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Spanish Pages 199-215 [17] Year 2002
Unkus, caminos y encuentros
Marta Ruiz Introducción En este trabajo se intenta, a través del estudio de las pictografías de la zona de Rinconada (3 800 m.s.n.m.), altiplano de la provincia de Jujuy ubicado en los Andes Centro Sur (Argentina), plantear que ciertas imágenes fueron estrategias visuales ligadas al poder político-ritual y a la supervivencia social de los grupos comprometidos en el período del impacto inkaico. Por la concentración de personajes con distintivos atuendos y tocados planteo que, por una lado, el área fue escenario de importantes eventos que involucraron a distintos grupos étnicos de la región en lo que constituyó un contexto de conflictos, actividad guerrera y alianzas; por otro lado, que las expresiones de arte rupestre responden a una necesidad de identificación y/o diferenciación de los grupos movilizados por el Tawantinsuyo. Imágenes de poder y de control real o simbólico que, como no hemos recuperado contextos textiles importantes en el área, se vuelven fundamentales para conocer los tipos y los colores de unkus usados, como también la variedad de gorros y tocados. Llautos y tikas hablan de la persistencia identitaria de larga data en la región andina. Ubicación El altiplano de Jujuy corresponde a la parte noroccidental de la provincia del mismo nombre y es l~región más septentrional del noroeste argentino, limita con Chile y Bolivia en extensas zonas del territorio. Desde la etapa de cazadores-recolectores hasta las primeras "entradas" españolas en el siglo XVI (Almagro en 1535) hay registro de importantes sitios arqueológicos, tal vez los más conocidos sean los del Período de Desarrollos Regionales
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( 1000-1400) que son a su vez los que, en su fase más tardía, evidencian la presencia inkaica ( 1400-1533). Uno de los conjuntos arqueológicos más impresionantes para patentizar la llegada del Inka a la puna de Jujuy es el Pukara de Rinconada . El mismo se halla ubicado a 15 km del actual pueblo de Rinconada, cabecera del departamento del mismo nombre\(Mapa 1). Mapa 1
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En 1902 el arqueólogo argentino Juan B. Ambrosetti, al referirse a las fortalezas en posiciones estratégicas del noroeste argentino, informa que existe un croquis del llamado Pukara de Rinconada (Ambrosetti 1902). Otra mención del sitio la tenemos en Eric Boman, quien en sus Antiquités dedica extensas descripciones al lugar, pero además del sitio describe por primera vez el arte rupestre asociado. Boman también levanta un plano del Pukara (Boman 1908).
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En la década del 70 los trabajos efectuados en Pukara de Rinconada son recogidos en dos publicaciones (Suelta et al.1979; Alfaro y Suelta 1970). Casi 20 años después se han retomado los estudios arqueológicos y de su arte rupestre asociado por considerarse que aún quedan preguntas por responder sobre el Jugar (Ruiz y Albeck 1997) y se ha realizado un nuevo relevamiento del sitio (Foto 1). Foto 1
El conjunto arqueológico se ubica en las formaciones mesetiformes que se extienden por el sudoeste de la llanura de la laguna de Pozuelos y se eleva a unos 100 metros sobre el nivel del terreno, cinco de estas formaciones reciben los nombres de Pukara Chico, Peña Fiera, Mesada del Pukara, Cerro de las Pinturas y Mesada de Chacuñayoc. Al oeste se levantan las sierras de Cobalonga y San José y hacia el este la serranía de Cochinoca. La meseta donde se encuentra el poblado-pukara (Ruiz y Albeck 1997) es sólo accesible por el flanco sur, el tramo final está escalonado accediéndose al pukara por una abertura con muros no muy altos q~e rodeaban la fortaleza, su posición topográfica hace del poblado-pukara un lugar naturalmente estratégico. En el poblado-pukara se encuentran recintos habitacionales, canales de agua, vías de circulación y espacios públicos, así como un sector inkaico bien identificado y que es contemporáneo a las otras edificaciones. Esta situación hace pensar que por lo menos en este lugar las relaciones con los inkas fueron finalmente toleradas.
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Por otro lado, el arte rupestre del conjunto arqueológico, diseminado por las otras mesetas, tiene expresiones tanto en grabados como pictográficas. Algunas de las mismas fueron publicadas por Boman ( 1908), Al faro (1979) y Balbuena (1983). Nuevas manifestaciones han sido registradas recientemente (Ruiz y Chorolque 1997; Ruiz, Albeck y Chor9lque 2000).
De cómo el arte rupestre nos cuenta historias El objetivo de los estudios de arte rupestre es conocer la identidad de los motivos, delimitar su correlación estilística y diferenciar la antigüedad relativa corroborando, en la medida de lo posible, su ligazón con prácticas rituales. Por eso, el arte rupestre adquiere el valor de un testimonio de significación valiosa al no contar con escritura las culturas del área. Las pinturas se convierten así en relatos de algo que pasó y necesitó ser registrado. Como conjunto de significaciones y sentidos que subyacen a los eventos pictográficos, nos permiten la reconstrucción de la historia de este sitio prehispánico porque constituyen un corpus importante como muestra representativa. El arte rupestre asociado al Pukara es una de las expresiones pictóricas más completas del altiplano jujeño. Las llamadas Mesada de las Pinturas y Mesada de Chacuñayoc, ubicadas alrededor del propio Pukara, nos acercan, por la cantidad y calidad de las pinturas, a la memoria del sitio. El Cerro o Mesada de las Pinturas se encuentra a un costado del Pukara y tiene una orientación este-oeste. En la ladera oeste se encuentran aleros o chullpas que han sido utilizados como soporte de las manifestaciones pictóricas. Uno de los aleros contiene el llamado Panel Boman por haber sido registrado por Eric Boman a principios de siglo y publicado en el tomo II de su obra Antiquités de la Región Andine de la République Argentine et du Désert d'Atacama (1908). Este panel puede dividirse en tres secciones: a) panel central de 1,50 m de altura por 2,50 m de ancho; b) panel derecho de 0,50 m de altura por 1 m de ancho; y c) panel izquierdo de la misma medida que el anterior, sección que no está consignada en el dibujo de Boman, pero ha sido reconstruida (Ruiz 1999) porque constituye un elemento importante para la interpretación del conjunto. En la actualidad el grado de deterioro del panel es alarmante. En la sección central se distinguen 8 personajes con túnicas rojas y mangas cortas llevando, según Boman, una "bandolera" adornada con puntas triangulares de color blanco. Estas bandoleras se identificarían como un rasgo propio de honderos (hasta la actualidad es frecuente ver a los pastores-honderos con sus "bandas o sogas" atravesadas en el dorso). Los personajes llevan tocados de plumas negras sobre un llauto de color rojo. Por debajo ellos, yuxtapuestos, se observan 6 rectángulos negros, el examen de estos signos evidencia que pueden haber sido también personajes con unkus negros, pero los otros rasgos están muy perturbados. Hacia el costado derecho, 8 personajes con unkus verdes y con adornos en rojo en los bordes superiores e inferior, llevan doble vuelta de llauto negra y roja. En un nivel inferior se encuentran 6 personajes con unkus ajedrezados blanco y rojo, dos conservan el llauto rojo y dos el negro, a dos de los seis personajes se les ha borrado la cabeza. Al lado hay 3 personajes con unkus que están divididos en franjas horizontales, sus adornos cefálicos son rojos (Fig. l ). Un grupo muy sugerente lo integran 9 personajes con atuendos más largos, portan armas como bastones rectos, algunos espesados en su extremo. Estos alteran los colores de su vestimenta, en unos casos la parte superior es roja y la inferior
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negra. Al parecer están custodiando a unos individuos que se encuentran unidos por una cuerda y se interpretan como prisioneros. De estos se observa sólo el sector del cuerpo, cubierto con mantos rojos, pero las cabezas han desaparecido muy posiblemente por el paso del tiempo. En el panel de la derecha hay 28 figuras que se componen de ajedrezados blancos y rojos que se tocan por los ángulos y sobresale una especie de penacho rojo. Abajo aparecen 6 personajes con unkus verdes con el borde inferior en rojo y portan un tocado de 5 plumas o tikas rojas. Más abajo 2 personajes con unkus rojos, con tocados semilunares del mismo color, estas figuras portan lanzas. Boman ( 1908) concluye la descripción del panel diciendo que puede ser un cuadro conmemorativo, un acontecimiento, una asamblea, una gran fiesta o el retorno de una expedición guerrera. Figura 1
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