Los Muzos un Pueblo Extinguido [1 ed.]
 9586010376

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LOS MUZOS UN PUEBLO EXTINGUIDO

Trinidad Parra Morales

Trinidad Parra Morales

LOS MUZOS UN PUEBLO EXTINGUIDO

Primera edición: febrero de 1985

ISB N 958-601-037-6

Derechos reservados por el autor E D IC IO N E S T E R C E R MUNDO Apartado Aéreo 4817 B ogotá - Colombia Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia

1 086 86/6 .

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Indice Pág.

INTRODUCCION...................................................................... LOS MUZOS UN PUEBLO EXTINGUIDO, SU ORIGEN Y TERRITORIO................................................................ A. Origen de los Caribes.................................................... B. Migraciones Caribes.................................................... 1. Migración venezolana............................................. 2. Migración antillana................................................. 3. Migración colombiana........................................... C. Pruebas sobre el origen de los Muzos......................... D. Su territorio.................................................................. 1. Posición geográfica y astronómica....................... 2. Hidrografía.............................................................. 3. Clim a........................................................................ 4. Flora.......................... 5. Fauna........................................................................ ESTRUCTURA SOCIAL Y POLITICA............................... A. Clanes............................................................................ B. Ciclo vita l...................................................................... 1. Nacimiento y crianza de los hijos......................... 2. El matrimonio.......................................................... 3. Entierros.................................................................. 4. Alimentación............................................................ 5. Vestido......................................................................

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6. Vivienda.................................................................... 7. Medicina.................................................................... C. Estructura política...................................................... 1. Autoridades......................................... 2. L eyes........................................................................ 3. La guerra.................................................................. 4. Armas........................................................................ ESTRUCTURA RELIGIOSA Y ECONOMICA................. A. Teogonia........................................................................ 1. Dioses........................................................................ 2. Creación del hombre............................................... 3. Adoratorio................................................................ B. La economía.................................................................. 1. La agricultura.......................................................... 2. La minería................................................................ 3. Comercio.................................................................. 4. Pillaje........................................................................ LA CONQUISTA Y COLONIZACIONES DE LOS MUZOS..................................... A. Causas............................................................................ B. Luis Lanchero y su primera expedición al territorio de los Muzos.................................................................. C. Expedición de Diego de Martínez al terreno de los M uzos............................................................................ 1. El cacique Itoco........................................................ 2. La muerte de Martín de Oñate............................... D. Expedición de Melchor de Valdés a la tierra de los M uzos............................................................................ E. Expedición de Pedro de Ursúa al terreno de los M uzos............................................................................ F. Segunda expedición de Luis Lanchero al territorio de los Muzos.................................................................. G. Fundación de Muzo...................................................... H. Personalidad del fundador......................................... 1. La evangelización de los Muzos........................... EXTINCION DE LOS MUZOS Y DECADENCIA DEL PUEBLO EN EL SIGLO XVII....................................... A. Causas............................................................................ B. Decadencia de M uzo.................................................... CONCLUSIONES...................................................................... BIBLIOGRAFIA

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Introducción El estudio de los indígenas extinguidos de nues­ tro país, a consecuencia de la conquista y coloniza­ ción por los españoles, es uno de los temas más difíci­ les de investigar por cuanto se dispone de escasas fuentes de información y todas ellas redactadas por los conquistadores. Por consiguiente, es casi imposi­ ble la reconstrucción objetiva del hecho histórico, por la carencia de fuentes indígenas que narren el proceso destructivo que estaban afrontando. A pesar de las dificultades, se ha querido presen­ tar un estudio sobre el proceso de extinción de los Muzos y llenar así un vacío en la historiografía co­ lombiana. El tema surgió por la vinculación del autor con la región, donde ejerce como docente. Fue así como se pudo captar la ausencia de un estudio histórico-geográfico de la región, que sirva a los escolares para co­ nocer el pasado de su población. En la elaboración del presente trabajo, se consul­ taron exhaustivamente las fuentes coloniales impre­ sas. Sus autores, llamados cronistas, fueron contem­ poráneos de los sucesos que narran y, en ocasiones, incluso fueron testigos de los acontecimientos. Por lo tanto, sus datos son valiosos, aunque también hayan procurado defender la política española en los nuevos territorios y exaltar el valor de los conquistadores, 7

deformando algunas veces la realidad sobre el desa­ rrollo de la civilización indígena. Fuera de los cronistas, se usaron historiadores posteriores que han tratado sobre los Muzos. Entre ellos se destacan: Sergio Elias Ortiz, Luis Duque Gómez y Juan Friede. No se omitió la consulta del Archivo Nacional de Colombia, a pesar de carecer de la formación adecuada en la paleografía, ciencia auxi­ liar de la historia, que facilita la lectura de los docu­ mentos que allí reposan sobre esta región. El estudio está dividido en cinco capítulos que abarcan el origen de los Muzos y su territorio; su estructura social, política, económica y religiosa; su conquista, colonización y extinción; no fue éste un pueblo tan desarrollado como los Muiscas en organi­ zación social, política, económica, religiosa y cultural, y se opuso violentamente a la dominación española, factor que causó su extinción, junto con el excesivo trabajo agrícola y minero, las enfermedades traídas por los europeos y la nueva forma de tributación.

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Capítulo Primero Su Origen y Territorio El presente capítulo comprende el origen de los Caribes, sus diferentes migraciones, las teorías sobre su entrada a Colombia, las pruebas que afirman el parentesco de los Muzos con la familia Caribe. Segui­ damente describe el territorio habitado por los Muzos e incluye la ubicación geográfica y antronómica; el clima, flora, fauna e hidrografía. A. ORIGEN DE LOS CARIEES Los diversos grupos étnicos que formaban el conjunto cultural Caribe, se encuentran dispersos en diferentes regiones del continente americano; Centroamérica, Antillas Menores, Zonas tropicales de América del Sur e inclusive la Florida (1). Estos grupos que presentan algunas particulari­ dades como consecuencia de las influencias con los pueblos vecinos o con los que desalojaron de sus terri­ torios, son probablemente originarios de una región llamada “Mato Grosso”, situada en las cabeceras de los ríos Xingú y Tapajoz en el Brasil, desde donde se propagaron en dirección norte, desalojando de sus territorios a los antiguos moradores (2). La mayoría de sus pueblos no resistieron ia inva­ 9

sión Caribe; algunos fueron totalmente destruidos y devorados por estos antropófagos, mientras otros, como los Muiscas en Colombia, cedieron su territorio, retirándose a las partes altas de la Cordillera Orien­ tal. Mapa No. 1 Expansión Caribe

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B. MIGRACIONES CARIBES

Los Caribes queriendo extender su territorio, empezaron a moverse en direcciones distintas, empu­ jando a su vez a otros pueblos, especialmente al Arawack. 1. Migración venezolana

Tomando el curso de grandes ríos y sus afluen­ tes, valiéndose de canoas, llegaron hasta las Guaya­ nas y el Golfo de Maracaibo, poblando por consi­ guiente una gran extensión ardiente y costera de Ve­ nezuela. 2. Migración antillana

Mucho tiempo permanecieron establecidos en las costas venezolanas; mejoraron el arte de construir embarcaciones; se capacitaron como buenos nave­ gantes. Se lanzaron a su segunda migración con rum­ bo al Atlántico (Antillas Menores), en donde pobla­ ron gran cantidad de islas; perfeccionaron aún más su industria náutica; adquirieron nuevas costum­ bres. 3. Migración colombiana

Con respecto a las rutas que siguieron para en­ trar a nuestro territorio se consideran tres posibilida­ des dignas de creer. a. Después de poblar los alrededores del Lago de Maracaibo en migraciones anteriores, valiéndose de ríos como el Catatumbo, llegaron hasta la re­ gión de Perijá; las ciénagas y los ríos los llevaron luego hasta las confluencias del Magdalena y Cau­ ca; por ellos subieron hasta sus cabeceras, organi­ zándose en nuevos grupos a lado y lado de estos 11

ríos, rompiendo con ello la unidad de los Muiscas, quienes cedieron parte de sus tierras a los invaso­ res (3). b. Antropólogos prestigiosos sostienen que entraron a Colombia por el Amazonas hasta el Caquetá, Mapa No. 2 Expansión Caribe en Colombia

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poblando los Llanos Orientales; se dirigieron al norte ocupando los valles ardientes de los ríos Cauca y Magdalena para desviar luego al occiden­ te y oriente para poblar el Chocó y Perijá. c. Otros no menos documentados afirman que proce­ dentes de las Antillas Menores, llegaron a las cos­ tas y siguiendo el curso de los ríos Magdalena, Cauca y Sinú, se internaron en nuestro suelo. C. PRUEBAS SOBRE EL ORIGEN DE LOS MUZOS

A la familia Caribe que entró a Colombia proce­ dente del Golfo de Maracaibo, pertenecen los Muzos. Las pruebas que afirman su origen Caribe son claras: 1) Su estatura, complexión robusta, color de la piel y falta de barba le dan afinidad somática. 2) Aunque no tenían escritura, su léxico, que fue abundante, brindó los siguientes datos: a) Las raíces típicas Caribes: cara, cari, cola, cal; b) El diptongo oa para formar palabras como toa (leche) y doa (pechos) se encontró en muchos pueblos Caribes y en los que aún existen; las palabras poa o boa (sitio - lugar) y coa (fuente) aumentan las posibilidades, por hallarse bien difundida esta combinación; c) Las variaciones páes, país, pies, que significan habitantes, parecen pertenecer al mismo gru­ po. Estas variaciones, puras o modificadas, se encuentran esparcidas y mezcladas en todo el litoral Atlántico desde el Orinoco hasta Pana­ má; d) La voz “ima” (señorío) es la más frecuente en los pueblos Caribes (4 ). En la región que fue habitada por los Muzos se encuentra una abundante toponimia que refleja su 13

grado de cultura. Se presenta por cuadros separados; el primero se refiere a topónimos que corresponden a nombres de clanes, ubicados en los pueblos indígenas de la época, hoy Muzo, Coper, Maripí, Pauna, Briceño y Tunungúa; su significado se logró incluir aquí. El segundo cuadro corresponde a otros topónimos, también de origen Muzo en los mismos pueblos indí­ genas ya citados, pero que no fue posible averiguar su significado, tarea de futuras investigaciones. El tercer grupo incluye topónimos circunvecinos y pala­ bras usadas por ellos. CUADRO No. 1 TOPONIMOS Nombre

Identificación

Significado

Caco

Quebrada

Animal ponzoñoso

Copere

Municipio

Guama peluda

Cuacua

Vereda de Muzo

Comején

Fura-Tena

Cerros Gemelos

M ujer ■Hombre

Ibacapí

Vereda de Pauna

Hoja colorada

Ibama

Vereda de Pauna

Vamos a lavarnos India Notable

Itoco

Vereda de Muzo

Siéntate a descansar nombre de Cacique

Maripí

Municipio

Flor colorada

Misucha

Vereda de Muzo

B atata

Moray

Vereda de Pauna

Palmera silvestre

Muzo

Municipio

Hombre

Pauna

Municipio

Caracol

Pinipay

Vereda de Pauna

Caida de agua

Sigue

14

Viene

Nombre

Identificación

Significado

Quipama

Inspección de policía en Muzo Vereda de Muzo Río

Abanico para refrescarse Sarna Helécho (5)

Sorque Zarbe

CUADRO No. 2 TOPONIMOS SIN SIGNIFICADO

Nombre Boquipí Canipa Chichipí Guaquimay Isabí Narapay Note Parque Tapaz Topo Tortur

Identificación Vereda de Pauna Vereda de Pauna Sitio en Coper Cabecera río Minero Vereda de Muzo Vereda de Maripí Sitio en Muzo Inspección Departamental La Victoria Vereda de Pauna Vereda de Pauna Vereda de Coper

Cuadro No. 3 OTRAS PALABRAS CON SIGNIFICADO Nombre Significado

Abipí Arcabuco

Grande soy Monte cercano Sigue

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Viene y c

Nombre

Significado

Atico

P aja

Bucama

Canoso - Blanco

Cachipay

Palo para cucharas

Capacapi

Fru ta del Jag u a

Caparrapí

H abitante de los barrancos

Carare

Dignidad Caribe

Cauripí

Collar de huesos de pescado

Cora

Mohán

Cuco

Mico

Curipí

H abitante de los guamos

Cinganama

Indio

Chapa

Deshinchado

Ibipain

Muchacho alto

Is-Tapa

Madera como piedra (durísima)

Kubaime

Mono nocturno de cola y melena

Maquipa

Demonio

Marpapies

H abitantes de donde hay hormigas

Mana vi

Guayaba grande

Nemachico

Maíz colorado

Nico

Sal

Ñipa

Mercader

Paime

Alto

Patoro

Piedra redonda

Tapareé

Esclava

Tap- y A kar

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|

Piedra verde

3) La guerra era la principal ocupación de los Muzos. Era el medio para conseguir sus alimentos entre las tribus vecinas, especialmente la de los Muiscas. 4) También practicaban la antropofagia y conserva­ ban su carácter migratorio, característica típica de los Caribes. En conclusión, los Muzos eran de fa­ milia Caribe; así lo demuestra su aspecto físico, su lengua y sus costumbres como la guerra, la antro­ pofagia y las continuas migraciones. D. SU TERRITORIO Al describir el territorio habitado por los Muzos se incluye la ubicación geográfica y astronómica; su hidrografía, clima, flora y fauna. 1. Posición geográfica y astronómica La región habitada por los Muzos se encuentra localizada en las estribaciones de la Cordillera Orien­ tal, costado occidental, al oeste de Boyacá (6). La en­ cierran los ramales de Vélez por el norte y oriente» se­ parándolos de los pueblos Saboyaes y Muiscas, res­ pectivamente; el brazo occidental o ramal de las Quinchas por el sur y occidente, separándolos de los Panches, Colimas y Nauras, estos últimos al occiden­ te en los confines con el río Magdalena. Los pueblos fundados por españoles a su alrededor fueron Tocaima, Santa Fe, La Palma, Vélez y Tunja. 2. Hidrografía La región cuenta con una extensa cuenca llama­ da “Cuenca del Minero”. La mayoría de sus corrien­ tes de agua nacen en las cimas que la encierran. Sus ríos son el Minero que, naciendo en linderos de Boya­ cá y Cundinamarca, recorre la provincia de sur a nor­ te, recogiendo las aguas de los ríos como el Batán, el 17

Mapa No. 3 El Territorio de los Muzos

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Guazo, formado por la unión del Villamizar y el Cantino. Este rio Minero, así llamado en Boyacá por pa­ sar cerca de las minas de esmeraldas, es bastante torrentoso; sus aguas son negras debido a la canti­ dad de minerales que lava en su recorrido; pasa por medio de los cerros llamados “Fura-tena”, que fueron adorados por los indígenas. Los españoles les llama­ ron “Tetas de Ibama” (7). 3. Clima La altitud promedio de la región es de 815 mts. Con una orografía bastante accidentada; su ve­ getación, sus aguas y la influencia solar hacen que su clima sea cálido-húmedo, con promedio de 24° centí­ grados. La región registra cuatro períodos climáticos. Dos húmedos en los meses de abril a junio y octubre a diciembre; los períodos secos son de enero a marzo y de julio a septiembre; generalmente llueve en horas nocturnas, favoreciendo las labores humanas durante el día. 4. Flora Por la naturaleza de su clima, la vegetación es abundante y variadísima; existen extensas zonas cubiertas de selva que poseen maderas de óptima ca­ lidad como almendro, amarillo, cedro, caoba y nogal; palmeras como el cachipay. La macana abunda mu­ cho; la ceiba, los guamos, aguacates y mangos com­ plementan el paisaje, sin olvidar las pifias y los na­ ranjales. 5. Fauna Existió una gran variedad de animales monte­ ses. En la Conquista los españoles vieron jabalíes, tigres, micos, gatos de monte, cerdos salvajes, osos (

8

).

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hormigueros, osos negros, osos pardos y venados. Estos animales hoy están extinguidos. Se encuentran comadrejas, taras, martos, serpientes venenosas de muchas clases; aves muy variadas, animales de caza existen muchos. En síntesis, el paisaje geográfico que ocuparon los Muzos, con su clima tropical, su exuberante vege­ tación, variedad de animales monteses, sus abundan­ tes aguas, encerrado por colinas, les permitió desa­ rrollar su propia cultura, que los identificó como pue­ blo aguerrido y antropófago.

NOTAS 1. Sergio Elias Ortiz. “ Lenguas y dialectos indígenas en Colombia", Historia extensa de Colombia. Bogotá, Ed. Lerner, 1965, Vol. 1, To­ mo 3, pág. 195. 2. Ibid., pág. 195. 3. Ibid., pág. 195. 4. Carlos Cuervo Márquez. Orígenes etnográficos en Colombia, pág. 640. 5. Francisco Padrón. “La Cultura de los M uzos", en Anuario de la E s ­ cuela de Estudios Hispanoamericanos (Sevilla), Tomo 15, 1958, pág. 42. 6. M artín de Urdaneta. “ Memoria instructiva de los Muzos” , en Boletín de historia y antigüedades (Bogotá), Vol. 14, No. 164 (marzo de 1924), pág. 164. 7. Colombia, Banco de la República. Esmeraldas de Colombia 1923 1948. Bogotá, Ed. Talleres Gráficos del Banco de la República, 1948, pág. 23. 8. Colombia, Instituto Agustín Codazzi. Diccionario Geográfico de Co­ lombia, 2a. ed., 2 Vols., Bogotá, Ed. S. U. Muzo.

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Capítulo Segundo Estructura Social y Política Habiendo presentado el origen de los Muzos y su habitat, se describe ahora su estructura social y su vida política, que comprenden sus costumbres, ciclo vital, vestido, vivienda y sus medicinas; sus autori­ dades, leyes, guerras y armas. A. CLANES La organización social de los Muzos fue de cla­ nes matrilineales exogámicos. Fuera de este marco social, la tenencia de tierras y el número de personas en cada clan ejercía cierta relievancia, como sucedió con los clanes de Yacopí, Itoco, Pauna, Nico, Cuco, Atico e Ibama, los cuales contaban con más de dos­ cientos miembros ubicados en los mejores lugares, y tenían cierta influencia o dominio sobre los demás clanes. En cuanto a cada individuo, no había status que lo clasificara, bien por oficio, nobleza o creencia. Las características de matrilineal se deducen de la siguiente cita: Y que en cuanto a los casamientos ningún indio natural de un pueblo se casa con india del mismo pue­ blo porque lo tienen por gran crimen, sino que los in­ dios de un pueblo casan con india de otro pueblo o

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apellido y así entre ellos hay trueque que un indio da una sobrina o hermana a los indios de otros apellidos para que le den otra sobrina o hermana con quien ca­ sarse porque el padre no tiene dominio con los hijos sino es la madre que se los lleva a los hijos, ecepto aquellos hijos que proceden de indios o indias extran­ jeras que ellos tienen por esclavos que ellos llaman taparcáes que se casan sin escrúpulos en el mismo pue­ blo (1).

En 1582, siendo gobernador de Muzo Juan Suárez de Cepeda, se levantó una lista de los clanes co­ rrespondientes a esta gobernación, dando los siguien­ tes resultados: Abipí, Acoca, Apaví, Arpatoro, Ati­ co, Bucama, Caca, Cuco, Capacapí, Cauripí, Copere, Cuancua, Curipí, Chapa, Chizo, Chaquipay, Ibama, Ibacapí, Ilota, Itoco, Moray, Micipa, Minipí, Namaví, Nico, Pauna, Paima, Pinipoy, Quípama, Sorque, Tomarca, Yacopí y Zarbí (2). Muchos de estos clanes se fueron mezclando con otros hasta desaparecer algunos y aparecer nuevos clanes. En 1617 cuando se hizo el primer censo, se pudo obtener más exactitud: Abipí, Acoca, Acipí, Amoco, Arpatoro, Atajor, Boquipí, Caca, Canipa, Capacapí, Cauripí, Copere, Chichipí, Chimancipí, Chimape, Chizo, Guaquimay, Ibacapí, Ibama de Misucha, Ibama de las Tetas, Iccipí, Ilota, Isabí, Istamo, Itoco, Mamera, Manóte, Maripí, Minipí, Misucha, Moray, Narapay, Nico, Ñipa, Note, Occipí, Opi­ pí, Pauna, Pinipay, Pizarrá, Pauripé, Quípama, Sor­ que, Suaraz, Topo, Tapaz, Tantan, Tomarca, Tomo, Topachipí, Tortur, Yacopí y Zarbí (3). Relacionando las dos listas se hallan muchas di­ ferencias debido a las siguientes razones: un censo rinde información más fidedigna que un informante cualquiera; para 1617 ya estaban totalmente enco­ mendados y reagrupados facilitando así su mejor control. En el gobierno del clan el padre no tenía dominio sobre los hijos, pero podía tener varias esposas (Poli22

ginia). Tomaba el clan su nombre de los accidentes geográficos o entes materiales que les llamara la atención': lugares, piedras, árboles, animales, minas, ríos y otros objetos (4). B. CICLO VITAL

Es el devenir biológico y social de cada ser hu­ mano hasta su muerte. 1. Nacimiento y crianza de los hijos

Las madres debían ir después del parto a un arroyo cercano a lavarse bien y lavar la criatura. La envolvían en hojas de bijao que son bastante anchas. Tenían el niño en sus brazos sólo tres días para que no se criara perezoso; luego lo ponían en una cunita donde apenas cabía el cuerpecito, la ataban, la ponían boca abajo y los pies hacia arriba para que su cabecita fuera dura y redonda; no lo obligaban a caminar dejándolo hasta que por su cuenta se moviera gatean­ do, lo que hacía al año. Cuando tenía cuatro o cinco años de vida, le ponían el nombre de árboles, yerbas, piedras u otro objeto que fuera de su voluntad. En pariendo las mugeres, fe van a los arroios, fe laban, i también a las criaturas i los embuelven en unas hojas de bihao, que fon verdes, i anchas, y las tienen e sus bracos no mas de tres dias dicen, para que no se hagan pereeofos, i luego ponen la criatura en una camilla de caña, cuanto cabe el cuerpecito, i atan los bracos, por las muñecas, molledos por las piernas, i por la garganta del pie i por las pantorrillas, i los po­ nen cabeca abajo, i los pies arriba, arrimada la cuna a la pared empinada para que se hagan las cabecas re­ cias i redondas i no los muestran a andar hafta que ellos gateando fe levanten a andar, en feñados de naturaleca, i ompiecan de por fi a andar, lo cual hacen dentro de un año de como nacen. Quendo tienen cua­ tro o cinco años los ponen sus nombres de árboles, pie­ dras, jerbas o animales, tomados de sus parientes (5).

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2. El matrimonio Por el sistema de trueque entre los clanes se ca­ saban las mujeres cuando cumplían 16 años. Era nor­ ma entre los nativos casarse con indio de otro clan, de lo contrario se tenía por crimen. El matrimonio entre los Muzos estaba precedido de un período de prueba, excluyendo las relaciones sexuales: Y aunque esto era muy raro en las indias, una de las costumbres más singulares de aquella nación era la que observaban en el matrimonio, porque en teniendo la hija diez y seis años algo más o menos, concetaban los parientes el casamiento sin darle parte a ella y ajustando el trato, iba el desposado a ver a la novia y la asistía tres días continuos, halagándola o lo que ella correspondía todo aquel tiempo dándole de palos y puñadas: mas habiendo pasado los tres días, se apla­ caba y le guizaba la comida enviándosela con su ma­ dre o pariente más cercano. A esto se añadía que dura­ ba aquella luna en que acaecía esto, dormirían juntos sin que se consumase el matrimonio pero de la cual la tendrían por mala mujer y él asestía a la labor de una sementera para la desposada, acompañado de su sue­ gra a quien entregaba las donas que eran unas faldi­ llas con ciertos caracolillos pendientes, que, llaman suches y suenan juntos a manera de cascabeles ron­ cos, superada esta prueba entregaban la hija en matri­ monio (6).

A pesar de que el matrimonio no era el resultado del amor, se guardaban mucha fidelidad debido al co­ nocimiento de las graves consecuencias de la infideli­ dad. a) Cuando el suicidio era el desenlace del conflicto conyugal, la mujer era obligada a permanecer tres días con el cadáver del marido en su regazo. En esta actitud debía llorarlo sin tomar alimento ni bebida; cuando mucho se le concedía beber un po­ co de chicha. Durante el tiempo de duelo era arro­ jada ignominiosamente de la casa; debía andar 24

errante por el campo y tenía que cultivar la tierra para sustentarse. Pasado el entierro los parientes llevaban a la mujer a la casa devolviéndole su po­ sición y honra dándole nuevamente esposo, b) Algunas veces el marido se daba por satisfecho rompiendo el menaje y todo el mobiliario de la co­ cina: “se iba después al monte más cerrado donde se estaba un mes hasta que la mujer tenía de nue­ vo proveída de otras vasijas y lo iba a buscar, pero en hallándolo lo arrastraba de los cabellos y le da­ ba coces, hasta que, descansados volvían confor­ mes a su casa” (7). 3. Entierros Los funerales eran singulares en este pueblo; se mezclaba el luto con la embriaguez. El muerto era llo­ rado por los familiares durante tres días. Si era casa­ do, su primera mujer debía tenerlo en sus brazos y llorarlo sin tomar ningún alimento, escasamente le traían chicha y, en casos de urgencia, debía ser reem­ plazada por otra de las esposas del difunto. Durante estos tres días danzaban y se embriagaban. Después secaban el cadáver al fuego de una hoguera mientras danzaban y repetían las hazañas militares del difunto para recordar su valentía (8). Finalmente lo embalsamaban con un betún lla­ mado neme y lo guardaban con sus armas durante un año, antes de sepultarlo. 4. Alimentación Su principal alimento era el maíz, del cual hacían chicha y mazamorra. Se alimentaban además de las frutas de plantas silvestres como aguacate, guamas, piñas, papayas, guanábanas, nísperos y cachipayes. Algunas veces aprovechaban la yuca y los fríjoles. El tabaco lo utilizaban para curar enfermedades como el raquitismo y los resfriados, mas no como estimulan­ 25

te. En cuanto a la cacería, poco se beneficiaban de ella, a pesar de la gran variedad de animales que ha­ bía. Solamente consumían carne humana cuando co­ gían prisioneros en las tribus vecinas o entre los con­ quistadores; cuando esto sucedía, celebraban gran­ des festejos (9). 5. Vestido Los hombres usaban bejucos cruzados en la cin­ tura y para cubrir los órganos de reproducción unas bolsas especiales como suspensorios (10). Se pintaban el cuerpo con una tinta negra indele­ ble. Las mujeres usaban una faldilla especial a la cin­ tura, que les cubría los genitales, adornado con casca­ beles que al caminar hacían música. Los que se consi­ deraban principales llevaban al cuello unas cuantas esmeraldas, oro y huesos. Además usaban cinta en la frente a manera de corona. En conclusión, se puede decir que usaban poca ropa y prácticamente andaban desnudos, aunque con el cuerpo pintado. 6. Vivienda Las habitaciones usadas por ellos fueron las de­ jadas por los Muiscas; solamente las conservaban o reconstruían. Cuando se trataba de un nuevo clan, las hacían a imitación de las otras. 7. Medicina Para curar sus enfermedades usaban el zumo de algunas plantas que no se han podido identificar por­ que ellos no divulgaron su nombre. En cambio, die­ ron a conocer la forma como preparaban el veneno que usaban en la guerra (11). Tomaban tres serpientes venenosas de diferente clase; un animal ponzoñoso llamado tiro, arañas grandes, sapos y bastante leche de ceiba. En una olla 26

grande echaban todos estos ingredientes, tapaban la olla y los dejaban allí hasta que los animales se des­ componían y podrían. Buscaban una india vieja que organizara una cocina, pusiera fuego a la olla, bien tapada, hasta que quedara todo convertido en un lí­ quido espeso parecido a la melaza. Este líquido era el veneno que usaban en sus flechas (12). C. ESTRUCTURA POLITICA

La falta de una organización social bien definida y estable, se reflejó en su deficiente organización polí­ tica. La escasez de jefes políticos y militares perma­ nentes, propiciaba el libertinaje, los abusos, las lu­ chas fratricidas y alimentaba la venganza. 1. Autoridades

Los Muzos no tenían jefe civil permanente para el gobierno de su nación; sólo existía la autoridad pa­ terna en cada clan. En caso de guerra y sólo para ella, se aceptaba el nombramiento de los indios más va­ lientes como caciques; pasada la guerra, cesaban también sus funciones (13). Entre los Muzos como en todas las tribus cari­ bes, se reconocía cierta obediencia a los ancianos (Imas), quienes se reunían en consejos para tratar los asuntos políticos, tomar las medidas pertinentes y los planes a seguir (14). En el momento de la Conquista, estaban en vía de consolidar un poder central presidido por un caci­ que. En este proceso, se enfrentaban los clanes entre sí; la victoria del más fuerte aseguraría la unidad po­ lítica y militar que les traería mejores posibilidades de vencer a su común enemigo, los Muiscas. 2. Leyes

Los delitos cometidos entre los clanes eran casti­ 27

gados por ellos mismos por medio de la venganza. En algunos casos, se admitía el perdón de la ofensa, dan­ do regalos al ofendido o a su familia. La mujer adúlte­ ra tenía que reponer todos los utensilios de la casa, rotos por su marido, o era separada de la comunidad por un año para que viviera sola, en caso de que su marido se suicidara como consecuencia del adulterio. A los hombres cobardes que se negaban a salir a la guerra, los llamaban guarichas. 3. La guerra

La guerra se utilizaba como medio para imponer su dominio sobre otras tribus o entre los clanes y para conseguir alimento, vestido y, en fin, para solu­ cionar las necesidades de la tribu. A ella acudían con prontitud todos los hombres sanos y valientes, por­ que los inválidos acompañaban a las mujeres, ancia­ nos y niños. Para escoger un cacique preparaban bastante chicha, invitaban a beber a sus familiares y amigos; allí expresaban sus sentimientos de amistad, comen­ taban sus preocupaciones, necesidades e intimidades, contaban las guerras pasadas, sus triunfos o derro­ tas. Los imas escogían el cacique en la misma fiesta (el que hacía la fiesta), después de tres días salía el cacique recientemente escogido a las lomas y tocando una flauta convocaba a los guerreros, quienes acu­ dían con sus armas. 4. Armas

Sus armas principales eran flechas envenenadas, arcos y macanas. Contra los españoles, además de las ya citadas, se valieron de otros medios y astucias; a. En los caminos hacían hoyos profundos que tapa­ ban con bastante cuidado, en ellos clavaban púas envenenadas. 28

b. En muchos casos, reducían lo ancho del camino con ramas o malezas envenenadas para que al pa­ sar los castellanos se apoyaran en ellas y murieran por efecto del veneno o porque les caían encima, cuando se trataba de árboles grandísimos dejados a propósito. c. Hacían grandes vallados para impedir el paso de la caballería y aun de la infantería, obligándolos a desviar su ruta y caer en las trampas preparadas de antemano. d. Desde lugares altos dejaban rodar inmensas pie­ dras para aplastar a los españoles. e. Hacían presuntas retiradas para conseguir que el enemigo los persiguiera y así cayera en las tram­ pas. f. Contaban con servicio de espionaje bien organiza­ do, porque la sorpresa era para ellos buena táctica. Su principal arma era el veneno preparado, que muchos estragos hizo en las humanidades euro­ peas. El capítulo presenta interesantes aspectos que deben resaltarse. De su estructura social se aprecia una necesidad de organizar un gobierno central domi­ nado por un cacique; se consideró importante la per­ sona valiente para la guerra; a quienes morían en batalla se les hacía honras fúnebres, los hijos meno­ res y las mujeres no gozaban de esta ceremonia; se notó poco interés por construir viviendas originales; las leyes sociales fueron muy severas. La importancia del ser humano radicaba en la habilidad para las ar­ mas, su espíritu valiente y decidido; la guerra figuró como la principal actividad entre los Muzos, sus ar­ mas fueron rudimentarias pero efectivas, especial­ mente el veneno. Desafortunadamente no pudieron consolidar un Estado con autoridad central, por la llegada de los españoles. En el siguiente capítulo se presenta su estructu­ ra religiosa y económica. 29

NOTAS 1. Guillermo Hernández R. De los Chibchas a la Colonia y a la Repúbli­ ca. Bogotá, Inst. Col. de Cultura, 1975, pág. 90. 2. Francisco Padrón. “La Cultura de los Muzos’’, en Anuario de la E s ­ cuela de Estudios Hispanoamericanos, pág. 42. 3. Luis Duque G. “ Prehistoria, etnología y arqueología’’, Historia ex­ tensa de Colombia. Bogotá, Ed. Lerner, 1965, Vol. 1, Tomo 2, pág. 403. 4. Guillermo Hernández R. De los Chibchas a la Colonia y a la Repúbli­ ca, pág. 91. 5. Antonio de Herrera. Descripción de las Indias Occidentales. M a­ drid, Oficina Real, 1739, pág. 1547. 6. Lucas Fernández de Piedrahita. Noticias historiales de las conquis­ tas del Nuevo Reino de Granada. Bogotá, Merardo Rivas, 1881, Vol. 1, pág. 411. 7. Ibid., pág. 412. 8. Francisco Padrón. "L a Cultura de los M uzos", pág. 43. 9. Ibid., pág. 43. 10. Ibid., pág. 45. 11. Ibid., pág. 48. 12. Ibid., pág. 48. 13. Ibid., pág. 43. 14. Carlos Cuervo Márquez. Op. cit., pág. 720.

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Capítulo Tercero Estructura Religiosa y Económica El capítulo contiene la teogonia, creencias, le­ yendas y economía representada en agricultura, co­ mercio, pillaje y minería de los Muzos. A. TEOGONIA El pueblo de los Muzos al reconocer a sus bene­ factores como dioses, era politeísta, como lo deduce el capítulo. 1. Dioses No consideraban como dioses al sol ni a la luna pero los llamaban “Padre y Madre”. No los acepta­ ban como dioses porque sostenían que ellos habían sido creados primero que aquéllos y porque no sabían cuál era su origen y creador. Cuando la luna se ocul­ taba, la llamaban diciendo: ¡Madre, a dónde vas, no nos dejes, ven acá; consuélanos que quedamos sin ti! Lo mismo hacían con el sol. Cuando volvían a apare­ cer estos astros tocaban sus trompetas, flautas y de­ más instrumentos. Cuando había truenos, relámpa­ gos y vientos fuertes llamaban a la luna para pedirle socorro y soplaban en dirección opuesta para que se 31

desviaran estos fenómenos; si esto no sucedia, pensa­ ban que la luna no quería oír sus ruegos (1). Creían en el demonio considerándolo como dios y lo llamaban “Maquipa”. Este dios les decía que para que lloviera había que hacer arriba una borrachera con chicha para que los de arriba orinaran (2). Para que se aplacara la lluvia, Maquipa les ordenaba acu­ dir a los mohanes a quienes llamaban “Cora”. Cuan­ do tenía necesidad de agua, este Cora ayunaba diez días, al cabo de los cuales llamaba al demonio, quien venía en su ayuda prometiéndoles premios después de la muerte, debajo de la tierra y les aconsejaba que no era bueno subir al cielo (3). Cuando estaban enfer­ mos el mohán los debía llevar a un lugar totalmente oscuro; allí les llegaba el demonio a soplarlos y sobar­ los pero si la enfermedad era mortal, el demonio no venía. 2. Creación del hombre De su llegada al país recordaban que habían ve­ nido por el Río Grande. Referían que en la banda opuesta del Magdalena había una sombra recostada, a quien llamaban “Are”, que se divertía haciendo ros­ tros de mujeres y hombres labrados sobre maderas que luego arrojaba al agua y salían de ella vivos, los casaba y les ordenaba que poblasen y cultivasen la tierra, les dio muchos consejos y desapareció deján­ dolos como primeros pobladores. 3. Adoratorio En la parte norte del municipio de Muzo, hoy jurisdicción del municipio de Borbur, se levantan dos cerros, uno más bajo que el otro, que los Muiscas lla­ maban “Fura-tena”; en su lengua quería decir “mu­ jer encumbrada con su pequeño hijo”. Estos cerros eran los adoratorios de los Muiscas que vivían en aquella región; éstos, despojados de sus tierras por 32

los Muzos, con mucho cuidado visitaban sus adoratonos de noche, para rendir culto a Furatena y su pe­ queño hijo dejándoles allí muchos regalos de esmeral­ das y oro (4). Su adoración expresaba el agradeci­ miento por invitarlos a poblar esas tierras. La tradición dice que Ibama, la última sacerdoti­ sa del adoratorio muisca, quien era muy respetada, antes de abandonar su adoratorio para seguir con su pueblo, vencido y despojado de sus tierras por los muzos, fulminó terrible maldición para quienes inten­ tasen escalar los cerros. Los adoratorios en donde los Muzos rendían cul­ to a sus deidades estaban situados en dos altos pe­ ñascos que llamaban “Fura-tena”, que en su lengua significa “Mujer-Hombre”, que según su cosmogo­ nía, fueron dos gigantes que se transformaron en montañas separadas por el río Zarbi (Minero). En aquellas rocas hacían frecuentes sacrificios a sus dio­ ses, ofreciéndoles oro y esmeraldas. El nombre de es­ tos peñascos le sirvió a los españoles para designar a una india distinguida por los Muzos, a quien tributa­ ban grandes homenajes por su altivez y belleza. Era una india muy rica, poseedora de las tierras de Itoco. Se presenta a continuación una amena leyenda en la que se mezclan la historia y la fantasía en la vi­ da de los Muzos. Are, el supremo creador del territorio y pueblo de los Muzos, se detuvo a las orillas del sagrado río y de un puñado de tierra formó los ídolos que llamó Fura (mujer) y Tena (hombre) que arrojó luego a la corriente, en donde purificados por los besos de la es­ puma, tomaron aliento y vida, siendo ellos los dos primeros seres del linaje humano. El amor debía ser único y exclusivo entre los dos, regla que violada por la infidelidad, traería para ambos la vejez y la muer­ te. Tranquila y dulce dentro del trabajo se deslizaba la vida de los Muzos; pasados muchos siglos, la muerte rondaba al fin la juventud de Furatena. Por 33

los mismos lados de occidente por donde apareciera Are, llegó un mancebo de extraña raza, en busca de una flor privilegiada que tenía en sus perfumes el ali­ vio a todos los dolores y en sus esencias, el remedio a todas las enfermedades; curiosamente recorría las montañas, cruzaba los ríos, trepaba a los árboles y esperaba la aurora en los más altos picachos, escru­ tando en vano por todas partes la planta que ostenta­ ra la codiciada flor. Zarbí era el nombre de este perso­ naje; vagó muchos días en busca de la flor y conven­ cido de la inutilidad de su empeño acudió a Fura en la esperanza de hallar en ella un firme apoyo a sus pro­ pósitos, relatándole las maravillosas propiedades de la planta. Tanta fue la convicción de sus palabras que la compasiva Fura ofreció ayudarle a descubrirla y en su busca se fueron los dos a una montaña. El senti­ miento de Fura iba cambiando y el primitivo impulso de compasión se fue extinguiendo para surgir el amor; en busca de la flor misteriosa, encontraron al amparo de la selva la propicia ocasión para la infideli­ dad, venenosa flor que llevaba la muerte en sus secre­ tos. La acusación de la conciencia, palabra de Are, que hablaba desde la intimidad del alma, tornó a Fura triste y con la tristeza diariamente le llegaba la vejez, prueba irrefutable de la infidelidad y anuncio seguro de la muerte. Comprendió entonces Tena que la sagrada ley del único y exclusivo amor que les im­ pusiera Are había sido violado por Fura y que debían morir. La infiel en castigo tendría que sostener en las rodillas durante tres días el cadáver de su esposo en­ gañado para así regar con lágrimas los despojos de la inocente víctima, mirar y sufrir todo el proceso horro­ roso de la descomposición humana. Cuidadosamente afiló Tena su macana a manera de puñal y recostado en las rodillas de Fura, se atravesó el corazón. La sangre empezó a manar a borbotones de la herida cu­ briendo en movediza manta de púrpura los pies de Fura, mientras su alma iniciaba la marcha al sol, el astro que Are había puesto para animar la vida; pero 34

antes de la ausencia eterna buscó su venganza y en lejanas tierras convirtió a Zarbí en un desnudo peñas­ co para así poder flagelarlo con ramales de rayos des­ de la mansión solar, cielo de los Muzos. Zarbí dentro de su propia inmovilidad, pudo sin embargo luchar, defenderse y vengarse: se desgarró las entrañas transformando toda la sangre que le alimentara en vi­ da, en un torrente de agua que despedazando la male­ za fue a inundar la tierra de los Muzos, y al contem­ plar a Fura con el cadáver de Tena en las rodillas, más torrentosas se volvieron sus aguas que enfureci­ das se estrellaron contra los esposos aislándolos para siempre y dejándolos frente a frente, convertidos en dos peñascos que cortados a tajos se miran todavía separados por la atropellante corriente. Inmenso fue el dolor de Fura; las pocas horas que sostuvo en sus rodillas el cadáver de Tena fueron siglos de amargu­ ra; sus lamentaciones y sus lágrimas viven y vivirán en la historia de los Muzos; sus gritos de dolor al per­ forar en ecos la quietud de la selva, reventaron con­ vertidos en bandadas de multicolores mariposas y sus lágrimas que en vano quiso contener el hijo mi­ mado Itoco, se fueron transformando al beso del sol en una cordillera de esmeraldas. La triste suerte de Furatena conmovió sin embargo el corazón de Are, que del trono del sol los perdonó poniendo para vigi­ lar los sagrados peñascos una guardia permanente de tempestades, de rayos y serpientes, y permitiendo que sean siempre las aguas del Minero, sangre de Zarbí las que descubran, clasifiquen, laven y abri­ llanten las esmeraldas de Muzo, lágrimas de la infiel y arrepentida Fura (5). B. LA ECONOMIA

La economía de los Muzos se basaba en la agri­ cultura, minería, comercio y pillaje. 35

1. La agricultura Terminadas las guerras, se ocupaban en la agri­ cultura. Se dedicaban a las rozas para el cultivo, prin­ cipalmente del maíz, del cual obtenían mazamorra y chicha (6). Lo cultivaban en la cantidad que les bas­ tara para comer y cambiar. Era norma que los hom­ bres hacían la roza y las mujeres sembraban y cose­ chaban (7). Además del maíz, tenían cultivos de yu­ ca, batatas, fríjoles, pifias, papayos y ají. 2. La minería Las esmeraldas eran muy estimadas entre ellos, usándolas como objeto de adorno personal y para el trueque entre los clanes. Los métodos de extracción fueron muy rudimentarios. 3. Comercio Se realizó entre los diferentes clanes por el siste­ ma de trueque. Entregaban el sobrante de maíz a cambio de ollas, múcuras, platos, mantas, collares, objetos de lujo y prisioneros, si era el caso. En épocas de tregua con las tribus vecinas adelantaban true­ ques con ellos. 4. Pillaje Era una forma de apropiarse de aquellos elemen­ tos que necesitaban. Especialmente asaltaban a sus vecinos los Muiscas, más desarrollados en agricultu­ ra, cerámica, orfebrería y tejidos. En conclusión se afirma que su teogonia tenía de insólito el no compartir con muchos otros pueblos indígenas su reconocimiento a los astros como dioses y colocar al demonio como benefactor. Se identifican con otros grupos primitivos al creer en un premio después de la muerte y que la vida 36

comenzó en el agua. En cuanto a leyendas, la versión de Furatena entre los Muiscas es más simple que la de los Muzos. Los primeros apenas vieron una mujer con su hijo en brazos, que los invitaba a habitar en esas tierras. Los Muzos atribuyen a Fura-tena el ori­ gen del pueblo y además explican que la infidelidad era la causa del envejecimiento y la muerte. Es curio­ so que la pareja original fuese monogámica mientras los Muzos, sus descendientes, eran poligámicos. Su dios creador había estado en la banda opuesta del río Magdalena. Respecto a su estructura económica, sobresale su variada y abundante agricultura y el arte para trabajar la esmeralda, que quizá aprendie­ ron de los Muiscas. Su comercio no superó la etapa del trueque, y de todas sus actividades económicas la más importante era el pillaje.

NOTAS 1. Francisco Padrón. “La Cultura de los Muzos”, pág. 46. 2. Ibid., pág. 46. 3. Ibid., pág. 46. 4. Ernesto Posada D. “Furatena”, Leyendas de Colombia. Boletín Cul­ tural No. 5. 5. Julio Roberto Galindo. “Furatena”, Presencia de Boyacá. Tunja, Ta­ lleres del Departamento, 1954, pág. 132. 6. Juan Friede. “Informe colonial sobre los Muzos”, Revista Banco Po­ pular, 1972, pág. 39. 7. Ibid., pág. 39.

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Capítulo Cuarto La Conquista y Colonizaciones de los Muzos Los capítulos anteriores presentaron una visión global sobre la civilización de los Muzos. El presente, narra en su primera parte el enfrentamiento entre los indios y los españoles, quienes invadieron su territo­ rio y finalmente los subyugaron, después de 20 años de luchas. Luis Lanchero fue el primer conquistador que entró a someterlos; confiado en su destreza mili­ tar pero sin conocer el territorio ni el enemigo que lo esperaba, Diego de Martínez fue el segundo que fra­ casó; Melchor de Valdés fue el tercer personaje deci­ dido a castigarlos; le siguió Pedro de Ursúa, hombre hábil y valiente, quiso usar la persecución para some­ terlos, pero sus planes fallaron; finalmente, Luis Lanchero con el auxilio de Juan de Rivera, derrotó y subyugó a los Muzos. En su segunda parte, este capítulo narra los epi­ sodios de la fundación de Muzo. Hace memoria de su fundador, hombre de estirpe militar, valiente y gene­ roso, que sacrificó su juventud y bienes por ver cum­ plidas sus aspiraciones de vencer a un pueblo, que con los Panches y Pijaos, presentó gran resistencia a la dominación española; se relata cómo este pueblo se fue extinguiendo, llevándose con ellos las informacio­ 38

nes sobre su pasado. Finalmente, se trata el tema de la evangelización de los Muzos. A. CAUSAS

Hernán Pérez de Quesada siendo conocedor de la existencia de esta tribu, de sus bárbaras costumbres y, por consiguiente, del peligro que representaban, comenzó la dominación de este pueblo salvaje. Mu­ chos fueron los motivos que obligaron a los españoles a llevarla a cabo. 1. Las costumbres de antropofagia y el deseo de botín hacía que los Muzos permanecieran en conti­ nuas luchas con los Muiscas del altiplano, a quienes hacían grandes estragos (1). Arrasaban sus cultivos; les quitaban sus vestidos para ponérselos o para lle­ varlos a sus mujeres. 2. La trashumancia y necesidad de ampliar su territorio, los ponía en contacto bélico permanente con sus vecinos, siendo los más perjudicados los Muiscas. 3. Las continuas y justificadas quejas presenta­ das ante los gobiernos de Santa Fe, Tunja y Vélez por los Muiscas, sobre los perjuicios causados en sus per­ sonas, cultivos, familia, no pudiendo salir a sus tra­ bajos porque los esperaban al acecho desde tempra­ nas horas. 4. Los fracasos de las anteriores entradas adelan­ tadas por los castellanos en sus territorios, creaba en los Muzos más confianza y seguridad, haciéndolos más aguerridos al aumentar sus ataques contra los pueblos de Simijaca, Susa, Fúquene, y amenazaban a Ubaté (2). B. LUIS LANCHERO Y SU PRIMERA EXPE­ DICION AL TERRITORIO DE LOS MUZOS

Al salir Gonzalo Jiménez de Quesada para Espa­ ña dejó a Hernán Pérez de Quesada encargado de la 39

gobernación de Santa Fe, y éste deseoso de adelantar campañas que merecieran su reputación, escogió para tal fin la dominación de los Muzos, de quienes tenía conocimiento desde 1537. Siendo ya el año de 1539, aprovechó la oportunidad de que Luis Lanchero que­ ría emplearse en una empresa digna de su nombre y se la asignó; de otro lado quería deshacerse de él por­ que le envidiaba por el aprecio que tenían entre sus soldados su bravura, resolución y valor (3). Le autori­ zó para que escogiera la gente que considerara nece­ saria. Lanchero aceptó el encargo y considerando que con sólo 40 infantes y algunos de caballería podía al­ canzar su victoria, resuelto al triunfo inició su mar­ cha a finales de 1539, penetrando en la provincia por Ubaté y Tostur, llegando hasta las cercanías de Furatena. Los indios Saboyáes, notificados de la marcha castellana, avisaron a los Muzos que pronto serían invadidos sus predios por los conquistadores; aqué­ llos se alistaron y los recibieron con las armas en las manos; Lanchero y sus soldados lucharon con bravu­ ra hasta obligarlos a retirarse, dejando libre el paso, pero desgraciadamente Lanchero perdió seis hombres y quedaron ocho heridos. Los Muzos pasaban de 10.000 (4). Lanchero y sus tropas penetraron en las tierras de los Muzos, los que facilitaron el paso en cumplimiento de sus estrategias. En el recorrido los sorprendió la escasez de alimentos y tuvieron que comerse sus caballos, raíces, cachipayes y otros pro­ ductos de la región; los Muzos al notar el aprieto, aprovecharon la oportunidad y los asaltaron, matán­ doles 12 hombres e hiriendo a otros. El valor de Lan­ chero y sus soldados fue tan grande que los natura­ les, asombrados por su arrojo, se retiraron dejando otra provisional victoria a Lanchero, aunque compra­ da muy cara por las pérdidas humanas que tuvo. Es­ te a pesar de su destreza militar, reconoció que en ta­ les condiciones, sin víveres, sin hombres suficientes, sin poderse comunicar con Santa Fe, sería inútil con­ tinuar y decidió evitar más enfrentamientos; preparó 40

su regreso, saliendo por el territorio de los Panches, pero con el deseo de volver a vengarse.

C. EXPEDICION DE DIEGO DE MARTINEZ AL TERRENO DE LOS MUZOS Como consecuencia de la entrada de Luis Lan­ chero en aquel territorio, se obtuvo que estos indíge­ nas intensificaran sus ataques contra sus vecinos los Muiscas, radicados en Susa, Simijaca y Fúquene. A finales de 1544, siendo gobernador de Santa Fe Lope Montalvo de Lugo, se envió otra expedición a domi­ narlos, dirigida por Diego de Martínez, quien deseaba hacer esta expedición por ser la de mayor importan­ cia de la época en el Nuevo Reino. Se organizó un ejército de 160 hombres bien armados, algunos caba­ llos y perros. Penetró en el territorio por Vélez y Fura-tena. De nuevo los Muzos fueron avisados por sus aliados los saboyáes. Sin faltarles el coraje y con au­ sencia de miedo, se alistaron para la defensa, resuel­ tos a emplear todos los ardides y ayudados por las asperezas del terreno, que mucho los favoreció. Mar­ tínez comenzó su plan, seguro que los encontraría desprevenidos, equivocándose, porque a medida que se internaba en la región, aumentaban los ataques, sin posibilidades de marchar en orden, perdiendo sí parte de sus huestes pese a la experiencia militar. Ya en el centro de la provincia, se encontraron frente a frente con los Muzos, quienes los provocaron a la lu­ cha, accedieron a ella sin vacilaciones; durante varias horas se cruzaron las flechas con los arcabuces, con tal ímpetu que no se vislumbraba cuál sería el gana­ dor; desgraciadamente, las fuerzas españolas no po­ dían cumplir su cometido, especialmente la caballería por lo escabroso del terreno. Martínez estaba seguro del triunfo porque contaba entre sus oficiales a Mar­ tín de Oñate, Benito de Poveda y Juan de Rivera. Martínez, al notar que había perdido 30 hombres 41

mientras los Muzos perdían 500 y no desmayaban, re­ solvió retroceder para buscar un lugar donde pudiera actuar su caballería (5). En su retirada dejó en la reta­ guardia a Martín de Oñate con pocos soldados para que recogiera los enfermos y heridos; los Muzos vien­ do la oportunidad, lo atacaron con toda su fuerza; es­ te valiente oficial luchó hasta quedar muerto en el campo de batalla, brindándole a Martínez la mejor oportunidad para vencerlos definitivamente, pero la perdió por dedicarse a curar enfermos y recuperar ejército (6). Varios hechos significativós se tienen en cuenta en esta expedición: la arenga del cacique Itoco, la muerte de Martín de Oñate y el descubrimiento de las muestras de esmeralda. 1. El cacique Itoco Los Muzos, al notar que los españoles retroce­ dían, atacaron con más valor al oír las exhortaciones de su nuevo líder, el cacique Itoco, quien les decía: "Ahora es tiempo de que aseguremos la libertad, por quien tantas veces hemos tomado las armas. Mi­ rad el desorden con que se retiran vuestros contrarios: pelead por la patria y herid en todos los que tratan de robarnos la hacienda; yo iré adelante y os abriré el camino para una gloriosa victoria y si no lo manifies­ tan mis obras no creáis más en mis palabras" (7).

2. La muerte de Martín de Oñate

Martín de Oñate había venido con Nicolás de Federman. Al retroceder Martínez en busca de una mejor ubicación quedó Oñate en la retaguardia, te­ niendo que resistir una descarga de más de 3.000 fle­ cheros que lo cercaron; bañado en sudor y sangre, perdió el caballo entre la muchedumbre; no desmayó aún; con una espuela jineta hirió y mató más de 60 42

indígenas, aunque éstos finalmente lo mataron. Los nativos aún después de muerto, temían de su arrojo y juzgando que vendrían en su ayuda, retrocedieron, dando oportunidad de triunfo que no se aprovechó, pues los españoles regresaron a Santa Fe, saliendo por Vélez. D. EXPEDICION DE MELCHOR DE VALDES A LA TIERRA DE LOS MUZOS

Dos hechos determinaron la tercera invasión al territorio de los Muzos: los estragos que éstos hacían entre los Muiscas y la noticia de esmeraldas que ani­ maba a gobernantes y expedicionarios. En cumpli­ miento de estos dos objetivos, despachó el licenciado Miguel Díaz de Armendáriz a Melchor de Valdés a principios de 1550, Valdés organizó una compañía de 100 soldados de infantería, algo de caballería, y con un nutrido número de indios entró en la provincia por la vía que había tomado Lanchero, sin examinar el terreno que era bastante escabroso, resbaladizo, esca­ lonado a propósito con grandes huecos y vallas disi­ muladas, hechas por los Muzos, más las piedras res­ baladizas colocadas a propósito. Todas estas dificul­ tades fueron superadas por el valor castellano que se impuso y los llevó al río Zarbí. Entrado ya en la tierra de aquéllos, 4.000 flecheros expertos los entretenían mientras llegaban más para confederarse y hacer un ataque masivo. Valdés viendo el acervo de dificulta­ des, marchó con cuidado, llegando el caso de adelan­ tar sólo media legua diaria; a pesar de las precaucio­ nes los soldados se dispersaban en busca de víveres y caían en poder del enemigo. Al llegar al Zarbí, que por esta época se hallaba bastante crecido, la van­ guardia española se precipitó a pasarlo, sin pensar que allí los esperaba el ejército indígena, que debida­ mente emboscado, anhelaba aquel momento para im­ pedirles el paso; muchos españoles se ahogaron. Val­ dés ante el desorden de su ejército, la bulla, la fleche­ 43

ría y la cantidad de guerreros, animado por su coraje, espada en mano, se arrojó al agua para detener el pa­ so de su ejército y organizarlo. Ordenó formar en la orilla una fila de francotiradores para poder defender su vanguardia que ya había logrado pasar; así, en grupos formados, pasarían el río (8). Los naturales ante esta táctica, suspendieron su carga de flechería, se conservaron a distancia y los españoles se pudie­ ron unir. Terminada la batalla, Valdés había perdido más de 30 hombres y tenía muchos heridos; los Mu­ zos habían sufrido más de 500 bajas. Valdés viendo que le quedaba poca gente, que no tenía víveres y que se hallaba en medio de una tribu indomable, dispuso la retirada por la misma vía que había entrado, hasta llegar a Simijaca. E. EXPEDICION DE PEDRO DE URSUA AL TERRENO DE LOS MUZOS

Hacia 1550, los oidores recién posesionados co­ nocían el contenido de las recientes cédulas que prohi­ bían hacer más fundaciones en el Nuevo Reino, las que ordenaban que la conquista de los Muzos no se haría sin el permiso real; pero no hicieron caso de es­ tas órdenes y continuaron con la conquista de los Muzos (9). Por influencia de algunos amigos, los oidores lla­ maron para tal campaña a Pedro de Ursúa, sobrino de Díaz de Armunderiz y quien acababa de fundar a Pamplona. Ursúa, que mucho anhelaba la conquista de El Dorado, creyó que se trataba de aquélla y acu­ dió a Santa Fe sin vacilaciones; rindió informes de sus actividades en Pamplona y se alistó para su viaje a El Dorado. En Santa Fe los oidores le expusieron el plan, prometiéndole garantías y que a su regreso de subyugarlos y fundar una ciudad en el territorio de los Muzos, le darían la conquista de El Dorado. Ur­ súa aceptó la comisión. Su trato afable, su fama de buen militar y el 44

M apa N o. 4

Ruta de los Tres Primeros Conquistadores al Territorio de los Muzos

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aprecio que le tenían, permitieron que rápidamente organizara en las ciudades de Vélez, Tunja y Santa Fe 125 hombres de infantería y caballería, 500 indios Muiscas bien armados, bastantes provisiones de ali­ mentos y perros. Entre los oficiales que viajaron con él se destacaban Juan de Avellaneda, Francisco Díaz de Arles, Alonso de Alvarado, Alonso Ramírez Gas­ eo, Alonso Bermúdez, Benito de Poveda, Alonso de Benavides, Alvaro Suárez de Daza, Rodrigo de Quiroga, Pedro Rodríguez de Aponte, Lope de Orozco, Juan Jiménez, Diego Romero de Aguilar, Francisco de Hierro, Nicolás Gutiérrez, Diego López de Vela, Antonio de Neiva, Hernán García Patiño, Cristóbal Riaño, González Hermoso, Juan Rubio y Andrés Rubio. Comenzó su viaje a principios de 1551, entrando por Saboyá; allí dominó la rebelión de los Saboyáes, aunque se halló en aprietos. Pretendía obtener la paz entre los Muzos sin necesidad de combates. Los Muzos, cansados de pelear, trataron de aparentar la paz creyendo conseguir con astucia lo que no pudie­ ron con las armas, se reunieron y enviaron mensaje­ ros de paz con la promesa de servirles amigablemente haciendo una labranza de maíz, yuca o fríjol en el lugar que Ursúa escogiese para que tuvieran alimen­ tos sin tener que trabajar. Ursúa recibió y despidió a los enviados; les regaló bonetes coloreados, camisas y otros objetos aceptando el ofrecimiento y señalando el lugar sin maliciar nada. En seguida escapándose, vino al rancho una india muisca cautiva y denunció a Ursúa el plan. Consistía en ocultar su ejército en un monte cercano al lugar señalado mientras otros apa­ rentaban trabajar, para luego caer sobre los españo­ les cuando estuvieran distraídos. Ursúa mandó avi­ sar a los indios que se reunieran todos cerca del cam­ pamento español el día señalado, para que hicieran mercado como lo acostumbraban y porque quería co­ nocerlos para ofrecerles su amistad. Obedecieron ellos concurriendo los principales con sus mujeres, 46

trayendo cosas y frutas para cambiar. Los españoles armados y aparentando amistad, con pretexto de ver y efectuar trueques, iban mandando al aposento de Ursúa a los principales, diciéndoles que los quería co­ nocer. Cuando estuvieron dentro del campamento, les mandó prender, les increpó la traición y los mandó ahorcar alrededor del campamento. A los demás los dejó ir advirtiéndoles que correrían el mismo riesgo si no guardaban paz (10). Para cumplir Ursúa el mandato de los oidores, comunicó a los oficiales la necesidad de fundar una ciudad; todos estuvieron de acuerdo y escogieron un valle a orillas del río Guazo, margen izquierda, junto al camino que de Muzo conduce a Maripí, muy cerca a la desembocadura del Guazo con el Minero (11). Cumpliendo el ceremonial acostumbrado fundó a Tudela, en recuerdo de la ciudad española del mismo nombre, y regresó a Santa Fe dejando parte de su tropa para protegerla. Al llegar a Santa Fe rindió informes de su viaje. Los oidores aprobaron todo lo informado, pero juzgando que era necesario dominar a los Muzos completamente, le rogaron volviera de nuevo al lugar, dándole todas las garantías necesa­ rias. Con algunas armas, soldados y provisiones en­ tró Ursúa por tierra de los Panches. Muchas dificul­ tades le presentaron los Muzos en el camino. Los en­ frentamientos y emboscadas fueron de poca impor­ tancia, hasta que fueron rodeados por los Muzos que salían a las lomas vecinas muy cercanas a desafiarlos. Ursúa situó su gente antes del amanecer, ocultos en diferentes lugares cercanos al campamento. Los ran­ chos habían sido desocupados; sólo unos cerdos heri­ dos en las piernas habían dejado con el fin de atraer­ los para luego atraparlos; aclarado el día, creyendo los Muzos que se habían ido empezaron a llegar en bastante número al campamento; los españoles caye­ ron sobre ellos e hirieron a muchos. Ursúa pudo al fin llegar a Tudela sin más emboscadas. Pasados cuatro 47

meses, solicitó auxilios para defender su ciudad. Ursúa al ver que no llegaban los auxilios, que se estaba demorando mucho la conquista de El Dorado, que era inútil luchar sin armas ni víveres, resolvió abandonar el pueblo, pese a las súplicas de los oficiales y amigos, dejando 60 soldados para que lo cuidaran. Los MuMapa No. 5 Ruta de Pedro de Ursúa al Territorio de los Muzos

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zos, que lo vieron retirarse, comenzaron a salir a los altos vecinos dando gritos y amenazándolos. Resol­ vieron los españoles para salvarse, salir del pueblo en silencio, ayudados por la oscuridad de la noche, lle­ vando consigo lo que quedaba. Los indios al amane­ cer bajaron y lo arrasaron, durando sólo un año su fundación. F. SEGUNDA EXPEDICION DE LUIS LAN CHERO AL TERRITORIO DE LOS MUZOS

Habiendo sacado los Muzos a los españoles de su tierra, se engrandecieron y continuaron provocándo­ los. Los repartimientos de españoles en la meseta se veían constantemente diezmados en sus trabajado­ res; los cultivos aparecían arrasados; las quejas de los encomenderos eran muchas y justificadas; los re­ ligiosos clamaban justicia y pedían castigo contra aquéllos; los caminos entre Vélez y Tunja estaban interrumpidos por los saqueos de éstos; además, amenazaban tomarse a Ubaté y otros pueblos. Luis Lanchero, quien tenía su repartimiento en Susa, quería vengarse de la ofensa causada en 1539 cuando lo derrotaron, se ofreció a la Real Audiencia para salir a castigarlos. Después de organizar un ejér­ cito de aproximadamente 600 hombres y 300 indios, reclutados en Tunja, Vélez y Santa Fe, alistó provi­ siones, compró perros amaestrados y algunos caba­ llos (12). Contó con el apoyo de Juan de Rivera quien saldría después con más provisiones, dividió su ejér­ cito en dos batallones, comandados por él y su aliado el oficial Francisco Morcillo, hombre hábil y veterano de las guerras del Perú, y se internaron en la región entrando por Vélez a principios de septiembre de 1558. Entre los oficiales que acompañaron a Lanchero se cita a Lope de Orozco, Juan de Alvarado, Juan Marmolejo, Francisco Poveda, Marco Sorria, Anto­ nio Bermúdez, Alonso Benavides, Benito de Poveda, 49

Alonso Gómez, Rodrigo Quiroga, Francisco de Velasco, Cristóbal Llerena y el padre Santa María como capellán (13). El jefe de los Muzos, Quirimaca, previamente avisado por los Saboyáes, con quienes se confederó, convocó toda la gente para salir a defender su tierra. La lucha se efectuó en dos frentes separados: Quiri­ maca se enfrentó con 4.000 flecheros a Lanchero y Nayman atacó a Morcillo en un lugar favorable para los españoles, lo que obligó a Nayman a retroceder brindándole a Morcillo la oportunidad de auxiliar a Lanchero; ambos debilitaron demasiado a Quirima­ ca. Entre los españoles sólo hubo 20 heridos y tres muertos. A principios de 1559 tuvo Lanchero la noticia de la proximidad en que estaba Rivera, quien venía en su auxilio, y resolvió esperarlo. Al cabo de cuatro días fue atacado Lanchero por Nayman con 5.000 fle­ cheros. La lucha fue sangrienta e indecisa hasta que, herido Nayman tocaron a retirada, perseguidos por los perros que hicieron lamentables destrozos entre los indios. Quirimaca simultáneamente atacó a Rive­ ra; sus soldados, por la fragosidad del terreno se des­ organizaron, pero rápidamente tuvieron ánimo al sa­ ber que se aproximaba Lanchero en su ayuda. Acom­ pañaban a Quirimaca los valientes Note, Chichipe, Vatabi y Trinaca. El auxilio organizado y oportuno de Lanchero en este momento, obligó a Quirimaca a retirarse. Como hecho sobresaliente de este encuen­ tro, se destaca el arrojo y valor de Rivera; animaba a sus soldados puesto de a caballo, paseando de un lugar a otro sin inmutarse ante la nube de flechas y la muchedumbre. Habiendo roto su lanza en los cuerpos enemigos, localizó otra parecida en manos de un in­ dio, era la espada de Juan De Gascón, muerto por el cacique Tisquisoque, quien la empuñaba como trofeo a su valor (14). Rápidamente en su caballo se movili­ zó, recuperándola y atravesando al indio con ella. Quirimaca, viendo este valor, muerto Trinaca, más la 50

presencia de Lanchero, sintió temor que se propagó rápidamente entre los indios, ordenó tocar retirada para ir a las montañas a organizar un nuevo ejército para otro encuentro. Rivera le soltó los perros, y los muertos subieron a ochocientos. Las tropas españo­ las se incorporaron, curaron sus heridos y enterraron los muertos. Lanchero, de común acuerdo con sus oficiales, planeó la marcha al interior de la región. Morcillo debía ir a la vanguardia; Lanchero con su Estado Mayor al centro y Rivera en la retaguardia acompa­ ñando a los enfermos y heridos. Los espías, que no perdían un mínimo detalle, notaron que sólo iban po­ cos en la retaguardia, aproximadamente a media le­ gua, quisieron aprovechar la oportunidad y lo ence­ rraron para un desquite. Rivera se dio cuenta y andu­ vo más rápido para esperarlos en lugar favorable y así estar más cerca de Lanchero. En medio de la gri­ tería, tambores y trompetas, como de costumbre, se inició la batalla. Lanchero se enteró por esto y acudió rápidamente en su ayuda. Al ataque de Lanchero quedaron en confusión; sólo se oyó la voz de aliento de Quirimaca que les decía: “Ea invencibles Muzos, no es esta la primera vez que medís vuestras macanas con las lanzas españolas; acordaos de cuantas veces os han vuelto la espalda y de que hoy es día en que habéis de asegurar una glo­ riosa libertad o una infame esclavitud”. (15).

El terreno favoreció a los españoles; las cargas de fuego fueron seguidas y ventajosas. Después de tres horas, Quirimaca vio caer los cuerpos de Note, Vatabi y algo más de 2.000 indios suyos; desespera­ do, deseoso de salvarse volvió la espalda en huida, desamparando su país y se dirigió al Carare para nunca más volverse a ver. En persecución de aqué­ llos, soltaron cuantos perros llevaban, los que com­ pletaron el desastre de los indígenas que luchaban por su libertad. 51

Finalizada la batalla, unos indios aceptaron su rendición y quedaron bajo el dominio y protección española; otros huyeron con su jefe al Carare y ribe­ ras del Magdalena y otros quedaron muertos en el campo de batalla, quedando así Lanchero pagado de su antigua derrota. Mapa No. 6 Segunda Expedición de Luis Lanchero al Territorio de los Muzos

52

G. FUNDACION DE MUZO Cuando Pedro de Ursúa hizo su primer viaje a la región de los Muzos, en cumplimiento de una orden de la Real Audiencia, fundó en 1551 una ciudad en aquella región, llamándola Tudela. En 1552 los espa­ ñoles al verse allí solos, sin víveres, sin armas, ame­ nazados cada día más para salvar sus vidas, dejaron el pueblo solo aprovechando la oscuridad de la noche, salieron hacia Santa Fe; al día siguiente los naturales bajaron y arrasaron la ciudad. Luis Lanchero, en 1559, sin haber aún dominado completamente a los naturales, sintiéndose enfermo de gravedad por un flechazo en el pecho, considerando que aún no había fundado una ciudad que sirviera de centro de activi­ dad, reunió a sus oficiales y les expuso la idea. Como no podía hacerlo personalmente, autorizó a Francisco Morcillo para que la fundase con la posibilidad de trasladarla de lugar (16). Al recuperar de nuevo su salud, ordenó a Morci­ llo fuese a buscar víveres y un lugar propicio para trasladar allí su villa, que había bautizado con el nombre de “Villa de la Santísima Trinidad’’ (17). Morcillo siguió el camino de Minipí (Maripí) al orien­ te; llegó a las ruinas de Tudela y aquí esperó a Lan­ chero; descansaron varios días para luego abando­ narla por no llenar las aspiraciones de Lanchero; lle­ gando a una hondonada protegida por cuatro colinas, a Lanchero le pareció sitio indicado por su buena ubi­ cación cerca de las minas de esmeraldas, buena visi­ bilidad, abundantes aguas, buena tierra y excelente vegetación; fundó la Villa de la Santísima Trinidad de los Muzos en el lugar donde hoy está. Su fecha de fundación ha sido muy discutida. Los cronistas no coincidieron en ella, pero considerando la fecha en que Lanchero empezó su recorrido y las dificultades sufridas, la fecha más indicada es el 20 de febrero de 1559. Cumplidas las ceremonias acostumbradas, se eligieron empleados: fueron los primeros alcaldes 53

Alonso Ramírez Gaseo y Hernán Patiño García; regi­ dores, Benito de Poveda, Antonio Castiblón de Nayla, Alonso de Salinas, Francisco Pérez y Juan Alonso (18). Lanchero repartió luego solares entre sus cola­ boradores y encomendó a los indios. H. PERSONALIDAD DEL FUNDADOR

Fue un español de familia distinguida; siendo joven ingresó a la carrera de las armas; tomó parte en el saqueo de Roma en 1527, cuando era capitán de la guardia del emperador Carlos V, bajo las órdenes del Conde de Borbón; deseoso de aventuras y de la rique­ za que había en el Nuevo Reino, abandonó el ejército y en 1533 se embarcó con Jerónimo de Hortal que sa­ lía rumbo a Venezuela. Su buen humor, su franqueza, su deseo de servir, su nobleza y valor, le facilitaron ganarse la simpatía en cualquier lugar. En Venezuela Hortal hizo varios nombramientos, recayendo en per­ sonal de inferior grado que Lanchero y Juan de Cas­ tro, quienes por tal motivo recriminaron a Hortal, que los mandó arrestar provisionalmente mientras organizaba la conquista que debía hacer. Teniendo que viajar a Cubagua, resolvió llevarlos en el mismo barco porque juzgaba que al dejarlos, como gozaban de mucho aprecio, les podrían brindar la oportunidad de escapar o producir perturbaciones. Para mayor seguridad, ordenó ponerle esposas antes de embar­ car; a poca distancia del puerto, Lanchero dijo que le lastimaban las manos, que se las quitasen, lo que hi­ cieron los guardias; rápidamente las tomó echándo­ las al agua; el gobernador se mostró enfadado y orde­ nó que lo atasen, pero hizo tanta resistencia y alboro­ to que el desorden adquirió grandes proporciones. Rodrigo de Niebla, gran amigo de ambos, se compro­ metió a presentarlos en Cubagua. Pocos días después rompieron la cárcel y refugiándose en una iglesia que luego fue sitiada, se defendieron valerosamente lo­ grando escapar; con muchos sacrificios llegaron a 54

Maracaibo cuando salía para el Nuevo Reino de Gra­ nada Nicolás de Federman; se alistaron con él y lle­ garon hasta Santa Fe. En esta ciudad supo ganarse la confianza entre los nuevos compañeros y se hizo acreedor al nombra­ miento de una importante empresa que fue la domi­ nación de los Muzos en 1539. Hernán Pérez de Quesada siendo gobernador, en asocio de algunos subalter­ nos, deseaba deshacerse de Lanchero; le brindó la oportunidad de adelantar ésta campaña creyendo que moriría en ella (19). En 1558 en vista de los múltiples esfuerzos falli­ dos para dominar a los Muzos, resolvió ofrecerse para castigarlos y para vengarse de la derrota que le cau­ saron en 1539. La Real Audiencia lo autorizó y en tres batallas campales libradas, gracias a la colaboración de Francisco Morcillo y Juan de Rivera, cumplió su promesa y fundó en 1559 la ciudad de Muzo. Nombró alcaldes, regidores y salió para Tunja, regresando lüego a Muzo como gobernador; repartió solares y encomendó a los indios entre los oficiales más nota­ bles. Estos le entablaron pleitos y la Real Audiencia envió un investigador que lo obligó a renunciar a la gobernación y salir hacia Tunja donde murió en 1562. Lanchero desempeñó cargos como alcalde de Santa Fe y Muzo. Se distinguió por su generosidad, su franqueza y valor, muriendo en la mayor pobreza; solamente quedaron para su distinguida familia los auxilios de la pensión que la Corona reconoció por sus servicios (20). I. LA EVANGELIZACION DE LOS MUZOS

En el Nuevo Reino, la evangelización fue simul­ tánea con la Conquista. Muchos religiosos acompa­ ñaron a los conquistadores en sus expediciones. En la región de los Muzos dieron ejemplo de su apostolado el dominico Pedro de Guzmán, quien habiendo venido en 1551 con Pedro de Ursúa, cayó en poder de los 55

Nauras los cuales se lo comieron. El padre Juan de Santamaría acompañó a Ursúa y Lanchero en su se­ gundo viaje, como capellán. Además de los frailes ci­ tados hicieron aquí su apostolado los misioneros Juan de Ortega, Gaspar de Orellana, Antonio Ramí­ rez y Pedro Quiñones (21). El día de la fundación de Muzo, el capellán Juan de Santamaría dijo la primera misa; comenzó la cons­ trucción del templo, lo mismo que los conventos de Santo Domingo y San Francisco. Conocedor el obispo Fray Juan de los Barrios de los servicios del padre Santamaría, lo nombró párroco. Este organizó las doctrinas y ejerció el curato hasta que murió en 1566. Su cadáver fue enterrado en el templo parroquial de Muzo (22). El templo y los conventos se cayeron muchas veces pero se reconstruyeron. Para 1582 existían to­ davía en Muzo el templo parroquial de la Santísima Trinidad y los conventos de Santo Domingo y San Francisco con muy pocos frailes, quienes se veían ya muy pobres, y sus sacerdotes se sostenían de limos­ nas. En 1796, al Distrito Parroquial de Muzo pertene­ cían todavía los curatos de Copere, al oriente; Paunagrande al norte, con su agregado de Otro Mundo que era refugio de forajidos, desertores y delincuentes. El curato de Yacopí al poniente; el curato de Quípama y los agregados de Topo e Itoco. El curato de Maripí al norte y otros menores que luego desaparecieron. Los curatos de Paunagrande, Coper y Maripí, aunque len­ tos fueron progresando hasta conseguir la categoría de parroquias independientes. Muzo fue en la antigüedad una Villa grande, se­ gún lo indican las ruinas que aún se encuentran. La tradición de algunos viejos conserva memoria de cin­ co iglesias y dos conventillos. En conclusión, se notan algunas exageraciones de los cronistas para exaltar el valor de los militares españoles, cuando citan cantidades enormes de fle­ 56

cheros contra un mínimo de españoles; en sus cróni­ cas no coinciden en cuanto a número de indígenas, mientras otros hacen caso omiso a estos aspectos. Todo esto hace pensar que hay trabajo para nuevas investigaciones, hasta precisar la verdad. De las cin­ co expediciones de los españoles contra los Muzos só­ lo la última comandada por Luis Lanchero tuvo éxi­ to. No fue fácil vencer a los indígenas que se confede­ raron contra los invasores, pero que al final fueron derrotados por la supremacía del armamento español, sus caballos y perros. La mayoría de los municipios de la región tuvieron su origen sociopolítico en la or­ ganización social de los Muzos; sus clanes estableci­ dos en caseríos originaron posteriores asentamientos humanos. Fue Muzo el único pueblo fundado por es­ pañoles en la región, llenando los requisitos exigidos en la época por la Corona. La Iglesia ejerció además una labor encomiable en la , evangelización de los Muzos.

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13.

NOTAS Francisco Padrón, “La Cultura de los Muzos”, pág. 34. Lucas Fernández P. Historia general de las conquistas, pág. 371. Ibid., pág. 195. Ibid., pág. 195. Ibid., pág. 288. Ibid., pág. 289. Ibid., pág. 289. Ibid., pág. 279. Ibid., pág. 279. Pedro Simón. Noticias historiales de tierra firme. Bogotá, Merardo Rivera, 1892, Sexta noticia. Manuel Ancízar. Peregrinación de Alpha. Bogotá, Banco Popular, 1970, pág. 61. Pedro de Aguado. Historia de las provincias de Santa Marta y el Nuevo Reino. Madrid, E3pasa Calpe, 1930, Libro III, pág. 39. Lucas Fernández P. Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada, pág. 371.

57

14. 15. 16. 17. 18. 19. 20.

Ibid., pág. 373. Ibid., pág. 374. Pedro de Aguado. Historia de las provincias de Santa Marta y el Nuevo Reino de Granada, pág. 58. Ibid., pág. 58. Pedro Simón. Noticias historiales de tierra firme, Sexta noticia. Lucas Fernández P. Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada, pág. 194. Alonso de Zamora. Historia de las provincias de San Antonio del Nuevo Reino de Granada, 2a. ed. Bogotá, Biblioteca Cultura Popu­ lar, pág. 300, Tomo III. 21. Ibid., pág. 214. 22. Ibid., pág. 78.

58

Capítulo Quinto Extinción y Decadencia del Pueblo en el Siglo XVII El capítulo resume la suerte sufrida por los Muzos, ya que desaparecieron. Este hecho es prueba inequívoca de la ineficaz política estatal aplicada a re­ giones que han sido emporio de riqueza. Se analizan las causas que determinaron su aniquilamiento, se comentan los censos de la época y se evalúan los efec­ tos de la política colonial que originaron la fatal deca­ dencia del pueblo. A. CAUSAS De variada naturaleza fueron los factores deter­ minantes que se conjugaron para la desaparición de pueblos aborígenes en el Nuevo Reino. Los cronistas tratan de justificar a los conquistadores enunciando pestes que diezmaron la población indígena durante la segunda parte del siglo XVI y principio del siglo XVII, señalándolas como causa principal o por lo menos más general del gran descenso demográfico. Los historiadores contemporáneos por su parte, sin desconocerlas, afirman que el colonialismo europeo introdujo en los pueblos nuevas condiciones de vida que agotaron la población indígena por el trabajo ex­ 59

cesivo en las minas, la desnutrición, la huida a las sel­ vas, la separación de sexos, los abusos de los conquis­ tadores y el alistamiento en el ejército, pese a la can­ tidad de medidas proteccionistas dictadas por la Co­ rona y muchas veces ineficaces. Fue este año de ochenta y ocho (1588) uno de los más desgraciados de que tienen noticia los naturales habidos en estas tierras y el más que han conocido ni experimentado los españoles después que entraron en ellas, por una enfermedad que dio de viruela, tan uni­ versal para toda suerte de gentes, naturales y españo­ les, que habiendo comentado en la ciudad de Mariqui­ ta en este Nuevo Reino en una sola negra que entró in­ festada de esta enfermedad en la ciudad, trayéndola de Guinea, sin haber advertido en ella las justicias pa­ ra no dejarla entrar se infestó todo el reino y corrió por toda la costa de la banda del Piró hasta Chile y a la parte norte hasta Caracas, que destruyó así naturales como españoles más de la tercera parte de la gente... U ).

En el campo más reducido de los Muzos se puede afirmar sin equivocaciones que este descenso comen­ zó en el momento mismo de la dominación en 1539; viendo hollados sus derechos se alistaron muchos in­ dios útiles para defenderlos, perdiendo aquí su vida; otros huyeron a la selva; otros desertaron posterior­ mente. De la inmensidad de indios que había cuando se entró a conquistar esa tierra que parecía los brotaba ella a la vuelta de los espesos árboles y maleza de que estaba cubierta han venido en quedar mil quinientos escasos que se ocuparon los más de ellos en las minas de esmeraldas (2).

La decadencia del régimen familiar y por consi­ guiente de la comunidad, se debe indudablemente a la economía minera con el carácter destructivo que trajo consigo, la explotación intensiva del indio encomen­ dado, con el fin de producir un sobrante de alimentos, 60

destinados a las cuadrillas mineras. El desbarajuste de la familia debido al alejamiento de los adultos por los trabajos de las minas; el obligado y penoso traba­ jo para el indio o india de transportar bastimentos, la acelerada mortalidad de niños y ancianos a causa del abandono y finalmente el agotamiento físico de la población por el excesivo trabajo. Para comprender mejor los alcances de una peste acaecida en Muzo a principios del siglo XVII, se pue­ den analizar los resultados obtenidos con la visita que hizo a la región el escribano Rodrigo Zárate, por orden de la Real Audiencia, fechado en junio 12 de 1629, por petición de los encomenderos, quienes ale­ gaban que esta epidemia había diezmado considera­ blemente la población indígena y por tal razón se ne­ gaban a pagar los gastos de adoctrinamiento ordena­ dos desde 1617. CUADRO No. 4 ENCOMIENDAS DE MUZO (1617-1629) Encomendero Clanes A. Mayores 1. Capitán Ju an de Poveda

Ibamas de: Las Tetas, Misucha Topo

2. Capitán Ju an Terrán

Acipí y Pauna

3. Alonso Ramírez Gaseo

Itico, Occipí, Tomo y Cauripí

4. Alonso de Cepeda

Yacopí

5. Enrique Guzmán de Saavedra

Pauna

6. Capitán Francisco de Poveda

Mamera, Atajoz, Sorquey Pauma

7. Marcos de Saavedra

Hatico

8. Alonso de Alvarado

Canipa

61

Viene

Encomendero

Clanes

9. Capitán Ju an Ortiz Maldonado

Cuacua, Suárez Chaquipay

10. Francisco de Aldana

B. Menores 1. Pedro de Pineda

Curipí

2. Ju an Rodríguez Calderón

Cuy

3. Mencio Cortina

Amoco

4. Ju an de Porras Moreno

Note y Atabí

5. Ju an Delgado Matajudíos

Arpatoro

6. Mariana Ramírez

Guanimay

7. Francisco de Aguilar

Pizarrá

8. Bartolomé Berrugo

Caca

9. Leonardo de Copo

Sorque de Abajo y Ocipí

10. Francisco Ortiz Dávila

Capacapi

CUADRO No. 5 ENCOMIENDAS Y CUADRILLAS EN MUZO 1629 1617 Encomienda y Tribu­ Cuadrilla Total tario Total Trib. Muerto 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11.

62

Abibí (Abipay) Apabí y Niba Acachira y Pauna A m ocoyApabi Arpatoro Boquipí Bucana y Nabuco ZarbeyPuripí Caca y Canipa Capacapi - Cuacua Copere Cuco Curipí

93

29

432 42 290 108 98 386 270 191 408

115 12 81 27 26 112 83 50 154

77 12 137 31 149 29 66 191 192 162 244

25 5 42 11 43 11 18 53 71 40 78

17 10 112 10 86 61 31 285 110 42 356

Sigue

Como puede observarse, el número total de po­ blación en 1617 ascendía a 9.127 indios, de los cuales 2.Ó32 eran tributarios, quedando sólo 4.866 en 1629, de los 4.866, 1.486 eran tributarios. En suma, la mer­ ma en tributarios fue de 1.046 y los muertos 4.536, clasificándose en tales condiciones de catastrófica. Ya en los fines del siglo XVII, la explotación organi­ zada de las minas cesaba por la desaparición de la población aborigen en Muzo. B. DECADENCIA DE MUZO

Entre las causas de la decadencia de Muzo se pueden señalar: 1. Los impuestos (Quintos) sobre las esmeraldas, muchísimo más gravosos que los del oro y la plata. 1629

Encomienda y Cuadrilla

1617 Tribu­ Total tario Total

12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31.

54 345 172 699 300 289 197 83 1.188 527 161 702 279 319 19 93 326 473 60 347

14 92 35 179 85 81 55 22 315 139 52 181 93 113 8 49 93 138 17 82

29 89 34 400 140 207 30 108 512 182 125 456 204 168 34 93 255 265 43 200

115 39 57 15 28 153 66 38 135 64 51 9 31 77 99 11 59

50 188 15 483 204 169 55 36 489 153 41 230 190 199 68 115 169 378 36 215

9.127

2.532

4.866

1.486

4.536

Chinape ChizoenTopo Guaquimay Ibama Isabí Istamo Itoco Manóte y Mamera Maripí MencipaNico Miripí, Pauripí Pauna Quipama Sorque Suaraz, Tantan Tapa Tomarca Topo Tortur Chichipí Atico

Trib. 15 27

Muerto

63

2. La reglamentación tardía de las jornadas laborales en favor del indígena, dictadas en 1643 por el oidor Diego Carrasquilla cuando ya había desaparecido gran parte de los nativos: Que los indios que trabajan en las minas no pueden ser ocupados en ningún otro caso. Que las horas de trabajo deben ser de ocho de la mañana a doce del día y de 2 de la tarde has­ ta las 4. Que los dueños de cuadrillas no pueden hacer­ los trabajar más tiempo, sopeña de 20 pesos de multa. Que de noche no pueden ser ocupados los in­ dios en las minas, aunque digan que van por su voluntad. Que los indios queden libres los sábados como era de costumbre, reciban en pago los 5 de la semana y los 3 del jornal de a 9 ríales por año, así como ración de maíz por semana adelanta­ da y no se le cobre derechos por sus pleitos si­ no de 20 patacones para arriba (3).

Teniendo en cuenta por un lado lo gravoso de la explotación y la escasez de mano de obra, el negocio de las esmeraldas entró en decadencia que se agravó cuando en 1648 (mayo 4) se publicó la Real Cédula que anexaba la región al corregimiento de Tunja, con­ virtiéndose ésta en causa central y definitiva para la decadencia del pueblo, porque se suprimió su gobier­ no autónomo, desaparecieron las cajas reales en Mu­ zo, se suprimió el comercio de esmeraldas, los frailes desocuparon los conventos, la población dirigente se dispersó a otros pueblos, quedando sólo los arruina­ dos (4). Lo aconsejable hubiera sido estimular el desarro­ llo del pueblo fomentando nuevas industrias, abrien­ do vías de comunicación, como la que unía al Magda64

lena con Santa Fe pasando por Muzo y la región de Vélez y nombrando funcionarios activos que no per­ mitieran su decadencia. No es raro pensar que las crisis de muchos pue­ blos, como la vivida por Muzo, son el resultado de disposiciones oficiales muchas veces inconsultas, dic­ tadas por funcionarios inexpertos de turno. Nunca volverán Muzo y la región a tener el auge que tuvieron si no se les facilitan los auxilios necesa­ rios, se les abren vías de comunicación y se nombran funcionarios honestos y progresistas.

1. 2. 3. 4.

NOTAS Pedro Simón. Séptima noticia. Ibid. Colombia, Banco República. Esmeraldas, pág. 63. Ibid.

65

Conclusiones Los Muzos constituyeron un grupo de la familia lingüística Caribe, cuyo origen se remonta posible­ mente al centro de Suramérica en el Brasil. Desde allí emigraron para poblar la costa venezolana, colombia­ na, centroamericana y las Antillas. A Colombia en­ traron por diferentes partes, quizá desde Brasil, Ve­ nezuela y las Antillas. Los Muzos conservaban en su mitología la memoria de su migración por el río Mag­ dalena hasta llegar al sitio donde los encontraron los españoles en el siglo XVI. Entre las pruebas que se aducen para demostrar su origen caribe están su as­ pecto físico, su lengua y sus costumbres, en especial la antropofagia, la guerra y sus continuas migracio­ nes. Los Muzos se establecieron en la cuenca del río Minero, afluente del Magdalena. Región de clima tro­ pical, cálido, húmedo, con exuberante vegetación, abundantes aguas y fauna de la que se sirvieron para sustentarse. Su organización social estuvo basada en los clanes matrilineales y exogámicos. El principal rasgo de diferenciación social fue su valentía y des­ treza para la guerra, que constituyó su actividad fun­ damental y para lo cual se preparaban desde su naci­ miento. El matrimonio se arreglaba entre los diferen­ tes clanes con un período de prueba; la fidelidad era exigida a la mujer, mientras los hombres practicaban la poligamia. Los funerales más solemnes eran reser­ 66

vados para los guerreros muertos en el campo de ba­ talla. Su dieta giró alrededor del maíz, las frutas sil­ vestres y la carne de monte. Su vestido era escaso, pues el clima no exigía mayor abrigo. La vivienda no fue muy lujosa, aprovecharon las habitaciones que abandonaron los Muiscas. Su medicina dependía de la naturaleza y fueron expertos en preparar el veneno que usaban en sus flechas. Su organización política fue poco desarrollada. No tuvieron jefes estables que se impusieran sobre todos los clanes, generalmente estos caciques eran nombrados para dirigir una gue­ rra, pasada la cual perdían sus atribuciones. Su estructura religiosa fue politeísta. Creían en un dios creador lejano y en otros dioses que les ayu­ daban en sus necesidades. Tuvieron varios adorato­ rios pero en especial se destacan los cerros de FuraTena que también habían sido sitios sagrados para los Muiscas, sobre ellos se crearon diferentes mitos y leyendas. Su estructura económica tampoco fue muy desa­ rrollada. La guerra constituyó su principal ocupación por el botín que de ella derivaban. Otras actividades económicas que practicaron en menor escala fueron la agricultura, la minería y el comercio a nivel de true­ que. La conquista y la colonización de los Muzos no fue fácil, por la obstinada resistencia que opusieron a las entradas de los españoles y la oportuna ayuda que recibieron de sus aliados los Saboyáes. Pero en el quinto intento fueron vencidos, repartidos en enco­ miendas, organizados en cuadrillas para el trabajo minero y acelerada su extinción. Los conquistadores entraron al territorio de los Muzos para repeler los continuos ataques que éstos hacían sobre los Muiscas y por la noticia de la abundancia de esmeraldas en la región. La supremacía de su armamento, caballos y perros les dio la victoria y finalmente así pudieron fundar en 1551 a Tudela, que duró un año, y poste­ riormente, en 1559, la Santísima Trinidad de los 67

Muzos, real villa que tuvo un gran desarrollo en la segunda mitad del siglo XVI por la explotación de las esmeraldas, pero decayó vertiginosamente a comien­ zos del siglo XVII por la escasez de mano de obra pa­ ra los trabajos mineros y por la pésima administra­ ción colonial que no pudo hacer producir esta rica re­ gión, permaneciendo estancada hasta los albores de la Independencia.

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BIBLIOGRAFIA

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Este libro fue diagramado e impreso en EDICIONES TERCER MUNDO Bogotá - Colombia Febrero de 1985