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Spanish Pages 282 [273] Year 2019
C. RILEY SNORTON
NEGRA POR LOS CUATRO COSTADOS Una historia racial de la identidad trans
edicions bellaterra
Diseño de la colección: Joaquín Monclús Diseño de la cubierta: Silvio García Aguirre www.cartonviejo.net Título original: Black on Both Sides © Traducción de Javier Sáez del Álamo © C. Riley Snorton, 2017 Publicado con acuerdo con la University of Minnesota Press © Directores de la University of Minnesota, 2017 © Edicions Bellaterra, S.L., 2019 Navas de Tolosa, 289 bis. 08026 Barcelona www.ed-bellaterra.com Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, http://www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Impreso en España Printed in Spain
ISBN: 978-84-7290-936-6 Impreso por Prodigitalk, Martorell (Barcelona)
Índice
Prólogo, 9 Introducción, 21 Transitividadffransversalidad, 26 • Genealogías colaterales, 35
PRIMERA PARTE Ennegrecer 1 . Hablando anatómicamente, 41 El laboratorio de Sims, 46 • Lecciones de objetos sobre la carne, 58 • Intervenir en la carne, transorientar el sexo y el género, 76
2. Trans Capaz, 89 Las dos Marys: la fugitividad fungible como «travestismo y robo», 95 • Sobre el color del género: el «resquicio donde retirarse» en el atolladero de la esclavitud racial, 104 • Crear la fugitividad con la fungibilidad, 114 • El transnacionalismo y la transubstanciación de las cosas, 126
SEGUNDA PARTE Tránsito 3. Leer lo «Trans-» en la literatura transatlántica, 145
Sobre el documento humano: la metonimia y la creación de lo real ra cial, 154 • «La mamita negra» y otros vuelos de la imaginación, 169 • Ser, Negro/a y Moderno/a: un fenómeno trans, 188
TERCERA PARTE Apagón 4. Una silueta horrible, 193 «A veces la soberanía es más valiosa que la libertad»: los juicios de Lucy Hicks Anderson, 202 • «Las personas negras mueren de forma diferen te»: Georgia Black y el juego de manos del valor, 209 • «El mimetismo es a la vez semejanza y amenaza»: sobre las temporalidades decoloniales de Carlett Brown y Ava Betty Brown, 217 • «Calma inquieta»: el teatro de sombras de McHarris/Grant, 228 • Inhumar un cuerpo: la historio grafía negra y trans, 238 5. El montaje de DeVine, 241 Naturalezas muertas, 253 Agradecimientos, 271
Prólogo El problema analizado aquí es el del tiempo. Frantz Fanon, Piel negra, máscaras blancas
En 2015, cuando estaba publicitando el largometraje Grandma en una entrevista en directo con Robin Roberts en Good Morning America, la actriz, artista y activista Laverne Cox expresaba públicamente su dolor: En la comunidad trans estamos desoladas. Ayer mismo nos enteramos de que otra mujer trans ha sido asesinada, Tamara Domínguez, y con ella, que sepamos, ya son un total de diecisiete mujeres trans las que han sido asesinadas solo en 2015. Estamos realmente en un estado de emergencia. Tu vida no debería estar en peligro simplemente por lo que eres. Tenemos que decir los nombres de estas personas. Creo que las razones por las que las mujeres trans sufren tanta violencia tienen que ver con el empleo, la vivienda, la sanidad, etc., por eso debemos asegu ramos de que las vidas trans importen. 1
Tamara Domínguez murió el lunes 17 de agosto de 2015, en un hospi tal de Missouri por las lesiones sufridas tras ser atropellada varias ve ces por un coche todoterreno en el parking de una iglesia al noreste de Kansas City. Según su novio, «llevaba viviendo como mujer en EE.UU. al menos siete años..., tras dejar su México natal para escapar de la discriminación por ser trans».2 «Tenía muchos sueños» dijo el 1. Laverne Cox, entrevista con Robin Roberts, Good Morning America, ABC News, 18 de agosto de 2015. 2. Nicole Hensley, «Transgender Women Repeatedly Run Over, Killed in Missouri Church Parking Lot», New York Daily News, 19 de agosto de 2015, .
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novio no identificado al Kansas City Star, refiriéndose a esa mitología familiar de esperanzas, sueños, y promesas de diferentes modos de vida y de libertad que son posibles en EE.UU.3 Presentar su muerte en estos términos subraya el fracaso de la promesa del Estado nación, y también nos recuerda eso que Enoch Page y Matt Richardson descri ben como una técnica estatal de «género racializado» que produce «formaciones sociales de género variable como una casta excluida».4 Según un artículo publicado en Advocate.com con el titular «La víctima número 17: una mujer trans de color asesinada en Missouri», la información referente a la muerte de Domínguez se vinculaba a las noticias sobre «tres mujeres trans afroamericanas [Amber Monroe, de Detroit, Michigan; Kandis Capri, de Phoenix, Arizona; y Elisha Walker, de Smithfield, Carolina del Norte] ... asesinadas hace solo unos pocos días».5 La práctica recurrente de enumerar a las personas muertas en los medios de comunicación y en las redes sociales parece ajustarse a las lógicas de la acumulación que estructuran el capitalis mo racial, donde la abstracción cuantificada de las muertes negras y trans revela el valor calculado de las vidas negras y trans por medio de una gramática de Estado de déficit y deuda. Como explica Katherine McKittrick sobre la longue durée6 de la esclavitud, «Aquí es donde comenzamos, de aquí viene la negritud histórica: la lista, los números jadeantes, la economía absoluta, las matemáticas de los que ya no viven».7 Esta forma de contabilidad, de expresar la violencia aritméti ca de la muerte negra y trans, porque también se refiere a formas anti negras, antiqueer y antitrans de una muerte lenta e inminente, encuen3. Glenn E. Rice y Brian Burnes, «Transgender Women Killed in Northeast Kansas City Attack Felt "Freedom" in America, Friends Say», Kansas City Star, 18 de agosto de 2015, . 4. H. Enoch Page y U. Matt Richardson, «On the Fear of Small Numbers: A Twenty First-Century Prolegomenon of the U.S. Black Transgender Experience», en Black Sexualities: Probing Powers, Passions, Practices, and Policies, ed. Juan Battle (Rut gers University Press, New Brunswick, N J., 2010), p. 60. 5. Dawn Ennis, «Victim Number 17: Trans Woman of Color Murdered in Missouri», Advocate.com, 18 de agosto, 2015, . Ver también Mitch Ke llaway y Sunnvie Brydum, «The 21 Trans Women Killed in 2015», Advocate.com, Ja nuary 12, 2016, . 6. En francés en el original. Significa «larga duración». (N. del T.) 7. Katherine McKittirck, «Mathematics Black Life», Black Scholar 44, n.º 2 (2014), p. 17.
Prólogo _______________________ ll
tra una elaboración adicional en eso que Dagmawi Woubshet llama una «poética de la pérdida calculada», y que define como «el leitmotif de hacer un inventario; la reconceptualización de unas pérdidas conti nuas en serie no como algo acumulativo, sino como cálculo... con la pérdida del sujeto, del sujeto y del objeto, del pasado y del porvenir, de la memoria y de la amenaza inminente».8 Desde este punto de vista privilegiado, podemos analizar cómo la expresión de Cox de «estado de emergencia» para referirse a los asesinatos de mujeres trans, la mayoría de ellas negras y morenas, agudiza la distinción entre el uso retórico que hace el Estado de esta frase y el estado real de la emergencia que aflora como algo histórico. Como escribe Walter Benjamin en su octavo principio de las «Tesis de filosofía de la historia», «La tradición de los oprimidos nos enseña que el "estado de emergencia" en que vivimos no es la excepción sino la regla». Benjamin continúa así: «Debemos llegar a un concepto de historia que le corresponda. Entonces tendremos ante nosotros la mi sión de propiciar el auténtico estado de emergencia, y con ello mejo rará nuestra posición en la lucha contra el fascismo».9 Dicho de otra forma, un auténtico estado de emergencia acontece como una ruptura en la historia para revelar, como escribe Homi Bhabha en su prólogo a la obra de Fanon Piel negra, máscaras blancas, que «el estado de emergencia es también siempre un estado de emergencia», donde el acontecimiento de la lucha cuestiona la «"idea" historicista del tiempo como un todo progresivo, ordenado».10 Como tal, el gesto de Cox se ñalando los numerosos factores estructurales y prácticas instituciona les del género racializado que limitan las oportunidades vitales de las mujeres trans negras y morenas, muestra territorios de violencia, luga res de vulnerabilidad y precariedad, y escenas de una muerte lenta que podemos interpretar en el «etcétera»: el sistema penitenciario, los ma nicomios y los centros de detención. Estas instituciones y su ubica8 . Dagmawi Woubshet, The Calendar of Loss: Race, Sexuality, and Mourning in the Early Era of AIDS (Johns Hopkins University Press, Baltimore, 2015), p. 4. 9. Walter Benjamin, llluminations, ed. Hannah Arendt, trans. Harry Zohn (Harcourt Brace Jovanovich, Nueva York, 1968), p. 257 (la cursiva es nuestra) [Iluminaciones, Taurus, Madrid, 2018]. 10. Homi Bhabha, «Remembering Fanon: Self, Psyche, and the Colonial Condition», prólogo de la edición de 1986 ed. de Black Skin, White Masks, nueva ed. (Pluto Press, Londres, 2008), p. xxiv (cursiva en el original).
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ción dentro de los órdenes biopolíticos y necropolíticos actuales tie nen que ver con el problema de la historia como una forma de organi zar el tiempo según un «orden» antinegro y antitrans. Perpetúan el género racializado como la norma y como la consecuencia necesaria y naturalizada del orden actual de las cosas, la experiencia de lo que Kara Keeling describe como una preocupación espaciotemporal, como esa «violencia intolerable pero cotidiana» que funciona como «el índice histórico... fde) pertenecer a nuestro tiempo».11 El comentario de Cox, que surge como una interrupción en el flujo de las noticias sobre el entretenimiento que es inherente a la tem poralidad disruptiva del duelo, es expresado dentro del tiempo persis tente del presente, como otro indicador de su ruptura con el tiempo teleológico. Su expresión de la pérdida en nombre de la comunidad trans sugiere una comprensión de lo que escribió Frantz Fanon en re lación con el estado colonial de emergencia que produce la alienación negra (el duelo negro), era algo más que una mera preocupación indi vidual, nos remite a esa famosa aporía política y epistemológica que afirma que ANION TO l!Oflll.'s. " GBll!t SLUB." l l
Publ i cado en 185 1 en el semanario satírico Punch , « La Esclava de Vi rginia: una comparación del iberada con la "Esclava griega" de Power [ si c ] » de Joseph Tenniel fue presentada por los manifestantes en un intento de provocar una respuesta afectiva (y preferiblemente verbal ) a l a yuxtaposición de l a escl av i tud de EE .U U . y la esclavitud en l a Anti güedad .
vor de la esclavitud sugerían que Ell en quería volver a la esclavitud en Georgia. McCaski l l expl ica que «en los falsos informes que ci rcula ban en l a prensa , El l en es descrita como un objeto de negociación , propiedad e intercambio mercanti l i zado , pasivo y dominado . . . acu mulando n i menos ni más valor que la fl uctuante moneda de la econo mía mercanti l [del negocio de esclavos del S u r ]». 1 º2 Estas especulacio nes propagandísticas atribuían y confirmaban el estatus de El l en como 102.
McCas k i ll, «"Yours Very Truly"», p. 513.
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«fun gi ble», ya que también se hacían eco del deseo de William Craft p o r esa categoría del ser. El 23 de diciembre de 1852 Ellen respondió c o n una carta abierta publicada simultáneamente en el Pennsylvania freeman y en el National Anti-Slavery Standard. Poniendo fin a los r u m ores, Craft escribió: «Preferiría morir de hambre en Inglaterra, co mo una mujer libre, que ser esclava del mejor hombre que haya vi v id o en el continente americano».1 03 Aquí la sintaxis no permite ver las formas del género, dado que Ellen explica el resultado de la relación e ntre libertad y ser mujer, y plantea no que las mujeres no sufrieran opresión de género, sino que la ontología del género necesitaba de la l i bertad como su requisito previo. La frase transmite esta idea hacien d o uso de «mujer libre» para describir su posición de «morir de ham bre» en Inglaterra como algo preferible a una vivencia estructural (de nuevo) como «esclava» sin género, fungible. La publicación de su carta, una de las pocas ocasiones en que el público pudo conocer su escritura, confirmó lo que ya se había esceni ficado previamente en la Gran Exposición, que incluso a pesar de sus dificultades en Inglaterra, el cambio de contexto legal y geográfico de los Craft dio lugar a una experiencia diferente de la vida y del ser. Tal y como señala Cobb, «La fugitividad, como estado del ser y como experiencia de huir de la justicia, también trataba del hecho de que el fugitivo no tenía un lugar claro donde ir, no tenía un lugar claro de pertenencia en el contexto de la esclavitud».1 04 Por ello, la fugitividad no pudo mitigar la lógica de la esclavitud, ni la relación de la catego ría de «esclavo» con la nación, ni tampoco pudo aportar una salida a las formas de captura y de reintegración legales, científicas y oculares de la esclavitud. Ellen y William, que ya no eran fugitivos sino actores di aspóricos, intentaron utilizar un lenguaje legal diferente para expre sar una situación compleja en la que no se integraban del todo, una v i da en el exilio en Inglaterra. Los Craft no fueron de los primeros a mericanos negros que vivieron allí como refugiados; a finales del si g l o xv m, los Black Loyalists encontraron una residencia temporal en Lo n dres antes de realojarse de forma permanente en la colonia británi ca de Sierra Leona.ws 1 03 . 1 04 . 1 05 .
Citado en /bid., pp. 512-513. Cobb, Picture Freedom, p . 53. En muchos aspectos, parece que los Craft siguieron el camino que habían crea-
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Después de pasar tres años en Ockham, los Craft se mudaron al oeste de Londres, donde su familia siguió creciendo, y finalmente ten dría cinco hijos/as: Charles Estlin, Phillips, William, Brougham, Al fred y Ellen. Ellen, la madre, se reunió regularmente con conocidos abolicionistas que estaban de gira en Inglaterra, y fue quien más se ocupó de sus cinco hijos e hijas. William centró su actividad en da r conferencias contra la esclavitud, y ambos, según algunas crónicas , escribieron el texto de 1860 que narraba su fuga de la esclavitud. La publicación de Running a Thousand Miles for Freedom fue publicado de nuevo dos veces en los primeros dos años, y los ingresos de las ventas de la portada hicieron que William considerara la posibilidad de utilizarlos para liberar a su hermana de la esclavitud.1 06 En el año posterior a la publicación de Running, William Craft se uniría a la Sociedad de Ayuda Africana, cuyo fin era «hacer de Nigeria el Mississippi del África Occidental y por medio del comercio y del cristianismo llevar "la civilización" a [aquella] parte del mundo».107 La fundación de la sociedad se dio justo antes de la Hambruna del Algodón de Lancashire, una depresión de cuatro años en la industria textil en el noroeste de Inglaterra producida por el enorme descenso del suministro de algodón del sur de EE.UU. durante la guerra civil americana. «La aparición de la tendencia migratoria entre los negros americanos después de 1855 y el interés creciente en la colonización africana supuso un nuevo estímulo a la búsqueda de una fuente alter nativa»; la sociedad consistió sobre todo en un «grupo creciente de abolicionistas y de hombres de la industria del algodón de Lancashire interesados en promover el cultivo del algodón por un trabajo gratuito en los dominios británicos», principalmente por medio del estableci miento de acuerdos de comercio oficiales con el Reino de Dahomey (hoy Benín}, situado en la costa occidental de África.1 08 do los Black Loyalists varias décadas antes, dado que viajaron a Nueva Escocia, Lon dres y a las colonias británicas de África Oriental. Ver por ejemplo Mary Louise Clifford, From Slavery to Freedom: Black Loyalists after the American Revo/ution (McFarland Press, Jefferson, N .C ., 1999), y James W. St . G. Walker, «Myth, History, and Revisionism: The Black Loyalists Revisited», Acadiensis: Journal of the Histo,Y of the Atlantic Region 29, n.º 1 (1999), pp. 88-105. 106 . Ver Blackett, «Fugitive Slaves in Britain»; y McCaskill, «"Yours Very Truly"», para más detalles sobre el éxito comercial de Running y la venta separada de su portada . 107 . Blackett, «Fugitives Slaves in Britain», p. 55. 108. /bid.
rnin s Capaz --------------------- 135
Durante el invierno y la primavera de 1862, Craft recaudó fondos itar Dahomey. Sus intereses eran diversos: convertir a los ha vis a ar p o it a ntes de Dahomey al cristianismo, convencer al rey de cultivar y v e n der algodón a Reino Unido, y abolir las costumbres de Dahomey d e l sacrificio humano y de la esclavitud. La Sociedad de Protección de l os Aborígenes comentó sobre su misión en su vigésimo sexto informe anual : «Hay algo verdaderamente noble en la idea de un hombre de color, que se ha librado de sus propias penurias y las de su devota mu jer . causadas por la barbarie de la esclavitud americana, que presta de ·for ma tan desinteresada sus servicios a la causa de una África degra d ada» . 1 0!l La dedicación mostrada al proyecto de «civilizar» Dahomey e staba lejos de ser desinteresada. Según Dorothy Sterling, los viajes d e Craft a Dahomey funcionaron como una alternativa a su posible a l i stamiento en la Guerra Civil, que había considerado brevemente.1 1 0 Tras recibir la aprobación del Ministerio de Exteriores británico, Craft zarpó hacia Dahomey en noviembre de 1862; después de pasar ci nco meses en Lagos, finalmente se encontró con el rey en mayo de 1 863 . En un informe redactado por el Comité de Dahomey, Craft es c ribió su valoración de su primera misión: Los dahomianos, que ahora producen aceite de palma y cultivan algo dón a pequeña escala, parecen apreciar mucho mis argumentos, y han expresado su voluntad de actuar sin demora siguiendo mis sugerencias, a condición de que regrese a Whydah y les ayude a llevarlas a cabo. Y como el Rey me ha dado un gran margen de maniobra para los nego cios en Whydah , tanta tierra y personas como desee para enseñarles a cultivar el algodón, volveré allí lo antes posible para ayudar a civilizar al pueblo, e intentar, si Dios quiere , preparar sus mentes para que asu man adecuadamente Su verdad. 1 1 1 L a prosa poscolonial de Craft subraya lo que escribiría en documentos men os oficiales sobre su primer viaje, que incluía «descripciones de su p erplejidad ante las relaciones polígamas que observaba» y una val oración crítica de la presencia misionera existente en la región. 1 1 2 I 09. I I O. 1 11. 11 2.
Citado en /bid., pp. 56-57. Dorothy Sterling, Black Foremothers, p. 45. Citado en Blackett, «Fugitive Slaves in Britain», p. 57. McCaskill, Love, Liberation, and Escaping Slavery, p. 73.
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Su informe a la sociedad fue el primero de los muchos que hizo Wi lliam sobre Dahomey para el público británico. Nada más volver de su viaje, además dio una conferencia, titulada «Sobre una visita a Daho mey», para la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia.1 13 El London Times informó en detalle sobre la reunión de la aso ciación, centrándose en las interacciones entre Craft y dos etnólogos durante la conferencia anual: «En esta ocasión, la sección E, dedicada a la geografía y la etnología, estaba llena de público, en parte para escuchar el artículo del Sr. Crawfund sobre Sir Charles Lyell Antiquity of Man, y en parte el artículo del Dr. Hunt Physical and Mental Cha racter of the Negro, del que se supo que después recibiría una réplica del Sr. Craft, un caballero de color, que acababa de llegar de Daho mey, y que antes, según se sabía, había sido un esclavo en los Estados del Sur».1 1 4 La triple descripción de William Craft en el Times -un «caballero de color», un viajero reciente a Dahomey, y un antiguo es clavo - es revelador para entender que los viajes transatlánticos de Craft le recolocarían dentro de una cadena simbólica del ser. Su en cuentro con los etnólogos escenificaba esta transubstanciación con la máxima eficacia. Tanto Crawfund como Hunt impartieron unas teorías sobre el ser humano que estaban basadas en la inferioridad africana y en la supe rioridad europea. Tras dejar sin resolver la cuestión de las estructuras monogenéticas contra las poligenéticas, la presentación de Crawfund, como citaba en Times, concluía que «nadie está más profundamente convencido que yo de la amplitud del espacio entre el hombre civili zado y los salvajes; ni nadie está más seguro de que, vengamos de ellos o no, sin duda el hombre no es uno de ellos».1 1 5 Crawfund además ampliaba obras anteriores de Lylell y de otros autores sobre la distin ción entre humano y animal, afirmando que la ley (del Sur) de EE.UU. era una expresión del orden mismo de lo humano y de la lógica expre sión de la natural antipatía entre razas y especies, con la cita de que «ni el hombre liberado en el Caribe ni los esclavos en las áreas donde eran una mayoría en los Estados Unidos han asumido posiciones do113. Report for the British Association for the Advancement of Science, 33rd Mee ting ( 1863) , 135, consultado en la Biblioteca Biodiversity Heritage, . 114. «The British Association», London Times, 31 de agosto de 1863. 115 . /bid. (cursiva en el original).
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rn i nantes sobre los blancos». 1 1 6 Según Blackett, Craft respondió al ar t ículo de Crawfund «señalando que además de no haber ninguna anti p atía natural, una parte considerable de la población negra de América e ra en realidad mestiza, y ello a pesar de las leyes que prohibían los m atri monios interraciales. Según él, el estado general de pobreza de la p oblación negra no se debía a ninguna característica racial inherente, si no a la opresión social». 1 1 7 El artículo de Hunt, como fue reseñado en el Times y reproduci d o en el Report for the British Association for the Advancement of Sc ience, 33rd Meeting ( 1863), planteaba tres puntos, que apoyaban la presentación anterior de Crawfund. Hunt afirmaba que «muchos casos de negros civilizados no son negros puros» sino personas que son ca p aces de progresar debido a su herencia de mezcla con otras razas que él consideraba superiores en un orden del ser.1 1 8 Planteaba que la raza negra no tenía historia, y por eso, «hay una buena razón para clasificar al negro como una especie distinta de la europea, como la hay para considerar al asno de una especie diferente a la de la cebra». 1 1 9 El Ti mes informó de forma extensa sobre la respuesta de Craft a Hunt: El Sr. Craft (un esclavo «fugitivo» que lleva viviendo varios años en este país) dijo que «Aunque él no era un descendiente puro de África, era lo bastante negro como para poder decir algunas palabras sobre el artículo que acababa de ser leído». Su abuela y su abuelo eran ambos de pura sangre negra. Su abuelo era un jefe de la Costa Oeste; pero por la traición de algunos hombres blancos, que sin duda pensaban que eran muy superiores a él, fue secuestrado y llevado a América, donde nació él . Ha estado en África recientemente en una visita al Rey de Dahomey. Ha visto allí considerables diferencias entre los mismos africanos. Los de Sierra Leona tienen rasgos prominentes, casi judíos. Sus talones eran bastante cortos, como los de cualquier otra raza, y bien formados . . . Cuando Julio César llegó a este país, dijo de los nativos que eran perso nas tan estúpidas que no podrían ni servir de esclavos en Roma . (Risas) . Ha llevado mucho tiempo a los ingleses llegar a donde están ahora, y por tanto no es extraño que los negros progresen poco en su desarrollo intelectual. . . Señaló a Haití como ejemplo de independencia de carác1 16. 1 1 7. 1 18. 1 1 9.
Blackett, «Fugitive Slaves in Britain», p. 58.
/bid. Report of the British Association , p. 140. /bid.
13 8 ________________ Negra por los cuatro costados
ter y de poder i ntelectual por parte de los negros, y expl icó que en Amé rica la posición de pobreza que fue forzado a ocupar no le dio ni nguna oportunidad de probar lo que era capaz de hacer. 1 20
En su cuarta descripción de Craft , el Times describe a William (otra vez) como un antiguo esclavo y, con el uso de «fugitivo» marca la distinción entre su estatus de refugiado en Inglaterra y su posición de fugitivo en la antigua colonia. La cita directa de William, quien señala una herencia racial mestiza aunque eso también le legitima y confirma que es «lo bastante negro» para responder a las alegaciones de Hunt, plantea una doble articulación de la autoridad, una especie de desplie gue de una doble conciencia en la que su antigua esclavitud se presen ta como un testamento de su aculturación en la blanquitud -y, por extensión metonímica, en la «civilización» - y su negritud le sitúa como un traductor entre dos mundos. Aunque Craft no escribió de su familia en profundidad en Running a Thousand Miles for Freedom, presenta aquí una genealogía que incluiría una nobleza de África Oc cidental que enmarca sutilmente sus interacciones con el rey de Daho mey para su público británico. Al igual que en Running, William hace uso del lenguaje y de la lógica de la etnología para señalar la diferencia racial e intrarracial. Mía Bay ha descrito la etnología negra como una forma de «autode fensa» que mezclaba la ciencia, la historia, y la escritura para poner de relieve «la mutabilidad de las cuestiones humanas».12 1 La etnología negra es también otra expresión de la transubstanciación de las cosas, en el sentido de que sus fundamentos espirituales, históricos y cientí ficos crearon modos (alternativos) de intercambio que reevaluaron y 120. «British Association». 121 . Mia Bay, The White lmage in the Black Mind: ¡\frican-American Ideas about White People, /830- 1 925 (Oxford University Press, Nueva York, 2000), pp . 28-29 . Mientras que William Craft explicaba la diferencia intrarracial en términos etnológi cos, Ellen Craft fue registrada marcando ese desplazamiento en las categorías disponi bles en el censo de EE.UU. Como señala Simone Browne, «En el censo de 1850, Ellen fue censada como residente en Boston y su raza fue registrada como Negra (o más bien "como el anterior", dado que estaba registrada debajo de la fila de William). El censo de 1850 supuso la primera vez que el censo federal incluyó la categoría de esclavo para algunos estados, para anotar a cada persona esclava que estaba asignada a vivir en una casa. En el censo de 1890 Ellen Craft fue registrada como "M" de Mulata, y su trabajo como "limpiadora" en Bryan County, Georgia. Simone Brown, Dark Matters: On the Surveillance of Blackness (Duke University Press, Durham, N .C., 2015), p. 55.
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re d e finieron los objetos y las esencias, las personas y las poblaciones, de ac uerdo a su lógica interna. Cuando describe las características fí si c as de diversas nacionalidades africanas, Craft alude al hecho de que n i el artículo de Hunt (ni el de Crawfund) podían explicar la variación de nt ro de las categorías raciales. Cuando menciona a Julio César, Wi l l i am da a entender, en un sentido, que los ingleses en una época fue ron caracterizados en términos similares, una afirmación que fue reci bi d a con risas por parte de la audiencia de científicos. Pero en otro s e ntido, Craft también está hablando aquí de la distinción etnológica c ontemporánea entre las formas británica y americana de blanquitud, una diferencia que se basaba en sus disposiciones legales sobre la es cl a vitud. Por ello quizá no nos sorprende que William Craft terminara con el asunto de Haití, la antigua colonia francesa, que, además de d emostrar que la «independencia de carácter y el poder intelectual» promovieron el desmantelamiento del comercio transatlántico, tam bién funcionaron como un contrapunto y como un futuro (etnológico) posible para los negros en Estados Unidos. El Times informó que William recibió «sonoros aplausos» 1 22 por su respuesta, y, como señala Blackett, «el debate en la reunión de la Asociación se mencionó en los círculos filantrópicos e intelectuales británicos durante cierto tiempo, añadiendo combustible al debate so bre la raza» y al «lugar del Negro en la Naturaleza» durante la nueva ola de expansión en Á frica por parte de Gran Bretaña en la década de 1 860. 1 23 Las actividades de los Craft se relacionaban con el enfoque británico sobre la negritud como un «problema» global. Como señala Sterling, «tras la Guerra Civil [americana], el movimiento británico contra la esclavitud desplazó su énfasis para atender a las personas ne gras en todas partes. Además de enviar ropa, libros y aperos de la branza a las personas recién liberadas en el Sur de Estados Unidos, los antiguos abolicionistas. . . dedicaron su atención a las colonias británi cas en Á frica y en el Caribe, donde creían que la necesidad más urgen te era llevar la civilización cristiana a "los infieles"».1 24 La abolición formal de la esclavitud en Europa y sus colonias co i nc idía con un auge de la expansión colonial-imperialista europea; 1 2 2 . «British Association». l 23. Blackett, «Fugitive Slaves in Britain», pp. 59-60. 1 24 . !bid. , p. 47.
140 _______________ Negra por los cuatro costados por eso la imagen pública y las actividades de los Craft se podían in terpretar bajo un prisma diferente, aunque no menos antinegro. E n este terreno movedizo de precariedad humana, marcado por un pro yecto en proceso, inacabado, de subjetivizar y de someter la negritud por medio de mecanismos legales y científicos, los Craft ganaron una especie de distinción gracias a sus esfuerzos para integrarse en los modos fluctuantes de soberanía, asumiendo el proyecto británico co lonial-imperialista. Tal y como muestra Running , las formas de EE.UU. de la blanquitud demostraron ser tan crueles - y tan totalizadoras como para hacer de la fungibilidad el modelo de los Craft para la li bertad. Aunque dentro de una geografía diferente de la vida negra, un indicador de la simultánea expansión y contracción de las formas de explotación, violación y violencia que construyó la diferencia racial a escala global, la cuestión de la libertad, y la cuestión relacionada de la ontología, volvieron a aparecer necesariamente. Aunque podríamos entender esta coyuntura particular del tiempo (tras la Guerra Civil americana) y del espacio (Inglaterra) como una ruptura que limitaba la capacidad de subvertir el orden de las cosas, esto no sería correcto del todo. No fue una ruptura del pensamiento o del ser sino un cambio o un deslizamiento (sutil aunque violento) en un orden de cosas que, citando a Sylvia Wynter, continúa reflejando el proverbial nudo colo nial de ser/poder/verdad/libertad que representó abrumadoramente la forma etnológica del Hombre Europeo como lo humano.1 25 En este sentido volvemos a la imagen que se utilizó como porta da de Running a Thousand Miles for Freedom. El grabado de Ellen Craft tuvo una vida diferenciada, de producción en masa, antes de la publicación de Running , apareciendo en varios periódicos británicos y americanos en la década de 1850, a menudo exhibido para anunciar una conferencia programada o a veces vendido por un centavo a per sonas individuales. Como señala Michael Chaney, «las publicaciones más antiguas del grabado no pueden clasificarse técnicamente como ilustraciones dado que no mostraban referentes fuera de su contexto inmediato».1 26 En otras palabras, fueron producidas como artefactos 1 25. Ver Sylvia Wynter. «Unsettling the Coloniality of Being/Powerffruth/Freedom: Towards the Human, after Man, Its Overrepresentation - an Argument», CR: The New Centennial Review 3, n.º 3 (2003), pp. 257-337. 1 26. Michael A. Chaney, Fugitive Vision: Slave lmage and Black Jdentity (Indiana University Press, Bloomington , 2007) , p. 85.
Tni n s Capaz _____________________ l4 1
f un g ib les, es decir, fueron hechas para integrarse en cualquier contex to da do por la lógica misma de la acumulación que garanti zaba el pro yec to de la esclav i tud . En otro sentido, el retrato i l ustraba, al ser un prefacio y por su circulación previa, cómo la fungi bilidad contextuali zó l a narrati va de los Craft. Mientras que Running mostraba la alfabe ti zación ilícita de William , el grabado representó el crimen de la pose si ón de uno mismo, no en un sentido metonímico, porque, como otros i nvesti gadores han señalado, la i magen no logra representar fiel mente ni a Ellen Craft ni a William Johnson .1 27 Como escribe McCaskil l , «Su chi stera, la chaqueta, la borla heráldica, el tartán , y la corbata perfec tamente anudada - todos el los símbolos de autoridad y pri v i legio masculino blanco- y su sonrisa reflexiva, con la boca cerrada, todo ello cuenta una historia de dignidad , paciencia y razón» .1 28 En este sentido, el retrato es una metáfora del arte del retrato, es decir, la i ma gen retratada representa el sujeto para el que se desarrolló ese género: el hombre . Además la portada y las diferentes narrativas analizadas en este capítulo también i l ustran cómo «el género» , «la raza» , y «el sexo» se vieron articuladas de forma repetida en un campo complejo donde las disti nciones entre humano y persona, negro y blanco, y sexo y género no eran cartografiables fácilmente como terrenos sociales o biológicos diferenciados.
1 27. Ver, por ejemplo, McMillan, Embodied Avatars, Samuels, «A Complication of C om plaints»; Chaney, Fugitive Vision; y Ellen M. Wienauer, «"A Most Respectable L oo king Gentleman": Passing, Possesion, and Transgression in Running a Thousand Mile s for Freedom», en Passing and The Fictions of Jdentity, ed. Elaine K. Ginsberg < D uke University Press, Durham, N .C., 1996), pp. 37-56. 1 28 . McCaskill, «"Yours Very Truly"», p. 516.
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S EGUNDA PARTE
TRÁNSITO
La identidad y la subjetividad son actos de creación cuya estética es lógica. Sin embargo, ser y llegar a ser, requieren un acto de creación del yo que está determinado por la transestética. L. H. Stallings, Funk the Erotic: Transaesthetics and Black Sexual Cultures
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3.
L e er lo «Trans-» en la literatura transatlántica Sobre la «Mujer» dentro de Three Negro Classics
Aparentemente el título de la colección fue una consecuencia de una preocupación editorial sobre el espacio en l a portada. En una carta de la correspondencia entre el editor de entonces en Avon Books Peter Mayer y el editor del l ibro John Hope Frankl i n , Mayes explicaba lo siguiente: «Quiero l l amar al l i bro 3 Negro Classics [3 Clásicos Ne gros ] pero me pregunto si no es un título desagradable. Obviamente hay más , pero tengo un grave problema de espacio dado que tengo que poner un título del li bro en la portada, más tres títulos de li bros y tres autores -y los títulos son largos - y además tu nombre». 1 Puede sor prendernos que un argumento tan banal l legaría a determi nar que estos textos se leyeran j untos ; la frase de «obviamente hay más» i n vita a especular sobre qué otros títulos podrían haberse materializado dentro de una economía de las palabras diferente . La comunicación entre Frankl i n y Mayer también m uestra que no fue la primera vez que un editor quería vincular Up from Slavery ( 1901 ) , The Souls of Black Folk ( 1 9 03) , y The Autobiography of an Ex Colored Man ( 1 9 1 2) . Una edito ri al diferente había encargado m uchos años antes a Arna Bontemps , poe ta, noveli sta y bi bliotecaria de la Universidad de Fisk, introducir y coo rdinar los tres textos . 2 En su i ntroducción , Frankl i n descri bió l a pu bl i cación d e 1 965 d e Three Negro Classics como un «acontecimien1 . Peter Mayer a John Hope Franklin, 20 de agosto de 1964, John Hope Franklin Pa pers, John Hope Franklin lnstitute, Duke University. 2 . Mayer a Franklin, 7 de noviembre de 1963; Franklin a Mayer, 12 de noviembre de 1 963, John Hope Franklin Papers, John Hope Franklin Institute, Duke University. Se g ún estas cartas, Franklin rechazó escribir la introducción hasta que Avon confirmó que Bontemps no estaba planeando coordinar la colección de los textos.
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to prometedor».3 Tal y como él sugería, aunque los textos «son tan diferentes entre sí como los tres autores que los escribieron... cada uno revela los profundos temores y los perturbadores dilemas que prácticamente cada negro americano sensible ha experimentado».4 La yuxtaposición de estos tres textos a menudo ha mostrado un espectro de visiones políticas de la «cuestión Negra». De hecho, se ha hablado mucho de las relaciones entre Booker T. Washington, W. E. B. Du Bois, y James Weldon Johnson; y en relación a esto, sus antago nismos y sus afinidades personales a menudo se han extrapolado como una evidencia de los tiempos en que estos textos fueron escritos inicialmente. La nueva compilación y circulación de los textos en 1965 como artefactos culturales vinculados marcó el inicio de un retorno a estas obras para buscar pistas sobre cómo abordar un entorno racial profun damente marcado por lo que Du Bois describió sucintamente como la pregunta que nunca se planteó entre él y el «otro mundo»: «¿Qué se siente siendo un problema?». El hecho de que Three Negro Classics fuera reeditada cuatro ve ces en los cinco primeros años de su primera publicación también se ñala, en cierto modo, los imperativos comerciales que motivaban las reflexiones sobre la raza a comienzos del siglo xx en aquel momento preciso. En el año de la publicación de esa colección de libros los lec tores pudieron ser testigos del asesinato de Malcolm X (21 de febre ro), de Selma, de Montgomery, el «Domingo Sangriento» (7 de mar zo), la aprobación de la Ley del Derecho al Voto (6 de agosto), y los Disturbios de Watts ( 1 1 al 17 de agosto). Sin duda fue premonitorio que Avon Books publicara una colección de obras que, en palabras de Franklin, podían instruir al lector sobre cómo «poder al menos mante ner su ecuanimidad y su dignidad y el respeto a sí mismo».5 El repetido uso que hace Franklin de los pronombres masculinos indica que estos textos se preocupaban de lo que Du Bois llamaba el tema de los «derechos de la virilidad».6 Para Du Bois, el tema de los 3 . John Hope Franklin, introducción de Three Negro Classics (1965; repr., Avon Books, Nueva York, 1992), p. 21. 4. /bid., p. 20. 5. Franklin, introducción, p. 21. 6 . Heather Russell Andrade argumenta de forma convincente que la masculinidad Y la responsabilidad racial están vinculadas en la obra de Washington, Du Sois y John-
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derechos de la virilidad, o la garantía de los derechos legales para los ho mbres negros, funcionaba a la par con el sufragio de las mujeres; en su visión ambas cosas eran esenciales para construir y mejorar la de m oc racia. Aunque estas ideas contradecían la lógica imperante, que i maginaba la masculinidad blanca como un prerrequisito para el hu manismo liberal y la plena ciudadanía a inicios del siglo xx, seguían estando determinadas por las concepciones modernas de la identidad, q ue consideraban la raza y el género como constructos diferentes pero comparables.7 Además, el estatus del hombre negro, como ser cultu ral y legal, estaba inextricablemente ligado al estatus de su madre. Hortense Spillers, Jennifer L. Morgan, Saidiya Hartman, y otras femi nistas negras críticas han descrito cómo la esclavitud, en sus prácticas y codificaciones, estructuraron ciertas disposiciones matrilineales que en sus raíces estaban determinadas por la capacidad de las mujeres negras para producir criaturas negras como propiedad.ª Spillers señala que «bajo la situación de esclavitud, los hijos e hijas de la mujer no "pertenecen" a la madre, ni tampoco tienen una ·'relación" con el "propietario", aunque el propietario los "posee", y en el caso afro-americano, a menudo era el progenitor de ellos, y tam bién a menudo, no se beneficiaban del patrimonio».9 Para Spillers, la son, pero están articuladas de forma más fuerte en la de Du Bois, cuando escribe: «sin duda, la libertad total y la asimilación fue [sic] el ideal de los líderes [del movimiento abolicionista], pero la afirmación de los derechos de la virilidad del Negro por sí mis mo fue la principal idea, y el ataque de John Brown llevó esta lógica a su extremo» ( Souls, 35). Heather Russell Andrade, «Revising Critical Judgments of The Autobio graphy of an Ex Colored Man», African American Review 40, n.0 2 (2006), p. 259. 7 . Marlon Ross y Martín Summers han escrito de forma brillante sobre la interrela ción de la raza y el género durante ese período. Ver, por ejemplo, Marlon B. Ross, Manning the Race: Reforming Black Men in the Jim Crow Era (New York University P ress , Nueva York, 2004); y Martín Summers, Manliness and Its Discontent: The Black Middle Class and the Transformation of Masculinity, 1 900-1930 (University of N orth Carolina Press, Chapel Hill, 2004). 8 . Ver, por ejemplo, la colección de artículos en la obra de Hortense Spillers Black, White , and in Color: Essays on American Literature and Culture (Uni versity of Chicago Press, Chicago, 2003); Jennifer L . Margan, Laboring Women: Reproduction a nd Gender in New World Slavery (University of Pennsylvania Press, Philadelphia, 2004) ; y Saidiya Hartman, Scenes of Subjection: Terror, Slavery, and Self-Making in Nine teenth-Century America (Oxford University Press, Nueva York, 1997), que apor t� n ideas productivas para pensar sobre cómo y por qué la pobreza y la generización di fere nciada de las mujeres negras bajo la esclavitud determinaron la negritud como P reocupaciones existenciales y ontológicas. 9 - Spillers, Black, White, and in Color, p. 217 (cursiva en el original).
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criatura negra esclava era esencialmente «huérfana», y además se con virtió, «bajo la presión del orden patriarcal, patrilineal, patricentrado y patronímico, en el hombre/la mujer en el límite , cuyo estatuto familiar y humano , debido a la naturaleza misma del caso , aún tenía que definirse». w La producción y codificación del «esclavo» creó así un a crisis en la definición de los negros en el Nuevo Mundo anterior a la guerra en el nivel familiar y antropomórfico. Jennifer Margan explica que la capacidad reproductiva de los africanos esclavizados, de las personas nativas, y de las personas en servidumbre forzosa, fue ges tionada según una «matemática del "control"».1 1 Como escribió Du Bois muchos años antes de la publicación de Souls , en «The Study of the Negro Problems» (1898), «la incapacidad del Negro para escapar de una casta servil y llegar a una libertad política convirtió los proble mas del grupo en los problemas de la vida familiar».1 2 Según Du Bois, estos problemas fueron creados por las respuestas de los colonos a los problemas derivados de crear un código sistémico basado en la raza (como casta) en lugar de en la condición (como trabajador). Además, plantea que «aunque este código esclavo se estaba desarrollando . . . la emancipación y el nacimiento de hijos negros de mujeres blancas tam bién creó una nueva clase de Negros libres». 1 3 Por el derecho de naci miento, hijos negros de madres blancas heredaron una clasificación sui generis, de «Negros libres». Su estatus colectivo, tal y como lo describe Du Bois, señaló la forma en que el género y la sexualidad organizaron la clasificación racial durante el período anterior a la gue rra de la historia de EE.UU . Tal y como explica Frank Wilderson, las mujeres negras y blancas representaron los dos lados de una lacera ción producida por «la herida fálica de la sociedad civil», donde la reproductividad del negro fue «un vector de capacidad espacial y tem poral: el espacio adquirió coherencia como lugar: el útero , el tiempo se hace coherente como acontecimiento: el parto». 1 4 En contraste con la representación de las mujeres negras como úteros, como producto10. /bid., p. 218. 11. Morgan, Laboring Women, p. 77. 12. W. E. 8. Du Bois, «The Study of the Negro Problems», Annals of the American Academy of Politica/ and Social Science, enero de 1898, pp. 4-5 . 13 . /bid. 14. Frank Wilderson, Red, White, and Black: Cinema and the Structure of U.S. Anta· gonisms (Durham, N.C., Duke University Press, 2010), p. 306.
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ras de propiedad, como siempre consintiendo e incapaces de (no) con s en tir, las sexualidades de las mujeres blancas fueron construidas c omo «inaccesibles, prohibidas (hasta el matrimonio) y, por extensión me tonímica, fueron convertidas en garantes de la familia blanca, la p ropiedad privada y el Estado.1 5 La asociación entre ser negro y tener una madre negra fue crítica para mantener el orden biopolítico de la esclavitud y continuó siendo una cuestión a considerar y redefinir por medio de la Reconstrucción, y después de ella. Tal y como explica Laura Doyle, «En la economía l i gada a la raza, la madre es una creadora y una marcadora de lími tes . .. Ella es forzada a atravesar una frontera, o se le prohibe traspasar una frontera; en ambos casos su función es reproducir, por medio de los hijos e hijas, la vida de la frontera».1 6 A la luz de esta interrelación, podemos replantear el problema de la línea de color en términos de reproducción, de modo que se sustituya la cuestión de qué se siente siendo un problema por la de qué significa tener una madre negra. Este movimiento metonímico -un orden lingüístico que imita la tran substanciación de las cosas- que es también un juego sobre cómo las lógicas de la sinécdoque y la sustitución estructuran lo real racial en la l i teratura afromodernista, organiza este capítulo a través de una serie de itinerarios sobre la «"mujer" dentro de» Three Negro Classics. Como símbolo y metonimia de la vida negra, la madre negra es, como describe David Marriott en una frase que se repite en la descrip ción de las madres y de la maternidad en la novela afromodernista de Richard Wright Native Son, «degradada, incluso abyecta... Dado que porta la conciencia desgarrada, el abandono que [está asociado] con la cul tura negra en América, ella misma es una figura de ese abandono».1 7 Surge la pregunta, ¿Cómo podría alguien constituir un yo a partir de tal abyección? O, dicho de otro modo, ¿Cuál es la función de la madre negra, como una categoría y una simbolización encarnada, en un pro ceso sociogénico? Abordar este tema requiere al menos lo que Sylvia Wy nter describió como el fin de la obra de Frantz Fanon Piel negra, máscaras blancas: «lograr sacar al hombre negro de su propio sentido 1 5 . !bid. 16. Laura Doyle, Bordering on the Body: The Racial Matrix of Modern Fiction and Cultu re (Oxford University Press, Nueva York, 1994), p. 27. 1 7. David Marriott, Haunted Lije: Visual Culture and Black Modernity (Rutgers Uni Vc rsity Press, New Brunswick, N.K ., 2007), p . 81.
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del yo, de su identidad». 1 8 Como escribe Fanon en la introducción de Piel negra, máscaras blancas:
Una única respuesta que dar y el problema negro se despoja de su se riedad. ¿Qué quiere el hombre? ¿Qué quiere el hombre negro? Aunque me exponga al resentimiento de mis hermanos de color, diré que el negro no es un hombre . Hay una zona de no-ser, una región extraordinariamente estéril y árida, una rampa esencialmente despojada, desde la que puede nacer un auténtico surgimiento. En la mayoría de los casos, el negro no ha tenido la suerte de hacer esa bajada a los verdaderos Infiernos . El hombre no es solamente posibilidad de recuperación , de nega ción . Si bien es cierto que la conciencia es actividad de trascendencia, hay que saber también que esa trascendencia está obsesionada por el problema del amor y de la comprensión . El hombre es un sí vibrante de armonías cósmicas . . . El negro es un hombre negro; es decir que , como resultado de una serie de aberraciones afectivas, se ha instalado en el seno de un univer so del que habrá que sacarlo . 1 9
Aquí, Fanon describe la negritud como una exclusión de los signifi cantes dominantes del género, es decir, que dentro de una formulación patriarcal antinegra, el hombre negro no puede ser un hombre.20 El negro no es un hombre en la medida en que su «sí» no vibra en «armo nías cósmicas»; no es percibido como un hombre de la Ilustración, 18. Sylvia Wynter, «Towards the Sociogenic Principie: Fanon, the Puzzle of Cons cious Experience, of "ldentity" and What lt's Like to Be "Black"», artículo presentado antes de la publicación de «Towards the Sociogenic Principie: Fanon, ldentity, the Puzzle of Conscious Experience, and What lt's Like to Be "Black"», en National Jden tities and Sociopolitical Changes in Latin America, ed. Mercedes F. Durán-Cogan Y Antonio Gómez-Moriana (Routledge, Nueva York, 2001), p. 11. 19. Frantz Fanon, Black Skin, White Masks, trad. Charles Lam Markmann (Grove Press, Nueva York, 1967), 8. 141-42] . 20. Debe señalarse, como ha explicado Lewis R. Gordon, que el énfasis de Fanon en el «querer» es diferente de la crítica de Du Bois de la negritud como «problema» . Como escribe Gordon, «La convergencia del "problema negro" con el deseo ("que rer") ya marca una distinción en el análisis de Fanon. . . Esta cuestión del querer, del deseo, no es tan sencilla como puede parecer inicialmente, ya que la vida del deseo es pre-reflexiva y reflexiva». Lewis R. Gordon, What Fanon Said: A Philosophical /ntro· duction to His Life and Thought (Fordham University Press, Nueva York, 2015), p. 2 1 ·
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si n o que es el resultado de proyecciones antinómicas que le ubican en un universo que requiere su destrucción. El puente entre las declaraciones paradójicas de Fanon de que el o como (no) hombre - o quizá como hombre antinómico- es su gr ne d ebate sobre la «zona de no ser», ese lugar «extraordinariamente esté ri l » que sirve como espacio para la reproducción de una «auténtica re vue lta». Esta zona, una escena de abyección, es un terreno fértil -qui zá s el terreno demoniaco - para que Sylvia Wynter proponga el pri ncipio sociogénico como una praxis para abordar misterio metafísi co y científico de la conciencia humana.21 Además, se pueden aquí en contrar conexiones entre Fanon, Wynter y el ensayo de Julia Kristeva de 1982 sobre las potenciales utilidades de la abyección para la auto construcción. Kristeva, aparentemente de forma no intencionada, se une a la conversación mantenida entre Fanon y Wynter cuando insiste en que el proyecto de construir un yo a partir de la abyección es algo an á logo a la experiencia subjetiva del deseo, o a la fenomenología del «querer». Kristeva explica que «si uno se imagina r . . . ] la experiencia de la falta misma como lógicamente anterior al ser y al objeto- al ser del objeto- entonces se comprende que su único significado sea la abyección, y con más razón la abyección de sí, siendo su significan te . . . la literatura».22 Lo que Kristeva parece dar por supuesto, un yo que precede la abyección, se ve perturbado por la articulación que hace Fanon del yo -o de los yoes- como producto de una humillación raci al . Al mismo tiempo, podemos leer Piel negra, máscaras blancas , Y en especial el capítulo sobre la experiencia vivida por el negro, como un sign ificante del deseo que tiene el negro de liberarse de sí mismo. Del mismo modo que la experiencia del querer localiza un espa ci o de abyección subjetivadora, la literatura masculinista/moderna ne2 1 • Ver Wynter, «Towards the Sociogenic Principie», pp. 30-66; y Sylvia Wynter, « H e yond Miranda's Meanings: Un/silencing the "Demonic Ground" of Caliban's Wo rn a n » , epílogo de Out of the Kumbla : Caribbean Women and Literature , ed. Carole H oyce Davies y Elaine Savory Fido (Africa World Press, Trenton, 1990), pp. 355-372. 2 2 . Julia Kristeva, Powers of Horror: An Essay on Abjection (Columbia University Pres s , N ueva York, 1 982), p. 5 (cursiva en el original). [Edición en castellano: Poderes d,, la perversión , Siglo XXI , Madrid, 2006, p. 12). Hay un error en la traducción ingle sa _d e l libro de Kristeva, ya que se traduce la palabra original del francés «manque» ( « f a l t a» , término lacaniano) por «want». La traducción española es correcta, pero no se c n �i ende bien la cita porque en ella no aparece la palabra «querer». Kristeva vincula al su.1c to con la falta, no con el querer. (N. del T.)
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gra muestra hasta qué punto la experiencia del querer tiene efectos corporales, como ocurre en la descripción de Fanon del cuerpo sepa rado en Piel negra, máscaras blancas, o en la visión adivinatoria que produce la doble conciencia en la obra de Du Bois Souls of Black Folk. Las descripciones literarias de la división corporal pueden s er interpretadas como un síntoma de un encuentro con la zona del no ser, un espacio que se representa por fuera de la inteligibilidad de la Ilus tración que es al mismo tiempo un lugar para una posibilidad sociogé nica diferente de decir/ser un «sí» diferente, o lo que Spiller considera que es «la herencia de la madre que el hombre afro-americano debe recuperar como un aspecto de su propia personalidad - el poder del "sf' incluyendo a la "mujer"».23 Leer el «sí» de Fanon y de Spiller si multáneamente aporta el marco analítico para este capítulo, porque ilustra la forma en que la madre negra ha sido convertida en la zona del no ser, donde su imagen se convierte en un portal para la articula ción de un yo negro (moderno). Por tanto, lo que veremos a continua ción es un análisis de Up from Slavery, The Souls of Black Folk, y The Autobiography of an Ex Colored Man, porque demuestran la conexión entre la zona del no ser y las formas afromodernistas de subjetivación, un encuentro profundamente marcado por la compleja representación de la madre moderna, quien simboliza la negritud como una experien cia pública imposible, aunque también delimita la posibilidad de una interioridad negra. En este sentido, la madre negra es una metonimia de la sociabilidad negra, un emblema de la raza como problema y como producto de lo social que se basa en un proyecto de autonarra ción en la literatura afromodernista. Ella -ella misma como cuerpo dividido físicamente- es una figura central para revelar y reformular la negritud antinómica, es decir, su representación reproduce los bor des entre un yo negro, dotado de una interioridad, y una negritud ra cial, que viene dada siempre, y únicamente, por lo social. Este capítulo plantea que lo que convierte a cada texto en un potente ejemplo de afromodernismo es identificable por la manera en que se representa a la madre, que se utiliza para producir un «sujeto» racial en ausencia de los símbolos del padre. Aunque son muy diferen tes en su enfoque, y están condicionados por las políticas de la pro23. Hortense Spillers, «Mama's Baby, Papa's Maybe: An American Grammar Book» , Diacritics 17, n.º 2 (1987), p. 80 (cursiva en el original).
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d ucción y la recepción, cada texto se enfrenta al problema de cómo re p resentar la humanidad negra. Lindan Barrett describió esta práctica o n tofi gurativa como algo que transmite el potencial de romper con la continuidad de la modernidad occidental, donde la evidencia de una i n tel ectualidad negra amenazaba la lógica de la subjetivación poste ri o r a la Ilustración.24 Esta capacidad de perturbación ha sido identifi c a da con la estética del jazz y del blues, indicando una idealización de la i mprovisación en las formas afromodernistas. Esta alusión a la im p ro v i sación también subraya el tipo de circunnavegación que se mues tra en Three Negro Classics, lo que equivale a decir que el «trans-» de « transatlántico» no trata solo del movimiento en el espacio, sino tam bién sobre movimientos en el tiempo y en el ser, y simultáneamente sobre movimientos en la negritud. Esto quizás explica lo que convier te la supuesta perspectiva de un hombre «ex de color» en un «clásico negro». Para analizar la cuestión de hasta qué punto el «trans-» de tran satlántico tiene un parecido con el «trans-» que modifica las concep ciones del género, me centro en las diversas paradojas que aparecen cuando interpretamos la figura materna en Up from Slavery, The Souls of Black Folk, y The Autobiography of an Ex Colored Man, dado que lo que su imagen desvela en estos textos es la experiencia palpable del fenómeno conocido como sociabilidad negra, que se produce incluso bajo las condiciones de la muerte social. Ella, como progenitora de la raza , es el emblema de esta complej a, incluso paradójica, forma de sociabilidad. El género de la madre negra es vestibular, una transloca ción marcada por una capacidad de reproducir seres y objetos. Pero no deberíamos confundir su representación con lo real. Como relata Du Bois en su condena de la Reconstrucción y su desaparición inevitable, l a vivencia de la posición estructural de la negritud produce el género neg ro como «de tipo materno», un concepto que él invoca para descri bi r cómo vivir la negritud no produce un género en un sentido simbó l i co dominante, sino una imagen del género que está inextricablemen te v i nculada a una metafísica del tiempo. La formulación de Du Bois mo ti va una necesidad de distinguir los usos que hacen Fanon y Spiller 2 4 - Lindon Barrett, Racial Blackness and the Discontinuity of Western Modernity, c d . J us tin A. Joyce, Dwight A. McBride, y John Carlos Rowe (University of Illinois Prcss . U rbana, 2014).
154 ________________ Negra por los cuatro costados del «sí», dado que surgen en relación a cómo está conceptualizado el poder en cada caso. Mientras que el poder permanece como un con texto tácito -y normativo (léase: patriarcal)- en la visión de Fanon, la construcción de Spillers -el «poder del "sí'' incluyendo a la "mu jer"»- expresa cómo la praxis política de acceso a la madre negra requiere una lectura de ella como el marco onto-epistemológico para la humanidad negra.25 En el apartado a continuación, analizo las relaciones entre mo dos de producción, circulación y recepción, dado que ellos han deter minado la forma en que los textos, los autores y una política del cuer po negro han sido percibidos de forma contemporánea y recursiva a lo largo del tiempo. Sin embargo, este capítulo se interesa principalmen te por la apertura a «la oportunidad específica [para los hombres afro americanos] de aprender quién es la mujer en su interior», lo que en la expresión enfática de Spillers pivota sobre la cuestión del «quién», pero que yo analizo reordenándolo con un anagrama26 como el proble ma del «cómo».27 Dado que la línea del color fue producida y contro lada por la capacidad reproductiva de las mujeres negras, el proyecto de definir la masculinidad negra dentro de un idioma moderno necesi taría de un encuentro con la figura de lo maternal negro como perso naje y como la base del no ser que genera la humanidad negra.
Sobre el documento humano: la metonimia y la creación de lo real racial Aunque los tres textos publicados son representados como diferen tes entre sí en cuanto a su género, su capacidad para simbolizar las condi ciones de los negros en América fue garantizada por la presentación de sus autores como «informantes nativos» sobre las relaciones racia les contemporáneas. Esta imagen de los textos y de los autores tien e 25. Denise Ferreira da Silva caracteriza el ser y la interioridad como la base onto epistemológica de la «tesis de la transparencia» de la modernidad en Toward a Global Idea of Race (University of Minnesota Press, Minneapolis, 2007), p. 4. 26. Anagrama porque en inglés «who» y «how» tienen las mismas letras («quién» Y «cómo»). (N. del T.) 27. Spillers, Black, White, and in Color, p. 228 (cursiva en el original).
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un a relación directa con los contextos de producción y circulación de l a s narrativas sobre los esclavos anteriores a la guerra, donde el senti m enta lismo abolicionista y el primitivismo marcaban los textos como i nd icadores que encarnaban una transparencia autoral. Como señala P hil ip Gould sobre el desarrollo de la narrativa sobre los esclavos, las re uniones abolicionistas predeterminaban el estilo y el contenido del género, dado que ponían «límites a la expresión de los negros en pú blico y exponían literalmente los cuerpos [negros] para consumo del públ i co. Se pedía a los ex esclavos que solo narraran los "hechos" b á si cos de sus vidas; a veces desnudaban sus espaldas como textos que "probaban" sus historias».28 El término «anatomopoiesis» une «anatomo-política», o lo que Foucault describe como la disciplina de los cuerpos que constituye el biopoder, con «poiesis», que se refiere a t odas las formas de producción creativa y cultural. Planteo aquí este t érmino para describir las relaciones entre raza y autor, y para destacar cómo la literatura negra ha sido reproducida con una corporalidad ba sada en el cuerpo negro del autor y, por extensión metonímica, en una pol ítica del cuerpo negro. En su análisis de Up from Slavery, The Souls of Black Folk y The Autobiography of an Ex Colored Man, Deborah McDowell señala que las convenciones del género de historias de esclavos anteriores a la guerra influyeron en la literatura negra hasta bien avanzada la década de 1 920. Y también destaca de qué manera Washington, Du Bois y Johnson cuestionaron el género: por abstenerse de describir el sufri miento negro bajo la esclavitud, por rechazar la trama «de la esclavi tud a la libertad», y por cuestionar las certezas sobre la identidad ra cial , respectivamente.29 Además, aunque sus obras revisaron las convenciones del género de la narrativa sobre esclavos, el marketing y l a recepción contemporánea de los textos de Washington, Du Bois y Jo hn s on volvieron a presentar sus cuerpos autorales en formas que se remontaban al género anterior que sentaba precedente, produciendo al me n os dos emparejamientos: de los textos con los cuerpos de sus a ut ores, y de las obras literarias negras con las poblaciones negras. 2 8 . Philip Gould, «The Rise, Development, and Circulation of the Slave Narrative», e_� The Cambridge Companion to the African American Slave Narrative, ed . Audrey A. h sc h (Cambridge University Press, Nueva York, 2007), pp. 19-20. � 9 - Deborah E. McDowell, «Telling Slavery in "Freedom" Time: Post-Reconstruc li o n a nd the Harlem Renaissance», en Fisch, Cambridge Companion, p. 150.
15 6 ________________ Negra por los cuatro costados
De los tres, la autobiografía de Washington se presenta como la que mejor ejemplifica a su autor. Rebecca Carroll, en su introducción a un libro que conmemoraba el centésimo aniversario de la publica ción del texto, describe Up from Slavery como «la verdadera encarna ción del legado, algo que ha sido heredado desde el pasado por un ancestro».3 0 Ella comenta que «el estilo y el tono de la escritura de Washington... logra reflejar su mensaje con gran precisión. La humil dad, el duro y constante trabajo, la conducta atenta, y una gran fe en la humanidad pueden muy bien sentar las bases para un fuerte sentido del yo y para lograr la soberanía individual».3 1 Washington prepara a sus lectores para comprender su libro de esa manera cuando escribe en el prólogo «He intentado una historia simple, directa, sin ningún in tento de embellecerla».3 2 Washington también explica en los comen tarios preliminares que esta versión de su autobiografía nació de una serie de artículos redactados para Outlook, una revista semanal cristia na publicada en la ciudad de Nueva York. La serie contribuyó a gene rar una mayor audiencia para esta segunda obra autobiográfica de Washington, dado que las posteriores elaboraciones de su historia te nían en cuenta cuestiones y preocupaciones de un sector demográfico concreto de potenciales consumidores, asegurándose de que Up from Slavery no repetiría los errores de The Story of My Lije and Work, que había sido publicado años antes y que fue calificado por The Nation como «un libro de suscripción de la peor calidad».33 Junto con la presentación en episodios de la vida de Washington, Outlook frecuen temente publicaba anuncios con descuentos para los lectores que re servaran el libro por adelantado, antes de la publicación de la autobio grafía.34 30. Rebecca Carroll, introducción a Une/e Tom or New Negro? African American Rejlect on Booker T. Washington and " Up from Slavery" 100 Years Later (Harlem Moon, Nueva York, 2006), p. 2. 3 1 . /bid. 32. Booker T. Washington, prólogo de Up from Slavery, en Three Negro Classics, p. 25. 33. Reseña de The Story of My Lije and Work, de Booker T, Washington, Nation , 4 de abril de 1901, pp. 281-282. 34. Según Louis R. Harlan, «la tirada de Outlook era de más de 100.000 ejemplares, y muchos de ellos pasaban por muchas manos o eran leídos en voz alta en familia en la mesa del desayuno, o con los vecinos por la tarde». The Booker T. Washington Papers, vol. 1, Autobiographica/ Writings, ed. Louis R. Harlan (University of lllinois Press, Champaign, 1972), pp. xxviii-xxix.
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U n anuncio del l i bro de B ooker T. Washington Up from Slavery , publ icado en la revi sta Outlook en 1 900 .
En una carta al editor de Outlook Lymann Abott , Washington de s cri be su plan para el nuevo proyecto: «poner en primer lugar los h e chos y los incidentes - dando por supuesto que el lector medio está rnás interesado en un hecho interesante que en una generalización ba sad a en ese hecho» . Presentando sus hechos en orden cronol ógico , Was hington escribió que «no buscaba utilizar demasiadas general iza-
15 8 ---------------- Negra por los cuatro costados
ciones, y cuando [fueron) utilizadas estaban endulzadas con algún in cidente interesante», por lo que «solo sus generalizaciones fueron "más allá del orden natural"». La insistencia de Washington en da r prioridad a los hechos y a los incidentes nos remonta a los enfoques de los abolicionistas blancos sobre la vida de los negros anterior a la gue rra, y las pocas «generalizaciones» funcionaron como rupturas ana crónicas de una historia «concebida e influida por algunos de los prin cipales editores [de la época] . . . que estaba cuidadosamente diseñada para destacar la imagen de Washington entre el público general y para promover su escuela, su filosofía social y su carrera».3 5 Además, se gún Louis R. Harlan, Up from Slavery fue «escrito hasta cierto punto por el escritor fantasma» Max Bennett Trasher.36 Lo interesante aquí no es dilucidar el papel de Washington en la redacción de Up from Slavery sino explicar cómo la anatomopoiesis caracterizó la producción y recepción de la obra. Veamos, por ejem plo, un comentario que hizo Hamilton W. Mabie, que entonces era editor adjunto de Outlook, quien describe el libro como «uno de los documentos humanos más importantes que ha salido a la luz en esta parte del mundo en muchos años».37 La alabanza de Mabie no solo revela el proceso altamente colaborativo que dio lugar al texto, sino también, con su uso de «documentos humanos», subraya la práctica dual de antropomorfizar textos y de cosificar personas, una política que promovía el consumo de literatura negra. Estas estrategias de lec tura se basaron en la transubstanciación del texto para un (particular representación del) cuerpo y fijaron su atención en las lógicas de con sumo racial y sexual que contribuyeron al éxito comercial del texto; hasta la publicación de Autobiography of Malcolm X, en 1 965, Up from Slavery era considerada la autobiografía afro-americana más po pular.3 8 El hecho de que Three Negro Classics , Autobiography of Ma l 35. Washington, Up from Slavery, p. 25; y Harlan, /bid., p. xxii. 36. Harlan, Autobiographical Writtings , p. xvi. Harlan explica que «en algún mo mento del verano de 1900, Washington comenzó a dictar notas autobiográficas a Tras her mientras viajaban juntos en tren, o esperando a los trenes. Washington después escribió un borrador de la autobiografía a partir de las notas de Trasher y dejó que Trasher revisara el manuscrito. En algunas ocasiones, Washington dictaba o escribía un esquema simple de un capítulo y Trasher lo revisaba y lo entregaba a los editores» (p. xxvi). 37. /bid., p. xxix. 38. W. Fitzhugh Brundage, «Reconsidering Booker T. Washington and Up from Sla ·
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colm X y la primera traducción inglesa de la obra de Frantz Fanon A Dying Colonialism compartan el mismo año de publ icación nos da q u e pensar sobre la i ndustria editorial y la tanatopol ítica de la recep c i ón de los textos . Podemos plantear la cuestión , aunque sea provisio nal m ente , de si (y cómo) es relevante que estas obras tuvieran un éxito a ú n m ayor tras la muerte de sus autores . ¿De qué forma las muertes de e sto s autores generan vidas diferentes para estos textos? En relación c on esto, ¿de qué forma sus reflexiones sobre la raza se hacen más asi milables hacia una teleología de progreso tras su muerte? La i nte rrelación entre los textos y los autores - en vida y tras su muerte i nd ica un apetito por la autenticidad racial alimentado por el colapso de la literatura negra con los cuerpos negros . En el caso de Du Boi s , la consti tución del texto como autor se basó en gran medida en la recepción que tuvo The Souls of Black Folk como un tipo de representación literaria que pudo romper con la reali dad política d e l a Era Progresista. Robert Goodi ng-Wi l li ams , por ejemplo, describe la obra de Du Bois como «una llamada a las armas y un acontecimiento estético . . . [Es] un l ibro que debe ser leído como un debate político y también como arte literario.39 A unque se conside raba a Du Bois y Johnson - al menos después de que se reconociera públ icamente a Johnson como autor- menos sujetos a la expectativa de encarnar directamente sus textos que Washington , la frecuencia con que los comentarios de cada uno de los autores sobre el otro sirve para contextualizar sus respectivas obras i ndica una visión común de la li teratura que facilitaría el acceso a sus autores , produciendo lecturas de los elementos ficticios de The Souls of Black Folk y The Autobiogra phy of an Ex Colored Man como representaciones de los ideales polí ti c os de sus autores y de sus creencias personales . 40 Al i gual que la i·e ry» , en Booker T. Washington and Black Progress: " Up from Slavery" 10 0 Years La ter (University Press of Florida, Gainesville, 2003), p. 1 . .l9 . Robert Gooding-Williams, «Du Boi s, Pol itics , Aesthetics: An lntroduction » , Pu h lic Culture 11, n .º 2 (2005 ), p. 204. -io . Manning Marable explica en su ensayo «Celebrating Souls: Deconstructing the Du B o i sian Legacy» que «Si Du Bois no hubiera escrito "Of Mr. Booker T. Wash i ngton and Others", Souls hubiera seguido siendo esencial mente el mismo libro en sus c o n te nidos, pero probablemente no habría sido perci bido como un desafío radical a J un Crow» . Manning Marable , «Celebrating Souls: Deconstructing the Du Boisian Le gacy » , e n Alford A . Young Jr. et a/,, The Souls of W. E. B. Du Bois (Paradigm, Boulder, < 'ol o . , 2006), p . 1 9.
1 60 _______________ Negra por los cuatro costado s historia de la publicación de Up from Slavery , partes previas de The Souls of Black Folk fueron publicadas inicialmente, aunque de form a más esporádica, en el Atlantic Monthly, que se definía como un perió dico de literatura, política, ciencia y arte. Cuando The Souls of Black Folk: Essays and Sketches fue publicado en 1903 por A. C. McClurg, supuso una transformación mucho más significativa que la compila ción de los textos episódicos de Washington de la revista Outlook en el libro Up from Slavery . Como texto, Souls es un palimpsesto de for mas, que incluye poesía, ficción, citas musicales, discursos, ensayos, y más cosas. Como explica Cheryl Wall, parte de su especificidad lite raria es debida a «la autoconciencia del texto de su participación en una tradición continuada de expresividad afro-americana».4 1 En su lectura de Souls como autoconsciente, Wall menciona el ensayo poste rior de Du Bois sobre el tema de las letras y las artes afro-americanas. Más de veinte años después, Du Bois publicaría «Criteria for Negro Art», que a menudo ha sido considerado como una reflexión sobre Souls, para discutir las relaciones entre la estética, el arte y la política negra. Sin embargo, el ensayo de Du Bois trata tanto de los problemas que surgen al localizar una autenticidad racial en la representación negra, como de delimitar los criterios para la producción cultural ne gra. «Criteria for Negro Art» califica sus textos anteriores como pro paganda que, según él, era un riesgo profesional para los artistas ne gros: «es una deuda obligada de la América negra comenzar el gran trabajo de la creación de la belleza, de la preservación de la belleza, de la realización de la belleza, y debemos utilizar en esta obra todos los métodos que los hombres han utilizado antes... [como] la verdad -no por amor a la verdad, no como un científico que busca la verdad, sino como alguien sobre quien la verdad misma se impone eternamente como la más grande servidora de la imaginación, como el gran ve hículo del conocimiento universal».42 Según Du Bois, la verdad está articulada con (y subordinada a) figuraciones de la imaginación, y por lo tanto «el apóstol de la belleza [el artista negro]... se convierte en el 41. Cheryl A. Wall, «Resounding Souls: Du Sois and the African American Literal')' Tradition», Public Culture 11, n.º 2 (2005), p. 218. 42. «Criteria for Negro Art», en W. E. B. Du Bois : "The Crisis" Writings , ed. Daniel Walden (Fawcett Premier Books, Greenwich, Conn ., 1972), pp. 287-288. Publicado originalmente en The Crisis , octubre 1926, pp. 290-297.
1 ,ee r lo «Trans-» en la literatura transatlántica ___________ } 6 1
a póstol de la verdad y del bien no por elección sino por una obligación 43 i nt eri or y exterior». Originario del siglo xvn para referirse a las prác ti cas desarrolladas en el trabajo de las misiones católicas, el término « propaganda» clarifica que la concepción que tiene Du Bois del arte ne gro refleja el antiguo uso de la palabra, como una congregatio de p ropaganda Ji-de, traducido como una «congregación para propagar la fe » .44 La pluralidad evocada en el sentido original del término también i ndi ca una lectura formal de Souls, un texto marcado por una multipli cid ad de formas y voces. El arte negro y la humanidad negra están al menos duplicados en esta formulación; el arte negro es hermoso (estetizado) y verdadero ( sociológico, etnográfico), dado que los intelectuales-artistas imagi nan resultados políticos diferentes (plausibles) por medio de la inno vación y la invención formal. Como explica Marlon Bros, tanto Wash ington como Du Bois utilizaban écfrasis para visualizar la raza por medio del uso de un lenguaje descriptivo y alegórico. Ross sugiere que el cruce de la forma visual y la discursiva permitió al «autor pre sentar la raza en dos sentidos: ( 1) marcar y documentar el escenario particular que la raza había adquirido en la carrera hacia la moderni dad; y, simultáneamente (2) colocar una encarnación visual de la raza en un escenario metafórico».45 Al ser una cuestión de representación, la estética de la literatura negra (y del arte) determinó la forma en que la negritud - marcada y comercializada como masculina- era perci bi da. Como formulación dialéctica que está determinada por «una obl igatoriedad interna y externa», el arte negro no consiste tanto en distinguir lo real de lo irreal como en la precariedad de representar lo real en (y por medio de) la representación.46 En un pasaje menos cita do de «Criteria for Negro Art», Du Bois advierte contra el impulso de i nterpretar a artistas negros notables como indicadores del progreso -B . !bid. -4 . Oxford English Dictionary Online (Oxford University Press), s.v. «propaganda», . 45 . Ross, Manning the Race, p. 42 . 4 6 . En este sentido, podemos establecer otra conexión tomada de la obra de Alexan de r Weheliye Pornographies: Grooves in Sonic Afro-modernity (Duke University P res s , Durham, N.C ., 2005), que analiza cómo Du Bois anticipó la cultura DJ del hip ho p , por ejemplo. Du Bois y sus herederos intelectuales a menudo vienen determina d o s por una imagen de autenticidad negra de un realismo racializado y generizado .
162 ________________ Negra por los cuatro costados racial. «Están murmurando» escribe sardónicamente «"Aquí está la salida. Aquí está la verdadera solución al problema del color. El reco nocimiento otorgado a Cullen, Hughes, Fauset, White y otros muestra que no hay una línea de color real».47 Entonces, citando numerosos ejemplos que ilustran cómo el racismo produce infinidad de impedi mentos institucionales para los artistas negros y a la vez cuestionando el mito de la meritocracia, que sugiere que aquellas personas negras que han tenido éxito lo han logrado porque su trabajo es tan excepcio nal que trasciende la raza o el prejuicio racial, Du Bois explica que la popularidad de los artistas negros no supone unas condiciones más positivas para las personas negras. En su crítica de la celebridad, que destaca cómo el capital racial determina la producción y la recepción del arte negro, «Criteria for Negro Art» aporta un saber adicional a la lectura que hace Wall de Souls como autoconciencia. El capítulo titulado «Of Mr. Booker T. Washington and Others», por ejemplo, a menudo citado como una prueba del desacuerdo entre los dos hombres, también indica la preo cupación de Du Bois sobre la perturbadora confluencia de la celebri dad negra, el arte negro y la política negra: Esta misma singularidad de visión y la total unidad con su época es una señal del hombre exitoso . Es como si la Naturaleza necesitara hacer a los hombres más limitados con el fin de darles fuerza. Así, el culto al Sr. Washington ha ganado seguidores incondicionales, sus amigos son le gión, y sus enemigos están confusos. Hoy en día destaca como el único portavoz reconocido de sus diez millones de conciudadanos, y una de las figuras más notables de una nación de setenta millones .48
La singularidad de Washington, su excepcionalidad y su habilidad para representar a millones de personas negras son tan malolientes como su programa, al que Du Bois describe como una «silenciosa su misión a una inferioridad cívica» que inevitablemente «debilitará la virilidad de cualquier raza a largo plazo».49 Du Bois señala que los efectos nocivos de Up from Slavery en la esfera pública (negra) no son «resultado directo de las enseñanzas del Sr. Washington, sino su pro47 . 48. 49.
Du Bois, «Criteria for Negro Art», p. 285. Du Bois, Souls, pp. 241-242. /bid . , p. 247.
¡ ,c cr lo «Trans-» en la l iteratura transatlántica __________ 1 63
p a ganda [que], sin ninguna duda, ha ayudado a su rápido éxito».50 A quí el uso de «propaganda» para referirse a Washington y a su pro e: ra m a está en consonancia con el uso habitualmente peyorativo del ;érmino, y ridiculiza el valor representativo de la forma simbólica de Washington como un texto/cuerpo espectacular que sugiere que todas l as personas negras podrían lograr riqueza e influencia en su camino d e sa lida de la esclavitud. Además, como explica Erica Edwards, «Du Sois l tambiénl presenta una serie de líderes negros ejemplares en su ref lexión clásica sobre la vida negra americana en su obra de 1903 Souls of Black Folk, donde escribe de una "dinastía peculiar" de líde res negros y hace un listado de los "nuevos" líderes del siglo que riva lizan con Booker T. Washington».5 1 La interpretación de Edwards del «escenario carismático» de Souls explica parcialmente cómo el texto posicionó rápidamente a Du Bois como un símbolo de las masas ne gras, aunque el texto, en su empeño en producir multiplicidad, parece ir en contra de la idea de que la narrativa /el cuerpo del autor sea ex cepcional. Tal y como ilustra el anuncio en The Colored American , en la inclusión y la posición de la imagen de Du Bois y la selección de la valoración editorial del texto, que describe Souls como «la publica ción más interesante realizada por un hombre de color hasta la fecha», el marketing y la recepción redefinieron el colapso del texto y del autor para representar la escritura como otra construcción de una rea l idad racial literaria. The Autobiography of an Ex Colored Man , especialmente por las dinámicas cambiantes de su recepción antes y después de la atribución autora!, proporciona un ejemplo de dos caras, como Jano, de la lógica cu ltural que promueve una interrelación del cuerpo y del texto. La historia de su producción puede ser percibida como una explicación de formas contemporáneas de capital racial que contribuyeron a un de seo de leer las realidades de las relaciones raciales de EE.UU. por me dio de figuras metonímicas de textos ex/negros y autores ex/ne gros. Publicado por una pequeña editorial de Bastan, Autobiography fue diseñada para cultivar su estatus como un clásico. Como explica Jacqueline Goldsby, «Desde las seducciones de su narración en una 50 . !bid. 5 1 . Erica Edwards, Charisma and the Fictions of Black Leadership ( University of M i nn esota Press, Minneapol i s , 201 2) , pp. 27-28.
1 64 ________________ Negra por los cuatro costados
falsa primera persona hasta la rica y discreta apariencia del texto m is mo (forrado de piel granate, con letras doradas en la portada y en el lomo) , Johnson diseñó deliberadamente su novela para parodiar los protocolos modernos de la edición». 52 Johnson hizo una lista de miem bros de su familia como agentes de prensa , contrató un servicio de recortes de periódicos, y, tras recibir informaciones de que la novela sería un éxito, «cambió su nombre real -James Williams- por una más comercial, James Weldon».53 Atento a la forma material y a la circulación de la novela , Jo hnson, por medio de su implicación en la difusión de Autobiography, explotó la estructura metonímica de autor-como-texto negro promo viendo de forma consciente el texto-como-autor. Tal y como Johnson relata en su verdadera autobiografía, Along This Way ( 1933) , la mayo ría de los críticos «la aceptaron como un documento humano», como era su deseo. 54 En 1912, una de las primeras reseñas del texto en el Cleveland Gazette , el crítico calificaba la novela como «un libro con un interés peculiar y valor [quel muestra las relaciones de las dos ra zas claramente» y eso daría a las personas blancas la oportunidad de entender «la raza negra [representada] en cierto modo como una esfinge». 55 En la misma reseña , la Gazette atribuye el trabajo al Sr. Alexander, a quien describe como «destinado a ocupar un lugar entre los escritores más destacados de la actualidad».56 «Mr. Alexander» más conocido como Dr. Charles Alexander, un crítico del manuscrito para The Freeman y otros medios de comunicación. La publicación anónima de Autobiography coincidió con el re greso de Johnson a Nueva York desde Nicaragua . En Nueva York, como explica Shana Redmon, Johnson se convirtió en un «editor que contribuyó al más antiguo de los periódicos negros de Nueva York, el New York Age» . Desde esta posición, según Sondra Kathryn Wilson , Johnson se haría «"visible como líder racial nacional" por medio de 52. Jacqueline Goldsby, A Spectacular Secret: Lynching in American Life and Lite rature (University of Chicago Press, Chicago, 2006), p. 188. 53. /bid. 54 . James Weldon Johnson, Along This Way: The Autobiography of James We/do n Johnson (Penguin, Nueva York, 2008), pp. 238-239. 55. «A New Book» , reseña de Along This Way, de James Weldon Johnson, Cleveia nd Gazette, 15 de junio de 1912. 56. /bid.
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A book. unigue in th.e annal, of the Negro race. k a document it r�ads more itrangely than ficti.on. Profe$50r Charles Alexandcr. the well-known lecturer, says of the book :
"h •�•Id h:wc • widc ruding among l he N(t!t- of 1hi.1 co1mtry l.t�ium: lt ltll:< thc •tory ot a .soul-lifo ol tht r11c;, in an l,,i1nitablc n1.,1111er, by a mcmbé r of thc racc wlio has füttl two llvts, or in two worldJ, the black and thc whlte.''
Although just off the prw, the book has already ereated mue.h in• l1mJ$t and the auention of lhe press, secular and religious, Negro and white, has at once centered. upon it. We quote brielly three well-known papers :
"A urúquc pul:tlicatÍ(ll! //¼( JUl'f}311tittJ iolpl,1."-Clcv..land G11,
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SHERMAN, FRENCH fd COMPANY, Pul,lislien , BEACON STR.!E'f. OOS1'0N
Anuncio de The Autobiography of an Ex Colored Man , publi cado en agosto de 1 9 1 2 en la rev i sta de la Asociación Nacional para el Avance de las Perso nas de Col or, The Crisis . í
col umnas que mostraban su fil osofa social y política» .57 Johnson ex plica en Along This Way que inicial mente sintió «cierto placer por el anonimato» : «Los editores mismos nunca me conocieron personal mente; aunque el hecho se filtró gradualmente y se difundió» . 58 Segú n el historiador de la literatura Dickinson Bruce, fue Crimson and Gray, l a publicación del alma mater de Johnson, Atlanta University, quien mencionó por primera vez l a autoría de Johnson . 59 En noviembre de 1914, el Chicago Defender opinaba que la decisión de Johnson de pu 5 7 . S hana L. Redmond , Anthem : Social Movements and the Sound of Solidarity in the African Diaspora (New York University Press, N ueva York , 20 1 3) , p. 75 . Redmond está citando a Sondra Kathryn Wi l son, i ntroducción a Johnson , Along This Way (2008) , p. xiv. 58. Johnso n , Along This Way (2008) , pp. 238-239. 59. Dickson D . Bruce Jr., Black American Writing from the Nadir: The Evolu tio n of a Literary Tradition, 1 877- 1 915 ( Lo u i s i ana State University Press, Baton Ro u g e , 1 989) , p. 253.
1 ,e e r lo «Trans-» en la literatura transatlántica ___________ 167
bl i car el libro de forma anónima reflejaba «una humildad tal» que era 60 «l a mejor prueba de [su] genialidad». Ciertamente, autores negros h an estado escribiendo de forma anónima y con pseudónimos, incluso para el público negro, desde los inicios del siglo XIX. Por lo general, se con sideraba que era una forma de abordar de forma educada temas d esagradables, y a veces los autores utilizaban pseudónimos aunque los lectores ya conocían la identidad del autor. Según se iba incrementando el conocimiento de la autoría de Johnson, el vínculo del texto con el autor produjo una serie de cosas. Pri mero, aseguró a Johnson un lugar en un medio literario de autores identificable para el público blanco y negro. Por ejemplo, desde no v i embre de 1919 y a lo largo de 1920, Johnson publicó de nuevo Auto biography en forma de serie en Half-Century Magazine, promociona do c omo «Una revista de color para el hombre de negocios y el ama de casa».6 1 Autobiography fue además traducido al alemán y al sueco en 1929, lo que indicaba, como publicó el Negro Star, «que el libro había aparecido en cuatro países [incluyendo los EE.UU. e Inglaterra] y tres lenguas hasta la fecha».62 En segundo lugar, redujo la crítica de la novela por la industria editorial en general, y de la política de la autoría negra más específicamente. Como en el caso de Du Bois, la ce lebración de Johnson como autor influyó en las lecturas contemporá n eas y futuras del texto. Vincular su nombre a la novela produjo dos reflexiones sobre el texto y el autor. Por una parte, apareció un argu mento para justificar las razones políticas para omitir su nombre origi n al mente. Por otra, una historia adicional cobró forma en la mente de al gunos lectores para situar Autobiography como la historia de la vida de Johnson. Johnson explicaría más adelante que tales interpretacio nes (erróneas) - «sigo recibiendo cartas de personas que han leído el l i bro que me preguntan sobre esta fase de mi vida tal y como se cuen t a en él»- fueron lo que le llevó a escribir Along This Way.63 60 . Reseña de The Autobiography of an Ex Colored Man, de James Weldon Johnson, Chicago Defender, 14 de noviembre de 1914. 6 1 - Melvin R. Sylvester, «Negro Periodicals in the United States, an Annotated Bi hl i ography», consultado en la Universidad de Long Island, 12 de diciembre de 2014, . 6 2 . «"Autography of an Ex Colored Man" Appears in German», Negro Star, 9 de ag osto de 1929. 6 3 . James Weldon Johnson, Along This Way: The Autobiography of James Weldon 10 hnson (De Capo Press, Nueva York, 1933), p. 239.
168 _______________ Negra por los cuatro costados
En una carta al primer editor, Johnson explicó que su esperanza era que se leyera como una obra de no ficción, con el fin de demostrar que «la raza negra consistía en muchos tipos de personas y grupos, cada uno de ellos con diferentes formas de relacionarse entre sí y con los blancos».64 Su deseo de que Autobiography se leyera como un «do cumento humano», y su descripción de lo que esperaba conseguir con el texto nos recuerdan, de nuevo, la complicidad de la literatura con los discursos disciplinarios que determinan la forma humana. De hecho, la relación entre Autobiografía y su autor inicial, «Anónimo», puede ser representada como una «autopbiografía», un término que Grant Farred acuñó para describir «el acto crítico de separar -autopsiar- la vida del autor antes de que la vida esté (físicamente) acabada».65 Como au topbiografía, la publicación inicial de Autobiography intentó señalar, diseccionar y clasificar las dinámicas sexuales y políticas interraciales e intrarraciales. La novedad de la autoría de Johnson y el persistente marketing de textos negros como rutas de abastecimiento para un par ticular tipo de intimidad con sus autores situó a Autobiography (y a Johnson) dentro de un terreno anatomopoiético más familiar. Si Up from Slavery, The Souls of Black Folk, y The Autobiogra phy of an Ex Colored Man fueron utilizados para sustituir una política del cuerpo negro, también demostraron cómo el masculinismo a veces funcionó como una máscara para la fungibilidad del género. Dicho de otro modo, en la producción de la negritud como monolítica y de las personas negras como intercambiables, la diferencia de género conti nuó perdiéndose. Surge entonces la pregunta, ¿Qué sería necesario entonces para que estos textos, como «derechos masculinos», se ar ticularan dentro de (y en respuesta a) un orden de conocimiento basa do en entender la negritud como un modo instrumental de diferencia que necesariamente (o quizá consecuentemente) atenuó la diferencia ción de género? Como mínimo, eso requeriría que cada autor se en frentara a lo heredado de su madre para abordar esta forma de exclu sión, en palabras de Spillers, un «orden patronímico, patrifocal, patrilineal y patriarcal».66 En este sentido, estas narrativas necesitarían 64. Bruce, Black American Writing from the Nadir, p . 253. 65 . Grant Farred, «Autobiography», South Atlantic Quarterly 110, n.º 4 (201 0 , pp. 831-832. 66. Spillers, Black, White , and in Color, pp. 217-218.
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e scribir acerca de lo maternal negro en relación a una de sus caricatu ras más potentes: la mamita negra.
«La mamita negra» y otros vuelos de la imaginación C i n co años después de la publicación inicial de The Autobiography of an Ex Colored Man , Johnson publicó Fifty Years and Other Poems ( 1 9 17), que incluyó la breve obra de poesía «The Black Mammy» [La mamita negra]. En el poema, el narrador describe a una mujer negra con un rostro amable y «una mano tosca, pero tierna», un «alma sen ci l l a» con un canto «tan quejumbroso y tan salvaje».67 Escrito como una oda a la mamita negra, el poema detalla al trabajo doméstico y afectivo que se ve obligada a realizar para niños blancos que «rápidos c omo una puñalada, / ... algún día podrían machacar [a su] propio hijo negro».68 Ya sea por medio de su trabajo compensatorio al servicio de una blanquitud que aseguraría una muerte lenta para sus hijos, o por su propia mano, con la que podría acelerar la muerte de su propio hijo, la mamita negra, en el verso de Johnson, tiene una función filicida. Según su etimología, «mamita» [mammy]69 precede a las palabras «mam» y «mama», que probablemente derivan de ella.'º Tras su apa rición en el siglo xv1, «mamita» se pudo en circulación en las rutas del c omercio de esclavos del Atlántico. En partes del África occidental «mamita» se utilizaba junto con otros términos para formar palabras c o mpuestas, como «barca-mamita» y «silla-mamita», que describen la s cestas de mimbre que se colocaban a los lados de las barcas para tran sportar personas.7 1 Los usos iniciales de la palabra para referirse a la s mujeres negras esclavizadas encargadas de cuidar de los niños y 6 7 . James Weldon Johnson, «The Black Mammy » , en Fifty Years and Other Poems < C o r nhil l , Boston, 1 9 17), p. 1 2 , . 68 . !bid. 69 . « Mammy» significa mami , mamita, pero además en el contexto del sur de EE .U U . del siglo XIX esta palabra se utilizaba para descri bir a las mujeres negras, y hoy en día tiene un sentido peyorativo. Representaba un estereotipo de la mujer negra s i rv i enta. (N. del T.) 7 0 . Oxford English Dictionary Online (Oxford University Press) , s .v. «mammy » , . 7 l . !bid.
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niñas blancos aparecen en un diario de viajes de América del Sur en 1810, y desde aquel momento , como explica Kimberly Wal lace- San ders, la imagen de la mamita se hizo central en un «debate interracia) sobre la construcción de la lealtad, la devoción maternal , y la memoria del sur».72 En el sentido de la representación , la mamita fue construida para reproducir los bordes raciales; su mitología fue crítica para desa rrol lar una imagen que perpetuaría , en palabras de Saidiya Hartman , una «fantasía racial y sexual en la que la dominación es desplazada a los vínculos del afecto mutuo, la sujeción es idealizada... y la subor dinación perfecta instauró los medios para garantizar la felicidad y la armonía».73 En el sentido del trabajo, la mamita representó una rel a ción social de producción que aportó plusvalía a las familias blancas, a la propiedad privada y a la nación. Por otra parte, la mamita llegó a simbolizar a la madre negra como un «problema», representada como tal por una serie de razones, incluyendo sus supuestos actos negligen tes o filicidas, pero también, y más importante, como la progenitora simbólica de la identidad racial. Aquí habría que plantear un debate que está relacionado (o qui zás incluido) con el tipo de relación representada entre el hijo negro y la «mamita». Tal y como describe Amber Musser en su explicación de la obra de Deleuze sobre el masoquismo y sus aplicaciones para la conceptualización de la subjetividad queer, la persona masoquista no puede ser «concebida como una entidad singular -requiere de una persona dominante simbólica que sea su cómplice en la ilusión de ca rencia de poder.Además, esta persona dominante , de género femenino por su papel en el retorno psicoanalítico a lo materno y a su matriz heterosexual del deseo asociada, pierde la capacidad de un deseo autó nomo y separado. Como resultado de el lo, la persona masoquista y su dominante solo existen en su interrelación [ ; I ninguna de ellas puede ser concebida como individuo».74 El sujeto/hijo negro y su madre/ma mita negra forman un «complejo intersubjetiva» en el que la sujeción/ subjetivación racial y sexual se produce por medio de repetidos enKimberly Wal lace-Sanders, Mammy: a Century of Race, Gender, and Southern Memory (University of Michigan Press , Ann Arbor, 2008) , pp. 2-4. 73 . Hartman , Scenes of Subjection, p . 89. 74. Amber M usser, «Masochism: A Queer Subjecti vity?» , Rhizomes 1 1 - 1 2 (20 052006): punto 4 (cursiva en el origi nal) . Ver también Amber Musser, Sensational Flesh: Race, Power, and Masochism (New York University Press, Nueva York , 2014) . 72 .
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c u en tros con lo abyecto, presentado como lo maternal.75 Como rasgo i n t er no de la vida negra, ser negro está interrelacionado con la repre s e ntación de la maternidad como no ser; esta además es difundida en u n medio intercultural (pensemos en el informe Moynihan sobre la s o b r errepresentación de madres negras controladoras en el cine y en la tel evisión) para producir una gramática para pensar/expresar la negri t u d en relación con una concepción etnocéntrica occidental de la hu m a nidad. Como sostiene Darieck Scott, «Dentro de la abyección hu m a na, tal y como es representada y vivida en la experiencia de ser- negro, de la negritud, podemos ver que la zona del yo o de la hu m a nidad se extiende a territorios en los que no percibiríamos su pre sencia habitualmente; y este sufrimiento parece, en cierto nivel o en cierto punto de contacto remoto, fusionarse con una especie de habili dad , de poder».76 Si leemos a Scott junto con la opinión de Spillers en el epígrafe del capítulo, el poder del «sí» a la «mujer interior» es por tanto expresable en términos masoquistas. Podemos anticipar una representación metonímica de las madres negras para la vida doméstica negra. En The Souls of Black Folk, por ejemplo, se dan a los lectores diversas descripciones de las madres negras como «fuertes, ajetreadas y energéticas», «incorregiblemente sucias», o «rollizas, cobardes e inteligentes», lo que se corresponde con descripciones de sus hogares y del estatus de otros habitantes.77 Up from Slavery sigue un patrón parecido en el capítulo «Los prime ros días en Tuskegee», que incluye una mención a una incómoda cena que Washington tuvo con una familia negra. Aunque se dan pocos de tal les sobre la comida, describe las actividades matinales de la madre con cierto detalle: La madre se sentaba en una esquina y tomaba su desayuno, quizá de un plato o quizá directamente de la sartén, mientras los niños comían su ración de pan y de carne mientras correteaban por el patio . . . Una vez acabado el desayuno, y casi sin atender nada de la casa, toda la familia por lo general se iba al campo de algodón . Cada niño . . . se ponía a tra75 . Musser, «Masochism» , punto 5 . 7 6 . Darieck S cott, Extravagant Abjection: Blackness. Power, and Sexuality in the African American Literary Jmagination (New York University Press, N ueva York , 20 1 0) , p . 1 5 . 7 7 . D u Bois, Souls , p p . 255-257, 300-301 .
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bajar y el bebé - porque por lo general había al menos un bebé - era colocado en el suelo al fi nal de la fi la del algodonal , de modo que l a madre podía prestarle algo de atención .78
La atención que Washington presta a la conducta de la madre nos da una imagen del impacto de la aparcería en la vida de una familia ne gra. Desde su propensión a comer directamente de «la sartén» - las referencias temibles transmiten una distinción de clase social entre las expresiones de la familia anfitriona y la voz autora! de Washington y que ella deje «casi sin atender» las tareas del hogar, hasta ese «algo de atención» que ella le presta al bebé tras recoger una fila del algodo nal, las concepciones de la mujer y de los deberes de la maternidad son re/presentados a la luz de sus responsabilidades en el campo de algodón. Como ha explicado Patricia Hill Collins, el «trabajo-madre» de las mujeres negras está inevitablemente determinado por «historias de trabajo basado en la familia», y, como demuestra aún más el ejem plo de Washington, las madres negras están afectadas por infinidad de expectativas y demandas de atención.79 También podemos sospechar a partir de estos textos, que se mez clan con el género autobiográfico, que cuando cada obra trata sobre la madre del protagonista, con frecuencia lo hace refiriéndose a actos de transmisión de conocimiento para el desarrollo de su carácter. Mien tras que Up from Slavery está plagado de descripciones de interaccio nes madre-hijo que subrayan que la función materna ayudó a que se convirtieran en hombres, Souls solo incluye una mención a la madre de Du Bois, en una frase entre paréntesis ( «porque mi madre tenía un miedo mortal a las armas de fuego») , incluida en un debate sobre la búsqueda de empleo de Du Bois tras graduarse en la Universidad de Fisk.80 Su fobia aporta una explicación de por qué Du Bois había oído hablar de los placeres de la caza solo «de oídas», a lo que él añade, «Estoy seguro de que el hombre que nunca ha pisado una escuela de pueblo tiene algo que aprender del placer de la caza».8 1 En el mism o 78. Washington, Up from Slavery, pp. 89-90. 79. Patricia Hill Collins, «Shifting the Center: Race, Class, and Feminist Theori zing about Motherhood» , en Representations of Motherhood, ed. Donna Bassin, Margaret Honey y Meryle M. Kaplan (Yale University Press, New Haven, Conn., 1994), p. 62 . 80. Du Bois, Souls, p. 253. 81. !bid.
73 ¡ ,e e r lo «Trans-» en la literatura transatlántica ___________ ¡ c a p ítulo Du Bois describe con gran detalle las familias cuyos hijos e 11 ij as asistían a la escuela del pueblo cuando él encontró finalmente un pue sto de trabajo. Estas descripciones familiares ponen el énfasis en l a a pariencia y los gestos de la madre, y es en este sentido que el capí t ul o titulado «Sobre el sentido del progreso» puede ser entendido co mo una reflexión sobre las dinámicas cambiantes de la maternidad negra tras la Reconstrucción.82 Esto es más evidente hacia el final del capítulo, cuando Du Bois narra que la escuela donde él enseñó había sido reconstruida y rebau tiz ada como Progreso. Aquí se da cuenta de que la primera alumna que tuvo, una joven llamada Josie, quien, según sus palabras, «parecía ser el centro de la familia... nerviosa y bastante gruñona, como su madre, pero leal también, como su padre», ha muerto. Los periódicos hablan de su «madre, de pelo canoso», quien dice: «Hemos tenido un montón de problemas desde que te fuiste».83 La inclusión de un deta l l e sobre la apariencia personal de la madre es reveladora, especial mente cuando se yuxtapone con la descripción de la madre de otro estudiante, que aparece en las páginas finales del capítulo: «La cara fuerte, dura, de la madre, con su84 pelo salvaje, apareció ante mí. Ha bía echado a su marido de casa, y cuando yo enseñaba en la escuela v i v ía allí un hombre extraño, grande y jovial, y la gente hablaba. Yo estaba seguro de que Ben y 'Tildy fracasarían viviendo en semejante casa. Pero este es un mundo extraño».85 El recurso a la madre de Ben y 'Tildy está igualmente marcado por una impresión de su pelo, des cri to en la tercera persona singular, «eso» [«it»]. Este tipo de desper so nalización subraya el estatus abyecto de la madre en la narración, el cual, como explica Noliwe Rooks sobre este período, se basaba en la descripción de características físicas, como la textura del pelo, la lon gitud del pelo, y el color de ojos, como indicadores del carácter de una m ujer.86 Contraponer a la madre de pelo canoso, un rasgo que enfatiza
82 . La Reconstrucción es el período posterior a la guerra civil de EE.UU. (18631 877). (N. del T.) 83 . /bid., pp. 258-259. 84. En el original pone «its», «su» de ello, de eso, pronombre neutral. Esta desperso nalización será señalada por el autor en el párrafo siguiente. (N. del T.) 8 5 . /bid., pp. 250-260. 86 . Noliwe M. Rooks, Hair Raising: Beauty, Culture, and African American Women < R ut gers University Press, New Brunswick, NJ., 1996), pp. 26-27.
1 74 _______________ Negra por los cuatro costados de forma descriptiva los «problemas» que la familia ha vivido en ese lapso de diez años, con el pelo salvaje de la madre de Ben y 'Tildy y su correspondiente conducta «imprudente», prepara el escenario para la pregunta que define el capítulo sobre el significado del progreso . «¿Cómo medirá el hombre el Progreso allí donde yace Josie, la de ca ra oscura?» pregunta Du Bois, reflexionando sobre la muerte de su alum na favorita , cuya madre ha descrito como alguien que tiene «una año ranza de vivir "como amigos"».87 ¿Cómo es que Josie no se ha abierto camino por sí misma, o al menos sobrevivido, cuando Ben y 'Tildy lo han logrado ambos, a pesar de las aparentes carencias de su madre? Sobre esto, un indicador del «mundo extraño» que marca el Progreso, reflexiona: «¿Es esto la luz del crepúsculo al atardecer, o el rubor de un amanecer apenas visible?». La sorpresa de Du Bois sobre los resultados de sus antiguos estu diantes contextualiza su pregunta sobre la temporalidad. En la era de la post-Reconstrucción, la arquitectura del Progreso, descrita como una casa de planchas de madera «necesariamente fea», representa la relación entre «lo Viejo y lo Nuevo» - una especie de estructura del sentimiento- que en su materialidad evoca las relaciones de poder cambiantes de la época. 88 La reflexión concomitante sobre las madres, que incluye su breve referencia entre paréntesis sobre sí mismo, pun túa su discusión sobre el tiempo y el sentido del Progreso (y del pro greso) para revelar una cuestión relacionada e intrínseca: ¿qué tipo de maternidad sería necesaria para producir una generación capaz de di rigir esta orientación particular hacia el tiempo y el espacio, en senti do literal (el Sur Americano de la Era Progresista) y también como suposición metafórica? En los debates sinceros sobre la Reconstrucción, que se produ cen tanto en Souls como en Up from Slavery, la figura materna negra es evocada metafóricamente para señalar relaciones de poder persis tentes y cambiantes. En este último libro, Washington sugiere que «Durante todo el período de la Reconstrucción nuestra gente por todo el Sur se dirigía al Gobierno Federal para todo, como un niño se dirige a su madre . Esto no era algo antinatural. El gobierno central les dio la libertad, y toda la Nación se había estado enriqueciendo durante más 87. 88.
Du Bois, Souls , pp. 261, 253-254. /bid., pp. 259-260.
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de dos siglos con el trabajo de los Negros.89 Confirmando gran parte d e l d iscurso contemporáneo sobre las personas negras recientemente e mancipadas, el pasaje presenta al gobierno federal como la madre y c o mo un sustituto de la figura (paterna) del amo. El uso de «nuestra ge nte» y de «les» para describir a «los Negros» es sintomático de las di versas relaciones que se le pide a Washington que represente, como defe nsor de las personas negras, como mediador entre las personas n e gras y blancas, y como intercesor entre los intereses del Sur y los n acionales. El hecho de que el período de la Reconstrucción coinci d iera con la adolescencia de Washington nos aporta más información sobre el tipo de relación maternal que se está articulando aquí. Wash i ngton escribe: «Ya de joven, y más tarde en la madurez, tuve la sen sación de que era un error cruel del gobierno central, al inicio de nues tra l ibertad, que no fuera capaz de hacer algún plan para la educación general de nuestra gente, más allá de lo que debe hacer el Estado, de modo que las personas estuvieran bien preparadas para los deberes de la ciudadanía».90 En su crítica de las actividades de la Oficina para la Asistencia de la Libertad y los Refugiados, conocida popularmente como la Oficina de los Hombres Liberados, Washington presenta al gobierno federal como un sustituto de la madre, ignorante y mal equi pada para atender las necesidades de las personas negras. En este sen tido, el gobierno central, como entidad política, mantiene una profunda semejanza con las representaciones de las señoras de las plantaciones, dado que ambos eran vistos como poco acostumbrados a las activida des diarias de la maternidad.9 1 Por tanto, Up from Slavery pone de relieve lo que Washington percibe como evidencia de un aumento de la frivolidad entre la juven tu d n egra durante la Reconstrucción. Los jóvenes negros, según él, estaban gastándose más de la mitad de su salario semanal en carreras de carruajes los fines de semana, y las jóvenes negras se estaban dis t an ciando de las enseñanzas de sus madres sobre «la técnica de lavar l a ropa» para comenzar a ir a clase en las escuelas públicas. Estas ob s erv aciones indican la preocupación de Washington de que los progra89 . Washington, Up from Slavery, p. 73. 9 0 . /bid. 9 1 . Ver Thavolia Glymph, Out of the House of Bondage: The Transformation of the Pla ntation Household (Cambridge University Press, Nueva York, 2008), para un agu d o análisis de las señoras blancas y de los hogares de las plantaciones.
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mas promovidos por la Oficina de los Hombres Liberados estuvieran dando una educación que aumentaba los deseos de las personas ne gras, mientras que «su capacidad para lograr sus deseos no había aumentado en la misma medida».92 Este momento del texto suen a mucho más a los discursos que más tarde cristalizarían como una retó rica de la «cultura de la pobreza», aunque acusa al gobierno federal por producir las condiciones que permiten florecer estas conductas. Al presentar al gobierno federal como una señora, culturalmente representado como responsable por inculcar normas, pero legalmente incapaz de aportar salud, un apellido o una herencia, Up from Slavery continua una crítica que ya planteó Du Bois en su análisis anterior de los problemas de los Negros. En ambas instancias, la familia funciona como un dispositivo retórico que organizaba la raza-como-casta du rante la esclavitud y en su vida posterior. Aunque las madres blancas, según Du Bois, produjeron un estatus legal diferente para su hijos e hijas en la América anterior a la guerra, su capacidad para generar efectos/afectos positivos para su progenie está limitada en la caracte rización de Washington de la Reconstrucción. Así, la crítica de Wash ington utiliza la relación del gobierno-señora con el niño negro para señalar que la dependencia (familia/propiedad/nacional) blanca del negro fue subvertida sistemáticamente como una cuestión de práctica institucional durante la Reconstrucción. Podríamos ver su crítica al gobierno , llevándola a su conclusión lógica, como hace Washington cuando lamenta que las jóvenes negras se hayan alejado de la profe sión de sus madres, como una preocupación sobre la supresión de una función maternal negra. Lo que significa la función maternal negra para el proyecto de «ascender desde la esclavitud»93 se entiende me jor por las invocaciones a su madre en el texto, que analizaré más tarde en este capítulo. Cuando Du Bois hace uso de metáforas familiares para describir los fracasos de la Reconstrucción, presenta dos personajes como figu raciones espacio-temporales: «una, un caballero de pelo canoso... y el otro, una forma negra que planea y que es como una madre».94 Res pecto a la forma «que es como una madre», Du Bois escribe: «Su ho92. 93 . 94 .
Washington, Up from Slavery, pp . 76-77. Es el título del libro, Up from Slavery. (N. del T.) Du Bois, Souls, p. 232.
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r r i ble cara, negra con el vapor de los siglos, en tiempos pasados se ha .:st re mecido ante el poder del amo blanco, se ha inclinado con amor s obre las cunas de sus hijos e hijas, y ante la muerte ha cerrado los ojos hundidos de su mujer - sí, también, ante su demanda, ella se ha re nd ido a su deseo, y ha dado a luz a un niño rubio oscuro, viendo d espués los miembros de su hijo negro esparcidos al viento por mero d eadores de medianoche que se llevan a los "Negros malditos"».95 Yux tapuesto a la referencia de Washington al «trabajo de los Negros», q ue podría incluir el trabajo casero de lavar la ropa pero que principal m ente indica las contribuciones que hicieron las personas negras a la ac umulación de riqueza por medio de la industria del algodón, del azúcar y del tabaco, Souls acostumbra a sus lectores a un trabajo trans/ generizante causado por una violenta proximidad con la blanquitud. Establecido en la esfera doméstica de la casa del dueño de la planta ción, el género escenifica la relación entre los blancos y los negros, dado que la negritud-como-mujer (independientemente del sexo) es descrita como el resultado de un trabajo obligatorio del cuidado. En esta formulación, las personas negras son todas mamitas obligadas a producir valor blanco por medio de su trabajo íntimo y, por su capaci dad reproductora, una plusvalía basada en la producción de cuerpos trabajadores adicionales.96 Ese «como una madre» que llega a susti tui r a todas las personas negras en este pasaje, puede ser interpretado como un gesto hacia una feminización de los hombres negros basada en su acceso prohibido al poder patriarcal blanco. Sin embargo, sería m ás instructivo interpretar este proceso de mami-ficación97 como la articulación de ciertas dimensiones generizadas de la negritud donde la «como una madre» negra no es ni una «mujer» negra ni un «hom bre» negro sino más bien el símbolo de un proceso por el cual el géne ro negro se vuelve fungible en una política de la esclavitud y de la economía visual de indiferencia a la diferencia de género negra. 95 . /bid. 96. Du Bois volverá a este tema en repetidas ocasiones en sus textos, pero aborda extensamente el sentido del trabajo doméstico en el capítulo 5 de Darkwater, «La sir vie nte en la casa», donde explica que este tipo de trabajo debe ser considerado como un anacronismo que impedía a las personas negras participar en la modernidad . Darkwater: Voices from within the Veil (Humanity Books, Amherst, N .Y., 2003). 97. Juego de palabras con «mummy» (momia) y «mammy» (mamila), que suenan parecido en inglés. En este caso juega con la palabra "momificación" . (N. del T.)
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La inclusión de la muerte de la madre blanca puede ser interpre tada como la capacidad del padre blanco para reproducirse a sí mismo, en la medida en que su compañera reproductiva autorizada es dese chable en la perpetuación del poder patriarcal blanco. Además, como señala Du Bois, estas configuraciones género-raciales son representa ciones del tiempo, «dos figuras del presente-pasado que pasan» qu e estructuran la relación que «viven hoy en día los hijos de sus hijos».98 «Como una madre», por tanto, significa una continuidad temporal y también una disyunción marcada por la nomenclatura aparentemente apócrifa de pre- y post- Emancipación e indicada por el término con guiones «presente-pasado». Aunque la descripción de Du Bois de «como una madre» man tiene un gran parecido a la figura representacional de la mamita negra, es expresado con más intensidad en el capítulo «De la llegada de John», que es más reconocible como ficción en Souls . Aquí Du Bois construye una narrativa de historias perpendiculares de un John negro y uno blanco, es decir, de John Jones y John Henderson, respectiva mente. Cuando el John blanco se va a Princeton, el John negro, anima do por su madre, deja el hogar para asistir a la escuela de preparación a la universidad. «Pero [los blancos] negaban con la cabeza cuando su madre quería enviarle a la escuela. "Eso le va a echar a perder, le arruinará la vida" decían; y hablaban como si supieran del tema».99 Las interpretaciones populares presentan la historia del John negro como si escenificara las diferencias entre los Negros «antiguos» y los «nuevos» en un gesto narrativo. Antes de asistir a la escuela, John fue bien tratado por los blancos en Altamaha; fue trabajador y hábil, un Negro «antiguo» que encajaba en el orden político social y económico de la ciudad. Cuando estaba fuera, John era señalado una y otra vez en la ciudad por medio de la circulación del adagio «cuando venga John», una frase espaciotemporal que indicaba la importancia de la tempora lidad para la sociogénesis -la posibilidad de ser más allá del ser en una temporalidad de emergencia que aún está por determinar. La ma dre de John es asociada muy a menudo con la expresividad, y su pre sencia, como corrobora el capítulo, señala el proceso de mejora de John cuando está ausente. 98. 99.
Du Bois, Souls, p. 232. p. 364.
/bid . ,
¡ , cer l o «Trans-» en la literatura transatlántica __________ 1 79
Como narra la historia, al principio el John negro no se adaptó bi en al instituto en Johnstown. Tras ser expulsado por el director por « i mpuntualidad... falta de atención... bajo rendimiento y negligencia en los trabajos» John respondió con una promesa y un ruego: «Pero no se lo diga a mi mamita ni a mi hermana, ¿no le escribirá a mi mamita, v erdad? Porque si no lo hace iré a la ciudad y trabajaré y volveré el curso que viene y le enseñaré algo».wº Tras este encuentro, John se l a nzó a trabajar: «creció en cuerpo y en alma, y parecía que su ropa crecía a la vez que él y que se arreglaba sola; ... una nueva dignidad apareció en sus andares... Había abandonado sus extraños pensamien tos sobre el mundo y había vuelto a un mundo de movimiento y de h ombres».w1 Por tanto, en lo que John se había convertido, que es cu ri osamente descrito como un regreso - un «retorno» - estaba, en c uanto a narrativa, vinculado a la representación de la mamita así c omo de su hermano. El uso de la lengua local en la escena entre John y el director clarifica cómo el género conjuga el proceso de madurez de John. La yuxtaposición de «mamita y hermana» en lugar de «ma dre y hermana» o «mamita y hermanita» supone una apertura a la pre sencia animada de la imagen de la mamita para crear una particular repetición de la masculinidad negra moderna. Para que John «vuelva a un mundo de movimiento y de hombres» primero tiene que negociar su relación con su madre externalizándola de forma que él también pueda beneficiarse de su presencia como imagen de una fuente inago table para la producción de una masculinidad legible. Dicho de otro modo, al presentarla como su mamita en lugar de como su madre, el John negro se mueve dentro de un orden simbólico de la masculinidad desvinculándose físicamente de la herencia particular de su madre. Cuando John volvió, fue recibido calurosamente por aquellos a los que dejó atrás, pero le costó adaptarse a las formas de los negros de su ciudad. Quizás esto ocurrió porque no era ese «regreso» lo que «restauraba» la masculinidad del John negro; más bien fue, por la ló gica de la narración, una regresión, en el sentido estadístico, es decir, al go que reflejaba una relación entre el John negro y su entorno co rrespondiente. El regreso del John negro a la casa de su madre coinci di ó con una serie de acontecimientos, que incluyeron sufrir la deshon1 00 . /bid., p . 366. 1 O l . /bid. , p . 367.
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ra del padre racista del John blanco cuando buscaba trabajo, ser despedido de su puesto como profesor en la escuela para niños negros, y ser testigo de la violación de su hermana por el John blanco. En res puesta a este último acontecimiento, que es representado como la máxima afrenta a la masculinidad del John negro. Él [el John negro] no dijo ni una palabra, pero cogiendo una rama caída, le golpeó [al John blanco] con todo el odio contenido de su gran brazo negro; y el cuerpo yació blanco e inerte bajo los pinos, todo él bañado por la sangre y por la luz del sol. John lo miró distraído, y luego volvió caminando a casa con energía, y dijo con una voz suave, «mamita, me voy a ir, voy a ser libre» . Ella lo miró abatida y titubeante, «¿Al Norte cariño, vas a irte al Norte de nuevo? Él miró afuera, donde brillaba la Estrella Polar, pálida sobre las aguas, y dijo, «Sí mamita, me voy al Norte». 1 02
En este cuadro final antes de la partida de John hacia «el mar» y la «soga retorcida y enroscada», y buscando la confirmación de una masculinidad que se veía en conflicto con su entorno y que peligraba cuando estaba cerca de la del John blanco, la historia reintroduce la importancia de la mamita para el simbolismo de la masculinidad ne gra, ya que señala la distancia que podía ponerse entre los hijos negros y las madres negras en la búsqueda de una concepción particular de la libertad.1 03 Los detalles de la marcha de John, incluyendo su suave tarareo de la «Marcha Nupcial» de Wagner en su avance hacia el agua, aclara un aspecto de lo que puede querer decir Spiller con la «"mujer" en su interior». Como explica Charles Nero, la canción funciona como un acompañamiento extradiegético de la acción narrativa que «ilustra la feminidad interior de John como la novia».104 Para Nero, esta femini dad interior recuerda el análisis de Eve Kosofsky Sedgwick sobre el deseo homosexual en la literatura inglesa, donde explica que los hom 102 . /bid., pp. 376-377. 103 . /bid. El John blanco y el negro se encuentran en un concierto que anticipa cómo el racismo, la violencia y el linchamiento surgirían como acontecimientos importantes en la narración. 104 . Charles l . Nero, «Queering The Souls of Black Folk» , Public Culture 17, n.º 2 (2005), p. 263.
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b res corren el riesgo de una permanente feminización cuando son con fun didos con «el tipo de propiedad que son las mujeres o el tipo de tran sacción en la que solo su valor es un recurso apreciado».1 05 Nero añ ade que la caracterización de John Jones como mesiánico en su na t ura leza también indica las diversas formas en que las teorías de la i n versión de género circularon a comienzos del siglo xx.1 06 La interio ri dad femenina de John también indica una convención moderna sobre el género generalizada que, como Tamar Katz ha explicado, «está de terminada por una idea de la "mente femenina", donde la feminidad es importante para «simultáneamente establecer y hacer más compleja la a utoridad cultural moderna».1 º7 Aunque la interpretación que hace Nero de John como una re flexión sobre un efecto queer producido por la exclusión racial de Du B ois de la heterosexualidad pública es muy convincente, otras poten cialidades de la narración cobran forma cuando localizamos ese mo mento de la feminidad interior de John en relación a la imagen de su madre.1 08 Es decir, si leemos la narración como si la masculinidad ne gra es producida como una especie de interioridad, como orquestada por medio de una serie de movimientos centrífugos y centrípetos en relación con su madre, «Sobre el regreso de John» puede representar un cruce de caminos - una intersección (y los peligros que acompa ñan ese tipo de coyuntura) del Negro «antiguo» y el «nuevo» con un eje de un orden social antiguo y nuevo. La madre de John se convierte en la frontera, un pasaje que simultáneamente autoriza y condena. A diferencia de Up from Slavery y The Autobiography of an Ex Colo red Man, The Souls of Black Folk aporta una narrativa que sitúa a la madre y a la «como una madre» en relación al proyecto de la masculi nidad negra, de modo que la muerte de John funciona como una prue ba más de la aparente imposibilidad de habitar la posición de un hom bre «nuevo» en un mundo «antiguo». Como en las lógicas de la i nversión de género, donde una visión mental del yo debe hacerse le1 05 . Eve Kosofsky Sedgwick, Between Men: English Literature and Male Homoso c ia/ Desire (Col umbia University Press , N ueva York , 1 985 ) , p . 5 1 ; citado en /bid.,
p . 264. 1 06 . Nero, «Queering The Souls of Black Folk», pp. 264-268. 1 07 . Tamar Katz , Jmpressionist Subjects: Gender, /nteriority, and Modernist Fiction in England (University of Illinois Press , Urbana, 2000) , pp. 3-4. 1 08 . Nero, «Queering The Souls of Black Folk», p . 27 1 .
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gible en el cuerpo para los demás, la interioridad de John está deter m i nada por el conflicto psíquico de la mamita con la madre, y con la mamita de nuevo. La muerte de John, se convierte en la única distan cia, narrativamente imaginada , de desvincular al John negro de la cruel herencia su madre. Además, al principio mismo del capítulo, no tamos que gracias al «deseo» de su madre de enviarlo a la escuela él inicia su viaje. Este detalle , que nos recuerda la relación subyacente de la abyección con la sociogénesis, puede llevar a los lectores a con siderar hasta qué punto la madre de John era apenas distinguible del lado oscuro de la mamita, porque incluso con su mejor intención, ella desencadena su muerte. Por el contrario, tanto en Up from Slavery como en Autobiogra phy, la narración de la muerte de la madre coincide con la posibilidad de una vida diferente para su hijo. Washington narra la historia de la muerte de su madre en un capítulo titulado «Ayudar a los otros». Aun que estaba en su casa porque eran las vacaciones de la Universidad de Hampton , Washington explica que no pudo ver a su madre antes de su muerte: «Cuando estaba cerca de un kilómetro de mi casa estaba tan agotado que no podía caminar más, de modo que me metí en una vieja casa abandonada para pasar el resto de la noche. Sobre las tres de la mañana mi hermano me encontró durmiendo en la casa, y me dio, lo más cuidadosamente que pudo, la mala noticia de que nuestra querida madre había muerto durante la noche».1 09 El capítulo narra el impacto de la muerte de su madre, que describe como el período «más triste y vacío», así como «el más deprimente de la vida [de Washington]», y como una especie de traspaso de poderes doméstico: «Tras la muerte de mi madre, nuestra casita estaba revuelta ... Nadie se ocupaba de nuestra ropa , y en poco tiempo toda la casa quedó en un estado ruinoso».1 1 º Tras su muerte, la madre de Washington funciona como un superyó dentro del texto, es mencionada en varias partes de la na rración y sirve como una función de amarre para el protagonista cuan do sale de la esclavitud para moverse entre las personas ricas e influ yentes. Esto es más evidente en el penúltimo capítulo , «El secreto del éxito en los discursos públicos», que es también la última vez en que se menciona a su madre: 109 . Washington, Up from Slavery, pp . 65-66. 11 O. /bid. , p. 66.
1 ,e e r lo «Trans-» en la literatura transatlántica ___________ l 83
Rara vez participo en una de esas largas cenas ; preferiría volver a la pequeña cabaña de cuando era un niño esclavo, y volver a pasar por aquella experiencia - algo que nunca olvidaré - de cuando podía co mer melaza de la «casa grande» una vez a la semana . Nuestra dieta ha bitual en la plantación era pan de maíz y cerdo, pero los domingos por la mañana le permitían a mi madre traer de la «casa grande» un poco de melaza para sus tres hijos, y cuando nos la daba ¡ yo quería que fuera domingo todos los días ! Cogía mi plato de hojalata y lo sujetaba espe rando la dulce melaza, pero siempre cerraba los ojos mientras me ser vían la melaza en el plato, con la esperanza de que al abrirlos me sor prendería al ver cuánta me habían puesto . Cuando abría los ojos movía el plato de un lado al otro para hacer que la melaza se extendiera por todas partes , totalmente convencido de que así habría más , y que dura ría más si la extendía de esa forma . Mis impresiones i nfantiles de aque llos festines de los domingos por la mañana eran tan fuertes que nadie hubiera podido convencerme de que no hay más melaza en un plato cuando la extiendes por todo el plato que cuando está en una pequeña esquina, si es que hay esquinas en un plato . En todo caso , nunca he creído en «arrinconar» el sirope . Mi ración de sirope por lo general era de dos cucharas llenas , y yo di sfrutaba más de esas dos cucharadas de melaza que de esta cena de catorce platos de la que estaba hablando» . 1 1 1
Esta descripción sentimental de un recuerdo infantil de su vida como negro esclavizado se añade a consejos sobre cómo hablar en público, narraciones de viajes por el mundo y, tal y como esta cita muestra a modo de crítica, la opulencia que caracterizaba el elevado estatus de Washington. En un sentido, la escena describe un momento de cuida do bajo las condiciones de la esclavitud. Además, la esclavitud tam bién está presente en toda la escena: en la descripción de Washington de sí mismo como «niño esclavo», en la forma en que la melaza llega de la «casa grande», y en el proceso más amplio de fabricación de la melaza - en los circuitos del comercio entre las economías del Caribe y de las plantaciones de EE.UU. Narrativamente, hay un vínculo me tonímico entre la madre de Washington y la melaza, dado que el pasa je representa la relación de la madre con su hijo por medio del sirope. Como una especie de fabulación, la muerte de la madre da lugar a una ev ocación (extendida por todo al plato), y también es una mediación 111.
/bid., p . 1 62 .
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en la frontera entre la esclavitud y la libertad en la vida de Wash ington. Aquí, lo que podría aparecer para reafirmar el compromiso de Washington con la humildad y la frugalidad, trata también sobre en qué medida la madre de Washington, en su última mención, se vuelve apetitosa, digerible, como una presencia difusa que recuerda a su hij o de dónde viene. En esta disposición comestible, Washington incorpora a su madre negra convirtiéndola en un recurso apetitoso, dando senti do a su autoproyección. Autobiography, por otra parte, presenta un tipo diferente de in corporación materna, dado que las diferentes expresiones de género del narrador anónimo simbolizan y enfatizan sus ambigüedades racia les. Como ha explicado Siobhan Sommerville, «como sujeto racializa do "híbrido", simbólicamente negro y blanco, el narrador también es generizado "entre" el hombre y la mujer, como los cuerpos de los in vertidos que eran objeto de la mirada taxonómica de los sexólogos. En el caso del hombre que ya no es de color, 1 1 2 su propia mirada constru ye e internaliza en gran medida una versión erotizada del mulato como invertido».1 1 3 Estos aspectos de la novela están determinados en parte por el interés de Johnson en representar tipologías de la negritud, tal y como comenta en la correspondencia con sus editores. Además, la construcción que hace el protagonista del mulato como invertido tam bién significa que las escenas del despertar racial a menudo van aso ciadas a una identificación con el otro género.1 1 4 Previamente en la narración, el protagonista es descrito mostran do una actitud de rivalidad hacia su madre. Tomemos por ejemplo la interacción que tiene con su madre tras el encuentro del protagonista con el hecho de su negritud en la escuela: La miré a la cara y repetí: «Dime mamá, ¿soy un negro?» . Había lágri mas en sus ojos y me di cuenta de que estaba sufriendo por mí. Y enton ces fue cuando la miré de un modo crítico por primera vez . La había 112. Referencia al título de la obra, Autobiography of an Ex Colored Man . (N. del T.) 113. Siobhan B. Somerville, Queering the Color Line: Race and the lnvention of Homosexuality in American Culture (Duke University Press, Durham, N .C., 2000) , p. 114. 114. C. Riley Snorton, «Passing for W hite, Passing for Man: James Weldon John son 's Autobiography of an Ex Colored Man as Transgender Narrative», en Transgen der Migrations: The Bodies, Borders, and Politics of Transition, ed. Trystan Cotton (Routledge, Nueva York, 2012), pp. 107-1 18.
1 ,eer lo «Trans-» en la literatura transatlántica ___________ 1 85 considerado , de una forma infantil , como la mujer más hermosa del mundo; ahora la mi raba buscando sus defectos . Me di cuenta de que su piel era casi marrón, que su pelo no era tan suave como el mío, y que era diferente en cierto modo a las otras mujeres que venían a casa; pero , aun así, me di cuenta de que ella era muy hermosa , más hermosa que ninguna de ellas . 1 1 5
En su descripción, que va justo después de la escena mencionada del espejo, el narrador detalla cómo su gran proximidad con la blanquitud l e señala como más cercano al ideal femenino blanco que su madre. Aunque su madre sigue siendo «muy hermosa, más hermosa que nin guna» de las otras mujeres negras que había visto en las visitas de la casa de su madre, ésta finalmente carece de una descripción por parte del protagonista, debido a la forma en que la supremacía blanca es tructura las expresiones de género. Esta secuencia tras la escena del espejo amplifica las dinámicas transgénero de la descripción del pro tagonista. Aunque esta escena por lo general es interpretada por lo que revela sobre los procesos de racialización, como señala Jay Prosser, en las autobiografías de personas trans también se recurre a menudo a las escenas de espejos. Prosser afirma que «las escenas de espejos en las autobiografías trans no solo comienzan la trama de la transexualidad. Representada muy a menudo y tratando el tema de la autoconcien cia ... las escenas de espejos también prestan atención a la forma na rrativa de la trama, a la autobiografía del entorno y su importancia para la transexualidad».1 1 6 En la época en que el narrador termina la enseñanza secundaria, su madre está «mortalmente enferma». Ella siguió a su hijo fallecido poco después, y él liquidó los bienes de su madre por un total de 200 dólares y se dirigió al sur para continuar su educación. El narrador explica en relación a su madre muerta, «no me voy a obsesionar con ello, uno de los dos duelos sagrados de mi vida; y tampoco podría describir el sentimiento de soledad indescriptible que me invadió».1 1 7 Aunque el protagonista no abunda en el impacto afectivo de su pérdi1 1 5 . James Weldon Johnson , Autobiography of an Ex Colored Man en Three Negro Classics, pp. 401 -402 . 1 1 6 . Jay Prosser, Second Skins: The Body Narrative of Transsexuality (Columbia
University Press, Nueva York, 2004) , p . 1 00. 1 1 7 . Johnson , Autobiography, p . 41 9.
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da, como una especie de narración, su muerte señala un cambio en el género de una historia de llegada a la madurez a una autobiografía de viajes. Su madre es mencionada dos veces tras su muerte: en la diso lución de su relación con su benefactor blanco, y en su reflexión final sobre la decisión de «ya no ser de color» al final de la historia. Cuan do el protagonista rompe con su compañero millonario para regresar a los Estados Unidos para «vivir entre la gente» y «comenzar a hacer algo», su benefactor se ríe a carcajadas de su decisión.1 1 8 Esta es una dinámica recurrente entre los dos, que los críticos han interpretado de forma convincente como un reflejo de la explotación económica, la jerarquía racial, y el papel de la opresión erótica en la producción de la masculinidad negra.1 1 9 Como señala el narrador, su relación se basa ba en un intercambio que hacía del protagonista «un hombre de mun do refinado» y que daba a su patrón la oportunidad de escapar de «la cosa que parecía resumir todo lo que temía en la vida: el tiempo».1 20 Tras la disolución de la relación, el protagonista se dirige al sur de EE.UU. con un cheque de despedida de 500 dólares, además de varios cientos de dólares que había ahorrado del dinero que le había dado previamente el millonario. El narrador escribe: «Y así me separé del hombre que fue, después de todo, el mejor amigo que he tenido nunca, excepto mi madre, el hombre que ejerció la mayor influencia sobre mi vida, excepto la que ejerció mi madre. Mi afecto por él era tan fuerte, mis recuerdos de él tan claros, tenía una personalidad tan peculiar y llamativa que podría llenar fácilmente muchos capítulos con recuerdos de él; pero por temor a cansar al lector debo continuar mi narración».1 2 1 Aunque Somerville explica que en su descripción, «Johnson sugiere que los sentimientos del narrador hacia el patró n exceden los límites de lo que es representable», la reiterada compara118. /bid., pp. 471-472. 119. Ver, por ejemplo, Robert Stepo, From behind the Vei/: A Study of Afro-American Narrative (University of Illinois Press, Urbana, 1979; Phillip Bryan Harper, Are We Not Men ? Masculine Anxiety and the Problem of African American Jdentity (Oxford University Press, Nueva York, 1996); Sommerville, Queering the Color Line ; Scott, Extravagant Abjection ; y Cheryl Clarke, «Race, Homosocial Desire, and "Mammon" in Autobiography of an Ex Colored Man», en Professions of Desire: Lesbian and Gay Studies in Literature, ed. George E. Haggerty y Bonnie Zimmerman (Modern Langua ge Association of America, Nueva York, 1995), pp. 84-97. 120. Johnson, Autobiography, p. 472. 12 1 . lbid., p . 415 .
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ci ón con la madre del protagonista subraya la calidad de la relación 1 22 q ue se dio entre estas dos figuras. La inclusión de detalles sobre las cantidades de dinero que acompañaron a las dos rupturas (200 dólares de la liquidación de los bienes de su madre y un total indeterminado de más de 500 dólares del millonario) anticipa la decisión del narrador de convertirse en «alguien que no es de color», influido, al menos en pa rte, porque otorga un menor valor a la negritud. Su menosprecio de la negritud, materializado en la infravaloración de los bienes de su madre negra, enmarca su arrepentimiento sobre su «derecho de naci mi ento vendido a bajo precio» y su distanciamiento de «la gente de su madre». 123 Como señala Darieck Scott, y en relación con el estatus de ex negro del protagonista con su madre, el «error» del narrador, por lo tanto, reside en su rechazo de asumir la negritud-como-abyecta (per sonificada en la madre/mamita negra), lo que pone «en cuestión "la raza", "el género" y algo similar, al llevar estas categorías al límite de s us capacidades definitorias, donde casi se convierten en la muerte que se supone que deben evitar, y que simultáneamente, como "ne gro" o "mujer" se supone que representan. 124 En términos narrativos, mientras que la muerte de la madre cata l iza la expulsión del protagonista de un mundo social negro represen tado por la casa y el trabajo de su madre y su relación con los amigos de infancia, la disolución de su vinculación con el millonario señala (un deseo afectivo por) una partida de su vida multicultural y cosmo polita en Europa para volver a la sociabilidad negra. Es destacable que la historia muestra una alteración espectacular de la representación de este deseo, dado que el itinerario del protagonista cambia de nuevo, de forma irrevocable, tras ser testigo de un linchamiento. Pero el re greso a su madre en su descripción de su ruptura con el millonario subraya la construcción del mundo interior de un «hombre ex negro», dramatizando lo que Matt Richardson describió en su lectura de la obra de Jackie Kay Trumpet como la transformación potencial de la posición donde «la queeridad 1 25 negra aporta un lugar en el que este 122. Sommerville, Queering the Color Line, pp. 121-122. 123 . Scott, Extravagant Abjection, p. 124; y Johnson, Autobiography, p. 510. 124. Scott, Extravagant Abjection, p. 124. 125. Traducimos «queerness» por «queeridad». «Queer» se refiere en este caso a la disidencia sexual, a las sexualidades no normativas, raras y no heterocentradas, y tam bié n a una posición racial rara, extraña, a una disidencia racial . «Queeridad» sería ese
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peso de las decisiones puede ser representado de forma más clara, dada su posición fuera de la nación e incluso fuera de la negritud» : 26 Hacia el final de la historia, el protagonista declara que a veces siente como si hubiera sido un «espectador privilegiado» de «la vida interior» negra, ya que «nunca ha sido realmente un Negro». «En otros momentos» añade «siento que he sido un cobarde, un desertor, y me posee una extraña añoranza por la gente de mi madre».1 27 Por una parte, la distinción entre tener una perspectiva privilegiada sobre la interiori dad negra sin ser negro parece ubicar al protagonista dentro de la inter pretación de Richardson de la queeridad negra como una posición fuera de la negritud. Además, por otra parte, la descripción de la raza negra como «la gente de su madre», particularmente cuando va unida a su sentimiento de arrepentimiento, nos abre a una interpretación diferente, aunque no incompatible, que representa cómo la interioridad negra y la sociabilidad negra están ambas producidas por medio de una imagen maternal negra. En los momentos de apertura y de clausura, el narrador menciona su exilio de la vida social negra como su mayor decepción personal; es este deseo por una sociabilidad negra lo que marca su inte rioridad negra, aunque el protagonista va a vivir en el mundo tras la muerte de su madre como ex negro. Al igual que en Up from Slavery, la muerte de la madre produce un deseo de incorporar aquello que lo ma ternal negro genera para la construcción de una interioridad que no viene dada totalmente por fuerzas antinómicas, que produce la negritud en un mundo social estructurado por la antinegritud.
Ser, Negro/a y Moderno/a: un fenómeno trans La negritud, como condición de posibilidad que hace lo trans concebi ble en el ocaso de la esclavitud formal, necesitaría una «revisión» para generarse a sí misma como moderna. Esta reconstitución de la negri tud señaló un regreso a la escena de la «carne de mujer sin género» carácter o propiedad de lo queer como raro o extraño en lo sexual y en lo racial. (N . del T.)
126. Matt Richardson, «"My Father Didn't Have a Dick": Social Death and Jackie Kay's Trumpet» , GLQ 18, pp. 2-3 (2012), p. 362. 127. Johnson, Autobiography, p. 510.
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p ara crear la negritud de nuevo. Desde las «pacientes» identificadas y anónimas capturadas y oscurecidas en el archivo de James Marion Si ms hasta las madres que inspiran Three Negro Classics, las mujeres negras han sido utilizadas para reproducir y modificar infinitos límites - algunos antropomólficos y semióticos, otros referentes a la expira ción y a la vitalidad. Las sensibilidades masculinas que conformarán la literatura afromodernista, según los principios de los derechos de l os hombres, necesitó una reconfiguración simbólica de las represen taciones de las mujeres negras. Desde este punto de vista, «la moder nidad negra», una frase que añade la modernidad a su negación defini toria, construye la negritud como antimoderna y como el vacío que la capacita, y también aporta una dimensión claramente trans, que revela que el género para las personas negras y las ennegrecidas se enfrenta a una cualidad anagramática, sujeta a su reconfiguración repetitiva. Leer las referencias a lo maternal negro en Three Negro Classics subraya l as transitividades de la negritud, «el sexo» y «el género» en la vida después de la esclavitud, aunque también señala la persistente relevan cia de la carne dentro de la «cruel trampa» de la modernidad en la cual, como Alexander Weheliye ha explicado en relación con la ley moderna, «los sujetos deben ser transformados en carne antes de que se les dé la ilusión de poseer un cuerpo».1 28 En otro sentido, estas ex presiones de «decir sí a la "mujer" en su interior», tal y como se dan en el tratamiento literario de lo maternal negro en Up from Slavery, The Souls of Black Folk, y The Autobiography of an Ex Colored Man, subrayan lo que L. H. Stallings explica que son los efectos generados de transestéticas que, al estar relacionadas con cuestiones del ser y del l legar a ser, «perturban las formas, biológicas o de otro tipo» de modo que no se privilegia «lo humano o una realidad específica».1 29 Analizar Three Negro Classics según lo que expresan estas obras sobre el ser y el l legar a ser y por lo que revelan sobre la anatomopoiesis de la mo dernidad literaria negra supone encontrar de nuevo la transitividad y la tra nsversalidad de la negritud y de lo trans, donde dar sentido al texto supone contradecir las nociones comúnmente aceptadas del cuerpo. 1 28. Alexander G. Weheliye, Habeas Viscus: Racializing Assemblages, Biopolitics, and Black Feminist Theories of the Human (Duke University Press, Durham, N .C., 2014), p. 39. 1 29. L. H. Stallings, Funk the Erotic: Transaesthetics and Black Sexual Cultures ( U niversity of lllinois Press, Urbana, 2015), pp. 9-12.
TERCERA PA RTE
APAGÓN 1
Presente y destruida en su presencia, la negritud es un instrumento en proceso. Fred Moten. «Blackness and Nothingness ( Mysticism in the Flesh)»
1 . Traducimos «blackout» por apagón, pero es importante recordar la raíz «black» d el o riginal (negro, negra), porque en el capítulo se va a hablar de la negritud y de su eliminación/omisión de la historia, algo que recoge literalmente la palabra «blackout» ( b lack-negro, out-fuera). (N. del T.)
4. Una silueta horrible
La racialización y la larga exposición a la transición [ Las] sombras se detienen y se filtran. Rezuman desde recuerdos grises moteados y escalares patibularios. Garantizan nuestro po tencial, asegurándolo con formas y medios a la vez penumbrosos y exquisitos. Ejemplifican cosas recordadas pasado su tiempo, prometidas más allá de las circunstancias. Karla F. Holloway, Legal Fictions: Constituing Race, Composing Literature
El l de diciembre de 1952, la historia de la portada del New York Daily News «Ex soldado se convierte en una belleza rubia» desató una fasci nación de los medios de comunicación por Christine Jorgensen que la convertiría, según la historiadora y teórica trans Susan Stryker, «pro bablemente en la persona más famosa en el mundo durante unos pocos años».1 Aunque la de Jorgensen no era la primera noticia de los me dios que trataba sobre temas trans -historias parecidas aparecían es porádicamente a comienzos del siglo xx- su historia, tal y como evo l ucionó en la prensa contemporánea y en los registros historiográficos trans posteriores, construyeron a Jorgensen como una figura excepcio nal de la representación trans. Los contextos de la historia de Jorgen sen fueron variables y diversos, comenzando por la prensa mayoritaria con una historia espectacular sobre triunfo personal, transformación científica, e idealidad confesional. La noticia inicial del Daily News, por ejemplo, incluía citas de una carta que Jorgensen había enviado a sus padres que, como explica David Serlin, funcionó como una espe cie de «"confesión" de inocencia y ... [una] presunción de autentici dad» para describir sus viajes a su antigua casa en Dinamarca para una corrección quirúrgica de un «error de la naturaleza».2 En línea con el
1. Susan Stryker, introducción a Christine Jorgensen: A Personal Autobiography, por Christine Jorgensen (Cleis Press, San Francisco, 2000), p. v. 2. David Harley Serlin, «Christine Jorgensen and the Cold War Closet», Radical His tory Review 62 (1995), p. 154.
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tratamiento que hacía la prensa de las espectaculares invenciones para la destrucción del hombre, una narrativa recurrente durante la posgue rra , en el período del inicio de la Guerra Fría, las primeras noticias del «cambio de sexo» de Jorgensen presentan su historia como otra prue ba de la magnitud de la ciencia moderna . En este sentido y como ha explicado Stryker, la historia de Jorgensen escenifica «el malestar ge neralizado sentido en algunos cuarteles de que la masculinidad ameri cana, ya acorralada, podría ser destruida literalmente y reconstruida en su aparente contrario por medio del poder de la ciencia moderna».3 En la prensa negra, Jorgensen fue noticia a menudo por su éxito como artista, con una atención frecuente a las trampas financieras de su celebridad. En un reportaje temprano del Chicago Defender, un artículo señalaba que aunque ella «se ha convertido en una mujer hace poco tiempo . . . ya ha aprendido a decir "no" a las ofertas de Holly wood».4 Alvin Chick Webb escribió para el New York Amsterdam News, en su artículo sobre el espectáculo popular de Jorgensen en el club nocturno de Nueva York Latin Quarter, «Con independencia de lo que pienses de Christensen como persona o como artista, el hecho es que está ganando un montón de monedas de plata».5 Entre la olea da de respuestas a su presencia pública, la casa de discos Rhythm, de Jamaica, publicó en el Caribe, Reino Unido y Estados Unidos la que sería una canción de éxito, «Is She Is, or Is She Ain 't» [¿Es una chica, o no lo es?] compuesta y escrita por Calypso Gene the Charmer, ahora más conocido como el líder de la Nación del Islam Louis Farrakhan. El estribillo de la canción, «Pero detrás del pintalabios, del colorete, y la pintura / quiero saber ¿es una chica o no lo es?», plantea el signifi cado de Jorgensen como transexual famosa remarcando la crisis visual
3. Stryker, introducción, vii.ix. Para más ejemplos de esto, ver el texto de Stryker sobre cómo la interrelación entre la representación fantástica y fantasmática de Jorgen sen con el acceso a tecnologías somáticas desarrolladas recientemente crearon un vínculo en la representación entre la forma transexual y la bomba atómica, en «Chris tine Jorgensen's Atom Bomb: Transexuality and the Emergence of Postmodernism», en Playing Doll: Technocultural Formations, Fantasies, and Fictions of Assisted Re production, ed. E. Ann. Kaplan y Susan Squier (Rutgers University Press, New Brun swick, NJ., 1999), pp. 157- 171. 4. «Tapping the Wires: World and National News Highlights by Teletype», Chicago Defender, 20 de diciembre de 1952. 5. Alvin Chick Webb, «Footlights and Sidelights», New York Ansterdam News, 30 de enero de 1954.
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que el cuerpo desviado de Jorgensen evoca, como significante por en cima de un conjunto de ideas consol idadas sobre dónde local izar la verdad de un cuerpo (¿en su superficie? ¿como esencia?) y en qué medida la «real idad» está unida a un privilegio del espectáculo.6 Incluso como apl icación espectacular del mandato liberal ameri cano de la autoinvención, Jorgensen no pudo soportar el peso de la representación, como demuestra el cambio que se dio en el tratamien to informativo de los medios de comunicación mayoritarios cinco me ses después de su aparición. En abril de 1953, en New York Post publi có una «revelación» en seis partes titulada «La verdad sobre Christine Jorgensen», que afirmaba que no se había convertido en mujer por medio de un tratamiento hormonal y quirúrgico; el Time prosiguió rá pidamente con la acusación, declarando que «Jorgensen no era una chica en absoluto, solo un hombre modificado».7 Aunque Jorgensen sería posteriormente clasificado de nuevo como «transexual» tras rea lizarse operaciones de vaginoplastia, «los doctores de Jorgensen en Dinamarca», como explica Joanne Meyerowitz, «parecieron confir mar la "revelación" [del Post] . . . [cuando] describieron en caso de Jor gensen como un caso de "travestismo auténtico"» en el Journal of the American Medica/ Association .8 Aunque el romance inicial de Amé rica con Jorgensen se estropeó, su historia consolidó narrativamente una visión de la transexualidad como el resultado de una intervención quirúrgica y de otros tratamientos medicalizados para abordar el géne ro como una propuesta anatómica y biológica.9 6 . Louis Farrakhan (también conocido como the Charmer), «Is She Is, or Is She Ain't?» en The Charmer Is Louis Farrakhan: Calypso Favorites, /953-1 954, Boxtrox Records 9908, CD . 7. «The Truth about Christine Jorgensen» parte 1, New York Post, 6 de abril de 1953; «The Case of Christine», Time, 20 de abril de 1953, citado en David Serlin, Replacea hle You : Engineering the Body in Postwar America (University of Chicago Press , Chicago, 2004), p. 184. 8. Joanne Meyerowitz , «Christine Jorgensen and the History of How Sex Changed», en Women 's Ame rica: Refocusing the Past, ed. Linda K. Kerber, Jane Sherron de Hart, Cornelia Hughes Dayton, y Judy Tzu-Chun, 8.ª ed . (Oxford University Press, Nueva York, 2016 ), p. 624. 9. Como escribe Jay Prosser, la popularización de Jorgensen de la transexualidad co incide con una fórmula «que continúa como metáfora de la transexualidad en su versión narrativa médica, [en la cual] estar atrapado/a en el cuerpo equivocado se ha convertido en el punto decisivo de una auténtica "retórica" transexual». Jay Prosser, Second Skins: The Body Narratives of Transexuality (Columbia University Press, Nue va York, 1998), p. 69.
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El ascenso de Jorgensen hasta la fama y su caída a una mala re putación dependió de cuestiones sobre la autenticidad, la certeza cien tífica y los aparentes límites de la autoinvención, pero su historia ta m bién planteó, como ella escribió en una carta a unos amigos de Dinamarca en 1950, la cuestión de «la vida y la libertad para vivirla».IO Este aspecto de la historia de Jorgensen representó de forma destacada a aquellas personas que eran conscientes de cómo la falta de libertad - en las formas de la criminalización, el colonialismo, la conquista imperial, el internamiento, Jim Crow,1 1 y otras formas de violencia represiva y cotidiana - representaba la vida negra en EE.UU. y en todo el mundo. En una carta escrita a los padres de Jorgensen, una mujer escribió: «Soy Negra... [y ] encuentro muchos obstáculos que debo superar. [Jorgensen también] ... perteneció a un grupo minorita rio, pero [luchól contra sus limitaciones. Si más personas se enfrenta ran al choque de la batalla estoy segura de que todos y todas viviría mos en un mundo mucho más agradable».12 La mención de la carta a la retórica de la guerra para describir las formas de la limitación vio lenta que define la negritud como una cuestión de «superación» mues tra cómo la representación trans espectacularizada de Jorgensen trans mitía una promesa ilusoria de libertad dentro de un panorama de violencia estructural, textual y física de diferentes niveles. Jorgensen, en otras palabras, como ha explicado Emily Skidmore, fue instrumen tal para la construcción de la «buena transexual», donde ella y otras mujeres trans blancas «fueron capaces de articular la transexualidad como una posición subjetiva aceptable por medio de una encarnación de las normas de la mujer blanca, sobre todo la domesticidad, la respe tabilidad y la heterosexualidad».1 3 Esta maniobra, señala Skidmore, «fue posible solo por medio de la opresión de otros cuerpos de género variable [ ;l como la posición subjetiva de la transexual estaba satani zada en la prensa mayoritaria y se había hecho visible por medio de la blanquitud, otras formas de variación de género se hicieron más visi10. Jorgensen, Christine Jorgensen, pp. 90-91. 1 1 . Las leyes Jim Crow eran las leyes d e la segregación racial d e EE.UU., promulga das en 1876 y vigentes hasta 1965. (N. del T.) 12. Meyerowitz, «Christine Jorgensen», pp. 90-91. 13. Emily Skidmore, «Constructing the "Good Transsexual": Christine Jorgensen, Whiteness, and Heteronormativity in the Mid-Twentieth Century Press», Feminist Stu dies 37, n.º 2 (2011). p. 27 1.
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bles de forma paulatina por medio de la no blanquitud».14 La historia d e Jorgensen sorteando las lógicas corporales convencionales se con virtió en un vehículo para expresas «la libertad» como una forma de d estino manifiesto tecnológico -lleno de sentido racial- articulado como una prerrogativa para las personas y los Estados nación. Este capítulo interpreta la mediación espectacular de Jorgensen como una alegoría de la política corporal transnacional en la posgue rra, al inicio del período de la Guerra Fría. Viendo su cobertura mediá tica como otro ejemplo de la fascinación americana con la luz y la oscuridad que representó a Jorgensen como una silueta, que tomó su forma en relación con una narrativa nacional de avance y de poder somatecnológico, «A Nightmarish Silhouette» [ Una silueta horrible] proporciona un contexto analítico de cómo y por qué la blanquitud americano-danesa de Jorgensen fue importante en ese momento, y en repeticiones posteriores de la historiografía trans, como un símbolo peculiar de la libertad nacional, no deseado, pero de algún modo asi milable. Tal y como ha escrito Serlin en relación a Jorgensen y al pe ríodo de su aparición, «la libertad era [y aún es] lo bastante maleable en aquel tiempo como para atraer por igual a los fanáticos religiosos, a los activistas de derechos civiles, a los ideólogos políticos, y a per sonas que aspiraban a ser transexuales».1 5 Además, aunque la repre sentación mediática de Jorgensen llegó a representar una forma de li bertad, también simbolizó los diversos tipos de falta de libertad que marcan y siguen afectando las temporalidades negras y trans. El trata miento romántico inicial que hicieron los medios de la historia de Jor gensen resulta aquí instructivo porque, como ha explicado Toni Mo rrison, el romance, como género, ha sido un lenguaje clave para explorar los miedos de América «de ser marginado, de fracasar, de falta de poder.. . de la ausencia de la supuesta civilización; su miedo a la soledad, a las agresiones externas e internas. En resumen, el terror a la libertad humana» . 1 6 Desde este punto de vista, Jorgensen no solo ejemplifica lo que algunos hombres podrían perder potencialmente, también representó una capacidad para transgredir las fronteras nacio1 4. /bid. 15. Serlin, «Christine Jorgensen», p. 156. 16. Toni Morrison, Playing in the Dark: Whiteness and the Literary lmagination (Vintage, Nueva York, 1992), pp. 36-37.
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nales y somáticas que eran simultáneamente contradictorias e intrínse cas respecto a un conjunto de lógicas raciales (un dispositivo de orde namiento de oscuridad y de luz) que mantuvo el régimen Jim Crow dentro de las fronteras de EE.UU. y racionalizó las políticas imperia listas antinegras y supermacistas blancas, y las intervenciones milita res en el extranjero. Como análisis del orden racial de las cosas que dio lugar a la primera celebridad transexual, este capítulo se centra en las narrativas intermedias de figuras trans negras que hubo en la década anterior y posterior a la aparición de la celebridad de Jorgensen para iluminar el papel crítico que su «espectáculo de reencarnación de la transexual de hombre a mujer» jugó en la representación de la identidad racial na cional de América para un público mundial».17 Como ha explicado Viviane Namaste, el género a menudo se convierte en «un vehículo que funciona para desplazar las condiciones materiales y simbólicas de la raza y la clase».1 8 Este capítulo , con su aportación de una histo ria en la sombra, utiliza las historias de Lucy Hicks Anderson, Geor gia Black, Carlett Brown, James McHarris/Annie Lee Grant, y Ava Betty Brown como formas diferentes de narrar la encarnación trans en la posguerra, en el período inicial de la Guerra Fría, que reflexionan sobre las intimidades violentas y volátiles de cuerpos que van de lo más oscuro a lo más claro, en medio de la dispersión mundial de per sonas refugiadas tras la Segunda Guerra Mundial y en las formas es pectaculares de mediación del Largo Movimiento de los Derechos Civiles.1 9 Las historias de Hick Anderson , Black, las Brown, y McHa rris/Grant ilustran cómo las figuras trans fueron utilizadas por la pren sa negra para mediar en la vida negra interna, no solo en relación a temas de género y sexualidad sino también como algo propio del con cepto de valor y de nociones cambiante de la valoración humana. 1 7 . Stryker, introducción, p. vii i . 1 8 . Vivían Namaste, Invisible Lives: The Erasure of Transsexual and Transgende red People (University Press, Chicago, 2000), p. 13. 1 9 . Por «Largo Movimiento de los Derechos Civiles», me refiero a la crítica de Jac queline Dowd Hall a la típica periodización del movimiento de derechos civiles entre Brown v. Board of Education ( 1 954) y la Ley de Derecho al Voto de 1965, para incluir los años anteriores y posteriores para cuestionar una versión de progreso lineal que implicaba la cronología previa . Jacqueline Dowd Hall, «The Long Civil Rights Move ment and the Political Uses of the Past», Journal of American History 91, n.º 4 (2005), pp . 1 .233- 1 .263.
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Las figuras que se analizan aquí primero, como Hortense Spiller ha explicado en relación con las mujeres negras y el dominio simbóli c o de la sexualidad, «no vivieron su destino en la periferia de la magia de la raza y el género americanos , sino en el centro de su oscuridad rnaniquea».20 La descripción de Spillers de la vida generizada negra en el centro de «la oscuridad maniquea» alimenta la movilización que analiza este capítulo sobre la visualidad transversal de siluetas y som bras como un fenómeno pictográfico asociado que emerge en relación a las fuentes de luz. Mientras que las siluetas se delinean con trazos en negrita, generales, donde los contornos de su sujeto importan, las sombras aparecen en forma de obstrucción. En relación a las historias de los medios de comunicación sobre Hicks Anderson, Black, las B rown, y Mc/Harris/Grant como «sombras» -como narrativas que perturban la teleología de la transexualidad medicalizada como liber tad corporal- hay también una incitación a repensar la formulación clásica del «centro y los márgenes» con el fin de identificar y cuestio nar las formas en que la convención del lenguaje oculta que el poder opera por medio de la definición de lo que Nicholas Mirzoeff describe adecuadamente como lo «visible» y lo «expresable».2 1 Como afirma Spillers, «El acto de dominación es alterable solo en la medida que el sujeto dominado reconozca el poder potencial de su propia "doble conciencia". La sujeto en efecto es vista, pero ella también ve . Es el retorno de la mirada lo que negocia en cada momento un espacio para vivir, y es este último el que sin duda debemos denominar contrapo der, contramitología».22 Lo que Spillers considera contramitología en cuentra una elaboración como ficción en la obra de Ralph Ellis Invisi ble Man, publicada por primera vez en 1952 y que recibió el Premio Nacional del Libro de EE.UU. como obra de ficción en 1953, en el punto álgido de la fama de Jorgensen. En el prólogo del libro, el narra dor explica que ha adquirido la capacidad de ver «la oscuridad de la luz» - no como un despertar a un don sobrenatural sino como conse cuencia de haber sido golpeado repetidas veces en la cabeza por un 20. Hortense Spillers, «lnterstices: A Small Drama of Words», en Black, White, and in Color: Essays on American Literature and Culture (University of Chicago Press, Chicago, 2003), p. 174. 2 l . Nicholas Mirzoeff, «The Right to Look», Critica/ lnquiry 37, n.º 3 (2011), pp. 473-496. 22. Spillers, «Interstices», p. 163.
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«bumerán» más conocido como Historia. La capacidad del narrador proviene, por tanto, de sus experiencias vitales dentro de las contra dicciones del poder, que dictan, según él, «cómo se mueve el mundo».23 Vistas a través de la «oscuridad de la luz», las historias de los periódicos sobre Hicks Anderson, Black, Mc/Harris/Grant y las Brown no son solamente una cuestión de profundizar en historias ol vidadas, o de sacrificar la presencia sobre la ausencia. Más bien, ellas, como contramitologías, se convierten en un modo de interpretar las imbricaciones de la raza y el género como indicadores de la circula ción del poder y como ejemplos de la forma en que el discurso presio na repetidamente la carne hacia cuerpos de sentido a lo largo del tiempo. Aunque cada una de las figuras analizadas en este capítulo tiene elementos de diferenciación narrativa, ocupan una posición similar en los archivos de la transexualidad. Colocadas en las sombras de la His toria, quizás estuvieron allí incluso en sus momentos de notoriedad, establecieron el trabajo preliminar para entender la representación trans/género en relación a los tipos de violencia que afectan a las vidas negras y trans, una de las cuales es la violencia del borramiento, y para quienes ese borramiento no es una ausencia sino una presencia persistente y dinámica. Ver la historia de Jorgensen en relación a las historias narradas aquí como dispositivos mediadores de luz y de os curidad, es decir, como representantes de una serie de conversaciones políticas significativas que se manifestaron como luchas domésticas en torno a Jim Crow y a otras formas de violencia ejercidas contra las figuras negras y consideradas negras en EE.UU. y a escala mundial, ejemplifica una interrupción entre el vínculo de los Estados Unidos y los países aliados con la democracia y el capitalismo contra los espec tros oscurecidos del comunismo, el socialismo y el fascismo. En este contexto más amplio, la imagen de Jorgensen alivia tantos miedos como evoca, dado que ella representaba la capacidad de encontrar una solución científica para aportar un cuerpo -o, como muestra este ca pítulo, muchos cuerpos- en el que apoyarse para instaurar una «nue va» repetición del excepcionalismo24 de EE.UU. 23. Ralph Ellison, Invisible Man (Random House, Nueva York, 1952), pp. 9- 10. !El hombre invisible. Ed. Debolsillo, 2016 1. 24. El excepcionalismo americano es una ideología que mantiene que EE.U U. es un
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Antes de comenzar, permítanme plantear algunas notas sobre la metodología, que pueden servir simultáneamente como mi reflexión personal sobre la ética de plantear este archivo. Dado que el periodis m o es simplemente otro género de la escritura, no he tratado las his t orias que se narran a continuación como si pudieran producir la « verdad» de las personas que analizo. Más bien, este archivo es simi l ar a lo que Saidiya Hartman describe, siguiendo a Foucault, como lo que existe por «un acto casual o por un desastre», para producir «una divergencia o una aberración del curso esperado y habitual de la invi sibilidad... [en la] superficie del discurso».25 Como noticias, estas historias están sesgadas y son parciales, están estructuradas por for mas contemporáneas de pensamiento que generaron la figura «que merece la pena para los medios». A menudo, el tratamiento que die ron los medios sobre Hicks Anderson, Black, Mc/Harris/Grant y las Brown fue considerado como un chiste, como indicadores de su esen cia supuestamente desechable. También, en muchas ocasiones, estas historias no produjeron finales convencionalmente satisfactorios, y he decidido no suavizar los sentimientos de insatisfacción del lector esforzándome en «completar» las historias escritas originalmente. También me he negado a reproducir algunos aspectos de las historias que podrían interpretarse como razonables dentro de los estándares del periodismo contemporáneo, como el nombre que le dieron a la persona al nacer, o una descripción detallada de cuándo y cómo esta persona llegó a identificarse con un género distinto. Estos detalles, que son lugares comunes comprensibles en los debates sobre las per sonas trans, presentan el género como teleología, un enfoque que yo le pido a mis lectores que abandonen. Aunque las historias de los medios analizadas aquí ocurrieron en las décadas anterior y posterior a la aparición espectacular de Jorgensen, lo que sigue no es exclusi vamente, o ni siquiera principalmente, una cronología de la aparición temporal de cada persona en la superficie del discurso; es una serie de razonamientos sobre el potencial de las sombras para reconsiderar la historiografía trans, redirigiéndolo necesariamente hacia enfoque de situaciones poco atractivas, o positivas, de desaparición, de inpaís especial y excepcional, que está por encima de los demás o que se puede regir por otras leyes. (N. del T.) 25. Saidiya Hartman, «Venus in Two Acts», Small Axe 12, n.º 2 (2008), p. 2.
202 ________________ Negra por los cuatro costados quietud, y de usos políticos del tiempo ambulatorio (es decir, la His toria).
«A veces la soberanía es más valiosa que la libertad»: los j uicios de Lucy Hicks Anderson El 18 de febrero de 2011 el Tom Joyner Morning Show emitió la pieza «Un hecho poco conocido de la historia negra», que describía a Lucy Hicks Anderson como «la primera persona negra trans juzgada legal mente y condenada en un tribunal por hacerse pasar por una mujer».26 Un año más tarde, una versión de su historia apareció junto con otras, que incluían la de Carlett Brown, Sir Lady Java, Miss Major, y Mars ha P. Johnson, en un número sobre personas trans pioneras en la revis ta Ebony , escrito por la abogada y bloguera trans Monica Roberts.27 Su biografía fue convertida en un corto documental, We 've Been Around-Lucy Hicks Anderson , publicado en Advocate.com y Essence. com en 2016. Su nombre a menudo se vincula a la historia de Oxnard, California, y aparece en la obra de Jeffrey Maulhardt Oxnard, pp . 1941-2004 y en el artículo de Los Angeles Times que se centraba en la clausura inminente de un restaurante al que acudían «los ancia nos» de Oxnard.28 Este nivel de documentación ha permitido un ma yor acceso a los detalles de su vida: que nació en 1886 en Waddy, Kentucky, y llegó a Oxnard, California, en 1920; que se casó dos ve ces, primero con Clarence Hicks, y después con Ruben Anderson; que fue trabajadora doméstica y prostituta; que fue juzgada dos veces, pri mero localmente, en Ventura County, California, y más tarde por el 26. Erica Taylor, «Little-Known Black History Fact: Lucy Hicks Anderson», Tom Joyner Morning Show, Power 98.9 FM (Nueva York), 18 de febrero de 201 l. 27. Monica Roberts, «A Look at African-American Trans Traiblazers», Ebony News and Views, Ebony, 1 de marzo de 2012, . 28. We 've Been Around-Lucy Hicks Anderson (web-serie), dirigida por Rhys Ernst, 1 de marzo de 2016, ; Jeffrey Wayne Maul hardt, Oxnard, 1941-2004 (Mount Pleasant, S.C.: Arcadia Publishing and the History Press, 2005); Lorenza Muñoz, «Last Meal for the Breakfast Club?» Los Angeles Ti mes, 13 de enero de 1997, .
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Fotograma de Lucy Hicks Anderson , de l a docuserie de Focus Features We 've Been Around (2016) .
gobierno federal ; que fue a prisión; que le prohibieron volver a Ox nard tras cumplir su condena, por temor a que la j uzgaran de nuevo; y que falleció en Los Á ngeles en 1954. La mayoría de estos detal les es tán tomados de artículos escritos sobre el la entre 1 945 y 1946, cuando su j uicio recibió una cobertura mediática nacional . En el número del 1 5 de noviembre de 1 945 , que incl uía una ver sión de la historia de Lucy Hicks Anderson para el público nacional , la revista Time presentaba en su portada una imagen del entonces em bajador de EE. U U . en Argentina Spruil le Braden . Situada a la derecha de la cara de Braden había una imagen de América del Sur, rodeada de hojas de plátano con esvásticas sobre la parte en que un atlas situaría Argentina. En la esquina de la parte de abaj o a la izquierda, dirigido hacia el símbolo pestilente del fascismo, aparecía un bote de pesticida, que se parecía mucho a un avión de guerra. Una cita de Braden bajo la imagen decía: «A veces la soberanía es más valiosa que la libertad». 29 29. Boris Artzy basheff, ilustració n de portada del Time de S pruille Brade n , 5 de n o-
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Aunque intentaba ser una imagen de apoyo a las estrategias interv en cionistas de EE.UU. en la política electoral argentina y del derecho d e la nación a combatir y reducir la popularidad del futuro presidente de Argentina Juan Domingo Perón, la valoración temporalmente cua lificada de Braden de la soberanía sobre la libertad también describía la política de los diversos encuentros de Hicks Anderson con los pro cedimientos judiciales locales y federales. La pregunta , que atañe tan to a los asuntos de política exterior de EE.UU. como al arresto legal y la adjudicación del género de Hicks Anderson, era: ¿qué condiciones dieron lugar a esta reevaluación particular? Publicado después de que un editor «encontrara los huesos de la historia escondidos en lo más profundo de un periódico de la costa del Pacífico», el artículo del Time «California: Sin and Souffl» contaba «la historia de Lucy Hicks, jefa de cocina , confidente, filántropa, y dueña de un burdel en Oxnard, Calif», y recibió más correos de sus lectores que cualquier otro artículo de su historia reciente.30 El repor taje se centraba tanto en la ciudad de Oxnard como en Hicks Ander son: «La ciudad se había enriquecido recientemente por la remolacha azucarera, y sus trabajadores chinos y mexicanos gastaban su sueldo cada noche en damas de compañía, juegos de azar, whisky y opio». Tejiendo su historia con el desarrollo de la ciudad, afirmaba que «en Ventura County ella se hizo tan famosa como la enorme refinería American Crystal Sugar Co.». Explicaba cómo el crecimiento de Ox nard permitió a Hicks Anderson ampliar su «único burdel» hasta ex tender sus burdeles hasta la mitad del bloque. Según el artículo, «Lucy fue aceptada por el relajado Oxnard en su faceta comercial, no perso nal, implicada en la operación de sus burdeles». Además de su papel como propietaria de varios burdeles, Hicks Anderson era conocida como una de las mejores cocineras de la ciudad, y trabajaba para la mayoría de las élites de negocios y políticas de Oxnard. Su proximiviembre de 1945. En campaña por la presidencia con el eslogan «Braden o Perón », las ideas políticas del futuro presidente Juan Perón eran descritas como una forma de so cialismo corporativo o «de derechas», aunque algunos académicos han situado el régi men de Perón con corrientes europeas del fascismo, sobre todo las cercanas a Benito Mussolini. El uso de esvásticas para caracterizar y caricaturizar su candidatura j ugaba con la preocupación de los lectores del Time sobre la perspectiva de otro poder del Ej e cerca de la frontera sur de los EE.UU. 30. James A. Linen, «A Leller from the Publisher», Time, 14 de enero de 1946, p . 13 ,
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dad con los poderosos implicaba ciertos beneficios: «Cuando el she ri ff la arrestó una noche, su importante reputación dio sus frutos - Charles Donlon, el banquero principal de la ciudad, en seguida pa gó su fianza. La razón: él había programado una gran cena de gala que habría fracasado estrepitosamente con Lucy en la cárcel». Con tono irónico, el artículo describe cómo Hicks Anderson organizó «ca ras fiestas de despedida para los hijos de las familias distinguidas»; dio lugar a comentarios en la ciudad para los periódicos de Oxnard, entre otros sobre «un hombre de la iglesia y otros líderes civiles»; fi nanció regularmente a la Cruz Roja, a los Boys Scouts, y a otras orga nizaciones solidarias; y compró casi 50.000 dólares en bonos de guerra.3 1 «Sin and Souffl» incluía una cita de Hicks Anderson -una res puesta a su papel filantrópico, con una descripción editorial de ella «riendo a carcajadas muy feliz»: «Simplemente no preguntes de dón de sale el dinero».32 Su frase final, la frase clave, «Lucy era un hom b re», señalaba de forma concluyente al lector del Time que ella era alguien de quien había que reírse. En una carta a los suscriptores unos meses más tarde, el nuevo editor del Time, James A. Linen, describió l a historia de Hicks Anderson como «sorprendente y embarazosa ! para] sus conciudadanos» mientras señalaba el número de cartas de lectores de la revista que la habían nominado para «Hombre del Año» del Time. Aunque el artículo inicial no mencionaba por qué su historia les llamó la atención, a saber, que estaba siendo juzgada con cargos de perjurio, Linen escribió, como una actualización de la historia junto con un dibujo hecho con garabatos de una figura barbuda, con grandes pechos, con un vestido, «Pero hay un capítulo más que añadir ahora a la historia de los juicios y los problemas de Lucy: el ejército de EE.UU. «la» persigue por evitar el reclutamiento». Indicativo del tra tamiento sintomático de Hicks Anderson en Time, la broma de Linen saca a la superficie el serio subtexto de un chiste compartido entre el personal de la revista y sus lectores. Al contar la noticia de la crimina lización de Hicks Anderson con fines humorísticos, su comentario añadido también presenta de nuevo la narrativa de Hicks Anderson en términos de una adversidad personal, más que como una causa de tris3 l . «California: Sin and Souffl», Time, 5 de noviembre de 1945, p. 27. 3 2. /bid.
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teza para la gente de Oxnard. Del mismo modo que las estrategias in tervencionistas en Argentina fueron representadas como un exter mi nio necesario del azote de un fascismo fantasmático, el discurso caricaturizado racialmente de Anderson y el uso en el artículo de la frase clave basada en el género racionalizaron igualmente las tempo ralidades violentas que darían prioridad a la soberanía sobre la liber tad dentro de una lógica persecutoria. Cuando, el 12 de diciembre de 1945, The Afro-American publicó en portada el artículo «Reina de la Noche Culpable de Perjurio en un Caso Sexual», hizo una crónica del primer encuentro de Hicks Ander son con los procedimientos judiciales como si invitara a sus lectores a participar en un teatro de la sospecha, reforzándolo visualmente con una ilustración adjunta de una mujer de pie junto a una señal que decía «Cuidado. No es lo que crees que es».33 Acusada con cargos de perju rio por firmar su solicitud de matrimonio, Hicks Anderson y su juicio de una semana en Ventura County fueron el foco principal del texto de dos páginas del periódico negro de D.C. Comenzando con la declara ción de que ella había sido «considerada un hombre a los ojos de la ley por un jurado... y condenada por cargos de perjurio», el artículo se centraba en el juicio para informar también a los lectores de la defensa de Hicks Anderson. En respuesta a las líneas del interrogatorio del fiscal, por ejemplo, Hicks Anderson explicó sus sensibilidades estéti cas ( «Cuando le preguntaron si "ella" llevaba peluca a menudo, Lucy dijo: "Si creo que estoy mejor con una peluca, la llevo"»), sus relacio nes románticas anteriores ( «Cuando le preguntaron si Hicks lel primer marido de Hicks Anderson] era un hombre, Lucy respondió: "Bueno, se supone que lo es"», y la visión de su cuerpo ( «Cuando le pregunta ron "a ella" qué parte de su cuerpo consideraba femenina, "ella" dijo: "Sobre todo, mi pecho", que descubrió inmediatamente al jurado, mostrando un pecho muy masculino» ).34 El testimonio citado de Hicks Anderson subraya cómo la vida trans negra estaba sometida pero no completamente subjetivada por lógicas carcelarias y crimina les. La inclusión del testimonio de Hicks Anderson en la sala del jui cio hizo algo más que aportar «color» al contenido del artículo, dado 33 . «Night Life Queen Guilty of Perjury in Sex Case». The Afro-American, 12 de diciembre de 1945, pp. 1-2. 34. /bid .
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que sus observaciones, que a veces también se basaban en el humor, identificaban e intervenían el flujo de los discursos normativos que la l levaron a juicio. Ver las respuestas de Hicks Anderson como ejem plos de contrapoder supone reconocer las contradicciones discursivas que determinan «cómo se mueve el mundo» y por tanto verlas como i l ustraciones de cómo las normas y la normatividad funcionan como capilares del poder que a veces pueden ser obstruidos. El artículo de Afro-American también menciona la inclusión de los testimonios de cinco médicos; todos atestiguaron que Hicks An derson «era indudablemente un hombre».3 5 Esta era una afirmación que, en el contexto de la narración del juicio, estaba destinada a mos trar pruebas irrefutables y abrumadoras contra su declaración de ser una mujer, pero que simultáneamente reveló una preocupación y una subsiguiente sobrecompensación del papel de la opinión experta mé dica en los procedimientos judiciales. En respuesta a la estrategia de la fiscalía, su abogado defensor planteó la teoría de que Hicks Ander son tenía «órganos ocultos» , que no podían descubrirse «hasta una autopsia [que podría hacerse] tras su muerte».36 A cambio de una vida fuera de la prisión, la defensa basada en los «órganos ocultos» de Hicks Anderson ofreció su cuerpo para que se utilizara institucional mente de forma indefinida, señalando la práctica continuada de la in dustria médica de experimentación con cuerpos negros en los Estados Unidos, como he comentado en el capítulo 1.3 7 Aunque la defensa de Hicks Anderson incluía una crítica del saber médico como una ciencia de la superficie, también puso de manifiesto que la carne negra ha sido central para el conocimiento profesional médico. El argumento de los «órganos ocultos» era también una excusa para tener tiempo, y aparentemente parecía presentar el tiempo como un proceso lineal , que permitiría a Hicks Anderson vivir (libremente) antes de abordar la cuestión de su género como una cuestión biológi ca. Además, como propuesta, esto también presenta el acto del descu brimiento médico por autopsia de una forma que alteró las temporali dades normativas, señalando una ruptura que llevó el «pasado» de la 35. /bid. 36. /bid. 37. Ver Harriet Washington, Medica/ Apartheid: The Black History of Experimenta tion on Black Americans from Colonial Times to the Present (Doubleday, Nueva York, 2006).
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industria médica a su futuro. En términos deleuzianos, los «órganos internos» de Hicks Anderson pueden ser entendidos como constitu yentes de un «campo de experiencia más allá (o, mejor dicho, debajo) de la realidad constituida».38 En tanto que «virtualidades», que Gilles Deleuze define como una cuestión de la percepción, colocadas junto a la «realidad» de su cuerpo, y como una huella discursiva creada por la sedimentación de la percepción a lo largo del tiempo, sus «órganos ocultos» conllevaban una suposición de un enfoque de la historia cen trado en las cuestiones del llegar a ser, lo que significa que sus órga nos imperceptibles proporcionaban una contranarrativa para un cuer po que aún tenía que aparecer. En este sentido, los «órganos ocultos» de Hicks Anderson son una sombra y un presagio de la corporalidad transexual, ya que la defensa de su primer juicio puso de manifiesto las dificultades de evaluar la «verdad» de los cuerpos trans en térmi nos anatómicos, así como el potencial de la transexualidad de aparecer como una especie de invención médica. El último reportaje sobre Hicks Anderson en Afro-American, «Asignación para la "Mujer" Fatal» se centraba en el juicio federal de Sgt. Reuben Anderson el 20 de abril de 1946. Anderson se enfrentaba a una condena de «un máximo de diez años en una prisión federal y una multa de un máximo de 10.000 dólares, no porque se hubiera ca sado con otro hombre, sino porque este había hecho que el gobierno enviara a su mujer varón 950 dólares en cheques de asignación económica».39 Centrado igualmente en las estrategias de la fiscalía y de la defensa desarrolladas durante el juicio, pero escrito después de que Hicks Anderson fuera condenada y sentenciada por perjurio a ni vel federal, el artículo informaba que ella subió al estrado por una or den de habeas corpus que la obligó a testificar en el juicio de su mari38. Slavoj Zitek, Organs without Bodies: Deleuze and Consecuences (Routledge, Nueva York, 2004), p. 4. [Órganos sin cuerpo: sobre Deleuze y consecuencias, Pre Textos, Valencia, 2006]. 39. Michael Carter, «Allotment for "Wife" Fatal», The Afro-American , 20 de abril de 1946, pp. 1-2. Es importante señalar aquí que el lenguaje de «mujer varón» es una descripción recurrente de las personas en las epistemologías del género africano. Ver por ejemplo lfi Amadiume, Male Daughters, Fema/e Husbands: Gender and Sex in an African Society (Zed Books, Londres, 1987); Stephen O. Murray y Will Roscoe, eds., Boy- Wives and Fema/e Husbands: Studies in African Homosexualities (Pal grave Mac millan, Nueva York, 1998); y Oyeronke Oyewumi, ed., African Gender Studies: A Re · ader (Palgrave Macmillan, Nueva York, 2005).
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do. Ella fue «confi nada en la sección de hombres de la Prisión Federal , pero llevaba ropa de mujer porque , según dijeron los funcionarios de la prisión , no tenía otra» .40 A diferencia de l as ocurrencias que desta ca ban en el reportaje de Afro-American en la escena de la sala del j uicio de Ventura County, este artículo presenta a Hicks Anderson como una testigo obstinada: «Lucy se negó a responder a la pregunta: "¿ Tiene usted órganos sexuales masculinos?" . La pregunta fue replan teada de m uchas formas , pero Lucy se negó categóricamente a responder» .4 1 La negativa de Hicks Anderson , su rechazo a cooperar o a aceptar la lógica de la fiscalía, representa otro ejemplo de la poli valencia d e las sombras , es decir, que a veces - en aquellas ocasiones en que la «soberanía es más valiosa que la l i bertad » - el silencio se convierte en contramitológico.
«Las personas negras mueren de forma diferente»: Georgia Black y el j uego de manos del valor Colocado como una nota publ icitaria en la portada del ejemplar, enci ma de una foto del boxeador Ezzard Charles y su m uj er, Gladys , Ebony publi có «El hombre que vivió 30 años como una mujer» , pri mero en octubre de 195 1 y de nuevo en la edición de su 30 ani versario, en noviembre de 1 975 (y otra vez en Jet en 1 989) ; fue l a pri mera de una serie de historias periodísticas centradas en temas trans que apare cieron en las publicaciones de Johnson Publ i shing Company, Ebony y Jet. Anunciado por lo general en la esquina derecha de arriba, Ebony publicó una serie de historias de la vida i nterna negra a lo largo de la década de 1950, i ncl uyendo «revelaciones» sobre nudismo, enanismo, así como reportajes sobre «passing» racial y de género. El artículo de Ebony sobre Georgia B l ack mostraba m uchas de las convenciones de la revelación , aunque no quedaba muy claro qué se estaba revelan do exactamente . Aunque el titular sugería su contenido , el artículo, en su tratamiento de cómo vivía B lack, i ncluía un contrai mpul so dentro de su prosa sensacional i sta, como por ejemplo que «a pesar de todas 40. Carter, «Allotment for "Wife" Fatal». 41 .
/bid.
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las pruebas, declaraciones oficiales y fotografías» que representaban a Black como «una de las historias más increíbles en la historia de las anormalidades sexuales», los reporteros de Ebony solo pudieron con tar lo mucho que la querían diversas y variadas comunidades de San ford, Florida.42 Se informaba de que cuando ella murió, en junio de 1951, «alineados en las aceras de la ciudad de Dixie que una vez dis criminó a Jackie Robinson en su estadio, los negros y los blancos en duelo, codo con codo, agachaban sus cabezas y derramaban sinceras lágrimas». Este fue un gesto de desegregación notable, causado por una persona que, como el artículo escribe en su frase de apertura: «se gún todas las leyes de la sociedad... habría muerto en la desgracia y en la humillación y habría sido recordado como un pervertido sexual, un "marica" y un "monstruo"».43 El 8 de septiembre de 1951, unas pocas semanas antes de que el número de Ebony sobe Black llegara a los kioskos, representantes de cuarenta y ocho naciones firmaron el Tratado de San Francisco, lo que marcó oficialmente el final de la Segunda Guerra Mundial. Japón y EE.UU. también firmaron el Tratado de Seguridad ese mismo día, lo que permitió a EE.UU. establecer su primera base militar en Asia oriental, operando en suelo japonés. Aunque el gobierno americano amplió su presencia y su alcance militar en Asia, bajo el lema de pro teger y mantener la libertad y la democracia e n todo el mundo, con igual fervor protegió y mantuvo regímenes represivos racistas dentro de sus fronteras nacionales. El artículo de Ebony reflejaba esa aparen te contradicción en la política americana mundial, lo cual no era una contradicción en absoluto sino más bien una paradoja que expresaba las concepciones cambiantes del valor. Como explicó el difunto teóri co cultural Lindon Barrett, «el valor denota dominación y resistencia en un espacio de multiplicidad. Su presencia y su funcionamiento im plican alteridad, resituando, y reconfigura ndo al Otro, o a muchos Otros, en los márgenes, en los huecos -de hecho, paradójicamente, fuera de una autopresencia (definida por un límite fetichizado) que sin embargo aspira a estar en todas partes».44 La descripción de Barrett 42 . «The Man Who Lived 30 Years as a Women», Ebony, noviembre de 1975, pp. 86 , 88 (originalmente publicado en octubre de 1951). 43. !bid., p. 85. 44. Lindon Barrett, Blackness and Value: Seeing Double (Cambridge UniversitY Press, Nueva York, 1999), pp. 19-20.
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del valor y sus denotaciones también articulaban los valores de Esta dos Unidos como un Estado-nación imperial, participando en la Gue rra de Corea, una declaración sangrienta de la implicación militarista del país en su oposición al comunismo dondequiera que este pareciera avanzar en el mundo.45 En relación a la violencia y la inestabilidad a nivel nacional y en el extranjero, la historia de Georgia Black fue, según los periodistas de Ebony, un «drama extraño y emotivo que ha tenido su final en una tumba sencilla en el Cementerio Burton de Sanford».46 En un esfuer zo para expresar que la humanidad, como praxis cuestionada y elitis ta, se adquiría por medio de ritos y rituales de muerte, el artículo ex ponía las denotaciones del valor, que son expresadas transitivamente en la descripción de Karla F. C. Holloway de las sombras como «pe numbrosas y exquisitas» en referencia a aquellas cosas «prometidas más allá de [su] situación».47 La historia de Black cuestionó la valora ción dominante de la vida negra como un cálculo extraJble de la muerte negra. Describiendo a Black como una madre, una viuda, una líder de la iglesia, y una trabajadora doméstica, la historia de Ebony comienza explicando que solo tras su muerte su historia puede ser contada completamente, presentando «la increJble historia de Georgia Black» desde la perspectiva de «los médicos blancos y negros que habían examinado a Black . . . , los vecinos de ambas razas, y de pala bras escuchadas de los propios labios de Black en su lecho de muerte».48 La elección del momento para el artículo fue consecuencia de varios actores - su pastor, los empleadores, la familia, y las amis tades- , que bloquearon los reportajes sensacionalistas de su vida cuando estaba muriéndose. Las imágenes que acompañaban el artículo de Black analizaban v isualmente las articulaciones de la vida y la muerte negras. Ocupan do más de la mitad de la primera página, la fotografía principal no 45. Una visión de la obligación de EE.UU. de intervenir contra el «expansionismo comunista» a nivel mundial fue explicitada en A Report to the National Security Cou ncil-NSC 68, 12 de abril de 1950, Archivo del Secretario del Presidente, Papeles de Truman, Biblioteca y Museo Harry S. Truman, consultado en . 46. «Man Who Lived 30 Years». 47. Karla F. C. Holloway, Legal Fictions: Constituting Race, Composing Literature C Duke University Press, Durham, N .C., 2014), p. 1. 4 8. «Man Who Lived 30 Years», p. 85.
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mostraba claramente si se había hecho antes o después de la muerte de Black. La imagen clarificaba algo, pero no todo, de la ambigüedad temporal: «En su lecho de muerte, Georgia Black huele la fragancia de las rosas de un ramo que le han traído los vecinos durante su en fermedad mortal. El hombre que vivió como una mujer 30 años tuvo un cortejo fúnebre de más de 30 coches, y fue enterrado vestido como una mujer. El certificado de defunción no hacía ninguna referencia al sexo. Georgia Black fue la lideresa de la Sociedad Misionera de las Mujeres.49 La serie de fotografías que acompañaban el artículo sobre Black también avisaba a los lectores sobre la posición que tenía en Sanford, Florida, como se ve en la inclusión de la imagen principal de detalles cobre su cortejo fúnebre, la ropa para el entierro, y su po sición en la iglesia. La ausencia de referencia al sexo en el certificado de defunción de Black puede indicar además hasta qué punto tenía una inesperada (al menos para los periodistas de Ebony) relación con el poder. Por su contenido y por las convenciones del fotoperiodismo, la foto principal sería considerada como un ejemplo del género «ima gen-a-punto-de-morir» que, como explica Barbie Zelizer, contradice las convenciones típicas del fotoperiodismo, como expresión del rea lismo documental, para expresar «la voz subjuntiva de lo visual».50 En otras palabras, las imágenes fotoperiodísticas de las personas ago nizantes, ya sea en las historias de los medios sobre desastres ecoló gicos, los enfermos terminales, o fotos de los estragos de la guerra, producen un tipo de relación diferente entre lo que se está transmi tiendo y su espectador, dado que cada imagen invita a los espectado res a ampliar sus capacidades imaginativas, creando en consecuencia relaciones especulativas entre la vida y la muerte.51 Debe señalarse, como ha escrito Susan Sontag, que el fotoperiodismo en los Estados Unidos llegó «a la madurez a comienzos de la década de 1940 - la época de la guerra».52 Racionalizando la actividad militar de las fuer zas aliadas y de EE.UU., el fotoperiodismo, en su descripción de las muertes de la época de la guerra, surgió por medio de una articula ción de sus contradicciones: lo subjuntivo y lo objetivo. Además, la 49 . /bid. 50. Barbie Zelizer, About to Die: How News lmages Move the Public (Oxford Uni versity Press, Nueva York, 2010), p. 66. 51. Ver /bid., pp. 62-66. 52. Susan Sontag, Regarding the Paint of Others ( Picador, Nueva York, 2003), p. J4.
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Fotografía pri nci pal de Georgia B l ack, composición en la que destaca la am bi güedad v i sual del estatus del sujeto como vivo o m uerto . Como señala el artículo , cuando el periódico l ocal mostró una hi storia de portada sobre l a «revelación» del género d e Black, « e l Pastor James Murray d e la Iglesia Me todista de la Tri nidad telefoneó al editor del Herald , protestando . . . El edi tor se disculpó e i nmedi atamente canceló la publ icidad del caso a nivel l ocal » . Este detal le sobre l a i nformación puede estar relacionado también con l a ra zón por la que Ebony publ icó la historia de B l ack después de su muerte , l o que también disti ngue a Black d e s u s contemporáneas .
i magen de B lack debió de recordar también a los lectores de Ebony la larga historia de las m uertes negras en todo el m undo , unas reflexi o nes que mostraron, como ha expl i cado Rinaldo Walcott , que «las re laci ones históri cas que produjeron a las personas negras son las mis mas relaci ones que producen sus m uertes» y que «la muerte negra
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sigue determinando la capacidad de vivir cotidiana de las personas negras» .53 Tal y como mantiene Rinaldo Walcott, en un análisis de la vida y la muerte negras creadas por medio de la violencia del comercio de esclavos transatlántico e instrumentalizadas en la formación y el man tenimiento de las lógicas que ordenaban el Nuevo Mundo, «Si la ne gritud moderna está por tanto fundada en la muerte, no lo es como un acuerdo con lo que significa ser humano o ni siquiera con un deseo de liberarse de la experiencia humana; más bien llega a existir por una incapacidad de dejar a sus muertos descansar en la agonía de la falta de libertad» .54 Las diversas formas de falta de libertad que darían for ma a la vida de Black y a la vida negra produjeron una interpretación de las imágenes de su muerte entre los lectores de Ebony como una corrección de la cuestión de la libertad como un concepto forjado por medio de ritos funerarios. Otra imagen de Black incluida en la historia (fotografiada con su cuñada Lugenia) abordaba lo que Christina Shar pe considera como la pregunta urgente de «¿Qué supone, implica y significa atender, cuidar, confortar y defender a aquellos que ya han muerto, a los que están muriendo, a aquellos que viven vidas marca das por la posibilidad de una muerte siempre inminente, la vida vivida en la presencia de la muerte; vivir esta inminencia e inmanencia como -y en- el "velatorio"?» . 55 Aunque el artículo sugería que estaba narrando la historia de Black, también estaba mostrando, por medio de las relaciones genera das por la inclusión de imágenes «a-punto-de-morir», caminos a nue vas formas de vida negra en un futuro imaginable no tan lejano, en el que la virulencia de Jim Crow podría atenuarse y la vida negra podría identificarse y valorarse, aunque fuera por el camino de la agonía y la muerte negras. Como sugiere el artículo en su frase inicial, la cuestión de la identidad de género de Black no giraba en torno al tema de su «verdadero sexo» sino sobre el hecho de que de algún modo era al53. Rinaldo Walcott, «Black Queer Studies, Freedom, and Other Human Possibili ties», en Understanding Blackness through Performance: Contemporary Arts and the Representation of ldentity, ed. Anne Cremieux, Jean-Paul Rocchi, and Xavier Lemoine (Palgrave Macmillan, Nueva York, 2013), p. 143. 54. /bid., p. 145. 55 . Christina Sharpe, In the Wake: On Blackness and Being (Duke University Press , Durham, N.C., 2016), p. 38.
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Junto con otras fotografías de otros residentes de Sanford , Florida, que fueron tomadas en la época del reportaj e , esta imagen de Black, fotografiada con su cuñada, pone en un pri mer plano una ética del cuidado que surgió en torno a la muerte inminente de B l ack . Ebony, octubre de 195 1 .
guien valorizada, valorada por los habitantes negros y blancos de San ford , Fl orida, hasta el punto de que todos el los vinieron a ll orar su muerte y, al hacerlo , hicieron de su vida una «vida llorada» .56 Quizá más sorprendente que la hi storia de Black de la transformación de género fue que la muerte de Black lograra lo que para muchas persa56. Judith B utler acuño la expresión «vida l l o rada» en su análisis de l as i mágenes de los tiempos de guerra y su c i rculación de la violencia, el racismo y los métodos de coer-
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nas negras y consideradas negras era inalcanzable; como ha explicado Sharon Holland en su obra sobre el papel determinante de la muerte en la construcción de la subjetividad negra, Black logró, «a los ojos de los demás, el estatus de "estar viva"».57 Esto no significa que las imágenes cambiaran totalmente la tex tualidad de «El hombre que vivió 30 años como una mujer» ni tampo co que alteraran de forma significativa la visión de las dimensiones de la narrativa, que representó a Black como un agente del engaño, lle vando a pensar a algunos de sus lectores en la relación, aunque en una escala y un registro diferentes, entre su historia y la cobertura mediá tica contemporánea de los espías soviéticos y de las personas acusadas de simpatizar con los comunistas dentro del gobierno federal .58 Esto no implica que algunos lectores no pensaran en Black simplemente como otro caso de passing, y por tanto que ella asumió una identidad de mujer con el fin de tener más oportunidades en la vida, como segu ridad económica y mayor movilidad, algo que se le hubiera denegado si hubiera sido un hombre gay. Esta visión de Black sin duda estaba presente, y fue expresada en la sección de «Cartas al Director» de Ebony después de su reedición en 1975.59 Más bien, el interés en los ción. Judith Butler, Frames of War: When Is Life Grievable? (Verso, Nueva York, 2010). [Marcos de guerra: vidas lloradas, Paidós Ibérica, Barcelona, 2017] . 57 . Sharon Holland, Raising the Dead: Readings of Death and (Black) Subjectivity (Duke University Press, Durham, N .C ., 2000), p . 15. La obra de Holland también ana liza cómo la muerte negra, en su materialidad, altera el paradigma centro-versus-már genes. Holland aborda esta cuestión en su análisis de la vida y la muerte negras en antropología y literatura; estoy ampliando este diálogo haciendo uso de lo visual y lo popular como una forma de pensar sobre la circulación cotidiana de la muerte negra, particularmente tal y como se produce en los espacios internos de la prensa negra. 58 . Por ejemplo, en abril de 1951 la declaración de sentencia de muerte para Julius Y Ethel Rosenberg, una pareja condenada por conspiración para actos de espionaje rela cionados con el envío de información a la Unión Soviética sobre el desarrollo de armas nucleares en Estados Unidos se convirtió en una historia mediática de alcance nacio nal. Ver por ejemplo Douglas O. Linder, «Declaración del Juez Kaufman sobre la sen tencia a los Rosenberg», «Juicios famosos», Universidad de Missouri-Kansas City Law School, consultado el 22 de junio de 2017, . 59. En la edición de febrero de 1976 de Ebony, los editores publicaron la siguiente carta de Gary Mclntire del People's Gay Caucus: «En el número de su 30 aniversario publicaron un artículo sobre un hombre que se hizo pasar por una mujer durante 30 años . Y también en el mismo número publicaron un artículo de una persona negra que se hizo pasar por blanca .«Para ir al grano: ya no es "anormal" para un (hombre) gay pasar por una (mujer) heterosexual, como tampoco lo es para una persona negra pasar por blanca. En ambos casos las personas solo están intentando tener privilegios que de
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elementos visuales se convierte en una forma de dar sentido a la con clusión del artículo, que, siguiendo la declaración de Black de inocen cia ( «Nunca he hecho na malo en mi vida»), decía lo siguiente: «La gente de Sanford, donde Black vivió y murió, amó y fue amada, está de acuerdo».ro Como reflexión sobre el valor y sus sentidos, las líneas finales del artículo aportan una hermenéutica alternativa, aunque no totalmente incompatible, para leer el artículo, en la que el valor viene dado no solo por medio del orden hegemónico del centro y sus márge nes sino también por una poética de la relación que tuvo el potencial de alterar ese mismo paradigma.6 1
«El mimetismo es a la vez semejanza y amenaza»: sobre las temporalidades decoloniales de Carlett Brown y Ava Betty Brown En la época en que aparecieron las historias de Carlett Brown y Ava Betty Brown en la prensa negra, la historia de la transformación de género de Christine Jorgensen ya había arraigado en el imaginario pú blico. Las dos Brown fueron presentadas en una relación de inferiori dad respecto a Jorgensen, calificadas a menudo como unas advenedi zas en una conversación que ya estaba establecida. Su caracterización como personajes miméticos encuentra cierta explicación en la obra de Homi Bhabha sobre el mimetismo colonial y el deseo de «un Otro re formado, reconocible, como sujeto de una diferencia que es casi lo mismo, pero no exactamente» .62 Para Bhabha, el mimetismo está forotro modo les serían negados.«Creo que fue sexista por su parte clasificar como anor mal un deseo muy básico de este hermano gay por el privilegio humano. En el futuro espero que sean más cuidadosos a la hora de calificar de "anormal" algo que no entien den» (18). 60. «Man Who Lived 30 Years», p. 88. 61. La frase «poética de la relación», que está tomada del ensayo de Rinaldo Walco11 «Black Queer Studies, Freedom, and Other Human Possibilities», está inspirada y debe mucho a la obra de Édouard Glissant Poetics of Relation, trad. Betsy Wing (Uni versity of Michigan Press, Ann Arbor, 1997). [Jntroducci6n a una poética de lo diver so, Ediciones del Bronze, Barcelona, 2002). 62. Homi K. Bhabha, The Location of Culture (Routledge , Nueva York, 1994), pp. 122-123 (cursiva en el original). [El lugar de la cultura, Ed. Manantial, Buenos A ires, 2002, p. 112).
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mado por la ambivalencia y la contradicción: «Para ser eficaz, el m i metismo debe producir continuamente su deslizamiento, su exceso, su diferencia » .63 El mimetismo, que modula y refleja el poder colonial e imperial, se muestra a sí mismo como una expresión paradójica don de, por una parte, se le requiere para confirmar el discurso colonial e imperial como excepcional; y por otra parte, muestra, al revelar sus negaciones constitutivas, las formas violentas que configuran este dis curso, como (y con) autoridad colonial-imperial. El mimetismo forma parte de las historias de Carlett Brown y Ava Betty Brown, y por eso sus construcciones mediáticas como imitadoras de Jorgensen ilustra ron, dentro de una teleología de transexualidad medicalizada, la impo sibilidad de una «Jorgensen negra » , dado que simultáneamente mos traron cómo la antinegritud ha sido un paradigma crítico para dar sentido a la representación de Jorgensen. Citada a menudo a pie de página en las referencias historiográfi cas trans como la primera americana negra en planear un cambio de sexo, Carlett Brown comenzó a recibir un tratamiento puntual en la revista Jet el 18 de junio de 1953. Ubicada en la sección «Sr. y Sra.» de la revista, que frecuentemente narraba las consecuencias violentas de relaciones deterioradas, la primera publicación de Jet apareció con el titular «Hombre bailarín de Shake que planea cambiar de sexo, se casa con un militar en Europa » . Descrita como «un bailarín de shake de 26 años e imitador de mujeres profesional » , Brown «explicó a Jet que había concertado una cita con doctores en Bonn, Alemania, para una operación que le convertiría en mujer » antes de casarse con el sargento del ejército de EE.UU. Eugene Martin. «"Nos casaremos tan pronto como sea una mujer legalmente" dijo Brown » .64 Consciente sin duda de que la historia de Jorgensen estaba ocupando la prensa en aquel momento, Brown planteó su decisión de realizarse una opera ción de reasignación sexual en respuesta a un diagnóstico previo de intersexualidad; Jet informó que un doctor «diagnosticó su condición debido a la ... existencia ... de glándulas femeninas » . En contra de la recomendación del doctor de extirpar las glándulas, Brown manifestó que prefería que «le extirparan sus órganos masculinos por medio de 63 . /bid.
64. «Male Shake Dancer Plans to Change Sex, Wed GI in Europe», Jet, 18 de ju nio de 1953, p. 24.
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una operación». Tras escribir a cirujanos de Alemania, Dinamarca y Yugoslavia solicitando asistencia, le dijeron a Brown que debía renun ciar a la nacionalidad americana para llevar a cabo la operación. Se gún Jet, Brown respondió: «Me haré ciudadana de cualquier país en el que pueda recibir el tratamiento que necesito y pueda operarme».65 En un artículo posterior, Jet informó que Brown había renuncia do a su nacionalidad americana en el consulado de Dinamarca en Bas tan, Massachusetts, con el fin de recibir tratamiento del doctor Chris tian Hamburger, el médico supervisor de la operación de Jorgensen y jefe especialista en hormonas en el hospital Riges de Copenhague, Dinamarca. Brown anunció sus planes de embarcar en el S.S. Holland en 2 de agosto de 1953 con un nuevo pasaporte que reflejaba su cam bio de nombre a Carlett Angianlee Brown, diciendo a los periodistas de Jet: «siento dejar Estados Unidos, pero tras el caso de Christine Jorgensen, Estados Unidos se niega a dar permiso a un ciudadano americano para cambiar su sexo».66 Jet publicaría dos historias adicio nales sobre Brown en las semanas siguientes, la primera informando de que Brown estaba «prácticamente en la miseria en Boston», inca paz de recaudar cinco dólares para la fianza cuando la encarcelaron por vestir «con ropa de mujer» en público. La segunda, que apareció el 6 de agosto, cuatro días después de la fecha de partida prevista para la operación de reasignación sexual, explicaba que Brown había pos puesto los planes para ir a Dinamarca, optando en su lugar por hacerse una operación de feminización facial en Estados Unidos. Según el ar tículo de Jet, «aunque él planea cambiar de sexo, Brown mantiene sus lazos con imitadores de mujeres. Dijo que "siento que se está negando a los imitadores el derecho a vivir, la libertad y la búsqueda de la feli cidad cuando los arrestan por llevar ropa femenina - especialmente cuando solo se dedican a sus asuntos"».67 El argumento de Brown a favor de los derechos de los imitadores de mujeres utilizando el len guaje de la Declaración de Independencia marca una distancia viven cial entre Brown y Jorgensen, su supuesto doble más conocido. Como plantea el artículo de Jet, el comentario de Brown aquí también mues65. /bid., p. 25. 66. «Male Dancer Becomes Danish Citizen to Change His Sex», Jet, 25 de junio de 1953, p. 26. 67. «Shake Dancer Postpones Sex Change for Face Lifting», Jet, 6 de agosto de 1953, p. 19.
220 _______________ Negra por los cuatro costados tra el acoso policial como una condición estructurante que continuaría vinculando a una Brown operada con aquellas personas descritas como «imitadoras de mujeres» y, de ese modo, seguiría planteando dudas sobre la capacidad de la cirugía de reasignación de género para transformar sus futuros encuentros con la policía. Brown y los «imita dores de mujeres» que menciona son representadas como fuera -como exceso- del paradigma de la «mujer americana» en el que surgió Jorgensen. Como marginadas culturales, ellas, como señala Ro derick Ferguson, son utilizadas para «representar los efectos desorga nizadores del capital, jugando un papel importante en las interpreta ciones pasadas y contemporáneas de la economía política».68 En un sentido, la declaración de Brown se convierte en una vía para entender el carácter ambivalente de la autoridad definitoria de la transexua lidad. Bhabha describe el efecto del mimetismo sobre «la autoridad del discurso colonial» como «profundo y perturbador». Tal y como escri be, «Al "normalizar" el estado o sujeto colonial, el sueño de la civili dad post-iluminista aliena su propio lenguaje de libertad y produce otro saber de sus normas».69 El uso de Brown de «la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad» para expresar las formas de falta de liber tad vividas por los «imitadores de mujeres» indica una ruptura en la representación de Jorgensen, en especial porque la historia de Jorgen sen fue instrumentalizada como una historia sobre el triunfo personal y la libertad individual en Estados Unidos. La diferencia mimética de Brown ilustra cómo, en materia de historiografía trans, la «libertad» transexual espectacularizada de Jorgensen estaba vinculada a repre sentaciones igualmente fuertes de la falta de libertad racializada, no solo como propia de Brown y de las vulnerabilidades de los «imitado res de mujeres» sino también tal y como se estaban desarrollando en las expresiones imaginarias de la ideología intervencionista de la Gue rra Fría siempre en expansión de EE.UU. y en la densidad de las imá genes de las luchas decoloniales alrededor del mundo. Como ejemplo de cómo la autoridad imperial-colonial de EE.UU. está avalada por la blanquitud y por una denegación constitutiva de la lógica fundacional 68. Roderick Ferguson, Aberrations in Black: Toward a Queer of Color Criti que (University of Missesota Press, Minneapolis, 2004), p. 1. 69. Bhabha, Location o/ Culture , p. 123 [ 112 [.
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'-1 Leg Tech n ique : Charles Brown , 26-yeo.r- old malc shakc dnnccr who plans to go to Germany for an opera tion wh lch wm make him a •·woman , " shows frlcnds In a Bos ton ntght club "correct technique " for displaying legs. L�tt-r Brow n , who had hair set bc!ore vislting club, was n r rcstcd !01· wcarlng women's c lothcs, flncd $5. Esta fotografía fue recortada para crear una foto de pri mer pl ano que apareció en artículos anteriores sobre Carl ett B rown en Jet. La i magen completa apa reció como parte de un artículo más largo en Jet el 15 de abri l de 1 954, bajo el titular «¿Se están vol viendo respetables los homosexuales?» .
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de la nación de la supremacía blanca, la expresión de Brown dio una forma discursiva a la relación perturbadora del mimetismo con el len guaje y con la lógica de la autoridad imperial-colonial, dado que seña laba la sombra fundamental que bloqueó el compromiso expresado por EE.UU. con la democracia y la libertad. En la pieza final del reportaje, de 15 de octubre de 1953, Jet in formaba que Carlett Brown había pospuesto sus places de ir a Europa indefinidamente, porque el gobierno federal le había ordenado n o abandonar los Estados Unidos hasta que hubiera pagado 1.200 dóla res de impuestos que debía. Brown le dijo a Jet que «había aceptado un trabajo temporal de 60 dólares semanales como cocinera en el Ins tituto Estatal de Iowa Phi Kappa House» para empezar a pagar la deu da.70 La imagen de Brown - que nunca más volvió a aparecer en el discurso público, y convertida en apátrida, como otras muchas perso nas representadas como refugiadas durante el período de la Guerra fría, posterior a la guerra - es una historia incompleta, definida, como ha explicado Bhabha, por la necesidad colonial de representar a sus sujetos como «parciales», y para «su representación de una limi tación o prohibición estratégica dentro del propio discurso autoritario».7 1 Pero «el distanciamiento» de Brown «no se da solo con ella».72 Como explica Ferguson en su lectura de la descripción de la prostituta drag queen en la obra de Marlon Riggs Tongues Untied, «De hecho hay un distanciamiento general de la cultura afroamerica na... [ por] su distancia de los ideales defendidos por la epistemolo gía, los nacionalismos y el capital, según los cuales la cultura activa formas de crítica».73 La historia de Brown, para sus lectores, es una exploración de la magia racial y de género hay en el «corazón de la oscuridad maniquea», es decir, cuenta la experiencia de estar implica da en las contradicciones del poder que dicta «cómo se mueve el mundo» y que en consecuencia, por medio de su movimiento, pone ciertos objetos en su camino. El abandono de Carlett Brown - «especialmente cuando solo se dedican a sus asuntos»- señala las condiciones que dieron lugar a la 70. «Tax Snag Halls Male Dander 's Trip for Sex Change», Jet, 15 de octubre de 1 953, p. 1 9. 71. Bhabha, Location of Culture, p. 123 [ 112[. 72. Ferguson, Aberrations in Black, pp. 1-2. 73. /bid. , p. 2.
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representación de Ava Betty Brown en abril de 1957. Descrita por el Chicago Daily Defender como una versión de Chicago de la historia de Christine Jorgensen» , Ava Betty Brown apareció en la prensa local negra con el titular «El defensor de la "Doblemente-Sexuada" no im pacta en el jurado» publicado junto a una serie de resúmenes de noti cias que incluían un anuncio del comienzo de la Operación Plumbbob, el nombre dado a una serie de veinticinco ensayos nucleares llevados a cabo por el ejército de los EE.UU. más adelante ese año. Según el artículo, «Brown fue arrestado el 14 de marzo . . . [mientras] estaba en la esquina de Oakley y Madison esperando» a su novio. Aunque esta ba dedicándose a sus asuntos, Brown fue arrestada por ir vestida con ropa de mujer en el West Side de Chicago, fue llevada a una comisaría de policía y «la desnudaron y descubrieron que físicamente era un hombre» . 74 Fue acusada de hacerse pasar por una mujer. Menos de un mes más tarde , Ava Betty Brown testificó ante un tribunal que ella estaba «doblemente sexuada» , anunciando sus planes de ir a Dinamar ca para operarse y corregir su estado. En esa época, el gobierno danés había prohibido ese tipo de planes; en enero de 1954 el miembro del parlamento danés el doctor Viggo Starcke dijo a los periodistas de EE.UU .: «No dejen que futuras Christines vengan más a Copenha gue» . 75 El abogado defensor de Brown, George A . Adams, calificó el arresto de Brown de inconstitucional, mencionando que infringía sus derechos como particular y alegando que la policía estaba «acosán dola» . Yendo más allá de la lógica de la ley y de la medicina a la que se le pedía responder, Brown compartió con el tribunal el detalle crítico de que todas sus amistades y compañeros de trabajo la conocían como Ava Betty Brown, añadiendo: «Todo lo que poseo es el nombre de Betty Brown . . . Si soy un hombre , no lo sé» . 76 Aquí, con esta maniobra retórica, que también recordaba las historias que circulaban previa mente sobre Hicks Anderson y Black, Brown aportó un conjunto alter nativo de relaciones -las de la sociabilidad negra- como el lugar para su articulación del género, y, como Carlett Brown, expresó una 74. «"Double-Sexed" Defendant Makes No Hit with Jury», Chicago Daily Defender, 4 de abril de 1957. 75. «Other Side of the News», Pittsburgh Courier, 29 de mayo de 1954, p. 29. 76. «"Doubled-Sexed" Defendant».
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diferencia mimética respecto a Jorgensen que simultáneamente mos tró el conjunto de lógicas que la imagen de Jorgensen estaba destinada a confirmar. Al aportar una descripción de la vida más allá del tribunal y de la clínica , la declaración de Brown cuestionaba la visión habitual contemporánea de la transexualidad como un desarrollo narrativo que proponía que la transformación del género solo se podía lograr por medio de ciertas operaciones médicas y del reconocimiento legal; en su lugar, ella proporciona una respuesta a una pregunta que Judith Butler plantearía más tarde: «¿Podemos hacer referencia a un sexo "dado" o a un género "dado" sin aclarar primero cómo se dan uno y otro y a través de qué medios?».77 Si Ava Betty Brown es un doble «parcial» de Jorgensen , según una lógica colonial , entonces el plan teamiento de Brown aquí también señala cómo los sistemas de saber no reconocidos por la autoridad colonial han dado lugar a su forma mimética de ser. Dicho de otro modo, la declaración de Brown - «Si soy un hombre, no lo sé»- sugiere una visión diferente, y quizá deco lonial, del cuerpo que ella vivía. Tal y como sugiere el titular al inicio del artículo, el jurado de claró a Brown culpable de imitación de una mujer, y fue multada con cien dólares. El Daily Defender también publicó la dirección de su casa, una intrusión más en su privacidad que Brown mencionaría en la pieza final del reportaje del Defender, más de doce años después. El lunes 13 de octubre de 1969, muy poco después de la Revuelta de Sto newall, una antigua foto publicitaria de «A . B . Brown» apareció en la primera página del Chicago Daily Defender con esta frase debajo «"Giro" de la brutalidad».78 Ahora con cuarenta y cuatro años y traba jadora doméstica, Ava Betty Brown reaparece en las noticias por ha ber presentado una denuncia a la División de Asuntos Internos de la Policía tras haber sido atacada por dos policías del distrito de Wabash tres días antes. Según el artículo correspondiente, «"Un coche patrulla con dos policías negros me adelantó y luego retrocedió", recordó Brown. Un policía , que después fue identificado como oficial de pa trulla Hicks, según consta , exclamó, "Venga aquf'. Cuando Brow n 77. Judith Butler, Gender Trouble: Feminism and the Subvertion of Jdentity (Rout ledge, Nueva York, 1990), p. 9. I EI género en disputa: el feminismo y la subversión de la identidad. Ed. Paidós Ibérica, Barcelona, 2007, p. 55 1 . 78. «Brutality "Twist"» , Chicago Daily Defender, 1 3 de octubre de 1969.
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Esta fotografía de Ava Betty Brow n , tomada en l a sal a del tri bunal , acompa ñaba el artículo del Chicago Daily Defender «El defensor de la "Doblemente Sexuada» . Rei mpresión autori zada por el Chicago Defender.
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pregunto "¿por qué?" el policía supuestamente respondió: "No me ha gas salir del coche. Si lo haces va a ser peor"» . Esta fue la descripción de Brown de su segundo arresto aquel día, y le explicó al periodista del diario Daily Defender Toni Anthony que sus protestas previas por el tratamiento cuando estaba encerrada probablemente provocaron el ataque. Ejemplo del mandato periodístico «los dos lados de cada his toria», Anthony incluyó también la versión de los hechos de la policía: «Un portavoz del distrito de Wabash le dijo a Anthony que el segundo conflicto de Brown con la policía estalló porque él forcejeó violenta mente cuando Hicks y Hunter intentaron arrestarle» . «"Pero como yo detesto la violencia de cualquier tipo, forma o modo", respondió Brown "(cuando me arrestan) sigo dócilmente a los policías que me arrestan. La mayor parte de las veces son desagradables y tratan de provocarme para que diga algo (obsceno)"» . Contó a Anthony que había sido «arrestada y condenada muchas veces por varias acusacio nes de escándalo», aunque había logrado cambiar legalmente su nom bre, y que seguía planeando hacerse una operación.79 Más de quince años después de que Carlett Brown reclamara el derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad para las «imitadoras de muje res» en Jet, Ava Betty Brown estaba compartiendo sus continuas lu chas con la policía, y, como en el caso de Carlett, la cirugía -y todos los privilegios que podría obtener pero que probablemente no obten dría- era presentada como una propuesta demorada indefinidamente. Como historias miméticas que muestran más historias oficiales de los Estados Unidos, incluyendo la constitución y consolidación de un conjunto de discursos conocidos como «transexualidad», las Brown -aunque ambas son representadas como «parciales» (al estilo de Bhabha)- revelan los mecanismos por los que la nación y sus his torias constituyeron (y rechazaron) la debilidad de sus propias narrati vas (por ejemplo, con Jorgensen) con el fin de representar con autori dad una versión de progreso a lo largo del tiempo. En un sentido, como explicaba Barrett, las narraciones de los medios sobre las Brown demuestran cómo «aunque son afirmativos, el valor y la autoridad son opresivos en todo momento, desde posiciones de ventaja ausentes o desconocidas» . Desde este punto de vista, «lo negativo, lo agotado, l o 79 .
Toni Anthony, «"Betty" Brown Charges Police Attacked "Him"», Chicago DailY
Defender, 13 de octubre de 1969.
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Fotografías que il ustraban el artículo actual izado sobre Ava Betty B rown del
Chicago Daily Defender en octubre de 1 969. Publ icado de nuevo con el per miso del Chicago Defender.
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excesivo, invariablemente forma las condiciones de posibilidad para el valor». 80 Sin embargo, las historias de las Brown también aportan una mirada a la temporalidad decolonial de la transexualidad, en la que la prensa, los tribunales, las clínicas, y la policía no podrían rei vindicar, ni dar sentido a sus expresiones de género, y a los diferentes contextos en los que sus vidas negras y trans fueron autorizadas y afirmadas. Creada para representar la imposibilidad de una «Jorgen sen negra» en la prensa contemporánea, cada Brown, en el «placer de su existencia», expresó una «crítica de las interpretaciones habituales sobre su vida».8 1 Como señala Ferguson, «Sin duda, ella sabe que su vida no es fácil. Pero es un gran salto reducir los componentes de su identidad a las condiciones de su trabajo».82
«Calma inquieta» : el teatro de sombras de McHarri s/Grant Aparecidas en medio de las historias mediáticas de Carlett y Ave Betty Brown, James McHarris / Annie Lee Grant salpicaron las páginas de Ebony y Jet en el verano y el otoño de 1954. Según Serlin, en la época en que aparecieron los artículos sobre McHarris/Grant, «el fenómeno de Christine Jorgensen . . . ya había llegado a su cima -y hasta cierto punto se había desinflado».83 El 29 de julio de 1954, escondida en la parte baja de una página en la sección de noticias nacional, Jet comen zaba el reportaje sobre McHarris/Grant con un artículo de un párrafo de extensión titulado «Mujer de Mississippi finge ser un hombre du rante 8 años». Según el artículo, «Cuando en Kosciusko, Mississippi, un policía arrestó al fornido James McHarris por conducir el coche con las luces inadecuadas, hizo un descubrimiento sorprendente: Ja mes McHarris era en realidad Annie Lee Grant , de 30 años, una mujer de 175 libras que había estado fingiendo ser un hombre durante ocho años, haciendo trabajos duros típicamente masculinos como mecánico en un garaje. La señora Grant explicó: "fingí ser un hombre para ganar 80. Barrett, Blackness and Value, p. 21. 81. Ferguson, Aberrations in Black, p. 1. 82 . /bid. 83. Serlin, Replaceable You, pp. 139-140.
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más dinero"».84 Tácitamente señalando a los lectores de Jet una preo cupación laboral feminista sobre la estructura de la brecha salarial por género, la explicación de McHarris/Grant, que se entiende mejor como una defensa, confirma la lógica convencional del passing como esce nificación de una falsa identidad. El contexto del «sorprensente descu brimiento» aquí es la escena de un arresto por una infracción de tráfi co - un ejemplo de «conducir siendo negro» - y, como una ironía suplementaria, el artículo incluía detalles de sobre los «trabajos duros típicamente masculinos como mecánico en un garaje» de McHarris/ Grant. La investigación inicial de Jet difería de la historia más detalla da de Ebony en términos de temporalidad, alcance y fundamento sobre los cambios de género de McHarris/Grant. En noviembre de ese mis mo año, Ebony publicó un artículo de cinco páginas, repleto de imáge nes de McHarris/Grant, con el titular «La mujer que vivió como un hombre durante 15 años». El contraste entre los usos de «finge», como una apropiación artificial de la masculinidad, en el titular de Jet, y «vivió», como un indicador del género en un contexto vivencia), en Ebony, ilustra las diferencias esenciales de enfoque entre esas publica ciones de Johnson Publishing Company. La discrepancia en el número de años entre los artículos puede que dependiera de una investigación más cuidadosa por parte de los periodistas de Ebony. Sin embargo, también es plausible que McHarris/Grant diera informaciones diferen tes a los diversos periodistas, una hipótesis que también encaja con otras técnicas que utilizó McHarris/Grant para evitar ser identificada. El artículo de Ebony comenzaba con una exposición de la escena de la captura de McHarris/Grant: «Un policía entró con un fornido prisionero en la pequeña y austera oficina del alcalde de Kosciusko, Mississippi». Según el artículo, el agente de policía le dijo al alcalde y juez del tribunal de la ciudad T. V. Rone: «Cuando intenté cachearle, él protestó y me dijo: "Cuidado, soy una mujer"». Dentro del espacio de la oficina del alcalde, que también servía de sala de tribunal, McHarris/Grant entró en una cabina, saliendo algunos minutos des pués de quitarse una «camisa, los pantalones y un calzoncillo de hombre».85 Condenado - no queda claro en el artículo si los cargos 84 . «Mississipi Woman Poses as a Man for 8 Years», Jet, 29 de julio de 1954, p. 7 . 85. «The Woman Who Lived as a Man for 15 Years», Ebony, JO de noviembre de 1954, p. 93.
230 ________________ Negra por los cuatro costados eran de tráfico o si estaban relacionados con el género - y sentencia do a treinta días en la cárcel o una multa de cien dólares, McHarris/ Grant abandonó la sala del tribunal con la intención de cumplir la con dena. Con numerosas florituras editoriales, Ebony mostró a su público cómo «el terreno del género» es, como describe Eric Stanley, uno de «los puntos de contacto más volátiles entre la violencia del Estado y el cuerpo».86 La interacción aquí de la raza y del género, donde una for ma de vigilancia policial con motivación racial da lugar a una condena judicial relacionada con el género, produjo una formulación tripartita, dado que el tiempo de prisión fue una de las formas de disciplinar a McHarris/Grant. Tras la decisión de Rone «la noticia de la sensacional revelación sobre Jim McHarris se extendió rápidamente por todo Kosciusko» y, según el artículo, «alteró la tranquila ciudad».87 Además de convertir el género de McHarris/Grant en un espectáculo, McHarris/Grant fue enviado a la cárcel de hombres, en la cual fue «tratado como una mujer».88 El análisis de Sarah Haley de la «generización carcelaria» es aquí instructivo; revela, como ella dice, «que el saber generizado es producido no solo por medio de binarismos hombre/mujer, sino por medio de una serie de proyectos de saber materiales y discursivos» donde «la generización femenina normativa se produjo por medio de la producción legal y cultural espectacular de la mujer invertida negra».89 En este sentido, deberíamos comprender que el sistema pe nal de Mississippi estaba especialmente equipado para «dar sentido» al género de McHarris/Grant según una lógica de «ni/ni», lo que quie re decir que la evaluación legal de McHarris/Grant y el tratamiento carcelario eran parte de una historia más larga de terror racial generi zado, saber y disciplina.90 A la derecha del texto inicial de Ebony, ocupando más de la mi tad de la página, había una fotografía de cuerpo entero de McHarris/
86 . Eric A. Stanley, «Fugitive Flesh: Gender Self-Determination, Queer Abolition, and Trans Resistance», en Captive Genders: Trans Embodiment and the Prison Indus trial Complex, ed. Eric A. Stanley y Nat Smith (AK Press, Oakland, Calif., 2011), p. 4. 87. «Woman Who Lived as a Man», p. 93. 88 . /bid., p. 95. 89 . Sarah Haley, No Merey Here: Gender, Punishment, and the Making of Jim Crow Modernity (University of North Carolina Press, Chapel Hill, 2016), p . 6 . 90. /bid.
Una sil ueta horri ble _____________________ 23 1
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La foto de Mc Harri s/Gran t fue p u bli cada en l a pri mera pági na del artí cul o de Ebony , con l a frase « He fi n gi do ser un hom bre , de vez en cuando , casi toda m i vi da» . Ebony , nov i em bre de 1954.
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Grant con este texto adjunto: «Annie Lee Grant, alias Jim McHarris, enciende un cigarrillo con un gesto típicamente masculino, en el por che delantero de la casa en la que vivió como un hombre en Koscius ko. Ella dice: "He fingido ser un hombre, de vez en cuando, casi toda mi vida"».9 1 El uso de «alias» - que habitualmente se refiere a perso nas que asumen un nombre diferente para realizar actividades crimi nales, pero también para recordar los diferentes nombres utilizados para escapar de la esclavitud antes de la ratificación de la Decimoter cera Enmienda en EE.UU.- amplificó el tono de la apertura del ar tículo, en el que McHarris/Grant también es descrito, antes de la con dena, como un «prisionero». Además, el uso del «alias» también retóricamente presenta el género de McHarris/Grant - la movilidad «de vez en cuando» entre hombre y mujer- de una forma que el ar tículo describirá más tarde como «inquieto», utilizando una palabra paradójica que significa tanto estar permanentemente un reposo, como no querer estar quiero.92 La historia de cómo Annie Lee Grant llegó a ser conocida como James McHarris, especialmente porque McHarris/Grant se crio a se tenta y ocho millas de Kosciusko, en la ciudad de Meridian, Missis sippi, aparecía como una de las preguntas principales que debía abor dar el artículo. Como una especie de «prueba» visual, Ebony incluyó una imagen de McHarris/Grant, en la parte superior de la segunda pá gina del artículo, en un momento en el que estaba parcialmente des vestido; el subtítulo de la foto decía «Mostrando un compresor de pe cho, una banda hecha en casa de tela blanca: Annie revela el artefacto que le ha ayudado a engañar a miles de personas». Como evidencia textual, el artículo «explicaba» que antes de instalarse en Kosciusko, McHarris/Grant vivió y trabajó en Memphis, Chicago, y en otras ciu dades del medio oeste, donde «se lanzó de lleno a su mascarada masculina, buscando los trabajos más duros», entre ellos cocinero, conductor de taxi, empleado de gasolinera, y predicador.93 Aunque la mudanza de McHarris/Grant de una ciudad a otra fue motivada como un contexto para que McHarris/Grant pudiera practicar y «perfeccio9 1 . «Woman Who Lived as a Man», p. 93. 92 . En el original inglés es la palabra «restive», que tiene dos significados, inquieto, y también terquedad, negarse a avanzar. (N. del T.) 93. /bid., p. 94.
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