Peru observaciones y estudios del pais y sus habitantes durante una permanencia de 25 años. Tomo III. La sierra.


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Spanish Pages [574] Year 1974

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Peru observaciones y estudios del pais y sus habitantes durante una permanencia de 25 años. Tomo III.  La sierra.

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NUNC COCNOSCO EX PARTE

THOMAS J. BATA LI BRARY TRENT UNIVERSITY

Digitized by the Internet Archive in 2019 with funding from Kahle/Austin Foundation

https://archive.org/details/peruobservacione0003midd

PERU

.'

·

.,

.

PERU OBSERVACIONES Y ESTUDIOS DEL PAIS Y SUS HABITANTES DURANTE UNA PERMANENCIA DE 25 AÑOS por

E. W. MIDDENDORF Tomo 111 LA SIERRA Primera Versión Espai1ola con 35 láminas, 95 fotograbados y 20 zincograbados.

--

1

1

'r

Título de la obra en alemán : PERU.

Beobachtungen und Studien über

DAS LAND UND SEINE BEWOHNER Wahrend Eínes 25 Jahrigen Aufenthalts. III Band. Das Hochland von Peru Mít 79 texibildern

ur~ d

93 tafeln nach eígencn photographischen

Aufnahmen sowie eíner karte Berlín Robert Oppenheim (Gustav Schmidi) 1895

PRIMERA VERSION ESPAÑOLA

©

Traducción

Ernesto More

Revisión

Federico Schwab

Cubierta

Fernando de Szyszlo

Diagramación

José Flores Araoz

Coordinación de la edición

Estela Castillo de Maruenda

Copyright, 1974 por la Dirección Universitaria de Biblioteca y Publicaciones; de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos Lima-Perú

NOTA DEL EDITOR Con verdadero orgullo la Dirección Universitaria de Biblioteca y Publicaciones de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos da término a su labor de editar en, español la obra, P ER U: Observaciones y estudios sobre el país y sus habitantes durante una permanencia de 25 años de Emst Middendorf. Sin desmerecer la labor de todos aquellos que en una forma u otra han contribuido a esta edición debo mencionar en primer lugar a la Dra. Estela Castillo de Maruenda y al señor Federico Schwab por la coOTdinación y la revisión de la edición, respectivamente, a ellos se debe, en gran proporción, el haber logrado que en el término de un año se haya producido el milagro de sacar a luz tres volúmenes de la magnitud de esta obra. Es necesario también una palabra de agradecimiento para todos los comentaristas que benévolamente se han expresado acerca de esta edición en español. La voz de aliento escuchada en diferentes ámbitos del país nos obliga a un renovado esfuerzo para hacer llegar la obra de los más importantes viajeros extranjeros a esta parte de América. Intentamos igualmente que futuras ediciones de esta misma obra estén al alcance de la mayoría de los lectores no sólo del Perú sino de toda Latinoamérica. Luis GoNZALES MuGABURU

F.

Director Universitario

Vll

CONTENIDO PROLOGO. AUTOR ........................................................................... .. .......

XVII

VIS ION GENERAL ......................................................................................

3

I

LA SIERRA CENTRAL DEL PERU

VIAJE A TRA VES DE LA CORDILLERA NEGRA Y LA BLANCA A HUANUCO Y CERRO DE PASCO

19

CARAZ

_"f\,finas de Plata de Collque-pocro. El !vial de Altura. El Paso de Chacay. La Ciudad de Caraz. El Paso del Santa por la Cordillera. La Pampa. Urcon. Tarica. CoRDILLERA DE CoNcnucos . .... ........... ...... ................ ..... ............ ........ ....... ... .. .

29

Paso de Condorhuasi. Andamayo. Tumbas de Casacancha. Camino de los Incas. Silwas. Camino a trav¿s de la Cordillera. La 'Ciudad de Conchucos. Regreso a Tarica. CALLEJÓN

DE

HuAYLAS

................................................................................

41

Chu./lpas. Fuentes termales de Rupac-yacu, o de Ni-nabamba. El pueblo de H1taylas. Yanahuara. Fuentes Termales de Changol. Canyas Pampa y contrafuertqs de Pata-Pata. Panorama de la Cordillera.

LA

BATALLA DE ANcAsn o DE YuNGAY ....................................................

53

La Confederación Perú-boliviana. Campaña militar ds los chilenos contra Santa Cruz. Derrota en Y1mgay. La Ciudad de Yungay. IX

EL A LTO VALLE DEL SANTA ... .. ....... ..............................................................

Carhuaz. Baños de Chancas. H11araz.

R ecua y.

59

Ti capampa.

CHAVÍN DE HuÁNTAR ............................................................ ...... .... .. ......... .....

70

El Paso de Cahuish. Maclwc. Chavín. T emplo. Galerías subterráneas. Antiguos habitantes de Chavín. Sometimiento de éstos y destrucción del Templo por los Incas. A11tig110 Ptte11te. Bailarines indios. HUALLAI\"CA

....................................................................................................

Paso de P11ca-rac1i. Ignacio Durán. 111inas de plata. cultades para el beneficio de la plata.

84

Difi-

HuÁNuco VIEJO Y HuÁNuco NuEvo ..........................................................

91

Aguamiro. H1tánuco Viejo. Templo del Sol, Palacio del Inca y depósitos de alime1itos. Valle de Cacaracra. El Maraiión. La Cordillera Central. Valle del Huallaga. H11ámtco Nuevo. Colonia alemana dd Poziizo. CERRO DE PASCO ..............................................................................................

10.5

Ambo. Valle mperior del Httallaga. Ingenios y beneficio de la plata. La ciudad de Cerro de Paseo. Explotación a Tajo en Santa Rosa. Descubrimiento de las vetas. Lago de Chinchaycocha. Minas de sal de San Blas. Fuentes salinas termales. Chic/a.

119

ALTITUDES DE LOS LUGARES VISITADOS

JI

LA SIERRA NORTE DEL PERU

VIAJE DE PACASMAYO A CHACHAPOYAS POR CAJAMARCA Y REGRESO A TRUJILLO POR HUAMACHUCO

121

CAJA!\1 ARCA

R1ttas hacia Cajamarca. Ferrocarril Trasandino del Nort e. Cruce de la Cordillera. Ciudad de Cajamarca. Casa de Atah ualpa. Fu entes termales. Prisión y 11fuerte de AtaJiualpa. CELENDÍN. y EL MARAÑÓN ..............................................................................

Camino por la ]alca. X

Celendín.

Preparativ os para proseguir

142

el Viaje. Cerro de la Crnz. 11faraFíó11 . Tambo Carrizal.

Valle d el Marañón.

Balsas del

158

PoMACOCHA Y EL VALLE DE UTCUBAMDA

Tambo Viejo. Paso de Calla-Calla. Pornacocha . Ruinas. f,eimebamba. Laguna e11 el A rea lingüística. quechua. Valle del río Chillu. FoRTALEZA DE MALCA EN CuELAP ..............................................................

Magdalena.

Fortaleza de Malea.

165

Hacienda Cuelap.

173

CHACHAPOYAS

Supersticiones. Valle de Condebamba. Ceja de Montafta. Ciudad de Clwchapoyas. .Sit11ación Actual y Resefia Hist6rica.

182

DEPARTAMENTO DE Lo RETO

Viaje a través de la Cordillera Central. 111oyobamba. Difícil camino a. Balsap11erto. A-islamiento del Territorio de Loreto. Provincias del Departame11to. Nauta. 1quitos. Navegaci6n a vapor en el Amazonas. El Caucho. Tr·ibus. Plantas y Animales. REGRESO AL l\1ARAÑÓN . "" .... """"" """ .... " ....... " .... "" ... """" """ .. " ...... "" ".

198

U tcubaniba. Terrazas y Cuevas de l\facra. Puente de Santo Tomás. Vampiros. Diferencias Climáticas. Panorama del valle del llf armlón. ALGUNOS DATOS HisTÓRicos REFERENTES AL DESCUBRIMIENTO y

Ex-

PLORACIÓN DEL MARAÑÓN ........................ , .......................................

208

Alonso de A/varado. E:r:pedición de Gonzalo P1:zarro al país de la canela. Francisco de Orellana. Origen del nombre del río Amazonas. El Padre Acuña. El Padre Fritz. Paso del Pongo de JI.! anseriche por La Condamine. Werthernann navega 'por los rápidos y la cascada de J\l ayasi. HUAMACHUCO

································································································

215

Regreso a Cajamarca. Huayabamba. Valle de Condebamba. Caja bamba. Ciudad de Hu.amachuco. Ruinas de ll1 arca !111amacl111co. El Subprefecto y las mulas. XI

REGRESO A LA CosTA ......................................................................................

229

Ilacienda Chuyahual. Canipampa. Caminos p or la ]alca. Otuzco. Soledad de Clzir611. Pan de Azúcar. Hacienda Calinda. Trujillo. ALTITUDES DE LOS LUGARES VISITADOS

II I

23.:::

EL LAGO TITI CA CA

VIAJE DE AREQUIPA A LA PAZ POR PUNO Y LA ZONA RIBEREÑA SUR DEL LAGO. EXCURSION A LA PROVINCIA BOLIVIANA DE LOS YUNG AS

237

PUNO

Ferrocarril Trasandino del Sur. Ciudad de Puno. J11inas de Laycacota. Ejec11ción de José Salcedo. Virrey Conde de Lemas. Travesía por el Lago. Borrasca y tormenta. Capitán López. Chililaya. Viaje a La Paz.

LA

PAZ ..............................................................................................................

252

Configu.ración del Valle. Situación desfavorable de la Ciudad. Clima. Poblaci6n. Su carácter. Temas hútóricos. Asesinato del General Belzu por .Melgarejo. Alrededores. Calacoto. Lavadero de oro. PROVINCIA DE

YUN GAS

.............. ······ .... ....... ...... .. ........ .... .... ......... ..... ...... .......

264

Su nombre. Paso de la Apacheta. Sandillani. Plantaciones de quina en Cusilluni. Coroico. Plantaciones de coca en Choro. Indios Yungas. Coripata. El río Tamampaya. Clwlumani. Y anacachi. TIAHUANACO

..................................................................................................

Laja. Tialzuanaco. Pwma-pmzcu. Portada en Santa Bárbara. Acapana. Atrio del Templo y colinas. Portada partida. Origen del nombre. Escultura del friso. Situación original del lu-gar. I dolos. 11.f aterial de construcción. Consideraciones sobre los constructores de Tiahuanaco. Etimología. Propagac·ión del pueblo aimará. XII

286

CoPACABANA

............................................................................................... .....

309

Huaqui. D esaguadero. Navegación a vapo r. litinas de cobre en Corrocorro. Viaje de Copacabana. El Santuario. P eregrinaciones prehispánicas. Origen de la venerada imagen de Alarfa del Santuario. LA

lsLA T1T1cAc,.,

......... ..................... ......................................... ...................

318

Viajes a la isla. Leye·n da Incaica. El Pueblo de Challa. Jardín del Inca y Templo del Sol. La Roca Sagrada. El Palacio del Inca en Pi!Jcocaima. Y ampupata. LAs Tul\1BAS DE S1LLUSTANI ........................................................................

El Lago U111ay o.

Chullpas de Sillustani.

328

Hatun-Colla.

ALGUNAS ÜBSERVACIONES SOBRE EL IDIOMA AllVIARÁ ..............................

332

ALTITUDES DE LOS LUGARES VISITADOS ........................................................

334

IV LA SIERRA SUR DEL PERU VIAJE DE LA PAZ AL CUZCO Y REGRESO A LIMA VIA AYACUCHO DE PuNo A Cuzco ..........................................................................................

335

P1tcará. Físico de los Collas. Santa Rosa. Paso de La Raya. Nevado del Vilcanota. Aguas Calientes. Sicuani. Cacha. Templo, de Viracocha en Rajclzi. Leyendas sobre la fmidaci6n del Templo. Origen y significado del nombre Viracocha. Tinta. Rebelión de Túpac Amaru. Clzecac11p e. Quiquijana. Ureas. P.iq11illacta. Valle del H11atana y.

355

Cuzco

Datos estadísticos. Sitio del C1tzco por 111aneo Inca. Incetidio de la Ciudad Antigua. D escripción del Cuzco Actual. Iglesias y Conventos. Cuzco ANTIGUO ................................................................................................

363

Afito de la fundación. Manc o Cápac. Barrios de la Antigua Ciudad. Pla za de H11acaypata. Casas Reales. Arquitectura incaica. Templo de Coricancha. Templos del Sol Inti y de XIII

la Diosa L ima Quilla. T esoros en metales preciosos. Fiesta del S ol, l nti-raimi. R estos de edificios incaicos. Ama11tas. FORTALEZA DE SACSAIIUAMAN .................................................. .............. ......

)

74

Historia. Collcampata. J1f 11rallas de la Fortaleza. Tamarí o de las P1'e dras. Piedra Cansada. Ingresos. Chi11gana.

EL

38 1

RODADERO

R ocas de origen volcánico.

EL

Gradas y trono del Inca..

KENKO ........................................................................................................

382

Dioses llienores de los Antig'llos Pema11os y su Veneración. EL CERRO HuANACAURE Y LA LLANURA. DE LAS SALINAS ........................

Li1cha entre Pizarra y Ahnagro. Batalla de Las Salinas. te de Orgóíiez. Condena y ejec11ción de Almagro.

]\fuer-

VALLE DEL BAJO VILCANOTA ........................................................................

Chita.

Taray.

Puentes colgantes de 111i1nbre.

384

387

Pisac.

RUINAS DE PISAC ............................................................................................

388

Fortalezas incaicas en defensa de las tribus salvajes de Paucarta·mbo. Fortaleza de Huirachina. Palacio del Inca. lntihuatana. Observación del Sol. Cavernas funeran'.as. CALCA, YucAY Y URUBA1\1BA ..........................................................................

391

Andenes de Yucay. At1sencia de Vestigios de un Palacio Incaico. Urnbamba. Cacao de Santa Ana.

395

ÜnANTA YTAMBO

Origen. del nombre. Grandiosidad del paisaje. La Fortaleza. Grandes bloques de pórfido. Tamaffo de las lajas. Plano inclinado para el transporte. Casa Real de Afañayracay. Casas antiguas. Con vento de las Vírg en es del Sol. ALREDEDORES DE ÜLLANTAYTAMBO ..............................................................

Valle de lllarcacocha. Puma-marca. valle abajo hasta P-isco-rnch u . XIV

Canteras.

Exctrrsión

401

LA LEYENDA DE ÜLLANTA ................................................................................

..J.05

Drama, cuyo probable autor es Don Antonio V aldez, cura de Tinta.

407

REGRESO AL Cuzco

Vaile de, Huaracondo. de Sacsa1iua11a.

Derrota de Gonzalo Pizarra eii el llano

PARTJDA DEL Cuzco, EL AruRÍMAC Y ABANCAY ......................................

409

Nevado de Auzaiigate. Pampa de Anta,, uii antiguo Lago. Paso de Casacancha. Coiijuu.to de cerros del Salcantay. Construcciones incm:cas de Tarahuasi. Familia Pacheco. Pueute sobre el Apuríinac. Curahuasi. Piedras Sagradas de Coizcacha. Abancay. Circular del Prefecto. Illanga. Obra de Cochacajas. Territon'o de los qiiechua. Abra de Curanzba. ANDAHUAYLAS, EL VALLE DEL PAMPAS, VILCASHUAMÁN ..........................

..J.22

Laguna de Argama. Paso de Sailiuapata. Chincheros. Pu~nte del Pampas. Vilcashuamán. Templo. Graiz puesto militar de los Incas. Antiguo trono de piedra. Batalla de Clwpas. J1!1terte de Almagro el Alazo. DE AYACUCHO A HUANCAYO ........................................................................

432

Ayacucho, datos históricos. Significado del nombre. Batalla de Ayacucho. Consecuencias. JI.folle. Acobamba. Paso de Puca-Kasa. Puente de Iscuchaca en el 1lf antaro. Puna de Tayacasa. Iluaizcayo. DE HUANCAYO A CHICLA ................................................................................

..¡...¡.3

Valle de Jauja. Cm so del M antara. Concepción. M atalz uasi. Co11vento de Ocopa. Jauja. Estación climática. Paso de Pukuska K'asa. Tarma. Clzaizchainayo. Viaje de Wertlzemann al Perené. Rebelión de Juan Santos. Puente de La Oroya. Paso de A ntaranra. Asiento minero Vulcán. ALTITUDES DE LOS LUGARES VISITADOS ........................................................

457

XV

PROLOGO El motivo y principal designio que impulsaron al autor a realizar sus largos viajes a la Sierra del Perú, han sido los mismos que I'e llevaron por la Costa, es decir, conocer las antiguas construcciones y monumentos que pudieran ofrecer testimonios acerca de las culturas precolombinas del país. Otro objeto de su interés fue el estudio del estado en que se hallaban los idiomas nativos, sus diferencias dialectales, y su difusión actual o la que pudo haber tenido antiguamente. En la Costa, estos idiomas han sido desplazados por el espafiol, y salvo en Eten, un pueblo en el Norte del Perú, han desaparecido completamente. En la Sierra, en cambio, aunque muchas veces adulterados y mezclados con palabras españolas, se conservan vivos y constituyen hasta nuestros días, el medio de comunicación del pueblo; el quechua o la lengua general del país, introducida por los Incas, se habla en la mayor parte de las proYincias del antiguo Imperio, mientras que el aimará, que es una lengua más antigua, sólo se ha conservado en las regiones al sur del Lago Titicaca. Si tomamos en consideración los datos que nos han llegado a través de los cronistas, en realidad imprecisos y poco explícitos, así como lo que puede deducirse del estudio de los restos arqueológicos y de los vestigios lingüísticos, comprobamos que los Incas incorporaron a su Imperio por lo menos cinco grandes estados de cultura avanzada, que, o bien se desarrollaron simultáneamente, o ya lo habían hecho en tiempos anteriores; estos son: en la Costa Norte, el Imperio de los Chimú; en el Centro del Perú, el dominio de los sacerdotes del Templo de Pachacámac; en la Sierra, en las comarcas alrededor del Lago Titicaca, el Reino de los Collas, fundadores del Tiahuanaco; en la Sierra del Centro y del Norte, el territorio de un pueblo que étnica y lingüísticamente pertenecía a los Collas; así como también, más allá de las fronteras actuales del Perú, en territorio de la República del Ecuador, el Reino de Quito. Parece que todos estos pueblos estuvieron relacionados entre sí, en recíproca influencia y alcanzaron un parejo grado de cultura, pese a la diferencia de sus lenguas, y a la separación que imponían las difíciles condiciones geográficas y las grandes distancias. Todos vivían de un modo semejante; basados en la agricultura, eri la qu~ habían logrado los mismos progresos, y cultivaban las mismas plantas; para su esparcimiento preparaban las XVII

mismas bebidas; eran igualmente hábiles en el arte de t ejer y la alfarería; sepultaban a sus muertos en forma parecida, y parecidas eran también las manifestaciones de sus cultos religiosos, aunque veneraban distintos dioses. Sin embargo, existen muchos indicios que nos permiten suponer que, además de los más variados tipos de idolatría, también estaba difundida entre ellos la creencia en un Ser Supremo, de más alta jerarquía que las deidades locales. Por consiguiente, cuando los Incas sometieron a estas naciones no trajeron a ellas un grado de cultura más elevado, sino las ventajas provenientes de su unidad política; un estricto orden político y jurídico, paz, seguridad, unidad idiomática y supresión de las idolatrías a favO'r del culto del Sol. Para imponer su religión, como también a veces en el sometimiento de algunos pueblos, no parece que los Incas hayan procedido siempre con la clemencia y la comprensión que tanto ponderó Garcilaso, el panegirista del Imperio Incaico. Fueron especialmente inexorables en la destrucción de los santuarios consagrados a los ídolos, y aunque dejaron en pie Jas fortalezas que ya no constituían peligro, en el Perú central, sobre todo, destruyeron los templos, y de modo tan radical, que es raro que de ellos haya quedado algo más que informes montones de escombros. Los monumentos arquitectónicos de la Sierra son por lo general superiores a los de la Costa, y ello se debe especialmente al 6iferente material usado en la construcción. Todos los monumentos de la Costa Central del Perú, con pocas excepciones, son de barro, puesto que las paredes eran construidas ya de masas de tierra prensada entre tablones, ya de adobes; y como este tipo de construcción llenaba las exigencias de un clima carente de lluvia, los Incas lo adoptaron en la Costa, tomándolo de sus vasallos. En cambio, en la Sierra, donde caen grandes lluvias, sólo se construían edificios de piedra, y mientras que las construcciones de harro de los Incas se diferencian por ciertas particularidades arquitectónicas, los muros incaicos se caracterizan por el exacto ajuste con que han sido unidas las piedras. En este aspecto parece haberse agotado su arte de la talla de piedra. El hecho de que no hayan producido nada en escultura es explicable, en primer lugar porque su religión no daba oportunidad para la creación de obras que representaran ídolos, pero también porque en general, sus monumentos carecían de elementos decorativos; y así como en su arquitectura se echa de menos la variedad de formas, también es evidente la falta de ornamentos que animen la pesada monotonía de sus muros, en los que las piedras han sido unidas con tanta perfección y finura. Como las antigüedades provenientes de los Incas y de otros pueblos está n dispersas en un vasto territorio, y se encuentran separadas por grandes distancias, el viajero que desee visitarlas encuentra tiempo suficiente para estudiar el aspecto geográfico de las regiones que se hallan en su camino. Por consiguiente, nosotros hemos prestado nuestra atención a éstas, tal como lo XVIII

hicimos en nuestras excurs10nes en la Costa. Precede a los relatos de los diferentes viajes, para dar una idea concreta de las rutas recorridas, una visión general de la Sierra, de la división y dirección de la Cordillera, así como de los ríos que las separan. En virtud de su interés geográfico, al tratar del Departamento de Amazonas, se ha añadido un capítulo sobre la Provincia de Loreto, o sea, la llanura del Amazonas, y aunque en sentido estricto esta zona se encuentra fuera del marco seí''lalado por el título de este libro, y el autor no la ha visitado personalmente, se ofrecen datos recopilados de fuentes autorizadas. Para completar ese capítulo, se le han añadido. referencias históricas sobre el descubrimiento y la exploración del lVIarañón. También justificado por su interés geográfico, se inserta el relato de una excursión a la provincia boliviana de los Yungas. Como el autor no tuvo oportunidad de visitaT los valles peruanos de la Vertiente Oriental de los Andes, y la naturaleza de estos valles, en general, es muy parecida a la de esa provincia boliviana, el autor ha pensado que al insertarla, remedia en algo una carencia. Tampoco las regiones situadas en la orilla sur del Lago Titicaca, descritas en el tercer viaje, no pertenecen al Perú, sino que estárr en territorio de la vecina y hermana República de Bolivia, aunque por esa razón no puede decirse que al tratar de ellas salimos fuera de los límites impuestos por el título de la presente obra, ya que antes de que esas provincias se independizaran de España formaban parte del Virreinato de Lima, y tanto las ruinas que se encuentran en la orilla austral del Lago, como la gente que la construyera, estaba ligada tan Íntimamente con el pueblo que señoreaba el Perú antes de la llegada de los españoles, que su inclusión en este libro está justificada. Cuando en nuestros relatos hacemos referencias a pueblos y comarcas en los cuales se han sucedido guerras u otros acontecimientos importantes, ya hayan transcurrido éstos en tiempos prehispánicos, durante la Conquista por los españoles, o se trate de las guerras civiles que estallarnn entre los conquistadores, o después de la Emancipación del Perú, estos hechos son mencionados con mayor o menor precisión. En la primera parte de esta obra se prometió que se trataría sobre las posibilidades del Perú para la inmigración europea, y la forma en la que podría realizarse; sin embargo, no ha sido posible que el autor cumpliera su promesa, ya que no ha podido conocer personalmente las regiones adecuadas para ese fin. Las tierras libres que el Estado peruano puede ofrecer a los inmigrantes para que establezcan sus colonias, se encuentran todas en los remotos valles de la Vertiente Oriental de los Andes, a una altura de 5 a 7 mil pies sobre el nivel del mar, a semejanza del valle en que fue fundada la colonia alemana del Pozuzo. No cabe duda de que en estos valles se encuentran tierras fértiles, así como un clima agradable y no malsano; sin embargo, las experiencias del Pozuzo no son alentadoras. Ni la mejor tierra, ni el aire más sano, ofreXIX

cen condiciones que permitan el desarrollo y progreso de una colonia, sino es que los colonos pueden en alguna forma, aprovechar los prnductos que produce el suelo y que no utilizan para su sustento. Es indispensable que existan caminos transitables, bien para que la colonia esté en comunicación con provincias pobl'adas, o con algún río navegable. Extensos sectores de estos caminos tendrían que atravesar difíciles regiones montañosas, lo que exigiría grandes gastos; y si no se ha construido ninguno en la época en que la República disponía de grandes recursos, es evidente que en las condiciones actuales del país, ha de pasar mucho tiempo antes que la realización de estas obras sea un hecho. El Autor Alf. a.d. Mosel, en agosto de 1895.

XX

LA SIERRA

VISION GENERAL l\'lientras que la Costa peruana, en su fisonomía general, y debido a sus especiales características, presenta ante los ojos del espectador un paisaje que se revela de un modo inmediato y sin ofrecer dificultades, ya que los distintos panoramas aparecen uno tras otro, todos en la cercanía del mar, como enhebrados en un hilo, otras son las condiciones que presenta la Sierra peruana al observador, ya que en ninguna parte de América del Sur, el relieve de los Andes es tan variado y complejo como en las provincias del Centro y del Sur del Perú. No está de más, por lo tanto, que antes de que invitemos al lector a que nos siga en nuestros viajes, le ofrezcamos una información general sobre el terreno que hemos de visitar, para que así logrn una mejor comprensión. Esta información previa hará indudablemente más fácil las referencias posterioTes sobre la situación y rumbo de montañas, ríos y caminos; facilitará la comprensión de las diferentes descripciones y contribuirá a que se eviten repeticiones. Consideramos que aun desde el punto de vista de la información geográfica, la exposición no será ociosa, ya que en manuales geográficos bien informados sobre el Peru, los datos acerca de las zonas de la Sierra son incompletos y no se ajustan a la realidad. Para obteneT una visión general de la Cordillera que se extiende por todo el borde occidental del Continente Sudamericano, conviene que ante todo

prescindamos de los términos conv encionales, tales como cadenas, nudos, pasos transversales, y nos imaginemos una sola e inmensa elevación, una loma, estrecha y baja al pTincipio y que paulatinamente va ganando altura y magnitud; s-e ensancha luego ampliamente, y al final se angosta un poco hacia el Norte. Sobre esta mole, o por encima de ella se levantan altas cumbres, a veces aisladas, a veces en filas; entre ellas se extienden altiplanos, secos unos, otros transformados en lagos o pantanos por las corrientes que fluyen. En otros lugares el relieve andino tiene quebTadas transversales, que por acción de las corrientes de agua se han transformado, sobre todo en la Vertiente Oriental, en valles profundos, mientras que hacia el Norte se han formado quebradas longitudinales, que también se han ahondado en grandes valles. La parte que ·especialmente nos interesa es la Central y, por esta razón, sólo nos ref eriremos brevemente a la del Norte, a la del Sur, cuando sea necesario para la comprensión de aquélla. El sector del extremo Sur, la llamada cadena Patagónica, comienza en el Cabo de Hornos, forma hacia el Océano Pacífico bahías e islas con numerosas quebradas, y desciende menos abruptamente hacia el Oeste en dirección a la llanuTa patagónica. Es sólo de mediana altura, pero a partir de los 41° de latitud, al norte del Paso Pérez Rosales, de sólo 838 metros de altura, la cadena comienza a -elevarse

3

y forma una imponente cresta con pasos que se encuentran en altitudes de 2 a 4 mil metros, y considerables elevaciones, entre ellas el Aconcagua ( 6, 790 m), una de las cimas más altas de América del Sur. Viene luego, desde los 28°, la meseta de Atacama, con algunos cerros de 5 a 6 mil metros de alto. En el territorio argentino se extiende, separada de la cadena de Atacama, la paralela de Jujuy y Salta. Luego en el Departamento de Potosí, en Bolivia, comienza a los 19° de latitud, un considerable ensanchamiento de la Cordillera, acompañado de una división de la cadena, es decir, en el altiplano surge una hileTa de cumbres que se desvía hacia el Este y luego, más o menos a 300 kilómetros de distancia de la Cordillera Costanera, se extiende también hacia el Norte. Esta cadena Oriental se llama Cordillera Real, y la Occidental, COTdillera de la Costa 1 • En la depresión del suelo ene-errada entre ambas cadenas existen ya pequeñas colinas y cerros o llanuras; las zonas más profundas están llenas de agua, y el más grande de los lagos así formados es el Titicaca, que está a 3,810 metros sobre el nivel del mar, y cuyas aguas, que no se pierden por evaporación, efluyen por el río Desaguadero al pantanoso lago Aullagas, no tiene afluentes. Tanto en la cadena Costanera como en la Oriental hay nevados, que se cuentan ·entre los más elevados de América del Sur, y que son los siguientes: a lo largo de la Costa, de Sur a Norte, cerca de Tacna, el Hualatiri, d Sajama y el Tacara; en la zona de Arequipa, el Coropuna; la Cordillera Real, cuya cadena de nevados se extiende en la ribera oriental del Titicaca, se compone de una serie de cumbres majestuosas, entre ellas el Illampu o Nevado de SoTata, que es considerado como la cumbre más elevada de los Andes.

Hemos llegado aquí a la frontera del Perú, y por consiguiente a la parte de la Sierra de que se ocupa este tomo. Vistos desde la orilla del Titicaca, los grandiosos nevados de la Cordillera Real, no parecen tan altos como lo son en Tealidad, ya que se elevan sólo de 10 a 12 mil pies sobre el nivel del Lago, y solamente desde los valles orientales se presentan en toda su majestuosidad. Las cimas de la cadena Occidental están muy distantes y no son visibles desde el Titicaca; pero más al norte, van destacándose poco a poco y se aproximan cada vez más a la cadena Oriental, hasta que detrás del pequeño pueblo de Santa Rosa, las bases de ambas se tocan formando un profundo valle que tiene muy poco declive y asciende tan paulatinamente que uno sólo se da cuenta de la subida, cuando llega al punto más alto. Este punto se llama el Paso de la Raya, el más famoso de los llamados nudos de la Cordillera, aunque en realidad no existe ningún nudo o macizo, pues los cerros que se han aproximado foymando sólo un cañón, se alejan pronto unos de ot ros para formar los flancos del valle del Vilcanota, que nace en La Raya. Aunque las alturas en el lado izquierdo de éste pertenecen a la cadena Costanera, no son sus cimas más altas, en tanto que los cerros a la derecha constituyen una ininterrumpida fila de altas cumbres. Esta es la prnlongación de la Cordillera Real boliviana, la verdadera Cordillera de los Andes. El nombre de Andes, que ahora se usa para denominar la totalidad de la Cordillera de América del Sur, se limita todavía en el Perú a este sectoT que, desde tiempos antiguos, ha sido llamado así. La cadena Costanera se conoce simplemente como la Cordillera, y cuando es necesario dif er·enciarla más, se le llama Cordillera Occidental. Los pueblos que vivían al

1 No Cordillera de la cuesta, como puede leerse en algunos tratados de Geografía que confunden cuesta con costa.

noroeste de la capital Cuzco, se llamaban Antis, y su territorio, Antisuyo, y por consiguiente daban este nombre también a los altos cerros qu~ separaban esta zona del río Vilcanota. L a cadena de los Andes sigue un largo t recho por la orilla derecha de este río y luego aparece una fila de altos nevados en su lado izquierdo; resulta que el río se ha abierto paso a través de la cadena, igual que el TÍO Apurímac, que corre casi paralelamente al Vilcanota. En los lugares en que esto sucede los valles se reducen a quebrad as inaccesibles ( pongos). Estos pasos de los ríos a través de la cadena de los Andes, por profundos cañones, no son fenómenos aislados. El río La Paz nace al oeste del Ilimani y rodea el pie de este cerro para dirigirse hacia el este; algo más al norte, el Mapiri fragua su lecho a través de la cadena, y lo mismo se observa ·en el Chanchamayo, en el meridiano de Lima. Finalmente también, el Marañón nace en la Vertiente Oriental y sigue, después de largo curso, el ejemplo de sus grandes afluentes para poder recibirlos. La llamada cadena Principal no es por tanto, la principal divisoria de las aguas, ya que la mayor parte de los ríos que desembocan en el Océano Atlántico, nace o ·en la cadena Costanera o al pie té. hulmnani dista sólo una legua de Huancané, de modo que en la mañana siguiente llegamos allí aún temprano. La ciudad está situada, como Coroico y Coripata, en lo alto de una ladera, y junto con Coroico es la más importante de la provincia. Sin embargo, no tenía ningún motivo para detenerme allí más tiempo, y quise informarme únicamente si después de haber visitado los más importantes valles al pie del Ilimani, sería posible regresar a la capital por el valle del río La Paz, ya que las experiencias en el Tamampaya me llenaron de dudas. Me dirigí entonces a la casa de un español a quien estaba recomendado, para pedirle consejo; lo encontré en su tienda, en el mercado, y le expuse mis preocupaciones. A pesar mío se confirmaron mis temores. Debido al tiempo de lluvias, que se habían anticipado, el río ya estaba muy crecido y no me quedaba otro recurso que regresar a La Paz por el camino más cercano, por más que me hubiera gustado ver la garganta, donde el río se precipita desde una altura de varios cientos de pies, entre rocas verticales. §in embargo, me quedó el consuelo de que el camino que debía tomar pasaba por un valle igualmente hermoso e interesante, que de otro modo no

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habría conocido. Dimos gracias al caballero español de apellido Ruiz y quise despedirme, pero él me retuvo. "¿Por qué se apresura usted? me dijo". "Necesita tres días para ir a La Paz, y el viaje desde aquí es cómodo. Si usted continúa hoy su viaje, no conseguirá sino un mal alojamiento y una comida que no sería mejor. Quédese en mi modesta casa, descanse un poco y prosiga el viaje mañana''. Como sus palabras eran tan cordiales y sus argumentos convincentes, acepté agradecido su invitación y me quedé ese día en Chulumani. Por la tarde hice, en compañía del Señor Ruiz, un paseo por las afueras de la ciudad. Había allí lo que rara vez se encuentra en esas regiones: un camino en muy buenas condiciones, que corría un largo trecho en línea horizontal por la ladera del cerro, agradable y cómodo para pasear, y con una vista soberbia sobre un laberinto de valles y crestas, muchas de las cuales estaban cultivadas y todos revestidos de un fresco verdor. Cuando partimos al día siguiente, nos envolvió una densa neblina y subimos lentamente por la vertiente. Después de dos horas de camino el cielo se despejó y vimos ante nosotros, a poca distancia el pueblo de Chirca, y detrás de éste, que como todos, está ubicado en lo alto de la ladera, se divisa el profundo valle del Tamampaya, pero el río mismo no era visible. En los cerros del lado opuesto se advertían algunas casas en medio del verdor, el pueblo de Y anacachi, la meta de esta jornada, y donde pensaba pasar la noche. Parecía encontrarse más o menos a la misma altura que el lugar en que nos hallábamos, y no muy distante, pero separado por un valle de 1,050 metros de profundidad, y necesitábamos siete horas para llegar. En la bajada empleamos dos horas, y otra más hasta el puente de Chupe; de aquí el cami-

no comienza a subiY de nuevo, y a veces se vuelve muy empinado. En Y anacachi hay un tambo, de modo que no necesité recurrir a nadie para solicitar hospedaje. El cuarto qu e me dieron, tenía varias cajas de madera cubiertas con pellejos de oveja, pero preferí, naturalmente, mi catre de campaña. En la noche me despertó un vivo dolor en uno de mis pies. Encendí una vela, revisé mi lecho y encontré un pequeño escorpión. El dolor duró sólo algunas horas, sin que se produjera hinchazón alguno en el lugar afectado. Este fue el único accidente que sufrí de picadura de animales venenosos en mi viaje por las Yungas, y de los cuales se cuentan tan exageradas historias en La Paz. El camino que, desde Yanacachi va penetrando en las montañas, está bordeado en sus dos lados y en un largo trecho por cafetos. El café de estas zonas es muy ponderado, y si los frutos son tan buenos como hermosos los áTboles, deben dar una bebida de sabor realmente excelente, pues el aspecto que ofrecían los cafetos era magnífico. Estos son los últimos cafetales que se encuentran en la provincia, pues a mayor altura ya no crecen. El café en las Yungas constituye sólo un producto secundario. Se lo cultiva al borde de los caminos que da al valle y además de planta útil, sirve de protección al camino. Las ramas cuelgan sobre el camino, por lo que es fácil bajarlas para quitaT las semillas. No he visto en ninguna parte cafetales grandes, plantados sistemáticamente. El café que producen las Yungas es generalmente de excelente calidad y tiene un aroma peculiar, que se distingue de otras clases finas, como por ejemplo el de Moca y el de Carabaya, del mismo modo que los delicados tabacos de La Habana, se distinguen del tabaco de Virginia o del turco. A pesar de su alta calidad y del escaso esfuerzo que exige el cultivo del café, la producción es sólo

pequeña. Casi toda la cosecha se consume en el país, y no se produce mucho más de lo que puede vender en el mercado interno, ya que los costos de transporte hasta la Costa son demasiado grandes para poder vender el café de las Y ungas con ventaja e11 los mercados extranjeros. Yanacachi está situada sobre la cresta de un cerro, entre dos valles que se unen más abajo del puente de Chupe. El río que viene por el valle del lado derecho es el mismo que más abajo se llama Tamampaya, y cuyo curso seguimos desde aquí hasta su origen, al pie del Paso de la Apacheta. En una zona del valle, conocida con el nombre del Chaco, las vertientes se aproximan muy cerca una a la otra y forman finalmente inmensas masas de rocas casi verticales, de las que se precipita, de una altura de varios cientos · de pies, un torrente. Además de esta gran cascada, pasamos delante de muchas otras más pequefias. El agua, que proviene de los glaciares situados a mayores alturas y que no son visibles, es tan abundante, que por todas partes saltan pequeifos torrentes de las grietas de las rocas. Más arriba, el valle vuelve a ensancharse, y espesuras de plátanos silvestres cubren en un largo trecho las orillas del río. Luego, el camino comienza a subiT fuertemente, y la vegetación es cada vez más modesta; las formas de los cerros a los que vamos acercándonos, nos parecen conocidas, como si ya las hubiéramos visto antes, y de repente nos encontramos de nuevo en la bifurcación del camino, allí donde, al iniciar el viaje, nos apartamos de la carretera principal, para tomar el camino secundario con rnmbo a Sandillani. Poco después llegamos al tambo de Unduavi, donde preferí pasar esta vez la noche. A la mañana siguiente, el cielo estaba nublado y el día triste. Ya antes de que llegáramos a Pongo, la densa neblina 1

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se convirtió en lluvia, que cayó ininterrumpidamente, hasta que en el desfiladero se transformó en una borrasca de nieve. Por fortuna, el viento soplaba del este y nos daba por bi espalda. Tan pronto dejamos atrás

la altura del Paso, cuando el tiempo mejoró y, una legua más abajo, el suelo ya estaba seco. A las cuatro de la tarde llegamos de nuevo, sanos y salvos a La Paz, después de una ausencia de doce días.

DIFERENCIAS DE ALTURAS

La Paz ............................ Paso de la Apacheta .... Pongo ............................ Sandillani ...................... Mururata ...................... Cusilluni ...................... Coroico ........................ Alto del Choro ............ Choro ............................

3,660 metros 4,670 ,, 3,700 " 2,110 ",, 1,370 1,550 " 1,810 " 2,300 ,, ,, 1,520

Coripata ........................ Río Tamampaya .......... Huancané .................... Chulumani .................... Alto de Chirca .............. Puente de Chupe .......... Yanacachi .................... Unduavi ........................ Rinconada ....................

2,080 metros 1,330 " 1,840 1,820 ,," 2,550 ,, 1,500 ,, 2,010 ,, 3,260 ,, 4,200

"

T1AHUANACO

Como a mi regreso a la Vertiente Occidental de los Andes encontré mejor tiempo que el que había tenido en las Yungas, y el período de las lluvias suele comenzar allí sólo en la segunda quincena de diciembre, me pareció aconsejable para aprovechar mi tiempo del mejor modo posible, utilizar los días libres que aún me quedaban para una excursión a las orillas sureñas del Lago Titicaca. Me detuve, por tanto, sólo pocos días en La Paz, y contraté para el nuevo viaje al mismo arriero que me había acompañado hasta entonces, bajo las condiciones anteriores, pero omid dejarlas consignadas por escrito, un descuido que más tarde debía de causarme enojosos disgustos. Partí el 27 de noviembre, para dirigirme primero a Tiahuanaco. Este lugar dista sólo 14 leguas de La Paz, y con un buen caballo puede recorrerse este trayecto en un solo día; pero como mis mulas estaban todavía algo cansadas y no caminaban con paso ligero, dividí la jornada en dos etapas. El único tre286

cho fatigoso del camino, es la ladera del valle, cuya subida se realiza en hora y media. Después de haber ganado el borde del valle, el camino es nivelado y se desciende muy paulatinamente, durante horas, primero por la carretera a Chililaya, y después un poco más hacia la izquierda. Al cabo de seis horas llegamos a Laja, que está más o menos a mitad del camino, es una pequeña ciudad de casas construidas de barro, de un solo piso y con techos de paja. Aunque era todavía temprano, tuvimos que pasar allí la noche, pues más adelante no habríamos encontrado ningún lugar apropiado. Era domingo y en la plaza del pueblo se realizaba una feria. Estaba llena de compradores y vendedores, estos últimos en su mayor parte mujeres, y todos ellos indios aimarás. También se encontraba en Laja una guarnición, el escuadrón de Húsares de la Guardia del Presidente, con su banda. Estas tropas habían sido situadas allí, no para velar por la seguridad del lugar, sino para que-

dar libres de ellas, pues se temía que pudieran ser instigadas por los conspiradores políticos de La Paz a apoyar movimientos revolucionarios. El día siguiente amaneció con: cielo nublado, y el aire era húmedo, pero el camino siguió tan bueno como antes y toda la zona estaba cultivada. No obstante, el aspecto del paisaje era monótono y árido, y el tiempo nublado aumentó aún más la sensación de tristeza. Hacia mediodía atravesamos a lomo de nuestras mulas un pequeño río, en cuyas orillas habían algunas chozas, y poco después nos sorprendió un chaparrón, que nos obligó a regresar a estas casuchas. Cuando la lluvia amainó montamos de nuevo y en poco tiempo llegamos a una colina poco elevada, desde la cual se veía todo el valle del Tiahuanaco: un dilatado valle, que de sur a norte desciende con muy ligera pendiente hacia el Lago, limitado hacia el este por colinas bajas, y hacia el oeste por cerros más altos. Y a se reconocía en la lejanía la iglesia del pueblo, pero el camino hasta allí era todavía largo. Aunque la lluvia había cesado, el aspecto del cielo era cada vez más amenazador. Desde el Lago iba subiendo una masa de nubes de color negroazul, que poco a poco cubrió todo el cielo. Mi mula que generalmente sólo con el constante empleo de las espuelas podía ser persuadida a trotar un poco y por corto tiempo, pareció sentir que la tempestad se acercaba, pues comenzó espontáneamente a ir al galope. Cada lejano retumbar del trueno, era como un latigazo y el animal se mantuvo corriendo durante % de hora, pero todos sus esfuerzos eran en vano. Más o menos a un kilómetro de Tiahuanaco, cuando ya se veía claramente la colina del templo, se desató la tempestad: primero un furioso torbellino que arrojó a nuestras caras espesas nubes de polvo, y enseguida una estrepitosa granizada acompañada de violentos rayos y truenos.

Protegí mi cabeza y mi rostro con el poncho, la mula trató de avanzar todavía unos pasos, pero repentinamente se volteó y se detuvo, y cuando, después' de haber pasado la granizada, levanté la mirada, vi directamente delante mío, a un lado del camino, la gran Portada, el monumento más interesante de las ruinas. Después mi mula se encaminó de nuevo con rumbo al pueblo, al que llegamos al cabo de poco tiempo. En tambo, donde desmontamos, lo encontré ocupado por otros viajeros el único cuarto habitable, y según pude deducir de sus conversaciones eran cateadores de Corro-Corro. Se trataba de personas corteses que, con gran gentileza dejaron a mi disposición una parte de las míseras comodidades del cuarto, entre ellas, una tosca mesa coja que utilicé para preparar las placas con las que me disponía a tomar fotos al día siguiente. En los pueblos bolivianos, los tambos son generalmente propiedad de la comunidad que los arrienda por una modesta merced conductiva o los deja gratuitamente a una familia, que, en cambio, se obliga a mantener arreglados los cuartos y a preparar comida a los viajeros, siempre que lo deseen. Anexo al tambo de Tiahuanaco había una posta, es decir, en un patio contiguo con media docena de mulas flacas y maltratadas que se alquilaban a los viajeros a un determinado pago por cada legua. El jefe de la posta, un cholo de tez clara y baja estatura, que ejercía al mismo tiempo el cargo de Juez de Paz, se me acercó y se pre, a d. emas , a1 enterarse que tenia , sen to, la intención de visitar las ruinas, se ofreció a servirme como guía. Acepté gustosamente, aunque creía que el ofrecimiento no fuera sino una cortesía formal, como son usuales en este país y que no deben tomarse siempre en serio. Sin embargo, el juez cumplió con su palabra, y ya temprano en la

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Cementerio del pueblo de Tiahuanaco .

mafiana siguiente se presentó para ponerse a mi disposición. Había llovido una buena parte de la noche, la mañana era fría, los cerros del lado occidental del valle estaban cubiertos de nieve hasta muy abajo, pero el cielo estaba despejado y el tiempo habría podido ser mejor para la ejecución de mi propósito. Las famos-as ruinas, cuyos contornos había visto en parte el día anterior a través de la lluvia, se encuentran en su totalidad a corta distancia del extremo sm del pueblo, en el lado izquierdo del camino que viene de La Paz. Se componen de tres grupos y de éstos, dos están tan cercanos uno de otro que podrían ser considerados como uno solo, mientras que el tercero está situado a un kilómetro al sudeste

de los primeros. Entre éste y los dos primeros hay grandes piedras aisladas talladas y sin tallar, pero sin constituir conjuntos, tampoco se nota en alguna parte vestigios que permitiera deducir que en esta área había existido antiguamente edificios. El juez me propuso ir a ver primero las grandes piedras, por considerar que es lo que ofrece más interés en las minas 4 • Por consiguiente salimos por el lado este del pueblo, pero al sur de la gran carretera, y llegamos primero al cementerio, que se encuentra adyacente a las últimas casas. Este consiste de un espacio rectangular cercado de paredes de tapia, con una entrada, cuya puerta está construida con piedTas talladas extraídas de las ruinas. Estas están adornadas con figuras arquitec-

4 Después de haber sido escritas estas notas (a principios de 1888), ha aparecido una obra, editada con gran lujo y de extensión poco común, acerca de la misma materia. Su título es: Die Ruinenstatte von Tiahuanaco (Las ruinas de Tiahuanaco), de A. Stübel y M. Uhle, por las excelentes reproducciones de las ruinas y sus alrededores, la exacta indicación de las medidas de los diversos monumentos y su detallada descripción, es indispensable para quienes Ee interesan por estas admirables antigüedades.

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tónicas en bajo relieve, de dibujo escalonado como se puede ver en el grabado. Unos: cien pasos más al sur, el camino asciende a un borde de 60 a 70 pies de altura, cuya falda está cultivada. Al pie de ésta yace un gran bloque rojo de arenisca, al que sólo se había hecho más rectangular, pero sin tallaTlo. Tiene 4.35 metros de largo, 3 metros de ancho por 1.35 de grosor. Tan pronto como se ha ascendido al borde del valle, se divisa en la planicie a corta distancia una masa de escombros que cubre el suelo en vasta extensión, pero que en ninguna parte sobresalen en forma de muros, pilares o columnas. Los nativos llaman a este conjunto de ruinas Puma-puncu, o sea la Portada del puma, debido a los gTandes portones de bloques tallados,

la proyectada construcción, una vez terminada, habría ocupado un área mucho más grande que la que cubren ahora sus restos. Las piedras que se ofrecen a la mirada, en parte ya han sido colocadas en orden, unidas unas al lado de otras, o yacen sin plan unas sobre otras, como si se hubieran derrumbado, mientras que muchas otras nunca paTecen haber ocupado el sitio que se les había asignado en la construcción. Casi todas las piedras y fragmentos que en este lugar se encuentran son de considerable tamaño, y las ubicadas en su debido sitio y ensambladas, ostentan volúmenes realmente extraordinarios. Son bloques de piedra de arenisca roja que parece haber formado el piso de una gran sala. Hacia la parte exterior,



Plano esquemático de las grandes piedras de Puma-puncu.

que ex1st1an antes aquí, pero que en la actualidad se encuentran en otros sitios del área de las ruinas y serán descritos más adelante 5 • Lo que uno ve ante sí, se descubre al atento observador como la base de un enorme edificio o más bien como parte de la base, pues a juzgar por la gTandiosidad de la disposición, debe deducirse que

aparecen en las piedras, sobre una grada baja o umbral, un grupo de huecos o cavidades rectangulares de 1.30 metros de largo y 0.88 de ancho por algunos centímetros de profundidad, que han sido probablemente nichos no terminados o que deben haber servido de soportes. Tales huecos figuran en el croquis adjunto: tres a la

5 Las palabras puma -el león americano-- y puncu -puerta-, pertenecen tanto al aimará como al quechua. La palabra propia para puerta en aimará, es quillca pero se emplea con mucha frecuencia en lugar de ella la palabra quechua puncu. El sustantivo puma denomina, utilizado como adjetivo, algo grande, imponente, suntuoso, y aparece con este significado en numerosos topónimos tales como pumachaca -puente grande-; puma· marca -pueblo grande-; etc.

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izquierda, en la piedra a; sigue luego, una hilera de huecos, de los cuales se han conservado sólo cuatro, mientras que los demás se han hundido o están destruidos por la acción del tiempo, luego en el extremo derecho hay otros tres que no aparecen en el croquis. La piedra más grande es la del centrn (e), que tiene 7.75 metros de largo, 4.60 metros de ancho y 1.50 metros de espesor. Y a no se encuentra en posición horizontal sino hundida hacia adelante, y algo separada hacia afuera de la piedra vecina ( d). También las tres piedras de la izquierda (a,b,e), que no son tan grandes

chos exactamente rectangulares. De talla aún más fina, se encuentran piedras que yacen en filas o aisladas, al otro lado de las descritas, en el borde de los campos cultivados, que rodean a las Tuinas. Estas proceden de una dura piedra volcánica negra, y su objeto era probablemente servir de adorno a las paredes. Sus cantos son todavía tan agudos, como si hubiesen sido labrados sólo hace pocos años, y no ya tantos siglos. El fotograbado da una idea de estas piedras, que todas se parecen, y en él encontrará el lector, a mi guía el Juez de Paz que deseaba figurar en la foto. De la misma

. Piedras finamente labradas y no utilizadas.

como la del medio, se han separado un poco una de otra. En éstas se nota claramente en qué forma habían sido mantenidas primitivamente en su posición es deciT por gruesas grapas en forma de T, y cuyas profundas ranuras, muy cuidadosamente labradas estaban llenas, probablemente de cobre forjado o estaño fundido. Todas estas piedras están talladas con sumo cuidado, y son completamente lisas; las cavidades en forma de ni-

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roca negra y labrada están hechas también las dos partes de una portada que yacen a un lado, en el suelo, entre otros fragmentos. Una de estas partes es muy apropiada para dar una idea del estilo arquitectónico empleado en Tiahuanaco, ya que muestra cómo cieTtas formas arquitectónicas se repiten siempre de la misma manera, aunque en diversas proporciones. Los ornamentos que se observan en este fragmento, alrededor de los pila-

Ruinas de Puma-puncu; en primer plano aparece el Juez de Paz y el guía del viajero.

res de la puerta y de los nichos, se encuentran tanto en las ya mencionadas piedras aisladas al borde del campo de las ruinas, como en las portadas monolíticas que se describirán más adelante. En ninguna parte de Pumapuncu se descubren vestigios de muros. Sin embargo, es posible que cuando se colocaron las puertas que antiguamente allí se hallaban, se habría comenzado, para afirmarlas, a ordenar el material de construcción ya preparado. El hecho de que la piedra del centro y también otras estén fuertemente hundidas, se debe a las excavaciones de los buscadores de tesoros, mencionados ya por Cieza. Cieza de León es el primer español que nos prnporciona una descripción de las ruinas de Tiahuanaco, y sus datos son tanto más valiosos, en cuanto al tiempo de su visita (entre 1540 y 1550), la destrucción no había sido todavía tan grande, y ante todo porque las diversas partes se encontraban aún en su sitio. Cieza no menciona el nombre de Puma-puncu, probablemente porque en ese tiempo no estaba aún en uso, pero sus datos no dejan ninguna duda acerca de los lugares a . " ... en otro 1ugar mas , que se re f1eren: hacia el poniente de este edificio -relata- están otras mayores antiguallas, porque hay muchas portadas grandes con sus quicios, umbrales y portales, todo de una sola piedra. Lo que yo más noté, cuando anduve mirando y escribiendo estas cosas fue que de estas portadas tan grandes salían otras mayores piedras sobre que estaban formadas, de las cuales tenían algunas treinta pies de ancho y de largo quince y más de frente seis, y esto y la portada y sus quicios y umbrales era una sola piedra, que es cosa de mucha grandeza, bien considerada esta obra", Como no existen en otro sitios piedras tan grandes como aquellas cuyas medidas indica Cieza, no cabe duda alguna, de que se refiere a este lugar, pero las grandes portadas

monolíticas ub icadas sobre las gra ndes piedras, según las cuales el pueblo llamó al lugar, ya no existen, sino que se encuentran en otros sitios; han quedado únicamente las dos mitades de la portada caída que hemos mencionado más arriba. Además de las portadas monolíticas, Cieza menciona aún otro monumento que tampoco existe actualmente en Puma-puncu. Algunas líneas más abajo, continúa relatando: "Por lo que se ve de estos edificios, que no se acabaron de hacer; porque en ellos no hay más que estas portadas y otras piedras de extraña grandeza, que yo ví labradas algunas y aderezadas para poner en el edificio, del e u a 1 e s t a b a a 1 g o d e s v i ad o u n p e q u e ñ o r e t r e t e, donde está puesto un g r a n í d o lo d e p i e d r a, el que debían de adorar, y aún es fama que junto a este ídolo se halló alguna cantidad de oro, y alrededor de este templo había otro número de piedras grandes y pequeñas, labradas y talladas como las ya dichas". El gran ídolo mencionado era probablemente aquél cuya cabeza se halla ahora en la Alameda de La Paz. No he podido averiguar nada, acerca de la suerte que corrió el torso, ni en La Paz durante mi viaje, ni cuando pasé por Laja. Acerca de la finalidad que podrían haber tenido los edificios de Pumapuncu, nada revelan los restos que de ellos han quedado. El Juez de Paz, respondiendo a mis preguntas al respecto, dijo que, según la creencia de los aborígenes, había sido una sala para el ejercicio de la justicia, y que los cuatro espacios rectangulares que se ven claramente en la lámina 20, servían de asiento a los jueces. También Squier conocía esta leyenda, por lo que en su descripción denomina " hall of justice" a este lugar. Como Cieza habla de un templo en las inmediaciones (algo desviado) del edifi-

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., La Iglesia de Tiahuanaco.

c10, y las otras partes de las ruinas, que conoceremos enseguida, estaban dedicadas al culto, cabe suponer, que las construcciones en Puma-puncu no eran de carácter religioso sino que allí se proyectaba erigir el Palacio del Rey. Después de haber aprovechado el tiempo favorable para tomar algunas fotografías, regresé al pueblo y mientras se me preparaba un frugal almuerzo, hice un paseo por sus callejuelas y su Plaza. Es un pueblo desolado y triste y parecía casi abandonado por los habitantes. En el centro de la Plaza hay una fuente con una columna de mampostería, en cuyo extremo se ha colocado un ídolo. Se trata de una figura toscamente estilizada, esculpida sobre un zócalo cuadrado, con una cabeza que recuerda la que se encuentra en la Alameda de La Paz. En un lado de la plaza está la iglesia, que comparada con las casas del pueblo, es un edificio vistoso con

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un campanario cuadrangular que remata en una cúpula. El pequeño atrio, está separado de la Plaza por un muro, donde se abre una fila de pequeños arcos que descansan sobre columnitas. A ambos lados de la portada de este muro se ven dos antiguos ídolos de arenisca, semejantes a los que se hallan en las ruinas y que describiremos más adelante. Dichas esculturas consisten sólo de cabeza y tronco: la parte inferior falta y también las caras y los motivos ornamentales de las cabezas están muy deteriorados. La iglesia, lo mismo que los muros del atrio, están edificados con sillares de arenisca roja, que han sido extraídos de las ruinas. Del mismo material son los arcos que se encuentran en las esquinas de la Plaza y por los cuales se ingresa a las calles que de allí parten. Los marcos de todas las puertas en torno a la Plaza son piedras de antigua talla. El umbral de la entrada al tambo en que me alo-

jé, se componía de dos piedras, en las que todavía se veían las ranuras de las grapas en forma de T. Un ídolo idéntico al que se encuentra sobre la columna de la fuente, se halla en la cárcel local, frente a la Iglesia. Por la tarde visité, también acompañado por el Juez, la parte más extensa de las ruinas, en el camino a La Paz. Más o menos a medio camino

m ela durante una epidemia. -Ahora sólo sirve de camposanto para los nifios que nacieron muertos o fallecieron sin bautismo. Lo más interesante de este triste lugar es que la única portada monolítica intacta de las ruinas constituye la entrada a este sitio. Esta portada fue sacada de las ruinas, por el Corregidor Marcelino Huachalla, hace más o menos 50 años, y coloca-

~:

Puerta monolítica en el cementerio de Santa Bárbara.

entre las últimas casas del pueblo y el comienzo del área de las ruinas se encuentra sobre una eminencia poco elevada, a la derecha dd camino, un cementeno pequeño, llamado Santa Bárbara. Está formado, al igual que el otro situado en el extremo opuesto del pueblo, por un patio Tectangular cercado de muros de barro, que fu e construido hace muchos años para enterrar allí a los que murieron de vi-

da en el sitio que aún conserva, y es muy probable que fuera una de las que Cieza de León vio en Puma-puncu. La portada ha sido esculpida en un bloque de traquita 6 , de 2.10 metros de altura por 1.85 metros de ancho. La altura del vano es de 1.91 metros; el ancho es arriba algo mayor que abajo (0.87 contra 0.85); el ancho de cada pilar es de 0.42 metros y el espesor 0.36 metros sin contar el rebajo.

6 En la fotog rafía a parece el lado posterior de la portada, ya que al tiempo de mi visita , la posición del sol no permilió tomar la cara.

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El umbral sobre el que se ha colocado la puerta, consiste de trozos de aTenisca roja y de traquita o basalto. La ornamentación de los pilares y del dintel es simple y parecida a la que se encuentra en las portadas rotas y nichos de las piedras de Puma-puncu. En la parte delantera, aparece en el borde superior un friso de figuras en relieve que están repartidas en campos cuadrados. Estas figuras están muy deterioradas por la acción del tiempo y solamente en el campo cen-

joven que me acompañó a las ruinas al día siguiente me contó que cuando niño, había visto la entrada, lo que no puede ser cierto, pues tenía más o menos 20 años de edad, y cuando Squier visitó Tiahuanaco a fines de la década del sesenta, ya no quedaban rastros de los pasadizos. Como ya dijimos, más arriba, el conjunto de ruinas de Acapana se compone de dos sectores que están próximos uno de otro, un patio y una colina. El patio rectangular (A) está cerca y paralelo

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mesa de sacrificio P-llcrta •o "º '

....pórticos..... ~

Planos de las ruinas de Acapana.

tral, que es algo más grande, pueden reconocerse las líneas. A unos cien pasos al este de Santa Bárbara comienza el área principal de las ruinas, la que se conoce actualmente con el nombre de Acapana, por la gran portada lítica que allí se encuentra. Antes de llegar a ella, se pasa por una baja colina artificial situada a la derecha del camino, ahora transformada en campos de cultivo. Afirman que aquí se encontraba la entrada a galerías subterráneas, que están obstruidas hace mucho tiempo. El

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al camino; la base de la colina está separada del patio sólo por un pequeño espacio. Tanto éste, como la colina primitivamente fueron rectangulares y el área que ocupa la colina es un tercio mayor que el patio. No todos los restos de construcción de este espacio designado como patio parecen corresponder a la misma época, pues algunos son probablemente de fecha más reciente que otros. Los más antiguos consisten de hileras de bloques prismáticos sin labrar, que a manera de pilares y a distancias re-

Pilastras en Acapana.

guiares, cercaban el patio por tres lados. Este patio tiene 114 metros de largo y 92 metros de ancho. En el lado sur, en dirección de la colina, existen aún 34 piedras; también en el lado este, se ven numerosas piedras, mientras que al norte, a lo largo del camino, casi faltan todas, aunque en algunos sitios quedan todavía fragmentos sobresaliendo del suelo. En el lado occidental se notan algunos en el ángulo orientado hacia la colina. En la parte media de este lado, en general no parecen haber existido semejantes piedras. Hay allí, a 5 metros hacia adelante, una hilera de pilares cuadrangulares, mucho más grandes y de variada talla. Estos pilares son de altura, ancho y espesor desiguales y no están en posición vertical, sino algo inclinados hacia adentro. Están tallados en el lado delantero y en los dos laterales, aunque no tan cuidadosamente como las piedras de Puma-puncu; la superficie ,posterior

es más áspera, los dos cantos anteriores están cortados en chaflán, y en su extremo superior están provistas de superficies talladas para colocar otros elementos arquitectónicos. El número de pilares fue originalmente once, de los cuales se yerguen todavía nueve, con una distancia -;:,~·

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