Psicoanalisis De Una Niña Pequeña

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P la n o del AMBITO DE TRABAJO d e l D r W in n ic o t t EN EL 07 C h e s t e r S q u a r e Londres

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T errado Despacho Libros Sala de espera Pared blanca + ventana ciega T echo en declive Sótano patio Librerías Librerías Juguetes Escaleras hacia el terrado, etc. Consultorio Cortinas Libros Librerías Escritorio Libros

D/Iftiju ¡ir h Britlou

PSICOANALISIS DE UNA NIÑA PEQUEÑA (The Piggle)

por D. W. Winnicott

G E D ISA

Ululo del original francés: I I ir» / ‘Ingle. An A ccount o f th c IS v c h o A nnlytlc T rc a tm c n t of .i l.in lc G irl W W.

»E1 segundo producto de la fantasía, de aparición posterior, es el ‘habacar’. Cada noche grita: ‘Habladm e del babacar, de­ cidm e todo acerca del babacar'. La m am á y el papá negros suelen e s ta r ju n tos en el babacar: o algún, hom bre _solo. Muy de tanto en tanto se m anifiesta una 'Piggle* negra (llam am os ‘Piggle* a Gabrielle). »Hubo una época, ya pasada, en que se a rañ ab a el ro stro e ra ve m on te todas las noches. «Muchas veces se la ve enérgica y es­ pontánea y llena de vida, pero en esta ocasión decidim os pedir su ayuda para que no se fije ni se endurezca com o única posibilidad de hacer fren te a su angus­ tia.» EXTRACTO DE CARTA DE LA MADRE «Las cosas no han m ejorado en ningún sentido desde que le escribí. Ahora es rara la vez en que Piggle se concentra en el juego: es difícil inclusive„que acepte ser ella m ism a: es el ‘baba’ o. m ás frefuc al babacar. La P i^ a h es negra. Las dos Piggahs se encuentran mal. ¡Mamá, q u éjate del babacar}' *Le dije que había escrito al Dr. W in­ nicott 'que entiende de babacar es y mam ás n eg ras’; desde entonces ha cesado su ruego nocturno: ‘Hahladm e del babacar'. Dos veces me pidió, de m odo im previsto: ■Mamá, llévame donde el Dr. W innicott.’»

Un estado clínico degenerativo

P R I M E R A C O N S U LT A (Febrero, 3, 1964)

Los padres traje ro n a la niña y em pe­ zamos p o r p asa r un ra to ju n to s en el consultorio. G abrielle se veía preocupada, y me parecía evidente que había venido dispuesta a ponerse a tra b a ja r tan pronto com o trasp u siera la puerta. Llevé a los tres a la sala de espera y luego in ten té hacer regresar a Piggle a mi despacho. No estaba com pletam ente decidida a re c o rre r ese trayecto, y al a tra ­ vesar el co rred o r dijo a su m adre: «¡Soy dem asiado tímida!» P or esta razón, hice p asa r a la m adre con ella, con la recom endación de que no trata se de ay u d ar en absoluto; volvió a sentarse en el diván con la niña a su lado. Yo ya había hecho am istad con el osito de felpa que estaba sentado en el suelo ju n to el escritorio. Ahora me encon­ trab a en la p a rte trase ra de la habitación, entreteniéndom e en el suelo con los ju ­ guetes. Dije a Piggle (a quien en realidad no alcanzaba a ver): «Trae el osito aquí, quiero m o strarle los juguetes». T rajo el

Comunicación inicial

oso (lo inm ediato y me ayudó a m o strarle los luquetes. Luego comenzó a ju g ar ella, dedicándose fundam entalm ente a a p a rta r trozos de trenes del desorden general. Repelía: «E ncontré un... (lo que fuese)». Al cabo de cinco m inutos, la m adre salió discretam ente a la sala de espera. Deja­ mos la p uerta ab ierta: era im portante para la niña, que observaba los prepara­ tivos. F.ntonces com enzó algo que fue dit ho una y o tra vez: «Aquí hay otro u n o... y aquí hav otro uno.» La frase aludía las m as veces a cam iones y locom otoras, pero no parecía muy preocupada por el obpeto a que se refiriera. Por consiguiente, lo tomé como m ensaje y dije: «O tro bebé. 1.1 Bebé S u sh .» 1 Fue ostensible que había sido la observación correcta, puesto que en ese m om ento empezó a hablarm e de la época en que había llegado el Bebé Sush, tal com o ella la recordaba. Dijo lo siguiente: «Yo era un bebé. E stab a en una cuna. Estaba dorm ida. Sólo tenia el biberón.» En ese instante hubo algo acer­ ca del lam er, com o esperaba, y pregunté: , Dijiste que estab as lamiendo?» «Ño, no estaba lamiendo», respondió. (E n reali­ dad. según supe m ás tarde, n u nca había tenido biberón, pero se lo haSia visto al bebe.) Insistí? «Y entonces hubo otro bebé», instándola a proseguir con la hisloria del nacim iento. Cogió un o b jeto redondo con u n a por­ ción central saliente que en un tiem po había correspondido al eje de un c a rru a ­ je. e inquirió: «;De dónde viene esto ? » ( o ntesté en referencia a la realidad: «¿Y de dónde vino el bebé?» Replicó: «La cuna.» Llegados a ese punto, tom ó un

Estableciendo

comunicación

I Asi es c ó m o G a b rielle lla m a a su h e rm a n ita S u s a n , d e o cho m eses.

pequeño m uñeco que figuraba un h o m bre y tra tó de colocarlo en el asiento del cop.cluctor de un coche de ju g u ete. No cabía porque era dem asiado grande; intentó ha­ cerlo p asar p o r la ventanilla y p o r otros m uchos lugares. «Noxen tra rá; se traba.» Cogió a conti­ nuación u n palillo, lo in tro d u jo en la ventana com entó: «El paliilo entra.» Dije algo acerca del hom bre poniendo algo dentro de la m u jer para hacer un bebé. Me hizo saber: «Tengo un gato. La pró­ xima vez tra e ré el gatito, o tro día.» En ese pu n to quiso ver a su m adre y abrió la pu erta. M encionó algo referido a hab lar con el osito. H abía cierta ansie­ dad a la que tenía que hacer frente. Hice la tentativa de verbalizarla: «E stás asus­ tada; ¿tienes sueños que te asusten?» Res­ pondió: «Sueño con el b ab a c a r.» Esa era la palab ra que ya su m adre me había he­ cho saber, relacionada con el bebé, el Bebé Sush. Para entonces, G abrielle había quitado la cin ta al co rd ero de juguete y la había colocado en to rno de su propio cuello. Parece s e r que pregunté qué com ía el ba­ bacar. Su respuesta: «No sé. Tengo un... azul... oh, no, eso era un globo.» (H abía llevado consigo un globo desinflado y, en efecto, el juego había com enzado p o r una infructuosa m anipulación de ese elem en­ to al que ah o ra se refería.) Levantó una bom billa eléctrica sobre cuya superficie opaca había sido dibu­ jado el ro stro de un hom bre. «Dibuja hom brecito», dijo. Volví a d ib u ja r un ros­ tro de hom bre sobre la bom billa. Reco­ gió unas pequeñas cestas plásticas para fresas; preguntó: «¿Puedo poner esto dentro?» Comenzó a g u ard ar todo en ca­ jas m uy pausadam ente. H abía un sinfín

Ansiedad... cambio de tema Contacto con su madre... alivio

de pequeños objetos y aproxim adam ente ocho cajas, de una a o tra clase. Le hice el siguiente com entario: «E stás haciendo be­ bés com o si cocinases, mezclándolo todo.» Sus observaciones fueron del tipo de: lh*l>o poner orden. No debo d e ja r el lu­ gar desordenado.» fin alm en te, absolutam ente todo, hasta las m enores m inucias, fue em pacado en las seis cajas. Me preguntaba cóm o hacer lo que tenía que hacer y, con b astante poca discreción, aludí a la m am á negra: «¿Alguna vez te en fadaste con la m am á negra?» Yo vinculaba la idea de una m am á negra con su r ivalidad con su m adre. debida a que am bas am aban al m ism o hom bre, papá. E ra m uy claro que se ha­ llaba profu ndam ente unida a su padre, y me sentí b astan te seguro al h ac er la interpretación. En algún nivel debía ser acertada. Cuando hubo pu esto todo a un lado, dijo: «Me g ustaría ir a b u scar a papá y mamá.» Al dirigirse a la sala de espe­ ra. agregó: «He pu esto orden.» M ientras o curría todo esto, G abrielle me había ayudado a p o n er todos los juguetes bajo el estante, incluido su propio osito, y am bos volvimos a a ta r la cinta en to m o del cuello del cordero. Entonces m e entrevisté con la m adre, en tan to el p ad re cu id ab a de la n iñ a en la sala de espera. E N T R E V IST A CON LA MADRE La m adre aseveró que la salud de la niña se había resentido en los últim os tiem pos. No e ra traviesa y se p o rtab a am ablem ente con el bebé. R esultaba difí­ cil expresar el problem a en palabras.

Negación de la confusión

I'ero no era ella m ism a. E n realidad, se negaba a ser ella m ism a, y decía: «Soy la m am á. Soy el bebé.» No quería que se dirigiesen a ella com o tal. P arloteaba en voz alta com o si se tra ta ra de o tra p erso­ na. Cuando hablaba en serio, ahuecaba la voz. De bebé, Piggle era ex trao rd in a­ riam ente independiente y segura de su influencia. Al nacer Susan, la m ad re tom ó conciencia de inm ediato de que Piggle necesitaba m ucha m ás atención. Había una canción 2 asociada con la época an te­ rior al nacim iento de la h erm an ita; los pa­ dres la habían cantado hacía poco y ella había llorado am argam ente, diciendo: «Basta. No cantéis esa canción.» (E stan ­ tío conmigo, había tararead o una melo­ día y se había m ostrado satisfecha al oírm e com entar: «Los barcos que vienen navegando.» Supe que la canción se la había enseñado su padre.) La que rechazaba era una canción ale­ m ana con letra inglesa que, con toda evi­ dencia, se hallaba estrecham ente relacio­ nada con la íntim a relación de la m adre con su bebé. F.l idiom a natal de la m adre era el alem án; el pad re es inglés. ~VoT\Temro'sol5rc la m am á negra y el babacar, hay detalles que no com prendí con claridad. Las pesadillas de la niña podían referirse a un babacar, y tam bién a un tren. Esta niña no había sido p rep arad a para co n tro lar los esfínteres, pero al llegar el nuevo bebé aprendió sola en una sem ana, lira uno de esos niños que no hablaban

Descripción posterior de la enfer­ medad

2. N ota d e los p a d r e s : "C o n v e rtim o s u n a v ieja to n a d a e n u n a can c ió n d e c u n a , c o n el e s trib illo «...y la m a m á y el p a p á e s ta rá n a q u í. » (p o r e je m p lo , m ie n tra s la n iñ a d u e rm e ). D u ra n te m u c h o tie m p o , c u a n d o alg u ie n ta ra re a b a la to n a d a , su s o jo s se lle n a b an de lá g rim a s. A hora c a m b ia m o s la le tra (la c an c ió n o rig in a l e s de d e sp e d id a ); a veces le g u sta , a veces dice «¡B asta!».-

2-

p s ic o a n á lis is

hasta que, de im proviso, se ponen a h ab lar sin dificultad. Solía ju g a r todo el tiem po, pero desde el cam bio com enzó a echarse en su cuna y succionarse el pulgar sin jugar. Su equilibiro había sido siem pre excelente, pero desde el cam bio h ab ía empezado a caerse y llo rar y hacerse daño. E ra despótica. Su m adre no era sino alguien que estab a allí para cum ­ plir sus órdenes. Desde los seis m eses adoró al p adre: a esa edad dijo: «¡Papá!» Pero p ro n to olvidó la palabra, o perdió la capacidad de usarla. Desde el cam bio, dio la im presión de ver a su m adre com o una persona d istin ta y le tom ó afecto, a la vez que se hacía m ás reservada respec to de su padre. Unos días m ás tarde, en una conversa­ ción telefónica con la m adre, supe que >ués de la consulta, la Piggle se ha'bía p erm itido, p o r prim era vez desde e¡ na i niiiento de la herm ana, s e r un bebé en vez d e -p ro te sta r constantem ente. De hecho, se había acom odado en el cochecitocuna y había tom ado innum erables bibe­ rones. No o bstante, no toleraba que nadie la llam ase «Piggle». E ra el bebé o la m a­ dre Las «Piggles» eran m alas y negras. "Soy el bebé.» La m adre creía p ercib ir que Gabrielle no estab a dem asiado angus­ tiada. H abía encontrado una form a de sim bolizar sus experiencias, según ella decía. No parecía capaz de ver los aspec­ tos positivos de la ap titu d de la niña para Por o tra p arte, tenía razón al no sentirresolver cosas m ediante procesos internos, se satisfecha con esa situación. Piggle se echaba en la cam a y lloraba sin saber por qué. Cuando se iban, dijo: • líl babacar», com o si hubiese olvidado ulgo. Luego agregó: «ELÜT. Winnicott n o sabe de babacares... del babacar.» Comea-

Confianza en el analista

16 tam bién que el osito q u ería volver a

l.undrcs y ju g a r con el Dr. W innicott, pero ella no. Dicho sea de paso, había estado a punto de d e ja r el osito en tre los dem ás juguetes, pero a últim o m om ento lo recordó y se lo llevó a su casa. Es tom o si se lam entase constantem ente de no h aber sido capaz de h a b la r al Dr. Win­ nicott acerca del babacar. Los padres se vieron obligados a revivir la agonía de tensión que ella había atravesado en rela­ ción con la m am á negra y el babacar has­ ta que «algo se quebró». La m adre no co­ nocía el origen exacto del babacar, pero estaba ligado al negro, m am á negra, yo negro, gente negra. En m edio de situacio­ nes felices, G abrielle se m o strab a de im ­ proviso preocupada y decía: «E/ babacar», con lo cual lo echaba to do a p'grdgr. Esto es coherente con la idea de que, aquí, el negro significa que ha en trad o el odio (o la desilusión). Hay o tro detalle, el de que a veces la m adre debe caer y hacerse daño, para que entonces Piggle la alivie. Ello m uestra aún m ás a las claras, si fuese necesario, que el odio y el am o r a la m adre aparecen sim ultáneam ente, y que Piggle es capaz de valerse de su m adre agresivam ente. Tam bién ha de se r capaz de concluir que caer es q u ed ar em barazada. Así, se incluye la agresión del padre. COM ENTARIOS Siento que la entrevista y el inform e de la m adre ju stific aro n el que hubiese tom a­ do el térm ino «tím ido» com o palabra cla­ ve. La paciente estaba en el proceso de elaboración de una nueva relación con la m adre, en la cual cupiese el odio debido a

Desilusión

Ambivalencia

>ti mnoi ni padre. Su am or al padre, de meses, no fue asim ilado en el conjun­ to il< su personalidad y yace a un lado de la relni ión con la m adre, quien, p o r esa • po» a, aún era un objeto subjetivo.3 I I cam bio vinculado con el nacim iento de l.i nueva niña tra jo consigo ansiedad y una falta de libertad en el juego, asi como tam bién pesadillas. No obstante lo cual acarreó cierta aceptación de la m adre ¿romo persona d istin ta y, por consiguiente, el establecim iento de sí m ism a con una identidad y con un fuerte lazo con su padre, lis de p re su m ir que la «m am á ne­ gra» sea un vestigio de su noción su b jeti­ va preconcebida de la m adre. Al volver sobre los detalles de la con­ sulta; se me o curre que lo m ás im p o rtan ­ te tuvo lugar al principio. E sto es, cuando l’iggle respondió a mi interpretación acer­ ca de «otro bebé» afirm ando su posición de bebé en la cuna y prosiguiendo con preguntas a propósito del problem a del origen de los bebés. Ello evidencia una m adurez no siem pre tan claram ente de­ m ostrable a los dos años y cinco meses. Los que siguen son algunos de los pun­ tos im portantes, a destacar, de esta con­ sulta: 1. «Soy tím ida» es la prueba de un ego fuerte y organizado, y de la in stitu ­ ción del analista com o «persona papá». 2. Las dificultades com enzaron con la llegada de un nuevo bebé, lo cual forzó un desarrollo p rem atu ro del ego de la Piggle. s.is

3. R e sp e cto de! te rm in o “o b je to su b je tiv o " , véase W in n ico tt í 1971 >. P laving and Realily, L o n d res. T a v isto c k P u b lic a tio n s , p. 80. IH ny e dición c a s te lla n a : Realidad y juego, G e d isa , B a rce lo n a , 1979.] Véase ta m b ié n T h e Maturaliona! Í>rt>cesses and the Facilita ting fnviroument, N ueva Y o rk , In te rn a tio n a l U n iv e rsitie s P re ss; L on­ d re s. Ilo g a rth P re ss, 1965. p p . 180-181.

No estab a preparada para la sim ple am ­ bivalencia. • \ Indicación de elem entos de locura: l'.tbnt ar, sistem a re negro, etc., pesadillas. • I Facilidad de com unicación. p * Solución tem poraria p o r regresión iiI bebé en la cuna. i \RTA DE LOS PADRES, I S( RITA POR E L PADRE -Fue m uy am able p o r su p a rte el reci­ birnos; y fue de gran ayuda su llam ada in cu sam en te cuando nos estábam os pre­ guntando cuál sería la m ejo r form a de co­ m unicam os con usted.

■.como usted ya sabe. cL-dia .slgutentg a en que le vio, la niña lo pasó en i l cochecito, succionando un biberón. Yo no percibí que eso la satisficiera, y pron­ to renunció a su propósito. Ahora es. al­ ternativam ente, la G ran M am á (una m uy iiuTulgente) y el bebé, p ero nunca ella m isma; no nos p erm ite siquiera llam arla p o r su nom bre. ‘La Pieeah’ (dice) ‘s'a ido, l's negra. La s dos PiggaJfs son nepras.' -La h o ra de aco starse sigue siendo muy difícil; suele d e sp e rta r a las nueve o diez, ‘ñor el b a b a c a r'. D urante el día, en dos ocasiones, tra s h ab e r pasado un ra to agra­ dable, ha dicho: 'L lora M am á’ — ‘¿P or qué?’ — ‘P or el b ab a car’. Los babacares aparecen p o r lo general vinculados con la m am á negra; pero en los últim os días, p o r vez p rim era, una m am á buena en tró en escena. La vocecita m ás bien ansiosa y gazmoña, que no parece suya, no de­ m u estra gran cosa. La em plea principal­ m ente p ara hablar de su baba —su m uñe­ ca, no su herm ana. Con Susan, su herm a­ na (‘el Baba S u sh ’) tiene u n a buena rela■niué l

clón: da la im presión de ser auténticam en­ te com pasiva con ella, a pesar de ocasio­ nales m altratos, y hacen ruidos desagra­ dables en com pañía, para gran regocijo de am bas. Repitió en varias oportunidades, com o con pesar, que el Dr. W innicott no sabe nada del babacar. y d ijo: «No me llevan a Londres». Tam bién hubo algo acerca de haberle proporcionado infor­ mación falsa, diciéndole que había viaja­ do en coche [viajó en tren; aunque pue­ do haberm e equivocado al no p reg u n tar­ le]. Luego el tem a no se volvió a to c a r du­ ran te varios dias, h asta cuando no pudo reco rd ar una canción y me pidió que le llevara a ven al D r. W innicott: al d ía siguiente m e pidió que 110 lo hiciera. Luego se entretuvo en re u n ir carretad as de ju ­ guetes p ara tra e r a Londres, p a ra 'ju g a r y con v ersar’. En los últim os días tuve que ser la Piggah, y ella la Mamá: ‘Te llevaré al Dr. W. Di que no.' — ‘¿Por qué?' ‘Porque necesito que digas que no.' »Los últim os dos o tres días m e pidió con m ucha insistencia que la llevase al Dr. W.; la p rim era vez fue cuando co­ m enté que se la veía triste y ella aseguró que había estado triste toda la m añana: ‘Llévame al Dr. W.’ Le dije que e sc ribiría p a ra h acerle saber al Dr. W. que.estab a triste. T ras u n a pesadilla, anoche (re ­ ferida al babacar, la m am á negra que que­ ría sus yam s y ponía a Piggle negra y con el cuello rígido) dijo: ‘El babacar está itc.' Inquirí qué significaba ‘ite ’ v m e res­ pondió que se lo explicaría al Dr. W. Hay una nueva fantasía que ella repite con m u­ chas variantes, acerca de que todo el m un­ do va a chapotear, chapotear en el barro, o en ‘b rrro o o o ’. «Sigue m ostrándose con frecuencia apá­ tica y triste, pero ha estado jugando m ás

Negativa transferencia resistencia

Ambivalencia en transferen­ cia

Reflejo del desorden de los juguetes

v ha recobrado cierto interés p o r las co­ te,, to sa que encontram os alentadora. -No lia dejado de ac tu a r con m ucha re­ m a en relación con su p ad re, compai olido su conducta con la de antes de m u er Susan; parece se r que sólo puede m anifestar tern u ra cuando es un bebé. ( .«da vez que le sucede algo inquietante, o nuevo, o hace algún descubrim iento, iln ma que eso le ha ocurrido antes, ‘cuan­ do era un bebito en mi c u n a’. Acertam os .1 oírle p o r la noche, llam ando a su bebé V hablándole con gran ternura. "Creo que tenía usted razón al decir que habíam os sido dem asiado ‘inteligentes’ al p ercibir su angustia. Nos sentim os muy t om prom etidos y culpables p o r no haber evitado tener o lro bebé tan p ronto y, de algún modo, su desesperado ruego noc­ turno —'H abladm e del b ab a c a r’— nos pone en el ap u ro de decir algo significa­ tivo. •Nunca le hem os hablado a usted de cuando era bebé; daba la im presión de ser notablem ente sosegada y segura de sí, de ten er au toridad d en tro de su m un­ do. T ratam os p or todos los m edios, se me ocurre que con éxito, de evitarle inciden­ tes que hicieran su m undo dem asiado com plicado. Cuando nació Susan, Gabrielle se vio de algún m odo a rro ja d a fuera de su m olde y separada de sus fuentes de nutrición. Nos resultó m uy doloroso verla tan dism inuida y reducida, y ella ha de haberlo percibido. H ubo tam bién un período d é tensión en tre, .nosotros dos [los p a d re s ]. »Si bien, com o usted dice, no se las arreg la del todo m al, no parece h ab er hallado realm ente el cam ino de regreso a sí m ism a. Pensam os que le gustaría ver algunas fotos clásicas, que tal vez le den

Recuerdo de madre preambivalente y reproche a la madre real presente

una ¡dea m ás precisa que cualquier des­ cripción de n u estras im presiones.» CARTA DE LA MADRE «Me gustaría hacerle llegar unas pocas notas más. an tes de que vea a Piggle. «Aparentem ente, se las apaña b astan te bien y ha llegado a com p ren d er cosas m uy razonablem ente y con considerable triste­ za. Oído en la cam a: 'N o llores, bebito, el Baba Sush está aquí, el Baba Sush está aquí.* Dice qué lindo es te n e r una herm a­ na y todo eso; pero intuyo que lo está consiguiendo a un costo m uy alto para ella. »Pasa gran p a rte de su tiem po ordenan­ do y lim piando y lavando... especialm ente lavándolo todo b ajo el sol. Por o tra parte, no juega m ucho y suele estarse sin hacer nada y un tan to triste. Consum e b astan ­ te tiem po en p o n e r cóm odo a su baba [una m uñeca, una figura altam ente ideali­ zada], »Hace ‘trav e su ras’ con m ucha m ás fre­ cuencia: por ejem plo, da puntapiés y chi­ llidos al ir a la cam a, etc. Cuando se en­ fada, es habitual que ceda al fantasm a y se apresu re a decir: ‘Soy un bebé, soy un bebé’: tiene grandes dificultades p a ra irse a d o rm ir p o r la noche, asegura, 'debido al babacar ’. »F.I b ab ac ar ‘lleva negrura desde mí hasta ti, y entonces me asusto de ti’. ‘EsIoy asustada de la P írruH negra* y ‘Soy m ala’ iia n surgido m uy a m enudo en los últim os tiem pos. (No tenem os p o r cos­ tum bre decirle que es una niña m ala ni ninguna o tra cosa de ese tipo.) T iene micu m adre. •Casi todas las m añanas quiere m eter­ se tlentro de la bata de su m adre, o ser envuelta en form a de ‘arro lla d o ’ en una alfom bra. Parece e s ta r sufriendo enorm e­ m ente p o r lo que una vez llam ó ‘sensación de pecado*. Se inquieta m uchísim o cuan­ do rom pe o ensucia algo; a veces se pone .1 d ar vueltas, m u rm u ran d o para sus aden­ tros: ‘No im porta, no im porta*, con una vocecita suave, artificial... tam bién, cuan­ do golpea a Susan, a quien es m arcada­ m ente sensible, a p esa r de ocasionales des­ lices. Puso reparos a las ropas que le com ­ pram os porque 'hay dem asiado blanco: quiero un jersey negro*. Dijo que podía u sar ropas negras, puesto que e ra n egra y mala. •Tom am os notas sobre ella ayer, si bien no fue un día típico. E stab a p eo r que de co stu m b re y pasó todo el día con no­ sotros. Por lo general, n u estra criada, a quien ella llam a ‘Wattie*, u n a m u je r de edad, pasa las m añanas en casa. E stá m uy ligada a ‘Wattie*. »Por la m añana nos entregó su querido Tcddy, el osito, al que había hecho u n agujero en una p ata y del que había extraído todo el relleno; y estaba m uy angustiada p o r ello. Pasó todo el día pidiendo deses­ p erad am en te cosas que p o r lo general no le negam os, com o si tuviese que lib ra r una gran b atalla para obtenerlas de nosotros. Dijo a su m adre que quería casarse. Cuan­ do se le sugirió que sería u n a buena idea esp e ra r p ara ello, dijo con m ás insisten­

Ansiedad depresiva

El negro vinculado con el sentimiento de culpa

Este juego aparece en una sesión posterior

Fuga de ¡a inmadurez a la idea de. adultez

cia: ‘No, no, soy una m uchacha grande ahora', y dio a en ten d er que era dem asia­ do m ayor p ara juguetes. •La ida a la cam a dio lugar a u n a gran escena... com o o cu rre b astan te a m enudo actualm ente. Dice que tem e que la m am á negra venga tra s ella^ A las diez tenía toda la ropa de cam a en el suelo. S altó de la cam a e insistió en ac erc ar su silla a la puerta. Afirmó que era suya, y que sólo necesitaba un cojín: 'Un cojín negro: así me podré sen tar en él.* — ‘¿P orque eres negra?’ — ‘Sí. Porque rom pí en pedazos a la m am á negra. Estoy preocupada.* — ‘No tienes p o r qué estarlo.’ — ‘Quiero preocuparm e. Tengo el trasero inflam ado, ¿puedo ponerm e un poco de crem a blan­ ca?’ Un ruego, un nuevo prólogo y un pedido de protección, ha de ser repetido una y o tra vez.» Mota agregada: «'Aparto los juguetes de W innicott, p o r si los rom po.’ Piggle d ijo esto al ir a verle la últim a vez, en el taxi. Olvidé decírselo entonces.»

Culpa relacionada con la destrucción compulsiva

Magia empleada para defenderse de ideas aterradoras

TERCERA CONSULTA (M arzo 10, 1964)

Piggle (dos años y seis m eses) parecía m enos tensa que antes, y ese estado se m antuvo constante. Daba la im presión de e s ta r un escalón p o r encim a de las inquietudes reales de las cuales hablaba. En verdad, yo recién com prendía hasta qué p u n to había estado h asta entonces en ellas, com o un niño psicótico. Fui a la sala de espera y la en co n tré con su ‘bebé’, una m uñequita con pañal y un im ­ perdible. Le daba vergüenza e n tra r conm i­ go al consultorio, de m odo que lo hice solo. Luego la fui a b u sc a r y m e m ostró un saco en el cual había pu esto aren a y una piedra. Lo había recogido p o r la calle. No deseaba e n tra r, así q u e dije: «Papá tam bién viene» (que era lo que ella que­ ría). T rajo el saco con la aren a y la piedra, y dejó el bebé. El padre se sentó en su silla, en la m itad de la habitación desti­ nada a los ad ultos, y la m itad del tiem po él y n o so tro s estuvim os separados p o r la cortina. S e dirigió sin vacilar a los jugue­ tes e hizo exactam ente lo m ism o que la vez an terior.

Símbolo de desesperación por quedar embarazada como una m ujer adulta

Piggle: ¿P ara qué es esto? Yo: Es lo que p reguntaste ia últim a vez y te respondí: ¿De dónde vino el bebé? Pregunté p or la piedra y la arena: ¿De dónde vino esto? Piggle: Del m ar. Cogió o tro s objetos y el cubo y, osten­ siblem ente, lo recordó todo. R epasó todos .os detalles: Piggle: ¿Qué es esto? Un tren. Una loco­ m otora. Vagones. Camiones. Llamó a uno «leoncito». Luego cogió el niño pequeño. Piggle: ¿Tienes o tro pequeño? E ncontró un hom brecito y su esposa. Piggle: Me gusta éste [el niño]. Tuve que ayudarla a sentarlo. Luego o tra locom otora. Piggle: Vine en un tre n a Londres a ver a W innicott. Q uiero sab e r p o r qué la m am á negra y el babacar. Yo: T ratarem os de averiguarlo. Lo dejé así. Siguió escogiendo juguetes; el Indio R ojo (que es de plástico azul). Piggle: No tengo de esos coches. E staba sacando todos los juguetes, dis­ poniéndolos uno ju n to a otro: Piggle: Me pregunto qué es esto. ¿Tienes

alguna em barcación? No encuentro lu­ gar p ara sentarlo [una figura de plásti­ co sen tada]. W innicott no debe se r un bebé; ser un W innicott. Sí me asustó. No ser un bebé o tra vez. Era evidente que estaba jugando con la idea de re p e tir el juego de la vez an­ terior. Piggle: ¿Puedo sacar todo lo que hay en el cubo? Yo: Sí. Ése era el bebé que se m areaba cuando W innicott era un bebé. Entonces habló del vagón para guardar cosas. Luego o tro tren. Cogió dos coches iguales en tre sí y los com paró y los puso juntos. Yo: No son com o Piggle y el bebé, por­ que Piggle es m ás grande que el bebé. Puso varios juguetes uno ju n to a otro, prosiguiendo: Piggle: ¿Oué es esto? Una locomotora. Vine en taxi. ¿Fuiste en taxi? Dos taxis. A ver a W innicott. A tra b a ja r con Win­ nicott. Luego tra tó de inducirm e a reventar el globo del cual yo suponía m e había deja­ do en su prim era visita. No tuve mucho éxito. R estregó el balón, me m ostró su cierre y dijo: «Sube y vuelve a bajar». Me instó una vez m ás a rev en tar el balón. Afirmó que tenía u n a lapicera, posible­ m ente una referencia (la única) al hecho de que yo escribiese con un lápiz al tom ar notas. En ese m om ento descubrió los ani­

Ajirmación de que trabajamos. El juego es, en esta etapa, comunicación, no placer

mal i tos en una caja, lo cual la llevó a q u erer un p erro e ir a buscarlo. No estaba a la vista, pero recordaba los dos anim a­ les suaves de la últim a vez. Los puso uno junto a otro, y los em pujó para que que­ dasen tendidos en el suelo (llam aba pe­ rros a am bos, a pesar de que uno era un fauno). Piggle: Un p erro estab a enfadado. Ambos perros fueron al encuentro del tren, y ella los aplastó despiadadam ente c o n tra el piso. Piggle: ¿Tienes o tro perro? Yo: No. Fue a m o strarle a papá tres vagones. Tuvo una conversación con él en la cual dijo algo acerca de toda clase de colores, y luego dejó caer los juguetes y dijo: «El tren cae». E staba m ostrando que era pre­ m editado e indicando defecación. E nton­ ces se acercó a mí y trató de poner al hom brecito y la m u jer dentro del vagón. Piggle: Dem asiado grande para en tra r. Un día debo h allar un hom bre pequeño. Yo: ¿Un bebé varón en vez de un papá? Se aproxim ó al papá y com enzó a uti­ lizarlo, y yo co rrí la cortina que lo es­ condía para que tom ara p arte en la situa­ ción de juego. Se trepó a su padre y él (consciente de que iba a ser un periodo agotador) se quitó el abrigo. Ella se su­ bió a su cabeza m ientras él la sostenía (re­ gresaba el juego de la vez anterior). Piggle: Soy un bebé. Quiero ser bryyyyyh.

Ansiedad relacionada con la violencia, o conducta compulsiva

I sto, com prendí, significaba excrem en­ to-. (El p adre explicó que S usan jugaba .» e star suspendida sobre su cabeza y PigKlc estaba m uy in trigada y se había cnI retenido m uchas veces en im ita r al bebé, l ia como si negase el hecho de se r ver­ daderam ente dem asiado pesada para ese luego.) /*ingle: Soy Piggle. Poco a poco, com enzó a ser p arid a hacia el suelo p o r e n tre las piernas de su papá. Piggle [a m í]: No puedes se r un bebé porque eso me asu sta m ucho. De algún m odo se las ingeniaba para m antener un control de la situación que le perm itiera jugar en ella m ás que estar en ella. La vez a n te rio r estab a en ella. Por últim o, dije: «¿Seré una Piggle enfa­ dada?» «E nfádate ahora», replicó. Así lo hice, y desordene los juguetes. Ella se acercó y los recogió todos.

Dcl proceso primario al secundario

Piggle: ¿P o r qué estás enfadado? Yo: Q uería ser el único bebé, de modo que me sentí m arcada. Mamá tuvo un bebé bryyyyyh. Piggle: M am á no tuvo bryyyyyh, sólo pcqueñito-pequefiito. E ntonces habló del bebé de Piggle: «Llamo a mi bebé Gaddy-gaddy-gaddy» (cf. Gabrielle, Baby-baby, Galli-galli-galli). El p adre observó que probablem ente esto tuviese que ver con Gabrielle. Se re­ fería al bebé m uñeca de la sala de espera. Nos ayudó a sa lir diciendo: «Girlie-girlie-girlie» (niñita-niñita-niñita), dando un significado adicional a la palab ra, y em-

Preferencia por la idea genital xlel embarazo sobre la pregcnital

!»«•/.. •■No sé p or qué me resultó difícil escri­ birle; tal vez m e haya sentido un tanto confundida con G abrielle y sin h ab er to­ rnado toda la distancia necesaria de ella, pero espero que esto se resuelva por si mismo. «Gabrielle parece en co n trarse m ucho m ejor; con esto quiero decir que es capaz de investir el m undo exterior con signi­ ficados propios, y de aprovechar una di­ versión toda vez que se le presenta la oportunidad. •>N'o es tan tím ida, pero le es difícil en­ tra r en contacto con otros niños, si bien anhela profundam ente hacerlo y sufre an­ te los desaires. Le duelen enorm em ente las desilusiones, porque pone m uchas es­ peranzas en esas relaciones. •H ace notables progresos en lo que res­ pecta a su herm ana, a pesar de algunos ataq u es p asajeros —por ejem plo, b atir palm as en el m edio de la calle, anuncian­ do que está cansada de ten er una herm anita—. Con excepción de tales ocasiones, la trata com o una persona, con una com ­ prensión com pasiva que im presiona gran­ dem ente. «Aún p ersiste parcialm ente lo que a mi m e parecía una fantasía un tanto falsa: no se en qué m edida es a rra stra d a a ella por si m ism a, y en qué m edida se trata ile una defensa efectiva co n tra unos pa­ dres b astante fisgones .4 •Recién en estos últim os días ha vuelto .1 resu ltarle im posible ir a dorm ir, ha vuelty a visitarla la m am á negra y ha estado t C o n v e rsa ció n telefónico no re se ñ a d a a q u í. i , Podía e s to re la c io n a rse c o n m i ig n o ra n c ia re sp e c to d el m en ú d el n eg ro ? D. W. W ‘ÍH

luM ando m ás do ir donde el Dr. VVinnicoU.. Parece muy preocupada por un ries­ go de envenenam iento; y com ió una baya, insistiendo en que e ra venenosa y n arrán ­ donos cuán enferm a iba a ponerse. Tam ­ bién insistió en que su 'brrr* está atascado en su in terio r, pese a que no parece su frir constipación física. Pero nada de esto fue m anifiesto en el resto del verano. Siyniniucho nara ella el ten er el núm ero »A ju zg ar p o r las apariencias, usted es muy im p o rtante para ella v puso cosas en m ovim iento nuevam ente cuando daban la im presión de h ab er entrado en un círculo vicioso extenuante. Tam bién recuerda m ás a la niña sólida que era antes del naci­ m iento de Susan, y parece haberse resta­ blecido cierta continuidad.» CARTA MIA A LOS PADRF.S -R ecibí la postal de Gabrielle. Creo que a ustedes les gustaría que volviese a verla, y reservaré tiem po para ella. Sin em bar­ go. tal vez consideren buena idea d ejar c o rre r los acontecim ientos unas sem anas, en cuyo caso confío en que me lo hagan saber. «Por lo que he visto de Gabrielle, y por la c a rta que me enviaron, creo que ya no debem os p en sar en ella en térm inos de enferm edad. Hay en ella m uchos más elem entos sanos. Quizá quieran inform arm e qué esperan que yo haga.» (Debo reco rd ar aquí la influencia so­ b re mí del hecho de no disponer de tiem ­ po p ara iniciar el tratam ien to de un nuevo caso; p ero tam bién percibía que estos pa­ dres, p or alguna razón especial, no se fia­ ban del proceso de desarrollo que, en esta

niña, podía explicarse en prescindencia del tratam iento.) CARTA DF. LOS PADRES «Gracias por su carta y la o fe rta de una entrevista, que nos agradaría concertar. •Tam bién creem os que ya no es posi­ ble co n sid erar a G abrielle com o una niña m uy enferm a; soiv m uch ísim a*- la¿__áreas d e su persona que han vuelto. a_la vida. Y sin em bargo hay p o z o s de angustia y ansiedad m uy m arcad os, que a veces pa­ recen llevarla a aislarse absolutam ente de todo sentim iento., y, en consecuencia, a vivir una vida muy articulada, pero bidim ensional. »La últim a vez que le escribí, acababan de p resen tarse dificultades al ir a dor­ m ir, después de h ab er pasado la m ayor parte del verano considerablem ente bien; y ah ora pasa regularm ente e n tre tres y cu atro horas despierta, una vez en la cama. «Ahora tiene una ‘Linda m am á negra', que le co rta las uñas (quizás usted recuer­ de que soh'a-arañarse la cara d u ra n te Ja noche cuando estab a angustiada, v lo ha hecho, recientem ente). La m am á negra, no o b stan te, vino a co rta rle el pulgar con un trinchante. Pero dijo que le contaría al Dr. W innicott que la m am á negra se h a­ bía ido. •I£n la actualidad está profundam ente interesada en la m uerte de sus padres; pero habla de ello de un modo m uy des­ apasionado y vago. A su m am á: ‘Me gustaiia^que estuvieses m uerta.’ ‘Si. Tam bién lo lam entarías.’ ‘Sí. G uardaría tu foto en mi c a rte ra .’ •Lanza indirectas acerca de las cosas

inris desagradables en la relación en tre sus padres, y se sintió profundam ente con­ movida y trasto rn a d a cuando vio aleo más de lu_ habitual del cuerpo de su m adre * u.indo ésta se cam biaba para tom ar un baño. Si bien éstas parecen ser preocupan o n es b astan te com unes, se angustia y subsiguientem ente elude sen tir, y se in­ quieta p or ello d u ra n te la noche, lo cual nos indica que aún puede se r necesaria una pequeña ayuda. »La llevam os a un parvulario donde, como le hem os dicho, no le resulta fácil establecer contactos, a pesar de que dé m uestras de desearlo: ‘Mamá, coge un li­ bro. Me ab u rriré, y no sabré qué, v no conoceré a nadie, y no q u erré que nadie me m ire.’»

SE PT IM A C O N S U L T A IO ctubre 10, 1964) G abrielle (que tiene ahora tres años y nn mes) vino con su padre y se dirigió sin vacilar a los juguetes, rozándom e al pasar el codo con su cabeza, por cuanto vo me en contraba sentado en el suelo. Co­ gió un ju g u ete suave y grande. Gabrielle: ¿E m pezaré con las casas en fila? ¿H as oido la cam panilla cuando llamé? La hice so n ar tres veces. Sr. Win­ n ico tt ,1 ¿qué es esto? Yo: Es un cam ión. Gabrielle: Ah ly com enzó a com binarlo con algo). Todos los problem as se han ido, asi, que no me Queda n ad a q ue decirle. Yo: Estoy viendo a G abrielle sin proble­ m as; sólo G abrielle. Gabrielle: Tenia una m am á negra que me traía problem as, pero ahora se ha ido. No me gustaba la m am á y yo no le gus­ taba a ella. Me decía tonterías.

I. A uui se inicia u n a in d ic a ció n r c c u r rc n ie d e la e x is te n c ia d e u n W in n ico tt no te ra p e u ta .

Había d ispuesto una larga hilera de casas según una curva en form a de «S» poco pronunciada, con una iglesia en cada extrem o. Luego cogió la bom billa eléctrica con la cara pintada y dijo: «Olvidaba esto». Hubo aquí algo acerca del e sta r en­ fadado ante el nacim iento del bebé. Co­ mentó: «Una niña pequeña e n tra a la iglesia con la niña grande.» En este punto, cierto juego, no registrado con precisión. Tenía que ver con poner algo para los perros y las vacas, y algo alterab a la paz en las casas de cada extrem o de la curva en «S». Gabriellc: Ahora harem os un ferro carril Cogió dos piedras q u e había traíd o en una ocasión a n te rio r en una bolsa de pa­ pel, y había una aún m ayor en el saco Esto tenía relación con la m am á negra. Entonces vinculó la piedra grande con 'as dos m ás pequeñas. Gabrielle: Sr. W innicott, ¿p o r qué no tie­ nes m ás trenes? Buscó algo m ás y los encontró, aunque, p or su puesto, sabía que estaban allí: «¿Cómo llegaron a ti, Sr. W innicott?» Había coches y un cam ino y o tra pie­ dra; los q u itó de en medio y com entó: «Este tren a rra s tra los dos trenes; aho­ ra m ás botes, trenes* (m ontones de rui­ dos, hablando para si de un m odo ininteli­ gible). Pasado un ra to se enfrentó con la cues­ tión, m irándom e y sonriendo con la in­ tención de o b ten er una respuesta. Es de p resu m ir que todo ello tuviese vincula* • ión con la oscuridad de lo q u e segu ía jie y a su modo de

Aqui tenía una experiemña personal de ¡a realidad interior y, me permitía conocer los detalles de contenido sólo vagamente

Junar, ininteligible p ara mi. En algún pun !•». colocó un tren sobre un barco, lo cual • 111 absu rd o en cierto sentido, puesto qu¿ • I 111/ n era m ucho m ás grande que el barii» de juguete. i.ahriclle: ¿Te gustan m is ju guetes? Son to m o los ju g uetes franceses, ¿n o ? He­ mos estad o en Francia. Yo no quería que nadie estuviese en Francia con­ migo. Jugaba con el m uy pequeño tren de mallera, y cogió trozos de m adera y los dis­ puso radialm ente, num erándolos: uno, «los, tres. A pretaba un bastón co n tra la al­ fom bra, tra ta n d o de hacerlo q u ed a r er­ guido, sin éxito. La ayudé un poco y seguí el tren . Casi me a rro ja el tra c to r aco­ plado a un vagón porque no lo quería. O rdenó m uy lentam ente los juguetes. Ha­ bía una hilera de casas en «S* en el cen­ tro, con una iglesia en cada extrem o, y sobre su lado estab a ella m ism a y nu­ m erosos o b jetos que la representaban. Al o tro lado, el mío, de la línea en «S», es­ taba el tra c to r que me había arro jad o , y tam bién yo y o tro s objetos. No había ninguna re p resen tac ión de mi persona. Se tra ta b a de un m ensaje absolutam ente m editado, en el cual se m ostraba que ha­ bía lograrjo separación de m i com o p artg _ d g l .gjslabke ¡m iento -de .su yo. Támbién co n stitu ía una defensa co n tra la rein­ vasión. H abía algo que cruzaba la línea. Tenía que ver con unos coches que ve­ nían de su lado hacia el m ío. y mencionó algo relativo a «nadie sabe cóm o * A la larga fue evidente que sen tía que algo había sucedido, puesto que com enzó a can tar, y cuando hice una observación relativa a ten er cosas dentro, com pletó

Pregunta: protesta por las vacaciones

Referencia a ¡a introversión

Acto de agresión destinado a liberar sus impulsos, transmitién­ domelos

la frase acotando que se m antenía «es­ condidas» (destaqué en las notas que esa había sido la palabra exacta). H ablaba para si: «Un niño hay que ponerlo con una niña para que vaya con la niña: Ri­ chard mi am igo; y Sarah» (v algunos otros nom bres fem eninos). Había ya dos líneas form adas por casas y o tro s juguetes, que se encontraban en uno de los extrem os. Una de las niñas se llam aba C lare .2 Creo que tenía que ver con las vacaciones de verano. Me hablaba de un lugar en el cual vivía Clare. Gabrielle: Allí es donde voy a veces. No. no voy. Me dio a en ten d er que alguien tenía p aperas allí en ese m om ento, lo cual le im pedía ir. Gabrielle: Así que no puedo ir m ás au n ­ que quiera. No los puedo ver y ellos no me pueden venir a ver. No sé qué hacer. Asi que fui a la escuela a jugar. Me gustó. Todo anduvo mal por allí por las paperas. No pueden salir ni bañarse. Quieren pero las paperas no los dejan. A m am á le preocupa que pesque un resfriado de ella. Asi que m am á dijo «no», luego preguntó, yo estaba te rri­ blem ente No sé qué hacer. Yo: No. e ntiendo [había in terp retad o en térm inos de establecim iento de identi­ dades]. Gabrielle: ¿Dónde está ese lindo bote? ¿Dónde puse los botes? [B uscam os, pero no pudim os encontrarlos.] ¿E sta­ rán en el cubo? No, no pueden estar 2 n lco tt!

¡Mera casualidad que C lare sea el nom bre

tenia de la cuarentena equivale a la barrera defensiva entre yo y no-yo

la S ra. Win-

■lili Mira mi m ano sucia. [Tenia los botes en la m ano.] Pero, ¿dónde están lo s otros? Me pregunto dónde se habrán ido. Aquí hay otro. Yo antes sabía dónilt estaban los botes. Antes estaba acositim brada a ti. ñero ahora no lo estoy. S » v adulta. Andan y hablan. Aquí hubo algo referido a un pavo real. (¡abridle: Pero ellos no entienden. Es baa. Los pavos reales sacuden la cabeza como diciendo que no. Nunca dicen «Oh, ca­ riño». Gabrielle can tó una canción para ilus­ tra r el uso de «Oh. cariño*. Luego dis­ puso una serie com pleta de botes con la popa ap u n tad a hacia afuera en relación con ella: «¿Ouién va en todos esos bo­ tes?» C antaba u n a canción que tenia que ver con los botes. Volvió a acom odarlos, y tam bién trozos de m adera: «Ambos hi­ cim os botes. Ahora pondrem os orden. ¿Por qué tienes tantos botes para m i? Es divertido.» Siguió con el juego en que había m u­ chos botes ante ella, con la popa hacia afuera. Había una hilera sim ilar de coches un poco m ás allá, y m uchas o tras cosas en su lado de la línea que la separaba del tra c to r y de mí. Todo en su lado fue cui­ dadosam ente dispuesto, de m odo que los o b jeto s no se tocaran e n tre sí. C antaba, algo referen te a ten er coches de diversos colores. Gabrielle: ¿P ara qué es esta cuerda? Pon­ gám osla aquí. Yo debía c o rta rla asi que estuviese ten­ sa. y ella a rra s tró la locom otora por toda la habitación.

Pavo real = D.W.W.

Defensa: objetos internos dispares entre vida y muerte, controlados

Gabrielle: ¿Donde han ido a p a ra r las ti­ jeras? [p orque yo usaba un cuchillo]. Yo: He dejado m is tije ras arrib a [siem ­ pre llevo tijeras en el bolsillo]. Volvió a los juguetes. V'o: E stás lista para volver a irte [porque veía que estab a poniendo o rd e n ]. Gabrielle: ¿Dónde han ido a p a ra r las ca­ sas... [y así de seguido]. Me entregó un tren y com enzó a a rro ­ jarm e cosas porque, después de todo, me encontraba al o tro lado de la fro n tera de la b arrera. «Allí estás», repitió varias ve­ ces, «allí». In tro d u jo en el juego la idea de mi persona en una caja. Tam bién me dio algo a guardar, algo que le gustaba.

D.W.W. allí

Gabrielle: Cuando vuelva encontraré que tienes todo ordenado. Parecía estar libre de algo, así que tom é una nota: «al lin libre». Tenia algo que ver con el babacar. Dijo: «Espera un m i­ nuto. A clararé todo. Allí estam os.» Contó los trenes. «¿Qué es m ejor para los tre­ nes?» Y los dispuso pulcra y ordenada­ m ente: «Los juguetes en o rd en.» Luego se ocupó de las piedras: «Ahora a p a rta r a m am á^A hora. ¿dónde va esto. S e. _M£ídnicott?» Y a continuación: «Ord e n ar bien.» Jugueteó un poco con la copa de O ptrex para baño de ojos. Luego: «¿Quién puso la cosa oscura en los juguetes?» Parecía e sta r a punto de finalizar; fue a b u scar el lío de la cuerda y lo m etió en el cubo. Había una caja llena de trozos ile objetos: «Aquí estam os. Ahora, ¿dónde van estas cosas? Ahora está un poco o rd e­ nado.» Había una caja olvidada. Lo ex-

Ansiedad guiada por el estableci­ miento y aceptación del ego

|ut*só así: «Ahüj^_Limpicmüs.Ja_aIlDmbra .«hora. ¡De qué lindo m aterial es! ¿Ouién ir la dio? La alfom bra d u ra [palo tren* /««lo. debajo del «lindo» cubrealfom bra unen tal] no es tan linda. Es sólo para l indar el piso. E spantosam ente lindo inalerial el de esta alfom bra. Y éste tam bién ¡acercándose a la silla), y éste.» Se acercó .il diván y exam inó el material en que ostaba hecho, y el de los cojines. Siguió m ás allá y com entó: «y estp silla es esp a n tosa» mente lin d a»: y luego fue a b u scar a su papá p ara que la llevase a casa. COM ENTARIOS (1 . Ella m ism a p o r sí m ism a, no a causa de las dificultades. 2. C lara declaración sobre el yo y el no-yo E xperiencia de intercom unicación. 4.v C uarentena. M uro defensivo entre yo y m>yó. 5. C ontrol de los ob jeto s externos en la limpieza. 6. O bjetividad de los objetos m.*xternos.' La transferencia positiva se realizaba en p a rte en relación con un Sr. W innicqtt real (es decir, no te ra péutico) y su habi­ tación (esposa). Es d able esp e rar que el fenóm eno del negro tam bién afecte aspectos de objetos del m undo real ex terio r a ella, y separado de ella. El negro persecutorio corresponde a los residuos de fusiones regresivas, en la de­ fensa organizada.

Observación de objetos externos, objetividad

CARTA DE LOS PADRES «A G abrielle le gustaría volver a verle, creo que con b astan te urgencia, si bien vacila en pedirlo. Me sugirió enviarle un regalo. Tam bién quería enviar un regalo a una m u jer que trab ajó para nosotros, a la que q u ería m ucho, y que se m archó.3 »E1 tem a de la m am á negra ha vuelto a surgir, aunque de m anera d istin ta: 'No he escrito a la m am á negra.. Me dio un herm oso florero con algo dentro que cre­ ce'. (‘W attie’, n uestra criada, una m u jer de edad, querida por todos nosotros, le había regalado un bulbo en un jarro .) ‘Tengo m iedo de la m am á negra. No le he pagado. Me regaló una herm osa copa de m adera.’ El pagar a la mapift negra ha sido m e n . cionado rep etidam ente. •Hace b astan te poco ha com enzado a te­ n er nuevam ente dificultades para ir a d o r­ m ir. Necesita ten er todas sus m uñecas ositos y libros, sobre la cam a, hasta el p u n to de que queda poco espacio para ella. D urante el día, ha tendido últim am en­ te a po rtarse mal, com o si nu estra a u to ­ rid ad , y aun nosotros m ismos, no co n tá­ sem os para nada. Tal vez hayam os sido un tan to negligentes en lo que a m o stra r­ nos firm es y hacernos valer respecta, y tratam o s de rem ediarlo. Pero, en las oca­ siones en que G abriellc se encuentra bien, es v erdaderam ente muy bu en a.» 4

\ La g ratitu d im plica aceptación de la se p aratid ad , del p rin ­ cipio de realidad, u n fru to de la desilusión. D. W. W. 4 Dificultad en el m anejo del niño en ferm o que se está recuiM-r»ndo; la p re g u n ta : ¿cuándo se r Firme y a c tu a r sobre la base de l,i norm alidad del niño? E sto es, cu an d o se está recuperando de un Mi|>crcgo patológico y tien d e a se r un n iño esp o n tán eo en un medio (.•m iliar D. W. W.

OCTAVA c o n s u l t a (D iciembre 1, 1964) G abrielle (ahora, de tres años y tres meses) e n tro y dijo: «Prim ero ju g aré con estos ju g u etes, después con este lindo juguetito.» Había traído un enorm e soldado de plástico «Lindo. Hagám oslos e n tra r a todos en el lindo pueblo.» Hice m ención de la existencia de cierta suciedad. Cogió el tra c to r y dijo: «Es lin­ do. Susan tam bién tiene un perro.» En­ co n tró un trozo de cuerda y com entó que el tra c to r podía su jetarse al trcnecito. «Fuim os en el tren», y lo colocó d etrás de nosotros (resu ltab a gracioso y había o tras indicaciones de la probable existen­ cia de elem entos anales en el m aterial). «M uchos trenes tienes, S r. W innicott.» Quiso que le ayudara a s u je ta r la cuerda. Gabrielle: Es bonito. Podía haber venido p or la tarde, ¿no? Hubiese estado bien. V isitarte [iba agregando trenes, d etrás de los o tro s]. No los a rra stre s, tren. Yo: ; Dónde vive el tre n W innirnti? ;A(juí o d en tro d e G abrielle? Gabrielle: Allí d en tro 1señaló un p unto]. ¿Qué va en este tren? ¿Y en éste? [E n ­

Tema de la negación de la suciedad

co n tró nn gandío perteneciente a un va­ gón.] Cuando pongo un tren ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! Casi aprieto al soldado y 1c hago llorar. Viene de mi casa. ¡Oh!, hay un lindo tren aquí d etrá s. ¿Dónde está la estación, Sr. W innicott? [Coloqué dos b arreras.] Sí, esa es la estación [iba re­ uniendo vagones]. Esa es la estación del fp rrn ra rril

¡%

W in n if nU

¿Qué es esto? Yo: Para el equipaje y o tra s cosas. Gabrielle: Aquí hay o tro viejo tren con una gran locom otora. Tengo lindos za­ patos nuevos. E sto es un furgón para equipajes. M ejor seguir con esto [e iba disponiendo los furgones y el equipaje]. Susan es una gran m olestia. R om peca­ bezas. Se acerca y lo desordena. Cuando es una Susan m ás grande será capaz de hacer lo que yo hago; sigue viniendo y distrayéndom e. Me gustaría un nuevo bebé que no se acercara y se llevara las cosas. Hice un co m entario referente a su po­ nerse negra. Gabrielle: No. la hace llorar. Entonces grito m uy fuerte, me enfado m ucho y grito m ás fuerte, y ella vuelve a llo­ rar, y luego m am á y papá están enfada­ dos. Ella es com o Kiko, que es un oso salvaje en Francia. Una vez los dos se asu staron de un oso com o Kiko. H abía una m am á Kiko cariñosa y bebé estaba fuera de la jau la y ella estaba en la jaula. Ella era enorm e com o un bebé den­ tro de una m am á. El bebé Kiko no es­ taba en la jaula. Los m onos sí y los leones y osos. )' no-quiero, po rque s.oy_ian lin d a .' •Tam bién habló de que quería que yo m u riera v 3e~3orm ir con mi p ad re ‘y en­ tonces pienso, “pero quiero precisam ente esta m am á”'. «►Ella quiere llevarle a Susan ‘porque el Dr. W innicott es muy buen m ejo rad o r de bebés’. •Cuando hace cosas com o pintar, se desanim a m uy pronto, y entonces lo chafa todo. Ama la lim pie/a y el hacer las cosas bien.»

CARTA A LOS PADRES DEL DR. W IN /C O T T «Lam ento no poder ofrecer a G abrielle una entrev ista inm ediata. Me es muy dilícil decir una cosa asi. Quizá les resulte posible explicarle q u e mi intención es verla aunque no esté en condiciones de ha­ cerlo de inm ediato. No d ejar de llam arm e por teléfono o escribirm e si perciben que me he olvidado. Den a G abrielle mis cai irtos.»

CARTA DE LOS PADRES «Gabrielle ha estado pidiendo verle de un m odo tan urgente, y parece e sta r tan deprim ida últim am ente, que pensam os en hacérselo saber. »l.a o tra noche quería que m irásem os los ho rario s de tren es no ctu rn o s a Lon d res para ir a verle •porque no puedo es­ pera r m ás’. «Cada vez se resiste m ás a ir a dorm ir. Una de las razones que dio para ello fue la de que no q u ería c re c e r, así com o tam ­ poco ser ad u lto v ten er bebés (se tra ta de un cam bio de actitu d an tes solía desear bebés). Sin em bargo, desde hace un tiem ­ po, no quiere d o rm ir porque ‘quiero sen­ tirm e viva’. »Se succiona el p u lgar constantem ente, y p or lo general se la ve triste y tensa. Se d esp ierta muy tem prano por la m añana, y tam bién p or la noche, inquieta por la m am á n egra’. «Tuvimos que p ro m eter a G abrielle que le escribiríam os; y tam bién entendem os que se debe h acer algo por ayudarla. In­ cluim os una p in tu ra que G abrielle desea se le envíe con urgencia, hecha esta m a­ ñana.» CARTA DE ¡JOS PADRES «Nos ha hecho sen tir m uy aliviados el que pudiese hallar tiem po para G abrielle. Las cosas parecieron cam biar m uchísim o p ara ella cu ando le dijim os que iría a verle. *E ntonces nuedo sacar todas mis preocupaciones . pero no alcanzará el tiem po.’ No se succionó el pulgar en toda la m añana. »Nos g u staría hablarle de algo que nos

inquieta especialm ente en relación con G abrielle, pero no sabem os bien cómo expresarlo. Parece, tener-4ií¡cuitados con su ¡identidad. Se desconoce, negando lla­ nam ente haber m ordido a Susan en el culo; o es Susan, negándose a ser llam ada p o r su propio nom bre, haciendo charcos en el suelo y gim oteando. •Tam bién hay una p arte de su persona de apariencia tan asom brosam ente m adu­ ra que resu lta posible que sea n u estra res­ puesta lo que le hace m ás difícil reu n ir los d iferentes aspectos. »Tiene m ucha tos y un fuerte resfriado. E spero que esté bien cuando la llevemos.» NOTA DE LA MADRE «No me queda del todo claro por qué tenía tan tas dificultades con su identidad y debía ser la m am á o Susan. no Piggle. Cuand.Q_¿a nariz, golea,-habla d el re sfria­ do d e Susan. Y recordé cóm o, aún en to n ­ ces, cuando respondía a su propio nom ­ bre, contaba a la gente cóm o estaba S u ­ san cuando se le preguntaba cóm o se en ­ co n trab a ella. Me pregunto si esto tendrá que ver con el dejarle a usted tem prano, y ‘puse m is m alas inquietudes en el Dr. W. y cogí buenas inquietudes*... o algo así.»

N OV EN A C O N S U L T A (E nero 29, 1965) G abrielle (ah o ra de tres años y cu atro m eses) e n tró sin vacilar a la habitación y se dirigió a los juguetes, dejando ir a su p adre a la sala de espera. Gabrielle: Le he visto varias veces antes [m ien tra s coge uno de los anim ales sua­ ves del revoltijo general de pequeños juguetes. H aciéndose con unos trenes: 1 E sto es algo que encaja en el furgón; a veces Susan se irrita por las m añanas. Llamé a los adultos: «¡Susan está irri­ tada!» Ella dice: -Mi herm ana m ayor está levantada.» D espierta a m am á y a papá p o r la noche; un pequeño m ons­ truo. ¡Mamá! ¡Papá! ¡Tiene que tom ar un biberón de noche! [Casi dándom e a Susan p o r ella m ism a.] Todo este tiem po jugó con los juguetes. «E ste no tiene nada que encaje» (m o strán ­ dom e un furgón sin gancho). «Este es lin­ do. » Coge algo de en tre la confusión reinante. Digo: «Baño de ojos» (era la copa azul de O ptrex para baño de ojos que siem p re le había interesado). Sacó

o b jetos del cubo. Tenía un resfriado es­ p antoso y qu ería un kleencx, que le traje. Pero en su conversación todo ello se mez­ claba con p alabras acerca de los cam io­ nes. Secándose la nariz, com entó: «Susan tiene un resfriado m uy fuerte». Yo: Supongo que yo estaré estornudando m añana. Gabrielle: E starás estornudando m añana. Lo sé, Sr. W innicott, lo prep aras aquí. Le señalé que estaba tratan d o de enten­ d er algo en base a un m ontón de partes, y ello significaba en ten d er algo de Susan, W innicott. m am á, y papá. H abía cosas^ se­ de-XuunirIas_cD_JJlia sola." Ahora cantaba m ientras a rra stra b a el tren y se aferrab a a la cuerda que se había enredado en torno de una de las locom otoras de m a­ dera. Dijo algo acerca de un bulto, y lo­ gró que la ayudase.

Desarrollo de conceptos acerca de objetos completos

Gabrielle: Un trocito de cuerda. Ponlo. [H ablaba para sí m ism a.] Hemos deci­ dido que Susan es realm ente un peque­ ño m onstruo. La llam am os Sra. Hickabout. Simón y el Rey 1 K ickabout Alre­ d ed o r y A lrededor del Carbón Encen­ dido; una niñita asando castañas. E sta niñita tard a m ucho [ap arentem ente un com entario del Padre acerca de S usan]. Sobre la m am á negra. Viene cada noche. Ño puede hacer nada. Es muy difícil. Se m ete en mi cam a. No se la puede i'H-ir. " esta es mi cama. Voy a 1

La canción in fa n til: “ E l viejo Don Sim ón el Rey Y el joven Don Sim ón el Caballero Y la vieja Señora Hickabout Dieron de puntapiés al Señor Kickabout En tom o de nuestra hoguera."

tenerla. Debo d o rm ir en ella.» Papá y m am á están en la cam a en o tra habita­ ción. «No, é sta es m i cam a. ¡No! ¡No! ¡No! E sta es m i cama.* Esa es la m am á negra. Alguien hace so n ar la orquesta. Dos tu n an tes [o tra vez. aparentem ente, el com entario de alguien sobre los dos niños]. Papá va a decir que soy vite. Gabrielle: La gente traviesa. Yo soy tra ­ viesa a veces. (Aquí algo sobre v iajar en tren al venir a Londres.] Nos m etim os bajo tierra. ¡Mira! THa echado m ano del anim al suave de juguete.] Susan es­ taba triste porque G abrielle se iba a Londres. Oh [voz c a n ta rín a ]. ¿cuándo volverá de Londres mi herm ana m ayor? Necesita mi ayuda para u sar el orinal. Esta m añana abrí el servicio; e n tró en mi; qu ería que sacara algo para hacer caca. Tengo una gran preocupación cada noche. Es la m am á negra. Q uiero mi cam a. Ella no tiene. No hay im perm ea­ ble, así que tengo que m ojarm e. No cui­ da de sus um itas. Yo: E stás hablando de tu m am á y dy cóm o no sabe cu id ar de ti. Gabrielle: No sabe m am á. Es la m am á con una ca ra negra m uy horrible. Yo: ¿La odias? Gabrielle: No sé qué me sucede. Lo m ejor estoy siendo obligada a salir de la cam a p o r la m am á negra y tengo una cam a tan linda. «No. Piggle, no tienes una linda cam a» [aquí estaba «en» una ex­ periencia]. «No, Piggle no tienes una linda cam a.» E stá enfadada con mam á. «¡Tienes una cam a tan horrible para esta h o rrib le niña!» La m am á negra me quiere. Cree que estoy m uerta. H orri­ ble [n ecesariam ente oscurecido]. Es toro (?) a verme. No sabe nada de niños

Separación de la madre buena de la madre mala

y bebes. La m am á negra no sabe de bebés. le t uvo a ti. pero tú lo..enseñaste .a s e r nnn hnenn mnrliv» p a ra SlOüan. Gabrielle: Susan se pone terriblem ente l liste si salgo de com pras, y es feliz i uando vuelvo. ¡Oh. m am á, m am á, m a­ má! [d ijo esto con m ucho sentim iento). No quiero u n a linda herm ana m ayor que me besará cuando ella está triste y para m archarse. Tienes juguetes de­ trás de ti. Es difícil sacarlos de allí. Aquí hay unas casas. Susan me despertó p or la noche una vez. Yo: ¡Oh. qué fastidio! G abrielle reunía una locom otora con va­ rios furgones, pero con dificultad porque no encajaban. Hubo un largo lapso de actividad indefinida, v yo m ism o he de h aber dorm itado en el en tre tan to sin nada preciso en cu rso (m is notas son defi­ cientes aquí, lo cual revela mi propia di­ ficultad). M urm uró cosas relativas a los trenes, a las ruedas, y luego dijo: «Tengo I río. Tengo unos guantes.» Mi retirad a de­ bía de haber sido tom ada en cuenta. E sto m ism o estaba relacionado con el m aterial indefinido a causa de la retirada de Gabriellc. En cierto sentido, «tomé» su provección, o «capté» su talante. En esto .1 p u nté claram en te que m e había dorm ido, pero no tengo la m enor duda de que me hubiese desp ertado de haber sucedido algo. E ste vago período finalizó cuando ella me solicitó que le dibujase un tigre sobre la bom billa eléctrica am arilla. (.a h tu llr : Es encantador. Lo he visto a n ­ tes Se lo m ostraré a papá. D urante mu(lio tiem po, m am á no quiso un bebé y

E x p e rie n c ia d e contacto en tre ella y la m am á buena (antes d e la lleg a d a d e la h er m a n ila ) a h o ra p erd id a . E x p e rie n c ia d e p érd id a , rec u erd o d e buena e x p e rie n cia

luego quiso un niño pero tuvo una niña.* Vamos a ten er un niño cuando seam os adultos. Yo v S u san. T endrem os que e n c o n trar un hom bre papá para ca sar­ nos. Aquí hay unas botas. ¿O íste lo que dije, Dr. W innicott? Conseguí unos pre­ ciosos furgones p ara equipaje. A rriesgué una interpretación en este punto en relación con su posición de va ron frente a Susan en el .triángulo edi­ fico. E lla'prosiguió: «Es mi cam a, así que no puedo ir en tren a ver al Sr. W innicott. No, tú no quieres ir a ver al S r. W inni­ cott. £1 sabe realm ente sobre los m alos sueños.' No, no sabe. Sabe. No sabe» (se trata b a de una conversación en tre ella y o tra p arte de ella). «No quiere que yo me desem barace de ella.» Hablé de la m am á negra como, de un sueño, t ratan d o de acla r a r en lo posible a G abrielle que la m am á negra pertenecía al sueño y q u e en el d e sp e rta r radicaban las ideas con tra s tan tes de la m am á negra y las p ersonas realésT H abía llegado el m o m entó de p o d er h ab lar de sueños en lugar de una realidad interior, ilusorio in terio r «real». Gabrielle: Estuve m intiendo sobre mi arm a. T raté de dispararle. Se ap a rtó a tiem po. ¿Sabes qué me hace la gente? Yo dorm ía. No podía hablar. E ra sólo un sueño. Yo: Sí, e ja un sueño con la m am á negra dentro. Pregunté si qu ería que la m am á m ala fuese una persona real o un sueño. 2. N ota de la m ad re: S ab ia que a mi no im p o rtaba que fuese varón o niña, y que yo q u ería un varón y no una niña cuando nació Susan.

(¡abridle: ¿Sabes que en la TV hay gente que dispara? [aquí «disparó» varias veves, hundiendo el dedo en el agujero del vientre del fauno]. Me preguntaba p or qué h a d a un ruido tan agradable. Alguien puso paja dentro. E stá lloran­ do. No está p reparado para hacer be­ bés. ¿R ecibiste la tarje ta que te envié? No me im porta. ¿Sabes qué tengo? Ten­ go unos dom inos para... [nom bró a un pequeño de su vecindario. E staba jugan­ do con barcos]. Alguien disparando y asi no se puede levantar [cogió un fu r­ gón verde]. Es un herm oso color [hizo un sonido m usical]. Susan a veces me hace cosquillas. G abrielle d ijo entonces algo así com o "Gaggaagur». E sto tenia que ver con la conversación e n tre ella y Susan. «¿Qué es esto?» (E ra p arte de la barrera.) «Sr. W innicott, no puedo quedarm e aqu» m u­ cho rato más; ¿p o d rás verm e o tro día?» Hubiese sido fácil concluir que estaba insatisfecha conm igo por haberm e queda­ do dorm ido, pero en realidad es m ás pro­ bable que el episodio (incluido mi sueño) estuviese relacionado con la gran ansie­ dad de Gabrielle, que hacia im posible la com unicación clara. Ciertam ente, la ansie­ dad tenia que ver con d sueño de la m am á fíéerá. Pregunté entonces p o r los sueños y me respondió: ««Soñé que ella estab a m uerta. No estaba allí.» En ese punto hizo algo de lo que estoy convencido que tenía gran significado, fuese lo que luese aquello que s im bolizaba. Deduje esto del hecho de que la cualidad de la sesión se vio alterad a sustancialm ente. Como si todo se hubiese detenido para que sucediese eso. Cogió la copa azul del harto de ojos y la puso dentro y fuera

Ansiedad en relación con el tema, aún poco clara

E s to e s ¡o sig n ific a tivo en ¡a e x p erien cia d e condu cta de la niña

ilc su boca, haciendo ruidos de succión, v se puede decir que experim entó algo muy cercano a un orgasm o generalizado. Gabrielle: La quería m ucho. Baah. E sto es lindo. ¿Quién m ató a m am á? Teddy tenia un arm a y está rota. La m am á ne­ gra es mi m am á m ala. Me gustaba la m am á negra [aq u í un sueño com uni­ cado en form a de juego. Siguió hablan­ do acerca del precioso furgón:] Siga­ mos jugando. Fue cuando dije que era hora de irse. En o tras palabras, la ansiedad había sido su p erad a de alguna m anera d u ra n te la hora —u n . nuevo estadio en el proceso hacia la am bivalencia. Esa noche los padres me telefonearon para pedirm e inform ación sobre lo que podía q u e re r hacer, y yo les dije que la hora había sido difícil de com prender, pero que todo había llevado al punto tn que m am á era m u erta. En ese esúuem a .a m am á negra es la m am á buena que h a estad o p erd id a. El incidente con la copa para el baño de ojos y la experiencia or* gásm ica parecían d elim itar un lugar en que G abrielle descubría a la m adre buena pe rd i da j u nto con su capacidad orgásm ica, evidentem ente perdida con la m adre buena.

N

o ta

He aquí un recuerdo de una m adre real, devorada orgiásticam ente y tam bién m u erta en la am bivalencia, que reem plaza la m ás prim itiva división en tre m adre buena y m ad re negra relacionadas en tre sí a causa de la división en tre lo subje-

en el tnarco an a lítico

Ahora lo negro pasa a s e r la negación d e la m ad re lu m ino sa o blanca o idealizada de la etap a pream bivalen te ¡a d e la m ad re co m o o b je to s u b je tiv o

Iivo y aquello que es objetivam ente per­ cibido. Unos días m ás tard e los padres llam a­ ron para inform ar de un cam bio muy grande en la niña. Se había convertido en «una persona m ás rica y una pequeña' llena de entusiasm o». Ahora ju gaba con su herm anita se sentía m enos perse­ guida. Ello daba por resu ltad o que la her­ m ana m enor la agrediese menos. Se había vuelto m ás afectuosa con su m adre y es­ taba en m ejor disposición de ju g a r con ella. Dijo espontáneam ente: _«D_iyé m is preocupaciones en casa del Dr. W innicott V coy i buenas» (sacando partido de la nueva separación de identidades). Esa m eiora d u ró tres sem anas. Luego la m am á negra. En esas tres sem anas los progresos habían sido tan notables que los padres se sentían alentados. La niña había enferm ado físicam ente, a p esar de lo cual seguía viéndosela m ucho m ás vital que an tes, y jugaba con su herm ana. Ha­ bía estado preguntando: «¿Cuándo es el cum pleaños de W innicott? Q uiero enviar­ le un regalo, pero no debe ir envuelto.» En una ocasión dijo a su m adre: «Te Diiviertes en una m am á negra cuando t€ e nfadas.» En el e stra to m ás profundo, sin em bargo, la m am á negra es la m adre original buena o m am á subjetiva. C O M E N T A R IO S

IJJtt fuerte resfriado.) . |jy Dificultad con los objetos internos u o b jetos de su experiencia d iaria en térm inos de realidad psíquica interior. \$. Mamá negra: rival en las cam as, idea di- ser «malvada».

E n v u e lto sig n ifica o scu re cid o por m ecan ism o s d e d efen sa, a l igual q u e su ju eg o cu a n d o se e n v u e lv e

^3. M am á negra com o versión dividi­ da de m adre; una que no com prende a los bebés, o una que los com prende tan bien que su ausencia o su pérdida lo pone todo negro. 4., Elem ento positivo en la m am á negií£ T risteza en «m am á. m am á, m am á» = mem oria. 5. Zonas de calm a en la entrevista: níutua. 6. Mamá negra, ahora en térm inos de sueño: ensueño. 7. M em oria volcada a la experiencia ofál eró tica con cualidad orgásm ica. ^8. M uerte de la amada m am á negra (m u erte violenta). Hay cólera co n tra la m am á perdida: con incorporación coléri­ ca alternativa. (9 J E l regalo p a ra el Dr. W innico tt —sin ensolver—, significa abierto, claro, evi­ dente (bebé).

CARTA DE LOS PADRES, ESC RITA POR LA MADRE «G abrielle quería que le escribiera para pedirle que la viese. No me dio, como era co stum bre, ninguna razón para ello, pero parece considerarlo urgente. Hizo su pedido la noche de mi cum pleaños; daba la im presión de sen tirse muy dolida por que no fuese su aniversario, si bien hizo lo posible p o r que todo resultase bien; se me acercó varias veces para pegarm e con fingida seriedad y no pudo d orm ir p o r mi cum pleaños’. »La veíam os muy bien desde su ultim a entrev ista con usted; daba la im presión de hallarse m uchísim o m ás fuerte y de­ finida que antes.

S . — PSICOANALISIS

-La única cosa negativa-qu^creo. poder Iorina en que llam a la atención sobro si m ism a en com pañía de adultos gritando galim atías y m ostrándose en general ex­ citada; con o tro s niños es tím ida. -Com­ prensiva en una m edida que a veces me hace avergonzar. »Siento que no tengo nada im portante que com unicarle esta vez; su propia vida es muv privada, y vivida en su interior. «(M ientras ésta se escribía. G abrielle ha decidido enviarle dos dibujos, que incluí mos. En el sobre había puesto: ‘am o r al Sr. W innicott’.)

La succión d e l p u lgar s e vincula con la experien cia o rgásm ica co)i e l o b je to

C A R T A D E LA M A D R E

«Gabrielle no se encuentra en absoluto en el m ism o punto en que se hallaba. Parece m ucho m ás en tera, si bien a veces da la im presión de e s ta r dom inada por una grave determ inación. »Tenía m ucha urgencia por verle. ‘¿Có­ mo se hace para llevarle bebés al Dr. Win­ nicott? Quiero llevar a Su san.' Nos pre­ guntam os en qué m edida Susan "ha pasado a fo rm ar p arte de Gabrielle. Está siem pre hablando de ella, sobre todo acerca de su descaro y su desobediencia, aun cuando la gente le pregunta por ella m isma. »Si estuviese en plan de preocuparm e excesivam ente p o r ella, repararía en su frecuente y m elancólica succión del pul­ gar, y sus estallidos de caprichosa d estru c­ tividad. A diferencia de su herm ana, nun­ ca se m u estra destructiva de m odo for­ tuito; es cuidadosa hasta lo m eticuloso t on sus cosas, arreglándolas y lim piándo­ las con frecuencia. La destructividad parem

P o seíd a p o r la agresión d iv id id a , no integrada

c e dom inarla de im proviso, cuando quie-

iv d e rrib a r y rasgar objetos, en lo osten­ s ib le con b astan te falta de pasión, seria­

m ente decidida. »Pero ah o ra tam bién juega creativa­ mente m ucho m ás a m enudo de lo que solía.»

DEC IMA C O N S U L T A (M arzo 23, 1965)

G abrielle (ahora de tres años y seis me­ ses) llegó acom pañada p o r su padre, y la hice esp e rar un poco. Dijo varias ve­ ces: «Vuelve a tus m uñecas». Se puso a tra b a ja r com o de costum bre, am bos sen­ tados en el suelo, parloteando constan­ tem ente. Hubo algo especial: «El libro de Susan en el tren. Mi libro favorito. N atalie S usan. un bonito nom bre. Es ita­ liano. Yo soy D ehorah Gnhrielle a Le d ivertía a rtic u la r esos nom bres.1 Es­ taba en m edio de los juguetes; cogió uno y dijo: «¿Oué dem onios es esto? Cosas de todas clases que yo no tengo..,» Se puso a reu n ir vagones: «Tantos juguetes. Dios, q ué cantidad de juguetes» (yo no había agregado ningún juguete desde la prim e­ ra visita, excepto la copa de O ptrex, com o ya indiqué). H ablaba para si m ism a y m uy satisfe­ cha. Prosiguió: «¿Qué dem onios...?» Se había hecho con o tro tren y estaba reu­ niendo los vagones. 1. Cí. la actividad o ral org ástica en to rn o del o b jeto en la sesión anterior.

Hice un com entario referido a que nos estab a reuniendo, a ella m ism a y a mi. Gabrielle: En el tren zum o de m anza­ na lo pasam os muy bien en el tren to ­ dos juntos. H abía un largo, largo tren/ E ste es largo | hizo un m ovim iento con el brazo para indicar la longitud]. Yo: La gran d istancia tiene que ver con el tiem po e n tre esta visita y la anterior, y G abrielle se está tom ando un largo tiem po para d esc u b rir si yo estoy vivo. E sto pareció darle pie. Gabriellc: ¿C uándo será tu cum pleaños? Q uiero h acerte algunos regalos. En el planteo me descubría a mi m ism o sum ado a la idea de unir la vida con la m uerte. Yo: ¿Y el día de mi m uerte? Gabrielle: Verem os qué podem os hacer por ti. Mamá escribió una c a rta a F ran­ cia; lleva tres horas, casi un día. llegar allí. Yo: Si vo estu v iera m uerto, tard aría bas­ tante más. Gabrielle: No la podrías a b rir porque es­ tarías m uerto. F.s terrible. Entonces agregó algo acerca de ser to m o un disparo, un trozo de cuerda. S r deja caer la cosa y el polvo se levanta di- golpe; es m uy peligroso; sólo viven si los m uerde u n a serpiente. Seguía de algún modo con el tem a de la m uerte (no regisn .id o I¡cimente). (¡abridle: Es terrible. Las serpientes son horribles Pero sólo si se les hace daño.

E ntonces m uerden. Una vez m am á fue al zuo y un papagayo que había allí dijo: «Hola, cariño» ílo contó im itando b a ñ a n te bien al papagayo]. Yo: Q uieres d ecir que habfa o tra s cosas en el zoo. com o serpientes. (¡abridle: Dije a mi papá: «¿Son veneno­ sas?» E staba a punto de poner la mano, pero papá me ap a rtó de un em pujón [aquí, algo sobre una n iñ ita ]. Se podía decir que era feliz por su rostro. Yo: ¿E res una niñita feliz?

Enfrenta­ miento con el concepto de objeto de venganza relacionado con él sadismo oral y la ambivalencia

G abrielle d ijo algo referido a Susan. Gabrielle: O uicro d e stru ir si construyo algo. Pero ella no quiere hacer lo m is­ mo. Tenía biberones con pezón de goma. Em pecé a alim entarla, pero se alejaba y no m e p erm itía hacerlo. Es un baba pequeño lindo. Yo: A veces la golpeas. Gabrielle: No, a veces estoy en paz con ella. Yo: Esa es una de las razones por las que te gusta venir aquí; aleja rte de ella. Gabrielle: Sí. No puedo quedarm e m ucho, porque p ro n to tendré q u e tom ar mi al­ m uerzo; ¿así que podré venir o tro día? En esto m ostraba la habitual ansiedad p o r vivir una vida separada de la de Su­ san, y ten erm e para ella sola, lo cual le resu lta m uy im portante. Prosiguió: «Sien­ to que hayam os llegado un poco tem p ra­ no. porque no podía quedarm e m ás en casa, porque estaba deseando ir donde Sr. W innicott. Susan quería con tod? su alm a y donde Sr. W innicott. Dice: ‘¡No! No! ¡No!'; en vez de decir ‘sí’, dice ‘n o ’ y se desp ierta p or las noches. D espierta a todos los bebés. Es horrible. A mí no me

Ansiedad relacionada con !a alegría representada por y mis juguetes, libertad de Susan

despierta. Yo ni siquiera oigo. Apenas si la oigo. ¿Dice? ‘M am ma m am m m a narciosso papppa papppa narciosso m am m a m am m m a m apalfiler hueso pollo.’» Gabrielle colocaba las casas, com o las palabras, en una fila, con una to rre en un extrem o. Creí que era un tren. Com en­ tó: «A los p erro s no se les perm ite com er huesos pequeños porque tienen una es­ pecie de astillas en su interior.» Pasaba la m ano p or debajo de las ruedas del tren de un m odo en que se tenía im presión de que estaba haciendo la dem ostración de algo que se hacía a si m isma. Dijo: «Duele m ucho. ¿Tienes perro?» Yo: No. Gabrielle: La abuelita Bunny.

tiene;

se

Hacia la masturbación 2

llama

Ha dispuesto los juguetes de m odo que queden dispersos y ninguno en la m ism a linea que cualquiera de los otros.3 Se lo hice notar; respondió: «Sí», y algo m ás: «Golpea de nuevo.» Me tocó la rodilla, pero se a p a rtó de un salto, diciendo: «Debo salir a ver a papa. Volveré. Quiero trae r mi m uñeca.» Era una m uñeca enor­ me llam ada Francés. La iba a b u scar para que le estrech ara la m ano. Me acariciaba el zapato. La ansiedad se habíai m anifesta­ do junto con los contactos afectuosos. La separación de cada objeto de los dem ás era una defensa en ese respecto. El con­ tacto conm igo era central, y varias clases de culpas parecían vincularse con ello culpa porque Susan no estuviese allí, culpa tam bién debida a la destrucción

Separación de objetos entre sí, con su opuesto: choques contra

2 Véase la c a rta de la m adre que sigue in m ediatam ente a la Segunda Consulta. \ Cf. juguetes disp ares en su lado de la linca, al estab lecer su propia identidad; véase S éptim a C onsulta.

del o b jeto que había sido hallado—, de modo que tras la separación de los ob­ jetos en tre si podía suponerse un estado interio r caótico hecho de p arte s de obje­ tos destrozados. Gabrielle: Una noche tuve un m al sueño. Fue so b re C erré los ojos. Vi un her­ m oso caballo. Se llam aba Stallion. Tenía oro en las o rejas y en la crin. Es tan herm oso. Oro, lindo oro brillan te [puso la m ano e n tre las p iern as]. El herm o­ so caballo venía y pisoteaba el trigo [explicó que el trigo era una especie de cereal]. Yo: E stás describiendo una im agen de papá sobre m am á haciendo nuevos be­ bés, algo que tiene que ver con el am or. Gabrielle: Sí. Yo: Tal vez donde m am á tiene pelo [a lu ­ diendo a la crin ]. E ntonces dijo algo acerca de ir a la habitación de papá y m am á para im pedir que el caballo pisoteara el trigo, colocán­ dose en tre ellos. Agregó: «A veces se me p erm ite d etenerm e para cenar», b rindán­ dom e asi un m arco de realidad para el sueño en el cual evitaba el com ercio se­ xual; tam bién un m arco del cual Susan estab a excluida, Susan com o com plica­ ción que no podía au to rizar por entero. Gabrielle: Nos gusta incorporarnos en la cam a, p ero p o r la m añana estam os can­ sados p o r ello [recogiendo una pequeña figura]. E ste hom bre no puede sen tar­ se. Papá [cf. S tallion] es herm oso. G abrielle ya había dispuesto los jugue­ tes de un m odo diferente, con todos los

R e la to de un sueño

árboles y figuras de pie y una sensación general de vida en el arreglo. Gabrielle: Papá es herm oso. Hay un cua­ d ro en una de las paredes de casa de dos personas que pasean y o tra que está allí parada. Com paré esto con el sueño donde algo pisotea a algo. Yo: Vienes a hablarm e del sem ental (stallion) que pisotea el trigo. Gabrielle reacom odó los ju g u etes de modo de form ar una larga hilera curva de casas y o tra larga fila que parecía condu­ cir directam ente a la curva. Dijo algo acerca de Susan, que lo d estru iría todo, valiéndose así de su herm ana para proyec­ ta r sus propias ideas destructivas no de­ seadas. Gabrielle: Susan abre los bolsos de señoras y saca de ellos los polvos y huele y m olesta a m am á cuando está vistiendo. Es terrible. Yo: Eso hace que tengas ganas de garle. Gabrielle: Mamá tiene una herm osa tatua.

las los se pe­ es­

Entonces puso en pie al perro (cordero), pero tam bién cogió el o tro gran anim al suave (fauno) y com enzó a estru jarlo s y vaciar el serrín de sus vientres, continuan­ do asi las actividades destructivas de la sesión an terior. Metió el dedo muy pausa­ dam ente, quitando el relleno, que cayó al piso. Su ansiedad se m anifestó en su pues­ ta en contacto con el padre, a quien salió a pedirle que no dijese «basta».

El trabajo de la sesión

Parecía satisfecha, com o si algo se hu­ biese arreglado, y regresó a los juguetes, acom odándolos, poniendo en pie los ani­ males y todo sobre la alfom bra. Surgió algo entonces respecto de un secreto, y sus m anos pasaron a en co n trarse entre sus piernas. Gabrielle: Q uerido Sr. Porter. E staba le­ yendo E verybudy's y m e llevaron hasta Crewc. L.o ten d ré en el tren. Me lleva­ ré al Sr. Crewe. E stab a reo rd en ando los juguetes y re­ petía: «Leyendo E verybody’s me llevaron hasta Crewe».4 Gabrielle: No me esperes. Vete a Alabam a con un b anjo sobre mi rodilla. H er­ m osa m úsica. Puede reconocer las diferentes tonadas. C antaba con aire alegre y despreocupado, introduciendo sus propias variaciones. Gabrielle: ¿Q uerrías pasarm e algunas co­ sas? £1 está haciendo su b r r rrrh [ que riendo d ecir heces]. y q u ito todo el serrín , todo lo que pudo, del vientre del fauno. Gabrielle: ¡Míralo! Yo: Ha hecho m ucho b rr rrrh sobre la al fo m b ra y en el cesto.

4. "Oh, S r P orter, ¿que haré? E stab a leyendo E vcrybody's y me llevaron h asta Crew e" (una canción p u b licitaria de a n tes de la P rim era G uerra Mundial).

(¡aburile: Lo siento. ¿Te m olesta? Yo: No. (¡abridle: Huele. Yo: E stás sacando a la luz sus secretos. Aún le queda algo de b rrrrrh . (•a b rid le [al cabo de un ra to ]: ¿E s hora de irse? Piggle hace un olor horrible. Yo: H acer olor es confiar secretos [colo­ có un poco de b rr rrrh sobre el tra c to r y en los vagones y por todas p arte s]. Una cosa do rada [uniendo esto con la im a­ gen]. Gabrielle cogió todos los juguetes y los reunió, aglutinándolos. Yo: Ahora todos están en contacto con todos y nada está solo. Dijo algo acerca del perro (fauno) va­ cio: G abridle: Sé bueno con él. Dale su leche y su com ida. Yo: Deberás irte pronto. G abridle: Deberé irm e ahora [y apretó el serrín en el vagón]. Me llevaré un tren. Ahora tendrem os que irnos. Te de­ jarem os con todo el desorden. Tam bién dejó su enorm e m uñeca F ran­ cés. pero regresó a buscarla y me encon­ tró aún (adrede) sentado en el suelo en m edio del considerable revoltijo que había producido. No se llevó realm ente ningún tren . COM ENTARIOS (i.! Fácil restablecim iento de la relación expresam ente com unicado en el juego.

Esto señalu el final del trayecto desilr la fantasía intestinal hasta la idea de los adultoi y su capacidad de dai nacimiento a bebés reales; es decir, acep­ tación de lo que está dentro, entre el comer y la defecación

C o n traste con la d is p a rid a d

?

Mi cum pleaños. Interpretación: día la m uerte. 1. S eparatidad (juguetes dispares), y i (toques y golpes en el contacto. 4. Culpa p o r los im pulsos destructivos hacia el o b jeto bueno. V Lo m ism o en térm inos de hom bre v m u jer en la experiencia sexual. 6. Identificación con el hom bre, sa­ dismo hacia el vientre y los pechos (conlinente). 7. Olores y confusión secretos; oro y belleza. 8. M aterias in teriores liberadas de las dobles obligaciones; es decir, de repre­ sentar (engañosam ente) su realidad psí­ quica interior, ah ora com unicable en for­ ma de sueño. CARTA DE LA MADRE «Gabrielle quisiera volver a verle; me preguntó hace un tiem po si usted podría recibirla y tra té en lo posible de d a r lar­ gas al asunto. »De algún m odo parece e sta r bien en sí m ism a; ha com enzado a a sis tir a un parvulario d u ra n te dos horas y m edia cada día, y le encanta. Juega ju n io a, m ás que con, niños y eso la satisface. No obs­ tante, tiene m uchas ansiedades, y perci­ bim os que frecuentem ente en cu en tra di­ ficultad en em plearse a sí m ism a por en­ tero, que hay una p arte de su persona cla­ vada y congelada. »Le d escrib iré el día en que con m ás u r­ gencia pidió verle, p or si acaso a rro ja al­ guna luz sobre el problem a. *La noche an terio r, pidió succionar mis pechos. Lo había reclam ado varias veces anfes y yo lo había ido aplazando; pero

e s ta VC¿ 1 I res la última antes de mis vacacio­ nes. Gabrielle: Tendré cinco años, d entro de muy poco. Indico que deseaba verme para ese tra­

tamiento Winnicott finalizado mientras todavía tuviera cu a tro años. Yo: A rni también me gustaría term inar contigo, para poder ser los otros Win* nicotts v no verme obligado a ser este Winnicott especial de tratam iento inven­ tado por ti. Alcanzaba a ver que lo que estaba ha­ ciendo con el Seccotine e ra una especie de lápida o túm ulo del Winnicott que ha­ bía sido destruido y muerto. A sus instan­ cias, cogí un trozo de papel y dibujé una Gabrielle en él. Luego retorcí sus brazos y piernas y cabeza, y le pregunté si dolía. Rió y dijo: «¡No, hace cosquillas!» Decoró bastante el entorno del Seccotine, hasta con rojo. Era algo para llevar­ se a casa. Seria lindo para Susan. Gabrielle: Debo poner un poco m ás de azul. Lo dobló y el Seccotine se term inó, y tuve q u e ayudarla a hacer un ag ujero para poder asegurarle una cuerda. Era una cometa. Gabrielle: Debo ir a preguntarle a papá p o r las hermosas tejas con el alegre niño encima. Dejándome al cuidado de la cometa, fue a buscar dos antiguas tejas (niño alegre) que su padre había traído y que estaban envueltas en papel como si se tratase de un regalo, presum iblem ente p ara su m a­ dre. Las desenvolví y las admiré. Siguió explicando al padre. Gabrielle: Está terminado. Nadie quiere

ver a Winnicott. Completamente termi­ nado. Lo destrocé. Hice esto como re­ líalo para Susan. Huele mal, es horri­ ble he usado todo el Seccotine. Ten­ drá s que c o m p ra r más. no más ven­ dremos. Agregué algo referente a qu itar el tapón para indicar el significado fecal de la des­ trucción de las figuras masculinas y la tablilla mortuoria. Eso le agradó. C ubridle: Tengo las manos todas sucias. Juego con esa horrible y maloliente cosa de pegar. Cómo se llama, ah, sí, Sec­ cotine, horrible nombre, horrible olor. Nosotros usamos Yoohoo, no huele, sa­ bes... Veía que había acabado conmigo en to­ dos los planos y en lodos los sentidos, v lo dije. Dijo: «Si, term inar contigo.» Yo: Asi que si vengo a visitarte a tu casa, si veo a Susan, habrá un Winnicott di­ ferente... no el que tú inventaste, que era enteram ente tuyo y con el cual aca­ bas de terminar. C ubridle: Ahora se ha term inado el pega­ mento... ¿qué harem os? Todo el Win­ nicott todo en pedazos, ¿qué hemos de hacer cuando todo se ha ¡do? Me alegra no ver a Winnicott si huele mal y es así de pegajoso. Nadie lo quiere. Si vie­ nes a casa, diré: «Viene el hom bre pe­ gajoso.» Escaparemos. Eso finalizó. C ubridle: Me gusta p in ta r cuando voy... Este es un buen papel. ¿Es hora de que me marche? Yo: Sí, casi.

Gabrielle: Debo lavarme volveré a verte. ¡Píntalo de rojo [la cometa]! La sostuve por la cuerda m ientras se lavaba. Volvió por ella y salió con su padre, a rrastra n d o y tratando de remon­ t a r su pesada, húmeda, pegajosa cometa. COM ENTARIO S 1. Eclosión de la madurez adecuada a la edad. 2. Se enfrenta con la separación y sabe que la reunión es posible. 3. Ejercicio de la seducción femenina. 4. Resumen del análisis, habiendo reor­ ganizado su vida den tro de una transfe­ rencia positiva. 5. Así. el odio se puede sentir y ejercer desde que no destruye la buena experien­ cia ¡nteranalítica.

D E C IM O S E X T A C O N S U L T A (O ctubre 28. 1966) Gabrielle tenía ahora cinco años v dos meses. Esta sesión no fue com o las visitas previas. De hecho, se asem ejó más a la visita de un amigo a otro. Tras aguardar con su padre por espacio de cinco m inu­ tos, porque habían llegado temprano, el padre pasó a la sala de espera; pronto advirtió los diversos cambios habidos en la habitación, y comenzó a hacer lo que, obviamente, deseaba hacer. La hora que pasamos juntos se dividió en tres partes, siendo la prim era la más im portante. Preguntó po r el rodillo. Esto es, la regla cilindrica. Tuvimos 25 minu­ tos de viejo juego, que se llevó a cabo en medio de una gran excitación, pero con una intensidad acorde con el modo de ju g ar de los cinco años. Hizo ro d a r el rodillo hacia mí, y cuando golpeó mis ro­ dillas, caí muerto. Cuando estuve muerto, se escondió. Pero ahora conocíamos todos los caminos hacia los rincones demasiado bien. En el curso del juego, tomó sus po­ siciones una tras otra: yo debía revivir, em pezar a recordar que había alguien a

quien tenía olvidado, y. poco a poco, bus­ carla Al cabo, la hallaría. A veces era ella quien moría del mismo modo; entonces me buscaba. Siguió hasta estar satisfecha, hasta haber tenido lo suficiente. Y pasa­ mos a la fase dos. Mientras me sentaba en la pequeña silla para tom ar notas, como en los viejos tiempos, se sentó en el suelo dándom e la espalda «sola en mi presencia». Hablaba a los animales y a los juguetes, y sólo oca­ sionalmente me aclaraba que esperaba que yo escuchara. Al comenzar, cogió el cordero y dijo: «¿Dónde está el perro?» Encontré el paquete con los restos del perro, v m e habló del agujero y lo exploró con el dedo. Aseguró que el perro no es­ taba lo bastante vacío como para no poder tenerse en pie. y lo colocó junto al cor­ dero. I.uego inició el proceso de sacar los juguetes y vaciar el cubo Pasó un rato tratando de a r m a r un tren, hablando de modo inteligible, pero para sí misma. En una oportunidad dijo: «¡Mira qué tren largo he hecho!» Pero no era largo porque no hacía más que record ar cómo era en las sesiones anteriores, no jugaba con el propósito de comunicarse. Yo: Estás recoVdandó p ara ti m ism a lo que los juguetes significaban cuando eras una pequeña Piggle en vez de una gran Gabriellc. (¡abrielle: Vamos a volver a jugar. Y volvió a a p a r ta r unos pocos juguetes tic los que había sacado y los ordenó bajo el estante de la librería. Hacía esto a la ve/ que tocaba una cesta y otros juguetes .mim osam ente y decía cosas como: «Aquí rst.is.n En esto, su cabeza tocó mi rodilla. No lúe algo premeditado, ni retrocedió

ante ello. Sólo sucedió. Apartó el perro en su envoltorio y dijo adiós. Y puso el cordero cerca del paquete. Entonces dijo: «¡Ahora!» ...significaba que íbamos a en­ tra r en algo diferente. Nos levantamos, y en un principio pa­ reció que fuésemos a seguir jugando con el rodillo (escondite y búsqueda). Lo que hizo, sin embargo, fue e n c o n trar un libro de dibujos infantiles. Lo observó atenta­ mente y pareció divertida con los peque­ ños trozos de historia que yo podía con­ tarle. Entonces m iram os otro libro, que tenía num erosas ilustraciones, pero era demasiado complicado, de modo que cam ­ biamos una vez más y escogimos un volumen de figuras con un cuento. Seguí la historia con ella m ientras ella volvía las páginas. Al final, eligió m ira r un libro de animales. Cuando le era posible, decía el nom bre del animal, y se sentía feliz y contenta. Le di la oportunidad de hablar­ me de cosas; la palabra «negro» apareció en uno de los relatos y le recordé la mamá negra. Yo: Te da vergüenza contarm e algunas de las cosas que piensas. Asintió, pero con poco entusiasmo. Vo: Yo sé cuándo estás verdaderam ente avergonzada, y es cuando quieres decir­ me que me quieres. Su gesto de asentim iento fue muy defi­ nido. Ya era hora de marcharse, y estaba bas­ tante dispuesta a ir a buscar a su padre. Era evidente que había disfrutado de la visita, y no dio m uestra alguna de ha­ llarse molesta, como si hubiese intentado

»ln sin lograrlo. Sonó enteram ente natui.il .il decir adiós, y dejó la impresión de una nina verdaderam ente fresca y psi­ quiátricam ente normal, de cinco años.

POSFACI O

P or los p a d res d e Piggle

A a lg u n o s lectores p u ed e n in te re s a rle u n a s p o cas ob s e rv a c io n e s s o b re la e x p e rien cia d e los p a d r e s en este caso, y tal vez deseen p o s e e r d a to s a c erc a de la n iñ a en la a c tu a lid a d . H a s id o de g ra n v alo r p a r a los p a d r e s el q u e se les p e r m itie ra p a r ti c ip a r en u n p ro c eso de c r e c im ie n to y r e p a ra c ió n . Ello h a e v itad o lo q u e es fre c u e n te o b s e r ­ v ar: el q u e los p a d r e s se sie n ta n a b a n d o n a d o s a la in te m p e rie , y así a lim e n ta n s e n tim ie n to s de riv alid ad y c o m p e te n c ia co n el t e ra p e u ta ; o tal vez en v id ia del t e r a p e u t a o del niño, o d e a m b o s a lte r n a tiv a m e n te . Con la finalid ad de e v ita r tan d o lo ro s a s im p re s io n e s y p a r a n o c a e r en la insid io sa o b s tru c tiv id a d q u e de ellas suele d e riv a r, los p a d re s d e b e n a p a r t a r s e , s a lie n d o del c a m p o de fu e rz a s de u n a relació n viva co n el n iño , lim i­ t á n d o s e a e n tr e g a r lo a u n a a u t o r i d a d m ás e x p e rim e n ­ t a d a y sabia. Si bien el peligro de u n a in tro m is ió n n o p ro fe s io n a l d e b e d e a s o m a r en la m e n te de alg uno s lecto res, ello p are c e h a b e rs e e v itad o m e d ia n te el tacto, « sen sib ili­ d ad » y larg a ex periencia del te ra p e u ta , la cu a l a p a re c e a v a la d a p o r u n co n o c im ie n to ta n g ra n d e q u e se p u e d e

p r e s c in d ir de re c o rd a rlo p e r m a n e n te m e n te , p a r a e m ­ p le a rlo de u n a fo r m a lib re y e s p o n tá n e a , c o n u n a segu­ rid a d de c o n t a d o d ig n a d e la m a y o r confianza. Q uizás ta m b ié n se p e r m i t a a los p a d r e s d e c ir u n a p a la b r a en las u lte rio re s d is c u sio n e s s o b re los p r o y los c o n tr a de u n t r a t a m i e n t o «a pedido*. E n to n c e s s e n tim o s q u e no p o d ía m o s a c c e d e r a un tr a t a m i e n t o fu n d a d o en o t r a s bases. P or o t r a p a r te , el c o n s e n s o de p ercep c io n e s, qu e se fue h a c ie n d o c a d a vez m ay o r, en lo rela tiv o a la n e c e s id a d de u n a n uev a sesión es n o table, y ta m b ié n nos a s o m b r ó la le c tu r a del guión, al c o m p r e n d e r c ó m o la p a c ie n te recogía los hilos d e la e n tr e v is ta a n t e r i o r , corno si n o h u b iese t r a n s c u r r i d o tie m p o e n t r e u n a y o t r a , o c o m o si a h o r a estu viese d is p u e s ta a d a r el p a s o siguiente. Sea c o m o fuere, el h ec h o de q u e, en e s te m a rc o , el t r a t a m i e n t o no p u d i e r a llevarse a c a b o en el m o m e n to en q ue se lo so licita b a ( c o m o e n t r e la u n d é c im a y la d u o d é c im a sesiones), p odía te n e r v io len tas r e p e r c u ­ siones, y. co m o p u e d e p a re c e r en e s te caso, p o n e r al p ac ie n te al b o rd e m is m o del d e s a s tr e in terio r. Los lecto res q u e r r á n s a b e r ta m b ié n c ó m o se e n c u e n ­ tr a la p ac ie n te en la a c tu a lid a d , c u á le s son los r e s u lt a ­ dos a largo plazo d e tal tipo de tr a t a m i e n t o . G abrielle no es tím id a, es u n a m u c h a c h a e s p o n ­ tánea, m u y in te g ra d a a u n g ru p o d e c o m p a ñ e r o s de escu ela d e su m is m a edad. Parece h a b e r r e c o b ra d o el eq u ilib rio q u e h a b ía p e r d id o a n te s d e c o m e n z a r el t r a ­ ta m ie n to A lred edo r de los o c h o a ñ o s tu vo a lg u n a s difi­ c u lta d e s de a p r e n d iz a je (se a b u r r í a e n la escuela y no le fue fácil a p r e n d e r a leer), p e ro a h o r a es m u y c o m ­ p e te n te en su ta re a , y s ie m p re se las a r re g la p a r a h a l l a r ­ la in te re sa n te . Se m u e s t r a m ás d o m e s tic a q u e varonil en sus in clinaciones. De m o m e n to , a s p i r a a s e r p ro f e ­ s o ra de biología. El cu ltiv o d e p l a n t a s de i n t e r i o r c o n s ­ titu y e su p rin cip a l afición. E s su se g u rid a d en lo q u e re sp ecta a los valores, su in d e p e n d e n c ia i n t e r i o r de juicio, v ta m b ié n q u iz á s un m o d o de p o n e rse en c o n ­

t a c to con la gen te en m u c h a s lo n g itu d e s d e o n d a , lo q u e lleva a p r e g u n ta r s e si n o s e g u irá f u n c io n a n d o el e s tím u lo de alg u n a e x p e rien cia s a tis fa c to ria en el s e n ­ tid o de ser e n te n d id a en un nivel p ro fu n d o . No h u b o casi n ing ún c o m e n t a r i o p o s t e r i o r a c e rc a de las sesio n es... m u y de ta n t o en ta n to , tal vez, a lg u n a risita s o fo c a d a d e b id a a u n re c u e rd o , o u n d e ta lle en el juego. La tris te n oticia de la m u e r t e d e l Dr. W i n n ic o tt n o s llegó p o r m e d io d e u n v is ita n te c a s u al, y su reacción in m e d ia ta q u e d ó v e la d a p o r la c ir c u n s ta n c ia social. El Dr. W in n ic o tt la h a b í a p r e p a r a d o p a r a la e v e n tu a lid a d d e su m u e r t e de m o d o m u y sensible, y ella h a b ía m e n c io n a d o en u n a o dos o ca sio n e s el a s u n t o c o m o algo d is p u e s to en el lu g a r c o rre s p o n d ie n te . El Dr. W in n ic o tt solía t o m a r n o ta s d u r a n t e las sesiones, y G ab rielle cree q u e e s ta b a e s c rib ie n d o su a u to b io g ra fía v q u e d e a lg u n a m a n e r a le e s ta b a r e s e r ­ v a n d o un p e q u e ñ o rin có n en la m ism a : «El a c o s t u m ­ b r a b a e s c r ib ir y yo a c o s tu m b r a b a jugar.» C u a n d o se d is c u tió con ella la pub licac ió n d e este m a te r ia l (q u e a ú n no h a b ía visto), p r i m e r o vaciló, p e r o luego p en só q u e p o d ría s e r de u tilid a d p a r a o t r o s — c o m o en re a lid a d se e s p e ra q ue s e a — . Dio su c o n ­ s e n tim ie n to . 1975