Pacatnamú y sus construcciones: Centro religioso prehispánico en la costa norte peruana 9783964564290

Este estudio constituye una amplia y exhaustiva descripción de la herencia arquitectónica conservada en este importante

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Spanish; Castilian Pages 244 [264] Year 2019

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Table of contents :
INDICE
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
Notas de la Introducción
CAPÍTULO I. Situación y alrededores de la Ciudad de Pacatnamú
CAPÍTULO II. A. Intento de exposición de la estructura urbanística de Pacatnamú
CAPÍTULO III. Los complejos religiosos en la 'Ciudad de los Templos'
CAPÍTULO IV. A. Las mediciones en la 'Ciudad de los Templos'
Epílogo
Zusammenfassung
Notas del epílogo
BIBLIOGRAFIA
Indice de las figuras en el texto
Explicaciones de las láminas
Indice de las láminas
Indice de las fuentes
Indice de los planos
Láminas
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Pacatnamú y sus construcciones: Centro religioso prehispánico en la costa norte peruana
 9783964564290

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Carátula: Tapa de calabaza con u n personaje masculino entretallado con un gran penacho; estilo C h i m ú . Hallazgo N o . 478 de la excavación en la Huaca 16 situada en la así llamada "Ciudad de los Templos" de Pacatnamú. T a m a ñ o a p r o x i m a d a m e n t e 5.7 cm. de diámetro y 0.6 - 0.7 cm. de grosor. Las partes claras f u e r o n rellenadas con una pasta de color blanco; en las orejeras, posiblemente, se habrán e n c o n t r a d o taraceas de concha.

Publicación dentro del proyecto de edición del legado científico de Heinricn Ubbelohde-Doering

Giesela Hecker

y

Wolfgang Hecker

Pacatnamú y sus Construcciones Centro Religioso Prehispánico en la Costa Norte Peruana

V E R L A G K L A U S D I E T E R VERVUERT

1985

Gedruckt mit Unterstützung der Deutschen Forschungsgemeinschaft

CIP-Kurztitelaufnahme der Deutschen Bibliothek Hecker, Giesela: Pacatnamú y sus construcciones : centro religioso prehispánico en la costa norte peruana ; [publ. dentro del proyecto de edición del legado científico de Heinrich Ubbelohde-Doering] / Giesela Hecker y Wolfgang Hecker. Frankfurt/M : Vervuert, 1985. ISBN 3-921600-34-0 ISBN 3-921600-34-0 © Verlag Klaus Dieter Vervuert, Frankfurt/M., 1985. Alle Rechte vorbehalten. Derechos reservados c o n f o r m e a la ley. Printed in West Germany.

INDICE

Prólogo

9

Introducción

11

Notas de la introducción

12

Capítulo I Situación y alrededores de la Ciudad de Pacatnamú

13

Notas del capítulo I

22

Capítulo II A. Intento de exposición de la estructura urbanística de Pacatnamú

24

B. Cronología hipotética de la edificación del conjunto de la ciudad

58

Notas del capítulo II

61

Capítulo III Los complejos religiosos en la "Ciudad de los Templos" Notas del capítulo III

64 144

Cuadro sinóptico sobre tipos de huacas en la "Ciudad de los Templos" de Pacatnamú

145

Capítulo IV A. Las mediciones en la "Ciudad de los Templos"

146

B. El complejo de la Huaca 1

149

Notas del capítulo I V

180

Epílogo

182

Zusammenfassung

184

Notas del epílogo

186

Bibliografía

187

Indice de las figuras en el texto

189

Explicaciones de las láminas

190

Indice de las láminas

199

Indice de las fuentes

201

Indice de los planos

201

Láminas

203

Sobre con 6 planos

PRÓLOGO A comienzos de los años sesenta, la Deutsche Forschungsgemeinschaft (Fundación Alemana para Investigaciones Científicas), en Bonn-Bad Godesberg ofreció al profesor Dr. Heinrich UbbelohdeDoering, director durante muchos años del Staatliches Museum für Völkerkunde de Munich, la posibilidad de realizar un cuarto viaje de investigación al Perú. Este, al igual que en 1938 y 1953, le llevaría de nuevo al Norte del país, a las ruinas de Pacatnamú, situadas en la costa del Océano Pacífico, donde él y su equipo iban a dedicarse sobre todo al estudio de la arquitectura de la ciudad. Los medios financieros para esta expedición fueron proporcionados por la Deutsche Forschungsgemeinschaft a la cual expresamos nuestro más sincero agradecimiento. Ubbelohde-Doering, que se había propuesto anteponer unas frases a nuestros informes sobre los trabajos topográficos y las exploraciones arquitectónicas y arqueológicas efectuadas por nosotros, no pudo realizar este proyecto ni tampoco su deseo de profundizar sus conocimientos sobre Pacatnamú mediante un quinto viaje. Inesperadamente murió el 5 de diciembre de 1972 en Gossfelden cerca de Marburgo, a la edad de 83 años después de una vida dedicada a estudios científicos. En su lugar los autores se muestran profundamente agradecidos a las personalidades de Lima las cuales lograron y concedieron los permisos de excavación e investigación en enero del año 1962. En especial hay que mencionar al desaparecido Dr. Jorge C. Muelle, por entonces director del Museo Nacional de Antropología y Arqueología, y al Dr. Toribio Mejía Xesspe, en aquel tiempo miembro de la misma institución.

Igualmente debemos recordar con gratitud a la ornitóloga alemana trágicamente desaparecida hace algunos años, Dra. María Koepcke; ella trabajó en aquel entonces en el Museo de Historia Natural de Lima e igualmente dirigió la «Casa Humboldt», en Lima-Miraflores, junto con su esposo, el zoólogo alemán Dr. Hans-Wilhelm Koepcke quien actualmente sigue trabajando en el Perú. Los científicos de muchos países encontraron en esta casa un agradable hogar durante sus estudios en el Perú estando también abierto para nuestro equipo como alojamiento principal durante la estancia en el país. También queremos expresar nuestro reconocimiento al matrimonio alemán Annegret y Cari Haemmerle cuya hacienda «La Primavera», situada en el valle del río Jequetepeque a pocos kilómetros del mar, representó para los cinco miembros de nuestra expedición una auténtica morada durante dieciséis meses, brindándoles todas las comodidades que se pueden desear tanto desde el punto de vista profesional como privado. Gracias a las completas y amables atenciones que allí recibimos no sólo nos fue posible dedicarnos intensivamente a nuestros trabajos de campo en Pacatnamú, sino que también pudimos realizar numerosas excursiones en las horas libres y, al mismo tiempo, llevar a cabo inspecciones superficiales en el valle del río Jequetepeque. En relación con las excursiones manifestamos nuestro agradecimiento ai señor Oscar Lostaunau, de Guadalupe, quien ya en los años de 1962/63 se había unido a nuestro equipo en algunos de estos viajes; sus profundos conocimientos sobre el valle mencionado y las ruinas existentes fueron una

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ayuda inapreciable. Nombrado por el Instituto Nacional de Cultura en Lima, Lostaunau es el Conservador arqueológico del valle del Jequetepeque en la provincia de Pacasmayo. También él ha acompañado con la mayor complacencia a los autores en diciembre de 1977 y enero de 1978 durante muchos días de intensivas investigaciones arqueológicas y en muchas visitas a diversas ruinas. Esta reciente estancia en el Perú, un viaje de estudio que duró ocho semanas, nos fue posibilitada por la Deutsche Forschungsgemeinschaft, a la cual estamos doblemente agradecidos, ya que la financiación de este informe también corre a cargo de dicha institución dentro del proyecto de edición del legado científico de Heinrich UbbelohdeDoering. N o s es un grato deber expresar nuestros agradecimientos al Museo Nacional de Antropología y Arqueología en Lima por la autorización de fotografiar los dos recipientes publicados en este libro (láminas 33, 34A y 34B) y por la complaciente asistencia, así como a la bióloga Blanca Huapaya Cabrera del Gabinete de Malacología, Seminario de Arqueología en el Instituto Riva-Argüero en Lima, por sus muy valiosas informaciones sobre ciertos moluscos peruanos. A nuestra querida amiga Srta. Margarita Schuetz K., en Lima, le estamos altamente reconocidos por sus infinitas gentilezas y la ayuda inestimable pres-

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tadas en provecho de la completación de este informe. También son merecedores de especial gratitud los amigos y conocidos residentes en el Perú, de cuya hospitalidad y altruismo pudimos gozar y cuyo interés personal por nuestras actividades nos causó una gran satisfacción. En relación con este trabajo damos nuestras más efusivas gracias al profesor Dr. Otto Zerries, ex Conservador Estatal del Staatliches Museum für Völkerkunde (Museo Estatal de Atropología) en Munich, por sus gestiones y su gentil asesoramiento. En particular recordamos con agradecimiento al profesor Dr. Gerdt Kutscher y a la Dra. Anneliese Mönnich. Ambos fueron colaboradores, él como director y ella como asesora científica del Departamento científico del Ibero-Amerikanisches Institut, Preussischer Kulturbesitz (Instituto IberoAmericano, Patrimonio Cultural Prusiano), en Berlín. El 17 de septiembre de 1979 G. Kutscher d e j ó de existir inconcebiblemente en Berlín siendo una pérdida sensible para todos a quienes solía ayudar con su amable consejo, ya sea como científico o como redactor. Casi dos años después le siguió su asistente y cooperadora, la Dra. Mönnich, falleciendo el 10 de julio de 1981. A la Dra. Teresa Valiente damos nuestras gracias por la traducción del texto alemán al español.

INTRODUCCIÓN El presente trabajo fue concebido con el objeto de exponer los resultados de las primeras investigaciones arqueológicas y los trabajos preparatorios pertinentes que los autores llevaron a cabo en 1962 en el área de las ruinas de Pacatnamú, Provincia de Pacasmayo, Depto. de La Libertad. Las investigaciones se efectuaron dentro del marco de una expedición arqueológica alemana dirigida por el profesor Dr. Heinrich Ubbelohde-Doering, desde la primavera de 1962 hasta el otoño de 1963. El objetivo principal de esta expedición fue el reconocimiento arqueológico detallado de una estructura escalonada específica, la Huaca 16. Se trataba, por primera vez, de averiguar no solamente particularidades arquitectónicas sobre una de las muchas construcciones en este sitio sino también determinar, en lo posible, la antigüedad de la misma. Las excavaciones en la Huaca 16 fueron confiadas a los autores, mientras que UbbelohdeDoering, en colaboración con su esposa, la señora Else Ubbelohde-Doering, y la señorita Elizabeth Lenz, por aquel entonces estudiante de etnología en Munich, proseguía los trabajos en la Huaca 31 empezados ya en 195 3. Nuestras excavaciones debían ser precedidas por un levantamiento topográfico del terreno de las ruinas con el fin de establecer bases metrológicas para el croquis del área de excavación, tarea que también sería asumida por los autores. A lo largo de todo el período de trabajo de campo los ocho colaboradores peruanos se turnaban entre Ubbelohde-Doering y los autores según quien estuviera realizando excavaciones; es decir, al comenzar nuestras mediciones Ubbelohde-Doering excavó en la Huaca 31. Luego, con los mismos trabajado-

res, nos encargamos de la Huaca 16, mientras el equipo de Ubbelohde-Doering se dedicaba al análisis de sus hallazgos. Al término de nuestras excavaciones, cuando estábamos ocupados con el análisis y la redacción de nuestras investigaciones, Ubbelohde-Doering prosiguió por algún tiempo sus actividades en la estructura mencionada. La idea original de este trabajo fue dar solamente una información sobre las mediciones topográficas y presentar los planos elaborados de acuerdo a ellas. No obstante, en el transcurso de redactar los resultados de nuestros trabajos geodésicos se comprobó que cualquier tratado sobre investigaciones arqueológicas en sectores comparativamente pequeños de Pacatnamú permanecería incomprensible. Ello se debía a que, en la peruanística, no existían suficientes puntos de referencia en cuanto al cuadro general de este sitio arqueológico. Principalmente Pacatnamú es todavía un nombre con el cual se vincula, a lo sumo, una foto extraordinaria así como la idea de la existencia de numerosas construcciones y algunas tumbas ricamente provistas sin que se haya dado hasta el momento una relación completa de la ciudad'. Con el intento de llenar este vacío las mediciones resultaron de suma utilidad pues permitieron elaborar un plano de la ciudad que podía servir a las descripciones (capítulo 1 hasta capítulo III) como ayuda de orientación. Además, existían a disposición buenas hasta excelentes fotos aéreas procedentes del Servicio Aerofotográfico Nacional, Lima, de los años 1943 y 1968. Ellas eran un buen complemento para la elaboración del plano. 11

Gracias a una situación afortunada especial se facilitó el proyecto de representar los aspectos arquitectónicos y urbanísticos específicos de esta gran ciudad: la D F G (Fundación Alemana para Investigaciones Científicas) financió a los autores viajes de estudios al Perú en los años 1977/78 y 1981/82. Ellos hicieron posible examinar muchos detalles en Pacatnamú anteriormente no aclarados. Sin embargo, debido al tamaño y amplitud de la ciudad, no fue realizable eliminar todos los puntos cuestionables con respecto a los 5 3 complejos religiosos diferentes entre sí. Por ello, dentro del texto, el subjuntivo no puede ser excluido totalmente. Las explicaciones en los tres capítulos mencionados deben ser tomadas bajo el punto de vista de que, por un lado, en vez de guardar una idea difusa

Notas de la Introducción 1 Observaciones respecto a la ciudad de Pacatnamú véanse entre otras en Calancha, 1638: Libro III, Cap. I; Means, 1931:56 respectivamente; Kauffmann Doig, 1976:250, 251; 1980:476, 479, 480 lám. 1-4; Kosok, 1965: Cap. XIII; Kroeber, 1930:65, 66, Foto Píate X X Fig. 4, y plano de la ciudad Pl. XXVIII; Ubbelohde-Doering, 1952:13, 14; 1957: lám. X 1,2, lám. XI; 1959:6-10, Fig. 1-3; 1960:153173, Fig. 1-3, 5, 6; 1966: lám. 52-57, y texto 19,20. El texto respecto a la lámina 54 abajo, de Ubbelohde-Doering, requiere dos rectificaciones: en la primera frase debe decir H.8, ya que la fotografía correspondiente reproduce esta huaca grande del área Norte de la ciudad y no la H. 1, situada en el área Sur de la misma. En la frase subsiguiente es la H. 1, la que posee la sala de pilares, y no la H. 31 • 12

es mejor tener una imagen de Pacatnamú aunque ella no sea detalladamente completa o exacta y, por otro lado, este estudio sirva de base para investigaciones arqueológicas futuras. El presente trabajo está estructurado en cuatro capítulos coordinados de tal forma que el tratamiento de los temas parte desde el marco exterior más grande, los alrededores de la ciudad, hasta el último capítulo, donde se exponen los trabajos de medición; éstos necesariamente tenían que ser considerados al final pues se refieren a los detalles de una zona interior de Pacatnamú, cuya comprensión planimétrica puede ser facilitada, en gran parte, por las explicaciones proporcionadas en los capítulos anteriores.

CAPÍTULO I Situación y alrededores de la Ciudad de Pacatnamú Aproximadamente 700 km. al norte de Lima se encuentran las ruinas de la Ciudad de Pacatnamú. Bastante apartadas de la muy transitada Panamericana ellas están situadas sobre una elevada lengua de tierra encima del mar. Expresado en términos geográficos el lugar está ubicado a 7 o 19' 30" latitud Sur y a 79°35'20" longitud Oeste, según la «Cana Nacional - Departamento de La Libertad», hoja 6a del Servicio Geográfico del Ejército del año 1928. Sin embargo, una indicación de posición tan matemáticamente seca, a pesar de su precisión, evidentemente no puede dar una idea sobre las peculiaridades del medio ambiente propio del lugar. Pues bien, precisamente en este aspecto Pacatnamú ofrece características extraordinarias. La lámina 1 permite reconocer las dos formaciones principales que caracterizan la especial situación de la ciudad: la costa del Océano Pacífico y el amplio valle del río Jequetepeque. Mediante descripciones adicionales se proporcionará aquí un cuadro más exacto de la ciudad y sus alrededores tanto cercanos como lejanos. Tomando en cuenta la configuración triangular, algo desfigurada, de la zona de ruinas serán descritos los tres lados respectivos los cuales claramente se diferencian entre sí. Dos de ellos tienen, sin embargo, algo en común pues no fueron solamente simples límites de la ciudad sino que sirvieron al mismo tiempo como defensas naturales ya que debido a su disposición podían ser difícilmente superados por supuestos agresores. Al respecto nos

referimos tanto a los acantilados marítimos como a los declives del valle del río los cuales llegan aproximadamente hasta 40 m. de altura y que, en forma irregular, se han desprendido y están desmoronándose. El tercer lado de la ciudad orientado hacia el campo, la pampa y las faldas de los cerros, fue provisto de una alta muralla de protección en un determinado período de la historia de Pacatnamú; al respecto se hará referencia más adelante. El lado costeño (longitud aproximadamente 1,350 m.): Junto a Pacatnamú el litoral constituye una ensenada suavemente ondulada, plana y extensa (lám. 2). La playa que bordea el mar abajo de las ruinas no está solamente formada por áreas llanas de arena uniformemente fina pues la arena eólica de las dunas y regiones desérticas no está aquí lo suficientemente cerca, al contrario de lo que sucede en otras zonas del litoral peruano. Las dunas de la orilla opuesta del río están, en su mayor parte, cubiertas de plantas y la arena de los lugares al descubierto no logran alcanzar la playa, que está detrás de la alta meseta en Pacatnamú, ni siquiera cuando sopla el viento del Sur. Presentando capas horizontales hasta ligeramente inclinadas esta meseta, sin embargo, es un conglomerado estratificado de arena, guijarros y canto rodado de todo tamaño (láminas 3A y 3B) concretados a cascajo. Con el correr de los milenios las sedimentaciones inferiores más fuertes fueron comprimidas, las piedras machacadas, desmigajadas y trituradas hasta convertirse en gravilla. Así se formó una sólida mole de roca que cuesta cierto trabajo perforar. En su superficie se encuentra una capa suelta y más arenosa que a menudo está desmoronándose en los 13

bordes de la meseta desprendiéndose continuamente siendo arrastrada hacia abajo como cantos rodados. Estos son más grandes y más numerosos en la parte orientada en dirección del mar que en aquella del río. A lo largo de la playa se encuentran depósitos de dichas piedras redondeadas apiladas por el vaivén ininterrumpido de las olas. Así como lo muestran la fotografía aérea (lám. 1) y la lámina 2, la playa no es ancha: la pane más amplia de la bahía alcanza un máximo de 100 m. cerca de Barranca, un pequeño pueblo de pescadores situado al pie del extremo Sudoeste de la meseta. Más al norte, al cubrir las piedras la orilla casi por completo, la playa se estrecha cada vez más llegando apenas hasta los 35 m. cerca de un gran desfiladero que desciende desde la meseta (lám. 13A). A excepción de un camino al pueblo de Barranca, esta quebrada es aquí el único camino natural que permite el acceso directo desde la costa hasta la parte superior. Sólo algunos kilómetros más hacia el Norte existe nuevamente una posibilidad semejante. Cerca de la playa, en la parte inferior de la quebrada, se elevan los acantilados rocosos de canto rodado mostrando amenazadoramente estratos flojos de piedras (lám. 3B) en aquellas partes que se hallan sobre los pasos del caminante. Al llegar arriba, después de atravesar la quebrada, uno se encuentra en el área de Pacatnamú precisamente en el terreno que está entre la muralla de la ciudad y eí grupo de huacas situado en el extremo Noroeste. En este sector de la ciudad o son pocas las construcciones que han resistido al tiempo o es la zona que estuvo más pobremente edificada; la fotografía aérea permite ver únicamente algunas elevaciones de terreno que tal vez podrían ser restos de estructuras. £1 límite oriental de la ciudad situado hacia el valle del Jequetepeque (longitud aproximadamente 1,600 m.): También aquí hay lugares escarpados en desprendimiento como se puede observar en la lámina 3A. Al igual que el lado occidental desde la playa, el lado oriental es inaccesible desde el valle con excepción de algunas suaves depresiones que se ubican lejos en el Norte de las ruinas y cuyo origen parece ser más bien el efecto del derrubio que de la erosión. N o obstante, la tradición oral afirma que en la región de Pacatnamú debió haber existido una subida a la ciudad por el lado Este; a pesar de ello no hemos podido constatar su localización durante los trabajos geodésicos en este borde de la meseta. En tiempos prehistóricos dicho borde de Pacatnamú (lám. 5B) pudo haber sido la orilla inmediata de un gran río cuyo lecho fue más ancho que el del Jequetepeque actual. En nuestros días aun cuando 14

el cauce fluvial es más estrecho, cada año el río se vuelve salvaje y desconcertante especialmente durante las avenidas al comienzo de la temporada de lluvias en la sierra. Es por eso que se emplea tiempo considerable y trabajo en construir dispositivos de fijación para mitigar la violencia de sus aguas. Se trata de estructuras triangulares y cónicas que se elevan algunos metros de altura. Su consistencia resulta del entrelazamiento estrecho de bambúes, ramaje y cañas por un lado y, por el otro, el relleno, en su interior, de canto rodado grande y pesado siendo muy resistentes. A pesar de colocarse muchos de estos dispositivos (lám. 4A), con frecuencia el río es más fuerte pues arrasa consigo partes enteras de los inmediatos campos de cultivo. Y esto ocurre no obstante la defensa que ofrece un sotrf densamente cubierto de vegetación constituyendo, en ambas orillas, una zona natural de protección (lám. 4B). En el lado Sur del río se encuentran, detrás del soto, campos de maíz, hortalizas y forraje que se extienden hasta las proximidades de una localidad que lleva el mismo nombre del río: Jequetepeque. Es un pequeño asentamiento bastante antiguo y de clima muy saludable sobre el cual nos ocuparemos posteriormente. Al igual que los campos de cultivo anteriormente mencionados Jequetepeque está situado en el fondo del valle el cual tiene que ser totalmente atravesado para poder llegar a la meseta meridional que desde luego no es tan alta como la del Norte. Al pie de esta meseta meridional se encuentran también numerosas campiñas frecuentemente cercadas por setos, como se puede observar en la lámina 1. La irrigación se lleva a cabo mediante un sofisticado sistema de acequias cuyo origen probablemente se remonta a canales antiguos. Hacia el Oeste, huertas y campos son afectados por los arenales causados por el viento cada vez más intenso dando lugar a la formación de dunas en la región más próxima al mar. Sin embargo, las áreas donde aparecen las dunas dejan reconocer claramente que aquí en tiempos pasados ningún desierto estéril había cubierto el fondo del valle sino que, por el contrario, éste había sido un terreno densamente edificado. Bajo la arena yacen escondidas grandes y pequeñas construcciones pudiéndose adivinar todavía sus contornos y partes altas, lo cual se puede apreciar en el borde izquierdo, abajo, en la lámina 1. Aquí debieron existir importantes estructuras y agrupaciones de patios y construcciones ya que en medio de ellos se levanta una enorme huaca. Los naturales del lugar le han dado el significativo nombre de «Huaca de Dos Cabezas» (lámina 5 A y 5B); la construcción de adobe muestra una doble silueta debido a una cor-

tadura profunda ocasionada a ella hace decenios de años. La huaca parece ser una característica peculiar del lugar; está colocada como símbolo en la desembocadura del Jequetepeque cerca de la costa del Pacífico pudiendo ser divisada desde lejos5. La parte Norte del valle tiene un aspecto muy distinto a la del Sur anteriormente descrita. Numerosos arrozales se extienden desde el soto, en la orilla del río, hasta el acantilado de la meseta, y desde la maleza, en el estuario, hasta la lejanía siguiendo valle arriba (lám. 6); actualmente el arroz es una planta importante que se cultiva en esta región. Siguiendo río abajo el fondo del valle tiene bastante espacio para cultivos, entre el soto y las paredes de cascajo de tal forma que en la zona vecina a Pacatnamú puede ser cultivada una extensión de terreno de 500 hasta 900 m. de ancho. Solamente un camino de arena corre a lo largo del pie del acantilado. En consecuencia, aun cuando no se conocía el arroz por estas tierras hace medio milenio y tal vez el lecho del río estaba en otro lugar y con otras dimensiones de anchura, no es absurdo suponer que el fondo del valle del Jequetepeque haya sido aprovechado intensamente para cultivo al igual que en nuestros días tomando en cuenta las características de la naturaleza de aquel entonces. En Pacatnamú los ruidos tanto del valle como del océano se pierden no solamente debido a las numerosas ruinas de mayor o menor altura sino también a las muchas depresiones que presenta el terreno. A ello se agrega que el Sudoeste, es decir, desde el mar, es la dirección principal del viento penetrando, sólo de vez en cuando, percepciones acústicas procedentes del valle. Todos los otros ruidos sucumben frente a este viento con frecuencia violento y casi omnipresente. Cuando él se calma, lo que es posible durante las mañanas, reina el silencio sobre la ciudad pues la atmósfera y el ambiente natural que imperan sobre ella están determinados absoluta y exclusivamente por el tercer lado, el Norte; éste limita el sitio de las ruinas con la pampa que es tan silenciosa y muerta como Pacatnamú. El lado septentrional (extensión: más de 2 km. cuando se tome en cuenta el área del suburbio situada en el Este y los supuestos barrios de viviendas ubicados en el Oeste): La amplia pampa precitada se extiende sobre la meseta tanto hacia el Este a lo largo del valle como hacia el Noroeste siguiendo la costa (lám. 12). Ambas zonas están igualmente delimitadas en el Nordeste por unos cerros de mediana altura denominados «Cerros de Catalina» o «Cerros de Charcape». No obstante, ellos dejan un espacio suficiente para la pampa debido a que distan de la ciudad por lo menos

5.5 km. Por otro lado, su altura tan reducida sobrepasando apenas los 500 m. no logra influir en el carácter del paisaje en Pacatnamú (láminas 15B, 26A). Los Cerros de Charcape tienen una longitud aproximada de 16 km. pero se prolonga hasta un máximo de 22 km. colindando lateralmente con el «Cerro Fació» el cual se desvía en dirección Sudeste. El conjunto de los cerros no forma, de ninguna manera, una cadena cerrada sino más bien es la composición de muchos cerros de diferente longitud orientados en su mayoría hacia el Noroeste pero a veces con mayor fuerza hacia el ONO sobre todo en la parte colindante con el Cerro Fació (véase plano I). La anchura de los cerros en particular también es muy diferente. Así, la parte Norte de los Cerros de Charcape está formada por una cadena doble de dos y tres kilómetros de ancho dejando un espacio intermedio transitable. Por el contrario, la parte Sur, la más cercana a Pacatnamú, fusiona ambas cadenas formando el complejo más compacto de cerros con una extensión Este-Oeste de 4 km. Ambos extremos están unidos por una estrecha cadena intermedia la cual alcanza solamente una vez una dimensión Este-Oeste con algo menos de 1 km.; en otro lugar apenas llega a los 150 m. de ancho. No es de extrañar que en esta parte estrecha de los cerros se encuentre la única comunicación transversal: el «Portachuelo de Charcape» que, como un corte natural, atraviesa por las laderas de Noroeste a Sudeste. La distancia entre los cerros y el borde de la meseta que mira al Pacífico oscila entre los cuatro y seis kilómetros. En lo que concierne al contrafuerte Sur, es decir, los Cerros de Catalina, la distancia comprende 3.5 km. desde el lecho del Jequetepeque y oscila entre 1.5 y 2 km. hasta el Cerro Fació. Los cerros protegen toda la región de la pampa desde el océano hasta la Panamericana y desde el río Jequetepeque hasta el río Chamán en el extremo Norte separando la pampa totalmente del hinterland Este y Nordeste. Ahora bien, la región de la pampa se subdivide en la «Pampa de Fació», al sur, y la «Pampa de Charcape» al norte; la Panamericana, a su vez, corta el contrafuerte del Cerro Fació para luego seguir a lo largo del lado oriental del cerro. A ello se agrega que los cerros tienen, además, la función de una microdivisoria climática pues en lo referente al paisaje este hinterland se diferencia completamente de la pampa la cual es un terreno inhóspito. Más bien es un desierto de arena y pedregal atravesado por depresiones superficiales y profundas cuyo origen pudieron ser las torrenteras que antiguamente bajaban por las pendientes hacia el mar. Estas depresiones se 15

han presentado, muchas veces, inesperadamente como una barrera obligando inclusive a un jeep a retroceder al intentar una travesía por el terreno. Aquí se encuentran pocas plantas y en su mayoría son ejemplares pequeños que crecen más bien en los cerros ribereños y no en la pampa abierta. Por el contrario, lo característico de la pampa son matas de zapote aisladas4, que aparecen en el desnudo terreno como manchas oscuras de diferente tamaño. Raramente alcanzan la altura de pequeños árboles. Se les puede ver en todas las pampas del Perú, inclusive en los desiertos de arena de la costa; aquí resisten con tenacidad a los remolinos, siguen creciendo incansablemente buscando la luz entre las aglomeraciones de arena que no sólo las rodean sino también han penetrado intrusivamente. Las matas de zapote parecen contentarse con el suelo más pobre ofreciendo frutos comestibles que ya se conocían y consumían en el antiguo Perú 5 . Pero un cuadro admirable se ofrece cuando se ha seguido por la caldera de la pampa en el lado Oeste atravesando el Portachuelo de Charcape y alcanzando su extremo oriental: a escasa distancia se extienden campos verdes y huertos, crecen árboles, arbustos y flores justo al pie de las laderas de los cerros. Allí se hallan bosquecillos poblados de árboles algarrobos (una subespecie se llama huarango 6 ) los cuales, debido a las raras formas de sus ramas, a la apretada maraña de éstas y a sus tiernas hojillas, proyectan sobre el suelo un maravilloso dibujo de luces y sombras. En el lado oriental en uno de los recodos de la ladera encontramos restos impresionantes del antiguo sistema de irrigación: en algunas partes dos acequias corrían paralelamente contiguas pero a distinto nivel. La superior era la «acequia madre»; la inferior tenía la función de canal secundario (lám. 7 A). En los declives Este de los cerros parcialmente estos canales de agua no han sido labrados por completo en la roca. El pendiente fue utilizado solamente como pared interior; en cambio, el lado exterior de la acequia fue construido con adobe macizo (lám. 7B) añadiéndosele, además, piedras sueltas de los cerros para el reforzado. Debe haber sido una acequia de gran rendimiento que podía soportar notables cantidades de agua, como se puede ver en la foto últimamente citada. No obstante, no sólo en la parte Este de los cerros hay acequias antiguas pues aunque parezca extraño también se encuentra un canal que atraviesa la cadena de cerros empalmando con el río Jequetepeque, cuyas aguas han sido encauzadas, de tal manera, por los Cerros de Charcape. Como pared exterior del canal se construyó también un muro pero de piedras de granito procedentes de los cerros. Ubbelohde-Doering reprodujo una de 16

las curvas de dicho canal7. En el texto, que acompaña su foto (pág. 16), se proporcionan, además, diversos datos sobre algunas de sus dimensiones dando referencia también a la parte reproducida del mismo y que se mencionan nuevamente abajo en la lámina 42, en Ubbelohde-Doering, y en la foto que se muestra aquí en la lámina 8. En el interior del cerro el canal ha sido cavado totalmente en la dura y cortante roca a ambos lados de las suaves laderas. Lo curioso de este canal es que no se le puede rastrear en el extremo occidental de la cañada en la amplia caldera de la pampa; no hay ninguna señal que indique la existencia de canales de distribución o irrigación que empalmen con la acequia. En general uno tiene la impresión de que toda la pampa en el lado Oeste de la cadena de cerros hasta Pacatnamú permaneció sin ser aprovechada tanto para la producción agrícola como para asentamientos humanos. Tanto es así que no solamente en el Norte sino también en la totalidad de la pampa occidental no hemos encontrado surcos para las aguas de regadío ni siguiendo líneas rectas y paralelas, propios de la época colonial, ni tampoco en forma sinuosa prehispánicí. Y sin embargo el potencial hídrico de esta acequia debe haber sido tan considerable que muy bien hubiese podido abastecer de agua a extensas áreas de cultivo. La importancia que inclusive en aquellos tiempos se daba a la agricultura en pequeñas áreas y los esfuerzos que significaba su conexión a la red de irrigación está documentada en Garcilazo con una breve información9 para la época Inca: «En muchas partes llevaron quince y veinte leguas10 una acequia de agua para regar muy pocas hanegas de tierra'' de pan, porque no se perdiesen». La única vía transversal de comunicación en el Norte se debió haber utilizado muy intensamente según puede deducirse de los numerosos restos de cerámica que encontramos durante un recorrido de superficie en el Portachuelo de Charcape. Seguramente habrá existido hacia el Nordeste una comunicación con Moro Viejo a 12 km. de distancia situado en la región de aprovechamiento agrícola del río Chamán (o bien Río Seco de San Gregorio, su nombre moderno) procedente del Este de uno de los contrafuertes andinos. Las construcciones de Moro Viejo son parcialmente grandes y permiten sospechar que éste fue en tiempos pasados un importante asentamiento con santuarios12. El camino se bifurca al oeste del Portachuelo de Charcape: mientras una parte continúa entre ambas cadenas aproximándose hacia el Norte, la otra parte sigue por el Noroeste, hacia el actual 'Fundo Santa Rosa de los Etanos' y también en la dirección

de Chérrepe en la costa del océano. En ambas áreas se pueden encontrar igualmente restos de asentamientos antiguos así como sitios de ruinas que datan de tiempos tempranos; en las inmediaciones de Chérrepe existen varios de ellos. Estos dos parajes y sus yacimientos arqueológicos están situados en las proximidades del río Chamán, sobre el cual K o s o k " d i c e : «This river... carries thesurplus water to the sea from some oj the cultivated areas of the Jequetepeque Valley ». Se tiene la impresión de que el río Chamán también estaba comunicado con el Río Seco de los Organos. Sea como fuere, se podía y se puede llegar a los asentamientos de Chérrepe desde Pacatnamú atravesando la pampa hacia el Noroeste; pues con esta orientación aproximada también se han encontrado restos bajos de los muros de demarcación construidos con piedras a ambos lados de un antiguo camino. Estos restos pueden ser rastreados dentro de cierta distancia pero ellos no permiten reconocer ni el lugar exacto donde empieza en las proximidades de dos mojones ni donde termina definitivamente algunos km. hacia el Norte. Se trata de un amplio camino, con seguridad prehispánico, y similar a otro que se encuentra en la zona Este aunque éste está mucho mejor conservado y sobre el cual se hablará más adelante. El sentido del camino es en línea recta llegando hasta Pacatnamú (véase plano I); no hay duda de que era el tramo de una vía de comunicación que estaba reforzada lateralmente y que conducía desde la ciudad hasta lo alto de la meseta en dirección Noroeste. También hay otros indicios, aunque pocos, de una insignificante actividad de construcción en la región Norte de la pampa en las cercanías del Portachuelo. Encontramos restos de una pequeña huaca, una construcción de piedras y adobes, y, muy cerca, dos pequeños montículos, uno frente al otro, compuestos de piedra sin argamasa (láminas 9 A y 9 B). D e los dos el más próximo a la huaca es el que está mejor conservado. Por supuesto no se puede probar que su apariencia actual sea la misma desde hace tiempo; es muy posible que al pasar ocasionalmente naturales del lugar hayan colocado ésta o aquella otra piedra lo cual se puede conjeturar en el caso de la parte superior levantada verticalmente (lámina 9 B). Los pequeños montículos están rellenos con arena y guijarros cubriendo apenas entre 1.5 y 2 m 2 . de superficie. Debido a que se encuentran sobre un terreno elevado siendo visibles desde lejos incluso desde las depresiones del terreno, Ubbelohde-Doering pensó que se trataba de mojones prehispánicos así como, por ejemplo, Felipe Guarnan Poma de Ayala (1936) los mencionó y dibujó en las páginas 35 3 y 354 respectivamente; ellos están presentados aquí en forma de columna

que aparentemente no fueron muy altas, de basamentos bajos y cuya cubierta superior tenía la forma de una cúpula. Permanecen sin aclarar los asientos de piedra que delimitan pequeños espacios particulares (lámina 9 A en primer plano). Puede tratarse de los restos de una choza de descanso o refugio ya sea para caminantes o también para el 'Gobernador de los caminos reales', el Capac Nan Inga Tocricoc Anta —el veedor de los caminos del Inca— (véase nuevamente Guarnan Poma de Ayala, página 354). Pero posiblemente pertenezcan también a otra construcción pequeña que nos es aún desconocida. En todo caso son necesarias investigaciones más profundas para poder saber si existen más restos de construcciones en la región occidental de la pampa; lo mismo se puede decir para la llanura y las laderas de los cerros. Al atravesar la pampa no hemos encontrado restos de muros que hayan podido llamar nuestra atención. Un cuadro completamente distinto parece haber ofrecido el área Sur de los Cerros de Charcape y del Cerro Fació así como el terreno adyacente a ellos el cual se alza sobre el valle del río. Este conserva, aún hoy en día, el carácter de pampa y las matas de zapote no son más numerosas que en la zona costera. Sin embargo, ¡cuántos testimonios de antiguas actividades se encuentran aquí! Ellos empiezan ya en la cañada entre el cerro oriental, el Cerro Fació Chico, y el vecino Cerro Fació, al Noroeste, a través del cual pasa la Panamericana cruzando el sitio de ruinas de Farfán 14 . Las laderas del Cerro Fació muestran en varios lugares numerosos restos de muros encontrándose muchos fragmentos de vasijas que guardan relación con ellos. Estos lugares de hallazgos se concentran principalmente en las cercanías de un pequeño asentamiento que lleva el nombre 'Fació Chico' para diferenciarlo de 'Fació Grande' situado río abajo. En Fació Chico la ladera es más suave y no tan inclinada como en el lado Oeste frente al mar. Ubbelohde-Doering y nosotros registramos aquí no menos que seis lugares especiales con fragmentos de cerámica; se trataba de cuatro cementerios y dos sitios en la ladera que señalaban vinculación con muros. Verdaderamente uno no espera encontrar nada de interés arqueológico al pie o en las hondonadas de estos cerros pelados cubiertos solamente de cactus. Desde lejos todo esto parece vacío y yermo. Pero según se acerca uno va quedando sorprendido al ver la cantidad de fragmentos de cerámica que aparecen muy concentradamente en algunos sitios cubriendo el suelo casi por completo. También se encuentran en los cerros restos de vivien17

das bastante escondidos cuyos planos horizontales permiten reconocer la existencia de pequeñas habitaciones yuxtapuestas y delimitadas cada una por piedras de cantera de la roca viva. Debido al lugar en donde se hallan estas habitaciones uno está tentado a considerarlas como lugares de refugio. Desgraciadamente no se puede constatar el tipo de material de construcción empleado, en aquellos tiempos, encima de estas piedras. Los fogones de forma entre ovalada y redonda nos indican que se trata de antiguas viviendas y los fragmentos de cerámica señalan que ellas fueron habitadas desde el período Moche hasta el Inca inclusive. Desde luego esto ocurrió solo ocasionalmente ya que el número total de fragmentos de cerámica existente no es lo suficientemente grande como para deducir un continuo establecimiento humano durante los períodos citados. N o obstante, se pueden encontrar fragmentos de vasijas por toda la Pampa de Fació, unas veces en mayor cantidad y otras en menor. Igualmente se hallan restos de muros generalmente de piedra de cantera pero, a veces, también de adobe; en algunos lugares hay sobre todo surcos ondulados prehispánicos. Es decir, aquí sobre la meseta posiblemente existieron campos de cultivo aunque en escala restringida. Los restos encontrados en los cerros al norte de Fació Grande destacan una actividad muy pronunciada de construcción, es decir, en las estribaciones Sudoeste de los Cerros de Catalina se ha construido, mediante el apilamiento de piedras15, innumerables muros transversales en las laderas y las cañadas formando escalones como terrazas (láminas 10A y 10B). Aquí se ha registrado un sinnúmero de fragmentos de cerámica. En tiempos prehispánicos la Pampa de Fació ya estaba cruzada por importantes vías de comunicación especialmente por la zona oriental. A lo largo del curso del río en dirección Este existió un camino que hizo posible el acceso a los extensos campos de cultivo irrigados y que conducía y conduce todavía hacia la montaña pudiéndose comunicar entre sí los inumerables asentamientos y santuarios cuyas ruinas, aún hoy en día, bordean el río. Pero también había caminos hacia el Norte y Nordeste; en ambos casos se utilizaron las cañadas de las cadenas de cerros en la meseta. El primero, el Portachuelo de Catalina, utilizó como paso a través de las alturas la depresión que separa los Cerros de Catalina del Cerro Fació. Su prolongación continúa hacia el Norte, a la región vecina del valle del río Zaña. Sin embargo, el paso no está situado sobre el nivel general del terreno sino que en las partes más estrechas de los cerros se eleva empina18

damente en la parte Norte y en forma más moderada en el Sur. A pesar de que el camino ofrece aquí suficiente espacio sería difícil seguir subiendo con un automóvil normal. En la parte más alta del camino, siguiendo pendiente arriba, se encuentran a ambos lados restos de una gruesa muralla de piedra de altura considerable y que parcialmente aún está en pie. Con toda probabilidad ella resguardaba estratégicamente el paso hacia el Norte. Las pendientes meridionales son más suaves y terminan por tener la forma de un arco ofreciendo un acceso fácil. Aquí sobre las colinas de mediana altura, directamente al lado del camino, hay claros indicios de asentamientos antiguos que proceden del paleolítico como así lo demuestran los artefactos que igualmente se hallan en el lugar. Los asientos de piedras también aquí encontrados delatan antiguas viviendas y fogones. Dicho camino debe ser considerado como una importante vía de comunicación que ya existía en esta región en las épocas más tempranas de establecimiento humano. Igualmente importante debió ser el segundo camino el cual forma una bifurcación con el primero y atraviesa una hondonada del Cerro Fació en dirección ENE hacia el sitio de ruinas de Moro Viejo. Este segundo camino abarca el área situada entre las pendientes y recibe el nombre de 'Portachuelo de Guadalupe' debido a una ciudad ubicada a 4 km. de distancia en la misma dirección ENE. Guadalupe es una fundación española del siglo XVI y también desde hace mucho tiempo un notable centro católico de peregrinación sobre cuya Virgen ya hace mención Calancha16. Incluso en nuestros días, cuando los automovilistas quieren ir a Barranca al extremo Sur de la meseta para bañarse o a pescar utilizan esta pista, que actualmente pasa por el portachuelo del Cerro Fació atravesando la pampa. A ambos lados del trayecto se levantan asimismo sobre los cerros los restos de una muralla de obstrucción de piedra que pertenece a la misma construcción del lado Norte del Portachuelo de Catalina. Según Lostaunau se puede rastrear esta muralla desde la parte Este y Norte del Cerro Fació hasta el extremo Sur frente al sitio de ruinas de Farfán. El muro bordea el cerro y delimita un lugar de ruinas llamado 'Caracol' de acuerdo a un molusco que allí aparece con mucha frecuencia y probablemente pertenece a una variedad de la subfamilia Bulimulidae (familia Bulimuloidea). Al oeste del Portachuelo de Catalina sigue por el lado Este de los Cerros de Charcape extendiéndose hasta el Portachuelo de Charcape, es decir, en una longitud considerable de aproximadamente 12 km. Esta región estuvo habitada indudablemente por seres humanos de la época paleolítica cuya evidencia son los artefactos encontrados además de talleres de armas

e implementos líticos inclusive con yunques de piedra los cuales están rodeados de lascas. Estos hallazgos se encuentran en la pampa al sudoeste del Portachuelo de Guadalupe a poca distancia del pie de los cerros. La importancia que posteriormente alcanzara esta vía de comunicación resulta de la existencia de otro trayecto que fue construido atravesando la cañada del cerro. Se trata de un ancho camino prehispánico delimitado en ambos lados por muros de piedra de poca altura pero que aún actualmente pueden ser observados. Es posible que haya sido construido durante el período Chimú ya que empieza en la lejana capital de este reino. Sin embargo, en la cercanía de Fació Chico y del Portachuelo de Guadalupe se trata con seguridad de una construcción incaica según se explicará más adelante. Actualmente aún se encuentran tramos conservados frecuentemente de muchos kilómetros de longitud; uno de ellos se puede comprobar por lo menos 30 km. al sur del río Jequetepeque. Dicho tramo corre entre el mar y la Panamericana en dirección N N O hacia los Cerros de Chocofán en cuya parte Norte los atraviesa por una depresión. Luego continúa en línea recta aproximadamente 9 km. sobre la pampa hasta el Cerro de Fació, previamente cruzando el río Jequetepeque. Después de hacer una curva hacia el Nordeste, llega finalmente al Portachuelo de Guadalupe. Pero precisamente después de los lugares más estrechos de los cerros toma nuevamente la dirección N N O . Aquí pasa justamente al pie de los cerros adaptándose con una suave ondulación a todas las ligeras elevaciones de las estribaciones. Se le puede rastrear hasta donde empieza el terreno de aprovechamiento agrícola en el valle que entonces comienza; a partir de aquí desaparece bajo las tierras de cultivo. El camino no se deja ver sino hasta el km. 717 de la Panamericana en donde de repente vuelve a aparecer en la arena al este de la carretera siendo cortado por la Panamericana en forma de sesgo pronunciado. En la tierra de la Pampa de Zaña17 pueden verse claramente sus bordes laterales. Esta antigua vía de comunicación se extiende hasta el valle de Lambayeque 18 . La indicación sobre el km. en la Panamericana dada más arriba se refiere a la situación de enero de 1978 no coincidiendo con indicaciones anteriores, como por ejemplo, las de 1963, ya que desde entonces se ha prolongado la autopista en 10 km. con la construcción de un nuevo tramo unos 60 km. al norte de Lima dando un amplio rodeo a la gigantesca duna de Ancón. En el Camino del Inca parece que el Portachuelo de Guadalupe constituía una especie de zona limítrofe pues en el lado occidental de la parte alta del cerro se encuentra un 'mirador', es decir, una vigía

de control que tal vez también tenía la función de señalar el cambio del tramo Norte al tramo Sur. Se trata de una construcción de 6 x 6 m. con muros de piedra de 1.30 m. de altura. En los lados Norte y Sur se encuentra una parte baja similar a una ventana que permitía al atalayador vigilar en estas direcciones. En el mismo portachuelo la pista cruza el camino antiguo anteriormente mencionado y que desde aquí también conduce hasta Pacatnamú en dirección Sudoeste y a través de la Pampa de Fació. En la lámina 11A se puede ver el Camino del Inca al sur del Portachuelo de Guadalupe apareciendo también en la lámina 11B pero en dirección del paso de Chocofán. Ubbelohde-Doering 19 publicó también una impresionante foto en la que claramente podían reconocerse, al otro lado del valle fluvial, tramos de la pista ascendiendo en dirección de la cañada de Chocofán. Sus dos láminas siguientes presentan detalles del mismo caminrf 0 . Con respecto a la datación dada más arriba acerca, por lo menos, de una parte del antiguo camino, se deben tener en cuenta dos lugares cercanos al Cerro Fació los cuales podrían servirnos como información concluyente. Primeramente hay que mencionar un cementerio ubicado en el llamado 'Barranco de Pedregal' aproximadamente a 200 m. al norte del borde de la meseta del lado septentrional del valle. El camino atraviesa una parte del cementerio; aquí se han encontrado diversos fragmentos cerámicos de la cultura Chimú. El camino parte en dos, además, un edificio de canto rodado y que tiene muros de aproximadamente 0.40 m. de grosor. Por consiguiente el camino es una construcción más reciente que el edificio y el cementerio. En cuanto al segundo lugar, éste se encuentra no muy lejos al este del Portachuelo de Guadalupe muy cerca de la ladera Este de los Cerros de Charcape dentro del lugar de ruinas de Canchape. Aquí existe un amplio complejo arquitectónico, igualmente del período Chimú, rodeado por un alto muro de adobe. Su esquina Sudoeste está casi al pie de los cerros siendo cortada por el Camino del Inca. Es decir, dicho camino altera tanto el cementerio como el edificio de la cultura Chimú probando por ello pertenecer a un período más reciente y que, por lo menos en esta región se le denomina con razón 'Camino del Inca'. Todas estas explicaciones un tanto prolijas, por un lado, sobre algunas de las vías de comunicación aún hoy reconocibles desde y hacia Pacatnamú y, por otro lado, sobre los caminos que cruzan en los alrededores, demuestran que la ubicación extremadamente apartada de la ciudad sólo lo es en apariencia. Especialmente en su período de floreci19

miento las comunicaciones no sólo eran suficientes sino incluso muy buenas, como se demuestra en virtud de un nuevo factor. La lámina 12 y la figura 1 intercalada en el texto sirven aquí como material complementario de ilustración. En ellas se puede observar que en Pacatnamú las construcciones no se concentran únicamente en el terreno al sur de la muralla de la ciudad sino también fuera de ella; especialmente en el área Nordeste existen numerosos complejos de construcción. Estos, sin embargo, no se presentan como un conjunto uniforme similar al de la 'Ciudad de los Templos'. N o obstante, este 'suburbio' posee importantes construcciones y conjuntos de patios y estructuras aun cuando es verdad que durante mucho tiempo no han sido tomados en cuenta sabiéndose de ellos mucho menos que sobre las construcciones religiosas al sur de la muralla. El extremo Este de Pacatnamú está constituido por el suburbio que parece formar una banda de unos 5 0 0 m. de ancho que avanza hacia la pampa en dirección Norte. Es cierto que al este de su línea de demarcación pueden encontrarse todavía muchos restos de muros y construcciones más pequeñas; en dirección Norte, en cambio, a poco más de 200 m. del lugar más septentrional del terraplén se extiende la zona de establecimiento humano aún visible hoy en día. En el capítulo II se tratará sobre este sector que indudablemente forma parte de Pacatnamú aun cuando su arquitectura no parezca ser tan llamativa. Pero lo que tanto revelan el croquis y la foto anteriormente mencionados y que nos llevan a lo ya expuesto bajo el tema 'comunicación' con respecto a Pacatnamú, es la existencia de un sorprendente número de caminos e incluso verdaderas calles que atraviesan esta área dando una imagen característica a la región de la pampa. Unas dos docenas pueden ser bastante bien localizadas; dos caminos amplios proceden del Este y pasan diagonalmente atravesando el terreno en dirección Noroeste. Un tercer camino, más estrecho y también procedente del Este, sigue en dirección Sudoeste pasando junto al suburbio; se le podría considerar como un antiguo acceso indirecto a la supuesta puerta Este de la muralla de la ciudad. En el sector Oeste aparecen otros dos amplios caminos que, a través de dicha muralla, conducen a las afueras. Pero sólo uno de ellos es continuación inmediata de uno de los caminos del interior de la ciudad: el más occidental, el cual es prolongación de la llamada 'Calle de Chérrepe' (véase el plano de la ciudad, No. III) siguiendo luego hacia el Norte. D e forma notable la mayoría de las vías de comunicación encontradas en la pampa terminan delante del terraplén o en el límite Norte del suburbio tal

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como lo ilustra la figura 1. En ésta se presenta una copia esquemática de la imponente red vial sin tomar en cuenta la situación de las numerosas depresiones de la pampa ni entrar en detalles sobre los tramos pequeños desaparecidos de caminos que frecuentemente se encuentran en dichas depresiones. Las partes rayadas indican el terreno edificado tanto en el interior de la ciudad como también el área poblada todavía reconocible en las afueras de Pacatnamú. D e los caminos ubicados entre la muralla de la ciudad y el terraplén existía uno de más de 1 km. de longitud el cual es la prolongación de la «zanja» del suburbio que toma primero la dirección O N O siguiendo luego por el Norte formando una suave curva. Es muy probable que después del cruce con una determinada quebrada, el extremo occidental de dicho camino empalmaba con una senda que pasa a lo largo de la pampa en dirección Norte guardando una distancia de pocos metros del borde de la meseta que da al mar. La mayoría de los caminos está trazada con tal exactitud como si se hubiese utilizado una regla para las líneas rectas y paralelas asimismo un curvígrafo para los segmentos de recodos a través de las irregularidades del terreno. No se trata de antiguas o modernas trochas causadas por caminantes consuetudinarios ni tampoco de sendas originadas por las huellas de carros pues ningún caminante ni automovilista podría mantener por más de 3 km. la misma dirección con esa exactitud a través de tantas depresiones (el detalle de la foto y del dibujo no señala más extensión de área). Es tal la precisión que sólo puede tratarse de vías de comunicación prehispánicas trazadas artificialmente y que se perciben al norte de Pacatnamú gracias a las areofotos. Además, en los bordes de algunos caminos se han conservado claramente restos bajos de los muros laterales. Algunas de las quebradas atravesadas tienen márgenes elevadas; en estos casos los trayectos frecuentemente no fueron construidos pasando por encima de dichas márgenes sino cortándolas 21 . Por último nos referiremos en pocas frases al clima de esta región. Se ha escrito con tanta frecuencia acerca de la fría Corriente de Humboldt y sus efectos negativos sobre la lluvia en las regiones costeras del Perú que no es necesario repetir aquí nuevamente. Sobre los rarísimos y enormes chubascos de lluvia que se presentan aproximadamente cada 2 0 hasta 25 años se informará en capítulo II cuando se trate brevemente sobre la naturaleza del terreno de Pacatnamú. En todo el resto del tiempo, especialmente en las inmediaciones a la costa, la humedad es causada principalmente por la neblina que asciende desde el océano durante la

Figura 1. 1 2 3 4

'Ciudad de los Templos' Area intermedia Area interna del suburbio Area externa del suburbio

5 6 7 8 9

Zona de ocupación humana muy antigua Zona densamente poblada en el período Chimú Fondo Norte del valle del río Jequetepeque con arrozales Pampa de Fació Océano Pacífico

madrugada hasta muy entrada la mañana. A más tardar al mediodía el sol y el viento han recobrado fuerza y energía suficientes para poder diluir la neblina y nuevamente eliminar la humedad. Quienes desconocen el país, y en particular esta región situada apenas 7 o al sur del ecuador, difícilmente podrían hacerse una idea sobre las temperaturas que aquí se encuentran; por esta razón podrían servir algunas informaciones concretas al respecto. Ya hemos mencionado que la pequeña ciudad de Jequetepeque tiene la fama de ser un lugar saludable y tener un clima favorable. Esta situación ideal se debe a la ubicación entre los dos extremos dominantes en esta zona del litoral: la estrecha franja costeña, con frecuencia brumosa y expuesta al viento, y la región desértica, seca y calurosa que comienza a muy poca distancia al este de la ciudad. En los alrededores de Jequetepeque no se percibe la influencia de una de ambas zonas ya que ninguno de los dos componentes deja sentir su efecto. Se trata pues de un palmo de tierra privilegiado por la naturaleza estando expresado por las temperaturas: la más baja del invierno que pudimos medir hacia las 7 am fue de +13 o Celsius (55.4° Fahrenheit) y la más alta en un mediodía estial fue de +28° Celsius (82,4° Fahrenheit), ambas tomadas en la sombra. Lo más agradable de este clima es que en invierno las temperaturas diurnas llegan a los +2 I o hasta +23° (69.8° hasta 7 3.4° F.), y en el verano el calor no agobia; las temperaturas nocturnas oscilan alrededor de los +18 °C (64.4°

F) lo cual es muy refrescante. Como europeo recién llegado inmediatamente uno se siente a gusto en este tipo específico de 'clima tropical'. A pesar de ello, Pacatnamú jamás pudo gozar de semejantes privilegios pues en su época el clima costeño no debió ser muy distinto del actual: especialmente en verano suben bancos de neblina desde el océano hasta las antiguas huacas pasando por el borde de la meseta hasta que, al mediodía, el sol asuma nuevamente su regencia sobre la ciudad. El factor desencadenante en los meses estiales es la corriente 'El Niño'. Procedente del Norte ésta se intercala entre la fría corriente 'Humboldt' y el litoral produciendo y aumentando la humedad en el aire. Normalmente ésta no se precipita en Pacatnamú en forma de aguaceros sino que ya empieza a 90 km. aproximadamente más al norte, en la región de la pequeña ciudad de Reque. En el sitio de ruinas durante siglos el cambio diario, es decir, la humedad llevada por la neblina y luego la rápida deshumectación causada por el ardor del sol y las fuertes ráfagas de viento ha corroído y seguirá corroyendo las construcciones antiguas. Los adobes asombrosamente resistentes, cualidad que no se había sospechado, están tan sometidos a tales ataques que muchos de ellos no son capaces de seguir resistiendo esta fuerza concentrada, natural y sin tregua, tanto menos cuanto más cerca esté del mar la construcción a la cual pertenecen.

Notas del Capítulo I 2 Plantas arbóreas y arbustivas que existen con frecuencia en este soto son, entre otras, Baccharis lanceolata Kth. (Weberbauer, 1911:111), Myrsine manglillo (o Rapanea Manglillo [R. Br. ] Mez), Acnistus aggregatus, Salix Humboldtiana Willd. (Sauce) y Sapindus saponaria L. (Choloque; Choloco en Weberbauer, 1911:96, 150). 3 Kroeber, 1930:87, 88, PI. XXVII, 2; y Middendorf, 1894: tomo II, 403, 404, mencionan la construcción en sus publicaciones. 22

4 Arbol de zapote iManilkara sapota). Según Horkheimer (1960:81) Achras sapota; en Towle (1961:76) Achras zapota L.; Weberbauer (1911:116, Fig. 14, p. 152, 153, 155) menciona que la especie dominante en toda la zona Norte de la costa peruana es Capparis scabrida. Sin embargo, según informaciones científicas peruanas hay dos otras subespecies: Capparis arenalis (con hojas estrechas y frutos redondos) y C. angulata(con hojas más anchas

Museum für Völkerkunde, de Munich, en la y frutos oblongos y delgados). Davies supone que se observa una escena mitológica repre(1976:104) que la especie Casimiroa edulis sentando una libación y la cual fue dibujada debe contarse también dentro de esta familia. Según Horkheimer (1960:139) el nombre de completamente en una publicación suya zapote tiene origen mexicano. (1950: 72, 73, fig. 62). En dichas representaciones en forma de vaina que se encuentran en 5 Horkheimer, 1960:81. algunos ceramios pintados de la cultura Moche 6 El algarrobo y el huarango (o warango) perteKutscher sospecha que se trate de la algarroba. necen a la familia de las leguminosas, variantes de una especie aclimatada a los terrenos del 7 Ubbelohde-Doering, 1966: lám. 42 arriba. mar Mediterráneo (Johannisbrotbaum = Cera8 Kosok, 1965: 107. tonia siliqua L.). Según Weberbauer (1911:92, 9 Garcilaso de la Vega, 1959: Libro V, Cap. I, 116, 123, 150, 151, 155) así mismo según 226. Horkheimer (1960:77) y Towle (1961:55, 56) 10 Medida de longitud castellana = 20.000 pies o el algarrobo es el Prosopis juliflora DC. En la 5,5727 km. costa central crece el homólogo huarango per11 Medida agraria castellana = 64,596 áreas. teneciente a la especie Acacia macracantha 12 En cuanto a las ruinas de Moro véanse las puHumb. y Bonpl. ex Willd. (Espino en el dep. of blicaciones de Disselhoff, 1956:196-198, 205lea, según Weberbauer, 1945:168; Faique en 216, lám. 25, todo respecto al cúmulo de San la costa Norte -ibid.- Huarango en el Perú José de Moro; 1958 ibidem; Kosok, 1965:122, central -ibid.). 126, figuras en Cap. XII, lám. 9, 12, 13; KroeCalancha, escribe en su libro III, Cap. I, p. ber, 1930: 89, 90, plano XXX, 1, respecto a la 47 sobre la utilización de las vainas: «... i el Huaca de las Estacas. estremar se tan pingues, no cuesta al pastor, o al 13 Kosok, 1965:138. "Este río es la continuación del ganadero mas de sacudir los arboles, porque la Río Seco de San Gregorio y lleva al mar el exceso de florecilla que los copados i crecidos algarrobos arro- agua desde algu na de las áreas cultivadas en el valle jan llamada pona, cubre el conpas de sus sonbras, i delJequetepeque." deja dulce i provechoso pasto el algarroba en vaynas 14 Para las ruinas de Farfán véanse Kosok, 1965: con lo dulce da sabor a las carnes, ...» De esto se 123; Schaedel, 1951:235,236. deduce que estas vainas eran de importancia 15 Respecto a las ruinas de la 'Ciudadela Cerroindirecta en el consumo humano en el Perú Pampa de Fació' véanse Ubbelohde-Doering, prehispánico y que su utilización como forraje 1959:26, 27, figs. 22 y 23, bajo la definición descanse sobre una tradición antigua. 'Faclo-Bergpyramide'. Según la opinión de Kutscher, estas vainas 16 Calancha, 1638: Libro III, Cap. IV, Nr. 1,560. también tenían una importancia, igualmente 17 Ubbelohde-Doering, 1966: lám. 48, 49, texto indirecta, en el culto, en especial en conexión p. 17. con libaciones dedicadas a la deidad lunar SI 18 En cuanto al Camino del Inca' en dirección a (1948:630). Es posible que a ella se hicieron Zaña véase también Kroeber, 1930:90, Pl. ofrendas, no únicamente de sangre, sino tamXXIX: 'Ancient Road between Jequetepeque bién de chicha. Esta posiblemente no se elaand Saña'. boró solamente de maíz, sino que también se 19 Ubbelohde-Doering, 1966: lám. 46. pueden haber utilizado otros frutos en grano, 20 Ibidem, lám. 47 arriba y abajo, texto, p. 17. por ejemplo la algarroba. Kutscher se refiere a 2 1 En relación con la región del Jequetepeque, o una vasija de la colección Larco Herrera, Lima, Pacasmayo respectivamente, véanse las publien donde aparentemente hay representaciones caciones de Calancha, 1639: Libro III, Cap. I; en forma de vainas en conexión con una orgía, Kosok, 1965: Cap. XIII; Kroeber, 1930:86y a otro ceramio de la colección del Staatliches 90; Lostaunau, 1955.

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CAPÍTULO II A. Intento de exposición de la estructura urbanística de Pacatnamú El texto que a continuación describe la ciudad tiene su referencia en los planos II y III en los cuales aparece la zona de ruinas en su totalidad. Tomando como base la ampliación de una fotografía aérea se realizó el levantamiento de los planos cuyas medidas fueron adaptadas a las de la fotografía. Esta fue tomada con tal exactitud perpendicular que sólo surgieron ligeras distorsiones en las zonas marginales. Los puntos de medición de 100 m. que habíamos determinado durante nuestros trabajos geodésicos en el área de la ciudad fueron anotados en la foto y fijados mediante una cuadrícula. Una comparación de medidas demostró que en ambas direcciones las diferencias eran tan insignificantes que podían ser superadas sin dificultad en los cuadrados de 100 m. por medio de un ligero desplazamiento en el momento de la elaboración del plano II; al mismo tiempo éste servía de base para el plano III. Así se pudo obtener un plano a escala en el cual la cuadrícula completa podía abarcar el conjunto de las ruinas. Igualmente el plano sirve como punto de partida para tomar medidas más pequeñas con relativa exactitud. Todas las medidas mencionadas en este informe se remiten a esta cuadrícula teniendo, por ello, un valor aproximativo pues los datos no han sido comprobados in situ. De ello se exceptúan, sin embargo, el área de la Huaca 1, el terreno que rodea la Huaca 16 y partes correspondientes a la zona de la Huaca 17 así como' los datos que aparecen en el 24

texto indicando los lugares de hallazgo de vasijas de arcilla. Las áreas de estos santuarios mencionados fueron objeto, por nuestra parte, de una medición exacta que será tratada detenidamente en el capítulo IV. La explicación detallada de la cuadrícula pertenece en realidad al capítulo que se ocupa de los trabajos topográficos. Sin embargo, ya será tomada en cuenta aquí puesto que los capítulos II y III contienen indicaciones frecuentes sobre la situación de construcciones o conjuntos arquitectónicos dentro del área total de las ruinas; de esta forma se facilita su localización en un área tan extensa al proporcionarse los datos específicos de las cuadrículas correspondientes en los planos II y III. Requisito indispensable para nuestros trabajos arqueológicos en Pacatnamú fue proporcionar buenas bases para la planimetría que permitiesen elaborar un croquis exacto. Para obtener esto lo más seguro era aplicar un retículo de cuadrados de 100 m. que debía abarcar todo el área de la 'Ciudad de los Templos'. Los puntos de intersección del retículo podían ser marcados en el terreno y, en caso necesario, servir como puntos de partida para la planimetría. Debido a que los cuadrados de 100 m. eran muy grandes para mediciones de detalle, aquéllos en los que con certeza se preveían trabajos de excavación fueron además divididos en campos de 20 m. cuyos puntos de intersección también fueron marcados sobre el terreno. El sistema de cuadrícula que aparece en los planos antes mencionados es el resultado de estos trabajos de medición. El retículo está orientado de acuerdo a los puntos cardinales; sin embargo, no se ha considerado el Norte geográfico sino el polo magnético actual sobre lo cual se dará una corta explicación en el capítulo IV. Los cruces de líneas señalados con un punto en los mapas representan los puntos de

intersección de la cuadrícula q u e hemos marcado s o b r e el t e r r e n o con piquetes de hierro. Los cuad r a d o s de 100 m. se e n u m e r a r o n de O e s t e a Este con letras mayúsculas (empezando por la A), y de Sur a N o r t e con números árabes (empezando por el cero). Los campos de 20 m. se señalaron con las letras minúsculas de la 'a' hasta la 'e' en la dirección Oeste-Este, y con los números romanos I hasta V en la dirección S u r - N o r t e . Según esta nomenclatura un p u n t o d e t e r m i n a d o se caracteriza por el o r d e n arriba establecido, es decir, mediante la indicación del cuadrado y del campo, y por la medición c o r r e s p o n d i e n t e q u e ha sido comprobada; por e j e m . : Fe (es decir, el cuadrado F de 100 m. y su c a m p o c d e 2 0 m.) 12.34 m. (medición comprobada, partiendo del borde Oeste del campo de 20 m. e n dirección Este)/9 IV (es decir, el cuadrado 9 de 100 m. y su campo IV de 20 m.) 5.67 m. (distancia m e d i d a desde el b o r d e Sur del campo IV hacia el N o r t e ) . El p u n t o de intersección de ambas líneas indica la situación del lugar en cuestión cuyos datos completos de medición serán por lo tanto: Fe 12.34 m . / 9 IV 5.67 m. Todas las medidas f u e r o n realizadas de acuerdo a este orden, nunca e n sentido contrario. En este capítulo, por e j e m plo, se describirá más adelante el descubrimiento d e una vasija d e arcilla. El lugar exacto del hallazgo está r e p r o d u c i d o en el d i b u j o del levantamiento (fig. 2), p u d i e n d o ser leído y e n t e n d i d o en la forma explicada anteriormente. En el capítulo III también se darán referencias sobre las cuadrículas que indican la localización de distintos complejos de huacas, a u n q u e sin medidas. La serie de letras y n ú m e r o s se ha utilizado en la misma forma. H a y q u e señalar, además, q u e los planos comp r e n d e n todas las peculiaridades arquitectónicas principales d e cada c o m p l e j o en la medida que p o d í a n ser reconocidas en la fotografía aérea que sirvió d e base. P o r o t r o lado, cada complejo está provisto de un n ú m e r o arábigo. Esta numeración d e las construcciones en el interior de la llamada 'Ciudad d e los Templos' f u e efectuada en un prim e r diseño p o r U b b e l o h d e - D o e r i n g en 1938. Sin e m b a r g o , en 1953 modificó el orden de la serie p u e s había reconocido que f r e c u e n t e m e n t e varias construcciones pertenecían a la zona de un mismo santuario. Es p o r eso q u e una numeración general y correlativa c o r r e s p o n d i e n t e a todas las construcciones existentes se reveló poco justificada y demasiado complicada; en consecuencia n u m e r ó solam e n t e los santuarios principales, es decir, las construcciones q u e en este informe se denominan 'Huaca'. Las estructuras adicionales que claram e n t e pertenecían a las 'Huacas', como, p o r e j e m plo, las llamadas 'Estructuras Este', los 'Recintos O e s t e ' y los 'Recintos Sur', cuyo significado será

discutido más adelante, f u e r o n señaladas con las iniciales EE, R O y RS, respectivamente, y con el n ú m e r o de la huaca. Las siglas se basan en este último e s q u e m a de números y letras; en 1962 y 1977 añadimos nosotros algunos datos complementarios. El plano III es una repetición del plano II tanto una representación esquemática de los complejos d e huacas con claros contornos como también de todas las calles, callejas y la plaza principal ya que ellas constituyen las únicas obras con carácter urbanístico. Los n o m b r e s elegidos para las vías de comunicación tienen referencia ya sea en el sentido d e la calle o calleja correspondiente, es decir, de a c u e r d o a los p u n t o s cardinales, o bien a la dirección q u e conduce a o t r o asentamiento más alejado: 'Pasaje Este' o 'Calle d e C h é r r e p e ' (localidad al n o r t e d e Pacatnamú, c o m o ya se señaló en el capítulo I). En las otras dos denominaciones, 'Calle Principal' y Calle G r a n d e ' , se tuvo en cuenta las características específicas de la calle en cuestión. El t é r m i n o 'Plaza Mayor' n o precisa explicación. En el plano III, además, el área del suburbio que se e x t i e n d e al norte y principalmente al nordeste d e la muralla, ha sido elaborado con mayor detalle y d i b u j a d o hasta el margen del ángulo correspond i e n t e del plano. Las construcciones q u e más destacan e n esta zona f u e r o n designadas con las letras d e A hasta W , c o m e n z a n d o p o r la izquierda. La abreviatura 'En.' significa 'entierros' y aparece también en los cementerios al sur de la muralla. En los textos de todos los capítulos la palabra ' H u a c a ' con frecuencia no se escribe completam e n t e c u a n d o se trata d e la construcción religiosa principal sino q u e se utiliza solamente la letra inicial d e la palabra c o m o ya hiciera UbbelohdeD o e r i n g en sus publicaciones, p o r e j e m p l o H . 16 o H.l. El c o n j u n t o de las ruinas de Pacatnamú p u e d e ser dividido a grosso modo en tres zonas: I. la parte más edificada de la ciudad que se ext i e n d e d e s d e la muralla hasta la estrecha lengua d e tierra situada en el e x t r e m o Sur de la meseta (véanse las láminas 1 y 12); 2. la parte situada e n t r e la muralla de la ciudad y el terraplén (lám. 12); 3. la zona d e n o m i n a d a 'suburbio' que es atravesada p o r el terraplén diagonalmente. C o n sus tramos d e zanjas rectangulares y sus unidades arquitectónicas contrasta claramente con la disposición arqueada de las demarcaciones de la ciudad (véanse en la lámina 12 las tres zonas de la ciudad). Estas tres zonas de la ciudad serán descritas a continuación p o r separado en este mismo orden. En ningún caso se ha hecho referencia al posible 25

orden cronológico de los períodos de construcción ya que hasta ahora faltan las respectivas investigaciones. Con frecuencia otros autores han puesto de relieve el mayor grado de corrosión de las construcciones en la mitad occidental del terreno, especialmente en la zona mencionada bajo punto 1. El puede ser observado en todas las aerofotos pero no sirve como criterio para la existencia de una mitad más antigua y otra más reciente. A pesar de suposiciones contrarias este aspecto es solamente atribuido a factores climáticos habiendo sido ya citado

por Kroeber como la última de tres posibilidades22: «The northwestern end is much more crumbled and rounded, owing either to greater age, different construction, or, probably, greater exposure to the sea air.» Desde el punto de vista urbanístico de ninguna manera se registra una separación entre la mitad Este y la mitad Oeste de Pacatnamú. En cambio, particularmente en la zona urbana mencionada más arriba en primer lugar, aparece muy notoriamente en la dirección Norte-Sur una subdivisión y separación por medio de las vías de comunicación.

1. La 'Ciudad de los Templos' de Pacatnamú En todas las fotografías aéreas del sitio de ruinas se destaca la muralla de la ciudad como la divisoria más resaltante. La mitad de ella es aún bastante alta y bien conservada pudiendo proyectar, por eso, una sombra nítida sobre el terreno (láminas 1, 12, 13B y 14 A). Junto con el foso que la acompaña al lado Norte, la muralla forma una curva suave, parcialmente acodada, delimitando la parte urbana más significativa que en conjunto puede ser denominada, con toda razón, 'Ciudad de los Templos'. Esta es el área que cautiva inmediatamente y en particular las miradas de cualquier observador de cada aerofoto de Pacatnamú debido a la concentración de sus construcciones, especialmente la gran Huaca 1 en el Sudeste fuertemente demarcada por altos muros. El límite N o r t e de esta zona está muy claramente marcado por esta muralla; la delimitación Sur, en cambio, se reconoce con más dificultad: aquí se trata de un muro ubicado a unos 210 m. al sur de la última huaca (la número 38) construida sobre la lengua de tierra. Este muro atraviesa toda la meseta la cual tiene aquí un ancho de 180 m. Probablemente consiste de adobes de acuerdo a la costumbre de Pacatnamú en aquel entonces. N o obstante, esto no puede ser afirmado con toda seguridad pues aún no han sido realizadas las investigaciones correspondientes. Hay que descartar la tapia23, es decir, el barro apisonado ya que en ningún lugar de Pacatnamú se ha encontrado como material de construcción; la muralla de la ciudad fue igualmente construida con adobe. El muro meridional está tan corroído que apenas puede ser percibido sobre el terreno aunque la 26

gran cantidad de sus restos permite adivinar que en tiempos pasados pudo haber tenido una altura considerable. Inmediatamente al sur del muro, en la parte oriental de la lengua de tierra, se encuentra una agrupación de patios y construcciones con medidas exteriores de por lo menos 100 x 45 m.; sin embargo, se la considera estar situada fuera del límite Sur de la ciudad y no incluida dentro del área de la misma. En consecuencia, el terreno de la 'Ciudad de los Templos' presenta una extensión de 0.845 km?. En dirección Este-Oeste la parte más ancha alcanza aproximadamente 1,450 m. y la mayor longitud en dirección Sudeste-Noroeste unos 1,550 m. medidos desde el muro Sur hasta el segundo recodo oriental de la muralla de la ciudad. Repetidas veces se ha tratado sobre los complejos de huacas los cuales dan la característica peculiar a esta parte de Pacatnamú. Igualmente se ha hecho mención de que su estructuración está constituida por muchos elementos arquitectónicos individuales en diferentes formas de combinación y que se encuentran por toda el área religiosa de la ciudad. Ya que algunas de las construcciones secundarias serán nombradas en las explicaciones en seguida, aquí se describirá como modelo, para una mejor comprensión, el complejo religioso total tomando por ejemplo la gran Huaca 1 (lám. 25). Los componentes de un tal complejo pueden ser los siguientes: a) una construcción aterrazada de dos o tres cuerpos superpuestos con el edificio religioso principal, el templo, en la plataforma superior. Esta construcción presenta una semejanza vaga con

b)

c)

d)

e)

f)

un tronco de pirámide escalonado siendo ella la 'Huaca' propiamente dicha en el sentido de este informe. Casi siempre suele ser la construcción más grande independientemente de las dimensiones del área total del complejo correspondiente; delante de la huaca, es decir, siempre al norte de ésta se extiende un patio amurallado en donde se encuentra generalmente un altar o, en ocasiones, dos; una estructura más baja que la huaca, a lo sumo con dos terrazas, situada, en muchos casos, a mayor o menor distancia al nordeste de la huaca. De ahí que Ubbelohde-Doering designara este componente arquitectónico secundario con el nombre de 'Estructura Este'; al oeste de la huaca puede haber varios patios o a veces solamente uno; en este informe nos referiremos a ellos con los términos 'Recinto Oeste', 'Terreno Oeste' o, en último caso, simplemente 'Patio Oeste'; al sur de la huaca hay un área perteneciente a cada complejo religioso y que jamás falta aun cuando presente dimensiones extraordinariamente diferentes. A veces todo el 'Recinto Sur' está amurallado; frecuentemente sólo una parte se destaca en esta forma mientras que el resto del área Sur está rodeado de muros poco resaltantes; en el lado oriental de la huaca y ocasionalmente al este de la 'Estructura Este', como en el complejo de la Huaca 1, pueden aparecer patios adicionales con construcciones más pequeñas.

En resumidas cuentas, con frecuencia se trata parcialmente de amplias y complicadas agrupaciones cuyo esquema de estructuración así como sus componentes particulares serán explicados detalladamente en el capítulo III a medida que vayan siendo reconocidos. En la presente descripción estas agrupaciones serán tomadas en cuenta como un todo; solamente se entrará en detalles cuando se trate sobre su situación dentro del área de la ciudad y con respecto a su comunicación con calles y plazas en sus alrededores. Los distintos sectores urbanos que se localizan en la 'Ciudad de los Templos' no siempre se diferencian claramente unos de otros con excepción única del área Sur cuya separación del resto de la ciudad resulta evidente. A primera vista no puede notarse en las fotografías aéreas que el resto de la ciudad se compone también de dos distintos sectores: el medio y el Norte. En el sector medio, a su vez, pueden diferenciarse tres partes en dirección Este-Oeste.

Los tres sectores de la ciudad, ordenados de Norte a Sur, están separados entre sí por calles y caminos e incluso por una plaza. De éstos lo que más llama la atención es una depresión en la forma de una zanja que cruza el área de la ciudad en su totalidad aislando completamente la parte Sur de la del resto (láminas 13A y 24B). El ancho de esta depresión llega hasta cinco o siete metros; el suelo está bastante nivelado y no se parece mucho al de una zanja lo cual se puede apreciar claramente en una fotografía aérea tomada en ángulo oblicuo y publicada por Kosok 24 . No obstante, aún no se han realizado las investigaciones pertinentes confirmando que se trate realmente de una zanja frecuentemente dado por supuesto como resultado de observaciones someras. Inclusive es cuestionable la idea de que una acequia haya atravesado la ciudad pues existen argumentos que contradicen esta hipótesis. Es un hecho, en primer lugar, que faltan los canales afluentes; por otro lado, todavía no se ha comprobado si las depresiones con forma de zanja y que se encuentran inmediatamente fuera de Pacatnamú, pueden ser consideradas, en resumidas cuentas, como partes de un sistema de irrigación. Es por eso que se debe tomar con ciertas reservas las observaciones que Kosok hace a una de sus fotos en relación con 'large canals' debiéndose subrayar, más bien, su anotación sobre la no localización de restos de campos de cultivo25: «To the right of the picture several large canals were found but no remains of cultivated fields could be located in the canal región». Igualmente tampoco es extraño que en el interior de la ciudad no se encuentren restos de los canales de distribución que condujesen a cualquiera de los terrenos o complejos de construcciones que debían ser provistos de agua. Por consiguiente, no se trata de un sistema de canales de abastecimiento de aguas. Si, en segundo lugar, se adoptase, por el contrario, la hipótesis opuesta considerándose la posibilidad de un canal de descarga se tendría como argumento la inutilidad de una instalación semejante en una región en la que apenas llueve quedando así esta hipótesis fuera de todo debate. La tercera razón en contra de una acequia es la más convincente y, además, ofrece la clave para la única interpretación plausible de este dispositivo. En algunas partes se reconoce claramente que la depresión está provista parcialmente de demarcaciones a ambos lados que inclusive son más elevadas que el terreno adyacente. La delimitación Sur se destaca como si fuese una pared alta y continua y en forma más clara que la del Norte. En aquélla hay interrupciones como por ejemplo: a) en el lugar donde se encuentra la puerta principal del complejo de la Huaca 1, es decir, frente a la huaca; 27

b) aproximadamente 350 m. hacia el Oeste entre las zonas delimitadas de la Huaca 27 y la Huaca 28 se ubica una calle lateral demarcada por muros; ella conduce hacia el Sur recibiendo el nombre de 'Calle de Barranca'; c) por último, otros 75 m. hacia el Oeste se encuentra una ampliación del área probablemente formando una plazuela; enfrente desemboca además la 'Calle de Chérrepe' orientada hacia el Norte. Todos estos factores resultarían incomprensibles en un canal. De ahí se puede deducir que presumiblemente la depresión sea una calle y precisamente la calle principal de la 'Ciudad de los Templos' aun cuando su curso sea irregular, al contrario de los caminos incaicos tan exactos y en línea recta. El hecho de haber estado a menor altura que el terreno adyacente y que, además, estuviera cercada en gran parte por muros no era extraño en el Perú de aquellos tiempos; el pueblo estaba muy familiarizado con los estrechos corredores entre altos muros que no permitían ver ni a derecha ni a izquierda a lo largo de muchos metros. Por ejemplo tal era el caso en las Ciudadelas y centros de administración en Chanchán. N o es muy desacertado pensar que en una ciudad, formada casi exclusivamente por adoratorios, el suelo santo haya podido estar literalmente 'a un nivel superior' a los caminos profanos por donde tenían acceso no sólo los peregrinos y creyentes sino también gente de todos los estratos sociales que no pertenecían a la casta sacerdotal. Ello hacía necesario no solamente el tener que subir para entrar a las construcciones de las divinidades veneradas sino también alzar la vista hacia la puerta de entrada, al patio del altar, situado en un lugar elevado. Esto se puede demostrar, por lo menos, en el caso de la Huaca 1 ya que el nivel de aprovechamiento del gran patio Norte del complejo ubicado detrás de la puerta principal, está 1.50 m. por encima del nivel de la calle. La dirección de la 'Calle Principal' de la 'Ciudad de los Templos' hay que darla por supuesta ya que, con una excepción, las construcciones religiosas principales de todos los complejos individuales, por pequeñas que sean, están orientadas, con insignificantes irregularidades, hacia el Norte. Indudablemente todos los complejos destinados al culto tenían una misma orientación religiosa estando por ello yuxtapuestos en dirección Este-Oeste. Por esta razón era necesario un camino de comunicación en el mismo sentido. Al sur de la 'Calle Principal' empezando por el Este y llegando hasta la 'Calle de Barranca' (véase el Plano III), se encuentran las áreas de la Huaca 3, Huaca 2 y la Huaca 1, Huaca 31, Huaca 30 y la Huaca 27. Al oeste de la calle lateral que conduce 28

hacia el Sur continúan los complejos de la H.28, H.29 y H.26. Todas estas estructuras debieron tener un acceso directo desde la calle principal al antepatio situado al norte en todos los complejos. N o obstante, esto no puede ser comprobado en todos los casos pues con frecuencia al lado de la calle el muro de delimitación está profundamente corroído especialmente en el sector occidental de la ciudad. Sin embargo, estos accesos en el muro Norte del antepatio pueden ser observados claramente en muchos complejos que no están ubicados en esta calle. Todos estos conjuntos religiosos tienen en común un canon de construcción y función modificado solamente en detalles; ellos permiten por lo tanto reconstruir el ingreso principal 'para el público' en la mayoría de las zonas de huacas precisamente en esta delimitación septentrional del correspondiente antepatio Norte. Este se ubica, en muchos casos, casi frente a la rampa de la huaca. Al observar en los planos II y III el sector meridional de la Ciudad de los Templos' llama la atención que sólo la agrupación de nueve conjuntos arquitectónicos religiosos que limita con la calle principal presenta una cierta serie uniforme la cual está únicamente interrumpida por el eje más oblicuo del complejo de la Huaca 1. El área restante, hacia atrás, en este sector no muestra una edificación sistematizada. Recintos pequeños y muy pequeños así como medianos y más grandes parecen estar distribuidos sobre el terreno sin seguir una planificación superior. Es difícil diferenciar las pequeñas unidades de patios y construcciones entre sí especialmente las que están rodeados por un muro común y que se ubican al este de la 'Calle de Barranca' entre las zonas propias a la H. 30, la H. 31 y la H. 34. Apenas es posible relacionar las diminutas construcciones secundarias y los patios de estas unidades con la estructura principal correspondiente (véase también el último párrafo de la introducción ai capítulo III). Ubbelohde-Doering designó estas construcciones con los números 32,41, 42, 51 y 52 no pudiendo reconocer que una de éstas pertenecía a otra como 'Estructura Este'; tampoco pueden ser identificadas por completo como huacas. Ciertamente, todas estas unidades arquitectónicas fueron accesibles desde la 'Calle de Barranca' pues entre el 'Recinto Sur' de la H. 30 y el terreno propio a la construcción No. 42 el cual se ubica más hacia el Sur parece existir un espacio abierto, una plaza, que al atravesarlo se podía llegar desde aquí hasta las estructuras y los patios de este grupo separado situados más hacia el Este. Asimismo, hay que suponer los accesos a los complejos de la H.34, H.36, la H.37 y la H.38

comunicados con la citada calle. Unicamente la ubicación del área de la Huaca 35 parece presentar un mayor problema. Se une por el Este a los complejos de la Huaca 34 y la Huaca 36 y no deja reconocer ninguna posibilidad de ingreso desde el Oeste. N o obstante, en el ángulo Sudoeste del 'Recinto Sur' de la Huaca 1 aparece una amplia abertura que podría haber conducido al terreno situado al norte de la Huaca 35. Esto significaría que este complejo fue el único en el sector meridional de la 'Ciudad de los Templos' que era accesible solamente después de haber hecho un considerable rodeo pues ninguna de las aerofotos ofrece un indicio de que las áreas estrechamente adyacentes a las H.3, H.2 y H . l , ubicadas al final oriental de la 'Calle Principal', hubiesen podido tener comunicación con el sector más meridional del terreno mediante un camino por muy estrecho que éste hubiera sido. Parece que ni siquiera haya existido uno semejante en el borde oriental de la meseta. La oscura huella de la autopista da solamente la ilusión de una comunicación parecida; ella atraviesa bárbaramente partes de las áreas antiguas de las huacas. Los patios y los terrenos meridionales enmarcados por muros de las H.2 y H.3 llegan hasta el borde de la meseta por el lado del río y no parece brindar a los transeúntes un acceso de la 'Calle Principal' en dirección Sur. La H. 35 parece haber exigido a los peregrinos y creyentes una marcha más larga e incómoda hasta la zona destinada al culto. Igualmente poco claros, pero no tan complicados, son los ingresos al complejo de la H.43 situado al oeste de la 'Calle de Barranca". El área que se extiende al sudeste de esta zona no puede ser identificada con seguridad como una plaza pues se reconocen tramos de muros y restos de construcciones más pequeñas. Posiblemente se podía caminar en dirección Sur a lo largo del área de la H.28 y desde aquí llegar a la huaca mencionada. Pero también, y esto es lo más probable, podía haber existido un corredor orientado hacia el Sur entre los terrenos de la H.28 y H.29 partiendo de la calle principal. Esta posibilidad aparece en todas las fotografías aéreas: en el ángulo Nordeste del área de la H . 2 9 se nota claramente una interrupción del lado Sur de la calle principal mencionada más arriba. Aquí el terreno parece ensancharse por el Sur en una pequeña plaza de unos 15 x 10 m; en el plano III se la designa 'plazuela'. En su esquina Sudoeste parece haber existido una callejuela hacia el Sur situada justo frente a la 'Calle de Chérrepe' (lám. 13A). El estado actual del terreno no permite apreciar si éste era sólo un acceso desde la 'Calle Principal' o si el camino al oeste de la H. 39 continuaba hacia el Sur y desembocaba aproximadamente a 150 m. al sur de esta construcción en la

'Calle de Barranca'. Determinados tramos de este eventual antiguo trayecto se utilizan todavía en la actualidad, por ejemplo, cuando los habitantes de Barranca se dirigen hacia el Norte o vienen de allí; sin embargo, no se puede comprobar un rumbo regular pues el terreno entre la H.4 3 y la H. 39 está quebrado y es difícil de transitar debido a una depresión. Por ello debe permanecer abierta la pregunta de si la Huaca 39, el último complejo religioso que queda por mencionar en esta parte de la ciudad, era accesible también desde el Oeste o sólo lo era desde la 'Calle de Barranca'. El atento observador de las fotografías aéreas y especialmente del plano III, en donde se han marcado las áreas de las huacas por separado, reconocerá inmediatamente que estos complejos son terrenos amurallados y que fuera de ellos quedan otros espacios los cuales, si bien al igual están densamente construidos, evidentemente no pueden incluirse dentro de las zonas cerradas de las huacas. En dichos espacios no existen construcciones altas y grandes: uno tiene la impresión de encontrarse frente a agrupaciones de patios y edificios que fueron utilizados como vivienda. ¿Qué estructuras eran éstas, a quién pertenecían, de quién dependían? ¿Eran terreno del Estado? ¿Se trataba de propiedades de sacerdotes de elevada categoría y bien dotados de bienes materiales que dentro de su casta gozaban de una posición privilegiada? O, en caso de que en esta ciudad no dominara solamente el clero, como se sospecha que ocurría en la época de apogeo de Pacatnamú, sino que también jugaran un importante papel los factores comunales, ¿era entonces propiedad particular de un importante administrador o funcionario del Estado? O, ¿hay que ver estas agrupaciones simplemente como posesiones anexas a los complejos de huacas en las que vivían numerosos miembros del clero bajo y de los siervos de la huaca? Y, ¿qué había en la punta Sur extrema de la ciudad sobre el área de unos 175 x 100 m. que se extiende entre el terreno Sur de la H. 38 y el límite Sur de la ciudad ? El terreno parece estar dividido en patios de distintas dimensiones pudiéndose identificar también restos pertenecientes probablemente a estructuras más pequeñas y de poca altura. En el ángulo Sudoeste se encuentra aparentemente un cementerio a juzgar por los numerosos y típicos pozos de saqueo de los huaqueros. Ellos se concentran aquí en un área de 35 X 35 m. ¿Quién mandaba sobre esta extensa agrupación de construcciones? Hoy en día no se pueden contestar aún todas estas preguntas ya que sabemos muy poco sobre esta ciudad y sobre las fuerzas que aquí actuaban, 29

fueran de tipo religioso, político, comunal o, en determinados casos, también de tipo militar. La parte central de la ciudad es una franja de terreno relativamente estrecha en comparación con los otros dos sectores que la limitan. Ya se ha mencionado su límite Sur claramente reconocible con la Calle Principal'. Por el contrario, el deslinde Norte no se distingue tanto aunque también aquí hay un tramo de calle con dirección Este-Oeste (lám. 13 B) recibiendo el nombre de Calle Grande'; se la puede reconocer mejor en la zona media de este sector central. Aquí acompaña ai frente Norte de una amplia planicie abierta que por su situación y dimensiones puede ser designada la 'Plaza Mayor' de Pacatnamú. Este frente Norte de la plaza estuvo antiguamente reforzado por un muro (láminas 13 B, 19 B). En esta zona la calle alcanza su máxima anchura; una medición realizada entre el 'Recinto Sur' de la Huaca 8 y el frente Norte de la plaza arrojó una distancia aproximada de 21.50 m. Semejante medida justificad atributo de 'grande' para una calle, incluso cuando —como en este caso— la dimensión no vale para toda la longitud en forma continuada. En el lado Norte diversos elementos arquitectónicos se extienden hacia la calle desde los muros meridionales de las áreas aledañas de las huacas. Al igual que la 'Plaza Mayor', la 'Calle Grande' también termina en dirección Oeste, en el complejo de la Huaca 12. En lo que respecta a la calle, esto se debe, por un lado, a que la parte noroccidental de esta estructura religiosa, en comparación con el frente Norte de la plaza, sobresale varios metros hacia el Norte, pero, por otro lado, porque la 'Calle Grande' se encuentra entre 1.50 y 1.80 m. inferior al nivel del área que sigue al oeste. Para alcanzar el frente Norte del complejo de la H. 12 y el 'Recinto Sur' de la H.21 hay que subir desde la 'Calle Grande'. Es muy posible que, antiguamente, al comienzo de esta subida se haya destacado el final de la calle mediante un muro con un paso como acceso a la zona occidental. Semejante disposición se deduce en base a la fotografía aérea de 1943 en la cual se puede apreciar mayor cantidad de restos arquitectónicos de los que actualmente podemos encontrar en la región. Al oeste de esta subida también se halla una calle aunque de sólo unos 50 m. de longitud; ella tiene una función interna de conexión cuya parte más amplia mide 15 m. de ancho estando ubicada entre el frente Norte del complejo de la H. 12 y el muro Sur del área de la H.21. Por el contrario, su tercio oriental tiene un ancho menor entre 2.50 a 3 m. debido a un saliente de terreno al norte de la 'Estructura Este' de la H. 12. Por el Oeste la calle 30

queda claramente delimitada por la 'Estructura Este' de la Huaca 13, que sobresale unos 17 m. hacia el Norte y en cuya esquina nororiental el terreno desciende a la amplia depresión. Aquí, además del Complejo de la Huaca 21, existen también accesos al patio Norte de la H. 13 y al área de la pequeña H.53. N o se puede identificar ningún camino ni siquiera una estrecha trocha en dirección Oeste ya que en la zona de la H.14 el terreno vuelve a elevarse repentinamente unos 2 m., de tal forma que la parte Norte de este complejo religioso se sitúa como una pequeña meseta sobre la depresión (lám. 1 3 A). Ciertamente se puede ascender siguiendo el frente de este terreno en dirección Oeste pero es difícil localizar aquí un ingreso a la zona de la H. 15. Este parece ubicarse en otro lugar. Por el contrario, la puerta principal del complejo de la H. 16 se encuentra indudablemente en el muro Norte del mismo; ella pudo ser accesible probablemente desde la 'Calle de Chérrepe'. En la región oriental, la 'Calle Grande' se extiende hasta más de la mitad de la longitud EsteOeste del complejo de la H.8. Aquí sobresalen desde el Sur dos estructuras yuxtapuestas, quedando solamente una callejuela de apenas 3 m. de ancho. Al este, la situación es similar ya que el terreno contiguo sobresale igualmente hacia el Norte. Esta callejuela mide máximo 90 m. de longitud y termina en la esquina Sudeste del área de la Huaca 8. Aquí se encuentra el extenso complejo de la H.47 lo cual no permite la continuación de la callejuela hacia el Este. Lo más probable es que sólo se contara con un estrecho acceso a la zona Norte de la huaca. D e los factores precitados se desprende que este sector central de la ciudad tiene una anchura desigual en dirección Norte-Sur. Así, en sus zonas central y oriental mide entre 115 y 120 m. La parte occidental se ensancha continuamente desde la H. 13 hacia el Oeste hasta alcanzar unos 180 m. en el borde de la meseta al lado del océano. Ello se debería no sólo al trazado de la 'Calle Principal' cuyo tramo occidental se desvía considerablemente de la dirección del tramo oriental, sino también a que las áreas demarcadas sobresalen más hacia el Norte desde la H. 13 hasta el acantilado que da al mar. Este sector central se aprecia claramente en la foto publicada por Kosok 2 4 , ya mencionada más arriba, donde se pueden ver tanto la plaza así como las dos calles que la delimitan; en especial se distingue muy nítidamente el amplio tramo de la 'Calle Grande'. La parte occidental de este sector ofrece un cuadro bastante uniforme. Es el área más sistemáticamente edificada de toda la 'Ciudad de los Templos' y una genuina región religiosa. Aquí se encuentran

nueve complejos de santuarios casi uniformemente agrupados aun cuando intersección e interposición son la regla en este tipo de planificación. En el extremo Oeste, entre la H. 16 y la H. 17, está ubicada la 'Calle de Chérrepe' con un ancho entre unos 8 y 10 m.; desde la 'Calle Principal' sigue en dirección Norte (lám. 13 A). N o ha sido una inmediata prolongación de la 'Calle de Barranca' la cual procede del Sur; la 'Calle de Chérrepe' empieza a 75 m. de distancia al oeste de aquélla. La construcción religiosa más importante, es decir, la más grande y más alta del grupo de huacas de esta parte de la ciudad, es la H. 12 compuesta de tres plataformas. Junto con su área es la más oriental de las estructuras en esta fila continua. En este complejo llama la atención la inexistencia de un 'Recinto Sur' en la disposición habitual y del tamaño mínimo o, dicho de otra forma, él no puede existir. La construcción principal se halla tan próxima a la 'Calle Principal' que en su lado Sur sólo queda una estrecha franja como última zona del terreno de la huaca. La zona Oeste, como área secundaria, es también muy reducida para una construcción religiosa tan grande; incluso el patio Norte es notablemente pequeño cuyas dimensiones no alcanzan ni el tamaño de la base de la huaca. Decididamente el alineamiento septentrional del conjunto estuvo tan fijado que era imposible una expansión por este lado así como hacia el Sur y el Oeste. En cambio, por el Este parece haberse procedido más generosamente; aquí el santuario tenía más terreno del habitual. Todas estas particularidades y desviaciones del esquema usual de planificación para construcciones de este tamaño llaman la atención y, en general, dan la impresión de que la disposición de la huaca no hubiese sido prevista aquí y en esta forma. La situación que ha llegado hasta nosotros de la construcción de la H. 12 puede ser interpretada hipotéticamente de dos formas distintas pues las investigaciones arqueológicas correspondientes están aún por realizarse. Así, el complejo en su conjunto con todas sus estructuras en sus tamaños actualmente perceptibles pudo haber sido un último añadido oriental al grupo de huacas; esto bien pudo significar determinadas concesiones en el lado Este debido a su escaso terreno edificable existente y posiblemente a costa del bien comunal. La segunda posibilidad sería que la última situación en que se encontraba la huaca también correspondiese a una estructura tardía pero resultante más bien de la modificación y ampliación de una huaca más pequeña que tal vez esté ubicada debajo. La fase más antigua poseyó quizás un 'Recinto Sur' que fue sobreedificado casi por completo debido al posterior ensanche del santuario. Probable-

mente fue en esta época cuando se adquirió más tierra en el lado Este del complejo y se la anexionó al área de la huaca. Sea como fuere, esta zona religiosa destaca claramente que sólo la construcción principal y su antepatio Norte fueron núcleo de todos los complejos de huacas; por razones de culto en cada caso tuvieron una ubicación y orientación fijada e inalterable. En la 'Ciudad de los Templos' hay solamente una excepción a esta regla: la Huaca 3 que no posee un antepatio Norte. Si se le hubiera añadido una 'Estructura Este' entonces también hubiese tenido que ser parte arquitectónica vinculada con un lugar determinado y acondicionado para el culto; por consiguiente la 'Estructura Este' puede ser vista como el tercer elemento que amplía el núcleo. Los demás patios y construcciones, independientemente de su ubicación como 'Recinto Oeste' o 'Recinto Sur' o como grupo adicional de patios en el lado Este e independientemente también del terreno que ocuparan individualmente o en conjunto, no solamente fueron susceptibles de variar su ubicación u orientación sino que podían ser omitidos por completo si así lo exigían factores externos. En consecuencia ninguna de estas estructuras secundarias más o menos amplias tuvo algo que ver con el verdadero culto, es decir, con los rituales; ellas fueron deseadas y, en cierta medida, necesarias para las actividades generales en estos conjuntos religiosos. Sin embargo, no guardan relación alguna con las ceremonias que se realizaban en el antepatio Norte o dentro y ante el templo situado sobre la huaca. N o vamos a entrar en detalles aquí sobre las huacas que se encuentran al oeste de la H. 12 (lám. 13 A). Ya se ha destacado que las entradas principales están ubicadas generalmente en el lado Norte de los complejos; las huacas del sector central de la ciudad tampoco son una excepción. Solamente se excluye el área de la pequeña H. 15a la cual no cuenta con acceso alguno desde cualquier calle por el Norte; se localiza al sudoeste del terreno de la H. 15 que la limita al norte y al este. Por ello, el ingreso principal debió abrirse por el lado Oeste en donde se encuentra un estrecho corredor intercalado entre las áreas de la H.15a y de la H.16. No obstante, también parece que el complejo de la H. 15 sólo era accesible desde el Norte por una especie de callejón sin salida pues delante de su patio Norte se ubica un grupo de patios del Este que puede ser incluido dentro del terreno de la H. 14. Todos los demás adoratorios de este grupo eran accesibles directamente desde el Norte. 31

La parte central de este sector de la ciudad, la Plaza Mayor' (lám. 20 B), no está claramente delimitada ni por su lado Este ni por el Oeste. La extensión Norte-Sur de unos 110 m. es comprobable sin dificultad; en la otra dirección, sin embargo, si bien puede ser válida una medida parecida abarca, no obstante, solamente 60 m. hasta 80 m. siendo evidentemente menor. Esto no se desprende de las fotografías aéreas disponibles; por una parte, la delimitación oriental del complejo de la H. 12 está demasiado corroída y borrosa como para poder reconocerse dónde empieza la plaza y, por otra parte, tampoco es claro dónde comienzan las pequeñas construcciones y los patios del lado Este que se podrían considerar como 'barrio de viviendas'. Para la zona meridional de la plaza se puede suponer de forma aproximada que su línea fronteriza hipotética sea la prolongación del alineamiento Este de la construcción No. 45, situada dentro de la plaza. En cambio, la parte Norte de la 'Plaza Mayor' se extendió al parecer más hacia el Este, probablemente hasta la construcción No. 46 y en dirección Norte pasando al lado de ella. Ya se señaló más arriba que la cara Norte de la plaza estaba delimitada por un muro. En el frontis Sur sólo se puede reconocer una parte de muro frente a la 'Estructura Este' de la H. 1; el resto que se extiende hacia el Oeste también puede ser percibido pero está fuertemente corroído. Por el contrario, es claramente visible que el área total de la plaza se encuentra en un nivel superior al de la 'Calle Principal' en el lado Sur y la 'Calle Grande' en el frente Norte. Posiblemente la 'Plaza Mayor' por su lado Oeste ha estado separada también del terreno adyacente mediante muros. Estos atravesaban tal vez la plaza en toda su extensión Norte-Sur formando varios recodos, resaltos, entrantes, pequeños patios enclavados y aberturas para pasos. De todos modos las distintas fotografías aéreas podrían dar semejante impresión. Sin embargo, las correspondientes elevaciones del suelo son tan bajas, indistintas y tan poco convincentes que la posibilidad mencionada, incluso como sospecha, debe ser acogida con escepticismo. Con seguridad se debe considerar esta plaza como zona comunal de la ciudad. Sería interesante obtener informaciones, mediante investigaciones pertinentes, sobre si la plaza estuvo separada de la región de huacas adyacente al oeste por medio de elementos arquitectónicos propios pertenecientes a su área sin haber estado limitada únicamente por los muros orientales de los patios de la Huaca 12. La plaza no ofrece al observador de hoy ningún punto de apoyo para la hipótesis de la existencia de construcciones antiguas sobre este terreno. La con32

sistencia de la superficie es muy blanda: el suelo cede bajo cada paso y apenas se pisa zonas duras menos aún partes barrosas y firmes como existen con frecuencia en los complejos de las huacas. El terreno se eleva ligeramente en dirección Oeste. N o obstante, en su parte Norte no posee un nivel uniforme pues la superficie está surcada por diversos derrubios configurando irregularmente, por ello, el borde septentrional de la plaza. Además, entrantes y salientes perturban dicho frente resultando difícil creer que en tiempos pasados haya existido aquí una delimitación consistente y en línea recta. Sin embargo, durante las recientes investigaciones se ha tenido la suerte de localizar, durante la luz crepúscula, restos de esta antigua delimitación Norte. Precisamente frente al estrecho patio sudoccidental perteneciente al área de la H. 10 (la cual se halla en el sector Norte de la ciudad), sale una rampa que sube desde la 'Calle Grande' hasta la plaza. En el extremo superior de dicha subida se destacan, sobre la superficie de la plaza, las plantas de los dos cuerpos laterales cuadrilongos de una puerta. Estas están compuestas por asientos de canto rodado. La puerta se encuentra en un muro grueso igualmente de canto rodado que corre paralelamente al frente de la plaza. El lado Sur del muro, que da a la plaza, ha sido puesto al descubierto en una parte derrubiada algo más hacia el Este, resultando claramente visible. Por el contrario, la situación del lado Norte sólo se puede calcular; posiblemente era escalonada o tenía una forma de talud. El grosor de la parte superior del muro parece haber medido unos 2.40 m. Respecto a la puerta, hay que mencionar las siguientes medidas: el vano mide 5.50 m. y la dimensión Norte-Sur de cada cuerpo lateral cerca de 2.70 m. El cuerpo Oeste de la construcción posee una dimensión Este-Oeste de 2.35 m. mientras que para el cuerpo Este sólo se constató un máximo de 2.00 m. De todas formas el borde oriental no se puede localizar con exactitud habiendo que cuestionar esta medida. Una de las zonas más complicadas se encuentra al este de la 'Plaza Mayor'. La complejidad se debe no sólo a los patios y estructuras muy pequeños y notablemente intricados; aquí colindan también y hasta se entremezclan los terrenos religiosos y los comunales. Este parece ser el caso del área comprendida entre las construcciones No. 45 y No. 46 y la Huaca 4. Por lo menos la pane septentrional, algo más pequeña, da la impresión de ser una zona parcialmente destinada al culto a pesar de que su construcción principal no puede ser identificada. Esta zona debe haber sido accesible desde el patio

Figura 2. Esquina de un patio o aposento puesta al descubierto en la cuadrícula Ld/81V, con el ceramio invertido encontrado in situ.

Levantamiento: 9.6.1962 Dibujo por G H : 14.6.1962

Diversos niveles del suelo de barro pisado, mezclados con desechos (caracoles, pequeñas conchas, restos de caña y trocitos de carbón). Hoyo donde se ubicaba la vasija. En el barro del suelo todavía se percibe la huella del borde de ella. En el nivel superior y cerca del hoyo se encontraron hueso y medio de palta (Persea americana). Parte de una mazorca de maíz sin granos, incrustada en el barro del paramento.

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Norte de la H.4 por una abertura en su muro occidental. Anteriormente se mencionó que la parte Sur de este terreno parece haberse extendido hasta la 'Calle Principal' pudiendo considerarse como barrio de vivienda exclusivamente siempre y cuando las filas de patios y estructuras no se vean como almacenes comunales. Las dimensiones de los aposentos son, por ejemplo, 2.50 x 3.50 m. y 2.50 x 4-5 m.; a veces hay también unidades de 5 x 7 m. hasta 6 x 10 m. pudkndo interpretarse estos últimos como patios. l o s reducidos grosores de los muros son indicios de tratarse de viviendas lo cual se pudo determinar por la situación del hallazgo efectuado en esta región especial de las ruinas. Sobre ello se hará aquí una corta referencia ya que apoya la sospecha anteriormente mencionada respecto al carácter de vivienda de este terreno. Durante las mediciones realizadas fuera del muro septentrional del patio Norte del complejo de la H. 1 nos llamó la atención una vasija de arcilla que se destacaba insignificantemente sobre la superficie; se encontraba sobre el terreno elevado ubicado al norte de la 'Calle Principal'. La vasija estaba boca abajo. Nos decidimos a tomar nota de la situación pues precisamente al lado occidental del ceramio se hallaban restos de muro de adobe con el que parecía haber una relación. Después de medir el lugar realizamos una excavación de sondeo: se encontraba dentro de la hilera de aposentos más meridional del área densamente edificada; aproximadamente frente al ángulo Nordeste del pequeño grupo de patios situado al este de la 'Estructura Este' de la Huaca 1. El muro de adobe evidenció ser perteneciente al ángulo Noroeste de un cuarto o patio en el cual había varias capas de suelo superpuestas. No se constató un piso de barro duro; sólo había diferentes niveles apisonados. Unicamente bajo la vasija, que había sido colocada junto a la pared occidental del aposento, el suelo estaba formado por una dura capa de barro en la que se había incrustado el borde del ceramio. En el dibujo sobre el retículo, en la figura 2, se reproduce el estado de la excavación. Según nuestras mediciones la cuadrícula trazada para la ciudad sirve de base al retículo dibujado; el lugar del hallazgo puede transferirse en esta cuadrícula (plano II) siguiendo las indicaciones que aparecen arriba y a la derecha en las líneas de medida. Las crucecitas y los números que hay dentro del dibujo son puntos de medición de altura y sus cotas corresponden al punto de comprobación base establecido por los autores para Pacatnamú (véase capítulo IVA). El perfil de la vasija se muestra en la fig. 3. La decoración que aparece en forma de aplicación en 34

la parte superior del recipiente debajo de la base del cuello está formada por una pieza de arcilla gruesa y redonda en la cual se han impreso dos concavidades laterales con las yemas de los dedos. Lo que no está claro es por qué la vasija estaba boca abajo. Pero aquí no sólo interesan el ceramio y los muros sino también las observaciones respecto a los desechos que estaban entremezclados en las capas del suelo, es decir, los que se incrustaron allí

10,cm. Figura 3. Perfil y aspecto del adorno del ceramio encontrado en el llamado «barrio de viviendas». (Véase también la fig. 2, hoja del levantamiento).

con el paso del tiempo: caracoles, conchas, huesos de palta (persea americana) y, en el barro del paramento Oeste del muro de adobe, una mazorca de maíz; a esto se añadían restos de cañas y de carbón vegetal en el suelo superior. Todo ello revela claramente ocupaciones cotidianas, como preparación o consumo de alimentos, que apenas se puede dudar de la finalidad de este aposento y asimismo, probablemente, de las construcciones adyacentes en esta zona. Queda en la incógnita si en otras partes de este terreno también podrían haberse determinado lugares similares con restos que señalen igualmente el carácter de vivienda. Para mayor precisión serían necesarias exploraciones arqueológicas más amplias con objeto de ayudar a corregir, en lo posible, la opinión mantenida hasta ahora de que la estructuración de Pacatnamú era exclusivamente religiosa. También son inciertas las funciones y la correspondencia de las construcciones localizadas entre la Huaca 4 y la Huaca 47. Por cierto, debido a sus muros perimetrales pueden ser distinguidas como unidades arquitectónicas pero no se puede deducir que ellas estaban relacionadas entre sí o si tenían carácter profano o religioso. Ni siquiera se puede sacar una conclusión en base a las aerofotos ni sobre el terreno. En esta zona sólo una cosa es segura: el extremo oriental se halla ocupado por un complejo religioso. Se trata de la Huaca 47 con su terreno y sus construcciones secundarias que se extienden hasta el borde de la meseta en el lado del valle fluvial. Precisamente aquí los carros han estropeado bastante las esquinas no pudiéndose localizar los antiguos límites del área. El tercer y último sector de la 'Ciudad de los Templos' llega hasta la muralla de la ciudad. También posee una zona coherente de santuarios pero ubicada al Este (lám. 13 B) en contraposición con la región religiosa del sector central de la ciudad. Sin embargo, se extiende por el Oeste hasta más allá del centro de la ciudad de tal manera que avanza hasta la alineación occidental del complejo de la H. 13 de la zona religiosa del sector central. La parte de más fácil orientación abarca, empezando por el Este, los complejos de la Huaca 5 hasta la Huaca 10 pues están consecutivos sistemáticamente. El grupo sólo es interrumpido por una estrecha calle cuyo trayecto pasa entre la Huaca 7 y la Huaca 8. Su anchura tiene máximo 3 m. y apenas se percibe en las fotos. Empieza en el ángulo Sudeste del complejo de la H.8 y desde aquí se dirige hacia el Norte a lo largo del muro Este del área. Aproximadamente en el alineamiento Norte de la H.7 el trazado del camino se vuelve poco claro. Aquí atraviesa diagonalmente una plaza o un terreno

pobremente construido antes de desviarse hacia el Este; luego dobla hacia el Nordeste para, finalmente, dirigirse a través de la supuesta puerta más oriental de la ciudad hacia el exterior. Debido a su orientación esta vía recibió el nombre de 'Camino de Guadalupe'. Todavía en nuestros días se utiliza esta comunicación cuyo trayecto pasa, como siempre, sobre la región oriental de la pampa a lo largo del valle del Jequetepeque. El cerrado grupo de zonas religiosas anteriormente aludido tiene en la Huaca 10 una delimitación visual: el muro occidental de este complejo sigue no sólo en línea muy recta y regular sino que también se orienta ligeramente más hacia el Norte que los conjuntos arquitectónicos de las Huacas 50, 23a, 49 y 24a localizados frente al lado Oeste del complejo de la H.10 (véase el plano III). Las delimitaciones orientales de estas cuatro áreas no poseen una alineación conjunta pues se adelantan hacia el Este cuanto más al norte se hallan. El terreno de la H.50, el más meridional de dicho grupo, es el más alejado del área Oeste de la H. 10 dejando una zona intermedia entre los dos complejos vecinos. Se podría tomar ésta como una plazoleta que estaría en comunicación con la 'Calle Grande' mediante una callejuela de sólo 1.50m. de ancho. Esta medida reducida resulta gracias a una construcción oblonga que ocupa la esquina sudoriental de la zona intermedia siendo accesible únicamente desde ésta. En la parte Norte restante, cuya mayor extensión Este-Oeste mide aproximadamente 16 m., se destacan en el área marginal oriental numerosos muros de poco grosor que se proyectan desde el límite Este. Ellos separan pequeños espacios consecutivos en dirección NorteSur que se extienden hasta el terreno de la Huaca 23a. Esta parte de la plazoleta mide fácilmente 37 m. de largo dando la impresión de poseer un ámbito Este a modo de una pequeña calle de mercaderes cuyas tiendas medirían entre 1.50 y 2 m. de ancho hasta 8 m. de largo. No es posible definir la finalidad que pudo haber tenido realmente esta sección. Frente a la resaltante esquina Sudeste del terreno de la Huaca 23a un muro angular abierto hacia el Noroeste probablemente sirve de término a la hilera de los pequeños espacios citados. Desde aquí solamente un pasaje que se vuelve cada vez más estrecho sigue en dirección Norte hasta un saliente del muro Este del complejo de la H.49. Entre el terreno restante de la H.49 y el área de la H.24a, por un lado, y la zona Norte de la H. 10, por el otro, hay una estrecha franja de tierra que se encuentra en un nivel más alto que el pasaje. Ella es transitable y puede ser considerada como un camino interno ya que en la esquina Nordeste de la 35

H.24a existe la posibilidad de doblar hacia el Oeste. Respecto al pasaje hay que señalar que es presumible la existencia de una puerta al terreno Sudeste de la Huaca 23a. Asimismo es probable que la plazoleta poseyera una entrada a un área religiosa, concretamente en su ángulo Noroeste donde aparentemente está ubicado el único acceso a los patios septentrionales del complejo de la Huaca 50. Las áreas de las huacas que se encuentran al oeste de la Huaca 10 no ofrecen un cuadro tan homogéneo como las del grupo Este anteriormente mencionado. Aquí se observa la tendencia de construir siguiendo la dirección Norte en lugar de la habitual sucesión Este-Oeste. Por ello, los complejos de las Huacas 49 y 50 no tienen el acostumbrado ingreso desde el Norte. En esta zona atrae la atención la ausencia de una planificación sistemática y, en cierto modo, se parece un poco al tipo de urbanización que muestran algunas partes en el sector Sur de la ciudad. Además, algunos complejos están completamente aislados como, por ejemplo, la H.21 ubicada dentro del lecho seco hundido, la H.40, última que se encuentra en dirección Oeste, y el área de la diminuta H.48 vecina a la voluminosa Huaca 8. Entre las huacas y la muralla de la ciudad existen numerosos complejos que no poseen construcciones compactas y que, en consecuencia, no pueden verse como terrenos religiosos en el sentido de este estudio. En su mayoría son conjuntos de patios en los que probablemente existían viviendas de las que se ha conservado muy poco. Quizá fueron construidas con un material de rápida descomposición. Por tanto, esta zona podría ser considerada como barrio de viviendas periférico de la 'Ciudad de los Templos', es decir, como terreno comunal. Un barrio en donde no sólo residía una población fija incluyendo los artesanos sino también donde numerosos peregrinos podían encontrar alojamiento después de largas y penosas caminatas y que llegando a la ciudad, luego de haber realizado sus ofrendas, querían descansar algún tiempo antes de emprender el fatigoso regreso. Por ello, al recorrer este terreno se encuentran no sólo los habituales e innumerables fragmentos de vasijas ceremoniales y de uso doméstico sino también trozos de implementos de piedra tales como lastres para redes, cabezas de macanas, morteros y aros de piedra, etc. Sobre la superficie también se hallan conchas de caracoles y de otros moluscos que el mar y el río ofrecían como alimento. Sólo allí donde la tierra ha sido ligeramente removida —en esta zona los huaqueros apenas actuaban— y con ello algunos estra36

tos de desperdicios han sido levantados, pueden hallarse también sobre el terreno restos de tejidos, trenzados de junco, fragmentos de utensilios de madera para tejer, hebras de lana, cordones anudados o trenzados, a veces husos con torteros y otros objetos propios del uso cotidiano. Lo que aquí no se encuentra son cementerios; ellos se ubican en otros lugares intramuros y en las afueras de Pacatnamú. En 1962/63 sólo conocíamos, dentro del área de la 'Ciudad de los Templos', cinco sitios de sepulturas; desgraciadamente en 1977/78 y en 1981/82, respectivamente, tuvo que ser apuntado otros tres lugares sin duda densamente ocupados por entierros. Estas zonas intramuros localizadas hasta ahora serán brevemente tratadas para completar el cuadro de las ruinas. Todas estas sepulturas se revelan por la concentración de huecos de saqueo hechos por los huaqueros. El área que ha sido removida y devastada con mayor intensidad comprende realmente la construcción principal del complejo de la Huaca 31 en el sector Sur de la ciudad, así como el antepatio septentrional y la estructura contigua a la huaca por el Nordeste (láminas 13A y 2 3B)26. De esta estructura no se distinguen ni los contornos. Aquí la tierra extraída por estas excavaciones cubre por completo la 'Calle Principal' hasta el muro meridional de la Huaca 12. El segundo cementerio más pequeño está ubicado en el ángulo Sudeste del 'Recinto Sur' de la Huaca 1. Debido a las excavaciones furtivas hay también aquí una masa sin forma que corresponde a una antigua estructura cuya configuración nos fue imposible reconstruir inclusive después de haber realizado los trabajos topográficos en esta área. Otro lugar de entierros que ya fue citado anteriormente, se encuentra en la muralla Sur del sector meridional de Pacatnamú, sobre la estrecha lengua de tierra. Extrañamente el lado Sur de este muro de delimitación también fue barrenado y horadado unos 45 m. de longitud. ¿Acaso se ha supuesto también allí la existencia de difuntos con ofrendas y quizás incluso han sido hallados? La cantidad de perforaciones de sondeo confirmaría esta suposición. Hay además un cementerio que no pertenece al área de la ciudad propiamente dicha; lo mencionamos adicionalmente. Está ubicado cerca de Barranca, en el cabo meridional de la lengua de tierra que aquí tiene la configuración de una meseta triangular de altura mediana y cuyo extremo Sur es redondeado. Precisamente al lado Este de las actuales viviendas empieza la zona con los típicos pozos de sondeo. Estos tres citados lugares de entierro están situa-

dos en el sector Sur y los dos siguientes en la mitad Oeste del sector central de la 'Ciudad de los Templos'. Pertenecen al descubrimiento más reciente, es decir, de los años 1981/82. Se trata de un cementerio en el patio Norte del complejo de la H. 16 y de sepulturas en las partes Este del complejo de la H. 17, así como de entierros en la zona Norte de la 'Calle de Chérrepe'. N o lejos de aquí se hallan innumerables tumbas en el patio Norte hundido de la H. 13 e incluso en los declives del terreno y sobre la 'Estructura Este' del mismo complejo. Los tres restantes cementerios se ubican en el sector Norte de Pacatnamú. Uno está dentro de un espacio cuadrilátero amurallado colindante con el ángulo Noroeste del complejo de la H.9. En todas las aerofotos se destaca claramente la tierra oscura de esta zona (lám. 13 B). En 1977/78 nos encontrábamos con un sitio de sepulturas situado menos de 100 m. al nordeste del último citado. Se encuentra en el mismo lecho seco mencionado más arriba y comprende toda la parte al norte de la Huaca 21. Sobre la superficie hay infinidad de huesos humanos y fragmentos cerámicos. El área de entierro parece abarcar todo el antepatio Norte cuyos muros Este y Oeste todavía se pueden percibir; por el contrario, la delimitación Norte está cubierta de tierra extraída de los pozos de sondeo. La última zona no se encuentra en terreno construido y habitado; más bien está en un brazo lateral procedente del Norte de la gran quebrada la cual recorre la parte Oeste del sector Norte de la ciudad. En el plano II todos estos lugares de entierro han sido señalados con la abreviatura 'En' con excepción de los dos situados más al sur. N o en todos los casos los difuntos eran enterrados cuidadosamente yuxtapuestos sino a diferente nivel y ocasionalmente unos sobre otros. Esto ocurre con más frecuencia en la época tardía cuando un número considerable de ellos ha sido puesto en el suelo sagrado de los santuarios, por ejemplo, demostrado por Ubbelohde-Doering en el altar Este de la H. 1 (véase capítulo IVB), e inclusive directamente sobre las huacas lo cual se pudo confirmar mediante nuestra excavación en la H. 16. Sin embargo, no sólo dentro de la 'Ciudad de los Templos' hay lugares donde se han puesto los difuntos para el eterno descanso sino también al norte del suburbio de Pacatnamú se pueden encontrar bastantes testimonios al respecto que podrían constituir un aporte a este tema y sobre el cual nos referimos más adelante. Por el Norte, el terreno construido termina —como se puede apreciar fácilmente en todas las

aerofotos— al este y al sur de la gran quebrada. El área situada al norte de la parte occidental de esta amplia y profunda hondonada muestra notables elevaciones costiformes y divisiones transversales en dirección Este-Oeste que pueden alcanzar los 10 m. conformando espacios cuadriláteros más o menos grandes que podrían parecer patios o aposentos amurallados. Pero semejantes elevaciones costiformes no son perceptibles en el suelo; aparentemente, ellas no tienen nada que ver con restos arquitectónicos sino que, probablemente, son originadas por la acción del viento que sopla del Sur. D e esta manera se han depositado partes sueltas de la superficie, gravilla y arena gruesa configurándose así el perfil del suelo. Estas formaciones de la tierra, transversales a las corrientes de aire o de agua, son un fenómeno muy natural; se las puede observar en cualquier playa o región de dunas y, por ejemplo, también en campos nevados. Incluso cerca de Cajamarquilla, el gran lugar de ruinas no lejos de Lima, hemos encontrado sobre un arenal filas enteras de tilansias, una variedad de bromelia que crece sobre la superficie sin echar raices; del mismo modo ellas habían sido impulsadas por el viento. Weberbauer (1911: Taf.Va), ha publicado una foto del mismo sitio con hileras de estas plantas («...mayormente T. straminea Pres/»). Esta zona limitada de la parte Noroeste de Pacatnamú posee una configuración muy distinta a la del terreno de los alrededores incluyendo la pampa; este hecho debe estar relacionado con una especial composición del suelo. En el pasado esta área no se tuvo en cuenta para edificar pues no existen restos arquitectónicos. Ello resulta curioso si se piensa que en otras partes de la ciudad se ha construido intensamente. Esto no significa, sin embargo, que esta zona aparentemente desnuda y sin interés arquitectónico haya permanecido siempre deshabitada. Este es un punto de discusión que se abordará más tarde en relación con los barrios periféricos de Pacatnamú. Respecto a la calidad del suelo serán hechas aquí algunas observaciones que no sólo se referirán a la 'Ciudad de los Templos' sino también a la totalidad de la región de ruinas. En la descripción sobre el material del cual se compone la meseta ya se ha mencionado la consistencia granulosa del suelo; éste contiene gravilla y la arena es más bien tosca. N o obstante, el material más grueso, procedente del cascajo, no se encuentra sobre toda la superficie de Pacatnamú. A menudo, el suelo blando, que cede bajo los pies, tiene la calidad del polvo con cierta adherencia y presenta una coloración más oscura que en otros lugares. A primera vista se piensa en materias orgánicas descompuestas, cañas, juncos, bambú o textiles enmohecidos que 37

un ciclo agrario anual sin lluvia como, por ejemplo, estaban sobre la superficie y que han llegado a la el algodonal por nombrar solamente una de las más descomposición debido a la humedad de los meses antiguas plantas de cultivo del Perú. Pero incluso en los que abunda la niebla. También se ve uno para la alfalfa31, una especie q u e se siembra para inducido a pensar en restos de alimentos y en detriforraje, la lluvia representa una desgracia aun tus y en muchas otras cosas similares. De cualquier cuando sea en poca cantidad pues con la desacosmodo se trata de un suelo completamente distinto tumbrada humedad aparecen insectos dañidos a las ai del estéril cascajo. El colorido es similar al de las plantas. N o siempre y no en todas las partes del capas de tierra de los campos de entierros donde la mundo se recibe a la lluvia como un regalo de la materia orgánica descompuesta también aparece naturaleza; estas regiones costeras peruanas no la como causa de la modificación del color. Con frenecesitan en absoluto. cuencia este suelo oscuro se encuentra también en lugares que están cubiertos de fragmentos cerámiEn 1972 se produjeron en el valle deljequetepecos muy apiñados. Ubbelohde-Doering pensó que que dichas lluvias torrenciales; las autoridades se eran lugares de sacrificio en donde ritualmente se vieron obligadas a proclamar el estado de emergendestrozaban vasijas. En su diario de anotaciones de cia para la región del valle. Así, no es de extrañar finales de 1937/comienzos de 1938 escribió la idea que el material de adobe de las ruinas al sufrir estos de que en dichos lugares el suelo 27 "...wie mit vege«aluviones» se reblandezca y, finalmente, se destabilischen Resten vermischt erscheint; er staubt stärhaga. De este modo se originan las superficies duker als anderswo und hat einen Modergeruch, wie von ras como cemento que no se encuentran únicavergangenen Organismen;... Aus Chicha( Maiswein)mente en los patios y las suaves hondonadas de Spenden und vermoderten Speisen Hesse sich diese beson- Pacatnamú. dere Art des Bodens vielleicht erklären.» Con respecto a la quebrada ubicada en el Norte En otras zonas de las ruinas se ofrece un cuadro de la ciudad, sin duda ella ya existía en tiempos completamente distinto. Allí existen superficies antiguos y, probablemente, en la misma forma que llanas, generalmente en los patios; en todas las hoy presenta. Al contrario de lo que se podría fotos se reconocen fácilmente como manchas de pensar, no se ha formado en períodos recientes color claro. Aquí el suelo está cubierto por una debido a las fuertes lluvias. El hecho de existir capa comprimida y endurecida formada por una un antiguo cementerio en uno de sus brazos demezcla de barro y agua y desecada por el sol y el muestra lo poco cambiado que está el terreno. Sin aire. Al constatar las escasas lluvias de estos parajes embargo, no sólo este lugar proporciona informacosteros, cabe preguntarse cómo pueden formarse ción sobre esta cuestión; los supuestos accesos capas de aluvión en Pacatnamú en semejantes cirabiertos en la muralla de la 'Ciudad de los Templos' cunstancias. Esta pregunta es justificada y requieaportan también algo al tema. En la zona occidental re una respuesta: cada cierto tiempo, que se puede estas aberturas se encuentran precisamente allí medir en decenios, se producen en la región fuerdonde una hondonada atraviesa la muralla lo cual tes lluvias esporádicas llamadas «aluviones». Alguse puede observar más claramente en la puerta nas de estas precipitaciones pluviales han sido tan central. A través de ésta la gran quebrada sigue su vigorosas y destructivas que merecieron ser mencurso formando un arco doble, como una S. Aquí, cionadas en la literatura. Por ejemplo, se puede esta situación no ha sido consecuencia de la lluvia citar a Calancha 28 quien nos habla de uno de estos sino más bien se ha aprovechado la configuración desastres ocurrido en el año 1578. En su publicadel suelo combinando la depresión con la abertura ción se encuentra la siguiente nota: «... un (nunca visto del muro. Incluso estos antiguos torrentes, hoy otra vez) aguacero del año de mil i quinientos i setenta i ocho, de qaze mención el Padre Acosta, i Teodoro de Bri secos, se planearon como caminos lo cual fue razo(Lib. 3, c. 25), qrobado la tierra des te valle, le menoscabó ¡a nable pues ellos suelen tener un piso bastante llano fecundidad, o como los entendidos dicen, fue lluvia conta- compuesto de tierra dura y grava sobre el que se puede andar cómodamente. Así, por ejemplo, la giosa, que esterilizó la tierra » El mismo aconteciCalle de Chérrepe', al norte del área de la Huaca miento es mencionado por Brüning2'^ 17, ya no es precisamente una calle; su rumbo Kroeber 3 " dedica un párrafo al aluvión de 1925 continúa por una antigua torrentera estrecha, socuyas consecuencias observó él mismo durante su bre un lecho seco compuesto principalmente por estancia en el Perú en el año de 1926. En las tierra más blanda y que conduce hacia abajo, a la regiones afectadas se teme ya al próximo diluvio quebrada, subiendo nuevamente, al otro lado, en después de uno de estos fenómenos de la naturadirección de la meseta por una hondonada similar. leza. La desesperación de la población costeña sólo Sólo entonces se la puede considerar otra vez como se comprende bien cuando se piensa que los cultiuna calle, tal como atraviesa la pampa hacia el vos en estos valles están adaptados en particular a 38

Norte. Semejante inclusión de antiguos arroyos, hoy secos, en el sistema de caminos se puede observar en numerosos lugares sobre el terreno de la pampa al norte de Pacatnamú, descrito más detalladamente en el capítulo I. Al este de la ciudad no se pueden hacer tales observaciones pues allí el terreno es llano y no presenta quebradas. Por el contrario, en la edificación se han tenido en cuenta las diferencias de nivel del suelo, especialmente en el área Noroeste de la 'Ciudad de los Templos', para no dejar esta zona completamente desaprovechada. D e esta forma, por ejemplo, el patio del altar de la H. 13 está hundido en un amplio brazo de la quebrada, asimismo el pequeño complejo de la Huaca 5 3 e igualmente en el mismo lecho seco se encuentra casi todo el terreno de la Huaca 21 del cual sólo el área Sur empalma con el sector central de la ciudad que se halla a un nivel superior (frente a la H. 12). Estas hondonadas no han sido excluidas sino incluidas en la planificación urbanística: una prueba más de que dichas partes derrubiadas no han sido causadas por fenómenos naturales recientes. En la parte Norte de la ciudad se encuentra una peculiaridad arquitectónica que merece destacarse si bien no se puede ofrecer una explicación definitiva sino solamente una hipótesis. Ella tiene relación con un grupo de santuarios situados en la zona Este, precisamente dicho, con la Huaca 5 hasta la Huaca 9. En todas las fotografías aéreas (lám. 13 B, 18) se reconoce fácilmente que entre las cinco construcciones principales de este grupo quedan partes de un muro bastante bien conservado de un grosor medio de 4-5 m. y en algunos lugares hasta de 7 m.; esto no se vuelve a repetir en toda la 'Ciudad de los Templos'. El extremo Este del muro se extiende hasta el borde mismo de la meseta por el lado del valle. Sin una investigación específica no es posible afirmar si las rodadas de automóvil que conducen a través de este tramo del muro al este de la Huaca 5 aprovechan un antiguo acceso o simplemente una parte desprendida del mismo. La parte occidental del muro llega hasta el lado Este de la Huaca 9. Este caso arquitectónico único resulta excesivamente llamativo como para no prestarle atención incluso cuando no todas sus partes tienen la misma altura ni son igualmente perceptibles. Entre el lado Oeste de la Huaca 7 y la delimitación Este del terreno de la Huaca 8 se reconoce claramente el muro pero es visiblemente más bajo que en los demás tramos. En la parte occidental del área de la H.8 se ha omitido por completo una sección y en su lugar se ha intercalado un patio.

Respecto a las tres huacas más orientales hay que señalar, además, que el borde Norte de las construcciones siempre se proyecta entre 4 y 5 m. sobre el lado Norte del muro grueso. No se puede especificar si aquí nos encontramos ante una sistemática intencionada o frente a una simple casualidad. Sólo se ha dejado un único y estrecho acceso público ubicado en el lado Este de la Huaca 8 donde el 'Camino de Guadalupe' atraviesa el muro como se mencionó más arriba. Es difícil explicar la función de estos tramos de muro de más de 4 0 0 m. de longitud si se les considera como partes levantadas entre las construcciones. Este grupo arquitectónico está compuesto, sin excepción, por huacas que se apartan del esquema habitual lo cual se explicará en el capítulo III. Apenas se puede entender por qué ha existido aquí una necesidad, ya sea por razones de culto u otra índole, de separar y proteger más marcadamente los terrenos situados al sur y al oeste del área Norte de los complejos religiosos. Además, no se puede comprender por qué la Huaca 5, la más oriental de la fila de estructuras religiosas, fue desviada unos 35° hacia el Este del Norte geográfico, caso único en una construcción de la 'Ciudad de los Templos'. Sólo algunos de los santuarios muestran una desviación máxima de 18 o (véase las posteriores explicaciones sobre las huacas en el capítulo III). Esta situación sería más fácilmente comprensible si se admitiese la posibilidad, y ésta es la hipótesis antes emitida, de que las huacas fueron añadidas con posterioridad al muro ya existente; por lo tanto, éste es más antiguo habiendo sido sobreedificado en ciertos lugares. También entonces se explicaría la situación de la H. 5 ya que la orientación del muro ligeramente acodada en este lugar podría haber determinado la alineación. Es posible que no era deseable un muro que atravesara casi en diagonal el cuerpo de la huaca; pero probablemente tampoco era una buena solución derribarlo pues ofrecía un apoyo adicional para la nueva construcción. N o obstante, ¿por qué termina el muro en la Huaca 9? ¿Era más largo antiguamente y se derribó después la parte Oeste? ¿Cómo se explica un muro de semejante grosor y antigüedad tan bien conservado por tramos y de tal longitud? Se trata de un muro que no sólo atraviesa varias áreas religiosas sino también un sector de la ciudad que en esta zona no requería ninguna separación, división o protección especial por lo menos en el estado en que la misma ciudad ha llegado hasta hoy. Pero si el muro hubiera pertenecido a un Pacatnamú más antiguo y mucho más pequeño ¿no podría considerársele entonces como una antigua demarcación, como la muralla de la ciudad de aquel entonces?

39

N o se pueden dar respuestas concretas a estas preguntas antes de que los arqueólogos asuman la tarea de esclarecer in situ este problema específico. Después de las anotaciones sobre una supuesta muralla de la ciudad hay que dar algunas referencias sobre una que sí existe: la muralla de Pacatnamú tardío. Ella tiene una longitud aproximada de 1,530 m. y limita al norte la 'Ciudad de los Templos' (lám. 13 B). Se extiende desde el borde de la meseta que da al valle, como se puede observar en las fotos, hasta el lado del mar aunque no se percibe claramente. Su base tiene un grosor de varios metros. Su altura es hoy en día irregular. En la zona Este de la ciudad se conserva mejor y más alta que en la zona Oeste: aproximadamente a partir de la mitad de su longitud en dirección Oeste se reduce la altura rápidamente y unos 350 m. antes del borde occidental de la meseta desaparece todo rastro de ella sobre el terreno. En las fotografías aéreas sólo se puede seguir su recorrido hasta el borde de la meseta con ayuda de una potente lupa. D e todas maneras, esta mitad occidental no aparece de forma continua. Faltan tramos mayores; en especial, una parte de unos 60 m. de largo por la cual tiene su ruta una formación de elevaciones de terreno costiformes anteriormente citados. Es difícil distinguir si estas partes están corroídas, como muchas otras construcciones situadas junto al mar y expuestas a la neblina que sube desde la costa, o si la muralla estaba incompleta. Esta posibilidad habría que tomarla en cuenta ya que el ancho foso existente en la región oriental que aquí acompaña a la muralla por el exterior, no aparece en el Oeste. N o hay indicios de que en tiempos pasados este tramo de la muralla poseyera en su lado Norte un tal dispositivo. Aun en caso de que hubiera existido un foso de este tipo que con el paso de los siglos hubiera sido cubierto de arena suelta acarreada por el viento, este proceso no se habría llevado a cabo tan uniformemente. Con todo, la extensión aludida mide aproximadamente 800 m.; por lo menos en algunos lugares se podrían marcar con seguridad los contornos del talud septentrional del foso y de la tierra allí acumulada. Respecto a la parte oriental de la muralla de la ciudad se pueden aportar algunos detalles y medidas que anotamos a comienzos de 1978. En primer lugar hay que señalar que el muro posee una cara exterior casi vertical y sin formar talud en absoluto; parcialmente se extiende varios metros de longitud totalmente al descubierto en el área al nordeste del complejo de la Huaca 8. La parte de la muralla que se conserva en pie mide unos 5 m. de altura, a contar desde el borde inferior de la capa más baja de adobe que es igualmente visible a lo largo de 40

varios metros. Sin embargo, este borde inferior de la muralla no es idéntico con el suelo del foso ya que en ningún momento ella descansa directamente sobre él sino que siempre se encuentra ligeramente más alto, en ocasiones unos 0.30 m. pero a veces también hasta 0.70 m. por encima del fondo del foso. En algunos lugares aparecen capas de cantos rodados depositadas bajo los adobes. Generalmente el grosor de estas capas de piedras alcanza 0,30 m. pero también hay otras más delgadas o más gruesas. N o se las puede identificar como base de la muralla a pesar de que este modo de construcción sea característico en las estructuras Chimú tardías. Dicha muralla data de esta época lo cual se explicará más adelante. Esta técnica de construcción se conoce no sólo en Chanchán pues se la encuentra también en otros lugares como, por ejemplo, en Farfán 14 , un conjunto arquitectónico de varios kilómetros de longitud parcialmente procedente de la época Chimú; por él atraviesa la Panamericana al este del Cerro Fació (plano I). Las capas de piedra debajo de la muralla de Pacatnamú podrían pertenecer también a los componentes geológicos normales de aquel terreno, el cual contiene numerosos estratos de este tipo, tal y como demuestra la tierra desfondada. El paramento exterior de la muralla tiene un grueso revoque de barro lo cual también puede observarse claramente en la parte correspondiente que queda totalmente al descubierto. En este frente exterior perpendicular se han depositado proporcionalmente menos escombros de derrumbamiento de los que se cree haber comprobado en el lado interior. El ángulo del talud de la cara orientada hacia la ciudad mide unos 4 0 ° y no procede de la acumulación de gran cantidad de cascotes o de material desmoronado sino que se debe a que en este lado el muro presenta tres escalones (véase el dibujo de la fig. 4). Ciertamente este factor no se reconoce durante todas las horas del día; sólo a última hora de la tarde, con una incidencia particular de la luz se percibe este escalonamiento y, en forma especial, en aquel tramo de la muralla situado al norte de los complejos de la Huaca 9 hasta la Huaca 24a. En la parte más oriental, que se puede ver en la lámina 14A con inclusión del boquete Este de la muralla (atravesada por la pista actual), apenas se destaca dicho escalonamiento. Tampoco se ha conservado aquí el paramento Norte vertical y liso (en el borde izquierdo de la foto). Pero probablemente se podrán encontrar en el lado Este del boquete los adobes más septentrionales de la muralla; en la foto pueden ser observados cerca del ángulo inferior izquierdo. Así nos fue posible tomar nota de otras dimensiones probables de la construcción.

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