, vamos a crecer, vamos a industrializar, vamos a maquinizar, vamos a hacer el regadío; todo vamos a hacer a través de una administración colectiva, de los sindicatos. Ellos [los campesinos] comprendían perfectamente. [...] Solamente esta organización tomó las tierras íntegramente.

88 Entrevista con Modesto Sejas, 2 de octubre de 1992.

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En contraste, “las haciendas no fueron tocadas” en Sucre, en varias partes del Departamento de La Paz ni en Santa Cruz. Los activistas poristas y de la federación campesina organizaron grupos de defensa armada y milicias campesinas. Los campesinos “preferían vender la yunta que no tener arma”, dijo Sejas, agregando que durante la dictadura de Barrientos se cambió el calibre de los rifles para obstaculizar la obtención de municiones. Cuando las autoridades detuvieron a militantes y simpatizantes del por en enero de 1953, la federación tomó la ciudad de Cochabamba. Al salir de la cárcel, el dirigente campesino porista Encarnación Colque “hizo un gran discurso” en quechua, “sustentando la tesis de la revolución agraria, las milicias obrero-campesinas” y “en contra del gobierno del mnr” y su propuesta de restablecer el ejército.

Entre otras cosas dijo: “Compañeros, ¿para qué queremos un ejército de masacradores de obreros y campesinos? Nosotros vamos a organizar otro ejército, un ejército que defien­da los intereses de los obreros y campe­sinos, un ejército de overoles y ojotas”.89

Durante ese período, Sejas señaló, “Nuestro equipo creció tanto que el por se convirtió en partido de masas en Cochabamba”. Había dos locales abiertos del por en la ciudad de Cochabamba y uno en Ucureña, cada uno defendido por una guardia armada. “Cada noche sufríamos ataques de los esbirros de los gamonales y del mnr”. Fueron asesinados el “gran dirigente porista” Cruz Vallejos y Herbas, el “dirigente máximo porista de Pojo”, pero “en dos años jamás pudieron apresarme. Tenía un equipo muy bueno, organizado, armado. [...] Yo he caído en La Paz, cuando he ido al [xi] congreso” del por. Al ser detenido, sufrió torturas bárbaras. Luego se quedó en la clandestinidad o el exilio hasta 1962. Entrevistado a la edad de 65 años, Modesto Sejas mantenía su ideario trotskista y había vuelto a militar activamente.90 Guillermo Lora recordaba haberse opuesto al reclutamiento de “demasiados” campesinos por el por cochabambino. Los campesinos afirmaban ser revolucionarios, dijo, pero se trataba de un engaño: lo único que cada uno de ellos quería era adquirir un terreno propio. “El por ha descubierto algo que Lenin, Trotsky y los bolcheviques no entendían”, afirmaba Lora: “y es que en realidad, el campesino es un pequeño propietario”.91 En 1953, sin embargo, la preocupación del Comité Central del por era otra: que la movilización campesina en Cochabamba era demasiado radical, que iba en contra de una tendencia decreciente del activismo obrero a escala nacional y 89 Ibid. Las ojotas son sandalias tradicionales del campesino boliviano. 90 Ibid. 91 Entrevista con Guillermo Lora, 1o de agosto de 2003. En realidad, Lenin y Trotsky, al igual que Marx, sí describieron a los campesinos minifundistas (a diferencia de los trabajadores agrarios sin tierra) como propietarios.

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que contrariaba las posiciones oficiales del partido. Advertía una circular interna: “Decidida a satisfacer los deseos imperialistas, la burocracia del mnr encontró un pretexto en las actuaciones erróneas del Partido”, entre ellas “el sentido ‘localista’ del trabajo en la cuestión agraria”. Al citar “las divergencias entre nuestros camaradas de Cochabamba” (algunos creían que la agitación campesina era demasiado combativa), declaraba que “Cochabamba actúa al margen de todo control, fuera de la línea del Partido, con una falta de conocimiento de las normas de disciplina más elementa­les”, agregando: “Hay que poner fin a las sublevaciones esporádicas e aisladas que sólo debilitarán nuestras fuerzas”.92 Una resolución especial sobre el Comité Regional de Cochabamba advertía en contra de “desviaciones aventuristas sectarias incompatibles con la estrategia del Partido”, señalando que “el movimiento campesino de Cochabamba es desproporcionalmente avanzado respecto al resto del país y respecto al movimiento obrero propiamente dicho”. Un levantamiento aislado y la ocupación de tierras en una sola región “representaría una verdadera aventura cuyos resultados negativos para la movilización general de las masas y el futuro del Partido serían incalculables”, permitiendo que “la reacción retomara la ofensiva” y desatara “una represión sangrienta contra los campesinos, privados de un apoyo eficaz de los obreros y campesinos del resto del país”. Por lo tanto:

[E]s urgente y necesario explicar estos peligros a las masas campesinas y hacerles comprender que la consigna de “Ocupación de las tierras”, aunque permanece una consigna justa, no es realizable en las condiciones presentes y el momento de su aplicación debe ser precisado por el cc del Partido cuando las condiciones hayan madurado suficientemente a escala nacional.93

Detrás de estas advertencias había mucho más que la mera cautela táctica. La estrategia nacional del cc buscaba profundizar la alianza del por con la Izquierda emenerrista, que era violentamente hostil a las movilizaciones campesinas “descontroladas” en Cochabamba. Buscando frenar a los activistas cochabambinos, la dirección del por se preparaba para participar en la comisión oficialista de reforma agraria y escribiría después acerca de la “victoria” alcanzada con el decreto agrario de agosto de 1953. Era un axioma marxista que para lograr victorias duraderas, los levantamientos campesinos –generalmente “localistas” debido a la naturaleza de la vida rural– deben aportar fuerzas a una revolución encabezada por el proletariado a escala nacional. Era igualmente axiomático que esto exigía una dirección ­revolucionaria con el compromiso de movilizar la fuerza de la clase obrera en defensa de las luchas campesinas. La idea de que no era posible tomar las tierras era 92 Circular del Buró Político del por (7 de febrero de 1953), en Bulletin intérieur del s.i. sobre Bolivia, abril de 1953, 4, 6-7 (citas retraducidas del francés). 93 Resolución sobre Cochabamba (17 de febrero de 1953), en ibid., 9-10 (citas retraducidas del francés).

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claramente falsa: eso es justamente lo que hacían los campesinos cochabambinos. El mensaje de la dirección porista se asemejaba a lo que Stalin había dicho a los comunistas chinos en 1925-1927: frenen las tomas campesinas de tierra porque éstas ponen en peligro el bloque del partido con el Guomindang nacionalista. El hecho de que la orientación del por hacia el mnr estaba detrás de estas disputas queda claro en una carta al Secretariado Internacional de la iv Internacional, en la que se informaba que “dos fracciones se han enfrentado” dentro de la organización, “una derechista, la otra ultraizquierdista”. El grupo derechista tenía una “interpretación errónea” de las resoluciones partidistas, “sobre todo una sobreestimación de las posibilidades del gobierno”, expresando así “posiciones capituladoras hacia el mnr”. Como reacción, “la otra fracción defendió posiciones ultraizquierdistas que conllevaban por un lado el peligro de una ruptura inmediata del Partido con las masas que creen todavía en el mnr, y por otra parte planteaba el riesgo de empujar a nuestros camaradas a aventuras [en] la movilización de los campesinos”. La dirección nacional había “puesto alto a todos estos errores”; el Comité Regional de Cochabamba, “reunificado, actúa ahora bajo la dirección del bp [Buró Político] y sigue sus directivas”.94 Sin embargo, las diferencias no sólo continuaron sino que se profundizaron. El tono de la agitación trotskista local se hace sentir en un volante publicado en el segundo aniversario de la Revolución por el Comité Local porista de Ucureña. Criticando al gobierno por indemnizar a los barones del estaño y servir “de intermediario, de vendedor de pequeñas parcelas de tierras a los campesinos”, se dirigió a éstos con las siguientes consignas:

Hay que defender las tierras ocupadas, si es necesario hasta la muerte, porque la tierra es nuestro único sustento, rechazar a los agentes y burócratas del gobierno, no pagar ni un centavo por las tierras ocupadas, no retroceder ni un paso atrás, al contrario, agitar las masas hacia la ocupación organizada de las haciendas allí donde no se ha ocupado.

Llamando a “la constitu­ción de una dirección verdaderamente campesina, honesta y revolu­cionaria, comple­tamente independiente del gobierno y de sus agentes”, el volante termina con la siguiente declaración:

El actual gobierno es de carácter capitalista, comprobado por su política francamente derechista. Los campesinos y los obreros nada tenemos que ver con este gobierno; porque nuestro gobierno será el Gobierno Obrero Campesino. Luchamos por la instauración de éste, a través del p.o.r.95

94 Carta del por al s.i. (sin fecha), en ibid., 1 (citas retraducidas del francés). 95 El por en defensa de las tierras ocupadas, Comité Local del por, Ucureña, 9 de abril de 1954, colección anónima (énfasis en el original).

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Las ideas eran armas cruciales y los camaradas de Ucureña las necesitaban bien afiladas. Al insistir en que los obreros y campesinos no tenían nada que ver con el gobierno capitalista (no meramente “pequeñoburgués”) del mnr, los “ultraizquierdistas” quechuas planteaban un punto de vista diametralmente opuesto al de la dirección nacional del por. Explosión fraccional Los conflictos sobre Cochabamba presagiaron la crisis fraccional que iba a desgarrar al por en 1954-1955. Los observadores superficiales suelen referirse en tono irónico a las luchas intestinas de la izquierda, pero las cuestiones detrás de la explosión fraccional del trotskismo boliviano eran cruciales, agudas y estaban íntimamente vinculadas con el futuro de la revolución. En el sentido más amplio, el conflicto expresó la contradicción entre la adhesión formal del partido al programa de la revolu­ción permanente de Trotsky, por un lado, y su práctica de buscar presionar hacia la izquierda al régimen emenerrista por otro. ¿Era posible presionar al gobierno “revolucionario” para que realizara una ruptura radical con el marco del capitalismo latinoamericano dominado por Estados Unidos? ¿Realmente se podía transformar al mnr en un instrumento de la población trabajadora empobrecida? Si efectivamente era posible, entonces ¿para qué mantener la existencia de un partido trotskista independiente? Si no lo era, ¿cuáles conclusiones había que sacar entonces con respecto a la estrategia y las consignas del partido? En cuanto a los dirigentes del trotskismo boliviano, ¿estaban guiando a la Izquierda lechinista del mnr hacia el socialismo, o más bien ocurría que los lechinistas estaban en proceso de cooptar a los trotskistas? La polarización fraccional del por estaba relacionada con la escisión de la iv Internacional acontecida en 1951-1953, que la dividió entre seguidores y opositores de Michel Pablo. Sin embargo, la crisis del por no reprodujo las líneas de la escisión mundial. Las fricciones personales y organizativas echaron leña al fuego. La situación se complica más aún porque la “historia oficial” de las dos fracciones principales –así como las versiones que entraron a la historia política de Bolivia y del movimiento trotskista internacional– divergen considerablemente de lo que indican los documentos de la época y la memoria de muchos partícipes. Dado el prominente papel que en la vida pública boliviana jugaron Guillermo Lora, Edwin Möller, Ernesto Ayala Mercado, Hugo González, Fernando Bravo y otros dirigentes del por, el estallido del partido es un tema familiar para muchos activistas de la izquierda, sindicalistas, intelectuales, historiadores, politólogos, periodistas y comentaristas. La versión ampliamente “conocida” es que tras una división entre “pablistas” y “antipablistas”, aquéllos entraron al mnr. Lo que ocurrió en realidad fue muy distinto. A escala mundial, Pablo y sus seguidores

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sí argumentaron a favor del “entrismo” en muchos partidos comunistas, socialdemócratas y laboristas, así como en algunos movimientos nacionalistas. En Bolivia, sin embargo, la agrupación más estrechamente asociada con Pablo no acabó entrando al mnr. En cambio, fue la gran mayoría de la fracción dirigida por Lora y Möller (que evitaba identificarse con el campo de Pablo y con el de los antipablistas en la iv Internacional) la que llevó a cabo el “entrismo” en el partido gobernante. En lugar de una contienda bilateral, la lucha interna involucró a: (1) la Fracción Proletaria Internacionalista (fpi) de González y Bravo; (2) la Fracción Obrera Leninista (fol) de Lora y Möller, que se subdividió en (a) una agrupación grande que “entró” al mnr y (b) Lora (secundado a la larga por algunos otros), que alentó algún tipo de entrismo al mnr pero rompió con Möller en el último momento; (3) una agrupación alrededor de Warqui (Oscar Barrientos) en Cochabamba, que tenía cierta relación con la fol y alentaba a los entristas; y (4) un grupo distinto en Cochabamba, dirigido por activistas campesinos del por junto con un inmigrante suizo y que se oponía tanto a la fpi como a la fol, rechazaba el entrismo y acusaba a toda la dirección nacional del por de capitular ante un régimen burgués. Esta última agrupación, cuya existencia misma ha sido casi un secreto del trotskismo boliviano, evolucionó de los “ultraizquierdistas” cochabambinos criticados por el Comité Central. En junio de 1953, el por realizó su x Conferencia (también conocida como el x Congreso), que aprobó una extensa tesis sobre la “etapa actual de la revolución” y las tareas del por, escrita por Lora. Después de la conferencia, según Lora, surgió una controversia acerca de la afirmación, hecha en el documento, de que el movimiento de masas pasaba por un “período de depresión” y que la tarea del por era “conquistar a las masas” en lugar de orientarse hacia una lucha inmediata por el poder.96 Más fundamental que el análisis de coyuntura era la manera en que la tesis caracterizaba al gobierno: a la vez que éste “evoluciona dentro de los intereses de la burguesía”, afirmaba, se trataba de un “gobierno pequeño burgués” (o sea, de un carácter de clase intermedio), que se desplazaba “constantemente desde el polo imperialista hasta el extremo proletario”.97 96 Lora, Contribución, 2:258-259. 97 “Etapa actual de la Revolución Boliviana y tareas del p.o.r.”, ¿Qué Hacer? diciembre de 1953, 24, 25, 27. En las Obras completas de Lora (4:366), se observa que este documento “fue reproducido por la revista trotskysta de México ‘¿Qué Hacer?’” y que una parte (traducida al francés) fue incluida en el volumen de escritos de Lora titulado Bolivie: de la naissance du p.o.r. à l’Assemblée Populaire (París: edi, 1972), 25-27. Habiendo consultado esas fuentes, citamos el texto de 1953, a la vez que nos permitimos sugerir que se realice un análisis cuidadoso de las diferencias entre dicho texto y la versión publicada cuatro décadas después en las Obras completas (4:307-366).

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En la forma de una advertencia contra posibles concepciones aventureras, la tesis presentaba una versión de apoyo crítico al gobierno del mnr: “Lejos de lanzar la consigna de derrocamiento del régimen Paz Estenssoro lo apuntalamos para que resista la embestida de la ‘rosca’, llamamos al proletariado internacional a defender incondicionalmente la revolución boliviana y su gobierno transitorio”.98 El por fue mucho más allá del llamado a derrotar los ataques que el imperialismo o la derecha rosquera podían lanzar, posición que concordaría con el concepto trotskista tradicional, en el que la “defensa militar” de un país oprimido se distingue claramente de cualquier “apoyo político” a un régimen no proletario. La caracterización del gobierno como pequeñoburgués (o sea, no plenamente burgués) iba de la mano de la orientación general indicada en una consigna central del documento: “exigir que el Gobierno cumpla los postulados de la revolución”. Si bien se explicaba que se trataba de “mostrar en la vida práctica que el Gobierno Paz Estenssoro es incapaz de cumplir sus promesas y las aspiraciones proletarias”, en efecto la consigna formalizó la estrategia de presionar al régimen.99 En lugar de contraponerse a la idea, generalizada en aquel entonces, de que el mnr cuidaba los intereses de las masas trabajadoras, el partido basaba su política en esa ilusión. Asimismo, la tesis sistematizaba la concepción de que los lechinistas, si bien eran gente confundida, indecisa y capituladora, podían ser presionados para que derrotaran a la derecha del mnr y tomaran el control del gobierno. Refiriéndose a la izquierda del mnr, el documento afirmaba que “es previsible que bajo la presión de las masas efectúe un nuevo viraje a la izquierda y rompa la tan cacareada ‘unidad del mnr’”. En seguida declaraba:

En tal caso el por apoyará a la izquierda en la lucha contra la derecha, le ayudará a orientarse ideológicamente, le presionará para que avance hasta las posiciones más avanzadas y paralelamente movilizará las bases movimientistas para que exijan a la dirección izquierdista adopte el programa de la revolución proletaria.

El “predominio total” de la izquierda emenerrista “modificaría profundamente la naturaleza del mnr y permitiría que se aproxime en gran manera al por”. En tales circunstancias “podría hablarse de un posible gobierno de coalición del por y del mnr que sería una forma de realización de la fórmula ‘Gobierno ObreroCampesino’, que a su vez constituiría la etapa transitoria hacia la dictadura del proletariado”. Como apéndice a la tesis se publicó una declaración sobre la lucha contra la intentona derechista lanzada a fines de junio de 1953, que terminaba con la frase: “Toda esta lucha debe girar alrededor de las consignas [sic] ‘Control total del Estado por el ala izquierda del mnr’”.100 98 ¿Qué Hacer? diciembre de 1953, 32. 99 Ibid., 32. 100 Ibid., 34-36.

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Lora escribió después que el “análisis del ala izquierda del mnr, es decir del lechinismo”, hecho en el documento “se inspiró [...] en una charla que sostuvo Escóbar [Lora] con Lechín, no bien aquél retornó de Europa”:

Escóbar dijo al líder obrero que si realmente seguía una línea revolucionaria debería proceder al desplazamiento de Paz del poder; aquel respondió que eso no sería posible porque el Presidente movimientista se identificaba con las posiciones de la izquierda.

Subrayando el hecho de que la misma estrategia –la de presionar hacia la izquierda a los lechinistas– fue compartida por toda la dirección porista, Hugo González recordaba haber dicho a Lechín que debía tomar el poder (éste respondió que no existían las condiciones para hacerlo), y que en otra ocasión, los poristas llevaron a Lechín en sus hombros durante una manifestación, coreando “La cob al poder”.101 González fue elegido Secretario General en la x Conferencia. Pronto, recordaba, “en La Paz comenzaron los líos” con Möller y Lora. Éstos empezaron a actuar “por encima del partido, y eso se reflejó en la cob”, en la que Möller aún tenía el puesto de Secretario de Organización y tanto Lora como González eran delegados. “Públicamente ya las discrepancias comenzaron a surgir. [...] Ellos aparecían representando al partido sin haber discutido en la dirección”. La “diferencia básica”, según González, era que Möller y Lora empujaban fuertemente a favor de un “frente único con el mnr” mientras que él y otros dirigentes se orientaban hacia el “trabajo independiente”.102 El Secretariado Internacional, encabezado por Michel Pablo, consideraba que el documento de la x Conferencia era confuso e insuficientemente firme con respecto al mnr. En enero de 1954, el s.i. instó al por a emprender una “reorientación”: sin dejar de llamar a la Izquierda del mnr a romper con la derecha y adoptar una política revolucionaria, el partido debía aumentar los esfuerzos por influenciar a los sectores de masas que se desilusionaban con el mnr, a través de la consigna de convocar una Asamblea Constituyente junto con “una campaña sistemática y vigorosa por el gobierno obrero y campesino”.103 Lora afirma que el s.i. y el Buró Latinoamericano (bla) de la iv Internacional usaron una combinación de presiones y halagos para ganar el apoyo incondicional de algunos dirigentes del partido. Él y Möller, “que defendían la integridad de la línea aprobada en el histórico congreso, resultaron en minoría”. Cuando los dos establecieron una fracción propia, la tesis de la x Conferencia “se convirtió en el documento básico de la fracción trotskysta” (es decir, la Fracción Obrera Leninista [fol]). Por su parte, González y sus aliados establecieron la Fracción 101 Lora, Contribución, 2:261; entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992. 102 Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992. 103 Carta del s.i. en Bulletin d’information, enero de 1954, 16-17 (énfasis en el original).

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Proletaria Internacionalista (fpi). “De manera sintética”, observa Lora, “se puede decir que la fol defendía la línea del x Congreso [conferencia] del por y la fpi buscaba controlar el aparato partidista para lograr su sustitución por las concepciones del si”, basadas en la idea de “‘empujar a las masas al poder’”. Al rechazar la posición de la fpi, él y Möller “creyeron que la táctica del frente de izquierdas, versión del frente antiimperialista con programa trotskysta en lo fundamental, podía sacar al partido de su aislamiento, que se acentuaba peligrosamente”. Lora recalca, además, que por frente antiimperialista se debe entender “un frente político de largo alcance”, no “una serie de acuerdos circunstanciales”. Junto con Möller, entonces, comenzó a realizar “sondeos” sobre la posibilidad de materializar un frente entre la Izquierda del mnr y el por.104 Defendiendo la propuesta en 1954, citaba como precedentes el Bloque Minero Parlamentario, el comité cuatripartito de 1950 y las tentativas de 1951 de formar un frente antiimperialista con el mnr y el pcb.105 En marzo de 1954, el Comité Central del por criticó a Lora y Möller por haber violado la disciplina partidista al publicar sus propios comunicados de prensa y volantes y entablar “relaciones por su cuenta, sin el control del bp [Buró Político] con distintos elementos y grupos tendientes a llevar adelante su política de Frente de izquierda”. Cuando el por convocó su xi Conferencia en abril de 1954, las dos fracciones –fpi y fol– se habían establecido formalmente. La fpi de González y Bravo acusó a Lora y Möller de seguir un curso oportunista de capitulación ante el mnr. Lora observa que sus opositores no cuestionaban la validez del concepto del frente antiimperialista, sólo su pertinencia en aquel momento.106 Los archivos del Secretariado Internacional documentan la coordinación intensiva y minuciosamente detallada entre la fpi y Pablo para fines de esta lucha contra Möller y Lora. Además de criticar la línea del x Congreso del por, el s.i. atacó la campaña de Lora a favor de “la unidad de todos los partidos de izquierda en un Frente Único Anti-imperialista, lo que implicaría la ausencia de una lucha contra el mnr y el abandono práctico de una campaña por el gobierno obrero y campesino”.107 104 Lora, Contribución, 2:257, 263-273, 285. Al enfatizar que el “frente antiimperialista” no es para él una alianza de corto plazo, Lora sigue fiel a la concepción que defendía durante la lucha fraccional. En un documento de octubre de 1954, por ejemplo, recalca: “Nuestra tesis tendía a no confundir en un único planteamiento el frente único antiimperialista y los bloques temporales” (“‘Pequeñas enmiendas de forma’”, Obras completas,5:134). 105 Lora, “La Izquierda del m.n.r. y el por”, Obras completas,5:124-126. 106 Lora, Contribución, 2:264-266; Obras completas,5:128. 107 s.i., “A las direcciones de las secciones”, 15 de marzo de 1954, bahc–csc. Este documento señala también que la línea seguida por el partido después del X Congreso “no formulaba una clara oposición al gobierno del mnr” y acusa a Cannon, dirigente del swp, de apoyar a Lora a pesar de estar “perfectamente al corriente de los esfuerzos del s.i. por enderezar la línea del por contra la orientación de la cual el c. Escóbar [Lora] era el defensor más consecuente”. Ver

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La conferencia estableció una dirección “paritaria”, con dos secretarios – González y Lora– así como un Comité Central y un Buró Político compuestos cada uno de un número igual de miembros de las dos fracciones. El esfuerzo por mantener la unidad fracasó en poco tiempo, ya que cada agrupación bloqueaba las iniciativas de la otra. Los conflictos aumentaron cuando la fol descubrió una carta de Pablo que recomendaba actuar con “mucha firmeza” en la lucha “contra las concepciones oportunistas y capitulantes de Escóbar” (Lora). La carta afirmaba que era “muy posible” que éste, “impulsado por Cannon” del swp norteamericano, “haya decidido de todas maneras escisionar la sección boliviana” en beneficio de “la tendencia criminal, antiinternacionalista, de Cannon”, es decir, el Comité Internacional antipablista formado por el swp norteamericano y otros en 1953. Lora contestó: “me resisto a creer que también la dirección internacional nos combata tan sañuda y suciamente en base de suposiciones o chismes”, afirmando además que “ni siquiera mantenemos correspondencia con el swp”. El Comité Central ya había aprobado una resolución “en defensa de la Internacional” en contra del ci y condenando la “traición y deserción del campo revolucionario” por parte del swp. Sin embargo, Lora propuso ahora que el por buscara la unidad del trotskismo mundial sin apoyar ni al s.i. de Pablo ni al ci de Cannon.108 Si bien su fracción no se alineó con el swp, era falsa la aseveración de que no había mantenido correspondencia con el partido norteamericano.109 En mayo de 1954, Lora, junto con González y otro dirigente de la fpi cotambién la carta de Pablo a “Cher ami”, 14 de enero de 1954; el informe detallado de Arroyo (a. Gilly) del 30 de enero de 1954; y las cartas de 1955 de Anne Marie a Gabriel (Pablo); bdic 457/1-2, carpetas 1954 y 1955. 108 “Cartas de Michel Pablo y de Lora”, reproducidas en Lora, Obras completas, 5:80, 84-85; carta de L. a Gaby (probablemente una variante de Gabe, otro seudónimo de Pablo), 22 de diciembre de 1953, bdic 457/1-2, carpeta 1953; resolución del cc del por, 5 de enero de 1954, archivos de la Prometheus Research Library. En una carta al swp, “j.”, un miembro de la oposición cochabambina, aseveró que Lora era el único integrante del cc que había votado en contra de condenar al swp, con el argumento de que no había suficiente información. Sin embargo, agregaba “j.” con indignación, Lora había propuesto no informar a las bases del por acerca de la escisión entre el s.i. y el ci, y el cc aceptó dicha propuesta (carta de j., 22 de marzo de 1954, h-swp, carpeta Bolivia 1954). Sobre la propuesta de la fol con respecto a buscar la unidad del trotskismo mundial, ver Lora, Contribución, 2:269. 109 h-swp (carpeta Bolivia 1954) contiene un intercambio de cartas entre Lora y “Smith” (Farrell Dobbs) en marzo-abril de 1954, que comenzó después de que los trotskistas franceses antipablistas informaron al swp de cómo podía ponerse en contacto con el dirigente boliviano. Lora escribió con respecto a la crisis del por, pidiendo que no se publicitara dicha información, puesto que sus opositores le estaban acusando de apoyar al ci, cuya formación –si bien simpatizaba con algunos de sus criterios– él consideraba prematura. Por otra parte, enfatizaba su deseo de evitar la escisión del por. La preocupación del s.i. y de la fpi acerca de que Lora podía estar en contacto con el ci se refleja en materiales de bdic 457/1-2, carpeta 1954: por ejemplo, una carta de j. a Gabe (20 de noviembre de 1954) menciona la visita de un “Delegado Canonista” (sic), el chileno Humberto Valenzuela.

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nocido como Tarqui, asistieron al “iv Congreso Mundial de la iv Internacional” convocado por el s.i. de Pablo. Lora informa que él y Pablo redactaron un documento en el que se “reconocía a medias la depresión [del movimiento de masas] y se aconsejaba aproximarse a las bases del mnr para ganarlas”.110 A pesar de esta tentativa de reconciliación, para mediados de 1954 la escisión del por boliviano se había consumado en los hechos. La situación alarmaba a la dirigente del por sucrense, Agar Peñaranda. Directora de la biblioteca de la universidad local e hija de un renombrado escritor, Peñaranda era una importante figura cultural, cuyas tertulias contaban con la participación de músicos, artistas y escritores. Eduardo Mendizábal la describió como “muy inteligente, muy capaz [...] una persona que estudiaba idiomas y enseñaba filosofía” y que “tiene la ‘culpa’ para que yo llegue hacia el trotskismo”. Conocida en el partido como Marcel, escribió algunos textos sobre la filosofía marxista y sobre la historia de las mujeres bolivianas.111 Marcel formaba parte de la fol de Lora. Sin embargo, instó a los dirigentes de la fracción a que “se abstengan de lanzar comunicaciones públicas, pues incurren en el mismo error que se critica en la fracción de Javier [Hugo González] de llevar la lucha fraccional al exterior”. Por otra parte, señaló que no existía “una línea política uniforme de la fracción” misma.112 Mientras tanto, Warqui (Oscar Barrientos) escribió un largo análisis en el que observaba que las posiciones de la fol favorecían el entrismo en el mnr –medida que Warqui apoyaba– a la vez que criticaba a los dirigentes jóvenes del partido por una serie de fallas de carácter y errores de juicio. Argumentaba que estos problemas habían sido agravados por un sentimiento de desaliento por la pérdida de una parte de la influencia de masas de que el partido había gozado en el período anterior. Opinaba que Lora “produjo buenos trabajos” impugnando los métodos organizativos de la fpi, a pesar de que “desde hace unos siete años había jugado el rol de Monarca absolutista (el partido soy yo)”. Warqui aseveraba además que el Buró Político “paritario”, formado en el esfuerzo por evitar la escisión del partido, “nunca se reuni[ó]”.113 110 Lora, Contribución, 2:279. 111 Entrevista con Eduardo Mendizábal, 13 de enero de 2007; Agar Peñaranda Oropeza, “Participación de la mujer”, Monografía de Bolivia (La Paz: Biblioteca del Sesquicentenario de la República, 1975), 1:143-159, y Obras de Agar Peñaranda (La Paz: Brigada Revolucionaria de Mujeres, 1988). Acerca de su padre, ver obituario en Los Tiempos (20 de marzo de 1946) y “Velada literaria en homenaje a Claudio Peñaranda” en Agua del inisterio (Sucre), junio de 2004, 51-63. 112 Marcel al bp de la fol, 5 de enero de 1955; colección particular anónima. 113 Tomás Warqui, “La Revolución Boliviana – Proyecto de Tesis Política”, 20 de abril de 1955, 17-18, parte de un boletín mimeografiado sin fecha, h-swp, carpeta Bolivia 1953-1955 (énfasis en el original). (Ver también carta de Warquy [sic] al s.i., 13 de junio de 1955, en la misma carpeta.) Cuando entrevisté a Barrientos (2 de octubre de 1992), reafirmó que él había apoyado

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En octubre de 1954, la izquierda boliviana recibió atónita la noticia de que casi todos los dirigentes poristas asociados con Lora se habían adherido al mnr en una ceremonia realizada en el Palacio Quemado. Muchos eran importantes dirigentes sindicales; el evento ocurrió en vísperas del Primer Congreso de la cob. Duro golpe al movimiento trotskista, el acontecimiento entró al léxico político boliviano como “el entrismo en el mnr”. Lora no se unió a sus camaradas cuando éstos se convirtieron en “entristas”. Un activista que experimentó los acontecimientos y pidió mantener el a­ nonimato me dijo: “Lora era el jefe de la fracción entrista, sin ser entrista”. Después de que “toda esa gente” asociada con Lora entró al mnr, “él salió con su periódico Masas, solito”. Las historias oficiales partidistas, así como las memorias publicadas, han dado una amplia gama de versiones contradictorias a lo largo de los años. Los documentos, sin embargo, aportan una visión distinta de los acontecimientos, en la que el papel de Lora emerge como el de un aprendiz de brujo que desata un proceso que no puede controlar. El llamado a formar un “frente antiimperialista” como manera de acercarse a las bases del mnr, propuesto insistentemente por la fracción Lora-Möller, fue el precursor inmediato del entrismo. La historia iba a chocar con las exigencias del prestigio partidista, cuando el entrismo en el partido de gobierno (directamente contrapuesto a los conceptos de la revolución permanente de Trotsky) se convirtió casi en sinónimo de arribismo y abandono de los principios.114 En su historia del por, refiriéndose a los acontecimientos de 1954, Lora informa:

Möller escribió una carta a Escóbar sugiriendo la posibilidad de ejecutar una maniobra entrista en el mnr. Este último respondió que en general y en principio, no podía rechazarse dicho método, pero que su oportunidad y forma de aplicación dependían de circunstancias políticas concretas. Añadía que lo que sí no podría aceptarse en Bolivia sería el entrismo de los dirigentes del por.

En la misma obra, escribe:

Un grupo de militantes de la fol ingresó al mnr, en vísperas del primer congreso de la cob (octubre de 1954), después de fraguar entre ellos una mal llamada “Conferencia del por”, bajo el pretexto de imponer el programa porista a un partido de masas y consumar la revolución proletaria. Todo este trabajo fué realizado por Möller y sus amigos aprovechando el viaje de Escóbar al cuarto congreso de la iv i,

el entrismo. 114 Tres décadas antes, al oponerse a la política estalinista respecto al partido nacionalista chino (Guomindang), la Oposición de Izquierda había fustigado la “tesis” de que “los comunistas deben entrar al gobierno Nacional para apoyar al ala de Izquierda en su lucha contra la política débil y vacilante de la Derecha”; citado en Harold r. Isaacs, The Tragedy of the Chinese Revolution, 2a ed. (Nueva York: Atheneum, 1966), 121.

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aquél, de manera por demás deshonesta, utilizó el nombre de éste para encubrir sus movimientos y sus verdaderas intenciones.115

Los documentos originales de aquel entonces proporcionan una perspectiva distinta. Las Obras de Guillermo Lora reproducen un folleto de 1953 con el título “Bolivia y la revolución de liberación nacional”, cuyo preámbulo afirma: “El Movimiento Nacionalista Revolucionario hereda de su pasado los frutos de una heroica lucha contra la rosca y el imperialismo; pero, también en ese pasado se encuentra un elemento que tiende a debilitarlo internamente: la falta de un programa coherente y científicamente estructurado”. Al comentar que “urge la estructuración de un programa”, el folleto –publicado en ocasión de la convención nacional del mnr– se presenta como respuesta a esa necesidad. Una nota introductoria (fechada en 1994) explica: “El folleto que va a leerse apareció en 1953 firmado por Juan Duin, seudónimo de g. Lora. El documento sirvió para organizar una fracción trotskysta dentro del gobernante mnr. El trabajo no prosperó porque los encargados fueron sobornados por la dirección movimientista”.116 En octubre de 1954, Lora publicó un análisis de la situación política que termina con el siguiente planteamiento:

La dirección del mnr, aprovechando la momentánea depresión y su control burocrático sobre el movimiento obrero, se esfuerza por abrir un abismo entre sus bases y el por. Este empeño ha tenido como consecuencia el relativo aislamiento del Partido, aislamiento que puede convertirse en serio obstáculo para su actuación futura. Nuestra táctica tiene que encaminarse a penetrar, desde ahora, en el seno de las bases movimientistas, con el fin de demostrarles en los hechos nuestra capacidad y seriedad como vanguardia revolucionaria.117

Lo que esto significaría concretamente se constata en una carta que Lora escribió al swp en el mismo mes de octubre. Informando acerca de su retorno a Bolivia después de una estancia en París, comentaba:

Llegue cuando se realizaba una conferencia nacional de nuestra fracción, es decir cuando las decisiones ya habían sido casi totalmente tomadas. Se resolvió: 1) Romper con la otra fracción, vale decir fraccionar al Partido; 2) Romper con el si y declararse neutrales en el problema de la Inter. Estos dos puntos fueron adoptados contra mi voluntad, pues creo que no convenían para consumar nuestros planes de largo alcance. Además, se notará el debilitamiento de nuestras fuerzas en el proceso

115 Lora, Contribución, 2:282-283, 280. 116 Lora, Obras completas, 4:187-188. 117 Guillermo Lora, “Bolivia: El control del mnr sobre las masas”, ¿Qué Hacer? (México), octubre de 1954, 143.

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revolucionario. Es indudable que nuestra fracción tiene la aplastante mayoría del Partido. 3) Se adoptado [sic] introducir una fracción del p. dentro de la izquierda del mnr, para realizar nuestro propio trabajo. La táctica es sumanete [sic] peligrosa pero puede dar sorprendentes resultados; 4) Se prepara una considerable fracción para el congreso de la cob.118

La conferencia a la que se refería fue la “xii Conferencia Nacional del por (Fracción Obrera Leninista)” realizada en Cochabamba. Una resolución de dicha conferencia sobre el frente único antiimperialista (fua), aprobada el 11 de octubre de 1954, señala: “Es preciso complementar la táctica del fua con la del Entrismo Parcial a las filas de la izquierda del mnr, con el objeto de contrarrestar el entrismo Stalinista, difundir las posiciones trotskistas dentro del lechinismo, crear un clima de simpatía hacia el por y propiciar desde adentro la materialización del fua”.119 A finales de 1954 un trotskista chileno escribió un “Informe sobre la situación partidaria en Bolivia”, en el que reportaba que González (“Serrano”) y sus seguidores “luchan por mantener el Partido independiente dentro de la linea Pablista”; dicha fracción (fpi) “acusa a la fracción Moller de capituladora ante el m.n.r. y que el entrismo no es otra cosa que el oportunismo del c. Moller, cuya ida al m.n.r. se venía preparando desde hace mucho tiempo”. La fortaleza de la fracción Möller era la ciudad de La Paz, aunque afirmaba ser mayoritaria en el partido a escala nacional. “En cuanto al c. Lora, que aparecía como caudillo de la fracción en cuanto se produjo el rompimiento y se acordó el entrismo parcial, rompió con Moller y se retiró de la fracción. Actualmente se mantiene solo dedicado a sacar una revista, sobre la cual cree posible trabajar por el reagrupamiento de los compañeros”.120 118 Carta de Lora, 19 de octubre de 1954, h-swp, carpeta Bolivia 154. Hemos reproducido la ortografía y la puntuación originales (por ejemplo, “Llegue” en lugar de “Llegué”). “Inter.” significa Internacional; “p.” significa Partido. La carta termina pidiendo que se le enviara dos libros de Trotsky que el swp había publicado. Los archivos no incluyen ninguna respuesta del swp, aunque hay una nota manuscrita referente al pedido de Lora. 119 Documentos 1:5 (boletín interno editado en Cochabamba), sin fecha [1954], 1-2; bahc-csc. Según el boletín, la conferencia aprobó la resolución bajo la presidencia de “Saens”. El boletín incluye además un extenso documento, “Nuestra incorporación en el movimiento de masas” (firmado por “n. Velazquez”), en el que se recalca el argumento de que “el actual gobierno no es un gobierno definido, sino de transición”. En el mismo texto se declara: “Algunos de los camaradas conciben el ingreso como una táctica con la finalidad de desenmascarar a los sinvergüenzas y traidores y romper públicamente con el m.n.r. para que las masas los sigan y se constituyan en los dirigentes auténticos de la clase trabajadora. Esta es una concepción muy simple y esquemática y da pauta de la falta de madurez política de los camaradas que así pienzan” (sic); ibid., 5-6, 17-18. 120 Huguembert, “Informe sobre la situación partidaria en Bolivia” (9 de diciembre de 1954), Boletín de discusión sobre Bolivia (Buenos Aires), serie C, no 2, sin fecha [1955], 1-2, h-lsh, sección “Unboxed”. Un documento útil por su explicación cronológica y detallada de la lucha interna es el de otro militante chileno, José Valdez, fechado agosto de 1956, que he visto únicamente como borrador de traducción al inglés: “The Reasons for the Defeat of the Bolivian por”,

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Entrevistado sobre el tema, Edwin Möller recordaba una reunión en la que “yo dije, lo correcto aquí [en Bolivia] es el entrismo en el mnr; entonces a Lora le pareció bien la tesis, pero no con gente de primera línea”. Möller consideraba “absurdo” ese criterio, porque si no entraran los dirigentes del por sería imposible “formar un partido obrero, y ese era nuestro objetivo: con la Izquierda del mnr formar un partido obrero”. Entonces, “yo planteé el entrismo conmigo a la cabeza; ya Lora discrepó y votó en contra”. La votación fue de dos en contra y 12 a favor de la propuesta de Möller, que también planteó la “independencia total del por” con respecto a la iv Internacional para realizar esta política. Lora dijo “esto es traición, entreguismo a la pequeña burguesía, y salió de la conferencia rompiéndola y al siguiente día me expulsó a nombre del por”. Poco después, “yo entré al mnr” con un grupo de dirigentes centrales del por.121 La fpi fustigó a los entristas, echando la culpa no sólo a Möller sino a Lora también. Años después, Hugo González recordaba la escena del juramento de los entristas al mnr. “Besan la cruz, ante un crucifijo y la figura de Paz Estenssoro”. Mientras tanto, Lora “pasaba delante de la puerta del palacio, nervioso”.



Nosotros nos fuimos en patota al centro de la plaza. Al frente, entraron nuestros excamaradas al palacio y nosotros mirábamos –porque el Salón Rojo del palacio, donde juraron, tiene balcones a la calle– ardiendo de cólera: nuestros camaradas están jurando. No fueron los únicos: había [una cola de] 200 ó 300 intelectuales que estaban jurando al mnr. [...] Nosotros vimos al Fiero Lora [...] que iba de una esquina a otra esquina, nervioso, y dijimos: El general ha mandado a la tropa pero se ha quedado en retaguardia.122

Möller jugó un papel central en el Congreso de la cob, como uno de los cuatro integrantes del comité de coordinación del evento. (Los demás eran otro entrista, José Zegada, junto con Germán Butrón y Miguel Alandia, estrecho amigo de Lora que en aquel entonces era Secretario de Prensa y Propaganda de la central.) Möller proclamó que se había adherido al mnr después de comprobar que “los anhelos por los que luché hace muchos años, han sido cristalizados por h-jh, caja 41, carpeta h-27. 121 Entrevista con Edwin Möller, 29 de septiembre de 1992. Según Möller, el otro voto en contra de su propuesta fue de la escritora Alfonsina Paredes. En sus memorias, (Dios desnudo, 48), en las que relata esencialmente la misma versión, Möller proporciona una lista de 17 “altos dirigentes del por” que le acompañaron en hacer el entrismo en el mnr, entre ellos Ernesto Ayala Mercado, Carlos Baldivieso, Orlando Capriles, Carlos Doria Medina, Guillermo Guerrero, Sinforoso Cabrera, José Zegada y Jorge Salazar Mostajo (otrora secretario general del partido y hermano del artista Carlos Salazar Mostajo). La “expulsión” de Möller se reportaba a la sazón en “El p.o.r. expulsó a uno de sus dirigentes que ingresó al m.n.r.”, El Diario, 15 de octubre de 1954. 122 Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992.

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el compañero Presidente, Víctor Paz Estenssoro con la nacionalización de las minas, la reforma agraria, el voto universal” y otras medidas.123 En los informes que la fracción González (fpi) envió al Secretariado Internacional, se denunció la conducta del grupo de Möller en el congreso, calificándola como abiertamente anticomunista. Aislados, los voceros de la fpi lograron sin embargo tomar la palabra sobre algunos temas.124 Por su parte, los entristas siguieron usando un vocabulario “trotskizante” por un breve período, pero pronto fueron asimilados enteramente como parte íntegra de la Izquierda emenerrista. Después, varios de ellos secundaron a Lechín en la formación de su desventurada escisión del mnr, el Partido Revolucionario de la Izquierda Nacional (prin). Buscando la oposición cochabambina Dos fracciones principales del por emergieron de la dirección central del partido, compartiendo concepciones fundamentales sobre la naturaleza del mnr (al que veían como un partido pequeñoburgués cuya ala izquierda podría transformarse mediante la presión revolucionaria). Dieron origen a las dos organizaciones trotskistas de mayor envergadura de las décadas posteriores: una dirigida por Guillermo Lora, la otra por Hugo González. Sin embargo, enterrada bajo las acusaciones y contraacusaciones de los dos campos yace una parte desconocida de la historia de la izquierda boliviana. Ausente de las versiones oficiales, había una agrupación aparte, basada en algunos dirigentes del explosivo trabajo campesino del partido en Cochabamba. Hasta que su voz fue callada por la represión, esta fracción rechazó contundentemente las concepciones que guiaban a las dos alas de la dirección nacional del partido. La existencia de esta agrupación fue revelada en una entrevista con el revolucionario campesino Modesto Sejas. Corpulento, de pelo cano y voz pausada, Sejas no logró contener las lágrimas al describir el destino de la fracción, en la que había participado. Pasaron años antes de que los documentos, desenterrados de polvorientas pilas de archivos, confirmaran su versión. Ya para ese entonces el viejo trotskista quechua había muerto en una calle de la ciudad de Cochabamba, atropellado por un motorista. Sejas contó que la fracción cochabambina fue dirigida por un talentoso activista que usaba el seudónimo López y era de origen suizo; mantenía contacto con un cuadro en Suiza que se había adherido al movimiento cuando Trotsky estaba 123 Central Obrera Boliviana, Cartilla de Organización Sindical del Primer Congreso de Trabajadores (cob: La Paz, 1954), 21; El Diario, 9 de noviembre de 1954. 124 Un informe detallado se presenta en m. Arroyo [Adolfo Gilly], “Le congrès de la cob pendant la révolution bolivienne”, bdic 468/1, carpeta 1955. En ee.uu., el periódico de Shachtman enfatizó el papel de los “extrotskistas” en su informe sobre el congreso (Labor Action, 10 de enero de 1955).

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todavía vivo y que enviaba materiales al círculo de Cochabamba. (La sección suiza de la iv Internacional fue una de las cuatro que fundaron el Comité Internacional antipablista.) La oposición cochabambina, que incluía “un equipo de mujeres”, se llamaba Fracción Leninista y se consideraba “más ortodoxa” que las otras, oponiéndose al pablismo y condenando la idea de entrar al mnr o presionar al partido de gobierno para que cambiara su naturaleza. López, Sejas y sus colegas no lograron extender la fracción más allá de Cochabamba para que tuviera una presencia a escala nacional. Realizaron una reunión clandestina con esta intención, pero cuando fueron a la xi Conferencia del por, llevando sus documentos, fueron detenidos por la policía. Por eso, la conferencia se celebró sin su participación. Durante las redadas, la policía se llevó una máquina polígrafo que estaba en la casa de la escritora Alfonsina Paredes en La Paz. La máquina fue devuelta después de que la policía recibió una llamada telefónica de Edwin Möller. Sin embargo, el militante suizo y su esposa, también integrante de la fracción, fueron deportados a Uruguay y luego volvieron a Europa. La represión acabó dispersando totalmente a la fracción, algunos de cuyos miembros bolivianos se refugiaron en otros países.125 En una carta a Michel Pablo en la que se defendía contra la acusación de “cannonismo”, Lora mencionó una conferencia del Comité Regional porista de Cochabamba, refiriéndose a un “militante suizo, conocido por desarrollar una sistemática campaña contra el Secretariado Internacional”. Por su parte, cuando Warqui escribió al s.i. para expresar su propia visión de la contienda fraccional, hizo mención de “los ‘camaradas suizos’, quienes con su enorme ignorancia y falta de tacto, recalentaron aún más nuestra caldera hirviente”.126 Hace décadas que la Fracción Leninista quechua-suiza pasó al olvido, pero sus escritos proporcionan una visión alternativa, crítica, con respecto a la Revolución Nacional y la política de los trotskistas bolivianos. Para escuchar la voz de estos militantes, es necesario desenterrar sus documentos entre pilas de viejos papeles en una bóveda del archivo del Congreso boliviano y entre cajones atados con hilo verde desvaído en una biblioteca ubicada en las afueras de París. Incluyen tesis, cartas abiertas a la militancia porista, correspondencia y volantes. Algunos llevan la firma de “Juan López” únicamente, otros las del camarada suizo junto con Zenón Claure (Sejas), José Rodríguez y otros; uno está firmado “Célula Manuel Cruz Vallejos” en honor al martirizado dirigente campesino porista. 125 Entrevista con Modesto Sejas, 2 de octubre de 1992. Las líneas generales de esta versión fueron confirmadas por Hugo González (entrevista, 5 de octubre de 1992), quien afirmó que las redadas policíacas afectaron al grupo cochabambino y a la fpi, pero no a la fol de Möller y Lora. 126 Lora, Obras completas, 5:83; Warqui al s.i., 13 de junio de 1955, h-swp, carpeta Bolivia 1954 (retraducido del inglés).

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Tanto como Sejas había recordado, uno de sus puntos centrales era insistir en que el mnr era un “partido de la burguesía nacional”. Observando que Trotsky había enfatizado, contra Stalin, que el partido nacionalista chino era burgués, un documento señalaba: “El mnr es el ‘Cuomintang’ de Bolivia!” En cuanto al gobierno, no era “transitorio” ni “pequeñoburgués”, como afirmaba la dirección porista, sino una expresión de la “dictadura de la burguesía” a la que los revolucionarios tenían que oponerse tajantemente, escribía López en una crítica a la línea oficial del por.127 El por había permitido que el mnr le engañara cuando éste tomó medidas limitadas frente a la presión de las masas. “Gritando ‘abajo el imperialismo yanki’ [el mnr] hizo ocultamente los primeros pasos para arreglarse con este mismo”, escribía López en el mismo documento. “Gritando ‘abajo la rosca y los latifundistas’ la burguesía nacionalizó las minas con indemnización es decir, pagó las minas y ni pensaba tocar la tierra de los latifundistas”. No obstante, “las masas siguieron en el camino de la revolución proletaria, lo que nos comprueba especialmente el movimiento campesino”, mientras el por consiguió gran influencia en las centrales obreras nacional y departamentales. “En todas partes el por ganaba terreno, si actuaba como partido obr. rev.” (abreviado en el original).128 Sin embargo, la influencia del partido había sido minada por “la política ilusionista y oportunista frente al ‘ala izquierda’ [del mnr] que despertó en las masas ilusiones en este”. (Hemos mantenido los errores de gramática presentes en este y otros textos de la fracción.) La Izquierda emenerrista “no cumplió ninguna de las esperanzas que el por tenía en él, se demostró como lacayo de la burguesía y como traidor frente a la clase obrera y los campesinos pobres”. En lugar de esperar que la Izquierda apruebe un programa revolucionario, “[t]enemos que sacar las masas del carro capitalista al cual las enganchan el ‘ala derecha’ y el ‘ala izquierda’”. La política adoptada por la x Conferencia del por profundizó los errores; de hecho, dicha política había ayudado al gobierno del mnr a “frenar las masas” y burocratizar a los sindicatos, a la vez que la posición del por “frente a los ministros ‘obreros’, los cuales el gobierno necesitaba y necesita para poder frenar a las masas”, era “absolutamente irresponsable y se acerca a la traición”. “En el momento que los ministros ‘obreros’ aunque en forma de delegados de la cob entran en un gobierno burgués, en un gobierno que no es del proletariado, sólo sirven para engañar a las masas, ellos pasan a las filas de la traición, como la Tesis de Pulacayo lo dice bien justo”. A cambio de su política, el partido sólo recibió represión, ya que “el gobierno dirige su fuego contra el por” al asestarle 127 j. López, Hacia la revolución proletaria! (Proyecto de Tesis para la Conf. Regional de Cochabamba y la xi Conf. Nacional), sin fecha, 2, 4, bdic 468/2, carpeta 1954; j. López, La tesis de la xa Conferencia del por a la luz del leninismo, febrero de 1954, 2-3, bahc-csc (énfasis en el original); la manera de escribir “Cuomintang” con “c” es del texto original. 128 López, Hacia la revolución proletaria!, 3.

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“golpe tras golpe, apresando y persiguiendo a los militantes poristas y obreros y campesinos revolucionarios”.129 La fracción, en otro de sus documentos, se burlaba de la propuesta del Comité Regional de Cochabamba de realizar “encuestas” de la militancia partidista, llamándola el ejemplo más reciente de cómo las “costumbres, la manera y el pensamiento de las direcciones cc, bp, cr del por no tiene más nada que ver con el centralismo-democratico, ni con la democracia proletaria que debe dominar en un partido bolchevique”. En el por reinaba una “desorganización completa”; los comités regionales se constituyeron por sí mismos; incluso el bp no funcionaba, “porque cada uno de los ‘grandes’ quiere mandar y hacer lo que a el parece bien”. Por otra parte, “nosotros los militantes sabemos que hay varias tendencias en el bp, pero no sabemos cuáles son las tendencias” ni quiénes defendían qué puntos de vista. “También se dice que se ha cambiado el secretario general, elegido por la última conferencia, además que Lora y Moller se hayan llevado el sello del partido para firmar un frente [de] izquierda nacional pero con quién? Nadie sabe algo seguro y nadie quiere informar”. En frases subrayadas, el documento reiteraba que el mnr “es un partido burgués que logró explotar políticamente los obreros y campesinos pobres para sus intereses y engañar a ellos”. En lugar de decir la verdad a las masas, “aunque sea amarga”, Lucha Obrera –“el espejo de la política oportunista que está realizando la dirección”– embellecía a Lechín llamándolo “el líder obrero boliviano y sigue plantando ilusiones en Lechín y Cía en vez de sacar la mascara de estos traidores”. La polémica termina con una “Encuesta de la militancia a la dirección” que consiste en una larga serie de preguntas, entre ellas: “Quien es la direccion máxima del por?” “Quien debe elegir los cr?” “Se puede criticar internamente la linea oficial del partido también después de un congreso?” y muchas más.130 En documentos posteriores se criticó el folleto que Lora había escrito para la conferencia del mnr –que consistía, según la fracción, en hacer “públicamente propaganda para el mnr, descreditando [sic] [...] al por”– así como los consejos que Lucha Obrera daba a Lechín y la actitud reflejada en titulares como “¡Alerta c. Lechín!” y “Lechín traicionado por los derechistas”. La desorientación del partido fue codificada, según la fracción, en la tesis de su x Conferencia, aprobada sin discusión en las bases bajo la presión de Lora, su autor, quien reaccionó “a cada crítica” con “la amenaza de renunciar”. Los otros miembros del Buró Político –que había aprobado la tesis sin oposición– “cerraron los ojos ante esta actitud”. Debido al oportunismo de sus dirigentes, el por se encontraba ya “al borde de 129 Ibid., 3-5. 130 José Rodríguez et al., Democracia proletaria o encuestas?, 1o de marzo de 1954, 2-3, bdic 468/2, carpeta 1954.

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desaparecer”. El grupo de Cochabamba declaró su oposición completa a ambas fracciones nacionales, su apoyo al Comité Internacional contra el pablismo, así como la necesidad de que todos los militantes estudiaran las divergencias que habían llevado a la escisión de la Internacional.131 La documentación respalda también los recuerdos de Sejas con respecto al destino del grupo de Cochabamba. A mediados de 1954, la fracción de González informaba acerca de algunas repercusiones de la oleada represiva que había golpeado al partido:

[...] el c. Claure [Sejas], libertado después de su detención en l.p. [La Paz] durante la xi Conf., debe vivir oculto en Cochabamba por pesar sobre él orden de detención. Por su parte el c. López, como se sabe detenido con Claure en l.p., ha debido abandonar el país por ser extranjero.132

Debates internacionales La insurrección de abril de 1952, la formación de milicias obreras, la nacionalización de las minas de estaño, las tomas de tierra campesinas y la concesión del derecho al voto para la mayoría indígena llamaron la atención de activistas de izquierda alrededor del mundo. Para los militantes y simpatizantes de la iv Internacional, los acontecimientos fueron emocionantes y, de cierta manera, tenían un sentido personal: pequeña y marginada en la mayoría de los países, no cabía duda de que su organización jugaba un papel importante en el lejano altiplano. La tradición del internacionalismo trotskista, junto con actos públicos y reportajes en la prensa del movimiento, les animaron a ver como suyas las luchas de la sección boliviana. Podían enorgullecerse de saber mucho más de Bolivia que el profesor universitario común y corriente; sin embargo, no era tarea fácil desenredar las complejidades del trotskismo en aquella tierra exótica. No obstante, los planteamientos y acciones del por boliviano motivaron controversias en varios partidos trotskistas; a continuación se indican algunos aspectos sobresalientes de éstas.133 Gran número de reportajes de las actividades de la sección boliviana, junto con frecuentes llamados a la solidaridad frente a la represión gubernamental, aparecieron en la revista Quatrième Internationale, publicada por el Secretariado 131 José Rodríguez et al., ¿Buró Político del POR = servidor del mnr?, febrero de 1954, 1, bahc-csc (los titulares referidos se publicaron en las ediciones del 24 de noviembre y del 20 de diciembre de 1953 de Lucha Obrera); Célula Manuel Cruz Vallejos, El Partido al borde del precipicio, marzo de 1954, 1-3, bdic 468/2, carpeta 1954. 132 Buró de la fpi, “Autocrítica”, 23 de junio de 1954, 1, bdic 468/1, carpeta 1954. 133 Una discusión más extensa se encuentra en Steven Sándor John, El movimiento trotskista en Bolivia, 1935-1955, tesis de maestría (unam, 1997), 387-401.

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Internacional, así como en los periódicos de los partidos norteamericano (The Militant) y francés (La Vérité), ambos ampliamente leídos en otras secciones de la Internacional. Los boletines internos daban más información, junto con directrices y opiniones del s.i. En algunas ocasiones, estos boletines también incluían apasionados debates sobre la línea del por. Dentro del swp, una pequeña fracción dirigida por Dennis Vern y Sam Ryan realizó una solitaria campaña de críticas. La “tendencia Vern-Ryan” se consideraba la opositora más consecuente al pablismo, presentando a la vez un análisis distintivo de los acontecimientos en el bloque soviético. Ryan dedicó mucha atención a Bolivia. En una carta escrita dos meses después del levantamiento de abril de 1952, cuestionó fuertemente las posiciones que Lora había expresado en la extensa entrevista publicada en La Vérité y The Militant después de la insurrección. En su carta, Ryan señaló que el mnr y su gobierno eran burgueses y no “pequeñoburgueses”, enfatizando que el por debía advertir a los obreros que “el gobierno es enemigo de la clase obrera”; y manifestó su desacuerdo con el apoyo político que el por otorgaba al mnr. A la vez que criticaba el apoyo del por a los dirigentes de la Izquierda emenerrista, Ryan consideraba correcto el llamar a éstos a romper con la burguesía y formar un gobierno obrero y campesino. A la dirección del swp le pidió ayudar al por a corregir su táctica. Más de un año después, Ryan presentó un extenso documento, quejándose de que la dirección del swp no había respondido a su crítica de junio de 1952 y comparando la línea del por con las posiciones de los mencheviques en la Revolución Rusa y los estalinistas durante los sucesos de 1925-1927 en China. Volvió al ataque al año siguiente. Aunque el boletín del Comité Internacional había hecho una mención pasajera de la aplicación de la táctica “liquidacionista” de Pablo al mnr boliviano, el peronismo argentino y otros movimientos, la dirección del swp aún no había contestado la crítica de Ryan. Basándose en citas de Lucha Obrera, atacó el llamado del por a que Paz Estenssoro nombrara un gabinete integrado por miembros de la Izquierda del mnr. Sin embargo, Ryan debilitaba su propia crítica al proponer que el por llamara a los lechinistas a presentar candidatos propios en las elecciones para darles entonces un apoyo crítico con la consigna “la izquierda al poder”. En cuanto al swp, argumentaba Ryan, el partido norteamericano no había cumplido con su responsabilidad de dedicar más atención a cuestiones de estrategia revolucionaria en Latinoamérica.134 134 s. Ryan, “A Letter on the Bolivian Revolution”, junio de 1952, reproducida en Documents of the Vern-Ryan Tendency [¿Los Angeles?]: Communard Press, 1983, 41-44; “Bolivia – Class Collaboration Makes a Recruit”, swp Internal Bulletin, agosto de 1953, 40-41; “The Bolivian Revolution and the Fight Against Revisionism”, swp Discussion Bulletin, octubre de 1954, 1-20. Ver también carta de Ryan a Maryann, 12 de diciembre de 1953, s. Ryan correspondence, Prometheus Research Library.

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Los documentos de Ryan son casi totalmente desconocidos entre los trotskistas bolivianos. Se puede constatar que el swp envió al menos el primero (el de 1952) al por con una carta adjunta en la que se explicaba que el documento de Ryan no representaba la opinión del partido norteamericano, que carecía además de la información necesaria para una verdadera discusión de su contenido. El swp tenía confianza en el por y en el s.i., manifestaba dicha carta; en caso de que hubiera algún problema, la Internacional intervendría. Sin embargo, si algún vocero del por quisiera enviar una respuesta a Ryan, al swp le complacería publicarla.135 Ninguna respuesta llegó. La actitud que el swp expresaba –el agnosticismo combinado con una confianza pasiva en la dirección internacional (es decir, Pablo y sus colegas más cercanos)– constituye otro aspecto de la tragedia del trotskismo boliviano. La tendencia Vern-Ryan acabó disolviéndose en la Independent Socialist League de Max Shachtman, que, siempre a la busca de argumentos contra la iv Internacional, publicaba informes y reportajes –a veces perspicaces, frecuentemente tendenciosos– de un corresponsal cuyo punto de vista era muy crítico hacia el por.136 Una discusión más extensa fue la llevada a cabo por la tendencia argentina encabezada por Nahuel Moreno, que realizaba una guerra de polémicas, permanente y frecuentemente obscura, en varios frentes, tanto en contra de otros grupos cuartainternacionalistas en Argentina como dentro de sus propias filas. Los “morenistas” parecen ser los que auspiciaron un llamativo boletín público que salió en forma mimeografiada con el título de Revolución en Bolivia. En mayo de 1952, el grupo de Moreno planteó las siguientes consignas: “Exigid la integración del gobierno de Paz Estenssoro con ministros obreros elegidos y controlados por la Federación de Mineros y la nueva Central Obrera. Exigid a vuestros ministros obreros el fiel y rápido cumplimiento de las resoluciones aprobadas por la fstmb”. Argumentó, a la vez, que “las dos alas existentes en el seno del mnr expresan actualmente los intereses del proletariado y la burguesía”.137

135 m. Stein to por, 2 de julio de 1952, h-swp, carpeta Bolivia 1952-1953. 136 Estos materiales se publicaron en Labor Action y New International, periódico y revista respectivamente del movimiento shachtmanista; muchos fueron reproducidos después en The Bolivian Crisis, 1947-1954 (Londres: Socialist Platform, sin fecha). 137 Frente Proletario (29 de mayo de 1952), citado en Julio Magri, “Nahuel Moreno y la revolución boliviana”, En Defensa del Marxismo (Buenos Aires), diciembre de 1991, 95-96. Las mismas citas se reproducen en la polémica morenista Dos líneas: La oportunista y la revolucionaria frente a la Revolución Boliviana (1953), h-lsh, sección sin cajas. Ver también Ernesto González (coord.), El trotskismo obrero e internacionalista en la Argentina (Buenos Aires: Antídoto, 1995), 1:196-204.

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En 1953 (cuando inició su propio “entrismo” en el movimiento peronista), el grupo decidió que estas concepciones eran erróneas y lanzó la consigna que durante mucho tiempo se asociaría con el “morenismo”: “¡Todo el poder a la cob!” A la vez, reprendió al por boliviano: “Nuestra influencia no debe ser lograda porque somos los escribanos y amanuenses de Lechín, Butrón y Cía que nos permiten escribir un gran programa, pero que nos impiden llevarlo a la práctica”.138 Surgió una polémica acalorada después de que José Valdez, un militante del grupo de Moreno que vivía en Chile y había visitado Bolivia, criticó la tesis de la x Conferencia del por, oponiéndose a la consigna de “Control total del Estado por el ala izquierda del mnr” y advirtiendo que “no se debe ilusionar al proletariado con respecto a las posibilidades de radicalización de algún sector del mnr”. En lugar de eso, escribía a finales de 1953, el “objetivo inmediato es desenmascarar al mnr en su conjunto, especialmente a sus personeros ante la cob”.139 Al año siguiente, Valdez acusó a los dirigentes del por boliviano y de la iv Internacional de “capitulación abierta ante el gobierno burgués de Paz Estenssoro”. La consigna de “apoyo crítico” a dicho gobierno “lanzada desde el primer instante por el p.o.r. retrata de cuerpo entero el menchevismo que campea en el s.i., b.l.a. y c.c. del p.o.r. boliviano”. Además, Valdez había llegado a la conclusión de que la consigna de “Todo el poder a la cob” había “perdido validez” cuando “me di cuenta que la cob, burocratizada y controlada por el mnr, no representaba las aspiraciones de las clases trabajadoras”. Crucialmente, el por boliviano debía dejar “de una vez por todas de pensar en las posibilidades del entrismo en el ‘ala izquierda’ del mnr”.140 Furibundo, Moreno defendió su consigna (agregando que podría formularse como “¡Todo el ministerio para la dirección de la cob!”), a la vez que acusaba a Valdez de “formalismo teórico e interpretativo”, abstencionismo, oportunismo, “fetichismo profesorial”, actitudes pequeñoburguesas y contacto con elementos ajenos al partido.141 138 Dos líneas, 9, 12. 139 José Valdez, “La etapa actual de la Revolución Boliviana y las tareas del Partido Obrero Revolucionario” (“Aproximadamente Dic/1953”), Boletín de discusión sobre Bolivia, serie c, no 3, sin fecha [1955]. La enumeración de páginas en los boletines 1 y 3 es errática; por lo tanto sólo cito nombres de documentos incluidos en ellos. 140 José Valdez, “El poder dual y las consignas de la Revolución Boliviana” (19 de julio de 1954), Boletín de discusión sobre Bolivia, serie c, no 1, sin fecha [1955]; José Valdez, “Afinando la puntería de la Revolución Boliviana” (21 de diciembre de 1954), Boletín de discusión sobre Bolivia, serie c, no 3. 141 “Memorándum resumiendo la intervención de Moreno contra documento de José sobre Bolivia” (sin fecha), Boletín de discusión sobre Bolivia, serie c, no 1; N. Moreno, “Afinemos todavía más aún la puntería en la Revolución Boliviana” (sin fecha), Boletín de discusión sobre Bolivia, serie c, no 3.

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Instando a los camaradas poristas a convocar “una Conferencia latinoamericana de obreros revolucionarios para discutir un programa de acción en escala continental”, Valdez dirigió su crítica más apasionada en contra de lo que consideraba la estrechez nacional del partido boliviano. Refiriéndose al cuerno de buey (pututu) tocado tradicionalmente para dar una alarma o convocar asambleas, escribió con respecto al por:

Parece que quisiera dejar aislado el grito de guerra del indio lanzado por su flauta Pututu. Parece que quisiera encerrarlo en sus valles y allí consumar la revolución. Parece que quisieran tocar Pututu para ellos solos. Nosotros aventuramos que si el Pututu no resuena nuevamente para todos los explotados de este continente, la Revolución Boliviana quedará como una de las experiencias más dolorosas del proletariado mundial.142

* * * El trotskismo boliviano estuvo íntimamente involucrado tanto en la pena como en la gloria de la Revolución Boliviana, uno de los puntos más altos y a la vez una de las experiencias más dolorosas del radicalismo proletario y plebeyo del Hemisferio Occidental. El viejo régimen de la Rosca fue derrotado; el viejo lema “Tierras al indio, minas al Estado” había adquirido carne y hueso. Los trotskistas jugaron un papel crucial en la formación de la Central Obrera Boliviana, con sus milicias armadas y su fuerza a escala nacional, un fenómeno casi único en América; encabezaron movilizaciones campesinas y tomas de tierra que influyeron profundamente en las relaciones agrarias; su mensaje fue proclamado en periódicos opositores perseguidos y en enormes murales públicos. Sin embargo, la revolución que ayudaron a preparar no se volvió “permanente”. En lugar de eso, tuvieron que verla parada a medio camino, bloqueada, frustrada en su avance hacia una genuina emancipación social y nacional. Los trabajadores mineros aplastaron el viejo aparato estatal, pero sus dirigentes entregaron el poder a Paz Estenssoro. Los que antes denunciaban la diplomacia del dólar volvieron la cara ahora hacia la Casa Blanca, circunscribiendo la revolución al marco de la Guerra Fría, reconstruyendo la maquinaria para reprimir a las mismas masas cuya valentía y sacrificio habían derribado al viejo orden. La trayectoria de los “frentes antiimperialistas” que el por formaba con el mnr, mediados por el ala laboral del partido nacionalista, había comenzado mucho antes de la revolución. Después del levantamiento de 1952 y el establecimiento del régimen emenerrista, las contradicciones entre esta colaboración y las metas sociales revolucionarias del por ya no se podían contener. El trotskismo boliviano 142 José Valdez, “La etapa actual de la Revolución Boliviana”, citado arriba.

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emergió de la Revolución Nacional profundamente dividido, pero esta crisis no condujo a una reevaluación de su práctica y perspectiva política. En lugar de esto, se orientó de nuevo a la dirección laboral nacionalista una y otra vez durante los choques y convulsiones de las décadas posteriores.

capítulo v

En la mira de la Guerra Fría

Conforme se avanzaba en el proceso de institucionalización de la Revolución Boliviana, el mnr dio un paso a la derecha tras otro, como respuesta –en muchos casos– a la presión norteamericana. La pauta se resume así, como la describía un prominente intelectual de izquierda: “Una cosa predisponía a la otra. [...] En 1953 el gobierno estaba dispuesto a realizar ciertas concesiones a cambio de la ayuda norteamericana, pero le habría parecido una locura aceptar un plan como el que impuso” el fmi en 1957, cuando se aplicó el plan de estabilización monetaria. “Más tarde se reorganizó el ejército. Se aceptaron asesores norteamericanos en los mecanismos más importantes del estado” y se alentó la inversión extranjera a través de un nuevo Código del Petróleo. Luego, como condición “para operar un crédito destinado a la minería nacionalizada, se [impuso] como condición el empleo de la fuerza contra los trabajadores”. De esta manera, “las concesiones se hicieron mayores y más frecuentes en una dinámica en la que no es posible distinguir la gravedad de cada paso que se da. Todas las cesiones fueron comprometedoras en grados y medidas siempre crecientes. La revolución no se derrumbó de un solo golpe: cayó poco a poco, pedazo a pedazo”. Por lo tanto, cuando el mnr fue derrocado en 1964 por los mismos militares que el régimen “nacionalista revolucionario” había criado, “se disparó sobre el cadáver de una revolución”.1 La Guerra Fría fue un factor clave. El estaño alcanzó precios récord bajo el estímulo de la Guerra de Corea, junto con la turbulencia que afectaba a otros países productores del metal como Indonesia y Malasia. Cuando dicha guerra terminó a mediados de 1953, el precio cayó en picada, provocando graves problemas fiscales para Bolivia. Se mostró simultáneamente que los regímenes nacionalistas del “tercer mundo” que se desplazasen demasiado a la izquierda corrían el riesgo de duras represalias de la Casa Blanca. En Irán –un mes después del armisticio en 1

Sergio Almaraz, Bolivia: Réquiem para una república (Montevideo: Biblioteca de Marcha, 1970), 40-42.

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Corea– se derrocó al primer ministro Mahoma Mossadegh. Estados Unidos no tardó en auspiciar otro golpe, el que derribó al régimen nacionalista de izquierda de Jacobo Arbenz en Guatemala. Cuando el vicepresidente guatemalteco realizó una visita oficial a La Paz, expresando la solidaridad del gobierno de Arbenz con la Revolución Boliviana, causó malestar en Washington, donde el secretario de estado John Foster Dulles manifestó su preocupación por la “orientación” del país andino. Al escribir sobre las lecciones de la experiencia guatemalteca, un grupo de trotskistas bolivianos remarcaba el “paralelo [...] entre nuestra revolución y la de Guatemala”: el régimen de Arbenz “no se atrevió a atacar radicalmente el dominio del imperialismo en el país”; en Bolivia, el gobierno del mnr intentaba “frenar a la única fuerza capaz de expulsar realmente al imperialismo: el proletariado como caudillo de las masas”. Sobre todo: “Si la revolución no se extiende y se combina con la lucha contra el capitalismo y por el poder de los obreros y campesinos, su destino es sucumbir [...]”.2 Fue explícito el cálculo de Guerra Fría que guiaba las decisiones que Washington tomaba sobre temas bolivianos. Cuando ee.uu. exigió que se indemnizara a los exdueños de las minas nacionalizadas, el mnr cumplió con prontitud, y a mediados de 1953 el gobierno profundizó notoriamente la dependencia del país con respecto a la ayuda norteamericana. Al mismo tiempo, en sus informes a Washington los funcionarios de la embajada estadounidense manifestaban su preocupación por el hecho de que el mnr “carece de una poderosa fuerza militar o policíaca capaz de mantener el orden frente al deterioro de la situación económica”. Ya que “cuanto más tiempo pase sin resolver el problema del estaño, menos capacidad tendrá el Gobierno para resistir las tentativas comunistas de socavarlo”, era “urgente” que ee.uu. “fortalezca su política hacia Bolivia” y “tome la iniciativa de ofrecer la ayuda financiera y de otros tipos que pueda ser necesaria para evitar que este polvorín se prenda fuego, lo que podría detonar una reacción en cadena en América Latina”. Después de realizar una gira latinoamericana, M ­ ilton Eisenhower –hermano del presidente norteamericano– aseveró que la ayuda económica de emergencia había sido de “importancia fundamental para mejorar la situación crítica y evitar que Bolivia cayera rápidamente en el caos económico con consecuencias que sólo habrían favorecido a los comunistas”.3 2

Las lecciones del proceso guatemalteco (La Paz: Comité Regional del por, 1954), 2, 3. El folleto asevera también que fue necesario armar a las masas guatemaltecas y formar un “ejército miliciano”, junto con otras medidas revolucionarias, planteando además la “consigna de formar brigadas de combatientes” de toda América Latina para contrarrestar la ofensiva de la derecha y el imperialismo en Guatemala (ibid., 2). 3 Lehman, Bolivia and the United States, 97-110, 120. Poco después de la insurrección de abril de 1952, un funcionario de la embajada había escrito que el gobierno de Paz “es parecido al gobierno de Karensky [sic] en Rusia” porque “si fracasa, ahora que el ejército ha sido derrotado y desacreditado, parece que el comunismo es la única alternativa para Bolivia” (ibid., 101).

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Otro factor en el viraje del mnr a la derecha fue su determinación de refrenar al movimiento obrero, que según muchos miembros del gobierno jugaba un papel demasiado poderoso y prominente en la vida política del país. Una preocupación central era la fuerza de los mineros, con sus sindicatos, milicias y radios mineras multilingües, su tradición de lucha y desafiante orgullo proletario. El gobierno decidió provocar un choque abierto con el movimiento obrero, sobre los planes –fuertemente respaldados por ee.uu.– para llevar a cabo lo que hoy se llama un “ajuste estructural”. Al ganar el enfrentamiento, gozando de la aprobación de la Casa Blanca, el mnr tomó medidas para restablecer el ejército y domar el radicalismo plebeyo. Las cosas iban a cambiar, insistía el partido de gobierno: el régimen ya no sería vulnerable a las milicias populares establecidas durante la revolución ni a las pasiones de clase que ésta había desatado. El trotskismo a finales de los 50 La decisión del mnr de atacar a los sindicatos obreros, cuyo apoyo al gobierno había sido crucial durante la fase inicial de la revolución, enfrentó a los trotskistas bolivianos con peligros y oportunidades. Los peligros fueron claros: como prominentes críticos del régimen y partidarios del movimiento obrero, sabían que iban a encontrarse bajo la mira de la represión. A veces esto significaba el decomiso de sus publicaciones, golpizas o detenciones relativamente breves a manos de los “comandos” emenerristas.4 En otras ocasiones los militantes sufrieron el arresto formal, la cárcel, “confinamiento” en áreas remotas, el destierro y el peligro de muerte. Las oportunidades surgieron del creciente desencanto con un régimen cuya popularidad había parecido, durante los primeros años, casi ilimitada. Siendo la corriente del movimiento obrero con la línea más dura hacia el mnr, el trotskismo se podía beneficiar si elementos de la clase obrera rompían con el régimen. A la vez, sin embargo, durante este período el trotskismo boliviano se reconstituía, de hecho, en la forma de dos partidos distintos y contrapuestos, cada uno de los cuales se llamaba Partido Obrero Revolucionario. En poco tiempo uno se conocería popularmente como el por-Lora (o por-Masas), el otro como el por-González (o por-Lucha Obrera). Más informalmente, se refería a los grupos como los fieros y los largos: seguidores de “El Fiero” Lora versus seguidores de Hugo González, apodado “El Largo” debido a su estatura. Para Guillermo Lora, la segunda mitad de los años 50 fue dedicada a la construcción, casi de cero, de una organización. El proceso comenzó con la fundación

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Con respecto a la visita de Milton Eisenhower, cabe señalar que el por había pedido que se le negara una visa de entrada (Los Tiempos, 27 de junio de 1953). En el primer lustro del periódico de Guillermo Lora, “cerca del 50% de los cien números han sido secuestrados total o parcialmente”: “Historia de Masas”, Masas, 15 de noviembre de 1959.

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de un periódico propio: Masas. Como se observaba en su cincuenta aniversario, “ya sea como revista, semanario, diario o panfleto conspirador, y pese a la represión y al boicot de los gobiernos de turno [...] Masas sobrevivió cinco décadas turbulentas” desde que su primer número salió en octubre de 1954.5 A la vez que crecía la reputación y la base de lectores de Masas, Lora realizaba la “acumulación primitiva” de cuadros en los círculos sindicales e intelectuales. Además de un puñado de veteranos del partido –Miguel Alandia, Agar Peñaranda y uno que otro más– el hermano menor de Lora, César, se adhirió al grupo, como fue el caso también de su medio hermano Filemón Escóbar. Los dos fueron a trabajar en las minas, convirtiéndose en dirigentes sindicales de gran popularidad en Catavi-Siglo xx, que Escóbar llamaría el “Petrogrado boliviano”. Secundados más tarde por Isaac Camacho, ganaron a Cirilo Jiménez y otros sindicalistas importantes. En sus memorias, Escóbar relata que fue ganado al trotskismo por Sinforoso Cabrera, representante del “Control Obrero” en Catavi, que mantenía cierta relación con los poristas. Comenta que “cuando llegamos a las minas no había militantes poristas”, pero se contaba con la ventaja de que Escóbar formaba parte de un departamento que enviaba cuadrillas que “recorrían todos los rajos y parajes” para recolectar muestras del mineral; por lo tanto pudo conocer a gran número de trabajadores.6 Entrevistado años más tarde dentro del parlamento boliviano (donde se había convertido en un vocero indianista), Escóbar afirmó que en el punto alto de la influencia del partido, entre 5.000 trabajadores de Siglo xx, había “trescientos poristas en la mina, gente que estudiaba, gente que pagábamos nuestras cuotas al por, vendíamos el periódico, copábamos las asambleas generales, nombramos a los oradores en las asambleas generales”. En el sindicato de Siglo xx, recordaba, los poristas compartieron el poder con militantes del pcb como Federico Escóbar (a pesar del apellido no eran parientes) e Irineo Pimentel, presentando en muchas ocasiones planillas conjuntas integradas por miembros de los dos partidos. Esta alianza duró hasta el período en que Che Guevara llegó a Bolivia.7 Miguel y Andrés Lora, medios hermanos más jóvenes de Guillermo, también ingresaron a la organización. Miguel se trasladó del campo para asistir a la secundaria en Siglo xx, adhiriéndose a una agrupación juvenil auspiciada por el por, compuesta por hijos e hijas de mineros, llamada Centro Cultural Máximo Gorky. Este “grupo paralelo”, establecido alrededor de 1958, organizaba ­actividades 5 6 7

César Fuentes, “50 años de Masas”, El Juguete rabioso, 28 de noviembre de 2004, http://www. voltairenet.org/article123324.html. Filemón Escóbar, Testimonio de un militante obrero (La Paz: Hisbol, 1984), 22-23. Aunque no especificó el año en que la militancia de Siglo xx alcanzó la cifra mencionada, se refería al período anterior al golpe de 1964. Agregó que en la organización “funcionamos como reloj”, siendo el por “un partido tipo bolchevique”. Entrevista con Filemón Escóbar, 22 de septiembre de 1992.

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deportivas y teatrales, así como clases y discusiones sobre muchos temas, desde la literatura hasta la educación sexual. Sobre todo, auspiciaba clases bisemanales sobre textos marxistas, dadas por César, Filemón (“Filipo”) y otros cuadros. También se establecieron centros Gorky en La Paz, Cochabamba y Potosí. Ganado al movimiento por Filipo durante este período, en Siglo xx, Dionicio Coca recuerda: “Las células en realidad eran escuelas del partido. Entonces, en las células, nosotros leíamos la literatura, no solamente literatura política. Ahí aprendí, por ejemplo, las obras clásicas griegas, la Ilíada, y jóvenes entonces esas cosas comentábamos”.8 Andrés Lora vivía en Llallagua y ayudaba a su madre, que trabajaba como cocinera, al llevar meriendas y almuerzos a los mineros, en particular a los poristas. “La mayoría eran solteros, que no tenían esposas, porque ese era el concepto que tenían los camaradas, es decir, no hay que casarse, para dedicarse a la revolución”. Para Andrés, la educación política comenzó al escuchar a los mineros trotskistas mientras platicaban. “Varias veces me botaban, ‘Chico, cumplí con tu obligación’”, pero en otras ocasiones podía quedarse, y “así empecé mi educación política, con un poco de curiosidad y el afán de aprender”. En 1959, a la edad de 13, ingresó a la Juventud Porista, llegando después a ser el responsable de la jp en Llallagua. Entre otras cosas, aprendieron a hacer pintas de cera y ocre, “que duran años y años y nunca pierden su brillo”. Más tarde, él también entró a las minas como trabajador y activista.9 Mientras que Guillermo Lora tuvo que empezar de nuevo, el por de Hugo González ya contaba con una base más sólida al iniciar su existencia como grupo independiente. Siguió produciendo un periódico más extenso y más elaborado, Lucha Obrera, junto con gran número de folletos y otras publicaciones. Entre ellos estaban los boletines especiales que el partido publicaba dentro de varios sectores del movimiento sindical, en particular la fstmb y el sindicato de maestros, en el que Fernando Bravo y su esposa Elsa Cladera (simpatizante del por) eran activistas prominentes.10 El partido dedicó esfuerzos significativos a su trabajo entre las mujeres. “Hacia la liberación de la mujer” es el título del primer folleto publicado por Lucha Minera, boletín editado por el por-lo, en 1959. Otro boletín enfatizaba “la importancia de la mujer en la lucha revolucionaria, como obrera o ama de casa”, 8

Entrevista con Miguel Lora, 6 de agosto de 2004; “Congreso gorkysta”, Trinchera de la Juventud Revolucionaria (La Paz), 7 de noviembre de 1959; entrevista con Dionicio Coca, 18 de agosto de 2007. 9 Entrevista con Andrés Lora y Aurora Villarroel, 6 de agosto de 2004. 10 Entrevista con Elsa Cladera de Bravo, junio de 1977; agradezco a Marcelo Quiroga por facilitarme la grabación de esta entrevista. Los comités regionales del por-lo en Catavi-Siglo xx, Potosí y Huanuni publicaban Lucha Minera, Socavón y La Voz del Minero respectivamente. En 1961, Fernando Bravo empezó a editar un boletín del partido para el magisterio: ¡A Luchar! Ver también el folleto de Fernando Bravo, La Revolución Boliviana y la educación (Uncía: sin editorial, 1954).

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cuya participación “tiene un enorme valor para el triunfo de las aspiraciones de la clase obrera”. Las mujeres de las zonas mineras debían asistir a las asambleas sindicales “y a toda reunión nacional de mineros”. Además, había que organizar y fortalecer comités de amas de casa a escala no sólo local sino nacional, con la perspectiva de unirse con organismos similares de otros sectores proletarios en “una gran reunión nacional de amas de casa donde se discuta y se fije el verdadero rol de la mujer en la lucha revolucionaria junto a su marido”. “Siglo xx y Catavi deben mandar delegados de amas de casa al próximo ampliado minero”, insistía el boletín.11 El grupo de González también logró algunos avances en su trabajo campesino, notablemente en Achacachi (cerca de Warisata), donde el movimiento campesino adoptó un programa que los trotskistas propusieron. A finales de los años 50, delegaciones campesinas de Chuquisaca y Oruro asistieron a una reunión de militantes mineros del por-lo. También se realizó una conferencia campesina en Ucureña, convocada por el Comité Regional cochabambino del partido, en la que participaron “treinta camaradas campesinos”, que discutieron detalladamente los problemas del agro junto con “la alianza obrero-campesino”. Además, “se resolvió impulsar la formación en los sindicatos y en la Central Campesina de Ucureña, de organizaciones especiales de la juventud campesina y de las mujeres campesinas, para incorporarlas a la lucha y atender sus problemas específicos”.12 El por-lo fue reforzado por el reclutamiento de Alejandro Carvajal, un enérgico dirigente sindical de una fábrica de cerillos que en poco tiempo formó parte de su Buró Político. Carvajal perdió la capacidad de hablar al ser golpeado en la cabeza por una granada de gas lanzada por la policía, durante una protesta de obreros fabriles. Se entrenó para hablar de nuevo, si bien con dificultad, y siguió como trotskista activo hasta morir, indigente pero no quebrado, en julio de 2007. Durante sus décadas como militante del por-lo, tuvo muchas diferencias con el dirigente central del grupo, acerca de quien bromeaba, “González es como el Illimani”, la montaña nevada que domina el paisaje de La Paz: “alto, frío y silencioso”. Carvajal recordaba que en 1959, el grupo contaba con “tal vez más de 300” militantes, con un Comité Central de 29 miembros, “la mayoría de ellos obreros, principalmente mineros”. Entre los otros había trabajadores fabriles, de la construcción, de aseo urbano y del seguro social. Un miembro prominente fue Eulogio Sánchez, dirigente de los trabajadores harineros, cuyo periódico sindical publicó notas sobre la revuelta antiestalinista en Hungría, “la Revolución Árabe”, y un artículo de primera plana sobre la crisis de la segregación racial escolar en 11 Hacia la liberación de la mujer (Catavi-Siglo xx: Ediciones Lucha Minera, 1959); “La mujer y la lucha”, Lucha Minera, 1a quincena de enero de 1962. 12 Informe del por-lo, sin fecha (1958 o 1959), y documentos de Achacachi, 24 de febrero y 30 de diciembre de 1959, fbec; comunicado de Oruro, 30 de marzo de 1959, bahc-csc.

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ee.uu., que hacía una analogía con la “mentalidad tipo Ku-Klux-Klan” mostrada contra los pueblos indígenas en Bolivia.13 Las células mineras del por-lo en Siglo xx, Catavi y Llallagua crecieron hasta incluir a 80 ó 90 militantes en total. Entre ellos se encontraban los hermanos Vásquez, Cardenio y Elio, así como su primo Felipe. Elio recuerda que la escisión del por fue una sorpresa para él y otros partidarios del trotskismo en la zona de Catavi, que “casi se desmoralizaron” pero decidieron seguir con el trabajo revolucionario. Felipe trabajaba en Huanuni, una de las minas más politizadas. Cuando empezó a militar en el por-lo en 1960, después de un período como simpatizante del partido, éste tenía una presencia significativa en Huanuni, con más militantes que el Partido Comunista. Uno de sus motivos para adherirse al grupo de González fue que el grupo estaba “ligado a la iv Internacional”, junto con su opinión de que el por-lo era “un poco más amplio y democrático” que el por-Masas, que no logró ganar adeptos en Huanuni. Además, dijo riéndose, la imagen que proyectaba el sector lorista era que “Lora es Trotsky”.14 César Lora, apodado El Chinito por la forma de sus ojos, se convirtió en una figura querida por ambas alas del trotskismo boliviano y por miles de mineros combativos. Trabajaba interior mina como perforista, uno de los trabajos más difíciles y prestigiados. A diferencia de Isaac Camacho, que era “muy elegante”, César era “un poco tosco” en su manera, recuerda su hermano Miguel, pero “muy dadivoso”. Si veía a un campesino que necesitaba ropa o zapatos, sacaba todo su dinero para dárselo. Por su parte, Guillermo Lora recordaba: “No le importaba su persona. Era un tipo que daba su camisa a una persona que veía en la calle”; inclusive provocó las protestas de su padre cuando decidió en cierto momento regalar semillas a los campesinos. Andrés Lora recuerda que César “tenía un lenguaje especial [...] y los obreros le escuchaban”. Angel Capari, también partidario de Masas, señala:



El César Lora era un obrero, interior mina, trabajador de contrato, perforista, y sencillo. Explicaba a los obreros con palabras, con términos, muy accesibles al trabajador, porque en su mayoría los mineros ni siquiera saben leer y escribir. Explicaba hasta en quechua. En su escuela he aprendido el trotskismo allí.

13 Entrevista con Alejandro Carvajal, 5 de julio de 2004; El Harinero (La Paz), septiembre de 1958. Eulogio Sánchez formó parte de la lista de candidatos a la Cámara de Diputados presentada por el por-lo (20 de junio de 1958, fbec), según la cual tenía 34 años. La lista presenta a 14 candidatos por el Distrito de La Paz, entre ellos Hugo González Moscoso (37 años), Víctor Villegas Bazuelto (36 años) y Alejandro Carvajal (28 años); ocho por el Distrito de Cochabamba, incluyendo a Encarnación Colque (30 años), Modesto Sejas (34 años) y Amadeo Vargas (30 años); y seis por el Distrito de Oruro, entre ellos Fernando Bravo James (40 años), Florentino Calustro (30 años), Cardenio Vásquez (30 años) e Ismael Pérez Alcalá (40 años), quien había sido diputado suplente en el Bloque Minero Parlamentario. 14 Entrevistas: Alejandro Carvajal, 5 de julio de 2004; Elio Vásquez, 17 de julio de 2004; Felipe Vásquez, 4 de octubre de 1992.

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Al recordar a César como “el hombre ideal como revolucionario”, dotado de un talento político “innato”, Dionicio Coca tiene otro recuerdo: César decía que durante los períodos que pasaba en el campo, “había leído mucho a Miguel Cervantes, Don Quijote de la Mancha”. A veces “no entendíamos su castellano, era cervantino”. Pastor Peláez fue ganado al por-Masas después de conocer a César en 1954. “Era un hombre muy valioso dentro del movimiento obrero”, dice el minero jubilado. Al otro lado de la brecha fraccional, militantes del por-lo dijeron que en muchas ocasiones César ayudaba a su grupo. Carvajal afirmó incluso que César pertenecía a ambos por, participando en la célula de Catavi del grupo lo. Elio Vásquez recuerda a César como “un verdadero autodidacta”, con profundas raíces en el campo: al trabajar como huacani (comerciante de bueyes) para Comibol antes de entrar a las minas, fue un dirigente campesino y participó en varias tomas de tierra en Norte Potosí.15 Para gran número de mineros, tanto dentro de las filas trotskistas como fuera de ellas, uno de sus peores recuerdos de las décadas posteriores fue el del día en que César Lora les fue arrebatado para siempre. En 1956, el por-lo lanzó la primera campaña presidencial trotskista de Bolivia, presentando la candidatura de González y Bravo a la presidencia y vicepresidencia respectivamente. Veía a la campaña como una oportunidad importante para promover sus ideas y afirmar su derecho de participar en la política nacional. Sin embargo, un número especial de Lucha Obrera para el día de los comicios agregó un llamado a los trabajadores a votar por los dirigentes de la cob que formaban parte de la planilla del mnr.16 El mnr aún era suficientemente fuerte para ganar las elecciones de forma abrumadora; el no 2 de Paz Estenssoro, Hernán Siles, fue elegido presidente. Los candidatos del por-lo recibieron menos de 2.500 votos. Los dos partidos trotskistas compitieron ferozmente entre sí por el reconocimiento de nombre, disputando cuál era el por auténtico. Ante la pregunta de cómo, en el período posterior a la escisión, habría respondido a un trabajador que quisiera conocer las diferencias fundamentales entre los dos grupos, Elio Vásquez contesta: “Que nosotros estamos ligados a una organización internacional, un movimiento internacional y el trotskismo es internacional, la lucha de clases es internacional. El grupo Lora es nacionalista, que solamente en Bolivia existe, y sus objetivos son pequeños, sin nada saber de afuera”. Enfatizando su status de “Sección Boliviana de la iv Internacional”, el por-lo estaba afiliado 15 Entrevistas: Miguel Lora, 6 de agosto de 2004; Guillermo Lora, 3 de agosto de 2004; Andrés Lora y Aurora Villarroel, 6 de agosto de 2004; Angel Capari, 5 de agosto de 2004; Dionicio Coca, 18 de agosto de 2007; Pastor Peláez, 6 de agosto de 2004; Alejandro Carvajal, 5 de julio de 2004; Elio Vásquez, 17 de julio de 2004. Ver también F. Escóbar, “César Lora”, en Josep m. Barnadas, Diccionario histórico de Bolivia (Sucre: Grupo de Estudios Históricos, 2002), 2:112. 16 Salazar Mostajo, Caducidad, 144-145. La lsr de Salazar había formado una alianza electoral con el por-lo y protestó en contra de este viraje de último momento.

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al Secretariado Internacional (luego Secretariado Unificado) de Michel Pablo, Ernest Mandel y Livio Maitan. Para el grupo de Lora, el de González consistía en “pablistas, que se caracterizan por revisar el trotskysmo” y por “aproximarse a las posiciones stalinistas”.17 Documentos desclasificados del gobierno de ee.uu. muestran que empleados de sus servicios de inteligencia enviaron numerosos informes sobre las actividades de los trotskistas bolivianos, en particular los del grupo González (debido aparentemente a su entusiasmo por la Cuba de Castro), desde traducciones de las resoluciones hasta reportes sobre las reuniones, conferencias y cursos de educación marxista. A pesar de su esfuerzo de mantenerse bien informados, los agentes cometieron muchos errores elementales en sus informes, tales como identificar como trotskista a uno de los sindicalistas estalinistas más famosos y alegar que no había “diferencia ideológica alguna” entre Guillermo Lora y Hugo “Gonzales”.18 Un manual de la cia sobre la iv Internacional afirmaba en tono despectivo que Masas era “un mensual mal mimeografiado, del que se distribuyen clandestinamente alrededor de 1.000 ejemplares”, alegando además que el grupo Lora contaba con “aproximadamente 800 militantes activos” una década después de la escisión del por, con “cierta fuerza entre los mineros del estaño”. El grupo González, con “aproximadamente 300 militantes”, publicaba “alrededor de 1.500 ejemplares” del bimensual Lucha Obrera. Es probable que al por-Masas le hubiera gustado el cálculo del número de sus militantes, pero no la afirmación de que el por-lo, “aunque el menos numeroso de los dos, parece ser el más activo, con una base entre los mineros más vitales en términos revolucionarios”.19 La batalla de la “estabilización” A finales de 1956, se inició una confrontación entre los mineros y el gobierno bajo el nuevo presidente, Siles, que en aquel entonces reflejaba las posiciones de la derecha del mnr y se presentaba como el opositor más intransigente del radicalismo obrero. “¿Qué hará Siles?” preguntó de forma retórica el periódico Masas, contestando en seguida: “No se necesita ser un vidente para dar la respuesta”. La orientación de este “gobierno derechista” sería el “aniquilamiento” de las 17 Entrevista con Elio Vásquez, 17 de julio de 2004; ¿Qué es y qué quiere el por? (La Paz: Ediciones Masas, 1959), 1. Para la réplica del por-lo a la acusación de “pablismo”, ver, por ejemplo, las notas de Fernando Bravo incluidas en “Carta abierta al Comité Internacional”, abril de 1959, fbec. 18 Materiales diversos en h-wer. Como se explica en el capítulo iii, se trata de informes secretos a los que el público ganó acceso en el contexto de la querella legal del swp contra el fbi, iniciada en 1973. 19 Central Intelligence Agency, The Fourth International: Its Structure, Activities, Personnel (1964), 89-91, h-wer, caja 14, carpeta 1.

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conquistas obreras y el otorgamiento de “todas las garantías al capital financiero para que se explote al país”.20 Frente al disparo de la inflación y creyendo que la decisión reduciría la oposición a las medidas antisindicales, el gobierno estableció una Comisión de Estabilización respaldada por el Fondo Monetario Internacional. Su jefe de facto era el estrafalario George Jackson Eder de la International Telephone and Telegraph (empresa que llegó a ser tristemente célebre por su papel en el derrocamiento de Salvador Allende), quien controlaba su composición y decisiones. La comisión diseñó un programa de austeridad, apodado el Plan Eder, que recetaba un recorte del 40 por ciento en los gastos gubernamentales, la anulación del control de precios y la congelación de los salarios después de un año. En lugar de Plan Estabilizador, los obreros radicales lo llamaban el Plan Estrangulador. Eder escribió más tarde que su plan significaba “el repudio, al menos de forma tácita, de casi todo lo que el Gobierno Revolucionario había hecho en los cuatro años anteriores”. “Las medidas de estabilización son, pues, la punta de lanza de la opresión imperialista dirigida contra esta revolución”, declaraba Guillermo Lora en un discurso que dio en Oruro a comienzos de 1957.21 Una de las medidas más explosivas fue la anulación de los subsidios a las pulperías, los despachos de artículos básicos asociados con las minas y otras empresas. “Aunque la situación ya ha sido inaguantable para los trabajadores bolivianos durante un período extenso”, observaba un boletín del movimiento trotskista internacional, “el hecho de haber precios fijos en las pulperías de los mineros ha ayudado a este [...] grupo de trabajadores para que al menos permanezcan vivos”. En Quechisla y otros lugares, “los mineros y sus esposas tomaron la ‘pulpería’, entregándola al sindicato para que éste la dirigiera”. En Catavi, Huanuni y San José, “las mujeres tomaron la iniciativa en acciones similares”.22 El Plan Eder tensó considerablemente las relaciones entre Siles y su vicepresidente Ñuflo Chávez, de la Izquierda emenerrista, a la vez que llevó al borde de la ruptura al “cogobierno” con la cob. Lechín se distanció del plan después del estallido de protestas y huelgas en San José, Siglo xx y otras zonas.23 Había que poner fin a la agitación laboral, insistía Siles. Frente a la masiva oposición, lanzó una huelga de hambre, como informaba el New York Times, “como la manera final 20 Masas, 18 de agosto de 1956. El mismo número incluye un largo e interesante artículo sobre la nacionalización del Canal de Suez realizada por el gobierno de Nasser en Egipto. 21 George Jackson Eder, Inflation and Development in Latin America: A Case History of Inflation and Stabilization in Bolivia (Ann Arbor: University of Michigan, 1968), 87 (ver también Lehman, Bolivia and the u.s., 123, y Dunkerley, Rebellion, 86); Guillermo Lora, La estabilización, una impostura (La Paz: Ediciones Masas, 1960), 1. 22 Internal Bulletin del Secretariado Internacional, 1o de mayo de 1959, 14. 23 Magdalena Cajías, “El deterioro de una alianza: Mineros y mnr en Bolivia, 1952-1958”, tesis de maestría (Quito: flacso, 1987), 100-104. Tal como Lechín, Möller –ya para entonces su lugarteniente– apoyó el plan al comienzo (ibid., 101).

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de persuadir a los elementos izquierdistas en la Central Obrera Boliviana de que no deben iniciar huelgas”. Lejos de limitarse a gestos gandhianos, el nuevo presidente exigió que el congreso le otorgara poderes extraordinarios y envió escuadrones emenerristas armados para atacar baluartes del sindicalismo combativo. Cuando los mineros de Siglo xx lanzaron su propia huelga de hambre contra la política gubernamental, Siles proclamó la consigna de que “revienten”.24 El conflicto dominó el Segundo Congreso de la cob, realizado en junio de 1957. Después de un discurso de Siles en el que defendió el plan de austeridad, los delegados debatieron tres tesis contrapuestas. El sindicato ferroviario argumentó a favor de evitar conflictos con el gobierno. En contraste, Fernando Bravo presentó un documento (que la prensa llamaba “la tesis minera de tendencia trotskista”) que exigía que la cob pusiera fin al cogobierno para lanzar una lucha frontal contra la austeridad. En un llamativo debate –en el que se tocaron temas desde la teoría económica hasta la crisis del Canal de Suez y la situación del bloque soviético tras la muerte de Stalin– Ernesto Ayala y Edwin Möller se enfrentaron con sus excamaradas para defender la tesis de corte moderado presentada por el Comité Ejecutivo de la central. Al encabezar un poderoso bloque de delegados (entre ellos Leticia Fajardo) y contar con el respaldo de Lechín, los “entristas” exporistas salieron victoriosos.25 Sin embargo, el congreso de la cob votó a favor de convocar una huelga general, que Siles tachó inmediatamente como obra de “dirigentes trotskistas”.26 Después de que una enorme presión por parte del gobierno hizo que muchos sindicatos cedieran, la dirección de la cob suspendió la huelga en el último momento. Para el por-lo, la fuerza de Siles se derivaba del “espíritu conciliador” de la dirección sindical y la “ausencia de una perspectiva independiente” de parte de los líderes atados al cogobierno, mientras que el Partido Comunista (pcb) se había opuesto abiertamente a la huelga. “Toda la burocracia sindical es responsable del fracaso y entrega de la huelga general”, subrayaba el partido de González y Bravo en un folleto especial.27 En seguida, Siles instó a los dirigentes obreros leales al gobierno a formar un “Bloque Restructurador” con la misión de “restructurar” a la cob. El objetivo, advertía el por-Masas, era “destruir, mediante el divisionismo y el terror, la creciente oposición obrera a los planes de la alta dirección movimientista”. Según el gobierno, observaba el boletín minero del por-lo, “no deben existir las Milicias 24 New York Times, 29 de diciembre de 1956; Masas, 9 de septiembre de 1958. (Nota: trátase del número 61 de Masas, que lleva la fecha incorrecta del 9 de agosto; por su lugar en la serie, queda claro que se publicó en septiembre de ese año.) 25 Informes cotidianos en El Diario, 3-13 de junio de 1957; la cita es de la edición del 9 de junio. 26 Dunkerley, Rebellion, 90. 27 por, La huelga general y la crisis de la dirección obrera (La Paz: Lucha Obrera, 1957), 2-5. (En el original, la última frase aparece en mayúsculas.)

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Obreras y Campesinas, sólo debe existir el Ejército masacrador. No deben existir las Radios Mineras, porque dice el gobierno y sus aliados, que son ‘clandestinas’ [...]”. Asimismo, “No deben existir los Controles Obreros, porque los trabajadores están destinados solamente a trabajar en silencio sin inmiscuirse en asuntos de administración. Los sindicatos no deben discutir problemas nacionales y políticos [...] se debe practicar estrictamente el ‘sindicalismo puro’, etc., etc.”.28 El Bloque Restructurador contaba con el respaldo del Ministerio del Interior, a la vez que los “comandos” oficialistas realizaban incursiones armadas en los campos mineros, chocando con las milicias sindicales. La crisis profundizó la radicalización de importantes sectores de la Federación Minera, basados sobre todo en el complejo minero de Siglo xx. En diciembre de 1957, un congreso de la fstmb aprobó una “plataforma de lucha” presentada por la delegación de Siglo xx, encabezada por voceros del pcb y del por-Masas. Al llamar a oponerse al Plan Eder, la plataforma planteaba la “independencia sindical” frente al gobierno, así como el “fortalecimiento de las milicias armadas”, “justa compensación por la supresión de la pulpería barata, escala móvil de salarios y sueldos” y otras reivindicaciones. Esto representaba una derrota humillante para la campaña que los delegados silistas llevaban a cabo bajo la consigna de “apoyo al Plan de Estabilización y al compañero Presidente”. Frente a estos sucesos, César Lora argumentó: “En nuestra lucha diaria hemos superado al partido pequeñoburgués y no tenemos más salida que forjar nuestro propio gobierno”.29 Como represalia por las posiciones adoptadas por la fstmb, Siles disolvió el siguiente congreso nacional de la Federación. Ya para mediados de 1958 el Bloque Restructurador estaba en apuros. Importantes sindicatos de constructores y campesinos renunciaron al Bloque, mientras los ferroviarios de varias regiones chocaron con el frente oficialista. En Catavi, una asamblea minera “declar[ó] nulos y sin valor los decretos reaccionarios” del presidente, a la vez que puso “en estado de emergencia a todas las milicias armadas del sindicato para repeler todo intento de provocación de los grupos de choque [...] creados por el gobierno en su afán de destruir los verdaderos organismos obreros”. Catavi ya era “territorio liberado”. A comienzos del año siguiente una oleada de protestas sacudió al país. “Los bolivianos se aferran a los ideales de 1952, pero la mayoría está desilusionada con los resultados frente al aniversario del levantamiento”, constataba el titular de un reportaje del New York Times. “La Revolución Boliviana se acerca a su séptimo aniversario [...] en un estado de crisis”, observaba el diario norteamericano.30 28 g. Lora et al., La masacre de Huanuni (La Paz: Ediciones Masas, 1960), 7; Lucha Minera, 2a quincena de mayo de 1959 (énfasis en el original). 29 m. Cajías, 136-138; Dunkerley, Rebellion, 91; Masas, 12 de diciembre de 1957. 30 Lucha Minera, 12 de mayo de 1958; resolución de Catavi, 27 de enero de 1958, fbec ­(mayúsculas y énfasis en el original); New York Times, 5 de abril de 1959.

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Habiendo elegido un comité de huelga encabezado por César Lora, los mineros estallaron una huelga que logró bloquear la tentativa de suprimir los subsidios al precio de los artículos vendidos en las pulperías. La movilización envalentonó a los fabriles y otros sectores para que se rebelaran contra el Bloque Restructurador, que no tardó en desmoronarse. En el campo también había malestar y brotes de protesta. Como síntoma del creciente peso de los militares en la política nacional, el dirigente campesino emenerrista José Rojas, Ministro de Asuntos Campesinos en el gobierno de Siles, fue sustituido por un general del ejército. “En Ucureña”, señaló un informe del Buró Latinoamericano, “un campesino le preguntó en quechua al propio general por qué estaba en ese cargo siendo militar, es decir, enemigo del campesinado”.31 La creciente influencia de la izquierda dentro del sindicalismo minero alarmó a los jerarcas nacionalistas, que temían que la situación se les estuviera saliendo de control. En los Estados Unidos, la agitación social en Bolivia produjo más titulares: “Huelga del estaño pone en peligro ayuda de ee.uu. a Bolivia – Mineros armados insisten en subsidio a precios mientras fmi exige terminarlo”; “10.000 mineros del estaño estallan huelga en Bolivia – Como resultado de la protesta, gobierno ordena que pulperías no apliquen aumento de precios”. Iracunda, y siempre cercana al punto de vista del Departamento de Estado, la revista Time describió una protesta callejera realizada por “una ruidosa banda de trotskistas, comunistas y demagogos izquierdistas sedientos de violencia” que gritaban “¡Abajo el imperialismo!”. “Dirigidos por el Jefe Trotskista Víctor Villegas, 200 hombres arremetieron contra los policías que resguardaban la embajada” de ee.uu. Sumándose al coro, la revista Life publicó el encabezado “Un peligro para la estabilidad, mineros armados y enojados”, sobre una foto de página entera de un “minero combativo” llevando “granadas de dinamita de fabricación casera que se almacenan en la sede sindical de Catavi”.32 A comienzos del año siguiente, un bloque entre poristas y lechinistas derrotó una planilla que apoyaba a Siles en las elecciones sindicales de Huanuni, donde militantes del por ocuparon el puesto de secretario general en varias ocasiones a fines de los años 50.33 Sucedió una batalla cuando miembros de la planilla derrotada asesinaron a varios trabajadores y se rehusaron a entregar la sede sindical. “Explotó el 23 de enero [de 1960], fue espontánea, y se desarrolló la lucha. Y pidieron, por esos compañeros de izquierda, ayuda a Siglo xx”, recordaba el minero de Huanuni Felipe Vásquez. Tres obreros poristas murieron en los combates. César Lora, “desafiando a las mujeres de Huanuni”, evitó que éstas lincharan al dirigente de 31 Informe de Héctor Lucero [Adolfo Gilly], 18 de diciembre de 1959, fbec. 32 New York Times, 10 de marzo y 3 de abril de 1959; Time, 16 de marzo de 1959, 40; Life, 30 de junio de 1960, 69. 33 Lo mismo fue el caso, aproximadamente durante el mismo período, en Potosí y Colquiri; Cajías de la Vega, “Deterioro”, 168-169.

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los pistoleros silistas cuando se rindió. Después de estos acontecimientos, señala Dunkerley, “los sindicatos amarillos [oficialistas] reaparecieron en las minas y fábricas de Bolivia, pero nunca más lograron conseguir ningún apoyo popular”.34 El presidente Siles atacó explícitamente al por no menos de nueve veces en su informe ante la convención del mnr celebrada en febrero de 1960. En el distrito minero más importante, observó: “Durante años, sistemáticamente, con notable capacidad de organización que es justo reconocer, el pc y el por han desplazado progresivamente a los dirigentes del mnr y han constituido una federación de feudos entre Catavi, Llallagua y Siglo xx”. Este “poderoso eje porista comunista” había buscado realizar “un plan cuidadosamente elaborado por los extremistas, especialmente por Guillermo Lora”. Por lo tanto, argumentó el mandatario, los partidarios del gobierno se vieron obligados a tomar acciones en su contra.35 En el último período del mandato de Siles, el periódico oficialista La Nación publicó un artículo en tres partes que denunciaba la influencia que Guillermo Lora había ejercido en un plenario de la dirección de la fstmb. Las campañas “antirrojos” no suelen ser un género literario muy elegante, pero las estampas sardónicas fueron escritas con estilo por René Zavaleta Mercado, un connotado intelectual que más tarde se desplazó hacia la izquierda. Al describir el llamado de Lora a favor de una huelga contra los despidos y el descongelamiento de los precios en las pulperías, escribió:



Guillermo Lora es, como se sabe, líder doctrinario y tótem del por. Aspira también a ser, y lo es a veces, dueño feliz de una dictadura porista sobre el proletariado minero [...]. Es famoso, en más de un círculo, por un desplante bohemio coronado por ondulada melena y por sus piezas de mimeógrafo. [...] El refocilo de un seguro éxito hizo que Lora publicara en masas (el 28 de noviembre) todo lo que iba a decidirse en el ampliado minero que iba a comenzar recién al día siguiente (el 29). [...] A las dos de la tarde del lunes comenzaron las deliberaciones. Tres horas después estaba resuelto el pie de huelga. Las consignas de Lora fueron aprobadas por unanimidad y sin discusión.36

En 1960 se realizaron las elecciones nacionales: el candidato emenerrista Víctor Paz Estenssoro volvió al poder, mientras que el puesto simbólico de ­vicepresidente fue ocupado por Lechín, cuyas tentativas de ganar la aprobación de 34 Entrevista con Felipe Vásquez, 4 de octubre de 1992; Lora et al., Masacre de Huanuni, 19-20; Dunkerley, Rebellion, 98-99. 35 Hernán Siles Zuazo, Mensaje-informe dirigido a la viii Convención del m.n.r. por Excmo. señor Presidente Constitucional de la República y Sub Jefe del Movimiento Nacionalista Revolucionario (La Paz: Burillo, 1960), 26, 27, 34. 36 r. Zavaleta, “El ampliado minero y la clandestinidad” (1959), reproducido en Hojas de mi archivo (La Paz), junio de 1992, 3-4.

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ee.uu. (que aún lo veía como agitador sindical radical) incluyeron una visita oficial a Taiwán. Debido a su ambición personal, observaba Zavaleta, Lechín “comenzó repitiendo el Programa de Transición y concluyó por ir a Formosa [Taiwán] en repartija de saludos y adulatorias” con el dictador anticomunista de la isla.37 No obstante, después de que Lechín prestó sus servicios para la reelección de Paz, el régimen lo marginó de forma abierta. Por su parte, el pcb se desacreditó en los círculos radicales cuando proclamó que la planilla del mnr, supuestamente un baluarte contra la reacción, era también “su” planilla en las elecciones presidenciales de 1960.38 Sin embargo, el movimiento trotskista no se ganó mucho crédito político cuando las elecciones produjeron un enfrentamiento sórdido entre los dos por. Cuando el sector González presentó candidatos, Lora acudió a la Corte Nacional Electoral pidiendo que reconociera a su grupo como el verdadero por, señalando que “ha demandado la cancelación como partido del registro electoral del grupo de usurpadores” que “no pasan de ser instrumentos dóciles de la secta internacional y contrarrevolucionaria que se llama pablismo”, una “organización totalmente ajena a los intereses de la revolución boliviana”.39 El por-lo respondió con furia en una “Carta abierta a las bases del grupo ‘Masas’”, en la que señalaba que Lora “ha pedido a la Corte Nacional Electoral que nuestro Partido sea castigado por pertenecer a la iv Internacional”. Ante la negativa de la corte de reconocer a su grupo, Lora “ha dispuesto el Voto en Blanco” en lugar de votar por el por de González. Argumentando que estas actitudes representaban un síntoma inconfundible “de la degeneración política”, el por-lo instó a los seguidores de Lora a romper con su dirigente.40 En un largo memorándum dirigido a la corte electoral, publicado después como folleto, el grupo de González argumentaba: “La familia Lora [...] que actúa con pretensiones de partido político”, “[n]o tiene existencia real ni legal”; además, ya se le había negado el registro en 1956 y 1958. Mofándose del por rival, afirmaba que la dirección de éste consistía en “Guillermo Lora, Alfonsina Paredes (militante solo en momentos de romance con aquél) y Miguel Alandia Pantoja 37 Zavaleta Mercado, La caída del m.n.r., 105. 38 Salazar Mostajo, Caducidad, 67. 39 Comunicado del 25 de marzo de 1960, firmado “Alberto Saenz, p. el b.p. del por”, reproducido en “Trotskistas?, pablistas y cuartistas se disputan la sigla del p.o.r.”, La Nación, 26 de marzo de 1960. Por su parte, El Diario (26 de marzo de 1960) informaba: “La fracción del Partido Obrero Revolucionario que dirige Guillermo Lora ha elevado a consideración de la Corte Nacional Electoral un memorial a través del cual solicita su inscripción como partido político en los registros de la Corte y, a la vez, pide que se anule el registro del por, fracción Hugo González Moscoso”. 40 Lucha Minera, 3 de junio de 1960. El mismo número informa que “el camarada Alejandro Carvajal, Presidente del Comité Departamental Electoral del por, ha sido baleado” por “agentes del Comité Político del mnr”.

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(más pintor que militante revolucionario)”. Al examinar la trayectoria política de Lora, el documento hace hincapié en la crisis de 1954, cuando “Lora empuja a su fracción hacia el ingreso al mnr” –producto de una línea de “simple entreguismo al mnr”– separándose de Möller y sus otros “compañeros de ruta” por “discrepancias de último momento”. En cuanto al tema de la afiliación internacional, plantea: “Lora, mostrándose servil partidario del Estatuto Electoral, nos acusa de ser internacionalistas”, presentando documentos para comprobar la acusación, “pidiendo que por nuestro internacionalismo [...] se cancele nuestro registro en la Corte Electoral”. Tras una larga exposición sobre la cuestión, recalca: “Sí señores vocales de la Corte Electoral no lo negamos, somos internacionalistas, porque somos trotskistas, marxistas, revolucionarios”.41 Paz Estenssoro volvió al Palacio Quemado en medio de la fragmentación de la alianza de clases populista sobre la cual el poder del mnr se había basado. Al nivel hemisférico, su gobierno enfrentaba los retos planteados por la Revolución Cubana. Después de un breve período en el que ofreció consejos amistosos a Castro, el mnr se distanció de Cuba cuando la isla rebelde desafió a Washington y se alineó con el bloque soviético. Paz admiraba a John f. Kennedy, le visitó en la Casa Blanca, y se convirtió en incondicional de la Alianza para el Progreso que el presidente norteamericano lanzó para contrarrestar la influencia de la Revolución Cubana. En 1964, Bolivia cortó las relaciones diplomáticas con Cuba. La intensificación de la Guerra de Vietnam, bajo Kennedy y su sucesor Johnson, hizo que el precio del estaño subiera, lo que benefició al régimen boliviano. Poco después de su elección en 1960, Kennedy ordenó personalmente que se arreglara un paquete de ayuda financiera para Bolivia “en cuestión de horas” después de que su secretario de prensa, Pierre Salinger, lo pidió. Uno de los asesores más cercanos de Kennedy, Arthur Schlesinger, argumentó con respecto a Latinoamérica que si “las clases poseedoras hacen imposible una revolución de la clase media, harán inevitable una revolución ‘obrera y campesina’”.42 La ayuda norteamericana a Bolivia aumentó más del 600 por ciento entre 1960 y 1964. Un alto porcentaje iba al ejército, que se triplicó en términos de personal entre 1958 y 1964 mientras su parte del presupuesto aumentó del 6,8 por ciento al 16,8 por ciento en el mismo período. Conforme se consolidaba la doctrina de la seguridad nacional, observa Kenneth Lehman, “Bolivia se convirtió en un laboratorio para poner a prueba las ideas acerca del nuevo papel que podían jugar los ejércitos latinoamericanos” en el esfuerzo por reforzar la región y evitar más reveses, estilo Cuba, para la política estadounidense. En 41 Internacionalismo proletario y renegado Lora (citado arriba), 1, 3, 5, 12 (énfasis y mayúsculas en el original). 42 Stephen g. Rabe, The Most Dangerous Area in the World: John F. Kennedy Confronts Communist Revolution in Latin America (Chapel Hill y Londres: University of North Carolina Press, 1999), 17, 24.

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1963, Bolivia tenía “más egresados de la Escuela de Guerra Especial del Ejército de ee.uu., ubicada en Fort Bragg [Carolina del Norte], que ningún otro país del hemisferio”.43 Con el tiempo, el rol norteamericano creció a tal grado que generaciones enteras de egresados de la academia militar boliviana fueron enviadas a la School of the Americas (soa – Escuela de las Américas) del ejército estadounidense, inaugurada formalmente en el mismo año de 1963. (En 1988, la soa proclamó que su exalumno Hugo Banzer había sido incorporado al Salón de la Fama de la institución.) Un oficial que asistió a la academia militar en los años 70 dijo que como parte de los ejercicios de entrenamiento se practicaba ataques a la sede de la cob así como una invasión a la comunidad campesina radical de Achacachi. Después de graduarse, se le envió a la soa, donde aprendió “cómo torturar” a los presos, junto con el axioma de que “un subversivo muerto es mejor que un preso”.44 Poco después de volver al Palacio Quemado, Paz lanzó el “Plan Triangular”, auspiciado por ee.uu., Alemania Occidental y el Banco Interamericano de Desarrollo. Según el plan había que despedir a más del 20 por ciento del personal de Comibol y cerrar varias minas. Subrayando su lealtad a Washington, Paz rechazó la oferta del líder soviético Nikita Jruschov de ayudar a Bolivia (en términos sumamente ventajosos para el país andino) en la construcción de su propia fundición de estaño. En diciembre de 1960, la urss envió una delegación parlamentaria para promover la oferta. La revista oficial de Comibol informó secamente que la comitiva había visitado “los importantes centros mineros de Catavi, Llallagua y Siglo xx (donde fueron acogidos cordialmente)”.45 En realidad, la acogida fue espectacular. En Siglo xx, los dirigentes trotskistas movilizaron a sus fuerzas para darle la bienvenida a la delegación. Si Paz rechazaba la oferta soviética, dijeron, los mineros la “aceptarían con entusiasmo revolucionario”. Los militantes del por-Masas se desvelaron la noche anterior haciendo pequeñas banderas rojas con el símbolo de la iv Internacional de Trotsky (la hoz y el martillo con el número 4). Éstas se distribuyeron a los mineros que salían del turno nocturno, que las llevaron en sus cascos. El partido también fabricó carteles que llevaban consignas a favor de “la Rusia de Lenin y Trotsky”, para distinguirse de la burocracia soviética. Los militantes del pcb reaccionaron con ira. Los delegados observaron atónitos cuando “estalló la asamblea a pedradas”, armándose “una batalla campal” entre estalinistas y trotskistas, recordaba Filemón Escóbar. Riéndose, describió el informe de la revista norteamericana Life sobre 43 Dunkerley, Rebellion, 108, 114; Lehman, Bolivia and u.s., 150-151, que señala que Kennedy aumentó en un 800 por ciento la ayuda militar a Bolivia. 44 Leslie Gill, The School of the Americas: Military Training and Political Violence in the Americas (Durham: Duke University Press, 2004), 78, 97-99. 45 Estaño (La Paz), abril-mayo de 1960, 58.

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el incidente: “Los mineros bolivianos son analfabetos y no saben que Trotsky ha muerto ya”.46 El trotskismo boliviano y la Revolución Cubana Mientras el mnr utilizó la hostilidad hacia Cuba para mostrar su lealtad a Washington, para la izquierda boliviana la defensa de la Revolución Cubana se convirtió en una bandera de lucha contra el imperialismo. Ambas secciones del movimiento trotskista saludaron y defendieron a la Revolución Cubana, pero lo hicieron en formas distintas. El por-Lucha Obrera de Hugo González no sólo defendía a la revolución sino que también daba apoyo político a la dirección fidelista. El por-lo tomó esta posición a pesar de que el régimen castrista adoptaba importantes aspectos del punto de vista, las prácticas y la estructura de lo que el trotskismo había llamado tradicionalmente la “burocracia estalinista” del “estado obrero degenerado” de la urss. Las reservas con respecto a la dirección cubana disminuyeron cuando los seguidores de J. Posadas, que tenían una actitud más crítica hacia Castro, salieron del por-lo. Las diferencias entre los militantes bolivianos reflejaban, además, los debates que apasionaban a la izquierda latinoamericana en torno a la estrategia de la guerra de guerrillas. En su manual sobre el tema, escrito en 1960-1961, Che Guevara planteó: Consideramos que tres aportaciones fundamentales hizo la Revolución cubana a la mecánica de los movimientos revolucionarios en América. Son ellas: 1. Las fuerzas populares pueden ganar una guerra contra el ejército. 2. No siempre hay que esperar a que se den todas las condiciones para la revolución; el foco insurreccional puede crearlas. 3. En la América subdesarrollada el terreno de la lucha armada debe ser fundamentalmente el campo.47 46 Manuscrito de Filemón Escóbar, citado en Dunkerley, Rebellion, 107; entrevista con Filemón Escóbar, 23 de septiembre de 1992. Por su parte, el por-lo publicó una carta abierta en la que saludaba a la delegación soviética, señalaba que “[l]os trabajadores han recibido con entusiasmo las ofertas de ayuda técnica y económica hechas por los gobernantes soviéticos, particularmente la donación de hornos de fundición de minerales”, y expresaba el anhelo de que la “rectificación” emprendida por Jruschov abriera paso a “la rehabilitación de los grandes dirigentes revolucionarios que junto con Lenin hicieron la revolución del año 17, como León Trotsky”; volante, 22 de diciembre de 1960, fbec. 47 Después de la primera aparición del texto (que ha sido reproducido en múltiples ediciones), Guevara modificó el segundo punto para que terminara “el foco insurreccional puede desarrollar condiciones subjetivas sobre la base de condiciones objetivas dadas”; Ernesto Che Guevara, La Guerra de Guerrillas: Edición autorizada con correcciones por Che Guevara (Melbourne: Ocean Sur, 2006), 13.

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Conforme con este planteamiento, Fidel Castro lanzó ásperas polémicas contra los comunistas venezolanos y otros que defendían una estrategia fundada sobre todo en las campañas electorales. Uno de los aspectos más controvertidos de estos debates fue la conclusión, formulada nítidamente por Régis Debray, de que “en la etapa insurreccional de la revolución [...] se puede prescindir de un partido marxista-leninista de vanguardia de la clase obrera”, porque el mismo ejército guerrillero “será el núcleo del Partido”. Debray atacó con saña a los trotskistas bolivianos por promover y organizar grupos de autodefensa obrera en lugar de un foco guerrillero. A la vez, hacía eco del vocabulario de los partidos comunistas prosoviéticos al afirmar que el trotskismo era “la pura y simple provocación”.48 No obstante, Debray había descrito a Bolivia como el único país latinoamericano “en el que la revolución puede revestir la forma bolchevique clásica”.49 De hecho, el punto de vista tradicional del trotskismo era que el proletariado, a la cabeza del campesinado pobre, llevaría a cabo una insurrección “clásica” para formar un nuevo poder estatal; y que para lograr este objetivo era imprescindible forjar un partido modelado en el bolchevismo de Lenin. Ahora, bajo el impacto de la Revolución Cubana, la idea de que la estrategia revolucionaria debía incorporar la guerra de guerrillas formaba una parte importante de la “reunificación” que los seguidores de Pablo y Mandel negociaron con varios de los grupos trotskistas que habían roto con ellos a comienzos de los años 50.50 El resultado, en 1963, fue la formación del “Secretariado Unificado de la iv Internacional” (s.u.), del cual el por-lo de González pasó a ser la sección boliviana. El grupo de González abrazó la estrategia de la guerra de guerrillas modelada en el ejemplo cubano. En efecto, esta posición fue cada vez más central tanto para su identidad pública –reflejada en sus publicaciones y su trabajo en los movimientos sindical y campesino– como en la imagen que la organización tenía de sí misma. Al citar a Bolivia como “ejemplo de la influencia de la Revolución Cubana” a finales de 1960, la revista Fourth International, editada por Pablo, saludó al “Sindicato Campesino de Omasuyos en el altiplano boliviano” por su mensaje de solidaridad con Cuba, reproducido en Lucha Obrera. En 1961, un volante del partido proclamaba: “Los trabajadores queremos seguir el ejemplo de Cuba y por eso el imperialismo y su gobierno Paz-Lechín nos persiguen y quieren aislarnos de Cuba”. Ante la invasión de Playa Girón, un grupo de mujeres influenciado por el por-lo protestó contra “la alevosa y criminal invasión de que está siendo víctima el único territorio libre de América, Cuba”. Un volante del partido llamó 48 “El castrismo: La larga marcha de América Latina” y “¿Revolución en la revolución?”, en Régis Debray, Ensayos sobre América Latina (México, Ediciones Era, 1969), 74, 252, 182. 49 “El castrismo: La larga marcha de América Latina”, en ibid., 56. 50 Ver, por ejemplo, “For Early Reunification of the World Trotskyist Movement” (1o de marzo de 1963), http://www.marxists.org/history/etol/writers/frank/works/march/app01.htm.

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a estallar una “huelga general el día en que se produzca la invasión a Cuba o la ruptura de relaciones del gobierno-mnr con Cuba”.51 Junto con “Bandera roja”, “La marselleza trotskista” y otros himnos revolucionarios, un cancionero del por-lo incluía una canción “A Cuba”, la isla rebelde que “florece gloriosa, en las narices de Dn. Tío Sam”. “Desde los Andes hasta el Amazonas”, continúa, “desde Alaska al Cabo del Sud, las marionetas del imperialismo viven temblando pensando en ti”. Otra, “El Guerrillero”, proclama: “De los socavones vengo a defender con los campesinos la revolución. [...] Viva Cuba obrera, muera la invasión”. El grupo declararía después: “La guerrilla [...] se ha convertido hoy en la línea divisoria que separa a los verdaderos revolucionarios que quieren tomar el Poder, de los charlatanes de todo pelaje”; por lo tanto, “Nuestro partido, el p.o.r., desde 1965 se definió por la línea guerrillera y por eso estuvo a lado del Che Guevara [...]”.52 El por-Masas de Guillermo Lora también saludó la revolución social en Cuba y la espectacular ruptura de la isla con el dominio de ee.uu. sobre el hemisferio. “Porque la revolución cubana es nuestra, porque deseamos vivamente que no se pierda hemos salido en su defensa desde el primer momento”, proclamaba. Sin embargo, “defendemos esa revolución como luchadores marxistas y no como lacayos”, enfatizaba. Esto implicaba criticar “los errores cometidos por el régimen de Castro” y la conformación de una “dirección stalinizada”. Cuando Castro proclamó que el suyo era un “régimen socialista”, Lora escribió: “Se trata de una impresionante revolución”, pero a la vez, “El proletariado cubano tiene ante sí la tarea de ponerse a la cabeza de la revolución e implantar su propio gobierno”.53 “La ruptura con Cuba, la mayor canallada del m.n.r.”, denunció Masas en un titular cuando el “desgobierno movimientista” rompió las relaciones diplomáticas y comerciales con el país caribeño. La “mejor forma de defender la revolución cubana radica en lograr la victoria del proletariado en nuestro propio país y no en convertirse en un turista con todos los gastos pagados”, insistía el periódico, al agregar: “El gobierno obrero-campesino vengará el ultraje inferido por los canallas a la Cuba de Martí, el indomable anti-imperialista”. A la vez, el por-Masas ­advertía en contra de la confianza que expresaba Jruschov en la “­ coexistencia pacífica” mediada por la onu. Lora visitó Cuba a mediados de los 60 y se reunió 51 Fourth International (Amsterdam), invierno de 1960-1961, 61; volantes, 21 de junio de 1961, abril de 1961, 1o de enero de 1962, fbec. 52 Cuaderno de canciones (citado arriba), 1, 2, 6, 10; Impulsar la marcha al socialismo con las armas en la mano!, volante del 1o de mayo de 1970, FBEC. 53 g. Lora, Lección cubana (La Paz: Ediciones Masas, 1962), 3, 17; “Cuba socialista”, en Lora, Obras completas, 11:150. Cabe señalar que el pintor Miguel Alandia, militante del por-Masas, hizo un retrato de Castro en 1957 y luego, después del triunfo de éste, expuso algunas de sus obras en Cuba; ver “Alandia retrató a Fidel Castro antes de la Revolución”, La Razón (19 de septiembre de 2005),

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con Castro, a quien recordaba como “entusiasta, me habló sin parar de cosas como el crío de chanchos, pero no sabía nada del marxismo”.54 En años posteriores, Lora criticó la estrategia del foco en términos rotundos, como expresión de la política pequeñoburguesa y de la “ultraizquierda aventurera”.55 En los años 60, sin embargo, sus escritos sobre el tema fueron más ambiguos. En un folleto de 1963, Las guerrillas, Lora señalaba: “La guerra de guerrillas es una tradición boliviana, que desgraciadamente no ha sido incorporada aún en el arsenal del proletariado. [...] Uno no puede menos que preguntarse por qué nuestros obreros no han creado, durante sus últimas batallas, guerrillas para combatir al ejército rosquero”. En la misma obra, critica el folleto de Guevara, Guerra de guerrillas, al observar que “su extremado esquematismo ha concluido convirtiendo dicho análisis en un conjunto de recetas que su autor pretende deben aplicarse indefectiblemente en todos los países”. En Perú las guerrillas “han nacido y permanecido totalmente aisladas”; en contraste, “Parecen existir mejores condiciones en Venezuela y es de esperar que las guerrillas se propaguen y fortalezcan”. De todas formas, “En estos instantes las guerrillas en Bolivia estarían fuera de lugar y su surgimiento artificial nos perjudicaría seriamente y también a Cuba”. Y recalca: “Nos parece absurdo convertir la experiencia cubana en una receta valedera para todos los países latinoamericanos”. Además, Guevara erraba al suponer que “el foco de guerrilleros es capaz de crear el partido revolucionario”.56 La cuestión cubana también fue abordada por Carlos Salazar, dirigente de la pequeña Liga Socialista Revolucionaria. En 1960, escribió que los “teóricos de la revolución democrático burguesa” eran incapaces de entender cómo un país como Cuba podía tomar medidas que se “incluyen en el cuadro de las tareas socialistas”. “El caso de Cuba constituye una prueba de la revolución permanente”, observó, a la vez que advertía que debido a su “debilidad programática y doctrinal”, el gobierno de Castro se había identificado con “la burocracia estalinista”. De todas maneras, enfatizaba Salazar: 54 Masas, 29 de agosto de 1964; “La muerte de Patrice Lumumba”, en Lora, Obras completas, 11:84-85; entrevista con Guillermo Lora, 3 de agosto de 2004. 55 Ver G. Lora, Revolución y foquismo: Crítica marxista al ultra izquierdismo aventurero, 2a edición (sin lugar de publicación ni editorial, 1978), 8-12. 56 Guillermo Lora, Las guerrillas (La concepción marxista contra el golpismo aventurero) (La Paz: Ediciones Masas, 1963), 8, 18-19, 21-23. En un trabajo posterior, Lora argumentaba, en el contexto de una crítica al extrotskista argentino Liborio Justo: “Sólo el que no desee la revolución puede tomarse la libertad de menospreciar (eso hace Justo) el método de las guerrillas en esta época en que la lucha armada se ha colocado en primer plano. [...] De una manera general, pueden las guerrillas, en condiciones particulares, convertirse en el método de lucha preeminente, al que las otras manifestaciones de la movilización de masas se le deben subordinar. Este hecho, por invalorable que sea su importancia, sólo puede ser temporal. El destino de los focos guerrilleros no es quedarse indefinidamente como tales, sino entroncarse con la insurrección popular que acabará con el gobierno o bien coadyuvar a su advenimiento”; Guillermo Lora, Revalorización del método de las guerrillas (La Paz: Ediciones Masas, 1967), 7.

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[N]o debemos dejar que lo interesante de las medidas de Castro nos haga perder de vista el problema principal, que consiste en las limitaciones de la revolución, esto es, en su carácter nacional, que lleva consigo, como un cáncer, un elemento de restauración imperialista. Este será, al final de cuentas, el que defina el porvenir de la revolución y probará que sólo una revolución socialista internacional es capaz de alcanzar definitivamente la victoria.57

En 1962, se formó un nuevo grupo trotskista en Bolivia cuando seguidores de j. Posadas, jefe del Buró Latinoamericano (bla), rompieron con el por de González. Hasta ese punto el bla había sido una instancia del s.i. de Michel Pablo, pero Posadas se había desilusionado de la dirección internacional tras llevar al extremo algunos de los conceptos más idiosincrásicos de Pablo. Éste había planteado la idea de que una “guerra-revolución” surgiría del enfrentamiento entre los bloques del Este y del Oeste en la Guerra Fría; Posadas concluyó que la urss debía lanzar una “guerra atómica preventiva” para que el comunismo surgiera de las cenizas del conflicto nuclear. Alejandro Carvajal recordaba que Posadas acusó a los camaradas que tenían “miedo de la guerra nuclear” de ser “cobardes” en lugar de revolucionarios. Un exposadista boliviano recuerda que debido a las especulaciones de Posadas acerca de los ovnis, otros grupos “se hacían la burla, nos decían ‘los extraterrestres’”.58 A pesar de las teorías de su dirigente, la tendencia posadista fue una corriente política significativa en varias partes de América Latina y, a comienzos de los años 60, probablemente incluía a la mayoría de los trotskistas de la región.59 El por-lo boliviano dirigió una carta a Fidel Castro para protestar contra las “medidas represivas” que su gobierno había tomado “contra los trotskistas cubanos”, activistas obreros ampliamente respetados que estaban alineados con el bla.60 Después de una visita a Latinoamérica, uno de los miembros del s.i., Livio Maitan, informó que la mayoría de la dirección del por-lo había tomado partido originalmente con Posadas y que el grupo pasaba por una grave crisis política. El bla envió cuatro representantes para tratar de ganar a los bolivianos, mientras Pablo advertía contra “los chismes irresponsables, odiosos y ridículos y la ­extrema 57 Salazar Mostajo, Caducidad, 60-63. 58 Entrevistas: Alejandro Carvajal, 7 de julio de 2004; Francisco Bedregal, 5 de julio de 2004. 59 Adolfo Gilly, Angel Fanjul y José g. Pérez, “Trotskyism and the Cuban Revolution: A Debate”, Intercontinental Press, 11 de mayo de 1981, http://www.whatnextjournal.co.uk/Pages/History/ Cuba.html. En Cuba, los partidarios de la corriente posadista construyeron un partido con raíces importantes en la clase obrera, antes de que éste fuera suprimido por su campaña a favor de la “democracia proletaria” y en contra del estalinismo. Ver, por ejemplo, Revolu­tion­ary History 7:3 (primavera de 2000), número especial sobre el trotskismo cubano. 60 La carta llamó la atención de agentes de los servicios de inteligencia de ee.uu.: “Letter from Bolivian Trotskyists to Cuban Leaders Concerning Repressive Measures Against Cuban Trotskyists”, 16 de junio de 1961; h-wer, caja 14, carpeta 7 (cita retraducida del inglés).

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confusión política de Posadas”. Al final, sólo una minoría siguió a Posadas. Agentes norteamericanos enviaron un “Reporte de Información de Campo” en el que constataron que militantes “que simpatizan con el Buró Latinoamericano del movimiento trotskista internacional se reunieron en Huanuni el 8 y 9 de diciembre de 1962 y expulsaron a los dirigentes del por”, entre ellos González. “La mayoría” del partido “seguirá apoyando a González”, observaba el informe, pero “los seguidores del bla van a escindirse” del por-lo para establecer su propia organización.61 El nuevo grupo se llamaba por-Trotskista (por-t) y fue dirigido por el cochabambino Amadeo Vargas, unos de los cuadros más enérgicos del movimiento boliviano. Aunque el por-t tenía poca influencia en el movimiento obrero, distribuyó su periódico, Voz Proletaria, de manera vigorosa y logró atraer a algunos intelectuales prominentes. Emma Bolshia Bravo recuerda que la escisión fue dolorosa al nivel personal y difícil políticamente para los activistas del por-lo que habían trabajado estrechamente con Amadeo Vargas y otros seguidores de Posadas. El por-lo recibió otro golpe ese año con la muerte repentina de Fernando Bravo, que había dirigido la organización junto con González. La fstmb declaró que el fallecimiento constituía una “pérdida irreparable” y la Federación Nacional de Maestros Urbanos decretó duelo nacional durante ocho días por su muerte. Hoy una escuela primaria de La Paz lleva su nombre.62 Un nuevo ciclo de dominio militar El año 1964 marcó un punto de viraje en América Latina. En marzo, la cúpula militar tomó el poder en Brasil. Con el apoyo entusiasta del nuevo presidente norteamericano, Lyndon Johnson, la junta brasileña sirvió como anclaje para un nuevo modelo de dictaduras militares en la región. En Bolivia, crecía el descontento con el régimen de Paz, a quien muchos ahora llamaban El Mono (alegaban detectar cierto aspecto simiesco en el mandatario), en lugar de El Jefe de la ­Revolución Nacional. Cuando el gobierno anunció nuevos recortes del personal de Comibol, el resultado fue una larga y encarnizada huelga minera en la que, de nuevo, César Lora jugó un papel dirigente. Paz respondió con el encarcelamiento de prominentes activistas sindicales. 61 Informe de l.m., 15 de octubre de 1962, colección anónima; Pablo al cc, 27 de marzo de 1962, fbec; reporte sobre escisión del por-lo, 8-9 de diciembre de 1962, h-wer, caja 14, carpeta 5. 62 Entrevistas: Amadeo Vargas, 27 de julio de 2003; Francisco Bedregal, 5 de julio de 2004; Emma Bolshia Bravo Cladera, 4 de agosto de 2003; declaración de la Federación de Maestros, Presencia, 19 de noviembre de 1962. Entre los prominentes exposadistas que Bedregal mencionó, uno era, en el momento de realizar la entrevista, Viceministro de Educación Superior del presidente Carlos Mesa. Sobre Fernando Bravo, ver también: “Una vida ejemplar: Fernando Bravo j.”, El Diario, 1o y 15 de noviembre de 1970.

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Alejandro Carvajal recordaba que muchos mineros que militaban en el mnr quemaron sus carnets del partido.63 El enojo popular contra el mnr llegó a tal punto que Lechín renunció del partido oficialista para formar su propio Partido Revolucionario de la Izquierda Nacional (prin), que incluía a muchos antiguos entristas trotskistas como Edwin Möller. El ala derecha del mnr también salió para formar el Partido Revolucionario Auténtico (pra). Cuando su período presidencial (1960-1964) llegaba al fin, Paz Estenssoro anunció que buscaría la reelección, decisión a la que se opusieron Siles Zuazo y un sector del mnr. Acompañado por Lechín, Siles lanzó una huelga de hambre “en una tentativa desesperada de bloquear la reelección”, en palabras del New York Times. Como era de esperar, sus dolores estomacales no detuvieron al Jefe. Mucho más significativa fue la decisión de Paz de escoger al general René Barrientos como su candidato vicepresidencial. Oficial de la Fuerza Aérea proveniente de Cocha­bamba, Barrientos dominaba el idioma quechua, proyectaba un estilo extravagante y era conocido, en palabras de Masas, como el “hombre del Pentágono”. El periódico de Lora advertía desde hacía tiempo que “El ejército proimperialista se está convirtiendo en amo del país”.64 Barrientos era el copiloto del avión que llevó a Paz a Bolivia desde el exilio después del levantamiento de abril de 1952. Como estrella en ascenso entre los militares del mnr, encabezó un plan de “Acción Cívica” financiado por Washington; luego participó en programas de entrenamiento en ee.uu., donde se hizo amigo de Curtis Le May, general de la Fuerza Aérea, conocido posteriormente por su llamado a bombardear a Vietnam “hasta que vuelva a la edad de piedra”. La revista norteamericana Time lo alabó como el “Steve Canyon de los Andes”, una referencia al piloto supermacho que figuraba como protagonista de una historieta de aventuras popular.65 La elección estuvo marcada por conflictos violentos entre los grupos de choque empleados por distintos sectores del mnr. La fracción de Paz Estenssoro utilizó, entre otros, a “las famosas barzolas, que están sometidas a una despiadada explotación”, en palabras de la revista Vistazo: mujeres de barrios populares contratadas para pelear con tubos de metal, puñales y “laques” (cadenas), que, “en determinadas circunstancias, constituyen una irreemplazable fuerza de choque” para los jefes emenerristas.66 No obstante las acusaciones de fraude, Paz logró su anhelada reelección en los comicios de 1964, pero el ascenso de Barrientos mostró el desplazamiento del poder hacia el “partido castrense” de militares ansiosos de “rescatar” a la nación frente al creciente desorden social. Como Paz 63 Entrevista con Alejandro Carvajal, 7 de julio de 2004; 64 New York Times, 30 de mayo de 1964; Masas, 22 de febrero de 1964 y 15 de noviembre de 1963. 65 Time, 2 de abril de 1965, 36. 66 Vistazo (La Paz), 27 de octubre de 1964, 5.

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afirmó repetidamente a su Ministro de Minas, René Zavaleta, “yo soy el último presidente civil”.67 Conforme el país se convertía en una olla de presión de movilizaciones y contramovilizaciones, un trágico matrimonio de conveniencias unió a casi todas las fuerzas desencantadas con Paz. Guiada por Siles, esta alianza incluyó a los seguidores de Lechín (dirigente histórico de la izquierda emenerrista), Walter Guevara (dirigente histórico de la derecha movimientista), la Falange ultraderechista y algunos remanentes del pir estalinista. Tras bastidores, el agregado de la Fuerza Aérea estadounidense conocido como “Fox” cultivaba a Barrientos como hombre fuerte con mucho futuro. “¡Abajo la bota militar!” El golpe de Barrientos ocurrió justo después de una batalla campal entre tropas del ejército, entre ellos “Rangers” entrenados por ee.uu., y mineros armados. Después de que Barrientos llegó a la vicepresidencia, César Lora e Isaac ­Camacho decidieron –ante la amenaza de represión– comprar una pequeña cantidad de armas para los mineros trotskistas de Siglo xx. Una revista norteamericana citó al “‘Secretario General de Desempleados’ de los trotskistas” (sic) en la mina: “Nosotros, los trotskistas, formamos una cooperativa de jucos” –la palabra, que significa búhos en quechua, denota trabajadores que sacan mineral ocultamente durante la noche– “que vendió mineral de estaño robado a la empresa. Usamos las ganancias para comprar armas”. Informaba la revista paceña Vistazo:

En Siglo xx impresionó mucho la organización y armamento de los trotskystas, que se presentaron formados y debidamente pertrechados (eran cerca de cien hombres divididos en piquetes de diez y que portaban una ametralladora, fusiles y dinamita).68

A finales de octubre de 1964, un choque frontal ocurrió cuando las radios mineras transmitieron el rumor de que el ejército había lanzado un ataque contra obreros en Oruro. Dirigentes sindicales de Siglo xx y Catavi, tanto del por como del pcb, movilizaron camiones y autobuses llenos de mineros para ir a defender a estos trabajadores. Andrés, hermano menor de César Lora, tenía 14 años en aquel entonces. Recuerda: “Fui en un auto de los trotskistas y nos emboscaron, era fatal”. Muchos camaradas fueron muertos o heridos.69 67 Zavaleta Mercado, La caída, 115. Guillermo Lora escribió acerca del creciente papel político del ejército en su folleto Lo que sería el gobierno Paz-Barrientos (La Paz: Ediciones Masas, 1960). El por-lo hizo una observación parecida: “El Ejército substituye al m.n.r.”, Boletín de Lucha Obrera, 11 de abril de 1964. 68 Escóbar, Testimonio, 52; New Leader (Nueva York), 6 de junio de 1966, 7; Vistazo, 8 de noviembre de 1964, 15. 69 Entrevista con Andrés Lora y Aurora Villarroel, 6 de agosto de 2004.

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Elio Vásquez, militante del por-lo, participó en la “Batalla de Sora-Sora” que tuvo lugar a continuación.



Cuando nos queríamos venir a La Paz, el ejército nos madruga en Oruro. Primero [varias personas] del grupo Masas que venían con otra gente más en un camión de Siglo xx, unos veintitantos tipos, y el camión fue ametrallado de Sora-Sora un poco más arriba. [...] En la oscuridad salieron, dispararon, bajo el camión se metieron. Un camión que va a Sucre, agarraron eso para llevar a los heridos hacia Huanuni. Entre ellos estaba gravemente herido el compañero Pedro Guzmán y un simpatizante del grupo Masas. Nos informamos y al día siguiente nos vinimos en unos 15, 20 camiones de Siglo xx, de Catavi, hacia Oruro. Los soldaditos a partir de Sora-Sora nos han visto y empezaron a escaparse y allí los mineros en toda la pampa arrojando dinamitas y los soldaditos se escapaban a los cerros y en los cerros los hemos perseguido. Allí botaban sus municiones, o si no podían, su armamento lo dejaban para escaparse.

Cuando los mineros se aproximaban a Oruro, el camino estaba lleno de nubes de polvo. Caía la noche, la visibilidad se empeoraba rápidamente, “y justo el ejercito ya había tomado el cerro de Oruro”. Entonces, “desde allí nos empezaron a disparar, y César Lora dijo, ‘Compañeros, ya no entraremos, ya es tarde, nos han vencido, ya han tomado el cerro y si nos atrevemos a entrar en unos minutos se va a escurecer y tendremos cantidad de muertos, evitaremos eso y mejor nos replegaremos.’ [Se realizó] una asamblea a sugerencia de él, los camiones media vuelta, y retornamos”. Filemón Escóbar, quien comandaba uno de los destacamentos, cree que “cometimos un grave error: no tomar Oruro. [...] Cometimos el error de replegarnos”. Sostiene que al no haberlo hecho, en lugar del golpe de Barrientos se habría producido “una guerra civil”. El papel que los trotskistas jugaron en el combate de Sora-Sora reforzó su autoridad entre los mineros. En contraste, los trabajadores se burlaron de los dirigentes del pcb al acusarlos de ser cobardes por haberse refugiado, según los informes, dentro de una ambulancia.70 En la oleada de turbulencia alrededor de la reelección de Paz Estenssoro, muchos trabajadores y estudiantes, hartos ya del mnr, esperaban que éste fuera echado del poder y sustituido por un régimen de izquierda. Según Alejandro Carvajal, se hicieron planes detallados para llevar a cabo un levantamiento, con la participación del por-lo, otros grupos radicales y los lechinistas, pero Lechín le pasó el dato a Barrientos. El 4 de noviembre de 1964, Barrientos realizó lo que Escóbar llama un “golpe contrarrevolucionario con ribetes populares gracias a Lechín”, cuyo prin se unió al “Comité Revolucionario del Pueblo” que 70 Entrevistas: Elio Vásquez, 17 de julio de 2004; Filemón Escóbar, 23 de septiembre de 1992. Ver también: “Vivid Account of the Battle of Sora-Sora”, International Socialist Review (Nueva York), invierno de 1965, 27.

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inicialmente apoyaba al golpe. El grupo de González publicó un folleto en el que argumentaba que los sucesos tenían un “contenido y significación contradictoria”:

Por una parte representan un triunfo de las masas con la derrota de su principal enemigo, el régimen burocrático y opresivo de Paz Estenssoro. Pero por otra parte expresan también una defraudación de las masas al cristalizar la Junta Militar, que se asienta en el Palacio de Gobierno usurpando la victoria del pueblo.71

Presentadas a la sazón como análisis dialéctico, estas frases resuenan hoy como ironía fatal: el golpe de Barrientos marcó un ominoso viraje en la historia de Bolivia al iniciar un nuevo ciclo de dominio militar que duraría hasta 1982. El apoyo norteamericano fue entusiasta y munificente. Desde hacía tiempo el Departamento de Estado consideraba que un fuerte ejército boliviano representaba un “seguro” crucial ante el “caos político” que iba a producirse en caso del “colapso del régimen del mnr o su reorientación en sentido desfavorable”. La cia aportó más de un millón de dólares para el golpe, escribiendo que la meta de la agencia era “respaldar [la formación de] un gobierno estable inclinado favorablemente hacia los Estados Unidos” y apoyar los “planes para pacificar al país” enunciados por el general. Barrientos, que según la expresión de un rival había caído directamente de un árbol al Cadillac presidencial, se convirtió en un símbolo de los “gorilas” militares estrechamente aliados con la Casa Blanca de Lyndon Johnson. Cuando Johnson se reunió con el flamante dictador, su asesor de seguridad nacional Walt Rostow le entregó el archivo relevante preparado por la cia, al decir: “Se lo doy para explicar por qué es posible que el general Barrientos le agradezca cuando usted almuerce con él”.72 Al comienzo, los dirigentes de la cob se aferraron a la ilusión de que podían “cogobernar” con esta administración, como habían hecho con sus antecesores. Un incidente que cautivó la imaginación popular simbolizaba la desorientación de estos dirigentes: después de que Barrientos ocupara el Palacio Quemado, Lechín fue para pedir que nombrara algunos “ministros obreros”. Barrientos le echó y Lechín, al correr del palacio, perdió uno de sus zapatos.73 La actitud de la dirección sindical creó una situación políticamente difícil para el por-Masas. El partido había advertido que Lechín podría servir de “puente” para la derecha y que el jefe cobista “busca afanosamente la alianza con los partidos de derecha”. Una resolución del congreso del por-Masas celebrado en febrero de 1964 enfatizó que el partido “rechaza los golpes aventureros y las ­'provocaciones”. 71 Entrevista con Alejandro Carvajal, 7 de julio de 2004; Escóbar, Testimonio, 54; Partido Obrero Revolucionario, La junta militar usurpa la victoria del pueblo para salvar dominio imperialista (La Paz: [por-lo], 1964), 3. 72 Memorándum de 1956 citado en Lehman, Bolivia and u.s., 148-149; Tim Weiner, Legacy of Ashes: The History of the cia (Nueva York: Doubleday, 2007), 281. 73 Salazar Mostajo, Caducidad, 183.

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No obstante, resultaba muy difícil para el partido de Lora abandonar toda esperanza en el dirigente obrero con el que había hecho tantos bloques: “Si se diese el caso hipotético de que Lechín virase hacia la izquierda hasta ingresar a un frente revolucionario, el por lo apoyaría”, explicaba la resolución, al agregar que “llamamos a todos los partidos revolucionarios, a los que se reclaman de la clase obrera, a los lechinistas a constituir un frente revolucionario de izquierda, que permita movilizar a las masas hacia su propio gobierno”. La misma resolución puso esmero en señalar:

En el ejército no todos son generales ni menos agentes del imperialismo y de la contrarrevolución. No olvidemos a los jóvenes oficiales; a los clases y soldados, íntimamente vinculados con las masas y que son vulnerables a la propaganda revolucionaria. Abrigamos la esperanza de que estos elementos se convertirán en la columna vertebral de las luchas revolucionarias del futuro.74

Cuando Barrientos tomó el poder en noviembre del 64, el por-Masas proclamó: “¡Abajo el mamertazo!” en una referencia a los acontecimientos de 1949, cuando el tristemente célebre Mamerto Urriolagoitia, vicepresidente de Hertzog, había hecho lo mismo. Vistazo publicó el titular: “Los mineros no apoyamos a la Junta de Gobierno, Dice César Lora, obrero de Siglo xx y miembro de la Fed. de Mineros”.75 Tras el golpe, se desató una oleada de purgas y “deregistros” de las organizaciones obreras. En este esfuerzo la junta recibió la ayuda del American Institute for Free Labor Development (aifld – Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre), una joint venture de la cia y la alta dirección sindical norteamericana. En un informe que mostraba la pericia del aifld en estas cuestiones, uno de sus efectivos proporcionó una lista en la que distinguía entre los sindicatos “pro comunistas” –las federaciones minera y fabril en particular– y “anticomunistas”. La federación de maestros, reportaba, “fue dirigida por comunistas durante muchos años, pero las fuerzas pro democracia la tomaron en abril de 1963, gracias a la ayuda del centro sindical del aifld en La Paz”. Ahora los sindicatos tendrían que “solicitar que el Ministerio del Trabajo los reconozca de nuevo”, mientras que los comités obreros formados ad hoc “serán desconocidos”. Esto se lograría mediante varios decretos de la junta, los cuales “se me entregaron en el aeropuerto de La Paz minutos antes de mi salida” del país. Asimismo, continuaba el hombre de aifld: 74 xxi Congreso Nacional del Partido Obrero Revolucionario. Abstención electoral para desenmascarar las maniobras del oficialismo. Hacia un frente revolucionario de izquierda. (Tesis política) (La Paz: Ediciones Masas, 1964), 26-30. 75 Masas, 14 de noviembre de 1964; Vistazo, 14 de noviembre de 1964. Por su parte, el por-lo había advertido: “Un ‘mamertazo’ en perspectiva”, Boletín de Lucha Obrera, octubre de 1964.

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La Central Obrera Boliviana (cob), controlada por los comunistas, será desconocida cuando solicite que el Ministerio del Trabajo la reconozca de nuevo. ­comentario: Esto será el primer verdadero enfrentamiento que la Junta haya tenido con los comunistas y Juan Lechín Oquendo”.76

El “número dos” de Barrientos fue el general Alfredo Ovando, a la vez que el Ministro del Interior Antonio Arguedas –un exmilitante del pcb que se unió al “Movimiento Cristiano Popular” de Barrientos– jugó un papel notorio en la represión. Aprovechándose del dominio del idioma quechua por parte del nuevo mandatario, la junta proclamó un “Pacto Militar-Campesino”: Barrientos hizo giras por el campo en las que presentaba a las fuerzas armadas como benefactoras de la población rural, a la que supuestamente protegían contra la “amenaza comunista” de arrebatarles a los campesinos cualesquiera propiedades que hubieran recibido en la reforma agraria. Desde hace mucho tiempo, se había considerado a las minas de estaño una base estratégica para los movimientos insurgentes. Una de las primeras medidas de Barrientos fue exigir que los mineros entregaran sus armas. Un artículo en la revista Vistazo llevaba el título: “Será posible? Entrega de armas”. Ante la declaración de Barrientos “con referencia a las armas que el pueblo tiene en su poder desde el 9 de abril de 1952”, citó al general: “Demando que tengan fe en las Fuerzas Armadas y que depositen esas armas en sus manos”. Según otro artículo del mismo número, “el Sr. Lechín ha expresado que la decisión gubernamental de concentrar todas las armas en manos del ejército es impracticable”, mientras que “el por es mucho más categórico”. La revista citaba una declaración del 11 de noviembre en la que el partido de Lora rechazaba la medida y “dice a los bolivianos que no deben entregar sus armas, conquistadas en lucha callejera y no obsequiadas por nadie”. La situación era cada vez más ominosa: “Piquetes de soldados están allanando los domicilios de los obreros en busca de armas”, informaba la declaración porista.77 En Wall Street se hacía eco de las exigencias de Barrientos a la vez que se aplaudía las medidas represivas que el general ya había tomado. El periódico Wall Street Journal señaló que “hasta que fueron cerradas [...] las estaciones de radio mineras en todo el país podían movilizar a los trabajadores, en pocas horas, para las huelgas y rebeliones violentas”, utilizando las milicias mineras. El portavoz del capital financiero acusó a “los trotskistas” en los campos mineros bolivianos de “organizar el robo al por mayor del mejor mineral de estaño”. Los “rendimientos de estas operaciones se dedicaban a la compra de armas más pesadas”, afirmó. De hecho, señaló, después de una batalla en Catavi, “fue desenterrada una ­ametralladora 76 Tom e. Robles, “Situation in Bolivia”, 23 de noviembre de 1964, con nota a mano “Sólo para uso interno”, h-jl, caja 426, carpeta 18 (mayúsculas en el original). 77 Vistazo, 14 de noviembre de 1964, 4, 15.

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de calibre 50 en el patio de un dirigente trotskista”. Para mayo de 1965, ante la escalada de ataques gubernamentales, varios sindicatos importantes hicieron un pacto en defensa de los derechos laborales. En respuesta, el gobierno deportó a Lechín. “Como era de esperarse”, comentó el periódico financiero, “los mineros estallaron una huelga”, pero “la junta mandó tropas y aviones” para reprimirlos. “En seguida Barrientos declaró un estado de emergencia en las minas, abolió los sindicatos mineros, recortó de manera drástica los salarios de los mineros, anuló la prohibición de despedir a los dirigentes sindicales y envió a muchos de éstos a la cárcel o la vida clandestina”.78 La represión asestó duros golpes al movimiento trotskista. No contento con encarcelar y desterrar a los dirigentes y activistas, el gobierno destruyó cinco murales de Miguel Alandia en La Paz. La muerte de César Lora En mayo de 1965, en nombre del comité ejecutivo de la Federación de Mineros, César Lora denunció los “siniestros planes” de los “gorilas” cuya junta, tal como el ejército mismo, “están realmente dirigidos por los agentes norteamericanos, aunque figuren como títeres los generales Barrientos y Ovando”. Luchando no sólo por los “intereses propios de nuestro sector”, sino “en defensa de los derechos más elementales de los seres humanos” y “las reivindicaciones nacionales que interesan a todo el país”, los mineros mostrarían que “la bota militar no debe ni puede aplastar al pueblo boliviano”. Cuando la dictadura prohibió las organizaciones obreras, César Lora emprendió la tarea de organizar sindicatos clandestinos.79 “La represión, entonces, provoca que tomen el autoexilio algunos dirigentes sindicales y salen a la Argentina”, recuerda Angel Capari, “pero los poristas quedamos en que nadie debe salir del país, simplemente debemos de quedarnos en la clandestinidad. De esa manera, el César Lora era Secretario de Conflictos de la Federación de Mineros e Isaac Camacho era delegado de sección, entonces esos dos camaradas entraron a la clandestinidad. [...] Y los que podamos, a los que no nos han retirado, hemos seguido trabajando en contacto con los trabajadores para orientarles qué es lo que hay que hacer, de cómo es que hay que defenderse contra Barrientos”. Recuerda Andrés Lora: “En esas circunstancias, hacer un trabajo político era muy duro. Toda la izquierda desapareció [...] se autoexiliaron a la Argentina, se fueron en aviones; abandonaron el trabajo político”. Para los poristas, continúa, “había la visión de no abandonar la dirección de los obreros 78 Wall Street Journal, 12 de enero de 1966. 79 “La palabra del Comité Ejecutivo de la Federación de Mineros”, César Lora, Escritos, 24-26 (mayúsculas en el original). Con respecto a los sindicatos clandestinos, ver: fstmb, Conferencia Nacional de Comités Sindicales Clandestinos de la Minería (sin lugar de publicación ni editorial, octubre de 1965); Masas, 21 de agosto de 1965; Lucha Obrera, 30 de noviembre de 1965.

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como partido político en ese período tan brutal, de no abandonar. Realmente era brutal ese trabajo. Tenías que imprimir los volantes, hacer el trabajo de medianoche, los cuadros obreros tenían que entrar antes que los obreros para dejar, donde se hacían las tarjetas para el control de las horas, dejar allí los volantes, los periódicos...”. Andrés tenía una relación particularmente estrecha con su hermano mayor. Cuando César fue a la casa de su padre para recuperarse tras un accidente en el trabajo, “en la misma cama dormíamos”, recuerda. “Tuvo un accidente en el pie en la mina y en la operación tuvieron que ponerle platino. Era muy difícil que se caliente su pie. Entonces me llamaba a mí, ‘¡Andrés!’ y tenía que abrazarle el pie para que se duerme”. Al ver que los dirigentes tuvieron que abandonar los distritos mineros, porque sabían que “había la consigna de matarlos”, propuso acompañarle a César. Pero César le dijo: “No, estudia; es lo más importante, estudiar”. Fue la última vez que lo vio con vida.80 Guillermo Lora vio el interior de innumerables cárceles y sufrió incontables destierros y exilios. Podía ser encantador y cultivado, pero pocos le habrían tachado de suave. Sin embargo, recordaba con lágrimas en los ojos: “Sabes, mi hermano menor, el que mataron, no sólo era activista, también era muy buen escritor. Recolectamos sus escritos y los publicamos como folleto especial”.81 Miguel Lora notó que César había escrito no sólo acerca de las luchas sindicales sino también sobre aspectos técnicos de la minería.82 Angel Capari fue uno de los poristas designados para ir a La Paz con un documento escrito por César e Isaac en el que se presentaron al gobierno militar las reivindicaciones mineras. “En el Palacio de Gobierno nos han recibido, y el gobierno inmediatamente nos tipifica que nosotros habíamos sido los trotskistas que vamos molestando al gobierno, molestando a los trabajadores”. Pastor Peláez, que formó parte de la misma delegación, dice: “fuimos al Palacio de Gobierno y para nuestro regreso, los despidos nomás, al llegar a la casa allá nos dieron en la mañana los despidos”. Le pusieron en la lista negra. “Regresamos a Siglo xx”, recuerda Capari, “e ingresamos normalmente a trabajar y quieren sacarnos la tarjeta [de asistencia]. En vez de la asistencia teníamos planes de retiro y finalmente nos retiraron de esa manera. Barrientos ordena a todos nosotros los nombres, fácil de tener de la Comibol. Se hace una represión para llevarnos a lugares inhóspitos. Muchos no hemos podido caer porque estábamos ocultos, bajo tierra”. “Entonces ha llegado un telegrama que a César Lora lo habían asesinado en San Pedro en el camino”, continúa Capari. “Lo han asesinado con una bala 80 Entrevistas: Angel Capari, 5 de agosto de 2004; Andrés Lora y Aurora Villarroel, 6 de agosto de 2004. 81 Entrevista con Guillermo Lora, 3 de agosto de 2004. Se trata del folleto Escritos de César Lora (1969), citado arriba. 82 Entrevista con Miguel Lora, 6 de agosto de 2004.

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en la ceja”. El crimen, realizado con un revólver calibre 38, ocurrió el día 29 de julio de 1965. Cuatro décadas después, ninguno de los entrevistados pudo ocultar el dolor y la tristeza que les causó; el impacto en el movimiento minero en su conjunto fue profundo y duradero. “Como era la persecución, yo no podía vivir en Llallagua. Salí por el Norte Potosí para llegar a Potosí, a la ciudad, donde tengo parientes”, recuerda Peláez. “A través de la radio, la Pío, lo escuché, de que habían matado al César. Entonces, solamente pude llorar en ese momento”, dice con la voz entrecortada. Como muchos otros, nombró a su hijo en honor de su amigo asesinado. El gobierno se rehusaba a entregar el cadáver. El por-Masas discutió la idea de “rescatarlo” físicamente, pero frente a la exigencia insistente de la familia y los trabajadores mineros, por fin las autoridades permitieron que se llevara el cuerpo. Angel Capari relata:

Nosotros fuimos a recoger el cadáver de César Lora de San Pedro para llevarle a Siglo xx y lo hemos enterrado en Siglo xx porque era conocido dirigente de la Federación de Mineros. Era todo Siglo xx y los campesinos entraron todos a una manifestación, habría alcanzado un cien mil, porque todo alrededor la gente ha llegado. Había relación con los campesinos, entonces han entrado.83

Un busto de César se encuentra ahora en el lugar. En una grabación hecha durante la masiva manifestación realizada el 4 de agosto de 1965 en Siglo xx, se registra una lista de contingentes de mineros, encabezados por un contingente de palliris (mujeres que en los desmontes recolectan piedras que aún contienen mineral), “en correcto orden”, junto con trabajadores de otras industrias. Unos letreros rezaban: “Muera la junta militar”, “Abajo la explotación”, “Morir antes que esclavos vivir”. En otro se leía: “Gloria a César Lora, defensor de los mineros – Abajo los masacradores”. Las explosiones de dinamita y el sonido del pututu acompañan informes en español y quechua, discursos apasionados y las consignas gritadas por los obreros: “Muera la junta militar”, “Muera el hambre, muera la miseria”, “Viva el sindicato de Siglo xx”, “Abajo los agentes del imperialismo yanqui”, “Gloria a César Lora”.84 Andrés Lora recuerda que cuando llegaba a Siglo xx como parte de la ­delegación que acompañaba al cadáver, la sirena convocó a los obreros.

Desde la Plaza del Minero hasta la llegada al cementerio, deben ser por lo menos unos seis, siete kilómetros, el cadáver de César estaba entrando al cementerio y la cola todavía de los que acompañaban a César estaba en la población. Era impresionante. Bueno, esas cosas impactaron mucho en nuestra vida. [...] Los obreros

83 Entrevistas: Angel Capari, 5 de agosto de 2004; Pastor Peláez, 6 de agosto de 2004. 84 “Homenaje a César Lora” (1965), grabación facilitada de forma anónima al autor.

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componían músicas, canciones en homenaje a César. Entonces los obreros iban a las chicherías, donde suele hacerse concentración para tomar bebida, y cantaban abiertamente, con el ejército allí, dentro de la población, cantaban homenaje a César.

Su nieta las canta hoy en día.85 La más famosa es el “Huayño de César Lora”: Los mineros lloran sangre por la muerte de un obrero ese ha sido César Lora asesinado en San Pedro. Para el minero no hay justicia para el minero no hay perdón más bien tratan de aplastarlo capitalistas sinvergüenzas.86 Para los mineros bolivianos, la memoria colectiva ha sido un elemento clave para la sobrevivencia y la movilización. En uno de sus cuentos, el escritor boliviano René Poppe –que conoce el movimiento trotskista de cerca– describe una huelga desesperada que ocurre dentro de una mina cuyo nombre no aparece en el cuento. “[D]urante largos minutos, los antiguos obreros narraban de iguales momentos vividos”, preguntándose: “¿Cómo ha dicho el César Lora?”

Requerían la memoria de sus líderes desaparecidos. Las palabras se cargaban de evocación. Cada obrero, al decir la parte de su recuerdo, contribuía a tallar la presencia casi física de ellos. Era como si no hubiesen sido asesinados, como si en cada paraje estuvieran nuevamente agitando, dirigiendo.87

César Lora no fue el único dirigente del por-Masas asesinado en ese año fatal. En mayo, el obrero gráfico Julio César Aguilar encabezó una huelga en Cochabamba. Dos meses después, fue detenido por la policía y luego asesinado. Nuevas batallas y experimentos unitarios Las batallas que comenzaron con la represión de la huelga minera irrumpieron de nuevo en septiembre de 1965. Reportaba la revista Newsweek con la “imparcialidad” característica de la prensa norteamericana:

85 Entrevista con Andrés Lora y Aurora Villarroel, 6 de agosto de 2004. 86 Víctor Montoya, “Luchador obrero en la portada de un libro”, Retratos (2006), publicado en Internet, http://www.letralia.com/ed_let/retratos. 87 René Poppe, “En mi paraje”, Cuentos mineros (La Paz: Ediciones isla, 1985), 56-57.

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Fue la noche del sábado y en el desolado pueblo andino de Llallagua los bares estaban repletos de mineros del estaño que se relajaban después de su semana de labores. De repente la esposa de Isaac Camacho, un dirigente sindical trotskista, se precipitó en uno de los bares gritando: “¡La policía ha llevado a mi marido!” En pocos minutos, cada cantina de Llallagua se había vaciado y los mineros de Bolivia, armados con fusiles y dinamita, fueron a la carga nuevamente. Durante tres días de furia los mineros atacaron cuarteles, estaciones de radio y otros edificios públicos.88

La junta militar declaró el estado de sitio y envió más soldados. El militante del por-lo Elio Vásquez, presente durante la “Masacre de Siglo xx” de septiembre de 1965, la recuerda de manera distinta. Acababa de volver después de visitar grupos clandestinos en Quechisla, Huanuni y Colquiri. Estaba de visita en la casa del compañero Cirilo Jiménez cuando unos soldados golpearon la puerta de su domicilio. “Empecé a mirar y vi botas”. Lo sacaron junto con algunos otros “y pucha, vimos desplegado el ejército en las calles”. Fueron llevados al cuartel de Miraflores. Mientras tanto en Siglo xx, bajo la dirección de Isaac Camacho y Filemón Escóbar, el sindicato clandestino funcionaba bajo tierra, literalmente, dentro de los socavones. Un sábado, al salir de la mina Isaac fue detenido por el ejército junto con otros trabajadores. Cuando una delegación fue a preguntar qué les había pasado, sus integrantes fueron detenidos también. “Entonces, los trabajadores llamaron a una asamblea general [...] pero cuando estaban por empezar llegaron los soldados y empezaron a tirar a la gente, tatatata, y a la sirena que estaban tocando hicieron callar también. Los trabajadores se fueron a la mina a sacar dinamita” para atacar a la policía en el intento de liberar a Isaac y los otros detenidos. Esa noche “escuchamos la llegada de jeeps” al cuartel. Los soldados sacaron a Isaac, Cirilo Jiménez y otros dirigentes. En Siglo xx, los mineros ocuparon posiciones en los cerros; el ejército pidió refuerzos. “Ha llegado el refuerzo en aviones, entonces el combate siguió dos noches y tres días”. Un grupo de estudiantes de colegio salió a la calle y “empiezan a abajear al gobierno, ‘¡Abajo el gobierno, que se libere a los presos!’ Y aparece un avión y empieza a disparar a los estudiantes”. Vásquez calcula que murieron aproximadamente ochenta obreros y que doscientos fueron heridos. A los activistas se les envió a las junglas del Beni. Más tarde fueron liberados, por el momento, mediante una “amnistía navideña”.89 88 Newsweek, 4 de octubre de 1965, 58. El Wall Street Journal (12 de enero de 1966) publicó un reportaje similar. 89 Entrevista con Elio Vásquez, 17 de julio de 2004. Ver también datos en Lucha Obrera, 30 de noviembre de 1965, que informa además: “Nuestro camarada y dirigente del Comité Clandestino de Catavi Elío Vásquez, nos escribe desde su confinamiento en las selvas del Beni”.

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Bajo el impacto de la represión barrientista, los trotskistas bolivianos realizaron dos experimentos de “unidad”. Hacia finales de 1965, se formó un bloque oposicionista, el Consejo Democrático del Pueblo (codep). La agrupación se proclamó a través de un manifiesto “Contra el fascismo por la justicia social”, firmado por Guillermo Lora del por-Masas, un sector del mnr, el partido maoísta, varios grupos de izquierda más pequeños, así como Lidia Gueiler del prin lechinista. (Casada en aquel entonces con Edwin Möller, Gueiler se convertiría después en la única mujer presidente del país.) Lora reconoció más tarde: “El codep tenía mucha semejanza con el esfuerzo de poner en pie un frente popular”.90 El codep envió una delegación a la primera Conferencia Tricontinental celebrada en La Habana en enero de 1966. Sin embargo, no se admitió a los delegados porque los organizadores del evento argumentaron que el pcb oficial era el único representante legítimo de los obreros y campesinos bolivianos. (Se trataba del mismo partido que los fidelistas a lo largo del continente acusarían después de traicionar a la guerrilla del Che Guevara.) En una entrevista realizada al año siguiente, Lora señalaba: “Todavía recordamos con alguna amargura lo sucedido durante la Conferencia Tricontinental –el hecho de que fuimos excluidos y mantenidos casi prisioneros, y luego, por supuesto, el violento e injusto ataque de Fidel contra nosotros. Esto, yo creo, se debe en parte a la influencia de Regis Debray”.91 En marzo de 1966, el por-Masas y el por-lo anunciaron que habían logrado “un triunfo para las masas bolivianas” al unir sus fuerzas, calificando la medida como “un fruto de la madurez y experiencia alcanzada en estos últimos años”. Al nombrar un secretariado nacional integrado por Guillermo Lora y Hugo González, el partido unificado decidió publicar Masas como su periódico político, Lucha Obrera como “revista de educación y orientación teórica”, y no afiliarse a ninguna corriente internacional. El por unificado llamó a “combatir por todos los medios contra la Junta Militar que ha inaugurado un régimen fascista encaminado a destrozar físicamente las organizaciones sindicales, políticas y laborales”.92 90 Masas, sin fecha, no 312, publicado a fines de marzo o comienzos de abril de 1966; Lora, Obras completas, 17:18. 91 Lora, Obras completas, 17:396. A la sazón, Lora describió la conferencia como un campo de batalla ideológico entre los dos bandos en la disputa sino-soviética. Sin alinearse con ninguno de los dos, afirmó que los chinos tenían una posición más firme frente al imperialismo. Luego visitó Beijing, donde fue recibido con “ilimitada amabilidad y cortesía” (Masas, sin fecha, no 312, fines de marzo o comienzos de abril de 1966). 92 Masas, sin fecha, no 312, fines de marzo o comienzos de abril de 1966. Al caracterizar a la junta como régimen fascista, se apartaba del término “régimen bonapartista militar” utilizado tradicionalmente por el movimiento trotskista internacional para describir a las dictaduras surgidas de las fuerzas armadas, en contraste con los movimientos fascistas con base de masas. La etiqueta “fascista” aplicada a tales regímenes fue empleada más frecuentemente por los partidos comunistas oficiales al proponer la formación de “frentes antifascistas amplios”, o sea frentes populares.

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En una carta a Livio Maitan, un alto dirigente del por-lo afirmó que la ­ irección “paritaria” fue una concesión al grupo de Lora, pero la unificación d había ayudado a atraer a nuevos militantes. Cuadros de ambas tendencias habían trabajado juntos de forma productiva en una campaña de protesta contra Barrientos realizada con “carteles, volantes, pinturas, etc.”. El ala proveniente del por-lo tenía “una amplia mayoría obrera, en fabriles, ferroviarios y harineros”; refiriéndose al ala de Lora, afirmaba: “Nos ganan en la Universidad, los aventajamos en estudiantes medios”.93 El experimento duró poco tiempo, abriendo paso a una nueva separación. Cada agrupación acusó a la otra de tener la culpa del colapso de la mésalliance, pero en realidad las diferencias eran más profundas, notablemente sobre la cuestión de la guerra de guerrillas. ¿Pulacayo o Ñancahuazú? Para muchas personas alrededor del mundo, lo que evoca la palabra Bolivia es, sobre todo, la figura de Che Guevara, quien murió en la tentativa de hacer del país una base para la lucha guerrillera regional que buscaba organizar. Al nivel táctico, la decisión de emprender operaciones en la zona de Ñancahuazú fue particularmente mal concebida: el terreno era inhóspito para la guerra de guerrillas y el campesinado local era en gran parte conservador al considerarse beneficiario de las políticas agrarias gubernamentales. Un problema más fundamental era la teoría misma del foco guerrillero que Guevara pregonaba. Al presentar la lucha revolucionaria como proyecto de un pequeño grupo de héroes que van a la montaña, pasaba por alto la historia y la actualidad de la lucha de clases en Bolivia. Si bien el Che había admirado a los mineros bolivianos desde su visita al país en 1953, su Ejército de Liberación Nacional (eln) pidió en efecto que los militantes más sacrificados dejaran de ser mineros. “Compañero minero: no prestes nuevamente oídos a los falsos apóstoles de la lucha de masas”, advirtió un comunicado del eln dirigido “A los mineros de Bolivia”. En América Latina, la lucha “debe desarrollarla una pequeña vanguardia móvil, la guerrilla, asentada en el seno del pueblo”; por lo tanto, “las guerrillas del e.l.n. te esperan con los brazos abiertos”.94 En la práctica, la estrategia guevarista relegó a decenas de miles de mineros combativos al papel de observadores desde los márgenes del desarrollo de la lucha. Sin embargo, tanto antes como después de la tragedia boliviana del Che, amplios sectores de la población empobrecida del país se agruparon alrededor de los mineros cuando llegaba la hora de chocar frontalmente contra el régimen burgués. Por lo tanto, es sintomático que Debray, el publicista del guevarismo, 93 S. a Livio, 5 de marzo de 1966, h-jh caja 40, carpeta h24. 94 Comunicado no 5 del eln, “A los mineros de Bolivia”, en Guevara, América Latina, 504-506.

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caracterizara al proletariado boliviano como una “clase engañada [con respecto a] su propia importancia política y [con] una confianza desmesurada en sí misma”.95 Los conflictos entre Guevara y el Partido Comunista “moscovita” se han descrito extensamente, como es también el caso de las críticas que el revolucionario argentino-cubano dirigió hacia la dirección soviética, a la que consideraba conservadora y temerosa frente a las revoluciones tercermundistas. Por su parte, para los soviéticos –y muchos de sus seguidores latinoamericanos– Guevara era un tipo incontrolable, sospechosamente amistoso hacia la China maoísta y posiblemente infectado con la herejía trotskista.96 Hacia finales de 1966, el Ministro del Interior Arguedas escogió a algunos militantes poristas en la mina de Huanuni para hacer de ellos los acusados en un proceso criminal. Al año siguiente, mientras el ejército y elementos de las fuerzas especiales de ee.uu. rastreaban al foco de Guevara, Arguedas declaró: “Serán detenidos todos los dirigentes políticos que dieron apoyo a las bandas mercenarias”, o sea a las guerrillas. A las radios mineras se les prohibiría la transmisión de cualquier “programa subversivo”. Tanto el por-Masas como el por-Lucha Obrera fueron prohibidos, como fue el caso también de los pc prosoviético y prochino. Filemón Escóbar, Guillermo Lora, su hermano Miguel, Alejandro Carvajal y otros fueron enviados al exilio interno en remotas zonas tropicales. El dirigente maoísta Jorge Echazú recuerda el tiempo que pasó en uno de estos campos con Escóbar y muchos otros trotskistas. A pesar de su hostilidad hacia sus posiciones políticas, dijo que ellos y los demás presos mantuvieron la unidad frente a las autoridades del campo.97 Seguían las discrepancias entre las dos alas principales del trotskismo boliviano sobre el tema de la guerra de guerrillas. La actitud del por de Hugo González fue entusiasta. Varios de sus militantes viajaron a Cuba, entre ellos el trabajador de Comibol Elio Vásquez, que recibió una beca para estudiar en el país caribeño. Mucho antes de que Guevara llegara a Bolivia, informes de los servicios de inteligencia norteamericanos advirtieron de “los planes para la guerra de guerrillas” emprendidos por “el sector Lucha Obrera del partido trotskista boliviano”.98 95 Debray, La guerrilla del Che, 49. No es casualidad que esta caracterización se haga justo antes de la sección del libro titulada “Los peligros de la ‘revolución permanente’”. 96 Teniendo en realidad poco en común con las concepciones trotskistas, Guevara apoyó las medidas que el gobierno de Castro tomó contra el movimiento trotskista cubano a comienzos de los 60, aunque luego ejerció presión a favor de algunos de los trotskistas encarcelados y despedidos por sus opiniones. Ver Gary Tennant, “El Che Guevara y los trotskistas cubanos”, En Defensa del Marxismo (octubre de 1997), 43-47. 97 Presencia (La Paz), 23 de febrero, 8 de junio y 14 de junio de 1967; Ultima Hora, 21 de junio de 1967; entrevistas: Miguel Lora, 6 de agosto de 2004; Alejandro Carvajal, 15 de julio de 2004; Jorge Echazú, 7 de julio de 2004. 98 Entrevistas con Hugo González, 5 de octubre de 1992, y Elio Vásquez, 17 de julio de 2004; reportes de “Foreign City” (ciudad extranjera) sobre “Bolivia/Peru” (fines de noviembre de

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Sin embargo, ninguno de los dos por se involucró directamente en el foco de Guevara. Sólo después de su muerte, cuando un grupo de sobrevivientes de éste buscaron continuar la lucha guerrillera, comenzó la participación de algunos trotskistas bolivianos en dichos esfuerzos. En un informe de 1968 emitido “desde la clandestinidad”, el partido de González argumentaba que la lucha por el socialismo “sólo puede emprenderse […] mediante la guerra de guerrillas en el campo, en las minas y en las ciudades”. “Adelante con el Pensamiento del Che Guevara” proclamó un volante posterior, al defender a “nuestro camarada Felipe Vásquez”, un “dirigente minero activo de Huanuni, acusado de ser combatiente guerrillero”.99 En cuanto al por-Masas, años más tarde Dionicio Coca, militante minero de Siglo xx, resumió la posición del partido de la siguiente manera: “El por hizo un análisis sobre la guerrilla o el foquismo. El Che no estaba con las masas [y] estaba geográficamente aislado dentro del pueblo boliviano; fue una pena, grandes luchadores fueron abandonados en realidad”. Por lo tanto, “considerábamos [que] era más cerca a una aventura la del Che Guevara”. A la sazón, sin embargo, la posición del grupo de Lora no fue tan categórica. En una resolución de abril de 1967 en la que, frente a la embestida gubernamental, declaraba su solidaridad con el movimiento guerrillero, “sin previamente considerar su fortaleza o debilidad, sus virtudes o sus defectos”, el partido señaló: “La guerrilla es nada menos que el método de lucha del pueblo contra el gorilismo entreguista y antipopular”.100 Tres meses después, como parte de un folleto extenso dedicado al tema de las guerrillas, Lora criticó el concepto de que el foco era el “método preeminente” de lucha y “el partido de hoy”, que Debray había esgrimido en su celebrada obra ¿Revolución en la revolución? Sin embargo, puntualizaba: “Apreciamos en alto grado el esfuerzo que se hace por mantener en pie un foco armado, pues puede coadyuvar al estallido de la insurrección. Con todo, la tarea más importante radica en entroncar las guerrillas en el movimiento de masas, es decir, en el pueblo”. Asimismo, planteaba:

La tarea de ayer y de hoy no es otra que sacar del movimiento guerrillero toda la ventaja posible para la marcha de la revolución. Este objetivo pudo haberse materializado en los meses precedentes ligando y coordinando la movilización de las masas

1965) y “Bolivia, Argentina, Peru” (12-15 de agosto de 1966), desclasificados en 1976, h-wer, caja 14, carpeta 5. 99 Intercontinental Press, 10 de junio de 1968 y 11 de mayo de 1970; retraducido del inglés. Ver también los volantes Men­saje del p.o.r. al xiv Congreso Minero (9 de abril de 1970) e Impulsar la marcha al socialismo con las armas en la mano! (1o de mayo de 1970); y manuscrito de jrt, “La lucha armada para instaurar la dictadura del proletariado y un método revolucionario”, sin fecha, fbec. 100 Entrevista con Dionicio Coca, 18 de agosto de 2007; Lora, Obras completas, 17:327.

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con la actividad del foco guerrillero, es decir, fortaleciéndolo (convirtiendo a Bolivia en un verdadero Vietnam).

Refiriéndose a la Organización Latinoamericana de Solidaridad, formada conforme con el llamado de Guevara a crear “dos, tres, muchos Viet Nam”, ­escribía el dirigente porista que la olas podía convertirse en el “comando único latinoamericano de las fuerzas revolucionarias [...] siempre que supere su actual sectarismo y abra sus puertas a todas las tendencias de izquierda”, reestructurándose además para funcionar según “las normas del centralismo democrático”.101 De hecho, sin entrar en detalles (por razones obvias), en dicho folleto el dirigente del por-Masas dio a entender que su organización había buscado formar parte del esfuerzo guerrillero. En una sección dedicada al tema de “Partido y guerrilla”, por ejemplo, se lee:

Es el por boliviano el que mayor atención le ha prestado al problema de las guerrillas, no solamente que ha discutido y escrito sobre este método de lucha, sino que ha realizado trabajos preliminares para su constitución. Era opinión generalizada que las guerrillas (si se las considera como expresión del desarrollo político boliviano) sólo podían ponerse en pie teniendo como eje a los poristas y a su partido.

Sin embargo, se lamenta, “en la preparación de las guerrillas de Ñancahuazú y en el desarrollo de las operaciones siguió imperando, toda vez que se trataba del trotskysmo, el sectarismo suicida”. Tras señalar que la guerrilla puede formarse por los activistas de un solo partido, plantea que esto se daría en “circunstancias excepcionales” y vincula el tema con la preocupación de su partido por constituir un frente de izquierdas:

La situación boliviana exige otro tipo de guerrilla, aquella que sea el resultado del frente único de las tendencias obreras. [...] Lo ideal sería que las guerrillas bolivianas sean organizadas por la labor conjunta y coordinada de los partidos y tendencias revolucionarios, que, de una u otra forma, expresan los intereses y pensamientos de las masas. [...] Dadas las condiciones políticas del país, las guerrillas deberían ser parte del frente de izquierdas y estar políticamente subordinadas a él.102

Este enfoque distaba bastante de la crítica intransigente que el por-Masas plantearía después. En una entrevista realizada a mediados de 1967 por el intelectual procastrista Rubén Vásquez, ocurre este intercambio:

101 Guillermo Lora, Revalorización del método de las guerrillas (La Paz: Ediciones Masas, 1967), 38-43, 26. 102 Ibid., 13-14.

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g.l. La guerrilla sin la clase trabajadora no es nada. El por apoya sin condiciones a la guerrilla, porque es una consecuencia lógica de la actual situación en Bolivia, pero nosotros no creemos que es la única forma de combatir al régimen actual. r.v. Cuando usted dice “apoyo sin condiciones”, ¿qué es lo que quiere decir exactamente con eso? g.l. La guerrilla no es una idea nuestra y, en consecuencia, no queremos dominarla o dictarle cosa alguna. Y nuestra ayuda y apoyo es completamente sin límites... r.v. ¿Están ustedes listos para enviar hombres también? g.l. Hombres también, sí.103

Mientras tanto, el dirigente porista no perdía oportunidades para recalcar el llamado a “materializar la formación de un amplio frente de izquierdas, que comprenda a los partidos marxistas, al prin y al mnr”. De hecho, señalaba, las fracciones juveniles del por, prin, mnr y pcb prochino habían proyectado el frente de izquierdas “en el campo juvenil con la constitución del ‘Frente Unico de la Juventud Anti-imperialista’”.104 La Masacre de San Juan El más horrendo episodio represivo de este período se inició a comienzos de junio cuando Barrientos decretó el estado de sitio “por subversión comunista”. Despotricó contra los mineros de Huanuni, que habían declarado “territorio libre” a dicho distrito minero. Ésta constituía una “traidora declaración” realizada por “sirvientes del imperialismo rojo [que] merecen el trato más drástico de parte del Estado”, afirmó el mandatario. Asimismo, el gobierno denunció el plan de llevar a cabo una protesta minera en la ciudad de Oruro.105 Los acontecimientos que siguieron fueron descritos por varios participantes. Recuerda Angel Capari: “Hemos preparado un ampliado del sector minero en Siglo xx, que tenía que discutir la reposición de sueldos y salarios” así como la reintegración de los obreros despedidos. “En las asambleas, los mineros apoyaron y dijeron que había que mandar una mita, dos mitas para mandar medicamentos” a los guerrilleros. (En este contexto, una mita es el salario ganado en un día de trabajo.) “Eso por libre instinto simplemente, sin ningún compromiso político con Che Guevara”, aunque “los estalinistas quisieron hacerlo aparecer como si hubiese [tal] compromiso”.106 Ambas alas del movimiento trotskista apoyaron la decisión.107 103 Lora, Obras completas, 17:394-395 (puntos suspensivos en el original). 104 Ibid., 351, 102. 105 Presencia, 8 y 17 de junio de 1967; Ultima Hora, 16 de junio de 1967. 106 Entrevista con Angel Capari, 5 de agosto de 2004. 107 Cabe notar que un folleto del por-Masas informa que al plenario llegaron delegaciones de fabriles de Oruro, Cochabamba y Santa Cruz, así como universitarios paceños; y que los

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El plenario iba a comenzar el 24 de junio, día en que se celebraba la fiesta de San Juan, coincidente con el solsticio de invierno andino celebrado desde tiempos precolombinos. “No sabíamos en las minas que el gobierno ha preparado una masacre”, dice Capari. Tradicionalmente, “esa noche se hace la ch’alla, la fogata. Los mineros ahí salen con sus charangos, guitarras, con todo lo que puedan, a bailar, tomar el trago”. Sigue:

A eso de las 3, 4 de la mañana, hay tiros, pero sin embargo [la gente] decía, “No, es normal, son petardos”. Además, normalmente los mineros la dinamita siempre la usan, incluso en las fiestas. Pero toca la sirena casi a las 4 de la mañana. Mucha gente se confundieron de que era para ir a trabajar, porque siempre la sirena tocaba a las 5 de la mañana para despertar y luego para ir a trabajar. Entonces confusa la gente han ido a la bocamina con todo su guardatojo [casco] y ropa de trabajo, pero sorprendidos allí que el ejército estaba masacrando. Han masacrado, guardatojo que veían: bala. Al guardatojo que veían, lo metían bala para matar. [...] Al amanecer sorprendidos todos, totalmente cercados por el ejercito, mucha gente asesinada, entre ellos una señora, una bazuka le había llegado, el feto lo sacaron.

“Mi señora despierta, hay tiroteo”, recuerda Pastor Peláez. “Y ahora, ¿qué hacer? No podíamos hacer nada, ya no se podía salir, estaba totalmente cercado tanto el campamento Siglo xx como también Llallagua. Mi tía trabajaba en Oruro sirviendo en el cuartel [...] y a un soldadito el teniente le dijo que le matara a un compañero minero que estaba yendo a trabajar a esa hora, pero este soldado no lo quiso matar, porque era un hijo minero. El teniente que estaba comandando, al soldado lo mató en el lugar”.108 “Tras violento choque Ejército ocupó ayer Catavi y Siglo xx”, reportaba el diario Presencia. “La ley y el orden público serán mantenidos a cualquier precio”, proclamó Barrientos. El ministro Arguedas advirtió que los “extremistas” continuaban “sus incitaciones a la violencia” y “dijo que el Gobierno utilizará todos sus recursos para [la] captura inmediata” de los “principales agitadores”, que eran “de tendencia trotskista”, como “Isaac Camacho [...] y otros”, informaba otro diario.109 Capari recuerda la lucha política que los mineros llevaron a cabo “después de la masacre, para enterrar” a los muertos.

El ejército dijo: “Uno por uno”. Y nosotros hemos dado la consigna a los compañeros mineros: “Todos en uno”, juntos, todos nuestros cadáveres llevar a enterrar al

t­ rabajadores acordaron “un pacto político-sindical con los partidos de izquierda (por, los dos partidos comunistas, prin y mnr)” para la defensa de los sindicatos y otras finalidades. David Arias, La masacre de San Juan (La Paz: Ediciones Masas, 1969), 5. 108 Entrevistas: Angel Capari, 5 de agosto de 2004; Pastor Peláez, 6 de agosto de 2004. 109 Presencia, 25 y 26 de junio de 1967; Jornada (La Paz), 26 de junio de 1967.

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cementerio. Y de esa manera nos juntamos, con la sirena, el ejército no pudo hacer nada. Aparece allí Isaac Camacho en el cementerio, en el entierro, para dirigir y decir y denunciar. Estaba oculto. Él dijo hay que denunciar a toda la opinión pública y del mundo, que esta masacre no tiene nombre, que el fascista Barrientos ha hecho asesinar a los mineros. Entonces de esa manera se ha enterrado y al mismo tiempo Isaac inmediatamente entra bajo tierra, nadie sabe dónde está. Pero, sin embargo, a poco tiempo lo han cogido en una casa en Llallagua, estaban rastreando por todos los lugares. Se lo llevaron amarrado, estaba sangrando, se lo llevaron hacia La Paz. Y en La Paz hacen desaparecer. [...] No se ha podido recoger [su cadáver], ni sabemos dónde y cómo lo hicieron. Seguramente lo quemaron en horno, o también decían que lo habían llevado a las pirañas, no se sabe. Nosotros también reprimidos y muchos más de mis camaradas han caído presos.110

La figura de Isaac Camacho se juntó a la de César Lora en la memoria y la cultura del trotskismo boliviano: el impactante retrato de los dos mártires obreros, realizado por Miguel Alandia, se convirtió en una de las imágenes gráficas mejor conocidas del movimiento. El por-Masas publicó un folleto que reproduce la pintura “Testimonio” de Alandia –en la que un minero gigante lleva en sus brazos el cadáver de César– junto con fragmentos de varios murales de Alandia, el poema “¡Muera el general!” de Alberto Guerra y el texto lírico del periodista francés Yannick Aubron, “Fiesta y revolución”.111 En octubre de 1967, la persecución de las guerrillas y sus simpatizantes alcanzó su punto álgido con la captura y ejecución sumaria del Che Guevara. Desafiando la embestida represiva, Guillermo Lora fue entrevistado en la prensa, al expresar “mi sincero homenaje al ‘Che’ Guevara y a los demás guerrilleros que han muerto”. A la vez, reiteraba sus “divergencias con los planteamientos de Guevara”: si bien “el método de las guerrillas se incorpora definitivamente al arsenal revolucionario”, era errónea “la tesis de que las guerrillas se hubiesen convertido en el único método de lucha válido en la actualidad”. Asimismo, argumentaba: “El foco guerrillero no resuelve por sí solo todos los problemas que plantea la revolución [...]. Las guerrillas pueden tener porvenir únicamente si logran entroncarse en el movimiento de masas, si realmente se convierte en la fracción armada del pueblo subvertido”.112 Años después, Daniel Campos, exmilitante del por-Masas, recordaba un largo período en la cárcel de San Pedro en el que ocupaba una celda al lado 110 Entrevista con Angel Capari, 5 de agosto de 2004. 111 Yannick Aubron, Fiesta y revolución (La Paz: Ediciones Masas, sin fecha). Ver también “Crónica de un desaparecido”, en Montoya, Retratos (libro en línea, citado arriba). 112 Lora, Obras completas, 17:359, 361-362. Error sintáctico (convierte en lugar de convierten) en el original.

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de Mario Monje, otrora jefe del pcb. Monje se había reunido con Guevara en Ñancahuazú, para pronto volver la espalda al foco y amenazar con expulsar a los militantes comunistas que se quedaran con la guerrilla, con lo cual su nombre se convirtió en sinónimo de la traición para los admiradores del Che alrededor del mundo. En San Pedro, Monje era el único preso que todos los días “recibía los dos periódicos diarios”, El Diario y Presencia, “fresquitos, recién salidos de imprenta”, que llegaban a las 7 de la mañana. “¿Y qué hacía él? Me tocaba la puerta, abría la ventanita chica, y me los tiraba”. Entre los dos “vecinos” encarcelados “había muy poca discusión polémica [ni] de cuestiones de principio”. Sin embargo, recordaba Campos, “alguna vez, con mucha severidad pero con mucha seriedad”, Monje dijo: “¿Por qué íbamos a ceder la conducción de la guerrilla? Peor todavía si nosotros estábamos en contra de la guerrilla”.113 El eln guevarista se reanimó cuando Inti y Coco Peredo llamaron a los seguidores del Che a volver al combate. El grupo de Hugo González –que cambió el nombre de su periódico a Combate– estaba resuelto a participar activamente y vincularse estrechamente con los guevaristas. En 1969, un partidario de la “vanguardia combativa representada por el eln y el por” escribió: “Las estrategias de estas dos organizaciones se han aproximado cada vez más durante el último año”.114 Una sombría imagen de los resultados emerge de un informe interno al swp. A diferencia del eln, “el por, tras adoptar la línea de la guerra de guerrillas, no la llevó a cabo en la práctica”. Había “cierta confusión” entre los militantes del por-Combate “acerca de la naturaleza exacta de las diferencias” que lo distinguían del eln, organización que contaba con “el reconocimiento oficial de la dirección cubana”. Al perseguir la estrategia guerrillerista, “el por ha integrado al partido a personas que no se consideran trotskistas y no están de acuerdo políticamente con el programa del partido”. El por “ha sufrido la represión dirigida en contra del movimiento guerrillero” pero no cobró la fama lograda por el eln a través de sus acciones. “Con la excepción de dos individuos, todos los camaradas del por que han visitado Cuba renunciaron a la iv Internacional y se unieron al eln”. En efecto, “de forma continua, el por perdía a militantes al unirse éstos al eln”.115 Parece que para muchos militantes, si se trataba de ser guevaristas, lo más lógico era unirse al grupo guevarista oficial. Los seguidores de González tuvieron que aguantar los comentarios burlones del por de Lora, que dijo que su “combate” no pasaba de una “expropiación” fracasada de una gasolinera. Peor, el por-Masas comenzó a calificar a González 113 Entrevista con Daniel Campos, 14 de julio de 2004. 114 Intercontinental Press, 22 de septiembre de 1969. Otro hermano Peredo, Antonio, fue candidato a vicepresidente de la fórmula de Evo Morales en las elecciones de 2002. 115 Report on Bolivia and Argentina, sin fecha, 4-5, h-jh, caja 57, carpeta 9.

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como un elemento de conducta “sospechosa”.116 Años después, Hugo González insistió que cualesquiera que hayan sido los errores del por-Combate en los años 60 y comienzos de los 70, hubiera sido “absurdo” apartarse de los jóvenes radicales que trataron de continuar la lucha del Che en Bolivia durante ese período.117 1967 fue un año de amargos reveses y pérdidas. Al llegar el año 1968, surgieron nuevas esperanzas para los trotskistas bolivianos. Un volante del Primero de Mayo emitido por la Unión de Mujeres de Bolivia, en la que varias trotskistas jugaban un papel activo, saludó a “los trabajadores de Bolivia, rind[iéndoles] su mejor homenaje en la persona de las mujeres que trabajan en las minas, en los campos, en las fábricas, en las oficinas, en las escuelas, en los talleres”. El volante llamaba a los trabajadores a recordar a “todos los mártires del trabajo”, desde los sacrificados en Chicago en 1886 hasta los de “Catavi, Milluni, Las Canchas, Villa Victoria y en tantos campos de batalla del mundo entero”. Si el “imperialismo es una empresa internacional” y “sólo liberando al pueblo habrá de ser liberada la mujer”, la lucha anticapitalista iba a nutrirse de la solidaridad internacional.118 El nuevo año produjo la Ofensiva de Tet, en la que los combatientes vietnamitas asestaron un duro golpe a la guerra contrarrevolucionaria que la administración Johnson proseguía en el Sudeste Asiático. Las publicaciones clandestinas del trotskismo boliviano reportaron acerca de los sucesos en Indochina, las grandes jornadas de lucha obrero-estudiantil en Francia durante los meses de mayo y junio, las protestas universitarias en México que terminaron en el baño de sangre de Tlatelolco, así como la intervención soviética en Checoslovaquia, a la que denunciaron como nueva evidencia de la bancarrota del estalinismo. En Bolivia, los movimientos de masas siguieron sofocados bajo el peso de la represión. Sin embargo, estalló una huelga de maestros en octubre, así como una huelga de fabriles en contra del estado de sitio. Hacia finales del año, importantes sectores campesinos rompieron con las organizaciones adictas al barrientismo que servían como respaldo de gran importancia para el régimen castrense. * * * La década de los 60 puso fin al período de la Revolución Nacional. A los trotskistas bolivianos no les sorprendió ver que el descontento masivo socavaba al 116 “Los delatores reciben dinero”, en Lora, Obras completas, 25:361-362. La corriente británica encabezada por Gerry Healy, especializada en este tipo de acusaciones, las difundió en The Moscoso Affair: A Case History of Revisionism (Londres: Socialist Labour League, 1970); algunas respuestas de los defensores de Hugo González Moscoso aparecen en Intercontinental Press, 15 de diciembre de 1969 y 2 de marzo de 1970. 117 Entrevista con Hugo González Moscoso, 5 de octubre de 1992. 118 Mujeres de Bolivia, volante del 1o de mayo de 1968, fbec.

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mnr. Al contrario, consideraban que esto confirmaba su creencia de que los

­ acionalistas, comprometidos con el capitalismo, no podían resolver los problemas n más profundos de la nación. Los trotskistas se involucraron profundamente en las convulsivas luchas que siguieron, pero el ocaso del mnr no llevó al gobierno obrero y campesino que ellos propugnaron. Al contrario, los mismos militares largamente asociados con el mnr, respaldados por gobernantes norteamericanos obsesionados con la contrainsurgencia después del triunfo de la Revolución Cubana, abrieron un nuevo ciclo de dominio militar. En la embestida asesina que lanzó contra el movimiento obrero, la junta golpeó duramente al movimiento trotskista, logrando debilitar pero no destruir su capacidad organizativa. La cacería humana contra los guerrilleros guevaristas produjo nuevas masacres mineras, así como nuevas formas de resistencia obrera en las que los trotskistas jugaron un papel central. No obstante, se profundizaron las divisiones dentro del movimiento. Por su parte, la dirección de la cob perdió prestigio debido a su efímera alianza con Barrientos y la debilidad de su accionar durante la resistencia posterior al golpe. Al producirse una nueva apertura de la situación política a finales de la década, las viejas alianzas se renovaron.

capítulo vi

“El primer soviet de América”

Los movimientos de izquierda, sindical y estudiantil dieron un suspiro de alivio colectivo en abril de 1969, cuando el presidente Barrientos murió en un accidente de helicóptero. “Filipo” Escóbar recuerda que en las minas, la noticia “se tradujo en una verdadera fiesta” celebrada con abrazos y dinamita. “Los militantes obreros, después de cinco años, salían de la clandestinidad. Los trabajadores en el interior de la mina volvían a levantar la mirada desafiante, como indicándole al opresor: te va a llegar la hora pendejo de mierda”.1 En el período que siguió, la política boliviana experimentó un nuevo viraje a la izquierda, con la intensificación del radicalismo obrero y estudiantil y, a la larga, con un renacimiento del activismo campesino. El camaleón del nacionalismo boliviano se modificó una vez más al adoptar el verde olivo de otro régimen militar populista, sólo para dar lugar a una nueva junta de mano dura. También emergieron en nuevas formas las pautas políticas formadas durante el período del 52, marcadas por las alianzas ideológicas y políticas que el movimiento trotskista generó con la dirección central del movimiento obrero. Un nuevo período de polarización La muerte de Barrientos desató una lucha por el poder con consecuencias de largo alcance. Su vicepresidente tomó las riendas, pero al poco tiempo éste fue desplazado por el general Alfredo Ovando, que ocupó el Palacio Quemado en septiembre de 1969. Influenciado por la “revolución” castrense nacionalista lanzada el año anterior en Perú, Ovando desplazó el lenguaje gubernamental hacia la izquierda. Al mismo tiempo, los oficiales que habían jugado papeles centrales en la caza del Che Guevara mantuvieron su lugar en la jerarquía militar.

1 Escóbar, Testimonio, 192.

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Revolución permanente en el Altiplano: El trotskismo boliviano

Al tomar la decisión de incorporar a una parte de la intelectualidad izquierdizante en su gabinete, Ovando nombró a Marcelo Quiroga Santa Cruz como Ministro de Minas y Petróleo. Al proclamar la necesidad de “asegurar la soberanía del país en base a sus fuentes de producción”, propuso nacionalizar las propiedades de Gulf Oil, haciendo eco de las medidas tomadas por los “socialistas militares” de los años 30. El 17 de octubre, unidades del ejército tomaron las instalaciones de la Gulf. Ovando firmó un decreto de nacionalización, pero el anuncio de que se iba a indemnizar a la empresa provocó manifestaciones y declaraciones de protesta de sectores sindicales e izquierdistas. La dirección lechinista de la cob salió de la ilegalidad y llamó a “unificar a todas las fuerzas representativas de obreros, campesinos, profesionales, sacerdotes y militares de avanzada, en un poderoso frente único anti-imperialista”.2 Hacia finales de 1969, la Central Obrera Departamental (cod) de La Paz celebró su primera conferencia desde el golpe de Barrientos. Entre sus reivindicaciones figuraban la reintegración de los mineros despedidos por su actividad sindical, el retorno del desterrado Lechín y la expulsión del país de la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (orit), tristemente célebre por su estrecho vínculo con las agencias de inteligencia norteamericanas. Los activistas, entre ellos los mineros poristas, lucharon por abrir nuevamente los locales sindicales cerrados tras el golpe del 64. En enero de 1970, mientras seguía la controversia sobre los términos de la nacionalización de la Gulf, el nuevo comandante en jefe de las fuerzas armadas, el general Juan José Torres, pronunció un discurso en la Universidad Mayor de San Andrés (umsa). En ausencia de una burguesía o un proletariado suficientemente fuerte para “defender al país de la explotación imperialista”, declaró, “es a la fuerza armada a quien le corresponde” dicha tarea; por lo tanto, debía tomar “medidas de carácter social [y] participar en la marcha civil del nacionalismo, con exclusión de la derecha e izquierda internacionales”. El nacionalismo revolucionario, afirmó seis meses más tarde, era “el único freno al comunismo”.3 Frente a las nuevas medidas gubernamentales, el por de Guillermo Lora declaró:

[L]os bolivianos consideramos que la nacionalización de la Gulf Oil, pese a sus limitaciones y su modalidad burguesa, es positiva, pero no suficiente. Constituye un deber patriótico elemental evitar que se repitan las frustraciones de 1936 (estatización del petróleo) y de 1952 (estatización de las tres más grandes empresas mineras). La trascendencia del Decreto de 17 de octubre radica en que abre las compuertas

2 Hugo m. Sacchi, Torres: El nacionalismo revolucionario en Bolivia (Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1985), 122. 3 Ibid. 125; Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional, Boletín de información, octubre de 1970, 8.

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para que las masas, dirigidas políticamente por el proletariado y no ciertamente por el gobierno castrense, expulsen de manera efectiva al imperialismo y materialicen la liberación nacional, lo que impulsará a plantearse tareas socialistas.

Por otra parte, Lora fustigó al por-Combate por alegar que la nacionalización de Ovando fue “dictada para contener una ‘inminente insurrección popular’” y “propugnar un ‘gran frente de masas’” dirigido por el eln, al que Lora para entonces calificaba como “criatura pequeño burguesa, de la desesperación de sus capas estudiantiles”.4 La nacionalización ovandista recibió el apoyo entusiasta del sindicato de periodistas y su nuevo periódico Prensa, que contaba con un público extenso así como con el apoyo del ministro Quiroga. El nuevo presidente del sindicato era Andrés Soliz Rada (quien más tarde sería el primer Ministro de Hidrocarburos de Evo Morales), teórico del Grupo Octubre. Las raíces de Octubre se remontan a los años 40, cuando algunos trotskistas argentinos argumentaron que sus camaradas bolivianos debían adoptar una posición más positiva hacia los dirigentes nacionalistas. Para el Grupo Octubre, cuyas tesis fueron aprobadas por un congreso nacional de trabajadores de la prensa, Ovando encabezaba un ala de izquierda de las fuerzas armadas. Otra corriente que brindaba su franco apoyo a las medidas gubernamentales fue el por-t, posadista, de acuerdo con su creencia de que una dinámica revolucionaria incontenible arrastraba a los regímenes nacionalistas. “Para nosotros, el tema del nacionalismo era un tema que había que entender” en lugar de argumentar “que no pasaba nada”, dice un exmilitante.5 En marzo de 1970, los trotskistas jugaron un papel central en el forjamiento de una nueva generación de activistas cuando se lanzó la “Revolución Universitaria” en la más importante institución boliviana de educación superior, la umsa, ubicada en La Paz. El movimiento fue dirigido por una “troika” conformada por un maoísta y dos trotskistas, uno de los cuales era Alfonso Velarde, quien llegó a ser director de la carrera de Física de la umsa y uno de los voceros más importantes del por. Opina que la Revolución Universitaria reflejaba “una fuerte carga de conciencia política” entre los estudiantes, “que se identificaron con las luchas de los mineros” y de otros sectores populares. “Los estudiantes de la Facultad de Derecho desconocieron a su Decano, lo echaron y crearon un Comité Revolucionario de los Estudiantes, que se hace cargo de la facultad, y ese ejemplo va a cundir en toda la Universidad”. Cada facultad eligió delegados y éstos escogieron 4 Lora, Obras completas, 25:347, 26:21-22. 5 Entrevista con Andrés Soliz Rada, 29 de septiembre de 1992; Miguel Pinto Parabá, 1970: Cuando los periodistas se enfrentaron al poder (La Paz: cedla, 2005), 82-89, 108; entrevista con Francisco Bedregal, 5 de julio de 2004. Ver también: j. Posadas, “Acerca del concepto de ‘Estado Revolucionario’”, El Diario, 24 de diciembre de 1970 (uno de varios artículos de Posadas publicados a la sazón en ese periódico).

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a los miembros de la troika. Asimismo echaron a los profesores que habían colaborado con la dictadura de Barrientos.6 En una de ironía de la historia boliviana, el primer administrador al que se corrió fue el decano de la Facultad de Derecho, Alipio Valencia, el otrora “camarada Keswar” que 35 años antes había sido uno de los fundadores del por. La Revolución Universitaria condujo al establecimiento de un nuevo grupo juvenil afiliado al por-Masas, la Unión Revolucionaria de Universitarios Socialistas. Las siglas urus tenían una resonancia especial: los urus eran uno de los principales pueblos indígenas del altiplano cuando se inició la Conquista española del continente. La urus se convirtió en una de las organizaciones estudiantiles más activas de la umsa, así como de las universidades públicas de Cochabamba, Sucre y otras ciudades. Muchos de los intelectuales más famosos del país pasaron por sus filas. La nueva situación política también abrió el camino para que la fstmb, que buscaba recuperar el terreno perdido desde el golpe de Barrientos, realizara un congreso en Siglo xx. Logrando un triunfo ya antes del comienzo del congreso, cuando el sindicato de los trabajadores de Siglo xx aprobó sus tesis, los seguidores de Lora formaron un nuevo bloque con el Partido Comunista (pcb). El bloque contrario fue integrado por el prin lechinista, los maoístas del pcml y un nuevo grupo influenciado por el guerrillerismo, el Partido Demócrata Cristiano Revolucionario (pdcr). Una comisión se estableció para elaborar un documento sobre la estrategia de la fstmb, en el que se combinaron partes de la tesis del pcb con fragmentos del texto inspirado por el por-Masas que el sindicato de Siglo xx había aprobado.7 Además de Lechín, la fstmb eligió a su propia troika directiva consistente de un independiente, el vocero del pcb Simón Reyes y “Filipo” Escóbar del por-Masas, ahora el más prominente dirigente obrero trotskista. Por su parte, el por-Combate llamó al congreso minero a “hacer renacer los piquetes armados mineros, y resolver valientemente una solidaridad combativa con quienes hoy, mediante la guerrilla, están peleando por la liberación nacional y social de Bolivia”. Asimismo, exigió “la creación de un gran destacamento armado minero, que sea parte del gran Ejército de Liberación Nacional y Social que ha comenzado a construirse en Ñancahuazú”, al agregar: “Esta es la vía hacia la victoria!”8 6

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Entrevista con Alfonso Velarde, 10 de agosto de 2004. Ver también “La Batalla de la Revolución Universitaria”, Qué Hacer (La Paz), 15 de junio de 1971, y Alfonso Velarde, Historia de urus (La Paz: urus, 1986). Entre los otros militantes del por-Masas prominentes en la Revolución Universitaria se encuentran Jorge Lazarte y Víctor Sosa. Más tarde, Lazarte rompió con el trotskismo, convirtiéndose durante un período en uno de los politólogos más conocidos del país; en 2005 fue el Delegado para Asuntos Políticos del presidente interino Eduardo Rodríguez. Por su parte, a la larga Víctor Sosa abandonó la política de izquierda; tras radicarse en Santa Cruz se convirtió en docente universitario. Jeroen Strengers, La Asamblea Popular (La Paz: sidis, 1992), 27-35. Mensaje del p.o.r. al xiv Congreso Minero, volante, Oruro, 9 de abril de 1970, bahc-csc.

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La radicalización de trabajadores y estudiantes generó una reacción dentro del empresariado y las fuerzas armadas. La flamante Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (cepb) se opuso a la nacionalización de la Gulf, como fue el caso también de los dirigentes cívicos de Santa Cruz, el departamento oriental que había recibido regalías del 11 por ciento de los ingresos de dicha empresa.9 Respondiendo a la presión, Ovando hizo un viraje a la derecha en marzo de 1970, al despedir al Ministro de Petróleo Quiroga y suprimir el puesto de comandante en jefe de las ff.aa. como medida dirigida contra Torres, debido al tono de sus discursos. La polarización política se agudizó en mayo cuando la cob realizó su iv Congreso, presidido por Lechín. Muchos activistas consideraban que el congreso representaba un parteaguas ideológico debido a la aprobación de un nuevo texto programático conocido como la “Tesis Socialista de la cob”. Producto del bloque entre el por de Lora y el pcb moscovita, consistía en una peculiar mezcolanza de conceptos derivados de la revolución permanente de Trotsky y de la teoría estalinista de la revolución por etapas. En el cuarto punto de la sección “Unidad obrera antiimperialista”, se sostiene:

Para llegar al socialismo se plantea la necesidad de unir, previamente, a todas las fuerzas revolucionarias y antiimperialistas. La revolución popular antiimperialista está ligada a la lucha por el socialismo, el frente popular antiimperialista es la alianza obrero-campesina y de las masas de las ciudades en el plano político. En él confluyen todas las corrientes sociales y políticas que pugnan por un cambio a fondo de la situación boliviana, con la sustitución de las estructuras caducas en sentido antiimperialista y popular. La expulsión del imperialismo y la solución de las tareas nacionales y democráticas aún pendientes, harán posible la revolución socialista.10

Al prefigurar los dilemas del trotskismo boliviano en el período subsiguiente, se destaca entre la verborragia de la tesis una intención inconfundible: reflejar el afán de reafirmar el poderío del movimiento obrero mientras se dejaba espacio para renovadas alianzas con fuerzas nacionalistas, en una nueva versión de la actitud que guió a la cob durante la Revolución Nacional. En julio de 1970, habiendo ganado un apoyo sustancial entre el estudiantado, el eln trató de establecer un nuevo foco. Aproximadamente 75 militantes del grupo guevarista se dirigieron a Teoponte, cerca de La Paz, donde atacaron las instalaciones de una empresa aurífera norteamericana. Entre los combatientes se encontraba el sobrino de Paz Estenssoro, Néstor Paz Zamora (cuyo hermano Jaime llegó a ser presidente en 1989), y el cantor folklorista Benjo Cruz, que había 9 Lehman, Bolivia and u.s., 160. 10 “Tesis política de la Central Obrera Boliviana” (1970), reproducida en Tesis de Pulacayo (La Paz: Ediciones Masas, 1980), 79-80.

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declarado: “Cambio mi guitarra por un fusil para justificar mi canto”.11 Sólo seis guerrilleros lograron escapar, protegidos por los mineros de la zona; los demás fueron acribillados por el ejército. La Paz fue sacudida por manifestaciones de estudiantes que salieron a las calles contra la masacre de los jóvenes idealistas. La catástrofe de Teoponte asestó una nueva y devastadora derrota a la estrategia guevarista que el por-Combate, entre otros, propugnaba. Torres llega al poder En octubre, las tensiones al interior de las fuerzas armadas estallaron en una ronda de golpes y contragolpes. Oficiales de línea dura, el ala derecha del mnr y la Falange se unieron para respaldar la intentona lanzada por el general Rogelio Miranda. Hugo Banzer, yerno de Ovando y anticomunista estridente, se unió a la conspiración. Ovando se negó a abandonar su puesto, pero el 6 de octubre, tras extensas negociaciones, el poder se entregó a un triunvirato militar. Esa tarde, el general j.j. Torres, respaldado por el mayor Rubén Sánchez, proclamó que iba a tomar el poder. El prin lechinista, el pcb, un sector del mnr, el por-Masas, el pdcr y otros, emitieron un “Pronunciamiento de los partidos populares” en el que se llamaba a “instaurar un Gobierno Popular y antiimperialista”.12 Lo que inclinó la balanza a favor de Torres fue la huelga general lanzada el 7 de octubre. “Se hacen grandes manifestaciones de apoyo a Torres”, recuerda Alfonso Márquez, militante del por-Masas; pero el por dijo que “Torres le sirve a la burguesía. El por juega un gran papel allí, logra que ese movimiento se convierta en un organismo donde van a discutir los obreros la suerte del país: el Comando Político [...] que se va a transformar en la organización que va a convocar a la Asamblea Popular”.13 El Comando, en el que Guillermo Lora era una figura central, fue establecido por la cob, sus sindicatos afiliados, los partidos de izquierda y un sector del mnr, poco antes de que Torres tomara el poder. Torres invitó al Comando Político a nombrar a la cuarta parte de los integrantes de su gabinete, propuesta que luego fue aumentada a la mitad de los ministerios. La propuesta se debatió intensamente dentro del Comando; el pcb y otros argumentaron a favor de aceptarla. Por su parte, Lora instó al Comando 11 El Diario, 21 y 29 de octubre, 1o de noviembre de 1970. Respecto a los sobrevivientes del foco, ver el reportaje “Mineros rescataron a los seis guerrilleros” (El Diario, 6 de noviembre de 1970), que comienza: “‘No fue la comisión, sino los mineros de Tipuani, quienes rescataron a los guerrilleros después de protegerlos dos semanas’, dice la conclusión del informe presentado por la ‘Comisión Pacificadora’ que viajó a esa zona para traer a los seis guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (eln) que ya se encuentran en Chile”. 12 Strengers, 84-85. Las firmas incluyen las de Guillermo Lora, Jorge Kolle Cueto del pcb, Adrián Barrenechea del mnr, un representante del pcml maoísta y José Morales Guillén del prin. 13 Entrevista con Alfonso Márquez, 7 de agosto de 2004.

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a fijar condiciones: por ejemplo, que los ministros “serían portadores de mandato imperativo y cuyo ejercicio se revocaría en cualquier momento, al lado del ministro actuaría un comisario político, etc.”. Cuando el Comando aprobó las condiciones, según estas versiones, el gobierno retiró su ofrecimiento.14 El por-Masas presentó la propuesta de Lora como una maniobra brillante, aunque distaba mucho del rechazo a la participación de “ministros obreros” en cualquier gobierno burgués que la Tesis de Pulacayo había planteado como cuestión de principios para la independencia clasista. Tenía mucho más que ver, en efecto, con la actitud hacia los ministros obreros que el POR había manifestado durante la Revolución Nacional de los años 50. Para evaluar estas cuestiones políticas y contextualizar los sucesos posteriores, es importante citar el extenso reportaje que El Diario, uno de los principales periódicos de la capital boliviana, publicó a la sazón. Informa que el Comando Político “entregó al General Juan José Torrez [sic] un documento en el que consignaban ternas para los diferentes ministerios”; sigue una larga lista de nombres y puestos. “Esta lista fue entregada al presidente de la República para su estudio, quien debía elegir de entre ellos a los futuros colaboradores en su gobierno”, se informa. “Pero este proyecto se anuló con la determinación de la cob”. El reportaje puntualiza: “Otro mensaje del Comando Político, Obrero y Popular hizo conocer [...] que han abandonado toda exigencia al general Tórrez para conformar el gabinete”. Lejos de plantear la independencia de clase frente al gobierno, dicho mensaje plantea la unidad con los “sectores progresistas del ejército” (que supuestamente constituían su mayoría) y argumenta que hay que dejar en libertad al nuevo mandatario para integrar su gabinete, frente a la reacción de sectores “fascistas” a la propuesta de dar una parte del gabinete a las fuerzas representadas por el Comando.15 14 Lora, De la Asamblea Popular al golpe fascista (Buenos Aires: El Yunque, 1972), 46-48. Ver también Escóbar, Testimonio, 154-155; declaraciones del Comando en El Diario, 9 de octubre de 1970; Masas, 17 de agosto de 1971. 15 A continuación se reproduce el texto de dicho mensaje tal como lo publicó El Diario: “La imponente huelga general de la clase obrera, la actitud firme del pueblo y de los sectores progresistas del ejército, han permitido alcanzar la primera victoria y la inicial derrota del fascismo contrarrevolucionario, que desgraciadamente continúa agazapado en sectores minoritarios de las Fuerzas Armadas y en los núcleos sobrevivientes de la rosca pro-imperialista. “Nuestra victoria se tradujo en el derecho que tenemos de gobernal [sic] el país y de convertirnos en la fuerza decisiva dentro del gabinete. Por estas consideraciones básicas planteamos y logramos la participación importante de los explotados junto a los sectores antifascistas del Ejército en nivel gubernamental. “Defendimos con intransigencia nuestra posición y nuestro derecho, actitud que ha desencadenado la rebelión de los fascistas bajo el pretexto de que el presidente de la república se está entregando al comunismo. No sacrificaremos el porvenir de la revolución y el lugar que actualmente ocupamos en la lucha por la emancipación de Bolivia, a cambio de contar con un fuerte equipo ministerial. Una vez más deseamos desenmascarar a nuestros mortales enemigos y dar a los bolivianos objetivos claros para su lucha.

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El mismo número de El Diario lleva un “Mandato de las Fuerzas del Pueblo”, también emitido por el Comando Político. Consiste en una lista de ­reivindicaciones firmada por muchas de las figuras principales de 1952, junto con la dirección sindical formada en los años 60: el dirigente de la cob, Lechín; los dirigentes de la fstmb Víctor López, Simón Reyes y Filemón Escóbar; Hernán Siles Zuazo y Ñuflo Chávez a nombre de un sector del mnr; Edwin Möller por el prin lechinista; dirigentes del pcb moscovita y del movimiento maoísta; Lora del por-Masas e incluso el excamarada Keswar a nombre del Colegio de Abogados. El “mandato” incluye la exigencia de una amnistía general para los presos políticos, la reposición salarial a los mineros y el mejoramiento del nivel de vida de los trabajadores en general, “profundización de la Reforma Agraria” y el respeto a la autonomía universitaria. El octavo punto exige: “Vigencia de las milicias obreras y populares para resguardar junto con las Fuerzas Armadas patriotas, los derechos e intereses de la Nación”. Una declaración más del Comando, publicada en la misma fecha, comienza:

Los trabajadores y universitarios declaramos firme y combativamente, por encima de cualquier otra consideración, nuestra unidad de acción con las Fuerzas Armadas que comanda el señor General Tórrez [sic], presidente de la República de Bolivia. Nuestro apoyo militante al gobierno del Gral. Tórrez es la única garantía para cerrar el paso a las fuerzas fascistas.16

De hecho, mientras Torres buscaba institucionalizar el apoyo del movimiento obrero como un pilar de su gobierno, otro factor fundamental era su tentativa de asegurar la “institucionalidad” de las fuerzas armadas. Jactándose de haber mantenido la unidad de éstas, el nuevo mandatario proclamó:



“En consecuencia, abandonamos toda exigencia de participación en el gabinete del Gral. Tórrez, y nos ratificamos en nuestra declaración del día de ayer. Al hacerlo, volvemos a decir que esta determinación no constituye un rompimiento, contrariamente, reiteramos nuestro apoyo a la posición antifascista del Gral. Tórrez y saldremos a las calles a luchar hasta el último momento contra la bestia fascista, para aplastarla allí donde se encuentre. Consideramos que nuestro deber revolucionario es dejar al presidente de la República en total libertad para elegir a sus colaboradores y para usar todos los medios y poderes posibles para que, juntamente con nosotros, liquide definitivamente a los enemigos del pueblo de Bolivia y de los trabajadores.

“Los obreros, campesinos, universitarios y ciudadanos en general, deberán esperar las instrucciones de este Comando para ajustar a ellas sus movimientos y actuación.

“viva bolivia libre, muera el fascismo y el imperialismo yanqui”. El mensaje lleva las firmas de Juan Lechín Oquendo (cob), Alfredo Maldonado (cub), Oscar Prudencio y Víctor Sosa (umsa). Sosa era uno de los dirigentes juveniles más importantes del por-Masas. 16 En la edición del 9 de octubre de 1970 de El Diario, se publicó el “Mandato de las fuerzas del pueblo” con una larga lista de firmas; el reportaje que reproducía otras declaraciones del Comando salió en primera plana bajo el título “Libertad de acción al Presidente”.

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Hemos triunfado una vez más. El pueblo se ha impuesto sobre sus verdugos. Y se ha impuesto sobre sus verdugos al lado de sus aliados naturales, las Fuerzas Armadas de la Nación. Para que nunca más ocurra una traición, [...] propiciaremos la alianza de las Fuerzas Armadas con el pueblo boliviano. [...] No dividiremos al pueblo de su brazo armado. Impondremos un Gobierno Nacionalista Revolucionario [...].17

A los oficiales involucrados en recientes intentonas golpistas les prometió cargos “en consonancia con su grado”, nombrando al general Luis Reque Terán –un dirigente de la campaña contrainsurgente supervisada por la cia– al puesto de comandante general de las fuerzas armadas. “Mañana”, advertían los partidarios del por-Combate, “este mismo ejército boliviano, hecho en la escuela de la anti-insurrección y de la contra-guerrilla, atacará a los trabajadores, lo mismo si es Torres quien está en el poder [u] otro cualquiera”.18 Habiéndose establecido en el Palacio Quemado, Torres buscó balancearse entre sectores sociales cuyos antagonismos irrumpían después de los años de dominio derechista. La primera vez que apareció públicamente como presidente, fue abucheado por trabajadores izquierdistas que exigieron que jurara lealtad al pueblo. Buscando ganar el apoyo de los mineros, ordenó la reposición de sus salarios a los niveles de 1965 y realizó una gira en las minas, donde la población trabajadora “vivió momentos de euforia” al saludar su “noble gesto”, según la revista de Comibol. Filemón Escóbar, en su nueva función de tesorero de la fstmb, explicó el decreto en las asambleas sindicales celebradas en Catavi y Siglo xx. En otro evento en Siglo xx, Torres rindió homenaje “a los mártires de San Juan”, prometiendo que éstos “serán los últimos mártires”. Luego, Torres subió a la cima del Cerro de Potosí, donde pronunció “un solemne juramento”, “por Dios, por la Patria y la revolución”, de “defender y hacer defender el patrimonio nacional, la libertad, el bienestar de la clase trabajadora minera y del pueblo”. Ahora, subrayó la compañía estatal, “el imperativo del momento en todos los centros de producción dependientes de la Comibol, es el trabajo responsable y disciplinado”.19 A pesar de su promesa de que no habría más mártires obreros, Torres dejó a Hugo Banzer a cargo del Colegio Militar. El 11 de enero de 1971, Banzer intentó llevar a cabo un nuevo golpe militar. En respuesta, los mineros fueron a la huelga 17 “Juramento ante el pueblo boliviano” (7 de octubre de 1970), en Gral. Juan José Torres g., En defensa de mi nación oprimida (La Paz: isla, 1985), 67-68. 18 Secretariado Unificado, Boletín de información, octubre de 1970, 8. Ver también: Ultima Hora, 7 de octubre de 1970; El Diario, 1o de noviembre de 1970; General (r) Luis Reque Terán, “Ñancahuazú: La lucha contra el ‘Che’ Guevara”, Airpower Journal, Edición Hispanoamericana, primer trimestre de 1993; http://www.airpower.maxwell.af.mil/apjinternational/apjs/1993/1trimes93/reque.html. 19 Bocamina (La Paz), 1a quincena de diciembre de 1970, 14, 16, 18; 1a quincena de enero de 1971, 8; 2a quincena de diciembre de 1970, 3.

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y marcharon a La Paz. “Los mineros, armados de 111 [sic] fusiles Mauser y de dinamita, hicieron su ingreso a la ciudad”, escribe Filemón Escóbar. “El guardatojo, las botas de goma, el fusil y la dinamita simbolizaban la única oposición real” al golpe. Los trabajadores se concentraron en la Plaza Murillo frente al palacio presidencial. “Allí, a los gritos, dijeron al General Torres: ¡Armas, armas para aplastar a los fascistas del ejército! Pidieron que se purgara todo el alto mando militar. Retumbaron las paredes cuando se coreó: ¡Los obreros al poder! y se dieron vivas al socialismo”.20 La exigencia se repitió a lo largo del período subsiguiente. Julio García, un militante del por-Masas que había trabajado estrechamente con César Lora, fue secretario general del sindicato minero de Potosí y dirigente de la cod potosina. Recuerda otra marcha al palacio presidencial, en 1971: “Hubo una gran manifestación [...]. Lo que había pedido el pueblo era armas. Torres no quiso dar armas. El pueblo pedía a gritos: ‘¡Armas, armas!’” En lugar de eso, insistía Torres, el pueblo debía confiar en el ejército, que iba a defender a las masas. En marzo, se lanzó otra intentona, basada en Santa Cruz. Detenido debido a su participación, el dirigente falangista Mario Gutiérrez fue liberado en seguida, tal como había ocurrido antes con Banzer.21 En la universidad, las brechas que se habían abierto en las viejas estructuras de la represión permitieron que muchos jóvenes entraran a la vida política. Edgardo Herbas era un estudiante de la umsa ganado a la urus durante la Revolución Universitaria. Bajo su dirección, los estudiantes tomaron la sede del Centro Boliviano Americano, una institución respaldada por el gobierno norteamericano. Si bien de carácter simbólico, la experiencia de asestar este golpe bien visible a la influencia estadounidense fue inolvidable para los jóvenes trotskistas.22 Como brazo juvenil del por, la urus hacía eco del llamado del partido para que los obreros tomaran el poder, así como sus polémicas contra el pcb y otras organizaciones que pregonaban el “apoyo crítico” al gobierno, planteamiento que Masas denunciaba como “menchevismo”. Sin embargo, según Lora, “los nacionalistas con charreteras se convierten en aliados de la clase obrera”. Comentó en 1972:

En ese entonces, era idea generalizada –compartida hasta por nosotros marxistas– que las armas serían cedidas por el equipo militar gobernante, por considerar que solo apoyándose en las masas y dotándoles de una adecuada capacidad de fuego podría, por lo menos, neutralizar a la derecha gorila.23

20 Escóbar, Testimonio, 215, 217-218. 21 Entrevista con Julio García, 30 de julio de 2004; Intercontinental Press, 6 de septiembre de 1971. 22 Entrevista con Edgardo Herbas, 1o de julio de 2005. 23 Lora, Bolivia: De la Asamblea Popular, 82, 97.

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El por de Hugo González expresó una posición más categórica. Un mes después de que Torres llegara al poder, advirtió:

El “nacionalismo revolucionario” que Torres defiende no es nada más que reformismo burgués. [...] Sólo los oportunistas con un afán desesperado de claudicar podrían aplicar la etiqueta de “revolucionaria” a la acrobacia realizada por la casta militar, precisamente para evitar el avance real de la revolución. Por progresista o liberal que el ejército burgués pueda aparecer en ciertos momentos, es estrictamente la antítesis de la revolución.

El por-Combate insistía en que “el proceso revolucionario [...] tiene su máxima expresión en la lucha armada y la guerra de guerrillas”, calificando al rechazo de esta estrategia, por el partido de Lora, como síntoma de ilusiones en una efímera democracia burguesa.24 Su posición era compartida por dirigentes del Secretariado Unificado de la iv Internacional como Livio Maitan, quien declaraba: “en la etapa actual la Internacional será construida alrededor de Bolivia”, a través de “un rápido salto” basado en la guerra de guerrillas.25 El Primero de Mayo de 1971, se manifestó la radicalización que seguía entre muchos sectores obreros y estudiantiles. Cuando Torres y varios funcionarios del gobierno intentaron encabezar la marcha, informaba Masas, algunos contingentes se separaron de ellos de manera ostentosa. Carteles de César Lora e Isaac Camacho fueron prominentes en la manifestación, junto con “enormes retratos de León Trotsky”.26 A finales de mayo, grupos estudiantiles organizaron una “semana antiimperialista”. Ante la creciente exigencia de que se actuara en contra de las agencias norteamericanas, Torres prometió expulsar al Cuerpo de Paz. Con creciente desasosiego, los círculos de derecha intensificaban sus llamados a contrarrestar a la izquierda, inventando, entre otras cosas, un plan subversivo –el fantasmagórico “Operativo Zafra Roja”– que supuestamente amenazaba a las élites cívicas y militares del país. La Asamblea Popular Para el trotskismo boliviano, la decisión de mayor trascendencia que se tomó en mayo de 1971 fue el anuncio de que en junio se convocaría una Asamblea Popular. 24 Intercontinental Press, 23 de noviembre de 1970 (cita retraducida del inglés). Ver también “por (Gonzáles) [sic] opina sobre rol del Ejército”, El Diario, 27 de junio de 1971. 25 Citado en Hugo Blanco et al., Argentina y Bolivia: Un balance (1973) en línea: www.

nahuelmoreno.org/pdf/argbol/cap11.pdf. Ver también: Ligue Communiste, Bolivie: les leçons d’août 71 (París: Rouge, sin fecha).

26 Masas, 9 de mayo de 1971.

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Fue de particular importancia para el por-Masas de Lora, que hizo de la Asamblea Popular una piedra de toque de su política, desde 1971 hasta hoy en día. La decisión de establecer la Asamblea fue tomada después de la intentona derechista de enero. Se formó una comisión para debatir el tema, integrada por representantes de la cob, las federaciones sindicales, el mnr, el prin, el por-Masas, el pcb, el maoísta pcml y el pdcr de orientación guerrillera. Para Filemón Escóbar, se trataba de “organizar un parlamento popular”, cuyo inicio se postergaba debido a un boicot por parte del mnr y el prin.27 El mnr fue expulsado del Comando Político en abril a raíz de sus pronunciamientos “contra el programa y espíritu de las actividades del frente antiimperialista”, en palabras de Masas. El partido de Lora apoyó la exclusión, a pesar de que “con anterioridad el por fue de los partidos que más batalló para evitar la exclusión del mnr del Comando”, puesto que “era de interés para los revolucionarios tener al mnr dentro del frente antiimperialista” para poder “arrancarle a los elementos de base”. Dicha orientación había sido fructífera, aseveraba, porque “una tendencia obrera de izquierda, que corresponde a la denominación de Comando Laboral”, se había formado dentro del mnr.28 El Primero de Mayo, mediante acuerdo con la cob, el gobierno proporcionó el Palacio Legislativo para una ceremonia que marcaba la fundación de la Asamblea Popular, presidida por Lechín, dirigentes sindicales de los fabriles y maestros, junto con dos representantes estudiantiles. De los 220 delegados, se anunció, el 60 por ciento iban a ser representantes de organizaciones obreras; el 30 por ciento, los de grupos campesinos y de la clase media. El restante 10 por ciento sería integrado por delegados de partidos políticos.29 Al predecir que la Asamblea sería “una especie de soviet pequeño”, el diario argentino Clarín advertía: “Tarde o temprano, este organismo puede convertirse en una espada de Damocles sobre el presidente Torres”. Sin embargo, “tarde” parecía ser el santo y seña de la Asamblea: decidió reabrirse el 22 de junio, casi dos meses después. La fecha se escogió “en homenaje a la masacre de San Juan”.30 El por-Masas saludó a la Asamblea con gran entusiasmo, calificándola como “frente único anti-imperialista revolucionario” con “características soviéticas”, es decir, que se asemejaba a los consejos obreros de la Revolución Rusa. De hecho, 27 Strengers, Asamblea Popular, 127-129. 28 Masas, 22 de abril de 1971. Ver documento del mnr sobre su expulsión, Presencia, 7 de abril de 1971. Cabe señalar que el propio presidente Torres había criticado la inclusión del mnr, calificándolo como partido de “cipayos” que “pignoraron la gesta de Abril al imperialismo” (Presencia, 17 de febrero de 1971). 29 Strengers, Asamblea Popular, 129, 141. 30 Cita de Clarín retraducida del inglés, de Intercontinental Press, 12 de abril de 1971. Sobre la fecha de reinicio de la asamblea, ver Presencia, 3 de mayo y 2 de junio de 1971. En realidad las sesiones comenzaron un día antes, el 21 de junio.

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varias fuerzas políticas comenzaron a describir la Asamblea como el “primer soviet de América Latina” (o simplemente de América), frase que parece haberse originado con un reportaje de Le Monde que informaba: “La derecha lo dice con miedo, la izquierda con esperanza: la Asamblea Popular es el primer ‘soviet’ de América Latina”. (El mismo periódico señalaría después que “la Asamblea del Pueblo fue calificada un poco abusivamente de ‘primer soviet de América Latina’ al comienzo de su existencia”.)31 Para el por de Lora, la Asamblea era “un órgano de las masas y de la clase obrera” que iba a “fiscalizar las actividades gubernamentales”, aunque funcionaría en realidad “al margen del orden jurídico imperante” sobre la base de “la acción directa de las masas”. La Asamblea “no se agotará en discursos, sino que, empleando los métodos propios de la clase obrera, ejecutará sus decisiones, así se convertirá en la única autoridad para las masas”, aseguraba. “La victoria de la Asamblea será la victoria de la Revolución”, insistía el partido de Lora. Un largo artículo, “¿Qué es la Asamblea Popular?”, argumentaba que se trataba de “un gobierno en germen de los explotados”, que planteaba “la dualidad de poderes” y “actuará en el futuro próximo como canal de movilización” que permitiría a las masas “aproximarse más y más al poder”. De hecho, recuerda Grover Alejandro, si bien el partido sólo contaba con cerca de 20 delegados, “esos veinte ideológicamente manejaron la Asamblea Popular; todas las bases constitutivas de la Asamblea Popular son obra del por, en realidad de Guillermo Lora y el Comité Central del por”.32 El por-Combate expresaba una visión más escéptica respecto a la Asamblea. Inicialmente, la caracterizó como “poco más que una suerte de parlamento nacional”. Los delegados debían ser elegidos democráticamente por las bases, señalaba, no “a dedo por las direcciones actuales burocratizadas”. (Si bien se afirma que los delegados fueron elegidos por asambleas de trabajadores en Potosí y algunos otros lugares, esto fue la excepción.) La actitud del por-Combate fue influenciada por la del eln, que declaró: “El ejército del che, el ejército del Pueblo, permanecerá vigilante sobre la actuación de los representantes de la Asamblea [...] sancionando ejemplarizadoramente a quienes traicionen la causa del pueblo”. El eln propuso que la Asamblea realizara una serie de medidas conforme con su perspectiva de lucha armada.33 31 Masas, 9 de mayo de 1971; Le Monde, 23 de junio y 28 de agosto de 1971. 32 Masas, 9 de mayo y 13 de julio de 1971 (ver también entrevista con Lora, Presencia, 19 de junio de 1971); entrevista con Grover Alejandro, 16 de julio de 2004. A comienzos de 1972, Filemón Escóbar escribía en una revista publicada por el por-Masas: “La Asamblea fue, desde sus inicios, una organización de características sovietistas y no simplemente un soviet potencial” (América India [Santiago de Chile], enero de 1972, 22). 33 Cita del por-Combate en Blanco et al., Argentina y Bolivia; “La Asamblea Popular debe nacer de las bases”, Secretariado Unificado, Boletín de información, junio de 1971, 18; entrevista con Julio García, 30 de julio de 2004; El Diario, 1o de julio de 1971.

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Al calor del nuevo clima político, se reactivó otra corriente del trotskismo boliviano: la Liga Socialista Revolucionaria (lsr), encabezada por Carlos Salazar Mostajo, veterano de la Guerra del Chaco, escultor, historiador y hábil polemista que había trabajado en la escuela indígena de Warisata. La lsr había sido formada originalmente en 1949 por militantes del ala izquierda del psob de Tristán Marof que decidieron “expulsar” al caudillo izquierdista –convertido ya en asesor de presidentes derechistas– y luego fundar una nueva agrupación dotada de un nombre sin mancha. Su representante más prominente en el movimiento obrero era Constantino Camacho, un dirigente fabril ampliamente respetado en los círculos sindicales.34 La lsr se definía en parte por su oposición a la idea de que una revolución democrático-burguesa estaba en el orden del día en Bolivia; criticaba la Tesis de Pulacayo por plantear dicho concepto. “La eliminación histórica de la revolución democrático burguesa impone como objetivo inmediato para todos los pueblos la realización de la revolución socialista”, proclamaba, “dentro de la cual las pendientes tareas burguesas se convertirán en tareas socialistas”. Por otra parte, criticaba la idea de que la cob pudiera convertirse en un instrumento eficaz para la emancipación de la clase obrera.35 En la época de la Asamblea Popular, la lsr apelaba a la clase obrera a que siguiera una política más revolucionaria. A la vez que saludaba la formación de la Asamblea, preguntó si ésta sería una “organización revolucionaria o burocrática”, quejándose de los argumentos “leguleyescos” usados para impedir su ingreso al organismo. A pesar de sus esfuerzos durante el gobierno de Torres, cuando éste fue derrocado el grupo dejó de funcionar, “al no haber podido resistir los golpes de la dictadura militar” instaurada en agosto de 1971.36 En un documento posterior en el que resumía la experiencia de la Asamblea, Salazar escribió: “concibiéndose como un Parlamento Obrero, la cob comete nuevamente una de sus más originales ocurrencias: solicita al Gobierno permiso para constituirse en tal Parlamento, para que sea un Decreto Supremo el que legalice su existencia”. Por otra parte, señaló, ya que el Comando Político había expulsado al mnr, éste no tenía “una representación oficial como partido, pero mantiene sus representaciones sindicales intactas” al formarse la Asamblea. Como resultado, el mnr “obtiene mayoría en la Asamblea y no se puede esperar ninguna acción revolucionaria de tal composición”.37

34 35 36 37

Entrevista con Carlos Salazar Mostajo, 3 de agosto de 2003. Liga Socialista Revolucionaria – Folletos de divulgación, noviembre de 1962, 3, 21. Liga Socialista Revolucionaria, junio de 1971, 13; Salazar Mostajo, Caducidad, 14. Salazar Mostajo, Caducidad, 188.

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Tragedia de un golpe anunciado Cuando la Asamblea Popular reinició sus sesiones el 21 de junio, uno de los primeros puntos de la agenda fue su propia composición. Decidió admitir al Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (mir), que acababa de ser formado por los “demócrata cristianos revolucionarios” y otras agrupaciones, así como al flamante Partido Socialista de Marcelo Quiroga Santa Cruz. El mayor bloque de delegados sindicales provenía del Comando Laboral del mnr. El número de delegados campesinos llegó a ser tema de ásperos debates. Esto reflejaba, en parte, los estragos causados por el tristemente célebre Pacto MilitarCampesino barrientista. A la vez, los sectores más radicales del movimiento obrero estaban convencidos de que la lógica y experiencia de la lucha de clases indicaban que el proletariado encabezaría la lucha de todos los explotados. En efecto, ya en enero la fstmb había enfatizado que la asamblea debía ser preponderantemente obrera.38 A sabiendas de que los militares derechistas no abandonarían sus planes para tomar el poder, los delegados decidieron aprobar una moción. Al notar que “la derecha no dejará de conspirar” ni de “amenazar con un golpe”, la “Resolución No. 1” del flamante organismo prometía: “Ante la eventualidad de un golpe, la Asamblea Popular, como expresión del poder obrero, asumirá la dirección política y militar de las masas”; en caso de un golpe de estado “la primera respuesta de las masas trabajadoras será [la] huelga general y la ocupación inmediata de los lugares de trabajo”.39 Como dirigente de los mineros de Potosí, Julio García participó en “todas las sesiones” de la Asamblea Popular. Cuando se le preguntó qué preparativos se hicieron frente a la amenaza golpista, respondió: “No, se dijo que en el mes de septiembre se discutiría el tema militar, o sea el armamento militar de las masas. Precisamente por ese temor es que viene el golpe [en agosto], el temor de que las masas se armen y se haga la revolución proletaria”.40 No; no hubo preparativos reales, concuerdan Daniel Campos, Edgardo Herbas, Jorge Echazú y otros que en agosto de ese año fueron a combatir en los cerros de La Paz. “La derecha prepara” una matanza, una “noche de los cuchillos largos”, advertía la lsr de Carlos Salazar dos meses antes del golpe. Se “tratará de dar un golpe definitivo a la izquierda boliviana en todos sus matices. La Asamblea del Pueblo debe tomar nota inmediata de esa denuncia, para orientar a los trabajadores y responder al terror de la derecha con la violencia organizada de la izquierda”. Basándose en los archivos de la policía secreta, que “nunca fueron 38 Presencia, 22 de enero de 1971. 39 El Diario, 23 de junio de 1971; Presencia, 22 de junio de 1971. 40 Entrevista con Julio García, 30 de julio de 2004.

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destruidos”, se había “confeccionado una lista de miles de revolucionarios para que sean liquidados de una sola vez, tal como se hizo en Indonesia, Guatemala o el Irán”. El “exterminio se hará” conforme con el plan derechista, subrayaba, “si es que las organizaciones revolucionarias no lo impiden a tiempo. [...] Pedimos a la Asamblea del Pueblo que adopte de inmediato las necesarias medidas de defensa ante esta amenaza mortal”. Si no hubiera una organización debida para responder al peligro, “largos años de opresión nos amenazan”.41 Pero más tarde fue el lema de la Asamblea: se iba a discutir el tema en alguna fecha de septiembre... En realidad, Lechín confiaba en las promesas de Torres de que el ejército se mantendría leal. Además, tarde o temprano, creía la izquierda, el presidente armaría al pueblo. La Asamblea se reunió diez veces más entre el 23 de junio y el 2 de julio. Se eligió a Lechín como presidente, con el apoyo de algunos delegados sindicales, los maoístas, delegados de tendencia guerrillerista, junto con los del partido “nacionalista revolucionario” de Lechín: el prin. Por su parte, el por-Masas y el pcb, junto con otro sector de delegados sindicales, apoyaron la candidatura del sindicalista minero Víctor López. En las sesiones se debatió las actividades de un grupo campesino en Tarija, la necesidad de establecer “tribunales revolucionarios” (puesto que los tribunales oficiales se mostraron incapaces de castigar a los autores de la Masacre de San Juan, el asesinato de Isaac Camacho y otros crímenes) y varios temas más. La mayor parte del tiempo se dedicó a las propuestas para la “cogestión obrera” en Comibol y el establecimiento de una “universidad obrera”.42 Lora escribió extensamente en apoyo del enfoque en estas cuestiones, argumentando que si los mineros lograban una representación mayoritaria en la gerencia de Comibol, esto sería un paso hacia la toma del poder en todo el país por parte de la clase obrera. El dirigente porista defendió este punto de vista en contra de lo que llamaba la corriente ultraizquierdista, que sostenía que dicha propuesta representaba un retorno al “cogobierno” tipo mnr y una distracción de la necesidad de una lucha más directa por el poder. La última sesión de la Asamblea, celebrada el 2 de julio, debatió una serie de cuestiones, entre ellas la importancia de restaurar los murales de Miguel Alandia destruidos por la junta de Barrientos. Se habló también, de una forma general, de la necesidad de formar milicias populares, sin ponerlo en práctica. A mediados de junio, la cob había llamado a los sindicatos a organizar milicias obreras, pero esto también se quedó en el terreno de las intenciones.43 El 41 Boletín de la lsr, junio de 1971, reproducido en Salazar Mostajo, Caducidad, 212-213. 42 El Diario, 27 de junio de 1971; Presencia, 29 y 30 de junio de 1971; Strengers, Asamblea Popular, 146-167. 43 “Trabajadores aplastarán golpe”, rezaba el titular de la primera plana de El Diario, 19 de junio de 1971. Ver también Presencia, 20 de junio de 1971.

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periodista holandés Jeroen Strengers observa que “la Asamblea Popular llegó a la conclusión, de que aún le faltaban las posibilidades concretas para ejecutar este plan”.44 Sorprendentemente, el siguiente paso de la Asamblea –antes de cerrar la sesión con el himno nacional– fue la declaración de un receso de más de dos meses. “La cuestión de organizar milicias armadas [...] volvió a la comisión” encargada de preparar un documento sobre el tema, reportaba El Diario. La siguiente sesión se programó para el 7 de septiembre. Algunos participantes afirmaron, al recordar los sucesos décadas después, que la decisión se tomó porque se estaba agotando el dinero de que disponían los delegados, que por otra parte tenían que volver a sus bases para realizar consultas. Eduardo Mendizábal, dirigente del por-Masas en Sucre, recordaba: “Se dieron una vacación terrible. Suspendieron las sesiones por dos meses. Estaban desorganizados, unos en una parte, otros en otra parte. [...] Se salieron del [edificio del] parlamento, todos retornaron a sus casas y creyeron que el edificio iba a seguir esperándolos dos meses. No dejaron nada hecho, pues”. Sin embargo, agregó, “no estaba durmiendo la reacción” y se sabía bien que “Banzer siempre fue golpista”. Al preguntársele cómo se podía explicar la decisión de la Asamblea, respondió con amarga ironía: “¿Estarían muy cansados, pues? ¿Qué puedo decir?” Al recordar los sucesos, Grover Alejandro señala que no se tomaron medidas para preparar a los trabajadores ante la amenaza, aunque “ya se asomaba el golpe”.45 En efecto, la derecha no se inclinaba a esperar. Tenía amigos poderosos; recibía el apoyo decidido de sus correligionarios brasileños y argentinos, a la vez que la administración Nixon en Washington promovía los complots contra el gobierno de Allende al otro lado de los Andes. Los seguidores de Banzer en las fuerzas armadas se unieron a la Falange y el mnr (dirigido ahora por Paz Estenssoro) para preparar el golpe. Para aumentar sus fuerzas, contrataron pandillas de jóvenes matones conocidos como los “marqueses”. Se trataba de un golpe anunciado, preparado de forma intensiva desde al menos comienzos de abril. Ya para fines de julio, un titular de Masas no preguntaba si iba a haber un golpe, sino: “¿Para cuándo el golpe?”46

44 Strengers, Asamblea Popular, 160-161. Sobre la restauración posterior de los murales de Alandia, ver Presencia, 7 de noviembre de 1982. 45 El Diario, 3 de julio de 1971; entrevistas con Eduardo Mendizábal, 18 de enero de 2007, y Grover Alejandro, 16 de julio de 2004. 46 Masas, 24 de julio de 1971. El banzerista Fernando Kieffer Guzmán da detalles en su libro De cara a la Revolución del 21 de agosto de 1971 (La Paz: Kieffer Guzmán, 1999). El New York Times (30 de agosto de 1971) informaba que cuando el sistema de comunicaciones de Banzer cayó durante el golpe, el mayor Robert Lundin de la Fuerza Aérea norteamericana, asesor de la escuela de la Fuerza Aérea Boliviana en Santa Cruz, le dio acceso a su propio sistema de radio.

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En Laikacota han combatido Comenzó el 19 y 20 de agosto en el baluarte derechista de Santa Cruz. Sin embargo, Lechín declaró que el levantamiento no se extendería, porque el ejército mantendría su lealtad a Torres. Cuando las fuerzas de Banzer tomaron Cochabamba, el dirigente de la cob y otros voceros de la Asamblea en receso aseguraron que la sublevación golpista no llegaría a Oruro. En seguida, “la toma de esta ciudad les hace decir que no llegará a La Paz; cuando finalmente asoma a la capital, Lechín dice que la guarnición permanecerá fiel. Se le avisa que el Regimiento Bolívar viene sobre la ciudad: no lo cree”.47 El 20 de agosto, unas cien mil personas se concentraron fuera del Palacio Quemado, gritando a Torres y Lechín: “¡Armas, armas!” Sin embargo, Torres insistía “que era militar de honor y no podía permitir la sangría del pueblo”, recuerda Julio García, que había vuelto a la capital con cuatro camiones de mineros de Potosí. No obstante, “Torres no quiso dar armas”. Sin armas para defenderse, los mineros potosinos se dieron la vuelta y volvieron a sus campamentos.48 Funcionarios del gobierno de Torres usaron la Radio Illimani para convocar a los mineros de Oruro a sumarse a unidades militares leales en la “Operación Cien Pies – Aguilita Voladora”, una batalla para retomar el histórico centro minero. Repitieron el llamado incluso después de que dichas unidades se pasaron al lado golpista. Los mineros marcharon al combate y fueron masacrados. En La Paz, escribe Salazar Mostajo, se empezó a organizar la resistencia sólo después de que los regimientos locales se habían sublevado contra Torres y la fuerza aérea comenzó a bombardear la ciudad el 21 de agosto. “Pero ya el [Regimiento] Bolívar avanza por El Alto, ya no es posible armar barricadas ni fabricar bombas Molotof para impedir el paso de los tanques [...]”.49 “Más de 5.000 combatientes, pero un 90% sin armas”, reportaba Hugo González en un informe enviado a sus camaradas del Secretariado Unificado poco después del golpe.

A última hora se asaltó la Intendencia de Guerra y allí se encontró unos 1.300 ­fusiles Mauser viejos, de la Guerra del Chaco, algunos servían, otros no. Se peleó con ellos y con todo. Se buscaba entrar a la fortaleza militar de Miraflores, donde están los mayores depósitos de armas modernas. El ejército defendió esto con todas las fuerzas de que disponía, aviación, tanques, infantería, etc.50

47 Salazar Mostajo, Caducidad, 189-190. Son llamativos los paralelos con la reacción del Frente Popular español ante el estallido de la rebelión franquista en julio de 1936. 48 Entrevista con Julio García, 30 de julio de 2004. 49 Salazar Mostajo, Caducidad, 190. 50 Secretariado Unificado, Boletín de información, octubre de 1971, 24.

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La resistencia fue “completamente desorganizada”; la Asamblea no había hecho “absolutamente nada” para prepararla, recuerda Jorge Echazú. El militante maoísta formó parte del grupo que atacó la Intendencia y tomó los rifles. “Se rindieron los soldados y sacamos algún armamento, pero era obsoleto”.51 Sin embargo, se formaron “largas colas de voluntarios” para tomar los rifles, observa Salazar Mostajo. En poco tiempo, incluso estas viejas armas se agotaron. Las municiones escaseaban tanto que “a cada obrero le tocan uno o dos cartuchos. Muchísimos tienen que quedar como meros espectadores”. Mientras tanto, dirigentes campesinos de Norte Potosí afirmaron que ocho mil integrantes del regimiento Tupaj Katari de la federación campesina local “se hallan a la espera de instrucciones del gobierno para marchar al lugar que se les ordene para aplastar el golpe subversivo”.52 Estudiantes y trabajadores fabriles buscaron la manera de resistir. “No había ninguna dirección” de parte de los dirigentes partidistas, recuerda Edgardo Herbas; otros lo confirman. No obstante, jóvenes militantes del por-Masas como Herbas y Daniel Campos se unieron a las multitudes que exigían armas. Cundió la noticia de que la resistencia al golpe se concentraba al pie del cerro Laikacota, donde los civiles esperaban desplazar una unidad banzerista que había tomado este punto estratégico desde el que se domina la ciudad. “Nosotros, los elementos aguerridos”, dice Alfonso Márquez, “fuimos a combatir allá en Laikacota”. Márquez fue con veinte o más fabriles, encontrándose con Lechín y algunos dirigentes del mir al pie del cerro.53 La multitud avanzó por el cerro, frente al mortal fuego de los soldados. Herbas recuerda a los amigos y camaradas que cayeron muertos a su alrededor. Resueltos a desplazar a los efectivos golpistas, los jóvenes activistas siguieron disparando; después de aproximadamente cinco horas de combate, para su sorpresa, lograron tomar la posición del ejército por asalto. Asustados y desmoralizados, los soldados se rindieron; se les permitió largarse, dejando a varios que habían muerto en el combate. “Los primeros que tomamos Laikacota somos los poristas”, recuerda el activista de la fstmb Grover Alejandro. “Alfonso Márquez y yo tomamos los mejores armamentos y llevamos las ametralladoras” cuando los soldados se rindieron.54 51 Entrevista con Jorge Echazú, 7 de julio de 2004. (Alberto Echazú, hermano de Jorge y militante del mismo partido, que participó en la misma entrevista, se convirtió más tarde en Viceministro de Minería del gobierno de Evo Morales.) 52 Salazar Mostajo, Caducidad, 190; Presencia, 21 de agosto de 1971. Como secretario de milicias de la cob, Miguel Alandia repartió algunas armas, según Grover Alejandro (entrevista, 16 de julio de 2004). 53 Entrevistas: Edgardo Herbas, 1o de julio de 2005; Daniel Campos, 14 de julio de 2004; Alfonso Márquez, 7 de agosto de 2004. 54 Entrevistas: Edgardo Herbas, 1o de julio de 2005; Grover Alejandro, 16 de julio de 2004.

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Recuerda Jorge Echazú que Lechín se había instalado “en una tienda donde se tomaban refrescos, al lado del estadio. Dijo que la Fuerza Aérea nos iba a respaldar. Y aparecieron los aviones; entonces hicimos que bajara la gente, para que bombardearan las posiciones del ejército”. Pero los aviones empezaron a bombardear no a los soldados sublevados sino a los civiles que se les oponían: la Fuerza Aérea había salido en apoyo del golpe. Echazú fue a informar a Lechín. “¡Pero me han dicho, me han prometido!” exclamó el dirigente de la cob.55 Lo que Lora describe como la “idea generalizada –compartida hasta por nosotros marxistas– que las armas serían cedidas por el equipo militar gobernante”56 fue una ilusión mortal. Falsas también fueron las promesas de que los militares iban a “defender al pueblo”. Citando al general Reque Terán, la prensa había reportado en junio: “El Comandante del Ejército rechazó ayer terminantemente toda posibilidad de que las Fuerzas Armadas estén preparando un golpe subversivo y aseguró que la institución militar saldrá incluso a las calles para defender al actual gobierno”; en julio, el comandante recalcó que “ningún oficial está comprometido en acciones subversivas”.57 El 20 de agosto, Reque Terán visitó a Torres para jurar su lealtad, sólo para unirse al levantamiento castrense al día siguiente. Torres ordenó su detención, pero en poco tiempo Reque fue liberado, apareciendo de nuevo para comandar las fuerzas banzeristas en el centro de La Paz. Luego se convirtió en un importante integrante de la junta de Banzer. Recordando el desenlace de aquellos días, Grover Alejandro señala que después de tomar Laikacota, “nos dirigimos al Estado Mayor” con el objetivo de tomarlo, pero “allí vinieron las tanquetas del ejército, barriendo toditas las calles, tuvimos que escapar y fue el desastre”. Después de que los golpistas del Regimiento Castrillo, derrotados por la resistencia civil, batieron la retirada en Laikacota, el Regimiento Tarapacá –al que se había fortalecido expresamente para reforzar al gobierno de Torres– se unió al levantamiento derechista. En media hora sus tanques llegaron al centro de La Paz. Cuando estas reliquias de la Segunda Guerra Mundial alcanzaron el palacio presidencial, Torres se había ido, dejando a un teniente y seis soldados.58 René Poppe estaba en La Paz el 21 de agosto. El joven escritor era conocido por sus “cuentos mineros”, publicados después de que “Filipo” Escóbar le consiguió un trabajo en Siglo xx. El día del golpe, recuerda, acompañó a su amigo 55 Entrevista con Jorge Echazú, 7 de julio de 2004. 56 Lora, De la Asamblea Popular, 97, citado arriba. 57 Presencia, 24 de junio y 7 de julio de 1971. Al lado de la primera declaración se informaba: “El Comandante del Ejército opina que es necesario disculpar a los oficiales que ordenaron la masacre de mineros, el 24 de junio de 1967, porque no se puede edificar la patria sobre odios y rencores”. 58 Entrevista con Grover Alejandro, 16 de julio de 2004; reportaje de Marcha (Montevideo) publicado en Intercontinental Press, 13 de septiembre de 1971.

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Guillermo Lora en un recorrido a pie por las zonas de combate. En cierto momento, tuvieron que pegarse a una pared porque los soldados golpistas estaban disparando contra un grupo de obreros y estudiantes. “Hay una bala que cae más o menos a unos 20 centímetros de la cabeza del Guillermo Lora. Lleva su mano a la cabeza y agarra la carcasa, un pedazo de revestimiento de la bala, y me lo da, y me dice, ‘Carcasa’, y estaba tibia todavía. ‘Carcasa...’” Poppe dice que caminó con Lora durante aproximadamente seis horas, pero no vio al dirigente porista dar orientación o instrucciones a ningún militante de su partido. Por su parte, una activista alega que el 21 de agosto Lora llevaba un portafolio, del cual distribuía cinco balas a cada uno de una serie de cuadros, cada bala de un calibre distinto. Por irreal y apócrifa que parezca, la anécdota parece simbolizar la penosa falta de preparación que los militantes enfrentaron ese día.59 “En forma muy abierta hemos trabajado, en realidad no temíamos la muerte, que venga lo que venga, hay que trabajar”, recuerda el minero porista Pastor Peláez. “Como la derecha siempre es más fuerte que nosotros, cuenta con más dinero, en realidad el dinero es el que hace, entonces en ese momento frustran también el avance de la clase obrera”. Los izquierdistas y sindicalistas bolivianos “creímos mucho en nuestro poder”, dice Grover Alejandro, “creímos mucho que en este ascenso de masas no podían tocarnos”.60 Los activistas del por de González Moscoso también hicieron lo que pudieron para resistir el golpe. Sin embargo, un informe escrito por partidarios del Secretariado Unificado reconocía que “a pesar de su predicción del golpe, los tomó totalmente desprevenidos”. Entre los militantes muertos se encontraba Tomás Chambi, miembro del Comité Central del por-Combate que según los informes cayó al encabezar una columna de campesinos pobres que se habían movilizado contra el golpe. Otros escaparon de la muerte. Una activista que estaba vinculada al grupo de González recuerda que ella y dos compañeras encontraron en la calle un jeep que pertenecía al partido. Un campesino estaba sentado en el vehículo, dentro del cual estaba escondida una ametralladora que la organización había adquirido. “Le dije, ‘Este es nuestro jeep’. Él dijo, ‘No, es mío’. Salimos con él adentro todavía” y lograron evitar el arresto. Luego llevaron a varios dirigentes del partido a las embajadas del Ecuador y otros países.61 Al acercarse la noche, varios jóvenes trotskistas decidieron tratar de tomar un edificio que albergaba a marines norteamericanos. Fueron interceptados por una columna de falangistas. Herido, Daniel Campos cayó preso, lo que dio comienzo a un largo cautiverio: años de cárcel, de tortura y destierro.62 59 Entrevistas: René Poppe, 28 de junio de 2005; anónima, 5 de agosto de 2004. 60 Entrevistas: Pastor Peláez, 6 de agosto de 2004; Grover Alejandro, 16 de julio de 2004. 61 Report on Bolivia and Argentina, sin fecha, 6, h-jh, caja 57, carpeta 9; Pierre Frank, La Quatrième Internationale (París: Maspero, 1973), 147; entrevista anónima, 10 de julio de 2003. 62 Entrevista con Daniel Campos, 14 de julio de 2004.

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* * * En estos años convulsos, la fragilidad institucional del país se mostró de manera espectacular, mientras una fracción tras otra tomó la presidencia para poco después perderla. Las promesas del nacionalismo fueron sometidas a nuevas pruebas conforme la izquierda emergía de la clandestinidad y se alineaba con los militares populistas. Bajo el régimen de Torres, los activistas radicales se encontraron nuevamente en la cresta de una marea alta de influencia sindical, con nuevas esperanzas tras las terribles derrotas de la época de Barrientos. Los trotskistas bolivianos reconfiguraron sus alianzas. Trabajando con el Partido Comunista “moscovita”, volvieron a su papel de generar ideología para la cob, en la cual Juan Lechín ocupó de nuevo su papel histórico. El por de Lora podía justamente reclamar la paternidad legítima de la Asamblea Popular. Tanto más amarga fue la nueva derrota asestada en agosto de 1971 por los tradicionales enemigos de la clase obrera. La esperanza de que los militares nacionalistas de izquierda defenderían a los trabajadores, o que entregarían armas para que éstos se defendieran a sí mismos, resultó ser una ilusión suicida. En esos meses de 1970-1971 cuando se abrió un nuevo panorama político, a los trotskistas les parecía cercana la hora de encabezar nuevas victorias. En lugar de eso, tuvieron que enfrentar nuevas y desesperadas batallas en defensa de la existencia misma del movimiento obrero boliviano.

capítulo vii

De Banzer a Evo

El golpe de Banzer entregó el poder al “Frente Popular Nacionalista” integrado por militares derechistas, la Falange y el ala del mnr encabezada por Víctor Paz Estenssoro. En 1974, Banzer consolidó su poder a través de un “autogolpe”. Bajo la dictadura de Banzer, había que trabajar clandestinamente “para hacer la resistencia”, dice Pastor Peláez de Siglo xx. “Los poristas solíamos reunirnos en el cementerio de Llallagua, en la noche. Sabíamos hacer trabajos de noche, el pintado [de consignas], después el panfleteado, volantes, esos trabajos solíamos hacer”.1 Durante once largos años tras el golpe de 1971, los trotskistas bolivianos se vieron obligados a militar en la clandestinidad. Bolivia tuvo que pasar por nuevas convulsiones antes de que la oscura noche de la dictadura terminara en los años 80. Entonces volvieron los hombres y las mujeres de 1952, mientras la vieja alianza emenerrista se bifurcaba entre la “izquierda” frentepopulista y la derecha “neoliberal”. En una ironía de la historia boliviana, el presidente que había nacionalizado las minas, Paz Estenssoro, volvió para privatizarlas. La resultante reconfiguración social y política prepararía el camino para un nuevo movimiento indígena y la presidencia de Evo Morales. El Frente Revolucionario Antiimperialista Después del golpe de Banzer en agosto de 1971, el por de Lora estableció un frente político que unió a los partidos de izquierda con el depuesto presidente Torres y otras figuras políticas. Lora y otros dirigentes se refugiaron en el Chile de Allende; se les unieron más tarde algunos activistas jóvenes como Campos y Herbas. Reanudaron la publicación del periódico Masas y organizaron redes para llevarlo a Bolivia.2 1 2

Entrevista con Pastor Peláez, 6 de agosto de 2004. Entrevistas: Daniel Campos, 14 de julio de 2004; Edgardo Herbas, 1o de julio de 2005.

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Revolución permanente en el Altiplano: El trotskismo boliviano

Inmediatamente después del golpe, Masas publicó un “Mensaje a los señores jefes, oficiales, suboficiales, clases y soldados de las Fuerzas Armadas y de la Policía boliviana”. Titulado “Estamos con el pueblo” y firmado por el general Torres, el mayor Rubén Sánchez y otros “jefes, oficiales, suboficiales, clases y soldados en el exilio y la clandestinidad”, anunciaba: “nos hemos integrado al frente r ­ evolucionario anti-imperialista (fra), gran alianza popular de todos los sectores revolucionarios de Bolivia”. Recalca al final que “llamamos a cada uno de ustedes a engrosar las filas del frente revolucionario anti-imperialista (fra), que son las filas de la Patria Soberana y Libre que debemos forjar”, terminando con la frase del himno nacional, “¡Morir antes que esclavos vivir!”3 En noviembre de 1971, el fra publicó su Manifiesto, que comienza con el lema “¡Aplastemos la Dictadura Fascista y Forjemos el Gobierno del Pueblo!” y termina: “¡¡forjemos la unidad de los obreros, campesinos, e ­ studiantes y militares revolucionarios!!” En concordancia con estas consignas, la naturaleza política de la nueva alianza se señala claramente en el documento. “Patriotas: Este gobierno no es de los bolivianos”, enfatiza; “es un régimen títere de los yanquis”. Al delinear el punto de vista estratégico del fra, argumenta:



3

Si es evidente que el golpe de Agosto fue dirigido contra la independencia y la soberanía nacionales, contra la libertad y los derechos fundamentales del pueblo boliviano; si es cierto incluso que el golpe no pudo consumarse sin la previa anulación de los sectores progresistas de las ff.aa. que comenzaban a ocupar su puesto en el proceso de liberación del país; si es evidente, en fin, que el golpe fue dirigido contra la decisión popular de alcanzar la liberación nacional es, por tanto, innegable la necesidad de construir la unidad combatiente de todas las fuerzas revolucionarias, democráticas y progresistas, para iniciar la gran batalla en condiciones que ofrezcan una perspectiva real de poder popular y nacional. Esta no es una lucha que pueda culminar sólo con el concurso de una parte del pueblo oprimido: esta no es una batalla que compromete el interés de un solo sector del pueblo explotado, de una sola clase, institución o partido. La lucha está planteada entre la mayoría del pueblo boliviano, hoy sometido, y la dictadura reaccionaria de Banzer. Toda forma de sectarismo es contrarrevolucionaria. [...] La consigna irrenunciable es cerrar filas en torno al Frente Revolucionario Antimperialista, organizado por las fuerzas combatientes en la batalla de Agosto para la conquista del poder político por el pueblo.

Masas, diciembre de 1971; en esta cita y las siguientes, se ha reproducido las mayúsculas tal como aparecen en los textos originales. El número de noviembre incluye un mensaje del Mayor Sánchez, dirigido a los mismos sectores, acompañado de una consigna en letras grandes: “Frente Unido de los Bolivianos Para Evitar que los Gorilas Asalten las Minas”. El número de diciembre lleva otra declaración de Sánchez, titulada “Unidad de clases, Oficiales y revolucionarios”.

De Banzer a Evo

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Bajo la “hegemonía del proletariado, la clase dirigente del proceso revolucionario”, se llamaba “a los hombres y a las mujeres de Bolivia” a unirse a “los revolucionarios de las Fuerzas Armadas y la Policía”, los trabajadores y otros sectores en las filas del fra, “que asume desde hoy la conducción de la lucha que nos llevará al aplastamiento de la bestia fascista y a la victoria final”. El manifiesto fue firmado por el “General Juan José Torres González, ex-presidente de Bolivia”, las “Fuerzas Armadas Revolucionarias”, agrupación dirigida por Torres y Sánchez, junto con el por, el pcb, el partido maoísta, el mir, el eln, el prin y otros.4 En otro documento reproducido en Masas, se insistía: “El fra actuará como entidad unitaria en todos los frentes de la vida social (sindicatos, universidades, colegios, organizaciones populares, agro, etc.). El Frente presentará listas únicas en los eventos electorales de todo tipo”, señalaba. Además: “Los voceros propagandísticos del fra deben traducir su pensamiento unitario y no únicamente la línea parcial de uno o algunos de sus componentes”.5 La dirección del fra –en la que Guillermo Lora y otros líderes del por-Masas jugaron un papel central– hizo sus reuniones en Santiago de Chile, con la asistencia de Lechín, de representantes del pcb y otros partidos, junto con Torres y Sánchez. La combinación de frases sobre la hegemonía del proletariado y una alianza con el expresidente castrense se refleja en el libro de Lora sobre los acontecimientos de 1971, donde afirma: “En cierto momento, los nacionalistas con charreteras se convierten en aliados de la clase obrera y no en sus enemigos jurados”.6 Aunque el frente no logró mantenerse mucho tiempo como organización unitaria, el fra 4

El Manifiesto del fra fue publicado ampliamente. Hemos citado el texto tal como aparece en Masas, noviembre de 1971, que también cita la adhesión de las organizaciones que hemos mencionado. No menciona la firma de Torres; tampoco la del por-Combate de Hugo González. Estas sí fueron incluidas en la lista de firmas al publicarse el manifiesto en la edición del 14 de noviembre de 1971 de El Siglo, periódico del pc chileno, como se informa en Intercontinental Press, 6 de diciembre de 1971, y Revista de América (Buenos Aires), mayo-agosto de 1972. Por su parte, Torres se refiere a su participación en el fra en una entrevista publicada en Intercontinental Press, 25 de junio de 1973. Lora escribió más tarde: “Por primera vez se aglutinaron en la misma organización prácticamente todas las expresiones políticas de la izquierda, en cuyos programas están inscritos los objetivos de las diferentes clases sociales. [...] En el fra el nacionalismo de corte movimientista, es decir, burgués, estuvo representado, aunque no con extrema fidelidad, por el prin (lechinismo), por las far, una entidad conformada por nacionalistas uniformados, entre los que se contaban, al menos por breve tiempo, el mismo general Tórres”, y por una escisión del mnr silista llamada valor (Lora, El frente antiimperialista [La Paz: sin editorial, 1984], 30-31). “En los países atrasados y allí donde el llamado movimiento de liberación nacional comienza timoneado por el nacionalismo de contenido burgués”, argumenta, “resulta inevitable la inclusión de esta fuerza en el frente antiimperialista, pues se trata de arrancarle el control político de las masas” (ibid., 31; ver también 32). 5 Masas, mayo de 1972. 6 Lora, De la Asamblea, 82. La participación de Torres y Sánchez en las reuniones del fra en Santiago fue confirmada por otros participantes, entre ellos Filemón Escóbar (entrevista, 23 de septiembre de 1992).

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como concepto y consigna se convirtió en un pilar del programa del por-Masas. A pesar de incluir fuerzas nacionalistas burguesas, se aseveraba a finales de 1972 que el fra “ciertamente no es un frente ocasional, sino un frente para la toma del poder y la construcción del socialismo”. En años posteriores, el por llamó insistentemente a resucitarlo. El fra es “la gran línea táctica en nuestra época”, sostenía Lora en 1984, en un folleto dedicado al tema: “No se trata de una táctica ocasional [...] sino de una táctica con vigor permanente hasta tanto la clase obrera no tome el poder”.7 En 1971, la noticia de la formación del fra cayó como una bomba en el movimiento trotskista internacional. La alianza explícita con Torres fue especialmente controvertida. Lora defendió al fra airadamente contra los críticos que señalaron la similitud entre este bloque político y los “frentes populares” propugnados por los estalinistas. La disputa dividió al “Comité Internacional de la iv Internacional”, cuya sección francesa, dirigida por Pierre Lambert, tomó partido con el por en contra del grupo británico encabezado por Gerry Healy, que lo criticaba. El por-Combate también se adhirió al fra. Después de una crítica pública del Secretariado Unificado, el partido de González aprobó una resolución que califica al manifiesto del fra como “un documento oscuro que no delimita claramente las tareas de los revolucionarios bolivianos y deja la impresión de que se admitiera formas de gobierno de unidad nacional”. Por lo tanto, escribía el partido: “La suscripción de tal documento sin publicar al mismo tiempo sus críticas y delimitaciones formuladas, ha sido un error del cual se autocritica”. El grupo siguió participando en el fra como medida de “carácter táctico” a la vez que “ratifica su estrategia de lucha armada y guerra revolucionaria”, establece el documento.8 Desde París, los dirigentes del s.u. también reafirmaron su apoyo a la estrategia guerrillerista, declarando cinco días después de la caída de Torres que “ya la vanguardia revolucionaria, principalmente nuestros camaradas del por (sección boliviana de la iva Internacional), el eln, el ala Zamora del pc pro-chino, otros, prosiguen la lucha, organizan guerrillas”.9 7 8

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Masas, diciembre de 1972 (no 421; el no 420 lleva la misma fecha); Lora, El frente antiimperialista, 17-18. “Resolución del por Combate sobre el Frente Revolucionario Antimperialista”, sin fecha, y materiales asociados (marzo-abril de 1972), h-jh, caja 41, carpeta h-26. En un documento de “apuntes para una discusión” interna sobre el fra, el autor anónimo describe el punto de vista del por-Combate, la composición del frente y otros temas. Entre otras cosas describe la formación de un “Presidium, integrado por un delegado de cada organización política y las far”, y agrega: “Por consideraciones especiales fue invitado a integrar el Presidium el expresidente Gral. Tórrez, y últimamente Lechín, a título personal” (“El Frente Revolucionario Antimperialista boliviano”, marzo de 1972, 2). “Declaración de la iva Internacional sobre el golpe de estado reaccionario en Bolivia” (26 de agosto de 1971), en Secretariado Unificado, Boletín de información, septiembre de 1971, 2. Aunque los documentos del por-Combate citados en la nota anterior hacen referencia a la

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Diferencias con respecto a la política porista durante el gobierno de Torres subyacían a la ruptura de Filemón Escóbar con el por-Masas; de hecho, el dirigente minero consideraba que tanto el partido de Lora como el de González habían mantenido una posición ultraizquierdista frente al régimen depuesto. El dirigente estudiantil Víctor Sosa y algunos otros activistas jóvenes rompieron con Lora para fusionarse a la larga con el por de González, pero “Filipo” formó su propia organización, Vanguardia Comunista del por, que luego adoptó el nombre de Vanguardia Obrera. Distanciándose del trotskismo, se acercó a la perspectiva indianista conocida como katarismo (el nombre homenajea al dirigente del levantamiento de 1781, Túpaj Katari). Cirilo Jiménez, Benigno Ojeda y otros de “los que quedan como herederos del trotskismo en Siglo xx” –como Felipe Vásquez los llamó en 1992– establecieron su propio grupo, el por-De Pie, cuyos desacuerdos con Lora tenían que ver, en gran parte, con cuestiones organizativas. Como resultado de estas escisiones, la presencia del por-Masas en el movimiento obrero se redujo significativamente.10 En el plano internacional, el por-Combate mantuvo su afiliación al Secretariado Unificado. El por-t de Amadeo Vargas representaba la corriente posadista; ganó a algunos adeptos en la universidad paceña a finales de los años 70.11 El por de Lora se alineó durante varios años con la corriente internacional de Pierre Lambert, que también incluía a la organización argentina Política Obrera. Luego los grupos argentino y boliviano, al separarse de Lambert, formaron su propia corriente, que duró poco tiempo.12 Los años Banzer fueron un período de trabajo peligroso y minucioso para reconstruir las estructuras partidistas y sindicales destruidas por la dictadura. La actividad política abierta era imposible; realizar actividades políticas en las universidades era peligroso en el mejor de los casos; ninguna de las agrupaciones necesidad de un “plan militar” para una “guerra revolucionaria prolongada”, los resultados prácticos fueron escasos. El Zamora referido es Óscar Zamora Medinaceli, jefe del pcb (ml) que en 1970 dirigió algunas acciones armadas en Santa Cruz, convirtiéndose más tarde en alcalde de Tarija y prominente aliado de la derecha. 10 Entrevistas: Filemón Escóbar, 23 de septiembre de 1992; Juan Perelman Fajardo, 5 de julio de 2004; Felipe Vásquez, 4 de octubre de 1992. 11 Entrevista con Francisco Bedregal, 5 de julio de 2004. 12 La corriente lambertista se llamaba en aquel entonces el Comité de Organización por la Reconstrucción de la iv Internacional (corci). Política Obrera, dirigida por Jorge Altamira, se llama ahora el Partido Obrero; desde comienzos de los 70 fue aliado estrecho del por boliviano y defensor de sus posiciones en el movimiento trotskista internacional. Tras romper con el corci, po y el por formaron la Tendencia Cuartainternacionalista en 1979. Para mediados de los 80 se había producido el alejamiento entre Lora y Altamira, después del cual el grupo argentino comenzó a publicar críticas a la política del por desde la Revolución Nacional en adelante. En años posteriores po estableció la Coordinadora por la Refundación de la iv Internacional; el por creó su propia corriente, con secciones en Brasil y algunos otros países latinoamericanos: el Comité de Enlace por la Reconstrucción de la iv Internacional.

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trotskistas pudo mantener una presencia significativa entre los campesinos. En las minas, sin embargo, los activistas trotskistas lograron llevar a cabo una actividad importante, al construir “comités de base” para resistir a los “coordinadores laborales” (interventores) que el gobierno nombró como parte de su esfuerzo por destruir los sindicatos. Los mineros del por trabajaron generalmente con los del pcb y de otras organizaciones de izquierda para organizar los comités, que buscaban defender el nivel de vida y restaurar algún grado de representación colectiva de los trabajadores. La valentía de los militantes trotskistas que hicieron suya la tarea de representar a los mineros en esta situación ganó la admiración hasta de sus adversarios dentro de la izquierda. Edgar “Huracán” Ramírez era trabajador de la mina Unificada de Potosí; durante muchos años fue dirigente del pcb y llegó a ser secretario general de la cob. En su oficina de director del Archivo de Comibol en El Alto, busca una carpeta de la cual extrae una vieja foto, que muestra a un minero que entrega unos papeles a un militar uniformado. La foto data de 1975 y muestra la “actitud heroica” de un hombre que era su “enemigo ideológico”, explica Ramírez. Acompañado por la prensa y diplomáticos de países vecinos, Banzer había decidido “repetir” la ascensión triunfal de Simón Bolívar al Cerro Rico de Potosí. El comité de base, compuesto de cuatro militantes del por-Masas y cuatro del pcb, decidió que alguien tenía que hablar en nombre del sindicato minero que la dictadura había prohibido. “Sorteamos para decidir quién lo haría” y a Grover Alejandro del por-Masas le tocó la tarea de dar la “bienvenida” a Banzer con un discurso de denuncia. La foto le muestra en el acto de presentar el pliego petitorio de los mineros. La misión fue terriblemente peligrosa, pero Grover “aceptó meterse a la boca del lobo”.13 Grover Alejandro recuerda lo que dijo:

Quiero gritar y quiero manifestar al mundo entero de que los mineros ganamos menos de treinta dólares al mes; que nosotros los mineros, nuestra alimentación es arroz y fideo, griten eso al mundo; que vivimos en tiranía y que se ha traicionado el sueño de Bolívar de crear una sola nación [al] dividirnos en pequeñas republiquetas con odios y enconos entre sí. ¡Un pequeño dictador tratando de emular la grandeza de Bolívar!

Banzer había llevado un cheque con mucho dinero para el sindicato, “para comprarnos, pues”. Por lo tanto, Alejandro dijo: “Nosotros no podemos aceptar ese dinero, ese dinero está manchado con sangre obrera”. Mientras se acercaban los agentes, entregó el pliego petitorio a Banzer, diciendo: “Reciba usted esto, es el grito de rebelión de los explotados del país. ¡Sepultaremos su dictadura!” Tan pronto como terminó su discurso, “de ahí salí directo a interior mina nomás ya, 13 Entrevista con Edgar Ramírez, 29 de junio de 2004.

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los compañeros me han agarrado, me han dicho ‘corre’, no salí veinte días porque la represión era terrible”. El discurso fue reportado en “todas las radioemisoras mineras a nivel nacional”.14 Los militantes del por-Masas se encontraron entre el gran número de activistas que enfrentaron la brutal represión de los años Banzer. En febrero de 1973, la policía dinamitó la puerta de la casa de Hugo González, que tuvo la suerte de no estar allí en ese momento. Cuatro dirigentes de su partido fueron encarcelados y torturados.15 Edgar Ramírez fue deportado a Chile con el militante del porCombate y dirigente de los mineros de San José Paulino Juaniquina, que “me dio un pullu” (manta hecha de lana de llama) debido al frío terrible.16 En enero de 1974, todas las tendencias trotskistas denunciaron la “Masacre del Valle” que el régimen de Banzer realizó cuando el ejército atacó un pueblo cerca de Cochabamba, asesinando a unos 200 campesinos en una campaña para aplastar las protestas que se habían iniciado contra medidas de austeridad decretadas por el gobierno. El incidente, que voceros de la Iglesia llamaron “otro My Lai” –en referencia a la más conocida masacre de civiles realizada por ee.uu. en Vietnam– provocó un resurgimiento del movimiento campesino. Aunque el “Partido Indio de Bolivia” formado por el furibundo anticomunista Fausto Reinaga resultó ser efímero, durante este período germinaron nuevas corrientes políticas indianistas.17 El acercamiento del centenario de la Guerra del Pacífico (1879) distrajo la atención del país de su crisis interna. Chile, que en dicha guerra había conquistado el litoral boliviano, estaba ahora enfrascado en disputas sobre las fronteras con Perú y Argentina. Banzer, que cultivaba buenas relaciones con su colega Pinochet, planteó la posibilidad de establecer un “corredor” para que Bolivia pudiera lograr algún tipo de salida al mar. Masas tomó la oportunidad para fustigar al dictador como vendepatria, declarando: “Dineros del pueblo han educado a los Grls., que dizque tenían la misión de recuperar Antofagasta y anualmente juraban hacerlo. Banzer es demagogo, traidor a los sentimientos bolivianos y perjuro. Se ha esmerado, para servir a Pinochet, en hacer imposible la salida al mar”. Cuando Banzer hizo un acuerdo con Brasil para la compra de gas boliviano, Masas advirtió: “Entreguismo de Banzer enoja al ejército”. Este enfoque iba de la mano con la consigna de “bolivianizar el ejército” y un creciente énfasis en la necesidad de 14 15 16 17

Entrevista con Grover Alejandro, 16 de julio de 2004. Declaración del por-Combate, Intercontinental Press, 26 de febrero de 1973. Entrevista con Edgar Ramírez, 3 de enero de 2007. Silvia Rivera Cusicanqui, “Oprimidos pero no vencidos”: Luchas del campesinado aymara y quechwa 1900-1980 (La Paz: Hisbol, 2003), 156-167; Dunkerley, Rebellion, 212. En su Tesis india (La Paz: Ediciones pib, 1971, 85, 122-134), Reinaga llamó a continuar el Pacto Militar-Campesino y acusó a la izquierda de buscar convertir a Bolivia en colonia de la urss, Cuba y el Chile de Allende.

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formar una “tendencia revolucionaria” en el seno de las fuerzas armadas.18 En años posteriores, Masas reproducía materiales de Vivo Rojo, boletín descrito como publicación clandestina de dicha tendencia. Mujeres de las minas desafían a la dictadura El gobierno de Banzer llegó a su fin entre llamativos acontecimientos en los que los militantes trotskistas jugaron papeles centrales. A mediados de 1976, una serie de huelgas mineras se extendió por el país bajo la dirección de Grover Alejandro y otros militantes de izquierda. Después de la huelga de junio de 1976 en Siglo xx, la junta ofreció una jugosa recompensa para la captura, “vivo o muerto”, de Cirilo Jiménez, activista de la fstmb y del por-De Pie. En diciembre de 1977 Jiménez publicó un volante en el que se declaraba: “Los verdugos de hoy y de siempre que nos persiguen, apresan, torturan y exilian, más temprano que tarde, pagarán sus crímenes bajo la justicia proletaria”. Exigiendo “¡fuera de las minas el ejército!” denunció que los campamentos mineros habían sido declarados zonas militares.19 Casi mil mineros fueron despedidos como resultado de estas huelgas. El hambre y la represión sofocaban a las familias mineras en los campamentos en todo el altiplano. En respuesta, cuatro mujeres mineras de Siglo xx –Aurora Villarroel de Lora, Nelly de Paniagua, Angélica de Flores y Luzmila de Pimentel– lanzaron una huelga de hambre el 28 de diciembre de 1977, al instalarse en las oficinas del Arzobispado de La Paz acompañadas de catorce de sus hijos. El objetivo era ganar las cuatro demandas formuladas por el movimiento minero: la reposición de todos los obreros despedidos, el retiro del ejército de los centros mineros, amnistía general y respeto por las libertades sindicales y políticas.20 Para el gobierno, resultó imposible sofocar la protesta, que pronto se convirtió en un símbolo de determinación y valentía que electrizó a los trabajadores bolivianos. La huelga de hambre convirtió a Domitila de Chungara, que se sumó a la protesta, en una figura internacional. Menos conocido fuera del país ha sido el papel central que la militante porista Aurora Villarroel de Lora jugó en la p ­ lanificación 18 Masas, 30 de septiembre y 18 de agosto de 1977. Ver Lora, Causas de la inestabilidad política y de la crisis de las ff.aa. (La Paz: Ediciones Masas, 1983), 86, 109-112. Después de la caída de la dictadura militar, Lora fue invitado a dar una conferencia en la escuela de oficiales; ver Lora, Sindicalismo “político”: Conferencia pronunciada en la Escuela de Altos Estudios Nacionales de las Fuerzas Armadas de Bolivia (La Paz: sin editorial, 1984). 19 Dunkerley, Rebellion, 232; volante de Cirilo Jiménez Álvarez, Fortalecer nuestras trincheras de lucha es nuestra tarea del momento, 2 de diciembre de 1977, fbec. 20 Hay muchas fuentes sobre la huelga de hambre; la mayoría citan el informe de 1978 publicado por la Asamblea Permanente de Derechos Humanos. Para un análisis extenso, ver Jean-Pierre Lavaud, La dictadura minada. La huelga de hambre de las mujeres mineras. Bolivia 1977-1978 (La Paz: Plural, 2003).

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y lanzamiento de la acción.21 Hija de un minero despedido dos veces por sus actividades sindicales, entró al por como adolescente en 1968 y se casó más tarde con Andrés Lora. Lo que aprendió acerca del trabajo clandestino le sirvió bien bajo la dictadura. Vestida como “cholita”, iba a los cerros para reunirse con los camaradas y planear actividades partidistas. Aurora fue militante activa del Comité de Amas de Casa de Siglo xx. En una voz firme y animada describe cómo las cuatro viajaron a La Paz con sus hijos para lanzar la huelga de hambre en diciembre de 1977. “Teníamos que determinar qué se debía hacer” frente a los estragos provocados por los despidos en masa. “En un ampliado del partido, Andrés dijo, ‘Es el momento’. Dijeron algunos camaradas, ‘Es muy riesgoso’”. Sin embargo, Aurora planteó que “nosotros tenemos que hacerlo” y que ella iba a ser una de las que lanzarían la acción.

Las compañeras Nelly y Angélica, eran de Catavi, que estaban retirados sus esposos. Ellas estaban decididas a ir a la huelga con nosotras. La consigna era –sabíamos que nos iban a reprimir– era “todo por el todo”, irnos con nuestros hijos, que no podíamos dejar a nuestros hijos, y “hasta triunfar”, y si morimos igual, pero no damos un paso atrás, nada de bajas. Se determinó eso. Se dieron tres asambleas en La Paz. Todos me atacaban. Me decían que era intransigente, que deberíamos de esperar, los trotskistas están llevando esto, locas, que era una aventura... Bueno, si no quieren, no vayan, pero nosotras sí. Entonces entramos. Hicimos contacto y las cuatro determinamos. Incluso estaba Domitila, invitada por nosotras, yo le había invitado. Dije, “ahora o nunca”. [...] Vamos y los curas, todos nos atropellan: “¿Cómo, ustedes insensatas con los niños como escudo, cómo es posible?” [...] Dije que es un sacrificio que va a ganar.

Siguiendo la narrativa, Aurora recuerda una discusión en la que señalaba que se iba a llevar el mensaje al mundo: “La Domitila me preguntó, ‘¿Cómo crees que esto va a triunfar?’ Yo le expliqué: ‘¡Vamos a romper las fronteras!’ ‘¿Pero cómo, quién?’ me preguntó. ‘El por, ha preparado el por’, le dije”.22 Entonces, las mujeres iniciaron la huelga de hambre y las tentativas de romperla sólo intensificaron la simpatía que despertaba. Como Aurora Villarroel predijo, la gesta de las mujeres mineras tuvo un impacto mundial. La desesperada táctica, “ese desacreditado recurso político”, en palabras de Salazar Mostajo, asumió en esta ocasión “la categoría de una fuerza real de presión nacional e internacional”: la huelga de hambre creció hasta incluir a mil personas, duró tres semanas y desató protestas de masas. Banzer la atacó como una “verdadera conspiración 21 El estudio detallado de Lavaud confirma este papel crucial (La dictadura minada, 84-102). 22 Entrevista con Andrés Lora y Aurora Villarroel, 6 de agosto de 2004. Ver también: Aurora Villarroel con Eva Jiménez, “La huelga de las mujeres mineras”, Documentos (sin lugar de publicación), junio de 1978, 1-26.

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extremista”, pero se vio obligado a negociar y finalmente a aceptar las demandas, con la excepción del retiro del ejército.23 Las movilizaciones y protestas aceleraron el fin de su régimen. La amnistía y las libertades sindicales abrieron las compuertas para las organizaciones de izquierda y laborales. Para las elecciones nacionales ya programadas, Hernán Siles Zuazo, ahora jefe del mnr de Izquierda, se presentó como candidato de un nuevo frente popular, la Unión Democrática y Popular (udp), integrada también por el pcb, el mir, el indianista Movimiento Revolucionario Tupac Katari y otros grupos. El por de Lora llamó al voto nulo. El Partido Socialista presentó a Marcelo Quiroga, mientras que el prin lechinista, un grupo maoísta y otros formaron el Frente Revolucionario de Izquierda (fri), cuya candidata vicepresidencial fue Domitila de Chungara. Al fri se le unieron el por-Combate, la organización de Filemón Escóbar y el por-t posadista. Las elecciones terminaron con un flagrante fraude electoral. Refiriéndose a la amenaza del comunismo internacional, un sector de las fuerzas armadas hizo un nuevo golpe. En los siguientes dos años, cinco presidentes ocuparon el Palacio Quemado y se realizaron dos elecciones más. En los comicios de 1979, tanto la Vanguardia Obrera de Escóbar como el Partido Socialista de Quiroga presentaron candidatos propios. Un nuevo grupo que reivindicaba el legado trotskista se adhirió a la campaña de Quiroga: la Organización Socialista de los Trabajadores (ost), afiliada a la corriente latinoamericana dirigida por Nahuel Moreno, cuya consigna para Bolivia seguía siendo “¡La cob al poder!”. Los “morenistas” se hicieron de un espacio político en la universidad paceña y durante un período fueron asesores de un nuevo dirigente campesino en Cochabamba, Evo Morales. (Años después, el presidente Morales nombró como embajador boliviano ante la onu al exdirigente de la ost, Pablo Solón.) Las elecciones celebradas en julio de 1979 no arrojaron un ganador claro. Abundaron los extraños compañeros de cama: Paz Estenssoro recibió el apoyo de algunos maoístas, mientras los remanentes del estalinista pir se unieron a la Falange para apoyar al partido de Banzer, Acción Democrática Nacionalista. El empate terminó con Walter Guevara, otrora dirigente del ala derecha del mnr y autor de la “Antítesis de Pulacayo”, en el puesto de presidente interino por un año, a la espera de nuevas elecciones. En noviembre de 1979, sin embargo, se llevó a cabo otro golpe militar, con el que se entregó la presidencia al coronel Alberto Natusch Busch. En respuesta, se lanzó la primera huelga general en casi una década. La junta respondió con el asesinato y la “desaparición” de gran número de activistas de izquierda y sindicales. Frente al extenso repudio de la represión, el congreso realizó negociaciones cuyo 23 Salazar Mostajo, Caducidad, 192; Lavaud, La dictadura minada, 239; Dunkerley, Rebellion, 240241.

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resultado fue la entrega de la presidencia interina a una civil: Lidia Gueiler, una fundadora del prin, exesposa del dirigente “entrista” Edwin Möller y autora de un libro sobre el papel de la mujer en la Revolución Boliviana.24 Protestas de masas irrumpieron cuando Gueiler promulgó medidas de austeridad dictadas por el fmi. Los debates dentro de la izquierda ocuparon un lugar importante en el Congreso de Telemayu de la fstmb, donde Ascencio Cruz, militante trotskista de Siglo xx, presentó una resolución contra el apoyo a los políticos burgueses y el “cretinismo parlamentario”.25 La resolución ganó la ira tanto de Lechín como del pcb, que buscaban alinear al movimiento obrero para apoyar al frente popular de Siles. Frente a una escalada de ataques de grupos de extrema derecha a los militantes sindicales y de izquierda, la cob, junto con ambas alas del mnr, el mir, el pcb y otros, estableció el Consejo Nacional de Defensa de la Democracia (conade). El por de Hugo González se describió como “un componente importante” del conade, con lo cual mostraba que, junto con las otras secciones del Secretariado Unificado de Mandel, el partido se había distanciado de su anterior orientación guerrillerista. La sección boliviana del s.u. realizó un congreso en 1980, que “confirmó que la gran mayoría del por está compuesta de obreros y campesinos” y que el partido había ganado apoyo entre los estudiantes. Los delegados e invitados incluían a “cuadros sindicales de los principales sindicatos, mineros, campesinos de la región paceña [...] y un camarada que forma parte de la dirección nacional de la cob”.26 Por su parte, el por de Lora planteaba la “inviabilidad de la democracia” burguesa en un país semicolonial como Bolivia. A la vez que criticaba a los “electoreros” del conade por buscar “la ‘unidad nacional’ al servicio de la burguesía”, Lora escribió sin embargo que la situación política “aconsejó a los poristas intentar la transformación del conade desde la base, penetrando en sus comités para darles una orientación revolucionaria”, aunque “no hubo el tiempo suficiente para probar las bondades de la táctica”. Al criticar fuertemente al frente popular de Siles, la udp, el partido argumentaba a favor de “la movilización independiente de las masas”, declarando sin embargo que era “su deber revolucionario convocar a los partidos de izquierda a poner en pie un frente que innegablemente adquirirá los rasgos del fra”, llamado que incluía explícitamente a “los componentes de la u.d.p.”.27 De hecho, la organización recapitulaba conceptos y métodos –sobre 24 Lidia Gueiler Tejada, La mujer y la Revolución (La Paz: Los Amigos del Libro, 1983). 25 Cruz describió sus décadas de activismo en una entrevista que se realizó en su librería, el Tío de la Mina, en Oruro, 30 de julio de 2003. 26 International Viewpoint, 21 de marzo de 1983, 17; Intercontinental Press, 21 de enero de 1981 (citas retraducidas del inglés). 27 Guillermo Lora, Los electoreros sirven a la burguesía y al golpismo (La Paz: Ediciones Masas, 1980), 45; Lora, Autopsia del gorilismo (La Paz: Ediciones Masas, 1984), 106; Masas, 7 de agosto de 1981.

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todo con respecto a las direcciones existentes y la política frentista– que le habían caracterizado ya desde antes del 52. Un núcleo de activistas del por-Masas que trabajaban en distintas instituciones gubernamentales inició una intensiva campaña por la sindicalización. Alberto Bonadona, Sonia Sapiencia y otros emprendieron la publicación de un boletín llamado arte (Acción Revolucionaria de Trabajadores del Estado). A pesar de que la ley del trabajo prohibía la sindicalización de los funcionarios públicos, lograron finalmente establecer una federación con veinte mil afiliados, dirigida por células poristas con una membresía total de no más de quince personas. La represión gubernamental, incluyendo el arresto y la tortura de Bonadona y otros, no destruyó la campaña de sindicalización. Sin embargo, desacuerdos sobre estrategia y táctica causaron conflictos entre Lora y varios dirigentes de arte, que después de un tiempo salieron del partido.28 El magisterio se convirtió en un baluarte de la influencia del por-Masas. Miguel Lora ayudó a fundar la Unión Revolucionaria del Magisterio (urma), como tendencia dentro de la federación de trabajadores de educación urbana, cobrando fama en una huelga de hambre que casi provocó su muerte. En la capital, la urmista Vilma Plata llegó a ser la dirigente central de los maestros paceños. Poderosa oradora e incansable activista, desafiante ante innumerables detenciones y encarcelamientos, se convirtió en una figura importante, aunque disidente en muchas ocasiones, dentro de la cob, así como la voz más conocida del trotskismo boliviano después de Lora. “Los maestros trotskistas” llegó a ser una frase hecha; los periódicos citaban a Plata durante cada episodio de conflicto laboral, mostrándola en caricaturas, a veces con un matiz sexista, como encarnación del radicalismo “irrazonable”. Una composición irónica del cantante Luis Rico refleja la idea: “Los troskos dan a sus bases/La asignatura pendiente/Por la sociedad sin clases/¡Viva la huelga docente!”29 Un análisis del Banco Mundial se refirió al movimiento magisterial, con sus “dirigentes radicales como Vilma Plata y Miguel Lora”, como uno de los “actores sociales emergentes que pudieron paralizar al país” a comienzos del milenio. Bajo la dirección de la urma desde los años 80, la federación magisterial paceña ganó mejoras significativas para las bases, cuya mayoría “prefiere una dirigencia independiente y radical que ha logrado preservar privilegios que otros sindicatos han perdido”, según un análisis de la reelección de la urma en 2006 (frente a la oposición enérgica de seguidores de Evo Morales).30 28 Entrevistas: Arturo Bonadona, 30 de julio de 2004; Sonia Sapiencia, 3 de agosto de 2003 y 10 de agosto de 2004. 29 Entrevistas: Miguel Lora, 6 de agosto de 2004; Vilma Plata, 31 de julio de 2003 y 28 de junio de 2004; Luis Rico, “Cumbia que cumbia”, Luis Rico y su Banda “Show Caracol”, Discolandia slc14137 (2005). 30 Voice of the Poor and Taming of the Shrew: Evidence from the Bolivia Public Officials’ Survey (febrero de 2001), http://info.worldbank.org/etools/docs/library/206605/bol_po_results01.pdf; “El

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“Narcojunta de los cocadólares” En las nuevas elecciones realizadas en junio de 1980, ganó con una mayoría relativa la udp de Siles Zuazo. Las agrupaciones derivadas del trotskismo se encontraban divididas respecto a la política electoral: la de Escóbar se unió a la udp; el porCombate y el grupo morenista apoyaron la candidatura de Lechín, que se retiró a favor de la udp; los “trotskistas posadistas” se integraron a una pequeña coalición encabezada por los demócrata cristianos, pero al final su vocero Carlos Flores Bedregal fue elegido al Congreso en la lista de la udp. El por-Masas llamó a votar en blanco, nulo o pifiar el voto. El 17 de julio, día fatal para los trabajadores bolivianos, se realizó uno de los golpes más sangrientos de la historia boliviana, dirigido por un grupo de oficiales que se hicieron tristemente célebres a nivel mundial por la intensidad de su violencia y la asombrosa escala de su corrupción. La nueva junta fue encabezada por los coroneles Luis García Meza (un primo de Lidia Gueiler, quien le había nombrado comandante del ejército) y Luis Arce Gómez, un egresado de la Escuela de las Américas. Fuerzas paramilitares jugaron un papel central, como fue el caso del ataque a las oficinas de la cob en la sede de la fstmb, ubicada en el centro de La Paz. Marcelo Quiroga fue uno de los asesinados; Lechín y decenas de otros fueron detenidos. El edificio fue destruido y reducido a un lote baldío, símbolo de la tentativa de la junta de borrar totalmente al movimiento obrero. Adentro, el mural “Huelga y masacre” de Alandia fue fragmentado en varias piezas, “rescatadas” más tarde por su hijo. Recuerda “Fernando”, un activista extranjero que trabajaba con uno de los grupos trotskistas: “Fui con unos camaradas para tratar de llegar a las oficinas de la cob, pero los militares ya habían ocupado el área. Nos fuimos pues a El Alto, donde ayudamos a construir unas barricadas, luego tuvimos que ocultarnos. La opinión era que ya no había forma en que yo pudiera hacer nada productivo dentro del país”. Su tarea entonces fue llevar datos cruciales al mundo exterior. “Los camaradas me dieron una lista de presos políticos en papel cebolla. No leí la lista; no quería saber más de lo necesario. La envolvimos en plástico y la metimos dentro de un tubo de pasta dental. Pesamos la pasta dental antes y nos aseguramos de poner de nuevo la cantidad suficiente para que pesara lo mismo. Fue más fácil de lo que suena”. En el aeropuerto, encontró a un turista sueco que aceptó llevar el tubo en el avión; cuando llegaron a Lima, el joven lo devolvió. trotskismo gana la Federación de Maestros de La Paz con 47%” (4 de junio de 2006), http:// www.bolpress.com/art.php?Cod=2006060401. Ver también: Guillermo Lora, Juan Pablo Bacherer, Elena Gentino y Vilma Plata, Sindicalismo del magisterio, la escuela y los campesinos, Reforma Universitaria (La Paz: Ediciones Masas, 1979); Miguel Lora, Luchemos por una nueva educación (La Paz: sin editorial, 1991).

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Fernando llamó a un número telefónico, con lo cual se arregló la entrega de la lista a la persona indicada.31 La junta se hizo famosa por sus vínculos con los cárteles narcotraficantes que habían establecido una relación simbiótica con los escuadrones de la muerte conectados con Klaus Barbie, el exoficial de la ss hitleriana conocido como el “Carnicero de Lyon”. Al fin de la Segunda Guerra Mundial, Barbie fue uno de los criminales de guerra nazis transportados secretamente por la “línea de ratas” bajo la protección de los servicios de inteligencia de ee.uu. Llegó a Bolivia en 1951; Siles Zuazo le hizo ciudadano en 1957; y Barrientos le encargó fondos para un fantasmagórico “buque de guerra boliviano” que supuestamente se utilizaría en el Lago Titicaca. Radicado en Santa Cruz, Barbie organizó grupos de admiradores de Hitler –entre ellos los Novios de la Muerte– vinculados con organizaciones neofascistas en Europa. El por-Masas ayudó a desenmascarar estos nexos.32 La “narcojunta” ensangrentó al movimiento trotskista, pero no lo destruyó. La tentativa de desarraigar el radicalismo de las minas fue una alta prioridad para los coroneles, al igual que para sus antecesores. Los militares encargados de la administración de Comibol mantuvieron un estrecho seguimiento de los activistas trotskistas y otros “agitadores” mediante los reportes detallados producidos por su red de informantes. El aparato de seguridad también reforzó la atención a los activistas universitarios. Víctor Sosa, renombrado desde la Revolución Universitaria de 1970-1971, fue encarcelado. Carlos Flores del por-t fue uno de los asesinados en el ataque a la sede de la cob. Numerosos otros fueron perseguidos, torturados, en muchos casos ejecutados o “desaparecidos”.33 Los trotskistas bolivianos hablan con estoicismo de la cárcel y la tortura, pero muchos militantes tienen aún las cicatrices de esta experiencia. En 1981 el por-Masas publicó un folleto especial de narrativas de militantes sobre sus experiencias de tortura y resistencia. “No convertiremos la prisión en una alta virtud del militante, la virtud consiste en frustrar los planes policiales”, observa la introducción. “Vale la pena leer los testimonios de los trotskystas que se han convertido en la personificación de los militantes duros que nunca hablan ante los torturadores, importando poco los métodos que empleen”.34

31 Entrevista con Fernando, 25 de mayo de 2006. 32 Ver “Klaus Barbie and the Bolivian Navy”, Workers Vanguard (Nueva York), 20 de mayo de 1983; Ted Morgan, “The Barbie File”, New York Times Magazine, 10 de mayo de 1987; también los materiales reproducidos en Guillermo Lora, Nuestra posición frente al narcotráfico (La Paz: Ediciones Masas, 1982). Con respecto a la junta, un texto clásico es el de Gregorio Selser, Bolivia: El cuartelazo de los cocadólares (México: Mex-Sur, 1982). 33 Ver, entre otras fuentes, Para que no se olvide: La dictadura de Luis García Meza (La Paz: ­ sofamd, 1997), que incluye un ensayo de Francisco Bedregal sobre Carlos Flores, junto a con otros materiales valiosos. 34 Testimonios de la represión en Bolivia (sin editorial: Célula Central en Europa del por, 1981), 1.

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El nivel extraordinariamente alto de corrupción y de brutalidad que caracterizaba a la junta –incluyendo sus negocios de cocaína, la ejecución sumaria de ocho dirigentes del mir (algunos de ellos miembros de familias prominentes), así como las disputas sangrientas que irrumpieron entre sus propios adherentes– llevaron a su creciente aislamiento internacional. Una ola de protestas obreras estalló contra la represión y las medidas de austeridad inspiradas por el fmi, mientras que el ejército sufrió nuevas convulsiones y conflictos internos. En agosto de 1981, las fuerzas armadas echaron a los narcodictadores para llevar al poder a militares menos extravagantes. El por de González informó: “En noviembre de 1981, nuestros camaradas mineros, encabezados por Felipe Vásquez, instaron a los mineros de Huanuni a organizarse [...] para enfrentar a la dictadura. Todos nuestros camaradas, incluyendo al camarada Vásquez, fueron arrestados y torturados brutalmente”.35 No obstante, la combativa huelga de Huanuni asestó un golpe mortal a la serie de juntas militares al extenderse a otras minas e industrias, obligando al gobierno a permitir que la cob saliera de la ilegalidad. De la junta al frente popular Desacreditadas y “quemadas” después de años en el Palacio Quemado, las fuerzas armadas decidieron permitir que el congreso elegido en 1980 decidiera la sucesión. La cob convocó una huelga general hasta que los “gorilas” aceptaran ceder el poder. En la gigantesca manifestación del 14 de septiembre de 1982, Filemón Escóbar fue uno de los principales oradores. Aunque adoptó una posición crítica hacia la udp, insistió en que se permitiera que ésta tomara posesión.36 Al mes siguiente, Hernán Siles Zuazo, cofundador del mnr y represor de los mineros durante su primer mandato presidencial (1956-1960), fue instalado de nuevo en el palacio presidencial, donde encargó los ministerios a nacionalistas de izquierda, voceros del mir y dirigentes del pcb. No fue un momento propicio para los gobiernos de frente popular, ya que América Latina se encontraba bajo la mira de Ronald Reagan y su ofensiva anticomunista. Las dificultades de la udp se exacerbaron por la alta inflación junto con las crisis fiscales heredadas de sus antecesores. Siles se encontraba entre las demandas de austeridad del fmi y las reivindicaciones de los sectores populares que le habían llevado al poder. La mezcla combustible de altas expectativas y duras condiciones de vida alimentó la creciente turbulencia social. Cuando el Congreso boliviano no aceptó el programa antinarcóticos de Siles, el mandatario se declaró en huelga de hambre. Incapaz de satisfacer las exigencias obreras, la udp estaba en curso de colisión 35 International Viewpoint (Amsterdam), 21 de marzo de 1983, 1 (cita retraducida del inglés). 36 Dunkerley, Rebellion, 343.

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con el movimiento obrero, con lo cual los integrantes de izquierda de la coalición se vieron en una posición vulnerable, especialmente el pcb, que tenía un pie en el gabinete y otro en la dirección de la fstmb y de la cob. Ante esta situación, los trotskistas bolivianos realizaron algunos adelantos, aunque no lograron un avance fundamental que transformara su grado de influencia en los movimientos sociales. La urus, la organización juvenil del por-Masas, reclutó a muchos activistas universitarios y ganó las elecciones en la umsa. La influencia del grupo también reflejaba su asociación con varios profesores prestigiosos, entre ellos los físicos Alfonso Velarde y Jaime Burgos. Mecanografiado y mimeografiado de forma laboriosa todavía, el semanario Masas alcanzó un alto tiraje y una vigorosa distribución en los barrios obreros, las zonas fabriles y los recintos universitarios. Los militantes produjeron muchas otras publicaciones, entre ellas Universidad Revolucionaria y Qué Hacer (urus), boletines de la Federación Universitaria Local, y Emancipación, vocero de las “Brigadas Femeninas de urus, urma, Profesionales y Barrios” bajo el lema: “Sin revolución no hay liberación de la mujer, sin participación de la mujer no hay revolución”. La Brigada Sindical Revolucionaria del partido de Lora intervino en los congresos mineros, en los que a veces le prestaron oído los sindicalistas a quienes la lealtad del pcb a Siles les causaba repulsión.37 Habiendo construido células entre fabriles, campesinos y otros sectores plebeyos, Daniel Campos, organizador de la región paceña del por-Masas, propuso que el partido estableciera oficinas públicas y lanzara una enérgica campaña de reclutamiento, particularmente entre la clase obrera. Lora se opuso, posición que desde la óptica de Campos condenaba al partido a la esterilidad. El choque fue uno de una serie de conflictos entre dirigentes más jóvenes y Lora, que en un momento declaró de forma dramática su renuncia del Comité Central y lanzó su propia revista personal, La Colmena. A finales de 1983, en lo que causó un profundo shock para Gonzalo Trigoso, Campos y otros cuadros, Lora presentó una moción para la disolución del por, retirándola al último momento.38 En su agitación cotidiana, el partido presentaba un programa en dos niveles: la demanda de un salario mínimo vital con escala móvil para ajustarlo a los aumentos del costo de vida; y la consigna de “revolución y dictadura proletarias”. Estas frases se encontraban pintadas en las paredes a lo largo del país, adquiriendo un carácter casi ritual puesto que pocas veces se concretaba la conexión entre ellas o las formas organizativas que se necesitaban para lograrlas. Con una postura menos dura hacia la udp, el por-Combate se esforzó por establecer una presencia visible y reclutar nuevos militantes. Al salir de la 37 Entrevistas: Jaime Iturri Salmón, 3 de septiembre de 1999; Ascencio Cruz, 30 de julio de 2003. 38 Entrevistas: Daniel Campos, 14 de julio de 2004; Gonzalo Trigoso, 19 de julio de 2004; Sonia Sapiencia, 3 de agosto de 2003. Ver también Juan Pablo Bacherer Soliz, Represión política en el Partido Obrero Revolucionario (La Paz: Ediciones Trinchera, 1994), 28-29.

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c­ landestinidad, sus activistas reanudaron el trabajo abierto en los sectores sindicales, campesinos y estudiantiles. En julio de 1983, el grupo se fusionó con exmilitantes del por-Masas encabezados por Víctor Sosa, en un congreso de 150 delegados que representaban a obreros fabriles, maestros, campesinos, estudiantes y mineros, “procedentes de La Paz, Huanuni, Siglo xx, Potosí, Oruro, Cochabamba, Santa Cruz, Escoma [y] San José”. Al adoptar el nombre por Unificado (por-u) y lanzar el periódico Bandera Socialista, señaló: “Los trabajadores están ansiosos [...] de saber cuáles son los pasos concretos hacia la unidad, hacia la unidad en los frentes, en torno a bloques, o en relación a lo que también puede llamarse Frente Superior de la Izquierda”.39 Pronto, el partido dio otro paso hacia esa meta. En el congreso de septiembre de 1984 de la cob, el por-u y el por-De Pie se unieron al prin lechinista en la flamante Dirección Revolucionaria Unitaria (dru), que también incluía al Movimiento Revolucionario Tupac Katari, un partido estalinista proalbanés y otros. Al proclamar su antioficialismo, o sea su oposición al gobierno de Siles, la dru derrotó a la lista del pcb. Las jornadas de marzo: “¡Obreros al poder!” Al intensificarse los conflictos entre el movimiento obrero y el gobierno de la udp, los mineros estallaron una huelga tras otra y realizaron innumerables marchas en contra de las medidas de austeridad. A comienzos de 1984, el que escribe estaba caminando en el centro de La Paz cuando un destacamento de policías antimotines bloqueó la calle. “¿Qué pasa?” pregunté. “Son los cascos café, están protestando” me dijeron. Me acerqué a un minero que descansaba en la acera para preguntarle acerca del motivo de la protesta. Secundado por sus compañeros, me dijo: “Somos de la clase proletaria, este país vive de nuestro trabajo. Este gobierno, la udp, dice ser un gobierno del pueblo, pero cuando queremos marchar al palacio presidencial para que escuchen nuestras reivindicaciones, mandan a su policía para reprimirnos”. Habían venido de Siglo xx. Invitado a la asamblea que realizaron en los escombros del viejo edificio de la fstmb, me llamó la atención que lo que más les interesaba platicar con un visitante norteamericano no eran las particularidades de su situación, sino la guerra civil en El Salvador y la resistencia de Nicaragua frente a la embestida de los contras de Reagan. Si estos sectores obreros, altamente politizados y dotados de una tradición de movilización combativa, ya se estaban volcando contra el frente popular de Siles, un nuevo estallido social sólo era cuestión de tiempo. El estallido llegó en marzo de 1985, cuando los mineros encabezaron movilizaciones masivas que una vez más plantearon la cuestión de la revolución en el 39 Bandera Socialista no 1 (julio de 1983).

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altiplano. Doce mil trabajadores del subsuelo ocuparon La Paz en una rebelión contra las medidas de austeridad de la udp y la caída en un 40 por ciento de los salarios reales que los trabajadores bolivianos habían experimentado desde 1980. La historia revolucionaria del país parecía levantar la cabeza en cada intersección de las arterias principales, donde los piquetes, armados de dinamita, se desplegaron. Los efectivos de la policía y del ejército abandonaron las calles; ahora eran los destacamentos mineros los que patrullaban las calles de la capital. Los huelguistas se reunían todos los días en el Teatro al Aire Libre, a poca distancia de Laikacota. La consigna “¡Obreros al poder!” reverberaba una y otra vez en las manifestaciones de masas. El “papel de vanguardia” de los mineros, arraigado en su memoria clasista, se impuso de nuevo. Al paralizar la capital, su movilización polarizó a sus habitantes. Sectores enteros de la población plebeya y de clase media se pasaron al lado de los obreros. Las mujeres de los mercados se organizaron para dar comida a los huelguistas; otros sectores se encargaron de darles alojamiento. Para los activistas empapados de las imágenes de la Revolución Bolchevique, ésta fue una oportunidad revolucionaria clásica. ¿Qué podría ser más parecido a un “soviet” que las asambleas de masas celebradas cada día por los mineros? Los paralelos iban más lejos: el masivo descontento obrero ponía en tela de juicio a un gobierno de frente popular; desacreditados, los dirigentes vinculados a dicha coalición se encontraban en un callejón sin salida; ante la creciente radicalización de las capas trabajadoras y pobres, las fuerzas sociales se polarizaban y se realineaban; el núcleo del proletariado nacional cristalizaba el descontento popular: la situación se acercaba de manera extraordinaria al panorama original de la “revolución permanente”. ¿Había llegado por fin “la hora del trotskismo”? El presidente Siles, otrora discípulo de Aguirre Gainsborg, temía en efecto que ese fuera el caso. De manera estridente, advertía contra “la dirigencia trotskista y neotrotskista” del movimiento sindical, que supuestamente planeaba “la toma del poder a través de acciones violentas”.40 Sin embargo, los trotskistas bolivianos no tenían ninguna orientación clara para que “Obreros al poder” se transformara de consigna en realidad. Atados todavía a “el viejo Lechín”, veían su tarea como la de azuzar la combatividad obrera y aportar propaganda general sobre la necesidad de la revolución. Masas, publicado cada día durante la huelga, centró su agitación en el “salario mínimo vital con escala móvil”. Era claro que Siles no lo iba a aceptar. ¿Qué hacer entonces? Nadie planteaba una respuesta concreta. No se realizó ningún esfuerzo sistemático por vincular las asambleas mineras con los demás sectores obreros, campesinos y de la población urbana empobrecida, cuyo entusiasmo esperanzado 40 Hernán Siles Zuazo, “Quiero evitar una guerra civil”, Cambio 16 (Madrid), 22 de marzo de 1985, 96.

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se despertaba por la huelga. Nadie luchaba para que estos sectores eligieran sus propios delegados para transformar a las asambleas en un centro organizativo para la toma del poder. De hecho, Masas había señalado: “La desviación pequeñoburguesa ultrista, ultimatista y subjetivista, consiste en decretar que ahora o mañana deben estructurarse soviets con tal o cual nombre”, a la vez que recalcaba: “No debe olvidarse que el p.o.r. fue uno de los arquitectos del f.r.a. y que nunca ha cesado en su empeño por reactualizarlo”.41 La referencia al fra no apareció de la nada: en las coyunturas críticas, el “frente antiimperialista” volvía al centro del escenario como fórmula para los bloques con la dirección laboral lechinista y los políticos nacionalistas. Lechín dejó que los mineros siguieran sin perspectiva clara hasta que las protestas comenzaron a perder fuelle. El 24 de marzo, el por de Lora, el por-u de González y el grupo morenista firmaron una declaración con el prin nacionalista de Lechín y otros grupos, reproducida en Masas, en la que las organizaciones firmantes afirmaban “nuestra decisión de corresponder al permanente pedido de las bases obreras, campesinas y de clase media y a las exigencias de la cob para mancomunar nuestros esfuerzos y organizar el instrumento político que lleve al logro de los objetivos históricos de los trabajadores”. Lo que esto significaba en la práctica era lo siguiente: en el momento en que Lechín jugaba de nuevo su papel histórico de desmovilizar una lucha fundamental, los trotskistas bolivianos se le unieron en un bloque más, declarando que compartían con el dirigente cobista los mismos “objetivos históricos”. Sin embargo, Lora argumentaba en La ­Colmena: “Eran las mismas masas las que, en el punto crucial de la lucha de clases, sacaban de su cabeza sus ideas preconcebidas, sus prejuicios, como un muro que se oponía a su propia acción”, porque “todavía precisaban un mayor desarrollo en su conciencia”.42 La mayoría de la dirección de la cob votó por levantar la huelga. Cuando los mineros se reunieron en una asamblea de despedida, juraron: “Volveremos”. Venganza del Thatcher criollo Ya que ninguna de las demandas centrales de la huelga fue resuelta, cundió la desmoralización en el movimiento obrero. Cuando Siles convocó elecciones anticipadas, sectores que habían mirado hacia los mineros en busca de una salida a la desesperada situación giraron ahora bruscamente a la derecha. Muchos que antes habían votado por la udp decidieron dar su apoyo a candidatos derechistas como Banzer y Paz Estenssoro. Parecía que la historia iba hacia atrás, cuando Siles fue sustituido en el poder por su envejecido ex Jefe Paz. 41 Masas, 23 de noviembre de 1984. 42 Masas, 24 de marzo de 1985; La Colmena (La Paz), 1o de noviembre de 1985.

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Filemón Escóbar se presentó como candidato a vicepresidente en la lista katarista del dirigente campesino Genaro Flores. Su excamarada Lora movilizó una campaña electoral a gran escala en los comicios de 1985. Declarando “Esta es nuestra hora” y “La situación revolucionaria se profundiza”,43 el por-Masas presentó a Lora y Ascencio Cruz como candidatos a presidente y vicepresidente respectivamente, junto a listas completas a lo largo del país, compuestas en gran parte por exmilitantes y simpatizantes. Inundado por la marea derechista, sólo recibió el 0,79 por ciento de los votos. Al enfrentar voces opositoras dentro del partido, Lora expulsó a jóvenes militantes que le criticaban, entre ellos algunos que formaron un grupo llamado Poder Obrero, que por un tiempo publicó un boletín antes de desvanecerse. Víctor Paz entró al Palacio Quemado ahora no como denunciador del imperialismo y de la masacre minera de Catavi, sino como versión criolla de Margaret Thatcher, la privatizadora por excelencia y enemiga acérrima del sindicalismo minero. Asesorado por el economista de Harvard Jeffrey Sachs y el joven tecnócrata Gonzalo Sánchez de Lozada (dueño de minas privadas), Paz estaba resuelto a blandir el arma del ajuste estructural hasta desaparecer a la federación minera. Se aprovechó de la caída estrepitosa del precio del estaño para cerrar la mayor parte de las minas que él había nacionalizado en 1952. La medida privatizadora, el Decreto 21060, se hizo sinónimo de la miseria y la derrota para los trabajadores bolivianos. Tema de innumerables canciones y consignas de protesta, el 21060 otorgó a los patrones amplios poderes para despedir a los obreros que osaran ir a la huelga, a la vez que entregaba la infraestructura y un sector productivo tras otro al capital privado, en gran parte extranjero. Un tema que requiere de mayor investigación es la política específica que dentro del movimiento minero fue propugnada por las distintas corrientes trotskistas frente al 21060.44 Como resultado del “decreto maldito”, los mineros despedidos fueron “relocalizados” a regiones alejadas de sus campamentos históricos. Muchos fueron a la ciudad de Cochabamba y a los trópicos cercanos donde se cultiva la coca. Uno de ellos fue Abraham Grandydier. Hijo de un dirigente campesino que fue a trabajar en Siglo xx, él también se convirtió en minero y luego se relocalizó en la ciudad de Cochabamba, donde se combinaron “dos experiencias muy importantes, la experiencia comunitaria andina que viene de las comunidades del área rural” y “la experiencia sindical vivida en las minas” llevada por los trabajadores 43 Masas, abril de 1985. 44 El dirigente minero Felipe Vásquez, adherente del por de González, afirmó que en la Federación Minera los seguidores de Lora “incentivaron el retiro voluntario, con el criterio de llevar la revolución de la mina a la ciudad o al campo”, argumentando que “hay que pelear por el mejor beneficio para irnos”; y que al convertirse en “teóricos de eso” se produjo la “liquidación” de su influencia entre los mineros de Siglo xx. (Entrevista con Felipe Vásquez, 4 de octubre de 1992.)

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relocalizados. Otros se fueron a El Alto, donde “hoy, los exmineros encabezan muchas de las organizaciones sociales”, como comentó Feliciano Muruchi Poma, otrora sindicalista de Siglo xx que después de trasladarse a dicha ciudad se hizo activista de una asociación local de expresos políticos y de la Central Obrera Departamental alteña.45 En septiembre de 1985, miles de mineros, con sus esposas e hijos, realizaron una desesperada “Marcha por la Vida” en la carretera a La Paz. Las fuerzas armadas rodearon a los manifestantes, obligándolos a detenerse, imponiendo así una nueva y amarga derrota. “Los mineros y otros trabajadores sindicalizados que llevaron a Paz al poder [...] en 1952 son ahora vistos como el enemigo”, observaba un reportero británico. Para llamar la atención pública a su situación, algunos recurrieron a dolorosas formas de autosacrificio. Angel Capari inventó la táctica que llama “autocrucifixión”: él y otros se colgaron durante varios días de enormes crucifijos en el centro de La Paz. Una revista española informó: “El Gobierno, por supuesto, denunció la teatralización. Acusó a los trotskistas de manipular a estos pobres diablos”.46 En mayo de 1988, el papa Juan Pablo ii llevó su propio crucifijo a Bolivia. Masas proclamó: “¡No a la religión de los opresores! ¡Viva la Pachamama!” (deidad andina de la madre tierra), explicando la posición del por-Masas “de repudio a la religión de los opresores y apoyo a la afirmación de la cultura y religión de las nacionalidades oprimidas” quechua y aymara. Conforme la “guerra contra las drogas” norteamericana incrementaba la presión contra el cultivo de la coca, el partido de Lora llamaba a “imponer el respeto al libre cultivo, comercialización e industrialización de la coca generando un poderoso movimiento que recurra a la acción directa para ello, ligando a su vez el problema con las reivindicaciones de los demás sectores”.47 El nuevo movimiento social que los campesinos cocaleros organizaron en los siguientes años combinaba la defensa de la hoja de coca con una creciente afirmación de la cultura, la historia y los idiomas de los pueblos indígenas. El epicentro de este movimiento fue la provincia cochabambina del Chapare. El camino al Chapare empieza en la ciudad de Cochabamba, a una cuadra de la vieja casa donde “el camarada Warqui” –Oscar Barrientos, que refundó el por después de la muerte de Aguirre Gainsborg– pasaba sus días. En el trópico de Cochabamba, el exporista Filemón Escóbar dirigió seminarios de formación política en los que los cocaleros relacionaban los problemas contemporáneos con la discusión de 45 Entrevista con Abraham Grandydier, 23 de marzo de 2007; ponencia de Feliciano Muruchi Poma sobre los movimientos sociales urbanos, cuny Graduate Center, Nueva York, 5 de abril de 2006. 46 South (Londres), noviembre de 1986, 30; entrevista con Angel Capari, 5 de agosto de 2004; Cambio 16, 29 de mayo de 1989, 84. 47 Masas, 11 y 25 de mayo de 1988.

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documentos como la Tesis de Pulacayo. Habiendo llegado a la conclusión de que “la revolución viene del Chapare, porque no pudo venir de las minas”, Escóbar se convirtió en asesor de las “seis federaciones del trópico”.48 La combatividad y la flexibilidad organizativa del sindicalismo cocalero debían bastante a los mineros “relocalizados”. Como resultado del cierre de las minas, señala una biografía de Evo Morales:

Miles de mineros, ya sin fuente de trabajo, migraron hacia las ciudades (especialmente El Alto, vecina a La Paz) y otros decidieron probar suerte con el cultivo de coca, en regiones como Chapare, en el trópico de Cochabamba. En su nuevo hábitat, muchos abandonaron sus antiguas tradiciones y apostaron a pequeños negocios familiares, pero otros “reinvirtieron” su “capital militante” en nuevos tipos de organizaciones: juntas vecinales en El Alto y sindicatos de cultivadores en el Chapare. Si bien es un debate abierto la magnitud de la incidencia de estos sindicalistas obreros, no cabe duda que transmitieron la experiencia acumulada del sector más politizado del mundo popular boliviano.49

Junto con su “mentor” Escóbar (como muchas fuentes lo designaban en aquél entonces), Morales estableció el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos, una organización pragmática que hablaba en términos generales de los valores “socialistas comunales” y luego adoptó el nombre de Movimiento Al Socialismo para propósitos electorales. Pronto se convirtió en fuerza parlamentaria significativa. Las llamativas declaraciones del senador Escóbar aportaban picante al noticiero diario; entretanto, el diputado Morales fue expulsado brevemente del congreso como resultado de la presión ejercida por la embajada de ee.uu.50 En la última década del milenio, ante el desmoronamiento del bloque soviético, muchos movimientos de izquierda latinoamericanos se desintegraron. En Bolivia los efectos del triunfalismo norteamericano fueron multiplicados por los estragos del Decreto 21060 entre sectores clave del proletariado, sobre todo los mineros. El Partido Comunista, que durante décadas había tenido una base entre los mineros y fabriles, sufrió una crisis casi mortal. A la vez, los sucesos mundiales generaron cierto grado de curiosidad por las ideas de los trotskistas bolivianos. Declarando que el marxismo estaba vivo y activo, éstos recalcaron que Trotsky había predicho que el “socialismo en un solo país” predicado por Stalin preparaba el camino para la destrucción de la urss. Incluso ocurrió algo inédito: el agregado político de la embajada soviética aceptó debatir con Guillermo Lora en la televisión nacional. El dirigente porista también publicó un libro sobre la 48 Guarachi Huanca, “Las comunidades”. 49 Pablo Stefanoni y Hervé Do Alto, Evo Morales, de la coca al Palacio: Una oportunidad para la izquierda indígena (La Paz: Malatesta, 2006), 29. 50 Después de un desacuerdo en 2004, Morales expulsó del mas a Escóbar.

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perestroika, en el que argumentaba que el programa de Mijail Gorbachov, lejos de resolver los problemas que aquejaban a la urss, abría paso a la restauración del capitalismo.51 Sin embargo, el movimiento trotskista no estaba exento del impacto de la ofensiva del “Nuevo Orden Mundial” pregonado por Washington. El por de González, en particular, experimentó la derrota electoral de los sandinistas nicaragüenses, en los que había cifrado grandes esperanzas, como un fuerte revés. Al fin, el por-u dejó de publicar su periódico; enfermo y envejecido, Hugo González se retiró de la política; el partido dejó de existir. Las derrotas de la izquierda internacional hicieron que el interés por las posiciones políticas que cuestionaban el capitalismo se redujera en este período entre muchos intelectuales bolivianos, algunos de los cuales hicieron las paces con la idea de que “no hay alternativa” al dominio del capital. Otros argumentaron a favor de adoptar una perspectiva “indianista”, entre ellos el prominente intelectual Álvaro García Linera, que se convirtió en ideólogo de una organización que se llamaba “Ejército Guerrillero Tupac Katari”. Después de unos años de prisión y la publicación de muchos libros (uno de ellos en colaboración con Jaime Iturri, exdirigente juvenil del por-Masas),52 se unió a Evo Morales y hoy en día es el vicepresidente de Bolivia. Al acercarse el fin del siglo xx, reinaban los gobiernos de derecha en Bolivia. Una coalición encabezada por Banzer fue seguida por la primera presidencia del tecnócrata emenerrista Gonzalo Sánchez de Lozada, quien profundizó la política de “capitalización” (privatización). En 1997, un nuevo mandato presidencial de Banzer fue interrumpido cuando el exdictador sucumbió, no a la “justicia proletaria” anhelada por mineros revolucionarios sino al cáncer. Al año siguiente, el fmi ordenó que Bolivia privatizara todas las empresas públicas aún existentes, entre ellas las refinerías de petróleo y los sistemas de distribución del agua. El por de Lora logró mantener su base en la federación de maestros de La Paz y urus siguió activa en la universidad paceña, creciendo con el paso de los años en las universidades de Cochabamba y Sucre. Sin embargo, el partido fue sacudido por nuevas crisis internas, la más espectacular de las cuales produjo la notoria purga de Juan Pablo Bacherer, que había funcionado como el brazo derecho de Lora. El talentoso y carismático Bacherer se había adherido a un círculo porista en el exilio, en Francia durante los años 70, convirtiéndose luego en docente de la umsa a la vez que jugaba un papel cada vez más importante en la dirección del partido. En 1995, cuando preparaba un documento en el que criticaba lo que según su criterio era la incapacidad de Lora para traducir las consignas abstractas en avances organizativos, fue denunciado repentinamente como “delator” por el 51 Guillermo Lora, La contra-revolucionaria perestroika (La Paz: La Colmena, 1988). 52 Álvaro García Linera, Jaime Iturri et al., Las armas de la utopía (La Paz: Punto Cero, 1996).

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veterano líder del partido, quien se rehusó a proporcionar evidencia alguna de esta incendiaria acusación. Bajo la presidencia de Esteban Volkov, nieto de Trotsky, un “Tribunal Moral Internacional” se convocó en La Paz y rechazó la acusación como calumnia sin fundamento.53 Bacherer estableció un pequeño grupo, la Oposición Trotskysta, que lanzó el boletín Trinchera. Altamente visible en la umsa durante varios años, la ot perdió militantes que se pasaron al círculo nuevoizquierdista de García Linera y funcionó de manera esporádica después de la muerte de Bacherer en 2001. Otro grupo fue fundado en 1999: la Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional (lorci), afiliada a una corriente internacional proveniente del morenismo. La lorci emprendió una actividad en algunos recintos universitarios, estableció una Casa Obrera y Juvenil en El Alto y ayudó a establecer un sindicato de trabajadores del aeropuerto internacional de dicha ciudad. Guerras del gas en el altiplano A comienzos del nuevo milenio, nuevos realineamientos pusieron en tela de juicio al “consenso de Washington”; se formó una serie de movimientos ­ideológicamente difusos que se oponían a lo que llamaban la “globalización neoliberal”. Para ­muchos, la “Guerra del Gas” de 2001 en Cochabamba se convirtió en un símbolo importante. Surgió la oposición masiva a la entrega del sistema municipal de distribución de agua a la empresa Aguas del Tunari, una filial de la multinacional Bechtel. Las protestas fueron organizadas por una Coordinadora encabezada por el dirigente fabril Oscar Olivera, que durante un período había participado con el partido “marxista-leninista” (proalbanés) fundado por el minero de Siglo xx Federico Escóbar Zapata. El por-Masas y urus, prominentes ya por mucho tiempo en la universidad local, jugaron un papel activo en las manifestaciones de masas.54 Zenovia Vásquez, viuda de Felipe Vásquez, dirigente sindical trotskista de Huanuni, señala que después de radicarse en Cochabamba “he estado transmitiendo” sus experiencias a sus vecinas, “porque la mujer solita nos arrinconamos, la mujer no tiene que estar arrinconada en su casa, tiene que salir también a la palestra, nosotros así nos hemos organizado en Huanuni”. Una muestra de esta continuidad humana es la pancarta “Barrio Huanuni Presente” que se destaca en un programa de la televisión pública norteamericana sobre los acontecimientos de Cochabamba.55 53 “Bolivia: Tribunal Moral Internacional rechaza acusaciones contra Bacherer” y materiales asociados, En Defensa del Marxismo, diciembre de 1995, 34-44. 54 Oscar Olivera y Tom Lewis, ¡Cochabamba! Water War in Bolivia (Cambridge, Massachusetts: South End Press, 2004), 2; entrevista con Ariel Román, 5 de agosto de 2004. 55 Entrevista con Zenovia Vásquez, 13 de marzo de 2007; programa del Public Broadcasting Service, “Bolivia: Leasing the Rain”, Frontline/World, 5 de julio de 2002.

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La Guerra del Agua de 2001 fue seguida por dos “guerras del gas” en el altiplano. Tras una campaña electoral manejada por el extravagante consultor norteamericano James Carville (estrechamente asociado con los Clinton), Gonzalo Sánchez de Lozada –conocido como “Goni”– volvió a la presidencia con el apoyo de una “megacoalición” de partidos de derecha, centro y centroizquierda. Al adherirse a las recetas económicas y políticas de Washington, su gobierno tuvo una relación especialmente cercana con la embajada de ee.uu. En 2003, estalló la ira de gran parte de la población al saber que Goni había firmado contratos leoninos con varios consorcios energéticos extranjeros. Por otra parte, el gas iba a ser exportado a través de Chile, país que en el discurso nacionalista representa un enemigo histórico de Bolivia. Las protestas reflejaban importantes percepciones populares con respecto a la historia del país. Desde tiempos coloniales, Bolivia había dependido de la exportación de una materia prima tras otra, con lo cual se enriquecieron unos pocos, que generalmente se encontraban muy lejos del país, donde la gran mayoría seguía viviendo en la miseria. Primero la plata, luego el estaño y ahora el gas natural, del que Bolivia posee la segunda reserva más importante de América Latina. Goni mandó al ejército para reprimir las protestas, cuyo epicentro fue El Alto, ciudad en gran parte aymara caracterizada también por la presencia de muchos mineros relocalizados y de miles de fábricas pequeñas. Los francotiradores dejaron los caminos sembrados de cadáveres. El papel de los mineros, tanto activos como relocalizados, así como de las mujeres mineras y las palliris, se refleja en las bajas y en el testimonio de los sobrevivientes. Zenobia Condori Ayra, de Potosí, recuerda: “El 9 de octubre [de 2003], a horas 9 de la mañana, en Ventilla cuando los mineros llegaron [...] los militares nos han rodeado para torturarnos a todos los mineros, de esa manera, hubo varios heridos y fallecidos, allí me golpearon en todo el cuerpo [...]”. Por su parte, la viuda Alicia Cargas Condori dice: “El 16 de octubre, entre las 10 de la mañana y la 1 de la tarde, en el multifuncional de la Ceja de El Alto, carretera autopista, mi esposo estaba participando en la movilización con los mineros de Caracol Argentina” en la provincia Inquisivi del departamento de La Paz. “El era minero, ellos salieron en defensa del gas, ellos vinieron en marcha desde su trabajo, ellos tenían que concentrarse en el multifuncional. Fue donde le dieron un balazo de gas en la nuca y sus compañeros lo trasladaron al Hospital Obrero. El falleció a las 2 ó 3 de la tarde”, señala. “Pido justicia para mi esposo”, agrega. “Pido justicia y que se les haga un juicio a todos los responsables de los hechos del mes de octubre”, insiste otra mujer de las minas de Potosí, Justina Poma Coria.56 La matanza provocó un torrente de protestas. La prensa citó los llamados a la revolución lanzados por los trotskistas; el Movimiento Al Socialismo de Evo Morales 56 Auza, Memoria testimonial de la “Guerra del Gas”, 149, 167-168.

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denunció las masacres ordenadas por el gobierno de Goni; los sindicatos campesinos afiliados al mas bloquearon los caminos y carreteras, uniéndose a asociaciones de vecinos y otras organizaciones de masas. Cuando las movilizaciones culminaron en una marcha minera sobre la capital, el presidente huyó a Miami. Evo Morales fue la figura central en la preparación de la “transición ordenada” que entregó el poder al vicepresidente Carlos Mesa, trabajando después con el nuevo mandatario para diseñar un referéndum que proponía aumentar las regalías y los impuestos sobre el gas, pero no la nacionalización que muchos sectores exigían. El por-Masas, secundado por la federación de maestros paceña, tachó a Morales de entreguista. Al regresar a sus campamentos tras la caída de Goni, los mineros se despidieron con la consigna: “Si hay que derrocar, nos llaman”. En efecto, la primera Guerra del Gas fue seguida por la segunda cuando el Congreso boliviano aprobó una nueva Ley de Hidrocarburos en mayo de 2005, que fue rechazada por las organizaciones campesinas como poco más que una nueva versión de la política de Goni. Carlos Mesa dejó la firma de la ley al derechista jefe del Senado, Hormando Vaca Díez, pero no logró evitar el comienzo de otra poderosa oleada de protestas. Entre marchas, huelgas y movilizaciones, la mayor parte del país se paralizó, con más de doscientos bloqueos de caminos montados por las organizaciones vecinales y campesinas. Por segunda vez en menos de dos años, Bolivia llegó al borde de la guerra civil. Mesa renunció a comienzos de junio; Vaca Díez intentó llenar el vacío de poder. En repetidas ocasiones, enormes marchas trataron de entrar a la Plaza Murillo fuera del palacio presidencial, donde campesinos, estudiantes y maestros se agruparon alrededor de las filas disciplinadas de los “cascos café”, los trabajadores mineros en sus guardatojos. Las calles de La Paz reverberaron con los dinamitazos de los mineros que chocaron con la policía. La letra de la canción “Los mineros volveremos” –basada en la consigna de las Jornadas de Marzo de 1985– se hizo eco tanto literal como figurativamente. Los combates se extendieron a Sucre cuando el Congreso huyó de La Paz para sesionar en dicha ciudad, la “segunda capital” del país. El por de Lora, secundado por la pequeña lorci y algunos otros grupos, lanzó una campaña por la formación de una “Asamblea Popular como en 1971”. La cob y la fstmb, junto con la cor (Central Obrera Regional) y la fejuve (Federación de Juntas Vecinales) alteñas, se unieron para convocar una “Asamblea Popular Nacional Originaria” bajo la presidencia del dirigente cobista Jaime Solares, que proclamó que el flamante organismo era un “contragobierno” de la clase obrera. El por saludó a la Asamblea como núcleo de un gobierno revolucionario, al declarar que se trataba de “un verdadero órgano de poder” e incluso que “empieza a nacer un poderoso soviet”.57 57 El Marginal (periódico del por editado en El Alto), no 13, junio de 2005. Ver también, por ejemplo, Masas, 10, 17 y 24 de junio de 2005; Palabra Obrera (periódico de la lorci), boletín especial, 1o de junio de 2005.

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Tal como la Asamblea Popular de 1971, sin embargo, el organismo formado en 2005 funcionó mucho más como tribuna para discursos radicales que como centro organizativo para una revolución. A diferencia de su homónima de 1971, la Asamblea de 2005 no fue sepultada por la represión. Dejó de reunirse después de algunas sesiones cuando el mas dispuso que las federaciones campesinas pusieran fin a los bloqueos de caminos, para facilitar otra “transición ordenada”. Morales jugó un papel central en las negociaciones cuyo resultado fue instalar a Eduardo Rodríguez, titular de la Suprema Corte de Justicia, como presidente interino. Las direcciones de la fejuve y de la cor aceptaron la “tregua” pactada por Rodríguez, Morales y otras figuras políticas importantes.58 ¡Volveremos! Es llamativo que durante los turbulentos acontecimientos de 2005, pautas importantes establecidas medio siglo antes se hayan repetido. Cuando la sociedad boliviana se mostró de nuevo incapaz de satisfacer aspiraciones hondamente sentidas de las masas, se produjo una aguda crisis social que echó del poder a un presidente tras otro. Los trabajadores mineros asumieron de nuevo un rol crucial, a pesar de las privatizaciones que, veinte años antes, llevaron a muchos observadores a declarar que el proletariado boliviano había dejado de existir. Al llegar la hora de chocar con las fuerzas armadas, nutridos contingentes de campesinos que llevaban la wiphala multicolor del movimiento indígena se agruparon alrededor de la fuerza compacta de los mineros, quienes detonando sus “cachorros” de dinamita marcaron las luchas callejeras. Conforme se radicalizaban las protestas, los dirigentes sindicales adoptaron una postura cada vez más izquierdizante y algunos llamaron a “volver a la Tesis de Pulacayo”. En 2005 –como fue el caso en 1952, 1971 y 1985– los trotskistas bolivianos se involucraron profundamente en los acontecimientos. Aunque su movimiento había perdido gran parte de su base obrera debido a la represión, las crisis internas y los despidos de los años 70 y 80, sin embargo los “maestros trotskistas” fueron prominentes en las asambleas y las movilizaciones de masas; su dirigente Vilma Plata apareció en los diarios como la encarnación misma de la protesta radicalizada. Los trotskistas bolivianos seguían jugando un papel clave como creadores de ideología, conceptos y consignas para el movimiento obrero. Sus ideas no se quedaron en el papel sino que encontraron una expresión material en los reagrupamientos llevados a cabo en respuesta a las movilizaciones de masas. En 1952 sus iniciativas fueron fundamentales para la formación de la Central Obrera Boliviana; en los 60 y los 70 fueron organizadores de los sindicatos clandestinos, comités 58 Ver “El Alto y la ‘Asamblea Popular’”, El Internationalista (junio de 2005), http://www.internationalist.org/elaltoapno050620esp.html.

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de amas de casa y otras formas de resistencia contra las dictaduras militares. La malhadada Asamblea Popular y el Frente Revolucionario Antiimperialista de 1971 fueron en gran parte su creación. Lo mismo fue el caso con la Asamblea Popular Nacional Originaria de 2005. Los militantes seguían proclamando la meta marcada cuando el por se fundó en las sangrientas postrimerías de la Guerra del Chaco: encabezar a los empobrecidos trabajadores y campesinos indígenas de Bolivia en una revolución socialista. Sin embargo, en las más de siete décadas que siguieron a ese hito de 1935, no han logrado resolver la “crisis de la dirección revolucionaria”. En los bloques y alianzas de los años 40 y 50, habían ligado su destino a Juan Lechín y otros dirigentes sindicales, quienes aprendieron a usar el vocabulario de la revolución proletaria a la vez que perseguían objetivos muy distintos. Repetidamente, los trotskistas bolivianos acabaron reforzando, no reemplazando, a estos dirigentes nacionalistas. En 2005, cuando el país estaba al borde de la guerra civil, se encontraron de nuevo reforzando el flanco izquierdo de la dirección sindical existente. Puede que Bolivia no sea, como solía alegar Guillermo Lora, un “país trotskizado”, pero el movimiento hizo un profundo impacto en la ideología, la identidad y las tradiciones organizativas de sectores obreros, campesinos, estudiantiles, femeniles y artísticos en el transcurso de muchas décadas. Sobrevivió porque respondió a una serie de necesidades políticas: la de los mineros de entender –y esperanzarse por– su posición central, pero profundamente oprimida, dentro de la vida nacional; el anhelo de creación intelectual vigorosa que surgió incluso en el ámbito enrarecido de la gente letrada; el deseo de integrar la historia y la cultura indígena del país con su lugar en el sistema económico mundial; y sobre todo, la necesidad de una crítica sistemática de una sociedad terriblemente desigual, y de vincularla a la visión de un futuro diferente. ¿Es que el movimiento no logró sus objetivos porque la idea de la transformación social radical fue irrelevante o imposible? Difícilmente se intentaría negar que gran número de bolivianos han buscado una y otra vez revolucionar la manera en que su sociedad funciona. Los mineros y campesinos en los que los trotskistas cifraron sus esperanzas lanzaron una de las revoluciones más extensas de la historia latinoamericana. Una generación tras otra se lanzó a la lucha en tumultuosas batallas contra gobiernos que cubrían todos los matices del espectro político que va desde la derecha cavernícola hasta la izquierda frentepopulista. Ante las nuevas alineaciones políticas de los años recientes, habrá que ver cuán extensos y profundos serán los nuevos procesos de radicalización. En realidad, el programa proclamado por los trotskistas bolivianos no se puso a prueba, porque en la práctica el movimiento se encadenó a los dirigentes nacionalistas del movimiento obrero. Las oportunidades revolucionarias se presentaron –no una vez sino en repetidas ocasiones– pero en cada nueva etapa los trotskistas bolivianos volvieron a su vieja costumbre de apoyarse en Lechín y sus herederos

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políticos. Cada nueva etapa terminó en nuevas derrotas y frustraciones, conforme el radicalismo obrero seguía sin lograr liberarse del marco político legado por la experiencia política nacionalista de 1952. En cada nueva etapa, la revolución social siguió siendo una posibilidad histórica, un potencial que los trotskistas bolivianos no encontraron la forma de llevar a buen término. En las elecciones presidenciales de 2005, los candidatos del mas, Evo Morales y Álvaro García Linera, llamaron a realizar una “revolución democrática y cultural”, hecha “con votos y no con balas”, con la cual se promovería un “capitalismo andino”. Aunque la mayoría de la izquierda boliviana e internacional aplaudió el triunfo electoral de Morales, los trotskistas bolivianos no lo apoyaron en las elecciones. El por de Lora ya había declarado que “la historia se encargará” de mostrar que debido tanto a sus acciones como a su programa político, Morales había “perjudicado a todo un pueblo sediento de la libertad y bienestar social”, en primer lugar a los “campesinos de capas empobrecidas, los que viven de sueldos míseros y primordialmente los cocaleros [que] fabricaron a Evo Morales como dirigente sindical, a quien lo creían que defendería los postulados y derechos de los desposeídos del campo y de los barrios marginales”. En efecto, agregaba Masas, “mal predijeron que el personaje mencionado los libertaría y por tanto dispondrían del libre uso, goce y disfrute de las riquezas nacionales. [...] pucu-pucu, ave de la familia gallináceas, hace madrugar, previene de los peligros; predijo que Evo se desgastará y caerá de un barranco al fango”. A la vez, el por seguía con su afirmación ya habitual de que las masas habían superado las ilusiones democráticas, escribiendo poco antes de las elecciones de 2005: “el repudio a las elecciones que ahora se palpa, pone en evidencia que avanza aceleradamente la revolución proletaria”.59 Morales y García Linera dijeron que su triunfo electoral fue obra de los movimientos sociales, que en su mayoría saludaron al nuevo gobierno. Sin embargo, las expectativas, elevadas por la elección del primer presidente indígena, chocaron con su promesa de cooperar con las élites empresariales y de respetar la institucionalidad de las fuerzas armadas. Algunos sectores de esos movimientos sociales ya habían criticado el papel de Morales al poner fin a las movilizaciones de octubre de 2003 y mayo-junio de 2005. En diciembre de 2005, la prensa citó a activistas de varias organizaciones urbanas y rurales que se manifestaban escépticas acerca de la disposición o capacidad del nuevo gobierno de satisfacer sus demandas. El día de las elecciones, el New York Times citó a Rufo Yanarico, dirigente comunitario en una aldea aymara: “Lo que necesitamos realmente es 59 Masas, 16 de julio de 2004 y 30 de septiembre de 2005. Por su parte la lorci también se rehusó a votar por el mas. Ante la consigna del mas de convocar una asamblea constituyente, la lorci exigió una asamblea constituyente “revolucionaria”, llamando también a “dar continuidad a la lucha por una Asamblea popular” (ver, por ejemplo, “Lecciones de las jornadas de junio”, Palabra Obrera, julio de 2005).

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transformar este país. Tenemos que acabar con este sistema capitalista”.60 Esa idea fundamental había motivado a José Aguirre Gainsborg y otros jóvenes rebeldes a fundar el por setenta años antes. Después de que Morales tomara posesión como presidente, algunos sectores radicales criticaron su propuesta de reforma agraria –al argumentar que en respectos importantes favorecía a los intereses terratenientes– así como la renegociación de contratos con las empresas energéticas realizada bajo el rótulo de la nacionalización del gas. Frente a una agresiva campaña por la “autonomía” del oriente boliviano que dirigentes cívicos y empresariales derechistas realizaron contra el altiplano indígena, los críticos de izquierda acusaron a Morales de conciliar con la reacción mientras se mostraba dispuesto a usar el aparato represivo contra sectores combativos de los movimientos campesino y obrero. Al igual que muchos analistas extranjeros, en Bolivia los políticos han incurrido muchas veces en el error de subestimar la resiliencia y la combatividad de la población trabajadora del país. En las jornadas de marzo de 1985, los mineros gritaron “Volveremos”. En las guerras del gas veinte años después, lo hicieron. En octubre de 2006, los mineros sindicalizados de Huanuni derrotaron un violento ataque de cooperativas respaldadas por el gobierno. El 5 de agosto de 2008, el gobierno de Morales mandó efectivos de la policía contra una protesta de los mineros de Huanuni en Caihuasi, dejando un saldo de dos muertos y decenas de heridos.61 Al día siguiente en Oruro, 250 mujeres mineras chocaron con jóvenes militantes del mas que atacaron la sede de la cod orureña. El mismo día, el otrora jefe de la Comibol, Guillermo Bedregal, escribió que el punto de vista histórico de la cob “se inspira en el dogma y la exacerbación clasista casi mesiánica de la ‘Tesis de Pulacayo’”, cuya “ideología proviene del trotskismo”.62 En efecto, los ideales expresados en Pulacayo hace más de seis décadas han sobrevivido todas las tentativas de desarraigarlos del rocoso suelo del altiplano. Si se van a realizar o no, y cómo, siguen siendo preguntas abiertas. * * * Posdata: De acuerdo con los límites de la versión original en inglés, la narrativa de este libro termina poco después del triunfo electoral de Evo Morales a fines de 2005. Queda fuera del marco de este trabajo ofrecer un balance de su gobierno. Cabe señalar, sin embargo, que en los conflictos sociales de los últimos años el 60 New York Times, 19 de diciembre de 2005. 61 En mayo de 2013, la escena se repitió cuando el gobierno movilizó a la policía contra los mineros de Huanuni y ordenó la detención de cientos de sindicalistas al declarar ilegal una huelga general de la cob a favor de la “jubilación digna”. 62 La Razón, 23 de septiembre de 2008.

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trotskismo boliviano ha seguido teniendo protagonismo y ha continuado como tema de controversias, notablemente en las denuncias hechas en su contra, en repetidas ocasiones, por el vicepresidente Álvaro García Linera. Investigaciones posteriores se encargarán del tema. Es de esperar que la rica experiencia de los trabajadores bolivianos, junto con sus aspiraciones revolucionarias, forme parte de la conciencia y del arsenal político de una nueva generación a nivel mundial, particularmente en el contexto de la profunda crisis de la sociedad capitalista que hoy prevalece. No habrá sido en vano el esfuerzo y el sacrificio de tantos hombres y mujeres que en Bolivia han vivido y luchado bajo la bandera de la revolución permanente.

APÉNDICE 1

La “revolución permanente” de Trotsky y América Latina

El concepto de la “revolución permanente”, planteado por el revolucionario ruso León Trotsky (1879-1940), es crucial para el entendimiento del trotskismo en América Latina. Muchas veces, el concepto ha sido mal entendido. Por ejemplo, una historia popular de América Latina afirma que “los trotskistas creyentes en una revolución global espontánea [...] nunca lograron establecer un movimiento de masas importante en Latinoamérica”.1 Sin embargo, la revolución permanente no se refiere ni a una revolución “espontánea” (global o no), ni –como muchas veces se cree– a una serie interminable de convulsiones políticas. En realidad, es un concepto teórico y programático con respecto a la naturaleza de las revoluciones en los países de “desarrollo capitalista tardío”. Ahí, la revolución tendría que convertirse en “permanente” –derrocando al capitalismo y extendiéndose internacionalmente– para triunfar y sobrevivir. El trotskismo buscaba respuestas a interrogantes de fundamental importancia para los radicales latinoamericanos: En una nación oprimida por el imperialismo, ¿la lucha de clases se atenúa o se agudiza? La “burguesía nacional” ¿es dirigente de la revolución o enemiga de ella? Donde una clase obrera minoritaria juega un papel central en la vida nacional, ¿cuál es su papel político y su relación con los campesinos y otras capas oprimidas? ¿Cómo puede Latinoamérica contribuir a una lucha mundial por liberar a la humanidad de la explotación y la guerra? Los orígenes del movimiento trotskista internacional se remontan a la “Oposición de Izquierda” que Trotsky formó en 1923 dentro del Partido Comunista de la Unión Soviética y que luego se extendió a otras secciones de la Internacional Comunista (Comintern). Sus objetivos originales se centraron en defender los fundamentos internacionalistas y revolucionarios del régimen soviético contra la burocracia que se consolidaba bajo la dirección de José Stalin. Tras la muerte 1 Howard j. Wiarda, The Soul of Latin America (New Haven y Londres: Yale University Press, 2001), 233.

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de Lenin en 1924, Stalin declaró que el socialismo podía construirse en un solo país, al menos en el caso ruso. El “estalinismo” y el “trotskismo” tomaban forma ahora alrededor de dos banderas opuestas: “el socialismo en un solo país” versus “la revolución permanente”. La contraposición se agudizó cada vez más, en la medida en que los estalinistas llamaron a formar alianzas políticas con políticos nacionalistas en China, la India y América Latina, y con partidos burgueses liberales en los frentes populares que se establecieron después en Francia, España y otros países. La Oposición buscó la reforma de la Comintern hasta 1933, cuando la bancarrota de ésta, mostrada en su respuesta al ascenso de Hitler, llevó a Trotsky a plantear la necesidad de formar una nueva, iv Internacional, “Partido Mundial de la Revolución Socialista”, que se fundaría en 1938. Dos años después, Trotsky fue asesinado en Coyoacán, México, por un agente estalinista. La revolución permanente Karl Marx introdujo el concepto de la revolución “permanente” cuando instó a los obreros a sacar las lecciones de la fracasada revolución alemana de 1848, “ocupando cuanto antes una posición independiente de partido e impidiendo que las frases hipócritas de los demócratas pequeñoburgueses les aparten un solo momento de la tarea de organizar con toda independencia el partido del proletariado. Su grito de guerra ha de ser: la revolución permanente”, señaló.2 Trotsky resucitó la frase en 1904. Tal como otros marxistas, sostenía que una serie de “tareas” históricas seguían pendientes en Rusia porque en el país no se había realizado una revolución burguesa. Sin embargo, argumentaba, una revolución que comenzara con dichas tareas pondría a la clase obrera en el poder o en caso contrario sería derrotada. Al contrario de la concepción prevaleciente en la Internacional Socialista, una revolución obrera podría empezar en un país económicamente atrasado como Rusia, extendiéndose después a los países dominantes de Europa. El surgimiento tardío del capitalismo en Rusia había causado el carácter “combinado” de su desarrollo, en el que formaciones sociales antiguas coexistían con la tecnología más moderna importada al país por los inversionistas europeos. Los capitalistas locales, en muchos casos miembros de familias terratenientes, operaban bajo la égida del estado zarista y del capital extranjero del puñado de potencias comerciales e industriales que ya dominaban el mercado mundial. Llegando al escenario histórico demasiado tarde como para jugar un papel independiente, la burguesía rusa veía cualquier movilización radical como una amenaza potencial. 2

“Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas” (marzo de 1850), en c. Marx y f. Engels, Obras escogidas (Moscú, Editorial Progreso, 1973), 1:189.

Apéndices

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Lejos de buscar encabezar una “revolución democrático-burguesa” profunda y extensa, intentaría limitar y desactivar la turbulencia social. La heterogeneidad del campesinado, así como la naturaleza localmente circunscrita de la vida rural, implicaban que las periódicas revueltas agrarias no generarían un movimiento de envergadura nacional y mucho menos uno capaz de tomar el poder. La dirección necesaria le sería provista no por la burguesía sino por el flamante proletariado, cuya posición estratégica y concentrada le daba un “peso específico” muy superior a su cantidad numérica, junto con la fuerza social que le permitiría encabezar a los oprimidos en contra del viejo orden. Una revolución para arrasar con el zarismo no respetaría el marco de la propiedad capitalista; su propia lógica exigiría la expropiación del capital, realizada por un estado obrero (“dictadura del proletariado”) en alianza con los campesinos pobres. Sin embargo, no se podía superar de repente el relativo atraso económico de Rusia, ni sería posible que una república obrera aislada constituyera una sociedad socialista, que en la concepción marxista sería una sociedad sin clases basada en la abundancia material. Para defender la revolución y abrir paso al desarrollo socialista, tendría que extenderse, sobre todo a los países industriales dominantes.3 Al sintetizar el concepto décadas más tarde, Trotsky escribió:

La perspectiva de la revolución permanente puede resumirse como sigue: la victoria completa de la revolución democrática en Rusia sólo puede concebirse bajo la forma de una dictadura del proletariado apoyado sobre el campesinado. La dictadura del proletariado, que inevitablemente pondrá a la orden del día no sólo tareas democráticas, sino también tareas socialistas, dará al mismo tiempo un poderoso impulso a la revolución socialista internacional. Sólo la victoria del proletariado de Occidente garantizará a Rusia contra una restauración burguesa y le proporcionará la posibilidad de llevar a cabo la edificación socialista.4

Trotsky vio su perspectiva encarnada en la consigna “¡Todo el poder a los soviets!” lanzada por Lenin en la primavera de 1917. Uniéndose al Partido Bolchevique, dirigió, con Lenin, la realización práctica de esta perspectiva en la Revolución de Octubre. La cuestión de las relaciones de clase en una “revolución democrática” se planteó de nuevo durante la Revolución China de 1925-1927. Argumentando que China se encontraba en la primera fase, democrático-burguesa, de una ­revolución 3 4

Ver Trotsky, Resultados y perspectivas (México: Editorial Cultura Obrera, 1972), 19-29, y el apéndice “Historic References on the Theory of ‘Permanent Revolution’” en su History of the Russian Revolution (Ann Arbor: University of Michigan Press, 1961), 3:419-427. “Tres concepciones de la revolución” (1940), en Trotsky, La Revolución de Octubre (Barcelona: Editorial Fontamara, 1977), 240.

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por etapas, la Comintern –ya bajo el dominio de Stalin– ordenó al Partido ­Comunista quedarse dentro del Guomindang nacionalista, cuyo líder, Chiang Kai-shek, supuestamente encabezaba un bloque de cuatro clases “antiimperialistas” (burguesía, proletariado, campesinado, pequeña burguesía urbana). Una segunda etapa de la revolución –la fase proletario-socialista– sólo sería posible más tarde, se afirmaba, como resultado del desarrollo capitalista. Al advertir que el partido nacionalista se volvería violentamente en contra del proletariado y los campesinos pobres, Trotsky exigió que los comunistas salieran del Guomindang para llevar a cabo un programa revolucionario independiente. Cuando Chiang masacró a los obreros de Shanghai en abril de 1927 y consolidó una dictadura derechista, Trotsky afirmó que la política estalinista de subordinación a la burguesía nacional había preparado esta derrota de manera directa. Sin embargo, la Comintern aplicó su estrategia de una “revolución por etapas” a países desde la India hasta el Brasil, en todo lo que hoy se denomina el Tercer Mundo. Al propagar la política del Frente Popular en 1934-1935, agregó que la “unidad antifascista” significaba que las luchas anticoloniales estarían relegadas a un segundo plano si dificultaran la alianza con sectores liberales en Francia, España, Inglaterra y los Estados Unidos. En contraste, Trotsky extendió su concepto a todas las colonias y “semicolonias” (países formalmente independientes pero todavía dominados por las potencias imperialistas) donde la clase obrera podía jugar un papel en la vida nacional. En estas vastas áreas del mundo, sostenía, “Ni una sola de las tareas de la revolución ‘burguesa’ puede ser resuelta [...] bajo la dirección de la burguesía ‘nacional’, porque ésta aparece desde el inicio, con apoyo extranjero, como una clase ajena u hostil al pueblo. Cada etapa en su desarrollo sólo la ata más estrechamente al capital financiero foráneo, del cual es esencialmente agencia”. En lugar de esto, el descontento campesino podía alimentar una lucha nacional bajo la dirección del “proletariado colonial, que desde sus primeros pasos se encuentra opuesto no sólo a la burguesía foránea sino a su propia burguesía nacional también”. La experiencia china le llevó además a enfatizar: “El partido del proletariado, jamás y en ninguna circunstancia, puede entrar en un partido de otra clase o fusionarse organizativamente con él. El partido proletario absolutamente independiente es el primer y principal requisito de la política comunista”.5 Ante el argumento estalinista de que el dominio imperialista justificaba un bloque “antiimperialista” con la burguesía nacional, Trotsky señalaba que en las luchas contra la “cárcel de los pueblos” que era el imperio zarista, Lenin había insistido en una “irreconciliable política de clase”, para combatir la opresión nacional 5

Trotsky, “Revolution and War in China” (enero de 1938) y “The Political Situation in China and the Tasks of the Bolshevik-Leninist Opposition” (junio de 1929), en Leon Trotsky on China (Nueva York: Monad Press, 1976), 583, 403 (énfasis en el original).

Apéndices

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“con los métodos de la lucha de clases proletaria, rechazando totalmente la ­charlatanería de los bloques ‘antiimperialistas’ con los numerosos partidos ‘nacionales’ pequeñoburgueses de la Rusia zarista”.6 Aplicación a América Latina En 1934, Trotsky escribió que la fuerza de los Estados Unidos se utilizaba para “desunir, debilitar y esclavizar” a Sur y Centroamérica, cuya emancipación exigía “uni[r] sus estados en una única y poderosa federación. Pero no será la tardía burguesía sudamericana, agencia venal del imperialismo extranjero, quien cumplirá esta tarea, sino el joven proletariado sudamericano, llamado a dirigir a las masas oprimidas”. La lucha contra el imperialismo y las clases dominantes locales planteaba la necesidad de establecer los Estados Unidos Socialistas de América Latina.7 En 1937, a Trotsky se le concedió el asilo en México por decisión del presidente Lázaro Cárdenas. Ahí, ayudó a lanzar la revista marxista latinoamericana Clave, que publicó artículos sobre “La lucha de clases y el problema indígena” (de Diego Rivera), una crítica del Frente Popular chileno, un balance de la Revolución Mexicana, así como una apreciación de José Carlos Mariátegui en el décimo aniversario de su muerte.8 Ante el ataque de Italia contra Etiopía, la invasión de Japón a China y la amenaza de represalias contra México por su nacionalización de empresas petroleras extranjeras, Trotsky subrayó que los intereses del proletariado internacional estaban con la “defensa militar” de los países coloniales y semicoloniales contra los ataques imperialistas. Sin embargo, el proletariado no debía dar ningún “apoyo político” a los gobernantes capitalistas de dichos países. Contundente en su defensa de la nacionalización petrolera realizada por el presidente mexicano Lázaro Cárdenas, Trotsky insistía a la vez en que los revolucionarios no debían depositar ninguna confianza en el régimen cardenista. El no votar por ningún político burgués era cuestión de principios fundamentales; lo que se necesitaba era “una política independiente de clase”.9 “El Guomindang en China, el prm en México [el Partido de la Revolución Mexicana encabezado por Cárdenas] y el apra en el Perú [el partido nacionalista de Haya de la Torre] son organizaciones muy similares”, señaló Trotsky en una 6

Trotsky, “Sobre las tesis sudafricanas” (junio de 1935), Escritos (Bogotá, Pluma, 1976-1977), 6(2):385 (énfasis en el original). 7 “War and the Fourth International” (junio de 1934), Writings of Leon Trotsky (1933-34) (Nueva York: Pathfinder, 1972), 306. En este y algunos otros casos, utilizo una traducción propia en lugar de las ya disponibles en castellano. 8 Clave (México), 1º de noviembre de 1938, 17-29; Trotsky, Escritos latinoamericanos, 2a edición (Buenos Aires: ceip León Trotsky, 2000), 220-225, 270-276, 319-326. 9 “Clave y la campaña electoral” (enero de 1939), Trotsky, Escritos 10(1):255.

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discusión sobre temas latinoamericanos. “Nuestra organización no participa en el apra, el Guomindang o el prm”, que representaban “el Frente Popular en forma de partido”, subordinando a los trabajadores a sectores de la burguesía. Incluso en las luchas para realizar tareas democráticas, “la independencia del proletariado [...] es absolutamente necesaria, y en particular oponemos el proletariado a la burguesía en la cuestión agraria, porque [en toda Latinoamérica] la clase que va a gobernar es aquella que tenga el apoyo de los campesinos”. Cuando la burguesía busca “un poco más de independencia frente a los imperialistas extranjeros”, se ve “obligada a coquetear con los obreros, con los campesinos”, dando origen a regímenes de “hombre fuerte” o “semibonapartistas”. Al balancearse entre las fuerzas opuestas para defender los intereses fundamentales del dominio burgués, éstos suelen utilizar a los pequeños propietarios del campo para “disciplinar” al movimiento obrero.10 Estas observaciones son relevantes para Bolivia, donde Toro y Busch en los años 30 y Villarroel en los 40 buscaron conseguir un equilibrio entre el capital extranjero y la clase obrera en el propio país, como también fue el caso del mnr en los 50, que además utilizó a sectores campesinos (después de la reforma agraria) como baluarte contra el radicalismo obrero. En un documento escrito en 1938 para un grupo de sindicalistas latinoamericanos, Trotsky planteaba que el proletariado de la región debía “tomar en sus manos el destino de Latinoamérica y asegurar su futuro”; al unir sus fuerzas y “entrar firmemente en la escena histórica”, la clase obrera “atraerá a decenas de millones de campesinos indoamericanos, eliminará las fronteras hostiles que nos dividen y nucleará a las veinticuatro repúblicas y posesiones coloniales bajo las banderas de los estados unidos obreros y campesinos de Latinoamérica”. Para realizar estas tareas, era imprescindible “estrech[ar] los mayores lazos posibles con el proletariado de los Estados Unidos de Norteamérica”.11 En un documento aprobado en su congreso de fundación (1938), la iv Internacional señalaba que era fundamental que su sección en ee.uu. participara activamente en la lucha contra el imperialismo norteamericano, combate “inseparable de la lucha de clases del proletariado norteamericano contra la burguesía dominante”, que “no puede librarse independientemente de ésta”. Un “aliado indispensable en esta lucha” era la masa de millones de “negros norteamericanos de la industria y del campo, que tiene además muchos nexos con los otros grupos de pueblos negros oprimidos por el imperialismo norteamericano en el Caribe y Latinoamérica”. Era “necesario llevar a cabo una campaña de educación y organización proletaria entre las masas blancas contra la venenosa ‘superioridad’ 10 “Latin American Problems: A Transcript” (noviembre de 1938), Writings of Leon Trotsky, S ­ upplement (1934-40) (Nueva York: Pathfinder, 1979), 784-785. En el texto original “Guomindang” se escribe “Kuomintang”. 11 “Las tareas del movimiento sindical en América Latina” (octubre de 1938), Trotsky, Escritos 9:117-118.

Apéndices

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chauvinista imbuida en ellas por la clase dominante”, organizando a la vez “a las masas negras contra sus opresores capitalistas, contra los demagogos pequeñoburgueses que se encuentran en sus filas” y contra los agentes del imperialismo japonés que buscaban ganar apoyo con su propaganda engañosa.12 Al aproximarse la Segunda Guerra Mundial, la política estalinista del Frente Popular, o sea la de aliarse con los capitalistas “progresistas”, se proyectó a nivel internacional. Respaldando a las potencias coloniales que resultarían perdedoras en una nueva división del botín, la Comintern había transformado a sus secciones “en los países coloniales y semicoloniales, especialmente en América Latina, en una agencia de izquierda del imperialismo europeo y norteamericano”, escribía Trotsky. Como fue el caso del dirigente laboral mexicano Lombardo Toledano, los estalinistas comenzaron (con el breve interludio del pacto Hitler-Stalin) a presentar a Estados Unidos como defensor de la democracia. Algunos entraron a gobiernos que habían denunciado antes, con razón, como títeres del imperialismo yanqui.13 Trotsky argumentaba que una verdadera lucha contra el fascismo podía llevarse a cabo sólo a través de una lucha contra todos los imperialismos. Predicar a los trabajadores y los pueblos esclavizados que apoyaran a sus amos norteamericanos, británicos o franceses significaba traicionar los principios más fundamentales del internacionalismo. Era deber del proletariado internacional defender a la Unión Soviética, un “estado obrero burocráticamente degenerado”, contra la Alemania hitleriana y cualquier otra potencia imperialista, pero los revolucionarios no debían apoyar a los aliados capitalistas de Moscú. La política del “Buen Vecino” proclamada por Roosevelt fue el adorno más reciente de la Doctrina Monroe; el respaldo a los dictadores como Vargas en Brasil y Batista en Cuba mostraba la naturaleza del capitalismo “democrático” norteamericano. Tal como los “esclavos coloniales” desde el Magreb hasta Indochina, los pueblos de América Latina debían seguir con sus luchas durante la guerra; de hecho, el conflicto interimperialista abriría nuevas oportunidades para su lucha emancipadora. Las sublevaciones contra cualquiera de las potencias coloniales podían y debían extenderse a regiones dominadas por sus rivales, lo que fortalecería la posición de los obreros y los pueblos oprimidos alrededor del mundo. Al calificar a Estados Unidos como “el guardián de nuestra libertad”, el dirigente aprista Haya de la Torre y otros nacionalistas descartaban una alianza con los obreros de Estados Unidos y otros países imperialistas. Esto, escribía 12 “Thesis on the World Role of American Imperialism”, Documents of the Fourth International (Nueva York: Pathfinder, 1973), 249-250. Si bien este documento no fue escrito por Trotsky, reflejaba sus posiciones. 13 “Una lección reciente” y “Dos agentes del imperialismo” (octubre de 1938), Trotsky, Escritos 10(1):99, 127. En 1944, por ejemplo, el comunista cubano Carlos Rafael Rodríguez (más tarde vicepresidente en el gobierno de Fidel Castro) entró al gabinete de Fulgencio Batista.

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Trotsky, no sólo era una posición “suicida” sino que también surgía del “intento de no a­ sustar a la burguesía imperialista ‘democrática’, sobre todo a la de Estados Unidos”.14 La IV Internacional Para Trotsky, la razón de ser de la iv Internacional era resolver la “crisis de la dirección proletaria” mediante la construcción de un poderoso partido mundial de la revolución socialista. América Latina podía aportar mucho a este esfuerzo, sostenía. Si un “movimiento revolucionario decisivo” surgiera al sur del Río Bravo, los obreros de México, por ejemplo, “pueden llegar al poder antes que los de Estados Unidos”; los revolucionarios marxistas deben “alentarlos en este sentido”. Esto “no significa que van a construir su propio socialismo [aislado]”, sino que “al dar el poder a los soviets [consejos] obreros y campesinos y luchar contra los imperialistas”, podrían aportar un poderoso ímpetu a la revolución mundial. “El futuro dependerá de los acontecimientos en Estados Unidos y en el mundo entero”.15 En un manifiesto programático escrito cuatro meses antes de su muerte, Trotsky sintetizó estas ideas de la siguiente manera:



Sólo guiado por su propia dirección revolucionaria, puede el proletariado de las colonias y semicolonias lograr la invencible colaboración del proletariado de los centros metropolitanos y de la clase obrera de todo el mundo. Sólo mediante esta colaboración podrá conducir a los pueblos oprimidos a la emancipación completa y definitiva, a través del derrocamiento del imperialismo en el mundo entero. La victoria del proletariado internacional salvará a los países coloniales del lento y doloroso proceso de desarrollo capitalista, al abrirles la posibilidad de llegar al socialismo junto con el proletariado de los países avanzados. La perspectiva de la revolución permanente en ningún caso significa que los países atrasados deban esperar que los más desarrollados les den la señal de partida, ni que los pueblos coloniales deban esperar pacientemente que el proletariado de los centros imperialistas los libere. Al que se ayuda lo ayudan. Los obreros deben desarrollar la lucha revolucionaria en todos los países, sean coloniales o imperialistas, donde se hayan establecido condiciones favorables, dando así un ejemplo a los obreros de otros países. Sólo la iniciativa y la actividad, la firmeza y la audacia pueden materializar la consigna: “Obreros del mundo, ¡uníos!”16

14 “Haya de la Torre y la democracia” (noviembre de 1938), Trotsky, Escritos Latinoamericanos, 118-119 (énfasis en el original). 15 “Latin American Problems”, 786. 16 Trotsky, “Imperialist War and the Proletarian World Revolution” (1940), Documents of the Fourth International, 333-334.

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No se conocen escritos de Trotsky con respecto a Bolivia en particular, pero el diplomático boliviano Alfredo Sanjines escribió un breve resumen de la entrevista que tuvo con Trotsky en 1937 sobre la cuestión agraria en Bolivia. Esta charla parece haberse centrado en la relación entre el latifundio y el ayllu indígena. Sanjines informa que ante sus preguntas sobre la aplicabilidad a Bolivia del sistema soviético de granjas colectivas, Trotsky opinó que se podía establecer granjas cooperativas y colectivas, de forma voluntaria, en tierras tomadas de los latifundios, adoptando como punto de partida “el sistema de propiedad rural de los indígenas bolivianos”, sistema cuyo carácter le parecía “colectivista”. Consideraba probable que por cierto período después de entrar a una granja colectiva, los campesinos bolivianos mantendrían pequeñas parcelas propias para cultivar legumbres y criar animales para el consumo hogareño.17 En agosto de 1940, el piolet de Ramón Mercader puso punto final al desarrollo del pensamiento de León Trotsky sobre América Latina. Lejos de la casa de Coyoacán, un movimiento inspirado por estas ideas se formaba en Bolivia. Puede que le hubieran sorprendido los cambios que sus ideas experimentaron allá. Sin embargo, no cabe duda que a Trotsky, el altiplano boliviano no le hubiera parecido tierra ajena, sino un lugar donde el programa de la revolución permanente podría muy naturalmente arraigarse y crecer.

17 “The Agrarian Question in Bolivia”, Writings of Leon Trotsky (1936-37) (Nueva York: Pathfinder, 1978), 276-279.

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APÉNDICE 2

Informe sobre el Congreso de fundación del por y carta del por a León Trotsky

El acervo documental de León Trotsky contiene un interesante documento que proporciona una visión retrospectiva sobre el “frente único” entre los grupos de José Aguirre Gainsborg y de Tristán Marof que sentó las bases para la fundación del por. Escrito después de la unificación de las dos agrupaciones, comienza con una descripción de cada una. Se trata del “Informe general sobre el primer congreso del p.o.r. al Secretariado de la l.c.i. y secciones nacionales”, sin fecha. (La lci era la Liga Comunista Internacional, antecesora de la iv Internacional.) El autor de este libro lo encontró, junto con una carta del por a Trotsky fechada el 26 de julio de 1935, en los archivos de León Trotsky en la Houghton Library de la Universidad de Harvard.1 Lo reproduzco aquí, conservando el formato, la ortografía, la puntuación y los subrayados del original; después de las erratas más notorias he puesto “[sic]” para evitar confusiones. Donde faltan palabras (por ejemplo en las expresiones “y desplazarse”, “Declaración lucha contra la guerra”), se ha dejado el texto tal cual. Como se explica en el Capítulo ii, Maximiliano Fernández era el seudónimo de José Aguirre Gainsborg, j. Delgado el de Eduardo Arze Loureiro, Vicente Flores el de Gustavo Navarro (“Tristán Marof”) e Ivan Keswar el de Alipio Valencia Vega. No se ha hallado datos acerca de los militantes que el texto menciona con los seudónimos Altajiri, Chumacero y Sergio Justiniano. No se ha logrado encontrar las siete “tesis” sobre diversos temas mencionadas en la última parte del informe. Tanto como la carta a Trotsky (reproducida más abajo), el informe lleva en el margen superior izquierdo el sello del Comité Central del por con la imagen de un cóndor descrita en el Capítulo ii.

1

Documento adjunto a la carta del Partido Obrero Revolucionario a León Trotsky, 26 de julio de 1935; colección Leon Trotsky Exile Papers, número de referencia bms Russ 13.1 (1046); ambos utilizados con el permiso de la Houghton Library, Harvard University.

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Informe general sobre el Primer Congreso del p.o.r. al Secretariado de la l.c.i. y secciones nacionales

Grupos que se unifican en el Congreso Al desencadenarse la guerra las agrupaciones comunistas de Bolivia (nunca existió p.c.) fueron completamente barridas por la reacción. Toda la agitación revolucionaria se redujo a la iniciativa personal de algunos compañeros movilizados con las tropas, pero todo plan revolucionario quedó desprovisto de una dirección y control centralizados. En estas circunstancias de prueba los que desempeñaron un papel activo, aunque de resistencia desesperada contra la guerra del Chaco, fueron los compañeros que actualmente militan en el p.o.r.; el stalinismo (las agrupaciones stalinistas) no se hizo presente; la reacción no contaba en sus prisiones con un solo stalinista, salvo el caso de un delegado del Buró de Montevideo que se encontraba en La Paz, quien, según todas las apariencias, fue delatado. Durante los primeros seis meses de guerra, los comunistas de Bolivia, encerrados en prisiones, ejecutados por los Tribunales Militares o confinados en lugares alejados, fueron reducidos a la anulación. Entretanto, la rebelión [seis palabras ilegibles] algunos cuerpos, como del Rgto. Arze, en Alihuatá, pero era inmediata y fácilmente diezmada por la reacción. El “Grupo Tupac Amaru”, compuesto por unos cuantos intelectuales y obreros comunistas y por el escritor comu­nista boliviano Tristán Marof, situado en el norte de la Argentina, recogió en su seno a varios de nuestros camaradas que se vieron obligados a desertar del frente y ganar el territorio vecino, casi todos ellos procesados por los Tribunales Militares. El Manifiesto del g.t.a. fue el primer documento que comenzó a circular entre las tropas, llegando a los fortines avanzados, “exhortando a los soldados y clases a volver sus armas contra sus jefes y explotadores”. El g.t.a que hoy cuenta con cincuenta militantes en la Argentina y cien entre los prisioneros bolivianos en Asunción, es la agrupación más antigua, valiente y activa, a partir de la explosión de la guerra en Bolivia. –Posteriormente e ignorando la existencia del g.t.a. salieron por el norte de Bolivia hasta Chile y el Perú, nuestros compañeros

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que huían de la prisión o del confinamiento o que eran expulsados de Bolivia. En Chile, militaron en el seno del p.c. oficial, pero pronto fueron expulsados de él “por sustentar la plataforma trotskista respecta [sic] de la lucha contra la guerra”; elevando el análisis de su situación al plano internacional se orientaron decididamente por la l.c.i. (entonces “Oposición de Izquierda”) y militaron en la “Izquierda Comunista” de Chile, colaboraron en el ii Congreso Nacional (setiembre de 1934) con una tesis sobre el trabajo contra la guerra y uno de sus miembros, el compañero Fernández fue elegido miembro del Comité Central de la sec. chilena de la l.c.i. Los comunistas bolivianos en Chile formaron al mismo tiempo, para su trabajo específico en Bolivia, la agrupación denominada transitoriamente “Izquierda Boliviana”. Al ingresar en el segundo año de la guerra del Chaco, ya el g.t.a. y la i.b. habían entrado en contacto, elaborando un frente-único de carácter programático y distribuídose su labor frente a la guerra; a continuación lanzaron otro Manifiesto y proclamas que entraron en Bolivia, sobre todo en el frente y alcanzaron a los militantes prisioneros en el Paraguay. Los camaradas que se encontraban en el Perú no tardaron en organizarse a su vez, a exigencia de i.b. que buscó su ligazón desde Chile. Avanzando en el proceso del trabajo común, las organizaciones de exilados bolivianos de Argentina y Chile, reclamaron la urgencia de un Congreso de fusión. Todos los trabajos del Congreso se discutieron democráticamente durante mas de un mes en las tres agrupaciones (Argentina, Chile, Perú) y finalmente, en junio de este mismo año se reunieron en Córdoba (Argentina) los representantes del g.t.a. y de la i.b. de Chile (del Perú no se pudo enviar delegación pero se manifestaron sujetos disciplinariamente al Congreso) y se proclamó el partido obrero revolucionario de Bolivia, sec. de la l.c.i. Para terminar, es preciso dejar constancia de que las dos agrupaciones que sirven de base al nuevo y primer partido comunista de Bolivia (el p.o.r.) trabajaron confiados a sus propias fuerzas; ninguna sección de la liga pudo prestarles otra colaboración que su literatura y experiencia internacional y que, tanto el g.t.a. como la i.b. defendieron nuestra plataforma internacional bolcheviqueleninista en pugna con el stalinismo los tres años de guerra, y desplazarse la dirección de todo movimiento revolucionario de Bolivia al exterior, cumplieron con su deber. Ahora requieren de una mayor atención internacional para sus propios problemas; en la posible iniciación próxima de una crisis revolucionaria en su país reclaman un frente de clase anti-intervencionista, su labor exterior no ha terminado, pués. Pero asimismo no han desaparecido los deberes de nuestros camaradas bolcheviques-leninistas de fuera, sobre todo de Chile y Argentina. El Congreso del p.o.r. acordó pedir a la Liga Comunista de Argentina y a la Izquierda Comunista de Chile consideraran seriamente la necesidad de reforzar con un miembro de sus respectivas organizaciones, el Comité Central del naciente

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Partido Obrero Revolucionario de Bolivia. Para ello tuvo en cuenta nuestro Congreso la necesidad de plantear y conocer de una vez la verdadera significación del conflicto imperialista del Chaco para Latino-América y las posibilidades a cumplir que exige un país próximo y por todas circunstancias favorable a una crisis revolucionaria, como Bolivia. Se resolvió también llevar esta demanda al Secretariado Internacional, después de reclamarle nuestro reconocimiento oficial como sección y darle a conocer nuestras tesis próximas a publicarse, e insistir, insistir repetidamente, en el carácter que asume la situación de Bolivia, también como una perspectiva para vencer nuestro comunismo localista y como esfuerzo por la creación de un Secretariado Latino-Americano de la l.c.i. Resoluciones del Congreso del p.o.r. El mas completo acuerdo estaba asegurado al Congreso en el fondo de todas las cuestiones tratadas, desde el primer instante de sus trabajos. Una amplia práctica de la democracia interior informó toda su preparación; los diferentes cuadros de los grupos allí representados, elaboraron, pues, hasta contra-proyectos a las tesis originales presentadas. Una amplia discusión dió por resultado final la aprobación unánime de los trabajos que enumeramos y que serán muy proximamente dados a conocer con su publicación: i.- Tesis sobre la Situación Internacional ii.- Tesis Política Nacional. iii.- Declaración lucha contra la guerra. iv.- Tesis sobre el Problema Agrario. v.- Tesis sobre el Problema del Oriente (el separatismo oriental). vi.- Tesis sobre el carácter de la revolución y objetivos inmediatos. vii.- Estatutos del p.o.r. y resoluciones transitorias.

El Secretariado General y c.c. del Partido quedL [sic] elegido en la siguiente forma: Secretario General: Tristán Marof. (Vicente Flores.)1 Miembros del Comité Central: Ivan Keswar, Sergio Justiniano, j. Delgado, Maximiliano Fernández, Altajiri, Chumacero (tres de los cuales se han desplaxado [sic] ya al interior de Bolivia). Fueron invitados al Congreso, como delegados fraternales, Oscar Creyt [sic] dirigente stalinista paraguayo y Mancilla Araoz, boliviano stalinista de La Plata (Argentina). 1

“(Vicente Flores.)” fue agregado a mano al texto escrito a máquina.

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Direcciones: Al Comité del p.o.r. en Argentina: Vicente Flores.- Calle ­Galindez 637.- Córdoba.- Argentina. Al Comité del p.o.r en Chile: Mariano Interana.- Av. Salvador 2791.­Santiago.- Chile.2

m. Fernández

j. Delgado

s. Justiniano

Por el Comité Central del p.o.r. *** A continuación se reproduce la carta que el flamante por envió a León Trotsky. Cabe señalar que Trotsky se encontraba no en Finlandia, como señala la misma, sino en Noruega.

2

Los datos “Vicente Flores.- Calle Galindez 637.-” y “Mariano Interana.- Av. Salvador 2791.-” fueron agregados a mano al texto; es posible que el apellido que aparece en el segundo caso es Intesana y no Interana.

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Sobre el texto de la Tesis de Pulacayo

Desde su aprobación en noviembre de 1946, la Tesis de Pulacayo ha sido publicada en muchas ediciones; ahora, además, es cuestión de unos segundos encontrarla en Internet. Sin embargo, el texto que se conoce hoy como la Tesis de Pulacayo difiere de forma significativa de la versión original. Las importantes diferencias entre las versiones tienen que ver con la manera de formular el tipo de revolución que se proyectaba y su relación con las tareas u objetivos “democrático-burgueses”. Al comparar los textos, se constata la existencia de dos versiones de la Tesis en lo que se refiere a este tema: 1) El texto publicado en diciembre de 1946 e incluido en la famosa antología Programas políticos de Bolivia tres años después. Con algunas variaciones menores, esta es también la versión publicada en la revista Protección Social en abril de 1947.1 La formulación a la que me refiero aparece en la sección i de la Tesis, “Fundamentos”, cuyo punto número 4 identifica las tareas de “liquidar el latifundio y otras formaciones económicas pre-capitalistas, de realizar la unificación nacional y la liberación del yugo imperialista”.2 En seguida se señala: “Tales tareas b ­ urguesas 1

2

He consultado dicho texto en las siguientes fuentes: i) “Tesis Central Aprobada en el Primer Congreso Extraordinario de Trabajadores Mineros de Bolivia”, La Razón, 8 de diciembre de 1946; ii) “Tesis central de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia” en ­Alberto Cornejo s., Programas políticos de Bolivia (Cochabamba: Imprenta Universitaria, 1949), 314-340; iii) “Tareas centrales de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia”, publicado a “solicitud de los representantes autorizados de la f.s.t.m.b.” en la revista de la Caja de Seguro y Ahorro Obrero, Protección Social (La Paz), abril de 1947, 75-90; iv) y v) dos documentos dactilografiados en el Archivo de Comibol: “Tesis central aprobada en el Primer Congreso Extraordinario de Trabajadores Mineros de Bolivia – Tareas centrales de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia”, 8 de noviembre de 1946, uno en papel membretado de la Bolivian Tin & Tungsten Mines Corporation (Huanuni), en la Colección Aramayo, el otro en papel normal, en la Colección Patiño. Frase citada de La Razón, 8 de diciembre de 1946 y de los textos dactilografiados en el Archivo de Comibol identificados en la nota 1. En Cornejo, Programas, 315, se reproduce la misma frase con un punto y coma en lugar de la coma después de “pre-capitalistas”. En Protección

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no cumplidas son los objetivos de la revolución democrático-burguesa que inaplazablemente debe realizarse”.3 Cabe señalar que además de mencionar dos de las fuentes indicadas arriba, Guillermo Lora se refiere directamente a esta formulación en su Historia del Movimiento Obrero Boliviano, donde cita una polémica derechista cuyo autor escribía: “Léase, por ejemplo, el punto cuatro, relativo a la revolución democráticoburguesa ‘que inaplazablemente debe realizarse’”.4 2) La versión que hoy se reproduce en Internet y que circula generalmente como “la” Tesis de Pulacayo reproduce la frase, en el punto 4 de la primera sección, sobre las tareas de “liquidar el latifundio” y otras formas económicas pre-capitalistas y de “realizar la unificación nacional y la liberación del yugo imperialista”. Sin embargo, la frase que sigue es sustancialmente distinta de lo que se publicó en 1946. Reza así: “Tales tareas burguesas no cumplidas son los objetivos democrático-burgueses que inaplazablemente deben realizarse”. Se trata de una diferencia no sólo semántica sino de conceptos: en lugar de una revolución democrático-burguesa que debía realizarse, se trata de tareas burguesas que (de modo medio tautológico) son los objetivos democrático-burgueses que debían realizarse. No tengo acceso a todas las publicaciones en las que ha aparecido, en el transcurso de los años, el texto de la Tesis de Pulacayo. Cronológicamente hablando, la primera edición en la que he identificado la “versión 2” del punto 4 de la sección i es el folleto Programa obrero, publicado en 1959 por Ediciones Masas. Dicho folleto consiste en la Tesis de Pulacayo, dos resoluciones de la fstmb aprobadas en 1958 y una introducción de Guillermo Lora. En el pasaje referido de la Tesis, aparece la frase “Tales tareas burguesas no cumplidas son los objetivos democrático-burgueses que inaplazablemente deben realizarse” en lugar de la frase “Tales tareas burguesas no cumplidas son los objetivos de la revolución democrático-burguesa que inaplazablemente debe realizarse”. La introducción no da indicios acerca de esta diferencia, aunque sí afirma: “Los textos que van a leerse han sido escrupulosamente cotejados con los originales”.5 Las versiones de la Tesis de Pulacayo publicadas desde aquel entonces (al menos las que he podido consultar) incluyen la frase tal como aparece en el folleto de 1959. Esto incluye el texto de la Tesis que aparece en los folletos publicados

3 4

5

Social (abril de 1947), 75-76, hay una coma en lugar de la palabra “y” después de “latifundio”; se mantiene la coma después de “pre-capitalistas”; y la palabra “unidad” se utiliza en lugar de “unificación”. Esta frase es idéntica en los cinco textos identificados en la nota 2. Jorge Siles Salinas, citado en Lora, Historia del movimiento obrero boliviano, 1933-1952, 518. En la misma obra, Lora establece que Protección Social (abril de 1947) y una revista jurídica de ­Cochabamba (a la que no he podido consultar) “incluyeron en sus páginas todo el texto” de la Tesis y que la misma “[t]ambién figura” en el libro Programas políticos de Bolivia (Lora, ibid., 512513). Programa obrero (La Paz: Ediciones Masas, 1959), 10, 9.

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bajo el título Tesis de Pulacayo en 1978 y 1980 con introducciones de Guillermo Lora; el número uno de los Cuadernos de capacitación de la fstmb, publicado en 1992; el primer tomo de las Obras completas de Lora, editado en 1994, así como los textos publicados en Internet.6 No se puede establecer aquí, a ciencia cierta, cómo o cuándo surgió esta significativa diferencia entre las versiones del punto 4 de la primera sección de la Tesis de Pulacayo. Dada la importancia de la Tesis en la historia política de Bolivia, es de esperarse que este pequeño misterio se aclare mediante el análisis concienzudo de fuentes adicionales.

6

Tesis de Pulacayo (sin lugar de publicación ni editorial: 1978), 24; Tesis de Pulacayo (La Paz: Ediciones Masas, 1980), 24; Evolución de la lucha política de los trabajadores mineros – Cuadernos de capacitación 1 (La Paz: fstmb - sidis, 1992), 6; Lora, Obras completas, 1:304. En Internet la Tesis está disponible en los siguientes sitios, entre otros: https://www.marxists.org/espanol/ lora/1946/nov08.htm y http://www.ceipleontrotsky.org/Tesis-de-Pulacayo.

Glosario

En Bolivia, algunas figuras políticas se conocen generalmente por sus apellidos paterno y materno (por ejemplo, José Aguirre Gainsborg), otras sólo por el paterno (por ejemplo, Guillermo Lora). Aguirre Gainsborg, José (1909-1938). Marxista boliviano, cofundador del por. Alandia Pantoja, Miguel (1914-1975). Muralista, prominente en el por y la cob. Banzer, Hugo (1926-2002). General, encabezó golpe de 1971; presidente de Bolivia 1971-1978, 1997-2001. Barrientos, Oscar (1916-2001). Seudónimo: Tomás Warqui. Refundó el por en 1938. Barrientos, René (1919-1969). General de la Fuerza Aérea, encabezó golpe de 1964. Beta Gama. Agrupación juvenil nacionalista de izquierda en los años 30. Bloque Minero Parlamentario (bmp). Integrado por representantes de la fstmb y del por, 1947-1949. Bravo James, Fernando (1912-1962). Dirigente porista asociado con Hugo González Moscoso. Buró Latinoamericano (bla). Organismo de la iv Internacional establecido en 1948. Central Obrera Boliviana (cob). Fundada en 1952. Comibol. Corporación Minera de Bolivia, empresa estatal fundada en 1952. Comité Central (cc). Organismo dirigente en el por y otros partidos cuya estructura se basa en el modelo leninista. Comité Internacional de la iv Internacional (ci). Formado en 1953 por trotskistas que se oponían a Michel Pablo. Cuarta o iv Internacional. Partido Mundial de la Revolución Socialista fundado por León Trotsky en 1938. Ejército de Liberación Nacional (eln). Grupo guerrillero boliviano establecido por Che Guevara en 1966. Entristas. Dirigentes trotskistas que entraron al mnr a fines de 1954.

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Escóbar, Filemón. (1936-). Dirigente minero trotskista, se convirtió en senador indianista y mentor de Evo Morales durante período formativo del mas. Fajardo, Leticia (1919-1977). Prominente izquierdista orureña, se unió al por en 1944. Falange Socialista Boliviana (fsb). Partido de extrema derecha fundado en 1937. Federación Obrera del Trabajo (fot). Agrupación sindical paceña en los años 1920 y 1930. Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (fstmb). Fundada en 1944 bajo la dirección de Juan Lechín. Fracción Obrera Leninista (fol). Fracción dentro del por a mediados de los 1950, encabezada por Guillermo Lora y Edwin Möller. Fracción Proletaria Internacionalista (fpi). Fracción dentro del por a mediados de los 1950, encabezada por Hugo González y Fernando Bravo. Frente Democrático Antifascista (fda). Alianza entre el pir y partidos de la Rosca, derrocó a Gualberto Villarroel en julio de 1946. Frente Revolucionario Antiimperialista (fra). Alianza del por, pcb, el expresidente j.j. Torres y otros, formada en 1971. fstmb. Ver Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia. Gamonales. Terratenientes, hacendados. Goni. Ver Sánchez de Lozada, Gonzalo. González Moscoso, Hugo (1922-2010). Uno de los dirigentes centrales del por y de grupos derivados de éste. Grupo Tupac Amaru (gta). Agrupación de Tristán Marof en el exilio, una de las corrientes fundadoras del por. Guerra del Chaco. Conflicto territorial entre Bolivia y Paraguay, 1932-1935. Indio. Muchos bolivianos se identifican como indios, indígenas o miembros de pueblos originarios o autóctonos, términos que algunos escritores utilizan de manera intercambiable. Internacional Comunista (Comintern, ic). La iii Internacional, fundada en 1919 por v.i. Lenin, León Trotsky y otros dirigentes de la Revolución Rusa. Izquierda Boliviana. Grupo de exiliados formado por Aguirre Gainsborg; junto con el gta fundó el por. Izquierda Comunista. Agrupación de adherentes chilenos de la Oposición de Izquierda Internacional; rompió con el trotskismo en 1936. Lechín Oquendo, Juan (1914-2001). Dirigente central de la fstmb y la cob durante muchos años. Liga Comunista Internacional (lci). Nombre que la Oposición de Izquierda Internacional adoptó en 1933; antecesora de la iv Internacional. Liga Socialista Revolucionaria (lsr). Organización trotskista encabezada por Carlos Salazar Mostajo (1916-2004). Lora, César (1927-1965). Dirigente minero trotskista; hermano de Guillermo.

Glosario

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Lora, Guillermo (1922-2009). El mejor conocido dirigente del trotskismo boliviano desde comienzos de los años 40 hasta su muerte; líder del por-Masas después de la escisión de 1954-1955. Lucha Obrera. Principal periódico del por hasta la escisión de 1954-1955 y luego del ala de González. Mandel, Ernest (1923-1995). Miembro dirigente del s.i. después de la Segunda Guerra Mundial y luego del s.u. Mariátegui, José Carlos (1894-1930). Marxista peruano. Marof, Tristán (1898-1979). Seudónimo de Gustavo Navarro, un fundador del por y luego del psob. Masas. Periódico fundado por Guillermo Lora en 1954. Möller, Edwin (1924-1998). Un dirigente del por, prominente en la cob; codirigente de la fol hasta fines de 1954, encabezó a los “entristas” en el mnr. Morenistas. Seguidores del dirigente de izquierda argentino “Nahuel Moreno” (Hugo Bressano, 1924-1987). Movimiento Al Socialismo (mas). Partido de Evo Morales, quien fue elegido presidente de Bolivia en diciembre de 2005. Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (mir). Partido formado en 1971 por Jaime Paz Zamora (nacido en 1939; sobrino de Víctor Paz Estenssoro; presidente de Bolivia 1989-1993). Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr). Fundado en 1941, partido gobernante tras la Revolución de 1952; derrocado en el golpe de 1964; se dividió entre alas encabezadas por Paz Estenssoro y Siles Zuazo. El sector de Siles comenzó a llamarse mnr de Izquierda (mnr-i) después de que Paz apoyó al golpe militar de 1971. Revolución Nacional. Nombre que el mnr utilizó para referirse a la Revolución Boliviana de 1952. Oposición cochabambina. Agrupación dentro del por a mediados de los años 1950 que se oponía a las dos fracciones principales. Oposición de Izquierda Internacional. Integrada por seguidores de Trotsky; antecesora de la lci y la iv Internacional. Pablo, Michel (1911-1996). Seudónimo de Michalis Raptis, dirigente del s.i. desde finales de la Segunda Guerra Mundial hasta comienzos de los años 1960. Partido Comunista Boliviano (pcb). Partido prosoviético fundado en 1950 por exmilitantes de la juventud del pir. Partido de Izquierda Revolucionaria (pir). Partido prosoviético fundado en 1940. Partido Obrero Revolucionario (por). Principal organización del trotskismo boliviano; fundado en 1935; “refundado” en 1938, se convirtió en sección boliviana de la iv Internacional. Se escindió en 1954-1955 entre agrupaciones dirigidas por González y Lora.

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Partido Revolucionario de la Izquierda Nacional (prin). Partido formado por Lechín cuando éste abandonó el mnr en 1964. Partido Socialista Obrero de Bolivia (psob). Partido fundado por Marof en 1938. Paz Estenssoro, Víctor (1907-2001). “Jefe” del mnr, presidente de Bolivia ­1952-1956, 1960-1964, 1985-1989. por-Combate. Nombre popular de la agrupación de González a partir de finales de los años 1960, cuando empezó la publicación del periódico Combate. por -De Pie. Grupo centrado en Siglo xx , fundado por exmilitantes del ­por-Masas en 1977. por-Lucha Obrera. Nombre popular de la agrupación de González después de la escisión de 1954-1955 en el por, cuando su fracción asumió la publicación de Lucha Obrera. por-Masas. Nombre popular de la agrupación de Lora desde la escisión de 19541955 en el por; publica Masas. por-Trotskista. Nombre usado por los seguidores de j. Posadas después de romper con el grupo de González. por Unificado. Partido establecido por el grupo de González en 1983. Posadistas. Seguidores del izquierdista argentino “j. Posadas” (Homero Cristalli, 1912-1981). Republicanos, Republicanos Socialistas. Seguidores anticomunistas del ­expresidente Bautista Saavedra (1869-1939). Revolución permanente. La concepción de Trotsky acerca de la revolución en países de “desarrollo capitalista tardío”. Ver Apéndice 1. Rosca. Forma popular de referirse a la élite de barones del estaño, terratenientes y políticos que dominó a Bolivia desde comienzos del siglo xx hasta la Revolución de 1952. Sánchez de Lozada, Gonzalo (1930-). Conocido como Goni. Empresario minero, político del mnr, presidente de Bolivia 1993-1997, 2002-2003. Secretariado Internacional de la iv Internacional (s.i.). Organismo dirigente del movimiento trotskista mundial y luego de la corriente internacional encabezada por Pablo y Mandel. Secretariado Unificado de la iv Internacional (s.u.). Establecido en 1963 mediante la reunificación del s.i. y la mayor parte del ci. Siglo xx. Mina en la zona Catavi-Llallagua, un centro de la influencia trotskista. Siles Zuazo, Hernán (1914-1996). Hijo de Hernando Siles (presidente de Bolivia 1926-1930); miembro de Beta Gama; luego “Sub Jefe” del mnr y posteriormente dirigente del mnr-i; presidente de Bolivia 1956-1960, 1982-1985. Socialismo militar. Descripción de sí mismos adoptada por los regímenes formados después de la Guerra del Chaco por los coroneles David Toro y Germán Busch.

Glosario

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Socialist Workers Party (swp). Partido trotskista norteamericano dirigido por James p. Cannon, influyente en el movimiento internacional. Tesis de Pulacayo. Programa radical que el por escribió para la fstmb en 1946. Torres, Juan José (1921-1976). General, presidente nacionalista de izquierda, 1970-1971. Trotskismo. Ver Apéndice 1. Perspectiva política asociada con León Trotsky (Lev Davidovich Bronstein, 1879-1940), codirigente de la Revolución Rusa, exiliado por oponerse a Stalin. En este libro, la palabra “trotskista” se emplea para referirse a aquéllos que se consideren adherentes de dicha perspectiva; “el trotskismo boliviano” es la derivación nacional específica de la misma. Unión Democrática y Popular (udp). Frente popular integrado por el mnr-i de Siles Zuazo, el mir y el pcb; gobernó entre 1982 y 1985. Unión Revolucionaria de Universitarios Socialistas (urus). Grupo juvenil del por-Masas fundado en 1971. Villarroel, Gualberto (1908-1946). Mayor del ejército, presidente de Bolivia 1943-1946.

Bibliografía

Archivos y colecciones Los que aparecen frecuentemente en el texto se identifican por abreviaciones. bahc: Biblioteca y Archivo Histórico del Congreso de la Nación. La Paz, Bolivia. bahc-csc: Colección Sinforoso Cabrera en la bahc. bdic: Bibliotèque de Documentation Internationale Contemporaine. Université de París x, Francia. cermtri: Centre d’Études et Récherches sur les Mouvements Trotskystes et Révolutionnaires Internationaux. París, Francia. fbec: Papeles de Fernando Bravo y Elsa Cladera. Colección particular. La Paz, Bolivia. h: Hoover Institution, Stanford University. Palo Alto, California, ee.uu. h-jh: Papeles de Joseph Hansen en la Hoover Institution. h-jl: Papeles de Jay Lovestone en la Hoover Institution. h-lsh: Colección de la Library of Social History en la Hoover Institution. h-swp: Archivos del Socialist Workers Party en la Hoover Institution. h-wer: Colección de William e. Ratliff en la Hoover Institution. Archivo de Comibol (Corporación Minera de Bolivia). El Alto, Bolivia. Archivo de La Paz. La Paz, Bolivia. Archivo Nacional. Santiago de Chile. Archivo y Biblioteca de la Nación. Sucre, Bolivia. Bedregal, Carmen y Francisco. Colección particular. La Paz, Bolivia. Bravo Cladera, Emma Bolshia. Colección particular. La Paz, Bolivia. Colecciones anónimas particulares. Cochabamba, El Alto, La Paz, Oruro y Sucre, Bolivia. Leon Trotsky Exile Papers. Houghton Library, Harvard University. Cambridge, Massachusetts, ee.uu. Prometheus Research Library. Nueva York, ee.uu.

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Tamiment Library, New York University. Nueva York, ee.uu. Boletines internos Boletín de discusión sobre Bolivia, Partido Obrero Revolucionario de Argentina (Buenos Aires). Boletín de información, s.u. (París). Boletín informativo latino-americano, Bulletin d’Information, Bulletin intérieur, Internal Bulletin, s.i. (París). Boletín interno del Secretariado Internacional de la Cuarta Internacional, Grupo Cuarta Internacional (Buenos Aires). Boletín sin título de preparación para la Conferencia de Emergencia de la iv Internacional, 1940 (sin editorial ni lugar de publicación). Boletines y circulares (varios), cob, Cuerpo Nacional de Milicias Armadas de la cob, fstmb. Discussion Bulletin, Internal Bulletin, International Information Bulletin, International Internal Discussion Bulletin, swp (Nueva York). Matériaux et Informations, Secretariado Latinoamericano, Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista (Moscú). Entrevistas He citado el nombre de cada entrevistado conforme con la manera en que se conoce públicamente; se alfabetizan de acuerdo con su apellido paterno. A menos que se indique lo contrario, las entrevistas fueron realizadas por el autor. Aguilar, Alberto. La Paz, 16 julio de 2004. Exdirigente del por. Alejandro, Grover. La Paz, 16 julio de 2004. Minero jubilado, dirigente de la cob; exactivista del por-Masas. Anónima. La Paz, 10 de julio de 2003, 5 de agosto de 2004. Exsimpatizante del por. Anónima. Sucre, 2 de agosto de 2004. Activista. Anónimo. La Paz, 18 de enero de 2007. Exactivista del por. Anónimo. La Paz, 20 de enero de 2007. Exsimpatizante del por. Arze Loureiro, Eduardo. Cochabamba, 2 de octubre de 1992. Miembro fundador del por y del psob. Bardales, Julio. La Paz, 28 de junio de 2004. Expresidente del sindicato minero de Pulacayo. Barrientos, Oscar. Cochabamba, 2 de octubre de 1992. Exdirigente del por. Bedregal, Francisco. La Paz, 5 de julio de 2004. Exactivista del por-t. Bonadona, Alberto. La Paz, 30 de julio de 2004. Director del sistema de pensiones de Bolivia cuando se le entrevistó; exactivista del por-Masas.

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Lora, Gloria. Estocolmo, 18 de agosto de 2007. Hermana de Guillermo. Entrevista realizada para el autor por Nadezhda Bravo Cladera. Lora, Guillermo. La Paz, 1 de agosto de 2003, 26 de julio de 2004, 3 de agosto de 2004. Dirigente del por y del por-Masas. Lora, Miguel. Cochabamba, 6 de agosto de 2004. Dirigente del sindicato magisterial y del por-Masas. Entrevistado con su esposa Aurora Villarroel. Márquez, Alfonso. La Paz, 7 de agosto de 2004. Activista del por-Masas. Mendizábal, Eduardo. Sucre, 13 de enero de 2007. Activista del por-Masas. Möller, Edwin. La Paz, 29 de septiembre de 1992. Exdirigente del por, de la cob y del prin. Peláez, Pastor. Cochabamba, 6 de agosto de 2004. Minero jubilado y activista del por-Masas. Perelman Fajardo, Juan. La Paz, 5 de julio de 2004. Hijo de Leticia Fajardo. Plata, Vilma. Oruro, 31 de julio de 2003; La Paz, 28 de junio de 2004. Dirigente del sindicato magisterial y vocera del por-Masas. Poppe, René. La Paz, 28 de junio de 2005. Escritor. Ramírez, Edgar “Huracán”. El Alto, 29 de junio de 2004; La Paz, 3 de enero de 2007. Director del Archivo de Comibol; anteriormente activista del pcb, secretario general de la fstmb y secretario ejecutivo de la cob. Ramos, Jorge Abelardo. México, 30 de enero de 1992. Embajador de Argentina en México y extrotskista. Román, Ariel. Cochabamba, 5 de agosto de 2004. Dirigente de urus. Salazar Mostajo, Carlos. La Paz, 3 de agosto de 2003, 5 de agosto de 2003. Exmaestro de Warisata y dirigente de la lsr. Sapiencia, Sonia. La Paz, 3 de agosto de 2003, 10 de agosto de 2004. Anteriormente organizadora del movimiento sindical de trabajadores del estado. Sejas, Modesto. Cochabamba, 2 de octubre de 1992. Dirigente campesino, activista del por y del por-Masas. Soliz Rada, Andrés. La Paz, 29 de septiembre de 1992. Congresista, exdirigente del Grupo Octubre que llegó a ser Ministro de Hidrocarburos y Energía en el gobierno de Evo Morales. Trigoso, Gonzalo. La Paz, 19 de julio de 2004, 20 de julio de 2004. Exactivista del por-Masas. Vargas, Amadeo. Oruro, 29 de julio de 2003; Cochabamba, 6 de agosto de 2004. Exdirigente del por, del por-lo y del por-t. Vásquez, Felipe. Oruro, 4 de octubre de 1992. Dirigente del sindicato minero de Huanuni, del por-lo y del por-Combate. Vásquez, Zenovia. Cochabamba, 13 de marzo de 2007. Activista en Huanuni y Cochabamba. Entrevista realizada por Sarah Hines. Vásquez Condori, Elio. El Alto, 17 de julio de 2004. Trabajador jubilado de ­Comibol, activista del por-lo y del por-Combate.

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Velarde Alfonso. La Paz, 10 de agosto de 2004. Vocero del por-Masas y miembro fundador de urus. Villarroel, Aurora. Cochabamba, 6 de agosto de 2004. Exdirigente del Comité de Amas de Casa de Siglo xx y exactivista del por-Masas. Entrevistada con su esposo Andrés Lora. Periódicos y revistas ¡A Luchar! (La Paz). Alianza Obrera (Santiago de Chile). Amauta (Lima). América India (Santiago de Chile). Bandera Roja (La Paz). Bandera Socialista (La Paz). Batalla (La Paz). Bocamina (La Paz). La Calle (La Paz). Cambio 16 (Madrid). Chasqui Socialista (La Paz). La Chispa (La Paz). Clave (México). La Colmena (La Paz). Combate (La Paz). Combate (Spånga, Suecia). El Comercio (La Paz). Contra la Corriente (Montevideo). La Correspondencia Sudamericana (Buenos Aires). Cuarta Internacional (Buenos Aires). Cultura Política (La Paz). Cumbre (La Paz). El Diario (La Paz). Documentos (La Paz, Lima y Santiago de Chile). The Economist (Londres). Emancipación (La Paz). En Defensa del Marxismo (Buenos Aires). Estaño (La Paz). Estudios Sociales (Cochabamba). El Ex-Combatiente (Sucre). Fourth International (s.i.), (Amsterdam). Fourth International (swp), (Nueva York). La Fragua (La Paz).

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El Harinero (La Paz). Hojas de Mi Archivo (La Paz). El Imparcial (Cochabamba). Intercontinental Press (Nueva York). Internacionalismo (sin lugar de publicación). International Press Correspondence (Berlín). International Socialist Review (Nueva York). International Viewpoint (Amsterdam). The Internationalist (Amsterdam). The Internationalist (Nueva York). Ithapallu (Oruro y otros lugares). Jornada (La Paz). El Juguete Rabioso (La Paz). Labor Action (Nueva York). Labor Defender (Nueva York). Latin American Facts (Nueva York). Life (Nueva York). Liga Socialista Revolucionaria (La Paz). Lucha Minera (Catavi-Siglo xx). Lucha Obrera (La Paz). Lucha Obrera (México). El Marginal (La Paz). Masas (La Paz). The Militant (Nueva York). Minneapolis Star Journal (Minneapolis). Le Monde (París). La Nación (La Paz). New International (Nueva York). New Leader (Nueva York). New York Times (Nueva York). Newsweek (Nueva York). La Noche (La Paz). Noticias (Oruro). Nueva Internacional (México). El País (Cochabamba). Política Obrera (Buenos Aires). La Prensa (La Paz). Prensa Obrera (Buenos Aires). Presencia (La Paz). Protección Social (La Paz). Pulso (La Paz).

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Quatrième Internationale (París). Qué Hacer (La Paz). ¿Qué Hacer? (México). La Razón (La Paz). La República (La Paz). Revolución en Bolivia (Buenos Aires). Revolución Proletaria (La Habana). Service Presse Internationale (4) (París). Siempre Abril (La Paz). 7 Días (La Paz) Socavón (La Paz). Socavón (Potosí). Socialist Appeal (Nueva York). South (Londres). Los Tiempos (Cochabamba). Tierra (La Paz). Time (Nueva York). Tribuna Socialista (México). Trinchera (La Paz). Trinchera de la Juventud Revolucionaria (La Paz). Ultima Hora (La Paz). Universidad Abierta (La Paz). La Vérité (París). Vistazo (La Paz). Vivo Rojo (La Paz). La Voz del Minero (Huanuni). Wall Street Journal (Nueva York). Willax (La Paz). Workers Vanguard (Nueva York). Otras fuentes Además de libros y folletos, en esta sección se incluyen artículos sustanciales publicados en boletines o revistas, así como grabaciones audiovisuales y otros materiales citados. No están incluidos aquí los informes, reportajes y notas de los periódicos, volantes y documentos aislados mencionados en las notas al texto. “1952: La Revolución”. Presentado por Carlos Mesa Gisbert. Detrás de las Noticias (pat), 2002. Abecia López, Valentín. 7 políticos bolivianos. La Paz: Juventud, 1986. Agee, Philip. cia Diary: Inside the Company. Nueva York: Bantam, 1986.

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